Serie de Trabajos Varios 125
Origen y evolución del paisaje histórico de la llanura de Valencia: estudio de la estructuración y ocupación del territorio entre las épocas ibérica y feudal (siglos V a.C. - XIII d.C.)
María Jesús Ortega Pérez
2020
Museu de Prehistòria de València , ISBN 978-84-7795-858-1 , 212 p.
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S E RV IC IO D E IN VESTI GACI ÓN PREHI STÓRI CA
D E L MU SE O D E PREHI STORI A DE VALENCI A
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 125
Origen y evolución del paisaje histórico
de la llanura de Valencia
Estudio de la estructuración y ocupación del territorio
entre las épocas ibérica y feudal (siglos V a.C. - XIII d.C.)
María Jesús Ortega
DIP UTA C IÓN DE VAL E NC IA
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SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 125
Origen y evolución del paisaje histórico
de la llanura de Valencia
Estudio de la estructuración y ocupación del territorio
entre las épocas ibérica y feudal (siglos V a.C. - XIII d.C.)
María Jesús Ortega
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
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DIPUTACIÓN DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 125
La Serie de Trabajos Varios del SIP se intercambia con publicaciones dedicadas a la Prehistoria, Arqueología en general y ciencias o
disciplinas relacionadas (Antropología cultural o Etnología, Antropología física o Paleoantropología, Paleontología, Paleolingüística,
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ISBN: 978-84-7795-858-1
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A mis padres,
Teresa y Jesús.
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Prólogo
El trabajo que prologamos resulta de la Tesis Doctoral de la Dra. María Jesús Ortega presentada en el
Institut Català d’Arqueologia Clàssica el 29 de septiembre de 2017 con el título de “Análisis territorial
de la llanura de Valencia. Estudio arqueomorfológico, ocupación del territorio y dinámicas del paisaje”.
La tesis, centrada en el estudio del paisaje histórico de la llanura de Valencia, constituye un excelente
ejemplo de la potencialidad de lo que se ha denominado una “nueva arqueomorfología”.
Desarrollado en el marco del Grupo de Investigación en Arqueología del Paisaje (GIAP) del ICAC, el
estudio presenta un enfoque diacrónico que comprende el período ibérico, romano, visigodo y andalusí
(siglos VII a.C. - XIII d.C.), para valorar finalmente el impacto en el territorio de la colonización feudal.
Este es un primer aspecto importante a destacar, el ingente volumen de información arqueológica analizada y la perspectiva de larga duración, que permite valorar las dinámicas de ocupación y estructuración
del llano a lo largo del tiempo, para finalmente entender el paisaje histórico actual como un “palimpsesto”, resultado de complejas interacciones sociales, económicas, ambientales y culturales. Esta es la
primera característica de la “nueva arqueomorfología” que mencionábamos más arriba. La investigación
no es en esencia sincrónica, centrada en un período cronológico concreto, sino diacrónica, centrada en
fases sucesivas que se analizan desde una perspectiva temporal de larga duración.
Otra aportación muy remarcable es un enfoque interdisciplinar e “integral” que se ocupa tanto de la
estructuración territorial (redes viarias, parcelarios, estructuras agrarias); como de la ocupación del territorio (datos arqueológicos sobre asentamientos y usos del medio); de la “historia del paisaje” a partir
de datos procedentes de la documentación escrita y de la cartografía histórica; y, finalmente, de la integración de estudios paleoambientales, sobretodo geomorfológicos, relativos a las dinámicas hidrosedimentarias en los llanos aluviales y cursos hídricos.
Desde la perspectiva del conocimiento histórico, el trabajo trata una problemática central en los estudios
sobre la romanización de los paisajes mediterráneos: la implantación del modelo de la centuriación,
estrechamente vinculada al fenómeno urbano. La perspectiva diacrónica utilizada permite además tratar
otra cuestión esencial para el conocimiento del paisaje cultural de la llanura de Valencia: el impacto del
período andalusí, la imbricación y transformación que éste ejerció sobre las estructuras paisajísticas
heredades de la fase anterior romana y la medida en que ambas superpuestas perduraron durante los
períodos feudal, moderno y contemporáneo. Esta es sin duda una de las claves de la “nueva arqueomorfología”: el estudio del origen histórico de las formas que componen el paisaje cultural actual. La investigación integra elementos de la arqueología, la historia (antigua, medieval y moderna) y la geografía.
A todo ello deberíamos añadir la importancia de la aplicación de las tecnologías informáticas al estudio
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del territorio. En efecto, el uso de sistemas de información geográfica en el tratamiento de datos y la
generación de mapas y estudios espaciales ha dotado a este tipo de investigación de mayor fiabilidad,
precisión, rapidez y claridad, en lo que ha significado una renovación absoluta de las técnicas de la disciplina en los últimos 20 años.
Quisiéramos referirnos especialmente al problema de las centuriaciones y a su implantación territorial
en el llano de Valencia, aspecto central del trabajo de la Dra. Ortega. El debate sobre el origen andalusí o
romano de los sistemas ortogonales de estructuración territorial visibles en el paisaje valenciano ha sido
sin duda alimentado durante largo tiempo por una atribución abusiva de formas ortogonales al modelo
de la centuriación que, aunque fuera a modo de hipótesis, provocó una inflación de propuestas sin suficiente contrastación, que finalmente comportó la pérdida de credibilidad de las técnicas de la arqueomorfología por parte de la comunidad científica. La situación previa al inicio del desarrollo del presente
trabajo resultaba pues muy crítica. En el fondo se reproducía en clave hispana un contexto similar al
creado en Francia tras la crisis de la “escuela de Besançon” y de los diversos grupos que surgieron de
ésta escuela, epicentro europeo de la investigación en la década de 1980 y 1990. Recelo, escepticismo,
falta de credibilidad. Sin embargo, la llanura de Valencia debía forzosamente haber conocido una ocupación y estructuración importantes también en época romana. La caracterización arqueomorfológica
de esta realidad debía plantearse con rigor bajo el nuevo marco metodológico al que nos hemos referido.
Ahí reside la valentía y el inmenso mérito de la investigación de la Dra. Ortega. El resultado, espectacular, salta a la vista. Las centuriaciones, la red viaria romana, marcaron el paisaje valenciano y su huella
aún se conserva, parcialmente enmascarada en el paisaje actual. Más allá del valor metodológico y para
el conocimiento histórico de los resultados, la importancia patrimonial es también muy sugerente: la
constatación de un paisaje rural bien conservado en determinados sectores, de gran valor histórico y
cultural. Un útil de gestión por tanto para las sociedades de hoy.
En el desarrollo de esta nueva arqueomorfología el trabajo de la Dra. Ortega constituye pues una aportación muy significativa. A la situación de partida crítica que hemos comentado debe añadirse que buena
parte de la zona de estudio se sitúa en un llano aluvial especialmente complejo, marcado por la presencia
del agua y del medio húmedo, la Albufera y el regadío. Estudios hidrosedimentarios en llanos aluviales
revelan que las formas del paisaje no sólo pueden modificarse a lo largo del tiempo, sino que además,
en situaciones de recubrimiento sedimentario, pueden « transmitirse » de un período a otro. Así, determinadas “líneas del paisaje” pueden haber sido restituidas tras siglos de abandono, recreando de nuevo
un paisaje ortogonal el cual, en realidad, no corresponde propiamente a la antigua centuriación. Es otro
de los problemas de investigación que también aborda con éxito el trabajo de María Jesús Ortega y
que pone de relieve el interés de la metodología utilizada y la importancia del trabajo en equipo en la
arqueología del paisaje.
En cuanto al planteamiento general del trabajo quisiéramos destacar un último aspecto: la amplitud del
área de estudio. Hecho que se traduce en el análisis de un extenso territorio que en la antigüedad comprendía desde la zona meridional del territorio de Saguntum, al norte; el territorio de Valentia, entre los
ríos Túria y Xúquer-Magre, límite meridional del conventus Tarraconense; hasta ya en el extremo sur, el
llano inmediato a la ciudad de Saetabis. Se trata pues de un territorio estructurado desde tres ciudades
romanas de una inmensa complejidad y relevancia histórica.
Finalmente, las conclusiones confirman un último fenómeno, la importancia de la época de Augusto en
el desarrollo de programas de organización territorial y en la implantación del modelo de la centuriación. Las centuriaciones con módulo de 15x20 actus documentadas por Ortega en el territorio de las tres
ciudades estudiadas, Saguntum, Valentia y Saetabis, se articulan perfectamente con la red viaria, en ocasiones aplicando el sistema de la varatio, e inciden en los patrones de asentamiento. Ello tiene lugar en
un momento avanzado de la ocupación romana, presente en la zona desde el siglo II a.C., reproduciendo
un modelo conceptual sobre la organización del espacio en la ciudad romana, que hemos documentado
bien en el noreste de la Citerior, en Ampurias, Tarraco y Barcino.
El GIAP, dirigido por Josep Maria Palet y por Héctor Aleix Orengo, ambos directores de la tesis de María Jesús Ortega, es hoy un referente internacional en el desarrollo de este tipo de estudios “integrados”
del paisaje antiguo. Los resultados obtenidos por el equipo en diversas zonas litorales de Cataluña han
mostrado que los paisajes centuriados se inscriben en complejas dinámicas socio-ambientales y que, a su
vez, los estudios paleoambientales permiten entender los efectos que una centuriación tuvo en el paisaje.
En este sentido, la autora pertenece a una nueva generación de arqueólogas interesadas por la cuestión
de las centuriaciones desde estas nuevas perspectivas.
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Este libro representa el resultado final de un largo trabajo de investigación, un documento importante
que incide en el conocimiento de la historia del paisaje valenciano, pero que puede ser también un útil
para la gestión territorial. El camino ha sido complejo, a menudo plagado de obstáculos, como en toda
buena tesis. Gracias a la constancia y buen hacer de la Dra. Ortega, la superación de gran parte de estas
dificultades ha concluido en el estudio que aquí se presenta. Ahí reside una de las claves del éxito en
la ciencia en general: la perseverancia, el método, el trabajo en equipo. Por todo ello, como directores
del trabajo de María Jesús Ortega, nos complace enormemente ver el resultado final de tanto esfuerzo
en forma de libro. Nuestra enhorabuena a la autora desde la convicción de que su investigación será sin
duda un referente para el desarrollo de este tipo de estudios en el futuro. Estamos seguros de que los
lectores disfrutarán y aprenderán en el sentido pleno de la palabra, pues el libro resulta recomendable no
sólo para el especialista, sino para toda persona interesada en el paisaje como referente cultural y fuente
de conocimiento histórico.
Josep Maria Palet Martínez y Hèctor Aleix Orengo Romeu
GIAP. Institut Català d’Arqueologia Clàssica
Tarragona, 20 de Julio de 2020
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Índice
PRÓLOGO
VII
I. INTRODUCCIÓN
1
2
I.1. Marco teórico: la Arqueología del Paisaje
I.1.1 Qué es la Arqueología del Paisaje
2
I.1.2. Historia de la investigación en Arqueología del Paisaje
3
I.2. Objetivos de la investigación
5
I.3. Antecedentes de la investigación sobre el territorio de Valentia
6
I.3.1. El problema de las centuriaciones de Valentia
6
I.3.2. La red viaria principal de época romana en el área central valenciana
7
I.3.3. El poblamiento de época antigua en el área central valenciana
8
II. EL MARCO GEOGRÁFICO
11
II.1. Topografía
11
II.2. Hidrografía y evolución geomorfológica
12
II.3. Geomorfología y evolución geomorfológica
13
III. METODOLOGÍA: TÉCNICAS Y MATERIALES DE TRABAJO
15
16
III.1. El análisis arqueomorfológico
III.1.1. Fotointerpretación y cartointerpretación
16
III.1.2. El análisis arqueomorfológico de la red viaria
18
III.1.3. El análisis arqueomorfológico de los sistemas de irrigación
21
III.1.4. Arqueomorfología de los parcelarios
22
III.1.5. Otros elementos
23
III.2. Datos arqueológicos y trabajo de campo
23
III.2.1. Vaciado de datos arqueológicos
24
III.2.2. Prospección arqueológica extensiva y prospección arqueomorfológica
24
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III.3. Estudio de la documentación escrita y de la cartografía histórica
26
III.3.1. El estudio de la documentación escrita
26
III.3.2. El estudio de la cartografía histórica
29
III.4. Integración de datos paleoambientales
30
IV. ARQUEOLOGÍA DE LOS ASENTAMIENTOS Y ANÁLISIS ARQUEOMORFOLÓGICO
31
31
IV.1. Sistemas viarios de estructuración dominante
IV.1.1. Sistemas viarios radioconcéntricos
31
IV.1.2. Sistemas viarios ortogonales
38
IV.1.3. Vías naturales de tránsito e itinerarios regionales
45
45
IV.2. La red de irrigación
IV.2.1. Fase 1: Emirato de Córdoba: finales del siglo VIII-principios del siglo X
49
IV.2.2. Fase 2. Califato de Córdoba: principios del siglo X-principios del siglo XI
50
IV.2.3. Fase 3. Reinos de Taifa: inicios del siglo XI-XIII
50
IV.3. Procesos de imbricación y secuencias de cronología relativa
50
IV.4. Caracterización de las trazas a partir de la prospección
60
IV.4.1. Área 1: llanura alta de Rafelbunyol-Museros (comarca de l’Horta Nord)
65
IV.4.2. Área 2: terraza aluvial del Turia entre Paterna, Manises
y Campanar (comarca de l’Horta Oest)
80
IV.4.3. Área 3: llanura entre Torrent y Picassent, área de
El Ràfol-El Pla (comarca de l’Horta Sud)
81
IV.4.4. Área 4: llanura alta entre Picassent, Benifaió y Alginet
(comarcas de l’Horta Sud y la Ribera Alta)
83
IV.4.5. Área 5: piedemontes Lloma del Comte (Carlet) y
Serra d’Alèdua (Alfarp) (comarca de la Ribera Alta)
87
IV.5. Vaciado previo de los datos arqueológicos disponibles
IV.6. Resultados de la prospección arqueológica
98
101
IV.6.1. Área de l’Albufera
103
IV.6.2. Área de l’Horta Nord
105
IV.6.3. Área de Manises (Horta Oest)
110
V. DINÁMICAS DE OCUPACIÓN TERRITORIAL, DE ÉPOCA IBÉRICA A ANDALUSÍ
115
V.1. Aproximación cronológica a los sistemas viarios de organización territorial
115
V.2. Las centuriaciones de Valentia
120
V.2.1. Distribución del poblamiento en relación con la centuriación
121
V.2.2. Modulación y aproximación cronológica
122
V.2.3. Descripción de los ejes de la centuriación
133
V.2.3.1. Zona al norte del Turia
133
V.2.3.2. Zona al sur del Turia
134
V.2.4. La Vía Augusta
140
V.2.5. Valoración: aportación al problema de la centuriación de Valentia
143
XII
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V.3. El territorio de Saetabis
144
V.3.1. Distribución del poblamiento en relación con los ejes de la centuriación
145
V.3.2. Modulación y aproximación cronológica
145
V.3.3. Relación de la centuriación con los principales ejes viarios del territorio
149
V.3.3.1. El Camino de Xàtiva
149
V.3.3.2. La Vía Augusta
149
V.3.4. Centuriación y geomorfología
150
V.3.5. Valoración
152
V.4. El territorio de Saguntum
V.4.1. Distribución del poblamiento en relación con los ejes de la centuriación
152
152
V.4.1.1. Período tardorrepublicano
152
V.4.1.2. Período augusteo
153
V.4.1.3. Período altoimperial 156
V.4.2. Modulación y aproximación cronológica
156
V.4.3. Descripción de los ejes de la centuriación
159
V.4.4. Valoración
161
VI. EVOLUCIÓN DE LA ESTRUCTURACIÓN Y LA OCUPACIÓN DEL TERRITORIO
DE LA LLANURA DE VALENCIA
163
VI.1. Período ibérico (mediados del siglo V a.C.-inicios del II a.C.)
163
VI.1.1. Ibérico Antiguo (siglos VI-2ª mitad del siglo V a.C.)
165
VI.1.2. Ibérico Pleno (finales del siglo V a.C.-finales del siglo III a.C.)
165
VI.1.3. Ibérico Final: Segunda Guerra Púnica y conquista romana
(finales del siglo III-inicios del II a.C.)
168
VI.2. Período romano (inicios del siglo II a.C.-finales del V d.C.)
170
VI.2.1. Fase tardorrepublicana (inicios del siglo II-último cuarto del siglo I a.C.)
171
VI.2.2. Fase augustea (27 a.C.-14 d.C.)
172
VI.2.3. Fase altoimperial (14 d.C.-inicios del siglo III d.C.)
179
VI.2.4. Fase bajoimperial (mediados del siglo III d.C.-finales del V d.C.)
183
VI.3. Período visigodo (finales del siglo V-finales del VIII)
188
VI.4. Período andalusí (finales del siglo VIII-mediados del XIII)
191
VI.4.1. Fase emiral (finales del siglo VIII-principios del X)
192
VI.4.2. Fase Califal (principios del X-principios del siglo XI)
194
VI.4.3. Fase Taifa (principios del siglo XI-segundo cuarto del siglo XIII)
196
VI.5. El impacto de la colonización feudal
197
VII. CONCLUSIONES: LA FORMACIÓN DEL PAISAJE CULTURAL
DE LA LLANURA DE VALENCIA
199
BIBLIOGRAFÍA
203
XIII
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I
Introducción
El territorio de la ciudad de València, en la costa centro-mediterránea de la Península Ibérica, está definido por una compleja
evolución histórica que ha hecho que sea considerado uno de
los paisajes culturales europeos de mayor interés, habiendo sido
objeto de múltiples análisis desde diversas disciplinas. Su ocupación humana se caracteriza por un uso intensivo del territorio
desde la Edad de Hierro hasta la actualidad, momento en que la
agricultura y las actividades urbanística e industrial han transformado profundamente el paisaje tradicional.
Uno de los aspectos más recurrentes en la investigación histórica y arqueológica ha sido la identificación del origen cultural
de este paisaje, que ha sido visto como romano o andalusí dependiendo de la corriente historiográfica dominante en cada momento y de las ideologías subyacentes en los análisis del territorio.
Por ello se hacía necesario emprender un nuevo trabajo,
que permitiera revisar los resultados de los trabajos previos
con un enfoque distinto y mediante la aplicación de una nueva metodología.
Esta tesis parte de una primera fase como trabajo de final
de máster del Màster Interuniversitari en Arqueologia Clàssica del Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC), la Universitat Rovira i Virgili (URV) y la Universitat Autònoma de
Barcelona (UAB) (Ortega, 2011). En dicho trabajo, que obtuvo
la máxima calificación, se analizó una parte del territorio al
norte de València y se sentaron las bases para el desarrollo de
un proyecto posterior, en el marco de una tesis doctoral, en
que se analizasen en profundidad las dinámicas de ocupación y
estructuración de un territorio mucho más extenso alrededor de
la ciudad de València.
El trabajo se inserta dentro del proyecto Valentia Landscape
Project (VaLandPro) (2012-2016), coordinado por H. A. Orengo desde la Universidad de Nottingham (con financiación de
una Advance Research Fellowship, junto con la Universidad de
València (P. Carmona), la Universidad de Barcelona (SERP, S.
Riera) y el Institut Català d’Arqueologia Clàssica (GIAP, J.M.
Palet). El objetivo principal de VaLandPro era la caracterización
de los procesos antrópicos y naturales que han intervenido en
la configuración del paisaje valenciano partiendo de un enfoque
diacrónico. La multidisciplinariedad, pilar básico del proyecto,
se refleja en el análisis del territorio, que se articula en tres ejes:
paleoambiental, histórico-arqueológico y arqueomorfológico.
Dentro del área paleoambiental P. Carmona y J.M. Ruiz
(Universitat de València) se han encargado de realizar los análisis geomorfológicos y sedimentológicos, mientras que S. Riera
(SERP, Universitat de Barcelona) y A. Ejarque (CNRS, GEOLAB UMR 6042) han llevado a cabo los análisis polínicos de
dos sondeos efectuados en áreas de marjal.
En el ámbito histórico-arqueológico, el estudio de la distribución y tipología del poblamiento se ha realizado por parte
de H. Orengo, J.M. Palet y M.J. Ortega (GIAP-ICAC), quien
también ha efectuado el análisis de la documentación escrita en
diversos archivos históricos del ámbito valenciano.
Estos tres investigadores han realizado asimismo el análisis
del parcelario, las vías de comunicación y las macroestructuras
antrópicas del paisaje, dentro del ámbito de la arqueomorfología.
El propósito global del proyecto era caracterizar la evolución histórica del territorio desde la Protohistoria hasta el período medieval, aunque uno de los principales intereses era la revisión de los trabajos que, previamente, se habían ocupado de la
estructuración territorial en época romana.
Estas propuestas, a pesar de haber sido citadas historiográficamente como paradigma de la organización territorial de época
romana, habían recibido numerosas críticas por sus debilidades
metodológicas, la falta de interdisciplinariedad y diacronía y la
ausencia de un verdadero trabajo de campo que hubiese permitido corroborar las hipótesis. Además, la irrupción de nuevas
técnicas como las derivadas de los análisis SIG y la posibilidad
de integrar en el estudio los resultados de diferentes disciplinas
científicas, planteaban un panorama idóneo para llevar a cabo
esta revisión bajo unos nuevos parámetros metodológicos.
1
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Esta tesis doctoral ha permitido la publicación de diversos
artículos que han reflejado parte de los resultados de la investigación (Ortega et al., 2013, 2014, 2015, 2016), uno de los cuales
se reproduce en este volumen, en el apartado referente al territorio de Saetabis.
I.1. MARCO TEÓRICO:
LA ARQUEOLOGÍA DEL PAISAJE
I.1.1. Qué es la Arqueología del Paisaje
El término paisaje es conflictivo. Es un concepto amplio que
engloba diversos enfoques y que ha generado aproximaciones
desde diferentes disciplinas científicas y tendencias de investigación. La falta de precisión que siempre ha acusado la palabra
originó la controversia en torno a su uso científico e hizo necesaria su caracterización precisando o limitando su significado
(Orejas, 1991).
La dificultad que reside en la definición de los conceptos
de paisaje y territorio ha producido numerosos debates, todavía
abiertos hoy, en torno a dónde se coloca la línea que los separa.
El territorio se entiende como un “espacio humanizado”
(Chevallier, 1976; Vion, 1989; Palet, 1997), es decir, la manifestación espacial de la acción humana sobre el medio físico que
la rodea, lo que puede ser entendido de varias maneras:
En primer lugar, una tendencia historiográfica ha definido el
territorio como un “espacio político” configurado en base a fronteras y límites. Este espacio estaría vinculado a una comunidad
concreta que se habría apropiado de él, de manera que también
los grupos vecinos reconocen que ese territorio en cuestión pertenece a esa comunidad en cuestión (Orejas et al. 2002: 297)
(Orejas et al., 2002). Esta apropiación se reflejaría además en las
formas de ocupación del mismo, mediante la distribución del doblamiento y las estructuras de explotación, entre otros elementos.
Otra línea de investigación ha propuesto superar el contenido político y entender el territorio como un “espacio culturizado” reflejo de las sociedades que determinaron su configuración. Esta corriente entiende el territorio como una evidencia
arqueológica cuyo análisis permite explicar los procesos culturales de cada período histórico (Palet, 1997; Leveau, 1999;
Orejas et al., 2002; Ariño et al., 2004; Ruiz del Árbol, 2005).
De esta manera se entiende que las comunidades no sólo han
explotado o delimitado el espacio que ocupan, sino que además
se han identificado con él. Un proceso en que la percepción del
espacio es clave porque genera una serie elementos simbólicos
(el imaginario colectivo) que crean ese “espacio social” que es
el paisaje (Orejas et al., 2002).
El paisaje se ha entendido como un elemento histórico complejo, inestable y en constante evolución (Orejas et al., 2002),
un elemento arqueológico en el que conviven numerosas fases
históricas y que es el resultado de la combinación de las acciones del medio físico o natural y del impacto de la ocupación antrópica. Lo que Chevallier bautizó como el “paisaje palimpsesto” 1 (Chevallier, 1976).
1 “Palimpsesto”. Del lat. palimpsestus, y este del gr. παλίμψηστος
palímpsēstos. Manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente.
En las últimas décadas, la Arqueología del Paisaje ha propuesto una aproximación histórica al territorio. Esta propuesta
promueve una renovación que permita analizar el paisaje como
un elemento histórico, aplicando una nueva metodología que
integre los análisis de diversas disciplinas en un marco de colaboración real entre los diferentes especialistas. Bajo esta concepción, el paisaje se estudia mediante la metodología arqueológica, integrando las diferentes técnicas que ésta ofrece, pero
también implicando a diferentes expertos en un marco de interdisciplinariedad (Ruiz del Árbol, 2005; Orengo y Palet, 2010).
Siguiendo este planteamiento, puesto que el paisaje está
constituido por elementos correspondientes a diferentes etapas históricas, su estudio se puede plantear como un análisis
estratigráfico, aunque el objetivo no será separar las distintas
fases sino interpretar el paisaje como un todo, un conjunto
continuo, un registro arqueológico global (Orejas et al., 2002;
Ruiz del Árbol, 2005).
La metodología aplicada debe permitir identificar cuáles
fueron los momentos de creación de los elementos que configuran el paisaje y qué procesos motivaron las diferentes transformaciones, para comprender su dinámica evolutiva (por qué
sucedieron los cambios y por qué pervivieron ciertos elementos
y otros no). Asimismo, es esencial identificar qué aspectos sociales e ideológicos han influido en la configuración del paisaje
como producto cultural, modelado por las diferentes comunidades humanas que lo han habitado (Ruiz del Árbol, 2005).
La Arqueología del Paisaje incorpora dos ámbitos básicos
de investigación: el histórico-arqueológico y el paleoambiental,
los cuales a su vez engloban varias especialidades científicas.
En primer lugar, en la esfera histórico-arqueológica se enmarcan las disciplinas de la arqueología, la arqueomorfología y
el estudio de documentación histórica. Dentro de la arqueología
se incluye el estudio del poblamiento (dinámicas y formas de
hábitat), mientras que la arqueomorfología se ocupa de analizar
la estructuración del territorio y la morfología de los elementos
que lo articulan (red viaria, sistemas de regadío y parcelarios
agrícolas). Finalmente, el análisis de la documentación histórica refuerza el conocimiento de diversos aspectos del territorio
y de los elementos que lo configuran, ayudando a caracterizar
aquéllos que han desaparecido y a definir la evolución de la
zona estudiada.
En segundo lugar, los trabajos relacionados con el paleoambiente incluyen la geormorfología y sedimentología, así como
los análisis de restos orgánicos vegetales (antracología y palinología). Los estudios palinológicos y antracológicos permiten la
reconstrucción del paisaje vegetal y su evolución, mientras que
la geomorfología y la sedimentología identifican cambios en los
suelos relacionados con procesos de erosión y sedimentación.
La combinación de los resultados de los análisis paleoambientales y de los trabajos desarrollados dentro de la esfera
histórico-arqueológica, permite asociar los cambios en la vegetación y en los suelos con determinadas prácticas humanas o
bien con procesos naturales.
Esta integración de diferentes disciplinas científicas proporciona un panorama completo de la evolución del paisaje histórico, reforzando la idea de que la interdisciplinariedad no sólo
es recomendable sino necesaria en cualquier estudio sobre Arqueología del Paisaje.
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1.1.2. Historia de la investigación en Arqueología del Paisaje
Aunque el inicio de las aproximaciones al paisaje desde diferentes disciplinas científicas se remonta a principios del siglo XX,
se considera que la disciplina apareció a mediados de la década de 1950 con la publicación de “The Making of the English
Landscape” (Hoskins, 1955) y poco después de “Ancient Landscapes. Studies in field archaeology” (Bradford, 1957). Ambos
son los primeros estudios en que paisaje y parcelarios antiguos
eran analizados mediante metodología arqueológica y en que se
recogía la tradición británica de la Field Archaeology, centrada
en el interés por la historia y la morfología de los paisajes antiguos y la posibilidad de detectarlos en los paisajes actuales a
través del estudio de la fotografía aérea. Contemporáneamente
R. Chevallier y A. Caillemer publicaron una gran obra sobre
centuriaciones romanas (Caillemer y Chevallier, 1957). Estos
tres trabajos supusieron un punto de inflexión en las investigaciones sobre el paisaje y definieron una tendencia de estudio que
se reflejó en un amplio seguimiento posterior en Europa.
Simultáneamente, en Estados Unidos, se publicaba Method
and Theory in American Archeology (Willey y Phillips, 1958)
obra en que los autores establecían que la geoarqueología, la
arqueometría, la arqueobotánica y la arqueozoología eran los
fundamentos de la arqueología. También en este trabajo, prospección y excavación se consideraban por primera vez técnicas de igual categoría. Además, se planteaba el hecho de que
las culturas no sólo interactúan con otras culturas sino también con el medio.
Todas estas obras constituyen los inicios, en Europa y
EE.UU., de la corriente investigadora que posteriormente se denominó arqueología procesual o New Archaeology.
La continuación de la línea de investigación sobre paisaje
y centuriaciones inaugurada a partir de estos trabajos se reflejó en la publicación, a principios de los años sesenta, de Les
documents cadastraux de la colonie romaine d’Orange, donde
el arqueólogo A. Piganiol completó el análisis de la fotografía
aérea con los datos proporcionados por los documentos epigráficos (Piganiol, 1962).
Aun así, el verdadero impulso para el desarrollo de la New
Archaeology llegó a finales de la década de 1960 de la mano de
L. Binford en EE.UU. y D.L. Clarke y C. Renfrew en Gran Bretaña. Las propuestas originales de un nuevo acercamiento al entorno partían del entendimiento del territorio como un conjunto
de recursos que ha de estar en equilibrio con la comunidad. La
cultura se entendía como una adaptación al medio, de modo que
la ruptura del equilibrio entre los recursos y la comunidad exigía
una nueva adaptación. Este enfoque abrió nuevas vías de análisis que dieron lugar a la Arqueología Espacial y al desarrollo de
técnicas como el Site Catchement Analysis (SCA), centradas en
el estudio de la distribución de asentamientos y en las relaciones
entre ellos y con los recursos del medio. Los trabajos de C. VitaFinzi y E. Higgs en Gran Bretaña y de K. Flannery y D. Coe en
EE.UU. se convirtieron en el punto de partida de una línea de
estudios centrada en los territorios de explotación y captación
de los asentamientos, estableciendo unas pautas metodológicas
seguidas por los estudios en arqueología del territorio hasta finales del siglo XX (Flannery y Coe, 1968; Vita-Finzi y Higgs,
1970). Técnicas como los Polígonos Thiessen o la Teoría del
Lugar Central fueron importadas a la arqueología desde la geografía humana (New Geography) y eran la base de la Arqueo-
logía Espacial, puesto que generaban modelos de ocupación del
espacio a partir de la información proporcionada por los datos
arqueológicos (Hodder y Orton, 1976; Clarke, 1977).
Pero a finales de los 70 la Arqueología del Paisaje en Europa, y concretamente en Francia, tomaba una nueva dimensión
desde la consideración del paisaje como un palimpsesto y mediante la reflexión sobre la aplicación de determinadas técnicas
de trabajo y de un enfoque multidisciplinar que permitieran superar la visión descriptiva del paisaje y descubrir la dimensión
temporal del espacio (Chevallier, 1976).
A partir de los años 80, la rigidez de los modelos teóricos de
la New Archaeology motivó la aparición de una fase de crisis y
cambio desde el mundo anglosajón con la irrupción de las teorías post-procesuales (Hodder, 1988; Preucel, 1991). Los trabajos producidos en esta línea insistían en la necesidad de abordar
los estudios de territorio desde aproximaciones interdisciplinares y diacrónicas, respondiendo a la complejidad, variabilidad
y dinamismo del paisaje, aunque hacían mayor hincapié en el
carácter simbólico del comportamiento humano y en la cultura material. El cuestionamiento de la aplicación de técnicas de
otras disciplinas en arqueología dio paso a la consideración de
la prospección arqueológica como la herramienta óptima para la
interpretación de la organización territorial a través del estudio
de los yacimientos arqueológicos. Como se ha dicho, estos trabajos incidían en la necesidad de realizar una lectura simbólica
de la organización espacial.
En la Europa no anglosajona, y en España específicamente,
la situación era distinta y en la década de 1980 lejos de darse
este movimiento crítico, empezaban a llegar las traducciones de
las obras de la arqueología procesual.
En Francia, el Centre d’Histoire Ancienne de la Université
de Franche-Comté de Besançon, siguiendo la tradición francoitaliana, lideraba el estudio de las estructuras agrarias desde otro
enfoque. El llamado Grupo de Besançon desarrolló una serie de
técnicas con el propósito de identificar catastros de la Antigüedad, poniendo el foco de atención en las centuriaciones. Para
ello se basaron en dos criterios: la orientación constante de los
ejes y la identificación de la modulación métrica romana basándose en el modelo canónico de 20 x 20 actus. Con ese objetivo,
y para conocer los modelos ideales romanos de organización del
territorio, el equipo había recuperado como fuente de documentación antigua el Corpus Agrimensorum Romanorum. La novedad introducida por esta escuela fue la concepción del territorio
como el resultado de constantes transformaciones antrópicas, el
estudio del cual podría ayudar a caracterizar los cambios introducidos en él por las sociedades del pasado (Clavel-Lévêque,
1983; Chouquer et al., 1987; Chouquer y Favory, 1991).
El método desarrollado por el Grupo de Besançon permitía
identificar centuriaciones analizando la morfología del paisaje
mediante el uso casi exclusivo de la fotografía aérea. El resultado de la aplicación de esta metodología, tanto en Francia como
después en el resto de Europa, fue la multiplicación de trabajos
que se limitaban a documentar parcelaciones regulares, sin una
interpretación crítica de la morfología agraria (Pérez, 1996).
Posteriormente, en algunos casos, las evidencias arqueológicas
probaron que las hipótesis generadas eran erróneas. Este hecho,
junto a la dificultad de verificar las propuestas a través de la arqueología, generó numerosas críticas a la metodología y un creciente descrédito (Fiches, 1996; Leveau, 1997; Favory, 1997).
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España se incorporó a finales de los 80 a las investigaciones arqueomorfológicas, siguiendo la línea de investigación
francesa. Catalunya, en un primer momento bajo la influencia
de la escuela francesa de Besançon, destacó en la disciplina del
estudio de los catastros de época romana. Varios equipos de
investigación presentaron propuestas a partir de los análisis
de los territorios inmediatos en las ciudades romanas: R. Plana para Emporion (Plana, 1989), J.M. Gurt y A. Marquès para
Tarraco (Gurt y Marquès, 1988) y L. Burés (Burés et al., 1990)
para Iesso-Guissona.
La década de 1990 abrió una etapa de cambio dentro del Centre de Recherches d’Histoire Ancienne. El Grupo de Besançon
y los investigadores centrados en estas cuestiones, realizaron
una renovación de métodos y técnicas sensible a los problemas
interpretativos y cronológicos. Ésta se reflejó en un uso más
prudente de la aproximación metrológica (Palet, 1997) y en el
desarrollo de técnicas de arqueología de campo y de geomorfología que permitieron analizar la secuencia arqueomorfológica
desde una perspectiva diacrónica (Berger y Jung, 1996; Berger,
2001). Además, la incorporación de documentación histórica
y paleoambiental permitió aplicar un enfoque interdisciplinar
basado en la Arqueología del Paisaje, ofreciendo una relación
compleja entre estructuración territorial, poblamiento y cambio
paisajístico (Dall’Aglio y Franceschelli, 2007).
Como consecuencia de este proceso de cambio, el Grupo
de Besançon se dividió en dos corrientes. Uno de los equipos,
dirigido por M. Clavel-Lévêque, continuó estudiando los catastros desde la perspectiva de la romanización y publicó el Atlas
historique des cadastres d’Europe, una recopilación de las centuriaciones documentadas en el sur y norte de Europa junto con
un dossier sobre técnicas y metodologías aplicadas al estudio de
los paisajes antiguos (Clavel-Lévêque y Vignot, 1998; ClavelLévêque y Orejas, 2002).
El otro grupo, bajo la dirección de G. Chouquer y F. Favory,
se decantó por un análisis espacial de las formas del paisaje, revisando la metodología en una línea de investigación más consciente de los problemas interpretativos y cronológicos (Chouquer y Favory, 1991). Esta renovación se reflejó en un uso más
prudente del planteamiento de los módulos y en el desarrollo de
sistemas de arqueología de campo específicos que permitieran
analizar la secuencia arqueomorfológica desde una perspectiva diacrónica. Además, la aplicación del criterio de multidisciplinariedad con la incorporación de documentos históricos
medievales y modernos, datos de intervenciones arqueológicas y estudios paleoambientales, mejoró los resultados de las
investigaciones (Chouquer y Favory, 1991; Chouquer, 1997).
G. Chouquer fue uno de los primeros investigadores en constatar la importancia de la concepción del “paisaje-recuerdo” (que
conserva en su morfología actual la huella de su historia) y el
interés de estudiarlo mediante el análisis arqueomorfológico
(Chouquer y Favory, 1991: 223).
En la Península Ibérica, la incorporación de esta nueva
metodología y de las técnicas de análisis se reflejó tanto en la
revisión de estudios anteriores (Ariño et al., 2004) como en la
realización de nuevos proyectos en diferentes territorios. Uno
de los ejemplos paradigmáticos es el análisis del territorio de la
colonia Barcino (Palet, 1997), junto con la revisión del catastro de Ilici (Gurt et al., 1996). Para el territorio de Barcelona,
J.M. Palet tuvo que enfrentarse a una gran problemática derivada
del espectacular crecimiento de la ciudad en épocas moderna y
contemporánea. Para resolverla, el análisis, caracterizado por un
marcado enfoque diacrónico, se fundamentó en los datos del estudio arqueomorfológico combinados con datos proporcionados
por la documentación histórica (cartográfica y escrita) y arqueológica. En el caso de Elx, J.M. Gurt amplió la extensión inicial
de la pértica de Ilici propuesta anteriormente (Gozálvez, 1974)
a toda el área de Alcúdia, alrededor de la colonia romana (Gurt
et al., 1996). Poco después, los restos de esta trama adquirieron
especial relevancia en relación al hallazgo de un documento epigráfico en bronce que recoge una parte del reparto de tierras en
el que se especifica la ubicación y el tamaño de las parcelas (13
iugera) junto con el nombre de los beneficiarios (10 colonos), y
que se corresponde con una de las centurias de la pertica (Chao
et al., 1999; Mayer y Olesti, 2001; Ariño et al., 2001).
Siguiendo en España, la renovación postprocesual se hizo
evidente también en la conceptualización del territorio para
época romana. Ejemplo de ello es la obra de P. López (López,
1994) centrada en cuestiones conceptuales y simbólicas relacionadas con la “idealización” del territorio en la sociedad romana.
López analizó las redes centuriadas, pero no a nivel arqueomorfológico sino a nivel técnico y empleando como base la información proporcionada por el Corpus Agrimensorum Romanorum. Frente a la opinión de Chouquer y Favory, López definió el
sistema centuriado como un medio técnico que por sí mismo no
es explicativo de la sociedad romana. Según López, se trata de
un mecanismo de organización del territorio, las características
socioeconómicas del cual no son perceptibles sino a través de
un estudio histórico en el que se contrasten las fuentes documentales y arqueológicas. Este trasfondo simbólico permite en
la actualidad observar las centuriaciones no sólo como herramientas para la organización fiscal y territorial, sino también
como el reflejo material de la idea socio-cultural del espacio
apropiado para la ciudad ideal romana. Según este enfoque las
centuriaciones serían parte del modelo ideal de una sociedad,
una auto-representación plasmada sobre el paisaje y sobre el
territorio mediante la dualidad ciudad/territorio (civitas/ager)
(Palet et al., 2011).
En Francia, mientras Favory continuó la investigación en el
ámbito de la Arqueología Espacial centrándose en el estudio del
poblamiento prerromano (Favory, 2003), el equipo de investigación liderado por Chouquer evolucionó hacia un enfoque más
diacrónico, espacial y geográfico, poniendo de manifiesto la necesidad de un análisis sistemático específico que diera respuesta
a la complejidad de los registros (Chouquer, 2000).
Este cambio de planteamiento sobre los estudios de paisaje tuvo como consecuencia la creación de una nueva disciplina denominada Arqueogeografía (Chouquer, 2007 y 2008):
una iniciativa impulsada por Chouquer desde la Maison de
l’Archéologie et de l’Ethnologie de la Universidad de París
1-Nanterre (UMR 7041) que se tradujo en la publicación de dos
manuales teóricos y de diversos artículos en la revista Études
Rurales. En este marco se ha formado una nueva generación de
arqueomorfólogos entre los que cabe destacar a Sandrine Robert
y Magali Watteaux (Chouquer y Watteaux, 2013; Robert, 2011).
En España, los últimos trabajos de arqueomorfología, herederos del cambio conceptual de los años 90 (Criado, 1991 y
1993; López, 1994; Criado, 1999), han incorporado el factor
ideológico. Esto ha ampliado el análisis de las centuriaciones
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incluyendo el estudio de su trazado pero también su evolución
y la relación de los ejes con la trama urbana (Palet et al., 2009 y
2010). En este sentido ha sido importante la constatación de la
diversidad que presenta la implantación del sistema centuriado.
La documentación de diferentes módulos y la identificación de
grandes zonas sin trazas en las restituciones planimétricas (interpretadas como territorios no divididos pero integrados dentro
de la centuria) refuerzan esta idea (Palet et al., 2011).
Además, los últimos proyectos han incorporado como imprescindibles la diacronía y la multidisciplinariedad a través
del análisis de la fotografía aérea, estudios paleoambientales
(Riera, 2005; Miras et al., 2007), prospecciones, excavaciones
y el estudio de las fuentes históricas tanto documentales como
cartográficas, que permiten documentar la evolución del paisaje
(Ariño et al., 2001).
Recientemente han proliferado las obras referentes a las
innovaciones metodológicas. Y es que el gran avance en los
análisis ha llegado de la mano de la aplicación de las tecnologías SIG, que han marcado la diferencia respecto a la fase anterior proporcionando una mayor precisión y fiabilidad, gracias,
especialmente, a la generalización de los productos cartográficos digitales (Romano y Tolba, 1996; Peterson, 1998; Orengo
y Palet, 2010).
Los SIG permiten integrar información de diversos tipos
y, en consecuencia, también hacen posible la constatación de
procesos evolutivos en los registros del paisaje dando lugar a
la relación necesaria entre estudios de población y estudios de
parcelarios (Orengo y Palet, 2010; Palet y Orengo, 2010). En
Catalunya la investigación de campo ha avanzado con fuerza en
los últimos años. En el marco del Proyecto Ager Tarraconensis
(PAT) del Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC), se ha
llevado a cabo una importante revisión de la investigación en el
territorio de Tarraco, que había sido iniciada por A. Marqués
en los años 80 (Gurt y Marquès, 1988). En Tarraco, los análisis
arqueomorfológicos y los trabajos de prospección han documentado hasta cuatro tramas diferenciadas y han permitido corroborar que éstas forman parte de sistemas centuriados implantados en diferentes etapas de la historia de la ciudad (Palet et al.,
2010; Palet y Orengo, 2010 y 2011). Destaca en este proyecto
la incorporación de diversas técnicas y análisis en SIG como la
teledetección y el análisis de imágenes satélite, el desarrollo de
modelos de comportamiento hidrográfico, los análisis de visibilidad y de Low Cost Routes (LCR), entre otros.
Otro estudio pionero en la aplicación de las nuevas tecnologías en arqueomorfología fue la revisión de la propuesta de centuriación de Barcino, que tiene sus orígenes en la tesis doctoral
de J.M. Palet (Palet, 1997). A partir de 2008, con la incorporación de los SIG, las restituciones morfológicas de las tramas
centuriadas fueron revisadas con el fin de aumentar la precisión
en los cálculos de equidistancias y la articulación de las trazas,
permitiendo una mejor y más amplia conceptualización del territorio (Palet y Riera, 2009; Palet et al., 2011). En esta línea
se encuentra también el proyecto que se está desarrollando en
el territorio circundante a la colonia de Emporion (Palet et al.,
2012, 2014 y 2015).
Sin embargo, a pesar de estos avances, en España algunos
estudios acusan todavía la falta de renovación tanto metodológica como en el planteamiento de la disciplina. Así, recientemente se han publicado trabajos basados en la identificación
de estructuras a partir de la fotografía aérea y mediante el uso
abusivo de la datación relativa de dichas estructuras en base a la
superposición de las mismas (Arrayás, 2005; González, 2006a,
2007a y 2007b). La falta de multidisciplinariedad y diacronía
también se evidencia en estos casos, poniendo de manifiesto la
debilidad de los resultados, que han sido criticados por algunos
investigadores (Pérez y Arasa, 2010).
I.2. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
Como se ha señalado más arriba, la finalidad de Valentia Landscape Project (VaLandPro) es estudiar la evolución del paisaje
histórico valenciano y las interacciones sociedad-medio. Los
principales focos de la investigación son la antropización de las
llanuras litorales, el análisis diacrónico del impacto humano en
el paisaje, la estructuración del territorio, las aplicaciones SIG
en arqueología del paisaje y la formación y evolución histórica de los paisajes culturales mediterráneos. En este contexto,
el paisaje histórico de València se estudia por primera vez de
forma diacrónica e interdisciplinar, mediante la integración de
los resultados de diversos equipos científicos en tres ámbitos:
paleoambiental, histórico-arqueológico y arqueomorfológico.
El área de estudio, el llano litoral del territorio histórico de
la ciudad de València, es una típica llanura aluvial litoral mediterránea que aúna la presencia de numerosas zonas húmedas y
lagunas costeras y que presenta una ocupación continua desde
la Prehistoria hasta la actualidad, de modo que uno de los focos
de atención se sitúa en las dinámicas de la interacción hombremedio. El proyecto se caracteriza por el uso de una metodología multidisciplinar que incluye descriptores multi-proxy de
secuencias sedimentarias continuas, modelación paleoambiental en entorno SIG, arqueomorfología, fuentes documentales y
datos arqueológicos.
Aunque se persigue modelar la evolución del paisaje valenciano desde la Edad de Hierro hasta época moderna, el enfoque
cronológico principal se sitúa en el período romano, ya que uno
de los puntos que reviste mayor interés es la caracterización la
ocupación y estructuración del territorio en época antigua mediante la revisión de las centuriaciones de Valentia a través del
análisis arqueomorfológico. La aplicación de esta “nueva arqueomorfología” es una pieza clave del proyecto para entender
el impacto antrópico en la llanura litoral valenciana, así como
la gestión de los humedales y lagunas. Asimismo la cuestión,
largamente discutida, sobre el origen cultural del paisaje histórico valenciano es uno de los puntos de interés, pues éste ha
sido vinculado con la sociedad romana o andalusí en función de
la tendencia historiográfica o las ideologías imperantes en cada
momento (Butzer et al., 1985; Barceló, 1989).
El trabajo desarrollado en esta tesis doctoral ofrece una visión diacrónica de la estructuración territorial, usos del paisaje
y dinámicas del poblamiento, que puede ser comparada con los
resultados de los estudios paleoambientales e históricos, con el
objetivo de caracterizar las dinámicas históricas subyacentes en
el desarrollo del paisaje cultural valenciano.
Además, los resultados obtenidos pretenden establecerse
como una herramienta útil en la gestión de este paisaje histórico
y ser a su vez una referencia en la transmisión de la producción
científica a la sociedad valenciana, con el fin de fortalecer la identidad social entorno al paisaje cultural como valor de patrimonio.
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I.3. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN
SOBRE EL TERRITORIO DE VALENTIA
Sin duda los tres grandes temas de estudio sobre el territorio
valenciano para época romana han sido las centuriaciones, la
estructuración viaria y el poblamiento.
Con un conocimiento desigual, los trabajos centrados en
cada uno de estos aspectos se han integrado en diferentes tendencias de investigación reflejando las ideas imperantes en cada
momento y los conflictos científicos derivados de éstas, así
como los diversos avances metodológicos y técnicos de cada
etapa historiográfica.
A día de hoy y en los tres casos, el estado de las investigaciones y el conocimiento producido por éstas es relativamente
pobre. En el caso de las centuriaciones de Valentia, las propuestas de la década de 1990 no han sido rebatidas hasta la
fecha, habiéndose estancado la investigación en este sentido en
unos presupuestos teóricos y metodológicos actualmente superados. Además, no se ha hecho una verdadera comprobación
arqueológica de estas hipótesis que, por otro lado, han sido
criticadas por diversos investigadores en base a sus debilidades metodológicas. En consecuencia, en diversos ámbitos de la
investigación valenciana las propuestas sobre las centuriaciones de Valentia son consideradas como de dudosa aceptación
(Arasa, 2012: 368-371).
En segundo lugar, el estudio de la red viaria romana en el territorio de València presenta en gran medida problemáticas similares. En términos generales el conocimiento de las principales
vías de comunicación en el territorio de Valentia, concretamente
en el área central, es deficiente. En el caso de la vía augusta,
por ejemplo, las intervenciones arqueológicas en que se ha documentado algún segmento de la misma son muy escasas y se
reducen prácticamente al propio núcleo urbano de la capital o a
sus inmediaciones, quedando numerosas incógnitas sobre su recorrido en esta parte del territorio valenciano. Tanto la compleja
geomorfología de la zona –una llanura aluvial con una potente
dinámica sedimentaria- como la intensa ocupación humana y las
recientes alteraciones relacionadas con las agresivas transformaciones agrarias y urbanísticas, hacen que la documentación
de las estructuras viarias antiguas sea sumamente complicada.
Además, la falta de un verdadero análisis arqueomorfológico
que permita caracterizar las vías antiguas y su recorrido, ha hecho que durante décadas se sucedan los trabajos de recopilación
de la información conocida, que generalmente no han aportado
novedades a la investigación sobre este aspecto.
En lo que respecta al poblamiento de época romana en el
territorio de Valentia, a pesar de que en la última década se ha
avanzado en su conocimiento en todo el País Valenciano, debido
en gran medida a las numerosas intervenciones arqueológicas
vinculadas con el crecimiento urbanístico reciente, éstas no se
han reflejado en un riguroso estudio de la tipología y dinámicas
de ocupación del territorio. Se podría decir que el trabajo más
exhaustivo para el área central valenciana sigue siendo la tesis
doctoral inédita de E. Pingarrón, realizada hace más de 35 años
(Pingarrón, 1981a). Es cierto que con posterioridad se han publicado síntesis para ciertas comarcas o términos municipales
(Martínez, 1984; Román, 1986; Alapont y Pitarch, 2010; Alapont et al., 2014, Alapont et al., 2016), pero nunca con una visión global del territorio. Además, la mayor parte de los trabajos
recientes en este campo son catálogos descriptivos de una se-
rie de yacimientos de cronología romana más o menos amplia,
o bien son trabajos monográficos sobre un yacimiento concreto (Fernández y Sanchis, 1985; Albiach, 1996; Burriel y Verdú, 2000; Hortelano, 2007; Alapont, 2008; García-Gelabert y
Talavera, 2009; Jiménez y Burriel, 2011; Verdasco et al., 2013;
Burriel y Mata, 2013).
1.3.1. El problema de las centuriaciones de Valentia
El primer estudio sobre centuriaciones al norte de València se
publicó en 1974, dentro de la obra Estudios sobre centuriaciones romanas en España (VV.AA., 1974). En un artículo que
se tomó como referencia hasta la década de 1990, G.M. Cano
adscribía el origen del regadío de la huerta histórica de València
a época romana, de modo que la Acequia Real de Moncada era
uno de los kardines de la centuriación (Cano, 1974). Los brazos
de dicho sistema de irrigación, según esta teoría, se ajustarían
perfectamente a este esquema, de modo que la centuriación de
l’Horta Nord estaría constituida por 120 centurias canónicas de
20 x 20 actus. Según esta teoría, el kardo maximus se identificaba con la antigua Carretera de Barcelona-Nacional 340, cuyo
recorrido y adscripción cronológica quedarían corroborados en
base a algunos topónimos de origen árabe como Albalat (albalát: el camino), Massalfassar o Massamagrell (ambos con el
prefijo árabe manzil: hospedaje).
No fue hasta inicios de la década siguiente cuando apareció
una nueva metodología en los estudios sobre el paisaje del territorio de València. En 1981, siguiendo la línea de investigación
de Chevallier, Elena Pingarrón defendía en su tesis doctoral que
la multidisciplinariedad debía ser un aspecto clave en los estudios sobre poblamiento (Pingarrón, 1981a). Realizó el análisis
del territorio mediante la combinación de fotografía aérea, documentos cartográficos antiguos y modernos, documentación
histórica y análisis arqueológico (excavaciones y prospecciones). El resultado fue una rigurosa aproximación al estudio del
poblamiento rural romano mediante el análisis de la red viaria,
el poblamiento y las parcelaciones agrarias. El mismo año, la
autora publicó una posible centuriación al sur de València (Pingarrón, 1981b). En la línea metodológica de la escuela francesa de Besançon, para el análisis de la morfología de esta área
se utilizaba casi exclusivamente la fotografía aérea, y tanto la
datación romana como la adscripción de los ejes al sistema de
la centuriación se realizaban en base a la orientación constante y las coincidencias métricas con el actus romano. De nuevo
la carretera N-340 se identificaba como la vía augusta, kardo
maximus de la centuriación.
A principios de los 90, coincidiendo con la etapa de revisión metodológica en Europa y con la renovación dentro de
escuela francesa de Besançon, aparecieron las primeras críticas a los trabajos publicados hasta el momento. El geógrafo V.
Rosselló publicó una crítica a las hipotéticas centuriaciones y
a la adscripción cronológica de algunas vías sin comprobación
arqueológica (Rosselló, 1992). Asimismo, proclamó la necesidad de investigaciones contrastadas que formulasen hipótesis
comprobadas o refutadas a través de una metodología científica.
También E. Ariño, J.M. Gurt y J.M. Palet consideraban la centuriación de l’Horta Sud de Pingarrón como “insegura” (Ariño
et al., 2004). Por último R. González, en un artículo metodológico, apostaba por la diacronía y multidisciplinariedad en los
estudios arqueomorfológicos que pretendieran ser rigurosos y
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desmentía la relación de orientación y cronología entre acequias
y centuriaciones, señalando que la orientación no era un factor
suficiente para datar las trazas (González, 1996a).
A pesar de haber realizado estas críticas, R. González identificó tres sistemas centuriados aplicando esencialmente la metodología de la primera etapa de Besançon. En la llanura aluvial
próxima a la ciudad de València documentó los parcelarios Valencia A y Valencia B. El primero, con el módulo clásico de 20 x
20 actus, se correspondía con la propuesta de Pingarrón, aunque
González amplió el área de implantación del sistema identificando tramas en todo el territorio adyacente a la ciudad (González, 1996b: 158). Al norte de València, documentó el parcelario
Valencia B, también con módulo de 20 x 20 actus (González,
1996c). En tercer lugar, identificó en el territorio alrededor de
Edeta/Llíria otra centuriación con módulo de 20 x 20 actus.
Más recientemente, pero sobre la misma base metodológica, González publicó la centuriación Valencia C. La adscripción territorial de esta estructuración se ha querido vincular a
unos supuestos teóricos relacionados con el control territorial
de las ciudades de Edeta, Saguntum y Valentia, entre las cuales
se sitúa dicha área (González, 2007b). Puesto que todavía no
se ha publicado la cartografía del análisis morfológico de dicha
propuesta, de momento no podemos hablar de Valencia C sino
como de una hipótesis de trabajo.
A pesar de haber sido vistas con cierto escepticismo (Arasa,
2009: 89 y 2006: 24), las propuestas Valencia A y B han sido
consideradas hasta la fecha como los casos paradigmáticos de
las centuriaciones de Valentia, siendo hasta ahora las propuestas más recientes sobre la estructuración de este territorio en
época romana.
En la década de los 2000, González siguió trabajando en
esta línea de investigación, publicando dos nuevas propuestas
de centuriaciones en territorio valenciano. La combinación de
constantes métricas y de orientación así como la incorporación
de datos arqueológicos y toponímicos le permitió identificar la
parcelación Sucro-Saetabis, con módulo de 20 x 20 actus (González, 2006b). Tanto la gran extensión del parcelario, desde el
sur de València hasta el río Xúquer, como la adscripción de las
trazas a un sistema centuriado de cronología romana han sido
cuestionadas por algunos investigadores debido la falta de comprobación arqueológica y a problemas metodológicos (Orengo
y Palet, 2010; Pérez y Arasa, 2010). En este sentido, la restitución de trazas en zonas de humedal y de baja montaña indica la
falta de integración de datos paleoambientales.
Su última propuesta se sitúa en la llanura litoral de Sagunt.
A partir de la identificación, en intervenciones arqueológicas, de
un tramo de la vía augusta a su paso por la ciudad, González
documentó algunos ejes viarios paralelos a la vía principal que
presentan además constantes métricas (González, 2006a). Los
sectores en los que esta estructuración era más evidente fueron
objeto de una campaña de prospecciones arqueológicas, realizadas por otro equipo de arqueólogos, con la finalidad de interrelacionar estos datos con los del análisis morfológico. Se trata del
primer trabajo en el ámbito valenciano en que se combinaron datos arqueológicos, toponímicos y geomorfológicos, con el análisis morfológico del paisaje (García et al., 2006). Según González
la ocupación de la franja litoral en esta área podría haber conllevado obras de bonificación mediante la construcción de canales
de desecación (González, 2006a) aunque esa hipótesis, basada
en la toponimia y las características actuales de los suelos, no ha
sido comprobada mediante excavaciones arqueológicas.
En la última década, con la introducción de estudios microregionales diacrónicos y multidisciplinares, se ha observado un
cambio de tendencia en los trabajos en Arqueología del Paisaje centrados en el territorio valenciano. Los sistemas de información geográfica (SIG) juegan un papel primordial tanto en
la constatación de las estrategias de explotación del territorio
como en los aspectos ideológicos (Orengo et al., 2010; Palet et
al., 2010; Moreno, 2011). Mediante la aplicación de una metodología regresiva y utilizando como herramienta básica los
SIG, recientemente se ha presentado una revisión de todas las
propuestas de centuriaciones realizadas para el territorio de
València (Ramos, 2009) haciendo hincapié en las dificultades
geomorfológicas e históricas que éste presenta y destacando la
necesidad de incorporar la interdisciplinariedad y una perspectiva diacrónica en los trabajos que analicen dicho paisaje.
Asimismo, producto de los trabajos derivados de esta tesis
doctoral, se han dado a conocer algunos resultados del análisis
arqueomorfológico de determinados sectores del territorio de
València y de Xàtiva (Ortega et al., 2013, 2014, 2015 y 2016).
En este contexto, la aplicación de una nueva arqueomorfología en un entorno SIG, ha ido acompañada de una estrategia
de integración de datos interdisciplinares con la correlación de
información de documentación escrita, prospecciones arqueológicas y arqueomorfológicas, el análisis de cartografía histórica
y la incorporación de estudios palinológicos, sedimentológicos
y geormorfológicos.
I.3.2. La red viaria principal de época romana
en el área central valenciana
Junto con las centuriaciones, se podría decir que el gran tema
de estudio sobre el territorio valenciano en época romana es el
de la red viaria.
La mayor parte de los trabajos centrados en esta cuestión se
han ocupado del recorrido de los grandes ejes de comunicación,
en especial de la vía augusta (Sillières, 1990; Arasa, 1990, 1992,
2006, 2007, 2012, 2018; Arasa y Rosselló, 1995; Pérez y Arasa, 2010; Arasa y Pérez, 2011; Morote, 2002), aunque también
existen algunos trabajos sobre otros ejes viarios (Ledo, 1992,
1993, 2005).
A pesar de que en otras zonas del País Valenciano el trazado
de la vía augusta es conocido tanto por la conservación de miliarios (Arasa, 1992, 1994 y 1996; Ulloa, 1999) como por las excavaciones arqueológicas realizadas en la propia vía o en asentamientos vinculados a ella (Arasa, 1989; Melchor y Benedito,
2005; Arasa y Flors, 2006; Arasa y Pérez, 2011), en el territorio
circundante a la ciudad de València su trazado es prácticamente
desconocido, a excepción del tramo de la vía a su paso por la
propia ciudad (Ribera y Jiménez, 2014: 146–148).
Son numerosos los estudios que, desde el siglo XVII, han
tratado el tema de la red viaria romana para el área valenciana.
Jerónimo Zurita (1600), Gaspar Escolano (1610-11), Agustín de
Sales (1766), Gregori Mayans (1771) y Antoni Josep Cavanilles
(1795), entre otros, escribieron diversas obras sobre la vía augusta basándose casi exclusivamente en interpretaciones de las
fuentes clásicas y de los itinerarios.
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Desde los inicios, los diferentes autores se plantearon dos posibles recorridos de la vía al sur de València: mientras unos defendieron un itinerario por la costa, otros lo hicieron por el interior.
E. Hübner (Hübner, 1888) fue el primer investigador en
plantear un doble recorrido de la vía, que tendría un ramal por la
costa hasta Alacant pasando por Dénia y otro por el interior hasta Elx pasando por Xàtiva. Pero habría que esperar un siglo para
que apareciese la primera síntesis que se ocuparía de su trazado
global en el territorio del actual País Valenciano, combinando
datos de diversas disciplinas y efectuando una revisión crítica
de los estudios publicados hasta ese momento.
La tesis doctoral de G. Morote es esencialmente una compilación de los trabajos realizados hasta la fecha, aunque la
combinación de la información extraída de las fuentes clásicas
junto con los datos arqueológicos y el análisis de los elementos vinculados a la vía, le permitió aportar algunas novedades
en lo que respecta al recorrido de la misma (Morote, 1979a,
1979b y 2002). Este investigador apuntó algunas hipótesis
nuevas sobre su recorrido, aunque sin haber efectuado un verdadero análisis arqueomorfológico de la red viaria ni un estudio arqueológico (a excepción de dos sondeos en la provincia
de Castellón). Una de las novedades que introdujo fue su propuesta de recorrido de la vía en la comarca de l’Horta Sud (al
sur de la ciudad de València) ya que, por primera vez, no se
identificaba su trazado con la Carretera Nacional 340 o antigua
Carretera de Barcelona, sino con el Camí Vell de Russafa, una
teoría que no se ha vuelto a retomar.
Aunque la problemática de la red viaria fue revisada en la
década de 1990 bajo un enfoque crítico (Rosselló, 1992), la mayor parte de las publicaciones seguían siendo compilaciones de
las investigaciones realizadas hasta esa fecha. En el trabajo de
F. Arasa y V. Rosselló sobre la red viaria de época romana en territorio valenciano, se incorporaban referencias al poblamiento
y a las propuestas de centuriaciones, aunque sin haber llevado
a cabo un verdadero análisis crítico de dichos trabajos (Arasa y
Rosselló, 1995). En esta obra de nuevo, frente a la tesis de G.
Morote y dando validez a la propuesta publicada por E. Pingarrón (Pingarrón, 1981b), al sur de València se identificaba la vía
augusta con la Carretera Nacional 340.
Posteriormente F. Arasa ha publicado numerosos trabajos de
revisión y estado de la cuestión sobre el recorrido de dicha vía
en territorio valenciano (Arasa, 2006, 2012 y 2018), los miliarios asociados a ella (Arasa, 1990 y 1992), así como sobre diversas intervenciones arqueológicas realizadas en la propia vía
(Arasa y Flors, 2006; Arasa y Pérez 2011) o en establecimientos
asociados a ella (Arasa, 1989). Para el tramo central de la vía,
correspondiente al área de estudio de esta tesis doctoral, el conocimiento sigue siendo hoy en día muy deficiente debido a la
propia complejidad del territorio y a la falta de análisis arqueomorfológicos y de intervenciones arqueológicas.
En referencia al estudio de otras vías, no nos detendremos
en resumir aquí la historiografía al respecto. Para nuestra área
de estudio los ejes viarios que, a excepción de la vía augusta,
han sido objeto de análisis han sido esencialmente tres vías de
comunicación interior-costa. Dos de ellas ubicadas en el área
septentrional: el camino de Sagunt a Llíria (Ledo, 1993 y 2000)
y el camino de Sagunt a Aragón (Ledo, 1992; Járrega, 2000;
Morote, 2002; Ledo, 2005) y la tercera en el área suroeste: la
ruta del Magre (Quixal, 2012 y 2013; Albiach et al., 2009; Orengo et al., 2013).
Los trabajos que se han ocupado del estudio de estas vías se
basan metodológicamente en la combinación de datos diversos
(toponimia, relación de las vías con el poblamiento histórico y
los restos arqueológicos) y el estudio de las fuentes antiguas. En
ningún caso se ha realizado un verdadero análisis arqueomorfológico de los trazados que conforman los itinerarios.
Respecto al camino de Sagunt a Llíria, que comunica dos
de las principales ciudades de fundación ibérica del territorio valenciano (Arse y Edeta), se corresponde con una vía
actualmente en uso, cuyas vinculaciones con el poblamiento
de diversas épocas y con un posible miliario ubicado en Bétera (Ledo, 1993), ciudad en que recientemente se han hallado
restos arqueológicos datados en el Ibérico Pleno (Burriel et
al., 2012), ponen de manifiesto la antigüedad y la relevancia
del mismo.
El tramo de la ruta desde Sagunt a Aragón que transcurre
por nuestra área de estudio está fuertemente condicionado por
la topografía y la hidrografía de la zona. Este itinerario cuenta
con al menos dos caminos principales, uno de ellos transcurre por el valle del Palancia (Járrega, 2000) y el otro, el actual
Camí Vell de Terol, lo evita (Ledo, 2005: 66-73). Ambas rutas,
relacionadas estrechamente con la topografía, pero también
con el poblamiento, tienen su origen muy probablemente en
época protohistórica.
La llamada ruta del Magre pone en comunicación las tierras
del interior de la actual provincia de Valencia (Foia de Bunyol y
Meseta de Requena) con la costa del sur del Golfo de Valencia.
Está condicionada parcialmente por el recorrido del río Magro
y se relaciona directamente con la ciudad ibérica y romana de
La Carència. El origen de esta ruta se sitúa al menos en época
ibérica y ha sido analizado con diferentes perspectivas por varios investigadores (Quixal, 2012 y 2013, Albiach et al., 2009;
Orengo et al., 2013).
I.3.3. El poblamiento de época antigua
en el área central valenciana
La percepción general de los investigadores valencianos entre
finales de la década de 1990 e inicios del 2000 era la de un gran
desconocimiento del poblamiento romano en los alrededores de
València (Alapont et al., 2004).
En 1995 Arasa y Rosselló lamentaban que “encara podem
dir malauradament, com fa trenta anys, que no disposem ni d’un
sol plànol complet d’una vil·la rural romana. La llista de vil·les
rústiques del País Valencià és llarga, pero poc rigorosa: qualsevol troballa romana no urbana ha estat qualificada de vil·la”
(Arasa y Rosselló, 1995: 37).
Un año después se publicaba un listado de topónimos y yacimientos arqueológicos del País Valenciano (Aranegui, 1996)
que pretendía precisamente cubrir un vacío en la bibliografía
valenciana en lo que respecta al conocimiento de los yacimientos arqueológicos de época romana.
Pero el impulso para el conocimiento del poblamiento romano ha sido muy reciente y ha estado estrechamente vinculado con el incremento de la actividad urbanística y el desarrollo
de las infraestructuras de las últimas décadas lo que, si bien ha
conllevado la realización de numerosas intervenciones arqueo-
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lógicas amparadas por la Llei del Patrimoni Cultural Valencià
(1998), también ha significado la destrucción de los mismos en
la mayor parte de casos.
A día de hoy, para el área central valenciana, se podría decir
que el trabajo más completo y riguroso (aunque inédito) sigue
siendo la tesis doctoral de E. Pingarrón (Pingarrón, 1981a). En
este trabajo, centrado en el territorio comprendido entre los ríos
Magre y Palància, se analizaron por separado los establecimientos y puntos de habitación reconocibles en ese momento, la red
viaria y los parcelarios, con el objetivo de aproximarse a la dinámica del poblamiento romano. Un planteamiento que no se
ha vuelto a dar en los trabajos sobre la ocupación histórica de
esta zona. Pingarrón integró en su análisis el estudio de trabajos
previos sobre el poblamiento histórico, las fichas de yacimientos arqueológicos del Servei d’Investigació Prehistòrica (S.I.P.)
de la Diputació de València y las memorias de excavaciones arqueológicas. Planteó por primera vez la problemática existente
en la identificación de cualquier asentamiento rural como villa y
la necesidad de distinguir entre éstas y otros tipos de establecimientos. Además, desarrolló una metodología de estudio propia
mediante un planteamiento crítico de las diferentes problemáticas que presentaba tanto la zona de estudio, como el propio
registro material y la técnica de la prospección.
Posteriormente se llevaron a cabo algunos intentos por establecer una carta arqueológica que permitiera asentar las bases de futuros trabajos de investigación (Gil-Mascarell y Martí,
1985). Pero ningún trabajo ha vuelto a plantear el análisis en
profundidad de esta zona a gran escala, ni tampoco se ha perseguido caracterizar las dinámicas de ocupación del territorio en
época antigua.
Así, los últimos trabajos son catálogos de asentamientos
que recogen los datos conocidos (Pérez, 2006 y 2008) o bien
estudios a escala micro-regional que reflejan la información disponible para determinadas comarcas y/o términos municipales
actuales: desde los documentos técnicos como los Planes Generales de Ordenación Urbana (PGOU) a las publicaciones locales
o los artículos sobre yacimientos concretos (Alapont, 2008; Albiach y de Madaria, 2006; Burriel y Mata, 2013; Ferrer, 2013;
Jiménez y Burriel, 2011; Verdasco et al., 2013).
En comparación con otras áreas del País Valenciano (Aparicio et al., 1983; Martínez, 1984; Járrega, 2000 y 2011), en las
comarcas centrales existe un claro vacío de conocimiento arqueológico, a excepción de la ciudad de València, para la cual
la información arqueológica generada en las últimas décadas es
espectacular, habiendo permitido el desarrollo de la investigación sobre la evolución histórica de la capital para todos sus períodos históricos (Albiach, 2001; Ribera, 2000a, 2000b y 2003;
Alapont y Ribera, 2009; Ribera y Roselló, 2009; Torró, 2009;
Ribera y Roselló, 2011; Ribera y Jiménez, 2012 y 2014).
Esta problemática, a la que se han referido anteriormente
diversos investigadores (Alapont et al., 2004; Pitarch, 2006),
podría tener una causalidad múltiple. Por un lado, la escasez
de intervenciones arqueológicas hasta la década de 1990 tuvo
como consecuencia la destrucción de patrimonio en un territo-
rio con unas actividades urbanística y agrícola muy potentes.
Existen numerosas noticias antiguas referentes a hallazgos fortuitos de restos arqueológicos vinculados con la remoción de
tierras, ya sea en ámbito urbano como rural (Pla, 1961, 1969,
1971b, 1971a, 1973, 1975, 1976b y 1976a). En segundo lugar,
los complejos procesos geormorfológicos en un contexto de
llanura aluvial mediterránea han podido ocultar o destruir los
restos arqueológicos, ya sea por la aportación sedimentaria en
la zona litoral como por los procesos de erosión en las áreas
de llanura Pleistocena, en el interior. Por último, la intensiva
ocupación histórica del territorio plantea la posibilidad de que
haya habido una continuidad del poblamiento en núcleos actuales y que las fases antiguas se desconozcan debido a la falta
de intervenciones arqueológicas. A modo de ejemplo, recientes
intervenciones llevadas a cabo en diversos núcleos urbanos han
puesto de manifiesto la existencia de varias fases de poblamiento desconocidas hasta la fecha, desde época ibérica en Bétera
(Ortega y Burriel, 2008; Burriel et al., 2012: 67-84, 171-192 y
223-239), o romana en Catarroja (VV.AA., 2006) y Silla (Alapont et al., 2014), entre otras.
Para finalizar con este apartado, en las últimas décadas no
se ha realizado ningún análisis sobre la evolución de la ocupación del territorio en el área central valenciana en época romana, como sí ha sucedido por ejemplo en el territorio de Xàtiva
(Pérez y Borredà, 2008; Pérez y Arasa, 2010), o parcialmente en
el territorio de Sagunt (García et al., 2006) y en el territorio de
Edeta para época ibérica (Bonet y Mata, 2001; Mata y Bonet,
2002; Bonet et al., 2008; Mata et al., 2010).
Como se ha indicado más arriba, sí existen estudios de poblamiento centrados en determinadas comarcas o términos municipales, pero éstos mayoritariamente no incluyen un verdadero análisis sobre la tipología de los asentamientos y la evolución
de la ocupación de territorio, sino que más bien son catálogos de
yacimientos arqueológicos u obras de difusión sobre diferentes
aspectos de la cultura romana (Alapont y Pitarch, 2010; Alapont
et al., 2014; VV.AA., 2015). Únicamente en una publicación
muy reciente se ha hecho una primera aproximación muy básica
a los patrones de asentamiento y su evolución histórica en la
comarca de l’Horta Sud (Orengo, 2016).
El desarrollo de numerosas intervenciones arqueológicas de
la mano del incremento de la actividad urbanística reciente, ha
permitido la publicación de trabajos en detalle sobre yacimientos concretos (Hortelano, 2007; Alapont, 2008; García-Gelabert
y Talavera, 2009; Jiménez y Burriel, 2011; Verdasco et al.,
2013; Ferrer, 2013), aunque la mayoría de las intervenciones
desgraciadamente permanecen inéditas.
Formando parte de la problemática, la Carta Arqueológica
de la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana disponible on-line es deficiente. La información incompleta de
las fichas o la falta de algunas de ellas, junto con la dificultad
de consulta digital de los informes y memorias de excavación,
obstaculizan más si cabe la realización de este tipo de trabajos,
siendo éste uno de los asuntos prioritarios a resolver por parte de
la administración con el fin de impulsar la investigación.
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II
Marco geográfico
El territorio analizado en este trabajo es muy amplio. Incluye
135 términos municipales, mayoritariamente territorios situados en la provincia de València, incluyendo las comarcas de El
Camp de Morvedre, Camp de Túria, València, Horta Nord, Oest
y Sud, Foia de Bunyol, Ribera Baixa, Ribera Alta y La Costera
(figura 1).
II.1. TOPOGRAFÍA
Desde una visión de conjunto, este territorio es la zona de contacto y el final de dos grandes cordilleras: la Ibérica por el norte
y la Bética por el sur. Ambas separan la estrecha franja litoral de
dos grandes unidades interiores: la Depresión del Ebro y la Submeseta Meridional, que se adentra en territorio valenciano mediante la Meseta de Requena. El contacto entre las dos cordilleras se produce al sur del río Xúquer, en la falla sur-valenciana.
Figura 1. Imagen general del área de estudio.
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Dentro de este marco regional, el área de estudio se podría
dividir en 3 unidades básicas: el sector ibérico, la depresión central y el sector bético-meridional.
Al norte, en el sector ibérico, se hallan las sierras de la Calderona y de Espadà, aunque ésta última queda mayoritariamente
fuera del área de estudio.
En el centro, se encuentra tanto la depresión litoral como
las montañas que la rodean: la Serranía del Túria al noroeste, la
Sierra de Las Cabrillas al oeste, el Macizo del Caroig al suroeste
y la Serra de Corbera y el Mondúver por el sur.
En lo que respecta a la parte del sector bético-meridional,
hay una sucesión de sierras y valles paralelos con orientación
suroeste-noreste. De norte a sur se escalona el valle de Xàtiva y
de Montesa por donde discurre el río Cànyoles -que desemboca
en el Albaida- y también el Barranc de Barxeta, que drena la
parte oriental del valle. Este valle está cerrado al norte por la
Serra Plana y al sur por la Serra Grossa. En los otros dos extremos (noroeste y sureste) el valle está abierto, lo que ha servido
históricamente para comunicar la depresión valenciana con la
Meseta castellana.
II.2. HIDROGRAFÍA Y
EVOLUCIÓN GEOMORFOLÓGICA
El territorio cuenta con una amplia red hidrográfica que ha tenido un papel esencial en el desarrollo económico e histórico de la
zona. Además, algunos de sus elementos han actuado y actúan
como auténticos vertebradores del territorio o como límites territoriales (que no fronteras), tratándose de un referente claro
en el imaginario histórico local. Por ejemplo, el río Xúquer, fue
límite de Conventus en época romana entre el Conventus Tarraconensis y el Cartaginensis, también durante la época foral y
fue límite entre la Gobernación de València y la de Xàtiva hasta
el decreto de Nova Planta de 1707.
Los principales ríos del territorio son el Palància, Túria, Xúquer, Magre, Albaida y Canyoles, aunque de éstos, los más relevantes histórica e hidrológicamente son el Túria y el Xúquer.
El Xúquer nace en los Montes Universales (Cuenca) y,
después de recorrer la Serranía de Cuenca y parte de Castilla
la Mancha, entra en la Ribera del Xúquer por la Sierra del Caroig. En esta zona, la cuenca baja, presenta el mayor caudal y
se abre a la amplia llanura aluvial, donde el caudal disminuye
a medida que el río avanza por las tierras de regadío. En este
tramo, recibe las aportaciones de los ríos Magre y Albaida y
describe un recorrido sinuoso con meandros, situándose en cotas más altas que las tierras contiguas, lo que dificulta el drenaje durante las crecidas, que suelen tener lugar en otoño debido
a las lluvias torrenciales. Siempre dentro del área de estudio,
los afluentes del Xúquer son el Magre, el Sellent, el Albaida
y el Cànyoles, de los cuales el Magre es el más relevante para
nuestro trabajo.
El Túria nace en la provincia de Teruel y desemboca al sur
de la ciudad de Valencia. En nuestra zona de estudio, su recorrido se sigue desde la comarca del Camp de Túria, cerca de Vilamarxant, hasta su desembocadura. Es un río de caudal variable,
caracterizado históricamente por sus fuertes crecidas que han
afectado profundamente a las poblaciones cercanas a su recorrido. Atraviesa la zona montañosa de La Serranía con un curso de
escasa sinuosidad y un amplio lecho que recibe varias ramblas
por ambas orillas. Cuando entra a la comarca de l’Horta, el relieve desciende suavemente de oeste a este, desde los 300 a los
50 msnm, en una llanura casi horizontal. Esta llanura, creada en
gran parte por los ríos Turia y Xúquer, es una zona deprimida,
cerrada al oeste por las montañas ibéricas y al sur por las béticas
(Carmona, 1982: 42).
Respecto a los barrancos, aunque en el área de estudio son
numerosos, podríamos decir que los más destacados son dos: el
Barranc de Torrent y el del Carraixet.
El litoral del área de estudio, y en general todo el litoral valenciano, se ha caracterizado históricamente por el predominio
de zonas de humedal y lagunas, ahora afectadas por desecaciones agrícolas y procesos urbanísticos e industriales.
La Albufera, en cuya formación los ríos Turia y Xúquer han
tenido un papel determinante, es la laguna más extensa de todo
el País Valenciano. Separada del mar por una restinga litoral,
tiene un área de 2.800 hectáreas y en ella afluyen directamente
los barrancos de Torrent y de Picassent además de numerosas
acequias de la red de regadío. Afectada en su extensión por las
trasformaciones agrarias que han conllevado aportación de tierras y desecaciones, su extensión histórica se ha visto reducida
drásticamente en las últimas centurias, sobre todo desde el siglo
XIX con la generalización del cultivo del arroz.
II.3. GEOMORFOLOGÍA Y
EVOLUCIÓN GEOMORFOLÓGICA
Este apartado se basa en los trabajos realizados por el equipo de
Pilar Carmona (Universitat de València), que han caracterizado
la secuencia estratigráfica del Holoceno Tardío de las llanuras
de los ríos Túria y Xúquer y de la Albufera de Valencia (Carmona, 1999; Carmona et al., 1994; Ruiz, 2002; Ruiz y Carmona,
2005; Carmona y Ruiz, 2011).
La llanura aluvial costera de Valencia muestra un gran dinamismo geomorfológico a escala milenaria y centenaria con
implicaciones obvias para la geomorfología, geoarqueología y
los patrones de asentamiento. Está compuesta por varios niveles
de abanicos aluviales del Pleistoceno y del Holoceno y por llanuras depositadas a lo largo de un eje tectónico subsistente (de
orientación NNE-SSE). La línea de costa está regularizada por
las por las corrientes marinas del norte y marcada por una barrera de arena y por los ambientes lagunares de barrera trasera:
tanto la llanura aluvial costera de los ríos Túria y Xúquer, como
la laguna y barrera de la Albufera de Valencia son los elementos
morfológicos más característicos y extensos del Golfo de Valencia (Carmona y Pérez, 2011).
El paisaje actual es fruto de una evolución morfológica muy
reciente en la que tuvo lugar la acreción deltaica y la progradación de los llanos de inundación (Ruiz y Carmona, 2005) y en
la cual el espacio de formación más reciente es la restinga que
conforma la línea de costa actual.
Los estudios de P. Carmona han permitido determinar que
la línea de costa de la máxima transgresión Holocena (55505350 cal. BC) se situaba a lo largo del relieve montañoso en
el área bética. En lo que respecta a la Albufera, en esta misma
fase se formó un ambiente de laguna mucho más extenso que
el actual, separado del mar por una barrera estrecha y permeable que permitía el ingreso de agua marina al interior de la
laguna (Carmona y Pérez, 2011: 63). Esta paleolaguna cubrió
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una amplia zona costera entre los ríos Xúquer y Túria de hasta 10 km de anchura de Este a Oeste, extendiéndose además
hacia el sur y el cubriendo unos 60 km de longitud, y estaba
apenas cerrada por estrechas barreras paralelas a la costa (Carmona y Pérez, 2011).
Alrededor del 4960-4730 cal. a.C., un canal deltaico del río Xúquer (la Llonga) desembocaba en la paleolaguna y alrededor del
2380-2360 cal. a.C. otro canal deltaico del Xúquer (els Allargats)
se formó sobre el humedal del sur (Carmona y Pérez, 2011:63).
A finales del segundo milenio e inicios del primero antes de
nuestra era, la paleolaguna se fue estrechando y fragmentando en las zonas en que recibía los aportes sedimentarios de los
grandes ríos de la zona, principalmente en las áreas deltaicas
del Xúquer y Túria, pero también del Carraixet y del Palància
(Carmona y Pérez, 2011). Las dataciones de C14 realizadas en
sondeos en la llanura deltaica Xúquer-Túria corroboran que
para esta época era un espacio lagunar salobre con conexión
marina, en el que se acumulaban sedimentos de ambos ríos que
tenían múltiples desembocaduras (Ruiz y Carmona, 1999; Ruiz,
2002; Ruiz y Carmona, 2005). Estos factores dificultaron el establecimiento permanente de núcleos litorales y/o costeros durante el Bronce Final.
Para la fase del Bronce tardío (siglos X-VIII a.C.) - Hierro antiguo (finales del siglo VIII-VI a.C.), para toda la llanura
de Valencia en general, los asentamientos con actividades comerciales y portuarias ubicados en zonas fluviales y costeras se
tuvieron que adaptar a las condiciones físicas cambiantes después de la transgresión marina postglacial. En este momento las
llanuras deltaicas de los ríos Xúquer y Túria abrigaron extensas lagunas y los asentamientos se ubicaron en promontorios
y terrazas fluviales pleistocenas cerca de vías de comunicación
(Pérez et al., 2011). En esta fase, algunos ríos y barrancos se
establecieron como corredores territoriales entre la costa y el
interior. El Xúquer se abría a la incipiente llanura aluvial constituida por marjales discurriendo hacia el mar en dos brazos:
uno al de Cullera que desembocaba en el mar y otro al norte
de Cullera que desembocaba en la laguna. El río Magro, cuyo
valle constituye una vía de penetración natural hacia el interior
del territorio valenciano, era la alternativa viaria al intransitable
cañón del Xúquer que se desarrolla aguas arriba. También el
Barranc del Carraixet se estableció como ruta de comunicación
interior-costa junto con el valle del Túria, que desembocaba en
la actual laguna de L’Albufera (Carmona y Pérez, 2011).
Desde la fase de colonización fenicia y griega (siglos VIIIVI a.C.), las riberas fluviales se ocuparon para aprovechar la
facilidad de comunicación con los valles del interior (Carmona
y Pérez, 2011) mientras la gran laguna se empezaba a dividir
en diferentes unidades debido a los aportes sedimentarios: los
aportes sedimentarios del Barranc del Carraixet crearon dos
áreas lacunares: una en la zona de la actual Marjal del Moro; y
otra, de menor extensión al sureste de la actual ciudad de Valencia (Carmona y Ruiz, 2003). Entre ambos espacios, la pequeña
llanura aluvial del Carraixet permitía el paso en seco hacia el
interior. La existencia de una zona de fondeo frente a las actuales playas de Cabanyal y Malvarrosa confirma esta vía de
penetración (Mata y Burriel, (2001).
Para este período, aunque el Túria desembocaba en el extremo norte de L’Albufera (Carmona y Ruiz, 1999), la ausencia
de materiales hace pensar que la vía de penetración L’AlbuferaTúria no estaba activa en los inicios del Hierro Antiguo.
Al sur la referencia topográfica y visual del estuario de Xúquer para la navegación de costa, era el promontorio de Cullera.
Materiales submarinos (Aranegui, 1980) prueban la entrada de
productos de importación hacia el valle del Xúquer y de ahí,
por tierra, hacia el valle del Canyoles (La Solana del Castell de
Xàtiva), marcando un camino de intercambio hacia la meseta
(Pérez, 2006; Pérez y Borredá, 2008; Rodríguez y Pérez, 2005;
Rodríguez, 2008).
Durante el período Ibérico (siglos VI-II a.C.) y romano
(siglos II a.C.-III d.C.), el cambio en el modelo productivo
(cada vez más orientado al excedente de producción para la
exportación) y la considerable expansión de la tierra cultivada, aceleraron los procesos erosivos en las cuencas fluviales aumentando la carga sedimentaria de los ríos durante los
episodios de inundación de manera que muchos asentamientos cercanos a los ríos fueron enterrados gradualmente por la
sedimentación fluvial. También se formaron canales fluviales
navegables y las llanuras de inundación, procesos bien documentados en los registros geoarqueológicos de los ríos Túria
y Xúquer de los cuales uno de los más completos es el del río
Turia en la ciudad de Valencia (Carmona et al., 1990; Carmona
et al. 1994; Carmona y Ruiz, 2011). Además, durante la época
imperial romana se consolidaron las llanuras de inundación,
permitiendo la colonización agrícola de las zonas costeras deltaicas (Carmona y Pérez, 2011).
En cuanto a L’Albufera, en su parte más septentrional continuaba abierto un gran paso a un estuario interior en donde desembocaba un brazo del Túria, navegable hasta la ubicación de
la posterior ciudad romana de Valentia (Carmona y Ruiz, 1999;
Carmona y Grau, 2009; Carmona y Pérez, 2011; Ribera, 2007).
En este período (siglos V-III a.C.) la laguna tenía unos 250 km²
de superficie y una restinga de 27 km y estaba comunicada con
el mar por dos bocas: una a la altura de La Punta en conexión
con el estuario del Túria, y otra entre El Perelló y Marenys (Carmona y Ruiz, 2003; Ruiz y Carmona, 2005).
Durante la fase romana tuvo lugar un proceso de agradación aluvial progresiva, de manera que para todo el período (700
años), la sedimentación overbank alcanza 1,3 m de espesor en
las secciones más cercanas al cauce del río Turia. Esta fase corresponde a una formación progresiva de dique, que cubre y sepulta la terraza holocena y forma las márgenes aluviales del río
Turia (Ruiz y Carmona, 1999; Carmona y Ruiz, 2011).
En lo que se refiere a las características del litoral en la zona
del Palancia hay algunos datos disponibles gracias a los estudios
del puerto del Grau Vell. Este núcleo portuario dependiente de
Arse se instaló, a finales del s. VI a.C., sobre una barrera que aislaba de la influencia marina una laguna de agua dulce de 2 m de
profundidad alimentada por el acuífero del río Palància (Aranegui et al., 2005). Los hallazgos arqueológicos indican que esta
laguna también pudo haber protegido un puerto lagunar interno
en el período Ibérico Pleno (de Juan, 2003).
En todo el territorio, tanto la formación de los ríos como
las altas las tasas de flujo de sedimentos deben considerarse
como el resultado de la combinación de factores naturales y
antrópicos. La sedimentación documentada en los registros
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geoarqueológicos de épocas ibérica y romana debe relacionarse con el impacto humano en el medio ambiente, pues en
este período una gran cantidad de asentamientos se instalaron
en toda la zona litoral. Los estudios antracológicos también
muestran la introducción progresiva de cultivos para exportación (Pérez Jordá et al., 2000; Grau, 2002) y la expansión de
cultivos en áreas de secano y en laderas de montañas mediante
el aterrazamiento. Toda esta actividad agrícola fue paralela a
la progresiva deforestación y degradación de la cubierta forestal relacionada también con el uso creciente de madera para
diferentes usos (hornos de combustión en cerámica, termas y
construcciones urbanas) reflejados en los estudios antracológicos (Grau, 2002).
Durante el período andalusí tuvieron lugar cambios importantes en la geomorfología debidos en gran parte al impacto antrópico. Alrededor del siglo XI d.C. se inició un cambio en la
morfología del canal del Túria, que gradualmente se convirtió
en un río poco profundo sobrecargado de sedimentos. Debido a
este proceso, experimentó numerosos desbordamientos y dejó
de ser navegable (Ruiz y Carmona, 1999). Finalmente, en una
fecha todavía por determinar que algunos investigadores sitúan
en la segunda mitad del siglo XIV (Ruiz y Carmona, 1999: 251),
una riada cambió su trazado pasando de desembocar en la Albufera a hacerlo directamente en el mar, lo que tuvo un gran
impacto en las dinámicas generales del territorio.
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III
Metodología: técnicas y materiales de trabajo
La concepción del territorio como elemento histórico y en constante transformación determina la metodología de estudio. Al entenderse como un conjunto integrado por elementos de diversa
índole y de diferentes épocas, requiere una aproximación diacrónica para comprender su dinámica de cambio (Palet, 1997: 32),
de manera que el análisis puede mejorar el conocimiento de las
diversas partes que lo integran.
El punto de partida de este trabajo es el paisaje actual, a
partir del cual se realiza un estudio regresivo. Para integrar,
contextualizar y explicar los restos arqueológicos de una zona
determinada, debemos partir de una escala territorial amplia (en
nuestro caso regional) y no a la inversa. Además, la metodología
debe adecuarse a las características del territorio y al paisaje
cultural estudiado.
La realidad de nuestra zona de estudio, profundamente
transformada a nivel agrícola y urbano desde época moderna,
pero sobre todo durante los últimos decenios, ha hecho necesaria la aplicación de una metodología que integra diferentes
disciplinas para paliar la complejidad del análisis y garantizar la
fiabilidad de los resultados.
La intensa actividad urbanística en el territorio circundante
a la capital, València, así como en las comarcas de su área metropolitana (L’Horta Sud, Nord y Oest) ha conllevado la desaparición de numerosos elementos del paisaje histórico, así como
la ocultación o destrucción de yacimientos arqueológicos o bien
un conocimiento deficiente de los mismos.
No menos espectaculares han sido las transformaciones
agrícolas sobre el paisaje agrario tradicional. El cambio de los
cultivos históricos de secano (cereal, viña y olivo) a los de regadío, iniciado a finales del siglo XIX, pero cuyo gran impulso
se dio entre las décadas de 1950 y 60, ha ido acompañado de
importantes alteraciones topográficas mediante la creación artificial de terrazas, con aportaciones de tierra o vaciado de parcelas, para facilitar la instalación de las estructuras modernas
de irrigación. Además, actualmente el territorio está inmerso
en una nueva transformación agraria mediante la sustitución
del monocultivo de la naranja por el monocultivo de otro árbol
frutal, el caqui, cuyo método de riego por goteo provoca nuevas alteraciones, así como el abandono de las estructuras del
regadío tradicional.
En respuesta a estas problemáticas, el análisis arqueomorfológico ha sido una herramienta clave, pues ha permitido la
caracterización de las diferentes estructuraciones territoriales
históricas. Para llevarlo a cabo ha sido necesaria la creación de
una amplia base documental que permitiese la restitución de algunas áreas históricas profundamente transformadas. La gran
disponibilidad fuentes de información, como la cartografía histórica y las fotografías aéreas de mediados del siglo XX, ha hecho posible identificar y registrar elementos históricos como la
red viaria o los parcelarios agrícolas, entre otros. Respecto a la
cartografía histórica anterior al siglo XX, la cobertura desigual
de las diferentes zonas ha marcado diferencias en la aplicación
y desarrollo de los análisis. Por ejemplo, la información disponible para las áreas próximas a las grandes ciudades históricas
como Sagunt o València, es más completa que para el resto. En
contraposición, los mapas, planos y croquis relacionados con la
construcción de infraestructuras (viarias y de irrigación) en épocas moderna y contemporánea, han permitido la documentación
de zonas relativamente alejadas de las ciudades.
En lo que respecta a la caracterización de elementos desaparecidos y áreas fuertemente alteradas, el análisis de la documentación escrita es también de gran utilidad. Los documentos,
aunque de índole y cronología muy diversas, pueden reflejar la
configuración antrópica del paisaje siendo además una herramienta de datación relativa para los elementos identificados.
Otra problemática son las deficiencias en el registro arqueológico. El Inventario de Yacimientos Arqueológicos on-line de
la Generalitat Valenciana presenta falta de fichas, obsolescencia
de la información, imprecisiones cronológicas y tipológicas,
así como errores en la ubicación de algunos yacimientos. Estos defectos de forma y contenido han hecho necesaria la realización de prospecciones arqueológicas en determinadas zonas
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para completar la información y mejorar la investigación. Lamentablemente algunos de los puntos de interés actualmente se
encuentran en mal estado de conservación o destruidos, con lo
que la comprobación sobre el terreno se hace parcialmente inviable, habiéndose perdido en numerosos casos la oportunidad
de documentar el yacimiento o el elemento patrimonial en cuestión. Así que, junto a los datos del Inventario de Yacimientos
Arqueológicos de la Generalitat Valenciana y las prospecciones
realizadas por nuestro equipo, se ha incorporado al análisis la
información de diversas publicaciones científicas y de difusión,
así como de documentos técnicos (PGOU y Catálogos municipales de bienes y espacios protegidos). La consulta de informes
y memorias de excavación arqueológica ha sido también complicada puesto que, a diferencia de otras comunidades autónomas donde se permite la consulta on-line de estos documentos,
en el País Valenciano ésta debe hacerse de manera presencial, lo
que dificulta y ralentiza la investigación.
Finalmente queremos referirnos a la problemática derivada de las características físicas del territorio. Los procesos
geomorfológicos de una llanura aluvial mediterránea, como la
erosión y la sedimentación a los que nos hemos referido en el
capítulo 2, pueden haber destruido u ocultado restos arqueológicos. Estas dinámicas deben tenerse en cuenta pues de lo contrario los resultados de la investigación podrían verse afectados
y su fiabilidad se pondría en entredicho. De un lado, se corre
el peligro de trasladar las características actuales del territorio
al pasado y de otro, el registro de los elementos históricos del
territorio sería deficiente, pudiendo cometerse errores en la adscripción cultural o cronológica de los mismos.
Para evitar los inconvenientes derivados de esta problemática se han integrado los resultados de los trabajos de diversas
disciplinas paleoambientales. Los análisis geormofológicos del
equipo de P. Carmona (Universitat de València) en la llanura
de València han permitido correlacionar sus resultados con los
datos de nuestro análisis. Por el contrario, respecto a los análisis
sedimentológicos, si bien en la década de 1980 hubo un gran
impulso en esta disciplina liderada por M.P. Fumanal (Universitat de València), no ha tenido continuidad.
En el marco del proyecto VaLandPro se han realizado dos
sondeos en zonas de marjal (todavía en fase de estudio) a partir
de los cuales, y mediante análisis palinológicos y geomorfológicos, se está caracterizando el impacto antrópico en el litoral.
Finalmente, la incorporación de la información derivada
de los estudios paleoambientales ha permitido multiplicar el
potencial del trabajo de campo mediante la selección de las
áreas idóneas, en base a las características geomorfológicas
del territorio, para la realización de prospecciones arqueológicas y arqueomorfológicas
III.1. EL ANÁLISIS ARQUEOMORFOLÓGICO
La arqueomorfología es la restitución, definición y lectura arqueológica de las diversas trazas que forman la morfología histórica del territorio, en la medida en que éstas son huellas de la
actividad humana en el paisaje (Palet, 1997: 28).
El objetivo de esta disciplina es el análisis de las macroestructuras antrópicas del paisaje para caracterizar la estructuración del territorio y su evolución diacrónica. Esta lectura
histórica de los sistemas de estructuración territorial permite
identificar secuencias y establecer cronologías relativas, mediante la caracterización morfológica de los elementos que las
componen (Palet, 1997: 32). En esta lectura es necesario interpretar la información contenida en las formas de paisaje (Chouquer y Favory, 1991: 222) pues las líneas o las trazas del paisaje actual pueden ser la herencia de una morfología del pasado
(Chouquer y Favory, 1991: 209).
Un aspecto a tener en cuenta en este tipo de análisis es su
complejidad debida a las limitaciones que presenta. En primer
lugar, por la parcialidad del registro, pues la arqueomorfología
analiza el paisaje moderno y, por lo tanto, solamente se pueden
identificar las estructuras que han permanecido en uso. Y en segundo lugar por la dificultad a la hora de adscribir cronologías
concretas para los sistemas morfológicos estudiados (Austin,
1985: 203; Palet, 1997: 28). Por eso y para contrarrestar estos
inconvenientes, la incorporación de datos arqueológicos, históricos y paleoambientales es esencial.
Es importante documentar todas las trazas presentes en el
paisaje actual pues, después de adscribirlas a una morfología
concreta, las imbricaciones entre ellas permitirán identificar secuencias de cronología relativa. La documentación de
procesos de borrado o captación permitirá individualizar las
diferentes fases en la configuración del paisaje. En el borrado, se identifica la desaparición de antiguos sistemas debida
a la implantación de otros más modernos, mientras que en la
captación se documenta la transformación de trazas antiguas,
aún activas, que son adaptadas al nuevo sistema morfológico
(Orengo y Palet, 2010: 161).
El foco del análisis arqueomorfológico se sitúa principalmente sobre la red viaria, en tanto que es el elemento estructurador del territorio por excelencia y su análisis ayuda a definir
las diferentes fases formativas en la configuración del paisaje
cultural. En el caso valenciano, la red de sistemas de regadío
histórico también constituye una de las macroestructuras determinantes en la morfología del paisaje. Además, el análisis de
estructuras agrarias como el parcelario, reviste especial importancia para caracterizar la ordenación territorial.
Antes de iniciar el análisis arqueomorfológico es necesario
elaborar una amplia base documental y de datos para incorporar
las fuentes utilizadas en el proyecto. Ésta debe incluir fotografías aéreas, cartografía, un Modelo Digital del Terreno (MDT),
datos arqueológicos, datos procedentes del análisis de la documentación histórica y datos derivados de los estudios de otras
disciplinas como las paleoambientales (geomorfología, sedimentología, palinología).
III.1.1. Fotointerpretación y cartointerpretación
El trabajo de análisis arqueomorfológico se ha realizado mediante el uso de Sistemas de Información Geográfica (SIG).
Actualmente este tipo de programas son imprescindibles en la
realización de trabajos en arqueología del paisaje debido al gran
abanico de ventajas que ofrecen. Proporcionan un espacio de
trabajo en el que la información necesaria para el análisis arqueomorfológico puede ser incluida y estudiada en un entorno
multicapa y multiescala integrando los datos procedentes de diferentes disciplinas, aportando versatilidad en el trabajo y una
alta fiabilidad en los resultados. También permiten un fácil manejo de los datos, una excelente presentación gráfica y una gran
precisión espacial (Orengo y Palet, 2010: 162).
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Tabla 1. Fotografía aérea utilizada en el proyecto SIG.
Nombre
Realizado por
Proporcionado por
Fecha
Escala
Tipo
Vuelo americano
Serie A
Army Map Service- USA
ICV
1945-1946
1:43.000
Visualizador Fototeca
Valenciana del ICV/Imagen
Vuelo americano
Serie B
Army Map Service-USA,
Servicio Geográfico del
Ejército (SGE), Instituto
Geográfico Nacional
(IGN)
Cartoteca de la
Facultat de Geografia i
Història-Universitat de
València
1956-1957
1:32.000
Imagen
Vuelo
fotogramétrico
de la costa
de Valencia y
Castellón
Generalitat ValencianaIGN
ICV
1987-1988
Ortofotografía
de la Comunitat
Valenciana
ICV
ICV
2012
Para el desarrollo de nuestro trabajo hemos utilizado el programa ArcGIS 10, del cual el ICAC dispone de varias licencias,
y el open source QGIS.
Como se ha dicho, antes de realizar el análisis arqueomorfológico, es necesario elaborar una amplia base documental cartográfica y de fotografías aéreas (tabla 1) que permita el registro
de los elementos presentes en el paisaje objeto de estudio con la
máxima fiabilidad posible. Para ello hemos recurrido a diversas
instituciones públicas que nos han proporcionado la documentación solicitada ya sea en formato digital y georreferenciadas,
o como imágenes que hemos tenido que procesar a la hora de
incluirlas en el SIG.
El uso de fotogramas aéreos antiguos y de cartografía histórica ha sido imprescindible para llevar a cabo el registro de
trazas, vías, acequias, tipo de cultivos, relieve y otros elementos históricos del paisaje actualmente desaparecidos. En este
sentido los fotogramas del vuelo americano Serie B (19561957) (figura 2), han sido especialmente interesantes por la
relativa facilidad a la hora de conseguirlos y porque reflejan un
momento en que los cambios más profundos en el paisaje eran
todavía incipientes.
Asimismo, aunque su escala es equivalente a 1:33,000 en el
nadir, su escaneado a alta resolución produce imágenes de gran
calidad. También los fotogramas del vuelo americano de 194546 (figura 8) son interesantes, aunque más difíciles de conseguir.
Puesto que no existen grandes diferencias entre el paisaje
valenciano de mediados de 1940 y el de mediados de 1950 se
ha optado por utilizar la Serie B, aunque puntualmente hemos
consultado algunos fotogramas de la Serie A mediante el visualizador de la Fototeca Valenciana del ICV, disponible on-line en
la web de dicha institución.
Cuando se utiliza este tipo de documentación, hay que
tener en cuenta que puede presentar distorsiones, en el caso
de la fotografía aérea debido a la curvatura de la lente de la
cámara y en la cartografía histórica debido a errores en la geometría. Por tanto, los fotogramas antiguos deben ser incorporados al proyecto mediante un proceso de ortorrectificación
que elimine dichos errores convirtiéndolos en ortofotografías.
Imagen
1:5.000
Imagen
Figura 2. Fotograma 8082. Se observa parte de la ciudad de
Valencia. Vuelo Americano Serie B (1956-1957).
En nuestro proyecto, los fotogramas aéreos históricos han sido
integrados mediante técnicas fotogramétricas digitales desarrolladas con el programa Agisoft PhotoScan (figura 3). Para
cada fotograma varios puntos de control (varios centenares
en total) obtenidos a partir de ortofotografías de alta resolución actuales proporcionadas por el ICV han sido utilizados.
Estos puntos de control, al estar referenciados en el sistema
de proyección ETRS 89, han permitido la georeferenciación
de las ortoimágenes generadas. Los resultados del proceso de
rectificación proporcionaron imágenes de gran resolución con
valores RMSE inferiores a 3 metros.
Para la cartografía histórica geométrica (figuras 4, 5 y 6), la
rectificación y la georreferenciación se han conseguido mediante el uso de puntos de control derivados de la cartografía digital
más moderna y de las ortofotografías de alta resolución propor17
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Figura 3. Proceso de
ortorrectificación y
georeferenciación de
las fotografías aéreas
siguiendo procedimientos de
triangulación en bloque en
Agisoft PhotoScan.
Figura 4. “Plan demonstrativo que contiene las tres direcciones del camino que va de la ciudad de Valencia à la de Denia” (1775). Centro
Geográfico del Ejército.
cionadas por el Institut Cartogràfic Valencià (ICV) y el Centro
Nacional de Información Geográfica (CNIG) (tabla 2). Cada
mapa se ha integrado en el proyecto SIG mediante la identificación de puntos de control (edificios, cruces de caminos, etc.)
coincidentes en la cartografía histórica y en la fotografía aérea
actual, para obtener la mayor precisión espacial posible, lo que
permitirá posteriormente restituir los elementos presentes en la
documentación cartográfica histórica.
Una vez corregidos y georreferenciados los fotogramas
aéreos y la cartografía histórica e incorporados en el proyecto SIG como elementos ráster, es decir, imágenes, el siguiente
paso es llevar a cabo el vaciado de los datos de interés que éstos contienen.
El trabajo de carto y fotointerpretación consiste en la creación de una capa vectorial en la que se incluyen los elementos
que caracterizan la estructuración territorial y la morfología agraria: red viaria principal, sistemas de regadío, estructuras agrarias,
límites de parcela y de término municipal, etc. (figura 8).
Esta capa vectorial permite registrar individualmente cada
traza dentro de cada una de las categorías (red viaria, sistemas
de regadío, etc.) y asociarla a una base de datos en la que se registra toda la información de la traza: nombre, documento en el
que se ha identificado, morfología, etc. En un estadio posterior
este trabajo permitirá, además, representar los diferentes sistemas de estructuración del paisaje en capas separadas de manera
que, entre otras aplicaciones, se podrá generar cartografía específica para cada morfología.
III.1.2. El análisis arqueomorfológico de la red viaria
La red viaria es el elemento estructurador del territorio por excelencia. Por eso la comprensión de su estructura y evolución,
en tanto que producto cultural, es fundamental para llevar a
cabo cualquier análisis territorial (Palet, 1997: 29).
Desde que E. Vion planteó, a finales de la década de 1980,
que era necesario abordar el estudio de la red viaria desde un
enfoque diacrónico, donde el “todo” prevalece sobre las par-
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Figura 6. Mapa Topográfico Nacional 1:50.000. Hoja 722-Valencia
(1944). IGN-CNIG.
Figura 5. Plano de Valencia y sus alrededores (1883).
Tabla 2. Material cartográfico utilizado en el proyecto SIG.
Nombre
Realizado por
Proporcionado por
Fecha
Escala
Tipo
Planos geométricos
geográficos
por términos
municipales
(Minutas
Municipales)
Instituto Geográfico y
Estadístico (IGE)
IGN/CNIG
Desde 1900
1:25.000
Imagen
Instituto Geográfico y
Catastral (IGC)
IGN/CNIG
1943-1951
1:50.000
Imagen
Instituto Geográfico
Nacional (IGN)
IGN/CNIG
2010
1:25.000
Imagen
Instituto Geográfico
Nacional (IGN)
IGN/CNIG
2010
1:50.000
Imagen
Ministerio de Hacienda
y Administraciones
Públicas
Ministerio de Hacienda
y Administraciones
Públicas
2003
WMS/Vectorial
Siglos
XVIII-XX
Imagen
Mapa Topográfico
Nacional
Cartografía
Catastral
Centro Geográfico del
Ejército
Mapas y planos
históricos
Archivo General Militar
de Madrid
Archivo de Simancas
Biblioteca Nacional
IGN
tes (Vion, 1989: 69), esta aproximación metodológica ha sido
una constante en los trabajos arqueomorfológicos (Palet, 1997:
199; Brigand, 2010; Flórez, 2010; Orengo y Palet, 2010; Palet y
Orengo, 2011; Garcia, 2013, Mateazzi, 2013a). En los trabajos
herederos de la metodología propuesta por Vion, se obtiene la
representación de ejes continuos, auténticos vertebradores del
paisaje, formados por trazas que podrían haberse originado en
períodos cronológicos diferentes (Orengo y Palet, 2010: 160).
Además, esta metodología ofrece la posibilidad de realizar un
análisis regresivo que permite establecer secuencias de cronología relativa entre los diferentes componentes de la red viaria y,
en segundo lugar, permite definir un trabajo sistemático donde
cada segmento se entiende dentro del conjunto. En este tipo de
trabajos cada traza viaria se interpreta dentro de un conjunto coherente espacial y cronológicamente, con lo que la posibilidad de
cometer errores se reduce considerablemente.
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Figura 7. Base de datos asociada a la capa
vectorial “red viaria” en ArcGIS 10.2.
Figura 8. Resultado del trabajo
de carto y fotointerpretación y del vaciado
de datos vectoriales en SIG.
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Figura 9. Proceso de cartointerpretación sobre las Minutas Cartográficas
del IGE.
A la hora de abordar el análisis arqueomorfológico de la red
viaria, el primer paso es el registro de todas las trazas. Es preferible comenzar por el dibujo de las trazas viarias que estructuran
el territorio a gran escala para, en un estadio posterior, proceder
registrar las trazas más débiles, solo en las áreas que se declaren
de interés después de efectuar el estudio de la red viaria principal. Este trabajo a diversas escalas será una constante a lo largo
del análisis, pues los cambios en la perspectiva son necesarios
para la comprensión de la estructuración territorial. Es importante también diferenciar entre trazados viarios e itinerarios. Estos
últimos están formados por diversos segmentos o vías que comparten un sentido direccional común, es decir, son un haz de caminos que constituyen una ruta concreta (Chevallier, 1972: 143).
Una vez registrados los elementos que componen la red viaria principal se puede proceder a realizar su análisis.
En primer lugar se deben documentar los posibles cambios
en la morfología de las vías o procesos de desplazamiento en
los itinerarios, que reflejen la evolución del conjunto de la red
viaria y permitan establecer secuencias de cronología relativa
(Palet, 1997: 29).
Seguidamente se pueden caracterizar las morfologías de los
sistemas viarios, diferenciando entre corredores naturales -cuyo
recorrido viene definido por la realidad física del territorio (topografía, hidrografía, etc.)-, sistemas ortogonales y radioconcéntricos (figura 9).
Finalmente se lleva a cabo la lectura cronológica que permite comprender la red viaria como elemento en constante
transformación. La identificación de anomalías (desplazamientos, atracciones, desapariciones o rupturas de las trazas)
permite establecer secuencias de cronología relativa entre éstas, indicando transformaciones sucesivas. Dado que previamente cada una de las trazas ha sido adscrita a una morfología
concreta y éstas se han podido integrar en una secuencia cronológica relativa, a partir de este momento se pueden adscribir las diferentes morfologías viarias a una fase concreta en la
configuración del paisaje.
La lectura cronológica se hace en último lugar, puesto que se
pueden plantear hipótesis diversas, pero sobre todo porque una
misma traza puede adscribirse a morfologías diferentes, lo que
complica y enriquece el análisis del funcionamiento de la red
viaria (Palet, 1997: 29).
Ir más allá de las secuencias relativas y obtener una datación
absoluta de los diferentes sistemas viarios de estructuración territorial es complicado, aunque la integración de datos multidisciplinares en los resultados del análisis arqueomorfológico puede ser de gran ayuda. Por ejemplo, el estudio de los documentos
históricos en los que hay referencias a elementos viarios concretos puede aportar un marco cronológico antequem para las
estructuras que se nombran en ellos. Además, la correlación con
datos arqueológicos también puede reforzar el establecimiento
de cronologías mediante la comprobación del índice de proximidad entre yacimientos u otros elementos históricos datados,
con las vías objeto de análisis.
III.1.3. El análisis arqueomorfológico de los sistemas
de irrigación
Después de la red viaria, la macroestructura dominante en el
paisaje valenciano está constituida por los sistemas de regadío.
En la zona central de nuestra área de estudio, correspondiente en parte con las comarcas actuales de L’Horta Nord, Sud y
Oest y con el término de la capital, se halla la huerta histórica de
València (L’Horta). Ésta se identifica con el territorio regado por
los sistemas del Tribunal de les Aigües (Rovella, Favara, Mislata y Xirivella, el doblete Quart y Benàger-Faitanar, Tormos,
Rascanya y Mestalla) y la Reial Séquia de Montcada.
El vaciado de datos de los sistemas de irrigación se ha basado en los trabajos del grupo de investigación liderado por E.
Guinot y J. Torró, del Departament d’Història Medieval de la
Universitat de València. No se ha realizado un análisis arqueomorfológico en sentido estricto, tal como se ha efectuado en el
caso de la red viaria, en primer lugar, porque así lo aconsejaba
la poca disponibilidad temporal y en segundo lugar porque los
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parámetros metodológicos aplicados en los trabajos del equipo
liderado por Guinot y Torró son similares a los nuestros y los
resultados de sus trabajos de gran fiabilidad.
Dado que el área mejor y más estudiada por este grupo es
la zona enmarcada por el Barranc del Carraixet y el Barranc
de Torrent, hemos limitado el vaciado de datos de sistemas de
irrigación a esta área, donde se inserta la Huerta histórica de
València. De hecho, se trata del único sector de la llanura valenciana donde existe una gran huerta de derivación fluvial, cuya
construcción además ha podido datarse de manera fiable en
época andalusí (siglos IX-XII) (Esquilache, 2011, 2014 y 2016;
Guinot, 2008a, 2008b y 2007; Guinot y Selma, 2006).
El último trabajo que se ocupa de esta cuestión es la tesis
doctoral de F. Esquilache (Esquilache, 2016) dirigida por el Dr.
E. Guinot. Se trata de un estudio de las estructuras agrarias de
la Huerta de Valencia, cuyo objetivo principal es establecer su
origen crono-cultural y caracterizar su evolución desde el período andalusí hasta época feudal. Para ello, Esquilache ha aplicado los métodos de la Arqueología Hidráulica (Barceló, 1989
y 1999; Barceló et al., 1996) combinando la prospección y reconstrucción de los espacios hidráulicos, la interpretación morfológica para identificar las fases de construcción y el cruce de
estos datos con aquellos proporcionados por la documentación
escrita y las intervenciones arqueológicas.
En esta metodología de trabajo es esencial identificar la jerarquía entre las diferentes acequias y su función respecto a la
ordenación y regulación del riego sobre la zona. Acequias madre (principales), brazos (acequias secundarias) y derivaciones
menores o conducciones directas a cada campo regado son la
gradación más simple, aunque la distribución y reparto del agua
por los distintos canales resultan mucho más complejos (Guinot
y Selma, 2008: 108).
Uno de los aspectos más interesantes constatados por estos trabajos es el de la rigidez morfológica de los elementos
principales de los sistemas hidráulicos. Dado que el diseño de
la red de canales está determinado por la topografía del territorio, la ubicación de los núcleos de población cuyos terrenos se riegan y la proporcionalidad del agua asignada a éstos,
las líneas marcadas por los constructores del sistema para los
canales principales tienen lo que se denomina una línea de
rigidez. Es decir, el trazado original de las estructuras principales del sistema generalmente no puede modificarse o bien
su modificación es muy complicada (Guinot, 2008c: 109) y,
en consecuencia, el diseño original de los canales principales
se mantiene. Este hecho se ha observado también en el estudio
de los acueductos romanos del llano este de Barcelona, que
sufrieron modificaciones parciales durante el periodo feudal
(Orengo y Miró, 2011 y 2013).
Los trabajos de este equipo de investigadores han caracterizado el diseño primitivo de los sistemas hidráulicos de la Huerta
valenciana y han podido restituir las áreas de cultivo de regadío
del período andalusí, así como el proceso de ampliación de los
sistemas de irrigación en época feudal mediante la incorporación de nuevos brazos secundarios y canales de riego a zonas
que habían sido de secano durante el período andalusí (Esquilache, 2011, 2014 y 2016).
En nuestro análisis la integración de las estructuras principales de los sistemas de irrigación de la Huerta de Valencia era imprescindible. Primero porque, como hemos dicho,
se trata de macroestructuras agrarias que han determinado
las formas del paisaje a escala temporal histórica. Segundo,
porque una de las cuestiones más formuladas y discutidas
entorno al paisaje de la llanura valenciana es la de su origen
cultural. De las tendencias que adscribían las estructuras de
irrigación a época romana (Butzer et al., 1985; López, 1974)
e incluso las integraban en propuestas de centuriación como
ejes del sistema (Cano, 1974), recientemente se ha pasado a
considerar que no quedaba rastro de la intervención romana
en el territorio valenciano -aunque no se discute que la
hubiese- debido por un lado a un supuesto (pero no probado)
abandono de las estructuras agrarias y viarias durante época
tardoantigua y, por otro, a una profunda transformación del
paisaje en época medieval asociada a las necesidades de una
nueva lógica social (Guinot, 2007: 215). La integración de la
red viaria y los sistemas hidráulicos ha ayudado a comprender la lógica evolutiva de las formas del paisaje mediante la
identificación de las fases constructivas y su asociación a periodos históricos concretos.
Los parámetros para establecer estas fases de cronología relativa son exactamente los mismos que aquellos descritos para
la red viaria: la identificación de procesos de transformación,
ruptura o desaparición de estructuras, una vez registrado todo el
conjunto en el proyecto SIG.
Este trabajo ha permitido una mejor comprensión de la evolución de la estructuración territorial confirmando los resultados
obtenidos en el análisis arqueomorfológico de la red viaria y
completando la visión de las fases de construcción del paisaje
en la llanura próxima a la ciudad de València.
Finalmente, la integración de los resultados de los trabajos
realizados por los medievalistas ha permitido establecer cronologías antequem para las estructuras anteriores a la construcción
de los primitivos sistemas hidráulicos, cuya construcción se ha
datado entre los siglos VIII y XII (Esquilache, 2014 y 2016).
III.1.4. Arqueomorfología de los parcelarios
El estudio de la morfología parcelaria permite profundizar en
el conocimiento de las ordenaciones sucesivas del territorio. Su
análisis complementa las secuencias cronológicas establecidas
a partir de la red viaria y los sistemas de regadío, puesto que
la detección de anomalías y alineaciones del parcelario puede
indicar posibles trazados antiguos de las vías y estructuraciones
agrícolas diversas (Palet, 1997: 29).
El estudio del parcelario tiene que basarse en el análisis arqueomorfológico, permitiendo definir las ordenaciones parcelarias dominantes a partir de la lectura estratigráfica de las formas. Esto permite caracterizar estructuraciones y ocupaciones
diversas del territorio, y relacionarlas con aquellos elementos
del paisaje que pueden condicionar su morfología: topografía,
sistemas de riego, usos del suelo, etc. (Ariño et al., 1995).
En nuestro caso concreto, el análisis del parcelario se ha visto muy condicionado por las dificultades que presenta la zona
de estudio debido a la ocupación intensiva y la gran variabilidad del parcelario, pero sobre todo por el temprano avance
urbanístico en los alrededores de la capital y en algunos núcleos
del área metropolitana. Esto se traduce en algunos vacíos de
información en la documentación cartográfica y fotográfica disponible. Por ejemplo, los fotogramas aéreos de la USAF reflejan
ya un territorio periurbano ampliamente urbanizado en que el
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Figura 10.
Prospección intra-site en
el yacimiento de Mas de la
Cova de Paterna.
parcelario agrícola había desaparecido o estaba muy alterado.
Lo mismo podría decirse de la cartografía de inicios del siglo
XX (Minutas cartográficas municipales, etc).
Esta falta de información se refleja también en la cartografía
catastral. Para época moderna, a diferencia de otras áreas de la
península, no tenemos ninguna documentación de detalle derivada de la aplicación del Decreto de Nueva Planta de Felipe V.
Por el contrario en Catalunya, por ejemplo, ésta se reflejó en
el Catastro de Patiño, cuya aplicación generó un gran corpus
documental y cartográfico derivado de las “recanaciones” (mediciones mandadas realizar bien a petición de algunos pueblos o
bien por iniciativa de la Administración cuando se quería establecer un sistema de repartimiento más equitativo), dando lugar
a los llamados “cuadernos o libretas de recanación” o “catastro
real de tierras” (Camarero y Faci, 2006). En cambio, en los territorios del Reino de València se aplicó el catastro de Ensenada, operado también en las 22 provincias castellanas, que fue
la base para fijar su contribución al sostenimiento de la Corona
mediante el impuesto del Equivalente. A diferencia del caso catalán, su aplicación en el Reino de Valencia no generó ninguna
documentación planimétrica detallada que pudiera servir para el
análisis del parcelario agrícola.
Así, el catastro más antiguo del que se dispone para nuestra
área de estudio data ya de inicios del siglo XX, concretamente
de 1929, aunque existen mapas parcelarios ligeramente anteriores en las comunidades de regantes de las diferentes acequias de
la Huerta de Valencia (Esquilache, 2014).
La consecuencia de todos estos factores y la escasa disponibilidad temporal aconsejaron, después de haber realizado
búsquedas en diversos archivos históricos (Arxiu del Regne de
València y Arxiu Històric Municipal de València), dejar de lado
la consulta de documentación catastral y basar el análisis de los
parcelarios en la fotografía aérea más antigua disponible, es decir, los fotogramas de la USAF de 1956-57.
III.1.5. Otros elementos
No solamente las vías o los sistemas de regadío son determinantes en la estructuración de un territorio. Los límites administrativos o de término municipal se establecen en ocasiones
en función de elementos antrópicos que constituyen un claro
referente para las comunidades que ocupan el territorio y que
son fácilmente reconocibles. Muchos de ellos coinciden con antiguas vías de comunicación u otras estructuras y, en algunos
casos, pueden haber fosilizado un elemento antiguo actualmente desparecido (Palet, 1997: 31; Palet y Orengo, 2011: 389-391).
También es posible que algunos cursos hídricos hayan actuado, al margen de su origen natural, como elementos vertebradores del territorio, como es el caso de barrancos y/o paleocauces que han sido usados como vías de comunicación, en algunos
casos con una fuerte incidencia en el territorio y que además
pueden haber tenido un uso muy dilatado en el tiempo.
Se puede dar asimismo el caso contrario. Es decir que un
supuesto barranco sea en realidad una vía antigua, cuya erosión
causada por el uso continuado haya provocado que las aguas
circulen puntualmente por ella. Este proceso se ha documentado
también en el territorio de Tarraco donde además los topónimos
de algunos de estos barrancos coinciden con numerales latinos
(Palet y Orengo, 2011).
Por lo tanto, el estudio de estos elementos y su integración
en el análisis arqueomorfológico completa la visión proporcionada por el estudio de las vías, los sistemas de regadío y el parcelario y permite un mejor conocimiento de la evolución en la
estructuración territorial.
III.2. DATOS ARQUEOLÓGICOS
Y TRABAJO DE CAMPO
A la hora de comprobar las hipótesis desarrolladas a partir del
análisis arqueomorfológico en SIG, uno de los trabajos principales a realizar es la prospección arqueológica.
Por un lado, esta técnica permite definir las características
de las trazas documentadas: su morfología, las superposiciones
entre diferentes estructuras y evaluar las características físicas
del terreno. Por otro, permite asociar diversos elementos -como
marcadores territoriales o la dispersión cerámica de un yacimiento- con las trazas seleccionadas en el análisis arqueomorfológico. Esta relación es importante para establecer dataciones
relativas para las trazas prospectadas y descartar los elementos
modernos (Orengo y Palet, 2010: 167).
Dentro de este tipo de trabajo podemos hablar de dos aplicaciones: la prospección arqueológica en sentido tradicional y la
prospección arqueomorfológica.
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Figura 11. Prospección
intra-site en el yacimiento
de El Pla de Foios.
Figura 12. Registro de
las características de un
camino hondo.
III.2.1. Vaciado de datos arqueológicos
En primer lugar, antes de realizar el trabajo de campo deben
incorporarse al proyecto SIG todos los datos disponibles sobre
el registro arqueológico (y etnológico) de la zona que se estudia.
En nuestro proyecto, la integración de la información referente al poblamiento histórico se ha basado principalmente en
el Inventario de Yacimientos Arqueológicos y el Inventario de
Bienes Etnológicos, ambos de la Generalitat Valenciana. Los
datos de que disponemos para el País Valenciano en general,
no son fruto de un trabajo de prospección exhaustivo, sino que
mayoritariamente se derivan de la aplicación de la Ley de Patrimonio o bien de la transmisión de noticias antiguas de difícil
comprobación debido a las transformaciones sufridas por el territorio. En general, no ha existido un planteamiento interdisciplinario a la hora de analizar este territorio con el objetivo de
comprender la evolución de la ocupación del mismo.
III.2.2. Prospección arqueológica extensiva y prospección
arqueomorfológica
Los defectos en la información de los inventarios de la Generalitat y otros documentos disponibles, han hecho necesario llevar
a cabo una comprobación sobre el terreno, tanto de la situación
exacta de los yacimientos como de su extensión espacial y su
cronología. Esta comprobación se ha realizado de manera selectiva, pues la gran cantidad de yacimientos arqueológicos y otros
elementos históricos en el área de estudio (más de 2.070 ítems)
así como su gran extensión, hacían inviable una cobertura total
mediante prospecciones intensivas.
La selección de las áreas a prospectar se ha basado en los resultados del análisis arqueomorfológico en SIG, teniendo en cuenta
también la geomorfología y las características actuales del territorio en el que se encuentran los puntos seleccionados. Por ejemplo, en algunas zonas, afectadas por transformaciones agrícolas
o urbanísticas recientes, se ha descartado la prospección debido
a la desaparición del yacimiento o de cualquier otro elemento
de interés. De este modo, se ha priorizado la prospección de las
áreas en que el análisis arqueomorfológico ha permitido documentar estructuraciones territoriales anteriores a época medieval
y en las cuales había yacimientos arqueológicos de época antigua. Esto se ha traducido en la comprobación de elementos asociados a estructuraciones viarias ortogonales en zonas de llanura
aluvial costera, o bien relacionados con la gestión de los recursos
hídricos. Todos los yacimientos prospectados son de cronología
romana o presentan fases de ocupación de este período. Asimismo, la mayor parte del trabajo de campo se ha desarrollado en la
zona central del área de estudio, comprendida entre el Barranco
de El Puig (norte) y la línea marcada por los ríos Xúquer y Magre
(sur), correspondiente a priori con el territorio de Valentia.
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Figura 13. Limpieza de un perfil estratigráfico en un camino hondo.
Los trabajos han abordado simultáneamente la prospección
arqueomorfológica y la prospección arqueológica intra-site.
Las prospecciones arqueológicas extensivas intra-site han
permitido ir más allá de la capa de puntos tradicional y representar los yacimientos, siempre que ha sido posible, como áreas
de dispersión y concentración de materiales en superficie. Desgraciadamente, algunos yacimientos de la Carta Arqueológica
de la Generalitat Valenciana no han sido hallados (debido a las
profundas transformaciones urbanas y agrícolas o a una ubicación errónea), de modo que siguen siendo representados como
puntos (figuras 10 y 11).
También el inventario de los materiales recogidos durante
los trabajos ha permitido definir con más precisión la cronología
y tipología de los yacimientos, que en numerosas ocasiones no
se especifica o bien se describe de manera muy somera en las
fichas de la Generalitat y en el resto de documentos consultados.
En lo que respecta a la prospección arqueomorfológica, su
objetivo es la comprobación sobre el terreno de las hipótesis sobre las secuencias de evolución de la red viaria y otros elementos del paisaje, formuladas en base al análisis arqueomorfológico. Consiste esencialmente en la caracterización física de las
trazas viarias documentadas en SIG (figura 12) aunque también
se ha realizado, en casos concretos, limpieza y registro de perfiles estratigráficos de interés (figura 13). La lectura de las trazas
sobre el terreno permite completar los resultados del análisis arqueomorfológico, corroborar las secuencias relativas y aportar
nuevos elementos de datación (Palet, 1997: 40). El trabajo ha
consistido en la captura de puntos GPS en las zonas de interés
de cada traza prospectada. En cada punto se ha abierto una ficha
básica con los aspectos esenciales a registrar (camino hondo,
carriladas, camino en terraza, elementos relacionados con la vía,
etc.) y se han realizado fotografías generales y de detalle.
La recogida de datos se ha hecho en dos dimensiones: analógica y digital. Previamente a la salida de campo se preparó
cartografía impresa que reflejaba los resultados del trabajo arqueomorfológico en SIG (vías radiales, ortogonales y yacimientos) sobre una base cartográfica (MTN 1:25.000) y sobre las
ortofotografías del año 2012.
Figura 14. Fichas e imágenes asociadas a los puntos GPS
registrados en GISCloud en su interfaz web.
Pero lo cierto es que el trabajo de registro sobre el terreno,
se ha realizado esencialmente con un Smartphone mediante
el uso de la aplicación GisCloud y la consulta en pdf de las
fichas de los yacimientos Generalitat, vaciadas en el propio
dispositivo. En un segundo plano, por si fallaba la recogida de datos digital, se ha llevado a cabo el registro manual
de los mismos, mediante la descripción detallada en una libreta, toma de fotografías digitales con una cámara réflex
y toma de la localización de las coordenadas UTM con un
dispositivo GPS.
GisCloud permite configurar una ficha básica diseñada por
el usuario según sus necesidades, a partir de la cual se pueden
gestionar los datos recogidos en el campo mediante una plataforma on-line (figura 14). La ficha está vinculada a una localización GPS y en ella se pueden incluir fotografías del elemento
documentado además de otros campos. La información se puede exportar al proyecto en ArcGIS en formato shapefile (formato vectorial nativo de SIG), xls o csv.
La principal ventaja del uso de este tipo de aplicaciones
es la rápida recogida de datos en el campo, así como su rápida
gestión en el programa GIS que se utiliza para el proyecto,
permitiendo reducir el tiempo dedicado a la correlación de la
información del trabajo de campo con aquella derivada del
análisis en SIG.
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Figura 15. Terrain GIS: visualización de
los datos vectoriales sobre el mapa
(izquierda) y tabla de contenidos con las
diferentes capas (derecha).
Además, para la realización de la prospección se ha utilizado la aplicación para smartphone “Terrain GIS” mediante
la cual se ha visionado la cartografía y las capas vectoriales a
trabajar (vías y yacimientos) (figura 15). También se ha usado
Google Maps/Earth para el reconocimiento rápido del área en la
que nos ubicábamos en todo momento y para buscar la manera
de acceder a los lugares de interés en los casos en que los caminos históricos están literalmente cortados por las infraestructuras modernas (carreteras y vías de ferrocarril).
Los trabajos de prospección arqueológica y arqueomorfológica se llevaron a cabo durante el curso 2014-2015 en colaboración con el Departament de Prehistòria i Arqueologia de
la Universitat de València, en el marco del Máster oficial en
Arqueología. Con anterioridad al inicio de los trabajos se realizó un Seminario en arqueomorfología, que consistió en una
jornada teórica realizada por el Dr. Josep Maria Palet y por la
doctoranda Maria Jesús Ortega en la Facultat de Geografía e
Historia. Las prospecciones se organizaron en 10 jornadas de
trabajo, con equipos formados por 1 ó 2 arqueólogos y 3 alumnos del máster. Queremos agradecer especialmente el trabajo
de los doctores Emili Aura y Elena Grau, tanto por el interés
que presentaron en la propuesta como por la organización de
dichas jornadas.
III.3. ESTUDIO DE LA DOCUMENTACIÓN ESCRITA
Y DE LA CARTOGRAFÍA HISTÓRICA
III.3.1. El estudio de la documentación escrita
La incorporación del estudio de la documentación histórica a los
análisis de paisajes culturales es de gran utilidad, tal como han
puesto de manifiesto diversos trabajos (Ariño et al., 2004: 8696; Palet, 1997: 115-125), pues ésta puede reflejar la configuración antrópica del paisaje y constituye un elemento de datación
relativa para los elementos documentados.
Por ejemplo, las donaciones y ventas de tierras suelen incluir referencias a los elementos adyacentes a las propiedades
que se nombran, como caminos o acequias, y con otras pro-
piedades. También son interesantes los documentos referentes
a obra pública o divisiones de términos municipales, pues si
estos coinciden con vías, acequias u otros elementos, proporcionan dataciones antequem para las estructuras citadas y puede
hallarse en ellos información sobre la topografía o los cultivos
existentes en un período determinado, datos importantes para
restituir los cambios en el territorio.
En el ámbito de la arqueología española, la aproximación
al paisaje histórico a partir de la documentación escrita se ha
dado en escasas ocasiones (Ariño et al., 2004; Palet, 1997; Miró
y Orengo, 2010; Orengo y Miró, 2013), aunque en los estudios
históricos de la ordenación agraria medieval y moderna es una
disciplina muy utilizada (Guinot y Selma, 2008).
Para nuestra zona de estudio existe una gran cantidad de
documentación histórica susceptible de ser consultada, aunque
hemos tenido que enfrentarnos a una serie de problemáticas al
respecto. La más importante sin duda ha sido la restricción temporal que presenta nuestro programa de tesis doctoral (tres años)
que deja poco margen para el desarrollo de todas las disciplinas
necesarias en el marco de un trabajo en Arqueología del Paisaje. En consecuencia, es imprescindible priorizar las tareas a
realizar y las técnicas a aplicar en el estudio, teniendo en cuenta
factores como la potencialidad del trabajo que se va acometer, la
dificultad que éste conlleva o la inversión temporal que implica.
El mayor inconveniente que presenta la documentación histórica valenciana es que generalmente no está editada, ni digitalizada y mucho menos disponible on-line, de manera que
la consulta debe hacerse de forma presencial en los diferentes
archivos (municipales, provinciales o comarcales).
A nivel metodológico, debe llevarse a cabo el estudio regresivo de la documentación escrita, pero debido a las circunstancias expresadas anteriormente hemos tenido que orientar nuestro trabajo hacia la consulta de la documentación
producida en época moderna. La documentación generada
durante la conquista cristiana o en los momentos inmediatamente posteriores (siglo XIII) es de gran valor, ya que permite
fijar una datación antequem bajomedieval para las estructuras seleccionadas en el análisis arqueomorfológico, pero la
ausencia de fuentes editadas y/o transcritas de este momento
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Tabla 3. Listado de los fondos consultados en diversos archivos.
Archivo
Fondo
Características
Fechas
AHMV
Signatura 5001
Expedientes de obras
s. XIX-s. XX
AHMV
Gobernación. Subsección B. Policía
rural: Clase II. Rondas y caminos.
Propiedad. Deslindes y amojonamientos
AHMV
Varios en líos de Murs i Valls
Líos 1, 2, 6-8 (1675-1824)
AHMV
Varios de Murs i Valls y Fàbrica Nova
del Riu
ÑÑ. 9 (1742-1770)
AHMV
Llibres de la Fàbrica de Murs i Valls
ARV
Archivo del Real Patrimonio.
Bailía letra E
s. XVIII
ARV
Archivo del Real Patrimonio. Bailía
General e intendencia: legajos. Procesos
de la intendencia (letra P-I)
s. XVIII
ARV
Archivo de la Real Audiencia.
Escribanías de cámara
1707-1920
ARV
Real acuerdo
1707-1835
AHMV
Hacienda. Finanzas. Equivalente
1729-1836
AHMV
Padrones de riqueza
1808-1856
AHMV
Hacienda. Finanzas. Amillaramientos
s. XIX
AHMV
Hacienda. Finanzas. Contribución
territorial (rústica, urbana)
ha dificultado su consulta. En consecuencia, para este período
hemos utilizado obras publicadas como el “Llibre dels fets”
de Jaume I, el “Llibre del Repartiment del Regne de València” o las cartas pueblas cristianas. Otras obras consultadas
no reproducen los textos completos sino que incluyen regestas
de documentos que merecerían ser consultados en los archivos correspondientes (Cárcel, 1992; Cárcel y Trenchs, 1985;
Guinot, n.d.; Olmos, 1961).
El trabajo en los archivos se ha centrado en fondos concretos relacionados con la construcción o reparación de vías u otras
infraestructuras, tratando de extraer el máximo rendimiento a
esta tarea. El área territorial que se ha trabajado corresponde,
principalmente, al antiguo Terme General de la ciudad de València que englobaba, hasta el siglo XIX, los términos de diversos
municipios de los alrededores de la ciudad: una área extensa
que incluye las actuales comarcas de l’Horta Nord, Sud y Oest
y parte de La Ribera (Torres, 1998). El trabajo se ha centrado
esencialmente en dos archivos: el Arxiu Històric Municipal de
València (AHMV) y el Axiu del Regne de València (ARV). Por
diversos motivos, se ha dejado de lado el vaciado de datos referentes a estructuración parcelaria y ocupación del territorio
(actividades económicas y explotación del suelo), aunque en
algún caso se han incorporado datos sobre cultivos hallados en
documentos concretos.
Para el estudio de la red viaria, el grueso de la documentación consultada son documentos referentes a obra pública de los
siglos XVIII y XIX (tabla 3). Su interés reside en la detallada
Volúmenes consultados
1730-1917
Ll. 90 (1709-1710)
Ll. 97 (1761-1767)
Vol 1. (1707-1727)
Libros padrones
descripción que proporcionan del estado de las vías principales, dibujando un panorama general de caminos fuertemente
erosionados por el uso (caminos hondos), necesitados de profundas y urgentes reparaciones. Actualmente muchas de estas
vías se encuentran en áreas urbanas o periurbanas o bien han
sido reparadas, resultando inviable la comprobación de sus características históricas sobre el terreno. Por tanto el análisis de
la documentación histórica, que refleja su aspecto previo a las
grandes reformas modernas en infraestructuras, es un buen referente que permite caracterizar las trazas recogidas en el análisis
arqueomorfológico en SIG, y es un indicador de la antigüedad
de las mismas (Palet, 1997: 38).
Los fondos que más información han proporcionado son
aquellos relacionados con la Junta de Murs i Valls. Esta institución, creada por el rey Pere el Cerimoniós en 1358 (aunque
tiene sus antecedentes en el siglo XIII tras la conquista de Jaume I), tenía la responsabilidad de mantener en buen estado de
conservación la infraestructura urbana de València y su término.
La Junta se encargaba del mantenimiento de las fortificaciones
defensivas y la red viaria extraurbana, el saneamiento de aguas
residuales, la manutención del reloj de la Catedral y el servicio
de extinción de incendios. En el siglo XVI (1589), a raíz de
una violenta crecida del Turia, se creó la Fàbrica Nova del Riu,
cuyo cometido era contener y encauzar los desbordamientos
fluviales. A partir de este momento la Junta de Murs i Valls se
subdividió en la Fàbrica Vella de Murs i Valls y la recién creada
Fàbrica Nova del Riu. Esta institución se salvó de las reformas
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Figura 16. Ejemplo de ficha de un documento
histórico en File Maker.
llevadas a cabo en el marco del Real Decreto del 29 de junio de
1707 de Felipe V (Decret de Nova Planta), aunque a inicios del
siglo XIX se la consideraba una reliquia del pasado foral.
La cantidad ingente de documentos generados por la Junta
de Murs i Valls a lo largo de su existencia se puede encontrar en
el Arxiu Històric Municipal de València (AHMV). La tarea de
hallar en ella referencias relacionadas con los caminos es compleja, puesto que la documentación no se clasifica por asuntos
tratados sino por fecha de creación de las actas.
Los fondos consultados en este archivo han sido: Varios en
líos de Murs i Valls, Varios de Murs i Valls i Fàbrica Nova del
Riu y los Llibres de la Fàbrica de Murs i Valls. Aunque la cronología de estos conjuntos abarca desde la Edad Media hasta el
siglo XIX, nos hemos centrado en el período moderno, concretamente en los documentos producidos en el siglo XVIII.
La información reflejada en ellos ha sido de gran utilidad
para la caracterización de las vías y su identificación en la cartografía histórica, así como para su correlación con los resultados
del análisis arqueomorfológico.
Otro de los fondos más interesantes ha sido el de Policía Rural. Rondas y caminos, también del AHMV. En él se conservan
diversos expedientes relacionados con el mantenimiento de las
vías principales de la ciudad y de su término. Las visitas de los
expertos a los caminos se reflejaron en unas actas en las que se
detallaba el estado de la vía y otros elementos relacionados con
ella, para su posterior reparación, de modo que esta documentación ha permitido la caracterización de algunos ejes viarios
identificados en el análisis arqueomorfológico.
También se ha trabajado el fondo Signatura 5001 del
AHMV, donde se guardan los expedientes de los diferentes proyectos de ensanche de la ciudad de València (finales del siglo
XIX) y de otras obras como demarcación de límites municipales
o la construcción de ferrocarriles. En muchos casos los expedientes contienen planimetrías de gran interés.
Otros fondos que hemos trabajado son el del Archivo del
Real Patrimonio. Bailía letra E, el del Archivo del Real Patrimonio. Bailía General e intendencia: legajos. Procesos de la
intendencia (letra P-I) y el del Archivo de la Real Audiencia.
Escribanías de cámara y el del Real Acuerdo, todos ellos en el
Arxiu del Regne de València (ARV).
El problema con este tipo de fondos es su heterogeneidad
y, por consiguiente, el tiempo que ha de invertirse en la búsqueda de alguna referencia a caminos o estructuras agrarias.
Este inconveniente hizo que centrásemos la investigación en los
conjuntos que hemos descrito más arriba, para optimizar la inversión de tiempo y la obtención de resultados.
En lo que respecta a la estructuración agraria del paisaje,
se han consultado diversos conjuntos documentales referentes
a la gestión de la Hacienda Pública, desde el siglo XVIII hasta
el siglo XX. Uno de los problemas para restituir el parcelario
histórico en áreas periurbanas viene derivado de la falta de información en la documentación disponible.
En referencia a la documentación catastral, para época moderna no tenemos ninguna documentación detallada derivada
de la aplicación del Decreto de Nueva Planta de Felipe V. En
los territorios del Reino de València se aplicó el Catastro de
Ensenada, que no generó ninguna documentación planimétrica
ni documental que incluyera descripciones o croquis de las
propiedades rústicas, de modo que no se ha podido utilizar
para el análisis del parcelario agrícola. Los Amillaramientos,
catálogos de riqueza basados en la declaración de los contribuyentes elaborados a raíz de la reforma tributaria de 1845,
presentan una problemática similar. Se trata de listados que
incluyen nombres de los particulares junto con un inventario
de sus propiedades, pero no son un auténtico catastro y en el
caso valenciano no incluyen cartografía. Por lo tanto, el catastro más antiguo del que se dispone se realizó en 1929, un
momento muy tardío.
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Toda la información recogida en los diferentes documentos consultados se ha integrado en una Base de Datos especialmente diseñada para esta tarea, utilizando el programa FileMaker. En cada ficha se incluyen diferentes apartados como
en qué archivo se ha encontrado, en qué fondo concreto y con
qué signatura está clasificado el documento, tipo de documento, un resumen del texto, la fecha de su redacción, los elementos que en él se reflejan o los cultivos descritos, entre otros
(figura 16). Además, en los casos en que se ha podido copiar
el documento (en el AHMV se permite tomar fotografías de
los ejemplares) se han adjuntado los pdf, lo que permite realizar la consulta del texto original cuando sea necesario. Esta
información se puede enlazar con las bases de datos vinculadas a las capas vectoriales en SIG, permitiendo una rápida
correlación de toda la información referente a una estructura
concreta. Por ejemplo, respecto a un camino documentado en
una capa vectorial en SIG, se podría consultar además de la información de la documentación escrita, aquella proporcionada
por las prospecciones arqueomorfológicas y por el análisis de
la cartografía histórica.
III.3.2. El estudio de la cartografía histórica
Finalmente, el análisis arqueomorfológico se ha completado
mediante el estudio de la cartografía histórica. En estos documentos, que incluyen planos, mapas y croquis, se reconocen
elementos del paisaje que pueden haber sido modificados o
que han desaparecido. A pesar de que algunos mapas no se
pueden georreferenciar debido a la falta de precisión geométrica, han sido idóneos para comprobar las características de
elementos de interés como determinadas vías, pero también
para la restitución de la red hidrográfica y de otras características del paisaje.
Los mapas militares de inicios siglo XIX vinculados con las
guerras napoleónicas han sido especialmente interesantes, pero
por encima de ellos destaca la cartografía del siglo XVIII. En
este sentido han sido muy útiles para el estudio de la red viaria
al sur de Valencia, entre otros, los mapas relacionados con el
nuevo camino real (1773-1775), pues en algunos tramos éste se
construyó sobre el camino antiguo, pero en otros se desvió de su
recorrido con el fin de facilitar y agilizar el tránsito, como sería el
caso por ejemplo del tramo entre Catarroja y Alginet (figura 4).
Algunos mapas reflejan las vías existentes con anterioridad a la
construcción de la nueva vía y los diferentes pueblos por donde
ésta pasaba, permitiendo identificar el trazado del camino antiguo y diferenciarlo del nuevo.
III.4. INTEGRACIÓN DE DATOS
PALEOAMBIENTALES
En los últimos años, los estudios paleoambientales para el territorio estudiado se han centrado sobre todo en la geomorfología y sedimentología del golfo de Valencia, esencialmente en
los procesos de cambio de las llanuras aluviales y de los cursos
hídricos (Carmona, 1982, 1991, 1995 y 1999; Carmona et al.,
1990 y 1994; Carmona y Ruiz, 2011 y 2014; Carmona y Pérez,
2011; Ruiz, 2002; Ruiz y Carmona, 1999 y 2005; Mateu, 1980
y 1991). Los análisis polínicos y otro tipo de trabajos paleoambientales se han llevado a cabo mayoritariamente en el marco de
excavaciones arqueológicas concretas, a partir de restos hallados en los yacimientos.
En nuestra tesis doctoral hemos incorporado los resultados
de los trabajos geomorfológicos y sedimentológicos, que han
sido de gran ayuda para la identificación de las zonas susceptibles de haber sufrido procesos de aluvionamiento/sedimentación y las que, por el contrario, sufrieron procesos erosivos.
Este trabajo ha sido determinante en la elección de las áreas
a prospectar para la comprobación de las características de las
estructuras viarias.
También la integración de la evolución de la línea de costa
y de los marjales ha sido importante, pues ha ayudado (junto
con la arqueomorfología y la carto y fotointerpretación) a definir los límites de estas áreas y su correlación con los datos de
poblamiento y con las diferentes estructuraciones territoriales
documentadas mediante el análisis arqueomorfológico.
También se ha incorporado información sobre el recorrido
de paleocanales, que resulta interesante para la interpretación de
la arqueomorfología y del poblamiento histórico.
Actualmente se encuentra en desarrollo el estudio palinológico de dos sondeos realizados por S. Riera (SERP-Universitat
de Barcelona) en la Albufera y la Marjal dels Moros, que serán
estudiados además por Ana Ejarque (CNRS) y que permitirán
completar los resultados del trabajo sobre todo en aquello referente al impacto que tuvieron las centuriaciones romanas sobre
la explotación del territorio, aunque sin duda, aportaran datos de
interés sobre diversos períodos históricos.
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IV
Arqueología de los asentamientos y análisis arqueomorfológico
Como se ha dicho en el apartado 3.1., la arqueomorfología
es la restitución, definición y lectura arqueológica de las diversas trazas que estructuran el territorio, puesto que éstas son huellas de la actividad humana en el paisaje. El resultado de la aplicación de esta técnica es el registro de los
ejes morfogenéticos, elementos dominantes en la configuración del territorio que han determinado las formas del
paisaje más allá del momento de su creación (Chouquer,
2000; Orengo y Palet, 2010). Esto significa que han subsistido en el paisaje a través de diferentes períodos históricos, condicionando la orientación de otros elementos como,
por ejemplo, los sistemas de parcelación agrícola (Orengo y
Palet, 2010: 160).
El vaciado de estos datos en el proyecto SIG genera una
planimetría en la que es posible identificar distintas formas
de estructuración territorial. En un primer estadio del trabajo se analizan las macroestructuras antrópicas independientemente de su cronología (sobre todo la red viaria principal),
para caracterizar la estructuración del territorio y su evolución diacrónica.
Mediante la clasificación de los elementos según su morfología se pueden identificar secuencias y establecer cronologías
relativas entre ellos, de modo que se pueden asociar estructuraciones territoriales a periodos histórico-culturales distintos. En
nuestra área de estudio se identifican esencialmente dos tipos de
sistemas de estructuración territorial: los de morfología ortogonal y los de morfología radioconcéntrica, relacionándose ambos
además con ejes viarios de comunicación regional y con vías
naturales de tránsito.
IV.1. SISTEMAS VIARIOS DE ESTRUCTURACIÓN
DOMINANTE
La red viaria es el elemento estructurador del territorio por excelencia, por eso la comprensión de su estructura y de su evolución son fundamentales en cualquier análisis territorial.
A la hora de abordar el análisis arqueomorfológico de la red viaria, el primer paso es el registro de todas las trazas. Se trata de un
trabajo sistemático donde cada segmento no se interpreta por su significado individual, sino que se entiende dentro de un conjunto.
Se crea una capa shapefile en el proyecto SIG en la que
se dibujan las vías principales. Posteriormente se registran las
trazas más débiles sólo en las áreas que se declaren de interés
después de analizar la red viaria principal. Una vez registrados
los elementos que componen la red viaria se puede proceder a
realizar su estudio.
En primer lugar, se documentan las morfologías de los
sistemas viarios diferenciando vías naturales, ortogonales y
radioconcéntricas. Después se analizan de forma regresiva las
diferentes morfologías y sus imbricaciones, para establecer secuencias de cronología relativa entre los diferentes componentes de la red viaria.
IV.1.1. Sistemas viarios radioconcéntricos
Entendemos por sistema viario radial un conjunto de vías, de
carácter local y extra-local, que se estructuran de forma concéntrica alrededor de puntos fuertes de poblamiento, habitualmente
núcleos históricos, generando una trama viaria en forma de estrella (Flórez, 2010: 260).
Este tipo de sistemas se documentan en toda el área de estudio,
especialmente en zonas de llanura aluvial tanto litoral como interior, aunque también se han documentado -en menor medidaen zonas de baja montaña.
En nuestra área de estudio, muchos de los núcleos de población que generan redes radiales fueron fundados durante el período andalusí (concretamente entre los siglos X-XI), teniendo
posteriormente algunos de ellos un desarrollo destacado durante
el periodo medieval feudal. Aun así, algunas poblaciones desde
cuyos núcleos surgen sistemas viarios radiales retrotraen su fundación a periodos precedentes, como el romano en los casos de
Valencia y Silla o ibérico, en los casos de Sagunt, Llíria y Bétera.
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Figura 17. Redes viarias radiales
en el área circundante a Sagunt.
De norte a sur, vamos a describir los sistemas viarios radiales en nuestra área de estudio ocupándonos de las zonas de
implantación, de las conexiones que se generan a partir de ellos
y de su relación con el territorio.
En este orden, el primer gran sistema radial surge del centro
de la ciudad de Sagunt (figura 17). Está formado por una serie de vías que conectan el núcleo urbano con otros centros de
población menores. La mayor parte de estos ejes se extienden
por el área de llanura aluvial, mientras al interior, en la zona de
transición hacia la montaña, se documentan en menor medida.
Así, mediante estos ejes viarios, Sagunt queda conectada
por el noroeste con Benifairó de les Valls, Faura, Benavites,
Quartell y Quart de les Valls; por el este con Canet d’En Berenguer y los asentamientos andalusíes de Alquería de Montíber y
Almardà; por el oeste con Albalat dels Tarongers y Gilet; por el
sur con Puçol y el asentamiento andalusí de Corral dels Xurros
y por el sureste con los asentamientos andalusíes de l’Alqueria
dels Frares y de l’Advocat y la Quadrella. Puçol también genera
un pequeño sistema radial que lo une al sur con El Puig y al este
con la Carretera de Barcelona.
En el área oeste, Llíria y Bétera (figura 18) generan dos sistemas viarios radiales de gran extensión. En esta zona, todavía de
llanura aluvial, pero de transición hacia las montañas del interior,
la pendiente es más pronunciada y la morfología de las vías de los
sistemas radiales está más determinada por los accidentes físicos
del territorio que por la conexión interurbana. Diversas vías se
dirigen hacia los pasos de la Sierra Calderona, aunque también se
registran otras que conectan núcleos urbanos:
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Figura 18. Redes viarias
radiales en el área circundante
a Llíria y Bétera: 1. Llíria;
2. Benissanó; 3. Benaguasil;
4. La Pobla de Vallbona;
5. L’Eliana; 6. Bétera;
7. Montcada; 8. Massarrojos;
9. Godella; 10. Rocafort;
11. Paterna; 12. Benimàmet.
Figura 19. Redes viarias
radiales en el área
circundante a Valencia.
1. Alfara del Patriarca,
2. Montcada, 3. Massarrojos,
4. Benifaraig, 5. Rocafort,
6. Carpesa, 7. Borbotó,
8. Godella, 9. Burjassot,
10. Beniferri, 11. Benimàmet,
12. Paterna, 13. Benicalap,
14. Marxalenes, 15. Mislata,
16. Xirivella, 17. Aldaia,
18. Alaquàs, 19. Torrent,
20. Picanya.
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Figura 20. Redes viarias radiales
en el área de l’Horta Oest:
1. Manises, 2. Quart de Poblet,
3. Mislata, 4. Xirivella, 5. Aldaia,
6. Alaquàs, 7. Torrent, 8. Picanya,
9. Paiporta, 10. Catarroja,
11. Albal, 12. Beniparrell,
13. Alcàsser, 14. Picassent.
• desde Llíria a Bétera, Benaguasil, Benissanó y Pobla
de Vallbona y
• desde Bétera hacia Bofilla, Pobla de Vallbona, Massarrojos, Montcada, L’Eliana y Paterna.
Benissanó y Benaguasil, situados al sur de Llíria, generan
dos sistemas radiales mucho más modestos que el de Llíria. Benissanó: queda conectado mediante estas vías con Llíria, Benaguasil, Pobla de Vallbona y los caminos de la Sierra Calderona.
Benaguasil: queda unido con Llíria, Benissanó y La Pobla,
pero también con el río Turia y con varios vados fluviales.
En las cercanías de València, al norte del Turia, se identifica otro sistema radial algunas de cuyas vías unen Paterna con otras poblaciones como Godella, Rocafort y
Massarrojos al norte; La Pobla de Vallbona y Bétera al noroeste y Benimàmet al este. Otras se unen a pasos naturales que buscan diversos vados del río Turia hacia el sureste
(figura 18).
València también es el centro de un gran sistema radial que,
sin embargo, queda más desdibujado por la complejidad del territorio inmediato a la ciudad, la cercanía de otros núcleos y la
confluencia con otras vías de morfología ortogonal.
Paterna, Llíria, Bétera, Benimàmet, Torrent, Alaquàs,
Montcada, Alboraia son algunas de las localidades a las que
llegan las vías radiales con centro en València. Hacia el sur,
varios ejes radiales conectan la ciudad con los marjales de la
Albufera (figura 19).
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Figura 21. Redes viarias radiales en el área de Silla, Alcàsser y Picassent.
Inmediatamente al sur del Turia y al oeste de la capital, Manises y Mislata son el foco central de tres sistemas radiales modestos, al igual que Xirivella y Aldaia. Tanto Mislata como Xirivella
y Alaquàs se ubican junto a un largo eje radial que se inicia en
València y cuyo punto final es un vado del río Turia. Por su parte,
Xirivella, está comunicada mediante ejes radiales con Mislata al
noreste, Aldaia y Alaquàs al suroeste y Picanya y Torrent al Sur.
En lo que respecta a Aldaia, su red radial la comunica con
Quart de Poblet y Alaquàs. Por el oeste conecta con otras vías
naturales pasando por el Barranc de la Saleta y con un gran sistema ortogonal orientado en sentido este-oeste.
Torrent, ubicado más al sur, junto al Barranco que lleva su
nombre, es otro núcleo asociado a un gran sistema viario radial.
Los caminos comunican su centro urbano con las localidades
de Alcàsser, Picassent y Albal al sur, y al norte con Alaquàs/
Aldaia. El resto de ejes conectan la ciudad con otras vías que se
adentran hacia el oeste.
Al este de Torrent y junto al barranco, Paiporta y Picanya
también son el centro de dos pequeños sistemas radiales. Además, en Albal, al sureste de Torrent, se detecta un pequeño sistema radial que conecta el pueblo con otras vías de morfología
ortogonal y con las localidades vecinas de Beniparrell al sur y
Catarroja al noreste, además de Torrent (figura 20).
Al sur del Barranc de Picassent, tres grandes sistemas radiales salen desde los centros de Silla, Alcàsser y Picassent. En esta
zona la mayor parte de la llanura está ocupada por ejes viarios
radiales que, en su mayoría, interconectan los tres núcleos, creando una compleja malla de caminos que se cruzan. En el caso de
Silla, además, las vías que irradian desde su centro hacia el este,
quedan estrechamente vinculadas con la Carretera de Barcelona.
Estos tres municipios están también en relación con la Albufera y los marjales mediante varias vías que, desde los centros
urbanos, se dirigen hacia el este (en el caso de Silla) o hacia el sureste (en los casos de Alcàsser y Picassent). Respecto a Picassent y
Alcàsser quedan unidos al norte con Torrent y al sur con Els Olivars, Mas del Algudor (yacimientos andalusíes) y con Espioca (alquería de fundación andalusí abandonada en el siglo XVII). Finalmente, Picassent (y aunque en menor medida también Alcàsser)
tiende a orientarse hacia el oeste a la zona de transición a la montaña,
un área jalonada por diversos cursos torrenciales (figura 21).
A la misma altura, pero hacia el oeste, sobre el curso del río Magre, se observan varios sistemas radiales en Montserrat y Montroi/
Real de Montroi. En esta zona, fuertemente condicionada por el
curso del río Magre y por la topografía, por ser un área de baja
montaña, la mayor parte de los trazados responden a los condicionantes físicos a los que nos hemos referido y conectan los pueblos
con el interior mediante vías naturales de tránsito, aunque también
algunos caminos interconectan las tres poblaciones (figura 22).
Si volvemos a la llanura aluvial, al este y ligeramente más
al sur, encontramos diversas redes viarias radiales de fuerte implantación que generan los núcleos de Almussafes, Sollana, Benifaió y Alginet (figura 23).
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Figura 22. Redes viarias radiales
en el área de la Vall dels Alcalans.
Almussafes está estrechamente relacionada con la Carretera
de Barcelona, conecta al este mediante vías radiales con la Albufera, Torre Romaní (yacimiento andalusí), el antiguo convento
de los Mercedarios/Alcahecia y Sollana; al noroeste con Espioca
y Mas Reig (yacimiento andalusí) y al suroeste con Benifaió.
Sollana se encuentra ubicada junto al marjal de la Albufera, al que está conectada mediante vías radiales, así como a los
cercanos municipios de Almussafes y Benifaió y también con
el antiguo convento de Mercedarios y con otras vías de morfología ortogonal.
Desde el núcleo de Benifaió los caminos radiales salen
hacia el este en dirección a Almussafes y Sollana; al suroeste
en dirección a Alginet y también quedan conectados con otras
vías de morfología ortogonal, así como con una vía natural de
tránsito hacia el interior (oeste), que lleva a las localidades de
Alfarp y Llombai.
Las vías que parten desde el núcleo histórico de Alginet hacia el norte y el noroeste también se unen con este eje interior,
mientras que el resto de vías (a excepción de una que conecta
con Benifaió) se dirigen hacia sistemas de morfología ortogonal. Hacia el sur, Alginet queda conectada con diversos pasos
de río Magre (figura 23).
Sueca, ubicada al sureste sobre el río Xúquer, también presenta una pequeña red radial, que conecta el núcleo
urbano con los marjales de la Albufera al norte, Cullera al
sureste, diversas alquerías andalusíes al noreste (Gandient,
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Figura 23. Redes viarias
radiales en el área de
Almussafes: 1. Alginet,
2. Almussafes, 3. Sollana,
4. Benifaió, 5. Torre
Romaní, 6. Convento
Mercedarios o Alcahecia,
7. Espioca, 8. Mas Reig,
9. El Castellet d’Alfarp.
Llonga, Unxana y Ribalmarg) y sureste (Alcorcoix, Aiello,
l’Alcúdia) y al sur con Riola y Fortaleny, a través de dos pasos por el Xúquer.
Al norte del Magre-Xúquer, Algemesí es el epicentro de un
sistema radial que por el norte lo comunica con Alginet y el yacimiento andalusí de Pardines y por el sur con Alzira, cruzando
los cursos del Magre, el riuet dels Ulls y el Xúquer.
Al sur del río Xúquer, Riola y Fortaleny quedan interconectados mediante ejes viarios radiales, y a su vez, con Sueca
por el norte y por el sur con el antiguo marjal de Corbera. Desde Riola, además, surge una vía que lleva a Polinyà del Xúquer,
al oeste (figura 24).
Al este del Xúquer, en Alzira y Carcaixent se observan también dos sistemas radiales (figura 25).
Alzira está conectada por el oeste con los yacimientos andalusíes de Cabanyes, Mulata y Sequer de Sant Bernat. Al este, la
red viaria radial se dirige hacia la Serra de Corbera y al noreste
una vía la conecta con Benicull y Polinyà del Xúquer. Al norte
queda unida con Alginet a través de un paso por los ríos Xúquer
y Magre y por el Riuet dels Ulls.
Carcaixent queda comunicada con el antiguo pueblo de
Ternils por el suroeste y por el sur con Berfull y Rafelguaraf.
Por el norte, los caminos radiales se dirigen hacia las montañas
de la Serra de Corbera donde conectan con otras vías naturales
de paso, mientras al este los ejes radiales conectan con un sistema viario de morfología ortogonal. A su vez Ternils conecta con
las alquerías de Cogullada y Benimacli mediante su modesta red
radial (figura 25).
Más al sur, Sant Joanet y l’Ènova generan también sendos
sistemas radiales. Mientras Sant Joanet conecta con la Alquería
de Vistabella (al este), Manuel (al sur) y Castelló de la Ribera
(al oeste), L’Ènova lo hace con Tossal Nou, Rafelguaraf y Realenc y con la Serra de Corbera, todos ellos situados al este de
dicha población.
Al noroeste del Xúquer, destacan por su extensión los sistemas
viarios radiales de Alberic, Benimodo y L’Alcúdia (figura 26).
En los tres casos, se trata mayoritariamente de ejes viarios
que se dirigen hacia las montañas del suroeste, para unirse con
pasos naturales condicionados por la topografía del terreno. Aun
así, también existen ejes que interconectan poblaciones.
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Figura 24. Redes viarias radiales en el área de los ríos Xúquer-Magre: 1. Alginet, 2. Alzira, 3. Algemesí, 4. Sueca, 5. Cullera, 6. Fortaleny,
7. Riola, 8. Polinyà, 9. Cotes, 10. Pardines, 11. Alqueria Llonga, 12. Alqueria Ribalmarg, 13. Alqueria Unxana, 14. Alqueria Saucelles,
15. Alqueria Alborg, 16. Alqueria Gandient, 17. Alqueria L’Alcúdia, 18. Alqueria Aiello, 19. Alqueria Alcorcoix.
Alberic queda conectada mediante ejes radiales al suroeste
con las alquerías andalusíes de Alcosser y Alasquer y al norte
con Massalavés.
El núcleo urbano de Benimodo queda conectado por dos vías
radiales con Carlet y L’Alcúdia y hacia el oeste y suroeste con
el Camí de Xàtiva y otras vías que se dirigen hacia la montaña.
Desde el centro de L’Alcúdia surge una vía radial en dirección sureste que la conecta con Guadassuar mediante la unión
con otra vía del sistema viario ortogonal. Al suroeste queda conectada con Montortal. Finalmente, un conjunto de tres vías radiales con centro en L’Alcúdia cruza el Barranc de Prada: dos de
ellas mueren en el Camí de Xàtiva, la otra se dirige en dirección
noroeste hacia las montañas.
Finalmente, en el extremo meridional del área de estudio
llama la atención la gran red radial de caminos que salen de Xàtiva (figura 27). Todos ellos se dirigen hacia el noroeste, puesto
que al sureste la población se encuentra limitada por una extensa zona montañosa cruzada por vías naturales de paso. La red
radial de Xàtiva comunica el municipio con los pueblos vecinos
de Torre d’En Lloris, Granja de la Costera, Vallés, Annauir, Rotglà i Corberà, y el yacimiento andalusí Assagador de l’Estret/
Partida de Meses. Además, esta red conecta con un sistema ortogonal que une Xàtiva con La Llosa de Ranes y con diversos
pasos por los ríos Canyoles y Albaida.
Otros núcleos como Genovés, Cárcer, Beneixida, Rotglà i
Corberà, L’Alcúdia de Crespins, Aiacor y Canals también en
esta zona, son puntos que generan sistemas radiales, aunque
más modestos, por lo que no entraremos a describirlos en detalle (figura 27).
IV.1.2. Sistemas viarios ortogonales
Entendemos como un sistema viario ortogonal aquel que está
formado por ejes perpendiculares que generan una trama regular en forma de cuadrícula. Al igual que los sistemas viarios
radioconcéntricos, los ortogonales se han registrado mayoritariamente en zonas de llanura aluvial costera e interior. Su implantación está fuertemente condicionada por las características
físicas del territorio, aunque sobre todo obedece a factores culturales, como veremos más adelante.
Podríamos hablar de tres zonas de implantación de estos sistemas viarios.
• Una primera adscrita a la llanura costera, de directriz mayoritariamente longitudinal y orientación noreste-suroeste,
delimitada por las primeras estribaciones del Sistema Ibérico al interior y al este, por las áreas de marjal y el mar.
• Una segunda zona, en el interior del área central, presenta una gran estructuración ortogonal con predominio de los
ejes transversales y orientación oeste-este.
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Figura 25. Redes viarias radiales
en el área de Alzira:
1. Cabanyes, 2. Mulata,
3. Sequer de Sant Bernat, 4.
Ternils, 5. Cogullada,
6. Benimacli, 7. Berfull.
• Finalmente, en el área interior del noroeste, marcada por la
transición de la llanura aluvial interior a la zona de montaña baja, se registra una red ortogonal de directriz noroestesureste, muy condicionada por la topografía.
Sin entrar a analizar las imbricaciones entre estos sistemas,
podemos adelantar que, aunque presenten morfología ortogonal, parecen responder a realidades y fases distintas.
Entre el Barranc d’Almenara y el Barranc del Puig (figura 28), en la zona de llanura aluvial, se desarrolla un gran sistema viario ortogonal. Al ser una llanura muy estrecha, limitada
al oeste por las elevaciones de la Serra Calderona y al este por
los marjales costeros, los ejes longitudinales y más fuertes, son
vías de orientación noreste-suroeste ya que siguen la directriz
principal de la llanura. Sin embargo, a simple vista parecen diferenciarse dos áreas: la primera, más al interior se caracteriza
por ejes casi rectilíneos, además los transversales en algunos
casos, siguen el mismo recorrido que los barrancos que nacen
en la Sierra Calderona.
Otra área, mucho menos extensa, localizada a la altura de
Sagunt, hacia la costa, presenta ejes más sinuosos y ya no se
observa la jerarquización entre ejes longitudinales y transversales o bien ésta se invierte, siendo más destacables en longitud
las vías transversales. Tampoco la orientación se mantiene, sino
que es variable, dando la sensación de que los ejes se adaptan a
la topografía y la hidrografía de la zona, pues en la franja costera
predominan los marjales.
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Figura 26. Redes viarias radiales
en el área de Alberic.
1. Carlet, 2. Benimodo,
3. El Castell de l’Alcúdia,
4. L’Alcúdia, 5. Guadassuar,
6. Montortal, 7. Alasquer,
8. Massalavés, 9. Alcosser,
10. Pintarrafes, 11. Prada,
12. Cabanyes, 13. Benimuslem,
14. El Toro, 15. Mulata,
16. Sequer de Sant Bernat.
Desde el Barranc del Puig al Barranc del Carraixet (figura 29), también en la llanura aluvial, se extiende un sistema ortogonal de las mismas características que el que hemos descrito
anteriormente. Se trata de una llanura muy estrecha. En la zona
interior, topográficamente más elevada, se detecta un sistema
viario en cuadrícula con ejes mayoritariamente rectilíneos, los
longitudinales están orientados también en sentido noreste-suroeste. Mientras, en la zona este cercana al mar, los ejes son más
cortos y sinuosos, y se implantan en un terreno más bajo donde,
hasta época reciente, predominaban los humedales.
Una tercera zona se sitúa entre el Barranc del Carraixet y el
río Turia, al norte de la ciudad de Valencia, en una franja de llanura que se extiende en sentido noreste-suroeste. Queda encajada
entre ambos cursos hídricos y además está cruzada por el Barranc
d’En Dolça y el Barranc del Palmaret o dels Avenars. En esta
área se observa un gran sistema viario ortogonal con ejes transversales mucho más largos que los longitudinales, fuertemente
condicionado por las características físicas del territorio en que
se implanta. Sin embargo, se distinguen pequeñas áreas en que
las cuadrículas no siguen la misma orientación (entre Benimàmet
y Campanar, Benimaclet) o bien donde los ejes son ligeramente
más sinuosos, como en la zona litoral con predominio de marjales (Alboraia, Benimaclet, El Grau de Valencia) (figura 30).
En el interior, cerca de Llíria, se mantiene la directriz norestesuroeste con pocos ejes, pero muy fuertes y prolongados, aunque
observamos otros sub-sistemas ortogonales que no parecen tener
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Figura 27. Redes viarias radiales en el área de Xàtiva: 1. Xàtiva, 2. Novetlé, 3. Annauir, 4. Aiacor, 5. Canals, 6. Alcúdia de Crespins, 7.
Torrella, 8. Vallés, 9. Llanera de Ranes, 10. Torrent d’En Fenollet, 11. Roglà i Corberà, 12. Sorió, 13. Llosa de Ranes, 14. Manuel, 15.
L’Ènova, 16. Rafelguaraf, 17. Llocnou d’En Fenollet, 18. Genovés, 19. Barxeta, 20. Alboi, 21. La Granja de la Costera.
relación con el principal. En el área de Benaguasil se documenta
uno de ellos, de poca extensión y con orientación noroeste-sureste
y al sur de Bétera otro muy desdibujado y variable, cuya implantación es limitada por la topografía de la zona (figura 31).
Entre el río Turia y el Barranc de Torrent/Barranc de
l’Horteta, al interior de la zona central, se registra un gran sistema viario de tendencia ortogonal, orientado en sentido este-oeste
y cuyos ejes dominantes son transversales (figura 32), y en algunos casos coincidentes con los límites de término municipal.
Este sistema está formado por vías prácticamente rectilíneas de
morfología uniforme, aunque altamente condicionadas por el recorrido de los numerosos cursos hídricos que surcan la zona (Barranc de la Saleta, Barranc de Sant Domènch, Barranc de Gàllego,
Barranc del Poyo). En la topografía histórica el topónimo con que
se denomina esta zona es “Les Encreullades” (las encrucijadas).
Se trata de una llanura aluvial interior que se extiende desde
Mislata y Torrent al este, hasta Ventas de Miralcampo (Chiva),
al oeste y que presenta una pendiente pronunciada en sentido
este-oeste, pues es una zona de transición hacia la montaña. En
una de las vías que lo componen y que coincide con un barranco, se localizaron carriladas que están incluidas en el inventario
de yacimientos de la Conselleria de Cultura.1
1 Registro “Carrilades del Barranc de Sant Domènech”, Chiva.
Este sistema aparece vinculado a Aldaia, Alaquàs,
Manises, Torrent (municipios actuales de fundación andalusí) pero también a algunos yacimientos de cronología romana como Rosafina, La Punxa y El Pou de la Sargueta, entre otros. En esta zona la distribución de los asentamientos
antiguos podría estar en función de los cursos hidrológicos
y no tanto de la red viaria (figura 32) o bien en función de
ambos factores.
Entre los ríos Turia y Xúquer-Magre, en la llanura aluvial costera inmediata a l’Albufera, se ha documentado otro
gran sistema ortogonal con orientación noreste-suroeste. Está
delimitado al este por los marjales de l’Albufera y al oeste por
las elevaciones de Picassent, Torrent y la Serra d’Alèdua, al
norte por el río Turia y al sur por los ríos Xúquer-Magre.
De nuevo los ejes longitudinales (orientados en sentido
noreste-suroeste) son los dominantes. Aunque algunos ejes
transversales son determinantes, en general son más débiles
debido a la adaptación del sistema a la topografía del terreno.
En las áreas más cercanas al marjal, se observan sin embargo
orientaciones diferentes y ejes más cortos y sinuosos como en
Sueca, Sollana, Port de Silla y en Francs i Marjals, al sur de
Valencia. Además, en términos generales se documenta cierta
coincidencia de los ejes viarios transversales con los cursos de
la red hidrológica (figura 33).
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Figura 28. Sistemas viarios
ortogonales de todas las
épocas en el área entre el
Barranc d’Almenara y
el Barranc del Puig.
Llama la atención un ligero cambio de orientación en el extremo sur, junto a los cauces de los ríos Xúquer-Magre, concretamente en el área de Algemesí, donde es sistema tiende a
orientarse en sentido norte-sur. Esta variación parece estar relacionada con los pasos naturales de los ríos, aunque también
podría vincularse con el trazado de la antigua carretera de Barcelona. En esta zona, más que una cuadrícula, el sistema viario
forma rectángulos con orientación tanto norte-sur como esteoeste (figura 33).
Entre el Xúquer y la Serra de Corbera hemos documentado un pequeño sistema ortogonal de orientación norte-sur. Aparece un tanto desdibujado debido a los condicionantes físicos de
la zona, que se enmarca entre el río y las montañas. Se implanta
en parte sobre un antiguo marjal, lo que parece también condicionar su morfología, tendente a formar rectángulos (figura 34).
En el área que se extiende al oeste del Magre y al norte
del Xúquer documentamos un gran sistema viario de morfología ortogonal. Sus ejes longitudinales se orientan en sentido
noroeste-sureste, lo que indica que dicha estructuración territorial está fuertemente condicionada por los elementos físicos
del área de estudio: las elevaciones del Sistema Ibérico y los
cursos hídricos (figura 35). Su implantación se ha documentado prácticamente en toda la llanura aluvial desde Alfarp hasta
l’Ènova, y sus límites se caracterizan claramente: al norte el
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Figura 29. Sistemas viarios
ortogonales de todas las épocas
en el área entre el Barranc del
Puig y el Barranc del Carraixet.
1. Puçol, 2. El Puig,
3. Rafelbunyol, 4. Pobla de
Farnals, 5. Massamagrell,
6. Museros, 7. Massalfassar,
8. Albuixech, 9. Mahuella,
10. Albalat dels Sorells,
11. Foios, 12. Vinalesa,
13. Meliana, 14. Cases de
Bàrcena, 15. Bonrepós,
16. Mirambell, 17. Almàssera.
eje formado por el Magre y el bajo Xúquer; al sur y al oeste el
límite es dibujado por las elevaciones montañosas que delimitan la llanura aluvial.
El eje que articula el sistema se ha podido identificar
a lo largo de 57 km, con el actual Camino de Xàtiva que
arranca en La Loma (Cheste), donde coincide con la Cañada Real de Aragón (figuras 35 y 36). Describe una línea
prácticamente recta, de orientación noroeste-sureste, hasta
llegar al Xúquer, a la altura de Alberic, donde se desvía ligeramente hacia el oeste para cruzar el río por el paso de la
Barca, cerca del yacimiento andalusí de Alcosser (Alberic).
Su papel como elemento estructurador del territorio a nivel
histórico se manifiesta (entre otros factores) en la relación de
la vía con el poblamiento de diferentes periodos, como veremos más adelante.
Finalmente, entre los ríos Xúquer-Magre y el área de
Xàtiva otro gran sistema ortogonal se extiende por la zona
de llanura hasta la Serra Grossa y el río Canyoles (figura 36).
La topografía y la red hidrográfica determinan la orientación
noroeste-sureste de esta llanura interior que se encaja entre
diversos sistemas montañosos y los ríos Xúquer-Magre. Debido a la adaptación al territorio y dependiendo de la zona, su
orientación varia ligeramente, aunque en general se observan
ejes bastante rectilíneos. La antigua Carretera de Barcelona,
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Figura 30. Sistemas viarios ortogonales de todas las épocas entre el Barranc del Carraixet y el río Turia.
Figura 31. Sistemas viarios ortogonales de todas las épocas entre el Barranc del Carraixet y el río Turia en el área de Llíria.
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Figura 32. Sistemas viarios ortogonales de todas las épocas en “Les Encreullades” y el Pla de Quart y su relación con el poblamiento. 1. El
Pou de la Sargueta, 2. Aeroport, 3. Rosafina, 4. Les Basses, 5. La Punxa, 6. Masia de Cardona, 7. Ereta dels Moros, 8. L’Alter I.
aunque se adapta también a la topografía, no parece tener nada
que ver con el sistema, puesto que su recorrido marca una diagonal respecto a éste.
IV.1.3. Vías naturales de tránsito e itinerarios regionales
Hemos incluido en este apartado un conjunto de vías que
articulan el territorio aprovechando los condicionantes físicos del mismo: caminos de montaña (carenas y corredores
por valles) y vías que se adaptan a la hidrología. Su morfología no viene determinada por factores culturales sino por
los imperativos físicos del área en que se implantan de modo
que la adscripción cultural de estas estructuras es muy compleja, pues establecer relaciones estratigráficas y secuencias
temporales es prácticamente imposible. En general estos
recorridos, cuyo origen puede ser ancestral y su uso diacrónico, aparecen relacionados con asentamientos de todas las
épocas y pueden ser vías pecuarias o partes de itinerarios
regionales (figura 37).
Respecto a las vías cuya morfología viene determinada
por la hidrografía podemos hallar pasos fluviales, vías coincidentes con los límites de los marjales o con el recorrido de
los cursos hídricos. En este último tipo, la hidrografía determina la comunicación interior-costa y a veces también la morfología viaria.
A escala regional, existen una serie de vías que comunican el
área de estudio con otras zonas. En algunos casos éstas pueden
formar parte de sistemas radiales y ortogonales, en otros coinciden con vías naturales de tránsito. Generalmente no se trata de una
sola estructura viaria, sino de un haz de líneas (vías) que constituyen una ruta, un itinerario común. En nuestra área de estudio se
pueden distinguir hasta 7 rutas de comunicación interregional: el
corredor litoral norte-sur, una ruta de orientación sureste-noroeste
que comunica el área de Sagunt con Aragón, una tercera que pone
en relación Valencia y Aragón pasando por Llíria (a ésta se le
uniría la ruta desde Sagunt), una cuarta de orientación similar que
comunica Valencia con Castilla-La Mancha y Castilla-León a través de Teruel, la quinta comunica Valencia con Cuenca y Madrid,
un sexto itinerario enlaza Xàtiva con Teruel y uniéndose a la ruta
Valencia/Cuenca y, por último, una ruta de orientación norestesuroeste que une el área de Xàtiva con Albacete.
IV.2. LA RED DE IRRIGACIÓN
Nuestro análisis de la red de irrigación se centra en los sistemas
de riego de derivación fluvial de l’Horta de València, es decir,
las siete acequias del Tribunal de les Aigües2 y la Reial Séquia
2 Acequias de Favara, Rovella, Rascanya, Tormos, Mislata, Mestalla, Quart-Benàger-Faitanar.
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Figura 33. Sistemas viarios
ortogonales de todas las
épocas entre el río Turia
y los ríos Magre-Xúquer.
1. Torrent, 2. Picanya,
3. Paiporta, 4. Albal,
5. Beniparrell, 6. Alcàsser,
7. Silla, 8. Picassent,
9. Almussafes, 10. Sollana,
11. Benifaió, 12. Alginet,
13. Albalat de la Ribera,
14. Algemesí, 15. Sueca.
de Montcada, por haber sido éstos objeto de diversos trabajos de
investigación en la última década (Guinot y Selma, 2008; Guinot,
2006c, 2006b, 2007, 2008a, 2008b y 2008c; Esquilache, 2011,
2015 y 2016; Esquilache y Royo, en prensa). Además, fuera del perímetro de l’Horta de València, hemos incluido el sistema de la Sèquia Major de Torrent, que es mucho menor y no capta las aguas
del Turia sino del Barranc de Torrent, pero que también ha sido
analizado por estos investigadores (Guinot, 2006a) (figura 38).
La base de estos trabajos, que se insertan en la disciplina de
la Arqueología Hidráulica (Barceló, 1989), es la constatación de
la existencia de las líneas de rigidez de los sistemas hidráulicos,
lo que significa que el diseño original de los canales principales
es difícilmente modificable, ya que su construcción depende de
la topografía del territorio.
Los análisis llevados a cabo por el Grupo de Investigación
de Historia Medieval de la Universitat de València, dirigido
por E. Guinot y J. Torró, han permitido identificar la morfología original de los sistemas hidráulicos de l’Horta de València
y establecer su datación en época andalusí, con diversas fases constructivas que se enmarcan entre los siglos VIII y XII
(Esquilache, 2016) además de las ampliaciones posteriores de
época feudal. Según los trabajos realizados por este equipo,
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Figura 34. Sistemas viarios ortogonales en el área del marjal y Serra de Corbera.
basados en la combinación del análisis morfológico de las acequias y la incorporación de datos históricos y arqueológicos, la
estructura de los sistemas de regadío está estrechamente relacionada con el tipo de sociedad que los construyó (Esquilache,
2016: 47-76; Guinot, 2007). Esta metodología les ha permitido
identificar las parcelas que fueron construidas originariamente, ya que están limitadas por regadoras, sendas de acceso y
límites de terraza, no correspondientes con las parcelas catastrales (cuya creación es posterior). Cada uno de los espacios
hidráulicos (que pueden estar formados por varias áreas de
regadío) se identifica con un núcleo de población (alquería,
ciudad, rahal, etc).
La superficie de las parcelas en los sistemas andalusíes no
persigue la uniformidad (como sí lo hacen los sistemas feudales) sino que éstas se caracterizan por su irregularidad, ya que su
diseño depende de las pendientes del terreno (Esquilache, 2016:
177). En los casos en que hay regularidad (Massanassa, Benetússer, Binata, Borbotó o Benàger) ésta se da porque los parcelarios
se encuentran en un área llana o en marjales desecadas.
Asimismo, algunos de los cajeros de estos sistemas han
sido documentados en diversas intervenciones arqueológicas,
de manera que su construcción se ha podido datar en el período andalusí. Así ha sido en los casos de Mestalla (Algarra y
Berrocal, 2014; Esquilache, 2016: 220), Rascanya (Esquilache,
2016: 222) y Rovella (Esquilache, 2016: 215). Concretamen-
te en los casos de Rovella y Tormos se ha podido concretar la
datación gracias a excavaciones arqueológicas, aunque dichas
dataciones son relativas.
En su tesis doctoral F. Esquilache propone que la construcción de estos dos sistemas (Mestalla y Rascanya) se llevó a cabo
en época emiral, es decir entre finales del siglo VIII e inicios del
IX (Esquilache, 2016: 215-217), al tiempo que sugiere que los
sistemas de Favara y Quart-Benàger-Faitanar fueron construidos en esta misma fase (Esquilache, 2014 y 2015; Esquilache y
Royo, en prensa).
Esquilache define la evolución de la Huerta de Valencia mediante la combinación del estudio de documentación histórica,
datos arqueológicos y el análisis morfológico de los sistemas de
irrigación. El propio autor señala que la comprobación de sus
hipótesis debería venir de la mano de intervenciones arqueológicas y éstas, a día de hoy, no son suficientes para datar los
sistemas con fiabilidad absoluta, pues son escasas y se limitan
físicamente a las cercanías de la ciudad de València.
Sistema de Rovella:
En la C/ Salvador Giner, una excavación arqueológica dató
en el siglo X la destrucción de un molino del Sistema de Rovella por una avenida del río Turia. Esta fecha antequem indica
que el canal ya estaba construido en ese momento. Además, la
documentación de una adobería datada en siglo IX también alimentada por el sistema de Rovella, así como la construcción de
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Figura 35. Sistemas viarios
ortogonales de todas las
épocas en el área entre los ríos
Xúquer y Magre. 1. Llombai,
2. Catadau, 3. Alfarp,
4. Carlet, 5. Benimodo,
6. L’Alcúdia, 7. Guadassuar,
8. Montortal, 9. Massalavés,
10. Alberic, 11. Carcaixent,
12. La Pobla Llarga,
13. L’Ènova, 14. Manuel.
la almunia de Russafa, datada por las fuentes en el siglo IX y
regada por Rovella, indican que ese sistema en cuestión estaba
construido y consolidado en el siglo IX.
Sistema de Tormos:
También la construcción del sistema de Tormos se ha podido
datar, como mínimo en el siglo X, a partir del estudio por parte
de Sergi Selma del Partidor de les Llengües del Raig, aunque
este arqueólogo cree el sistema podría ser anterior.
Sistema de Mestalla:
En las excavaciones del Nou Estadi de Mestalla se documentó un tramo de 200 m de la acequia principal de Mestalla
y otro tramo de la acequia de Petra. Este tramo de Mestalla
se ha datado en un momento anterior al siglo XII, pues en el
XII se produce una reforma que amplía la anchura del canal
-y su capacidad hidráulica- que pasa de tener 1’70 i 2’20 metros, a 4 metros de ancho (Algarra y Berrocal, 2014). También en este momento se construye un molino. Esquilache y
Guinot deducen que Mestalla es la conjunción de tres sistemas individuales: Petra, Algirós y Rambla, que correspondían
a tres núcleos de población (Esquilache, 2016: 226). La excavación dirigida por Algarra y Berrocal confirma este punto, pues la ampliación de la canal documentada en la intervención responde seguramente a la unión de los tres brazos
en un solo sistema.
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Figura 36. Sistemas viarios ortogonales de todas las épocas en el área de Xàtiva. 1. Càrcer, 2. Alcàntera, 3.
Beneixida, 4. Manuel, 5. Llosa de Ranes, 6. Sorió, 7. Rotglà i Corberà, 8. Torrent d’En Fenollet ,9. Llanera de
Ranes, 10. Torrella, 11. La Granja de la Costera, 12. Vallés, 13. Aiacor, 14. Alcúdia de Crespins, 15. Canals,
16. Annauir, 17. Novetlé.
Sistema de Rascanya:
La excavación del Monestir de Sant Miquel dels Reis permitió datar la antigua alquería andalusí de Rascanya/Isba (ubicada
bajo el monasterio) en el siglo XI. Poor tanto, la construcción de
la acequia data, como mínimo, de ese momento.
Sistema de Favara:
Finalmente, para el sistema de Favara, el origen de la alquería de Benetússer se ha podido datar en el siglo X gracias
a las excavaciones realizadas en plaza de la Iglesia (Escribà y
Barceló, 1990).
Fuera de los sistemas fluviales de l’Horta, solamente podemos hablar del sistema de irrigación de Torrent. Aunque no
existen excavaciones que permitan datar las estructuras, sabemos que el sistema se construyó en época andalusí (Guinot y
Selma, 2006) y, si lo relacionamos con los resultados de las excavaciones arqueológicas realizadas en el entorno de la Torre
de Torrent, que han permitido data el origen de la alquería al
menos en el siglo XI, tendríamos una fecha antequem para la
construcción del sistema.
Puesto que no es el tema de esta tesis, no nos extenderemos
en los detalles del análisis morfológico llevado a cabo por Ferran Esquilache, sino que nos limitaremos a exponer sus conclusiones, que hemos aplicado a nuestro estudio:
Según Esquilache se pueden diferenciar tres fases en la construcción de los sistemas de irrigación durante el período andalusí:
IV.2.1. Fase 1. Emirato de Córdoba:
finales del siglo VIII-principios del siglo X
En esta fase se construyen los primeros sistemas de irrigación
de derivación fluvial de la Huerta de Valencia (figura 39). Según el estudio de Esquilache, en la actual comarca de l’Horta
Sud todos los núcleos de población asociados con áreas de regadío de este período tienen nombre de origen latino, mientras
en l’Horta Nord son aproximadamente la mitad. Este hecho
podría ser demostrativo de una cierta continuidad del poblamiento desde época visigoda, aunque por el momento este
punto no está confirmado con datos arqueológicos.
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Para esta fase se ha documentado también la reutilización de
algunas estructuras de origen romano. Un ejemplo lo constituye
la reutilización parcial en el Sistema de Rovella del acueducto
que llevaba agua a València (Esquilache, 2016: 186), aunque en
general acueducto y acequia no discurren exactamente por el
mismo lugar sino que lo hacen a cotas diferentes.
IV.2.2. Fase 2. Califato de Córdoba:
principios del siglo X-principios del siglo XI
En este momento, según Esquilache, tuvo lugar una primera
ampliación de los sistemas originales, coincidente con una fase
de intensificación en la ocupación territorial (fundación de nuevos núcleos)3 y con la consolidación de la ciudad de Balansiya
(figura 40).
IV.2.3. Fase 3. Reinos de Taifa:
inicios del siglo XI-XIII
A partir del siglo XI se produce la intensificación de la ocupación y explotación del territorio mediante el encaje de nuevas
áreas de regadío en los espacios libres de las áreas irrigadas.
También algunos sistemas se extenderán hacia el norte y el sur.
Esta fase coincide con el período del Reino Taifa de Balansiya,
durante el cual la ciudad adquiere un verdadero carácter urbano
y se consolida e intensifica el poblamiento rural (figura 41).
A nivel arqueomorfológico, tanto las acequias principales
como sus ramales secundarios (braçals) articulan el territorio
donde se implantan, puesto que determinan la estructura del
parcelario y en algunos casos la morfología de los ejes viarios. Muchos de los elementos de la red de irrigación coinciden con vías históricas radioconcéntricas y ortogonales,
hecho que pone de manifiesto que en algunos casos el diseño de los cajeros estuvo condicionado por la existencia de
ejes viarios precedentes (Esquilache, 2016: 86). La caracterización de la evolución de los sistemas hidráulicos y la datación de los canales es muy importante para establecer cronologías absolutas de la red viaria, como se explicará en el
apartado 4.3.
IV.3. PROCESOS DE IMBRICACIÓN Y SECUENCIAS
DE CRONOLOGÍA RELATIVA
Una vez dibujados en el proyecto SIG los sistemas principales de estructuración territorial, se pueden documentar las diferentes “relaciones estratigráficas” existentes entre ellos.
En general, para toda el área de estudio, son cuatro los procesos básicos documentados:
Borrado: es probablemente el proceso más evidente. Se da
cuando el sistema que estructura el territorio en una fase concreta desaparece total o parcialmente en las áreas donde se implanta un nuevo sistema (figuras 42 y 43). En toda el área de estudio,
especialmente en las zonas de llanura aluvial, se observa cómo
la implantación de sistemas viarios radioconcéntricos conllevó
el borrado parcial de los sistemas viarios ortogonales, necesariamente anteriores. Este mismo fenómeno se documenta en las
3 Lo que concuerda con la datación arqueológica del origen de Benetússer en el siglo X (Escribà y Barceló, 1990).
Figura 37. Vista general de los itinerarios regionales en el área
de estudio.
áreas donde se insertaron los sistemas de regadío andalusíes, de
modo que algunas de las vías que formaban parte de sistemas
ortogonales se vieron “cortadas” o eliminadas por la construcción de los canales de riego.
Captación y transformación: en otros casos no se produce la eliminación sino la transformación de las estructuras del
sistema precedente para adaptarlas a la nueva lógica territorial
(figura 44).
El estudio arqueomorfológico muestra cómo diversos
ejes viarios de los sistemas radioconcénticos captaron vías
de sistemas ortogonales para transformarlas y adaptarlas al
nuevo sistema. Este proceso se ha observado repetidamente en el área de estudio y ha permitido determinar que algunos sistemas de morfología ortogonal son anteriores a los de
morfología radial.
Confluencia o adaptación al recorrido de estructuras
preexistentes: se observa sobre todo en las áreas donde los
sistemas de regadío han sido incluidos en el análisis. Lo más
habitual es que algunos tramos de los canales de irrigación se
solapen o discurran junto a tramos de vías preexistentes de
morfología ortogonal (figura 45). Por algún motivo (topográfico o de morfogénesis) en algunos casos la implantación de
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Figura 38. Sistemas
hidráulicos de derivación
fluvial de la Huerta de Valencia
durante el período andalusí
(según Esquilache, 2016:
figura 24, p. 369).
los canales de irrigación no implicó la destrucción de las vías
precedentes si no su perpetuación mediante un “aprovechamiento”. Es posible que en otras áreas con presencia de regadío histórico (que aquí no hemos estudiado) se dé esta misma
relación estratigráfica entre vías y canales que, por otro lado,
ha sido también documentada por otros investigadores (Esquilache, 2011).
“Apoyo” de caminos en otros anteriores: se da cuando
el punto final del camino más moderno desemboca en una vía
precedente, mostrando cómo, a pesar de la nueva articulación
territorial en un área micro, la estructuración a gran escala viene
marcada por vías anteriores que son determinantes en la lógica
territorial. En la figura 46 se observa cómo las vías radiales ge-
neradas por Almussafes se apoyan en un eje viario fuerte, que
es el Camino del Convento (posteriormente transformado parcialmente en la Carretera de Silla). Un camino de la red radial
de Benifaió se apoya en la Antigua Carretera de Barcelona (en
las minutas, Carretera de Silla a Alzira). Por último, algunos
ejes viarios del sistema radial de Alginet que se dirigen hacia el
noroeste, se apoyan en el Camino de Alfarp a Benifaió y en otro
camino parcialmente abandonado que coincide con la línea de
término municipal.
La detección de estos procesos permite seleccionar y descartar las morfologías más modernas de modo que las más antiguas
se identifican de manera más evidente, adquiriendo sentido cada
estructuración dentro una configuración territorial coherente.
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Figura 39. Imagen general de l’Horta de
València entre finales del siglo VIII
e inicios del X. Canales y áreas de
regadío (según Esquilache, 2016,
figura 31, p. 371). Sistema de Montcada
(1. Paterna A, 2. Paterna B, 3. Montcada
A, 4. Montcada C). Sistema de Tormos
(5. Binata, 6. Borbotó, 7. Coscollana,
8. Tormos, 9. Benicalap). Sistema de
Mestalla (10. Benimaclet, 11. Rambla A,
12. Cinqueros, 13. Algirós). Sistema de
Quart-Benàger-Faitanar (14. Quart A.,
15. Quart B, 16. Quart C). Sistema de
Mislata (17. Xirivella A, 18. Xirivella B,
19. Andarella C, 20. Andarella B,
21. Andarella A). Sistema de Favara
(22. Batrayr al-Fawqiya, 23. Al-Tell,
24. Malilla 25. Batrayr as-Safliya).
Sistema de Rovella (26. Russafa,
27. Roteros). Se refleja la hipótesis
-no comprobada- de que en esta fase
tuvieran lugar desecaciones parciales de
marjales Carpesa, Cabanyal y Russafasectores finales de los sistemas de
Tormos, Mestalla y Rovella.
Figura 40. Imagen general de l’Horta
de València entre inicios del siglo X
e inicios del siglo XI. Canales y áreas
de regadío (según Esquilache 2016,
figura 31, p. 371). Áreas de regadío:
Sistema de Montcada (1. Montcada,
2. Benifaraig). Sistema de Tormos
(3. Carpesa, 4. Beniemen ,5. L’Olleria).
Sistema de Rascanya (6. Rascanya A,
7. Carraixet, 8. Rascanya B). Sistema de
Mestalla (9. Rambla B, 10. Rambla C).
Sistema de Quart-Benàger-Faitanar
(11. Quart D, 12. Banu Agger,
13. Mormany, 14. Cotelles, 15. Raikun).
Sistema de Favara (16. Bani Mas’ud,
17. Pala, 18. Bani Sidabi, 19. Al-Hufar,
20. Bani Tuzari, 21. Awraba, 22. Manzil
Nsr, 23. Al-Bu’ay’al, 24. Bani-Ahmad?,
25. Qat’a ar-Ruaya). Sistema de Mislata
(26. Rahal Axuterni). Se refleja la
hipótesis -no comprobada- del proceso
de desecación de los marjales del
Cabanyal, Russafa y Carpesa en los
sistemas de Tormos, Mestalla y Rovella).
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Figura 41. Imagen general de l’Horta
de València entre inicios del siglo XI
y mediados del XIII. Canales y áreas
de regadío (según Esquilache 2016,
figura 31, p. 371). Áreas de regadío:
Sistema de Montcada: 1. Montcada D,
2. Massarrojos, 3. Godella. Sistema de
Tormos: 4. Beniau, 5. Burjassot,
6. Beniferri, 7. Benimàmet, 8. Benitaha.
Sistema de Rascanya: 9. Massamardà,
10. Almàssera, 11. Rafalterràs,
12. Alboraia, 13. Rascanya C. Sistema
de Mislata: 14. Mislata A, 15. Mislata B.
Sistema de Quart-Benàger-Faitanar:
16. Quart E o Albaida, 17. Faitanar A,
18. Faitanar B, 19. Faitanar D,
20. Faitanar C. Sistema de Favara:
21. Raiosa, 22. Baytala, 23. Sant Vicent,
24. Rahal Ibn Salbat o Qaryat al-Rahal,
25. Rahal Ibn Mufarrig.
Figura 42. Proceso de borrado
(áreas naranja) de diversos ejes de
sistemas viarios de morfologías
ortogonal y radial en las áreas de
implantación del Sistema de Favara.
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Figura 43. Proceso de borrado (en
naranja) generalizado de ejes viarios de
morfología ortogonal al sur de
Torrent, debido a la implantación
de un fuerte sistema viario
radioconcéntrico generado por esta
población (fundación antequem s. XI).
Figura 44. Proceso de captación/
transformación (flechas amarillas)
de diversos ejes viarios de un sistema
ortogonal para adaptarlos a la nueva
morfología viaria radioconcéntrica
generada por Alginet y Benifaió
(fundaciones anteriores al siglo XII).
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Figura 45. Procesos de
adaptación de algunas trazas
del sistema de regadío de
Favara a un sistema viario
ortogonal anterior (flechas rojas).
En la zona norte del sistema
de regadío, al sur de Russafa,
se observa en cambio un
proceso de borrado de los
ejes viarios precedentes a la
construcción de los canales de
Favara (área naranaja).
Asimismo, aunque nos ocuparemos del poblamiento en un apartado posterior, es importante tener en cuenta las características
de los asentamientos que se asocian a cada estructuración.
Todas estas dinámicas se documentan ampliamente en toda
la zona de estudio, hecho que ilustramos a continuación con las
siguientes figuras ordenadas de norte a sur.
En el área de la Vall de Segó (figura 47), al noroeste de
Sagunt, se documentan pequeños sistemas viarios de morfología radial con centro en Benavites y Quartell y posiblemente
en el yacimiento arqueológico de Rubau (alquería islámica).
A pesar de que las diferentes morfologías viarias se encuentran muy condicionadas por las elevaciones, se observan di-
versos procesos. El análisis arqueomorfológico ha permitido
identificar procesos de borrado y captación/transformación
entre sistemas viarios ortogonales y radioconcéntricos. También se observan otras “anomalías” como zigzags o adaptaciones parciales de vías radiales al recorrido de vías precedentes ortogonales.
En la figura 48 se observa el gran sistema viario radial que
domina el área circundante a Sagunt. El análisis arqueomorfológico ha permitido identificar procesos de borrado y captación/
transformación entre sistemas viarios ortogonales y radioconcéntricos. En algunos casos, la red radioconcéntrica intercepta
y elimina tramos de vías del sistema ortogonal. En otros, las
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Figura 46. Procesos de borrado (áreas naranja), apoyo (flechas verdes) y captación (flechas amarillas) en el área de
Alginet-Sollana.
Figura 47. Procesos documentados en el área de la Vall de Segó (al noroeste de Sagunt).
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Figura 48. Procesos
de borrado (flechas
naranja) y captación/
transformación
(flechas amarillo) en
el área de Sagunt.
Figura 49. Procesos
de borrado (flechas
naranja) y captación/
transformación (flechas
amarillo) en el área del
Barranc del Puig.
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Figura 50. Procesos de
captación/transformación
(flechas amarillo) y de borrado
(áreas naranja) entre los
sistemas viarios en el área
norte del Barranc del Carraixet.
vías radiales captan y modifican parcialmente el recorrido de
ciertas vías ortogonales preexistentes para adaptarlas a la nueva
estructuración territorial.
Al sur de Sagunt (figura 49), en el área del Barranc del
Puig, se repiten las mismas dinámicas. Se detectan escasos pero
significativos ejemplos de borrado y captación. De nuevo son
las vías de los sistemas radioconcéntricos las que eliminan o
modifican las de morfología ortogonal, reforzando la secuencia
de cronología relativa que hemos propuesto más arriba.
Al norte del Barranc del Carraixet (figura 50) se documentan algunos sistemas viarios radiales con implantación débil
y diversos canales de regadío de los sistemas de Rascanya y
Montcada. A pesar del predominio de los sistemas viarios ortogonales, la imbricación de la red radial de caminos y la red de
canales respecto a la red viaria ortogonal es significativa.
En el área circundante a València por el norte (figura 51),
se documentan diversos procesos de borrado de los sistemas
viarios ortogonales en las áreas de mayor implantación de los
sistemas de irrigación de Rascanya, Mestalla, Tormos y Montcada. Esta secuencia de cronología relativa sitúa la implantación de los sistemas viarios ortogonales en una fase anterior a
la construcción de los sistemas de irrigación citados.
Al sur y al oeste de València, en el área entre el río Turia
y el Barranc de Torrent (figura 52), se observa el proceso de
borrado en diversos sectores. En todos ellos, los sistemas viarios
ortogonales se ven afectados por la implantación de los sistemas
viarios radioconcéntricos y los sistemas de irrigación. Se trata
de un área compleja en que el análisis arqueomorfológico ha
permitido distinguir la secuencia temporal en la construcción de
estos tres elementos.
En esta misma área, en la zona oeste (figura 53) se observa que los sistemas de irrigación de Mislata y Quart-BenagerFaitanar tienen un peso importante en el territorio. Ambos se
debieron implantar en áreas en las que ya existía una red viaria
de morfología ortogonal, pues el análisis arqueomorfológico
permite detectar cómo la construcción de los canales de rega-
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Figura 51.
Procesos de borrado
(áreas naranja) de
los sistemas viarios
ortogonales en el
área al norte
de Valencia.
dío eliminó parte de las vías ortogonales. La misma secuencia
se documenta entre los sistemas viarios radioconcéntricos y los
ortogonales observándose el proceso de borrado (y en algunos
casos la captación/transformación).
Lo mismo ocurre en el área de implantación del sistema de regadío de Favara (figura 54) donde se documenta
el borrado de los sistemas viarios ortogonales en la zona entre Patraix y Russafa. Se observa un proceso de adaptación
del diseño de la red de canales (incluido el canal principal) al
sistema viario precedente. Por tanto, puede afirmarse que los
ejes viarios ortogonales son anteriores a la implantación del
sistema de Favara.
Entre el Barranc de Torrent y el de Picassent, en el área
de influencia de la ciudad de Torrent (figura 55), se documenta la
misma secuencia entre sistemas viarios radiales y ortogonales y
sistemas de regadío. El sistema viario radial generado por Torrent
eliminó casi la totalidad de la estructuración viaria precedente
excepto en tres casos: caminos de Santa Anna, del Realón y de
València/dels Fornets. Además, la instalación del sistema de regadío de El Ràfol-Picanya-Torrent, se adaptó tanto a vías del sistema radial y como a algunos ejes del sistema ortogonal.
Más al sur, entre el Barranc de Picassent y el Barranc
Fondo (figura 56), las poblaciones de Silla, Alcàsser y Picassent generan también sistemas viarios de morfología radioconcéntrica que borran el sistema viario ortogonal y en
algunos casos modifican mediante el proceso de captación el
recorrido de vías ortogonales para adaptarlas a la nueva articulación territorial.
Inmediatamente al sur, entre el Barranc Fondo y el Barranc dels Algadins (figura 57), Alginet, Benifaió, Almussafes y Sollana son cuatro núcleos generadores de sistemas viarios radioconcéntricos. Se trata de una zona compleja en la
que el análisis arqueomorfológico ha permitido documentar,
además de los procesos de borrado y de captación/transformación, procesos de “apoyo” de algunas vías de sistemas radiales en otros ejes morfogenéticos.
En la estrecha llanura que queda al suroeste del río Magre y al
norte del Xúquer se documentan también estos tres tipos de procesos: borrado, captación y “apoyo” de algunas vías radiales en vías
preexistentes del sistema ortogonal poniendo de manifiesto la relación de anterioridad/posterioridad ya mencionada (figura 58).
Finalmente, entre el Riuet dels Ulls y el río Xúquer, Alberic, Massalavés y los asentamientos andalusíes de Alcosser y Mulata son generadores de sistemas viarios radiales (figura 58). El
de mayor implantación es sin duda el de Alberic que, además de
interconectarlo con otros asentamientos, lo hace con vías naturales que se adentran en el área de montaña interior. En esta zona se
documentan también procesos de captación, borrado y “apoyo”
que confirman la anterioridad del sistema viario ortogonal respecto a los sistemas radioconcéntricos.
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Figura 52. Vista general de los procesos de borrado (áreas naranja) documentados en la zona entre el río Turia y el Barranc de Torrent.
Recapitulando, la secuencia de cronología relativa deducida
del análisis arqueomorfológico, tal como se ha detallado a lo
largo de este apartado, es la siguiente:
En la primera fase se establecen los pasos naturales o vías cuyo recorrido está determinado por elementos físicos del territorio en el que se implantan. Debido a sus características
específicas, son vías difíciles de analizar desde la perspectiva arqueomorfológica, puesto que habitualmente es complejo
insertarlas en una secuencia de cronología relativa. Algunas
de ellas podrían retrotraer su momento de creación a época
prehistórica y siguen en uso en la actualidad debido, sin duda,
a la idoneidad de su recorrido.
En segundo lugar, se documenta una fase en la que se incluye una parte de los sistemas viarios ortogonales. Éstos son borrados por la implantación de sistemas viarios radioconcéntricos
o por la implantación de sistemas de regadío y, por tanto, son
anteriores a los mismos.
En la siguiente fase se produce la implantación de algunos
sistemas viarios radiales con centro en núcleos históricos y además la construcción de una parte de los sistemas de irrigación de
la Huerta de Valencia.
En la cuarta fase se observan en toda el área de estudio diversos sistemas de tendencia ortogonal que son posteriores a
la implantación de los sistemas viarios radioconcéntricos y de
los sistemas de regadío puesto que son prolongaciones de éstos.
Este proceso se observa de manera muy evidente en las zonas
de marjal litoral o interior. Además, en algunos casos la documentación escrita de época medieval y moderna identifica estos sistemas y permite datarlos y asociarlos a parcelaciones y/o
desecaciones de marjales de estas cronologías (Torró, 2010 y
2012a; Torró et al., 2014).
Finalmente, se construyen las grandes infraestructuras de comunicación: tren, autopistas y otras carreteras que en determinadas ocasiones no siguen la estructuración tradicional del territorio.
IV.4. CARACTERIZACIÓN DE LAS TRAZAS A PARTIR
DE LA PROSPECCIÓN
La lectura arqueológica del paisaje permite caracterizar sobre el
terreno el territorio, puesto que es un elemento en transformación, producto y reflejo de las actividades humanas. El análisis
arqueomorfológico pone en evidencia la presencia en el paisaje
de elementos de cronología diversa y, por lo tanto, la necesidad
de llevar a cabo un estudio estratigráfico del mismo. En este sentido, la prospección es un método fundamental y es la consecuencia de la investigación desarrollada previamente, es decir de la
cartointerpretación y la fotointerpretación, que a menudo indican la potencialidad arqueológica de diferentes sectores (Palet,
1997: 81). Antes de realizar la prospección deben tenerse en
consideración los procesos geomorfológicos que han afectado
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Figura 53. Procesos de
borrado (áreas naranja)
documentados en el área
de los sistemas
de irrigación de Mislata y
Quart-Benager-Faitanar.
al territorio en cuestión para evitar errores en los resultados del
trabajo: por ejemplo, cualquier prospección desarrollada en un
área con potente sedimentación aluvial será un trabajo en vano,
pues los restos arqueológicos pueden estar sepultados bajo metros de tierra.
Las hipótesis establecidas sobre las trazas viarias a partir
del análisis arqueomorfológico en SIG (cartointerpretación y
fotointerpretación) requieren ser contrastadas sobre el terreno.
La información que proporciona la prospección arqueomorfológica complementa las restituciones teóricas en SIG, proporcionando nuevos elementos de datación y permite integrar
las estructuras viarias en el paisaje humanizado evidenciando
su relación con otros elementos antrópicos del paisaje (Palet,
1997: 82). Generalmente las vías no proporcionan elementos
de datación absoluta y es necesario identificar en el terreno
las relaciones estratigráficas de anterioridad y posterioridad
entre estructuras o elementos que reforzarán las propuestas de
secuencias relativas.
Uno de los factores que se puede documentar en la prospección arqueomorfológica es la erosión de las vías, que se presentan en forma de estructuras negativas (caminos hondos), lo que
se suele relacionar con el inmovilismo de las trazas (Palet, 1997:
83). Esta característica puede venir dada por las reparaciones o
bien por el desgaste del subsuelo. En estos casos la continuidad
de uso de las vías implica la eliminación de los niveles antiguos,
puesto que éstos habrían quedado en los niveles superiores y por
tanto habrían desaparecido. Respecto a las carriladas, algunos
investigadores han puesto de manifiesto la falta de relación entre este registro y una supuesta antigüedad de las trazas (Vion,
1989b), sobre todo en terrenos de erosión fácil donde el tránsito
intenso puede generar estas marcas en poco tiempo.
También se documenta el frecuente abandono de las trazas
viarias vinculado con la desaparición de las actividades relacionadas con ellas. Otro fenómeno es el abandono de trazas hondas y la reconstrucción del camino justo al lado del antiguo, un
hecho que ha permitido que se preserve el elemento histórico y,
por tanto, su registro en la prospección.
En otras ocasiones, las reparaciones se han producido mediante el asfaltado de los caminos hondos que siguen en uso y
actualmente son de tránsito rodado a nivel local, de manera que
se frena el proceso erosivo pero el camino conserva la estructura
negativa pudiendo documentarse los perfiles estratigráficos.
Se puede decir por tanto que el inmovilismo de las trazas pone de manifiesto la idoneidad del trazado de las vías en cuestión.
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Figura 54. Procesos de adaptación (flechas rojas) y borrado (áreas naranja) en el área de implantación de Favara.
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Figura 55. Procesos de borrado (área naranja), adaptación (fechas rojas) y captación/transformación (flecha amarilla)
en el área al sur de Torrent.
Mediante la prospección arqueomorfológica se puede trabajar también sobre las anomalías viarias documentadas en SIG y
sobre las hipótesis de secuencias de cronología relativa, aunque
el estudio regresivo de la documentación escrita, la ocupación del
territorio y la distribución del poblamiento proporcionan la mayor parte de elementos de datación. La relación de vías con otros
elementos presentes en el paisaje tales como yacimientos arqueológicos, elementos etnográficos u otras estructuras históricas, facilita la corroboración de las secuencias relativas y en algunos
casos puede proporcionar dataciones. Además, la comprobación
sobre el terreno puede facilitar la lectura arqueomorfológica y la
identificación de diferentes fases entre los sistemas viarios.
El trabajo de campo también permite explicar las características de la morfología viaria en relación con determinados elementos del medio físico como pueden ser los trazados
de barrancos y ríos. El uso viario de barrancos se ha documentado ampliamente en toda el área de estudio pudiendo darse
dos situaciones:
En una de ellas, determinados cursos naturales son usados
como caminos cuando no llevan agua (los barrancos suelen estar secos la mayor parte del tiempo). En algunos casos, estas
trazas aparecen representadas en la cartografía como vía y barranco (figuras 60 y 61).
En la segunda, las estructuras viarias negativas (caminos
hondos y límites parcelarios) a menudo actúan como drenajes
del terreno en episodios torrenciales, lo que contribuye a su erosión. En estos casos, habitualmente los caminos aparecen representados en la cartografía como cursos de agua, aunque en
realidad no lo son (figuras 62 y 63).
Áreas seleccionadas y descartadas:
Los trabajos realizados en SIG han integrado datos multidisciplinares, de modo que han permitido identificar las áreas con
gran potencial para el trabajo de campo y descartar otras.
El crecimiento urbano ha hecho descartar determinadas
áreas que presentaban un registro arqueológico y viario interesante, pues se preveía un resultado negativo de la prospección
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Figura 56. Procesos de borrado (áreas naranja) y captación (flechas amarillas) en el área al sur del Barranc de Picassent.
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Figura 57. Procesos de borrado (áreas naranja) documentados en el área entre el Barranc Fondo y el Barranc dels Algadins.
debido a la desaparición de los elementos tradicionales del paisaje histórico. Concretamente esto ha ocurrido en el área circundante a la capital, València, donde la imagen actual es la
de un paisaje totalmente urbanizado, una extensión continua de
ciudades que conserva cuanto apenas fragmentos de paisaje tradicional, los cuales además están muy degradados debido a la
cercanía de las áreas urbanas o industriales (figura 64).
Esta circunstancia se da también en zonas agrícolas, donde las profundas modificaciones relacionadas con los cultivos
del arroz en los marjales y de los naranjos en las llanuras han
afectado el aspecto del paisaje histórico. También las áreas
que tradicionalmente eran de secano han sido transformadas
en áreas de regadío para el cultivo de naranjos (figura 65).
Asimismo, se ha documentado la reparación reciente de algunas vías, lo que ha conllevado la desaparición de
su aspecto histórico. En estos casos es necesario recurrir a
la documentación histórica que refleja las características
de las vías en un momento anterior a las modificaciones
modernas. Este tipo de estudio, por ejemplo, ha proporcionado resultados positivos para el área circundante a la ciudad
de Valencia y podríamos decir que las descripciones de los
caminos que en ellos figuran suplen a la prospección, que ya
no se puede realizar.
Respecto a la geomorfología, la integración de los estudios
llevados a cabo por el equipo de Pilar Carmona (Universitat de
València), ha sido de utilidad a la hora de identificar los proce-
sos que afectan al territorio y han permitido descartar las llanuras aluviales holocenas excepto para la comprobación puntual
de yacimientos arqueológicos.
En lo que respecta a los sectores de interés, en general podríamos hablar de las llanuras aluviales pleistocenas (figura 66),
aunque también se han prospectado llanuras aluviales holocenas
(área 2). Se trata de llanuras altas, situadas en el interior del
área de estudio, algunas de las cuales son zonas de transición
hacia la montaña. Áreas menos urbanizadas que conservan sus
características tradicionales debido al abandono de los cultivos.
Además, la geomorfología de esta zona se caracteriza por presentar procesos erosivos y no acumulativos como ocurre en las
llanuras litorales, donde los estratos históricos pueden encontrarse a varias decenas de metros bajo el nivel de tránsito actual.
También algunas áreas de piedemonte.
IV.4.1. Área 1: llanura alta de Rafelbunyol-Museros
(comarca de l’Horta Nord)
En esta zona la prospección ha dado resultados muy positivos
en cuanto a red viaria y parcelario se refiere. También se han
podido completar los datos de yacimientos arqueológicos disponibles, así como de bienes etnológicos, de lo cual se hablará
más adelante.
En la siguiente figura, donde se observan los resultados de
las prospecciones en el área 1, hemos seleccionado tres zonas en
detalle que se explican a continuación (figura 67).
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Figura 58. Procesos de borrado (áreas naranja), captación (flechas amarillas) y “apoyo” (flecha verde) al suroeste del
río Magre.
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Figura 59. Procesos documentados en el área de Alberic, entre el río Xúquer y el Riuet dels Ulls.
Figura 60. Minuta Cartográfica de
Carlet de 1905 donde se representa
el Barranco de Alèdua y la vereda
del agua.
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Figura 61. Aspecto actual de El Barranco de Alèdua o Vereda del Agua, utilizado usualmente
como camino.
Figura 62. Vereda de la Noria, representada en la cartografía como curso de agua y conocida en Guadassuar como “riu sec” es en realidad un camino hondo que drena agua puntualmente.
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Figura 63. Vereda de la Noria,
prospecciones realizadas en
febrero de 2014.
Figura 64. Valencia y alrededores en 1956 y en la actualidad. En
la comparativa se observa el proceso de urbanización de sectores
tradicionalmente agrícolas.
Figura 65. Transformación de cultivos tradicionales de secano
(1956) a regadío (2012) en el área del “Pla de les Andanes”, al noreste de Bétera.
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Figura 66. Áreas de prospección seleccionadas teniendo en cuenta los resultados del análisis arqueomorfológico, la integración de datos arqueológicos y geomorfológicos, los procesos de urbanización y las transformaciones agrícolas.
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Figura 67. Resultados de la prospección en el área 1:
1. Blanc de Columbro, 2. Rafelbunyol, 3. Lloma de
Museros, 4. La Sènia/Pla de Montalt, 5. Llometa del
Montalar/Mas de Selma, 6. La Marta, 7. Maquives/
St Onofre, 8. Pont de la Gombalda/Pinxo, 9. Mas del
Palmiter, 10. El Piló de la Campana, 11. La Huitena,
12. Les Paretetes dels Moros, 13. La Huitena, 14. El
Xopar, 15. El Pla, 16. Torrubero, 17. El Pouatxo.
Figura 68. Resultados de la prospección en el área 1. Subárea 1.
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Fig. 69
Fig. 70
Fig. 71
Fig. 72
Figura 69. Límite de parcela erosionado hasta la roca, actúa como drenaje y coincide con la línea de término municipal entre Rafelbunyol y El Puig.
Figura 70. Tramo del Camino de Sagunt a Llíria actualmente abandonado. Está encajado en el sustrato y presenta muros de piedra en
seco a ambos lados.
Figura 71. Camino de la Rambleta. Parte de su recorrido coincide con el Barranc de la Rambleta, tiene muros de encofrado. Podría
tratarse de una alternativa al Camí de Llíria.
Figura 72. Creueta dels Germanells (1607). Situada en el cruce del Camino de la Rambleta y el Assagador de Segorbe.
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Fig. 73
Fig. 74
Fig. 75
Figura 73. Búnker de la Guerra Civil perteneciente a la línea defensiva Puig-Carasols, integrada en la XYZ. Controla el paso por el
Camino de la Rambleta.
Figura 74. Camino de la Rambleta a su llegada a Rafelbunyol. Se trata de un camino ancho, encajado en el sustrato y con muros de piedra
en seco en ambos lados.
Figura 75. Resultados de la prospección en el área 1. Subárea 2.
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Fig, 76
Fig. 78
Fig. 77
Fig. 79
Fig. 80
Figura 76. Camino encajado en el sustrato. En la cartografía este tramo recto aparece como Barranco del Moliner.
Figura 77. Posible carrilada en el Barranc/Canyada del Moliner marcada en la roca natural.
Figura 78. “Catxirulo” o caseta de piedra en seco relacionada con las labores agrícolas y ganaderas tradicionales.
Figura 79. Material arqueológico utilizado en los muros de piedra en seco en el yacimiento de La Sènia/Pla de Montalt.
Figura 80. Sillares posiblemente romanos reutilizados en un muro en el yacimiento de El Pouatxo.
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Figura 81. Resultados de la prospección en el área 1. Subárea 3.
En la subárea 1, concretamente en el camino de Sagunt a
Llíria pudimos documentar 3 sectores de camino hondo en un
tramo de la vía actualmente abandonado que conserva las características previas a las reformas modernas (punto 2 de la figura
68 y figura 70).
Características similares muestra el tramo abandonado
del Camí de Rafelbunyol a Llíria (punto 3 de la figura 68 y
figura 71) que coincide con el Barranc del Cabeç Bord o de
la Rambleta. El uso viario del barranco hasta época reciente
queda demostrado por la construcción de dos búnkers de la
Guerra Civil Española, uno en el cruce del barranco con el
camino de la Llometa del Poble y otro unos metros más al
oeste, en el barranc de la Rambleta (punto 5 de la figura 68 y
figura 73). De hecho en el Catálogo de Yacimientos de la Generalitat Valenciana hay un registro correspondiente al “Camí
romà dels Plans”, un camino enlosado que coincide con un
tramo del Barranc de la Rambleta. Aunque el enlosado no se
ha localizado en las prospecciones (sí se halló un fragmento
de tegula romana cerca de uno de los búnquers), el uso viario
del barranco ha quedado demostrado.
En la intersección entre el Assagador de Segorbe y el camino de la Rambleta pudimos documentar la existencia de la
Creueta dels Germanells, un marcador territorial en forma de
cruz terminal fechado en 1607 por la inscripción que figura en
la propia cruz. En este punto el Assagador de Segorbe es un
camino hondo (punto 4 de la figura 68 y figura 72).
La línea de término municipal entre El Puig de Santa Maria
(al norte) y Rafelbunyol (al sur) està constituida por el propio
Barranc del Cabeç Bort que es, a su vez, transitable, como se
compruebla por la localización de uno de los búnkers (punto 5
de la figura 68 y figura 72) y por el Camino de la Llometa del
Poble que es también un camino hondo por el que circula agua
de manera puntual.
Finalmente se documentó un límite de campo erosionado
hasta la roca y con forma de fosa (punto 1 de la figura 68 y
figura 69) que se corresponde con uno de los ejes viarios ortogonales antiguos y a su vez con la línea de término municipal
entre El Puig y Rafelbunyol.
A continuación, explicaremos los resultados de la prospección en la subárea 2 del área 1 (figuras 67 y 75).
En esta zona se documentaron diversos tramos de camino
hondo en la Cañada del Moliner, una vía del sistema ortogonal
antiguo coincidente en parte con el Barranco del Moliner (punto
1 de la figura 75 y figura 76) en la cual se registraron carriladas
(punto 2 de la figura 75 y figura 77). A lo largo de esta vía se
han documentado elementos de carácter etnográfico como una
caseta de piedra en seco (“catxirulo”) de uso agrícola-ganadero
(punto 3 de la figura 75 y figura 78).
Asimismo, se prospectaron los asentamientos de La Sénia/
Pla de Montalt y El Pouatxo. En el primero se documentó perfectamente el área de dispersión de materiales (la mayoría cerámicos), gracias a lo cual se ha podido definir bien el área de
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Fig. 84
Fig. 82
Fig. 85
Fig. 83
Figura 82. Tramo de camino en fosa coincidente con la línea de término municipal entre Albalat dels Sorells y Museros.
Figura 83. Tramo de camino en fosa abandonado, el acceso a la finca actualmente se hace por el lado oeste.
Figura 84. Muro de piedra en seco en el Camino de Museros a Bétera o Camí Fondo de la Marquesa. Presenta dos fases constructivas tal
vez relacionadas con la reparación de la erosión del camino y el realce del muro.
Figura 85. Área donde se ubica el yacimiento de Maquives. Los materiales arqueológicos se observan desde el Camino de Segorbe.
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Figura 86. Resultados de la
prospección en el área 2: 1. By-Pass/
Mas de la Rosa, 2. Mas de la Roda,
3. Barranquet vell, 4. Inscripción de
Godella, 5. Molí de la Marquesa-Nou
Mestalla, 6. Muntanyeta del Polvorí,
7. La Lloma, 8. El Barranquet de Sau,
9. Villa romana del sector Río,
10. La Tandera, 11. Masia de
la Cova, 12. Masia del coronel,
13. Barranc de Rubio, 14. Barranc
de Cano, 15. La Cova, 16. Aeropuerto.
Figura 87. Resultados de la prospección
en el área 2, subárea 1.
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Fig. 88
Fig. 89
Fig. 90
Figura 88. Prospección arqueológica en el yacimiento “Mas de la Cova” donde se documentan en superficie estructuras hidráulicas romanas en opus caementicium, material cerámico y un sistema de terrazas interesante.
Figura 89. Prospección arqueológica en el yacimiento “Masia del Coronel”.
Figura 90. Resultados de la prospección en el área 2, subárea 2.
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Fig. 92
Fig. 91
Fig. 93
Figura 91. Marcador de término municipal en piedra caliza, junto al Molí de Llobera (s. XV) y al Camino de Paterna. Se observa la letra
C (Campanar?).
Figura 92. Marcador roto de sección ortogonal en travertino. Situado junto a una acequia paralela al camino. Podría ser un marcador
territorial pero no se identifican símbolos.
Figura 93. Traza noroeste-sureste. A la derecha de la intersección es un camino terraplenado, a la izquierda el eje es una acequia (Sistema
Real Acequia de Moncada).
concentración de los mismos. El yacimiento se sitúa en el lado
norte de la Cañada del Moliner y está relacionado con un sistema de terrazas que podría tener un origen antiguo (punto 4 de la
figura 75 y figura 79).
Finalmente, también se pudo caracterizar el área de dispersión de materiales de El Pouatxo (constructivos y cerámicos), aunque la vegetación y el abandono de las parcelas
dificultaba la visibilidad de los restos. El Pouatxo ocupa un
área de aproximadamente 200 m2 junto al Assagador de la
Senyora o Camí de Nàquera a Vinalesa. Todos los restos se
documentaron al oeste del camino, de lo que se deduce que
asentamiento y camino fueron contemporáneos (punto 5 de la
figura 75 y figura 80).
En lo que respecta a la subárea 3 se documentaron varios
tramos de camino hondo, uno en el Assagador de la Senyora o
Camí de Nàquera a Vinalesa donde también se pudo documentar un perfil estratigráfico de interés. Otros caminos en fosa documentados son actualmente límites de parcela, pero presentan
una anchura inusual (de unos 5 metros) lo que nos hace pensar
que estamos ante estructuras antiguas de parcelación que han
sido usadas como vías de acceso a los campos (puntos 1 y 2 de
la figura 81 y figuras 82 y 83).
También pudimos documentar en el Camí Fondo de la Marquesa o Camino de Museros a Bétera, un muro de terraza que
presentaba dos fases de construcción. La primera y más antigua
había quedado parcialmente colmatada por la reforma y presu79
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Figura 94. Resultados de la
prospección en el área 3:
1. Torrent, 2. El Ràfol,
3. Ermita de Santa Anna,
4. Alcàsser, 5. Picanya,
6. Paiporta.
mible relleno del camino (que ya no es hondo en este tramo y
funciona como una carretera local actualmente asfaltada) y la
segunda se asociaría al momento de la reforma, tras la cual se
efectuó el recrecimiento del muro para conservar el límite de las
parcelas agrícolas (punto 3 de la figura 81 y figura 84).
Finalmente se prospectó el asentamiento de Maquives-Sant
Onofre y se definieron las áreas de dispersión y concentración
de materiales (cerámicos). Los restos del asentamiento se extienden por una superficie de 180 m2 aproximadamente, únicamente al oeste de Assagador de Segorbe, lo que sugiere que
camino y asentamiento son contemporáneos (punto 4 de la figura 81 y figura 85).
IV.4.2. Área 2: terraza aluvial del Turia entre Paterna,
Manises y Campanar (comarca de l’Horta Oest)
El área 2 se sitúa en el área metropolitana de València, siendo
la zona periurbana de varios municipios cercanos a la capital:
Paterna (67.854 habitantes), Manises (30.704 habitantes), Mis-
lata (42.988 habitantes) y Quart de Poblet (24.776 habitantes)
además de la propia Valencia (790.201 habitantes). A pesar de
que sabíamos que las vías podrían estar afectadas por las transformaciones modernas, decidimos realizar prospecciones en
este sector, tanto por los resultados del análisis arqueomorfológico (que apuntaban a la conservación de ejes viarios antiguos y
poblamiento en una zona todavía agrícola, aunque periurbana),
como por la relación de proximidad documentada entre diversos
asentamientos romanos y las propias vías (figura 86).
Los resultados de la prospección se pueden dividir en dos
subáreas. En la primera de ellas, la subárea 1 (figura 87), se documentó un yacimiento arqueológico: Mas de la Cova, donde se
pudo comprobar la conservación de varias estructuras de opus
caementicium (probablemente balsas) tal como se indicaba en la
ficha de Conselleria (punto 1 de la figura 87 y figura 88). También se registró un interesante sistema de terrazas asociado al
cultivo de olivos de origen histórico. Sin embargo, el abandono
de los campos y la abundante vegetación no permitieron recoger
materiales significativos que ayudasen a datar el asentamiento.
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Figura 95. Resultados de
la prospección en el área 3,
detalle 1.
En la Masia del Coronel no se pudo recoger ningún material
anterior a época medieval, de modo que no se pudo comprobar la existencia del yacimiento que figura en el catálogo de la
Generalitat (punto 2 de la figura 87 y figura 88).
En la prospección del Camí de les Simetes, identificado con
uno de los ejes viarios del sistema ortogonal antiguo, se pudo
comprobar que todo su recorrido está asfaltado. Incluso en el
punto donde en la ficha correspondiente del Catálogo de yacimientos de la Generalitat, se señala que existían unas carriladas
en la roca, la vía se ha adoquinado recientemente.
En la subárea 2 del área 2, en las cercanías de Paterna se
pudieron documentar varios elementos que ayudan a caracterizar las vías del sistema ortogonal antiguo.
En primer lugar (puntos 1 y 2 de la figura 90) se documentaron dos marcadores territoriales en el Camí fondo de Paterna,
que ya no es un camino en fosa, sino un camino local asfaltado
por el que circulan bastantes vehículos. El primero de ellos estaba en una esquina del Molí de Llobera, cuya construcción data
del siglo XV (figura 91). Se trata de un cilindro muy desgastado
en piedra caliza donde se observa una “C” que probablemente
se refiera a Campanar (que fue municipio hasta 1897, fecha en
que se anexionó a Valencia), pues este punto se encuentra cerca
del límite de término municipal entre Valencia y Paterna. El otro
se halló junto a una acequia que discurre en paralelo al camino
de Paterna. Se trata de un posible marcador territorial en travertino, de sección ortogonal y roto, que no presenta ningún signo
en su superficie (figura 92).
Finalmente, muy cerca de Paterna se prospectó un sistema
viario y parcelario ortogonal de posible origen antiguo. En un
cruce viario se documentó la prolongación en forma de acequia
de una vía transversal actualmente terraplenada (punto 3 de la
figura 91 y figura 93).
IV.4.3. Área 3: llanura entre Torrent y Picassent, área
de El Ràfol-El Pla (comarca de l’Horta Sud)
La prospección en el área 3, ha proporcionado numerosos
datos sobre la red viaria y el parcelario, así como sobre la
hidrografía. No se realizaron prospecciones intrasite pues no
existe poblamiento romano conocido en esta zona fuera de los
núcleos urbanos actuales, aunque sí se han hallado algunos
materiales cerámicos fuera de contexto y probablemente en
posición secundaria.
En lo que respecta a la subárea 1, se ha prospectado el
Camino del Realón que lleva desde Torrent hasta las cercanías
de Picassent. Se trata de un camino en terraza que en algunos
tramos presenta forma de camino en fosa. En uno de los cruces
de la vía con un pequeño barranco, según figuraba en la car81
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Fig. 96
Fig. 98
Fig. 97
Fig. 99
Figura 96. Tramo de camino encajado en el sustrato. La zona no está alterada y presenta campos de secano. En la cartografía se representa
como Barranco.
Figura 97. Camino en fosa al oeste del punto el camino está asfaltado, al este no lo está y la vegetación indica que circula agua.
Figura 98. Camino en terraza que cruza con el límite de término municipal de Torrent y Picassent. Al este, su trazado es coincidente con
la Cañada del Albarder.
Figura 99. Muro en terraza del Camino del Pouet en el que se encontró material arqueológico (cerámica a mano y escoria metálica).
tografía, se pudo comprobar el uso viario del mismo, ya que en
el tramo oeste se conservaba como acceso a los campos contiguos (punto 1 de la figura 95 y figura 96) mientras que en el
tramo este se había abandonado y presentaba vegetación abundante indicativa de la circulación puntual de agua (punto 2 de la
figura 95 y figura 97).
Más al sur se pudo documentar un camino en terraza que
cruza en perpendicular el Camino del Realón (punto 3 de la figura 95 y figura 98). Al oeste del camino del Realón la vía se conserva como límite de parcela y coincide parcialmente con el trazado de la Cañada del Albarder que es a su vez vía y barranco.
Finalmente, ya cerca de Ninyerola, en el Camino del Pouet,
perpendicular al Camí del Realón, se hallaron materiales arqueológicos (escoria de hierro, piedras quemadas y fragmentos
de cerámica a mano) reutilizados en un muro de terraza (punto
4 de la figura 95 y figura 99).
En la subárea 2 del área 3 se prospectó el Camino de Santa
Anna que va desde Paiporta a Alcàsser pasando por la ermita de
Santa Anna. En primer lugar, se documentó el cruce en perpendicular con un pequeño barranco probablemente utilizado como
vía y cuyo trazado coincide parcialmente con una vía transversal del sistema ortogonal antiguo que se dirige hacia Silla (punto
1 de la figura 100 y figura 101) y también con la línea de término
municipal entre Albal y Catarroja.
Pocos metros más adelante, muy cerca del cruce de ambos
caminos, se encuentra la ermita de Santa Anna, en una pequeña
elevación aproximadamente en la mitad del camino. Su origen
se sitúa en el siglo XIV, aunque su aspecto actual es el resultado
de reformas posteriores (punto 2 de la figura 100 y figura 107).
Posteriormente se documentó una acequia (o derramador)
de factura antigua, construida a base de piedras trabadas con
tierra y que cruza en perpendicular al camino de Santa Anna
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Figura 100. Resultados de la
prospección en el área 3, subárea 2.
(punto 3 de la figura 100 y figura 103). En esta zona el análisis
arqueomorfológico había detectado un sistema de parcelas de
origen antiguo. Junto a la acequia se documentó un marcador
territorial roto y que no se corresponde con ninguna línea de
término municipal actual.
Finalmente, en el cruce entre el Camino de Santa Anna y el
Barranc de Picassent se documentó un marcador territorial en
caliza y pintado a rallas blancas y rojas probablemente reutilizado en la puerta de acceso a un campo, puesto que no se corresponde con ninguna línea de término municipal actual (punto 4
de la figura 100 y figura 104).
En su último tramo, antes de llegar a Alcàsser, pudimos documentar que el Camí de Santa Anna es un camino en fosa, tal
como se indica en la figura 100.
IV.4.4. Área 4: llanura alta entre Picassent, Benifaió y
Alginet (comarcas de l’Horta Sud y la Ribera Alta)
Los resultados de la prospección arqueomorfológica en esta área
fueron muy positivos, pues revelaron la conservación de la red
viaria histórica prácticamente sin modificaciones mientras que, a
nivel arqueológico, los resultados fueron negativos (figura 105).
En la subárea 1 se prospectó una zona donde el análisis
arqueomorfológico indica que se conserva un sistema de parcelario ortogonal de origen antiguo y donde además se conoce la
existencia de una necrópolis romana en Terrabona. La necrópolis se halló fortuitamente en los años 60 del siglo XX cuando el
propietario de las tierras cambió el cultivo de secano tradicional al de regadío de naranjas. Sin embargo, la prospección no
ha permitido documentar ningún resto arqueológico.
En el Camino de Alcàsser a Llombai se caracterizó una de las
trazas transversales del sistema ortogonal antiguo como un límite de parcela que en realidad es un camino hondo (punto 1
de la figura 106 y figura 107). Esta misma traza se pudo documentar en la prospección del camino del Codonyer, cerca de
Terrabona, como límite de parcela en terraza y en el Barranco del Hortolà como camino hondo (punto 3 de la figura 106
y figura 109). El camino del Codonyer es una vía en terraza
que conserva sus características históricas y presenta muros
de piedra en seco a ambos lados (punto 2 de la figura 106 y
figura 108).
Se prospectó también el Barranco o Cañada del Hortolà
que en un primer tramo presenta un trazado rectilíneo que no
encaja en el sistema viario ortogonal antiguo (punto 4 de la
figura 106 y figura 110). En la prospección del barranco se documentó su uso viario y su aspecto de camino en fosa (aunque
parece que ha sido terraplenado) y conserva a ambos lados
muros de piedra en seco. En su tramo final, ya cerca de Benifaió, confluye con uno de los ejes transversales de este sistema
que hasta ese punto estaba formado por tramos de límite de
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Fig. 101
Fig. 104
Fig. 102
Fig. 103
Figura 101. Barranco que podría haberse utilizado como camino. Es en parte línea de término municipal entre Albal y Catarroja.
Figura 102. Ermita de Santa Anna (Paiporta). Su construcción data del siglo XIV y se ubica en un pequeño alto junto al camino.
Figura 103. Acequia de factura antigua. Al lado se documentó un marcador roto semejante al del punto 4. No corresponde con ninguna
línea de término municipal.
Figura 104. Marcador en piedra caliza en el cruce entre el Barranc de Picassent y el Camino de Sta Anna. No corresponde con ninguna
línea de término municipal.
parcela y de camino terraplenado. A partir de aquí el camino
está abandonado y muy encajado en el sustrato (punto 5 de la
figura 106 y figura 111).
En la subárea 2 del área 4 la prospección del Camino de
Alcàsser a Llombai proporcionó datos muy interesantes.
Se caracterizó uno de los límites de parcela como un camino en fosa, parcialmente terraplenado y que presenta muros de
piedra en seco muy deteriorados. Actualmente se utiliza como
acceso a los campos de la zona (punto 1 de la figura 112 y figura 113). También el eje perpendicular a éste (orientado norestesuroeste), se pudo caracterizar como un camino en fosa terraplenado y con muros de piedra en seco a ambos lados (punto 2
de la figura 112 y figura 114).
Este mismo eje más hacia el oeste se corresponde con un
tramo del Barranc dels Felipons. Se trata del tramo final del
barranco que es completamente rectilíneo, lo que puede ser un
indicador de antropización del curso hídrico. La prospección
permitió comprobar que este sector del barranco se utiliza como
vía (punto 3 de la figura 112 y figura 115) incluso en la zona en
que el barranco presenta trazado sinuoso (punto 4 de la figura
112 y figura 116).
Finalmente, en el Camino del Toll/Barranc Fondo se documentaron los restos de un muro (posiblemente de una terraza) paralelo al camino actual, que podría corresponderse con una fase
anterior de la vía (punto 5 de la figura 112 y figura 117). Se
documentó también el uso viario del Barranc Fondo en el tramo
al Camino del Toll.
Finalmente, en la subárea 3 del área 4 se registró información de interés en un tramo del antiguo del Camino Real hoy
abandonado, en otra de las vías longitudinales y en el yacimiento de Mas Reig II. En lo que respecta al asentamiento se recogieron escaso pero significativos materiales cerámicos en una
zona muy afectada por la construcción de infraestructuras y de
polígonos industriales.
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Figura 105. Resultados de la prospección en el
área 4.
Figura 106. Resultados de la prospección del
área 4, subárea 1.
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Fig. 107
Fig. 110
Fig. 108
Fig. 109
Fig. 111
Figura 107. Límite de parcela/camino rural ligeramente encajado y perpendicular al camino principal, Conserva muros de piedra en seco
en ambos laterales.
Figura 108. Camino principal, en terraza, conserva uno de los muros en piedra en seco.
Figura 109. Traza de camino hondo que desemboca en el Barranco del Hortolà. Hasta este punto, el camino rural que viene desde el oeste
está terraplenado y reparado, en este punto se observa el estado “original” del camino”.
Figura 110. Barranco/Cañada del Hortolà, presenta el aspecto de un camino, ligeramente encajado y con muros de piedra en seco a ambos lados.
Figura 111. En el tramo donde la cartografía presenta el camino como barranco se observa un encaje mucho más profundo y cobertura
vegetal. Presenta muros a ambos lados.
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Figura 112. Resultados de la
prospección en el área 4, subárea 2.
En el camino paralelo por el oeste al antiguo Camino Real
se pudieron documentar algunos tramos encajados (otros habían
sido reparados) además de un límite de parcela perpendicular
al camino. Este límite de la parcela, en su lado este es una fosa
de drenaje y a su vez límite parcelario (punto 3 de la figura 118
y figura 121). Al oeste se pierde la traza (solo visible en las
fotos de la USAF), pues la zona está muy transformada por la
instalación de naranjos. Más hacia el este, la misma traza se
pudo documentar perpendicular al antiguo camino real, donde el límite parcelario es una fosa de drenaje que “desemboca” en la Acequia Real del Xúquer (punto 4 de la figura 118 y
figura 122). Volviendo al camino paralelo por el oeste al antiguo Camino Real, también se caracterizó uno de los límites
parcelarios como un límite encajado en el sustrato que conserva
muros de piedra en seco a ambos lados. Al este del camino, la
traza sigue como acequia cambiando ligeramente la orientación
(punto 4 de la figura 118 y figura 122).
En el antiguo Camino Real, además del punto 4 al que nos
hemos referido anteriormente, se pudo documentar un tramo
de camino abandonado que conservaba el aspecto tradicional
de camino encajado en el substrato. La vegetación cubría por
completo la estructura, ocultándola. El camino moderno en
esta zona no se realizó terraplenando el antiguo, sino que se
construyó unos metros más al este permitiendo la conservación del segmento (punto 5 de la figura 118 y figura 123).
Finalmente visitamos el asentamiento de Espioca, antigua alquería islámica situada en una pequeña elevación junto al ca-
mino real. El yacimiento, a excepción de la torre, está destruido hasta tal punto que no se hallaron materiales en superficie
(punto 6 de la figura 118 y figura 124).
IV.4.5. Área 5: piedemontes Lloma del Comte (Carlet) y
Serra d’Alèdua (Alfarp) (comarca de la Ribera Alta)
En el área 5, situada cerca de los municipios de Carlet, Alfarp y
Llombai, se conservan bien las características del paisaje tradicional, por ser una zona de las grandes ciudades. Además, en esta
zona de piedemonte se mantienen los cultivos tradicionales de
secano, lo que favorece más aún la conservación del paisaje histórico. Es por ello que la prospección arqueormofológica ha proporcionado abundante información sobre la red viaria histórica.
En la subárea 1 del área 5, se prospectaron el Camino de
Valencia y el de Benifaió ambos paralelos y orientados en sentido suroeste-noreste, además de otras vías del mismo sistema
situadas más al sur y el Camino de Sueca. En el camino de Valencia se documentó un largo tramo de camino en fosa (puntos
6 y 4 de la figura 126 y figuras 130 y 132). Las características
originales de la vía se han conservado en un tramo abandonado actualmente cubierto de vegetación, en un punto en que
la carretera moderna se desvía para seguir por otro recorrido
(punto 4 de la figura 126 y figura 130). El camino abandonado
se prospectó, pudiéndose documentar varios ejes perpendiculares a la vía que actualmente son límites de parcela en fosa
que actúan como drenajes de la Serra d’Alèdua (punto 5 de la
figura 126 y figura 131).
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Fig. 113
Fig. 114
Fig. 116
Fig. 115
Fig. 117
Figura 113. Camino rural en fosa, parcialmente reparado. Presenta muros de piedra en seco a ambos lados.
Figura 114. Camino rural en fosa, perpendicular al anterior, parcialmente reparado. Presenta muros de piedra en seco en ambos lados.
Figura 115. Tramo del Barranco dels Felipons que se utiliza como camino. Su trazado rectilíneo es un indicador de antropización.
Figura 116. Tramo del Barranco dels Felipons que se utiliza como camino.
Figura 117. Terraza paralela al barranco. Podría ser una fase anterior al camino actual.
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Fig. 118
Fig. 119
Fig. 120
Figura 118. Resultados de la prospección en el área 4, subárea 3.
Figura 119. Fosa de drenaje o barranco. Topográficamente no parece natural pero no se encuentra ningún indicativo de que sea un camino
hondo porque los laterales están reformados con máquina
Figura 120. Cruce del camino principal con un límite de parcela en fosa abandonado, orientado en sentido NW-SE. Presenta muros de piedra
seca a ambos lados. Al este del camino principal la traza sigue como acequia cambiando la orientación.
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Fig. 121
Fig. 122
Fig. 123
Fig. 124
Figura 121. Fosa de drenaje y límite parcelario al este del camino. Al oeste se pierde la traza (solo visible en las fotos de la USAF), pues la
zona está muy transformada por la instalación de naranjos.
Figura 122. Continuación de la traza de los puntos 3 y 4 en forma de fosa de drenaje. Esta fosa “desemboca” en la Acequia Real del Xúquer
(s. XVIII).
Figura 123. Traza abandonada del antiguo camino real. Se trata de un camino encajado de más de un metro de profundidad y 2 de anchura.
Actualmente cubierta de matorrales.
Figura 124. Torre d’Espioca. Único vestigio de la alquería andalusí homónima despoblada en época moderna.
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Figura 125. Resultados de la prospección
en el área 5.
Figura 126. Resultados de la prospección
en el área 5, subárea 1.
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Fig. 127
Fig. 130
Fig. 128
Fig. 131
Fig. 129
Fig. 132
Figura 127. Camino muy encajado en el sustrato, presenta muros de piedra en seco en ambos laterales.
Figura 128. Cruce de caminos en fosa con terrazas laterales. Se hallaron dos hitos que marcaban el paso de la antigua carretera. La nueva
se ha construido en paralelo.
Figura 129. Camino en terraza. Los muros de piedra en seco se han conservado en ambos lados. En este punto se cruza con un límite de
parcela en fosa perpendicular.
Figura 130. Camino de Valencia, tramo antiguo encajado y abandonado. Actualmente aparece cubierto de vegetación y la carretera moderna se desvía en este punto para transcurrir por otro recorrido.
Figura 131. Límite de parcela perpendicular al camino principal. Esta encajado porque actúa como fosa de drenaje de la Serra d’Alèdua.
Área muy transformada, reformado con muros de cemento.
Figura 132. Continuación del antiguo Camino de Valencia. Se observa el encaje profundo que llega a alcanzar los 3 metros. Conserva
muros de piedra en seco a ambos lados y posibles carriladas.
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Figura 133. Resultados
de la prospección en el
área 5, subárea 2.
En el Camino de Benifaió, la carretera moderna discurre en
paralelo al camino antiguo de manera que se ha conservado el
aspecto que tenía la vía antes de la construcción de la carretera.
Se trata de un camino encajado en el substrato donde se pudo
documentar un cruce con otro eje perpendicular en fosa y la
conservación de dos hitos que marcaban el paso de la antigua
vía (punto 2 de la figura 126 y figura 128).
Al sur del Camino de Benifaió, en el área de El Puntal, se
prospectó una zona con parcelario y vías que el análisis arqueomorfológico había permitido asociar al sistema viario ortogonal antiguo. Se documentó un camino en terraza, orientado en sentido noreste-suroeste, cuyos muros de piedra en seco
se han conservado en ambos lados. En el punto 3 el camino se
cruza con un límite de parcela en fosa perpendicular (punto 3
de la figura 126 y figura 129).
Finalmente, la Senda del Puntal es un camino hondo, muy
encajado en el substrato y que presenta muros de piedra en seco
en ambos lados (punto 1 de la figura 126 y figura 127).
En la subárea 2 del área 5 se prospectaron los caminos de
Sueca y de la Mina así como toda el área circundante y otros
caminos rurales.
El Camino de Sueca es un camino hondo, en la falda de
les Serretes (punto 1 de la figura 133 y figura 134). Se documentaron también varios ejes perpendiculares al camino que ac-
tualmente son límites de parcela. El camino paralelo al camino
de Sueca por el sur es actualmente una vía rural que presenta
aspecto de fosa (punto 2 de la figura 133 y figura 135). Su sector oriental (desde el punto 2 hacia el este) se encuentra el uso
mientras el occidental está abandonado (punto 3 de la figura 133
y figura 136). Los ejes que se habían documentado previamente
perpendiculares al Camino de Sueca se pudieron documentar
también aquí, confirmándose en este punto que se trata de límites de parcela encajados en el substrato.
Se pudo caracterizar asimismo un camino paralelo al Barranc de la Mallada. En la prospección de esta vía se comprobó que se trata de un camino hondo (puntos 4 y 5 de la
figura 133 y figuras 137 y 138). En su tramo norte la carretera actual que da acceso a las urbanizaciones de Los Lagos y
San Patricio, discurre parcialmente paralela al camino hondo. En el tramo sur, la traza se conserva como un camino rural. Finalmente, el Camino de la Mina o de l’Aigua parcialmente coincide con el Barranc de Alèdua habiéndose documentado el uso viario de éste (punto 6 de la figura 133
y figura 139). Aun así, en el tramo en que el camino diverge del barranco también se caracterizó como un camino en
fosa parcialmente terraplenado en algunas zonas y con restos
de muros de piedra en seco a ambos lados (punto 7 de la figura 133 y figura 140).
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Fig. 134
Fig. 137
Fig. 135
Fig. 138
Fig. 136
Fig. 139
Figura 134. Camino de Sueca, tramo de camino de carena encajado en el sustrato y pavimentado recientemente.
Figura 135. Camino rural paralelo al camino de Sueca ligeramente encajado. Desde el punto hacia el este, el primer tramo se encuentra
en uso.
Figura 136. A diferencia tramo reflejado en el punto 2, a partir del punto 3, el camino está abandonado y cubierto de vegetación.
Figura 137. Continuación del mismo camino hacia el sur. Aquí no aparece carretera nueva porque el camino se ha convertido en un
límite entre parcelas, encajado.
Figura 138. Camino profundamente encajado que ha sido abandonado y sustituido por una carretera construida justo al lado.
Figura 139. El Assagador de l’Aigua es coincidente en algunos tramos con el Barranco de Alèdua que como se puede ver es perfectamente practicable.
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Figura 140. Tramo del Assagador de l’Aigua desviado del Barranco. Se observan restos de muros de piedra en seco. Actualmente se
utiliza como acceso a los campos adyacentes.
IV.4.6. Área 6. Camino de Xàtiva en término de Benimodo
(comarca de la Ribera Alta)
En el área 6, situada fuera del territorio de Valencia se efectuó una jornada de prospección para comprobar el estado de
conservación de la red viaria ortogonal antigua documentada en el análisis arqueomorfológico en SIG. En esta zona,
al sur de la confluencia de los ríos Xúquer y Magre, solo
se prospectó un tramo del Camino de Xàtiva, un eje morfogenético del sistema ortogonal antiguo orientado en sentido
noroeste-sureste y cuya extensión total es de 56 km. El tramo
prospectado es de unos 7 kilómetros y va desde Catadau a
Massalavés (figura 141).
En la subárea 1 del área 6 se documentaron dos ejes perpendiculares al barranco de semejantes características. El norte,
el Barranc del Salt se ha utilizado como eje viario y conserva
dos muros de piedra en seco de factura antigua (punto 1 de la
figura 142 y figura 143). Además, coincide parcialmente con la
línea de término municipal entre Carlet y Benimodo.
Dos kilómetros más al sur se documentó un marcador de
término municipal en travertino. Esta estructura coincide con
límite de parcelas que es un derramador de agua o acequia y
con la línea de término municipal entre Benimodo y L’Alcúdia
(punto 2 de la figura 142 y figura 144). Más hacia el oeste se
conserva la misma línea como límite de diversas parcelas a lo
largo de más de 3 km. Este marcador además está muy cerca del
Barranc del Saboner que cruza en perpendicular el Camí de Xàtiva. Este tramo del barranco coincide con el sistema viario, ortogonal antiguo en un segmento de 1.400 metros y podía haber
sufrido modificaciones antrópicas debido a su uso viario, pues
tiene unas características muy semejantes al Barranc del Salt
(punto 3 de la figura 142 y figura 145). Esta traza se prolonga a
este y oeste del barranco: mientras que al oeste se ha conservado
como camino rural de 1 km de longitud, al este es actualmente
un límite de parcelas de una longitud de 500 m, que llega hasta
el Barranc del Salt.
En la subárea 2 se documentaron dos áreas en las que
el Camino de Xàtiva presenta aspecto de camino hondo. La
vía continúa usándose como carretera local, está asfaltada y
creemos que ha sido terraplenada en la mayoría de zonas, conservando el aspecto de camino erosionado solo en los cruces
con otras vías perpendiculares que no han sido reparadas o en
los cruces con barrancos.
Se registró el cruce en zig-zag del camino con una vía radial relacionada con L’Alcúdia (punto 1 de la figura 146 y figura 147), una morfología indicadora de la antigüedad de la vía.
Además, conservaba parcialmente el aspecto de camino hondo,
aunque la vía está actualmente asfaltada.
Aproximadamente 1,5 km más al sur, en el punto donde
el Camí de Xàtiva se cruza con la línea de término municipal
entre L’Alcúdia y Guadassuar, se documentó la existencia del
Mas del Pi, una construcción tradicional derruida, que no hemos podido datar.
Finalmente, en el cruce con el Camí de Guadassuar se pudo
caracterizar éste mismo como una vía antigua, aunque morfológicamente no encaja en el sistema ortogonal. El camino
hondo se ha conservado debido a que la carretera moderna se
ha construido en paralelo. Conserva dos muros de piedra en
seco a ambos lados y parece que drena el agua en episodios
puntuales (puntos 2 y 3 de la figura 146 y figuras 148 y 149).
En la cartografía el camino se representa como un barranco
y de hecho se conoce en la zona como “riu sec”. El uso antiguo de la vía viene atestiguado también por su carácter de vía
ganadera pues es una vereda que se adentra en la Sierra del
Caballón. Una vez ya en las montañas pasa a llamarse Mallada
de les Cabres o Vereda de Guadassuar.
El asentamiento romano de la Font Roja no se pudo prospectar porque se trata de una propiedad privada cerrada además
de estar muy afectado por transformaciones agrícolas. Solo se
pudo prospectar Torixí, aunque el registro fue muy débil al hallarse solo escasos fragmentos de cerámica romana común que
no han permitido caracterizar ni datar el yacimiento.
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Figura 141. Vista general
de los resultados de la prospección
en el área 6.
Figura 142. Resultados de
la prospección en el área 6, subárea 1.
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Fig. 143
Fig. 144
Fig. 145
Figura 143. Tramo de camino hondo coincidente con un tramo del Barranc del Salt o Riu Sec. A los lados presenta muros de piedra
en seco.
Figura 144. Marcador de límite municipal coincidente con un canal de drenaje (a su vez límite de término entre l’Alcúdia y Benimodo)
y con el Camí de Xàtiva.
Figura 145. Camino hondo de trazado largo coincidente con el Barranc del Saboner. A ambos lados presenta muros de piedra en seco
de factura antigua.
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Figura 146. Resultados
de la prospección en el
área 6, subárea 2.
IV.5. VACIADO PREVIO DE LOS DATOS
ARQUEOLÓGICOS DISPONIBLES
Los datos sobre ubicación y características principales de los
yacimientos se han obtenido del Inventario de Yacimientos
Arqueológicos de la de la Direcció General de Patrimoni
Cultural Valencià (Generalitat Valenciana), aunque en los
casos en que dicho inventario presentaba defectos de forma
(falta de fichas o falta de datos) se ha recurrido a la información recogida en diversas publicaciones científicas, técnicas o de divulgación.
No solamente se han registrado asentamientos sino todo
tipo de yacimientos, edificios históricos, elementos etnológicos
y otros restos de interés (como tramos de vía, canalizaciones,
límites de parcela, marcadores territoriales, etc.).
Todos estos elementos se han clasificado según su cronología y tipología con el mayor detalle posible, siempre y cuando
la información disponible lo ha permitido.
Para gran parte de los yacimientos (sobre todo de la antigüedad), es habitual encontrar inconcreciones en la documentación
consultada en lo que se refiere a tipologías y cronologías. Habitualmente la periodización que figura en las fichas es general
y no se especifica una fase concreta dentro de una adscripción
cultural. Por ejemplo, para la mayor parte de asentamientos de
época romana, solamente se indica que son romanos y no se
especifica si son republicanos, altoimperiales o bajoimperiales.
Por ello, ha sido necesario hacer una lectura detallada de la información contenida en cada ficha con el objetivo de acotar las
cronologías (por ejemplo, en base a la descripción de los materiales hallados en el yacimiento).
Esta información se ha completado con publicaciones científicas, técnicas y de divulgación, de modo que en algunos casos
hemos podido definir tipologías de asentamiento. Este trabajo
de integración y correlación de datos, ha sido imprescindible
a la hora de evaluar la evolución cronológica y tipológica de
asentamientos concretos.
Una vez realizado el vaciado de datos, una de las primeras
observaciones es la de una marcada “zonificación” en la distribución de puntos (figuras 150, 151 y 152). Este fenómeno se
refleja en un mapa que presenta áreas con multitud de puntos (es
decir, áreas más y mejor conocidas) y otras mucho más vacías
o incluso en blanco (áreas menos conocidas o sin información).
Esta realidad puede responder a varios factores:
Información desigual derivada de la falta de datos y/o
de investigación: este factor es evidente en los alrededores
de Valencia, donde para época romana existen muy pocos datos arqueológicos en el área circundante a la ciudad (figura
151), una situación poco razonable teniendo en cuenta el peso
histórico de Valentia y su territorio en este período (Alapont
et al., 2004).
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Fig. 150
Fig. 147
Fig. 148
Fig. 149
Figura 147. Cruce en zig-zag (indicador de antigüedad) de dos caminos en fosa. Uno de ellos forma parte del sistema radial de l’Alcúdia.
Figura 148. Camino de Guadassuar, se observa un camino encajado en el sustrato que ha sido reemplazado por la nueva carretera construida justo al lado.
Figura 149. Continuación del mismo camino. Se observa en el lado norte un muro/terraza de piedra en seco de cierta antigüedad.
Figura 150. Registros de yacimientos arqueológicos de todas las épocas. Se observan zonas carentes de registros.
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Figura 151. Áreas faltas de datos
arqueológicos en los alrededores
inmediatos de Valencia.
Figura 152. Área circundante a
Sagunt, en la que recientes
intervenciones arqueológicas han
documentado una amplia ocupación
del territorio en época romana.
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Esta realidad contrasta con la del área de Sagunt, donde recientes prospecciones relacionadas con macro-proyectos urbanísticos han permitido documentar multitud de yacimientos en
el entorno de la ciudad (figura 152).
En el caso de Valencia, la temprana urbanización e industrialización de la ciudad y sus alrededores, así como los procesos geomorfológicos de sedimentación litoral serían, hipotéticamente, los
elementos explicativos de esta falta de información, mientras, por
el contrario, la urbanización reciente o la realización de campañas
arqueológicas de prospección o excavación explicarían el profundo conocimiento arqueológico de otras zonas (Sagunt, Llíria).
Esta desigualdad en la información también se refleja en los
datos disponibles para cada punto. Muchos de los registros presentan información escasa o incompleta y no son más que una referencia de localización y una posible cronología, a veces ligada
a noticias antiguas y sin que se haya realizado ninguna intervención en la zona. Por el contrario, existen registros con abundante
información derivada tanto de prospecciones sistemáticas como
de excavaciones arqueológicas (gráficas 1 y 2).
Patrones de asentamiento: la zonificación reflejaría diferentes patrones de ocupación territorial que primarían la ocupación intensiva de determinadas áreas (costa, áreas de piedemonte, alrededores de humedales y cursos hídricos) en perjuicio de
otras, menos ocupadas (áreas del interior o montañosas) o vacías.
En cualquiera de los casos, debería comprobarse cuál es la
razón de esta zonificación, mediante investigaciones arqueológicas e históricas.
En definitiva, nuestro trabajo pone de manifiesto la falta de
intervenciones generalizadas (sobre todo prospecciones) que
permitan conocer más y mejor la realidad arqueológica del territorio. Esto se refleja en una alta proporción de registros de
baja fiabilidad o cuya descripción no se ajusta a la situación
actual (noticias de hallazgos o intervenciones antiguas), o bien
es insuficiente y no permite ir más allá de un punto en el mapa
y una cronología general.
En este sentido, en lo que respecta a tipologías, el registro
más habitual es el de “asentamiento indeterminado” (870 ítems)
lo que refleja un gran desconocimiento del registro arqueológico.
El número total de registros resultado del vaciado de datos, es de 2.414 (no equivalentes a 2.414 yacimientos). Cada
yacimiento puede contar con varios registros en los casos en
que éste responda a diversos periodos histórico-culturales o tipologías (tabla 4). Por ejemplo, el yacimiento de l’Horta Vella
(Bétera), consta de 6 registros correspondientes a diversas cronologías: Romano Republicano (valor 3.1.b), Romano Altoimperial (valores 3.2.a y 3.2.b), Romano Bajoimperial (valor 3.3.),
Visigodo (valor 4) y Andalusí emiral (valor 5.1.).
Respecto a la periodización, se han determinado diversos
valores numéricos correspondientes a las diferentes fases históricas (tabla 5). Esta clasificación se ha realizado teniendo en
cuenta la evolución y las dinámicas conocidas a nivel histórico
y arqueológico. Por ejemplo, para el período romano se han tenido en cuenta los hechos históricos asociados a las ciudades del
territorio: Sagunt, Valencia, Llíria y Xàtiva (como por ejemplo
la fundación de Valentia en el 138 a.C., su destrucción posterior
en las Guerras Sertorianas y la refundación augustea).
Asimismo, los valores por tipologías también se han determinado en base a la información disponible, que en la mayoría
de los casos es deficitaria. Se ha procurado que fuera una tipo-
Ninguna
intervención;
1077
Excavado;
474
Prospectado;
842
Otras; 21
Gráfica 1. Intervenciones en yacimientos arqueológicos en números absolutos, según nuestra base de datos. (En el apartado “Otras”
se incluyen sondeos, seguimientos y estudios). Dentro del registro
“prospectado” se incluyen visitas al yacimiento y noticias antiguas
que hemos considerado fiables.
Ninguna
intervención;
45%
Algún tipo de
intervención;
55%
Gráfica 2. Comparación del porcentaje de yacimientos en los que
se ha realizado alguna intervención y en los que no se ha realizado ninguna.
logía válida para todos los períodos cronológicos, de modo que
se han definido hasta 2 subtipologías (tabla 5). En este punto
hemos aplicado una estrategia conservadora: cuando los datos
disponibles no han sido suficientes para establecer una tipología
hemos optado por el subtipo “indeterminado”. El ejemplo más
característico seguramente es el de la clasificación tradicional
de los yacimientos romanos como villae. En estos casos, si la información consultada no permitía clasificar el yacimiento como
tal, se ha utilizado “asentamiento romano indeterminado”, pues
podría tratarse de diversos tipos de asentamiento rural.
IV.6. RESULTADOS DE LA PROSPECCIÓN
ARQUEOLÓGICA
Debido a las deficiencias del registro oficial, ha sido necesario
realizar una comprobación sobre el terreno, tanto de la situación
exacta de algunos yacimientos como de su extensión espacial,
cronología y tipología.
La prospección intra-site o extensiva se ha realizado en
combinación con la prospección arqueomorfológica y se ha
ocupado de 25 yacimientos (figura 153).
La selección de lugares a prospectar se ha hecho en base
a los resultados del análisis arqueomorfológico y el vaciado de datos arqueológicos, de manera que hemos analizado
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Tabla 4. Clasificación cronológica de los yacimientos arqueológicos.
Periodo
Fase
Bronce
Ibérico
Romano
Valor
Cronología
Registros
Bronce
indeterminado
1
1800-VI a.C.
178
Ibérico indeterminado
2
VI-III a.C.
136
Ibérico antiguo
2.1
VI-V a.C.
17
Ibérico pleno
2.2
IV-III a.C.
63
Romano
indeterminado
3
III a.C.-V d.C.
166
Romano republicano
indeterminado
3.1
III-I a.C.
97
Romano republicano
medio/Ibérico final
3.1.a
III-II a.C.
Romano
tardorepublicano
3.1.b
II-I a.C.
Romano altoimperial
indeterminado
3.2
II a.C.-II d.C.
Romano altoimperial
augusteo
3.2.a
I a.C.-I d.C.
Romano altoimperial
fase 2
3.2.b
I-II d.C.
Romano republicano
Romano altoimperial
Subfase
Romano bajoimperial
Medieval
3.3
III-V d.C.
79
4
V-VIII d.C.
59
5
VIII-XIII
66
Andalusí emiral y
califal
5.1
VIII-XI
15
Andalusí taifa
Visigodo
Andalusí
Feudal
343
Andalusí
indeterminado
5.2
XI-XIII
281
Feudal indeterminado
6
XIII-XV
53
Feudal postconquista
6.1
XIII-XIV
256
Feudal bajomedieval
6.2
XIV-XV
280
7
VIII-XV
80
Medieval
indeterminado
únicamente asentamientos romanos de interés para el análisis de las dinámicas de ocupación territorial y de la relación del poblamiento con la red viaria histórica (posiblemente romana).
La prospección ha permitido relacionar algunos asentamientos con ejes viarios y con la estructuración territorial de cada período histórico, completando los resultados del análisis arqueomorfológico. El estudio de los materiales recuperados, aunque
escasos, ha permitido definir con más detalle la cronología de
algunos asentamientos, no así la tipología que no ha podido determinarse en base a los materiales.
De los 25 yacimientos prospectados, 14 han resultado positivos, 10 negativos y 2 no se pudieron prospectar por tratarse de
propiedades privadas de acceso cerrado.
Respecto a la ubicación, hemos tenido algunos problemas con
la transformación de las coordenadas sexagesimales de las referencias antiguas y en algunos casos hemos puesto en duda la
ubicación del yacimiento después de que la prospección no
diese resultados. En 4 casos (La Huitena, Blanc de Columbro,
El Xopar y La Marta) se han contemplado ubicaciones alternativas habiendo revisado toda la documentación disponible.
Queda pendiente la comprobación sobre el terreno de estas
nuevas propuestas.
El trabajo de campo ha permitido ir más allá de la tradicional capa de puntos y se han podido representar zonas
en las que predominan las áreas de dispersión y concentración de materiales, un registro más fiable a nivel espacial que
el punto aislado.
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Tabla 5. Clasificación tipológica de los yacimientos arqueológicos.
Tipología
Subtipo
Asentamiento
Aldea
Alquería
Subsubtipo
Fortificada
Ciudad
Suburbano
Cueva
Fortificación
Alcázar
Atalaya
Campamento
Castillo
Castillo-Palacio
Castrum
Hisn
Torre
Indeterminado
Lugar de producción Alfarería
Apícola
Cantera
Indeterminado
Salazones
Salinas
Taller lítico
Oppidum
Poblado
Fortificado
Rural
Indeterminado
Masia fortificada
Rahal
Villa
Villa
Fortificada
Real
Estructura
agraria
Límite de campo
-
Hallazgo
Cerámica
Epigrafía
Escultura
Indeterminado
Lítico
Numismático
-
Registros
12
Tipología
Subtipo
Subsubtipo
Hidráulico
Almacenaje
Azud
Conducción
Molino
Noria
Protección
Silos
Aljibe
-
78
Marcador
Cruz de término
Miliario
-
28
Navegación
Fondeadero
Puerto
-
24
Necrópolis
Cueva
Incineración
Inhumación
Mausoleo
Megalítica
Sepultura aislada
-
138
Basílica
Convento-Monasterio Cueva
Ermita
Iglesia
Mezquita
Pozo votivo
Templo/santuario
-
310
461
41
19
140
870
31
Religioso
9
42
114
11
Viario
Embarcadero fluvial
Puente
Venta
Vía
2
Carriladas
Construida
Excavada en la
roca
Registros
45
35
La prospección también ha permitido definir con más precisión las cronologías de los yacimientos, que en muchos casos
han pasado de ser “Romano indeterminado” a “Romano altoimperial” concretamente de la fase 3.2.b. (tabla 6).
En 11 casos la cronología de los asentamientos se ha podido
determinar en base a los materiales recuperados, aunque éstos
en general han sido muy escasos.
De esta manera se pone de manifiesto la necesidad de realizar prospecciones de este tipo en todo el territorio, buscando
un mayor conocimiento de las dinámicas de poblamiento. Estos
trabajos han permitido también definir mejor las cronologías de
los yacimientos, que en muchos casos han pasado de ser “Romano indeterminado” a “Romano altoimperial” y concretamente adscritos a la fase 3.2.b. (tabla 6).
Podemos dividir las áreas de prospección arqueológica
esencialmente en 3: área de la Albufera, área de l’Horta Nord y
área de Manises (Horta Oest).
IV.6.1. Área de la Albufera
La prospección de los yacimientos del área de la Albufera ha dado
resultados muy positivos en cuanto a establecimiento de cronologías y confirmación de la distribución del poblamiento en los límites de la laguna de época antigua, mucho más extensa que la actual (Ruiz y Carmona, 2005; Carmona y Ruiz, 2014) (figura 154).
El asentamiento de L’Alter (Catarroja) ha aportado materiales cerámicos que sitúan su ocupación entre los siglos I
y II d.C., con una fase fundacional datada probablemente
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Figura 153. Situación de los yacimientos prospectados: 1.Blanc de Columbro (Rafelbunyol), 2. La Sènia/Pla de
Montalt (Montcada), 3. Casa Mallols (Montcada), 4. El Pouatxo (Montcada), 5. Maquives/Sant Onofre (Museros), 6.Pinxo/Pont de la Gombalda (Museros), 7. La Marta (Museros), 8. La Huitena (Museros), 9. Torrubero
(Museros), 10. El Xopar (Museros), 11. El Xopar (Museros), 12. El Pla de Foios (Foios), 13. Masia del Coronel
(Manises), 14. Tancat de la Cova (Manises), 15. Mas de la Cova (Manises), 16. L’Alter (Catarroja), 17. L’Alter/
El Mas de Baix (Silla), 18. L’Alter/El Mas de Baix (Silla), 19. L’Alteró (Silla), 20. Camp de la Llegua (Silla),
21. Font del Gat (Silla), 22. Venta de Ferrer (Silla), 23. Mas Reig II (Picassent), 24 Motor Pallorfa/Terrabona
(Picassent), 25. Torixí (Catadau, fuera de la figura).
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a principios del siglo I d.C., en época de Augusto/Tiberio
(figuras 155 y 158). Además, ha permitido establecer con
fiabilidad las áreas de dispersión y concentración de materiales, evidenciando la relación del asentamiento con varios
caminos de la red viaria antigua y con un cruce de caminos
interesante. El área de dispersión queda delimitada al este del
Camí de l’Alter, que coincide con la línea de término municipal entre Catarroja, Albal, Beniparrell y Silla, hecho indicativo de la antigüedad del eje viario. También se pone de
manifiesto la posición estratégica del mismo, no solamente
respecto a la red viaria sino también a los límites de máxima
expansión de la Albufera.
Este mismo eje viario se relaciona con El Mas de Baix (Silla), en el extremo sur de la vía. Aproximadamente la misma
cronología se extrae del análisis de los materiales de la prospección, que sitúan la ocupación de este asentamiento entre el
siglo I a.C. y el III d.C. Poco después de realizar la prospección, se publicaron los resultados de la excavación arqueológica del yacimiento (Alapont et al., 2014), gracias a la cual
sabemos que su cronología es más amplia y que estamos ante
un asentamiento fundado probablemente en el siglo II a.C., que
en su fase imperial fue una villa y estuvo ocupado al menos
hasta el siglo VI d.C. (figura 155).
Para el yacimiento de L’Alteró (Silla), inmediatamente al
este del Mas de Baix, se desprende aproximadamente la misma
cronología, con un inicio de ocupación en época augustea (principios del siglo I d.C.) hasta principios del siglo III d.C. (figura
155). Probablemente l’Alteró y el Mas de Baix estuvieron relacionados. L’Alteró se encuentra ubicado en un escalón geológico limítrofe con los humedales de la Albufera y con su máxima
expansión histórica (Pardo et al., 1996; Carmona, 1999; Carmona y Pérez, 2011; Carmona y Ruiz, 2011 y 2014). Su área de
dispersión/concentración de materiales es muy reducida, con lo
que tal vez estemos ante un asentamiento de tipo estratégico o
industrial relacionado con la villa del Mas de Baix.
Los materiales recogidos en la Font del Gat (Silla), indican
que el yacimiento se funda en época augustea (finales del siglo
I a.C.) y sigue ocupado hasta el siglo III d.C (figura 156). Una
datación que, poco después de la prospección, se pudo corroborar gracias a la publicación de los resultados de una excavación
arqueológica en el yacimiento (Alapont et al., 2014).
El asentamiento de Camp de la Llegua (Silla) aporta un material que data la ocupación aproximadamente en la misma fase.
Su fundación se sitúa a finales del siglo I d.C. y permanece ocupado al menos hasta finales del siglo II d.C. (figuras 156 y 157).
La prospección en el yacimiento de la Venta de Ferrer
ha resultado negativa. Aunque se excavó a mediados del siglo
XX por parte del SIP (Servei d’Investigació Prehistòrica-Diputació de València), la información es inédita y se desconoce
su ubicación exacta (Catálogo de yacimientos arqueológicos
del PGOU de Silla). De todos modos, habría que considerar
que la profunda alteración de la zona -que presenta diversas
infraestructuras (variante N-332 y acceso al polígono FordAlmussafes)- ha podido destruir los restos (figura 159).
Finalmente, el asentamiento de Mas Reig II (Picassent)
resulta muy interesante. A partir del material de prospección
hemos podido datar su ocupación entre finales del siglo II a.C./
principios del I a.C. y el siglo IV d.C. Al norte, se excavó la
necrópolis islámica de Mas Reig, que no se pudo datar con se-
guridad y que debió estar asociada a un núcleo de población
cercano, tal vez relacionado con Mas Reig II. De ser así, la ocupación de Mas Reig II abarcaría una amplia franja cronológica,
desde época romana tardorrepublicana a andalusí (figura 159).
IV.6.2. Área de l’Horta Nord
En el área de l’Horta Nord, las prospecciones intra-site también
han aportado datos de interés para el análisis del poblamiento y
su relación con la estructuración viaria histórica. En esta zona
se ha prospectado un total de 9 yacimientos, aunque algunos han
resultado negativos (figura 162).
El asentamiento de Blanc de Columbro (Rafelbunyol)
no se ha encontrado en la ubicación teórica que indicaba la
trasformación de coordenadas sexagesimales a coordenadas
UTM. Probablemente ha habido un error en la trasformación
o bien las coordenadas sexagesimales en las que nos hemos
basado (Pérez, 2006: 61; Pingarrón, 1981a: 151) eran erróneas
debido a que se extrajeron de noticias antiguas, de principios
del siglo XX. También hay que señalar que las estructuras que
se describen en la publicación citada no se han encontrado,
probablemente debido a las grandes trasformaciones agrícolas
de la zona. Sí se han documentado indicios de una ocupación
próxima, pues en las inmediaciones del camino de Segorbe se
halló un fragmento de tegulae y un posible fuste de columna
de piedra caliza azul (de Sagunto o Alcublas) reutilizado (figura 160), además de diversos fragmentos de cerámica común en
las parcelas adyacentes al camino. Debido a la falta de datos
derivados de la prospección, hemos propuesto una ubicación
alternativa del asentamiento (figura 163) basándonos en la
descripción de los hallazgos antiguos y una nueva transformación de las coordenadas.
En segundo lugar, el asentamiento de La Sènia/Pla de
Montalt (Museros) se ha documentado con fiabilidad mediante el trabajo de campo (figuras 162 y 163). En la ficha de
Conselleria no se describe el yacimiento aunque existen diversas publicaciones sobre éste (Pingarrón, 1981a: 142; Pérez,
2006: 62; Ajuntament de Museros, 2007). Según la información consultada, el yacimiento era romano altoimperial pero
gracias a los numerosos materiales recogidos en la prospección se ha podido datar su ocupación de forma más concreta,
entre la segunda mitad del siglo I d.C. y principios del III d.C.
Las fotografías de principios del siglo XX ilustran la existencia de diversas estructuras (posible podium, acueducto,) ahora
desaparecidas que sugieren que probablemente se trate de una
villa romana.
El yacimiento de Mas del Palmiter (Museros) no se pudo
prospectar debido a que se encuentra dentro de una gran propiedad cerrada mediante vallas metálicas (figura 162).
La prospección en Maquives/Sant Onofre (Museros) ha
aportado suficientes materiales para datar la ocupación del asentamiento entre finales del siglo I d.C. y principios del III d.C.
(la cronología según el PGOU de Museros era siglos II-III d.C.
y según el inventario de Conselleria, Romana altoimperial).
Además, se ha podido fijar un área de dispersión y concentración de materiales, con bastante fiabilidad, junto al camino de la
Calderona (figuras 162 y 164).
En lo que respecta a los asentamientos de El Xopar (Museros), Pinxo (Museros), Pont de la Gombalda (Museros) y La
Huitena (Museros), no se han hallado materiales en las áreas
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Tabla 6. Cronología de los asentamientos nombrados en los apartados 5.2.1. y 5.2.3.
Yacimiento
Resultado
Cronología conocida
Cronología prospección
Tancat de la Cova
acceso cerrado
Romano indeterminada
-
Mas del Palmiter
acceso cerrado
Romano indeterminada
-
Casa Mallols
negativo
s.II-III d.C.
-
Masia del Coronel
negativo
Medieval, romano, ibérico
Medieval
Blanc de Columbro
dudoso
I-II d.C.
Romano indeterminada
El Xopar
negativo
Romano indeterminada
-
La Marta
negativo
s.I-II d.C.
-
Motor Pallorfa/Terrabona
negativo
Romano indeterminada
-
Aqüeducte de Rafelbuyol
negativo
Romano indeterminada
-
Camí romà dels Plans
negativo
Romano indeterminada
-
La Huitena
negativo
s.I-II d.C.
-
Pinxo
negativo
s.I-III d.C.
-
La Font del Gat
positivo
I-II d.C.
Finales I-III d.C.
L’Alter (Catarroja)
positivo
Romano indeterminada
I-II d.C.
L’Alteró (Silla)
positivo
s.II aC-I d.C.
Mediados I -principio III d.C.
Camp de la Llegua
positivo
Romano indeterminada
Finales I-II d.C.
Masia de la Cova
positivo
I-III d.C.?
Indeterminada
Torixí
positivo
I-III d.C.
Indeterminada
Mas de Baix
positivo
Romano indeterminada
I-III d.C.
Mas Reig II
positivo
Ibérico pleno, Romano altoimperial
Finales II a.C./ppio. I a.C.-IV d.C.
Torrubero
positivo
Romano indeterminado
Finales I-II d.C.
Maquives-Sant Onofre
positivo
s. II-III d.C.
Finales I-ppio. III d.C.
La Sènia-Pla de Montalt
positivo
s. I-III d.C.
2ª mitad I-ppio. III d.C.
Pla de Foios
positivo
s. I-II d.C.
Finales I-ppio. IV d.C.
El Pouatxo
positivo
s. I-III d.C.
Finales I-II d.C.
prospectadas en base a la ubicación teórica de los yacimientos.
Igual que en casos anteriores, probablemente la transformación
de las coordenadas ha sido errónea o bien los datos originales
ya lo eran por basarse en información antigua. Por tanto, hemos
planteado ubicaciones alternativas a partir de una nueva transformación de coordenadas o mediante la comprobación de la
información contenida en los datos antiguos (relectura de planimetrías, croquis, descripciones, etc.). Queda pendiente confirmar estos datos en una nueva campaña de prospecciones arqueológicas. En el caso de El Xopar, la situación indicada en la
Ficha de Conselleria es errónea y se ha incorporado, posteriormente a la prospección, la información contenida en el PGOU
de Museros, campaña en la cual se localizaron algunos restos
del yacimiento en una ubicación diferente a que figura en la
ficha de Conselleria (figura 162).
Los asentamientos de Lloma del Poble (Museros) y Lloma del Montalar/Mas de Selma (Museros), no han sido prospectados debido a que los datos arqueológicos se extrajeron del
PGOU de Museros con posterioridad a la realización del trabajo
de campo (figura 162).
El yacimiento de El Pla de Foios (Foios) ha aportado
material abundante, aunque muy fragmentado. En el camino
hondo de Nàquera a Vinalesa, colindante con la parcela en que
aparece el material cerámico, se han documentado restos de
estructuras en opus signinum (figuras 164 y 167). La información contenida en la ficha de Conselleria indica que es un
asentamiento romano altoimperial, mientras otras publicaciones lo datan más concretamente entre los siglos I y II d.C. (Pérez, 2006: 65), pero la cerámica recuperada por nuestro equipo
en la prospección ha permitido ampliar esta propuesta datando
la ocupación de este lugar entre finales del siglo I d.C. y principios del IV d.C.
En el asentamiento de Torrubero (Museros), catalogado en
el PGOU de Museros como bajoimperial y en otras publicaciones como altoimperial (Pérez, 2006: 64), pudimos recoger en
la prospección arqueológica numerosos materiales, principalmente cerámicos, que han permitido datar el asentamiento entre
finales del siglo I y el siglo IV d.C. (figura 166).
Finalmente, en el El Pouatxo (Montcada), el análisis de
los materiales recuperados en la prospección, ha permitido datar su ocupación entre finales del siglo I d.C. y principios del
III d.C. (aunque probablemente haya que alargar su final hasta
el siglo IV d.C.). En este sentido no se han aportado novedades,
ya que la bibliografía consultada ya situaba la cronología del
asentamiento en esta franja (Pérez, 2006: 65). La novedad del
trabajo reside en la delimitación de las áreas de dispersión y
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Figura 154. Vista general de los resultados de la prospección arqueológica en el área de la Albufera: 1. El Mas
de Baix, 2. L’Alter, 3. L’Alteró, 4. La Font del Gat, 5. Camp de la Llegua, 6. Venta de Ferrer, 7. Mas Reig II,
8. La Travessa.
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Figura 155. Detalle del resultado
de la prospección arqueológica
en los asentamientos de 1. L’Alter
(Catarroja), 2. El Mas de Baix (Silla)
y 3. L’Alteró (Silla).
Figura 156. Detalle de los resultados
de la prospección arqueológica en los
yacimientos de 1. Font del Gat (Silla)
y 2. Camp de la Llegua (Silla).
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Fig. 157
Fig. 158
Fig. 159
Figura 157. Camp de la Llegua. Pared de acequia hecha con pequeños sillares y fragmentos de tegula.
Figura 158. Materiales recogidos en la prospección en el yacimiento de L’Alter.
Figura 159. Detalle de los resultados de la prospección arqueológica en los yacimientos de 1. Venta de Ferrer (Silla) y 2. Mas Reig II
(Picassent).
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Figura 160. Material documentado en las inmediaciones del Camino de Segorbe, en el área del yacimiento de Blanc de Columbro
(Rafelbunyol).
Figura 161. Material reutilizado (dolia) en un muro de parcela en
terraza en el yacimiento de La Sènia/Pla de Montalt (Museros).
concentración cerámica, definidas a partir del trabajo de campo
(figura 168) y que sitúan el asentamiento al oeste del camino de
Nàquera a Vinalesa.
El único asentamiento de esta zona que ha proporcionado
indicios fiables es Masia de la Cova. Tal como se explicita
en la ficha de Conselleria, se conservan estructuras de época
romana de lo que parecen ser dos balsas de uso artesanal/industrial, en opus caementicium. Se observa en algún punto la
reutilización parcial de los muros como terrazas de cultivo en
una fase posterior. Se encuentra en una zona periurbana, muy
afectada por transformaciones agrícolas y urbanas, además de
presentar escasa visibilidad debido al abandono de los cultivos
de olivo, lo que ha hecho que la vegetación oculte los posibles
restos existentes. Aunque en la ficha de Conselleria se indica
la presencia de TSH, la cerámica recogida por nuestro equipo
en las parcelas donde se hallan las estructuras no es determinante y aunque podría corresponder a ánforas, su estado de
conservación y el hecho de que no se documenten formas, no
permiten corroborar la cronología altoimperial que se propone
para el asentamiento.
Por otro lado, cerca de estos yacimientos, el camino de la
Vereda de les Simetes ha sido reparado con un adoquinado justo en el punto donde la ficha de Conselleria indica que había
carriladas marcadas en la roca, de manera que tampoco se ha
podido comprobar este dato.
IV.6.3. Área de Manises (Horta Oest)
Finalmente, en el área de Manises, se han prospectado los yacimientos de Masia del Coronel, Tancat de la Cova 2 y Masia de
la Cova (figura 169).
En el caso de Masia del coronel, la prospección no ha permitido documentar ningún material cerámico antiguo, al contrario de lo que se indica en la ficha de Conselleria según la cual en
una prospección se recuperó material cerámico romano visigodo
e islámico. También en la ficha se indica que los materiales se
hallaron en la parcela 7 del polígono 22, una parcela que actualmente no existe y que probablemente se haya destruido debido
a la construcción del polígono industrial “La Cova”. El área de
dispersión de materiales que aparece en las figuras corresponde
a la cerámica medieval y moderna recogida en la prospección.
Respecto a Tancat de la Cova2, el vallado de los terrenos
en que se localiza el yacimiento no ha permitido comprobar la
información de la ficha de Conselleria, según la cual allí se halla
una concentración de materiales romanos: dolium, ánfora y TSH.
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Figura 162. Vista general de los resultados de la prospección arqueológica en el área de l‘Horta
Nord: 1 y 2. Blanc de Columbro, 3. Aqueducte de Rafelbunyol, 4. Lloma de Museros/Lloma del Poble, 5. La Sènia/Pla de Montalt, 6. Llometa del Montalar/Mas de Selma, 7. Casa Mallols, 8. El Pouatxo, 9. Mas del Palmiter, 10. Maquives/Sant Onofre, 11. La Marta, 12. Pinxo/Pont de la Gombalda,
13 y 14. La Huitena, 15. Torrubero, 16. El Xopar, 17. El Pla de Foios, 18. Les Paretetes dels Moros.
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Fig. 163
Fig. 164
Fig. 165
Figura 163. Detalle de los resultados de la prospección arqueológica en los yacimientos de Blanc de Columbro (1 y 3) y La Sènia/Pla de
Montalt (2).
Figura 164. Restos de opus signinum reutilizados en la terraza del camino hondo de Náquera a Vinalesa, en un punto colindante con el
yacimiento de El Pla de Foios.
Figura 165. Sillares reutilizados en el área de El Pouatxo (Montcada).
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Fig. 166
Fig. 167
Figura 166. Detalle de los resultados de la prospección arqueológica en los yacimientos de Maquives/Sant Onofre (1), La
Marta (2), Pinxo/Pont de la Gombalda (3), La Huitena (4, 5), Torrubero (8), El Xopar (6, 7, 9).
Figura 167. Detalle de los resultados de la prospección arqueológica en los yacimientos de El Pla de Foios (1) y La Huitena (2).
113
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Fig. 168
Fig. 169
Figura 168. Detalle de los resultados de la prospección arqueológica en los yacimientos de El Pouatxo (1), La Sènia/Pla
de Montalt (2), Maquives/Sant Onofre (3).
Figura 169. Vista general de los resultados de la prospección arqueológica en el área de Manises (Horta Oest), yacimientos de Masia del Coronel (1), Masia de la Cova (2), Tancat de la Cova (3), Tancat de la Cova2 (4) y Vereda de les
Simetes (5).
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V
Relación de los sistemas viarios ortogonales
con sistemas centuriados
Una vez realizados los análisis arqueomorfológico y de poblamiento, así como las prospecciones arqueológicas y arqueomorfológicas, todo indica que en el área de estudio existen varias
estructuraciones viarias de morfología ortogonal que podrían
tener su origen en la antigüedad. A continuación, realizaremos
una aproximación a la datación y contextualización cultural de
estos sistemas viarios.
V.1. APROXIMACIÓN CRONOLÓGICA A LOS SISTEMAS
VIARIOS DE ORGANIZACIÓN TERRITORIAL
Como se ha comentado anteriormente, datar con precisión las
estructuraciones viarias es probablemente la parte más compleja del análisis arqueomorfológico. Aun así, existe una serie de
datos y análisis que permiten realizar aproximaciones cronológicas y asociar las diferentes morfologías a períodos históricoculturales concretos.
Estos indicadores los pueden proporcionar las intervenciones arqueológicas, que datan los núcleos de poblamiento relacionados con los distintos sistemas viarios. También la datación
relativa de estructuraciones del paisaje, como los canales de
irrigación, puede proporcionar cronologías antequem para las
estructuras previas, cuya secuencia viene determinada por el
análisis arqueomorfológico. A partir de estos análisis se obtiene
una cronología más concreta para cada morfología viaria.
Como se ha explicado en el apartado 4.3., en el caso de Valencia, gracias al análisis arqueomorfológico se ha establecido
una secuencia de cronología relativa entre las diferentes estructuraciones territoriales:
1. En una primera fase se incluyen las vías naturales cuyo recorrido está determinado por los elementos físicos del territorio en el que se implantan. Debido a sus características específicas, estas vías son difíciles de analizar desde la
perspectiva arqueomorfológica, puesto que habitualmente
su integración en una secuencia de cronología relativa es
compleja. Algunas de ellas podrían retrotraer su momento
de creación a época prehistórica y siguen estando en uso por
la idoneidad de su recorrido.
2. En una segunda fase, se da una gran intervención en el territorio mediante la implantación de grandes sistemas viarios
ortogonales. Estos sistemas son borrados por la construcción de los sistemas viarios radioconcéntricos y de los sistemas de regadío de la Huerta de Valencia y por lo tanto son
anteriores a éstos.
3. A continuación, se documenta una tercera fase en la que se
implantan algunos sistemas viarios radiales con centro en
núcleos históricos y se construye parte de los sistemas de
regadío de la Huerta de Valencia.
4. En la cuarta fase se crean diversos sistemas viarios de tendencia ortogonal que son posteriores tanto a la implantación
tanto de los sistemas viarios radioconcéntricos como a la de
los sistemas de regadío, puesto que son prolongaciones de
éstos. Este proceso se observa de manera muy evidente en
las zonas de marjal. Además, en algunos casos la documentación escrita de época medieval y moderna identifica estos
sistemas y permite datarlos en época feudal o moderna, correspondiéndose éstos con parcelaciones y/o desecaciones
de marjales de estas cronologías.
5. En una última fase se construyen las grandes infraestructuras de comunicación: ferrocarriles, autopistas y otras carreteras que, en su mayor parte, no siguen la estructuración
tradicional del territorio.
A partir de esta secuencia cronológica relativa vamos a concretar un poco más la datación de cada estructuración viaria en
base su relación con el poblamiento y la red de irrigación datados con fiabilidad, tal como se ha detallado en el apartado 4.2.
La mayoría de los núcleos históricos desde los cuales surgen
las redes viarias de morfología radial o estrellada son fundaciones del período medieval andalusí, cuya cronología abarca los
siglos VIII al XIII. Estos datos permiten asociar la creación de
115
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Ibérico
Romano
Andalusí
Feudal
Gráfica 3. Cronología fundacional (conocida) de los núcleos generadores de redes viarias radiales. Todos los asentamientos creados
durante las fases ibérica y romana tuvieron continuidad de ocupación en el período andalusí y muchos también en época feudal
los sistemas viarios radioconcéntricos con un proceso de transformación de la red viaria que tuvo lugar durante el período
andalusí, en un momento anterior al siglo XIII, como también
han apuntado otros investigadores (Guinot, 2007: 202). Aun así,
habría que tener en cuenta que la evolución de estos sistemas
viarios pudo ser un proceso de larga duración que incluiría modificaciones de los ejes o ampliaciones de los sistemas, tanto en
época andalusí y feudal como moderna.
Aunque por lo general los núcleos relacionados con redes
viarias radiales se crean durante el período andalusí, existen algunas excepciones, pues algunos de ellos retrotraen su momento fundacional a época ibérica1 o romana2 o bien lo posponen a
época feudal3 (gráfica 3). De todos modos, en lo que respecta a
los primeros, aunque su fundación sea anterior y algunos ejes
viarios se puedan asociar a cronologías antiguas, se trata de lugares que experimentan un gran desarrollo en la fase andalusí
(Silla, Bétera, Sagunt, València, Xàtiva, Llíria, Paterna).
La datación andalusí de estos núcleos de población, en su
mayor parte, se deriva de la documentación generada durante
la conquista cristiana del Reino de Valencia (primera mitad del
siglo XIII) en la que aparecen nombrados estos asentamientos,
de modo que estamos hablando de un período ya muy tardío de
la fase andalusí. Sin embargo, en algunos casos se han podido realizar dataciones más exactas gracias a las intervenciones
arqueológicas y a los análisis de los sistemas de regadío de la
Huerta de Valencia.
El ejemplo de Paterna es muy ilustrativo. Paterna es el centro de una red radial de caminos que la comunican con diferentes poblaciones, en algunos casos a través de vados del río Túria
(apartado 4.1.1). Las intervenciones arqueológicas efectuadas
en el yacimiento del Sector Río, a 700 m. al oeste del núcleo
histórico de Paterna (Verdasco et al., 2013), indican que la aldea
visigoda (anteriormente villa romana) se abandona en el siglo
VII. Es probable que en este momento se produjese un cambio
hacia la ubicación actual de Paterna, aunque las excavaciones
1
2
3
Sagunt, Llíria, Bétera, Xàtiva, Carcaixent.
Valencia, Silla, Paterna y una serie de municipios donde se ha hallado material romano descontextualizado que podría indicar una
ocupación en este período.
Pobla de Vallbona, Tossal Nou, Realenc, Torre d’En Lloris, Llanera de Ranes, Granja de la Costera, Vallés.
realizadas en la ciudad no permiten comprobarlo y no datan la
fundación en la ubicación actual más allá del siglo XI. Pero las
fuentes históricas indican que Paterna se funda con anterioridad
al siglo XI: Ibn Idhari da referencia en el al-Bayan al-Mughrib
de que, tras el ataque de Fernando I de León a Balansiya en
1065 y ante la resistencia de los locales, las tropas castellanas
emprendieron la huida hacia Paterna, donde se sucedió la batalla
homónima. Además, según el trabajo de Esquilache, la alquería
de Paterna ya existiría entre finales del siglo VIII e inicios del X,
pues el investigador data en este momento la construcción de la
primera fase de la Acequia de Montcada y de los espacios cultivados de Paterna A y B (Esquilache, 2016). De la correlación de
todos estos datos se deduce que la creación de la red radial de
Paterna es anterior al siglo XI y seguramente se generó entre los
siglos X y XI. Esta red radial, como se ha detallado en el capítulo 4, se superpone a una estructuración viaria ortogonal anterior
cuya implantación se dataría, por superposición de estructuras,
en un momento anterior al siglo X (figura 170).
Otro ejemplo es Torrent. El núcleo es generador de una red
de caminos radiales muy desarrollada, que ocupa una gran área
alrededor del municipio y que lo conecta con los núcleos de
población circundantes (apartado 4.1.1.). Las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en su casco antiguo, particularmente en la torre y su entorno, consiguieron datar la construcción
de esta estructura defensiva a mediados del siglo XI (Martínez
y Roca, 2015), aunque los arqueólogos sospechan que la fundación de la alquería es anterior.
La red viaria radial de Torrent, por tanto, se habría construido
en un momento indeterminado del siglo X, cuando la alquería ya
estaba consolidada como núcleo poblacional (coincidiendo con
el auge en el poblamiento del período califal al que nos hemos
referido en el apartado 4.2.). La red viaria radial originada por
Torrent, como se ha explicado en el apartado 4.3., se superpone
a una gran estructuración viaria de morfología ortogonal que es,
en consecuencia, anterior y que podría datarse provisionalmente
en un momento previo al siglo X (figura 171). Además, los canales del sistema de irrigación Torrent-Picanya-El Ràfol adaptan
su recorrido al de los ejes viarios radiales y al de algunos ejes
ortogonales. Respecto a este sistema, se sabe que fue construido
en el período andalusí pero su evolución no ha sido analizada en
profundidad (Guinot y Selma, 2006: 30-31).
En el caso de Silla (figura 172), la población tiene su origen
en una villa romana (Alapont et al., 2014: 31-36) y parece que
hay un hiatus sin población desde el siglo III d.C. hasta el periodo andalusí califal. Las intervenciones arqueológicas realizadas
en Silla indican que hay ocupación al menos desde el siglo X
(Alapont et al., 2014: 66-67), aunque la torre de la alquería se
construyó en una fase posterior. En base a estos datos, la construcción de la red viaria radial de Silla podría datarse en torno
al siglo X, coincidiendo con el aumento y consolidación del
poblamiento durante el Califato de Córdoba. Cerca de Silla, en
el yacimiento de L’Alter-Mas de Baix (siglos II a.C.-VI d.C. al
X-XI d.C.) y gracias al material cerámico asociado, la construcción de algunas estructuras hidráulicas se dató en el siglo X. Este
asentamiento, quedaba conectado con Silla4 mediante diversas
vías de la red radial y ortogonal. Como en los casos explicados
4
Tanto Silla como L’Alter-El Mas de Baix tienen su origen en época
romana.
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Figura 170. Imbricación de las estructuraciones territoriales y su relación con el poblamiento histórico en Paterna.
más arriba, el análisis arqueomorfológico detectó la superposición del sistema viario radial sobre el ortogonal, cuya implantación podríamos datar en un momento anterior al siglo X.
Alcàsser probablemente tiene su origen en un asentamiento
militar visigodo, La Senda de l’Horteta, del cual se ha excavado
su necrópolis, aunque ésta se halla 300 metros al noroeste del
núcleo histórico del municipio actual. El asentamiento se abandona a finales del siglo VII y es posible que poco después se
instalara un primer núcleo de población andalusí en la ubicación
actual, aunque no hay pruebas arqueológicas de ello. El topónimo islámico Alcàsser hace referencia a un centro fortificado, lo
que algunos autores han querido relacionar con una continuidad con el castro visigodo (Alapont et al., 2016: 73). En lo que
respecta a la alquería de Alcàsser, los restos arqueológicos más
antiguos datan del siglo X (Febrer: 1985), lo que nos sitúa en
un contexto igual al que hemos descrito para Paterna, Torrent
y Silla, y también en una datación similar para las redes viarias
radiales y ortogonales de Alcàsser.
Benifaió, Almussafes y Alginet son tres casos también interesantes pues generan tres redes viarias radiales interconectadas que prácticamente ocupan todo el territorio circundante y
también se superponen a un sistema viario, de morfología ortogonal. Desgraciadamente los datos históricos y arqueológicos
de estos tres municipios, originalmente alquerías andalusíes, no
permiten datar la fundación de estos núcleos de poblamiento
más allá del siglo XI.
Desde el centro de Aldaia surge una interesante red radial
que une la localidad con Quart de Poblet, Alaquàs y Torrent.
Ésta se superpone a una gran estructuración ortogonal que se
extiende hacia el oeste y de la cual hemos hablado en el apartado 4.3. Aldaia y Alaquàs están estrechamente relacionadas
con la acequia de Quart, construida según Esquilache entre los
siglos X-XI, lo que nos sitúa en las mismas cronologías manejadas para los casos anteriores: la red viaria radial de Aldaia
dataría del siglo X, mientras el sistema ortogonal sería anterior.
En el caso de Valencia, la ciudad se mantiene ocupada sin
ningún período de abandono desde época romana augustea
hasta la actualidad. Sabemos que, al menos, desde el siglo IX
Balansiya era una ciudad (durante el período anterior se la conoce como Madinat Al-Turab, la ciudad polvorienta- en referencia tal vez a su poca entidad). Su red radial la relaciona
por ejemplo con Russafa, un asentamiento palatino real (almunia) cuyos restos arqueológicos no se han hallado pero cuya
construcción comúnmente se data entre finales del siglo VIII
e inicios del IX (supuestamente fue edificada por mandato de
Abd Allah al-Balansí, a imitación de la finca de su padre en
Córdoba). D
e ello se deduce que algunos caminos radiales de
Valencia son anteriores al siglo IX, siendo este caso, el de Alzira y el de Xàtiva los únicos en que la datación de la red radial
se puede retrotraer con fiabilidad a este momento tan inicial
de la fase andalusí. Además, Russafa cuenta con un espacio
irrigado del sistema de Rovella que, según Esquilache (2016),
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Figura 171. Imbricación de las
estructuraciones territoriales y
su relación con el poblamiento
histórico en Torrent: 1. Rahal
Ibn Mufarrig, 2. Benetússer,
3. Massanassa, 4. L’Hort de
Pepica, 5. Catarroja, 6. Albal,
7. Beniparrell, 8. L’Alter/
El Mas de Baix, 9. L’Alteró,
10. L’Alter I, 11. Sant Gregori.
data también de la primera fase de construcción de la Huerta de
Valencia (siglos VIII-X) y que está relacionado con el camino
radial Camí de Russafa/Carrera de la Font d’En Corts, lo que
permite datar la construcción del sistema viario radial de Valencia entre los siglos VIII y X.
Para Xirivella y Patraix no tenemos datos arqueológicos,
aunque según el análisis efectuado por Esquilache, el sistema de
regadío y los espacios cultivados asociados a ambas alquerías
formarían parte de la primera fase de construcción de l’Horta
de Valencia (finales del siglo VIII-inicios del X). Por lo tanto,
el inicio de la construcción de las vías radiales asociadas de esta
zona dataría de este momento.
Los datos arqueológicos de las numerosas intervenciones
que se han realizado en el casco antiguo de Montcada no permiten retrotraer el origen de la población más allá del siglo XI
(aunque se han hallado materiales romanos descontextualizados
en diversas intervenciones arqueológicas). Sin embargo, según
el análisis de Ferran Esquilache habría que datar los espacios
de cultivo irrigado de Montcada entre finales del siglo VIII e
inicios del X, de lo cual se deduce que la alquería ya existiría
en ese momento. Este mismo autor apunta que el sistema de
regadío de la acequia de Montcada fue, de los sistemas de la
Huerta de Valencia, el primero en construirse al norte del Turia
(Esquilache, 2016: 225).
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Figura 172. Imbricación de las estructuraciones territoriales y su relación con el poblamiento histórico en Silla y Alcàsser: 1. Catarroja,
2. L’Alter, 3. Albal, 4. Beniparrell, 5. L’Alter/ El Mas de Baix, 6. L’Alteró, 7. F Font del Gat, 8. Camp de la Llegua, 9. Pla de la Font de
l’Omet, 10. Els Olivars, 11. Mas de l’Algudor, 12. Senda de l’Horteta.
La primera mención escrita referente a Alzira data de finales del siglo IX y habla de un centro regional de captación de
impuestos (Soler, 2002), de lo que se deduce que probablemente
a finales del siglo VIII ya existía el asentamiento. Durante el
siglo XI la ciudad tenía muralla (Al Udri), probablemente contruida con anterioridad a esa fecha, aunque por el momento no
hay datos arqueológicos que corroboren esta hipótesis. En base
a estos datos, la construcción de la red viaria radial de Alzira
debe datarse en el siglo IX y, por tanto, la red viaria ortogonal de
esta zona es necesariamente anterior a ese momento.
La primera mención de Xàtiva como ciudad data del año
900 (Ibn Hayyan), en el marco de la toma de poder en la alcazaba de madinat Xàtiva por parte de Amir Abí Jawxan. En consecuencia, tenemos una datación antequem para la ciudad andalusí, que existiría ya desde el siglo IX. Como se ha explicado en el
capítulo 4.3., Xàtiva es el centro de una amplia red viaria radial
que borra y transforma algunos ejes de la red viaria ortogonal
antigua. Por lo tanto, nos encontramos en un marco cronológico
igual al de Valencia y Alzira, que sitúa la construcción de la red
ortogonal en un momento anterior al siglo IX.
La ciudad de Morvedre (Sagunt) aparece nombrada como
tal por Al Razi en el siglo X (Lévi-Provençal, 1953; Torró,
2009: 160) y probablemente durante el período califal la mur
veteris prácticamente abandonada desde el siglo VII se convir-
tió en un recinto urbano incipiente: Murbiter. De este modo,
la red viaria radial de Sagunt se habría generado a partir de los
siglos IX-X y habría que datar la implantación de la red viaria
ortogonal en un momento anterior a esta fecha.
Otros casos son Llíria (que se refunda en el siglo XI después de un período de abandono de desde finales del siglo VII),
Bétera (donde los datos arqueológicos indican una refundación andalusí en el siglo XI, en el mismo lugar donde hubo un
asentamiento ibérico abandonado en el siglo III a.C.), Mislata
(cuyos espacios irrigados según Esquilache se datarían en el
siglo XI), Picassent, Almussafes, Sollana, Benifaió, Alginet,
Sueca, Algemesí, Carlet o Alberic.
En definitiva, la correlación de la información disponible
sobre el poblamiento, la red viaria y los datos histórico-arqueológicos, indica que las redes viarias radiales empiezan a crearse
entre finales del siglo VIII y el siglo IX, aunque seguramente
su configuración fue un proceso diacrónico de larga duración.
Esta estructuración viaria seguirá ampliándose a medida que
se intensifica el poblamiento durante todo el período andalusí y
se desarrollan los sistemas de irrigación, como se ha explicado
en el apartado 4.2.
Este análisis permite datar la construcción de las grandes
estructuraciones viarias ortogonales anteriores a las redes radiales en un momento previo al siglo IX, lo que sugiere que
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esta intervención territorial a gran escala pudo haberse dado en
época romana, el único periodo anterior a este momento en que
existe una autoridad con poder político y económico suficiente
para implantarla.
Otro factor que refuerza la hipótesis de la cronología antigua
para la red viaria ortogonal es la reutilización de determinadas
vías de estos sistemas para el diseño de los espacios irrigados
andalusíes. Según Esquilache las áreas de regadío de Tormos y
Benicalap, datadas entre finales del siglo VIII e inicios del X,
así como las de Quart (Esquilache, 2016: 111, 133 y 137) y Rahal Aixuterni/Soternes, se apoyan en vías ortogonales antiguas
(Esquilache, 2016: 302-303).
Otro elemento que ayuda a datar los sistemas ortogonales
anteriores a las redes viarias radiales, es su relación con el poblamiento histórico. En numerosos casos los núcleos andalusíes
se sitúan junto a vías de los sistemas ortogonales antiguos5 o en
cruces de vías de éstos (puntos fuertes en la estructuración del
territorio) lo cual implica que en el momento en que se fundan
estos núcleos (siglos VIII-XI), las vías ortogonales ya existían,
que su uso se mantuvo y que fueron determinantes para la ubicación de los nuevos asentamientos porque tenían un papel de
primer orden en la estructuración territorial. Este es un caso bien
documentado en otras areas centuriadas como los territorios de
Tarraco o Barcino. Por ejemplo, Reus, topónimo procedente del
término latino reddis que hace referencia a un cruce de caminos
(Coromines, 1996), se sitúa en el cruce de un kardo y un decumanus de una trama centuriada de Tarraco y desarrolla una
fuerte red radioconcéntrica a su alrededor, borrando gran parte
del parcelario anterior.
En otros casos, la nueva ordenación viaria de tipo radial
vinculada con el poblamiento andalusí, como se ha explicado
anteriormente, modificará la estructuración viaria, transformando o haciendo desaparecer el sistema viario ortogonal de
época antigua.
De esta manera, se confirma que la implantación de los
sistemas viarios ortogonales tuvo lugar en un momento anterior a finales del siglo VIII y principios del IX. Teniendo en
cuenta que se trata de macroestructuras territoriales que van a
determinar la morfología del paisaje en época medieval y hasta
la actualidad (pues muchas de ellas siguen en uso), habría que
buscar más elementos que nos permitan relacionar esta gran intervención en el paisaje con algún período cultural concreto de
la antigüedad o la alta edad media.
Para época visigoda (finales del siglo V-mediados del siglo
VIII) no conocemos ningún caso en que se dieran este tipo de
implantaciones a gran escala. De hecho, como se explicará más
5 Como ejemplos: Mislata, Quart, Manises, Torrent, Picanya, Benetússer, Alfafar, Sedaví, Silla, Forn d’Alcedo (alquería de Pala?),
Castellar, Russafa, Massanassa, Paiporta, Alcàsser, Silla, Albal,
Catarroja, Beniparrell, Picassent, Almussafes, Espioca, Benifaió,
Alginet, Albalat de la Ribera, Cotes, Pardines, Mas de l’Algudor,
Paterna, L’Olleria, Godella, Coscollana, Carpesa, Rascanya, Almàssera, Bétera, Bofilla, Horta vella, Algemesí, Benimodo, Carlet, l’Alcúdia, Guadassuar, Prada, Cabanyes, Massalavés, Alberic,
Benimuslem, El Toro, Mulata, Alzira, Materna, Carcaixent, Alcosser, La Paixarella, Castelló de la Ribera, Benimacli, Manuel,
Senyera, Benimeixis, L’Ènova, Cases de Mollà, El Portitxol II,
Llosa de Ranes, Rotglà i Corbera, Genovés, Xàtiva, Alzira, Carcaixent, Novetlé, Anna.
adelante, aunque se disponen de pocos datos, generalmente se
observa la persistencia de las dinámicas de poblamiento heredadas del período romano y la continuidad del uso de las grandes
vías de estructuración territorial romanas. Estas observaciones
reducen las posibilidades de datación de las grandes estructuraciones viarias ortogonales al período romano, con lo que cabría
considerar que estamos ante diversos sistemas centuriados.
Pero para corroborar esta hipótesis debemos realizar una
serie de comprobaciones que pasan por el estudio metrológico
de los sistemas viarios ortogonales y por el análisis de distribución del poblamiento romano en relación con los ejes teóricos
de la centuriación y con los criterios de ocupación territorial de
época romana.
V.2. LAS CENTURIACIONES DE VALENTIA
En el territorio circundante a Valencia se documentan dos
grandes sistemas ortogonales de cronología antigua: uno al
norte de la ciudad, entre el Turia y el Barranc del Puig/Serra
Calderona y otro al sur, entre el Turia y los ríos Xúquer-Magre.
Ambos se implantan en llanuras aluviales litorales, aunque algunos de sus ejes se alargan hacia el interior. Los límites de la
estructuración vienen determinados por las áreas de humedales
al este y las de montaña al oeste. Además, en el Pla de Quart
entre Cheste y Valencia se ha podido identificar otro sistema de
tendencia ortogonal que no se corresponde con una centuriación pero que sí es de cronología romana, como explicaremos
más adelante.
Con alguna excepción, predominan los ejes longitudinales
paralelos a la costa que, en términos generales, se corresponden con vías fuertes (ejes continuos de largo recorrido) que
estructuran el territorio a nivel supra-local. Su morfología,
aunque ortogonal y de tendencia rectilínea, se adapta a la topografía y los accidentes físicos de manera que, en algunas
zonas se observan cambios de orientación y trazos sinuosos,
que se pueden relacionar con las modificaciones sufridas por
la traza física desde su creación. En este sentido se detecta
la coincidencia de algunos ejes con barrancos de primer, segundo y tercer orden, poniendo de manifiesto la adecuación
de la estructuración viaria a la hidrografía del terreno en que
se asienta. Algunos de estos barrancos pueden haber tenido su
origen en vías de la centuriación, cuyo uso continuado las ha
erosionado hasta el punto en que actúan como drenajes en momentos de lluvia torrencial gracias, en parte, a su adaptación a
la orografía del territorio.
La prospección arqueomorfológica ha permitido corroborar la antigüedad de algunas de estas trazas viarias y analizar
sus características lo que, unido a la relación de proximidad
con el poblamiento de época romana y a las constantes metrológicas, nos permite plantear que estamos ante dos áreas de
centuriación asociadas a la colonia de Valentia. Una de ellas, al
norte del Turia, se extiende hasta el Barranc del Puig y la Serra
Calderona, considerados el límite septentrional del territorio de
Valentia al norte del cual comienza el territorio de Saguntum
(Arasa, 2009: 86). Otra, al sur del Turia hasta el límite meridional constituido por los ríos Xúquer y Magre. Más allá de este
límite se extiende el territorio de Saetabis (Pérez y Arasa, 2010:
102), donde se observa un claro cambio de orientación de los
ejes viarios ortogonales.
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El análisis arqueomorfológico ha permitido también identificar con fiabilidad el recorrido de la Vía Augusta en nuestra área de estudio, aportando una información esencial en esta
cuestión largamente debatida en la historiografía valenciana.
V.2.1. Distribución del poblamiento en relación con la
centuriación
Gracias a la revisión de los datos arqueológicos y al resultado
de las prospecciones se ha podido relacionar el poblamiento
de época romana con diferentes ejes del sistema viario ortogonal antiguo y con otras vías que, aunque no son de morfología ortogonal, también datamos en época antigua. Esta
relación ha permitido situar la implantación del sistema centuriado de Valentia en época romana altoimperial (concretamente en la segunda mitad del siglo I d.C.), como explicaremos a continuación.
Aunque para época tardorrepublicana (siglos II-I a.C.)
tenemos pocos datos sobre poblamiento, se observa un cambio
respecto al Ibérico Final, con un aumento de asentamientos y un
nuevo de patrón en la ocupación territorial.
A partir del siglo II a.C., se puede hablar de una primera
“colonización” de las llanuras aluviales a norte y sur del Turia.
Teniendo en cuenta el escaso poblamiento documentado en esta
zona durante el Ibérico Pleno y Final, estos cambios en la estrategia de ocupación territorial se pueden considerar relevantes
y están relacionados, muy probablemente, con la fundación de
Valentia y la explotación y gestión de su territorio.
A pesar de la escasez de datos, se detecta la vinculación
de asentamientos tardorrepublicanos con algunas vías de cronología antigua. Para este momento la Vía Heráclea es el
principal eje de comunicación norte-sur y su influencia en la
estructuración territorial y del poblamiento es considerable,
pues al menos se relaciona con Valentia, Alteret de la Vintihuitena, L’Alter/el Mas de Baix y Mas Reig II, aunque su recorrido para este período no se puede reconstruir con fiabilidad (Arasa, 2012: 358-359). El análisis arqueomorfológico
tampoco ha permitido identificar el trazado de esta vía precedente de la Vía Augusta que, al menos en algunos sectores,
habría mantenido el mismo recorrido. También se evidencia
la relación de los asentamientos con vías naturales de tránsito como las que comunican con Aragón a través de la Serra
Calderona (Paretetes dels Moros, Lloma dels Cantals) y hacia
Edeta (Horta Vella).
Asimismo, se observan establecimientos en los límites de la
Albufera (L’Alter/Mas de Baix) y de los cursos hídricos (Villa
del Sector Río, Mas del Jutge III y Alteret de la Vintihuitena) revelando la estrecha vinculación entre la hidrología (como recurso económico y de comunicación) y el patrón de asentamiento.
Como ejemplo de las intervenciones del período republicano sobre el territorio se conoce la modificación de un tramo
de la Vía Heráclea al norte de la ciudad de Valencia. En una
intervención arqueológica inédita se documentó un tramo de
esta vía que se pudo datar a inicios del siglo II a.C. Este tramo,
tenía un recorrido ligeramente más al oeste que el de la posterior vía augusta (C/ Pobla del Duc-Avinguda de la Constitució)
(Ribera y Jiménez, 2012b: 81) y debía cruzar el Turia en un
punto vadeable en el Pla de la Saidia. Posteriormente, coincidiendo con la fundación de Valentia (138 a.C.), el trazado de la
vía se modificó para desviarlo hacia el nuevo emplazamiento
urbano, lo que demuestra que en el período republicano se dieron modificaciones en la red viaria, aunque generalmente se
desconoce su impacto.
La relación más evidente del poblamiento con el sistema
viario ortogonal antiguo se produce con los asentamientos del
período augusteo (finales del siglo I a.C.-inicios del I d.C.). En
esta fase se da un ligero aumento del poblamiento, coincidiendo
con la refundación de Valentia por parte de Augusto (5 a.C.5 d.C.), tras un largo período de abandono después de su destrucción en el marco de las Guerras Sertorianas (75 a.C.). Pero,
aunque en la fase augustea se empieza a ver esta relación, la vinculación entre red viaria ortogonal y asentamientos se refleja sobre todo cuando analizamos el poblamiento altoimperial, pues
es a partir de mediados del siglo I d.C., una vez consolidada
la refundación de la colonia, cuando se produce una verdadera
intensificación de la ocupación territorial.
Los datos arqueológicos disponibles no permiten dibujar un
panorama completo del poblamiento de época augustea, aunque se observa un ligero aumento de asentamientos y el establecimiento de un patrón de ocupación que se va a mantener
en líneas generales hasta época tardoantigua. Se intensifica la
ocupación de las llanuras aluviales y de los límites de los marjales. En este sentido, al sur del Turia se refleja claramente la
atracción que ejerce la Albufera, pues al menos 5 asentamientos
de este período se sitúan en el límite de su área inundable en
época romana.
En el área al norte del Turia para el período augusteo no
hay datos de poblamiento en la llanura litoral y los asentamientos conocidos se sitúan en la llanura interior, por tanto, la relación del poblamiento con las vías ortogonales no es tan evidente. Solamente El Pouatxo se relaciona con uno de los ejes
centuriados, el Camí de la Calderona, y con una vía natural,
el Assagador de la Senyora o Camí de Nàquera a Vinalesa. La
zona en que esta vinculación es más clara, es en llanura aluvial entre el Turia y el Barranc del Carraixet. Asentamientos
como la Villa de Sector Río, la Lloma dels Cantals, el Molí
de la Marquesa,6 El Pouatxo y l’Horta Vella, se ubican en las
proximidades de vías del sistema ortogonal antiguo, poniendo
de manifiesto la atracción que ejercen estos ejes en la distribución del poblamiento (figura 173).
Al sur del Turia (figura 174), todos los asentamientos augusteos se ubican en función de las vías del sistema ortogonal:
Font del Gat, Hort de Pepica, L’Alteró, L’Alter, L’Alter-El Mas
de Baix, Mas Reig II, Mas dels Foressos, Partida de Paretes y
Sant Gregori. De todos ellos sólo Mas Reig II y L’Alter/El Mas
de Baix tienen precedentes en época tardorrepublicana, el resto
son fundaciones augusteas.
Esta situación en el territorio de Valentia concuerda con las
dinámicas coetáneas de la ciudad. La evidencia arqueológica registrada señala que en la primera mitad del siglo I d.C. Valentia
no seguía el proceso de urbanización patente en las provincias
hispanas y en ciudades próximas como Saguntum (Ribera y Jiménez, 2012b: 92), aunque sí se puede hablar de una modesta
reactivación de la vida urbana.
6 En la intervención arqueológica del Nou Mestalla /Molí de la Marquesa se documentaron tres vías romanas datadas en el siglo I a.C.
(Algarra y Berrocal, 2014: 346-349) y se conoce el hallazgo de
una inscripción altoimperial en la misma zona.
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Figura 173. Relación del poblamiento de época augustea con la red viaria ortogonal antigua al norte del Turia.
La verdadera explosión del poblamiento se produjo a partir de mediados del siglo I d.C. (reinados de Claudio y Nerón),
como reflejo de la consolidación de la colonia y su transformación en una verdadera urbs, un proceso que se acentuará a partir
de época flavia.
En este momento Valentia duplicó la extensión de la ciudad republicana conservando en el mismo lugar su espacio
central: el foro (Ribera y Jiménez, 2014). Además se dotó
de un puerto fluvial (Burriel et al., 2003) que la comunicaba con el mar a través del Turia y la Albufera (Carmona y
Ruiz, 2011: 144).
En el área al norte del Turia, a partir de mediados
del siglo I d.C. (figura 175) se produce la colonización de
la llanura aluvial, ya que durante la fase augustea no había
asentamientos en esta zona. Al norte del Carraixet las vías
naturales de tránsito son determinantes en la distribución del
poblamiento, aunque los asentamientos también se articulan
con los ejes del sistema viario ortogonal. Curiosamente en esta
área, la Vía Augusta ejerce muy poca influencia en la distribución del poblamiento altoimperial y es más bien el camino
de Montcada a Rafelbunyol/Assagador de Sagunt (una vía natural) el eje longitudinal que más poblamiento concentra. A lo
largo de esta vía se situan los asentamientos de Rafelbunyol,
Pinxo/Pont de la Gombalda, La Marta, Maquives/Sant Onofre,
El Pla de Foios y Montcada. Su trayecto se corresponde con
una línea topográfica coincidente con la falla Burjassot-Xilxes
(Pardo et al., 1996: 65-66) que fue utilizada en época andalusí para construir la acequia de Montcada, que discurre prácticamente paralela al camino pero unos metros más hacia el
este (Ortega, 2011).
Otra vía con clara incidencia en la distribución del poblamiento altoimperial es el Assagador de Segorbe, que tampoco se
encuadra en el sistema ortogonal, siendo una vía natural de tránsito que comunica con Aragón a través de la Serra Calderona.
Esta vía determina la ubicación de los asentamientos de Blanc
de Columbro, Maquives/Sant Onofre, Llometa del Montalar/
Mas de Selma, la Llometa de Museros y La Marta.
A lo largo del Camino de Nàquera a Montcada se sitúan
Montcada, les Paretetes dels Moros y Casa Mallols, y a partir
de su unión con el Camí de Nàquera a Vinalesa/Assagador de la
Senyora se sitúan al menos cuatro asentamientos: Casa Mallols,
El Pouatxo, El Pla de Foios y el Piló de la Campana.
El Mas del Palmiter y La Sénia/Pla de Montalt se ubican
en función del Camí d’Albalat a Nàquera, mientras que l’Horta
Vella, les Paretetes dels Moros y el Pla de Foios lo hacen en
función del Barranc del Carraixet, que actúa como vía de comunicación hacia el interior.
Finalmente destaca el Camí de Llíria a Sagunt, probablemente de origen protohistórico, a lo largo del cual en esta zona
sólo encontramos el Blanc de Columbro. Este asentamiento se
halla en el cruce de tres caminos antiguos de primer orden: el
Camí de Llíria a Sagunt, el Assagador de Segorbe y el Camí de
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Figura 174. Relación
del poblamiento de
época augustea con la
red viaria ortogonal antigua
al sur del Turia:
1. Sant Gregori, 2. Hort de
Pepica, 3. L’Alter, 4. L’Alter/
El Mas de Baix y L’Alteró,
5. Font del Gat, 6. Mas Reig
II, 7. Mas dels Foressos,
8. Vil·la romana de Musa,
9. Partida de Paretes.
la Rambleta. Actualmente es un lugar señalado por la Creueta
dels Germanells (año 1607), a la que nos hemos referido en el
apartado 4.4.
Respecto a los ejes viarios ortogonales, al norte del Carraixet se documentan tres ejes fuertes.
-- En primer lugar, el Camí de Cebolla/Camí de la Rambleta (orientado en sentido noroeste-sureste), que articula los
asentamientos de Blanc de Columbro, Rafelbunyol y el Puig
Cebolla/Yuballa.
-- En segundo lugar, el Camí de la Calderona (orientado en sentido
noreste-suroeste) que determina la ubicación de l’Horta Vella.
-- En tercer lugar, el Camí del Mas Nou/Camí del Barranc en
base al cual se ubican el Cabeçolet y el Puig de Santa Maria.
-- Por último, el Barranc del Moliner que vertebra los asentamientos de La Sénia/Pla de Montalt, la Llometa del Montalar, La Marta y Pont de la Gombalda/Pinxo.
El resto de ejes se pueden clasificar como de segundo orden,
aunque algunos asentamientos como La Huitena, Llometa del
Montalar, Torrubero y El Xopar se sitúan en puntos fuertes del
sistema como cruces de caminos perpendiculares entre sí.
Destaca, como se ha dicho, la ubicación de algunos núcleos
de fundación andalusí que está determinada por puntos fuertes del sistema ortogonal, como ocurre en los casos de Museros, Meliana, Mahuella, Almàssera, Massalfassar y Foios
(figura 176). Este hecho refuerza la hipótesis de que las vías
heredadas de la Antigüedad seguían en uso durante el período
andalusí y que eran elementos estructuradores del paisaje (Ortega, 2011: 100).
En el límite del marjal de Puçol-Alboraia se documentan
tres asentamientos: Palau/El Villar (siglo II d.C.) cercano también cercano al Barranc del Puig, el Puig de Santa María y Torrubero (finales del siglo I-inicios del III d.C.).
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Figura 175. Distribución del
poblamiento altoimperial
(siglos I-III d.C.) en relación con los
ejes viarios de la centuriación
al norte del Turia.
La estructuración ortogonal es más clara en el área delimitada por el Carraixet y el Turia, inmediatamente al norte y
noroeste de Valencia, donde predominan los ejes transversales
(sentido noroeste-sureste), aunque hay al menos un eje natural,
el Camí de Camarena, que articula el poblamiento altoimperial y
cuyo recorrido coincide parcialmente con el Barranc d’En Dolça. Este camino vertebra los asentamientos de Mas Camarena,
By Pass, Mas de la Rosa, Mas de la Roda, la Lloma/La Mola y
la Muntanyeta del Polvorí.
Entre los ejes transversales destaca el Camino de Bétera que
va desde el litoral hasta el asentamiento de La Cañada/Mas Camarena (9 km), coincidiendo parcialmente en su tramo final con
el Carraixet. A lo largo de este eje se articulan los asentamientos
7 En Carpesa se halló una Adoración de Júpiter.
8 En Godella en el “huerto de Don Ignacio Julián” se halló una inscripción sepulcral datada entre el siglo II y principios del III d.C.
que se conserva en el colegio de Sagrat Cor de Santa Magdalena
Sofia (Corell 1997, 255).
altoimperiales de Carpesa7 y el Barranquet Vell. El Camí Vell de
Godella a València, aunque se encuentra muy desdibujado, se
une al Camino de Ademuz y juntos forman un eje de 16 km, que
articula 6 asentamientos: Camp del Castellet, Mas de Tous, By
Pass, Mas de la Rosa, Mas de la Roda y Godella.8 Finalmente,
más al sur, el Camí de Benimàmet o de Paterna articula 7 asentamientos altoimperiales a lo largo de 12 km: Mas de Vélez,
Barranc de Rubio, Barranc de Cano, La Cova, Villa romana del
sector río, el Barranquet de Sau y Molí de la Marquesa.
En toda esta zona, se vuelve a documentar la elección de
puntos fuertes del sistema viario ortogonal antiguo para la ubicación de los núcleos andalusíes (figura 176). Los asentamientos de Binata, Coscollana, Borbotó, Benicalap y Paterna, cuya
fundación data probablemente de finales del siglo VIII e inicios
del X, se sitúan en cruces de vías de este sistema, puntos fuertes en el paisaje. También Carpesa (siglos X-XI), L’Olleria y
Petra (siglos XI-XII) se sitúan en cruces de caminos. Además,
muchas de las alquerías como Godella, Massarrojos, Marxalenes, Bétera, Bofilla, Llíria se ubican en función de las vías más
importantes del territorio.
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Figura 176. Relación del poblamiento
andalusí con los ejes viarios del
sistema ortogonal romano en el área
norte: 1. Binata, 2. Borbortó,
3. Coscollana, 4. Paterna, 5. Petra,
6. Carpesa, 7. Benicalap, 8. Godella,
9. Massarrojos, 10. Bofilla,
11. Horta Vella, 12. Bétera,
13. Museros, 14. Mahuella,
15. Meliana, 16. Foios,
17. Rafelbunyol, 18. Massalfassar,
19. Almàssera, 20. Pobla de Farnals,
21. Massamagrell, 22. Albalat dels
Sorells, 23. Càses de Bàrcena,
24. Rascanya.
Destaca el hecho de que la Vía Augusta, que durante el período romano articula pocos núcleos en esta zona, sí que va a
determinar la situación de múltiples asentamientos andalusíes
en el tramo al norte de Valencia (15 km): Raval de l’Alcúdia y
Rascanya (siglos X-XI), Orriols, Macarella/Cases de Bàrcena,
Albalat dels Sorells y Massamagrell (siglos XI-XIII), poniendo
de manifiesto la perpetuación del uso de parte de la red viaria
romana durante este período.
Al sur del Turia también a partir de época flavia y hasta el
siglo III d.C., se va a multiplicar el poblamiento, que se concentra en las llanuras aluviales, destacando la escasez de poblamiento en áreas montañosas (figura 177). La relación de éstos con
las vías del sistema ortogonal antiguo es muy evidente en esta
área donde, a diferencia de la zona norte, el papel vertebrador de
la ocupación territorial no lo ejercen las vías naturales sino las
del sistema ortogonal. Se puede decir que en época augustea se
sientan los precedentes en cuanto a zonas de ocupación prioritarias, pero es ahora cuando ese proceso se acentúa y se intensifica
ocupación del litoral, al igual que sucede en el área norte.
En esta zona predominan los ejes longitudinales (orientación noreste-suroeste) alineados en paralelo a la línea marcada
por la costa y la Albufera.
-- La Vía Augusta (32 km), articula 12 asentamientos: Patraix, Benetússer, Catarroja, L’Alter-El Mas de Baix,
Silla, Font del Gat, Camp de la Llegua, Venta de
Ferrer, La Travessa, Pardines, Partida de Cota y Partida
de Pardines.
-- El Camí de Santa Anna/Camí de Llombai a Picassent (13,5
km) determina la ubicación de 3 núcleos: Motor Pallorfa/Terrabona, Picassent y Pla de la Font de l’Omet.
-- El Camí del Realón (7,5 km), donde sólo se documenta el yacimiento de Les Penyetes en las cercanías de Torrent (Martínez y Serrano, 2015).
-- El Camí de l’Algudor (9 km), muy discontinuo debido a
las numerosas afecciones por infraestructuras modernas,
sigue la orientación del tramo norte de la Vía Augusta desde Valencia hasta el Barranc de Picassent, como si fuera
una prolongación de la misma. En su trazado hallamos
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Figura 177. Relación del
poblamiento altoimperial con los
ejes viarios del sistema ortogonal al
sur del Turia: 1. Benetússer,
2. Partida del Secanet y L’Hort de
Pepica, 3. Silla, 4. Molí de Forés,
5. Pla de la Font de l’Omet,
6. Terrabona o Motor Pallorfa,
7. Camp de la Llegua, 8. Font del
Gat, 9. L’Alter, 10. L’Alter/El Mas
de Baix y L’Alteró, 11. Venta de
Ferrer, 12. La Travessa, 13. Mas
Reig II, 14. Mas dels Foressos,
15. Els Pedrenyals, 16. Vila romana
de Musa y Font de Musa,
17. Partida de Paretes, 18. Partida
de Cota, 19. Les Penyetes,
20. Vil·la romana del Pou de la
Sargueta, 21. La Punxa,
22. Ereta dels Moros, Paret Decantà
y Mina d’Aldaia, 23. L’Alter I.
5 asentamientos altoimperiales: Silla, Camp de la Llegua,
Mas Reig II, Mas dels Foressos y Font de Mussa, además
de Catarroja y Molí de Forés.
-- Finalmente, existen dos ejes paralelos (distanciados a 20
km) formados por estructuras diversas (vías, límites municipales, límites de parcelas y tramos de acequias) que discurren por un trazado similar al del Nuevo Camí Reial del
siglo XVIII, pero que son anteriores a éste pues aparecen
cortados por la nueva obra en varios tramos. Aunque se
encuentran muy desdibujados por las alteraciones de época moderna y contemporánea, sus recorridos se han podido reconstruir gracias al trabajo arqueomorfológico y a la
consulta de cartografía histórica, en especial de las Minutas
municipales. El primer eje está formado por dos estructuras:
la primera se desvía desde la Vía Augusta poco antes de
que ésta cruce La Rambleta, aproximadamente en el lugar
donde se halla la Creu Coberta (siglo XIV) y articula los
asentamientos de Benetússer, Partida del Secanet y Hort de
Pepica y pasa por el centro de Albal. Su trazado se pierde
una vez pasada la Acequia Real del Xúquer. El segundo eje
se identifica desde Massanassa donde aproximadamente se
debía desviar de la Vía Augusta. Pasa por el centro de Beniparrell y articula el asentamiento de Molí de Forés. Justo
en este punto, el Camino Real moderno se superpone a este
trazado antiguo, que se alarga hasta el Barranc del Fondo
en las cercanías de Alginet, donde es captado por una de
las vías radiales que genera esta localidad. Para ambos ejes,
la prospección arqueomorfológica aportó datos indicadores
de su antigüedad, como la identificación de varios tramos
abandonados de camino en fosa.
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-- Por otro lado, el trazado del antiguo Camí Reial anterior al
siglo XVIII se ha podido también reconstruir a partir de la
consulta de la cartografía histórica relacionada con la construcción del Nuevo Camino Real (1773-1775). En esta documentación se dibujaron tanto el camino real antiguo como
el nuevo trazado, que se desviaba del anterior en algunos
sectores9 (figura 178). Gracias al análisis arqueomorfológico y del poblamiento, hemos visto que el antiguo Camino Real (anterior al siglo XVIII), no encaja en el sistema
ortogonal y creemos que se puede identificar con bastante
fiabilidad con la Vía Augusta, cuyo recorrido se detallará
más abajo.
Respecto de los ejes transversales destacan:
-- La antigua Carretera de Madrid/Carretera de Llíria (21 km),
prácticamente paralela al Turia por el sur, a lo largo de la
cual se conocen 7 asentamientos: Maset de Veinat, Acueducto 1, Masia del coronel, Tancat de la Cova2/Masia de la
Cova, Patraix y Valentia.
-- El Camí del Maset dels Frares/Camí de Torrent (10 km) que
articula el Pou de la Sargueta.
-- El Camí dels Plans/dels Fornets/Camí vell de Torrent a València (14,5 km), en cuyo recorrido se sitúan La Punxa, Ereta
dels Moros, La Paret Decantà, L’Alter, L’Alter I y Benetússer (en el cruce con una vía longitudinal).
-- Finalmente, el Camí d’Alcàsser a Silla/Camí del Mig
(8 km) sobre el que asienta Silla, y el Camí dels Algepsars
que articula Pardines y Partida de Cota (en el cruce con
la Via Augusta).
Muchos de los asentamientos, como se ha indicado, se encuentran ubicados en cruces de caminos que son puntos fuertes
en el territorio (Silla, Hort de Pepica/Partida del Secanet, L’Alter, Benetússer, etc.). De hecho, también como en la zona norte,
muchos de los núcleos de poblamiento andalusí se van a situar
en función de esta estructuración viaria ortogonal, coincidiendo
en algunos casos con puntos fuertes del sistema10 (figura 179).
La Vía Augusta no se ajusta al sistema ortogonal, sino que
lo cruza en diagonal con diversas orientaciones y bordeando la
Albufera, al sur del Barranc de Picassent. En este punto existen
varios asentamientos que se relacionan tanto con la vía como
con la laguna (Mas de Baix, Font del Gat y Venta de Ferrer). Ya
cerca del vado del Xúquer, la vía pasa junto a los asentamientos
de Partida de Cotes y Cases de Moncada.
Como otros estudios han apuntado, existió una bifurcación
de la vía que pasaba por Portum Sucrone (Cullera) y se dirigía
hacia Dianum (Dénia) por la costa (Arasa, 2012 y 2006; Morote, 2002 y 1979). En este sentido, el análisis arqueomorfológico ha permitido documentar una bifurcación de la Vía Augusta
que bordea la Albufera desde el Barranc de l’Hortolà, una vez
9 Documentación proporcionada por el Centro Geográfico del Ejército: Plano que demuestra la porción del nuevo Real Camino entre
Valencia y cercanías de Canals (1775), Plan demostrativo del Camino de Valencia á Denia (1775), Plano del Nuevo Camino Real
desde Alverique hasta Valencia (17??), Plano continuación del
nuevo Camino Real desde la Torre de Espioca hasta Massalavés
(1775), Plano porción de camino nuevo desde Valencia hasta pasado Aldrin[ete] (1773), Porción de camino que se está construyendo
con dirección a la Alcudia de Carlet (1774).
10 Algunos de ellos, como Picassent, Silla o Catarroja, tienen precedentes en la fase romana.
pasado el yacimiento de la Font del Gat, aunque el trazado conservado se pierde a la altura de Sollana. Esta vía también se
relaciona con el poblamiento alto imperial (Venta de Ferrer, La
Travessa, Partida de Paretes) y está en activo durante el período
andalusí, pues varios asentamientos de este período tienen una
relación clara con su trazado (Rafalcadí/El Romaní, Sollana).
Aunque sólo hemos podido reconstruir un tramo, creemos que
podría tratarse del ramal de la Vía Augusta que citan las fuentes
antiguas y que se dirigía a Denia por el litoral.
En el apartado 4.3 se ha descrito una estructuración de tendencia ortogonal que se extiende por una amplia área al oeste de
Valencia y al sur del Turia, entre Xirivella y Cheste (figura 180).
El análisis arqueomorfológico indica que esta estructuración es
de cronología antigua y, por tanto, vamos a analizar la distribución del poblamiento en relación a las vías que la componen
y su cronología para poder acotar aún más la datación del este
gran sistema viario.
En esta área predominan los ejes transversales, orientados
en sentido este-oeste.
-- Uno de ellos es la Carretera de Madrid/Camino de Cheste
a Valencia que se relaciona con los asentamientos de Aeropuerto y el Pou de la Sargueta y que, en su extremo este, se
une a la carretera de Valencia a Madrid.
-- Otro de los ejes del sistema, lo constituye la línea de término
municipal entre Ribarroja del Turia y Quart de Poblet, que
coincide parcialmente con el trazado del Barranc de Poyo.
Este barranco, así como el de Gàllego y otras vías del sistema
del Pla de Quart, se relaciona con el asentamiento altoimperial de Rosafina.
-- Finalmente, el camino de Chiva o Camino viejo de Sant
Doménech, que coindice parcialmente con la línea de término municipal entre Aldaia y Quart de Poblet y con un
pequeño tramo del Barranc de Sant Doménech, se relaciona
con los asentamientos de La Punxa y Ereta dels Moros.
A este sistema se vinculan también los asentamientos altoimperiales de L’Alter I, Sant Gregori, Mas del Jutge III,
Les Basses y El Pedregalet. Se detecta asimismo una estrecha
relación del poblamiento con los cursos hídricos, probablemente debido al aprovechamiento y gestión del agua, como se ha
documentado en otras áreas cercanas (Orengo, 2012; Orengo et
al., 2014) o bien al uso de los barrancos como ejes de comunicación interior-costa (Tabla 7).
V.2.2. Modulación y aproximación cronológica
Una vez realizado el análisis arqueomorfológico, identificados
los ejes morfogenéticos (Chouquer, 2000), llevadas a cabo las
prospecciones arqueológicas y arqueomorfológicas y realizado
el análisis de la relación del poblamiento histórico con los ejes
viarios del sistema, se puede aplicar el parámetro de la modulación romana para reforzar la hipótesis cronológica y contrastar
la relación de las trazas con la implantación territorial del sistema de la centuriación.
El estudio metrológico de los sistemas viarios ortogonales
a sur y norte del Turia ha permitido documentar equidistancias
correspondientes a múltiples del actus romano entre los ejes
morfogenéticos. Entre los ejes longitudinales, orientados en
sentido noreste-suroeste (los kardines de la trama), las equidistancias documentadas sugieren la existencia de una modulación
a 20 actus. También se han podido observar coincidencias en los
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Figura 178. “Plano porcion de camino nuevo desde Valencia hasta pasado Aldrin[ete]. 1773” (Centro Geográfico del Ejército). Se observa
el trazado del camino antiguo y de la nueva obra que ya se había construido.
ejes transversales (decumani) con una modulación a 15 actus, lo
que sugiere la existencia de un sistema centuriado con módulo
20 x 15 actus.
Todo el sistema presenta una estrecha relación con el poblamiento altoimperial, concretamente con asentamientos fundados a partir de mediados del siglo I d.C., como se ha demostrado
en el apartado anterior. El poblamiento romano altoimperial se
distribuye en función de los ejes fuertes del sistema, que estructuran el territorio a gran escala, y también se documentan
asentamientos en los cruces de vías, que son puntos fuertes del
sistema ya que ofrecen más posibilidades de comunicación y
mejor acceso.
Otro indicador de la antigüedad de estos sistemas es la adaptación de algunos ejes viarios a los cursos hídricos del territorio en que se implantan. En estos casos las vías no mantienen
la misma orientación que la centuriación, como se documenta
por ejemplo en el sector más septentrional del área al norte de
Valentia o en las cercanías del río Xúquer. En diversos llanos
litorales mediterráneos cercanos bien estudiados se ha documentado tanto la adaptación de las trazas de la centuriación a la
orientación de ríos y barrancos, como la intervención antrópica
en la modificación de algunos tramos de estos últimos (Palet,
1997: 117-118; Palet y Orengo, 2010: 133-139).
En nuestra zona de estudio se documenta (1) la adaptación
de trazas de la centuriación a la orientación de ríos y barrancos,
(2) la modificación antrópica de algunos tramos de barrancos
cuyas aguas pasan a circular por vías erosionadas o en fosa perdiéndose el recorrido natural y (3) el uso de cursos hídricos para
la construcción de la centuriación.
En el área al norte de Valencia, destacan cuatro ejes (Camí
del Barranc, Camí de la Llometa del Poble, Camí de la Rambleta y parte del límite municipal entre Rafelbunyol, Museros,
Massamagrell y Pobla de Farnals) que se orientan en función
de los barrancos (Barranc de la Calderona, Barranc del Puig y
Barranc de la Rambleta) de modo que presentan una orientación
noroeste-sureste más pronunciada que los de la retícula de la
centuriación (figura 181).
El último tramo del Barranc o Cañada del Moliner parece haber sido modificado, pues su recorrido sinuoso pasa a
ser totalmente recto a partir del punto donde se cruza con el
Camino de la Calderona, que es uno de los kardines de la
centuriación. En este tramo rectilíneo, el barranco pasa a
coincidir con un decumanus de la centuriación: el camino de
Museros. Esta vía es actualmente un camino hondo abandonado documentado en la prospección arqueomorfológica (apartado 4.4.), y que se articula con los yacimientos de La Sènia/
Pla de Montalt, Llometa del Montalar y Pont de la Gombalda/
Pinxo. Lo más probable es que el agua que circula por el tramo final del barranco se desviase de su trazado original hacia el camino en fosa, que actuaría como canal de desagüe en
episodios torrenciales, acentuando el proceso de erosión de la
vía. Este hecho podría haberse dado también en otros casos
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como en el tramo final del Barranc dels Algadins/de la Forca,
coincidente con uno de los decumani teóricos de la centuriación al sur de Valencia.
Por otro lado, algunos elementos bien naturales o bien antrópicos existentes en el territorio con anterioridad a la implantación de la centuriación pudieron haberse utilizado por parte de
los agrimensores romanos como referencia para la construcción
de ésta. Un ejemplo de ello es la aplicación de la técnica de
la varatio, que se ha podido documentar en diversos casos en
nuestra área de estudio.
Por ejemplo, es posible que el Barranc de a Rambleta
(también camino) se utilizase como hipotenusa de triángulos
que formarían agrupaciones de 2 x 1 y de 5 x 1 centurias,
cruzando el sistema en diagonal. De esta forma, el módulo de 20 x 15 actus de la centuriación habría sido generado
mediante la técnica de la varatio, que permitía a los agrimensores trazar la red centuriada a partir de una diagonal
preexistente (Roth-Congès, 1996; Campbell, 2000). También
es muy probable que se aplicase esta técnica en la zona al
sur de Valencia, a partir de la Vía Augusta, como se explicará más adelante.
Este fenómeno ha sido documentado en diversas ocasiones en el mundo romano (Chouquer y Favory, 2001:
89-94). En el territorio de Barcino, por ejemplo, diversos tramos de la Vía Augusta al norte y al sur de la ciudad cruzan
también en diagonal la retícula de 20 x 15 actus generando
agrupaciones de 2 x 2, de 3 x 3 o de 4 x 4 centurias (Palet
et al., 2009: 115-116). En Barcino, la articulación de la vía
con la centuriación refuerza la datación de ésta última en
época augustal, puesto que la construcción de la Vía Augusta
ha sido fechada en torno al 8/7 a.C. a partir de los miliarios
localizados en los alrededores de Barcelona (IRC I: 184) y
Vilassar de Mar (IRC I: 183) (Palet et al., 2009: 115; Mayer
y Rodà, 1997: 115).
Otro ejemplo de la aplicación de esta técnica se ha documentado en la Galia Narbonense donde la varatio se implantó a partir de la Via Domitia, que actuó como hipotenusa de las centuriaciones (Roth-Congès, 1996). En este caso también la limitatio
se adaptó al trazado de la vía principal, que cruzaba en diagonal
generando agrupaciones de 3 centurias de 20 x 15 actus.
Respecto a la relación de la centuriación con la ciudad de
Valentia, en otros lugares la cronología de los sistemas con modulación de 20 x 15 actus ha sido asociada con las reformas de
épocas cesariana o augustal. Este módulo se ha documentado en
las tramas III y IV del territorio de Tarraco, probablemente de
cronología cesariano-augustal (Palet y Orengo, 2010: 148-151)
y la centuriación de la colonia Barcino, también con este módulo, se ha relacionado con el momento fundacional de la ciudad
y con el programa de estructuración territorial de Augusto en
Hispania (Ariño et al., 2004: 126-134; Palet et al., 2009). Para
este mismo período se conocen también tramas de 20 x 15 actus
en Altinum, norte de Italia, y probablemente en Nuceria I, sur de
la Campania (Chouquer et al., 1987: 212-154).
Esta cronología podría relacionarse bien con las dinámicas
urbanas de Valentia. La ciudad, fundada en el año 138 a.C.,
sufrió una drástica destrucción en el año 75 a.C. en el contexto
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Figura 179. Relación del
poblamiento andalusí con los ejes
viarios de la centuriación al sur
del Turia: 1. Paiporta, 2. Rafal
Ibn Mufarrig, 3. Forn d’Alcedo
(probable alquería de Pala),
4. Sedaví, 5. Benetússer,
6. Albal, 7. Beniparell, 8. Silla,
9. Alcàsser, 10. Picassent,
11. Els Olivars, 12. Benifaió,
13. Almussafes, 14. Sollana,
15. Sueca, 16. Partida de Pardines y
Pardines, 17. Cotes, 18. Aiello.
de las Guerras Sertorianas, solamente 63 años después de su
fundación (Ribera y Jiménez, 2012b). Este hecho se siguió
de una larga fase de abandono de más de 70 años, pues la refundación de la ciudad ha sido datada con fiabilidad entre los
años 5 a.C. y 5 d.C., en época de augusto (Ribera, 1995; Ribera y Jiménez, 2012a y 2012b).
Aunque se han documentado en el territorio intervenciones
asociadas a la fundación de la ciudad, como la reforma de un tramo de la Vía Heráclea al norte del Turia para desviarla hacia el
nuevo núcleo urbano (Ribera y Jiménez, 2012b: 81), son muy escasos los datos que tenemos para el período tardorrepublicano.
La primera Valentia, con una extensión de entre 9 y 11 ha,
era equivalente en extensión a las pequeñas colonias de Italia
(Ribera, 1999b: 22). Los datos arqueológicos disponibles hasta
la fecha han permitido conocer los edificios públicos de la ciudad (foro, horreum, asklepeion, termas), que ocupaban la mayor
parte del recinto urbano, pero no se han documentado a penas
restos de viviendas. Todo apunta a que Valentia, antes de su destrucción, era una ciudad consolidada y de primer orden a nivel
urbano y sobre todo estratégico.
De todos modos la corta vida de la ciudad y sobretodo la escasez de poblamiento documentado su territorio (con solo 9 asentamientos de esta cronología), permiten descartar la datación tardorrepublicana de la centuriación, que se ha defendido por parte de
algunos autores en base a criterios totalmente arbitrarios como la
forzosa adecuación de las tramas identificadas a norte y sur de Valentia con las dinámicas urbanas de la ciudad o en base a diferencias en la métrica de las estructuras (González, 1996b: 157-158).
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Figura 180. Sistema viario romano en el Pla de Quart y su relación con el poblamiento altoimperial y la hidrografía: 1.
Vil·la romana del Pou de la Sargueta, 2. Aeropuerto, 3. Rosafina, 4. Les Basses, 5. Masia de Cardona, 6. Balsa de la Cruz,
7. La Punxa, 8. Ereta dels Moros, Paret Decantà y Mina d’Aldaia.
Figura 181. Detalle de la red hidrográfica en el sector septentrional del área norte de Valentia y su relación con la centuriación.
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Tabla 7. Cronología de los asentamientos nombrados.
Asentamiento
Cronología
Asentamiento
Cronología
Alteret de la Vintihuitena
Siglos VII-I a.C.
Camp de la Llegua
Finales siglo I d.C.-inicios III d.C.
Catarroja
Siglos II-I a.C.
Torrubero
Finales siglo I d.C.-inicios III d.C.
Valentia
Siglos II a.C.-actualidad
Barranquet de Sau
Siglos I-III d.C.
Lloma dels Cantals
Siglos II a.C.-II d.C.
La Travessa
Siglos I-III d.C.
Paretetes dels Moros
Siglos II a.C.-III d.C.
Maquives/Sant Onofre
Siglos I-III d.C.
Mas del Jutge III
Siglos II a.C.-IV d.C.
Mas de la Rosa
Siglos I-III d.C.
Mas Reig II
Siglos II a.C.-IV d.C.
Partida de Cota
Siglos I-III d.C.
L’Alter-el Mas de Baix
Siglos II a.C.-V d.C.
El Pla de Foios
Inicios siglo II-inicios III d.C.
Villa del Sector Río
Siglos II a.C.-VII d.C.
Palau-El Villar
Siglo II d.C.
Horta Vella
Siglos II a.C.-VIII d.C.
Pou de la Sargueta
Siglo II d.C.
Sant Gregori
Siglos I a.C.-IV d.C.
Montcada
Siglo II d.C.
L’Alter I
Siglos I a.C.-I d.C.
By Pass
Siglos II-III d.C.
Partida de Paretes
Siglos I a.C.-I d.C.
Cabeçolet
Siglos II-III d.C.
Mas dels Foressos
Siglos I a.C.-II d.C.
Mas Camarena,
Siglos II-III d.C.
Font del Gat
Siglos I a.C.-III d.C.
Puig de Santa Maria
Siglos II-III d.C.
Hort de Pepica
Finales siglo I a.C.-VII d.C.
Godella
Siglos II-III d.C.
L’Alteró
Inicios siglo I d.C.-inicios III d.C.
Benetússer
Romano altoimperial indeterminado
Font de Mussa
1ª mitad siglo I d.C.-2ª mitad IV d.C.
Llometa de Museros
Siglos III-IV d.C.
Silla
Año 69-siglo III d.C.
Motor Pallorfa/Terrabona
Siglos III-IV d.C.
Pou de la Sargueta
2ª mitad siglo I d.C.-finales IV d.C.
Picassent
Siglos III-IV d.C.
Masia del Coronel
Siglo I-III d.C.
El Xopar
Romano bajoimperial indeterminado
Ereta dels Moros
Siglos I d.C.-inicios IV d.C.
Acueducto 1
Romano indeterminado
L’Alter
Siglos I d.C.-inicios IV d.C.
Camp del Castellet
Romano indeterminado
La Paret Decantà
Siglos I d.C.-inicios IV d.C.
Cases de Moncada
Romano indeterminado
Mas de la Roda
Siglos I-II d.C.
El Pedregalet
Romano indeterminado
Aeropuerto
Siglos I-II d.C.
La Cova
Romano indeterminado
Barranc de Cano
Siglos I-II d.C.
La Lloma/La Mola
Romano indeterminado
Barranc de Rubio
Siglos I-II d.C.
Les Basses
Romano indeterminado
La Marta
Siglos I-II d.C.
Mas de Tous
Romano indeterminado
La Punxa
Siglos I-II d.C.
Maset de Veinat
Romano indeterminado
Mas de Vélez
Siglos I-II d.C.
Molí de la Marquesa
Romano indeterminado
Patraix
Siglos I-II d.C.
Muntanyeta del Polvorí
Romano indeterminado
Pinxo/Pont de la Gombalda Siglos I-II d.C.
Pardines
Romano indeterminado
Pla de la Font de l’Omet
Siglos I-II d.C.
Partida de Pardines
Romano indeterminado
Rafelbunyol
Siglos I-II d.C.
Partida del Secanet
Romano indeterminado
Rosafina
Romano indeterminado
Venta de Ferrer
Romano indeterminado
El Cabeçolet
Romano indeterminado
Tancat de la Cova 2/
Masia de la Cova
Siglos I-II d.C.
La Sénia/Pla de Montalt
Finales siglo I d.C.-inicios III d.C.
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De esta información se deduce, por tanto, que el impacto de la primera ciudad en el territorio fue modesto, aunque
significativo como precedente para la fase altoimperial. La
centuriación por tanto no se debe asociar al período tardorrepublicano, sino a la fase posterior en que, tras la refundación
augustea, tanto la ciudad como la ocupación del territorio se
consolidaron y ampliaron, en un proceso que se alargó hasta
inicios del siglo III d.C.
A partir de la refundación en el cambio de era, la reconstrucción fue lenta. La poca entidad urbana de Valentia durante en
los primeros años del Imperio se manifiesta en la inexistencia
de inscripciones oficiales anteriores del reinado de Tito (79-81)
y en la escasez de material arqueológico datado entre los años
20-70 d.C. (Ribera, 1999a: 30).
A partir del siglo I d.C. tiene lugar la expansión del recinto
urbano mediante la colmatación de algunos paleocanales del
Turia y la construcción de las infraestructuras de la ciudad,
entre las que se encuentran el puerto fluvial y el acueducto.
La mayor parte de las construcciones del Foro ha podido
datarse entre finales del siglo I y el siglo II d.C., coincidiendo con los períodos Flavio y Antonino en los que Valencia
se configuró como un importante centro urbano (Ribera,
1999b: 32). De hecho, la construcción del circo a inicios del
siglo II d.C. se asocia con el máximo apogeo de la ciudad
(Jiménez et al., 2014: 267).
Este panorama urbano concuerda con el proceso de expansión e intensificación en la ocupación del territorio, puesto que
de los asentamientos relacionados con la centuriación:
-- solamente 2 son de fundación tardorrepublicana (siglo II a.C.)
con continuidad durante los siglos II y III d.C.;
-- 18 son de fundación augustea (de los cuales 14 van a tener
continuidad durante los siglos I-III d.C.);
-- 31 datan su fundación en la segunda mitad del siglo I d.C.;
-- 19 son fundaciones del siglo II d.C. y
-- 4 son de cronología altoimperial indeterminada.
Esto significa que entre finales del siglo I e inicios del II d.C.
se fundaron en el ager de Valentia 50 nuevos asentamientos,
reflejándose en el territorio la consolidación, expansión y florecimiento de la ciudad.
Es en este contexto en el que debemos situar la implantación
de la centuriación que, posiblemente, fue diseñada en época augustea como parte del programa de reformas que afectaron a
Hispania, pero cuya implantación real en el territorio tuvo lugar
a partir de la segunda mitad del siglo I d.C., tal como indican la
dinámica urbana de Valentia y el poblamiento rural.
Otros ejemplos de fundaciones hispanas de época de augusto (además de Barcino) que fueron acompañadas de implantación de centuriaciones aunque con otros módulos son Bracara
Augusta (Carvalho, 2012; Carvalho y Mendes, 2010) y Caesar
Augusta (Ariño, 1990 y 2012).
La articulación de la centuriación con la Valentia altoimperial y su estructuración interna refuerza también la cronología
que se propone. La planta de la ciudad altoimperial es muy bien
conocida gracias a las numerosas intervenciones arqueológicas
realizadas en el casco urbano en las últimas tres décadas. La refundación se efectuó sobre el solar de la ciudad republicana, que
se había mantenido como lugar de frecuentación debido al paso
de la Via Augusta. En efecto, el trazado de esta vía se reutilizó
sin modificaciones durante el período augusteo para la refunda-
ción de la ciudad, pues la reforma de la Vía Heráclea ya se había
realizado en el siglo II a.C., desviando el trazado prerromano
hacia la nueva fundación urbana.
La orientación de la centuriación documentada al sur de la
ciudad coincide con la de la retícula urbana (no así la del área al
norte de la ciudad).
Además, el análisis de las plantas arqueológicas de los
asentamientos romanos excavados (la mayoría villas) también
evidencia la relación entre la centuriación y el poblamiento
rural. Asentamientos como la Font del Gat (con una primera ocupación indeterminada en el siglo I a.C. y que se transforma en una villa en el siglo I d.C.) y Silla (inicio 69 d.C.),
entre otros, orientan sus estructuras en función de los ejes
de la centuriación.
El caso de Silla es especialmente significativo pues la
orientación de las estructuras de las termas excavadas en su
casco antiguo coincide con la de los ejes de la centuriación.
De hecho, algunas calles actuales han fosilizado los ejes de la
centuriación y mantienen la misma orientación (C/ de Sant Vicent, Avda. de Jaume I, C/ de València, C/ Molinell-Corredor
Silla-Picassent, C/ dels Forns, C/ dels Horts, Avda. del País
Valencià, etc).
De todas formas, este es un punto sobre el que se habría de
profundizar más en trabajos posteriores a esta tesis, pues desconocemos muchas de las plantas arqueológicas de los asentamientos excavados en el territorio de Valencia y cabría analizar en profundidad las que ya se conocen y si existe alguna
relación de orientación entre las estructuras y la centuriación.
Aunque no tienen por qué ser coincidentes, la constatación de
orientaciones es otro factor que refuerza la cronología romana
altoimperial de la implantación de la centuriación en el territorio de Valentia.
V.2.3. Descripción de los ejes de la centuriación
V.2.3.1. Zona al norte del Turia
Área comprendida entre el Barranc del Puig y el Barranc
del Carraixet
Las características de la llanura aluvial en esta zona, que
han sido ya señaladas por otros autores, dificultan el análisis
arqueomorfológico (figuras 182 y 183). Por ejemplo, Esquilache (2016) observa dificultades a la hora de estudiar las fases
de sistemas hidráulicos en Horta Nord por la superposición de
estructuras. Los sistemas hidráulicos de la Huerta de Valencia,
tanto en l’Horta Nord como Sud, se encajan entre el río Turia y
el siguiente barranco principal, Carraixet y Torrent respectivamente. En la zona al norte del Carraixet esto complica el análisis
diacrónico de las estructuras debido a la estrechez de la llanura
aluvial, que está enmarcada por los marjales litorales al este y
las montañas al norte y al oeste.
Debido estas circunstancias, los ejes transversales son por
lo general más débiles que los longitudinales y solamente tres
de ellos superan los 4 km de longitud:
-- El Assagador de Llíria, que va del asentamiento romano del
Mas del Palmiter hasta Massalfassar.
-- La línea de término municipal entre Albalat y Museros junto
con el roll de Albuixech, un eje que articula los asentamientos de La Huitena y El Xopar.
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Figura 182. Vista general del sistema centuriado al norte de Valentia, modulado a 20 x 15 actus y su relación con el poblamiento altoimperial.
-- Y el eje formado por el Barranc del Moliner y parte de la
acequia de Rafalell, a lo largo del cual se sitúan La Sénia/Pla
de Montalt, la Llometa del Montalar/Mas de Selma, Pinxo/
Pont de la Gombalda y La Marta (figura 183).
En lo que respecta a ejes longitudinales, solo uno de ellos
(a excepción de la Vía Augusta) se puede considerar de primer
orden y se corresponde con uno de los kardines del sistema: el
Camino de la Calderona (5,5 km), que está relacionado con la
villa romana del Pouatxo (figuras 181 y 183). En el tramo sur
de este camino se halla La Paret del Patriarca, un muro de mortero de cal y gravas catalogado en el inventario de yacimientos
de la Generalitat Valenciana y museizado como elemento patrimonial. Está parcialmente colmatado (actualmente dentro de un
polígono industrial) y podría corresponder a uno de los muros
de este camino histórico de origen romano.
El resto de vías fuertes en esta zona son vías naturales de
tránsito u otro tipo de vías como el Assagador de Sagunt, el
Assagador de Segorbe, el Camí d’Albalat a Nàquera y el Assagador de la Senyora o Camí de Nàquera a Vinalesa.
Área comprendida entre el Barranc del Carraixet y el río Turia
En contraste con la zona al norte del Carraixet, predominan
los ejes transversales (figuras 182 y 184), destacando de norte
a sur los ejes formados por:
-- El Camí del Barranquet (también llamado camí de les Pedreres o de Bétera)
-- La Carretera de Valencia a Llíria o Camí Vell de Godella a
València y
-- El Camino de Paterna a Benimàmet o Camino del Martinot.
En esta zona también la red hidrográfica se integró en la centuriación. El tramo final del Barranc d’En Dolça, por ejemplo,
forma uno de los límites junto con otras estructuras como vías,
límites de parcela y límites de término municipal.
V.2.3.2. Zona al sur del Turia
Al sur del Turia (figura 185), se equilibra la proporción entre
ejes transversales y longitudinales.
Describiremos en primer lugar los ejes transversales o decumani, orientados en sentido noreste-suroeste.
-- La carretera de Madrid a Valencia es uno de ellos. En
la ciudad de Valentia, el camino romano que lleva hasta
esta vía se ha fosilizado en las calles actuales Cavallers,
Quart y Castán Tobeñas, que no coinciden con los ejes
de la retícula. Sin embargo, la carretera hasta Quart de
Poblet y su prolongación hacia el este (coincidente con la
acequia de Favara y el Brazo de Sant Jeroni, C/ del General Prim, C/ de Canals y C/ Pere Aleixadre), sí lo ha-
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Figura 183. Detalle del área centuriada al norte del Barranc del Carraixet. 1. Mas del Palmiter, 2. La Huitena, 3. La Huitena (ubicación alternativa), 4. La Sénia o Pla de Montalt, 5. Llometa del Montalar o Mas de Selma, 6. Pinxo y Pont de
la Gombalda, 7. La Marta, 8. El Pouatxo, 9. Torrubero, 10. Blanc de Columbro, 11. Rafelbunyol, 12. Yuballa o Cebolla,
13. El Cabeçolet, 14. El Vilar, 15. El Puig, 16. El Piló de la Campana, 17. El Pla de Foios.
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Figura 184. Detalle del área centuriada al norte de Valentia, entre el río Turia y el Barranc del Carraixet. 1. Barranquet Vell, 2. Carpesa,
3. Godella, 4. By Pass, 5. Mas de la Rosa, 6. Mas de la Roda, 7. La Lloma o la Mola, 8. Muntanyeta del Polvorí, 9. Orriols ,10. Necrópolis
de la C/ Pepita, 11. Molí de la Marquesa, 12. El Barranquet de Sau, 13. Villa romana del Sector Río, 14. La Tandera, 15. Mas de Vélez,
16. Troballa Inscripció sepulcral, 17. Barranc de Cano.
cen. El cruce de este eje con la Vía Augusta, a la altura
de la actual Plaça Espanya, marca además un punto de
inflexión en la orientación de este última, como se explicará más abajo.
-- La integración de la red hidrográfica en el diseño de la
centuriación también se refleja en esta zona. El Barranc de la Saleta se orienta en el mismo sentido que los
decumani, a lo largo de unos 14 km (aproximadamente hasta Aldaia) y lo mismo sucede con los barrancos de Torrent, Picassent, Realón y la Canyada de Ciscar (figura 186).
-- Más al sur, el eje formado por el Camino del Maset dels
Frares, Camí de Bous, Camí de l’Omet y Camino de Pedralba es otro de los decumani más largos del sistema
(13 km) (figura 186). En el punto donde este eje se cruza
con el camino de Cheste a Valencia (que forma parte del
sistema ortogonal romano no centuriado del Pla de Quart)
se halla la Villa romana del Pou de la Sargueta.
-- Inmediatamente al sur otro decumanus es el eje compuesto
por el Camí dels Plans, Camí dels Fornets, Calles Almería
y Gabriela Mistral de Torrent y el Camí de Torrent a Valencia que pasa por Picanya, Paiporta y Benetússer y llega hasta
Llocnou de la Corona, al borde de los marjales de la Albufe-
ra (15 km). Este camino estructura los asentamientos de La
Punxa, Ereta dels Moros y Paret Decantà, L’Alter I y Benetússer (figura 186).
-- Más al sur, otro de los decumani viene marcado por el recorrido del Barranc de Sant Domènec y un pequeño tramo
del Barranc de l’Horteta, hasta el asentamiento de Sant Gregori, revelando de nuevo la estrecha relación existente entre
los cursos hidrográficos y el diseño de la centuriación. El
eje teórico se prolonga hacia el este pasando por el asentamiento de Les Penyetes (altoimperial indeterminado) y coincidiendo con el Camino de las Viñas del Marqués (Catarroja),
el Camí del Fus y las calles Comtes de Trigona y C/ del Braç
Mitjà de Massanassa.
-- El eje formado por el Barranc del Realón, un tramo del
Barranc de Picassent y el Barranc de la Font d’Alapont (que
es en realidad un camino y como tal se usa actualmente)
se corresponde también con uno de los ejes transversales.
La línea llega hasta los marjales de la Albufera, prolongándose en la acequia de la Font de Alapont, que es probablemente una modificación del tramo final del barranco (figura 186). En su tramo final, ya en el límite de l’Albufera, el
camino pasa a pocos metros del asentamiento de L’Alter/
El Mas de Baix.
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Figura 185. Vista general de sistema centuriado al sur de Valentia, modulado a 20 x 15 actus y su relación con el poblamiento romano altoimperial.
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Figura 186. Detalle de la centuriación al sur de Valencia, en las áreas de l’Horta Sud y Oest. 1. Vil·la romana del Pou de la Sargueta, 2. La
Punxa, 3. Ereta dels Moros (I y II), Mina d’Aldaia y Paret Decantà, 4. L’Alter I, 5. Benetússer, 6. Sant Gregori, 7. Les Penyetes, 8. L’Alter
o El Mas de Baix, 9. L’Alteró, 10. Silla, 11. L’Alter, 12. Partida del Secanet, 13. Hort de Pepica, 14. Patraix.
-- El Camí dels Algepsars, Camí del Mig, Camí del Pouet al Garroferal, Camí vell d’Alcàsser a Silla y la Senda de la Torreta
forman otro decumanus, de 8,5 km de longitud, estrechamente relacionado con la villa romana de Silla.
-- El camino de Llombai a Alginet, junto con el Camino de la
Casa del Gobernador, forma otro decumanus de la centuriación (9,5 km) que va desde las montañas de Alèdua hasta
el límite de los marjales de la Albufera (figura 187). Desde
Alginet, este eje sigue el trazado del tramo final del Barranc
dels Algadins o Barranc de la Forca.
-- Finalmente, el eje formado por el Camí del Carrasqueral y el
Camí dels Algepsars va desde el Polígono Industrial “Ciutat
de Carlet” hasta Albalat de la Ribera, coincidiendo a lo largo
de 9,5 km con uno de los decumani de la centuriación. Este
eje está directamente relacionado con los asentamientos de
Pardines y Albalat de la Ribera/Alteret de la Vintihuitena.
-- Respecto a los ejes longitudinales o kardines, éstos se orientan en sentido noreste-suroeste y, aunque la mayoría siguen
una orientación uniforme y coinciden con los límites de la
retícula teórica, algunos presentan variaciones debido a su
adaptación a la topografía y a la hidrografía.
-- El Camino del Realón (6,5 km) va desde el centro de Torrent
hasta Morredondo (figura 186), ya en una zona montañosa.
En sus cercanías solamente se halla un asentamiento: Les
Penyetes (altoimperial indeterminado).
-- El Camino de Santa Anna se documenta desde el Barranc de
Torrent en el punto donde se encuentra Paiporta y llega hasta
el centro de Alcàsser, cerca de la cual se halla el asentamiento visigodo de la Senda de l’Horteta (figura 186). La prolongación de esta vía por el sur es el Camí de Llombai a Picassent, aunque no coincide con el mismo límite sino con uno
situado inmediatamente al oeste, alineándose con un tramo
del Barranco de Picassent y pasando junto al asentamiento
romano de Picassent. Una vez cruza el barranco, pasa cerca
del asentamiento de Terrabona. En este tramo su orientación
se modifica y no es coincidente con los límites teóricos debido, sin duda, a la adaptación del eje a la topografía y a la
atracción que ejerce el camino de Benifaió, al que se une en
su extremo sur. También el trazado del Barranc Fondo en
esta zona determina el recorrido de ambas vías.
-- El Camí de l’Algudor (figuras 186 y 187) se bifurca desde la
Vía Augusta en el punto en que ésta se cruza con el Barranc
de Picassent y sigue, a lo largo de 9 kilómetros, el eje de uno
de los límites de la centuriación. Después de cruzar el Barranc
Fondo su trazado se pierde. En su recorrido se hallan hasta 4
asentamientos de cronología altoimperial: Silla, Camp de la
Llegua, Mas Reig II y Mas dels Foressos.
-- En siguiente kardo por el oeste (eje 1) coincide también con
uno de los límites teóricos a lo largo de 20 kilómetros (figuras
186 y 187). Se documenta de forma clara desde el Barranc de
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Figura 187. Detalle de la centuriación al sur de Valencia. Sector central. 1. Terrabona o Motor Pallorfa, 2. Molí de Forés, 3. Camp de la Llegua, 4. Mas Reig II, 5. Mas dels Foressos, 6. Font de Musa, 7. Vil·la romana de Font de Musa,
8. Posible necrópolis, 9. Partida de Paretes ,10. Els Pedrenyals, 11. Pla de la Font de l’Omet.
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Figura 188. Detalle de la centuriación al sur de Valencia. Sector meridional. 1. Dispersión cerámica de la Partida de Cota, 2. Alquería Campanar, 3. Sueca, 4. Pardines, 5. Dispersión cerámica de la Partida de Pardines.
Picassent, aunque el límite teórico se bifurca de la Vía Augusta mucho más al norte, justo en el punto donde actualmente
se halla la Creu Coberta (siglo XIV). Su trazado se pierde una
vez llega al Barranc del Fondo. A lo largo de su recorrido se
documentan 4 asentamientos romanos: Benetússer, L’Hort de
Pepica, Silla y Molí de Forés.
-- En el límite contiguo por el oeste se documenta otro eje discontinuo (eje 2), pero que se puede reconstruir con facilidad
a partir de la conservación de diversas estructuras que coinciden con un límite teórico de la retícula de 20 x 15 actus
(figuras 186 y 187). Éste se bifurca de la Vía Augusta en la
actual Plaza España de Valencia, al salir de la ciudad por el
sur. Su recorrido se pierde poco antes de llegar al Barranc
Fondo y, en los 11 km que se han podido identificar, articula
los asentamientos de Benetússer, Catarroja y Hort de Pepica.
-- Finalmente, en el extremo sur del territorio de Valentia se documentan tres vías que, según el análisis arqueomorfológico,
son de cronología romana, aunque no se adecuan a la retícula
de la centuriación (figura 188). Se trata de los caminos de
Algemesí a Sueca, Camí vell de Benifaió y la carretera de
Silla a Alzira (ésta coincide parcialmente con uno de los ejes
teóricos). Todos presentan un rasgo común, buscan uno de
los vados que cruza el río Xúquer y posteriormente los puntos por donde se cruzan el Riuet dels Ulls y el Río Xúquer,
en el meandro actualmente estrangulado de Alzira, ya en el
territorio de Saetabis. Pensamos que probablemente este es el
motivo por el cual estas vías no se ajustan a la retícula teórica,
aunque también podrían haber sufrido modificaciones poste-
riores. De hecho, estos caminos se han utilizado con posterioridad al período romano: por ejemplo, en el punto donde se
cruzan las tres vías (pocos metros antes del Riuet dels Ulls),
se halla la Creu Coberta de Alzira (siglo XIV), donde la tradición dice que murió Jaume I. Es posible que estas vías fueran
rutas alternativas a la Vía Augusta para llegar a Saetabis pasando por Alzira o que buscasen el recorrido por los caminos
de Realenc/Pujol y Camino viejo de Alzira, paralelos al Xúquer por el norte (figura 193).
V.2.4. La Vía Augusta
Son numerosos los estudios que se han ocupado de definir el
recorrido de la Vía Augusta por el territorio valenciano (Morote,
2002 y 1979; Arasa, 2012, 2010, 2006, 1996, 1994, 1992, 1990
y 1989; Arasa y Rosselló, 1995; Arasa y Pérez, 2011; Arasa y
Flors, 2006; Ulloa, 1999). Se trata sin duda de una tarea compleja, debido a la ocupación intensiva del territorio, pero, sobre
todo, a las transformaciones experimentadas en los últimos tres
siglos en las infraestructuras: construcción del Camino Real (segunda mitad del s. XVIII), vías férreas, autopistas, carreteras,
etc. Este proceso resulta especialmente intenso en las áreas periféricas a las grandes urbes, sobre todo en el caso de la capital,
Valencia, y su área metropolitana.
El recorrido de la vía en una amplia franja alrededor de la
ciudad todavía presenta dudas, excepto en algunos tramos puntuales documentados en intervenciones arqueológicas inéditas
(Ribera y Jiménez, 2012a; Ribera, 2009: 46-47).
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El análisis arqueomorfológico realizado en el marco de esta
tesis doctoral ha permitido restituir el trazado de la vía con fiabilidad de modo que pasamos a describir su recorrido (figura 184).
Al norte del Turia (figura 182) la vía coincide con la Carretera de Barcelona/N-340. Presenta un recorrido totalmente rectilíneo con orientación noreste-suroeste, a excepción de un primer
tramo entre El Barranc del Puig y el Barranc del Cabeç Bort/de
la Rambleta, donde la vía hace ligeros cambios de orientación.
Desde el Barranc de la Rambleta hasta el Carraixet la vía sigue
un trazado recto y únicamente el tramo desde éste hasta la calle
Maximilià Thous de Valencia (situada a unos 750 m al norte del
actual cauce del Turia) presenta pequeñas curvas.
En este sector la Vía Augusta es el kardo maximus de la
centuriación, coincidiendo con uno de los ejes longitudinales de
la retícula teórica (figura 182). Aun así, en este tramo, como se
dijo anteriormente, la vía ejerce poca influencia en la distribución del poblamiento romano y solo 3 asentamientos se ubican
en sus cercanías: El Cabeçolet, Torrubero y El Xopar.
Desde la Calle Maximilià Thous de Valencia la vía cambia
bruscamente su orientación a noroeste-sureste y norte-sur (debido a una reforma realizada en el siglo II a.C.) para llegar a
Valencia atravesando el Turia aproximadamente por el actual
puente dels Serrans. En este segmento la vía articula el asentamiento de la calle Pastor Fuster (siglo II a.C.), la necrópolis de
la calle Pepita (siglos I a.C.-II d.C.), el asentamiento de la calle
Ruaya (finales del siglo III a.C.-inicios del II a.C.), la necrópolis
de la calle Sagunt y el asentamiento tardorrepublicano de las
calles Santa Rita/Cronista Rivelles, junto al cauce del río Turia.
A pesar de que la vía sigue un trazado recto, al sur del Carraixet ésta no encaja con exactitud con la retícula teórica (figura 182), debido a la adaptación de la centuriación a la topografía y la hidrografía. En este sector, son los decumani los ejes
mayoritariamente coincidentes con la retícula teórica, mientras
la Vía Augusta la cruza en diagonal y articula únicamente el
asentamiento y necrópolis de Orriols.
Dentro de la ciudad (figura 183) la vía coincide con la actual
calle de Sant Salvador orientada, muy ligeramente, en sentido
noreste-suroeste (la orientación es prácticamente norte-sur),
cruza la plaza de la Almoina donde las excavaciones han documentado la vía y su cruce con el decumanus principal de la
ciudad, fosilizado en las calles de l’Almodí y Cavallers.
Al salir de la ciudad romana, la via cruza un paleobrazo del
Turia que limitaba la urbs por el sur y gira 90º hacia el oeste tomando una orientación norte-sur por la actual Plaça de la Reina
y pasando junto a la necrópolis de la Boatella, uno de los cementerios de la ciudad. Seguramente a la altura de la Plaça Redona
(C/ dels Drets-C/ de l’Abadia de Sant Martí) la vía se cruzaba
con un decumanus que se prolonga por el este en el Camino de
Paterna a Campanar y que es uno de los límites mejor conservados de la zona (figura 182). Una vez pasado este punto en el que
se hallaba un vado de otro paleobrazo del Turia, la vía vuelve
a cambiar y toma una orientación noreste-suroeste mucho más
acusada, que se mantiene totalmente recta hasta la actual Plaza
España, coincidiendo con la C/ de Sant Vicent Màrtir y de Ramon y Cajal. Este lugar en época antigua era también un punto
de intersección entre la Vía Augusta y uno de los decumani de la
centuriación, coincidente con la acequia principal de Favara (siglos VIII-X) y el Brazo de Sant Jeroni (siglos XI-XIII), ambos
del sistema de regadío de Favara (Esquilache, 2016).
El único miliario conocido (actualmente extraviado) de la
Vía Augusta en el territorio de Valencia se halló en 1766 en
las obras del nuevo Camino Real, a la altura del actual puente
de Peris i Valero según Arasa (Arasa, 2012: 351) y databa del
reinado de Adriano (117-138 d.C.).
Al sur de este punto la vía sigue manteniendo el sentido
noreste-suroeste, aunque pierde ángulo y prácticamente se
orienta en sentido norte-sur. Sigue coincidiendo con la actual
calle de Sant Vicent Màrtir hasta llegar a la Rambleta, unos metros más al sur de la Cruz Cubierta.
A partir de aquí, el eje no se corresponde con la calle Sant Vicent Màrtir, sino que cambia su orientación pasando aproximadamente por las calles actuales de Behring y Alqueria de Benimassot.
Ya en el barrio de La Torre sigue por la C/ Giménez i Costa, coincidiendo con la línea de término municipal entre Valencia y Sedaví. Dentro de Alfafar, coincide con la Avenida de Vicente Blasco
Ibáñez y el Camí del Fus (antigua vereda), que también pasa por
el término de Massanassa. Después de cruzar el Barranc de Torrent por el mismo sitio que el actual puente del ferrocarril (entre Massanassa y Catarroja), la vía se corresponde con el Camí Vell
de Russafa, representado en las minutas municipales de 1903 como vereda de ganados. En todo este tramo la vía mantiene la orientación noreste-suroeste y es completamente recta. Respecto a su
articulación con la centuriación en el sector que va desde la Plaza
España hasta el Barranc de Picassent (9,5 km) la vía cruza en
diagonal la retícula teórica de la centuriación en un primer grupo
de 1 x 5 cuadrículas y un segundo de 1 x 12 (figuras 183 y 184).
Es destacable el hecho de que la vía no articula ningún asentamiento desde Valencia hasta pasado el Barranc de Torrent, lo
que podría deberse a una infrarrepresentación de datos arqueológicos (apartado 4.5.). En el tramo que va del Barranc de Torrent al de Picassent solamente se vincula con el asentamiento
tardorrepublicano de Catarroja en cuyo núcleo se documentó un
tramo de la vía en una intervención arqueológica (Ajuntament
de Catarroja, 2011).
A partir del paso por el Barranc de Picassent, ya en término
de Beniparrell, la orientación vuelve a cambiar a norte-sur, aunque se sigue correspondiendo con el Camí Vell de Russafa hasta
el Barranc o Cañada de l’Hortolà, en término de Silla. En este
último tramo, al sur de Silla, la vía discurre a unos 250 metros del
límite de máxima expansión de l’Albufera y sus marjales. Al sur
del Barranc de l’Hortolà pasa a coincidir con la antigua carretera
de Silla a Alzira.
Después de cruzar el Barranc o Cañada de l’Hortolà se ha
documentado una posible bifurcación de la Vía Augusta que
bordea el límite de máxima expansión de la Albufera hasta llegar a Sollana, donde se pierde la traza debido a la implantación
del sistema viario radioconcéntrico de esta localidad (antigua
alquería andalusí). Esta bifurcación está articulando también el
poblamiento romano instalado en los límites del marjal (Partida
de Paretes, Venta de Ferrer y La Travessa). Creemos que este
trazado se corresponde con la bifurcación de la Vía Augusta, conocida por las fuentes e itinerarios antiguos, que llegaría hasta
Dianum por la costa pasando cerca de Cullera.
Antes de entrar en Almussafes el camino cambia ligeramente
su orientación buscando el paso por el Barranc Fondo o del Tramusser y por el Barranc Vell, coincidiendo en este tramo significativamente con las líneas de término municipal de Almussafes,
Benifaió, Alginet y Sollana.
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Figura 189. Vista general de las centuriaciones de Valentia.
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En todo este sector que va desde el Barranc de Picassent
hasta el Barranc Vell (12,2 km) la vía ha cruzado el sistema de
retículas de 20 x 15 actus en diagonal en grupos de 1 x 4 y 1 x 6,
1 x 5 y 1 x 7 cuadrículas (figuras 183 y 184) articulando el poblamiento, como ya se ha dicho, en los límites de la Albufera:
L’Alter o El Mas de Baix, L’Alteró, Silla, la Font del Gat, Camp
de la Llegua, Venta de Ferrer y La Travessa.
Pocos metros antes de cruzar el Barranc Vell, cambia su
orientación de norte-sur a noroeste-sureste manteniéndola
hasta el vado del río Xúquer. Este tramo final (9 km) es también prácticamente recto (a excepción de una anomalía justo
al sur del Barranc dels Algadins o de la Forca, que podría ser
una modificación del trazado original) y sigue cruzando en
diagonal la retícula teórica en grupos de 1 x 3 y 1 x 4 cuadrículas (figuras 183 y 184). En el término de Algemesí la vía
se denomina Camí del Barranc, Camí de Porriñes y Camí de
Landrona. En este tramo no se conocen yacimientos y es solo
cerca del vado fluvial, donde los asentamientos de Pardines y
Partida de Cota se sitúan junto a la vía.
Se puede decir que, en términos generales, dentro del territorio de Valentia la Vía Augusta no es el eje estructurador del poblamiento romano por excelencia, pues en su recorrido (50 km)
tanto al norte como al sur de la ciudad, solo articula 13 asentamientos. Por lo tanto, este factor no es determinante para identificar el recorrido de la vía, siendo la combinación del análisis arqueomorfológico, la consulta de cartografía histórica y los datos arqueológicos los que permiten caracterizar el recorrido de la vía.
Además, se pone de manifiesto el uso de la técnica de la
varatio a partir de la Vía Augusta, para la construcción de la
centuriación al sur de Valentia, mientras al norte ésta se integra dentro de los ejes de la centuriación como kardo maximus
siendo otro elemento (el Barranc de la Rambleta) el que podría
haber sido usado como base para el diseño del sistema a partir
de la aplicación de la varatio.
V.2.5. Valoración: aportación al problema de la centuriación de Valentia
La propuesta de centuriación que se ha detallado en los apartados
anteriores es fruto de la aplicación de varias técnicas de análisis
al estudio del territorio. La perspectiva diacrónica, así como la
integración de datos multidisciplinares procedentes del análisis
arqueomorfológico, el estudio de las dinámicas de poblamiento,
el vaciado de datos arqueológicos, la consulta de fuentes escritas
y las prospecciones, han permitido caracterizar con fiabilidad el
origen del paisaje cultural de Valencia. El aspecto actual de este
territorio histórico es resultado de la conservación, modificación
o eliminación de las estructuras implantadas en él por parte de
sus ocupantes a lo largo de la Historia. Aunque sin duda, tal como
ha puesto de manifiesto este trabajo, el paisaje actual se origina
en una gran intervención (la primera gran intervención sobre el
territorio) que tuvo lugar en época romana altoimperial, concretamente a mediados del siglo I d.C., aunque probablemente su
diseño había sido concebido en época augustea (figura 189).
Este trabajo ha permitido también superar las hipótesis sobre centuriaciones romanas conocidas hasta la fecha para el territotio de Valentia (Cano, 1974; Pingarrón, 1981a y González
1996 a, b, c), puesto que ninguno de los sistemas de centuriación que hemos presentado para Valentia se corresponde con las
propuestas anteriores.
Asimismo, el análisis arqueomorfológico ha demostrado
que los sistemas de regadío no están relacionados con la centuriación, ya que las estructuras de irrigación creadas durante
el período andalusí, incluso las más antiguas de ellas (siglos
VIII-X), se implantaron en el territorio borrando parcialmente las estructuras romanas o bien adaptándose a su recorrido.
Lo mismo ocurrió con las redes viarias radioconcéntricas, cuyo
origen se encuentra en las grandes intervenciones efectuadas
sobre el territorio durante el período andalusí. En este sentido
se rebate también la idea de que la ocupación del territorio en
época andalusí conllevó la eliminación total de las estructuras
romanas (entre ellas la centuriación) tal como habían afirmado
algunos investigadores (Guinot, 2008b). De hecho, gran parte
de los ejes que componían la centuriación de Valentia se conservan y siguen en uso hoy en día.
Otro de los factores novedosos de esta tesis es la realización de trabajo de campo. Hasta este momento las propuestas
publicadas nunca se habían sometido a comprobación mediante
prospecciones. El desarrollo de las prospecciones arqueomorfológicas y su correlación con la información arqueológica (derivada del vaciado de la información disponible y de las prospecciones arqueológicas intra-site realizadas por nuestro equipo)
han corroborado la antigüedad de las vías y otras estructuras
caracterizadas por el análisis arqueomorfológico como ejes de
la centuriación.
En este sentido la documentación de la perpetuación de los
puntos fuertes del paisaje romano permite explicar cómo y por
qué se mantuvo esta estructuración. Gran parte de los ejes viarios
construidos en época romana siguieron siendo utilizados durante
el período visigodo y andalusí, aunque en esta fase se produjo el
borrado parcial y modificación de algunos ejes de la centuriación
en diversas zonas. El establecimiento de nuevos asentamientos
durante el período medieval (andalusí y feudal) en función de
vías romanas, la elección de los cruces de vías de la centuriación
para la construcción de iglesias urbanas y la pervivencia de estos
lugares como emplazamientos simbólicos a nivel religioso o territorial (iglesias, ermitas, cruces de término y límites de término
municipal) permiten corroborar la influencia de la centuriación
en la articulación del territorio a nivel diacrónico.
Tampoco se había realizado con anterioridad el estudio de
documentación histórica en archivos con el fin de corroborar las
características de la red viaria de origen romano. Los documentos consultados describen el estado de la red viaria en la actual
periferia de Valencia antes de las reformas de los siglos XVIII
y XIX. Esta información ha sido determinante para incluir estos
ejes en la propuesta de centuriación, habiendo comprobado su
antigüedad de esta manera puesto que, al haber sido terraplenadas y asfaltadas, la prospección arqueomorfológica era inviable.
En general los documentos consultados, datados entre finales del siglo XVIII e inicios del XIX, reflejan una situación de
deterioro general de la red viaria histórica en ese momento previo a las reformas modernas. Tanto el camino de Murviedro11
(Sagunt) como el de San Phelipe12 (Xàtiva) se describen como
11 AMV. Varios Junta de murs i Valls, ÑÑ 9, 31 de agosto de 1763,
29 de noviembre de 1753, 31 de agosto de 1763.
12 AMV. Policia Rural. Sección 3ª, Subsección B. Clase II-Subclase
C, 7 de febrero de 1766; AMV. Varios Junta de murs i Valls, ÑÑ 9,
29 de noviembre de 1753.
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vías principales en muy mal estado de conservación, necesitadas de reparaciones, ensanches u otras modificaciones que permitieran el tránsito de vehículos a la ciudad.13 También se han
localizado los informes de los peritos (contratados por la ciudad
de Valencia) sobre el Camino de Xàtiva en los que se describe
el estado de la vía y las actuaciones que había que hacer en
ella para adecuarla al nuevo ancho.14 Algunos puentes, como
el que permitía el cruce del Camino de Sagunt por el Barranco
del Carraixet,15 también estaban “arruinados”. Además, muchos
de los caminos de la red viaria local se describen como caminos estrechos en fosa (Camino de Paterna a Benimàmet,16 Camí
Fondo de Paterna,17 Camino de Mislata,18 Camino de Russafa a
Montolivet19 y Camino hondo del Grau20) o muy deteriorados
(Camí de Picassent21). Se documentan también quejas porque
el agua de las tormentas circulaba por los caminos deteriorados
(que posiblemente eran caminos hondos) como por ejemplo el
camino de Quart22 y el de la Rambleta.23
Otro aspecto fundamental y novedoso de esta tesis es la
identificación fiable del recorrido de la Vía Augusta en el ager
de Valentia. Esta es sin duda una de las grandes aportaciones de este trabajo pues hasta la fecha se habían publicado numerosas propuestas sobre su recorrido y ninguna de ellas había
sido comprobada.
La distribución del poblamiento romano pone de manifiesto
el carácter multifactorial del patrón de asentamiento puesto que
éste se correlaciona perfectamente y al mismo tiempo con la red
viaria (centuriada o no) y con la hidrografía. La presencia de
asentamientos en las proximidades de los cursos hidrológicos y
en los límites de los marjales confirma este punto, indicando la
importancia de la gestión de los recursos del territorio en época
romana y eliminando la idea de la funcionalidad como único
objetivo de la implantación de centuriaciones, tal como se ha
demostrado en otros territorios (Palet y Orengo, 2011; Palet,
Orengo y Riera, 2011).
Para poder datar con exactitud nuestra propuesta de centuriación faltan dataciones radiocarbónicas que permitan aportar
cronologías absolutas para la construcción de las vías del sistema centuriado. Los estudios palinológicos y sedimentológicos
de dos sondeos realizados en la Albufera y la Marjal dels Moros
13 AMV. Varios en lios de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
6.O.O.6., 24 de abril de 1779.
14 AMV. Policia Rural. Sección 3ª, Subsección B. Clase II-Subclase
C, 7 de febrero de 1766.
15 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
6.O.O.6., 24 de abril de 1779.
16 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
8.O.O.9., 13 de febrero 1830.
17 AMV. Varios en lios de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
8.O.O.9., 25 de mayo de 1839 y 8 de agosto de 1839.
18 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
1.O.O.10, 1 de junio de 1737, 6 de mayo de 1737.
19 AMV. Varios Junta de murs i Valls, ÑÑ 9, 1 de marzo de 1749.
20 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
8.O.O.9., 10 de abril de 1817.
21 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
8.O.O.9, 30 de abril de 1808.
22 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
8.O.O.9., 6 de febrero de 1824.
23 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
8.O.O.9., 13 de mayo de 1835.
por parte de Santiago Riera (Universitat de Barcelona-SERP),
Ana Ejarque (CNRS-GEOLAB UMR 6042), Pilar Carmona y
José Miguel Ruiz (Universitat de València) en el marco del proyecto VaLandPro, también aportarán información interesante
para la interpretación de la centuriación. Finalmente, creemos
que sería interesante ampliar las prospecciones sistemáticas en
otros asentamientos romanos para corroborar su relación con
los ejes del sistema viario centuriado.
V.3. EL TERRITORIO DE SAETABIS 24
Presentamos los resultados del análisis arqueomorfológico en
un área de llanura asociada a la ciudad de Saetabis, cuyo límite septentrional, definido por los ríos Xúquer-Magre, lo fue
además de los conventus Tarraconense y Cartaginense (Plin.,
Nat. Hist., III, 20). Este territorio ha sido analizado previamente por diferentes investigadores, destacando sobre todo los
trabajos sobre la evolución del poblamiento y las principales
vías de comunicación (Pérez y Borredà, 2008; Pérez y Arasa,
2010; Pérez, 2013).
En lo que respecta al estudio de la estructuración territorial,
existe una propuesta de centuriación vinculada con las ciudades
de Sucro y Saetabis (González, 2006b y 2007b) que acusa ciertas debilidades metodológicas ya criticadas (Arasa, 2012: 370),
como la falta de multidisciplinariedad y enfoque diacrónico, y la
ausencia de comprobación de las hipótesis mediante trabajo de
campo. Esta propuesta presenta trazas con orientación constante
y coincidencias métricas con el actus romano, pero el carácter
débil y discontinuo de los ejes, así como la restitución de trazas
en zonas de humedal y de media montaña, pone en duda la metodología aplicada. Además, la extensión del sistema parcelario
más al norte del río Xúquer plantea dificultades, pues este límite
territorial se ha confirmado tanto por las fuentes clásicas como
por las diferencias del registro material arqueológico al norte y
sur del mismo.
Geográficamente la Ribera del Xúquer, subdividida en
las comarcas de la Ribera Alta y Baixa, es una amplia llanura aluvial enmarcada por relieves de componente ibérica que
condicionan las direcciones básicas del cauce de los ríos. Sus
características físicas vienen determinadas por los ríos Xúquer
y Magre y por las elevaciones montañosas más meridionales
del Sistema Ibérico: Sierra del Caroig y de Dosaigües al oeste,
las montañas de la Valldigna y la Serra de Corbera al sureste y
la Sierra de Càrcer al sur.
Su geomorfología es compleja. Los frecuentes cambios
durante el Holoceno reciente han modelado esta llanura provocando numerosos cambios topográficos. La geometría aluvial
se divide en varios tramos en función de los aportes sólidos de
los ríos y sus afluentes. La llanura presenta formaciones de diversos momentos del Cuaternario, predominando en la llanura
alta los abanicos aluviales y piedemontes del Pleistoceno Superior. Desde los pies de los relieves y hacia las partes más bajas
se han desarrollado glacis holocenos de muy escasa potencia,
que culminan en cubetas o medios sedimentados dominados
por los aportes fluviales (Ferrer, 2006: 16). La geometría de las
24 El texto de este apartado se ha extraido de uno de los artículos
producidos durante el desarrollo de la tesis doctoral y que fue publicado en la revista Agri Centuriati (Ortega et al., 2016).
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diferentes llanuras aluviales no es uniforme y mientras la del
Magre es convexa, la del Xúquer varía según la zona, alternándose entre cóncava, convexa y plana o encajada (Mateu, 1980).
La topografía de la llanura sedimentaria del Xúquer está siendo
continuamente remodelada por los desbordamientos del río (los
últimos de ellos tuvieron lugar en los años 1982 y 1987), cuyo
canal principal circula sobreelevado casi 10 metros por encima de la Albufera y el arrozal de Cullera. Esta morfología ha
provocado que en ambos lados del río se hayan organizado dos
canales de distribución de aguas, casi paralelos al principal, que
discurren por una topografía cóncava. Estos cursos (Riu Verd y
Rambla de Barxeta), actúan como drenajes laterales que evacuan las aguas desbordadas del Xúquer (Carmona y Fumanal,
1984). Además, el Xúquer tiene dos brazos: uno de ellos durante los desbordamientos se encamina hacia la Albufera mientras
otro lo hace hacia Corbera (Mateu, 1980) teniendo ambos un
alto valor geomórfico y sedimentario. En el Bajo Xúquer la margen izquierda presenta una mayor sedimentación, como reflejan
los sondeos realizados en diversos yacimientos arqueológicos
de la zona (Carmona y Pérez, 2011). En el abanico aluvial de la
cuenca baja del Magre, con motivo de las avenidas, se producen
acumulaciones que acentúan el efecto topográfico de divisoria
entre las comarcas de la Ribera Alta y Baixa. En este sentido, el
menor aluvionamiento en los yacimientos arqueológicos de la
Ribera Baixa sugiere que la acumulación aluvial se ha construido desde las tierras más bajas hasta el interior (Mateu, 1980).
La relación entre la ubicación de los asentamientos humanos y los elementos físicos del paisaje queda evidenciada por la
distribución del poblamiento actual, que evita las zonas inundables. En las zonas de llanura convexa se buscan las laderas
de montañas (Corbera, Favara, Cullera) o los ‘alters’ (Benicull,
Polinyà, Riola, Albalat de la Ribera, Algemesí), mientras en la
llanura de inundación cóncava los asentamientos se alejan del
cauce fluvial (Carcaixent, La Pobla Llarga, Castelló de la Ribera, Alberic, etc). Sin embargo, conocemos diversos asentamientos habitados hasta época bajomedieval y/o moderna, que
fueron abandonados después de episodios de desbordamiento
fluvial, lo que se explica por los cambios constantes en la morfología de la llanura, que provocaron finalmente la desaparición
de la topografía original de ‘alters’ y la destrucción de los asentamientos debido a la acción sedimentaria del desbordamiento de los ríos (Mateu, 1980). Se trata además de un territorio
fuertemente transformado en época reciente, de manera que sus
características históricas se han alterado.
Recordamos que la metodología utilizada (descrita en el
capítulo 3) ha permitido confirmar que la implantación de los
sistemas viarios ortogonales antiguos se encuadra en algún
momento anterior a finales del siglo VIII y principios del IX.
Además, teniendo en cuenta que no se conoce ninguna intervención de este tipo durante el periodo visigodo, la datación de
las grandes estructuraciones viarias ortogonales se sitúa en el
período romano, con lo que cabría considerar que estamos ante
un sistema centuriado.
A continuación, se detallará el análisis de la distribución
del poblamiento romano en relación con los ejes teóricos de
la centuriación y con los criterios de ocupación territorial de
época romana y el estudio metrológico del gran sistema viario
ortogonal documentado al sur de la línea formada por los ríos
Xúquer-Magre.
V.3.1. Distribución del poblamiento en relación con los
ejes de la centuriación
Los ejes longitudinales del sistema ortogonal se orientan en
sentido noroeste-sureste lo que indica que dicha estructuración está fuertemente condicionada por los elementos físicos
del territorio: las elevaciones del Sistema Ibérico y los cursos
hídricos. Su implantación se ha documentado prácticamente
en toda la llanura aluvial, desde Turís hasta Xàtiva, y sus límites se caracterizan claramente: al norte el eje formado por
el río Magre y el bajo Xúquer; al sur y al oeste las elevaciones
montañosas que delimitan la llanura aluvial (figura 190). Para
poder concretar la adscripción cronológica del sistema viario
antiguo es necesario aplicar diversas técnicas de verificación.
En este sentido, uno de los parámetros que puede ayudar a
precisar la cronología de las trazas es el análisis de la relación de proximidad entre las vías y los asentamientos de diferentes períodos (Palet y Orengo, 2010: 141-149). Este tipo
de registro arqueológico se ha obtenido en base al Inventario
de Yacimientos Arqueológicos de la Generalitat Valenciana, y
mediante la contrastación sobre el terreno de la información
contenida en las fichas de dicho catálogo. Los trabajos de prospección arqueológica han permitido determinar la ubicación
exacta, cronología y área de dispersión de materiales de los
yacimientos cercanos a las vías seleccionadas, lo que permitirá
aplicar cálculos de distancia entre vías y el área de dispersión
y concentración de materiales arqueológicos en superficie.
Aunque no se ha realizado el cálculo estadístico de distancias,
las prospecciones y el análisis arqueomorfológico revelan el
alto grado de proximidad entre las estructuras del sistema viario ortogonal antiguo y los yacimientos arqueológicos de cronología romana.
Este análisis pone de manifiesto que la distribución del poblamiento romano estuvo determinada por la morfología de los
ejes viarios principales del sistema ortogonal, tanto es así que
algunos de ellos se ubicaron en las intersecciones de ejes viarios
perpendiculares. Por otro lado, el hecho de que diversos asentamientos andalusíes se encuentren también relacionados con los
ejes del sistema ortogonal, plantea dos posibilidades interpretativas que apuntan en la misma dirección:
A. que dichos núcleos tengan una fase anterior de época antigua, tal como se ha demostrado en las poblaciones de
Alberic, Novetlé, Castelló de la Ribera y Pardines (Pérez
y Arasa, 2010); o
B. que la elección de la ubicación de algunos asentamientos
andalusíes obedeciera, entre otros factores, a la continuidad
del uso de las redes viarias antiguas con una fuerte carga estructuradora del paisaje.
V.3.2. Modulación y aproximación cronológica
Una vez realizados los análisis referidos e identificados los
ejes morfogenéticos (Chouquer, 2000), se puede aplicar el
parámetro de la modulación romana, para reforzar la hipótesis cronológica y contrastar la relación de las trazas con la
implantación territorial del sistema de la centuriación. El estudio metrológico del sistema viario ortogonal ha permitido
documentar equidistancias correspondientes a múltiples del
actus romano entre los ejes morfogenéticos. Entre los ejes
longitudinales, orientados en sentido noroeste-sureste (los
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Figura 190. Sistema viario ortogonal antiguo al sur de la confluencia de los ríos Xúquer-Magre
y su relación con el poblamiento romano.
kardines de la trama), las equidistancias documentadas sugieren la existencia de una modulación a 20 actus. También
se han podido observar ciertas coincidencias, aunque más
débiles, en los ejes transversales, con una modulación a 15
actus, sugiriendo la existencia de un sistema centuriado con
módulo 20 x 15 actus. La trama se observa de forma fiable
en la zona más septentrional, es decir, en el llano que se extiende entre los ríos Magre y Xúquer. Al sur de este último,
las trazas modifican ligeramente la orientación, pero presentan
correlación con el módulo 20 x 15. Los pequeños cambios de
orientación detectados son debidos, probablemente, a adaptaciones de las trazas a la topografía y a la hidrografía, pues en
este sector la red viaria queda encajada entre el curso fluvial
del Xúquer y las elevaciones de la Sierra de Corbera. Más al
sur, en el entorno de Saetabis (Xàtiva), se documenta también
este módulo con la misma orientación que en el tramo septentrional (figura 191).
Cabe destacar que entre el río Xúquer y la Vía Augusta
se documentan variaciones en los ejes longitudinales (los kardines de la trama) a 15 actus que definen localmente centu-
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Figura 191. Detalle de la modulación a 20 x 15 actus del sistema centuriado.
rias de 15 x 15. Ello podría corresponder bien a la adaptación de la trama a la topografía, o bien a una conservación
selectiva de trazas en la morfología histórica del territorio: un
hecho documentado en la centuriación de Barcino (Palet et
al., 2009: 113).
Desde el vado del Xúquer hasta la propia ciudad de Xàtiva, la trama centuriada es atravesada por el trazado de la Vía
Augusta, que no se ajusta a los ejes de la centuriación, sino que
dibuja una línea en diagonal a ésta, prácticamente recta y orientada en sentido noreste-suroeste. Si tenemos en cuenta la adaptación de la vía a la topografía y su relación de proximidad con
el poblamiento ibérico, este tramo podría ser anterior a época
romana correspondiéndose con el trazado de la Vía Hercúlea
(Mateu, 1991; Pérez y Arasa, 2010: 104).
En este sector, se observa que la vía constituyó la diagonal del
sistema centuriado, siendo la hipotenusa de triángulos que formarían agrupaciones de 2 x 1 y de 4 x 1 centurias. En consecuencia,
podemos afirmar que en este territorio el módulo de 20 x 15 actus
de la centuriación habría sido generado a partir de la técnica de la
varatio, que permitía a los agrimensores trazar la red centuriada
a partir de una diagonal preexistente (Roth-Congès, 1996; Campbell, 2000) (figura 192).
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Figura 192. Tramo de la Vía Augusta en el área de Saetabis. Relación con la centuriación y el
poblamiento romano.
Por otra parte, la coincidencia entre las trazas y la red hidrográfica constituye también un indicador de la antigüedad
del sistema. En este sentido, en otros llanos litorales bien estudiados se ha documentado tanto la adaptación de las trazas
de la centuriación a la orientación de ríos y barrancos, como
la modificación antrópica de algunos tramos de estos últimos
(Palet, 1997: 117-118; Palet y Orengo, 2010: 133-139). Al
adaptarse el sistema de la centuriación a la topografía del territorio en el que se implanta, sus ejes pueden ser sinuosos
y presentar orientaciones ligeramente distintas dependiendo
de la zona. En este sentido hay que tener en cuenta que las
vías pueden haber experimentado deformaciones a lo largo
del tiempo debido a sucesos naturales (desbordamientos fluviales, aportación sedimentaria, corrimientos de tierras de las
laderas de las montañas, etc.) o antrópicos (Vion, 1989).
Respecto a la relación de esta estructuración viaria con algún centro urbano, tanto la uniformidad morfológica del sistema ortogonal como su implantación en un amplio territorio de
llanura que incluye la ciudad de Saetabis, sugieren una vinculación de ésta con la red centuriada.
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La cronología de los sistemas con modulación de 20 x 15
actus ha sido asociada con las reformas de épocas cesariana o
agustal, como se ha dicho anteriormente.
Esta cronología podría adecuarse al caso de Saetabis donde
los trabajos arqueológicos desarrollados en los últimos años han
documentado una fuerte presencia de materiales itálicos de finales del siglo I a.C. que se han puesto en relación con la presencia
de un destacamento militar. Además, la última acuñación monetaria romana de la ciudad (finales del siglo I a.C.) se ha relacionado con la presencia cesariana en el territorio (Pérez, 2014) y
con el cambio de estatuto de civitas stipendiaria a municipio,
con el nombre de Saetabi Augustanorum, que tuvo lugar en época de Augusto (Arasa, 2001: 554).
V.3.3. Relación de la centuriación con los principales ejes
viarios del territorio
Nos ocupamos en este apartado de las vías que estructuran el
territorio a escala regional y que han determinado su morfología
a escala histórica. El territorio de Xàtiva presenta, al menos, dos
ejes viarios de este tipo.
El primero se denomina actualmente Camino de Xàtiva, un
eje prácticamente recto que hemos documentado desde Cheste
hasta Xàtiva (57 km), mientras que el segundo lo constituye la
antigua carretera de Barcelona, identificada tradicionalmente
con la Vía Augusta. Ambas vías estructuran fuertemente el territorio y a su vez constituyen los ejes principales de la centuriación, mientras otros ejes más débiles que también forman parte
también de esta estructuración se han conservado como límites
de parcela o como caminos secundarios.
V.3.3.1. El Camino de Xàtiva
El eje que articula el sistema centuriado se ha podido identificar
a lo largo de 57 km, con el actual “Camí de Xàtiva”. Éste arranca en La Loma (Cheste) donde coincide con la Cañada Real de
Aragón. Describe una línea prácticamente recta, de orientación
noroeste-sureste, hasta llegar al río Xúquer a la altura de Alberic
donde se desvía ligeramente hacia el oeste para cruzarlo por
el paso de la Barca, cerca del yacimiento andalusí de Alcosser
(Alberic). Luego discurre paralelo al cauce del río Albaida hasta
Torre d’En Lloris. Allá deja de seguir el río, pero mantiene la
misma orientación y cruza el Riu de Barxeta hasta la Serra de la
Creu, una vez pasado Genovés.
Su papel como elemento estructurador del territorio a nivel
histórico se manifiesta, entre otros factores, en su relación con el
poblamiento de diferentes períodos. La proximidad se evidencia
para época romana, momento en que numerosos asentamientos se
ubican en función de la vía, un patrón que encontramos también
durante la fase medieval, con la pervivencia de algunos núcleos
de fundación romana o la creación de nuevos asentamientos vinculados con la vía. Uno de los yacimientos romanos relacionados
con este camino es Alfarb, actual núcleo de población en cuyo
castillo andalusí y núcleo urbano se hallaron diversas inscripciones romanas reutilizadas, datadas entre los siglos I-II d.C. (Corell, 1997). De hecho, la toponimia árabe ya refiere los antecedentes del lugar, puesto que al-harb significa “el despoblado”.
La prospección arqueomorfológica que se ha llevado a cabo
en la zona, ha confirmado la antigüedad de este eje viario. Aunque el camino actual está en uso y se presenta asfaltado en casi
todo su recorrido, se han podido documentar algunos indicadores para su adscripción cronológica. En primer lugar, diversos
caminos en fosa lo cruzan prácticamente en perpendicular. La
cartografía tanto histórica como actual, los representa como cursos de agua intermitentes, pero la comprobación sobre el terreno
ha permitido constatar que se trata de antiguos caminos erosionados por los que circula o ha circulado agua en momentos puntuales (figura 193). El análisis de los perfiles litoestratigráficos
acabará de confirmar esta observación. En segundo lugar, se ha
realizando la comprobación de las características, ubicación y
extensión de los yacimientos conocidos. Desgraciadamente, el
yacimiento de la Vil·la de la Font Roja (Guadassuar), ubicado
en una pequeña elevación cercana a la vía, se encuentra totalmente vallado y profundamente alterado por las transformaciones agrícolas recientes, de modo que solamente se pudo prospectar el asentamiento de Toritxí (Catadau), localizado también
en una suave elevación.
En su extremo noroeste, a la altura de Llombai, el Camí de
Xàtiva se fusiona con la denominada Ruta del Magre que une el
interior del territorio valenciano con la costa aprovechando, en
algunos sectores, el corredor natural creado por el río (Orengo et
al., 2013). Esta ruta ha sido interpretada por varios investigadores como una de las más antiguas del territorio, pudiendo retrotraerse a época prerromana (Quixal, 2012: 199). No sería éste el
caso del Camí de Xàtiva puesto que, como se ha indicado, la vía
no articula el poblamiento de época ibérica sino el de cronología
romana, reforzando la adscripción cronológica y cultural de la
implantación de este eje morfogenético.
V.3.3.2. La Vía Augusta
Un aspecto que ha motivado numerosas discusiones historiográficas sobre la Vía Augusta en el área valenciana ha sido, sin
duda, el lugar por donde ésta atravesaba el Xúquer. La identificación reciente de Sucro (ciudad y mansio mencionada en
diversos itinerarios y fuentes clásicas) con Albalat de la Ribera,
ha descartado otras opciones de paso y recorrido. Las excavaciones realizadas tanto en el núcleo urbano de Albalat como en
el yacimiento del Alteret de la Vintihuitena, cuyos resultados
permanecen inéditos, han puesto de manifiesto la existencia en
este punto de un importante establecimiento urbano en épocas
romana republicana y altoimperial, que tiene sus raíces en el
Bronce Final y la Edad de Hierro (Pérez, 2013: 38). La toponimia refuerza además la idea de que el camino pasaba por este
punto, puesto que la palabra de origen árabe Albalat, significa
literalmente “el camino”. Otra mansio mencionada en el Anónimo de Rávena y en la Guidonis Geografica es Alterum o Alternum, cuya ubicación es todavía desconocida. Las hipótesis
que se han barajado para la interpretación de este nombre son
básicamente dos: “uno de los dos caminos” o “camino alternativo”. La ubicación de esta mansio, cercana a Sucronem es desconocida, aunque algunos autores la sitúan en el margen derecho
del Xúquer, una vez la vía había cruzado el río por el paso de
Albalat (Morote, 2002).
Los resultados del análisis arqueomorfológico confirman el
recorrido de la vía desde Albalat de la Ribera hasta la ciudad
de Saetabis. El Alteret de la Vintihuitena ha sido interpretado como un paso de la Vía Augusta hacia Saetabis en época
romana (Carmona y Pérez, 2011: 68) aunque el vado real se
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encuentra unos metros al oeste del propio Albalat, muy cerca
de la confluencia con el Magre, en la actual partida del “gual”
(vado), cuyo topónimo no admite dudas. Al haber de adaptarse
a las características físicas del río y del territorio, el camino no
pasa estrictamente por Sucro (si aceptamos la identificación con
Albalat), sino unos 2 km al oeste, entre la partida del “gual” y el
yacimiento de Cases de Moncada, un paso que queda también
reflejado en la crónica de la conquista del Reino de Valencia
de Jaume I (Soldevila, 2008, para. 180 y 517). A partir de este
punto la vía cambia su orientación y discurre por un trazado
ya conocido, dibujando una línea prácticamente recta hasta la
Manuel, donde cruza el río Albaida.
En este tramo se documenta cómo los caminos antiguos que
componen el sistema centuriado, han sido “cortados” literalmente por la divagación o meandrización histórica del Xúquer
(Mateu, 1991: 163). Este proceso, ha sido fechado en época
post-islámica en base a la hipótesis de que en el momento de
fundación de los núcleos de época andalusí éstos estaban en lugares libres de inundaciones (Mateu, 1991). Según esta teoría,
basada en datos geomorfológicos, los caminos cortados por el
Xúquer serían como mínimo de época andalusí, pues los asentamientos de esta cronología se habrían ubicado en función de
la vía, que fue cortada en un momento posterior. Además, dos
de los meandros que interceptan o deforman el trazado de las
vías son límite de término municipal entre Carcaixent, Alzira y
Benimuslem (figura 194).
Este mismo proceso se ha documentado en otros lugares,
como en Zaragoza (Ariño et al., 2004: 92-93), donde un meandro del Ebro cortó uno de los ejes de la centuriación. En ese
caso, el análisis de la documentación histórica ayudó a datar el
establecimiento de estos límites y proporcionó una datación del
siglo XIII para el camino cortado por el meandro. En el caso del
Xúquer, aunque dichas poblaciones existían en época andalusí,
como muestran los documentos relacionados con la conquista
cristiana, la documentación histórica refleja que los límites territoriales en esa época eran una concepción social, más que una
delimitación física como la entendemos actualmente (Torres,
1998: 248). La plasmación material de algunos límites de término tuvo lugar en época feudal (Guinot, 1991; Cabanes y Ferrer,
1979), en algunas ocasiones respetando los límites de época andalusí y en otras modificándolos, aunque diversos municipios
valencianos no dispusieron de un término municipal definido
hasta época moderna. La segregación de Carcaixent del término
general de Alzira se produjo a finales del siglo XVI (Oroval,
1980) y por tanto, de momento, no podemos retrotraer más allá
de esa fecha la fijación del límite de término en el meandro en
cuestión, proporcionando este dato una datación antequem del
siglo XVI para el camino cortado por el río.
V.3.4. Centuriación y geomorfología
La ausencia de trazas de la centuriación en algunas áreas de
la llanura aluvial debe relacionarse con las dinámicas geomorfológicas. Los aportes sedimentarios de la Serra de la Murta y la
sedimentación aluvial de uno de los brazos del Xúquer podrían
haber ocultado los elementos viarios antiguos. Pero es sobre
todo la presencia de extensos marjales y de zonas inundables lo
que explica la falta de ejes de la centuriación en algunas áreas.
En este sentido, la desecación del marjal de Corbera en época
medieval cristiana (Torró, 2012a: 232-234) confirma la docu-
mentación, a través del análisis arqueomorfológico, de un posible parcelario de esta época sobre el antiguo marjal, descartando
la implantación del sistema centuriado en esta área.
A pesar de ello, debe contemplarse la posibilidad de que las
dinámicas geomorfológicas en los marjales podrían haber ocultado ejes antiguos bajo el suelo hidromorfo actual, lo que sólo
podría verificarse realizando trabajos de excavación en extensión (Berger y Jung, 1996; Berger, 2003). De todas formas, la
distribución del poblamiento romano en los márgenes del humedal sugiere el aprovechamiento de los recursos que éste ofrece,
más que su desecación para usos agrícolas (Ortega et al., 2014:
385). En la llanura aluvial correspondiente a la Ribera Alta, la
sedimentación histórica es muy relevante. Se ha documentado
una acreción mayoritariamente horizontal del llano aluvial del
Xúquer, la confluencia del Sellent y el Xúquer y la confluencia
entre el Xúquer y el Albaida, que ha provocado modificaciones
en las áreas de inundación e incluso en los recorridos y morfología de los ríos y también la desaparición de núcleos de población.
Pero, ¿cómo ha sobrevivido la centuriación romana en un
contexto de dinámicas geomorfológicas complejas relacionadas
con la acreción vertical de la llanura? Este hecho no implica necesariamente que haya habido una persistencia ininterrumpida
de los ejes. Por ejemplo, Berger y Jung, mediante el conocido
trabajo de análisis de las trincheras excavadas en la construcción del TGV en el sur de Francia, documentaron fases de reconstrucción de los ejes en fosa de la centuriación Orange B tras
un período de abandono relacionado con un recubrimiento sedimentario (Berger y Jung, 1996: 100). Las trazas, tras sucesivas
fases de abandono, fueron reutilizadas como ejes de estructuración territorial en diversos períodos históricos. Esto confirmó
que más allá de la época romana, permanece activa la función
de determinadas macroestructuras del paisaje para la gestión,
ocupación y comunicación en el territorio. Se podría decir que,
no es la centuriación lo que pervive, sino determinados ejes de
la misma y, con ellos, una determinada concepción del espacio.
En nuestro caso, la continuidad de los límites más allá de su
momento de creación se refleja en la percepción diacrónica de
los puntos fuertes del sistema como lugares con un carácter especial. La instalación en esos lugares de elementos con significación religiosa o territorial en épocas posteriores a la implantación
de la centuriación así lo sugiere. Por ejemplo, las iglesias principales de algunas poblaciones, cuya construcción se data entre los
siglos XIII y XV, se ubican en intersecciones de ejes perpendiculares de la centuriación que, en algunos casos coinciden con las
calles principales de estos núcleos. Este es el caso, entre otras,
de las iglesias de Sant Miquel (Massalavés) o Sant Vicent Màrtir
(Guadassuar) dos advocaciones que además tienen un simbolismo especial: San Miguel Arcángel se vincula con la defensa de
la iglesia ante sus enemigos y fue uno de los símbolos sagrados
de la conquista feudal cristiana de los territorios de Al-Ándalus.
Por otra parte, San Vicente, mártir cristiano en la Valencia del
siglo IV d.C., se vincula con la restauración del culto cristiano
primitivo en tierras valencianas, tras la conquista feudal.
Esta ubicación de los centros religiosos en los cruces de ejes
perpendiculares de la centuriación implica la percepción de estos
lugares como puntos fuertes en el paisaje y refuerza la idea de
la perduración del simbolismo de estos elementos viarios como
ejes estructuradores del territorio. Las iglesias en un núcleo medieval no eran solamente un espacio de culto, sino lugares que
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Figura 193. Elementos documentados durante la prospección arqueomorfológica en el Camino de Xàtiva.
Figura 194. Detalle de la meandrización
del Xúquer y la alteración de las trazas
del sistema centuriado.
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ofrecían protección y eran un elemento urbano de referencia. Algunos autores han defendido incluso que en algunas ocasiones
las iglesias podían haber sido el origen de los núcleos de población (Bolòs, 2004: 163).
A diferencia de estos casos, allá donde no se han conservado
los ejes, debemos considerar que las modificaciones que se produjeron después de época romana conllevaron la pérdida de funcionalidad de dichas estructuras que perdieron su razón de ser, siendo
sustituidas por otras más acordes con la nueva realidad ambiental o del poblamiento (Franceschelli y Marabini, 2007: 143).
V.3.5. Valoración
Los resultados proporcionados por el análisis arqueomorfológico del territorio al sur del Xúquer-Magre constituyen una
novedad en el estudio de las dinámicas de este paisaje histórico valenciano y su estructuración territorial, que no había sido
analizada desde una perspectiva diacrónica y multidisciplinar
anteriormente. Asimismo, la metodología aplicada dota a los
resultados de gran fiabilidad.
La documentación de un sistema centuriado fuertemente
vinculado con el poblamiento romano y las principales vías
de comunicación, pone de manifiesto el origen romano de
este paisaje cultural y la concepción unitaria del sistema de
estructuración viaria. La centuriación se adapta a la topografía
y geomorfología del terreno, ocupando las áreas de llanura y
evitando los marjales y las áreas de transición a la montaña.
Dicho sistema, modulado a 20 x 15 actus, se extiende desde
la confluencia de los ríos Xúquer-Magre hasta el llano que rodea la ciudad de Xàtiva hecho que, junto con la uniformidad
morfológica del mismo y su posible adscripción cronológica,
apunta a una relación de esta estructuración con la ciudad de
Saetabis. Por primera vez se plantea la varatio como explicación a la integración de la Vía Augusta y el sistema centuriado
para el cual se propone una cronología cesariano-augustea,
lo que se ajusta a las dinámicas histórico-arqueológicas documentadas en Saetabis. Seguramente esta estructuración territorial tuvo un fuerte impacto en el patrón de asentamiento,
hipótesis que futuros trabajos de prospección permitirán confirmar mediante la verificación de la extensión y cronología de
los yacimientos asociados.
Los resultados proporcionados por este trabajo no sólo difieren de las propuestas e hipótesis publicadas hasta la fecha para
la misma zona (González, 2006b y 2007b) sino que además permiten refutarlas. Se observan en los trabajos previos carencias
derivadas de la falta de integración de datos paleoambientales e
histórico-arqueológicos, así como de la ausencia de un enfoque
diacrónico y de un verdadero análisis arqueomorfológico.
La complejidad geomorfológica y las intensas dinámicas
históricas de la zona podrían plantear dudas acerca de la conservación hasta la actualidad de un sistema de estructuración
territorial implantado en época romana. Sin duda, la mejor
manera de verificar una propuesta de centuriación en una
llanura aluvial es la excavación en área abierta que, aunque
realizada en contadas ocasiones, ha proporcionado resultados indiscutibles (Berger y Jung, 1996). Pero no es la única. La correlación de los resultados de diferentes disciplinas
(estudio de la documentación escrita, prospección arqueológica, integración de datos paleoambientales, análisis de perfiles
litoestratigráficos) junto con el propio análisis arqueomorfo-
lógico, así como un análisis multiproxy mediante el uso de
una amplia gama de materiales, confiere gran fiabilidad a la
identificación de centuriaciones tal como se ha demostrado,
entre otros, para los casos de Tarraco y Barcino, a los que nos
hemos referido anteriormente.
V.4. EL TERRITORIO DE SAGUNTUM
En esta tesis no se ha analizado todo el territorio de Saguntum,
sino solamente una parte.
El área que se incluye en este trabajo está delimitada al sur
por el Barranc del Puig (que fue el límite meridional del territorio saguntino en época romana y la separación entre éste y
el ager de Valentia) hasta la línea marcada por el Barranc de
Talavera, pocos metros al norte de Almenara. Por el interior se
han incluido las zonas montañosas de la Serra Calderona y parte
de la Serra d’Espadà.
En toda esta zona destaca la estrechez de la llanura aluvial,
mucho más pronunciada que la de la zona al norte de Valencia,
pues aquí como máximo la distancia entre las primeras montañas por el oeste y los marjales por el este es de 5 km.
Al igual que en Valencia y Xàtiva, mediante el análisis arqueomorfológico se ha documentado en este territorio una gran
estructuración ortogonal anterior a época andalusí, que se extiende a norte y sur de Sagunt y del río Palancia.
V.4.1. Distribución del poblamiento en relación con los
ejes de la centuriación
La integración de los datos arqueológicos es uno de los factores
a tener en cuenta a la hora de definir la datación de las estructuras viarias antiguas, tal como se ha explicado para los casos de
Valentia y Saetabis.
En el territorio de Saguntum a nivel de poblamiento se observan marcadas diferencias con el resto de territorios para épocas romana y tardorromana. Estas diferencias están relacionadas
sin duda con el papel que tuvo la ciudad durante la Segunda
Guerra Púnica y con las dinámicas urbanas y territoriales que
de ello se derivaron.
V.4.1.1. Período tardorrepublicano
Con anterioridad a la Segunda Guerra Púnica, la ciudad ibérica
de Arse protagonizó una serie de alianzas con Roma, que resultaron determinantes en su desarrollo posterior, pues el sitio de la
ciudad por parte de los cartagineses y el posterior asalto militar,
fueron el inicio de la Segunda Guerra Púnica. Para el siglo III
a.C. (Ibérico Final), también a diferencia del resto de territorios,
se observan algunos asentamientos en la llanura aluvial (Els Talars, El Terrer, El Molló y Estació de les Valls) cuya ubicación
pone de manifiesto la atracción que en este momento ejerce la
Vía Heráclea (posteriormente Vía Augusta, probablemente con
el mismo trazado).
Después del conflicto, Arse-Saguntum fue sin duda el asentamiento más favorecido por Roma en territorio edetano. Esto
se reflejó a inicios del siglo II a.C. en la reconstrucción de la ciudad después de la destrucción que había sufrido durante la guerra (Aranegui, 2004b: 9 y 2011: 171). Coetáneamente el puerto
(el Grau Vell) también se reforma mediante la construcción, en-
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tre otras estructuras, de una torre de vigilancia (Aranegui, 2011:
171). Según Aranegui estas características permiten “plantear
la instalación de un asentamiento de publicanos en la ciudad
federada”, foco de romanización al sur de Tarraco (Aranegui,
2011: 171).
Es posible que en la primera mitad del siglo I a.C. (alrededor del año 75 a.C.), la ciudad alcanzase el estatus jurídico de
colonia latina (Aranegui, 2004b: 13), aunque algunos autores
han interpretado que ese hecho se dio entre los años 55-50 a.C.,
coincidiendo con la etapa en que Cn. Pompeyo Magno fue gobernador de Hispania (Ripollés y Velaza, 2002). En esta línea,
las intervenciones arqueológicas realizadas en la ciudad han revelado que hubo una segunda ampliación urbanística de Saguntum entre los años 80/50 a.C.
En lo que se refiere al poblamiento rural, para el período
comprendido entre inicios del siglo II a.C. y finales del siglo
I a.C. no tenemos suficiente información que permita asociar
los asentamientos a cada uno de los momentos y episodios descritos para la ciudad. De este modo, la cronología que barajamos para los 21 asentamientos tardorrepublicanos documentados en el ager saguntino es muy genérica y solamente podemos
decir que éstos se han datado entre los siglos II y I a.C., puesto
que la mayoría de ellos no han sido excavados y la ocupación
tardorrepublicana se ha identificado en base a materiales cerámicos dispersos y escasos. Respecto a la tipología de los asentamientos la información disponible no permite ir más allá de la
adscripción de indeterminados.
Se observa una notable diferencia entre el poblamiento de
este momento en el área de Saguntum con respecto a Valentia,
Edeta y Saetabis. Mientras en Saguntum se asiste a una verdadera explosión del poblamiento con 21 asentamientos de los
cuales la mayoría (17) se ubican en la llanura aluvial costera,
en el resto de territorios la ocupación es muy tímida (11 en el
área de Valentia, 10 en Saetabis, 8 en La Carència, 7 en Edeta),
aunque en términos generales hay un aumento de núcleos en
comparación con el Ibérico Final (siglo III a.C.).
A diferencia de lo que ocurre en Valentia y Saetabis, en
Saguntum los asentamientos tardorrepublicanos se ubican en
función de algunos ejes del sistema viario ortogonal romano y
se adscriben a un área concreta entre el Barranc de Gausa por el
sur y el Barranc de la Font por el norte.
Al norte del Palància, los asentamientos de Camí d’Uixó y
l’Alqueria Blanca se ubican junto al eje longitudinal del Camí
de Sagunt o d’Almenara pocos metros al oeste del mismo (figuras 195 -para los asentamientos- y 196 -para los nombres de
caminos-). Alquería Blanca además está relacionado con un eje
transversal paralelo al Barranc de la Font por el sur: el Assagador de l’Alqueria Blanca, que coincide parcialmente con diversos límites de término municipal.
También al norte del Palància, se ha documentado el asentamiento de L’Antigó a escasos metros al norte de uno de los ejes
transversales: el Camí dels Petresants (figuras 195 y 196).
Entre los ejes longitudinales marcados por la carretera de
Barcelona o de Madrid y el Camí vell de Sagunt a Almenara
(paralelos entre sí), se ubican los asentamientos de Camí del
Donzell, Estació de les Valls, La Victòria y La Vallaeta.
Al sur del Palància, junto al eje longitudinal del Camí del
Convent, se encuentra Els Partidors al este de la vía y El Rabosero al oeste en la cima de una pequeña elevación (170 msnm).
Finalmente, también al sur del Palància, 60 m al norte del
eje longitudinal del Camí del Regló se halla el asentamiento de
la Casa del Sarier, a solo 1.800 m del marjal.
Al norte de de Saguntum se ubican Els Estanys y Penya de
l’Estany, dos lugares con alta carga simbólica. De adscripción
tardorrepublicana, no están directamente relacionados con ninguna vía, pero sí con el sistema centuriado como veremos más
adelante. Esto se deduce en primer lugar de su posición en la
Muntanyeta dels Estanys, una pequeña elevación junto al marjal
de Almenara y a cuyos pies se encuentra un manantial de agua
dulce. En segundo lugar, de la continuidad que tuvo la ocupación del lugar hasta época visigoda y finalmente del carácter
de los edificios que allí se han documentado: los restos de una
suntuosa villa romana altoimperial de los Baebii y un edificio de
culto de época visigoda, posiblemente una basílica paleocristiana (Arasa, 1998 y 1999; Albelda, 2015).
V.4.1.2. Período Augusteo
Durante el período augusteo la relación entre poblamiento y
vías del sistema ortogonal romano se acentúa. La ocupación
se intensifica doblando el número de asentamientos con respecto al período tardorrepublicano: 46 asentamientos en total,
de los cuales 43 se hallan en la llanura aluvial litoral (figuras 196 y 197). De los territorios analizados el de Saguntum
es el que tiene más asentamientos augusteos, en consonancia con la evolución urbana de la capital y sus antecedentes.
Recordemos que en este momento es la ciudad más consolidada del territorio pues Edeta y Valentia acaban de ser refundadas y de Saetabis, aunque en este momento la ciudad alcanza
el estatus de municipium, se desconocen casi totalmente las
dinámicas urbanas.
En este momento (años 4/3 a.C.) Saguntum pasa a ser municipio de ciudadanos romanos (Aranegui, 2004b: 2) y se vuelve
a someter a un plan de reforma urbanística con una nueva planificación dentro del programa augusteo, en el cual, entre otras
intervenciones, se amplía el foro republicano.
Al norte del Palància, el poblamiento crece exponencialmente respecto de la fase previa y los asentamientos superan por
el norte la línea del Barranc de la Font (figura 197).
El eje del Camí de Sagunt o d’Almenara articula los asentamientos de Camí d’Uixó y Benicalaf de los cuales sólo el último es una fundación augustea.25 Ambos se hallan en cruces
de ejes transversales y longitudinales: Benicalaf se ubica en el
cruce entre el Camí de Sagunt o d’Almenara (eje longitudinal) y
uno de los ejes transversales (figura 196) con el cual también se
relacionan los asentamientos de El Molló, el Molló II; y Camí
d’Uixó en el cruce entre el Camí de Sagunt o d’Almenara y el
Camí del Real.
Los asentamientos de Les Marjaletes y Rugama 2 se ubican
en función de la carretera de Madrid a Castelló o de Valencia
a Barcelona, al lado este, mientras que Rugama 1, Rugama 3
y Rugama 4 se sitúan al oeste de la vía a unos 300 metros de
distancia entre ésta y el kardo siguiente por el oeste y se ubican
justo al lado de dos decumani: el Barranc de la Font y el eje
25 En Benicalaf, encastadas en la fachada de la iglesia -único elemento conservado de la antigua alquería- se hallan varias inscripciones
romanas.
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Figura 195. Relación del poblamiento tardorrepublicano del territorio de Saguntum con las estructuras de la
centuriación. 1. El Rabosero, 2. Els Partidors, 3. Casa del Sarier, 4. Iglesia de Sant Salvador, 5. La Vallaeta,
6. Montíver, 7. L’Antigó, 8. La Victòria, 9. Camí d’Uixó, 10. Camí del Donzell, 11. Estació de les Valls, 12.
Alqueria Blanca, 13. Els Estanys, 14. Penya de l’Estany.
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Figura 196. Relación del poblamiento augusteo de la zona norte del territorio de Saguntum con las estructuras de la centuriación. 1. Necrópolis y vías de la Plaça Moreria, 2. La Vallaeta, 3. Alquería de Montíver,
4. L’Antigó, 5. Motor d’Ausina, 6. Almardà, 7. La Victòria, 8. Camí del Donzell, 9. Camí d’Uixó, 10. El Terrer,
11. Estació de les Valls, 12. Les Valls 1, 13. Les Valls 2, 14. Rugama 4, 15. Rugama 3 y Rugama 1, 16. Rugama
2, 17. Realenc, 18. El Mansegar, 19. Benicalaf, 20. El Molló y el Molló II, 21.Les Marjaletes ,22. Els Estanys,
23. Penya de l’Estany.
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siguiente paralelo a éste por el norte (figura 196). En lo que
respecta a Les Marjaletes se encuentra justo en el cruce de la carretera (eje longitudinal) y uno de los ejes transversales formado
por el tramo final del Barranc de l’Arquet.
El Camí vell de Sagunt a Almenara (Vía Augusta) está en
clara relación de proximidad con Estació de les Valls, Realenc,
Camí del Donzell y La Victòria, aunque los dos últimos se ubican entre dos ejes longitudinales y están muy cercanos a dos
ejes transversales: el Camí del Real y el Camí dels Armengols
respectivamente. Por su parte, Estació de les Valls se ubica en el
cruce entre el Camí vell de Sagunt a Almenara (longitudinal) y
el Camí de Canet (transversal), con el que se vinculan también
los asentamientos de El Terrer y Les Valls 1 (figura 196). El eje
transversal que forma el tramo final del Barranc de la Font articula Rugama 4 y El Mansegar (figura 196).
Finalmente, Almardà y L’Antigó se ubican en función del
eje transversal formado por el Camí dels Petresants, Camí de
Garulla y Senda dels Porxos (figura 196).
Otros asentamientos relacionados con ejes del sistema son:
Les Valls 2, Motor d’Ausina, Alquería de Montíver y La Vallaeta (figura 196).
Del mismo modo que ocurre al norte del Palància, la zona
al sur del río va a multiplicar los asentamientos, pues se pasa
de 4 lugares para el período tardorrepublicano a 15 para la fase
augustea (figura 197).
Se evidencia la tendencia a la ocupación de la llanura aluvial
litoral al suroeste de la ciudad, con la fundación de 10 asentamientos nuevos (figura 197), una zona que durante el período
anterior estaba prácticamente vacía, con sólo 1 asentamiento
documentado (Casa del Sarier).
Los asentamientos de El Regló 5, 9, 2, 3, 4 y Casa del
Sarier se sitúan a ambos lados del Camí del Regló (eje transversal), a pocos metros del mismo (el más lejano, El Regló 3,
se sitúa 230 m al norte). Todos excepto Casa del Sarier son de
fundación augustea y no van a continuar ocupados después de
este período.
Respecto a los ejes longitudinales, la Carretera de Valencia
a Barcelona o de Madrid a Castelló (Vía Augusta) no articula ningún asentamiento con claridad, aunque Camí de la Vinya
Buida (siglos I-III d.C.) y Els Rolls I (siglos I a.C.-III d.C.) están
justo en el centro, entre esta vía y el eje longitudinal contiguo
por el este (eje 1, de la figura 197). Con este eje se relaciona el
asentamiento de El Coscollar (siglos I a.C.-IV d.C.) que se sitúa
100 m al este de la vía.
El asentamiento de La Gausa (siglos I a.C.-IV d.C.) se ubica
al este del Camí del Pla del Bou, el eje longitudinal más occidental al sur del Palància.
V.4 .1.3. Período altoimperial
Entre los siglos I-III d.C., Saguntum sigue dotándose de edificios públicos y se construyen los edificios de espectáculos de la
ciudad: el teatro en el 50 d.C. y el Circo a mediados del siglo
II d.C, una dinámica que se mantiene hasta mediados del siglo
III d.C. cuando se reforma el teatro. Este proceso pone de manifiesto que Saguntum no sólo seguía siendo de primer orden y se
codeaba con Valentia (pues tenía aun más edificios públicos que
la colonia), sino que el plan urbanístico augusteo seguía vigente
mediante la monumentalización de la ciudad.
Durante esta fase, el proceso de intensificación en la ocupación del territorio se acentua (figura 198), aunque también se
producen algunos abandonos de asentamientos de la fase augustea. Al norte del Palància es significativa la desaparición de
prácticamente todos los asentamientos de las fases tardorrepublicana y augustea vinculados con la Vía Augusta.
Al norte del río, el poblamiento de los siglos I-II d.C. se
concentra entre el Camí de Sagunt a Almenara y la Carretera de
Valencia a Tarragona y entre el Barranc de l’Arquet y el Camí
de Canet, aunque al este de la Vía Augusta se mantiene la proporción de registros con respecto al período augusteo (solo se
produce una nueva fundación -L’Om Negre, en el límite del
Marjal dels Moros- y un abandono -Les Valls 2-). La relación
del poblamiento con los ejes viarios ortogonales antiguos sigue
siendo evidente.
Al sur del Palància se producen 6 abandonos y 6 fundaciones, manteniéndose también la relación con el sistema
viario ortogonal antiguo. No se produce aquí el abandono
de los asentamientos vinculados a la vía augusta sino la intensificación de la atracción de la misma, pues se fundan dos
nuevos lugares muy cercanos a ésta (Corral Mimín y Camí
de la Mar).
V.4.2. Modulación y aproximación cronológica
El análisis metrológico ha permitido identificar el sistema viario
ortogonal antiguo del territorio de Saguntum con una centuriación de módulo 20 x 15 actus (figuras 195-198).
El análisis de la relación entre poblamiento y ejes viarios del
sistema indica que estamos ante una centuriación tardorrepublicana. Esta hipótesis concuerda perfectamente con las dinámicas
urbanas de Saguntum pues recordamos que, durante este período, la ciudad adquiere el estatus de colonia latina, presumiblemente alrededor del 75 a.C.
Los datos sobre el poblamiento no permiten definir en qué
momento del período tardorrepublicano se datan los asentamientos conocidos, es decir si su fundación es precesariana o
postcesariana, y por tanto no se puede ir más allá de una cronología genérica para la implantación del sistema centuriado.
Aun así, es posible que la intervención estuviera relacionada
con el cambio de estatus de Saguntum que según Aranegui se
produjo en el 75 a.C. (Aranegui, 2004b: 13), aunque algunos
autores sitúan este heho en un momento posterior, a mediados
del siglo I a.C. (Ripollés y Velaza, 2002).
Creemos que la hipótesis planteada por Aranegui es acertada en tanto en cuanto existen otros paralelos en Hispania con
una cronología semejante relacionados con ciudades que presentan dinámicas equiparables a las de Saguntum.
En el caso de Tarraco, por ejemplo, la concepción del modelo global de limitatio para todo el ager tarraconensis (que
incluye tres tramas centuriadas) ha sido datada con seguridad
en el período cesariano, coincidiendo con la adquisición por
parte de la ciudad del estatus de colonia, bajo el gobierno de
César (año 45 a.C.). De todos modos, los investigadores sospechan que la implantación de una parte del sistema podría haber tenido lugar con anterioridad, durante el primer cuarto del
siglo I a.C., habiéndose creado en ese momento la trama más
antigua, Tarraco I (Palet y Orengo, 2011: 115), y coincidiendo
temporalmente con el primer plan de desarrollo urbano (Macias, 2000; Fiz y Macias, 2007). La unificación de las limitatio,
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Figura 197. Relación del poblamiento augusteo de la zona sur del territorio de Saguntum con las estructuras
de la centuriación. 1. Els Frares, 2. El Coscollar, 3. Camí de la Vinya Buida, 4. Els Rolls I, 5. Corral dels Xurros,
6. Els Partidors, 7. La Gausa, 8. El Regló 5 y El Regló 9, 9. El Regló 2, 10. El Regló 3, 11. El Regló 4, 12. Casa
del Sarier, 13. Plaça de la Moreria (Sagunt), 14. Pou del Pas de les Eugues.
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Figura 198. Relación del poblamiento altoimperial (siglos I-III d.C.) del territorio de Saguntum con las estructuras
de la centuriación.
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y por tanto la inclusión de la trama más antigua dentro de este
programa, se habría dado en una fecha posterior, a mediados
del siglo I a.C. (Palet y Orengo, 2011: 115).
Este caso es muy similar al de Saguntum, pues ésta habría
alcanzado el estatus de colonia latina en un momento muy temprano, alrededor del 75 a.C., al mismo tiempo que en la ciudad
se documenta un proceso de reforma urbanística, del que ya hemos hablado más arriba.
Lo mismo ocurre en Emporiae. A inicios del siglo I a.C.
el campamento militar romano establecido en el siglo II a.C.
junto a la ciudad griega de Emporion se había convertido en
una ciudad y se sabe que, a mediados de la misma centuria, en
período cesariano, había recibido colonos romanos veteranos.
Posteriormente, bajo el gobierno de augusto, habría ascendido
a la categoría de municipio. Las investigaciones llevadas a cabo
en su territorio han revelado la existencia de varias tramas centuriadas. La más antigua de ellas, Emporion I, con módulo de
20 x 20 actus, se ha datado a mediados del siglo I a.C., mientras
Emporion II y III se implantaron durante el período augusteo
(Ariño et al., 2004: 100).
En el caso de Atria (en la llanura véneta, Italia), también se
documenta una centuriación datada a mediados del siglo I a.C.,
en el momento en que la ciudad adquiere el estatus de municipium (entre los años 49-47 a.C.) y que presenta un módulo de 27
x 27 actus (Mateazzi, 2013, 2015, 2017a, 2017b).
Sin embargo, el módulo que se documenta en Saguntum, no
concuerda con los de los paralelos citados, pues tanto Tarraco I
como Empúries I presentan un módulo de 20 x 20 actus y en el
caso de Atria 27 x 27 actus.
V.4.3. Descripción de los ejes de la centuriación
Los ejes conservados del sistema centuriado de Saguntum se
adscriben exclusivamente a la llanura litoral que se caracteriza
por su extrema estrechez, enmarcada por las sierras d’Espadà y
Calderona por el oeste y por los marjales costeros por el este.
Los ejes dominantes son los longitudinales o kardines, orientados en sentido noreste-suroeste, paralelos a la línea de costa.
Se trata de ejes muy largos y prácticamente rectos, aunque en
algunos casos los recorridos son sinuosos debido a la adaptación
topográfica en un territorio con un alto porcentaje de elevaciones y de cursos hídricos. Los ejes transversales o decumani, se
orientan en sentido noroeste-sureste y son muy cortos por, como
se ha dicho, la estrechez de la llanura aluvial.
Muchos de los cursos hídricos naturales de este territorio se
integran en el diseño de la centuriación. Los decumani integran
barrancos principales y secundarios, como se observa para los
barrancos de Gausa, de Llopis y de la Murta al sur del Palància
y de Talavera, de la Murta de la Rambleta, de l’Arquet y de la
Font al norte del Palancia. Algunos de ellos verán modificado su
recorrido parcialmente y el agua pasará a circular por algunos
tramos de ejes de la centuriación, como es el caso del Barranc
de la Murta/de la Rambleta (figura 196).
En la zona al norte del Palancia se han documentado los
siguentes ejes longitudinales:
1. El Camí de Xòvar (3,5 km), es el más occidental y límite
de la trama centuriada, coincide con uno de los ejes teóricos, aunque en su extremo sur se desvía ligeramente para
evitar la montaña de La Rodana, pasando por el piedemonte y evitando el desnivel (figura 196). Su recorrido se
pierde a la altura del cementerio de Benavites, en el Pla de
Molins, aunque más al sur parece alargarse en una línea
de límite de término municipal entre Quartell y Benavites,
a pesar de que se encuentra unos 150 metros al oeste del
límite teórico.
2. El siguiente eje por el este es el Camí de Sagunt a Almenara (figura 196). El tramo norte de la vía sigue uno de los
límites de la retícula teórica pero cuando se une al Barranc
de la Murta/La Rambleta se desvía hacia el este y ya no
vuelve a coincidir con la retícula. Siguiendo la línea teórica
en dirección sur, la continuación del eje se identifica con
una parte del Camino del Mar/de Benavites, que pasa por
el centro de Faura y converge con otros ejes en la Iglesia de
la localidad. Su prolongación por el sur pasa junto al asentamiento de Quemalo (romano indeterminado) y se desvía
ligeramente del trazado teórico debido a la presencia nuevamente de elevaciones montañosas (La Rodana y el Pic
dels Corbs). Al sur del Barranc de la Murta/La Rambleta se
desvía y pasa entre dos ejes teóricos articulando los asentamientos de Benicalaf, Rubau y Camí d’Uixó. A partir de
este último (figura 198), el camino sigue aproximadamente
el trazado teórico de uno de los decumani de la centuriación
articulando Cabeçolet 1 y 2 (romano indeterminado) y Cabeçolet (tardorrepublicano indeterminado y bajoimperial).
Este mismo eje, al norte se ha identificado con una vía que
coincide parcialmente con la línea de término municipal
entre Quartell y Benavites y que articula los asentamientos
de Alqueria de Rugama (siglo II d.C.), El Molló y el Molló
II. Al sur del Palancia no se documenta ninguna vía que
transcurra por el mismo eje teórico, aunque el asentamiento de Ferrocarril (romano indeterminado) se ubica sobre
éste (figura 197). El camino de Sagunt a Almenara, al sur
del yacimiento de Cabeçolet se vuelve a desviar de la retícula teórica para acabar uniéndose a la Carretera de Madrid
a Castelló (o de Valencia a Barcelona) en el punto donde
ésta se cruza con un pequeño barranco (els tres barrancs).
Al sur del Palancia el eje teórico se vuelve a identificar en
el Camí del Pla del Bou que articula los asentamientos de
La Gausa y Pla del Bou (romano indeterminado). Es muy
posible que estas variaciones respecto de los trazados teóricos estén relacionadas con la topografía de la zona, pues en
toda el área occidental se hallan los primeros contrafuertes
de la Serra d’Espadà.
3. La Carretera de Madrid a Castelló (o de València a Barcelona) coincide en la mayor parte de su recorrido (5,5 km)
con uno de los kardines teóricos de la retícula centuriada.
En su extremo sur, antes de entrar de Saguntum, se desvía
hacia el oeste para unirse al Camino de Sagunt a Almenara
y se prolonga hasta el Palancia. El trazado teórico del eje
se identifica justo al norte del río, con un camino en el que
se halla el asentamiento de La Vallaeta. Al sur de Saguntum se sigue identificando en el Assagador de Llíria, que
coincide a lo largo de 2,3 km con el límite teórico, aunque
la prolongación del recorrido real de la Carretera de Madrid a Castelló es el Camí del Convent que pasa justo entre
dos kardines de la retícula teórica (figura 197) y a los pies
de los primeros contrafuertes de la Serra Calderona donde
se encuentran los asentamientos de El Rabosero, El Pardalot y el Picaio.
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4. La Vía Augusta se corresponde con el Camí vell de Sagunt
a Almenara (figuras 196 y 197). El tramo más septentrional de la vía desde Almenara al Camí dels Petresants
(8,5 km) es totalmente recto y se ajusta a un kardo teórico
de la centuriación. Al sur de este punto, el trazado se pierde a lo largo de 1 km y se vuelve a documentar al sur del
cruce con el Camino de Palmosa (radial). En este último
tramo justo al norte de Sagunt, la vía ya no pasa por el eje
teórico sino entre dos de ellos y articula el asentamiento de
El Cabeçol (altoimperial indeterminado). Por el casco urbano la vía sigue desviada del eje teórico (aunque el Camí
dels Rolls si que se mantiene en el eje) y se vuelve a reencontrar con él al sur de la ciudad, a la altura del Polígono
industrial, en el punto donde se halla el asentamiento de
Motor de Polo (romano indeterminado). A partir de aquí y
hasta el Barranc del Puig, límite territorial con el ager de
Valentia (7,2 km), la vía se corresponde con el eje teórico
(a excepción de una curva que empieza antes de llegar al
Barranc de Gausa y que finaliza antes de llegar al Barranc
de la Murta).
5. El siguiente eje longitudinal por el este es discontinuo
y está formado por varios tipos de estructura (límites de
parcela, caminos y límites de término municipal) pero su
recorrido se ha identificado con fiabilidad. En su extremo
norte (1,4 km) el camino no se ajusta a la retícula teórica
porque se adapta a la topografía pasando por el oeste de
la Muntanya Blanca. Después de este tramo, el trazado se
pierde a lo largo de 2 km y se vuelve a identificar al norte
del Barranc de la Font, en un eje de 2,8 km formado por
caminos y límites de parcela, al que están vinculados los
asentamientos de El Mansegar, Les Valls 2, Els Armengols
(romano indeterminado) y Camí de l’Om Negre (altoimperial indeterminado). Este tramo se encuentra cerca del
límite del Marjal dels Moros. Se vuelve a perder el trazado
hasta llegar a la zona al sur del Palància, donde se corresponde con el que hemos denominado “eje 1” (figura 197).
Sigue el eje de la retícula teórica en 5,3 km hasta llegar a
la Acequia de l’Arrif, en el punto donde se hallan los asentamientos del Trull dels Moros (siglos II-III d.C.) y Partida
de l’Arrif (altoimperial indeterminado).
6. Finalmente, el kardo más oriental se ha documentado en
la zona central, a norte y sur del Palancia, a lo largo de
unos 5 km. Se sitúa en el límite del marjal, a solo 1,5 km
de la línea de costa actual, y está formado por la Travesia
de Tamarit (figura 197) y el Camí de les Valls/ calle Calvari de Canet d’En Berenguer (figura 196) que pasa junto
a la Iglesia del municipio. Articula los asentamientos de
Almardà (siglos I a.C.-II d.C.), Alqueria de Sant Marc (siglos I-II d.C.) y Vila de Sant Marc (altoimperial indeterminado- siglo IV d.C.).
Respecto a los ejes transversales o decumani, como ya hemos comentado, tienen menor incidencia en el sistema, aunque
algunos de ellos resultan relevantes.
En la zona al norte del Palancia destacan:
1. El Camí de la Rodana/del Cabeçol (3,4 km) que va desde la
Rodana (Serra d’Espadà) hasta el marjal d’Almenara (figura
196). Su recorrido se adapta a la topografía del territorio,
pues en la partida de la Corralissa pasa por el valle entre las
montañas de Almenara.
2. El siguiente decumanus por el sur está formado por el
Barranc La Rambleta y el Camí del Racó (figura 196).
El agua de la Rambleta circula por este tramo rectilíneo sin duda debido un desvío antrópico por la erosión
del camino.
3. Más al sur, el Barranc de l’Arquet (figura 196), aunque no
se ajusta con exactitud al eje teórico, constituye otro de los
decumani de la centuriación (además de ser límite municipal entre Almenara y Benavites) junto con el Assagador o
camino de Benavites (que es la prolongación del barranco
por el este).
4. Al sur de este barranco dos ejes forman dos decumani (figura 196): el primero de ellos el Camí de Benicalaf que,
junto con varios límites parcelarios, se extiende a lo largo
de 2,7 km y articula Rugama 1, Rugama 2 y Realenc. Al
norte de este eje, se ha identificado otro decumanus que
pasa por el centro de Benavites (C/ Doctor Berenguer) y
llega a Benicalaf. En su recorrido se sitúan los asentamientos de Benicalaf, El Molló y el Molló II. Este último eje
viario podría formar el decumanus junto con el Barranc de
la Font que, en su trazado sinuoso, llega a circular por dos
ejes transversales teóricos.
5. Justo al sur del Barranc de la Font, el Assagador de l’Alquería
Blanca y la Senda de Calles (figura 196) constituyen otro decumanus que se ajusta casi con exactitud a uno de los ejes
teóricos a lo largo de 4,5 km y llegando prácticamente al límite del marjal. Junto con una parte del Barranc del Codoval,
el eje articula los asentamientos de Necròpolis del Codoval
(romano indeterminado), Camí del Racó (siglo II d.C.), Alqueria Blanca (tardorrepublicano), Rubau (siglos I-II d.C.),
Les Valls 2 (siglos I a.C.-I d.C.), Camí de l’Om Negre (altoimperial indeterminado), Pou del Quadre (altoimperial indeterminado) y L’Om Negre (altoimperial indeterminado).
6. Siguiendo hacia el sur el Camí de Canet se ajusta perfectamente a uno de los ejes teóricos, aunque de menor longitud
(3,3 km), y articula 4 asentamientos: El Terrer (siglos I a.C.III d.C.), Partida del Terrer (siglos II-III d.C.), Estació de les
Valls (tardorrepublicano y augusteo) y Les Valls 1 (augusteo
y altoimperial indeterminado).
7. Otro de los ejes transversales está formado por el Camí
del Real y el Camí del Pouet, y desde La Rodana (Serra
d’Espadà) llega prácticamente hasta el marjal. Mientras
el primer tramo discurre por el eje teórico, el segundo
se desvía ligeramente hacia el sur. Este decumanus articula el poblamiento: Quemalo (romano indeterminado),
Camí d’Uixó (tardorrepublicano y augusteo), Camí del
Donzell (tardorrepublicano y augusteo) y Les Valls 4
(romano indeterminado).
8. El Camí dels Armengols (3 km) se desvía solamente unos
metros al sur del eje teórico y se ubican en sus cercanías los
asentamientos de La Victòria (tardorrepublicano y augusteo), Els Talars (siglos II-III d.C.) y Els Armengols (romano indeterminado).
9. Finalmente, el eje formado por los caminos dels Petresants, de Garulla, la Senda dels Porxos y un límite de parcela, se ajusta perfectamente a un eje teórico a lo largo de
4,5 km y llega hasta el borde el marjal. En su recorrido se
sitúan Vinyals (romano indeterminado), L’Antigó (siglos
II/I a.C.-IV d.C.) y Amardà (augusteo-siglo II d.C.).
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Al sur del Palància los decumani son con diferencia mucho
más cortos que en la zona norte.
-- Únicamente el eje formado por el camí dels Anouers y Camí
del Regló tiene una distancia considerable (5 km). Sale de
la ciudad de Sagunt, al pie de la montaña del Castell (C/
Camí Reial) y llega hasta el límite del marjal. El Camí dels
Anouers sólo se ajusta al eje teórico en su tramo oeste mientras que al este es el Camí del Regló el que se ajusta a la
línea de la retícula. Este decumanus articula los asentamientos de Iglesia de Sant Salvador (tardorrepublicano y siglos
III-IV d-C.), Camí de la Mar, (siglos II-III d.C.) Camí de la
Vallesa (siglo II d.C.), El Regló 1, 2, 3, 4 y 5 (augusteos) y
Casa del Sarier (tardorrepublicano y augusteo).
-- Finalmente se han caracterizado varios decumani muy cortos en el extremo suroeste del territorio saguntino. Se trata
del Barranc de Gausa y una serie de hasta 5 ejes que integran
los pequeños barrancos que bajan desde la Calderona por la
Vall de Jesús y que, aunque no se adaptan con exactitud a les
ejes teóricos, tienden a modularse a 15 actus.
V.4.4. Valoración
A tenor de lo que sugieren los análisis de poblamiento y arqueomorfológico, en conjunción con las dinámicas urbanas e históricas de Saguntum, creemos que hubo una primera intervención
territorial en época tardorrepublicana (durante la primera mitad
del siglo I a.C.) en la que se implantó un amplio sistema centuriado, intervención que también se reflejó en la creación de
núcleos de poblamiento asociados a sus ejes.
Es probable que esta centuriación no presentara módulo de
20 x 15 actus, el cual se ha asociado con seguridad al período
augusteo en otros casos de estudio. Como sucedió en las vecinas ciudades de Emporiae y Tarraco, con dinámicas urbanas y
territoriales muy semejantes a las de Saguntum, es posible que
el módulo de la centuriación tardorrepublicana fuese 20 x 20
actus, aunque en este trabajo no se ha podido constatar.
Durante el período augusteo, hubo una segunda intervención mediante la “reforma” de la centuriación antigua y la implantación del módulo 20 x 15, mejor conservado. En este momento Saguntum adquiere el estatus de municipium (años 4/3
a.C.) y la ciudad se sumerge en un segundo plan de reforma
urbanística (ya hubo uno entre los años 80/50 a.C.) que continuó desarrollándose durante el período altoimperial (siglos I-III
d.C.) Esto se reflejó en el territorio mediante la implantación
de una nueva centuriación que mantuvo las características de la
primera intervención aprovechando parte de los ejes del sistema
tardorrepublicano, pero modificando el módulo, que pasaría a
ser de 20 x 15 actus. Este hecho está en consonancia con otras
centuriaciones augusteas próximas (Valentia y Barcino, entre
otras) y con la escenificación sobre el territorio de los procesos
de desarrollo urbanístico que se estaban dando en la ciudad. El
impacto de la reforma augustea tuvo también como consecuencia el aumento exponencial del poblamiento rural en un proceso
que comienzó con Augusto y se alargó hasta el siglo III d.C.
Una dinámica similar se dio en Emporiae, donde se ha podido
documentar la pervivencia de la trama Emporion I en época altoimperial (Ariño et al., 2004: 100).
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VI
Evolución de la estructuración y de la ocupación del territorio
de la llanura de Valencia
Los análisis desarrollados han permitido caracterizar la evolución del paisaje histórico de la llanura de Valencia y de parte
de los paisajes de Sagunt, Xàtiva y Llíria.
Desde el período ibérico hasta el andalusí se han podido individualizar los diferentes procesos que han dado forma a los
paisajes actuales, diferenciándose hasta cuatro fases en la formación de la estructuración territorial.
La primera fase, enmarcada en época protohistórica, se caracteriza por la estrecha relación del poblamiento y las vías con
el medio geográfico. Las vías predominantes son vías naturales
de tránsito que muestran un uso diacrónico (algunas de las cuales probablemente se originaron en época prehistórica pero su
origen es difícil de datar) y que en algunos casos se han podido
relacionar con asentamientos de la Edad del bronce, aunque
este período no se ha analizado en profundidad en el marco de
este trabajo.
La siguiente fase se ha datado con fiabilidad durante el período romano y se asocia con varias macrointervenciones territoriales en forma de centuriaciones vinculadas a las ciudades de
Saguntum, Valentia y Saetabis.
La tercera gran intervención tiene lugar durante el periodo
andalusí mediante la creación de redes viarias radiales asociadas a los núcleos de población y la modificación de la red
viaria heredada del período romano. A esto se añade la construcción de los sistemas de irrigación de derivación fluvial de
la Huerta de Valencia, un proceso que se inicia en el siglo VIII
y que evolucionará durante todo el período andalusí mediante
la ampliación de dichos sistemas y la multiplicación de áreas
de irrigación.
Finalmente se han documentado intervenciones posteriores
que se sitúan entre el período feudal y la actualidad con desecaciones de marjales, extensión de los ejes viarios más antiguos
hasta el mar y construcción de nuevas infraestructuras como las
vías férreas, carreteras, autopistas, etc.
VI.1. PERÍODO IBÉRICO (MITAD DEL SIGLO V A.C. INICIOS DEL II A.C.)
Es difícil definir las dinámicas de ocupación territorial para
época ibérica. La escasez de datos solamente permite plantear
hipótesis no concluyentes, pues la mayor parte de los asentamientos de este territorio se han clasificado como indeterminados a nivel cronológico debido a la falta de datos y no se pueden
adscribir a ninguna fase concreta del período ibérico (gráfica 4).
Esto dificulta también la identificación de las posibles rutas activas en ese momento y los cambios que en ellas se pudieron dar a
lo largo de las distintas fases del período. Por eso solamente vamos a dibujar el panorama de las vías o itinerarios que creemos
suficientemente contrastados para época ibérica y las dinámicas
del poblamiento.
La ocupación y estructuración territorial de esta fase se caracteriza, mayoritariamente, por la adaptación al medio geográfico. El poblamiento se concentra en las áreas de montaña, tanto
en altura como en los valles, y no tanto en las llanuras aluviales,
donde los asentamientos documentados se relacionan con los
cursos hídricos y con algunas de las vías que estructuran el territorio a nivel regional. Los asentamientos también se distribuyen
en función de los corredores naturales definidos por la orografía
y el trazado de los cursos hidrográficos, que son a su vez importantes rutas de comunicación interior-costa. También jugaron
un papel importante en la ubicación de los asentamientos, entre
otros factores, los criterios de explotación agrícola o ganadera.
Respecto a los corredores marcados por los cursos hídricos,
el Palancia ha sido históricamente, y lo sigue siendo, la ruta
natural hacia Teruel, a la cual se asocia también la ruta del barranco de Bodilles que atraviesa las montañas de Romeu uniéndose al Camí Vell de Teruel. En el recorrido del río, dentro de la
zona de estudio de este trabajo (22 km), se documentan hasta 24
asentamientos de cronología ibérica.
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Ibérico
indeterminado
Ibérico
antiguo
Ibérico
pleno
Gráfica 4. Porcentaje de yacimientos ibéricos según clasificación
cronológica.
Por su parte, el Barranc del Carraixet comunica la costa con
Llíria y la Sierra Calderona. El uso de este eje está identificado
al menos desde el siglo VI a.C. a través de los materiales hallados en el fondeadero de Port Saplaya/Alboraia y en el Tos Pelat
(siglos VI-IV a.C.).
El Túria es también un eje que comunica el interior de la
península (Aragón y otras áreas como la Meseta) con la costa
valenciana, como atestiguan los numerosos asentamientos asociados a su curso desde la Edad del Bronce1 hasta la actualidad.
Los barrancos de la Saleta, de Torrent, l’Horteta y Poyo/
Chiva son rutas hacia la meseta a través de la Serranía de Cuenca, siendo el eje de l’Horteta/Barranc de Cortitxelles el que
presenta más poblamiento de los períodos bronce2 e ibérico.3
Este eje va a seguir utilizándose durante los períodos romano y
medieval, como muestra el poblamiento asociado.
El Barranc de la Saleta/del Poalet/de Cañada Fría parece que
también ha funcionado como ruta hacia el interior en determinados períodos, dado que se ha podido relacionar con varios
asentamientos del bronce,4 ibéricos5 y visigodos,6 que al mismo
tiempo se relaciona con el Barranc de Poyo/Chiva.7
Una de las rutas más importantes del territorio analizado en
esta tesis es la del río Magre, que comunica el Golfo de Valencia
con la meseta de Utiel-Requena, uniendo importantes núcleos
de población ibérica como las ciudades de Kili (La Carència) y
Kelin y que ha sido estudiada por varios investigadores (Albiach
et al., 2009; Orengo et al., 2009; Quixal, 2012 y 2013).
El eje formado por los ríos Xúquer y Canyoles marca una
ruta hacia el suroeste que debió ser también de primer orden
desde la edad del bronce y en época ibérica, a juzgar por los
numerosos asentamientos que se distribuyen en función de estos
1
2
3
4
5
6
7
Llometa del Tio Figuetes, El Molinet, Lloma de Betxí y Despeñaperros.
La Carència, Alt del Collado dels Barracons, Les Garravaques,
Puntal d’Albaida, Perenxisa, Llometa de l’Espart y la Muntanyeta
de Cabrera.
Hort de Pepica, Picanya, Mas del Jutge III, Lloma de Birlet, Llometa del Clot de Baylón, Pavia, Campillo, La Carència, La Mistera
Altico del Ramat, El Castillarejo,Cabezo redondo, Alto de la Serretilla I, Alto de la Serretilla II.
Alto de la Serretilla II.
Alto de la Serretilla II.
Además de relacionarse con el Castillo de Chiva, Fuente Forraje y
Collado Royo.
ríos. Todavía hoy el paso del Canyoles es el lugar por donde
transcurre el ferrocarril y (parcialmente) la AP7, anteriormente
lo hacía la Vereda de Castilla y la N340.
Aunque las vías concretas son muy difíciles de identificar, la
distribución del poblamiento confirma que la comunicación con
los territorios del interior a través de los corredores que se han
enumerado más arriba fue clave en este período, ya fuese con el
noroeste (Aragón), con la meseta o con el suroeste. El análisis
arqueomorfológico sólo permite la caracterización de las vías
(junto con otros elementos), de modo que es la relación entre
caminos y poblamiento la que ayuda a datarlas en época ibérica
o incluso anterior.
Es muy posible que algunas de las rutas de la Calderona que
comunican la costa al norte de Valencia con Aragón, estuviesen
ya en funcionamiento en la Edad del Bronce y siguieran activas
durante el período ibérico, tal como muestra la distribución del
–escaso- poblamiento asociado a esas vías. El área de la Sierra
Calderona analizada en esta tesis concentra gran parte del poblamiento de la Edad del Bronce (22 asentamientos) y, en menor
medida, de época ibérica (12 asentamientos).
También el itinerario que va desde el Carraixet hacia el noroeste pasando por Bétera y por Edeta/Llíria seguramente existía en época ibérica, pues muchos asentamientos de esta cronología se relacionan con las vías que componen la ruta.
Asimismo, desde Bétera hacia Valencia debió existir otra
ruta que se correspondería aproximadamente con el trazado de
la antigua carretera de Burjassot (actual CV-30) y con otras vías
que marcan el mismo itinerario. En ella se sitúan los asentamientos de C/ Ruaya y Tos Pelat, entre otros.
Los ejes viarios paralelos al Turia tanto por el norte como
por el sur también articulan asentamientos ibéricos, por lo que
pensamos que podían haber estado en uso en este período (y
también en la Edad del Bronce).
El Camino viejo de Turís, es una vía de penetración hacia la
Meseta desde el Barranc de Torrent y se ha documentado desde el barranco en dirección suroeste a la altura de las actuales
Torrent y Picaña, donde se halló un exaliptro del siglo VI a.C.
(Monraval, 1985). Esta ruta está jalonada por asentamientos de
la Edad del Bronce e ibéricos.
Otra de las rutas hacia la meseta se corresponde con la que
marca el actual Camino de Niñerola/Camino de Vila/Camino
dels Algepsars. La vía se documenta desde la actual Beniparrell,
donde coincide con parte del trazado del Barranc del Realón,
hasta Turís pasando por el Castellet de Montserrat entre otros
asentamientos de cronología ibérica y del Bronce. Una vez la
vía se sitúa en el territorio cercano a La Carència, es donde se
documenta más poblamiento de ambas cronologías.
El tramo del camino de Llombai a Picassent que va desde el
Barranc Fondo hasta Llombai y el Camino de Alfarp que va desde Sollana hasta Alfarp, también pueden haber sido dos rutas de
esta cronología. Ambas vías cruzan la Serra de Alèdua y pasan
el Xúquer muy posiblemente para dirigirse hacia el noroeste por
el Assagador de la Ribera, también relacionado con asentamientos ibéricos y del Bronce. El Camino de Alfarp es la única vía
que hemos podido documentar hasta el límite de los marjales
de la Albufera, pues en este punto cerca de Sollana se conocen
diversos hallazgos de material lítico de la Edad del Bronce. Es
posible que esta ruta estuviera relacionada con la explotación
estacional de los humedales de la Albufera.
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Finalmente, la Vía Heráclea constituye una ruta paralela a
la costa y a los marjales, cuyo uso conocido se remonta al menos a época ibérica y que está atestiguado por la asociación
de diversos y significativos (aunque escasos) asentamientos de
esta cronología.
Si queremos centrarnos en la evolución del poblamiento del
período ibérico por fases, el poblamiento datado (aunque es relativamente escaso), puede aportar información sobre las dinámicas de ocupación del territorio, aunque no deberíamos tomar
esta información como concluyente.
VI.1.1. Ibérico Antiguo (siglo VI-2ª mitad V a.C.)
A inicios del siglo VI a.C. comienza la fase del Ibérico Antiguo.
En el territorio que se analiza en este trabajo, aumenta el número
de núcleos ocupados respecto a la fase del Hierro Antiguo, pero
destaca la continuidad de los lugares que ya existían a finales
de esa fase. Se mantiene el modelo de ocupación previo, estrechamente relacionado con los cursos hídricos y probablemente
con las rutas comerciales. Aparecen nuevos asentamientos que
van a tener protagonismo y continuidad durante las siguientes
centurias, como el Tos Pelat (Burriel y Mata, 2013), Arse (Aranegui, 2004: 25) y Edeta (Bonet, 1995: 509). Aunque aumenta
el número de núcleos ocupados, destaca la continuidad de los
lugares que ya existían a finales del Hierro Antiguo, manteniéndose el modelo de ocupación previo, estrechamente relacionado
con los cursos hídricos y probablemente con las rutas comerciales. En los centros de referencia, como el Tos Pelat, tiene lugar
un proceso de fortificación que pudo haberse dado también en
otros emplazamientos.
Esta intensificación en la ocupación del territorio se va
a mantener durante el siglo V a.C. doblándose el número de
asentamientos, aunque sobre la base del patrón previo. Todos los lugares existentes en el siglo VI a.C. siguen ocupados y se produce la generalización de oppida y la construcción de fortificaciones.
VI.1.2. Ibérico Pleno (finales del siglo V a.C.-finales del
III a.C.)
Para esta fase destaca la problemática en cuanto a la datación de
los asentamientos, pues en 14 de los 58 yacimientos no se puede
precisar la cronología ni adscribir a con seguridad a ninguna
fase del Ibérico Pleno. Respecto a las tipologías, 38 asentamientos han sido clasificados como indeterminados.
Entre finales del V a.C. y el siglo IV a.C. se observa una explosión general del poblamiento que, excepto en el área central,
dobla los registros de la fase anterior.
En la zona de Arse (figura 199), se pasa de 5 registros en el
siglo V a.C.8 a 12 en el IV a.C.9 y se documentan registros al
sur del Palancia, un área vacía en el Ibérico Antiguo. Esta realidad concuerda con los procesos documentados por la arqueología en Arse que se dota de una muralla compleja a mediados
del siglo IV a.C. (Aranegui, 2004), produce las primeras acuñaciones de moneda y construye el puerto asociado a la ciu8 Abric de les Cinc/Castell d’Almenara, Els Talars, El Terrer, Sant
Cristòfol y Arse.
9 Abric de les Cinc/Castell d’Almenara, Els Talars, El Terrer, Arse,
Estació de les Valls, El Rabosero, Grau Vell y Rugama 1, 2, 3 y 4.
dad (el Grau Vell). El modelo de poblamiento que se observa,
combina los asentamientos en llano cercanos al litoral10 con
asentamientos en altura.11
En el área central (figura 200), se pasa de 5 asentamientos
en el siglo V a.C.,12 a 1113 en el IV a.C. En el Tossal de Sant Miquel el siglo IV a.C. es una fase poco conocida debido al arrasamiento producido por las construcciones posteriores. El oppidum
mejor conocido de la zona central es el Tos Pelat donde, a finales
del siglo V a.C. o inicios del IV a.C., se produce una profunda
remodelación tanto del sistema defensivo como de la arquitectura doméstica (Burriel y Mata, 2013). Destaca la incorporación
de una atalaya en la Sierra Calderona, Tossal de l’Aqüeducte de
Portaceli, similar al Puntal dels Llops, en una zona que se puede
considerar el límite entre los territorios de Arse y Edeta (Bonet
y Mata, 2002: 216). A finales del siglo IV a.C. se producen algunas destrucciones (Lloma de Manoll (Mata, Moreno y Quixal,
2010: 36) y El Rabosero) y abandonos (Tos Pelat) sin que se
conozcan los motivos ni si éste fue un proceso generalizado. Al
sur del río Turia sigue llamando la atención el vacío total de
registros (a excepción de Fonteta Raquia) que se va a mantener
hasta época romana. El dato más destacable es la fundación del
asentamiento de la C/ Ruaya, cercano al emplazamiento de la
posterior Valentia, en una zona pantanosa cerca de la desembocadura del Turia y cuya creación estaría relacionada con el
comercio marítimo a través del río Turia y la Vía Heráclea.
Al sur del eje Xúquer-Magre, en la zona de Saiti (figura 201)
se observa una intensificación en la ocupación del territorio: de
4 registros documentados para el siglo V a.C.,14 se pasa a 11
asentamientos en el siglo IV a.C.15
Gracias a las fuentes antiguas sabemos que en el siglo III a.C.
el territorio se estructura en diferentes regiones: la Edetania, en
que se integrarían Arse, Edeta y la zona central, y la Contestania,
en que se inserta el territorio al sur del Xúquer vinculado a Saiti.
Al menos en los años que preceden a la Segunda Guerra
Púnica, la Edetania podría haberse articulado en microrregiones
autónomas. En este sentido, la existencia del Senado de Saguntum y la realeza edetana sugieren la coexistencia de gobiernos
distintos. Desde el punto de vista económico, las diferencias
entre estas dos ciudades y sus territorios son igualmente apreciables: en el interior Edeta explota los recursos de su territorio,
mientras que en la costa Arse, en una situación privilegiada, se
abre al comercio mediterráneo.
Durante el siglo III a.C. se registra una ligera disminución
del total de asentamientos (30), aunque se producen cambios
determinantes en algunos territorios.
10 El Terrer, Els Talars, Estació de les Valls, Rugama 1, 2, 3 y 4 y El
Grau Vell.
11 Abric de les Cinc/Castell d’Almenara, Arse, El Rabosero, Tossal
de l’Aqüeducte de Portaceli.
12 Fonteta Raquia, Bétera, Lloma de Manoll, Tos Pelat y Tossal de
Sant Miquel.
13 Bétera, Ruaya,Cova Foradà, El Moncatí, Fonteta Raquia,La Monravana, La Monravana Sudest, Llama de Manoll, PCRC 22, Tos
Pelat, Tossal de l’Aqüeducte de Portaceli, Tossal de Sant Miquel.
14 Castell de Xàtiva, La Coroneta, Alteret de la Vintihuitena, La
Granja.
15 Alt de la Creu, Alteret de la Vintihuitena, Casa Perot, Castell de
Xàtiva, Alt del Valiente, La Carraposa, La Granja, Necròpolis dels
Èvols, Poblat dels Èvols, Sequer de Sant Bernat.
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Figura 199. Poblamiento durante el Ibérico Pleno (siglos V-IV a.C.) en el área de Arse: 1. La Frontera, 2. La Corona, 3. Castell d’Almenara/Abric de les Cinc, 4. El Punt del Cid, 5. Les Marjaletes, 6. Rugama 1, 2, 3 y 4, 7. Realenc, 8. El Terrer, 9. Partida del Terrer,
10. Estació de les Valls, 11. El Masegar, 12. Les Valls 3, 13. Les Valls 2, 14. Les Valls 4, 15. Els Armengols, 16. Els Talars, 17. Bajo Cabeçolet, 18. Els Talars 2, 19. Motor d’Ausina, 20. El Mardà, 21. La Vallaeta, 22. Molí de les Pintes y Molí de les Pintes I, 23. L’Assegador,
24. La Rodana, 25. Muntanya de la Pedrera de Santa Maria, 26. Font de la Ribera, 27. Palmosa, 28. La Muntanyeta, 29. Cementiri, 30. Tossalet de les Panses, 31. Tossal del Calvari, 32. Muntanya dels Arcs, 33. Lloma Caldera, 34. Camí de la Vorajunta, 35. Muntanyeta de Rubio,
36. Càrcel, 37. Partida de Càrcel, 38. Pla de Petxina, 39. La Pinada, 40. La Gausa, 41. Mont Alt, 42. Font de la vidriera, 43. La Pedra Alta,
44. Partida dels Moros, 45. El Grau Vell, 46. El Rabosero, 47. Racó d’Alcalà, 48. Eretes de Ria, 49. Cova dels Estudiants, 50. El Molló.
En el territorio central, tras el abandono del Tos Pelat, Edeta
se convierte en la ciudad de referencia, amplía su superficie urbana y se dota de muralla. La mayor parte de asentamientos se
sitúan al oeste de la ciudad, priorizando la explotación de tierras
de secano en detrimento de la llanura aluvial (Bonet, 1995: 523).
En el territorio aumenta el poblamiento (figura 202), especialmente en la zona próxima al litoral y a lo largo del río Turia.16
Asimismo, entre el Túria y el Carraixet se crea al menos un asentamiento: Lloma dels Cantals (Godella) en el sector interior, pero
entre los ríos Túria y Xúquer-Magre se observa un vacío general
de poblamiento, excepto en el área del oppidum de La Carencia.
En cuanto a Arse, el modelo de poblamiento que se observa
es el mismo que en la fase anterior (figura 203), aunque no se
mantienen exactamente los mismos centros de población, las
proporciones entre asentamientos en llano (5) y en altura siguen
16 Despeñaperros II y Fonteta Raquia.
siendo las mismas (2). Entre los asentamientos en llano desaparece Rugama y se crea El Molló, 550 metros más al norte, y en
lo que respecta a los asentamientos en altura se funda la atalaya
de Muntanya dels Arcs (Albalat dels Tarongers), al interior. Al
sur de Arse-Saguntum, llama la atención la ausencia de registros, a excepción del Grau Vell, el puerto de la ciudad.
Al sur del Xúquer, Saiti acuña moneda por primera vez en
el siglo III a.C., hecho que es indicador de su estatus como capital de territorio. En esta zona se observa una ligera reducción
del poblamiento (figura 204), de 11 asentamientos en el siglo
IV a.C. se pasa a 7 en el III a.C.17 En este sentido, hay que tener
en cuenta que no hemos incorporado en esta tesis toda el área de
influencia de Saiti, con lo que las conclusiones que se derivan
del análisis de este territorio son parciales. Fontanars II es la
17 Castell de Xàtiva, Fontanars II, Alt del Valiente, La Carraposa, Sequer de Sant Bernat, La Granja, Alteret de la Vintihuitena.
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Figura 200. Poblamiento durante el Ibérico Pleno (siglos V-IV a.C.) en las áreas de Edeta y Kili: 1. Fonteta Raquia,
2. Bétera, 3. C/ Ruaya, 4. Alteret de la Vintihuitena, 5. Tossal de l’Aqüeducte de Portaceli, 6. La Monravana, 7. Lloma
de Manoll, 8. PCRC 22, 9. Cova Foradà, 10. El Moncatí.
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Figura 201. Poblamiento
durante el Ibérico Pleno (siglos
V-IV a.C.) en el área de Saiti:
1. La Granja, 2. Poblat y
Necròpolis dels Èbols, 3. Sequer
de Sant Bernat, 4. Heretat o Alt
del Valiente, 5. La Carraposa,
6. Casa Perot, 7. Alt de la Creu.
única nueva fundación, mientras que 3 asentamientos desaparecen.18 No se observan cambios del patrón de asentamiento y
se podría decir que desde el siglo IV a.C. se da prioridad a la
proximidad con los cursos hidrológicos principales y con los
pasos de las vías que estructuran el territorio.
VI .1.3. Ibérico Final, Segunda Guerra Púnica y conquista
romana (finales del siglo III-inicios del II a.C.)
Durante el Ibérico Final, se documenta la supervivencia del modelo de poblamiento indígena, cuyas bases se habían asentado
entre finales del siglo IV a.C. e inicios del III a.C., hasta finales
del siglo III a.C./inicios del II a.C. Un primer rasgo del cambio
en las dinámicas territoriales será la supremacía económica de
los territorios de costa sobre los del interior, hecho que se refleja, entre otros fenómenos, en que Arse acuña moneda hacia el
225 a.C. y Edeta no (Bonet, 1995: 527).
El impacto de la Segunda Guerra Púnica (difícilmente visible a través del registro arqueológico) y las posteriores reformas
de Catón se refleja en los diferentes territorios en cambios importantes y muy evidentes en las dinámicas de ocupación.
18 Els Èbols, Alt de la Creu y Casa Perot.
En el área dependiente de Edeta a inicios del siglo II a.C.
se producen destrucciones y abandonos de la mayoría de asentamientos indígenas, aunque la ciudad no fue hostil a Roma y
se desconocen las causas de este proceso. El modelo de poblamiento indígena desaparece en torno al 175 a.C. y se produce
el desmantelamiento definitivo de la red de atalayas (como el
Tossal de l’Aqüeducte de Portaceli), al tiempo que Edeta inicia
su decadencia y gradual abandono. Ambos procesos son indicativos de la desaparición del modelo territorial ibérico y de
sus fronteras, coincidiendo con la división provincial romana en
197 a.C. y la orden de destrucción de las fortificaciones iberas
por parte de Catón.
En el territorio de Arse-Saguntum, aunque no se experimenta un proceso general de destrucción, se detecta una reducción del poblamiento al norte de la ciudad. Al sur del Palancia se
mantiene la misma situación de vacío general de la fase previa,
aunque se crea la necrópolis de El Pollancar, muy probablemente asociada al puerto de la ciudad (Grau Vell) que debió potenciarse en concordancia con las dinámicas de impulso de la costa
en este periodo.
Saiti/Saetabis mantiene su posición de primer orden como
capital de territorio y acuña moneda (Pérez y Borredà, 2008:
279), a la vez que se inicia el proceso de expansión urbanístico
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Figura 202. Poblamiento durante el siglo III a.C. en los territorios de Edeta y Kili: 1. Fonteta Raquia, 2. Lloma dels
Cantals, 3. C/ Ruaya, 4. Alteret de la Vintihuitena, 5. Tossal de l’Aquedducte de Portaceli, 6. La Monravana, 7. La Creu,
8. PCRC 22, 9. Cova Foradà, 10. El Moncatí, 11. Les Paretetes dels Moros 12. Despeñaperros.
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Figura 203. Poblamiento durante el siglo III a.C. en el área de Arse/Saguntum: 1. Castell d’Almenara/ Abric de les Cinc, 2. El Molló,
3. Muntanya dels Arcs, 4. El Punt del Cid, 5. Les marjaletes, 6. El Molló, 7. El Mansegar, 8. El Terrer, 9. Partida del Terrer, 10. Estació
de les Valls, 11. El Mansegar, 12. Les Valls 3, 13. Les Valls 2, 14. Les Valls 4., 15. Els Armengols, 16. Els Talars, 17. Bajo Cabeçolet,
18. Els Talars 2, 19. Motor d’Ausina, 20. El Mardà, 21. La Vallaeta, 22. Molí de les Pintes/Ponera II, 23. L’Assegador, 24. La Rodana,
25, Muntanya de la Pedrera de Santa Maria, 26. Font de la Ribera, 27. Palmosa, 28. La Muntanyeta, 29. Cementiri, 30. Tossalet de les
Panses, 31. Tossal del Calvari, 32. Muntanya dels Arcs, 33. Lloma Caldera, 34. Camí de la Vorajunta, 35. Muntanyeta de Rubio, 36. Cárcel,
37. Partida de Cárcel, 38. Pla de Petxina, 39. La Pinada, 40. La Gausa, 41. Mont Alt, 42. Font de la Vidriera, 43. Pedra Alta, 44. Partida
dels Moros, 45. El Grau Vell, 46. Castell de Segart, 47. Racó d’Alcalà, 48. Eretes de Ria, 49. Cova dels Estudiants.
(piedemonte del Castell de Xàtiva), que se alargará hasta el siglo III d.C. En su territorio al sur del Xúquer-Magre se producen
cambios en el patrón de poblamiento, aunque no se reduce el
número de asentamientos,19 reflejando un interés creciente por
los ejes del Magre20 y del Xúquer.21
En la zona central (que posteriormente será el territorio asociado a Valentia), al norte del Túria, desaparecen al menos 2
asentamientos22 y el asentamiento de la C/ Ruaya se abandona
19 Desaparecen 4 asentamientos, 3 tienen continuidad desde el Ibérico Pleno y se fundan 4.
20 La Font Blanca (en transición llano-montaña relacionado con vías)
y Alt de la Malà, oppidum amurallado en altura también relacionado con vías regionales (Camino viejo de Requena).
21 Donde se vuelve a ocupar La Coroneta (deshabitado desde finales
del siglo V a.C.).
22 Lloma dels Cantals y Despeñaperros 2.
al final de la Segunda Guerra Púnica, correspondiéndose con la
dinámica general detectada para toda el área de Edeta, aunque
la frecuentación de esta zona se mantuvo.23 Al sur del Turia se
mantiene en el establecimiento apícola de Fonteta Raquia.
VI.2. PERÍODO ROMANO (INICIOS DEL
SIGLO II A.C.-FINALES DEL V D.C.)
El análisis arqueomorfológico ha permitido documentar las
diferentes intervenciones sobre el territorio valenciano que tuvieron lugar durante el periodo romano. Sin duda las más importantes desde el punto de vista de la estructuración territorial
y por el impacto que van a tener en la formación del paisaje
cultural actual, son las centuriaciones. Se han podido docu23 Santuari de l’Almoina y C/ Pastor Fuster, 1.
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Figura 204. Poblamiento durante
el siglo III a.C. en el área de
Saiti: 1. La Granja, 2. Fontanars
II, 3. Sequer Sant Bernat, 4. Alt
del Valiente, 5. La Carraposa.
mentar hasta 4 tramas diferentes asociadas con las ciudades de
Saguntum (1), Valentia (2) y Saetabis (1) y se han podido caracterizar los límites territoriales del ager de Valentia. El análisis metrológico y del poblamiento, junto con la integración
de la información sobre las dinámicas históricas de las tres
ciudades y sus territorios, ha permitido datar los momentos de
implantación de las centuriaciones y también las dinámicas en
la ocupación territorial.
En lo que respecta al poblamiento, nuestra base de datos
tiene 686 registros de cronología romana (gráfica 5) incluyendo asentamientos (530), hallazgos aislados (25), estructuras
hidráulicas (33), miliarios (3), puertos y fondeaderos (10), necrópolis (50), lugares o edificios religiosos (10) y vías y puentes
(25). Respecto a los asentamientos, predominan los de tipología
indeterminada (423), seguidos por los asentamientos rurales
(76). En lo que se refiere a cronología, 166 registros se han clasificado como yacimientos romanos indeterminados. Del resto
(520), 97 se han podido clasificar como republicanos (siglos
III-I a.C.), 344 como altoimperiales (siglos I a.C.-II d.C.) y 79
bajoimperiales (siglos III-V d.C.), aunque una clasificación más
en profundidad dentro de cada período ha sido muy difícil y en
algunos casos imposible debido a la falta de datos.
Este registro insuficiente, impide realizar interpretaciones
completas en cuanto a tipologías, pero también en cuanto a cronologías, pues no se pueden correlacionar las dinámicas de poblamiento a los numerosos acontecimientos que tuvieron lugar durante el período romano. Por ejemplo, no se puede visualizar de manera clara el impacto de la Segunda Guerra Púnica, de las reformas
de Catón o de la presencia cesariana, más allá de casos concretos.
Para todo el período romano, aunque con matices en cada
fase, se observan ciertas dinámicas en lo que se refiere a los territorios fronterizos entre las áreas de influencia de las ciudades.
Se detectan vacíos de poblamiento en la Serra Calderona entre
Edeta y Saguntum; entre los territorios de Edeta y Valentia se
documenta también falta de registros en la zona entre las actuales
Bétera, Pobla Vallbona, Eliana y Ribarroja del Túria; y hay un
total despoblamiento entre Valentia y La Carència en la zona de
la Serra Perenxisa, el Barranc de l’Horteta y la Serra d’Alèdua.
VI.2.1. Fase tardorrepublicana (inicios del siglo IIúltimo cuarto del I a.C.)
Durante el período tardorrepublicano Arse/Saguntum vivió
unas dinámicas diferentes del resto de ciudades del territorio
analizado debido a sus alianzas con Roma en el siglo III a.C. y
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Romano
indeterminado
Republicano
Altoimperial
Bajoimperial
Gráfica 5. Porcentaje de yacimientos romanos según clasificación
cronológica por subfases.
a su papel durante la Segunda Guerra Púnica. Una vez finalizado el conflicto, la ocupación romana se produjo prácticamente
sin destrucciones. La mayor parte de asentamientos del Ibérico
Final siguieron ocupados y todos los asentamientos en llano se
mantuvieron, abandonándose solamente 2 lugares en altura y
produciéndose un aumento significativo del poblamiento en la
llanura aluvial (figura 205). Estas dinámicas se corresponden
bien con la evolución de la ciudad, pues a inicios del siglo II
a.C. Saguntum es reformada y ampliada en respuesta a su fidelidad a Roma durante la guerra.
Durante el segundo cuarto del siglo I a.C. (entre el 75 y el
50 a.C.) en la llanura aluvial del territorio saguntino se implanta
una centuriación (probablemente con módulo 20 x 20 actus) y
se acentúa la ocupación del territorio mediante la fundación de
nuevos núcleos relacionados con algunos de los ejes de la centuriación y con la Vía Heráclea. Este proceso se podría relacionar
con la adquisición del estatus de colonia latina por parte de la
ciudad alrededor del año 75 a.C. y tiene sus paralelos más cercanos en Tarraco y Emporiae.
En el área central, en el 138 a.C., se crea la colonia de Valentia, una de las primeras fundaciones romanas en Hispania y una
de las primeras colonias romanas fuera de Italia. La nueva fundación tenía un evidente carácter estratégico, pues se situaba a media distancia entre las dos ciudades más importantes del momento
(Tarraco y Cartago Nova). Además, se hallaba en el corazón de
un territorio profundamente ibérico: La Regio Edetania. Su emplazamiento junto al Turia, muy cerca de la desembocadura, denota también su claro carácter marítimo. A partir de esta fase, los
territorios de Valentia y Edeta van a tener dinámicas diferentes.
La fundación colonial tuvo un gran impacto sobre el territorio de modo que el poblamiento, aunque sigue siendo escaso,
se triplicó respecto al del Ibérico Final (figura 206). La relevancia de este impacto es todavía mayor si tenemos en cuenta
que conllevó la “colonización” de las llanuras aluviales (que en
la fase anterior presentaban unos índices de poblamiento muy
bajos) y que la mayoría de los asentamientos son fundaciones
ex-novo. Este proceso se vio interrumpido con la destrucción de
la ciudad durante las Guerras Sertorianas, concretamente en el
año 75 a.C., y el abandono casi total del lugar24 durante los si24 Aunque la ciudad se abandona la zona sigue presentando frecuentación y actividad, de hecho, las intervenciones arqueológicas han
documentado un taller cercano a la Vía Augusta en el antiguo solar
de la ciudad.
guientes 70 años. La desaparición de la colonia sin duda frenó el
proceso de intensificación en la ocupación de la llanura aluvial
y de cualquier proyecto que se hubiese podido planificar sobre
el territorio de la ciudad.
En el territorio de Edeta (figura 207), después de la Segunda
Guerra Púnica se produjo el abandono progresivo del Tossal de
Sant Miquel (Edeta), aunque pudieron haberse dado frecuentaciones durante los siglos II-I a.C. (Bonet, 1995: 528). A su
vez, en el territorio se produjo un cambio en el patrón de poblamiento que pasó a estructurarse según los intereses romanos:
aumentaron los pequeños asentamientos (aldeas) en el llano, sin
amurallar y orientados a la producción de vino, aceite y productos apícolas (Mata et al., 2010: 42), y todas ellas excepto una25
tuvieron continuidad durante el alto Imperio.
Cerca de Mura, en el llano de Edeta, en una excavación
arqueológica, se documentaron materiales cerámicos de época sertoriana (80-75 a.C.), un conjunto que relaciona una
ocultación monetaria de época cesariana hallada en cima
del Tossal de Sant Miquel con el llano donde se ubicaría la
ciudad romana. Algunos autores han aventurado la hipótesis de que estos materiales puedan responder a una primera
instalación militar puesto que no han hallado estructuras que
precedan a las de la ciudad (Escrivà et al., 2001). Es posible que durante las Guerras Sertorianas se ubicase un establecimiento militar en el lugar que ocuparía después la
ciudad romana de Edeta, aunque este punto no está suficientemente contrastado.
Durante la fase tardorrepublicana, en el territorio de Saetabis (figura 208), civitas stipendiaria, se mantiene prácticamente imperturbable el modelo de poblamiento del Ibérico
Final, aunque el abandono del santuario ibérico de La Carraposa a inicios del II a.C. podría ser indicativo del proceso de aculturación provocado por la presencia de Roma
en el territorio.
En lo que respecta a la red viaria, sabemos que a partir
del siglo II a.C. se produjeron algunas reformas, como queda
atestiguado en la desviación de un tramo de la Vía Heráclea
justo al norte de Valentia, antes de cruzar el Turia. El trazado
original de la vía se modificó a mediados del siglo II a.C para
hacerla pasar por dentro de la nueva ciudad. Aunque no se han
documentado más intervenciones de este tipo, es de suponer
que se produjeron algunos cambios y mejoras tanto en esta vía
(una de las más importantes del territorio durante los períodos
prerromano y tardorrepublicano) como en otras.
vI.2.2. Fase augustea (27 a.c.-14 d.c.)
Esta fase se caracteriza por las grandes intervenciones realizadas tanto dentro de las propias ciudades (con cambios de estatus, refundaciones y reformas urbanísticas), como en los territorios de las mismas con la implantación de varias centuriaciones.
Se construye la Vía Augusta que aproximadamente mantiene
el mismo recorrido que su precedente, la Vía Heráclea, aunque
con algunas adaptaciones. Este proceso de transformación de
los ejes prerromanos mediante la reforma de algunos de sus
tramos y la conservación de otros, está bien documentado en
Britannia (Bishop, 2014).
25 Corral d’Albert, abandonado a mediados del siglo I a.C.
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Figura 205. Poblamiento durante el período romano tardorrepublicano (siglos II-I a.C.) en el territorio de Arse/Saguntum: 1. La Frontera, 2. Castell d’Almenara, 3. Vila romana dels Estanys y Penya de l’Estany, 4. Alqueria Blanca, 5. Estació de les Valls, 6. Camí d’Uixó,
7. Camí del Donzell, 8. Cabeçolet, 9. La Victòria, 10. L’Antigó, 11. La Vallaeta, 12. Montíver, 13. Casa del Sarier, 14. Els Partidors, 15. El
Rabosero, 16. El Pollancar, 17. Grau Vell, 18. Vinyes, 19. Eretes de Ría, 20. Palmosa, 21. Muntanya dels Arcs, 22. Muntanyeta de Rubio.
La fase augustea se caracteriza también por la expansión en
la ocupación territorial respecto a la fase previa, lo que concuerda con la refundación de Valentia en el cambio de era y el establecimiento de un período de estabilidad territorial y política
en el área.
El área de influencia de Saguntum (figura 209) de nuevo es
la zona con más registros debido en parte a la desigual investigación arqueológica, aunque probablemente estos datos reflejan
la realidad de una ocupación más intensiva en esta área.
Saguntum asciende a la categoría de municipium bajo el
gobierno de Augusto (años 4/3 a.C.). Este cambio de estatus
se vio reflejado en una nueva intervención en su territorio mediante la transformación métrica de la centuriación republicana (con módulo 20 x 20 actus) en el módulo de 20 x 15
actus. Se trata de la escenificación sobre el territorio del plan
urbanístico iniciado por Augusto en la ciudad, que seguirá en
desarrollo durante la fase altoimperial (siglos I-III d.C.). El
impacto de las reformas augusteas conllevó el aumento ex-
ponencial del poblamiento con respecto a la fase tardorrepublicana, aunque se mantuvo e intensificó el modelo anterior que
priorizaba la ocupación de la llanura aluvial hasta los límites
de los marjales. En la llanura solamente se abandonan 2 asentamientos,26 mientras que se crean 26 nuevos hábitats. Al interior, al norte del Palancia, se mantienen los 2 lugares existentes en la fase anterior.27 Todos los asentamientos de la llanura
se ubicaron en función de dos elementos: los ejes de la centuriación y la red hidrográfica. Este proceso de desarrollo, como
ocurre en la ciudad, continuó durante los siglos I al III d.C.
con la multiplicación de asentamientos sobretodo en la llanura
litoral. Respecto a los asentamientos en altura, el interior presenta prácticamente un total vacío de registros y desparecen
Eretes de Ría y Vinyes velles, también el Rabosero.
26 Montíver y Alqueria Blanca.
27 La Frontera (santuario) y la Muntanyeta de Rubio/Càrcel (asentamiento junto al río Palancia).
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Figura 206. Poblamiento durante el período romano tardorrepublicano (siglos II-I a.C.) en el área de Valentia: 1. Horta
Vella, 2. Paretetes dels Moros, 3. Lloma dels Cantals, 4. Villa romana del Sector Río, 5. Fonteta Raquia, 6. Partida de
Zafa, 7. Mas del Jutge III, 8. Plaça de la Llotgeta-Catarroja, 9. Llometa del Clot de Baylón, 10. L’Alter-El Mas de Baix,
11. Mas Reig II, 12. Alteret de la Vintihuitena.
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Figura 207. Poblamiento durante el período romano tardorrepublicano (siglos II-I a.C.) en el territorio de Edeta: 1 Cova Foradà, 2. El
Moncatí, 3. Montearagó, 4. Corral d’Albert/Corral del Vert, 5.UA6, 6. Topairet, 7. La Creu, 8. Horta Vella, 9. Vinyes, 10. Eretes de Ría.
En el territorio asociado a Valentia (figura 210), aunque
la información arqueológica disponible para este periodo es
menor, se observa el mismo proceso: una continuidad del modelo de poblamiento tardorrepublicano y una ligera intensificación de la ocupación de las llanuras litorales, así como de
los límites de la Albufera, aunque se abandonan al menos 3
asentamientos.28 Todas las nuevas fundaciones se ubican en
terreno llano y su vinculación con la hidrografía y la red viaria es evidente. Además, todos los asentamientos fundados en
esta fase van a tener continuidad durante los siglos I-III d.C. y
muchos de ellos se convertirán en villae.
Valentia se refunda entre los años 5 a.C.-5 d.C. en el mismo
lugar donde se había alzado la ciudad republicana. La ciudad renació con el estatus de colonia que había ostentado anteriormente desde su fundación inicial en el año 138 a.C. hasta su destrucción en el 75 a.C. A pesar de ello, el proceso de reurbanización
y consolidación de la “nueva” ciudad fue lento y no se observan
características verdaderamente urbanas hasta mediados del siglo I d.C. El programa augusteo tuvo un gran impacto territorial
e incluyó la implantación de dos centuriaciones, una al norte del
Turia que se extiende hasta el límite septentrional del territorio
marcado por el Barranc del Puig y la Serra Calderona, y otra al
28 Fonteta Raquia, Mas del Jutge III y Alteret de la Vintihuitena.
sur del río, que llega hasta el límite meridional constituido por
los ríos Xúquer-Magre. Al sur de esta línea se ha caracterizado
otro sistema centuriado asociado a Saetabis, que presenta una
orientación totalmente diferente a la de Valentia, confirmando
el establecimiento del límite territorial entre las dos ciudades
en el eje dibujado por los dos ríos. La identificación del límite meridional del territorio de Valentia, es un dato importante.
Sabíamos por las fuentes clásicas que el Xúquer fue también la
línea divisoria entre el Conventus Cartaginense y el Tarraconense, pero el trabajo arqueomorfológico ha puesto de manifiesto
que el límite meridional del ager de Valentia en época romana
no estaba formado solamente por el Xúquer, sino que la línea
quedaba definida por el río Magre y el tramo final del Xúquer,
teniendo en cuenta que ambos cursos se unen actualmente 2 km
al este de Algemesí.
Las dos centuriaciones documentadas para Valentia presentan el módulo de 20 x 15 actus y se diseñaron durante el
período augusteo, después de la refundación de la ciudad. Así
lo indica tanto la distribución del poblamiento como el propio
módulo de la centuriación, característico de las intervenciones
realizadas durante el gobierno de Augusto que se han documentado también en otras ciudades como Barcino y Tarraco
(tramas III y IV). Los asentamientos datados en este momento
reflejan un cambio respecto a la etapa tardorrepublicana, con
un aumento del número de lugares y un patrón de poblamien175
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Figura 208. Poblamiento durante el período
romano tardorrepublicano (siglos II-I a.C.)
en el área de Saetabis: 1. Alt de la Malà,
2. Fontanelles, 3. Font Blanca ,4. La Granja,
5. Altet de Cova Santa, 6. Racó Borràs,
7. La Coroneta o Castellaret de Dalt,
8. La Carraposa, 9. Fontanars II, 10. La Vila
Parc Comercial.
Figura 209. Poblamiento durante el
período augusteo (siglos I a.C.-I d.C.) en el
área de Saguntum: 1. La Frontera, 2. Càrcel,
3. Muntanyeta de Rubio, 4. Vila romana
dels Estanys y Peña de l’Estany,
5. Les Marjaletes, 6. El Molló y El Molló II,
7. Benicalaf, 8. Realenc, 9. Rugama
1, 2, 3 y 4, 10. El Mansegar, 11. Les Valls 2,
12. Les Valls 1, 13. Estació de les Valls, 14.
El Terrer, 15. Camí d’Uixó, 16. Camí del
Donzell, 17. La Victòria, 18. L’Antigó, 19.
Motor d’Ausina, 20. Almardà,
21. Alqueria de Montíver, 22. Sant
Cristòfol, 23. Villa de la Vallaeta,
24. Molí del Rano o Palància 2,
25. La Gausa, 26. Els Partidors, 27. Corral
dels Xurros, 28. El Regló 1, 2, 3, 4 y 5,
29. Casa del Sarier, 30. Els Rolls I,
31. Camí de la Vinya Buida,
32. El Coscollar, 33. Els Frares,
34. Pou del Pas de les Eugues.
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Figura 210. Poblamiento durante el período augusteo (siglos I a.C.-I d.C.) en el área de Valentia: 1. El Pouatxo, 2. Horta
Vella, 3. Lloma dels Cantals, 4. Villa romana del Sector Río, 5. Molí de la Marquesa, 6. Necrópolis de la C/ Pepita, 7. Sant
Gregori, 8. Hort de Pepica, 9. L’Alter, 10. L’Alteró, 11. L’Alter-El Mas de Baix, 12. Font del Gat, 13. Mas Reig II, 14. Mas
dels Foresos, 15. Villa romana de Musa, 16. Partida de Paretes, 17. Garroferal de la Blanca, 18. Paretetes dels Moros.
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Figura 211. Poblamiento
durante el período augusteo
(siglos I a.C.-I d.C.) en el área
de Saetabis: 1. Alfarp, 2. Alt de
la Malà, 3. Torixí, 4. Font Blanca,
5. Vila romana de Benifaraig,
6. Molí de Fus, 7. La Coroneta
o Castellaret de Dalt,
8. Cantera de Buixcarró,
9. Calamau, 10. Racó Borràs.
to que acentúa la preferencia por las llanuras aluviales y los
límites de los marjales. La vinculación de la mayor parte de
estos asentamientos con los ejes de la centuriación es evidente,
sobre todo en las áreas entre el Barranc del Carraixet y el Turia
y entre este último y el Xúquer-Magre. En la zona al norte del
Carraixet también se documenta esta relación, aunque las vías
naturales de tránsito y las regionales ejercen una atracción mucho mayor para el poblamiento. La consolidación del modelo
tuvo lugar durante los siglos posteriores (del I al III d.C.) mediante el aumento de los asentamientos y la relación de éstos
con la red centuriada, un proceso que concuerda perfectamente
con las dinámicas de la capital.
Saetabis cambia su estatus en época de Augusto pasando a
ser municipium con el nombre de Saetabis Augustanorum. Sus
características urbanas se desconocen en su mayor parte debido a la escasez de datos arqueológicos, derivándose la mayoría de la información del registro epigráfico (muy abundante)
con varias inscripciones que indican que pudo haber alguna
intervención urbanística durante este periodo. La promoción
de la ciudad se refleja también en su territorio con un notable aumento de los asentamientos (el doble que en el período
tardorrepublicano) y con la intensificación del modelo de poblamiento anterior que prioriza la ocupación del llano (figura
211). La distribución de los asentamientos evidencia su relación con las vías y los cursos hídricos. En este momento, y en
relación con la promoción de la ciudad a municipum, se im-
planta una centuriación con el módulo de 20 x 15 actus, inmediatamente al sur de los ríos Xúquer-Magre, en el único sector
de su territorio que presenta una gran llanura aluvial susceptible de recibir este tipo de intervención. Otras dinámicas del
territorio que concuerdan con la evolución urbana de Saetabis
en esta fase son el inicio de la explotación de la cantera de
mármol de Buixcarró en relación con el cambio de estatus de la
capital y la actividad monumental que se debió derivar de ello,
al tiempo que se documenta la exportación de sus mármoles a
la Península. También se consolida, a finales del siglo I a.C., la
red de comercio asociada a la producción de lino.
Respecto a Edeta (figura 212), la ciudad recibe en época
augustea el estatus de municipium de derecho latino (igual que
Saguntum), de hecho, la mayor parte de la epigrafía de la ciudad
es de época julio-claudia. Es posible que el lugar de la antigua
ciudad ibérica, el Tossal de Sant Miquel, hubiese sido frecuentado durante el período tardorrepublicano y cesariano a juzgar
por algunos materiales documentados en varias intervenciones
arqueológicas, aunque la verdadera refundación de la ciudad
tuvo lugar durante el gobierno de Augusto, en el llano inmediatamente al norte del camino de Sagunt a Llíria (el Pla de l’Arc),
justo en frente del Tossal de Sant Miquel, que ya no se volverá
a habitar (Escrivà et al., 2001). Al menos en la zona analizada
en esta tesis, los índices de poblamiento se mantienen respecto al periodo tardorrepublicano, lo que sugiere que se habría
mantenido el modelo instaurado en el siglo II a.C (figura 212).
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Figura 212. Poblamiento durante el período augusteo (siglos I a.C.-I d.C.) en el área de Edeta: 1. Cova Foradà, 2. El Moncatí, 3. Lloma de
Manoll, 4. Montearagó, 5. Rascanya o Clots de Dalt, 6. La Creu, 7. Topairet, 8. Horta Vella.
A diferencia de lo que sucede en Saguntum, Valentia o Saetabis, el territorio de Edeta no fue objeto de ninguna centuriación,
aunque no descartamos que se pudiesen realizar reformas en la
estructuración territorial en este momento. En lo que respecta a
tipologías, para todo el territorio excepto en el caso de la ciudad
de Edeta, todos los asentamientos son de tipología indeterminada, debido a la falta de información arqueológica.
VI.2.3. Fase altoimperial (14 d.C.-inicios del siglo iii d.C.)
A partir del mediados del siglo I d.C. y hasta inicios del siglo
III d.C., tanto los patrones de asentamiento como la estructuración territorial establecidos en el período augusteo, se mantienen e incluso se intensifican en todos los territorios descritos. Se
produce un aumento espectacular del número de asentamientos,
hecho que indica el éxito de los modelos instaurados por Augusto, y las principales ciudades del territorio van a experimentar
procesos de ampliación y monumentalización cuyos cimientos
se habían asentado en la fase previa. Aunque el poblamiento del
litoral sigue siendo prioritario y más intenso, se puede hablar
de una generalización de la ocupación, pues se crean más asen-
tamientos en las llanuras interiores y litorales, pero también en
áreas estratégicas de montaña relacionadas con rutas regionales
por vías naturales de tránsito.
Hasta finales del siglo I d.C. no se asiste en Valentia a un proceso de expansión urbana (Ribera, 2008: 34) reflejado también
en la monumentalización y su transformación en una verdadera
urbs. La expansión de la ciudad se refleja también en el aumento
de las zonas de necrópolis: de 2 necrópolis en la fase previa29 se
pasa 4 para época altoimperial.30 A estos cementerios se sumará
otro más a inicios del siglo III d.C.31 (García, 2001: 78). A partir de este momento la consolidación de la colonia se visibiliza
en el territorio, que experimenta un espectacular aumento en el
número de asentamientos, sobre todo a partir de los reinados de
Claudio y Nerón (figura 213). Estos procesos se acentuarán a
partir de época flavia y se alargarán hasta el siglo III d.C.
29 C/ Pepita y C/ Quart.
30 C/ Pepita, C/ Quart, La Boatella y Orriols, aunque esta última, por
su distancia respecto a la ciudad, se asocia a una posible villa todavía no encontrada.
31 Portal de Russafa.
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Figura 213. Poblamiento durante el período romano altoimperial (siglos I al III d.C.) en el área de Valentia: 1. Puig de Cebolla o Palau
o El Villar, 2. C/ Teodor Llorente núm. 2, 4 y 6 y El Puig de Santa Maria, 3. Casa Mallols, 4. La Sénia o Pla de Montalt, 5. Rafelbunyol,
6. Pinxo, 7. La Marta, 8. Maquives o Sant Onofre, 9. El Pouatxo, 10. Horta Vella, 11. Paretetes dels Moros, 12. Pla de Foios, 13. Lloma
dels Cantals, 14. By Pass y Mas de la Rosa, 15. Mas de la Roda, 16. El Barranquet de Sau, 17. Villa romana del Sector Río, 18. Godella,
19. Necrópolis de Orriols, 20. Necrópolis de la C/ Pepita, 21. Patraix, 22. Aeropuerto, 23. Villa romana del Pou de la Sargueta, 24. Masia
de la Cova, 25. Mas de Vélez, 26. Cambrillas, 27. La Punxa, 28. L’Alter I, 29. Mas del Jutge III, 30. Sant Gregori, 31. Hort de Pepica,
32. L’Alter, 33. L’Alteró, 34. L’Alter-El Mas de Baix, 35. Silla, 36. Font del Gat, 37. Camp de la Llegua, 38. Pla de la Font de l’Omet,
39. Mas Reig II, 40. Mas dels Foressos, 42. Font de Musa, 43. Villa romana de Musa, 44. Els Fornals, 45. Partida de Cota, 46. Hort de
Palmera-Sueca, 47. Garroferal de la Blanca, 48. Barranc de Cano.
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En general para todo el territorio de Valentia, los asentamientos de la fase previa se mantienen (excepto el lugar sagrado de Av. Constitució, 58) y se crean nuevos núcleos. Además,
se observa un índice destacable de villae tanto de nueva fundación (al menos 5 según la información arqueológica disponible32) como con precedentes en la fase anterior (7 asentamientos que se van a convertir en villae mientras 5 se mantienen
como indeterminados).
En el extremo meridional del territorio de Valentia (límite del
Xúquer-Magre), se intensifica el poblamiento: de 2 asentamientos en el periodo republicano33 se pasa a 5 en època altoimperial.34
Este proceso se observa también en el área de l’Horta Oest/
Foia de Bunyol, donde todos los asentamientos están relacionados con las vías de penetración hacia la meseta. En esta zona
los ejes viarios asociados a barrancos adquieren importancia y
de hecho 6 de los asentamientos relacionados ellos son villae
(el resto indeterminados). El eje Barranc del Poyo/Barranc de
Torrent se revela como una importante ruta de penetración al
interior, jalonada por al menos 12 asentamientos altoimperiales,35 de los cuales 5 son villas. Seguramente esta ruta tiene
precedentes anteriores, pero es ahora cuando se intensifica la
ocupación de las vegas del barranco. También se intensifica
la ocupación en el Barranc de l’Horteta/Barranc de Cortitxelles,36 el Barranc de Gállego37 y el Barranc de Picassent/Barranc de Ninyerola.38
Asimismo la existencia de 27 asentamientos a lo largo del
eje del Turia señala la importancia de la ruta y del transporte
fluvial en esta época, que se asocia a la fundación del puerto
fluvial de Valentia, entre finales del siglo I e inicios del II d.C.
(Ribera, 2008: 36).
En el territorio al norte de la ciudad, entre el Túria y el Barranc del Puig, se multiplican los registros respecto a la fase
previa. Al menos 6 de los asentamientos de este momento son
villas39 y algunos de los asentamientos indeterminados son susceptibles de serlo, como La Sènia, pero como dijimos anteriormente se ha priorizado la cautela en la clasificación tipológica
en los casos en que no se dispone de información arqueológica
determinante. Entre los núcleos existentes en la fase anterior
tres (Horta Vella, Villa romana del sector río y El Pouatxo), pasan de ser indeterminados a villas.
Al sur del Túria, hasta el límite marcado por los ríos XúquerMagre, se produce un cambio en la llanura interior relacionado con la intensificación del uso de los barrancos y las rutas
de penetración hacia la meseta a que nos hemos referido antes.
En cambio, no es tanta la diferencia en la llanura aluvial litoral
donde la ocupación ya se había expandido en la fase augustea.
32 Aunque seguramente son más, la falta de datos arqueológicos hace
que los mantengamos como asentamientos indeterminados.
33 Alteret de la Vintihuitena y Cullera.
34 Fornals, Partida de Cota, Alqueria Campanar, Sueca y Cullera.
35 Alto del Agua Perdida, las Canales, Cambrillas, Rosafina, Les Basses, La Punja, Ereta dels Moros, Paret Decantà, l’Alter I, Benetússer y l’Hort de Pepica.
36 Campillo II, Calabarra, Masia de Cortitxelles, Mas del Jutge III,
Sant Gregori.
37 Balsa de la Cruz, Rosafina.
38 Maset del Rector, Pla de la Font de l’Omet.
39 Puig de Cebolla/Palau Villar, Rafelbunyol, Horta Vella, Villa romana del Sector Río, Les Paretetes dels Moros, El Pouaig.
Entre los asentamientos de esta zona al menos 12 son villas40 y
todas con precedente en la fase previa, 4 como villas y 1 como
asentamiento indeterminado (Font del Gat).
Respecto a la centuriación de Valentia, como hemos descrito en el apartado anterior, nuestro trabajo indica que fue diseñada en época de Augusto, pero su verdadero impacto en el
paisaje se produjo a partir de mediados del siglo I d.C., como
prueba la vinculación del poblamiento de esta cronología con
los ejes del sistema. Este mismo proceso se ha documentado
en Tarraco, donde se ha demostrado que el diseño de la centuriación y su ejecución se efectuaron en el período tardorrepublicano aunque la ocupación del territorio fue paulatina (Palet
y Orengo, 2011).
A partir de mediados del siglo I d.C. Saguntum se monumentaliza con la reforma del foro republicano y la construcción de los edificios de espectáculos: el Teatro (año 50 d.C.)
y el Circo (mediados del siglo II d.C.), entre otras intervenciones urbanísticas. En su territorio (figura 214) no se evidencia
el cambio de etapa de manera tan notable como en el resto de
áreas, pues ya se había producido una importante expansión e
intensificación del poblamiento durante la fase augustea (con
al menos 46 asentamientos conocidos). Aun así, siguen multiplicándose los asentamientos, la mayor parte de los cuales se
ubican en la llanura y en relación con la centuriación y la hidrografía, aunque se producen 15 abandonos.41 El incremento
de ocupación se produce también en las zonas del interior, no
solo en relación con la ruta del Palancia y con los caminos y
pasos de la Sierra Calderona. En lo que respecta a tipologías,
destacan los 14 asentamientos rurales, de los cuales 12 son
villas. De estas últimas, 9 eran asentamientos indeterminados
durante la fase tardorrepublicana.
Saetabis pierde importancia después del siglo I d.C. aunque
sigue siendo la capital de un extenso territorio. La mayor parte
de información de la ciudad se deriva del análisis del abundante
material epigráfico ya que los datos arqueológicos escasean a
pesar de las numerosas intervenciones realizadas en el centro
histórico. En el territorio (figura 215) sigue desarrollándose la
expansión en la ocupación iniciada en el período augusteo, que
prioriza las llanuras aluviales y la cercanía a cursos hídricos y
vías, y solamente se producen dos abandonos.42 Respecto a las
villae sólo una es de nueva fundación,43 mientras el resto tiene
precedentes en fase anterior. La relación de los asentamientos
con los ejes de la centuriación es evidente.
En el territorio de Edeta la fase post-augustea conllevó la
intensificación de la ocupación, al menos en el área analizada
en esta tesis, con el triple de registros que en la fase anterior
(figura 216). Esta dinámica territorial se correlaciona con la
urbana, pues Edeta, que en época augustea había adquirido el
rango de municipium, alcanza su máximo desarrollo en época
Flavia: se amplía su superficie urbana y se inicia la construcción del santuario y las termas romanas de Mura (Escrivà et
40 Silla, Garroferal de la Blanca, Mas del Jutge III, Pou de la Sargueta, Vil·la romana de Mussa, Hort de Pepica, l’Alter/Mas de Baix,
Font del Gat, Las Canales, Aeropuerto, Rosafina, l’Alter I.
41 El Regló 1, 2, 3, 4, 5; Camí del Donzell, La Victòria, Les Valls 2,
Realenc, Estació de les Valls, Rugama 2, Camí d’Uixó, Penya de
l’Estany, Casa dels Sariers y La Frontera.
42 Alfarb y Racó Borràs.
43 Els Alters (finales del siglo I d.C.).
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Figura 214. Poblamiento durante el período
romano altoimperial (siglos I al III d.C.) en
el área de Saguntum: 1. Vil·la Romana dels
Estanys, 2. Les Marjaletes, 3. El Molló y el
Molló II, 4. Rugama 2, 5. Rugama 3 y 1,
6. Rugama 4, 7. Alquería de Rugama,
8. Camí del Racó, 9. Rubau, 10. El Terrer,
11. Partida del Terrer, 12. El Mansegar,
13. Les Valls 1, 14. Els Talars, 15. L’Antigó,
16. Motor d’Ausina, 17. Almardà,
18. Alqueria de Montíver, 19. Villa de la
Vallaeta, 20. Sant Cristòfol, 21. Macrosector
2-UE número 4-parcelas M18-3 y 5,
22. Molí de les Pintes o Ponera II o Villa de
Ponera, 23. Molí del Rano o Palància 2, 24.
La Rodana, 25. Tossalet de les Panses, 26.
Muntanya dels Arcs, 27. Muntanyeta de Rubio,
28. Càrcel, 29. Eretes de Ría,
30. Camí de la Mar, 31. Camí de la Vallesa,
32. La Gausa, 33. Els Partidors, 34. Corral
dels Xurros, 35. Corral Mimín, 36. Els Rolls I,
37. Els Rolls II, 38. Camí de la Vinya Buida,
39. El Coscollar, 40. Alquería de Sant Marc,
41. Partida de Tamarit o Necrópolis del Grau
Vell y Grau Vell, 42. Trull dels Moros, 43. Els
Frares, 44. Alqueria de l’Advocat II, 45. Pou
del Pas de les Eugues, 46. L’Om negre.
Figura 215. Poblamiento durante el período
romano altoimperial (siglos I al III d.C.)
en el área de Saetabis: 1. Alt de la Malà,
2. Torixí, 3. Font Blanca, 4. Villa romana de
Benifaraig, 5. El Pujol, 6. Sequer de Sant
Bernat, 7. Necrópolis de Tisneres, 8. Troballa
de la Caseta del Sord, 9. Altet de Cova Santa,
10. Molí de Fus, 11. Benivaire Alt, 12. Villa
romana de la Faldeta, 13. Els Alters, 14. La
Coroneta o Castellaret de Dalt, 15. Camí la
Bola, 16. Calamau, 17. Cantera de Buixcarró.
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Figura 216. Poblamiento
durante el período romano
altoimperial (siglos I al
III d.C.) en el área de Edeta:
1. Aljub de Cotanda,
2. Foia de Marcos,
3. Cova Foradà,
4. La Llavata, 5. Lloma de
Manoll, 6. Montearagó, 7. Foia
de la Monja, 8. Carrases,
9. El Soldat, 10. La Foia,
11. Alt de la Botigueta o
Safareig, 12. Rascanya o Clots
de Dalt, 13. Rascanya,
14. El Cabeçol, 15. Caseta dels
Peons Caminers, 16. La Pila,
17. Topairet, 18. Beniali II,
19. Algepsar, 20. L’Olivereta,
21. L’Alteró.
al., 2014: 245 246). El ascenso del edetano de origen indígena Marcus Cornelius Nigrinus, que fue rival de Trajano como
candidato al Imperio, es un reflejo del prestigio que alcanzó la
ciudad. Aun así, su topografía urbana se desconoce en líneas
generales, pues los restos identificados en intervenciones arqueológicas corresponden mayoritariamente a necrópolis y al
complejo de la Partida de Mura. Algunos restos de la ciudad
se han documentado en el Pla de l’Arc44 y recientemente una
intervención en la C/ de Bétera ha permitido documentar una
ampliación del recinto urbano de época Flavia (Escrivà, 2017,
información oral). Asimismo en una zona cercana a la ciudad45
se documentaron los restos de una posible villa rustica (Escrivà et al., 2001).
En lo que respecta al territorio de Edeta, todos los asentamientos de fase anterior se mantienen excepto dos46 y Rascanya
se traslada unos metros al sur. Aunque la mayor parte de las
nuevas fundaciones se sitúan en llano o piedemonte,47 destaca
44 Casa del tresor, Casa de la Cultura, C/ Sant Miquel, 8.
45 Ca Porcar/Casa de Mosaic d’Hèrcules.
46 La Creu (creada y abandonada en el siglo I a.C.) y El Moncatí
(abandonado en el siglo I d.C.).
47 El Cabeçol, Topairet y L’Alteró.
la continuidad de los asentamientos en altura relacionados con
los cursos hidrológicos y la red viaria.48 Además, el incremento
del poblamiento a lo largo del camino de Sagunt y el Barranc de
Carraixet/Olocau muestra la importancia que adquirieron ambas
rutas hacia el noroeste durante esta fase.
VI.2.4. Fase bajoimperial (mediados del siglo III d.C.finales del V d.C.)
A principios del bajo imperio se hace patente un cambio en las
dinámicas de ocupación territorial, pues ya a finales del siglo III
e inicios del IV d.C. hay una evidente reducción de los registros
de poblamiento, una dinámica que se acentuará en época visigoda. Algunas de las villas existentes en el período altoimperial
perduran en esta fase, aunque, como para el resto de periodos,
predominan los registros indeterminados.
A partir de mediados del siglo III d.C. se observa en todas
las áreas una notable contracción en la ocupación del territorio
con una drástica reducción del número de asentamientos.
48 Lloma de Manoll (aunque se da un desplazamiento de la cima -en
época ibérica y tardorrepublicana- al piedemonte en el periodo altoimperial) y Cova Foradà.
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Figura 217. Poblamiento durante el período
romano bajoimperial en el área de Saguntum:
1. Villa de El Racó, 2. El Terrer, 3. Cabeçolet,
4. L’Antigó, 5. Villa de la Vallaeta,
6. Molí de les Pintes o Ponera II o Villa de
Ponera, 7. Molí del Rano-Palancia 2, 8. La Gausa,
9. Corral dels Xurros, 10. Corral Mimín,
11. El Coscollar, 12. Vil·la de Sant Marc,
13. Partida de Tamarit o necrópolis del Grau Vell,
14. Grau Vell, 15. Alqueria de l’Advocat II,
16. Els Frares, 17. Els Partidors.
Figura 218. Poblamiento durante el período
romano bajoimperial en el área de Saetabis:
1. Font Blanca, 2. Alteret de Marinyet,
3. La Granja, 4. Sequer de Sant Bernat,
5. Necrópolis de Tisneres, 6. Benivaire Alt,
7. Villa romana de Benifaraig, 8. La Falquia,
9. Les Foies, 10. Camino romano, 11. Els Alters,
12. La Vila-Parc Comercial, 13. Entrada a
Novetlé, 14. Cantera de Buixcarró, 15. Calamau.
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Figura 219. Poblamiento durante el período romano bajoimperial en el área de Edeta: 1. Caseta dels peons caminers, 2.
Algepsar, 3. Villalba, 4. By Pass, 5. Mas de la Rosa, 6. Horta Vella.
En Saguntum parece paradójica la constatación de este
cambio de dinámica en el territorio cuando se documenta la expansión de la ciudad romana a partir de finales del siglo III d.C.
La reducción en el poblamiento es muy destacable, pues entre los siglos III-IV d.C. tiene lugar un proceso generalizado de abandonos y no se produce ninguna fundación nueva (figura 217). Aun así, la continuidad del modelo es evidente, pues
todos los asentamientos de esta fase tienen precedente en la fase
altoimperial y se sitúan en el llano litoral. El factor diferenciador
con la fase previa para este territorio es sin duda la desaparición
de los yacimientos en altura y la ausencia total de poblamiento
a lo largo de la ruta del Palancia que comunica la ciudad con el
interior y que se había potenciado en época altoimperial.
La ciudad, como se ha dicho, experimenta un periodo expansión y reestructuración del casco urbano bien documentado
a nivel arqueológico, pues a partir de finales del siglo III d.C. en
la parte baja se van a sustituir las áreas de culto por viviendas
(Melchor y Benedito, 2005).
A partir de finales del siglo III d.C., Saetabis vive una fase de
declive, aunque probablemente el núcleo pervivió, como se deduce de la existencia de asentamientos próximos49 y de su recu49 Entrada a Novetlé, posible villa de nueva creación, y La Vila-Parc
comercial.
peración posterior en época visigoda como sede diocesana, al
menos desde el III Concilio de Toledo, a finales del siglo VI d.C.
(Velasco, 2000). En su territorio (figura 218), a pesar del declive
de la ciudad y aunque predominan los abandonos, se producen
fundaciones,50 algo que no sucede en el resto de áreas analizadas
en este trabajo. Solo 11 asentamientos de la fase previa tienen
continuidad,51 entre los cuales al menos 3 villas52 que se van a
mantener activas hasta el siglo IV d.C. y en un caso hasta el
V d.C. (Els Alters). Otro asentamiento con continuidad hasta el
siglo V d.C. es el Sequer de Sant Bernat, aunque en este caso no
hablamos de una villa.
El territorio de Edeta (figura 219) sufre un mayor abandono
en este momento (refiriéndonos al área de estudio de esta tesis), lo que concuerda con los datos históricos de la capital, con
sólo 5 asentamientos en los siglos III-IV d.C. Las excavaciones
arqueológicas indican que, desde mediados del siglo III d.C.,
50 Alteret de Marinyet y Entrada a Novetlé y Les Foies (necrópolis,
probablemente adscrita a un lugar de poblamiento cercano que no
ha sido identificado).
51 Como son los casos de La Granja, ocupado en período republicano y altoimperial, y La Vila-Parc Comercial, ya existente en época altoimperial.
52 Benifaraig, Els Alters, La Vila-Parc Comercial.
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se abandonan gran parte de las viviendas de Edeta, que quedará
reducida al área noreste (correspondiente a la ampliación urbana de época Flavia). En esta zona se registra una necrópolis (C/
Bétera) que se va a mantener hasta al menos el primer tercio del
siglo IV d.C. (Escrivà, Martínez y Vidal, 2014). Posteriormente,
a partir de finales del siglo IV d.C. se produce el abandono de
la ciudad, documentándose sólo pozos votivos en el área norte.
Desde este momento y hasta finales del siglo V d.C., se produce
el máximo abandono del territorio.
La dinámica urbana de Valentia está bien documentada gracias a las intervenciones arqueológicas. A finales del siglo III
d.C., la ciudad sufre las consecuencias de la crisis que se reflejan
en destrucciones, incendios y abandonos. La zona norte de la ciudad se abandona y se reduce el perímetro urbano, abandonándose también el puerto fluvial. Aun así, las intervenciones arqueológicas han registrado una rápida recuperación de la vida urbana
que tuvo continuidad durante los siglos IV-V d.C. El territorio
de Valentia (figura 220) se integra en la provincia Cartaginense
después de la división provincial de Diocleciano (primer cuarto
del siglo IV d.C.). Como en el resto de territorios, se produce una
fuerte disminución del poblamiento, aunque también se dan algunas fundaciones. A pesar de la contracción en la ocupación del
territorio, el patrón del poblamiento es, en términos generales, el
mismo que en el periodo altoimperial. Al menos se dan 4 nuevas fundaciones,53 aunque van a pesar más los numerosos abandonos, de modo que solo 33 asentamientos tienen continuidad
desde la fase altoimperial. Se mantienen 9 villas siendo el resto
de asentamientos de tipo indeterminado a excepción de la Carencia, que pervive como una fortaleza o punto de control territorial. Aun así, el cambio de modelo económico se refleja en los
datos proporcionados por los escasos asentamientos excavados.
A modo de ejemplo la Villa del sector río, amplió sus instalaciones productivas y de almacenaje y su termas se convirtieron
en un espacio de hábitat (Verdasco et al., 2013: 58). Otra de las
villas mejor conocidas de este territorio, l’Horta Vella, también
sufre transformaciones. La natatio no mantiene su función original, la superficie de los baños termales se reduce y se crea un área
cementerial en una parte de los mismos mediante la construcción
de un ábside en el antiguo caldario (Jiménez et al., 2012).
A finales del bajo imperio (mediados del siglo IV-finales
del V d.C.), se produce una serie de cambios, continuando y
acentuándose el proceso de despoblación iniciado en el siglo
III d.C. En toda el área de estudio sólo se documentan 35 asentamientos y una ciudad: Valentia, pues Edeta ya se ha abandonado y tanto Saetabis como Saguntum están inmersas en una
fase de abandono progresivo. De las 8 necrópolis documentadas entre los siglos IV-V d.C., 6 pertenecen a la ciudad de Valentia. De las otras dos, una se sitúa en el puerto de Saguntum
(Grau Vell) y otra en Cullera, donde se mantiene un importante
núcleo probablemente asociado al puerto, como demuestra la
factoría de salazones y el asentamiento de Punta de l’Illa, precedente de un monasterio visigodo. Para todo el territorio se
fundan únicamente 2 asentamientos,54 de los cuales sólo Punta
de l‘Illa va a perdurar en época visigoda.
53 El Xopar, la Lloma de Museros, la Llobatera y Picassent (todos
indeterminados excepto Picassent, en cuyo casco histórico se hallaron en la década de 1950, restos de una necrópolis, seguramente
asociada a un lugar de habitación que se desconoce).
Respecto a Valentia, los siglos IV-V d.C. constituyen una
de las fases más desconocidas de la ciudad (Ribera, 2000a:
30-32), aunque de los datos arqueológicos se desprende que se
mantuvo la vida urbana y la imagen de la ciudad romana, mediante la conservación y reformas de los edificios de la etapa
imperial. Es ahora cuando, probablemente, la ciudad se erige
en sede episcopal, después del martirio y entierro del mártir
Sant Vicent, en el año 304 d.C. (Ribera, 2000a: 32). En el territorio se observan claras diferencias entre las zonas al norte
y al sur del Túria.
En el área septentrional hay un absoluto vacío de poblamiento, pues se han abandonado todos los emplazamientos de los
siglos III-IV d.C. a excepción de la Villa del sector Río y de l’Horta Vella: dos villas altoimperiales transformadas en granjas que
tendrán continuidad en época visigoda. La pervivencia de l’Horta
Vella en un área vacía de poblamiento se explica probablemente
por su emplazamiento estratégico en relación a la vía que une
Saguntum y Edeta pero en el área de influencia de Valentia.
Al sur del Túria se mantiene el poblamiento, aunque con
unos índices muy bajos, pues sólo se registran 9 asentamientos, lo que evidencia una espectacular reducción en la ocupación territorial desde finales del Alto Imperio. Aun así, destaca la creación del asentamiento de Punta de l’Illa. El escaso
poblamiento se articula en base a los límites del marjal de la
Albufera y las vías principales, tanto litorales como hacia el interior, manteniéndose bajo mínimos los ejes básicos del poblamiento anterior.
En Saguntum, después de la fase de expansión se produce el
abandono progresivo de la ciudad, pues desde finales del siglo
IV d.C. (Melchor y Benedito, 2005) no hay documentación de
ocupación urbana pero sí del abandono de los sectores norte y
este de la ciudad (Melchor y Benedito, 2005: 35; Hortelano,
1993: 256-257). Se plantea la hipótesis de un repliegue de la
población hacia la ladera norte, área que ocuparía posteriormente la ciudad medieval (Melchor y Benedito, 2005: 25). En el
territorio se registra un bajo nivel de ocupación pues, exceptuando la ciudad y el puerto, solo tenemos 4 registros todos con
precedente en la fase anterior: 2 villae (Els Partidors y El Racó),
una zona monumental en la Muntanyeta dels Estanys (de la que
se desconoce si está asociada a un núcleo de población) y el
asentamiento de Els Frares/Alqueria de l’Advocat II. En el siglo
V d.C., en consonancia con las dinámicas detectadas en la ciudad, se abandona el puerto del Grau Vell.
En lo que respecta a la antigua Edeta, en esta fase la ciudad
está totalmente abandonada y sólo se han registrado frecuentaciones de lo que fue el núcleo urbano altoimperial. Tampoco se
conocen registros en el territorio.
Para concluir, en esta fase y en términos generales, a pesar
de la marcada disminución del poblamiento rural y del declive
de las ciudades, se mantiene la estructuración territorial creada en época augustea, como pone de manifiesto el hecho de
que los asentamientos de esta cronología se relacionen tanto con las principales vías del territorio como con los ejes
de las centuriaciones, evidenciando la continuidad en el uso
de los mismos.
54 Cova dels moneders, Punta de l’Illa.
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Figura 220. Poblamiento durante el período romano bajoimperial en el área de Valentia: 1. Lloma de Museros o del Poble
o dels Alacrans, 2. La Sénia o Pla de Montalt, 3. Maquives o Sant Onofre, 4. Torrubero, 5. El Xopar, 6. El Pla de Foios,
7. Paretetes dels Moros, 8. By Pass, 9. Mas de la Rosa, 10. Mausoleo del Camí del Molí dels Frares, 11. Necrópolis de la
C/ Pepita, 12. Villa romana del Sector Río, 13. La Llobatera, 14. Villalba, 15. Cambrillas, 16. L’Alter I, 17. Mas del Jutge III,
18. Sant Gregori, 19. L’Hort de Pepica, 20. L’Alter o El Mas de Baix, 21. L’Alteró, 22. Silla, 23. Picassent, 24. Mas Reig II,
25. Font de Musa, 26. Villa romana de Musa, 27. Punta de l’Illa, 28. Barri de la Ràpita-Cullera, 29. Cova dels Moneders,
30. Els Xarcons, 31. Villa romana del Pou de la Sargueta.
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VI.3. PERÍODO VISIGODO (FINALES DEL SIGLO VFINALES DEL VIII)
Después de un período de inestabilidad durante el siglo V d.C.
(centuria de la que se tiene muy poca información histórica y
arqueológica), a partir de mediados del siglo VI d.C. Valentia
queda integrada en el reino visigodo de Toledo, con frontera
meridional en el Xúquer. Leovigildo establece un limes basado en establecimientos militares y en ciudades amuralladas
generalmente con funciones episcopales (Rosselló, 2000b:
132-133).
Aunque continúa la reducción del poblamiento siguiendo la
dinámica iniciada durante el Bajo Imperio, podríamos decir que
se frena ligeramente el proceso y se van a mantener los índices
de ocupación de mediados del siglo IV d.C.
Esta fase se puede definir a nivel de poblamiento por una
débil huella en cuanto a registros: 28 para toda el área de estudio,
una cifra ligeramente menor que la de finales del Bajo Imperio.
La mayor parte de los lugares habitados en este período tienen
precedente en época romana (Ribera et al., 2015: 9), aunque se
producen cambios en el modelo de ocupación territorial con
nuevas fundaciones,55 la recuperación de las ciudades abandonadas de Edeta y Saetabis (no así de Saguntum) y la reforma
y ampliación de algunos asentamientos, incluida Valentia cuyas
dinámicas urbanas están bien documentadas a partir de mediados
del siglo VI d.C.
La importancia estratégica de Valentia a partir del siglo
VI d.C. se refleja en su gran vitalidad urbana pues, en el 2º
cuarto de la centuria, el obispo Justiniano construye el complejo episcopal que se consolida rápidamente (Ribera y Roselló,
2009: 185). De hecho, la catedral de Valencia acogió un concilio
provincial en el año 546 bajo el reinado de Teudis, al que asistieron únicamente obispos de sedes litorales de la Cartaginense,
señal de la amplia autonomía de la sede respecto al poder central
(Ramos-Lissón, 1986). A mediados del siglo VI d.C. se produce
la conquista de parte de Hispania por los ejércitos imperiales
bizantinos y se establece en el río Xúquer el límite con el territorio visigodo. En el territorio de Valentia (figura 221), en este
momento hay al menos 9 asentamientos56 (sin contar la capital),
siendo con diferencia la zona más poblada de las estudiadas en
esta tesis. El predominio de los asentamientos rurales refleja la
continuidad de la explotación del territorio.
La segunda mitad del siglo VI d.C., es un momento de gran
inestabilidad debido a la reciente incorporación de Valencia
al reino visigodo de Toledo. A partir de este momento se observan claros signos de militarización del territorio para hacer frente al Imperio Bizantino, establecido al sur del Xúquer
(Rosselló, 1996). El asentamiento fortificado de València la
Vella es el exponente más antiguo de este proceso, pues su
fundación se data entre finales del siglo VI d.C. y principios
del VII d.C. Controla la vía de acceso al interior peninsular
formando parte, a su vez, de la línea defensiva de la capital.
Esta inestabilidad general se refleja también en la destrucción
a finales del siglo VI d.C. (supuestamente por parte de Leo55 Senda de l’Horteta, Cambra sepulcral del Romaní, Pla de Nadal,
València la Vella y El Punt del Cid.
56 Senda de l’Horteta, Horta Vella, Hort de Pepica, Punta de l’Illa,
Villa del sector Río, València la Vella, Els Alters, Cambra sepulcral
del Romaní, Cullera y València.
vigildo), del complejo monástico de Punta de l’Illa, erigido
pocos años antes a expensas del obispo Justiniano (Rosselló,
2000a: 145).
La inestabilidad continuará durante todo el período visigodo, lo que se refleja desde el siglo VII y hasta el VIII, entre otros
hechos, en la acuñación de moneda por parte de Valentia en el
marco de diversas campañas bélicas.
A partir del siglo VII el poblamiento en el territorio de Valencia se reduce drásticamente, pues a parte de la propia ciudad
solo se confirman 6 lugares habitados, algunos de los cuales
podrían ser el precedente de ciudades actuales: Horta Vella:
la villa romana ahora es una granja o un establecimiento de
carácter agrícola que pervivirá hasta finales del siglo VII (Jiménez et al., 2012); Villa del sector Río: la villa romana se
ha convertido en una aldea asociada a una pequeña iglesia,
posible precedente de la alquería andalusí de Paterna (Verdasco et al., 2011: 59-60); Cullera: donde se identifica un asentamiento probablemente portuario con continuidad desde el
bajo imperio. Para la fase visigoda se intuye la reducción de
su superficie; Hort de Pepica: asentamiento rural siglos V-VI
d.C., continuidad de la villa romana altoimperial, muy cercano
a Catarroja (Talavera, 2009; Alapont et al., 2014); Senda de
l’Horteta: posible castrum (Alapont, 2008) de nueva fundación que podría ser el antecedente directo de la actual Alcàsser;
Cámaras sepulcrales del Romaní, Els Xarcons y La Falquia,
cámaras sepulcrales de los siglos VI y VII d.C., probablemente
asociadas a asentamientos.
Para todo el período visigodo, se confirma la relación del
poblamiento con las principales vías de comunicación tanto litoral como hacia el interior de la península y sobre todo hacia la
Meseta, evidenciando el cambio de estructuración del territorio
a gran escala en el marco del Reino Visigodo de Toledo. En
cambio, a escala regional la relación del poblamiento con los
ejes de la centuriación romana confirma la pervivencia de este
sistema de estructuración durante todo el período visigodo.
Para la etapa final del período, entre finales del siglo VII d.C.
e inicios del VIII d.C., hay un gran desconocimiento del poblamiento y, sin tener en cuenta la ciudad de Valentia, solo se confirman 2 emplazamientos: Horta Vella y Pla de Nadal. La ocupación del Pla de Quart (que no va a tener continuidad después del
período visigodo), así como el alto porcentaje de abandonos de
asentamientos de la fase previa, sugieren que en este momento
hubo cambios en el patrón de asentamiento en el que destacan
las áreas del interior, probablemente en relación a las rutas hacia
el interior peninsular heredadas de fases previas.
En el año 754, Teodomiro, dux provincial del territorio de
Valentia, construye en el Pla de Nadal un espectacular recinto
residencial en el área del Pla de Quart, al oeste de la ciudad de
Valentia. Las bases de este fenómeno se asientan en el pacto de
Teodomiro (713), que permitió mantener el modo de vida visigodo durante los primeros años de ocupación andalusí, bajo un
sistema de gobierno local en que Teodomiro era el administrador de los impuestos que el territorio pagaba al emir de Córdoba
(Ribera et al., 2015: 36). Según algunos investigadores, el Pla
de Nadal es el reflejo de un modelo de sociedad protofeudal
(Rosselló, 1996: 444).
Las fuentes históricas señalan que Valentia fue destruida
entre los años 778 y 779 en el transcurso de una guerra civil, supuestamente en una razzia del ejército del emir Abd Al-Rahman I
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Figura 221. Poblamiento durante el período visigodo en el área de Valentia: 1. Horta Vella, 2. Pla de l’Arc o Casa de la
Cultura, 3. Villa romana del Sector Río, 4. Masia del Coronel, 5. València la Vella, 6. Pla de Nadal III, 7. Pla de Nadal,
8. La Torre II, 9. Pla de Nadal II, 10. Alto de la Serretilla, 11. C/ Sant Vicent 128-134, 12. Hort de Pepica, 13. Sant Gregori,
14. Mas del Jutge III, 15. Els Xarcons, 16. Cova dels Moneders, 17. Senda de l’Hoerteta, 18. L’Alter o El Mas de Baix,
19. Cambra Sepulcral de Sollana, 20. Punta de l’Illa, 21. Cullera.
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Figura 222. Poblamiento durante el
período visigodo en el área de Saguntum:
1. El Punt del Cid, 2. Villa del Racó,
3. Cabeçolet, 4. Partida de Tamarit o
Necrópolis del Grau Vell, 5. Grau Vell,
6. Alqueria del l’Advocat II, 7. Els Frares.
Figura 223. Poblamiento durante el
período visigodo en el área de Saetabis:
1. Font Blanca, 2. Sequer de Sant Bernat,
3. Convento del Corpus Christi, 4.
Camino romano, 5. Castellet,
6. Els Alters, 7. La Falquia.
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para aplacar una revuelta. Este momento se tiene como final
de periodo tardoantiguo e inicio del andalusí en el territorio de
Valencia (Ribera y Roselló, 2009: 202). Este hecho ha sido corroborado por las intervenciones arqueológicas, que confirman
la perduración de la ciudad hasta mediados del siglo VIII d.C.,
y se ha relacionado también con la destrucción de la residencia
de Teodomiro en el Pla de Nadal en 779.
Respecto a l’Horta Vella, el asentamiento rural se mantendrá activo orientado hacia la producción y posible comercialización de aceite local y estrechamente relacionado con Valentia. La razón de su continuidad desde la fase tardorrepublicana
pudo deberse al mantenimiento de la posición estratégica,
pues l’Horta Vella siguió constituyendo el centro del triángulo formado por Valentia, Saguntum y Edeta que siguieron
vigentes, aunque adaptadas al nuevo escenario geopolítico. La
continuidad de la ocupación va más allá del periodo que nos
atañe y documenta transformaciones de carácter defensivo entre los siglos VIII y X, que ponen de manifiesto la importancia
de este enclave hasta el establecimiento del califato cordobés
(Jiménez et al., 2012: 180).
Para la ciudad de Saguntum el núcleo de población se mantiene al menos hasta el siglo VI d.C. y probablemente hasta inicios del VII d.C. (Melchor y Benedito, 2005), aunque es difícil
considerarlo una ciudad, pues la mayor parte de las estructuras
urbanas están abandonadas. Saguntum acuñó moneda solo puntualmente, en un contexto de inestabilidad política a principios
del siglo VII (Aranegui, 2000: 123). Aunque la hipótesis no
ha sido corroborada, algunos autores interpretan que se pudo
dar una retirada de la población a la ubicación actual del casco
antiguo de Sagunt.
Estas dinámicas se corresponden con las del territorio
(figura 222) donde, en el siglo VI d.C., solo se documentan dos
lugares: El Racó (villa o establecimiento rural) y la Muntanyeta dels Estanys donde se ha documentado una posible basílica
del siglo VI (Arasa, 2000: 116). Para el siglo VII no se conoce
ningún dato arqueológico, a excepción de las acuñaciones de
Sagunt. Entre finales del siglo VII e inicios del VIII, se construye el Puntal del Cid, una fortificación en altura con posible
pervivencia en época andalusí emiral (Rodríguez, información
oral), siendo el único asentamiento conocido en la zona para
esta cronología.
A principios del siglo VI d.C. Saetabis pasa a formar parte del Imperio Bizantino, aunque existe un desconocimiento
total de las dinámicas urbanas de ese período hasta la conquista visigoda de la ciudad (a finales de la centuria). A partir de ese momento, las fuentes se refieren a la ciudad como
sede episcopal. El territorio asociado a la ciudad es poco
conocido (Velasco, 2000) y todo indica que el poblamiento
en esta fase es muy escaso (figura 223). A mediados del siglo
VI d.C. solo se conocen 3 asentamientos: Saetabis, Els Alters
y El Sequer de Sant Bernat. Este proceso se acentúa durante el siglo VII momento en que, a parte de la ciudad, solo
se documenta el Sequer de Sant Bernat y la cámara sepulcral de La Falquia (finales del siglo VI d.C o siglo VII d.C.
(González, 2001: 281)). Finalmente, para el siglo VIII no se
conoce ningún asentamiento ni hay datos arqueológicos, aunque sabemos que Saetabis entró en la esfera de Al-Andalus a
inicios de esta centuria, puesto que no estaba incluida en el
pacto de Teodomiro.
A partir del siglo V d.C. Edeta ya no existe como ciudad, al
menos en el emplazamiento de origen romano (algunos autores
han planteado un posible desplazamiento a la zona del actual
del casco antiguo de Llíria). A pesar de ello, en el siglo VI d.C.
se registra la ocupación del antiguo complejo monumental de
Mura donde las termas de la ciudad romana se reforman para
transformarse probablemente en un monasterio que pervivirá
hasta finales del siglo VII d.C. (Escrivà et al., 2001: 81-85). En
lo que respecta al territorio analizado en este trabajo, no se conocen asentamientos para el período visigodo.
En lo que respecta a la estructuración territorial, en todos
los territorios analizados la relación del poblamiento visigodo
con las principales vías heredadas del periodo romano se mantiene. Los asentamientos se vinculan con los ejes del sistema
centuriado, poniendo de manifiesto que siguieron en uso durante esta fase (al menos una parte de ellos). Incluso las nuevas
fundaciones como Pla de Nadal se ubican en función de vías de
la centuriación.
También tiene continuidad, aunque en menor medida, la
explotación de los humedales, manteniéndose la ubicación de
algunos lugares en los límites de los marjales tanto de Valencia
como de Sagunt.57
VI.4. PERÍODO ANDALUSÍ (FINALES DEL SIGLO
VIII-MEDIADOS DEL XIII)
Generalmente se considera que los territorios analizados en
esta tesis entran plenamente en la esfera de Al-Andalus a finales del siglo VIII (a excepción de Saetabis, que lo hizo a inicios de la centuria), particularmente el territorio de Valencia
que había tenido unas condiciones especiales debido al pacto
de Teodomiro.
Por tanto, el inicio del periodo andalusí para nuestra área de
estudio se sitúa en este momento, y no a inicios del VIII.
Para el período andalusí contamos con 353 registros, de los
cuales la mayoría se ha podido ubicar en tres fases.
-- El Emirato de Córdoba (siglos VIII-X) del cual solamente
se conocen 15 asentamientos
-- El Califato de Córdoba (X-XI), con 38 asentamientos conocidos.
-- Los Reinos de Taifa (siglos XI al XIII), con 280 asentamientos.
Finalmente, 61 asentamientos no se han podido adscribir a
ninguna de estas fases y han quedado definidos como andalusíes
cronológicamente indeterminados (gráfica 6).
La mayor parte de los asentamientos se conocen por las fuentes de la conquista cristiana que nombran los núcleos de población existentes en ese momento (primera mitad del siglo XIII).
Sólo en algunos casos se han efectuado intervenciones arqueológicas. De los 353 asentamientos, menos de la mitad (156) han
sido objeto de alguna intervención, entendida como estudio, excavación o prospección arqueológica.
Respecto a las fases emiral y califal solo se conocen
los asentamientos en los que se han realizado excavaciones arqueológicas (4 casos en la fase emiral y 12 en la fase
57 L’Alter/El Mas de Baix y Cambra Sepulcral de Sollana, en los marjales de l’Albufera. L’Alqueria del l’Advocat II y Els Frares en el
límite del marjal dels Moros.
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Andalusí
indeterminado
Andalusí
califal
Andalusí
taifa
Gráfica 6. Porcentaje de yacimientos andalusíes según clasificación cronológica.
califal) y aquéllos investigados por Esquilache en su tesis
doctoral, donde se analiza el origen y desarrollo de los sistemas de regadío y del parcelario de la Huerta de Valencia
(Esquilache, 2016). Este investigador propone 3 fases en la
construcción de la Huerta de Valencia, estableciendo relaciones de diacronía entre sistemas de regadío, áreas de irrigación y poblamiento. Hemos utilizado esta información para
ampliar los datos del poblamiento andalusí de los alrededores de Valencia para las fases emiral y califal, muy faltas de
datos arqueológicos.
Aunque algunos de los asentamientos del período andalusí
tienen precedentes en las fases romana y visigoda, se puede
decir que la mayor parte (a falta de datos arqueológicos que
indiquen lo contrario) son de nueva creación y obedecen a un
nuevo patrón de asentamiento determinado por los criterios
culturales de una sociedad muy diferente de las anteriores.
Además, la mayor parte de los núcleos fundados en este período son el origen de las poblaciones actuales.
Respecto al sistema de irrigación de la huerta de Valencia,
también integrado en este trabajo, su creación data del período
emiral, aunque el diseño se amplió durante el período califal,
pero sobre todo en la fase taifa, cuando se intensificó la ocupación del territorio y se encajaron nuevas áreas de regadío en
los intersticios.
vI.4.1. Fase eMIral (FInales del sIglO vIII-PrIncIPIOs del x)
A partir de finales del siglo VIII se detectan algunos cambios
en la estructuración del territorio en relación a los cánones de
la nueva sociedad que se ha instalado en él. Los clanes originarios del norte de África van a intervenir de manera determinante
sobre la estructuración de época romana, que se había mantenido en uso hasta ese momento, modificando algunos sectores,
pero manteniendo en uso gran parte de las estructuras, sobre
todo las principales vías de comunicación y muchos de los ejes
de las centuriaciones. De hecho, muchos de los asentamientos
emirales, aunque se sitúan por lo general en emplazamientos
nuevos, se ubicaron en función de ejes de la centuriación o
vías heredadas del período romano que articulaban el territorio.
Incluso la toponimia de muchos de estos primeros asentamientos andalusíes es latina (Esquilache, 2016). La instalación de
estos primeros núcleos de población se acompañó, en el área de
Valencia, de la construcción de diversos sistemas de irrigación
de derivación fluvial y las correspondientes áreas de irrigación
asociadas a los asentamientos. Estas intervenciones tan tempranas se asocian con el “transporte del paisaje” cultural bereber
a la Península Ibérica, donde las tribus del norte de África rápidamente implantaron las estructuras necesarias para la continuidad de su cultura, economía y estilo de vida en el nuevo
territorio. Los nombres de estos sistemas de irrigación también
se han podido asociar con los diferentes clanes que se implantaron en el territorio de Valencia y con los procesos migratorios
de las diferentes familias (Guinot, 2008a y 2008c; Esquilache,
2016, en prensa; Esquilache y Royo, en prensa). La lógica de la
construcción de los sistemas hidráulicos comportó, en la mayor
parte de casos, la eliminación de las estructuras romanas, aunque puntualmente se ha detectado la adaptación de los canales
al recorrido de algunas vías antiguas. Por otro lado, la instalación de los nuevos asentamientos tuvo como consecuencia la
reforma parcial de la red viaria mediante la creación de redes
radioconcéntricas que comunicaban los núcleos emirales.
El período del emirato de Córdoba se caracteriza en el Sharq
al-Ándalus por un débil o nulo control estatal pues se trata de un
territorio, como indican las fuentes de la época, ocupado principalmente por tribus bereberes, una sociedad constituida mayoritariamente por diversos clanes originarios del norte de África.
El panorama que se dibuja para toda el área de estudio en este
momento refleja una actividad muy limitada con una ocupación
débil (figura 224), aunque relevante desde el punto de vista de
la evolución del territorio.
El desconocimiento que tenemos de este periodo es evidente, pues las excavaciones arqueológicas que han documentado ocupación de diversos lugares en este período, revelan la
posibilidad de que aparezcan nuevos datos a medida que se
desarrollen más trabajos. Este es el caso del Sequer de Sant
Bernat, en el área al sur de Xúquer (figura 225), donde las
excavaciones documentaron la fase final del asentamiento
(una posible granja en este momento), en torno a finales del
siglo IX o principios del X. Lo mismo ocurre en l’Horta Vella, asentamiento de origen romano imperial con continuidad
durante la tardoantigüedad y el período visigodo y cuya última fase, datada entre los siglos VIII y IX, viene representada por la reutilización del frigidario de las termas como torre de vigilancia asociada a los caminos de la Calderona y de
Sagunt a Llíria. Al norte, solo se conoce la fortificación del
Puntal del Cid que probablemente data del siglo VIII, bien a
finales del período visigodo, bien a inicios del andalusí. En
todo caso, estaría relacionada con una fase de inestabilidad
política y no tuvo continuidad.
En cuanto a Valencia, la información arqueológica procedente de las numerosas excavaciones realizadas en las últimas
décadas confirma la ocupación del lugar, aunque tal vez al menos durante el siglo VIII no estemos hablando de una verdadera
ciudad (Torró, 2009: 159). Las fuentes contemporáneas hablan
de Madinat al-Turab (la ciudad de tierra, o polvorienta) haciendo referencia a su estado de abandono general, una denominación que seguirá vigente hasta el siglo XI (Torró, 2009: 160).
Esta información se ha corroborado a partir del registro arqueológico que para esta fase es muy escaso, aunque revelador. Para
mediados del siglo IX se ha documentado cierta actividad en
la capital: diversos canales de la acequia de Rovella, talleres
de curtido de pieles y fosas para expoliar material constructivo
romano y visigodo.
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Figura 224. Poblamiento durante el período emiral (siglos VIII-X) en el área de Madinat al-Turab.
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Figura 225. Poblamiento durante el período andalusí en el área de Satiba: 1. Alzira, 2. Mulata, 3. Llombai, 4. Catadau, 5. Carlet, 6. L’Alcúdia,
7. Guadassuar, 8. Massalavés, 9. Benimuslem, 10. Alberic, 11. Polinyà del Xúquer, 12. Riola, 13. Corbera del Xúquer, 14. Llaurí, 15. Alcudiola,
16. Sant Joanet, 17. Senyera, 18. L’Ènova, 19. Alcàntera del Xúquer, 20. Alcúdia de Crespins, 21. Genovés, 22. Anna, 23. Barx.
Durante este período la denominación Balansiya se refiere
más al territorio que a la propia capital. Una descripción de la
primera mitad del siglo X, conocida a través de una traducción romance tardía, se refiere a Balansiya como el territorio
comprendido entre el río Millars y las montañas de Alcoi: “una
tierra llana, atravesada por el río Júcar, con grandes villas fuertes y castillos”, entre los que menciona los de Alzira, Xàtiva,
Morvedre (Sagunt) y el «de Tierra» en primer lugar (Torró,
2009: 160). Se trata de un territorio políticamente muy inestable durante todo el emirato: en 778-779, Madinat al-Turab
fue arrasada por el primer emir omeya de Córdoba, Abd alRahman I cuando reprimía una revuelta local y en las décadas
siguientes se sucedieron otras resistencias de las tribus bereberes, que limitaron el alcance de la autoridad cordobesa en la
región y que se prolongaron hasta la instauración del califato,
ya entrado el siglo X.
El proceso de creación de nuevos núcleos de poblamiento
y estructuración territorial se inició a finales del siglo VIII,
pero se desarrolló durante las siguientes centurias con la ampliación de los sistemas de irrigación y de los sistemas viarios
radioconcéntricos.
En lo que respecta a la baja la densidad poblacional del periodo previo, la facilidad con que los bereberes eligieron los
espacios a ocupar parece corroborarla. Estos espacios idóneos
para las prácticas agrarias que iban a implantar representaban
una novedad radical respecto al sistema agrario de tradición romana (Torró, 2012b: 149).
VI.4.2. Fase Califal (principios del siglo X-principios del XI)
El Califato de Córdoba coincide con un cambio en el patrón de
asentamiento y con la ampliación de los sistemas primigenios
de regadío. A partir del siglo X, el Califa somete militarmente
a las tribus del Sharq al-Andalus, aumentando la presencia y el
intervencionismo estatal a través de una administración regional
más fuerte (Esquilache, 2016: 206). Por este motivo se plantea
que detrás de las ampliaciones de la huerta así como de la aparición de una verdadera vida urbana en Balansiya, pueda estar el
Estado (Torró, 2012b: 148).
Durante el período califal se produce un cambio importante
en las dinámicas de ocupación con la transformación de Balansiya en una auténtica ciudad. El impulso del urbanismo en esta
fase también se refleja en el territorio, donde aumenta significa-
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Figura 226. Poblamiento durante los períodos andalusíes califal y taifa (siglos X-XIII) en las áreas de Balansiya
y Lyria: 1. Horta Vella, 2. Montcada, 3. Benifaraig, 4. Carpesa, 5. Soternes, 6. Rascanya, 7. Orriols, 8. Forn
d’Alcedo, 9. Sedaví, 10. Aldaia, 11. Vistabella-Picanya, 12. Massanassa, 13. Catarroja, 14. Bofilla, 15. Albal,
16. L’Alter-El Mas de Baix, 17. Silla, 18. Alcàsser, 19. Cullera, 20. Benissanó, 21. Benaguasil, 22. Alqueria
d’Aldaia, 23. Torre de Felx (ubicación aproximada), 24. Vilamarxant, 25 Riba-roja del Túria, 26. Bétera.
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Figura 227. Poblamiento durante el período andalusí en el área de Morvedre/Murbiter (Sagunt): 1. Albalat dels Tarongers, 2. Gilet, 3.
Serra, 4. Segart, 5. Nàquera, 6. Puçol, 7. Benavites, 8. Benicalaf, 9. Quart de les Valls, 10. Quartell, 11. Benifairó de les Valls.
tivamente el número de asentamientos (figura 226) a la vez que
se amplían los sistemas de irrigación de la fase emiral y se crea
el de Rascanya.
A lo largo del siglo X, Balansiya se convertirá en residencia
habitual de los gobernadores y se construirá el alcázar o sede de gobierno, cuya existencia es mencionada explícitamente por diversas fuentes a inicios del siglo XI. La edificación del alcázar se relaciona con la reorganización de la antigua zona episcopal, que se
había iniciado ya a fines del siglo IX. Además la construcción del
mercado en este momento es muy significativa, ya que pone de
manifiesto una ligera reactivación comercial (Torró, 2009: 160).
El aumento del poblamiento en esta fase es evidente pues
de 15 asentamientos conocidos para la fase previa, se pasa a 39,
predominando claramente los núcleos los de carácter rural. La
intensificación en el poblamiento se centra sobre todo en el área
de Valencia, que aglutina 30 asentamientos, todos ellos en la
llanura litoral (excepto Cullera).
Al norte, en el territorio vinculado a Morvedre (Sagunt),
solamente se registran dos asentamientos (El Molló II y La
Frontera III) además de la propia ciudad, que en este momento, según Ibn Hayyan (929), tiene un castillo en altura de estructura sorprendente (Torró, 2012b: 147). En esa referencia
de Ibn Hayyan se incluye también el castillo de Xàtiva en cuyo
territorio se conocen únicamente 4 asentamientos para este período (figura 227).
VI.4.3. Fase Taifa (principios del siglo XI-segundo cuarto
del XIII)
El repentino desplome del aparato de poder califal, acaecido
tras la deposición de Hišâm II en 1009, permitió que Balansiya, una modesta sede gubernativa, pasase a ser la capital
de un emirato autónomo. En época de Abd al-Azîz (10211061) se produce la estabilización del emirato taifa de Balansiya como poder regional. El emir amirí hizo reformar el
alcázar y edificar la almunia, un suntuoso palacio de recreo
con jardines y albercas, apartado de la ciudad, al norte del
Túria/Guadalaviar. También fortificó la ciudad, con un recinto amurallado al mismo tiempo que se edificaban varios
arrabales extramuros.
Los cambios de esta fase conllevaron el abandono de la
proporcionalidad en el diseño del regadío, masificando las
áreas de cultivo irrigado mediante el encaje (a veces forzado) de espacios hidráulicos nuevos entre los preexistentes y
también mediante el añadido de otros espacios situados antes de los partidores proporcionales. Además, muchos de los
añadidos ya no estaban vinculados a alquerías sino a reales
(fincas de esparcimiento de la oligarquía de las ciudades andalusíes). Algunos autores han apuntado al desarrollo de la ciudad y el Estado como probable explicación para estos cambios
(Esquilache, 2016).
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A partir del siglo XI se puede hablar de un verdadero desarrollo de los centros urbanos del Sharq-Al-Andalus. El crecimiento no se limita a las ciudades ya que otros núcleos de segundo orden como Llíria, Alzira y Morvedre (Sagunt) presentan
también características urbanas (fortificaciones, mercados, presencia de funcionarios y magistrados) que se mantendrán hasta
la conquista cristiana (Torró, 2012b).
Es en este período cuando se da la verdadera expansión
territorial andalusí con 280 asentamientos documentados en
nuestra área de estudio, habiéndose sextuplicado los registros
respecto de la fase califal. La mayor parte de ellos son alquerías,
seguidas por los asentamientos indeterminados, fortificaciones
y asentamientos rurales.
El patrón de asentamiento evidencia la preferencia por
las llanuras aluviales donde se concentra la mayor parte del
poblamiento, de manera más acentuada que durante el período califal. También se detecta la estrecha relación de algunos
asentamientos con los cursos hídricos y con la explotación de
los marjales y se reactiva el poblamiento en las áreas de montaña (sobre todo mediante enclaves nuevos) en relación con las
vías naturales de tránsito hacia el interior peninsular, algunas
de ellas de carácter regional. También se documentan algunos
casos de reocupación de lugares que habían sido núcleos de
población en los períodos ibérico, romano y visigodo, como es
el caso de Llíria58 o Bétera.
Este patrón de poblamiento está firmemente consolidado a
inicios del siglo XIII, cuando se produce la conquista cristiana,
de modo que queda bien reflejado en las fuentes de este momento y en las inmediatamente posteriores. Éstas son el registro
principal del que se deduce la cronología de muchos asentamientos habitados en la actualidad, a falta de intervenciones
arqueológicas que aporten más información. El modelo se va
a mantener (con ligeros cambios durante el periodo feudal y en
época moderna) hasta la actualidad, de modo que la mayor parte
de los asentamientos en este momento son el precedente directo
de las poblaciones actuales.
En relación a la estructuración heredada del período antiguo, a medida que se va intensificando el poblamiento con nuevas fundaciones se amplía la red viaria radial y también la red de
sistemas de irrigación y las áreas de cultivo asociadas. Aun así,
se sigue documentando el uso de las principales vías de época
romana y de los ejes de la centuriación, pues muchos de los
nuevos asentamientos se ubican en función de vías del sistema
romano. Sin embargo, la conservación de los ejes antiguos es
menor en las áreas donde la estructuración territorial andalusí
tuvo más incidencia y en las cuales las estructuras antiguas fueron modificadas o bien desaparecieron.
VI.5. EL IMPACTO DE LA COLONIZACIÓN FEUDAL
Después de la conquista cristiana, las modificaciones en el paisaje cultural heredado de época andalusí van a ser muy notables, aunque las estructuras previas se van a mantener en su
mayoría. La ampliación de los sistemas de irrigación a partir
de la conquista va a seguir desarrollándose, aunque sobre la
base de las estructuras andalusíes (muy difíciles de modificar).
Lo mismo sucede con la red viaria radial que presumiblemente siguió en desarrollo mediante el añadido de vías según las
necesidades propias de este periodo y la comunicación con los
nuevos asentamientos.
En lo que se refiere a asentamientos por lo general se mantienen los lugares fundados en la etapa previa, aunque algunos
de ellos se abandonan y también se producen varias fundaciones. Los marjales se van a desecar para ganar tierras agrícolas
y, dentro de las nuevas áreas de irrigación, el parcelario se verá
modificado siguiendo una lógica feudal, aunque las áreas de
regadío de origen andalusí se mantienen intactas. Bajo el reinado de Jaume I, inmediatamente después de la conquista, se
realizó una reparcelación de la Huerta para el reparto entre los
colonos de las tierras expropiadas a los musulmanes. Los sogueadores del rey, bajo la base de la métrica feudal, dibujaron
una nueva estructura de la propiedad (Guinot 2007), aunque en
muchos lugares tuvieron que esforzarse para incluir este nuevo
sistema en un paisaje ya construido (y con unos criterios totalmente diferentes).
Aun así, la mayor parte de los ejes viarios romanos que se
habían mantenido en uso hasta el período andalusí van a continuar estándolo pues no se produjo ninguna modificación de la
red viaria a gran escala hasta finales del siglo XVIII y posteriormente en los siglos XIX, XX y XXI. Los principales ejes rectores de la estructuración territorial y parcelaria se conservaron
hasta la actualidad.
58 Donde no hay datos arqueológicos que documenten ninguna ocupación entre los siglos VII-XI.
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VII
Conclusiones: la formación del paisaje cultural
de la llanura de Valencia
El paisaje cultural valenciano es uno de los de mayor importancia a nivel europeo debido a la intensa ocupación humana, así como a su compleja evolución histórica. Por este motivo,
desde mediados del siglo XX, ha sido objeto de numerosos trabajos de investigación desarrollados desde múltiples disciplinas científicas.
Uno de los aspectos que más interés ha suscitado es el de su
origen cultural, habiéndose interpretado como romano o andalusí, según la época y corriente historiográfica.
La metodología aplicada en esta tesis doctoral ha permitido, por primera vez en la historiografía valenciana, analizar el territorio a gran escala y desde una perspectiva global,
multidisciplinar y diacrónica. El paisaje se interpreta como
un palimpsesto que incluye elementos de diferente tipología
y cronología, habiéndose configurado en una lógica evolutiva
determinada que ha conllevado la conservación de algunos elementos y la desaparición de otros.
En el desarrollo de esta tesis se han realizado diversos trabajos.
En primer lugar, el vaciado y consulta de todos los trabajos realizados hasta la fecha sobre el territorio de Valencia en
diversas cronologías y con diferentes enfoques y metodologías. También se recogieron todos los datos y documentación
de interés para el desarrollo del trabajo: cartografía moderna e histórica, ortofotografías actuales y fotografías aéreas
históricas, datos arqueológicos (Inventario de la Conselleria
de Cultura de la Generalitat Valenciana, Planes Generales de
Ordenación Urbana y publicaciones científicas y de divulgación) y etnográficos.
Para esta recopilación se han diseñado varias bases de datos que han sido integradas en un programa SIG (ArcGIS) con
el que se ha desarrollado la mayor parte del trabajo de la tesis.
El vaciado de todas las estructuras del paisaje (red viaria
principal y secundaria, límites de parcela, red hidrográfica,
etc.) ha representado la mayor parte del trabajo de esta tesis
junto con el posterior análisis arqueomorfológico, seguidos por
el vaciado de la información arqueológica y etnográfica y el
análisis del poblamiento histórico.
Este trabajo previo fue imprescindible para la realización
de las prospecciones, pues en base a él se pudieron elegir las
zonas potencialmente buenas y además los datos generados en
éstas se pudieron integrar a posteriori en el proyecto SIG. La
recogida de datos durante el trabajo de campo se realizó mediante el programa GISCloud que permitió un rápido registro
en campo además de una fácil integración posterior de la información en el proyecto SIG con la incorporación de fotos de los
puntos de mayor interés. También se utilizaron las aplicaciones
de Smartphone Terrain GIS y Google Maps.
Es la primera vez que se realizan prospecciones arqueomorfológicas y arqueológicas en un análisis diacrónico del territorio de Valencia, a excepción de las prospecciones intra site
que realizó Pingarrón en los años 80 del siglo XX y del trabajo
de campo llevado a cabo por el equipo de E. Guinot dentro de
la metodología de la arqueología hidráulica. La comprobación
sobre el terreno de las hipótesis sobre centuriaciones, tampoco
se había hecho con anterioridad. Las prospecciones han permitido corroborar, en varias zonas del área de estudio, la antigüedad de las trazas interpretadas en el análisis arqueomorfológico como parte de sistemas centuriados. Las dificultades
en la realización del trabajo de campo se derivaron bien del
abandono (y desaparición) de algunas estructuras, bien de las
reformas modernas que han eliminado las características históricas de algunas vías. El análisis en SIG y la incorporación
de datos multiproxy (paleoambientales, etc.) fue determinante
en la elección de las áreas que podían ofrecer buenos resultados en las prospecciones, pues muchos de los lugares donde
se identificaron estructuras interesantes se encuentran actual199
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mente dentro de áreas urbanizadas (y por tanto esos elementos
se han destruido o bien modificado) o bien se hallan en áreas de
llanura aluvial con potente sedimentación histórica.
El trabajo de campo ha permitido mejorar el conocimiento
de la zona y definir con más detalle los datos arqueológicos
de los que disponíamos en un principio. Las prospecciones arqueológicas se han realizado únicamente en los asentamientos
romanos relacionados con las centuriaciones de Valencia, en
primer lugar para corroborar que realmente lo estaban (definición de áreas de dispersión de materiales y relación con los ejes
viarios) y en segundo lugar para caracterizar las cronologías,
ya que los registros oficiales presentaban algunas deficiencias
en la información (como indefinición de la cronología, falta
de indicación de los materiales arqueológicos hallados, etc.).
La prospección arqueomorfológica ha permitido corroborar la
antigüedad de las vías asociadas a la centuriación, cuya datación se ha realizado mediante la combinación del análisis
del poblamiento y el análisis metrológico y la correlación de
estos datos con las dinámicas urbanas de las ciudades a las que
están asociadas.
También presenta una novedad en los análisis sobre las
centuriaciones valencianas, la integración del análisis de documentación histórica. A pesar de las restricciones de tiempo y
de la complejidad del registro (pues la mayor parte de la documentación referente a vías y catastros no está editada y tampoco clasificada, además de hallarse en diferentes archivos), los
documentos consultados que datan de finales del siglo XVII e
inicios del XIX, han permitido identificar cuáles eran las características de los caminos históricos cercanos a la ciudad de
Valencia, antes de las reformas de época moderna, una zona
donde ha sido imposible efectuar prospecciones debido a las
profundas transformaciones urbanísticas recientes derivadas
de la ampliación urbanística de la ciudad y los municipios del
área metropolitana.
Uno de los aspectos que esperamos integrar próximamente
son los datos paleoambientales derivados de dos sondeos palinológicos realizados en la Albufera y el Marjal dels Moros.
Actualmente la mayor parte de información paleoambiental
disponible para los territorios analizados se deriva de análisis
sedimentológicos y geomorfológicos. Pero para caracterizar
mejor el impacto de las centuriaciones, así como de las diferentes ocupaciones del territorio, es necesario disponer de datos
palinológicos que permitan entre otras cosas, identificar cultivos y áreas no cultivadas. También sería muy interesante poder
trabajar los perfiles litoestratigráficos de interés documentados durante las prospecciones arqueomorfológicas en algunas
vías erosionadas. Aunque los puntos que se han caracterizado
como potencialmente buenos para este tipo de análisis son pocos, sería muy interesante trabajarlos pues, además de permitir
caracterizar mejor la geomorfología y los procesos sedimentológicos identificando paleosuelos, permitiría datarlos mediante
la técnica del C14, si se encuentra el material adecuado. Este
tipo de análisis ha sido aplicado en el Camp de Tarragona y en
el Empordà con resultados positivos, permitiendo datar los diferentes niveles de suelo y las primeras fases de uso de las vías.
También han quedado pendientes de ampliación las prospecciones arqueológicas a otros yacimientos de interés (además de los ya prospectados en el marco de esta tesis) y la comprobación de la ubicación de algunos asentamientos que se
conocían mediante datos antiguos y cuyo emplazamiento no
se ha podido clarificar mediante el trabajo de campo (por ello
hemos propuesto ubicaciones alternativas -no comprobadas- en
función de otros datos como el análisis arqueomorfológico).
La metodología utilizada en esta tesis ha demostrado ser
útil y el trabajo ha conseguido mostrar las relaciones entre los
datos arqueológicos y los procesos históricos de los paisajes
culturales analizados, un aspecto que no se había hecho con
anterioridad, al menos para la época antigua. La aplicación de
esta metodología ha proporcionado resultados multiescala y
diacrónicos que son novedosos para los territorios analizados.
En este sentido el análisis más completo se ha realizado
en el territorio histórico de Valencia, donde se han podido caracterizar todos los procesos antrópicos a nivel de ocupación
y estructuración territorial desde la protohistoria hasta el período feudal, incluyendo la relación de los asentamientos con
las estrategias de ocupación territorial y con los cambios en la
concepción del territorio y en su articulación.
La gran cantidad de información manejada (por ejemplo,
más de 200 registros arqueológicos) ha sido positiva, pero también una desventaja, pues el manejo y análisis de tal cantidad
de datos ha sido costoso en términos de inversión de tiempo,
aunque ha permitido elaborar un discurso mucho más integrador, completo y fiable.
El análisis arqueomorfológico desarrollado ha permitido
caracterizar los procesos de imbricación de las diferentes estructuraciones territoriales, centrándose principalmente en la
red viaria y en los sistemas hidráulicos de irrigación. Esto ha
permitido diferenciar diversas morfologías entre los conjuntos
y asociarlas a períodos culturales concretos. Esta información
se ha combinado con el análisis del poblamiento histórico (mediante la incorporación de datos arqueológicos, etnográficos y
documentales) y su relación con las estructuras viarias y de
irrigación, así como con la incorporación de otros estudios que
han analizado en profundidad la evolución de la construcción
de la Huerta de Valencia. Estos análisis se han completado con
la incorporación de datos paleoambientales y el análisis de documentos históricos.
Queda probado que el origen del paisaje cultural actual de
València, Xàtiva y Sagunt se encuentra en varias intervenciones de época romana centuriaciones, implantadas en las áreas
de llanura aluvial. Las principales vías heredadas de este período y algunas de periodos anteriores (ibérico e incluso bronce)
se mantuvieron en uso después de la desaparición del Imperio
romano, pues la estructuración territorial definida en esa época
seguía teniendo sentido (aunque con algunas modificaciones)
para las sociedades que ocuparon el territorio con posterioridad. Este hecho se documenta por ejemplo en las dinámicas del
poblamiento tanto de la fase visigoda como andalusí y feudal.
Las propuestas de centuriación presentadas en esta tesis
para Valentia y Saetabis difieren de las que se conocían hasta
la actualidad. Particularmente importante es la revisión crítica
que ha permitido superar las propuestas de Ricardo González Villaescusa. La nueva arqueomorfología aplicada en este
trabajo contrasta con la metodología tradicional desarrollada
en los años 80 por el grupo de Besançon, ampliamente cuestionada desde los años 90: un método que facilitó interpretaciones erróneas. Esta metodología fue aplicada por González
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en líneas generales para formular las hipótesis sobre las centuriaciones de Valentia (y también de Saguntum y Saetabis)
conocidas hasta la fecha.
Volviendo a las fases de formación de este paisaje histórico,
la segunda de ellas data del periodo andalusí, momento en que
se establece un patrón de asentamiento diferente y se modifica la estructuración territorial con la construcción de redes
viarias radioconcéntricas que borran o transforman algunas de
las vías antiguas. A pesar de ello, las principales vías de comunicación y ejes de las centuriación se mantienen en uso, como
muestra la distribución de gran parte del poblamiento andalusí
en función de las vías del sistema centuriado.
En este momento también se construyen los sistemas de
irrigación de derivación fluvial de la Huerta de Valencia, que
impactan sobre la conservación o eliminación de las centuriaciones de la misma manera que la reforma de la red viaria. En
las áreas donde la implantación de los sistemas de regadío y las
redes viarias radioconcéntricas es más fuerte, las estructuras
antiguas se ven afectadas en mayor medida, aunque la continuidad del uso de gran parte de las mismas va a ser decisiva
para su conservación.
El patrón de poblamiento instaurado durante este período
sigue vigente en la actualidad, pues la mayor parte de los asentamientos creados entre finales del siglo VIII y el siglo XI son
el origen de los municipios actuales. Esto es así a pesar de que
hubo algunos abandonos ya durante el período andalusí y tras
la conquista cristiana, y también algunas fundaciones nuevas
en el período feudal. También se dan casos de asentamientos
creados con anterioridad, durante el período visigodo, romano
o incluso ibérico, que van a tener un gran desarrollo durante las
etapas andalusí y feudal.
Los procesos desarrollados a partir del siglo XIII por parte
de la sociedad feudal acabaron de dar forma al paisaje cultural,
sobre la base de la red viaria romana y las centuriaciones por
un lado y de los sistemas de irrigación y la red viaria andalusí
por otro. En este período se ampliaron las aéreas de irrigación
a terrenos que habían sido de secano durante la fase andalusí,
ocupando todos los intersticios mediante la creación de nuevos
canales, la ampliación de los ya existentes y la creación de nuevas áreas de regadío. También el parcelario se modifica pues,
aunque se conservaron las áreas de regadío andalusíes con la
morfología original, las nuevas zonas de cultivo irrigado se
construyen según los parámetros de la sociedad feudal. También se producen desecaciones de marjales (que previamente se
usaban para fines ganaderos, pesqueros o de explotación industrial) con la finalidad de ganar tierras de cultivo.
Las últimas grandes actuaciones en la estructuración territorial tuvieron lugar a partir del siglo XVIII. A finales de
esa centuria se produjo la reforma de la red viaria principal
mediante la reparación de algunas vías o la construcción de
nuevas, como sucedió con el Nuevo Camí Real que pasó a sustituir al antiguo con un nuevo recorrido actualmente vigente. A
pesar de ello, a nivel general, ni la estructuración territorial ni
los sistemas de regadío se modificaron sustancialmente. Finalmente, durante los siglos XIX y XX tuvo lugar la construcción
de las vías férreas y las grandes carreteras que afectaron en
gran medida la articulación histórica del territorio, así como la
concepción del mismo por parte de los ciudadanos y alteraron
la identificación de la sociedad valenciana con su paisaje histó-
rico. También los procesos de crecimiento urbano y las transformaciones agrícolas experimentadas en las últimas décadas,
han transformado profundamente el paisaje, alterando sus características históricas y destruyendo parte de los elementos
heredados de períodos anteriores que hasta ese momento se
habían conservado.
Se podría decir que la gran aportación de esta tesis es la
identificación de varias centuriaciones en los territorios de Valentia, Saguntum y Saetabis (y la ausencia de centuriaciones
en el territorio de Edeta, como había propuesto González Villaexcusa) y la contrastación de estos resultados con hipótesis
anteriores hasta ahora no rebatidas. Otro aspecto relevante y
novedoso es la caracterización, datación y evolución de estas
estructuraciones. Asimismo, la aportación sobre el recorrido
de la Vía Augusta en el territorio de Valentia es muy destacable
pues, como se ha visto, había numerosos interrogantes sobre su
recorrido en esa zona y las hipótesis nunca habían sido contrastadas. El análisis arqueomorfológico así como la cartointerpretación han posibilitado la identificación del recorrido de esta
vía, además de la caracterización de un sector conservado de
su bifurcación por la costa, la cual rodeaba la Albufera pasando
cerca de Cullera en dirección a Dianum.
Respecto al impacto que tuvieron las centuriaciones en el
paisaje, quedan algunas dudas pues como hemos dicho, queda
pendiente la incorporación de los análisis paleoambientales de
los sondeos realizados tanto en l’Albufera como en el Marjal
dels Moros. En esta tesis ha quedado demostrado cómo la implantación de estas macroestructuras en el territorio tuvo un
impacto determinante en la distribución del poblamiento que,
en el caso del territorio de Valentia, desde el cambio de era,
pero sobre todo a partir de mediados del siglo I d.C. se ubicó
en función de los ejes de la centuriación. En lo que respecta a
la funcionalidad de las centuriaciones romanas, otros trabajos
han señalado el carácter simbólico o ideal de la implantación
de esta clase de estructuras, demasiado amplias para tener en
su totalidad un uso únicamente económico. En nuestro caso
de estudio, las centuriaciones documentadas abarcan un área
excepcionalmente amplia, pero para poder hacer este tipo de
interpretación tendremos que remitirnos a los paralelos más
cercanos, que son Barcino, Tarraco y Emporiae.
La incidencia de las centuriaciones en estos tres casos ha
podido ser bien caracterizada gracias a los estudios polínicos realizados (Riera, 1995; Palet et al., 2011: 181-182; Palet
y Orengo, 2011; Palet et al., 2012). En el caso de Barcino los
diagramas polínicos indican que no hubo una deforestación generalizada a escala regional y que el paisaje romano se caracterizaba por la importancia de las masas forestales y la limitada
representación polínica de cultivos. Estos análisis sugieren la
existencia de una agricultura intensiva y localizada en pequeñas superficies que habría implicado una puntual transformación del espacio.
También en el ager tarraconensis los diagramas polínicos
de los sondeos realizados en la Sèquia Major de La Pineda
mostraron una recuperación de la masa forestal durante el
período romano, así como una representación muy limitada
de taxones asociados a cultivos, tras una fase de potentes deforestaciones durante el periodo Ibérico Pleno (Riera et al.,
2010: 170). Tampoco se documentaron valores destacables de
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actividad ganadera. En lo que respecta a Emporiae, el sondeo
realizado en el Estany de Castelló mostró dinámicas similares
(Ejarque, 2016).
Estos estudios permiten realizar una reflexión sobre el
significado y función del paisaje centuriado, pues constatan
que, aunque se documenta una fuerte organización espacial
mediante el modelo de la centuriación, ello no conllevó la explotación de la totalidad del territorio centuriado, sino que se
identifican explotaciones intensivas entorno a determinadas
áreas. La concepción del sistema de la centuriación ha resultado también reveladora en el caso de Tarraco pues parece que la
concepción de la centuriación como diseño unitario responde
a factores de tipo cultual y de representación del modelo de
ciudad romana ideal y no a factores estrictamente económicos
(Palet et al., 2011: 183). Todo ello indica que hay que entender
las centuriaciones también desde una perspectiva ideológica,
puesto que representaban una verdadera apropiación del paisaje fundamentada en un ideario simbólico de éste. Según Palet
y Orengo, las centuriaciones no solamente tenían “una finalidad planificadora, sino que también simbolizaban un modelo o
“idea” sobre cómo se había de concebir y organizar el territorio
de una ciudad romana” (Palet et al., 2011: 183).
Finalmente, la hipótesis lanzada por algunos autores obre
desecaciones de marjales en época romana, no se ha podido
corroborar mediante los análisis realizados, sino al contrario.
Tanto las trazas conservadas como el análisis del poblamiento
muestran que el uso de las zonas húmedas se orientó al aprovechamiento de los recursos naturales que éstas ofrecían: caza,
pesca y explotación de la sal. En el caso de los marjales de la
Albufera también su aprovechamiento se relacionaba con la navegación por la laguna hasta la ciudad mediante el paleocanal
del Turia que desembocaba, hasta el siglo XIV, en la propia
laguna y que permitía el acceso a la ciudad de Valencia desde el
mar. Creemos que los humedales no fueron sometidos a intervenciones de drenaje y desecación, como sí se ha documentado
en otros casos (Berger y Jung, 2001).
No queremos terminar sin hacer una reflexión de tipo social
y patrimonial. Esta tesis doctoral ha dado valor a las centuriaciones como elemento esencial y primigenio en la construcción
del paisaje histórico de Valencia y podría ser una herramienta útil para la integración de las estructuras conservadas de
la centuriación en el patrimonio valenciano como elementos
patrimoniales a catalogar y proteger. Planteamos por tanto la
inclusión de las estructuras de las centuriaciones en los diversos programas de protección, puesta en valor y difusión del patrimonio de las diversas instituciones valencianas, tal como se
ha hecho para la Huerta Histórica de Valencia. En este respecto
entra en juego el discurso de identificación ciudadana con el
territorio y el conocimiento del paisaje cultural propio como un
factor determinante para el desarrollo de la identidad colectiva
de la sociedad valenciana.
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D E L MU SE O D E PREHI STORI A DE VALENCI A
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Núm. 125
Origen y evolución del paisaje histórico
de la llanura de Valencia
Estudio de la estructuración y ocupación del territorio
entre las épocas ibérica y feudal (siglos V a.C. - XIII d.C.)
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DIP UTA C IÓN DE VAL E NC IA
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SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
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Núm. 125
Origen y evolución del paisaje histórico
de la llanura de Valencia
Estudio de la estructuración y ocupación del territorio
entre las épocas ibérica y feudal (siglos V a.C. - XIII d.C.)
María Jesús Ortega
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
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DIPUTACIÓN DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 125
La Serie de Trabajos Varios del SIP se intercambia con publicaciones dedicadas a la Prehistoria, Arqueología en general y ciencias o
disciplinas relacionadas (Antropología cultural o Etnología, Antropología física o Paleoantropología, Paleontología, Paleolingüística,
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A mis padres,
Teresa y Jesús.
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Prólogo
El trabajo que prologamos resulta de la Tesis Doctoral de la Dra. María Jesús Ortega presentada en el
Institut Català d’Arqueologia Clàssica el 29 de septiembre de 2017 con el título de “Análisis territorial
de la llanura de Valencia. Estudio arqueomorfológico, ocupación del territorio y dinámicas del paisaje”.
La tesis, centrada en el estudio del paisaje histórico de la llanura de Valencia, constituye un excelente
ejemplo de la potencialidad de lo que se ha denominado una “nueva arqueomorfología”.
Desarrollado en el marco del Grupo de Investigación en Arqueología del Paisaje (GIAP) del ICAC, el
estudio presenta un enfoque diacrónico que comprende el período ibérico, romano, visigodo y andalusí
(siglos VII a.C. - XIII d.C.), para valorar finalmente el impacto en el territorio de la colonización feudal.
Este es un primer aspecto importante a destacar, el ingente volumen de información arqueológica analizada y la perspectiva de larga duración, que permite valorar las dinámicas de ocupación y estructuración
del llano a lo largo del tiempo, para finalmente entender el paisaje histórico actual como un “palimpsesto”, resultado de complejas interacciones sociales, económicas, ambientales y culturales. Esta es la
primera característica de la “nueva arqueomorfología” que mencionábamos más arriba. La investigación
no es en esencia sincrónica, centrada en un período cronológico concreto, sino diacrónica, centrada en
fases sucesivas que se analizan desde una perspectiva temporal de larga duración.
Otra aportación muy remarcable es un enfoque interdisciplinar e “integral” que se ocupa tanto de la
estructuración territorial (redes viarias, parcelarios, estructuras agrarias); como de la ocupación del territorio (datos arqueológicos sobre asentamientos y usos del medio); de la “historia del paisaje” a partir
de datos procedentes de la documentación escrita y de la cartografía histórica; y, finalmente, de la integración de estudios paleoambientales, sobretodo geomorfológicos, relativos a las dinámicas hidrosedimentarias en los llanos aluviales y cursos hídricos.
Desde la perspectiva del conocimiento histórico, el trabajo trata una problemática central en los estudios
sobre la romanización de los paisajes mediterráneos: la implantación del modelo de la centuriación,
estrechamente vinculada al fenómeno urbano. La perspectiva diacrónica utilizada permite además tratar
otra cuestión esencial para el conocimiento del paisaje cultural de la llanura de Valencia: el impacto del
período andalusí, la imbricación y transformación que éste ejerció sobre las estructuras paisajísticas
heredades de la fase anterior romana y la medida en que ambas superpuestas perduraron durante los
períodos feudal, moderno y contemporáneo. Esta es sin duda una de las claves de la “nueva arqueomorfología”: el estudio del origen histórico de las formas que componen el paisaje cultural actual. La investigación integra elementos de la arqueología, la historia (antigua, medieval y moderna) y la geografía.
A todo ello deberíamos añadir la importancia de la aplicación de las tecnologías informáticas al estudio
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del territorio. En efecto, el uso de sistemas de información geográfica en el tratamiento de datos y la
generación de mapas y estudios espaciales ha dotado a este tipo de investigación de mayor fiabilidad,
precisión, rapidez y claridad, en lo que ha significado una renovación absoluta de las técnicas de la disciplina en los últimos 20 años.
Quisiéramos referirnos especialmente al problema de las centuriaciones y a su implantación territorial
en el llano de Valencia, aspecto central del trabajo de la Dra. Ortega. El debate sobre el origen andalusí o
romano de los sistemas ortogonales de estructuración territorial visibles en el paisaje valenciano ha sido
sin duda alimentado durante largo tiempo por una atribución abusiva de formas ortogonales al modelo
de la centuriación que, aunque fuera a modo de hipótesis, provocó una inflación de propuestas sin suficiente contrastación, que finalmente comportó la pérdida de credibilidad de las técnicas de la arqueomorfología por parte de la comunidad científica. La situación previa al inicio del desarrollo del presente
trabajo resultaba pues muy crítica. En el fondo se reproducía en clave hispana un contexto similar al
creado en Francia tras la crisis de la “escuela de Besançon” y de los diversos grupos que surgieron de
ésta escuela, epicentro europeo de la investigación en la década de 1980 y 1990. Recelo, escepticismo,
falta de credibilidad. Sin embargo, la llanura de Valencia debía forzosamente haber conocido una ocupación y estructuración importantes también en época romana. La caracterización arqueomorfológica
de esta realidad debía plantearse con rigor bajo el nuevo marco metodológico al que nos hemos referido.
Ahí reside la valentía y el inmenso mérito de la investigación de la Dra. Ortega. El resultado, espectacular, salta a la vista. Las centuriaciones, la red viaria romana, marcaron el paisaje valenciano y su huella
aún se conserva, parcialmente enmascarada en el paisaje actual. Más allá del valor metodológico y para
el conocimiento histórico de los resultados, la importancia patrimonial es también muy sugerente: la
constatación de un paisaje rural bien conservado en determinados sectores, de gran valor histórico y
cultural. Un útil de gestión por tanto para las sociedades de hoy.
En el desarrollo de esta nueva arqueomorfología el trabajo de la Dra. Ortega constituye pues una aportación muy significativa. A la situación de partida crítica que hemos comentado debe añadirse que buena
parte de la zona de estudio se sitúa en un llano aluvial especialmente complejo, marcado por la presencia
del agua y del medio húmedo, la Albufera y el regadío. Estudios hidrosedimentarios en llanos aluviales
revelan que las formas del paisaje no sólo pueden modificarse a lo largo del tiempo, sino que además,
en situaciones de recubrimiento sedimentario, pueden « transmitirse » de un período a otro. Así, determinadas “líneas del paisaje” pueden haber sido restituidas tras siglos de abandono, recreando de nuevo
un paisaje ortogonal el cual, en realidad, no corresponde propiamente a la antigua centuriación. Es otro
de los problemas de investigación que también aborda con éxito el trabajo de María Jesús Ortega y
que pone de relieve el interés de la metodología utilizada y la importancia del trabajo en equipo en la
arqueología del paisaje.
En cuanto al planteamiento general del trabajo quisiéramos destacar un último aspecto: la amplitud del
área de estudio. Hecho que se traduce en el análisis de un extenso territorio que en la antigüedad comprendía desde la zona meridional del territorio de Saguntum, al norte; el territorio de Valentia, entre los
ríos Túria y Xúquer-Magre, límite meridional del conventus Tarraconense; hasta ya en el extremo sur, el
llano inmediato a la ciudad de Saetabis. Se trata pues de un territorio estructurado desde tres ciudades
romanas de una inmensa complejidad y relevancia histórica.
Finalmente, las conclusiones confirman un último fenómeno, la importancia de la época de Augusto en
el desarrollo de programas de organización territorial y en la implantación del modelo de la centuriación. Las centuriaciones con módulo de 15x20 actus documentadas por Ortega en el territorio de las tres
ciudades estudiadas, Saguntum, Valentia y Saetabis, se articulan perfectamente con la red viaria, en ocasiones aplicando el sistema de la varatio, e inciden en los patrones de asentamiento. Ello tiene lugar en
un momento avanzado de la ocupación romana, presente en la zona desde el siglo II a.C., reproduciendo
un modelo conceptual sobre la organización del espacio en la ciudad romana, que hemos documentado
bien en el noreste de la Citerior, en Ampurias, Tarraco y Barcino.
El GIAP, dirigido por Josep Maria Palet y por Héctor Aleix Orengo, ambos directores de la tesis de María Jesús Ortega, es hoy un referente internacional en el desarrollo de este tipo de estudios “integrados”
del paisaje antiguo. Los resultados obtenidos por el equipo en diversas zonas litorales de Cataluña han
mostrado que los paisajes centuriados se inscriben en complejas dinámicas socio-ambientales y que, a su
vez, los estudios paleoambientales permiten entender los efectos que una centuriación tuvo en el paisaje.
En este sentido, la autora pertenece a una nueva generación de arqueólogas interesadas por la cuestión
de las centuriaciones desde estas nuevas perspectivas.
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Este libro representa el resultado final de un largo trabajo de investigación, un documento importante
que incide en el conocimiento de la historia del paisaje valenciano, pero que puede ser también un útil
para la gestión territorial. El camino ha sido complejo, a menudo plagado de obstáculos, como en toda
buena tesis. Gracias a la constancia y buen hacer de la Dra. Ortega, la superación de gran parte de estas
dificultades ha concluido en el estudio que aquí se presenta. Ahí reside una de las claves del éxito en
la ciencia en general: la perseverancia, el método, el trabajo en equipo. Por todo ello, como directores
del trabajo de María Jesús Ortega, nos complace enormemente ver el resultado final de tanto esfuerzo
en forma de libro. Nuestra enhorabuena a la autora desde la convicción de que su investigación será sin
duda un referente para el desarrollo de este tipo de estudios en el futuro. Estamos seguros de que los
lectores disfrutarán y aprenderán en el sentido pleno de la palabra, pues el libro resulta recomendable no
sólo para el especialista, sino para toda persona interesada en el paisaje como referente cultural y fuente
de conocimiento histórico.
Josep Maria Palet Martínez y Hèctor Aleix Orengo Romeu
GIAP. Institut Català d’Arqueologia Clàssica
Tarragona, 20 de Julio de 2020
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Índice
PRÓLOGO
VII
I. INTRODUCCIÓN
1
2
I.1. Marco teórico: la Arqueología del Paisaje
I.1.1 Qué es la Arqueología del Paisaje
2
I.1.2. Historia de la investigación en Arqueología del Paisaje
3
I.2. Objetivos de la investigación
5
I.3. Antecedentes de la investigación sobre el territorio de Valentia
6
I.3.1. El problema de las centuriaciones de Valentia
6
I.3.2. La red viaria principal de época romana en el área central valenciana
7
I.3.3. El poblamiento de época antigua en el área central valenciana
8
II. EL MARCO GEOGRÁFICO
11
II.1. Topografía
11
II.2. Hidrografía y evolución geomorfológica
12
II.3. Geomorfología y evolución geomorfológica
13
III. METODOLOGÍA: TÉCNICAS Y MATERIALES DE TRABAJO
15
16
III.1. El análisis arqueomorfológico
III.1.1. Fotointerpretación y cartointerpretación
16
III.1.2. El análisis arqueomorfológico de la red viaria
18
III.1.3. El análisis arqueomorfológico de los sistemas de irrigación
21
III.1.4. Arqueomorfología de los parcelarios
22
III.1.5. Otros elementos
23
III.2. Datos arqueológicos y trabajo de campo
23
III.2.1. Vaciado de datos arqueológicos
24
III.2.2. Prospección arqueológica extensiva y prospección arqueomorfológica
24
XI
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III.3. Estudio de la documentación escrita y de la cartografía histórica
26
III.3.1. El estudio de la documentación escrita
26
III.3.2. El estudio de la cartografía histórica
29
III.4. Integración de datos paleoambientales
30
IV. ARQUEOLOGÍA DE LOS ASENTAMIENTOS Y ANÁLISIS ARQUEOMORFOLÓGICO
31
31
IV.1. Sistemas viarios de estructuración dominante
IV.1.1. Sistemas viarios radioconcéntricos
31
IV.1.2. Sistemas viarios ortogonales
38
IV.1.3. Vías naturales de tránsito e itinerarios regionales
45
45
IV.2. La red de irrigación
IV.2.1. Fase 1: Emirato de Córdoba: finales del siglo VIII-principios del siglo X
49
IV.2.2. Fase 2. Califato de Córdoba: principios del siglo X-principios del siglo XI
50
IV.2.3. Fase 3. Reinos de Taifa: inicios del siglo XI-XIII
50
IV.3. Procesos de imbricación y secuencias de cronología relativa
50
IV.4. Caracterización de las trazas a partir de la prospección
60
IV.4.1. Área 1: llanura alta de Rafelbunyol-Museros (comarca de l’Horta Nord)
65
IV.4.2. Área 2: terraza aluvial del Turia entre Paterna, Manises
y Campanar (comarca de l’Horta Oest)
80
IV.4.3. Área 3: llanura entre Torrent y Picassent, área de
El Ràfol-El Pla (comarca de l’Horta Sud)
81
IV.4.4. Área 4: llanura alta entre Picassent, Benifaió y Alginet
(comarcas de l’Horta Sud y la Ribera Alta)
83
IV.4.5. Área 5: piedemontes Lloma del Comte (Carlet) y
Serra d’Alèdua (Alfarp) (comarca de la Ribera Alta)
87
IV.5. Vaciado previo de los datos arqueológicos disponibles
IV.6. Resultados de la prospección arqueológica
98
101
IV.6.1. Área de l’Albufera
103
IV.6.2. Área de l’Horta Nord
105
IV.6.3. Área de Manises (Horta Oest)
110
V. DINÁMICAS DE OCUPACIÓN TERRITORIAL, DE ÉPOCA IBÉRICA A ANDALUSÍ
115
V.1. Aproximación cronológica a los sistemas viarios de organización territorial
115
V.2. Las centuriaciones de Valentia
120
V.2.1. Distribución del poblamiento en relación con la centuriación
121
V.2.2. Modulación y aproximación cronológica
122
V.2.3. Descripción de los ejes de la centuriación
133
V.2.3.1. Zona al norte del Turia
133
V.2.3.2. Zona al sur del Turia
134
V.2.4. La Vía Augusta
140
V.2.5. Valoración: aportación al problema de la centuriación de Valentia
143
XII
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V.3. El territorio de Saetabis
144
V.3.1. Distribución del poblamiento en relación con los ejes de la centuriación
145
V.3.2. Modulación y aproximación cronológica
145
V.3.3. Relación de la centuriación con los principales ejes viarios del territorio
149
V.3.3.1. El Camino de Xàtiva
149
V.3.3.2. La Vía Augusta
149
V.3.4. Centuriación y geomorfología
150
V.3.5. Valoración
152
V.4. El territorio de Saguntum
V.4.1. Distribución del poblamiento en relación con los ejes de la centuriación
152
152
V.4.1.1. Período tardorrepublicano
152
V.4.1.2. Período augusteo
153
V.4.1.3. Período altoimperial 156
V.4.2. Modulación y aproximación cronológica
156
V.4.3. Descripción de los ejes de la centuriación
159
V.4.4. Valoración
161
VI. EVOLUCIÓN DE LA ESTRUCTURACIÓN Y LA OCUPACIÓN DEL TERRITORIO
DE LA LLANURA DE VALENCIA
163
VI.1. Período ibérico (mediados del siglo V a.C.-inicios del II a.C.)
163
VI.1.1. Ibérico Antiguo (siglos VI-2ª mitad del siglo V a.C.)
165
VI.1.2. Ibérico Pleno (finales del siglo V a.C.-finales del siglo III a.C.)
165
VI.1.3. Ibérico Final: Segunda Guerra Púnica y conquista romana
(finales del siglo III-inicios del II a.C.)
168
VI.2. Período romano (inicios del siglo II a.C.-finales del V d.C.)
170
VI.2.1. Fase tardorrepublicana (inicios del siglo II-último cuarto del siglo I a.C.)
171
VI.2.2. Fase augustea (27 a.C.-14 d.C.)
172
VI.2.3. Fase altoimperial (14 d.C.-inicios del siglo III d.C.)
179
VI.2.4. Fase bajoimperial (mediados del siglo III d.C.-finales del V d.C.)
183
VI.3. Período visigodo (finales del siglo V-finales del VIII)
188
VI.4. Período andalusí (finales del siglo VIII-mediados del XIII)
191
VI.4.1. Fase emiral (finales del siglo VIII-principios del X)
192
VI.4.2. Fase Califal (principios del X-principios del siglo XI)
194
VI.4.3. Fase Taifa (principios del siglo XI-segundo cuarto del siglo XIII)
196
VI.5. El impacto de la colonización feudal
197
VII. CONCLUSIONES: LA FORMACIÓN DEL PAISAJE CULTURAL
DE LA LLANURA DE VALENCIA
199
BIBLIOGRAFÍA
203
XIII
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I
Introducción
El territorio de la ciudad de València, en la costa centro-mediterránea de la Península Ibérica, está definido por una compleja
evolución histórica que ha hecho que sea considerado uno de
los paisajes culturales europeos de mayor interés, habiendo sido
objeto de múltiples análisis desde diversas disciplinas. Su ocupación humana se caracteriza por un uso intensivo del territorio
desde la Edad de Hierro hasta la actualidad, momento en que la
agricultura y las actividades urbanística e industrial han transformado profundamente el paisaje tradicional.
Uno de los aspectos más recurrentes en la investigación histórica y arqueológica ha sido la identificación del origen cultural
de este paisaje, que ha sido visto como romano o andalusí dependiendo de la corriente historiográfica dominante en cada momento y de las ideologías subyacentes en los análisis del territorio.
Por ello se hacía necesario emprender un nuevo trabajo,
que permitiera revisar los resultados de los trabajos previos
con un enfoque distinto y mediante la aplicación de una nueva metodología.
Esta tesis parte de una primera fase como trabajo de final
de máster del Màster Interuniversitari en Arqueologia Clàssica del Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC), la Universitat Rovira i Virgili (URV) y la Universitat Autònoma de
Barcelona (UAB) (Ortega, 2011). En dicho trabajo, que obtuvo
la máxima calificación, se analizó una parte del territorio al
norte de València y se sentaron las bases para el desarrollo de
un proyecto posterior, en el marco de una tesis doctoral, en
que se analizasen en profundidad las dinámicas de ocupación y
estructuración de un territorio mucho más extenso alrededor de
la ciudad de València.
El trabajo se inserta dentro del proyecto Valentia Landscape
Project (VaLandPro) (2012-2016), coordinado por H. A. Orengo desde la Universidad de Nottingham (con financiación de
una Advance Research Fellowship, junto con la Universidad de
València (P. Carmona), la Universidad de Barcelona (SERP, S.
Riera) y el Institut Català d’Arqueologia Clàssica (GIAP, J.M.
Palet). El objetivo principal de VaLandPro era la caracterización
de los procesos antrópicos y naturales que han intervenido en
la configuración del paisaje valenciano partiendo de un enfoque
diacrónico. La multidisciplinariedad, pilar básico del proyecto,
se refleja en el análisis del territorio, que se articula en tres ejes:
paleoambiental, histórico-arqueológico y arqueomorfológico.
Dentro del área paleoambiental P. Carmona y J.M. Ruiz
(Universitat de València) se han encargado de realizar los análisis geomorfológicos y sedimentológicos, mientras que S. Riera
(SERP, Universitat de Barcelona) y A. Ejarque (CNRS, GEOLAB UMR 6042) han llevado a cabo los análisis polínicos de
dos sondeos efectuados en áreas de marjal.
En el ámbito histórico-arqueológico, el estudio de la distribución y tipología del poblamiento se ha realizado por parte
de H. Orengo, J.M. Palet y M.J. Ortega (GIAP-ICAC), quien
también ha efectuado el análisis de la documentación escrita en
diversos archivos históricos del ámbito valenciano.
Estos tres investigadores han realizado asimismo el análisis
del parcelario, las vías de comunicación y las macroestructuras
antrópicas del paisaje, dentro del ámbito de la arqueomorfología.
El propósito global del proyecto era caracterizar la evolución histórica del territorio desde la Protohistoria hasta el período medieval, aunque uno de los principales intereses era la revisión de los trabajos que, previamente, se habían ocupado de la
estructuración territorial en época romana.
Estas propuestas, a pesar de haber sido citadas historiográficamente como paradigma de la organización territorial de época
romana, habían recibido numerosas críticas por sus debilidades
metodológicas, la falta de interdisciplinariedad y diacronía y la
ausencia de un verdadero trabajo de campo que hubiese permitido corroborar las hipótesis. Además, la irrupción de nuevas
técnicas como las derivadas de los análisis SIG y la posibilidad
de integrar en el estudio los resultados de diferentes disciplinas
científicas, planteaban un panorama idóneo para llevar a cabo
esta revisión bajo unos nuevos parámetros metodológicos.
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Esta tesis doctoral ha permitido la publicación de diversos
artículos que han reflejado parte de los resultados de la investigación (Ortega et al., 2013, 2014, 2015, 2016), uno de los cuales
se reproduce en este volumen, en el apartado referente al territorio de Saetabis.
I.1. MARCO TEÓRICO:
LA ARQUEOLOGÍA DEL PAISAJE
I.1.1. Qué es la Arqueología del Paisaje
El término paisaje es conflictivo. Es un concepto amplio que
engloba diversos enfoques y que ha generado aproximaciones
desde diferentes disciplinas científicas y tendencias de investigación. La falta de precisión que siempre ha acusado la palabra
originó la controversia en torno a su uso científico e hizo necesaria su caracterización precisando o limitando su significado
(Orejas, 1991).
La dificultad que reside en la definición de los conceptos
de paisaje y territorio ha producido numerosos debates, todavía
abiertos hoy, en torno a dónde se coloca la línea que los separa.
El territorio se entiende como un “espacio humanizado”
(Chevallier, 1976; Vion, 1989; Palet, 1997), es decir, la manifestación espacial de la acción humana sobre el medio físico que
la rodea, lo que puede ser entendido de varias maneras:
En primer lugar, una tendencia historiográfica ha definido el
territorio como un “espacio político” configurado en base a fronteras y límites. Este espacio estaría vinculado a una comunidad
concreta que se habría apropiado de él, de manera que también
los grupos vecinos reconocen que ese territorio en cuestión pertenece a esa comunidad en cuestión (Orejas et al. 2002: 297)
(Orejas et al., 2002). Esta apropiación se reflejaría además en las
formas de ocupación del mismo, mediante la distribución del doblamiento y las estructuras de explotación, entre otros elementos.
Otra línea de investigación ha propuesto superar el contenido político y entender el territorio como un “espacio culturizado” reflejo de las sociedades que determinaron su configuración. Esta corriente entiende el territorio como una evidencia
arqueológica cuyo análisis permite explicar los procesos culturales de cada período histórico (Palet, 1997; Leveau, 1999;
Orejas et al., 2002; Ariño et al., 2004; Ruiz del Árbol, 2005).
De esta manera se entiende que las comunidades no sólo han
explotado o delimitado el espacio que ocupan, sino que además
se han identificado con él. Un proceso en que la percepción del
espacio es clave porque genera una serie elementos simbólicos
(el imaginario colectivo) que crean ese “espacio social” que es
el paisaje (Orejas et al., 2002).
El paisaje se ha entendido como un elemento histórico complejo, inestable y en constante evolución (Orejas et al., 2002),
un elemento arqueológico en el que conviven numerosas fases
históricas y que es el resultado de la combinación de las acciones del medio físico o natural y del impacto de la ocupación antrópica. Lo que Chevallier bautizó como el “paisaje palimpsesto” 1 (Chevallier, 1976).
1 “Palimpsesto”. Del lat. palimpsestus, y este del gr. παλίμψηστος
palímpsēstos. Manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente.
En las últimas décadas, la Arqueología del Paisaje ha propuesto una aproximación histórica al territorio. Esta propuesta
promueve una renovación que permita analizar el paisaje como
un elemento histórico, aplicando una nueva metodología que
integre los análisis de diversas disciplinas en un marco de colaboración real entre los diferentes especialistas. Bajo esta concepción, el paisaje se estudia mediante la metodología arqueológica, integrando las diferentes técnicas que ésta ofrece, pero
también implicando a diferentes expertos en un marco de interdisciplinariedad (Ruiz del Árbol, 2005; Orengo y Palet, 2010).
Siguiendo este planteamiento, puesto que el paisaje está
constituido por elementos correspondientes a diferentes etapas históricas, su estudio se puede plantear como un análisis
estratigráfico, aunque el objetivo no será separar las distintas
fases sino interpretar el paisaje como un todo, un conjunto
continuo, un registro arqueológico global (Orejas et al., 2002;
Ruiz del Árbol, 2005).
La metodología aplicada debe permitir identificar cuáles
fueron los momentos de creación de los elementos que configuran el paisaje y qué procesos motivaron las diferentes transformaciones, para comprender su dinámica evolutiva (por qué
sucedieron los cambios y por qué pervivieron ciertos elementos
y otros no). Asimismo, es esencial identificar qué aspectos sociales e ideológicos han influido en la configuración del paisaje
como producto cultural, modelado por las diferentes comunidades humanas que lo han habitado (Ruiz del Árbol, 2005).
La Arqueología del Paisaje incorpora dos ámbitos básicos
de investigación: el histórico-arqueológico y el paleoambiental,
los cuales a su vez engloban varias especialidades científicas.
En primer lugar, en la esfera histórico-arqueológica se enmarcan las disciplinas de la arqueología, la arqueomorfología y
el estudio de documentación histórica. Dentro de la arqueología
se incluye el estudio del poblamiento (dinámicas y formas de
hábitat), mientras que la arqueomorfología se ocupa de analizar
la estructuración del territorio y la morfología de los elementos
que lo articulan (red viaria, sistemas de regadío y parcelarios
agrícolas). Finalmente, el análisis de la documentación histórica refuerza el conocimiento de diversos aspectos del territorio
y de los elementos que lo configuran, ayudando a caracterizar
aquéllos que han desaparecido y a definir la evolución de la
zona estudiada.
En segundo lugar, los trabajos relacionados con el paleoambiente incluyen la geormorfología y sedimentología, así como
los análisis de restos orgánicos vegetales (antracología y palinología). Los estudios palinológicos y antracológicos permiten la
reconstrucción del paisaje vegetal y su evolución, mientras que
la geomorfología y la sedimentología identifican cambios en los
suelos relacionados con procesos de erosión y sedimentación.
La combinación de los resultados de los análisis paleoambientales y de los trabajos desarrollados dentro de la esfera
histórico-arqueológica, permite asociar los cambios en la vegetación y en los suelos con determinadas prácticas humanas o
bien con procesos naturales.
Esta integración de diferentes disciplinas científicas proporciona un panorama completo de la evolución del paisaje histórico, reforzando la idea de que la interdisciplinariedad no sólo
es recomendable sino necesaria en cualquier estudio sobre Arqueología del Paisaje.
2
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1.1.2. Historia de la investigación en Arqueología del Paisaje
Aunque el inicio de las aproximaciones al paisaje desde diferentes disciplinas científicas se remonta a principios del siglo XX,
se considera que la disciplina apareció a mediados de la década de 1950 con la publicación de “The Making of the English
Landscape” (Hoskins, 1955) y poco después de “Ancient Landscapes. Studies in field archaeology” (Bradford, 1957). Ambos
son los primeros estudios en que paisaje y parcelarios antiguos
eran analizados mediante metodología arqueológica y en que se
recogía la tradición británica de la Field Archaeology, centrada
en el interés por la historia y la morfología de los paisajes antiguos y la posibilidad de detectarlos en los paisajes actuales a
través del estudio de la fotografía aérea. Contemporáneamente
R. Chevallier y A. Caillemer publicaron una gran obra sobre
centuriaciones romanas (Caillemer y Chevallier, 1957). Estos
tres trabajos supusieron un punto de inflexión en las investigaciones sobre el paisaje y definieron una tendencia de estudio que
se reflejó en un amplio seguimiento posterior en Europa.
Simultáneamente, en Estados Unidos, se publicaba Method
and Theory in American Archeology (Willey y Phillips, 1958)
obra en que los autores establecían que la geoarqueología, la
arqueometría, la arqueobotánica y la arqueozoología eran los
fundamentos de la arqueología. También en este trabajo, prospección y excavación se consideraban por primera vez técnicas de igual categoría. Además, se planteaba el hecho de que
las culturas no sólo interactúan con otras culturas sino también con el medio.
Todas estas obras constituyen los inicios, en Europa y
EE.UU., de la corriente investigadora que posteriormente se denominó arqueología procesual o New Archaeology.
La continuación de la línea de investigación sobre paisaje
y centuriaciones inaugurada a partir de estos trabajos se reflejó en la publicación, a principios de los años sesenta, de Les
documents cadastraux de la colonie romaine d’Orange, donde
el arqueólogo A. Piganiol completó el análisis de la fotografía
aérea con los datos proporcionados por los documentos epigráficos (Piganiol, 1962).
Aun así, el verdadero impulso para el desarrollo de la New
Archaeology llegó a finales de la década de 1960 de la mano de
L. Binford en EE.UU. y D.L. Clarke y C. Renfrew en Gran Bretaña. Las propuestas originales de un nuevo acercamiento al entorno partían del entendimiento del territorio como un conjunto
de recursos que ha de estar en equilibrio con la comunidad. La
cultura se entendía como una adaptación al medio, de modo que
la ruptura del equilibrio entre los recursos y la comunidad exigía
una nueva adaptación. Este enfoque abrió nuevas vías de análisis que dieron lugar a la Arqueología Espacial y al desarrollo de
técnicas como el Site Catchement Analysis (SCA), centradas en
el estudio de la distribución de asentamientos y en las relaciones
entre ellos y con los recursos del medio. Los trabajos de C. VitaFinzi y E. Higgs en Gran Bretaña y de K. Flannery y D. Coe en
EE.UU. se convirtieron en el punto de partida de una línea de
estudios centrada en los territorios de explotación y captación
de los asentamientos, estableciendo unas pautas metodológicas
seguidas por los estudios en arqueología del territorio hasta finales del siglo XX (Flannery y Coe, 1968; Vita-Finzi y Higgs,
1970). Técnicas como los Polígonos Thiessen o la Teoría del
Lugar Central fueron importadas a la arqueología desde la geografía humana (New Geography) y eran la base de la Arqueo-
logía Espacial, puesto que generaban modelos de ocupación del
espacio a partir de la información proporcionada por los datos
arqueológicos (Hodder y Orton, 1976; Clarke, 1977).
Pero a finales de los 70 la Arqueología del Paisaje en Europa, y concretamente en Francia, tomaba una nueva dimensión
desde la consideración del paisaje como un palimpsesto y mediante la reflexión sobre la aplicación de determinadas técnicas
de trabajo y de un enfoque multidisciplinar que permitieran superar la visión descriptiva del paisaje y descubrir la dimensión
temporal del espacio (Chevallier, 1976).
A partir de los años 80, la rigidez de los modelos teóricos de
la New Archaeology motivó la aparición de una fase de crisis y
cambio desde el mundo anglosajón con la irrupción de las teorías post-procesuales (Hodder, 1988; Preucel, 1991). Los trabajos producidos en esta línea insistían en la necesidad de abordar
los estudios de territorio desde aproximaciones interdisciplinares y diacrónicas, respondiendo a la complejidad, variabilidad
y dinamismo del paisaje, aunque hacían mayor hincapié en el
carácter simbólico del comportamiento humano y en la cultura material. El cuestionamiento de la aplicación de técnicas de
otras disciplinas en arqueología dio paso a la consideración de
la prospección arqueológica como la herramienta óptima para la
interpretación de la organización territorial a través del estudio
de los yacimientos arqueológicos. Como se ha dicho, estos trabajos incidían en la necesidad de realizar una lectura simbólica
de la organización espacial.
En la Europa no anglosajona, y en España específicamente,
la situación era distinta y en la década de 1980 lejos de darse
este movimiento crítico, empezaban a llegar las traducciones de
las obras de la arqueología procesual.
En Francia, el Centre d’Histoire Ancienne de la Université
de Franche-Comté de Besançon, siguiendo la tradición francoitaliana, lideraba el estudio de las estructuras agrarias desde otro
enfoque. El llamado Grupo de Besançon desarrolló una serie de
técnicas con el propósito de identificar catastros de la Antigüedad, poniendo el foco de atención en las centuriaciones. Para
ello se basaron en dos criterios: la orientación constante de los
ejes y la identificación de la modulación métrica romana basándose en el modelo canónico de 20 x 20 actus. Con ese objetivo,
y para conocer los modelos ideales romanos de organización del
territorio, el equipo había recuperado como fuente de documentación antigua el Corpus Agrimensorum Romanorum. La novedad introducida por esta escuela fue la concepción del territorio
como el resultado de constantes transformaciones antrópicas, el
estudio del cual podría ayudar a caracterizar los cambios introducidos en él por las sociedades del pasado (Clavel-Lévêque,
1983; Chouquer et al., 1987; Chouquer y Favory, 1991).
El método desarrollado por el Grupo de Besançon permitía
identificar centuriaciones analizando la morfología del paisaje
mediante el uso casi exclusivo de la fotografía aérea. El resultado de la aplicación de esta metodología, tanto en Francia como
después en el resto de Europa, fue la multiplicación de trabajos
que se limitaban a documentar parcelaciones regulares, sin una
interpretación crítica de la morfología agraria (Pérez, 1996).
Posteriormente, en algunos casos, las evidencias arqueológicas
probaron que las hipótesis generadas eran erróneas. Este hecho,
junto a la dificultad de verificar las propuestas a través de la arqueología, generó numerosas críticas a la metodología y un creciente descrédito (Fiches, 1996; Leveau, 1997; Favory, 1997).
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España se incorporó a finales de los 80 a las investigaciones arqueomorfológicas, siguiendo la línea de investigación
francesa. Catalunya, en un primer momento bajo la influencia
de la escuela francesa de Besançon, destacó en la disciplina del
estudio de los catastros de época romana. Varios equipos de
investigación presentaron propuestas a partir de los análisis
de los territorios inmediatos en las ciudades romanas: R. Plana para Emporion (Plana, 1989), J.M. Gurt y A. Marquès para
Tarraco (Gurt y Marquès, 1988) y L. Burés (Burés et al., 1990)
para Iesso-Guissona.
La década de 1990 abrió una etapa de cambio dentro del Centre de Recherches d’Histoire Ancienne. El Grupo de Besançon
y los investigadores centrados en estas cuestiones, realizaron
una renovación de métodos y técnicas sensible a los problemas
interpretativos y cronológicos. Ésta se reflejó en un uso más
prudente de la aproximación metrológica (Palet, 1997) y en el
desarrollo de técnicas de arqueología de campo y de geomorfología que permitieron analizar la secuencia arqueomorfológica
desde una perspectiva diacrónica (Berger y Jung, 1996; Berger,
2001). Además, la incorporación de documentación histórica
y paleoambiental permitió aplicar un enfoque interdisciplinar
basado en la Arqueología del Paisaje, ofreciendo una relación
compleja entre estructuración territorial, poblamiento y cambio
paisajístico (Dall’Aglio y Franceschelli, 2007).
Como consecuencia de este proceso de cambio, el Grupo
de Besançon se dividió en dos corrientes. Uno de los equipos,
dirigido por M. Clavel-Lévêque, continuó estudiando los catastros desde la perspectiva de la romanización y publicó el Atlas
historique des cadastres d’Europe, una recopilación de las centuriaciones documentadas en el sur y norte de Europa junto con
un dossier sobre técnicas y metodologías aplicadas al estudio de
los paisajes antiguos (Clavel-Lévêque y Vignot, 1998; ClavelLévêque y Orejas, 2002).
El otro grupo, bajo la dirección de G. Chouquer y F. Favory,
se decantó por un análisis espacial de las formas del paisaje, revisando la metodología en una línea de investigación más consciente de los problemas interpretativos y cronológicos (Chouquer y Favory, 1991). Esta renovación se reflejó en un uso más
prudente del planteamiento de los módulos y en el desarrollo de
sistemas de arqueología de campo específicos que permitieran
analizar la secuencia arqueomorfológica desde una perspectiva diacrónica. Además, la aplicación del criterio de multidisciplinariedad con la incorporación de documentos históricos
medievales y modernos, datos de intervenciones arqueológicas y estudios paleoambientales, mejoró los resultados de las
investigaciones (Chouquer y Favory, 1991; Chouquer, 1997).
G. Chouquer fue uno de los primeros investigadores en constatar la importancia de la concepción del “paisaje-recuerdo” (que
conserva en su morfología actual la huella de su historia) y el
interés de estudiarlo mediante el análisis arqueomorfológico
(Chouquer y Favory, 1991: 223).
En la Península Ibérica, la incorporación de esta nueva
metodología y de las técnicas de análisis se reflejó tanto en la
revisión de estudios anteriores (Ariño et al., 2004) como en la
realización de nuevos proyectos en diferentes territorios. Uno
de los ejemplos paradigmáticos es el análisis del territorio de la
colonia Barcino (Palet, 1997), junto con la revisión del catastro de Ilici (Gurt et al., 1996). Para el territorio de Barcelona,
J.M. Palet tuvo que enfrentarse a una gran problemática derivada
del espectacular crecimiento de la ciudad en épocas moderna y
contemporánea. Para resolverla, el análisis, caracterizado por un
marcado enfoque diacrónico, se fundamentó en los datos del estudio arqueomorfológico combinados con datos proporcionados
por la documentación histórica (cartográfica y escrita) y arqueológica. En el caso de Elx, J.M. Gurt amplió la extensión inicial
de la pértica de Ilici propuesta anteriormente (Gozálvez, 1974)
a toda el área de Alcúdia, alrededor de la colonia romana (Gurt
et al., 1996). Poco después, los restos de esta trama adquirieron
especial relevancia en relación al hallazgo de un documento epigráfico en bronce que recoge una parte del reparto de tierras en
el que se especifica la ubicación y el tamaño de las parcelas (13
iugera) junto con el nombre de los beneficiarios (10 colonos), y
que se corresponde con una de las centurias de la pertica (Chao
et al., 1999; Mayer y Olesti, 2001; Ariño et al., 2001).
Siguiendo en España, la renovación postprocesual se hizo
evidente también en la conceptualización del territorio para
época romana. Ejemplo de ello es la obra de P. López (López,
1994) centrada en cuestiones conceptuales y simbólicas relacionadas con la “idealización” del territorio en la sociedad romana.
López analizó las redes centuriadas, pero no a nivel arqueomorfológico sino a nivel técnico y empleando como base la información proporcionada por el Corpus Agrimensorum Romanorum. Frente a la opinión de Chouquer y Favory, López definió el
sistema centuriado como un medio técnico que por sí mismo no
es explicativo de la sociedad romana. Según López, se trata de
un mecanismo de organización del territorio, las características
socioeconómicas del cual no son perceptibles sino a través de
un estudio histórico en el que se contrasten las fuentes documentales y arqueológicas. Este trasfondo simbólico permite en
la actualidad observar las centuriaciones no sólo como herramientas para la organización fiscal y territorial, sino también
como el reflejo material de la idea socio-cultural del espacio
apropiado para la ciudad ideal romana. Según este enfoque las
centuriaciones serían parte del modelo ideal de una sociedad,
una auto-representación plasmada sobre el paisaje y sobre el
territorio mediante la dualidad ciudad/territorio (civitas/ager)
(Palet et al., 2011).
En Francia, mientras Favory continuó la investigación en el
ámbito de la Arqueología Espacial centrándose en el estudio del
poblamiento prerromano (Favory, 2003), el equipo de investigación liderado por Chouquer evolucionó hacia un enfoque más
diacrónico, espacial y geográfico, poniendo de manifiesto la necesidad de un análisis sistemático específico que diera respuesta
a la complejidad de los registros (Chouquer, 2000).
Este cambio de planteamiento sobre los estudios de paisaje tuvo como consecuencia la creación de una nueva disciplina denominada Arqueogeografía (Chouquer, 2007 y 2008):
una iniciativa impulsada por Chouquer desde la Maison de
l’Archéologie et de l’Ethnologie de la Universidad de París
1-Nanterre (UMR 7041) que se tradujo en la publicación de dos
manuales teóricos y de diversos artículos en la revista Études
Rurales. En este marco se ha formado una nueva generación de
arqueomorfólogos entre los que cabe destacar a Sandrine Robert
y Magali Watteaux (Chouquer y Watteaux, 2013; Robert, 2011).
En España, los últimos trabajos de arqueomorfología, herederos del cambio conceptual de los años 90 (Criado, 1991 y
1993; López, 1994; Criado, 1999), han incorporado el factor
ideológico. Esto ha ampliado el análisis de las centuriaciones
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incluyendo el estudio de su trazado pero también su evolución
y la relación de los ejes con la trama urbana (Palet et al., 2009 y
2010). En este sentido ha sido importante la constatación de la
diversidad que presenta la implantación del sistema centuriado.
La documentación de diferentes módulos y la identificación de
grandes zonas sin trazas en las restituciones planimétricas (interpretadas como territorios no divididos pero integrados dentro
de la centuria) refuerzan esta idea (Palet et al., 2011).
Además, los últimos proyectos han incorporado como imprescindibles la diacronía y la multidisciplinariedad a través
del análisis de la fotografía aérea, estudios paleoambientales
(Riera, 2005; Miras et al., 2007), prospecciones, excavaciones
y el estudio de las fuentes históricas tanto documentales como
cartográficas, que permiten documentar la evolución del paisaje
(Ariño et al., 2001).
Recientemente han proliferado las obras referentes a las
innovaciones metodológicas. Y es que el gran avance en los
análisis ha llegado de la mano de la aplicación de las tecnologías SIG, que han marcado la diferencia respecto a la fase anterior proporcionando una mayor precisión y fiabilidad, gracias,
especialmente, a la generalización de los productos cartográficos digitales (Romano y Tolba, 1996; Peterson, 1998; Orengo
y Palet, 2010).
Los SIG permiten integrar información de diversos tipos
y, en consecuencia, también hacen posible la constatación de
procesos evolutivos en los registros del paisaje dando lugar a
la relación necesaria entre estudios de población y estudios de
parcelarios (Orengo y Palet, 2010; Palet y Orengo, 2010). En
Catalunya la investigación de campo ha avanzado con fuerza en
los últimos años. En el marco del Proyecto Ager Tarraconensis
(PAT) del Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC), se ha
llevado a cabo una importante revisión de la investigación en el
territorio de Tarraco, que había sido iniciada por A. Marqués
en los años 80 (Gurt y Marquès, 1988). En Tarraco, los análisis
arqueomorfológicos y los trabajos de prospección han documentado hasta cuatro tramas diferenciadas y han permitido corroborar que éstas forman parte de sistemas centuriados implantados en diferentes etapas de la historia de la ciudad (Palet et al.,
2010; Palet y Orengo, 2010 y 2011). Destaca en este proyecto
la incorporación de diversas técnicas y análisis en SIG como la
teledetección y el análisis de imágenes satélite, el desarrollo de
modelos de comportamiento hidrográfico, los análisis de visibilidad y de Low Cost Routes (LCR), entre otros.
Otro estudio pionero en la aplicación de las nuevas tecnologías en arqueomorfología fue la revisión de la propuesta de centuriación de Barcino, que tiene sus orígenes en la tesis doctoral
de J.M. Palet (Palet, 1997). A partir de 2008, con la incorporación de los SIG, las restituciones morfológicas de las tramas
centuriadas fueron revisadas con el fin de aumentar la precisión
en los cálculos de equidistancias y la articulación de las trazas,
permitiendo una mejor y más amplia conceptualización del territorio (Palet y Riera, 2009; Palet et al., 2011). En esta línea
se encuentra también el proyecto que se está desarrollando en
el territorio circundante a la colonia de Emporion (Palet et al.,
2012, 2014 y 2015).
Sin embargo, a pesar de estos avances, en España algunos
estudios acusan todavía la falta de renovación tanto metodológica como en el planteamiento de la disciplina. Así, recientemente se han publicado trabajos basados en la identificación
de estructuras a partir de la fotografía aérea y mediante el uso
abusivo de la datación relativa de dichas estructuras en base a la
superposición de las mismas (Arrayás, 2005; González, 2006a,
2007a y 2007b). La falta de multidisciplinariedad y diacronía
también se evidencia en estos casos, poniendo de manifiesto la
debilidad de los resultados, que han sido criticados por algunos
investigadores (Pérez y Arasa, 2010).
I.2. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
Como se ha señalado más arriba, la finalidad de Valentia Landscape Project (VaLandPro) es estudiar la evolución del paisaje
histórico valenciano y las interacciones sociedad-medio. Los
principales focos de la investigación son la antropización de las
llanuras litorales, el análisis diacrónico del impacto humano en
el paisaje, la estructuración del territorio, las aplicaciones SIG
en arqueología del paisaje y la formación y evolución histórica de los paisajes culturales mediterráneos. En este contexto,
el paisaje histórico de València se estudia por primera vez de
forma diacrónica e interdisciplinar, mediante la integración de
los resultados de diversos equipos científicos en tres ámbitos:
paleoambiental, histórico-arqueológico y arqueomorfológico.
El área de estudio, el llano litoral del territorio histórico de
la ciudad de València, es una típica llanura aluvial litoral mediterránea que aúna la presencia de numerosas zonas húmedas y
lagunas costeras y que presenta una ocupación continua desde
la Prehistoria hasta la actualidad, de modo que uno de los focos
de atención se sitúa en las dinámicas de la interacción hombremedio. El proyecto se caracteriza por el uso de una metodología multidisciplinar que incluye descriptores multi-proxy de
secuencias sedimentarias continuas, modelación paleoambiental en entorno SIG, arqueomorfología, fuentes documentales y
datos arqueológicos.
Aunque se persigue modelar la evolución del paisaje valenciano desde la Edad de Hierro hasta época moderna, el enfoque
cronológico principal se sitúa en el período romano, ya que uno
de los puntos que reviste mayor interés es la caracterización la
ocupación y estructuración del territorio en época antigua mediante la revisión de las centuriaciones de Valentia a través del
análisis arqueomorfológico. La aplicación de esta “nueva arqueomorfología” es una pieza clave del proyecto para entender
el impacto antrópico en la llanura litoral valenciana, así como
la gestión de los humedales y lagunas. Asimismo la cuestión,
largamente discutida, sobre el origen cultural del paisaje histórico valenciano es uno de los puntos de interés, pues éste ha
sido vinculado con la sociedad romana o andalusí en función de
la tendencia historiográfica o las ideologías imperantes en cada
momento (Butzer et al., 1985; Barceló, 1989).
El trabajo desarrollado en esta tesis doctoral ofrece una visión diacrónica de la estructuración territorial, usos del paisaje
y dinámicas del poblamiento, que puede ser comparada con los
resultados de los estudios paleoambientales e históricos, con el
objetivo de caracterizar las dinámicas históricas subyacentes en
el desarrollo del paisaje cultural valenciano.
Además, los resultados obtenidos pretenden establecerse
como una herramienta útil en la gestión de este paisaje histórico
y ser a su vez una referencia en la transmisión de la producción
científica a la sociedad valenciana, con el fin de fortalecer la identidad social entorno al paisaje cultural como valor de patrimonio.
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I.3. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN
SOBRE EL TERRITORIO DE VALENTIA
Sin duda los tres grandes temas de estudio sobre el territorio
valenciano para época romana han sido las centuriaciones, la
estructuración viaria y el poblamiento.
Con un conocimiento desigual, los trabajos centrados en
cada uno de estos aspectos se han integrado en diferentes tendencias de investigación reflejando las ideas imperantes en cada
momento y los conflictos científicos derivados de éstas, así
como los diversos avances metodológicos y técnicos de cada
etapa historiográfica.
A día de hoy y en los tres casos, el estado de las investigaciones y el conocimiento producido por éstas es relativamente
pobre. En el caso de las centuriaciones de Valentia, las propuestas de la década de 1990 no han sido rebatidas hasta la
fecha, habiéndose estancado la investigación en este sentido en
unos presupuestos teóricos y metodológicos actualmente superados. Además, no se ha hecho una verdadera comprobación
arqueológica de estas hipótesis que, por otro lado, han sido
criticadas por diversos investigadores en base a sus debilidades metodológicas. En consecuencia, en diversos ámbitos de la
investigación valenciana las propuestas sobre las centuriaciones de Valentia son consideradas como de dudosa aceptación
(Arasa, 2012: 368-371).
En segundo lugar, el estudio de la red viaria romana en el territorio de València presenta en gran medida problemáticas similares. En términos generales el conocimiento de las principales
vías de comunicación en el territorio de Valentia, concretamente
en el área central, es deficiente. En el caso de la vía augusta,
por ejemplo, las intervenciones arqueológicas en que se ha documentado algún segmento de la misma son muy escasas y se
reducen prácticamente al propio núcleo urbano de la capital o a
sus inmediaciones, quedando numerosas incógnitas sobre su recorrido en esta parte del territorio valenciano. Tanto la compleja
geomorfología de la zona –una llanura aluvial con una potente
dinámica sedimentaria- como la intensa ocupación humana y las
recientes alteraciones relacionadas con las agresivas transformaciones agrarias y urbanísticas, hacen que la documentación
de las estructuras viarias antiguas sea sumamente complicada.
Además, la falta de un verdadero análisis arqueomorfológico
que permita caracterizar las vías antiguas y su recorrido, ha hecho que durante décadas se sucedan los trabajos de recopilación
de la información conocida, que generalmente no han aportado
novedades a la investigación sobre este aspecto.
En lo que respecta al poblamiento de época romana en el
territorio de Valentia, a pesar de que en la última década se ha
avanzado en su conocimiento en todo el País Valenciano, debido
en gran medida a las numerosas intervenciones arqueológicas
vinculadas con el crecimiento urbanístico reciente, éstas no se
han reflejado en un riguroso estudio de la tipología y dinámicas
de ocupación del territorio. Se podría decir que el trabajo más
exhaustivo para el área central valenciana sigue siendo la tesis
doctoral inédita de E. Pingarrón, realizada hace más de 35 años
(Pingarrón, 1981a). Es cierto que con posterioridad se han publicado síntesis para ciertas comarcas o términos municipales
(Martínez, 1984; Román, 1986; Alapont y Pitarch, 2010; Alapont et al., 2014, Alapont et al., 2016), pero nunca con una visión global del territorio. Además, la mayor parte de los trabajos
recientes en este campo son catálogos descriptivos de una se-
rie de yacimientos de cronología romana más o menos amplia,
o bien son trabajos monográficos sobre un yacimiento concreto (Fernández y Sanchis, 1985; Albiach, 1996; Burriel y Verdú, 2000; Hortelano, 2007; Alapont, 2008; García-Gelabert y
Talavera, 2009; Jiménez y Burriel, 2011; Verdasco et al., 2013;
Burriel y Mata, 2013).
1.3.1. El problema de las centuriaciones de Valentia
El primer estudio sobre centuriaciones al norte de València se
publicó en 1974, dentro de la obra Estudios sobre centuriaciones romanas en España (VV.AA., 1974). En un artículo que
se tomó como referencia hasta la década de 1990, G.M. Cano
adscribía el origen del regadío de la huerta histórica de València
a época romana, de modo que la Acequia Real de Moncada era
uno de los kardines de la centuriación (Cano, 1974). Los brazos
de dicho sistema de irrigación, según esta teoría, se ajustarían
perfectamente a este esquema, de modo que la centuriación de
l’Horta Nord estaría constituida por 120 centurias canónicas de
20 x 20 actus. Según esta teoría, el kardo maximus se identificaba con la antigua Carretera de Barcelona-Nacional 340, cuyo
recorrido y adscripción cronológica quedarían corroborados en
base a algunos topónimos de origen árabe como Albalat (albalát: el camino), Massalfassar o Massamagrell (ambos con el
prefijo árabe manzil: hospedaje).
No fue hasta inicios de la década siguiente cuando apareció
una nueva metodología en los estudios sobre el paisaje del territorio de València. En 1981, siguiendo la línea de investigación
de Chevallier, Elena Pingarrón defendía en su tesis doctoral que
la multidisciplinariedad debía ser un aspecto clave en los estudios sobre poblamiento (Pingarrón, 1981a). Realizó el análisis
del territorio mediante la combinación de fotografía aérea, documentos cartográficos antiguos y modernos, documentación
histórica y análisis arqueológico (excavaciones y prospecciones). El resultado fue una rigurosa aproximación al estudio del
poblamiento rural romano mediante el análisis de la red viaria,
el poblamiento y las parcelaciones agrarias. El mismo año, la
autora publicó una posible centuriación al sur de València (Pingarrón, 1981b). En la línea metodológica de la escuela francesa de Besançon, para el análisis de la morfología de esta área
se utilizaba casi exclusivamente la fotografía aérea, y tanto la
datación romana como la adscripción de los ejes al sistema de
la centuriación se realizaban en base a la orientación constante y las coincidencias métricas con el actus romano. De nuevo
la carretera N-340 se identificaba como la vía augusta, kardo
maximus de la centuriación.
A principios de los 90, coincidiendo con la etapa de revisión metodológica en Europa y con la renovación dentro de
escuela francesa de Besançon, aparecieron las primeras críticas a los trabajos publicados hasta el momento. El geógrafo V.
Rosselló publicó una crítica a las hipotéticas centuriaciones y
a la adscripción cronológica de algunas vías sin comprobación
arqueológica (Rosselló, 1992). Asimismo, proclamó la necesidad de investigaciones contrastadas que formulasen hipótesis
comprobadas o refutadas a través de una metodología científica.
También E. Ariño, J.M. Gurt y J.M. Palet consideraban la centuriación de l’Horta Sud de Pingarrón como “insegura” (Ariño
et al., 2004). Por último R. González, en un artículo metodológico, apostaba por la diacronía y multidisciplinariedad en los
estudios arqueomorfológicos que pretendieran ser rigurosos y
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desmentía la relación de orientación y cronología entre acequias
y centuriaciones, señalando que la orientación no era un factor
suficiente para datar las trazas (González, 1996a).
A pesar de haber realizado estas críticas, R. González identificó tres sistemas centuriados aplicando esencialmente la metodología de la primera etapa de Besançon. En la llanura aluvial
próxima a la ciudad de València documentó los parcelarios Valencia A y Valencia B. El primero, con el módulo clásico de 20 x
20 actus, se correspondía con la propuesta de Pingarrón, aunque
González amplió el área de implantación del sistema identificando tramas en todo el territorio adyacente a la ciudad (González, 1996b: 158). Al norte de València, documentó el parcelario
Valencia B, también con módulo de 20 x 20 actus (González,
1996c). En tercer lugar, identificó en el territorio alrededor de
Edeta/Llíria otra centuriación con módulo de 20 x 20 actus.
Más recientemente, pero sobre la misma base metodológica, González publicó la centuriación Valencia C. La adscripción territorial de esta estructuración se ha querido vincular a
unos supuestos teóricos relacionados con el control territorial
de las ciudades de Edeta, Saguntum y Valentia, entre las cuales
se sitúa dicha área (González, 2007b). Puesto que todavía no
se ha publicado la cartografía del análisis morfológico de dicha
propuesta, de momento no podemos hablar de Valencia C sino
como de una hipótesis de trabajo.
A pesar de haber sido vistas con cierto escepticismo (Arasa,
2009: 89 y 2006: 24), las propuestas Valencia A y B han sido
consideradas hasta la fecha como los casos paradigmáticos de
las centuriaciones de Valentia, siendo hasta ahora las propuestas más recientes sobre la estructuración de este territorio en
época romana.
En la década de los 2000, González siguió trabajando en
esta línea de investigación, publicando dos nuevas propuestas
de centuriaciones en territorio valenciano. La combinación de
constantes métricas y de orientación así como la incorporación
de datos arqueológicos y toponímicos le permitió identificar la
parcelación Sucro-Saetabis, con módulo de 20 x 20 actus (González, 2006b). Tanto la gran extensión del parcelario, desde el
sur de València hasta el río Xúquer, como la adscripción de las
trazas a un sistema centuriado de cronología romana han sido
cuestionadas por algunos investigadores debido la falta de comprobación arqueológica y a problemas metodológicos (Orengo
y Palet, 2010; Pérez y Arasa, 2010). En este sentido, la restitución de trazas en zonas de humedal y de baja montaña indica la
falta de integración de datos paleoambientales.
Su última propuesta se sitúa en la llanura litoral de Sagunt.
A partir de la identificación, en intervenciones arqueológicas, de
un tramo de la vía augusta a su paso por la ciudad, González
documentó algunos ejes viarios paralelos a la vía principal que
presentan además constantes métricas (González, 2006a). Los
sectores en los que esta estructuración era más evidente fueron
objeto de una campaña de prospecciones arqueológicas, realizadas por otro equipo de arqueólogos, con la finalidad de interrelacionar estos datos con los del análisis morfológico. Se trata del
primer trabajo en el ámbito valenciano en que se combinaron datos arqueológicos, toponímicos y geomorfológicos, con el análisis morfológico del paisaje (García et al., 2006). Según González
la ocupación de la franja litoral en esta área podría haber conllevado obras de bonificación mediante la construcción de canales
de desecación (González, 2006a) aunque esa hipótesis, basada
en la toponimia y las características actuales de los suelos, no ha
sido comprobada mediante excavaciones arqueológicas.
En la última década, con la introducción de estudios microregionales diacrónicos y multidisciplinares, se ha observado un
cambio de tendencia en los trabajos en Arqueología del Paisaje centrados en el territorio valenciano. Los sistemas de información geográfica (SIG) juegan un papel primordial tanto en
la constatación de las estrategias de explotación del territorio
como en los aspectos ideológicos (Orengo et al., 2010; Palet et
al., 2010; Moreno, 2011). Mediante la aplicación de una metodología regresiva y utilizando como herramienta básica los
SIG, recientemente se ha presentado una revisión de todas las
propuestas de centuriaciones realizadas para el territorio de
València (Ramos, 2009) haciendo hincapié en las dificultades
geomorfológicas e históricas que éste presenta y destacando la
necesidad de incorporar la interdisciplinariedad y una perspectiva diacrónica en los trabajos que analicen dicho paisaje.
Asimismo, producto de los trabajos derivados de esta tesis
doctoral, se han dado a conocer algunos resultados del análisis
arqueomorfológico de determinados sectores del territorio de
València y de Xàtiva (Ortega et al., 2013, 2014, 2015 y 2016).
En este contexto, la aplicación de una nueva arqueomorfología en un entorno SIG, ha ido acompañada de una estrategia
de integración de datos interdisciplinares con la correlación de
información de documentación escrita, prospecciones arqueológicas y arqueomorfológicas, el análisis de cartografía histórica
y la incorporación de estudios palinológicos, sedimentológicos
y geormorfológicos.
I.3.2. La red viaria principal de época romana
en el área central valenciana
Junto con las centuriaciones, se podría decir que el gran tema
de estudio sobre el territorio valenciano en época romana es el
de la red viaria.
La mayor parte de los trabajos centrados en esta cuestión se
han ocupado del recorrido de los grandes ejes de comunicación,
en especial de la vía augusta (Sillières, 1990; Arasa, 1990, 1992,
2006, 2007, 2012, 2018; Arasa y Rosselló, 1995; Pérez y Arasa, 2010; Arasa y Pérez, 2011; Morote, 2002), aunque también
existen algunos trabajos sobre otros ejes viarios (Ledo, 1992,
1993, 2005).
A pesar de que en otras zonas del País Valenciano el trazado
de la vía augusta es conocido tanto por la conservación de miliarios (Arasa, 1992, 1994 y 1996; Ulloa, 1999) como por las excavaciones arqueológicas realizadas en la propia vía o en asentamientos vinculados a ella (Arasa, 1989; Melchor y Benedito,
2005; Arasa y Flors, 2006; Arasa y Pérez, 2011), en el territorio
circundante a la ciudad de València su trazado es prácticamente
desconocido, a excepción del tramo de la vía a su paso por la
propia ciudad (Ribera y Jiménez, 2014: 146–148).
Son numerosos los estudios que, desde el siglo XVII, han
tratado el tema de la red viaria romana para el área valenciana.
Jerónimo Zurita (1600), Gaspar Escolano (1610-11), Agustín de
Sales (1766), Gregori Mayans (1771) y Antoni Josep Cavanilles
(1795), entre otros, escribieron diversas obras sobre la vía augusta basándose casi exclusivamente en interpretaciones de las
fuentes clásicas y de los itinerarios.
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Desde los inicios, los diferentes autores se plantearon dos posibles recorridos de la vía al sur de València: mientras unos defendieron un itinerario por la costa, otros lo hicieron por el interior.
E. Hübner (Hübner, 1888) fue el primer investigador en
plantear un doble recorrido de la vía, que tendría un ramal por la
costa hasta Alacant pasando por Dénia y otro por el interior hasta Elx pasando por Xàtiva. Pero habría que esperar un siglo para
que apareciese la primera síntesis que se ocuparía de su trazado
global en el territorio del actual País Valenciano, combinando
datos de diversas disciplinas y efectuando una revisión crítica
de los estudios publicados hasta ese momento.
La tesis doctoral de G. Morote es esencialmente una compilación de los trabajos realizados hasta la fecha, aunque la
combinación de la información extraída de las fuentes clásicas
junto con los datos arqueológicos y el análisis de los elementos vinculados a la vía, le permitió aportar algunas novedades
en lo que respecta al recorrido de la misma (Morote, 1979a,
1979b y 2002). Este investigador apuntó algunas hipótesis
nuevas sobre su recorrido, aunque sin haber efectuado un verdadero análisis arqueomorfológico de la red viaria ni un estudio arqueológico (a excepción de dos sondeos en la provincia
de Castellón). Una de las novedades que introdujo fue su propuesta de recorrido de la vía en la comarca de l’Horta Sud (al
sur de la ciudad de València) ya que, por primera vez, no se
identificaba su trazado con la Carretera Nacional 340 o antigua
Carretera de Barcelona, sino con el Camí Vell de Russafa, una
teoría que no se ha vuelto a retomar.
Aunque la problemática de la red viaria fue revisada en la
década de 1990 bajo un enfoque crítico (Rosselló, 1992), la mayor parte de las publicaciones seguían siendo compilaciones de
las investigaciones realizadas hasta esa fecha. En el trabajo de
F. Arasa y V. Rosselló sobre la red viaria de época romana en territorio valenciano, se incorporaban referencias al poblamiento
y a las propuestas de centuriaciones, aunque sin haber llevado
a cabo un verdadero análisis crítico de dichos trabajos (Arasa y
Rosselló, 1995). En esta obra de nuevo, frente a la tesis de G.
Morote y dando validez a la propuesta publicada por E. Pingarrón (Pingarrón, 1981b), al sur de València se identificaba la vía
augusta con la Carretera Nacional 340.
Posteriormente F. Arasa ha publicado numerosos trabajos de
revisión y estado de la cuestión sobre el recorrido de dicha vía
en territorio valenciano (Arasa, 2006, 2012 y 2018), los miliarios asociados a ella (Arasa, 1990 y 1992), así como sobre diversas intervenciones arqueológicas realizadas en la propia vía
(Arasa y Flors, 2006; Arasa y Pérez 2011) o en establecimientos
asociados a ella (Arasa, 1989). Para el tramo central de la vía,
correspondiente al área de estudio de esta tesis doctoral, el conocimiento sigue siendo hoy en día muy deficiente debido a la
propia complejidad del territorio y a la falta de análisis arqueomorfológicos y de intervenciones arqueológicas.
En referencia al estudio de otras vías, no nos detendremos
en resumir aquí la historiografía al respecto. Para nuestra área
de estudio los ejes viarios que, a excepción de la vía augusta,
han sido objeto de análisis han sido esencialmente tres vías de
comunicación interior-costa. Dos de ellas ubicadas en el área
septentrional: el camino de Sagunt a Llíria (Ledo, 1993 y 2000)
y el camino de Sagunt a Aragón (Ledo, 1992; Járrega, 2000;
Morote, 2002; Ledo, 2005) y la tercera en el área suroeste: la
ruta del Magre (Quixal, 2012 y 2013; Albiach et al., 2009; Orengo et al., 2013).
Los trabajos que se han ocupado del estudio de estas vías se
basan metodológicamente en la combinación de datos diversos
(toponimia, relación de las vías con el poblamiento histórico y
los restos arqueológicos) y el estudio de las fuentes antiguas. En
ningún caso se ha realizado un verdadero análisis arqueomorfológico de los trazados que conforman los itinerarios.
Respecto al camino de Sagunt a Llíria, que comunica dos
de las principales ciudades de fundación ibérica del territorio valenciano (Arse y Edeta), se corresponde con una vía
actualmente en uso, cuyas vinculaciones con el poblamiento
de diversas épocas y con un posible miliario ubicado en Bétera (Ledo, 1993), ciudad en que recientemente se han hallado
restos arqueológicos datados en el Ibérico Pleno (Burriel et
al., 2012), ponen de manifiesto la antigüedad y la relevancia
del mismo.
El tramo de la ruta desde Sagunt a Aragón que transcurre
por nuestra área de estudio está fuertemente condicionado por
la topografía y la hidrografía de la zona. Este itinerario cuenta
con al menos dos caminos principales, uno de ellos transcurre por el valle del Palancia (Járrega, 2000) y el otro, el actual
Camí Vell de Terol, lo evita (Ledo, 2005: 66-73). Ambas rutas,
relacionadas estrechamente con la topografía, pero también
con el poblamiento, tienen su origen muy probablemente en
época protohistórica.
La llamada ruta del Magre pone en comunicación las tierras
del interior de la actual provincia de Valencia (Foia de Bunyol y
Meseta de Requena) con la costa del sur del Golfo de Valencia.
Está condicionada parcialmente por el recorrido del río Magro
y se relaciona directamente con la ciudad ibérica y romana de
La Carència. El origen de esta ruta se sitúa al menos en época
ibérica y ha sido analizado con diferentes perspectivas por varios investigadores (Quixal, 2012 y 2013, Albiach et al., 2009;
Orengo et al., 2013).
I.3.3. El poblamiento de época antigua
en el área central valenciana
La percepción general de los investigadores valencianos entre
finales de la década de 1990 e inicios del 2000 era la de un gran
desconocimiento del poblamiento romano en los alrededores de
València (Alapont et al., 2004).
En 1995 Arasa y Rosselló lamentaban que “encara podem
dir malauradament, com fa trenta anys, que no disposem ni d’un
sol plànol complet d’una vil·la rural romana. La llista de vil·les
rústiques del País Valencià és llarga, pero poc rigorosa: qualsevol troballa romana no urbana ha estat qualificada de vil·la”
(Arasa y Rosselló, 1995: 37).
Un año después se publicaba un listado de topónimos y yacimientos arqueológicos del País Valenciano (Aranegui, 1996)
que pretendía precisamente cubrir un vacío en la bibliografía
valenciana en lo que respecta al conocimiento de los yacimientos arqueológicos de época romana.
Pero el impulso para el conocimiento del poblamiento romano ha sido muy reciente y ha estado estrechamente vinculado con el incremento de la actividad urbanística y el desarrollo
de las infraestructuras de las últimas décadas lo que, si bien ha
conllevado la realización de numerosas intervenciones arqueo-
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lógicas amparadas por la Llei del Patrimoni Cultural Valencià
(1998), también ha significado la destrucción de los mismos en
la mayor parte de casos.
A día de hoy, para el área central valenciana, se podría decir
que el trabajo más completo y riguroso (aunque inédito) sigue
siendo la tesis doctoral de E. Pingarrón (Pingarrón, 1981a). En
este trabajo, centrado en el territorio comprendido entre los ríos
Magre y Palància, se analizaron por separado los establecimientos y puntos de habitación reconocibles en ese momento, la red
viaria y los parcelarios, con el objetivo de aproximarse a la dinámica del poblamiento romano. Un planteamiento que no se
ha vuelto a dar en los trabajos sobre la ocupación histórica de
esta zona. Pingarrón integró en su análisis el estudio de trabajos
previos sobre el poblamiento histórico, las fichas de yacimientos arqueológicos del Servei d’Investigació Prehistòrica (S.I.P.)
de la Diputació de València y las memorias de excavaciones arqueológicas. Planteó por primera vez la problemática existente
en la identificación de cualquier asentamiento rural como villa y
la necesidad de distinguir entre éstas y otros tipos de establecimientos. Además, desarrolló una metodología de estudio propia
mediante un planteamiento crítico de las diferentes problemáticas que presentaba tanto la zona de estudio, como el propio
registro material y la técnica de la prospección.
Posteriormente se llevaron a cabo algunos intentos por establecer una carta arqueológica que permitiera asentar las bases de futuros trabajos de investigación (Gil-Mascarell y Martí,
1985). Pero ningún trabajo ha vuelto a plantear el análisis en
profundidad de esta zona a gran escala, ni tampoco se ha perseguido caracterizar las dinámicas de ocupación del territorio en
época antigua.
Así, los últimos trabajos son catálogos de asentamientos
que recogen los datos conocidos (Pérez, 2006 y 2008) o bien
estudios a escala micro-regional que reflejan la información disponible para determinadas comarcas y/o términos municipales
actuales: desde los documentos técnicos como los Planes Generales de Ordenación Urbana (PGOU) a las publicaciones locales
o los artículos sobre yacimientos concretos (Alapont, 2008; Albiach y de Madaria, 2006; Burriel y Mata, 2013; Ferrer, 2013;
Jiménez y Burriel, 2011; Verdasco et al., 2013).
En comparación con otras áreas del País Valenciano (Aparicio et al., 1983; Martínez, 1984; Járrega, 2000 y 2011), en las
comarcas centrales existe un claro vacío de conocimiento arqueológico, a excepción de la ciudad de València, para la cual
la información arqueológica generada en las últimas décadas es
espectacular, habiendo permitido el desarrollo de la investigación sobre la evolución histórica de la capital para todos sus períodos históricos (Albiach, 2001; Ribera, 2000a, 2000b y 2003;
Alapont y Ribera, 2009; Ribera y Roselló, 2009; Torró, 2009;
Ribera y Roselló, 2011; Ribera y Jiménez, 2012 y 2014).
Esta problemática, a la que se han referido anteriormente
diversos investigadores (Alapont et al., 2004; Pitarch, 2006),
podría tener una causalidad múltiple. Por un lado, la escasez
de intervenciones arqueológicas hasta la década de 1990 tuvo
como consecuencia la destrucción de patrimonio en un territo-
rio con unas actividades urbanística y agrícola muy potentes.
Existen numerosas noticias antiguas referentes a hallazgos fortuitos de restos arqueológicos vinculados con la remoción de
tierras, ya sea en ámbito urbano como rural (Pla, 1961, 1969,
1971b, 1971a, 1973, 1975, 1976b y 1976a). En segundo lugar,
los complejos procesos geormorfológicos en un contexto de
llanura aluvial mediterránea han podido ocultar o destruir los
restos arqueológicos, ya sea por la aportación sedimentaria en
la zona litoral como por los procesos de erosión en las áreas
de llanura Pleistocena, en el interior. Por último, la intensiva
ocupación histórica del territorio plantea la posibilidad de que
haya habido una continuidad del poblamiento en núcleos actuales y que las fases antiguas se desconozcan debido a la falta
de intervenciones arqueológicas. A modo de ejemplo, recientes
intervenciones llevadas a cabo en diversos núcleos urbanos han
puesto de manifiesto la existencia de varias fases de poblamiento desconocidas hasta la fecha, desde época ibérica en Bétera
(Ortega y Burriel, 2008; Burriel et al., 2012: 67-84, 171-192 y
223-239), o romana en Catarroja (VV.AA., 2006) y Silla (Alapont et al., 2014), entre otras.
Para finalizar con este apartado, en las últimas décadas no
se ha realizado ningún análisis sobre la evolución de la ocupación del territorio en el área central valenciana en época romana, como sí ha sucedido por ejemplo en el territorio de Xàtiva
(Pérez y Borredà, 2008; Pérez y Arasa, 2010), o parcialmente en
el territorio de Sagunt (García et al., 2006) y en el territorio de
Edeta para época ibérica (Bonet y Mata, 2001; Mata y Bonet,
2002; Bonet et al., 2008; Mata et al., 2010).
Como se ha indicado más arriba, sí existen estudios de poblamiento centrados en determinadas comarcas o términos municipales, pero éstos mayoritariamente no incluyen un verdadero análisis sobre la tipología de los asentamientos y la evolución
de la ocupación de territorio, sino que más bien son catálogos de
yacimientos arqueológicos u obras de difusión sobre diferentes
aspectos de la cultura romana (Alapont y Pitarch, 2010; Alapont
et al., 2014; VV.AA., 2015). Únicamente en una publicación
muy reciente se ha hecho una primera aproximación muy básica
a los patrones de asentamiento y su evolución histórica en la
comarca de l’Horta Sud (Orengo, 2016).
El desarrollo de numerosas intervenciones arqueológicas de
la mano del incremento de la actividad urbanística reciente, ha
permitido la publicación de trabajos en detalle sobre yacimientos concretos (Hortelano, 2007; Alapont, 2008; García-Gelabert
y Talavera, 2009; Jiménez y Burriel, 2011; Verdasco et al.,
2013; Ferrer, 2013), aunque la mayoría de las intervenciones
desgraciadamente permanecen inéditas.
Formando parte de la problemática, la Carta Arqueológica
de la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana disponible on-line es deficiente. La información incompleta de
las fichas o la falta de algunas de ellas, junto con la dificultad
de consulta digital de los informes y memorias de excavación,
obstaculizan más si cabe la realización de este tipo de trabajos,
siendo éste uno de los asuntos prioritarios a resolver por parte de
la administración con el fin de impulsar la investigación.
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II
Marco geográfico
El territorio analizado en este trabajo es muy amplio. Incluye
135 términos municipales, mayoritariamente territorios situados en la provincia de València, incluyendo las comarcas de El
Camp de Morvedre, Camp de Túria, València, Horta Nord, Oest
y Sud, Foia de Bunyol, Ribera Baixa, Ribera Alta y La Costera
(figura 1).
II.1. TOPOGRAFÍA
Desde una visión de conjunto, este territorio es la zona de contacto y el final de dos grandes cordilleras: la Ibérica por el norte
y la Bética por el sur. Ambas separan la estrecha franja litoral de
dos grandes unidades interiores: la Depresión del Ebro y la Submeseta Meridional, que se adentra en territorio valenciano mediante la Meseta de Requena. El contacto entre las dos cordilleras se produce al sur del río Xúquer, en la falla sur-valenciana.
Figura 1. Imagen general del área de estudio.
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Dentro de este marco regional, el área de estudio se podría
dividir en 3 unidades básicas: el sector ibérico, la depresión central y el sector bético-meridional.
Al norte, en el sector ibérico, se hallan las sierras de la Calderona y de Espadà, aunque ésta última queda mayoritariamente
fuera del área de estudio.
En el centro, se encuentra tanto la depresión litoral como
las montañas que la rodean: la Serranía del Túria al noroeste, la
Sierra de Las Cabrillas al oeste, el Macizo del Caroig al suroeste
y la Serra de Corbera y el Mondúver por el sur.
En lo que respecta a la parte del sector bético-meridional,
hay una sucesión de sierras y valles paralelos con orientación
suroeste-noreste. De norte a sur se escalona el valle de Xàtiva y
de Montesa por donde discurre el río Cànyoles -que desemboca
en el Albaida- y también el Barranc de Barxeta, que drena la
parte oriental del valle. Este valle está cerrado al norte por la
Serra Plana y al sur por la Serra Grossa. En los otros dos extremos (noroeste y sureste) el valle está abierto, lo que ha servido
históricamente para comunicar la depresión valenciana con la
Meseta castellana.
II.2. HIDROGRAFÍA Y
EVOLUCIÓN GEOMORFOLÓGICA
El territorio cuenta con una amplia red hidrográfica que ha tenido un papel esencial en el desarrollo económico e histórico de la
zona. Además, algunos de sus elementos han actuado y actúan
como auténticos vertebradores del territorio o como límites territoriales (que no fronteras), tratándose de un referente claro
en el imaginario histórico local. Por ejemplo, el río Xúquer, fue
límite de Conventus en época romana entre el Conventus Tarraconensis y el Cartaginensis, también durante la época foral y
fue límite entre la Gobernación de València y la de Xàtiva hasta
el decreto de Nova Planta de 1707.
Los principales ríos del territorio son el Palància, Túria, Xúquer, Magre, Albaida y Canyoles, aunque de éstos, los más relevantes histórica e hidrológicamente son el Túria y el Xúquer.
El Xúquer nace en los Montes Universales (Cuenca) y,
después de recorrer la Serranía de Cuenca y parte de Castilla
la Mancha, entra en la Ribera del Xúquer por la Sierra del Caroig. En esta zona, la cuenca baja, presenta el mayor caudal y
se abre a la amplia llanura aluvial, donde el caudal disminuye
a medida que el río avanza por las tierras de regadío. En este
tramo, recibe las aportaciones de los ríos Magre y Albaida y
describe un recorrido sinuoso con meandros, situándose en cotas más altas que las tierras contiguas, lo que dificulta el drenaje durante las crecidas, que suelen tener lugar en otoño debido
a las lluvias torrenciales. Siempre dentro del área de estudio,
los afluentes del Xúquer son el Magre, el Sellent, el Albaida
y el Cànyoles, de los cuales el Magre es el más relevante para
nuestro trabajo.
El Túria nace en la provincia de Teruel y desemboca al sur
de la ciudad de Valencia. En nuestra zona de estudio, su recorrido se sigue desde la comarca del Camp de Túria, cerca de Vilamarxant, hasta su desembocadura. Es un río de caudal variable,
caracterizado históricamente por sus fuertes crecidas que han
afectado profundamente a las poblaciones cercanas a su recorrido. Atraviesa la zona montañosa de La Serranía con un curso de
escasa sinuosidad y un amplio lecho que recibe varias ramblas
por ambas orillas. Cuando entra a la comarca de l’Horta, el relieve desciende suavemente de oeste a este, desde los 300 a los
50 msnm, en una llanura casi horizontal. Esta llanura, creada en
gran parte por los ríos Turia y Xúquer, es una zona deprimida,
cerrada al oeste por las montañas ibéricas y al sur por las béticas
(Carmona, 1982: 42).
Respecto a los barrancos, aunque en el área de estudio son
numerosos, podríamos decir que los más destacados son dos: el
Barranc de Torrent y el del Carraixet.
El litoral del área de estudio, y en general todo el litoral valenciano, se ha caracterizado históricamente por el predominio
de zonas de humedal y lagunas, ahora afectadas por desecaciones agrícolas y procesos urbanísticos e industriales.
La Albufera, en cuya formación los ríos Turia y Xúquer han
tenido un papel determinante, es la laguna más extensa de todo
el País Valenciano. Separada del mar por una restinga litoral,
tiene un área de 2.800 hectáreas y en ella afluyen directamente
los barrancos de Torrent y de Picassent además de numerosas
acequias de la red de regadío. Afectada en su extensión por las
trasformaciones agrarias que han conllevado aportación de tierras y desecaciones, su extensión histórica se ha visto reducida
drásticamente en las últimas centurias, sobre todo desde el siglo
XIX con la generalización del cultivo del arroz.
II.3. GEOMORFOLOGÍA Y
EVOLUCIÓN GEOMORFOLÓGICA
Este apartado se basa en los trabajos realizados por el equipo de
Pilar Carmona (Universitat de València), que han caracterizado
la secuencia estratigráfica del Holoceno Tardío de las llanuras
de los ríos Túria y Xúquer y de la Albufera de Valencia (Carmona, 1999; Carmona et al., 1994; Ruiz, 2002; Ruiz y Carmona,
2005; Carmona y Ruiz, 2011).
La llanura aluvial costera de Valencia muestra un gran dinamismo geomorfológico a escala milenaria y centenaria con
implicaciones obvias para la geomorfología, geoarqueología y
los patrones de asentamiento. Está compuesta por varios niveles
de abanicos aluviales del Pleistoceno y del Holoceno y por llanuras depositadas a lo largo de un eje tectónico subsistente (de
orientación NNE-SSE). La línea de costa está regularizada por
las por las corrientes marinas del norte y marcada por una barrera de arena y por los ambientes lagunares de barrera trasera:
tanto la llanura aluvial costera de los ríos Túria y Xúquer, como
la laguna y barrera de la Albufera de Valencia son los elementos
morfológicos más característicos y extensos del Golfo de Valencia (Carmona y Pérez, 2011).
El paisaje actual es fruto de una evolución morfológica muy
reciente en la que tuvo lugar la acreción deltaica y la progradación de los llanos de inundación (Ruiz y Carmona, 2005) y en
la cual el espacio de formación más reciente es la restinga que
conforma la línea de costa actual.
Los estudios de P. Carmona han permitido determinar que
la línea de costa de la máxima transgresión Holocena (55505350 cal. BC) se situaba a lo largo del relieve montañoso en
el área bética. En lo que respecta a la Albufera, en esta misma
fase se formó un ambiente de laguna mucho más extenso que
el actual, separado del mar por una barrera estrecha y permeable que permitía el ingreso de agua marina al interior de la
laguna (Carmona y Pérez, 2011: 63). Esta paleolaguna cubrió
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una amplia zona costera entre los ríos Xúquer y Túria de hasta 10 km de anchura de Este a Oeste, extendiéndose además
hacia el sur y el cubriendo unos 60 km de longitud, y estaba
apenas cerrada por estrechas barreras paralelas a la costa (Carmona y Pérez, 2011).
Alrededor del 4960-4730 cal. a.C., un canal deltaico del río Xúquer (la Llonga) desembocaba en la paleolaguna y alrededor del
2380-2360 cal. a.C. otro canal deltaico del Xúquer (els Allargats)
se formó sobre el humedal del sur (Carmona y Pérez, 2011:63).
A finales del segundo milenio e inicios del primero antes de
nuestra era, la paleolaguna se fue estrechando y fragmentando en las zonas en que recibía los aportes sedimentarios de los
grandes ríos de la zona, principalmente en las áreas deltaicas
del Xúquer y Túria, pero también del Carraixet y del Palància
(Carmona y Pérez, 2011). Las dataciones de C14 realizadas en
sondeos en la llanura deltaica Xúquer-Túria corroboran que
para esta época era un espacio lagunar salobre con conexión
marina, en el que se acumulaban sedimentos de ambos ríos que
tenían múltiples desembocaduras (Ruiz y Carmona, 1999; Ruiz,
2002; Ruiz y Carmona, 2005). Estos factores dificultaron el establecimiento permanente de núcleos litorales y/o costeros durante el Bronce Final.
Para la fase del Bronce tardío (siglos X-VIII a.C.) - Hierro antiguo (finales del siglo VIII-VI a.C.), para toda la llanura
de Valencia en general, los asentamientos con actividades comerciales y portuarias ubicados en zonas fluviales y costeras se
tuvieron que adaptar a las condiciones físicas cambiantes después de la transgresión marina postglacial. En este momento las
llanuras deltaicas de los ríos Xúquer y Túria abrigaron extensas lagunas y los asentamientos se ubicaron en promontorios
y terrazas fluviales pleistocenas cerca de vías de comunicación
(Pérez et al., 2011). En esta fase, algunos ríos y barrancos se
establecieron como corredores territoriales entre la costa y el
interior. El Xúquer se abría a la incipiente llanura aluvial constituida por marjales discurriendo hacia el mar en dos brazos:
uno al de Cullera que desembocaba en el mar y otro al norte
de Cullera que desembocaba en la laguna. El río Magro, cuyo
valle constituye una vía de penetración natural hacia el interior
del territorio valenciano, era la alternativa viaria al intransitable
cañón del Xúquer que se desarrolla aguas arriba. También el
Barranc del Carraixet se estableció como ruta de comunicación
interior-costa junto con el valle del Túria, que desembocaba en
la actual laguna de L’Albufera (Carmona y Pérez, 2011).
Desde la fase de colonización fenicia y griega (siglos VIIIVI a.C.), las riberas fluviales se ocuparon para aprovechar la
facilidad de comunicación con los valles del interior (Carmona
y Pérez, 2011) mientras la gran laguna se empezaba a dividir
en diferentes unidades debido a los aportes sedimentarios: los
aportes sedimentarios del Barranc del Carraixet crearon dos
áreas lacunares: una en la zona de la actual Marjal del Moro; y
otra, de menor extensión al sureste de la actual ciudad de Valencia (Carmona y Ruiz, 2003). Entre ambos espacios, la pequeña
llanura aluvial del Carraixet permitía el paso en seco hacia el
interior. La existencia de una zona de fondeo frente a las actuales playas de Cabanyal y Malvarrosa confirma esta vía de
penetración (Mata y Burriel, (2001).
Para este período, aunque el Túria desembocaba en el extremo norte de L’Albufera (Carmona y Ruiz, 1999), la ausencia
de materiales hace pensar que la vía de penetración L’AlbuferaTúria no estaba activa en los inicios del Hierro Antiguo.
Al sur la referencia topográfica y visual del estuario de Xúquer para la navegación de costa, era el promontorio de Cullera.
Materiales submarinos (Aranegui, 1980) prueban la entrada de
productos de importación hacia el valle del Xúquer y de ahí,
por tierra, hacia el valle del Canyoles (La Solana del Castell de
Xàtiva), marcando un camino de intercambio hacia la meseta
(Pérez, 2006; Pérez y Borredá, 2008; Rodríguez y Pérez, 2005;
Rodríguez, 2008).
Durante el período Ibérico (siglos VI-II a.C.) y romano
(siglos II a.C.-III d.C.), el cambio en el modelo productivo
(cada vez más orientado al excedente de producción para la
exportación) y la considerable expansión de la tierra cultivada, aceleraron los procesos erosivos en las cuencas fluviales aumentando la carga sedimentaria de los ríos durante los
episodios de inundación de manera que muchos asentamientos cercanos a los ríos fueron enterrados gradualmente por la
sedimentación fluvial. También se formaron canales fluviales
navegables y las llanuras de inundación, procesos bien documentados en los registros geoarqueológicos de los ríos Túria
y Xúquer de los cuales uno de los más completos es el del río
Turia en la ciudad de Valencia (Carmona et al., 1990; Carmona
et al. 1994; Carmona y Ruiz, 2011). Además, durante la época
imperial romana se consolidaron las llanuras de inundación,
permitiendo la colonización agrícola de las zonas costeras deltaicas (Carmona y Pérez, 2011).
En cuanto a L’Albufera, en su parte más septentrional continuaba abierto un gran paso a un estuario interior en donde desembocaba un brazo del Túria, navegable hasta la ubicación de
la posterior ciudad romana de Valentia (Carmona y Ruiz, 1999;
Carmona y Grau, 2009; Carmona y Pérez, 2011; Ribera, 2007).
En este período (siglos V-III a.C.) la laguna tenía unos 250 km²
de superficie y una restinga de 27 km y estaba comunicada con
el mar por dos bocas: una a la altura de La Punta en conexión
con el estuario del Túria, y otra entre El Perelló y Marenys (Carmona y Ruiz, 2003; Ruiz y Carmona, 2005).
Durante la fase romana tuvo lugar un proceso de agradación aluvial progresiva, de manera que para todo el período (700
años), la sedimentación overbank alcanza 1,3 m de espesor en
las secciones más cercanas al cauce del río Turia. Esta fase corresponde a una formación progresiva de dique, que cubre y sepulta la terraza holocena y forma las márgenes aluviales del río
Turia (Ruiz y Carmona, 1999; Carmona y Ruiz, 2011).
En lo que se refiere a las características del litoral en la zona
del Palancia hay algunos datos disponibles gracias a los estudios
del puerto del Grau Vell. Este núcleo portuario dependiente de
Arse se instaló, a finales del s. VI a.C., sobre una barrera que aislaba de la influencia marina una laguna de agua dulce de 2 m de
profundidad alimentada por el acuífero del río Palància (Aranegui et al., 2005). Los hallazgos arqueológicos indican que esta
laguna también pudo haber protegido un puerto lagunar interno
en el período Ibérico Pleno (de Juan, 2003).
En todo el territorio, tanto la formación de los ríos como
las altas las tasas de flujo de sedimentos deben considerarse
como el resultado de la combinación de factores naturales y
antrópicos. La sedimentación documentada en los registros
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geoarqueológicos de épocas ibérica y romana debe relacionarse con el impacto humano en el medio ambiente, pues en
este período una gran cantidad de asentamientos se instalaron
en toda la zona litoral. Los estudios antracológicos también
muestran la introducción progresiva de cultivos para exportación (Pérez Jordá et al., 2000; Grau, 2002) y la expansión de
cultivos en áreas de secano y en laderas de montañas mediante
el aterrazamiento. Toda esta actividad agrícola fue paralela a
la progresiva deforestación y degradación de la cubierta forestal relacionada también con el uso creciente de madera para
diferentes usos (hornos de combustión en cerámica, termas y
construcciones urbanas) reflejados en los estudios antracológicos (Grau, 2002).
Durante el período andalusí tuvieron lugar cambios importantes en la geomorfología debidos en gran parte al impacto antrópico. Alrededor del siglo XI d.C. se inició un cambio en la
morfología del canal del Túria, que gradualmente se convirtió
en un río poco profundo sobrecargado de sedimentos. Debido a
este proceso, experimentó numerosos desbordamientos y dejó
de ser navegable (Ruiz y Carmona, 1999). Finalmente, en una
fecha todavía por determinar que algunos investigadores sitúan
en la segunda mitad del siglo XIV (Ruiz y Carmona, 1999: 251),
una riada cambió su trazado pasando de desembocar en la Albufera a hacerlo directamente en el mar, lo que tuvo un gran
impacto en las dinámicas generales del territorio.
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III
Metodología: técnicas y materiales de trabajo
La concepción del territorio como elemento histórico y en constante transformación determina la metodología de estudio. Al entenderse como un conjunto integrado por elementos de diversa
índole y de diferentes épocas, requiere una aproximación diacrónica para comprender su dinámica de cambio (Palet, 1997: 32),
de manera que el análisis puede mejorar el conocimiento de las
diversas partes que lo integran.
El punto de partida de este trabajo es el paisaje actual, a
partir del cual se realiza un estudio regresivo. Para integrar,
contextualizar y explicar los restos arqueológicos de una zona
determinada, debemos partir de una escala territorial amplia (en
nuestro caso regional) y no a la inversa. Además, la metodología
debe adecuarse a las características del territorio y al paisaje
cultural estudiado.
La realidad de nuestra zona de estudio, profundamente
transformada a nivel agrícola y urbano desde época moderna,
pero sobre todo durante los últimos decenios, ha hecho necesaria la aplicación de una metodología que integra diferentes
disciplinas para paliar la complejidad del análisis y garantizar la
fiabilidad de los resultados.
La intensa actividad urbanística en el territorio circundante
a la capital, València, así como en las comarcas de su área metropolitana (L’Horta Sud, Nord y Oest) ha conllevado la desaparición de numerosos elementos del paisaje histórico, así como
la ocultación o destrucción de yacimientos arqueológicos o bien
un conocimiento deficiente de los mismos.
No menos espectaculares han sido las transformaciones
agrícolas sobre el paisaje agrario tradicional. El cambio de los
cultivos históricos de secano (cereal, viña y olivo) a los de regadío, iniciado a finales del siglo XIX, pero cuyo gran impulso
se dio entre las décadas de 1950 y 60, ha ido acompañado de
importantes alteraciones topográficas mediante la creación artificial de terrazas, con aportaciones de tierra o vaciado de parcelas, para facilitar la instalación de las estructuras modernas
de irrigación. Además, actualmente el territorio está inmerso
en una nueva transformación agraria mediante la sustitución
del monocultivo de la naranja por el monocultivo de otro árbol
frutal, el caqui, cuyo método de riego por goteo provoca nuevas alteraciones, así como el abandono de las estructuras del
regadío tradicional.
En respuesta a estas problemáticas, el análisis arqueomorfológico ha sido una herramienta clave, pues ha permitido la
caracterización de las diferentes estructuraciones territoriales
históricas. Para llevarlo a cabo ha sido necesaria la creación de
una amplia base documental que permitiese la restitución de algunas áreas históricas profundamente transformadas. La gran
disponibilidad fuentes de información, como la cartografía histórica y las fotografías aéreas de mediados del siglo XX, ha hecho posible identificar y registrar elementos históricos como la
red viaria o los parcelarios agrícolas, entre otros. Respecto a la
cartografía histórica anterior al siglo XX, la cobertura desigual
de las diferentes zonas ha marcado diferencias en la aplicación
y desarrollo de los análisis. Por ejemplo, la información disponible para las áreas próximas a las grandes ciudades históricas
como Sagunt o València, es más completa que para el resto. En
contraposición, los mapas, planos y croquis relacionados con la
construcción de infraestructuras (viarias y de irrigación) en épocas moderna y contemporánea, han permitido la documentación
de zonas relativamente alejadas de las ciudades.
En lo que respecta a la caracterización de elementos desaparecidos y áreas fuertemente alteradas, el análisis de la documentación escrita es también de gran utilidad. Los documentos,
aunque de índole y cronología muy diversas, pueden reflejar la
configuración antrópica del paisaje siendo además una herramienta de datación relativa para los elementos identificados.
Otra problemática son las deficiencias en el registro arqueológico. El Inventario de Yacimientos Arqueológicos on-line de
la Generalitat Valenciana presenta falta de fichas, obsolescencia
de la información, imprecisiones cronológicas y tipológicas,
así como errores en la ubicación de algunos yacimientos. Estos defectos de forma y contenido han hecho necesaria la realización de prospecciones arqueológicas en determinadas zonas
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para completar la información y mejorar la investigación. Lamentablemente algunos de los puntos de interés actualmente se
encuentran en mal estado de conservación o destruidos, con lo
que la comprobación sobre el terreno se hace parcialmente inviable, habiéndose perdido en numerosos casos la oportunidad
de documentar el yacimiento o el elemento patrimonial en cuestión. Así que, junto a los datos del Inventario de Yacimientos
Arqueológicos de la Generalitat Valenciana y las prospecciones
realizadas por nuestro equipo, se ha incorporado al análisis la
información de diversas publicaciones científicas y de difusión,
así como de documentos técnicos (PGOU y Catálogos municipales de bienes y espacios protegidos). La consulta de informes
y memorias de excavación arqueológica ha sido también complicada puesto que, a diferencia de otras comunidades autónomas donde se permite la consulta on-line de estos documentos,
en el País Valenciano ésta debe hacerse de manera presencial, lo
que dificulta y ralentiza la investigación.
Finalmente queremos referirnos a la problemática derivada de las características físicas del territorio. Los procesos
geomorfológicos de una llanura aluvial mediterránea, como la
erosión y la sedimentación a los que nos hemos referido en el
capítulo 2, pueden haber destruido u ocultado restos arqueológicos. Estas dinámicas deben tenerse en cuenta pues de lo contrario los resultados de la investigación podrían verse afectados
y su fiabilidad se pondría en entredicho. De un lado, se corre
el peligro de trasladar las características actuales del territorio
al pasado y de otro, el registro de los elementos históricos del
territorio sería deficiente, pudiendo cometerse errores en la adscripción cultural o cronológica de los mismos.
Para evitar los inconvenientes derivados de esta problemática se han integrado los resultados de los trabajos de diversas
disciplinas paleoambientales. Los análisis geormofológicos del
equipo de P. Carmona (Universitat de València) en la llanura
de València han permitido correlacionar sus resultados con los
datos de nuestro análisis. Por el contrario, respecto a los análisis
sedimentológicos, si bien en la década de 1980 hubo un gran
impulso en esta disciplina liderada por M.P. Fumanal (Universitat de València), no ha tenido continuidad.
En el marco del proyecto VaLandPro se han realizado dos
sondeos en zonas de marjal (todavía en fase de estudio) a partir
de los cuales, y mediante análisis palinológicos y geomorfológicos, se está caracterizando el impacto antrópico en el litoral.
Finalmente, la incorporación de la información derivada
de los estudios paleoambientales ha permitido multiplicar el
potencial del trabajo de campo mediante la selección de las
áreas idóneas, en base a las características geomorfológicas
del territorio, para la realización de prospecciones arqueológicas y arqueomorfológicas
III.1. EL ANÁLISIS ARQUEOMORFOLÓGICO
La arqueomorfología es la restitución, definición y lectura arqueológica de las diversas trazas que forman la morfología histórica del territorio, en la medida en que éstas son huellas de la
actividad humana en el paisaje (Palet, 1997: 28).
El objetivo de esta disciplina es el análisis de las macroestructuras antrópicas del paisaje para caracterizar la estructuración del territorio y su evolución diacrónica. Esta lectura
histórica de los sistemas de estructuración territorial permite
identificar secuencias y establecer cronologías relativas, mediante la caracterización morfológica de los elementos que las
componen (Palet, 1997: 32). En esta lectura es necesario interpretar la información contenida en las formas de paisaje (Chouquer y Favory, 1991: 222) pues las líneas o las trazas del paisaje actual pueden ser la herencia de una morfología del pasado
(Chouquer y Favory, 1991: 209).
Un aspecto a tener en cuenta en este tipo de análisis es su
complejidad debida a las limitaciones que presenta. En primer
lugar, por la parcialidad del registro, pues la arqueomorfología
analiza el paisaje moderno y, por lo tanto, solamente se pueden
identificar las estructuras que han permanecido en uso. Y en segundo lugar por la dificultad a la hora de adscribir cronologías
concretas para los sistemas morfológicos estudiados (Austin,
1985: 203; Palet, 1997: 28). Por eso y para contrarrestar estos
inconvenientes, la incorporación de datos arqueológicos, históricos y paleoambientales es esencial.
Es importante documentar todas las trazas presentes en el
paisaje actual pues, después de adscribirlas a una morfología
concreta, las imbricaciones entre ellas permitirán identificar secuencias de cronología relativa. La documentación de
procesos de borrado o captación permitirá individualizar las
diferentes fases en la configuración del paisaje. En el borrado, se identifica la desaparición de antiguos sistemas debida
a la implantación de otros más modernos, mientras que en la
captación se documenta la transformación de trazas antiguas,
aún activas, que son adaptadas al nuevo sistema morfológico
(Orengo y Palet, 2010: 161).
El foco del análisis arqueomorfológico se sitúa principalmente sobre la red viaria, en tanto que es el elemento estructurador del territorio por excelencia y su análisis ayuda a definir
las diferentes fases formativas en la configuración del paisaje
cultural. En el caso valenciano, la red de sistemas de regadío
histórico también constituye una de las macroestructuras determinantes en la morfología del paisaje. Además, el análisis de
estructuras agrarias como el parcelario, reviste especial importancia para caracterizar la ordenación territorial.
Antes de iniciar el análisis arqueomorfológico es necesario
elaborar una amplia base documental y de datos para incorporar
las fuentes utilizadas en el proyecto. Ésta debe incluir fotografías aéreas, cartografía, un Modelo Digital del Terreno (MDT),
datos arqueológicos, datos procedentes del análisis de la documentación histórica y datos derivados de los estudios de otras
disciplinas como las paleoambientales (geomorfología, sedimentología, palinología).
III.1.1. Fotointerpretación y cartointerpretación
El trabajo de análisis arqueomorfológico se ha realizado mediante el uso de Sistemas de Información Geográfica (SIG).
Actualmente este tipo de programas son imprescindibles en la
realización de trabajos en arqueología del paisaje debido al gran
abanico de ventajas que ofrecen. Proporcionan un espacio de
trabajo en el que la información necesaria para el análisis arqueomorfológico puede ser incluida y estudiada en un entorno
multicapa y multiescala integrando los datos procedentes de diferentes disciplinas, aportando versatilidad en el trabajo y una
alta fiabilidad en los resultados. También permiten un fácil manejo de los datos, una excelente presentación gráfica y una gran
precisión espacial (Orengo y Palet, 2010: 162).
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Tabla 1. Fotografía aérea utilizada en el proyecto SIG.
Nombre
Realizado por
Proporcionado por
Fecha
Escala
Tipo
Vuelo americano
Serie A
Army Map Service- USA
ICV
1945-1946
1:43.000
Visualizador Fototeca
Valenciana del ICV/Imagen
Vuelo americano
Serie B
Army Map Service-USA,
Servicio Geográfico del
Ejército (SGE), Instituto
Geográfico Nacional
(IGN)
Cartoteca de la
Facultat de Geografia i
Història-Universitat de
València
1956-1957
1:32.000
Imagen
Vuelo
fotogramétrico
de la costa
de Valencia y
Castellón
Generalitat ValencianaIGN
ICV
1987-1988
Ortofotografía
de la Comunitat
Valenciana
ICV
ICV
2012
Para el desarrollo de nuestro trabajo hemos utilizado el programa ArcGIS 10, del cual el ICAC dispone de varias licencias,
y el open source QGIS.
Como se ha dicho, antes de realizar el análisis arqueomorfológico, es necesario elaborar una amplia base documental cartográfica y de fotografías aéreas (tabla 1) que permita el registro
de los elementos presentes en el paisaje objeto de estudio con la
máxima fiabilidad posible. Para ello hemos recurrido a diversas
instituciones públicas que nos han proporcionado la documentación solicitada ya sea en formato digital y georreferenciadas,
o como imágenes que hemos tenido que procesar a la hora de
incluirlas en el SIG.
El uso de fotogramas aéreos antiguos y de cartografía histórica ha sido imprescindible para llevar a cabo el registro de
trazas, vías, acequias, tipo de cultivos, relieve y otros elementos históricos del paisaje actualmente desaparecidos. En este
sentido los fotogramas del vuelo americano Serie B (19561957) (figura 2), han sido especialmente interesantes por la
relativa facilidad a la hora de conseguirlos y porque reflejan un
momento en que los cambios más profundos en el paisaje eran
todavía incipientes.
Asimismo, aunque su escala es equivalente a 1:33,000 en el
nadir, su escaneado a alta resolución produce imágenes de gran
calidad. También los fotogramas del vuelo americano de 194546 (figura 8) son interesantes, aunque más difíciles de conseguir.
Puesto que no existen grandes diferencias entre el paisaje
valenciano de mediados de 1940 y el de mediados de 1950 se
ha optado por utilizar la Serie B, aunque puntualmente hemos
consultado algunos fotogramas de la Serie A mediante el visualizador de la Fototeca Valenciana del ICV, disponible on-line en
la web de dicha institución.
Cuando se utiliza este tipo de documentación, hay que
tener en cuenta que puede presentar distorsiones, en el caso
de la fotografía aérea debido a la curvatura de la lente de la
cámara y en la cartografía histórica debido a errores en la geometría. Por tanto, los fotogramas antiguos deben ser incorporados al proyecto mediante un proceso de ortorrectificación
que elimine dichos errores convirtiéndolos en ortofotografías.
Imagen
1:5.000
Imagen
Figura 2. Fotograma 8082. Se observa parte de la ciudad de
Valencia. Vuelo Americano Serie B (1956-1957).
En nuestro proyecto, los fotogramas aéreos históricos han sido
integrados mediante técnicas fotogramétricas digitales desarrolladas con el programa Agisoft PhotoScan (figura 3). Para
cada fotograma varios puntos de control (varios centenares
en total) obtenidos a partir de ortofotografías de alta resolución actuales proporcionadas por el ICV han sido utilizados.
Estos puntos de control, al estar referenciados en el sistema
de proyección ETRS 89, han permitido la georeferenciación
de las ortoimágenes generadas. Los resultados del proceso de
rectificación proporcionaron imágenes de gran resolución con
valores RMSE inferiores a 3 metros.
Para la cartografía histórica geométrica (figuras 4, 5 y 6), la
rectificación y la georreferenciación se han conseguido mediante el uso de puntos de control derivados de la cartografía digital
más moderna y de las ortofotografías de alta resolución propor17
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Figura 3. Proceso de
ortorrectificación y
georeferenciación de
las fotografías aéreas
siguiendo procedimientos de
triangulación en bloque en
Agisoft PhotoScan.
Figura 4. “Plan demonstrativo que contiene las tres direcciones del camino que va de la ciudad de Valencia à la de Denia” (1775). Centro
Geográfico del Ejército.
cionadas por el Institut Cartogràfic Valencià (ICV) y el Centro
Nacional de Información Geográfica (CNIG) (tabla 2). Cada
mapa se ha integrado en el proyecto SIG mediante la identificación de puntos de control (edificios, cruces de caminos, etc.)
coincidentes en la cartografía histórica y en la fotografía aérea
actual, para obtener la mayor precisión espacial posible, lo que
permitirá posteriormente restituir los elementos presentes en la
documentación cartográfica histórica.
Una vez corregidos y georreferenciados los fotogramas
aéreos y la cartografía histórica e incorporados en el proyecto SIG como elementos ráster, es decir, imágenes, el siguiente
paso es llevar a cabo el vaciado de los datos de interés que éstos contienen.
El trabajo de carto y fotointerpretación consiste en la creación de una capa vectorial en la que se incluyen los elementos
que caracterizan la estructuración territorial y la morfología agraria: red viaria principal, sistemas de regadío, estructuras agrarias,
límites de parcela y de término municipal, etc. (figura 8).
Esta capa vectorial permite registrar individualmente cada
traza dentro de cada una de las categorías (red viaria, sistemas
de regadío, etc.) y asociarla a una base de datos en la que se registra toda la información de la traza: nombre, documento en el
que se ha identificado, morfología, etc. En un estadio posterior
este trabajo permitirá, además, representar los diferentes sistemas de estructuración del paisaje en capas separadas de manera
que, entre otras aplicaciones, se podrá generar cartografía específica para cada morfología.
III.1.2. El análisis arqueomorfológico de la red viaria
La red viaria es el elemento estructurador del territorio por excelencia. Por eso la comprensión de su estructura y evolución,
en tanto que producto cultural, es fundamental para llevar a
cabo cualquier análisis territorial (Palet, 1997: 29).
Desde que E. Vion planteó, a finales de la década de 1980,
que era necesario abordar el estudio de la red viaria desde un
enfoque diacrónico, donde el “todo” prevalece sobre las par-
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Figura 6. Mapa Topográfico Nacional 1:50.000. Hoja 722-Valencia
(1944). IGN-CNIG.
Figura 5. Plano de Valencia y sus alrededores (1883).
Tabla 2. Material cartográfico utilizado en el proyecto SIG.
Nombre
Realizado por
Proporcionado por
Fecha
Escala
Tipo
Planos geométricos
geográficos
por términos
municipales
(Minutas
Municipales)
Instituto Geográfico y
Estadístico (IGE)
IGN/CNIG
Desde 1900
1:25.000
Imagen
Instituto Geográfico y
Catastral (IGC)
IGN/CNIG
1943-1951
1:50.000
Imagen
Instituto Geográfico
Nacional (IGN)
IGN/CNIG
2010
1:25.000
Imagen
Instituto Geográfico
Nacional (IGN)
IGN/CNIG
2010
1:50.000
Imagen
Ministerio de Hacienda
y Administraciones
Públicas
Ministerio de Hacienda
y Administraciones
Públicas
2003
WMS/Vectorial
Siglos
XVIII-XX
Imagen
Mapa Topográfico
Nacional
Cartografía
Catastral
Centro Geográfico del
Ejército
Mapas y planos
históricos
Archivo General Militar
de Madrid
Archivo de Simancas
Biblioteca Nacional
IGN
tes (Vion, 1989: 69), esta aproximación metodológica ha sido
una constante en los trabajos arqueomorfológicos (Palet, 1997:
199; Brigand, 2010; Flórez, 2010; Orengo y Palet, 2010; Palet y
Orengo, 2011; Garcia, 2013, Mateazzi, 2013a). En los trabajos
herederos de la metodología propuesta por Vion, se obtiene la
representación de ejes continuos, auténticos vertebradores del
paisaje, formados por trazas que podrían haberse originado en
períodos cronológicos diferentes (Orengo y Palet, 2010: 160).
Además, esta metodología ofrece la posibilidad de realizar un
análisis regresivo que permite establecer secuencias de cronología relativa entre los diferentes componentes de la red viaria y,
en segundo lugar, permite definir un trabajo sistemático donde
cada segmento se entiende dentro del conjunto. En este tipo de
trabajos cada traza viaria se interpreta dentro de un conjunto coherente espacial y cronológicamente, con lo que la posibilidad de
cometer errores se reduce considerablemente.
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Figura 7. Base de datos asociada a la capa
vectorial “red viaria” en ArcGIS 10.2.
Figura 8. Resultado del trabajo
de carto y fotointerpretación y del vaciado
de datos vectoriales en SIG.
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Figura 9. Proceso de cartointerpretación sobre las Minutas Cartográficas
del IGE.
A la hora de abordar el análisis arqueomorfológico de la red
viaria, el primer paso es el registro de todas las trazas. Es preferible comenzar por el dibujo de las trazas viarias que estructuran
el territorio a gran escala para, en un estadio posterior, proceder
registrar las trazas más débiles, solo en las áreas que se declaren
de interés después de efectuar el estudio de la red viaria principal. Este trabajo a diversas escalas será una constante a lo largo
del análisis, pues los cambios en la perspectiva son necesarios
para la comprensión de la estructuración territorial. Es importante también diferenciar entre trazados viarios e itinerarios. Estos
últimos están formados por diversos segmentos o vías que comparten un sentido direccional común, es decir, son un haz de caminos que constituyen una ruta concreta (Chevallier, 1972: 143).
Una vez registrados los elementos que componen la red viaria principal se puede proceder a realizar su análisis.
En primer lugar se deben documentar los posibles cambios
en la morfología de las vías o procesos de desplazamiento en
los itinerarios, que reflejen la evolución del conjunto de la red
viaria y permitan establecer secuencias de cronología relativa
(Palet, 1997: 29).
Seguidamente se pueden caracterizar las morfologías de los
sistemas viarios, diferenciando entre corredores naturales -cuyo
recorrido viene definido por la realidad física del territorio (topografía, hidrografía, etc.)-, sistemas ortogonales y radioconcéntricos (figura 9).
Finalmente se lleva a cabo la lectura cronológica que permite comprender la red viaria como elemento en constante
transformación. La identificación de anomalías (desplazamientos, atracciones, desapariciones o rupturas de las trazas)
permite establecer secuencias de cronología relativa entre éstas, indicando transformaciones sucesivas. Dado que previamente cada una de las trazas ha sido adscrita a una morfología
concreta y éstas se han podido integrar en una secuencia cronológica relativa, a partir de este momento se pueden adscribir las diferentes morfologías viarias a una fase concreta en la
configuración del paisaje.
La lectura cronológica se hace en último lugar, puesto que se
pueden plantear hipótesis diversas, pero sobre todo porque una
misma traza puede adscribirse a morfologías diferentes, lo que
complica y enriquece el análisis del funcionamiento de la red
viaria (Palet, 1997: 29).
Ir más allá de las secuencias relativas y obtener una datación
absoluta de los diferentes sistemas viarios de estructuración territorial es complicado, aunque la integración de datos multidisciplinares en los resultados del análisis arqueomorfológico puede ser de gran ayuda. Por ejemplo, el estudio de los documentos
históricos en los que hay referencias a elementos viarios concretos puede aportar un marco cronológico antequem para las
estructuras que se nombran en ellos. Además, la correlación con
datos arqueológicos también puede reforzar el establecimiento
de cronologías mediante la comprobación del índice de proximidad entre yacimientos u otros elementos históricos datados,
con las vías objeto de análisis.
III.1.3. El análisis arqueomorfológico de los sistemas
de irrigación
Después de la red viaria, la macroestructura dominante en el
paisaje valenciano está constituida por los sistemas de regadío.
En la zona central de nuestra área de estudio, correspondiente en parte con las comarcas actuales de L’Horta Nord, Sud y
Oest y con el término de la capital, se halla la huerta histórica de
València (L’Horta). Ésta se identifica con el territorio regado por
los sistemas del Tribunal de les Aigües (Rovella, Favara, Mislata y Xirivella, el doblete Quart y Benàger-Faitanar, Tormos,
Rascanya y Mestalla) y la Reial Séquia de Montcada.
El vaciado de datos de los sistemas de irrigación se ha basado en los trabajos del grupo de investigación liderado por E.
Guinot y J. Torró, del Departament d’Història Medieval de la
Universitat de València. No se ha realizado un análisis arqueomorfológico en sentido estricto, tal como se ha efectuado en el
caso de la red viaria, en primer lugar, porque así lo aconsejaba
la poca disponibilidad temporal y en segundo lugar porque los
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parámetros metodológicos aplicados en los trabajos del equipo
liderado por Guinot y Torró son similares a los nuestros y los
resultados de sus trabajos de gran fiabilidad.
Dado que el área mejor y más estudiada por este grupo es
la zona enmarcada por el Barranc del Carraixet y el Barranc
de Torrent, hemos limitado el vaciado de datos de sistemas de
irrigación a esta área, donde se inserta la Huerta histórica de
València. De hecho, se trata del único sector de la llanura valenciana donde existe una gran huerta de derivación fluvial, cuya
construcción además ha podido datarse de manera fiable en
época andalusí (siglos IX-XII) (Esquilache, 2011, 2014 y 2016;
Guinot, 2008a, 2008b y 2007; Guinot y Selma, 2006).
El último trabajo que se ocupa de esta cuestión es la tesis
doctoral de F. Esquilache (Esquilache, 2016) dirigida por el Dr.
E. Guinot. Se trata de un estudio de las estructuras agrarias de
la Huerta de Valencia, cuyo objetivo principal es establecer su
origen crono-cultural y caracterizar su evolución desde el período andalusí hasta época feudal. Para ello, Esquilache ha aplicado los métodos de la Arqueología Hidráulica (Barceló, 1989
y 1999; Barceló et al., 1996) combinando la prospección y reconstrucción de los espacios hidráulicos, la interpretación morfológica para identificar las fases de construcción y el cruce de
estos datos con aquellos proporcionados por la documentación
escrita y las intervenciones arqueológicas.
En esta metodología de trabajo es esencial identificar la jerarquía entre las diferentes acequias y su función respecto a la
ordenación y regulación del riego sobre la zona. Acequias madre (principales), brazos (acequias secundarias) y derivaciones
menores o conducciones directas a cada campo regado son la
gradación más simple, aunque la distribución y reparto del agua
por los distintos canales resultan mucho más complejos (Guinot
y Selma, 2008: 108).
Uno de los aspectos más interesantes constatados por estos trabajos es el de la rigidez morfológica de los elementos
principales de los sistemas hidráulicos. Dado que el diseño de
la red de canales está determinado por la topografía del territorio, la ubicación de los núcleos de población cuyos terrenos se riegan y la proporcionalidad del agua asignada a éstos,
las líneas marcadas por los constructores del sistema para los
canales principales tienen lo que se denomina una línea de
rigidez. Es decir, el trazado original de las estructuras principales del sistema generalmente no puede modificarse o bien
su modificación es muy complicada (Guinot, 2008c: 109) y,
en consecuencia, el diseño original de los canales principales
se mantiene. Este hecho se ha observado también en el estudio
de los acueductos romanos del llano este de Barcelona, que
sufrieron modificaciones parciales durante el periodo feudal
(Orengo y Miró, 2011 y 2013).
Los trabajos de este equipo de investigadores han caracterizado el diseño primitivo de los sistemas hidráulicos de la Huerta
valenciana y han podido restituir las áreas de cultivo de regadío
del período andalusí, así como el proceso de ampliación de los
sistemas de irrigación en época feudal mediante la incorporación de nuevos brazos secundarios y canales de riego a zonas
que habían sido de secano durante el período andalusí (Esquilache, 2011, 2014 y 2016).
En nuestro análisis la integración de las estructuras principales de los sistemas de irrigación de la Huerta de Valencia era imprescindible. Primero porque, como hemos dicho,
se trata de macroestructuras agrarias que han determinado
las formas del paisaje a escala temporal histórica. Segundo,
porque una de las cuestiones más formuladas y discutidas
entorno al paisaje de la llanura valenciana es la de su origen
cultural. De las tendencias que adscribían las estructuras de
irrigación a época romana (Butzer et al., 1985; López, 1974)
e incluso las integraban en propuestas de centuriación como
ejes del sistema (Cano, 1974), recientemente se ha pasado a
considerar que no quedaba rastro de la intervención romana
en el territorio valenciano -aunque no se discute que la
hubiese- debido por un lado a un supuesto (pero no probado)
abandono de las estructuras agrarias y viarias durante época
tardoantigua y, por otro, a una profunda transformación del
paisaje en época medieval asociada a las necesidades de una
nueva lógica social (Guinot, 2007: 215). La integración de la
red viaria y los sistemas hidráulicos ha ayudado a comprender la lógica evolutiva de las formas del paisaje mediante la
identificación de las fases constructivas y su asociación a periodos históricos concretos.
Los parámetros para establecer estas fases de cronología relativa son exactamente los mismos que aquellos descritos para
la red viaria: la identificación de procesos de transformación,
ruptura o desaparición de estructuras, una vez registrado todo el
conjunto en el proyecto SIG.
Este trabajo ha permitido una mejor comprensión de la evolución de la estructuración territorial confirmando los resultados
obtenidos en el análisis arqueomorfológico de la red viaria y
completando la visión de las fases de construcción del paisaje
en la llanura próxima a la ciudad de València.
Finalmente, la integración de los resultados de los trabajos
realizados por los medievalistas ha permitido establecer cronologías antequem para las estructuras anteriores a la construcción
de los primitivos sistemas hidráulicos, cuya construcción se ha
datado entre los siglos VIII y XII (Esquilache, 2014 y 2016).
III.1.4. Arqueomorfología de los parcelarios
El estudio de la morfología parcelaria permite profundizar en
el conocimiento de las ordenaciones sucesivas del territorio. Su
análisis complementa las secuencias cronológicas establecidas
a partir de la red viaria y los sistemas de regadío, puesto que
la detección de anomalías y alineaciones del parcelario puede
indicar posibles trazados antiguos de las vías y estructuraciones
agrícolas diversas (Palet, 1997: 29).
El estudio del parcelario tiene que basarse en el análisis arqueomorfológico, permitiendo definir las ordenaciones parcelarias dominantes a partir de la lectura estratigráfica de las formas. Esto permite caracterizar estructuraciones y ocupaciones
diversas del territorio, y relacionarlas con aquellos elementos
del paisaje que pueden condicionar su morfología: topografía,
sistemas de riego, usos del suelo, etc. (Ariño et al., 1995).
En nuestro caso concreto, el análisis del parcelario se ha visto muy condicionado por las dificultades que presenta la zona
de estudio debido a la ocupación intensiva y la gran variabilidad del parcelario, pero sobre todo por el temprano avance
urbanístico en los alrededores de la capital y en algunos núcleos
del área metropolitana. Esto se traduce en algunos vacíos de
información en la documentación cartográfica y fotográfica disponible. Por ejemplo, los fotogramas aéreos de la USAF reflejan
ya un territorio periurbano ampliamente urbanizado en que el
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Figura 10.
Prospección intra-site en
el yacimiento de Mas de la
Cova de Paterna.
parcelario agrícola había desaparecido o estaba muy alterado.
Lo mismo podría decirse de la cartografía de inicios del siglo
XX (Minutas cartográficas municipales, etc).
Esta falta de información se refleja también en la cartografía
catastral. Para época moderna, a diferencia de otras áreas de la
península, no tenemos ninguna documentación de detalle derivada de la aplicación del Decreto de Nueva Planta de Felipe V.
Por el contrario en Catalunya, por ejemplo, ésta se reflejó en
el Catastro de Patiño, cuya aplicación generó un gran corpus
documental y cartográfico derivado de las “recanaciones” (mediciones mandadas realizar bien a petición de algunos pueblos o
bien por iniciativa de la Administración cuando se quería establecer un sistema de repartimiento más equitativo), dando lugar
a los llamados “cuadernos o libretas de recanación” o “catastro
real de tierras” (Camarero y Faci, 2006). En cambio, en los territorios del Reino de València se aplicó el catastro de Ensenada, operado también en las 22 provincias castellanas, que fue
la base para fijar su contribución al sostenimiento de la Corona
mediante el impuesto del Equivalente. A diferencia del caso catalán, su aplicación en el Reino de Valencia no generó ninguna
documentación planimétrica detallada que pudiera servir para el
análisis del parcelario agrícola.
Así, el catastro más antiguo del que se dispone para nuestra
área de estudio data ya de inicios del siglo XX, concretamente
de 1929, aunque existen mapas parcelarios ligeramente anteriores en las comunidades de regantes de las diferentes acequias de
la Huerta de Valencia (Esquilache, 2014).
La consecuencia de todos estos factores y la escasa disponibilidad temporal aconsejaron, después de haber realizado
búsquedas en diversos archivos históricos (Arxiu del Regne de
València y Arxiu Històric Municipal de València), dejar de lado
la consulta de documentación catastral y basar el análisis de los
parcelarios en la fotografía aérea más antigua disponible, es decir, los fotogramas de la USAF de 1956-57.
III.1.5. Otros elementos
No solamente las vías o los sistemas de regadío son determinantes en la estructuración de un territorio. Los límites administrativos o de término municipal se establecen en ocasiones
en función de elementos antrópicos que constituyen un claro
referente para las comunidades que ocupan el territorio y que
son fácilmente reconocibles. Muchos de ellos coinciden con antiguas vías de comunicación u otras estructuras y, en algunos
casos, pueden haber fosilizado un elemento antiguo actualmente desparecido (Palet, 1997: 31; Palet y Orengo, 2011: 389-391).
También es posible que algunos cursos hídricos hayan actuado, al margen de su origen natural, como elementos vertebradores del territorio, como es el caso de barrancos y/o paleocauces que han sido usados como vías de comunicación, en algunos
casos con una fuerte incidencia en el territorio y que además
pueden haber tenido un uso muy dilatado en el tiempo.
Se puede dar asimismo el caso contrario. Es decir que un
supuesto barranco sea en realidad una vía antigua, cuya erosión
causada por el uso continuado haya provocado que las aguas
circulen puntualmente por ella. Este proceso se ha documentado
también en el territorio de Tarraco donde además los topónimos
de algunos de estos barrancos coinciden con numerales latinos
(Palet y Orengo, 2011).
Por lo tanto, el estudio de estos elementos y su integración
en el análisis arqueomorfológico completa la visión proporcionada por el estudio de las vías, los sistemas de regadío y el parcelario y permite un mejor conocimiento de la evolución en la
estructuración territorial.
III.2. DATOS ARQUEOLÓGICOS
Y TRABAJO DE CAMPO
A la hora de comprobar las hipótesis desarrolladas a partir del
análisis arqueomorfológico en SIG, uno de los trabajos principales a realizar es la prospección arqueológica.
Por un lado, esta técnica permite definir las características
de las trazas documentadas: su morfología, las superposiciones
entre diferentes estructuras y evaluar las características físicas
del terreno. Por otro, permite asociar diversos elementos -como
marcadores territoriales o la dispersión cerámica de un yacimiento- con las trazas seleccionadas en el análisis arqueomorfológico. Esta relación es importante para establecer dataciones
relativas para las trazas prospectadas y descartar los elementos
modernos (Orengo y Palet, 2010: 167).
Dentro de este tipo de trabajo podemos hablar de dos aplicaciones: la prospección arqueológica en sentido tradicional y la
prospección arqueomorfológica.
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Figura 11. Prospección
intra-site en el yacimiento
de El Pla de Foios.
Figura 12. Registro de
las características de un
camino hondo.
III.2.1. Vaciado de datos arqueológicos
En primer lugar, antes de realizar el trabajo de campo deben
incorporarse al proyecto SIG todos los datos disponibles sobre
el registro arqueológico (y etnológico) de la zona que se estudia.
En nuestro proyecto, la integración de la información referente al poblamiento histórico se ha basado principalmente en
el Inventario de Yacimientos Arqueológicos y el Inventario de
Bienes Etnológicos, ambos de la Generalitat Valenciana. Los
datos de que disponemos para el País Valenciano en general,
no son fruto de un trabajo de prospección exhaustivo, sino que
mayoritariamente se derivan de la aplicación de la Ley de Patrimonio o bien de la transmisión de noticias antiguas de difícil
comprobación debido a las transformaciones sufridas por el territorio. En general, no ha existido un planteamiento interdisciplinario a la hora de analizar este territorio con el objetivo de
comprender la evolución de la ocupación del mismo.
III.2.2. Prospección arqueológica extensiva y prospección
arqueomorfológica
Los defectos en la información de los inventarios de la Generalitat y otros documentos disponibles, han hecho necesario llevar
a cabo una comprobación sobre el terreno, tanto de la situación
exacta de los yacimientos como de su extensión espacial y su
cronología. Esta comprobación se ha realizado de manera selectiva, pues la gran cantidad de yacimientos arqueológicos y otros
elementos históricos en el área de estudio (más de 2.070 ítems)
así como su gran extensión, hacían inviable una cobertura total
mediante prospecciones intensivas.
La selección de las áreas a prospectar se ha basado en los resultados del análisis arqueomorfológico en SIG, teniendo en cuenta
también la geomorfología y las características actuales del territorio en el que se encuentran los puntos seleccionados. Por ejemplo, en algunas zonas, afectadas por transformaciones agrícolas
o urbanísticas recientes, se ha descartado la prospección debido
a la desaparición del yacimiento o de cualquier otro elemento
de interés. De este modo, se ha priorizado la prospección de las
áreas en que el análisis arqueomorfológico ha permitido documentar estructuraciones territoriales anteriores a época medieval
y en las cuales había yacimientos arqueológicos de época antigua. Esto se ha traducido en la comprobación de elementos asociados a estructuraciones viarias ortogonales en zonas de llanura
aluvial costera, o bien relacionados con la gestión de los recursos
hídricos. Todos los yacimientos prospectados son de cronología
romana o presentan fases de ocupación de este período. Asimismo, la mayor parte del trabajo de campo se ha desarrollado en la
zona central del área de estudio, comprendida entre el Barranco
de El Puig (norte) y la línea marcada por los ríos Xúquer y Magre
(sur), correspondiente a priori con el territorio de Valentia.
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Figura 13. Limpieza de un perfil estratigráfico en un camino hondo.
Los trabajos han abordado simultáneamente la prospección
arqueomorfológica y la prospección arqueológica intra-site.
Las prospecciones arqueológicas extensivas intra-site han
permitido ir más allá de la capa de puntos tradicional y representar los yacimientos, siempre que ha sido posible, como áreas
de dispersión y concentración de materiales en superficie. Desgraciadamente, algunos yacimientos de la Carta Arqueológica
de la Generalitat Valenciana no han sido hallados (debido a las
profundas transformaciones urbanas y agrícolas o a una ubicación errónea), de modo que siguen siendo representados como
puntos (figuras 10 y 11).
También el inventario de los materiales recogidos durante
los trabajos ha permitido definir con más precisión la cronología
y tipología de los yacimientos, que en numerosas ocasiones no
se especifica o bien se describe de manera muy somera en las
fichas de la Generalitat y en el resto de documentos consultados.
En lo que respecta a la prospección arqueomorfológica, su
objetivo es la comprobación sobre el terreno de las hipótesis sobre las secuencias de evolución de la red viaria y otros elementos del paisaje, formuladas en base al análisis arqueomorfológico. Consiste esencialmente en la caracterización física de las
trazas viarias documentadas en SIG (figura 12) aunque también
se ha realizado, en casos concretos, limpieza y registro de perfiles estratigráficos de interés (figura 13). La lectura de las trazas
sobre el terreno permite completar los resultados del análisis arqueomorfológico, corroborar las secuencias relativas y aportar
nuevos elementos de datación (Palet, 1997: 40). El trabajo ha
consistido en la captura de puntos GPS en las zonas de interés
de cada traza prospectada. En cada punto se ha abierto una ficha
básica con los aspectos esenciales a registrar (camino hondo,
carriladas, camino en terraza, elementos relacionados con la vía,
etc.) y se han realizado fotografías generales y de detalle.
La recogida de datos se ha hecho en dos dimensiones: analógica y digital. Previamente a la salida de campo se preparó
cartografía impresa que reflejaba los resultados del trabajo arqueomorfológico en SIG (vías radiales, ortogonales y yacimientos) sobre una base cartográfica (MTN 1:25.000) y sobre las
ortofotografías del año 2012.
Figura 14. Fichas e imágenes asociadas a los puntos GPS
registrados en GISCloud en su interfaz web.
Pero lo cierto es que el trabajo de registro sobre el terreno,
se ha realizado esencialmente con un Smartphone mediante
el uso de la aplicación GisCloud y la consulta en pdf de las
fichas de los yacimientos Generalitat, vaciadas en el propio
dispositivo. En un segundo plano, por si fallaba la recogida de datos digital, se ha llevado a cabo el registro manual
de los mismos, mediante la descripción detallada en una libreta, toma de fotografías digitales con una cámara réflex
y toma de la localización de las coordenadas UTM con un
dispositivo GPS.
GisCloud permite configurar una ficha básica diseñada por
el usuario según sus necesidades, a partir de la cual se pueden
gestionar los datos recogidos en el campo mediante una plataforma on-line (figura 14). La ficha está vinculada a una localización GPS y en ella se pueden incluir fotografías del elemento
documentado además de otros campos. La información se puede exportar al proyecto en ArcGIS en formato shapefile (formato vectorial nativo de SIG), xls o csv.
La principal ventaja del uso de este tipo de aplicaciones
es la rápida recogida de datos en el campo, así como su rápida
gestión en el programa GIS que se utiliza para el proyecto,
permitiendo reducir el tiempo dedicado a la correlación de la
información del trabajo de campo con aquella derivada del
análisis en SIG.
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Figura 15. Terrain GIS: visualización de
los datos vectoriales sobre el mapa
(izquierda) y tabla de contenidos con las
diferentes capas (derecha).
Además, para la realización de la prospección se ha utilizado la aplicación para smartphone “Terrain GIS” mediante
la cual se ha visionado la cartografía y las capas vectoriales a
trabajar (vías y yacimientos) (figura 15). También se ha usado
Google Maps/Earth para el reconocimiento rápido del área en la
que nos ubicábamos en todo momento y para buscar la manera
de acceder a los lugares de interés en los casos en que los caminos históricos están literalmente cortados por las infraestructuras modernas (carreteras y vías de ferrocarril).
Los trabajos de prospección arqueológica y arqueomorfológica se llevaron a cabo durante el curso 2014-2015 en colaboración con el Departament de Prehistòria i Arqueologia de
la Universitat de València, en el marco del Máster oficial en
Arqueología. Con anterioridad al inicio de los trabajos se realizó un Seminario en arqueomorfología, que consistió en una
jornada teórica realizada por el Dr. Josep Maria Palet y por la
doctoranda Maria Jesús Ortega en la Facultat de Geografía e
Historia. Las prospecciones se organizaron en 10 jornadas de
trabajo, con equipos formados por 1 ó 2 arqueólogos y 3 alumnos del máster. Queremos agradecer especialmente el trabajo
de los doctores Emili Aura y Elena Grau, tanto por el interés
que presentaron en la propuesta como por la organización de
dichas jornadas.
III.3. ESTUDIO DE LA DOCUMENTACIÓN ESCRITA
Y DE LA CARTOGRAFÍA HISTÓRICA
III.3.1. El estudio de la documentación escrita
La incorporación del estudio de la documentación histórica a los
análisis de paisajes culturales es de gran utilidad, tal como han
puesto de manifiesto diversos trabajos (Ariño et al., 2004: 8696; Palet, 1997: 115-125), pues ésta puede reflejar la configuración antrópica del paisaje y constituye un elemento de datación
relativa para los elementos documentados.
Por ejemplo, las donaciones y ventas de tierras suelen incluir referencias a los elementos adyacentes a las propiedades
que se nombran, como caminos o acequias, y con otras pro-
piedades. También son interesantes los documentos referentes
a obra pública o divisiones de términos municipales, pues si
estos coinciden con vías, acequias u otros elementos, proporcionan dataciones antequem para las estructuras citadas y puede
hallarse en ellos información sobre la topografía o los cultivos
existentes en un período determinado, datos importantes para
restituir los cambios en el territorio.
En el ámbito de la arqueología española, la aproximación
al paisaje histórico a partir de la documentación escrita se ha
dado en escasas ocasiones (Ariño et al., 2004; Palet, 1997; Miró
y Orengo, 2010; Orengo y Miró, 2013), aunque en los estudios
históricos de la ordenación agraria medieval y moderna es una
disciplina muy utilizada (Guinot y Selma, 2008).
Para nuestra zona de estudio existe una gran cantidad de
documentación histórica susceptible de ser consultada, aunque
hemos tenido que enfrentarnos a una serie de problemáticas al
respecto. La más importante sin duda ha sido la restricción temporal que presenta nuestro programa de tesis doctoral (tres años)
que deja poco margen para el desarrollo de todas las disciplinas
necesarias en el marco de un trabajo en Arqueología del Paisaje. En consecuencia, es imprescindible priorizar las tareas a
realizar y las técnicas a aplicar en el estudio, teniendo en cuenta
factores como la potencialidad del trabajo que se va acometer, la
dificultad que éste conlleva o la inversión temporal que implica.
El mayor inconveniente que presenta la documentación histórica valenciana es que generalmente no está editada, ni digitalizada y mucho menos disponible on-line, de manera que
la consulta debe hacerse de forma presencial en los diferentes
archivos (municipales, provinciales o comarcales).
A nivel metodológico, debe llevarse a cabo el estudio regresivo de la documentación escrita, pero debido a las circunstancias expresadas anteriormente hemos tenido que orientar nuestro trabajo hacia la consulta de la documentación
producida en época moderna. La documentación generada
durante la conquista cristiana o en los momentos inmediatamente posteriores (siglo XIII) es de gran valor, ya que permite
fijar una datación antequem bajomedieval para las estructuras seleccionadas en el análisis arqueomorfológico, pero la
ausencia de fuentes editadas y/o transcritas de este momento
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Tabla 3. Listado de los fondos consultados en diversos archivos.
Archivo
Fondo
Características
Fechas
AHMV
Signatura 5001
Expedientes de obras
s. XIX-s. XX
AHMV
Gobernación. Subsección B. Policía
rural: Clase II. Rondas y caminos.
Propiedad. Deslindes y amojonamientos
AHMV
Varios en líos de Murs i Valls
Líos 1, 2, 6-8 (1675-1824)
AHMV
Varios de Murs i Valls y Fàbrica Nova
del Riu
ÑÑ. 9 (1742-1770)
AHMV
Llibres de la Fàbrica de Murs i Valls
ARV
Archivo del Real Patrimonio.
Bailía letra E
s. XVIII
ARV
Archivo del Real Patrimonio. Bailía
General e intendencia: legajos. Procesos
de la intendencia (letra P-I)
s. XVIII
ARV
Archivo de la Real Audiencia.
Escribanías de cámara
1707-1920
ARV
Real acuerdo
1707-1835
AHMV
Hacienda. Finanzas. Equivalente
1729-1836
AHMV
Padrones de riqueza
1808-1856
AHMV
Hacienda. Finanzas. Amillaramientos
s. XIX
AHMV
Hacienda. Finanzas. Contribución
territorial (rústica, urbana)
ha dificultado su consulta. En consecuencia, para este período
hemos utilizado obras publicadas como el “Llibre dels fets”
de Jaume I, el “Llibre del Repartiment del Regne de València” o las cartas pueblas cristianas. Otras obras consultadas
no reproducen los textos completos sino que incluyen regestas
de documentos que merecerían ser consultados en los archivos correspondientes (Cárcel, 1992; Cárcel y Trenchs, 1985;
Guinot, n.d.; Olmos, 1961).
El trabajo en los archivos se ha centrado en fondos concretos relacionados con la construcción o reparación de vías u otras
infraestructuras, tratando de extraer el máximo rendimiento a
esta tarea. El área territorial que se ha trabajado corresponde,
principalmente, al antiguo Terme General de la ciudad de València que englobaba, hasta el siglo XIX, los términos de diversos
municipios de los alrededores de la ciudad: una área extensa
que incluye las actuales comarcas de l’Horta Nord, Sud y Oest
y parte de La Ribera (Torres, 1998). El trabajo se ha centrado
esencialmente en dos archivos: el Arxiu Històric Municipal de
València (AHMV) y el Axiu del Regne de València (ARV). Por
diversos motivos, se ha dejado de lado el vaciado de datos referentes a estructuración parcelaria y ocupación del territorio
(actividades económicas y explotación del suelo), aunque en
algún caso se han incorporado datos sobre cultivos hallados en
documentos concretos.
Para el estudio de la red viaria, el grueso de la documentación consultada son documentos referentes a obra pública de los
siglos XVIII y XIX (tabla 3). Su interés reside en la detallada
Volúmenes consultados
1730-1917
Ll. 90 (1709-1710)
Ll. 97 (1761-1767)
Vol 1. (1707-1727)
Libros padrones
descripción que proporcionan del estado de las vías principales, dibujando un panorama general de caminos fuertemente
erosionados por el uso (caminos hondos), necesitados de profundas y urgentes reparaciones. Actualmente muchas de estas
vías se encuentran en áreas urbanas o periurbanas o bien han
sido reparadas, resultando inviable la comprobación de sus características históricas sobre el terreno. Por tanto el análisis de
la documentación histórica, que refleja su aspecto previo a las
grandes reformas modernas en infraestructuras, es un buen referente que permite caracterizar las trazas recogidas en el análisis
arqueomorfológico en SIG, y es un indicador de la antigüedad
de las mismas (Palet, 1997: 38).
Los fondos que más información han proporcionado son
aquellos relacionados con la Junta de Murs i Valls. Esta institución, creada por el rey Pere el Cerimoniós en 1358 (aunque
tiene sus antecedentes en el siglo XIII tras la conquista de Jaume I), tenía la responsabilidad de mantener en buen estado de
conservación la infraestructura urbana de València y su término.
La Junta se encargaba del mantenimiento de las fortificaciones
defensivas y la red viaria extraurbana, el saneamiento de aguas
residuales, la manutención del reloj de la Catedral y el servicio
de extinción de incendios. En el siglo XVI (1589), a raíz de
una violenta crecida del Turia, se creó la Fàbrica Nova del Riu,
cuyo cometido era contener y encauzar los desbordamientos
fluviales. A partir de este momento la Junta de Murs i Valls se
subdividió en la Fàbrica Vella de Murs i Valls y la recién creada
Fàbrica Nova del Riu. Esta institución se salvó de las reformas
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Figura 16. Ejemplo de ficha de un documento
histórico en File Maker.
llevadas a cabo en el marco del Real Decreto del 29 de junio de
1707 de Felipe V (Decret de Nova Planta), aunque a inicios del
siglo XIX se la consideraba una reliquia del pasado foral.
La cantidad ingente de documentos generados por la Junta
de Murs i Valls a lo largo de su existencia se puede encontrar en
el Arxiu Històric Municipal de València (AHMV). La tarea de
hallar en ella referencias relacionadas con los caminos es compleja, puesto que la documentación no se clasifica por asuntos
tratados sino por fecha de creación de las actas.
Los fondos consultados en este archivo han sido: Varios en
líos de Murs i Valls, Varios de Murs i Valls i Fàbrica Nova del
Riu y los Llibres de la Fàbrica de Murs i Valls. Aunque la cronología de estos conjuntos abarca desde la Edad Media hasta el
siglo XIX, nos hemos centrado en el período moderno, concretamente en los documentos producidos en el siglo XVIII.
La información reflejada en ellos ha sido de gran utilidad
para la caracterización de las vías y su identificación en la cartografía histórica, así como para su correlación con los resultados
del análisis arqueomorfológico.
Otro de los fondos más interesantes ha sido el de Policía Rural. Rondas y caminos, también del AHMV. En él se conservan
diversos expedientes relacionados con el mantenimiento de las
vías principales de la ciudad y de su término. Las visitas de los
expertos a los caminos se reflejaron en unas actas en las que se
detallaba el estado de la vía y otros elementos relacionados con
ella, para su posterior reparación, de modo que esta documentación ha permitido la caracterización de algunos ejes viarios
identificados en el análisis arqueomorfológico.
También se ha trabajado el fondo Signatura 5001 del
AHMV, donde se guardan los expedientes de los diferentes proyectos de ensanche de la ciudad de València (finales del siglo
XIX) y de otras obras como demarcación de límites municipales
o la construcción de ferrocarriles. En muchos casos los expedientes contienen planimetrías de gran interés.
Otros fondos que hemos trabajado son el del Archivo del
Real Patrimonio. Bailía letra E, el del Archivo del Real Patrimonio. Bailía General e intendencia: legajos. Procesos de la
intendencia (letra P-I) y el del Archivo de la Real Audiencia.
Escribanías de cámara y el del Real Acuerdo, todos ellos en el
Arxiu del Regne de València (ARV).
El problema con este tipo de fondos es su heterogeneidad
y, por consiguiente, el tiempo que ha de invertirse en la búsqueda de alguna referencia a caminos o estructuras agrarias.
Este inconveniente hizo que centrásemos la investigación en los
conjuntos que hemos descrito más arriba, para optimizar la inversión de tiempo y la obtención de resultados.
En lo que respecta a la estructuración agraria del paisaje,
se han consultado diversos conjuntos documentales referentes
a la gestión de la Hacienda Pública, desde el siglo XVIII hasta
el siglo XX. Uno de los problemas para restituir el parcelario
histórico en áreas periurbanas viene derivado de la falta de información en la documentación disponible.
En referencia a la documentación catastral, para época moderna no tenemos ninguna documentación detallada derivada
de la aplicación del Decreto de Nueva Planta de Felipe V. En
los territorios del Reino de València se aplicó el Catastro de
Ensenada, que no generó ninguna documentación planimétrica
ni documental que incluyera descripciones o croquis de las
propiedades rústicas, de modo que no se ha podido utilizar
para el análisis del parcelario agrícola. Los Amillaramientos,
catálogos de riqueza basados en la declaración de los contribuyentes elaborados a raíz de la reforma tributaria de 1845,
presentan una problemática similar. Se trata de listados que
incluyen nombres de los particulares junto con un inventario
de sus propiedades, pero no son un auténtico catastro y en el
caso valenciano no incluyen cartografía. Por lo tanto, el catastro más antiguo del que se dispone se realizó en 1929, un
momento muy tardío.
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Toda la información recogida en los diferentes documentos consultados se ha integrado en una Base de Datos especialmente diseñada para esta tarea, utilizando el programa FileMaker. En cada ficha se incluyen diferentes apartados como
en qué archivo se ha encontrado, en qué fondo concreto y con
qué signatura está clasificado el documento, tipo de documento, un resumen del texto, la fecha de su redacción, los elementos que en él se reflejan o los cultivos descritos, entre otros
(figura 16). Además, en los casos en que se ha podido copiar
el documento (en el AHMV se permite tomar fotografías de
los ejemplares) se han adjuntado los pdf, lo que permite realizar la consulta del texto original cuando sea necesario. Esta
información se puede enlazar con las bases de datos vinculadas a las capas vectoriales en SIG, permitiendo una rápida
correlación de toda la información referente a una estructura
concreta. Por ejemplo, respecto a un camino documentado en
una capa vectorial en SIG, se podría consultar además de la información de la documentación escrita, aquella proporcionada
por las prospecciones arqueomorfológicas y por el análisis de
la cartografía histórica.
III.3.2. El estudio de la cartografía histórica
Finalmente, el análisis arqueomorfológico se ha completado
mediante el estudio de la cartografía histórica. En estos documentos, que incluyen planos, mapas y croquis, se reconocen
elementos del paisaje que pueden haber sido modificados o
que han desaparecido. A pesar de que algunos mapas no se
pueden georreferenciar debido a la falta de precisión geométrica, han sido idóneos para comprobar las características de
elementos de interés como determinadas vías, pero también
para la restitución de la red hidrográfica y de otras características del paisaje.
Los mapas militares de inicios siglo XIX vinculados con las
guerras napoleónicas han sido especialmente interesantes, pero
por encima de ellos destaca la cartografía del siglo XVIII. En
este sentido han sido muy útiles para el estudio de la red viaria
al sur de Valencia, entre otros, los mapas relacionados con el
nuevo camino real (1773-1775), pues en algunos tramos éste se
construyó sobre el camino antiguo, pero en otros se desvió de su
recorrido con el fin de facilitar y agilizar el tránsito, como sería el
caso por ejemplo del tramo entre Catarroja y Alginet (figura 4).
Algunos mapas reflejan las vías existentes con anterioridad a la
construcción de la nueva vía y los diferentes pueblos por donde
ésta pasaba, permitiendo identificar el trazado del camino antiguo y diferenciarlo del nuevo.
III.4. INTEGRACIÓN DE DATOS
PALEOAMBIENTALES
En los últimos años, los estudios paleoambientales para el territorio estudiado se han centrado sobre todo en la geomorfología y sedimentología del golfo de Valencia, esencialmente en
los procesos de cambio de las llanuras aluviales y de los cursos
hídricos (Carmona, 1982, 1991, 1995 y 1999; Carmona et al.,
1990 y 1994; Carmona y Ruiz, 2011 y 2014; Carmona y Pérez,
2011; Ruiz, 2002; Ruiz y Carmona, 1999 y 2005; Mateu, 1980
y 1991). Los análisis polínicos y otro tipo de trabajos paleoambientales se han llevado a cabo mayoritariamente en el marco de
excavaciones arqueológicas concretas, a partir de restos hallados en los yacimientos.
En nuestra tesis doctoral hemos incorporado los resultados
de los trabajos geomorfológicos y sedimentológicos, que han
sido de gran ayuda para la identificación de las zonas susceptibles de haber sufrido procesos de aluvionamiento/sedimentación y las que, por el contrario, sufrieron procesos erosivos.
Este trabajo ha sido determinante en la elección de las áreas
a prospectar para la comprobación de las características de las
estructuras viarias.
También la integración de la evolución de la línea de costa
y de los marjales ha sido importante, pues ha ayudado (junto
con la arqueomorfología y la carto y fotointerpretación) a definir los límites de estas áreas y su correlación con los datos de
poblamiento y con las diferentes estructuraciones territoriales
documentadas mediante el análisis arqueomorfológico.
También se ha incorporado información sobre el recorrido
de paleocanales, que resulta interesante para la interpretación de
la arqueomorfología y del poblamiento histórico.
Actualmente se encuentra en desarrollo el estudio palinológico de dos sondeos realizados por S. Riera (SERP-Universitat
de Barcelona) en la Albufera y la Marjal dels Moros, que serán
estudiados además por Ana Ejarque (CNRS) y que permitirán
completar los resultados del trabajo sobre todo en aquello referente al impacto que tuvieron las centuriaciones romanas sobre
la explotación del territorio, aunque sin duda, aportaran datos de
interés sobre diversos períodos históricos.
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IV
Arqueología de los asentamientos y análisis arqueomorfológico
Como se ha dicho en el apartado 3.1., la arqueomorfología
es la restitución, definición y lectura arqueológica de las diversas trazas que estructuran el territorio, puesto que éstas son huellas de la actividad humana en el paisaje. El resultado de la aplicación de esta técnica es el registro de los
ejes morfogenéticos, elementos dominantes en la configuración del territorio que han determinado las formas del
paisaje más allá del momento de su creación (Chouquer,
2000; Orengo y Palet, 2010). Esto significa que han subsistido en el paisaje a través de diferentes períodos históricos, condicionando la orientación de otros elementos como,
por ejemplo, los sistemas de parcelación agrícola (Orengo y
Palet, 2010: 160).
El vaciado de estos datos en el proyecto SIG genera una
planimetría en la que es posible identificar distintas formas
de estructuración territorial. En un primer estadio del trabajo se analizan las macroestructuras antrópicas independientemente de su cronología (sobre todo la red viaria principal),
para caracterizar la estructuración del territorio y su evolución diacrónica.
Mediante la clasificación de los elementos según su morfología se pueden identificar secuencias y establecer cronologías
relativas entre ellos, de modo que se pueden asociar estructuraciones territoriales a periodos histórico-culturales distintos. En
nuestra área de estudio se identifican esencialmente dos tipos de
sistemas de estructuración territorial: los de morfología ortogonal y los de morfología radioconcéntrica, relacionándose ambos
además con ejes viarios de comunicación regional y con vías
naturales de tránsito.
IV.1. SISTEMAS VIARIOS DE ESTRUCTURACIÓN
DOMINANTE
La red viaria es el elemento estructurador del territorio por excelencia, por eso la comprensión de su estructura y de su evolución son fundamentales en cualquier análisis territorial.
A la hora de abordar el análisis arqueomorfológico de la red viaria, el primer paso es el registro de todas las trazas. Se trata de un
trabajo sistemático donde cada segmento no se interpreta por su significado individual, sino que se entiende dentro de un conjunto.
Se crea una capa shapefile en el proyecto SIG en la que
se dibujan las vías principales. Posteriormente se registran las
trazas más débiles sólo en las áreas que se declaren de interés
después de analizar la red viaria principal. Una vez registrados
los elementos que componen la red viaria se puede proceder a
realizar su estudio.
En primer lugar, se documentan las morfologías de los
sistemas viarios diferenciando vías naturales, ortogonales y
radioconcéntricas. Después se analizan de forma regresiva las
diferentes morfologías y sus imbricaciones, para establecer secuencias de cronología relativa entre los diferentes componentes de la red viaria.
IV.1.1. Sistemas viarios radioconcéntricos
Entendemos por sistema viario radial un conjunto de vías, de
carácter local y extra-local, que se estructuran de forma concéntrica alrededor de puntos fuertes de poblamiento, habitualmente
núcleos históricos, generando una trama viaria en forma de estrella (Flórez, 2010: 260).
Este tipo de sistemas se documentan en toda el área de estudio,
especialmente en zonas de llanura aluvial tanto litoral como interior, aunque también se han documentado -en menor medidaen zonas de baja montaña.
En nuestra área de estudio, muchos de los núcleos de población que generan redes radiales fueron fundados durante el período andalusí (concretamente entre los siglos X-XI), teniendo
posteriormente algunos de ellos un desarrollo destacado durante
el periodo medieval feudal. Aun así, algunas poblaciones desde
cuyos núcleos surgen sistemas viarios radiales retrotraen su fundación a periodos precedentes, como el romano en los casos de
Valencia y Silla o ibérico, en los casos de Sagunt, Llíria y Bétera.
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Figura 17. Redes viarias radiales
en el área circundante a Sagunt.
De norte a sur, vamos a describir los sistemas viarios radiales en nuestra área de estudio ocupándonos de las zonas de
implantación, de las conexiones que se generan a partir de ellos
y de su relación con el territorio.
En este orden, el primer gran sistema radial surge del centro
de la ciudad de Sagunt (figura 17). Está formado por una serie de vías que conectan el núcleo urbano con otros centros de
población menores. La mayor parte de estos ejes se extienden
por el área de llanura aluvial, mientras al interior, en la zona de
transición hacia la montaña, se documentan en menor medida.
Así, mediante estos ejes viarios, Sagunt queda conectada
por el noroeste con Benifairó de les Valls, Faura, Benavites,
Quartell y Quart de les Valls; por el este con Canet d’En Berenguer y los asentamientos andalusíes de Alquería de Montíber y
Almardà; por el oeste con Albalat dels Tarongers y Gilet; por el
sur con Puçol y el asentamiento andalusí de Corral dels Xurros
y por el sureste con los asentamientos andalusíes de l’Alqueria
dels Frares y de l’Advocat y la Quadrella. Puçol también genera
un pequeño sistema radial que lo une al sur con El Puig y al este
con la Carretera de Barcelona.
En el área oeste, Llíria y Bétera (figura 18) generan dos sistemas viarios radiales de gran extensión. En esta zona, todavía de
llanura aluvial, pero de transición hacia las montañas del interior,
la pendiente es más pronunciada y la morfología de las vías de los
sistemas radiales está más determinada por los accidentes físicos
del territorio que por la conexión interurbana. Diversas vías se
dirigen hacia los pasos de la Sierra Calderona, aunque también se
registran otras que conectan núcleos urbanos:
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Figura 18. Redes viarias
radiales en el área circundante
a Llíria y Bétera: 1. Llíria;
2. Benissanó; 3. Benaguasil;
4. La Pobla de Vallbona;
5. L’Eliana; 6. Bétera;
7. Montcada; 8. Massarrojos;
9. Godella; 10. Rocafort;
11. Paterna; 12. Benimàmet.
Figura 19. Redes viarias
radiales en el área
circundante a Valencia.
1. Alfara del Patriarca,
2. Montcada, 3. Massarrojos,
4. Benifaraig, 5. Rocafort,
6. Carpesa, 7. Borbotó,
8. Godella, 9. Burjassot,
10. Beniferri, 11. Benimàmet,
12. Paterna, 13. Benicalap,
14. Marxalenes, 15. Mislata,
16. Xirivella, 17. Aldaia,
18. Alaquàs, 19. Torrent,
20. Picanya.
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Figura 20. Redes viarias radiales
en el área de l’Horta Oest:
1. Manises, 2. Quart de Poblet,
3. Mislata, 4. Xirivella, 5. Aldaia,
6. Alaquàs, 7. Torrent, 8. Picanya,
9. Paiporta, 10. Catarroja,
11. Albal, 12. Beniparrell,
13. Alcàsser, 14. Picassent.
• desde Llíria a Bétera, Benaguasil, Benissanó y Pobla
de Vallbona y
• desde Bétera hacia Bofilla, Pobla de Vallbona, Massarrojos, Montcada, L’Eliana y Paterna.
Benissanó y Benaguasil, situados al sur de Llíria, generan
dos sistemas radiales mucho más modestos que el de Llíria. Benissanó: queda conectado mediante estas vías con Llíria, Benaguasil, Pobla de Vallbona y los caminos de la Sierra Calderona.
Benaguasil: queda unido con Llíria, Benissanó y La Pobla,
pero también con el río Turia y con varios vados fluviales.
En las cercanías de València, al norte del Turia, se identifica otro sistema radial algunas de cuyas vías unen Paterna con otras poblaciones como Godella, Rocafort y
Massarrojos al norte; La Pobla de Vallbona y Bétera al noroeste y Benimàmet al este. Otras se unen a pasos naturales que buscan diversos vados del río Turia hacia el sureste
(figura 18).
València también es el centro de un gran sistema radial que,
sin embargo, queda más desdibujado por la complejidad del territorio inmediato a la ciudad, la cercanía de otros núcleos y la
confluencia con otras vías de morfología ortogonal.
Paterna, Llíria, Bétera, Benimàmet, Torrent, Alaquàs,
Montcada, Alboraia son algunas de las localidades a las que
llegan las vías radiales con centro en València. Hacia el sur,
varios ejes radiales conectan la ciudad con los marjales de la
Albufera (figura 19).
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Figura 21. Redes viarias radiales en el área de Silla, Alcàsser y Picassent.
Inmediatamente al sur del Turia y al oeste de la capital, Manises y Mislata son el foco central de tres sistemas radiales modestos, al igual que Xirivella y Aldaia. Tanto Mislata como Xirivella
y Alaquàs se ubican junto a un largo eje radial que se inicia en
València y cuyo punto final es un vado del río Turia. Por su parte,
Xirivella, está comunicada mediante ejes radiales con Mislata al
noreste, Aldaia y Alaquàs al suroeste y Picanya y Torrent al Sur.
En lo que respecta a Aldaia, su red radial la comunica con
Quart de Poblet y Alaquàs. Por el oeste conecta con otras vías
naturales pasando por el Barranc de la Saleta y con un gran sistema ortogonal orientado en sentido este-oeste.
Torrent, ubicado más al sur, junto al Barranco que lleva su
nombre, es otro núcleo asociado a un gran sistema viario radial.
Los caminos comunican su centro urbano con las localidades
de Alcàsser, Picassent y Albal al sur, y al norte con Alaquàs/
Aldaia. El resto de ejes conectan la ciudad con otras vías que se
adentran hacia el oeste.
Al este de Torrent y junto al barranco, Paiporta y Picanya
también son el centro de dos pequeños sistemas radiales. Además, en Albal, al sureste de Torrent, se detecta un pequeño sistema radial que conecta el pueblo con otras vías de morfología
ortogonal y con las localidades vecinas de Beniparrell al sur y
Catarroja al noreste, además de Torrent (figura 20).
Al sur del Barranc de Picassent, tres grandes sistemas radiales salen desde los centros de Silla, Alcàsser y Picassent. En esta
zona la mayor parte de la llanura está ocupada por ejes viarios
radiales que, en su mayoría, interconectan los tres núcleos, creando una compleja malla de caminos que se cruzan. En el caso de
Silla, además, las vías que irradian desde su centro hacia el este,
quedan estrechamente vinculadas con la Carretera de Barcelona.
Estos tres municipios están también en relación con la Albufera y los marjales mediante varias vías que, desde los centros
urbanos, se dirigen hacia el este (en el caso de Silla) o hacia el sureste (en los casos de Alcàsser y Picassent). Respecto a Picassent y
Alcàsser quedan unidos al norte con Torrent y al sur con Els Olivars, Mas del Algudor (yacimientos andalusíes) y con Espioca (alquería de fundación andalusí abandonada en el siglo XVII). Finalmente, Picassent (y aunque en menor medida también Alcàsser)
tiende a orientarse hacia el oeste a la zona de transición a la montaña,
un área jalonada por diversos cursos torrenciales (figura 21).
A la misma altura, pero hacia el oeste, sobre el curso del río Magre, se observan varios sistemas radiales en Montserrat y Montroi/
Real de Montroi. En esta zona, fuertemente condicionada por el
curso del río Magre y por la topografía, por ser un área de baja
montaña, la mayor parte de los trazados responden a los condicionantes físicos a los que nos hemos referido y conectan los pueblos
con el interior mediante vías naturales de tránsito, aunque también
algunos caminos interconectan las tres poblaciones (figura 22).
Si volvemos a la llanura aluvial, al este y ligeramente más
al sur, encontramos diversas redes viarias radiales de fuerte implantación que generan los núcleos de Almussafes, Sollana, Benifaió y Alginet (figura 23).
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Figura 22. Redes viarias radiales
en el área de la Vall dels Alcalans.
Almussafes está estrechamente relacionada con la Carretera
de Barcelona, conecta al este mediante vías radiales con la Albufera, Torre Romaní (yacimiento andalusí), el antiguo convento
de los Mercedarios/Alcahecia y Sollana; al noroeste con Espioca
y Mas Reig (yacimiento andalusí) y al suroeste con Benifaió.
Sollana se encuentra ubicada junto al marjal de la Albufera, al que está conectada mediante vías radiales, así como a los
cercanos municipios de Almussafes y Benifaió y también con
el antiguo convento de Mercedarios y con otras vías de morfología ortogonal.
Desde el núcleo de Benifaió los caminos radiales salen
hacia el este en dirección a Almussafes y Sollana; al suroeste
en dirección a Alginet y también quedan conectados con otras
vías de morfología ortogonal, así como con una vía natural de
tránsito hacia el interior (oeste), que lleva a las localidades de
Alfarp y Llombai.
Las vías que parten desde el núcleo histórico de Alginet hacia el norte y el noroeste también se unen con este eje interior,
mientras que el resto de vías (a excepción de una que conecta
con Benifaió) se dirigen hacia sistemas de morfología ortogonal. Hacia el sur, Alginet queda conectada con diversos pasos
de río Magre (figura 23).
Sueca, ubicada al sureste sobre el río Xúquer, también presenta una pequeña red radial, que conecta el núcleo
urbano con los marjales de la Albufera al norte, Cullera al
sureste, diversas alquerías andalusíes al noreste (Gandient,
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Figura 23. Redes viarias
radiales en el área de
Almussafes: 1. Alginet,
2. Almussafes, 3. Sollana,
4. Benifaió, 5. Torre
Romaní, 6. Convento
Mercedarios o Alcahecia,
7. Espioca, 8. Mas Reig,
9. El Castellet d’Alfarp.
Llonga, Unxana y Ribalmarg) y sureste (Alcorcoix, Aiello,
l’Alcúdia) y al sur con Riola y Fortaleny, a través de dos pasos por el Xúquer.
Al norte del Magre-Xúquer, Algemesí es el epicentro de un
sistema radial que por el norte lo comunica con Alginet y el yacimiento andalusí de Pardines y por el sur con Alzira, cruzando
los cursos del Magre, el riuet dels Ulls y el Xúquer.
Al sur del río Xúquer, Riola y Fortaleny quedan interconectados mediante ejes viarios radiales, y a su vez, con Sueca
por el norte y por el sur con el antiguo marjal de Corbera. Desde Riola, además, surge una vía que lleva a Polinyà del Xúquer,
al oeste (figura 24).
Al este del Xúquer, en Alzira y Carcaixent se observan también dos sistemas radiales (figura 25).
Alzira está conectada por el oeste con los yacimientos andalusíes de Cabanyes, Mulata y Sequer de Sant Bernat. Al este, la
red viaria radial se dirige hacia la Serra de Corbera y al noreste
una vía la conecta con Benicull y Polinyà del Xúquer. Al norte
queda unida con Alginet a través de un paso por los ríos Xúquer
y Magre y por el Riuet dels Ulls.
Carcaixent queda comunicada con el antiguo pueblo de
Ternils por el suroeste y por el sur con Berfull y Rafelguaraf.
Por el norte, los caminos radiales se dirigen hacia las montañas
de la Serra de Corbera donde conectan con otras vías naturales
de paso, mientras al este los ejes radiales conectan con un sistema viario de morfología ortogonal. A su vez Ternils conecta con
las alquerías de Cogullada y Benimacli mediante su modesta red
radial (figura 25).
Más al sur, Sant Joanet y l’Ènova generan también sendos
sistemas radiales. Mientras Sant Joanet conecta con la Alquería
de Vistabella (al este), Manuel (al sur) y Castelló de la Ribera
(al oeste), L’Ènova lo hace con Tossal Nou, Rafelguaraf y Realenc y con la Serra de Corbera, todos ellos situados al este de
dicha población.
Al noroeste del Xúquer, destacan por su extensión los sistemas
viarios radiales de Alberic, Benimodo y L’Alcúdia (figura 26).
En los tres casos, se trata mayoritariamente de ejes viarios
que se dirigen hacia las montañas del suroeste, para unirse con
pasos naturales condicionados por la topografía del terreno. Aun
así, también existen ejes que interconectan poblaciones.
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Figura 24. Redes viarias radiales en el área de los ríos Xúquer-Magre: 1. Alginet, 2. Alzira, 3. Algemesí, 4. Sueca, 5. Cullera, 6. Fortaleny,
7. Riola, 8. Polinyà, 9. Cotes, 10. Pardines, 11. Alqueria Llonga, 12. Alqueria Ribalmarg, 13. Alqueria Unxana, 14. Alqueria Saucelles,
15. Alqueria Alborg, 16. Alqueria Gandient, 17. Alqueria L’Alcúdia, 18. Alqueria Aiello, 19. Alqueria Alcorcoix.
Alberic queda conectada mediante ejes radiales al suroeste
con las alquerías andalusíes de Alcosser y Alasquer y al norte
con Massalavés.
El núcleo urbano de Benimodo queda conectado por dos vías
radiales con Carlet y L’Alcúdia y hacia el oeste y suroeste con
el Camí de Xàtiva y otras vías que se dirigen hacia la montaña.
Desde el centro de L’Alcúdia surge una vía radial en dirección sureste que la conecta con Guadassuar mediante la unión
con otra vía del sistema viario ortogonal. Al suroeste queda conectada con Montortal. Finalmente, un conjunto de tres vías radiales con centro en L’Alcúdia cruza el Barranc de Prada: dos de
ellas mueren en el Camí de Xàtiva, la otra se dirige en dirección
noroeste hacia las montañas.
Finalmente, en el extremo meridional del área de estudio
llama la atención la gran red radial de caminos que salen de Xàtiva (figura 27). Todos ellos se dirigen hacia el noroeste, puesto
que al sureste la población se encuentra limitada por una extensa zona montañosa cruzada por vías naturales de paso. La red
radial de Xàtiva comunica el municipio con los pueblos vecinos
de Torre d’En Lloris, Granja de la Costera, Vallés, Annauir, Rotglà i Corberà, y el yacimiento andalusí Assagador de l’Estret/
Partida de Meses. Además, esta red conecta con un sistema ortogonal que une Xàtiva con La Llosa de Ranes y con diversos
pasos por los ríos Canyoles y Albaida.
Otros núcleos como Genovés, Cárcer, Beneixida, Rotglà i
Corberà, L’Alcúdia de Crespins, Aiacor y Canals también en
esta zona, son puntos que generan sistemas radiales, aunque
más modestos, por lo que no entraremos a describirlos en detalle (figura 27).
IV.1.2. Sistemas viarios ortogonales
Entendemos como un sistema viario ortogonal aquel que está
formado por ejes perpendiculares que generan una trama regular en forma de cuadrícula. Al igual que los sistemas viarios
radioconcéntricos, los ortogonales se han registrado mayoritariamente en zonas de llanura aluvial costera e interior. Su implantación está fuertemente condicionada por las características
físicas del territorio, aunque sobre todo obedece a factores culturales, como veremos más adelante.
Podríamos hablar de tres zonas de implantación de estos sistemas viarios.
• Una primera adscrita a la llanura costera, de directriz mayoritariamente longitudinal y orientación noreste-suroeste,
delimitada por las primeras estribaciones del Sistema Ibérico al interior y al este, por las áreas de marjal y el mar.
• Una segunda zona, en el interior del área central, presenta una gran estructuración ortogonal con predominio de los
ejes transversales y orientación oeste-este.
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Figura 25. Redes viarias radiales
en el área de Alzira:
1. Cabanyes, 2. Mulata,
3. Sequer de Sant Bernat, 4.
Ternils, 5. Cogullada,
6. Benimacli, 7. Berfull.
• Finalmente, en el área interior del noroeste, marcada por la
transición de la llanura aluvial interior a la zona de montaña baja, se registra una red ortogonal de directriz noroestesureste, muy condicionada por la topografía.
Sin entrar a analizar las imbricaciones entre estos sistemas,
podemos adelantar que, aunque presenten morfología ortogonal, parecen responder a realidades y fases distintas.
Entre el Barranc d’Almenara y el Barranc del Puig (figura 28), en la zona de llanura aluvial, se desarrolla un gran sistema viario ortogonal. Al ser una llanura muy estrecha, limitada
al oeste por las elevaciones de la Serra Calderona y al este por
los marjales costeros, los ejes longitudinales y más fuertes, son
vías de orientación noreste-suroeste ya que siguen la directriz
principal de la llanura. Sin embargo, a simple vista parecen diferenciarse dos áreas: la primera, más al interior se caracteriza
por ejes casi rectilíneos, además los transversales en algunos
casos, siguen el mismo recorrido que los barrancos que nacen
en la Sierra Calderona.
Otra área, mucho menos extensa, localizada a la altura de
Sagunt, hacia la costa, presenta ejes más sinuosos y ya no se
observa la jerarquización entre ejes longitudinales y transversales o bien ésta se invierte, siendo más destacables en longitud
las vías transversales. Tampoco la orientación se mantiene, sino
que es variable, dando la sensación de que los ejes se adaptan a
la topografía y la hidrografía de la zona, pues en la franja costera
predominan los marjales.
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Figura 26. Redes viarias radiales
en el área de Alberic.
1. Carlet, 2. Benimodo,
3. El Castell de l’Alcúdia,
4. L’Alcúdia, 5. Guadassuar,
6. Montortal, 7. Alasquer,
8. Massalavés, 9. Alcosser,
10. Pintarrafes, 11. Prada,
12. Cabanyes, 13. Benimuslem,
14. El Toro, 15. Mulata,
16. Sequer de Sant Bernat.
Desde el Barranc del Puig al Barranc del Carraixet (figura 29), también en la llanura aluvial, se extiende un sistema ortogonal de las mismas características que el que hemos descrito
anteriormente. Se trata de una llanura muy estrecha. En la zona
interior, topográficamente más elevada, se detecta un sistema
viario en cuadrícula con ejes mayoritariamente rectilíneos, los
longitudinales están orientados también en sentido noreste-suroeste. Mientras, en la zona este cercana al mar, los ejes son más
cortos y sinuosos, y se implantan en un terreno más bajo donde,
hasta época reciente, predominaban los humedales.
Una tercera zona se sitúa entre el Barranc del Carraixet y el
río Turia, al norte de la ciudad de Valencia, en una franja de llanura que se extiende en sentido noreste-suroeste. Queda encajada
entre ambos cursos hídricos y además está cruzada por el Barranc
d’En Dolça y el Barranc del Palmaret o dels Avenars. En esta
área se observa un gran sistema viario ortogonal con ejes transversales mucho más largos que los longitudinales, fuertemente
condicionado por las características físicas del territorio en que
se implanta. Sin embargo, se distinguen pequeñas áreas en que
las cuadrículas no siguen la misma orientación (entre Benimàmet
y Campanar, Benimaclet) o bien donde los ejes son ligeramente
más sinuosos, como en la zona litoral con predominio de marjales (Alboraia, Benimaclet, El Grau de Valencia) (figura 30).
En el interior, cerca de Llíria, se mantiene la directriz norestesuroeste con pocos ejes, pero muy fuertes y prolongados, aunque
observamos otros sub-sistemas ortogonales que no parecen tener
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Figura 27. Redes viarias radiales en el área de Xàtiva: 1. Xàtiva, 2. Novetlé, 3. Annauir, 4. Aiacor, 5. Canals, 6. Alcúdia de Crespins, 7.
Torrella, 8. Vallés, 9. Llanera de Ranes, 10. Torrent d’En Fenollet, 11. Roglà i Corberà, 12. Sorió, 13. Llosa de Ranes, 14. Manuel, 15.
L’Ènova, 16. Rafelguaraf, 17. Llocnou d’En Fenollet, 18. Genovés, 19. Barxeta, 20. Alboi, 21. La Granja de la Costera.
relación con el principal. En el área de Benaguasil se documenta
uno de ellos, de poca extensión y con orientación noroeste-sureste
y al sur de Bétera otro muy desdibujado y variable, cuya implantación es limitada por la topografía de la zona (figura 31).
Entre el río Turia y el Barranc de Torrent/Barranc de
l’Horteta, al interior de la zona central, se registra un gran sistema viario de tendencia ortogonal, orientado en sentido este-oeste
y cuyos ejes dominantes son transversales (figura 32), y en algunos casos coincidentes con los límites de término municipal.
Este sistema está formado por vías prácticamente rectilíneas de
morfología uniforme, aunque altamente condicionadas por el recorrido de los numerosos cursos hídricos que surcan la zona (Barranc de la Saleta, Barranc de Sant Domènch, Barranc de Gàllego,
Barranc del Poyo). En la topografía histórica el topónimo con que
se denomina esta zona es “Les Encreullades” (las encrucijadas).
Se trata de una llanura aluvial interior que se extiende desde
Mislata y Torrent al este, hasta Ventas de Miralcampo (Chiva),
al oeste y que presenta una pendiente pronunciada en sentido
este-oeste, pues es una zona de transición hacia la montaña. En
una de las vías que lo componen y que coincide con un barranco, se localizaron carriladas que están incluidas en el inventario
de yacimientos de la Conselleria de Cultura.1
1 Registro “Carrilades del Barranc de Sant Domènech”, Chiva.
Este sistema aparece vinculado a Aldaia, Alaquàs,
Manises, Torrent (municipios actuales de fundación andalusí) pero también a algunos yacimientos de cronología romana como Rosafina, La Punxa y El Pou de la Sargueta, entre otros. En esta zona la distribución de los asentamientos
antiguos podría estar en función de los cursos hidrológicos
y no tanto de la red viaria (figura 32) o bien en función de
ambos factores.
Entre los ríos Turia y Xúquer-Magre, en la llanura aluvial costera inmediata a l’Albufera, se ha documentado otro
gran sistema ortogonal con orientación noreste-suroeste. Está
delimitado al este por los marjales de l’Albufera y al oeste por
las elevaciones de Picassent, Torrent y la Serra d’Alèdua, al
norte por el río Turia y al sur por los ríos Xúquer-Magre.
De nuevo los ejes longitudinales (orientados en sentido
noreste-suroeste) son los dominantes. Aunque algunos ejes
transversales son determinantes, en general son más débiles
debido a la adaptación del sistema a la topografía del terreno.
En las áreas más cercanas al marjal, se observan sin embargo
orientaciones diferentes y ejes más cortos y sinuosos como en
Sueca, Sollana, Port de Silla y en Francs i Marjals, al sur de
Valencia. Además, en términos generales se documenta cierta
coincidencia de los ejes viarios transversales con los cursos de
la red hidrológica (figura 33).
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Figura 28. Sistemas viarios
ortogonales de todas las
épocas en el área entre el
Barranc d’Almenara y
el Barranc del Puig.
Llama la atención un ligero cambio de orientación en el extremo sur, junto a los cauces de los ríos Xúquer-Magre, concretamente en el área de Algemesí, donde es sistema tiende a
orientarse en sentido norte-sur. Esta variación parece estar relacionada con los pasos naturales de los ríos, aunque también
podría vincularse con el trazado de la antigua carretera de Barcelona. En esta zona, más que una cuadrícula, el sistema viario
forma rectángulos con orientación tanto norte-sur como esteoeste (figura 33).
Entre el Xúquer y la Serra de Corbera hemos documentado un pequeño sistema ortogonal de orientación norte-sur. Aparece un tanto desdibujado debido a los condicionantes físicos de
la zona, que se enmarca entre el río y las montañas. Se implanta
en parte sobre un antiguo marjal, lo que parece también condicionar su morfología, tendente a formar rectángulos (figura 34).
En el área que se extiende al oeste del Magre y al norte
del Xúquer documentamos un gran sistema viario de morfología ortogonal. Sus ejes longitudinales se orientan en sentido
noroeste-sureste, lo que indica que dicha estructuración territorial está fuertemente condicionada por los elementos físicos
del área de estudio: las elevaciones del Sistema Ibérico y los
cursos hídricos (figura 35). Su implantación se ha documentado prácticamente en toda la llanura aluvial desde Alfarp hasta
l’Ènova, y sus límites se caracterizan claramente: al norte el
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Figura 29. Sistemas viarios
ortogonales de todas las épocas
en el área entre el Barranc del
Puig y el Barranc del Carraixet.
1. Puçol, 2. El Puig,
3. Rafelbunyol, 4. Pobla de
Farnals, 5. Massamagrell,
6. Museros, 7. Massalfassar,
8. Albuixech, 9. Mahuella,
10. Albalat dels Sorells,
11. Foios, 12. Vinalesa,
13. Meliana, 14. Cases de
Bàrcena, 15. Bonrepós,
16. Mirambell, 17. Almàssera.
eje formado por el Magre y el bajo Xúquer; al sur y al oeste el
límite es dibujado por las elevaciones montañosas que delimitan la llanura aluvial.
El eje que articula el sistema se ha podido identificar
a lo largo de 57 km, con el actual Camino de Xàtiva que
arranca en La Loma (Cheste), donde coincide con la Cañada Real de Aragón (figuras 35 y 36). Describe una línea
prácticamente recta, de orientación noroeste-sureste, hasta
llegar al Xúquer, a la altura de Alberic, donde se desvía ligeramente hacia el oeste para cruzar el río por el paso de la
Barca, cerca del yacimiento andalusí de Alcosser (Alberic).
Su papel como elemento estructurador del territorio a nivel
histórico se manifiesta (entre otros factores) en la relación de
la vía con el poblamiento de diferentes periodos, como veremos más adelante.
Finalmente, entre los ríos Xúquer-Magre y el área de
Xàtiva otro gran sistema ortogonal se extiende por la zona
de llanura hasta la Serra Grossa y el río Canyoles (figura 36).
La topografía y la red hidrográfica determinan la orientación
noroeste-sureste de esta llanura interior que se encaja entre
diversos sistemas montañosos y los ríos Xúquer-Magre. Debido a la adaptación al territorio y dependiendo de la zona, su
orientación varia ligeramente, aunque en general se observan
ejes bastante rectilíneos. La antigua Carretera de Barcelona,
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Figura 30. Sistemas viarios ortogonales de todas las épocas entre el Barranc del Carraixet y el río Turia.
Figura 31. Sistemas viarios ortogonales de todas las épocas entre el Barranc del Carraixet y el río Turia en el área de Llíria.
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Figura 32. Sistemas viarios ortogonales de todas las épocas en “Les Encreullades” y el Pla de Quart y su relación con el poblamiento. 1. El
Pou de la Sargueta, 2. Aeroport, 3. Rosafina, 4. Les Basses, 5. La Punxa, 6. Masia de Cardona, 7. Ereta dels Moros, 8. L’Alter I.
aunque se adapta también a la topografía, no parece tener nada
que ver con el sistema, puesto que su recorrido marca una diagonal respecto a éste.
IV.1.3. Vías naturales de tránsito e itinerarios regionales
Hemos incluido en este apartado un conjunto de vías que
articulan el territorio aprovechando los condicionantes físicos del mismo: caminos de montaña (carenas y corredores
por valles) y vías que se adaptan a la hidrología. Su morfología no viene determinada por factores culturales sino por
los imperativos físicos del área en que se implantan de modo
que la adscripción cultural de estas estructuras es muy compleja, pues establecer relaciones estratigráficas y secuencias
temporales es prácticamente imposible. En general estos
recorridos, cuyo origen puede ser ancestral y su uso diacrónico, aparecen relacionados con asentamientos de todas las
épocas y pueden ser vías pecuarias o partes de itinerarios
regionales (figura 37).
Respecto a las vías cuya morfología viene determinada
por la hidrografía podemos hallar pasos fluviales, vías coincidentes con los límites de los marjales o con el recorrido de
los cursos hídricos. En este último tipo, la hidrografía determina la comunicación interior-costa y a veces también la morfología viaria.
A escala regional, existen una serie de vías que comunican el
área de estudio con otras zonas. En algunos casos éstas pueden
formar parte de sistemas radiales y ortogonales, en otros coinciden con vías naturales de tránsito. Generalmente no se trata de una
sola estructura viaria, sino de un haz de líneas (vías) que constituyen una ruta, un itinerario común. En nuestra área de estudio se
pueden distinguir hasta 7 rutas de comunicación interregional: el
corredor litoral norte-sur, una ruta de orientación sureste-noroeste
que comunica el área de Sagunt con Aragón, una tercera que pone
en relación Valencia y Aragón pasando por Llíria (a ésta se le
uniría la ruta desde Sagunt), una cuarta de orientación similar que
comunica Valencia con Castilla-La Mancha y Castilla-León a través de Teruel, la quinta comunica Valencia con Cuenca y Madrid,
un sexto itinerario enlaza Xàtiva con Teruel y uniéndose a la ruta
Valencia/Cuenca y, por último, una ruta de orientación norestesuroeste que une el área de Xàtiva con Albacete.
IV.2. LA RED DE IRRIGACIÓN
Nuestro análisis de la red de irrigación se centra en los sistemas
de riego de derivación fluvial de l’Horta de València, es decir,
las siete acequias del Tribunal de les Aigües2 y la Reial Séquia
2 Acequias de Favara, Rovella, Rascanya, Tormos, Mislata, Mestalla, Quart-Benàger-Faitanar.
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Figura 33. Sistemas viarios
ortogonales de todas las
épocas entre el río Turia
y los ríos Magre-Xúquer.
1. Torrent, 2. Picanya,
3. Paiporta, 4. Albal,
5. Beniparrell, 6. Alcàsser,
7. Silla, 8. Picassent,
9. Almussafes, 10. Sollana,
11. Benifaió, 12. Alginet,
13. Albalat de la Ribera,
14. Algemesí, 15. Sueca.
de Montcada, por haber sido éstos objeto de diversos trabajos de
investigación en la última década (Guinot y Selma, 2008; Guinot,
2006c, 2006b, 2007, 2008a, 2008b y 2008c; Esquilache, 2011,
2015 y 2016; Esquilache y Royo, en prensa). Además, fuera del perímetro de l’Horta de València, hemos incluido el sistema de la Sèquia Major de Torrent, que es mucho menor y no capta las aguas
del Turia sino del Barranc de Torrent, pero que también ha sido
analizado por estos investigadores (Guinot, 2006a) (figura 38).
La base de estos trabajos, que se insertan en la disciplina de
la Arqueología Hidráulica (Barceló, 1989), es la constatación de
la existencia de las líneas de rigidez de los sistemas hidráulicos,
lo que significa que el diseño original de los canales principales
es difícilmente modificable, ya que su construcción depende de
la topografía del territorio.
Los análisis llevados a cabo por el Grupo de Investigación
de Historia Medieval de la Universitat de València, dirigido
por E. Guinot y J. Torró, han permitido identificar la morfología original de los sistemas hidráulicos de l’Horta de València
y establecer su datación en época andalusí, con diversas fases constructivas que se enmarcan entre los siglos VIII y XII
(Esquilache, 2016) además de las ampliaciones posteriores de
época feudal. Según los trabajos realizados por este equipo,
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Figura 34. Sistemas viarios ortogonales en el área del marjal y Serra de Corbera.
basados en la combinación del análisis morfológico de las acequias y la incorporación de datos históricos y arqueológicos, la
estructura de los sistemas de regadío está estrechamente relacionada con el tipo de sociedad que los construyó (Esquilache,
2016: 47-76; Guinot, 2007). Esta metodología les ha permitido
identificar las parcelas que fueron construidas originariamente, ya que están limitadas por regadoras, sendas de acceso y
límites de terraza, no correspondientes con las parcelas catastrales (cuya creación es posterior). Cada uno de los espacios
hidráulicos (que pueden estar formados por varias áreas de
regadío) se identifica con un núcleo de población (alquería,
ciudad, rahal, etc).
La superficie de las parcelas en los sistemas andalusíes no
persigue la uniformidad (como sí lo hacen los sistemas feudales) sino que éstas se caracterizan por su irregularidad, ya que su
diseño depende de las pendientes del terreno (Esquilache, 2016:
177). En los casos en que hay regularidad (Massanassa, Benetússer, Binata, Borbotó o Benàger) ésta se da porque los parcelarios
se encuentran en un área llana o en marjales desecadas.
Asimismo, algunos de los cajeros de estos sistemas han
sido documentados en diversas intervenciones arqueológicas,
de manera que su construcción se ha podido datar en el período andalusí. Así ha sido en los casos de Mestalla (Algarra y
Berrocal, 2014; Esquilache, 2016: 220), Rascanya (Esquilache,
2016: 222) y Rovella (Esquilache, 2016: 215). Concretamen-
te en los casos de Rovella y Tormos se ha podido concretar la
datación gracias a excavaciones arqueológicas, aunque dichas
dataciones son relativas.
En su tesis doctoral F. Esquilache propone que la construcción de estos dos sistemas (Mestalla y Rascanya) se llevó a cabo
en época emiral, es decir entre finales del siglo VIII e inicios del
IX (Esquilache, 2016: 215-217), al tiempo que sugiere que los
sistemas de Favara y Quart-Benàger-Faitanar fueron construidos en esta misma fase (Esquilache, 2014 y 2015; Esquilache y
Royo, en prensa).
Esquilache define la evolución de la Huerta de Valencia mediante la combinación del estudio de documentación histórica,
datos arqueológicos y el análisis morfológico de los sistemas de
irrigación. El propio autor señala que la comprobación de sus
hipótesis debería venir de la mano de intervenciones arqueológicas y éstas, a día de hoy, no son suficientes para datar los
sistemas con fiabilidad absoluta, pues son escasas y se limitan
físicamente a las cercanías de la ciudad de València.
Sistema de Rovella:
En la C/ Salvador Giner, una excavación arqueológica dató
en el siglo X la destrucción de un molino del Sistema de Rovella por una avenida del río Turia. Esta fecha antequem indica
que el canal ya estaba construido en ese momento. Además, la
documentación de una adobería datada en siglo IX también alimentada por el sistema de Rovella, así como la construcción de
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Figura 35. Sistemas viarios
ortogonales de todas las
épocas en el área entre los ríos
Xúquer y Magre. 1. Llombai,
2. Catadau, 3. Alfarp,
4. Carlet, 5. Benimodo,
6. L’Alcúdia, 7. Guadassuar,
8. Montortal, 9. Massalavés,
10. Alberic, 11. Carcaixent,
12. La Pobla Llarga,
13. L’Ènova, 14. Manuel.
la almunia de Russafa, datada por las fuentes en el siglo IX y
regada por Rovella, indican que ese sistema en cuestión estaba
construido y consolidado en el siglo IX.
Sistema de Tormos:
También la construcción del sistema de Tormos se ha podido
datar, como mínimo en el siglo X, a partir del estudio por parte
de Sergi Selma del Partidor de les Llengües del Raig, aunque
este arqueólogo cree el sistema podría ser anterior.
Sistema de Mestalla:
En las excavaciones del Nou Estadi de Mestalla se documentó un tramo de 200 m de la acequia principal de Mestalla
y otro tramo de la acequia de Petra. Este tramo de Mestalla
se ha datado en un momento anterior al siglo XII, pues en el
XII se produce una reforma que amplía la anchura del canal
-y su capacidad hidráulica- que pasa de tener 1’70 i 2’20 metros, a 4 metros de ancho (Algarra y Berrocal, 2014). También en este momento se construye un molino. Esquilache y
Guinot deducen que Mestalla es la conjunción de tres sistemas individuales: Petra, Algirós y Rambla, que correspondían
a tres núcleos de población (Esquilache, 2016: 226). La excavación dirigida por Algarra y Berrocal confirma este punto, pues la ampliación de la canal documentada en la intervención responde seguramente a la unión de los tres brazos
en un solo sistema.
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Figura 36. Sistemas viarios ortogonales de todas las épocas en el área de Xàtiva. 1. Càrcer, 2. Alcàntera, 3.
Beneixida, 4. Manuel, 5. Llosa de Ranes, 6. Sorió, 7. Rotglà i Corberà, 8. Torrent d’En Fenollet ,9. Llanera de
Ranes, 10. Torrella, 11. La Granja de la Costera, 12. Vallés, 13. Aiacor, 14. Alcúdia de Crespins, 15. Canals,
16. Annauir, 17. Novetlé.
Sistema de Rascanya:
La excavación del Monestir de Sant Miquel dels Reis permitió datar la antigua alquería andalusí de Rascanya/Isba (ubicada
bajo el monasterio) en el siglo XI. Poor tanto, la construcción de
la acequia data, como mínimo, de ese momento.
Sistema de Favara:
Finalmente, para el sistema de Favara, el origen de la alquería de Benetússer se ha podido datar en el siglo X gracias
a las excavaciones realizadas en plaza de la Iglesia (Escribà y
Barceló, 1990).
Fuera de los sistemas fluviales de l’Horta, solamente podemos hablar del sistema de irrigación de Torrent. Aunque no
existen excavaciones que permitan datar las estructuras, sabemos que el sistema se construyó en época andalusí (Guinot y
Selma, 2006) y, si lo relacionamos con los resultados de las excavaciones arqueológicas realizadas en el entorno de la Torre
de Torrent, que han permitido data el origen de la alquería al
menos en el siglo XI, tendríamos una fecha antequem para la
construcción del sistema.
Puesto que no es el tema de esta tesis, no nos extenderemos
en los detalles del análisis morfológico llevado a cabo por Ferran Esquilache, sino que nos limitaremos a exponer sus conclusiones, que hemos aplicado a nuestro estudio:
Según Esquilache se pueden diferenciar tres fases en la construcción de los sistemas de irrigación durante el período andalusí:
IV.2.1. Fase 1. Emirato de Córdoba:
finales del siglo VIII-principios del siglo X
En esta fase se construyen los primeros sistemas de irrigación
de derivación fluvial de la Huerta de Valencia (figura 39). Según el estudio de Esquilache, en la actual comarca de l’Horta
Sud todos los núcleos de población asociados con áreas de regadío de este período tienen nombre de origen latino, mientras
en l’Horta Nord son aproximadamente la mitad. Este hecho
podría ser demostrativo de una cierta continuidad del poblamiento desde época visigoda, aunque por el momento este
punto no está confirmado con datos arqueológicos.
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Para esta fase se ha documentado también la reutilización de
algunas estructuras de origen romano. Un ejemplo lo constituye
la reutilización parcial en el Sistema de Rovella del acueducto
que llevaba agua a València (Esquilache, 2016: 186), aunque en
general acueducto y acequia no discurren exactamente por el
mismo lugar sino que lo hacen a cotas diferentes.
IV.2.2. Fase 2. Califato de Córdoba:
principios del siglo X-principios del siglo XI
En este momento, según Esquilache, tuvo lugar una primera
ampliación de los sistemas originales, coincidente con una fase
de intensificación en la ocupación territorial (fundación de nuevos núcleos)3 y con la consolidación de la ciudad de Balansiya
(figura 40).
IV.2.3. Fase 3. Reinos de Taifa:
inicios del siglo XI-XIII
A partir del siglo XI se produce la intensificación de la ocupación y explotación del territorio mediante el encaje de nuevas
áreas de regadío en los espacios libres de las áreas irrigadas.
También algunos sistemas se extenderán hacia el norte y el sur.
Esta fase coincide con el período del Reino Taifa de Balansiya,
durante el cual la ciudad adquiere un verdadero carácter urbano
y se consolida e intensifica el poblamiento rural (figura 41).
A nivel arqueomorfológico, tanto las acequias principales
como sus ramales secundarios (braçals) articulan el territorio
donde se implantan, puesto que determinan la estructura del
parcelario y en algunos casos la morfología de los ejes viarios. Muchos de los elementos de la red de irrigación coinciden con vías históricas radioconcéntricas y ortogonales,
hecho que pone de manifiesto que en algunos casos el diseño de los cajeros estuvo condicionado por la existencia de
ejes viarios precedentes (Esquilache, 2016: 86). La caracterización de la evolución de los sistemas hidráulicos y la datación de los canales es muy importante para establecer cronologías absolutas de la red viaria, como se explicará en el
apartado 4.3.
IV.3. PROCESOS DE IMBRICACIÓN Y SECUENCIAS
DE CRONOLOGÍA RELATIVA
Una vez dibujados en el proyecto SIG los sistemas principales de estructuración territorial, se pueden documentar las diferentes “relaciones estratigráficas” existentes entre ellos.
En general, para toda el área de estudio, son cuatro los procesos básicos documentados:
Borrado: es probablemente el proceso más evidente. Se da
cuando el sistema que estructura el territorio en una fase concreta desaparece total o parcialmente en las áreas donde se implanta un nuevo sistema (figuras 42 y 43). En toda el área de estudio,
especialmente en las zonas de llanura aluvial, se observa cómo
la implantación de sistemas viarios radioconcéntricos conllevó
el borrado parcial de los sistemas viarios ortogonales, necesariamente anteriores. Este mismo fenómeno se documenta en las
3 Lo que concuerda con la datación arqueológica del origen de Benetússer en el siglo X (Escribà y Barceló, 1990).
Figura 37. Vista general de los itinerarios regionales en el área
de estudio.
áreas donde se insertaron los sistemas de regadío andalusíes, de
modo que algunas de las vías que formaban parte de sistemas
ortogonales se vieron “cortadas” o eliminadas por la construcción de los canales de riego.
Captación y transformación: en otros casos no se produce la eliminación sino la transformación de las estructuras del
sistema precedente para adaptarlas a la nueva lógica territorial
(figura 44).
El estudio arqueomorfológico muestra cómo diversos
ejes viarios de los sistemas radioconcénticos captaron vías
de sistemas ortogonales para transformarlas y adaptarlas al
nuevo sistema. Este proceso se ha observado repetidamente en el área de estudio y ha permitido determinar que algunos sistemas de morfología ortogonal son anteriores a los de
morfología radial.
Confluencia o adaptación al recorrido de estructuras
preexistentes: se observa sobre todo en las áreas donde los
sistemas de regadío han sido incluidos en el análisis. Lo más
habitual es que algunos tramos de los canales de irrigación se
solapen o discurran junto a tramos de vías preexistentes de
morfología ortogonal (figura 45). Por algún motivo (topográfico o de morfogénesis) en algunos casos la implantación de
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Figura 38. Sistemas
hidráulicos de derivación
fluvial de la Huerta de Valencia
durante el período andalusí
(según Esquilache, 2016:
figura 24, p. 369).
los canales de irrigación no implicó la destrucción de las vías
precedentes si no su perpetuación mediante un “aprovechamiento”. Es posible que en otras áreas con presencia de regadío histórico (que aquí no hemos estudiado) se dé esta misma
relación estratigráfica entre vías y canales que, por otro lado,
ha sido también documentada por otros investigadores (Esquilache, 2011).
“Apoyo” de caminos en otros anteriores: se da cuando
el punto final del camino más moderno desemboca en una vía
precedente, mostrando cómo, a pesar de la nueva articulación
territorial en un área micro, la estructuración a gran escala viene
marcada por vías anteriores que son determinantes en la lógica
territorial. En la figura 46 se observa cómo las vías radiales ge-
neradas por Almussafes se apoyan en un eje viario fuerte, que
es el Camino del Convento (posteriormente transformado parcialmente en la Carretera de Silla). Un camino de la red radial
de Benifaió se apoya en la Antigua Carretera de Barcelona (en
las minutas, Carretera de Silla a Alzira). Por último, algunos
ejes viarios del sistema radial de Alginet que se dirigen hacia el
noroeste, se apoyan en el Camino de Alfarp a Benifaió y en otro
camino parcialmente abandonado que coincide con la línea de
término municipal.
La detección de estos procesos permite seleccionar y descartar las morfologías más modernas de modo que las más antiguas
se identifican de manera más evidente, adquiriendo sentido cada
estructuración dentro una configuración territorial coherente.
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Figura 39. Imagen general de l’Horta de
València entre finales del siglo VIII
e inicios del X. Canales y áreas de
regadío (según Esquilache, 2016,
figura 31, p. 371). Sistema de Montcada
(1. Paterna A, 2. Paterna B, 3. Montcada
A, 4. Montcada C). Sistema de Tormos
(5. Binata, 6. Borbotó, 7. Coscollana,
8. Tormos, 9. Benicalap). Sistema de
Mestalla (10. Benimaclet, 11. Rambla A,
12. Cinqueros, 13. Algirós). Sistema de
Quart-Benàger-Faitanar (14. Quart A.,
15. Quart B, 16. Quart C). Sistema de
Mislata (17. Xirivella A, 18. Xirivella B,
19. Andarella C, 20. Andarella B,
21. Andarella A). Sistema de Favara
(22. Batrayr al-Fawqiya, 23. Al-Tell,
24. Malilla 25. Batrayr as-Safliya).
Sistema de Rovella (26. Russafa,
27. Roteros). Se refleja la hipótesis
-no comprobada- de que en esta fase
tuvieran lugar desecaciones parciales de
marjales Carpesa, Cabanyal y Russafasectores finales de los sistemas de
Tormos, Mestalla y Rovella.
Figura 40. Imagen general de l’Horta
de València entre inicios del siglo X
e inicios del siglo XI. Canales y áreas
de regadío (según Esquilache 2016,
figura 31, p. 371). Áreas de regadío:
Sistema de Montcada (1. Montcada,
2. Benifaraig). Sistema de Tormos
(3. Carpesa, 4. Beniemen ,5. L’Olleria).
Sistema de Rascanya (6. Rascanya A,
7. Carraixet, 8. Rascanya B). Sistema de
Mestalla (9. Rambla B, 10. Rambla C).
Sistema de Quart-Benàger-Faitanar
(11. Quart D, 12. Banu Agger,
13. Mormany, 14. Cotelles, 15. Raikun).
Sistema de Favara (16. Bani Mas’ud,
17. Pala, 18. Bani Sidabi, 19. Al-Hufar,
20. Bani Tuzari, 21. Awraba, 22. Manzil
Nsr, 23. Al-Bu’ay’al, 24. Bani-Ahmad?,
25. Qat’a ar-Ruaya). Sistema de Mislata
(26. Rahal Axuterni). Se refleja la
hipótesis -no comprobada- del proceso
de desecación de los marjales del
Cabanyal, Russafa y Carpesa en los
sistemas de Tormos, Mestalla y Rovella).
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Figura 41. Imagen general de l’Horta
de València entre inicios del siglo XI
y mediados del XIII. Canales y áreas
de regadío (según Esquilache 2016,
figura 31, p. 371). Áreas de regadío:
Sistema de Montcada: 1. Montcada D,
2. Massarrojos, 3. Godella. Sistema de
Tormos: 4. Beniau, 5. Burjassot,
6. Beniferri, 7. Benimàmet, 8. Benitaha.
Sistema de Rascanya: 9. Massamardà,
10. Almàssera, 11. Rafalterràs,
12. Alboraia, 13. Rascanya C. Sistema
de Mislata: 14. Mislata A, 15. Mislata B.
Sistema de Quart-Benàger-Faitanar:
16. Quart E o Albaida, 17. Faitanar A,
18. Faitanar B, 19. Faitanar D,
20. Faitanar C. Sistema de Favara:
21. Raiosa, 22. Baytala, 23. Sant Vicent,
24. Rahal Ibn Salbat o Qaryat al-Rahal,
25. Rahal Ibn Mufarrig.
Figura 42. Proceso de borrado
(áreas naranja) de diversos ejes de
sistemas viarios de morfologías
ortogonal y radial en las áreas de
implantación del Sistema de Favara.
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Figura 43. Proceso de borrado (en
naranja) generalizado de ejes viarios de
morfología ortogonal al sur de
Torrent, debido a la implantación
de un fuerte sistema viario
radioconcéntrico generado por esta
población (fundación antequem s. XI).
Figura 44. Proceso de captación/
transformación (flechas amarillas)
de diversos ejes viarios de un sistema
ortogonal para adaptarlos a la nueva
morfología viaria radioconcéntrica
generada por Alginet y Benifaió
(fundaciones anteriores al siglo XII).
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Figura 45. Procesos de
adaptación de algunas trazas
del sistema de regadío de
Favara a un sistema viario
ortogonal anterior (flechas rojas).
En la zona norte del sistema
de regadío, al sur de Russafa,
se observa en cambio un
proceso de borrado de los
ejes viarios precedentes a la
construcción de los canales de
Favara (área naranaja).
Asimismo, aunque nos ocuparemos del poblamiento en un apartado posterior, es importante tener en cuenta las características
de los asentamientos que se asocian a cada estructuración.
Todas estas dinámicas se documentan ampliamente en toda
la zona de estudio, hecho que ilustramos a continuación con las
siguientes figuras ordenadas de norte a sur.
En el área de la Vall de Segó (figura 47), al noroeste de
Sagunt, se documentan pequeños sistemas viarios de morfología radial con centro en Benavites y Quartell y posiblemente
en el yacimiento arqueológico de Rubau (alquería islámica).
A pesar de que las diferentes morfologías viarias se encuentran muy condicionadas por las elevaciones, se observan di-
versos procesos. El análisis arqueomorfológico ha permitido
identificar procesos de borrado y captación/transformación
entre sistemas viarios ortogonales y radioconcéntricos. También se observan otras “anomalías” como zigzags o adaptaciones parciales de vías radiales al recorrido de vías precedentes ortogonales.
En la figura 48 se observa el gran sistema viario radial que
domina el área circundante a Sagunt. El análisis arqueomorfológico ha permitido identificar procesos de borrado y captación/
transformación entre sistemas viarios ortogonales y radioconcéntricos. En algunos casos, la red radioconcéntrica intercepta
y elimina tramos de vías del sistema ortogonal. En otros, las
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Figura 46. Procesos de borrado (áreas naranja), apoyo (flechas verdes) y captación (flechas amarillas) en el área de
Alginet-Sollana.
Figura 47. Procesos documentados en el área de la Vall de Segó (al noroeste de Sagunt).
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Figura 48. Procesos
de borrado (flechas
naranja) y captación/
transformación
(flechas amarillo) en
el área de Sagunt.
Figura 49. Procesos
de borrado (flechas
naranja) y captación/
transformación (flechas
amarillo) en el área del
Barranc del Puig.
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Figura 50. Procesos de
captación/transformación
(flechas amarillo) y de borrado
(áreas naranja) entre los
sistemas viarios en el área
norte del Barranc del Carraixet.
vías radiales captan y modifican parcialmente el recorrido de
ciertas vías ortogonales preexistentes para adaptarlas a la nueva
estructuración territorial.
Al sur de Sagunt (figura 49), en el área del Barranc del
Puig, se repiten las mismas dinámicas. Se detectan escasos pero
significativos ejemplos de borrado y captación. De nuevo son
las vías de los sistemas radioconcéntricos las que eliminan o
modifican las de morfología ortogonal, reforzando la secuencia
de cronología relativa que hemos propuesto más arriba.
Al norte del Barranc del Carraixet (figura 50) se documentan algunos sistemas viarios radiales con implantación débil
y diversos canales de regadío de los sistemas de Rascanya y
Montcada. A pesar del predominio de los sistemas viarios ortogonales, la imbricación de la red radial de caminos y la red de
canales respecto a la red viaria ortogonal es significativa.
En el área circundante a València por el norte (figura 51),
se documentan diversos procesos de borrado de los sistemas
viarios ortogonales en las áreas de mayor implantación de los
sistemas de irrigación de Rascanya, Mestalla, Tormos y Montcada. Esta secuencia de cronología relativa sitúa la implantación de los sistemas viarios ortogonales en una fase anterior a
la construcción de los sistemas de irrigación citados.
Al sur y al oeste de València, en el área entre el río Turia
y el Barranc de Torrent (figura 52), se observa el proceso de
borrado en diversos sectores. En todos ellos, los sistemas viarios
ortogonales se ven afectados por la implantación de los sistemas
viarios radioconcéntricos y los sistemas de irrigación. Se trata
de un área compleja en que el análisis arqueomorfológico ha
permitido distinguir la secuencia temporal en la construcción de
estos tres elementos.
En esta misma área, en la zona oeste (figura 53) se observa que los sistemas de irrigación de Mislata y Quart-BenagerFaitanar tienen un peso importante en el territorio. Ambos se
debieron implantar en áreas en las que ya existía una red viaria
de morfología ortogonal, pues el análisis arqueomorfológico
permite detectar cómo la construcción de los canales de rega-
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Figura 51.
Procesos de borrado
(áreas naranja) de
los sistemas viarios
ortogonales en el
área al norte
de Valencia.
dío eliminó parte de las vías ortogonales. La misma secuencia
se documenta entre los sistemas viarios radioconcéntricos y los
ortogonales observándose el proceso de borrado (y en algunos
casos la captación/transformación).
Lo mismo ocurre en el área de implantación del sistema de regadío de Favara (figura 54) donde se documenta
el borrado de los sistemas viarios ortogonales en la zona entre Patraix y Russafa. Se observa un proceso de adaptación
del diseño de la red de canales (incluido el canal principal) al
sistema viario precedente. Por tanto, puede afirmarse que los
ejes viarios ortogonales son anteriores a la implantación del
sistema de Favara.
Entre el Barranc de Torrent y el de Picassent, en el área
de influencia de la ciudad de Torrent (figura 55), se documenta la
misma secuencia entre sistemas viarios radiales y ortogonales y
sistemas de regadío. El sistema viario radial generado por Torrent
eliminó casi la totalidad de la estructuración viaria precedente
excepto en tres casos: caminos de Santa Anna, del Realón y de
València/dels Fornets. Además, la instalación del sistema de regadío de El Ràfol-Picanya-Torrent, se adaptó tanto a vías del sistema radial y como a algunos ejes del sistema ortogonal.
Más al sur, entre el Barranc de Picassent y el Barranc
Fondo (figura 56), las poblaciones de Silla, Alcàsser y Picassent generan también sistemas viarios de morfología radioconcéntrica que borran el sistema viario ortogonal y en
algunos casos modifican mediante el proceso de captación el
recorrido de vías ortogonales para adaptarlas a la nueva articulación territorial.
Inmediatamente al sur, entre el Barranc Fondo y el Barranc dels Algadins (figura 57), Alginet, Benifaió, Almussafes y Sollana son cuatro núcleos generadores de sistemas viarios radioconcéntricos. Se trata de una zona compleja en la
que el análisis arqueomorfológico ha permitido documentar,
además de los procesos de borrado y de captación/transformación, procesos de “apoyo” de algunas vías de sistemas radiales en otros ejes morfogenéticos.
En la estrecha llanura que queda al suroeste del río Magre y al
norte del Xúquer se documentan también estos tres tipos de procesos: borrado, captación y “apoyo” de algunas vías radiales en vías
preexistentes del sistema ortogonal poniendo de manifiesto la relación de anterioridad/posterioridad ya mencionada (figura 58).
Finalmente, entre el Riuet dels Ulls y el río Xúquer, Alberic, Massalavés y los asentamientos andalusíes de Alcosser y Mulata son generadores de sistemas viarios radiales (figura 58). El
de mayor implantación es sin duda el de Alberic que, además de
interconectarlo con otros asentamientos, lo hace con vías naturales que se adentran en el área de montaña interior. En esta zona se
documentan también procesos de captación, borrado y “apoyo”
que confirman la anterioridad del sistema viario ortogonal respecto a los sistemas radioconcéntricos.
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Figura 52. Vista general de los procesos de borrado (áreas naranja) documentados en la zona entre el río Turia y el Barranc de Torrent.
Recapitulando, la secuencia de cronología relativa deducida
del análisis arqueomorfológico, tal como se ha detallado a lo
largo de este apartado, es la siguiente:
En la primera fase se establecen los pasos naturales o vías cuyo recorrido está determinado por elementos físicos del territorio en el que se implantan. Debido a sus características
específicas, son vías difíciles de analizar desde la perspectiva arqueomorfológica, puesto que habitualmente es complejo
insertarlas en una secuencia de cronología relativa. Algunas
de ellas podrían retrotraer su momento de creación a época
prehistórica y siguen en uso en la actualidad debido, sin duda,
a la idoneidad de su recorrido.
En segundo lugar, se documenta una fase en la que se incluye una parte de los sistemas viarios ortogonales. Éstos son borrados por la implantación de sistemas viarios radioconcéntricos
o por la implantación de sistemas de regadío y, por tanto, son
anteriores a los mismos.
En la siguiente fase se produce la implantación de algunos
sistemas viarios radiales con centro en núcleos históricos y además la construcción de una parte de los sistemas de irrigación de
la Huerta de Valencia.
En la cuarta fase se observan en toda el área de estudio diversos sistemas de tendencia ortogonal que son posteriores a
la implantación de los sistemas viarios radioconcéntricos y de
los sistemas de regadío puesto que son prolongaciones de éstos.
Este proceso se observa de manera muy evidente en las zonas
de marjal litoral o interior. Además, en algunos casos la documentación escrita de época medieval y moderna identifica estos sistemas y permite datarlos y asociarlos a parcelaciones y/o
desecaciones de marjales de estas cronologías (Torró, 2010 y
2012a; Torró et al., 2014).
Finalmente, se construyen las grandes infraestructuras de comunicación: tren, autopistas y otras carreteras que en determinadas ocasiones no siguen la estructuración tradicional del territorio.
IV.4. CARACTERIZACIÓN DE LAS TRAZAS A PARTIR
DE LA PROSPECCIÓN
La lectura arqueológica del paisaje permite caracterizar sobre el
terreno el territorio, puesto que es un elemento en transformación, producto y reflejo de las actividades humanas. El análisis
arqueomorfológico pone en evidencia la presencia en el paisaje
de elementos de cronología diversa y, por lo tanto, la necesidad
de llevar a cabo un estudio estratigráfico del mismo. En este sentido, la prospección es un método fundamental y es la consecuencia de la investigación desarrollada previamente, es decir de la
cartointerpretación y la fotointerpretación, que a menudo indican la potencialidad arqueológica de diferentes sectores (Palet,
1997: 81). Antes de realizar la prospección deben tenerse en
consideración los procesos geomorfológicos que han afectado
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Figura 53. Procesos de
borrado (áreas naranja)
documentados en el área
de los sistemas
de irrigación de Mislata y
Quart-Benager-Faitanar.
al territorio en cuestión para evitar errores en los resultados del
trabajo: por ejemplo, cualquier prospección desarrollada en un
área con potente sedimentación aluvial será un trabajo en vano,
pues los restos arqueológicos pueden estar sepultados bajo metros de tierra.
Las hipótesis establecidas sobre las trazas viarias a partir
del análisis arqueomorfológico en SIG (cartointerpretación y
fotointerpretación) requieren ser contrastadas sobre el terreno.
La información que proporciona la prospección arqueomorfológica complementa las restituciones teóricas en SIG, proporcionando nuevos elementos de datación y permite integrar
las estructuras viarias en el paisaje humanizado evidenciando
su relación con otros elementos antrópicos del paisaje (Palet,
1997: 82). Generalmente las vías no proporcionan elementos
de datación absoluta y es necesario identificar en el terreno
las relaciones estratigráficas de anterioridad y posterioridad
entre estructuras o elementos que reforzarán las propuestas de
secuencias relativas.
Uno de los factores que se puede documentar en la prospección arqueomorfológica es la erosión de las vías, que se presentan en forma de estructuras negativas (caminos hondos), lo que
se suele relacionar con el inmovilismo de las trazas (Palet, 1997:
83). Esta característica puede venir dada por las reparaciones o
bien por el desgaste del subsuelo. En estos casos la continuidad
de uso de las vías implica la eliminación de los niveles antiguos,
puesto que éstos habrían quedado en los niveles superiores y por
tanto habrían desaparecido. Respecto a las carriladas, algunos
investigadores han puesto de manifiesto la falta de relación entre este registro y una supuesta antigüedad de las trazas (Vion,
1989b), sobre todo en terrenos de erosión fácil donde el tránsito
intenso puede generar estas marcas en poco tiempo.
También se documenta el frecuente abandono de las trazas
viarias vinculado con la desaparición de las actividades relacionadas con ellas. Otro fenómeno es el abandono de trazas hondas y la reconstrucción del camino justo al lado del antiguo, un
hecho que ha permitido que se preserve el elemento histórico y,
por tanto, su registro en la prospección.
En otras ocasiones, las reparaciones se han producido mediante el asfaltado de los caminos hondos que siguen en uso y
actualmente son de tránsito rodado a nivel local, de manera que
se frena el proceso erosivo pero el camino conserva la estructura
negativa pudiendo documentarse los perfiles estratigráficos.
Se puede decir por tanto que el inmovilismo de las trazas pone de manifiesto la idoneidad del trazado de las vías en cuestión.
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Figura 54. Procesos de adaptación (flechas rojas) y borrado (áreas naranja) en el área de implantación de Favara.
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Figura 55. Procesos de borrado (área naranja), adaptación (fechas rojas) y captación/transformación (flecha amarilla)
en el área al sur de Torrent.
Mediante la prospección arqueomorfológica se puede trabajar también sobre las anomalías viarias documentadas en SIG y
sobre las hipótesis de secuencias de cronología relativa, aunque
el estudio regresivo de la documentación escrita, la ocupación del
territorio y la distribución del poblamiento proporcionan la mayor parte de elementos de datación. La relación de vías con otros
elementos presentes en el paisaje tales como yacimientos arqueológicos, elementos etnográficos u otras estructuras históricas, facilita la corroboración de las secuencias relativas y en algunos
casos puede proporcionar dataciones. Además, la comprobación
sobre el terreno puede facilitar la lectura arqueomorfológica y la
identificación de diferentes fases entre los sistemas viarios.
El trabajo de campo también permite explicar las características de la morfología viaria en relación con determinados elementos del medio físico como pueden ser los trazados
de barrancos y ríos. El uso viario de barrancos se ha documentado ampliamente en toda el área de estudio pudiendo darse
dos situaciones:
En una de ellas, determinados cursos naturales son usados
como caminos cuando no llevan agua (los barrancos suelen estar secos la mayor parte del tiempo). En algunos casos, estas
trazas aparecen representadas en la cartografía como vía y barranco (figuras 60 y 61).
En la segunda, las estructuras viarias negativas (caminos
hondos y límites parcelarios) a menudo actúan como drenajes
del terreno en episodios torrenciales, lo que contribuye a su erosión. En estos casos, habitualmente los caminos aparecen representados en la cartografía como cursos de agua, aunque en
realidad no lo son (figuras 62 y 63).
Áreas seleccionadas y descartadas:
Los trabajos realizados en SIG han integrado datos multidisciplinares, de modo que han permitido identificar las áreas con
gran potencial para el trabajo de campo y descartar otras.
El crecimiento urbano ha hecho descartar determinadas
áreas que presentaban un registro arqueológico y viario interesante, pues se preveía un resultado negativo de la prospección
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Figura 56. Procesos de borrado (áreas naranja) y captación (flechas amarillas) en el área al sur del Barranc de Picassent.
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Figura 57. Procesos de borrado (áreas naranja) documentados en el área entre el Barranc Fondo y el Barranc dels Algadins.
debido a la desaparición de los elementos tradicionales del paisaje histórico. Concretamente esto ha ocurrido en el área circundante a la capital, València, donde la imagen actual es la
de un paisaje totalmente urbanizado, una extensión continua de
ciudades que conserva cuanto apenas fragmentos de paisaje tradicional, los cuales además están muy degradados debido a la
cercanía de las áreas urbanas o industriales (figura 64).
Esta circunstancia se da también en zonas agrícolas, donde las profundas modificaciones relacionadas con los cultivos
del arroz en los marjales y de los naranjos en las llanuras han
afectado el aspecto del paisaje histórico. También las áreas
que tradicionalmente eran de secano han sido transformadas
en áreas de regadío para el cultivo de naranjos (figura 65).
Asimismo, se ha documentado la reparación reciente de algunas vías, lo que ha conllevado la desaparición de
su aspecto histórico. En estos casos es necesario recurrir a
la documentación histórica que refleja las características
de las vías en un momento anterior a las modificaciones
modernas. Este tipo de estudio, por ejemplo, ha proporcionado resultados positivos para el área circundante a la ciudad
de Valencia y podríamos decir que las descripciones de los
caminos que en ellos figuran suplen a la prospección, que ya
no se puede realizar.
Respecto a la geomorfología, la integración de los estudios
llevados a cabo por el equipo de Pilar Carmona (Universitat de
València), ha sido de utilidad a la hora de identificar los proce-
sos que afectan al territorio y han permitido descartar las llanuras aluviales holocenas excepto para la comprobación puntual
de yacimientos arqueológicos.
En lo que respecta a los sectores de interés, en general podríamos hablar de las llanuras aluviales pleistocenas (figura 66),
aunque también se han prospectado llanuras aluviales holocenas
(área 2). Se trata de llanuras altas, situadas en el interior del
área de estudio, algunas de las cuales son zonas de transición
hacia la montaña. Áreas menos urbanizadas que conservan sus
características tradicionales debido al abandono de los cultivos.
Además, la geomorfología de esta zona se caracteriza por presentar procesos erosivos y no acumulativos como ocurre en las
llanuras litorales, donde los estratos históricos pueden encontrarse a varias decenas de metros bajo el nivel de tránsito actual.
También algunas áreas de piedemonte.
IV.4.1. Área 1: llanura alta de Rafelbunyol-Museros
(comarca de l’Horta Nord)
En esta zona la prospección ha dado resultados muy positivos
en cuanto a red viaria y parcelario se refiere. También se han
podido completar los datos de yacimientos arqueológicos disponibles, así como de bienes etnológicos, de lo cual se hablará
más adelante.
En la siguiente figura, donde se observan los resultados de
las prospecciones en el área 1, hemos seleccionado tres zonas en
detalle que se explican a continuación (figura 67).
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Figura 58. Procesos de borrado (áreas naranja), captación (flechas amarillas) y “apoyo” (flecha verde) al suroeste del
río Magre.
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Figura 59. Procesos documentados en el área de Alberic, entre el río Xúquer y el Riuet dels Ulls.
Figura 60. Minuta Cartográfica de
Carlet de 1905 donde se representa
el Barranco de Alèdua y la vereda
del agua.
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Figura 61. Aspecto actual de El Barranco de Alèdua o Vereda del Agua, utilizado usualmente
como camino.
Figura 62. Vereda de la Noria, representada en la cartografía como curso de agua y conocida en Guadassuar como “riu sec” es en realidad un camino hondo que drena agua puntualmente.
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Figura 63. Vereda de la Noria,
prospecciones realizadas en
febrero de 2014.
Figura 64. Valencia y alrededores en 1956 y en la actualidad. En
la comparativa se observa el proceso de urbanización de sectores
tradicionalmente agrícolas.
Figura 65. Transformación de cultivos tradicionales de secano
(1956) a regadío (2012) en el área del “Pla de les Andanes”, al noreste de Bétera.
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Figura 66. Áreas de prospección seleccionadas teniendo en cuenta los resultados del análisis arqueomorfológico, la integración de datos arqueológicos y geomorfológicos, los procesos de urbanización y las transformaciones agrícolas.
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Figura 67. Resultados de la prospección en el área 1:
1. Blanc de Columbro, 2. Rafelbunyol, 3. Lloma de
Museros, 4. La Sènia/Pla de Montalt, 5. Llometa del
Montalar/Mas de Selma, 6. La Marta, 7. Maquives/
St Onofre, 8. Pont de la Gombalda/Pinxo, 9. Mas del
Palmiter, 10. El Piló de la Campana, 11. La Huitena,
12. Les Paretetes dels Moros, 13. La Huitena, 14. El
Xopar, 15. El Pla, 16. Torrubero, 17. El Pouatxo.
Figura 68. Resultados de la prospección en el área 1. Subárea 1.
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Fig. 69
Fig. 70
Fig. 71
Fig. 72
Figura 69. Límite de parcela erosionado hasta la roca, actúa como drenaje y coincide con la línea de término municipal entre Rafelbunyol y El Puig.
Figura 70. Tramo del Camino de Sagunt a Llíria actualmente abandonado. Está encajado en el sustrato y presenta muros de piedra en
seco a ambos lados.
Figura 71. Camino de la Rambleta. Parte de su recorrido coincide con el Barranc de la Rambleta, tiene muros de encofrado. Podría
tratarse de una alternativa al Camí de Llíria.
Figura 72. Creueta dels Germanells (1607). Situada en el cruce del Camino de la Rambleta y el Assagador de Segorbe.
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Fig. 73
Fig. 74
Fig. 75
Figura 73. Búnker de la Guerra Civil perteneciente a la línea defensiva Puig-Carasols, integrada en la XYZ. Controla el paso por el
Camino de la Rambleta.
Figura 74. Camino de la Rambleta a su llegada a Rafelbunyol. Se trata de un camino ancho, encajado en el sustrato y con muros de piedra
en seco en ambos lados.
Figura 75. Resultados de la prospección en el área 1. Subárea 2.
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Fig, 76
Fig. 78
Fig. 77
Fig. 79
Fig. 80
Figura 76. Camino encajado en el sustrato. En la cartografía este tramo recto aparece como Barranco del Moliner.
Figura 77. Posible carrilada en el Barranc/Canyada del Moliner marcada en la roca natural.
Figura 78. “Catxirulo” o caseta de piedra en seco relacionada con las labores agrícolas y ganaderas tradicionales.
Figura 79. Material arqueológico utilizado en los muros de piedra en seco en el yacimiento de La Sènia/Pla de Montalt.
Figura 80. Sillares posiblemente romanos reutilizados en un muro en el yacimiento de El Pouatxo.
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Figura 81. Resultados de la prospección en el área 1. Subárea 3.
En la subárea 1, concretamente en el camino de Sagunt a
Llíria pudimos documentar 3 sectores de camino hondo en un
tramo de la vía actualmente abandonado que conserva las características previas a las reformas modernas (punto 2 de la figura
68 y figura 70).
Características similares muestra el tramo abandonado
del Camí de Rafelbunyol a Llíria (punto 3 de la figura 68 y
figura 71) que coincide con el Barranc del Cabeç Bord o de
la Rambleta. El uso viario del barranco hasta época reciente
queda demostrado por la construcción de dos búnkers de la
Guerra Civil Española, uno en el cruce del barranco con el
camino de la Llometa del Poble y otro unos metros más al
oeste, en el barranc de la Rambleta (punto 5 de la figura 68 y
figura 73). De hecho en el Catálogo de Yacimientos de la Generalitat Valenciana hay un registro correspondiente al “Camí
romà dels Plans”, un camino enlosado que coincide con un
tramo del Barranc de la Rambleta. Aunque el enlosado no se
ha localizado en las prospecciones (sí se halló un fragmento
de tegula romana cerca de uno de los búnquers), el uso viario
del barranco ha quedado demostrado.
En la intersección entre el Assagador de Segorbe y el camino de la Rambleta pudimos documentar la existencia de la
Creueta dels Germanells, un marcador territorial en forma de
cruz terminal fechado en 1607 por la inscripción que figura en
la propia cruz. En este punto el Assagador de Segorbe es un
camino hondo (punto 4 de la figura 68 y figura 72).
La línea de término municipal entre El Puig de Santa Maria
(al norte) y Rafelbunyol (al sur) està constituida por el propio
Barranc del Cabeç Bort que es, a su vez, transitable, como se
compruebla por la localización de uno de los búnkers (punto 5
de la figura 68 y figura 72) y por el Camino de la Llometa del
Poble que es también un camino hondo por el que circula agua
de manera puntual.
Finalmente se documentó un límite de campo erosionado
hasta la roca y con forma de fosa (punto 1 de la figura 68 y
figura 69) que se corresponde con uno de los ejes viarios ortogonales antiguos y a su vez con la línea de término municipal
entre El Puig y Rafelbunyol.
A continuación, explicaremos los resultados de la prospección en la subárea 2 del área 1 (figuras 67 y 75).
En esta zona se documentaron diversos tramos de camino
hondo en la Cañada del Moliner, una vía del sistema ortogonal
antiguo coincidente en parte con el Barranco del Moliner (punto
1 de la figura 75 y figura 76) en la cual se registraron carriladas
(punto 2 de la figura 75 y figura 77). A lo largo de esta vía se
han documentado elementos de carácter etnográfico como una
caseta de piedra en seco (“catxirulo”) de uso agrícola-ganadero
(punto 3 de la figura 75 y figura 78).
Asimismo, se prospectaron los asentamientos de La Sénia/
Pla de Montalt y El Pouatxo. En el primero se documentó perfectamente el área de dispersión de materiales (la mayoría cerámicos), gracias a lo cual se ha podido definir bien el área de
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Fig. 84
Fig. 82
Fig. 85
Fig. 83
Figura 82. Tramo de camino en fosa coincidente con la línea de término municipal entre Albalat dels Sorells y Museros.
Figura 83. Tramo de camino en fosa abandonado, el acceso a la finca actualmente se hace por el lado oeste.
Figura 84. Muro de piedra en seco en el Camino de Museros a Bétera o Camí Fondo de la Marquesa. Presenta dos fases constructivas tal
vez relacionadas con la reparación de la erosión del camino y el realce del muro.
Figura 85. Área donde se ubica el yacimiento de Maquives. Los materiales arqueológicos se observan desde el Camino de Segorbe.
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Figura 86. Resultados de la
prospección en el área 2: 1. By-Pass/
Mas de la Rosa, 2. Mas de la Roda,
3. Barranquet vell, 4. Inscripción de
Godella, 5. Molí de la Marquesa-Nou
Mestalla, 6. Muntanyeta del Polvorí,
7. La Lloma, 8. El Barranquet de Sau,
9. Villa romana del sector Río,
10. La Tandera, 11. Masia de
la Cova, 12. Masia del coronel,
13. Barranc de Rubio, 14. Barranc
de Cano, 15. La Cova, 16. Aeropuerto.
Figura 87. Resultados de la prospección
en el área 2, subárea 1.
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Fig. 88
Fig. 89
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Figura 88. Prospección arqueológica en el yacimiento “Mas de la Cova” donde se documentan en superficie estructuras hidráulicas romanas en opus caementicium, material cerámico y un sistema de terrazas interesante.
Figura 89. Prospección arqueológica en el yacimiento “Masia del Coronel”.
Figura 90. Resultados de la prospección en el área 2, subárea 2.
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Fig. 92
Fig. 91
Fig. 93
Figura 91. Marcador de término municipal en piedra caliza, junto al Molí de Llobera (s. XV) y al Camino de Paterna. Se observa la letra
C (Campanar?).
Figura 92. Marcador roto de sección ortogonal en travertino. Situado junto a una acequia paralela al camino. Podría ser un marcador
territorial pero no se identifican símbolos.
Figura 93. Traza noroeste-sureste. A la derecha de la intersección es un camino terraplenado, a la izquierda el eje es una acequia (Sistema
Real Acequia de Moncada).
concentración de los mismos. El yacimiento se sitúa en el lado
norte de la Cañada del Moliner y está relacionado con un sistema de terrazas que podría tener un origen antiguo (punto 4 de la
figura 75 y figura 79).
Finalmente, también se pudo caracterizar el área de dispersión de materiales de El Pouatxo (constructivos y cerámicos), aunque la vegetación y el abandono de las parcelas
dificultaba la visibilidad de los restos. El Pouatxo ocupa un
área de aproximadamente 200 m2 junto al Assagador de la
Senyora o Camí de Nàquera a Vinalesa. Todos los restos se
documentaron al oeste del camino, de lo que se deduce que
asentamiento y camino fueron contemporáneos (punto 5 de la
figura 75 y figura 80).
En lo que respecta a la subárea 3 se documentaron varios
tramos de camino hondo, uno en el Assagador de la Senyora o
Camí de Nàquera a Vinalesa donde también se pudo documentar un perfil estratigráfico de interés. Otros caminos en fosa documentados son actualmente límites de parcela, pero presentan
una anchura inusual (de unos 5 metros) lo que nos hace pensar
que estamos ante estructuras antiguas de parcelación que han
sido usadas como vías de acceso a los campos (puntos 1 y 2 de
la figura 81 y figuras 82 y 83).
También pudimos documentar en el Camí Fondo de la Marquesa o Camino de Museros a Bétera, un muro de terraza que
presentaba dos fases de construcción. La primera y más antigua
había quedado parcialmente colmatada por la reforma y presu79
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Figura 94. Resultados de la
prospección en el área 3:
1. Torrent, 2. El Ràfol,
3. Ermita de Santa Anna,
4. Alcàsser, 5. Picanya,
6. Paiporta.
mible relleno del camino (que ya no es hondo en este tramo y
funciona como una carretera local actualmente asfaltada) y la
segunda se asociaría al momento de la reforma, tras la cual se
efectuó el recrecimiento del muro para conservar el límite de las
parcelas agrícolas (punto 3 de la figura 81 y figura 84).
Finalmente se prospectó el asentamiento de Maquives-Sant
Onofre y se definieron las áreas de dispersión y concentración
de materiales (cerámicos). Los restos del asentamiento se extienden por una superficie de 180 m2 aproximadamente, únicamente al oeste de Assagador de Segorbe, lo que sugiere que
camino y asentamiento son contemporáneos (punto 4 de la figura 81 y figura 85).
IV.4.2. Área 2: terraza aluvial del Turia entre Paterna,
Manises y Campanar (comarca de l’Horta Oest)
El área 2 se sitúa en el área metropolitana de València, siendo
la zona periurbana de varios municipios cercanos a la capital:
Paterna (67.854 habitantes), Manises (30.704 habitantes), Mis-
lata (42.988 habitantes) y Quart de Poblet (24.776 habitantes)
además de la propia Valencia (790.201 habitantes). A pesar de
que sabíamos que las vías podrían estar afectadas por las transformaciones modernas, decidimos realizar prospecciones en
este sector, tanto por los resultados del análisis arqueomorfológico (que apuntaban a la conservación de ejes viarios antiguos y
poblamiento en una zona todavía agrícola, aunque periurbana),
como por la relación de proximidad documentada entre diversos
asentamientos romanos y las propias vías (figura 86).
Los resultados de la prospección se pueden dividir en dos
subáreas. En la primera de ellas, la subárea 1 (figura 87), se documentó un yacimiento arqueológico: Mas de la Cova, donde se
pudo comprobar la conservación de varias estructuras de opus
caementicium (probablemente balsas) tal como se indicaba en la
ficha de Conselleria (punto 1 de la figura 87 y figura 88). También se registró un interesante sistema de terrazas asociado al
cultivo de olivos de origen histórico. Sin embargo, el abandono
de los campos y la abundante vegetación no permitieron recoger
materiales significativos que ayudasen a datar el asentamiento.
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Figura 95. Resultados de
la prospección en el área 3,
detalle 1.
En la Masia del Coronel no se pudo recoger ningún material
anterior a época medieval, de modo que no se pudo comprobar la existencia del yacimiento que figura en el catálogo de la
Generalitat (punto 2 de la figura 87 y figura 88).
En la prospección del Camí de les Simetes, identificado con
uno de los ejes viarios del sistema ortogonal antiguo, se pudo
comprobar que todo su recorrido está asfaltado. Incluso en el
punto donde en la ficha correspondiente del Catálogo de yacimientos de la Generalitat, se señala que existían unas carriladas
en la roca, la vía se ha adoquinado recientemente.
En la subárea 2 del área 2, en las cercanías de Paterna se
pudieron documentar varios elementos que ayudan a caracterizar las vías del sistema ortogonal antiguo.
En primer lugar (puntos 1 y 2 de la figura 90) se documentaron dos marcadores territoriales en el Camí fondo de Paterna,
que ya no es un camino en fosa, sino un camino local asfaltado
por el que circulan bastantes vehículos. El primero de ellos estaba en una esquina del Molí de Llobera, cuya construcción data
del siglo XV (figura 91). Se trata de un cilindro muy desgastado
en piedra caliza donde se observa una “C” que probablemente
se refiera a Campanar (que fue municipio hasta 1897, fecha en
que se anexionó a Valencia), pues este punto se encuentra cerca
del límite de término municipal entre Valencia y Paterna. El otro
se halló junto a una acequia que discurre en paralelo al camino
de Paterna. Se trata de un posible marcador territorial en travertino, de sección ortogonal y roto, que no presenta ningún signo
en su superficie (figura 92).
Finalmente, muy cerca de Paterna se prospectó un sistema
viario y parcelario ortogonal de posible origen antiguo. En un
cruce viario se documentó la prolongación en forma de acequia
de una vía transversal actualmente terraplenada (punto 3 de la
figura 91 y figura 93).
IV.4.3. Área 3: llanura entre Torrent y Picassent, área
de El Ràfol-El Pla (comarca de l’Horta Sud)
La prospección en el área 3, ha proporcionado numerosos
datos sobre la red viaria y el parcelario, así como sobre la
hidrografía. No se realizaron prospecciones intrasite pues no
existe poblamiento romano conocido en esta zona fuera de los
núcleos urbanos actuales, aunque sí se han hallado algunos
materiales cerámicos fuera de contexto y probablemente en
posición secundaria.
En lo que respecta a la subárea 1, se ha prospectado el
Camino del Realón que lleva desde Torrent hasta las cercanías
de Picassent. Se trata de un camino en terraza que en algunos
tramos presenta forma de camino en fosa. En uno de los cruces
de la vía con un pequeño barranco, según figuraba en la car81
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Fig. 96
Fig. 98
Fig. 97
Fig. 99
Figura 96. Tramo de camino encajado en el sustrato. La zona no está alterada y presenta campos de secano. En la cartografía se representa
como Barranco.
Figura 97. Camino en fosa al oeste del punto el camino está asfaltado, al este no lo está y la vegetación indica que circula agua.
Figura 98. Camino en terraza que cruza con el límite de término municipal de Torrent y Picassent. Al este, su trazado es coincidente con
la Cañada del Albarder.
Figura 99. Muro en terraza del Camino del Pouet en el que se encontró material arqueológico (cerámica a mano y escoria metálica).
tografía, se pudo comprobar el uso viario del mismo, ya que en
el tramo oeste se conservaba como acceso a los campos contiguos (punto 1 de la figura 95 y figura 96) mientras que en el
tramo este se había abandonado y presentaba vegetación abundante indicativa de la circulación puntual de agua (punto 2 de la
figura 95 y figura 97).
Más al sur se pudo documentar un camino en terraza que
cruza en perpendicular el Camino del Realón (punto 3 de la figura 95 y figura 98). Al oeste del camino del Realón la vía se conserva como límite de parcela y coincide parcialmente con el trazado de la Cañada del Albarder que es a su vez vía y barranco.
Finalmente, ya cerca de Ninyerola, en el Camino del Pouet,
perpendicular al Camí del Realón, se hallaron materiales arqueológicos (escoria de hierro, piedras quemadas y fragmentos
de cerámica a mano) reutilizados en un muro de terraza (punto
4 de la figura 95 y figura 99).
En la subárea 2 del área 3 se prospectó el Camino de Santa
Anna que va desde Paiporta a Alcàsser pasando por la ermita de
Santa Anna. En primer lugar, se documentó el cruce en perpendicular con un pequeño barranco probablemente utilizado como
vía y cuyo trazado coincide parcialmente con una vía transversal del sistema ortogonal antiguo que se dirige hacia Silla (punto
1 de la figura 100 y figura 101) y también con la línea de término
municipal entre Albal y Catarroja.
Pocos metros más adelante, muy cerca del cruce de ambos
caminos, se encuentra la ermita de Santa Anna, en una pequeña
elevación aproximadamente en la mitad del camino. Su origen
se sitúa en el siglo XIV, aunque su aspecto actual es el resultado
de reformas posteriores (punto 2 de la figura 100 y figura 107).
Posteriormente se documentó una acequia (o derramador)
de factura antigua, construida a base de piedras trabadas con
tierra y que cruza en perpendicular al camino de Santa Anna
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Figura 100. Resultados de la
prospección en el área 3, subárea 2.
(punto 3 de la figura 100 y figura 103). En esta zona el análisis
arqueomorfológico había detectado un sistema de parcelas de
origen antiguo. Junto a la acequia se documentó un marcador
territorial roto y que no se corresponde con ninguna línea de
término municipal actual.
Finalmente, en el cruce entre el Camino de Santa Anna y el
Barranc de Picassent se documentó un marcador territorial en
caliza y pintado a rallas blancas y rojas probablemente reutilizado en la puerta de acceso a un campo, puesto que no se corresponde con ninguna línea de término municipal actual (punto 4
de la figura 100 y figura 104).
En su último tramo, antes de llegar a Alcàsser, pudimos documentar que el Camí de Santa Anna es un camino en fosa, tal
como se indica en la figura 100.
IV.4.4. Área 4: llanura alta entre Picassent, Benifaió y
Alginet (comarcas de l’Horta Sud y la Ribera Alta)
Los resultados de la prospección arqueomorfológica en esta área
fueron muy positivos, pues revelaron la conservación de la red
viaria histórica prácticamente sin modificaciones mientras que, a
nivel arqueológico, los resultados fueron negativos (figura 105).
En la subárea 1 se prospectó una zona donde el análisis
arqueomorfológico indica que se conserva un sistema de parcelario ortogonal de origen antiguo y donde además se conoce la
existencia de una necrópolis romana en Terrabona. La necrópolis se halló fortuitamente en los años 60 del siglo XX cuando el
propietario de las tierras cambió el cultivo de secano tradicional al de regadío de naranjas. Sin embargo, la prospección no
ha permitido documentar ningún resto arqueológico.
En el Camino de Alcàsser a Llombai se caracterizó una de las
trazas transversales del sistema ortogonal antiguo como un límite de parcela que en realidad es un camino hondo (punto 1
de la figura 106 y figura 107). Esta misma traza se pudo documentar en la prospección del camino del Codonyer, cerca de
Terrabona, como límite de parcela en terraza y en el Barranco del Hortolà como camino hondo (punto 3 de la figura 106
y figura 109). El camino del Codonyer es una vía en terraza
que conserva sus características históricas y presenta muros
de piedra en seco a ambos lados (punto 2 de la figura 106 y
figura 108).
Se prospectó también el Barranco o Cañada del Hortolà
que en un primer tramo presenta un trazado rectilíneo que no
encaja en el sistema viario ortogonal antiguo (punto 4 de la
figura 106 y figura 110). En la prospección del barranco se documentó su uso viario y su aspecto de camino en fosa (aunque
parece que ha sido terraplenado) y conserva a ambos lados
muros de piedra en seco. En su tramo final, ya cerca de Benifaió, confluye con uno de los ejes transversales de este sistema
que hasta ese punto estaba formado por tramos de límite de
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Fig. 101
Fig. 104
Fig. 102
Fig. 103
Figura 101. Barranco que podría haberse utilizado como camino. Es en parte línea de término municipal entre Albal y Catarroja.
Figura 102. Ermita de Santa Anna (Paiporta). Su construcción data del siglo XIV y se ubica en un pequeño alto junto al camino.
Figura 103. Acequia de factura antigua. Al lado se documentó un marcador roto semejante al del punto 4. No corresponde con ninguna
línea de término municipal.
Figura 104. Marcador en piedra caliza en el cruce entre el Barranc de Picassent y el Camino de Sta Anna. No corresponde con ninguna
línea de término municipal.
parcela y de camino terraplenado. A partir de aquí el camino
está abandonado y muy encajado en el sustrato (punto 5 de la
figura 106 y figura 111).
En la subárea 2 del área 4 la prospección del Camino de
Alcàsser a Llombai proporcionó datos muy interesantes.
Se caracterizó uno de los límites de parcela como un camino en fosa, parcialmente terraplenado y que presenta muros de
piedra en seco muy deteriorados. Actualmente se utiliza como
acceso a los campos de la zona (punto 1 de la figura 112 y figura 113). También el eje perpendicular a éste (orientado norestesuroeste), se pudo caracterizar como un camino en fosa terraplenado y con muros de piedra en seco a ambos lados (punto 2
de la figura 112 y figura 114).
Este mismo eje más hacia el oeste se corresponde con un
tramo del Barranc dels Felipons. Se trata del tramo final del
barranco que es completamente rectilíneo, lo que puede ser un
indicador de antropización del curso hídrico. La prospección
permitió comprobar que este sector del barranco se utiliza como
vía (punto 3 de la figura 112 y figura 115) incluso en la zona en
que el barranco presenta trazado sinuoso (punto 4 de la figura
112 y figura 116).
Finalmente, en el Camino del Toll/Barranc Fondo se documentaron los restos de un muro (posiblemente de una terraza) paralelo al camino actual, que podría corresponderse con una fase
anterior de la vía (punto 5 de la figura 112 y figura 117). Se
documentó también el uso viario del Barranc Fondo en el tramo
al Camino del Toll.
Finalmente, en la subárea 3 del área 4 se registró información de interés en un tramo del antiguo del Camino Real hoy
abandonado, en otra de las vías longitudinales y en el yacimiento de Mas Reig II. En lo que respecta al asentamiento se recogieron escaso pero significativos materiales cerámicos en una
zona muy afectada por la construcción de infraestructuras y de
polígonos industriales.
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Figura 105. Resultados de la prospección en el
área 4.
Figura 106. Resultados de la prospección del
área 4, subárea 1.
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Fig. 107
Fig. 110
Fig. 108
Fig. 109
Fig. 111
Figura 107. Límite de parcela/camino rural ligeramente encajado y perpendicular al camino principal, Conserva muros de piedra en seco
en ambos laterales.
Figura 108. Camino principal, en terraza, conserva uno de los muros en piedra en seco.
Figura 109. Traza de camino hondo que desemboca en el Barranco del Hortolà. Hasta este punto, el camino rural que viene desde el oeste
está terraplenado y reparado, en este punto se observa el estado “original” del camino”.
Figura 110. Barranco/Cañada del Hortolà, presenta el aspecto de un camino, ligeramente encajado y con muros de piedra en seco a ambos lados.
Figura 111. En el tramo donde la cartografía presenta el camino como barranco se observa un encaje mucho más profundo y cobertura
vegetal. Presenta muros a ambos lados.
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Figura 112. Resultados de la
prospección en el área 4, subárea 2.
En el camino paralelo por el oeste al antiguo Camino Real
se pudieron documentar algunos tramos encajados (otros habían
sido reparados) además de un límite de parcela perpendicular
al camino. Este límite de la parcela, en su lado este es una fosa
de drenaje y a su vez límite parcelario (punto 3 de la figura 118
y figura 121). Al oeste se pierde la traza (solo visible en las
fotos de la USAF), pues la zona está muy transformada por la
instalación de naranjos. Más hacia el este, la misma traza se
pudo documentar perpendicular al antiguo camino real, donde el límite parcelario es una fosa de drenaje que “desemboca” en la Acequia Real del Xúquer (punto 4 de la figura 118 y
figura 122). Volviendo al camino paralelo por el oeste al antiguo Camino Real, también se caracterizó uno de los límites
parcelarios como un límite encajado en el sustrato que conserva
muros de piedra en seco a ambos lados. Al este del camino, la
traza sigue como acequia cambiando ligeramente la orientación
(punto 4 de la figura 118 y figura 122).
En el antiguo Camino Real, además del punto 4 al que nos
hemos referido anteriormente, se pudo documentar un tramo
de camino abandonado que conservaba el aspecto tradicional
de camino encajado en el substrato. La vegetación cubría por
completo la estructura, ocultándola. El camino moderno en
esta zona no se realizó terraplenando el antiguo, sino que se
construyó unos metros más al este permitiendo la conservación del segmento (punto 5 de la figura 118 y figura 123).
Finalmente visitamos el asentamiento de Espioca, antigua alquería islámica situada en una pequeña elevación junto al ca-
mino real. El yacimiento, a excepción de la torre, está destruido hasta tal punto que no se hallaron materiales en superficie
(punto 6 de la figura 118 y figura 124).
IV.4.5. Área 5: piedemontes Lloma del Comte (Carlet) y
Serra d’Alèdua (Alfarp) (comarca de la Ribera Alta)
En el área 5, situada cerca de los municipios de Carlet, Alfarp y
Llombai, se conservan bien las características del paisaje tradicional, por ser una zona de las grandes ciudades. Además, en esta
zona de piedemonte se mantienen los cultivos tradicionales de
secano, lo que favorece más aún la conservación del paisaje histórico. Es por ello que la prospección arqueormofológica ha proporcionado abundante información sobre la red viaria histórica.
En la subárea 1 del área 5, se prospectaron el Camino de
Valencia y el de Benifaió ambos paralelos y orientados en sentido suroeste-noreste, además de otras vías del mismo sistema
situadas más al sur y el Camino de Sueca. En el camino de Valencia se documentó un largo tramo de camino en fosa (puntos
6 y 4 de la figura 126 y figuras 130 y 132). Las características
originales de la vía se han conservado en un tramo abandonado actualmente cubierto de vegetación, en un punto en que
la carretera moderna se desvía para seguir por otro recorrido
(punto 4 de la figura 126 y figura 130). El camino abandonado
se prospectó, pudiéndose documentar varios ejes perpendiculares a la vía que actualmente son límites de parcela en fosa
que actúan como drenajes de la Serra d’Alèdua (punto 5 de la
figura 126 y figura 131).
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Fig. 113
Fig. 114
Fig. 116
Fig. 115
Fig. 117
Figura 113. Camino rural en fosa, parcialmente reparado. Presenta muros de piedra en seco a ambos lados.
Figura 114. Camino rural en fosa, perpendicular al anterior, parcialmente reparado. Presenta muros de piedra en seco en ambos lados.
Figura 115. Tramo del Barranco dels Felipons que se utiliza como camino. Su trazado rectilíneo es un indicador de antropización.
Figura 116. Tramo del Barranco dels Felipons que se utiliza como camino.
Figura 117. Terraza paralela al barranco. Podría ser una fase anterior al camino actual.
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Fig. 118
Fig. 119
Fig. 120
Figura 118. Resultados de la prospección en el área 4, subárea 3.
Figura 119. Fosa de drenaje o barranco. Topográficamente no parece natural pero no se encuentra ningún indicativo de que sea un camino
hondo porque los laterales están reformados con máquina
Figura 120. Cruce del camino principal con un límite de parcela en fosa abandonado, orientado en sentido NW-SE. Presenta muros de piedra
seca a ambos lados. Al este del camino principal la traza sigue como acequia cambiando la orientación.
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Fig. 121
Fig. 122
Fig. 123
Fig. 124
Figura 121. Fosa de drenaje y límite parcelario al este del camino. Al oeste se pierde la traza (solo visible en las fotos de la USAF), pues la
zona está muy transformada por la instalación de naranjos.
Figura 122. Continuación de la traza de los puntos 3 y 4 en forma de fosa de drenaje. Esta fosa “desemboca” en la Acequia Real del Xúquer
(s. XVIII).
Figura 123. Traza abandonada del antiguo camino real. Se trata de un camino encajado de más de un metro de profundidad y 2 de anchura.
Actualmente cubierta de matorrales.
Figura 124. Torre d’Espioca. Único vestigio de la alquería andalusí homónima despoblada en época moderna.
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Figura 125. Resultados de la prospección
en el área 5.
Figura 126. Resultados de la prospección
en el área 5, subárea 1.
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Fig. 127
Fig. 130
Fig. 128
Fig. 131
Fig. 129
Fig. 132
Figura 127. Camino muy encajado en el sustrato, presenta muros de piedra en seco en ambos laterales.
Figura 128. Cruce de caminos en fosa con terrazas laterales. Se hallaron dos hitos que marcaban el paso de la antigua carretera. La nueva
se ha construido en paralelo.
Figura 129. Camino en terraza. Los muros de piedra en seco se han conservado en ambos lados. En este punto se cruza con un límite de
parcela en fosa perpendicular.
Figura 130. Camino de Valencia, tramo antiguo encajado y abandonado. Actualmente aparece cubierto de vegetación y la carretera moderna se desvía en este punto para transcurrir por otro recorrido.
Figura 131. Límite de parcela perpendicular al camino principal. Esta encajado porque actúa como fosa de drenaje de la Serra d’Alèdua.
Área muy transformada, reformado con muros de cemento.
Figura 132. Continuación del antiguo Camino de Valencia. Se observa el encaje profundo que llega a alcanzar los 3 metros. Conserva
muros de piedra en seco a ambos lados y posibles carriladas.
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Figura 133. Resultados
de la prospección en el
área 5, subárea 2.
En el Camino de Benifaió, la carretera moderna discurre en
paralelo al camino antiguo de manera que se ha conservado el
aspecto que tenía la vía antes de la construcción de la carretera.
Se trata de un camino encajado en el substrato donde se pudo
documentar un cruce con otro eje perpendicular en fosa y la
conservación de dos hitos que marcaban el paso de la antigua
vía (punto 2 de la figura 126 y figura 128).
Al sur del Camino de Benifaió, en el área de El Puntal, se
prospectó una zona con parcelario y vías que el análisis arqueomorfológico había permitido asociar al sistema viario ortogonal antiguo. Se documentó un camino en terraza, orientado en sentido noreste-suroeste, cuyos muros de piedra en seco
se han conservado en ambos lados. En el punto 3 el camino se
cruza con un límite de parcela en fosa perpendicular (punto 3
de la figura 126 y figura 129).
Finalmente, la Senda del Puntal es un camino hondo, muy
encajado en el substrato y que presenta muros de piedra en seco
en ambos lados (punto 1 de la figura 126 y figura 127).
En la subárea 2 del área 5 se prospectaron los caminos de
Sueca y de la Mina así como toda el área circundante y otros
caminos rurales.
El Camino de Sueca es un camino hondo, en la falda de
les Serretes (punto 1 de la figura 133 y figura 134). Se documentaron también varios ejes perpendiculares al camino que ac-
tualmente son límites de parcela. El camino paralelo al camino
de Sueca por el sur es actualmente una vía rural que presenta
aspecto de fosa (punto 2 de la figura 133 y figura 135). Su sector oriental (desde el punto 2 hacia el este) se encuentra el uso
mientras el occidental está abandonado (punto 3 de la figura 133
y figura 136). Los ejes que se habían documentado previamente
perpendiculares al Camino de Sueca se pudieron documentar
también aquí, confirmándose en este punto que se trata de límites de parcela encajados en el substrato.
Se pudo caracterizar asimismo un camino paralelo al Barranc de la Mallada. En la prospección de esta vía se comprobó que se trata de un camino hondo (puntos 4 y 5 de la
figura 133 y figuras 137 y 138). En su tramo norte la carretera actual que da acceso a las urbanizaciones de Los Lagos y
San Patricio, discurre parcialmente paralela al camino hondo. En el tramo sur, la traza se conserva como un camino rural. Finalmente, el Camino de la Mina o de l’Aigua parcialmente coincide con el Barranc de Alèdua habiéndose documentado el uso viario de éste (punto 6 de la figura 133
y figura 139). Aun así, en el tramo en que el camino diverge del barranco también se caracterizó como un camino en
fosa parcialmente terraplenado en algunas zonas y con restos
de muros de piedra en seco a ambos lados (punto 7 de la figura 133 y figura 140).
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Fig. 134
Fig. 137
Fig. 135
Fig. 138
Fig. 136
Fig. 139
Figura 134. Camino de Sueca, tramo de camino de carena encajado en el sustrato y pavimentado recientemente.
Figura 135. Camino rural paralelo al camino de Sueca ligeramente encajado. Desde el punto hacia el este, el primer tramo se encuentra
en uso.
Figura 136. A diferencia tramo reflejado en el punto 2, a partir del punto 3, el camino está abandonado y cubierto de vegetación.
Figura 137. Continuación del mismo camino hacia el sur. Aquí no aparece carretera nueva porque el camino se ha convertido en un
límite entre parcelas, encajado.
Figura 138. Camino profundamente encajado que ha sido abandonado y sustituido por una carretera construida justo al lado.
Figura 139. El Assagador de l’Aigua es coincidente en algunos tramos con el Barranco de Alèdua que como se puede ver es perfectamente practicable.
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Figura 140. Tramo del Assagador de l’Aigua desviado del Barranco. Se observan restos de muros de piedra en seco. Actualmente se
utiliza como acceso a los campos adyacentes.
IV.4.6. Área 6. Camino de Xàtiva en término de Benimodo
(comarca de la Ribera Alta)
En el área 6, situada fuera del territorio de Valencia se efectuó una jornada de prospección para comprobar el estado de
conservación de la red viaria ortogonal antigua documentada en el análisis arqueomorfológico en SIG. En esta zona,
al sur de la confluencia de los ríos Xúquer y Magre, solo
se prospectó un tramo del Camino de Xàtiva, un eje morfogenético del sistema ortogonal antiguo orientado en sentido
noroeste-sureste y cuya extensión total es de 56 km. El tramo
prospectado es de unos 7 kilómetros y va desde Catadau a
Massalavés (figura 141).
En la subárea 1 del área 6 se documentaron dos ejes perpendiculares al barranco de semejantes características. El norte,
el Barranc del Salt se ha utilizado como eje viario y conserva
dos muros de piedra en seco de factura antigua (punto 1 de la
figura 142 y figura 143). Además, coincide parcialmente con la
línea de término municipal entre Carlet y Benimodo.
Dos kilómetros más al sur se documentó un marcador de
término municipal en travertino. Esta estructura coincide con
límite de parcelas que es un derramador de agua o acequia y
con la línea de término municipal entre Benimodo y L’Alcúdia
(punto 2 de la figura 142 y figura 144). Más hacia el oeste se
conserva la misma línea como límite de diversas parcelas a lo
largo de más de 3 km. Este marcador además está muy cerca del
Barranc del Saboner que cruza en perpendicular el Camí de Xàtiva. Este tramo del barranco coincide con el sistema viario, ortogonal antiguo en un segmento de 1.400 metros y podía haber
sufrido modificaciones antrópicas debido a su uso viario, pues
tiene unas características muy semejantes al Barranc del Salt
(punto 3 de la figura 142 y figura 145). Esta traza se prolonga a
este y oeste del barranco: mientras que al oeste se ha conservado
como camino rural de 1 km de longitud, al este es actualmente
un límite de parcelas de una longitud de 500 m, que llega hasta
el Barranc del Salt.
En la subárea 2 se documentaron dos áreas en las que
el Camino de Xàtiva presenta aspecto de camino hondo. La
vía continúa usándose como carretera local, está asfaltada y
creemos que ha sido terraplenada en la mayoría de zonas, conservando el aspecto de camino erosionado solo en los cruces
con otras vías perpendiculares que no han sido reparadas o en
los cruces con barrancos.
Se registró el cruce en zig-zag del camino con una vía radial relacionada con L’Alcúdia (punto 1 de la figura 146 y figura 147), una morfología indicadora de la antigüedad de la vía.
Además, conservaba parcialmente el aspecto de camino hondo,
aunque la vía está actualmente asfaltada.
Aproximadamente 1,5 km más al sur, en el punto donde
el Camí de Xàtiva se cruza con la línea de término municipal
entre L’Alcúdia y Guadassuar, se documentó la existencia del
Mas del Pi, una construcción tradicional derruida, que no hemos podido datar.
Finalmente, en el cruce con el Camí de Guadassuar se pudo
caracterizar éste mismo como una vía antigua, aunque morfológicamente no encaja en el sistema ortogonal. El camino
hondo se ha conservado debido a que la carretera moderna se
ha construido en paralelo. Conserva dos muros de piedra en
seco a ambos lados y parece que drena el agua en episodios
puntuales (puntos 2 y 3 de la figura 146 y figuras 148 y 149).
En la cartografía el camino se representa como un barranco
y de hecho se conoce en la zona como “riu sec”. El uso antiguo de la vía viene atestiguado también por su carácter de vía
ganadera pues es una vereda que se adentra en la Sierra del
Caballón. Una vez ya en las montañas pasa a llamarse Mallada
de les Cabres o Vereda de Guadassuar.
El asentamiento romano de la Font Roja no se pudo prospectar porque se trata de una propiedad privada cerrada además
de estar muy afectado por transformaciones agrícolas. Solo se
pudo prospectar Torixí, aunque el registro fue muy débil al hallarse solo escasos fragmentos de cerámica romana común que
no han permitido caracterizar ni datar el yacimiento.
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Figura 141. Vista general
de los resultados de la prospección
en el área 6.
Figura 142. Resultados de
la prospección en el área 6, subárea 1.
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Fig. 143
Fig. 144
Fig. 145
Figura 143. Tramo de camino hondo coincidente con un tramo del Barranc del Salt o Riu Sec. A los lados presenta muros de piedra
en seco.
Figura 144. Marcador de límite municipal coincidente con un canal de drenaje (a su vez límite de término entre l’Alcúdia y Benimodo)
y con el Camí de Xàtiva.
Figura 145. Camino hondo de trazado largo coincidente con el Barranc del Saboner. A ambos lados presenta muros de piedra en seco
de factura antigua.
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Figura 146. Resultados
de la prospección en el
área 6, subárea 2.
IV.5. VACIADO PREVIO DE LOS DATOS
ARQUEOLÓGICOS DISPONIBLES
Los datos sobre ubicación y características principales de los
yacimientos se han obtenido del Inventario de Yacimientos
Arqueológicos de la de la Direcció General de Patrimoni
Cultural Valencià (Generalitat Valenciana), aunque en los
casos en que dicho inventario presentaba defectos de forma
(falta de fichas o falta de datos) se ha recurrido a la información recogida en diversas publicaciones científicas, técnicas o de divulgación.
No solamente se han registrado asentamientos sino todo
tipo de yacimientos, edificios históricos, elementos etnológicos
y otros restos de interés (como tramos de vía, canalizaciones,
límites de parcela, marcadores territoriales, etc.).
Todos estos elementos se han clasificado según su cronología y tipología con el mayor detalle posible, siempre y cuando
la información disponible lo ha permitido.
Para gran parte de los yacimientos (sobre todo de la antigüedad), es habitual encontrar inconcreciones en la documentación
consultada en lo que se refiere a tipologías y cronologías. Habitualmente la periodización que figura en las fichas es general
y no se especifica una fase concreta dentro de una adscripción
cultural. Por ejemplo, para la mayor parte de asentamientos de
época romana, solamente se indica que son romanos y no se
especifica si son republicanos, altoimperiales o bajoimperiales.
Por ello, ha sido necesario hacer una lectura detallada de la información contenida en cada ficha con el objetivo de acotar las
cronologías (por ejemplo, en base a la descripción de los materiales hallados en el yacimiento).
Esta información se ha completado con publicaciones científicas, técnicas y de divulgación, de modo que en algunos casos
hemos podido definir tipologías de asentamiento. Este trabajo
de integración y correlación de datos, ha sido imprescindible
a la hora de evaluar la evolución cronológica y tipológica de
asentamientos concretos.
Una vez realizado el vaciado de datos, una de las primeras
observaciones es la de una marcada “zonificación” en la distribución de puntos (figuras 150, 151 y 152). Este fenómeno se
refleja en un mapa que presenta áreas con multitud de puntos (es
decir, áreas más y mejor conocidas) y otras mucho más vacías
o incluso en blanco (áreas menos conocidas o sin información).
Esta realidad puede responder a varios factores:
Información desigual derivada de la falta de datos y/o
de investigación: este factor es evidente en los alrededores
de Valencia, donde para época romana existen muy pocos datos arqueológicos en el área circundante a la ciudad (figura
151), una situación poco razonable teniendo en cuenta el peso
histórico de Valentia y su territorio en este período (Alapont
et al., 2004).
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Fig. 150
Fig. 147
Fig. 148
Fig. 149
Figura 147. Cruce en zig-zag (indicador de antigüedad) de dos caminos en fosa. Uno de ellos forma parte del sistema radial de l’Alcúdia.
Figura 148. Camino de Guadassuar, se observa un camino encajado en el sustrato que ha sido reemplazado por la nueva carretera construida justo al lado.
Figura 149. Continuación del mismo camino. Se observa en el lado norte un muro/terraza de piedra en seco de cierta antigüedad.
Figura 150. Registros de yacimientos arqueológicos de todas las épocas. Se observan zonas carentes de registros.
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Figura 151. Áreas faltas de datos
arqueológicos en los alrededores
inmediatos de Valencia.
Figura 152. Área circundante a
Sagunt, en la que recientes
intervenciones arqueológicas han
documentado una amplia ocupación
del territorio en época romana.
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Esta realidad contrasta con la del área de Sagunt, donde recientes prospecciones relacionadas con macro-proyectos urbanísticos han permitido documentar multitud de yacimientos en
el entorno de la ciudad (figura 152).
En el caso de Valencia, la temprana urbanización e industrialización de la ciudad y sus alrededores, así como los procesos geomorfológicos de sedimentación litoral serían, hipotéticamente, los
elementos explicativos de esta falta de información, mientras, por
el contrario, la urbanización reciente o la realización de campañas
arqueológicas de prospección o excavación explicarían el profundo conocimiento arqueológico de otras zonas (Sagunt, Llíria).
Esta desigualdad en la información también se refleja en los
datos disponibles para cada punto. Muchos de los registros presentan información escasa o incompleta y no son más que una referencia de localización y una posible cronología, a veces ligada
a noticias antiguas y sin que se haya realizado ninguna intervención en la zona. Por el contrario, existen registros con abundante
información derivada tanto de prospecciones sistemáticas como
de excavaciones arqueológicas (gráficas 1 y 2).
Patrones de asentamiento: la zonificación reflejaría diferentes patrones de ocupación territorial que primarían la ocupación intensiva de determinadas áreas (costa, áreas de piedemonte, alrededores de humedales y cursos hídricos) en perjuicio de
otras, menos ocupadas (áreas del interior o montañosas) o vacías.
En cualquiera de los casos, debería comprobarse cuál es la
razón de esta zonificación, mediante investigaciones arqueológicas e históricas.
En definitiva, nuestro trabajo pone de manifiesto la falta de
intervenciones generalizadas (sobre todo prospecciones) que
permitan conocer más y mejor la realidad arqueológica del territorio. Esto se refleja en una alta proporción de registros de
baja fiabilidad o cuya descripción no se ajusta a la situación
actual (noticias de hallazgos o intervenciones antiguas), o bien
es insuficiente y no permite ir más allá de un punto en el mapa
y una cronología general.
En este sentido, en lo que respecta a tipologías, el registro
más habitual es el de “asentamiento indeterminado” (870 ítems)
lo que refleja un gran desconocimiento del registro arqueológico.
El número total de registros resultado del vaciado de datos, es de 2.414 (no equivalentes a 2.414 yacimientos). Cada
yacimiento puede contar con varios registros en los casos en
que éste responda a diversos periodos histórico-culturales o tipologías (tabla 4). Por ejemplo, el yacimiento de l’Horta Vella
(Bétera), consta de 6 registros correspondientes a diversas cronologías: Romano Republicano (valor 3.1.b), Romano Altoimperial (valores 3.2.a y 3.2.b), Romano Bajoimperial (valor 3.3.),
Visigodo (valor 4) y Andalusí emiral (valor 5.1.).
Respecto a la periodización, se han determinado diversos
valores numéricos correspondientes a las diferentes fases históricas (tabla 5). Esta clasificación se ha realizado teniendo en
cuenta la evolución y las dinámicas conocidas a nivel histórico
y arqueológico. Por ejemplo, para el período romano se han tenido en cuenta los hechos históricos asociados a las ciudades del
territorio: Sagunt, Valencia, Llíria y Xàtiva (como por ejemplo
la fundación de Valentia en el 138 a.C., su destrucción posterior
en las Guerras Sertorianas y la refundación augustea).
Asimismo, los valores por tipologías también se han determinado en base a la información disponible, que en la mayoría
de los casos es deficitaria. Se ha procurado que fuera una tipo-
Ninguna
intervención;
1077
Excavado;
474
Prospectado;
842
Otras; 21
Gráfica 1. Intervenciones en yacimientos arqueológicos en números absolutos, según nuestra base de datos. (En el apartado “Otras”
se incluyen sondeos, seguimientos y estudios). Dentro del registro
“prospectado” se incluyen visitas al yacimiento y noticias antiguas
que hemos considerado fiables.
Ninguna
intervención;
45%
Algún tipo de
intervención;
55%
Gráfica 2. Comparación del porcentaje de yacimientos en los que
se ha realizado alguna intervención y en los que no se ha realizado ninguna.
logía válida para todos los períodos cronológicos, de modo que
se han definido hasta 2 subtipologías (tabla 5). En este punto
hemos aplicado una estrategia conservadora: cuando los datos
disponibles no han sido suficientes para establecer una tipología
hemos optado por el subtipo “indeterminado”. El ejemplo más
característico seguramente es el de la clasificación tradicional
de los yacimientos romanos como villae. En estos casos, si la información consultada no permitía clasificar el yacimiento como
tal, se ha utilizado “asentamiento romano indeterminado”, pues
podría tratarse de diversos tipos de asentamiento rural.
IV.6. RESULTADOS DE LA PROSPECCIÓN
ARQUEOLÓGICA
Debido a las deficiencias del registro oficial, ha sido necesario
realizar una comprobación sobre el terreno, tanto de la situación
exacta de algunos yacimientos como de su extensión espacial,
cronología y tipología.
La prospección intra-site o extensiva se ha realizado en
combinación con la prospección arqueomorfológica y se ha
ocupado de 25 yacimientos (figura 153).
La selección de lugares a prospectar se ha hecho en base
a los resultados del análisis arqueomorfológico y el vaciado de datos arqueológicos, de manera que hemos analizado
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Tabla 4. Clasificación cronológica de los yacimientos arqueológicos.
Periodo
Fase
Bronce
Ibérico
Romano
Valor
Cronología
Registros
Bronce
indeterminado
1
1800-VI a.C.
178
Ibérico indeterminado
2
VI-III a.C.
136
Ibérico antiguo
2.1
VI-V a.C.
17
Ibérico pleno
2.2
IV-III a.C.
63
Romano
indeterminado
3
III a.C.-V d.C.
166
Romano republicano
indeterminado
3.1
III-I a.C.
97
Romano republicano
medio/Ibérico final
3.1.a
III-II a.C.
Romano
tardorepublicano
3.1.b
II-I a.C.
Romano altoimperial
indeterminado
3.2
II a.C.-II d.C.
Romano altoimperial
augusteo
3.2.a
I a.C.-I d.C.
Romano altoimperial
fase 2
3.2.b
I-II d.C.
Romano republicano
Romano altoimperial
Subfase
Romano bajoimperial
Medieval
3.3
III-V d.C.
79
4
V-VIII d.C.
59
5
VIII-XIII
66
Andalusí emiral y
califal
5.1
VIII-XI
15
Andalusí taifa
Visigodo
Andalusí
Feudal
343
Andalusí
indeterminado
5.2
XI-XIII
281
Feudal indeterminado
6
XIII-XV
53
Feudal postconquista
6.1
XIII-XIV
256
Feudal bajomedieval
6.2
XIV-XV
280
7
VIII-XV
80
Medieval
indeterminado
únicamente asentamientos romanos de interés para el análisis de las dinámicas de ocupación territorial y de la relación del poblamiento con la red viaria histórica (posiblemente romana).
La prospección ha permitido relacionar algunos asentamientos con ejes viarios y con la estructuración territorial de cada período histórico, completando los resultados del análisis arqueomorfológico. El estudio de los materiales recuperados, aunque
escasos, ha permitido definir con más detalle la cronología de
algunos asentamientos, no así la tipología que no ha podido determinarse en base a los materiales.
De los 25 yacimientos prospectados, 14 han resultado positivos, 10 negativos y 2 no se pudieron prospectar por tratarse de
propiedades privadas de acceso cerrado.
Respecto a la ubicación, hemos tenido algunos problemas con
la transformación de las coordenadas sexagesimales de las referencias antiguas y en algunos casos hemos puesto en duda la
ubicación del yacimiento después de que la prospección no
diese resultados. En 4 casos (La Huitena, Blanc de Columbro,
El Xopar y La Marta) se han contemplado ubicaciones alternativas habiendo revisado toda la documentación disponible.
Queda pendiente la comprobación sobre el terreno de estas
nuevas propuestas.
El trabajo de campo ha permitido ir más allá de la tradicional capa de puntos y se han podido representar zonas
en las que predominan las áreas de dispersión y concentración de materiales, un registro más fiable a nivel espacial que
el punto aislado.
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Tabla 5. Clasificación tipológica de los yacimientos arqueológicos.
Tipología
Subtipo
Asentamiento
Aldea
Alquería
Subsubtipo
Fortificada
Ciudad
Suburbano
Cueva
Fortificación
Alcázar
Atalaya
Campamento
Castillo
Castillo-Palacio
Castrum
Hisn
Torre
Indeterminado
Lugar de producción Alfarería
Apícola
Cantera
Indeterminado
Salazones
Salinas
Taller lítico
Oppidum
Poblado
Fortificado
Rural
Indeterminado
Masia fortificada
Rahal
Villa
Villa
Fortificada
Real
Estructura
agraria
Límite de campo
-
Hallazgo
Cerámica
Epigrafía
Escultura
Indeterminado
Lítico
Numismático
-
Registros
12
Tipología
Subtipo
Subsubtipo
Hidráulico
Almacenaje
Azud
Conducción
Molino
Noria
Protección
Silos
Aljibe
-
78
Marcador
Cruz de término
Miliario
-
28
Navegación
Fondeadero
Puerto
-
24
Necrópolis
Cueva
Incineración
Inhumación
Mausoleo
Megalítica
Sepultura aislada
-
138
Basílica
Convento-Monasterio Cueva
Ermita
Iglesia
Mezquita
Pozo votivo
Templo/santuario
-
310
461
41
19
140
870
31
Religioso
9
42
114
11
Viario
Embarcadero fluvial
Puente
Venta
Vía
2
Carriladas
Construida
Excavada en la
roca
Registros
45
35
La prospección también ha permitido definir con más precisión las cronologías de los yacimientos, que en muchos casos
han pasado de ser “Romano indeterminado” a “Romano altoimperial” concretamente de la fase 3.2.b. (tabla 6).
En 11 casos la cronología de los asentamientos se ha podido
determinar en base a los materiales recuperados, aunque éstos
en general han sido muy escasos.
De esta manera se pone de manifiesto la necesidad de realizar prospecciones de este tipo en todo el territorio, buscando
un mayor conocimiento de las dinámicas de poblamiento. Estos
trabajos han permitido también definir mejor las cronologías de
los yacimientos, que en muchos casos han pasado de ser “Romano indeterminado” a “Romano altoimperial” y concretamente adscritos a la fase 3.2.b. (tabla 6).
Podemos dividir las áreas de prospección arqueológica
esencialmente en 3: área de la Albufera, área de l’Horta Nord y
área de Manises (Horta Oest).
IV.6.1. Área de la Albufera
La prospección de los yacimientos del área de la Albufera ha dado
resultados muy positivos en cuanto a establecimiento de cronologías y confirmación de la distribución del poblamiento en los límites de la laguna de época antigua, mucho más extensa que la actual (Ruiz y Carmona, 2005; Carmona y Ruiz, 2014) (figura 154).
El asentamiento de L’Alter (Catarroja) ha aportado materiales cerámicos que sitúan su ocupación entre los siglos I
y II d.C., con una fase fundacional datada probablemente
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Figura 153. Situación de los yacimientos prospectados: 1.Blanc de Columbro (Rafelbunyol), 2. La Sènia/Pla de
Montalt (Montcada), 3. Casa Mallols (Montcada), 4. El Pouatxo (Montcada), 5. Maquives/Sant Onofre (Museros), 6.Pinxo/Pont de la Gombalda (Museros), 7. La Marta (Museros), 8. La Huitena (Museros), 9. Torrubero
(Museros), 10. El Xopar (Museros), 11. El Xopar (Museros), 12. El Pla de Foios (Foios), 13. Masia del Coronel
(Manises), 14. Tancat de la Cova (Manises), 15. Mas de la Cova (Manises), 16. L’Alter (Catarroja), 17. L’Alter/
El Mas de Baix (Silla), 18. L’Alter/El Mas de Baix (Silla), 19. L’Alteró (Silla), 20. Camp de la Llegua (Silla),
21. Font del Gat (Silla), 22. Venta de Ferrer (Silla), 23. Mas Reig II (Picassent), 24 Motor Pallorfa/Terrabona
(Picassent), 25. Torixí (Catadau, fuera de la figura).
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a principios del siglo I d.C., en época de Augusto/Tiberio
(figuras 155 y 158). Además, ha permitido establecer con
fiabilidad las áreas de dispersión y concentración de materiales, evidenciando la relación del asentamiento con varios
caminos de la red viaria antigua y con un cruce de caminos
interesante. El área de dispersión queda delimitada al este del
Camí de l’Alter, que coincide con la línea de término municipal entre Catarroja, Albal, Beniparrell y Silla, hecho indicativo de la antigüedad del eje viario. También se pone de
manifiesto la posición estratégica del mismo, no solamente
respecto a la red viaria sino también a los límites de máxima
expansión de la Albufera.
Este mismo eje viario se relaciona con El Mas de Baix (Silla), en el extremo sur de la vía. Aproximadamente la misma
cronología se extrae del análisis de los materiales de la prospección, que sitúan la ocupación de este asentamiento entre el
siglo I a.C. y el III d.C. Poco después de realizar la prospección, se publicaron los resultados de la excavación arqueológica del yacimiento (Alapont et al., 2014), gracias a la cual
sabemos que su cronología es más amplia y que estamos ante
un asentamiento fundado probablemente en el siglo II a.C., que
en su fase imperial fue una villa y estuvo ocupado al menos
hasta el siglo VI d.C. (figura 155).
Para el yacimiento de L’Alteró (Silla), inmediatamente al
este del Mas de Baix, se desprende aproximadamente la misma
cronología, con un inicio de ocupación en época augustea (principios del siglo I d.C.) hasta principios del siglo III d.C. (figura
155). Probablemente l’Alteró y el Mas de Baix estuvieron relacionados. L’Alteró se encuentra ubicado en un escalón geológico limítrofe con los humedales de la Albufera y con su máxima
expansión histórica (Pardo et al., 1996; Carmona, 1999; Carmona y Pérez, 2011; Carmona y Ruiz, 2011 y 2014). Su área de
dispersión/concentración de materiales es muy reducida, con lo
que tal vez estemos ante un asentamiento de tipo estratégico o
industrial relacionado con la villa del Mas de Baix.
Los materiales recogidos en la Font del Gat (Silla), indican
que el yacimiento se funda en época augustea (finales del siglo
I a.C.) y sigue ocupado hasta el siglo III d.C (figura 156). Una
datación que, poco después de la prospección, se pudo corroborar gracias a la publicación de los resultados de una excavación
arqueológica en el yacimiento (Alapont et al., 2014).
El asentamiento de Camp de la Llegua (Silla) aporta un material que data la ocupación aproximadamente en la misma fase.
Su fundación se sitúa a finales del siglo I d.C. y permanece ocupado al menos hasta finales del siglo II d.C. (figuras 156 y 157).
La prospección en el yacimiento de la Venta de Ferrer
ha resultado negativa. Aunque se excavó a mediados del siglo
XX por parte del SIP (Servei d’Investigació Prehistòrica-Diputació de València), la información es inédita y se desconoce
su ubicación exacta (Catálogo de yacimientos arqueológicos
del PGOU de Silla). De todos modos, habría que considerar
que la profunda alteración de la zona -que presenta diversas
infraestructuras (variante N-332 y acceso al polígono FordAlmussafes)- ha podido destruir los restos (figura 159).
Finalmente, el asentamiento de Mas Reig II (Picassent)
resulta muy interesante. A partir del material de prospección
hemos podido datar su ocupación entre finales del siglo II a.C./
principios del I a.C. y el siglo IV d.C. Al norte, se excavó la
necrópolis islámica de Mas Reig, que no se pudo datar con se-
guridad y que debió estar asociada a un núcleo de población
cercano, tal vez relacionado con Mas Reig II. De ser así, la ocupación de Mas Reig II abarcaría una amplia franja cronológica,
desde época romana tardorrepublicana a andalusí (figura 159).
IV.6.2. Área de l’Horta Nord
En el área de l’Horta Nord, las prospecciones intra-site también
han aportado datos de interés para el análisis del poblamiento y
su relación con la estructuración viaria histórica. En esta zona
se ha prospectado un total de 9 yacimientos, aunque algunos han
resultado negativos (figura 162).
El asentamiento de Blanc de Columbro (Rafelbunyol)
no se ha encontrado en la ubicación teórica que indicaba la
trasformación de coordenadas sexagesimales a coordenadas
UTM. Probablemente ha habido un error en la trasformación
o bien las coordenadas sexagesimales en las que nos hemos
basado (Pérez, 2006: 61; Pingarrón, 1981a: 151) eran erróneas
debido a que se extrajeron de noticias antiguas, de principios
del siglo XX. También hay que señalar que las estructuras que
se describen en la publicación citada no se han encontrado,
probablemente debido a las grandes trasformaciones agrícolas
de la zona. Sí se han documentado indicios de una ocupación
próxima, pues en las inmediaciones del camino de Segorbe se
halló un fragmento de tegulae y un posible fuste de columna
de piedra caliza azul (de Sagunto o Alcublas) reutilizado (figura 160), además de diversos fragmentos de cerámica común en
las parcelas adyacentes al camino. Debido a la falta de datos
derivados de la prospección, hemos propuesto una ubicación
alternativa del asentamiento (figura 163) basándonos en la
descripción de los hallazgos antiguos y una nueva transformación de las coordenadas.
En segundo lugar, el asentamiento de La Sènia/Pla de
Montalt (Museros) se ha documentado con fiabilidad mediante el trabajo de campo (figuras 162 y 163). En la ficha de
Conselleria no se describe el yacimiento aunque existen diversas publicaciones sobre éste (Pingarrón, 1981a: 142; Pérez,
2006: 62; Ajuntament de Museros, 2007). Según la información consultada, el yacimiento era romano altoimperial pero
gracias a los numerosos materiales recogidos en la prospección se ha podido datar su ocupación de forma más concreta,
entre la segunda mitad del siglo I d.C. y principios del III d.C.
Las fotografías de principios del siglo XX ilustran la existencia de diversas estructuras (posible podium, acueducto,) ahora
desaparecidas que sugieren que probablemente se trate de una
villa romana.
El yacimiento de Mas del Palmiter (Museros) no se pudo
prospectar debido a que se encuentra dentro de una gran propiedad cerrada mediante vallas metálicas (figura 162).
La prospección en Maquives/Sant Onofre (Museros) ha
aportado suficientes materiales para datar la ocupación del asentamiento entre finales del siglo I d.C. y principios del III d.C.
(la cronología según el PGOU de Museros era siglos II-III d.C.
y según el inventario de Conselleria, Romana altoimperial).
Además, se ha podido fijar un área de dispersión y concentración de materiales, con bastante fiabilidad, junto al camino de la
Calderona (figuras 162 y 164).
En lo que respecta a los asentamientos de El Xopar (Museros), Pinxo (Museros), Pont de la Gombalda (Museros) y La
Huitena (Museros), no se han hallado materiales en las áreas
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Tabla 6. Cronología de los asentamientos nombrados en los apartados 5.2.1. y 5.2.3.
Yacimiento
Resultado
Cronología conocida
Cronología prospección
Tancat de la Cova
acceso cerrado
Romano indeterminada
-
Mas del Palmiter
acceso cerrado
Romano indeterminada
-
Casa Mallols
negativo
s.II-III d.C.
-
Masia del Coronel
negativo
Medieval, romano, ibérico
Medieval
Blanc de Columbro
dudoso
I-II d.C.
Romano indeterminada
El Xopar
negativo
Romano indeterminada
-
La Marta
negativo
s.I-II d.C.
-
Motor Pallorfa/Terrabona
negativo
Romano indeterminada
-
Aqüeducte de Rafelbuyol
negativo
Romano indeterminada
-
Camí romà dels Plans
negativo
Romano indeterminada
-
La Huitena
negativo
s.I-II d.C.
-
Pinxo
negativo
s.I-III d.C.
-
La Font del Gat
positivo
I-II d.C.
Finales I-III d.C.
L’Alter (Catarroja)
positivo
Romano indeterminada
I-II d.C.
L’Alteró (Silla)
positivo
s.II aC-I d.C.
Mediados I -principio III d.C.
Camp de la Llegua
positivo
Romano indeterminada
Finales I-II d.C.
Masia de la Cova
positivo
I-III d.C.?
Indeterminada
Torixí
positivo
I-III d.C.
Indeterminada
Mas de Baix
positivo
Romano indeterminada
I-III d.C.
Mas Reig II
positivo
Ibérico pleno, Romano altoimperial
Finales II a.C./ppio. I a.C.-IV d.C.
Torrubero
positivo
Romano indeterminado
Finales I-II d.C.
Maquives-Sant Onofre
positivo
s. II-III d.C.
Finales I-ppio. III d.C.
La Sènia-Pla de Montalt
positivo
s. I-III d.C.
2ª mitad I-ppio. III d.C.
Pla de Foios
positivo
s. I-II d.C.
Finales I-ppio. IV d.C.
El Pouatxo
positivo
s. I-III d.C.
Finales I-II d.C.
prospectadas en base a la ubicación teórica de los yacimientos.
Igual que en casos anteriores, probablemente la transformación
de las coordenadas ha sido errónea o bien los datos originales
ya lo eran por basarse en información antigua. Por tanto, hemos
planteado ubicaciones alternativas a partir de una nueva transformación de coordenadas o mediante la comprobación de la
información contenida en los datos antiguos (relectura de planimetrías, croquis, descripciones, etc.). Queda pendiente confirmar estos datos en una nueva campaña de prospecciones arqueológicas. En el caso de El Xopar, la situación indicada en la
Ficha de Conselleria es errónea y se ha incorporado, posteriormente a la prospección, la información contenida en el PGOU
de Museros, campaña en la cual se localizaron algunos restos
del yacimiento en una ubicación diferente a que figura en la
ficha de Conselleria (figura 162).
Los asentamientos de Lloma del Poble (Museros) y Lloma del Montalar/Mas de Selma (Museros), no han sido prospectados debido a que los datos arqueológicos se extrajeron del
PGOU de Museros con posterioridad a la realización del trabajo
de campo (figura 162).
El yacimiento de El Pla de Foios (Foios) ha aportado
material abundante, aunque muy fragmentado. En el camino
hondo de Nàquera a Vinalesa, colindante con la parcela en que
aparece el material cerámico, se han documentado restos de
estructuras en opus signinum (figuras 164 y 167). La información contenida en la ficha de Conselleria indica que es un
asentamiento romano altoimperial, mientras otras publicaciones lo datan más concretamente entre los siglos I y II d.C. (Pérez, 2006: 65), pero la cerámica recuperada por nuestro equipo
en la prospección ha permitido ampliar esta propuesta datando
la ocupación de este lugar entre finales del siglo I d.C. y principios del IV d.C.
En el asentamiento de Torrubero (Museros), catalogado en
el PGOU de Museros como bajoimperial y en otras publicaciones como altoimperial (Pérez, 2006: 64), pudimos recoger en
la prospección arqueológica numerosos materiales, principalmente cerámicos, que han permitido datar el asentamiento entre
finales del siglo I y el siglo IV d.C. (figura 166).
Finalmente, en el El Pouatxo (Montcada), el análisis de
los materiales recuperados en la prospección, ha permitido datar su ocupación entre finales del siglo I d.C. y principios del
III d.C. (aunque probablemente haya que alargar su final hasta
el siglo IV d.C.). En este sentido no se han aportado novedades,
ya que la bibliografía consultada ya situaba la cronología del
asentamiento en esta franja (Pérez, 2006: 65). La novedad del
trabajo reside en la delimitación de las áreas de dispersión y
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Figura 154. Vista general de los resultados de la prospección arqueológica en el área de la Albufera: 1. El Mas
de Baix, 2. L’Alter, 3. L’Alteró, 4. La Font del Gat, 5. Camp de la Llegua, 6. Venta de Ferrer, 7. Mas Reig II,
8. La Travessa.
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Figura 155. Detalle del resultado
de la prospección arqueológica
en los asentamientos de 1. L’Alter
(Catarroja), 2. El Mas de Baix (Silla)
y 3. L’Alteró (Silla).
Figura 156. Detalle de los resultados
de la prospección arqueológica en los
yacimientos de 1. Font del Gat (Silla)
y 2. Camp de la Llegua (Silla).
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Fig. 157
Fig. 158
Fig. 159
Figura 157. Camp de la Llegua. Pared de acequia hecha con pequeños sillares y fragmentos de tegula.
Figura 158. Materiales recogidos en la prospección en el yacimiento de L’Alter.
Figura 159. Detalle de los resultados de la prospección arqueológica en los yacimientos de 1. Venta de Ferrer (Silla) y 2. Mas Reig II
(Picassent).
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Figura 160. Material documentado en las inmediaciones del Camino de Segorbe, en el área del yacimiento de Blanc de Columbro
(Rafelbunyol).
Figura 161. Material reutilizado (dolia) en un muro de parcela en
terraza en el yacimiento de La Sènia/Pla de Montalt (Museros).
concentración cerámica, definidas a partir del trabajo de campo
(figura 168) y que sitúan el asentamiento al oeste del camino de
Nàquera a Vinalesa.
El único asentamiento de esta zona que ha proporcionado
indicios fiables es Masia de la Cova. Tal como se explicita
en la ficha de Conselleria, se conservan estructuras de época
romana de lo que parecen ser dos balsas de uso artesanal/industrial, en opus caementicium. Se observa en algún punto la
reutilización parcial de los muros como terrazas de cultivo en
una fase posterior. Se encuentra en una zona periurbana, muy
afectada por transformaciones agrícolas y urbanas, además de
presentar escasa visibilidad debido al abandono de los cultivos
de olivo, lo que ha hecho que la vegetación oculte los posibles
restos existentes. Aunque en la ficha de Conselleria se indica
la presencia de TSH, la cerámica recogida por nuestro equipo
en las parcelas donde se hallan las estructuras no es determinante y aunque podría corresponder a ánforas, su estado de
conservación y el hecho de que no se documenten formas, no
permiten corroborar la cronología altoimperial que se propone
para el asentamiento.
Por otro lado, cerca de estos yacimientos, el camino de la
Vereda de les Simetes ha sido reparado con un adoquinado justo en el punto donde la ficha de Conselleria indica que había
carriladas marcadas en la roca, de manera que tampoco se ha
podido comprobar este dato.
IV.6.3. Área de Manises (Horta Oest)
Finalmente, en el área de Manises, se han prospectado los yacimientos de Masia del Coronel, Tancat de la Cova 2 y Masia de
la Cova (figura 169).
En el caso de Masia del coronel, la prospección no ha permitido documentar ningún material cerámico antiguo, al contrario de lo que se indica en la ficha de Conselleria según la cual en
una prospección se recuperó material cerámico romano visigodo
e islámico. También en la ficha se indica que los materiales se
hallaron en la parcela 7 del polígono 22, una parcela que actualmente no existe y que probablemente se haya destruido debido
a la construcción del polígono industrial “La Cova”. El área de
dispersión de materiales que aparece en las figuras corresponde
a la cerámica medieval y moderna recogida en la prospección.
Respecto a Tancat de la Cova2, el vallado de los terrenos
en que se localiza el yacimiento no ha permitido comprobar la
información de la ficha de Conselleria, según la cual allí se halla
una concentración de materiales romanos: dolium, ánfora y TSH.
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Figura 162. Vista general de los resultados de la prospección arqueológica en el área de l‘Horta
Nord: 1 y 2. Blanc de Columbro, 3. Aqueducte de Rafelbunyol, 4. Lloma de Museros/Lloma del Poble, 5. La Sènia/Pla de Montalt, 6. Llometa del Montalar/Mas de Selma, 7. Casa Mallols, 8. El Pouatxo, 9. Mas del Palmiter, 10. Maquives/Sant Onofre, 11. La Marta, 12. Pinxo/Pont de la Gombalda,
13 y 14. La Huitena, 15. Torrubero, 16. El Xopar, 17. El Pla de Foios, 18. Les Paretetes dels Moros.
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Fig. 163
Fig. 164
Fig. 165
Figura 163. Detalle de los resultados de la prospección arqueológica en los yacimientos de Blanc de Columbro (1 y 3) y La Sènia/Pla de
Montalt (2).
Figura 164. Restos de opus signinum reutilizados en la terraza del camino hondo de Náquera a Vinalesa, en un punto colindante con el
yacimiento de El Pla de Foios.
Figura 165. Sillares reutilizados en el área de El Pouatxo (Montcada).
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Fig. 166
Fig. 167
Figura 166. Detalle de los resultados de la prospección arqueológica en los yacimientos de Maquives/Sant Onofre (1), La
Marta (2), Pinxo/Pont de la Gombalda (3), La Huitena (4, 5), Torrubero (8), El Xopar (6, 7, 9).
Figura 167. Detalle de los resultados de la prospección arqueológica en los yacimientos de El Pla de Foios (1) y La Huitena (2).
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Fig. 168
Fig. 169
Figura 168. Detalle de los resultados de la prospección arqueológica en los yacimientos de El Pouatxo (1), La Sènia/Pla
de Montalt (2), Maquives/Sant Onofre (3).
Figura 169. Vista general de los resultados de la prospección arqueológica en el área de Manises (Horta Oest), yacimientos de Masia del Coronel (1), Masia de la Cova (2), Tancat de la Cova (3), Tancat de la Cova2 (4) y Vereda de les
Simetes (5).
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V
Relación de los sistemas viarios ortogonales
con sistemas centuriados
Una vez realizados los análisis arqueomorfológico y de poblamiento, así como las prospecciones arqueológicas y arqueomorfológicas, todo indica que en el área de estudio existen varias
estructuraciones viarias de morfología ortogonal que podrían
tener su origen en la antigüedad. A continuación, realizaremos
una aproximación a la datación y contextualización cultural de
estos sistemas viarios.
V.1. APROXIMACIÓN CRONOLÓGICA A LOS SISTEMAS
VIARIOS DE ORGANIZACIÓN TERRITORIAL
Como se ha comentado anteriormente, datar con precisión las
estructuraciones viarias es probablemente la parte más compleja del análisis arqueomorfológico. Aun así, existe una serie de
datos y análisis que permiten realizar aproximaciones cronológicas y asociar las diferentes morfologías a períodos históricoculturales concretos.
Estos indicadores los pueden proporcionar las intervenciones arqueológicas, que datan los núcleos de poblamiento relacionados con los distintos sistemas viarios. También la datación
relativa de estructuraciones del paisaje, como los canales de
irrigación, puede proporcionar cronologías antequem para las
estructuras previas, cuya secuencia viene determinada por el
análisis arqueomorfológico. A partir de estos análisis se obtiene
una cronología más concreta para cada morfología viaria.
Como se ha explicado en el apartado 4.3., en el caso de Valencia, gracias al análisis arqueomorfológico se ha establecido
una secuencia de cronología relativa entre las diferentes estructuraciones territoriales:
1. En una primera fase se incluyen las vías naturales cuyo recorrido está determinado por los elementos físicos del territorio en el que se implantan. Debido a sus características específicas, estas vías son difíciles de analizar desde la
perspectiva arqueomorfológica, puesto que habitualmente
su integración en una secuencia de cronología relativa es
compleja. Algunas de ellas podrían retrotraer su momento
de creación a época prehistórica y siguen estando en uso por
la idoneidad de su recorrido.
2. En una segunda fase, se da una gran intervención en el territorio mediante la implantación de grandes sistemas viarios
ortogonales. Estos sistemas son borrados por la construcción de los sistemas viarios radioconcéntricos y de los sistemas de regadío de la Huerta de Valencia y por lo tanto son
anteriores a éstos.
3. A continuación, se documenta una tercera fase en la que se
implantan algunos sistemas viarios radiales con centro en
núcleos históricos y se construye parte de los sistemas de
regadío de la Huerta de Valencia.
4. En la cuarta fase se crean diversos sistemas viarios de tendencia ortogonal que son posteriores tanto a la implantación
tanto de los sistemas viarios radioconcéntricos como a la de
los sistemas de regadío, puesto que son prolongaciones de
éstos. Este proceso se observa de manera muy evidente en
las zonas de marjal. Además, en algunos casos la documentación escrita de época medieval y moderna identifica estos
sistemas y permite datarlos en época feudal o moderna, correspondiéndose éstos con parcelaciones y/o desecaciones
de marjales de estas cronologías.
5. En una última fase se construyen las grandes infraestructuras de comunicación: ferrocarriles, autopistas y otras carreteras que, en su mayor parte, no siguen la estructuración
tradicional del territorio.
A partir de esta secuencia cronológica relativa vamos a concretar un poco más la datación de cada estructuración viaria en
base su relación con el poblamiento y la red de irrigación datados con fiabilidad, tal como se ha detallado en el apartado 4.2.
La mayoría de los núcleos históricos desde los cuales surgen
las redes viarias de morfología radial o estrellada son fundaciones del período medieval andalusí, cuya cronología abarca los
siglos VIII al XIII. Estos datos permiten asociar la creación de
115
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Ibérico
Romano
Andalusí
Feudal
Gráfica 3. Cronología fundacional (conocida) de los núcleos generadores de redes viarias radiales. Todos los asentamientos creados
durante las fases ibérica y romana tuvieron continuidad de ocupación en el período andalusí y muchos también en época feudal
los sistemas viarios radioconcéntricos con un proceso de transformación de la red viaria que tuvo lugar durante el período
andalusí, en un momento anterior al siglo XIII, como también
han apuntado otros investigadores (Guinot, 2007: 202). Aun así,
habría que tener en cuenta que la evolución de estos sistemas
viarios pudo ser un proceso de larga duración que incluiría modificaciones de los ejes o ampliaciones de los sistemas, tanto en
época andalusí y feudal como moderna.
Aunque por lo general los núcleos relacionados con redes
viarias radiales se crean durante el período andalusí, existen algunas excepciones, pues algunos de ellos retrotraen su momento fundacional a época ibérica1 o romana2 o bien lo posponen a
época feudal3 (gráfica 3). De todos modos, en lo que respecta a
los primeros, aunque su fundación sea anterior y algunos ejes
viarios se puedan asociar a cronologías antiguas, se trata de lugares que experimentan un gran desarrollo en la fase andalusí
(Silla, Bétera, Sagunt, València, Xàtiva, Llíria, Paterna).
La datación andalusí de estos núcleos de población, en su
mayor parte, se deriva de la documentación generada durante
la conquista cristiana del Reino de Valencia (primera mitad del
siglo XIII) en la que aparecen nombrados estos asentamientos,
de modo que estamos hablando de un período ya muy tardío de
la fase andalusí. Sin embargo, en algunos casos se han podido realizar dataciones más exactas gracias a las intervenciones
arqueológicas y a los análisis de los sistemas de regadío de la
Huerta de Valencia.
El ejemplo de Paterna es muy ilustrativo. Paterna es el centro de una red radial de caminos que la comunican con diferentes poblaciones, en algunos casos a través de vados del río Túria
(apartado 4.1.1). Las intervenciones arqueológicas efectuadas
en el yacimiento del Sector Río, a 700 m. al oeste del núcleo
histórico de Paterna (Verdasco et al., 2013), indican que la aldea
visigoda (anteriormente villa romana) se abandona en el siglo
VII. Es probable que en este momento se produjese un cambio
hacia la ubicación actual de Paterna, aunque las excavaciones
1
2
3
Sagunt, Llíria, Bétera, Xàtiva, Carcaixent.
Valencia, Silla, Paterna y una serie de municipios donde se ha hallado material romano descontextualizado que podría indicar una
ocupación en este período.
Pobla de Vallbona, Tossal Nou, Realenc, Torre d’En Lloris, Llanera de Ranes, Granja de la Costera, Vallés.
realizadas en la ciudad no permiten comprobarlo y no datan la
fundación en la ubicación actual más allá del siglo XI. Pero las
fuentes históricas indican que Paterna se funda con anterioridad
al siglo XI: Ibn Idhari da referencia en el al-Bayan al-Mughrib
de que, tras el ataque de Fernando I de León a Balansiya en
1065 y ante la resistencia de los locales, las tropas castellanas
emprendieron la huida hacia Paterna, donde se sucedió la batalla
homónima. Además, según el trabajo de Esquilache, la alquería
de Paterna ya existiría entre finales del siglo VIII e inicios del X,
pues el investigador data en este momento la construcción de la
primera fase de la Acequia de Montcada y de los espacios cultivados de Paterna A y B (Esquilache, 2016). De la correlación de
todos estos datos se deduce que la creación de la red radial de
Paterna es anterior al siglo XI y seguramente se generó entre los
siglos X y XI. Esta red radial, como se ha detallado en el capítulo 4, se superpone a una estructuración viaria ortogonal anterior
cuya implantación se dataría, por superposición de estructuras,
en un momento anterior al siglo X (figura 170).
Otro ejemplo es Torrent. El núcleo es generador de una red
de caminos radiales muy desarrollada, que ocupa una gran área
alrededor del municipio y que lo conecta con los núcleos de
población circundantes (apartado 4.1.1.). Las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en su casco antiguo, particularmente en la torre y su entorno, consiguieron datar la construcción
de esta estructura defensiva a mediados del siglo XI (Martínez
y Roca, 2015), aunque los arqueólogos sospechan que la fundación de la alquería es anterior.
La red viaria radial de Torrent, por tanto, se habría construido
en un momento indeterminado del siglo X, cuando la alquería ya
estaba consolidada como núcleo poblacional (coincidiendo con
el auge en el poblamiento del período califal al que nos hemos
referido en el apartado 4.2.). La red viaria radial originada por
Torrent, como se ha explicado en el apartado 4.3., se superpone
a una gran estructuración viaria de morfología ortogonal que es,
en consecuencia, anterior y que podría datarse provisionalmente
en un momento previo al siglo X (figura 171). Además, los canales del sistema de irrigación Torrent-Picanya-El Ràfol adaptan
su recorrido al de los ejes viarios radiales y al de algunos ejes
ortogonales. Respecto a este sistema, se sabe que fue construido
en el período andalusí pero su evolución no ha sido analizada en
profundidad (Guinot y Selma, 2006: 30-31).
En el caso de Silla (figura 172), la población tiene su origen
en una villa romana (Alapont et al., 2014: 31-36) y parece que
hay un hiatus sin población desde el siglo III d.C. hasta el periodo andalusí califal. Las intervenciones arqueológicas realizadas
en Silla indican que hay ocupación al menos desde el siglo X
(Alapont et al., 2014: 66-67), aunque la torre de la alquería se
construyó en una fase posterior. En base a estos datos, la construcción de la red viaria radial de Silla podría datarse en torno
al siglo X, coincidiendo con el aumento y consolidación del
poblamiento durante el Califato de Córdoba. Cerca de Silla, en
el yacimiento de L’Alter-Mas de Baix (siglos II a.C.-VI d.C. al
X-XI d.C.) y gracias al material cerámico asociado, la construcción de algunas estructuras hidráulicas se dató en el siglo X. Este
asentamiento, quedaba conectado con Silla4 mediante diversas
vías de la red radial y ortogonal. Como en los casos explicados
4
Tanto Silla como L’Alter-El Mas de Baix tienen su origen en época
romana.
116
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Figura 170. Imbricación de las estructuraciones territoriales y su relación con el poblamiento histórico en Paterna.
más arriba, el análisis arqueomorfológico detectó la superposición del sistema viario radial sobre el ortogonal, cuya implantación podríamos datar en un momento anterior al siglo X.
Alcàsser probablemente tiene su origen en un asentamiento
militar visigodo, La Senda de l’Horteta, del cual se ha excavado
su necrópolis, aunque ésta se halla 300 metros al noroeste del
núcleo histórico del municipio actual. El asentamiento se abandona a finales del siglo VII y es posible que poco después se
instalara un primer núcleo de población andalusí en la ubicación
actual, aunque no hay pruebas arqueológicas de ello. El topónimo islámico Alcàsser hace referencia a un centro fortificado, lo
que algunos autores han querido relacionar con una continuidad con el castro visigodo (Alapont et al., 2016: 73). En lo que
respecta a la alquería de Alcàsser, los restos arqueológicos más
antiguos datan del siglo X (Febrer: 1985), lo que nos sitúa en
un contexto igual al que hemos descrito para Paterna, Torrent
y Silla, y también en una datación similar para las redes viarias
radiales y ortogonales de Alcàsser.
Benifaió, Almussafes y Alginet son tres casos también interesantes pues generan tres redes viarias radiales interconectadas que prácticamente ocupan todo el territorio circundante y
también se superponen a un sistema viario, de morfología ortogonal. Desgraciadamente los datos históricos y arqueológicos
de estos tres municipios, originalmente alquerías andalusíes, no
permiten datar la fundación de estos núcleos de poblamiento
más allá del siglo XI.
Desde el centro de Aldaia surge una interesante red radial
que une la localidad con Quart de Poblet, Alaquàs y Torrent.
Ésta se superpone a una gran estructuración ortogonal que se
extiende hacia el oeste y de la cual hemos hablado en el apartado 4.3. Aldaia y Alaquàs están estrechamente relacionadas
con la acequia de Quart, construida según Esquilache entre los
siglos X-XI, lo que nos sitúa en las mismas cronologías manejadas para los casos anteriores: la red viaria radial de Aldaia
dataría del siglo X, mientras el sistema ortogonal sería anterior.
En el caso de Valencia, la ciudad se mantiene ocupada sin
ningún período de abandono desde época romana augustea
hasta la actualidad. Sabemos que, al menos, desde el siglo IX
Balansiya era una ciudad (durante el período anterior se la conoce como Madinat Al-Turab, la ciudad polvorienta- en referencia tal vez a su poca entidad). Su red radial la relaciona
por ejemplo con Russafa, un asentamiento palatino real (almunia) cuyos restos arqueológicos no se han hallado pero cuya
construcción comúnmente se data entre finales del siglo VIII
e inicios del IX (supuestamente fue edificada por mandato de
Abd Allah al-Balansí, a imitación de la finca de su padre en
Córdoba). D
e ello se deduce que algunos caminos radiales de
Valencia son anteriores al siglo IX, siendo este caso, el de Alzira y el de Xàtiva los únicos en que la datación de la red radial
se puede retrotraer con fiabilidad a este momento tan inicial
de la fase andalusí. Además, Russafa cuenta con un espacio
irrigado del sistema de Rovella que, según Esquilache (2016),
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Figura 171. Imbricación de las
estructuraciones territoriales y
su relación con el poblamiento
histórico en Torrent: 1. Rahal
Ibn Mufarrig, 2. Benetússer,
3. Massanassa, 4. L’Hort de
Pepica, 5. Catarroja, 6. Albal,
7. Beniparrell, 8. L’Alter/
El Mas de Baix, 9. L’Alteró,
10. L’Alter I, 11. Sant Gregori.
data también de la primera fase de construcción de la Huerta de
Valencia (siglos VIII-X) y que está relacionado con el camino
radial Camí de Russafa/Carrera de la Font d’En Corts, lo que
permite datar la construcción del sistema viario radial de Valencia entre los siglos VIII y X.
Para Xirivella y Patraix no tenemos datos arqueológicos,
aunque según el análisis efectuado por Esquilache, el sistema de
regadío y los espacios cultivados asociados a ambas alquerías
formarían parte de la primera fase de construcción de l’Horta
de Valencia (finales del siglo VIII-inicios del X). Por lo tanto,
el inicio de la construcción de las vías radiales asociadas de esta
zona dataría de este momento.
Los datos arqueológicos de las numerosas intervenciones
que se han realizado en el casco antiguo de Montcada no permiten retrotraer el origen de la población más allá del siglo XI
(aunque se han hallado materiales romanos descontextualizados
en diversas intervenciones arqueológicas). Sin embargo, según
el análisis de Ferran Esquilache habría que datar los espacios
de cultivo irrigado de Montcada entre finales del siglo VIII e
inicios del X, de lo cual se deduce que la alquería ya existiría
en ese momento. Este mismo autor apunta que el sistema de
regadío de la acequia de Montcada fue, de los sistemas de la
Huerta de Valencia, el primero en construirse al norte del Turia
(Esquilache, 2016: 225).
118
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Figura 172. Imbricación de las estructuraciones territoriales y su relación con el poblamiento histórico en Silla y Alcàsser: 1. Catarroja,
2. L’Alter, 3. Albal, 4. Beniparrell, 5. L’Alter/ El Mas de Baix, 6. L’Alteró, 7. F Font del Gat, 8. Camp de la Llegua, 9. Pla de la Font de
l’Omet, 10. Els Olivars, 11. Mas de l’Algudor, 12. Senda de l’Horteta.
La primera mención escrita referente a Alzira data de finales del siglo IX y habla de un centro regional de captación de
impuestos (Soler, 2002), de lo que se deduce que probablemente
a finales del siglo VIII ya existía el asentamiento. Durante el
siglo XI la ciudad tenía muralla (Al Udri), probablemente contruida con anterioridad a esa fecha, aunque por el momento no
hay datos arqueológicos que corroboren esta hipótesis. En base
a estos datos, la construcción de la red viaria radial de Alzira
debe datarse en el siglo IX y, por tanto, la red viaria ortogonal de
esta zona es necesariamente anterior a ese momento.
La primera mención de Xàtiva como ciudad data del año
900 (Ibn Hayyan), en el marco de la toma de poder en la alcazaba de madinat Xàtiva por parte de Amir Abí Jawxan. En consecuencia, tenemos una datación antequem para la ciudad andalusí, que existiría ya desde el siglo IX. Como se ha explicado en el
capítulo 4.3., Xàtiva es el centro de una amplia red viaria radial
que borra y transforma algunos ejes de la red viaria ortogonal
antigua. Por lo tanto, nos encontramos en un marco cronológico
igual al de Valencia y Alzira, que sitúa la construcción de la red
ortogonal en un momento anterior al siglo IX.
La ciudad de Morvedre (Sagunt) aparece nombrada como
tal por Al Razi en el siglo X (Lévi-Provençal, 1953; Torró,
2009: 160) y probablemente durante el período califal la mur
veteris prácticamente abandonada desde el siglo VII se convir-
tió en un recinto urbano incipiente: Murbiter. De este modo,
la red viaria radial de Sagunt se habría generado a partir de los
siglos IX-X y habría que datar la implantación de la red viaria
ortogonal en un momento anterior a esta fecha.
Otros casos son Llíria (que se refunda en el siglo XI después de un período de abandono de desde finales del siglo VII),
Bétera (donde los datos arqueológicos indican una refundación andalusí en el siglo XI, en el mismo lugar donde hubo un
asentamiento ibérico abandonado en el siglo III a.C.), Mislata
(cuyos espacios irrigados según Esquilache se datarían en el
siglo XI), Picassent, Almussafes, Sollana, Benifaió, Alginet,
Sueca, Algemesí, Carlet o Alberic.
En definitiva, la correlación de la información disponible
sobre el poblamiento, la red viaria y los datos histórico-arqueológicos, indica que las redes viarias radiales empiezan a crearse
entre finales del siglo VIII y el siglo IX, aunque seguramente
su configuración fue un proceso diacrónico de larga duración.
Esta estructuración viaria seguirá ampliándose a medida que
se intensifica el poblamiento durante todo el período andalusí y
se desarrollan los sistemas de irrigación, como se ha explicado
en el apartado 4.2.
Este análisis permite datar la construcción de las grandes
estructuraciones viarias ortogonales anteriores a las redes radiales en un momento previo al siglo IX, lo que sugiere que
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esta intervención territorial a gran escala pudo haberse dado en
época romana, el único periodo anterior a este momento en que
existe una autoridad con poder político y económico suficiente
para implantarla.
Otro factor que refuerza la hipótesis de la cronología antigua
para la red viaria ortogonal es la reutilización de determinadas
vías de estos sistemas para el diseño de los espacios irrigados
andalusíes. Según Esquilache las áreas de regadío de Tormos y
Benicalap, datadas entre finales del siglo VIII e inicios del X,
así como las de Quart (Esquilache, 2016: 111, 133 y 137) y Rahal Aixuterni/Soternes, se apoyan en vías ortogonales antiguas
(Esquilache, 2016: 302-303).
Otro elemento que ayuda a datar los sistemas ortogonales
anteriores a las redes viarias radiales, es su relación con el poblamiento histórico. En numerosos casos los núcleos andalusíes
se sitúan junto a vías de los sistemas ortogonales antiguos5 o en
cruces de vías de éstos (puntos fuertes en la estructuración del
territorio) lo cual implica que en el momento en que se fundan
estos núcleos (siglos VIII-XI), las vías ortogonales ya existían,
que su uso se mantuvo y que fueron determinantes para la ubicación de los nuevos asentamientos porque tenían un papel de
primer orden en la estructuración territorial. Este es un caso bien
documentado en otras areas centuriadas como los territorios de
Tarraco o Barcino. Por ejemplo, Reus, topónimo procedente del
término latino reddis que hace referencia a un cruce de caminos
(Coromines, 1996), se sitúa en el cruce de un kardo y un decumanus de una trama centuriada de Tarraco y desarrolla una
fuerte red radioconcéntrica a su alrededor, borrando gran parte
del parcelario anterior.
En otros casos, la nueva ordenación viaria de tipo radial
vinculada con el poblamiento andalusí, como se ha explicado
anteriormente, modificará la estructuración viaria, transformando o haciendo desaparecer el sistema viario ortogonal de
época antigua.
De esta manera, se confirma que la implantación de los
sistemas viarios ortogonales tuvo lugar en un momento anterior a finales del siglo VIII y principios del IX. Teniendo en
cuenta que se trata de macroestructuras territoriales que van a
determinar la morfología del paisaje en época medieval y hasta
la actualidad (pues muchas de ellas siguen en uso), habría que
buscar más elementos que nos permitan relacionar esta gran intervención en el paisaje con algún período cultural concreto de
la antigüedad o la alta edad media.
Para época visigoda (finales del siglo V-mediados del siglo
VIII) no conocemos ningún caso en que se dieran este tipo de
implantaciones a gran escala. De hecho, como se explicará más
5 Como ejemplos: Mislata, Quart, Manises, Torrent, Picanya, Benetússer, Alfafar, Sedaví, Silla, Forn d’Alcedo (alquería de Pala?),
Castellar, Russafa, Massanassa, Paiporta, Alcàsser, Silla, Albal,
Catarroja, Beniparrell, Picassent, Almussafes, Espioca, Benifaió,
Alginet, Albalat de la Ribera, Cotes, Pardines, Mas de l’Algudor,
Paterna, L’Olleria, Godella, Coscollana, Carpesa, Rascanya, Almàssera, Bétera, Bofilla, Horta vella, Algemesí, Benimodo, Carlet, l’Alcúdia, Guadassuar, Prada, Cabanyes, Massalavés, Alberic,
Benimuslem, El Toro, Mulata, Alzira, Materna, Carcaixent, Alcosser, La Paixarella, Castelló de la Ribera, Benimacli, Manuel,
Senyera, Benimeixis, L’Ènova, Cases de Mollà, El Portitxol II,
Llosa de Ranes, Rotglà i Corbera, Genovés, Xàtiva, Alzira, Carcaixent, Novetlé, Anna.
adelante, aunque se disponen de pocos datos, generalmente se
observa la persistencia de las dinámicas de poblamiento heredadas del período romano y la continuidad del uso de las grandes
vías de estructuración territorial romanas. Estas observaciones
reducen las posibilidades de datación de las grandes estructuraciones viarias ortogonales al período romano, con lo que cabría
considerar que estamos ante diversos sistemas centuriados.
Pero para corroborar esta hipótesis debemos realizar una
serie de comprobaciones que pasan por el estudio metrológico
de los sistemas viarios ortogonales y por el análisis de distribución del poblamiento romano en relación con los ejes teóricos
de la centuriación y con los criterios de ocupación territorial de
época romana.
V.2. LAS CENTURIACIONES DE VALENTIA
En el territorio circundante a Valencia se documentan dos
grandes sistemas ortogonales de cronología antigua: uno al
norte de la ciudad, entre el Turia y el Barranc del Puig/Serra
Calderona y otro al sur, entre el Turia y los ríos Xúquer-Magre.
Ambos se implantan en llanuras aluviales litorales, aunque algunos de sus ejes se alargan hacia el interior. Los límites de la
estructuración vienen determinados por las áreas de humedales
al este y las de montaña al oeste. Además, en el Pla de Quart
entre Cheste y Valencia se ha podido identificar otro sistema de
tendencia ortogonal que no se corresponde con una centuriación pero que sí es de cronología romana, como explicaremos
más adelante.
Con alguna excepción, predominan los ejes longitudinales
paralelos a la costa que, en términos generales, se corresponden con vías fuertes (ejes continuos de largo recorrido) que
estructuran el territorio a nivel supra-local. Su morfología,
aunque ortogonal y de tendencia rectilínea, se adapta a la topografía y los accidentes físicos de manera que, en algunas
zonas se observan cambios de orientación y trazos sinuosos,
que se pueden relacionar con las modificaciones sufridas por
la traza física desde su creación. En este sentido se detecta
la coincidencia de algunos ejes con barrancos de primer, segundo y tercer orden, poniendo de manifiesto la adecuación
de la estructuración viaria a la hidrografía del terreno en que
se asienta. Algunos de estos barrancos pueden haber tenido su
origen en vías de la centuriación, cuyo uso continuado las ha
erosionado hasta el punto en que actúan como drenajes en momentos de lluvia torrencial gracias, en parte, a su adaptación a
la orografía del territorio.
La prospección arqueomorfológica ha permitido corroborar la antigüedad de algunas de estas trazas viarias y analizar
sus características lo que, unido a la relación de proximidad
con el poblamiento de época romana y a las constantes metrológicas, nos permite plantear que estamos ante dos áreas de
centuriación asociadas a la colonia de Valentia. Una de ellas, al
norte del Turia, se extiende hasta el Barranc del Puig y la Serra
Calderona, considerados el límite septentrional del territorio de
Valentia al norte del cual comienza el territorio de Saguntum
(Arasa, 2009: 86). Otra, al sur del Turia hasta el límite meridional constituido por los ríos Xúquer y Magre. Más allá de este
límite se extiende el territorio de Saetabis (Pérez y Arasa, 2010:
102), donde se observa un claro cambio de orientación de los
ejes viarios ortogonales.
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El análisis arqueomorfológico ha permitido también identificar con fiabilidad el recorrido de la Vía Augusta en nuestra área de estudio, aportando una información esencial en esta
cuestión largamente debatida en la historiografía valenciana.
V.2.1. Distribución del poblamiento en relación con la
centuriación
Gracias a la revisión de los datos arqueológicos y al resultado
de las prospecciones se ha podido relacionar el poblamiento
de época romana con diferentes ejes del sistema viario ortogonal antiguo y con otras vías que, aunque no son de morfología ortogonal, también datamos en época antigua. Esta
relación ha permitido situar la implantación del sistema centuriado de Valentia en época romana altoimperial (concretamente en la segunda mitad del siglo I d.C.), como explicaremos a continuación.
Aunque para época tardorrepublicana (siglos II-I a.C.)
tenemos pocos datos sobre poblamiento, se observa un cambio
respecto al Ibérico Final, con un aumento de asentamientos y un
nuevo de patrón en la ocupación territorial.
A partir del siglo II a.C., se puede hablar de una primera
“colonización” de las llanuras aluviales a norte y sur del Turia.
Teniendo en cuenta el escaso poblamiento documentado en esta
zona durante el Ibérico Pleno y Final, estos cambios en la estrategia de ocupación territorial se pueden considerar relevantes
y están relacionados, muy probablemente, con la fundación de
Valentia y la explotación y gestión de su territorio.
A pesar de la escasez de datos, se detecta la vinculación
de asentamientos tardorrepublicanos con algunas vías de cronología antigua. Para este momento la Vía Heráclea es el
principal eje de comunicación norte-sur y su influencia en la
estructuración territorial y del poblamiento es considerable,
pues al menos se relaciona con Valentia, Alteret de la Vintihuitena, L’Alter/el Mas de Baix y Mas Reig II, aunque su recorrido para este período no se puede reconstruir con fiabilidad (Arasa, 2012: 358-359). El análisis arqueomorfológico
tampoco ha permitido identificar el trazado de esta vía precedente de la Vía Augusta que, al menos en algunos sectores,
habría mantenido el mismo recorrido. También se evidencia
la relación de los asentamientos con vías naturales de tránsito como las que comunican con Aragón a través de la Serra
Calderona (Paretetes dels Moros, Lloma dels Cantals) y hacia
Edeta (Horta Vella).
Asimismo, se observan establecimientos en los límites de la
Albufera (L’Alter/Mas de Baix) y de los cursos hídricos (Villa
del Sector Río, Mas del Jutge III y Alteret de la Vintihuitena) revelando la estrecha vinculación entre la hidrología (como recurso económico y de comunicación) y el patrón de asentamiento.
Como ejemplo de las intervenciones del período republicano sobre el territorio se conoce la modificación de un tramo
de la Vía Heráclea al norte de la ciudad de Valencia. En una
intervención arqueológica inédita se documentó un tramo de
esta vía que se pudo datar a inicios del siglo II a.C. Este tramo,
tenía un recorrido ligeramente más al oeste que el de la posterior vía augusta (C/ Pobla del Duc-Avinguda de la Constitució)
(Ribera y Jiménez, 2012b: 81) y debía cruzar el Turia en un
punto vadeable en el Pla de la Saidia. Posteriormente, coincidiendo con la fundación de Valentia (138 a.C.), el trazado de la
vía se modificó para desviarlo hacia el nuevo emplazamiento
urbano, lo que demuestra que en el período republicano se dieron modificaciones en la red viaria, aunque generalmente se
desconoce su impacto.
La relación más evidente del poblamiento con el sistema
viario ortogonal antiguo se produce con los asentamientos del
período augusteo (finales del siglo I a.C.-inicios del I d.C.). En
esta fase se da un ligero aumento del poblamiento, coincidiendo
con la refundación de Valentia por parte de Augusto (5 a.C.5 d.C.), tras un largo período de abandono después de su destrucción en el marco de las Guerras Sertorianas (75 a.C.). Pero,
aunque en la fase augustea se empieza a ver esta relación, la vinculación entre red viaria ortogonal y asentamientos se refleja sobre todo cuando analizamos el poblamiento altoimperial, pues
es a partir de mediados del siglo I d.C., una vez consolidada
la refundación de la colonia, cuando se produce una verdadera
intensificación de la ocupación territorial.
Los datos arqueológicos disponibles no permiten dibujar un
panorama completo del poblamiento de época augustea, aunque se observa un ligero aumento de asentamientos y el establecimiento de un patrón de ocupación que se va a mantener
en líneas generales hasta época tardoantigua. Se intensifica la
ocupación de las llanuras aluviales y de los límites de los marjales. En este sentido, al sur del Turia se refleja claramente la
atracción que ejerce la Albufera, pues al menos 5 asentamientos
de este período se sitúan en el límite de su área inundable en
época romana.
En el área al norte del Turia para el período augusteo no
hay datos de poblamiento en la llanura litoral y los asentamientos conocidos se sitúan en la llanura interior, por tanto, la relación del poblamiento con las vías ortogonales no es tan evidente. Solamente El Pouatxo se relaciona con uno de los ejes
centuriados, el Camí de la Calderona, y con una vía natural,
el Assagador de la Senyora o Camí de Nàquera a Vinalesa. La
zona en que esta vinculación es más clara, es en llanura aluvial entre el Turia y el Barranc del Carraixet. Asentamientos
como la Villa de Sector Río, la Lloma dels Cantals, el Molí
de la Marquesa,6 El Pouatxo y l’Horta Vella, se ubican en las
proximidades de vías del sistema ortogonal antiguo, poniendo
de manifiesto la atracción que ejercen estos ejes en la distribución del poblamiento (figura 173).
Al sur del Turia (figura 174), todos los asentamientos augusteos se ubican en función de las vías del sistema ortogonal:
Font del Gat, Hort de Pepica, L’Alteró, L’Alter, L’Alter-El Mas
de Baix, Mas Reig II, Mas dels Foressos, Partida de Paretes y
Sant Gregori. De todos ellos sólo Mas Reig II y L’Alter/El Mas
de Baix tienen precedentes en época tardorrepublicana, el resto
son fundaciones augusteas.
Esta situación en el territorio de Valentia concuerda con las
dinámicas coetáneas de la ciudad. La evidencia arqueológica registrada señala que en la primera mitad del siglo I d.C. Valentia
no seguía el proceso de urbanización patente en las provincias
hispanas y en ciudades próximas como Saguntum (Ribera y Jiménez, 2012b: 92), aunque sí se puede hablar de una modesta
reactivación de la vida urbana.
6 En la intervención arqueológica del Nou Mestalla /Molí de la Marquesa se documentaron tres vías romanas datadas en el siglo I a.C.
(Algarra y Berrocal, 2014: 346-349) y se conoce el hallazgo de
una inscripción altoimperial en la misma zona.
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Figura 173. Relación del poblamiento de época augustea con la red viaria ortogonal antigua al norte del Turia.
La verdadera explosión del poblamiento se produjo a partir de mediados del siglo I d.C. (reinados de Claudio y Nerón),
como reflejo de la consolidación de la colonia y su transformación en una verdadera urbs, un proceso que se acentuará a partir
de época flavia.
En este momento Valentia duplicó la extensión de la ciudad republicana conservando en el mismo lugar su espacio
central: el foro (Ribera y Jiménez, 2014). Además se dotó
de un puerto fluvial (Burriel et al., 2003) que la comunicaba con el mar a través del Turia y la Albufera (Carmona y
Ruiz, 2011: 144).
En el área al norte del Turia, a partir de mediados
del siglo I d.C. (figura 175) se produce la colonización de
la llanura aluvial, ya que durante la fase augustea no había
asentamientos en esta zona. Al norte del Carraixet las vías
naturales de tránsito son determinantes en la distribución del
poblamiento, aunque los asentamientos también se articulan
con los ejes del sistema viario ortogonal. Curiosamente en esta
área, la Vía Augusta ejerce muy poca influencia en la distribución del poblamiento altoimperial y es más bien el camino
de Montcada a Rafelbunyol/Assagador de Sagunt (una vía natural) el eje longitudinal que más poblamiento concentra. A lo
largo de esta vía se situan los asentamientos de Rafelbunyol,
Pinxo/Pont de la Gombalda, La Marta, Maquives/Sant Onofre,
El Pla de Foios y Montcada. Su trayecto se corresponde con
una línea topográfica coincidente con la falla Burjassot-Xilxes
(Pardo et al., 1996: 65-66) que fue utilizada en época andalusí para construir la acequia de Montcada, que discurre prácticamente paralela al camino pero unos metros más hacia el
este (Ortega, 2011).
Otra vía con clara incidencia en la distribución del poblamiento altoimperial es el Assagador de Segorbe, que tampoco se
encuadra en el sistema ortogonal, siendo una vía natural de tránsito que comunica con Aragón a través de la Serra Calderona.
Esta vía determina la ubicación de los asentamientos de Blanc
de Columbro, Maquives/Sant Onofre, Llometa del Montalar/
Mas de Selma, la Llometa de Museros y La Marta.
A lo largo del Camino de Nàquera a Montcada se sitúan
Montcada, les Paretetes dels Moros y Casa Mallols, y a partir
de su unión con el Camí de Nàquera a Vinalesa/Assagador de la
Senyora se sitúan al menos cuatro asentamientos: Casa Mallols,
El Pouatxo, El Pla de Foios y el Piló de la Campana.
El Mas del Palmiter y La Sénia/Pla de Montalt se ubican
en función del Camí d’Albalat a Nàquera, mientras que l’Horta
Vella, les Paretetes dels Moros y el Pla de Foios lo hacen en
función del Barranc del Carraixet, que actúa como vía de comunicación hacia el interior.
Finalmente destaca el Camí de Llíria a Sagunt, probablemente de origen protohistórico, a lo largo del cual en esta zona
sólo encontramos el Blanc de Columbro. Este asentamiento se
halla en el cruce de tres caminos antiguos de primer orden: el
Camí de Llíria a Sagunt, el Assagador de Segorbe y el Camí de
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Figura 174. Relación
del poblamiento de
época augustea con la
red viaria ortogonal antigua
al sur del Turia:
1. Sant Gregori, 2. Hort de
Pepica, 3. L’Alter, 4. L’Alter/
El Mas de Baix y L’Alteró,
5. Font del Gat, 6. Mas Reig
II, 7. Mas dels Foressos,
8. Vil·la romana de Musa,
9. Partida de Paretes.
la Rambleta. Actualmente es un lugar señalado por la Creueta
dels Germanells (año 1607), a la que nos hemos referido en el
apartado 4.4.
Respecto a los ejes viarios ortogonales, al norte del Carraixet se documentan tres ejes fuertes.
-- En primer lugar, el Camí de Cebolla/Camí de la Rambleta (orientado en sentido noroeste-sureste), que articula los
asentamientos de Blanc de Columbro, Rafelbunyol y el Puig
Cebolla/Yuballa.
-- En segundo lugar, el Camí de la Calderona (orientado en sentido
noreste-suroeste) que determina la ubicación de l’Horta Vella.
-- En tercer lugar, el Camí del Mas Nou/Camí del Barranc en
base al cual se ubican el Cabeçolet y el Puig de Santa Maria.
-- Por último, el Barranc del Moliner que vertebra los asentamientos de La Sénia/Pla de Montalt, la Llometa del Montalar, La Marta y Pont de la Gombalda/Pinxo.
El resto de ejes se pueden clasificar como de segundo orden,
aunque algunos asentamientos como La Huitena, Llometa del
Montalar, Torrubero y El Xopar se sitúan en puntos fuertes del
sistema como cruces de caminos perpendiculares entre sí.
Destaca, como se ha dicho, la ubicación de algunos núcleos
de fundación andalusí que está determinada por puntos fuertes del sistema ortogonal, como ocurre en los casos de Museros, Meliana, Mahuella, Almàssera, Massalfassar y Foios
(figura 176). Este hecho refuerza la hipótesis de que las vías
heredadas de la Antigüedad seguían en uso durante el período
andalusí y que eran elementos estructuradores del paisaje (Ortega, 2011: 100).
En el límite del marjal de Puçol-Alboraia se documentan
tres asentamientos: Palau/El Villar (siglo II d.C.) cercano también cercano al Barranc del Puig, el Puig de Santa María y Torrubero (finales del siglo I-inicios del III d.C.).
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Figura 175. Distribución del
poblamiento altoimperial
(siglos I-III d.C.) en relación con los
ejes viarios de la centuriación
al norte del Turia.
La estructuración ortogonal es más clara en el área delimitada por el Carraixet y el Turia, inmediatamente al norte y
noroeste de Valencia, donde predominan los ejes transversales
(sentido noroeste-sureste), aunque hay al menos un eje natural,
el Camí de Camarena, que articula el poblamiento altoimperial y
cuyo recorrido coincide parcialmente con el Barranc d’En Dolça. Este camino vertebra los asentamientos de Mas Camarena,
By Pass, Mas de la Rosa, Mas de la Roda, la Lloma/La Mola y
la Muntanyeta del Polvorí.
Entre los ejes transversales destaca el Camino de Bétera que
va desde el litoral hasta el asentamiento de La Cañada/Mas Camarena (9 km), coincidiendo parcialmente en su tramo final con
el Carraixet. A lo largo de este eje se articulan los asentamientos
7 En Carpesa se halló una Adoración de Júpiter.
8 En Godella en el “huerto de Don Ignacio Julián” se halló una inscripción sepulcral datada entre el siglo II y principios del III d.C.
que se conserva en el colegio de Sagrat Cor de Santa Magdalena
Sofia (Corell 1997, 255).
altoimperiales de Carpesa7 y el Barranquet Vell. El Camí Vell de
Godella a València, aunque se encuentra muy desdibujado, se
une al Camino de Ademuz y juntos forman un eje de 16 km, que
articula 6 asentamientos: Camp del Castellet, Mas de Tous, By
Pass, Mas de la Rosa, Mas de la Roda y Godella.8 Finalmente,
más al sur, el Camí de Benimàmet o de Paterna articula 7 asentamientos altoimperiales a lo largo de 12 km: Mas de Vélez,
Barranc de Rubio, Barranc de Cano, La Cova, Villa romana del
sector río, el Barranquet de Sau y Molí de la Marquesa.
En toda esta zona, se vuelve a documentar la elección de
puntos fuertes del sistema viario ortogonal antiguo para la ubicación de los núcleos andalusíes (figura 176). Los asentamientos de Binata, Coscollana, Borbotó, Benicalap y Paterna, cuya
fundación data probablemente de finales del siglo VIII e inicios
del X, se sitúan en cruces de vías de este sistema, puntos fuertes en el paisaje. También Carpesa (siglos X-XI), L’Olleria y
Petra (siglos XI-XII) se sitúan en cruces de caminos. Además,
muchas de las alquerías como Godella, Massarrojos, Marxalenes, Bétera, Bofilla, Llíria se ubican en función de las vías más
importantes del territorio.
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Figura 176. Relación del poblamiento
andalusí con los ejes viarios del
sistema ortogonal romano en el área
norte: 1. Binata, 2. Borbortó,
3. Coscollana, 4. Paterna, 5. Petra,
6. Carpesa, 7. Benicalap, 8. Godella,
9. Massarrojos, 10. Bofilla,
11. Horta Vella, 12. Bétera,
13. Museros, 14. Mahuella,
15. Meliana, 16. Foios,
17. Rafelbunyol, 18. Massalfassar,
19. Almàssera, 20. Pobla de Farnals,
21. Massamagrell, 22. Albalat dels
Sorells, 23. Càses de Bàrcena,
24. Rascanya.
Destaca el hecho de que la Vía Augusta, que durante el período romano articula pocos núcleos en esta zona, sí que va a
determinar la situación de múltiples asentamientos andalusíes
en el tramo al norte de Valencia (15 km): Raval de l’Alcúdia y
Rascanya (siglos X-XI), Orriols, Macarella/Cases de Bàrcena,
Albalat dels Sorells y Massamagrell (siglos XI-XIII), poniendo
de manifiesto la perpetuación del uso de parte de la red viaria
romana durante este período.
Al sur del Turia también a partir de época flavia y hasta el
siglo III d.C., se va a multiplicar el poblamiento, que se concentra en las llanuras aluviales, destacando la escasez de poblamiento en áreas montañosas (figura 177). La relación de éstos con
las vías del sistema ortogonal antiguo es muy evidente en esta
área donde, a diferencia de la zona norte, el papel vertebrador de
la ocupación territorial no lo ejercen las vías naturales sino las
del sistema ortogonal. Se puede decir que en época augustea se
sientan los precedentes en cuanto a zonas de ocupación prioritarias, pero es ahora cuando ese proceso se acentúa y se intensifica
ocupación del litoral, al igual que sucede en el área norte.
En esta zona predominan los ejes longitudinales (orientación noreste-suroeste) alineados en paralelo a la línea marcada
por la costa y la Albufera.
-- La Vía Augusta (32 km), articula 12 asentamientos: Patraix, Benetússer, Catarroja, L’Alter-El Mas de Baix,
Silla, Font del Gat, Camp de la Llegua, Venta de
Ferrer, La Travessa, Pardines, Partida de Cota y Partida
de Pardines.
-- El Camí de Santa Anna/Camí de Llombai a Picassent (13,5
km) determina la ubicación de 3 núcleos: Motor Pallorfa/Terrabona, Picassent y Pla de la Font de l’Omet.
-- El Camí del Realón (7,5 km), donde sólo se documenta el yacimiento de Les Penyetes en las cercanías de Torrent (Martínez y Serrano, 2015).
-- El Camí de l’Algudor (9 km), muy discontinuo debido a
las numerosas afecciones por infraestructuras modernas,
sigue la orientación del tramo norte de la Vía Augusta desde Valencia hasta el Barranc de Picassent, como si fuera
una prolongación de la misma. En su trazado hallamos
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Figura 177. Relación del
poblamiento altoimperial con los
ejes viarios del sistema ortogonal al
sur del Turia: 1. Benetússer,
2. Partida del Secanet y L’Hort de
Pepica, 3. Silla, 4. Molí de Forés,
5. Pla de la Font de l’Omet,
6. Terrabona o Motor Pallorfa,
7. Camp de la Llegua, 8. Font del
Gat, 9. L’Alter, 10. L’Alter/El Mas
de Baix y L’Alteró, 11. Venta de
Ferrer, 12. La Travessa, 13. Mas
Reig II, 14. Mas dels Foressos,
15. Els Pedrenyals, 16. Vila romana
de Musa y Font de Musa,
17. Partida de Paretes, 18. Partida
de Cota, 19. Les Penyetes,
20. Vil·la romana del Pou de la
Sargueta, 21. La Punxa,
22. Ereta dels Moros, Paret Decantà
y Mina d’Aldaia, 23. L’Alter I.
5 asentamientos altoimperiales: Silla, Camp de la Llegua,
Mas Reig II, Mas dels Foressos y Font de Mussa, además
de Catarroja y Molí de Forés.
-- Finalmente, existen dos ejes paralelos (distanciados a 20
km) formados por estructuras diversas (vías, límites municipales, límites de parcelas y tramos de acequias) que discurren por un trazado similar al del Nuevo Camí Reial del
siglo XVIII, pero que son anteriores a éste pues aparecen
cortados por la nueva obra en varios tramos. Aunque se
encuentran muy desdibujados por las alteraciones de época moderna y contemporánea, sus recorridos se han podido reconstruir gracias al trabajo arqueomorfológico y a la
consulta de cartografía histórica, en especial de las Minutas
municipales. El primer eje está formado por dos estructuras:
la primera se desvía desde la Vía Augusta poco antes de
que ésta cruce La Rambleta, aproximadamente en el lugar
donde se halla la Creu Coberta (siglo XIV) y articula los
asentamientos de Benetússer, Partida del Secanet y Hort de
Pepica y pasa por el centro de Albal. Su trazado se pierde
una vez pasada la Acequia Real del Xúquer. El segundo eje
se identifica desde Massanassa donde aproximadamente se
debía desviar de la Vía Augusta. Pasa por el centro de Beniparrell y articula el asentamiento de Molí de Forés. Justo
en este punto, el Camino Real moderno se superpone a este
trazado antiguo, que se alarga hasta el Barranc del Fondo
en las cercanías de Alginet, donde es captado por una de
las vías radiales que genera esta localidad. Para ambos ejes,
la prospección arqueomorfológica aportó datos indicadores
de su antigüedad, como la identificación de varios tramos
abandonados de camino en fosa.
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-- Por otro lado, el trazado del antiguo Camí Reial anterior al
siglo XVIII se ha podido también reconstruir a partir de la
consulta de la cartografía histórica relacionada con la construcción del Nuevo Camino Real (1773-1775). En esta documentación se dibujaron tanto el camino real antiguo como
el nuevo trazado, que se desviaba del anterior en algunos
sectores9 (figura 178). Gracias al análisis arqueomorfológico y del poblamiento, hemos visto que el antiguo Camino Real (anterior al siglo XVIII), no encaja en el sistema
ortogonal y creemos que se puede identificar con bastante
fiabilidad con la Vía Augusta, cuyo recorrido se detallará
más abajo.
Respecto de los ejes transversales destacan:
-- La antigua Carretera de Madrid/Carretera de Llíria (21 km),
prácticamente paralela al Turia por el sur, a lo largo de la
cual se conocen 7 asentamientos: Maset de Veinat, Acueducto 1, Masia del coronel, Tancat de la Cova2/Masia de la
Cova, Patraix y Valentia.
-- El Camí del Maset dels Frares/Camí de Torrent (10 km) que
articula el Pou de la Sargueta.
-- El Camí dels Plans/dels Fornets/Camí vell de Torrent a València (14,5 km), en cuyo recorrido se sitúan La Punxa, Ereta
dels Moros, La Paret Decantà, L’Alter, L’Alter I y Benetússer (en el cruce con una vía longitudinal).
-- Finalmente, el Camí d’Alcàsser a Silla/Camí del Mig
(8 km) sobre el que asienta Silla, y el Camí dels Algepsars
que articula Pardines y Partida de Cota (en el cruce con
la Via Augusta).
Muchos de los asentamientos, como se ha indicado, se encuentran ubicados en cruces de caminos que son puntos fuertes
en el territorio (Silla, Hort de Pepica/Partida del Secanet, L’Alter, Benetússer, etc.). De hecho, también como en la zona norte,
muchos de los núcleos de poblamiento andalusí se van a situar
en función de esta estructuración viaria ortogonal, coincidiendo
en algunos casos con puntos fuertes del sistema10 (figura 179).
La Vía Augusta no se ajusta al sistema ortogonal, sino que
lo cruza en diagonal con diversas orientaciones y bordeando la
Albufera, al sur del Barranc de Picassent. En este punto existen
varios asentamientos que se relacionan tanto con la vía como
con la laguna (Mas de Baix, Font del Gat y Venta de Ferrer). Ya
cerca del vado del Xúquer, la vía pasa junto a los asentamientos
de Partida de Cotes y Cases de Moncada.
Como otros estudios han apuntado, existió una bifurcación
de la vía que pasaba por Portum Sucrone (Cullera) y se dirigía
hacia Dianum (Dénia) por la costa (Arasa, 2012 y 2006; Morote, 2002 y 1979). En este sentido, el análisis arqueomorfológico ha permitido documentar una bifurcación de la Vía Augusta
que bordea la Albufera desde el Barranc de l’Hortolà, una vez
9 Documentación proporcionada por el Centro Geográfico del Ejército: Plano que demuestra la porción del nuevo Real Camino entre
Valencia y cercanías de Canals (1775), Plan demostrativo del Camino de Valencia á Denia (1775), Plano del Nuevo Camino Real
desde Alverique hasta Valencia (17??), Plano continuación del
nuevo Camino Real desde la Torre de Espioca hasta Massalavés
(1775), Plano porción de camino nuevo desde Valencia hasta pasado Aldrin[ete] (1773), Porción de camino que se está construyendo
con dirección a la Alcudia de Carlet (1774).
10 Algunos de ellos, como Picassent, Silla o Catarroja, tienen precedentes en la fase romana.
pasado el yacimiento de la Font del Gat, aunque el trazado conservado se pierde a la altura de Sollana. Esta vía también se
relaciona con el poblamiento alto imperial (Venta de Ferrer, La
Travessa, Partida de Paretes) y está en activo durante el período
andalusí, pues varios asentamientos de este período tienen una
relación clara con su trazado (Rafalcadí/El Romaní, Sollana).
Aunque sólo hemos podido reconstruir un tramo, creemos que
podría tratarse del ramal de la Vía Augusta que citan las fuentes
antiguas y que se dirigía a Denia por el litoral.
En el apartado 4.3 se ha descrito una estructuración de tendencia ortogonal que se extiende por una amplia área al oeste de
Valencia y al sur del Turia, entre Xirivella y Cheste (figura 180).
El análisis arqueomorfológico indica que esta estructuración es
de cronología antigua y, por tanto, vamos a analizar la distribución del poblamiento en relación a las vías que la componen
y su cronología para poder acotar aún más la datación del este
gran sistema viario.
En esta área predominan los ejes transversales, orientados
en sentido este-oeste.
-- Uno de ellos es la Carretera de Madrid/Camino de Cheste
a Valencia que se relaciona con los asentamientos de Aeropuerto y el Pou de la Sargueta y que, en su extremo este, se
une a la carretera de Valencia a Madrid.
-- Otro de los ejes del sistema, lo constituye la línea de término
municipal entre Ribarroja del Turia y Quart de Poblet, que
coincide parcialmente con el trazado del Barranc de Poyo.
Este barranco, así como el de Gàllego y otras vías del sistema
del Pla de Quart, se relaciona con el asentamiento altoimperial de Rosafina.
-- Finalmente, el camino de Chiva o Camino viejo de Sant
Doménech, que coindice parcialmente con la línea de término municipal entre Aldaia y Quart de Poblet y con un
pequeño tramo del Barranc de Sant Doménech, se relaciona
con los asentamientos de La Punxa y Ereta dels Moros.
A este sistema se vinculan también los asentamientos altoimperiales de L’Alter I, Sant Gregori, Mas del Jutge III,
Les Basses y El Pedregalet. Se detecta asimismo una estrecha
relación del poblamiento con los cursos hídricos, probablemente debido al aprovechamiento y gestión del agua, como se ha
documentado en otras áreas cercanas (Orengo, 2012; Orengo et
al., 2014) o bien al uso de los barrancos como ejes de comunicación interior-costa (Tabla 7).
V.2.2. Modulación y aproximación cronológica
Una vez realizado el análisis arqueomorfológico, identificados
los ejes morfogenéticos (Chouquer, 2000), llevadas a cabo las
prospecciones arqueológicas y arqueomorfológicas y realizado
el análisis de la relación del poblamiento histórico con los ejes
viarios del sistema, se puede aplicar el parámetro de la modulación romana para reforzar la hipótesis cronológica y contrastar
la relación de las trazas con la implantación territorial del sistema de la centuriación.
El estudio metrológico de los sistemas viarios ortogonales
a sur y norte del Turia ha permitido documentar equidistancias
correspondientes a múltiples del actus romano entre los ejes
morfogenéticos. Entre los ejes longitudinales, orientados en
sentido noreste-suroeste (los kardines de la trama), las equidistancias documentadas sugieren la existencia de una modulación
a 20 actus. También se han podido observar coincidencias en los
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Figura 178. “Plano porcion de camino nuevo desde Valencia hasta pasado Aldrin[ete]. 1773” (Centro Geográfico del Ejército). Se observa
el trazado del camino antiguo y de la nueva obra que ya se había construido.
ejes transversales (decumani) con una modulación a 15 actus, lo
que sugiere la existencia de un sistema centuriado con módulo
20 x 15 actus.
Todo el sistema presenta una estrecha relación con el poblamiento altoimperial, concretamente con asentamientos fundados a partir de mediados del siglo I d.C., como se ha demostrado
en el apartado anterior. El poblamiento romano altoimperial se
distribuye en función de los ejes fuertes del sistema, que estructuran el territorio a gran escala, y también se documentan
asentamientos en los cruces de vías, que son puntos fuertes del
sistema ya que ofrecen más posibilidades de comunicación y
mejor acceso.
Otro indicador de la antigüedad de estos sistemas es la adaptación de algunos ejes viarios a los cursos hídricos del territorio en que se implantan. En estos casos las vías no mantienen
la misma orientación que la centuriación, como se documenta
por ejemplo en el sector más septentrional del área al norte de
Valentia o en las cercanías del río Xúquer. En diversos llanos
litorales mediterráneos cercanos bien estudiados se ha documentado tanto la adaptación de las trazas de la centuriación a la
orientación de ríos y barrancos, como la intervención antrópica
en la modificación de algunos tramos de estos últimos (Palet,
1997: 117-118; Palet y Orengo, 2010: 133-139).
En nuestra zona de estudio se documenta (1) la adaptación
de trazas de la centuriación a la orientación de ríos y barrancos,
(2) la modificación antrópica de algunos tramos de barrancos
cuyas aguas pasan a circular por vías erosionadas o en fosa perdiéndose el recorrido natural y (3) el uso de cursos hídricos para
la construcción de la centuriación.
En el área al norte de Valencia, destacan cuatro ejes (Camí
del Barranc, Camí de la Llometa del Poble, Camí de la Rambleta y parte del límite municipal entre Rafelbunyol, Museros,
Massamagrell y Pobla de Farnals) que se orientan en función
de los barrancos (Barranc de la Calderona, Barranc del Puig y
Barranc de la Rambleta) de modo que presentan una orientación
noroeste-sureste más pronunciada que los de la retícula de la
centuriación (figura 181).
El último tramo del Barranc o Cañada del Moliner parece haber sido modificado, pues su recorrido sinuoso pasa a
ser totalmente recto a partir del punto donde se cruza con el
Camino de la Calderona, que es uno de los kardines de la
centuriación. En este tramo rectilíneo, el barranco pasa a
coincidir con un decumanus de la centuriación: el camino de
Museros. Esta vía es actualmente un camino hondo abandonado documentado en la prospección arqueomorfológica (apartado 4.4.), y que se articula con los yacimientos de La Sènia/
Pla de Montalt, Llometa del Montalar y Pont de la Gombalda/
Pinxo. Lo más probable es que el agua que circula por el tramo final del barranco se desviase de su trazado original hacia el camino en fosa, que actuaría como canal de desagüe en
episodios torrenciales, acentuando el proceso de erosión de la
vía. Este hecho podría haberse dado también en otros casos
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como en el tramo final del Barranc dels Algadins/de la Forca,
coincidente con uno de los decumani teóricos de la centuriación al sur de Valencia.
Por otro lado, algunos elementos bien naturales o bien antrópicos existentes en el territorio con anterioridad a la implantación de la centuriación pudieron haberse utilizado por parte de
los agrimensores romanos como referencia para la construcción
de ésta. Un ejemplo de ello es la aplicación de la técnica de
la varatio, que se ha podido documentar en diversos casos en
nuestra área de estudio.
Por ejemplo, es posible que el Barranc de a Rambleta
(también camino) se utilizase como hipotenusa de triángulos
que formarían agrupaciones de 2 x 1 y de 5 x 1 centurias,
cruzando el sistema en diagonal. De esta forma, el módulo de 20 x 15 actus de la centuriación habría sido generado
mediante la técnica de la varatio, que permitía a los agrimensores trazar la red centuriada a partir de una diagonal
preexistente (Roth-Congès, 1996; Campbell, 2000). También
es muy probable que se aplicase esta técnica en la zona al
sur de Valencia, a partir de la Vía Augusta, como se explicará más adelante.
Este fenómeno ha sido documentado en diversas ocasiones en el mundo romano (Chouquer y Favory, 2001:
89-94). En el territorio de Barcino, por ejemplo, diversos tramos de la Vía Augusta al norte y al sur de la ciudad cruzan
también en diagonal la retícula de 20 x 15 actus generando
agrupaciones de 2 x 2, de 3 x 3 o de 4 x 4 centurias (Palet
et al., 2009: 115-116). En Barcino, la articulación de la vía
con la centuriación refuerza la datación de ésta última en
época augustal, puesto que la construcción de la Vía Augusta
ha sido fechada en torno al 8/7 a.C. a partir de los miliarios
localizados en los alrededores de Barcelona (IRC I: 184) y
Vilassar de Mar (IRC I: 183) (Palet et al., 2009: 115; Mayer
y Rodà, 1997: 115).
Otro ejemplo de la aplicación de esta técnica se ha documentado en la Galia Narbonense donde la varatio se implantó a partir de la Via Domitia, que actuó como hipotenusa de las centuriaciones (Roth-Congès, 1996). En este caso también la limitatio
se adaptó al trazado de la vía principal, que cruzaba en diagonal
generando agrupaciones de 3 centurias de 20 x 15 actus.
Respecto a la relación de la centuriación con la ciudad de
Valentia, en otros lugares la cronología de los sistemas con modulación de 20 x 15 actus ha sido asociada con las reformas de
épocas cesariana o augustal. Este módulo se ha documentado en
las tramas III y IV del territorio de Tarraco, probablemente de
cronología cesariano-augustal (Palet y Orengo, 2010: 148-151)
y la centuriación de la colonia Barcino, también con este módulo, se ha relacionado con el momento fundacional de la ciudad
y con el programa de estructuración territorial de Augusto en
Hispania (Ariño et al., 2004: 126-134; Palet et al., 2009). Para
este mismo período se conocen también tramas de 20 x 15 actus
en Altinum, norte de Italia, y probablemente en Nuceria I, sur de
la Campania (Chouquer et al., 1987: 212-154).
Esta cronología podría relacionarse bien con las dinámicas
urbanas de Valentia. La ciudad, fundada en el año 138 a.C.,
sufrió una drástica destrucción en el año 75 a.C. en el contexto
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Figura 179. Relación del
poblamiento andalusí con los ejes
viarios de la centuriación al sur
del Turia: 1. Paiporta, 2. Rafal
Ibn Mufarrig, 3. Forn d’Alcedo
(probable alquería de Pala),
4. Sedaví, 5. Benetússer,
6. Albal, 7. Beniparell, 8. Silla,
9. Alcàsser, 10. Picassent,
11. Els Olivars, 12. Benifaió,
13. Almussafes, 14. Sollana,
15. Sueca, 16. Partida de Pardines y
Pardines, 17. Cotes, 18. Aiello.
de las Guerras Sertorianas, solamente 63 años después de su
fundación (Ribera y Jiménez, 2012b). Este hecho se siguió
de una larga fase de abandono de más de 70 años, pues la refundación de la ciudad ha sido datada con fiabilidad entre los
años 5 a.C. y 5 d.C., en época de augusto (Ribera, 1995; Ribera y Jiménez, 2012a y 2012b).
Aunque se han documentado en el territorio intervenciones
asociadas a la fundación de la ciudad, como la reforma de un tramo de la Vía Heráclea al norte del Turia para desviarla hacia el
nuevo núcleo urbano (Ribera y Jiménez, 2012b: 81), son muy escasos los datos que tenemos para el período tardorrepublicano.
La primera Valentia, con una extensión de entre 9 y 11 ha,
era equivalente en extensión a las pequeñas colonias de Italia
(Ribera, 1999b: 22). Los datos arqueológicos disponibles hasta
la fecha han permitido conocer los edificios públicos de la ciudad (foro, horreum, asklepeion, termas), que ocupaban la mayor
parte del recinto urbano, pero no se han documentado a penas
restos de viviendas. Todo apunta a que Valentia, antes de su destrucción, era una ciudad consolidada y de primer orden a nivel
urbano y sobre todo estratégico.
De todos modos la corta vida de la ciudad y sobretodo la escasez de poblamiento documentado su territorio (con solo 9 asentamientos de esta cronología), permiten descartar la datación tardorrepublicana de la centuriación, que se ha defendido por parte de
algunos autores en base a criterios totalmente arbitrarios como la
forzosa adecuación de las tramas identificadas a norte y sur de Valentia con las dinámicas urbanas de la ciudad o en base a diferencias en la métrica de las estructuras (González, 1996b: 157-158).
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Figura 180. Sistema viario romano en el Pla de Quart y su relación con el poblamiento altoimperial y la hidrografía: 1.
Vil·la romana del Pou de la Sargueta, 2. Aeropuerto, 3. Rosafina, 4. Les Basses, 5. Masia de Cardona, 6. Balsa de la Cruz,
7. La Punxa, 8. Ereta dels Moros, Paret Decantà y Mina d’Aldaia.
Figura 181. Detalle de la red hidrográfica en el sector septentrional del área norte de Valentia y su relación con la centuriación.
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Tabla 7. Cronología de los asentamientos nombrados.
Asentamiento
Cronología
Asentamiento
Cronología
Alteret de la Vintihuitena
Siglos VII-I a.C.
Camp de la Llegua
Finales siglo I d.C.-inicios III d.C.
Catarroja
Siglos II-I a.C.
Torrubero
Finales siglo I d.C.-inicios III d.C.
Valentia
Siglos II a.C.-actualidad
Barranquet de Sau
Siglos I-III d.C.
Lloma dels Cantals
Siglos II a.C.-II d.C.
La Travessa
Siglos I-III d.C.
Paretetes dels Moros
Siglos II a.C.-III d.C.
Maquives/Sant Onofre
Siglos I-III d.C.
Mas del Jutge III
Siglos II a.C.-IV d.C.
Mas de la Rosa
Siglos I-III d.C.
Mas Reig II
Siglos II a.C.-IV d.C.
Partida de Cota
Siglos I-III d.C.
L’Alter-el Mas de Baix
Siglos II a.C.-V d.C.
El Pla de Foios
Inicios siglo II-inicios III d.C.
Villa del Sector Río
Siglos II a.C.-VII d.C.
Palau-El Villar
Siglo II d.C.
Horta Vella
Siglos II a.C.-VIII d.C.
Pou de la Sargueta
Siglo II d.C.
Sant Gregori
Siglos I a.C.-IV d.C.
Montcada
Siglo II d.C.
L’Alter I
Siglos I a.C.-I d.C.
By Pass
Siglos II-III d.C.
Partida de Paretes
Siglos I a.C.-I d.C.
Cabeçolet
Siglos II-III d.C.
Mas dels Foressos
Siglos I a.C.-II d.C.
Mas Camarena,
Siglos II-III d.C.
Font del Gat
Siglos I a.C.-III d.C.
Puig de Santa Maria
Siglos II-III d.C.
Hort de Pepica
Finales siglo I a.C.-VII d.C.
Godella
Siglos II-III d.C.
L’Alteró
Inicios siglo I d.C.-inicios III d.C.
Benetússer
Romano altoimperial indeterminado
Font de Mussa
1ª mitad siglo I d.C.-2ª mitad IV d.C.
Llometa de Museros
Siglos III-IV d.C.
Silla
Año 69-siglo III d.C.
Motor Pallorfa/Terrabona
Siglos III-IV d.C.
Pou de la Sargueta
2ª mitad siglo I d.C.-finales IV d.C.
Picassent
Siglos III-IV d.C.
Masia del Coronel
Siglo I-III d.C.
El Xopar
Romano bajoimperial indeterminado
Ereta dels Moros
Siglos I d.C.-inicios IV d.C.
Acueducto 1
Romano indeterminado
L’Alter
Siglos I d.C.-inicios IV d.C.
Camp del Castellet
Romano indeterminado
La Paret Decantà
Siglos I d.C.-inicios IV d.C.
Cases de Moncada
Romano indeterminado
Mas de la Roda
Siglos I-II d.C.
El Pedregalet
Romano indeterminado
Aeropuerto
Siglos I-II d.C.
La Cova
Romano indeterminado
Barranc de Cano
Siglos I-II d.C.
La Lloma/La Mola
Romano indeterminado
Barranc de Rubio
Siglos I-II d.C.
Les Basses
Romano indeterminado
La Marta
Siglos I-II d.C.
Mas de Tous
Romano indeterminado
La Punxa
Siglos I-II d.C.
Maset de Veinat
Romano indeterminado
Mas de Vélez
Siglos I-II d.C.
Molí de la Marquesa
Romano indeterminado
Patraix
Siglos I-II d.C.
Muntanyeta del Polvorí
Romano indeterminado
Pinxo/Pont de la Gombalda Siglos I-II d.C.
Pardines
Romano indeterminado
Pla de la Font de l’Omet
Siglos I-II d.C.
Partida de Pardines
Romano indeterminado
Rafelbunyol
Siglos I-II d.C.
Partida del Secanet
Romano indeterminado
Rosafina
Romano indeterminado
Venta de Ferrer
Romano indeterminado
El Cabeçolet
Romano indeterminado
Tancat de la Cova 2/
Masia de la Cova
Siglos I-II d.C.
La Sénia/Pla de Montalt
Finales siglo I d.C.-inicios III d.C.
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De esta información se deduce, por tanto, que el impacto de la primera ciudad en el territorio fue modesto, aunque
significativo como precedente para la fase altoimperial. La
centuriación por tanto no se debe asociar al período tardorrepublicano, sino a la fase posterior en que, tras la refundación
augustea, tanto la ciudad como la ocupación del territorio se
consolidaron y ampliaron, en un proceso que se alargó hasta
inicios del siglo III d.C.
A partir de la refundación en el cambio de era, la reconstrucción fue lenta. La poca entidad urbana de Valentia durante en
los primeros años del Imperio se manifiesta en la inexistencia
de inscripciones oficiales anteriores del reinado de Tito (79-81)
y en la escasez de material arqueológico datado entre los años
20-70 d.C. (Ribera, 1999a: 30).
A partir del siglo I d.C. tiene lugar la expansión del recinto
urbano mediante la colmatación de algunos paleocanales del
Turia y la construcción de las infraestructuras de la ciudad,
entre las que se encuentran el puerto fluvial y el acueducto.
La mayor parte de las construcciones del Foro ha podido
datarse entre finales del siglo I y el siglo II d.C., coincidiendo con los períodos Flavio y Antonino en los que Valencia
se configuró como un importante centro urbano (Ribera,
1999b: 32). De hecho, la construcción del circo a inicios del
siglo II d.C. se asocia con el máximo apogeo de la ciudad
(Jiménez et al., 2014: 267).
Este panorama urbano concuerda con el proceso de expansión e intensificación en la ocupación del territorio, puesto que
de los asentamientos relacionados con la centuriación:
-- solamente 2 son de fundación tardorrepublicana (siglo II a.C.)
con continuidad durante los siglos II y III d.C.;
-- 18 son de fundación augustea (de los cuales 14 van a tener
continuidad durante los siglos I-III d.C.);
-- 31 datan su fundación en la segunda mitad del siglo I d.C.;
-- 19 son fundaciones del siglo II d.C. y
-- 4 son de cronología altoimperial indeterminada.
Esto significa que entre finales del siglo I e inicios del II d.C.
se fundaron en el ager de Valentia 50 nuevos asentamientos,
reflejándose en el territorio la consolidación, expansión y florecimiento de la ciudad.
Es en este contexto en el que debemos situar la implantación
de la centuriación que, posiblemente, fue diseñada en época augustea como parte del programa de reformas que afectaron a
Hispania, pero cuya implantación real en el territorio tuvo lugar
a partir de la segunda mitad del siglo I d.C., tal como indican la
dinámica urbana de Valentia y el poblamiento rural.
Otros ejemplos de fundaciones hispanas de época de augusto (además de Barcino) que fueron acompañadas de implantación de centuriaciones aunque con otros módulos son Bracara
Augusta (Carvalho, 2012; Carvalho y Mendes, 2010) y Caesar
Augusta (Ariño, 1990 y 2012).
La articulación de la centuriación con la Valentia altoimperial y su estructuración interna refuerza también la cronología
que se propone. La planta de la ciudad altoimperial es muy bien
conocida gracias a las numerosas intervenciones arqueológicas
realizadas en el casco urbano en las últimas tres décadas. La refundación se efectuó sobre el solar de la ciudad republicana, que
se había mantenido como lugar de frecuentación debido al paso
de la Via Augusta. En efecto, el trazado de esta vía se reutilizó
sin modificaciones durante el período augusteo para la refunda-
ción de la ciudad, pues la reforma de la Vía Heráclea ya se había
realizado en el siglo II a.C., desviando el trazado prerromano
hacia la nueva fundación urbana.
La orientación de la centuriación documentada al sur de la
ciudad coincide con la de la retícula urbana (no así la del área al
norte de la ciudad).
Además, el análisis de las plantas arqueológicas de los
asentamientos romanos excavados (la mayoría villas) también
evidencia la relación entre la centuriación y el poblamiento
rural. Asentamientos como la Font del Gat (con una primera ocupación indeterminada en el siglo I a.C. y que se transforma en una villa en el siglo I d.C.) y Silla (inicio 69 d.C.),
entre otros, orientan sus estructuras en función de los ejes
de la centuriación.
El caso de Silla es especialmente significativo pues la
orientación de las estructuras de las termas excavadas en su
casco antiguo coincide con la de los ejes de la centuriación.
De hecho, algunas calles actuales han fosilizado los ejes de la
centuriación y mantienen la misma orientación (C/ de Sant Vicent, Avda. de Jaume I, C/ de València, C/ Molinell-Corredor
Silla-Picassent, C/ dels Forns, C/ dels Horts, Avda. del País
Valencià, etc).
De todas formas, este es un punto sobre el que se habría de
profundizar más en trabajos posteriores a esta tesis, pues desconocemos muchas de las plantas arqueológicas de los asentamientos excavados en el territorio de Valencia y cabría analizar en profundidad las que ya se conocen y si existe alguna
relación de orientación entre las estructuras y la centuriación.
Aunque no tienen por qué ser coincidentes, la constatación de
orientaciones es otro factor que refuerza la cronología romana
altoimperial de la implantación de la centuriación en el territorio de Valentia.
V.2.3. Descripción de los ejes de la centuriación
V.2.3.1. Zona al norte del Turia
Área comprendida entre el Barranc del Puig y el Barranc
del Carraixet
Las características de la llanura aluvial en esta zona, que
han sido ya señaladas por otros autores, dificultan el análisis
arqueomorfológico (figuras 182 y 183). Por ejemplo, Esquilache (2016) observa dificultades a la hora de estudiar las fases
de sistemas hidráulicos en Horta Nord por la superposición de
estructuras. Los sistemas hidráulicos de la Huerta de Valencia,
tanto en l’Horta Nord como Sud, se encajan entre el río Turia y
el siguiente barranco principal, Carraixet y Torrent respectivamente. En la zona al norte del Carraixet esto complica el análisis
diacrónico de las estructuras debido a la estrechez de la llanura
aluvial, que está enmarcada por los marjales litorales al este y
las montañas al norte y al oeste.
Debido estas circunstancias, los ejes transversales son por
lo general más débiles que los longitudinales y solamente tres
de ellos superan los 4 km de longitud:
-- El Assagador de Llíria, que va del asentamiento romano del
Mas del Palmiter hasta Massalfassar.
-- La línea de término municipal entre Albalat y Museros junto
con el roll de Albuixech, un eje que articula los asentamientos de La Huitena y El Xopar.
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Figura 182. Vista general del sistema centuriado al norte de Valentia, modulado a 20 x 15 actus y su relación con el poblamiento altoimperial.
-- Y el eje formado por el Barranc del Moliner y parte de la
acequia de Rafalell, a lo largo del cual se sitúan La Sénia/Pla
de Montalt, la Llometa del Montalar/Mas de Selma, Pinxo/
Pont de la Gombalda y La Marta (figura 183).
En lo que respecta a ejes longitudinales, solo uno de ellos
(a excepción de la Vía Augusta) se puede considerar de primer
orden y se corresponde con uno de los kardines del sistema: el
Camino de la Calderona (5,5 km), que está relacionado con la
villa romana del Pouatxo (figuras 181 y 183). En el tramo sur
de este camino se halla La Paret del Patriarca, un muro de mortero de cal y gravas catalogado en el inventario de yacimientos
de la Generalitat Valenciana y museizado como elemento patrimonial. Está parcialmente colmatado (actualmente dentro de un
polígono industrial) y podría corresponder a uno de los muros
de este camino histórico de origen romano.
El resto de vías fuertes en esta zona son vías naturales de
tránsito u otro tipo de vías como el Assagador de Sagunt, el
Assagador de Segorbe, el Camí d’Albalat a Nàquera y el Assagador de la Senyora o Camí de Nàquera a Vinalesa.
Área comprendida entre el Barranc del Carraixet y el río Turia
En contraste con la zona al norte del Carraixet, predominan
los ejes transversales (figuras 182 y 184), destacando de norte
a sur los ejes formados por:
-- El Camí del Barranquet (también llamado camí de les Pedreres o de Bétera)
-- La Carretera de Valencia a Llíria o Camí Vell de Godella a
València y
-- El Camino de Paterna a Benimàmet o Camino del Martinot.
En esta zona también la red hidrográfica se integró en la centuriación. El tramo final del Barranc d’En Dolça, por ejemplo,
forma uno de los límites junto con otras estructuras como vías,
límites de parcela y límites de término municipal.
V.2.3.2. Zona al sur del Turia
Al sur del Turia (figura 185), se equilibra la proporción entre
ejes transversales y longitudinales.
Describiremos en primer lugar los ejes transversales o decumani, orientados en sentido noreste-suroeste.
-- La carretera de Madrid a Valencia es uno de ellos. En
la ciudad de Valentia, el camino romano que lleva hasta
esta vía se ha fosilizado en las calles actuales Cavallers,
Quart y Castán Tobeñas, que no coinciden con los ejes
de la retícula. Sin embargo, la carretera hasta Quart de
Poblet y su prolongación hacia el este (coincidente con la
acequia de Favara y el Brazo de Sant Jeroni, C/ del General Prim, C/ de Canals y C/ Pere Aleixadre), sí lo ha-
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Figura 183. Detalle del área centuriada al norte del Barranc del Carraixet. 1. Mas del Palmiter, 2. La Huitena, 3. La Huitena (ubicación alternativa), 4. La Sénia o Pla de Montalt, 5. Llometa del Montalar o Mas de Selma, 6. Pinxo y Pont de
la Gombalda, 7. La Marta, 8. El Pouatxo, 9. Torrubero, 10. Blanc de Columbro, 11. Rafelbunyol, 12. Yuballa o Cebolla,
13. El Cabeçolet, 14. El Vilar, 15. El Puig, 16. El Piló de la Campana, 17. El Pla de Foios.
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Figura 184. Detalle del área centuriada al norte de Valentia, entre el río Turia y el Barranc del Carraixet. 1. Barranquet Vell, 2. Carpesa,
3. Godella, 4. By Pass, 5. Mas de la Rosa, 6. Mas de la Roda, 7. La Lloma o la Mola, 8. Muntanyeta del Polvorí, 9. Orriols ,10. Necrópolis
de la C/ Pepita, 11. Molí de la Marquesa, 12. El Barranquet de Sau, 13. Villa romana del Sector Río, 14. La Tandera, 15. Mas de Vélez,
16. Troballa Inscripció sepulcral, 17. Barranc de Cano.
cen. El cruce de este eje con la Vía Augusta, a la altura
de la actual Plaça Espanya, marca además un punto de
inflexión en la orientación de este última, como se explicará más abajo.
-- La integración de la red hidrográfica en el diseño de la
centuriación también se refleja en esta zona. El Barranc de la Saleta se orienta en el mismo sentido que los
decumani, a lo largo de unos 14 km (aproximadamente hasta Aldaia) y lo mismo sucede con los barrancos de Torrent, Picassent, Realón y la Canyada de Ciscar (figura 186).
-- Más al sur, el eje formado por el Camino del Maset dels
Frares, Camí de Bous, Camí de l’Omet y Camino de Pedralba es otro de los decumani más largos del sistema
(13 km) (figura 186). En el punto donde este eje se cruza
con el camino de Cheste a Valencia (que forma parte del
sistema ortogonal romano no centuriado del Pla de Quart)
se halla la Villa romana del Pou de la Sargueta.
-- Inmediatamente al sur otro decumanus es el eje compuesto
por el Camí dels Plans, Camí dels Fornets, Calles Almería
y Gabriela Mistral de Torrent y el Camí de Torrent a Valencia que pasa por Picanya, Paiporta y Benetússer y llega hasta
Llocnou de la Corona, al borde de los marjales de la Albufe-
ra (15 km). Este camino estructura los asentamientos de La
Punxa, Ereta dels Moros y Paret Decantà, L’Alter I y Benetússer (figura 186).
-- Más al sur, otro de los decumani viene marcado por el recorrido del Barranc de Sant Domènec y un pequeño tramo
del Barranc de l’Horteta, hasta el asentamiento de Sant Gregori, revelando de nuevo la estrecha relación existente entre
los cursos hidrográficos y el diseño de la centuriación. El
eje teórico se prolonga hacia el este pasando por el asentamiento de Les Penyetes (altoimperial indeterminado) y coincidiendo con el Camino de las Viñas del Marqués (Catarroja),
el Camí del Fus y las calles Comtes de Trigona y C/ del Braç
Mitjà de Massanassa.
-- El eje formado por el Barranc del Realón, un tramo del
Barranc de Picassent y el Barranc de la Font d’Alapont (que
es en realidad un camino y como tal se usa actualmente)
se corresponde también con uno de los ejes transversales.
La línea llega hasta los marjales de la Albufera, prolongándose en la acequia de la Font de Alapont, que es probablemente una modificación del tramo final del barranco (figura 186). En su tramo final, ya en el límite de l’Albufera, el
camino pasa a pocos metros del asentamiento de L’Alter/
El Mas de Baix.
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Figura 185. Vista general de sistema centuriado al sur de Valentia, modulado a 20 x 15 actus y su relación con el poblamiento romano altoimperial.
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Figura 186. Detalle de la centuriación al sur de Valencia, en las áreas de l’Horta Sud y Oest. 1. Vil·la romana del Pou de la Sargueta, 2. La
Punxa, 3. Ereta dels Moros (I y II), Mina d’Aldaia y Paret Decantà, 4. L’Alter I, 5. Benetússer, 6. Sant Gregori, 7. Les Penyetes, 8. L’Alter
o El Mas de Baix, 9. L’Alteró, 10. Silla, 11. L’Alter, 12. Partida del Secanet, 13. Hort de Pepica, 14. Patraix.
-- El Camí dels Algepsars, Camí del Mig, Camí del Pouet al Garroferal, Camí vell d’Alcàsser a Silla y la Senda de la Torreta
forman otro decumanus, de 8,5 km de longitud, estrechamente relacionado con la villa romana de Silla.
-- El camino de Llombai a Alginet, junto con el Camino de la
Casa del Gobernador, forma otro decumanus de la centuriación (9,5 km) que va desde las montañas de Alèdua hasta
el límite de los marjales de la Albufera (figura 187). Desde
Alginet, este eje sigue el trazado del tramo final del Barranc
dels Algadins o Barranc de la Forca.
-- Finalmente, el eje formado por el Camí del Carrasqueral y el
Camí dels Algepsars va desde el Polígono Industrial “Ciutat
de Carlet” hasta Albalat de la Ribera, coincidiendo a lo largo
de 9,5 km con uno de los decumani de la centuriación. Este
eje está directamente relacionado con los asentamientos de
Pardines y Albalat de la Ribera/Alteret de la Vintihuitena.
-- Respecto a los ejes longitudinales o kardines, éstos se orientan en sentido noreste-suroeste y, aunque la mayoría siguen
una orientación uniforme y coinciden con los límites de la
retícula teórica, algunos presentan variaciones debido a su
adaptación a la topografía y a la hidrografía.
-- El Camino del Realón (6,5 km) va desde el centro de Torrent
hasta Morredondo (figura 186), ya en una zona montañosa.
En sus cercanías solamente se halla un asentamiento: Les
Penyetes (altoimperial indeterminado).
-- El Camino de Santa Anna se documenta desde el Barranc de
Torrent en el punto donde se encuentra Paiporta y llega hasta
el centro de Alcàsser, cerca de la cual se halla el asentamiento visigodo de la Senda de l’Horteta (figura 186). La prolongación de esta vía por el sur es el Camí de Llombai a Picassent, aunque no coincide con el mismo límite sino con uno
situado inmediatamente al oeste, alineándose con un tramo
del Barranco de Picassent y pasando junto al asentamiento
romano de Picassent. Una vez cruza el barranco, pasa cerca
del asentamiento de Terrabona. En este tramo su orientación
se modifica y no es coincidente con los límites teóricos debido, sin duda, a la adaptación del eje a la topografía y a la
atracción que ejerce el camino de Benifaió, al que se une en
su extremo sur. También el trazado del Barranc Fondo en
esta zona determina el recorrido de ambas vías.
-- El Camí de l’Algudor (figuras 186 y 187) se bifurca desde la
Vía Augusta en el punto en que ésta se cruza con el Barranc
de Picassent y sigue, a lo largo de 9 kilómetros, el eje de uno
de los límites de la centuriación. Después de cruzar el Barranc
Fondo su trazado se pierde. En su recorrido se hallan hasta 4
asentamientos de cronología altoimperial: Silla, Camp de la
Llegua, Mas Reig II y Mas dels Foressos.
-- En siguiente kardo por el oeste (eje 1) coincide también con
uno de los límites teóricos a lo largo de 20 kilómetros (figuras
186 y 187). Se documenta de forma clara desde el Barranc de
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Figura 187. Detalle de la centuriación al sur de Valencia. Sector central. 1. Terrabona o Motor Pallorfa, 2. Molí de Forés, 3. Camp de la Llegua, 4. Mas Reig II, 5. Mas dels Foressos, 6. Font de Musa, 7. Vil·la romana de Font de Musa,
8. Posible necrópolis, 9. Partida de Paretes ,10. Els Pedrenyals, 11. Pla de la Font de l’Omet.
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Figura 188. Detalle de la centuriación al sur de Valencia. Sector meridional. 1. Dispersión cerámica de la Partida de Cota, 2. Alquería Campanar, 3. Sueca, 4. Pardines, 5. Dispersión cerámica de la Partida de Pardines.
Picassent, aunque el límite teórico se bifurca de la Vía Augusta mucho más al norte, justo en el punto donde actualmente
se halla la Creu Coberta (siglo XIV). Su trazado se pierde una
vez llega al Barranc del Fondo. A lo largo de su recorrido se
documentan 4 asentamientos romanos: Benetússer, L’Hort de
Pepica, Silla y Molí de Forés.
-- En el límite contiguo por el oeste se documenta otro eje discontinuo (eje 2), pero que se puede reconstruir con facilidad
a partir de la conservación de diversas estructuras que coinciden con un límite teórico de la retícula de 20 x 15 actus
(figuras 186 y 187). Éste se bifurca de la Vía Augusta en la
actual Plaza España de Valencia, al salir de la ciudad por el
sur. Su recorrido se pierde poco antes de llegar al Barranc
Fondo y, en los 11 km que se han podido identificar, articula
los asentamientos de Benetússer, Catarroja y Hort de Pepica.
-- Finalmente, en el extremo sur del territorio de Valentia se documentan tres vías que, según el análisis arqueomorfológico,
son de cronología romana, aunque no se adecuan a la retícula
de la centuriación (figura 188). Se trata de los caminos de
Algemesí a Sueca, Camí vell de Benifaió y la carretera de
Silla a Alzira (ésta coincide parcialmente con uno de los ejes
teóricos). Todos presentan un rasgo común, buscan uno de
los vados que cruza el río Xúquer y posteriormente los puntos por donde se cruzan el Riuet dels Ulls y el Río Xúquer,
en el meandro actualmente estrangulado de Alzira, ya en el
territorio de Saetabis. Pensamos que probablemente este es el
motivo por el cual estas vías no se ajustan a la retícula teórica,
aunque también podrían haber sufrido modificaciones poste-
riores. De hecho, estos caminos se han utilizado con posterioridad al período romano: por ejemplo, en el punto donde se
cruzan las tres vías (pocos metros antes del Riuet dels Ulls),
se halla la Creu Coberta de Alzira (siglo XIV), donde la tradición dice que murió Jaume I. Es posible que estas vías fueran
rutas alternativas a la Vía Augusta para llegar a Saetabis pasando por Alzira o que buscasen el recorrido por los caminos
de Realenc/Pujol y Camino viejo de Alzira, paralelos al Xúquer por el norte (figura 193).
V.2.4. La Vía Augusta
Son numerosos los estudios que se han ocupado de definir el
recorrido de la Vía Augusta por el territorio valenciano (Morote,
2002 y 1979; Arasa, 2012, 2010, 2006, 1996, 1994, 1992, 1990
y 1989; Arasa y Rosselló, 1995; Arasa y Pérez, 2011; Arasa y
Flors, 2006; Ulloa, 1999). Se trata sin duda de una tarea compleja, debido a la ocupación intensiva del territorio, pero, sobre
todo, a las transformaciones experimentadas en los últimos tres
siglos en las infraestructuras: construcción del Camino Real (segunda mitad del s. XVIII), vías férreas, autopistas, carreteras,
etc. Este proceso resulta especialmente intenso en las áreas periféricas a las grandes urbes, sobre todo en el caso de la capital,
Valencia, y su área metropolitana.
El recorrido de la vía en una amplia franja alrededor de la
ciudad todavía presenta dudas, excepto en algunos tramos puntuales documentados en intervenciones arqueológicas inéditas
(Ribera y Jiménez, 2012a; Ribera, 2009: 46-47).
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El análisis arqueomorfológico realizado en el marco de esta
tesis doctoral ha permitido restituir el trazado de la vía con fiabilidad de modo que pasamos a describir su recorrido (figura 184).
Al norte del Turia (figura 182) la vía coincide con la Carretera de Barcelona/N-340. Presenta un recorrido totalmente rectilíneo con orientación noreste-suroeste, a excepción de un primer
tramo entre El Barranc del Puig y el Barranc del Cabeç Bort/de
la Rambleta, donde la vía hace ligeros cambios de orientación.
Desde el Barranc de la Rambleta hasta el Carraixet la vía sigue
un trazado recto y únicamente el tramo desde éste hasta la calle
Maximilià Thous de Valencia (situada a unos 750 m al norte del
actual cauce del Turia) presenta pequeñas curvas.
En este sector la Vía Augusta es el kardo maximus de la
centuriación, coincidiendo con uno de los ejes longitudinales de
la retícula teórica (figura 182). Aun así, en este tramo, como se
dijo anteriormente, la vía ejerce poca influencia en la distribución del poblamiento romano y solo 3 asentamientos se ubican
en sus cercanías: El Cabeçolet, Torrubero y El Xopar.
Desde la Calle Maximilià Thous de Valencia la vía cambia
bruscamente su orientación a noroeste-sureste y norte-sur (debido a una reforma realizada en el siglo II a.C.) para llegar a
Valencia atravesando el Turia aproximadamente por el actual
puente dels Serrans. En este segmento la vía articula el asentamiento de la calle Pastor Fuster (siglo II a.C.), la necrópolis de
la calle Pepita (siglos I a.C.-II d.C.), el asentamiento de la calle
Ruaya (finales del siglo III a.C.-inicios del II a.C.), la necrópolis
de la calle Sagunt y el asentamiento tardorrepublicano de las
calles Santa Rita/Cronista Rivelles, junto al cauce del río Turia.
A pesar de que la vía sigue un trazado recto, al sur del Carraixet ésta no encaja con exactitud con la retícula teórica (figura 182), debido a la adaptación de la centuriación a la topografía y la hidrografía. En este sector, son los decumani los ejes
mayoritariamente coincidentes con la retícula teórica, mientras
la Vía Augusta la cruza en diagonal y articula únicamente el
asentamiento y necrópolis de Orriols.
Dentro de la ciudad (figura 183) la vía coincide con la actual
calle de Sant Salvador orientada, muy ligeramente, en sentido
noreste-suroeste (la orientación es prácticamente norte-sur),
cruza la plaza de la Almoina donde las excavaciones han documentado la vía y su cruce con el decumanus principal de la
ciudad, fosilizado en las calles de l’Almodí y Cavallers.
Al salir de la ciudad romana, la via cruza un paleobrazo del
Turia que limitaba la urbs por el sur y gira 90º hacia el oeste tomando una orientación norte-sur por la actual Plaça de la Reina
y pasando junto a la necrópolis de la Boatella, uno de los cementerios de la ciudad. Seguramente a la altura de la Plaça Redona
(C/ dels Drets-C/ de l’Abadia de Sant Martí) la vía se cruzaba
con un decumanus que se prolonga por el este en el Camino de
Paterna a Campanar y que es uno de los límites mejor conservados de la zona (figura 182). Una vez pasado este punto en el que
se hallaba un vado de otro paleobrazo del Turia, la vía vuelve
a cambiar y toma una orientación noreste-suroeste mucho más
acusada, que se mantiene totalmente recta hasta la actual Plaza
España, coincidiendo con la C/ de Sant Vicent Màrtir y de Ramon y Cajal. Este lugar en época antigua era también un punto
de intersección entre la Vía Augusta y uno de los decumani de la
centuriación, coincidente con la acequia principal de Favara (siglos VIII-X) y el Brazo de Sant Jeroni (siglos XI-XIII), ambos
del sistema de regadío de Favara (Esquilache, 2016).
El único miliario conocido (actualmente extraviado) de la
Vía Augusta en el territorio de Valencia se halló en 1766 en
las obras del nuevo Camino Real, a la altura del actual puente
de Peris i Valero según Arasa (Arasa, 2012: 351) y databa del
reinado de Adriano (117-138 d.C.).
Al sur de este punto la vía sigue manteniendo el sentido
noreste-suroeste, aunque pierde ángulo y prácticamente se
orienta en sentido norte-sur. Sigue coincidiendo con la actual
calle de Sant Vicent Màrtir hasta llegar a la Rambleta, unos metros más al sur de la Cruz Cubierta.
A partir de aquí, el eje no se corresponde con la calle Sant Vicent Màrtir, sino que cambia su orientación pasando aproximadamente por las calles actuales de Behring y Alqueria de Benimassot.
Ya en el barrio de La Torre sigue por la C/ Giménez i Costa, coincidiendo con la línea de término municipal entre Valencia y Sedaví. Dentro de Alfafar, coincide con la Avenida de Vicente Blasco
Ibáñez y el Camí del Fus (antigua vereda), que también pasa por
el término de Massanassa. Después de cruzar el Barranc de Torrent por el mismo sitio que el actual puente del ferrocarril (entre Massanassa y Catarroja), la vía se corresponde con el Camí Vell
de Russafa, representado en las minutas municipales de 1903 como vereda de ganados. En todo este tramo la vía mantiene la orientación noreste-suroeste y es completamente recta. Respecto a su
articulación con la centuriación en el sector que va desde la Plaza
España hasta el Barranc de Picassent (9,5 km) la vía cruza en
diagonal la retícula teórica de la centuriación en un primer grupo
de 1 x 5 cuadrículas y un segundo de 1 x 12 (figuras 183 y 184).
Es destacable el hecho de que la vía no articula ningún asentamiento desde Valencia hasta pasado el Barranc de Torrent, lo
que podría deberse a una infrarrepresentación de datos arqueológicos (apartado 4.5.). En el tramo que va del Barranc de Torrent al de Picassent solamente se vincula con el asentamiento
tardorrepublicano de Catarroja en cuyo núcleo se documentó un
tramo de la vía en una intervención arqueológica (Ajuntament
de Catarroja, 2011).
A partir del paso por el Barranc de Picassent, ya en término
de Beniparrell, la orientación vuelve a cambiar a norte-sur, aunque se sigue correspondiendo con el Camí Vell de Russafa hasta
el Barranc o Cañada de l’Hortolà, en término de Silla. En este
último tramo, al sur de Silla, la vía discurre a unos 250 metros del
límite de máxima expansión de l’Albufera y sus marjales. Al sur
del Barranc de l’Hortolà pasa a coincidir con la antigua carretera
de Silla a Alzira.
Después de cruzar el Barranc o Cañada de l’Hortolà se ha
documentado una posible bifurcación de la Vía Augusta que
bordea el límite de máxima expansión de la Albufera hasta llegar a Sollana, donde se pierde la traza debido a la implantación
del sistema viario radioconcéntrico de esta localidad (antigua
alquería andalusí). Esta bifurcación está articulando también el
poblamiento romano instalado en los límites del marjal (Partida
de Paretes, Venta de Ferrer y La Travessa). Creemos que este
trazado se corresponde con la bifurcación de la Vía Augusta, conocida por las fuentes e itinerarios antiguos, que llegaría hasta
Dianum por la costa pasando cerca de Cullera.
Antes de entrar en Almussafes el camino cambia ligeramente
su orientación buscando el paso por el Barranc Fondo o del Tramusser y por el Barranc Vell, coincidiendo en este tramo significativamente con las líneas de término municipal de Almussafes,
Benifaió, Alginet y Sollana.
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Figura 189. Vista general de las centuriaciones de Valentia.
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En todo este sector que va desde el Barranc de Picassent
hasta el Barranc Vell (12,2 km) la vía ha cruzado el sistema de
retículas de 20 x 15 actus en diagonal en grupos de 1 x 4 y 1 x 6,
1 x 5 y 1 x 7 cuadrículas (figuras 183 y 184) articulando el poblamiento, como ya se ha dicho, en los límites de la Albufera:
L’Alter o El Mas de Baix, L’Alteró, Silla, la Font del Gat, Camp
de la Llegua, Venta de Ferrer y La Travessa.
Pocos metros antes de cruzar el Barranc Vell, cambia su
orientación de norte-sur a noroeste-sureste manteniéndola
hasta el vado del río Xúquer. Este tramo final (9 km) es también prácticamente recto (a excepción de una anomalía justo
al sur del Barranc dels Algadins o de la Forca, que podría ser
una modificación del trazado original) y sigue cruzando en
diagonal la retícula teórica en grupos de 1 x 3 y 1 x 4 cuadrículas (figuras 183 y 184). En el término de Algemesí la vía
se denomina Camí del Barranc, Camí de Porriñes y Camí de
Landrona. En este tramo no se conocen yacimientos y es solo
cerca del vado fluvial, donde los asentamientos de Pardines y
Partida de Cota se sitúan junto a la vía.
Se puede decir que, en términos generales, dentro del territorio de Valentia la Vía Augusta no es el eje estructurador del poblamiento romano por excelencia, pues en su recorrido (50 km)
tanto al norte como al sur de la ciudad, solo articula 13 asentamientos. Por lo tanto, este factor no es determinante para identificar el recorrido de la vía, siendo la combinación del análisis arqueomorfológico, la consulta de cartografía histórica y los datos arqueológicos los que permiten caracterizar el recorrido de la vía.
Además, se pone de manifiesto el uso de la técnica de la
varatio a partir de la Vía Augusta, para la construcción de la
centuriación al sur de Valentia, mientras al norte ésta se integra dentro de los ejes de la centuriación como kardo maximus
siendo otro elemento (el Barranc de la Rambleta) el que podría
haber sido usado como base para el diseño del sistema a partir
de la aplicación de la varatio.
V.2.5. Valoración: aportación al problema de la centuriación de Valentia
La propuesta de centuriación que se ha detallado en los apartados
anteriores es fruto de la aplicación de varias técnicas de análisis
al estudio del territorio. La perspectiva diacrónica, así como la
integración de datos multidisciplinares procedentes del análisis
arqueomorfológico, el estudio de las dinámicas de poblamiento,
el vaciado de datos arqueológicos, la consulta de fuentes escritas
y las prospecciones, han permitido caracterizar con fiabilidad el
origen del paisaje cultural de Valencia. El aspecto actual de este
territorio histórico es resultado de la conservación, modificación
o eliminación de las estructuras implantadas en él por parte de
sus ocupantes a lo largo de la Historia. Aunque sin duda, tal como
ha puesto de manifiesto este trabajo, el paisaje actual se origina
en una gran intervención (la primera gran intervención sobre el
territorio) que tuvo lugar en época romana altoimperial, concretamente a mediados del siglo I d.C., aunque probablemente su
diseño había sido concebido en época augustea (figura 189).
Este trabajo ha permitido también superar las hipótesis sobre centuriaciones romanas conocidas hasta la fecha para el territotio de Valentia (Cano, 1974; Pingarrón, 1981a y González
1996 a, b, c), puesto que ninguno de los sistemas de centuriación que hemos presentado para Valentia se corresponde con las
propuestas anteriores.
Asimismo, el análisis arqueomorfológico ha demostrado
que los sistemas de regadío no están relacionados con la centuriación, ya que las estructuras de irrigación creadas durante
el período andalusí, incluso las más antiguas de ellas (siglos
VIII-X), se implantaron en el territorio borrando parcialmente las estructuras romanas o bien adaptándose a su recorrido.
Lo mismo ocurrió con las redes viarias radioconcéntricas, cuyo
origen se encuentra en las grandes intervenciones efectuadas
sobre el territorio durante el período andalusí. En este sentido
se rebate también la idea de que la ocupación del territorio en
época andalusí conllevó la eliminación total de las estructuras
romanas (entre ellas la centuriación) tal como habían afirmado
algunos investigadores (Guinot, 2008b). De hecho, gran parte
de los ejes que componían la centuriación de Valentia se conservan y siguen en uso hoy en día.
Otro de los factores novedosos de esta tesis es la realización de trabajo de campo. Hasta este momento las propuestas
publicadas nunca se habían sometido a comprobación mediante
prospecciones. El desarrollo de las prospecciones arqueomorfológicas y su correlación con la información arqueológica (derivada del vaciado de la información disponible y de las prospecciones arqueológicas intra-site realizadas por nuestro equipo)
han corroborado la antigüedad de las vías y otras estructuras
caracterizadas por el análisis arqueomorfológico como ejes de
la centuriación.
En este sentido la documentación de la perpetuación de los
puntos fuertes del paisaje romano permite explicar cómo y por
qué se mantuvo esta estructuración. Gran parte de los ejes viarios
construidos en época romana siguieron siendo utilizados durante
el período visigodo y andalusí, aunque en esta fase se produjo el
borrado parcial y modificación de algunos ejes de la centuriación
en diversas zonas. El establecimiento de nuevos asentamientos
durante el período medieval (andalusí y feudal) en función de
vías romanas, la elección de los cruces de vías de la centuriación
para la construcción de iglesias urbanas y la pervivencia de estos
lugares como emplazamientos simbólicos a nivel religioso o territorial (iglesias, ermitas, cruces de término y límites de término
municipal) permiten corroborar la influencia de la centuriación
en la articulación del territorio a nivel diacrónico.
Tampoco se había realizado con anterioridad el estudio de
documentación histórica en archivos con el fin de corroborar las
características de la red viaria de origen romano. Los documentos consultados describen el estado de la red viaria en la actual
periferia de Valencia antes de las reformas de los siglos XVIII
y XIX. Esta información ha sido determinante para incluir estos
ejes en la propuesta de centuriación, habiendo comprobado su
antigüedad de esta manera puesto que, al haber sido terraplenadas y asfaltadas, la prospección arqueomorfológica era inviable.
En general los documentos consultados, datados entre finales del siglo XVIII e inicios del XIX, reflejan una situación de
deterioro general de la red viaria histórica en ese momento previo a las reformas modernas. Tanto el camino de Murviedro11
(Sagunt) como el de San Phelipe12 (Xàtiva) se describen como
11 AMV. Varios Junta de murs i Valls, ÑÑ 9, 31 de agosto de 1763,
29 de noviembre de 1753, 31 de agosto de 1763.
12 AMV. Policia Rural. Sección 3ª, Subsección B. Clase II-Subclase
C, 7 de febrero de 1766; AMV. Varios Junta de murs i Valls, ÑÑ 9,
29 de noviembre de 1753.
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vías principales en muy mal estado de conservación, necesitadas de reparaciones, ensanches u otras modificaciones que permitieran el tránsito de vehículos a la ciudad.13 También se han
localizado los informes de los peritos (contratados por la ciudad
de Valencia) sobre el Camino de Xàtiva en los que se describe
el estado de la vía y las actuaciones que había que hacer en
ella para adecuarla al nuevo ancho.14 Algunos puentes, como
el que permitía el cruce del Camino de Sagunt por el Barranco
del Carraixet,15 también estaban “arruinados”. Además, muchos
de los caminos de la red viaria local se describen como caminos estrechos en fosa (Camino de Paterna a Benimàmet,16 Camí
Fondo de Paterna,17 Camino de Mislata,18 Camino de Russafa a
Montolivet19 y Camino hondo del Grau20) o muy deteriorados
(Camí de Picassent21). Se documentan también quejas porque
el agua de las tormentas circulaba por los caminos deteriorados
(que posiblemente eran caminos hondos) como por ejemplo el
camino de Quart22 y el de la Rambleta.23
Otro aspecto fundamental y novedoso de esta tesis es la
identificación fiable del recorrido de la Vía Augusta en el ager
de Valentia. Esta es sin duda una de las grandes aportaciones de este trabajo pues hasta la fecha se habían publicado numerosas propuestas sobre su recorrido y ninguna de ellas había
sido comprobada.
La distribución del poblamiento romano pone de manifiesto
el carácter multifactorial del patrón de asentamiento puesto que
éste se correlaciona perfectamente y al mismo tiempo con la red
viaria (centuriada o no) y con la hidrografía. La presencia de
asentamientos en las proximidades de los cursos hidrológicos y
en los límites de los marjales confirma este punto, indicando la
importancia de la gestión de los recursos del territorio en época
romana y eliminando la idea de la funcionalidad como único
objetivo de la implantación de centuriaciones, tal como se ha
demostrado en otros territorios (Palet y Orengo, 2011; Palet,
Orengo y Riera, 2011).
Para poder datar con exactitud nuestra propuesta de centuriación faltan dataciones radiocarbónicas que permitan aportar
cronologías absolutas para la construcción de las vías del sistema centuriado. Los estudios palinológicos y sedimentológicos
de dos sondeos realizados en la Albufera y la Marjal dels Moros
13 AMV. Varios en lios de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
6.O.O.6., 24 de abril de 1779.
14 AMV. Policia Rural. Sección 3ª, Subsección B. Clase II-Subclase
C, 7 de febrero de 1766.
15 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
6.O.O.6., 24 de abril de 1779.
16 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
8.O.O.9., 13 de febrero 1830.
17 AMV. Varios en lios de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
8.O.O.9., 25 de mayo de 1839 y 8 de agosto de 1839.
18 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
1.O.O.10, 1 de junio de 1737, 6 de mayo de 1737.
19 AMV. Varios Junta de murs i Valls, ÑÑ 9, 1 de marzo de 1749.
20 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
8.O.O.9., 10 de abril de 1817.
21 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
8.O.O.9, 30 de abril de 1808.
22 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
8.O.O.9., 6 de febrero de 1824.
23 AMV. Varios en líos de Murs i Valls y Fàbrica Nova del Riu. Lío
8.O.O.9., 13 de mayo de 1835.
por parte de Santiago Riera (Universitat de Barcelona-SERP),
Ana Ejarque (CNRS-GEOLAB UMR 6042), Pilar Carmona y
José Miguel Ruiz (Universitat de València) en el marco del proyecto VaLandPro, también aportarán información interesante
para la interpretación de la centuriación. Finalmente, creemos
que sería interesante ampliar las prospecciones sistemáticas en
otros asentamientos romanos para corroborar su relación con
los ejes del sistema viario centuriado.
V.3. EL TERRITORIO DE SAETABIS 24
Presentamos los resultados del análisis arqueomorfológico en
un área de llanura asociada a la ciudad de Saetabis, cuyo límite septentrional, definido por los ríos Xúquer-Magre, lo fue
además de los conventus Tarraconense y Cartaginense (Plin.,
Nat. Hist., III, 20). Este territorio ha sido analizado previamente por diferentes investigadores, destacando sobre todo los
trabajos sobre la evolución del poblamiento y las principales
vías de comunicación (Pérez y Borredà, 2008; Pérez y Arasa,
2010; Pérez, 2013).
En lo que respecta al estudio de la estructuración territorial,
existe una propuesta de centuriación vinculada con las ciudades
de Sucro y Saetabis (González, 2006b y 2007b) que acusa ciertas debilidades metodológicas ya criticadas (Arasa, 2012: 370),
como la falta de multidisciplinariedad y enfoque diacrónico, y la
ausencia de comprobación de las hipótesis mediante trabajo de
campo. Esta propuesta presenta trazas con orientación constante
y coincidencias métricas con el actus romano, pero el carácter
débil y discontinuo de los ejes, así como la restitución de trazas
en zonas de humedal y de media montaña, pone en duda la metodología aplicada. Además, la extensión del sistema parcelario
más al norte del río Xúquer plantea dificultades, pues este límite
territorial se ha confirmado tanto por las fuentes clásicas como
por las diferencias del registro material arqueológico al norte y
sur del mismo.
Geográficamente la Ribera del Xúquer, subdividida en
las comarcas de la Ribera Alta y Baixa, es una amplia llanura aluvial enmarcada por relieves de componente ibérica que
condicionan las direcciones básicas del cauce de los ríos. Sus
características físicas vienen determinadas por los ríos Xúquer
y Magre y por las elevaciones montañosas más meridionales
del Sistema Ibérico: Sierra del Caroig y de Dosaigües al oeste,
las montañas de la Valldigna y la Serra de Corbera al sureste y
la Sierra de Càrcer al sur.
Su geomorfología es compleja. Los frecuentes cambios
durante el Holoceno reciente han modelado esta llanura provocando numerosos cambios topográficos. La geometría aluvial
se divide en varios tramos en función de los aportes sólidos de
los ríos y sus afluentes. La llanura presenta formaciones de diversos momentos del Cuaternario, predominando en la llanura
alta los abanicos aluviales y piedemontes del Pleistoceno Superior. Desde los pies de los relieves y hacia las partes más bajas
se han desarrollado glacis holocenos de muy escasa potencia,
que culminan en cubetas o medios sedimentados dominados
por los aportes fluviales (Ferrer, 2006: 16). La geometría de las
24 El texto de este apartado se ha extraido de uno de los artículos
producidos durante el desarrollo de la tesis doctoral y que fue publicado en la revista Agri Centuriati (Ortega et al., 2016).
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diferentes llanuras aluviales no es uniforme y mientras la del
Magre es convexa, la del Xúquer varía según la zona, alternándose entre cóncava, convexa y plana o encajada (Mateu, 1980).
La topografía de la llanura sedimentaria del Xúquer está siendo
continuamente remodelada por los desbordamientos del río (los
últimos de ellos tuvieron lugar en los años 1982 y 1987), cuyo
canal principal circula sobreelevado casi 10 metros por encima de la Albufera y el arrozal de Cullera. Esta morfología ha
provocado que en ambos lados del río se hayan organizado dos
canales de distribución de aguas, casi paralelos al principal, que
discurren por una topografía cóncava. Estos cursos (Riu Verd y
Rambla de Barxeta), actúan como drenajes laterales que evacuan las aguas desbordadas del Xúquer (Carmona y Fumanal,
1984). Además, el Xúquer tiene dos brazos: uno de ellos durante los desbordamientos se encamina hacia la Albufera mientras
otro lo hace hacia Corbera (Mateu, 1980) teniendo ambos un
alto valor geomórfico y sedimentario. En el Bajo Xúquer la margen izquierda presenta una mayor sedimentación, como reflejan
los sondeos realizados en diversos yacimientos arqueológicos
de la zona (Carmona y Pérez, 2011). En el abanico aluvial de la
cuenca baja del Magre, con motivo de las avenidas, se producen
acumulaciones que acentúan el efecto topográfico de divisoria
entre las comarcas de la Ribera Alta y Baixa. En este sentido, el
menor aluvionamiento en los yacimientos arqueológicos de la
Ribera Baixa sugiere que la acumulación aluvial se ha construido desde las tierras más bajas hasta el interior (Mateu, 1980).
La relación entre la ubicación de los asentamientos humanos y los elementos físicos del paisaje queda evidenciada por la
distribución del poblamiento actual, que evita las zonas inundables. En las zonas de llanura convexa se buscan las laderas
de montañas (Corbera, Favara, Cullera) o los ‘alters’ (Benicull,
Polinyà, Riola, Albalat de la Ribera, Algemesí), mientras en la
llanura de inundación cóncava los asentamientos se alejan del
cauce fluvial (Carcaixent, La Pobla Llarga, Castelló de la Ribera, Alberic, etc). Sin embargo, conocemos diversos asentamientos habitados hasta época bajomedieval y/o moderna, que
fueron abandonados después de episodios de desbordamiento
fluvial, lo que se explica por los cambios constantes en la morfología de la llanura, que provocaron finalmente la desaparición
de la topografía original de ‘alters’ y la destrucción de los asentamientos debido a la acción sedimentaria del desbordamiento de los ríos (Mateu, 1980). Se trata además de un territorio
fuertemente transformado en época reciente, de manera que sus
características históricas se han alterado.
Recordamos que la metodología utilizada (descrita en el
capítulo 3) ha permitido confirmar que la implantación de los
sistemas viarios ortogonales antiguos se encuadra en algún
momento anterior a finales del siglo VIII y principios del IX.
Además, teniendo en cuenta que no se conoce ninguna intervención de este tipo durante el periodo visigodo, la datación de
las grandes estructuraciones viarias ortogonales se sitúa en el
período romano, con lo que cabría considerar que estamos ante
un sistema centuriado.
A continuación, se detallará el análisis de la distribución
del poblamiento romano en relación con los ejes teóricos de
la centuriación y con los criterios de ocupación territorial de
época romana y el estudio metrológico del gran sistema viario
ortogonal documentado al sur de la línea formada por los ríos
Xúquer-Magre.
V.3.1. Distribución del poblamiento en relación con los
ejes de la centuriación
Los ejes longitudinales del sistema ortogonal se orientan en
sentido noroeste-sureste lo que indica que dicha estructuración está fuertemente condicionada por los elementos físicos
del territorio: las elevaciones del Sistema Ibérico y los cursos
hídricos. Su implantación se ha documentado prácticamente
en toda la llanura aluvial, desde Turís hasta Xàtiva, y sus límites se caracterizan claramente: al norte el eje formado por
el río Magre y el bajo Xúquer; al sur y al oeste las elevaciones
montañosas que delimitan la llanura aluvial (figura 190). Para
poder concretar la adscripción cronológica del sistema viario
antiguo es necesario aplicar diversas técnicas de verificación.
En este sentido, uno de los parámetros que puede ayudar a
precisar la cronología de las trazas es el análisis de la relación de proximidad entre las vías y los asentamientos de diferentes períodos (Palet y Orengo, 2010: 141-149). Este tipo
de registro arqueológico se ha obtenido en base al Inventario
de Yacimientos Arqueológicos de la Generalitat Valenciana, y
mediante la contrastación sobre el terreno de la información
contenida en las fichas de dicho catálogo. Los trabajos de prospección arqueológica han permitido determinar la ubicación
exacta, cronología y área de dispersión de materiales de los
yacimientos cercanos a las vías seleccionadas, lo que permitirá
aplicar cálculos de distancia entre vías y el área de dispersión
y concentración de materiales arqueológicos en superficie.
Aunque no se ha realizado el cálculo estadístico de distancias,
las prospecciones y el análisis arqueomorfológico revelan el
alto grado de proximidad entre las estructuras del sistema viario ortogonal antiguo y los yacimientos arqueológicos de cronología romana.
Este análisis pone de manifiesto que la distribución del poblamiento romano estuvo determinada por la morfología de los
ejes viarios principales del sistema ortogonal, tanto es así que
algunos de ellos se ubicaron en las intersecciones de ejes viarios
perpendiculares. Por otro lado, el hecho de que diversos asentamientos andalusíes se encuentren también relacionados con los
ejes del sistema ortogonal, plantea dos posibilidades interpretativas que apuntan en la misma dirección:
A. que dichos núcleos tengan una fase anterior de época antigua, tal como se ha demostrado en las poblaciones de
Alberic, Novetlé, Castelló de la Ribera y Pardines (Pérez
y Arasa, 2010); o
B. que la elección de la ubicación de algunos asentamientos
andalusíes obedeciera, entre otros factores, a la continuidad
del uso de las redes viarias antiguas con una fuerte carga estructuradora del paisaje.
V.3.2. Modulación y aproximación cronológica
Una vez realizados los análisis referidos e identificados los
ejes morfogenéticos (Chouquer, 2000), se puede aplicar el
parámetro de la modulación romana, para reforzar la hipótesis cronológica y contrastar la relación de las trazas con la
implantación territorial del sistema de la centuriación. El estudio metrológico del sistema viario ortogonal ha permitido
documentar equidistancias correspondientes a múltiples del
actus romano entre los ejes morfogenéticos. Entre los ejes
longitudinales, orientados en sentido noroeste-sureste (los
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Figura 190. Sistema viario ortogonal antiguo al sur de la confluencia de los ríos Xúquer-Magre
y su relación con el poblamiento romano.
kardines de la trama), las equidistancias documentadas sugieren la existencia de una modulación a 20 actus. También
se han podido observar ciertas coincidencias, aunque más
débiles, en los ejes transversales, con una modulación a 15
actus, sugiriendo la existencia de un sistema centuriado con
módulo 20 x 15 actus. La trama se observa de forma fiable
en la zona más septentrional, es decir, en el llano que se extiende entre los ríos Magre y Xúquer. Al sur de este último,
las trazas modifican ligeramente la orientación, pero presentan
correlación con el módulo 20 x 15. Los pequeños cambios de
orientación detectados son debidos, probablemente, a adaptaciones de las trazas a la topografía y a la hidrografía, pues en
este sector la red viaria queda encajada entre el curso fluvial
del Xúquer y las elevaciones de la Sierra de Corbera. Más al
sur, en el entorno de Saetabis (Xàtiva), se documenta también
este módulo con la misma orientación que en el tramo septentrional (figura 191).
Cabe destacar que entre el río Xúquer y la Vía Augusta
se documentan variaciones en los ejes longitudinales (los kardines de la trama) a 15 actus que definen localmente centu-
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Figura 191. Detalle de la modulación a 20 x 15 actus del sistema centuriado.
rias de 15 x 15. Ello podría corresponder bien a la adaptación de la trama a la topografía, o bien a una conservación
selectiva de trazas en la morfología histórica del territorio: un
hecho documentado en la centuriación de Barcino (Palet et
al., 2009: 113).
Desde el vado del Xúquer hasta la propia ciudad de Xàtiva, la trama centuriada es atravesada por el trazado de la Vía
Augusta, que no se ajusta a los ejes de la centuriación, sino que
dibuja una línea en diagonal a ésta, prácticamente recta y orientada en sentido noreste-suroeste. Si tenemos en cuenta la adaptación de la vía a la topografía y su relación de proximidad con
el poblamiento ibérico, este tramo podría ser anterior a época
romana correspondiéndose con el trazado de la Vía Hercúlea
(Mateu, 1991; Pérez y Arasa, 2010: 104).
En este sector, se observa que la vía constituyó la diagonal del
sistema centuriado, siendo la hipotenusa de triángulos que formarían agrupaciones de 2 x 1 y de 4 x 1 centurias. En consecuencia,
podemos afirmar que en este territorio el módulo de 20 x 15 actus
de la centuriación habría sido generado a partir de la técnica de la
varatio, que permitía a los agrimensores trazar la red centuriada
a partir de una diagonal preexistente (Roth-Congès, 1996; Campbell, 2000) (figura 192).
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Figura 192. Tramo de la Vía Augusta en el área de Saetabis. Relación con la centuriación y el
poblamiento romano.
Por otra parte, la coincidencia entre las trazas y la red hidrográfica constituye también un indicador de la antigüedad
del sistema. En este sentido, en otros llanos litorales bien estudiados se ha documentado tanto la adaptación de las trazas
de la centuriación a la orientación de ríos y barrancos, como
la modificación antrópica de algunos tramos de estos últimos
(Palet, 1997: 117-118; Palet y Orengo, 2010: 133-139). Al
adaptarse el sistema de la centuriación a la topografía del territorio en el que se implanta, sus ejes pueden ser sinuosos
y presentar orientaciones ligeramente distintas dependiendo
de la zona. En este sentido hay que tener en cuenta que las
vías pueden haber experimentado deformaciones a lo largo
del tiempo debido a sucesos naturales (desbordamientos fluviales, aportación sedimentaria, corrimientos de tierras de las
laderas de las montañas, etc.) o antrópicos (Vion, 1989).
Respecto a la relación de esta estructuración viaria con algún centro urbano, tanto la uniformidad morfológica del sistema ortogonal como su implantación en un amplio territorio de
llanura que incluye la ciudad de Saetabis, sugieren una vinculación de ésta con la red centuriada.
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La cronología de los sistemas con modulación de 20 x 15
actus ha sido asociada con las reformas de épocas cesariana o
agustal, como se ha dicho anteriormente.
Esta cronología podría adecuarse al caso de Saetabis donde
los trabajos arqueológicos desarrollados en los últimos años han
documentado una fuerte presencia de materiales itálicos de finales del siglo I a.C. que se han puesto en relación con la presencia
de un destacamento militar. Además, la última acuñación monetaria romana de la ciudad (finales del siglo I a.C.) se ha relacionado con la presencia cesariana en el territorio (Pérez, 2014) y
con el cambio de estatuto de civitas stipendiaria a municipio,
con el nombre de Saetabi Augustanorum, que tuvo lugar en época de Augusto (Arasa, 2001: 554).
V.3.3. Relación de la centuriación con los principales ejes
viarios del territorio
Nos ocupamos en este apartado de las vías que estructuran el
territorio a escala regional y que han determinado su morfología
a escala histórica. El territorio de Xàtiva presenta, al menos, dos
ejes viarios de este tipo.
El primero se denomina actualmente Camino de Xàtiva, un
eje prácticamente recto que hemos documentado desde Cheste
hasta Xàtiva (57 km), mientras que el segundo lo constituye la
antigua carretera de Barcelona, identificada tradicionalmente
con la Vía Augusta. Ambas vías estructuran fuertemente el territorio y a su vez constituyen los ejes principales de la centuriación, mientras otros ejes más débiles que también forman parte
también de esta estructuración se han conservado como límites
de parcela o como caminos secundarios.
V.3.3.1. El Camino de Xàtiva
El eje que articula el sistema centuriado se ha podido identificar
a lo largo de 57 km, con el actual “Camí de Xàtiva”. Éste arranca en La Loma (Cheste) donde coincide con la Cañada Real de
Aragón. Describe una línea prácticamente recta, de orientación
noroeste-sureste, hasta llegar al río Xúquer a la altura de Alberic
donde se desvía ligeramente hacia el oeste para cruzarlo por
el paso de la Barca, cerca del yacimiento andalusí de Alcosser
(Alberic). Luego discurre paralelo al cauce del río Albaida hasta
Torre d’En Lloris. Allá deja de seguir el río, pero mantiene la
misma orientación y cruza el Riu de Barxeta hasta la Serra de la
Creu, una vez pasado Genovés.
Su papel como elemento estructurador del territorio a nivel
histórico se manifiesta, entre otros factores, en su relación con el
poblamiento de diferentes períodos. La proximidad se evidencia
para época romana, momento en que numerosos asentamientos se
ubican en función de la vía, un patrón que encontramos también
durante la fase medieval, con la pervivencia de algunos núcleos
de fundación romana o la creación de nuevos asentamientos vinculados con la vía. Uno de los yacimientos romanos relacionados
con este camino es Alfarb, actual núcleo de población en cuyo
castillo andalusí y núcleo urbano se hallaron diversas inscripciones romanas reutilizadas, datadas entre los siglos I-II d.C. (Corell, 1997). De hecho, la toponimia árabe ya refiere los antecedentes del lugar, puesto que al-harb significa “el despoblado”.
La prospección arqueomorfológica que se ha llevado a cabo
en la zona, ha confirmado la antigüedad de este eje viario. Aunque el camino actual está en uso y se presenta asfaltado en casi
todo su recorrido, se han podido documentar algunos indicadores para su adscripción cronológica. En primer lugar, diversos
caminos en fosa lo cruzan prácticamente en perpendicular. La
cartografía tanto histórica como actual, los representa como cursos de agua intermitentes, pero la comprobación sobre el terreno
ha permitido constatar que se trata de antiguos caminos erosionados por los que circula o ha circulado agua en momentos puntuales (figura 193). El análisis de los perfiles litoestratigráficos
acabará de confirmar esta observación. En segundo lugar, se ha
realizando la comprobación de las características, ubicación y
extensión de los yacimientos conocidos. Desgraciadamente, el
yacimiento de la Vil·la de la Font Roja (Guadassuar), ubicado
en una pequeña elevación cercana a la vía, se encuentra totalmente vallado y profundamente alterado por las transformaciones agrícolas recientes, de modo que solamente se pudo prospectar el asentamiento de Toritxí (Catadau), localizado también
en una suave elevación.
En su extremo noroeste, a la altura de Llombai, el Camí de
Xàtiva se fusiona con la denominada Ruta del Magre que une el
interior del territorio valenciano con la costa aprovechando, en
algunos sectores, el corredor natural creado por el río (Orengo et
al., 2013). Esta ruta ha sido interpretada por varios investigadores como una de las más antiguas del territorio, pudiendo retrotraerse a época prerromana (Quixal, 2012: 199). No sería éste el
caso del Camí de Xàtiva puesto que, como se ha indicado, la vía
no articula el poblamiento de época ibérica sino el de cronología
romana, reforzando la adscripción cronológica y cultural de la
implantación de este eje morfogenético.
V.3.3.2. La Vía Augusta
Un aspecto que ha motivado numerosas discusiones historiográficas sobre la Vía Augusta en el área valenciana ha sido, sin
duda, el lugar por donde ésta atravesaba el Xúquer. La identificación reciente de Sucro (ciudad y mansio mencionada en
diversos itinerarios y fuentes clásicas) con Albalat de la Ribera,
ha descartado otras opciones de paso y recorrido. Las excavaciones realizadas tanto en el núcleo urbano de Albalat como en
el yacimiento del Alteret de la Vintihuitena, cuyos resultados
permanecen inéditos, han puesto de manifiesto la existencia en
este punto de un importante establecimiento urbano en épocas
romana republicana y altoimperial, que tiene sus raíces en el
Bronce Final y la Edad de Hierro (Pérez, 2013: 38). La toponimia refuerza además la idea de que el camino pasaba por este
punto, puesto que la palabra de origen árabe Albalat, significa
literalmente “el camino”. Otra mansio mencionada en el Anónimo de Rávena y en la Guidonis Geografica es Alterum o Alternum, cuya ubicación es todavía desconocida. Las hipótesis
que se han barajado para la interpretación de este nombre son
básicamente dos: “uno de los dos caminos” o “camino alternativo”. La ubicación de esta mansio, cercana a Sucronem es desconocida, aunque algunos autores la sitúan en el margen derecho
del Xúquer, una vez la vía había cruzado el río por el paso de
Albalat (Morote, 2002).
Los resultados del análisis arqueomorfológico confirman el
recorrido de la vía desde Albalat de la Ribera hasta la ciudad
de Saetabis. El Alteret de la Vintihuitena ha sido interpretado como un paso de la Vía Augusta hacia Saetabis en época
romana (Carmona y Pérez, 2011: 68) aunque el vado real se
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encuentra unos metros al oeste del propio Albalat, muy cerca
de la confluencia con el Magre, en la actual partida del “gual”
(vado), cuyo topónimo no admite dudas. Al haber de adaptarse
a las características físicas del río y del territorio, el camino no
pasa estrictamente por Sucro (si aceptamos la identificación con
Albalat), sino unos 2 km al oeste, entre la partida del “gual” y el
yacimiento de Cases de Moncada, un paso que queda también
reflejado en la crónica de la conquista del Reino de Valencia
de Jaume I (Soldevila, 2008, para. 180 y 517). A partir de este
punto la vía cambia su orientación y discurre por un trazado
ya conocido, dibujando una línea prácticamente recta hasta la
Manuel, donde cruza el río Albaida.
En este tramo se documenta cómo los caminos antiguos que
componen el sistema centuriado, han sido “cortados” literalmente por la divagación o meandrización histórica del Xúquer
(Mateu, 1991: 163). Este proceso, ha sido fechado en época
post-islámica en base a la hipótesis de que en el momento de
fundación de los núcleos de época andalusí éstos estaban en lugares libres de inundaciones (Mateu, 1991). Según esta teoría,
basada en datos geomorfológicos, los caminos cortados por el
Xúquer serían como mínimo de época andalusí, pues los asentamientos de esta cronología se habrían ubicado en función de
la vía, que fue cortada en un momento posterior. Además, dos
de los meandros que interceptan o deforman el trazado de las
vías son límite de término municipal entre Carcaixent, Alzira y
Benimuslem (figura 194).
Este mismo proceso se ha documentado en otros lugares,
como en Zaragoza (Ariño et al., 2004: 92-93), donde un meandro del Ebro cortó uno de los ejes de la centuriación. En ese
caso, el análisis de la documentación histórica ayudó a datar el
establecimiento de estos límites y proporcionó una datación del
siglo XIII para el camino cortado por el meandro. En el caso del
Xúquer, aunque dichas poblaciones existían en época andalusí,
como muestran los documentos relacionados con la conquista
cristiana, la documentación histórica refleja que los límites territoriales en esa época eran una concepción social, más que una
delimitación física como la entendemos actualmente (Torres,
1998: 248). La plasmación material de algunos límites de término tuvo lugar en época feudal (Guinot, 1991; Cabanes y Ferrer,
1979), en algunas ocasiones respetando los límites de época andalusí y en otras modificándolos, aunque diversos municipios
valencianos no dispusieron de un término municipal definido
hasta época moderna. La segregación de Carcaixent del término
general de Alzira se produjo a finales del siglo XVI (Oroval,
1980) y por tanto, de momento, no podemos retrotraer más allá
de esa fecha la fijación del límite de término en el meandro en
cuestión, proporcionando este dato una datación antequem del
siglo XVI para el camino cortado por el río.
V.3.4. Centuriación y geomorfología
La ausencia de trazas de la centuriación en algunas áreas de
la llanura aluvial debe relacionarse con las dinámicas geomorfológicas. Los aportes sedimentarios de la Serra de la Murta y la
sedimentación aluvial de uno de los brazos del Xúquer podrían
haber ocultado los elementos viarios antiguos. Pero es sobre
todo la presencia de extensos marjales y de zonas inundables lo
que explica la falta de ejes de la centuriación en algunas áreas.
En este sentido, la desecación del marjal de Corbera en época
medieval cristiana (Torró, 2012a: 232-234) confirma la docu-
mentación, a través del análisis arqueomorfológico, de un posible parcelario de esta época sobre el antiguo marjal, descartando
la implantación del sistema centuriado en esta área.
A pesar de ello, debe contemplarse la posibilidad de que las
dinámicas geomorfológicas en los marjales podrían haber ocultado ejes antiguos bajo el suelo hidromorfo actual, lo que sólo
podría verificarse realizando trabajos de excavación en extensión (Berger y Jung, 1996; Berger, 2003). De todas formas, la
distribución del poblamiento romano en los márgenes del humedal sugiere el aprovechamiento de los recursos que éste ofrece,
más que su desecación para usos agrícolas (Ortega et al., 2014:
385). En la llanura aluvial correspondiente a la Ribera Alta, la
sedimentación histórica es muy relevante. Se ha documentado
una acreción mayoritariamente horizontal del llano aluvial del
Xúquer, la confluencia del Sellent y el Xúquer y la confluencia
entre el Xúquer y el Albaida, que ha provocado modificaciones
en las áreas de inundación e incluso en los recorridos y morfología de los ríos y también la desaparición de núcleos de población.
Pero, ¿cómo ha sobrevivido la centuriación romana en un
contexto de dinámicas geomorfológicas complejas relacionadas
con la acreción vertical de la llanura? Este hecho no implica necesariamente que haya habido una persistencia ininterrumpida
de los ejes. Por ejemplo, Berger y Jung, mediante el conocido
trabajo de análisis de las trincheras excavadas en la construcción del TGV en el sur de Francia, documentaron fases de reconstrucción de los ejes en fosa de la centuriación Orange B tras
un período de abandono relacionado con un recubrimiento sedimentario (Berger y Jung, 1996: 100). Las trazas, tras sucesivas
fases de abandono, fueron reutilizadas como ejes de estructuración territorial en diversos períodos históricos. Esto confirmó
que más allá de la época romana, permanece activa la función
de determinadas macroestructuras del paisaje para la gestión,
ocupación y comunicación en el territorio. Se podría decir que,
no es la centuriación lo que pervive, sino determinados ejes de
la misma y, con ellos, una determinada concepción del espacio.
En nuestro caso, la continuidad de los límites más allá de su
momento de creación se refleja en la percepción diacrónica de
los puntos fuertes del sistema como lugares con un carácter especial. La instalación en esos lugares de elementos con significación religiosa o territorial en épocas posteriores a la implantación
de la centuriación así lo sugiere. Por ejemplo, las iglesias principales de algunas poblaciones, cuya construcción se data entre los
siglos XIII y XV, se ubican en intersecciones de ejes perpendiculares de la centuriación que, en algunos casos coinciden con las
calles principales de estos núcleos. Este es el caso, entre otras,
de las iglesias de Sant Miquel (Massalavés) o Sant Vicent Màrtir
(Guadassuar) dos advocaciones que además tienen un simbolismo especial: San Miguel Arcángel se vincula con la defensa de
la iglesia ante sus enemigos y fue uno de los símbolos sagrados
de la conquista feudal cristiana de los territorios de Al-Ándalus.
Por otra parte, San Vicente, mártir cristiano en la Valencia del
siglo IV d.C., se vincula con la restauración del culto cristiano
primitivo en tierras valencianas, tras la conquista feudal.
Esta ubicación de los centros religiosos en los cruces de ejes
perpendiculares de la centuriación implica la percepción de estos
lugares como puntos fuertes en el paisaje y refuerza la idea de
la perduración del simbolismo de estos elementos viarios como
ejes estructuradores del territorio. Las iglesias en un núcleo medieval no eran solamente un espacio de culto, sino lugares que
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Figura 193. Elementos documentados durante la prospección arqueomorfológica en el Camino de Xàtiva.
Figura 194. Detalle de la meandrización
del Xúquer y la alteración de las trazas
del sistema centuriado.
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ofrecían protección y eran un elemento urbano de referencia. Algunos autores han defendido incluso que en algunas ocasiones
las iglesias podían haber sido el origen de los núcleos de población (Bolòs, 2004: 163).
A diferencia de estos casos, allá donde no se han conservado
los ejes, debemos considerar que las modificaciones que se produjeron después de época romana conllevaron la pérdida de funcionalidad de dichas estructuras que perdieron su razón de ser, siendo
sustituidas por otras más acordes con la nueva realidad ambiental o del poblamiento (Franceschelli y Marabini, 2007: 143).
V.3.5. Valoración
Los resultados proporcionados por el análisis arqueomorfológico del territorio al sur del Xúquer-Magre constituyen una
novedad en el estudio de las dinámicas de este paisaje histórico valenciano y su estructuración territorial, que no había sido
analizada desde una perspectiva diacrónica y multidisciplinar
anteriormente. Asimismo, la metodología aplicada dota a los
resultados de gran fiabilidad.
La documentación de un sistema centuriado fuertemente
vinculado con el poblamiento romano y las principales vías
de comunicación, pone de manifiesto el origen romano de
este paisaje cultural y la concepción unitaria del sistema de
estructuración viaria. La centuriación se adapta a la topografía
y geomorfología del terreno, ocupando las áreas de llanura y
evitando los marjales y las áreas de transición a la montaña.
Dicho sistema, modulado a 20 x 15 actus, se extiende desde
la confluencia de los ríos Xúquer-Magre hasta el llano que rodea la ciudad de Xàtiva hecho que, junto con la uniformidad
morfológica del mismo y su posible adscripción cronológica,
apunta a una relación de esta estructuración con la ciudad de
Saetabis. Por primera vez se plantea la varatio como explicación a la integración de la Vía Augusta y el sistema centuriado
para el cual se propone una cronología cesariano-augustea,
lo que se ajusta a las dinámicas histórico-arqueológicas documentadas en Saetabis. Seguramente esta estructuración territorial tuvo un fuerte impacto en el patrón de asentamiento,
hipótesis que futuros trabajos de prospección permitirán confirmar mediante la verificación de la extensión y cronología de
los yacimientos asociados.
Los resultados proporcionados por este trabajo no sólo difieren de las propuestas e hipótesis publicadas hasta la fecha para
la misma zona (González, 2006b y 2007b) sino que además permiten refutarlas. Se observan en los trabajos previos carencias
derivadas de la falta de integración de datos paleoambientales e
histórico-arqueológicos, así como de la ausencia de un enfoque
diacrónico y de un verdadero análisis arqueomorfológico.
La complejidad geomorfológica y las intensas dinámicas
históricas de la zona podrían plantear dudas acerca de la conservación hasta la actualidad de un sistema de estructuración
territorial implantado en época romana. Sin duda, la mejor
manera de verificar una propuesta de centuriación en una
llanura aluvial es la excavación en área abierta que, aunque
realizada en contadas ocasiones, ha proporcionado resultados indiscutibles (Berger y Jung, 1996). Pero no es la única. La correlación de los resultados de diferentes disciplinas
(estudio de la documentación escrita, prospección arqueológica, integración de datos paleoambientales, análisis de perfiles
litoestratigráficos) junto con el propio análisis arqueomorfo-
lógico, así como un análisis multiproxy mediante el uso de
una amplia gama de materiales, confiere gran fiabilidad a la
identificación de centuriaciones tal como se ha demostrado,
entre otros, para los casos de Tarraco y Barcino, a los que nos
hemos referido anteriormente.
V.4. EL TERRITORIO DE SAGUNTUM
En esta tesis no se ha analizado todo el territorio de Saguntum,
sino solamente una parte.
El área que se incluye en este trabajo está delimitada al sur
por el Barranc del Puig (que fue el límite meridional del territorio saguntino en época romana y la separación entre éste y
el ager de Valentia) hasta la línea marcada por el Barranc de
Talavera, pocos metros al norte de Almenara. Por el interior se
han incluido las zonas montañosas de la Serra Calderona y parte
de la Serra d’Espadà.
En toda esta zona destaca la estrechez de la llanura aluvial,
mucho más pronunciada que la de la zona al norte de Valencia,
pues aquí como máximo la distancia entre las primeras montañas por el oeste y los marjales por el este es de 5 km.
Al igual que en Valencia y Xàtiva, mediante el análisis arqueomorfológico se ha documentado en este territorio una gran
estructuración ortogonal anterior a época andalusí, que se extiende a norte y sur de Sagunt y del río Palancia.
V.4.1. Distribución del poblamiento en relación con los
ejes de la centuriación
La integración de los datos arqueológicos es uno de los factores
a tener en cuenta a la hora de definir la datación de las estructuras viarias antiguas, tal como se ha explicado para los casos de
Valentia y Saetabis.
En el territorio de Saguntum a nivel de poblamiento se observan marcadas diferencias con el resto de territorios para épocas romana y tardorromana. Estas diferencias están relacionadas
sin duda con el papel que tuvo la ciudad durante la Segunda
Guerra Púnica y con las dinámicas urbanas y territoriales que
de ello se derivaron.
V.4.1.1. Período tardorrepublicano
Con anterioridad a la Segunda Guerra Púnica, la ciudad ibérica
de Arse protagonizó una serie de alianzas con Roma, que resultaron determinantes en su desarrollo posterior, pues el sitio de la
ciudad por parte de los cartagineses y el posterior asalto militar,
fueron el inicio de la Segunda Guerra Púnica. Para el siglo III
a.C. (Ibérico Final), también a diferencia del resto de territorios,
se observan algunos asentamientos en la llanura aluvial (Els Talars, El Terrer, El Molló y Estació de les Valls) cuya ubicación
pone de manifiesto la atracción que en este momento ejerce la
Vía Heráclea (posteriormente Vía Augusta, probablemente con
el mismo trazado).
Después del conflicto, Arse-Saguntum fue sin duda el asentamiento más favorecido por Roma en territorio edetano. Esto
se reflejó a inicios del siglo II a.C. en la reconstrucción de la ciudad después de la destrucción que había sufrido durante la guerra (Aranegui, 2004b: 9 y 2011: 171). Coetáneamente el puerto
(el Grau Vell) también se reforma mediante la construcción, en-
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tre otras estructuras, de una torre de vigilancia (Aranegui, 2011:
171). Según Aranegui estas características permiten “plantear
la instalación de un asentamiento de publicanos en la ciudad
federada”, foco de romanización al sur de Tarraco (Aranegui,
2011: 171).
Es posible que en la primera mitad del siglo I a.C. (alrededor del año 75 a.C.), la ciudad alcanzase el estatus jurídico de
colonia latina (Aranegui, 2004b: 13), aunque algunos autores
han interpretado que ese hecho se dio entre los años 55-50 a.C.,
coincidiendo con la etapa en que Cn. Pompeyo Magno fue gobernador de Hispania (Ripollés y Velaza, 2002). En esta línea,
las intervenciones arqueológicas realizadas en la ciudad han revelado que hubo una segunda ampliación urbanística de Saguntum entre los años 80/50 a.C.
En lo que se refiere al poblamiento rural, para el período
comprendido entre inicios del siglo II a.C. y finales del siglo
I a.C. no tenemos suficiente información que permita asociar
los asentamientos a cada uno de los momentos y episodios descritos para la ciudad. De este modo, la cronología que barajamos para los 21 asentamientos tardorrepublicanos documentados en el ager saguntino es muy genérica y solamente podemos
decir que éstos se han datado entre los siglos II y I a.C., puesto
que la mayoría de ellos no han sido excavados y la ocupación
tardorrepublicana se ha identificado en base a materiales cerámicos dispersos y escasos. Respecto a la tipología de los asentamientos la información disponible no permite ir más allá de la
adscripción de indeterminados.
Se observa una notable diferencia entre el poblamiento de
este momento en el área de Saguntum con respecto a Valentia,
Edeta y Saetabis. Mientras en Saguntum se asiste a una verdadera explosión del poblamiento con 21 asentamientos de los
cuales la mayoría (17) se ubican en la llanura aluvial costera,
en el resto de territorios la ocupación es muy tímida (11 en el
área de Valentia, 10 en Saetabis, 8 en La Carència, 7 en Edeta),
aunque en términos generales hay un aumento de núcleos en
comparación con el Ibérico Final (siglo III a.C.).
A diferencia de lo que ocurre en Valentia y Saetabis, en
Saguntum los asentamientos tardorrepublicanos se ubican en
función de algunos ejes del sistema viario ortogonal romano y
se adscriben a un área concreta entre el Barranc de Gausa por el
sur y el Barranc de la Font por el norte.
Al norte del Palància, los asentamientos de Camí d’Uixó y
l’Alqueria Blanca se ubican junto al eje longitudinal del Camí
de Sagunt o d’Almenara pocos metros al oeste del mismo (figuras 195 -para los asentamientos- y 196 -para los nombres de
caminos-). Alquería Blanca además está relacionado con un eje
transversal paralelo al Barranc de la Font por el sur: el Assagador de l’Alqueria Blanca, que coincide parcialmente con diversos límites de término municipal.
También al norte del Palància, se ha documentado el asentamiento de L’Antigó a escasos metros al norte de uno de los ejes
transversales: el Camí dels Petresants (figuras 195 y 196).
Entre los ejes longitudinales marcados por la carretera de
Barcelona o de Madrid y el Camí vell de Sagunt a Almenara
(paralelos entre sí), se ubican los asentamientos de Camí del
Donzell, Estació de les Valls, La Victòria y La Vallaeta.
Al sur del Palància, junto al eje longitudinal del Camí del
Convent, se encuentra Els Partidors al este de la vía y El Rabosero al oeste en la cima de una pequeña elevación (170 msnm).
Finalmente, también al sur del Palància, 60 m al norte del
eje longitudinal del Camí del Regló se halla el asentamiento de
la Casa del Sarier, a solo 1.800 m del marjal.
Al norte de de Saguntum se ubican Els Estanys y Penya de
l’Estany, dos lugares con alta carga simbólica. De adscripción
tardorrepublicana, no están directamente relacionados con ninguna vía, pero sí con el sistema centuriado como veremos más
adelante. Esto se deduce en primer lugar de su posición en la
Muntanyeta dels Estanys, una pequeña elevación junto al marjal
de Almenara y a cuyos pies se encuentra un manantial de agua
dulce. En segundo lugar, de la continuidad que tuvo la ocupación del lugar hasta época visigoda y finalmente del carácter
de los edificios que allí se han documentado: los restos de una
suntuosa villa romana altoimperial de los Baebii y un edificio de
culto de época visigoda, posiblemente una basílica paleocristiana (Arasa, 1998 y 1999; Albelda, 2015).
V.4.1.2. Período Augusteo
Durante el período augusteo la relación entre poblamiento y
vías del sistema ortogonal romano se acentúa. La ocupación
se intensifica doblando el número de asentamientos con respecto al período tardorrepublicano: 46 asentamientos en total,
de los cuales 43 se hallan en la llanura aluvial litoral (figuras 196 y 197). De los territorios analizados el de Saguntum
es el que tiene más asentamientos augusteos, en consonancia con la evolución urbana de la capital y sus antecedentes.
Recordemos que en este momento es la ciudad más consolidada del territorio pues Edeta y Valentia acaban de ser refundadas y de Saetabis, aunque en este momento la ciudad alcanza
el estatus de municipium, se desconocen casi totalmente las
dinámicas urbanas.
En este momento (años 4/3 a.C.) Saguntum pasa a ser municipio de ciudadanos romanos (Aranegui, 2004b: 2) y se vuelve
a someter a un plan de reforma urbanística con una nueva planificación dentro del programa augusteo, en el cual, entre otras
intervenciones, se amplía el foro republicano.
Al norte del Palància, el poblamiento crece exponencialmente respecto de la fase previa y los asentamientos superan por
el norte la línea del Barranc de la Font (figura 197).
El eje del Camí de Sagunt o d’Almenara articula los asentamientos de Camí d’Uixó y Benicalaf de los cuales sólo el último es una fundación augustea.25 Ambos se hallan en cruces
de ejes transversales y longitudinales: Benicalaf se ubica en el
cruce entre el Camí de Sagunt o d’Almenara (eje longitudinal) y
uno de los ejes transversales (figura 196) con el cual también se
relacionan los asentamientos de El Molló, el Molló II; y Camí
d’Uixó en el cruce entre el Camí de Sagunt o d’Almenara y el
Camí del Real.
Los asentamientos de Les Marjaletes y Rugama 2 se ubican
en función de la carretera de Madrid a Castelló o de Valencia
a Barcelona, al lado este, mientras que Rugama 1, Rugama 3
y Rugama 4 se sitúan al oeste de la vía a unos 300 metros de
distancia entre ésta y el kardo siguiente por el oeste y se ubican
justo al lado de dos decumani: el Barranc de la Font y el eje
25 En Benicalaf, encastadas en la fachada de la iglesia -único elemento conservado de la antigua alquería- se hallan varias inscripciones
romanas.
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Figura 195. Relación del poblamiento tardorrepublicano del territorio de Saguntum con las estructuras de la
centuriación. 1. El Rabosero, 2. Els Partidors, 3. Casa del Sarier, 4. Iglesia de Sant Salvador, 5. La Vallaeta,
6. Montíver, 7. L’Antigó, 8. La Victòria, 9. Camí d’Uixó, 10. Camí del Donzell, 11. Estació de les Valls, 12.
Alqueria Blanca, 13. Els Estanys, 14. Penya de l’Estany.
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Figura 196. Relación del poblamiento augusteo de la zona norte del territorio de Saguntum con las estructuras de la centuriación. 1. Necrópolis y vías de la Plaça Moreria, 2. La Vallaeta, 3. Alquería de Montíver,
4. L’Antigó, 5. Motor d’Ausina, 6. Almardà, 7. La Victòria, 8. Camí del Donzell, 9. Camí d’Uixó, 10. El Terrer,
11. Estació de les Valls, 12. Les Valls 1, 13. Les Valls 2, 14. Rugama 4, 15. Rugama 3 y Rugama 1, 16. Rugama
2, 17. Realenc, 18. El Mansegar, 19. Benicalaf, 20. El Molló y el Molló II, 21.Les Marjaletes ,22. Els Estanys,
23. Penya de l’Estany.
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siguiente paralelo a éste por el norte (figura 196). En lo que
respecta a Les Marjaletes se encuentra justo en el cruce de la carretera (eje longitudinal) y uno de los ejes transversales formado
por el tramo final del Barranc de l’Arquet.
El Camí vell de Sagunt a Almenara (Vía Augusta) está en
clara relación de proximidad con Estació de les Valls, Realenc,
Camí del Donzell y La Victòria, aunque los dos últimos se ubican entre dos ejes longitudinales y están muy cercanos a dos
ejes transversales: el Camí del Real y el Camí dels Armengols
respectivamente. Por su parte, Estació de les Valls se ubica en el
cruce entre el Camí vell de Sagunt a Almenara (longitudinal) y
el Camí de Canet (transversal), con el que se vinculan también
los asentamientos de El Terrer y Les Valls 1 (figura 196). El eje
transversal que forma el tramo final del Barranc de la Font articula Rugama 4 y El Mansegar (figura 196).
Finalmente, Almardà y L’Antigó se ubican en función del
eje transversal formado por el Camí dels Petresants, Camí de
Garulla y Senda dels Porxos (figura 196).
Otros asentamientos relacionados con ejes del sistema son:
Les Valls 2, Motor d’Ausina, Alquería de Montíver y La Vallaeta (figura 196).
Del mismo modo que ocurre al norte del Palància, la zona
al sur del río va a multiplicar los asentamientos, pues se pasa
de 4 lugares para el período tardorrepublicano a 15 para la fase
augustea (figura 197).
Se evidencia la tendencia a la ocupación de la llanura aluvial
litoral al suroeste de la ciudad, con la fundación de 10 asentamientos nuevos (figura 197), una zona que durante el período
anterior estaba prácticamente vacía, con sólo 1 asentamiento
documentado (Casa del Sarier).
Los asentamientos de El Regló 5, 9, 2, 3, 4 y Casa del
Sarier se sitúan a ambos lados del Camí del Regló (eje transversal), a pocos metros del mismo (el más lejano, El Regló 3,
se sitúa 230 m al norte). Todos excepto Casa del Sarier son de
fundación augustea y no van a continuar ocupados después de
este período.
Respecto a los ejes longitudinales, la Carretera de Valencia
a Barcelona o de Madrid a Castelló (Vía Augusta) no articula ningún asentamiento con claridad, aunque Camí de la Vinya
Buida (siglos I-III d.C.) y Els Rolls I (siglos I a.C.-III d.C.) están
justo en el centro, entre esta vía y el eje longitudinal contiguo
por el este (eje 1, de la figura 197). Con este eje se relaciona el
asentamiento de El Coscollar (siglos I a.C.-IV d.C.) que se sitúa
100 m al este de la vía.
El asentamiento de La Gausa (siglos I a.C.-IV d.C.) se ubica
al este del Camí del Pla del Bou, el eje longitudinal más occidental al sur del Palància.
V.4 .1.3. Período altoimperial
Entre los siglos I-III d.C., Saguntum sigue dotándose de edificios públicos y se construyen los edificios de espectáculos de la
ciudad: el teatro en el 50 d.C. y el Circo a mediados del siglo
II d.C, una dinámica que se mantiene hasta mediados del siglo
III d.C. cuando se reforma el teatro. Este proceso pone de manifiesto que Saguntum no sólo seguía siendo de primer orden y se
codeaba con Valentia (pues tenía aun más edificios públicos que
la colonia), sino que el plan urbanístico augusteo seguía vigente
mediante la monumentalización de la ciudad.
Durante esta fase, el proceso de intensificación en la ocupación del territorio se acentua (figura 198), aunque también se
producen algunos abandonos de asentamientos de la fase augustea. Al norte del Palància es significativa la desaparición de
prácticamente todos los asentamientos de las fases tardorrepublicana y augustea vinculados con la Vía Augusta.
Al norte del río, el poblamiento de los siglos I-II d.C. se
concentra entre el Camí de Sagunt a Almenara y la Carretera de
Valencia a Tarragona y entre el Barranc de l’Arquet y el Camí
de Canet, aunque al este de la Vía Augusta se mantiene la proporción de registros con respecto al período augusteo (solo se
produce una nueva fundación -L’Om Negre, en el límite del
Marjal dels Moros- y un abandono -Les Valls 2-). La relación
del poblamiento con los ejes viarios ortogonales antiguos sigue
siendo evidente.
Al sur del Palància se producen 6 abandonos y 6 fundaciones, manteniéndose también la relación con el sistema
viario ortogonal antiguo. No se produce aquí el abandono
de los asentamientos vinculados a la vía augusta sino la intensificación de la atracción de la misma, pues se fundan dos
nuevos lugares muy cercanos a ésta (Corral Mimín y Camí
de la Mar).
V.4.2. Modulación y aproximación cronológica
El análisis metrológico ha permitido identificar el sistema viario
ortogonal antiguo del territorio de Saguntum con una centuriación de módulo 20 x 15 actus (figuras 195-198).
El análisis de la relación entre poblamiento y ejes viarios del
sistema indica que estamos ante una centuriación tardorrepublicana. Esta hipótesis concuerda perfectamente con las dinámicas
urbanas de Saguntum pues recordamos que, durante este período, la ciudad adquiere el estatus de colonia latina, presumiblemente alrededor del 75 a.C.
Los datos sobre el poblamiento no permiten definir en qué
momento del período tardorrepublicano se datan los asentamientos conocidos, es decir si su fundación es precesariana o
postcesariana, y por tanto no se puede ir más allá de una cronología genérica para la implantación del sistema centuriado.
Aun así, es posible que la intervención estuviera relacionada
con el cambio de estatus de Saguntum que según Aranegui se
produjo en el 75 a.C. (Aranegui, 2004b: 13), aunque algunos
autores sitúan este heho en un momento posterior, a mediados
del siglo I a.C. (Ripollés y Velaza, 2002).
Creemos que la hipótesis planteada por Aranegui es acertada en tanto en cuanto existen otros paralelos en Hispania con
una cronología semejante relacionados con ciudades que presentan dinámicas equiparables a las de Saguntum.
En el caso de Tarraco, por ejemplo, la concepción del modelo global de limitatio para todo el ager tarraconensis (que
incluye tres tramas centuriadas) ha sido datada con seguridad
en el período cesariano, coincidiendo con la adquisición por
parte de la ciudad del estatus de colonia, bajo el gobierno de
César (año 45 a.C.). De todos modos, los investigadores sospechan que la implantación de una parte del sistema podría haber tenido lugar con anterioridad, durante el primer cuarto del
siglo I a.C., habiéndose creado en ese momento la trama más
antigua, Tarraco I (Palet y Orengo, 2011: 115), y coincidiendo
temporalmente con el primer plan de desarrollo urbano (Macias, 2000; Fiz y Macias, 2007). La unificación de las limitatio,
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Figura 197. Relación del poblamiento augusteo de la zona sur del territorio de Saguntum con las estructuras
de la centuriación. 1. Els Frares, 2. El Coscollar, 3. Camí de la Vinya Buida, 4. Els Rolls I, 5. Corral dels Xurros,
6. Els Partidors, 7. La Gausa, 8. El Regló 5 y El Regló 9, 9. El Regló 2, 10. El Regló 3, 11. El Regló 4, 12. Casa
del Sarier, 13. Plaça de la Moreria (Sagunt), 14. Pou del Pas de les Eugues.
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Figura 198. Relación del poblamiento altoimperial (siglos I-III d.C.) del territorio de Saguntum con las estructuras
de la centuriación.
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y por tanto la inclusión de la trama más antigua dentro de este
programa, se habría dado en una fecha posterior, a mediados
del siglo I a.C. (Palet y Orengo, 2011: 115).
Este caso es muy similar al de Saguntum, pues ésta habría
alcanzado el estatus de colonia latina en un momento muy temprano, alrededor del 75 a.C., al mismo tiempo que en la ciudad
se documenta un proceso de reforma urbanística, del que ya hemos hablado más arriba.
Lo mismo ocurre en Emporiae. A inicios del siglo I a.C.
el campamento militar romano establecido en el siglo II a.C.
junto a la ciudad griega de Emporion se había convertido en
una ciudad y se sabe que, a mediados de la misma centuria, en
período cesariano, había recibido colonos romanos veteranos.
Posteriormente, bajo el gobierno de augusto, habría ascendido
a la categoría de municipio. Las investigaciones llevadas a cabo
en su territorio han revelado la existencia de varias tramas centuriadas. La más antigua de ellas, Emporion I, con módulo de
20 x 20 actus, se ha datado a mediados del siglo I a.C., mientras
Emporion II y III se implantaron durante el período augusteo
(Ariño et al., 2004: 100).
En el caso de Atria (en la llanura véneta, Italia), también se
documenta una centuriación datada a mediados del siglo I a.C.,
en el momento en que la ciudad adquiere el estatus de municipium (entre los años 49-47 a.C.) y que presenta un módulo de 27
x 27 actus (Mateazzi, 2013, 2015, 2017a, 2017b).
Sin embargo, el módulo que se documenta en Saguntum, no
concuerda con los de los paralelos citados, pues tanto Tarraco I
como Empúries I presentan un módulo de 20 x 20 actus y en el
caso de Atria 27 x 27 actus.
V.4.3. Descripción de los ejes de la centuriación
Los ejes conservados del sistema centuriado de Saguntum se
adscriben exclusivamente a la llanura litoral que se caracteriza
por su extrema estrechez, enmarcada por las sierras d’Espadà y
Calderona por el oeste y por los marjales costeros por el este.
Los ejes dominantes son los longitudinales o kardines, orientados en sentido noreste-suroeste, paralelos a la línea de costa.
Se trata de ejes muy largos y prácticamente rectos, aunque en
algunos casos los recorridos son sinuosos debido a la adaptación
topográfica en un territorio con un alto porcentaje de elevaciones y de cursos hídricos. Los ejes transversales o decumani, se
orientan en sentido noroeste-sureste y son muy cortos por, como
se ha dicho, la estrechez de la llanura aluvial.
Muchos de los cursos hídricos naturales de este territorio se
integran en el diseño de la centuriación. Los decumani integran
barrancos principales y secundarios, como se observa para los
barrancos de Gausa, de Llopis y de la Murta al sur del Palància
y de Talavera, de la Murta de la Rambleta, de l’Arquet y de la
Font al norte del Palancia. Algunos de ellos verán modificado su
recorrido parcialmente y el agua pasará a circular por algunos
tramos de ejes de la centuriación, como es el caso del Barranc
de la Murta/de la Rambleta (figura 196).
En la zona al norte del Palancia se han documentado los
siguentes ejes longitudinales:
1. El Camí de Xòvar (3,5 km), es el más occidental y límite
de la trama centuriada, coincide con uno de los ejes teóricos, aunque en su extremo sur se desvía ligeramente para
evitar la montaña de La Rodana, pasando por el piedemonte y evitando el desnivel (figura 196). Su recorrido se
pierde a la altura del cementerio de Benavites, en el Pla de
Molins, aunque más al sur parece alargarse en una línea
de límite de término municipal entre Quartell y Benavites,
a pesar de que se encuentra unos 150 metros al oeste del
límite teórico.
2. El siguiente eje por el este es el Camí de Sagunt a Almenara (figura 196). El tramo norte de la vía sigue uno de los
límites de la retícula teórica pero cuando se une al Barranc
de la Murta/La Rambleta se desvía hacia el este y ya no
vuelve a coincidir con la retícula. Siguiendo la línea teórica
en dirección sur, la continuación del eje se identifica con
una parte del Camino del Mar/de Benavites, que pasa por
el centro de Faura y converge con otros ejes en la Iglesia de
la localidad. Su prolongación por el sur pasa junto al asentamiento de Quemalo (romano indeterminado) y se desvía
ligeramente del trazado teórico debido a la presencia nuevamente de elevaciones montañosas (La Rodana y el Pic
dels Corbs). Al sur del Barranc de la Murta/La Rambleta se
desvía y pasa entre dos ejes teóricos articulando los asentamientos de Benicalaf, Rubau y Camí d’Uixó. A partir de
este último (figura 198), el camino sigue aproximadamente
el trazado teórico de uno de los decumani de la centuriación
articulando Cabeçolet 1 y 2 (romano indeterminado) y Cabeçolet (tardorrepublicano indeterminado y bajoimperial).
Este mismo eje, al norte se ha identificado con una vía que
coincide parcialmente con la línea de término municipal
entre Quartell y Benavites y que articula los asentamientos
de Alqueria de Rugama (siglo II d.C.), El Molló y el Molló
II. Al sur del Palancia no se documenta ninguna vía que
transcurra por el mismo eje teórico, aunque el asentamiento de Ferrocarril (romano indeterminado) se ubica sobre
éste (figura 197). El camino de Sagunt a Almenara, al sur
del yacimiento de Cabeçolet se vuelve a desviar de la retícula teórica para acabar uniéndose a la Carretera de Madrid
a Castelló (o de Valencia a Barcelona) en el punto donde
ésta se cruza con un pequeño barranco (els tres barrancs).
Al sur del Palancia el eje teórico se vuelve a identificar en
el Camí del Pla del Bou que articula los asentamientos de
La Gausa y Pla del Bou (romano indeterminado). Es muy
posible que estas variaciones respecto de los trazados teóricos estén relacionadas con la topografía de la zona, pues en
toda el área occidental se hallan los primeros contrafuertes
de la Serra d’Espadà.
3. La Carretera de Madrid a Castelló (o de València a Barcelona) coincide en la mayor parte de su recorrido (5,5 km)
con uno de los kardines teóricos de la retícula centuriada.
En su extremo sur, antes de entrar de Saguntum, se desvía
hacia el oeste para unirse al Camino de Sagunt a Almenara
y se prolonga hasta el Palancia. El trazado teórico del eje
se identifica justo al norte del río, con un camino en el que
se halla el asentamiento de La Vallaeta. Al sur de Saguntum se sigue identificando en el Assagador de Llíria, que
coincide a lo largo de 2,3 km con el límite teórico, aunque
la prolongación del recorrido real de la Carretera de Madrid a Castelló es el Camí del Convent que pasa justo entre
dos kardines de la retícula teórica (figura 197) y a los pies
de los primeros contrafuertes de la Serra Calderona donde
se encuentran los asentamientos de El Rabosero, El Pardalot y el Picaio.
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4. La Vía Augusta se corresponde con el Camí vell de Sagunt
a Almenara (figuras 196 y 197). El tramo más septentrional de la vía desde Almenara al Camí dels Petresants
(8,5 km) es totalmente recto y se ajusta a un kardo teórico
de la centuriación. Al sur de este punto, el trazado se pierde a lo largo de 1 km y se vuelve a documentar al sur del
cruce con el Camino de Palmosa (radial). En este último
tramo justo al norte de Sagunt, la vía ya no pasa por el eje
teórico sino entre dos de ellos y articula el asentamiento de
El Cabeçol (altoimperial indeterminado). Por el casco urbano la vía sigue desviada del eje teórico (aunque el Camí
dels Rolls si que se mantiene en el eje) y se vuelve a reencontrar con él al sur de la ciudad, a la altura del Polígono
industrial, en el punto donde se halla el asentamiento de
Motor de Polo (romano indeterminado). A partir de aquí y
hasta el Barranc del Puig, límite territorial con el ager de
Valentia (7,2 km), la vía se corresponde con el eje teórico
(a excepción de una curva que empieza antes de llegar al
Barranc de Gausa y que finaliza antes de llegar al Barranc
de la Murta).
5. El siguiente eje longitudinal por el este es discontinuo
y está formado por varios tipos de estructura (límites de
parcela, caminos y límites de término municipal) pero su
recorrido se ha identificado con fiabilidad. En su extremo
norte (1,4 km) el camino no se ajusta a la retícula teórica
porque se adapta a la topografía pasando por el oeste de
la Muntanya Blanca. Después de este tramo, el trazado se
pierde a lo largo de 2 km y se vuelve a identificar al norte
del Barranc de la Font, en un eje de 2,8 km formado por
caminos y límites de parcela, al que están vinculados los
asentamientos de El Mansegar, Les Valls 2, Els Armengols
(romano indeterminado) y Camí de l’Om Negre (altoimperial indeterminado). Este tramo se encuentra cerca del
límite del Marjal dels Moros. Se vuelve a perder el trazado
hasta llegar a la zona al sur del Palància, donde se corresponde con el que hemos denominado “eje 1” (figura 197).
Sigue el eje de la retícula teórica en 5,3 km hasta llegar a
la Acequia de l’Arrif, en el punto donde se hallan los asentamientos del Trull dels Moros (siglos II-III d.C.) y Partida
de l’Arrif (altoimperial indeterminado).
6. Finalmente, el kardo más oriental se ha documentado en
la zona central, a norte y sur del Palancia, a lo largo de
unos 5 km. Se sitúa en el límite del marjal, a solo 1,5 km
de la línea de costa actual, y está formado por la Travesia
de Tamarit (figura 197) y el Camí de les Valls/ calle Calvari de Canet d’En Berenguer (figura 196) que pasa junto
a la Iglesia del municipio. Articula los asentamientos de
Almardà (siglos I a.C.-II d.C.), Alqueria de Sant Marc (siglos I-II d.C.) y Vila de Sant Marc (altoimperial indeterminado- siglo IV d.C.).
Respecto a los ejes transversales o decumani, como ya hemos comentado, tienen menor incidencia en el sistema, aunque
algunos de ellos resultan relevantes.
En la zona al norte del Palancia destacan:
1. El Camí de la Rodana/del Cabeçol (3,4 km) que va desde la
Rodana (Serra d’Espadà) hasta el marjal d’Almenara (figura
196). Su recorrido se adapta a la topografía del territorio,
pues en la partida de la Corralissa pasa por el valle entre las
montañas de Almenara.
2. El siguiente decumanus por el sur está formado por el
Barranc La Rambleta y el Camí del Racó (figura 196).
El agua de la Rambleta circula por este tramo rectilíneo sin duda debido un desvío antrópico por la erosión
del camino.
3. Más al sur, el Barranc de l’Arquet (figura 196), aunque no
se ajusta con exactitud al eje teórico, constituye otro de los
decumani de la centuriación (además de ser límite municipal entre Almenara y Benavites) junto con el Assagador o
camino de Benavites (que es la prolongación del barranco
por el este).
4. Al sur de este barranco dos ejes forman dos decumani (figura 196): el primero de ellos el Camí de Benicalaf que,
junto con varios límites parcelarios, se extiende a lo largo
de 2,7 km y articula Rugama 1, Rugama 2 y Realenc. Al
norte de este eje, se ha identificado otro decumanus que
pasa por el centro de Benavites (C/ Doctor Berenguer) y
llega a Benicalaf. En su recorrido se sitúan los asentamientos de Benicalaf, El Molló y el Molló II. Este último eje
viario podría formar el decumanus junto con el Barranc de
la Font que, en su trazado sinuoso, llega a circular por dos
ejes transversales teóricos.
5. Justo al sur del Barranc de la Font, el Assagador de l’Alquería
Blanca y la Senda de Calles (figura 196) constituyen otro decumanus que se ajusta casi con exactitud a uno de los ejes
teóricos a lo largo de 4,5 km y llegando prácticamente al límite del marjal. Junto con una parte del Barranc del Codoval,
el eje articula los asentamientos de Necròpolis del Codoval
(romano indeterminado), Camí del Racó (siglo II d.C.), Alqueria Blanca (tardorrepublicano), Rubau (siglos I-II d.C.),
Les Valls 2 (siglos I a.C.-I d.C.), Camí de l’Om Negre (altoimperial indeterminado), Pou del Quadre (altoimperial indeterminado) y L’Om Negre (altoimperial indeterminado).
6. Siguiendo hacia el sur el Camí de Canet se ajusta perfectamente a uno de los ejes teóricos, aunque de menor longitud
(3,3 km), y articula 4 asentamientos: El Terrer (siglos I a.C.III d.C.), Partida del Terrer (siglos II-III d.C.), Estació de les
Valls (tardorrepublicano y augusteo) y Les Valls 1 (augusteo
y altoimperial indeterminado).
7. Otro de los ejes transversales está formado por el Camí
del Real y el Camí del Pouet, y desde La Rodana (Serra
d’Espadà) llega prácticamente hasta el marjal. Mientras
el primer tramo discurre por el eje teórico, el segundo
se desvía ligeramente hacia el sur. Este decumanus articula el poblamiento: Quemalo (romano indeterminado),
Camí d’Uixó (tardorrepublicano y augusteo), Camí del
Donzell (tardorrepublicano y augusteo) y Les Valls 4
(romano indeterminado).
8. El Camí dels Armengols (3 km) se desvía solamente unos
metros al sur del eje teórico y se ubican en sus cercanías los
asentamientos de La Victòria (tardorrepublicano y augusteo), Els Talars (siglos II-III d.C.) y Els Armengols (romano indeterminado).
9. Finalmente, el eje formado por los caminos dels Petresants, de Garulla, la Senda dels Porxos y un límite de parcela, se ajusta perfectamente a un eje teórico a lo largo de
4,5 km y llega hasta el borde el marjal. En su recorrido se
sitúan Vinyals (romano indeterminado), L’Antigó (siglos
II/I a.C.-IV d.C.) y Amardà (augusteo-siglo II d.C.).
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Al sur del Palància los decumani son con diferencia mucho
más cortos que en la zona norte.
-- Únicamente el eje formado por el camí dels Anouers y Camí
del Regló tiene una distancia considerable (5 km). Sale de
la ciudad de Sagunt, al pie de la montaña del Castell (C/
Camí Reial) y llega hasta el límite del marjal. El Camí dels
Anouers sólo se ajusta al eje teórico en su tramo oeste mientras que al este es el Camí del Regló el que se ajusta a la
línea de la retícula. Este decumanus articula los asentamientos de Iglesia de Sant Salvador (tardorrepublicano y siglos
III-IV d-C.), Camí de la Mar, (siglos II-III d.C.) Camí de la
Vallesa (siglo II d.C.), El Regló 1, 2, 3, 4 y 5 (augusteos) y
Casa del Sarier (tardorrepublicano y augusteo).
-- Finalmente se han caracterizado varios decumani muy cortos en el extremo suroeste del territorio saguntino. Se trata
del Barranc de Gausa y una serie de hasta 5 ejes que integran
los pequeños barrancos que bajan desde la Calderona por la
Vall de Jesús y que, aunque no se adaptan con exactitud a les
ejes teóricos, tienden a modularse a 15 actus.
V.4.4. Valoración
A tenor de lo que sugieren los análisis de poblamiento y arqueomorfológico, en conjunción con las dinámicas urbanas e históricas de Saguntum, creemos que hubo una primera intervención
territorial en época tardorrepublicana (durante la primera mitad
del siglo I a.C.) en la que se implantó un amplio sistema centuriado, intervención que también se reflejó en la creación de
núcleos de poblamiento asociados a sus ejes.
Es probable que esta centuriación no presentara módulo de
20 x 15 actus, el cual se ha asociado con seguridad al período
augusteo en otros casos de estudio. Como sucedió en las vecinas ciudades de Emporiae y Tarraco, con dinámicas urbanas y
territoriales muy semejantes a las de Saguntum, es posible que
el módulo de la centuriación tardorrepublicana fuese 20 x 20
actus, aunque en este trabajo no se ha podido constatar.
Durante el período augusteo, hubo una segunda intervención mediante la “reforma” de la centuriación antigua y la implantación del módulo 20 x 15, mejor conservado. En este momento Saguntum adquiere el estatus de municipium (años 4/3
a.C.) y la ciudad se sumerge en un segundo plan de reforma
urbanística (ya hubo uno entre los años 80/50 a.C.) que continuó desarrollándose durante el período altoimperial (siglos I-III
d.C.) Esto se reflejó en el territorio mediante la implantación
de una nueva centuriación que mantuvo las características de la
primera intervención aprovechando parte de los ejes del sistema
tardorrepublicano, pero modificando el módulo, que pasaría a
ser de 20 x 15 actus. Este hecho está en consonancia con otras
centuriaciones augusteas próximas (Valentia y Barcino, entre
otras) y con la escenificación sobre el territorio de los procesos
de desarrollo urbanístico que se estaban dando en la ciudad. El
impacto de la reforma augustea tuvo también como consecuencia el aumento exponencial del poblamiento rural en un proceso
que comienzó con Augusto y se alargó hasta el siglo III d.C.
Una dinámica similar se dio en Emporiae, donde se ha podido
documentar la pervivencia de la trama Emporion I en época altoimperial (Ariño et al., 2004: 100).
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VI
Evolución de la estructuración y de la ocupación del territorio
de la llanura de Valencia
Los análisis desarrollados han permitido caracterizar la evolución del paisaje histórico de la llanura de Valencia y de parte
de los paisajes de Sagunt, Xàtiva y Llíria.
Desde el período ibérico hasta el andalusí se han podido individualizar los diferentes procesos que han dado forma a los
paisajes actuales, diferenciándose hasta cuatro fases en la formación de la estructuración territorial.
La primera fase, enmarcada en época protohistórica, se caracteriza por la estrecha relación del poblamiento y las vías con
el medio geográfico. Las vías predominantes son vías naturales
de tránsito que muestran un uso diacrónico (algunas de las cuales probablemente se originaron en época prehistórica pero su
origen es difícil de datar) y que en algunos casos se han podido
relacionar con asentamientos de la Edad del bronce, aunque
este período no se ha analizado en profundidad en el marco de
este trabajo.
La siguiente fase se ha datado con fiabilidad durante el período romano y se asocia con varias macrointervenciones territoriales en forma de centuriaciones vinculadas a las ciudades de
Saguntum, Valentia y Saetabis.
La tercera gran intervención tiene lugar durante el periodo
andalusí mediante la creación de redes viarias radiales asociadas a los núcleos de población y la modificación de la red
viaria heredada del período romano. A esto se añade la construcción de los sistemas de irrigación de derivación fluvial de
la Huerta de Valencia, un proceso que se inicia en el siglo VIII
y que evolucionará durante todo el período andalusí mediante
la ampliación de dichos sistemas y la multiplicación de áreas
de irrigación.
Finalmente se han documentado intervenciones posteriores
que se sitúan entre el período feudal y la actualidad con desecaciones de marjales, extensión de los ejes viarios más antiguos
hasta el mar y construcción de nuevas infraestructuras como las
vías férreas, carreteras, autopistas, etc.
VI.1. PERÍODO IBÉRICO (MITAD DEL SIGLO V A.C. INICIOS DEL II A.C.)
Es difícil definir las dinámicas de ocupación territorial para
época ibérica. La escasez de datos solamente permite plantear
hipótesis no concluyentes, pues la mayor parte de los asentamientos de este territorio se han clasificado como indeterminados a nivel cronológico debido a la falta de datos y no se pueden
adscribir a ninguna fase concreta del período ibérico (gráfica 4).
Esto dificulta también la identificación de las posibles rutas activas en ese momento y los cambios que en ellas se pudieron dar a
lo largo de las distintas fases del período. Por eso solamente vamos a dibujar el panorama de las vías o itinerarios que creemos
suficientemente contrastados para época ibérica y las dinámicas
del poblamiento.
La ocupación y estructuración territorial de esta fase se caracteriza, mayoritariamente, por la adaptación al medio geográfico. El poblamiento se concentra en las áreas de montaña, tanto
en altura como en los valles, y no tanto en las llanuras aluviales,
donde los asentamientos documentados se relacionan con los
cursos hídricos y con algunas de las vías que estructuran el territorio a nivel regional. Los asentamientos también se distribuyen
en función de los corredores naturales definidos por la orografía
y el trazado de los cursos hidrográficos, que son a su vez importantes rutas de comunicación interior-costa. También jugaron
un papel importante en la ubicación de los asentamientos, entre
otros factores, los criterios de explotación agrícola o ganadera.
Respecto a los corredores marcados por los cursos hídricos,
el Palancia ha sido históricamente, y lo sigue siendo, la ruta
natural hacia Teruel, a la cual se asocia también la ruta del barranco de Bodilles que atraviesa las montañas de Romeu uniéndose al Camí Vell de Teruel. En el recorrido del río, dentro de la
zona de estudio de este trabajo (22 km), se documentan hasta 24
asentamientos de cronología ibérica.
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Ibérico
indeterminado
Ibérico
antiguo
Ibérico
pleno
Gráfica 4. Porcentaje de yacimientos ibéricos según clasificación
cronológica.
Por su parte, el Barranc del Carraixet comunica la costa con
Llíria y la Sierra Calderona. El uso de este eje está identificado
al menos desde el siglo VI a.C. a través de los materiales hallados en el fondeadero de Port Saplaya/Alboraia y en el Tos Pelat
(siglos VI-IV a.C.).
El Túria es también un eje que comunica el interior de la
península (Aragón y otras áreas como la Meseta) con la costa
valenciana, como atestiguan los numerosos asentamientos asociados a su curso desde la Edad del Bronce1 hasta la actualidad.
Los barrancos de la Saleta, de Torrent, l’Horteta y Poyo/
Chiva son rutas hacia la meseta a través de la Serranía de Cuenca, siendo el eje de l’Horteta/Barranc de Cortitxelles el que
presenta más poblamiento de los períodos bronce2 e ibérico.3
Este eje va a seguir utilizándose durante los períodos romano y
medieval, como muestra el poblamiento asociado.
El Barranc de la Saleta/del Poalet/de Cañada Fría parece que
también ha funcionado como ruta hacia el interior en determinados períodos, dado que se ha podido relacionar con varios
asentamientos del bronce,4 ibéricos5 y visigodos,6 que al mismo
tiempo se relaciona con el Barranc de Poyo/Chiva.7
Una de las rutas más importantes del territorio analizado en
esta tesis es la del río Magre, que comunica el Golfo de Valencia
con la meseta de Utiel-Requena, uniendo importantes núcleos
de población ibérica como las ciudades de Kili (La Carència) y
Kelin y que ha sido estudiada por varios investigadores (Albiach
et al., 2009; Orengo et al., 2009; Quixal, 2012 y 2013).
El eje formado por los ríos Xúquer y Canyoles marca una
ruta hacia el suroeste que debió ser también de primer orden
desde la edad del bronce y en época ibérica, a juzgar por los
numerosos asentamientos que se distribuyen en función de estos
1
2
3
4
5
6
7
Llometa del Tio Figuetes, El Molinet, Lloma de Betxí y Despeñaperros.
La Carència, Alt del Collado dels Barracons, Les Garravaques,
Puntal d’Albaida, Perenxisa, Llometa de l’Espart y la Muntanyeta
de Cabrera.
Hort de Pepica, Picanya, Mas del Jutge III, Lloma de Birlet, Llometa del Clot de Baylón, Pavia, Campillo, La Carència, La Mistera
Altico del Ramat, El Castillarejo,Cabezo redondo, Alto de la Serretilla I, Alto de la Serretilla II.
Alto de la Serretilla II.
Alto de la Serretilla II.
Además de relacionarse con el Castillo de Chiva, Fuente Forraje y
Collado Royo.
ríos. Todavía hoy el paso del Canyoles es el lugar por donde
transcurre el ferrocarril y (parcialmente) la AP7, anteriormente
lo hacía la Vereda de Castilla y la N340.
Aunque las vías concretas son muy difíciles de identificar, la
distribución del poblamiento confirma que la comunicación con
los territorios del interior a través de los corredores que se han
enumerado más arriba fue clave en este período, ya fuese con el
noroeste (Aragón), con la meseta o con el suroeste. El análisis
arqueomorfológico sólo permite la caracterización de las vías
(junto con otros elementos), de modo que es la relación entre
caminos y poblamiento la que ayuda a datarlas en época ibérica
o incluso anterior.
Es muy posible que algunas de las rutas de la Calderona que
comunican la costa al norte de Valencia con Aragón, estuviesen
ya en funcionamiento en la Edad del Bronce y siguieran activas
durante el período ibérico, tal como muestra la distribución del
–escaso- poblamiento asociado a esas vías. El área de la Sierra
Calderona analizada en esta tesis concentra gran parte del poblamiento de la Edad del Bronce (22 asentamientos) y, en menor
medida, de época ibérica (12 asentamientos).
También el itinerario que va desde el Carraixet hacia el noroeste pasando por Bétera y por Edeta/Llíria seguramente existía en época ibérica, pues muchos asentamientos de esta cronología se relacionan con las vías que componen la ruta.
Asimismo, desde Bétera hacia Valencia debió existir otra
ruta que se correspondería aproximadamente con el trazado de
la antigua carretera de Burjassot (actual CV-30) y con otras vías
que marcan el mismo itinerario. En ella se sitúan los asentamientos de C/ Ruaya y Tos Pelat, entre otros.
Los ejes viarios paralelos al Turia tanto por el norte como
por el sur también articulan asentamientos ibéricos, por lo que
pensamos que podían haber estado en uso en este período (y
también en la Edad del Bronce).
El Camino viejo de Turís, es una vía de penetración hacia la
Meseta desde el Barranc de Torrent y se ha documentado desde el barranco en dirección suroeste a la altura de las actuales
Torrent y Picaña, donde se halló un exaliptro del siglo VI a.C.
(Monraval, 1985). Esta ruta está jalonada por asentamientos de
la Edad del Bronce e ibéricos.
Otra de las rutas hacia la meseta se corresponde con la que
marca el actual Camino de Niñerola/Camino de Vila/Camino
dels Algepsars. La vía se documenta desde la actual Beniparrell,
donde coincide con parte del trazado del Barranc del Realón,
hasta Turís pasando por el Castellet de Montserrat entre otros
asentamientos de cronología ibérica y del Bronce. Una vez la
vía se sitúa en el territorio cercano a La Carència, es donde se
documenta más poblamiento de ambas cronologías.
El tramo del camino de Llombai a Picassent que va desde el
Barranc Fondo hasta Llombai y el Camino de Alfarp que va desde Sollana hasta Alfarp, también pueden haber sido dos rutas de
esta cronología. Ambas vías cruzan la Serra de Alèdua y pasan
el Xúquer muy posiblemente para dirigirse hacia el noroeste por
el Assagador de la Ribera, también relacionado con asentamientos ibéricos y del Bronce. El Camino de Alfarp es la única vía
que hemos podido documentar hasta el límite de los marjales
de la Albufera, pues en este punto cerca de Sollana se conocen
diversos hallazgos de material lítico de la Edad del Bronce. Es
posible que esta ruta estuviera relacionada con la explotación
estacional de los humedales de la Albufera.
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Finalmente, la Vía Heráclea constituye una ruta paralela a
la costa y a los marjales, cuyo uso conocido se remonta al menos a época ibérica y que está atestiguado por la asociación
de diversos y significativos (aunque escasos) asentamientos de
esta cronología.
Si queremos centrarnos en la evolución del poblamiento del
período ibérico por fases, el poblamiento datado (aunque es relativamente escaso), puede aportar información sobre las dinámicas de ocupación del territorio, aunque no deberíamos tomar
esta información como concluyente.
VI.1.1. Ibérico Antiguo (siglo VI-2ª mitad V a.C.)
A inicios del siglo VI a.C. comienza la fase del Ibérico Antiguo.
En el territorio que se analiza en este trabajo, aumenta el número
de núcleos ocupados respecto a la fase del Hierro Antiguo, pero
destaca la continuidad de los lugares que ya existían a finales
de esa fase. Se mantiene el modelo de ocupación previo, estrechamente relacionado con los cursos hídricos y probablemente
con las rutas comerciales. Aparecen nuevos asentamientos que
van a tener protagonismo y continuidad durante las siguientes
centurias, como el Tos Pelat (Burriel y Mata, 2013), Arse (Aranegui, 2004: 25) y Edeta (Bonet, 1995: 509). Aunque aumenta
el número de núcleos ocupados, destaca la continuidad de los
lugares que ya existían a finales del Hierro Antiguo, manteniéndose el modelo de ocupación previo, estrechamente relacionado
con los cursos hídricos y probablemente con las rutas comerciales. En los centros de referencia, como el Tos Pelat, tiene lugar
un proceso de fortificación que pudo haberse dado también en
otros emplazamientos.
Esta intensificación en la ocupación del territorio se va
a mantener durante el siglo V a.C. doblándose el número de
asentamientos, aunque sobre la base del patrón previo. Todos los lugares existentes en el siglo VI a.C. siguen ocupados y se produce la generalización de oppida y la construcción de fortificaciones.
VI.1.2. Ibérico Pleno (finales del siglo V a.C.-finales del
III a.C.)
Para esta fase destaca la problemática en cuanto a la datación de
los asentamientos, pues en 14 de los 58 yacimientos no se puede
precisar la cronología ni adscribir a con seguridad a ninguna
fase del Ibérico Pleno. Respecto a las tipologías, 38 asentamientos han sido clasificados como indeterminados.
Entre finales del V a.C. y el siglo IV a.C. se observa una explosión general del poblamiento que, excepto en el área central,
dobla los registros de la fase anterior.
En la zona de Arse (figura 199), se pasa de 5 registros en el
siglo V a.C.8 a 12 en el IV a.C.9 y se documentan registros al
sur del Palancia, un área vacía en el Ibérico Antiguo. Esta realidad concuerda con los procesos documentados por la arqueología en Arse que se dota de una muralla compleja a mediados
del siglo IV a.C. (Aranegui, 2004), produce las primeras acuñaciones de moneda y construye el puerto asociado a la ciu8 Abric de les Cinc/Castell d’Almenara, Els Talars, El Terrer, Sant
Cristòfol y Arse.
9 Abric de les Cinc/Castell d’Almenara, Els Talars, El Terrer, Arse,
Estació de les Valls, El Rabosero, Grau Vell y Rugama 1, 2, 3 y 4.
dad (el Grau Vell). El modelo de poblamiento que se observa,
combina los asentamientos en llano cercanos al litoral10 con
asentamientos en altura.11
En el área central (figura 200), se pasa de 5 asentamientos
en el siglo V a.C.,12 a 1113 en el IV a.C. En el Tossal de Sant Miquel el siglo IV a.C. es una fase poco conocida debido al arrasamiento producido por las construcciones posteriores. El oppidum
mejor conocido de la zona central es el Tos Pelat donde, a finales
del siglo V a.C. o inicios del IV a.C., se produce una profunda
remodelación tanto del sistema defensivo como de la arquitectura doméstica (Burriel y Mata, 2013). Destaca la incorporación
de una atalaya en la Sierra Calderona, Tossal de l’Aqüeducte de
Portaceli, similar al Puntal dels Llops, en una zona que se puede
considerar el límite entre los territorios de Arse y Edeta (Bonet
y Mata, 2002: 216). A finales del siglo IV a.C. se producen algunas destrucciones (Lloma de Manoll (Mata, Moreno y Quixal,
2010: 36) y El Rabosero) y abandonos (Tos Pelat) sin que se
conozcan los motivos ni si éste fue un proceso generalizado. Al
sur del río Turia sigue llamando la atención el vacío total de
registros (a excepción de Fonteta Raquia) que se va a mantener
hasta época romana. El dato más destacable es la fundación del
asentamiento de la C/ Ruaya, cercano al emplazamiento de la
posterior Valentia, en una zona pantanosa cerca de la desembocadura del Turia y cuya creación estaría relacionada con el
comercio marítimo a través del río Turia y la Vía Heráclea.
Al sur del eje Xúquer-Magre, en la zona de Saiti (figura 201)
se observa una intensificación en la ocupación del territorio: de
4 registros documentados para el siglo V a.C.,14 se pasa a 11
asentamientos en el siglo IV a.C.15
Gracias a las fuentes antiguas sabemos que en el siglo III a.C.
el territorio se estructura en diferentes regiones: la Edetania, en
que se integrarían Arse, Edeta y la zona central, y la Contestania,
en que se inserta el territorio al sur del Xúquer vinculado a Saiti.
Al menos en los años que preceden a la Segunda Guerra
Púnica, la Edetania podría haberse articulado en microrregiones
autónomas. En este sentido, la existencia del Senado de Saguntum y la realeza edetana sugieren la coexistencia de gobiernos
distintos. Desde el punto de vista económico, las diferencias
entre estas dos ciudades y sus territorios son igualmente apreciables: en el interior Edeta explota los recursos de su territorio,
mientras que en la costa Arse, en una situación privilegiada, se
abre al comercio mediterráneo.
Durante el siglo III a.C. se registra una ligera disminución
del total de asentamientos (30), aunque se producen cambios
determinantes en algunos territorios.
10 El Terrer, Els Talars, Estació de les Valls, Rugama 1, 2, 3 y 4 y El
Grau Vell.
11 Abric de les Cinc/Castell d’Almenara, Arse, El Rabosero, Tossal
de l’Aqüeducte de Portaceli.
12 Fonteta Raquia, Bétera, Lloma de Manoll, Tos Pelat y Tossal de
Sant Miquel.
13 Bétera, Ruaya,Cova Foradà, El Moncatí, Fonteta Raquia,La Monravana, La Monravana Sudest, Llama de Manoll, PCRC 22, Tos
Pelat, Tossal de l’Aqüeducte de Portaceli, Tossal de Sant Miquel.
14 Castell de Xàtiva, La Coroneta, Alteret de la Vintihuitena, La
Granja.
15 Alt de la Creu, Alteret de la Vintihuitena, Casa Perot, Castell de
Xàtiva, Alt del Valiente, La Carraposa, La Granja, Necròpolis dels
Èvols, Poblat dels Èvols, Sequer de Sant Bernat.
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Figura 199. Poblamiento durante el Ibérico Pleno (siglos V-IV a.C.) en el área de Arse: 1. La Frontera, 2. La Corona, 3. Castell d’Almenara/Abric de les Cinc, 4. El Punt del Cid, 5. Les Marjaletes, 6. Rugama 1, 2, 3 y 4, 7. Realenc, 8. El Terrer, 9. Partida del Terrer,
10. Estació de les Valls, 11. El Masegar, 12. Les Valls 3, 13. Les Valls 2, 14. Les Valls 4, 15. Els Armengols, 16. Els Talars, 17. Bajo Cabeçolet, 18. Els Talars 2, 19. Motor d’Ausina, 20. El Mardà, 21. La Vallaeta, 22. Molí de les Pintes y Molí de les Pintes I, 23. L’Assegador,
24. La Rodana, 25. Muntanya de la Pedrera de Santa Maria, 26. Font de la Ribera, 27. Palmosa, 28. La Muntanyeta, 29. Cementiri, 30. Tossalet de les Panses, 31. Tossal del Calvari, 32. Muntanya dels Arcs, 33. Lloma Caldera, 34. Camí de la Vorajunta, 35. Muntanyeta de Rubio,
36. Càrcel, 37. Partida de Càrcel, 38. Pla de Petxina, 39. La Pinada, 40. La Gausa, 41. Mont Alt, 42. Font de la vidriera, 43. La Pedra Alta,
44. Partida dels Moros, 45. El Grau Vell, 46. El Rabosero, 47. Racó d’Alcalà, 48. Eretes de Ria, 49. Cova dels Estudiants, 50. El Molló.
En el territorio central, tras el abandono del Tos Pelat, Edeta
se convierte en la ciudad de referencia, amplía su superficie urbana y se dota de muralla. La mayor parte de asentamientos se
sitúan al oeste de la ciudad, priorizando la explotación de tierras
de secano en detrimento de la llanura aluvial (Bonet, 1995: 523).
En el territorio aumenta el poblamiento (figura 202), especialmente en la zona próxima al litoral y a lo largo del río Turia.16
Asimismo, entre el Túria y el Carraixet se crea al menos un asentamiento: Lloma dels Cantals (Godella) en el sector interior, pero
entre los ríos Túria y Xúquer-Magre se observa un vacío general
de poblamiento, excepto en el área del oppidum de La Carencia.
En cuanto a Arse, el modelo de poblamiento que se observa
es el mismo que en la fase anterior (figura 203), aunque no se
mantienen exactamente los mismos centros de población, las
proporciones entre asentamientos en llano (5) y en altura siguen
16 Despeñaperros II y Fonteta Raquia.
siendo las mismas (2). Entre los asentamientos en llano desaparece Rugama y se crea El Molló, 550 metros más al norte, y en
lo que respecta a los asentamientos en altura se funda la atalaya
de Muntanya dels Arcs (Albalat dels Tarongers), al interior. Al
sur de Arse-Saguntum, llama la atención la ausencia de registros, a excepción del Grau Vell, el puerto de la ciudad.
Al sur del Xúquer, Saiti acuña moneda por primera vez en
el siglo III a.C., hecho que es indicador de su estatus como capital de territorio. En esta zona se observa una ligera reducción
del poblamiento (figura 204), de 11 asentamientos en el siglo
IV a.C. se pasa a 7 en el III a.C.17 En este sentido, hay que tener
en cuenta que no hemos incorporado en esta tesis toda el área de
influencia de Saiti, con lo que las conclusiones que se derivan
del análisis de este territorio son parciales. Fontanars II es la
17 Castell de Xàtiva, Fontanars II, Alt del Valiente, La Carraposa, Sequer de Sant Bernat, La Granja, Alteret de la Vintihuitena.
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Figura 200. Poblamiento durante el Ibérico Pleno (siglos V-IV a.C.) en las áreas de Edeta y Kili: 1. Fonteta Raquia,
2. Bétera, 3. C/ Ruaya, 4. Alteret de la Vintihuitena, 5. Tossal de l’Aqüeducte de Portaceli, 6. La Monravana, 7. Lloma
de Manoll, 8. PCRC 22, 9. Cova Foradà, 10. El Moncatí.
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Figura 201. Poblamiento
durante el Ibérico Pleno (siglos
V-IV a.C.) en el área de Saiti:
1. La Granja, 2. Poblat y
Necròpolis dels Èbols, 3. Sequer
de Sant Bernat, 4. Heretat o Alt
del Valiente, 5. La Carraposa,
6. Casa Perot, 7. Alt de la Creu.
única nueva fundación, mientras que 3 asentamientos desaparecen.18 No se observan cambios del patrón de asentamiento y
se podría decir que desde el siglo IV a.C. se da prioridad a la
proximidad con los cursos hidrológicos principales y con los
pasos de las vías que estructuran el territorio.
VI .1.3. Ibérico Final, Segunda Guerra Púnica y conquista
romana (finales del siglo III-inicios del II a.C.)
Durante el Ibérico Final, se documenta la supervivencia del modelo de poblamiento indígena, cuyas bases se habían asentado
entre finales del siglo IV a.C. e inicios del III a.C., hasta finales
del siglo III a.C./inicios del II a.C. Un primer rasgo del cambio
en las dinámicas territoriales será la supremacía económica de
los territorios de costa sobre los del interior, hecho que se refleja, entre otros fenómenos, en que Arse acuña moneda hacia el
225 a.C. y Edeta no (Bonet, 1995: 527).
El impacto de la Segunda Guerra Púnica (difícilmente visible a través del registro arqueológico) y las posteriores reformas
de Catón se refleja en los diferentes territorios en cambios importantes y muy evidentes en las dinámicas de ocupación.
18 Els Èbols, Alt de la Creu y Casa Perot.
En el área dependiente de Edeta a inicios del siglo II a.C.
se producen destrucciones y abandonos de la mayoría de asentamientos indígenas, aunque la ciudad no fue hostil a Roma y
se desconocen las causas de este proceso. El modelo de poblamiento indígena desaparece en torno al 175 a.C. y se produce
el desmantelamiento definitivo de la red de atalayas (como el
Tossal de l’Aqüeducte de Portaceli), al tiempo que Edeta inicia
su decadencia y gradual abandono. Ambos procesos son indicativos de la desaparición del modelo territorial ibérico y de
sus fronteras, coincidiendo con la división provincial romana en
197 a.C. y la orden de destrucción de las fortificaciones iberas
por parte de Catón.
En el territorio de Arse-Saguntum, aunque no se experimenta un proceso general de destrucción, se detecta una reducción del poblamiento al norte de la ciudad. Al sur del Palancia se
mantiene la misma situación de vacío general de la fase previa,
aunque se crea la necrópolis de El Pollancar, muy probablemente asociada al puerto de la ciudad (Grau Vell) que debió potenciarse en concordancia con las dinámicas de impulso de la costa
en este periodo.
Saiti/Saetabis mantiene su posición de primer orden como
capital de territorio y acuña moneda (Pérez y Borredà, 2008:
279), a la vez que se inicia el proceso de expansión urbanístico
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Figura 202. Poblamiento durante el siglo III a.C. en los territorios de Edeta y Kili: 1. Fonteta Raquia, 2. Lloma dels
Cantals, 3. C/ Ruaya, 4. Alteret de la Vintihuitena, 5. Tossal de l’Aquedducte de Portaceli, 6. La Monravana, 7. La Creu,
8. PCRC 22, 9. Cova Foradà, 10. El Moncatí, 11. Les Paretetes dels Moros 12. Despeñaperros.
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Figura 203. Poblamiento durante el siglo III a.C. en el área de Arse/Saguntum: 1. Castell d’Almenara/ Abric de les Cinc, 2. El Molló,
3. Muntanya dels Arcs, 4. El Punt del Cid, 5. Les marjaletes, 6. El Molló, 7. El Mansegar, 8. El Terrer, 9. Partida del Terrer, 10. Estació
de les Valls, 11. El Mansegar, 12. Les Valls 3, 13. Les Valls 2, 14. Les Valls 4., 15. Els Armengols, 16. Els Talars, 17. Bajo Cabeçolet,
18. Els Talars 2, 19. Motor d’Ausina, 20. El Mardà, 21. La Vallaeta, 22. Molí de les Pintes/Ponera II, 23. L’Assegador, 24. La Rodana,
25, Muntanya de la Pedrera de Santa Maria, 26. Font de la Ribera, 27. Palmosa, 28. La Muntanyeta, 29. Cementiri, 30. Tossalet de les
Panses, 31. Tossal del Calvari, 32. Muntanya dels Arcs, 33. Lloma Caldera, 34. Camí de la Vorajunta, 35. Muntanyeta de Rubio, 36. Cárcel,
37. Partida de Cárcel, 38. Pla de Petxina, 39. La Pinada, 40. La Gausa, 41. Mont Alt, 42. Font de la Vidriera, 43. Pedra Alta, 44. Partida
dels Moros, 45. El Grau Vell, 46. Castell de Segart, 47. Racó d’Alcalà, 48. Eretes de Ria, 49. Cova dels Estudiants.
(piedemonte del Castell de Xàtiva), que se alargará hasta el siglo III d.C. En su territorio al sur del Xúquer-Magre se producen
cambios en el patrón de poblamiento, aunque no se reduce el
número de asentamientos,19 reflejando un interés creciente por
los ejes del Magre20 y del Xúquer.21
En la zona central (que posteriormente será el territorio asociado a Valentia), al norte del Túria, desaparecen al menos 2
asentamientos22 y el asentamiento de la C/ Ruaya se abandona
19 Desaparecen 4 asentamientos, 3 tienen continuidad desde el Ibérico Pleno y se fundan 4.
20 La Font Blanca (en transición llano-montaña relacionado con vías)
y Alt de la Malà, oppidum amurallado en altura también relacionado con vías regionales (Camino viejo de Requena).
21 Donde se vuelve a ocupar La Coroneta (deshabitado desde finales
del siglo V a.C.).
22 Lloma dels Cantals y Despeñaperros 2.
al final de la Segunda Guerra Púnica, correspondiéndose con la
dinámica general detectada para toda el área de Edeta, aunque
la frecuentación de esta zona se mantuvo.23 Al sur del Turia se
mantiene en el establecimiento apícola de Fonteta Raquia.
VI.2. PERÍODO ROMANO (INICIOS DEL
SIGLO II A.C.-FINALES DEL V D.C.)
El análisis arqueomorfológico ha permitido documentar las
diferentes intervenciones sobre el territorio valenciano que tuvieron lugar durante el periodo romano. Sin duda las más importantes desde el punto de vista de la estructuración territorial
y por el impacto que van a tener en la formación del paisaje
cultural actual, son las centuriaciones. Se han podido docu23 Santuari de l’Almoina y C/ Pastor Fuster, 1.
170
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Figura 204. Poblamiento durante
el siglo III a.C. en el área de
Saiti: 1. La Granja, 2. Fontanars
II, 3. Sequer Sant Bernat, 4. Alt
del Valiente, 5. La Carraposa.
mentar hasta 4 tramas diferentes asociadas con las ciudades de
Saguntum (1), Valentia (2) y Saetabis (1) y se han podido caracterizar los límites territoriales del ager de Valentia. El análisis metrológico y del poblamiento, junto con la integración
de la información sobre las dinámicas históricas de las tres
ciudades y sus territorios, ha permitido datar los momentos de
implantación de las centuriaciones y también las dinámicas en
la ocupación territorial.
En lo que respecta al poblamiento, nuestra base de datos
tiene 686 registros de cronología romana (gráfica 5) incluyendo asentamientos (530), hallazgos aislados (25), estructuras
hidráulicas (33), miliarios (3), puertos y fondeaderos (10), necrópolis (50), lugares o edificios religiosos (10) y vías y puentes
(25). Respecto a los asentamientos, predominan los de tipología
indeterminada (423), seguidos por los asentamientos rurales
(76). En lo que se refiere a cronología, 166 registros se han clasificado como yacimientos romanos indeterminados. Del resto
(520), 97 se han podido clasificar como republicanos (siglos
III-I a.C.), 344 como altoimperiales (siglos I a.C.-II d.C.) y 79
bajoimperiales (siglos III-V d.C.), aunque una clasificación más
en profundidad dentro de cada período ha sido muy difícil y en
algunos casos imposible debido a la falta de datos.
Este registro insuficiente, impide realizar interpretaciones
completas en cuanto a tipologías, pero también en cuanto a cronologías, pues no se pueden correlacionar las dinámicas de poblamiento a los numerosos acontecimientos que tuvieron lugar durante el período romano. Por ejemplo, no se puede visualizar de manera clara el impacto de la Segunda Guerra Púnica, de las reformas
de Catón o de la presencia cesariana, más allá de casos concretos.
Para todo el período romano, aunque con matices en cada
fase, se observan ciertas dinámicas en lo que se refiere a los territorios fronterizos entre las áreas de influencia de las ciudades.
Se detectan vacíos de poblamiento en la Serra Calderona entre
Edeta y Saguntum; entre los territorios de Edeta y Valentia se
documenta también falta de registros en la zona entre las actuales
Bétera, Pobla Vallbona, Eliana y Ribarroja del Túria; y hay un
total despoblamiento entre Valentia y La Carència en la zona de
la Serra Perenxisa, el Barranc de l’Horteta y la Serra d’Alèdua.
VI.2.1. Fase tardorrepublicana (inicios del siglo IIúltimo cuarto del I a.C.)
Durante el período tardorrepublicano Arse/Saguntum vivió
unas dinámicas diferentes del resto de ciudades del territorio
analizado debido a sus alianzas con Roma en el siglo III a.C. y
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Romano
indeterminado
Republicano
Altoimperial
Bajoimperial
Gráfica 5. Porcentaje de yacimientos romanos según clasificación
cronológica por subfases.
a su papel durante la Segunda Guerra Púnica. Una vez finalizado el conflicto, la ocupación romana se produjo prácticamente
sin destrucciones. La mayor parte de asentamientos del Ibérico
Final siguieron ocupados y todos los asentamientos en llano se
mantuvieron, abandonándose solamente 2 lugares en altura y
produciéndose un aumento significativo del poblamiento en la
llanura aluvial (figura 205). Estas dinámicas se corresponden
bien con la evolución de la ciudad, pues a inicios del siglo II
a.C. Saguntum es reformada y ampliada en respuesta a su fidelidad a Roma durante la guerra.
Durante el segundo cuarto del siglo I a.C. (entre el 75 y el
50 a.C.) en la llanura aluvial del territorio saguntino se implanta
una centuriación (probablemente con módulo 20 x 20 actus) y
se acentúa la ocupación del territorio mediante la fundación de
nuevos núcleos relacionados con algunos de los ejes de la centuriación y con la Vía Heráclea. Este proceso se podría relacionar
con la adquisición del estatus de colonia latina por parte de la
ciudad alrededor del año 75 a.C. y tiene sus paralelos más cercanos en Tarraco y Emporiae.
En el área central, en el 138 a.C., se crea la colonia de Valentia, una de las primeras fundaciones romanas en Hispania y una
de las primeras colonias romanas fuera de Italia. La nueva fundación tenía un evidente carácter estratégico, pues se situaba a media distancia entre las dos ciudades más importantes del momento
(Tarraco y Cartago Nova). Además, se hallaba en el corazón de
un territorio profundamente ibérico: La Regio Edetania. Su emplazamiento junto al Turia, muy cerca de la desembocadura, denota también su claro carácter marítimo. A partir de esta fase, los
territorios de Valentia y Edeta van a tener dinámicas diferentes.
La fundación colonial tuvo un gran impacto sobre el territorio de modo que el poblamiento, aunque sigue siendo escaso,
se triplicó respecto al del Ibérico Final (figura 206). La relevancia de este impacto es todavía mayor si tenemos en cuenta
que conllevó la “colonización” de las llanuras aluviales (que en
la fase anterior presentaban unos índices de poblamiento muy
bajos) y que la mayoría de los asentamientos son fundaciones
ex-novo. Este proceso se vio interrumpido con la destrucción de
la ciudad durante las Guerras Sertorianas, concretamente en el
año 75 a.C., y el abandono casi total del lugar24 durante los si24 Aunque la ciudad se abandona la zona sigue presentando frecuentación y actividad, de hecho, las intervenciones arqueológicas han
documentado un taller cercano a la Vía Augusta en el antiguo solar
de la ciudad.
guientes 70 años. La desaparición de la colonia sin duda frenó el
proceso de intensificación en la ocupación de la llanura aluvial
y de cualquier proyecto que se hubiese podido planificar sobre
el territorio de la ciudad.
En el territorio de Edeta (figura 207), después de la Segunda
Guerra Púnica se produjo el abandono progresivo del Tossal de
Sant Miquel (Edeta), aunque pudieron haberse dado frecuentaciones durante los siglos II-I a.C. (Bonet, 1995: 528). A su
vez, en el territorio se produjo un cambio en el patrón de poblamiento que pasó a estructurarse según los intereses romanos:
aumentaron los pequeños asentamientos (aldeas) en el llano, sin
amurallar y orientados a la producción de vino, aceite y productos apícolas (Mata et al., 2010: 42), y todas ellas excepto una25
tuvieron continuidad durante el alto Imperio.
Cerca de Mura, en el llano de Edeta, en una excavación
arqueológica, se documentaron materiales cerámicos de época sertoriana (80-75 a.C.), un conjunto que relaciona una
ocultación monetaria de época cesariana hallada en cima
del Tossal de Sant Miquel con el llano donde se ubicaría la
ciudad romana. Algunos autores han aventurado la hipótesis de que estos materiales puedan responder a una primera
instalación militar puesto que no han hallado estructuras que
precedan a las de la ciudad (Escrivà et al., 2001). Es posible que durante las Guerras Sertorianas se ubicase un establecimiento militar en el lugar que ocuparía después la
ciudad romana de Edeta, aunque este punto no está suficientemente contrastado.
Durante la fase tardorrepublicana, en el territorio de Saetabis (figura 208), civitas stipendiaria, se mantiene prácticamente imperturbable el modelo de poblamiento del Ibérico
Final, aunque el abandono del santuario ibérico de La Carraposa a inicios del II a.C. podría ser indicativo del proceso de aculturación provocado por la presencia de Roma
en el territorio.
En lo que respecta a la red viaria, sabemos que a partir
del siglo II a.C. se produjeron algunas reformas, como queda
atestiguado en la desviación de un tramo de la Vía Heráclea
justo al norte de Valentia, antes de cruzar el Turia. El trazado
original de la vía se modificó a mediados del siglo II a.C para
hacerla pasar por dentro de la nueva ciudad. Aunque no se han
documentado más intervenciones de este tipo, es de suponer
que se produjeron algunos cambios y mejoras tanto en esta vía
(una de las más importantes del territorio durante los períodos
prerromano y tardorrepublicano) como en otras.
vI.2.2. Fase augustea (27 a.c.-14 d.c.)
Esta fase se caracteriza por las grandes intervenciones realizadas tanto dentro de las propias ciudades (con cambios de estatus, refundaciones y reformas urbanísticas), como en los territorios de las mismas con la implantación de varias centuriaciones.
Se construye la Vía Augusta que aproximadamente mantiene
el mismo recorrido que su precedente, la Vía Heráclea, aunque
con algunas adaptaciones. Este proceso de transformación de
los ejes prerromanos mediante la reforma de algunos de sus
tramos y la conservación de otros, está bien documentado en
Britannia (Bishop, 2014).
25 Corral d’Albert, abandonado a mediados del siglo I a.C.
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Figura 205. Poblamiento durante el período romano tardorrepublicano (siglos II-I a.C.) en el territorio de Arse/Saguntum: 1. La Frontera, 2. Castell d’Almenara, 3. Vila romana dels Estanys y Penya de l’Estany, 4. Alqueria Blanca, 5. Estació de les Valls, 6. Camí d’Uixó,
7. Camí del Donzell, 8. Cabeçolet, 9. La Victòria, 10. L’Antigó, 11. La Vallaeta, 12. Montíver, 13. Casa del Sarier, 14. Els Partidors, 15. El
Rabosero, 16. El Pollancar, 17. Grau Vell, 18. Vinyes, 19. Eretes de Ría, 20. Palmosa, 21. Muntanya dels Arcs, 22. Muntanyeta de Rubio.
La fase augustea se caracteriza también por la expansión en
la ocupación territorial respecto a la fase previa, lo que concuerda con la refundación de Valentia en el cambio de era y el establecimiento de un período de estabilidad territorial y política
en el área.
El área de influencia de Saguntum (figura 209) de nuevo es
la zona con más registros debido en parte a la desigual investigación arqueológica, aunque probablemente estos datos reflejan
la realidad de una ocupación más intensiva en esta área.
Saguntum asciende a la categoría de municipium bajo el
gobierno de Augusto (años 4/3 a.C.). Este cambio de estatus
se vio reflejado en una nueva intervención en su territorio mediante la transformación métrica de la centuriación republicana (con módulo 20 x 20 actus) en el módulo de 20 x 15
actus. Se trata de la escenificación sobre el territorio del plan
urbanístico iniciado por Augusto en la ciudad, que seguirá en
desarrollo durante la fase altoimperial (siglos I-III d.C.). El
impacto de las reformas augusteas conllevó el aumento ex-
ponencial del poblamiento con respecto a la fase tardorrepublicana, aunque se mantuvo e intensificó el modelo anterior que
priorizaba la ocupación de la llanura aluvial hasta los límites
de los marjales. En la llanura solamente se abandonan 2 asentamientos,26 mientras que se crean 26 nuevos hábitats. Al interior, al norte del Palancia, se mantienen los 2 lugares existentes en la fase anterior.27 Todos los asentamientos de la llanura
se ubicaron en función de dos elementos: los ejes de la centuriación y la red hidrográfica. Este proceso de desarrollo, como
ocurre en la ciudad, continuó durante los siglos I al III d.C.
con la multiplicación de asentamientos sobretodo en la llanura
litoral. Respecto a los asentamientos en altura, el interior presenta prácticamente un total vacío de registros y desparecen
Eretes de Ría y Vinyes velles, también el Rabosero.
26 Montíver y Alqueria Blanca.
27 La Frontera (santuario) y la Muntanyeta de Rubio/Càrcel (asentamiento junto al río Palancia).
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Figura 206. Poblamiento durante el período romano tardorrepublicano (siglos II-I a.C.) en el área de Valentia: 1. Horta
Vella, 2. Paretetes dels Moros, 3. Lloma dels Cantals, 4. Villa romana del Sector Río, 5. Fonteta Raquia, 6. Partida de
Zafa, 7. Mas del Jutge III, 8. Plaça de la Llotgeta-Catarroja, 9. Llometa del Clot de Baylón, 10. L’Alter-El Mas de Baix,
11. Mas Reig II, 12. Alteret de la Vintihuitena.
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Figura 207. Poblamiento durante el período romano tardorrepublicano (siglos II-I a.C.) en el territorio de Edeta: 1 Cova Foradà, 2. El
Moncatí, 3. Montearagó, 4. Corral d’Albert/Corral del Vert, 5.UA6, 6. Topairet, 7. La Creu, 8. Horta Vella, 9. Vinyes, 10. Eretes de Ría.
En el territorio asociado a Valentia (figura 210), aunque
la información arqueológica disponible para este periodo es
menor, se observa el mismo proceso: una continuidad del modelo de poblamiento tardorrepublicano y una ligera intensificación de la ocupación de las llanuras litorales, así como de
los límites de la Albufera, aunque se abandonan al menos 3
asentamientos.28 Todas las nuevas fundaciones se ubican en
terreno llano y su vinculación con la hidrografía y la red viaria es evidente. Además, todos los asentamientos fundados en
esta fase van a tener continuidad durante los siglos I-III d.C. y
muchos de ellos se convertirán en villae.
Valentia se refunda entre los años 5 a.C.-5 d.C. en el mismo
lugar donde se había alzado la ciudad republicana. La ciudad renació con el estatus de colonia que había ostentado anteriormente desde su fundación inicial en el año 138 a.C. hasta su destrucción en el 75 a.C. A pesar de ello, el proceso de reurbanización
y consolidación de la “nueva” ciudad fue lento y no se observan
características verdaderamente urbanas hasta mediados del siglo I d.C. El programa augusteo tuvo un gran impacto territorial
e incluyó la implantación de dos centuriaciones, una al norte del
Turia que se extiende hasta el límite septentrional del territorio
marcado por el Barranc del Puig y la Serra Calderona, y otra al
28 Fonteta Raquia, Mas del Jutge III y Alteret de la Vintihuitena.
sur del río, que llega hasta el límite meridional constituido por
los ríos Xúquer-Magre. Al sur de esta línea se ha caracterizado
otro sistema centuriado asociado a Saetabis, que presenta una
orientación totalmente diferente a la de Valentia, confirmando
el establecimiento del límite territorial entre las dos ciudades
en el eje dibujado por los dos ríos. La identificación del límite meridional del territorio de Valentia, es un dato importante.
Sabíamos por las fuentes clásicas que el Xúquer fue también la
línea divisoria entre el Conventus Cartaginense y el Tarraconense, pero el trabajo arqueomorfológico ha puesto de manifiesto
que el límite meridional del ager de Valentia en época romana
no estaba formado solamente por el Xúquer, sino que la línea
quedaba definida por el río Magre y el tramo final del Xúquer,
teniendo en cuenta que ambos cursos se unen actualmente 2 km
al este de Algemesí.
Las dos centuriaciones documentadas para Valentia presentan el módulo de 20 x 15 actus y se diseñaron durante el
período augusteo, después de la refundación de la ciudad. Así
lo indica tanto la distribución del poblamiento como el propio
módulo de la centuriación, característico de las intervenciones
realizadas durante el gobierno de Augusto que se han documentado también en otras ciudades como Barcino y Tarraco
(tramas III y IV). Los asentamientos datados en este momento
reflejan un cambio respecto a la etapa tardorrepublicana, con
un aumento del número de lugares y un patrón de poblamien175
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Figura 208. Poblamiento durante el período
romano tardorrepublicano (siglos II-I a.C.)
en el área de Saetabis: 1. Alt de la Malà,
2. Fontanelles, 3. Font Blanca ,4. La Granja,
5. Altet de Cova Santa, 6. Racó Borràs,
7. La Coroneta o Castellaret de Dalt,
8. La Carraposa, 9. Fontanars II, 10. La Vila
Parc Comercial.
Figura 209. Poblamiento durante el
período augusteo (siglos I a.C.-I d.C.) en el
área de Saguntum: 1. La Frontera, 2. Càrcel,
3. Muntanyeta de Rubio, 4. Vila romana
dels Estanys y Peña de l’Estany,
5. Les Marjaletes, 6. El Molló y El Molló II,
7. Benicalaf, 8. Realenc, 9. Rugama
1, 2, 3 y 4, 10. El Mansegar, 11. Les Valls 2,
12. Les Valls 1, 13. Estació de les Valls, 14.
El Terrer, 15. Camí d’Uixó, 16. Camí del
Donzell, 17. La Victòria, 18. L’Antigó, 19.
Motor d’Ausina, 20. Almardà,
21. Alqueria de Montíver, 22. Sant
Cristòfol, 23. Villa de la Vallaeta,
24. Molí del Rano o Palància 2,
25. La Gausa, 26. Els Partidors, 27. Corral
dels Xurros, 28. El Regló 1, 2, 3, 4 y 5,
29. Casa del Sarier, 30. Els Rolls I,
31. Camí de la Vinya Buida,
32. El Coscollar, 33. Els Frares,
34. Pou del Pas de les Eugues.
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Figura 210. Poblamiento durante el período augusteo (siglos I a.C.-I d.C.) en el área de Valentia: 1. El Pouatxo, 2. Horta
Vella, 3. Lloma dels Cantals, 4. Villa romana del Sector Río, 5. Molí de la Marquesa, 6. Necrópolis de la C/ Pepita, 7. Sant
Gregori, 8. Hort de Pepica, 9. L’Alter, 10. L’Alteró, 11. L’Alter-El Mas de Baix, 12. Font del Gat, 13. Mas Reig II, 14. Mas
dels Foresos, 15. Villa romana de Musa, 16. Partida de Paretes, 17. Garroferal de la Blanca, 18. Paretetes dels Moros.
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Figura 211. Poblamiento
durante el período augusteo
(siglos I a.C.-I d.C.) en el área
de Saetabis: 1. Alfarp, 2. Alt de
la Malà, 3. Torixí, 4. Font Blanca,
5. Vila romana de Benifaraig,
6. Molí de Fus, 7. La Coroneta
o Castellaret de Dalt,
8. Cantera de Buixcarró,
9. Calamau, 10. Racó Borràs.
to que acentúa la preferencia por las llanuras aluviales y los
límites de los marjales. La vinculación de la mayor parte de
estos asentamientos con los ejes de la centuriación es evidente,
sobre todo en las áreas entre el Barranc del Carraixet y el Turia
y entre este último y el Xúquer-Magre. En la zona al norte del
Carraixet también se documenta esta relación, aunque las vías
naturales de tránsito y las regionales ejercen una atracción mucho mayor para el poblamiento. La consolidación del modelo
tuvo lugar durante los siglos posteriores (del I al III d.C.) mediante el aumento de los asentamientos y la relación de éstos
con la red centuriada, un proceso que concuerda perfectamente
con las dinámicas de la capital.
Saetabis cambia su estatus en época de Augusto pasando a
ser municipium con el nombre de Saetabis Augustanorum. Sus
características urbanas se desconocen en su mayor parte debido a la escasez de datos arqueológicos, derivándose la mayoría de la información del registro epigráfico (muy abundante)
con varias inscripciones que indican que pudo haber alguna
intervención urbanística durante este periodo. La promoción
de la ciudad se refleja también en su territorio con un notable aumento de los asentamientos (el doble que en el período
tardorrepublicano) y con la intensificación del modelo de poblamiento anterior que prioriza la ocupación del llano (figura
211). La distribución de los asentamientos evidencia su relación con las vías y los cursos hídricos. En este momento, y en
relación con la promoción de la ciudad a municipum, se im-
planta una centuriación con el módulo de 20 x 15 actus, inmediatamente al sur de los ríos Xúquer-Magre, en el único sector
de su territorio que presenta una gran llanura aluvial susceptible de recibir este tipo de intervención. Otras dinámicas del
territorio que concuerdan con la evolución urbana de Saetabis
en esta fase son el inicio de la explotación de la cantera de
mármol de Buixcarró en relación con el cambio de estatus de la
capital y la actividad monumental que se debió derivar de ello,
al tiempo que se documenta la exportación de sus mármoles a
la Península. También se consolida, a finales del siglo I a.C., la
red de comercio asociada a la producción de lino.
Respecto a Edeta (figura 212), la ciudad recibe en época
augustea el estatus de municipium de derecho latino (igual que
Saguntum), de hecho, la mayor parte de la epigrafía de la ciudad
es de época julio-claudia. Es posible que el lugar de la antigua
ciudad ibérica, el Tossal de Sant Miquel, hubiese sido frecuentado durante el período tardorrepublicano y cesariano a juzgar
por algunos materiales documentados en varias intervenciones
arqueológicas, aunque la verdadera refundación de la ciudad
tuvo lugar durante el gobierno de Augusto, en el llano inmediatamente al norte del camino de Sagunt a Llíria (el Pla de l’Arc),
justo en frente del Tossal de Sant Miquel, que ya no se volverá
a habitar (Escrivà et al., 2001). Al menos en la zona analizada
en esta tesis, los índices de poblamiento se mantienen respecto al periodo tardorrepublicano, lo que sugiere que se habría
mantenido el modelo instaurado en el siglo II a.C (figura 212).
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Figura 212. Poblamiento durante el período augusteo (siglos I a.C.-I d.C.) en el área de Edeta: 1. Cova Foradà, 2. El Moncatí, 3. Lloma de
Manoll, 4. Montearagó, 5. Rascanya o Clots de Dalt, 6. La Creu, 7. Topairet, 8. Horta Vella.
A diferencia de lo que sucede en Saguntum, Valentia o Saetabis, el territorio de Edeta no fue objeto de ninguna centuriación,
aunque no descartamos que se pudiesen realizar reformas en la
estructuración territorial en este momento. En lo que respecta a
tipologías, para todo el territorio excepto en el caso de la ciudad
de Edeta, todos los asentamientos son de tipología indeterminada, debido a la falta de información arqueológica.
VI.2.3. Fase altoimperial (14 d.C.-inicios del siglo iii d.C.)
A partir del mediados del siglo I d.C. y hasta inicios del siglo
III d.C., tanto los patrones de asentamiento como la estructuración territorial establecidos en el período augusteo, se mantienen e incluso se intensifican en todos los territorios descritos. Se
produce un aumento espectacular del número de asentamientos,
hecho que indica el éxito de los modelos instaurados por Augusto, y las principales ciudades del territorio van a experimentar
procesos de ampliación y monumentalización cuyos cimientos
se habían asentado en la fase previa. Aunque el poblamiento del
litoral sigue siendo prioritario y más intenso, se puede hablar
de una generalización de la ocupación, pues se crean más asen-
tamientos en las llanuras interiores y litorales, pero también en
áreas estratégicas de montaña relacionadas con rutas regionales
por vías naturales de tránsito.
Hasta finales del siglo I d.C. no se asiste en Valentia a un proceso de expansión urbana (Ribera, 2008: 34) reflejado también
en la monumentalización y su transformación en una verdadera
urbs. La expansión de la ciudad se refleja también en el aumento
de las zonas de necrópolis: de 2 necrópolis en la fase previa29 se
pasa 4 para época altoimperial.30 A estos cementerios se sumará
otro más a inicios del siglo III d.C.31 (García, 2001: 78). A partir de este momento la consolidación de la colonia se visibiliza
en el territorio, que experimenta un espectacular aumento en el
número de asentamientos, sobre todo a partir de los reinados de
Claudio y Nerón (figura 213). Estos procesos se acentuarán a
partir de época flavia y se alargarán hasta el siglo III d.C.
29 C/ Pepita y C/ Quart.
30 C/ Pepita, C/ Quart, La Boatella y Orriols, aunque esta última, por
su distancia respecto a la ciudad, se asocia a una posible villa todavía no encontrada.
31 Portal de Russafa.
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Figura 213. Poblamiento durante el período romano altoimperial (siglos I al III d.C.) en el área de Valentia: 1. Puig de Cebolla o Palau
o El Villar, 2. C/ Teodor Llorente núm. 2, 4 y 6 y El Puig de Santa Maria, 3. Casa Mallols, 4. La Sénia o Pla de Montalt, 5. Rafelbunyol,
6. Pinxo, 7. La Marta, 8. Maquives o Sant Onofre, 9. El Pouatxo, 10. Horta Vella, 11. Paretetes dels Moros, 12. Pla de Foios, 13. Lloma
dels Cantals, 14. By Pass y Mas de la Rosa, 15. Mas de la Roda, 16. El Barranquet de Sau, 17. Villa romana del Sector Río, 18. Godella,
19. Necrópolis de Orriols, 20. Necrópolis de la C/ Pepita, 21. Patraix, 22. Aeropuerto, 23. Villa romana del Pou de la Sargueta, 24. Masia
de la Cova, 25. Mas de Vélez, 26. Cambrillas, 27. La Punxa, 28. L’Alter I, 29. Mas del Jutge III, 30. Sant Gregori, 31. Hort de Pepica,
32. L’Alter, 33. L’Alteró, 34. L’Alter-El Mas de Baix, 35. Silla, 36. Font del Gat, 37. Camp de la Llegua, 38. Pla de la Font de l’Omet,
39. Mas Reig II, 40. Mas dels Foressos, 42. Font de Musa, 43. Villa romana de Musa, 44. Els Fornals, 45. Partida de Cota, 46. Hort de
Palmera-Sueca, 47. Garroferal de la Blanca, 48. Barranc de Cano.
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En general para todo el territorio de Valentia, los asentamientos de la fase previa se mantienen (excepto el lugar sagrado de Av. Constitució, 58) y se crean nuevos núcleos. Además,
se observa un índice destacable de villae tanto de nueva fundación (al menos 5 según la información arqueológica disponible32) como con precedentes en la fase anterior (7 asentamientos que se van a convertir en villae mientras 5 se mantienen
como indeterminados).
En el extremo meridional del territorio de Valentia (límite del
Xúquer-Magre), se intensifica el poblamiento: de 2 asentamientos en el periodo republicano33 se pasa a 5 en època altoimperial.34
Este proceso se observa también en el área de l’Horta Oest/
Foia de Bunyol, donde todos los asentamientos están relacionados con las vías de penetración hacia la meseta. En esta zona
los ejes viarios asociados a barrancos adquieren importancia y
de hecho 6 de los asentamientos relacionados ellos son villae
(el resto indeterminados). El eje Barranc del Poyo/Barranc de
Torrent se revela como una importante ruta de penetración al
interior, jalonada por al menos 12 asentamientos altoimperiales,35 de los cuales 5 son villas. Seguramente esta ruta tiene
precedentes anteriores, pero es ahora cuando se intensifica la
ocupación de las vegas del barranco. También se intensifica
la ocupación en el Barranc de l’Horteta/Barranc de Cortitxelles,36 el Barranc de Gállego37 y el Barranc de Picassent/Barranc de Ninyerola.38
Asimismo la existencia de 27 asentamientos a lo largo del
eje del Turia señala la importancia de la ruta y del transporte
fluvial en esta época, que se asocia a la fundación del puerto
fluvial de Valentia, entre finales del siglo I e inicios del II d.C.
(Ribera, 2008: 36).
En el territorio al norte de la ciudad, entre el Túria y el Barranc del Puig, se multiplican los registros respecto a la fase
previa. Al menos 6 de los asentamientos de este momento son
villas39 y algunos de los asentamientos indeterminados son susceptibles de serlo, como La Sènia, pero como dijimos anteriormente se ha priorizado la cautela en la clasificación tipológica
en los casos en que no se dispone de información arqueológica
determinante. Entre los núcleos existentes en la fase anterior
tres (Horta Vella, Villa romana del sector río y El Pouatxo), pasan de ser indeterminados a villas.
Al sur del Túria, hasta el límite marcado por los ríos XúquerMagre, se produce un cambio en la llanura interior relacionado con la intensificación del uso de los barrancos y las rutas
de penetración hacia la meseta a que nos hemos referido antes.
En cambio, no es tanta la diferencia en la llanura aluvial litoral
donde la ocupación ya se había expandido en la fase augustea.
32 Aunque seguramente son más, la falta de datos arqueológicos hace
que los mantengamos como asentamientos indeterminados.
33 Alteret de la Vintihuitena y Cullera.
34 Fornals, Partida de Cota, Alqueria Campanar, Sueca y Cullera.
35 Alto del Agua Perdida, las Canales, Cambrillas, Rosafina, Les Basses, La Punja, Ereta dels Moros, Paret Decantà, l’Alter I, Benetússer y l’Hort de Pepica.
36 Campillo II, Calabarra, Masia de Cortitxelles, Mas del Jutge III,
Sant Gregori.
37 Balsa de la Cruz, Rosafina.
38 Maset del Rector, Pla de la Font de l’Omet.
39 Puig de Cebolla/Palau Villar, Rafelbunyol, Horta Vella, Villa romana del Sector Río, Les Paretetes dels Moros, El Pouaig.
Entre los asentamientos de esta zona al menos 12 son villas40 y
todas con precedente en la fase previa, 4 como villas y 1 como
asentamiento indeterminado (Font del Gat).
Respecto a la centuriación de Valentia, como hemos descrito en el apartado anterior, nuestro trabajo indica que fue diseñada en época de Augusto, pero su verdadero impacto en el
paisaje se produjo a partir de mediados del siglo I d.C., como
prueba la vinculación del poblamiento de esta cronología con
los ejes del sistema. Este mismo proceso se ha documentado
en Tarraco, donde se ha demostrado que el diseño de la centuriación y su ejecución se efectuaron en el período tardorrepublicano aunque la ocupación del territorio fue paulatina (Palet
y Orengo, 2011).
A partir de mediados del siglo I d.C. Saguntum se monumentaliza con la reforma del foro republicano y la construcción de los edificios de espectáculos: el Teatro (año 50 d.C.)
y el Circo (mediados del siglo II d.C.), entre otras intervenciones urbanísticas. En su territorio (figura 214) no se evidencia
el cambio de etapa de manera tan notable como en el resto de
áreas, pues ya se había producido una importante expansión e
intensificación del poblamiento durante la fase augustea (con
al menos 46 asentamientos conocidos). Aun así, siguen multiplicándose los asentamientos, la mayor parte de los cuales se
ubican en la llanura y en relación con la centuriación y la hidrografía, aunque se producen 15 abandonos.41 El incremento
de ocupación se produce también en las zonas del interior, no
solo en relación con la ruta del Palancia y con los caminos y
pasos de la Sierra Calderona. En lo que respecta a tipologías,
destacan los 14 asentamientos rurales, de los cuales 12 son
villas. De estas últimas, 9 eran asentamientos indeterminados
durante la fase tardorrepublicana.
Saetabis pierde importancia después del siglo I d.C. aunque
sigue siendo la capital de un extenso territorio. La mayor parte
de información de la ciudad se deriva del análisis del abundante
material epigráfico ya que los datos arqueológicos escasean a
pesar de las numerosas intervenciones realizadas en el centro
histórico. En el territorio (figura 215) sigue desarrollándose la
expansión en la ocupación iniciada en el período augusteo, que
prioriza las llanuras aluviales y la cercanía a cursos hídricos y
vías, y solamente se producen dos abandonos.42 Respecto a las
villae sólo una es de nueva fundación,43 mientras el resto tiene
precedentes en fase anterior. La relación de los asentamientos
con los ejes de la centuriación es evidente.
En el territorio de Edeta la fase post-augustea conllevó la
intensificación de la ocupación, al menos en el área analizada
en esta tesis, con el triple de registros que en la fase anterior
(figura 216). Esta dinámica territorial se correlaciona con la
urbana, pues Edeta, que en época augustea había adquirido el
rango de municipium, alcanza su máximo desarrollo en época
Flavia: se amplía su superficie urbana y se inicia la construcción del santuario y las termas romanas de Mura (Escrivà et
40 Silla, Garroferal de la Blanca, Mas del Jutge III, Pou de la Sargueta, Vil·la romana de Mussa, Hort de Pepica, l’Alter/Mas de Baix,
Font del Gat, Las Canales, Aeropuerto, Rosafina, l’Alter I.
41 El Regló 1, 2, 3, 4, 5; Camí del Donzell, La Victòria, Les Valls 2,
Realenc, Estació de les Valls, Rugama 2, Camí d’Uixó, Penya de
l’Estany, Casa dels Sariers y La Frontera.
42 Alfarb y Racó Borràs.
43 Els Alters (finales del siglo I d.C.).
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Figura 214. Poblamiento durante el período
romano altoimperial (siglos I al III d.C.) en
el área de Saguntum: 1. Vil·la Romana dels
Estanys, 2. Les Marjaletes, 3. El Molló y el
Molló II, 4. Rugama 2, 5. Rugama 3 y 1,
6. Rugama 4, 7. Alquería de Rugama,
8. Camí del Racó, 9. Rubau, 10. El Terrer,
11. Partida del Terrer, 12. El Mansegar,
13. Les Valls 1, 14. Els Talars, 15. L’Antigó,
16. Motor d’Ausina, 17. Almardà,
18. Alqueria de Montíver, 19. Villa de la
Vallaeta, 20. Sant Cristòfol, 21. Macrosector
2-UE número 4-parcelas M18-3 y 5,
22. Molí de les Pintes o Ponera II o Villa de
Ponera, 23. Molí del Rano o Palància 2, 24.
La Rodana, 25. Tossalet de les Panses, 26.
Muntanya dels Arcs, 27. Muntanyeta de Rubio,
28. Càrcel, 29. Eretes de Ría,
30. Camí de la Mar, 31. Camí de la Vallesa,
32. La Gausa, 33. Els Partidors, 34. Corral
dels Xurros, 35. Corral Mimín, 36. Els Rolls I,
37. Els Rolls II, 38. Camí de la Vinya Buida,
39. El Coscollar, 40. Alquería de Sant Marc,
41. Partida de Tamarit o Necrópolis del Grau
Vell y Grau Vell, 42. Trull dels Moros, 43. Els
Frares, 44. Alqueria de l’Advocat II, 45. Pou
del Pas de les Eugues, 46. L’Om negre.
Figura 215. Poblamiento durante el período
romano altoimperial (siglos I al III d.C.)
en el área de Saetabis: 1. Alt de la Malà,
2. Torixí, 3. Font Blanca, 4. Villa romana de
Benifaraig, 5. El Pujol, 6. Sequer de Sant
Bernat, 7. Necrópolis de Tisneres, 8. Troballa
de la Caseta del Sord, 9. Altet de Cova Santa,
10. Molí de Fus, 11. Benivaire Alt, 12. Villa
romana de la Faldeta, 13. Els Alters, 14. La
Coroneta o Castellaret de Dalt, 15. Camí la
Bola, 16. Calamau, 17. Cantera de Buixcarró.
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Figura 216. Poblamiento
durante el período romano
altoimperial (siglos I al
III d.C.) en el área de Edeta:
1. Aljub de Cotanda,
2. Foia de Marcos,
3. Cova Foradà,
4. La Llavata, 5. Lloma de
Manoll, 6. Montearagó, 7. Foia
de la Monja, 8. Carrases,
9. El Soldat, 10. La Foia,
11. Alt de la Botigueta o
Safareig, 12. Rascanya o Clots
de Dalt, 13. Rascanya,
14. El Cabeçol, 15. Caseta dels
Peons Caminers, 16. La Pila,
17. Topairet, 18. Beniali II,
19. Algepsar, 20. L’Olivereta,
21. L’Alteró.
al., 2014: 245 246). El ascenso del edetano de origen indígena Marcus Cornelius Nigrinus, que fue rival de Trajano como
candidato al Imperio, es un reflejo del prestigio que alcanzó la
ciudad. Aun así, su topografía urbana se desconoce en líneas
generales, pues los restos identificados en intervenciones arqueológicas corresponden mayoritariamente a necrópolis y al
complejo de la Partida de Mura. Algunos restos de la ciudad
se han documentado en el Pla de l’Arc44 y recientemente una
intervención en la C/ de Bétera ha permitido documentar una
ampliación del recinto urbano de época Flavia (Escrivà, 2017,
información oral). Asimismo en una zona cercana a la ciudad45
se documentaron los restos de una posible villa rustica (Escrivà et al., 2001).
En lo que respecta al territorio de Edeta, todos los asentamientos de fase anterior se mantienen excepto dos46 y Rascanya
se traslada unos metros al sur. Aunque la mayor parte de las
nuevas fundaciones se sitúan en llano o piedemonte,47 destaca
44 Casa del tresor, Casa de la Cultura, C/ Sant Miquel, 8.
45 Ca Porcar/Casa de Mosaic d’Hèrcules.
46 La Creu (creada y abandonada en el siglo I a.C.) y El Moncatí
(abandonado en el siglo I d.C.).
47 El Cabeçol, Topairet y L’Alteró.
la continuidad de los asentamientos en altura relacionados con
los cursos hidrológicos y la red viaria.48 Además, el incremento
del poblamiento a lo largo del camino de Sagunt y el Barranc de
Carraixet/Olocau muestra la importancia que adquirieron ambas
rutas hacia el noroeste durante esta fase.
VI.2.4. Fase bajoimperial (mediados del siglo III d.C.finales del V d.C.)
A principios del bajo imperio se hace patente un cambio en las
dinámicas de ocupación territorial, pues ya a finales del siglo III
e inicios del IV d.C. hay una evidente reducción de los registros
de poblamiento, una dinámica que se acentuará en época visigoda. Algunas de las villas existentes en el período altoimperial
perduran en esta fase, aunque, como para el resto de periodos,
predominan los registros indeterminados.
A partir de mediados del siglo III d.C. se observa en todas
las áreas una notable contracción en la ocupación del territorio
con una drástica reducción del número de asentamientos.
48 Lloma de Manoll (aunque se da un desplazamiento de la cima -en
época ibérica y tardorrepublicana- al piedemonte en el periodo altoimperial) y Cova Foradà.
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Figura 217. Poblamiento durante el período
romano bajoimperial en el área de Saguntum:
1. Villa de El Racó, 2. El Terrer, 3. Cabeçolet,
4. L’Antigó, 5. Villa de la Vallaeta,
6. Molí de les Pintes o Ponera II o Villa de
Ponera, 7. Molí del Rano-Palancia 2, 8. La Gausa,
9. Corral dels Xurros, 10. Corral Mimín,
11. El Coscollar, 12. Vil·la de Sant Marc,
13. Partida de Tamarit o necrópolis del Grau Vell,
14. Grau Vell, 15. Alqueria de l’Advocat II,
16. Els Frares, 17. Els Partidors.
Figura 218. Poblamiento durante el período
romano bajoimperial en el área de Saetabis:
1. Font Blanca, 2. Alteret de Marinyet,
3. La Granja, 4. Sequer de Sant Bernat,
5. Necrópolis de Tisneres, 6. Benivaire Alt,
7. Villa romana de Benifaraig, 8. La Falquia,
9. Les Foies, 10. Camino romano, 11. Els Alters,
12. La Vila-Parc Comercial, 13. Entrada a
Novetlé, 14. Cantera de Buixcarró, 15. Calamau.
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Figura 219. Poblamiento durante el período romano bajoimperial en el área de Edeta: 1. Caseta dels peons caminers, 2.
Algepsar, 3. Villalba, 4. By Pass, 5. Mas de la Rosa, 6. Horta Vella.
En Saguntum parece paradójica la constatación de este
cambio de dinámica en el territorio cuando se documenta la expansión de la ciudad romana a partir de finales del siglo III d.C.
La reducción en el poblamiento es muy destacable, pues entre los siglos III-IV d.C. tiene lugar un proceso generalizado de abandonos y no se produce ninguna fundación nueva (figura 217). Aun así, la continuidad del modelo es evidente, pues
todos los asentamientos de esta fase tienen precedente en la fase
altoimperial y se sitúan en el llano litoral. El factor diferenciador
con la fase previa para este territorio es sin duda la desaparición
de los yacimientos en altura y la ausencia total de poblamiento
a lo largo de la ruta del Palancia que comunica la ciudad con el
interior y que se había potenciado en época altoimperial.
La ciudad, como se ha dicho, experimenta un periodo expansión y reestructuración del casco urbano bien documentado
a nivel arqueológico, pues a partir de finales del siglo III d.C. en
la parte baja se van a sustituir las áreas de culto por viviendas
(Melchor y Benedito, 2005).
A partir de finales del siglo III d.C., Saetabis vive una fase de
declive, aunque probablemente el núcleo pervivió, como se deduce de la existencia de asentamientos próximos49 y de su recu49 Entrada a Novetlé, posible villa de nueva creación, y La Vila-Parc
comercial.
peración posterior en época visigoda como sede diocesana, al
menos desde el III Concilio de Toledo, a finales del siglo VI d.C.
(Velasco, 2000). En su territorio (figura 218), a pesar del declive
de la ciudad y aunque predominan los abandonos, se producen
fundaciones,50 algo que no sucede en el resto de áreas analizadas
en este trabajo. Solo 11 asentamientos de la fase previa tienen
continuidad,51 entre los cuales al menos 3 villas52 que se van a
mantener activas hasta el siglo IV d.C. y en un caso hasta el
V d.C. (Els Alters). Otro asentamiento con continuidad hasta el
siglo V d.C. es el Sequer de Sant Bernat, aunque en este caso no
hablamos de una villa.
El territorio de Edeta (figura 219) sufre un mayor abandono
en este momento (refiriéndonos al área de estudio de esta tesis), lo que concuerda con los datos históricos de la capital, con
sólo 5 asentamientos en los siglos III-IV d.C. Las excavaciones
arqueológicas indican que, desde mediados del siglo III d.C.,
50 Alteret de Marinyet y Entrada a Novetlé y Les Foies (necrópolis,
probablemente adscrita a un lugar de poblamiento cercano que no
ha sido identificado).
51 Como son los casos de La Granja, ocupado en período republicano y altoimperial, y La Vila-Parc Comercial, ya existente en época altoimperial.
52 Benifaraig, Els Alters, La Vila-Parc Comercial.
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se abandonan gran parte de las viviendas de Edeta, que quedará
reducida al área noreste (correspondiente a la ampliación urbana de época Flavia). En esta zona se registra una necrópolis (C/
Bétera) que se va a mantener hasta al menos el primer tercio del
siglo IV d.C. (Escrivà, Martínez y Vidal, 2014). Posteriormente,
a partir de finales del siglo IV d.C. se produce el abandono de
la ciudad, documentándose sólo pozos votivos en el área norte.
Desde este momento y hasta finales del siglo V d.C., se produce
el máximo abandono del territorio.
La dinámica urbana de Valentia está bien documentada gracias a las intervenciones arqueológicas. A finales del siglo III
d.C., la ciudad sufre las consecuencias de la crisis que se reflejan
en destrucciones, incendios y abandonos. La zona norte de la ciudad se abandona y se reduce el perímetro urbano, abandonándose también el puerto fluvial. Aun así, las intervenciones arqueológicas han registrado una rápida recuperación de la vida urbana
que tuvo continuidad durante los siglos IV-V d.C. El territorio
de Valentia (figura 220) se integra en la provincia Cartaginense
después de la división provincial de Diocleciano (primer cuarto
del siglo IV d.C.). Como en el resto de territorios, se produce una
fuerte disminución del poblamiento, aunque también se dan algunas fundaciones. A pesar de la contracción en la ocupación del
territorio, el patrón del poblamiento es, en términos generales, el
mismo que en el periodo altoimperial. Al menos se dan 4 nuevas fundaciones,53 aunque van a pesar más los numerosos abandonos, de modo que solo 33 asentamientos tienen continuidad
desde la fase altoimperial. Se mantienen 9 villas siendo el resto
de asentamientos de tipo indeterminado a excepción de la Carencia, que pervive como una fortaleza o punto de control territorial. Aun así, el cambio de modelo económico se refleja en los
datos proporcionados por los escasos asentamientos excavados.
A modo de ejemplo la Villa del sector río, amplió sus instalaciones productivas y de almacenaje y su termas se convirtieron
en un espacio de hábitat (Verdasco et al., 2013: 58). Otra de las
villas mejor conocidas de este territorio, l’Horta Vella, también
sufre transformaciones. La natatio no mantiene su función original, la superficie de los baños termales se reduce y se crea un área
cementerial en una parte de los mismos mediante la construcción
de un ábside en el antiguo caldario (Jiménez et al., 2012).
A finales del bajo imperio (mediados del siglo IV-finales
del V d.C.), se produce una serie de cambios, continuando y
acentuándose el proceso de despoblación iniciado en el siglo
III d.C. En toda el área de estudio sólo se documentan 35 asentamientos y una ciudad: Valentia, pues Edeta ya se ha abandonado y tanto Saetabis como Saguntum están inmersas en una
fase de abandono progresivo. De las 8 necrópolis documentadas entre los siglos IV-V d.C., 6 pertenecen a la ciudad de Valentia. De las otras dos, una se sitúa en el puerto de Saguntum
(Grau Vell) y otra en Cullera, donde se mantiene un importante
núcleo probablemente asociado al puerto, como demuestra la
factoría de salazones y el asentamiento de Punta de l’Illa, precedente de un monasterio visigodo. Para todo el territorio se
fundan únicamente 2 asentamientos,54 de los cuales sólo Punta
de l‘Illa va a perdurar en época visigoda.
53 El Xopar, la Lloma de Museros, la Llobatera y Picassent (todos
indeterminados excepto Picassent, en cuyo casco histórico se hallaron en la década de 1950, restos de una necrópolis, seguramente
asociada a un lugar de habitación que se desconoce).
Respecto a Valentia, los siglos IV-V d.C. constituyen una
de las fases más desconocidas de la ciudad (Ribera, 2000a:
30-32), aunque de los datos arqueológicos se desprende que se
mantuvo la vida urbana y la imagen de la ciudad romana, mediante la conservación y reformas de los edificios de la etapa
imperial. Es ahora cuando, probablemente, la ciudad se erige
en sede episcopal, después del martirio y entierro del mártir
Sant Vicent, en el año 304 d.C. (Ribera, 2000a: 32). En el territorio se observan claras diferencias entre las zonas al norte
y al sur del Túria.
En el área septentrional hay un absoluto vacío de poblamiento, pues se han abandonado todos los emplazamientos de los
siglos III-IV d.C. a excepción de la Villa del sector Río y de l’Horta Vella: dos villas altoimperiales transformadas en granjas que
tendrán continuidad en época visigoda. La pervivencia de l’Horta
Vella en un área vacía de poblamiento se explica probablemente
por su emplazamiento estratégico en relación a la vía que une
Saguntum y Edeta pero en el área de influencia de Valentia.
Al sur del Túria se mantiene el poblamiento, aunque con
unos índices muy bajos, pues sólo se registran 9 asentamientos, lo que evidencia una espectacular reducción en la ocupación territorial desde finales del Alto Imperio. Aun así, destaca la creación del asentamiento de Punta de l’Illa. El escaso
poblamiento se articula en base a los límites del marjal de la
Albufera y las vías principales, tanto litorales como hacia el interior, manteniéndose bajo mínimos los ejes básicos del poblamiento anterior.
En Saguntum, después de la fase de expansión se produce el
abandono progresivo de la ciudad, pues desde finales del siglo
IV d.C. (Melchor y Benedito, 2005) no hay documentación de
ocupación urbana pero sí del abandono de los sectores norte y
este de la ciudad (Melchor y Benedito, 2005: 35; Hortelano,
1993: 256-257). Se plantea la hipótesis de un repliegue de la
población hacia la ladera norte, área que ocuparía posteriormente la ciudad medieval (Melchor y Benedito, 2005: 25). En el
territorio se registra un bajo nivel de ocupación pues, exceptuando la ciudad y el puerto, solo tenemos 4 registros todos con
precedente en la fase anterior: 2 villae (Els Partidors y El Racó),
una zona monumental en la Muntanyeta dels Estanys (de la que
se desconoce si está asociada a un núcleo de población) y el
asentamiento de Els Frares/Alqueria de l’Advocat II. En el siglo
V d.C., en consonancia con las dinámicas detectadas en la ciudad, se abandona el puerto del Grau Vell.
En lo que respecta a la antigua Edeta, en esta fase la ciudad
está totalmente abandonada y sólo se han registrado frecuentaciones de lo que fue el núcleo urbano altoimperial. Tampoco se
conocen registros en el territorio.
Para concluir, en esta fase y en términos generales, a pesar
de la marcada disminución del poblamiento rural y del declive
de las ciudades, se mantiene la estructuración territorial creada en época augustea, como pone de manifiesto el hecho de
que los asentamientos de esta cronología se relacionen tanto con las principales vías del territorio como con los ejes
de las centuriaciones, evidenciando la continuidad en el uso
de los mismos.
54 Cova dels moneders, Punta de l’Illa.
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Figura 220. Poblamiento durante el período romano bajoimperial en el área de Valentia: 1. Lloma de Museros o del Poble
o dels Alacrans, 2. La Sénia o Pla de Montalt, 3. Maquives o Sant Onofre, 4. Torrubero, 5. El Xopar, 6. El Pla de Foios,
7. Paretetes dels Moros, 8. By Pass, 9. Mas de la Rosa, 10. Mausoleo del Camí del Molí dels Frares, 11. Necrópolis de la
C/ Pepita, 12. Villa romana del Sector Río, 13. La Llobatera, 14. Villalba, 15. Cambrillas, 16. L’Alter I, 17. Mas del Jutge III,
18. Sant Gregori, 19. L’Hort de Pepica, 20. L’Alter o El Mas de Baix, 21. L’Alteró, 22. Silla, 23. Picassent, 24. Mas Reig II,
25. Font de Musa, 26. Villa romana de Musa, 27. Punta de l’Illa, 28. Barri de la Ràpita-Cullera, 29. Cova dels Moneders,
30. Els Xarcons, 31. Villa romana del Pou de la Sargueta.
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VI.3. PERÍODO VISIGODO (FINALES DEL SIGLO VFINALES DEL VIII)
Después de un período de inestabilidad durante el siglo V d.C.
(centuria de la que se tiene muy poca información histórica y
arqueológica), a partir de mediados del siglo VI d.C. Valentia
queda integrada en el reino visigodo de Toledo, con frontera
meridional en el Xúquer. Leovigildo establece un limes basado en establecimientos militares y en ciudades amuralladas
generalmente con funciones episcopales (Rosselló, 2000b:
132-133).
Aunque continúa la reducción del poblamiento siguiendo la
dinámica iniciada durante el Bajo Imperio, podríamos decir que
se frena ligeramente el proceso y se van a mantener los índices
de ocupación de mediados del siglo IV d.C.
Esta fase se puede definir a nivel de poblamiento por una
débil huella en cuanto a registros: 28 para toda el área de estudio,
una cifra ligeramente menor que la de finales del Bajo Imperio.
La mayor parte de los lugares habitados en este período tienen
precedente en época romana (Ribera et al., 2015: 9), aunque se
producen cambios en el modelo de ocupación territorial con
nuevas fundaciones,55 la recuperación de las ciudades abandonadas de Edeta y Saetabis (no así de Saguntum) y la reforma
y ampliación de algunos asentamientos, incluida Valentia cuyas
dinámicas urbanas están bien documentadas a partir de mediados
del siglo VI d.C.
La importancia estratégica de Valentia a partir del siglo
VI d.C. se refleja en su gran vitalidad urbana pues, en el 2º
cuarto de la centuria, el obispo Justiniano construye el complejo episcopal que se consolida rápidamente (Ribera y Roselló,
2009: 185). De hecho, la catedral de Valencia acogió un concilio
provincial en el año 546 bajo el reinado de Teudis, al que asistieron únicamente obispos de sedes litorales de la Cartaginense,
señal de la amplia autonomía de la sede respecto al poder central
(Ramos-Lissón, 1986). A mediados del siglo VI d.C. se produce
la conquista de parte de Hispania por los ejércitos imperiales
bizantinos y se establece en el río Xúquer el límite con el territorio visigodo. En el territorio de Valentia (figura 221), en este
momento hay al menos 9 asentamientos56 (sin contar la capital),
siendo con diferencia la zona más poblada de las estudiadas en
esta tesis. El predominio de los asentamientos rurales refleja la
continuidad de la explotación del territorio.
La segunda mitad del siglo VI d.C., es un momento de gran
inestabilidad debido a la reciente incorporación de Valencia
al reino visigodo de Toledo. A partir de este momento se observan claros signos de militarización del territorio para hacer frente al Imperio Bizantino, establecido al sur del Xúquer
(Rosselló, 1996). El asentamiento fortificado de València la
Vella es el exponente más antiguo de este proceso, pues su
fundación se data entre finales del siglo VI d.C. y principios
del VII d.C. Controla la vía de acceso al interior peninsular
formando parte, a su vez, de la línea defensiva de la capital.
Esta inestabilidad general se refleja también en la destrucción
a finales del siglo VI d.C. (supuestamente por parte de Leo55 Senda de l’Horteta, Cambra sepulcral del Romaní, Pla de Nadal,
València la Vella y El Punt del Cid.
56 Senda de l’Horteta, Horta Vella, Hort de Pepica, Punta de l’Illa,
Villa del sector Río, València la Vella, Els Alters, Cambra sepulcral
del Romaní, Cullera y València.
vigildo), del complejo monástico de Punta de l’Illa, erigido
pocos años antes a expensas del obispo Justiniano (Rosselló,
2000a: 145).
La inestabilidad continuará durante todo el período visigodo, lo que se refleja desde el siglo VII y hasta el VIII, entre otros
hechos, en la acuñación de moneda por parte de Valentia en el
marco de diversas campañas bélicas.
A partir del siglo VII el poblamiento en el territorio de Valencia se reduce drásticamente, pues a parte de la propia ciudad
solo se confirman 6 lugares habitados, algunos de los cuales
podrían ser el precedente de ciudades actuales: Horta Vella:
la villa romana ahora es una granja o un establecimiento de
carácter agrícola que pervivirá hasta finales del siglo VII (Jiménez et al., 2012); Villa del sector Río: la villa romana se
ha convertido en una aldea asociada a una pequeña iglesia,
posible precedente de la alquería andalusí de Paterna (Verdasco et al., 2011: 59-60); Cullera: donde se identifica un asentamiento probablemente portuario con continuidad desde el
bajo imperio. Para la fase visigoda se intuye la reducción de
su superficie; Hort de Pepica: asentamiento rural siglos V-VI
d.C., continuidad de la villa romana altoimperial, muy cercano
a Catarroja (Talavera, 2009; Alapont et al., 2014); Senda de
l’Horteta: posible castrum (Alapont, 2008) de nueva fundación que podría ser el antecedente directo de la actual Alcàsser;
Cámaras sepulcrales del Romaní, Els Xarcons y La Falquia,
cámaras sepulcrales de los siglos VI y VII d.C., probablemente
asociadas a asentamientos.
Para todo el período visigodo, se confirma la relación del
poblamiento con las principales vías de comunicación tanto litoral como hacia el interior de la península y sobre todo hacia la
Meseta, evidenciando el cambio de estructuración del territorio
a gran escala en el marco del Reino Visigodo de Toledo. En
cambio, a escala regional la relación del poblamiento con los
ejes de la centuriación romana confirma la pervivencia de este
sistema de estructuración durante todo el período visigodo.
Para la etapa final del período, entre finales del siglo VII d.C.
e inicios del VIII d.C., hay un gran desconocimiento del poblamiento y, sin tener en cuenta la ciudad de Valentia, solo se confirman 2 emplazamientos: Horta Vella y Pla de Nadal. La ocupación del Pla de Quart (que no va a tener continuidad después del
período visigodo), así como el alto porcentaje de abandonos de
asentamientos de la fase previa, sugieren que en este momento
hubo cambios en el patrón de asentamiento en el que destacan
las áreas del interior, probablemente en relación a las rutas hacia
el interior peninsular heredadas de fases previas.
En el año 754, Teodomiro, dux provincial del territorio de
Valentia, construye en el Pla de Nadal un espectacular recinto
residencial en el área del Pla de Quart, al oeste de la ciudad de
Valentia. Las bases de este fenómeno se asientan en el pacto de
Teodomiro (713), que permitió mantener el modo de vida visigodo durante los primeros años de ocupación andalusí, bajo un
sistema de gobierno local en que Teodomiro era el administrador de los impuestos que el territorio pagaba al emir de Córdoba
(Ribera et al., 2015: 36). Según algunos investigadores, el Pla
de Nadal es el reflejo de un modelo de sociedad protofeudal
(Rosselló, 1996: 444).
Las fuentes históricas señalan que Valentia fue destruida
entre los años 778 y 779 en el transcurso de una guerra civil, supuestamente en una razzia del ejército del emir Abd Al-Rahman I
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Figura 221. Poblamiento durante el período visigodo en el área de Valentia: 1. Horta Vella, 2. Pla de l’Arc o Casa de la
Cultura, 3. Villa romana del Sector Río, 4. Masia del Coronel, 5. València la Vella, 6. Pla de Nadal III, 7. Pla de Nadal,
8. La Torre II, 9. Pla de Nadal II, 10. Alto de la Serretilla, 11. C/ Sant Vicent 128-134, 12. Hort de Pepica, 13. Sant Gregori,
14. Mas del Jutge III, 15. Els Xarcons, 16. Cova dels Moneders, 17. Senda de l’Hoerteta, 18. L’Alter o El Mas de Baix,
19. Cambra Sepulcral de Sollana, 20. Punta de l’Illa, 21. Cullera.
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Figura 222. Poblamiento durante el
período visigodo en el área de Saguntum:
1. El Punt del Cid, 2. Villa del Racó,
3. Cabeçolet, 4. Partida de Tamarit o
Necrópolis del Grau Vell, 5. Grau Vell,
6. Alqueria del l’Advocat II, 7. Els Frares.
Figura 223. Poblamiento durante el
período visigodo en el área de Saetabis:
1. Font Blanca, 2. Sequer de Sant Bernat,
3. Convento del Corpus Christi, 4.
Camino romano, 5. Castellet,
6. Els Alters, 7. La Falquia.
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para aplacar una revuelta. Este momento se tiene como final
de periodo tardoantiguo e inicio del andalusí en el territorio de
Valencia (Ribera y Roselló, 2009: 202). Este hecho ha sido corroborado por las intervenciones arqueológicas, que confirman
la perduración de la ciudad hasta mediados del siglo VIII d.C.,
y se ha relacionado también con la destrucción de la residencia
de Teodomiro en el Pla de Nadal en 779.
Respecto a l’Horta Vella, el asentamiento rural se mantendrá activo orientado hacia la producción y posible comercialización de aceite local y estrechamente relacionado con Valentia. La razón de su continuidad desde la fase tardorrepublicana
pudo deberse al mantenimiento de la posición estratégica,
pues l’Horta Vella siguió constituyendo el centro del triángulo formado por Valentia, Saguntum y Edeta que siguieron
vigentes, aunque adaptadas al nuevo escenario geopolítico. La
continuidad de la ocupación va más allá del periodo que nos
atañe y documenta transformaciones de carácter defensivo entre los siglos VIII y X, que ponen de manifiesto la importancia
de este enclave hasta el establecimiento del califato cordobés
(Jiménez et al., 2012: 180).
Para la ciudad de Saguntum el núcleo de población se mantiene al menos hasta el siglo VI d.C. y probablemente hasta inicios del VII d.C. (Melchor y Benedito, 2005), aunque es difícil
considerarlo una ciudad, pues la mayor parte de las estructuras
urbanas están abandonadas. Saguntum acuñó moneda solo puntualmente, en un contexto de inestabilidad política a principios
del siglo VII (Aranegui, 2000: 123). Aunque la hipótesis no
ha sido corroborada, algunos autores interpretan que se pudo
dar una retirada de la población a la ubicación actual del casco
antiguo de Sagunt.
Estas dinámicas se corresponden con las del territorio
(figura 222) donde, en el siglo VI d.C., solo se documentan dos
lugares: El Racó (villa o establecimiento rural) y la Muntanyeta dels Estanys donde se ha documentado una posible basílica
del siglo VI (Arasa, 2000: 116). Para el siglo VII no se conoce
ningún dato arqueológico, a excepción de las acuñaciones de
Sagunt. Entre finales del siglo VII e inicios del VIII, se construye el Puntal del Cid, una fortificación en altura con posible
pervivencia en época andalusí emiral (Rodríguez, información
oral), siendo el único asentamiento conocido en la zona para
esta cronología.
A principios del siglo VI d.C. Saetabis pasa a formar parte del Imperio Bizantino, aunque existe un desconocimiento
total de las dinámicas urbanas de ese período hasta la conquista visigoda de la ciudad (a finales de la centuria). A partir de ese momento, las fuentes se refieren a la ciudad como
sede episcopal. El territorio asociado a la ciudad es poco
conocido (Velasco, 2000) y todo indica que el poblamiento
en esta fase es muy escaso (figura 223). A mediados del siglo
VI d.C. solo se conocen 3 asentamientos: Saetabis, Els Alters
y El Sequer de Sant Bernat. Este proceso se acentúa durante el siglo VII momento en que, a parte de la ciudad, solo
se documenta el Sequer de Sant Bernat y la cámara sepulcral de La Falquia (finales del siglo VI d.C o siglo VII d.C.
(González, 2001: 281)). Finalmente, para el siglo VIII no se
conoce ningún asentamiento ni hay datos arqueológicos, aunque sabemos que Saetabis entró en la esfera de Al-Andalus a
inicios de esta centuria, puesto que no estaba incluida en el
pacto de Teodomiro.
A partir del siglo V d.C. Edeta ya no existe como ciudad, al
menos en el emplazamiento de origen romano (algunos autores
han planteado un posible desplazamiento a la zona del actual
del casco antiguo de Llíria). A pesar de ello, en el siglo VI d.C.
se registra la ocupación del antiguo complejo monumental de
Mura donde las termas de la ciudad romana se reforman para
transformarse probablemente en un monasterio que pervivirá
hasta finales del siglo VII d.C. (Escrivà et al., 2001: 81-85). En
lo que respecta al territorio analizado en este trabajo, no se conocen asentamientos para el período visigodo.
En lo que respecta a la estructuración territorial, en todos
los territorios analizados la relación del poblamiento visigodo
con las principales vías heredadas del periodo romano se mantiene. Los asentamientos se vinculan con los ejes del sistema
centuriado, poniendo de manifiesto que siguieron en uso durante esta fase (al menos una parte de ellos). Incluso las nuevas
fundaciones como Pla de Nadal se ubican en función de vías de
la centuriación.
También tiene continuidad, aunque en menor medida, la
explotación de los humedales, manteniéndose la ubicación de
algunos lugares en los límites de los marjales tanto de Valencia
como de Sagunt.57
VI.4. PERÍODO ANDALUSÍ (FINALES DEL SIGLO
VIII-MEDIADOS DEL XIII)
Generalmente se considera que los territorios analizados en
esta tesis entran plenamente en la esfera de Al-Andalus a finales del siglo VIII (a excepción de Saetabis, que lo hizo a inicios de la centuria), particularmente el territorio de Valencia
que había tenido unas condiciones especiales debido al pacto
de Teodomiro.
Por tanto, el inicio del periodo andalusí para nuestra área de
estudio se sitúa en este momento, y no a inicios del VIII.
Para el período andalusí contamos con 353 registros, de los
cuales la mayoría se ha podido ubicar en tres fases.
-- El Emirato de Córdoba (siglos VIII-X) del cual solamente
se conocen 15 asentamientos
-- El Califato de Córdoba (X-XI), con 38 asentamientos conocidos.
-- Los Reinos de Taifa (siglos XI al XIII), con 280 asentamientos.
Finalmente, 61 asentamientos no se han podido adscribir a
ninguna de estas fases y han quedado definidos como andalusíes
cronológicamente indeterminados (gráfica 6).
La mayor parte de los asentamientos se conocen por las fuentes de la conquista cristiana que nombran los núcleos de población existentes en ese momento (primera mitad del siglo XIII).
Sólo en algunos casos se han efectuado intervenciones arqueológicas. De los 353 asentamientos, menos de la mitad (156) han
sido objeto de alguna intervención, entendida como estudio, excavación o prospección arqueológica.
Respecto a las fases emiral y califal solo se conocen
los asentamientos en los que se han realizado excavaciones arqueológicas (4 casos en la fase emiral y 12 en la fase
57 L’Alter/El Mas de Baix y Cambra Sepulcral de Sollana, en los marjales de l’Albufera. L’Alqueria del l’Advocat II y Els Frares en el
límite del marjal dels Moros.
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Andalusí
indeterminado
Andalusí
califal
Andalusí
taifa
Gráfica 6. Porcentaje de yacimientos andalusíes según clasificación cronológica.
califal) y aquéllos investigados por Esquilache en su tesis
doctoral, donde se analiza el origen y desarrollo de los sistemas de regadío y del parcelario de la Huerta de Valencia
(Esquilache, 2016). Este investigador propone 3 fases en la
construcción de la Huerta de Valencia, estableciendo relaciones de diacronía entre sistemas de regadío, áreas de irrigación y poblamiento. Hemos utilizado esta información para
ampliar los datos del poblamiento andalusí de los alrededores de Valencia para las fases emiral y califal, muy faltas de
datos arqueológicos.
Aunque algunos de los asentamientos del período andalusí
tienen precedentes en las fases romana y visigoda, se puede
decir que la mayor parte (a falta de datos arqueológicos que
indiquen lo contrario) son de nueva creación y obedecen a un
nuevo patrón de asentamiento determinado por los criterios
culturales de una sociedad muy diferente de las anteriores.
Además, la mayor parte de los núcleos fundados en este período son el origen de las poblaciones actuales.
Respecto al sistema de irrigación de la huerta de Valencia,
también integrado en este trabajo, su creación data del período
emiral, aunque el diseño se amplió durante el período califal,
pero sobre todo en la fase taifa, cuando se intensificó la ocupación del territorio y se encajaron nuevas áreas de regadío en
los intersticios.
vI.4.1. Fase eMIral (FInales del sIglO vIII-PrIncIPIOs del x)
A partir de finales del siglo VIII se detectan algunos cambios
en la estructuración del territorio en relación a los cánones de
la nueva sociedad que se ha instalado en él. Los clanes originarios del norte de África van a intervenir de manera determinante
sobre la estructuración de época romana, que se había mantenido en uso hasta ese momento, modificando algunos sectores,
pero manteniendo en uso gran parte de las estructuras, sobre
todo las principales vías de comunicación y muchos de los ejes
de las centuriaciones. De hecho, muchos de los asentamientos
emirales, aunque se sitúan por lo general en emplazamientos
nuevos, se ubicaron en función de ejes de la centuriación o
vías heredadas del período romano que articulaban el territorio.
Incluso la toponimia de muchos de estos primeros asentamientos andalusíes es latina (Esquilache, 2016). La instalación de
estos primeros núcleos de población se acompañó, en el área de
Valencia, de la construcción de diversos sistemas de irrigación
de derivación fluvial y las correspondientes áreas de irrigación
asociadas a los asentamientos. Estas intervenciones tan tempranas se asocian con el “transporte del paisaje” cultural bereber
a la Península Ibérica, donde las tribus del norte de África rápidamente implantaron las estructuras necesarias para la continuidad de su cultura, economía y estilo de vida en el nuevo
territorio. Los nombres de estos sistemas de irrigación también
se han podido asociar con los diferentes clanes que se implantaron en el territorio de Valencia y con los procesos migratorios
de las diferentes familias (Guinot, 2008a y 2008c; Esquilache,
2016, en prensa; Esquilache y Royo, en prensa). La lógica de la
construcción de los sistemas hidráulicos comportó, en la mayor
parte de casos, la eliminación de las estructuras romanas, aunque puntualmente se ha detectado la adaptación de los canales
al recorrido de algunas vías antiguas. Por otro lado, la instalación de los nuevos asentamientos tuvo como consecuencia la
reforma parcial de la red viaria mediante la creación de redes
radioconcéntricas que comunicaban los núcleos emirales.
El período del emirato de Córdoba se caracteriza en el Sharq
al-Ándalus por un débil o nulo control estatal pues se trata de un
territorio, como indican las fuentes de la época, ocupado principalmente por tribus bereberes, una sociedad constituida mayoritariamente por diversos clanes originarios del norte de África.
El panorama que se dibuja para toda el área de estudio en este
momento refleja una actividad muy limitada con una ocupación
débil (figura 224), aunque relevante desde el punto de vista de
la evolución del territorio.
El desconocimiento que tenemos de este periodo es evidente, pues las excavaciones arqueológicas que han documentado ocupación de diversos lugares en este período, revelan la
posibilidad de que aparezcan nuevos datos a medida que se
desarrollen más trabajos. Este es el caso del Sequer de Sant
Bernat, en el área al sur de Xúquer (figura 225), donde las
excavaciones documentaron la fase final del asentamiento
(una posible granja en este momento), en torno a finales del
siglo IX o principios del X. Lo mismo ocurre en l’Horta Vella, asentamiento de origen romano imperial con continuidad
durante la tardoantigüedad y el período visigodo y cuya última fase, datada entre los siglos VIII y IX, viene representada por la reutilización del frigidario de las termas como torre de vigilancia asociada a los caminos de la Calderona y de
Sagunt a Llíria. Al norte, solo se conoce la fortificación del
Puntal del Cid que probablemente data del siglo VIII, bien a
finales del período visigodo, bien a inicios del andalusí. En
todo caso, estaría relacionada con una fase de inestabilidad
política y no tuvo continuidad.
En cuanto a Valencia, la información arqueológica procedente de las numerosas excavaciones realizadas en las últimas
décadas confirma la ocupación del lugar, aunque tal vez al menos durante el siglo VIII no estemos hablando de una verdadera
ciudad (Torró, 2009: 159). Las fuentes contemporáneas hablan
de Madinat al-Turab (la ciudad de tierra, o polvorienta) haciendo referencia a su estado de abandono general, una denominación que seguirá vigente hasta el siglo XI (Torró, 2009: 160).
Esta información se ha corroborado a partir del registro arqueológico que para esta fase es muy escaso, aunque revelador. Para
mediados del siglo IX se ha documentado cierta actividad en
la capital: diversos canales de la acequia de Rovella, talleres
de curtido de pieles y fosas para expoliar material constructivo
romano y visigodo.
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Figura 224. Poblamiento durante el período emiral (siglos VIII-X) en el área de Madinat al-Turab.
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Figura 225. Poblamiento durante el período andalusí en el área de Satiba: 1. Alzira, 2. Mulata, 3. Llombai, 4. Catadau, 5. Carlet, 6. L’Alcúdia,
7. Guadassuar, 8. Massalavés, 9. Benimuslem, 10. Alberic, 11. Polinyà del Xúquer, 12. Riola, 13. Corbera del Xúquer, 14. Llaurí, 15. Alcudiola,
16. Sant Joanet, 17. Senyera, 18. L’Ènova, 19. Alcàntera del Xúquer, 20. Alcúdia de Crespins, 21. Genovés, 22. Anna, 23. Barx.
Durante este período la denominación Balansiya se refiere
más al territorio que a la propia capital. Una descripción de la
primera mitad del siglo X, conocida a través de una traducción romance tardía, se refiere a Balansiya como el territorio
comprendido entre el río Millars y las montañas de Alcoi: “una
tierra llana, atravesada por el río Júcar, con grandes villas fuertes y castillos”, entre los que menciona los de Alzira, Xàtiva,
Morvedre (Sagunt) y el «de Tierra» en primer lugar (Torró,
2009: 160). Se trata de un territorio políticamente muy inestable durante todo el emirato: en 778-779, Madinat al-Turab
fue arrasada por el primer emir omeya de Córdoba, Abd alRahman I cuando reprimía una revuelta local y en las décadas
siguientes se sucedieron otras resistencias de las tribus bereberes, que limitaron el alcance de la autoridad cordobesa en la
región y que se prolongaron hasta la instauración del califato,
ya entrado el siglo X.
El proceso de creación de nuevos núcleos de poblamiento
y estructuración territorial se inició a finales del siglo VIII,
pero se desarrolló durante las siguientes centurias con la ampliación de los sistemas de irrigación y de los sistemas viarios
radioconcéntricos.
En lo que respecta a la baja la densidad poblacional del periodo previo, la facilidad con que los bereberes eligieron los
espacios a ocupar parece corroborarla. Estos espacios idóneos
para las prácticas agrarias que iban a implantar representaban
una novedad radical respecto al sistema agrario de tradición romana (Torró, 2012b: 149).
VI.4.2. Fase Califal (principios del siglo X-principios del XI)
El Califato de Córdoba coincide con un cambio en el patrón de
asentamiento y con la ampliación de los sistemas primigenios
de regadío. A partir del siglo X, el Califa somete militarmente
a las tribus del Sharq al-Andalus, aumentando la presencia y el
intervencionismo estatal a través de una administración regional
más fuerte (Esquilache, 2016: 206). Por este motivo se plantea
que detrás de las ampliaciones de la huerta así como de la aparición de una verdadera vida urbana en Balansiya, pueda estar el
Estado (Torró, 2012b: 148).
Durante el período califal se produce un cambio importante
en las dinámicas de ocupación con la transformación de Balansiya en una auténtica ciudad. El impulso del urbanismo en esta
fase también se refleja en el territorio, donde aumenta significa-
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Figura 226. Poblamiento durante los períodos andalusíes califal y taifa (siglos X-XIII) en las áreas de Balansiya
y Lyria: 1. Horta Vella, 2. Montcada, 3. Benifaraig, 4. Carpesa, 5. Soternes, 6. Rascanya, 7. Orriols, 8. Forn
d’Alcedo, 9. Sedaví, 10. Aldaia, 11. Vistabella-Picanya, 12. Massanassa, 13. Catarroja, 14. Bofilla, 15. Albal,
16. L’Alter-El Mas de Baix, 17. Silla, 18. Alcàsser, 19. Cullera, 20. Benissanó, 21. Benaguasil, 22. Alqueria
d’Aldaia, 23. Torre de Felx (ubicación aproximada), 24. Vilamarxant, 25 Riba-roja del Túria, 26. Bétera.
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Figura 227. Poblamiento durante el período andalusí en el área de Morvedre/Murbiter (Sagunt): 1. Albalat dels Tarongers, 2. Gilet, 3.
Serra, 4. Segart, 5. Nàquera, 6. Puçol, 7. Benavites, 8. Benicalaf, 9. Quart de les Valls, 10. Quartell, 11. Benifairó de les Valls.
tivamente el número de asentamientos (figura 226) a la vez que
se amplían los sistemas de irrigación de la fase emiral y se crea
el de Rascanya.
A lo largo del siglo X, Balansiya se convertirá en residencia
habitual de los gobernadores y se construirá el alcázar o sede de gobierno, cuya existencia es mencionada explícitamente por diversas fuentes a inicios del siglo XI. La edificación del alcázar se relaciona con la reorganización de la antigua zona episcopal, que se
había iniciado ya a fines del siglo IX. Además la construcción del
mercado en este momento es muy significativa, ya que pone de
manifiesto una ligera reactivación comercial (Torró, 2009: 160).
El aumento del poblamiento en esta fase es evidente pues
de 15 asentamientos conocidos para la fase previa, se pasa a 39,
predominando claramente los núcleos los de carácter rural. La
intensificación en el poblamiento se centra sobre todo en el área
de Valencia, que aglutina 30 asentamientos, todos ellos en la
llanura litoral (excepto Cullera).
Al norte, en el territorio vinculado a Morvedre (Sagunt),
solamente se registran dos asentamientos (El Molló II y La
Frontera III) además de la propia ciudad, que en este momento, según Ibn Hayyan (929), tiene un castillo en altura de estructura sorprendente (Torró, 2012b: 147). En esa referencia
de Ibn Hayyan se incluye también el castillo de Xàtiva en cuyo
territorio se conocen únicamente 4 asentamientos para este período (figura 227).
VI.4.3. Fase Taifa (principios del siglo XI-segundo cuarto
del XIII)
El repentino desplome del aparato de poder califal, acaecido
tras la deposición de Hišâm II en 1009, permitió que Balansiya, una modesta sede gubernativa, pasase a ser la capital
de un emirato autónomo. En época de Abd al-Azîz (10211061) se produce la estabilización del emirato taifa de Balansiya como poder regional. El emir amirí hizo reformar el
alcázar y edificar la almunia, un suntuoso palacio de recreo
con jardines y albercas, apartado de la ciudad, al norte del
Túria/Guadalaviar. También fortificó la ciudad, con un recinto amurallado al mismo tiempo que se edificaban varios
arrabales extramuros.
Los cambios de esta fase conllevaron el abandono de la
proporcionalidad en el diseño del regadío, masificando las
áreas de cultivo irrigado mediante el encaje (a veces forzado) de espacios hidráulicos nuevos entre los preexistentes y
también mediante el añadido de otros espacios situados antes de los partidores proporcionales. Además, muchos de los
añadidos ya no estaban vinculados a alquerías sino a reales
(fincas de esparcimiento de la oligarquía de las ciudades andalusíes). Algunos autores han apuntado al desarrollo de la ciudad y el Estado como probable explicación para estos cambios
(Esquilache, 2016).
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A partir del siglo XI se puede hablar de un verdadero desarrollo de los centros urbanos del Sharq-Al-Andalus. El crecimiento no se limita a las ciudades ya que otros núcleos de segundo orden como Llíria, Alzira y Morvedre (Sagunt) presentan
también características urbanas (fortificaciones, mercados, presencia de funcionarios y magistrados) que se mantendrán hasta
la conquista cristiana (Torró, 2012b).
Es en este período cuando se da la verdadera expansión
territorial andalusí con 280 asentamientos documentados en
nuestra área de estudio, habiéndose sextuplicado los registros
respecto de la fase califal. La mayor parte de ellos son alquerías,
seguidas por los asentamientos indeterminados, fortificaciones
y asentamientos rurales.
El patrón de asentamiento evidencia la preferencia por
las llanuras aluviales donde se concentra la mayor parte del
poblamiento, de manera más acentuada que durante el período califal. También se detecta la estrecha relación de algunos
asentamientos con los cursos hídricos y con la explotación de
los marjales y se reactiva el poblamiento en las áreas de montaña (sobre todo mediante enclaves nuevos) en relación con las
vías naturales de tránsito hacia el interior peninsular, algunas
de ellas de carácter regional. También se documentan algunos
casos de reocupación de lugares que habían sido núcleos de
población en los períodos ibérico, romano y visigodo, como es
el caso de Llíria58 o Bétera.
Este patrón de poblamiento está firmemente consolidado a
inicios del siglo XIII, cuando se produce la conquista cristiana,
de modo que queda bien reflejado en las fuentes de este momento y en las inmediatamente posteriores. Éstas son el registro
principal del que se deduce la cronología de muchos asentamientos habitados en la actualidad, a falta de intervenciones
arqueológicas que aporten más información. El modelo se va
a mantener (con ligeros cambios durante el periodo feudal y en
época moderna) hasta la actualidad, de modo que la mayor parte
de los asentamientos en este momento son el precedente directo
de las poblaciones actuales.
En relación a la estructuración heredada del período antiguo, a medida que se va intensificando el poblamiento con nuevas fundaciones se amplía la red viaria radial y también la red de
sistemas de irrigación y las áreas de cultivo asociadas. Aun así,
se sigue documentando el uso de las principales vías de época
romana y de los ejes de la centuriación, pues muchos de los
nuevos asentamientos se ubican en función de vías del sistema
romano. Sin embargo, la conservación de los ejes antiguos es
menor en las áreas donde la estructuración territorial andalusí
tuvo más incidencia y en las cuales las estructuras antiguas fueron modificadas o bien desaparecieron.
VI.5. EL IMPACTO DE LA COLONIZACIÓN FEUDAL
Después de la conquista cristiana, las modificaciones en el paisaje cultural heredado de época andalusí van a ser muy notables, aunque las estructuras previas se van a mantener en su
mayoría. La ampliación de los sistemas de irrigación a partir
de la conquista va a seguir desarrollándose, aunque sobre la
base de las estructuras andalusíes (muy difíciles de modificar).
Lo mismo sucede con la red viaria radial que presumiblemente siguió en desarrollo mediante el añadido de vías según las
necesidades propias de este periodo y la comunicación con los
nuevos asentamientos.
En lo que se refiere a asentamientos por lo general se mantienen los lugares fundados en la etapa previa, aunque algunos
de ellos se abandonan y también se producen varias fundaciones. Los marjales se van a desecar para ganar tierras agrícolas
y, dentro de las nuevas áreas de irrigación, el parcelario se verá
modificado siguiendo una lógica feudal, aunque las áreas de
regadío de origen andalusí se mantienen intactas. Bajo el reinado de Jaume I, inmediatamente después de la conquista, se
realizó una reparcelación de la Huerta para el reparto entre los
colonos de las tierras expropiadas a los musulmanes. Los sogueadores del rey, bajo la base de la métrica feudal, dibujaron
una nueva estructura de la propiedad (Guinot 2007), aunque en
muchos lugares tuvieron que esforzarse para incluir este nuevo
sistema en un paisaje ya construido (y con unos criterios totalmente diferentes).
Aun así, la mayor parte de los ejes viarios romanos que se
habían mantenido en uso hasta el período andalusí van a continuar estándolo pues no se produjo ninguna modificación de la
red viaria a gran escala hasta finales del siglo XVIII y posteriormente en los siglos XIX, XX y XXI. Los principales ejes rectores de la estructuración territorial y parcelaria se conservaron
hasta la actualidad.
58 Donde no hay datos arqueológicos que documenten ninguna ocupación entre los siglos VII-XI.
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VII
Conclusiones: la formación del paisaje cultural
de la llanura de Valencia
El paisaje cultural valenciano es uno de los de mayor importancia a nivel europeo debido a la intensa ocupación humana, así como a su compleja evolución histórica. Por este motivo,
desde mediados del siglo XX, ha sido objeto de numerosos trabajos de investigación desarrollados desde múltiples disciplinas científicas.
Uno de los aspectos que más interés ha suscitado es el de su
origen cultural, habiéndose interpretado como romano o andalusí, según la época y corriente historiográfica.
La metodología aplicada en esta tesis doctoral ha permitido, por primera vez en la historiografía valenciana, analizar el territorio a gran escala y desde una perspectiva global,
multidisciplinar y diacrónica. El paisaje se interpreta como
un palimpsesto que incluye elementos de diferente tipología
y cronología, habiéndose configurado en una lógica evolutiva
determinada que ha conllevado la conservación de algunos elementos y la desaparición de otros.
En el desarrollo de esta tesis se han realizado diversos trabajos.
En primer lugar, el vaciado y consulta de todos los trabajos realizados hasta la fecha sobre el territorio de Valencia en
diversas cronologías y con diferentes enfoques y metodologías. También se recogieron todos los datos y documentación
de interés para el desarrollo del trabajo: cartografía moderna e histórica, ortofotografías actuales y fotografías aéreas
históricas, datos arqueológicos (Inventario de la Conselleria
de Cultura de la Generalitat Valenciana, Planes Generales de
Ordenación Urbana y publicaciones científicas y de divulgación) y etnográficos.
Para esta recopilación se han diseñado varias bases de datos que han sido integradas en un programa SIG (ArcGIS) con
el que se ha desarrollado la mayor parte del trabajo de la tesis.
El vaciado de todas las estructuras del paisaje (red viaria
principal y secundaria, límites de parcela, red hidrográfica,
etc.) ha representado la mayor parte del trabajo de esta tesis
junto con el posterior análisis arqueomorfológico, seguidos por
el vaciado de la información arqueológica y etnográfica y el
análisis del poblamiento histórico.
Este trabajo previo fue imprescindible para la realización
de las prospecciones, pues en base a él se pudieron elegir las
zonas potencialmente buenas y además los datos generados en
éstas se pudieron integrar a posteriori en el proyecto SIG. La
recogida de datos durante el trabajo de campo se realizó mediante el programa GISCloud que permitió un rápido registro
en campo además de una fácil integración posterior de la información en el proyecto SIG con la incorporación de fotos de los
puntos de mayor interés. También se utilizaron las aplicaciones
de Smartphone Terrain GIS y Google Maps.
Es la primera vez que se realizan prospecciones arqueomorfológicas y arqueológicas en un análisis diacrónico del territorio de Valencia, a excepción de las prospecciones intra site
que realizó Pingarrón en los años 80 del siglo XX y del trabajo
de campo llevado a cabo por el equipo de E. Guinot dentro de
la metodología de la arqueología hidráulica. La comprobación
sobre el terreno de las hipótesis sobre centuriaciones, tampoco
se había hecho con anterioridad. Las prospecciones han permitido corroborar, en varias zonas del área de estudio, la antigüedad de las trazas interpretadas en el análisis arqueomorfológico como parte de sistemas centuriados. Las dificultades
en la realización del trabajo de campo se derivaron bien del
abandono (y desaparición) de algunas estructuras, bien de las
reformas modernas que han eliminado las características históricas de algunas vías. El análisis en SIG y la incorporación
de datos multiproxy (paleoambientales, etc.) fue determinante
en la elección de las áreas que podían ofrecer buenos resultados en las prospecciones, pues muchos de los lugares donde
se identificaron estructuras interesantes se encuentran actual199
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mente dentro de áreas urbanizadas (y por tanto esos elementos
se han destruido o bien modificado) o bien se hallan en áreas de
llanura aluvial con potente sedimentación histórica.
El trabajo de campo ha permitido mejorar el conocimiento
de la zona y definir con más detalle los datos arqueológicos
de los que disponíamos en un principio. Las prospecciones arqueológicas se han realizado únicamente en los asentamientos
romanos relacionados con las centuriaciones de Valencia, en
primer lugar para corroborar que realmente lo estaban (definición de áreas de dispersión de materiales y relación con los ejes
viarios) y en segundo lugar para caracterizar las cronologías,
ya que los registros oficiales presentaban algunas deficiencias
en la información (como indefinición de la cronología, falta
de indicación de los materiales arqueológicos hallados, etc.).
La prospección arqueomorfológica ha permitido corroborar la
antigüedad de las vías asociadas a la centuriación, cuya datación se ha realizado mediante la combinación del análisis
del poblamiento y el análisis metrológico y la correlación de
estos datos con las dinámicas urbanas de las ciudades a las que
están asociadas.
También presenta una novedad en los análisis sobre las
centuriaciones valencianas, la integración del análisis de documentación histórica. A pesar de las restricciones de tiempo y
de la complejidad del registro (pues la mayor parte de la documentación referente a vías y catastros no está editada y tampoco clasificada, además de hallarse en diferentes archivos), los
documentos consultados que datan de finales del siglo XVII e
inicios del XIX, han permitido identificar cuáles eran las características de los caminos históricos cercanos a la ciudad de
Valencia, antes de las reformas de época moderna, una zona
donde ha sido imposible efectuar prospecciones debido a las
profundas transformaciones urbanísticas recientes derivadas
de la ampliación urbanística de la ciudad y los municipios del
área metropolitana.
Uno de los aspectos que esperamos integrar próximamente
son los datos paleoambientales derivados de dos sondeos palinológicos realizados en la Albufera y el Marjal dels Moros.
Actualmente la mayor parte de información paleoambiental
disponible para los territorios analizados se deriva de análisis
sedimentológicos y geomorfológicos. Pero para caracterizar
mejor el impacto de las centuriaciones, así como de las diferentes ocupaciones del territorio, es necesario disponer de datos
palinológicos que permitan entre otras cosas, identificar cultivos y áreas no cultivadas. También sería muy interesante poder
trabajar los perfiles litoestratigráficos de interés documentados durante las prospecciones arqueomorfológicas en algunas
vías erosionadas. Aunque los puntos que se han caracterizado
como potencialmente buenos para este tipo de análisis son pocos, sería muy interesante trabajarlos pues, además de permitir
caracterizar mejor la geomorfología y los procesos sedimentológicos identificando paleosuelos, permitiría datarlos mediante
la técnica del C14, si se encuentra el material adecuado. Este
tipo de análisis ha sido aplicado en el Camp de Tarragona y en
el Empordà con resultados positivos, permitiendo datar los diferentes niveles de suelo y las primeras fases de uso de las vías.
También han quedado pendientes de ampliación las prospecciones arqueológicas a otros yacimientos de interés (además de los ya prospectados en el marco de esta tesis) y la comprobación de la ubicación de algunos asentamientos que se
conocían mediante datos antiguos y cuyo emplazamiento no
se ha podido clarificar mediante el trabajo de campo (por ello
hemos propuesto ubicaciones alternativas -no comprobadas- en
función de otros datos como el análisis arqueomorfológico).
La metodología utilizada en esta tesis ha demostrado ser
útil y el trabajo ha conseguido mostrar las relaciones entre los
datos arqueológicos y los procesos históricos de los paisajes
culturales analizados, un aspecto que no se había hecho con
anterioridad, al menos para la época antigua. La aplicación de
esta metodología ha proporcionado resultados multiescala y
diacrónicos que son novedosos para los territorios analizados.
En este sentido el análisis más completo se ha realizado
en el territorio histórico de Valencia, donde se han podido caracterizar todos los procesos antrópicos a nivel de ocupación
y estructuración territorial desde la protohistoria hasta el período feudal, incluyendo la relación de los asentamientos con
las estrategias de ocupación territorial y con los cambios en la
concepción del territorio y en su articulación.
La gran cantidad de información manejada (por ejemplo,
más de 200 registros arqueológicos) ha sido positiva, pero también una desventaja, pues el manejo y análisis de tal cantidad
de datos ha sido costoso en términos de inversión de tiempo,
aunque ha permitido elaborar un discurso mucho más integrador, completo y fiable.
El análisis arqueomorfológico desarrollado ha permitido
caracterizar los procesos de imbricación de las diferentes estructuraciones territoriales, centrándose principalmente en la
red viaria y en los sistemas hidráulicos de irrigación. Esto ha
permitido diferenciar diversas morfologías entre los conjuntos
y asociarlas a períodos culturales concretos. Esta información
se ha combinado con el análisis del poblamiento histórico (mediante la incorporación de datos arqueológicos, etnográficos y
documentales) y su relación con las estructuras viarias y de
irrigación, así como con la incorporación de otros estudios que
han analizado en profundidad la evolución de la construcción
de la Huerta de Valencia. Estos análisis se han completado con
la incorporación de datos paleoambientales y el análisis de documentos históricos.
Queda probado que el origen del paisaje cultural actual de
València, Xàtiva y Sagunt se encuentra en varias intervenciones de época romana centuriaciones, implantadas en las áreas
de llanura aluvial. Las principales vías heredadas de este período y algunas de periodos anteriores (ibérico e incluso bronce)
se mantuvieron en uso después de la desaparición del Imperio
romano, pues la estructuración territorial definida en esa época
seguía teniendo sentido (aunque con algunas modificaciones)
para las sociedades que ocuparon el territorio con posterioridad. Este hecho se documenta por ejemplo en las dinámicas del
poblamiento tanto de la fase visigoda como andalusí y feudal.
Las propuestas de centuriación presentadas en esta tesis
para Valentia y Saetabis difieren de las que se conocían hasta
la actualidad. Particularmente importante es la revisión crítica
que ha permitido superar las propuestas de Ricardo González Villaescusa. La nueva arqueomorfología aplicada en este
trabajo contrasta con la metodología tradicional desarrollada
en los años 80 por el grupo de Besançon, ampliamente cuestionada desde los años 90: un método que facilitó interpretaciones erróneas. Esta metodología fue aplicada por González
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en líneas generales para formular las hipótesis sobre las centuriaciones de Valentia (y también de Saguntum y Saetabis)
conocidas hasta la fecha.
Volviendo a las fases de formación de este paisaje histórico,
la segunda de ellas data del periodo andalusí, momento en que
se establece un patrón de asentamiento diferente y se modifica la estructuración territorial con la construcción de redes
viarias radioconcéntricas que borran o transforman algunas de
las vías antiguas. A pesar de ello, las principales vías de comunicación y ejes de las centuriación se mantienen en uso, como
muestra la distribución de gran parte del poblamiento andalusí
en función de las vías del sistema centuriado.
En este momento también se construyen los sistemas de
irrigación de derivación fluvial de la Huerta de Valencia, que
impactan sobre la conservación o eliminación de las centuriaciones de la misma manera que la reforma de la red viaria. En
las áreas donde la implantación de los sistemas de regadío y las
redes viarias radioconcéntricas es más fuerte, las estructuras
antiguas se ven afectadas en mayor medida, aunque la continuidad del uso de gran parte de las mismas va a ser decisiva
para su conservación.
El patrón de poblamiento instaurado durante este período
sigue vigente en la actualidad, pues la mayor parte de los asentamientos creados entre finales del siglo VIII y el siglo XI son
el origen de los municipios actuales. Esto es así a pesar de que
hubo algunos abandonos ya durante el período andalusí y tras
la conquista cristiana, y también algunas fundaciones nuevas
en el período feudal. También se dan casos de asentamientos
creados con anterioridad, durante el período visigodo, romano
o incluso ibérico, que van a tener un gran desarrollo durante las
etapas andalusí y feudal.
Los procesos desarrollados a partir del siglo XIII por parte
de la sociedad feudal acabaron de dar forma al paisaje cultural,
sobre la base de la red viaria romana y las centuriaciones por
un lado y de los sistemas de irrigación y la red viaria andalusí
por otro. En este período se ampliaron las aéreas de irrigación
a terrenos que habían sido de secano durante la fase andalusí,
ocupando todos los intersticios mediante la creación de nuevos
canales, la ampliación de los ya existentes y la creación de nuevas áreas de regadío. También el parcelario se modifica pues,
aunque se conservaron las áreas de regadío andalusíes con la
morfología original, las nuevas zonas de cultivo irrigado se
construyen según los parámetros de la sociedad feudal. También se producen desecaciones de marjales (que previamente se
usaban para fines ganaderos, pesqueros o de explotación industrial) con la finalidad de ganar tierras de cultivo.
Las últimas grandes actuaciones en la estructuración territorial tuvieron lugar a partir del siglo XVIII. A finales de
esa centuria se produjo la reforma de la red viaria principal
mediante la reparación de algunas vías o la construcción de
nuevas, como sucedió con el Nuevo Camí Real que pasó a sustituir al antiguo con un nuevo recorrido actualmente vigente. A
pesar de ello, a nivel general, ni la estructuración territorial ni
los sistemas de regadío se modificaron sustancialmente. Finalmente, durante los siglos XIX y XX tuvo lugar la construcción
de las vías férreas y las grandes carreteras que afectaron en
gran medida la articulación histórica del territorio, así como la
concepción del mismo por parte de los ciudadanos y alteraron
la identificación de la sociedad valenciana con su paisaje histó-
rico. También los procesos de crecimiento urbano y las transformaciones agrícolas experimentadas en las últimas décadas,
han transformado profundamente el paisaje, alterando sus características históricas y destruyendo parte de los elementos
heredados de períodos anteriores que hasta ese momento se
habían conservado.
Se podría decir que la gran aportación de esta tesis es la
identificación de varias centuriaciones en los territorios de Valentia, Saguntum y Saetabis (y la ausencia de centuriaciones
en el territorio de Edeta, como había propuesto González Villaexcusa) y la contrastación de estos resultados con hipótesis
anteriores hasta ahora no rebatidas. Otro aspecto relevante y
novedoso es la caracterización, datación y evolución de estas
estructuraciones. Asimismo, la aportación sobre el recorrido
de la Vía Augusta en el territorio de Valentia es muy destacable
pues, como se ha visto, había numerosos interrogantes sobre su
recorrido en esa zona y las hipótesis nunca habían sido contrastadas. El análisis arqueomorfológico así como la cartointerpretación han posibilitado la identificación del recorrido de esta
vía, además de la caracterización de un sector conservado de
su bifurcación por la costa, la cual rodeaba la Albufera pasando
cerca de Cullera en dirección a Dianum.
Respecto al impacto que tuvieron las centuriaciones en el
paisaje, quedan algunas dudas pues como hemos dicho, queda
pendiente la incorporación de los análisis paleoambientales de
los sondeos realizados tanto en l’Albufera como en el Marjal
dels Moros. En esta tesis ha quedado demostrado cómo la implantación de estas macroestructuras en el territorio tuvo un
impacto determinante en la distribución del poblamiento que,
en el caso del territorio de Valentia, desde el cambio de era,
pero sobre todo a partir de mediados del siglo I d.C. se ubicó
en función de los ejes de la centuriación. En lo que respecta a
la funcionalidad de las centuriaciones romanas, otros trabajos
han señalado el carácter simbólico o ideal de la implantación
de esta clase de estructuras, demasiado amplias para tener en
su totalidad un uso únicamente económico. En nuestro caso
de estudio, las centuriaciones documentadas abarcan un área
excepcionalmente amplia, pero para poder hacer este tipo de
interpretación tendremos que remitirnos a los paralelos más
cercanos, que son Barcino, Tarraco y Emporiae.
La incidencia de las centuriaciones en estos tres casos ha
podido ser bien caracterizada gracias a los estudios polínicos realizados (Riera, 1995; Palet et al., 2011: 181-182; Palet
y Orengo, 2011; Palet et al., 2012). En el caso de Barcino los
diagramas polínicos indican que no hubo una deforestación generalizada a escala regional y que el paisaje romano se caracterizaba por la importancia de las masas forestales y la limitada
representación polínica de cultivos. Estos análisis sugieren la
existencia de una agricultura intensiva y localizada en pequeñas superficies que habría implicado una puntual transformación del espacio.
También en el ager tarraconensis los diagramas polínicos
de los sondeos realizados en la Sèquia Major de La Pineda
mostraron una recuperación de la masa forestal durante el
período romano, así como una representación muy limitada
de taxones asociados a cultivos, tras una fase de potentes deforestaciones durante el periodo Ibérico Pleno (Riera et al.,
2010: 170). Tampoco se documentaron valores destacables de
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actividad ganadera. En lo que respecta a Emporiae, el sondeo
realizado en el Estany de Castelló mostró dinámicas similares
(Ejarque, 2016).
Estos estudios permiten realizar una reflexión sobre el
significado y función del paisaje centuriado, pues constatan
que, aunque se documenta una fuerte organización espacial
mediante el modelo de la centuriación, ello no conllevó la explotación de la totalidad del territorio centuriado, sino que se
identifican explotaciones intensivas entorno a determinadas
áreas. La concepción del sistema de la centuriación ha resultado también reveladora en el caso de Tarraco pues parece que la
concepción de la centuriación como diseño unitario responde
a factores de tipo cultual y de representación del modelo de
ciudad romana ideal y no a factores estrictamente económicos
(Palet et al., 2011: 183). Todo ello indica que hay que entender
las centuriaciones también desde una perspectiva ideológica,
puesto que representaban una verdadera apropiación del paisaje fundamentada en un ideario simbólico de éste. Según Palet
y Orengo, las centuriaciones no solamente tenían “una finalidad planificadora, sino que también simbolizaban un modelo o
“idea” sobre cómo se había de concebir y organizar el territorio
de una ciudad romana” (Palet et al., 2011: 183).
Finalmente, la hipótesis lanzada por algunos autores obre
desecaciones de marjales en época romana, no se ha podido
corroborar mediante los análisis realizados, sino al contrario.
Tanto las trazas conservadas como el análisis del poblamiento
muestran que el uso de las zonas húmedas se orientó al aprovechamiento de los recursos naturales que éstas ofrecían: caza,
pesca y explotación de la sal. En el caso de los marjales de la
Albufera también su aprovechamiento se relacionaba con la navegación por la laguna hasta la ciudad mediante el paleocanal
del Turia que desembocaba, hasta el siglo XIV, en la propia
laguna y que permitía el acceso a la ciudad de Valencia desde el
mar. Creemos que los humedales no fueron sometidos a intervenciones de drenaje y desecación, como sí se ha documentado
en otros casos (Berger y Jung, 2001).
No queremos terminar sin hacer una reflexión de tipo social
y patrimonial. Esta tesis doctoral ha dado valor a las centuriaciones como elemento esencial y primigenio en la construcción
del paisaje histórico de Valencia y podría ser una herramienta útil para la integración de las estructuras conservadas de
la centuriación en el patrimonio valenciano como elementos
patrimoniales a catalogar y proteger. Planteamos por tanto la
inclusión de las estructuras de las centuriaciones en los diversos programas de protección, puesta en valor y difusión del patrimonio de las diversas instituciones valencianas, tal como se
ha hecho para la Huerta Histórica de Valencia. En este respecto
entra en juego el discurso de identificación ciudadana con el
territorio y el conocimiento del paisaje cultural propio como un
factor determinante para el desarrollo de la identidad colectiva
de la sociedad valenciana.
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