Serie de Trabajos Varios 122
De Kelin a Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia), Nacimiento y decadencia de una ciudad ibera
Consuelo Mata Parreño
Ernestina Badal García
Marta Blasco Martín
Alfredo Cortell Nicolau
Carmen Cuenca-García
Carlos Ferrer García
Elisa García Prósper
Elena García Martínez
Oreto García Puchol
Sonia de Haro Pozo
María Pilar Iborra Eres
Jordi Tresserras i Juan
Sonia Machause López
Juan Carlos Matamala Mellín
Amparo Martínez Ramírez
Andrea Moreno Martín
Guillem Pérez Jordà
Manuel Polo Cerdá
David Quixal Santos
Pere Pau Ripollès Alegre
Juan Usera Mata
2019
, ISBN 978-84-7795-840-6
[page-n-1]
S E RV IC IO D E IN VESTI GACI ÓN PREHI STÓRI CA
D E L MU S E O D E PREHI STORI A DE VALENCI A
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 122
De Kelin a Los Villares
(Caudete de las Fuentes, Valencia)
Nacimiento y decadencia de una ciudad ibera
Consuelo Mata Parreño
Con la colaboración de:
E. Badal García, J. Bernabeu Aubán, M. Blasco Martín, A. Cortell Nicolau,
C. Cuenca-García, C. Ferrer García, E. García Martínez, E. García-Prósper,
O. García Puchol, S. de Haro Pozo, M. P. Iborra Eres, S. Machause López,
J. C. Matamala Mellín, A. Martínez Ramírez, A. Moreno Martín, E. Parra Crego,
G. Pérez Jordà, M. Polo Cerdá, D. Quixal Santos, P. P. Ripollès Alegre,
J. Tresserras i Juan, J. Usera Mata
DIPUTAC IÓN DE VAL E NC IA
2019
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SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 122
De Kelin a Los Villares
(Caudete de las Fuentes, Valencia)
Nacimiento y decadencia de una ciudad ibera
Consuelo Mata Parreño
Con la colaboración de:
Ernestina Badal García, Joan Bernabeu Aubán, Marta Blasco Martín,
Alfredo Cortell Nicolau, Carmen Cuenca-García, Carles Ferrer García,
Elena García Martínez, Elisa García-Prósper, Oreto García Puchol,
Sonia de Haro Pozo, María Pilar Iborra Eres, Sonia Machause López,
Juan Carlos Matamala Mellín, Amparo Martínez Ramírez, Andrea Moreno Martín,
Enrique Parra Crego, Guillem Pérez Jordà, Manuel Polo Cerdá, David Quixal Santos,
Pere Pau Ripollès Alegre, Jordi Tresserras i Juan, Juan Usera Mata
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
2019
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DIPUTACIÓN DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 122
La Serie de Trabajos Varios del SIP se intercambia con publicaciones dedicadas a la Prehistoria, Arqueología en general y ciencias o
disciplinas relacionadas (Antropología cultural o Etnología, Antropología física o Paleoantropología, Paleontología, Paleolingüística,
Epigrafía, Numismática, etc.), a fin de incrementar los fondos de la Biblioteca del Museu de Prehistòria de València.
We exchange Trabajos Varios del SIP with publications concerning Prehistory, Archaeology in general, and related sciences (Cultural
Anthropology or Ethnology, Physical Anthropology or Human Palaeontology, Palaeolinguistics, Epigraphy, Numismatics, etc) in order to
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Excepto para aquellas imágenes donde se indican reservas de derechos
ISBN: 978-84-7795-840-6
eISSN: 1989–540
Depósito legal: V3663-2019
Diseño y maquetación: Eva Collado, Jin Mori, MG
Imprime: Grafimar / www.grafimar.com
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“Tú mismo has escogido tu camino, Miri-Mon, ve y que Dios te guarde:
algunos de tus abuelos fueron a la guerra, otros se dedicaron al comercio;
tú deseas dedicarte a la verdad. Todos han hecho según su designio.
Sin embargo, guárdate de levantar la ira del poderoso o de insultar a la prostituta,
sé como la historia, que escucha a todo el que habla sin inclinarse ante nadie,
para luego entregar la pura verdad a los que observan.
Me alegré de abandonar la inactividad y adentrarme en el flujo de la historia,
que no conoce principio ni fin, y que añade a su curso todo lo que merece la pena,
en una ola persistente de amor a la verdad eterna…”
(Akhenatón, de N. Mahfuz; traducción de A. Mestres Valero)
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Índice
1. INTRODUCCIÓN
1
Balance de trece campañas de excavación
2
Antecedentes4
La Zona B, Sector 0
4
Una compleja secuencia estratigráfica
5
Nota aclaratoria
5
2. LOS HALLAZGOS EN PIEDRA TALLADA DE KELIN. ¿EVIDENCIAS
DE OCUPACIONES PREHISTÓRICAS? (O. García Puchol y A. Cortell Nicolau)
Los materiales
Las estructuras
3. LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO (SIGLO VII A. C. - PRIMER CUARTO S. VI A. C.)
Nivel 1
7
7
9
11
11
Las construcciones
11
Los materiales
12
La cronología
Nivel 2
14
15
Conjunto 1
15
Conjunto 2
16
Conjunto 3
17
Conjunto 4
18
Otras estructuras y espacios de circulación
19
Los materiales
20
La cronología
23
Nivel 3
23
Conjunto 1
23
Conjunto 2
24
Conjunto 3
25
Conjunto 4
27
Conjunto 5
27
Los espacios de circulación
27
Los materiales
27
La cronología
31
VII
[page-n-9]
Nivel 4
31
Conjunto 1
31
Conjunto 2
32
Conjuntos 3 y 4
32
Los espacios de circulación
35
Los materiales
35
La cronología
Los materiales de la primera Edad del Hierro
Las cerámicas
La cerámica a mano tosca
La cerámica a mano semicuidada
La cerámica a mano cuidada sin decoración
La cerámica a mano cuidada con decoración incisa
La cerámica a mano cuidada con decoración pintada
La cerámica a mano con decoración grafitada
La cerámica a torno fenicio-occidental
La cerámica a torno antigua
40
40
40
40
41
43
43
44
45
48
48
Los objetos metálicos
49
Bronce49
Hierro51
Los objetos de hueso y asta (M. Blasco Martín)
51
Los objetos de piedra
52
Otros53
Las actividades económicas
El paisaje vegetal a través del registro antracológico (S. de Haro Pozo)
54
54
La actividad agrícola (G. Pérez Jordà)
54
Nivel 1
55
Nivel 2
55
Nivel 3
56
Nivel 4
56
Conclusiones56
La actividad ganadera y la caza (M. P. Iborra Eres)
57
Nivel 1
57
Nivel 2
57
Nivel 3
57
Nivel 4
57
Conclusiones58
Las primeras unidades domésticas
4. EL HORIZONTE IBÉRICO (SEGUNDO CUARTO S. VI A. C. - PRIMER CUARTO S. II A. C.)
VIII
59
61
El siglo VI a. C. (Nivel 5)
61
Conjunto 2 / Vivienda 3
61
Conjuntos 3 y 4 / Departamento 20
64
Conjunto 5 / Vivienda 2
65
Otras estructuras y espacios de circulación
66
Los materiales
Las cerámicas
Los objetos de metal y piedra
69
69
71
Las actividades económicas
El paisaje vegetal a través del registro antracológico (S. de Haro Pozo)
La actividad agrícola (G. Pérez Jordà)
La actividad ganadera y la caza (M. P. Iborra Eres)
71
71
74
74
La cronología
76
[page-n-10]
El siglo V a. C. (Nivel 6)
Vivienda 2
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Vivienda 3
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Departamento 19
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Departamento 20
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Departamentos 22 y 23
Los espacios de circulación
Los materiales
Las cerámicas
Los objetos de metal y piedra
Las actividades económicas
El paisaje vegetal a través del registro antracológico (S. de Haro Pozo)
La actividad agrícola (G. Pérez Jordà)
La actividad ganadera y la caza (M. P. Iborra Eres)
Del siglo IV al primer cuarto del siglo II a. C. (Nivel 7)
Vivienda 2
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Vivienda 3
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Departamento 19
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Departamento 20
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Otras estructuras y los espacios de circulación
Intervenciones puntuales en la Zona A
Los materiales
Las cerámicas
Objetos metálicos
Objetos de piedra
Objetos de hueso y marfil (M. Blasco Martín)
Las actividades económicas
El paisaje y los recursos forestales a través del registro antracológico (S. de Haro Pozo)
La actividad agrícola (G. Pérez Jordà)
La actividad ganadera y la caza (M. P. Iborra Eres)
Actividades de transformación y comerciales
La cronología
76
76
76
76
76
77
77
78
78
78
79
79
79
81
81
82
82
86
86
86
86
87
88
88
88
89
90
90
90
90
90
93
93
97
97
97
97
97
101
101
101
103
103
104
104
104
109
119
123
123
124
124
126
129
131
132
IX
[page-n-11]
Valoración y evolución de los espacios y de sus habitantes desde el s. VI a. C. hasta
el primer cuarto del s. II a. C.
132
La Vivienda 2
134
La Vivienda 3
137
Los departamentos 19 y 20
138
La Vivienda 1, Zona A
138
La Vivienda 4, Zona A
139
Aproximación al número de habitantes
139
5. EL MOMENTO FINAL: LOS SIGLOS II-I A. C. (NIVEL 8)
141
Las estructuras
Los materiales
La actividad ganadera y la caza (M. P. Iborra Eres)
La cronología
141
141
147
148
6. LA OCUPACIÓN DE ÉPOCA ISLÁMICA (NIVEL 9)
149
Fosas 34 (UE 0223) y 38 (UE 0275)
Fosas 40 (UE 0385) y 41 (UE 0532)
Fosas 32 (UE 0188), 21 (UE 0124) y 20 (UE 0121)
Fosas 17 (UE 0120), 19 (UE 0123) y 18 (UE 0122)
Fosas 50 (UE 0500), 35 (UE 0494) y 1 (UE 0024)
Fosa 33 (UE 0496)
Fosas 10 (UE 0058), 11 (UE 0073) y 12 (0085)
Fosas 13 (UE 0083), 14 (UE 0084) y 2 (UE 0010)
Fosas 15 (UE 0100), 8 (UE 0071) y 24 (UE 0145)
Fosas 28 (UE 0150), 29 (UE 0151) y 30 (UE 0152)
La UE 0105
Fosas 25 (UE 0126), 26 (UE 0135) y 27 (UE 0136)
Los materiales y los restos biológicos
149
149
150
150
151
152
152
154
155
155
157
157
158
Piezas de hueso y asta (M. Blasco Martín)
159
La actividad ganadera y la caza durante la ocupación islámica (M. P. Iborra Eres)
160
7. LOS MATERIALES SUPERFICIALES
161
8. LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS Y EQUIPAMIENTOS A TRAVÉS DEL TIEMPO
169
Muros (M)
169
Muros de adobe
169
Muros con zócalo de piedra y alzado de adobe
170
Postes (AP)
Revestimientos y cubiertas
Suelos (P)
Bancos (B)
Accesos (PR)
Hogares (H)
Fosas (F)
9. REVELANDO LA TRAMA URBANÍSTICA DE KELIN DE FORMA NO-DESTRUCTIVA:
UNA APROXIMACIÓN MAGNETOMÉTRICA (C. Cuenca-García)
172
173
173
176
176
180
182
185
Método de prospección magnetométrica
185
Recogida de datos
186
Resultados e interpretación
186
Conclusiones186
X
[page-n-12]
10. LOS ENTERRAMIENTOS INFANTILES
189
Localización189
Estudio bioantropológico y paleopatológico (E. García-Prósper y M. Polo Cerdá)
189
Objetivos190
Material190
Metodología191
Resultados191
Individuo UE 0200-1 (Nº cat. SIP 23.939)
191
Individuos UE 5011 (Nº cat. SIP 23.940)
191
Individuo Dep. 1b-83 (Nº cat. SIP 45.194)
194
Individuo UE 0490 (Nº cat. SIP 23.941)
195
Individuo Sondeo III c-4 (Nº cat. SIP 45.195)
196
Individuo UE 0514 (Nº cat. SIP 21.633)
197
Individuo UE 0516 (Nº cat. SIP 21.632)
198
Discusión198
Determinación del sexo de restos humanos arqueológicos (A. Martínez Ramírez)
200
Material y métodos
Las muestras
Extracción del ADN (Kalmár et al. 2000)
Amplificación del ADN mediante PCR
200
200
200
201
Resultados y discusión
201
11. LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DE LA CIUDAD IBÉRICA DE KELIN
(SIGLOS VI-I A.N.E.) (A. Moreno Martín, D. Quixal Santos y S. Machause López)
203
Contexto cronocultural y geográfico
204
Patrón de asentamiento
204
Evolución del poblamiento (siglos VI-I a.n.e.)
206
Otras variables del análisis territorial
207
Ejes viarios y rutas de comunicación: la articulación del territorio
y su conexión con territorios vecinos
207
La visibilidad e intervisibilidad: control y dominio sobre el espacio
209
La explotación económica del entorno: hábitat periurbano, productividad y recursos naturales
210
La esfera sacra: las cuevas rituales y los procesos de territorialización
211
Otras evidencias de carácter simbólico
213
Conclusiones214
12. LA MONEDA EN LA CIUDAD IBÉRICA DE KELIN (P. P. Ripollès Alegre)
215
13. ANALÍTICAS
219
Dos fechas de carbono 14 (J. Bernabeu Aubán)
219
Estudi de continguts de recipients i microrestes vegetals (fitòlits, midons i fibres)
(J. Tresserras i Juan i J. C. Matamala Mellín)
219
Metodologia219
Resultats219
Conclusions219
Restauración y análisis químico de un caldero de bronce (E. García Martínez y E. Parra Crego)
223
Estado de conservación
223
Tratamiento realizado
223
Análisis químico
223
Resultados224
Identificación de madera adherida a un objeto de hierro (E. Badal García)
224
XI
[page-n-13]
Estudio de visu de un fragmento escultórico procedente de Los Villares
(C. Ferrer García y J. Usera Mata)
Introducción y método
225
225
Resultados225
Discusión226
Conclusiones preliminares
14. LA PUESTA EN VALOR (C. Mata Parreño y G. Pérez Jordà)
226
Actuaciones en el yacimiento
Restauración y consolidación
227
227
228
Criterios de la intervención
La obra de mampostería
La obra de tierra
Las calles
Los desniveles
228
228
228
230
230
La intervención
La Zona A
La Zona B
230
230
230
Los paneles informativos
232
En la población
233
Mantenimiento de la intervención
233
La colección museográfica “Luis García de Fuentes”
233
Promoción234
15. SÍNTESIS
235
BIBLIOGRAFÍA239
GALERÍA DE FOTOGRAFÍAS
251
AUTORES257
XII
[page-n-14]
1
INTRODUCCIÓN
En 1991 se publicaba, en esta misma Serie de Trabajos Varios, la segunda monografía sobre Los Villares de Caudete de
las Fuentes. En ella se recogían íntegramente todos los materiales de las excavaciones de Enrique Pla Ballester (1980),
así como los procedentes de las campañas que dirigió con
Milagro Gil-Mascarell (Mata 1991). Unos años más tarde, la
Dirección General de Patrimonio de la Generalitat Valenciana publicó en un CD la memoria de las campañas de 1986 a
1988 (Mata et al. 1999). En esta nueva monografía se dan a
conocer las últimas actuaciones realizadas sobre el asentamiento, entre 1989 y 2004, para abrir una nueva etapa en la
investigación del lugar.
De los objetivos de futuro planteados en 1991, unos se han
hecho realidad y otros siguen siendo futuribles, en algunos casos con pocas perspectivas de realizarse (Mata 1991, 24). Siguiendo el mismo orden de entonces, se puede decir que:
- La concienciación de vecinos y autoridades locales ha
avanzado bastante en lo que respecta a tener en cuenta el yacimiento como un bien cultural a proteger, sobre todo el área vallada. Mucho más difícil es hacer entender que el asentamiento
es mucho mayor y que todo él debe protegerse. Por ello, todavía
se producen actuaciones sin control arqueológico fuera del recinto. En estos años, se ha tenido constancia de la colocación
de una tubería de riego por goteo, en 2000, que atravesó las
Zonas D, E y F con una zanja de unos 180 x 1 m y profundidad
indeterminada (Fig. 1.1 A); en 2006 se limpiaron a máquina los
arcenes de la carretera local a Los Isidros afectando a la parte
más baja de la Zona R, sacando a la luz nuevas alineaciones de
mampostería (Fig. 1.1 B); y, en 2015, se arrancaron las vides de
la Zona H (Fig. 1.1 C).
- La compra de terrenos y su posterior protección no ha sido
posible hasta el momento y, desgraciadamente, tampoco parece
viable en un futuro próximo. Sin embargo, la espada de Damocles pende sobre un lugar en el que una buena parte de los
propietarios no quiere o no puede continuar con su explotación
agrícola, muy cerca de la población y en una época en la que
las recalificaciones de terrenos han estado a la orden del día
y pueden volver a estarlo. Con el fin de paliar alguna de estas
carencias, el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia solicitó, en 2006, a la Dirección General de
Patrimonio de la Generalitat Valenciana que iniciara el expediente de incoación como Bien de Interés Cultural, existiendo
en el día de hoy una declaración genérica.
- De los trabajos arqueológicos previstos, se ha cumplido
plenamente la propuesta de trabajar en área pues, aunque en
1991 se abrieron unos 100 m2, finalmente se han excavado algo
más 400 m2 entre las Zonas A y B. La realización de nuevos
sondeos fuera de la zona protegida se desestimó por las limitaciones del espacio en que se permitía actuar y para no facilitar,
aún más, la tarea de los buscadores de tesoros.
- Las investigaciones complementarias también se han
desarrollado de acuerdo con lo previsto pues se han hecho
estudios completos sobre la fauna, las semillas y los carbones, así como algunos parciales de residuos, de metales (Ferrer Eres et al. 2002 a y b) y antropológicos, incluso se ha
hecho una magnetometría preliminar en las Zonas A y B que,
aunque se dio a conocer en su día (Cuenca-García et al. 2014,
96-97), se vuelve a recoger en este volumen. Paralelamente
a las excavaciones, se inició un proyecto de investigación
dirigido al estudio del territorio en cuyo marco se prospectó parte de la comarca de Requena-Utiel.1 Sus resultados se
han publicado en diversos trabajos sobre la organización territorial (Duarte et al. 2000; Mata et al. 2000, 2001 a y b,
2009 y 2012; Moreno 2011; Quixal 2015; Quixal et al. 2007).
Además, se realizaron excavaciones en asentamientos rura-
1 Proyectos financiados por la IVEI (1992-1993), la Universitat de
València (1993-1994) y la Generalitat Valenciana (1995-1997).
1
[page-n-15]
A
C
B
D
Fig. 1.1. A.- Terraza de la zona F afectada por una tubería de riego por goteo (año 2000). B.- Zona R tras la limpieza de 2006. C.- Zona H
después de arrancar las vides en 2015. D.- Vista parcial de la excavación de 1984.
les, completando la visión proporcionada por el lugar central
(Pérez Jordà et al. 2007; Quixal et al. 2008, 2010, 2011, 2012
y 2016).2 También se revisaron y publicaron excavaciones
antiguas (Lozano 2006; Machause 2017; Machause y Quixal
2018; Valor 2004). El panorama territorial se completa con
los trabajos realizados por otros equipos de investigación e
intervenciones de urgencia.
- Finalmente, la puesta en valor se pudo llevar cabo entre 2003 y 2004 gracias a los Fondos Europeos Leader Plus
que el Ayuntamiento de Caudete de las Fuentes se encargó
de solicitar. Y entre 2017 y 2018 el Museu de Prehistòria de
València acometió una reestructuración integral de la Colección Museográfica.
Y, en 2019 ¿cuáles son las perspectivas de futuro para Kelin?
- Sería deseable y aconsejable la compra y protección de los
terrenos particulares, especialmente aquellos que van abandonándose para el cultivo.
- Conseguir que el Recinto Arqueológico Kelin y la Colección Museográfica tengan un horario de apertura consolidado. Hoy por hoy, sólo se pueden visitar mediante cita previa, en determinados meses al año gracias a las ayudas de la
Ruta del Ibers y en jornadas de puertas abiertas, mientras se
sigan realizando.
2 En Agosto de 2017 se hizo una campaña en Los Chotiles (Sinarcas).
2
- A nivel de investigación, las nuevas actuaciones que se inicien
en Kelin deberán tener en cuenta la complejidad de la estratificación y actuar en áreas mucho más extensas que hasta ahora, así
como elegir las zonas donde actuar en función de los datos que se
manejan en la actualidad y los que se puedan obtener en el futuro.
- Y en el territorio, intensificar la prospección en determinadas zonas, continuar las excavaciones selectivas y seguir buscando la necrópolis de Kelin.
BALANCE DE TRECE CAMPAÑAS DE EXCAVACIÓN
Merece la pena realizar un balance, aunque sea somero, de lo
que fueron las 13 campañas que ahora se publican. Y ello por
muchas razones, aunque solo se enumeren algunas:
- Porque, a priori, parecen muchos años de trabajo pero si se
suman los días de estancia en el campo, no son tantos (Fig. 1.2).
Muchas más han sido las horas dedicadas a trabajo de laboratorio y no aparecen registradas en lugar alguno.
- Porque las campañas cortas requieren el mismo esfuerzo
de organización que una larga, pero son menos rentables a todos
los niveles.
- Porque la financiación, salvo los últimos años, siempre ha
sido escasa dificultando la planificación de los trabajos y la consolidación de los equipos de investigación (Fig. 1.2).
- Y porque todas las personas que han pasado por Los Villares han hecho posible, con su pequeña o gran contribución, que
este libro vea la luz. Gracias a todas ellas.
[page-n-16]
Fig. 1.2. Duración y coste de las campañas de excavación que se publican.
Año
Días
Participantes
Financiación en €
1989
1990
1991
1993
1994
1995
1996
1997
1998
2000
2001
2002
2004
15
33
20
21
30
29
11
19
22
59
40
20
80
5
23
15
18
21
23
5
10
13
27
19
11
7
4507
6092
9015
7512
6611
6000
3606
4207
6581
18 000
11 419
4808
120 000
TOTAL
399
197
208 358
En las trece campañas participaron casi doscientas personas,
con las que hemos compartido horas de trabajo, pero también
de diversión (vid. Galería de fotos). Espero no haber olvidado a
nadie y si es así, también espero que sepan disculparme porque
no ha habido intencionalidad en ello.
En Caudete de las Fuentes muchas fueron las personas
que nos ayudaron a pasar días agradables: el Ayuntamiento
con todos los alcaldes, concejales y personal de administración y servicios, la dirección y el profesorado del CRA Oleana porque permitieron nuestro alojamiento durante muchos
años en las instalaciones escolares, a nuestras cocineras de
muchos años Consuelo y Angelita, a las personas que nos
facilitaron una vivienda de alquiler, a los dueños y personal
de los restaurantes Cris (que cerró el 2018) y Fuente Chica
(ahora en otras manos) y, en definitiva, a la mayor parte de
los vecinos de Caudete de las Fuentes que se interesaron, año
tras año, por nuestro trabajo.
En el trabajo de campo:3 Enrique (de Utiel, 93), José (de
Caudete de las Fuentes, 93), Myriam (94), Pepa (93), Ramón
(de Caudete de las Fuentes, 93), Santiago (94), Halima Afrifra de Haro (98), Suely Cristina Alburquerque de Luna (97),
Francisca Alcalá (94), Mª Carmen Arcos (00, 01), Miguel Ángel
Arenas Haro (98), María Barberán (01), Marina Bartual (00),
Olimpia Bas (02), Amparo Bellvís (02), Raquel Besé (95), Gustavo Bengoechea Santamaría (98), Inés Blay (01), Julia Bou
(94, 95), Nick Bronghal (95), Sonia Cañada (01), Lorenzo Carballo (01), Josep Castelló i Marí (91, 93), Benjamín Collado (95
y 98), Esther Company (01), Sonia de la Concepción Escudero
(94), Jens Dakin (95), Inés Domingo (94, 95), Ana Isabel Ferrer
(01), Yolanda Fons (94), Rosa Font (94, 95), Francisco Miguel
García (00, 01), Bárbara García Sevilla (98), Sergio Gómez
(94), Cayetana Gomis Fletcher (00), Begoña González Roberto (97), Lee Hibberd (95), Marc Hutchinson (95), Aida Ivanco
(00), Arantxa Jansen (00, 01), José Luis Laguarda (01), José
3 Entre paréntesis año de la campaña en la que participaron.
Entidad
Generalitat Valenciana
Foundation Field Research, Generalitat Valenciana
Generalitat Valenciana
Generalitat Valenciana
Generalitat Valenciana
Generalitat Valenciana
Generalitat Valenciana
Generalitat Valenciana
Diputació de València
Generalitat Valenciana
Diputació de València
Diputació de València
Terra i Mar, Fondos Leader Plus
Enrique Liern García (97), Carles Llopis Márquez (00), Sonia
López (98), Olga López (02), Rubén López (00), José Miguel
Maeso (de Caudete de las Fuentes, 90), Javier Máñez (00), Carmen Martínez (93), Manuel Martínez (93), Luis Mesa Caballero
(01), Jordi Montero (01), Julio Moreno Navalón (de Caudete de
las Fuentes, 91 y 93), Magdalena Moskal (04), Ana Muñoz (01),
Laura Muñoz García (00), Javier Navarro (89), Ibán Navarro
(00), Gustavo Núñez (01), Mª Jesús Ortega Pérez (00), Álvaro
Ortiz (de Caudete de las Fuentes, 93, 94, 95), Patty Page (90),
Joan Palmer (01), Juan Pedro Pellón (94), Javier Pérez Verbena
(97), Herminia Piquer (94, 95), Adrià Pitarch (00), Sara Prades
Plaza (00), Miguel Requena Jiménez (90), Elena Revert (01,
02), Francisco de Manuel Rioja (00, 01), Vicent Rius i Banyuls
(90, 91), Arantxa Rodríguez (00), Guillermo Rodríguez (01),
José Antonio Rodríguez Traver (96), Francisca Rubio (91, 93,
95), Lorena Ruiz Soriano (00), Enrique Ruiz Val (89, 90), Juan
Salazar Bonet (94, 96), Belén Sánchez (98), Vicent Sanz Duart
(95), Mª Isabel Serrano Gil (00), Ignacio Serrano (01, 02), Lucía Soria Combadiera (89, 95), Araceli Soto Pérez (00), Begoña
Tello Tapia (89, 90), Josep Lluís Tormo (91), Amparo Valcárcel (00, 01), Miguel Ángel Valero Tébar (94), Josefa Vázquez
(91), Javier Verbena Pérez (97), Teresa Villalba Babiloni (91),
Marta Viña (00), Christine Werner (98), Amalia Yerbes (01, 02),
Anna Zalewska (97) y Braulio Zornoza (01). Y los ciudadanos
de EE.UU. que participaron en la campaña de 1990 (Peter, Ross,
Sacha, Chaiya, Andy, Paul, Joan y Stephan).
Pero si a todos ellos debo agradecerles su dedicación y entrega durante unas semanas de su vida a Los Villares, no sería justo meterlos a todos en el mismo saco. Es evidente que
algunas personas han dejado una huella más profunda en su
paso por este yacimiento, desde los primeros –Mª Angels Martí
Bonafé (90, 91, 93, 94, 95), Jordi García Gozálbez (90, 91,
93, 94), Miguel Ángel Ferrer Eres (90, 91, 93, 94, 95, 96, 97,
98, 00), Mª Pilar Iborra Eres (90, 91, 93, 95, 96, 97, 98, 00),
Francesc Xavier Vidal Ferrús (90, 91, 93, 94), Carme Vidal
Benavent (89, 90, 93, 95), Elena Grau Almero (91, 93, 94, 95),
Israel Espí Pérez (91, 93, 94, 95, 96, 97), Luis Miguel García
3
[page-n-17]
Navalón (de Caudete de las Fuentes, 90, 91)– hasta los últimos
–Francesc Xavier Duarte Martínez (95, 98, 00, 01, 02), Mercedes Fuentes Albero (01, 02), Joan Garibo Bodí (00, 01), Luis
Lozano Pérez (00, 01, 02), Andrea Moreno Martín (02, 04),
Miguel Palomares Llaosa (de Caudete de las Fuentes, 93, 94,
95, 97, 98, 00), Guillem Pérez Jordá (93, 95, 00, 04) y Jeroni
Pau Valor Abad (97, 98, 00, 01, 02).
Tampoco puedo olvidar a todos aquellos que han hecho posible que haya una parte gráfica adecuada a los tiempos actuales, sobre todo porque desde 1989, año de la primera campaña
de este volumen, las técnicas disponibles han cambiado vertiginosamente. Las planimetrías y dibujos de material que se
empezaron haciendo sobre papel vegetal, pasaron rápidamente
a papel poliéster. Desde 1996 los materiales se dibujaban a ordenador pero sólo desde 2000 se contó con los medios técnicos,
humanos y financieros para digitalizar todas las planimetrías
y volcar a una base de datos todas las fichas de registro (FileMaker). Finalmente, las imágenes virtuales que existen se pudieron hacer con el proyecto de puesta en valor durante los años
2003 y 2004. Mi agradecimiento por todo ello a Yolanda Carrión Marco, Emili Cortell, Francesc Xavier Duarte Martínez,
Elisa Garcia-Prósper, Joan Garibo Bodí, Luis Lozano Pérez,
Mª Ángels Martí Bonafé, Miguel Palomares Llaosa, Guillermo
Pascual Berlanga, Ignacio Pastor, David Quixal Santos, Josep
María Segura, Ángel Sánchez Molina, Jeroni Pau Valor Abad,
las empresas ENTORN S.L. y GLOBAL MEDITERRÁNEA,
a todas las personas que –además de participar en el trabajo de
campo– también fueron a inventariar y dibujar materiales entre
campaña y campaña, y a todos/as los/as colegas que aceptaron
participar en este volumen aportando su saber. Y, por último, a
Eva Collado Mataix que ha tenido la paciencia de tratar, unificar y mejorar toda la parte gráfica que se publica (y la que no
se publica).
ANTECEDENTES
Las primeras actuaciones sobre Kelin fueron el punto de referencia a partir del cual se planificó el proyecto de excavación
que ahora se publica.
Desde los trabajos de Enrique Pla en la Zona A (Pla 1980)
no se había trabajado en extensión pues las campañas subsiguientes se dedicaron a comprobar la secuencia estratigráfica
a lo largo y ancho de la superficie ocupada por el asentamiento
(Mata 1991; Mata et al. 1999).
En 1980, Pla estableció una secuencia de cinco niveles
constructivos fechados entre el final de la Edad del Bronce y
el primer cuarto del siglo I a. C. (Pla 1980, 69-75). La revisión
completa de toda la documentación de dichas excavaciones permitió confirmar que, en efecto, hubo cinco niveles constructivos
sucesivos pero se precisó la cronología inicial al comprobarse la presencia de cerámica fenicia occidental desde el inicio
del asentamiento, es decir, en la primera Edad del Hierro (Mata
1991, cap. V).
Los trabajos desarrollados entre 1986 y 1988 documentaron esta sucesión constructiva en varias zonas del yacimiento, confirmándose que el asentamiento tuvo un gran tamaño
desde el siglo VII a. C. Al mismo tiempo se pudo constatar
una mayor complejidad en la secuencia estratigráfica, lo que
obligó a establecer una subdivisión de los cinco niveles es4
tablecidos (los Niveles I y IV se dividieron en a y b) y se
documentaron, por primera vez, fosas de cronología islámica
(Mata et al. 1993 y 1999).
La necesidad de intervenir en un área amplia se hacía cada
vez más acuciante porque los pequeños sondeos realizados durante esos años plantearon nuevos interrogantes sobre la evolución temporal. Y esto es precisamente la peculiaridad de este lugar, lo que diferencia a Kelin de otros yacimientos valencianos:
la continuidad del hábitat entre el siglo VII y el I a. C.
¿Y por qué se eligió excavar en la Zona B, Sector 0? En
campañas precedentes, en las Zonas M y J se encontraron restos constructivos bien conservados de los siglos VI y VII a. C.
respectivamente, pero en ambos lugares las posibilidades de
actuación eran, y siguen siendo, limitadas debido a que se encuentran en cultivo (Mata et al. 1993; Mata 2006). En cambio,
en las intervenciones de 1982 y 1984, en la Zona B, no salieron
estructuras del Ibérico Pleno, es decir, tras la capa superficial se
recogieron abundantes materiales del siglo VI a. C. (Fig. 1.1 D)
o, al menos, eso parecía (Mata 1991, 11 y 13). De acuerdo con
esta información y el interés por documentar restos anteriores
al siglo V a. C. motivaron la elección de esta zona y este sector.
¡Nada más lejos de la realidad!
Por otro lado, la aprobación del proyecto de consolidación y
puesta en valor de las zonas excavadas llevó a realizar dos pequeñas intervenciones en la Zona A, cuyos resultados también
se recogen en este volumen.
LA ZONA B, SECTOR 0
Las dos parcelas compradas y valladas por la Diputación de València tienen una extensión de 1 ha. En la Zona A (4300 m2) se
desarrollaron las primeras campañas de excavación, mientras que
en la Zona B (5700 m2) se intervino por primera vez en 1982. Una
característica común a ambas parcelas es que no han sido trabajadas con maquinaria agrícola moderna y se dedicaron al cereal,
sin llegar a sufrir la transformación para plantar vides, almendros
y olivos como sucede en el resto de parcelas. Por ello, las construcciones antiguas aparecen tras una delgada capa superficial.
En la esquina SE de la parcela, hay tres almendros que debieron
constituir un límite con la parcela contigua, además de estar en un
cambio de nivel, puesto que entre ambas parcelas (B y C) existe
un desnivel de casi un par de metros. Su existencia apenas ha
afectado a los restos pero ha limitado la prolongación de la superficie a excavar por el lado oriental. Del mismo modo, la colocación de la valla ha provocado que algunas estructuras quedaran
incompletas por el lado meridional.
En un primer momento se acotaron dos cuadrículas de 5 x 5
m al N de los sondeos que permanecían abiertos desde 1982 y
1984. En los años siguientes, se fue ampliando la superficie en la
dirección que marcaban las estructuras que iban saliendo, con el
fin de excavar conjuntos completos. De este modo se abrieron un
total de 16 cuadrículas de 5 x 5, en las que quedaron englobados
los sondeos anteriores. En total una superficie de poco más de 400
m2 (Fig. 1.3). Ésta se consideró suficiente para conseguir el objetivo propuesto, esto es, completar estructuras de todos los niveles
documentados en años anteriores. La conclusión de los trabajos ha
dejado patente que esta superficie ha sido insuficiente para comprender la organización urbana de los momentos más antiguos,
pero ha sido realista dada la financiación con la que se contó y la
intención de hacer un proyecto realizable en el tiempo.
[page-n-18]
Fig. 1.3. Vista aérea de las zonas
A y B (año 2004) (fotografía J.
Viana).
UNA COMPLEJA SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA
La simplicidad con que Pla expuso, en la primera monografía, la
estratigrafía de Kelin y la sucesión de estructuras empezó a ponerse en duda cuando en el mismo volumen se intenta explicar
la presencia de materiales de diferente cronología en el estrato
III de las campañas 1979/ 80 (Pla 1980, 65-68). La complejidad se hizo evidente con el estudio a fondo de estas primeras
campañas y con las actuaciones de 1983 al observar la posible
reutilización como banco de un muro más antiguo (Mata 1991,
17). La continuidad de los trabajos no hizo más que confirmar
dicha complejidad pero, los reducidos espacios excavados no
permitieron más que aventurar hipótesis.
En 1987, se identificaron las primeras fosas islámicas, circunstancia que sería de gran utilidad para los trabajos posteriores ya que, en la Zona A, Pla nunca se topó con ellas (Mata et
al. 1993). Estas primeras fosas y, sobre todo, las que vinieron
a continuación complican enormemente la interpretación de las
estructuras más antiguas puesto que perforan todos los niveles
arqueológicos y, en muchos casos, también la roca base.
Pero siendo las fosas un elemento perturbador importante, no
son el hecho más complejo de la secuencia. La mayor complicación está provocada por la continuidad de la ocupación sin grandes sobresaltos que obliguen a la población a rehacer por completo sus viviendas. Esto, que se había señalado ya (Mata 1991,
24), se muestra ahora con todas sus consecuencias pues, hasta
llegar a las construcciones de finales del siglo III y primer cuarto
del II a. C., lo que se puede ver es una utilización continuada
de los espacios construidos en los que se hicieron reparaciones y
modificaciones sin apenas cambiar el nivel de uso; las estructuras
obsoletas no siempre se colmatan, también se arrasan, se recortan
y se recrecen. Muchas de ellas desaparecieron o quedaron enmascaradas por las posteriores. Esto significa que a una cota determinada, no siempre se están viendo estructuras contemporáneas.
Por su parte, la roca base, sobre la que se asientan algunos
muros y que es perforada por fosas y agujeros de poste, muestra
un importante desnivel en dirección O-E.
Todo ello han sido inconvenientes a la hora de la interpretación, pero son propios de los procesos deposicionales y no se
pueden evitar; en cambio, hay otros problemas que se crearon
a lo largo de las campañas de excavación y que es necesario
explicitar y explicar.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que hasta los últimos años del proyecto las campañas tenían una corta duración;
ello suponía abandonar la excavación y conservarla en condiciones para el año siguiente, cosa que no se puede conseguir
plenamente debido a los agentes meteorológicos adversos.
En segundo lugar, la filosofía de la intervención era no profundizar en lugares puntuales sino ir exhumando los distintos
niveles de hábitat en toda el área. Esta tarea empezó a complicarse nada más traspasar los suelos de las viviendas ibéricas y
constatar que no había forma de localizar, completas, las construcciones infrapuestas.
Y, finalmente, sólo cuando, en el año 2000, decidí, bien
aconsejada por mis colaboradores, eliminar todas las estructuras
de cronología ibérica, empezaron a tener coherencia los hogares, agujeros de poste, restos de suelo, trozos de muros…. Pero,
en muchos casos, el mal ya estaba hecho, pues algunas estructuras localizadas bajo los muros ibéricos no se han podido relacionar fácilmente con los niveles excavados en años anteriores.
A pesar de todo, la imagen final de la evolución del asentamiento en este sector no ha quedado distorsionada gravemente
por este error de planificación. Y, sobre todo, porque quedan
todavía más de 9 ha en las que intervenir, subsanar los errores
y completar la interpretación de este importante asentamiento.
NOTA ACLARATORIA
Con el fin de facilitar la explicación de la secuencia, se diferenciarán niveles constructivos, es decir, momentos en los que hay
cambios sustanciales en los espacios ocupados, y fases, es decir,
pequeñas remodelaciones que no afectan a todos los espacios. En
todos los casos se recurrirá a la utilización de uno o dos dígitos
para hacer referencia a las mismas (por ejemplo, el Nivel 1 puede
5
[page-n-19]
subdividirse en 11, 12, etc., en función de las remodelaciones apreciadas y así sucesivamente en los demás niveles constructivos). La
descripción se hará por conjuntos, cuya numeración se mantendrá
siempre que haya una correspondencia clara (tercer dígito). Por
tanto 212, será Nivel 2, Fase 1, Conjunto 2.
En los planos, se representan en color negro las estructuras y equipamientos de un nivel y fase, y en verde los elementos que perduran de niveles y fases anteriores.
6
En la edición impresa no se han incorporado los inventarios
de los materiales. Esta información sí se añade como contenido
extra al final de la versión digital en pdf, accesible en su correspondiente URI (mupreva.org/pub/1037).
En el Museu de Prehistòria de València se ha depositado
toda la documentación generada durante las campañas de excavación (fotos, diapositivas, dibujos, fichas y planos originales),
así como todo lo que se digitalizó posteriormente.
[page-n-20]
2
LOS HALLAZGOS EN PIEDRA TALLADA DE KELIN
¿EVIDENCIAS DE OCUPACIONES PREHISTÓRICAS?
O. García Puchol y A. Cortell Nicolau
En las siguientes líneas vamos a centrar nuestro interés en una
serie de hallazgos dispersos entre los niveles y estructuras excavados en el asentamiento de Kelin que evocan la posible existencia de ocupaciones de cronología prehistórica.
La revisión de las primeras excavaciones permitió centrar
la cronología inicial del asentamiento en la primera mitad del
siglo VII a. C. (Mata 1991), datación que la continuidad de los
trabajos no ha desmentido. No obstante, tanto en excavación
como en superficie, se han encontrado objetos de piedra pulida,
lascas y útiles de sílex que, en ningún caso, se pueden asociar a
los momentos protohistóricos de Kelin.
Estas piezas se encuentran por toda la superficie del asentamiento como se puede apreciar en las ya publicadas (Zonas A,
B, C, L y N) (Mata 1991, 175, figs. 93, 5, 94, 7 y 10; Mata et al.
1999) (Fig. 2.1). En total hay algo más de cincuenta piezas de
sílex, pero lo interesante no es el número sino que entre ellas se
puedan contabilizar diez útiles retocados, un fragmento de brazalete de piedra, una cuenta de collar discoidal y cuatro azuelas
de piedra pulida, una de ellas encontrada en una zona limítrofe
a Los Villares pero fuera de lo que se considera propiamente el
asentamiento (Zona 4) (Fig. 2.1).
LOS MATERIALES
En este capítulo presentamos la catalogación y análisis de las
piezas líticas talladas recuperadas durante las últimas campañas y depositadas en los fondos del Museu de Prehistòria
de València. El número de objetos analizados asciende a 39
piezas entre restos de talla (29) y algunos útiles retocados
(10) (Figs. 2.2 y 2.3). Del análisis de la Fig. 2.2 se desprende
el predominio de lascas entre los productos de la talla pero
también la presencia de láminas en el conjunto, algunas de
cuidada factura, aspecto que permite confirmar la cronología
prehistórica de los materiales si los unimos a la información
derivada de la clasificación de los útiles retocados (Fig. 2.3).
A este respecto destacaremos seguidamente la documentación de dos morfotipos especialmente significativos: los
dientes de hoz y los geométricos. De los primeros señalaremos que su adscripción se circunscribe a la Edad del Bronce, momento en que constituyen el útil lítico por excelencia,
llegando a alcanzar porcentajes alrededor del 70 % entre las
piezas retocadas de algunos yacimientos (Jover 2008). Entre
los materiales analizados hemos clasificado tres dientes de
hoz sobre lasca, además de una sierra (Fig. 2.4, 0444, 60042, L S. XI c-9 y 0301-1). De otro lado se ha documentado un
trapecio simétrico y de bordes rectos conformados mediante
retoque abrupto directo, que ha aprovechado un soporte laminar de cuidada factura (Fig. 2.4, 0307-5). Este tipo de pieza podría encuadrarse en momentos avanzados del Neolítico
y Calcolítico, si nos atenemos a la regularidad y características del producto laminar (IV-III milenio cal BC) (Juan Cabanilles 1984; García Puchol y Molina Balaguer 1999; García
Puchol 2005; Juan Cabanilles 2008). Los restantes objetos
retocados tendrían una mayor vigencia cronológica (piezas
astilladas y muescas) de forma que no permiten un encuadre preciso. Entre los soportes laminares brutos el grado de
fracturación es elevado. Se han clasificado asimismo cuatro
fragmentos indeterminados y una cúpula térmica.
El material utilizado ha sido en todos los casos el sílex,
entre los que se observan diferentes variedades (Fig. 2.4).
Destaca la presencia de una variedad de buena calidad, grano
fino y color blanco, en algunas de las piezas como el trapecio
(Fig. 2.4, 0307-5).
Se trata por tanto de una colección exigua de restos líticos
pero con algunas piezas significativas desde un punto de vista
cronológico. A todos ellos, hay que sumar los restos de piedra
pulimentada que incluirían además de alguna azuela, un fragmento de brazalete sobre caliza y la cuenta de collar discoidal
(Fig. 2.4, Zona 4, 0338-1 y 0433-6). Por lo tanto, resultaría de
7
[page-n-21]
Fig. 2.3. Inventario de piezas de sílex.
Fig. 2.1. Zonas donde se han encontrado piezas de sílex y piedra
pulida, en diferentes años.
Fig. 2.2. Piezas de sílex estudiadas.
Clasificación
N
Restos de talla
Lascas
Láminas
Fragmentos indeterminados
Esquirlas
Cúpula térmica
Útiles
Diente de hoz
Sierra
Pieza astillada
Muescas
Trapecio
26
14
6
4
4
1
10
3
1
4
1
1
Total
39
interés poder dilucidar el grado de relación directa de estos
materiales con alguna de las estructuras o bien con los niveles
basales sobre los que se desarrollarían las ocupaciones protohistóricas que conforman el yacimiento de Kelin.
Por el momento, se pueden barajar, al menos, dos hipótesis respecto a su procedencia: o bien, son de un nivel de
8
Localización
Tecnología
01 B 0085
00 B AB1 0329
00 B AB1 0280
00 B AB1 0280
00 B B2 0338
00 B B2 0353
00 B AB2 0350
00 B BD2/4 0306
00 B BD2/4 0306
00 B BD3/4 0379
00 B BD3/4 0376
01 B A2 0024
01 B AB3/4 0443
01 B BD2 0404
01 B AB1 0171
01 B AB1 0409
01 B AB1 0399
01 B B3 0465
01 B AB3/4 0443
01 B A3/4 0444
01 B A3/4 0444
01 B A3/4 0444
01 B BD2 0333
02 B AB2 0357
01 B B1 0384
02 B AB1 0425
02 A 6004-2
02 B B3 0373
L S.XI capa 9
L S.XI capa 9
L S.XI capa 9
02 B AB 0401
02 B 0409
02 B 0409
02 B 0498
02 A 5011
02 B AB2 0419
00 B D2 0301-1
00 B AB2/3 0307-5
Lasca
Frag. lasca
Frag. lámina
Frag. lasca
Frag. lasca
Frag. lasca
Frag. lámina
Esquirla
Frag. lasca
Esquirla
Frag. lámina
Frag. lasca
Cúpula térmica
Frag. lámina
Lasca
Frag. lasca
Frag. indet.
Lasca
Frag. indet.
Lasca
Frag. indet.
Frag. lasca
Frag. lasca
Frag. lámina
Frag. lasca
Esquirla
Lasca
Frag. lasca
Lasca
Frag. lasca
Lasca
Lasca
Frag. lasca
Lasca
Frag. indet.
Esquirla
Frag. lámina
Frag. lasca
Lámina
Útiles
Pieza astillada
P. astillada con muescas
Pieza astillada
Pieza astillada
Diente de hoz
Diente de hoz
Diente de hoz
Lasca retoc. con muesca
Sierra
Trapecio simétrico
hábitat arrasado total o parcialmente por las construcciones
posteriores; o bien proceden de tierra para la construcción
recogida en algún lugar próximo donde hubo un yacimiento
de cronología prehistórica.
Tan sólo una excavación amplia y sistemática hasta la roca
podría ayudar a decantarse por una de las dos opciones.
[page-n-22]
Fig. 2.4. Piezas de sílex
y piedra: 0444, 6004 y L
S. XI c-9, dientes de hoz;
0409, lasca con muesca;
0301-1, sierra; 0307-5,
microlito geométrico (trapecio); 0338-1, fragmento
de brazalete; 0433-6,
cuenta de collar; Zona 4,
azuela de piedra pulida
(fotografías O. García y A.
Cortell).
LAS ESTRUCTURAS
Sólo las piezas que aparecen en las UUEE 0350 y 0465 podrían
estar próximas a su lugar original, pues corresponden al sedimento que, en algunas áreas, cubre la roca natural y pudo ser la tierra
original manipulada para nivelar el terreno a construir. Otros mate-
riales recuperados en estas unidades estratigráficas son cerámicas
hechas a mano similares a las que se encuentran con posterioridad,
llegándose a catalogar algunas a torno.
En cuanto a posibles estructuras tan sólo tres fosas (FF44,
45 y 51, UUEE 0466, 0469 y 0482) se podrían asociar a estos materiales, pues las tres están excavadas en la roca y
Fig. 2.5. Posibles estructuras
prehistóricas: Fosa 44
(UE 0466) final (año 2001);
Fosa 45 (UE 0469) final
(año 2001); Fosa 51
(UE 0482) final (año 2002).
9
[page-n-23]
se encontraron cubiertas por las UUEE 0463, 0465 y 0481
respectivamente, y apenas contenían material arqueológico
(Fig. 2.5). Las diferencias de cota que presentan se deben a
la pendiente natural (SO-NE) del terreno.
La F44 (UE 0466) está parcialmente afectada por una fosa
islámica (F1, UE 0010) y su perfil está incompleto al introducirse por debajo de niveles que han quedado sin excavar (UE
0383), aunque es la más profunda al alcanzar los 28 cm (Fig.
2.5). La F45 (UE 0469) es de tendencia ovalada aunque su perfil
10
no se pudo ver completo al introducirse en el corte dejado por la
UE 0465 y su profundidad conservada es de 18 cm. Por su parte
la F51 (UE 0482) tiene una planta más irregular y alcanza una
profundidad máxima de 21 cm (Fig. 2.5).
Su funcionalidad es incierta al estar descontextualizadas, pero
por tamaño no parecen corresponder a agujeros de poste, aunque
tampoco se puede descartar esa posibilidad o que se trate de estructuras de niveles superiores (Fig. 2.5), si bien durante el proceso
de excavación no se pudo detectar esta circunstancia.
[page-n-24]
3
LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO
SIGLO VII A. C. - PRIMER CUARTO S. VI A. C.
La superficie inicial del sector 0 quedó reducida en las cotas más
profundas a unos 200 m2 al optar por no profundizar en las cuadrículas ABD4 y E1/4 más allá del nivel de uso del primer cuarto
del siglo II a. C. Esta decisión ha impedido tener una visión más
completa de las estructuras iniciales pues éstas parecen estar mejor
conservadas hacia el E, dada la pendiente natural del terreno.
A principios del siglo VII a. C., el cerro de Los Villares se
ocupó si no por primera vez (vid. Cap. 2), al menos de forma
más intensa y estable. A lo largo de este siglo se sucedieron una
serie de construcciones que no siempre se han podido individualizar correctamente y que, en la mayoría de los casos, son
remodelaciones del espacio o de las construcciones sin cambios
sustanciales en el hábitat ni en la cultura material.
La ausencia de destrucciones violentas o abandonos hace
que las propuestas de funcionamiento de las estructuras sean
sólo una visión aproximada; se aprecia cómo van cambiando los
espacios pero no siempre se puede asegurar la contemporaneidad de las fases de un mismo nivel.
Los cuatro niveles detectados para este período se empezaron a intuir en la memoria publicada en 1999, donde el Nivel
I se dividió en a y b (Mata et al. 1999). La apertura de una
amplia área de intervención facilitó una mejor comprensión de
las estructuras y su evolución. En definitiva, los hasta ahora conocidos como Niveles I y II se han convertido en 4, con sus
remodelaciones correspondientes (fases).
NIVEL 1
La base litológica es una roca caliza de color rojizo, muy fácil
de trabajar. En el momento de hacer las primeras construcciones, el suelo que la cubría debía ser poco profundo o bien sufrió
una profunda remodelación antrópica con el fin de adaptar la superficie a las nuevas necesidades pues los primeros muros, fosas
y agujeros de poste identificados están construidos directamente
sobre la roca o perforándola (Fig. 3.1).
En algunas áreas, sobre la roca, había una capa de tierra negruzca suelta, de espesor irregular, con escaso material arqueológico que a duras penas se puede relacionar con estas estructuras (UUEE 0350, 0384, 0463, 0465, 0481 y 0489). La presencia
de cerámica a torno, algún objeto metálico y restos de material
de construcción indican que se trataba de un sedimento manipulado a la hora de construir, puesto que no parece un nivel de
destrucción y abandono de las posibles construcciones prehistóricas. En las cuadrículas A1/3, la roca tiene una cota mucho más
alta y, por lo tanto, estos sedimentos la cubrían parcialmente.
Las construcciones
En el estado en que se encontraron estas primeras construcciones es difícil saber a qué tipo de edificación correspondieron
con exactitud. Se intuye un gran espacio cuadrangular (unos 58
m2), cuya cubierta –si la tuvo– pudo estar sujeta por postes y en
cuyo interior pudo haber, al menos, dos fosas excavadas en la
roca. No se conservaban restos de suelo y tan sólo una mancha
blanquecina en B1 fue el único indicio de una superficie de uso.
Los únicos sedimentos asociados al uso o abandono de estas
estructuras son los que colmataron los agujeros de poste (AP) y
las fosas (F) (Fig. 3.1).
Esta interpretación no está exenta de dudas:
- Los agujeros de poste pudieron estar relacionados entre sí
pero, en cambio, no están alineados con los muros. La posición
estratigráfica del AP29 (UE 0524) está clara pues se encontró por
debajo de la UE 0520, en un lugar que debió estar ocupado por un
muro de adobes desaparecido que hacía ángulo con el M0104 (UE
0493) del Nivel 2. Sin embargo, el AP12 (UE 0476) apareció cubierto por un muro (M83, UE 0413) y un horno (UE 0472) pero, al
estar todo ello cortado por una fosa islámica (UE 0083, F13), la interpretación de sus relaciones estratigráficas se complica (Fig. 3.2).
No se descarta la posibilidad de que su construcción sea posterior a
esta primera fase o tuviera un uso prolongado.
11
[page-n-25]
Fig. 3.1. Estructuras del Nivel 1.
- La F42 (UE 0378) está en el interior de una fosa islámica
(F14, UE 0085). Tiene una parte con forma de ángulo recto
y la otra en semicírculo (Figs. 3.3 A y 6.9). En el interior, se
depositó un lote de pequeños y medianos recipientes cuidados hechos a mano, bastante completos, junto a otros cinco de
cerámica tosca y semicuidada (Fig. 3.5). Además de las cerámicas también se recuperaron algunos carbones (Pinus nigrasylvestris y halepensis, Quercus caducifolio y perennifolio).
Su contenido puede estar incompleto porque se desconoce en
qué medida le pudo afectar la construcción de la fosa islámica. En el inventario se han identificado con las UUEE 0084 y
0378 los primeros materiales que llamaron la atención, en el
proceso de excavación, sobre la existencia de una alteración
dentro de la fosa islámica.
Los pequeños recipientes, la mayoría con decoración pintada y grafitada, sugieren que se depositaron como una ofrenda. Desafortunadamente, no existe una construcción a la que
asociarla y su posición estratigráfica se ha determinado por el
material encontrado en su interior.
Las alineaciones sí que pertenecen con seguridad a este momento constructivo aunque el espacio delimitado está poco definido (Fig. 3.1). Los muros mejor conservados están hechos con
adobes de color negro, de gran tamaño, rodeados de argamasa
blanquecina que contiene pequeñas piedras, colocados directamente sobre roca o tierra, es decir, sin zócalo de piedras (MM89
y 100, UUEE 0401 y 0427). El M89 conserva una sola hilada
de seis adobes colocados a soga, en paralelo, y un séptimo a
tizón, sobresaliendo de la cara interna; circunstancia que puede
indicar que el muro fuera más ancho (Figs. 3.1 y 3.3 B). Por la
disposición regular de los adobes se descarta que fuera un derrumbe o un pavimento.
El M100 estaba parcialmente afectado por la construcción de
tres muros de cronología posterior (MM59, 70 y 82, UUEE 0244,
0259 y 0412). En sección, bajo M59, se podía apreciar una sola
hilada de adobes con las mismas características técnicas y morfológicas que el M89; los adobes estaban dispuestos a soga, con alguno
a tizón, formando tres alineaciones paralelas (Figs. 3.1 y 3.3 C).
El M101 (UE 0525) se pudo ver por debajo de dos muros
del Nivel 2 (MM70 y 78, UUEE 0259 y 0299) y, por su posición
estratigráfica, podría ser la continuación de M100. Se le ha dado
12
Fig. 3.2. Agujero de Poste 12 (UE 0476) por debajo del Muro 83
(UE 0413) (año 2002).
otra numeración por la distorsión existente en su alineación, que
puede deberse tanto a su excavación incompleta como a una
deficiente conservación (Fig. 3.1).
El M90 (UE 0521) apenas se excavó, pero se pudieron apreciar dos filas de adobes grisáceos, rodeados también de argamasa blanquecina, colocados a soga (Fig. 3.3 D).
Los materiales
Los materiales asociados a este momento no son abundantes y
mayoritariamente se trata de cerámicas hechas a mano (99% del
total) (Fig. 3.4). También destaca un escaso Número Mínimo de
Individuos/ Número Tipológico de Individuos (NMI/NTI), correspondiendo el 44,5 % de los mismos a la F42 (UE 0378).
No es posible comparar estos porcentajes con los ya publicados para el Nivel I de 1991 (Mata 1991, 143 y 188) pues no
son exactamente equivalentes. El Nivel 1 actual no se detectó en
las excavaciones publicadas en aquel año, pero sí en las realizadas más tarde, denominándose Fase Ia (Mata et al. 1999). Se
identificó en una pequeña fosa en el Sondeo XI de la Zona L y
en materiales recuperados por debajo de los muros exhumados
en los Sondeos XII/XIV de la Zona J. Los porcentajes de la Fase
Ia sí que se aproximan a los de este Nivel 1 pues la cerámica
hecha a mano constituía el 99,5% del material cerámico.
El mayor número de fragmentos corresponde a la tosca con
un 48% pero no así en cuanto al NMI que es mayor para la cerámica cuidada en general. La semicuidada alcanza un modesto
[page-n-26]
A
B
C
D
Fig. 3.3. A.- Fosa 42 (UE 0378) en el interior de la Fosa 12 (UE 0085) (año 2000). B.-Muro 89 (UE 0401) cortado por la F48 (UE 0358)
del Nivel 4. A la izquierda de la imagen, M81 (UE 0359) (Nivel 3) y Agujero de Poste 18 (UE 0322) (Nivel 4) (año 2000). C.- Muro 100
(UE 0427) por debajo del Muro 59 (UE 0244) (Nivel 3) (año 2001). D.- Muro 90 (UE 0521); a la izquierda el Muro 94 (UE 0522) (Nivel
2) y a la derecha el Muro 92 (UE 0517) (Nivel 2) (año 2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno).
Fig. 3.4. Cuadro resumen de los materiales del Nivel 1.
Categorías
Frags.
Piezas Piezas
NMI/NTI frags.
Total
Total
frags. NMI/NT
M tosca
M semi
216
52
9
6
14
7
230
59
9
6
M cui
75
16
20
95
16
M incisa
6
4
3
9
4
M pintada
4
6
28
32
6
M graf
21
9
31
52
9
TOTAL
374
50
103
477
50
1
1
1
2
1
A ant
Fenicia
3
0
0
3
1
TOTAL
378
51
104
482
52
Material constr.
7
4
Material lítico
19
17
Bronce
7
1
Hueso
Malacofauna
1
5
1
3
12%. Entre las cerámicas cuidadas destaca la que carece de decoración con casi un 20%, seguida por la grafitada con el 10,5%.
También hay que destacar el escaso número de decoraciones
incisas (2%) frente a las pintadas (6,5%) (Fig. 3.4).
Como ya se ha señalado, el único conjunto cerrado y, en consecuencia, el que aporta una información más fiable es el recuperado en la F42, aunque no hay que perder de vista que se trata
de un depósito intencionado y, en consecuencia, con los objetos
seleccionados. En él predominan las piezas de cerámica a mano
cuidada, de pequeño y mediano tamaño, además de fragmentos
de cerámica tosca (NMI 2) y semicuidada (NMI 3) y un fragmento de cerámica fenicia (Fig. 3.5, F 0378).
Las cerámicas cuidadas tienen decoraciones y tratamiento de
las superficies variadas. Entre las que carecen de decoración destaca una base plana, por ser una variante poco frecuente en esta clase
de cerámica, y un recipiente profundo de un tipo que hasta ahora no
se conocía en este yacimiento (C 11.) (Fig. 3.5, F 0378-5).
Las decoraciones incisas son irrelevantes en este conjunto pues tan sólo se han encontrado dos recipientes con borde
saliente, así como un fragmento informe con restos de pintura
roja por el interior.
En cambio, las cerámicas pintadas, a pesar de la fragilidad
de su decoración, constituyen el grupo mejor documentado con
cinco recipientes (Fig. 3.4; Fig. 3.5, F 0378-7, 8, 9 y 10). Su
13
[page-n-27]
Fig. 3.5. Materiales del Nivel 1: Cerámica a mano grafitada, F 0378-3, F 0378-2, F 0378-4 y F 0378-1; cerámica a mano con pintura roja,
F 0378-10, F 0378-9 y F 0378-8; cerámica a mano con pintura roja y amarilla, F 0378-7; cerámica a mano cuidada sin decorar, F 0378-5,
0350-2 y 0401-1; cerámica a mano tosca, F 0378-6, 0466-1 y 0350-1; fusayola de hueso, 0401-2; pinzas de depilar de bronce, 0384-1.
conservación se explica por haber estado en un lugar que apenas
sufrió procesos postdeposicionales. Las formas más completas
son los pequeños cuencos de perfil en S, carenados y de perfil
simple globular y troncocónico.
La decoración grafitada también tiene una presencia importante, siempre con una o ambas superficies totalmente cubiertas. Se identifican claramente una escudilla troncocónica
con mamelones perforados y una olla (Fig. 3.5, F 0378-2 y 3),
además de un pie destacado y un fragmento con carena (Fig.
3.5, F 0378-1). Excepto la olla, todas las demás formas tienen
precedentes en el Nivel I de 1991 (Mata 1991, 163-164).
Fuera de la fosa, el panorama es similar destacando entre la
cerámica cuidada una escudilla troncocónica y un recipiente
mediano, de cuello destacado y cuerpo globular (T 10.), similar
a los caliciformes hechos a torno (Fig. 3.5, 0350-2 y 0401-1). En
la cerámica tosca hay una base plana con un orificio precocción
en el fondo (Fig. 3.5, 0350-1) cuyo tamaño impide saber si tuvo
más orificios y a qué forma pudo corresponder.
Aparte de las cerámicas se recogieron muestras de suelo, enlucidos y placas de hogar; algunas piedras con señales
de uso, losetas y fragmentos indeterminados; unas pinzas de
depilar muy fragmentadas y una fusayola hecha sobre cabeza
femoral de Bos taurus (Fig. 3.5, 0384-1 y 0401-2) (Infra “Los
objetos de hueso y asta”).
14
Pinzas de depilar de bronce y fusayolas de hueso no se habían encontrado todavía en Kelin, pero vuelven a aparecer en
los Niveles 32, 41 y 71 (Fig. 3.26, 0287-1; Figs. 3.50 y 3.51,
0319-1 y 0270).
La cronología
La cronología de este primer nivel sólo puede ser relativa
pues no hay materiales asociados con claridad, excepto los
depositados en la F42, y tampoco se ha hecho una datación
radiocarbónica.
Es importante destacar la técnica constructiva de los
muros de este momento (sin zócalos de piedra), así como la
orientación N-S del único espacio detectado, aspectos que no
se volverán a repetir en las construcciones posteriores. No
obstante, los materiales recuperados no presentan una gran
distancia cronológica con los que se van a superponer de
forma inmediata. Las diferencias son, ante todo, de carácter
porcentual.
Dado que apenas hay cerámicas a torno y que algunos materiales como las pinzas se fechan, en otros lugares, entre los
siglos X y VIII a. C. (Urbina et al. 2007, 79), se propone que
estas primeras construcciones se pudieron levantar durante los
primeros decenios del siglo VII a. C.
[page-n-28]
Fig. 3.6. Superposición de las UUEE 0415 (Muro 84) (Niveles 3 y
4) y 0019 (Muro 3) (Niveles 6 y 7). A la izquierda UE 0412 (Muro
82) y a la derecha UE 0359 (Muro 81) (año 2002).
NIVEL 2
Este segundo nivel supuso una reorganización del espacio ocupado ya que afectó tanto a la forma como a la disposición de las
construcciones. La orientación dominante será, a partir de ahora,
SO-NE. En este momento, se sentaron las bases de una ocupación cuyos límites entre zonas de circulación y áreas construidas
apenas variará a lo largo de los siglos. Así, se puede ver cómo algunas alineaciones se amplían, se recrecen o se fosilizan hasta la
última construcción protohistórica documentada (Fig. 3.6), otras
se van desplazando ligeramente en paralelo y las menos sufren
cambios radicales o desaparecen.
Las nuevas construcciones se levantaron inmediatamente sobre
las antiguas tras arrasarlas y, como ya se ha señalado, con un sedimento de nivelación que no se puede distinguir, ni por morfología
ni por materiales, del que está directamente sobre la base litológica.
En las cuadrículas A1/2 no se localizaron estructuras por lo que se
desconoce si se trataba de un espacio sin construir o si las construcciones fueron totalmente arrasadas con posterioridad, puesto que
en A3 sí que hay algunos indicios constructivos.
En este nivel se han distinguido, más o menos claramente,
cuatro conjuntos en los que se aprecian varias remodelaciones
(Figs. 3.7, 3.9 y 3.12). Al no haber abandonos o destrucciones
violentas, no es posible establecer el grado de contemporaneidad de las distintas remodelaciones, pero sí su aspecto final.
Conjunto 1
Su última fase está compuesta por cinco muros de nueva construcción (MM72, 73, 74, 75, 76, UUEE 0296, 0297, 0343, 0344,
0440), un suelo de tierra (P25) y un posible banco de tierra o
adobe. La mayor parte del mismo se excavó en 1984 (Mata 1991,
15, fig. 6,1; láms. IX, 2; X, 2 y 3; XI, 2) (Fig. 3.8 A). Su evolución
temporal fue la siguiente (Figs. 3.7, 3.9 y 3.12):
- Sobre una capa de tierra para nivelar las irregularidades de la
roca de base,1 se construyeron dos muros (MM72 y 73). El ángulo
entre ambos no era visible al conservar restos de adobe por lo que
no se pudo apreciar si estaban trabados o adosados. El M72 esta-
1 En esta área no se detectaron estructuras del Nivel 1.
Fig. 3.7. Estructuras del Nivel 2, fase 1. En negro, estructuras y
equipamientos de nueva construcción y en verde, perduraciones.
ría incompleto en longitud, si se supone que M76 se construyó en
la segunda fase. El M73 está incompleto con seguridad pues se
introduce en el corte S de la excavación; además está compuesto
por una doble alineación que no es posible explicar al no haberse
excavado la cuadrícula D1 hasta esa cota. Un suelo de tierra endurecida cubría parcialmente el espacio (P25) (Fig. 3.8 A). Todo
el conjunto tiene un mínimo de 15 m2 útiles, teniendo en cuenta
que se encuentra incompleto por los lados SO y SE, aunque por
este último la posible extensión está limitada a escasos metros
debido a la topografía de la loma.
- En un segundo momento, de datación indeterminada
puesto que no hay sedimentos asociados, se compartimentó el
espacio con la construcción de los MM74 y 75 separados entre
sí por una abertura, muy pequeña para ser considerada como
puerta pero para la que no se ha encontrado explicación plausible (Figs. 3.9 y 3.8 B). El M75 pudo estar algo incompleto
pero no demasiado por la presencia de unas piedras sueltas en
su extremo occidental alineadas con M76. Este último pudo
construirse tanto en esta fase como en la anterior. Adosada a
MM73 y 74, y haciendo ángulo con ambos, se veía una construcción de tierra rojiza, interpretada como un posible banco
15
[page-n-29]
A
C
B
D
Fig. 3.8. A.- Vista del Conjunto 1 en 1984. B.- Vista del Conjunto 1, Nivel 2 (año 2001). C.- Adobes adosados a los Muros 73 y 74, formando ángulo (año 2004). D.- Sección del Hogar 8 (UE 0373) (año 2000).
(Figs. 3.9 y 3.8 C). La construcción de estos equipamientos
redujo ligeramente la superficie útil del Conjunto que pasó a
tener unos 14 m2 con, al menos, dos habitaciones.
Además de estar incompleto, o tal vez por eso mismo, en
este Conjunto no se ha localizado un hogar que permita clasificarlo, con toda seguridad, como una unidad doméstica. Tampoco los materiales, encontrados en 1984, son significativos
más allá de constatar que no difieren de los que aparecen en
otros espacios contemporáneos.
-A la tercera fase se puede asociar la utilización de un hogar (H8, UE 0373) situado al exterior del departamento (Figs.
3.8 D y 3.12). Era circular, sin construir, compuesto por una
capa de tierra quemada y cenizas, en la que se recuperaron
fragmentos de carbones de Pinus nigra-sylvestris, Pinus halepensis, Quercus caducifolio y perennifolio, además de semillas de Hordeum vulgare y Vitis. Una semilla de Hordeum
se dató por AMS, aportando una cronología a 2 sigmas, con el
95% de probabilidad) de Cal BC 800-520 (vid. Cap. 13 “Dos
fechas..”) (Figs. 13.1 y 2).
Conjunto 2
Este conjunto se sitúa, hacia el NE, en paralelo al anterior y separado de los conjuntos 1 y 3 por sendos pasillos de entre 40 y
70 cm. Estaba compuesto por tres muros perimetrales de nueva
construcción (MM70, 77 y 78, UUEE 0259, 0298 y 0299), tres
bancos adosados a los mismos (BB3, 4 y 5, UUEE 0369, 0370
16
y 0371), un suelo (P12, UE 0333) y una loseta central (AP1). Es
rectangular y se conservó abierto por el O, donde debió estar
la puerta de acceso, con una superficie útil mínima de 5,5 m2
que aumentaría hasta 9 m2 si se suma la superficie de los bancos (Figs. 3.7, 3.9, 3.10 y 3.12).
En este caso no se apreciaron remodelaciones seguras; no
obstante, dado el espesor del P12 (9 cm) (Fig. 3.11 A), no
se puede descartar la posibilidad de que en una primera fase
no hubiera bancos y/o que se produjeran reparaciones en el
suelo. Esta posibilidad se puede deducir porque la capa superficial del P12 tiene continuidad con el enlucido del B3.
Sólo la excavación en extensión por debajo del suelo hubiera
permitido comprobar alguna de estas hipótesis.
Los bancos no presentaban indicios de tener zócalo de piedra,
igual que el M70; en cambio, los MM77 y 78 conservaban zócalo
de piedras y parte de su alzado de adobe en el ángulo, por ello
no fue posible saber si estaban trabados o adosados. El ángulo
formado por los MM70 y 78 estaba totalmente afectado por la
construcción de la UE 0328 (Nivel 6).
En el centro de la habitación, una losa triangular se ha
interpretado como una base de poste para sustentar la techumbre (AP1). La ausencia de un muro de cierre por el SO tiene
dos posibles explicaciones:
- Bien porque los muros perimetrales 70 y 77 se encontraron incompletos.
- O bien porque la UE 0338 fuera el muro de cierre, todo
él de adobe, que se encontró totalmente derruido.
[page-n-30]
Fig. 3.10. Vista del Conjunto 2, Nivel 2. En la parte superior se
aprecia la UE 0328 (Nivel 6) y a la izquierda el B6 (UE 0129)
(Nivel 73) (año 2000).
Fig. 3.9. Estructuras del Nivel 2, fase 2. En negro, estructuras y
equipamientos de nueva construcción; en verde, perduraciones.
El ajuar recuperado fue bastante abundante (13,8 % del
MNI/NTI) (Fig. 3.14), aun así, no hay elementos seguros que
permitan clasificar este conjunto como unidad doméstica pues
no se encontraron restos de hogar ni molino.
Conjunto 3
Se sitúa al NE del anterior, separados ambos por un pasillo cuya
anchura varía a lo largo del tiempo. En este caso, sí que se han
apreciado remodelaciones:
- En una primera fase estaría compuesto por dos muros
de adobe sin zócalo de piedra (MM103 y 104, UUEE 0483 y
0493), un hogar (H29, UE 0487) y el P24 (UUEE 0488 y 0491).
El AP12 (UE 0476) pudo pertenecer a esta estructura ya que se
encuentra a media distancia de los muros conservados (Figs.
3.2 y 3.7). El pasillo de separación con el Conjunto 2 sería de
unos 70 cm. El espacio delimitado es rectangular y, como en los
casos anteriores, no se conservaba el muro suroccidental, donde
pudo estar la puerta de acceso. La superficie mínima útil es de 5
m2. El suelo era de tierra endurecida y formaba un continuum
con el enlucido que cubriría los adobes de las paredes como se
pudo apreciar en la UE 0491 (Fig. 3.11 B y D); sólo se conservaba en la mitad oriental de la habitación. El hogar era circular,
sin delimitación aparente, y estaba situado cerca del M104 (Fig.
3.11 D). El material asociado es escaso pero todo él es cerámica
hecha a mano (UUEE 0486 y 0484).
- La segunda fase se construyó sobre una tierra arcillosa con
restos de adobes deshechos que anuló el hogar; algunos de estos
adobes se pudieron ver en el corte de la F13 (UE 0083). Los muros
tienen, ahora, un zócalo de una hilada de piedras pequeñas, sin
carear, y alzado de adobes (MM56, 87 y 102, UUEE 0389, 0446 y
0519) y se abrió una puerta de 1,5 m hacia el NE (Pr11); el AP12
pudo continuar en uso. La habitación, aunque incompleta por el
SO, aumentó la superficie mínima hasta los 7 m2 , ampliación que
se produjo a costa de reducir los pasillos entre los conjuntos vecinos (Fig. 3.9 y 3.11 C). No existen ajuares que se puedan asociar
con claridad a este momento.
- La tercera fase supuso la eliminación de M56 y AP12 y la
construcción de un horno (UE 0472), configurándose un espacio de unos 8,5 m2 que, pudo ser mayor si se consideran como
parte del mismo el AP28 (UE 0485), un pequeño hogar (H28,
UE 0471) y los restos de un suelo de tierra (P23, UE 0480),
todo ello situado al NO del horno (Fig. 3.12). A pesar de los 15
m2 que alcanzaría de este modo, seguiría incompleto pero con
un equipamiento doméstico único hasta el momento, el horno:
la UE 0472 estaba cortada por la F13 (Nivel 9), afectando a su
superficie, mientras que las construcciones posteriores acabaron casi totalmente con su alzado. El anillo de pequeñas piedras conservado carece de indicios de la abertura. La superficie
estaba limpia y sobre ella se encontró un fragmento de cristal
de roca. J. Tresseras y J. C. Matamala analizaron un fragmento
de la superficie de cocción llegando a la conclusión de que se
trataría de un horno doméstico (vid. Cap. 13 “Estudi de continguts…”) (Fig. 3.11 E y Fig. 13.5 y 8).
El H28 es una pequeña placa de tierra quemada sobre la
que había carbones y piedras pequeñas. Entre los carbones cabe
destacar la única presencia de Quercus. Estaba adosada a la pa17
[page-n-31]
A
B
C
D
E
F
Fig. 3.11. A.- Sección del Piso 12 (UE 0333) (año 2001). B.- Detalle de la UE 0491 que cubriría la pared de adobe eliminada (año 2002).
C.- Vista general del Conjunto 3, Nivel 2, fase 2 (año 2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno). D.- Vista parcial del Conjunto 3, Nivel 2, fase
1. En la parte superior, Hogar 29 (UE 0487) parcialmente excavado; en la parte inferior, UE 0491 (año 2002). E.- Vista cenital del horno UE
0472 (año 2001). F.- Muro 93 (UE 0492) (año 2002). Las piedras de la parte superior corresponden al M56 (UE 0389) (Fase 2).
red del horno y, por su pequeño tamaño pudo formarse con los
restos procedentes de la limpieza del mismo por lo que pudo
estar cerca de la boca.
El suelo (P23) era de tierra apisonada y de superficie irregular al que se asocia el AP28. Éste tiene una sección irregular,
estrechándose hacia la base. En su interior se encontraron carbones de Quercus perennifolio y Juniperus sp.
Los materiales que se pueden asociar, más o menos fielmente, a este conjunto son abundantes y se trata de cerámica hecha
a mano y algunos fragmentos hechos a torno, entre los que hay
ánforas y pithoi fenicio-occidentales.
Los sedimentos que colmataron todas estas estructuras
(UUEE 0479, 0478, 0470 y 0455) contenían restos de adobes
deshechos y fragmentados.
Conjunto 4
Fig. 3.12. Estructuras del Nivel 2, Fase 3. En negro, estructuras
y equipamientos de nueva construcción; en verde, perduraciones.
18
Este conjunto se ubica al NE del 3 pero estaba peor conservado
que los anteriores en las dos primeras fases:
- De la fase 1 no hay estructuras verticales claramente asociadas (Fig. 3.7). Éstas debieron ser arrasadas por las construcciones
posteriores y sólo queda alguna huella en el terreno. Así, la UE
0492 (M93) es una tierra negruzca, similar a los adobes del Nivel 1
pero con una alineación acorde al Nivel 2; también se observaron
restos de tierra amarillenta semejante a la que traba los adobes (Fig.
3.11 F). Su aspecto estaba desvirtuado al estar cortado por dos fosas
islámicas y un muro de la fase 2 (UUEE 0010, 0084 y 0389). Otra
alineación de características semejantes, paralela a la UE 0388, se
vio al hacer la restauración en 2004; por el contrario, no quedaban
huellas de los muros NE y SO. El H22 (UE 0473) pudo pertenecer
a este momento (Fig. 3.13 A). No es posible saber las dimensiones
de este espacio, pero debió estar separado del Conjunto 3 por un
estrecho pasillo de dimensiones indeterminables al estar afectado
por la construcción del M56 (UE 0389).
[page-n-32]
A
B
C
D
E
F
Fig. 3.13. A.- Hogar 22 (UE 0473) (año 2001). B.- Hogar 23 (UE 0381) sobre Hogar 22 (UE 0473) (año 2001). C.- Molde de fundición
utilizado como material de construcción en Muro 91 (UE 0464) (año 2004). D.- Hogar 25 (UE 0456) (año 2001). E.- Posible hogar o
pavimento (UE 0451) (año 2001). F.- Agujero de Poste 14 (UE 0458) (año 2001).
- La segunda fase constructiva supuso la desaparición de estos
muros de adobe y la construcción de otros, paralelos a los mismos,
con un zócalo de una o dos hiladas de piedras pequeñas, sin carear
(MM56 y 105, UUEE 0389 y 0388) (Fig. 3.9). Pudo existir una
amplia puerta abierta hacia el NE, donde además hubo un pasillo de
unos 70 cm entre este conjunto y el 5 (UE 0522, M94). El M56 es
medianero entre los conjuntos 3 y 4 y su construcción hizo desaparecer el pasillo existente entre ambos. El hogar, cuya placa superior
estaba deteriorada por el centro, se reparó mediante la construcción
de otra placa similar pero de mayor tamaño (H23, UE 0381) (Fig.
3.13 B). Cerca de éste se encontró una pequeña zona de tierra endurecida (H24, UE 0382) que más que un hogar construido pudo
ser un lugar donde preparar el fuego o donde se dejaba reposar de
forma reiterada una olla caliente. Ambos hogares estaban asociados
a una tierra arcillosa mezclada con piedra caliza que actuó como
superficie de uso (P18, UE 0383). No se encontraron indicios de
los muros NE y SO.
Estas construcciones y equipamientos quedaron colmatados
por las UUEE 0379 y 0474, sedimentos con bastante materia
orgánica (carbones de Pinus nigra-sylvestris, P. halepensis,
Quercus caducifolio y perennifolio, Arbutus unedo, Juniperus
sp. y semillas de Hordeum vulgare y Triticum aestivum durum
y compactum). El material asociado es básicamente cerámica
hecha a mano, con alguna pieza a torno y algún pequeño objeto
de bronce (Fig. 3.17, 0424-3).
- Sobre todo ello se construyeron nuevos muros que, ahora
sí, configuran un espacio casi cuadrado de 7 m2 de superficie
útil (Fig. 3.12). Las estructuras verticales son cuatro muros
perimetrales (MM95, 92, 93, 91, UUEE 0386, 0517, 0518 y
0464), todos ellos con un pequeño zócalo de piedras y alzado
de adobes; dicho alzado impidió apreciar si estaban trabados
o adosados. En la construcción del M91 (UE 0464) se utilizó
un molde de fundición (Fig. 3.13 C). El M93 es medianero
con el Conjunto 3 y estaba incompleto por lo que se desconoce si existió una comunicación entre ambos conjuntos. Entre
los MM95 y 91 pudo haber una puerta de entre 60 y 70 cm de
ancho, abierta hacia el SO. Los equipamientos domésticos se
reducen a un pequeño banco adosado a M91 (B8, UE 0459),
hecho con adobes. Todo ello se colmató con la UE 0376 en la
que había mucha materia orgánica (carbones de Pinus nigrasylvestris, P. halepensis, Quercus caducifolio y perennifolio,
Arbutus unedo y Juniperus sp. y cenizas), adobes enteros y
fragmentados, cerámica a mano y a torno, incluida un ánfora
fenicia occidental, así como objetos de bronce y un molino
barquiforme (Figs. 3.14 y 3.17).
En el exterior, delante de la posible puerta entre MM95 y 91
había un hogar construido en cubeta y delimitado con fragmentos de cerámica hecha a mano del mismo recipiente (H25, UE
0456) (Fig. 3.13 D). Asociados al mismo se encontraron escasos
restos de Triticum aestivum durum.
Otras estructuras y espacios de circulación
En este apartado se recogen, además de los espacios de circulación, las estructuras y los sedimentos que no se han podido
asociar a conjunto alguno bien porque están muy deteriorados,
bien porque no se excavaron en su totalidad.
Entre las estructuras sin excavar se encuentra el Conjunto 5. En
realidad, se trata de un solo muro (M94, UE 0522) que se apreció
por su cara externa en el corte situado bajo la UE 0045 (M15, Nivel 7). Conservaba un zócalo de dos hiladas de piedras pequeñas
y un alzado de dos o tres hiladas de adobes, en paralelo a M92 y
configurando con él un pasillo de unos 70 cm. Este pasillo quedó
colmatado por las UUEE 0515 y 0513 con abundante material cerámico a mano y a torno, entre el que se incluyen ánfora y tinajas
fenicias occidentales; también es interesante destacar la presencia
de un fragmento de placa de hogar.
Por otro lado, en las cuadrículas AB3/4 se detectó una serie
de restos difíciles de relacionar entre sí o a alguna construcción.
No obstante, están indicando que esa zona estuvo ocupada:
19
[page-n-33]
- Alineación de una sola hilada de adobes de color negro que
se introducen en el corte situado bajo la UE 0050 (M19, Nivel
6). También pudieron pertenecer a un nivel superior y haberse
conservado tan sólo una pequeña capa.
- Restos de un posible hogar o pavimento (UE 0451) que, como
en el caso anterior, también se introduce en el corte situado bajo la
UE 0050 (M19, Nivel 6) (Fig. 3.13 E). En este caso se trataba de
una pequeña capa de tierra quemada, situada inmediatamente sobre
la roca. Por cotas pudo funcionar con la alineación anterior.
- Agujero de poste circular, sin piedras alrededor (AP14, UE
0458). De estar incompleto también pudo pertenecer a un nivel superior (Fig. 3.13 F).
- Un suelo de tierra apisonada y algo quemada (P22,
UUEE 0462 y 0475) estaba al exterior del M91 y al H25.
Por el O terminaba de forma irregular confundiéndose con la
roca. Sobre éste cayó una parte del derrumbe de M91, formado por una sucesión de tierra cenicienta (UE 0460) y adobes
deshechos (UE 0457). Este suelo es equivalente, si no igual,
al P23 (UE 0480).
- Todas estas estructuras quedaron colmatadas por las UUEE
0452 y 0450, con abundante material cerámico a mano y a torno.
Las construcciones del Nivel 2 no ocuparon todo el sector
excavado en cualquiera de sus tres fases. Aun suponiendo que
hubiera desaparecido alguna de las construcciones, hay que
considerar la existencia de un espacio de circulación al SO de
los conjuntos, pues hacia ese lado se abren las puertas de tres de
ellos. El otro espacio, mucho más estrecho, estaría al NE pues
hacia ese lado se abría la puerta del Conjunto 3 y se ve un muro
del Conjunto 5 (Figs. 3.7, 3.9 y 3.12).
Fig. 3.14. Cuadro resumen de los materiales del Nivel 2.
Categorías
Frags. Piezas
NMI
Piezas
frags.
Total
frags.
Total
NMI/NT
M tosca
1592
90
126
1718
90
M semi
313
M cui
444
44
58
371
44
98
257
701
98
M incisa
75
14
36
111
14
M pintada
154
19
24
178
19
M graf
185
42
93
278
42
TOTAL
2763
307
594
3357
307
A ant
145
17
26
171
17
A ant gris
5
1
2
7
1
TOTAL
150
18
28
178
18
Fenicia
108
8
14
122
8
TOTAL
636
3662
333
3028
335
Material constr.
38
27
Material lítico
31
30
Hierro
2
2
Bronce
44
22
Hueso
2
1
Malacofauna
1
1
Los materiales
La cantidad y variedad de materiales recuperados en este Nivel son un elemento más para avalar que el asentamiento se
había consolidado y había adoptado una organización interna
más regular con tres o cuatro espacios domésticos claramente
diferenciados. Su consideración por conjuntos no es significativa para aproximarse a las actividades desarrolladas por sus
ocupantes, pues no se recuperaron materiales abandonados de
forma voluntaria.
Este Nivel es equivalente a grandes rasgos al Nivel I publicado en 1991 y que en 1999 se subdividió dado que se encontraron materiales por debajo de las construcciones más antiguas
conocidas hasta ese momento (Mata 1991; Mata et al. 1999).
Los porcentajes entre cerámica hecha a mano (92%) y a torno
(8%) son similares a los publicados (Mata 1991, 188). Tanto
el NMI (333) como los objetos de materiales diversos son más
numerosos como se puede esperar al proceder de espacios de
habitación (Fig. 3.14).
La cerámica a mano tosca es la más abundante en fragmentos (47%), pero no en NMI (27%). Los tipos mejor documentados son las orzas y ollas de base plana (Fig. 3.15, 0376-4;
Fig. 3.16, 0352-1, 0430-1, 2 y 3, 0513-1) algunas con decoración incisa o impresa en el labio; las bases planas pueden tener
impresiones de esterilla. Los tejuelos perforados son el tercer
tipo conocido (Fig. 3.15, 0379-3; Fig. 3.16, 0513-2).
La cerámica a mano semicuidada se ha reconocido en un
número relativamente importante de fragmentos (10,5%), pero
con muchos menos individuos (13%). Las formas no difieren
de las toscas y, así, hay ollas, tinajas de cuello indicado y desta20
cado (Fig. 3.15, 0376-3; Fig. 3.16, 0452-2 y 0450-2); entre las
decoraciones, incisiones en el labio (Fig. 3.16, 0450-0452-1) e,
incluso, algún fragmento con pintura roja, técnica poco habitual
en esta clase cerámica.
Las cerámicas cuidadas son el segundo grupo más numeroso
y el primero en cuanto a NMI (Fig. 3.14). Las formas mayoritarias,
como en el Nivel 1, son los pequeños recipientes utilizados para
beber –cuencos de perfil en S, carenados, globulares y troncocónicos–, además de alguna otra forma menos convencional, sin que
haya grandes diferencias entre las piezas con decoración o sin ella
(Fig. 3.16, 0290-2, 0424-1 y 0450-3).
La mayoría de ellas carece de decoración (19% y NMI
29,5%), seguidas de lejos por las grafitadas (7,5% y 12,5% de
NMI) (Fig. 3.14). Casi todas estas llevan grafito por ambas superficies, junto a un porcentaje mínimo con grafito parcial (Fig.
3.16, 0484-1, 0379-2, 0342-1, 0352-6 y 5, 0338-2 y 0450-1).
Las cerámicas pintadas, a pesar de su fragilidad, siguen constituyendo un grupo bastante bien representado (5% del total y 5,7%
del NMI) (Fig. 3.14). Mayoritariamente se trata de piezas con pintura roja por ambas superficies y, en menor medida, por una de
las dos e, incluso, formando motivos geométricos; es minoritaria
la pintura bícroma (roja y amarilla) (Fig. 3.15, 0479-1 y 2, 0376-2;
Fig. 3.16, 0352-1 y 3 y 0452-1). Algunas piezas incisas conservan
restos de pintura roja por el interior o el exterior, y a nivel cuantitativo se han considerado como incisas (Fig. 3.16, 0342-2 y 0450-6).
Las decoraciones incisas se mantienen en porcentajes muy bajos
(3% del total y 4% del NMI) (Fig. 3.14; Fig. 3.15, 0313-4; Fig.
3.16, 0290-1, 0424-2, 0450-4 y 0450-8).
[page-n-34]
Fig. 3.15. Materiales cerámicos más significativos de los conjuntos y sus fases. Cerámica a mano tosca, 0376-4 y 5, 0379-3;
cerámica a mano semicuidada, 0376-3 y 0389-1; cerámica grafitada, 0484-1 y 0379-2; cerámica a mano pintada, 0479-1 y 2 y
0376-2; cerámica a mano incisa, 0313-4; ánfora fenicia occidental, 0313-1; cerámicas a torno, 0326-1, 0313-2 y 0379-1; molde de
fundición, 0464-1.
21
[page-n-35]
Fig. 3.16. Materiales más significativos del Nivel 2 fuera de los conjuntos. Nivel 21: cerámica a mano pintada e incisa, 0342-2; cerámica
grafitada, 0342-1; cerámica a torno, 0374-1, 353-1 y 0277-2. Nivel 22: cerámica a mano tosca, 0352-1 y 0352-4; cerámica a mano cuidada, 0290-2 y 0424-1; cerámica grafitada, 0352-6 y 5 y 0338-2; cerámica a mano pintada, 0352-2 y 3; cerámica a mano incisa, 0290-1
y 0424-2; cerámica a torno, 0353-1; brazalete de piedra, 0338-1. Nivel 23: cerámica a mano tosca, 0430-1, 2 y 3, 0513-1 y 2 y 0450-7;
cerámica a mano semicuidada, 0452-2, 0450-2 y 0450-0452-1; cerámica a mano cuidada, 0430-4, 0450-3 y 0456-1; cerámica grafitada,
0450-1; cerámica a mano pintada, 0452-1; cerámica a mano pintada e incisa, 0450-6; cerámica a mano incisa, 0450-4 y 8; cerámica a
torno, 0470-1 y 0450-5.
22
[page-n-36]
el enmangue y decoración de pequeños circulillos incisos (Fig.
3.17, 0376-8) se parece a una navaja de afeitar encontrada en la
necrópolis de Pi de la Lliura (Vidreres). Las dataciones radiocarbónicas de esta necrópolis oscilan entre el 1010 y el 750 cal
BC (Pons y Solés 2008, 76, 133-135 y figs. 32 y 42 b).
NIVEL 3
Este nivel constructivo se caracteriza por una mejor conservación de las estructuras verticales y, en consecuencia, de los conjuntos. El tamaño de alguno de ellos es mayor que los anteriores
pero esto puede deberse a una mejor conservación; no obstante,
sigue sin haber restos de construcciones estables en las cuadrículas A1 y parte de AB3.
Este nivel fue el seleccionado para su consolidación y mostrarlo a los visitantes, introduciendo alguna modificación sobre
su estado original para una mejor comprensión (vid. Cap. 14)
(Figs. 3.18 y 3.19 A).
Fig. 3.17. Objetos de bronce del Nivel 2. Conjunto 3, 0479-3;
Conjunto 4, 0376-6, 7, 8 y 9 y 0379; exterior conjuntos, 0424-3.
Las cerámicas hechas a torno han aumentado ligeramente
su presencia con respecto al Nivel 1 (8% de los fragmentos)
pero, sobre todo, son más heterogéneas (Fig. 3.14). Junto a las
ánforas fenicio-occidentales (Fig. 3.15, 0313-1), se encontraron
piezas oxidantes con decoración pintada y otras de cocción reductora de procedencia desconocida junto a cerámicas que podrían ser de producción local o regional, como un plato de ala
abombada y decoración pintada lineal, un lebes y tapaderas con
labio biselado (Fig. 3.15, 0326-1, 0313-2, 0379-1 y 0376-1; Fig.
3.16, 0374-1, 0353-1, 0277-2, 0470-1 y 0450-5).
Entre los materiales metálicos cabe destacar la presencia de
una fíbula, dos posibles resortes de fíbula, una anilla con decoración sogueada y pequeños objetos de bronce (Fig. 3.17), además
de una varilla apuntada de hierro (UE 0353, Fase 2). El Conjunto 4
es el que más piezas de bronce ha proporcionado, siendo especialmente interesante la anilla sogueada (Fig. 3.17, 0376-9).
De los objetos de piedra señalar el uso de un molde de fundición para hacha plana como material de construcción en un muro
del Conjunto 4 (Figs. 3.13 C y 3.15, 0461-1), además de un fragmento de brazalete ya comentado en el Cap. 2 (Fig. 2.4, 0338-1).
El punzón de asta se tratará con detalle en el apartado “Los
objetos de hueso y asta” (infra) (Fig. 3.50, 441-1).
Conjunto 1
No es seguro que este conjunto tuviera continuidad en este
nivel constructivo y si lo hizo, cambió sustancialmente. En un
primer momento, parece que el M76 y su posible continuación sufrieron la caída del alzado de adobes hacia el exterior
(UUEE 0430 y 0361); en el interior, excavado en 1984, no se
La cronología
No es fácil aportar una cronología precisa pero la posición estratigráfica de este Nivel y la asociación de algunos materiales
permiten datarlo hacia mediados del siglo VII a. C. Van a ser dos
objetos de bronce los que aporten la mayor precisión: el cuchillito o navaja de afeitar y la anilla con decoración sogueada pues
el resto de materiales metálicos y cerámicos tienen una amplia
horquilla temporal. Y lo mismo sucede con la fecha de C14 sobre
Hordeum vulgare (vid. Cap. 13 “Dos fechas de Carbono 14”).
La anilla con decoración sogueada por ambas caras formó
parte de un objeto más complejo como los soportes de bronce
datados entre mediados del siglo VII y primera mitad del VI
a. C. en el NE de la península ibérica y S. de Francia (Armada
y Rovira 2011, con bibliografía anterior) (Fig. 3.17, 0376-9).
La pequeña hoja de bronce con un extremo redondeado para
Fig. 3.18. Estructuras del Nivel 3, Fase 1. En negro, estructuras
y equipamientos de nueva construcción; en verde, perduraciones.
23
[page-n-37]
A
terrestres (vid. Cap. 13 “Estudi de continguts…”). Los MM72
y 73 pudieron estar parcialmente visibles pues la altura conservada del alzado de adobes así parece indicarlo.
Parece claro que esta zona redujo la actividad que había
desarrollado hasta ese momento. El material recuperado es
muy abundante y variado pero no existen indicios claros de
su pertenencia a un espacio cerrado (Figs. 3.18 y 3.20). Todo
ello quedó colmatado por la UE 0329, equivalente a la capa
5 excavada en 1984.
Conjunto 2
B
C
Fig. 3.19. A.- Vista de la consolidación realizada en 2004 (fotografía G. Pérez y A. Moreno). B.- Hogar 9 (UE 0362) (año 2000). C.Molino barquiforme hallado in situ, junto al Muro 79 del Conjunto
2 (año 2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno).
detectó ninguna sedimentación especial (capa 6). Esta ruina de
los muros pudo suponer el abandono total o parcial del conjunto y del hogar (H8, UE 0373) que quedaron colmatados por
las UUEE 0363 y 0431. Sobre este sedimento se construyó un
nuevo hogar (H9, UE 0362) de características similares al H8
(Fig. 3.8 D), es decir, no está construido y parece el producto
de un fuego temporal (Fig. 3.19 B). Abundando en esta hipótesis se encuentra el hecho de que entre el carbón recuperado
sólo se identifica una especie de madera (Juniperus sp) y los
residuos analizados mostraron restos de grasas de mamíferos
24
Todo lo contrario sucede con este conjunto que no sólo se
consolidó sino que amplió su superficie construida a más del
doble al ocupar un espacio en el que no se detectaron construcciones anteriores. El pasillo de separación con el Conjunto 3 se mantuvo entre 40 y 50 cm.
Se configuró como un espacio rectangular, muy alargado, delimitado por tres muros procedentes del nivel anterior
(MM70, 77 y 78, UUEE 0259, 0298 y 0299), más la construcción de otros tres (MM69, 79 y 80, UUEE 0244, 0503 y
0316); conservaba restos de un suelo de tierra (P13, UE 0311)
con reparaciones (UUEE 0287 y 0286), dos agujeros de poste
(AAPP2 y 3, UUEE0348 y 0349), dos hogares superpuestos
(HH13 y 12, UUEE 0310 y 0305) y un molino barquiforme
adosado al exterior del muro occidental (M79) (Fig. 3.19 C).
Las dos fases detectadas corresponden a los dos hogares y a
las reparaciones en el suelo (Figs. 3.18 y 3.20).
Los MM77 y 80 que cerraban la casa por el S tenían entre
ambos un hueco de difícil explicación (Figs. 3.18 y 3.20).
Existen dos hipótesis probables sobre esa irregularidad:
- Por un lado, es posible que el M80, de factura bastante
irregular fuera más ancho en origen y acabara conectado con
el M77, dado su alzado de adobes conservado.
- Y por otro lado, el M80 pudo tener continuidad por el
espacio ocupado anteriormente por el pasillo entre los conjuntos 1 y 2, sin que haya quedado rastro alguno. En este
caso, M77 actuaría de banco adosado.
La aceptación de una u otra posibilidad sólo cambiaría el
tamaño de la casa, siendo de 26,4 m2 útiles en el primer caso
y de 27,4 m2 en el segundo.
La ampliación del Conjunto 2, aumentando considerablemente el espacio ocupado en el Nivel anterior, hizo necesaria la colocación de postes de sustentación tras eliminar,
voluntaria o involuntariamente, el muro occidental del Nivel
2, del que sólo quedó su derrumbe (UE 0338). Ambos agujeros de poste están rodeados de piedras, pero el mayor (AP3)
se encontraba en el centro ejerciendo de apoyo principal del
envigado, mientras que el menor (AP2) serviría de refuerzo.
La longitud de la casa permite suponer que habría al menos
otro poste más, pero las dos fosas que llegaron a perforar la
roca (UUEE 0024 y 0314) afectaron a la conservación de esos
elementos sustentantes.
El equipamiento interno queda limitado a un gran hogar
en el centro de la ampliación, con dos placas superpuestas,
pues los bancos del nivel anterior fueron eliminados. Como
ya se ha señalado, en el exterior, junto al M79, se encontró
un molino barquiforme que debió utilizarse por los ocupantes
de esta casa, ampliando de este modo la superficie disponible
(Fig. 3.19 C).
[page-n-38]
Fig. 3.20. Estructuras del
Nivel 3, Fase 2. En negro,
estructuras y equipamientos
de nueva construcción; en
verde, perduraciones.
El acceso no está claro, pero dada su situación en el nivel
anterior, pudo mantenerse por el O, es decir en el M79, del
que tan sólo se conservaba una hilada; o bien en el extremo
occidental del M69 ya que estaba incompleto por ese lado.
El material recuperado no fue muy abundante por lo que
poco se puede decir de las actividades desarrolladas en la
casa. Ahora bien, por los equipamientos (hogar y molino)
se puede considerar, con seguridad, una unidad doméstica
(Figs. 3.18, 3.19 C y 3.20). Casi todas las estructuras se colmataron con las UUEE 0242 y 0284.
Conjunto 3
Está situado hacia el NE, en paralelo al anterior y separado del
mismo por un estrecho pasillo de 40/50 cm. Como en el caso precedente, también sus ocupantes ampliaron la casa hacia el O.
Está delimitado por dos muros anteriores (MM87 y
102, UUEE 0446 y 0519) y la construcción de otros cinco
(MM81, 82, 84, 85 y 86, UUEE 0359, 0412, 0415, 0437 y
0438); el espacio se compartimentó con un tabique (M83,
UE 0413) y conservaba restos de suelo (P16, UUEE 0421 y
0447) (Fig. 3.21 A). La cubierta estuvo sustentada por tres
o cuatro postes (AAPP4, 5, 6 y 7, UUEE 0419, 0417, 0422,
0367). Como equipamiento doméstico se localizó un hogar
en cubeta (H18, UE 0366), apenas desplazado en su ubicación respecto al hogar del Nivel 2 (H29) (Fig. 3.21 B). Por
otro lado, junto a las bases de poste 5 y 6, es decir, en medio
de la habitación y en un espacio de nueva construcción, se
colocó una inhumación infantil en urna (UE 0490) (vid. Cap.
10) (Fig. 3.21 C).
No se detectaron remodelaciones en las estructuras ni en los
equipamientos. La superficie útil total es de 23,6 m2, repartida
entre dos habitaciones de 7,5 y 16,1 m2 (Figs. 3.18 y 3.20).
La cota de uso del suelo y del hogar (P16 y H18) indica que los
MM87 y 102 se estaban utilizando a la altura del adobe, es decir,
que el zócalo de piedra ya no estaba a la vista al quedar oculto por
los sedimentos que colmataron las construcciones anteriores.
Los MM85 y 86 son muros de adobe, sin zócalo de piedras, que se construyeron realzando y haciendo más ancho el
M93, del Nivel 2. Con ello se consolidó la desaparición del
pasillo entre los conjuntos 3 y 4. Al compartir pared medianera, pudieron formar parte de la misma unidad doméstica
25
[page-n-39]
A
B
C
D
E
F
Fig. 3.21. A.- Vista del Muro 83 (UE 0413) (Nivel 3) y el Agujero de Poste 12 (UE 0476) (Nivel 2) (año 2002). B.- Vista del Hogar 18
(UE 0366) y el Agujero de Poste 7 (UE 0367) (año 2000). C.- Enterramiento infantil UE 0490-1 (año 2002). D.- Sección de la Fosa 47
(UE 0445) (año 2001). E.- Inhumación infantil UE 0514 (fotografía G. Pérez y A. Moreno). F.- Inhumación infantil UE 0516 (año 2004)
(fotografía G. Pérez y A. Moreno).
pero ambos tienen hogares y no se pudo comprobar la existencia de comunicación entre ellos al estar el muro afectado
por sendas fosas islámicas.
Otros tres muros de nueva construcción (MM81, 82 y 84)
sí que tenían un zócalo de escasa altura de piedras pequeñas,
con un alzado de adobes conservado sobre M84. La techumbre
estaba sustentada por dos postes centrales (AAPP 7 y 5 ó 6). El
primero de ellos tenía el agujero totalmente rodeado de piedras,
mientras que el segundo era sólo una losa.
El tabique (M83) se construyó precisamente en el punto
de unión entre M87 y M82; a pesar de ser un muro interior, tenía un zócalo de piedras bastante alto con respecto a
26
los muros perimetrales (Fig. 3.21 A). Esta circunstancia le
permitió mantener la estabilidad de los sedimentos antiguos
frente a los nuevos muros que se construyeron casi sobre la
roca, así como ayudar a la sustentación de la techumbre, actuando de tercer poste central, al tener una base más sólida.
El vano de comunicación entre las dos habitaciones, encarado con la puerta principal de la casa, está sobredimensionado
(1,2 m) pues el M83 estaba incompleto.
El hogar (H18) estaba casi en el centro de la habitación más
pequeña y alineado con la puerta (Figs. 3.18 y 3.20). En la habitación interior y junto a los postes de sustentación se encontró
una urna con su tapadera, incrustada en el suelo y colocada so-
[page-n-40]
bre la roca, con un individuo perinatal enterrado en su interior
y una fina anilla de bronce como único ajuar (vid. Cap. 10). La
fosa donde se introdujo la urna estaba rodeada de fragmentos
cerámicos hechos a mano de una misma pieza (Fig. 3.21 C).
Resulta tentador interpretar este enterramiento como un rito
fundacional, a pesar de ser perinatal, ya que estaba en una urna
cuidadosamente colocada junto a un poste central de la casa y
en una zona de nueva construcción.
El acceso se mantuvo por el mismo lugar que se hacía con
anterioridad, es decir, hacia el E. El único cambio observado fue
el estrechamiento de la puerta al hacer más ancho el muro medianero con el Conjunto 4 (1,1 m). El abandono y remodelación
se produjo con la caída del alzado de adobe de M83 (UE 0436)
y la colmatación de la mayor parte de las estructuras (UUEE
0418, 0411, 0351 y 0429).
Como en los casos anteriores, los materiales asociados informan poco de las posibles actividades de sus ocupantes.
Conjunto 4
Este conjunto se mantuvo con pocas modificaciones con respecto al Nivel 2. Estaba delimitado por dos muros del nivel
anterior (MM92 y 95, UUEE 0517 y 0386), más otros tres de
nueva construcción (MM85, 86 y 96 UUEE 0437, 0438, 0433)
y medianeros con el Conjunto 3. Los MM92 y 95 se utilizaron
a nivel de los adobes, pues el zócalo de piedra ya no era visible.
El espacio delimitado es de 7,9 m2 en la primera fase y de 7,6
m2 en la segunda.
Su evolución es la siguiente:
- En una primera fase, el lado occidental estuvo cerrado por
un muro del que apenas quedaba una hilada de adobes grises
que, por la anchura conservada, debieron estar colocados a soga
(M96) (Fig. 3.18). No llegaba a adosarse ni a M86 ni a M95,
dejando un amplio espacio con este último que pudo ser la puerta (1,3 m máx.). Junto a M95 había una fosa (F47, UE 0445)
cuya funcionalidad se desconoce pero contenía bastante material cerámico, metálico y orgánico2 (Figs. 3.21 D, 3.23 y 3.26).
Quedaron restos del suelo de tierra (P19, UE 0375) y el AP13
(UE 0390) debió de funcionar en este momento. Junto a M96
se encontró un fragmento de molino barquiforme boca abajo y
manchado de pigmento rojo (Fig. 3.27).
- En la remodelación sufrida, el suelo (P19) y el M96 quedaron
anulados por una capa de tierra (UUEE 0372 y 0434) (Fig. 3.20).
En el espacio ocupado por la puerta y la F47 se construyó el M98
(UE 0387) entre dos agujeros de poste (AAPP15 y 16, UUEE 0448
y 0449), desplazando el nuevo acceso hacia el S (1,4 m máx.). Ambos agujeros de poste estaban rodeados de piedras. Es probable que
el AP13 siguiera funcionando en ese momento. En el centro del
departamento se construyó un hogar circular (H26, UE 0368).
La presencia del hogar (H26) y el hecho de que el departamento se abriera hacia el O, justo al contrario que el Conjunto 3
permite suponer que se tratara de unidades domésticas diferentes
a pesar de compartir muro medianero y tener un tamaño menor.
2 Carbones de Pinus nigra-sylvestris, P. halepensis, Quercus caducifolio y perennifolio y Juniperus sp.; semillas de Hordeum vulgare,
Panicum miliaceum, Triticum aestivum durum y Stipa; huesos de
ovicaprino.
Conjunto 5
El único muro conocido de este hipotético conjunto (M94, UE
0522) pudo seguir en uso pues la altura conservada de adobes
así permite suponerlo. En cualquier caso, debió existir un pasillo intermedio pues el Conjunto 3 abría su puerta en esa dirección (Figs. 3.18 y 3.20).
Los espacios de circulación
La ampliación de los conjuntos 2 y 3 supuso la reducción de
los espacios sin construir y, en consecuencia, una organización
diferente de la circulación. De este modo quedaron configuradas
dos zonas de circulación en dirección N-S, de anchura desconocida.
En estos espacios abiertos se realizarían actividades domésticas asociadas a los conjuntos, como demuestran la presencia
de un molino barquiforme adosado al muro occidental del Conjunto 2 (Fig. 3.19 C), así como un hogar simple (H9) al S de esta
misma unidad doméstica (Fig. 3.19 B).
En la posible calle o pasillo situado al E, entre los conjuntos
3, 4 y 5, se encontraron dos inhumaciones infantiles en fosa
(UUEE 0514 y 0516) (Fig. 3.21 E y F). Su valoración es difícil
de realizar ya que el lugar donde se encontraron está parcialmente excavado. En apariencia se encontraron cerca de la puerta del Conjunto 3 pero se desconoce totalmente la organización
del 5, cuyo pasillo comparten.
Además hay que considerar dos amplias áreas sin apenas
construcciones al S del Conjunto 2 y al O del 4. De la primera de
ellas se ha tratado al hablar del Conjunto 1. En la segunda sólo
se localizaron (Figs. 3.18 y 3.20):
- Un agujero de poste (AP21, UE 0380) sin una función estructural evidente y que podría ser de un nivel posterior cuya
asociación no se pudo identificar.
- Y una fosa (F46, UE 0442), recortada directamente sobre la
roca, de forma aproximadamente circular y rodeada de grandes
piedras. No se ha podido interpretar su sentido funcional y en
su interior no se encontró material alguno. Tampoco se descarta
la posibilidad de que sea una irregularidad natural del terreno.
Los materiales
Las cerámicas de este nivel son abundantes y variadas produciéndose un aumento significativo del NMI. Cambios que no
se reflejan en la relación entre las cerámicas hechas a mano
(92,7%) y a torno (7,3%) que apenas varía (Fig. 3.22).
La cerámica tosca hecha a mano sigue siendo el grupo más
abundante tanto en cantidad de fragmentos (59,5%) como en
NMI (33,5%). Tipológicamente la variedad es escasa, con orzas
y ollas como las piezas más numerosas; además de un cuenco
hemiesférico y tejuelos (Fig. 3.23, 0242-1, 0418-1 y 0429-1;
Fig. 3.24, 0498-1 bis, 0430-1/3, 0431-1, 3 y 5, 0443-3).
Las cerámicas semicuidadas constituyen el 11% de los fragmentos y el 14% del NMI (Fig. 3.22). Las formas documentadas son cuencos troncocónicos, uno de ellos con pintura roja
en ambas superficies, tinajas con cuello destacado, tapaderas
y tejuelos (Fig. 3.23, 0354-1 y 0351-1; Fig. 3.24, 0428-4). La
peculiaridad más interesante es la presencia de un conjunto significativo de fragmentos decorados con pintura roja, por ambas
superficies o por una sola; así como las tapaderas y la tinaja con
27
[page-n-41]
Fig. 3.22. Cuadro resumen de materiales del Nivel 3.
Categorías
M tosca
Fragmentos
Piezas NMI
Piezas frags.
Tipos NMI
Tipos frags.
Total frags.
5065
269
382
–
–
5447
Total NMI/NT
269
M semi
839
113
153
–
–
992
113
M cui
768
179
252
–
–
1020
179
M incisa
148
41
59
–
–
207
41
M pintada
211
42
64
–
–
275
42
M graf
404
110
144
–
–
548
110
TOTAL
7435
754
1054
–
–
8489
754
225
28
53
–
–
278
28
A ant
A blanq
A ant gris
TOTAL
5
1
1
–
–
6
1
19
7
10
–
–
29
7
249
36
64
–
–
313
36
A
149
1
1
1
1
151
2
Fenicia
193
8
23
–
–
216
8
TOTAL
8026
799
1142
1
1
9169
800
Material constr.
49
15
Material lítico
37
32
Hierro
8
4
Bronce
36
30
Hueso
7
6
Malacofauna
5
5
cuello destacado (Fig. 3.23, 0354-2 y 0490-1; Fig. 3.24, 03296 y 0364-1) por ser producciones locales que copian formas a
torno (Mata y Quixal 2014, 52, fig. 4, 1).
Las cerámicas cuidadas sin decorar siguen siendo el segundo conjunto más numeroso de este grupo (11% del total y 22,5%
del NMI) (Fig. 3.22). La variedad es un algo mayor que en el
nivel anterior incorporando tipos poco comunes como ollas y
tinajas con cuello destacado (Fig. 3.23, 0411-2, 0405-2 y 04351; Fig. 3.24, 0428-3, 0430-4, 0329-4 y 0364-3).
Las cerámicas grafitadas también siguen siendo la técnica
decorativa más numerosa dentro de las cuidadas (6% del total y
14% del NMI) (Fig. 3.22), pero su variedad tipológica es escasa:
cuencos carenados, ollas y un tejuelo (Fig. 3.23, 0405-0411-1 y
0411-0418-2; Fig. 3.24, 0498-5, 0364-4 y 5), además del conjunto formado por la tinaja de cuello destacado de base cóncava
(G 7.) y el cuenco troncocónico de base plana y mamelón perforado (G 2.3.). Ambos constituyeron la urna y tapadera de un
enterramiento infantil (Figs. 3.21 C y 3.25).
Las decoraciones pintadas se han reducido bastante respecto a los niveles anteriores (3% del total), pero aun así el NMI
es relativamente elevado dada su peculiaridad (5,25% NMI)
(Fig. 3.22). La tipología y características decorativas no varían:
pequeños recipientes con pintura roja cubriendo una o ambas
superficies y, a veces, dibujando motivos geométricos; la decoración bícroma es testimonial (Fig. 3.23, 0453-3; Fig. 3.24,
0498-6 y 7, 0363-2, 0431-2 y 0329-7).
Las cerámicas con decoración incisa constituyen el grupo
menos numeroso (2,25% del total y 5% NMI) (Fig. 3.22). La
forma más abundante sigue siendo el cuenco con perfil en S
28
además de incorporar el cuenco hemiesférico. En algún ejemplar se combina la incisión con la pintura roja, total o parcial
(Fig. 3.23, 0405-1 y 0411-3; Fig. 3.24, 0498-2 y 4, 0431-4 y 6,
0443-1 y 2, 0364-6).
Las cerámicas a torno todavía tienen un porcentaje pequeño
dentro del total pero empiezan a diversificarse en calidades y
formas (7,25% del total y 5,65% del NMI) (Fig. 3.22).
Las cerámicas del ámbito fenicio occidental se mantienen
como las únicas importaciones (2,35% de los fragmentos y 1%
del NMI), pero junto a las ánforas hay tinajas con decoración
pintada bícroma, un plato hondo y algunos fragmentos con barniz rojo (Fig. 3.23, 0411-5 y 0445-1; Fig. 3.24, 0431-8, 0329-1
y 0329-0363-2).
Se documentan también producciones a torno de pasta clara
de procedencia incierta: tinajillas de cuello destacado con superficies pulidas, un asa geminada tipo espuerta y algunos platos, todos con decoración pintada, además de otros sin decorar
(3% de los fragmentos y 3,5% del NMI) (Fig. 3.22; Fig. 3.23,
0284-1 y 0302-1; Fig. 3.24, 0428-2 y 5, 0443-4, 0329-0431-7,
0364-8, 0364-0428-7 y 0426-5).
Los fragmentos de cerámica blanquecina, gris antigua e ibérica
plena proceden de UUEE con intrusiones por lo que están fuera de su
contexto real (2% de los fragmentos y 1,25% del NMI) (Fig. 3.22).
Los objetos metálicos también han sido bastante abundantes (Fig. 3.22). El hierro todavía es muy escaso y sin
tipos reconocibles, pero poco a poco va consolidando su
presencia (Fig. 3.26, 0468-1). En bronce hay que destacar
tres muelles pertenecientes a fíbulas y una mortaja, así como
unas pinzas de factura sencilla (Fig. 3.26, 0354-3, 0445-2 y
[page-n-42]
Fig. 3.23. Materiales cerámicos más significativos de los Conjuntos. Cerámica a mano tosca, 0310-1, 0242-1, 0418-1 y 0429-1; cerámica
a mano semicuidada, 0284-0287-2, 0354-1 y 2, 0351-1 y 0490-1; cerámica a mano cuidada, 0411-2, 0405-2 y 0435-1; cerámica grafitada,
0405-0411-1 y 0411-0418-2; cerámica a mano pintada bícroma, 0453-3; cerámica a mano incisa y pintada, 0405-1; cerámica a mano incisa, 0411-3; cerámica fenicia, 0411-5 y 0445-1; cerámica a torno oxidante, 0284-1, 0411-0443-4 y 0302-1.
29
[page-n-43]
Fig. 3.24. Cerámicas del Nivel 3 (UE 0498) y fuera de los Conjuntos (Fase 1). A mano: tosca, 0498-1bis, 0430-1, 2 y 3, 0431-1, 3 y 5,
0443-3; cuidada, 0498-1 y 2, 0428-3, 0430-4; grafitada, 0498-3 y 5; pintada, 0498-6 y 7, 0363-2, 0431-2; incisa, 0498-2 y 4, 0443-1 y 2;
semicuidada, 0428-4, 0363-1; incisa y pintada, 0431-4 y 6. Fenicia, 0431-8. A torno oxidante, 0428-2 y 5, 0443-4. Fuera de los Conjuntos
(Fase 2). A mano: tosca,; semicuidada, 0329-6; semicuidada y pintada, 0364-1; cuidada, 0329-4 y 5, 0364-3; grafitada, 0364-4 y 5; pintada,
0329-7; incisa, 0364-6. Fenicia, 0329-1, 0329-0363-2. A torno oxidante, 0329-0431-7, 0364-8 y 10, 0364-0428-7, 0426-5.
30
[page-n-44]
Fig. 3.25. Tinaja y tapadera
grafitadas que contuvieron un
enterramiento ianfantil (UE
0490-1), Conjunto 3, Nivel 31
(fotografía J. P. Valor).
Además hay sílex trabajado, una cuenta de collar de
piedra, otros objetos líticos de difícil clasificación y fragmentos de útiles apuntados de hueso (Fig. 3.26, 0443-6,
0431-15 y 0443-5). Los objetos y útiles más significativos
se tratan con detalle en otro lugar (vid. Cap. 2 y “Objetos
de hueso…” –infra–).
La cronología
Fig. 3.26. Materiales metálicos, óseos y líticos del Nivel 3. Hueso,
0431-15; hierro, 0468-1; bronce, 0354-3, 0445-2 y 3, 0490-1, 04266 y 0287-1; piedra, 0443-6.
Ninguno de los objetos recogidos aporta una cronología precisa, por lo tanto este Nivel y sus respectivas fases constructivas
sólo se pueden datar por su posición estratigráfica, es decir,
hacia finales del siglo VII a. C.
NIVEL 4
Fig. 3.27. Molino barquiforme (UE 0434). A la izquierda, cara superior con pintura roja. A la derecha, cara inferior.
3, 0287-1). El Conjunto 4 es el que más objetos de bronce
tiene, entre ellos dos fíbulas; otras dos fíbulas se encontraron en los conjuntos 2 y 3.
El material lítico comprende molinos barquiformes
enteros y fragmentados, uno de ellos con restos de pintura
roja en la cara superior (Fig. 3.27). Otro completo se encontró al exterior del Conjunto 2, junto al muro de fachada
(Fig. 3.19 C).
Este nivel corresponde al momento de transición entre el Hierro
Antiguo y el Ibérico Antiguo. Las estructuras verticales estaban peor conservadas que en los niveles precedentes pues las
construcciones posteriores les afectaron de forma importante,
circunstancia que ha dificultado la interpretación de una buena
parte de los restos conservados. Que se trata de una etapa de
transición se nota tanto en los materiales recuperados, orgánicos
e inorgánicos, como en la organización del espacio que se va a
plasmar a partir de ahora.
Conjunto 1
Este conjunto se excavó parcialmente en 1984 (Fig. 3.28 A). En
el nivel precedente tuvo una presencia testimonial, pero en este
momento se puede considerar de nuevo como una unidad doméstica. Se han diferenciado dos fases (Figs. 3.29 y 3.30):
- Sobre la UE 0329 y la capa 5 de 1984 había un suelo muy incompleto de tierra apisonada y pequeñas piedras
(P26, UE 0319) que sería equivalente al nivel de ocupación
UE 0425. Relacionado con este suelo se construyó un hogar
31
[page-n-45]
A
B
pues faltaban los muros de cierre por el S y el O. Con su construcción se ocupó el mismo espacio que el Conjunto 1 del Nivel
2, además de un área en la que hasta ahora no se habían localizado estructuras verticales (Fig. 3.30). Como equipamientos
domésticos se documentaron un hogar circular (H11, UE 0288),
construido inmediatamente sobre el anterior (H10), y una fosa
(F39, UE 0276). La fosa era poco profunda (15 cm), estaba rellena de tierra cenicienta y en la base había una losa plana. Junto
a M53 había restos de tierra rojiza que podían ser tanto adobes
deshechos del muro como parte del suelo. El acceso debió hacerse por el O, pues el M53 terminaba sin hacer esquina con
otro; de confirmarse esta circunstancia, ello significaría que se
mantuvo la misma dirección de la entrada que en el Nivel 2
(Figs. 3.7, 3.9, 3.12, 3.29 y 3.30).
La UE 0228 y la capa 3 de 1984 amortizaron esta construcción y desde ese momento el área se convirtió en un espacio
de circulación hasta el abandono del asentamiento. Por esta
misma razón mantiene una cota superior de uso con respecto
a las construcciones colindantes que se levantaron arrasando
parcialmente las estructuras precedentes.
Conjunto 2
C
Fig. 3.28. A.- Vista del Conjunto 1 durante su excavación en 1984.
B.- Hogar 10 (UE 0332) del Conjunto 1 (año 2000). C.- Muro 58
(UUEE 0501 y 502) del Conjunto 2 (año 2004) (fotografía G. Pérez
y A. Moreno).
circular (H10, UE 0332), que se conservaba incompleto al
introducirse en el corte S de la excavación (Fig. 3.28 B). No
se localizaron estructuras verticales asociadas, excepto unos
restos de adobes junto al hogar (UE 0330). Se trata de una
situación similar a la precedente con la diferencia de que, en
esta fase, el hogar es una estructura de combustión construida, similar a las de otros espacios cerrados.
- Esta primera fase quedó amortizada con las UUEE 0277,
0280, 0285, 0409 y la capa 4 de 1984. Sobre ellas se construyeron dos muros (MM53 y 54, UUEE 0171 y 0172) que formaban
ángulo recto, delimitando una superficie mínima de 20,5 m2,
32
Este conjunto está muy incompleto y apenas se puede dibujar
una planta. Una novedad respecto a los niveles anteriores es la
ausencia del muro oriental (Figs. 3.29 y 3.30). Sobre el M80
(UE 0316) se construyó un nuevo muro (M61, UE 0260) ligeramente más ancho que el anterior pero que se conservaba en
un corto tramo, impidiendo conocer su longitud real; haciendo ángulo con el mismo se construyó el M58 (UE 0501), utilizando como cimiento un muro anterior (M79, UE 0503) (Fig.
3.28 C). Del M58 se conservaban dos tramos separados por una
abertura de unos 98 cm que pudo actuar de puerta, aunque en
el momento de su excavación se encontró tapiada (UE 0502)
probablemente para asentar, en el Nivel 7, uno de los muros de
la Vivienda 3 (M8, UE 0020). El M70 (UE 0259), procedente
de los niveles anteriores, siguió en uso, encontrándose algunas
cerámicas adosadas al mismo.
Restos de un suelo (P14, UE 0309) y un hogar (H14, UE 0308)
pudieron formar parte de este conjunto, pero sin estructuras verticales claramente asociadas. La superficie delimitada estaría entre
24,5 m2 y 37 m2, siempre teniendo en cuenta que se trata de aproximaciones sobre una construcción muy incompleta.
Las UUEE 0225, 0243, 0249, 0251, 0281 y 0304 colmataron parcialmente estas estructuras, dando paso a una nueva
fase constructiva que, por los materiales recuperados, corresponde ya al Horizonte Ibérico.
Conjuntos 3 y 4
El espacio que anteriormente ocuparon los conjuntos 3 y 4 se convirtió en un lugar cuyas escasas estructuras no permiten una separación clara de ambos como hasta ahora. Otro aspecto a tener en
cuenta es que apenas se identificaron muros; en cambio, sí que se
delimitaron agujeros para postes y fosas (Figs. 3.29 y 3.30). Todos
ellos se construyeron sobre la UE 0340.
Los muros correspondientes a este Nivel son dos procedentes de los niveles anteriores (MM84 y 87, UUEE 0415 y
0446). Aunque ambos estaban construidos sobre zócalo de
piedras, en este momento funcionaron como muros de adobe
[page-n-46]
Fig. 3.29. Planta del Nivel 4, Fase 1.
En negro, estructuras y equipamientos
de nueva construcción; en verde,
perduraciones.
exclusivamente. En la mitad occidental del área excavada,
se diferenciaron ocho agujeros de poste y dos losas cuya superficie corresponde a la zona que, a partir del siglo V a. C.,
ocupará el denominado Departamento 19.
Los ocho agujeros de poste (AAPP8, 10, 17, 18, 19, 20,
22 y 23, UUEE 0360, 0410, 0321, 0322, 0355, 0356, 0406 y
0407) tenían un tamaño y factura similar (Fig. 8.5; vid. Cap.
8) con la excepción de AP19 que es mayor. Su posición centrada justificaría su diferencia de tamaño ya que pudo ser sustentador principal de la cubierta, aunque su homólogo en el
extremo opuesto es menor (AP8). Dos losas (AP9, UE 0416
y AP36) también pudieron actuar como bases de poste. Otros
elementos asociados a estos agujeros son dos fosas (FF43 y
48, UUEE 0341 y 0358), la primera de ellas con un fragmento de molino barquiforme en su interior (Fig. 8.20 C), y un
pequeño empedrado (UE 0323).
Teniendo en cuenta las alineaciones observadas se pueden plantear tres hipótesis de funcionamiento para estas estructuras y equipamientos:
1.- Los conjuntos 3 y 4 se mantienen separados mediante una zona de circulación de 1,3 m de ancho (Fig. 3.31, A).
Es decir, el Conjunto 3 estaría compuesto por el M84, los
AAPP8, 9 y 10. En este caso habría que suponer que M84
actuaría como elemento sustentante del poste que falta en
ese lugar. Para completar la estructura sería necesario otro
agujero o base de poste en el ángulo formado por AAPP8
y 10 que las construcciones posteriores pudieron eliminar.
La F43, con un fragmento de molino barquiforme en el interior, sería el único equipamiento conocido. Este espacio
tendría entre 7 m2 (sólo los postes) y 8 m 2 (hasta el M84) de
superficie útil.
El Conjunto 4, por su parte, estaría formado por los AAPP17,
18, 19, 22 y 23; AP20 y 36 actuarían de refuerzo. En este caso,
haría falta un agujero o base de poste entre AAPP18 y 23, porque la distancia entre ambos es demasiado grande; su ausencia
se puede explicar por la presencia de la F11 (UE 0073) que pudo
destruir ese elemento. Como equipamientos estarían la F48 y el
empedrado UE 0323. Este espacio tendría unos 7 m2.
33
[page-n-47]
Fig. 3.30. Planta del Nivel 4,
Fase 2. En negro, estructuras
y equipamientos de nueva
construcción; en verde,
perduraciones.
2.- Una variante del anterior consistiría en considerar el
Conjunto 3 formado por M84, AAPP8, 9, 10, 18 y 23, con las
ausencias ya indicadas entre AAPP23-18 y 8-10. La F43 sería su equipamiento interno. El espacio cubierto tendría entre
14,6 m2 (sólo los postes) y 15,6 m2 (hasta M84); la separación con el Conjunto 4 se reduciría ligeramente hasta alcanzar 1 m, quedando en esta zona exterior la F48, el empedrado
0323 y la losa AP36 (Fig. 3.31, B).
El Conjunto 4 estaría incompleto pues sólo tendría visible una alineación de cuatro postes (AAPP17, 19, 20, 22
y 36). El resto de la construcción estaría en las cuadrículas
AB4 donde no se llegó a profundizar tanto. También se puede suponer que el M49 (UE 0163) cerrara este ámbito por
el N (14, 5 m2), aunque esto último no parece muy factible
(Fig. 3.31, B).
3.- La tercera hipótesis, la más probable mientras no se
excave en las cuadrículas AB4, utiliza todos los agujeros de
poste enumerados, con las dos ausencias ya señaladas entre
AAPP13-18 y 8-10 (Fig. 3.31, C). En este caso, existe una
34
irregularidad pues el AP10 sólo enfrenta con la F43. Esta
situación se puede explicar del siguiente modo: en esta zona,
al existir el M84 no harían falta postes de sustentación a esa
distancia; y, teniendo en cuenta la presencia de dos fosas islámicas en ese lugar, los posibles postes pudieron desaparecer.
El espacio cubierto en este caso está entre 21 m2 (sólo los
postes) y 22,4 m2 (hasta M84) y, como ya se ha señalado, casi
ocupa el mismo lugar que el Departamento 19.
En los tres casos, el M48 pudo no tener función alguna,
pero por la cota conservada, debió ser parcialmente visible.
La continuación de la excavación hacia el O podría clarificar su presencia.
Hacia la mitad oriental del área excavada apenas quedaron
restos: el M87 estaría todavía visible, dos fragmentos de suelo
endurecido (PP17 y 20, UUEE 0345 y 0346), un agujero de poste de gran tamaño (AP24, UE 0392) y un hogar (H31, UE 0347).
No ha sido posible delimitar conjunto alguno o asociar el área a
los conjuntos 3 o 4 (Figs. 3.29 y 3.30).
[page-n-48]
Fig. 3.32. UE 0498 y M84, cuadrícula A2, con empedrado y
alineación de adobe rojizo (año 2004) (fotografía G. Pérez y A.
Moreno).
Los materiales
Fig. 3.31. Hipótesis de funcionamiento de los postes. 1 y 2,
conjuntos 3 y 4 separados; 3, una sola construcción.
Los espacios de circulación
El espacio de circulación más claro estaba al O de los conjuntos
1, 2 y 3/4, pues al menos los conjuntos 1 y 2 abrían sus puertas en esa dirección. Junto al M84 hay una capa de piedras de
pequeño y mediano tamaño, a modo de pavimento, además de
una alineación de adobe rojizo en oblicuo respecto a M84, cuya
funcionalidad no se ha podido determinar al estar en el límite
del área de intervención (Fig. 3.32).
Los materiales cerámicos de este Nivel apenas cambian, cuantitativamente, respecto al anterior. Tan sólo se produce un ligero
descenso de las cerámicas hechas a mano (90% de total y 87%
del NMI). También se han detectado intrusiones de cerámicas
ibéricas y un fragmento de ática provocadas por la remoción de
tierras para las construcciones posteriores (2 % del total y del
NMI) (Fig. 3.33).
La cerámica hecha a mano tosca sigue siendo la más numerosa en cuanto a fragmentos (59% del total) y NMI (36,55%)
(Fig. 3.33). La variedad tipológica se mantiene dentro de los
parámetros vistos con anterioridad: orzas, ollas, cuencos y tejuelos. Las decoraciones se limitan a incisiones y digitaciones
en el labio, además de algún cordón impreso; las bases son planas e indicadas (Fig. 3.34, 0271-1, 2 y 3, 0319-2, 0409-2, 3, 5
y 8, 0228-2, 3 y 4; Fig. 3.35, 0249-2 y 4, 0398-11, 13, 14, 15 y
18; Fig. 3.36, 0340-3, 0208-1 y 15); las primeras pueden tener
impresiones de esterilla en la superficie de apoyo (Fig. 3.36,
0307-7). La novedad tipológica más interesante es la documentación de dos nuevas fusayolas (Fig. 3.36, 0208-13 y 14) procedentes del espacio ocupado por la/s construcción/es de postes.
Hasta ahora se conocía una fusayola cilíndrica en el Nivel 2
(UE 0478) y otras dos de hueso, una de ellas del Conjunto 1 de
este mismo Nivel 4 (Fig. 3.50, 0401-2 y 0319-1).
La cerámica hecha a mano semicuidada sufre un descenso considerable pues pasa a tener tan sólo un 7% del total y
un 11,5% del NMI (Fig. 3.33). En consecuencia también disminuye su variedad tipológica y sólo se documentan cuencos
globulares, algún tejuelo y un plato (Fig. 3.34, 0409-4 y 9; Fig.
3.35, 0225-0242-5 y 0398-17; Fig. 3.36, 0208-17, 19 y 20). La
decoración, igual que en la tosca, se limita a algunas digitaciones e incisiones en los labios.
La cerámica cuidada sin decoración sigue siendo el segundo
conjunto más numeroso de las producciones a mano pero sus porcentajes empiezan a variar de forma significativa. Ahora apenas alcanza el 12% del total y el 17% del NMI, lo que está indicando su
elevado índice de fragmentación (Fig. 3.33). Las formas no cambian respecto a lo visto hasta ahora: cuencos de perfil compuesto
en S, cuencos de perfil simple globular y troncocónico, así como
alguna olla (Fig. 3.34, 0177-0190-0399-1; Fig. 3.35, 0398-4 y 12;
Fig. 3.41, 0208-16, 18 y 21).
35
[page-n-49]
Fig. 3.33. Cuadro resumen de materiales del Nivel 4 (no se ha contabilizado la UE 0398).
Categorías
Fragmentos Piezas NMI
Piezas frags.
Tipos NMI
Tipos frags.
M tosca
3415
208
340
–
–
3755
208
M semi
376
66
111
–
–
487
66
M cui
561
96
114
–
–
675
96
70
18
45
–
–
115
18
131
29
47
–
–
178
29
M incisa
M pintada
M graf
342
81
141
–
–
483
81
TOTAL
4895
498
798
–
–
5693
498
231
33
71
–
–
302
33
23
1
7
–
–
30
1
7
5
6
–
–
13
5
TOTAL
261
39
84
–
–
345
39
A
115
0
0
6
9
115
6
A eng r
1
0
0
–
–
1
–
A gris
1
1
1
–
–
1
1
117
1
1
8
9
126
9
0
1
11
1
1
12
2
138
20
70
–
–
208
20
1
–
–
–
–
1
1
5412
559
964
9
10
6385
569
Material constr.
5
5
Material lítico
29
27
Hierro
10
4
Bronce
29
14
Hueso
8
6
Malacofauna
3
3
A ant
A blanq
A ant gris
TOTAL
B
Fenicia
Ática BN
TOTAL
La cerámica grafitada mantiene sus elevados índices de
presencia total (7,5%) pero disminuye en individuos identificados (14%) (Fig. 3.33). Los tipos predominantes son los
cuencos con perfiles compuestos y simples; además de alguna olla, tinajilla de cuello cilíndrico, un plato carenado (Fig.
3.34, 0271-4, 0409-1 y 10; Fig. 3.35, 0225-1 y 4, 0398-1/3;
Fig. 3.36, 0208-3, 7, 8, 9, 11 y 12, 0307-3) y un tejuelo.
El grafito se sigue aplicando por una o ambas superficies
y apenas se constatan ejemplares con grafito parcial (Fig.
3.36, 0208-10).
La decoración pintada tiene el 2,7% del total y un NMI
del 5% (Fig. 3.33), manteniendo tanto su presencia como el
repertorio tipológico. A los cuencos de perfil compuesto y
simple tan solo se puede agregar una posible olla (Fig. 3.34,
0409-6 y 7; Fig. 3.35, 0225-0242-6, 0398-9 y 10; Fig. 3.36,
0340-4 y 307-1). El tono rojo total o parcial es dominante
pero todavía se ha recuperado algún fragmento con pintura
roja y amarilla (Fig. 3.35, 0225-3).
36
Total frags. Total NMI/NT
Las cerámicas incisas siguen siendo escasas entre las decoradas (apenas el 2% del total y el 3% del NMI) (Fig. 3.33).
Se mantiene de forma casi exclusiva el cuenco de perfil en S,
algunos con restos de pintura roja por el exterior o el interior
(Fig. 3.34, 0271-5 y 6; Fig. 3.35, 0398-8; Fig. 3.36, 0340-2,
0208-3, 4 y 26). Se documenta también un cuenco de perfil carenado con una decoración muy sencilla que debe considerarse
como una pieza foránea pues es totalmente ajena a la tradición
local (Fig. 3.36, 0355-0364-2).
Las cerámicas a torno son escasas pero mantienen el
grado de diversificación alcanzado en el momento anterior.
También se han detectado intrusiones de los niveles posteriores (Fig. 3.33).
Las fenicias siguen siendo las únicas importaciones mediterráneas detectadas. Su presencia aumenta ligeramente respecto
al nivel precedente (3% del total y 3,5% del NMI) (Fig. 3.33). Lo
más interesante es que junto a las ánforas de la costa malagueña
hay un porcentaje significativo de recipientes cerrados pintados
[page-n-50]
Fig. 3.34. Materiales del Conjunto 1. Nivel 41: Cerámica a mano tosca, 0271-1, 2 y 3, 0319-2, 0409-2, 3, 5 y 8; cerámica a mano semicuidada,
0409-4 y 9; cerámica a mano cuidada, 0277-0325-B1 16/19 c-6; cerámica a mano grafitada, 0271-4, 0409-1 y 10; cerámica a mano pintada,
0409-6 y 7; cerámica a mano incisa, 0271-5 y 6; cerámicas fenicias, 0409-11, 0363-0431-0490-13, 0409-0431-12 y 14, 0329-0319-0409-3;
hueso con restos de pintura roja, 0409-16. Nivel 42. Cerámica a mano tosca, 0228-2, 3 y 4; cerámica a mano cuidada, 0177-0190-0399-1; cerámica a torno oxidante, 0228-5 y 0288-1; trípode a torno de producción local, 0228-0280-1; cerámica a torno gris, 0228-1.
y de engobe rojo de procedencia desconocida (Fig. 3.34, 040911, 0363-0431-0490-13, 0409-0431-12 y 14, 0329-0319-04093; Fig. 3.35, 0225-7 y 0243-1; Fig. 3.36, 0307-0340-2).
Por su parte, las cerámicas a torno de procedencia incierta
empiezan a consolidar su presencia pero siguen sin aportar
elementos para conocer su origen (4,5% del total y 6,8% del
NMI) (Fig. 3.33). Las formas identificadas no difieren de las
conocidas en niveles anteriores. Así, hay tinajillas, platos con
y sin decoración pintada, tapaderas y tinajillas de labio biselado (Fig. 3.34, 0228-5 y 0288-1; Fig. 3.35, 0249-0312-0313-1,
0281-1, 0398-5 y 6; Fig. 3.36, 0340-1 y 0340-0364-0426-4).
La pieza de mayor interés es un trípode hecho a torno, imitación sui generis de los fenicios (Fig. 3.34, 0228-0280-1).
Las cerámicas reductoras de cronología antigua siguen siendo irrelevantes. Mientras que las cerámicas ibéricas de época
plena son, evidentemente, intrusiones.
37
[page-n-51]
Fig. 3.35. Materiales del Conjunto 2. Nivel 41: Cerámica a mano tosca, 0249-2 y 4; cerámica a mano semicuidada, 0225-0242-5; cerámica
a mano semicuidada pintada, 0225-2; cerámica a mano grafitada, 0225-1 y 4; cerámica a mano pintada amarilla y roja, 0225-3; cerámica
a mano pintura roja, 0225-0242-6; cerámica a mano incisa, 0249-3; cerámicas fenicias, 0225-7 y 0243-1; cerámica a torno oxidante,0249-0312-0313-1 y 0281-1; sierra de sílex, 0301-1; hoja de hierro, 0249-4; pinzas de bronce, 0225-8; lingote de cobre, 0304-1. Nivel
42: Bronce, 0236-1. Materiales de la UE 0398: Cerámica a mano tosca, 0398-11, 13, 14, 15 y 18; cerámica a mano semicuidada, 0398-17;
cerámica a mano cuidada, 0398-4 y 12; cerámica a mano grafitada, 0398-1, 2 y 3; cerámica a mano pintada, 0398-9 y 10; cerámica a mano
incisa, 0398-8; cerámica a torno oxidante, 0398-5 y 6; loseta de arenisca, 0398-16; arcilla moldeada, 0398-19.
38
[page-n-52]
Fig. 3.36. Materiales de los Conjuntos 3 y 4. Cerámica a mano tosca, 0340-3, 0208-1 y 15; y con improntas de esterilla, 0307-7; cerámica a
mano semicuidada, 0208-17, 19, 20, 22 y 23; cerámica a mano cuidada, 0208-16, 18 y 21; cerámica a mano grafitada, 0208-3, 7, 8, 9, 10, 11
y 12, 0307-3; cerámica a mano pintada, 0208-5 y 6, 0340-4 y 307-1; cerámica a mano incisa, 0340-2, 0208-3, y 4 y 0355-0364-2; cerámica a
mano incisa y pintada, 0208-26; cerámica fenicia, 0307-0340-2; cerámica a torno oxidante, 0306-1, 0340-1 y 0426-0340-0364-4; cerámica a
torno tosca, 0512-1; cerámica a torno blanquecina, 0208-2; bronce, 0340-5 y 0409-17; trapecio, 0307-5; bola de arcilla, 0307-6; fusayolas de
cerámica tosca, 0208-13 y 14; clavo de hierro, 0208-27; loseta de arenisca, 0208-25; piedra trabajada, 0306-0354-1.
39
[page-n-53]
Entre los objetos de materiales diversos hay hierro, bronce,
cobre, piedra y hueso. Lo más relevante es un clavo de hierro
(Fig. 3.36, 0208-27), aunque dadas las fosas que perforan la UE
0208, no se puede descartar que sea una intrusión. De cobre hay
que destacar un posible lingote de 69,85 g (Fig. 3.35, 0304-1) y
en bronce fragmentos de fíbula/s y útiles apuntados (Fig. 3.35,
0225-8; Fig. 3.36, 0340-5 y 0409-17). Entre los objetos de hueso
hay que citar la presencia de otra fusayola de hueso de Bos taurus (Fig. 3.50, 0319) (infra “Los objetos de hueso y asta”). Otros
materiales recuperados son el trapecio, que se ha tratado con anterioridad (vid. Cap. 2; Fig. 3.36, 0307-5), varios fragmentos de
molinos barquiformes (Fig. 3.52), losetas y barro moldeado (Fig.
3.35, 0398-16 y 0398-19; Fig. 3.36, 0208-25).
La cronología
Como en los casos anteriores, sólo la posición estratigráfica y la
comparación con el registro material de campañas anteriores permiten datar este Nivel entre finales del siglo VII e inicios del VI a. C.
LOS MATERIALES DE LA PRIMERA EDAD
DEL HIERRO
Los cuatro niveles con sus correspondientes remodelaciones detectadas en este Horizonte del Hierro Antiguo contienen materiales abundantes pero muy fragmentados pues, excepto la F42
(UE 0378) del Nivel 1 y el enterramiento UE 0490 del Nivel 3
(F49), no se han encontrado niveles de uso, destrucción o abandono claramente diferenciados. La elevada fragmentación observada es un síntoma de que los materiales constituyen estratos
de nivelación.
Además, las numerosas intrusiones provocadas por agujeros de poste, fosas islámicas, zanjas y reutilización de muros
supusieron remociones del terreno que no siempre se pudieron
detectar en el transcurso de la excavación. Remociones que han
dado como resultado la recuperación de cerámicas que no corresponden con la cronología establecida.
Por todo ello, se ha optado por hacer un estudio conjunto de los
materiales tras haber planteado, en las páginas anteriores de forma
genérica, las especificidades correspondientes a cada Nivel.
Las cerámicas
En estos cuatro niveles se mantienen los altos porcentajes de cerámica hecha a mano que se detectaron en la memoria publicada en
1999 que oscilaban entre el 99,5% de la Fase Ia y el 86% de la II
(Mata et al. 1999). En el sector analizado la cifra más alta corresponde al Nivel 1 con un 99% y la más baja al Nivel 4 con el 90%.
La cerámica a mano tosca
Esta clase cerámica se caracteriza por tener abundantes desgrasantes gruesos y medios, las superficies sin tratar y la cocción reductora o bastante irregular. Las formas son poco variadas pero su
número ha aumentado respecto a las publicadas en 1991 y 1999
(Mata 1991, 143-151; Mata et al. 1999) (Figs. 3.37 y 3.39).
T 1. Orza. Recipiente profundo cuya altura oscila entre 20 y
40 cm, con labio saliente. Se encuentran más o menos completas desde el Nivel 2 hasta el 4. Las bases son planas, pueden tener los labios decorados con incisiones o impresiones, cordones
en el galbo y no suelen tener elementos de prensión.
40
T 2. Olla. Recipiente profundo o con índice de profundidad
ligeramente por debajo del 100; altura inferior a 20 cm y, casi
siempre, superior a 10 cm, con labio saliente. Las piezas más
completas se encuentran desde el Nivel 2. Las bases son planas
y algunos labios tienen decoración incisa o impresa. Sólo una
olla presenta mamelones situados debajo del cuello. Hay dos
piezas que destacan por ser muy abiertas por lo que en un futuro podrían clasificarse dentro de otro tipo (Fig. 3.37, 0513-1
y 0249-2).
T 3. Cuenco o Escudilla. Recipiente plano o de profundidad
media, de perfil simple y labio sin diferenciar o apenas indicado.
De acuerdo con el perfil se reconocen tres subtipos:
T 3.1. Perfil globular de labio entrante, a veces ligeramente
indicado. Se han encontrado en el Nivel 4, uno de ellos con incisiones en el labio y otro con un cordón digitado aplicado cerca
del borde (Fig. 3.37, 0398-14 y 0409-8).
T 3.2. Perfil hemiesférico de labio sin diferenciar, o ligeramente indicado, que puede llevar incisiones o digitaciones. Se
documenta con seguridad, desde el Nivel 3, donde se ha encontrado la pieza más completa. Además de las características
propias del subtipo conserva en el tercio inferior una lengüeta
en posición horizontal (Fig. 3.37, 0431-5). Un fragmento de labio sin diferenciar y paredes bastante rectas del Nivel 0 podría
clasificarse en este subtipo (Fig. 3.37, 0466-1) ya que en campañas anteriores también se ha encontrado en el Nivel Ia (Mata
et al. 1999).
T 3.3. Perfil troncocónico, plano o de profundidad media,
labio sin diferenciar. Se ha reconocido por primera vez en el
Nivel 4 (Fig. 3.37, 0409-3), aunque es un subtipo bien conocido
en la cerámica cuidada.
T 5.2. Tinaja con cuello destacado. Recipiente profundo y
altura superior a 40 cm. Las tinajas de borde saliente se documentaron por primera vez en el siglo VI a. C. (Mata et al. 1999;
Mata 2006, fig. 4). Pero la que se recoge aquí es más antigua
pues procede del Nivel 2. Tiene un borde de labio plano, con
cuello destacado y una gruesa asa vertical que arranca del labio
hasta la base del cuello (Fig. 3.37, 0450-7). No se conocen paralelos por el momento y por su robustez se descarta que sea una
imitación de pithos a torno; también se ha barajado la posibilidad de que fuera una base alta o soporte.
T 7. Tejuelo. Se trata de fragmentos de pared cerámica recortados a propósito, con forma redondeada; pueden estar perforados o no. Se han encontrado en los Niveles 2 y 3, con y sin
perforación central. La mayoría está incompleto por lo que se ha
desestimado pesarlos (Fig. 3.37, 0379-3 y 0513-2).
T 9. Fusayola. Es la primera vez que se identifican en Kelin
en los niveles de la Primera Edad del Hierro. Las tres son acéfalas, una de ellas procede del Nivel 2 (cilíndrica) (UE 0478) y las
otras dos del 4 (esférica y bitroncocónica) (Fig. 3.36, 0208-14
y 13).
La elevada fragmentación impide clasificar tipológicamente
muchos de los elementos morfológicos por lo que es necesario
un comentario sobre los mismos. Los bordes salientes son los
más comunes desde el Nivel 1, pero también los hay entrantes,
biselados, planos y sin diferenciar.
Las bases planas son las más abundantes, algunas con impronta de esterilla (Fig. 3.36, 0307-7). Del Nivel 1 procede una
base plana con un orificio precocción en el fondo (Fig. 3.5,
0350-1), pero se desconoce si tuvo más orificios y a qué forma
[page-n-54]
Fig. 3.37. Formas de las cerámicas a mano toscas.
pudo corresponder. Las bases indicadas que recuerdan a formas
hechas a torno están presenten en los Niveles 1 y 4 (Fig. 3.5, F
0378-6; Fig. 3.36, 0208-1). Se trata de una variante que sólo se
había documentado en el antiguo Nivel II (Mata 1991, fig. 81,
10). El panorama de las bases se completa con las cóncavas,
anilladas, pies altos y destacados (Fig. 3.15, 0376-5; Fig. 3.16,
0352-4; Fig. 3.34, 0271-1 a y 0319-2, 0228-3 y 4).
Los elementos de prensión son casi inexistentes pero hay asas
de sección circular desde el Nivel 1, mamelones y lengüetas horizontales una de ellas con decoración incisa (Fig. 3.16, 0450-7; Fig.
3.23, 0310-1; Fig. 3.24, 0431-5 y 0364-9; Fig. 3.35, 0249-2).
Las decoraciones son escasas y se trata ante todo de incisiones o impresiones sobre labios (Fig. 3.24, 0430-2, 0431-5,
0443-3 y 0498-1bis; Fig. 3.34, 0409-2; Fig. 3.35, 0398-11, 13,
14 y 15) y, en menor medida, en el galbo con cordones aplicados digitados, seguidos de incisiones, impresiones o acanalados
(Fig. 3.34, 0271-1 y 0409-8).
La cerámica a mano semicuidada
Esta categoría cerámica se reconoció en las excavaciones de
1987 y 1988 (Mata et al. 1999). Se caracteriza por el tratamiento diferencial que presentan ambas superficies: ambas alisadas,
una bruñida, espatulada o alisada y la otra tosca, indistintamente
por el interior o por el exterior. Su presencia no es abundante ni
en fragmentos ni en NMI (alrededor del 10%). Tipológicamente
se asemejan a las cerámicas toscas por lo que se seguirá la misma clasificación precedida de una S (Figs. 3.38 y 3.39).
S 2. Olla. Se encuentran desde el Nivel 2 y no presentan decoración (Fig. 3.38, 376-3 y 0208-19). También hay un ejemplar muy
abierto y de profundidad media del Nivel 4 (Fig. 3.38, 0225-02425) similar a los de cerámica tosca (Fig. 3.37, 0376-4 y 0513-1).
S 3.1. Cuenco de perfil globular con labio entrante simple,
sin decoración. Sólo se han encontrado, con seguridad, a partir
del Nivel 4 (Fig. 3.38). Uno de los cuencos tiene el labio biselado, como una de las tapaderas del Nivel 3 (Fig. 3.38, 0208-20 y
0354-2). El labio biselado es un atributo que también se documenta a torno desde el Nivel 2 (Fig. 3.26, 0313-2 y 0379-1; Fig.
3.35, 0281-1). Su estado tan fragmentario impide clasificarlo
con mayor precisión.
S 3.3. Cuenco de perfil troncocónico con labio sin diferenciar. Uno de los fragmentos del Nivel 3 conservaba pintura roja
cubriendo ambas superficies (Fig. 3.38, 0364-1).
S 4. Diversos. Se recogen aquí piezas únicas o de difícil
clasificación. De los Niveles 2 y 3 proceden sendas bases altas,
sin diferenciar, que podrían ser más bien fragmentos de soportes
anillados o cilíndricos (Fig. 3.15, 0389-1; Fig. 3.24, 0363-1).
41
[page-n-55]
Fig. 3.38. Formas de las cerámicas a mano semicuidadas.
También en el Nivel 3 se encontró un fragmento cerámico de
apariencia discoidal, con el labio sin diferenciar, que pudo hacer
el papel de tapadera (Fig. 3.23, 0351-1).
S 5.1. Tinaja de cuello indicado. Se reconocen desde el Nivel 2,
donde destaca una con incisiones oblicuas en el labio y un mamelón digitado aplicado en el cuello (Fig. 3.38, 0450-0452-1).
S 5.2. Tinaja de cuello destacado. También se pueden clasificar desde el Nivel 2 (Fig. 3.38, 0450-2), aunque la más
completa e interesante procede del Nivel 3 (Fig. 38, 04901). El borde es un ala, ligeramente moldurada, de cuyo labio
parten un par de asas acintadas que se apoyan en el hombro, indicado por una suave ruptura de perfil. Se trata sin
lugar a dudas de la imitación de una tinaja fenicia occidental
como ya se ha publicado (Vives-Ferrándiz 2005, 99, fig. 43,
2; Mata y Quixal 2014, 586, fig. 4, 1). El modelo fenicio está
presente en Kelin desde la primera mitad del siglo VII a. C.
Fig. 3.39. Tipos de las cerámicas
tosca y semicuidada.
Tipos
1.
2.
3.1.
3.2.
3.3.
4.
5.1.
5.2.
6.
7.
8.
9.
10.
42
Tosca
X
X
X
X
X
1999
X
1999
X
Semicuidada
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
(Mata 1991, fig. 10, 1). Además, datada en el siglo VI a. C.,
hay otra tinaja a torno, de factura indígena, con asas geminadas y pintura rojiza por el interior y el exterior (Mata et
al. 1999, fig. 25, 1; Mata y Quixal 2014, 586, fig. 3, 2) (Fig.
3.40, izquierda).
S 6. Tapadera. La única tapadera reconocida pertenece al Nivel 3. Está incompleta por el pomo y se caracteriza por el labio
biselado (Fig. 3.38, 0354-2), similar a otras hechas a torno (Fig.
3.36, 0426-0340-0364-4).
S 7. Tejuelo. Se encuentran desde el Nivel 2 y ninguno está
perforado.
S 10. Plato. Se trata de una forma abierta, poco profunda y
borde de ala corta (Fig. 3.34, 0409-4). El acabado bruñido por el
interior es lo que ha inclinado la balanza para clasificarlo como
plato en lugar de tapadera.
Los bordes mayoritarios son sin diferenciar y salientes
(Fig. 3.38); las bases planas se documentan desde el Nivel
1, pero a partir del Nivel 2 empieza a haber cóncavas, altas y destacadas (Fig. 3.32, 0452-2; Fig. 3.23, 0284-0287-2;
Fig. 3.36, 0208-22). Apenas hay elementos de prensión (Fig.
3.38, 0450-0452-1 y 0490-1).
Las decoraciones son parecidas a las toscas, es decir, labios
con incisiones e impresiones y cordones aplicados, pero en menor número (Fig. 3.38, 0450-0452-1); la única peculiaridad es
la documentación de un conjunto significativo de fragmentos
decorados con pintura roja aplicada postcocción, por una o ambas superficies (Fig. 3.38, 0364-1). Esta técnica decorativa ya
se había detectado en el denominado Nivel Ib sobre un cuenco
de perfil globular bastante excepcional que conviene rescatar
en esta ocasión (Mata et al. 1999, fig. 21, 1). La pintura forma
motivos geométricos cuyo desarrollo no puede apreciarse con
claridad al estar muy deteriorados; la pintura roja es cubriente
entre los dos apliques verticales (Fig. 3.40, derecha). Ejemplares similares se encuentran en otros yacimientos: con asas tubulares en Sant Cristòfol (Maçalió) fechado entre la segunda mitad
del siglo VII y principios del VI a. C. (Atrián 1961, láms. II, 1
[page-n-56]
Fig. 3.40. Izquierda, Tinaja con cuello destacado, a torno, con pintura roja por el interior y el exterior (88 K S. XV c-5-3886). Derecha,
Cuenco de perfil globular, semicuidado con decoración geométrica pintada en rojo (1988 J S. XII/ XIV c-8p- 1).
y IV, 240- 241 y 246; Ruiz Zapatero 1983-1985, 423 y 425, vol.
I; 750 y 755, fig. 223, 3 y 7, vol. II); en Las Madrigueras (Carrascosa del Campo), cubierto con una fina capa de pintura roja
y una cronología del 550-500 a. C. –a nuestro juicio demasiado
baja– (Almagro Gorbea 1969, 57 y 145, fig. 29, 3, lám. XIX, 1,
tabla III, 13); y en Molina de Aragón (Guadalajara) con pintura
negra y roja y sin mamelones, fechado entre finales del siglo VII
e inicios del VI a. C. (Cerdeño 1983, 158 y 164, fig. 1, 1).
La cerámica a mano cuidada sin decoración
Las cerámicas cuidadas sin decoración tienen desgrasante escaso, muy pequeño, y las superficies bruñidas o espatuladas
(Mata 1991, 153). Y en cuanto a las formas se han identificado algunos tipos nuevos (Figs. 3.41 y 3.46). La mayoría
son piezas de pequeño y mediano tamaño formando parte de
la vajilla de mesa. Su presencia desciende a medida que se
avanza en el tiempo y se incorporan formas a torno con la
misma funcionalidad.
C 1.1. Cuenco de perfil compuesto en S. Recipiente de
profundidad media, abierto, con labio saliente y cuello indicado; perfil suavemente aquillado a media altura. Las piezas completas tienen como base un pequeño ónfalo cóncavo.
Con muy pocas excepciones, los diámetros de boca oscilan
entre los 9 y los 13 cm. Uno o dos pequeños mamelones perforados horizontalmente pueden estar situados a la altura de
la ruptura del perfil; muchos de ellos se encuentran sueltos
porque se despegan con facilidad. Se trata de copas o vasos para beber de carácter individual (Vives-Ferrándiz 2005,
206, fig. 123). Los perfiles más completos se dan a partir del
Nivel 2 (Fig. 3.41).
Fig. 3.41. Formas de las cerámicas a mano cuidadas sin decoración.
43
[page-n-57]
C 2. Cuenco de perfil simple. Recipiente de profundidad media o baja, abierto. El diámetro de la boca puede ser mucho más
variado que en el tipo anterior pero casi siempre se trata de vasos
de mediano o pequeño tamaño. Se pueden distinguir tres subtipos:
C 2.1. Cuenco globular. El fragmento más claro se encontró en el Nivel 4 y tiene el labio biselado, pero este subtipo se
encuentra hasta el Nivel 5 (Fig. 3.41, 0208-21 y 0200-3). Un
cuenco de especial interés es el encontrado en el Conjunto 1,
Nivel 42 (Fig. 3.41, 0177-0190-0399-1) pues su base de pastilla
recuerda a formas torneadas.
C 2.2. Cuenco hemiesférico con labio sin diferenciar. Como
en el subtipo anterior los perfiles más completos se dan a partir
del Nivel 2 (Fig. 3.41, 0450-3, 0364-3, 0428-3 y 0405-2).
C 2.3. Cuenco troncocónico con labio sin diferenciar. Los
diámetros son más heterogéneos que en los subtipos anteriores, con dos ejemplares de casi 30 cm (Fig. 3.41, 0456-1 y
0329-4). Está presente desde el Nivel 1 (Fig. 3.41, 0350-2)
y tiene continuidad hasta el Nivel 6 (Fig. 3.41, 0267-03041). Uno de ellos lleva un pequeño mamelón en el labio (Fig.
3.41, 0208-16).
C 5. Olla. Se define como en las cerámicas tosca y semicuidada, es decir, recipiente profundo o medio; altura inferior
a 20 cm y, casi siempre, superior a 10 cm; labio saliente. No es
una forma habitual de esta clase cerámica pero se ha encontrado en los Niveles 3 y 4 (Fig. 3.41, 0435-1 y 0398-12).
C 7. Tinaja o tinajilla de cuello destacado. Tampoco es muy
común en esta clase cerámica, a pesar de lo cual hay piezas bastante
significativas. La única completa carece de referencias estratigráficas y fue publicada en 1983 (Gil-Mascarell y Vall 1983). En este
sector se han encontrado dos fragmentos de mediano tamaño asimilables a este tipo en los Niveles 1 y 3 (Fig. 3.41).
El más completo, del Nivel 1, es un recipiente mediano,
de cuello destacado y cuerpo globular, similar a los caliciformes hechos a torno (Fig. 3.41, 0401-1). Se parece al Tipo
4B de la necrópolis de Sant Joaquim (Forcall) fechada hacia
el siglo VII a. C. (Vizcaíno 2007, 216-217). Unos años más
tarde se publicó como tipo 4C (Vizcaíno 2010, 132-133).
C 10. Tejuelo. No son muy abundantes pero también se ha
podido reconocer alguno.
C 11. Orza. Recipiente profundo, abierto, de borde exvasado y galbo de tendencia troncocónica. No se había reconocido hasta ahora en Kelin (Fig. 3.41, F 0378-5).
Entre las formas sin determinar hay que citar un fragmento de borde sin diferenciar y perfil cóncavo o convexo, según
la orientación que se elija, ya que puede ser tanto una base
como un pequeño cuenco (Fig. 3.24, 0329-5).
Las bases son cóncavas, altas, destacadas y, en menor
medida, planas, variante poco frecuente en esta clase de cerámica (Fig. 3.34, 0277-0325-B1 16/19 c-6-1). Entre los elementos de prensión se documentan, además de los pequeños
mamelones perforados, las asas.
La cerámica a mano cuidada con decoración incisa
Las decoraciones incisas necesitan una profunda revisión a nivel
peninsular. En el estado actual de la cuestión, los paralelos más
próximos tipológicamente, pero al mismo tiempo más alejados
geográficamente, de las piezas de Kelin se encuentran en poblados
del alto Tajo con cronologías muy bajas (por ej. Blasco Bosqued
y Baena 1989, 231, fig. 8, láms. I y II). El cartografiado de decoraciones similares ofrece agrupaciones significativas que deberían
tratarse en profundidad (Soria y Mata 2001-2002, 102-103, fig. 4).
44
Las incisiones son de dos tipos:
- Simples, localizadas en el labio o galbo con trazos de
carácter repetitivo o sin formar motivos aparentes. Las incisiones pueden estar hechas con un instrumento de punta fina
o gruesa. Su presencia es minoritaria en todos los niveles.
- Complejas, de trazo fino, generalmente cuidado, con
motivos geométricos organizados en metopas en el tercio
superior del recipiente; por el interior del labio siempre se
repite la misma secuencia de triángulos pendientes rellenos
de trazos inclinados paralelos. Alguna pieza conserva pintura
roja por el interior y/o el exterior (Fig. 3.24, 0431-6; Fig.
3.36, 0208-26, 0342-2 y 0405-1).
Los tipos sobre los que se aplica son iguales a los no decorados,
por lo que se utilizará la misma clasificación precedida por una I
(Fig. 3.42). Su presencia en este sector es irrelevante porcentualmente hablando, aunque en publicaciones anteriores se había constatado en mayor número (Mata 1991; Mata et al. 1999). Se siguen
encontrando hasta el Nivel 7, obviamente residuales. Las formas y
los motivos documentados son poco variados (Fig. 3.42).
I 1.1. Cuenco con perfil compuesto en S. Es el más abundante y las formas más completas aparecen a partir del Nivel 2 (Fig.
3.42, 0313-4). Tienen un tipo tan normalizado que es muy fácil
reconocerlo incluso fragmentado; tan solo hay una pieza con
el diámetro de boca mayor configurándose más como un plato
hondo que como una copa o vaso (Fig. 3.42, 0271-6).
I 1.2. Cuenco de perfil carenado. La pieza del Nivel 4
es de profundidad media y tiene las superficies bruñidas de
color negro, diferenciándose por su factura de las piezas más
comunes de este grupo. La carena es muy angulosa de la que
cuelgan unos trazos finos en zigzag y otros oblicuos por el
exterior del labio (Fig. 3.42, 0355-0364-2). Un ejemplar de
características técnicas similares –color gris, superficies espatuladas, profundidad media– y decoración de trazos simples sobre la carena se recuperó en los niveles más antiguos
de la zona L (Mata et al. 1994-1996, fig. 11, 3; Mata et al.
1999) (Fig. 3.43). Ambos pueden considerarse recipientes de
fabricación exógena.
I 2.2. Cuenco hemiesférico. No son muy abundantes
pero tienen las mismas características técnicas que los
cuencos de perfil en S, incluso las decoraciones tienen la
misma factura y diseños (Fig. 3.42, 0411-3 y 0443-2). Formarían parte de los mismos servicios de mesa pero con tipos menos apreciados.
La cerámica a mano cuidada con decoración pintada
No existen muchas novedades sobre estas decoraciones respecto a lo escrito en 1991 (Mata 1991, 161 y 163), aunque
sigue faltando un trabajo de síntesis que tenga en cuenta las
diferentes áreas, las formas y las decoraciones, más allá de
buscar el origen o influencia de las mismas (García Huerta y
Rodríguez 2000, 54-56).
Generalmente la pintura es cubriente por una o ambas superficies, pero en algunos casos se han plasmado motivos geométricos simples, recordando a la decoración incisa (Figs. 3.42
y 3.44). No obstante, no se conservan los diseños completos
debido a la poca consistencia de la pintura. Ésta es mayoritariamente roja, sobre fondo claro y, en menos ocasiones, sobre
fondo oscuro; en una pequeña proporción se ha documentado
decoración bícroma en rojo y amarillo, en todos los niveles (Fig.
3.23, 0453-3; Fig. 3.5, F 0378-7).
[page-n-58]
Fig. 3.42.
Formas de las
cerámicas a
mano cuidadas
con decoración
incisa.
En este sector su presencia ha aumentado considerablemente respecto a otras zonas del yacimiento, manteniendo unos porcentajes relativamente elevados, superando a las incisas.
Las formas recuperadas tienen el mismo repertorio que las
cuidadas sin decoración. En este caso, la letra P precederá a
cada tipo (Figs. 3.44 y 3.46).
P 1.1. Cuenco de perfil compuesto en S. La pieza más completa se encontró en el Nivel 1 con la pintura roja hasta el diámetro máximo; la base es cóncava y conserva un pequeño mamelón perforado en el diámetro máximo (Fig. 3.5; Fig. 3.44,
F 0378-10). En los demás niveles la pintura roja cubre una o
ambas superficies y, a veces, con motivos geométricos semejantes a los incisos.
P 1.2. Cuenco o escudilla de perfil carenado. Los cuencos
más completos proceden de los Niveles 1 y 2. El más antiguo
lleva pintura roja formando motivos geométricos lineales
apenas perceptibles y en el otro, la pintura roja cubre ambas superficies. Ninguno de los dos conservaba la base (Fig.
3.44, F 0378-9 y 0352-3).
P 2.1. Cuenco de perfil globular. Ninguno conserva la base y,
como en los casos anteriores, los hay con pintura cubriente (Fig.
3.44, F 0378-8) y con motivos geométricos (Fig. 3.44, 0479-2).
Uno de ellos combina las incisiones finas con la pintura roja completando la decoración geométrica (Fig. 3.44, 0431-4).
P 2.3. Cuenco troncocónico. Tampoco se conservan las bases y
en este caso hay un ejemplar con decoración geométrica en rojo y
amarillo (Fig. 3.44, F 0378-7).
P 5. Olla. Un borde saliente con pintura roja cubriente es el
único fragmento que podría incluirse dentro de este tipo (Fig.
3.44, 0340-4).
Las pocas bases documentadas son siempre cóncavas de
diámetro muy reducido, a modo de ónfalo (Fig. 3.36, 0208-5;
Fig. 3.44, F 0378-10), pero también es posible que las bases no
conserven la pintura o, simplemente, carezcan de ella. También
son escasos los elementos de prensión siendo los más habituales los pequeños mamelones perforados situados en el diámetro
máximo (Fig. 3.44, F 0378-10 y 0329-7).
La cerámica a mano con decoración grafitada
Fig. 3.43. Recipiente carenado con incisiones (88 L S. XI c-7-4,
4082).
La decoración grafitada sigue siendo la técnica decorativa
más numerosa en las cerámicas cuidadas a mano de Kelin
(>7%). La aplicación del grafito suele ser total por una o ambas superficies y, en pocos casos, se aplica parcialmente. A
pesar de su fragilidad, se ha empezado a reconocer en más
lugares pero, como en las demás cerámicas cuidadas, sigue
faltando un trabajo que las trate globalmente, por lo que no
resulta clarificador recoger paralelos. Las formas identifi45
[page-n-59]
Fig. 3.44. Formas de las cerámicas a mano con decoración pintada.
cadas tampoco difieren de las ya conocidas con alguna excepción; en este caso los tipos irán precedidos de la letra G
(Figs. 3.45 y 3.46).
G 1.1. Cuenco con perfil compuesto en S. Con el grafito
sólo por el interior o por ambas superficies está desde el Nivel 2 (Fig. 3.45, 0379-2, 0208-7, 0399-2 y 0195-1).
G 1.2. Cuenco con perfil carenado. Sólo se documenta en
el Nivel 3, con el grafito cubriendo ambas superficies (Fig.
46
3.45, 0405-0411-1), aunque existen fragmentos carenados
desde el Nivel 1 que podrían pertenecer a este subtipo.
G 1.3. Cuenco de perfil compuesto globular. Se conoce un
único ejemplar en el Nivel 4 con grafito por ambas superficies (Fig. 3.45, 0208-12).
G 2.1. Cuenco o escudilla globular. Las piezas más completas pertenecen al Nivel 4 (Fig. 3.45, 0225-1 y 0398-1) y una de
ellas sólo presenta grafito en el labio (Fig. 3.45, 0208-10).
[page-n-60]
Fig. 3.45. Formas de las cerámicas a mano con decoración grafitada.
Fig. 3.46. Tipos de las cerámicas cuidadas con y sin decoración.
Tipos
1.1.
1.2.
1.3.
2.1.
2.2.
2.3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
Sin decorar
Incisa
Pintada
Grafitada
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
1999
X
X
1999
X
X
G 2.2. Cuenco o escudilla hemiesférico. El cuenco más
completo pertenece al Nivel 2, es de grandes dimensiones y
lleva grafito por el interior y unos pequeños mamelones en el
labio (Fig. 3.45, 0352-6).
G 2.3. Cuenco o escudilla troncocónico. Está presente desde
el Nivel 1 y los hay de mediano y gran tamaño. Los medianos tienen diámetros alrededor de los 20 cm y carecen de elementos de
prensión (Fig. 3.45, 0271-4 y 0409-1). En cambio, los dos mayores
tienen un mamelón perforado transversalmente y uno de ellos, de
base plana, hizo de tapadera de la tinaja en cuyo interior había un
enterramiento infantil (Fig. 3.45, F 0378-2 y 0490-1; Fig. 3.25).
G 5. Olla. Forma documentada desde el Nivel 1 con el grafito por ambas superficies o sólo por el exterior (Fig. 3.45, F
0378-3, 0411-0418-2 y 0208-8).
G 7. Tinaja con cuello destacado. Tipo ya conocido en Kelin
con anterioridad pero no tan completo (Mata 1991, figs. 87, 15;
88, 5 y 10). En este caso actuó de urna para un enterramiento
infantil (Fig. 3.25; Fig. 3.45, 0490-1). Piezas similares se encuentran en el Torrelló del Boverot (Almassora) utilizada como
urna cineraria (Bosch 1953, 187, lám. I, 1), aunque en este caso
no se señaló la presencia de grafito.
47
[page-n-61]
G 9. Plato. Recipiente documentado también en campañas
anteriores (Mata et al. 1999), se caracteriza por tener un I. P. < a
50, un diámetro de boca mediano (< 25 cm) y borde exvasado. El
documentado en el Nivel 2, grafitado por ambos lados, tiene una
suave carena (Fig. 3.45, 0484-1); en cambio, el plato del Nivel 4
tiene una carena muy marcada y grafito sólo por el interior (Fig.
3.45, 0307-3). Ambos perfiles recuerdan a piezas hechas a torno.
G 10. Tejuelo. Los tejuelos grafitados también están presentes.
Otros elementos a comentar son las bases que pueden ser planas, cóncavas y destacadas (Fig. 3.7, F 0378-1; Fig. 3.24, 0364-4 y
5; Fig. 3.34, 0409-10 conc.; Fig. 3.35, 0398-3; Fig. 3.36, 0208-11).
Los elementos de prensión más comunes son los pequeños mamelones perforados pero también hay algún asa, incluso un borde saliente del Nivel 2 presenta un asa horizontal aplicada sobre el labio
(Fig. 3.32, 0450-1). Los labios más comunes son los salientes o sin
diferenciar pero también hay un pequeño conjunto de labios planos
(Fig. 3.16, 0342-1, 0352-5 y 0338-2; Fig. 3.45).
En la figura 3.46 se recogen los tipos y subtipos de las
cerámicas cuidadas documentados hasta ahora en Kelin. Se
aprecian formas repetitivas con una mayor variedad entre las
Fig. 3.47. Cerámicas fenicias.
48
grafitadas, mientras que las incisas apenas tienen tres o cuatro tipos identificados. También es interesante destacar que
se trata, ante todo, de piezas relacionadas con la vajilla de
mesa con especial incidencia en los pequeños cuencos, desempeñando el papel de copas de uso individual.
La cerámica a torno fenicio-occidental
Esta categoría cerámica es la única importación del ámbito
mediterráneo reconocible en los cuatro primeros niveles de
Kelin. Como se ha señalado en publicaciones anteriores se
encuentra desde el primer asentamiento estable aunque en
poca cantidad. Así, en el sector 0 de la Zona B que se está
tratando aquí, supone el 0,6 % de los fragmentos en el Nivel
1 y el 3 % en el Nivel 4.
La novedad más importante es la identificación de formas
reconocibles con engobe rojo en el Nivel 4, pero presente ya
desde el Nivel 1 (UE 0384). A partir del Nivel 2, además de
las ánforas (Fig. 3.47, 0313-1, 0431-8 y 0411-5), hay piezas
con decoración pintada bícroma (Fig. 3.24, 0329-1 y 0445-1;
Fig. 3.36, 0307-0340-2) y tinajas/tinajillas con engobe rojo
[page-n-62]
(Fig. 3.47, 0409-431-12, 0363-0431-0490-13, 0319-03290409-3 y 0409-11), junto a otras que podrían ser de producción local o regional.
Entre las producciones de origen desconocido hay un plato de
ala abombada con decoración pintada lineal (Fig. 3.35, 0249-03120313-1), similar al tipo E5 de Penya Negra (Crevillent) (González
Prats 1983, 166) y a un ejemplar de Vinarragell (Borriana) (Mesado
1974, 129, fig. 74, 2). Un plato hondo, en pasta clara, del Nivel 3
también tiene paralelos en el tipo B8 gris de Penya Negra II (González Prats 1983, 196) (Fig. 3.47, 0329-0363-2).
Tampoco se ha podido determinar la procedencia de las piezas de engobe rojo de gran homogeneidad técnica: cocción alternante de núcleo gris oscuro y superficies claras; la superficie
exterior pulida; y el engobe rojo cubriendo el labio y el cuello por
el interior, así como zonas de la pared externa (Fig. 3.34, 04090431-12, 0363-0431-0490-13, 0329-0319-0409-3 y 0409-11).
La cerámica a torno antigua
La cerámica a torno de posible procedencia local o regional se documenta desde el Nivel 2, con tipos que pasarán en su mayor parte
al repertorio de cerámicas ibéricas. Algunas formas imitan claramente piezas fenicias occidentales. En general, se caracterizan por
un aspecto menos cuidado que las importadas, con desgrasantes
medianos y sin tratamiento aparente de las superficies. Siguiendo
la tipología de la cerámica ibérica (Mata y Bonet 1992), los tipos
documentados son:
A II.2.2.1. Tinajilla con cuello indicado. Los bordes son
salientes con labios simples o subtriangulares, con decoración
escasa o perdida (Fig. 3.48, 0450-5, 0376-1 y 0353-1).
Fig. 3.48. Tinajillas a torno de producción local o regional.
49
[page-n-63]
A II.2.2.2. Tinajilla con cuello destacado. Algunas variantes imitan formas importadas y presentan ya decoración pintada
(Fig. 3.48, 0364-0428-7, 0364-8 y 0398-5).
A II.4. Tinajilla de cierre hermético. Del Nivel 4 procede
un labio biselado con asa (Fig. 3.48, 0281-1). Podría tratarse de
un subtipo sin orejetas como la urna con su tapadera encontrada en el Cortijo de las Sombras (Frigiliana) (Arribas y Wilkins
1969, fig. 3, 2). O bien que no haya conservado las orejetas pues
este tipo hecho a mano se ha documentado en la necrópolis de
Milmanda (Vimbodí) fechada en la primera mitad del siglo
VI a. C. (Sardà y Graells 2004-2005, 182, fig. 7). En los
Niveles 3 y 4 de Kelin también existen labios biselados y
una tapadera en cerámica a mano semicuidada (Fig. 3.36,
0208-20 y 0354-2).
A II.6. Lebes. Entre estas producciones hay un posible lebes
(uno de cuyos fragmentos se encontró en la campaña de 1984)
(Mata 1991, fig. 33, 5) con asa vertical y dos líneas incisas cerca
del labio (Fig. 3.16, 0277). Y del Nivel 4, procede otro posible lebes de pasta blanquecina con asa horizontal pegada a la pared del
recipiente, cerca del borde (Fig. 3.36, 0208-2). Esta forma es una
de las producciones identificadas en el horno de Casillas del Cura
(Venta del Moro) (Martínez Valle et al. 2001, fig. 2, 2). En cambio,
el asa geminada de espuerta del Nivel 3 debe ser una producción no
comarcal (Fig. 3.23, 0443-4).
A III.8. Plato. Los platos son tipos claramente foráneos pero
sus características técnicas no permiten adscribirles un origen determinado. Los tres platos más completos llevan decoración pintada. El más antiguo tiene motivos lineales (Fig.
3.26, 0326-1); el segundo es de gran tamaño y combina la
decoración lineal con círculos concéntricos (Fig. 3.35, 02490312-0313-1); y el tercero lleva una pintura rojiza cubriendo
la mayor parte de ambas superficies (Fig. 3.35, 0398-6). A
todos ellos, se pueden añadir los fragmentos informes que
presentan decoración pintada tanto por el interior como por
el exterior y alguna base indicada (Fig. 3.23, 0411-0443-4;
Fig. 3.24, 0329-0431-7).
A V.1. Tapadera. Tres tapaderas de labio biselado; las dos
más antiguas carecen de decoración mientras que la tercera
conserva líneas pintadas (Fig. 3.35, 0313-2 y 0379-1; Fig.
3.24, 0426-0340-0364-4).
A VI. Trípode. Por sus características es la única pieza que se
podría considerar de origen local, pues hay otra similar en Requena
(Martínez García et al. 2001, 124, fig. 4, 3) y un fragmento hecho a
mano en el mismo Kelin (Mata 1991, 147, fig. 78, 6; Mata y Quixal
2014, fig. 4, 2). Martínez Valle (2016, 145-147 y 534) señala que
esta forma se pudo fabricar en el alfar de El Nacimiento (Requena)
aunque no se describen ni ilustran; en la fig. 5 de la página 316
recoge “Producciones locales de cuencos trípode”, pero sólo los
tres primeros corresponden a la comarca de Requena-Utiel (1 a 3
de Kelin y Requena) (Vives-Ferrándiz 2005, figs. 57, 5; 59, 4 y 6; y
61, 2). Salvo estas copias incipientes (Vives-Ferrándiz 2005, 130135), el tipo no arraigará en la vajilla ibérica.
Entre las bases documentadas se encuentran las de pastilla, anilladas y ligeramente cóncavas. La mayor variedad de
atributos y formas corresponde lógicamente al Nivel 4, en el
que la cerámica a torno tiene mayor presencia.
Las producciones blanquecinas y reductoras son anecdóticas en los tres primeros niveles y aumentan su presencia en
el Nivel 4, aunque con pocas formas identificadas.
50
Los objetos metálicos
La mayor parte de los objetos metálicos son de bronce y pertenecen al ámbito de los objetos personales. Se han identificado
muy pocas herramientas.
Bronce
Los objetos de bronce reconocibles son casi todos ellos fíbulas y pinzas de depilar que, hasta ahora, no se habían documentado en Kelin.
Las pinzas son una simple cinta de bronce doblada sobre
sí misma; los extremos tienen una inflexión mediante la cual
entran en contacto y la cabeza se ensancha ligeramente formando una pequeña circunferencia. Se han recuperado dos,
una en el Nivel 1 de poco más de 5 cm (Fig. 3.7, 0384-1)
y otra en el Conjunto 2 del Nivel 3 (Fig. 3.26, 0287-1) que
mide poco más de 4 cm.
Son hallazgos habituales en las necrópolis que reciben las
primeras importaciones mediterráneas, pero también se han
encontrado en asentamientos de la misma cronología como
Los Saladares (Orihuela), Penya Negra I y II (Crevillent)
(Graells 2008, 111-112; González Prats 1983, 75 y 176, figs.
19, 3 y 39, 4) o Las Camas (Villaverde) (Urbina et al. 2007,
figs. 20 y 21). Las pinzas están amortizadas en posibles superficies de uso, con una datación genérica del siglo VII a.
C., pero lógicamente una es anterior a la otra por su posición
estratigráfica. Una cronología mucho más reciente a la que se
propone para Las Camas cuyas fechas de C14 oscilan entre los
siglos X y IX a. C., aunque los materiales recuperados permiten llegar hasta el siglo VIII (Urbina et al. 2007, 79).
Del Nivel 2 procede una fíbula filiforme de puente ligeramente acodado, conserva la aguja pero no el resorte del que
sólo tiene algunas espiras (Fig. 3.33, 0376-7). Podría tratarse
de una fíbula de codo del tipo 2D de Argente aunque la cronología propuesta –siglos VI-V a. C.– es muy moderna para
este hallazgo de Kelin (Argente 1986-1987, 142, fig. 1, 4;
Argente 1994, 46 y 50, fig. 6). En la necrópolis de Milmanda
hay alguna fíbula similar catalogada como de resorte bilateral, así como restos de muelles parecidos a los localizados
en este Nivel 2 pero, una vez más, la cronología aportada es
demasiado baja (Graells 2008, figs. 62 y 65). No obstante,
una clasificación tipológica más precisa para esta fíbula es
difícil al estar incompleta por el pie y el resorte.
Una pieza excepcional, también del Nivel 2, es una anilla
con decoración sogueada, por ambas caras, que formó parte de
un objeto más complejo (Fig. 3.33, 0376-9). Anillas de estas características aparecen en soportes de bronce encontrados entre
mediados del siglo VII y primera mitad del VI a. C. en el NE de
la península Ibérica y S. de Francia (Armada y Rovira 2011, con
bibliografía anterior) de tradición chiprio-sarda; Rafel3 (1997,
fig. 4, 10) recogió una anilla sogueada similar a ésta procedente
de una colección sarda y Jiménez Ávila cita otra de Penya Negra
(Crevillent) (Jiménez Ávila 2002, fig. 9). El sogueado también
forma parte de colgantes zoomorfos y cadenas pero en este caso
son rectangulares o cuadrados (Graells y Sardà 2007, 272 y fig.
7), por lo que no debe pertenecer a ese tipo de pieza. Según Fundoni (2009, 26) los soportes de producción chipriota, que utiliza-
3 Agradecemos a Núria Rafel la información sobre esta pieza.
[page-n-64]
Fig. 3.49. Objetos de hueso, marfil y asta. Análisis tipológico y tecnológico. Las abreviaturas definen: A-Aserrado; Ab-Abrasión;
C-Cortes; P-Pulido; c-conservado.
UE
Nivel Cronología
Lugar hallazgo Tipo
Unidad anatómica
Long. Ancho Grosor Animal
Marcas
0401-2 1
VII a.C.
A3
Fusayola
Cabeza femoral
3,6
2,6 (c) 1,45
Bos taurus
0441-1 21
VII a.C.
AB1, abierto
Punzón
Diáfisis hueso largo
10,9
1,2
0,6
C. elaphus
0428-6 31
VII a.C.
AB3/4, abierto Apuntado
Diáfisis hueso largo
4,1 (c) 0,5
0,35
Mesomam.
0354-4 32
VII a.C.
Conj. 4
Punzón
Diáfisis hueso largo
1,9 (c) 0,5
0,2
Mesomam.
0319-1 41
VII-VI a.C.
Conj. 1
Fusayola
Cabeza femoral
4
3,5 (c) 1,9
Bos taurus
0208-24 41
VII-VI a.C.
Conj. 3 y 4
Biapuntado
Diáfisis hueso largo
12
0,8
–
Macromam.
0101
63
V a.C.
Calle 3
Soporte
Diáfisis hueso largo
7,5 (c) 0,6
0,45
Macromam.
C
0270
71
IV a.C.
Conj. 2; V2
Fusayola
Cabeza femoral
4,2
1,4
Bos taurus
C
0052
73
III-II a.C.
Dep 19
Punzón
Diáfisis hueso largo
3,5 (c) 0,8
–
Mesomam.
0118/9
73
III a. C.-II a.C. V2 (hogar)
Taba trabajada Astrágalo
2,3
1,1
1,3
Ovicaprino
6011
73
III a. C.-II a.C. A. D. 24, V4
Peine sencillo
Colmillo
7,2
4,5
0,5
Elefante ind. A/P
6014
73
III a. C.-II a.C. D 11 V 4
Aguja 2 perf.
Diáfisis hueso largo
–
–
–
Macromam.
0008
8
II-I a.C.
Taba trabajada Astrágalo
2,6
1,4
1,2
Ovicaprino
0024
9
Pos. islámica F1
Desecho
Diáfisis hueso largo
1,8
2,6
0,4
Macromam. C/P
0532
9
Fosa islámica F41, ceniza
Soporte
Percha o candil
16
3,2
0,5
C. elaphus
C/A
13
10
Pos. islámica A2 sup.
Obj. receptor
Diáfisis hueso largo
7,5
1,2
1,1
Mesomam.
C/P
E2/E3, indet.
ban Cerdeña como escala, se distribuyeron entre los siglos VIII
y VII a. C. Para saber si esta anilla es una producción peninsular o extrapeninsular habría que hacer un análisis metalográfico
como los realizados sobre otras piezas (Armada y Rovira 2011).
Ninguno de los bronces recuperados junto a esta anilla formaron
parte de una pieza tan compleja por lo que su hallazgo puede estar relacionado con la recuperación de objetos deteriorados para
su refundición como defienden algunos autores, sin que ello sea
óbice para su fabricación peninsular incluso en fechas más tardías (Armada y Rovira 2011, 31 y 33).
Otra pieza del Nivel 2 es una pequeña hoja con un extremo redondeado para el enmangue y decoración de pequeños circulillos
incisos (Fig. 48, 0376-8). Se trata de un cuchillito u hoja de afeitar
muy similar a otro encontrado en la necrópolis de Pi de la Lliura (Vidreres) formando parte del ajuar de una cremación. Las dataciones
radiocarbónicas de esta necrópolis oscilan entre el 1010 y el 750 cal
BC (Pons y Solés 2008, 76, 133-135 y figs. 32 y 42 b).
Los objetos de bronce se completan con muelles, agujas y
mortaja de fíbulas, un pequeño gancho o anzuelo, anillas y otros
fragmentos difíciles de identificar (Fig. 3.33, 0376-6 y 0379-1;
Fig. 3.53, 0445-2 y 3, 0354-3 y 0426-6; Fig. 3.35, 0236-1; Fig.
3.36, 0340-5 y 0409-17); además de un posible lingote de cobre
(69,85 g) (Fig. 3.35, 0304-1).
3,5
P
Ab
Los objetos de hueso y asta
(M. Blasco Martín)
A lo largo de las excavaciones efectuadas en los Villares entre 1989
y 2004 se recuperó una serie de artefactos elaborados sobre materias duras de origen animal (hueso, asta y marfil). No se trata de
un conjunto numeroso, si bien están representados diferentes tipos
de objetos que nos hablan de diversos trabajos artesanales, gestos
y usos. En total son dieciséis piezas manufacturadas sobre estas
materias primas, en concreto, trece sobre hueso (81 % del total),
dos sobre asta de ciervo (12,5 %) y una sobre marfil de elefante
(6,5 %) (Fig. 3.49).
Las piezas correspondientes a los siglos VII-VI a. C. son
seis, todas ellas manufacturadas sobre huesos largos de macro y mesomamíferos (Figs. 3.49 y 3.50). Destaca la presen-
Hierro
Del Nivel 2 procede una varilla de hierro con un extremo apuntado (0353-3), sumándose al fragmento encontrado en campañas anteriores (Nivel I del Sondeo XV) (Mata et al. 1999, fig.
20, 5). Otra varilla apuntada de sección cuadrada se encontró en
el Nivel 3 (Fig. 3.26, 0468-1). Pero la pieza más reconocible es
un clavo de cabeza discoidal, con el extremo doblado del Nivel
4 (Fig. 3.36, 0208-27).
Fig. 3.50. Piezas de hueso y asta. Fusayolas, 0319-1, 0270 y 04012; punzón de asta, 0441-1; biapuntado, 0208-24; punzones, 0354-4
y 0428-6 (fotografías M. Blasco).
51
[page-n-65]
Fig. 3.51. Detalle de la perforación de la fusayola 0319-1 (fotografía M. Blasco).
cia de dos fusayolas realizadas sobre cabezas femorales de
Bos taurus; y una tercera se encontró en niveles del siglo IV
a. C., pero se tratarán conjuntamente. Para su elaboración, se
aprovecha la forma natural de esta parte del fémur, se separa la cabeza de la epífisis proximal mediante aserrado y, en
este caso, la forma semiesférica natural obtenida del hueso se
vuelve a serrar en el otro extremo obteniendo un útil troncocónico. Posteriormente la pieza se perfora en la parte central
con un instrumento metálico. La fusayola 0319-1 cuenta con
una perforación circular/irregular de 0,9 cm de diámetro en
la cara distal y 1 cm en la cara proximal (Figs. 3.50 y 3.51).
La perforación de 0270 es circular, realizada de forma unidireccional, perforando la superficie ósea por la cara proximal
(0,7 cm diámetro y 0,5 cm en la distal); por su parte, en la
pieza 0401-2 se distingue una perforación circular fracturada
cuya longitud conservada es de 0,5 cm (Fig. 3.50).
Aunque no son piezas muy comunes, las fusayolas de
hueso se documentan ya en contextos de la Edad del Bronce como el asentamiento del Cerro de la Encina (Monachil)
(Altamirano 2012) y Cabezo Redondo (Villena) (Basso 2018,
50, fig. 3.8), si bien su presencia es más habitual en la Edad
del Hierro (Adán 2013, 538), especialmente en yacimientos del N peninsular (Castiella Rodríguez 1994; Adán 2003;
Arévalo-Muñoz y Camarero 2018). En ámbitos geográficos
más próximos a Kelin, las encontramos en Penya Negra I
(González Prats 1983, 78, fig. 20, 1774), Vinarragell (Borriana) (Mesado 1974, 90, fig. 48, 6), el Torrelló del Boverot
(Almassora) (Clausell 2002, 78 nº 120), Cabeço de Mariola
(Alfafara) y El Puig (Alcoi) (Basso 2018, 51) todas con una
cronología similar.
Este tipo de útiles continúan apareciendo en el mundo
romano (MacGregor 1985, 187) e incluso altomedieval (Gutiérrez y Hierro 2010). Cabe señalar que estas piezas también
han sido interpretadas como contrapesos para redes de pesca
(Adán 2013, 538), botones y/o colgantes (Serna et al. 2005).
Si bien la similitud en forma y dimensiones con las fusayolas
de cerámica y piedra no plantea dudas para la mayoría de
los especialistas en industria ósea que las consideran contrapesos de husos (MacGregor 1985; Mezquíriz 2009; Adán
2013). Su peso reducido, en comparación con las de cerámica
o piedra más habituales en el registro arqueológico, podría
52
indicar que son empleadas para trabajar con hilos finos o incluso como complemento al peso de las fusayolas de otros
materiales (MacGregor 1974, 89). El uso adecuado de una
fusayola no solo depende de su peso, sino que debe considerarse la longitud y el grosor de los hilos. Sirva como ejemplo
el estudio acerca del origen del tejido de M. L. Ryder en el
que señala que en las Islas Británicas para el hilado de la lana
de las ovejas Soay, por su suavidad y fineza, resultaría ideal
emplear fusayolas de 8 g de peso (1968, 81). En el caso de
las fusayolas de Kelin, la 0319-1 pesa 14 g y la 0270, 7 g; la
tercera, aunque está incompleta (0401-2), consideramos que
se encontraría igualmente entre esas cantidades. Estos pesos
están dentro de los rangos conocidos para las fusayolas de
cerámica (Fig. 4.68).
El resto de los objetos de hueso de esta etapa son cuatro apuntados: un biapuntado, un punzón, y dos apuntados indeterminados, ya que conservamos únicamente su extremo distal (Figs.
3.49 y 3.50). Entendemos como biapuntado un útil apuntado en
sus dos extremos y que se encuentra total o parcialmente facetado
(Fig. 3.50, 0208-24). Son habituales en los yacimientos arqueológicos neolíticos y de la Edad del Bronce (Camps-Fabrer 1990,
fiche 15; Pascual 1998, 58) aunque su presencia, en menor proporción, se extiende a la Edad del Hierro. Sobre su uso existen
varias posibilidades, que sirvieran para realizar incisiones o perforaciones en materias primas como la piel o la cerámica e incluso que pudiesen emplearse como instrumentos complementarios
en actividades textiles o de cestería. Por nuestra parte consideramos que, al igual que los punzones, serían útiles multifuncionales empleados en tareas diversas. De igual manera, ambos están
elaborados sobre diáfisis de huesos largos que fueron aserrados o
cortados en sentido longitudinal para posteriormente obtener la
forma del útil buscado. El mismo proceso tecnológico se sigue en
los apuntados indeterminados (Fig. 3.50).
Los objetos de piedra
Los objetos de piedra trabajada se recuperan en todos los niveles pero no siempre es posible reconocer de qué se trata por su
estado de fragmentación.
La pieza más interesante es un molde de fundición utilizado como material de construcción (Fig. 3.25). Se trata del
negativo de un hacha plana de unos 10 cm de ancho de hoja,
a la que le falta el talón, y una varilla apuntada, de calcárea
arenosa (Fig. 3.34). Las hachas planas tienen una gran amplitud cronológica desde el II milenio hasta el I a. C. (Fraile
y Cruz 2012, 491) y los moldes se han encontrado, entre
otros lugares, en Penya Negra I (Crevillent) (Ruiz Gálvez
1990, 320).
Otro de los utensilios a tratar son los molinos barquiformes (Tipo I.8.1.), la mayor parte fragmentados e, incluso,
utilizados como material de construcción tanto en este Horizonte como en el Ibérico y dentro de las fosas como relleno
(Fig. 3.52). Sólo dos de ellos se encontraron en el lugar de uso
(Conjunto 2, UE 0504 y Conjunto 3, UE 0341) (Figs. 3.19 C
y 8.20 C). La mayoría son de piedra caliza excepto tres, de
arenisca (UUEE 0431, 0398 y 0426).
Un fragmento de cristal de roca se encontró sobre la placa
del horno del Conjunto 3, Nivel 23 (UE 0472). Es una variedad
de cuarzo transparente y valorada por su claridad y falta de defectos de coloración.
[page-n-66]
Fig. 3.52. Molinos barquiformes.
Los demás restos de piedra son difíciles de catalogar pero
hay losetas que pudieron utilizarse como afiladoras pues algunas son de arenisca, otros pudieron ser fragmentos de machacadores o alisadoras y también hay bastantes con y sin señales
de uso. Entre estos últimos un conjunto bastante numeroso de
cuarzo e, incluso, un fósil.
Las piezas de sílex y el brazalete de piedra caliza se han
estudiado con anterioridad (vid. Cap. 2).
Otros
Otros restos que se recogieron y se depositaron en el Museu
de Prehistòria fueron muestras de suelos, enlucidos, placas
de hogar y adobes, con la intención de poder realizar alguna
vez análisis que determinen de forma inequívoca su composición y, en el caso de suelos y placas de hogar, su posible
uso. Por el momento este tipo de análisis sólo se ha podido
realizar sobre unos fragmentos del horno del Conjunto 3 del
Nivel 2, cuyos resultados sugieren que se utilizó como un
horno de pan y en una muestra de hogar del Nivel 3. La información más detallada se puede ver en Cap. 13 “Estudi de
continguts...”.
LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS
La información sobre las actividades económicas que desarrollaron los primeros habitantes de Kelin es escasa pues procede,
ante todo, de los datos aportados por los carbones, las semillas
y la fauna. Datos todos ellos relacionados con la subsistencia y
explotación del entorno. Además, dadas las características del
registro no se pueden asociar a unidades domésticas concretas.
La transformación de alimentos se puede estudiar a partir
de las cerámicas de cocina, las estructuras de combustión y los
molinos. A pesar de la presencia de un horno en el Nivel 2 (Fig.
3.20), los fuegos domésticos eran abiertos, es decir, para cocinar
a la brasa o con ollas a fuego lento. Las ollas son el menaje de
cocina más habitual (Fig. 3.37) para hervidos, hábito culinario
que no sufrirá grandes transformaciones a lo largo de los siglos.
La función reconocida de los molinos barquiformes es la
molturación de cereales para hacer harinas pero también se emplearon en otros menesteres como el del Conjunto 4 del Nivel 3
con restos de pigmento rojo (Figs. 3.27 y 3.52).
La actividad textil debió ser más importante de lo que sugieren los escasos objetos asociados. Tan sólo algunos útiles de
hueso como punzones y biapuntados, fusayolas de hueso y cerá53
[page-n-67]
mica y las semillas de esparto (Figs. 3.50 y 3.51), además de las
bases con improntas de cestería, ilustran la existencia de estas
manufacturas (Fig. 3.36, 0307-7).
La recuperación de un molde de fundición y diversos objetos de bronce fragmentados para su refundición amplían el
panorama al intuirse que en los conjuntos 3 o 4 del Nivel 2 se
pudo llevar a cabo una actividad metalúrgica a pequeña escala
(Figs. 3.9, 3.14 y 3.15, 0464-1). Dicha constatación tiene interés
porque siglos más tarde, y sin que en apariencia exista continuidad, la familia de la Vivienda 2 también practicó la metalurgia,
en este caso, de hierro.
Los contactos comerciales, aunque limitados, están bien
constatados por la presencia de cerámicas foráneas muchas de
las cuales, como las ánforas, llegaron por su contenido. En este
grupo también hay que citar algunos bronces como la anilla sogueada que, con seguridad, es un producto foráneo aunque haya
llegado incompleto a Kelin (Fig. 3.17, 0376-9) y las cerámicas
hechas a mano de procedencia desconocida (Fig. 3.36, 03550364-2; Fig. 3.43). Las pocas conchas marinas recuperadas también son un indicio de contactos con la costa. Contactos todos
ellos que, probablemente, fueran indirectos pero cuyo interés no
sólo reside en los productos circulantes sino en la información
que se difundía a través de ellos en ambas direcciones y que
apenas se puede vislumbrar.
El paisaje vegetal a través del registro antracológico
(S. de Haro Pozo)
En este horizonte inicial se han recuperado un total de 1469
fragmentos de carbón vegetal, procedentes en su mayoría de rellenos (Fig. 3.53).
En los Niveles 1 y 2, los porcentajes de encinas, coscojas
(Quercus ilex-coccifera) y quejigos (Quercus caducifolio) son
los dominantes. Estos taxones forman parte de asociaciones
vegetales que viven en encinares bien desarrollados (Quercetum rotundifoliae), junto a ellos se ha identificado el pino
negro (Pinus nigra- sylvestris). Ahora bien, la presencia de
algunos madroños y leguminosas leñosas muestran signos de
cierta alteración.
En el Nivel 3, el grupo más representado sigue siendo el
de las encinas, coscojas (Quercus ilex-coccifera) y quejigos
(Quercus caducifolio). Aunque lo más importante es la aparición de taxones tan significativos como el pino carrasco (Pinus halepensis), enebro (Juniperus sp.) y lentisco (Pistacia
lentiscus) que confirman la tendencia de apertura del bosque,
tal vez como consecuencia de la expansión de la superficie
cultivada (infra). Otro dato importante de este nivel es que
aparecen algunos fragmentos de árboles frutales comestibles
de la familia de las rosáceas maloideas (manzano, peral, etc.)
y el nogal (Juglans regia), aunque siempre con valores muy
bajos.
En el Nivel 4, las encinas y coscojas (Quercus ilex-coccifera) continúa siendo el grupo mejor representado, seguido
del pino carrasco (Pinus halepensis), que reafirma la apertura
del bosque, ya documentada en el nivel anterior. También en
este nivel aparecen algunos fragmentos de higuera (Ficus carica) en cuanto árbol frutal comestible con porcentajes apenas significativos, aunque también se ha identificado a través
de las semillas (Fig. 3.56).
54
Fig. 3.53. Registro antracológico del s. VII a. C.
Niveles arqueológicos
Nivel 1 Nivel 2 Nivel 3 Nivel 4
Taxa
N
Arbutus unedo
Ficus carica
Juglans regia
Juniperus sp.
Leguminosae sp.
Pinus halepensis
Pinus nigra- silvestris
Pistacia lentiscus
Quercus caducifolio
Quercus ilex-coccifera
Rhamnus-Phylyrea
Rosaceae tipo maloidea
Indeterminable
%
N
%
N
%
5 1.2 3 1.1 –
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1 0.3
–
–
–
–
1 0.3
16 4
4 1.4 4 1.4
–
–
–
– 26 8.9
153 38.2 127 44.7 63 21.8
–
–
–
–
1 0.3
12 3 14 4.9 39 13.5
214 53.5 136 47.8 144 49.8
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1 0.3
–
–
–
–
9 3.1
Total fragmentos carbón 400
284
289
N
%
11
2
–
5
8
107
33
–
68
255
7
–
–
2.2
0.4
–
1
1.6
21.5
6.6
–
13.7
51.4
1.4
–
–
496
La actividad agrícola
(G. Pérez Jordà)
El registro carpológico de este momento inicial del asentamiento procede de un conjunto formado por 42 muestras, con
un total de 225 restos recuperados. Los materiales recogidos
proceden en su mayoría de rellenos, desechos que se vierten
durante las diferentes remodelaciones de los espacios habitados de esta zona del yacimiento. Sólo algunas muestras están
asociadas a hogares, a suelos de ocupación y al contenido de
diferentes fosas, aunque en este último caso también se trata
de vertidos y no de su contenido original.
Las diferentes muestras (Figs. 3.54, 3.55 y 4.84) presentan
conjuntos de materiales reducidos y mayoritariamente con una
diversidad taxonómica muy baja. El más pobre es el Nivel 1
mientras que el más rico es el Nivel 2.
Nivel 1
Son sólo tres las muestras con materiales y con un número
de restos también escaso, tres individuos y algunos fragmentos de cereales. El único grupo de cultivos representado son
los cereales, sin que sea posible determinar el género al que
pertenecen, ya que se trata de fragmentos muy alterados. El
resto de los materiales son plantas silvestres (Fallopia convolvulus y Galium sp.) que suelen crecer como malas hierbas
en los campos de cereales.
Nivel 2
Es el nivel que cuenta con un registro más amplio. Han sido 14
las muestras que han proporcionado materiales, con un total de
121 restos. Los cereales son con gran diferencia el grupo más
representado y los frutales ya aparecen en este momento, aunque con valores muy bajos. Entre los cereales destacan los trigos
desnudos (Triticum aestivum-durum) y en menor medida la cebada vestida (Hordeum vulgare subsp. vulgare), mientras que la
escaña (Triticum monococcum) y el mijo (Panicum miliaceum)
tienen una presencia marginal.
[page-n-68]
Fig. 3.54. Restos de semillas y frutos del s. VII a. C.
Nivel
1
2
3
4
Sondeos
Nº muestras
Hordeum vulgare subsp. vulgare
Hordeum vulgare
Panicum miliaceum
Panicum/setaria
Triticum aestivum-durum
Triticum dicoccum
Triticum dicoccum espiguilla
Triticum monococcum
Triticum sp.
Hordeum-Triticum frag.
Ficus carica
Vitis vinifera
Vitis pedicelo
Camelina sp.
Avena sp.
Bifora testiculata
Chenopodium album
Chenopodium murale
Chenopodium sp.
Ciperacea
Cotoneaster nebrodensis
Fallopia cf. convolvulus
Fumaria sp.
Echinocloa crus-galli
Galium cf. mollugo
Galium sp.
Graminea sp.
Lolium sp.
Malva silvestris
Pistacia lentiscus
Polygonacea
Quercus sp. frag.
Silene sp.
Stipa tenacissima rizomas
Umbeliferae
Indeter.
Nº restos
Nº taxones
3
14
9
9
7
Total
Ubicuidad
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3(2)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1 (1)
–
–
–
1(1)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
3
7(4)
4(4)
1(1)
–
14(7)
–
–
1(1)
5(2)
14(7)
–
2(1)
–
1(1)
1(1)
–
7(2)
1(1)
–
1(1)
–
1(1)
1(1)
–
–
1(1)
2(1)
–
–
1(1)
6(2)
55(6)
–
1(1)
2(1)
6(3)
122
18
7(5)
5(2)
2(1)
1(1)
12(7)
–
–
–
4(3)
7(2)
1(1)
–
–
–
1(1)
1(1)
–
–
–
–
1(1)
1(1)
–
–
–
1(1)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
37
9
17(7)
2(1)
1(1)
–
2(2)
1(1)
1(1)
–
2(2)
5(2)
1(1)
–
–
–
–
–
–
–
1(1)
–
–
–
–
2(1)
1(1)
2(2)
–
–
1(1)
–
–
–
1(1)
–
–
3(1)
39
11
17(5)
–
–
–
3(2)
–
–
–
–
29(2)
–
–
2(1)
–
–
–
–
–
–
–
–
1(1)
–
–
–
–
–
1(1)
–
–
2(1)
–
–
3(1)
–
–
27
7
45
11
4
1
31
1
1
1
11
58
2
2
2
1
2
1
7
1
1
1
1
4
1
2
1
5
2
1
1
1
8
55
1
4
2
9
228
26
21
7
3
1
18
1
1
1
7
15
2
1
1
1
2
1
2
1
1
1
1
4
1
1
1
5
1
1
1
1
3
6
1
2
1
4
La viña es el único frutal que aparece en este momento. Es
difícil determinar si ya era, a mediados del s. VII a. C., un cultivo desarrollado localmente o si las escasas pepitas de vid que
aparecen en este momento son producto de intercambios y están
llegando junto con las ánforas desde la zona costera.
Un taxón que aparece aquí por primera vez en el País
Valenciano y que podría corresponder a una planta cultivada es la camelina (Camelina sp.), que se suele destinar a
la extracción de aceite. No hay elementos para confirmar
que se trate de una planta cultivada, aunque en ningún caso
anterior ha aparecido en el registro arqueobotánico, por lo
que no parece que su forma silvestre fuera muy abundante
en este territorio.
Entre los restos silvestres se constata la recolección de bellotas
(Quercus sp.) que eran, por lo tanto, un recurso explotado como
alimento por esta comunidad. El otro taxón silvestre que podía tener un aprovechamiento económico, aunque no alimenticio, es el
esparto (Stipa tenacissima), planta habitualmente utilizada para la
elaboración de contenedores (cestos, capazos, etc.) cuyo uso está
constatado habitualmente desde los inicios de la agricultura.
55
[page-n-69]
Fig. 3.55. Ubicuidad de los grupos de cultivos y de los cereales del s VII a. C.
El resto de materiales son plantas que mayoritariamente crecerían entre los campos de cultivos de cereales o en el entorno
mismo del yacimiento, favorecidos por la acumulación de desechos que genera la actividad humana.
Nivel 3
Son nueve las muestras que han aportado restos, aunque el
número es más reducido que en la fase anterior, sólo 37 individuos. Los cereales siguen dominando el registro y en este
caso sólo está acompañado por frutales, con valores similares a los de la fase anterior.
Entre los cereales se mantiene el predominio de los trigos desnudos y en menor medida de la cebada vestida. No
hay evidencias en estos momentos de trigos vestidos, pero
sigue apareciendo, con valores algo mayores, el mijo. El
único frutal que identificado en este nivel es la higuera.
El conjunto de plantas silvestres sigue dominado por taxones que pueden crecer como malas hierbas o en ambientes
antropizados.
Nivel 4
Son nueve las muestras que han aportado materiales, con un número de 38 individuos, muy similares a los de la fase anterior. Los porcentajes de los distintos grupos son también similares, con un dominio claro de los cereales, que sólo están acompañados por frutos.
Entre los cereales se invierte la relación que se había observado hasta este momento. Es la cebada vestida la que domina
con claridad, mientras que los trigos vestidos tienen valores muy
reducidos, de igual forma que el mijo y la escanda (Triticum dicoccum). El único frutal recuperado vuelve a ser la higuera, de la
que también se han recuperado carbones.
Conclusiones
Se puede hablar en este primer horizonte del poblado de una
cierta continuidad entre los diversos niveles (Fig. 3.55). Los
habitantes de este asentamiento desarrollaron una agricultura
que en parte sigue los parámetros observados durante el milenio anterior. Los cereales son la base de su actividad agrícola
y la producción se centra fundamentalmente en dos taxones,
los trigos desnudos y la cebada vestida. La elección de uno
u otro suele estar condicionada por la calidad de los suelos
del entorno. Predominarán los trigos, los más apreciados para
la alimentación humana, cuando los suelos sean buenos, ya
que en estas condiciones son más productivos y cuando tengan
suelos de peor calidad, aseguran la producción invirtiendo en
56
la cebada, un cereal más rústico que mantiene buenos índices
de productividad en estas condiciones. Se puede pensar que
el cambio en la elección del cereal predominante en el Nivel 4, pueda ser consecuencia de un cambio en las prácticas
agrícolas o quizás en una expansión de la superficie cultivada
que lleve a la puesta en cultivo de suelos menos aptos para el
desarrollo de los cereales.
Junto a estos dos cereales se cultivan otros como los trigos
vestidos y el mijo. Los primeros están presentes habitualmente
en el registro desde la llegada de los primeros agricultores (Pérez Jordà 2013), aunque en la mayor parte de los casos tienen
un peso poco destacado, como sucede en Kelin. Sí que es una
novedad la presencia del mijo. Es un cereal que en la península ibérica sólo aparece en Cataluña durante el II milenio a. C.
(Alonso y Buxó 1995). En el País Valenciano la primera evidencia de su cultivo es del yacimiento de La Vital (Gandía), en
niveles datados en la segunda mitad del siglo VII a. C. (García
Borja et al. 2013). No hay elementos actualmente para valorar si
este cultivo en el País Valenciano se introduce desde Cataluña,
donde tiene una frecuencia relativamente destacada durante el
inicio del I milenio (Albizuri et al. 2011), o si su llegada está
vinculada a los contactos que se han empezado a establecer con
los asentamientos coloniales fenicios.
Difícil es discernir actualmente si los frutales que están apareciendo, la vid y la higuera, son cultivos desarrollados localmente o si están llegando desde la costa junto a las ánforas y
otros productos de importación (Fig. 3.54). Es una cuestión que
tendrá que ser resuelta en el futuro cuando haya más datos para
entrar en valoraciones más acertadas. No obstante, los carbones
de higuera del Nivel 4 parecen apuntar a un cultivo incipiente
(Fig. 3.53).
La actividad ganadera y la caza
(M. P. Iborra Eres)
El registro faunístico de este primer momento de ocupación
del asentamiento está formado por un total de 1.134 huesos
y fragmentos óseos determinados anatómica y taxonómicamente. La muestra procede de niveles de relleno, de pavimentos sin estructuras asociadas así como de varias fosas.
La distribución de las diferentes UUEE en los cuatro niveles
documentados para el Hierro Antiguo y la suma del nuevo material recuperado en las últimas intervenciones arqueológicas han
producido una variación en el número de restos analizados para
[page-n-70]
Fig. 3.56. Porcentajes y número de restos de las especies
identificadas en los niveles 2-4. Siglos VII-VI a. C.
de oveja (Ovis aries) y de cabra (Capra hircus). El bovino (Bos
taurus) con un porcentaje del 10,7% es la segunda especie, seguida por el cerdo (Sus domesticus) con el 8,8% del número de
restos (NR). Con valores muy bajos quedan las demás especies
domésticas: el caballo (Equus caballus) con un 2,6 % y el perro
(Canis familiaris) con el 0,5%.
Entre las especies silvestres tan sólo se ha identificado el
conejo (Oryctolagus cuniculus) cuya importancia relativa es de
un 3,8%. Los restos recuperados son mayoritariamente partes
de las extremidades anteriores y posteriores.
N2
N3
N4
Ovicaprino
Oveja
Cabra
50,0
11,8
11,5
58,2
16,6
2,8
60,0
12,7
2,8
Total O/C
73,3
77,6
75,5
Caballo
Équido
Asno
Bovino
Cerdo
Perro
Ciervo
Conejo
Liebre
Perdiz roja
Ave indet.
Ánade real
Águila
Ratón casero
2,6
–
–
10,7
8,8
0,8
–
3,8
–
–
–
–
–
–
1,2
–
–
7,6
9,0
0,5
0,7
2,5
0,2
–
–
–
–
0,7
2,1
–
–
6,0
10,4
–
0,5
2,1
0,9
0,2
1,4
0,2
0,2
0,7
NR x TX
262
433
433
Nivel 4
% domésticos
% silvestres
96,2
3,8
95,8
4,2
94
6
Este nivel presenta un total de 433 identificados anatómica y
taxonómicamente. La importancia relativa de cada una de las
especies es bastante similar al Nivel 3, así el grupo de los ovicaprinos con un 75,5% es el primer grupo de especies en importancia, seguido por el cerdo (10,4%), el bovino (6%) y el
caballo (2,1%).
En las especies silvestres encontramos los mismos taxones que
en los niveles precedentes, si bien ahora se incorporan aves, como
el águila, la perdiz y el ánade real aunque con una importancia relativa muy baja, ya que no superan conjuntamente el 1,5%.
este momento respecto a los datos publicados con anterioridad
(Iborra 2004), sin embargo esta variación no afecta a la importancia relativa de cada una de las especies.
El Nivel 1 presenta muy escasos restos (seis identificados
taxonómicamente), mientras que los Niveles 3 y 4 han proporcionado una muestra más abundante. Las especies domésticas
(94%) son predominantes: oveja (Ovis aries), cabra (Capra hircus), cerdo (Sus domesticus), bovino (Bos taurus), caballo (Equus
caballus) y perro (Canis familiaris). Las especies silvestres son
muy escasas y no representan más que un 6% pero se observa una
cierta diversidad: ciervo (Cervus elaphus), conejo (Oryctolagus
cuniculus), liebre (Lepus granatensis), águila (Aquila sp.), perdiz
(Alectoris rufa), ánade real (Anas platyrhynchos) y ratón casero
(Mus musculus) (Fig. 3.56).
Nivel 1
Los escasos restos recuperados están asociados al muro M89
(UE 0401) y a dos UUEE (0350 y 0481) que corresponden al sedimento que cubre la roca natural. Tan sólo se han identificado
cinco fragmentos, craneales y apendiculares muy fragmentados
de ovicaprino (Ovis aries/Capra hircus) y un resto de cerdo (Sus
domesticus) neonato.
Nivel 2
Este nivel ha proporcionado un total de 262 restos identificados
anatómica y taxonómicamente. El grupo de los ovicaprinos es
el mejor representado (73,3%), con un equilibrio entre los restos
Nivel 3
Este nivel ha proporcionado un total de 433 huesos y fragmentos óseos determinados anatómica y taxonómicamente.
Los ovicaprinos son el principal grupo de especies con un
77,6%, seguido por el cerdo (9%) y el bovino con una importancia relativa del 7%. Los valores que presenta el caballo
(1,2%) y el perro (0,5%) son minoritarios. En este nivel se
observa un cambio respecto al Nivel 2 reflejado en el incremento del porcentaje del cerdo respecto al bovino.
Las especies silvestres aumentan en variedad respecto al
nivel anterior, así además de conejo que presenta el valor
más elevado (2,5%), se ha identificado la liebre (Lepus granatensis) y el ciervo (Cervus elaphus). Otra especie presente
en el registro, aunque no de aporte cárnico, es el ratón casero
(Mus musculus).
Conclusiones
En los inicios del poblado de Los Villares, la secuencia faunística de los niveles diferenciados se caracteriza por una mayor
presencia de especies domésticas entre las que domina el grupo
de ovejas y cabras, mientras que las especies silvestres son minoritarias, destacando el ciervo y el conejo.
Los restos analizados proceden de niveles definidos como
rellenos. Se trata mayormente de desperdicios de alimentación,
restos óseos con marcas del procesado carnicero (cortes de descuartizado, desarticulación y descarnado) y marcas de consumo
(huesos quemados, mordeduras humanas) (Fig. 3.57).
También hay alteraciones producidas por otros agentes,
como las mordeduras de cánidos y cerdos, y la fracturación
causada por procesos fosildiagenéticos. No obstante hay elementos que se han conservado completos y que nos han permitido establecer las edades de muerte y las características
morfológicas de las diferentes especies e inferir la gestión y
uso de las mismas.
La ganadería está basada en la cría de ovejas y cabras. Este
grupo de especies presenta unos porcentajes que superan el
70%. Según indica el patrón de sacrificio de los individuos pau57
[page-n-71]
Fig. 3.57. a) Ovis aries. Fragmento distal de húmero derecho. Presenta fractura en la diáfisis y dos incisiones profundas en epífisis
distal. b) Ovis aries. Fragmento proximal de radio derecho. Presenta incisiones de desarticulación debajo de la epífisis proximal y
fractura en la diáfisis (fotografías P. Iborra).
tado en cuatro grupos de edad –de 0-1 año, de 1-2 años, de 3-4
años y de más de 8 años– la gestión está básicamente orientada
hacia la producción cárnica y láctea. A partir de las medidas de
los restos se ha podido establecer una alzada a la cruz media de
53,29 cm para las ovejas y de 51,83 cm en las cabras.
Como especies con una importancia relativa menor se sitúan el bovino, el cerdo, y el caballo. De entre ellas, las más
abundantes son el bovino y el cerdo. La frecuencia relativa de
estas dos especies a lo largo de la secuencia del Hierro Antiguo
se caracteriza por una tendencia al alza de los valores del cerdo
desde el Nivel 2 al Nivel 4 (de 8,8 a 10,4%) y una disminución
de la frecuencia de los restos de bovino (de 10,7 a 6%).
Esta disminución en consumo del vacuno, puede relacionarse
con una orientación mayoritaria de la especie a fines secundarios,
tal y como indican la edad de muerte de ejemplares adultos, y el
tamaño de los animales: con una alzada a la cruz de 129 cm, es decir,
animales robustos, factores que parecen indicar un uso de esta especie en tareas de tiro vinculadas a las prácticas agrícolas desarrolladas
en el yacimiento (supra “La actividad agrícola”) (Fig. 3.58).
Como especies minoritarias dentro del grupo de las domésticas se encuentran el caballo y el perro, ambas con una frecuencia
relativa del 3% y del 1% respectivamente durante todo el periodo
del Hierro Antiguo. Los restos de caballo documentados aparecen
en los mismos contextos asociados a desperdicios de alimentación.
Por las marcas de carnicería identificadas sobre ellos inferimos que
fue una especie consumida (Fig. 3.59), aunque a edad adulta y, posiblemente, cuando dejara de ser útil en otras tareas.
Una hemimandíbula derecha conserva algunas marcas y
patologías que hacen referencia al uso de esta especie. En ella
los dientes presentan un desgaste avanzado. El premolar segundo muestra una acusada hipoplasia del esmalte (HE) causada por un estrés (alimentación deficitaria, partos, etc.) durante el desarrollo de la vida del individuo (Fig. 3.60 a). Este
premolar presenta evidencias que denotan que el animal fue
conducido con un bocado metálico: un desplazamiento hacia
la superficie labial, desgaste del bisel del paraconido, microestrías observadas en el esmalte expuesto y presencia de hierro
58
Fig. 3.58. Bos taurus. Húmero derecho de bovino adulto. Cortes
de desarticulación en epicóndilo medial (fotografía P. Iborra).
Fig. 3.59. a) Equus caballus. Astrágalo izquierdo con corte profundo producido durante la desarticulación (astrágalo-tibia). b) Macro
mamífero. Costilla con cortes profundos de descarnado (fotografías
P. Iborra).
Fig. 3.60. Equus caballus. Hemimandíbula derecha. a) hipoplasia
del esmalte (HE), b) fractura sobre diastema, c) desgaste del bisel
del paraconido, d/e) microestrías observadas en el esmalte (fotografías P. Iborra).
[page-n-72]
en el esmalte puesta de manifiesto tras el análisis elemental (%
peso) de los componentes del esmalte por ESEM/EDX (Iborra
et al. 2014) (Fig. 3.60 b y c).
Las especies cazadas identificadas en los Niveles 1 al 4 presentan frecuencias bajas, de entre el 3,8 y el 6%, sin embargo
hay que mencionar una cierta diversidad de especies: ciervo,
conejo, liebre y las aves (perdiz roja, ánade real).
La dinámica que presenta el registro faunístico de Los Villares durante esta etapa, con una importancia destacable de las
especies domésticas con valores del 90% y dentro de éstas, el
protagonismo del grupo de los ovicaprinos con más de un 70%,
se asemeja a lo observado en los niveles orientalizantes del Puig
(Alcoi) (Pérez Jordà et al. 2013 a) y en el Puig de la Nau (Benicarló), en cuanto a importancia de especies domésticas y del
grupo de los ovicaprinos. En otros yacimientos del mismo periodo, como el Puig de la Misericòrdia (Vinarós), el Torrelló del
Boverot (Almassora), Vinarragell (Borriana) y también la colonia
fenicia de La Fonteta (Guardamar del Segura), los porcentajes de
las especies domésticas están entre un 80-85% y el grupo de los
ovicaprinos no supera el 60% (Iborra 2004).
En este momento y hasta el siglo VI a.n.e la tendencia general observada en todos los yacimientos es el aumento en la
frecuencia relativa del grupo de los ovicaprinos y del cerdo, en
detrimento del bovino aunque ésta sigue siendo la principal especie en cuanto aporte cárnico, a excepción de Los Villares. En
algunos asentamientos situados en entornos con recursos hídricos abundantes como Vinarragell y l’Alteret de la Vint-i-huitena
(Albalat de la Ribera), los bovinos y équidos se mantienen como
principales cabañas (Iborra 2004; Pérez Jordà e Iborra 2011; Pérez Jordà et al. 2013 a).
LAS PRIMERAS UNIDADES DOMÉSTICAS
La ocupación inicial de un asentamiento de larga duración
es siempre difícil de detectar y evaluar sobre todo si no se
han producido, como en este caso, abandonos o destrucciones
traumáticas. La escasa superficie excavada en relación con la
total del yacimiento es otro impedimento a tener en cuenta.
Pero dicho esto, sí que ha sido posible apreciar la paulatina
transformación de unos espacios y técnicas constructivas muy
sencillas hacia estructuras más complejas, aunque apenas se
puedan intuir las actividades de sus habitantes y los usos de
las distintas habitaciones.
Permanece en la incógnita si hubo o no una ocupación prehistórica avalada por escasos, pero significativos, útiles de sílex y
piedras pulimentadas repartidos por buena parte de la superficie
del asentamiento (Figs. 2.1, 2.3 y 2.4), así como por algunas estructuras negativas de difícil adscripción cronológica (Fig. 2.5). A
la espera de que futuras excavaciones en extensión puedan confirmar su existencia, lo cierto es que se trataría de una ocupación
poco intensa y, por la cronología aportada (IV-II milenios a. C.),
sin continuidad con los niveles protohistóricos.
La historia de la futura Kelin se inicia pues cuando a principios del siglo VII a. C. se ocupó (o reocupó) la loma de
Los Villares. Las personas que se asentaron allí buscaban, sin
duda, un emplazamiento amplio, cercano a tierras de cultivo
y a recursos acuíferos (el río Madre y sus fuentes), además
de una amplia visibilidad hacia el N y NE. Los nuevos ocupantes no llegaron de lugares lejanos sino que debieron ser
pequeños grupos dispersos por un área geográfica indeterminada que, por razones desconocidas, decidieron asentarse en
un mismo lugar.
El poblamiento del II milenio en la comarca es intenso, aunque poco conocido. Los yacimientos más numerosos son de la
Edad del Bronce Medio, pero también los hay del Bronce Tardío (La Peladilla y Cerro de la Cruz, ambos en Requena) y del
Bronce Final como Los Chanes II (Venta del Moro) y Cerro de
San Antonio (Aliaguilla), todos ellos sin continuidad en el tiempo. Los que se inician con una ocupación contemporáea a Kelin,
como El Molón (Camporrobles), Requena, La Atalaya (Caudete
de las Fuentes) y Cerro de San Cristóbal (Sinarcas) van a tener
largas ocupaciones (Barrachina 1992; Mata et al. 1994-1996;
Martínez García et al. 2001; Vidal et al. 2004; Moreno 2011;
Mata et al. 2012). De todos ellos, los restos mejor documentados son los de Kelin.
La primera construcción constatada es de planta cuadrangular y, en apariencia, de grandes dimensiones. Utiliza adobes de
módulo grande (Figs. 3.1 y 8.1), sin zócalo de piedra, y los únicos equipamientos identificados han sido fosas excavadas parcialmente en la roca base y algún agujero de poste (Fig. 3.1). Lo
más destacable, sin duda, de esta primera ocupación es una fosa
con los restos de un depósito, posiblemente, fundacional. En dicha fosa (F42) se encontraron 11 pequeños recipientes apropiados para beber, que debieron enterrarse tras su uso ceremonial
(Fig. 3.3 A; Fig. 3.5, F 0378-1/10); de materia orgánica, sólo se
recuperaron carbones, de pinos y encinas, que no aportan información sobre el ceremonial desarrollado. Las copas indican un
ritual en el que el consumo de bebida de forma individual fue lo
más destacado. Este primer espacio construido debió tener una
corta duración.
El siguiente nivel constructivo denota que la población se
ha asentado de forma más estable y que se produjo una planificación de las construcciones que apenas cambiará a lo largo de
los siglos, adoptándose una orientación dominante NO-SE. Las
estructuras están mal conservadas y los materiales asociados
proceden de sedimentos de nivelación más que de superficies de
uso y abandono, de ahí la dificultad de individualizar espacios
domésticos y sus actividades. No obstante, los conjuntos diferenciados corresponden a varias unidades domésticas separadas
atendiendo a los rasgos comunes que presentan:
- Existe un pasillo de separación entre ellos, excepto entre los
conjuntos 3 y 4. Durante la fase 1 pudieron ser dos unidades domésticas distintas pues hay un hogar en cada una de ellas. Separación que debió durar poco tiempo pues en las fases 2 y 3 pasan
tener un muro común y sólo hay hogar en el Conjunto 4.
- Todos los conjuntos tienen forma cuadrada o rectangular. Las
subdivisiones internas surgen con el paso del tiempo (Fases 2 y 3)
(Figs. 3.9 y 3.12). La escasez de divisiones internas supone que el
acceso era totalmente libre sin restricciones ni segregación aparente de las actividades.
- Las técnicas constructivas son muy parecidas con pequeños
zócalos de piedra y alzado de adobe. En casi todos ellos se han
detectado agujeros de poste para sustentar la cubierta.
- Las puertas, cuando se encuentran o intuyen, tienen orientaciones diferentes, pero siempre miran hacia el O (conjuntos 1 y 2,
fase 3 del Conjunto 4) o hacia el E (fases 2 y 3 del Conjunto 3).
- Los conjuntos 1, 2 y 4 tienen bancos adosados, pero en el
Conjunto 2 son de mayores dimensiones y ocupaban todo el perímetro, circunstancias que le confieren un aspecto diferente.
59
[page-n-73]
Las peculiaridades de cada conjunto permiten valorarlos
como sigue:
- Los habitantes de los conjuntos 3 ó 4 estuvieron relacionados
con el trabajo del bronce en las fases 1 ó 2 ya que un molde de
fundición se reutilizó como material de construcción en el muro
occidental del Conjunto 4 (M91), siendo el primer indicio de trabajo metalúrgico de la zona excavada (Figs. 3.13 y 3.15). La asociación de esta actividad a ambos conjuntos se justifica también por
la existencia de varios hogares durante las tres fases constructivas
y por la cantidad y variedad de objetos de bronce recuperados que
pudieron formar parte de un pequeño lote para reciclar (Fig. 3.17,
0376-6/9). A pesar de ello no se han encontrado restos de escorias.
La separación entre los conjuntos 3 y 4 no siempre está clara debido a que ese área está afectada por dos fosas islámicas (UUEE 0010
y 0084, FF2 y 14).
- El tannur del Conjunto 3 es un equipamiento singular de este
Nivel y de buena parte del yacimiento, pues tan sólo se ha encontrado otro similar en el Nivel 62 (UE 0261, H21) y muy cerca del
lugar donde estuvo éste. El análisis realizado sobre una muestra de
su placa de cocción indica que se utilizó para hacer pan (vid. Cap.
13 “Estudi de continguts…”).
- El Conjunto 1 tenía una zona con un suelo endurecido; en las
fases 2 ó 3 se subdividió y al exterior se construyó un hogar.
- El Conjunto 2 se sale de lo habitual por sus bancos adosados a
las tres paredes conservadas y ausencia de hogar. Pudo ser un lugar
de reunión, aunque los materiales no son significativos al respecto.
A pesar de las carencias, se puede afirmar que entre tres y cuatro familias empezaron a vivir en esta área del asentamiento.
En el Nivel 3 los conjuntos tienen mayor entidad, tratándose de verdaderas unidades domésticas pues en los tres que,
con seguridad, estuvieron en uso se han encontrado hogares,
en dos de ellos molinos enteros o fragmentados y objetos personales como las fíbulas.
Las ampliaciones de las casas se hicieron hacia el O donde en
el Nivel anterior no se habían detectado construcciones y es interesante destacar que de los cuatro conjuntos sólo el 2 y el 3 ampliaron su superficie, apropiándose de un espacio que, anteriormente,
era público o comunal. El Conjunto 2, que en el momento anterior
pudo ser un lugar de reunión, pasa a ser claramente una vivienda
con dos hogares superpuestos y un molino asociado. El Conjunto
4 apenas sufre cambios y el 1 desaparece o pierde mucha entidad.
Además, se confirma la desaparición del pasillo de separación entre
3 y 4 que se intuía en el Nivel anterior, apuntando hacia una estrecha relación entre sus ocupantes, sea de parentesco o de dependencia (Sastre et al. 2010, 180), pues los muros medianeros todavía no
están generalizados en el resto del asentamiento.
Los materiales y equipamientos siguen siendo poco explícitos a la hora de interpretar las actividades realizadas en cada
unidad, pero existe un volumen mayor de restos asociados a los
60
conjuntos 2 y 3 que al 4. El Conjunto 3 divide su espacio en dos
grandes salas y es en la interior donde se encontró un enterramiento infantil en urna. Esta inhumación tiene un significado
especial pues pudo formar parte de un ritual sancionador de
apropiación del nuevo espacio. La fosa se preparó cuidadosamente rodeándola con fragmentos de una tinaja y en el interior
de la urna, junto al infante, se introdujo un aro de bronce (Fig.
3.21 C; Fig. 3.23, 0490-1; Fig. 3.25; Fig. 3.26, 0490-1).
Lo cierto es que desde una situación aparentemente igualitaria empiezan a observarse diferencias, al menos en lo que
respecta al tamaño de las viviendas y a la organización urbanística. Se desconocen las circunstancias que llevaron a tales
cambios pero los conjuntos 2 y 3 ampliaron su superficie, el
Conjunto 4 pasó a depender del 3, y el Conjunto 1 se mantuvo
igual o incluso pudo desaparecer.
En el Nivel 4 se produjo un cambio radical respecto a las construcciones anteriores. Se mantuvo una organización en viviendas
alargadas sin compartimentar y con hogares circulares, pero en
la zona ocupada por los conjuntos 3 y 4, así como en el área sin
construir entre ambos se levantaron una o dos construcciones sobre
postes que apenas tienen que ver con lo anterior y lo posterior.
Es un Nivel muy afectado por las construcciones posteriores.
Del Conjunto 2 quedaron dos muros que parecen indicar que su
disposición y tamaño apenas cambió. Y en el aparente vacío del
Conjunto 1 sigue habiendo un hogar y, finalmente, en la fase 2 también surge una construcción alargada con hogar como sus vecinas.
A nivel de paisaje y economía de subsistencia, se pueden
apreciar algunos cambios desde el primer nivel que de alguna manera van paralelos a las modificaciones de las unidades
domésticas. Así, a partir del Nivel 3 se constata la apertura
del bosque con la aparición del Pinus halepensis, enebro y
lentisco; también se recogen pequeñas cantidades de carbones
de rosáceas, higuera y juglans, aunque sólo se han recogido
semillas de higuera. En la agricultura el cambio de tendencia
se aprecia en el Nivel 4 al tener mayor peso la cebada vestida
frente a los trigos vestidos y cuando la apertura del bosque
es más evidente. La ganadería también experimentó modificaciones en el Nivel 3, al ser el cerdo la segunda especie más
consumida frente a los bovinos de los Niveles anteriores.
Interesa destacar que el tiempo transcurrido entre la primera
construcción y las últimas no es demasiado amplio, apenas un siglo (unas tres generaciones). Las tres o cuatro familias que ocuparon este espacio se fueron apropiando de zonas sin construir. No
obstante, todavía la organización social es bastante igualitaria, con
escasa segmentación y especialización de los espacios. Las ampliaciones y subdivisiones se pueden atribuir más bien a cambios en
la composición familiar a lo largo del ciclo vital mediante el establecimiento de nuevas relaciones de parentesco y/o dependencia
(Westgate 2015, 54).
[page-n-74]
4
EL HORIZONTE IBÉRICO
SEGUNDO CUARTO S. VI A. C. - PRIMER CUARTO S. II A. C.
La superficie excavada correspondiente a este horizonte cultural
ocupa toda el área abierta en el sector 0, es decir algo más de
400 m2, si a ello se añaden las campañas de los años 50 y 7980 en la Zona A, más las intervenciones puntuales a lo largo
de todo el asentamiento, se obtiene una superficie bastante mayor que la excavada para el horizonte anterior. También mejora
sustancialmente la calidad de la información puesto que se han
detectado niveles de destrucción bien conservados.
Aparentemente no se produjo un cambio radical respecto al
espacio construido con anterioridad ni tampoco se observa una
destrucción de estructuras. No obstante, en el Nivel 4 ya se apreciaban signos de cambios que afectaron a la organización urbanística, al reparto del espacio entre las unidades domésticas, a
las áreas de circulación, a los ajuares utilizados y a la explotación de los recursos forestales, agrícolas y ganaderos. Además,
frente a lo visto hasta ahora, apenas hay construcciones reutilizadas, es decir, prácticamente todas son de nueva planta.
Otro aspecto de interés es la forma de construir bastante
destructiva respecto a los niveles anteriores. La superposición
de estructuras, pero también la construcción de otros elementos
nuevos supuso, en algunos casos, la elevación del nivel de uso;
pero en otros, la eliminación parcial o total de las construcciones previas para asentar las nuevas. Así, las cotas de nivel dejan
de ser homogéneas en todo el sector y sólo el material asociado
permite datar los diferentes espacios y equipamientos.
EL SIGLO VI A. C. (NIVEL 5)
Esta fase constituye una verdadera bisagra entre el Hierro
Antiguo y la Cultura Ibérica, con raíces en las características
anteriores pero con rasgos nuevos. El Nivel III de 1991 es su
equivalente (Mata 1991, 191-193). A pesar de haberse detectado en casi toda la extensión abierta apenas se vieron unidades
domésticas claras. Sus habitantes siguieron ocupando los mis-
mos espacios de los momentos precedentes pero con cambios
en la organización interna que prefiguran los departamentos y
viviendas del Ibérico Pleno. Por este motivo, en este Nivel se
combinará la nomenclatura de las unidades domésticas del Hierro Antiguo (Conjunto) con las que se van intuyendo (Vivienda,
Departamento).
Conjunto 2 / Vivienda 3
El Conjunto 2 y su sucesora la Vivienda 3 ocupaban casi la misma área, aunque modificando su distribución interna, siendo la
unidad más estable de las identificadas en todo momento. La
edificación se hizo sobre unos sedimentos de nivelación (UUEE
0225, 0243, 0249, 0251 y 0281) que no anularon todas las alineaciones previas.
Las construcciones del Nivel 4 conservadas en esta unidad
doméstica son los MM58 y 61 (UUEE 0501 y 0260). El M61
pudo ser sustituido en una remodelación posterior por el M106
(UE 0408), pero también pudo funcionar desde la primera fase.
No quedaba rastro del muro N y tanto el M61 como el M106 se
conservaban muy incompletos; hacia el E, el límite lo marcaba el M42 (UE 0292) y hacia el N, el M88 (UE 0245), ambos
pertenecientes a otras unidades domésticas pero que pudieron
ser medianeros. Los equipamientos domésticos eran un empedrado (UE 0241), tres fosas (FF36, 37 y 52, UUEE 0253, 0263
y 0258/0314) y un suelo de ocupación (UE 0400). La superficie
útil ronda entre 41 y 49 m2 aproximadamente, sin subdivisiones
internas apreciables (Figs. 4.1 y 4.2 B).
El empedrado (UE 0241) es una superficie de forma irregular formada por una capa de piedras pequeñas, trabadas con
tierra, con un agujero circular y una fosa asociada (F52, UUEE
0241 y 0258/0314). El agujero no era profundo pues no se detectó por debajo del empedrado, por ello pudo ser tanto un lugar
para poner un poste o un recipiente como una simple zona deteriorada (Fig. 4.2 A).
61
[page-n-75]
Fig. 4.1. Estructuras del Nivel 5, Fase 1. En negro, estructuras y equipamientos de nueva construcción; en verde, perduraciones.
La F52 pudo ser un pequeño silo de boca circular que, cuando
llega a perforar la roca de base, adquiere una forma cuadrangular de ángulos redondeados; la profundidad total es de unos 88 cm
con una capacidad aproximada de casi 4000 l (3992 l). Conservaba
unas pequeñas losas recubriendo parcialmente la pared. Los materiales encontrados en su interior no aportan información sobre su
funcionalidad, pues se trataba de adobes rotos, dos fragmentos de
hierro y algunas cerámicas (Fig. 4.2 C). De material orgánico sólo
se recuperaron carbones (Quercus caducifolio y perennifolio, Pinus
hapelensis y Juniperus sp.) y escasos restos de fauna (ovicaprino).
62
Las dos pequeñas fosas (FF36 y 37, UUEE 0253 y 0263)
corresponden a sendas bolsadas con fauna en su interior. En
la primera se encontraron los restos de un perro joven; y en la
segunda parte de una cabra adulta (Figs. 4.17 y 4.18). Su adscripción a este Nivel es aproximado pues sólo se detectó el final
de las fosas y no su inicio, con lo cual puede que ambas no
sean estrictamente contemporáneas. Se pueden interpretar como
ofrendas rituales de carácter fundacional de una nueva vivienda
o de una nueva familia, o como conmemoración de la llegada de
nuevos miembros.
[page-n-76]
A
B
C
Fig. 4.2. A, Detalle del empedrado UE 0241 (año 2000). B, Vista parcial del Conjunto 2/ Vivienda 3. Las losas pertenecen al Nivel 6 (año
2000). C, Fosa 52 (UE 0314) con adobes en su interior (año 2000).
Las dificultades para asignar una fase a estas estructuras son
importantes, en primer lugar porque el material asociado no es
significativo, ya que incluso se encuentra cerámica ibérica de
época plena; en segundo lugar, la fragmentación de las construcciones impide relaciones estratigráficas claras; y, en tercer lugar,
porque un tramo del M58 sirvió de umbral a la puerta de la Vivienda 3 de época ibérica plena (Fig. 4.3). Lógicamente ello debió suponer una remoción importante de los sedimentos sobre los
que se empezó a construir (o reconstruir) la vivienda y explica la
intrusión de materiales más modernos.
Toda la estructura quedó colmatada por las UUEE 0227,
0230, 0233, 0238, 0278, 0291 y 0399.
Los materiales recuperados siguen siendo, ante todo, cerámicas hechas a mano con las mismas clases y tipos de los
niveles anteriores, pero la cerámica hecha a torno muestra
ya piezas más completas, con formas y calidades propias
del siglo VI a. C. (Mata 1991, 113-118). Los platos y las
tinajas pintadas así como las cerámicas blanquecina y gris
antigua tienen los tipos más significativos. Entre las importaciones se mantiene un número escaso de cerámica fenicia
y se documenta un fragmento de ánfora púnica. Además de
las cerámicas hay algunos objetos de hierro, un fragmento
de molino y una fusayola (Fig. 4.4). La mayor variedad de
calidades y tipos se da en la fase 2.
No existen muchos elementos para considerar este espacio como una unidad doméstica, pero la presencia de un
silo, dos depósitos rituales y un molino inclinan a considerarlo como tal. Además, se trata de un espacio que ha estado
ocupado como vivienda casi desde el principio y lo seguirá
estando hasta la destrucción de inicios del siglo II a. C.
Fig. 4.3. Muro 58 (UUEE 0501 y 0502) reutilizado como umbral en
la Vivienda 3 de los Niveles 6 y 7. A la izquierda, sobre el mismo,
el Muro 8 (UE 0020) del Nivel 7 (año 1998).
63
[page-n-77]
Fig. 4.4. Materiales del Nivel 5, Conjunto2/Vivienda 3. Cerámica a torno oxidante, 0241-3, 0238-1, 0400-1, 0233-1 y 2; cerámica a torno
reductora, 0398-0440-7; cerámica a mano cuidada, 0241-2; cerámica a mano grafitada, 0241-1 y 0399-2; cerámica a mano incisa, 0400-2;
cerámica a mano semicuidada, 0230-1 y 0399-1; bronce, 0265-1; hierro, 0314-1 y 2; fusayola de cerámica clase B, 0399-3.
Conjuntos 3 y 4 / Departamento 20
El amplio espacio ocupado por los conjuntos 3 y 4 es el que
más varió de distribución. En este Nivel tampoco quedó clara
su organización pues faltaban demasiados elementos verticales para delimitar la superficie de forma coherente. No obstante, se produjo un cambio clave con respecto a los niveles
precedentes: se va a documentar un único hogar ubicado,
aproximadamente, en el lugar donde se situaban las paredes
medianeras entre los conjuntos 3 y 4. La superficie útil aproximada sería de unos 14 m2 (Figs. 4.1 y 4.5).
Forman parte de esta unidad doméstica dos muros y un banco (MM88 y 99, B7, UUEE 0245, 0403 y 0255). El M88 y el
B7 eran alineaciones de adobe sin zócalo de piedras formando
ángulo; esta circunstancia unida a su corta longitud no permite considerarlos como los muros perimetrales de una vivienda,
pero tras su excavación no se documentó otra construcción a
la que el M88 (UE 0245) estuviera adosado; mientras que para
64
el banco (B7, UE 0255) se puede mantener la duda ya que las
alineaciones superpuestas que se encontraron tras ella alteraron
considerablemente dicha construcción (Fig. 4.6 A).
Como equipamientos domésticos hubo dos hogares superpuestos (HH19 y 20, UUEE 0303 y 0257), el emplazamiento de una o
varias tinajas (UE 0246), una mancha de adobe en forma de habichuela (UE 0252) de funcionalidad y significado indeterminable y
restos de suelo quemado (UE 0250) (Figs. 4.1 y 4.5). Con ciertas
dudas, se puede asociar a este departamento un ánfora localizada in
situ (Fig. 4.6 C), pues por su ubicación también pudo pertenecer a
la Vivienda 2. La superposición de los hogares (HH19 y 20) es el
único indicio de dos fases de ocupación para este espacio.
Este conjunto, a pesar de estar tan incompleto, tiene todos
los elementos para ser considerado una unidad doméstica: dos
hogares, un fragmento de molino, abundante ajuar cerámico y
algún objeto metálico. Ahora bien, su configuración definitiva y
su superficie total son una incógnita. Todo quedó colmatado por
las UUEE 0234, 0240 y 0248.
[page-n-78]
Fig. 4.5. Estructuras
del Nivel 5, Fase 2.
En negro, estructuras
y equipamientos de
nueva construcción; en
verde, perduraciones.
A diferencia de lo que sucedía en la Vivienda 3, en el Departamento 20 la cantidad de cerámicas hechas a mano y a torno
está mucho más equilibrada. Las primeras reducen su variedad
y la mayor parte es tosca; entre las cuidadas ya no hay pintadas
mientras que las incisas y grafitadas tienen una presencia simbólica. En el interior de una ollita a mano se determinó un contenido lácteo (Fig. 4.7, 234-240-248-1; Figs. 13.4, M6 y 13.7)
(vid. Cap. 13 “Estudi de continguts…”).
Entre las cerámicas hechas a torno hay que destacar la
presencia de seis ánforas de hombro carenado (Fig. 4.7), una
de ellas encontrada in situ (Fig. 4.6 C). El análisis de residuos realizado sobre un fragmento de la misma determinó
que pudo contener vino (Fig. 13.4, M7) (vid. Cap. 13 “Estudi
de continguts…”).
Las demás formas son tinajas, tinajillas y lebetes con decoración pintada geométrica, combinada en algunos casos con
engobes, platos pintados y grises y un mortero con un asa geminada horizontal; también pertenece a este conjunto la primera
pieza de hierro claramente identificable (Fig. 4.8).
Conjunto 5 / Vivienda 2
La Vivienda 2, perfectamente documentada en el momento de
su destrucción y abandono, tuvo una evolución compleja que
apenas puede intuirse ya que se decidió no profundizar más allá
del suelo de principios del siglo II a. C. No obstante, en el Capítulo 3 se ha señalado que en los Niveles 2 y 3 hubo un muro
(M94, UE 0522) en la misma posición que M15 (UE 0045),
formando parte de lo que se ha denominado Conjunto 5 y del
que sólo se conoce este elemento estructural.
Tras la ausencia de datos relativos al Nivel 4, ahora se detectaron dos muros paralelos (MM36 y 97, UUEE 0509 y 0511)
que se introducían bajo la vivienda posterior, perpendicularmente a MM94 y 15 (Figs. 4.1 y 4.6 B). Estaban separados entre
sí 1,6 m y cortados hacia el O por las construcciones posteriores, por lo que no se puede saber si configuraban un espacio de
circulación o una habitación. En una segunda fase, uno de los
muros (M97) se anuló completamente y en su lugar se ubicó un
ánfora que pudo pertenecer tanto a esta Vivienda como al vecino
Departamento 20 (Figs. 4.6 C y 4.5).
65
[page-n-79]
A
B
C
D
Fig. 4.6. A, Banco 7 (UE 0255) cortado por la UE 0217 (Muro 65) y parte superior, detrás, la UE 0045 (Muro 15) (con una consolidación
anterior a 2004) ambos del Nivel 7 (año 1998). B, Muros 36 (UE 0509) y 97 (UE 0511) (año 2004). A la izquierda, UE 0045 (Muro 15)
(con una consolidación anterior a 2004) del Nivel 7; a la derecha, UE 0256 (Muro 68) del Nivel 63 (fotografía G. Pérez y A. Moreno). C,
Base de ánfora in situ (UE 0365) (año 2000). D, Muro 49 (UE 0163) (año 1995). En la parte superior UE 0050 (Muro 19) de los Niveles 6
y 7, UUEE 0151 y 0152 (Fosas 29 y 30) del Nivel 9; a la derecha, UE 0019 (Muro 3) de los Niveles 6 y 7.
En la mitad meridional de la Vivienda se documentó un
muro (M42, UE 0292) que, probablemente, hizo ángulo con las
UUEE 0189 y 0198; paralelo a éstas se encontró la primera fase
del M37 (UE 0130). Entre los MM37 y 42 hay un hueco de 0,8
m, ocupado por la construcción de M55 (UE 0294), lo que impide saber si ambos formaban un ángulo o hubo una entrada (Figs.
4.1 y 4.5). Todas estas construcciones quedaron colmatadas por
las UUEE 0102, 0293 y 0508.
Los materiales recuperados son muy similares a los del
Departamento 20, pero menos abundantes porque la superficie
excavada ha sido menor (Fig. 4.9). Tinajas y tinajillas con decoración pintada geométrica, una botella también pintada, platos
de cocción reductora y ánforas son los tipos más recurrentes,
además de fragmentos de cerámica de clase B. Entre las cerámicas a mano destacan las toscas y apenas hay cerámicas semicuidadas y cuidadas. Objetos de plomo, hierro y bronce completan
el repertorio de cultura material.
Otras estructuras y espacios de circulación
Además de los conjuntos descritos, existen otras estructuras difíciles de interpretar porque no se llegaron a excavar o por su
estado fragmentario (Figs. 4.1 y 4.5).
66
El Conjunto 1 (MM53 y 54, UUEE 0171 y 0172) no presentó
en su interior material alguno que permitiera suponer que estuviera
en uso durante el siglo VI a. C., a pesar de que por cotas pudo estarlo. La zona parece convertirse en un lugar de tránsito, función que
ya no perderá hasta el momento de abandono (Calle 4).
Bajo el M13 (UE 0007) del Nivel 6 se apreciaron las primeras hiladas de otro muro (M63, UE 0206), paralelo a las UUEE
0189 y 0198 y separado de las mismas 1,9 m; distancia suficiente como para constituir un área de tránsito (Calle 4) (Fig. 4.5).
De corresponder a esta cronología,1 el M63 sería el precedente
inmediato de las pequeñas estancias que se construyeron en este
mismo lugar. Esta zona se colmató con la UE 0190.
Los materiales son escasos y abundan más las cerámicas hechas a mano que las a torno (Fig. 4.10); también se encontró un
fragmento de molino barquiforme (Fig. 3.52, 0190-6).
Al N, el M49 (UE 0163) tiene una cronología incierta
pues sólo se descubrió la parte superior y no se ha podido relacionar con otros elementos. Sólo los sedimentos que lo colmatan (UUEE 0101 b y 0104 b) indican que dejó de utilizarse
a lo largo del siglo VI a. C. pero pudo pertenecer tanto a este
1 Sólo la excavación de este sector podría confirmarlo.
[page-n-80]
Fig. 4.7. Materiales del Departamento 20, Nivel 5, Fase 2. Cerámica hecha a mano tosca con residuo lácteo por el interior, 0234-02400248-1; a mano tosca, 0234-13, 0248-9, 10 y 11; a mano grafitada, 0234-15; ánforas, 0365.1, 0248-21 y 19, 0234-3 y 5, 0234-0248-14.
Nivel como al anterior (Figs. 3.29, 3.30, 4.1 y 4.6 D). Este
posible espacio de circulación (Calle 3) tiene un volumen de
materiales mayor y más variado que la Calle 4, incluyendo
pesas de telar y piezas de bronce (Fig. 4.10). Esta cantidad
y variedad de objetos es similar a la de los conjuntos identificados como unidades domésticas por lo que posiblemente
éste también pudo ser un espacio construido del que formara
parte el M49.
Por su parte, el lugar que estuvo ocupado en el Nivel 4
por la/s estructura/s de postes, carece ahora de elementos
verticales que indiquen algún uso o funcionalidad. Tampoco los materiales recuperados en la UE 0200 apuntan hacia
un espacio construido, pues no son muy abundantes, aunque
incluyen en su repertorio ánforas, lebetes, tinajillas y platos
(Fig. 4.9). Formas todas ellas similares a las encontradas en
el Conjunto 3/4- Departamento 20, por lo que no es posible
descartar que formaran parte de la misma estructura, teniendo en cuenta, además, que el M19 (UE 0050) puede estar
enmascarando alguna construcción.
Dado que la organización urbanística de este momento está
muy incompleta, apenas se puede comentar algo sobre los espacios de circulación. Con seguridad, hay uno a lo largo de las
cuadrículas ABDE1, prefigurando la futura Calle 4, de dirección
E-O; hacia el O, y haciendo ángulo con ésta, habría otro espacio
de dirección N-S, que existía desde el Nivel 2, pues hacia él se
abren las puertas del Conjunto 2/ Vivienda 3.
67
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Fig. 4.8. Materiales del Departamento 20, Nivel 5, Fase 2. Cerámica a torno oxidante, 0234-0248-12, 16 y 17, 0234-19, 0240-24, 0248-6,
7, 8 y 20; cerámica blanquecina, 0248-0306-0351-0354-22; cerámica a torno reductora, 0234-4 y 0248-0306-23; piedra, 0248-34; bronce,
0234-21; chifla o cuchilla de hierro, 0365-2.
68
[page-n-82]
Fig. 4.9. Materiales del Departamento 19, Nivel 5. Cerámica a torno oxidante, 0200-5, 2, 1 y 4; cerámica a torno reductora, 0200-6; cerámica a mano cuidada, 0200-3. Materiales del Conjunto 5/Vivienda 2, Nivel 5, Fases 1 y 2. Cerámica a torno blanquecina, 0102-8, 0111-1;
cerámica a torno oxidante, 0111-2 y 3, 0102-1, 3, 4, 5, 6 y 7, 0293-1; cerámica a torno reductora, 0102-2 y 9; hierro, 0102-10.
Los materiales
Dado el estado fragmentario de las construcciones, los materiales de estas UUEE son los elementos más significativos para
considerar que se trata de un nuevo estadio en el desarrollo de la
población precedente.
Las cerámicas
Lo más significativo es que, por primera vez, los fragmentos de
cerámica hecha a torno (57%) superan a las cerámicas hechas a
mano (43%), alcanzando un porcentaje superior a los de campañas anteriores donde la cerámica a torno del Nivel III era del
30% (Mata et al. 1999) (Fig. 4.11).
Entre las cerámicas hechas a mano siguen destacando las
toscas, pero ahora de forma abrumadora (31%), quedando todas
las demás como piezas casi testimoniales. Entre las cerámicas
hechas a torno aparecen las de clase B, además de consolidarse
otras categorías como las grises antiguas (5%) y las blanquecinas (2,5%), propias de este momento.
Las cerámicas hechas a torno tienen todavía un repertorio reducido, aunque se constatan casi todos los grupos conocidos. Dentro del Grupo I, se han identificado ánforas con hombro carenado
y una importante variedad de bordes (Fig. 4.12 A), alguno de los
cuales recuerda a los prototipos fenicio occidentales. Las tinajas y
tinajillas con cuello destacado (I y II.2.2.2.) constituyen también un
69
[page-n-83]
Fig. 4.10. Materiales de las Calles 3 y 4, Nivel 5. Cerámica a torno de clase B, 0101-8 y 9; cerámica a torno oxidante, 0101 b-5, 11, 12, 13
y 14, 0101-7, 0104 b-1 y 2 y 0190-2; cerámica a torno reductora, 0101-3 y 0101 b-2; cerámica a torno blanquecina, 0101 b-6; cerámica a
mano tosca, 0101 b-10 y 0101-16; pesa de telar con decoración incisa e impresa, 0101 b-1 bis; cerámica a mano cuidada, 0190-5; cerámica
a mano incisa, 0190-4; cerámica a mano semicuidada, 0190-3; hoja de bronce de posibles pinzas, 0101 b-15.
volumen importante, aunque en este caso la variedad de atributos
es menor. Los labios son subtriangulares o levemente moldurados,
con decoración pintada geométrica, a veces combinada con engobe, ninguna ha conservado las asas. Las pastas son claras entre las
que se incluyen las blanquecinas (Figs. 3.48, 4.12 A y B). Los lebetes tienen características tipológicas semejantes a las tinajas y
tinajillas (Fig. 4.63), por lo que sólo cuando conservan el diámetro
y buena parte de su perfil se pueden clasificar con seguridad.
La vajilla de mesa (Grupo III) apenas está representada por
los platos de ala de gran tamaño, pintados y, sobre todo, en gris
(Figs. 4.4 y 4.12 B), páteras y escudillas. Excepcionalmente se
han identificado algunos bordes de botella (Fig. 4.64), jarro y
70
caliciformes. Estas piezas de la vajilla ilustran los cambios más
profundos en los hábitos de comensalía y cocina puesto que casi
todos son nuevos en el repertorio cerámico.
En el grupo de los diversos (V) hay un mortero con asa horizontal geminada (Fig. 4.8, 0248-20) y pesas de telar con decoración incisa e impresa (Fig. 4.10, 0101 b bis).
La cerámica de clase B todavía es muy escasa (4%), pero ya se
identifican ollas y tapaderas, tipos que sustituyen progresivamente
a las piezas hecha a mano, y una fusayola (Fig. 4.4, 0399-3).
Entre la cerámica a mano tosca hay orzas, ollas y un cuenco
globular, además de algún tejuelo (Fig. 3.37). En la cerámica
semicuidada, un cuenco y una posible tinaja con cuello (Fig.
[page-n-84]
Fig. 4.11. Cuadro resumen de materiales del Nivel 4.
Categorías
M tosca
M semi
M cui
M incisa
M pintada
M graf
TOTAL
A ant
A blanq
A ant gris
TOTAL
A
A eng r
A gris
TOTAL
B
Fenicia
Atica BN
Púnica
TOTAL
Material constr.
Material lítico
Bronce
Hierro
Plomo
Hueso
Fragmentos
1385
152
171
16
18
109
1851
1258
103
160
1521
530
4
6
540
158
55
1
1
4127
4
12
21
8
1
2
Piezas NMI
94
28
37
5
1
22
187
71
8
34
113
6
2
2
10
5
2
0
0
317
3
12
11
5
1
2
Piezas frags.
136
40
38
15
1
33
263
263
19
83
365
9
2
25
36
5
2
0
0
671
3.38). Las cuidadas repiten los mismos tipos sin apenas variaciones, es decir, el cuenco globular sin decoración (Fig 3.41), el
cuenco de perfil en S con incisiones (Fig. 3.42) y en las grafitadas el mismo tipo además del plato (Fig. 3.45). Las cerámicas
pintadas son totalmente irrelevantes (Fig. 4.11).
Las importaciones se diversifican incorporando, a las fenicias, cerámicas de procedencia griega y púnica (Fig. 4.11).
Entre las fenicias se reconocen exclusivamente las ánforas, así
como fragmentos informes con decoración pintada. El ánfora
púnica también está representada por un fragmento informe e,
igualmente, es informe el fragmento de cerámica ática.
Los objetos de metal y piedra
Los metales son escasos pero aumentan los objetos de hierro
incluso es posible reconocer una contera y una pequeña chifla o
cuchilla (Pla 1968, 159, fig. 35, 1-3), además de algunas láminas
y planchas; en bronce la mayor parte de los objetos son láminas
y planchas cuya función se desconoce, además de unas posibles
pinzas; también se recogió un fragmento indeterminado de plomo (Fig. 4.4, 0265-1, 0314-1 y 2; Fig. 4.8, 0234-21 y 0365-2;
Fig. 4.9, 0102-10; Fig. 4.10, 0101 b-15).
Los tres molinos recuperados siguen siendo barquiformes y se localizaron en la Calle 4, el Departamento 20 y la
Vivienda 3 (Fig. 3.52).
Tipos NMI
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
29
0
0
29
17
0
0
0
46
Tipos frags.
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
62
0
0
62
33
0
0
0
95
Total frags.
1521
192
209
31
19
142
2114
1525
120
242
1887
600
6
30
636
196
54
1
1
4893
Total NMI/NT
94
28
37
5
1
22
187
71
8
34
113
35
2
2
39
5
2
1
1
363
Las actividades económicas
Los trabajos artesanos de carácter doméstico sólo están representados por una pequeña chifla o cuchilla de hierro (Fig. 4.8, 0365-2),
las fusayolas y las pesas de telar (Fig. 4.4, 0399-3; Fig. 4.10, 0101
b-1 bis) que apuntan a trabajos de carpintería o curtiduría y textil.
Los intercambios comerciales, aunque se diversifican, no
parecen tener una mayor intensidad.
La transformación de alimentos, con ollas y molinos barquiformes, no sufre grandes cambios más allá del consumo mayoritario de unas especies sobre otras, como se puede ver a través de
los restos biológicos. Los residuos orgánicos de vino detectados
en el interior de un ánfora de tipología local/regional es el primer indicio seguro de la elaboración de vino en Kelin (Fig. 13.4,
M7) (vid. Cap. 13 “Estudi de continguts..”).
El paisaje vegetal a través del registro antracológico
(S. de Haro Pozo)
El registro antracológico en este Nivel a pesar de ser más pobre
en cuanto al número de fragmentos de carbón recuperado, tiene
una diversidad taxonómica mayor que en niveles anteriores. Se
han recuperado un total de 341 fragmentos de carbón vegetal procedentes en su mayoría de rellenos (Fig. 4.13). Sigue destacando
el grupo de las encinas, coscojas (Quercus ilex-coccifera) junto
a madroños (Arbutus unedo), brezos (Erica multiflora), labiér71
[page-n-85]
Fig. 4.12. A, Tipología de ánforas (A I.1.). Tipología de tinajas a torno (A I.2.).
72
[page-n-86]
Fig. 4.12. B, Cerámica a torno, blanquecina. Cerámica a torno, gris.
73
[page-n-87]
miento; algunas muestras están asociadas a suelos de ocupación
y al contenido de diferentes fosas, aunque en este último caso se
trata de vertidos y no de su contenido original.
El registro está formado por un conjunto de materiales reducido
y con una diversidad taxonómica muy escasa (Fig. 4.14 y 4.84).
Los cereales siguen siendo el grupo de cultivos mayoritario (Fig.
4.15), con un porcentaje de frutales mucho más reducido. En este
caso no se constata la presencia de leguminosas ni de oleaginosas,
éstas últimas reconocidas en madera carbonizada (supra).
Entre los cereales se mantiene el predominio de la cebada
vestida que ya se observó en el Nivel 4, ocupando un lugar secundario los trigos desnudos y el mijo. No hay evidencias de la
presencia de trigos vestidos.
Entre los frutales sólo aparece la vid aunque, tanto por frecuencia como por el número de restos recuperados, más relevante que en las fases anteriores. También se ha constatado también en madera carbonizada (supra).
El resto de los taxones son plantas silvestres que pueden
crecer como malas hierbas entre los campos de cereales o en
ambientes antropizados en el entorno del yacimiento.
En conjunto se puede valorar que el registro arqueobotánico
de este Nivel es muy pobre para extraer conclusiones sobre la
actividad agrícola desarrollada por los habitantes de este asentamiento. Los datos señalarían una continuidad en las prácticas
agrícolas, centradas en la producción de cereales y quizás con
una evidencia más clara en lo que afecta al desarrollo local del
cultivo de frutales como la vid.
Fig. 4.13. Registro antracológico del Nivel 5. S. VI a. C.
Taxa
N
Indeterminable
Arbutus unedo
Erica multiflora
Leguminosae sp.
Olea europaea
Pinus halepensis
Pinus nigra-sylvestris
Pistacia lentiscus
Prunus sp.
Quercus caducifolio
Quercus ilex-coccifera
Rhamnus sp.
Vitis vinifera
12
3.5
5
1.5
1
0.3
1
0.3
1
0.3
32
9.3
4
1.2
1
0.3
1
0.3
27
7.9
254
74.5
1
0.3
1
0.3
Total fragmentos
%
341
nagos (Rhamnus sp.) y lentiscos (Pistacia lentiscus) que confirman la tendencia de apertura del bosque ya evidenciada durante
el siglo precedente. Entre los frutales destaca la presencia de la
viña (Vitis vinifera), el olivo (Olea europea) y algún fragmento de
carbón de la familia de las rosáceas tipo prunoideas (Prunus sp.)
aunque siempre con valores muy bajos, no pudiendo distinguir
si estos frutales serían ejemplares cultivados o si se trataría de
ejemplares silvestres, pero consolidan la tendencia observada en
el Nivel 4 tanto en madera como en semillas.
La actividad ganadera y la caza
(M. P. Iborra Eres)
El conjunto de este Nivel está formado por un total de 466
huesos y fragmentos óseos identificados anatómica y taxonómicamente pertenecientes principalmente a especies domésticas (97,5% del total). Una parte fundamental de este material
corresponde a desperdicios alimentarios recuperados en rellenos. El resto (142 restos óseos) procede de fosas de carácter
ritual y no se han contabilizado junto a los desperdicios de
comida para obtener la frecuencia relativa de las diferentes
especies (Fig. 4.16).
La actividad agrícola
(G. Pérez Jordà)
El registro del Nivel 5 es más pobre que los anteriores. Sólo hay
11 muestras con materiales y en ellas se han recuperado un total
de 14 restos, junto a algunos fragmentos de cereal. Como en los
niveles anteriores, los materiales recogidos proceden en su mayoría de rellenos, desechos que se vierten durante las diferentes
remodelaciones de los espacios habitados de esta zona del yaciFig. 4.14. Restos de semillas y frutos. Siglo VI a. C.
UE
400
241
102
314
335
258
234
234
240
246
Vol. l.
Hordeum vulgare subsp. vulgare
Panicum miliaceum
Triticum aestivum-durum
Hordeum-Triticum frag.
Vitis vinifera
14
–
1
–
–
–
11
1
–
–
–
1
22
–
–
1
–
1
10
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1
–
65
1
–
–
–
–
35
–
–
–
–
1
79
–
–
–
1
–
37
1
–
–
1
–
8
–
–
–
–
–
35
–
–
–
–
–
316
3
1
1
4
3
Chenopodium sp.
Lolium sp.
Plantago sp.
Indet.
Nº restos
Nº taxones
Densidad x 10 l.
–
–
–
–
1
1
7,1
–
–
–
–
1
1
10
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
1
1
1,5
–
–
–
–
1
1
2,9
–
–
–
–
1
1
1,2
–
1
–
–
2
2
5,4
–
–
–
2
2
1
25
–
1
1
–
2
2
5,7
1
2
1
2
17
–
–
74
–
1
–
–
–
–
–
–
2
3
2
3
18,2 13,6
248 Total Ubicuidad
3
1
1
4
3
1
2
1
1
[page-n-88]
Fig. 4.16. Porcentajes y número de
restos de las especies identificadas
en el Nivel 5. Siglo VI a. C.
Fig. 4.15. Ubicuidad de los grupos de cultivos y de los cereales
del siglo VI a. C.
Las especies domésticas identificadas son: oveja (Ovis aries),
cabra (Capra hircus), cerdo (Sus domesticus), bovino (Bos taurus),
caballo (Equus caballus), asno (Equus asinus) y perro (Canis familiaris). La frecuencia relativa de las especies silvestres es minoritaria con un 2,5%: ciervo (Cervus elaphus), conejo (Oryctolagus
cuniculus), liebre (Lepus granatensis) y perdiz (Alectoris rufa).
La ganadería se centra básicamente en el grupo de los
ovicaprinos (75,6%) y está orientada hacia la explotación
cárnica de las ovejas, con sacrificio en tres grupos de edad:
de 0’5-1 año, de 1-2 años y de 4-6 años. La ausencia de grupos de muerte en edad subadulta y adulta-vieja, podría estar
indicando una gestión del rebaño orientada a conservar las
hembras y los machos reproductores y asegurarse así el crecimiento del rebaño.
Por las dimensiones de los metapodios hemos podido establecer las alzadas a la cruz para las ovejas en las cabras,
cuyas medias son de 57 cm y de 51 cm respectivamente.
Como especie secundaria se impone el cerdo (13,3%) con
el sacrificio de animales juveniles y adultos. El bovino ocupa
ahora un tercer lugar en importancia relativa (6,5%) y aunque es
una especie consumida, la edad de muerte adulta indica un uso
secundario como fuerza de tracción.
Otras especies, como los équidos (1,8%) y el perro (0,6%),
siguen siendo minoritarias en el registro. Sobre los restos de
équidos quedan evidencias del procesado carnicero para su consumo, pero la edad adulta de los individuos nos indicaría el uso
de estas especies en tareas de transporte, tiro y monta. Los restos
de perro identificados no presentan marcas de carnicería por lo
que no podemos hablar de un consumo de esta especie.
Ovicaprino
Oveja
Cabra
Total O/C
Caballo
Équido
Asno
Bovino
Cerdo
Perro
Ciervo
Conejo
Liebre
Perdiz roja
54,3
18,2
2,8
75,3
0,9
0,3
0,6
6,5
13,3
0,6
0,6
0,9
0,3
0,6
NR x TX
324
% domésticos
% silvestres
97,5
2,5
El aporte de la caza supone el 2,5% al total de la muestra
analizada. Las especies identificadas son: ciervo (Cervus elaphus), conejo (Oryctolagus cuniculus), liebre (Lepus granatensis) y perdiz (Alectoris rufa).
El registro faunístico del Nivel 5 se caracteriza y diferencia de
los niveles del Hierro Antiguo por una mayor importancia del cerdo
y por la incorporación de una nueva especie hasta el momento no
documentada en el yacimiento: el asno (Equus asinus).
Esta peculiaridad de Los Villares es extensible al resto de
yacimientos documentados en el País Valenciano, cuyo rasgo
más destacable es la sustitución del bovino, por el cerdo, como
especie productora de carne.
Aparte de los contextos con desperdicios de basura doméstica,
en el Nivel 5, se han documentado dos fosas, a modo de depósitos
rituales, que contenían esqueletos completos/parciales de animales
domésticos: la Fosa 36 con el esqueleto de un perro inmaduro y la
Fosa 37 con el esqueleto de una cabra adulta (Figs. 4.17 y 4.18).
En la UE 399, junto a otros restos faunísticos con marcas de carnicería y consumo, también se recuperó un grupo de huesos craneales y de las extremidades delanteras de un cerdo neonato.
El uso de animales en prácticas rituales dentro de los contextos domésticos es un hecho constatado y extendido en la Cultura Ibérica (Miró y Molist 1990; Iborra 2004; Valenzuela 2008;
Albizuri 2011; Nieto 2013; Lorrio et al. 2014; Vives-Ferrándiz
et al. 2015; Grau Almero et al. 2015). Los esqueletos se depositan como ofrendas, completos o bien se utiliza alguna de sus
partes anatómicas, a modo de pars pro toto, en algunos casos
consumidos o no. Estos depósitos se relacionan con celebraciones rituales y actos sociales que pueden tener en ocasiones
un carácter fundacional (remodelación o nueva construcción de
una vivienda). En algunos lugares pueden compartir espacio
con enterramientos de fetos y de neo-natos humanos.
75
[page-n-89]
EL SIGLO V A. C. (NIVEL 6)
Este nivel constructivo tiene casi la misma superficie excavada
que el anterior pero no por ello mejora la visión de su organización, pues las construcciones posteriores afectaron de forma
importante a todas sus estructuras verticales. No obstante, las
tendencias apuntadas en el siglo VI se consolidan y van prefigurando el urbanismo posterior.
Vivienda 2
Esta vivienda se define mejor en este nivel pero han quedado
muchas incógnitas por resolver al no haberse excavado por debajo del suelo del primer cuarto del siglo II a. C. Los elementos
mejor conservados fueron una sucesión de hogares y suelos que
apenas se pueden ubicar en el interior de un espacio. Algunos
de ellos se introducen en el sedimento que hay debajo del M25
(UE 0089) (Fig. 4.19).
Esta sucesión de suelos y hogares es lo que indica la existencia de al menos 3 fases con pocos materiales asociados.
Fig. 4.17. a) Fosa 36: restos óseos de Canis familiaris; b) Fosa 37:
restos óseos de Capra hircus.
Fase 1 (Fig. 4.20)
Para este momento no se descarta que exista una continuidad
de los MM37 y 42 (UUEE 0130 y 0292) y las UUEE 0189 y
0198. Con seguridad, se construyó un hogar (H17, UE 0283).
Todas las estructuras y equipamientos quedaron anulados por
las UUEE 0184 y 0267.
Fase 2 (Fig. 4.22)
En esta fase se construyó un muro medianero entre las viviendas 2 y 3 (M38, UE 0131). Sobre el H17, pero ligeramente desplazado, se construyó un nuevo hogar (H16, UE
0282) y, probablemente, se eliminó el M37. Dos agujeros de
poste (AAPP25 y 26, UUEE 0210 y 0477) pertenecen a esta
fase y/o a la siguiente.
Fase 3 (Figs. 4.21 B y 4.25)
Fig. 4.18. Arriba, Fosa 36 (UE 0253); abajo, Fosa 37 (UE 0263) en
el momento de su excavación (año 1998).
La cronología
Aparte de su posición estratigráfica, los elementos para datar
este Nivel son la tipología y calidad de las cerámicas semejantes
a las del antiguo Nivel III que permite situarlo, a grandes rasgos,
en el siglo VI a. C.
76
En este momento se define mejor la vivienda, aunque permanecen ciertas incógnitas. Se construyeron dos muros en esquina
(MM68 y 55, UUEE 0256 y 0294), de los que se pudo identificar
también su zanja de cimentación, rellena de piedras pequeñas
y algunas cerámicas (UUEE 0328, 0506 y 0394). De esta habitación quedarían también restos de su suelo de ocupación (UE
0179). Al S de M55 hubo un nuevo hogar (H15, UE 0199) y restos de suelo construido (P15, UE 0269) que amortizaron al precedente (H16). Como ya se ha señalado los dos agujeros de poste
(AAPP25 y 26, UUEE 0210 y 0477) se pudieron construir ahora
o tener continuidad desde la fase 2, en cambio había dos losas
(AP38 y AP39) que pertenecen esta fase casi con seguridad. Las
UUEE 0178, 0191, 0203, 0205, 0268 y 0505 son los únicos sedimentos conservados de colmatación de estas estructuras.
El material recuperado no fue muy abundante pero la cerámica hecha a torno es mayoritaria con tinajas y vajilla de
mesa en gris, destacando la presencia de un caliciforme entero (Fig. 4.23, 0505-1). La cerámica hecha a mano es ante todo
tosca, quedando las cuidadas como testimoniales. Entre las
importaciones todavía se recoge algún fragmento de cerámica
fenicia occidental, pero la pieza más interesante es un pequeño fragmento de copa ática, posiblemente una Acrocup (Fig.
4.23, 0178-1). Ninguno de los objetos metálicos es significativo, pero los hay de hierro, bronce y plomo.
[page-n-90]
Fig. 4.19. Sección de los
sedimentos por debajo del
Muro 25 (UE 0089), corte E
(año 2000).
Fig. 4.20. Estructuras
del Nivel 6, Fase 1. En
negro, estructuras y
equipamientos de nueva
construcción; en verde,
perduraciones.
Vivienda 3
Fase 1 (Fig. 4.20)
La superficie ocupada por esta casa sigue siendo dudosa pero
las estructuras documentadas en este Nivel empiezan a ser
más consistentes. A grandes rasgos se puede seguir su evolución en tres momentos.
La vivienda quedaba delimitada al O por el M58 (UE 0501) tapiando el vano de acceso (UE 0502) del Nivel 52. A este muro
se le adosó por el O un empedrado que, en apariencia, estaría al
exterior (Fig. 4.21 A). Dos losas planas ejercieron de base para
77
[page-n-91]
A
B
C
Fig. 4.21. A, Empedrado adosado al Muro 58 (UUEE 0501 y 0502) (año 2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno). B, Vista general de
las cuadrículas DE1/2, Nivel 6, Fase 3 (año 2000). C, Vista general del Hogar 7 (UE 0247) (año 1998).
sendos postes centrales (UE 0533, AP30) (Fig. 4.2 B) y hacia el E,
un gran hogar rectangular con extremos redondeados y una losa en
el ángulo SO (H7, UE 0247) (Fig. 4.21 C). El límite oriental quedaría establecido por la posible continuidad de M42 (UE 0292).
Fase 2 (Fig. 4.22)
Esta remodelación supuso la supresión de algunos equipamientos anteriores puesto que el espacio ocupado es, aparentemente,
el mismo. El sector oriental es el que va a sufrir los cambios:
se construyeron tres muros, dos de los cuáles forman un ángulo
(MM33 y 34, UUEE 0128 y 0127) y dividen la superficie en dos
estancias; mientras que el tercero (M38, UE 0131) dejaba un
hueco bastante amplio (> 1 m) con M34 (UE 0127), que pudo
configurar un acceso. Hacia el N se construyó un muro medianero entre los Departamentos 19 y 20 (M59, UE 0116). Estas
construcciones se hicieron sobre las UUEE 0214 y 0237 que,
a su vez, anularon el uso del gran hogar rectangular (H7). En
cambio, quedaron restos del suelo que debió cubrir esta habitación (P21, UE 0397) y del enlucido de un posible poste adosado
a M59 (UE 0216). La superficie útil de la casa estaría cerca de
los 35 m2, con la estancia occidental de 20 m2 y la oriental de
unos 15 m2.
Fase 3 (Fig. 4.25)
Finalmente, hay que señalar un hecho constructivo indirectamente relacionado con esta vivienda porque se vio afectada en
su integridad. La construcción de los MM68 y 55 (UUEE 0256
y 0294) significó la ocupación parcial de la superficie ocupada
78
originalmente por la Vivienda 3 y, en consecuencia, una ligera
reducción de la estancia oriental (13,5 m2). Las UUEE 0117, 0272
y 0274 colmataron parcialmente estas estructuras.
Los materiales recuperados en esta vivienda son bastante abundantes, sobre todo, en la Fase 2 (Fig. 4.23). Siguen la línea de lo
visto anteriormente, es decir, más cerámicas hechas a torno que a
mano; y, entre éstas, toscas ante todo; alguna importación fenicia,
a la que se incorpora un ánfora púnica y un fragmento de cerámica
ática; además un molino barquiforme reutilizado como material de
construcción de uno de los muros de la fase 2 (M33, UE 0128), así
como algunos objetos de hierro.
A pesar de la carencia de equipamientos básicos (sólo un
hogar), este espacio tiene los elementos muebles para seguir
siendo considerado una unidad doméstica: ánforas, vajilla de
mesa, cerámica de cocina, pesas de telar, mano de mortero y
alguna importación. La mayor concentración de objetos se da
en la habitación oriental que albergó el hogar durante la Fase 2,
que pudo tener un acceso desde la Calle 4.
Departamento 19
Esta construcción comienza a perfilarse en este nivel aunque en la primera fase no se documentó separación alguna con el contiguo Departamento 20. Es decir que, como
sucedía en los niveles precedentes, no es fácil distinguir
si se trataba de uno o dos espacios, independientes o comunicados. De forma muy precaria se puede establecer su
evolución a lo largo del tiempo.
[page-n-92]
Fig. 4.22. Estructuras del Nivel
6, Fase 2. En negro, estructuras y
equipamientos de nueva construcción; en verde, perduraciones.
Fase 1 (Fig. 4.20)
La única estructura que corresponde casi con seguridad a
este momento es el muro occidental (M3, UE 0019), cuya
construcción afectó de forma directa al alzado de adobes de
M84 (UE 0415) de los Niveles 3 y 4 (Fig. 3.6). Un agujero
de poste (AP11, UE 0320) y un enterramiento infantil en
urna (UE 0200-1) también pudieron pertenecer a este momento (Fig. 4.24 A).
Fase 2 (Fig. 4.22)
Con posterioridad se construyeron los muros que delimitaron
el espacio por el N y el S (MM19 y 59, UUEE 0050 y 0116).
La UE 0402 es una alineación de piedras visible por debajo del
extremo oriental de M19 (UE 0050), que pudo ser la continuación de la UE 0235 (M67) pero ha quedado en la incógnita al no
haberse desmontado el M19.
Los equipamientos domésticos son más evidentes. En primer
lugar, junto al extremo oriental de M19 había una losa que pudo
ser la base de un poste (AP32); y no se descarta la posibilidad de
que el AP11 (UE 0320) también pudiera funcionar durante esta
fase. Adosado al M59 había una estructura de combustión que
por su técnica constructiva se identifica como un horno o tannur
adosado (H21, UUEE 0197 y 0261) (Fig. 4.24 B).
También puede asociarse a esta fase la inhumación infantil en urna (UE 0200-1) a modo de ofrenda fundacional
como forma de legitimar la propiedad de este espacio, que
hasta este momento ha tenido una adscripción doméstica dudosa (Figs. 4.24 A y 4.23, 0200-1). Los análisis realizados
determinaron que se trataba de un feto a término de sexo
masculino (vid. Cap. 10).
Fase 3 (Fig. 4.25)
Es en este momento cuando se hace patente la separación
entre los Departamentos 19 y 20 mediante la construcción
de un muro paralelo a M3 (M4, UE 0011). Probablemente
ello supuso la ruptura parcial del M67 quedando la UE 0402
como el umbral de una puerta. El M4 debió llegar hasta el
M59, anulando el horno, aunque se encontró cortado por el
extremo meridional. Así el departamento quedó constituido
por cuatro muros perimetrales (MM3, 4, 19, 59, UUEE 0019,
0011, 0050 y 0116), al cual se accedía, desde la Calle 3, por
una puerta abierta en el extremo oriental del M19 (Pr12, UE
0402), orientada al N. Una capa de tierra blanquecina ocupaba el ángulo NE del departamento a modo de suelo (P10, UE
0218). La superficie mínima ocupada es de unos 36 m2. Todo
el departamento quedó colmatado por la UE 0195.
Los materiales recuperados fueron escasos a pesar de tener
un horno, equipamiento que también estuvo en ese mismo espacio con anterioridad (Conjunto 3, Nivel 23) (Fig. 3.12). No presentan singularidad alguna respecto a lo dicho para los demás
espacios excepto la tinajilla gris que actuó de urna (Figs. 4.23,
0200-1 y 4.24 A).
79
[page-n-93]
Fig. 4.23. Materiales de la Vivienda 2, Cerámica a mano cuidada, 0267-0304-1; cerámica a torno oxidante, 0038-0268-1 y 0506-1; y
reductora, 0505-1; cerámica ática de barniz negro, 0178-1; piedra, 0205-2; anilla abierta de bronce, 0178-2. Materiales de la Vivienda
3. Cerámica a torno oxidante, 0128-1 y 0214-3; y reductora, 0395-1; cerámica a torno tosca, 0214-1; cerámica a torno con engobe rojo,
0214-5; ; mano de mortero con decoración incisa, 0214-4; piedra perforada, 0214-2. Materiales del Departamento 19. Cerámica a torno de
cocción reductora, 0200-1; y oxidante, 0097-1; cerámica a mano incisa, 0116-1; cerámica a mano grafitada, 0195-1.
80
[page-n-94]
A
B
Fig. 4.24. A, Inhumación infantil en urna (UE 0200-1) (año 1997). B, Horno 21 (UUEE 0197 y 0261), después de su excavación (año 2000).
Fig. 4.25. Estructuras del Nivel
6, Fase 3. En negro, estructuras y equipamientos de nueva
construcción; en verde, perduraciones.
Departamento 20
Las dos primeras fases de este departamento están indisolublemente asociadas a las de la estancia anterior y también, como
ella, está muy incompleta.
Fase 1 (Fig. 4.20)
A esta fase tan sólo se puede asociar un muro (M71, UE 0262)
que delimitaría el espacio por el N y un hogar rectangular, con
esquinas redondeadas, construido con una capa de cerámicas
(H5, UE 0215) (Figs. 4.26 A y B). Por el E, sigue la indefinición
81
[page-n-95]
A
B
Fig. 4.26. A, Vista superior de los Muros 71 (UE0262) y 67 (UE 0235) (año 1998). B, Capa de cerámicas del Hogar 5 (UE 0215). A la derecha Fosa
2 (UE 0010) y a la izquierda Fosa 14 (UE 0084). Delimitado con chinchetas amarillas el Hogar 20 (UE 0226) de las Fases 62 y 63 (año 1998).
pero dada la superposición de estructuras verticales en ese lugar
se puede suponer que hubo un muro que no se pudo diferenciar
ni de los anteriores ni de los posteriores. Las UUEE 0193, 0224
y 0229 colmataron el hogar y sobre ellas se construyó la fase
siguiente. Un molino de arenisca se encontró formando parte
del M71 (Fig. 3.52, 0262).
Las cerámicas utilizadas en este hogar son muy homogéneas, mayoritariamente pintadas, incompletas por la base, por
su decoración y tipología, permiten datar esta fase en el siglo V
a. C. (Figs. 4.27 y 4.28, 0215-1, 2, 3, 6, 9 y 10).
Fase 2 (Fig. 4.22)
El espacio quedó delimitado por el S mediante la construcción de un muro medianero con la V3 (M59, UE 0116),
mientras que por el N se construyó un nuevo muro (M67,
UE 0235) a continuación del M71, ligeramente desplazado
en cuanto a su alineación (Fig. 4.26 A); o al menos así se
conservó. Siguiendo la tónica vista en otros momentos, se
encontró un nuevo hogar ligeramente desplazado del anterior
(H6, UE 0226) (Fig. 4.26 B), conservándose dos fragmentos
de suelo (PP8 y 9, UUEE 0196 y 0211). Este nuevo hogar
también tenía una capa de cerámicas pero menos homogénea
82
que en el anterior y mezclada con pequeñas piedras. Como
no se constató una separación evidente, el H21 también formaría parte de este hipotético conjunto formado por los Departamentos 19 y 20.
Fase 3 (Fig. 4.25)
La separación de ambos departamentos se produjo, como ya se
ha comentado, con la construcción del M4 (UE 0011) que anuló
el horno (H21); y también debió construirse el M68 (UE 0256)
que afectó al extremo oriental de M59. El H6, con una reparación evidente de su capa superior, y los restos de suelo (PP8 y
9) tuvieron continuidad o se construyeron en este momento. El
departamento pudo tener una superficie mínima de 22 m2. Todo
quedó colmatado por las UUEE 0187 y 0207.
Los materiales más abundantes de este Departamento, como
ya se ha señalado, proceden del hogar de la 1ª fase (H5, UE
0215). Están representados todos los grupos de la tipología cerámica ibérica: ánforas, tinajas y tinajillas, lebetes, vajilla de
mesa, cerámica de cocina, mano de mortero, además de fragmentos de molinos, objetos de hierro y plomo (Figs. 4.27, 4.28
y 4.29). Entre las importaciones se recogieron fragmentos informes de cerámicas fenicias occidentales y una cuenta de pasta ví-
[page-n-96]
Fig. 4.27. Cerámicas a torno oxidantes del Departamento 20, del Hogar 5 (UE 0215).
83
[page-n-97]
Fig. 4.28. Materiales del Departamento 20 de la Fase 1. Cerámicas a torno oxidantes, 0215-1, 2, 3, 6, 9 y 10 y 0404-1; cerámica a mano
incisa, 0404-0414-0420-2; cerámica a torno tosca, 0215-1; tinajilla pintada, 0229-0234-0248-18.
84
[page-n-98]
Fig. 4.29. Materiales del Departamento 20. Cerámica a torno oxidante, 0187-4, 0187-0193-1, 0187 bajo 0194-2, 0207-3 y 0226-1 y 2; y
blanquecina, 0187-3; mano de mortero con decoración impresa, 0187-9; hierro, 0187-5 y 6 bajo 0025; piedra, 0187-7 bajo 0025; pasta
vítrea azul, 0187-8. Materiales de las Calles 3 y 4. Cerámica a torno oxidante, 0101-2, 4, 5, 6, 11 y 12; y reductora, 0101-9 y 10; cerámica
a torno con engobe rojo, 0101-3; cerámica a torno tosca, 0101-8; pesa de telar con decoración impresa, 0101 b-1; cerámica a torno blanquecina, 0000-0222-1.
85
[page-n-99]
trea azul (Fig. 4.29, 0187-8). Las cerámicas hechas mano siguen
la tendencia comentada para los espacios anteriores: mayoría de
formas toscas y apenas las hay cuidadas.
A
Departamentos 22 y 23
Estos departamentos fueron publicados en 1991 con otra denominación y datados en el siglo VI a. C. (Mata 1991, 17, fig. 7).
La ampliación del sector de excavación ha obligado a rectificar
su adscripción cronológica y darles una denominación coherente con el resto de construcciones.
Los Departamentos 22 y 23 son dos pequeños espacios contiguos, situados en la parte más elevada del yacimiento, están incompletos y, probablemente, estuvieron adosados al recinto perimetral.
Los escasos materiales hallados en su interior no ayudan a conocer
su funcionalidad y cronología, por ello se ha supuesto que se inician en este nivel y pudieron perdurar, sin apenas cambios, hasta
principios del siglo II a. C. (Figs. 4.20, 4.22, 4.25, 4.30 A y 4.37).
Tampoco se puede descartar que se construyeran en el Nivel 7. Por
lógica constructiva debieron formar parte del mismo conjunto.
Del D22 se han excavado tres muros perimetrales (MM12,
14 y 13, UUEE 0001, 0005 y 0007); uno de ellos (M13, UE
0007) construido, como ya se ha indicado, sobre otro del Nivel
5 (M63, UE 0206). La superficie útil mínima es de 4,4 m2.. El
interior de la habitación se excavó en 1982 y 1984, detectándose
parte de un suelo de tierra apisonada (P1, UE 0221) y una estructura circular de piedras pequeñas que se interpretó como un
soporte para un molino circular (S1, UE 0220) y así se ha restituido en la consolidación del yacimiento. Hoy en día, tras haber
excavado unas 30 fosas islámicas, debe plantearse la posibilidad
de que pudiera tratarse del relleno parcial de una fosa islámica y
no del soporte de un molino. Sólo su excavación completa podrá
resolver esta duda razonable.
El M12 (UE 0001) es medianero con el D23 que se completa
con dos muros perimetrales más (MM11 y 10, UUEE 0002 y 0003).
Se entra al mismo, desde la Calle 4, mediante un vano construido en
el M11; acceso que, en un momento indeterminado, redujo su tamaño (Pr1, UE 0006). La superficie útil mínima es de 5,2 m2.
Los espacios de circulación
Los espacios de circulación también se definen un poco mejor
en este Nivel 6. Así se puede afirmar que hubo dos calles en dirección E-O (Calles 3 y 4) situadas, respectivamente, a lo largo
de las cuadrículas ABDE4 y ABDE1. Hacia el O, y en dirección
N-S, sigue existiendo otro espacio abierto puesto que la Vivienda 3 abre su puerta en esa dirección, al igual que algunos conjuntos de los niveles precedentes; una parte de esa área estuvo
empedrada (Figs. 4.20, 4.21 A, 4.22 y 4.25).
La Calle 3 está parcialmente delimitada al N por tres muros
(MM46, 47 y 48, UUEE 0155, 0154, 0139 y 0147) correspondientes a una construcción sin excavar. Sobre uno de ellos se
abre una puerta documentada por la chumacera tallada en una
piedra (Pr7, UE 0156) con orientación S. Por el desgaste observado, ésta se abría hacia el interior y era de una sola hoja (Fig.
4.30 B). No obstante, estas construcciones también pudieron levantarse en el Nivel posterior. Los materiales recuperados son
relativamente abundantes (Fig. 4.29).
86
B
Fig. 4.30. A, Vista de los Departamentos 22 y 23 (año 1989). B, Chumacera de la Puerta 7 (UE 0156) sobre el Muro 46 (UE 0155) (año 1995).
Los materiales
Las cerámicas
En este Nivel las cerámicas hechas a mano apenas constituyen un
14% del total, confirmándose la casi total desaparición de la cerámica cuidada con y sin decoración (2 % del total) y la semicuidada
(1 % del total). Los tipos documentados tampoco son relevantes
pues también ha disminuido mucho el NMI/NTI (Fig. 4.31).
Por el contrario, las cerámicas hechas a torno amplían su
número y variedad, con casi un 86% del total.
Las ánforas tienen una presencia importante, sobre todo, las
de técnica ibérica, es decir, pastas compactas con escaso desgrasante visible y bordes de labios cortos y engrosados. Ninguna de
ellas conserva el hombro pero las piezas más completas parecen
indicar que la carena se ha suavizado hasta convertirse en un
hombro redondeado (Fig. 4.12 A).
Las tinajas y tinajillas mayoritarias son las que no tienen
hombro, con cuello indicado o corto. La decoración es pintada geométrica simple, a veces con engobe blanco, y algunos
motivos bícromos. Los bordes son salientes, subtriangulares o
apenas moldurados (Figs. 3.48 y 4.12 A).
Los lebetes tienen una presencia importante, casi siempre decorados y de tamaño grande o mediano. Los más completos formaron parte de la construcción del H5 (UE 0215)
(Figs. 4.27 y 4.63).
La vajilla de mesa está representada por todos los tipos
que componen el grupo: botellas, jarros, caliciformes, platos
de ala, páteras y escudillas. Las piezas del servicio de bebida,
[page-n-100]
Fig. 4.31. Cuadro resumen de los materiales del Nivel 6.
Categorías
Fragmentos
M tosca
505
M semi
32
M cui
53
M inc
2
M pint
2
M graf
21
TOTAL
615
A ant
344
A blanq
40
A ant gris
56
TOTAL
440
A
2877
A eng r
1
A gris
6
TOTAL
2884
B
228
Fenicia
24
Atica BN
1
Púnica
1
Ánfora rep.
1
Islámica
0
TOTAL
4194
Material constr.
24
Material lítico
12
Hierro
29
Bronce
9
Plomo
5
Malacofauna
1
Pasta vítrea
1
Piezas NMI
27
13
8
5
0
4
57
24
6
23
53
38
4
11
53
3
0
4
0
0
1
171
11
12
20
6
3
1
1
Piezas frags.
36
17
10
10
0
11
84
116
9
72
197
243
22
15
280
92
0
7
0
0
1
661
como las botellas y los jarros, son todavía testimoniales con
tres y dos ejemplares respectivamente (Fig. 4.64). Los caliciformes son las únicas piezas utilizadas para beber, junto con
las escudillas de perfil en S hechas a mano; los platos de ala
son mayoritarios (NMI 25) seguidos casi por el mismo número de páteras (NMI 13) y escudillas (NMI 11) (Fig. 4.65). La
consolidación de los platos y las piezas de servicio de bebida
son los elementos más importantes para determinar que ya se
han asimilado los nuevos hábitos de comensalía que se intuían en el Nivel anterior.
Otras piezas cerámicas todavía son minoritarias como un
posible soporte, tejuelos, manos de mortero, pesas de telar y
tapaderas (Fig. 4.23, 0214-4; Fig. 4.29, 0187-9 y 0101 b-1).
Las decoraciones mayoritarias son las pintadas, monocromas o bícromas, con los motivos y composiciones propios de
esta cronología (Bonet y Mata 1997; Burriel 1997; Vidal et al.
1997). También siguen presentes las cerámicas grises, ante todo
en vajilla de mesa y tinajillas (Fig. 4.12 B) y empiezan a ser
habituales las cerámicas con engobe rojo de fabricación local
(Fig. 4.23, 0214-5; Fig. 4.29, 0101-3).
La cerámica de cocina también aumenta su presencia con
tipos que sustituyen a las orzas, ollas y tinajas hechas a mano.
Las ollas de diversos tamaños son el tipo mayoritario (NMI 24),
Tipos NMI
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
93
0
0
93
29
0
0
0
0
0
122
Tipos frags.
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
200
0
0
200
54
0
0
0
0
0
254
Total frags.
541
49
63
12
2
32
699
460
49
128
637
3320
23
21
3364
320
24
8
1
1
1
5055
Total NMI/NT
27
13
8
5
1
4
58
24
6
23
53
131
4
11
146
32
1
4
1
1
1
297
aunque sólo una de ellas tiene un perfil completo (0,74 litros)
(Fig. 4.23, 0214-1; Figs. 4.69 y 4.70). Los labios son muy variados pero dominan los salientes simples y los subtriangulares; las
decoraciones plásticas son puntuales. Las tapaderas completan
el menaje de cocina a torno.
Las cerámicas importadas son muy escasas. Apenas se
contabilizan algunos fragmentos residuales de cerámica fenicia occidental y empieza a haber fragmentos de barniz negro
ático. Las únicas formas reconocibles de esta clase cerámica
son una posible Acrocup (Fig. 4.23, 0178-1), una base alta de
skyphos, un borde y base de kylix Lamb. 42, una base destacada
de kantharos y un asa vertical. La Acrocup tiene una fecha ajustada en el segundo cuarto del siglo V a. C. (Sparkes y Talcott
1970, 96, pl. 20, 442-443, fig. 5, 442) y concuerda bien con la
cronología propuesta para este Nivel.
Los objetos de metal y piedra
Entre los metales cabe destacar la presencia de una contera, una
hoja de tijeras (Fig. 4.61, 6018-4 y 5), un fragmento de hoja
de un instrumento indeterminado y algunas pequeñas piezas de
bronce y plomo. Lo más importante es el aumento cuantitativo
de los objetos de hierro respecto al nivel anterior (Fig. 4.29,
0187-5 y 6; Fig. 4.31).
87
[page-n-101]
El paisaje vegetal a través del registro antracológico
(S. de Haro Pozo)
Fig. 4.32. Registro antracológico del Nivel 6.
Siglo V a. C.
Taxa
Indeterminable
Leguminosae sp.
Pinus halepensis
Pinus nigra-sylvestris
Quercus caducifolio
Quercus ilex-coccifera
Total fragmentos
N
En esta fase, a pesar de que el número de fragmentos de carbón
es mayor que en el nivel anterior, la diversidad taxonómica es
menor (Fig. 4.32). Los materiales siguen procediendo mayoritariamente de rellenos.
Entre los taxones dominan nuevamente las encinas, coscojas
(Quercus ilex-coccifera) junto a los quejigos (Quercus caducifolio) y el pino negro (Pinus nigra- sylvestris). El aumento de
fragmentos de carbón de pino negro hasta niveles alcanzados
en el siglo VII parece indicar que la tendencia de apertura del
bosque evidenciada en etapas anteriores se ralentizó.
%
5
0.9
6
1.9
90
17.1
138
26.3
24
4.5
255
48.6
518
La actividad agrícola
(G. Pérez Jordà)
Los útiles de piedra son tres molinos barquiformes, dos de
ellos reutilizados como material de construcción en sendos muros y un cuarto fragmento de piedra activa de molino circular
situada en uno de los extremos del H5 (Figs. 4.26 B y 5.7). Y,
finalmente, como elemento exótico, una pequeña cuenta de collar de pasta vítrea azul (Fig. 4.29, 187-8).
Es de nuevo un momento con un registro muy pobre. Sólo son
ocho las muestras que han aportado materiales y exceptuando
una de ellas que ha proporcionado una concentración de cebada,
tanto el número de restos como la diversidad de taxones son
muy reducidos (Figs. 4.33 y 4.84). Los materiales vuelven a
proceder mayoritariamente de rellenos y hay que interpretarlos
como desechos que se vierten en las distintas remodelaciones,
con la excepción posiblemente de la concentración de cebada
(88 K S. XV c-3 M2) que se recuperó en uno de los sondeos
previos antes de iniciar la excavación en extensión.
El reducido número de restos plantea dudas sobre las frecuencias de cada uno de los grupos de cultivos. Así en este
momento se observa un equilibrio entre los porcentajes de los
Las actividades económicas
En este Nivel no son muchos los trabajos artesanales reconocibles: los objetos metálicos debido a su fragmentación aportan
poca información; las pesas de telar son el único exponente de la
actividad textil y las importaciones cerámicas y de pasta vítrea,
del mantenimiento de los intercambios.
Fig. 4.33. Restos de semillas y frutos del s. V a. C.
UE
88
193
179
179 177/8 178
191 K S XV C3 M1 KS XV C3 M2
Total
Vol. l.
Hordeum vulgare subsp. vulgare
Panicum miliaceum
Triticum dicoccum
Triticum sp.
Hordeum-Triticum frag.
Lathyrus cf. cicera
Lathyrus sp.
Lens culinaris
Vitis vinifera
Vitis vinifera frag.
Chenopodium sp.
Galium sp.
Malva sylvestris
Papaver sp.
Fallopia cf. convolvulus
Polygonacea
Stipa tenacissima
Indeterminable
Nº restos
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
1
–
–
–
1
4
1
1
–
–
–
–
5
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
8
–
–
–
–
–
4
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
14
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
12
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5
76
–
–
–
–
–
–
–
–
–
293
–
1
–
2350
–
–
2
14
–
–
3
–
–
1
1
–
–
38
294
1
1
1
2351
4
5
2
22
76
1
3
1
1
1
1
1
1
4
9
5
1
1
0
5
315
340
Nº taxones
3
2
3
1
1
0
1
6
Densidad x 10 l.
–
–
62,5
7,1
8,3
–
–
–
[page-n-102]
cereales y de los frutales, e incluso las leguminosas, que no habían estado presentes hasta este momento, tienen valores muy
cercanos (Fig. 4.34).
Entre los cereales domina nuevamente la cebada vestida,
consolidando una tendencia que se observa desde el Nivel 4. La
escanda y el mijo son los cereales que acompañan a la cebada,
destacando la ausencia de los trigos desnudos.
Entre las leguminosas sólo se puede señalar la presencia de
guijas (Lathyrus cf. cicera) y de lentejas (Lens culinaris) dos
cultivos muy habituales en los asentamientos del País Valenciano desde el establecimiento de las primeras comunidades de
agricultores (Buxó 1991; Pérez Jordà 2013).
De nuevo el único frutal documentado es la vid. Este cultivo
parece tener una presencia ascendente en el registro desde su
primera aparición hacia la mitad del siglo VII a. C. El número de restos en este momento es más relevante en los sondeos
realizados en 1987-1988 que en la zona abierta en extensión.
Los datos parecen indicar una consolidación del cultivo de este
frutal que como en la mayor parte de los territorios ibéricos, va
a ser en el que más se invierte.
Entre los taxones silvestres, vuelve a aparecer el esparto, que
siempre puede estar vinculado a su uso como fibra para la construcción de contenedores, junto a un grupo de plantas que suelen crecer
entre los campos de cereales o en zonas antropizadas.
Se puede pensar por lo tanto en la consolidación de un modelo agrícola extensivo, centrado en la producción de cereales
y de frutales, uno de los rasgos distintivos de la agricultura que
se desarrolla al S del río Ebro, a diferencia del modelo agrícola
básicamente cerealícola de Cataluña (Pérez Jordà et al. 2007).
Este sistema agrícola no se limita por lo tanto a la zona más
cercana a la costa, sino que se desarrolla igualmente en el reborde oriental de la Meseta, donde también se conocen a partir de
este momento estructuras destinadas a la elaboración del vino y
del aceite (Mata et al. 1997; Pérez Jordà et al. 2013 b y 2015;
Quixal et al. 2016).
La actividad ganadera y la caza
(M. P. Iborra Eres)
El conjunto faunístico del Nivel 6 está formado por un total de
148 restos identificados anatómica y taxonómicamente. Las especies domésticas son mayoritarias (93,9%) y, entre ellas, los
ovicaprinos son los mejor representados con un 76,3%.
La gestión de la cabaña ovina está orientada hacia la explotación cárnica y a asegurar la regeneración del rebaño. Los
sacrificios se centran sobre tres grupos de edad: de 0’5-1 año, de
1-2 años y de 4-6 años.
Al grupo de los ovicaprinos siguen: el cerdo (8,8%), el bovino (5,4%), el caballo (2,8%) y el perro (0,7%) (Fig. 4.35).
Las especies silvestres representan un porcentaje de un
6,1%, con los siguientes taxones: el ciervo (Cervus elaphus), el
conejo (Oryctolagus cuniculus), la liebre (Lepus granatensis).
Todos los restos muestran marcas de carnicería y consumo.
Las marcas más abundantes son los cortes de desarticulación
y descarnado como los identificados en la superficie lateral
proximal de un metatarso (Fig. 4.36 a) y sobre el parietal de
una oveja (Fig. 4.36 b).
El registro faunístico de este momento cuenta con escasos
restos y como tendencia general no se observan cambios significativos respecto al nivel anterior. Se mantiene la orientación
ganadera basada en la cría de ovicaprinos. Si extendemos la
comparación a otros yacimientos contemporáneos como el Castellet de Bernabé (cisterna) (Llíria), el Puig (Alcoi), el Tossal
de les Basses (Alacant) y la Illeta dels Banyets (Campello) se
observa que la funcionalidad de los yacimientos queda reflejada
en el registro faunístico.
Fig. 4.35. Porcentajes y número de restos de las especies identificadas en el
Nivel 6. Siglo V a. C.
Fig. 4.34. Ubicuidad de los grupos de cultivos y de los cereales del
siglo V a. C.
Ovicaprino
Oveja
Cabra
Total O/C
Caballo
Équido
Asno
Bovino
Cerdo
Perro
Ciervo
Conejo
Liebre
Ratón casero
NR x TX
% domésticos
% silvestres
63,5
10,8
2,0
76,3
1,4
–
–
5,4
8,8
0,7
0,7
1,7
1,7
0,2
148
93,9
6,1
89
[page-n-103]
Fase 1 (Fig. 4.37)
Fig. 4.36. a) Ovis aries. Metatarso con cortes de desarticulación localizados en la superficie lateral proximal. b) Ovis aries. Incisión
sobre el parietal (fotografías P. Iborra).
Así, las tendencias más significativas de los enclaves comerciales y las áreas productivas del Tossal de les Basses y de la Illeta
dels Banyets son el ligero descenso de los cerdos y el aumento del
bovino y de los équidos, con presencia de formas híbridas.
La actividad cinegética varía dependiendo del yacimiento.
En Los Villares, el Puig o el Tossal de les Basses, la importancia relativa es escasa entre un 3 y un 6%. Sin embargo, es
más abundante en el Castellet de Bernabé y en la Illeta dels
Banyets (>10%) (Iborra 2004; Iborra y Pérez Jordà 2011; Pérez Jordà et al. 2013 a).
DEL SIGLO IV AL PRIMER CUARTO DEL SIGLO II
A. C. (NIVEL 7)
El Nivel 7 corresponde a las estructuras mejor conservadas
hasta el momento, pudiéndose apreciar claramente la organización urbanística. En la Fase 3 una buena parte de las construcciones quedó destruida por un violento incendio que no
debió ser fortuito ya que afectó a otras zonas del asentamiento y supuso un abandono de estas estructuras. Sin apenas
recuperar enseres y objetos de valor, reconstruyeron otras
sobre sus escombros.
La superficie excavada es la mayor pues comprende los 400
m2 del sector 0 de la Zona B más las excavaciones realizadas por
E. Pla Ballester y M. Gil-Mascarell Boscá a lo largo de varios
años en la Zona A. También, en las campañas de 2001 y 2002,
se realizaron trabajos puntuales en la zona A.
El amplio arco cronológico propuesto está justificado por la
posición estratigráfica, por los materiales más antiguos y más
modernos encontrados sobre los suelos de las construcciones
destruidas y abandonadas; y también por el resultado de una
fecha AMS sobre una semilla de Hordeum vulgare que aportó
esa misma horquilla y que se comentará en en Capítulo 13 (vid.
“Dos fechas de carbono 14”). Ahora bien, como en los niveles
anteriores, se han detectado modificaciones del espacio y refacciones que sólo se pueden fechar de forma relativa al no estar
asociadas a sedimentos o materiales que permitan una datación
más precisa.
Vivienda 2
En este Nivel, la vivienda empieza a adquirir los rasgos que la
van a caracterizar en la última fase aunque su evolución exacta,
como se ha señalado repetidamente, no se pueda seguir con precisión. Cuando existen varias posibilidades de interpretación se
ha optado por la más coherente.
90
En este momento se configuró como un amplio espacio de unos
81,75 m2 útiles en el que se intuye alguna división interna. Los
muros delimitadores se encontraban al N y O (MM45, 44, 30,
65 y 38, UUEE 0162, 0143, 0109, 0217 y 0131), siendo dudoso
el cierre por el E; por el S, la presencia de un agujero de poste
(AP30, UE 0176) pudo marcar la existencia de algún porche. El
espacio cubierto no iría mucho más allá puesto que posteriormente en esa misma línea se construyó el M6 (UE 0028) y, en
el mismo lugar, se detectó un posible muro de los Niveles 5 y/o
6 (UUEE0189 y 0198). Las divisiones internas están formadas
por el ángulo entre MM5 y 21 (UUEE 0030-31-67, 0074-75) y,
probablemente por el realzado del M37 (UE 0130).
Los equipamientos que se pueden adscribir a esta fase son
los suelos que se extienden por la mitad oriental (PP6 y 7,
UUEE 0144 y 0158); una estructura de piedras (UE 0270) que
quedó incompleta al estar parcialmente por debajo del M25 (UE
0089); una fosa (F23, UUEE 0168 y 0169) situada en el ángulo
formado por los MM5 y 21, en cuyo interior se recuperó el esqueleto de una oveja de menos de 1,5 años (Iborra 2004, 232).
No se pudo terminar de excavar para no poner en peligro la estabilidad del M5. Finalmente, al NE, se encontraron una losa que
actuaría de yunque, una pequeña fosa delimitada por piedras
pequeñas (F53, UE 0164) y un hogar de forja (H30, UE 0530).
Todo ello forma un espacio dedicado al trabajo metalúrgico. El
hogar central (H3, UE 0167), rectangular y con borde delimitador, con varias capas de reparación, pudo empezar a funcionar
también en este momento.
Fase 2 (Fig. 4.38)
La organización básica de la vivienda sufrió alguna remodelación por motivos que se desconocen y en un momento
también imposible de establecer con los datos con los que se
cuenta. El resultado más importante fue la reducción de la
superficie útil y casi definitiva hasta su destrucción y abandono (58,88 m2).
Por el N, se construyó el M17 (UE 0035) paralelo a los MM44
y 45; por el O, también se perdió espacio al construir el M57 (UE
0106); al M37 se le adosó, por su cara N, un nuevo muro (M52,
UE 0037); por el E, se cerró con el M23 (UE 0531); y por el S, el
M6 hizo ángulo con el M40 (UUEE 0028 y 0038).
La división interna se mantiene como en la fase anterior y
como mucho se puede atribuir a este momento (pero también
al posterior) el refuerzo del M5 mediante la construcción de un
pequeño pilar por la cara O (UE 0062).
Entre los equipamientos se mantuvo el taller de forja, la F23
y el hogar (H3). También los suelos serán los mismos y a ellos
se pueden añadir restos de otros en diferentes puntos de la superficie (PP4 y 8, UUEE 0111, 0112 y 0204). Como novedad, se
pudo construir un banco de gran anchura (B9, UE 0077) adosado al muro oriental (M23).
Apenas hay materiales que se puedan asociar a estas dos fases
(Fig. 4.39), entre los que cabe destacar los objetos de hierro y escorias en la UE correspondiente al taller de forja (UE 0161).
Fase 3 (Figs. 4.40 y 4.41)
Las remodelaciones realizadas proporcionaron a esta vivienda
el aspecto definitivo antes de su destrucción y abandono por un
incendio. La superficie útil es de 58,6 m2, siendo la construida
de 82,5 m2.
[page-n-104]
Fig. 4.37.
Estructuras del
Nivel 7, Fase 1. En
negro, estructuras
y equipamientos de
nueva construcción;
en verde,
perduraciones.
El espacio habitado está delimitado por tres muros de la fase
anterior (MM17, 23, 6, UUEE 0035, 0531, 0028), a los que se añadieron el M15 (UE 0045) por el O, el M20 (UE 0048) por el S y
el M25 (UE 0089). El vano de entrada se orienta al O (Pr5, UE
0166). La distribución interior también se reorganizó: por un lado,
se construyó un tabique (M6, UE 0059) con el fin de separar la bodega del lugar donde estaba ubicado el molino pero comunicados
por un vano (Pr3, UE 0068); y, a su vez, se separó del taller de forja
con otro tabique (M22, UE 0076). La sala del hogar quedó también
separada del taller por un pequeño muro (M43, UE 0142) configurando un amplio vano de algo más 2 m (Pr6, UE 0170).
A los equipamientos existentes (forja, F23, H3, B9 y PP4, 6
y 7) se añadieron un nuevo banco adosado al M6 (B1, UE 0087)
y un pilar de adobe junto al M5 (UE 0166) que estrechó ligeramente el acceso principal (Pr5). En el ángulo SE, se encontró
un importante conjunto de tierra moldeada, con fragmentos que
presentan muescas y perforaciones, que debieron conformar una
alacena ya que también se recuperaron, en el mismo lugar, bastantes páteras (Figs. 4.42 y 4.94). Así mismo, en ese momento
se construyó el suelo de la bodega, con un importante desnivel
(P3, UE 0082), y se hicieron reparaciones en los enlucidos de
las paredes y de los suelos. En la bodega y en la sala del hogar
la capa de suelo y de los enlucidos forman un continuum. El P6,
tal y como se encontró, corresponde a esta fase pero, por lógica,
debe estar cubriendo capas de suelos anteriores como se intuye
en el pequeño escalón que da acceso al taller (E1, UE 0157).
Con estas remodelaciones, la bodega y el molino quedaron,
aparentemente, incomunicados del resto de la casa. Se pudo acceder a los mismos a través del muelle de descarga (UUEE 0130
y 0037) del M20 o por un vano no identificado en el M17.
En definitiva, una casa con cuatro estancias dedicadas a actividades específicas con acceso directo desde la calle, equipamientos importantes (molino, forja, hogar, bancos) y un ajuar
excepcional. La superficie útil de la casa pudo ser mayor pues
no se ha detectado con seguridad un cierre por el ángulo SE;
además se le podría añadir el espacio abierto que hay delante
de la puerta (6,75 m2), donde el muelle de descarga hace que
el espacio sea privativo de sus habitantes. Los derrumbes provocados por el incendio colmaron las estructuras de habitación
(UUEE 0044, 0061, 0091, 0118, 0119, 0141 y 0148).
91
[page-n-105]
Fig. 4.38. Estructuras
del Nivel 7, Fase 2.
En negro, estructuras
y equipamientos de
nueva construcción;
en verde, perduraciones.
Fig. 4.39. Materiales de la Vivienda 2. Fase 1, Cerámica a torno
oxidante, 0149-0153-1, 0161-1, 0153-1 y 0149-2; cerámica a mano
tosca, 0118 SE-4; cerámica a mano pintada, 0118 SE-3; hierro, 0161-2
y 3. Fase 2, Fusayola con decoración impresa, 0202-1.
92
Fig. 4.40. Vista de la Vivienda 2 (año 2004) (fotografía G. Pérez y
A. Moreno).
[page-n-106]
Fig. 4.41. Estructuras del Nivel 7, Fase
3. En negro, estructuras y equipamientos de nueva construcción; en verde,
perduraciones.
El ajuar localizado está compuesto por un número importante
de ánforas, tinajas, vajilla de mesa, cerámica de cocina, instrumental de hierro, un caldero de bronce, una pulsera de plata y otros objetos menores distribuidos de forma desigual por las habitaciones.
Entre las importaciones cabe citar una copa de barniz negro ático
y al menos dos piezas cerámicas procedentes de territorio edetano
(Figs. 4.42, 4.43, 4.44, 4.45, 4.46, 4.47, 4.48, 4.49 y 13.9).
Esto ajuares, equipamientos y actividades muestran que se trata
de un grupo familiar con posibilidades de acceder a determinados
medios de producción y bienes que le separan de sus vecinos.
Vivienda 3
Esta vivienda no sufrió cambios sustanciales con respecto a
épocas anteriores. De hecho, como se está viendo desde el Nivel 3, la superficie ocupada es casi la misma (Figs. 3.30 y 4.25).
Al igual que la Vivienda 2, sufrió un incendio que provocó su
abandono definitivo a principios del siglo II a. C. a pesar de que
éste sólo afectó directamente a la parte delantera de la vivienda.
Una parte de la misma se excavó en 1984 haciéndose una interpretación que, tras la ampliación del espacio excavado, se ha
matizado al apreciarse la reutilización de estructuras anteriores
(Mata 1991, figs. 6, 2 y 7).
Fase 1 (Fig. 4.37)
En este momento el espacio queda delimitado por el ya existente M59 (UE 0116) y la construcción de otros tres muros
(MM7, 8 y 39, UUEE 0015, 0020 y 0132). En 1984, se excavaron parcialmente los MM7 y 39, estando este último muy
deteriorado en 1995 cuando se abrió el área en extensión. La
superficie delimitada es de 36,5 m2, dividida en dos habitaciones por M66 (UUEE 0128 y 0219). Este muro pudo construirse algo más tarde pues entre las piedras se encontró una fíbula
tipo La Tène cuya cronología oscila entre finales del siglo V y
mediados del III a. C. (Argente 1994, 93) (Fig. 4.53). El M32
(UE 0046) pudo construirse también en esta fase aunque ni sus
relaciones estratigráficas ni su funcionalidad quedaron claras
tras su excavación.
93
[page-n-107]
Fig. 4.42. Materiales de la Vivienda 2, Nivel 73. Sala hogar. Ánforas y marcas precococción, 0119-3 y 6. Vajilla de mesa. Cerámica oxidante de Clase A, 0119-3, 37 y 42, 0118-8, 15, 36, 38 y 70 y 0118 SE-1 y 2; cerámica reductora de Clase A, 0119-39. Pesa de telar con
decoración incisa, 0118-54.
94
[page-n-108]
Fig. 4.43. Materiales de la Vivienda 2, Nivel 73. Sala hogar, Varia. Cerámica oxidante de Clase A, 0008-0079-0119-1, 0119-5, 6, 18, 30,
32, 41, 43, 56, 0118-44, 45, 46, 47 y 48, 0079-2; cerámica oxidante de Clase A y pasta abizcochada, 0119-40; botellita de barniz rojo del
SE, 0119-28; kantharos ático, 0119-11.
95
[page-n-109]
Fig. 4.44. Materiales de la Vivienda 2, Nivel 73. Sala hogar. Cerámica de cocina (Clase B); con decoración impresa, 0119-10. Dos
escalas diferentes.
96
[page-n-110]
para reforzar el vano de comunicación entre ambas estancias.
El M9 estaba muy deteriorado por el lado N al estar afectado
por la construcción de una fosa islámica (F1, UE 0024), a
pesar de lo cual conservaba parcialmente una gruesa capa de
adobe (UE 0056) que debió servir para regularizar su superficie. Ambas habitaciones se comunicaban mediante un vano
de unos 80 cm de luz (Pr4, UE 0065).
En la habitación N hubo un suelo de tierra endurecida (P5,
UE 0070), muy bien conservado gracias al incendio sufrido y
que parece afectarle especialmente (Fig. 8.10 A). En el interior
de la F1 se recuperó un gran fragmento de tierra endurecida que
se interpretó como los restos de un hogar (UE 0049) (Fig. 4.50
C). Al excavar el suelo (P5) se pudo ver que en el centro de la
habitación, la más afectada por la F1, la sección era en cubeta,
al igual que otros hogares excavados en el yacimiento. En conclusión, la UE 0049 pudo ser, en efecto, el hogar de la Vivienda
3. En la sala interior no se produjeron cambios.
Fase 3 (Fig. 4.41)
Fig. 4.45. Cerámica de cocina con decoración impresa (Clase B).
Vivienda 2, Nivel 73. sala hogar (0119-24).
Los equipamientos conservados fueron escasos y la mayoría
eran elementos arquitectónicos. Dos o tres losas en el centro
de la habitación occidental (AP30, UE 0533) serían las bases
de los postes que sustentarían la cubierta, procedentes del nivel
anterior (Fig. 4.25); aunque tampoco se puede descartar que estuvieran en desuso. La construcción de M8 directamente sobre
M58 (UUEE 0501 y 0502) supuso dejar una parte de este muro
al aire libre y utilizarlo como zócalo de una amplia puerta de
acceso desde la calle (Pr10, UE 0186) (Fig. 4.3). La entrada se
reforzó mediante la construcción de un pilar de adobe enlucido
adosado a M8, cuya base se encontró in situ (UUEE 0063 y
0064), y parte del alzado caído entre el derrumbe del incendio
final (UE 0054) (Fig. 4.50 A).
El M59 conservaba una pequeña zona enlucida como si
hubiera estado recubriendo un poste de madera que no dejó
restos (UE 0216). Y finalmente, en el ángulo formado por
M32 y M66 se encontró la base de un ánfora (UE 0249-1)
(Fig. 4.50 B).
Fase 2 (Fig. 4.38)
Las remodelaciones de esta fase no tenían sedimentos y materiales asociados para poderlas datar. Los límites son los mismos de la Fase 1 y el único cambio fue la construcción de un
tabique longitudinal (M9, UE 0039) que dividió la habitación
occidental en dos partes casi iguales. Su construcción anuló
uno de los postes centrales, mientras que el otro se mantuvo
En esta fase penas se produjeron cambios. La superficie construida era de 49 m2 y la útil de 31,27 m2. La única modificación
fue la construcción de un banco adosado al M35 (B6, UE 0129).
Este muro (M35, UE 0140) y el M2 (UE 0027) se construyeron
directamente sobre M59, dejando un hueco entre ambos cubierto por M24 (UE 0025) ligeramente desplazado hacia el N.
El resto de espacios, equipamientos y vanos continuaron
exactamente igual, signo de que las necesidades de la familia
residente no cambiaron sustancialmente. Los sedimentos que
los colmataron son las UUEE 0023, 0043, 0053, 0060, 0055,
0069 y 0181.
A pesar del incendio sufrido, los materiales recuperados no
fueron abundantes (Figs. 4.51, 4.52 y 4.53). Entre ellos destacan
un conjunto de pesas de telar junto a la puerta (Figs. 4.50 A y
4.51, 0055-1, 4 y 14) y vajilla de mesa en la sala interior (Fig.
4.52, 0181-1 y 2), aportando información sobre las actividades
que pudieron desarrollarse en ambos espacios.
Departamento 19
El espacio ocupado por este departamento apenas varió respecto
al Nivel anterior. Sufrió varias remodelaciones pero ninguna de
ellas ha aportado datos para conocer la funcionalidad del lugar.
La superficie máxima es de unos 44 m2 y la mínima de poco
más de 30 m2.
Fase 1 (Fig. 4.37)
El espacio está delimitado por los mismos muros que en el Nivel
63 (MM3, 4, 19, 59), con la salvedad del tapiado de la amplia
puerta del muro N (M19), trasladándola al O (M3). En una de
las piedras estaba tallada la chumacera donde giraba una de las
dos hojas que debió tener la puerta (Pr2, UE 0034) (Fig. 4.54).
También se construyó un banco adosado a M4 y, parcialmente,
a MM19 y 59 (B2, UUEE 0095, 0096 y 0201). El P10 pudo
continuar en uso pues el banco dejó a la vista la mayor parte
del mismo.
Fase 2 (Fig. 4.38)
La única novedad de este momento es la anulación del banco
adosado (B2) y la subdivisión del espacio en dos estancias de
diferente tamaño mediante la construcción de un tabique en
97
[page-n-111]
Fig. 4.46. Materiales de la Vivienda 2, Nivel 73. Sala hogar, hierro, 0119-3, 421, 34, 58, 59, 65, 66 y 67; bronce, 0119-21, 26, 57 y 64;
pulsera de plata, 0008-7 (fotografía Museu de Prehistòria de València). Taller forja, cerámica de cocina (Clase B), 0141-55; cerámica
oxidante de Clase A, 0165-1; piedra, 0148-21; hierro, 0141-63, 0148-1, 2 y 20 y 0141-0148-19 (fotografías H. Juan).
98
[page-n-112]
Fig. 4.47. Materiales de la Vivienda 2, Nivel 73. Bodega, cerámica oxidante pintada de Clase A, 0044-0061- 58 y 59, 0044-0061-8, 004440, 0061-54; lebes de clase A letra ibérica pitada, 0000-0044-0061-33; jarro de clase B, 0044-4970. Molino, cerámica a torno oxidante,
0091, 1, 2, 4, 5, 6 y 7; cerámica a torno reductora, 0091-3.
99
[page-n-113]
Fig. 4.48. Materiales de la Vivienda 2, Bodega. Cerámica oxidante de Clase A, 0061-7, 51 y 52, 0044-34, 35, 37, 38, 39 y 41, 0061-007211 y 0061-1 bis; cerámica de cocina (Clase B), 0061-50; cerámica reductora (Clase A), 0072-1; asa de ánfora con marca impresa, 0061-53;
hierro, 0044-19, 28 y 55; pesas de telar con decoración incisa e impresa, 0044-1 y 4 y 0061-32; fusayolas acéfalas con decoración incisa
e impresa, 0044-13, 26 y 42; fusayolas con cabeza, 0044, 0044-10 y 0061.
100
[page-n-114]
A
B
C
Fig. 4.49. Jarros de engobe rojo de la Vivienda 2, Bodega.
dirección E-O (M26, UE 0098). La comunicación entre ambas
habitaciones pudo estar tanto en el extremo oriental como en
la parte central del tabique (M26), pero dos fosas islámicas
impiden saberlo con certeza (UUEE 0073 y 0085). Las UUEE
0088, 0097 y 0099 cubrieron este muro para dar paso a la siguiente remodelación.
Fig. 4.50. A, Vivienda 3, UE 0055 en la que se ve un conjunto de pesas de telar y el pilar de adobe caído (UE 0054) (año 1993). B, Base
Fase 3 (Fig. 4.41)
de ánfora in situ (UE 0249-1) (año 1998). C, Fragmento de hogar
De nuevo, el D19 se convierte en un espacio diáfano con una habi(UE 0049) en el interior de la Fosa 1 (UE 0024) (año 1993).
tación aneja, para cuya construcción hubo que cortar el muro medianero con el Departamento 20 (M4) por su extremo meridional.
Esta nueva estancia quedó compuesta por los MM24, 28, 29 y 27 Departamento 20
(UUEE 0025, 0026, 0093 y 0094). Al mismo tiempo se tuvo que reComo en el caso anterior, este departamento tampoco sufre grandes
alzar el M59 mediante la construcción sobre su zócalo de piedra de
cambios en cuanto a su organización interna, pero varía algo más
otro nuevo (M2, UE 0027). La cantidad de material recuperado en
en tamaño puesto que se vio afectado por las modificaciones que se
la pequeña habitación contrasta con su escasez en el resto de la surealizaron en la Vivienda 2. Así mismo también carece de equipaperficie, indicio de que se tratara de un espacio cubierto (Fig. 4.55). mientos y materiales que aporten luz sobre su funcionalidad.
La UE 0052 colmató esta nueva remodelación.
La anchura del espacio, la ausencia de postes, la amplia puer- Fase 1 (Fig. 4.37)
ta, la ausencia de equipamientos domésticos y la escasez de ma- De este momento sólo se conservaban tres muros quedando la
terial indican que eran de un espacio abierto en todas las fases, incógnita de su cierre por el N (MM4, 59, 30 y 65, UUEE 0011,
con alguna zona cubierta en las fases 2 y 3. Queda la incógnita 0116, 0109 y 0217). La UE 0209 (M74) se encontró entre M30
de su relación con alguna de las viviendas contiguas, aunque por y M65, pero no quedó claro si formaba parte de la misma alineaproximidad y orientación de la puerta ésta pudo ser la Vivienda 3. ción o se trataba del derrumbe de M57 (UE 0106).
101
[page-n-115]
Fig. 4.51. Materiales de la Vivienda 3, Nivel 73. Sala de entrada. Cerámica oxidante (Clase A), 0023-1, 2 y 5, 0055-6 y 18 y 0069-2;
cerámica de cocina (Clase B), 0023-4 y 0055-5; cerámica a torno blanquecina, 0040-1; cerámica reductora (Clase A), 0023-3; cerámica
oxidante con engobe rojo, 0069-1; pesas de telar, 0055-1, 4 y 14; piedra trabajada, 0069-3.
102
[page-n-116]
Fig. 4.52. Materiales de la Vivienda 3. Habitación lateral y sala de reunión. Cerámica oxidante (Clase A), 0060-1, 0043-1 y 0181-2, 4
y 5; cerámica a mano incisa, 0060-2; cerámica reductora (Clase A), 0181-1; cerámica a torno blanquecina, 0181-3; cerámica de barniz
negro, 0181-6; piedra arenisca, 0046-1 y 2; hierro, 0181-1 y 7.
Fase 2 (Fig. 4.38)
Los cambios detectados afectaron al perímetro: el M65 desapareció para ser sustituido por el M57 (UE 0106) y se pudo construir también el M18 (UE 0108) haciendo ángulo con el M30.
Los demás muros (MM4 y 30) no sufrieron cambios.
Al igual que el D19, en esta fase también se subdividió el
espacio con la construcción de un tabique O-E (M31, UE 0113)
del que se conservaban tan sólo dos tramos al estar afectado por
dos fosas islámicas (FF2 y 14, UUEE 0010 y 0084). La comunicación entre ambas habitaciones ha quedado pues indeterminada. Las UUEE 0099 y 0110 colmataron el espacio.
Fig. 4.53. Fíbula de tipo La Tène encontrada entre las piedras de la
UE 0219 (0219-1).
Fase 3 (Fig. 4.41)
Nuevamente se encuentra una sola estancia delimitada por los
MM4, 28, 29, 18, 30, 17, 15 (UUEE 0011, 0026, 0093, 0108,
0109, 0035 y 0045) y M35 (UE 0140) construido sobre M59.
De M35 se pudo detectar, por el lado N, parte de su zanja de
cimentación (UE 0194). Una pequeña parte pasó a formar parte
del D19 al construirse una estancia aneja (MM28 y 29). La superficie máxima es de 44,24 m2.
Esta es la fase que proporcionó el material más abundante
(Figs. 4.56 y 4.57), a pesar de lo cual sigue la indefinición de su
funcionalidad y su vinculación con alguna de las viviendas. El
acceso por el lado N tampoco facilita una posible adscripción.
La UE 0021 colmató esta fase.
103
[page-n-117]
Fig. 4.54. A la izquierda, Puerta 2 (UE 0034); a la derecha, detalle de la chumacera. Departamento 19 (año 1991).
Otras estructuras y los espacios de circulación
Los DD22 y 23, como se ha señalado con anterioridad, debieron
seguir funcionando en este nivel, o bien se construyeron ahora.
La única modificación que se aprecia en el D23 es la reducción
del ancho de su puerta (Pr1, UE 0006) (Figs. 4.37, 4.38 y 4.41).
En el lado N de la Calle 3 persistirán los MM46, 48 y 47
(UUEE 0155, 0154 y 0139-0147), así como la Pr 7 (UE 0156),
al menos hasta que se compruebe mediante la excavación de
ese sector en qué momento se construyeron (Figs. 4.25 y 4.37).
Los espacios de circulación analizados en el Nivel 6 no sufrieron cambios, quedando la manzana central delimitada por la
Calle 3 al N, la Calle 4 al S y otra transversal a ambas (Calle 5),
apenas intuida, al O (Fig. 4.37). Los materiales más abundantes
se recuperaron en la Calle 3 (Figs. 4.55 y 4.58).
Intervenciones puntuales en la Zona A
En 2001 se abrió un pequeño sondeo en el ángulo SO del Departamento 13 de la Vivienda 1 para comprobar a qué profundidad
había llegado E. Pla en sus excavaciones de 1959. Se aprovechó para numerar los muros de las excavaciones de los años 50
(Fig. 4.59 A). El sondeo se realizó entre las UUEE 5001, 5002
y 5003. La intervención lógicamente afectó a los niveles inferiores a la Fase 73. Como se presuponía, y se ha visto en los trabajos desarrollados en la Zona B, las viviendas sufrieron varias
remodelaciones a lo largo de los siglos. En esta ocasión se pudo
comprobar que el muro 5001 se construyó el primero (Fase 71)
y que asociado a esta construcción hay una fosa con tres enterramientos infantiles (UE 5011) (siglos V-IV a. C.) (vid. Cap.
10 “Estudio bioantropológico…”). En la Fase 72 se construyó
el muro 5003 y en la última el 5002. El suelo correspondiente a
la Fase 71 es la UE 5008 y por debajo del mismo se profundizó
algo más hasta comprobar que el siguiente nivel era mucho más
antiguo (Nivel 6) y al que también pertenece un agujero de poste
con una losa en el fondo. Los materiales recuperados no fueron
abundantes (Fig. 4.61).
En 2002 se abrió una cuadrícula inicial de 6 x 6 m al S del
Departamento 11, con la intención de completarlo y también
se numeraron los muros visibles (Figs. 4.60 y 4.59 B). Tras la
eliminación de la tierra superficial se delimitó una nueva habitación rectangular comunicada por un pequeño vano con el
Departamento 11 (D24). Estaba colmatado por tierra y restos
104
de adobes sobre un suelo de tierra apisonada. Los materiales no
fueron muy abundantes pero hay alguno de gran interés como
un peine de marfil (Fig. 4.61). En esta pequeña estancia se identificó una base de poste y restos de un hogar (H32, UE 6027). Se
excavó por debajo del suelo hasta comprobar que se trataba de
una cronología anterior a la alcanzada en 1959.
Al mismo tiempo se niveló la superficie de los DD11 y 12
excavados por E. Pla. De la separación entre ambos apenas
quedaban unas piedras y no se apreció vano alguno, excepto
el existente entre las UUEE 6005 y 6021 que comunica el D11
con un pasillo o callejón. Junto al tabique de separación entre el
D11 y el D24 se encontraron restos del incendio documentado
en 1959, así como cerámicas in situ. También se identificó un
banco (UE 6019) adosado al muro 6007.
Por otro lado, se amplió la superficie excavada hacia el O
hasta que se descubrió un nuevo muro (UE 6024) paralelo a
6005 y 6021, que dejaba un espacio de poco más de un metro
entre el D11 y una nueva construcción. Otra área de circulación
quedó al descubierto al S del D24.
Provisionalmente al conjunto formado por los Departamentos 11, 12 y 24 se denomina Vivienda 4. Los materiales recuperados tienen ciertas especificidades que permiten suponer
un uso diferente al de una unidad doméstica típica (Figs. 4.61
y 4.62 y 4.96). Ahora bien, tampoco se puede asegurar que la
planta esté completa por lo que cualquier hipótesis al respecto
debe ser considerada como tal, una hipótesis a comprobar si en
el futuro se pudieran reanudar las excavaciones en ese lugar.
Los materiales
Este es el único Nivel en el que se ha localizado una fase de destrucción y abandono por lo que tanto las estructuras como los
materiales están bastante bien conservados. Aun así, la conservación ha sido diferente según los espacios, siendo la Vivienda
2 donde se ha recuperado un mayor número y variedad de piezas
cerámicas, metálicas y de otras materias primas. Las zonas de
circulación y las que tienen una identificación funcional poco
clara, como los Departamentos 19 y 20, han proporcionado materiales más fragmentados y con intrusiones antiguas y modernas más abundantes.
La mayor parte de los materiales corresponde a la Fase 3
por lo que se van a comentar conjuntamente, especificando la
diferente procedencia cuando ello sea significativo.
[page-n-118]
Fig. 4.55. Materiales del Departamento 19. Niveles 72 y 73. Cerámica oxidante (Clase A), 0097-1, 0088-1, 2 y 3 y 0052-2, 6, 7, 8 y 9,
cerámica a mano tosca, 0052-5; cerámica oxidante con decoración impresa, 0052-1; piedra, 0027-1. Materiales de la Calle 5, Nivel 7.
Cerámica oxidante (Clase A), 0041-3, 0051-7, 0041-2; cerámica a torno blanquecina, 0041-1 y 4.
105
[page-n-119]
Fig. 4.56. Materiales del Departamento 20. Nivel 72. Cerámica oxidante (Clase A), 0110-1, 4 y 5; cerámica de cocina (Clase B), 0110-2;
cerámica de cocina o a mano tosca, 0099-1; pesa de telar, 0110-3; piedra, 0110-5; piedra trabajada, 0099-0110-0187-4.
106
[page-n-120]
Fig. 4.57. Materiales del Departamento 20. Nivel 73. Cerámica oxidante (Clase A), 0009-0021-8 y 9, 0021-5, 15 y 16; cerámica de
engobe rojo, 0009-0021-7 y 0021-14; cerámica de cocina (Clase B), 0009-0021-8 y 0021-10 y 13; cerámica reductora (Clase A), 002112; cerámica a mano semicuidada, 0021-11; plomo y hierro, 0021-1; fíbula de bronce, 0021-1; ponderal de hierro, 0021-4; fusayola de
cerámica tosca, 0021-2.
107
[page-n-121]
Fig. 4.58. Materiales de la Calle 3, Nivel 7. Cerámica de cocina (Clase B), 0138-0159-18 y 0159-1; cerámica oxidante (Clase A), 01380159-7, 0138-8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 22 y 23, 0159-3, 4, 5 y 6; cerámica reductora (Clase A), 0138-19, 20 y 21; ánfora púnica,
0159-2; hierro, 0159-8.
108
[page-n-122]
A
B
Fig. 4.59. A, Sondeo en el Departamento 13, vista final (año 2001). B, Vista de la Vivienda 4 (año 2002) (fotografía J. P. Valor).
Las cerámicas
El conjunto de cerámicas hechas a torno alcanza el 99,7%; el insignificante porcentaje restante corresponde a cerámicas hechas a
mano de las mismas categorías y clases encontradas en los niveles
más antiguos de carácter residual o intrusivo (Fig. 4.62).
En las cerámicas a mano toscas dominan los bordes salientes y sin diferenciar así como las bases planas. Se ha podido clasificar una olla (T 2.) y un posible cuenco hemiesférico con incisiones en el labio (T 3.2.) (Fig. 3.37). La cerámica
cuidada más abundante sigue siendo la carente de decoración, seguida de la grafitada, incisa y pintada, aunque todas
ellas en cantidades insignificantes. De estas dos últimas se
han podido catalogar sendos cuencos de perfil en S (1.1.)
(Fig. 4.39, 0118-SE-3; Fig. 4.52, 0060-2).
Las cerámicas ibéricas a torno constituyen el 99%, entre
las que hay formas y decoraciones más antiguas; sólo un 7,7%
son de clase B (Fig. 4.62). Los tipos reconocibles de cronología más antigua son las tinajas y tinajillas sin hombro, los
lebetes, además de fragmentos con decoración bícroma y/o
motivos geométricos antiguos (Fig. 4.47, 0044-40 y 0091-1,
2, 4-7; Fig. 4.51, 0023-1; Fig. 4.52, 0181-4; Fig. 4.55, 0088-1
y 2, 0041-2/4, entre otras).
La mayor variedad tipológica se da en la fase de destrucción
y abandono, configurando un panorama completo de los ajuares
domésticos utilizados en Kelin entre finales del siglo III e inicios del II a. C.
Grupo I: Almacén y transporte
Fig. 4.60. Planta de la Vivienda 4, tras la excavación de 2002 (J.
P. Valor)
El tipo mejor representado de este grupo es el ánfora. Las características de la pasta y las superficies, de visu, no permiten distinguir procedencias seguras y tampoco los análisis arqueométricos realizados han sido concluyentes (Tsantini 2007, 326, 346
y 364). No obstante existen atributos diagnósticos suficientes
para su caracterización tipológica aunque no se pueda determinar su procedencia segura.
Todas las piezas recuperadas tienen el hombro redondeado
(I.1.2.), sobre el que suele haber dos o tres líneas incisas o
acanalados; las asas se colocan a partir del hombro y son siempre de sección circular, a veces con una impresión redondeada
en la parte superior para insertarlas. Los diámetros de boca
oscilan entre 10,5 y 18,5 cm, aunque los más comunes son
16 y 15,5 cm. Todos los bordes son diferenciados con ocho
109
[page-n-123]
Fig. 4.61. Tinajilla del Nivel 6, Vivienda 1 (5010-1). Materiales de la Vivienda 4, Nivel 6: cerámica oxidante (Clase A), 6018-1; hierro,
6018-4 y 5. Materiales de la Vivienda 4, Nivel 73: fíbula de bronce, 6014-6 (fotografía H. Juan); diente de hoz de sílex, 6004-2; hierro,
6009-3 y 4; cerámica oxidante (Clase A), 6004-1; barniz negro con grafito griego en el fondo externo, 6014-5; peine de marfil, 6011-4
(fotografía E. Collado). Pasillo junto a Vivienda 4, Nivel 73: aguja de hueso, 6012-7 (fotografía H. Juan); asas de ánforas con marcas
precocción, 6012-5 y 6; barniz negro, 6012-1.
110
[page-n-124]
Fig. 4.62. Cuadro resumen de los materiales del Nivel 7.
Categorías
M tosca
M semi
M cui
M incisa
M pintada
M graf
TOTAL
A ant
A blanq
A ant gris
TOTAL
A
A eng r
A gris
TOTAL
B
Fenicia
Ática BN
Ática FR
TOTAL
Púnica
BN camp
Ánfora rep.
TOTAL
Islámica
TOTAL
Hueso
Material constr.
Malacofauna
Material lítico
Hierro
Bronce
Plomo
Plata
Pasta vítrea
Fragmentos
168
34
27
2
2
7
240
265
92
75
432
29504
36
38
29578
1429
19
3
6
9
4
0
2
2
22
31735
8
58
3
31
189
30
7
1
1
Piezas NMI
19
10
4
1
0
3
37
22
12
34
68
288
8
37
333
54
0
6
1
7
3
1
1
2
0
502
5
39
3
25
110
22
6
1
1
Piezas frags.
22
15
4
1
0
4
46
43
22
51
116
1770
23
131
1924
1039
0
7
1
8
29
1
1
2
0
3164
variantes documentadas pero sólo tres de ellas mayoritarias:
saliente, engrosado y saliente redondeado (Fig. 4.12 A). Entre
los bordes minoritarios alguno se asemeja a los del alfar de las
Casillas del Cura (Venta del Moro) y la bodega de Solana de
las Pilillas (Requena) ambos de cronología más antigua (Martínez Valle 2014, figs. 11, 17 y 18); y otros dos se parecen a
producciones de La Maralaga (Sinarcas) (UE 0159, Calle 3 y
Fig. 4.42, 0119-35), aunque la cronología final de este horno
es más reciente (Lozano 2006, fig. 3, 5-6 y fig. 4). Las bases
son convexas y sólo se ha documentado un pivote (UE 0023,
Vivienda 3) cuyos paralelos más próximos se encuentran en
los alfares del territorio de Arse (Ribera 1982, 107; Martí Bonafé 1998, 141-143; Mata et al. 2000, 390-392).
Tipos NMI
Tipos frags.
Total frags.
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
857
0
0
857
205
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1062
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1984
0
0
1984
394
0
0
0
0
0
0
0
0
0
2378
190
49
31
3
2
11
286
308
114
126
548
33258
59
169
33486
2862
19
10
7
17
33
1
3
4
22
37277
Total NMI/NT
19
10
4
1
1
3
38
22
12
34
68
1145
8
37
1190
259
1
6
1
7
3
1
1
2
1
1569
También de este Nivel proceden cinco marcas precocción,
una impresa sobre el arranque de un asa (Fig. 4.48, 0061-53),
dos incisas en el nervio (Fig. 4.61, 6012-5 y 6) y otras dos casi
iguales, también incisas, sobre el tercio superior (Fig. 4.42,
0119-3 y 6) (Mata y Soria 1997, 310, fig. 12, 16.137, 16.181 y
16.182, láms. IX, 1, X, 1-2 y XI, 1-2; Soria y Mata 2015, fig. 15,
16019 y 20). Aunque con diseños variados, Kelin concentra un
número importante de marcas precocción sobre ánfora (Soria y
Mata 2015), tres de ellas en la Vivienda 2, con un elevado NMI
de ánforas repartidas entre la bodega y la sala del hogar.
Las tinajas son el segundo tipo más numeroso dentro de este
grupo (I.2.) (Fig. 4.12 A). El subtipo 1, con hombro no es muy
abundante; los diámetros de boca oscilan entre 32 y 38 cm; se
111
[page-n-125]
han identificado seis variantes de borde pero el mayoritario es
el recto; en algunos casos se han conservado las asas, simples
o compuestas, y las bases son cóncavas o indicadas. La decoración pintada, cuando se da, es muy sencilla.
El subtipo 2, variante 1, sin hombro y cuello indicado, es la
tinaja más numerosa. Los diámetros de boca oscilan entre 21 y
30 cm, siendo los bordes moldurados y salientes los más abundantes. Las bases pueden ser cóncavas o indicadas y apenas se
han documentado asas. La decoración pintada es escasa y con
motivos geométricos sencillos, pero también se puede encontrar
algún baquetón en el arranque del tercio superior.
La variante 2, sin hombro y con cuello corto o destacado, tiene
diámetros de boca entre 17,5 y 32 cm; los labios más comunes son
los subtriangulares; algunas tienen asas y decoración pintada. La
mayoría de estos ejemplares pertenece a producciones antiguas.
Fig. 4.63. Tipología de lebetes (II.6.).
112
Grupo II. Recipientes domésticos
De los 11 tipos reconocidos en este Grupo se han documentado
seis: tinajilla, tinajilla con pitorro vertedor, lebes, kalathos, tarro
y sítula.
Las tinajillas (II.2.) tienen los dos subtipos conocidos pero
en cantidad muy desigual. El subtipo con hombro (II.2.1.) es
testimonial con dos ejemplares de 11 cm de diámetro y borde
engrosado. Una de ellas es de engobe rojo de producción local
(Fig. 4.51, 0069-1), mientras que la otra tinajilla, con perfil de
tendencia cilíndrica y pasta abizcochada pudo ser un producto
foráneo (Fig. 4.43, 0119-40).
Las tinajillas sin hombro y con cuello indicado son las más
abundantes (II.2.2.1.) (Fig. 3.48). Sus diámetros oscilan entre
11,5 y 19 cm, sin que haya uno que destaque especialmente. Los
labios son variados pero el moldurado es mayoritario; la única
[page-n-126]
base asociada con seguridad a una tinajilla es cóncava pero también puede haber indicadas. La decoración pintada geométrica
está presente aunque existe una preferencia por la superficie sin
decorar y con un simple baquetón en el inicio del tercio superior.
También son escasas las tinajillas con cuello destacado (II.2.2.2.)
pues se trata de una reminiscencia de variantes antiguas.
Los recipientes con pitorro vertedor (I. o II.3.) son difíciles
de identificar en cuanto a su tamaño y forma pues, si no están
completos, son iguales a las tinajas y tinajillas. En este Nivel se
han contabilizado ocho pitorros vertedores que se han tenido en
cuenta a la hora de contabilizar el NMI de tinajas y tinajillas.
El lebes es el tipo más numeroso de este grupo (II.6.).
Ninguno de ellos está completo por lo que no se puede asegurar el subtipo al que pertenecen (Fig. 4.63). No obstante,
por lo que se sabe de las cerámicas de Kelin y su territorio, la
mayoría debe corresponder al subtipo sin pie (II.6.2.). El tamaño es un atributo importante y el límite se estableció en 25
cm de boca, aunque no existe un corte brusco entre los menores y los mayores. En este conjunto, los diámetros oscilan entre 12 y 52,5 cm, sin medida alguna que sea mayoritaria. Los
bordes más numerosos son los moldurados, seguidos a bastante distancia de los salientes y en ala; las bases documentadas con seguridad son las indicadas y anilladas. Y, como es
habitual entre las cerámicas de este territorio, dominan los
lebetes sin decoración pintada, con la superficie pulida y un
baquetón en el inicio del tercio superior. Dos de los lebetes
pintados son con seguridad producciones edetanas: borde en
ala, decoración compleja propia de Edetania, uno con asa horizontal trenzada y letra pintada (Fig. 4.47, 0044-0061-58-59
y 0000-0044-0061-33), con un paralelo casi exacto en Arse
(Mata et al. 2000, fig. 2, 5).
Como se ha visto para los kalathoi, los recipientes de transporte
y almacenaje y las ollas de cocina (Fernández Mateu 2000; Bonet
et al. 2007; Marimón 2010), la capacidad de los lebetes también
puede ser relevante a la hora de su clasificación más allá de sus
atributos métricos y morfológicos (Mata 2017 a).
El kalathos no es una forma característica de Kelin, de la
que tan sólo se han encontrado algunos fragmentos de ala y borde moldurado. Finalmente, se han documentado dos fragmentos
de bordes salientes de tarro (II.10) y sítula (II.11.).
Grupo III. Vajilla de mesa
En el Nivel 7, el Grupo III está representado por los tipos más comunes: botella, jarro, caliciforme y plato (Figs. 4.64 y 4.65).
La botella de tendencia bitroncocónica es la más abundante
(III.1.1.). El labio es saliente y los diámetros están entre 12 y 14 cm;
la única base asociada es alta (Fig. 4.52, 0181-2). La decoración
puede ser pintada o limitarse a un baquetón en la base del cuello.
Fig. 4.64.- Tipología de Vajilla de Mesa (Grupo III). Servicio de bebida.
113
[page-n-127]
Fig. 4.65. Tipología de la Vajilla de Mesa (Grupo III). Servicio de comida.
El jarro de boca trilobulada (III.2.1.) es el único subtipo
documentado tanto sin decorar como con engobe rojo (Fig.
4.49); en ambos casos puede llevar un baquetón en la base del
cuello. La base anillada es la más común y las asas son geminadas o acintadas.
El caliciforme es el único recipiente identificado para beber (III.4.) y excepto uno (III.4.2.) todos pertenecen al subtipo de cuerpo globular y cuello cilíndrico (III.4.1.). Los de
tamaño grande son menos numerosos con diámetros de boca
alrededor de los 12 cm; los pequeños muestran una mayor
variabilidad entre 7 y 10 cm, pero con bastantes ejemplares
entre 7,5 y 8,5 cm. El resto de atributos son similares para los
dos subtipos y variantes: labio saliente, base anillada y sin
decoración con pocas excepciones. En cuanto a las calidades
114
domina la cocción oxidante pero un tercio de los ejemplares
es de producción reductora, todos del subtipo pequeño (Fig.
4.52, 0181-1).
El plato con borde exvasado (III.8.1.) está representado por los dos subtipos conocidos (Fig. 4.65). El grande
(III.8.1.1.) tiene diámetros muy variados entre 18 y 27 cm; el
borde dominante es el ala simple aunque también hay otras
variantes; las bases son altas y anilladas; la decoración pintada es escasa así como la presencia de orificios de suspensión
hechos precocción. Hay un número importante de platos de
cocción reductora, siempre sin decoración (Fig. 4.12 B).
El plato pequeño (III.8.1.2.) presenta una variabilidad menor
en los diámetros (11-12,5 cm); los bordes son, ante todo, salientes junto a otras variantes menos frecuentes; las bases son siempre
[page-n-128]
anilladas; la decoración más característica son los acanalados en la
zona de la carena. Apenas llevan decoración pintada y orificios de
suspensión; y mayoritariamente son de cocción oxidante.
La pátera (III.8.2.) está muy bien documentada en Kelin
en sus dos subtipos y con atributos muy similares. Los
bordes suelen ser simples, alguna vez biselados y alguno del
subtipo grande muestra una hendidura que permite ajustar
una tapadera como en los pyxides griegos. Las bases son
anilladas; los pocos orificios de suspensión se han localizado
en el subtipo pequeño, lo mismo que la escasa decoración,
pintada o incisa. Los diámetros de boca del subtipo grande
(III.8.2.1.) oscilan entre 17 y 24 cm; y los del pequeño
(III.8.2.2.) entre 8 y 15 cm.
La escudilla (III.8.3.) está representada, ante todo, por el
subtipo 1 y algún ejemplar del 2, pero tienen las mismas características. Labios sin diferenciar o engrosados ligeramente por
el interior; diámetros de boca entre 22 y 25 cm; cocción reductora y oxidante; en este último caso, suelen llevar decoración
pintada bícroma, formando motivos lineales simples.
Estos recipientes, junto con el único cuenco (III.9.) recogido, y las páteras grandes son apropiados para comer alimentos
líquidos o semisólidos (con caldo) mientras que las páteras pequeñas debieron tener un papel auxiliar en la mesa y, en algún
caso, para uso de los miembros más pequeños de la familia.
Grupo IV. Microvasos
Se trata del grupo menos numeroso con sólo tres tipos reconocidos. La botellita (IV.1.) tiene los dos subtipos pero una sola
variante, es decir, perfil globular y quebrado con cuello indicado
(IV.1.1.2. y IV.1.2.2.). Los atributos que las definen son similares: bocas entre 3,2 y 7 cm de diámetro; borde saliente o saliente
y engrosado; base cóncava o anillada; sin decorar o con engobe
rojo. Entre las de engobe rojo se diferencian las de producción
comarcal (Fig. 4.57, 0009-0021-7) y las procedentes del SE
(Fig. 4.43, 0119-28; Fig. 4.57, 0021-14).
Además hay un ungüentario (IV.2.) y alguna copita (IV.3.),
ambos sin decorar.
Grupo V. Objetos auxiliares
Excepto las colmenas (Tipo 3), se documentan todos los tipos
aunque de forma desigual.
Las tapaderas (V.1.) no son numerosas y sólo se reconocen
los subtipos con pomo discoidal (V.1.1.) y anillado (V.1.2.); los
bordes pueden ser sin diferenciar, saliente y engrosado (Fig.
4.57, 0009-0021-8).
El soporte (V.2.) está representado por un único ejemplar
incompleto, perforado. Este subtipo no se había documentado
en el primer repertorio publicado por lo que obliga a incluir
un nuevo subtipo, es decir, el 6 (Fig. 4.55, 0052-6) (Mata y
Bonet 1992). Su catalogación como soporte ha sido posible
gracias a las piezas enteras del alfar de Casillas del Cura
(Venta del Moro) (Martínez Valle et al. 2001, fig. 2, 4). La
cronología de este horno es anterior al Nivel 7 pero hay que
señalar que la pieza encontrada está incompleta y puede ser
un objeto residual.
El mortero (V.4.) y la mano de mortero (V.5.3.) están documentados por sendos ejemplares. No constituyen un conjunto pues el mortero se encontró en la Vivienda 4 (Zona A)
y la mano de mortero en la Vivienda 2 (Zona B). El mortero
es de base anillada, pintado por el exterior y con incisiones
por el interior (Fig. 4.61, 6004-1); mientras que la mano de
mortero pertenece al subtipo radial, que es el más común en
Kelin y su territorio.
Como embudo (V.6.1.), con ciertas dudas, se ha clasificado
una pieza entera de mediano tamaño, con labio sin diferenciar y
pomo robusto, perforado (Fig. 4.43, 0119-18).
Los tejuelos (V.6.3.), piezas recortadas de paredes, aumentan su presencia en este nivel, mayoritariamente sin decoración
y sin perforar; los más completos pesan entre 8,2 y 30 g máximo (Fig. 4.66). El peso de los mismos es semejante al de las
fusayolas por lo que pudieron desempeñar el mismo papel (Fig.
4.68), sólo que su forma no es tan aerodinámica para ejercer esa
función. No obstante, pueden tener usos variados como ya se ha
apuntado: fichas, pesos, tapaderas (Mata y Bonet 1992).
Fig. 4.66. Peso de los tejuelos (V.6.3.), en gramos.
UE
450
452
351
428
498
498
409
409
225
208
208
208
208
208
347
306-354
101
101
101
190
190
190
101
101
200
200
200
200
200
200
103
119
119
119
119
Nivel y Fase
Peso g
Cerámica
23
23
323
31
3
3
411
411
412
413
413
413
413
413
413
42
5
5
5
5
5
5
63
63
519
519
519
519
519
519
7202
7302
7302
7302
7302
8,11
10,98
6,36
14,58
25,82
12,98
8,37
16,38
23,43
47,65
17,69
17
20,54
23,89
8,72
20,07
30,7
11,7
12,3
17,17
7,84
13
16,86
21,2
8,35
10,7
24
20,92
10,16
9,73
17,5
9,1
8,2
11,9
30
Ant
Cui, 1/2
Graf
Semi
M semi
A
Tosca, 1/4
Graf
Fen
Tosca
Tosca
Tosca
Tosca
Semi
Ant
Ant
A
Ant
Ant
Tosca, 1/2
Tosca, 1/4
Tosca, 1/4
A
Ap
Ant, 1/2
Ant, 1/2
Ant, 1/4
Ant
B, 1/2
B
A
A
A
A
Ap
115
[page-n-129]
Las pesas de telar (V.7.) han sido muy abundantes aunque
algunas de ellas no se han podido clasificar debido a su deficiente estado de conservación. El subtipo más numeroso es
el troncocónico (V.7.1.), seguido por el cuadrangular (V.7.2.),
paralelepipédico (V.7.3.) y discoidal (V.7.4.). Todos tienen una
factura similar: sin cocer, un orificio de suspensión y, cuando la llevan, decoración incisa o impresa en el lado superior
(Fig. 4.42, 0118-54; Fig. 4.48, 0044-1 y 4, 0061-32; Fig. 4.51,
0055-1, 4 y 14). Tan sólo uno está cocido y presenta dos orificios de suspensión (Fig. 4.56, 0110-3). El subtipo discoidal
(V.7.4.) no es común en yacimientos ibéricos de otras zonas
pero los cinco ejemplares recuperados se encontraron junto a
la puerta de la Vivienda 3, formando un conjunto de 28 pesas
(Figs. 4.50 A y 4.51, 0055-4). Las pesas discoidales también
fueron citadas por Pla formando parte de un lote de más de
25 en el Departamento 11 (Pla 1980, 53) que es una de las
estancias de la Vivienda 4. Y, así mismo, hay bastantes entre
los materiales depositados en la Colección Museográfica de
Caudete de las Fuentes.
El peso menor corresponde a una pieza discoidal de 127 g
y otra con decoración incisa recuperada en el nivel islámico
(Fig. 6.5, 0105-2) de unos 100 g; el rango siguiente se puede
establecer a partir de 300 g; y seis superan el kilo pero sin
llegar a los 1200 g. Sólo una del Nivel 63 pesa más de 1300 g
(Figs. 4.29, 0101 b-1 y 4.67).
Las fusayolas también constituyen un grupo numeroso
tanto acéfalas (V.8.1.) como con cabeza (V.8.2.). Las acéfalas
están presentes en cinco de las seis variantes conocidas, siendo la bitroncocónica la más abundante y estando ausentes las
molduradas (Fig. 4.39, 0202-1; Fig. 4.48, 0044-13, 26 y 42).
En cambio, sólo hay dos variantes de fusayolas con cabeza, la
troncocónica y la moldurada (Fig. 4.48, 0044, 0061 y 006110). Algunas tienen decoración incisa o impresa pero no es lo
común. Todas se recuperaron en la Vivienda 2 y la mayoría
se encontró entre el derrumbe de la cubierta de la bodega, lo
mismo que un pequeño lote de pesas de telar.
Los pesos son muy variados con un mínimo de 4,3 g y un
máximo de 42,03 g (Fig. 4.68). El peso está indicando el grosor
del hilo que se podía elaborar con ellas tanto lana como lino. En
un estudio sobre fusayolas se establecieron seis grupos de pesos
relacionados con el grosor del hilo. En Kelin, están representados
los cuatros primeros grupos. El inferior a 15 g proporciona hilos
entre 0,33 mm (lino) y 0,47 mm (lana media) (12 fusayolas); de
15 a 25, 0,39 mm (lino) y 0,6 mm (lana media) (3 fusayolas); una
tiene 30,9 g para hilos entre 0,45 mm (lino) y 0,7 mm (lana media); y otra con 42 g para hilos entre 0,45-0,6 mm (lino) y 0,7-0,9
mm (lana media) (Antón Peset 2018, 241-244, fig. 4.30).
Grupo VI. Imitaciones
Las piezas identificadas en este grupo forman parte de la vajilla de mesa pues tan sólo se han identificado una copa con asa
horizontal y cuatro platitos de la F 28 Lamb, producción propia
de Kelin y su territorio (Mata y Quixal 2014, 56, figs. 2 y 4-16)
(Fig. 4.58, 0138-13, 14, 15 y 23).
Cerámica de cocina
La cerámica de cocina ha sido abundante en este nivel, especialmente, en la Vivienda 2. Supone el 7,7% de los fragmentos y el
16,5% del NMI del Nivel 7. Casi todos los tipos están presentes
aunque con pocas variantes (Figs. 4.69 y 4.72).
116
Fig. 4.67. Peso de las pesas de telar, en gramos.
UE
Nivel, Fase
Peso g
101
110
118
118
118
119
119
91
91
91
44
44
44
44
44
44
44
61
53
53
53
53
53
53
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
105
63
7220
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
9
1333,7 (inc)
608,9
1175,3
411,5 (inc)
858
706,5
894,2
734,3
973,6
808,9
801,6
999,4 (inc)
1046,2
1139
596 (inc)
720 (inc)
775,5 (inc)
761 (inc)
322,5
353,5
629 (inc)
635,5
837,5 (inc)
957,5
127
296
339 (inc)
480
485
518 (inc)
543
564
581 (medio)
617,1
684
701 (inc)
705
787
787
808
1070
1102
888,3
902
942
100,2
[page-n-130]
Fig. 4.68. Peso de las fusayolas, en gramos.
UE / Zona
319
208
208
190
149
270
202
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
61
61
119
119
8
8
105
105
B
C
Nivel, Fase
Peso g
Materia
411
413
413
5
7102
7102
7202
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
8
8
9
9
10
10
14
13,76 (media)
17,16 (media)
24,28
26
7
42,03
4,3
5,9
7,3
8,6
10,01
12
12,2 (inc)
12,3
13,2
14,2 (inc)
15,3
16,4
17,1
18,4
19,9
21,5
22 (inc)
11,59
7,71 (inc)
17,3
30,9
13,34
13,58
21,3
24,9
18,22
19,61
HU
M tosca
M tosca
A
A
HU
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
Las ollas grandes y pequeñas son las más numerosas, con una
amplia variedad de bordes, con bases cóncavas o planas y apenas
algunas con decoración incisa, acanalada o aplicada en la parte
alta del tercio superior (Fig. 4.69). De todas ellas destacan dos por
su decoración impresa, aspecto poco común en esta clase cerámica incluso en el territorio de Kelin donde las cerámicas de Clase A
con decoración impresa constituyen una producción propia.
Una de las ollas tiene una serie de roleos en la base del cuello, interrumpida por una herbácea (Fig. 4.45). Esta decoración de
roleos impresos sobre Clase B se ha encontrado en varios yacimientos del N y O de la Contestania como Covalta (Albaida), Alt
de Valiente (Manuel), La Serreta (Alcoi, Cocentaina, Penàguila)
(Valor et al. 2005, 113, fig. 7) y en L’Alcúdia (Elx) (Ronda 2018,
171, fig. 200), Tossal de Manises (Alacant), además de ejemplares
inéditos en Illeta dels Banyets (El Campello);2 pero no se han encontrado motivos semejantes a la herbácea. La segunda olla, con
impresiones a peine en el hombro, tiene un paralelo bastante preciso en El Amarejo (Bonete) (Broncano 1989, 254, fig. 153, lám.
CXVIII), impresiones que también se plasmaron en una olla de El
Palao (Alcañiz), de otra zona y una cronología más tardía (Marco
2003, 59, fig. 8, 4) (Fig. 4.44, 0119-10).
La existencia de estas ollas de cocina casi iguales en zonas muy alejadas plantea cuestiones sobre el tipo de relaciones e intercambios que se establecerían en torno a estas
cerámicas que no pertenecen a la categoría de objetos de lujo
ni de transporte.
Otro aspecto a tener en cuenta en las ollas es su capacidad.
En el ensayo de tipología para determinar el tamaño de las mismas sólo se tuvo en cuenta su altura (Mata y Bonet 1992) pero,
años más tarde, se pudo comprobar que la capacidad daba resultados mucho más interesantes (Marimón 2010). No obstante,
el hándicap de esta aproximación radica en la escasez de piezas
completas o restauradas y publicadas.
En Kelin hay 11 piezas a las que se puede calcular el volumen, incluidas dos ollas de los Niveles 6 y 8 (Fig. 4.69), cuyos
resultados se pueden ver en las Figs. 4.70 y 4.71. En relación a
los grupos establecidos por Marimón (2010, fig. 6) se aprecia
cómo las capacidades más pequeñas se amplían, con cantidades inferiores al medio litro; el grupo entre 1 y 2 l apenas tiene representación en esta muestra; el tercer grupo tiene pocas
coincidencias con lo observado en otros yacimientos; y, entre
las mayores capacidades, destaca una de 31 l, anteriormente no
contemplada, más la repetición de los 42 l.
La cazuela (B 2.) sólo está presente con un fragmento, a pesar
de ser un tipo bien documentado en Kelin (Mata 1990, fig. 60, 1-5).
El braserillo (B 3.) es un tipo especialmente significativo
en Kelin pero de formas variadas (Fig. 4.72). Se han encontrado cinco más o menos completos con pie alto o destacado,
asa circular y diámetros de boca entre 10 y 12 cm. Los orificios son mayoritariamente triangulares. Tres pertenecen a la
Vivienda 2, uno al Departamento 20 y otro a la Calle 3; otros
incompletos se han encontrado en los demás espacios excavados. Para una aproximación a su funcionalidad y uso, es importante destacar que las viviendas 1, 2 y 3 tenían braserillos
entre sus ajuares domésticos.
Su funcionalidad sigue siendo controvertida pues no es un
objeto generalizado en el ámbito ibérico, pero lo cierto es que el
asa y su pequeño tamaño facilitan su transporte, convirtiéndose
en un auténtico hornillo móvil de múltiples usos.
Se pudo utilizar para cocinar con una olla pequeña (Iborra
et al. 2010, 106) (Fig. 4.73) o entre brasas; también es posible
mantener caliente algún alimento, conservar las brasas en ascuas y como punto de iluminación.
En la alfarería tradicional se conoce como anafre o anafe y
aparece en escenas cotidianas inmortalizadas por grandes pintores como “Vieja friendo huevos” de Velázquez (1618) o “Las
vendedoras de rosquillas en una calle de Sevilla” de Wssel de
Guimbarda (1833-1907).
2 Agradecemos esta información proporcionada por Mercedes Tendero Porras de la Fundación Universitaria de Investigación Arqueológica La Alcudia.
117
[page-n-131]
Fig. 4.69. Ollas de Clase B.
118
[page-n-132]
Fig. 4.70. Gráfica con los
volúmenes de las ollas.
La jarra con boca trilobulada (B 4.1.) o circular (B 4.2.) está
representada por uno y dos ejemplares, respectivamente, bastante completos, en la Vivienda 2, además de fragmentos en el
Departamento 19. El subtipo 2 pudo tener un uso como la olla
pues la única diferencia es el asa; en cambio, el subtipo 1, con
el cuello más estrecho tiene que estar vinculado al servicio de
líquidos (Figs. 4.47, 0044-4970 y 4.72).
La botella (B 5.) es un tipo infrecuente y de él sólo se conocen fragmentos.
La tapadera (B 6.) más común es la que tiene el pomo anillado, algunos perforados, y borde en ala. A pesar de ser un
elemento auxiliar de las ollas, siempre se encuentra en menor
número que éstas (Figs. 4.72 y 4.73).
En Diversos (B 7.) se ha catalogado un cuenco (7.1.) de base
plana y una fusayola acéfala troncocónica (B 7.9.2.). Este último tipo y subtipo no estaba recogido en el primer ensayo tipológico (Mata y Bonet 1992).
Cerámicas importadas
Las importaciones son pocas y apenas hay novedades respecto
a anteriores publicaciones. Las cerámicas griegas son las más
numerosas con algunos fragmentos de figuras rojas pero, ante
todo, de barniz negro. Un kylix-skyphos y las formas Lamboglia 40, 42 y 21 son la únicas documentadas sin que se aprecie
una especial concentración en alguno de los espacios. Todas
están fechadas en el siglo IV a. C. y sólo dos merecen un comentario más detallado. La copa Lamb. 40 es la única pieza
entera, muestra el cuerpo liso y uña en reserva; el barniz está
bastante deteriorado en el labio, las asas y en la panza, dejando
ver la superficie rojiza de la pasta (Fig. 4.43). La Lamb. 21,
bastante completa, tiene ciertas peculiaridades: en reserva, la
uña y la unión entre el cuerpo y el pie; se aprecian por el interior restos del círculo de apilamiento; la decoración impresa
es de seis “palmetas” entrelazadas, “palmetas” que tienen la
peculiaridad de estar impresas en negativo en el interior de un
sello; doble impresión de ruedecilla bastante irregular; en el
fondo externo lleva un grafito postcocción en griego ME, con
las letras ligadas (Fig. 4.61, 6012-1). Se puede leer como una
abreviatura tanto de metpon como de megaloi, términos de ca-
rácter comercial relacionados con medidas o precios (Sparkes
y Talcott 1972, I, 4 y 62; II fig. 22, 126; Johnston 1979, Tipo
10E, 67, 135 y 213).
Datada entre los siglos III y II a. C. hay un borde saliente de
cerámica de Cales (Fig. 4.52, 0181-6).
Las ánforas foráneas se limitan a dos asas de ánforas púnicas y algunos fragmentos informes de ánfora itálica. El asa
más completa (Fig. 4.58, 0159-2) pertenece al tipo 8.1.3.2. de
Ramon,3 procedente de talleres ebusitanos, datada entre el 200 y el
120 a. C. (Ramon 1995, 223-224).
Dentro de las importaciones del circuito intermedio o regional hay que citar un conjunto de piezas ibéricas que, con seguridad, proceden de otros territorios ibéricos como un pivote
de ánfora de Arse (UE 0023), dos lebetes edetanos (Fig. 4.47,
0044-0061-58-59 y 0000-0044-0061-33) y dos botellitas de barniz rojo del SE (Fig. 4.43, 0119-28; Fig. 4.57, 0021-14).
Sobre las cerámicas de cocina con decoración impresa y la tinajilla de pasta abizcochada todavía es pronto para saber si son importaciones o no. Pero la amplia dispersión de las primeras apunta, al
menos, a que fueron un producto que se intercambió de algún modo.
Objetos metálicos
Los objetos metálicos han sido especialmente numerosos en
este Nivel y, sobre todo, en la Vivienda 2. Los útiles de hierro se
han conservado mal pero aun así se han identificado herramientas relacionadas con tareas agrícolas y artesanales.
Entre los aperos hay un legón (II.12.) con hoja de tendencia rectangular y cuyo enmangue conservaba restos de carbón
de una rosácea4 (Fig. 4.46, 0141-0148-19); hay además, en la
misma Vivienda 2, una reja de arado de grandes dimensiones
(II.10.) (Fig. 4.74). Una picoleta (II.5.), con ambos extremos
apuntados, se pudo gastar tanto en la agricultura como en otras
actividades (Fig. 4.46, 0118-4).
3 Agradecemos a Joan Ramon la clasificación mediante foto y dibujo
del asa.
4 Agradecemos la identificación a Elena Grau Almero, del Dep.
de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga de la Universitat de
València.
119
[page-n-133]
Fig. 4.71. Capacidad de las ollas.
120
[page-n-134]
Fig. 4.72. Otras formas de Clase B.
Fig. 4.73. Montaje de ollita, braserillo y tapadera con piezas de la
Colección Museográfica “Luis García de Fuentes” (Caudete de las
Fuentes).
Unas tenazas no muy grandes (III.19.) y un lingote de hierro (VI.12.) se encontraron en el suelo del taller de forja en la
Vivienda 2 (Figs. 4.46, 0148-2 y 4.90), lo que puede explicar la
cantidad y variedad de piezas encontradas en esta Vivienda. Las
escorias de hierro y bronce (VI.1.) están más repartidas y son
desechos encontrados fuera del lugar de uso.
Relacionados con la carpintería y la construcción, de forma directa o indirecta, están los herrajes para sujetar tablones (V.11.), los
clavos (V.1.), los punteros (V.12.) y un posible pestillo (VI.19.). Los
herrajes se conservaban fragmentados en las viviendas 2 y 3, pero
sólo los de la Vivienda 2 podrían corresponder a una puerta (Fig.
4.46, 0118-66 y 67, 0119-3). El espacio entre láminas (3,5/ 4 cm)
y el grosor de las mismas son casi iguales a las pletinas de La Bastida de les Alcusses (Moixent) (Tortajada 2011, 80-81), indicando
el grosor de las tablas de madera; la anchura de las mismas no era
uniforme pues los remaches no están distribuidos uniformemente
en la pletina. La longitud debía ser menor que en La Bastida de les
Alcusses, pues en Kelin se trata de puertas de vivienda y no las de la
entrada al asentamiento.
El fragmento de la Vivienda 3 tiene un espacio entre las pletinas de poco más de 1 cm y lo mismo sucede entre los remaches
por lo que no debieron pertenecer a una puerta sino a algún tipo
de mobiliario, caja o arcón (Fig. 4.52, 0181-1).
Los clavos se pudieron utilizar tanto en las puertas como
en las vigas y mobiliario; suelen ser de sección cuadrada y
cabeza discoidal (Fig. 4.46, 0118-65 y 0141-63). Los punteros
121
[page-n-135]
Fig. 4.74. RX de una reja de arado (UE 0119-23) (Trinidad Pasíes,
Museu de Prehistòria de València).
Fig. 4.75. Posible pestillo de hierro en el momento de su hallazgo
(6009-3) (fotografía J. P. Valor).
(V.12.) se relacionan ante todo con la cantería pero tampoco
se puede descartar su uso en carpintería, construcción o forja
(Fig. 4.48, 0044-19 y 28).
Como un posible pestillo para puerta se ha identificado
una larga pieza apuntada con un vástago transversal (Fig. 4.61,
6009-3). Se encontró cerca del vano de acceso entre los Departamentos 24 y 11 (Fig. 4.75).
Otro objeto de identificación incierta es una pieza en forma
de herradura, con extremos acabados en punta, encontrado en
el taller de forja de la Vivienda 2 (Fig. 4.46, 0148-1). Se proponen dos posibilidades de catalogación. Una es que se trate de
una cuchilla o chifla (III.11.); se utilizaría enmangada por los
extremos apuntados, que presentan signos de haber sido machacados. Estas cuchillas se asemejan a las garaturas utilizadas
por los pelambreros para limpiar las pieles (Sanahuja 1971, 96,
fig. 18, 2 y 3) o para cortar piel como ha experimentado uno
de nuestros colaboradores.5 La segunda posibilidad es que se
trate de una herradura sin terminar pues le faltan los orificios
de sujeción. Una pieza similar se publicó procedente de Iasos,
sugiriendo que se trataba de una herradura para un mulo por su
pequeño tamaño (Romagnoli 2013, 17, fs. 2 der. y 5). La pieza
de Kelin es mucho mayor que la de Iasos. Restos de madera se
recuperaron en la superficie de la hoja, identificados como Pinus sp. muy alterado por la putrefacción (Fig. 13.14) (vid. Cap.
13 “Identificación de madera…”).
Otros objetos en hierro son un posible mango de instrumento (Fig. 4.39, 0161-2), un gancho (Fig. 4.46, 0148-20), una hoja
de azuela totalmente exfoliada (Fig. 4.52, 0181-7), unas pinzas
y un ponderal de 98,28 g después de eliminarle el óxido (Fig.
4.57, 0021-4), además de otras piezas difícil identificación.
En bronce destacant tres fíbulas, un anillo, un caldero y
un posible cazo, es decir, objetos persona les y relacionados
con la comensalía.
Dos de las fíbulas son tipo La Tène de pequeño tamaño.
Una está entera, con cuatro espiras a cada lado y la cuerda
del resorte por el exterior; el apéndice es en forma de balaustre moldurado (Fig. 4.53). La segunda es similar pero
el muelle está incompleto y el pie está adherido al puente
por la oxidación (Fig. 4.61, 6014-6). Ambas corresponden
al modelo 8 A.I. de Argente, datado entre finales del siglo
IV a. C y mediados del III a. C. (Argente 1994, 84-88 y 93),
aunque Cuadrado (1978, 309 y 327) le dio una cronología
más precisa entre el 400 y el 325 a. C.
La tercera es una fíbula anular completa con el aro partido
y deformado (Fig. 4.57, 0021-1). También es de pequeño tamaño, de tres piezas, con el puente de navecilla y charnela de
bisagra (Cuadrado 1957). Corresponde al tipo 6C de Argente,
fechado entre el siglo IV y la primera mitad del III a. C. (Argente 1994, 192, fig. 21, 80).
El anillo es de chatón ovalado con una decoración incisa, en
apariencia geométrica (Fig. 4.46, 0119-64).
El caldero se encontró muy fragmentado e incompleto, pues
tan solo se puede reconstruir la parte superior. El labio es triangular
y el perfil, quebrado; conserva un asa de bronce y sus remaches de
sujeción; la segunda asa debió sustituirse en un momento dado por
una anilla de hierro que también se ha conservado (Fig. 4.46, 011921 y 57; Fig. 13.12). Según los análisis realizados se trata de una
aleación de cobre 84% y estaño 16% apta para el trabajo de batido
que da como resultado piezas en bronce de mediano tamaño y de
paredes finas como las del caldero; son destacables las reparaciones realizadas en su periodo de su uso, aplicando en frío recortes
de lámina de bronce remachados (Fig. 4.76 y 13.9) (vid. Cap. 13
“Restauración y análisis…”).
La parte conservada se asemeja al tipo 2 (caldero de una sola
pieza) de Faro (2015, 53 y 54, fig. 44, 1.16) con una cronología
similar a la del Nivel 73, aunque no se puede asegurar que fuera
tan profundo.
El otro recipiente de bronce pudo ser un cazo por el pequeño
diámetro de la boca, pero no se ha conservado el mango (Fig.
4.46, 0119-26). También podría ser un cuenco para beber (Armada 2008, fig. 10) pero esta posibilidad parece poco probable
dada la variedad y cantidad de recipientes para ese uso existentes en el mundo ibérico y en la Vivienda 2 en particular.
5 Ignacio Fuertes Cabo reprodujo la pieza en hierro y estuvo cortando piel con ella (noviembre-diciembre de 2015).
Fig. 4.76. Detalle interior (izquierda) y exterior (derecha) de una de
las reparaciones del caldero (fotografía E. García).
122
[page-n-136]
Fig. 4.77. Espuela del Departamento 11 (fotografías Archivo Museu de Prehistòria de València y dibujos C. Atiénzar, 2013).
En 1959, cuando se excavó el Departamento 11, que forma parte de la Vivienda 4, Pla señaló la recuperación de “un arco de fíbula
de buen tamaño” (Pla 1980, 53). En 1991, se describió como una
lámina estrecha, rígida y arqueada, con una anillita en un extremo
y una perforación central (Mata 1991, 173, fig. 91, 35). Una nueva
revisión de la pieza permitió identificar la pieza con una espuela
rígida, con los extremos rematados en sendos prótomos de cánido,
en la boca de uno de ellos se aloja una pequeña anilla de sujeción,
el aguijón está desplazado pero no se conservaba (Atiénzar 2013)
(Fig. 4.77). Una espuela con remates semejantes y de la misma cronología, se encontró en la necrópolis de Hoya de Santa Ana (Chinchilla de Montearagón) (Blánquez 1990, 276, fig. 75, 2122). El
último ejemplar conocido procede de la cámara funeraria de Piquía
(Arjona). Se publicó como un asa de bronce pero tiene todas las características de una espuela rígida, rematada en sendas cabezas de
cánido en cuyas bocas abiertas hay una argolla de sujeción; le falta
el acicate pero en la imagen publicada parece que estaba centrado
(Ruiz Rodríguez y Molinos 2017, 89).
De otros metales, se han recuperado fragmentos indeterminados de plomo y una pulsera de plata. Ésta es de sección circular con
los extremos adelgazados y anudados en el lado opuesto con un par
de vueltas, cuyo peso es de 69,24 g (Fig. 4.46, 0008-7), del subtipo
IIIA de De la Bandera (1984, 370). Se analizó con difracción de
rayos X (XRF), proporcionando una composición del 66% de plata
y un 34% de cobre (Ferrero et al. 1999, 197, 199 y 200).
Objetos de piedra
En piedra trabajada también hay algunos objetos pero la mayoría
son fragmentos difíciles de identificar con un útil concreto. Hay
cantos trabajados, sílex, cuarzo, losetas, tejuelo, molederas y fragmentos de molinos barquiformes reutilizados en la construcción de
muros (Fig. 3.52; Fig. 4.46, 0148-21; Fig. 4.51, 0069-3; Fig. 4.52,
0046-1 y 2; Fig. 4.55, 0027-1; Fig. 4.56, 0110-5; Fig. 4.62). Una
piedra de molino circular pasiva se encontró directamente sobre el
suelo de una de las habitaciones de la Vivienda 2. Por su diámetro
(54 cm) pertenece a un molino de gran tamaño con la superficie piqueteada de forma ordenada (Alonso y Pérez Jordà 2014, 241-245,
fig. 6) (Figs. 4.97 A y 5.7).
Objetos de hueso y marfil
(M. Blasco Martín)
El conjunto de piezas de época ibérica, desde el siglo V al I
a. C. (Fig. 3.49) está compuesto por dos astrágalos de ovicaprinos trabajados (tabas), una fusayola (Fig. 3.50, 0270) (vid.
Cap. 3 “Objetos de hueso…”), una aguja, un peine de marfil, el
fragmento distal de una pieza apuntada y el soporte óseo de un
artefacto en proceso de elaboración (Fig. 4.61 y 4.78).
El astrágalo es un hueso corto que forma parte del tarso de
los plantígrados y ungulados, que conecta con la tibia y el peroné
por su parte superior y con el calcáneo por la inferior. La presencia de conjuntos de astrágalos naturales y/o trabajados es habitual
en época ibérica tanto en necrópolis formando parte del ajuar de
ciertas tumbas (Cuadrado 1987; García Cano et al. 2008; Verdú
2015; García Huerta et al.2018) como, en menor medida, en los
poblados (Fletcher et al. 1969; Bonet y Mata 2002). Se interpretan fundamentalmente como elementos de juego o de azar habituales en las culturas orientales y mediterráneas de la antigüedad
aunque su relación con el mundo de la adivinación y de lo simbólico no puede ser descartada (Segura y Cuenca 2007; Blasco
Martín 2016). En cualquier caso, lo cierto es que la presencia de
las tabas en este sector de Kelin es anecdótica, habiéndose docu123
[page-n-137]
Fig. 4.78. Piezas de hueso. Astrágalos trabajados, 0008 y 0118-0119; apuntado, 0052-3; soporte, 0101 (fotografías M. Blasco).
mentado tan solo dos ejemplares de ovicaprino.6 La 0118-0119 se
corresponde con un astrágalo derecho que presenta un desgaste
por abrasión en las caras lateral y medial. La 0008 es una taba
izquierda que no presenta marcas de abrasión que regularicen la
superficie del hueso, pero cuenta con una perforación circular bidireccional (desde la cara dorsal y plantar) en la parte central de
0,2 cm. Ambas piezas están quemadas, la primera de ellas calcinada, con una coloración blanquecina, mientras que la segunda
presenta una tonalidad negruzca.
La pieza 6011 es un peine sencillo, rectangular, cuyo puente,
recto, está ligeramente combado (Mata et al. 2017, 150) (Fig.
4.61, 6011-4). Tiene 41 dientes protegidos por dos patas rectilíneas. Puede distinguirse en ambas caras una doble línea horizontal incisa que marcaría, para el artesano, el límite de ejecución del dentado. Cuenta, además, con una perforación circular
de 0,4 cm de diámetro que permitiría llevar la pieza colgada.
Está decorado por ambas caras con motivos incisos, en una de
ellas aparecen dos aves esquemáticas de perfil, dispuestas hacia
el lado izquierdo, con cuello largo y pico corto con las alas extendidas y el plumaje detallado. En la cara opuesta, dos cánidos
enfrentados con la cola alzada y las patas estiradas en actitud de
salto o ataque. En las partes medial y proximal de los laterales
de la pieza se tallaron unas molduras.
Sin duda, este objeto dentado recuperado en el Departamento 24 de la Vivienda 4 es la pieza más destacada de la colección de materias duras animales trabajadas de Kelin. Se trata
del único objeto de marfil documentado en el asentamiento. La
ejecución de este peine, como en general este tipo de piezas
de factura cuidada y de material ebúrneo, está relacionada con
un artesanado especializado que trabajó con una materia prima
exótica y de una importancia económica y de prestigio social
destacada. Lo más probable es que este objeto llegara a Kelin
por algún sistema de intercambio.
6 Hay un pequeño lote de ejemplares perforados y quemados en la
Colección Museográfica “Luis García de Fuentes” de Caudete de
las Fuentes.
124
La aguja de hueso con doble perforación circular se elaboró
sobre una diáfisis de hueso largo de macromamífero (Fig. 4.61,
6012-7). Es un útil interesante puesto que las agujas de doble
perforación no son comunes en la Edad del Hierro.
Los otros dos artefactos de hueso se corresponden con el
fragmento distal de un útil apuntado, probablemente un punzón, y con un soporte realizado sobre diáfisis de hueso largo
(Fig. 4.78, 0052-3 y 0101). Esta última pieza (0101), nos resulta especialmente interesante ya que evidencia otras fases de la
cadena operativa de fabricación de útiles de hueso. Se trata de
una varilla, con marcas de desbastes a partir de la cual según su
forma y dimensiones podría elaborarse un alfiler, aguja o útil
similar. Fue recuperada en la Calle 3 lo que podría indicar que
parte del trabajo del hueso era elaborado en espacios abiertos o
que se tratase del soporte de una pieza fallida, desechada por no
adaptarse a las características deseadas del útil final que se fuese
a manufacturar.
Las actividades económicas
Las actividades de subsistencia y transformación de este Nivel 7
están mejor definidas que en los siglos anteriores, incluso algunas de ellas se pueden asociar a espacios concretos.
El paisaje y los recursos forestales a través del registro
antracológico
(S. de Haro Pozo)
En este Nivel se ha recuperado un total de 1.282 fragmentos
de carbón vegetal, procedentes en su mayoría de rellenos (Fig.
4.79). Parece confirmarse la tendencia de apertura del bosque
de las primeras etapas ya que la frecuencia de encinas, coscoja
(Quercus ilex-coccifera) y quejigo (Quercus caducifolio) desciende considerablemente, aumentando los porcentajes de pino
carrasco (Pinus halepensis) que llegan a alcanzar frecuencias
relativas superiores a la de los pinos negral y albar (Pinus nigrasylvestris). Los pinos carrascos junto con los madroños (Arbutus unedo), jaras (Cistus sp.), brezos (Erica multiflora), enebros
(Juniperus sp. comuni-oxycedrus) y leguminosas indican que la
[page-n-138]
Fig. 4.79. Registro antracológico del Nivel 7. Siglos IV-II a. C.
Taxa
Arbutus unedo
Cistus sp.
Crataegus sp.
Fraxinus sp.
Juglans regia
Juniperus sp. comunis-oxycedrus
Juniperus sp. tipo phoenicea
Leguminosae sp.
Pinus halepensis
Pinus nigra-sylvestris
Populus sp.
Prunus sp. sp.
Quercus caducifolio
Quercus ilex-coccifera
Salix sp.
Indeterminable
Total fragmentos carbón
Nivel 71
Nivel 73
N
%
N
%
–
–
–
2
1
–
–
–
78
86
–
9
11
90
–
3
280
–
–
–
0.7
0.3
–
–
–
27.8
30.7
–
3.2
3.9
32.1
–
1.1
3
1
1
32
1
85
13
3
592
81
2
20
15
152
1
–
1002
0.3
0.1
0.1
3.1
0.1
8.4
1.2
0.3
58.1
7.9
0.2
1.9
1.5
14.9
0.1
–
Fig. 4.81. Ondulaciones en el revoque (UE 0031) sobre Muro 5 (UE
0030). La parte superior es una consolidación que se hizo en 1994
(año 1995).
También se ha analizado carbón disperso con resultados variables de una habitación a otra (Fig. 4.82). Esta variedad puede
ser el resultado de la mezcla de carbones de diversa naturaleza
(útiles, vigas, postes, etc.), producida por el proceso de incendio y posterior formación del registro arqueológico, que hace
que sea muy difícil averiguar el origen de éstos. Teniendo en
cuenta la incertidumbre sobre la procedencia de estos carbones,
podemos observar que hay una importante presencia de carbón
de Pinus halepensis y Quercus ilex-Quercus coccifera en la
mayor parte de las habitaciones. Lo que hace pensar que estas
maderas fueron utilizadas abundantemente en el poblado, entre
otros usos, como material para la construcción. Tanto Pinus halepensis como Quercus ilex-Quercus coccifera van acompañados por una corte de taxones con escaso porcentaje que varían
cualitativamente de una habitación a otra, entre los que destaca,
Fraxinus sp. sp., Juglans sp., Juniperus sp. sp., Leguminosae,
Pinus nigra-Pinus sylvestris, Prunus sp., Quercus caducifolio
y Populus-Salix. El resultado de la habitación del molino de la
Vivienda 2 difiere respecto al resto de espacios, ya que el taxón
mejor representado es Juniperus sp. alcanzando el 90%, acompañado de Fraxinus sp. sp., Pinus halepensis y Quercus ilexQuercus coccifera.
Teniendo en cuenta que la madera es uno de los materiales más
utilizados en la construcción y que nos encontramos ante un nivel
de incendio, es probable que alguna de estas maderas proceda de la
estructura de las cubiertas, ya sean de vigas maestras o del entramado de viguetas. El entramado podría estar realizado perfectamente
con listones de Fraxinus sp., Prunus sp. y Populus-Salix, adecuadas por su elasticidad y flexibilidad como ocurre en otros poblados
ibéricos del País Valenciano como Castellet de Bernabé (Llíria) y
degradación de los encinares pudo ser el resultado de una cierta
antropización que empezó a evidenciarse en el Hierro Antiguo,
pero que se constata sin ningún problema en el ibérico pleno.
También durante este momento aparecen fragmentos de carbón que pertenecen a especies características de bosques galería
como sauces, fresnos y chopos, cosa que no es de extrañar dada
la proximidad al poblado del río Madre de Cabañas donde crecerían éstas y otras especies de ribera.
En este Nivel 7 se ha podido recuperar carbón vegetal procedente de los sedimentos de destrucción e incendio de diferentes viviendas del poblado proporcionando, en algunos de ellos,
restos de carbón vegetal que formaban parte de los materiales
de construcción que constituían la estructura de estos edificios
(Fig. 4.80) (de Haro 2002).
Así, en la sala del hogar de la Vivienda 2, se individualizaron tres postes construidos con madera de pino carrasco (Pinus
halepensis) cuyo emplazamiento probable fue la cara oriental
del M5 (UE 0030) donde se apreciaron unas ondulaciones en el
revoque (Fig. 4.81).
La habitación de entrada de la Vivienda 3 fue rica en concentraciones de carbón y se localizaron en planta 15 muestras de las
que no ha sido posible saber a qué restos concretos pertenecían
más allá de estar en el nivel de incendio (UE 0055). Los taxones
identificados son: Pinus halepensis, Fraxinus sp. sp., Pinus nigraPinus sylvestris, Quercus ilex-Quercus coccifera (Fig. 4.80).
Fig. 4.80. Concentraciones de carbón del Nivel 7. Vivienda 2 y Vivienda 3.
V. 2 / Sala hogar
Poste nº
1
2
3
Fraxinus sp.
Pinus halepensis
Pinus nigra - Pinus sylvestris
Quercus ilex - Q. coccifera
1
2
3
4
5
V. 3 / Entrada
Concentración nº
6
7 10 11 12
X
X
X
X
X
X
X
13
X
X
X
17
19
22
X
X
X
16
X
X
X
X
X
X
X
X
125
[page-n-139]
Fig. 4.82. Registro antracológico de fragmentos dispersos del Nivel 7.
Vivienda 2
Arbutus unedo
Cistus sp.
Cf. Crataegus
Fraxinus sp.
Juglans sp.
Juniperus sp.
Leguminosae
Pinus halepensis
Pinus nigra - Pinus sylvestris
Prunus sp.
Quercus caducifolio
Quercus ilex - Quercus coccifera
Populus - Salix
Total fragmentos
Vivienda 3
Bodega
Molino
Hogar
–
–
–
–
–
–
–
8
–
9
–
15
–
32
–
–
–
7
–
153
–
9
–
–
–
2
–
171
–
–
1
10
1
5
–
82
50
–
–
31
–
180
Puntal dels Llops (Olocau). Finalmente, no hay que descartar la
posibilidad de que parte de las especies identificadas entre el carbón disperso de este nivel arqueológico haya tenido un uso distinto,
como pueden ser entarimados, puertas, escaleras, muebles, etc. que
formarían parte de las habitaciones, así como que los restos de la
limpieza de hogares u hornos.
En consecuencia, parece ser que a finales del siglo III a. C. dominan las formaciones secundarias con Pinus halepensis, por lo que se
confirma la acentuación de la degradación del encinar durante este
periodo como lo indica la presencia de espinos albares, madroños,
jaras, enebros y leguminosas. Por otro lado se constata la presencia
y explotación de choperas o saucedas y de fresnedas, que estarían
situadas a lo largo de los márgenes del río Madre de Cabañas.
La actividad agrícola
(G. Pérez Jordà)
El registro de este Nivel poco tiene que ver con los anteriores, tanto
en lo que afecta a la calidad del mismo, con 26 muestras y una gran
cantidad de restos (4740), como en los contextos de que proceden
(Figs. 4.83 y 4.84). Si hasta el Nivel 6 eran básicamente de rellenos
de distintas estructuras, ahora la mayor parte procede de los niveles
de destrucción de diferentes viviendas. Se trata por lo tanto de una
mezcla de materiales, en la que predominan aquellos conjuntos de
semillas o frutos que estaban almacenados en el interior de las casas, aunque al mismo tiempo hay restos de los desechos que había
en el suelo de estos mismos espacios.
Valorados de forma global, los datos señalan la consolidación de las tendencias que se habían ido observando en los
niveles anteriores (Fig. 4.85). Los cereales son el grupo más
frecuente, aunque los valores de los frutales son también destacados. Por el contrario las leguminosas y las oleaginosas ocupan
un espacio escaso en el registro.
Entre los cereales se va a mantener el predominio de la cebada vestida, proceso que posiblemente esté condicionado por
la calidad de los suelos que tienen que ir poniéndose en cultivo.
Los trigos desnudos tienen un papel menor pero destacado, al
igual que el mijo. El peso relevante de estos dos últimos taxones, así como la ausencia en este momento o el escaso peso en
126
Dp. 19
Dp. 20
–
–
–
–
–
3
–
14
–
1
–
5
–
23
–
1
–
–
–
–
–
19
–
–
–
–
–
20
Sala lateral Entrada Sala reunión
3
–
–
–
–
1
5
5
15
–
2
–
–
31
–
–
–
11
–
7
2
380
8
4
12
43
1
468
–
–
–
2
–
–
1
14
5
–
–
30
2
54
los niveles anteriores, de los trigos vestidos, posiblemente esté
también en relación con las características de los suelos del entorno. En aquellos yacimientos que cuentan con suelos pobres,
la distancia entre la cebada y el trigo suele ser más grande y
al mismo tiempo los trigos vestidos, también rústicos, suelen
tener un papel más relevante. Por el contrario, valores altos de
trigos desnudos y del mijo se encuentran en yacimientos con
un entorno más favorable (Pérez Jordà 2013), como es el caso
de Kelin. De hecho, aunque no tenemos elementos para valorar
el tipo de cultivo de los mijos, es posible, al ser un cereal más
exigente desde el punto de vista hídrico, que se aprovecharan
las tierras que podían ser regadas o que tenían más humedad
junto al río Madre, que discurre por la base de esta ciudad. En
definitiva, proponemos como hipótesis que el presumible crecimiento poblacional de esta ciudad provocara en una primera
fase la sustitución del cereal preferido para la alimentación humana, los trigos desnudos, por el que es capaz de mantener unos
buenos índices de productividad sobre los suelos más pobres
que tuvieron que ir poniéndose en cultivo. De esta forma esta
comunidad busca generar suficientes recursos para asegurar su
sustento, seleccionando aquellos cultivos que mejor se adaptaban a las características de los suelos que disponían.
El papel de las leguminosas nunca ha sido muy relevante.
En este Nivel siguen apareciendo las guijas y se incorporan los
guisantes (Pisum sativum), sin que haya elementos para valorar
si eran cultivos de huerta o si por el contrario alternaban con los
cereales en cultivos extensivos.
La vid, que desde los niveles iniciales suele ser el frutal más
relevante, lo es con más claridad en este momento. Esta no es una
particularidad de este asentamiento ya que en la práctica totalidad
de los asentamientos ibéricos del País Valenciano, de Cataluña y de
Andalucía, es un fenómeno que se repite de forma sistemática (Pérez Jordà 2013; Pérez Jordà et al. 2007). La uva y fundamentalmente el vino es el producto que más éxito tuvo de los que se introducen
en la agricultura ibérica. Su reflejo en la cultura material se aprecia
en las ánforas y el nuevo servicio de bebida; en el caso de la Vivienda 2, además, en la identificación de una bodega (Fig. 4.92 A).
[page-n-140]
Fig. 4.83. Restos de semillas y frutos de los siglos IV-II a. C.
Vivienda 4
Dept.
11 12
6014 6009
UE
–
–
Vol. l.
1
1
Nº muestras
–
–
Hordeum vulg. subsp. vulg.
–
–
Panicum miliaceum
–
–
Triticum aestivum-durum
–
1
Hordeum - Triticum frag.
–
–
Pisum sativum
–
–
Lathyrus sativus
–
–
Lathyrus cf. cicera
–
–
Lathyrus sp.
–
–
Ficus carica
–
–
Olea europaea
1
–
Prunus dulcis
3
–
Vitis vinifera
–
–
Vitis pedicelo
–
–
Vitis frag.
–
–
Camelina sativa
–
–
Bifora testiculata
–
–
Carex sp.
–
–
Centaurea
–
–
Chenopodium sp.
–
–
Euphorbia helioscopia
–
–
Galium aparine
–
–
Galium sp.
–
–
Glaucium corniculatum
–
–
Juniperus oxycedrus
–
–
Lithospermum arvense
–
–
Lolium sp.
–
–
Lolium cf. temulentum
–
–
Malva sp.
–
–
Malva sylvestris
–
–
Melilotus sp.
–
–
Papaver sp.
–
1
Pistacia lentiscus
–
–
Polygonum cf. aviculare
–
Polygonum cf. convolvulus –
–
–
Polygonum hydropiper
–
–
Polygonum cf. persicaria
–
–
Polygonacea
–
–
Quercus sp. frag.
–
–
Rubus fruticosus
–
–
Rumex sp.
–
–
Silene sp.
–
–
Vaccaria hispanica
–
–
Cf. Ziziphora sp.
–
–
Indeterminable
4
1
Nº restos
2
2
Nº taxones
Densidad x 10 l.
23
0004 6
–
–
1
2
1
–
–
–
– 2(2)
– 1(1)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
2
1
Vivienda 2
Bodega Molino
61
18
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
1
11
91
7
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
14
Vivienda 3
Hogar
118
113
3
25(2)
–
851(2)
–
–
–
–
–
1(1)
–
–
2878(3)
1(1)
–
2(2)
1(1)
2(1)
1(1)
1(1)
–
–
31(2)
1(1)
–
–
–
1(1)
–
12(2)
1(1)
–
1(1)
1(1)
5(2)
–
1(1)
3(2)
–
–
1(1)
–
4(2)
–
19(2)
3843
20
340
119
704
11
16(5)
557(7)
39(3)
–
1(1)
1(1)
–
4(4)
2(1)
–
–
120(8)
4(3)
–
1(1)
–
6(3)
–
1(1)
1(1)
1(1)
8(2)
3(2)
1(1)
1(1)
1(1)
–
2(1)
40(2)
–
6(2)
–
–
2(1)
2(1)
3(1)
3(1)
1(1)
3(1)
1(1)
–
5(1)
1(1)
9(4)
841
26
12
Forja
148
183
1
1
1
2
–
–
–
1
–
–
–
–
4
–
–
–
–
–
–
4
–
–
–
–
–
1
–
–
4
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
5
25
10
14
1
69 55
40
–
1
2
3 1(1)
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
– 1(1)
–
–
2 6(2)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
4
–
11
6
3
2
28
2
3
53 181
–
–
1
1
1
1
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5
1
3
1
Total Ubic.
1065
–
49
558
897
1
1
1
1
4
3
1
1
3015
5
1
3
1
8
1
6
1
1
39
4
1
2
1
1
6
52
1
6
1
2
7
2
4
6
1
3
2
1
9
1
38
4741
35
–
–
13
8
10
2
1
1
1
4
2
1
1
19
4
1
3
1
4
1
3
1
1
4
3
1
2
1
1
2
4
1
2
2
2
3
1
2
3
1
1
2
1
3
1
9
127
[page-n-141]
Fig. 4.84. Semillas encontradas en Kelin (diferentes escalas) (fotografías G. Pérez Jordà). 1, Hordeum vulgare subsp. vulgare; 2, Triticum
aestivum-durum; 3, Setaria itálica; 4, Triticum dicoccum; 5, Triticum monococcum; 6, Base de espiguilla de Triticum dicoccum; 7, Vitis
vinifera; 8, Prunus dulcis; 9, Lathyrus cf. cicera; 10, Panicum miliaceum; 11, Lens culinaris; 12, Pisum sativum; 13, Camelina sativa; 14,
Bifora testiculata; 15, Carex sp.; 16, Carex sp.; 17, Cotoneaster nebrodensis; 18, Euphorbia helioscopia; 19, Fumaria sp.; 20, Galium sp.;
21, Galium mollugo; 22, Glaucium sp.; 23, Juniperus oxycedrus; 24, Malva sp.; 25, Polygonum aviculare; 26, Polygonum hydropiper; 27,
Silene sp.; 28, Umbelifera; 29, Vaccaria hispánica.
128
[page-n-142]
Es en este momento en el que la arboricultura parece diversificarse. Hasta ahora sólo se habían constatado la vid y la higuera,
pero en este nivel van a aparecer por primera vez el almendro
(Prunus dulcis) y el olivo (Olea europea). Todos estos taxones se
incorporaron conjuntamente a la agricultura en la península ibérica desde finales del siglo IX o los inicios del VIII a. C. (PérezJordà et al. 2017), junto a otros frutales que no aparecen en Kelin
como el granado (Punica granatum) o el manzano (Malus domestica) que, en la zona más cercana a la costa del País Valenciano,
sí que están presentes. Parece existir por lo tanto una agricultura
menos diversa en el entorno de la ciudad de Kelin, que en el territorio de Edeta o en la franja costera contestana. Son diferencias
que no afectan al peso que tuvieron estos cultivos también en este
territorio, coincidiendo con la orientación agrícola que se observa
de forma sistemática al S del río Ebro.
Las mismas dudas se plantean con la presencia de la camelina,
un taxón que puede corresponder en realidad a un cultivo, pero del
que nos faltan elementos para poder afirmarlo con rotundidad. En
todo caso, los datos de esta ciudad serían coincidentes con los de La
Bastida de les Alcusses (Moixent) (Pérez Jordà et al. 2011), aunque
en este último la camelina aparece asociada al lino (Linum usitatissimum), que está ausente en Kelin. De alguna forma ambos son cultivos exigentes con la presencia de humedad en los suelos y en ambos
yacimientos hay zonas en el entorno inmediato con características
adecuadas para su cultivo.
La presencia de frutos silvestres comestibles es muy escasa
y se limita a una sola bellota, algunas moras (Rubus fruticosus)
y, probablemente, el madroño identificado en madera. De alguna forma su papel en la alimentación no parece haber sido muy
relevante, aunque su uso se mantiene a lo largo del tiempo. El
resto de los taxones silvestres siguen siendo básicamente plantas que pueden crecer como malas hierbas entre los campos de
cereales o en zonas antropizadas.
Los materiales provienen de tres viviendas distintas. Las escasas
muestras que se recuperaron en la Zona A (Vivienda 4) sólo aportan
un escaso número de restos que no se pueden valorar como representativos. En todo caso, junto a algunos fragmentos de cereal, aparece el único resto de almendra y algunas pepitas de uva.
Es en la Zona B donde están las dos viviendas con conjuntos
más ricos, aunque el que ha ofrecido un repertorio más completo es la Vivienda 2 (Iborra et al. 2010). En ella se constata la
presencia de trigos desnudos y de cebada vestida que estaban
almacenadas en su interior. La presencia de los mijos, asociada
al hogar central y a uno de los calderos de bronce, posiblemente
sean restos de una actividad culinaria. También se ha podido
constatar una concentración de uva, sin que haya elementos
para valorar de qué forma estaba conservado este fruto.
Los materiales de la Vivienda 3 parecen corresponder a desechos que estarían sobre el pavimento de esta estancia y los taxones
que aparecen son los que dominan habitualmente el registro: la cebada vestida, los trigos desnudos y la uva. Aunque es en esta casa en
la que ha aparecido el único resto de aceituna.
La actividad ganadera y la caza
(M. P. Iborra Eres)
El conjunto faunístico está formado un total de 177 huesos y fragmentos óseos identificados anatómica y taxonómicamente. Las esFig. 4.85. Ubicuidad de los grupos de cultivos, de los cereales, de
pecies domésticas siguen siendo las dominantes con un 84,2% aunlas leguminosas y de los frutales de los siglos IV-II a. C.
que se constata un aumento de la importancia relativa de las especies
silvestres (15,8%) respecto a los niveles anteriores (Fig. 4.86).
129
[page-n-143]
Fig. 4.86. Porcentajes y número de
restos de las especies identificadas
en el Nivel 7. Siglos IV-II a. C.
Ovicaprino
Oveja
Cabra
Total O/C
Caballo
Bovino
Cerdo
Ciervo
Conejo
Liebre
NR x TX
% domésticos
% silvestres
39,5
20,3
2,8
62,6
1,7
7,3
12,4
2,3
8,9
4,8
177
84,2
15,8
Las especies domésticas identificadas son: oveja (Ovis
aries), cabra (Capra hircus), cerdo (Sus domesticus), bovino
(Bos taurus), caballo (Equus caballus) y las formas híbridas de
équidos (mula/burdégano).
La ganadería se basa en el grupo de los ovicaprinos (62,6%),
cuya gestión está orientada hacia la explotación de los productos secundarios de las ovejas, con sacrificio en tres grupos de
edad: de 4-6 años, de 6-8 años y de 8-10 años. Las unidades
anatómicas conservadas y la edad a la que los animales se sacrificaron indican un sistema de manejo que prioriza los recursos
susceptibles de ser vendidos o intercambiados, como la lana.
Tras los ovicaprinos se sitúa el cerdo (12,4%) con el sacrificio
de animales entre 1 y 2 años (juveniles y sub-adultos). A partir del
siglo III a.n.e. se detecta una tendencia hacia el incremento del consumo de esta especie, sobre todo, en las ciudades (Iborra 2004).
El bovino ocupa ahora un tercer lugar en importancia relativa (7,3%) y aunque es una especie consumida, la edad de
muerte adulta sigue indicando un uso secundario como la fuerza
de tracción. El caballo es minoritario (1,7%) en el registro.
Respecto a las especies silvestres del Nivel 7 se identifican
tres taxones: ciervo (Cervus elaphus), conejo (Oryctolagus cuniculus) y liebre (Lepus granatensis).
En las viviendas 2 y 3 se realizó un estudio de los enseres
y equipamientos domésticos recuperados en los niveles de uso
para abordar la posible existencia de diversidad social dentro
del asentamiento (Iborra et al. 2010). El estudio del material
faunístico recuperado en las diferentes estancias de estas dos
viviendas contribuyó en dicho análisis (Iborra 2004).
A partir de este material se observaron diferencias en cuanto
a la abundancia de restos, frecuencia de las especies, representación anatómica, edad de muerte y prácticas carniceras y de
consumo en ambas viviendas que pueden relacionarse con un
mayor o menor acceso a los recursos económicos (Fig. 4.87).
En la Vivienda 2 todos los restos corresponden a especies
domésticas. Las unidades anatómicas que se han conservado y
las edades de los animales sacrificados, nos indican un consumo de carnes de calidad: paleta, pierna y costillar de animales infantiles y juveniles. Los restos óseos presentan marcas de
carnicería, desarticulación (Fig. 4.88) y, en muchos casos, termoalteraciones que indican que el cocinado de estas carnes fue
mediante el asado.
En la Vivienda 3 hay una mayor diversidad de especies consumidas, tanto domésticas, como silvestres. Las edades de sacrificio de los animales consumidos corresponden a adultos, a
excepción de un conejo joven. Las unidades anatómicas que se
han conservado: cabeza y patas, son de menor contenido cárnico. Los restos presentan un troceado exhaustivo que debe estar
relacionado con el cocinado de los restos mediante el hervido
(Fig. 4.89). Algunos restos presentan alteraciones que indican
esta práctica culinaria. Su identificación se ha realizado macroscópicamente, siguiendo los criterios establecidos por Solari et
al. (2013).
La mayor importancia de dos especies domésticas, la oveja
y la cabra, caracterizan la economía pecuaria desarrollada en el
hábitat. En este sentido hay que valorar que: a priori las características geográficas de la ubicación del yacimiento favorecen
el desarrollo de la actividad ganadera basada en la cría de ovejas y cabras. Su altitud media de 700 m s.n.m. facilita ciclos
vegetativos adecuados a la alimentación del ganado de ovino,
pero además las diferencias altitudinales localizadas en su periferia posibilitan desplazamientos transterminantes de carácter
estacional. En los alrededores y sin abandonar el territorio propuesto para la ciudad de Kelin existen elevaciones con alturas
superiores a los 1200 m s.n.m., que constituyen buenas zonas
de pasto durante el verano y en su franja oriental el valle del río
Fig. 4.87. Densidad de restos domésticos/silvestres e importancia de las especies en las viviendas 2 y 3.
130
[page-n-144]
Fig. 4.88. 1) Bos taurus. Fragmento proximal de falange segunda
con marcas de desarticulación. 2) Ovicaprino. Astrágalo con termoalteraciones en la superficie distal y marcas de desarticulación
(fotografías P. Iborra).
Fig. 4.89. a) Equus caballus. Fragmento medial de falange tercera
con fractura según plano sagital. b) Macromamífero. Fragmento de
costilla con corte de fracturación (fotografías P. Iborra).
Cabriel –la Derrubiada– zona atemperada de escasa altitud (300
m) que constituye una óptima zona de invernadero. Los datos
antracológicos y carpológicos de la época apoyan el potencial
pecuario del territorio de Los Villares.
U ligeramente inclinada hacia el NO, cuyas medidas son: 10 cm de
altura máxima, un ancho de 13 cm y una longitud conservada de 60
cm, pues está cortado por una fosa islámica en el extremo NE (F24,
UE 0145); a un metro hacia el O del hogar había una losa rectangular de 30x20 cm, que funcionó como yunque y junto a él se encontraron unas tenazas de herrero (Fig. 4.91); el conjunto se completa
con una pequeña fosa circular de 40 cm de diámetro y unos 10 cm
de profundidad, rodeada de pequeñas piedras, en cuyo interior no
se recuperaron restos que evidenciaran su uso. En esta habitación
también se encontraron un clavo, una chapa con remache, un gancho, un legón, una posible cuchilla/chifla o herradura en proceso,
un posible lingote de hierro, varias ánforas y tinajas (Fig. 4.46).
Por su pequeño tamaño este hogar de forja debió utilizarse fundamentalmente para la reparación y mantenimiento de los útiles de la
familia propietaria. En el momento de su destrucción y abandono
no parece que estuviera en activo, pues no se encontraron restos del
alzado y en su interior apenas había carbones y escorias; además, la
mayor parte de las cerámicas de la habitación se encontraron en la
esquina NE, lo que dificultaría el funcionamiento del hogar en ese
momento. Como el molino, también debió constituir una fuente de
ingresos para la familia propietaria.
Éste no debió ser el único taller metalúrgico de Kelin, pues
en excavaciones y prospecciones superficiales se han encontrado escorias de bronce y hierro. En la Zona F se recuperaron
protolingotes en proceso de corte en caliente, escorias de forja,
hierro trabajado, etc. (Ferrer et al. 2002 a y b), lo que indica la
existencia de otro taller de forja de mayores dimensiones que el
anteriormente comentado. En la Zona H,7 también se encontraron bastantes restos de escorias de forja (Fig. 1.1 C).
Los intercambios son otra fuente de riqueza para las comunidades y familias. Las cerámicas son casi el único dato disponible,
mermando las conclusiones a las que se podría llegar de conocer
el contenido, las contraprestaciones y los relatos que podían llegar
con cada objeto. En el Nivel 7 de Kelin son numerosas las cerámicas importadas desde distintos ámbitos pero, especialmente, del
mundo griego y, en menor medida, del itálico y púnico. En las excavaciones del Sector 0 de la Zona B no hay novedades respecto
Actividades de transformación y comerciales
Las actividades de transformación que se han detectado en
este Nivel son de carácter doméstico. Se entiende aquí como
doméstica tanto la actividad de mantenimiento como la que
se desarrolla en el hogar pero aporta un beneficio extra a la
familia que la desarrolla.
Una de las más importantes es la molturación del cereal al
ser la harina uno de los alimentos básicos en la Antigüedad. Por
ello ha sido habitual pensar que los molinos eran parte imprescindible del ajuar familiar. Sin embargo, son bastantes los registros
arqueológicos que desmienten esta afirmación. En muchos hogares hubo molino, en otros no lo hubo y en otros, los molinos son
grandes instalaciones cuya producción superaba las necesidades
familiares (Iborra et al. 2010, 103). En Kelin, también se aprecia
esta circunstancia con un gran molino en la Vivienda 2, fragmentos en las viviendas 1 y 4 y ausencia en la 3. En consecuencia,
algunas familias debían acudir al/la molinero/a para conseguir la
harina cotidiana. De este modo la molienda se convierte en una
fuente de ingresos extra para algunas familias.
En cambio, el hilado y el tejido se desarrollaron en todas
las casas, con mayor o menor intensidad, por la presencia de
pesas de telar y/o fusayolas en todas ellas. La concentración
de pesas en la entrada de la Vivienda 3 invita a pensar que allí
estuvo emplazado el telar en el momento del incendio y posterior abandono de la casa (Fig. 4.50 A). La aguja de hueso y
las tijeras también son un indicio de este trabajo textil en otros
espacios (Fig. 4.61, 6018-5 y 6012-7).
Los restos de cuerda quemada junto al caldero de bronce de
la Vivienda 2, más las semillas de esparto, son elementos indirectos de la espartería, actividad bastante esquiva de documentar en el registro arqueológico por la dificultad de conservación
de los restos orgánicos y la sencillez del instrumental.
En la Vivienda 2 se localizó un pequeño taller de forja (Fig.
4.90) (Mata et al. 2007 y 2009). Los equipamientos que forman
parte del mismo son un hogar en cubeta, de forma oblonga con las
paredes cubiertas de arcilla y huellas de combustión y sección en
7 Prospección de 2015 después de arrancar las vides.
131
[page-n-145]
Fig. 4.90. Izquierda, taller de forja (2004). Derecha, recreación del mismo (dibujo A. Sánchez).
a lo ya publicado sobre el asentamiento y tampoco se ha encontrado un gran volumen de importaciones, más bien al contrario.
No obstante, en este apartado hay que llamar la atención sobre los
objetos que llegan a Kelin procedentes de otros ámbitos ibéricos y
mediterráneos, como son las cerámicas de Edeta, las botellitas del
SE peninsular (Fig. 4.43, 0119-28; Fig. 4.47, 0044-0061-58-59 y
0000-0044-0061-33; Fig. 4.57, 0021-14), las ánforas de Arse, además de cuentas de pasta vítrea, un peine de marfil (Fig. 4.96) y las
monedas peninsulares y extrapeninsulares (vid. Cap. 12).
Dilucidar qué productos podrían dar a cambio los habitantes
de Kelin no es un problema menor. Existen algunos indicios
como las cerámicas impresas y algunas marcas de ánfora encontradas en territorios limítrofes (Mata et al. 2000; Soria y Mata
2016), pero sin duda la bodega de la Vivienda 2 es la prueba
más elocuente de esta actividad “exportadora” puesto que la
cantidad de producto acumulado en ella supera con mucho las
necesidades familiares (Figs. 4.92 A, 4.99 y 4.100).
Se evidencia con todo ello una red de contactos directos e indirectos con diversos ámbitos locales, peninsulares y extrapeninsulares que se centralizaban en Kelin como capital de un amplio
territorio en el que se reproduce el panorama de la ciudad.
Fig. 4.91. Tenazas entre el Muro 17 (UE 0035) y el yunque (año
2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno).
132
La cronología
La cronología del Nivel 7 queda establecida ante todo por las
pocas cerámicas importadas del mundo griego e itálico, por las
importaciones del territorio edetano y una fecha de C14. Además, por la semejanza de los ajuares con los encontrados en
campañas anteriores.
La cerámica importada más antigua es la ática del siglo IV
a. C. y la más moderna la procedente del territorio edetano, que
se puede fechar en el primer cuarto del siglo II a. C.
La datación de C14 sobre una semilla de hordeum (UE
0118) proporciona un arco entre 380 y 160 a. C. (vid. Cap. 13
“Dos fechas…”) bastante impreciso para un nivel de destrucción y abandono.
VALORACIÓN Y EVOLUCIÓN DE LOS ESPACIOS
Y DE SUS HABITANTES DESDE EL S. VI A. C.
HASTA EL PRIMER CUARTO DEL S. II A. C.
En Kelin, la separación entre el Horizonte de la Primera
Edad del Hierro y la Cultura Ibérica queda patente por los
materiales cerámicos y por una nueva organización de las
estructuras de habitación. La ausencia de niveles de abandono o destrucción, en las zonas excavadas, indica que la
población, asentada en el siglo VII a. C., no sufrió grandes
convulsiones y lo que se puede reconstruir es, a grandes rasgos, su evolución a través de varias generaciones: el espacio
construido y el dedicado a circulación se mantuvo sin grandes cambios. No obstante, no deja de ser cierto que se han
detectado, en otras zonas, incendios y abandono de ajuares
in situ de diferentes momentos (Mata 1991, lám. VIII; Mata
2006, fig. 4).
El siglo VI a. C. significó el punto de inflexión en las unidades domésticas existentes. Las primeras construcciones datadas
con seguridad en este siglo no son muy significativas pero mantienen algunos rasgos anteriores y preludian los nuevos. Entre
los primeros, el mantenimiento como unidades domésticas de
los conjuntos 3 y 4 (futuro Departamento 20) y del Conjunto 2,
a partir de ahora Vivienda 3. Entre los segundos, la ausencia de
estructuras en las cuadrículas AB1/2 y A3.
[page-n-146]
A
B
C
Fig. 4.92. A, Vista parcial de la bodega en curso de excavación
(UE 0044) (año 1993). B, Ánfora junto al Banco 1 (UE 0089) (año
1995). C, Platos caídos en el rincón SE de la Vivienda 2 (UE 0118)
(año 2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno).
Los ajuares y restos orgánicos también están consolidando los cambios que se preludiaban a finales del siglo VIIinicios del siglo VI a. C.
El siglo V a. C. tiene las construcciones mejor conservadas y, en su Fase 3, se encontraban perfectamente delimitados los Departamentos 19, 20, 22 y 23, la Vivienda 3,
que apenas varía con respecto al Conjunto 2, y la incipiente
visualización de la Vivienda 2.
La localización de un horno o tannur y varios hogares,
algunos de ellos superpuestos, en las Viviendas 2 y 3 y en el
Departamento 20 está indicando la existencia de tres unidades domésticas situadas en el mismo espacio que en siglos
precedentes. En el Departamento 22 se descubrió en 1984
una placa endurecida considerada como un suelo (P1, UE
0221), pero que a la vista de otros ejemplos también podrían
ser los restos de un hogar lo que aumentaría a cuatro el número de unidades domésticas.
Estas tres o cuatro unidades domésticas van a quedar reducidas a dos o tres entre los siglos IV y principios del II a. C.: las
Viviendas 2 y 3 se consolidan definitivamente; y los Departamentos 22 y 23 pudieron constituir otra vivienda menor. Uno de
los aspectos más significativos es la desaparición del Departamento 20 como unidad doméstica que existía como tal desde el
Nivel 2 (conjuntos 3 y 4).
Qué le sucedió a la familia que lo ocupaba es una incógnita
que no se puede resolver. No obstante, sí que es posible apreciar
que entre los siglos VI-V a. C. se produjo algún conflicto con los
ocupantes de la Vivienda 2, pues la pared medianera entre ambos se
modificó en varias ocasiones. Modificaciones que, en apariencia,
favorecieron al Departamento 20 al aumentar su superficie pero
que, finalmente, significó su abandono como vivienda.
Otra dificultad estriba en saber la funcionalidad de los
Departamentos 19 y 20 y de qué otro u otros conjuntos dependían. El Departamento 19, probablemente un espacio sin
cubrir, abre su gran puerta hacia el O, igual que la Vivienda
3, y ello podría ser un argumento a favor de una posible relación de dependencia. En cambio, el Departamento 20 tiene
el vano de entrada hacia la Calle 3 mientras que la Vivienda
2 se abre hacia la Calle 4. Sólo el hecho de compartir tabique
y haber tenido un conflicto reflejado en el cambio del mismo,
puede inclinar la balanza a favor de la relación entre ambos
espacios. No obstante, el Departamento 19 también invadió
parcialmente el 20, mediante la construcción de una pequeña
habitación cerrada (Fig. 4.41).
Si además de la arquitectura, se tienen en cuenta aspectos
como los ajuares y los recursos económicos de cada uno de los
espacios, se obtendrá una imagen más completa de sus ocupantes. Imagen bastante bien definida en la última fase.
133
[page-n-147]
Fig. 4.93. Distribución
del ajuar de las
viviendas 2 y 3.
La Vivienda 2
De esta vivienda ya se dio a conocer su planta y alguno de sus
ajuares (Belarte et al. 2009; Iborra et al. 2010, 109-110; Mata et
al. 1997; Mata et al. 2007) pero la mayor parte de la información permanecía inédita. Su aspecto final, fruto de varias remodelaciones, es el que interesa destacar aquí. Corresponde al momento de destrucción y abandono de la casa durante el primer
cuarto del siglo II a. C. Destrucción provocada por un incendio
de causas desconocidas que también afectó a otras viviendas
del asentamiento y que supuso el abandono de las estructuras
para construir otras que sufrieron, tras su abandono, un deterioro progresivo y la acción de las transformaciones agrícolas. El
incendio no debió ser fortuito porque en el interior de la vivienda quedó una buena parte de los enseres domésticos in situ pero
tampoco se puede descartar que se recuperaran objetos de valor
y que las construcciones posteriores afectaran a los niveles de
destrucción y sus ajuares (Figs. 4.93 y 4.96).
La superficie construida es de unos 82 m2, aunque pudo ser
algo mayor porque no se localizó el muro de cierre en el ángulo
SE. La superficie pisable es menor (50 m2) y la útil sería de unos
58,5 m2 al añadir la superficie de los dos bancos adosados. Consta
de cuatro habitaciones dedicadas a actividades específicas.
134
Desde la calle se entra por una puerta de unos 70 cm de luz
directamente a la estancia principal (27 m2), siendo casi la mitad de la superficie útil de la casa, lo que indica la importancia
de este espacio en la organización familiar. Tenía un gran hogar
central y dos bancos adosados muy anchos (Figs. 4.40 y 4.93). En
el momento de su excavación conservaba todas las paredes enlucidas formando un continuum con el suelo (Fig. 4.81). Alrededor
del hogar y sobre el banco meridional se encontró un ajuar muy
abundante y en algunos casos suntuario (Fig. 4.93). Los recipientes de almacén (ánforas, tinajas y lebetes) estaban junto al banco
oriental y se puede suponer que su contenido era líquido pues no
se recuperaron macrorrestos vegetales en el sedimento; sólo un
ánfora junto a la puerta estuvo asociada a una concentración de
pepitas de vid y de granos de trigo desnudo (Fig. 4.92 B).
La cerámica de cocina (ollas, tapaderas, braserillos y jarros), restos de esparto, un caldero y un cazo de bronce estaban
alrededor del hogar. Una concentración de mijo y trigo estaba
asociada al caldero y pudo ser el resto de un hervido de ambos
cereales. La vajilla de mesa (páteras y platos) se concentraba en
el ángulo SE, junto a fragmentos de barro moldeado que debieron conformar una alacena en la que estaría colocada (Figs. 4.92
C, 4.93, 4.94 y 4.95).
[page-n-148]
Fig. 4.94. Barro moldeado de la Vivienda 2, Nivel 73. Sala hogar (UE 0118 SE).
Toda la fauna recuperada es doméstica y sus marcas de
carnicería indican que fue consumida. Predominan la oveja,
la cabra y el bovino y las partes anatómicas corresponden a
las de mayor aporte cárnico. Entre las marcas de carnicería
hay una mayor presencia de las relacionadas con la desarticulación y el descarnado. Son cortes realizados con utensilios de filo fino, como los cuchillos, aunque ninguno se ha
recuperado entre el importante lote de objetos de hierro de
esta vivienda. Todo ello se interpreta como una evidencia del
cocinado y consumo de la carne en este espacio pero no de su
despiece, que se haría en otro lugar.
Fig. 4.95. Alacena de una casa de la aldea de Los Sardineros
(Requena).
En el ángulo formado por los MM5 y 21 hay una pequeña
fosa con restos de una oveja, interpretada como un sacrificio de
carácter doméstico (Iborra 2004, 232), relacionado con la “fundación” de la casa.
En la misma sala hay además un numeroso conjunto de objetos y herramientas de hierro como un herraje de puerta, una
reja de arado y una picoleta. Avalando la importancia de este
espacio central utilizado también para guardar útiles de trabajo.
Mediante una amplia puerta se comunica con un pequeño taller
metalúrgico (7 m2) lo que justifica la cantidad y variedad de útiles
de hierro recuperados en esta vivienda (Figs. 4.46, 4.90 y 4.96).
Otras dos habitaciones comunicadas entre sí pero que, en
apariencia, no lo hacían con las dos anteriores formaron parte de
la misma casa (Fig. 8.15). Una habitación (6 m2) con un molino
circular de gran tamaño (ø 54 cm) asociado a un conjunto de
pondera, lo que obliga a plantear un uso alternativo para estas
pesas además del textil; también ollas de cocina, escudillas, un
lebes, un jarro y objetos de hierro indeterminados (Fig. 4.97 A).
A pesar de la presencia del molino, no se recuperaron semillas
en el sedimento.
La cuarta habitación (10 m2) tenía la superficie totalmente
cubierta de ánforas (NMI 70), además de fusayolas, pondera,
jarros y alguna tinaja (Fig. 4.92 A). Esta habitación tenía por el
exterior, junto a la puerta de la casa, un banco o muelle de descarga formado por dos muros adosados. Conservaba un suelo
apisonado, muy irregular, y con una acusada pendiente desde el
muro S (unos 30 cm de desnivel).
La distribución de los ajuares, así como los restos biológicos recuperados (carbón, semillas y fauna) aportan una valiosa
información sobre las prácticas de consumo y de relación social
(Iborra et al. 2010, 109-111) (Figs. 4.93 y 4.96).
En la sala del hogar se concentraban las principales actividades cotidianas, como son la cocina y el consumo, e igualmente
pudo utilizarse como dormitorio, pues los demás espacios de
la vivienda estaban destinados a otras actividades y sus ajuares
e instalaciones dificultaban el uso como zona de descanso, excepto la sala del molino donde apenas se encontró material. Los
dos bancos también son un elemento a tener en cuenta para esta
funcionalidad pues por su anchura, sobre todo el oriental, pudieron utilizarse para dormir. Los restos carpológicos y zoológicos
responden fundamentalmente a desechos que se acumulan en el
suelo durante los diferentes procesos de preparación y consumo,
así como diferentes concentraciones de semillas o frutos que es135
[page-n-149]
Fig. 4.96. Cuadro resumen de materiales de las viviendas.
Vivienda 2
Hogar Forja Molino Bodega
Procesado
Molino
1
Mano mortero
Mortero
Cuchillo
Moledera
Cocina
12
Olla grande Ø>15
8
Olla pequeña Ø< 15
42
Olla indet.
Botella B
14
Tapadera B
7
Jarra
4
Braserillo
1
Hogar
Trébedes
Cazuela
1
Caldero
1
Cazo
Mesa / Consumo
Botella
5
Jarro
Jarra
18
Caliciforme
Copa
10
Plato grande Ø>15
67
Pátera grande
5
Escudilla / Cuenco
25
Plato pequeño Ø<15
5
Pátera pequeña
1 (2)
Copa BN/FR
Pátera / Escudilla BN
Paterita BN
Crátera imitación
Microvasos
2
Botellita
Ungüentario
Copita
Guttus BN
Guttus
Auxiliares
4
Tejuelo
7
Pesa telar
8
Fusayola
1
Tapadera A
1
Embudo
Aguja HU
Almacén / Transporte
39
Ánfora
16
Tinaja
Recipiente doméstico
8
Tinajilla
5
Candiota
49
Lebes
Kalathos
Tarro
Recipiente doble borde
Sítula
Objetos metal
1
Aperos
1
Instrumental varia
3
Clavo
2
Herraje
3
Objetos personales
Armamento
20
Restos indet.
Lingote
Varios
2
Piedra pulida
Peine
136
Vivienda 1 (1957/1959/1983)
D14
D1b D1a- D13 D2-83
Hogar Almacén 83 Patio
1
1
2
4
2
2
11
1
1
1
7
1
2
8
10
1
1
1
1
9
8
1
2
1
3
1
8
18
6
3
2
1
1
1
1
Vivienda 4
D11 D12 D24
1
1
1
3
6
3
2
2
1
1
1
1
Vivienda 3
Entrada Sala Sala
interior
1
6
1
1
1
1
2
4
8
9
1
1
1
1
6
1
9
4
1
2
1
1
5
2
2
1
2
2
2
2
2
1
1
2
12
1
5
5
6
2
5
1
1
3
1
1
1
2
1
1
1
2
3
6
4
4
5
2
6
1
1
2
2
1
2
19
1
9
5
3
5
2
3
3
2
2
1
1
2
1
1
1
2
3
2
9
18
2
6
5
2
1
11
x
1
1
2
33
1
1
>25
4
1
1
1
x
x
1
x
x
1
1
1
4
1
2
1
11
2
2
1
1
1
1
90
35
1
7
4
1
1
2
1
21
2
1
1
2
1
7
1
1
2
3
1
7
1
9
1
1
5
4
2
1
1
3
1
3
1
5
1
1
2
1
2
2
2
1
2
1
2
6
2
1
1
2
2
1
1
1
2
1
2
1
7
2
1
7
4
2
3
1
3
2
2
1
2
1
1
[page-n-150]
A
B
Fig. 4.97. A, Habitación con molino de la Vivienda 2 (año 1994). B, Puertas elevadas para descarga, en Caudete de las Fuentes.
taban almacenadas en este espacio. Sobre el hogar se pondrían
las ollas y el caldero para cocinar, mientras que los braserillos
se utilizarían para preparar pequeñas cantidades, para mantener
las brasas encendidas o para iluminar la estancia.
La familia se reuniría alrededor del hogar para la comida
y se utilizarían los platos y páteras de uso individual, los
vasos caliciformes para beber y los jarros para el servicio de
líquidos (vino, cerveza, leche y agua). El gran molino daba
servicio a la familia pero también pudo utilizarse por otras
familias ya que, por ejemplo, en la Vivienda 3 no se encontró
molino alguno.
Desde la calle se accedía directamente a la sala del hogar
sin que exista privacidad para el espacio en el que se desarrollaban las tareas domésticas y se reunía la familia. Circunstancia que se cumple en las tres casas completas excavadas en
Kelin; en consecuencia, no existe a nivel arquitectónico segregación por género (Fig. 8.15).
El tejido pudo realizarse en cualquier lugar pues se encontraron pesas y fusayolas tanto en la estancia principal como en
el derrumbe de cubierta de la bodega. Lo que indica que en el
momento final el telar no estaba en uso.
Pero lo que realmente hace singular a esta casa es la bodega y
el taller metalúrgico. La bodega pudo ser el resultado de tener viñas
y, al mismo tiempo producir el vino propio en un lagar fuera de la
casa, junto a los campos como sucede en Rambla de la Alcantarilla
y Solana de las Pilillas (Mata et al. 2009; Quixal et al. 2016). Pero
tampoco se puede descartar la posibilidad de que esta habitación,
cuyo suelo tenía un importante desnivel, actuara de jaraíz durante
la vendimia. Las dos fosas excavadas con posterioridad, y que afectaron a la parte más baja del espacio, no permiten confirmar que en
esa zona hubiera algún receptáculo para recoger el líquido, pero es
una explicación plausible para el desnivel observado.
Con la forja, pudieron fabricar y reparar sus propias herramientas al mismo tiempo que se ejercía el oficio para sus vecinos. Era una tarea totalmente imbricada en el espacio doméstico
y sin segregar, pero sí con un espacio exclusivo.
En esta casa pudo vivir una familia nuclear con un cierto
status social pues podía aumentar sus bienes mediante el trabajo metalúrgico y la molienda (Cahill 2005). Nivel social más
elevado que también queda patente mediante el análisis de las
pautas de consumo alimenticio. La dieta cárnica, como se ha
señalado, se basaba en animales domésticos; mientras que la
vegetal incluía, además de los cereales, legumbres y frutales.
La riqueza de los ocupantes de esta vivienda también se puede calcular teniendo en cuenta la capacidad de almacenamiento,
según el NEP (Nº Estimado de Piezas) de ánforas y tinajas. La
cantidad estimada es de 7460 l; si esta cantidad fuera de cereal
se pudieron alimentar entre 21 y 26 personas al año; o bien un
grupo de cinco miembros tendría reservas para cuatro o cinco
años (Figs. 4.99 y 4.100). En el caso de que, una parte al menos,
contuviera vino, ello supondría tener una capacidad de producción igual o similar a los lagares rupestres del territorio (unos
4200 l) (Mata et al. 2009, fig. 8). Producción que se destinaría
al consumo pero también al intercambio.
Contuvieran lo que contuviesen esos recipientes (vid. Cap.
13 “Estudi de continguts…”), lo cierto es que se trata de un volumen superior a cualquier otro encontrado en Kelin o en otros
lugares similares (Bonet y Mata 2002, cuadro 18; Pérez Jordà et
al. 2000, fig. 8), poniendo de manifiesto cierta desigualdad en el
acceso a determinados bienes.
La Vivienda 3
Esta vivienda es ligeramente menor a la anterior y también difiere
en cuanto a su estructura y ajuares (Figs. 4.41, 4.50 A, 4.93, 4.96 y
8.10 A). Tiene casi 49 m2 construidos y 31,27 m2 útiles, distribuidos en tres habitaciones. Como la anterior, se abandonó tras un incendio violento bien documentado en la habitación de la entrada.
Formaba parte de la misma manzana que la Vivienda 2.
Desde una amplia puerta orientada al O se accedía a un espacio alargado (11,36 m2). Fue la habitación más afectada por el
incendio, conservándose perfectamente el suelo de tierra batida.
En la parte central tuvo un hogar, cuyos restos se encontraron tirados en el interior de una fosa islámica que afectaba a buena parte
de esta estancia (UE 0024, F1) (Mata et al. 1993, 266) (Fig. 8.10
A). El material recuperado no fue abundante y tampoco estaba
muy entero, siendo lo más destacado el conjunto de pesas de telar
amontonadas cerca de la puerta; otros recipientes son tinajas y
tinajillas, lebetes, ollas de cocina y un braserillo, platos, páteras y
escudillas, una botella, dos caliciformes, un ánfora y un kalathos,
así como algún objeto de hierro (Figs. 4.50 A y 4.51).
Esta habitación se comunicaba con otra paralela (7,66 m2)
mediante un vano no muy ancho por el que pasaron restos del
incendio que, en apariencia, no le afectó. El material recuperado
fue escaso, sin apenas elementos destacados: vajilla de mesa,
ollas de cocina, ánforas, tinajilla y un fragmento de copa ática
de barniz negro (Fig. 4.52).
137
[page-n-151]
La tercera habitación (12,25 m2) se comunicaba a través de
una amplio vano con la primera. Tenía, al menos, un banco corrido en la pared N aunque pudo tener alguno más pero su estado
de conservación impide una interpretación más ajustada. Es la
estancia de mayor privacidad de las tres y la más espaciosa por
lo que debió ser el lugar de reposo y reunión de la familia (Fig.
8.15). Funcionalidad que también se justifica por los materiales cerámicos recuperados y por la cantidad de restos óseos que
apuntan a un uso como zona para comer. Así, se recuperaron dos
ánforas (una de ellas in situ) (Fig. 4.50 B y 4.52), cinco tinajas y
otras tantas tinajillas y lebetes, nueve ollas de cocina, una botella,
siete caliciformes, tres platos, nueve páteras y cinco escudillas,
un fragmento de copa de barniz negro y objetos de hierro. En
conclusión, casi un 50% de vajilla de mesa.
En cuanto a los restos de fauna y semillas interesa destacar la
variedad de carnes consumidas, con presencia de animales cazados
y consumo de caballo frente a lo que sucedía en la Vivienda 2, habiéndose procesado las partes con menos aporte cárnico. Las semillas son menos elocuentes en cuanto a la información que pueden
aportar, pero aquí destaca justamente lo contrario que la fauna, es
decir, la menor variedad. Faltan las guijas, el mijo y los higos que
se encontraban en la Vivienda 2, además de una cantidad bastante
menor de los demás productos. Por tanto, las prácticas culinarias
serían semejantes a las de sus vecinos pero, unos recursos económicos menores obligarían a esta familia a abastecerse de carne de
caza, por lo tanto oportunista, y de vegetales menos variados.
Si además se tiene en cuenta el NMI de ánforas y tinajas, la
capacidad de almacenamiento es de 1570 l, cantidad que apenas
permitiría mantener a una familia de cinco personas durante un
año (Figs. 4.99 y 4.100).
En definitiva, una casa más modesta que la anterior tanto
en tamaño como en equipamientos muebles e inmuebles y cuya
única actividad destacada pudo ser el tejido por la presencia de
un importante lote de pesas de telar, pero ninguna fusayola. Finalmente, hay que llamar la atención sobre la ausencia de molino, de aperos y otras herramientas.
Los departamentos 19 y 20
Se trata de dos amplios espacios sin equipamientos o materiales significativos que permitan acercarse a su funcionalidad. No hay muestras de que sufrieran el incendio que afectó a las dos viviendas anteriores, probablemente por ser lugares parcialmente descubiertos.
En buena lógica serían dependencias anexas a alguna casa y sólo la
proximidad a las viviendas 2 y 3 permite suponer que fueran éstas.
Se puede apuntar la hipótesis de que fueran lugares para realizar trabajos auxiliares o corrales; las áreas cubiertas servirían de
almacén o refugio para los animales. Las dos amplias entradas permitían el acceso de carros. En ninguno de los dos departamentos
se reconocieron suelos como en las viviendas. Ambos carecen de
estructuras o elementos de procesado, así como de cualquier otro
equipamiento de doméstico o artesanal (Fig. 4.98).
El Departamento 19, con su puerta de dos hojas de madera
(1 m cada hoja), se abre hacia el O e incluye un pequeño espacio
en el SE, probablemente cubierto. Contenía algunas cerámicas
de cocina, incluidos dos braserillos, y algunos elementos de
vajilla de mesa; apenas hay cerámicas dedicadas a la conservación y almacenaje de productos, con una capacidad (822 l) muy
alejada de las cuatro viviendas completas (Figs. 4.99 y 4.100).
Todos los demás elementos son anecdóticos.
138
Fig. 4.98. Resumen de materiales de los departamentos 19, 20,
22, 23 y de las calles 3, 4 y 5.
D19 D20 D22 D23 C3 C4 C5
Procesado
Molino
1
Cocina
Olla grande Ø>15
1
1
Olla pequeña Ø<15
1
Olla indet.
15
8
2
1
10
3
Jarra
1
Tapadera B
1
2
2
1
Braserillo
2
2
4
Cuenco peq.
2
Cazuela
1
Mesa / Consumo
Botella
1
3
Jarro
1
1
1
2
Jarra
Caliciforme
3
2
2
1
Plato grande Ø>15
3
2
6
1
1
Pátera grande
7
4
2
3
25
1
Escudilla / Cuenco
1
2
1
14
1
Plato pequeño Ø<15
1
3
8
1
Pátera pequeña
1
Copa imitación
1
Microvasos
Botellita
4
1
1
Copita
1
Almacén / Transporte
Ánfora
3
3
8
Tinaja
6
2
4
3
5
Recipiente doméstico
Tinajilla
5
6
1
Candiota
1
1
1
3
13
1
2
Lebes
Auxiliar
Pesa telar
2
Fusayola
1
Tapadera
2
2
3
Soporte
1
Objetos metálicos
Ponderal
1
1
Objetos personales
3
Instrumentos varios
El registro material del Departamento 20 difiere poco del
anterior. La mayor diferencia está en la existencia de cuatro botellitas, una fíbula de bronce y un ponderal de hierro (Fig. 4.57).
Ambos departamentos tienen superficies útiles muy semejantes (30,31 y 33,54 m2) y, paradójicamente, muy parecidas
a las Viviendas 3 (31,27 m2) y 4 (32,5 m2) pero sin sus equipamientos y ajuares.
La vivienda 1, Zona A
Sobre esta vivienda excavada en los años 50 y terminada en
1983, apenas hay documentación sobre la distribución exacta
de sus materiales. Su aspecto final es fruto de varias remodelaciones (Pla 1980; Mata 1991). La superficie construida es
[page-n-152]
de 101,6 m2 y la útil de 51,94 m2. Consta de cinco habitaciones todas ellas intercomunicadas, excepto una (Dep. 1b) (Fig.
8.15). La interpretación de los espacios es la siguiente:
- El Departamento 14a (12 m2) tiene acceso directo desde la
calle. En él se localizó un hogar cuadrado en posición central. Al
fondo hay un pequeño muro que divide el espacio en Dep. 14b
(4 m2) y Dep. 14c (2,24 m2). El Dep. 14b sirve de comunicación
con el Dep. 1a-83 (6 m2) donde se encontró una piedra de molino
desplazada. El Dep. 1b-83 (3,60 m2) tiene un banco alrededor de
dos de sus paredes. No tiene comunicación aparente con el resto
de habitaciones pero forma parte de la misma unidad. Su entrada
se podría hacer desde el interior o desde el exterior por una puerta
elevada para facilitar la descarga desde un carro, como en la arquitectura tradicional de la comarca (Fig. 4.97 B). Es interesante
señalar que este pequeño espacio tenía un material abundante y
variado (Fig. 4.96), así como un enterramiento infantil en el interior de una olla de cocina, incrustada en el ángulo SO del banco
(vid. Cap. 10 “Estudio bioantropológico…”).
- El Dep. 13a (11,9 m2) se interpreta como patio al que se accede, desde la calle, mediante una amplia puerta central; se comunica
con el 14a mediante un vano situado en el muro medianero. Al fondo hay un pequeño muro que divide esa parte en dos espacios de
2,8 m2 cada uno. Uno de los ellos (Dp. 13b) sirve de comunicación
con la habitación del fondo que tiene un banco corrido a lo largo
de sus cuatro paredes (Dep. 2-83, 6,6 m2 con banco incluido). El
material más significativo de este lugar fue un ánfora ibérica rota
in situ. Las paredes conservaban parte del enlucido. En el Dep. 13c
(2,8 m2) se encontraron, en 2001, tres enterramientos perinatales
por debajo del suelo, perteneciente a una fase anterior (vid. Cap. 10
“Estudio bioantropológico…”) (Fig. 4.59 A).
Este conjunto tiene todos los elementos para ser considerado una casa como: hogar, molino, bancos y espacios de despensa. La capacidad de almacenamiento (2724 l) le permitiría
mantener a una familia de cinco miembros durante algo más de
un año (Figs. 4.99 y 4.100).
Entre los materiales recuperados (Fig. 4.96) existe un importante conjunto de aperos, repartidos entre todas las estancias,
por lo que la agricultura fue la actividad más importante de esta
familia. También son singulares los cuatro enterramientos infantiles, probablemente, de una fase inicial de la Vivienda, uno
en urna al que se le ha detectado una enfermedad infecciosa y
los otros tres depositados en un mismo lugar.
La Vivienda 4, Zona A
Cuando se inició la intervención de 2002 en este sector, hacía
años que la separación entre los departamentos 11 y 12 apenas
era visible. El conjunto se completó con una nueva habitación
al S comunicada con el Dep. 11, además de un estrecho pasillo
o callejón que separaría los tres espacios de uno nuevo. En el
estado en que quedaron los trabajos no se puede asegurar que
formara parte de la misma unidad (Figs. 4.59 B y 4.60).
La superficie útil es de 32,5 m2 para la estancia mayor (Dep.
11), 3 m2 para el Dep. 12 y 10 m2 para el Dep. 24. La superficie
construida es de unos 66 m2.
En los tres espacios, solo se localizó una pequeña placa de
hogar en el Dep. 24 (UE 6027), la de mayor privacidad (Fig.
8.15), y Pla cita la existencia de unos trébedes (1980, 53), que
debieron usarse en el fuego. El muro occidental se encontró incompleto y se desconoce si en él pudo estar el acceso al conjunto, ya que no se ha localizado en los muros exhumados. La
cantidad y calidad de materiales recuperados invita a pensar que
se trate de una unidad doméstica (que podría ser mayor a la
conocida) de un cierto estatus pues en ella hay algunos objetos
excepcionales (Fig. 4.96).
Del ajuar recuperado destacan, por su excepcionalidad, un
par de imitaciones de crátera de volutas, un par de vasos plásticos ibéricos en forma de pie calzado, una espuela de bronce
rematada en sendas cabezas de cánido, un peine de marfil, una
aguja de hueso y el lote de cerámicas de barniz negro más numeroso de todas las viviendas y espacios excavados (Figs. 4.96
y 4.98) (Mata y Quixal 2014, fig. 3-3 y 6).
Por los materiales recuperados, las actividades agrícolas y
textiles estaban entre las que desarrollaban sus ocupantes, aunque
debieron ejercer otras que les permitieron obtener objetos bastante exclusivos. La ausencia de los indicadores biológicos no permite comparar la alimentación con las viviendas 2 y 3, pero con
la capacidad de almacenamiento apenas podía mantener a una
familia de cinco miembros durante un año (Figs. 4.99 y 4.100).
Aproximación al número de habitantes
Toda aproximación a los habitantes de un lugar es compleja, sobre todo de las dimensiones de Kelin y con una escasa superficie
excavada. Recurrir al cálculo de los ocupantes de las viviendas
se puede hacer utilizando diversas fórmulas, pero siempre hay
que tener en cuenta que las cifras muestran una foto fija y no las
variaciones producidas a lo largo del ciclo vital de las familias.
Las cifras y fórmulas se han tomado de Dennel y Webley (1975,
106), Amouretti (1986), Tchernia (1986, 20-26), Dédet (1987,
168) y Gallant (1991, 60-77), tal como se hizo para el Puntal
dels Llops (Bonet y Mata 2002, 189-190 y 210, cuadros 18 y
19). Las fórmulas empleadas por Gracia et al. (1996), Sanmartí y Belarte (2001), Valor y Garibo (2002) o Moreno y Valor
(2010) se han desestimado por ser apropiadas para asentamientos y no para viviendas concretas.
Fig. 4.99. Cuadro de cantidad almacenada según el NEP (Número Estimado de Piezas) y ración de cereal por año para cinco personas.
Viviendas
1
2
3
4
Ánforas
Tinajas
Volumen
Rac. vino Rac. aceite
N
l = 74
N
l = 100
Total
273 l
18 l
26
90
5
12
1924
6660
370
888
8
8
12
8
800
800
1200
800
2724
7460
1570
1688
9,97
27,3
5,75
4,54
151
414
87
94
Cebada
Trigo
1 l=0,60 K 1 l=0,76 K
1634,4
4476
942
1012,8
2070,24
5669,60
1193,20
1282,88
Rac. cereal Rac. anual
210 Kg
cereal 5 p.
7,7/ 9,8
21,3/ 26,9
4,4/ 5,6
4,8/ 6
1,5 ó 1,9
4,2 ó 5,3
0,8 ó 1,2
0,9 ó 1,2
139
[page-n-153]
Fig. 4.100. Cuadro Kcal almacenadas y consumidas por habitante año.
Viviendas Almacén Almacén/
65% Kcal/ cebada
25%
consumo cereal
2.650
legumbres
(-30%) 1l=0,6 Kg por Kg
Kg
743,65 1.970.677,8
2.036,58 5.396.937
Kcal/
lenteja
1.750
por Kg
10% vino/
aceite
476,7
1.305,5
834.225
2.284.625
190,68
261,1
842.310,5
7.681.562
1
2
2.724 l
7.460 l
1.906,8
5.222
3
2.018 l
1.412,6
550,91
1.459.922
353,15
6.180.012
141,26
4
1.688 l
868
770,9
2.042.885
296,5
518.875
118,6
90% Kcal Kcal x pers. Personas/
cereal+
2.506,5
Kcal/año
legumbres
1.119
3.064,65
3
8,39
2.078.004,5
829
2,27
2.561760
1.022
2,8
Fig. 4.101. Superficie útil, en m2, de las cuatro unidades domésticas en el Nivel 73.
Vivienda 1
Vivienda 2
Vivienda 3
Vivienda 4
Hogar Molino Forja
12
27
6
7
11,36
10
Patio
11,9
Bodega Estancia Estancia
6,6
4
2,24
10
32,5
3
Estancia Estancia Estancia Estancia Total
6
3,6
2,8
2,8
51,94
50
7,66
12,25
31,27
45,5
Fig. 4.102. Cuadro de habitantes según diversos métodos.
Naroll 1962 (10 m2)
Leblanc 1981 (6,2 m2)
Leblanc 1981 (7,3 m2)
Casselberry 1974 (6 m2)
Sumner 1979 (5 m2)
Cook y Heizer en Renfrew y Bahn 2011, 460
V1
51,94
Sup.
pisable
5,1
8,3
7,11
8,6
10, 3
10
V2
58,5 m2
Sup.
pisable
5,8
9,4
8
9,7
11,7
10,7
Si se tiene en cuenta la capacidad de almacenamiento de
cereal según el NEP de las cuatro viviendas consideradas, se pudieron alimentar entre 36 y 46 personas al año (Fig. 4.99). Todas
podrían mantener, como mínimo, a un grupo de cinco personas
durante un año ya que los datos planteados sólo han tenido en
cuenta un producto, al que habría que añadir frutas, vegetales y
la carne procedente de la ganadería y/o la caza.
Si estas cantidades se transforman en Kcal y se calculan las
que un ser humano adulto consumiría de forma ideal durante un
año, se podrían alimentar unas 16 personas al año (Fig. 4.100),
manteniéndose las mismas diferencias que antes.
Otras cifras muy distintas se obtienen mediante los métodos que tienen en cuenta la superficie de los espacios habitados (Figs. 4.101 y 4.102). Se puede observar la gran variabilidad de los números dependiendo del método de cálculo
pero también de la superficie a considerar. Aquí se propone
que la superficie de cálculo más apropiada es la útil o pisable
puesto que es la única disponible cuando se están asignando
m2 por persona.
140
V3
31,27
Sup.
pisable
3,1
5
4,2
5,2
6,2
7,8
V4
45,5
Sup.
pisable
4,5
7,3
6,2
7,5
9
9,3
V1
101,6
Sup.
total
10,1
16,3
13,9
16,9
20,3
15,4
V2
82,5 m2
Sup.
total
8,2
13,3
11,3
13,7
16,5
13,3
V3
48,78
Sup.
total
4,8
7,8
6,6
8,1
9,7
9,7
V4
66
Sup.
total
6,6
10,6
9
11
13,2
11,5
El NMI de individuos de la vajilla de mesa y una aproximación a las raciones que se podrían cocinar en las ollas también serían parámetros a tener en cuenta. Las ollas son, por el momento,
una asignatura pendiente por las razones esgrimidas anteriormente, es decir, falta de piezas enteras, restauradas y publicadas, con
las que hacer cálculos de capacidad comparables.
Las piezas de vajilla de mesa que se pueden utilizar son los
platos, páteras, escudillas y caliciformes. La Vivienda 2 tiene cantidades excepcionales con 123 platos (tipo III.8.) y 26 caliciformes
(tipo III.4.) lo que da una proporción de casi 5 platos por caliciforme. En el resto de casas, la proporción se acerca a 1:1 (Fig. 4.96).
La cantidad de piezas documentada es elevada y no parece
corresponder con el número de habitantes de cada casa. Pero, la
proporción 1:1 puede servir para hacer una propuesta de vajilla
tipo, ya que las cuatro viviendas cuentan, además, con jarros y
botellas para servir líquidos. El caliciforme al ser un recipiente
para beber de carácter individual podría ser el elemento básico
para aproximarse a esta vajilla tipo y al número de usuarios potenciales (Mata 2017 a; Baddiley 2018).
[page-n-154]
5
EL MOMENTO FINAL
LOS SIGLOS II-I A. C. (NIVEL 8)
Este Nivel cuya datación final es el primer cuarto del siglo
I a. C. supuso el abandono temporal de Kelin tras unos 600
años de ocupación ininterrumpida. Como se señaló en su
día (Mata 1991, 195), se conoce mal su evolución estratigráfica y urbanística; en cambio, sus materiales cerámicos
y numismáticos son bien conocidos y es justamente en este
momento cuando la ciudad acuñó moneda con el nombre de
Kelin (vid. Cap. 12).
Las excavaciones en la Zona B no han servido para mejorar
su conocimiento.
Se trata del nivel más superficial afectado por las construcciones islámicas (vid. Cap. 6) y el posterior aterrazamiento de la
loma para su cultivo lo que supuso la desaparición casi total de
las estructuras verticales. Algunas de ellas podrían identificarse
a través de la magnetometría realizada en 2014, pero la imagen aportada no es concluyente y habría que realizar una nueva
prospección (vid. Cap. 9).
En los poco más de 400 m2 excavados se encontraron estructuras y equipamientos inconexos, algunos de los cuáles son la
perduración de los conjuntos anteriores (Fig. 5.1).
LAS ESTRUCTURAS
El conjunto más claro está formado por la continuidad de tres muros
del Departamento 19 (MM4, 3 y 2, UUEE 0011, 0019 y 0027) a
los que se unió un cuarto de nueva construcción (M1, UE 0012),
pero nada permite intuir el uso que debió hacerse de este espacio ni
su tamaño definitivo. Adosado a M4 se encontró un resto de suelo
endurecido (UE 0022, P2), siendo éste el único equipamiento doméstico identificado en este conjunto (Fig. 5.1).
Una parte de la antigua Calle 3 fue ocupada por la prolongación de dos muros del Departamento 20 (MM30 y 51,
UUEE 0109 y 0108) mediante la construcción de un muro
formando ángulo (M18, UUEE 0107 y 0042) y la de otro
perpendicular (UE 0146, M50). Este último se encontró cortado por una gran fosa (UE 0105, F16). A todo ello se le
puede asociar un hogar (H2, UE 0047) por lo que la calle
dejó de funcionar como tal (Figs. 5.1 y 5.2 A).
Al Sur de la Vivienda 2 se identificaron tres muros de
nueva construcción, dos paralelos de dirección N-S (MM41
y 62, UUEE 0133 y 0175) y el tercero de orientación E-O
(M107, UE 0534), cuya zanja de cimentación afectó a los
niveles de destrucción de la Vivienda. Los dos primeros
conservaban restos de enlucido por las superficies internas.
También se encontraron fragmentos de enlucido agrupados
y una placa de hogar (H1, UE 0036) (Figs. 5.1 y 5.2 B).
Debajo de M62 se encontró una ofrenda cárnica (vid. “La
actividad ganadera…”) (Fig. 5.9).
No es posible hacer una valoración precisa de los espacios
construidos y de circulación en este Nivel pues los restos conservados no forman conjuntos completos. Sin embargo, no se
puede perder de vista que éste debió ser un momento de cierto
esplendor para Kelin pues es cuando acuñó moneda y los materiales importados encontrados fuera de contexto son numerosos,
muchos de ellos depositados en la Colección Museográfica Luis
García de Fuentes, en el mismo municipio de Caudete de las
Fuentes (Ribera 1980; Mata 2017 b).
LOS MATERIALES
Los materiales encontrados sólo se pueden comentar de forma
genérica ya que no se pueden asociar a conjuntos cerrados. Una
parte importante de los mismos son residuales e intrusivos debido a los procesos postdeposicionales que afectaron a la totalidad
de la superficie (Fig. 5.3).
Las cerámicas hechas a mano constituyen casi el 2%
del total de los fragmentos, con todas las categorías representadas. La tosca es la más abundante y entre las cuidadas
141
[page-n-155]
Fig. 5.1. Estructuras del Nivel 8.
En negro, estructuras y equipamientos de nueva construcción;
en gris, perduraciones.
A
B
Fig. 5.2. A, Hogar 2 (UE 0047) (año 1994); B, Hogar 1 (UE 0036), a la izquierda arranque de la UE 0048 (Nivel 73) (año 1991).
destacan las pintadas en color rojo, a pesar de la fragilidad
de la decoración. Las formas identificadas son escasas y corresponden a los tipos comunes de cada categoría (Fig. 5.5,
0092-10, 0033-10 y 11 y 0174-2).
El lote de cerámicas antiguas de cocción oxidante y reductora es
un algo más numeroso (4,5%), destacando sobre todo las oxidantes.
Los tipos más repetidos son las tinajillas, los caliciformes y los platos de borde vuelto; y entre las decoraciones destacan las bícromas
(Figs. 5.4 y 5.6). En cambio el NMI es mayor entre la cerámica gris
y de ella hay que destacar el tallo de un recipiente de pie destacado
(Fig. 5.4, 0092-9), forma mejor documentada entre las cerámicas
hechas a mano (Mata 1991, 157).
142
Las cerámicas de las clases A y B son las más abundantes
(78,5% y 9% respectivamente). Entre la clase A están presentes casi
todos los tipos conocidos pero ninguno de ellos, o sus variantes,
se puede atribuir con seguridad a este momento específico (Figs.
5.4, 5.5 y 5.6). Entre los tipos, destacar la imitación de una copa
sin decorar, excepto por una línea incisa cerca del labio, con asas
horizontales que podría asimilarse a la copa Lamb 42 o a su variante
del siglo III a. C., presentes en el yacimiento (Mata 1991, 36-37, 41
y 43) (Fig. 5.5, 0092-1).
Las decoraciones mayoritarias siguen siendo las pintadas
geométricas y monocromas, con predominio de los motivos lineales. También las hay impresas, de engobe rojo y baquetones, solos
[page-n-156]
Fig. 5.3. Cuadro resumen de materiales del Nivel 8.
Categorías
M tosca
M semi
M cui
M inc
Mp
M graf
TOTAL
A ant
A blanq
A ant gris
TOTAL
A
A eng r
A gris
TOTAL
B
Fenicia
Atica BN
Ática FR
TOTAL
Púnica
BN camp
Frags.
125
13
4
1
19
8
170
183
21
42
246
5471
5
13
5489
511
8
5
0
5
1
2
Ánfora rep.
60
3
4
0
0
64
62
241
6733
9
1
9
73
14
6
1
1
9
11
154
9
1
9
37
10
5
1
1
10
26
367
0
56
512
0
34
875
72
301
7975
TOTAL
Islámica
TOTAL
Material constr.
Malacofauna
Material lítico
Hierro
Bronce
Plomo
Plomo-hierro
Bronce-hierro
Piezas NMI Piezas frags. Tipos NMI Tipos frags. Total frags. Total NMI/NT
18
20
0
0
145
18
0
0
0
0
13
1
3
4
0
0
8
3
1
1
0
0
2
1
0
0
0
0
19
1
0
0
0
0
8
1
22
25
0
0
195
25
14
68
0
0
251
14
8
8
0
0
29
8
26
32
0
0
74
26
48
108
0
0
354
48
35
103
371
689
6263
406
1
4
0
0
9
1
17
32
0
0
45
17
53
139
371
689
6317
424
6
53
85
152
716
91
1
1
0
0
9
1
3
4
0
0
9
3
1
1
0
0
1
1
4
5
0
0
10
4
0
0
0
0
1
1
6
6
0
0
8
6
o combinados con pintura (Figs. 5.4, 5.5 y 5.6). Excepcionalmente,
se ha documentado un fragmento con decoración compleja, muy
incompleto para saber el motivo que representa (Fig. 5.6, 0008-1).
La cerámica de cocina presenta tipos poco variados como
las ollas, braserillos, un pequeño cuenco y dos fusayolas acéfalas (Fig. 5.4, 0008-13 y 14; Figs. 5.5 y 5.7). Entre las ollas se
encontró una de gran capacidad y otra con el volumen menor
conocido (Figs. 4.70 y 4.71).
Las cerámicas importadas pertenecen todas al ámbito mediterráneo: escasos fragmentos de ánfora fenicia occidental (0,1%), un
fragmento de ánfora púnica (0,01%), piezas de vajilla ática (0,12%)
y una mayoría relativa de ánforas y vajilla itálicas (0,9%).
Entre la vajilla ática destaca un skyphos de figuras rojas en
el que se aprecia la cabeza calva de una figura humana, además
de un borde de lekanis (Fig. 5.6, 0009-5 y 13). Las ánforas itá-
3
9
67
670
licas son las más numerosas (0,8%) pero sólo ha sido posible
reconocer la Dressel 1, una de ellas con engobe amarillento. De
barniz negro están las formas Lamb 27 y 36 de Campaniense A,
un fragmento de guttus, y las formas Lamb 5 y 7 calenas.
El reducido número de cerámicas islámicas (3,8%) se explica porque no todas las fosas se identificaron desde el principio,
además de por los procesos postdeposicionales (Figs. 5.3 y 5.5).
Entre los metales, el hierro es el más abundante aunque las
piezas reconocibles son escasas: una contera, una pletina y clavos de cabeza rectangular y circular (Fig. 5.6).
En bronce hay que destacar una fíbula y una espátula (Fig.
5.6). La fíbula es de pie vuelto rematado en balaustre con aspas
incisas; le falta la aguja y el muelle. La espátula (spatha, spatula)
lleva trazos incisos en la parte superior del vástago y es claramente
de filiación romana. Por su pequeño tamaño debió utilizarse como
143
[page-n-157]
Fig. 5.4. Cerámica a torno del Nivel 8. Cerámica oxidante a torno antigua, 0092-8, 11, 0033-4 y 15; cerámica oxidante a torno (Clase A),
0092-2, 0047-1, 0009-1 y 16, 0008-1, 3, 4 y 6, 0033-1 y 6, 0014-1; cerámica de engobe rojo, 0008-0101-0104-1; cerámica oxidante a torno
de pasta abizcochada, 0008-5; cerámica a torno reductora (Clase A), 0174-1, 0092-9; cerámica oxidante a torno, blanquecina, 0092-2;
mano de mortero, 0008-13; fusayolas, 0008-1 y 2; fusayolas de Clase B, 0008- 13 y 14.
144
[page-n-158]
Fig. 5.5. Nivel 8. Vajilla de mesa: cerámica a torno oxidante (Clase A), 0009-3 y 10, 0008-6, 0092-1, 0033-14, 0033-3, 0033-13 y 01740179-1; cerámica a torno reductora (Clase A), 0008-11. Cerámica a mano tosca, 0092-10 y 0033-10; cerámica a mano cuidada sin decoración, 0174-2; cerámica a mano incisa, 0033-11. Cerámica a torno tosca (Clase B), 0008-9, 0033-2, 0009-15 y 0009-6. Cerámica islámica,
0008-10, 0009-9 y 15 y 0008-1.
145
[page-n-159]
Fig. 5.6. Nivel 8. Cerámica oxidante pintada antigua, 0033-7, 8 y 9; cerámica oxidante pintada, 00033-12, 0092, 5 y 6, 0008-1; cerámica
con decoración impresa, 0009-3 y 12, 0008-7 y 8; cerámica reductora con decoración impresa, 0008-11; cerámica ática de barniz negro,
0009-13 y cerámica ática de figuras rojas, 0009-5. Hierro: clavos, 0008-4 y 5; contera, 0174-3; pletina, 0008-4. Bronce: fíbula, 0008-12;
espátula, 0008-1. Piedra: perla de cueva, 0009-8.
objeto de tocador o instrumental médico y farmacéutico, aunque
el uso doméstico y artesanal, para remover líquidos y mezclar colores, no se puede descartar (Borobia 1988, spathomele, 30-32 y
305; Daremberg y Saglio 1900, spatha, spatula, 1419).
De los escasos objetos de plomo destacar un disco perforado, con un peso de 8,45 g, de funcionalidad desconocida (Fig.
5.6). Además hay que señalar la presencia de algunos objetos
bimetálicos de plomo/bronce y de bronce/hierro.
146
El material lítico también es escaso y la mayor parte son
fragmentos de objetos indeterminables. Tan sólo destacan un
fragmento de piedra de molino activa y una perla de cueva (Fig.
5.6). El molino conserva al menos una perforación lateral, ligeramente inclinada y de extremo redondeado; estaba reutilizado
como piedra de construcción y tenía los laterales picados. Aun
así por su diámetro conservado y altura se puede considerar
como un molino grande (Alonso y Pérez Jordà 2014, 242) (Fig.
[page-n-160]
Fig. 5.7. Olla (Clase B) del Nivel
8 (0008-7). Molinos rotatorios:
fragmento (UE 0215, Nivel 6);
piedra pasiva (UE 0091, Nivel 7);
piedra activa (UE 0175, Nivel 8).
5.7). Aunque no se comprobó en su momento, no se descarta la
posibilidad de que sea la piedra activa del molino del Nivel 73
de la Vivienda 2.
Entre el material de construcción destacar la presencia de
fragmentos de teja y ladrillo, además de las muestras de enlucidos, hogares y arcilla moldeada que se recogieron de todas las
unidades que se consideró significativo.
La presencia mayoritaria de materiales romanos y la circulación monetaria está señalando la plena integración de la ciudad
en los circuitos comerciales de la nueva administración.
Los únicos restos biológicos recogidos de estas unidades
fueron de fauna.
LA ACTIVIDAD GANADERA Y LA CAZA
(M. P. Iborra Eres)
El Nivel 8 ha aportado un total de 118 huesos y fragmentos
óseos identificados anatómica y taxonómicamente. La importancia de las especies domésticas es de un 95%. Los taxones
identificados son: oveja (Ovis aries), cabra (Capra hircus), cerdo (Sus domesticus), bovino (Bos taurus), caballo (Equus caballus) y asno (Equus asinus).
En este momento del Ibérico Final observamos una menor
importancia de la cabaña ovina y caprina (52,5%) respecto a
momentos precedentes. De esta pérdida en importancia de la
oveja y de la cabra se ven beneficiadas las demás especies domésticas como el cerdo (15,3%), el bovino (12,7%) y los équidos (17%) (Fig. 5.8).
Las especies silvestres tienen una importancia relativa de un
5%. Los taxones identificados son: ciervo (Cervus elaphus) y
conejo (Oryctolagus cuniculus).
Aparte de los desperdicios de alimentación, en un muro corto
(M62, UE 0175) se localizó la pata delantera derecha en conexión
anatómica de una oveja menor de 16 meses, colocada a modo de
ofrenda debajo de un trozo de molino reutilizado (Fig. 5.9).
Este registro faunístico es semejante al descrito en otros poblados como el Torrelló del Boverot (Almassora) que presenta la misma dinámica documentada con la importancia de cerdo, bovinos y
147
[page-n-161]
Fig. 5.8. Porcentajes y número de
restos de las especies identificadas
en el Nivel 8. Siglos II-I a. C.
Ovicaprino
Oveja
Cabra
Total O/C
Caballo
Asno
Bovino
Cerdo
Ciervo
Conejo
NR x TX
% domésticos
% silvestres
46,6
5,1
0,8
52,5
0,8
13,6
12,7
15,3
3,4
1,7
118
95
5
équidos. Por lo que respecta a los poblados de nueva planta como
El Cormulló dels Moros (Albocàsser) y La Morranda (Ballestar),
supeditados al comercio romano, se observa un modelo de gestión
diferente. En estos últimos es significativa una mayor importancia
del cerdo y de las especies silvestres (Iborra 2004).
148
Fig. 5.9. Ovis aries. Restos óseos de pata anterior izquierda de
oveja infantil.
LA CRONOLOGÍA
La cronología de este Nivel no presenta dudas pues casi todos
los materiales importados pertenecen al repertorio cerámico
itálico (vajilla y ánforas) con formas que no van más allá de
principios del siglo I a. C. Y lo mismo se puede decir del registro numismático (vid. Cap. 12). Los conjuntos tienen paralelos
con los encontrados en otras ciudades ibéricas y romanas lo que
facilita su datación.
Los escasos materiales de cronología imperial recogidos no
parecen corresponder a estructuras muy estables y su número no
ha aumentado desde la primera publicación (Mata 1991, 181-183 y
fig. 95). En consecuencia, es bastante factible que la vida de Kelin
terminara tras la derrota de las tropas de Sertorio y sus aliados indígenas. Los materiales imperiales pueden ser el producto de visitas
esporádicas al lugar desde los asentamientos documentados en los
alrededores (Quixal 2015, 78-84).
[page-n-162]
6
LA OCUPACIÓN DE ÉPOCA ISLÁMICA
(NIVEL 9)
Los primeros materiales medievales de Los Villares se dieron
a conocer en 1991 pero sin tener clara su procedencia (Mata
1991, 184-185, fig. 95). La continuidad de las excavaciones
permitió publicar en 1993 las primeras fosas islámicas perfectamente delimitadas (Mata et al. 1993). En la actualidad
hay contabilizadas 30 en el sector 0 de la Zona B (Fig. 6.1) y
otras cinco repartidas en las demás zonas (Mata et al. 1993).
No siempre se ha podido determinar su forma y tamaño por
diversas razones y, en algún caso, parecen formar agrupaciones (Fig. 6.1). Su utilización como silos no puede confirmarse pues el contenido de las mismas corresponde al momento
de su amortización y no había rastro aparente del contenido
original. El relleno era heterogéneo, aunque casi todas ellas
debieron colmatarse rápidamente por la cantidad de piedras de
gran tamaño que había en su interior.
Tan solo una de estas fosas (F16, UE 0105) pudo ser una estructura de hábitat. No obstante, en otros lugares donde se han excavado
fosas o silos de cronología similar es habitual que no se haya localizado un hábitat asociado (Cruz y Lamalfa 1993).
Para la descripción de las mismas se seguirá el orden impuesto por la cuadrícula de excavación, es decir de S a N, puesto
que la numeración de las intrusiones se hizo a medida que se
identificaban durante el proceso de excavación.
FOSAS 34 (UE 0223) Y 38 (UE 0275)
Estas dos fosas situadas en la cuadrícula A1 se tratan conjuntamente por estar claramente relacionadas (Figs. 6.1 y 6.2 A).
La F38 es la que alcanza mayor profundidad de las dos (> 80
cm), perforando la roca, y con forma cilíndrica en la mitad inferior. Su adscripción islámica se hace por similitud a otras pues en
su interior no se localizó material islámico. Puede considerarse
como un silo dado que tiene un perfil regular. Estaba colmatada
por tierra cenicienta y grandes piedras, algunas de las cuales pu-
dieron pertenecer al M53 del Nivel 42 (UE 0171) (Fig. 6.2 B). El
material cerámico no es muy abundante, siendo el más numeroso
la cerámica ibérica plena (76,6%) (Fig. 6.12).
Esta fosa estuvo cubierta casi a nivel superficial por un amontonamiento de piedras de mediano tamaño (F34, UE 0223) que
se excavó parcialmente en 1984 (prof. aprox. 30 cm). En aquel
momento se tuvo la certeza de que se trataba de una intrusión porque entre las piedras se encontró material más reciente que en el
resto de la UE como cerámica campaniense, ánfora romana y una
pequeña cantidad de cerámica islámica (5,2%) (Mata 1991, fig. 7)
(Fig. 6.2 C). Como en el caso anterior el material más abundante
es la cerámica ibérica de Clase A (Fig. 6.12).
FOSAS 40 (UE 0385) Y 41 (UE 0532)
Las Fosas 40 y 41 también se van a tratar conjuntamente pero en
este caso porque apenas existe información sobre las mismas. Ambas se introducen en el perfil S de la cuadrícula B1, por lo que no se
excavaron en su totalidad; además, aunque se delimitaron en la campaña del año 2000, su excavación parcial se hizo durante la campaña
de 1984 sin que en aquel momento se identificaran como fosas. Tan
sólo la F41 se detectó en 1984 como una mancha gris pero sin considerarla una intrusión (Mata 1991, fig. 6, 1) (Fig. 6.2 D).
La F40 tenía piedras medianas en su interior y su perfil era
de tendencia piriforme, pero no se apreciaba claramente. La altura excavada ha sido de unos 60 cm desde la boca (Fig. 6.3).
La que mejor se veía en el corte era la F41 de perfil piriforme
y dos piedras de mediano tamaño en la boca (Fig. 6.2 D), dejando
una abertura de unos 30 cm, aunque en el 2000 se veía más grande
al haber caído parte del corte (Fig. 6.3). La profundidad provisional es de unos 50 cm desde la boca. En su interior había piedras de
mediano tamaño y tierra cenicienta en la base.
Apenas tienen materiales asociados pues, como ya se ha señalado, no se supieron identificar en el momento de la excavación (Figs. 6.5 y 6.12).
149
[page-n-163]
Fig. 6.1. Planta de las
estructuras del Nivel 9.
FOSAS 32 (UE 0188), 21 (UE 0124) Y 20 (UE 0121)
Estas tres fosas están alineadas en las cuadrículas DE1 y se encuentran muy próximas entre sí. No se excavaron en su totalidad
(Figs. 6.1 y 6.4 A).
La F32 se empezó a excavar en 1982 y en aquel momento
se interpretó como un amontonamiento de piedras cuya funcionalidad no se supo explicar (Fig. 6.4 B). En 1997, cuando
se reemprendió la excavación en esas cuadrículas se delimitó su perímetro superior y se excavó parcialmente, pero una
parte de la misma ha quedado en el corte oriental que sólo
se excavó hasta el nivel de uso como espacio de circulación.
En cuanto a su profundidad se llegó hasta unos 50 cm pero
no es seguro que se alcanzara el final. Estaba completamente
llena de piedras de mediano y gran tamaño, así como tierra
y escaso material.
La Fosa 21 (UE 0124) tenía una primera parte rellena de tierra
y hacia el fondo se encontraron grandes bloques de piedra (aprox.
50 cm de profundidad). Cuando se abandonó su excavación, en el
lado N se veían piedras trabadas con tierra rojiza, que posiblemente
formaran parte de un muro. Entre el material recuperado hay un
pequeño lote de cerámica islámica (Figs. 6.4 A, 6.5 y 6.12).
150
La Fosa 20 (UE 0121) estaba colmatada de una forma similar a la anterior (aprox. 50 cm de profundidad). Entre los materiales, no muy abundantes, hay cerámicas islámicas y un caracol
fósil (Figs. 6.4 A y 6.12).
FOSAS 17 (UE 0120), 19 (UE 0123) Y 18 (UE 0122)
Estas tres intrusiones forman también un conjunto y, como sucedía con las FF34 y 38, en realidad podrían ser sólo dos (FF19
y 18). Afectaron al muro S de la Vivienda 2 (M6, UE 0028) y no
se terminaron de excavar para que no peligrara la estabilidad del
mismo (Figs. 6.1 y 6.4 C y D).
La UE 0120 se diferenció muy bien tras eliminar las capas
superficiales (UUEE 0000 y 0033) (Fig. 6.4 C). Se veía como una
mancha ovalada de tonalidad gris, de sedimento muy blando con
piedras medianas y material bastante abundante (Figs. 6.5 y 6.12).
A los pocos centímetros (unos 15 de media) se distinguieron claramente dos intrusiones (UUEE 0122 y 0123).
La F18 (UE 0122) contenía bastantes piedras de tamaño
mediano y grande, además de tierra marrón grisácea y material
escaso (Figs. 6.4 D y 6.12) Debido a la cantidad de piedras tan
sólo se profundizó unos 12 cm.
[page-n-164]
A
B
C
D
Fig. 6.2. A, Fosas 38 (UE 0275) y 39 (UE 0276) (año 1998). A la izquierda de la imagen Muro 7 (UE 0015) del Nivel 7. B, Fosa 38 (UE
0275) (año 2000). C, Fosa 34 (UE 0223) (año 1984). D, A la izquierda de la imagen, Fosa 41 (UE 0532) (año 1984).
Fig. 6.3. Perfil S de las cuadrículas ABD1.
En cambio, la F19 (UE0123) estaba colmatada de tierra
cenicienta con escasas piedras y material bastante abundante,
entre el que destacaba una gran cantidad de caracoles terrestres
(Figs. 6.4 D, 6.5 y 6.12). Cuando se abandonó su excavación, a
unos 20 cm de profundidad, la tierra era más compacta. Esta es
la única fosa de las excavadas que contiene restos orgánicos en
cantidad, por lo que podría tratarse de un basurero relacionado
con alguna estructura próxima.
A la cota de perforación de estas fosas, y hacia el S, el
sedimento era muy compacto, de color rojizo similar a adobes
deshechos, con material abundante y algunas piezas islámicas
con defectos de cocción. Se trata de la única área en la que
se ha detectado algo que pudiera relacionarse con un nivel de
uso de esta cronología (Fig. 6.4 C).
FOSAS 50 (UE 0500), 35 (UE 0494) Y 1 (UE 0024)
Estas fosas se localizaron en las cuadrículas AB2. Una de ellas
se publicó parcialmente (Mata et al. 1993, 266) (Fig. 6.1).
La F50 se detectó en el perfil O de la cuadrícula A2 en 2004
cuando el corte había retrocedido por el paso de los años y se
procedió a regularizarlo durante la consolidación de las estructuras. Era piriforme y se excavó parcialmente alcanzando más
de 1 m de profundidad. Estaba llena de tierra marrón oscura muy
suelta y abundantes piedras de mediano tamaño (UE 0499). No
se recuperaron materiales en su interior (Fig. 6.6 A).
Cerca de ésta se encontraba la F35, también de tendencia
piriforme. Al construirse afectó al ángulo SO de los muros
del Departamento 19 y del Conjunto 3 (MM2, 3, 59, 82 y
151
[page-n-165]
A
B
C
D
Fig. 6.4. A, Vista de las Fosas 32 (UE 0188), 21 (UE 0124) y 20 (UE 0121). A la derecha los Departamentos 22 y 23 (Niveles 6 y 7). Al
fondo, las Fosas 19 (UE 0123) y 18 (UE 0122) (año 1997). B, Fosa 32 (UE 0188) a la izquierda (año 1982). C, Vista parcial del final de la
UE 0033 con la F17 (UE 0120) en el ángulo superior derecho y dispersión de materiales (año 1991). D, Fosas 18 (UE 0122) (derecha) y
19 (UE 0123) (izquierda) cuando se dejaron de excavar en 1997.
84, UUEE 0019, 0027, 0116, 0412 y 0415 respectivamente), así como al vano de acceso de la Vivienda 3 (Pr10, UE
0186) y del Conjunto 2 del Nivel 4 (UE 0236). Se terminó de
excavar en 2004, alcanzando más de 60 cm de profundidad
(Fig. 6.6 B). Sólo se recuperaron un fragmento de cerámica
islámica y varios de cerámica ibérica (Figs. 6.5 y 6.12).
Más compleja e interesante es la F1 (UE0024). Al eliminar la tierra superficial, se delimitó perfectamente una gran
mancha de tierra negruzca. Alcanzó más de 1 m de profundidad y, cuando perfora la roca madre, se reduce claramente su
perímetro convirtiéndose en una fosa casi cilíndrica (Figs.
6.7 B y 6.8). Parece como si hubiera habido dos fosas, una
más antigua que llegó a perforar la roca y otra más moderna,
mayor que se encontró casualmente con la primera. En el
relleno más reciente hay grandes piedras y abundante material, mientras que hacia el final el material escasea tanto
cerámico como pétreo. Excepto en eso, no hay grandes diferencias entre las cerámicas recuperadas por lo que no es
posible saber si se trata de una o dos fosas y en qué momento
se excavó la segunda. Se ha considerado como una porque el
material encontrado desde la superficie hasta el fondo contiene las mismas categorías cerámicas (Fig. 6.5 y 6.12). Es
la segunda fosa con más restos de fauna correspondiente a
siete taxones domésticos y silvestres (Fig. 6.15).
152
FOSA 33 (UE 0496)
Esta fosa se sitúa junto al corte occidental. Su perfil es piriforme por lo que debe considerarse como un silo. Estaba llena
de piedras grandes y medianas. Está algo incompleta pues se
introduce en el corte y no se terminó de excavar en profundidad
(unos 80 cm excavados) (Fig. 6.7 A). Tan solo se recuperó media anilla de bronce (Figs. 6.5, 0495-1 y 6.12).
FOSAS 10 (UE 0058), 11 (UE 0073) Y 12 (0085)
Por su proximidad, estas fosas también pudieron estar relacionadas (Figs. 6.1, 6.7 C y 6.9).
La F10, de perfil piriforme, no llegó a perforar la roca y
estaba colmatada con algunas piedras pero ante todo con tierra marrón claro, suelta y con materiales variados en su interior
(Fig. 6.12).
La F12 perforaba la roca y, como otras, estaba colmatada de
piedras grandes y medianas, tierra y materiales variados (Figs.
6.5, 0085-1 y 6.12). Probablemente debió abandonarse sin terminar pues al construirla tocó otra fosa anterior (F42, UE 0378
del Nivel 1) con abundante material hecho a mano (Figs. 3.1 y
3.3). Esa circunstancia debió hacerla inservible por lo que se
excavó otra muy próxima (F11).
[page-n-166]
Fig. 6.5. Material de las Fosas 1, 11, 12, 13, 14, 16, 17, 19, 21, 27, 29, 33, 35 y 41. Cerámica islámica con grafito postcocción, 0073-1;
cerámica islámica, 0073-3 y 0123-3; cerámica a torno (Clase A), 0073-2 y 4, 0123-2, 0024-3 y 4, 0085-1, 0136-1 y 0494-1; tope osculador
y arranque de aguja de fíbula de bronce, 0120-1; piedra, 0124, 1 y 0105-10; bronce, 0495-1 y 0105-8; asas de ánfora ibérica (Clase A)
con marcas impresa, 0024-1 y 5 e incisa, 0105-5; cerámica a torno (Clase A) con decoración incisa e impresa, 0024-3; pesas de telar con
decoración impresa, 0151-1 e incisa, 0105-2; cerámica a mano tosca con peforación, 0083-1; cerámica fenicia, 0084-1; hierro, 0024-2,
0083-2, 0105-6 y 7; soporte de asta, 0532-1; cerámica ática, 0105-1; ladrillo con marca, 0105-9; fusayolas, 0104-2 y 4.
153
[page-n-167]
A
B
Fig. 6.6. A, Fosa 50 (UE 0500) en el perfil O de A2 (año 2004). B, Final de la Fosa 35 (UE 0494) (año 2004).
A
B
C
Fig. 6.7. A, Al fondo, Fosa 33 (UE 0496), empedrado UE 0497 del Nivel 61 y Fosa 35 (UE 0494), en primer término (año 2004). B, Fosa 1 (UE
0024) (año 2000). C, Fosas 10 (UE 0058), 11 (UE 0073) (derecha) y 12 (UE 0085) (izquierda) en proceso de excavación (año 1997).
La F11 era la más profunda pues llegaba a perforar la roca unos
40 cm. Tenía el fondo plano y también estaba rellena de grandes
bloques de piedra (Figs. 6.7 C y 6.9). Los materiales recuperados
también fueron abundantes destacando entre la cerámica islámica
una base plana con un grafito post-cocción (Fig. 6.5, 0073-1).
FOSAS 13 (UE 0083), 14 (UE 0084) Y 2 (UE 0010)
Como en el caso anterior se trata de tres fosas que pudieron constituir un conjunto debido a su proximidad (Figs. 6.1 y 6.10 B).
154
La F13 (UE 0083) se distinguió con dificultad durante todo el
proceso de excavación. Estaba colmatada de tierra suelta grisácea
con algunas piedras pequeñas y medianas, así como materiales cerámicos, entre otros (Fig. 6.5 y 6.12). No llegó a perforar la roca.
La F14 (UE 0084) es mayor que la anterior pero menos profunda. Su relleno era semejante y en la base había una capa de tierra cenicienta. Tampoco llegó a perforar la roca (unos 90 cm de profundidad). Entre el material recuperado destaca una tinajilla fenicia (Fig.
6.5), así como un número importante de fauna con siete taxones de
animales domésticos y silvestres (Fig. 6.15).
[page-n-168]
Fig. 6.8. Sección parcial de las Fosas 1 (UE 0024) y 2 (UE 0010).
La F2 (UE 0010) es la más profunda de las tres llegando a perforar la roca unos 20 cm y alcanzando unos 140 cm de profundidad.
Estaba colmatada por grandes bloques de piedra y materiales abundantes y variados, aunque muy fragmentados. Se diferenció muy
bien desde el principio (Figs. 6.8, 6.10 B y 6.12).
FOSAS 15 (UE 0100), 8 (UE 0071) Y 24 (UE 0145)
Estas tres se encontraban relativamente separadas entre sí (Fig. 6.1).
Los materiales recuperados en ellas no son abundantes (Fig. 6.12).
La F15 era de gran tamaño y su construcción afectó parcialmente a uno de los muros perimetrales de la Vivienda
2 (M15, UE 0045). Como otras fosas, estaba colmatada de
grandes bloques de piedra pero no llegó a perforar la roca
(prof. 70 cm) (Fig. 6.10 A).
La F8 no se terminó de excavar. La parte excavada estaba llena
de piedras de mediano tamaño. Su integridad se vio afectada por
una intrusión moderna probablemente para buscar restos arqueológicos (F9, UE 0072) (Fig. 6.10 C). Ambas afectaron de forma
significativa a los restos de la bodega de la Vivienda 2.
La F24 se introduce en el corte oriental de la excavación por lo
que su perfil está incompleto, así como su profundidad pues tampoco se terminó de excavar. Como en otros casos, lo que distingue la
colmatación de la fosa es la cantidad de piedras y la tierra suelta de
color grisáceo. Su perfil es piriforme y la construcción de la misma
afectó a la longitud del hogar de forja (Fig. 6.11 B).
Fig. 6.9. Sección parcial de las Fosas 10 (UE 0058), 11 (UE 0073)
y 42 (UE 0378).
FOSAS 28 (UE 0150), 29 (UE 0151) Y 30 (UE 0152)
Estas tres fosas no se diferenciaron bien al principio, sólo al eliminar
la UE 0008 se vieron perfectamente (Fig. 6.11 A). La F28 está cerca
del corte N y no se terminó de excavar. Estaba colmatada de tierra
rojiza suelta, algunas piedras y material escaso (Fig. 6.12).
Las FF29 y 30 están muy juntas por lo que pudieron funcionar de forma simultánea o muy próximas en el tiempo
(Fig. 6.11 A). La F29 tenía en la mitad inferior piedras de
gran tamaño, mientras que en la mitad superior se rellenó con
tierra, material cerámico y orgánico (Fig. 6.5); también destaca la presencia en su interior de restos de enlucido, aunque
no se puede confirmar que formara parte del recubrimiento
de las paredes de la fosa.
Por el contrario la F30 apenas contenía piedras y material
cerámico (Fig. 6.12). De todas las fosas excavadas es la que
tenía el perfil piriforme más claro.
155
[page-n-169]
A
B
C
Fig. 6.10. A, Final de la Fosa 15 (UE 0100) (año 2004). B, Fosas 13 (UE 0083) (parte superior derecha), 14 (UE 0084) (a la derecha) y 2 (UE
0010) (a la izquierda) en proceso de excavación. Entre FF2 y 14, Hogar 5 (UE 0215) (año 1997). C, Fosas 8 (UE 0071) y 9 (0072) (año 1994).
A
B
C
Fig. 6.11. A, Fosas 28 (UE 0150), 29 (UE 0151) y 30 (UE 0152) (año 1995). B, Fosa 24 (UE 0145) (año 2004). C, Vista final parcial
de la UE 0105 (año 1995).
156
[page-n-170]
Fig. 6.12a. Resumen de los materiales de las fosas.
F1-0024 F2-0010 F8-0071 F10-0058 F11-0073 F12-0085 F13-0083 F14-0084 F15-0100 F16-0105 F17-0120 F18-0122 F19-0123 F20-0121
M tosca
95
1
9
12
11
8
55
11
2
8
0
0
2
0
M semi
11
1
0
1
3
5
3
4
0
3
0
0
0
0
M cui
11
2
0
2
3
6
11
0
0
0
0
0
0
1
M inc
1
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
Mp
3
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
M graf
5
0
0
3
0
1
4
4
0
2
0
0
0
0
TOTAL
126
4
9
19
17
20
73
19
2
13
0
0
2
1
A ant
21
4
0
4
5
1
16
7
0
1
1
0
3
0
A blanq
1
2
0
0
0
0
1
0
0
6
0
0
0
0
A ant gris
4
5
0
0
1
0
0
5
1
5
1
0
1
1
TOTAL
26
11
0
4
6
1
17
12
1
12
2
0
4
1
A
789
628
596
287
388
124
68
215
114
914
96
25
40
89
0
0
0
0
2
1
0
0
0
2
0
0
0
0
A eng r
A gris
13
1
0
2
1
0
4
0
1
3
2
2
0
0
TOTAL
802
629
596
289
391
125
72
215
115
919
98
27
40
89
B
48
49
1
24
29
10
0
16
13
34
8
5
1
6
Fenicia
10
1
0
0
0
1
0
5
0
3
0
0
0
0
Atica BN
1
0
0
0
0
0
0
0
0
2
0
0
0
0
BN camp
0
0
0
1
0
0
0
0
1
0
0
0
0
0
Ánfora rep.
1
0
0
0
1
1
0
0
0
10
0
0
0
0
Cocina
1
0
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
Paredes finas
1
0
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
Sigillata
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
0
0
0
0
TOTAL
3
0
0
1
3
1
0
0
1
11
0
0
0
0
Islámica
156
53
5
18
68
2
21
130
50
656
26
1
69
8
Indeter.
1
1
0
0
0
0
0
1
1
0
0
0
0
0
TOTAL
1173
748
611
355
514
160
183
398
183
1650
134
33
116
105
Mat. constr.
x
2
0
0
4
1
7
2
2
x
0
0
0
0
Malacofauna
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
x
0
Mat. lítico
2
3
0
0
0
1
2
0
0
5
0
0
0
0
Hierro
2
2
2
0
1
0
1
2
0
4
3
0
0
0
Bronce
1
0
1
0
0
0
0
0
0
2
1
0
1
0
Plomo
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
Hueso
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
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LA UE 0105
Esta estructura (F16) se configuró como una gran área de tierra marrón-grisácea más suelta que el resto de la superficie.
Su aspecto final era el de una cubeta con mayor profundidad
en el centro que en los laterales y perfil de tendencia ovalada (Figs. 6.1 y 6.11 C). En el límite oriental se pudieron
apreciar restos de tierra compactada posibles indicios de un
suelo o bien de una delimitación de la estructura. En el centro, una placa irregular de tierra apisonada (UE 0137) se ha
interpretado como un hogar (H4) por su parecido estructural
a otros pero podría ser también parte de ese suelo, pues no se
llegó a excavar. En la mitad occidental se apreció un círculo
de piedras con tierra grisácea suelta que también quedó sin
excavar y que podría tratarse de un silo, éste sí en el interior
de una habitación. El material recuperado dentro de esta UE
fue abundante y más variado que en otras fosas, incluyendo
objetos de hierro (Figs. 6.5 y 6.12).
Por todo ello (material abundante, escasa profundidad, silo,
hogar y/o suelo), podría tratarse de los restos de la única estructura de hábitat de época islámica localizada hasta ahora en Los
Villares (Fig. 6.11 C).
FOSAS 25 (UE 0126), 26 (UE 0135) Y 27 (UE 0136)
Estas tres fosas también pudieron funcionar conjuntamente
dada su proximidad. Ninguna de ellas se terminó de excavar
porque la cuadrícula E4 donde se sitúan se dejó de excavar al
nivel de uso en época ibérica (Fig. 6.1).
157
[page-n-171]
Fig. 6.12b. Resumen de los materiales de las fosas.
F21-0124 F24-0145 F25 F26-0135 F27-0136 F28 F29-0151 F30-0152 F32-0188 F33 F34-0223 F35-0494 F38-0275 F40-0385 F41-0532
M tosca
M semi
M cui
M inc
Mp
M graf
TOTAL
A ant
A blanq
A ant gris
TOTAL
A
A eng r
A gris
TOTAL
B
Fenicia
Atica BN
BN camp
Ánfora rep.
Cocina
Pared. finas
Sigillata
TOTAL
Islámica
Indeter.
TOTAL
Mat. constr.
Malacofauna
Mat. lítico
Hierro
Bronce
Plomo
Hueso
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51
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14
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118
x
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0
0
0
Las tres estaban colmatadas de forma similar con piedras
medianas, tierra grisácea suelta y materiales poco significativos
(Figs. 6.5 y 6.12). La F27 se vació menos por estar en el corte N
y afectando a un muro ibérico (M27, UE 0155) lo que dificultaba su delimitación y excavación.
LOS MATERIALES Y LOS RESTOS BIOLÓGICOS
Los materiales recuperados en las fosas son todos ellos producto del relleno intencionado de las mismas y nada tienen
que ver con su uso primigenio. La cronología de colmatación
pudo ser el siglo XII cuando se produce la primera conquista
por parte de los cristianos, aunque no pasó definitivamente a
manos castellanas hasta el siglo XIII.
158
16
1
2
0
0
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6
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86
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2
7
0
134
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0
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2
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0
23
6
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0
79
7
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1
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7
99
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6
9
298
4
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303
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462
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0
0
0
0
0
0
1
0
Los materiales más recientes son cerámicas islámicas
comunes sin rasgos que permitan mayor precisión y las consideraciones más relevantes se han publicado con anterioridad (Mata et al. 1993, 274 y cuadro 1; Mata et al. 1999).
En la llamada F16 (UE 0105) se encontraron los materiales más acordes con su cronología de uso, con intrusiones
que se deben a la superficialidad de los restos constructivos
(Fig. 6.12).
En cuanto a los restos biológicos, tan sólo la fauna permite una cierta fiabilidad. Los carbones fueron de pequeño
tamaño y escasos, sin que permitan hacer una reconstrucción
fiable del paisaje. Y, la misma problemática plantean las pocas
semillas recuperadas.
[page-n-172]
Piezas de hueso y asta
materia prima todavía no ha sido totalmente transformada (Figs.
6.13 y 6.14). Así, se seleccionó parte de la percha de una cornamenta de ciervo de tamaño considerable, se cortó y flexionó en
sentido transversal con un útil metálico para obtener un soporte
que posteriormente fue aserrado en sentido longitudinal para
obtener una lámina sobre la que manufacturar el objeto final. En
este caso, la pieza no fue terminada.
La 0024 puede clasificarse como desecho de trabajo, se
trata de parte de una diáfisis de un animal de talla mediagrande con diversas marcas de corte y abrasión, la pieza tiene
unas dimensiones reducidas (Figs. 3.49 y 6.13) y por sus características físicas podría tratarse del desecho de elaboración
de una lámina o placa de hueso.
(M. Blasco Martín)
Para época islámica hay dos piezas que reflejan distintas fases
del proceso de fabricación de objetos sobre materias duras animales (Fig. 3.49). La 0532-1 se corresponde con un soporte de
asta de ciervo. En él se aprecian de manera evidente diferentes
marcas de trabajo, como es habitual en los soportes ya que la
Fig. 6.14. Detalle de cortes en un extremo de la lámina 0532-1
(fotografía M. Blasco).
Fig. 6.13. Piezas de hueso y asta. Soporte de asta de ciervo, 0532-1;
desecho de trabajo, 0024; pieza sobre diáfisis, 0013-11 (fotografías
M. Blasco).
Fig. 6.15. Número de restos de las especies identificadas en las fosas islámicas (Nivel 9).
Ovicaprino
Oveja
Cabra
Bovino
Cerdo
Équido
Gallo
Ciervo
Cabra montés
Conejo
Ave indet.
Perdiz roja
Total x TX.
Mesomamíferos indet.
Macromamíferos indet.
Anfibio indet.
Malacofauna marina
Total
F1
F2
F8 F9 F10 F11 F12 F13 F14 F15 F16 F19 F20 F34 F38 F50
Total
%
13
3
1
4
1
–
–
2
–
–
–
2
26
45
4
–
–
75
9
–
–
–
–
–
–
2
–
1
–
–
12
5
1
–
–
18
5
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5
–
–
–
–
5
65
15
1
26
9
1
1
7
1
14
2
2
144
228
8
1
1
382
45,1
10,4
0,7
18,1
6,3
0,7
0,7
4,9
0,7
9,7
1,4
1,4
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
3
–
–
–
4
11
1
–
5
1
–
–
–
–
1
–
–
19
2
–
–
1
22
5
1
–
2
2
–
–
–
–
1
–
–
11
14
–
–
–
25
2
2
–
5
2
1
–
–
–
1
–
–
13
25
–
–
–
38
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
–
–
–
3
10
4
–
8
–
–
1
1
–
2
2
–
28
88
1
–
–
117
1
–
–
–
–
–
–
–
–
3
–
–
4
2
–
–
–
6
–
–
–
1
–
–
–
–
1
–
–
2
–
–
–
–
2
3
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
4
2
–
–
–
6
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
2
–
–
–
–
2
–
–
–
–
5
–
–
7
14
1
–
–
22
3
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
4
26
–
1
–
31
–
2
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
4
–
–
–
–
4
159
[page-n-173]
Por su parte, 0013-11 constituye una pieza terminada elaborada sobre la diáfisis de un hueso largo de mesomamífero al que
cortaron las epífisis y posteriormente pulieron. Está decorada
mediante incisiones geométricas de motivos en aspa con una
factura poco cuidada (Figs. 3.49, 6.13 y 7.7). Tanto el pulido
como la decoración resultan difíciles de apreciar a simple vista
debido a que la superficie ósea se encuentra en mal estado de
conservación por la alteración postdeposicional producida por
la acción de pequeñas raíces.
Piezas similares de época islámica, interpretadas como empuñaduras de hueso y decoradas con diversos motivos incisos, aunque de
factura más cuidada que el ejemplar de Kelin, fueron recuperados en
el castillo de Albarracín con una cronología entre los siglos X-XII
(Ortega 2007). En nuestro caso consideramos que podría tratarse
tanto de un mango como de un tubo que, taponado por ambos extremos, pudiese actuar de pequeño contenedor.
Los dos desechos fueron recuperados en estratos de relleno
de fosas islámicas y el posible mango en los niveles superficiales por lo que podrían pertenecer a cualquiera de los momentos
de ocupación del yacimiento. Sin embargo, al no poder precisar
más su cronología y de acuerdo con su lugar de hallazgo hemos
preferido tratarlas dentro de la fase islámica teniendo en cuenta
que forman parte de unidades de relleno.
La actividad ganadera y la caza durante
Fig. 6.16. Material de las Fosas 16 y 2: a) Bos taurus. Metacarpo
izquierdo de bovino adulto (Fosa 16, UE 0105); b) Capra pyrenaica.
Fragmento distal de clavija cornea con marcas de seccionamiento en
la base (Fosa 16, UE 0105); c) Cervus elaphus. Fragmento de diáfisis
de fémur izquierdo con fractura en la zona medial de la diáfisis y marcas descarnado (Fosa 2, UE 0010) (fotografías M. P. Iborra).
la ocupación islámica
(M. P. Iborra Eres)
El Nivel 9 ha proporcionado 144 huesos identificados anatómica y taxonómicamente. El material se recuperó en 17 fosas,
de todas ellas la 1 y la 14 contenían una mayor cantidad de
restos (Fig. 6.15). Los taxones identificados son principalmente domésticos: oveja (Ovis aries), cabra (Capra hircus),
cerdo (Sus domesticus), bovino (Bos taurus), équido (Equus
caballus/Equus asinus) y gallo (Gallus gallus domesticus), y
las especies silvestres: ciervo (Cervus elaphus), cabra montés
(Capra pyrenaica), conejo (Oryctolagus cuniculus) y perdiz
roja (Alectoris rufa).
La muestra en general se caracteriza por una mayor presencia
de especies domésticas que suponen el 81,94% frente a las silvestres (18,06%). Entre las domésticas destaca en importancia el grupo de los ovicaprinos 56,2%, seguidos por el bovino 18,1%. La
importancia relativa del cerdo es escasa (6,3%), al igual que la del
160
équido (0,7%) y el gallo (0,7%). En las especies silvestres, el conejo es la especie más numerosa (9,7%), seguido del ciervo (4,9%),
la perdiz roja (1,4%) y la cabra montés (0,7%).
Los restos que contienen estas fosas son desperdicios alimentarios: basura doméstica mayoritariamente. Son abundantes
las fracturas sobre los huesos de bovino, ciervo y ovicaprino.
Estas fracturas las podemos vincular con el procesado de descuartizamiento, separar las cuernas del cráneo y fracturas que
dividen las unidades anatómicas en pequeños elementos. También hay marcas de desarticulación y descarnado en los huesos
de conejo, sobre falanges de bovino y en las diáfisis de húmeros
y fémures (Fig. 6.16 c). En la Fosa 16 (UE 0105) se recuperó un
metacarpo de bovino, que ha permitido establecer la altura a la
cruz de un individuo, con una alzada de 121 cm. En la misma
fosa también se recuperó una cuerna de cabra montés con mar-
cas de corte en la superficie basal (Fig. 6.16 a y b).
[page-n-174]
7
LOS MATERIALES SUPERFICIALES
Los materiales que se pueden recuperar en toda la superficie del
yacimiento son muy abundantes. Las remociones clandestinas,
la maquinaria agrícola que todavía se utiliza en la mayor parte del terreno, el arrancado de cultivos, como sucedió durante
2015 en el Campo H, y la plaga de conejos que ha invadido
buena parte del término municipal son los factores principales
de esa abundancia (Figs. 1.1 C y 7.1).
Durante los primeros años de trabajo de campo se programaron
prospecciones fuera del recinto vallado para obtener una aproximación a la dispersión espacio-temporal de los materiales (Mata et al.
1993). Los materiales que se publican en esta monografía llegaron
a nuestras manos por cauces diversos. Los más abundantes proceden de las zonas donde se han desarrollado las excavaciones y, desde 2004, las Jornadas de Puertas Abiertas (Zonas A y B); otros son
hallazgos puntuales procedentes de otras zonas o sin localización
espacial. En este apartado se han incluido también los materiales de
las UUEE 0000, 6000, 6001 y 6010 de los sectores excavados en
las Zonas B y A, por tratarse de niveles superficiales.
La variedad de materiales recuperados es importante, pero
la mayoría son cerámicas ibéricas de todas las clases y producciones. De todos ellos, solo se hará un comentario particular de
las piezas consideradas más relevantes.
La cerámica hecha a mano es la categoría más escasa (Fig.
7.2, 0000-34; Fig. 7.4, E-9; Fig. 7.6, R-1). El único elemento a
destacar es un pitorro vertedor grafitado por ambas superficies
correspondiente a una forma indeterminada (Fig. 7.2, 0000-29);
por otro lado, la pieza más entera es un cuenco de perfil en S,
grafitado, recuperado en los alrededores de la zanja de riego realizada en la zona F (Figs. 1.1 A y 7.5, F-40). Su presencia en las
zonas donde no se han realizado excavaciones (E y F) corrobora
la ocupación de la loma desde la fecha más antigua proporcionada por las excavaciones.
Entre las cerámicas a torno ibéricas hay que destacar la
documentación de formas poco comunes en el repertorio,
como un lebes producido en el alfar de Casillas del Cura
(Venta del Moro) (Duarte et al. 2000, fig. 4, 2) (Fig. 7.5, F-4);
kalathoi y tarros tipos que no son habituales en Kelin y su
territorio, esta vez con decoraciones geométricas (Fig. 7.3,
6001-3 y 6001-6012-2).
Las decoraciones que se documentan son las pintadas, impresas y con engobe rojo local. Entre las pintadas, además de
los motivos geométricos, hay fragmentos con figuras animales
y vegetales. Algunas de estas decoraciones son producciones
claramente edetanas por lo que se trata de importaciones ibéricas (Figs. 7.4, E-12 y 7.6, s/n), pero la mayoría tiene una procedencia indeterminada. A pesar de su estado fragmentario se
pueden distinguir alas y costillares, elementos propios de las
decoraciones complejas de los siglos II-I a. C. (Fig. 7.5, F-14,
36, 37 y 44; Fig. 7.6, 281).
Las cerámicas con impresiones y las marcas sobre ánfora
se han dado a conocer en publicaciones anteriores (Valor et al.
2005; Mata y Soria 1997; Soria y Mata 2015). En ambos casos se
trata de producciones locales bien caracterizadas y reconocibles,
Fig. 7.1. Conejeras entre los Campos B y H (año 2015).
161
[page-n-175]
Fig. 7.2. Cerámicas de la UE 0000 de la zona B. Cerámica a torno oxidante (Clase A), 0000-3, 28 y 38, 0013-3 y 9, 0013-5, 0000-37, 39,
41 y 42 y Limp. Corte S ABD1-1 y 2; cerámica a mano semicuidada, 0000-34; pitorro vertedor de cerámica a mano grafitada, 0000-29;
cerámica fenicia, 0000-33; ánfora romana, 0000-26; cubilete de paredes finas, 0000-17; borde a mano, 0013-2; asa de ánfora (Clase
A) con marca impresa, 0000-30; cerámica oxidante (Clase A) con engobe rojo, 0000-2; cerámica oxidante (Clase A) con decoración
impresa, 0000-1 y 0013-1; cerámica a torno tosca (Clase B), 0000-36; fusayola de Clase B, 0013-12 y 0000-44; asa oxidante (Clase A)
con marca esgrafiada, 0000-8; borde cerámica indeterminada, 0000-18.
162
[page-n-176]
Fig. 7.3. Materiales superficiales de la zona A (UUEE 6000 y 6001). Cerámica oxidante (Clase A), 6000-1, 2, 3, 4 y 5, 6001-1, 3, 4, 5 y 7
y 6001-6012-2; cerámica oxidante con decoración impresa (Clase A), 6000-6; clavos de hierro, 6001-8, 9 y 10.
aunque con significados distintos. Las decoraciones impresas
muestran el repertorio completo de técnicas y motivos conocidos
(circulillo, cuerdecilla, peine, concha y estampilla) y se encuentran ante todo sobre piezas de mediano y pequeño tamaño (Fig.
7.2, 0000-1, 0013-1; Fig. 7.3, 6000-6; Fig. 7.4, C-9 y E-15; Fig.
7.5, F-28, F-35 y F-41; Fig. 7.6, G-7, L-1, Campo 4, 13, 279, 284
y 283). En cuanto a las marcas sobre ánfora, todas están hechas
sobre el nervio del asa con las tres técnicas conocidas (impresión,
incisión y esgrafiado) (Fig. 7.2, 0000-30 y 0000-8; Fig. 7.6, G-6).
La más interesante es la 0000-30 (Fig. 7.2) puesto que no solo es
la más numerosa en Kelin, sino que se encuentra en yacimientos
del territorio y fuera del mismo (Soria y Mata 2016, 626-628),
claro indicador del carácter comercial de las mismas.
Las piezas de engobe rojo, de origen local, también se documentan en superficie (Fig. 7.2, 0000-2; Fig. 7.4, B-12; Fig.
7.5, F-20, 21, 25 y 27), algunas combinando el engobe con
incisiones e impresiones (Fig. 7.6, L-1, 283 y 284). Los tipos
mayoritarios son siempre piezas de pequeño y mediano tamaño,
especialmente botellitas de perfil quebrado y jarros.
Las pesas de telar y fusayolas sólo se han recogido cuando
estaban muy completas, presentaban decoración incisa o impresa o eran fusayolas de clase B (Fig. 7.2, 0013-12; Fig. 7.4, B-9
y E-10; Fig. 7.6, J-6). La pesa de telar E-10 (Fig. 7.4) muestra
una impresión de tendencia triangular en la parte superior formada por tres motivos iguales. Las fusayolas se encuentran en
el rango de 15 a 25 g, es decir para hilo de 0,39 mm (lino) y 0,6
mm (lana media).
Importaciones de todas las procedencias y cronologías se
pueden recoger en toda la superficie del yacimiento, pero interesa destacar aquí las del ámbito itálico ya que apenas se han
encontrado en las excavaciones oficiales. Barniz negro, ánforas
itálicas y cubiletes son las categorías documentadas (Fig. 7.2,
0000-26, 0000-17; Fig. 7.6, H-6, M-3 y14). Así mismo es posible encontrar algún fragmento aislado de Terra Sigillata.
Toda la cerámica islámica inventariada e ilustrada en este
capítulo procede de las UUEE 0000 y 0013 de la Zona B con un
repertorio tipológico y decorativo similar al documentado en las
fosas (Fig. 7.7), predominando las ollas lisas.
Los materiales no cerámicos se limitan a piezas reconocibles de metal, sobre todo, además de fragmentos de piedra
trabajada, un hueso trabajado (vid. Cap. 6) y una cuenta de
pasta vítrea (Fig. 7.3, 6001-8-10; Fig. 7.5, F-26 y 34; Fig.
7.6, G-4; Fig. 7.7). Merecen destacarse un as de bronce (vid.
Cap. 12), una fíbula tipo La Tène, la parte superior de una
163
[page-n-177]
Fig.7.4. Materiales superficiales. Cerámica a torno oxidante (Clase A), B-3, 4, 5 y 7, C-7 y 8, D-2 y 3 y E-4, 5, 6, 7, 8, 11 y 12; cerámica
oxidante (Clase A) con engobe rojo, B-12 y con decoración impresa, C-9 y E-15; fíbula de bronce, B-13; calderos de bronce, B-10 y 11;
fusayola con decoración incisa e impresa, C-10; cerámica romana, D4 y 5; cerámica oxidante blanquecina (Clase A), D-6; cerámica a
torno tosca (Clase B), D-1; cerámica a mano con decoración incisa, E-9; pesa de telar con decoración impresa, E-10.
164
[page-n-178]
Fig. 7.5. Materiales superficiales de la zona F. Cerámica oxidante (Clase A), F-4, 17, 18, 19, 29, 30, 32, 33, 38 y 39; cerámica oxidante
(Clase A) con decoración impresa, F-28, 35 y 41; cerámica oxidante blanquecina (Clase A), F-22; cerámica oxidante (Clase A) con engobe
rojo, F-20, 21, 25 y 27; cerámica ática de figuras rojas, F-23; cerámica a torno oxidante (Clase A) con decoración figurada, F-14, 36, 37 y
44; Cerámica a torno reductora (Clase A), F-31; cerámica a mano grafitada, F-40; piedra, F-26 y 34.
165
[page-n-179]
Fig. 7.6. Materiales superficiales. Cerámica oxidante, G-5, H-5, K-7 y 8, L-6, O-9, 10 y 13, P-2, O-12 y 34; ánfora con marcas precocción,
G-6 y 7; piedra con señales de uso, G-4; ánfora romana, H-6; pesa de telar con decoración impresa, J-6; cerámica reductora, L-5; cerámica
oxidante con decoración impresa y engobe rojo, L-1; cerámica oxidante con decoración impresa, Campo 4-1, 13, 279 y 284; cerámica
campaniense, M-3; cerámica a mano cuidada, R-1; cerámica a torno blanquecina, O-11; cerámica con decoración figurada, s/n y 281; as de
Roma, 282; cerámica oxidante con decoración incisa y engobe rojo, 283; cerámica de barniz negro, 14; indeterminada, 280.
166
[page-n-180]
Fig. 7.7. Cerámicas islámicas de las UUEE 0000 y 0013 de la zona B: 0000-4, 5, 6, 7, 12, 13, 14, 15, 16, 27 y 43, 0013-4, 6, 7, 8. Hierro,
0000-10, 20, 21, 22, 40. Lingote de plomo, 0000-19. Bronce, 0000-9, 11 y 30, 0013-10. Hueso trabajado con incisiones, 0013-11. Pasta
vítrea, 0000-35. Piedra, 0000-23, 24 y 25. Cabecita de pasta vítrea, Zona B (B-12) (fotografías Museu de Prehistòria de València).
Fig. 7.8. Caldero de bronce de la zona B (B-10).
Fig. 7.9. Caldero de bronce de la zona B (B-11).
167
[page-n-181]
campanita y un lingote de plomo (Fig. 7.6, 282; Fig. 7.4,
B-13; Fig. 7.7, 0000-19), además de dos calderos de bronce
(Fig. 7.4, B-10 y 11; Figs. 7.8 y 7.9) y una cabecita de pasta
vítrea (Fig. 7.7).
La fíbula conserva el puente, la mortaja y el pie acabado en balaustre, con pequeños trazos incisos en todas esas
partes; tiene la cabeza perforada para insertar el resorte y la
aguja. Pertenece al tipo 3 de Cuadrado, subtipo f de Iniesta
(Cuadrado 1978; Iniesta 1983).
Los dos calderos se encontraron casi en superficie en la zona
B después de las Jornadas de Puertas Abiertas de 2014. El B-10
es hemiesférico con el borde en ala plana y conserva los remaches para sujetar las asas una de las cuáles también se recuperó;
el B-11 es de menor tamaño, globular con el borde vuelto y sin
168
elementos de prensión visibles. En la restauración realizada en
el Museu de Prehistòria de València se pudo ver que este último
tiene un alma de plomo en el borde.
La cabecita de pasta vítrea es un colgante, con la anilla
fragmentada; rostro imberbe, amarillo; tocado bicolor con dos
rodetes; de los ojos queda un pequeño hueco y restos de la coloración azul. Pertenece al tipo AIIb de Tatton-Brown y es masculina (1981, 144), mientras que Seefried la clasifica en su tipo
DII y la considera femenina (1982, 9, 30 y 49). Los ejemplares
conocidos son escasos y tienen una cronología del 300 a. C. al
40 d. C.; por su factura helenística y distribución mayoritaria
pudieron fabricarse en talleres orientales (cf Alejandría), pero
tampoco se puede descartar con seguridad su fabricación en Occidente (Seefried 1982, 30, 40, 52-53, 66).
[page-n-182]
8
LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS Y EQUIPAMIENTOS
A TRAVÉS DEL TIEMPO
En este apartado se hace una síntesis de las técnicas constructivas y equipamientos de Kelin, señalando las peculiaridades de
cada nivel o fase constructiva.
MUROS (M)
Los muros son de dos tipos: los construidos totalmente de adobe
y los que tienen zócalo de piedras y alzado de adobe, aunque
éste no siempre se haya conservado.
Muros de adobe
Los muros hechos de adobe sin zócalo de piedras se encontraron en los Niveles 1, 21, 23, 31 y 5, es decir desde el siglo
VII hasta el VI a. C.
Todos los pertenecientes al Nivel 1 estaban incompletos en
longitud y altura, pero no en anchura; las dimensiones de los
adobes son variadas, pero tienen un módulo que se puede calificar como grande (Fig. 8.1) (Belarte 1997, 267-269). Estaban
hechos con adobes de color negro, rodeados de una argamasa de
tierra blanquecina de unos 2 cm de espesor y estaban colocados
directamente sobre el suelo. Los adobes se dispusieron en dos
filas paralelas a soga, a tizón y a soga y a tizón (Figs. 3.1 y 3.3
B, C y D). De M101 (UE 0525) apenas se vio la cara externa
de uno de los adobes bajo el ángulo formado por MM70 y 78
(UUEE 0259 y 299). Por su posición, se supone que pudo ser la
continuación de M100 (UE 0427).
En los Niveles 2 y 3 siguió el uso de muros de adobe de
color negro y argamasa blanquecina alrededor (M93 UE 0492 y
M96 UE 0433) (Fig. 3.12 d), y otros sin numerar en A3 junto al
límite N del sector excavado). Excepto M96 donde no se aprecia
bien, todos los demás adobes están colocados a soga.
En el Nivel 2 se encontraron los primeros adobes hechos
con tierra rojiza, que será la habitual en la cronología posterior.
Los mejor conservados fueron los MM70, 85 y 95 (UUEE 0259,
0437, 0438 y 0386) a pesar de lo cual no se apreciaron adobes
completos (Fig. 8.1). En algunos casos, se conservaba parte del
recubrimiento de protección hecho con una gruesa capa del mismo material que los adobes, sin enlucido aparente, circunstancia
que dificultó la identificación y localización de los muros durante el proceso de excavación.
El número de muros de adobe sería mayor si se tiene en
cuenta que muchos de los construidos sobre zócalo de piedras,
al ir colmatándose, acabaron siendo utilizados como muros de
adobe exclusivamente. Esto se ha constatado hasta el Nivel 4
(MM70 y 84, UUEE 0259 y 0415).
En el Nivel 5 sólo se conservó una huella muy deteriorada
del M99 (UE 0403) localizada al eliminar el M4 (UE 0011) e
imposible de conocer sus medidas exactas. En los niveles posteriores no se documentaron.
No obstante, esta técnica constructiva ya se había constatado en
Kelin formando parte de tabiques en las excavaciones de los años
50, en los sondeos II de 1985 y VI/X de 1987, datados en el primer
cuarto del siglo II a. C. (Mata 1991, 17, fig. 9, 3, láms. XII y XVI,
1; Mata et al. 1999; Pla 1980, fig. 4) (Fig. 8.2 A).
Se considera, ésta, una técnica poco habitual porque, por lo general, los muros de tierra (adobe o no) suelen estar sobre un zócalo de
piedras (más o menos elevado) para aislarlos de la humedad (Belarte
1997, 56-58). Como medidas de protección pudieron estar recubiertos de un enlucido y colocar piedras o losas junto a la base.
Sin embargo, leyendo atentamente la bibliografía se encuentran bastantes ejemplos, sin salir de la península, de murallas y
paramentos que utilizaron esta forma de construir. Algunos lugares conocidos desde hace tiempo son Alto de la Cruz (Cortes),
Sorbán (Calahorra), Soto de Medinilla (Valladolid), la Moncloa/
Obulcula (Fuentes de Andalucía) y Vinarragell (Borriana) (Moret 1996, 73-74, 197-198; Mesado 1974, 91 y 126, figs. 61 y 62,
láms. XXXVII y LXVIII; Mesado y Arteaga 1979, 27-29, 53,
fig. 9 y 10). Más recientemente, se han descrito muros de adobe
en El Carambolo (Camas) (Fernández Flores y Rodríguez 2007,
169
[page-n-183]
Fig. 8.1. Medidas de los adobes.
UE
Hecho
Largo
Ancho
401
M89
45
20
427
M100
52
20
427
M100
48
427
M100
427
M100
521
M90
446
M87
376
Grosor
Nivel, Fase
11
9
11
22
9
11
23
10
11
21
10
11
20
11
39
32
10
22,23,31,41
36
20
10
23
29
472
Horno
14
23
517
M92
30
23, 31, 32
518
M93
33
23
386
M95
35
23, 31, 32
433
M96
19
31
438
M86
31
245
M88
40
315
F52
7
52
315
F52
14
52
55
V3
6010
10
26
51, 52
20
18
23
20,5
9
73
12
9,5
73
D11/12
73
11
6017
0008 E3
31, 32
D11/12
16
6,5
73
V2
30
8
73, 8
30
8
73, 8
7,5
73, 8
7,5
73, 8
9
73, 8
30
138
C3
24
F1
27
16
73
30
9,5
73, 8
20
9
73, 8
15
10
9
A
97 y 127) y en La Fonteta (Guardamar del Segura) (Rouillard
et al. 2007, 100). Moret opinaba que todas estas construcciones
tenían en común su ubicación en llano y, en consecuencia, alejadas de lugares de aprovisionamiento de piedra (Moret op. cit.).
Esta argumentación no es válida para Los Villares pues, tanto
en el subsuelo como en las cercanías, existen afloramientos de
piedra susceptibles de ser explotados como sucederá de forma
casi inmediata o simultánea (Fig. 8.2 B).
La coloración negra de los adobes es la más habitual en las
fases iniciales. Según los análisis realizados sobre adobes negros de Illa d’en Reixac (Ullastret), la tierra pudo proceder de
zonas húmedas (Chazelles 1999, 82, 89 y 90) que, en el caso de
Los Villares, pudo ser el cercano río Madre.
Muros con zócalo de piedra y alzado de adobe
Este tipo de construcción se ha documentado desde el Nivel 2 y,
con pocas excepciones, se generalizará a partir de ese momento.
La forma de construir variará poco a lo largo del tiempo pero
aun así se pueden apreciar ciertas diferencias.
La mayoría de los muros de los Niveles 2, 3 y 4 presentaban zócalos de escasa altura, de una o dos hiladas a lo sumo,
entre 10 y 20 cm (Figs. 3.7, 8.3 y 8.4 A). La piedra utilizada
es caliza de tono gris y rojiza, sin desbastar, o trabajada en
pequeñas losas, sobre todo, en la parte superior para nivelar
la superficie de colocación de los adobes. Estaban trabadas
con tierra. Con respecto al ancho, no existe una norma pero
suelen ser estrechos (unos 30 cm).
Los muros del Nivel 4 (MM58 y 61, UUEE 0501 y 0260) eran
más anchos que los anteriores, el zócalo conservado también era
más alto y las piedras, de tamaño mayor. Se inició una tendencia
que tendrá continuidad en los momentos siguientes, aunque seguirá habiendo excepciones. Así, por ejemplo, los había con una
media de 35 cm de anchura y construidos con piedras pequeñas
(MM12, 11, 10, 14 y 13, UUEE 0001, 0002, 0003, 0005 y 0007).
En cambio, a partir del siglo VI a. C., la mayoría tendrá una anchura comprendida entre 30 y 60 cm (Fig. 8.3).
La altura del zócalo es más complicada de conocer pues ninguno de ellos conservaba el alzado de adobes. Por regla general,
la altura conservada se aproximaba a los 20 cm y podía superar
los 50 cm (Fig. 8.3).
B
Fig. 8.2. A, Corte S del Sondeo IX en la zona M, con impronta de muro de adobe (6 hiladas) y zanja de cimentación (año 1987). B, Frente
de cantera (año 2004).
170
[page-n-184]
Fig. 8.3. Medidas de los muros.
UE
Muro
Nivel, Fase
389
56
22
518
93
23
464
91
23
296
72
21, 22, 23
297
73
21, 22, 23
440
76
21, 22, 23
522
94
22, 23
343
74
22, 23
344
75
22, 23
517
92
23, 31, 32
519
102
22, 23, 31?
386
95
23, 31, 32
259
70 21, 22, 23, 31, 32, 41, 42?
298
77
21, 22, 23, 31, 32
299
78
21, 22, 23, 31, 32
446
87
22,23,31,32,41,42
433
96
31
387
98
32
244
69
31, 32
316
80
31, 32
359
81
31, 32
503
79
31, 32
412
82
31, 32
413
83
31, 32
437
85
31, 32
438
86
31, 32
415
84
31, 32, 41, 42
171
53
42
172
54
42
260
61
41, 42, 51?
501
58
41, 42, 51
163
49
4?, 51, 52
511
97
51
408
106
52?
245 88 o B
51, 52
255 B7 o M?
51, 52
403
99
51, 52
509
36
51, 52
292
42
51, 52, 61
130
37
51, 52, 61
71
61
262
256
68
63
294
55
63
235
67
62, 63
50
19
62, 63, 7
116
59
62, 63, 7
127
34
62, 63, 7
131
38
62, 63, 7
139
48
63, 7
147
48
63, 7
154
47
63, 7
155
46
63, 7
Alt. zócalo Anchura
14
10
13
9
17
10
11
16
14
8
10
no
no
18
13
no
15
12
25
20
13
11
60
no
no
20
23
31
14
24
sin exc.
16
37
no
no
no
47
14
35
16
24
inc
10
57
23
20
24
sin exc.
sin exc.
sin exc.
sin exc.
36
34
33
30
35
20
sin exc.
34
35
40
40
35
63
33
36
40
28
33
27
40
39
33
40
24
40
33
30
51
50
48
57
35
47
11
37
22
27
50
47
45
26
24
50
50
59
49
61
40
54
29
49
60
El M4 (UE 0011) conservaba una de las mayores alturas, alcanzando casi 50 cm. La forma de construirlo también era peculiar: la base estaba formada por dos hiladas paralelas de grandes
losas dispuestas verticalmente, es decir, apoyadas por el lado
más estrecho, dando la impresión de ser bloques ciclópeos. El
interior se rellenó de piedras y tierra. Sobre la primera hilada de
losas se pusieron piedras pequeñas y medianas careadas hacia el
exterior (Fig. 8.4, B y C).
UE
Muro
Nivel, Fase
180
1
2
3
5
7
11
19
20
15
28
30
46
74
132
219
143
162
209
217
98
106 A
106 B
113 E
113 O
35
37
38
39
531
25
26
48
59
45
76
89
93
94
140
142
108
27
109
12
42
107
133
146
175
534
60
12
11
10
14
13
4
3
8
7
6
5
32
21
39
33
44
45
64
65
26
57
57
31
31
17
52
40
9
23
24
28
20
16
15
22
25
29
27
35
43
18, 51
2
30
1
18
18
41
50
62
107
63, 7
6, 7
6, 7
6, 7
6, 7
6, 7
63, 7, 8
6, 7, 8
7
7
7
7
7
7
7
7
71
71
71
71
72
72
72
72
72
72, 73
72, 73
72, 73
72, 73
72, 73
73
73
73
73
73
73
72
73
73
73
73
72 ?, 73, 8
73, 8
7, 8
8
8
8
8
8
8
8
Alt. zócalo Anchura
17
28
18
17
27
24
39
36
37
32
45
33
17
46
36
17
36
sin exc.
19
30
23
14
13
17
11
45
24
36
30
49
26
26
18
37
38
10
45
14
15
14
19
16
20
35
10
15
22
38
38
35
inc
52
38
42
55
32
24
45
65
60
70
46
40
38
40
70
49
78
50
44
55
60
34
36
37
54
40
38
42
36
sin exc.
50
30
40
40
44
40
43
40
50
45
43
46
45
52
40
43
45
15
sin exc
21
25
Otro aspecto a destacar en la construcción de los muros a partir del siglo VI a. C. es la presencia, en algunos casos, de zanjas
de cimentación. Se trata de una técnica poco habitual, de hecho,
siempre se ha afirmado que los iberos construían sin zanjas o que
éstas eran tan poco profundas que apenas se distinguían. Esta
idea preconcebida es la que provocó que, en algunos momentos,
no se diferenciaran adecuadamente. La primera vez que se encontró una zanja en Kelin fue en el sondeo VI/X de la zona M,
171
[page-n-185]
A
C
B
Fig. 8.4. A, A la izquierda, Muros 92 y 93 trabados (UUEE 0517 y 0518) y a la derecha Muro 102 (UE 0519) del Nivel 2. En la parte superior, muros de la Vivienda 2 del Nivel 7 (año 2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno). B, Muro 4 (UE 0011) con la altura conservada;
a la izquierda, adosado, el Muro 31 (UE 0113) cortado por la Fosa 14 (UE 0084); en primer término, Hogar 6 (UE 0226) del Nivel 6 (año
1996). C, Detalle de la parte superior del Muro 4 (UE0011) (año 2001).
correspondiente a un muro de adobe (Mata et al. 1999) (Fig. 8.2
A). Posteriormente, ya en la Zona B, se localizaron zanjas en los
MM55 (UUEE 0294 y 0394), 68 (UUEE 0256, 0328 y 0506),
31 (UUEE 0113 y 0212) y 35 (UUEE 0140 y 0194). En casi todos los casos, se han interpretado como tal con posterioridad a
su excavación, pues en un primer momento se consideraron reparaciones de los muros. Al excavar la UE 0294 empezó a salir,
junto a las piedras del M55, cerámica ibérica plena cuando en
el resto de la UE el material era mucho más antiguo. Esto fue el
primer indicio de que algo no se interpretaba bien y se consiguió
individualizar la zanja llena de piedras y cerámica de ese muro
(UE 0394). Su continuidad con las UUEE 0038 y 0506 explicaba algunas anomalías estratigráficas observadas y confirmaba el
hecho de que algunas construcciones estaban afectando parcial o
totalmente a las estructuras y sedimentos precedentes.
Se desconoce la procedencia exacta de la piedra de construcción que, sin duda, es local en todos los casos. No obstante,
a escasos metros del límite SO del yacimiento hay un frente
de cantera que pudo haberse utilizado en algún momento de la
larga historia de Kelin (Fig. 8.2 B).
172
POSTES (AP)
La utilización de postes para sustentar las cubiertas se documenta a través de la identificación del agujero o losa donde se apoyaba el palo de madera pues en ningún caso se ha
conservado éste. A veces, en el interior de los agujeros se ha
recuperado algún carbón pero no se puede afirmar que se trate de los restos del poste, porque a veces se han identificado
varias especies (como en UE 0321) y porque son carbones
demasiado pequeños.
Se pueden establecer varios tipos de agujeros de poste (Figs.
8.5, 8.6 y 8.7):
- Agujero profundo, tendencia circular, con una losa en el
fondo; total o parcialmente rodeado de piedras a nivel del suelo
(AAPP7, 8, 10, 11, 12, 17, 18, 19, 22, 23, 26 y 31) (P). Se encuentra desde el Nivel 1.
- Agujero profundo, tendencia circular, sin losa en el
fondo; total o parcialmente rodeado de piedras a nivel del
suelo (AAPP2, 15, 16 y 29) (A). Casi todos ellos pertenecen
al Nivel 3.
[page-n-186]
A
B
C
D
E
F
Fig. 8.5. Tipos de agujeros de poste: con losa al fondo y rodeado de piedras (A y B) (UE 0322, AP18 y UE 0367, AP7); agujero sin losa en el fondo
(C y D) (UE 0448, AP15 y UE 0524, AP29); agujero sin piedras ni losas (E) (UE 0458, AP 14); losa (F) (UE 0417, AP23).
- Agujero profundo, de tendencia circular, sin losa ni piedras
alrededor. Puede estar incompleto (AAPP4, 13, 14, 20, 21, 25 y
28) (I). Se ha encontrado en los Niveles 2, 3, 4 y 6.
- Losa sobre el suelo. En algunos casos, existen dudas fundadas de que no sea realmente la base del poste sino la losa que
habría en el fondo del agujero que arrancaría de un nivel superior y no se identificó (AP1, 5, 6, 9, 30, 32, 37-40) (L). Se han
encontrado desde el Nivel 2.
- Agujero profundo, delimitado a nivel del suelo por grandes piedras en forma de C (AAPP3, 24 y 27). Actuaría de poste
principal (C). Se ha encontrado en los Niveles 3, 4 y 5 (Fig. 8.6).
Un comentario especial merecen los AAPP12 y 29 (UUEE
0476 y 0524), ambos totalmente excavados en la roca (Figs. 3.2,
8.5 B y 8.7). El primero puede estar incompleto porque tenía
otras construcciones encima, y conservaba una losa en el fondo
(P); el segundo conservaba unas pequeñas piedras alrededor y
no se constató que tuviera losa (A). En ambos casos existen dudas razonables sobre su estado de conservación y por lo tanto
tampoco se pueden adscribir a un nivel con seguridad.
REVESTIMIENTOS Y CUBIERTAS
El revestimiento de las paredes era de tierra en todos los
niveles. Se encontraron fragmentos del mismo entre los sedimentos de amortización desde el Nivel 1 (UE 0401) y, sobre todo, en los niveles más modernos. Por los fragmentos
recuperados no siempre se puede distinguir si eran parte de
los suelos o de los enlucidos. De hecho, en la Vivienda 2 se
pudo comprobar la continuidad entre el material que cubría
el suelo y las paredes (Fig. 4.81).
En algunos muros de los Niveles 7 y 8 el enlucido se
conservaba parcial o totalmente (Figs. 4.81 y 8.8 A). En el
proceso de excavación se distinguía por una línea recta de
color negruzco separada unos centímetros de la pared de
adobe o piedra y siempre por el interior (Fig. 8.8 B). Alguno de los fragmentos conservaba una capa de color blanco
mientras que el lado opuesto tenía improntas vegetales (Fig.
8.9, 1, 2 y 3).
Las cubiertas debieron ser de tierra, madera y ramaje. Los
restos recuperados indican que hubo vigas planas, rollizos recubiertos de tierra y otros de difícil identificación (Fig. 8.9).
SUELOS (P)
Fig. 8.6, Agujero rodeado de piedras en forma de C (C) (UE 0423,
AP27) (años 2000, 2001 y 2004).
Los suelos documentados son muy sencillos y se pueden agrupar
en construidos y simples, con escasas variantes entre ellos.
Suelos construidos se han encontrado en el Conjunto 2 del
Nivel 2 y en la Vivienda 3 del Nivel 52. En el primer caso se
trataba de un suelo de tierra de gran espesor (P12, UE 0333),
compuesto por tres capas de abajo arriba: tierra rojiza/ tierra
grisácea/ marga blanca en la superficie (Fig. 3.11 A). Un suelo
similar se encontró en dos departamentos incompletos excavados en 1988 (Mata et al. 1999, figs. 9, 1; 11 y 13).
En la V3 se encontró una capa de piedras pequeñas mezcladas con tierra, de forma irregular (UE 0241), que no llegaba a cubrir toda la superficie (Fig. 4.2 A y B). Empedrados
173
[page-n-187]
Fig. 8.7. Relación de agujeros de poste.
UE
524
348
448
449
349
392
423
458
485
419
390
380
356
210
333
417
422
416
533 (2)
102
91
101
60
6015
476
367
320
321
322
355
360
406
407
410
477
176
AP
29
2
15
16
3
24
27
14
28
4
13
21
20
25
1
5
6
9
36
30
38
39
40
37
34
12
7
11
17
18
19
8
22
23
10
26
31
ø
22
38x15
40
29x25
70x42
50x40
53
18x16
50x13
20x18
20
12
20
32
37x30
30x23
34x24
21x17
34x26
60x43
36
20
25x20
60x40
40x28
33x20
21
38x30
30
58
Alt. máx. Alt. mín. Tipo
49
A
25
A
24
A
14
A
18
8
C
15
9
C
16
C
21
I
31
19
I
22
I
43
20
I
13
I
24
I
9
I
L
10
L
9
L
10
L
L
16 y 11
L
L
L
L
L
7
L
20
P
12
P
18
8
P
27
17
P
34
16
P
38
32
P
10
8
P
34
20
P
15
25
P
15
11
P
4
P
15
P
A
Carbón
Q. perennifolio, P. halepensis
Roble
Carrasca y enebro/sabina
Q. perennifolio, caducifolio, P. halepensis
Q. perennifolio, caducifolio, P. halepensis
Q. perennifolio, caducifolio, P. halepensis
Quercus perennifolio
P. nigra y halepensis, Quercus, Arbutus
Q. perennifolio, caducifolio, P. halepensis
Nivel, fase
¿1, 21, 22?
31
32
32
31
41, 42
5
23
23
31
31, 32
32?
41, 42
62, 63
2
31?
31, 32
41, 42
41, 42
6, 7
61, 7
62, 63, 7
62, 63, 7
71, 72, 73
73
¿1, 21, 22?
31
41,42,¿61,62?
41, 42
41, 42
41, 42
41, 42
41, 42
41, 42
41, 42
62, 63
71
B
Fig. 8.8. A, Cara N del Muro 21 (UE 0074), con enlucido conservado (UE 0075) (año 1994). B, Detalle del enlucido (UE 0066) del Muro
16 (UE 0059) (año 1993).
174
[page-n-188]
Fig. 8.9. 1, fragmento de enlucido con pintura blanca; 2, fragmento de enlucido sin pintura; 3, restos de cubierta con improntas vegetales
(UE 0044). Fragmentos de las cubiertas de la Vivienda 3 (UE 0055) y de la Vivienda 2 (0119).
de estas características se documentaron en otras campañas
también datados en el siglo VI a. C. (Mata 1991, fig. 3, nivel
III y lám. III, 3).
Otros dos empedrados realizados con piedras planas
de tamaño mediano se localizaron al O de las UUEE 0415
(M84), 0501 y 0502 (M58) en un espacio supuestamente
abierto o de circulación (Figs. 4.21 A y 6.7 A). Ambos se
introducían en el corte O de la excavación por lo que es difícil conocer su extensión y funcionalidad exactas. El primero
corresponde al Nivel 41 (siglo VII a. C.) (UE 0497) y el
segundo al 61 (siglo V a. C.).
Los suelos simples son los más generalizados. Estaban hechos de tierra apisonada, observándose algunas variantes relacionadas con la presencia de una superficie endurecida o no.
Suelos con la superficie endurecida se encontraron cubriendo parcialmente el Conjunto 1 (P25) del Nivel 2 (Fig.
3.8 A), algunos fragmentos del Conjunto 2 (P13) en el Nivel
32, en los Conjuntos 3 y 4 (PP17 y 20) del Nivel 4 y restos
en el Nivel 6 del D20 (PP8 y 9), D22 (P1), V2 (P15) y V3
(P21). Los mejor conservados se encontraron en el Nivel 7: en
la estancia de entrada de la V3 (P5) (Fig. 8.10 A) y en todas
las habitaciones de la V2 (PP3, 4, 6, 7 y 8) (Fig. 4.40 ). Al
excavarlos se ha podido apreciar que tenían entre dos y tres
capas de tierra sucesivas.
A la variante sin capa endurecida corresponde el P10 (UE
0218) de la Fase 63, compuesto por una fina capa de tierra amarillenta que cubría el ángulo NE del D19 (Fig. 8.10 B).
175
[page-n-189]
A
B
C
Fig. 8.10. A, Estancia de entrada de la Vivienda 3 con suelo P5 (UE 0070) afectado por la Fosa 1 (UE 0024) (año 1994). B, Capa de suelo
amarillento sin superficie endurecida (P10, UE 0218) inmediatamente por debajo del Banco 2 (UE 0095) del Nivel 71. En la parte superior
Muro 19 (UE 0050) de los Niveles 6 y 7 (año 1997). C, Detalle del umbral con la losa junto a UE 6008 y el posible pestillo (año 2002).
BANCOS (B)
ACCESOS (PR)
Los bancos adosados son el único equipamiento conservado relacionado con el mobiliario. Su presencia reduce la superficie
pisable de las estancias pero mantiene la útil e introduce cierta
complejidad ya que no todas las unidades domésticas los tienen.
Estos bancos pudieron servir tanto para colocar enseres como
para sentarse y, según la anchura, también pudieron utilizarse
como camas (Fig. 8.11).
Aparecen por primera vez en el Nivel 2 hechos totalmente de adobe o tierra. Y los de piedra se encuentran a
partir del Nivel 7, aunque no existe la seguridad de que estén
construidos totalmente de piedra. Como norma general, los
del Nivel 7 son más anchos que los anteriores, mientras que
la altura no es determinante ya que unos y otros pueden estar
incompletos (Fig. 8.11).
En los niveles más antiguos, los mejor conservados eran
los que rodeaban las tres paredes del Conjunto 2 (BB3, 4 y 5,
UUEE 0369, 0370 y 0371), a pesar de lo cual no se encontró
material asociado en su superficie (Fig. 3.10).
Para los niveles más modernos hay que destacar los dos
bancos de la sala del hogar de la Vivienda 2, sobre uno de
los cuáles (B1) se encontró material asociado (Fig. 4.93). Su
excepcional anchura, así como su longitud, permitiría usarlos también como lugar de reposo. El enlucido de ambos
formaba un continuum con las paredes y el suelo (Figs. 8.12
A y 8.12 B).
Los accesos son tanto de carácter principal, es decir, de entrada a la vivienda desde el exterior como secundarios, es
decir, de comunicación entre los espacios internos. Mayoritariamente, se trata de simples vanos dejados sin construir
entre dos muros; en algún caso se ha documentado un zócalo
de piedra o adobe y en dos accesos principales la chumacera,
lo que indica la existencia de una puerta de madera. En otros,
a pesar de ser simples vanos, hubo un poste o pilar de adobe
haciendo el papel de jamba o refuerzo de la cubierta en una
zona más débil (Fig. 8.13).
Los accesos del Nivel 2 eran de los más simples y no tenían un
tamaño y abertura normalizados. De los tres que se conocen con
seguridad, uno era muy amplio (Conjunto 3) y estaba orientado hacia el E al final del M102 (Pr11) (Fig. 3.11 C); el otro era menor y
se abría en dirección contraria al final del M91 (Conjunto 4) (Pr13)
(Fig. 3.12); y el tercero era una pequeña abertura de comunicación
entre dos habitaciones del Conjunto 1 (Pr14 entre MM74 y 75) (Fig.
3.8 A y B). Y, aunque no se encontró la puerta del Conjunto 2, ésta
sólo pudo estar orientada hacia el O.
En el Nivel 3 la situación era muy parecida, manteniéndose el
vano del Conjunto 3 un poco más estrecho y la orientación O del
acceso al Conjunto 4; el Conjunto 2 sólo pudo abrirse hacia el O
aunque no hubo indicios claros de la entrada (Figs. 3.18 y 3.20).
En el Nivel 4, los Conjuntos 1 y 2 se abrían hacia el O, pero
sólo hay medidas seguras de la puerta del Conjunto 2 (98 cm)
(Pr15) (Figs. 3.28 C).
176
[page-n-190]
Fig. 8.11. Medidas de los bancos.
UE
369
370
371
459
255
95
96
201
77
87
129
6019
Hecho
B3
B4
B5
B
B7
B2
B2
B2
B9
B1
B6
B
Conjunto Nivel, Fase
2
2
2
2
2
2
4
23
D20
51, 52
D19
71
D19
71
D19
71
V2
72, 73
V2
73
V3
73
DD11 y 12
73
Longitud
243
170
280
164
162
145 (i)
523
90
490
433
276
351
A
Anchura máx.
33
35
34
26
22
42
42
32
50
77
42
46
Altura máx.
23
18
19
20
18
16
21
19
57
42
33
11
Material
Adobe
Adobe
Adobe
Adobe
Adobe
Piedra
Piedra
Piedra
Adobe
Adobe
Piedra
Piedra
B
C
Fig. 8.12. A, Banco 1 (UE 0087) en curso de excavación (año 1994). B, Banco 9 (UUEE 0077 y 0078) en curso de
excavación (año 1995). C, Hogar 28 (UE 0471) junto a la corona de piedras del Horno 0472 (año 2001).
Las estructuras del Nivel 5 estaban muy incompletas y
sólo puede suponerse el mantenimiento de la Pr15 (Fig. 4.1).
En cambio, del Nivel 6 se conservaba un acceso seguro y
otros probables (Figs. 4.22, 4.25, 4.30 A y B): la Pr1 es una
pequeña abertura orientada hacia el N que servía de acceso
al Departamento 23 desde la Calle 4; el espacio dejado entre
los MM34 y 38 pudo configurar un acceso hacia el S de la
Vivienda 3; mientras que el posible hueco entre MM4 y 19
también pudo ser una puerta con zócalo de piedras (Pr 12,
UE 0402), abierta hacia el N, correspondiente al Departamento 19.
En todas las construcciones del Nivel 7 de la zona B se detectaron los accesos tanto principales como interiores (Figs. 4.37, 4.38 y
4.41). La intervención de 2002 en la Zona A no pudo localizar con
seguridad el acceso principal de la Vivienda 4 (Fig. 4.59 B y 4.60).
Los accesos principales de la Zona B son los más complejos
(Fig. 8.13). La amplia entrada al Departamento 20 contaba con
dos losas a ambos lados del vano, donde se pudieron apoyar
sendos postes de madera, sin que quedaran elementos que indicaran la existencia de una puerta de madera (Pr8, UE 0173),
aunque tampoco se puede descartar (Fig. 4.41). Una losa en uno
de los lados del vano se documentó también en dos accesos in177
[page-n-191]
Fig. 8.13. Accesos principales e interiores.
UE
Conjunto
Hecho
Nivel, Fase
C4
Pr13
2
343, 344
C1
Pr14
22
C3
Pr11
22, 23, 31, 32
C3
Pr
31, 32
C4
Pr
31
C4
Pr
32
C2
Pr15
4, 5
502
V3
Pr
61
402
D19
Pr12
62, 63
6
D23
Pr1
6, 7
156
Pr7
63, 7
186
V3
Pr10
7
185
V3
Pr9
7
34
D19
Pr2
7
65
V3
Pr4
72, 73
173
D20
Pr8
72, 73
V1
73
V1
73
V1
73
V1
73
V1
73
68
V2
Pr3
73
165
V2
Pr5
73
170
V2
Pr6
73
6016
V4
73
V4
73
Longitud
90
50
110
120 (inc)
130
140
98
120
164
41, 36
226, 158
94
92
82
150, 120
70
teriores de las Viviendas 2 y 3 (Pr3 y 4, UUEE 0068 y 0065);
ambas losas se utilizaron en las fases anteriores como bases de
poste (Figs. 4.2 B y 4.41).
La entrada principal de la Vivienda 2 era un vano abierto hacia
el O en cuyo lado N había un pilar de adobe (UE 0166) (Fig. 4.41).
Algo similar se aprecia en la Vivienda 3, pero en este caso, el pilar
estaba en el lado S y se encontró caído entre los restos del incendio
(UUEE 0054 y 0063) (Fig. 4.50 A); además, en esta entrada se reutilizó un muro anterior a modo de zócalo (M58, UE 0501).
Los accesos más complejos son aquellos en los que se puede
afirmar que tuvieron una puerta de madera. El primer ejemplo
es la chumacera encontrada sobre el M55 (UE 0155) que haría
de zócalo (Pr7, UE 0156) (Fig. 4.30 B). Este muro se quedó en
el corte N de la excavación por lo que apenas hay información
sobre el espacio al que se accedería. La magnetometría no se
aproximó lo suficiente, pero sí que se aprecian algunas alineaciones que pudieron formar parte de esa posible vivienda (Fig.
9.4). Se trata de una puerta de una sola hoja orientada al S que,
por el desgaste observado, se abriría hacia el interior.
La segunda puerta es más compleja y corresponde al Departamento 19 (Pr2 UE 0034) (Fig. 4.54). Conservaba una chumacera cuyo desgaste indicaba que la apertura era hacia el interior y
orientada al O. Además conservaba otros elementos que apuntaban hacia una puerta de doble hoja: una alineación de piedras en
el exterior que haría de tope a las hojas y una losa central donde se
178
Tipo
Principal (O)
Interior
Principal (E)
Interior
Principal (O)
Principal (O)
Principal (O)
Principal (O)
Principal (N)
Principal (N)
Principal (N)
Principal (O)
Interior
Principal (O)
Interior
Principal (O)
Principal (N)
Principal (N)
Interior
Interior
Interior
Interior
Principal (O)
Interior
Interior
Interior?
Construcción
Poste?
Poste?
Zócalo
Zócalo, chumacera
Zócalo, pilar (UUEE 0063-64,0054)
Zócalo, chumacera
Poste (AP30, UE 0533)
Postes
Escalón
Poste
Pilar (0166)
Escalón
Zócalo?, losa
apreciaba el desgaste del pestillo (Guérin y Bonet 1993, 454). Una
puerta similar se localizó en la Vivienda 1, aunque no se conservaba la chumacera, pero sí el guardacantón (Mata 1991, 23). Ambas
puertas daban acceso a espacios abiertos y por ellas podían entrar
carros. La otra puerta principal de la Vivienda 1 en la Zona A es
simple y también se abre hacia el N.
Todas las puertas interiores eran simples. La única complejidad se da por la presencia en algunos casos de zócalos de adobe,
escalones de adobe o piedra o una losa como base de poste. En la
Vivienda 4 la comunicación entre los Departamentos 11 y 24 se hacía mediante una abertura con zócalo de adobe; al final del tabique
(UE 6008) había una losa que o bien pudo sujetar un poste o bien
hizo de tope a la puerta ya que junto a ella se encontró un posible
pestillo de hierro (Figs. 4.61, 6009-3, 4.75, y 8.10 C).
En los espacios diferenciados, la orientación dominante de
los accesos principales es la O, seguida por la N; mientras que
las S y E son anecdóticas.
En todos los niveles constructivos, los vanos permiten circular por los espacios de las casas sin que haya habitaciones
escondidas o más privadas. De hecho, la puerta principal casi
siempre da acceso directo a la sala del hogar. Ni siquiera el patio
de la Vivienda 1 articuló las estancias a su alrededor. En conclusión, se fue produciendo una especialización de los espacios
pero la segregación no es evidente (Figs. 8.14 y 8.15).
[page-n-192]
Fig. 8.14. Comunicación
entre los espacios de los
Niveles 2 a 6.
Fig. 8.15. Comunicación
entre los espacios del
Nivel 7.
179
[page-n-193]
HOGARES (H)
El hogar o fuego doméstico es el único equipamiento reconocido
unánimemente como elemento definitorio de la casa o unidad doméstica (Bonet y Guérin 1995). Se han encontrado desde el Nivel
2 y tienen una morfología bastante homogénea, aunque se pueden
establecer dos tipos con varios subtipos y variantes (Fig. 8.16).
El primer tipo son hogares sin construir, es decir, sencillas
placas de tierra quemada (H24, UE 0382) o una acumulación de
carbones y cenizas sobre tierra quemada (HH8, 9, 27 y 28, UUEE
0373, 0362, 0454 y 0471). Pueden ser el resultado de fuegos esporádicos, restos de la limpieza de los hogares permanentes o producto de apoyar una olla caliente de forma repetida en un mismo lugar.
Suelen ser de tendencia circular y se encontraron en los Niveles 22,
Fig. 8.16. Hogares.
UE
H
Nivel, Fase, Conj.
487
29
213
473
22
214
381
23
224
382
24
224
373
8
23
471
28
233
472
Horno
233
456
25
234
454
27
31
310
13
312
366
18
313
362
9
32
305
12
322
368
26
324
308
14
41, 42
332
10
411
288
11
421
347
31
413, 423
303
19
5120
250
HoP
5220
257
20
5220
283
17
612
247
7
613
215
5
6120
282
16
622
197, 261 21
6219
226
6
6220, 6320
199
15
632
530
30
712, 722, 732
167
3
722, 732
49
723, 733
6027
32
734
36
1
8
47
2
8
137
4
9
180
23, 31 y 32 (Figs. 3.8 D, 3.19 B y 8.16). El H28 estaba asociado al
horno 0472 y podría ser el lugar donde se apoyaban los recipientes
o bien parte del carbón vaciado del interior (Fig. 8.12 C).
El segundo tipo son hogares construidos con los siguientes
subtipos y variantes:
- Placa circular a ras del suelo sin delimitación aparente,
construida con forma de cubeta más profunda en el centro que
en los laterales y compuesta de varias capas (Fig. 8.16):
- Dos capas: Placa de tierra endurecida por el fuego/capa de
piedras pequeñas (HH15, 16, 17, 22 y 23, UUEE 0199, 0282,
0283, 0473 y 0381) (Fig. 3.13 A). El H23 (UE 0381) pudo tener
una delimitación perdida ya que presentaba unas líneas blanca y
marrón alrededor de la placa (Fig. 3.13 B). El H22 tenía la placa
deteriorada en su parte central (Fig. 3.13 A).
Ø, long. máx. Ø, ancho mín. Grosor máx.
50
63
68
25
75
35
150
44,5
26
142
84
inc
120
72
74
98
98
83
inc
inc
inc
inc
222
85
inc
130
138
53
inc
183
inc
inc
inc
inc
76
45
59
44
12
67
30
100
44
23
89
76
inc
82
70
50
65
inc
inc
inc
inc
144
60
inc
20
116
49
13
135
inc
inc
inc
inc
inc
8
5,5
2,5
7
3
4
22
3
0,5
21
11
3
1
8
sin exc.
8
10
8
10
4
17
4
5
5
3,5
14
5
4
10
22
10
5
6
8
sin exc.
Capas
3
2
2
1
1
1
3ó4
2
1
3
3
1
1
3
1
3
3
1
2
2
3
2
4
3
2
2
2
2
Tipo
Delimitado
circ., a ras
no
circ., a ras
no
circ., a ras
posible
circ., sin const.
no
circ., sin const.
no
circ., sin constr.
no
circ.
si
circ., rehund. sí, cerámica
circ., sin const.
no
circ. a ras
no
circ., rehund.
si
circ., sin const.
no
circ., reutiliza
no
circ., a ras
no
circ., inc
circ., a ras
no
circ., a ras
no
inc.
no
inc
inc
inc
circ., a ras
no
rect., a ras
rect., a ras
no
circ., a ras
no
Horno
sí
rect., a ras
no
circ., a ras
no
rect., rehund.
sí
2
rect., a ras
sí
2
inc
3
inc, a ras
no
3
inc, a ras
3
inc, a ras
sin exc.
circ., a ras
posible
[page-n-194]
A
B
Fig. 8.17. A, Sección del Hogar 26 (UE 0368) (año 2000). B, Hogar 3 (UE 0167) y sección. En la parte superior se pueden ver varias capas
de reparación (año 1995).
- Tres capas: Placa de tierra endurecida por el fuego/capa de
tierra roja con escasas piedras/capa de piedras pequeñas (HH10,
11, 26, 29, UUEE 0332, 0288, 0368 y 0487) (Figs. 3.28 B, 8.17
A y 3.11 D). En una segunda variante la capa inferior está compuesta de fragmentos cerámicos (H13, UE 0310).
- Reutilización: El H12 (UE 0305) se componía sólo de la
superficie endurecida porque estaba construido sobre otro (H13)
que haría el papel de las capas en otros casos.
- De los HH14 y 31 (UE 0308 y 0347) se delimitaron la capa
de piedras, por lo que no se sabe si tenían otras capas o no.
- Placa circular hundida respecto al nivel del suelo y delimitada (Fig. 8.16):
- Placa delimitada por cerámicas a mano (H25, UE 0456). La
placa estaba sobre una capa de tierra quemada (Fig. 3.13 D).
- Placa endurecida por el fuego delimitada por unas paredes
ligeramente inclinadas hacia el interior de las mismas características que la placa; por debajo tierra rojiza con escasas piedras
y, finalmente, una capa de piedras pequeñas. Este hogar (H18,
UE 0366) presentaba por el exterior varios círculos concéntricos de color negro, rojo y blanco que pudieran ser los restos de
un borde construido alrededor (Fig. 3.21 B).
- Placa rectangular al mismo nivel que el suelo y ángulos
redondeados (Fig. 8.16):
- Dos capas, una de ellas con cerámica, sin delimitación
aparente. Se trata de un tipo único y corresponde al H6 (UE
0226) (Fig. 4.26 B). Se construyó una cubeta de poca profundidad (5 cm) y en el fondo se colocó tierra arcillosa mezclada
con fragmentos cerámicos de pequeño tamaño y alguna piedra; a continuación se cubrió con otra capa de tierra con cal
que quedó muy endurecida por el efecto del calor. La superficie tuvo al menos una reparación.
- Tres capas, una de ellas hecha con cerámica, sin delimitación aparente. El único ejemplo es el H5 (UE 0215) del Nivel
61. Para construirlo se excavó un cubeta poco profunda en cuya
base se colocó una capa de cerámicas sobre todo de clase A, casi
todas ellas pintadas y pertenecientes a lebetes y tinajillas. Las
cerámicas se cubrieron con tierra arcillosa y pequeñas piedras
y, finalmente, se encontraba la capa endurecida por el fuego (1
cm). En el ángulo SE había un fragmento de piedra activa de
molino (Figs. 4.26 B y 6.10 B).
- Cuatro capas de tierra, sin delimitación aparente. El H7
(UE 0247) era un gran hogar construido a base de cuatro finas
capas de tierra (blanca, gris, roja, gris). Se encontró bastante
deteriorado, sin restos de la placa endurecida que suele haber en
superficie (Fig. 4.21 C).
- Placa rectangular y delimitada por un resalte y tres capas: placa
de tierra endurecida por el fuego/ capa de tierra roja con escasas
piedras/ capa de tierra roja con piedras. La placa superior tenía al
menos una reparación. Se encontró en el centro de la sala principal
de la Vivienda 2 (H3, UE 0167) (Figs. 4.40 y 8.17 B).
Como hogares construidos hay que considerar también dos
hornos y un hogar de forja. El horno más antiguo (Nivel 23)
era una plataforma circular de 150 cm como máximo que, por
el O, parecía adosarse a la roca (UE 0472). La plataforma se
componía de cuatro capas: placa de tierra quemada/ tierra roja
semejante al adobe/ piedras pequeñas/ tierra blanca (Figs. 3.11
E, 8.12 C y 13.8). De las paredes sólo se conservaba una corona
de piedras pequeñas alrededor del perímetro (23 cm de ancho),
sobre la que quedaba un pequeño adobe en posición radial; la
cubierta pudo ser en falsa cúpula (solución por la que se optó
en la reconstrucción por ser más fácil de mantener) o, mucho
más probable, tratarse de un horno abierto tipo “tannur”. Ejemplos de este tipo están bien documentados en Próximo Oriente, con similares morfología, técnica constructiva y cronología
(Briend y Humbert 1980, 29-33, 131 y 214) (Fig. 8.18), y en el
Mediterráneo Central se ha encontrado uno en S’Urachi (San
Vero Milis, Cerdeña).1 Las representaciones plásticas de esta
misma área geográfica muestran de forma muy gráfica su forma y uso (Delgado 2010, 32-33). Un fragmento de la placa fue
analizado concluyendo que pudo utilizarse para cocer pan (vid.
Cap. 13 “Estudi de continguts…”).
El segundo (Nivel 62) se construyó adosado a un muro del
Departamento 19 (M59, UE 0116) y se componía de dos capas
(H21, UUEE 0197 y 0261) (Figs. 4.24 B y 8.19): una placa de
tierra quemada y roja (UE 0197) sobre una gruesa capa de piedras pequeñas, en cuyo centro había una losa hundida y cubierta
1 Comunicación personal del Dr. Carlos Gómez Bellard, colaborador
del proyecto S’Urachi (https://blogs.brown.edu/surachi/).
181
[page-n-195]
Fig. 8.18. Tannur de Tell Keisan,
según Briend y Humbert (1980).
Fig. 8.19. Sección del Horno 21
(UUEE 0197 y 0261).
de tierra. En el límite de la capa de piedras, donde pudo estar la
boca, había una losa partida. La planta tal y como se recuperó era
semiovalada, pero probablemente fue semicircular. De la cubierta
no quedaban restos pues fue arrasada para construir las estructuras posteriores (M4, UE 0011 y B2, UE 0201). Se puede catalogar
como tipo “tannur” pues también existen ejemplos adosados a un
muro (Briend y Humbert 1980, 32).
El hogar de forja (H30, UE 0530) es un cubeta alargada con
un extremo redondeado y el otro incompleto, cortado por una
fosa (F24, UE 0145). El extremo redondeado presenta una suave
pendiente por donde se introduciría la tobera. Estaba totalmente
enlucido y no quedaban restos de la posible cubierta, razón por la
cual se piensa que no estaba en uso en el momento del incendio y
abandono de la Vivienda 2 (Figs. 4.90 y 8.20 A).
De acuerdo con la información obtenida en la Zona B, se
puede deducir que los hogares más antiguos son circulares,
mientras que los rectangulares son de cronología ibérica. Los
hornos domésticos no es un equipamieno habitual de las casas
urbanas y, por ahora, sólo se han encontrado en los momentos
iniciales. El único hogar artesanal es del Nivel 73, pero a tenor
del molde de fundición reutilizado en un muro del Conjunto 4
(Nivel 23, M91, UE 0464) y los objetos metálicos asociados
(UE 0376) (Figs. 3.13 C, 3.15 y 3.17), en algún espacio no muy
alejado debió haber un hogar de broncista (Fig. 8.16).
182
FOSAS (F)
En este epígrafe se tratará una serie de estructuras negativas
de morfología y funcionalidad heterogéneas (Fig. 8.21): vertedero, silo, depósito ritual. Quedan fuera de este apartado
las fosas de cronología islámica que se han tratado con anterioridad (vid. Cap. 6).
Las cuatro fosas más antiguas (Niveles 0 y 1) tenían en común (Figs. 2.5 y 3.1) estar totalmente excavadas en la roca, a
no ser que estuvieran incompletas por la parte superior; eran de
tendencia circular, carecían de revestimiento interior y no estaban delimitadas por el exterior.
La mayoría estaban llenas de sedimento con escaso o
ningún material arqueológico, con la única excepción de la
F42 (UE 0378). Ésta, como ya se ha comentado, se encontró
cortada por una fosa islámica y sólo por los materiales de su
interior se puede adscribir al Nivel 1. Por un lado, tiene forma redondeada y por otro, tiene dos lados haciendo ángulo
recto. En el interior había una tierra cenicienta, suelta, con
algunos huesos y abundante cerámica hecha a mano. Probablemente se trate de una fosa de carácter ritual en la que se
depositaron, ante todo, recipientes de pequeño tamaño (Figs.
3.3 A, 3.5 y 6.9).
La F44 (UE 0466) también estaba cortada por una fosa islámica
y no se pudo ver completa al quedar por debajo de un pavimento;
estaba rellena de sedimento con escaso y poco significativo mate-
[page-n-196]
A
B
C
Fig. 8.20.
A, Hogar de forja (H30, UE 0530) cortado por la Fosa 24
(UE 0145) (año 2004).
B, Fosa 43 (UE 0341) al inicio.
C, Fosa 43 (UE 0341) con molino en el interior (año 2000).
Fig. 8.21. Fosas.
UE
Fosa
469
45
482
51
378
42
466
44
442
46
445
47
490
49
341
43
358
48
276
39
263
37
253
36
314
52
164
53
169
23
125
22
6017
54
Ø máx.
–
43
50
75
40
45
34
54
50
100
30
20
85
45
–
–
46
Ø mín.
22
21
45
46
29
20
25
52
48
80
–
–
76
30
–
–
38
Altura
18
21
27
28
10
21
23
29
22
15
10
3
68
4
20
5 y 13
11
rial arqueológico. La F45 (UE 0469) era de forma ovalada y en su
interior sólo se encontró tierra. La F51 (UE 0482) era irregular y en
su interior tampoco se encontró material (Fig. 2.5).
En el Nivel 3 se documentaron otras tres fosas. Una ellas
(F46, UE 0442) estaba excavada en la roca base y aparentemente rodeada de grandes losas. No se encontró material arqueológico en su interior. La F47 (UE 0445) tenía abundante
Capacidad
ca 4000 l
Nivel, Fase
0
0
11
11
31
31
31, 32
41, 42
41, 42
42
51
51, 52
51, 52
71, 72, 73
71
73
73
Interpretación
Ritual
Dudosa
Vertedero?
Enterramiento
Molino
Vertedero?
Ritual
Ritual
Silo
Artesanal
Ritual
Dudosa
materia orgánica, así como piezas metálicas y fragmentos
cerámicos, a modo de pequeño vertedero (Figs. 3.18, 3.21 D
y 3.26). La F49 (UE 0490) es la que se practicó para colocar
un enterramiento infantil en urna (Fig. 3.21, C).
Y tres más se encontraron en el Nivel 4. La F43 (UE 0341)
tenía la base inclinada y en su interior se encontró un fragmento
de molino barquiforme (Figs. 3.52 y 8.20 B y C). La F48 (UE
183
[page-n-197]
0358) estaba fuera de las alineaciones propuestas para los agujeros de poste de ese Nivel y tenía en su interior sedimento con
un alto contenido orgánico; pudo formar pareja con AP11 (UE
0320) (Figs. 3.29 y 3.31). El sedimento recogido en el interior
de ambas fosas dio resultados negativos para las semillas, no así
para los carbones (Pinus nigra-sylvestris y halepensis, Quercus
perennifolio, Arbutus unedo y leguminosas) y la fauna (ovicaprinos, cerdo y conejo).
La F39 (UE 0276) era circular, de poca profundidad, terminaba con una capa de cenizas y formaba parte del Conjunto 1 (Fig. 6.2 A).
En el Nivel 5 de la Vivienda 3 las FF36 y 37 (UUEE 0253
y 0263) contenían restos de un perro infantil y de una cabra
adulta, respectivamente (Figs. 4.17 y 4.18). En cambio, la F52
(UE 0314) también en la Vivienda 3 (Niveles 51 y 52) debió ser
un silo ya que era bastante profunda y cuadrangular con ángu-
184
los redondeados; conservaba algunas pequeñas losas verticales
alrededor de la boca como protección y estaba asociada a un
empedrado (UE 0241) (Figs. 4.2).
Ya en el Nivel 71 de la Vivienda 2 se localizó una pequeña fosa en cuyo interior se depositó una oveja (F23, UE
0169). La F53 (UE 0164) estaba asociada al taller de forja,
pero se desconoce su utilidad exacta (Fig. 4.90 A). Era poco
profunda, estaba delimitada por pequeñas piedras y en su interior se encontró un fragmento de hierro como material más
significativo. La F22 (UE 0125) es dudosa puesto que no
llegaba al suelo de la Vivienda y el único material recogido
fue cerámica de clase B.
Finalmente, en la Vivienda 4, en el centro del Departamento
24 había una pequeña fosa con cenizas y un fragmento de adobe
(F54, UE 6017) (Fig. 4.60).
[page-n-198]
9
REVELANDO LA TRAMA URBANÍSTICA DE KELIN
DE FORMA NO-DESTRUCTIVA:
UNA APROXIMACIÓN MAGNETOMÉTRICA
C. Cuenca-García
Desde los primeros trabajos arqueológicos realizados en la
loma de Los Villares, se ha podido comprobar que la totalidad de su superficie estuvo intensamente construida ya desde
las primeras fases de ocupación (Pla 1980, 9-11; Mata 1991,
9-25; Mata et al. 1999). La gran superficie habitada, más la
circunstancia de tener actualmente en cultivo la mayor parte
de la loma, han impedido obtener una visión de conjunto del
extenso espacio urbano desarrollado durante las diferentes
etapas del yacimiento. Las excavaciones llevadas a cabo en
las Zonas A y B, las únicas que son de propiedad pública, han
aportado información muy significativa, pero todavía insuficiente, debido a la magnitud del terreno que queda sin excavar. Por ello, en Diciembre 2013 se realizó una prospección
magnetométrica con el fin de obtener una visión más completa del urbanismo en ambas Zonas (Fig. 9.1).
MÉTODO DE PROSPECCIÓN MAGNETOMÉTRICA
Es un método geofísico muy utilizado para explorar yacimientos arqueológicos. Se basa en la detección de pequeñas variaciones locales en la intensidad del campo magnético terrestre,
o geomagnético, debidas al contraste producido por materiales,
objetos o estructuras soterradas. Todo material u objeto del subsuelo como, por ejemplo, estructuras arqueológicas, presentan
un cierto grado de magnetización. El campo magnético individual que estos objetos pueden exhibir causa perturbaciones en el
campo geomagnético, creando las variaciones o anomalías que
pueden detectarse utilizando un magnetómetro. Por ejemplo, al
excavar una zanja y rellenarla con tierra con un mayor grado de
magnetización (las capas más superficiales de muchos suelos
se caracterizan por tener minerales magnéticamente realzados),
puede causar un contraste entre las propiedades magnéticas del
material de relleno y las que caracterizan al del subsuelo de su
entorno y así ser detectada utilizando este método. El realza-
miento de los minerales de las capas más superficiales del suelo
(e.g. óxidos de hierro) puede producirse por diversos factores
pero, sobre todo, por procesos de calentamiento del suelo o
sedimentos por acción del fuego, tanto por motivos naturales
como antrópicos. La transformación de óxidos de hierro a otras
formas más o menos magnéticas puede también derivarse de,
por ejemplo, complejos procesos de pedogénesis en los que
influirían, entre otros, el contenido de materia orgánica en los
depósitos arqueológicos o naturales y derivados de procesos
geoquímicos.
En una prospección magnetométrica, la habitual unidad
de medida se expresa en nanotesla (nT) y define la densidad
de flujo magnético. En yacimientos arqueológicos, los rellenos de zanjas, silos o agujeros de poste soterrados pueden
mostrar una magnetización inducida, generalmente de pequeña intensidad (e.g. 1-10 nT), pero potencialmente detectable en superficie durante una prospección magnetométrica. La magnetización inducida depende de la susceptibilidad
magnética de un material, es decir, del grado de magnetización exhibido ante la presencia de un campo magnético
externo. Otros materiales o estructuras arqueológicas enterradas pueden causar intensidades magnéticas mucho más
pronunciadas, como por ejemplo las derivadas de materiales
quemados, hogares, hornos metalúrgicos, etc. Estas intensidades son causadas por magnetización termo-remanente,
que ocurre cuando un material se enfría tras haberse expuesto a elevada temperatura. Cuando el material baja de temperatura, queda magnetizado en dirección al campo geomagnético de ese momento, conservando tal magnetización a lo
largo del tiempo. Estructuras arqueológicas caracterizadas
por una magnetización termo-remanente son generalmente
muy fáciles de detectar en prospecciones magnetométricas,
siempre y cuando haya un suficiente contraste magnético.
185
[page-n-199]
Fig. 9.1. Pasando el magnetómetro (año 2013).
RECOGIDA DE DATOS
La prospección se llevó a cabo en las Zonas A (área N y NO) y B
(área S) y cubrió unos 4600 m2 (Fig. 9.1). El trabajo de campo se
desarrolló en dos días, con un equipo de tres personas. Primero,
se procedió a cuadricular el espacio con subdivisiones de 20x
20 m, manteniendo una distancia prudencial de la verja metálica
que rodea el área protegida para evitar introducir distorsiones en
los datos. Existen varios tipos de magnetómetros generalmente
clasificados entre escalares (miden la intensidad total del campo magnético al que están sometidos) y vectoriales (miden el
componente del campo magnético en una dirección particular).
Para las mediciones en Kelin se utilizó un gradiómetro “fluxgate” Bartington 601 (Figs. 9.1 y 9.2). Éste es un magnetómetro
vectorial muy utilizado en prospecciones arqueológicas y que
fue proporcionado por el Laboratory of Geophysical - Satellite
Remote Sensing and Archaeo-environment del Institute for Mediterranean Studies del centro de investigación griego FORTH.
Cada subdivisión de 20x 20 m fue prospectada de forma individual recorriendo, en paralelo, líneas separadas 0.5 m y con un
intervalo de muestreo a lo largo de cada línea de 0.25 m. Los
datos en bruto (raw data) se procesaron utilizando el software
Geoplot 3.0 de Geoscan Research (Fig. 9.3). ArcMap (ArcGIS)
se utilizó para georreferenciar las imágenes de Geoplot e interpretar los datos.
RESULTADOS E INTERPRETACIÓN
La prospección reveló una serie de respuestas magnéticas de
contraste positivo e intensas visibles en los datos en color negro,
además de otras anomalías magnéticas lineales de débil contraste positivo o incluso negativo, en grises o blanco respectivamente (Figs. 9.3 y 9.4). La fuerte respuesta magnética que
aparece longitudinalmente de E a O, se debe a los restos de la
primera verja metálica que cerraba la Zona A.
La mayoría de las anomalías magnéticas aparecen distribuidas formando ángulos y orientadas de forma similar a las estructuras excavadas visibles en superficie. Estas anomalías parecen
indicar la ubicación de estructuras cuadradas o rectangulares,
posiblemente delineando casas u otras estructuras urbanas. En
algún caso se aprecian conjuntos que permiten intuir la existencia de casas con varias dependencias. Estas estructuras ocupan
186
Fig. 9.2. Área prospectada (en rojo), cubriendo la mayor parte de las
zonas arqueológicas A (N y NO) y B (S). El área se cuadriculó con
subdivisiones de 20x 20 m (en verde) para la recogida de los datos.
toda el área prospectada y parecen ordenarse a lo largo de otras
respuestas magnéticas lineales, caracterizadas por un contraste
magnético positivo débil o incluso negativo, que parecen representar el entramado de calles en esta área. Incluso se observa un
sector central sin construcciones, lo que abre la posibilidad de
interpretarlo como una hipotética plaza.
La mayor intensidad magnética de algunas anomalías puede estar asociada a elementos quemados tales como paredes de
adobe u otros materiales estructurales de las casas. Esta interpretación coincide con la hipótesis que sugiere que Kelin fue
destruido en su etapa final. Durante las excavaciones arqueológicas se registraron niveles de incendio relativos a la penúltima
fase del yacimiento (Nivel 7). Otras anomalías magnéticas negativas, cuya disposición también sugieren estructuras de habitación, pueden ser derivadas de paredes de adobe que no fueron
afectadas por el fuego o por los zócalos de piedra de las casas.
CONCLUSIONES
Este estudio demuestra el gran potencial de la prospección magnetométrica para caracterizar, de forma no destructiva y eficaz,
la trama urbana de yacimientos ibéricos con una fase de destrucción final por incendio. Una campaña de dos días y un pequeño
equipo de personas fueron suficientes para obtener resultados
que permiten acercarnos algo más al espacio urbano de Kelin
[page-n-200]
Fig. 9.3. Datos en bruto (raw data) y procesados en escala de grises y colores). La escala de grises muestra intensidades magnéticas
positivas en color negro (+nT) y negativas en color blanco (-nT).
Fig. 9.4. Interpretación de los resultados. Línea verde: Anomalías magnéticas lineales (generalmente de contraste negativo) que
indican la ubicación de posibles estructuras (e.g. calles). Relleno verde: Anomalías magnéticas positivas e intensas que indican la
presencia de material estructural quemado (e.g. paredes de adobe incendiadas durante la destrucción de la ciudad). Relleno gris:
Distorsión magnética producida por objetos metálicos modernos (e.g. antigua verja que cerraba la zona A).
187
[page-n-201]
justo antes de su destrucción. Dados estos resultados preliminares, se tiene la intención de implementar otras técnicas geofísicas para complementar los resultados magnéticos. Por ejemplo,
la utilización del georradar o GPR (Ground Penetrating Radar)
puede proporcionar más detalles sobre las estructuras internas
e información sobre la profundidad a que se encuentran. Esto
188
último de gran interés dada la superposición de construcciones
existentes en este yacimiento. Además de la contribución hacia el conocimiento de espacio urbano de Kelin, los trabajos
geofísicos que se desarrollen también proporcionarán nuevas y
muy bien definidas áreas de interés arqueológico que validar y
explorar en futuras excavaciones.
[page-n-202]
10
LOS ENTERRAMIENTOS INFANTILES
LOCALIZACIÓN
Las excavaciones en Kelin han exhumado un total de nueve enterramientos de diversas cronologías en las Zonas A y B. Dos de
ellos fueron publicados pero se han vuelto a analizar con nuevas
técnicas y perspectivas (Guérin y Martínez Valle 1987-1988,
243 y 265, fig. 6, láms. I, A y IV, 5).
Los tres más antiguos corresponden al Nivel 3 (segunda mitad del siglo VII a. C.). Dos se encontraron en 2004, durante
los trabajos de consolidación y puesta en valor (UUEE 0514
y 0516), sin que haya quedado claro a qué espacio o espacios
pertenecían (Fig. 3.21 E y F). Se encontraron en el interior de
sendas fosas simples y sin ajuar.
El tercer enterramiento estaba en el interior de una urna hecha a mano con tapadera, metida en una fosa que perforó la
roca; la fosa estaba rodeada a su vez de otras cerámicas, también
hechas a mano (UE 0490) (F49) (Fig. 10.1). En el interior se
encontró una pequeña anilla abierta de bronce (Fig. 3.26, 04901), así como carbones de Pinus Nigra y Quercus. La tapadera se
encontró rota y no se puede asegurar que los vegetales formaran
parte de una ofrenda. Pertenece al Conjunto 3 del Nivel 31.
La anilla, en cambio, sí que formó parte del ajuar pero, a
diferencia de lo que se vio en el enterramiento del departamento
3 del Castellet de Bernabé (Llíria), estaba cerca de los huesos
largos pero sin sujetarlos (Guérin 2003, 361).
Otro enterramiento en urna, esta vez del siglo V a. C., estaba
en una fosa cortando la UE 0200 (Fig. 10.2 A). El espacio es de
difícil interpretación dadas las remodelaciones sufridas con posterioridad hasta convertirse en el Dep. 19. La tinajilla gris, en el
momento de la extracción, tenía la boca y parte del cuello rotos
en el interior (Figs. 4.23 y 4.24 A). Este neonato se analizó para
determinar su sexo (vid. infra “Determinación del sexo…”).
De la misma cronología debe ser el enterramiento de la Vivienda 1, depositado en una olla de cocina empotrada en un banco de un pequeño almacén (Dep. 1b-83) (Mata 1991, lám. V, 2
y 3). La vivienda se destruyó y abandonó a finales del siglo III
a. C., pero el enterramiento por el tipo de la olla y por el lugar
donde se encontró es anterior a la última fase. El banco era, en
realidad, un muro más antiguo reutilizado como tal. La cronología se da por posición estratigráfica pero, sobre todo, por la
tipología de la olla que hizo las veces de urna. Se publicó como
un feto a término o un neonato de pequeño tamaño (Guérin y
Martínez Valle 1987-1988, 243 y 265, fig. 6, láms. I, A y IV, 5)
(vid. infra “Estudio bioantropológico…”).
En otro espacio de la misma vivienda se excavó una fosa
simple en cuyo interior se han podido diferenciar tres individuos (UE 5011) (Fig. 10.2 B) (vid. infra “Estudio bioantropológico…”). Por su posición estratigráfica debe ser de la misma
cronología, pero se desconoce si en ese momento ambos departamentos pertenecían a la misma vivienda o no.
Finalmente, en el trabajo de Guérin y Martínez Valle (19871988, 243) se cita la existencia de otro enterramiento con restos
muy deteriorados que se encontraron entre la fauna, por lo que
hay que deducir que estaban en un lugar que no se reconoció en
su día. Es posible que se trate de los ahora identificados como
procedentes del Sondeo III c-4 de 1985, Zona N.
ESTUDIO BIOANTROPOLÓGICO
Y PALEOPATOLÓGICO
(E. García-Prósper y M. Polo Cerdá)
Los niños fallecidos antes de cumplir el primer año generalmente
están muy poco representados en las necrópolis de la Antigüedad,
destinándose estos lugares para el resto de la sociedad (Tillier y
Duday 1990). La mayoría de los enterramientos perinatales se encuentran en entornos domésticos e incluso en ámbitos artesanales
(Duday et al. 1995). La explicación de no enterrarse en necrópolis tal vez sea consecuencia de no haber superado el tiempo
necesario para formar parte del estamento social (Blaizot et al.
189
[page-n-203]
Fig. 10.1. Reconstrucción de los momentos de extracción de la urna UE 0490-1 y posterior tratamiento en laboratorio (año 2002).
Los individuos analizados proceden de enterramientos tanto
en urna como inhumados directamente en el suelo de zonas de
habitación del yacimiento, y la cronología abarca entre la segunda mitad del siglo VII hasta el III a. C.
Objetivos
El principal objetivo de este trabajo está dirigido a analizar desde la perspectiva bioantropológica y paleopatológica los restos
óseos humanos hallados durante las campañas de excavación
del yacimiento. Para alcanzar estos objetivos se han trazado las
siguientes líneas de investigación:
Fig. 10.2. Enterramientos de la Vivienda 1 (UE 5011) (año 2001).
2003), aunque otras interpretaciones pretenden explicar estos
enterramientos domésticos como ritos de fundación, sacrificios
infantiles o infanticidios selectivos para equilibrar o modificar la
sex ratio (Guérin y Martínez Valle 1987-1988; Oliver 2003; Gusi
y Muriel 2008), o simplemente la dificultad de superar el trauma
del parto y la primera infancia en épocas pretéritas, donde la pérdida de niños concebidos, y la muerte de la madre gestante, eran
muy habituales. La sociedad ibérica tenía factores de limitación
demográfica tales como embarazos problemáticos, enfermedades
infecciosas, accidentes, hambrunas o guerras; amenazas que alcanzan a los individuos más frágiles, como los niños y las mujeres en procesos de gestación y crianza (Chapa 2003).
Más allá de estas interpretaciones, los parámetros que se han
analizado en este trabajo se centran básicamente en el estudio
antropológico y paleopatológico, abordando aspectos como la
edad, la talla, la calidad de vida y las posibles causas de muerte
de los individuos infantiles del yacimiento ibérico de Kelin.1
El estudio se ha llevado a cabo en los laboratorios del Servicio
de Investigación Prehistórica (SIP) del Museu de Prehistòria de
València, entre los meses de septiembre y diciembre de 2017.2
1 Agradecemos a Consuelo Mata, profesora de la Universitat de València y directora del yacimiento de Kelin, la oportunidad de estudiar esta valiosa colección antropológica, así como la confianza que
ha demostrado al encargarnos este trabajo.
2 Agradecemos a Helena Bonet, siendo directora del Museu de
190
1. Análisis del perfil biológico de la muestra osteológica.
2. Análisis de caracteres morfométricos.
3. Análisis de indicadores de salud (evidencias paleopatológicas).
Material
Se han estudiado siete unidades estratigráficas que corresponden a nueve individuos ya que se han constatado al menos tres
individuos en la UE 5011. Esta “topografía de la conservación”
es importante para llevar a cabo interpretaciones sobre los usos
funerarios en espacios domésticos (Fig. 10.3).
Con anterioridad a este trabajo se tomaron muestras analíticas para la determinación del sexo mediante análisis genético (UE 0200-1-Nº SIP 23.939) (vid. infra “Determinación
del sexo…”) y para análisis de isótopos estables (δ13C, δ15N)
de las UUEE 5011, 0490 y 0200 para la determinación del
tipo de dieta.3 La selección de muestras para estos estudios
complementarios, afectó a miembros de extremidades superiores e inferiores. El inconveniente es que previamente a la
toma de las muestras, no se tuvo la precaución de obtener
medidas de la pieza a analizar, pudiendo condicionar los resultados de esta investigación.
Prehistòria de València, y a Jaime Vives-Ferránidiz, conservador del Museu, las facilidades y atenciones ofrecidas para el
desarrollo de esta investigación.
3 Muestras tomadas por el Dr. Domingo Carlos Salazar, cuyos resultados en el momento de escribir estas líneas no se habían publicado.
[page-n-204]
Fig. 10.3. Unidades estratigráficas estudiadas y características principales.
UE
0200-A3
5011
Dep. 1b-83
0490
S.III-C4
0514
0516
0516
Nº catálogo SIP
23.939
23.940
45.194
23.941
45.195
21.633
21.632
21.632
Cronología
S.V-IV a.C
S.V-IV a.C
S.V-IV a.C
S. 2ª1/2 VII a.C
S. 2ª1/2 VII a.C.
S. 2ª1/2 VII a.C.
S. 2ª1/2 VII a.C.
S. 2ª1/2 VII a.C.
Metodología
Las técnicas analíticas que se han empleado en este estudio han
sido las habituales en los análisis antropológicos, es decir, técnicas morfométricas, con el apoyo de un microscopio estereoscópico marca Leica M165C, y radiológicas, de aquellas piezas
óseas que presentaban lesiones patológicas elementales susceptibles de análisis.4
La metodología antropológica empleada ha sido variada:
para el cálculo del índice de preservación esquelética se ha empleado el método de Walker et al. (1988); para la determinación
de la edad en restos óseos de individuos fetales y perinatales, se
ha empleado el trabajo de Fazekas y Kósa (1978); las fórmulas
regresivas de Scheuer et al. (1980) y las tablas de Jeanty (1983);
para la estimación de la talla se han empleado los métodos de
Balthazard y Dervieux (1921) y Olivier y Pineau (1960); para la
estimación del peso de los fetos se ha utilizado las tablas de Olivier y Pineau (1958) que relacionan la edad, la longitud máxima
de la diáfisis y el peso (Fazekas y Kósa, 1978).
Toda la información recogida en este estudio se ha gestionado a través de la confección de diferentes bases de datos en
hojas de cálculo de Microsoft Office Excel® (versión 2010).
Resultados
En la medida de lo posible, de cada uno de los nueve individuos
identificados, se ha estimado la edad, se ha calculado la talla y
el peso aproximado y se han descrito las posibles lesiones elementales patológicas.
Individuo UE 0200-1 (Nº cat. SIP 23.939)
Este esqueleto se halló en el interior de una tinajilla haciendo
el papel de urna (Figs. 4.24 A y 10.2 A). Los restos óseos corresponden a un individuo a término, hallado en buen estado
de conservación.
Se conservan restos plurifragmentados de neurocráneo (incluyendo uno de los huesos del tímpano, el martillo), escasos fragmentos de esplacnocráneo, 12 piezas dentales deciduas aisladas,
ambas clavículas en su mitad distal, ambos húmeros, cúbitos y radios, huesos de ambos carpos, así como falanges medias y distales,
4 El análisis radiográfico lo ha llevado a cabo el Dr. José Madrid,
profesor titular y responsable del Laboratorio de documentación y
registro del Instituto Universitario para la Restauración del Patrimonio (Universitat Politècnica de València), a quien agradecemos
su colaboración y consejos.
NMI
1
3
1
1
1
1
1
1
Receptáculo
Urna-tinajilla
Fosa departamento
Urna-olla cocina
Urna-con ajuar
¿?
Fosa
Fosa
Fosa
Ubicación
¿?
Vivienda 1
Vivienda 1
¿?
¿?
¿?
¿?
¿?
siendo mejor la conservación de la mano derecha. Del raquis se
conservan prácticamente todas las costillas, y la totalidad de las
vértebras. De las extremidades inferiores se conserva parcialmente
la epífisis proximal y distal del fémur derecho, ambas tibias y el
peroné derecho. De los pies se conservan los huesos metatarsianos
y falanges medias de ambas lateralidades (Fig. 10.4).
El índice de conservación esquelético (ICE) corresponde a
un 62.5%, siendo los índices de preservación esqueléticos diferenciales (IP)5 los siguientes: IP1 de 83,33%, IP2 de 52,63% e
IP3 de 77,27%.
La estimación de la edad se ha realizado con el método de
Scheuer et al. (1980), a partir de las longitudes máximas de
huesos largos de miembros superiores (húmero, radio y cúbito) e inferiores (tibia). Se ha obtenido una edad en un rango
entre las 39 y 42 semanas de gestación, considerándose un
feto a término (Fig. 10.5).
El sexo corresponde a un varón obtenido a partir del análisis
genético (vid. infra “Determinación del sexo…”). Para el cálculo de la estatura completa del cuerpo se ha empleado el método
de Balthazard y Dervieux (1921) a partir de las longitudes máximas de húmero y tibia. Los resultados han ofrecido una talla
estimada de 51 cm (Fig. 10.6).
No se han observado hallazgos patológicos craneales o
postcraneales ni variantes anatómicas epigenéticas en los restos
conservados y estudiados. Así mismo, tampoco se ha hallado
patología bucodental en los gérmenes dentarios.
Individuos UE 5011 (Nº cat. SIP 23.940)
Los restos de estos individuos se hallaron en el interior de la
Vivienda 1, por debajo del nivel de pavimento (Fig. 10.2). Esta
unidad estratigráfica agrupa al menos a tres individuos que hemos diferenciado en el estudio de laboratorio (5011-A, 5011-B
y 5011-C). El número de huesos conservados son dispares, siendo especialmente escasos en el esqueleto 5011-C (Fig. 10.7).
5 Con el fin de valorar de una manera cuantitativa las diferentes regiones anatómicas, se pueden obtener tres índices de preservación
diferencial (Walker et al. 1988): IP1 (se considera a partir del sumatorio de 12 huesos largos: húmeros, cúbitos, radios, fémures, tibias
y peronés), IP2 (se consideran 19 huesos a partir del sumatorio de
IP1 + huesos de cintura escapular y pelviana: escápulas, clavículas,
coxales y sacro) e IP3 (se consideran 22 huesos a partir del sumatorio
de IP2 + huesos de neurocráneo, esplacnocráneo y mandíbula). Las
fórmulas para el cálculo de los tres índices son: IP1 = Σ nº de huesos
conservados / 12 x 100. IP2 = Σ nº de huesos conservados / 19 x 100.
IP3 = Σ nº de huesos conservados / 22 x 100.
191
[page-n-205]
Fig. 10.4. Inventario
y conservación de los
restos esqueléticos del
individuo UE 0200.
Fig. 10.5. Antropometría y edad gestacional.
0200-1
Nº SIP 95.822
Húmero
Radio
Cubito
Tibia
Long. máxima Edad (semanas
(mm)
de gestación)
66,47
59,51
62,84
66,80
39,13
42,52
39,69
39,57
Error (+)
2,33
2,29
2,20
2,12
Fig. 10.6. Cálculo de la estatura.
0200-A3
Nº SIP 95.822
Húmero
Tibia
Long. máxima (cm)
Talla (cm)
6,64
6,68
51,16
51,92
Individuo 5011-A
De este individuo se conservan restos óseos muy fragmentados de
neurocráneo y esplacnocráneo, un total de 8 gérmenes dentales asilados, ambas clavículas, el húmero derecho está completo, y fragmentado el contralateral, se conserva el cúbito derecho y ambos
radios, y algunas falanges de ambas manos. Del raquis se conservan
prácticamente todas las costillas, tres vértebras cervicales y todas las
dorsales y lumbares. De las extremidades inferiores se conserva el
fémur derecho, y los metatarsianos del pie (Fig. 10.8).
Con todo ello se ha calculado un índice de conservación
esquelética (ICE) de un 39%, siendo los índices de preservación esqueléticos (IP) los siguientes: IP1 de 50%, IP2 de
23,31% el IP3 de 18,18%.
192
Fig. 10.7. Inventario y conservación de los restos esqueléticos de los individuos 5011 (A-B-C).
[page-n-206]
A partir de los datos de longitud máxima del húmero, la
longitud del cuerpo del feto sería de (47,99 cm), ello supone
una edad en meses lunares de 9 ½ (36,6 semanas de gestación) correspondiéndole un peso aproximado de 2.725 g
(Olivier y Pineau, 1958).
No se observaron lesiones patológicas ni en el esqueleto craneal
ni postcraneal, así como en los gérmenes dentarios estudiados.
Fig. 10.8. Inventario de restos óseos
conservados en el individuo 5011-A.
La estimación de la edad se ha realizado a partir de las longitudes máximas de huesos largos de miembros superiores (húmero y radio) e inferiores (fémur). Se ha obtenido una edad en un
rango entre las 35 y 36 semanas de gestación, considerándose
un individuo no a término (Fig. 10.9).
Para el cálculo de la estatura del cuerpo se han empleado los métodos de Balthazard y Dervieux (1921) y Olivier y Pinaud (1960),
a partir de las longitudes máximas de húmero y fémur, ha resultado
una estatura aproximada entre los 45 y 48 cm (Fig. 10.10).
Individuo 5011-B
De este individuo se conservan restos óseos muy fragmentados
correspondientes a un fragmento mandibular del lado izquierdo,
ambos huesos petrosos, el cúbito derecho, el coxal izquierdo y
algunos cuerpos vertebrales, tales como axis y los arcos de las
vértebras torácicas, así como algunas costillas (Fig. 10.11).
El índice de conservación esquelética (ICE) corresponde a
un 13% y los índices de preservación esqueléticos (IP) son: IP1
de 8,33%, IP2 de 5,26% e IP3 de 13,63%.
La estimación de la edad se ha realizado a partir de las
longitudes máximas del único hueso posible (cúbito derecho)
obteniéndose un rango entre las 34,98 y las 38 semanas de
gestación. A partir de la longitud máxima del cúbito derecho
(53,55 mm) se obtiene una edad de 34,98 semanas según el
método de Scheuer et al. (1980) (Fig. 10.12). Entre las 36-38
semanas, según el método de Fazekas y Kósa (1978) y según
Jeanty (1983), 34 semanas de gestación. En cualquier caso se
trataría de un feto no a término.
Para el cálculo de la estatura completa del cuerpo se ha empleado el método de Olivier y Pinaud (1960) a partir de las longitudes máximas del cúbito derecho, resultando una talla entre
los 45,63 cm (Fig. 10.13).
Fig. 10.9. Longitudes máximas y su correspondencia en la edad
gestacional.
5011-A
Nº SIP 23.940
Húmero
Radio
Fémur
Long. máxima Edad (semanas
(mm)
de gestación)
61,00
48,28
67,15
Error (+)
36,62
35,95
35,73
2,33
2,29
2,08
Fig. 10.10. Cálculo de la talla del individuo 5011-A.
5011-A
Nº SIP 23.940
Hueso
Long. máxima
(cm)
Talla (cm)
Balthazard y
Dervieux (1921)
Fémur
Húmero
6,71
6,10
45,58
46,67
Olivier y Pinaud
(1960)
Húmero
6,10
47,99
Fig. 10.11. Inventario de restos óseos
conservados en el individuo 5011-B.
193
[page-n-207]
Fig. 10.12. Estimación de la edad del individuo 5011-B, según
Scheuer et al. (1980).
5011-B
Nº SIP 23.940
Cubito
Long. máxima
(mm)
53,55
Edad (semanas Error (+)
de gestación)
34,98
2,20
La edad se ha estimado a partir de la longitud máxima del
hueso petroso, resultando una edad gestacional de 34 semanas
según Fazekas y Kósa (1978).
En ninguno de los individuos pertenecientes a esta unidad
estratigráfica se han hallado signos de patología tanto ósea
como dental.
Individuo Dep. 1b-83 (Nº cat. SIP 45.194)
Fig. 10.13. Cálculo de la talla del individuo 5011-B según
Olivier y Pinaud (1960).
5011-B
Nº SIP 23.940
Cubito
Long. máxima
(cm)
Talla (cm)
Error (+)
5,35
45,63
1,59
A partir de los datos de longitud máxima del cúbito (53,55
mm), la talla del feto sería de 45,64 cm; ello supone una edad de
8-9 meses lunares correspondiéndole un peso aproximado entre
2.223 y 2.387 g (Olivier y Pineau 1958).
Individuo 5011-C
Correspondiente a este individuo sólo se conserva el hueso petroso del lado derecho. La presencia de este hueso se ha constatado en dos ocasiones más (UUEE 5011-A y 5011-B) y del
mismo lado. Esta repetición indica que al menos tres individuos
perinatales fueron enterrados en el mismo lugar en diferentes
momentos (Fig. 10.14). Teniendo en cuenta que solo hay un
hueso el ICE es de 0,5%.
Fig. 10.14. Inventario de restos óseos conservados en el individuo 5011-C.
194
Este esqueleto se halló en el interior de una olla de cocina haciendo el papel de urna, en la misma vivienda que los perinatales descritos anteriormente (5011 A-B-C). Tal y como ya se ha
mencionado, este individuo fue objeto de un estudio preliminar
(Guérin y Martínez Valle 1987-1988). Los restos óseos corresponden a un individuo perinatal parcialmente conservado.
Se inventariaron restos plurifragmentados de neurocráneo
(fragmentos de parietal, occipital, hueso petroso, un fragmento orbitario derecho, así como la hemimandíbula izquierda), la
clavícula derecha en su extremo esternal, fragmentos diafisarios
de ambos húmeros, fragmentos de cúbito y radios izquierdos,
así como fragmentos diafisarios de ambas tibias y uno distal del
peroné izquierdo. Se han podido inventariar vértebras dorsales
bajas (5), las lumbares (5), y una docena de costillas de ambas
lateralidades. Así mismo, se pudieron identificar falanges medias y distales de la mano izquierda, y un metatarsiano del pie
izquierdo (Fig. 10.15).
El índice de conservación esquelética (ICE) corresponde a
un 18%, siendo los índices de preservación (IP) los siguientes:
IP1 de 58,33%, IP2 de 10,52% e IP3 de 31,81%.
La edad se ha podido estimar empleando el método de Fazekas y Kósa (1978) a partir de las medidas de la longitud y anchura
del hueso petroso derecho (25,70 x 15,53 mm), y de la anchura
metafisaria del húmero izquierdo (12,41 mm), obteniéndose un
resultado entre las 30 y 32 semanas de edad gestacional.
A partir de los datos de longitud máxima del fémur (67,15
mm), la longitud del cuerpo del feto sería de 45,58 cm, ello supone una edad de 8-9 meses lunares correspondiéndole un peso
aproximado entre 2.223 y 2.387 g (Olivier y Pineau 1958).
Desde un punto de vista patológico se pudo observar la presencia de cribra orbitalia derecha, lesión elemental atribuible a alguna
enfermedad metabólica y/o carencial6 (Fig. 10.16). En relación con
esta lesión se observó una periostitis bilateral de tibias (inflamación
del periostio a nivel medio medial diafisario).7 A nivel macroscó-
6 La cribra orbitalia se ha de considerar como el primigenio fenómeno poroso, descrito por primera vez por Hermann Welcker en
1885. Esta lesión ósea genera controversias interpretativas sobre su
expresión en el hombre (Polo y Villalaín 2003).
7 La presencia de periostitis en huesos largos es un hallazgo frecuente
en las poblaciones antiguas y puede obedecer a diferentes etiologías.
En la población adulta, en ausencia de una afectación plurifocal, su
localización única suele estar relacionada con micro-traumatismos
locales o problemas vasculares (insuficiencia venosa crónica) (Campillo 2001), sin embargo, en perinatales e infantiles estaría relacionada con infecciones piógenas (osteomielitis), siendo los principales
agentes bacterianos involucrados el Staphylococcus sp. (75-84%) y
el Streptococcus (García-Guixé 2009), o incluso infecciones sistémicas (como por ejemplo, la tuberculosis) (Mensforth et al. 1978;
Campillo 2001). No obstante, la periostitis inespecífica perinatal y de
la primera infancia también se puede relacionar con procesos carenciales (anemias e hipovitaminosis) (Mensforth et al. 1978).
[page-n-208]
Fig. 10.15. Inventario de
restos óseos conservados en el
individuo Dep. 1b-83.
pico se observa una neoformación de hueso nuevo e inflamatorio
perióstico, con formación de cavernas compatibles con osteomielitis. A nivel radiológico se confirma el diagnóstico con un engrosamiento del periostio (Fig. 10.17).
Individuo UE 0490 (Nº cat. SIP 23.941)
Fig. 10.16. Cribra orbitalia derecha del individuo Dep. 1b-83.
Fig. 10.17. Periostitis de tibia derecha del individuo Dep. 1b-83.
Este esqueleto se halló en el interior de una urna con ajuar funerario (Fig. 10.1). Los restos óseos corresponden a un individuo
perinatal hallado en buen estado de conservación.
Se han inventariado restos de neurocráneo incluyendo dos
de los huesos del tímpano (martillo y estribo), también escasos
fragmentos de esplacnocráneo, mandíbula, ambas clavículas,
húmero derecho, cúbitos y radios, restos de huesos de carpo de
ambas manos, así como algunas falanges medias y distales. Del
raquis se conservan todas las costillas, vértebras cervicales, torácicas y lumbares. De las extremidades inferiores se conservan
ambos fémures, tibias y peronés, calcáneo y astrágalo del pie
derecho, astrágalo del izquierdo y metatarsos, así como falanges
medias y algunas distales de ambos pies (Fig. 10.18).
El índice de conservación esquelética (ICE) es del 50% y los
índices de preservación esqueléticos (IP) son: IP1 de 91,66%,
IP2 de 52,63% e IP3 de 72,72%.
La estimación de la edad se ha realizado a partir de las
longitudes máximas del húmero, radio, cúbito y fémur, obteniéndose un rango entre las 34,97 y las 35,90 semanas de
gestación (Fig. 10.19).
Para el cálculo de la estatura se han empleado los métodos
de Balthazard y Dervieux (1921) y de Olivier y Pinaud (1960)
a partir de las longitudes máximas del húmero, cúbito, fémur
y tibia, resultando una talla entre los 45 y 46 cm (Fig. 10.20).
195
[page-n-209]
Fig. 10.18. Inventario
y conservación de los
restos esqueléticos del
individuo 0490.
Fig. 10.19. Estimación de la edad del individuo UE 0490, según
Scheuer et al. (1980).
0490
Nº SIP 23.941
Húmero
Radio
Cubito
Fémur
Tibia
Long. máxima
(mm)
Edad (semanas
de gestación)
Error (+)
59,38
48,20
53,54
67,30
57,03
35,88
35,90
34,97
35,78
35,46
2,33
2,29
2,20
2,08
2,12
Fig. 10.20. Cálculo de la talla del individuo UE 0490.
0490
Nº SIP 23.941
Balthazard y
Dervieux (1921)
Olivier y Pinaud
(1960)
Pieza
Fémur
Tibia
Húmero
Húmero
Cúbito
Long. máxima Talla (cm)
(cm)
6,73
5,70
5,93
5,93
5,35
45,68
45,55
46,54
46,64
45,63
A partir de los datos de longitudes máximas de huesos largos, la talla máxima del cuerpo del feto sería de 46,64 cm, ello
supone una edad de 9 meses lunares, correspondiéndole un peso
aproximado entre los 2.387 y 2.555 g (Olivier y Pineau 1958).
Desde el punto de vista patológico se pudo observar la presencia
de cribra orbitalia izquierda, así como otro fenómeno poroso inespecífico en la superficie de la pars basilaris8 (Fig. 10.21).
8 Se trata de un fenómeno poroso endógeno en discusión y específico
del hueso en crecimiento, pero cuya etiología puede atribuirse tam-
196
Fig. 10.21. Porosis en la Pars basilaris del individuo
UE 0490.
Individuo Sondeo III c-4 (Nº cat. SIP 45.195)
Los restos óseos corresponden a un individuo perinatal del que
tan solo se conserva el húmero derecho y el tercio proximal del
fémur izquierdo. El índice de conservación esquelética (ICE)
corresponde a un 1% (Fig. 10.22).
bién a diversos factores externos patológicos, pero que en ningún
caso constituye un signo patognomónico de una enfermedad específica (González et al. 1997; González et al. 2017).
[page-n-210]
Fig. 10.22. Inventario y
conservación delos restos
esqueléticos del individuo
Sondeo III c-4.
La estimación de la edad de este individuo es de 36,94
semanas de gestación a partir de la longitud máxima del húmero (Fig. 10.23).
Para el cálculo de la talla se han empleado los métodos de a
Balthazard y Dervieux (1921) y Olivier y Pinaud (1960) a partir
de la longitud máxima del húmero, resultando una talla entre los
48,11 y 48,83 cm (Fig. 10.24).
A partir de los datos de longitud máxima del fémur (61,70
mm), la talla del feto sería de 48,8 cm, ello supone una edad
aproximada de 9 ½ meses lunares, correspondiéndole un peso
aproximado de 2.897 g (Olivier y Pineau, 1958).
A pesar de la escasez de restos conservados se observó en la cara anterior del húmero, en su tercio distal, una
zona de aposición de hueso nuevo perióstico, atribuible a
una periostitis, y de características morfológicas similares
a las observadas en el individuo Dep.1b-83. Se trata de una
alteración de la superficie cortical que afecta a gran parte
Fig. 10.23. Determinación de la edad del individuo Sondeo III
c-4, según Scheuer et al. (1980).
85 S. III c-4
Nº SIP 45.195
Húmero
Long. máxima Edad (semanas
(mm)
de gestación)
61,70
36,94
Error (+)
2,33
Fig. 10.24. Cálculo de la talla del individuo Sondeo III c-4.
85 S. III c-4
Nº SIP 45.195
Balthazard y
Dervieux (1921)
Olivier y Pinaud
(1960)
Pieza
Long. máxima
(cm)
Húmero
6,17
Talla (cm)
48,11
48,83
Fig. 10.25. Periostitis en el tercio distal de la cara anterior del
húmero derecho.
del tercio distal. En la imagen radiológica se puede observar
la citada periostitis asociada a un engrosamiento del tejido
cortical medio distal de la diáfisis y que sería consecuencia
de alguna enfermedad infecciosa transmitida por la madre
durante el periodo gestacional (Fig. 10.25).
Individuo UE 0514 (Nº cat. SIP 21.633)
Este esqueleto no estaba introducido en una urna y se halló en la
Zona B del yacimiento (Fig. 3.21, E). Los restos óseos corresponden a un individuo de 18 semanas prenatales. El estado de
conservación es malo.
Se inventariaron restos plurifragmentados de neurocráneo (fragmentos de fronto-parietal) fragmentos costales, tres
cuerpos vertebrales lumbares, y dos arcos, dos fragmentos
197
[page-n-211]
Fig. 10.26. Inventario de
restos óseos conservados
en el individuo 0514.
diafisarios de miembros superiores, y un fragmento distal de
fémur derecho, así como una falange media de uno de los
pies (Fig. 10.26).
El índice de conservación esquelética (ICE) corresponde a
un 6,5%, siendo los índices de preservación (IP) los siguientes:
IP1 de 25%, IP2 de 15,78% e IP3 de 18,18%.
La edad se ha podido estimar empleando el método de Fazekas y Kósa (1978) a partir de la anchura máxima distal del
fémur derecho (6,24 mm), obteniéndose un resultado de 18 semanas prenatales, siendo por tanto un aborto. No ha sido posible
determinar el peso ni la talla del individuo debido a los escasos
restos conservados y a la fragmentación de los mismos. No se
han observado patologías.
Individuo UE 0516 (Nº cat. SIP 21.632)
Este individuo también estaba en la Zona B del yacimiento sin
receptáculo funerario que lo albergara (Fig. 3.31, F).
Se inventariaron restos plurifragmentados de neurocráneo
(incluidos los huesos del tímpano el yunque y martillo, hueso
petroso y pars lateralis), cuatro piezas dentales aisladas, escasos fragmentos costales, tres fragmentos diafisarios de miembros superiores e inferiores, cinco cuerpos vertebrales dorsales
y cuatro lumbares, y un hueso metatarsiano de la mano, otro del
pie, y una falange media de uno de los pies (Fig. 10.27).
El índice de conservación esquelética (ICE) corresponde a
un 12,5 %, siendo los índices de preservación (IP) los siguientes: IP1 de 25%, IP2 de 21,05% e IP3 de 27,27%. La estimación
de la edad de este individuo es de 24-26 semanas de gestación
a partir de la longitud máxima del hueso petroso (Fig. 10.28).
No ha sido posible estimar la talla ni el peso de este individuo. No se han observado evidencias paleopatológicas.
198
Discusión
El estudio bioantropológico y paleopatológico de los individuos
procedentes del yacimiento de Kelin ofrece interesante información al respecto de la calidad de vida y características biológicas
de la población infantil de manera diacrónica. Los casos estudiados corresponden a individuos perinatales, neonatales y abortos,
los cuales se hallaron en espacios de hábitat del yacimiento, tres de
ellos en el interior de urnas y uno sólo acompañado de ajuar.
La naturaleza de los restos estudiados supone un reto debido al deficiente estado de conservación. La irregularidad
en la densidad de la sustancia mineral ósea de los inmaduros,
la alta porosidad, las propiedades físico-químicas del hueso
inmaduro (Gordon y Buikstra 1981), unido a las condiciones edáficas y tafonómicas (Blaizot et al. 2003), actúan de
manera determinante en la conservación de los restos óseos,
condicionando los resultados de los estudios antropológicos
y paleopatológicos (Agustí et al. 2008). En la muestra analizada los índices de conservación y preservación resultan
bastante bajos (<50%), a excepción de un caso que además
estaba depositado en urna (UE 0200). El resto de la muestra
se ha visto condicionada por las características edáficas del
lugar de enterramiento (interior de departamentos u otras circunstancias), así como por el tipo de recogida de los mismos
durante las campañas de excavación, o la manipulación posterior para análisis complementarios (Fig. 10.29).
Además de los problemas que ofrece la conservación de
individuos perinatales, la antropología física se encuentra con
obstáculos a la hora de determinar el sexo de los individuos inmaduros, que salvo en el caso UE 0200-1 (Nº SIP 23.939), que
fue analizado genéticamente y corresponde a un varón, en el
resto no ha sido posible su determinación.
[page-n-212]
Fig. 10.27. Inventario de restos
óseos conservados en el individuo
0516.
Fig. 10.28. Determinación de la edad del individuo
0516, según Scheuer et al. (2009).
0516
Nº SIP 21.632
Hueso petroso
Long. máxima Edad (semanas
(mm)
de gestación)
16,57
24-26
Fig. 10.29. Principales resultados del estudio antropológico y
paleopatológico.
Así mismo, otra problemática que plantean estos estudios,
es determinar si a partir de la edad gestacional, se puede inferir que se trate de un aborto avanzado con muerte prematura,
una muerte intrauterina o a término pero con pocas semanas
de vida (Agustí et al. 2008). Con respecto a este estudio, el
análisis antropométrico establece como resultado un rango de
edad que en su mayoría corresponde al último tercio de gestación, sin superar con éxito el alumbramiento, salvo en el
caso UE 0200-1, que es a término. Sin embargo, el resto de
los casos estudiados no superan las 37 semanas de gestación
tratándose con toda probabilidad de abortos o recién nacidos
prematuros con escasa viabilidad (Fig. 10.30).
Por lo que respecta a la talla, la aplicación de los métodos
empleados a partir de las longitudes máximas conservadas de los
huesos largos, ha aportado datos para una estatura que oscila entre
los 45 y los 52 cm. Además, estas estimaciones facilitan datos para
establecer el peso aproximado que tendrían los fetos, los cuales presentan en su mayoría pesos bajos, que en relación con la edad gestacional prematura permite inferir las escasas posibilidades de vida, a
excepción del único individuo a término (Fig. 10.31).
Con respecto a la patología observada se han constatado lesiones elementales en tres individuos (Dep. 1b-83, 0490 y S. III c-4).
En todos estos casos se trata de fenómenos inespecíficos compatibles con enfermedades infecciosas y/o carenciales (porosis de la
pars basilaris, cribra orbitalia y periostitis en extremidades inferiores y superiores) (Mensforth et al. 1978; Campillo 2001).
La cribra orbitalia y la porosis de la pars basilaris forman
parte de los llamados fenómenos porosos. Se caracterizan por
la presencia de pequeños orificios alojados en el techo de las
órbitas oculares y en la superficie de la pars basilaris, siendo
expresión de cierta hiperplasia medular, y la manifestación ósea
de un hueso en crecimiento asociado a un déficit carencial o
metabólico (Campillo 2001; Polo y Villalaín 2003).
199
[page-n-213]
Fig. 10.30. Edades gestacionales en función de las longitudes máximas de los huesos largos.
Nº
UE
IC (%) Gestación (semanas) Talla (cm)
Sexo Patología
1
2
3
4
5
6
7
8
9
0200-A3
5011-A
5011-B
5011-C
Dep. 1b-83
490
S.III-C4
0514
0516
63
39
13
0,5
18
50
1
6,5
12,5
39-42
36,6
34,98
34
35,73
35,8
36,9
18
24-26
51-52
47,99
45,64
indet.
45,58
46,65
48,55
indet.
indet.
varón
indet.
indet.
indet.
indet.
indet.
indet.
indet.
indet.
Tipo
no
no
no
sí
sí
sí
no
no
infecciosa, carencial-metabólica
infecciosa
infecciosa
Fig. 10.31. Estimación de la edad, talla y peso de los individuos perinatales.
Nº
UE
Talla (cm)
Edad (meses lunares) Peso (gramos)
1
2
3
4
5
6
7
8
9
0200 - Nº SIP 95.822
5011-A - Nº SIP 23.940
5011-B - Nº SIP 23.940
5011-C - Nº SIP 23.940
Dep-1b 83 - Nº SIP 45.194
0490 - Nº SIP 23.941
S. III c-4 - Nº SIP 45.195
0514 - Nº SIP 21.633
0516 - Nº SIP 21.632
51,16-52,27
47,99
45,64
–
45,58
46,65
48,55
–
–
Con respecto a la patología infecciosa se han documentado
dos casos de periostitis (Dep. 1b-83 y S. III c-4). El análisis
macroscópico y la imagen radiológica confirman la etiología infecciosa, la cual probablemente sería transmitida por la madre
al niño durante el periodo de gestación y provocaría su muerte
prematura. La periostitis de huesos largos ha de considerarse
como un signo inespecífico y no patognomónico de una enfermedad infecciosa concreta.
Finalmente, cabe reseñar que en ninguno de los casos estudiados se han hallado lesiones de tipo perimortem que pudieran
interpretarse como consecuencia de un acto o muerte violenta.
DETERMINACIÓN DEL SEXO DE RESTOS HUMANOS
ARQUEOLÓGICOS
(A. Martínez Ramírez)
La investigación del sexo de los individuos juega un papel muy
importante en la reconstrucción de la estructura social de las sociedades antiguas. El sexo de los restos arqueológicos humanos
ha sido tradicionalmente determinado por la identificación de
los objetos encontrados en los enterramientos y mediante análisis morfométricos de los huesos. Sin embargo cuando se trata
de fragmentos de esqueletos de adultos o de niños, los métodos
antropométricos convencionales no son útiles. En estos casos el
análisis de secuencias de ADN específicas para los cromosomas
X e Y pueden proporcionar una solución al problema.
La extracción de ADN de los restos humanos arqueológicos
y su posterior amplificación mediante la técnica de la reacción
en cadena de la polimerasa (PCR), es particularmente difícil
200
término
9,5
8-9
–
8-9
9
9,5
–
–
>3010
2725
2223-2387
–
2223-2388
2387-2555
2897
–
–
pues los métodos empleados no son siempre satisfactorios. Estudios previos han demostrado que el ADN permanece en los
restos antiguos y que las mejores muestras para su extracción
son las de hueso o dientes puesto que son más abundantes que
los restos de otros tejidos y suelen estar mejor conservadas (Hagelber et al. 1989; Hänni et al. 1995).
Material y métodos
Las muestras
Las muestras de hueso fueron proporcionadas por el entonces
llamado Departament de Prehistòria i Arqueologia de la Universitat de València, procedentes del yacimiento de Los Villares
(Caudete de las Fuentes). Corresponden a un hueso largo de la
pierna izquierda de un neonato (UE 0200-1).
Para prevenir posibles contaminaciones con ADN moderno, todos los pasos del trabajo se realizaron en condiciones de
esterilidad. Todas las áreas y el material de trabajo se limpiaron
e irradiaron con luz ultravioleta al menos durante 30 min. El
tampón de extracción, sin proteinasa K, las soluciones de azul
dextrano, acetato de amonio y agua utilizadas para la extracción
del ADN también fueron irradiadas durante 30 min con luz UV.
Los pasos de extracción y amplificación del ADN se llevaron a
cabo en áreas separadas del laboratorio.
Extracción del ADN (Kalmár et al. 2000)
Antes de la fragmentación, la superficie del hueso fue lavada con
lejía diluida y agua para eliminar el material de la superficie. Una
porción de unos 2 cm se cortó del hueso, se enfrió en nitrógeno
líquido y se pulverizó con la ayuda de un mortero de ágata.
[page-n-214]
Unos 500 mg de hueso pulverizado se mezclaron con 1.5
mL de tampón de extracción (EDTA 0.1 mM pH 8.0, 0.5% Nlaurylsarcosina-Na, 100 mg/mL de proteinasa K).
La muestra así procesada se incubó a 37ºC durante toda la
noche en constante agitación. Posteriormente se realizó la centrifugación a 12.000 rpm durante 10 min a temperatura ambiente
para separar las dos fases. El sobrenadante (250 ml) se transfirió
a un nuevo tubo y se añadieron 3.5 ml de una solución azul dextrano (1 mg/ml en agua), 250 ml de acetato de amonio 4M y 500
ml de etanol 96%. Tras una agitación fuerte en el vortex se dejó
precipitar el ADN a -80ºC durante 10 min. El azul dextrano tiene una masa molecular de más de 2 millones y coprecipita bajas
concentraciones de ADN a la vez que colorea el precipitado. Se
centrifuga la muestra de nuevo a 14.000 rpm 15 min. Se descarta
el sobrenadante y se deja secar el precipitado. Se resuspende el
ADN obtenido en 20-30 ml de agua MilliQ estéril.
Amplificación del ADN mediante PCR
Para la amplificación del ADN obtenido se utilizaron tres oligonucleótidos específicos para el gen de la amelogenina (Faerman et al. 1995). Este gen presenta dos alelos localizados en los
cromosomas X e Y. El oligonucleótido AM4 (5’-CAGCTTCCCAGTTTAAGCTCT) es común a los dos alelos del gen mientras
que los oligonucleótidos AM5 (5’-TCTCCTATACCACTTAGTCACT) y AM6 (5’-GCCCAAAGTTAGTAATTTTACCT) son
específicos para los alelos del cromosoma X e Y respectivamente. Los tres oligos se utilizan simultáneamente en el mismo tubo
de reacción y se produce la amplificación de los alelos específicos del cromosoma X e Y según estén presentes.
Una reacción típica de amplificación contiene 2 ó 5 ml del
ADN extraído del hueso, 1,5 U de polimerasa Taq, 50 mg BSA,
50 mM de cada dNTP, 5 pmoles de cada uno de los oligonucleótidos AM5 y AM6, 10 pmoles de AM4, tampón de PCR 1x y
MgCl2 2,5 mM, en un volumen de 25 ml.
Como control positivo se utilizó un ADN humano moderno
procedente de un varón y también se realizaron controles negativos de la extracción y de la amplificación. Los fragmentos de
ADN amplificados se detectaron en un gel de agarosa al 1.4%.
Resultados y discusión
Se realizaron tres extracciones diferentes de ADN del hueso
según el método descrito arriba. Con ADN de cada extracción
se realizaron tres amplificaciones con los oligos AM4, AM5 y
AM6. No todas las amplificaciones resultaron positivas. Se obtienen 2 bandas una de 330 pb correspondiente al alelo del gen
de la amelogenina del cromosoma X y otra de 218 pb correspondiente al alelo del cromosoma Y. Por lo tanto la muestra analizada corresponde a un individuo del sexo masculino.
Además del protocolo de extracción de ADN descrito en material y métodos que resultó el más efectivo de todos se utilizaron
dos protocolos de extracción adicionales que no produjeron ADN
amplificable. Estos protocolos fueron el “DNA forensic kit“ de
MoBio e “InstaGene Matrix” de BioRad. Este último es una matriz Chelex 6% que se utiliza habitualmente para la extracción de
ADN de restos forenses y que en algunos casos se ha utilizado
con éxito en la extracción de ADN antiguo.
También se probaron otros oligonucleótidos específicos
para la determinación del sexo en humanos. Estos oligonucleótidos detectan secuencias específicas de los cromosomas
X (PABX1/PABX2) e Y (SRY1/SRY2). En ningún ensayo
conseguimos la amplificación del ADN, pero esto fue debido
seguramente al que el tamaño esperado de los fragmentos a
amplificar es demasiado grande, 950 pb para el sistema PABX
y 450 pb para el SRY. En el análisis de restos arqueológicos,
lo más frecuente es que el ADN esté bastante degradado y por
lo tanto es muy difícil amplificar fragmentos de ADN relativamente grandes como sería este caso.
201
[page-n-215]
[page-n-216]
11
LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL
DE LA CIUDAD IBÉRICA DE KELIN
SIGLOS VI-I A.N.E.
A. Moreno Martín, D. Quixal Santos y S. Machause López
El estudio del territorio de Kelin ha proporcionado abundante
información sobre el proceso de territorialización que acompaña la consolidación de la complejidad sociopolítica de este
asentamiento ibérico. En este sentido, el conocimiento de este
singular yacimiento, que muestra una ocupación continuada
desde el siglo VII al I a.n.e., nos ha permitido valorar la ocupación de la loma de Los Villares y sus inmediaciones en perspectiva diacrónica, teniendo en cuenta tanto el urbanismo y la
estructuración interna del asentamiento como la presencia de
un hábitat periurbano (Mata et al. 2012). Por otro lado, el análisis a escala comarcal describe un poblamiento jerarquizado y
responde a estrategias complejas de ocupación y construcción
social del espacio (Mata et al. 2001 a y b). Otras variables como
su tamaño (aprox. 10 ha), el rico registro material tanto en producciones locales como importadas, la existencia de una ceca
propia y un extenso corpus epigráfico lo diferencian del resto de
poblados de la comarca de Requena-Utiel (Mata 1991). Todas
estas variables permiten argumentar el rol destacado que Kelin
ejerció desde el siglo VI, consolidándose como lugar central del
territorio a partir del siglo V. Además, su ubicación en una zona
estratégica para el control de las rutas comerciales entre la costa y el interior peninsular, así como sobre las tierras agrícolas
óptimas, acentúan su papel como asentamiento vertebrador y
organizador de las estrategias productivas y territoriales a escala
comarcal (Moreno 2011; Quixal 2015).
El estudio del territorio nos ofrece la posibilidad de abordar
diferentes escalas de la actividad humana, desde las actividades
cotidianas y las relaciones locales hasta las de largo recorrido
con otras regiones. En este sentido, el paisaje se presenta como
una construcción humana dinámica, acumulativa e interactiva
por definición, y la Arqueología del Paisaje se presenta como un
planteamiento teórico-metodológico esencial en el estudio de
las entidades territoriales. El análisis de los patrones espaciales
permite aproximarnos a la cultura y la sociedad que éstos representan. Este planteamiento viene argumentado por la premisa
aceptada de que las sociedades complejas se caracterizan, entre
otros rasgos, por la consolidación del vínculo territorial y la gestación de unidades políticas a escala regional, es decir, de territorios. En este sentido, su estudio puede desarrollarse a partir de
los repertorios materiales, de la arquitectura doméstica y de las
pautas y patrones espaciales, ya que de éstos se desprenden los
mecanismos y las estrategias que estas comunidades siguen en
la creación de su estructura sociopolítica. En el caso de Kelin,
nos propusimos estudiar qué elementos del paisaje cultural nos
podían ayudar a definir ese espacio construido por una comunidad, que lo entiende como propio.
Por ello, desde el año 1992, de forma paralela a las excavaciones en Kelin como lugar central, comenzaron a desarrollarse campañas de prospección a fin de localizar y documentar yacimientos ibéricos a lo largo de toda la comarca con
el objetivo de acercarnos a la cronología, características y
funcionalidades de cada uno de ellos. Fruto de todo esto son
los más de 200 yacimientos de época ibérica documentados
en los diferentes términos municipales que forman parte de
la misma unidad geográfica. Del mismo modo, se revisaron
yacimientos excavados con anterioridad y se realizaron campañas de excavación puntuales en una serie de asentamientos
de índole rural con el fin de tener un conocimiento más exhaustivo de la organización territorial: Muela de Arriba (Requena), La Maralaga (Sinarcas), Rambla de la Alcantarilla
(Requena), Solana de Cantos (Requena), El Zoquete (Requena), Casa de la Cabeza (Requena) y Los Chotiles (Sinarcas)
(Valor 2004; Lozano 2006; Pérez Jordà et al. 2007 b; Quixal
et al. 2008, 2010, 2011, 2012 y 2016). Finalmente, para interrelacionar los datos geográficos y arqueológicos e implementar análisis complejos sobre los usos, la ocupación y la
explotación del espacio para aproximarnos a los procesos y
dinámicas derivados de la construcción de un territorio, hemos recurrido al uso de Sistemas de Información Geográfica
(GRASS, GvSIG y QGIS).
203
[page-n-217]
CONTEXTO CRONOCULTURAL Y GEOGRÁFICO
El marco espacio-temporal que trabajamos nos sitúa entre los
siglos VI al I a.n.e. La comarca de Requena-Utiel se presenta
como punto de unión y vertebración entre el litoral y el interior, así como una encrucijada natural entre el S peninsular
y el Sistema Ibérico. Es una zona amesetada, con una altitud media de unos 800 m.s.n.m. dentro del piso bioclimático mesomediterráneo. Sin embargo, dada su gran extensión,
presenta una marcada heterogeneidad pudiendo distinguirse
varias subzonas con diferentes orografías, cultivos, vegetación y hasta meteorología (Piqueras 1997; Quixal 2015, 3032). Se articula, desde el punto de vista hidrográfico, a través
de las cuencas de los ríos Cabriel y del Madre/Magro, junto
con sus afluentes y ramblas. En la orla septentrional también debemos tener presente el río Turia y sus afluentes, el
Reatillo y el Regajo, como agentes activos en el paisaje. La
orografía se presenta como un gran condicionante en la ocupación y organización del espacio, definiéndose tres ámbitos
geográficos: el altiplano central, la depresión del río Cabriel
al S y al O y el sector montañoso al N y NE (Moreno 2011,
31-37).
La caracterización y definición de un territorio supone
el establecimiento de unos límites, que en nuestro caso se
trazaron inicialmente a partir de los polígonos Thiessen entre Cerro Viejo (Moya), Ikalesken (Iniesta), Edeta (Llíria),
La Carència (Torís) y Castellar de Meca (Ayora), al ser los
lugares centrales de los territorios ibéricos vecinos (Mata et
al. 2001 a y b) (Fig. 11.1, superior). Posteriormente, hemos
empleado métodos como las cuencas visuales acumulativas
durante los siglos analizados y un mapa de costes con Kelin
como epicentro, para definir su área de influencia como capital y aproximarnos al territorio estudiado con mayor verosimilitud. La superficie territorial definida y rectificada ocupa
una extensión máxima de unos 2000 km2 (Moreno 2011, 3840) (Fig. 11.1, I-IV).
PATRÓN DE ASENTAMIENTO
El territorio cuenta con un numeroso y destacado registro material donde las evidencias son de variada naturaleza. Contamos con estudios cerámicos y numismáticos, reconstrucciones del paleopaisaje, análisis paleobiológicos,
información sobre la metalurgia del hierro, estudios sobre
la conservación y transformación de productos agrícolas y
aproximaciones sobre la estructuración del hábitat rural y el
paisaje agrario. Además, las excavaciones realizadas durante
las dos últimas décadas en asentamientos de carácter rural
nos ofrecen un heterogéneo repertorio de núcleos: cuevas,
hornos, asentamientos fortificados y rurales, etc. De manera
que las evidencias arqueológicas han permitido inferir pautas
socioeconómicas, políticas y simbólicas, donde la economía
política, el poder y el rango marcan la existencia de una estratificación y un orden social que va más allá de la unidad
doméstica familiar y las relaciones de parentesco.
Los parámetros empleados en la definición de las diferentes categorías de hábitat responden a criterios como la
localización topográfica, la altura, la presencia o no de fortificaciones, la ocupación cronológica, la funcionalidad del
204
asentamiento y el tamaño. Atendiendo a estas premisas, los
yacimientos se han agrupado en seis categorías (Fig. 11.2).
Las cuatro primeras representan un 94% del total de yacimientos documentados en el área de estudio (211 de 224 sitios) y engloban a los asentamientos con función de hábitat
y a las diversas formas en las que éste se representa en el
ámbito rural. El 6% restante no son lugares de habitación,
nos referimos a yacimientos ligados a la esfera de lo sacro,
como cuevas y necrópolis, así como lugares que no son per
se yacimientos, pero que, en nuestra opinión, repercuten en
la ocupación y explotación del espacio (categoría 0). Dado
el ingente peso que los asentamientos tienen en la muestra
analizada, fue necesario establecer tipos, rangos y funcionalidades.
Como la mayor parte de la muestra proviene de la prospección, se estableció una serie de variables para determinar
con mayor detalle las funcionalidades y la naturaleza estable
o temporal de los asentamientos a partir del material superficial (Quixal 2008; Mata et al. 2012). Estas variables son:
tamaño, ubicación y presencia o no de defensas; variedad
tipológica del registro cerámico (siguiendo a Mata y Bonet
1992); presencia de importaciones; material de construcción
y estructuras evidentes; objetos metálicos; ocupación dilatada o corta; y proximidad a otros núcleos de igual o mayor
rango.
A su vez, los proyectos de excavación nos han permitido
precisar estas variables y reconocer diferentes categorías del poblamiento rural (Mata et al. 2009). De manera que la ocupación
del espacio se estructura con diferentes tipos de asentamientos:
- Ciudad: únicamente Kelin presenta las características suficientes para poder defender que se trata de un asentamiento con
carácter urbano en época ibérica.
- Poblados fortificados y atalayas: los primeros son asentamientos de entre 1 y 2 ha, ubicados en cotas altas, preferentemente repartidos a lo largo de los límites del territorio y
cerca de los pasos naturales. El Molón (Camporrobles), Cerro de San Cristóbal (Sinarcas), Cerro de la Peladilla (Fuenterrobles), La Mazorra (Utiel), Cerro de la Cabeza, Muela de
Arriba, La Cárcama y Castellar de Hortunas (Requena) son
los mejores ejemplos. Los segundos comparten características con los primeros, pero tienen un tamaño menor y son
poco abundantes en este territorio.
- Asentamientos rurales: asentamientos en cotas medias y
bajas. Pueden tener tamaño grande y mediano (entre 1 y varias ha), conformando agrupaciones de casas de cierta entidad
a modo de pueblos o aldeas, y otros más pequeños (inferiores
a las 0,5 ha) de eminente orientación agrícola, respondiendo al
modelo de granja o caserío. Estos últimos tendrán su cénit en
los siglos IV-III, pero comienzan a apreciarse desde el V, tal
como vimos en El Zoquete (Requena) (Pérez Jordà et al. 2007
b; Quixal et al. 2008). El último escalón en el poblamiento rural lo conforman los establecimientos rurales, especialmente las
casas de campo, estructuras de transformación como lagares y
almazaras, zonas de actividad auxiliar e incluso los campos.
- Otros lugares destacados son las cuevas rituales y los establecimientos artesanales (alfareros y metalúrgicos). El mundo
funerario se limita a hallazgos parciales y muchas veces descontextualizados.
[page-n-218]
Fig. 11.1. Delimitación del territorio de Kelin.
205
[page-n-219]
Fig. 11.2. Parámetros para la definición de las diferentes categorías y subcategorías de yacimientos.
Categoría
Tamaño
Categoría 1
Categoría 2
> 10 ha
2,5-6 ha
Categoría 3
0,5-2,5 ha
Categoría 4
< 0,5 ha
Categoría 5
Categoría 0
Subcategorías
Altura
Observaciones
2.1
2.2
3.1
3.2
4.1
4.2
0-20 m
< 40 m
> 60 m
< 40 m
> 60 m
< 40 m
> 60 m
Amplia cronología. Zonas agrícolas y de paso.
Proximidad a zonas agrícolas.
Estructuras defensivas. Dominio visual.
Proximidad a zonas agrícolas.
Estructuras defensivas. Dominio visual.
Posible ocupación y/o actividad estacional. Proximidad a zonas agrícolas.
Estructuras defensivas. Dominio visual. Unifásico.
Cuevas y necrópolis / Enterramientos.
Salinas, minas, vados, fuentes, hallazgos aislados.
EVOLUCIÓN DEL POBLAMIENTO (SIGLOS VI-I A.N.E.)
Atendiendo a una evolución por las diferentes fases cronológicas tenemos (Figs. 11.3 y 11.4):
- Siglo VII (7 yacimientos): Excepto uno que arranca en el
Bronce Final, todos son de nueva planta. La mayoría tiene continuidad hasta el siglo I a.n.e. y está situada en alto. Kelin, El
Molón (Camporrobles), Requena y Cerro de San Cristóbal (Sinarcas) son los más importantes y ponen las bases de la futura
organización territorial.
- Siglo VI (40 yacimientos) (Fig. 11.4, 1): el abandono de
algunas de las ubicaciones del Hierro Antiguo y la ocupación
de nuevas tierras genera un nuevo patrón de asentamiento, donde ya es evidente la estructuración en diferentes categorías. La
novedad con respecto a la etapa anterior es un tipo de hábitat
ubicado en llano, cerca de las tierras aptas para el cultivo, de
pequeño tamaño y, generalmente, próximo a algún núcleo de
mayor rango. También se documenta algún lugar en alto y fortificado. Parece haber un creciente interés por ocupar las zonas
llanas y controlar los corredores de comunicación.
- Siglo V (57 yacimientos) (Fig. 11.4, 2): se mantiene
el porcentaje mayoritario de ubicaciones medias-bajas y los
yacimientos de tamaño grande-medio. Aunque se produce
un aumento sustancial de los asentamientos de pequeño ta-
Fig. 11.3. Evolución del poblamiento teniendo en cuenta las categorías y subcategorías detectadas.
206
maño (<0,5 ha, subcategoría 4.1), triplicando la cifra de la
centuria anterior, y la aparición de nuevos asentamientos
grandes, fortificados y en altura (subcategoría 2.2). En esta
centuria se han identificado los alfares de Casillas del Cura
(Venta del Moro), que, por el momento, son los más antiguos conocidos en el territorio (Duarte et al. 2000). También
hay que incluir entre las novedades, los lagares y almazaras
rupestres ubicados al aire libre (Pérez Jordà et al. 2015), así
como lugares dedicados a la metalurgia del hierro (Mata et
al. 2009). Esto nos permite plantear un hipotético reajuste
de la estrategia económica, vinculado probablemente a un
incremento demográfico (Moreno y Valor 2010). La presión
demográfica se canalizaría mediante la ocupación de nuevas
tierras y la fundación de nuevos asentamientos, como parece
indicar la aparición de nueve poblados nuevos junto al hábitat rural disperso. También se data en este momento la cueva
del Puntal del Horno Ciego (Villargordo del Cabriel) (Martí
Bonafé 1990).
- Siglos IV-III (139 yacimientos) (Fig. 11.4, 3): se alcanza el grado de máxima complejidad y jerarquización. La
complejidad socioeconómica que se aprecia a partir del registro arqueológico nos hace pensar en un desarrollo urbano
bastante consolidado. El aumento del número de yacimientos
confirma el incremento demográfico y la expansión de los intereses de la comunidad; hecho que se plasma en estrategias
de ocupación y explotación de nuevas tierras a partir de un
poblamiento cada vez más jerarquizado y disperso. La explotación y ocupación de áreas nuevas genera un aumento de la
producción agrícola y la gestión de un excedente que permite consolidar cultivos de rendimiento aplazado (vid, olivo y
otros frutales) y diversificar las estrategias económicas, lo
que acabará por institucionalizar la desigualdad generando
pautas de estratificación social que engendrarán la base urbana de esta sociedad.
- Siglos II-I (87 yacimientos) (Fig. 11.4, 4): a finales del
siglo III, con el desarrollo de la Segunda Guerra Púnica en
ámbito peninsular, se inicia una nueva etapa bajo el dominio
romano republicano. Aunque desde el principio se advierten
cambios en la organización territorial, como la progresiva reducción del número de núcleos, el descenso de establecimientos rurales y la total desaparición de las atalayas, asistimos a
un siglo II de llamativa continuidad respecto a la fase anterior en la mayoría de aspectos. Muchos asentamientos, entre
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Fig. 11.4. Poblamiento de Kelin: 1, s. VI a.n.e; 2, s. V a.n.e; 3, ss. IV-III a.n.e; 4, ss. II-I a.n.e.
los que se encuentran los principales poblados fortificados,
tendrán continuidad hasta comienzos del siglo I a.n.e. A su
vez, el territorio alcanza un destacado desarrollo en algunos
aspectos como la ocupación de las mejores tierras agrícolas,
la llegada masiva de importaciones de origen itálico, la acuñación de moneda y una importante explotación siderúrgica
en el sector septentrional. No obstante, también surgen ex
novo, asentamientos de tamaño medio en cotas medio-bajas
como la Casa de la Cabeza (Quixal et al. 2010, 2011 y 2012)
y centros alfareros como La Maralaga (Sinarcas) (Lozano
2006). La verdadera ruptura de la organización territorial
la encontramos en el contexto de las guerras sertorianas (en
torno al año 75 a.n.e.), con la destrucción del lugar central y
el fin de la ocupación en la mayoría de núcleos destacados.
OTRAS VARIABLES DEL ANÁLISIS TERRITORIAL
Para completar el nivel de estructuración del territorio y entender el grado de complejidad sociopolítica hemos abordado el
análisis de las comunicaciones, las redes de visibilidad, el ámbito económico- productivo y la esfera sacra.
Ejes viarios y rutas de comunicación: la articulación
del territorio y su conexión con territorios vecinos
En cualquier territorio organizado jerárquicamente el asentamiento que ejerza de lugar central primará una buena red de
comunicación tanto a escala local como interregional (Burillo
1980, 267). Es por esa razón que su estudio en perspectiva global y diacrónica nos ayuda a valorar el grado de vertebración y
207
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accesibilidad a los territorios y a definir el grado de influencia
y de control sobre el espacio. El camino evidencia, pues, una
organización consciente del espacio por parte de la comunidad
que lo ocupa. Del mismo modo, las redes que estos itinerarios
generan evidencian las relaciones y contactos de tales comunidades a una escala mayor (Moreno 2011, 97).
En el territorio de Kelin hemos estudiado las redes viarias a
partir de los poblados, pues entendemos que, como núcleos de
primer rango, son polos de atracción y regidores de las actividades y relaciones tanto sociopolíticas como económicas de la
comunidad. De manera que la relación de los asentamientos y
las vías de comunicación se convierte en un indicador destacado
del grado de organización del territorio.
Para ello se utilizó el programa GRASS-GIS como herramienta complementaria para el cálculo y aproximación a los
caminos óptimos. Junto con los datos topográficos, históricos y
arqueológicos, se tuvieron en cuenta pautas de movilidad a partir de mapas de costes y superficies de fricción (Moreno 2011).
Como resultado se definieron dos pautas: por un lado, para la comunicación de largo y medio recorrido se emplearían los pasos
naturales que dan salida a los territorios vecinos; por otro, habría
caminos para estructurar la comunicación y el desplazamiento en
el interior. Éstos se mantendrían más o menos inalterados durante
la horquilla cronológica entre el siglo IV y el I a.n.e. (Moreno
2011, 102-129; Quixal 2015, 161-168) (Fig. 11.5).
Desde el punto de vista de la transitabilidad, el territorio de
Kelin ofrece tres itinerarios básicos que permiten la comunicación
entre los diferentes sectores y unidades paisajísticas siguiendo los
trazados de amplias y fértiles cañadas: la altiplanicie central, flan-
queada por la Sierra de la Bicuerca al O y la Sierra de Utiel al E,
que se articula mediante los cursos del río Magro y del río Madre;
hacia el N, el recorrido más cómodo entre el sector septentrional
y la zona central es el que aprovecha en gran medida la Rambla
de la Torre; y un tercer camino que, más allá de Caudete de las
Fuentes, sigue el valle del río Madre hacia el O (lo que se conoce
como la Cañada de Caudete) y se dirige posteriormente hacia el
N, pasando a los pies de la Bicuerca, para desembocar en Camporrobles, bordeando la Sierra de la Presilla y el Cerro Pelado por la
Cañada de Fuenterrobles.
No obstante, mientras que en el interior del altiplano los perfiles se suavizan y la vega del río Madre-Magro permite un tránsito cómodo y favorable, el área de estudio ofrece unos rebordes
montañosos y unos profundos surcos en los cauces del Turia y
del Cabriel que generan un perímetro difícil de franquear, excepto por pasos muy concretos:
- Las comunicaciones provenientes desde el E se realizarían
por el paso de El Rebollar (Fig. 11.5, 1), siguiendo el valle del
Turia y el corredor del Reatillo (Fig. 11.5, 4), o por el corredor
del Magro a su paso por Hortunas (Fig. 11.5, 2), ruta propuesta
como principal para época ibérica (Quixal 2012).
- Las rutas hacia la Serranía de Cuenca bordearían El Molón
(Camporrobles) (Lorrio 2001) (Fig. 11.5, 10) o desde el llano
de Sinarcas seguirían la Rambla de Ranera hacia el N, dirección
Talayuelas (Moreno 2011, 118-119) (Fig. 11.5, 11).
- Los caminos hacia la Meseta Central deberían cruzar el
río Cabriel por el O (vado del Pajazo) (Fig. 11.5, 8) o por el S
(vados de la Fuenseca o de Vadocañas) (Moreno 2011, 119-121,
Quixal y Moreno 2011) (Fig. 11.5, 9).
Fig. 11.5. Propuesta de
vías de comunicación
internas y externas en relación con el poblamiento de
los siglos II-I a.n.e.
208
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- Hacia el S las rutas descenderían hacia la depresión del Valle de Cofrentes-Ayora, territorio del Castellar de Meca (Ayora)
(Moreno 2011, 121-123) (Fig. 11.5, 6 y 7).
Durante el siglo VI se van definiendo estos caminos, a lo
largo de los cuales surgirán nuevos núcleos durante las centurias
posteriores. En este sentido, podemos decir que existen asentamientos que desde el principio ejercen de nodos en la red de
comunicación como son el mismo Kelin, El Molón, el Cerro de
San Cristóbal y Requena.
La siguiente centuria mantiene los mismos itinerarios, aunque se amplían, evidentemente, con la fundación de nuevos
asentamientos en zonas periféricas como el Collado de la Plata/
Plaza de Sobrarías (Aliaguilla), la Loma de la Laguna (Talayuelas), las Casas del Rincón del Ramo (Iniesta) o el Rincón
de Mira (Requena). Aunque hay yacimientos que parecen algo
aislados, nunca se encuentran a más de 3 horas de distancia del
poblado más cercano, lo que permitiría una comunicación eficiente (Moreno 2011, 127-128).
El gran incremento del número de poblados durante los
siglos IV-III genera circuitos densamente articulados. Resulta interesante recordar que es a partir de este momento
cuando se fechan las evidencias de carriladas en el territorio,
por lo que podemos proponer que el tránsito rodado, vinculado a una dinamización de los intercambios y la movilidad,
se normaliza.
Durante los siglos II-I a.n.e., la continuidad de la mayoría
de asentamientos destacados permite defender la pervivencia
de los principales caminos, tanto internos como hacia los territorios vecinos. El verdadero cambio lo encontraremos en
el siglo I d.n.e., momento en el que se generarán amplias zonas de vacío ocupacional y, posiblemente, sólo se mantengan
aquellos caminos ligados a las principales zonas de poblamiento, cada vez más concentradas en los llanos centrales.
La principal vía de penetración por el E en época ibérica, el
corredor de Hortunas, se mantendrá en época romana, tal y
como demuestra el emplazamiento de la importante necrópolis de La Calerilla en el siglo I d.n.e. (Martínez Valle 1995
a). No obstante, progresivamente irá cobrando fuerza el corredor de El Rebollar, ligado a la aparición de la colonia de
Valentia (Quixal 2012).
Consecuencia directa de todas estas redes de comunicación
local y regional es la fluidez comercial que durante todas las
fases parece existir en una zona a priori secundaria y de interior,
fuera de los principales circuitos comerciales peninsulares. De
este modo, se han documentado importaciones de origen fenicio, púnico, griego e itálico que abarcan toda la secuencia de
ocupación. Lógicamente el principal núcleo receptor es Kelin,
pero existe también una destacada concentración de las mismas
en los principales poblados fortificados, así como en los asentamientos rurales de mayor rango. Los lugares por donde transitan
las importantes vías de comunicación, caso del valle del Magro,
evidencian siempre un mayor porcentaje de importaciones y
una mayor diversidad en las mismas. Esto no se limita únicamente a las importaciones del Mediterráneo, sino que también
se han hallado materiales de otras regiones ibéricas, así como
producciones locales del territorio de Kelin en áreas vecinas
(Mata et al. 2000; Valor et al. 2005; Moreno 2011, 108-113;
Quixal 2015, 149-151).
La visibilidad e intervisibilidad: control y dominio
sobre el espacio
Nuestros análisis se orientan a definir dos tipos de visibilidades: la visibilidad cultural y de percepción, definidora y delimitadora del espacio entendido como propio, de la que disfrutan la práctica totalidad de los yacimientos estudiados; y la
visibilidad estructurada y efectiva mediante redes de intervisibilidades, ejercida por asentamientos (principalmente fortificados y en alto) ubicados en función de intereses estratégicos.
Además, con GRASS-GIS hemos generado mapas acumulativos de visibilidades en un mismo yacimiento, ya que ofrecen
resultados más verosímiles y acordes con la realidad empírica
(Moreno 2011, 129-162).
En el siglo VI se observa ya una pauta de territorialidad premeditada que supone el dominio visual de las dos zonas periféricas del territorio. De manera que las zonas de paso desde
y hacia los territorios vecinos quedarían bajo dominio visual a
partir de la ubicación y fundación de los poblados fortificados
en zonas limítrofes. El área central parece a simple vista aislada, aunque la ubicación de Kelin prácticamente a medio camino
entre las dos zonas bajo dominio visual, nos hace plantear la
posibilidad de que la pauta existente se oriente hacia el control
de las zonas de paso y posibles fronteras. Durante el siglo V, se
acentúa esta tendencia y, por lo tanto, podemos proponer que
se continúa gestionando la misma estrategia, manteniéndose el
interés por controlar las áreas periféricas mediante la presencia
de poblados fortificados.
Será en los siglos IV-III cuando el territorio está mejor
estructurado, especialmente a partir de una densa red de conexiones visuales entre los poblados (Fig. 11.6). Además, la
ocupación y control visual de las sierras genera un poblamiento
perimetral que circunscribe los llanos interiores y controla las
zonas de frontera (Moreno 2011, 156-159). En cambio, a partir de la conquista romana parece haber una pérdida de interés
en este aspecto. No hay una preocupación sistemática por el
control de todas las áreas, sino que el interés se focaliza en las
principales vías de comunicación (E-O y N-S), así como en los
llanos más fértiles (Quixal 2015, 172-173); áreas que, a grandes
rasgos, coinciden con los espacios más densamente poblados.
Los poblados, por así decirlo, “miran hacia adentro”. A partir de
mediados del siglo I a.n.e., el casi total abandono de la ocupación en altura truncará este modelo y el dominio visual dejará de
ser un aspecto clave en la organización del espacio.
A modo de valoración podemos resumir que las áreas vistas
reiteradamente abarcan zonas extensas, por lo que entendemos
que más que el control directo sobre puntos o núcleos concretos,
se orientan a definir y cubrir el espacio entendido como territorio a explotar y ocupar. Además, la visibilidad constante y reiterada desde los enclaves en alto y fortificados sobre las zonas
de paso y de desplazamiento ofrecería una imagen de control
y protección bastante obvia y necesaria de cara a la cohesión
territorial. A todas luces, la mera presencia de las construcciones fortificadas, asentadas en lo alto, permitiría impresionar y
disuadir, ejerciendo así su papel de defensoras y protectoras
(Quesada 2007, 76).
Por otro lado, el análisis de las intervisibilidades y la definición de redes es una variable a tener en cuenta como evidencia
de la articulación consciente del espacio, así como de la existencia de estrategias de gestión y organización política a esca209
[page-n-223]
Fig. 11.6. Intervisibilidades
entre los principales poblados
de los siglos IV-III a.n.e.
la local. Cabe remarcar que una conexión de intervisibilidad,
además de contemporaneidad, indica la posibilidad de intercomunicación entre dos yacimientos y, por tanto, una ubicación
consciente y estratégica de dichos asentamientos en lugares de
interés para la comunidad que los habita (Moreno 2011, 134).
Los poblados fortificados, que constituyen un porcentaje
reducido dentro de la tónica general del patrón de asentamiento, se ubican en puntos estratégicos, con un amplio dominio
visual del entorno y, generalmente, son hitos paisajísticos de
fácil reconocimiento. Incluso desde tierra firme, sin necesidad
de incrementar la altura a modo de reconstrucción de las fortificaciones, estos yacimientos cuentan ya con una cuenca visual
excepcional, actuando como nexos en las redes de intervisibilidades. Sin embargo, en ningún caso pensamos que este modelo
territorial implique un cierre fronterizo militarizado, ni hermético. Las fronteras son permeables y los contactos entre territorios
dinámicos (Castro y González Marcén 1989), como demuestra
la existencia de importantes vías de comunicación y materiales exógenos (Quixal 2013). Por lo tanto, estos asentamientos
simplemente tendrían carácter liminal, ejerciendo como delimitadores del espacio ocupado, siguiendo el modelo de poblados
periféricos o de frontera (Soria y Díes 1998).
Podemos concluir que la visibilidad y el dominio visual son
factores activos en la estructuración y definición del territorio más
que evidencias de actitudes defensivas y ofensivas en un marco
de violencia o de guerra permanente. Sin negar, lógicamente, que
210
pudiera haber conflictos de ámbito local o regional que requiriesen de un control efectivo de las principales vías de comunicación, los recursos naturales o las mejores tierras de cultivo, así
como constituir un punto de fácil defensa. La orientación predominante de las cuencas visuales de los poblados fortificados
periféricos hacia el interior del territorio y no hacia el exterior
son un argumento a favor de la formación de un espacio conjunto y hacia un interés por las dinámicas locales más que el miedo a amenazas exteriores. En este sentido, como apunta Moret,
los modelos arquitectónicos de los íberos fueron despojados de
buena parte de la potencialidad defensiva que éstos tenían en sus
versiones originales mediterráneas y se convirtieron, en esencia,
en creaciones propias y originales de la cultura indígena; siendo,
en suma, imagen de la comunidad y símbolo del poder de la élite
que las erige, y teniendo pues una fuerte carga de representación
e integración política (Moret 1998, 89).
La explotación económica del entorno:
hábitat periurbano, productividad y recursos naturales
La sociedad ibérica nos traslada a un mundo donde el campo
es el marco más amplio tanto como paisaje como por forma
de vida. De manera que el entorno de explotación y las áreas
de abastecimiento se convierten en un aspecto primordial a la
hora de analizar el proceso de territorialización. El análisis de
los entornos de los poblados como ámbito de gestación de las
relaciones de dependencia y la jerarquización del hábitat nos
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introducirá también en la esfera de la economía política más allá
de las estrategias de subsistencia. Y, del mismo modo, permite
rastrear los motivos que llevan a la articulación de un denso
hábitat periurbano en torno a núcleos como Kelin (Mata et al.
2012; Moreno 2011, 168-216; Moreno y Quixal 2009).
Los asentamientos se localizan en zonas que les permitan
adaptarse y diversificar la explotación de su entorno combinando nichos diferentes para acceder a recursos bióticos y desarrollar prácticas diversificadas. De manera que la combinación
de la agricultura, la ganadería y la actividad forestal posibilita
la autosuficiencia económica básica de los poblados a partir de
sus propios entornos. Los cursos y puntos de agua son polos de
atracción respecto a los asentamientos, a nuestro juicio, tanto
por el recurso hídrico, como por ser los suelos óptimos y mejor drenados, así como por el hecho de que su orografía facilita
la movilidad y la comunicación. Durante toda la secuencia hay
una tendencia cada vez más acusada a ubicarse en los suelos
más fértiles de los llanos, vegas y valles de la comarca, especialmente en el caso de los asentamientos rurales. El proceso
alcanza su cénit durante los siglos finales, en plena transición
hacia el modelo imperial de villae (Quixal 2015, 127-133).
Los poblados son los núcleos que gestionan la ocupación y
la explotación del paisaje mediante enclaves rurales dependientes (Mata et al. 2009; Mata et al. 2010). La competencia por la
tierra no parece una característica común en esta coyuntura, ya
que los núcleos principales no se encuentran dentro del área inmediata de su vecino más próximo del mismo rango. Nos encontramos, pues, ante una ordenación del espacio agrario compleja
y articulada desde Kelin y los principales poblados fortificados
de su territorio, que son los núcleos que definen los entornos
de explotación creando grupos locales. Se advierten estrategias
de explotación y ocupación del espacio rural que tienden a la
diversificación de lugares y a la jerarquización del poblamiento
en diferentes categorías de hábitats. El poblamiento rural secundario ofrece dos categorías: el periurbano que se encuentra en
los entornos inmediatos de los núcleos de mayor rango; y el caracterizado por su carácter más disperso con núcleos de carácter
agrario algo más autónomos, que se localizan en el territorio de
explotación e influencia de los poblados, formando un patrón
intercalar (Moreno y Quixal 2009; Mata et al. 2010).
También se desarrolló un sistemático aprovechamiento de
los recursos naturales existentes. Por un lado, se ha documentado producción cerámica local en toda la secuencia. Los alfares
de las Casillas del Cura (VI-V a.n.e.), Casa Guerra (IV-III a.n.e.)
y La Maralaga (II-I a.n.e.), entre otros, garantizarían el abastecimiento local (Duarte et al. 2000). A su vez, entre los siglos
V-III a.n.e. se desarrolló en las ramblas de Los Morenos, La
Alcantarilla y valle del río Cabriel una producción especializada
de vino y, en menor medida, de aceite. Estos lagares y almazaras
rupestres, además de generar una estrategia productiva de una
forma u otra controlada desde Kelin, llevaron a adoptar interesantes modelos territoriales, con la coexistencia de lugares de
hábitat temporal, caserías, espacios con función de bodegas y
asentamientos permanentes (Pérez Jordà et al. 2013; Quixal et
al. 2016).
A partir del siglo IV y, especialmente, en los siglos III-II
a.n.e, en el sector septentrional se localiza una explotación especializada de recursos minero-metalúrgicos, concretamente
del hierro. Se han podido documentar todas las fases de trans-
formación del mineral, desde los posibles lugares de obtención
y/o extracción (Mina de Tuéjar), los hornos de reducción del
mineral (Los Chotiles, Cañada del Pozuelo, Campo de Herrerías
y La Maralaga) hasta los talleres de forja, sitos generalmente en
los poblados (Cerro de San Cristóbal). Existen evidencias de
metalurgia en otros puntos de la comarca, pero el volumen de
hallazgos decrece sustancialmente (Casillas del Cura, Muela de
Arriba, Casa de la Cabeza y Kelin) (Mata et al. 2007 y 2009).
También encontramos evidencias de aprovechamiento de
otros recursos, como las salinas continentales naturales. Especialmente interesantes son las de Jaraguas pues en sus inmediaciones se han encontrado cerámicas ibéricas, aunque la comarca
cuenta con otros tres afloramientos salinos (Moreno 2011, 182185). Y, por último, en algunos yacimientos del sector N-NE,
límitrofe con el territorio del Edeta/Tossal de Sant Miquel (Llíria), se han recuperado fragmentos de colmenas cerámicas, lo
que permite argumentar que la producción apícola fue una práctica económica complementaria como ocurre en otros territorios
ibéricos (Bonet y Mata 1997; Soria 2000; Fuentes et al. 2004;
Quixal y Jardón 2016).
La esfera sacra: las cuevas rituales y los procesos
de territorialización
El entorno simbólico y su percepción por parte de las comunidades es uno de los elementos clave que configuran la construcción social del paisaje (Prados 2012, 124). A través de hitos
singulares se consagran, en muchas ocasiones, los límites territoriales (Grau Mira 2012, 37). En el territorio de Kelin esta
consagración territorial la ejercen las cuevas rituales.
Ya desde las primeras aproximaciones por parte de Gil-Mascarell (1975, 327-328), se hacía mención a su localización en el
paisaje y a la ausencia generalizada de poblamiento a su alrededor. Afortunadamente, la fase actual de la investigación presta
mucha más atención al simbolismo territorial de estos espacios,
importando no solo el qué (materialidad) y el cuándo (temporalidad), sino también el porqué de determinadas cuevas. Esta
pregunta puede ser contestada cuando se estudian estos espacios
territorialmente, ya que “es en el ámbito de cada territorio donde
cobra sentido la articulación de los elementos simbólicos del
paisaje” (Grau Mira y Amorós 2013, 186).
En el territorio de Kelin son cinco las cuevas con claras
evidencias de actividad ritual en época ibérica: Cueva de los
Mancebones, Cueva del Cerro Hueco y Cueva de los Ángeles (Requena), Cueva Santa del Cabriel (Mira) y Cueva
del Puntal del Horno Ciego II (Villargordo del Cabriel) (GilMascarell 1977; Martí Bonafé 1990; Martínez Valle y Castellano 1996; Lorrio et al. 2006; Machause 2017; Machause
y Quixal 2018) (Figs. 11.7 y 11.8). También se documentan
materiales de dicha cronología en otras cuevas del territorio
como la del Molón (Camporrobles), la Cueva Santa (Villargordo del Cabriel), la Cueva del Collado de la Plata/Plaza de
Sobrarías o la Cueva de la Tejeda (Garaballa), pero los datos
disponibles hasta la fecha son insuficientes para corroborar
su uso ritual (Machause 2017).
Si nos centramos en las cuevas de carácter ritual más claras,
observamos que comparten ciertas características cronológicas,
materiales y locacionales (Machause 2017; Machause y Quixal
2018) (Fig. 11.9). Las cinco tienen la mayor frecuentación durante los siglos V-III a.n.e. Si bien la materialidad no es común
211
[page-n-225]
Fig. 11.7. Cuevas con evidencias de uso ritual en época ibérica
Fig. 11.8. Entradas de las cuevas: 1, Los Ángeles (Requena); 2, Cerro Hueco (Requena); 3, Cueva Santa del Cabriel (Mira);
4, Los Mancebones (Requena); 5, Puntal del Horno Ciego II (Villargordo del Cabriel).
212
[page-n-226]
Fig. 11.9. Características de las cuevas.
al 100%, sí que se repite una ofrenda tipo en cada una de ellas:
fusayolas en las cuevas del límite oriental (Cerro Hueco y Los
Ángeles) y caliciformes en las del septentrional (Mancebones)
y occidental (Puntal del Horno Ciego II). Además, se repiten
las evidencias iconográficas relacionadas con el ave en tres de
las cinco cuevas. En la Cueva Santa del Cabriel, se produce una
repetición tanto de vasos como de platos. Por tanto, cinco cuevas distintas, con pautas sociales y rituales estandarizadas, que
sugieren la pertenencia a un modelo territorial común. Las cinco
cuevas se localizan en los límites territoriales, la mayoría cercanas a vías de paso y cursos de agua, alejadas de asentamientos
de importancia y a más de 30 minutos de las evidencias de hábitat más próximas. Su localización en los límites oriental, septentrional y occidental marca la frontera frente a los territorios
ibéricos de La Carència y Edeta (E), Cerro Viejo (N) e Ikalesken
(O) (Fig. 11.7). Cuevas alejadas, además, del entorno destinado a las actividades cotidianas, implicando un desplazamiento
consciente y un viaje ritualizado hasta el destino sagrado.
Aparte de la liminalidad, otra de las variables detectadas es
su invisibilización. A diferencia de lo que sucede con los lugares
de hábitat, su ubicación no les otorga una visibilidad óptima del
paisaje circundante y, evidentemente, tampoco son visibles desde los lugares de hábitat cercanos (Fig. 11.6). Por tanto, la visibilidad de estos espacios rituales no fue un factor determinante
para su elección, sino más bien lo contrario, lo cual ampliaría su
magnetismo espiritual en el imaginario colectivo.
Esta localización en los límites territoriales es una variable
clave para comprender su uso ritual, político y social. Del mismo
modo que se ha visto en otros ejemplos ibéricos (Grau Mira 1996,
2000, 2002, 2010; Ruiz Rodríguez et al. 2001; Grau Mira y Olmos 2005; Rueda et al. 2008; Amorós 2012; Grau Mira y Amorós
2013; Rueda 2011; González Reyero et al. 2014; Rueda y Bellón
2017), las cuevas de Kelin sacralizarían los límites territoriales,
lo desconocido. Aunque la materialidad de las prácticas rituales
identificada no es comparable y se asocian con momentos cronológicos distintos y territorios de tamaños diversos, todos estos
ejemplos comparten con Kelin la variable territorial. Así pues, su
localización en lugares de paso y límites culturales, económicos
y políticos, se valora como un elemento intrínseco al significado simbólico de estos espacios, que articularían el territorio de
un área determinada. Sin embargo, la materialidad detectada en
Kelin nos hace descartar su significado como grandes centros de
peregrinación destinados a un culto extendido; más bien serían
espacios compartidos por una población reducida proveniente de
distintos lugares de hábitat, entre ellos del oppidum central.
Su localización implica una valoración que va más allá de
las prácticas rituales observadas a través del registro arqueológico. Hay que tener en cuenta todo un conjunto de prácticas
que comienzan con el viaje ritualizado hasta dichos destinos
sagrados, en los que se experimentan sensaciones cargadas de
simbolismo y se refuerza el sentido de comunidad y la cohesión
social. Las cuevas de Kelin fueron escenario de ritos de paso
muy variados, protagonizados por determinados grupos, seguramente de alto rango social, en los que el simbolismo femenino
jugaría un papel vital a juzgar por el tipo de ofrendas documentadas (Izquierdo 2003 y 2008; Vílchez 2015). En dichos rituales,
se ofrecieron, principalmente, fusayolas y vasos caliciformes,
se llevaron a cabo sacrificios y ofrendas de animales, rituales
de comensalidad, libaciones…, así como una gran variedad de
prácticas que, aunque perdurarían en el imaginario colectivo, no
han dejado una huella visible en el registro arqueológico.
Otras evidencias de carácter simbólico
Tanto en Kelin como en su territorio se han documentado otras evidencias relacionadas con el ámbito sacro, aunque no siempre constituyeron hitos paisajísticos. En la ciudad de Kelin, se han recuperado terracotas, joyas, calderos de bronce, recipientes con decoración
figurada y plástica, enterramientos infantiles y depósitos de animales domésticos (Martínez García 1986 y 2013; Mata 1991, 129137; García-Prósper y Polo en este mismo volumen) que se pueden
asociar a actividades rituales desarrolladas en el interior del yacimiento. En el territorio, se han documentado, además, depósitos de
monedas, figuritas de barro cocido y un casco de tipo Montefortino
en el río Cabriel (Martínez Valle 1995 b y 2001; Quixal 2015, 196);
evidencias funerarias aisladas y pequeñas áreas de enterramiento
(Martínez García 1990; Lorrio 2001; Quixal 2015, 191-192); depósitos de animales (Lorrio et al. 2014) y ocho plaquitas de plata
grabadas con figuras humanas en un posible espacio cultual al aire
libre en la Sierra de Rubial (Martínez García 2013).
Recientemente, se ha dado a conocer un fragmento escultórico en piedra encontrado, supuestamente, en el entorno de
Kelin (Martínez Valle 2016, 230-231). La pieza, de 20 cm de
longitud conservada por 10x8 cm de grosor, corresponde con la
anatomía de la extremidad distal de un miembro apendicular de
bovino1 (Fig. 11.10).
Según los datos recogidos por Martínez Valle (2016) y por una
conversación mantenida con Rafael Gabaldón, el hallazgo se produjo en 1920 al S del yacimiento y a escasos metros de la Zona B.
La pieza se encontró a unos 40 cm de profundidad al preparar la tierra para plantar azafrán en la partida conocida como “La Culebra” o
“La Culebrilla”. Fue encontrada por Adolfo Ferrer González, quien
la entregó al Sr. Gabaldón en 1987. El análisis de visu realizado
sobre la piedra muestra que su procedencia es local o regional (vid.
Cap. 13 “Estudio de visu…”).
1 La anatomía corresponde a la cápsula articular de los metapodios
distales con la articulación proximal de la primera falange. La visión dorsal se caracteriza por la reproducción fiel de la anatomía del
nudo, que puede relacionarse perfectamente con la pata posterior.
Los dedos accesorios (dedos II y V) están claramente moldeados,
situados en la zona posterior de la articulación metatarso/falangina
con el sesamoideo proximal. Agradecemos al Dr. Manuel Pérez Ripoll la identificación y descripción.
213
[page-n-227]
Fig. 11.10. Fragmento de miembro apendicular de bovino.
De poder confirmar su procedencia y lugar de hallazgo, estaríamos ante un posible monumento funerario excepcional, dado que apenas hay restos escultóricos en la mitad
oriental de la península Ibérica. Las esculturas más cercanas
a este hallazgo se encontraron reutilizadas en la necrópolis
de Los Canónigos (Arcas del Villar) y se trata de fragmentos en altorrelieve de un caballo, un jabalí y un herbívoro
(Valero 2012). Los toros en piedra se representan sedentes o
estantes, aislados y asociados a contextos funerarios (Mata
2014, 4), de ahí que consideremos que pudo formar parte
de un monumento funerario. Si bien la ubicación original
es desconocida, su simbolismo se acentuaría de confirmarse
una localización cercana a una vía de comunicación, importante en época ibérica como fue el valle del río Madre.2
CONCLUSIONES
Si nos ceñimos a las definiciones ortodoxas y estrictas de lo
que es un estado, es difícil argumentar arqueológicamente su
existencia en época ibérica. No obstante, hoy en día se acepta
que hay variaciones en las formas de estado y que éste como
modelo de organización política se identifica en el mundo antiguo, básicamente, una vez se advierte la superación de las relaciones parentales en el marco supra-familiar, la instauración de
la economía política, la jerarquía del patrón de asentamiento y la
gestión sociopolítica a diferentes niveles de la escala territorial
(Feinman y Marcus 1998; Yoffee 2005, 34-35). De manera que
una de las formas para abordar el poder de un estado es evaluar
la escala y la articulación de su territorio. En este sentido, la
sociedad ibérica es un ejemplo enriquecedor de estos procesos
de consolidación de la sociedad estratificada de carácter urbano
y la emergencia del estado.
El registro arqueológico disponible permite en la actualidad confirmar que los territorios ibéricos forman entidades
políticas de carácter regional caracterizadas por una organización consciente y una jerarquización de los diferentes tipos
de asentamientos, alcanzando un grado de complejidad y dinamismo muy acorde al de otras civilizaciones mediterráneas
2 En la actualidad, la pata ha pasado a formar parte de la Colección
Museográfica Luis García de Fuentes.
214
coetáneas. Hablar de territorio implica aceptar la existencia
de una comunidad, de límites, de valores y de interrelaciones.
Esta concepción sobre el ‘territorio’ introduce paralelamente
el concepto de ‘frontera’. Tradicionalmente se han definido las
fronteras en base a la teoría del lugar central y mediante la adscripción cultural en base a similitudes tipológicas de los materiales en el registro arqueológico (Mata 2001). Pero también
se han definido a partir de métodos de análisis locacional y en
base a la fisiografía. Otros planteamientos vinculan el proceso
de territorialización y la emergencia de la complejidad social
a la creación de redes en base a planteamientos sociológicos
y ecológicos donde la construcción de nodos y corredores tiene un papel destacado en la práctica y la organización social.
Los territorios más que en una entidad cerrada consisten en
redes de corredores que conectan recursos y lugares de interés
(Smith 2007, 29). Estas fronteras también se definen por el
uso simbólico del paisaje. En el caso de Kelin, entre los siglos
V-III a.n.e., son las prácticas rituales en cuevas situadas en
los límites territoriales las que definen y reafirman, no solo el
territorio político de las poblaciones ibéricas, sino también su
territorio simbólico (Machause 2017).
A lo largo de toda la secuencia cronológica encontramos
un interés por organizar el poblamiento y el territorio de Kelin
mediante estrategias de ocupación del espacio que, además de
permitir explotar los entornos óptimos, ofrezcan la posibilidad
de comunicación y movilidad entre las diferentes categorías de
hábitat. Estamos ante una sociedad compleja donde las relaciones entre los diferentes asentamientos crean el espacio idóneo
para la consolidación de la desigualdad social y para la legitimación de la misma a través de mecanismos que, aunque no
anulan, sí superan las pautas parentales, dando paso a la sociedad estratificada basada en relaciones clientelares, económicas
y comerciales (Moreno 2011).
Será durante los siglos II-I a.n.e. cuando asistamos a un interesante escenario de contacto cultural entre iberos y romanos,
conocido como proceso de romanización (Keay 2001), cuyos
ritmos y dinámicas, en una zona aparentemente secundaria y
de interior como ésta, son muy diferentes a las áreas próximas
a la costa o con mayor tradición urbana. A su vez, el carácter
fronterizo de este territorio añade un tercer agente, el mundo
celtibérico, cuya influencia y movilidad de materiales aumenta
a raíz de la conquista romana. Identidades difusas y tradiciones
culturales en constante hibridación a las que únicamente podemos acceder a partir de su cultura material. Pese a que el análisis
del paisaje y del territorio no sea, a priori, la mejor pantalla
para observar todos estos procesos de cambio, sí hemos podido
obtener una serie de ideas interesantes (Quixal 2015). Muchos
de los cambios que generalmente se plantean como fruto de una
ruptura rápida vinculada a la conquista romana (como por ejemplo el hábitat rural disperso, la concentración de núcleos en las
mejores tierras, el poco peso de las ubicaciones en altura…), en
este caso estaban ya presentes desde siglos antes, debiéndose
leer como parte de un largo continuum en el patrón de asentamiento entre época ibérica y romana.
[page-n-228]
12
LA MONEDA EN LA CIUDAD IBÉRICA DE KELIN
P. P. Ripollès Alegre
La monetización de la ciudad de Kelin siguió una evolución documentada en otros yacimientos ibéricos de la franja costera mediterránea: se podría resumir en la llegada de las primeras monedas, el
impacto de la II Guerra Púnica, la monetización efectiva durante la
segunda mitad del siglo II a. C. y la producción propia.
La localización geográfica de Kelin, no lejana de la costa y emplazada junto a una vía de comunicación importante, propició que
sus habitantes conocieran la existencia de la moneda en una época
relativamente temprana. Se han documentado piezas acuñadas durante los siglos IV y III a. C., como es el caso de un hemilitron de
Siracusa, de ca. 400 a. C.; otra pieza de bronce de esta misma ceca,
de ca. 336-317 a. C.; y un tricalco de Eritrea, de los años ca. 315300 a. C. (Ripollès 2001). Ciertamente las monedas más antiguas
no alcanzan la antigüedad de las que se han documentado en los
yacimientos de la costa mediterránea, donde suelen aparecer monedas acuñadas durante el siglo V a. C., pero demuestran que a partir
del siglo IV a. C. el concepto de riqueza móvil bajo forma de metal
acuñado era ya conocido.
Durante los siglos IV y III a. C., Kelin evolucionó hacia
un uso cada vez más frecuente de los metales como una forma de dinero que podía ser donada, intercambiada o atesorada.
Los testimonios son escasos, pero existen bajo la forma de elementos de orfebrería, como el brazalete de plata aparecido en el
transcurso de las excavaciones de C. Mata, en 1994 (Fig. 4.46,
0008-7), o de metal en bruto, como goterones, partes cizalladas
de los mismos o láminas recortadas. La plata troceada forma
parte del contenido de algunos tesoros que se ocultaron durante
la época de la II Guerra Púnica o pocos años después.
En consecuencia, es presumible que monedas, fragmentos y
piezas de orfebrería reflejen un interés por los metales ya en una
época anterior a la II Guerra Púnica; no obstante, la presencia de
estas monedas no supone un uso monetario, sino que debió ser
considerada como un objeto novedoso, atractivo por las imágenes que portaban o, en el caso de las piezas de plata, por el metal
con el que se fabricaron.
Los años de la II Guerra Púnica aceleraron el contacto y la
familiaridad con la moneda, debido a que los dos bandos de la
contienda acuñaron y utilizaron una gran cantidad de moneda
para el mantenimiento de sus ejércitos. Los habitantes de Kelin,
como el resto de las poblaciones peninsulares localizadas dentro
de los territorios de la contienda, pasaron, en muy poco tiempo,
de conocer la moneda de forma esporádica a disponer de ella
con una relativa facilidad.
La inestabilidad generada en Iberia por la II Guerra Púnica ha
quedado reflejada en el nutrido conjunto de ocultaciones de monedas y metales que se ha recuperado en buena parte en la península
Ibérica. Contienen una gran variedad de tipos y valores, dado que se
mezclaron las monedas acuñadas por los principales contendientes,
las de las ciudades aliadas de éstos y las existentes en el tesoro del
estado romano. En Kelin también está atestiguado este salto cualitativo, en cantidad de piezas y en variedad de cecas, a través de dos
tesoros que aparecieron en la propia ciudad. Uno, conocido como
de Los Villares, procede de las excavaciones de 1957 (Pla 1980,
34-35) (Fig. 12.1) y el otro fue publicado con el nombre de La Plana
de Utiel (Ripollès 1980, 15-27), aunque apareció también en este
yacimiento (Pérez Vilatela 1999, 269-275).
Ambos tesoros retratan la composición de la masa monetaria
en circulación durante el período de la II Guerra Púnica, monedas y
metal en bruto, que se valoraban a peso como riqueza móvil. Contenían monedas procedentes de una notable variedad de cecas y regiones: Roma, Massalia, Emporion, Italia, Galia y Arse; pero también
contenían metal no amonedado, en forma de lingotes y fragmentos,
lo cual es una característica ya observada en otros tesoros que se
ocultaron en estas mismas fechas (Raddatz 1969). Ello atestigua que
lo que confería riqueza a estos tesoros, no dependía de la autoridad
que emitió las monedas, sino del contenido metálico de las mismas,
pues no importó nunca lo más mínimo cizallarlas; asimismo, el amplio espectro de cecas cuyas monedas encontramos en la ciudad,
muestra la variedad de moneda que los habitantes de Kelin pudieron
llegar a tener en sus manos.
215
[page-n-229]
Fig. 12.1. Cuadrigato de plata acuñado en Roma, perteneciente al
tesoro de Los Villares (MPV 8038).
A juzgar por el origen de las monedas de los dos tesoros y los
hallazgos esporádicos, la ciudad se encontraba dentro de un ámbito
romano de circulación monetaria; ello se deduce de la escasez de
acuñaciones cartaginesas y de la abundancia de piezas emitidas por
Roma o sus aliados, como los óbolos de Massalia, las dracmas galas
“à la croix” y las dracmas y divisores emporitanos.
Ignoramos las consecuencias que pudo haber tenido la II GP
para la ciudad, daños o destrucciones, pero la vida continuó en la
ciudad y, desde el punto de vista monetario, Kelin despega con gran
potencia a lo largo del siglo II a. C., llegando a convertirse en una
importante ciudad. Se desconocen tesoros durante los siglos II y I
a. C., no obstante, los hallazgos monetarios esporádicos son lo suficientemente ricos en número como para disponer de un panorama
bastante ilustrativo. En efecto, son más de trescientas piezas las que
han aparecido, procedentes de cecas bastante diversas (Fig. 12.2).
Los hallazgos esporádicos demuestran que los pobladores
de Kelin conocían bien las acuñaciones romanas, tanto de plata
como de bronce (denarios, ases y divisores) (Figs. 12.3 y 12.4),
pues estas emisiones alcanzan un porcentaje del 30,84 %, lo
cual demuestra que circularon con abundancia.
El segundo grupo de monedas más numeroso lo forman
las piezas acuñadas en la propia ciudad, ya que las emisiones
con leyenda Kelin suponen el 19% del conjunto de hallazgos (Figs. 12.5 y 12.6). Fue precisamente esta gran densidad de hallazgos la que llevó a proponer su localización en
este yacimiento (Ripollès 1979, 127-136). El hecho de que
el volumen de emisión de Kelin fuera modesto y puntual en
Fig. 12.3. Denarios acuñados en Roma, en 207 y 157-156 a.C. Hallados en Kelin (col. R. Gabaldón).
Fig. 12.4. Ases republicanos. A: Roma (169-158 a.C.), hallado en
la Calle 2 (2004) (MPV). B: Roma (147 a.C.) (col. R. Gabaldón),
hallada en Los Villares.
Fig. 12.2. Localización de las cecas cuya producción, fechada entre
los años 195-72 a. C., se ha encontrado en el yacimiento de Los
Villares. 1. Untikesken; 2. Eustibaikula; 3. Lauro; 4. Kese; 5. Bolskan; 6. Kaiskata; 7. Turiasu; 8. Sekaisa; 9. Arse; 10. Valentia; 11.
Kili; 12. Kelin; 13. Ikalesken. 14. Saitabi; 15. Castulo; 16. Obulco;
17. Ulia; 18. Iol. No se señalan Massalia (3 piezas) y Roma (95
piezas) (datos tomados de Ripollès 2001).
216
Fig. 12.5. Unidades de bronce de Kelin, halladas en Los Villares
(col. R. Gabaldón).
[page-n-230]
el tiempo, es lo que explica que la producción propia no alcance una mayor presencia, aunque en otros casos conocidos
el porcentaje de la moneda emitida por la propia ciudad no
rebasa el 50% (Ripollès 1984, 105 y 119).
En tercera posición numérica se sitúan las cecas del litoral valenciano, Arse-Saguntum y Valentia (Fig. 12.7); su
notable presencia se justifica por la proximidad y la orientación de las comunicaciones de Kelin y de su vida económica y comercial. Sorprende, en cambio, que las monedas de
Saitabi estén poco representadas, pero sabemos que Saitabi
priorizó sus relaciones con los territorios del sur y a lo largo
del corredor costero mediterráneo.
También merece destacar la presencia de monedas de Kili,
probablemente localizada en La Carència (Turís) (Ripollès
2017), porque es una ceca de la que se conocen muy pocas piezas con procedencia (Fig. 12.8).
El resto de monedas que han aparecido en Los Villares son
producto de la situación geográfica del yacimiento y de los movimientos de personas y mercancías. A Kelin llegó un notable
número de monedas de cecas de la Alta Andalucía; de todas
ellas destaca Castulo (Fig. 12.9). Por el contrario, las monedas
de Obulco, situada no muy lejos de Castulo, son bastante más
escasas, pues se difundieron más hacia el S y el E de Andalucía
(Arévalo 1999, 133-200).
El incremento del uso de la moneda y de la aceptación
social de este medio de cambio llevó a Kelin a fabricar su
propia moneda, durante la segunda mitad del siglo II a. C.
Toda la producción monetaria de Kelin se limita a una sola
emisión que, además, no fue especialmente voluminosa; no
obstante, debió tener un impacto importante en la ciudad
desde el punto de vista del prestigio.
La forma de los cospeles y el estilo de grabado de los diseños sugieren que la producción monetaria de Kelin se realizó posiblemente en un único momento de acuñación, es decir,
constituiría una sola emisión, formada por dos tipos de denominaciones, que identificamos como unidades y mitades.
Las unidades (Figs. 12.5 y 12.10) muestran en el anverso
un retrato masculino, a derecha, con el símbolo palma delante
y delfín detrás; en el reverso un jinete con lanza a derecha y
debajo, en el exergo, la leyenda ibérica
(kelin), que corresponde al topónimo de la ciudad. Se acuñaron con un peso
medio de 9,40 g (48 piezas, ACIP 2100).
Fig. 12.6. Mitad de bronce de Kelin, hallada en Los Villares (col.
F. Gabaldón).
Fig. 12.8. Unidad de bronce de Kili, hallada en Los Villares (col.
R. Gabaldón).
Fig. 12.9. Unidades de bronce de Castulo y Obulco, halladas en Los
Villares (col. R. Gabaldón).
Fig. 12.7. Ases de bronce de Arse, Valentia y Saitabi, hallados en
Los Villares (col. R. Gabaldón).
Fig. 12.10. Unidad de bronce de Kelin (MPV 29465).
217
[page-n-231]
Fig. 12.11. Mitad de bronce de Kelin (Vico 26/6/2012, lote 159, ex
HSA 11357).
Las mitades (Figs. 12.6 y 12.11) se acuñaron en una cantidad mucho menor y muestran en el anverso un retrato masculino, con una palma delante y delfín detrás; para el reverso se
eligió un toro parado a derecha, con una S arriba y debajo, en
el exergo, la leyenda ibérica
(kelin). Se emitieron con un
peso medio de 4,98 g (5 piezas, ACIP 2101).
Los artesanos que labraron los cuños y quizás fabricaron
las monedas fueron itinerantes, trabajando para aquellas localidades que se lo demandaron. En el caso de las monedas
de Kelin, su producción ha sido relacionada formalmente
con algunos cuños de las cecas de Ikalesken y Urkesken.
Las similitudes estilísticas en el grabado de las figuras de
anverso y reverso, caracterizadas por el bajo relieve de los
diseños, son manifiestas. Ello significa que Kelin contrató
los servicios de un taller/ grabador itinerante que se movió
en un territorio relativamente próximo, pues también estuvo
labrando cuños para las ciudades de Ikalesken (Villaronga
1988, clases II y III, en las láminas XII y XIII) y Urkesken
(ACIP 2102).
De momento no es posible estimar su volumen de producción, porque todavía no se ha realizado el estudio de
cuños. Del número de piezas conservadas se puede deducir
que el volumen de producción fue modesto, aunque ello no
quiere decir que sus monedas no tuvieran un destacado papel
dentro de los intercambios cotidianos, pues la dispersión de
los hallazgos indica que la mayor parte de la producción se
quedó y circuló dentro de la ciudad y su territorio más inmediato (Fig. 12.12).
La fecha en la que Kelin acuñó sus propias monedas no puede establecerse con absoluta seguridad, pero es probable que
deba situarse hacia los años 150-140 a. C. o poco después. Uno
de los argumentos más sólidos es la similitud estilística con algunas monedas de bronce y de plata, que han aparecido en tesoros que se ocultaron con anterioridad a los años ca. 115/114-100
a. C. (Villaronga 1988, 50-53); por ejemplo las series II y III
de denarios de Ikalesken (Villaronga 1988), los cuales sugieren
que en esa fecha Kelin ya había acuñado sus monedas. Otros
hechos también apuntan hacia una fecha de emisión dentro de
218
Fig. 12.12. Dispersión de las monedas de Kelin. 1. Cerro de la Peladilla (Fuenterrobles); 2. Cerro San Cristóbal (Sinarcas); 3. Los Villares
(Caudete de las Fuentes); 4. Doñana (Caudete de las Fuentes); 5. Pico
de los Ajos (Yátova); 6. Moraira (Teulada) (Ripollès 2001).
la segunda mitad del siglo II a. C.; en primer lugar, el momento
de máxima monetización de la ciudad se produjo durante este
período, según se desprende de la cronología de emisión de los
hallazgos; en segundo lugar la ciudad fue destruida durante las
guerras Sertorianas; y por último, las características de la producción monetaria son incompatibles con una cronología de la
primera mitad del siglo II a. C.
La vida en la ciudad de Kelin se apagó a comienzos del
siglo I a. C., ya que fue destruida durante el período de las
guerras Sertorianas y no volvió a ser ocupada. Entre los materiales que atestiguan la desaparición o abandono de la ciudad se encuentran los hallazgos monetarios que disminuyen
drásticamente, hasta el punto que no se ha encontrado ni una
sola pieza romana republicana acuñada con posterioridad a
esa fecha. También es posible cuestionarse la existencia de
poblamiento durante la época imperial, pues los testimonios
monetarios, cerámicos, epigráficos o edilicios son bastante
raros, sugiriendo que el final de la vida cívica en Kelin se
produjo durante el período de las guerras Sertorianas.
En conclusión, las monedas que han sido documentadas
en la ciudad, las que llegaron de fuera y las que se acuñaron
en ella, sugieren que ésta hizo un uso de la moneda bastante
frecuente, durante los siglos II-I a. C. Al mismo tiempo, la variedad de pesos y denominaciones permitió su uso cotidiano
en una amplia franja de operaciones, incluso para el pago de
servicios que costaban poco.
[page-n-232]
13
ANALÍTICAS
DOS FECHAS DE CARBONO 14
(J. Bernabeu Aubán)
Del conjunto de las unidades estratigráficas se seleccionaron en
2002 dos muestras de Hordeum vulgare para su análisis mediante c14 AMS y se enviaron al laboratorio Beta Analytic. Las
muestras, su resultado y el contexto estratigráfico al que van
referidas se exponen en la Figura 13.1.
La primera de ellas (Beta 171910) procede de los niveles
inferiores, concretamente del Hogar 8 (UE 0373) que, a juzgar
por sus materiales asociados, puede ubicarse en torno al siglo
VII a. C.; la segunda (Beta 171911) se recogió en el nivel de
incendio de la vivienda 2 (UE 0118) que supuso su abandono
y reestructuración. Por sus materiales importados, podría ubicarse en torno al 200-170 a. C. (Figs. 4.43 y 4.47).
Como puede observarse en la Fig. 13.1, las calibraciones
ofrecen un amplio margen cronológico a pesar de que la desviación estándar de ambas fechas es relativamente baja (±40).
Ciertamente, tanto las calibraciones a 1 y a 2 sigmas ofrecen
rangos cronológicos que cruzan lo esperado de acuerdo con
los materiales de cada nivel. La razón de ello puede verse
claramente al observar la Figura 13.2: el área de la curva de
calibración donde se ubica la media de ambas dataciones BP
ofrece un comportamiento irregular, de manera que la fecha
radiocarbono corta la curva en más de un punto. Este es un
efecto típico de la calibración en aquellos tramos cronológicos donde la curva ofrece cambios bruscos de tendencia,
como los que ocurren en los casos tratados aquí.
Ninguna de las dos dataciones tiene mayor precisión que la
aportada por los materiales localizados, especialmente en Beta
171911 donde hay materiales importados de Edeta/Tossal de Sant
Miquel (Llíria) que tienen una cronología bastante ajustada de finales del siglo III a.C. y primera mitad del II a. C. que es la fecha final
que se propone para el Nivel 73.
ESTUDI DE CONTINGUTS DE RECIPIENTS
I MICRORESTES VEGETALS
(FITÒLITS, MIDONS I FIBRES)
(J. Tresserras i Juan i J. C. Matamala Mellín)
En el marc del programa d’intervencions arqueològiques realitzades en el poblat de Los Villares, dirigides per la Dra. Consuelo Mata de la Universitat de València, s’efectuà el mostreig
d’una sèrie de ceràmiques, a més de restes de llar i forn per
a obtenir informació sobre processat, conservació i consum de
productes per al consum humà (Fig. 13.3). Els informes es varen
emetre en 2001 i 2004.
Metodologia
Les tècniques d’anàlisis utilitzades van consistir en la caracterització arqueomètrica dels residus microscòpics a partir
de l’observació per lupa binocular, microscopia òptica (MO)
amb contrast de fase de Zernike i microscopia electrònica
d’escombratge (MEB) amb microanalitzador de raigs X (EDS)
incorporat, així com la tècnica combinada de la cromatografia
de gasos-espectrometria de masses (CG-EM) per a la identificació de greixos a partir de l’anàlisi dels derivats silanitzats i
tècnica combinada de tests qualitatius per a la identificació de
proteïnes (Juan-Tresserras et al. 1999).
Resultats
Els resultats obtinguts es poden veure en les Figures 13.4 i 13.5.
Conclusions
En la M1, els residus identificats, especialment l’àcid oleic (18:1),
els silicofitòlits, les esclereides foliars subepidèrmiques en forma
de T, les esclereides presents en la polpa i l’os de l’oliva, i els cris219
[page-n-233]
Fig. 13.1. Resultados de las muestras datadas.
ID lab
Beta 171910
Calibración
Calib. 7.1
Intcal 13.14
Beta 171911
Calibración
Calib. 7.1
Intcal 13.14
Muestra
UE
Nivel, Fase
Edad C14
medida
Ratio
C13/12
Edad C14
convencional
Hordeum vulgare
0373
2.3
2460±40 BP
-21.6
2520±40 BP
1 sigma
(68.3)
0.28
0.14
0.27
786-747 a. C.
685-666 a. C.
642-555 a. C.
2 sigma
(95.4)
0.99
0.007
797-536 a. C.
528-520 a. C.
Hordeum vulgare
0118
7.3
1 sigma
(68.3)
0.62
0.09
0.28
337-282 a. C.
267-243 a. C.
236-202 a. C.
2 sigma
(95.4)
1.0
379-172 a. C.
Fecha esperada
S. VII a. C.
2140±40 BP
-21.5
2200±40 BP
Fecha esperada
ca. 200-170 a. C.
Fig. 13.2. Curvas de calibración de las dataciones.
talls de oxalat càlcic presents en la pell de l’oliva i en la coberta de
la llavor, son els principals indicadors emprats per a la identificació
del contingut d’aquest recipient que podria tractar-se d’un amaniment d’olives amb restes de branquetes i fulles o bé d’un oli amb
molt de pòsit (Carrilero et al. 1995; Juan-Tresserras 1997 i 2000;
Tyree 1992, 1993 i 1994, entre altres).
En les MM5 i 7 s’han identificat residus de ví –fitòlits, tartrats i nitrits– (Figs. 4.6 C, 4.7 y 13.6). Els fitòlits característics
de la vinya son les druses i rafidis d’oxalat de calci, així com les
esclereides silicificades (Juan-Tresserras 2000; Tyree 1994). La
majoria son d’aquest últim morfotip. Les matèries cristallines
que es formen als vins son sals naturals, que en el raïm estan dissoltes però que una vegada format l’alcohol son insolubles. Els
àcids carboxílics i fenòlics, producte de la degradació dels polihidroxiaromàtics, son relativament estables i poden distingir-se
220
dels residus procedents del processat del vi. El més característic
és l’àcid tartàric i les seues sals, que reben el nom de tartrats.
Aquests dipòsits de cristalls son el bitartrat de potassi i el tartrat de cal. Les formes són molt paregudes i, malgrat que el seu
color és groguenc i transparent, de vegades es cobreix per les
tonalitats del vi i té un color morat (Goertges i Schneider 1979;
Koehler i Miltenberger 1981; Michel et al. 1993).
La caracterització de productes lactis en recipients ceràmics
és cada vegada més usual gràcies a l’ús de CG-EM (Dudd i
Evershed 1998). Les restes identificades a la M6 presenten
evidències d’oxidació i alteració, encara que la presència significativa d’àcid palmitoleic i d’àcids grassos de cadena curta
són elements característics dels greixos de la llet dels mamífers
terrestres. Entre la microflora s’ha detectat la presencia de bacteris lactis, diplococs i estreptococs. Les dades obtingudes no
[page-n-234]
Fig. 13.3. Relació de mostres estudiades.
Mostra
M1
M2, 3 i 4
M5
M6
M7
M8
M9-1
M9-2
Inventari
Base indicada de tenalla. 0044-1-57834
0061. Parets d’àmfores
0214-2. Paret prop de la base
Base d’olleta a mà. 0248, 0240, 0234-1
Paret d’àmfora prop de la base. Imitació R1 0365-1
Llar. UE 0362
Placa de forn 0472
Placa de forn 0472
Fig. 13.4. Relació de resultats.
Mostres Indicadors microscòpics
M1
Fitòlits associats a residus d’oli (Olea sp.)
M2, 3 i 4 Cap
M5
Tartratos i fitòlits associats a residus de vi
Descripció
Residu en la base
Residus en les parets
Concreció en paret
Concreció blanc-groguenca
Residus
Cendres
Superfície primera capa
Sediment primera capa
Indicadors orgànics
Àcids greixos, especialmente
oleïc
Cap
Tartratos
Possible contingut
Oli vegetal, probablement d’olivera
Llet o producte lacti
Llar culinari
M6
Lactobactèries
M7
Tartratos i fitòlits associats a residus de vi
Àcids greixos característics
dels productes lactis
Tartratos
M8
Fitòlits associats a tiges de gramínies i fitòlits
d’oxalat de calci prismàtics tipus Pinus
Presència d’indicadors de
greixos de mamífers terrestres
M9-1
Esquelets silicis d’ordi (Hordeum vulgare) i
fitòlits de cereals, midons tipus Triticeae
Esquelets silicis de tiges i fulles de cereals,
marques de trill
M9-2
Cronologia
Finals s. III aC
Finals s. III aC
S. V aC
S. VI aC
S. VI aC
Primera meitat s. VII aC
Primera meitat s. VII aC
Primera meitat s. VII aC
Cap
Vi
Vi
Possiblement indicadors d’elaboració
de productes panificats
Indicadors de l’ús de subproductes del
processat de cereals com palla i fulles
Fig. 13.5. Resultats de l’anàlisi arqueobotànica de la UE 0472 de Los Villares (fitòlits, midons
i microcarbons).
M9-1
M9-2
Σ Sílico-Fitòlits – Angiospermes Monocotiledònies: Gramineae o Poaceae
14
48
Σ Cèl·lules curtes
1
5
- Arrodonides
1
4
- Oblongues
0
1
Σ Total Vares
8
24
- Vares dendriformes
8
24
Σ Total petits Tricomes
0
1
- Apèndix acabament papillate
0
1
5
18
Σ Total esquelets silicis glumes
2
5
- Esquelets silicis tipus Hordeum sp.
0
2
- Esquelets silicis amb marques tipus tribulum
- Esquelets silicis sense determinar
3
11
Σ Midons
91
2
Σ Midons tipus Triticeae
91
2
- Agregats de midons sense creu d’extinció
5
0
- Esfèrics superiors a 20 μm amb creu d’extinció
3
0
- Esfèrics superiors a 20 μm sense creu d’extinció
56
2
- Esfèrics inferiors a 20 μm sense creu d’extinció
27
0
Σ Microcarbons
13
1
Total de restes identificades
118
51
221
[page-n-235]
A
Fig. 13.6. Concentració de material anfòric d’on procedeix la Mostra 5 (UE 0214-2), Nivell 62 (any 1997).
B
C
Fig. 13.7. Interior de l’olleta amb restes blanc-groguenques (UUEE
0234, 240, 0248) (Mostra 6), Nivell 52.
permeten precisar el tipus de producte contingut ja que la llet
podria haver-se empleat de forma directa o en forma de derivat
(mantega, nata, calostre, llet agria, formatge, quallada, mató,
llet fermentada, etc.) (Figs. 4.7, 13.4 i 13.7).
En la M8 s’han identificat fitòlits producte del combustible
emprat (tiges de gramínies, fusta i fulles de pins) així com indicadors de greixos de mamífers terrestres detectats a partir dels
àcids grassos i els esterols. Aquests residus són propis de llars
culinaris i forns (Fig. 3.19 B).
En relació a les mostres M9-1 i 2 no es detecten àcids grassos ni esterols característics de les llars culinàries domèstiques
tipus que corresponen a la multifuncionalitat d’usos. En les dues
mostres analitzades són presents indicadors que remarquen el
processat de cereals (Figs. 13.4 i 13.8).
En la M9-1, sobre la superfície de la mostra analitzada han aparegut bàsicament restes de cereals, concretament
s’identificaren esquelets silicis d’ordi (Hordeum vulgare L.)
i altres fitòlits corresponents a cèl·lules curtes i a esquelets
d’inflorescències de cereals festucoïdes, així com midons del
tipus Triticeae. Aquestes restes són indicadors característics de
les farines i grans parcialment mòlts, alguns amb alteracions
característiques de la mòlta. Als pocs sílico-fitòlits se sumen
d’altres trets com l’absència de barbes o de restes d’adventícies
que mostren una neteja i un tractament previ (Evers 1979; Follieri i Magri 1986; Juan-Tresserras, 1997 i 2000). L’absència de
222
Fig. 13.8. A, Secció del Forn UE 0472 amb indicació del lloc
d’extracció de la Mostra 9, Nivell 23 (any 2001); B i C, Mostra
analitzada, vistes superior i inferior.
creu d’extinció en la major part dels grans de midó pot correspondre a l’efecte del calor. La hipòtesi que es planteja es que
pugui ser una llar culinària o un forn, estructures relacionades
amb l’elaboració de productes panificats.
En la M9-2 es varen identificar esquelets silicis de tiges i fulles de cereals. Alguns d’aquests presentaven marques amb talls
similars als produïts pels trills de sílex, identificades en altres
jaciments com el jaciment de Can Roqueta (Sabadell), com a
inclusions ceràmiques o a sòls d’activitat a La Mata (Campanario), així com en mostres de zones de batuda i en les experimentacions amb trills de taules realitzades a La Fuliola (Lleida)
(Juan-Tresserras 1997). En aquest cas podrien correspondre a
inclusions per a la preparació de l’estructura.
[page-n-236]
RESTAURACIÓN Y ANÁLISIS QUÍMICO
DE UN CALDERO DE BRONCE
(E. García Martínez y E. Parra Crego)
Desde el momento de su descubrimiento, las intervenciones en
el caldero de Los Villares se enmarcaron dentro de los actuales
criterios de conservación, en los que la restauración se afronta
con un enfoque integral.
La primera actuación consistió en un refuerzo estructural
en el yacimiento. Las deformaciones mecánicas producto de las
presiones del terreno eran irreversibles, debido a la mineralización sufrida por la aleación (Fig. 13.9). Para tal fin se consolidó
con gasas de algodón y adhesivo nitrocelulósico, de fácil eliminación en el laboratorio.
Estado de conservación
La pieza se recuperó fragmentada e incompleta, faltando más de un
75% de la misma. Sufrió graves alteraciones mecánicas, producto de
las presiones del terreno, que produjeron deformaciones anteriores
a su mineralización, lo que impide devolver los fragmentos a su estado original. El estudio analítico del metal constituyente concluyó
que se trataba de un bronce con 84% de cobre y 16% de estaño. Esta
aleación es apta para el trabajo de “batido” que da como resultado
piezas de medio tamaño y paredes finas. Esta debilidad estructural
debió producir grietas y roturas durante su uso, que se repararon,
corroborando el valor y la excepcionalidad de estas piezas en la antigüedad. Estas reparaciones consistieron en parches de láminas de
bronce remachados en frío al cuerpo del caldero (Fig. 4.76).
Tratamiento realizado
Durante el tratamiento de restauración se pudo observar que
el metal había sufrido una transformación profunda y estaba
prácticamente mineralizado, sin núcleo metálico. Los productos alterados consistían en óxidos de cobre en forma de
cuprita formando agregados deformantes. La pátina superficial consistía en carbonato de cobre en forma de malaquita
interrumpida por focos generalizados de cloruros de cobre
(Fig. 13.10).
La limpieza de adherencias terrosas y cenizas fue mecánica manual, con ayuda de cepillos y bisturíes. Los fragmentos
que se extrajeron por medio de gasas y adhesivo nitrocelulósico
se eliminaron con ayuda de disolventes orgánicos y se unieron
para conservar su localización. Los productos de corrosión deformantes se rebajaron hasta el nivel de la pátina con ayuda de
microtorno y brocas de carburo.
Fig. 13.9. Caldero (UE 0119) en el momento de su extracción
(año 1995).
Fig. 13.10. Detalle de la alteración del bronce (fotografía E. García).
La estabilización química de los productos de corrosión
inestables que producen la disolución de la aleación se realizó
por método químico básico. Para este tratamiento se sumergieron en sesquicarbonato sódico en agua desionizada. Esta operación se repitió todas las semanas durante tres meses, alternando
con cepillados y aclarados.
Este tratamiento se interrumpió cuando se extrajeron una
cantidad suficiente de sales que permitiera una razonable conservación en un ambiente museístico.
La reconstrucción se afronta después del secado de los fragmentos. La adhesión y reintegración de pequeñas lagunas se
realizó con una resina epoxy del tipo Araldit STD coloreado con
pigmentos tierras y verdes. Se consiguieron fragmentos de gran
tamaño que nos ofrecían prácticamente toda la información de
la tipología de la pieza. Sin embargo no se consideró la reintegración total del objeto debido a su deformación y a la pérdida
de materia (Fig. 13.11).
Fig. 13.11. Caldero tras su tratamiento. Exterior e interior (fotografía E. García).
223
[page-n-237]
mente corroídos observándose en la microfotografía a 150 X la presencia masiva de malaquita, así como cuprita, que se observa en determinadas zonas subyacentes cercanas a la superficie (Fig. 13.10).
También se detectó cloro en el análisis elemental en las cercanías de
la superficie, poniendo de manifiesto la presencia de cloruros metálicos, probablemente atacamita y paraatacamita.
El estudio microscópico también indicó la presencia de
pequeñas cantidades de plata en forma de granos de metal
puro, sin corroer.
IDENTIFICACIÓN DE MADERA ADHERIDA
A UN OBJETO DE HIERRO
(E. Badal García)
Fig. 13.12. Anilla de hierro tras su tratamiento (fotografía E. García).
La protección consistió en una inhibición seguida de dos capas:
una resina acrílica del tipo Paralloid B-72 al 5%, disuelta en xileno y
aplicada a pincel; y, por último, una cera microcristalina disuelta en
White Spirit y aplicada por frotación con ayuda de calor.
En un fragmento que conservaba una anilla de hierro, ésta
se aisló, más tarde se limpió mecánicamente, se inhibió con taninos y protegió con cera (Fig. 13.12).
Análisis químico
Durante la restauración se tomó una micromuestra para analizarla químicamente para documentar los materiales originales
así como los productos de corrosión.
Se emplearon las siguientes técnicas analíticas:
- Microscopía óptica por reflexión y por transmisión, con
luz polarizada. Esta técnica básica permite el estudio de la superposición de capas de material encontradas. Las microfotografías obtenidas se realizaron con luz reflejada a 150 X y con
nícoles cruzados, a no ser que se indique lo contrario.
- Espectrometría IR por transformación de Fourier. Se ha
empleado principalmente en el análisis de varias muestras de
preparación. Los análisis se realizaron entre 4400 cm-1 y 370
cm-1, en pastillas de KBr.
- Microscopía Electrónica de Barrido/Análisis elemental por
Energía Dispersiva de RX (MEB/EDX). Se empleó para el análisis elemental de granos de pigmentos, con el fin de determinar
de forma inequívoca la naturaleza de los mismos.
Resultados
No fue posible encontrar fragmentos de metal sin alterar. El estudio
mediante microanálisis elemental de una sección de un fragmento indica de se trata de una aleación CU/Sn en proporciones 84/16
aproximadamente (Fig. 13.13). Estos metales se encontraban total-
Durante la restauración de la posible garatura encontrada en
el taller de forja de la Vivienda 2 (Fig. 4.46, 0148-1; Fig.
13.14, A) se encontraron residuos de madera adheridos en
los extremos. En el proceso de limpieza de la herrumbre se
observaron pequeñas partículas de madera que se extrajeron
con un bisturí, bajo observación en lupa binocular (Leica
M165C). Posteriormente, se analizaron en el microscopio
metalográfico (Leica DM6000 M) para su identificación
botánica. Las fotografías se han tomado en el microscopio
electrónico de barrido (Hitachi S-4100) con el sistema de adquisición de imagen Quantax 200 y el software Esprit 1.9 de
Bruker. Este microscopio fue configurado con 10 KV y una
distancia de trabajo de 15 mm. Para la observación en el microscopio electrónico, las partículas de madera fueron fijadas
en una cinta adhesiva de carbono y fueron metalizadas con
oro-paladio para facilitar su conductividad.
La madera no estaba compactada y cada célula se desprendía de sus vecinas con gran facilidad, dando una sensación de
fragilidad. Se han observado los tres planos anatómicos de la
madera, pero el mal estado de conservación de los tejidos vegetales ha impedido una identificación específica.
En el plano transversal de la madera se observa un tejido
vegetal configurado por traqueidas verticales, canales secretores de resina y radios leñosos (Fig. 13.14, B y C). Lo que
conduce a una identificación genérica, es decir, se trata de
madera de pino (Pinus sp.). Esta identificación se confirma
en el plano longitudinal tangencial de la madera porque los
radios leñosos son heterogéneos, es decir, compuestos por
células de parénquima y traqueidas horizontales en los extremos de los mismos. Además, alguno de ellos albergaba canales secretores de resina horizontales. El plano longitudinal
radial es esencial para conocer las especies de pinos. Lamentablemente, en este caso no fue posible identificar la especie
de pino por el mal estado de conservación de los elementos
diagnósticos (Fig. 13.14, D). Así pues, se trata de madera de
pino (Pinus sp.).
Fig. 13.13. Resultados del EDAX ZAF.
Elemento
ClK
SnL
CuK
Total
224
Wt%
4.28
24.66
71.06
100.00
At%
8.35
14.36
77.29
100.00
K-Ratio
0.0337
0.2145
0.7126
Z
1.1272
0.9144
1.0239
A
0.6913
0.9513
0.9795
F
1.0091
1.0000
1.0000
[page-n-238]
Fig. 13.14. A, Objeto metálico. B y C, Microfotografías del plano transversal de la madera de
pino (Pinus sp.). Imagen B tomada a 1500X y C
a 500X. D: Traqueidas verticales con punteaduras
areoladas cegadas y en fase de desintegración de la
madera (900X). F: Plano transversal con microorganismos en las traqueidas y en los radios leñosos
de la madera (1000 X).
El estado de conservación de la pieza y la madera adherida hace
una adscripción formal incierta, ya que puede ser un objeto inacabado o, bien, un objeto amortizado, pero podemos plantear algunas
opciones. Si se tratara de una garatura, la madera podría ser parte
de los mangos de las manijas que, obviamente, serían de madera de
pino para facilitar a los pelambreros el manejo de la herramienta. Si
se tratara de una chifla de zapatero, tal y como E. Pla (1968, 159,
fig. 35) describe las publicadas de La Bastida de les Alcusses (Moixent), son piezas con una cuchilla ancha y curva con un mango de
madera que se ensarta en un extremo apuntado de la pieza metálica,
por tanto, solo tienen un mango, esto no concuerda con la forma
del objeto de Kelin. Finalmente, si fuera una herradura inacabada,
la adherencia de la madera sería debida a causas desconocidas. La
madera estaba en fase de desintegración, no conservaba la forma y
solamente se pudo obtener algunas células vegetales en conexión
anatómica, por tanto, tampoco facilita la descripción morfológica
del objeto. Dos procesos contrapuestos han actuado sobre la madera de estos supuestos mangos. En primer lugar, la podredumbre
por microorganismos facilitó la desintegración de la mayor parte de
los supuestos mangos y, en segundo lugar, la herrumbre facilitó la
conservación de estas pequeñas partículas de madera, ya que se encontraron cristales de hierro en el interior de las células vegetales.
Del primer proceso, queda constancia en el interior de las células
vegetales donde se han conservado microorganismos (Fig. 13.14,
D) que no hemos podido identificar.
ESTUDIO DE VISU DE UN FRAGMENTO
ESCULTÓRICO PROCEDENTE DE LOS VILLARES
(C. Ferrer García y J. Usera Mata)
Introducción y método
A principios de 2013 el equipo científico que investiga el
yacimiento arqueológico de Los Villares de Caudete de las
Fuentes nos hizo llegar un fragmento de roca esculpida para
su estudio. Se trata de la parte baja de una pata, posiblemente de bovino (Fig. 11.10).
El objetivo de esta propuesta de estudio era el de aportar datos litológicos que pudieran servir para determinar, en la medida
de lo posible, su origen y procedencia; en particular, analizar la
posibilidad de que la pieza proviniera de una cantera próxima al
yacimiento y si era sostenible la hipótesis de que, como se supone,
el fragmento fue recuperado en el propio yacimiento. Se optó por
llevar a cabo un estudio preliminar no invasivo, a partir del análisis
de visu con lupa binocular de los cortes frescos de la pieza, para
describir sus rasgos litológicos, texturales y paleontológicos.
Resultados
El fragmento escultórico está constituido por una caliza de textura heterogénea, que va desde los limos de color beige a los
agregados gruesos de color ocre formados a partir de concre225
[page-n-239]
Fig. 13.15. Precipitados calcáreos sobre conductos vegetales de tamaño milimétrico.
restos de concha, no de moldes, indica procesos diagenéticos
no muy intensos, que nos lleva a proponer una edad neógena
para el fragmento.
La secuencia de rocas sedimentarias que aflora en el sector
objeto de estudio incluye facies continentales y lacustres, que poseen dataciones diversas a lo largo de todo el Neógeno (IGME,
1973). Estas rocas son susceptibles de haber constituido la materia prima para la pieza. De hecho, el estudio sedimentológico y
paleontológico de las columnas estratigráficas que sirvieron para
el establecimiento de la secuencia estratigráfíca del sector y su
distribución espacial (IGME, 1972), señalan que:
- Se documentan, entre otras, calizas tobáceas en los perfiles abiertos en Casas de Bernardo (Camporrobles). Un banco de
0,6 m a la cota 30 m de los 70 m de potencia total que alcanza
este perfil, en un contexto del Mioceno continental. Se cartografían en el mapa como TBb-Bccgc1.
- Aparecen calizas arenosas blancas y detríticas con microgasterópodos del Mioceno en varios estratos de la serie de calizas
de Fuencaliente (Mira). Se indica que a cota 50-60 m sobre un
total de 350 m aparecen 11 m de calizas tobáceas, entre otras.
Esta serie se cartografía en el mapa como TBb-Bccc1. Cabe señalar
que esta facies llega a aflorar en las inmediaciones del propio yacimiento de los Villares, y aunque lo hace preferentemente con
calizas micríticas en la Atalaya, hemos podido documentar la presencia de areniscas calcáreas, no iguales a la escultura.
Por otro lado, el color de la fina capa de sedimentos arcillosos que cubre parcialmente la pieza se corresponde grosso modo
con el color de los limos y arcillas que afloran en el yacimiento
de Los Villares de Caudete de las Fuentes y en su entorno (contextos deposicionales continentales del Terciario y del Cuaternario). A su vez, este tipo de sedimentos forma extensos depósitos en todo el territorio valenciano y en las zonas próximas.
Fig. 13.16. Detalle de micro-gasterópodo.
Conclusiones preliminares
ciones calcáreas, pasando por aportes arenosos detríticos de
tamaño fino, lo cual permitiría definirla como wackestone en
la clasificación de Dunham (1962), o una biomicrorudita en la
clasificación de Folk (1962).
Se ha podido identificar concreciones calcáreas, moldes sobre estructuras biológicas, tales como conductos vegetales de
tamaño milimétrico (Fig. 13.15), y conchas de microgasterópodos continentales que interpretamos como hidróbidos (Fig.
13.16). Rasgos estos que nos llevan a interpretar la roca como
de origen travertínico.
Además, la pieza está cubierta por una fina capa de sedimentos de color ocre-anaranjado que asociamos a concreciones a partir de las arcillas en las que el fragmento permaneció depositado desde la amortización de la escultura hasta
su descubrimiento.
Discusión
La descripción de la roca indica que se trata de una caliza
travertínica, con estructuras y fauna que podemos asociar a
un sedimento continental lacustre. La conservación de los
226
A partir del estudio realizado se puede afirmar que existe una
correspondencia clara entre las condiciones sedimentarias que
dieron origen a la roca objeto de estudio y las que se dieron en
varias fases del Neógeno en la zona de Utiel, especialmente en el
Mioceno superior. De ello se deduce la posibilidad de que la materia prima calcárea de la escultura proceda del entorno inmediato
a Los Villares, con una posible cantera situada a distancias que no
deberían ser superiores a entre 15 y 20 km, siendo las áreas más
probables las que se hallan al O del yacimiento.
De igual modo, no es posible descartar que la roca proceda de
otro ámbito valenciano o próximo a éste, ya que los sedimentos lacustres y continentales del Mioceno superior son frecuentes en gran
parte del territorio. La diversidad de facies que caracteriza este tipo
de rocas sedimentarias, hace poco probable que sea posible una
identificación segura de la zona de aprovisionamiento.
La fina capa de sedimentos identificada en superficie de la
caliza puede indicar que la escultura ya fragmentada permaneció enterrada durante un periodo de tiempo indeterminado en
un sedimento similar al que documentamos en el yacimiento de
Los Villares. De nuevo este tipo de sedimentos, terciarios o cuaternarios, son muy frecuentes en el resto de tierras valencianas
y zonas limítrofes.
[page-n-240]
14
LA PUESTA EN VALOR
C. Mata Parreño y G. Pérez Jordà
La puesta en valor de un yacimiento arqueológico supone llevar
a cabo una serie de acciones más allá de la mera consolidación y
restitución de estructuras. El objetivo final es hacer accesible el
yacimiento a un público amplio y heterogéneo, en cumplimiento de los mandatos de la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano
(24/6/1998) sobre protección y promoción pública del patrimonio cultural (art. 9 y título VI).
Desde el momento en que se dio por terminada la excavación del sector 0 de la Zona B, se buscaron fuentes de financiación para llevar a cabo estas acciones. El primer paso fue
presentarse a los premios del II Concurso de Ideas convocado
por el organismo València Terra i Mar de la Diputació de València. El proyecto presentado por Consuelo Mata, Luis Lozano
y Jeroni P. Valor obtuvo el Primer Premio de la Modalidad B
(Octubre de 2002) con el que se pudieron empezar las primeras
actuaciones. El espaldarazo final fue la concesión en 2004 de
una subvención de los Fondos Leader Plus solicitados por el
entonces alcalde de Caudete de las Fuentes, Rafael Cerveró Vicente. Desde entonces se han solicitado –y concedido– diversas
ayudas a Turisme-Comunitat Valenciana, la Generalitat Valenciana y la Diputació de València para señalética, restauración de
materiales de la Colección Museográfica y mantenimiento de
las estructuras del yacimiento.
En la actualidad, Kelin forma parte de la Ruta dels Ibers
(http://www.rutadelsibersvalencia.org/es) y anualmente, desde
2004, se celebran Jornadas de Puertas Abiertas con bastante
aceptación entre el público asistente; tiene una declaración genérica como Bien de Interés Cultural con el nº 46.17.095-002; y
la Colección Museográfica ha sido objeto de una remodelación
del Museu de Prehistòria de València que se inauguró el dia 25
de Mayo de 2018. Las asignaturas pendientes siguen siendo la
compra y protección de toda la superficie y la falta de personal
fijo para abrir las instalaciones de forma regular.
ACTUACIONES EN EL YACIMIENTO
El acondicionamiento del yacimiento se hizo mediante un convenio entre el Ayuntamiento de Caudete de las Fuentes y la Universitat de València. Las obras fueron ejecutadas por la empresa
ENTORN S.L. y la dirección técnica estuvo a cargo de uno de
los que suscriben (GPJ).
En el sector 0 de la Zona B, de excavación reciente, se propuso dejar completa una calle ibérica (Calle 3) y la Vivienda 2
por su buen estado de conservación; del Hierro Antiguo, consolidar y restaurar las viviendas de la Primera Edad del Hierro
mejor conservadas. Para facilitar la lectura y comprensión de
las mismas por parte del público en general, se reprodujo una
imagen que no corresponde exactamente con la realidad documentada.
Se completó la excavación de algunas cuadrículas para dejar
a la vista estructuras que no se veían, se eliminaron estructuras,
se taparon y se protegieron otras. Estos trabajos fueron realizados por los ahora doctores Andrea Moreno Martín y Guillem
Pérez Jordá, con la colaboración de la también Dra. Magdalena
Moskal, entre el 14 de Junio y el 6 de Julio de 2004 y los resultados se han incorporado al relato anterior de las excavaciones.
En el sector excavado en los años 50 y 70 de la Zona A, se
restauraron y consolidaron las estructuras, así como se taparon
las partes más incompletas y que no aportaban información al
conjunto (Fig. 14.1 A).
Al mismo tiempo, se redactaron textos, se seleccionó la parte gráfica y se diseñaron los paneles informativos que se iban a
colocar tanto en el yacimiento como en el municipio. Los textos
y diseños fueron realizados por Jeroni Pau Valor Abad, Ángel
Sánchez Molina y una de las que suscribe (CMP). La ejecución
de los paneles se encargó a las empresas Equipamientos Ambientales S.L. y JOCU S.A.
227
[page-n-241]
A
B
Fig. 14.1. A, Vista de la Zona A antes de empezar la restauración. El geotextil visible corresponde a las actuaciones realizadas en 2001 y
2002 (año 2004) (fotografía A. Moreno y G. Pérez). B, Zona A en proceso de restauración (año 2004) (fotografía A. Moreno y G. Pérez).
RESTAURACIÓN Y CONSOLIDACIÓN
Los trabajos se iniciaron el 14 Junio de 2004 y finalizaron el 25
de Septiembre del mismo año. La intervención se desarrolló en
las Zonas A y B, ambas con estructuras excavadas visibles.
Criterios de la intervención
La finalidad de la intervención era, en primer lugar, proteger las
estructuras conservadas, evitando en la medida de lo posible,
su degradación por fenómenos erosivos naturales o por la acción humana. En segundo lugar, no interferir en futuros trabajos
de excavación que pudieran plantearse y, finalmente, facilitar
la comprensión de las estructuras conservadas junto al material
gráfico que se iba a incluir en la musealización.
Como en cualquier obra que afecta a un yacimiento arqueológico las premisas que condicionaron todos los trabajos fueron
la diferenciación entre los restos originales y los añadidos, la total reversibilidad de todos los elementos, no dañar los elementos
originales y conseguir un mantenimiento mínimo.
La obra de mampostería
Las estructuras construidas con piedras son las que plantean menos problemas de cara a su conservación. Las piedras calizas
utilizadas no sufren especialmente la erosión del viento o de la
lluvia, por lo que la única intervención fue reponer el mortero en
las juntas erosionadas. Para ello se utilizó un mortero elaborado
con la propia tierra extraída durante las campañas de excavación
y cal en pasta, en una proporción (6:1).
Los muros originales, cuando fue necesario, fueron recrecidos,
utilizando para ello mampuestos de características similares a los
utilizadas originalmente en el asentamiento. En primer lugar, se utilizaron las piedras recuperadas durante los trabajos de excavación,
pero también se tuvieron que realizar aportes de piedra procedente
de los campos de los alrededores (Fig. 14.1 B).
Sobre todas las estructuras originales se colocó una capa
de geotextil, con el fin de evitar el contacto con el mortero
utilizado. Las piedras se asentaron con la ayuda de un mortero de las mismas características al descrito anteriormente,
procediendo posteriormente al raspado de las juntas. Con
ello se dio un acabado similar al que presentan los muros
originales, en los que se había perdido la capa de enlucido.
228
Antes de colocar la última hilada se hizo una capa del mismo
mortero pero con una parte de cemento blanco (6:1:1) para
evitar la penetración de las aguas al interior de la estructura
(Fig. 14.2). Para diferenciar visualmente la parte original de
la restituida, se colocaron fragmentos de ladrillo macizo separados un metro entre sí.
Los muros y bancos adosados se realzaron hasta alcanzar
la cota original del zócalo, cuando se tenía esa información; en
caso contrario, se decidió una cota de acabado que se aproximara a la original y que facilitara la comprensión a los visitantes.
En el caso de colocación de hiladas de adobes sobre los zócalos,
se realizó una regulación de la superficie superior.
La obra de tierra
Al contrario que la obra de mampostería, las estructuras construidas
con tierra presentan graves problemas de conservación. La única solución para mantener visibles las estructuras originales hubiera sido
el cubrimiento de las mismas, de manera que ni la lluvia ni el viento
les afectaran. Al no poder realizarse este aislamiento, se recubrieron
con materiales que imitaban los originales (Fig. 14.3 A).
Los muros
Se procedió a la fabricación de adobes con unos moldes de madera (40x30x10 cm), utilizando la tierra procedente de las excavaciones, junto a cal en pasta y cemento blanco (6:1:1), todo
ello mezclado con paja trillada de cereales. La cal y el cemento,
elementos que evidentemente no están presentes en los adobes
ibéricos, se añadieron para protegerlos de la lluvia y asegurar
una duración mayor (Fig. 14.3 B).
Estos adobes se colocaron sobre los muros originales, después
de una capa de geotextil. El mortero con el que se trabaron es el mismo que se utilizó en la obra de mampostería. El aspecto final de los
adobes, por el efecto de la cal y del cemento blanco, era muy claro,
por lo que se procedió a tintarlos con una mezcla de aceite de linaza
y aguarrás al 50%, teñida con un tinte natural (almagra) que les dio
un tono rojizo, más acorde con los originales.
Los enlucidos y los suelos
Todos los muros de adobe fueron enlucidos mediante un
mortero elaborado con tierra cribada, arena lavada y cemento blanco (4:4:1) y mezclado con paja trillada. La tierra utilizada fue una arcilla roja recogida en las inmediaciones del
[page-n-242]
Fig. 14.2. Sección de
la actuación sobre los
muros de mampostería.
asentamiento. Este mortero se aplicó sobre los muros mediante una llana y posteriormente se repasó con la ayuda de
un paletín, tapando las grietas que iban apareciendo.
Los suelos originales se cubrieron con geotextil y sobre éste se
colocó una capa del mismo mortero utilizado en los enlucidos (Fig.
14.3 C), que luego se repasó y apisonó para darle más consistencia
y evitar, en la medida de lo posible, la aparición de grietas.
A pesar de utilizar como base la tierra rojiza, al secarse el
aspecto era blanquecino. Por ello se procedió a reavivar el tono
rojizo del mortero mediante la impregnación de aceite de linaza
disuelto al 50% con aguarrás. En el caso de los suelos, para diferenciarlos de las paredes, el aceite se tiñó con tintes naturales
(almagra y tierra).
Los hogares y el horno
Se restituyeron diferentes tipos de hogares (Fig. 14.3 D). La
mayor parte fueron las placas de hogar ubicadas directamente
sobre el pavimento, que en algunos casos tenían un reborde exterior construido también con un mortero de tierra. Sólo uno de
los hogares de la Zona A estaba construido sobre un pequeño
zócalo de piedra (Vivienda 1).
Para imitar el aspecto brillante de las superficies rubefactadas, se extendió, sobre el mortero todavía fresco, cemento blanco coloreado (negruzco) con tintes naturales. Este cemento se
humedeció con la misma agua del mortero y con la ayuda de un
paletín se alisó, repetidas veces, hasta conseguir un acabado liso
y ligeramente brillante.
A
B
C
D
E
F
Fig. 14.3. A, Zona B en proceso de restauración (año 2004). B, Fabricación de adobes (año 2004). C, Haciendo un suelo en la Zona B (año
2004). D, Horno y hogar restaurados en Zona B (año 2004). E, Vista final de la Zona A (año 2004). F, Vista final de la Zona B desde el E
(año 2004) (fotografías A. Moreno y G. Pérez).
229
[page-n-243]
Del mismo modo, se reconstruyó el horno de la Zona B sobre la base original, protegiendo ésta con geotextil, como en
otras ocasiones. Se adoptó la solución de la cúpula por ser una
de las hipótesis manejadas (vid. Cap. 8) y por tener un mantenimiento más fácil que el tipo tannur.
Las calles
La intervención en las áreas de tránsito consistió en cubrir el
nivel original con una capa de geotextil. Sobre la misma se colocó una tierra arcillosa, blanquecina, que se pudo recoger en
las inmediaciones del asentamiento. Esta tierra no se apisonó,
ya que se trata de un material que se disgrega y se compacta
por el efecto de la lluvia. Al mismo tiempo es una tierra que no
favorece el crecimiento de la vegetación, ya que carece completamente de materia orgánica, y junto a la capa de geotextil
dificulta el desarrollo posterior de la vegetación.
Los desniveles
Los trabajos de excavación de la Zona B generaron una serie
de desniveles que había que proteger para evitar su deterioro.
Ante la imposibilidad de hacer una consolidación de éstos por
otros medios, se procedió a construir un muro de ladrillo, pegado al corte de tierra, tanto en los límites exteriores del sector
excavado como bajo los muros de la fase ibérica, para evitar su
desmoronamiento. Posteriormente, se enfoscaron con un mortero de arena y cemento blanco (4:1). El mortero se colocó con
una catalana para ofrecer un aspecto rugoso, más acorde con el
espacio al aire libre en que se encuentra.
En este caso también se impregnó toda la superficie con una
mezcla de aceite de linaza y aguarrás al 50%, para evitar el aspecto blanquecino que tenía al secarse.
La intervención
La Zona A
En esta zona se restituyó completa la Vivienda 1, la calle que la
rodea por el N y por el O (Calles 1 y 2), así como las fachadas de
las casas que se encuentran frente a esta vivienda (Fig. 14.3 E).
Como criterio general se dio una mayor altura a los muros
exteriores, pero en todos los casos se optó, a pesar del desnivel
existente, por un acabado casi plano, siguiendo la pendiente del
terreno y jugando con los ángulos de visión. Sólo se restituyó
parte del alzado de adobes en el ángulo SO de la Vivienda 1, con
la finalidad de dar una idea al visitante de cómo debía ser el alzado original de estas construcciones. En este ángulo se enfoscó
tanto el alzado de adobes como el zócalo de mampostería.
En el interior de la vivienda se reconstruyó el hogar de
la estancia principal. Éste estaba elevado mediante una plataforma de piedras, de la que únicamente se conservaba uno
de los laterales (Pla 1980, 58). Se completó la plataforma y
sobre ella se colocó una capa de mortero dándole el acabado
característico de los hogares y un pequeño reborde. También
se restituyeron los bancos corridos de dos de las estancias
ubicadas al fondo de la vivienda.
El suelo se colocó siguiendo los criterios anteriormente explicados, y se intentó, aprovechando la pendiente natural, que
las aguas viertan por las dos puertas de la fachada. Las puertas
que comunican las diferentes estancias no tenían umbral, pero
durante los trabajos de excavación se identificaron los umbrales
de piedra de las dos que dan a la calle, por lo que se procedió a
reconstruirlos con losas.
230
Para que la lectura de las calles fuera más evidente se restituyeron las fachadas de las viviendas que se encuentran tanto
al N como al O de la vivienda. Los límites del área excavada
se recubrieron con geotextil y tierra para evitar su deterioro y
permitir un descubrimiento rápido del área, en el caso de que se
quisiera continuar con la excavación en el sector.
Las calles se rellenaron con una arcilla blanca, mientras que
en el interior de las viviendas se utilizó tierra roja, con el fin de
facilitar la comprensión visual del uso de los espacios.
La Zona B
En esta zona se han conservado tanto estructuras del Ibérico Pleno, como del Hiero Antiguo. A la fase más moderna
corresponde una vivienda ubicada en la mitad oriental y las
calles que discurren por el N y por el S de la misma (Vivienda 2, Calles 3 y 4). En el resto del sector se procedió a completar la excavación de determinadas áreas para completar
las estructuras antiguas.
El Ibérico Pleno
En la Vivienda 2 se realizó una primera consolidación en
1995, que afectó básicamente a los muros de mampostería. En
este caso, como la conservación era bastante buena, tan sólo
se repararon las partes deterioradas y se restituyeron los muros
excavados en la intervención de 2004. Los enlucidos originales se conservaban en algunas paredes y en los bancos de
la estancia principal, mientras que en las otras o estaban muy
alterados o no se conservaban (Figs. 4.40, 4.81 y 8.12 A y B).
Al no existir posibilidades de conservación duradera se optó
por recubrirlos con mortero intentando, en la medida de lo posible, darles un acabado que recordara los originales. Sólo se
repusieron en la estancia principal y en todos los casos se dejó
sin enfoscar la parte superior, de manera que en la visita se
aprecia la fábrica de mampostería.
Con el mismo mortero se recubrió el suelo de las diferentes estancias. Aunque se conservaban los suelos originales, se
optó por esta solución para evitar su degradación. También se
restituyó el hogar central con el reborde exterior y el hogar de
la forja se enlució con mortero y, posteriormente, se ennegreció
con tintes naturales.
En este extremo NE habrá problemas de conservación ya que la
pendiente de los suelos conduce todas las aguas hacia este punto y
no hubo posibilidad de habilitar un sistema de evacuación.
En las calles se ha seguido el mismo criterio de la Zona A,
rehaciendo también las fachadas de las viviendas del otro lado
de la Calle 3 y, parcialmente de la 4.
El nivel fundacional
Las viviendas del nivel fundacional fueron parcialmente completadas tras los nuevos trabajos de excavación, delimitándose
las dos calles que las rodeaban por el E y por el O. Se reconstruyó el Nivel 3 por ser el mejor conservado, añadiendo el horno
del Nivel 2. Esta licencia se permitió dada la excepcionalidad de
este equipamiento (Figs.14.3 D y F y 14.5 C).
Casi todos los muros de estas viviendas conservaban el zócalo de mampostería y el alzado de adobes, por ello se procedió,
en primer lugar, a completar los zócalos con piedras y sobre éstos a colocar hiladas de adobes, de manera que los alzados originales quedaran totalmente protegidos por, al menos, una hilada
de adobes nuevos. Con esto se pretende evitar la degradación
de la obra original de tierra que, en ningún caso, ha quedado
[page-n-244]
A
B
C
Fig. 14.4. A, Panel del contexto territorial (diseño Ángel Sánchez). B y C, Información en la población (diseño Ángel Sánchez; fotografías,
F. X. Duarte y J. P. Valor).
231
[page-n-245]
visible. Los muros posteriormente fueron enlucidos, dejando a
la vista la última hilada de adobes. Los enlucidos y los adobes
se tintaron con aceite de linaza y tintes naturales.
Para restituir los suelos en las zonas excavadas hasta la roca,
en primer lugar, se niveló con tierra procedente de las excavaciones y, sobre esta capa, se colocó geotextil y una capa de mortero. Como los hogares de estas viviendas estaban ubicados en
el mismo suelo, se respetó, al hacer el suelo, la zona del hogar y,
con posterioridad, se rehicieron.
También se reconstruyó el horno doméstico de la vivienda central (Conjunto 3). Únicamente se conservaba parte de la
base, por lo que se cubrió el original con geotextil y se completó
la base circular con piedras y con el acabado de mortero característico de los hogares. Posteriormente, se levantó la cúpula con
ladrillos. Para ello se colocó una serie de tiras de madera como
cimbra, sobre la que se apoyaban los ladrillos, que posteriormente se enfoscaron tanto por el interior como por el exterior.
Se dejó una pequeña boca en el lado oriental.
Los umbrales que comunicaban las viviendas con las calles
se construyeron con piedras y, en algunos casos, al no existir
información sobre su ubicación exacta se colocaron de forma
aleatoria dentro de una lógica de uso.
En los espacios de circulación se procedió del mismo modo
que en el resto de la intervención.
Los paneles informativos
La restauración de los restos ayuda a su comprensión, pero
siempre es necesario habilitar unos paneles informativos en los
que las visitas, sin necesidad de guía, puedan obtener información sobre lo que están viendo.
Cinco fueron los paneles que se diseñaron y colocaron:
1. El primero en vertical, en el exterior de la verja, junto
al camino, aporta información genérica de Kelin, el itinerario
a seguir y los restos visibles en el exterior (cantera, muralla,
superficie total).
2. En la Zona A hay dos paneles tipo mesa. En uno, con
información sobre el urbanismo y los materiales de construcción ibéricos tomando como ejemplo el sector excavado
y en el otro, información sobre la organización territorial de
Kelin (Fig. 14.4 A).
3. En la Zona B, los dos paneles tipo mesa explican como se
ha formado el yacimiento, la diferencia entre las viviendas más
antiguas y las más modernas, así como la organización de una
vivienda ibérica compleja (Vivienda 2).
Para todos los paneles se realizaron dibujos específicos y se utilizaron fotos del proceso de excavación y restauración del yacimiento. Todo el diseño estuvo a cargo de Ángel Sánchez Molina.
A
B
C
D
Fig. 14.5. A y B, Zonas A y B en 2013 (fotografías J. Vives-Ferrándiz). C, Zona B tras la intervención de 2013 (fotografía J. Vives-Ferrándiz). D, Inauguración de la nueva instalación de la Colección Museográfica (año 2018) (fotografía I. Fuertes).
232
[page-n-246]
EN LA POBLACIÓN
La partida de Los Villares es un lugar próximo a Caudete de
las Fuentes pero era un gran desconocido para la mayor parte
de sus habitantes. Por ello, era imprescindible acercar este recurso a la población y a las potenciales visitas de la localidad.
En consecuencia, se diseñó un panel informativo sobre los recursos patrimoniales de Caudete de las Fuentes, realizando un
reportaje fotográfico, y se completó con señales direccionales
hacia los recursos patrimoniales (Fig. 14.4 B y C).
Este panel, tipo totem, se ubicó en dos puntos de la población
(Alameda y frente a la Fuente Grande). Tras su colocación, este último fue retirado por imposición de la guardia civil al estar situado
en el tramo de la carretera nacional III que atraviesa el municipio.
MANTENIMIENTO DE LA INTERVENCIÓN
Cualquier actuación para hacer visitable un recurso patrimonial
necesita de un mantenimiento periódico. Más si cabe, si éste se
encuentra al aire libre y es un yacimiento arqueológico.
La limpieza y el mantenimiento mínimo anual se hace a cargo del Museu de Prehistòria de València, con la colaboración
del Ayuntamiento. A pesar de lo cual, el deterioro provocado
por los agentes atmosféricos, una plaga de conejos que, en el
momento de escribir estas líneas (septiembre de 2018) todavía
dura y por supuesto también el trasiego de las visitas obligó a
una intervención mayor de envergadura en diciembre de 2013
(Fig. 14.5 A y B). Se realizó a cargo del Museu de Prehistòria
de València y en la dirección técnica estuvo el Dr. Jaime VivesFerrándiz, conservador del Museu, utilizando los mismos criterios de la primera intervención (Fig. 14.5 C).
La cartelería interior y exterior también se renovó mediante ayudas de la entonces llamada Agencia Valenciana de
Turismo (2012 y 2013).
Fig. 14.6. Logotipo de Kelin (diseño Ángel Sánchez Molina).
LA COLECCIÓN MUSEOGRÁFICA “LUIS GARCÍA
DE FUENTES”
El convenio suscrito con los fondos Leader Plus no contempló actuaciones en la Colección Museográfica, a pesar de que desde la
dirección científica se aconsejó que se trataba de un complemento
indispensable. No obstante, se inició el esbozo de algunos diseños
para utilizar en el futuro. Del material recogido en las excavaciones,
se cedió a la Colección tres molinos –uno barquiforme y dos piedras
pasivas rotatorias– y unos fragmentos de material de construcción.
De forma intermitente, la Colección recibe ayudas bien de la
Diputación, bien de la Generalitat para restaurar los materiales
de la misma. No obstante, queda mucho trabajo por hacer, aunque en 2018 una subvención extraordinaria de la Diputación de
València ha permitido restaurar buena parte de las cerámicas y
metales expuestos.
En 2016 se elaboró un proyecto museográfico por parte del
Museu de Prehistòria de València con el fin de mejorar la calidad expositiva de la Colección Museográfica. Dicho proyecto se
desarrolló con éxito entre 2017 y 2018, inaugurándose el dia 25
de Mayo de 2018 (Fig. 14.5 D).
Fig. 14.7. Público asistente a la recreación del ritual funerario por parte de la Asociación Ibercalafell (Diciembre de 2004).
233
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Fig. 14.8. Escenificación final de la XIII Jornada (año 2016) (fotografía Olocaufoto).
PROMOCIÓN
Toda actuación sobre un bien patrimonial requiere un proyecto
adecuado de promoción y de apertura al público de forma regular. Hasta el momento de redactar estas líneas (septiembre de
2018) sólo se ha podido realizar la promoción pues la apertura
está limitada a los días de puertas abiertas (mientras se realicen),
a días programados gracias a la subvención de Ruta dels Ibers
de la Diputació de València y a la buena voluntad del personal
del Ayuntamiento de Caudete de las Fuentes que abre el Recinto
y la Colección con cita previa.
Para la promoción:
- Se diseñó un logotipo para la ciudad ibera y la colección
museográfica que se utiliza en todos los folletos de propaganda
y otros artículos promocionales. El diseño de Ángel Sánchez
Molina está basado en una cabeza de jabalí de cerámica expuesta en la Colección Museográfica (Fig. 14.6).
- Se diseñaron e imprimieron folletos informativos sobre los
recursos patrimoniales arqueológicos de Caudete de las Fuentes
y la comarca de Requena-Utiel, cuya primera edición se hizo
con una ayuda de la Agencia Valenciana de Turismo. En la actualidad, los folletos informativos se editan bajo el paraguas de
la marca Ruta dels Ibers.
- Se realizan Jornadas de Puertas Abiertas. La primera edición fue la inauguración oficial en Diciembre de 2004, con talleres didácticos en el CRA Oleana y visitas al yacimiento y
la colección museográfica, a cargo de la empresa D’Arqueo.
Además se contó con dos recreaciones históricas por parte de la
Asociación IberCalafell (Fig. 14.7).
Desde ese año, casi de manera ininterrumpida, se han celebrado dichas jornadas con temáticas variadas y gran acogida por
parte del público (Fig. 14.8).
- Kelin forma parte de la Ruta dels Ibers desde su creación
en 2010 (http://www.rutadelsibersvalencia.org/es). Esto permite
que la promoción de actividades, impresión de folletos y cartelería se haga conjuntamente generando sinergias entre todos los
lugares que la componen (Fig. 14.9).
234
Fig. 14.9. Ruta dels Ibers (año 2016).
- Kelin, además, tiene una página de Facebook y un
perfil de Instagram en los que se ofrecen todas las noticias
relacionadas con el yacimiento arqueológico, los iberos de la
comarca y los iberos en general (https://www.facebook.com/
KelinRecintoArqueologico; #kelin_recinto_arqueologico).
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15
SÍNTESIS
Kelin es un yacimiento de gran importancia y potencial para el conocimiento de la protohistoria peninsular. Su gran superficie (casi
10 hectáreas) apenas se ha podido explorar, pero tanto los trabajos
de carácter científico como los hallazgos incontrolados no han hecho más que mostrar la riqueza y variedad de su registro. Pero, al
mismo tiempo, es su gran handicap ante la imposibilidad de abordar
un proyecto de gran envergadura para mostrar las diferentes etapas
históricas con la suficiente entidad (Fig. 15.1).
Con todos los datos conocidos, se puede afirmar que desde
el siglo VII a. C., si no antes (vid. Cap. 2), se ocupó el lugar casi
en su totalidad, aunque la organización urbanística de estos momentos sea poco conocida. No obstante, en todas las zonas donde se ha constatado esta cronología mediante sondeos puntuales
(Mata 1991 y Mata et al. 1999) se documentan construcciones
estables y bastante agrupadas, aunque los espacios sin construir
y las áreas de circulación entre ellas apenas se han intuido. Las
unidades domésticas en general están separadas por estrechos
pasillos que no sirvieron para circular; y solo los accesos principales apenas han permitido intuir la ubicación de las calles.
Las casas tuvieron equipamientos básicos como hogares,
hornos/tanures, molinos y bancos; en alguna se practicó la metalurgia del bronce, pero las diferencias entre ellas no son apreciables, al menos, en el estado actual de nuestro conocimiento.
No existe segmentación ni especialización evidente del espacio,
ya que las unidades domésticas se componen de una o dos habitaciones (Fig. 8.14). Los cambios que se sucedieron no corresponden a episodios violentos o traumáticos para sus ocupantes
sino más bien al devenir natural de una población asentada que
va cambiando a lo largo de las generaciones. Cambios que supusieron grandes reformas (cuatro niveles) y reparaciones (dos
o tres fases por nivel).
Todos los materiales recuperados (orgánicos e inorgánicos)
se han tenido que tratar de forma genérica pues no se han encontrado ajuares asociados a espacios concretos que permitan una
interpretación funcional, económica y social. En consecuencia,
tan sólo se puede afirmar que las importaciones del S peninsular
y algunas mediterráneas llegaron a Kelin ya en el siglo VII. Estos contactos provocaron alguno de los cambios observados en
la agricultura, la cultura material y las costumbres.
Los registros faunístico y arqueobotánico han proporcionado información acerca de los aspectos socioeconómicos,
como la gestión de las especies, las pautas de consumo, las
prácticas culinarias y sobre prácticas rituales en las que intervinieron los animales y las plantas, en los diferentes momentos cronoculturales del yacimiento (Iborra 2004; Pérez Jordà e
Iborra 2011; Iborra et al. 2010).
A medida que se consolida la población la cabaña ganadera
mantiene la explotación de ovicaprinos pero cambia la orientación
de las especies secundarias, aumentando el cerdo y disminuyendo
el consumo de bovino; la caza siempre es un recurso anecdótico.
De forma paralela el paisaje vegetal se caracteriza por especies que
indican una mayor antropización y, en la agricultura, se van diversificando los cultivos con la introducción y consolidación de los
frutales, sobre todo la vid, y ampliando la superficie dedicada a la
cebada. Tanto la cebada como los frutales se cultivan en terrenos de
menor calidad lo que está indicando la roturación de nuevas tierras.
El cultivo de la vid es un elemento de gran trascendencia porque
su uso primordial es para la transformación en vino. Ello supone la
incorporación de un nuevo elemento en la dieta, pero también en
las prácticas sociales y en la ampliación de los recursos económicos
disponibles. Los habitantes de Kelin, o algunos de ellos, pasaron
de ser meros consumidores de vino foráneo a productores de sus
propios caldos.
Las vajillas también reflejan todos estos cambios pues la
cerámica hecha a mano se va sustituyendo por piezas a torno,
se imitan las formas torneadas y se introduce un servicio de comida y bebida que prima la ingesta individual de alimentos. En
cambio, las prácticas culinarias, más allá de la introducción de
nuevos alimentos, no cambian demasiado pues sigue dominando el hervido o guisado, junto a los asados.
235
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Fig. 15.1. El Paso del tiempo en Kelin, según se recoge en uno de los paneles informativos (diseño Ángel Sánchez).
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La metalurgia del bronce se debió practicar en alguno de
los espacios ya que se recuperó un molde para hachas, así como
piezas de bronce rotas que pudieron fundirse de nuevo.
Los únicos indicios rituales han sido los depósitos de
animales y los enterramientos infantiles. Los animales,
completos o parciales, siempre estaban bajo el suelo o de
las paredes de algunas casas; y algo similar ocurre con los
enterramientos infantiles, pero no se han encontrado en todas las casas y los hay en urna, lo que ya está mostrando un
trato diferenciado, y en suelo. Las edades de muerte parecen
indicar que se trata más bien de muertes naturales y no de sacrificios fundacionales. No obstante, la elección de enterrar
en la casa a unos infantes sí y a otros no, sí que puede tener
su simbolismo. Un nacimiento frustrado o muerte prematura
coincidiendo con algún cambio en la unidad familiar –una
nueva casa, una reparación, un matrimonio, el nacimiento de
un primogénito– pudo inducir a enterrar a estos individuos
en la casa y, en otros casos, a sacrificar algún animal doméstico. También interesa señalar que los neonatos enterrados,
por el momento, no van más allá del siglo V a. C.
A pesar de la aparente igualdad de las familias durante esta
primera etapa, ya empiezan a observarse cambios en las estructuras domésticas que hacen vislumbrar diferencias entre ellas.
Diferencias que el paso del tiempo hará cada vez más evidentes
dando como resultado una progresiva especialización económica, una verdadera transformación tanto en la organización urbana, como en los equipamientos, los materiales, los recursos y la
organización territorial.
A partir del siglo V a. C., se puede apreciar ya la complejidad que van adquiriendo las viviendas: varias habitaciones con
usos diferentes. También son evidentes ya las diferencias entre
las casas excavadas tanto a nivel de ajuares como de riqueza
acumulada e, incluso, de hábitos de consumo; aunque sigue sin
observarse una segmentación de género.
Los registros de fauna y flora muestran la consolidación de
la pauta iniciada hacia el siglo VI a. C., con una ganadería y una
agricultura diversificadas. La ganadería pasa de una orientación
hacia la producción cárnica de ovicaprinos a gestionarse para
la explotación de recursos secundarios. Los frutales amplian
su presencia con nuevas especies, con almendros y olivos, y se
apuesta por los cereales de mejor rendimiento como la cebada
vestida y el trigo desnudo.
La puesta en cultivo de nuevas tierras va a redundar en una
más que evidente antropización del paisaje con el dominio del
pino carrasco junto a madroños, jaras y brezos. Pinos, encinas
y fresnos se han reconocido también en muestras de material de
construcción.
Las cerámicas, metales y monedas muestran un gran dinamismo económico a todos los niveles. La forja es una de las
actividades artesanales documentadas con mayor claridad, con
un carácter doméstico, además del omnipresente tejido e hilado
en todas las viviendas.
Las cerámicas mediterráneas y de otros ámbitos ibéricos,
determinados objetos suntuarios como el peine de marfil y el
colgante de pasta vítrea, además de las monedas, ilustran la amplia red de intercambios que mantenían los habitantes de Kelin.
De forma indirecta llegan a Kelin productos griegos, púnicos,
del SE peninsular y de Edeta; las monedas del Mediterráneo
oriental y los objetos de plata sirvieron como instrumentos de
intercambio y son exponentes de la riqueza móvil circulante.
Los plomos escritos, aunque no proceden excavaciones regulares y su cronología es incierta, son documentos de gran interés
sobre la complejidad socioeconómica alcanzada por los habitantes de la ciudad de Kelin (Fletcher 1978).
Y, aunque más difíciles de ver en el registro, los contactos
entre los diversos asentamientos que configuraban la organización territorial también pueden seguirse a través de las marcas
de ánfora, las producciones reconocidas de los alfares además
de las cerámicas con engobe rojo y con impresiones, todas ellas
presentes en buena parte del territorio.
La organización territorial es, como no podía ser menos, un fiel
reflejo de lo que está sucediendo en la capital. La escasa documentación del siglo VII a. C. cambia radicalmente a partir del siglo VI
a. C. y, sobre todo, del V a. C. No sólo aumentan exponencialmente
los asentamientos sino que se asiste a una diversificación de los lugares de hábitat en cuanto a ubicación (altura, ladera, llano), tamaño
(grandes, medianos, pequeños), especialización (almazaras, lagares,
hornos alfareros y metalúrgicos). Y un interés evidente en marcar
los límites territoriales con asentamientos fortificados, en alto, ubicados en los accesos bien visibles del territorio y tener espacios de
agregación ritual, como las cuevas, también en zonas limítrofes pero
sin visibilidad.
Zonas de enterramiento de pequeño tamaño se conocen en
algunos lugares como El Molón (Camporrobles) pero, hoy por
hoy, la o las necrópolis de Kelin se escapan de nuestro registro.
El siglo II a. C. apenas excavado es el momento en el que Kelin
acuñó moneda propia, gracias a la cual conocemos su topónimo.
Algunos de los materiales recuperados de diferentes modos, como
monedas y cerámicas con decoración compleja, siguen mostrando
un importante dinamismo socioeconómico que sólo se terminará
con el abandono de la ciudad a principios del siglo I a. C.
Siglos más tarde, los silos islámicos y alguna estructura de
hábitat constituyen la última ocupación de Kelin, para convertirse definitivamente en campos de cultivo y adoptar su topónimo actual: Los Villares.
Kelin, además de su interés científico e importancia histórica, también es un recurso patrimonial de gran potencial. Por
ello este libro también es un homenaje a todas las personas e
instituciones que han apostado seriamente por poner a Kelin en
el lugar que se merece dentro de la investigación y entre los bienes patrimoniales a conservar y difundir. Y animar a las nuevas
generaciones a profundizar y desarrollar nuevas líneas de investigación, así como potenciar la difusión patrimonial pues…
¡queda tanto por hacer!
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Vives-Ferrándiz, J.; Bonet, H.; Carrión, Y.; Pérez, G.; Iborra, M.P.;
Quesada, F.; Ferrer, C.; Tortajada, G. (2015): Ofrendas para una
entrada: Un depósito ritual en la puerta oeste de la Bastida de
les Alcusses (Moixent, Valencia), Trabajos de Prehistoria 72, 2,
282-303. https://doi.org/10.3989/tp.2015.12155
Vizcaíno, D. (coord.): 2007: Paisaje y arqueología en la Sierra
de la Menarella, Renomar y Ein Mediterráneo, Valencia.
Vizcaíno, D. (coord.) (2010): La necrópolis de Sant Joaquim
de la Menarella (Forcall, Castellón). La práctica de la
incineración en la comarca de Els Ports, Renomar y Ein
Mediterráneo, Valencia.
Walker, P.L.; Johnson, J.R.; Lambert, P.M. (1988): Age and
sex biases in the preservation of human skeletal remains,
American Journal of Physical Anthropology 76, 183-188.
https://doi.org/10.1002/ajpa.1330760206
Westgate, R. (2015): Space and social complexity in Greece
from the early iron age to the classical period, Hesperia 84,
1, January-March, 47-95. https://doi.org/10.2972/hesperia.84.1.0047
Wheatley, G.; Gillings, M. (2002): Spatial technology and
archaeology. The Archaeological Applications of GIS,
Taylor & Francis, Londres y Nueva York. https://doi.
org/10.4324/9780203302392
Yofee, N. (2005): Myths of the Archaic State. Evolution of
the Earliest Cities, States, and Civilizations, Cambridge
University Press, Cambridge. https://doi.org/10.1017/
CBO9780511489662
Recursos cartográficos
IGME (1972): Columnas. Información complementaria del
Mapa Geológico de Utiel (693) 1:50.000. http://info.igme.
es/cartografiadigital/sidimagenes/magna/20693/Columnas/
Columnas.pdf
IGME (1973): Mapa Geológico de Utiel (693) 1:50.000, 50
páginas.
249
[page-n-263]
[page-n-264]
Galería de fotografías
[page-n-265]
1989
A la izquierda,
Begoña Tello Tapia;
en el centro,
M.ª Àngels Martí Bonafé;
a la derecha,
Carme Vidal Benavent.
1990
De izquierda a derecha:
Begoña Tello Tapia,
Miguel Requena Jiménez,
Carme Vidal Benavent
y M.ª Àngels Martí Bonafé.
1991
En el nivel a la izquierda,
M.ª Àngels Martí Bonafé;
excavando de izquierda a derecha,
Miguel Ángel Ferrer Eres,
Teresa Villalba Babiloni,
Vicent Rius i Banyuls,
Josep Lluís Tormo,
Francisca Rubio,
Luis Miguel García Navalón,
Israel Espí Pérez
y M.ª Pilar Iborra Eres;
al fondo, en la criba,
Josep Castelló Marí
y Xavier Vidal Ferrús.
252
[page-n-266]
1993
De izquierda a derecha,
M.ª Àngels Martí Bonafé,
Luis Miguel García Navalón,
Josep Castelló Marí,
M.ª Pilar Iborra Eres,
Miguel Ángel Ferrer Eres,
Israel Espí Pérez,
Julio Navalón,
Xavier Vidal Ferrús,
Álvaro Ortiz
y Guillem Pérez Jordà.
1994
En la entrada de la escuela de Caudete
de las Fuentes. En la fila superior, de
izquierda a derecha,
Julia Bou,
Sergio Gómez,
Herminia Piquer,
Juan Pedro Pellón
y Miguel Ángel Ferrer Eres.
En la fila inferior, de izquierda a
derecha,
Consuelo Mata,
M.ª Àngels Martí Bonafé,
Francisca Alcalá,
Yolanda Fons
y Santiago.
1995
Último día, en la Fuente Grande. De
izquierda a derecha,
Francesc Duarte Martínez,
Herminia Piquer,
Raquel Besé,
Israel Espí Pérez,
Julia Bou,
Álvaro Ortiz,
Lee Hibberd,
Vicente Sanz
y Josep Burriel;
sentados, de izquierda a derecha,
Inés Domingo,
Miguel Palomares Llaosa,
Jens Dakin,
Miguel Ángel Ferrer Eres
y M.ª Pilar Iborra Eres.
253
[page-n-267]
1997
Fiesta de disfraces en el pub de Caudete
de las Fuentes. De izquierda a derecha,
Begoña González Roberto,
Josep Castelló Marí,
José Enrique Liern García,
Consuelo Mata,
Suely Cristina Alburquerque de Luna,
Miguel Ángel Ferrer Eres,
Israel Espí Pérez,
M.ª Pilar Iborra Eres
y Jeroni Pau Valor Abad;
sentado,
Javier Verbena Pérez.
1998
En las escaleras de la escuela de
Caudete de las Fuentes. De izquierda
a derecha,
Halima Afrifra de Haro,
M.ª Pilar Iborra Eres
y Miguel Ángel Ferrer Eres.
2000
En Casas de la Huerta (Los Corrales de
Utiel). De izquierda a derecha
y de arriba abajo:
Adrià Pitarch,
Miguel Ángel Ferrer Eres,
Arantxa Rodríguez,
Aida Ivanco,
M.ª Isabel Serrano,
Consuelo Mata,
M.ª Carmen Arcos,
M.ª Jesús Ortega Pérez,
Marina Bartual,
Francisco Miguel García
y Luis Lozano Pérez.
254
[page-n-268]
2001
De izquierda a derecha,
Francisco Miguel García,
M.ª Carmen Arcos,
Mercedes Fuentes,
Consuelo Mata,
Joan Garibo Bodí,
Luis Lozano,
Jeroni Pau Valor
y Miguel Palomares.
2002
Excavando en la Zona A.
De izquierda a derecha,
Jeroni Pau Valor Abad,
Ignacio Serrano,
Elena Revert,
Andrea Moreno Martín,
Amalia Yerbes
y otras tres personas.
2004
Visitando las obras de
restauración:
Consuelo Mata,
Guillém Pérez Jordà
y Concha Camps (†).
255
[page-n-269]
[page-n-270]
Autores
Ernestina BADAL GARCÍA
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grupo de Investigación PREMEDOC
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
ernestina.badal@uv.es
Joan BERNABEU AUBÁN
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grupo de Investigación PREMEDOC
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
juan.bernabeu@uv.es
Marta BLASCO MARTÍN
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grup de Recerca en Arqueologia del Mediterrani (GRAM
GIUV2015-222)
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
orcid.org/0000-0002-5360-8701
marta.blasco@uv.es
Alfredo CORTELL NICOLAU
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grupo de Investigación PREMEDOC
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
alfredo.cortell-nicolau@uv.es
Carmen CUENCA-GARCÍA
Department of Archaeology and Cultural History
Norwegian University of Science and Technology
Kalvskinnet Campus, Gunnerushuset, Office A474 Erling
Skakkes gate 47B, 7012 Trondheim, Noruega
carmen@cuencagarcia.com
Carles FERRER GARCÍA
Museu de Prehistòria de València
C/ Corona 36. 46003 València
carlos.ferrer@dival.es
Elena GARCÍA MARTÍNEZ
Departamento de Conservación Preventiva
Área de Investigación y Formación
Instituto del Patrimonio Cultural de España, Madrid
maelena.garcia@mecd.es
Elisa GARCÍA-PRÓSPER
Grupo Paleolab®
Apdo. Correos 6017. 46011 Valencia
grupopaleolab@gmail.com
Oreto GARCÍA PUCHOL
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grupo de Investigación PREMEDOC
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
oreto.garcia@uv.es
Sonia de HARO POZO
Investigadora independiente
sonideharo@gmail.com
María Pilar IBORRA ERES
Investigadora independiente
mpiborraeres@gmail.com
Sonia MACHAUSE LÓPEZ
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grup de Recerca en Arqueologia del Mediterrani (GRAM
GIUV2015-222)
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
sonia.machause@uv.es
257
[page-n-271]
Consuelo MATA PARREÑO
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grup de Recerca en Arqueologia del Mediterrani (GRAM
GIUV2015-222)
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
orcid.org/0000-0002-4260-4748
consuelo.mata@uv.es
Juan Carlos MATAMALA MELLÍN
Museu de la Cuina de la Costa Catalana
Codolar, 4. 17320 Tossa de Mar (Girona)
jcmatamala@gmail.com
Amparo MARTÍNEZ RAMÍREZ
Servicio Central de Apoyo a la Investigación Experimental
Universitat de València
Dr. Moliner, 50. 46100 Burjassot
amparo.martinez@uv.es
Andrea MORENO MARTÍN
Investigadora independiente
andrea.moreno@uv.es
Enrique PARRA CREGO
Larco Química y Arte S.L.
C/ Nebli, 54. 28691 Villanueva de la Cañada (Madrid)
larcoquimica@hotmail.com
Guillem PÉREZ JORDÀ
Grupo de Investigación Arqueobiología
Instituto de Historia. CCHS, CSIC
C/ Albasanz, 26-28. 28037 Madrid
guillem.perez@uv.es
258
Manuel POLO CERDÁ
Grupo Paleolab®
Apdo. Correos 6017. 46011 Valencia
grupopaleolab@gmail.com
David QUIXAL SANTOS
Grup de Recerca en Arqueologia del Mediterrani (GRAM
GIUV2015-222)
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
david.quixal@uv.es
Pere Pau RIPOLLÈS ALEGRE
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grup de Recerca en Arqueologia del Mediterrani (GRAM
GIUV2015-222)
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
pere.p.ripolles@uv.es
Jordi TRESSERRAS I JUAN
Seminari d’Estudis i Recerques Prehistòriques
Departament d’Història i Arqueologia
Universitat de Barcelona
Montalegre, 6. 08001 Barcelona
jjuan@ub.edu
Juan USERA MATA
Departament de Botànica i Geologia
Universitat de València
C/ Dr. Moliner, 50. 46100 Burjassot (València)
juan.usera@uv.es
[page-n-272]
[page-n-273]
[page-n-274]
[page-n-275]
S E RV IC IO D E IN VESTI GACI ÓN PREHI STÓRI CA
D E L MU S E O D E PREHI STORI A DE VALENCI A
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 122
De Kelin a Los Villares
(Caudete de las Fuentes, Valencia)
Nacimiento y decadencia de una ciudad ibera
Consuelo Mata Parreño
Con la colaboración de:
E. Badal García, J. Bernabeu Aubán, M. Blasco Martín, A. Cortell Nicolau,
C. Cuenca-García, C. Ferrer García, E. García Martínez, E. García-Prósper,
O. García Puchol, S. de Haro Pozo, M. P. Iborra Eres, S. Machause López,
J. C. Matamala Mellín, A. Martínez Ramírez, A. Moreno Martín, E. Parra Crego,
G. Pérez Jordà, M. Polo Cerdá, D. Quixal Santos, P. P. Ripollès Alegre,
J. Tresserras i Juan, J. Usera Mata
DIPUTAC IÓN DE VAL E NC IA
2019
[page-n-2]
[page-n-3]
[page-n-4]
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 122
De Kelin a Los Villares
(Caudete de las Fuentes, Valencia)
Nacimiento y decadencia de una ciudad ibera
Consuelo Mata Parreño
Con la colaboración de:
Ernestina Badal García, Joan Bernabeu Aubán, Marta Blasco Martín,
Alfredo Cortell Nicolau, Carmen Cuenca-García, Carles Ferrer García,
Elena García Martínez, Elisa García-Prósper, Oreto García Puchol,
Sonia de Haro Pozo, María Pilar Iborra Eres, Sonia Machause López,
Juan Carlos Matamala Mellín, Amparo Martínez Ramírez, Andrea Moreno Martín,
Enrique Parra Crego, Guillem Pérez Jordà, Manuel Polo Cerdá, David Quixal Santos,
Pere Pau Ripollès Alegre, Jordi Tresserras i Juan, Juan Usera Mata
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
2019
[page-n-5]
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 122
La Serie de Trabajos Varios del SIP se intercambia con publicaciones dedicadas a la Prehistoria, Arqueología en general y ciencias o
disciplinas relacionadas (Antropología cultural o Etnología, Antropología física o Paleoantropología, Paleontología, Paleolingüística,
Epigrafía, Numismática, etc.), a fin de incrementar los fondos de la Biblioteca del Museu de Prehistòria de València.
We exchange Trabajos Varios del SIP with publications concerning Prehistory, Archaeology in general, and related sciences (Cultural
Anthropology or Ethnology, Physical Anthropology or Human Palaeontology, Palaeolinguistics, Epigraphy, Numismatics, etc) in order to
increase the batch of the Library of the Prehistory Museum of Valencia.
INTERCAMBIOS
Biblioteca del Museu de Prehistòria de València
Corona, 36 – 46003 València
Tel.: +34 963 883 599; Fax: +34 963 883 536
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Los Trabajos Varios del SIP y el resto de publicaciones del Museu de Prehistòria de València son de libre acceso en la URL permanente:
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Edita: MUSEU DE PREHISTÒRIA DE VALÈNCIA – DIPUTACIÓ DE VALÈNCIA
Creative Commons. Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España (CC BY-NC-SA 3.0)
Excepto para aquellas imágenes donde se indican reservas de derechos
ISBN: 978-84-7795-840-6
eISSN: 1989–540
Depósito legal: V3663-2019
Diseño y maquetación: Eva Collado, Jin Mori, MG
Imprime: Grafimar / www.grafimar.com
[page-n-6]
“Tú mismo has escogido tu camino, Miri-Mon, ve y que Dios te guarde:
algunos de tus abuelos fueron a la guerra, otros se dedicaron al comercio;
tú deseas dedicarte a la verdad. Todos han hecho según su designio.
Sin embargo, guárdate de levantar la ira del poderoso o de insultar a la prostituta,
sé como la historia, que escucha a todo el que habla sin inclinarse ante nadie,
para luego entregar la pura verdad a los que observan.
Me alegré de abandonar la inactividad y adentrarme en el flujo de la historia,
que no conoce principio ni fin, y que añade a su curso todo lo que merece la pena,
en una ola persistente de amor a la verdad eterna…”
(Akhenatón, de N. Mahfuz; traducción de A. Mestres Valero)
[page-n-7]
[page-n-8]
Índice
1. INTRODUCCIÓN
1
Balance de trece campañas de excavación
2
Antecedentes4
La Zona B, Sector 0
4
Una compleja secuencia estratigráfica
5
Nota aclaratoria
5
2. LOS HALLAZGOS EN PIEDRA TALLADA DE KELIN. ¿EVIDENCIAS
DE OCUPACIONES PREHISTÓRICAS? (O. García Puchol y A. Cortell Nicolau)
Los materiales
Las estructuras
3. LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO (SIGLO VII A. C. - PRIMER CUARTO S. VI A. C.)
Nivel 1
7
7
9
11
11
Las construcciones
11
Los materiales
12
La cronología
Nivel 2
14
15
Conjunto 1
15
Conjunto 2
16
Conjunto 3
17
Conjunto 4
18
Otras estructuras y espacios de circulación
19
Los materiales
20
La cronología
23
Nivel 3
23
Conjunto 1
23
Conjunto 2
24
Conjunto 3
25
Conjunto 4
27
Conjunto 5
27
Los espacios de circulación
27
Los materiales
27
La cronología
31
VII
[page-n-9]
Nivel 4
31
Conjunto 1
31
Conjunto 2
32
Conjuntos 3 y 4
32
Los espacios de circulación
35
Los materiales
35
La cronología
Los materiales de la primera Edad del Hierro
Las cerámicas
La cerámica a mano tosca
La cerámica a mano semicuidada
La cerámica a mano cuidada sin decoración
La cerámica a mano cuidada con decoración incisa
La cerámica a mano cuidada con decoración pintada
La cerámica a mano con decoración grafitada
La cerámica a torno fenicio-occidental
La cerámica a torno antigua
40
40
40
40
41
43
43
44
45
48
48
Los objetos metálicos
49
Bronce49
Hierro51
Los objetos de hueso y asta (M. Blasco Martín)
51
Los objetos de piedra
52
Otros53
Las actividades económicas
El paisaje vegetal a través del registro antracológico (S. de Haro Pozo)
54
54
La actividad agrícola (G. Pérez Jordà)
54
Nivel 1
55
Nivel 2
55
Nivel 3
56
Nivel 4
56
Conclusiones56
La actividad ganadera y la caza (M. P. Iborra Eres)
57
Nivel 1
57
Nivel 2
57
Nivel 3
57
Nivel 4
57
Conclusiones58
Las primeras unidades domésticas
4. EL HORIZONTE IBÉRICO (SEGUNDO CUARTO S. VI A. C. - PRIMER CUARTO S. II A. C.)
VIII
59
61
El siglo VI a. C. (Nivel 5)
61
Conjunto 2 / Vivienda 3
61
Conjuntos 3 y 4 / Departamento 20
64
Conjunto 5 / Vivienda 2
65
Otras estructuras y espacios de circulación
66
Los materiales
Las cerámicas
Los objetos de metal y piedra
69
69
71
Las actividades económicas
El paisaje vegetal a través del registro antracológico (S. de Haro Pozo)
La actividad agrícola (G. Pérez Jordà)
La actividad ganadera y la caza (M. P. Iborra Eres)
71
71
74
74
La cronología
76
[page-n-10]
El siglo V a. C. (Nivel 6)
Vivienda 2
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Vivienda 3
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Departamento 19
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Departamento 20
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Departamentos 22 y 23
Los espacios de circulación
Los materiales
Las cerámicas
Los objetos de metal y piedra
Las actividades económicas
El paisaje vegetal a través del registro antracológico (S. de Haro Pozo)
La actividad agrícola (G. Pérez Jordà)
La actividad ganadera y la caza (M. P. Iborra Eres)
Del siglo IV al primer cuarto del siglo II a. C. (Nivel 7)
Vivienda 2
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Vivienda 3
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Departamento 19
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Departamento 20
Fase 1
Fase 2
Fase 3
Otras estructuras y los espacios de circulación
Intervenciones puntuales en la Zona A
Los materiales
Las cerámicas
Objetos metálicos
Objetos de piedra
Objetos de hueso y marfil (M. Blasco Martín)
Las actividades económicas
El paisaje y los recursos forestales a través del registro antracológico (S. de Haro Pozo)
La actividad agrícola (G. Pérez Jordà)
La actividad ganadera y la caza (M. P. Iborra Eres)
Actividades de transformación y comerciales
La cronología
76
76
76
76
76
77
77
78
78
78
79
79
79
81
81
82
82
86
86
86
86
87
88
88
88
89
90
90
90
90
90
93
93
97
97
97
97
97
101
101
101
103
103
104
104
104
109
119
123
123
124
124
126
129
131
132
IX
[page-n-11]
Valoración y evolución de los espacios y de sus habitantes desde el s. VI a. C. hasta
el primer cuarto del s. II a. C.
132
La Vivienda 2
134
La Vivienda 3
137
Los departamentos 19 y 20
138
La Vivienda 1, Zona A
138
La Vivienda 4, Zona A
139
Aproximación al número de habitantes
139
5. EL MOMENTO FINAL: LOS SIGLOS II-I A. C. (NIVEL 8)
141
Las estructuras
Los materiales
La actividad ganadera y la caza (M. P. Iborra Eres)
La cronología
141
141
147
148
6. LA OCUPACIÓN DE ÉPOCA ISLÁMICA (NIVEL 9)
149
Fosas 34 (UE 0223) y 38 (UE 0275)
Fosas 40 (UE 0385) y 41 (UE 0532)
Fosas 32 (UE 0188), 21 (UE 0124) y 20 (UE 0121)
Fosas 17 (UE 0120), 19 (UE 0123) y 18 (UE 0122)
Fosas 50 (UE 0500), 35 (UE 0494) y 1 (UE 0024)
Fosa 33 (UE 0496)
Fosas 10 (UE 0058), 11 (UE 0073) y 12 (0085)
Fosas 13 (UE 0083), 14 (UE 0084) y 2 (UE 0010)
Fosas 15 (UE 0100), 8 (UE 0071) y 24 (UE 0145)
Fosas 28 (UE 0150), 29 (UE 0151) y 30 (UE 0152)
La UE 0105
Fosas 25 (UE 0126), 26 (UE 0135) y 27 (UE 0136)
Los materiales y los restos biológicos
149
149
150
150
151
152
152
154
155
155
157
157
158
Piezas de hueso y asta (M. Blasco Martín)
159
La actividad ganadera y la caza durante la ocupación islámica (M. P. Iborra Eres)
160
7. LOS MATERIALES SUPERFICIALES
161
8. LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS Y EQUIPAMIENTOS A TRAVÉS DEL TIEMPO
169
Muros (M)
169
Muros de adobe
169
Muros con zócalo de piedra y alzado de adobe
170
Postes (AP)
Revestimientos y cubiertas
Suelos (P)
Bancos (B)
Accesos (PR)
Hogares (H)
Fosas (F)
9. REVELANDO LA TRAMA URBANÍSTICA DE KELIN DE FORMA NO-DESTRUCTIVA:
UNA APROXIMACIÓN MAGNETOMÉTRICA (C. Cuenca-García)
172
173
173
176
176
180
182
185
Método de prospección magnetométrica
185
Recogida de datos
186
Resultados e interpretación
186
Conclusiones186
X
[page-n-12]
10. LOS ENTERRAMIENTOS INFANTILES
189
Localización189
Estudio bioantropológico y paleopatológico (E. García-Prósper y M. Polo Cerdá)
189
Objetivos190
Material190
Metodología191
Resultados191
Individuo UE 0200-1 (Nº cat. SIP 23.939)
191
Individuos UE 5011 (Nº cat. SIP 23.940)
191
Individuo Dep. 1b-83 (Nº cat. SIP 45.194)
194
Individuo UE 0490 (Nº cat. SIP 23.941)
195
Individuo Sondeo III c-4 (Nº cat. SIP 45.195)
196
Individuo UE 0514 (Nº cat. SIP 21.633)
197
Individuo UE 0516 (Nº cat. SIP 21.632)
198
Discusión198
Determinación del sexo de restos humanos arqueológicos (A. Martínez Ramírez)
200
Material y métodos
Las muestras
Extracción del ADN (Kalmár et al. 2000)
Amplificación del ADN mediante PCR
200
200
200
201
Resultados y discusión
201
11. LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DE LA CIUDAD IBÉRICA DE KELIN
(SIGLOS VI-I A.N.E.) (A. Moreno Martín, D. Quixal Santos y S. Machause López)
203
Contexto cronocultural y geográfico
204
Patrón de asentamiento
204
Evolución del poblamiento (siglos VI-I a.n.e.)
206
Otras variables del análisis territorial
207
Ejes viarios y rutas de comunicación: la articulación del territorio
y su conexión con territorios vecinos
207
La visibilidad e intervisibilidad: control y dominio sobre el espacio
209
La explotación económica del entorno: hábitat periurbano, productividad y recursos naturales
210
La esfera sacra: las cuevas rituales y los procesos de territorialización
211
Otras evidencias de carácter simbólico
213
Conclusiones214
12. LA MONEDA EN LA CIUDAD IBÉRICA DE KELIN (P. P. Ripollès Alegre)
215
13. ANALÍTICAS
219
Dos fechas de carbono 14 (J. Bernabeu Aubán)
219
Estudi de continguts de recipients i microrestes vegetals (fitòlits, midons i fibres)
(J. Tresserras i Juan i J. C. Matamala Mellín)
219
Metodologia219
Resultats219
Conclusions219
Restauración y análisis químico de un caldero de bronce (E. García Martínez y E. Parra Crego)
223
Estado de conservación
223
Tratamiento realizado
223
Análisis químico
223
Resultados224
Identificación de madera adherida a un objeto de hierro (E. Badal García)
224
XI
[page-n-13]
Estudio de visu de un fragmento escultórico procedente de Los Villares
(C. Ferrer García y J. Usera Mata)
Introducción y método
225
225
Resultados225
Discusión226
Conclusiones preliminares
14. LA PUESTA EN VALOR (C. Mata Parreño y G. Pérez Jordà)
226
Actuaciones en el yacimiento
Restauración y consolidación
227
227
228
Criterios de la intervención
La obra de mampostería
La obra de tierra
Las calles
Los desniveles
228
228
228
230
230
La intervención
La Zona A
La Zona B
230
230
230
Los paneles informativos
232
En la población
233
Mantenimiento de la intervención
233
La colección museográfica “Luis García de Fuentes”
233
Promoción234
15. SÍNTESIS
235
BIBLIOGRAFÍA239
GALERÍA DE FOTOGRAFÍAS
251
AUTORES257
XII
[page-n-14]
1
INTRODUCCIÓN
En 1991 se publicaba, en esta misma Serie de Trabajos Varios, la segunda monografía sobre Los Villares de Caudete de
las Fuentes. En ella se recogían íntegramente todos los materiales de las excavaciones de Enrique Pla Ballester (1980),
así como los procedentes de las campañas que dirigió con
Milagro Gil-Mascarell (Mata 1991). Unos años más tarde, la
Dirección General de Patrimonio de la Generalitat Valenciana publicó en un CD la memoria de las campañas de 1986 a
1988 (Mata et al. 1999). En esta nueva monografía se dan a
conocer las últimas actuaciones realizadas sobre el asentamiento, entre 1989 y 2004, para abrir una nueva etapa en la
investigación del lugar.
De los objetivos de futuro planteados en 1991, unos se han
hecho realidad y otros siguen siendo futuribles, en algunos casos con pocas perspectivas de realizarse (Mata 1991, 24). Siguiendo el mismo orden de entonces, se puede decir que:
- La concienciación de vecinos y autoridades locales ha
avanzado bastante en lo que respecta a tener en cuenta el yacimiento como un bien cultural a proteger, sobre todo el área vallada. Mucho más difícil es hacer entender que el asentamiento
es mucho mayor y que todo él debe protegerse. Por ello, todavía
se producen actuaciones sin control arqueológico fuera del recinto. En estos años, se ha tenido constancia de la colocación
de una tubería de riego por goteo, en 2000, que atravesó las
Zonas D, E y F con una zanja de unos 180 x 1 m y profundidad
indeterminada (Fig. 1.1 A); en 2006 se limpiaron a máquina los
arcenes de la carretera local a Los Isidros afectando a la parte
más baja de la Zona R, sacando a la luz nuevas alineaciones de
mampostería (Fig. 1.1 B); y, en 2015, se arrancaron las vides de
la Zona H (Fig. 1.1 C).
- La compra de terrenos y su posterior protección no ha sido
posible hasta el momento y, desgraciadamente, tampoco parece
viable en un futuro próximo. Sin embargo, la espada de Damocles pende sobre un lugar en el que una buena parte de los
propietarios no quiere o no puede continuar con su explotación
agrícola, muy cerca de la población y en una época en la que
las recalificaciones de terrenos han estado a la orden del día
y pueden volver a estarlo. Con el fin de paliar alguna de estas
carencias, el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia solicitó, en 2006, a la Dirección General de
Patrimonio de la Generalitat Valenciana que iniciara el expediente de incoación como Bien de Interés Cultural, existiendo
en el día de hoy una declaración genérica.
- De los trabajos arqueológicos previstos, se ha cumplido
plenamente la propuesta de trabajar en área pues, aunque en
1991 se abrieron unos 100 m2, finalmente se han excavado algo
más 400 m2 entre las Zonas A y B. La realización de nuevos
sondeos fuera de la zona protegida se desestimó por las limitaciones del espacio en que se permitía actuar y para no facilitar,
aún más, la tarea de los buscadores de tesoros.
- Las investigaciones complementarias también se han
desarrollado de acuerdo con lo previsto pues se han hecho
estudios completos sobre la fauna, las semillas y los carbones, así como algunos parciales de residuos, de metales (Ferrer Eres et al. 2002 a y b) y antropológicos, incluso se ha
hecho una magnetometría preliminar en las Zonas A y B que,
aunque se dio a conocer en su día (Cuenca-García et al. 2014,
96-97), se vuelve a recoger en este volumen. Paralelamente
a las excavaciones, se inició un proyecto de investigación
dirigido al estudio del territorio en cuyo marco se prospectó parte de la comarca de Requena-Utiel.1 Sus resultados se
han publicado en diversos trabajos sobre la organización territorial (Duarte et al. 2000; Mata et al. 2000, 2001 a y b,
2009 y 2012; Moreno 2011; Quixal 2015; Quixal et al. 2007).
Además, se realizaron excavaciones en asentamientos rura-
1 Proyectos financiados por la IVEI (1992-1993), la Universitat de
València (1993-1994) y la Generalitat Valenciana (1995-1997).
1
[page-n-15]
A
C
B
D
Fig. 1.1. A.- Terraza de la zona F afectada por una tubería de riego por goteo (año 2000). B.- Zona R tras la limpieza de 2006. C.- Zona H
después de arrancar las vides en 2015. D.- Vista parcial de la excavación de 1984.
les, completando la visión proporcionada por el lugar central
(Pérez Jordà et al. 2007; Quixal et al. 2008, 2010, 2011, 2012
y 2016).2 También se revisaron y publicaron excavaciones
antiguas (Lozano 2006; Machause 2017; Machause y Quixal
2018; Valor 2004). El panorama territorial se completa con
los trabajos realizados por otros equipos de investigación e
intervenciones de urgencia.
- Finalmente, la puesta en valor se pudo llevar cabo entre 2003 y 2004 gracias a los Fondos Europeos Leader Plus
que el Ayuntamiento de Caudete de las Fuentes se encargó
de solicitar. Y entre 2017 y 2018 el Museu de Prehistòria de
València acometió una reestructuración integral de la Colección Museográfica.
Y, en 2019 ¿cuáles son las perspectivas de futuro para Kelin?
- Sería deseable y aconsejable la compra y protección de los
terrenos particulares, especialmente aquellos que van abandonándose para el cultivo.
- Conseguir que el Recinto Arqueológico Kelin y la Colección Museográfica tengan un horario de apertura consolidado. Hoy por hoy, sólo se pueden visitar mediante cita previa, en determinados meses al año gracias a las ayudas de la
Ruta del Ibers y en jornadas de puertas abiertas, mientras se
sigan realizando.
2 En Agosto de 2017 se hizo una campaña en Los Chotiles (Sinarcas).
2
- A nivel de investigación, las nuevas actuaciones que se inicien
en Kelin deberán tener en cuenta la complejidad de la estratificación y actuar en áreas mucho más extensas que hasta ahora, así
como elegir las zonas donde actuar en función de los datos que se
manejan en la actualidad y los que se puedan obtener en el futuro.
- Y en el territorio, intensificar la prospección en determinadas zonas, continuar las excavaciones selectivas y seguir buscando la necrópolis de Kelin.
BALANCE DE TRECE CAMPAÑAS DE EXCAVACIÓN
Merece la pena realizar un balance, aunque sea somero, de lo
que fueron las 13 campañas que ahora se publican. Y ello por
muchas razones, aunque solo se enumeren algunas:
- Porque, a priori, parecen muchos años de trabajo pero si se
suman los días de estancia en el campo, no son tantos (Fig. 1.2).
Muchas más han sido las horas dedicadas a trabajo de laboratorio y no aparecen registradas en lugar alguno.
- Porque las campañas cortas requieren el mismo esfuerzo
de organización que una larga, pero son menos rentables a todos
los niveles.
- Porque la financiación, salvo los últimos años, siempre ha
sido escasa dificultando la planificación de los trabajos y la consolidación de los equipos de investigación (Fig. 1.2).
- Y porque todas las personas que han pasado por Los Villares han hecho posible, con su pequeña o gran contribución, que
este libro vea la luz. Gracias a todas ellas.
[page-n-16]
Fig. 1.2. Duración y coste de las campañas de excavación que se publican.
Año
Días
Participantes
Financiación en €
1989
1990
1991
1993
1994
1995
1996
1997
1998
2000
2001
2002
2004
15
33
20
21
30
29
11
19
22
59
40
20
80
5
23
15
18
21
23
5
10
13
27
19
11
7
4507
6092
9015
7512
6611
6000
3606
4207
6581
18 000
11 419
4808
120 000
TOTAL
399
197
208 358
En las trece campañas participaron casi doscientas personas,
con las que hemos compartido horas de trabajo, pero también
de diversión (vid. Galería de fotos). Espero no haber olvidado a
nadie y si es así, también espero que sepan disculparme porque
no ha habido intencionalidad en ello.
En Caudete de las Fuentes muchas fueron las personas
que nos ayudaron a pasar días agradables: el Ayuntamiento
con todos los alcaldes, concejales y personal de administración y servicios, la dirección y el profesorado del CRA Oleana porque permitieron nuestro alojamiento durante muchos
años en las instalaciones escolares, a nuestras cocineras de
muchos años Consuelo y Angelita, a las personas que nos
facilitaron una vivienda de alquiler, a los dueños y personal
de los restaurantes Cris (que cerró el 2018) y Fuente Chica
(ahora en otras manos) y, en definitiva, a la mayor parte de
los vecinos de Caudete de las Fuentes que se interesaron, año
tras año, por nuestro trabajo.
En el trabajo de campo:3 Enrique (de Utiel, 93), José (de
Caudete de las Fuentes, 93), Myriam (94), Pepa (93), Ramón
(de Caudete de las Fuentes, 93), Santiago (94), Halima Afrifra de Haro (98), Suely Cristina Alburquerque de Luna (97),
Francisca Alcalá (94), Mª Carmen Arcos (00, 01), Miguel Ángel
Arenas Haro (98), María Barberán (01), Marina Bartual (00),
Olimpia Bas (02), Amparo Bellvís (02), Raquel Besé (95), Gustavo Bengoechea Santamaría (98), Inés Blay (01), Julia Bou
(94, 95), Nick Bronghal (95), Sonia Cañada (01), Lorenzo Carballo (01), Josep Castelló i Marí (91, 93), Benjamín Collado (95
y 98), Esther Company (01), Sonia de la Concepción Escudero
(94), Jens Dakin (95), Inés Domingo (94, 95), Ana Isabel Ferrer
(01), Yolanda Fons (94), Rosa Font (94, 95), Francisco Miguel
García (00, 01), Bárbara García Sevilla (98), Sergio Gómez
(94), Cayetana Gomis Fletcher (00), Begoña González Roberto (97), Lee Hibberd (95), Marc Hutchinson (95), Aida Ivanco
(00), Arantxa Jansen (00, 01), José Luis Laguarda (01), José
3 Entre paréntesis año de la campaña en la que participaron.
Entidad
Generalitat Valenciana
Foundation Field Research, Generalitat Valenciana
Generalitat Valenciana
Generalitat Valenciana
Generalitat Valenciana
Generalitat Valenciana
Generalitat Valenciana
Generalitat Valenciana
Diputació de València
Generalitat Valenciana
Diputació de València
Diputació de València
Terra i Mar, Fondos Leader Plus
Enrique Liern García (97), Carles Llopis Márquez (00), Sonia
López (98), Olga López (02), Rubén López (00), José Miguel
Maeso (de Caudete de las Fuentes, 90), Javier Máñez (00), Carmen Martínez (93), Manuel Martínez (93), Luis Mesa Caballero
(01), Jordi Montero (01), Julio Moreno Navalón (de Caudete de
las Fuentes, 91 y 93), Magdalena Moskal (04), Ana Muñoz (01),
Laura Muñoz García (00), Javier Navarro (89), Ibán Navarro
(00), Gustavo Núñez (01), Mª Jesús Ortega Pérez (00), Álvaro
Ortiz (de Caudete de las Fuentes, 93, 94, 95), Patty Page (90),
Joan Palmer (01), Juan Pedro Pellón (94), Javier Pérez Verbena
(97), Herminia Piquer (94, 95), Adrià Pitarch (00), Sara Prades
Plaza (00), Miguel Requena Jiménez (90), Elena Revert (01,
02), Francisco de Manuel Rioja (00, 01), Vicent Rius i Banyuls
(90, 91), Arantxa Rodríguez (00), Guillermo Rodríguez (01),
José Antonio Rodríguez Traver (96), Francisca Rubio (91, 93,
95), Lorena Ruiz Soriano (00), Enrique Ruiz Val (89, 90), Juan
Salazar Bonet (94, 96), Belén Sánchez (98), Vicent Sanz Duart
(95), Mª Isabel Serrano Gil (00), Ignacio Serrano (01, 02), Lucía Soria Combadiera (89, 95), Araceli Soto Pérez (00), Begoña
Tello Tapia (89, 90), Josep Lluís Tormo (91), Amparo Valcárcel (00, 01), Miguel Ángel Valero Tébar (94), Josefa Vázquez
(91), Javier Verbena Pérez (97), Teresa Villalba Babiloni (91),
Marta Viña (00), Christine Werner (98), Amalia Yerbes (01, 02),
Anna Zalewska (97) y Braulio Zornoza (01). Y los ciudadanos
de EE.UU. que participaron en la campaña de 1990 (Peter, Ross,
Sacha, Chaiya, Andy, Paul, Joan y Stephan).
Pero si a todos ellos debo agradecerles su dedicación y entrega durante unas semanas de su vida a Los Villares, no sería justo meterlos a todos en el mismo saco. Es evidente que
algunas personas han dejado una huella más profunda en su
paso por este yacimiento, desde los primeros –Mª Angels Martí
Bonafé (90, 91, 93, 94, 95), Jordi García Gozálbez (90, 91,
93, 94), Miguel Ángel Ferrer Eres (90, 91, 93, 94, 95, 96, 97,
98, 00), Mª Pilar Iborra Eres (90, 91, 93, 95, 96, 97, 98, 00),
Francesc Xavier Vidal Ferrús (90, 91, 93, 94), Carme Vidal
Benavent (89, 90, 93, 95), Elena Grau Almero (91, 93, 94, 95),
Israel Espí Pérez (91, 93, 94, 95, 96, 97), Luis Miguel García
3
[page-n-17]
Navalón (de Caudete de las Fuentes, 90, 91)– hasta los últimos
–Francesc Xavier Duarte Martínez (95, 98, 00, 01, 02), Mercedes Fuentes Albero (01, 02), Joan Garibo Bodí (00, 01), Luis
Lozano Pérez (00, 01, 02), Andrea Moreno Martín (02, 04),
Miguel Palomares Llaosa (de Caudete de las Fuentes, 93, 94,
95, 97, 98, 00), Guillem Pérez Jordá (93, 95, 00, 04) y Jeroni
Pau Valor Abad (97, 98, 00, 01, 02).
Tampoco puedo olvidar a todos aquellos que han hecho posible que haya una parte gráfica adecuada a los tiempos actuales, sobre todo porque desde 1989, año de la primera campaña
de este volumen, las técnicas disponibles han cambiado vertiginosamente. Las planimetrías y dibujos de material que se
empezaron haciendo sobre papel vegetal, pasaron rápidamente
a papel poliéster. Desde 1996 los materiales se dibujaban a ordenador pero sólo desde 2000 se contó con los medios técnicos,
humanos y financieros para digitalizar todas las planimetrías
y volcar a una base de datos todas las fichas de registro (FileMaker). Finalmente, las imágenes virtuales que existen se pudieron hacer con el proyecto de puesta en valor durante los años
2003 y 2004. Mi agradecimiento por todo ello a Yolanda Carrión Marco, Emili Cortell, Francesc Xavier Duarte Martínez,
Elisa Garcia-Prósper, Joan Garibo Bodí, Luis Lozano Pérez,
Mª Ángels Martí Bonafé, Miguel Palomares Llaosa, Guillermo
Pascual Berlanga, Ignacio Pastor, David Quixal Santos, Josep
María Segura, Ángel Sánchez Molina, Jeroni Pau Valor Abad,
las empresas ENTORN S.L. y GLOBAL MEDITERRÁNEA,
a todas las personas que –además de participar en el trabajo de
campo– también fueron a inventariar y dibujar materiales entre
campaña y campaña, y a todos/as los/as colegas que aceptaron
participar en este volumen aportando su saber. Y, por último, a
Eva Collado Mataix que ha tenido la paciencia de tratar, unificar y mejorar toda la parte gráfica que se publica (y la que no
se publica).
ANTECEDENTES
Las primeras actuaciones sobre Kelin fueron el punto de referencia a partir del cual se planificó el proyecto de excavación
que ahora se publica.
Desde los trabajos de Enrique Pla en la Zona A (Pla 1980)
no se había trabajado en extensión pues las campañas subsiguientes se dedicaron a comprobar la secuencia estratigráfica
a lo largo y ancho de la superficie ocupada por el asentamiento
(Mata 1991; Mata et al. 1999).
En 1980, Pla estableció una secuencia de cinco niveles
constructivos fechados entre el final de la Edad del Bronce y
el primer cuarto del siglo I a. C. (Pla 1980, 69-75). La revisión
completa de toda la documentación de dichas excavaciones permitió confirmar que, en efecto, hubo cinco niveles constructivos
sucesivos pero se precisó la cronología inicial al comprobarse la presencia de cerámica fenicia occidental desde el inicio
del asentamiento, es decir, en la primera Edad del Hierro (Mata
1991, cap. V).
Los trabajos desarrollados entre 1986 y 1988 documentaron esta sucesión constructiva en varias zonas del yacimiento, confirmándose que el asentamiento tuvo un gran tamaño
desde el siglo VII a. C. Al mismo tiempo se pudo constatar
una mayor complejidad en la secuencia estratigráfica, lo que
obligó a establecer una subdivisión de los cinco niveles es4
tablecidos (los Niveles I y IV se dividieron en a y b) y se
documentaron, por primera vez, fosas de cronología islámica
(Mata et al. 1993 y 1999).
La necesidad de intervenir en un área amplia se hacía cada
vez más acuciante porque los pequeños sondeos realizados durante esos años plantearon nuevos interrogantes sobre la evolución temporal. Y esto es precisamente la peculiaridad de este lugar, lo que diferencia a Kelin de otros yacimientos valencianos:
la continuidad del hábitat entre el siglo VII y el I a. C.
¿Y por qué se eligió excavar en la Zona B, Sector 0? En
campañas precedentes, en las Zonas M y J se encontraron restos constructivos bien conservados de los siglos VI y VII a. C.
respectivamente, pero en ambos lugares las posibilidades de
actuación eran, y siguen siendo, limitadas debido a que se encuentran en cultivo (Mata et al. 1993; Mata 2006). En cambio,
en las intervenciones de 1982 y 1984, en la Zona B, no salieron
estructuras del Ibérico Pleno, es decir, tras la capa superficial se
recogieron abundantes materiales del siglo VI a. C. (Fig. 1.1 D)
o, al menos, eso parecía (Mata 1991, 11 y 13). De acuerdo con
esta información y el interés por documentar restos anteriores
al siglo V a. C. motivaron la elección de esta zona y este sector.
¡Nada más lejos de la realidad!
Por otro lado, la aprobación del proyecto de consolidación y
puesta en valor de las zonas excavadas llevó a realizar dos pequeñas intervenciones en la Zona A, cuyos resultados también
se recogen en este volumen.
LA ZONA B, SECTOR 0
Las dos parcelas compradas y valladas por la Diputación de València tienen una extensión de 1 ha. En la Zona A (4300 m2) se
desarrollaron las primeras campañas de excavación, mientras que
en la Zona B (5700 m2) se intervino por primera vez en 1982. Una
característica común a ambas parcelas es que no han sido trabajadas con maquinaria agrícola moderna y se dedicaron al cereal,
sin llegar a sufrir la transformación para plantar vides, almendros
y olivos como sucede en el resto de parcelas. Por ello, las construcciones antiguas aparecen tras una delgada capa superficial.
En la esquina SE de la parcela, hay tres almendros que debieron
constituir un límite con la parcela contigua, además de estar en un
cambio de nivel, puesto que entre ambas parcelas (B y C) existe
un desnivel de casi un par de metros. Su existencia apenas ha
afectado a los restos pero ha limitado la prolongación de la superficie a excavar por el lado oriental. Del mismo modo, la colocación de la valla ha provocado que algunas estructuras quedaran
incompletas por el lado meridional.
En un primer momento se acotaron dos cuadrículas de 5 x 5
m al N de los sondeos que permanecían abiertos desde 1982 y
1984. En los años siguientes, se fue ampliando la superficie en la
dirección que marcaban las estructuras que iban saliendo, con el
fin de excavar conjuntos completos. De este modo se abrieron un
total de 16 cuadrículas de 5 x 5, en las que quedaron englobados
los sondeos anteriores. En total una superficie de poco más de 400
m2 (Fig. 1.3). Ésta se consideró suficiente para conseguir el objetivo propuesto, esto es, completar estructuras de todos los niveles
documentados en años anteriores. La conclusión de los trabajos ha
dejado patente que esta superficie ha sido insuficiente para comprender la organización urbana de los momentos más antiguos,
pero ha sido realista dada la financiación con la que se contó y la
intención de hacer un proyecto realizable en el tiempo.
[page-n-18]
Fig. 1.3. Vista aérea de las zonas
A y B (año 2004) (fotografía J.
Viana).
UNA COMPLEJA SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA
La simplicidad con que Pla expuso, en la primera monografía, la
estratigrafía de Kelin y la sucesión de estructuras empezó a ponerse en duda cuando en el mismo volumen se intenta explicar
la presencia de materiales de diferente cronología en el estrato
III de las campañas 1979/ 80 (Pla 1980, 65-68). La complejidad se hizo evidente con el estudio a fondo de estas primeras
campañas y con las actuaciones de 1983 al observar la posible
reutilización como banco de un muro más antiguo (Mata 1991,
17). La continuidad de los trabajos no hizo más que confirmar
dicha complejidad pero, los reducidos espacios excavados no
permitieron más que aventurar hipótesis.
En 1987, se identificaron las primeras fosas islámicas, circunstancia que sería de gran utilidad para los trabajos posteriores ya que, en la Zona A, Pla nunca se topó con ellas (Mata et
al. 1993). Estas primeras fosas y, sobre todo, las que vinieron
a continuación complican enormemente la interpretación de las
estructuras más antiguas puesto que perforan todos los niveles
arqueológicos y, en muchos casos, también la roca base.
Pero siendo las fosas un elemento perturbador importante, no
son el hecho más complejo de la secuencia. La mayor complicación está provocada por la continuidad de la ocupación sin grandes sobresaltos que obliguen a la población a rehacer por completo sus viviendas. Esto, que se había señalado ya (Mata 1991,
24), se muestra ahora con todas sus consecuencias pues, hasta
llegar a las construcciones de finales del siglo III y primer cuarto
del II a. C., lo que se puede ver es una utilización continuada
de los espacios construidos en los que se hicieron reparaciones y
modificaciones sin apenas cambiar el nivel de uso; las estructuras
obsoletas no siempre se colmatan, también se arrasan, se recortan
y se recrecen. Muchas de ellas desaparecieron o quedaron enmascaradas por las posteriores. Esto significa que a una cota determinada, no siempre se están viendo estructuras contemporáneas.
Por su parte, la roca base, sobre la que se asientan algunos
muros y que es perforada por fosas y agujeros de poste, muestra
un importante desnivel en dirección O-E.
Todo ello han sido inconvenientes a la hora de la interpretación, pero son propios de los procesos deposicionales y no se
pueden evitar; en cambio, hay otros problemas que se crearon
a lo largo de las campañas de excavación y que es necesario
explicitar y explicar.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que hasta los últimos años del proyecto las campañas tenían una corta duración;
ello suponía abandonar la excavación y conservarla en condiciones para el año siguiente, cosa que no se puede conseguir
plenamente debido a los agentes meteorológicos adversos.
En segundo lugar, la filosofía de la intervención era no profundizar en lugares puntuales sino ir exhumando los distintos
niveles de hábitat en toda el área. Esta tarea empezó a complicarse nada más traspasar los suelos de las viviendas ibéricas y
constatar que no había forma de localizar, completas, las construcciones infrapuestas.
Y, finalmente, sólo cuando, en el año 2000, decidí, bien
aconsejada por mis colaboradores, eliminar todas las estructuras
de cronología ibérica, empezaron a tener coherencia los hogares, agujeros de poste, restos de suelo, trozos de muros…. Pero,
en muchos casos, el mal ya estaba hecho, pues algunas estructuras localizadas bajo los muros ibéricos no se han podido relacionar fácilmente con los niveles excavados en años anteriores.
A pesar de todo, la imagen final de la evolución del asentamiento en este sector no ha quedado distorsionada gravemente
por este error de planificación. Y, sobre todo, porque quedan
todavía más de 9 ha en las que intervenir, subsanar los errores
y completar la interpretación de este importante asentamiento.
NOTA ACLARATORIA
Con el fin de facilitar la explicación de la secuencia, se diferenciarán niveles constructivos, es decir, momentos en los que hay
cambios sustanciales en los espacios ocupados, y fases, es decir,
pequeñas remodelaciones que no afectan a todos los espacios. En
todos los casos se recurrirá a la utilización de uno o dos dígitos
para hacer referencia a las mismas (por ejemplo, el Nivel 1 puede
5
[page-n-19]
subdividirse en 11, 12, etc., en función de las remodelaciones apreciadas y así sucesivamente en los demás niveles constructivos). La
descripción se hará por conjuntos, cuya numeración se mantendrá
siempre que haya una correspondencia clara (tercer dígito). Por
tanto 212, será Nivel 2, Fase 1, Conjunto 2.
En los planos, se representan en color negro las estructuras y equipamientos de un nivel y fase, y en verde los elementos que perduran de niveles y fases anteriores.
6
En la edición impresa no se han incorporado los inventarios
de los materiales. Esta información sí se añade como contenido
extra al final de la versión digital en pdf, accesible en su correspondiente URI (mupreva.org/pub/1037).
En el Museu de Prehistòria de València se ha depositado
toda la documentación generada durante las campañas de excavación (fotos, diapositivas, dibujos, fichas y planos originales),
así como todo lo que se digitalizó posteriormente.
[page-n-20]
2
LOS HALLAZGOS EN PIEDRA TALLADA DE KELIN
¿EVIDENCIAS DE OCUPACIONES PREHISTÓRICAS?
O. García Puchol y A. Cortell Nicolau
En las siguientes líneas vamos a centrar nuestro interés en una
serie de hallazgos dispersos entre los niveles y estructuras excavados en el asentamiento de Kelin que evocan la posible existencia de ocupaciones de cronología prehistórica.
La revisión de las primeras excavaciones permitió centrar
la cronología inicial del asentamiento en la primera mitad del
siglo VII a. C. (Mata 1991), datación que la continuidad de los
trabajos no ha desmentido. No obstante, tanto en excavación
como en superficie, se han encontrado objetos de piedra pulida,
lascas y útiles de sílex que, en ningún caso, se pueden asociar a
los momentos protohistóricos de Kelin.
Estas piezas se encuentran por toda la superficie del asentamiento como se puede apreciar en las ya publicadas (Zonas A,
B, C, L y N) (Mata 1991, 175, figs. 93, 5, 94, 7 y 10; Mata et al.
1999) (Fig. 2.1). En total hay algo más de cincuenta piezas de
sílex, pero lo interesante no es el número sino que entre ellas se
puedan contabilizar diez útiles retocados, un fragmento de brazalete de piedra, una cuenta de collar discoidal y cuatro azuelas
de piedra pulida, una de ellas encontrada en una zona limítrofe
a Los Villares pero fuera de lo que se considera propiamente el
asentamiento (Zona 4) (Fig. 2.1).
LOS MATERIALES
En este capítulo presentamos la catalogación y análisis de las
piezas líticas talladas recuperadas durante las últimas campañas y depositadas en los fondos del Museu de Prehistòria
de València. El número de objetos analizados asciende a 39
piezas entre restos de talla (29) y algunos útiles retocados
(10) (Figs. 2.2 y 2.3). Del análisis de la Fig. 2.2 se desprende
el predominio de lascas entre los productos de la talla pero
también la presencia de láminas en el conjunto, algunas de
cuidada factura, aspecto que permite confirmar la cronología
prehistórica de los materiales si los unimos a la información
derivada de la clasificación de los útiles retocados (Fig. 2.3).
A este respecto destacaremos seguidamente la documentación de dos morfotipos especialmente significativos: los
dientes de hoz y los geométricos. De los primeros señalaremos que su adscripción se circunscribe a la Edad del Bronce, momento en que constituyen el útil lítico por excelencia,
llegando a alcanzar porcentajes alrededor del 70 % entre las
piezas retocadas de algunos yacimientos (Jover 2008). Entre
los materiales analizados hemos clasificado tres dientes de
hoz sobre lasca, además de una sierra (Fig. 2.4, 0444, 60042, L S. XI c-9 y 0301-1). De otro lado se ha documentado un
trapecio simétrico y de bordes rectos conformados mediante
retoque abrupto directo, que ha aprovechado un soporte laminar de cuidada factura (Fig. 2.4, 0307-5). Este tipo de pieza podría encuadrarse en momentos avanzados del Neolítico
y Calcolítico, si nos atenemos a la regularidad y características del producto laminar (IV-III milenio cal BC) (Juan Cabanilles 1984; García Puchol y Molina Balaguer 1999; García
Puchol 2005; Juan Cabanilles 2008). Los restantes objetos
retocados tendrían una mayor vigencia cronológica (piezas
astilladas y muescas) de forma que no permiten un encuadre preciso. Entre los soportes laminares brutos el grado de
fracturación es elevado. Se han clasificado asimismo cuatro
fragmentos indeterminados y una cúpula térmica.
El material utilizado ha sido en todos los casos el sílex,
entre los que se observan diferentes variedades (Fig. 2.4).
Destaca la presencia de una variedad de buena calidad, grano
fino y color blanco, en algunas de las piezas como el trapecio
(Fig. 2.4, 0307-5).
Se trata por tanto de una colección exigua de restos líticos
pero con algunas piezas significativas desde un punto de vista
cronológico. A todos ellos, hay que sumar los restos de piedra
pulimentada que incluirían además de alguna azuela, un fragmento de brazalete sobre caliza y la cuenta de collar discoidal
(Fig. 2.4, Zona 4, 0338-1 y 0433-6). Por lo tanto, resultaría de
7
[page-n-21]
Fig. 2.3. Inventario de piezas de sílex.
Fig. 2.1. Zonas donde se han encontrado piezas de sílex y piedra
pulida, en diferentes años.
Fig. 2.2. Piezas de sílex estudiadas.
Clasificación
N
Restos de talla
Lascas
Láminas
Fragmentos indeterminados
Esquirlas
Cúpula térmica
Útiles
Diente de hoz
Sierra
Pieza astillada
Muescas
Trapecio
26
14
6
4
4
1
10
3
1
4
1
1
Total
39
interés poder dilucidar el grado de relación directa de estos
materiales con alguna de las estructuras o bien con los niveles
basales sobre los que se desarrollarían las ocupaciones protohistóricas que conforman el yacimiento de Kelin.
Por el momento, se pueden barajar, al menos, dos hipótesis respecto a su procedencia: o bien, son de un nivel de
8
Localización
Tecnología
01 B 0085
00 B AB1 0329
00 B AB1 0280
00 B AB1 0280
00 B B2 0338
00 B B2 0353
00 B AB2 0350
00 B BD2/4 0306
00 B BD2/4 0306
00 B BD3/4 0379
00 B BD3/4 0376
01 B A2 0024
01 B AB3/4 0443
01 B BD2 0404
01 B AB1 0171
01 B AB1 0409
01 B AB1 0399
01 B B3 0465
01 B AB3/4 0443
01 B A3/4 0444
01 B A3/4 0444
01 B A3/4 0444
01 B BD2 0333
02 B AB2 0357
01 B B1 0384
02 B AB1 0425
02 A 6004-2
02 B B3 0373
L S.XI capa 9
L S.XI capa 9
L S.XI capa 9
02 B AB 0401
02 B 0409
02 B 0409
02 B 0498
02 A 5011
02 B AB2 0419
00 B D2 0301-1
00 B AB2/3 0307-5
Lasca
Frag. lasca
Frag. lámina
Frag. lasca
Frag. lasca
Frag. lasca
Frag. lámina
Esquirla
Frag. lasca
Esquirla
Frag. lámina
Frag. lasca
Cúpula térmica
Frag. lámina
Lasca
Frag. lasca
Frag. indet.
Lasca
Frag. indet.
Lasca
Frag. indet.
Frag. lasca
Frag. lasca
Frag. lámina
Frag. lasca
Esquirla
Lasca
Frag. lasca
Lasca
Frag. lasca
Lasca
Lasca
Frag. lasca
Lasca
Frag. indet.
Esquirla
Frag. lámina
Frag. lasca
Lámina
Útiles
Pieza astillada
P. astillada con muescas
Pieza astillada
Pieza astillada
Diente de hoz
Diente de hoz
Diente de hoz
Lasca retoc. con muesca
Sierra
Trapecio simétrico
hábitat arrasado total o parcialmente por las construcciones
posteriores; o bien proceden de tierra para la construcción
recogida en algún lugar próximo donde hubo un yacimiento
de cronología prehistórica.
Tan sólo una excavación amplia y sistemática hasta la roca
podría ayudar a decantarse por una de las dos opciones.
[page-n-22]
Fig. 2.4. Piezas de sílex
y piedra: 0444, 6004 y L
S. XI c-9, dientes de hoz;
0409, lasca con muesca;
0301-1, sierra; 0307-5,
microlito geométrico (trapecio); 0338-1, fragmento
de brazalete; 0433-6,
cuenta de collar; Zona 4,
azuela de piedra pulida
(fotografías O. García y A.
Cortell).
LAS ESTRUCTURAS
Sólo las piezas que aparecen en las UUEE 0350 y 0465 podrían
estar próximas a su lugar original, pues corresponden al sedimento que, en algunas áreas, cubre la roca natural y pudo ser la tierra
original manipulada para nivelar el terreno a construir. Otros mate-
riales recuperados en estas unidades estratigráficas son cerámicas
hechas a mano similares a las que se encuentran con posterioridad,
llegándose a catalogar algunas a torno.
En cuanto a posibles estructuras tan sólo tres fosas (FF44,
45 y 51, UUEE 0466, 0469 y 0482) se podrían asociar a estos materiales, pues las tres están excavadas en la roca y
Fig. 2.5. Posibles estructuras
prehistóricas: Fosa 44
(UE 0466) final (año 2001);
Fosa 45 (UE 0469) final
(año 2001); Fosa 51
(UE 0482) final (año 2002).
9
[page-n-23]
se encontraron cubiertas por las UUEE 0463, 0465 y 0481
respectivamente, y apenas contenían material arqueológico
(Fig. 2.5). Las diferencias de cota que presentan se deben a
la pendiente natural (SO-NE) del terreno.
La F44 (UE 0466) está parcialmente afectada por una fosa
islámica (F1, UE 0010) y su perfil está incompleto al introducirse por debajo de niveles que han quedado sin excavar (UE
0383), aunque es la más profunda al alcanzar los 28 cm (Fig.
2.5). La F45 (UE 0469) es de tendencia ovalada aunque su perfil
10
no se pudo ver completo al introducirse en el corte dejado por la
UE 0465 y su profundidad conservada es de 18 cm. Por su parte
la F51 (UE 0482) tiene una planta más irregular y alcanza una
profundidad máxima de 21 cm (Fig. 2.5).
Su funcionalidad es incierta al estar descontextualizadas, pero
por tamaño no parecen corresponder a agujeros de poste, aunque
tampoco se puede descartar esa posibilidad o que se trate de estructuras de niveles superiores (Fig. 2.5), si bien durante el proceso
de excavación no se pudo detectar esta circunstancia.
[page-n-24]
3
LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO
SIGLO VII A. C. - PRIMER CUARTO S. VI A. C.
La superficie inicial del sector 0 quedó reducida en las cotas más
profundas a unos 200 m2 al optar por no profundizar en las cuadrículas ABD4 y E1/4 más allá del nivel de uso del primer cuarto
del siglo II a. C. Esta decisión ha impedido tener una visión más
completa de las estructuras iniciales pues éstas parecen estar mejor
conservadas hacia el E, dada la pendiente natural del terreno.
A principios del siglo VII a. C., el cerro de Los Villares se
ocupó si no por primera vez (vid. Cap. 2), al menos de forma
más intensa y estable. A lo largo de este siglo se sucedieron una
serie de construcciones que no siempre se han podido individualizar correctamente y que, en la mayoría de los casos, son
remodelaciones del espacio o de las construcciones sin cambios
sustanciales en el hábitat ni en la cultura material.
La ausencia de destrucciones violentas o abandonos hace
que las propuestas de funcionamiento de las estructuras sean
sólo una visión aproximada; se aprecia cómo van cambiando los
espacios pero no siempre se puede asegurar la contemporaneidad de las fases de un mismo nivel.
Los cuatro niveles detectados para este período se empezaron a intuir en la memoria publicada en 1999, donde el Nivel
I se dividió en a y b (Mata et al. 1999). La apertura de una
amplia área de intervención facilitó una mejor comprensión de
las estructuras y su evolución. En definitiva, los hasta ahora conocidos como Niveles I y II se han convertido en 4, con sus
remodelaciones correspondientes (fases).
NIVEL 1
La base litológica es una roca caliza de color rojizo, muy fácil
de trabajar. En el momento de hacer las primeras construcciones, el suelo que la cubría debía ser poco profundo o bien sufrió
una profunda remodelación antrópica con el fin de adaptar la superficie a las nuevas necesidades pues los primeros muros, fosas
y agujeros de poste identificados están construidos directamente
sobre la roca o perforándola (Fig. 3.1).
En algunas áreas, sobre la roca, había una capa de tierra negruzca suelta, de espesor irregular, con escaso material arqueológico que a duras penas se puede relacionar con estas estructuras (UUEE 0350, 0384, 0463, 0465, 0481 y 0489). La presencia
de cerámica a torno, algún objeto metálico y restos de material
de construcción indican que se trataba de un sedimento manipulado a la hora de construir, puesto que no parece un nivel de
destrucción y abandono de las posibles construcciones prehistóricas. En las cuadrículas A1/3, la roca tiene una cota mucho más
alta y, por lo tanto, estos sedimentos la cubrían parcialmente.
Las construcciones
En el estado en que se encontraron estas primeras construcciones es difícil saber a qué tipo de edificación correspondieron
con exactitud. Se intuye un gran espacio cuadrangular (unos 58
m2), cuya cubierta –si la tuvo– pudo estar sujeta por postes y en
cuyo interior pudo haber, al menos, dos fosas excavadas en la
roca. No se conservaban restos de suelo y tan sólo una mancha
blanquecina en B1 fue el único indicio de una superficie de uso.
Los únicos sedimentos asociados al uso o abandono de estas
estructuras son los que colmataron los agujeros de poste (AP) y
las fosas (F) (Fig. 3.1).
Esta interpretación no está exenta de dudas:
- Los agujeros de poste pudieron estar relacionados entre sí
pero, en cambio, no están alineados con los muros. La posición
estratigráfica del AP29 (UE 0524) está clara pues se encontró por
debajo de la UE 0520, en un lugar que debió estar ocupado por un
muro de adobes desaparecido que hacía ángulo con el M0104 (UE
0493) del Nivel 2. Sin embargo, el AP12 (UE 0476) apareció cubierto por un muro (M83, UE 0413) y un horno (UE 0472) pero, al
estar todo ello cortado por una fosa islámica (UE 0083, F13), la interpretación de sus relaciones estratigráficas se complica (Fig. 3.2).
No se descarta la posibilidad de que su construcción sea posterior a
esta primera fase o tuviera un uso prolongado.
11
[page-n-25]
Fig. 3.1. Estructuras del Nivel 1.
- La F42 (UE 0378) está en el interior de una fosa islámica
(F14, UE 0085). Tiene una parte con forma de ángulo recto
y la otra en semicírculo (Figs. 3.3 A y 6.9). En el interior, se
depositó un lote de pequeños y medianos recipientes cuidados hechos a mano, bastante completos, junto a otros cinco de
cerámica tosca y semicuidada (Fig. 3.5). Además de las cerámicas también se recuperaron algunos carbones (Pinus nigrasylvestris y halepensis, Quercus caducifolio y perennifolio).
Su contenido puede estar incompleto porque se desconoce en
qué medida le pudo afectar la construcción de la fosa islámica. En el inventario se han identificado con las UUEE 0084 y
0378 los primeros materiales que llamaron la atención, en el
proceso de excavación, sobre la existencia de una alteración
dentro de la fosa islámica.
Los pequeños recipientes, la mayoría con decoración pintada y grafitada, sugieren que se depositaron como una ofrenda. Desafortunadamente, no existe una construcción a la que
asociarla y su posición estratigráfica se ha determinado por el
material encontrado en su interior.
Las alineaciones sí que pertenecen con seguridad a este momento constructivo aunque el espacio delimitado está poco definido (Fig. 3.1). Los muros mejor conservados están hechos con
adobes de color negro, de gran tamaño, rodeados de argamasa
blanquecina que contiene pequeñas piedras, colocados directamente sobre roca o tierra, es decir, sin zócalo de piedras (MM89
y 100, UUEE 0401 y 0427). El M89 conserva una sola hilada
de seis adobes colocados a soga, en paralelo, y un séptimo a
tizón, sobresaliendo de la cara interna; circunstancia que puede
indicar que el muro fuera más ancho (Figs. 3.1 y 3.3 B). Por la
disposición regular de los adobes se descarta que fuera un derrumbe o un pavimento.
El M100 estaba parcialmente afectado por la construcción de
tres muros de cronología posterior (MM59, 70 y 82, UUEE 0244,
0259 y 0412). En sección, bajo M59, se podía apreciar una sola
hilada de adobes con las mismas características técnicas y morfológicas que el M89; los adobes estaban dispuestos a soga, con alguno
a tizón, formando tres alineaciones paralelas (Figs. 3.1 y 3.3 C).
El M101 (UE 0525) se pudo ver por debajo de dos muros
del Nivel 2 (MM70 y 78, UUEE 0259 y 0299) y, por su posición
estratigráfica, podría ser la continuación de M100. Se le ha dado
12
Fig. 3.2. Agujero de Poste 12 (UE 0476) por debajo del Muro 83
(UE 0413) (año 2002).
otra numeración por la distorsión existente en su alineación, que
puede deberse tanto a su excavación incompleta como a una
deficiente conservación (Fig. 3.1).
El M90 (UE 0521) apenas se excavó, pero se pudieron apreciar dos filas de adobes grisáceos, rodeados también de argamasa blanquecina, colocados a soga (Fig. 3.3 D).
Los materiales
Los materiales asociados a este momento no son abundantes y
mayoritariamente se trata de cerámicas hechas a mano (99% del
total) (Fig. 3.4). También destaca un escaso Número Mínimo de
Individuos/ Número Tipológico de Individuos (NMI/NTI), correspondiendo el 44,5 % de los mismos a la F42 (UE 0378).
No es posible comparar estos porcentajes con los ya publicados para el Nivel I de 1991 (Mata 1991, 143 y 188) pues no
son exactamente equivalentes. El Nivel 1 actual no se detectó en
las excavaciones publicadas en aquel año, pero sí en las realizadas más tarde, denominándose Fase Ia (Mata et al. 1999). Se
identificó en una pequeña fosa en el Sondeo XI de la Zona L y
en materiales recuperados por debajo de los muros exhumados
en los Sondeos XII/XIV de la Zona J. Los porcentajes de la Fase
Ia sí que se aproximan a los de este Nivel 1 pues la cerámica
hecha a mano constituía el 99,5% del material cerámico.
El mayor número de fragmentos corresponde a la tosca con
un 48% pero no así en cuanto al NMI que es mayor para la cerámica cuidada en general. La semicuidada alcanza un modesto
[page-n-26]
A
B
C
D
Fig. 3.3. A.- Fosa 42 (UE 0378) en el interior de la Fosa 12 (UE 0085) (año 2000). B.-Muro 89 (UE 0401) cortado por la F48 (UE 0358)
del Nivel 4. A la izquierda de la imagen, M81 (UE 0359) (Nivel 3) y Agujero de Poste 18 (UE 0322) (Nivel 4) (año 2000). C.- Muro 100
(UE 0427) por debajo del Muro 59 (UE 0244) (Nivel 3) (año 2001). D.- Muro 90 (UE 0521); a la izquierda el Muro 94 (UE 0522) (Nivel
2) y a la derecha el Muro 92 (UE 0517) (Nivel 2) (año 2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno).
Fig. 3.4. Cuadro resumen de los materiales del Nivel 1.
Categorías
Frags.
Piezas Piezas
NMI/NTI frags.
Total
Total
frags. NMI/NT
M tosca
M semi
216
52
9
6
14
7
230
59
9
6
M cui
75
16
20
95
16
M incisa
6
4
3
9
4
M pintada
4
6
28
32
6
M graf
21
9
31
52
9
TOTAL
374
50
103
477
50
1
1
1
2
1
A ant
Fenicia
3
0
0
3
1
TOTAL
378
51
104
482
52
Material constr.
7
4
Material lítico
19
17
Bronce
7
1
Hueso
Malacofauna
1
5
1
3
12%. Entre las cerámicas cuidadas destaca la que carece de decoración con casi un 20%, seguida por la grafitada con el 10,5%.
También hay que destacar el escaso número de decoraciones
incisas (2%) frente a las pintadas (6,5%) (Fig. 3.4).
Como ya se ha señalado, el único conjunto cerrado y, en consecuencia, el que aporta una información más fiable es el recuperado en la F42, aunque no hay que perder de vista que se trata
de un depósito intencionado y, en consecuencia, con los objetos
seleccionados. En él predominan las piezas de cerámica a mano
cuidada, de pequeño y mediano tamaño, además de fragmentos
de cerámica tosca (NMI 2) y semicuidada (NMI 3) y un fragmento de cerámica fenicia (Fig. 3.5, F 0378).
Las cerámicas cuidadas tienen decoraciones y tratamiento de
las superficies variadas. Entre las que carecen de decoración destaca una base plana, por ser una variante poco frecuente en esta clase
de cerámica, y un recipiente profundo de un tipo que hasta ahora no
se conocía en este yacimiento (C 11.) (Fig. 3.5, F 0378-5).
Las decoraciones incisas son irrelevantes en este conjunto pues tan sólo se han encontrado dos recipientes con borde
saliente, así como un fragmento informe con restos de pintura
roja por el interior.
En cambio, las cerámicas pintadas, a pesar de la fragilidad
de su decoración, constituyen el grupo mejor documentado con
cinco recipientes (Fig. 3.4; Fig. 3.5, F 0378-7, 8, 9 y 10). Su
13
[page-n-27]
Fig. 3.5. Materiales del Nivel 1: Cerámica a mano grafitada, F 0378-3, F 0378-2, F 0378-4 y F 0378-1; cerámica a mano con pintura roja,
F 0378-10, F 0378-9 y F 0378-8; cerámica a mano con pintura roja y amarilla, F 0378-7; cerámica a mano cuidada sin decorar, F 0378-5,
0350-2 y 0401-1; cerámica a mano tosca, F 0378-6, 0466-1 y 0350-1; fusayola de hueso, 0401-2; pinzas de depilar de bronce, 0384-1.
conservación se explica por haber estado en un lugar que apenas
sufrió procesos postdeposicionales. Las formas más completas
son los pequeños cuencos de perfil en S, carenados y de perfil
simple globular y troncocónico.
La decoración grafitada también tiene una presencia importante, siempre con una o ambas superficies totalmente cubiertas. Se identifican claramente una escudilla troncocónica
con mamelones perforados y una olla (Fig. 3.5, F 0378-2 y 3),
además de un pie destacado y un fragmento con carena (Fig.
3.5, F 0378-1). Excepto la olla, todas las demás formas tienen
precedentes en el Nivel I de 1991 (Mata 1991, 163-164).
Fuera de la fosa, el panorama es similar destacando entre la
cerámica cuidada una escudilla troncocónica y un recipiente
mediano, de cuello destacado y cuerpo globular (T 10.), similar
a los caliciformes hechos a torno (Fig. 3.5, 0350-2 y 0401-1). En
la cerámica tosca hay una base plana con un orificio precocción
en el fondo (Fig. 3.5, 0350-1) cuyo tamaño impide saber si tuvo
más orificios y a qué forma pudo corresponder.
Aparte de las cerámicas se recogieron muestras de suelo, enlucidos y placas de hogar; algunas piedras con señales
de uso, losetas y fragmentos indeterminados; unas pinzas de
depilar muy fragmentadas y una fusayola hecha sobre cabeza
femoral de Bos taurus (Fig. 3.5, 0384-1 y 0401-2) (Infra “Los
objetos de hueso y asta”).
14
Pinzas de depilar de bronce y fusayolas de hueso no se habían encontrado todavía en Kelin, pero vuelven a aparecer en
los Niveles 32, 41 y 71 (Fig. 3.26, 0287-1; Figs. 3.50 y 3.51,
0319-1 y 0270).
La cronología
La cronología de este primer nivel sólo puede ser relativa
pues no hay materiales asociados con claridad, excepto los
depositados en la F42, y tampoco se ha hecho una datación
radiocarbónica.
Es importante destacar la técnica constructiva de los
muros de este momento (sin zócalos de piedra), así como la
orientación N-S del único espacio detectado, aspectos que no
se volverán a repetir en las construcciones posteriores. No
obstante, los materiales recuperados no presentan una gran
distancia cronológica con los que se van a superponer de
forma inmediata. Las diferencias son, ante todo, de carácter
porcentual.
Dado que apenas hay cerámicas a torno y que algunos materiales como las pinzas se fechan, en otros lugares, entre los
siglos X y VIII a. C. (Urbina et al. 2007, 79), se propone que
estas primeras construcciones se pudieron levantar durante los
primeros decenios del siglo VII a. C.
[page-n-28]
Fig. 3.6. Superposición de las UUEE 0415 (Muro 84) (Niveles 3 y
4) y 0019 (Muro 3) (Niveles 6 y 7). A la izquierda UE 0412 (Muro
82) y a la derecha UE 0359 (Muro 81) (año 2002).
NIVEL 2
Este segundo nivel supuso una reorganización del espacio ocupado ya que afectó tanto a la forma como a la disposición de las
construcciones. La orientación dominante será, a partir de ahora,
SO-NE. En este momento, se sentaron las bases de una ocupación cuyos límites entre zonas de circulación y áreas construidas
apenas variará a lo largo de los siglos. Así, se puede ver cómo algunas alineaciones se amplían, se recrecen o se fosilizan hasta la
última construcción protohistórica documentada (Fig. 3.6), otras
se van desplazando ligeramente en paralelo y las menos sufren
cambios radicales o desaparecen.
Las nuevas construcciones se levantaron inmediatamente sobre
las antiguas tras arrasarlas y, como ya se ha señalado, con un sedimento de nivelación que no se puede distinguir, ni por morfología
ni por materiales, del que está directamente sobre la base litológica.
En las cuadrículas A1/2 no se localizaron estructuras por lo que se
desconoce si se trataba de un espacio sin construir o si las construcciones fueron totalmente arrasadas con posterioridad, puesto que
en A3 sí que hay algunos indicios constructivos.
En este nivel se han distinguido, más o menos claramente,
cuatro conjuntos en los que se aprecian varias remodelaciones
(Figs. 3.7, 3.9 y 3.12). Al no haber abandonos o destrucciones
violentas, no es posible establecer el grado de contemporaneidad de las distintas remodelaciones, pero sí su aspecto final.
Conjunto 1
Su última fase está compuesta por cinco muros de nueva construcción (MM72, 73, 74, 75, 76, UUEE 0296, 0297, 0343, 0344,
0440), un suelo de tierra (P25) y un posible banco de tierra o
adobe. La mayor parte del mismo se excavó en 1984 (Mata 1991,
15, fig. 6,1; láms. IX, 2; X, 2 y 3; XI, 2) (Fig. 3.8 A). Su evolución
temporal fue la siguiente (Figs. 3.7, 3.9 y 3.12):
- Sobre una capa de tierra para nivelar las irregularidades de la
roca de base,1 se construyeron dos muros (MM72 y 73). El ángulo
entre ambos no era visible al conservar restos de adobe por lo que
no se pudo apreciar si estaban trabados o adosados. El M72 esta-
1 En esta área no se detectaron estructuras del Nivel 1.
Fig. 3.7. Estructuras del Nivel 2, fase 1. En negro, estructuras y
equipamientos de nueva construcción y en verde, perduraciones.
ría incompleto en longitud, si se supone que M76 se construyó en
la segunda fase. El M73 está incompleto con seguridad pues se
introduce en el corte S de la excavación; además está compuesto
por una doble alineación que no es posible explicar al no haberse
excavado la cuadrícula D1 hasta esa cota. Un suelo de tierra endurecida cubría parcialmente el espacio (P25) (Fig. 3.8 A). Todo
el conjunto tiene un mínimo de 15 m2 útiles, teniendo en cuenta
que se encuentra incompleto por los lados SO y SE, aunque por
este último la posible extensión está limitada a escasos metros
debido a la topografía de la loma.
- En un segundo momento, de datación indeterminada
puesto que no hay sedimentos asociados, se compartimentó el
espacio con la construcción de los MM74 y 75 separados entre
sí por una abertura, muy pequeña para ser considerada como
puerta pero para la que no se ha encontrado explicación plausible (Figs. 3.9 y 3.8 B). El M75 pudo estar algo incompleto
pero no demasiado por la presencia de unas piedras sueltas en
su extremo occidental alineadas con M76. Este último pudo
construirse tanto en esta fase como en la anterior. Adosada a
MM73 y 74, y haciendo ángulo con ambos, se veía una construcción de tierra rojiza, interpretada como un posible banco
15
[page-n-29]
A
C
B
D
Fig. 3.8. A.- Vista del Conjunto 1 en 1984. B.- Vista del Conjunto 1, Nivel 2 (año 2001). C.- Adobes adosados a los Muros 73 y 74, formando ángulo (año 2004). D.- Sección del Hogar 8 (UE 0373) (año 2000).
(Figs. 3.9 y 3.8 C). La construcción de estos equipamientos
redujo ligeramente la superficie útil del Conjunto que pasó a
tener unos 14 m2 con, al menos, dos habitaciones.
Además de estar incompleto, o tal vez por eso mismo, en
este Conjunto no se ha localizado un hogar que permita clasificarlo, con toda seguridad, como una unidad doméstica. Tampoco los materiales, encontrados en 1984, son significativos
más allá de constatar que no difieren de los que aparecen en
otros espacios contemporáneos.
-A la tercera fase se puede asociar la utilización de un hogar (H8, UE 0373) situado al exterior del departamento (Figs.
3.8 D y 3.12). Era circular, sin construir, compuesto por una
capa de tierra quemada y cenizas, en la que se recuperaron
fragmentos de carbones de Pinus nigra-sylvestris, Pinus halepensis, Quercus caducifolio y perennifolio, además de semillas de Hordeum vulgare y Vitis. Una semilla de Hordeum
se dató por AMS, aportando una cronología a 2 sigmas, con el
95% de probabilidad) de Cal BC 800-520 (vid. Cap. 13 “Dos
fechas..”) (Figs. 13.1 y 2).
Conjunto 2
Este conjunto se sitúa, hacia el NE, en paralelo al anterior y separado de los conjuntos 1 y 3 por sendos pasillos de entre 40 y
70 cm. Estaba compuesto por tres muros perimetrales de nueva
construcción (MM70, 77 y 78, UUEE 0259, 0298 y 0299), tres
bancos adosados a los mismos (BB3, 4 y 5, UUEE 0369, 0370
16
y 0371), un suelo (P12, UE 0333) y una loseta central (AP1). Es
rectangular y se conservó abierto por el O, donde debió estar
la puerta de acceso, con una superficie útil mínima de 5,5 m2
que aumentaría hasta 9 m2 si se suma la superficie de los bancos (Figs. 3.7, 3.9, 3.10 y 3.12).
En este caso no se apreciaron remodelaciones seguras; no
obstante, dado el espesor del P12 (9 cm) (Fig. 3.11 A), no
se puede descartar la posibilidad de que en una primera fase
no hubiera bancos y/o que se produjeran reparaciones en el
suelo. Esta posibilidad se puede deducir porque la capa superficial del P12 tiene continuidad con el enlucido del B3.
Sólo la excavación en extensión por debajo del suelo hubiera
permitido comprobar alguna de estas hipótesis.
Los bancos no presentaban indicios de tener zócalo de piedra,
igual que el M70; en cambio, los MM77 y 78 conservaban zócalo
de piedras y parte de su alzado de adobe en el ángulo, por ello
no fue posible saber si estaban trabados o adosados. El ángulo
formado por los MM70 y 78 estaba totalmente afectado por la
construcción de la UE 0328 (Nivel 6).
En el centro de la habitación, una losa triangular se ha
interpretado como una base de poste para sustentar la techumbre (AP1). La ausencia de un muro de cierre por el SO tiene
dos posibles explicaciones:
- Bien porque los muros perimetrales 70 y 77 se encontraron incompletos.
- O bien porque la UE 0338 fuera el muro de cierre, todo
él de adobe, que se encontró totalmente derruido.
[page-n-30]
Fig. 3.10. Vista del Conjunto 2, Nivel 2. En la parte superior se
aprecia la UE 0328 (Nivel 6) y a la izquierda el B6 (UE 0129)
(Nivel 73) (año 2000).
Fig. 3.9. Estructuras del Nivel 2, fase 2. En negro, estructuras y
equipamientos de nueva construcción; en verde, perduraciones.
El ajuar recuperado fue bastante abundante (13,8 % del
MNI/NTI) (Fig. 3.14), aun así, no hay elementos seguros que
permitan clasificar este conjunto como unidad doméstica pues
no se encontraron restos de hogar ni molino.
Conjunto 3
Se sitúa al NE del anterior, separados ambos por un pasillo cuya
anchura varía a lo largo del tiempo. En este caso, sí que se han
apreciado remodelaciones:
- En una primera fase estaría compuesto por dos muros
de adobe sin zócalo de piedra (MM103 y 104, UUEE 0483 y
0493), un hogar (H29, UE 0487) y el P24 (UUEE 0488 y 0491).
El AP12 (UE 0476) pudo pertenecer a esta estructura ya que se
encuentra a media distancia de los muros conservados (Figs.
3.2 y 3.7). El pasillo de separación con el Conjunto 2 sería de
unos 70 cm. El espacio delimitado es rectangular y, como en los
casos anteriores, no se conservaba el muro suroccidental, donde
pudo estar la puerta de acceso. La superficie mínima útil es de 5
m2. El suelo era de tierra endurecida y formaba un continuum
con el enlucido que cubriría los adobes de las paredes como se
pudo apreciar en la UE 0491 (Fig. 3.11 B y D); sólo se conservaba en la mitad oriental de la habitación. El hogar era circular,
sin delimitación aparente, y estaba situado cerca del M104 (Fig.
3.11 D). El material asociado es escaso pero todo él es cerámica
hecha a mano (UUEE 0486 y 0484).
- La segunda fase se construyó sobre una tierra arcillosa con
restos de adobes deshechos que anuló el hogar; algunos de estos
adobes se pudieron ver en el corte de la F13 (UE 0083). Los muros
tienen, ahora, un zócalo de una hilada de piedras pequeñas, sin
carear, y alzado de adobes (MM56, 87 y 102, UUEE 0389, 0446 y
0519) y se abrió una puerta de 1,5 m hacia el NE (Pr11); el AP12
pudo continuar en uso. La habitación, aunque incompleta por el
SO, aumentó la superficie mínima hasta los 7 m2 , ampliación que
se produjo a costa de reducir los pasillos entre los conjuntos vecinos (Fig. 3.9 y 3.11 C). No existen ajuares que se puedan asociar
con claridad a este momento.
- La tercera fase supuso la eliminación de M56 y AP12 y la
construcción de un horno (UE 0472), configurándose un espacio de unos 8,5 m2 que, pudo ser mayor si se consideran como
parte del mismo el AP28 (UE 0485), un pequeño hogar (H28,
UE 0471) y los restos de un suelo de tierra (P23, UE 0480),
todo ello situado al NO del horno (Fig. 3.12). A pesar de los 15
m2 que alcanzaría de este modo, seguiría incompleto pero con
un equipamiento doméstico único hasta el momento, el horno:
la UE 0472 estaba cortada por la F13 (Nivel 9), afectando a su
superficie, mientras que las construcciones posteriores acabaron casi totalmente con su alzado. El anillo de pequeñas piedras conservado carece de indicios de la abertura. La superficie
estaba limpia y sobre ella se encontró un fragmento de cristal
de roca. J. Tresseras y J. C. Matamala analizaron un fragmento
de la superficie de cocción llegando a la conclusión de que se
trataría de un horno doméstico (vid. Cap. 13 “Estudi de continguts…”) (Fig. 3.11 E y Fig. 13.5 y 8).
El H28 es una pequeña placa de tierra quemada sobre la
que había carbones y piedras pequeñas. Entre los carbones cabe
destacar la única presencia de Quercus. Estaba adosada a la pa17
[page-n-31]
A
B
C
D
E
F
Fig. 3.11. A.- Sección del Piso 12 (UE 0333) (año 2001). B.- Detalle de la UE 0491 que cubriría la pared de adobe eliminada (año 2002).
C.- Vista general del Conjunto 3, Nivel 2, fase 2 (año 2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno). D.- Vista parcial del Conjunto 3, Nivel 2, fase
1. En la parte superior, Hogar 29 (UE 0487) parcialmente excavado; en la parte inferior, UE 0491 (año 2002). E.- Vista cenital del horno UE
0472 (año 2001). F.- Muro 93 (UE 0492) (año 2002). Las piedras de la parte superior corresponden al M56 (UE 0389) (Fase 2).
red del horno y, por su pequeño tamaño pudo formarse con los
restos procedentes de la limpieza del mismo por lo que pudo
estar cerca de la boca.
El suelo (P23) era de tierra apisonada y de superficie irregular al que se asocia el AP28. Éste tiene una sección irregular,
estrechándose hacia la base. En su interior se encontraron carbones de Quercus perennifolio y Juniperus sp.
Los materiales que se pueden asociar, más o menos fielmente, a este conjunto son abundantes y se trata de cerámica hecha
a mano y algunos fragmentos hechos a torno, entre los que hay
ánforas y pithoi fenicio-occidentales.
Los sedimentos que colmataron todas estas estructuras
(UUEE 0479, 0478, 0470 y 0455) contenían restos de adobes
deshechos y fragmentados.
Conjunto 4
Fig. 3.12. Estructuras del Nivel 2, Fase 3. En negro, estructuras
y equipamientos de nueva construcción; en verde, perduraciones.
18
Este conjunto se ubica al NE del 3 pero estaba peor conservado
que los anteriores en las dos primeras fases:
- De la fase 1 no hay estructuras verticales claramente asociadas (Fig. 3.7). Éstas debieron ser arrasadas por las construcciones
posteriores y sólo queda alguna huella en el terreno. Así, la UE
0492 (M93) es una tierra negruzca, similar a los adobes del Nivel 1
pero con una alineación acorde al Nivel 2; también se observaron
restos de tierra amarillenta semejante a la que traba los adobes (Fig.
3.11 F). Su aspecto estaba desvirtuado al estar cortado por dos fosas
islámicas y un muro de la fase 2 (UUEE 0010, 0084 y 0389). Otra
alineación de características semejantes, paralela a la UE 0388, se
vio al hacer la restauración en 2004; por el contrario, no quedaban
huellas de los muros NE y SO. El H22 (UE 0473) pudo pertenecer
a este momento (Fig. 3.13 A). No es posible saber las dimensiones
de este espacio, pero debió estar separado del Conjunto 3 por un
estrecho pasillo de dimensiones indeterminables al estar afectado
por la construcción del M56 (UE 0389).
[page-n-32]
A
B
C
D
E
F
Fig. 3.13. A.- Hogar 22 (UE 0473) (año 2001). B.- Hogar 23 (UE 0381) sobre Hogar 22 (UE 0473) (año 2001). C.- Molde de fundición
utilizado como material de construcción en Muro 91 (UE 0464) (año 2004). D.- Hogar 25 (UE 0456) (año 2001). E.- Posible hogar o
pavimento (UE 0451) (año 2001). F.- Agujero de Poste 14 (UE 0458) (año 2001).
- La segunda fase constructiva supuso la desaparición de estos
muros de adobe y la construcción de otros, paralelos a los mismos,
con un zócalo de una o dos hiladas de piedras pequeñas, sin carear
(MM56 y 105, UUEE 0389 y 0388) (Fig. 3.9). Pudo existir una
amplia puerta abierta hacia el NE, donde además hubo un pasillo de
unos 70 cm entre este conjunto y el 5 (UE 0522, M94). El M56 es
medianero entre los conjuntos 3 y 4 y su construcción hizo desaparecer el pasillo existente entre ambos. El hogar, cuya placa superior
estaba deteriorada por el centro, se reparó mediante la construcción
de otra placa similar pero de mayor tamaño (H23, UE 0381) (Fig.
3.13 B). Cerca de éste se encontró una pequeña zona de tierra endurecida (H24, UE 0382) que más que un hogar construido pudo
ser un lugar donde preparar el fuego o donde se dejaba reposar de
forma reiterada una olla caliente. Ambos hogares estaban asociados
a una tierra arcillosa mezclada con piedra caliza que actuó como
superficie de uso (P18, UE 0383). No se encontraron indicios de
los muros NE y SO.
Estas construcciones y equipamientos quedaron colmatados
por las UUEE 0379 y 0474, sedimentos con bastante materia
orgánica (carbones de Pinus nigra-sylvestris, P. halepensis,
Quercus caducifolio y perennifolio, Arbutus unedo, Juniperus
sp. y semillas de Hordeum vulgare y Triticum aestivum durum
y compactum). El material asociado es básicamente cerámica
hecha a mano, con alguna pieza a torno y algún pequeño objeto
de bronce (Fig. 3.17, 0424-3).
- Sobre todo ello se construyeron nuevos muros que, ahora
sí, configuran un espacio casi cuadrado de 7 m2 de superficie
útil (Fig. 3.12). Las estructuras verticales son cuatro muros
perimetrales (MM95, 92, 93, 91, UUEE 0386, 0517, 0518 y
0464), todos ellos con un pequeño zócalo de piedras y alzado
de adobes; dicho alzado impidió apreciar si estaban trabados
o adosados. En la construcción del M91 (UE 0464) se utilizó
un molde de fundición (Fig. 3.13 C). El M93 es medianero
con el Conjunto 3 y estaba incompleto por lo que se desconoce si existió una comunicación entre ambos conjuntos. Entre
los MM95 y 91 pudo haber una puerta de entre 60 y 70 cm de
ancho, abierta hacia el SO. Los equipamientos domésticos se
reducen a un pequeño banco adosado a M91 (B8, UE 0459),
hecho con adobes. Todo ello se colmató con la UE 0376 en la
que había mucha materia orgánica (carbones de Pinus nigrasylvestris, P. halepensis, Quercus caducifolio y perennifolio,
Arbutus unedo y Juniperus sp. y cenizas), adobes enteros y
fragmentados, cerámica a mano y a torno, incluida un ánfora
fenicia occidental, así como objetos de bronce y un molino
barquiforme (Figs. 3.14 y 3.17).
En el exterior, delante de la posible puerta entre MM95 y 91
había un hogar construido en cubeta y delimitado con fragmentos de cerámica hecha a mano del mismo recipiente (H25, UE
0456) (Fig. 3.13 D). Asociados al mismo se encontraron escasos
restos de Triticum aestivum durum.
Otras estructuras y espacios de circulación
En este apartado se recogen, además de los espacios de circulación, las estructuras y los sedimentos que no se han podido
asociar a conjunto alguno bien porque están muy deteriorados,
bien porque no se excavaron en su totalidad.
Entre las estructuras sin excavar se encuentra el Conjunto 5. En
realidad, se trata de un solo muro (M94, UE 0522) que se apreció
por su cara externa en el corte situado bajo la UE 0045 (M15, Nivel 7). Conservaba un zócalo de dos hiladas de piedras pequeñas
y un alzado de dos o tres hiladas de adobes, en paralelo a M92 y
configurando con él un pasillo de unos 70 cm. Este pasillo quedó
colmatado por las UUEE 0515 y 0513 con abundante material cerámico a mano y a torno, entre el que se incluyen ánfora y tinajas
fenicias occidentales; también es interesante destacar la presencia
de un fragmento de placa de hogar.
Por otro lado, en las cuadrículas AB3/4 se detectó una serie
de restos difíciles de relacionar entre sí o a alguna construcción.
No obstante, están indicando que esa zona estuvo ocupada:
19
[page-n-33]
- Alineación de una sola hilada de adobes de color negro que
se introducen en el corte situado bajo la UE 0050 (M19, Nivel
6). También pudieron pertenecer a un nivel superior y haberse
conservado tan sólo una pequeña capa.
- Restos de un posible hogar o pavimento (UE 0451) que, como
en el caso anterior, también se introduce en el corte situado bajo la
UE 0050 (M19, Nivel 6) (Fig. 3.13 E). En este caso se trataba de
una pequeña capa de tierra quemada, situada inmediatamente sobre
la roca. Por cotas pudo funcionar con la alineación anterior.
- Agujero de poste circular, sin piedras alrededor (AP14, UE
0458). De estar incompleto también pudo pertenecer a un nivel superior (Fig. 3.13 F).
- Un suelo de tierra apisonada y algo quemada (P22,
UUEE 0462 y 0475) estaba al exterior del M91 y al H25.
Por el O terminaba de forma irregular confundiéndose con la
roca. Sobre éste cayó una parte del derrumbe de M91, formado por una sucesión de tierra cenicienta (UE 0460) y adobes
deshechos (UE 0457). Este suelo es equivalente, si no igual,
al P23 (UE 0480).
- Todas estas estructuras quedaron colmatadas por las UUEE
0452 y 0450, con abundante material cerámico a mano y a torno.
Las construcciones del Nivel 2 no ocuparon todo el sector
excavado en cualquiera de sus tres fases. Aun suponiendo que
hubiera desaparecido alguna de las construcciones, hay que
considerar la existencia de un espacio de circulación al SO de
los conjuntos, pues hacia ese lado se abren las puertas de tres de
ellos. El otro espacio, mucho más estrecho, estaría al NE pues
hacia ese lado se abría la puerta del Conjunto 3 y se ve un muro
del Conjunto 5 (Figs. 3.7, 3.9 y 3.12).
Fig. 3.14. Cuadro resumen de los materiales del Nivel 2.
Categorías
Frags. Piezas
NMI
Piezas
frags.
Total
frags.
Total
NMI/NT
M tosca
1592
90
126
1718
90
M semi
313
M cui
444
44
58
371
44
98
257
701
98
M incisa
75
14
36
111
14
M pintada
154
19
24
178
19
M graf
185
42
93
278
42
TOTAL
2763
307
594
3357
307
A ant
145
17
26
171
17
A ant gris
5
1
2
7
1
TOTAL
150
18
28
178
18
Fenicia
108
8
14
122
8
TOTAL
636
3662
333
3028
335
Material constr.
38
27
Material lítico
31
30
Hierro
2
2
Bronce
44
22
Hueso
2
1
Malacofauna
1
1
Los materiales
La cantidad y variedad de materiales recuperados en este Nivel son un elemento más para avalar que el asentamiento se
había consolidado y había adoptado una organización interna
más regular con tres o cuatro espacios domésticos claramente
diferenciados. Su consideración por conjuntos no es significativa para aproximarse a las actividades desarrolladas por sus
ocupantes, pues no se recuperaron materiales abandonados de
forma voluntaria.
Este Nivel es equivalente a grandes rasgos al Nivel I publicado en 1991 y que en 1999 se subdividió dado que se encontraron materiales por debajo de las construcciones más antiguas
conocidas hasta ese momento (Mata 1991; Mata et al. 1999).
Los porcentajes entre cerámica hecha a mano (92%) y a torno
(8%) son similares a los publicados (Mata 1991, 188). Tanto
el NMI (333) como los objetos de materiales diversos son más
numerosos como se puede esperar al proceder de espacios de
habitación (Fig. 3.14).
La cerámica a mano tosca es la más abundante en fragmentos (47%), pero no en NMI (27%). Los tipos mejor documentados son las orzas y ollas de base plana (Fig. 3.15, 0376-4;
Fig. 3.16, 0352-1, 0430-1, 2 y 3, 0513-1) algunas con decoración incisa o impresa en el labio; las bases planas pueden tener
impresiones de esterilla. Los tejuelos perforados son el tercer
tipo conocido (Fig. 3.15, 0379-3; Fig. 3.16, 0513-2).
La cerámica a mano semicuidada se ha reconocido en un
número relativamente importante de fragmentos (10,5%), pero
con muchos menos individuos (13%). Las formas no difieren
de las toscas y, así, hay ollas, tinajas de cuello indicado y desta20
cado (Fig. 3.15, 0376-3; Fig. 3.16, 0452-2 y 0450-2); entre las
decoraciones, incisiones en el labio (Fig. 3.16, 0450-0452-1) e,
incluso, algún fragmento con pintura roja, técnica poco habitual
en esta clase cerámica.
Las cerámicas cuidadas son el segundo grupo más numeroso
y el primero en cuanto a NMI (Fig. 3.14). Las formas mayoritarias,
como en el Nivel 1, son los pequeños recipientes utilizados para
beber –cuencos de perfil en S, carenados, globulares y troncocónicos–, además de alguna otra forma menos convencional, sin que
haya grandes diferencias entre las piezas con decoración o sin ella
(Fig. 3.16, 0290-2, 0424-1 y 0450-3).
La mayoría de ellas carece de decoración (19% y NMI
29,5%), seguidas de lejos por las grafitadas (7,5% y 12,5% de
NMI) (Fig. 3.14). Casi todas estas llevan grafito por ambas superficies, junto a un porcentaje mínimo con grafito parcial (Fig.
3.16, 0484-1, 0379-2, 0342-1, 0352-6 y 5, 0338-2 y 0450-1).
Las cerámicas pintadas, a pesar de su fragilidad, siguen constituyendo un grupo bastante bien representado (5% del total y 5,7%
del NMI) (Fig. 3.14). Mayoritariamente se trata de piezas con pintura roja por ambas superficies y, en menor medida, por una de
las dos e, incluso, formando motivos geométricos; es minoritaria
la pintura bícroma (roja y amarilla) (Fig. 3.15, 0479-1 y 2, 0376-2;
Fig. 3.16, 0352-1 y 3 y 0452-1). Algunas piezas incisas conservan
restos de pintura roja por el interior o el exterior, y a nivel cuantitativo se han considerado como incisas (Fig. 3.16, 0342-2 y 0450-6).
Las decoraciones incisas se mantienen en porcentajes muy bajos
(3% del total y 4% del NMI) (Fig. 3.14; Fig. 3.15, 0313-4; Fig.
3.16, 0290-1, 0424-2, 0450-4 y 0450-8).
[page-n-34]
Fig. 3.15. Materiales cerámicos más significativos de los conjuntos y sus fases. Cerámica a mano tosca, 0376-4 y 5, 0379-3;
cerámica a mano semicuidada, 0376-3 y 0389-1; cerámica grafitada, 0484-1 y 0379-2; cerámica a mano pintada, 0479-1 y 2 y
0376-2; cerámica a mano incisa, 0313-4; ánfora fenicia occidental, 0313-1; cerámicas a torno, 0326-1, 0313-2 y 0379-1; molde de
fundición, 0464-1.
21
[page-n-35]
Fig. 3.16. Materiales más significativos del Nivel 2 fuera de los conjuntos. Nivel 21: cerámica a mano pintada e incisa, 0342-2; cerámica
grafitada, 0342-1; cerámica a torno, 0374-1, 353-1 y 0277-2. Nivel 22: cerámica a mano tosca, 0352-1 y 0352-4; cerámica a mano cuidada, 0290-2 y 0424-1; cerámica grafitada, 0352-6 y 5 y 0338-2; cerámica a mano pintada, 0352-2 y 3; cerámica a mano incisa, 0290-1
y 0424-2; cerámica a torno, 0353-1; brazalete de piedra, 0338-1. Nivel 23: cerámica a mano tosca, 0430-1, 2 y 3, 0513-1 y 2 y 0450-7;
cerámica a mano semicuidada, 0452-2, 0450-2 y 0450-0452-1; cerámica a mano cuidada, 0430-4, 0450-3 y 0456-1; cerámica grafitada,
0450-1; cerámica a mano pintada, 0452-1; cerámica a mano pintada e incisa, 0450-6; cerámica a mano incisa, 0450-4 y 8; cerámica a
torno, 0470-1 y 0450-5.
22
[page-n-36]
el enmangue y decoración de pequeños circulillos incisos (Fig.
3.17, 0376-8) se parece a una navaja de afeitar encontrada en la
necrópolis de Pi de la Lliura (Vidreres). Las dataciones radiocarbónicas de esta necrópolis oscilan entre el 1010 y el 750 cal
BC (Pons y Solés 2008, 76, 133-135 y figs. 32 y 42 b).
NIVEL 3
Este nivel constructivo se caracteriza por una mejor conservación de las estructuras verticales y, en consecuencia, de los conjuntos. El tamaño de alguno de ellos es mayor que los anteriores
pero esto puede deberse a una mejor conservación; no obstante,
sigue sin haber restos de construcciones estables en las cuadrículas A1 y parte de AB3.
Este nivel fue el seleccionado para su consolidación y mostrarlo a los visitantes, introduciendo alguna modificación sobre
su estado original para una mejor comprensión (vid. Cap. 14)
(Figs. 3.18 y 3.19 A).
Fig. 3.17. Objetos de bronce del Nivel 2. Conjunto 3, 0479-3;
Conjunto 4, 0376-6, 7, 8 y 9 y 0379; exterior conjuntos, 0424-3.
Las cerámicas hechas a torno han aumentado ligeramente
su presencia con respecto al Nivel 1 (8% de los fragmentos)
pero, sobre todo, son más heterogéneas (Fig. 3.14). Junto a las
ánforas fenicio-occidentales (Fig. 3.15, 0313-1), se encontraron
piezas oxidantes con decoración pintada y otras de cocción reductora de procedencia desconocida junto a cerámicas que podrían ser de producción local o regional, como un plato de ala
abombada y decoración pintada lineal, un lebes y tapaderas con
labio biselado (Fig. 3.15, 0326-1, 0313-2, 0379-1 y 0376-1; Fig.
3.16, 0374-1, 0353-1, 0277-2, 0470-1 y 0450-5).
Entre los materiales metálicos cabe destacar la presencia de
una fíbula, dos posibles resortes de fíbula, una anilla con decoración sogueada y pequeños objetos de bronce (Fig. 3.17), además
de una varilla apuntada de hierro (UE 0353, Fase 2). El Conjunto 4
es el que más piezas de bronce ha proporcionado, siendo especialmente interesante la anilla sogueada (Fig. 3.17, 0376-9).
De los objetos de piedra señalar el uso de un molde de fundición para hacha plana como material de construcción en un muro
del Conjunto 4 (Figs. 3.13 C y 3.15, 0461-1), además de un fragmento de brazalete ya comentado en el Cap. 2 (Fig. 2.4, 0338-1).
El punzón de asta se tratará con detalle en el apartado “Los
objetos de hueso y asta” (infra) (Fig. 3.50, 441-1).
Conjunto 1
No es seguro que este conjunto tuviera continuidad en este
nivel constructivo y si lo hizo, cambió sustancialmente. En un
primer momento, parece que el M76 y su posible continuación sufrieron la caída del alzado de adobes hacia el exterior
(UUEE 0430 y 0361); en el interior, excavado en 1984, no se
La cronología
No es fácil aportar una cronología precisa pero la posición estratigráfica de este Nivel y la asociación de algunos materiales
permiten datarlo hacia mediados del siglo VII a. C. Van a ser dos
objetos de bronce los que aporten la mayor precisión: el cuchillito o navaja de afeitar y la anilla con decoración sogueada pues
el resto de materiales metálicos y cerámicos tienen una amplia
horquilla temporal. Y lo mismo sucede con la fecha de C14 sobre
Hordeum vulgare (vid. Cap. 13 “Dos fechas de Carbono 14”).
La anilla con decoración sogueada por ambas caras formó
parte de un objeto más complejo como los soportes de bronce
datados entre mediados del siglo VII y primera mitad del VI
a. C. en el NE de la península ibérica y S. de Francia (Armada
y Rovira 2011, con bibliografía anterior) (Fig. 3.17, 0376-9).
La pequeña hoja de bronce con un extremo redondeado para
Fig. 3.18. Estructuras del Nivel 3, Fase 1. En negro, estructuras
y equipamientos de nueva construcción; en verde, perduraciones.
23
[page-n-37]
A
terrestres (vid. Cap. 13 “Estudi de continguts…”). Los MM72
y 73 pudieron estar parcialmente visibles pues la altura conservada del alzado de adobes así parece indicarlo.
Parece claro que esta zona redujo la actividad que había
desarrollado hasta ese momento. El material recuperado es
muy abundante y variado pero no existen indicios claros de
su pertenencia a un espacio cerrado (Figs. 3.18 y 3.20). Todo
ello quedó colmatado por la UE 0329, equivalente a la capa
5 excavada en 1984.
Conjunto 2
B
C
Fig. 3.19. A.- Vista de la consolidación realizada en 2004 (fotografía G. Pérez y A. Moreno). B.- Hogar 9 (UE 0362) (año 2000). C.Molino barquiforme hallado in situ, junto al Muro 79 del Conjunto
2 (año 2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno).
detectó ninguna sedimentación especial (capa 6). Esta ruina de
los muros pudo suponer el abandono total o parcial del conjunto y del hogar (H8, UE 0373) que quedaron colmatados por
las UUEE 0363 y 0431. Sobre este sedimento se construyó un
nuevo hogar (H9, UE 0362) de características similares al H8
(Fig. 3.8 D), es decir, no está construido y parece el producto
de un fuego temporal (Fig. 3.19 B). Abundando en esta hipótesis se encuentra el hecho de que entre el carbón recuperado
sólo se identifica una especie de madera (Juniperus sp) y los
residuos analizados mostraron restos de grasas de mamíferos
24
Todo lo contrario sucede con este conjunto que no sólo se
consolidó sino que amplió su superficie construida a más del
doble al ocupar un espacio en el que no se detectaron construcciones anteriores. El pasillo de separación con el Conjunto 3 se mantuvo entre 40 y 50 cm.
Se configuró como un espacio rectangular, muy alargado, delimitado por tres muros procedentes del nivel anterior
(MM70, 77 y 78, UUEE 0259, 0298 y 0299), más la construcción de otros tres (MM69, 79 y 80, UUEE 0244, 0503 y
0316); conservaba restos de un suelo de tierra (P13, UE 0311)
con reparaciones (UUEE 0287 y 0286), dos agujeros de poste
(AAPP2 y 3, UUEE0348 y 0349), dos hogares superpuestos
(HH13 y 12, UUEE 0310 y 0305) y un molino barquiforme
adosado al exterior del muro occidental (M79) (Fig. 3.19 C).
Las dos fases detectadas corresponden a los dos hogares y a
las reparaciones en el suelo (Figs. 3.18 y 3.20).
Los MM77 y 80 que cerraban la casa por el S tenían entre
ambos un hueco de difícil explicación (Figs. 3.18 y 3.20).
Existen dos hipótesis probables sobre esa irregularidad:
- Por un lado, es posible que el M80, de factura bastante
irregular fuera más ancho en origen y acabara conectado con
el M77, dado su alzado de adobes conservado.
- Y por otro lado, el M80 pudo tener continuidad por el
espacio ocupado anteriormente por el pasillo entre los conjuntos 1 y 2, sin que haya quedado rastro alguno. En este
caso, M77 actuaría de banco adosado.
La aceptación de una u otra posibilidad sólo cambiaría el
tamaño de la casa, siendo de 26,4 m2 útiles en el primer caso
y de 27,4 m2 en el segundo.
La ampliación del Conjunto 2, aumentando considerablemente el espacio ocupado en el Nivel anterior, hizo necesaria la colocación de postes de sustentación tras eliminar,
voluntaria o involuntariamente, el muro occidental del Nivel
2, del que sólo quedó su derrumbe (UE 0338). Ambos agujeros de poste están rodeados de piedras, pero el mayor (AP3)
se encontraba en el centro ejerciendo de apoyo principal del
envigado, mientras que el menor (AP2) serviría de refuerzo.
La longitud de la casa permite suponer que habría al menos
otro poste más, pero las dos fosas que llegaron a perforar la
roca (UUEE 0024 y 0314) afectaron a la conservación de esos
elementos sustentantes.
El equipamiento interno queda limitado a un gran hogar
en el centro de la ampliación, con dos placas superpuestas,
pues los bancos del nivel anterior fueron eliminados. Como
ya se ha señalado, en el exterior, junto al M79, se encontró
un molino barquiforme que debió utilizarse por los ocupantes
de esta casa, ampliando de este modo la superficie disponible
(Fig. 3.19 C).
[page-n-38]
Fig. 3.20. Estructuras del
Nivel 3, Fase 2. En negro,
estructuras y equipamientos
de nueva construcción; en
verde, perduraciones.
El acceso no está claro, pero dada su situación en el nivel
anterior, pudo mantenerse por el O, es decir en el M79, del
que tan sólo se conservaba una hilada; o bien en el extremo
occidental del M69 ya que estaba incompleto por ese lado.
El material recuperado no fue muy abundante por lo que
poco se puede decir de las actividades desarrolladas en la
casa. Ahora bien, por los equipamientos (hogar y molino)
se puede considerar, con seguridad, una unidad doméstica
(Figs. 3.18, 3.19 C y 3.20). Casi todas las estructuras se colmataron con las UUEE 0242 y 0284.
Conjunto 3
Está situado hacia el NE, en paralelo al anterior y separado del
mismo por un estrecho pasillo de 40/50 cm. Como en el caso precedente, también sus ocupantes ampliaron la casa hacia el O.
Está delimitado por dos muros anteriores (MM87 y
102, UUEE 0446 y 0519) y la construcción de otros cinco
(MM81, 82, 84, 85 y 86, UUEE 0359, 0412, 0415, 0437 y
0438); el espacio se compartimentó con un tabique (M83,
UE 0413) y conservaba restos de suelo (P16, UUEE 0421 y
0447) (Fig. 3.21 A). La cubierta estuvo sustentada por tres
o cuatro postes (AAPP4, 5, 6 y 7, UUEE 0419, 0417, 0422,
0367). Como equipamiento doméstico se localizó un hogar
en cubeta (H18, UE 0366), apenas desplazado en su ubicación respecto al hogar del Nivel 2 (H29) (Fig. 3.21 B). Por
otro lado, junto a las bases de poste 5 y 6, es decir, en medio
de la habitación y en un espacio de nueva construcción, se
colocó una inhumación infantil en urna (UE 0490) (vid. Cap.
10) (Fig. 3.21 C).
No se detectaron remodelaciones en las estructuras ni en los
equipamientos. La superficie útil total es de 23,6 m2, repartida
entre dos habitaciones de 7,5 y 16,1 m2 (Figs. 3.18 y 3.20).
La cota de uso del suelo y del hogar (P16 y H18) indica que los
MM87 y 102 se estaban utilizando a la altura del adobe, es decir,
que el zócalo de piedra ya no estaba a la vista al quedar oculto por
los sedimentos que colmataron las construcciones anteriores.
Los MM85 y 86 son muros de adobe, sin zócalo de piedras, que se construyeron realzando y haciendo más ancho el
M93, del Nivel 2. Con ello se consolidó la desaparición del
pasillo entre los conjuntos 3 y 4. Al compartir pared medianera, pudieron formar parte de la misma unidad doméstica
25
[page-n-39]
A
B
C
D
E
F
Fig. 3.21. A.- Vista del Muro 83 (UE 0413) (Nivel 3) y el Agujero de Poste 12 (UE 0476) (Nivel 2) (año 2002). B.- Vista del Hogar 18
(UE 0366) y el Agujero de Poste 7 (UE 0367) (año 2000). C.- Enterramiento infantil UE 0490-1 (año 2002). D.- Sección de la Fosa 47
(UE 0445) (año 2001). E.- Inhumación infantil UE 0514 (fotografía G. Pérez y A. Moreno). F.- Inhumación infantil UE 0516 (año 2004)
(fotografía G. Pérez y A. Moreno).
pero ambos tienen hogares y no se pudo comprobar la existencia de comunicación entre ellos al estar el muro afectado
por sendas fosas islámicas.
Otros tres muros de nueva construcción (MM81, 82 y 84)
sí que tenían un zócalo de escasa altura de piedras pequeñas,
con un alzado de adobes conservado sobre M84. La techumbre
estaba sustentada por dos postes centrales (AAPP 7 y 5 ó 6). El
primero de ellos tenía el agujero totalmente rodeado de piedras,
mientras que el segundo era sólo una losa.
El tabique (M83) se construyó precisamente en el punto
de unión entre M87 y M82; a pesar de ser un muro interior, tenía un zócalo de piedras bastante alto con respecto a
26
los muros perimetrales (Fig. 3.21 A). Esta circunstancia le
permitió mantener la estabilidad de los sedimentos antiguos
frente a los nuevos muros que se construyeron casi sobre la
roca, así como ayudar a la sustentación de la techumbre, actuando de tercer poste central, al tener una base más sólida.
El vano de comunicación entre las dos habitaciones, encarado con la puerta principal de la casa, está sobredimensionado
(1,2 m) pues el M83 estaba incompleto.
El hogar (H18) estaba casi en el centro de la habitación más
pequeña y alineado con la puerta (Figs. 3.18 y 3.20). En la habitación interior y junto a los postes de sustentación se encontró
una urna con su tapadera, incrustada en el suelo y colocada so-
[page-n-40]
bre la roca, con un individuo perinatal enterrado en su interior
y una fina anilla de bronce como único ajuar (vid. Cap. 10). La
fosa donde se introdujo la urna estaba rodeada de fragmentos
cerámicos hechos a mano de una misma pieza (Fig. 3.21 C).
Resulta tentador interpretar este enterramiento como un rito
fundacional, a pesar de ser perinatal, ya que estaba en una urna
cuidadosamente colocada junto a un poste central de la casa y
en una zona de nueva construcción.
El acceso se mantuvo por el mismo lugar que se hacía con
anterioridad, es decir, hacia el E. El único cambio observado fue
el estrechamiento de la puerta al hacer más ancho el muro medianero con el Conjunto 4 (1,1 m). El abandono y remodelación
se produjo con la caída del alzado de adobe de M83 (UE 0436)
y la colmatación de la mayor parte de las estructuras (UUEE
0418, 0411, 0351 y 0429).
Como en los casos anteriores, los materiales asociados informan poco de las posibles actividades de sus ocupantes.
Conjunto 4
Este conjunto se mantuvo con pocas modificaciones con respecto al Nivel 2. Estaba delimitado por dos muros del nivel
anterior (MM92 y 95, UUEE 0517 y 0386), más otros tres de
nueva construcción (MM85, 86 y 96 UUEE 0437, 0438, 0433)
y medianeros con el Conjunto 3. Los MM92 y 95 se utilizaron
a nivel de los adobes, pues el zócalo de piedra ya no era visible.
El espacio delimitado es de 7,9 m2 en la primera fase y de 7,6
m2 en la segunda.
Su evolución es la siguiente:
- En una primera fase, el lado occidental estuvo cerrado por
un muro del que apenas quedaba una hilada de adobes grises
que, por la anchura conservada, debieron estar colocados a soga
(M96) (Fig. 3.18). No llegaba a adosarse ni a M86 ni a M95,
dejando un amplio espacio con este último que pudo ser la puerta (1,3 m máx.). Junto a M95 había una fosa (F47, UE 0445)
cuya funcionalidad se desconoce pero contenía bastante material cerámico, metálico y orgánico2 (Figs. 3.21 D, 3.23 y 3.26).
Quedaron restos del suelo de tierra (P19, UE 0375) y el AP13
(UE 0390) debió de funcionar en este momento. Junto a M96
se encontró un fragmento de molino barquiforme boca abajo y
manchado de pigmento rojo (Fig. 3.27).
- En la remodelación sufrida, el suelo (P19) y el M96 quedaron
anulados por una capa de tierra (UUEE 0372 y 0434) (Fig. 3.20).
En el espacio ocupado por la puerta y la F47 se construyó el M98
(UE 0387) entre dos agujeros de poste (AAPP15 y 16, UUEE 0448
y 0449), desplazando el nuevo acceso hacia el S (1,4 m máx.). Ambos agujeros de poste estaban rodeados de piedras. Es probable que
el AP13 siguiera funcionando en ese momento. En el centro del
departamento se construyó un hogar circular (H26, UE 0368).
La presencia del hogar (H26) y el hecho de que el departamento se abriera hacia el O, justo al contrario que el Conjunto 3
permite suponer que se tratara de unidades domésticas diferentes
a pesar de compartir muro medianero y tener un tamaño menor.
2 Carbones de Pinus nigra-sylvestris, P. halepensis, Quercus caducifolio y perennifolio y Juniperus sp.; semillas de Hordeum vulgare,
Panicum miliaceum, Triticum aestivum durum y Stipa; huesos de
ovicaprino.
Conjunto 5
El único muro conocido de este hipotético conjunto (M94, UE
0522) pudo seguir en uso pues la altura conservada de adobes
así permite suponerlo. En cualquier caso, debió existir un pasillo intermedio pues el Conjunto 3 abría su puerta en esa dirección (Figs. 3.18 y 3.20).
Los espacios de circulación
La ampliación de los conjuntos 2 y 3 supuso la reducción de
los espacios sin construir y, en consecuencia, una organización
diferente de la circulación. De este modo quedaron configuradas
dos zonas de circulación en dirección N-S, de anchura desconocida.
En estos espacios abiertos se realizarían actividades domésticas asociadas a los conjuntos, como demuestran la presencia
de un molino barquiforme adosado al muro occidental del Conjunto 2 (Fig. 3.19 C), así como un hogar simple (H9) al S de esta
misma unidad doméstica (Fig. 3.19 B).
En la posible calle o pasillo situado al E, entre los conjuntos
3, 4 y 5, se encontraron dos inhumaciones infantiles en fosa
(UUEE 0514 y 0516) (Fig. 3.21 E y F). Su valoración es difícil
de realizar ya que el lugar donde se encontraron está parcialmente excavado. En apariencia se encontraron cerca de la puerta del Conjunto 3 pero se desconoce totalmente la organización
del 5, cuyo pasillo comparten.
Además hay que considerar dos amplias áreas sin apenas
construcciones al S del Conjunto 2 y al O del 4. De la primera de
ellas se ha tratado al hablar del Conjunto 1. En la segunda sólo
se localizaron (Figs. 3.18 y 3.20):
- Un agujero de poste (AP21, UE 0380) sin una función estructural evidente y que podría ser de un nivel posterior cuya
asociación no se pudo identificar.
- Y una fosa (F46, UE 0442), recortada directamente sobre la
roca, de forma aproximadamente circular y rodeada de grandes
piedras. No se ha podido interpretar su sentido funcional y en
su interior no se encontró material alguno. Tampoco se descarta
la posibilidad de que sea una irregularidad natural del terreno.
Los materiales
Las cerámicas de este nivel son abundantes y variadas produciéndose un aumento significativo del NMI. Cambios que no
se reflejan en la relación entre las cerámicas hechas a mano
(92,7%) y a torno (7,3%) que apenas varía (Fig. 3.22).
La cerámica tosca hecha a mano sigue siendo el grupo más
abundante tanto en cantidad de fragmentos (59,5%) como en
NMI (33,5%). Tipológicamente la variedad es escasa, con orzas
y ollas como las piezas más numerosas; además de un cuenco
hemiesférico y tejuelos (Fig. 3.23, 0242-1, 0418-1 y 0429-1;
Fig. 3.24, 0498-1 bis, 0430-1/3, 0431-1, 3 y 5, 0443-3).
Las cerámicas semicuidadas constituyen el 11% de los fragmentos y el 14% del NMI (Fig. 3.22). Las formas documentadas son cuencos troncocónicos, uno de ellos con pintura roja
en ambas superficies, tinajas con cuello destacado, tapaderas
y tejuelos (Fig. 3.23, 0354-1 y 0351-1; Fig. 3.24, 0428-4). La
peculiaridad más interesante es la presencia de un conjunto significativo de fragmentos decorados con pintura roja, por ambas
superficies o por una sola; así como las tapaderas y la tinaja con
27
[page-n-41]
Fig. 3.22. Cuadro resumen de materiales del Nivel 3.
Categorías
M tosca
Fragmentos
Piezas NMI
Piezas frags.
Tipos NMI
Tipos frags.
Total frags.
5065
269
382
–
–
5447
Total NMI/NT
269
M semi
839
113
153
–
–
992
113
M cui
768
179
252
–
–
1020
179
M incisa
148
41
59
–
–
207
41
M pintada
211
42
64
–
–
275
42
M graf
404
110
144
–
–
548
110
TOTAL
7435
754
1054
–
–
8489
754
225
28
53
–
–
278
28
A ant
A blanq
A ant gris
TOTAL
5
1
1
–
–
6
1
19
7
10
–
–
29
7
249
36
64
–
–
313
36
A
149
1
1
1
1
151
2
Fenicia
193
8
23
–
–
216
8
TOTAL
8026
799
1142
1
1
9169
800
Material constr.
49
15
Material lítico
37
32
Hierro
8
4
Bronce
36
30
Hueso
7
6
Malacofauna
5
5
cuello destacado (Fig. 3.23, 0354-2 y 0490-1; Fig. 3.24, 03296 y 0364-1) por ser producciones locales que copian formas a
torno (Mata y Quixal 2014, 52, fig. 4, 1).
Las cerámicas cuidadas sin decorar siguen siendo el segundo conjunto más numeroso de este grupo (11% del total y 22,5%
del NMI) (Fig. 3.22). La variedad es un algo mayor que en el
nivel anterior incorporando tipos poco comunes como ollas y
tinajas con cuello destacado (Fig. 3.23, 0411-2, 0405-2 y 04351; Fig. 3.24, 0428-3, 0430-4, 0329-4 y 0364-3).
Las cerámicas grafitadas también siguen siendo la técnica
decorativa más numerosa dentro de las cuidadas (6% del total y
14% del NMI) (Fig. 3.22), pero su variedad tipológica es escasa:
cuencos carenados, ollas y un tejuelo (Fig. 3.23, 0405-0411-1 y
0411-0418-2; Fig. 3.24, 0498-5, 0364-4 y 5), además del conjunto formado por la tinaja de cuello destacado de base cóncava
(G 7.) y el cuenco troncocónico de base plana y mamelón perforado (G 2.3.). Ambos constituyeron la urna y tapadera de un
enterramiento infantil (Figs. 3.21 C y 3.25).
Las decoraciones pintadas se han reducido bastante respecto a los niveles anteriores (3% del total), pero aun así el NMI
es relativamente elevado dada su peculiaridad (5,25% NMI)
(Fig. 3.22). La tipología y características decorativas no varían:
pequeños recipientes con pintura roja cubriendo una o ambas
superficies y, a veces, dibujando motivos geométricos; la decoración bícroma es testimonial (Fig. 3.23, 0453-3; Fig. 3.24,
0498-6 y 7, 0363-2, 0431-2 y 0329-7).
Las cerámicas con decoración incisa constituyen el grupo
menos numeroso (2,25% del total y 5% NMI) (Fig. 3.22). La
forma más abundante sigue siendo el cuenco con perfil en S
28
además de incorporar el cuenco hemiesférico. En algún ejemplar se combina la incisión con la pintura roja, total o parcial
(Fig. 3.23, 0405-1 y 0411-3; Fig. 3.24, 0498-2 y 4, 0431-4 y 6,
0443-1 y 2, 0364-6).
Las cerámicas a torno todavía tienen un porcentaje pequeño
dentro del total pero empiezan a diversificarse en calidades y
formas (7,25% del total y 5,65% del NMI) (Fig. 3.22).
Las cerámicas del ámbito fenicio occidental se mantienen
como las únicas importaciones (2,35% de los fragmentos y 1%
del NMI), pero junto a las ánforas hay tinajas con decoración
pintada bícroma, un plato hondo y algunos fragmentos con barniz rojo (Fig. 3.23, 0411-5 y 0445-1; Fig. 3.24, 0431-8, 0329-1
y 0329-0363-2).
Se documentan también producciones a torno de pasta clara
de procedencia incierta: tinajillas de cuello destacado con superficies pulidas, un asa geminada tipo espuerta y algunos platos, todos con decoración pintada, además de otros sin decorar
(3% de los fragmentos y 3,5% del NMI) (Fig. 3.22; Fig. 3.23,
0284-1 y 0302-1; Fig. 3.24, 0428-2 y 5, 0443-4, 0329-0431-7,
0364-8, 0364-0428-7 y 0426-5).
Los fragmentos de cerámica blanquecina, gris antigua e ibérica
plena proceden de UUEE con intrusiones por lo que están fuera de su
contexto real (2% de los fragmentos y 1,25% del NMI) (Fig. 3.22).
Los objetos metálicos también han sido bastante abundantes (Fig. 3.22). El hierro todavía es muy escaso y sin
tipos reconocibles, pero poco a poco va consolidando su
presencia (Fig. 3.26, 0468-1). En bronce hay que destacar
tres muelles pertenecientes a fíbulas y una mortaja, así como
unas pinzas de factura sencilla (Fig. 3.26, 0354-3, 0445-2 y
[page-n-42]
Fig. 3.23. Materiales cerámicos más significativos de los Conjuntos. Cerámica a mano tosca, 0310-1, 0242-1, 0418-1 y 0429-1; cerámica
a mano semicuidada, 0284-0287-2, 0354-1 y 2, 0351-1 y 0490-1; cerámica a mano cuidada, 0411-2, 0405-2 y 0435-1; cerámica grafitada,
0405-0411-1 y 0411-0418-2; cerámica a mano pintada bícroma, 0453-3; cerámica a mano incisa y pintada, 0405-1; cerámica a mano incisa, 0411-3; cerámica fenicia, 0411-5 y 0445-1; cerámica a torno oxidante, 0284-1, 0411-0443-4 y 0302-1.
29
[page-n-43]
Fig. 3.24. Cerámicas del Nivel 3 (UE 0498) y fuera de los Conjuntos (Fase 1). A mano: tosca, 0498-1bis, 0430-1, 2 y 3, 0431-1, 3 y 5,
0443-3; cuidada, 0498-1 y 2, 0428-3, 0430-4; grafitada, 0498-3 y 5; pintada, 0498-6 y 7, 0363-2, 0431-2; incisa, 0498-2 y 4, 0443-1 y 2;
semicuidada, 0428-4, 0363-1; incisa y pintada, 0431-4 y 6. Fenicia, 0431-8. A torno oxidante, 0428-2 y 5, 0443-4. Fuera de los Conjuntos
(Fase 2). A mano: tosca,; semicuidada, 0329-6; semicuidada y pintada, 0364-1; cuidada, 0329-4 y 5, 0364-3; grafitada, 0364-4 y 5; pintada,
0329-7; incisa, 0364-6. Fenicia, 0329-1, 0329-0363-2. A torno oxidante, 0329-0431-7, 0364-8 y 10, 0364-0428-7, 0426-5.
30
[page-n-44]
Fig. 3.25. Tinaja y tapadera
grafitadas que contuvieron un
enterramiento ianfantil (UE
0490-1), Conjunto 3, Nivel 31
(fotografía J. P. Valor).
Además hay sílex trabajado, una cuenta de collar de
piedra, otros objetos líticos de difícil clasificación y fragmentos de útiles apuntados de hueso (Fig. 3.26, 0443-6,
0431-15 y 0443-5). Los objetos y útiles más significativos
se tratan con detalle en otro lugar (vid. Cap. 2 y “Objetos
de hueso…” –infra–).
La cronología
Fig. 3.26. Materiales metálicos, óseos y líticos del Nivel 3. Hueso,
0431-15; hierro, 0468-1; bronce, 0354-3, 0445-2 y 3, 0490-1, 04266 y 0287-1; piedra, 0443-6.
Ninguno de los objetos recogidos aporta una cronología precisa, por lo tanto este Nivel y sus respectivas fases constructivas
sólo se pueden datar por su posición estratigráfica, es decir,
hacia finales del siglo VII a. C.
NIVEL 4
Fig. 3.27. Molino barquiforme (UE 0434). A la izquierda, cara superior con pintura roja. A la derecha, cara inferior.
3, 0287-1). El Conjunto 4 es el que más objetos de bronce
tiene, entre ellos dos fíbulas; otras dos fíbulas se encontraron en los conjuntos 2 y 3.
El material lítico comprende molinos barquiformes
enteros y fragmentados, uno de ellos con restos de pintura
roja en la cara superior (Fig. 3.27). Otro completo se encontró al exterior del Conjunto 2, junto al muro de fachada
(Fig. 3.19 C).
Este nivel corresponde al momento de transición entre el Hierro
Antiguo y el Ibérico Antiguo. Las estructuras verticales estaban peor conservadas que en los niveles precedentes pues las
construcciones posteriores les afectaron de forma importante,
circunstancia que ha dificultado la interpretación de una buena
parte de los restos conservados. Que se trata de una etapa de
transición se nota tanto en los materiales recuperados, orgánicos
e inorgánicos, como en la organización del espacio que se va a
plasmar a partir de ahora.
Conjunto 1
Este conjunto se excavó parcialmente en 1984 (Fig. 3.28 A). En
el nivel precedente tuvo una presencia testimonial, pero en este
momento se puede considerar de nuevo como una unidad doméstica. Se han diferenciado dos fases (Figs. 3.29 y 3.30):
- Sobre la UE 0329 y la capa 5 de 1984 había un suelo muy incompleto de tierra apisonada y pequeñas piedras
(P26, UE 0319) que sería equivalente al nivel de ocupación
UE 0425. Relacionado con este suelo se construyó un hogar
31
[page-n-45]
A
B
pues faltaban los muros de cierre por el S y el O. Con su construcción se ocupó el mismo espacio que el Conjunto 1 del Nivel
2, además de un área en la que hasta ahora no se habían localizado estructuras verticales (Fig. 3.30). Como equipamientos
domésticos se documentaron un hogar circular (H11, UE 0288),
construido inmediatamente sobre el anterior (H10), y una fosa
(F39, UE 0276). La fosa era poco profunda (15 cm), estaba rellena de tierra cenicienta y en la base había una losa plana. Junto
a M53 había restos de tierra rojiza que podían ser tanto adobes
deshechos del muro como parte del suelo. El acceso debió hacerse por el O, pues el M53 terminaba sin hacer esquina con
otro; de confirmarse esta circunstancia, ello significaría que se
mantuvo la misma dirección de la entrada que en el Nivel 2
(Figs. 3.7, 3.9, 3.12, 3.29 y 3.30).
La UE 0228 y la capa 3 de 1984 amortizaron esta construcción y desde ese momento el área se convirtió en un espacio
de circulación hasta el abandono del asentamiento. Por esta
misma razón mantiene una cota superior de uso con respecto
a las construcciones colindantes que se levantaron arrasando
parcialmente las estructuras precedentes.
Conjunto 2
C
Fig. 3.28. A.- Vista del Conjunto 1 durante su excavación en 1984.
B.- Hogar 10 (UE 0332) del Conjunto 1 (año 2000). C.- Muro 58
(UUEE 0501 y 502) del Conjunto 2 (año 2004) (fotografía G. Pérez
y A. Moreno).
circular (H10, UE 0332), que se conservaba incompleto al
introducirse en el corte S de la excavación (Fig. 3.28 B). No
se localizaron estructuras verticales asociadas, excepto unos
restos de adobes junto al hogar (UE 0330). Se trata de una
situación similar a la precedente con la diferencia de que, en
esta fase, el hogar es una estructura de combustión construida, similar a las de otros espacios cerrados.
- Esta primera fase quedó amortizada con las UUEE 0277,
0280, 0285, 0409 y la capa 4 de 1984. Sobre ellas se construyeron dos muros (MM53 y 54, UUEE 0171 y 0172) que formaban
ángulo recto, delimitando una superficie mínima de 20,5 m2,
32
Este conjunto está muy incompleto y apenas se puede dibujar
una planta. Una novedad respecto a los niveles anteriores es la
ausencia del muro oriental (Figs. 3.29 y 3.30). Sobre el M80
(UE 0316) se construyó un nuevo muro (M61, UE 0260) ligeramente más ancho que el anterior pero que se conservaba en
un corto tramo, impidiendo conocer su longitud real; haciendo ángulo con el mismo se construyó el M58 (UE 0501), utilizando como cimiento un muro anterior (M79, UE 0503) (Fig.
3.28 C). Del M58 se conservaban dos tramos separados por una
abertura de unos 98 cm que pudo actuar de puerta, aunque en
el momento de su excavación se encontró tapiada (UE 0502)
probablemente para asentar, en el Nivel 7, uno de los muros de
la Vivienda 3 (M8, UE 0020). El M70 (UE 0259), procedente
de los niveles anteriores, siguió en uso, encontrándose algunas
cerámicas adosadas al mismo.
Restos de un suelo (P14, UE 0309) y un hogar (H14, UE 0308)
pudieron formar parte de este conjunto, pero sin estructuras verticales claramente asociadas. La superficie delimitada estaría entre
24,5 m2 y 37 m2, siempre teniendo en cuenta que se trata de aproximaciones sobre una construcción muy incompleta.
Las UUEE 0225, 0243, 0249, 0251, 0281 y 0304 colmataron parcialmente estas estructuras, dando paso a una nueva
fase constructiva que, por los materiales recuperados, corresponde ya al Horizonte Ibérico.
Conjuntos 3 y 4
El espacio que anteriormente ocuparon los conjuntos 3 y 4 se convirtió en un lugar cuyas escasas estructuras no permiten una separación clara de ambos como hasta ahora. Otro aspecto a tener en
cuenta es que apenas se identificaron muros; en cambio, sí que se
delimitaron agujeros para postes y fosas (Figs. 3.29 y 3.30). Todos
ellos se construyeron sobre la UE 0340.
Los muros correspondientes a este Nivel son dos procedentes de los niveles anteriores (MM84 y 87, UUEE 0415 y
0446). Aunque ambos estaban construidos sobre zócalo de
piedras, en este momento funcionaron como muros de adobe
[page-n-46]
Fig. 3.29. Planta del Nivel 4, Fase 1.
En negro, estructuras y equipamientos
de nueva construcción; en verde,
perduraciones.
exclusivamente. En la mitad occidental del área excavada,
se diferenciaron ocho agujeros de poste y dos losas cuya superficie corresponde a la zona que, a partir del siglo V a. C.,
ocupará el denominado Departamento 19.
Los ocho agujeros de poste (AAPP8, 10, 17, 18, 19, 20,
22 y 23, UUEE 0360, 0410, 0321, 0322, 0355, 0356, 0406 y
0407) tenían un tamaño y factura similar (Fig. 8.5; vid. Cap.
8) con la excepción de AP19 que es mayor. Su posición centrada justificaría su diferencia de tamaño ya que pudo ser sustentador principal de la cubierta, aunque su homólogo en el
extremo opuesto es menor (AP8). Dos losas (AP9, UE 0416
y AP36) también pudieron actuar como bases de poste. Otros
elementos asociados a estos agujeros son dos fosas (FF43 y
48, UUEE 0341 y 0358), la primera de ellas con un fragmento de molino barquiforme en su interior (Fig. 8.20 C), y un
pequeño empedrado (UE 0323).
Teniendo en cuenta las alineaciones observadas se pueden plantear tres hipótesis de funcionamiento para estas estructuras y equipamientos:
1.- Los conjuntos 3 y 4 se mantienen separados mediante una zona de circulación de 1,3 m de ancho (Fig. 3.31, A).
Es decir, el Conjunto 3 estaría compuesto por el M84, los
AAPP8, 9 y 10. En este caso habría que suponer que M84
actuaría como elemento sustentante del poste que falta en
ese lugar. Para completar la estructura sería necesario otro
agujero o base de poste en el ángulo formado por AAPP8
y 10 que las construcciones posteriores pudieron eliminar.
La F43, con un fragmento de molino barquiforme en el interior, sería el único equipamiento conocido. Este espacio
tendría entre 7 m2 (sólo los postes) y 8 m 2 (hasta el M84) de
superficie útil.
El Conjunto 4, por su parte, estaría formado por los AAPP17,
18, 19, 22 y 23; AP20 y 36 actuarían de refuerzo. En este caso,
haría falta un agujero o base de poste entre AAPP18 y 23, porque la distancia entre ambos es demasiado grande; su ausencia
se puede explicar por la presencia de la F11 (UE 0073) que pudo
destruir ese elemento. Como equipamientos estarían la F48 y el
empedrado UE 0323. Este espacio tendría unos 7 m2.
33
[page-n-47]
Fig. 3.30. Planta del Nivel 4,
Fase 2. En negro, estructuras
y equipamientos de nueva
construcción; en verde,
perduraciones.
2.- Una variante del anterior consistiría en considerar el
Conjunto 3 formado por M84, AAPP8, 9, 10, 18 y 23, con las
ausencias ya indicadas entre AAPP23-18 y 8-10. La F43 sería su equipamiento interno. El espacio cubierto tendría entre
14,6 m2 (sólo los postes) y 15,6 m2 (hasta M84); la separación con el Conjunto 4 se reduciría ligeramente hasta alcanzar 1 m, quedando en esta zona exterior la F48, el empedrado
0323 y la losa AP36 (Fig. 3.31, B).
El Conjunto 4 estaría incompleto pues sólo tendría visible una alineación de cuatro postes (AAPP17, 19, 20, 22
y 36). El resto de la construcción estaría en las cuadrículas
AB4 donde no se llegó a profundizar tanto. También se puede suponer que el M49 (UE 0163) cerrara este ámbito por
el N (14, 5 m2), aunque esto último no parece muy factible
(Fig. 3.31, B).
3.- La tercera hipótesis, la más probable mientras no se
excave en las cuadrículas AB4, utiliza todos los agujeros de
poste enumerados, con las dos ausencias ya señaladas entre
AAPP13-18 y 8-10 (Fig. 3.31, C). En este caso, existe una
34
irregularidad pues el AP10 sólo enfrenta con la F43. Esta
situación se puede explicar del siguiente modo: en esta zona,
al existir el M84 no harían falta postes de sustentación a esa
distancia; y, teniendo en cuenta la presencia de dos fosas islámicas en ese lugar, los posibles postes pudieron desaparecer.
El espacio cubierto en este caso está entre 21 m2 (sólo los
postes) y 22,4 m2 (hasta M84) y, como ya se ha señalado, casi
ocupa el mismo lugar que el Departamento 19.
En los tres casos, el M48 pudo no tener función alguna,
pero por la cota conservada, debió ser parcialmente visible.
La continuación de la excavación hacia el O podría clarificar su presencia.
Hacia la mitad oriental del área excavada apenas quedaron
restos: el M87 estaría todavía visible, dos fragmentos de suelo
endurecido (PP17 y 20, UUEE 0345 y 0346), un agujero de poste de gran tamaño (AP24, UE 0392) y un hogar (H31, UE 0347).
No ha sido posible delimitar conjunto alguno o asociar el área a
los conjuntos 3 o 4 (Figs. 3.29 y 3.30).
[page-n-48]
Fig. 3.32. UE 0498 y M84, cuadrícula A2, con empedrado y
alineación de adobe rojizo (año 2004) (fotografía G. Pérez y A.
Moreno).
Los materiales
Fig. 3.31. Hipótesis de funcionamiento de los postes. 1 y 2,
conjuntos 3 y 4 separados; 3, una sola construcción.
Los espacios de circulación
El espacio de circulación más claro estaba al O de los conjuntos
1, 2 y 3/4, pues al menos los conjuntos 1 y 2 abrían sus puertas en esa dirección. Junto al M84 hay una capa de piedras de
pequeño y mediano tamaño, a modo de pavimento, además de
una alineación de adobe rojizo en oblicuo respecto a M84, cuya
funcionalidad no se ha podido determinar al estar en el límite
del área de intervención (Fig. 3.32).
Los materiales cerámicos de este Nivel apenas cambian, cuantitativamente, respecto al anterior. Tan sólo se produce un ligero
descenso de las cerámicas hechas a mano (90% de total y 87%
del NMI). También se han detectado intrusiones de cerámicas
ibéricas y un fragmento de ática provocadas por la remoción de
tierras para las construcciones posteriores (2 % del total y del
NMI) (Fig. 3.33).
La cerámica hecha a mano tosca sigue siendo la más numerosa en cuanto a fragmentos (59% del total) y NMI (36,55%)
(Fig. 3.33). La variedad tipológica se mantiene dentro de los
parámetros vistos con anterioridad: orzas, ollas, cuencos y tejuelos. Las decoraciones se limitan a incisiones y digitaciones
en el labio, además de algún cordón impreso; las bases son planas e indicadas (Fig. 3.34, 0271-1, 2 y 3, 0319-2, 0409-2, 3, 5
y 8, 0228-2, 3 y 4; Fig. 3.35, 0249-2 y 4, 0398-11, 13, 14, 15 y
18; Fig. 3.36, 0340-3, 0208-1 y 15); las primeras pueden tener
impresiones de esterilla en la superficie de apoyo (Fig. 3.36,
0307-7). La novedad tipológica más interesante es la documentación de dos nuevas fusayolas (Fig. 3.36, 0208-13 y 14) procedentes del espacio ocupado por la/s construcción/es de postes.
Hasta ahora se conocía una fusayola cilíndrica en el Nivel 2
(UE 0478) y otras dos de hueso, una de ellas del Conjunto 1 de
este mismo Nivel 4 (Fig. 3.50, 0401-2 y 0319-1).
La cerámica hecha a mano semicuidada sufre un descenso considerable pues pasa a tener tan sólo un 7% del total y
un 11,5% del NMI (Fig. 3.33). En consecuencia también disminuye su variedad tipológica y sólo se documentan cuencos
globulares, algún tejuelo y un plato (Fig. 3.34, 0409-4 y 9; Fig.
3.35, 0225-0242-5 y 0398-17; Fig. 3.36, 0208-17, 19 y 20). La
decoración, igual que en la tosca, se limita a algunas digitaciones e incisiones en los labios.
La cerámica cuidada sin decoración sigue siendo el segundo
conjunto más numeroso de las producciones a mano pero sus porcentajes empiezan a variar de forma significativa. Ahora apenas alcanza el 12% del total y el 17% del NMI, lo que está indicando su
elevado índice de fragmentación (Fig. 3.33). Las formas no cambian respecto a lo visto hasta ahora: cuencos de perfil compuesto
en S, cuencos de perfil simple globular y troncocónico, así como
alguna olla (Fig. 3.34, 0177-0190-0399-1; Fig. 3.35, 0398-4 y 12;
Fig. 3.41, 0208-16, 18 y 21).
35
[page-n-49]
Fig. 3.33. Cuadro resumen de materiales del Nivel 4 (no se ha contabilizado la UE 0398).
Categorías
Fragmentos Piezas NMI
Piezas frags.
Tipos NMI
Tipos frags.
M tosca
3415
208
340
–
–
3755
208
M semi
376
66
111
–
–
487
66
M cui
561
96
114
–
–
675
96
70
18
45
–
–
115
18
131
29
47
–
–
178
29
M incisa
M pintada
M graf
342
81
141
–
–
483
81
TOTAL
4895
498
798
–
–
5693
498
231
33
71
–
–
302
33
23
1
7
–
–
30
1
7
5
6
–
–
13
5
TOTAL
261
39
84
–
–
345
39
A
115
0
0
6
9
115
6
A eng r
1
0
0
–
–
1
–
A gris
1
1
1
–
–
1
1
117
1
1
8
9
126
9
0
1
11
1
1
12
2
138
20
70
–
–
208
20
1
–
–
–
–
1
1
5412
559
964
9
10
6385
569
Material constr.
5
5
Material lítico
29
27
Hierro
10
4
Bronce
29
14
Hueso
8
6
Malacofauna
3
3
A ant
A blanq
A ant gris
TOTAL
B
Fenicia
Ática BN
TOTAL
La cerámica grafitada mantiene sus elevados índices de
presencia total (7,5%) pero disminuye en individuos identificados (14%) (Fig. 3.33). Los tipos predominantes son los
cuencos con perfiles compuestos y simples; además de alguna olla, tinajilla de cuello cilíndrico, un plato carenado (Fig.
3.34, 0271-4, 0409-1 y 10; Fig. 3.35, 0225-1 y 4, 0398-1/3;
Fig. 3.36, 0208-3, 7, 8, 9, 11 y 12, 0307-3) y un tejuelo.
El grafito se sigue aplicando por una o ambas superficies
y apenas se constatan ejemplares con grafito parcial (Fig.
3.36, 0208-10).
La decoración pintada tiene el 2,7% del total y un NMI
del 5% (Fig. 3.33), manteniendo tanto su presencia como el
repertorio tipológico. A los cuencos de perfil compuesto y
simple tan solo se puede agregar una posible olla (Fig. 3.34,
0409-6 y 7; Fig. 3.35, 0225-0242-6, 0398-9 y 10; Fig. 3.36,
0340-4 y 307-1). El tono rojo total o parcial es dominante
pero todavía se ha recuperado algún fragmento con pintura
roja y amarilla (Fig. 3.35, 0225-3).
36
Total frags. Total NMI/NT
Las cerámicas incisas siguen siendo escasas entre las decoradas (apenas el 2% del total y el 3% del NMI) (Fig. 3.33).
Se mantiene de forma casi exclusiva el cuenco de perfil en S,
algunos con restos de pintura roja por el exterior o el interior
(Fig. 3.34, 0271-5 y 6; Fig. 3.35, 0398-8; Fig. 3.36, 0340-2,
0208-3, 4 y 26). Se documenta también un cuenco de perfil carenado con una decoración muy sencilla que debe considerarse
como una pieza foránea pues es totalmente ajena a la tradición
local (Fig. 3.36, 0355-0364-2).
Las cerámicas a torno son escasas pero mantienen el
grado de diversificación alcanzado en el momento anterior.
También se han detectado intrusiones de los niveles posteriores (Fig. 3.33).
Las fenicias siguen siendo las únicas importaciones mediterráneas detectadas. Su presencia aumenta ligeramente respecto
al nivel precedente (3% del total y 3,5% del NMI) (Fig. 3.33). Lo
más interesante es que junto a las ánforas de la costa malagueña
hay un porcentaje significativo de recipientes cerrados pintados
[page-n-50]
Fig. 3.34. Materiales del Conjunto 1. Nivel 41: Cerámica a mano tosca, 0271-1, 2 y 3, 0319-2, 0409-2, 3, 5 y 8; cerámica a mano semicuidada,
0409-4 y 9; cerámica a mano cuidada, 0277-0325-B1 16/19 c-6; cerámica a mano grafitada, 0271-4, 0409-1 y 10; cerámica a mano pintada,
0409-6 y 7; cerámica a mano incisa, 0271-5 y 6; cerámicas fenicias, 0409-11, 0363-0431-0490-13, 0409-0431-12 y 14, 0329-0319-0409-3;
hueso con restos de pintura roja, 0409-16. Nivel 42. Cerámica a mano tosca, 0228-2, 3 y 4; cerámica a mano cuidada, 0177-0190-0399-1; cerámica a torno oxidante, 0228-5 y 0288-1; trípode a torno de producción local, 0228-0280-1; cerámica a torno gris, 0228-1.
y de engobe rojo de procedencia desconocida (Fig. 3.34, 040911, 0363-0431-0490-13, 0409-0431-12 y 14, 0329-0319-04093; Fig. 3.35, 0225-7 y 0243-1; Fig. 3.36, 0307-0340-2).
Por su parte, las cerámicas a torno de procedencia incierta
empiezan a consolidar su presencia pero siguen sin aportar
elementos para conocer su origen (4,5% del total y 6,8% del
NMI) (Fig. 3.33). Las formas identificadas no difieren de las
conocidas en niveles anteriores. Así, hay tinajillas, platos con
y sin decoración pintada, tapaderas y tinajillas de labio biselado (Fig. 3.34, 0228-5 y 0288-1; Fig. 3.35, 0249-0312-0313-1,
0281-1, 0398-5 y 6; Fig. 3.36, 0340-1 y 0340-0364-0426-4).
La pieza de mayor interés es un trípode hecho a torno, imitación sui generis de los fenicios (Fig. 3.34, 0228-0280-1).
Las cerámicas reductoras de cronología antigua siguen siendo irrelevantes. Mientras que las cerámicas ibéricas de época
plena son, evidentemente, intrusiones.
37
[page-n-51]
Fig. 3.35. Materiales del Conjunto 2. Nivel 41: Cerámica a mano tosca, 0249-2 y 4; cerámica a mano semicuidada, 0225-0242-5; cerámica
a mano semicuidada pintada, 0225-2; cerámica a mano grafitada, 0225-1 y 4; cerámica a mano pintada amarilla y roja, 0225-3; cerámica
a mano pintura roja, 0225-0242-6; cerámica a mano incisa, 0249-3; cerámicas fenicias, 0225-7 y 0243-1; cerámica a torno oxidante,0249-0312-0313-1 y 0281-1; sierra de sílex, 0301-1; hoja de hierro, 0249-4; pinzas de bronce, 0225-8; lingote de cobre, 0304-1. Nivel
42: Bronce, 0236-1. Materiales de la UE 0398: Cerámica a mano tosca, 0398-11, 13, 14, 15 y 18; cerámica a mano semicuidada, 0398-17;
cerámica a mano cuidada, 0398-4 y 12; cerámica a mano grafitada, 0398-1, 2 y 3; cerámica a mano pintada, 0398-9 y 10; cerámica a mano
incisa, 0398-8; cerámica a torno oxidante, 0398-5 y 6; loseta de arenisca, 0398-16; arcilla moldeada, 0398-19.
38
[page-n-52]
Fig. 3.36. Materiales de los Conjuntos 3 y 4. Cerámica a mano tosca, 0340-3, 0208-1 y 15; y con improntas de esterilla, 0307-7; cerámica a
mano semicuidada, 0208-17, 19, 20, 22 y 23; cerámica a mano cuidada, 0208-16, 18 y 21; cerámica a mano grafitada, 0208-3, 7, 8, 9, 10, 11
y 12, 0307-3; cerámica a mano pintada, 0208-5 y 6, 0340-4 y 307-1; cerámica a mano incisa, 0340-2, 0208-3, y 4 y 0355-0364-2; cerámica a
mano incisa y pintada, 0208-26; cerámica fenicia, 0307-0340-2; cerámica a torno oxidante, 0306-1, 0340-1 y 0426-0340-0364-4; cerámica a
torno tosca, 0512-1; cerámica a torno blanquecina, 0208-2; bronce, 0340-5 y 0409-17; trapecio, 0307-5; bola de arcilla, 0307-6; fusayolas de
cerámica tosca, 0208-13 y 14; clavo de hierro, 0208-27; loseta de arenisca, 0208-25; piedra trabajada, 0306-0354-1.
39
[page-n-53]
Entre los objetos de materiales diversos hay hierro, bronce,
cobre, piedra y hueso. Lo más relevante es un clavo de hierro
(Fig. 3.36, 0208-27), aunque dadas las fosas que perforan la UE
0208, no se puede descartar que sea una intrusión. De cobre hay
que destacar un posible lingote de 69,85 g (Fig. 3.35, 0304-1) y
en bronce fragmentos de fíbula/s y útiles apuntados (Fig. 3.35,
0225-8; Fig. 3.36, 0340-5 y 0409-17). Entre los objetos de hueso
hay que citar la presencia de otra fusayola de hueso de Bos taurus (Fig. 3.50, 0319) (infra “Los objetos de hueso y asta”). Otros
materiales recuperados son el trapecio, que se ha tratado con anterioridad (vid. Cap. 2; Fig. 3.36, 0307-5), varios fragmentos de
molinos barquiformes (Fig. 3.52), losetas y barro moldeado (Fig.
3.35, 0398-16 y 0398-19; Fig. 3.36, 0208-25).
La cronología
Como en los casos anteriores, sólo la posición estratigráfica y la
comparación con el registro material de campañas anteriores permiten datar este Nivel entre finales del siglo VII e inicios del VI a. C.
LOS MATERIALES DE LA PRIMERA EDAD
DEL HIERRO
Los cuatro niveles con sus correspondientes remodelaciones detectadas en este Horizonte del Hierro Antiguo contienen materiales abundantes pero muy fragmentados pues, excepto la F42
(UE 0378) del Nivel 1 y el enterramiento UE 0490 del Nivel 3
(F49), no se han encontrado niveles de uso, destrucción o abandono claramente diferenciados. La elevada fragmentación observada es un síntoma de que los materiales constituyen estratos
de nivelación.
Además, las numerosas intrusiones provocadas por agujeros de poste, fosas islámicas, zanjas y reutilización de muros
supusieron remociones del terreno que no siempre se pudieron
detectar en el transcurso de la excavación. Remociones que han
dado como resultado la recuperación de cerámicas que no corresponden con la cronología establecida.
Por todo ello, se ha optado por hacer un estudio conjunto de los
materiales tras haber planteado, en las páginas anteriores de forma
genérica, las especificidades correspondientes a cada Nivel.
Las cerámicas
En estos cuatro niveles se mantienen los altos porcentajes de cerámica hecha a mano que se detectaron en la memoria publicada en
1999 que oscilaban entre el 99,5% de la Fase Ia y el 86% de la II
(Mata et al. 1999). En el sector analizado la cifra más alta corresponde al Nivel 1 con un 99% y la más baja al Nivel 4 con el 90%.
La cerámica a mano tosca
Esta clase cerámica se caracteriza por tener abundantes desgrasantes gruesos y medios, las superficies sin tratar y la cocción reductora o bastante irregular. Las formas son poco variadas pero su
número ha aumentado respecto a las publicadas en 1991 y 1999
(Mata 1991, 143-151; Mata et al. 1999) (Figs. 3.37 y 3.39).
T 1. Orza. Recipiente profundo cuya altura oscila entre 20 y
40 cm, con labio saliente. Se encuentran más o menos completas desde el Nivel 2 hasta el 4. Las bases son planas, pueden tener los labios decorados con incisiones o impresiones, cordones
en el galbo y no suelen tener elementos de prensión.
40
T 2. Olla. Recipiente profundo o con índice de profundidad
ligeramente por debajo del 100; altura inferior a 20 cm y, casi
siempre, superior a 10 cm, con labio saliente. Las piezas más
completas se encuentran desde el Nivel 2. Las bases son planas
y algunos labios tienen decoración incisa o impresa. Sólo una
olla presenta mamelones situados debajo del cuello. Hay dos
piezas que destacan por ser muy abiertas por lo que en un futuro podrían clasificarse dentro de otro tipo (Fig. 3.37, 0513-1
y 0249-2).
T 3. Cuenco o Escudilla. Recipiente plano o de profundidad
media, de perfil simple y labio sin diferenciar o apenas indicado.
De acuerdo con el perfil se reconocen tres subtipos:
T 3.1. Perfil globular de labio entrante, a veces ligeramente
indicado. Se han encontrado en el Nivel 4, uno de ellos con incisiones en el labio y otro con un cordón digitado aplicado cerca
del borde (Fig. 3.37, 0398-14 y 0409-8).
T 3.2. Perfil hemiesférico de labio sin diferenciar, o ligeramente indicado, que puede llevar incisiones o digitaciones. Se
documenta con seguridad, desde el Nivel 3, donde se ha encontrado la pieza más completa. Además de las características
propias del subtipo conserva en el tercio inferior una lengüeta
en posición horizontal (Fig. 3.37, 0431-5). Un fragmento de labio sin diferenciar y paredes bastante rectas del Nivel 0 podría
clasificarse en este subtipo (Fig. 3.37, 0466-1) ya que en campañas anteriores también se ha encontrado en el Nivel Ia (Mata
et al. 1999).
T 3.3. Perfil troncocónico, plano o de profundidad media,
labio sin diferenciar. Se ha reconocido por primera vez en el
Nivel 4 (Fig. 3.37, 0409-3), aunque es un subtipo bien conocido
en la cerámica cuidada.
T 5.2. Tinaja con cuello destacado. Recipiente profundo y
altura superior a 40 cm. Las tinajas de borde saliente se documentaron por primera vez en el siglo VI a. C. (Mata et al. 1999;
Mata 2006, fig. 4). Pero la que se recoge aquí es más antigua
pues procede del Nivel 2. Tiene un borde de labio plano, con
cuello destacado y una gruesa asa vertical que arranca del labio
hasta la base del cuello (Fig. 3.37, 0450-7). No se conocen paralelos por el momento y por su robustez se descarta que sea una
imitación de pithos a torno; también se ha barajado la posibilidad de que fuera una base alta o soporte.
T 7. Tejuelo. Se trata de fragmentos de pared cerámica recortados a propósito, con forma redondeada; pueden estar perforados o no. Se han encontrado en los Niveles 2 y 3, con y sin
perforación central. La mayoría está incompleto por lo que se ha
desestimado pesarlos (Fig. 3.37, 0379-3 y 0513-2).
T 9. Fusayola. Es la primera vez que se identifican en Kelin
en los niveles de la Primera Edad del Hierro. Las tres son acéfalas, una de ellas procede del Nivel 2 (cilíndrica) (UE 0478) y las
otras dos del 4 (esférica y bitroncocónica) (Fig. 3.36, 0208-14
y 13).
La elevada fragmentación impide clasificar tipológicamente
muchos de los elementos morfológicos por lo que es necesario
un comentario sobre los mismos. Los bordes salientes son los
más comunes desde el Nivel 1, pero también los hay entrantes,
biselados, planos y sin diferenciar.
Las bases planas son las más abundantes, algunas con impronta de esterilla (Fig. 3.36, 0307-7). Del Nivel 1 procede una
base plana con un orificio precocción en el fondo (Fig. 3.5,
0350-1), pero se desconoce si tuvo más orificios y a qué forma
[page-n-54]
Fig. 3.37. Formas de las cerámicas a mano toscas.
pudo corresponder. Las bases indicadas que recuerdan a formas
hechas a torno están presenten en los Niveles 1 y 4 (Fig. 3.5, F
0378-6; Fig. 3.36, 0208-1). Se trata de una variante que sólo se
había documentado en el antiguo Nivel II (Mata 1991, fig. 81,
10). El panorama de las bases se completa con las cóncavas,
anilladas, pies altos y destacados (Fig. 3.15, 0376-5; Fig. 3.16,
0352-4; Fig. 3.34, 0271-1 a y 0319-2, 0228-3 y 4).
Los elementos de prensión son casi inexistentes pero hay asas
de sección circular desde el Nivel 1, mamelones y lengüetas horizontales una de ellas con decoración incisa (Fig. 3.16, 0450-7; Fig.
3.23, 0310-1; Fig. 3.24, 0431-5 y 0364-9; Fig. 3.35, 0249-2).
Las decoraciones son escasas y se trata ante todo de incisiones o impresiones sobre labios (Fig. 3.24, 0430-2, 0431-5,
0443-3 y 0498-1bis; Fig. 3.34, 0409-2; Fig. 3.35, 0398-11, 13,
14 y 15) y, en menor medida, en el galbo con cordones aplicados digitados, seguidos de incisiones, impresiones o acanalados
(Fig. 3.34, 0271-1 y 0409-8).
La cerámica a mano semicuidada
Esta categoría cerámica se reconoció en las excavaciones de
1987 y 1988 (Mata et al. 1999). Se caracteriza por el tratamiento diferencial que presentan ambas superficies: ambas alisadas,
una bruñida, espatulada o alisada y la otra tosca, indistintamente
por el interior o por el exterior. Su presencia no es abundante ni
en fragmentos ni en NMI (alrededor del 10%). Tipológicamente
se asemejan a las cerámicas toscas por lo que se seguirá la misma clasificación precedida de una S (Figs. 3.38 y 3.39).
S 2. Olla. Se encuentran desde el Nivel 2 y no presentan decoración (Fig. 3.38, 376-3 y 0208-19). También hay un ejemplar muy
abierto y de profundidad media del Nivel 4 (Fig. 3.38, 0225-02425) similar a los de cerámica tosca (Fig. 3.37, 0376-4 y 0513-1).
S 3.1. Cuenco de perfil globular con labio entrante simple,
sin decoración. Sólo se han encontrado, con seguridad, a partir
del Nivel 4 (Fig. 3.38). Uno de los cuencos tiene el labio biselado, como una de las tapaderas del Nivel 3 (Fig. 3.38, 0208-20 y
0354-2). El labio biselado es un atributo que también se documenta a torno desde el Nivel 2 (Fig. 3.26, 0313-2 y 0379-1; Fig.
3.35, 0281-1). Su estado tan fragmentario impide clasificarlo
con mayor precisión.
S 3.3. Cuenco de perfil troncocónico con labio sin diferenciar. Uno de los fragmentos del Nivel 3 conservaba pintura roja
cubriendo ambas superficies (Fig. 3.38, 0364-1).
S 4. Diversos. Se recogen aquí piezas únicas o de difícil
clasificación. De los Niveles 2 y 3 proceden sendas bases altas,
sin diferenciar, que podrían ser más bien fragmentos de soportes
anillados o cilíndricos (Fig. 3.15, 0389-1; Fig. 3.24, 0363-1).
41
[page-n-55]
Fig. 3.38. Formas de las cerámicas a mano semicuidadas.
También en el Nivel 3 se encontró un fragmento cerámico de
apariencia discoidal, con el labio sin diferenciar, que pudo hacer
el papel de tapadera (Fig. 3.23, 0351-1).
S 5.1. Tinaja de cuello indicado. Se reconocen desde el Nivel 2,
donde destaca una con incisiones oblicuas en el labio y un mamelón digitado aplicado en el cuello (Fig. 3.38, 0450-0452-1).
S 5.2. Tinaja de cuello destacado. También se pueden clasificar desde el Nivel 2 (Fig. 3.38, 0450-2), aunque la más
completa e interesante procede del Nivel 3 (Fig. 38, 04901). El borde es un ala, ligeramente moldurada, de cuyo labio
parten un par de asas acintadas que se apoyan en el hombro, indicado por una suave ruptura de perfil. Se trata sin
lugar a dudas de la imitación de una tinaja fenicia occidental
como ya se ha publicado (Vives-Ferrándiz 2005, 99, fig. 43,
2; Mata y Quixal 2014, 586, fig. 4, 1). El modelo fenicio está
presente en Kelin desde la primera mitad del siglo VII a. C.
Fig. 3.39. Tipos de las cerámicas
tosca y semicuidada.
Tipos
1.
2.
3.1.
3.2.
3.3.
4.
5.1.
5.2.
6.
7.
8.
9.
10.
42
Tosca
X
X
X
X
X
1999
X
1999
X
Semicuidada
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
(Mata 1991, fig. 10, 1). Además, datada en el siglo VI a. C.,
hay otra tinaja a torno, de factura indígena, con asas geminadas y pintura rojiza por el interior y el exterior (Mata et
al. 1999, fig. 25, 1; Mata y Quixal 2014, 586, fig. 3, 2) (Fig.
3.40, izquierda).
S 6. Tapadera. La única tapadera reconocida pertenece al Nivel 3. Está incompleta por el pomo y se caracteriza por el labio
biselado (Fig. 3.38, 0354-2), similar a otras hechas a torno (Fig.
3.36, 0426-0340-0364-4).
S 7. Tejuelo. Se encuentran desde el Nivel 2 y ninguno está
perforado.
S 10. Plato. Se trata de una forma abierta, poco profunda y
borde de ala corta (Fig. 3.34, 0409-4). El acabado bruñido por el
interior es lo que ha inclinado la balanza para clasificarlo como
plato en lugar de tapadera.
Los bordes mayoritarios son sin diferenciar y salientes
(Fig. 3.38); las bases planas se documentan desde el Nivel
1, pero a partir del Nivel 2 empieza a haber cóncavas, altas y destacadas (Fig. 3.32, 0452-2; Fig. 3.23, 0284-0287-2;
Fig. 3.36, 0208-22). Apenas hay elementos de prensión (Fig.
3.38, 0450-0452-1 y 0490-1).
Las decoraciones son parecidas a las toscas, es decir, labios
con incisiones e impresiones y cordones aplicados, pero en menor número (Fig. 3.38, 0450-0452-1); la única peculiaridad es
la documentación de un conjunto significativo de fragmentos
decorados con pintura roja aplicada postcocción, por una o ambas superficies (Fig. 3.38, 0364-1). Esta técnica decorativa ya
se había detectado en el denominado Nivel Ib sobre un cuenco
de perfil globular bastante excepcional que conviene rescatar
en esta ocasión (Mata et al. 1999, fig. 21, 1). La pintura forma
motivos geométricos cuyo desarrollo no puede apreciarse con
claridad al estar muy deteriorados; la pintura roja es cubriente
entre los dos apliques verticales (Fig. 3.40, derecha). Ejemplares similares se encuentran en otros yacimientos: con asas tubulares en Sant Cristòfol (Maçalió) fechado entre la segunda mitad
del siglo VII y principios del VI a. C. (Atrián 1961, láms. II, 1
[page-n-56]
Fig. 3.40. Izquierda, Tinaja con cuello destacado, a torno, con pintura roja por el interior y el exterior (88 K S. XV c-5-3886). Derecha,
Cuenco de perfil globular, semicuidado con decoración geométrica pintada en rojo (1988 J S. XII/ XIV c-8p- 1).
y IV, 240- 241 y 246; Ruiz Zapatero 1983-1985, 423 y 425, vol.
I; 750 y 755, fig. 223, 3 y 7, vol. II); en Las Madrigueras (Carrascosa del Campo), cubierto con una fina capa de pintura roja
y una cronología del 550-500 a. C. –a nuestro juicio demasiado
baja– (Almagro Gorbea 1969, 57 y 145, fig. 29, 3, lám. XIX, 1,
tabla III, 13); y en Molina de Aragón (Guadalajara) con pintura
negra y roja y sin mamelones, fechado entre finales del siglo VII
e inicios del VI a. C. (Cerdeño 1983, 158 y 164, fig. 1, 1).
La cerámica a mano cuidada sin decoración
Las cerámicas cuidadas sin decoración tienen desgrasante escaso, muy pequeño, y las superficies bruñidas o espatuladas
(Mata 1991, 153). Y en cuanto a las formas se han identificado algunos tipos nuevos (Figs. 3.41 y 3.46). La mayoría
son piezas de pequeño y mediano tamaño formando parte de
la vajilla de mesa. Su presencia desciende a medida que se
avanza en el tiempo y se incorporan formas a torno con la
misma funcionalidad.
C 1.1. Cuenco de perfil compuesto en S. Recipiente de
profundidad media, abierto, con labio saliente y cuello indicado; perfil suavemente aquillado a media altura. Las piezas completas tienen como base un pequeño ónfalo cóncavo.
Con muy pocas excepciones, los diámetros de boca oscilan
entre los 9 y los 13 cm. Uno o dos pequeños mamelones perforados horizontalmente pueden estar situados a la altura de
la ruptura del perfil; muchos de ellos se encuentran sueltos
porque se despegan con facilidad. Se trata de copas o vasos para beber de carácter individual (Vives-Ferrándiz 2005,
206, fig. 123). Los perfiles más completos se dan a partir del
Nivel 2 (Fig. 3.41).
Fig. 3.41. Formas de las cerámicas a mano cuidadas sin decoración.
43
[page-n-57]
C 2. Cuenco de perfil simple. Recipiente de profundidad media o baja, abierto. El diámetro de la boca puede ser mucho más
variado que en el tipo anterior pero casi siempre se trata de vasos
de mediano o pequeño tamaño. Se pueden distinguir tres subtipos:
C 2.1. Cuenco globular. El fragmento más claro se encontró en el Nivel 4 y tiene el labio biselado, pero este subtipo se
encuentra hasta el Nivel 5 (Fig. 3.41, 0208-21 y 0200-3). Un
cuenco de especial interés es el encontrado en el Conjunto 1,
Nivel 42 (Fig. 3.41, 0177-0190-0399-1) pues su base de pastilla
recuerda a formas torneadas.
C 2.2. Cuenco hemiesférico con labio sin diferenciar. Como
en el subtipo anterior los perfiles más completos se dan a partir
del Nivel 2 (Fig. 3.41, 0450-3, 0364-3, 0428-3 y 0405-2).
C 2.3. Cuenco troncocónico con labio sin diferenciar. Los
diámetros son más heterogéneos que en los subtipos anteriores, con dos ejemplares de casi 30 cm (Fig. 3.41, 0456-1 y
0329-4). Está presente desde el Nivel 1 (Fig. 3.41, 0350-2)
y tiene continuidad hasta el Nivel 6 (Fig. 3.41, 0267-03041). Uno de ellos lleva un pequeño mamelón en el labio (Fig.
3.41, 0208-16).
C 5. Olla. Se define como en las cerámicas tosca y semicuidada, es decir, recipiente profundo o medio; altura inferior
a 20 cm y, casi siempre, superior a 10 cm; labio saliente. No es
una forma habitual de esta clase cerámica pero se ha encontrado en los Niveles 3 y 4 (Fig. 3.41, 0435-1 y 0398-12).
C 7. Tinaja o tinajilla de cuello destacado. Tampoco es muy
común en esta clase cerámica, a pesar de lo cual hay piezas bastante
significativas. La única completa carece de referencias estratigráficas y fue publicada en 1983 (Gil-Mascarell y Vall 1983). En este
sector se han encontrado dos fragmentos de mediano tamaño asimilables a este tipo en los Niveles 1 y 3 (Fig. 3.41).
El más completo, del Nivel 1, es un recipiente mediano,
de cuello destacado y cuerpo globular, similar a los caliciformes hechos a torno (Fig. 3.41, 0401-1). Se parece al Tipo
4B de la necrópolis de Sant Joaquim (Forcall) fechada hacia
el siglo VII a. C. (Vizcaíno 2007, 216-217). Unos años más
tarde se publicó como tipo 4C (Vizcaíno 2010, 132-133).
C 10. Tejuelo. No son muy abundantes pero también se ha
podido reconocer alguno.
C 11. Orza. Recipiente profundo, abierto, de borde exvasado y galbo de tendencia troncocónica. No se había reconocido hasta ahora en Kelin (Fig. 3.41, F 0378-5).
Entre las formas sin determinar hay que citar un fragmento de borde sin diferenciar y perfil cóncavo o convexo, según
la orientación que se elija, ya que puede ser tanto una base
como un pequeño cuenco (Fig. 3.24, 0329-5).
Las bases son cóncavas, altas, destacadas y, en menor
medida, planas, variante poco frecuente en esta clase de cerámica (Fig. 3.34, 0277-0325-B1 16/19 c-6-1). Entre los elementos de prensión se documentan, además de los pequeños
mamelones perforados, las asas.
La cerámica a mano cuidada con decoración incisa
Las decoraciones incisas necesitan una profunda revisión a nivel
peninsular. En el estado actual de la cuestión, los paralelos más
próximos tipológicamente, pero al mismo tiempo más alejados
geográficamente, de las piezas de Kelin se encuentran en poblados
del alto Tajo con cronologías muy bajas (por ej. Blasco Bosqued
y Baena 1989, 231, fig. 8, láms. I y II). El cartografiado de decoraciones similares ofrece agrupaciones significativas que deberían
tratarse en profundidad (Soria y Mata 2001-2002, 102-103, fig. 4).
44
Las incisiones son de dos tipos:
- Simples, localizadas en el labio o galbo con trazos de
carácter repetitivo o sin formar motivos aparentes. Las incisiones pueden estar hechas con un instrumento de punta fina
o gruesa. Su presencia es minoritaria en todos los niveles.
- Complejas, de trazo fino, generalmente cuidado, con
motivos geométricos organizados en metopas en el tercio
superior del recipiente; por el interior del labio siempre se
repite la misma secuencia de triángulos pendientes rellenos
de trazos inclinados paralelos. Alguna pieza conserva pintura
roja por el interior y/o el exterior (Fig. 3.24, 0431-6; Fig.
3.36, 0208-26, 0342-2 y 0405-1).
Los tipos sobre los que se aplica son iguales a los no decorados,
por lo que se utilizará la misma clasificación precedida por una I
(Fig. 3.42). Su presencia en este sector es irrelevante porcentualmente hablando, aunque en publicaciones anteriores se había constatado en mayor número (Mata 1991; Mata et al. 1999). Se siguen
encontrando hasta el Nivel 7, obviamente residuales. Las formas y
los motivos documentados son poco variados (Fig. 3.42).
I 1.1. Cuenco con perfil compuesto en S. Es el más abundante y las formas más completas aparecen a partir del Nivel 2 (Fig.
3.42, 0313-4). Tienen un tipo tan normalizado que es muy fácil
reconocerlo incluso fragmentado; tan solo hay una pieza con
el diámetro de boca mayor configurándose más como un plato
hondo que como una copa o vaso (Fig. 3.42, 0271-6).
I 1.2. Cuenco de perfil carenado. La pieza del Nivel 4
es de profundidad media y tiene las superficies bruñidas de
color negro, diferenciándose por su factura de las piezas más
comunes de este grupo. La carena es muy angulosa de la que
cuelgan unos trazos finos en zigzag y otros oblicuos por el
exterior del labio (Fig. 3.42, 0355-0364-2). Un ejemplar de
características técnicas similares –color gris, superficies espatuladas, profundidad media– y decoración de trazos simples sobre la carena se recuperó en los niveles más antiguos
de la zona L (Mata et al. 1994-1996, fig. 11, 3; Mata et al.
1999) (Fig. 3.43). Ambos pueden considerarse recipientes de
fabricación exógena.
I 2.2. Cuenco hemiesférico. No son muy abundantes
pero tienen las mismas características técnicas que los
cuencos de perfil en S, incluso las decoraciones tienen la
misma factura y diseños (Fig. 3.42, 0411-3 y 0443-2). Formarían parte de los mismos servicios de mesa pero con tipos menos apreciados.
La cerámica a mano cuidada con decoración pintada
No existen muchas novedades sobre estas decoraciones respecto a lo escrito en 1991 (Mata 1991, 161 y 163), aunque
sigue faltando un trabajo de síntesis que tenga en cuenta las
diferentes áreas, las formas y las decoraciones, más allá de
buscar el origen o influencia de las mismas (García Huerta y
Rodríguez 2000, 54-56).
Generalmente la pintura es cubriente por una o ambas superficies, pero en algunos casos se han plasmado motivos geométricos simples, recordando a la decoración incisa (Figs. 3.42
y 3.44). No obstante, no se conservan los diseños completos
debido a la poca consistencia de la pintura. Ésta es mayoritariamente roja, sobre fondo claro y, en menos ocasiones, sobre
fondo oscuro; en una pequeña proporción se ha documentado
decoración bícroma en rojo y amarillo, en todos los niveles (Fig.
3.23, 0453-3; Fig. 3.5, F 0378-7).
[page-n-58]
Fig. 3.42.
Formas de las
cerámicas a
mano cuidadas
con decoración
incisa.
En este sector su presencia ha aumentado considerablemente respecto a otras zonas del yacimiento, manteniendo unos porcentajes relativamente elevados, superando a las incisas.
Las formas recuperadas tienen el mismo repertorio que las
cuidadas sin decoración. En este caso, la letra P precederá a
cada tipo (Figs. 3.44 y 3.46).
P 1.1. Cuenco de perfil compuesto en S. La pieza más completa se encontró en el Nivel 1 con la pintura roja hasta el diámetro máximo; la base es cóncava y conserva un pequeño mamelón perforado en el diámetro máximo (Fig. 3.5; Fig. 3.44,
F 0378-10). En los demás niveles la pintura roja cubre una o
ambas superficies y, a veces, con motivos geométricos semejantes a los incisos.
P 1.2. Cuenco o escudilla de perfil carenado. Los cuencos
más completos proceden de los Niveles 1 y 2. El más antiguo
lleva pintura roja formando motivos geométricos lineales
apenas perceptibles y en el otro, la pintura roja cubre ambas superficies. Ninguno de los dos conservaba la base (Fig.
3.44, F 0378-9 y 0352-3).
P 2.1. Cuenco de perfil globular. Ninguno conserva la base y,
como en los casos anteriores, los hay con pintura cubriente (Fig.
3.44, F 0378-8) y con motivos geométricos (Fig. 3.44, 0479-2).
Uno de ellos combina las incisiones finas con la pintura roja completando la decoración geométrica (Fig. 3.44, 0431-4).
P 2.3. Cuenco troncocónico. Tampoco se conservan las bases y
en este caso hay un ejemplar con decoración geométrica en rojo y
amarillo (Fig. 3.44, F 0378-7).
P 5. Olla. Un borde saliente con pintura roja cubriente es el
único fragmento que podría incluirse dentro de este tipo (Fig.
3.44, 0340-4).
Las pocas bases documentadas son siempre cóncavas de
diámetro muy reducido, a modo de ónfalo (Fig. 3.36, 0208-5;
Fig. 3.44, F 0378-10), pero también es posible que las bases no
conserven la pintura o, simplemente, carezcan de ella. También
son escasos los elementos de prensión siendo los más habituales los pequeños mamelones perforados situados en el diámetro
máximo (Fig. 3.44, F 0378-10 y 0329-7).
La cerámica a mano con decoración grafitada
Fig. 3.43. Recipiente carenado con incisiones (88 L S. XI c-7-4,
4082).
La decoración grafitada sigue siendo la técnica decorativa
más numerosa en las cerámicas cuidadas a mano de Kelin
(>7%). La aplicación del grafito suele ser total por una o ambas superficies y, en pocos casos, se aplica parcialmente. A
pesar de su fragilidad, se ha empezado a reconocer en más
lugares pero, como en las demás cerámicas cuidadas, sigue
faltando un trabajo que las trate globalmente, por lo que no
resulta clarificador recoger paralelos. Las formas identifi45
[page-n-59]
Fig. 3.44. Formas de las cerámicas a mano con decoración pintada.
cadas tampoco difieren de las ya conocidas con alguna excepción; en este caso los tipos irán precedidos de la letra G
(Figs. 3.45 y 3.46).
G 1.1. Cuenco con perfil compuesto en S. Con el grafito
sólo por el interior o por ambas superficies está desde el Nivel 2 (Fig. 3.45, 0379-2, 0208-7, 0399-2 y 0195-1).
G 1.2. Cuenco con perfil carenado. Sólo se documenta en
el Nivel 3, con el grafito cubriendo ambas superficies (Fig.
46
3.45, 0405-0411-1), aunque existen fragmentos carenados
desde el Nivel 1 que podrían pertenecer a este subtipo.
G 1.3. Cuenco de perfil compuesto globular. Se conoce un
único ejemplar en el Nivel 4 con grafito por ambas superficies (Fig. 3.45, 0208-12).
G 2.1. Cuenco o escudilla globular. Las piezas más completas pertenecen al Nivel 4 (Fig. 3.45, 0225-1 y 0398-1) y una de
ellas sólo presenta grafito en el labio (Fig. 3.45, 0208-10).
[page-n-60]
Fig. 3.45. Formas de las cerámicas a mano con decoración grafitada.
Fig. 3.46. Tipos de las cerámicas cuidadas con y sin decoración.
Tipos
1.1.
1.2.
1.3.
2.1.
2.2.
2.3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
Sin decorar
Incisa
Pintada
Grafitada
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
1999
X
X
1999
X
X
G 2.2. Cuenco o escudilla hemiesférico. El cuenco más
completo pertenece al Nivel 2, es de grandes dimensiones y
lleva grafito por el interior y unos pequeños mamelones en el
labio (Fig. 3.45, 0352-6).
G 2.3. Cuenco o escudilla troncocónico. Está presente desde
el Nivel 1 y los hay de mediano y gran tamaño. Los medianos tienen diámetros alrededor de los 20 cm y carecen de elementos de
prensión (Fig. 3.45, 0271-4 y 0409-1). En cambio, los dos mayores
tienen un mamelón perforado transversalmente y uno de ellos, de
base plana, hizo de tapadera de la tinaja en cuyo interior había un
enterramiento infantil (Fig. 3.45, F 0378-2 y 0490-1; Fig. 3.25).
G 5. Olla. Forma documentada desde el Nivel 1 con el grafito por ambas superficies o sólo por el exterior (Fig. 3.45, F
0378-3, 0411-0418-2 y 0208-8).
G 7. Tinaja con cuello destacado. Tipo ya conocido en Kelin
con anterioridad pero no tan completo (Mata 1991, figs. 87, 15;
88, 5 y 10). En este caso actuó de urna para un enterramiento
infantil (Fig. 3.25; Fig. 3.45, 0490-1). Piezas similares se encuentran en el Torrelló del Boverot (Almassora) utilizada como
urna cineraria (Bosch 1953, 187, lám. I, 1), aunque en este caso
no se señaló la presencia de grafito.
47
[page-n-61]
G 9. Plato. Recipiente documentado también en campañas
anteriores (Mata et al. 1999), se caracteriza por tener un I. P. < a
50, un diámetro de boca mediano (< 25 cm) y borde exvasado. El
documentado en el Nivel 2, grafitado por ambos lados, tiene una
suave carena (Fig. 3.45, 0484-1); en cambio, el plato del Nivel 4
tiene una carena muy marcada y grafito sólo por el interior (Fig.
3.45, 0307-3). Ambos perfiles recuerdan a piezas hechas a torno.
G 10. Tejuelo. Los tejuelos grafitados también están presentes.
Otros elementos a comentar son las bases que pueden ser planas, cóncavas y destacadas (Fig. 3.7, F 0378-1; Fig. 3.24, 0364-4 y
5; Fig. 3.34, 0409-10 conc.; Fig. 3.35, 0398-3; Fig. 3.36, 0208-11).
Los elementos de prensión más comunes son los pequeños mamelones perforados pero también hay algún asa, incluso un borde saliente del Nivel 2 presenta un asa horizontal aplicada sobre el labio
(Fig. 3.32, 0450-1). Los labios más comunes son los salientes o sin
diferenciar pero también hay un pequeño conjunto de labios planos
(Fig. 3.16, 0342-1, 0352-5 y 0338-2; Fig. 3.45).
En la figura 3.46 se recogen los tipos y subtipos de las
cerámicas cuidadas documentados hasta ahora en Kelin. Se
aprecian formas repetitivas con una mayor variedad entre las
Fig. 3.47. Cerámicas fenicias.
48
grafitadas, mientras que las incisas apenas tienen tres o cuatro tipos identificados. También es interesante destacar que
se trata, ante todo, de piezas relacionadas con la vajilla de
mesa con especial incidencia en los pequeños cuencos, desempeñando el papel de copas de uso individual.
La cerámica a torno fenicio-occidental
Esta categoría cerámica es la única importación del ámbito
mediterráneo reconocible en los cuatro primeros niveles de
Kelin. Como se ha señalado en publicaciones anteriores se
encuentra desde el primer asentamiento estable aunque en
poca cantidad. Así, en el sector 0 de la Zona B que se está
tratando aquí, supone el 0,6 % de los fragmentos en el Nivel
1 y el 3 % en el Nivel 4.
La novedad más importante es la identificación de formas
reconocibles con engobe rojo en el Nivel 4, pero presente ya
desde el Nivel 1 (UE 0384). A partir del Nivel 2, además de
las ánforas (Fig. 3.47, 0313-1, 0431-8 y 0411-5), hay piezas
con decoración pintada bícroma (Fig. 3.24, 0329-1 y 0445-1;
Fig. 3.36, 0307-0340-2) y tinajas/tinajillas con engobe rojo
[page-n-62]
(Fig. 3.47, 0409-431-12, 0363-0431-0490-13, 0319-03290409-3 y 0409-11), junto a otras que podrían ser de producción local o regional.
Entre las producciones de origen desconocido hay un plato de
ala abombada con decoración pintada lineal (Fig. 3.35, 0249-03120313-1), similar al tipo E5 de Penya Negra (Crevillent) (González
Prats 1983, 166) y a un ejemplar de Vinarragell (Borriana) (Mesado
1974, 129, fig. 74, 2). Un plato hondo, en pasta clara, del Nivel 3
también tiene paralelos en el tipo B8 gris de Penya Negra II (González Prats 1983, 196) (Fig. 3.47, 0329-0363-2).
Tampoco se ha podido determinar la procedencia de las piezas de engobe rojo de gran homogeneidad técnica: cocción alternante de núcleo gris oscuro y superficies claras; la superficie
exterior pulida; y el engobe rojo cubriendo el labio y el cuello por
el interior, así como zonas de la pared externa (Fig. 3.34, 04090431-12, 0363-0431-0490-13, 0329-0319-0409-3 y 0409-11).
La cerámica a torno antigua
La cerámica a torno de posible procedencia local o regional se documenta desde el Nivel 2, con tipos que pasarán en su mayor parte
al repertorio de cerámicas ibéricas. Algunas formas imitan claramente piezas fenicias occidentales. En general, se caracterizan por
un aspecto menos cuidado que las importadas, con desgrasantes
medianos y sin tratamiento aparente de las superficies. Siguiendo
la tipología de la cerámica ibérica (Mata y Bonet 1992), los tipos
documentados son:
A II.2.2.1. Tinajilla con cuello indicado. Los bordes son
salientes con labios simples o subtriangulares, con decoración
escasa o perdida (Fig. 3.48, 0450-5, 0376-1 y 0353-1).
Fig. 3.48. Tinajillas a torno de producción local o regional.
49
[page-n-63]
A II.2.2.2. Tinajilla con cuello destacado. Algunas variantes imitan formas importadas y presentan ya decoración pintada
(Fig. 3.48, 0364-0428-7, 0364-8 y 0398-5).
A II.4. Tinajilla de cierre hermético. Del Nivel 4 procede
un labio biselado con asa (Fig. 3.48, 0281-1). Podría tratarse de
un subtipo sin orejetas como la urna con su tapadera encontrada en el Cortijo de las Sombras (Frigiliana) (Arribas y Wilkins
1969, fig. 3, 2). O bien que no haya conservado las orejetas pues
este tipo hecho a mano se ha documentado en la necrópolis de
Milmanda (Vimbodí) fechada en la primera mitad del siglo
VI a. C. (Sardà y Graells 2004-2005, 182, fig. 7). En los
Niveles 3 y 4 de Kelin también existen labios biselados y
una tapadera en cerámica a mano semicuidada (Fig. 3.36,
0208-20 y 0354-2).
A II.6. Lebes. Entre estas producciones hay un posible lebes
(uno de cuyos fragmentos se encontró en la campaña de 1984)
(Mata 1991, fig. 33, 5) con asa vertical y dos líneas incisas cerca
del labio (Fig. 3.16, 0277). Y del Nivel 4, procede otro posible lebes de pasta blanquecina con asa horizontal pegada a la pared del
recipiente, cerca del borde (Fig. 3.36, 0208-2). Esta forma es una
de las producciones identificadas en el horno de Casillas del Cura
(Venta del Moro) (Martínez Valle et al. 2001, fig. 2, 2). En cambio,
el asa geminada de espuerta del Nivel 3 debe ser una producción no
comarcal (Fig. 3.23, 0443-4).
A III.8. Plato. Los platos son tipos claramente foráneos pero
sus características técnicas no permiten adscribirles un origen determinado. Los tres platos más completos llevan decoración pintada. El más antiguo tiene motivos lineales (Fig.
3.26, 0326-1); el segundo es de gran tamaño y combina la
decoración lineal con círculos concéntricos (Fig. 3.35, 02490312-0313-1); y el tercero lleva una pintura rojiza cubriendo
la mayor parte de ambas superficies (Fig. 3.35, 0398-6). A
todos ellos, se pueden añadir los fragmentos informes que
presentan decoración pintada tanto por el interior como por
el exterior y alguna base indicada (Fig. 3.23, 0411-0443-4;
Fig. 3.24, 0329-0431-7).
A V.1. Tapadera. Tres tapaderas de labio biselado; las dos
más antiguas carecen de decoración mientras que la tercera
conserva líneas pintadas (Fig. 3.35, 0313-2 y 0379-1; Fig.
3.24, 0426-0340-0364-4).
A VI. Trípode. Por sus características es la única pieza que se
podría considerar de origen local, pues hay otra similar en Requena
(Martínez García et al. 2001, 124, fig. 4, 3) y un fragmento hecho a
mano en el mismo Kelin (Mata 1991, 147, fig. 78, 6; Mata y Quixal
2014, fig. 4, 2). Martínez Valle (2016, 145-147 y 534) señala que
esta forma se pudo fabricar en el alfar de El Nacimiento (Requena)
aunque no se describen ni ilustran; en la fig. 5 de la página 316
recoge “Producciones locales de cuencos trípode”, pero sólo los
tres primeros corresponden a la comarca de Requena-Utiel (1 a 3
de Kelin y Requena) (Vives-Ferrándiz 2005, figs. 57, 5; 59, 4 y 6; y
61, 2). Salvo estas copias incipientes (Vives-Ferrándiz 2005, 130135), el tipo no arraigará en la vajilla ibérica.
Entre las bases documentadas se encuentran las de pastilla, anilladas y ligeramente cóncavas. La mayor variedad de
atributos y formas corresponde lógicamente al Nivel 4, en el
que la cerámica a torno tiene mayor presencia.
Las producciones blanquecinas y reductoras son anecdóticas en los tres primeros niveles y aumentan su presencia en
el Nivel 4, aunque con pocas formas identificadas.
50
Los objetos metálicos
La mayor parte de los objetos metálicos son de bronce y pertenecen al ámbito de los objetos personales. Se han identificado
muy pocas herramientas.
Bronce
Los objetos de bronce reconocibles son casi todos ellos fíbulas y pinzas de depilar que, hasta ahora, no se habían documentado en Kelin.
Las pinzas son una simple cinta de bronce doblada sobre
sí misma; los extremos tienen una inflexión mediante la cual
entran en contacto y la cabeza se ensancha ligeramente formando una pequeña circunferencia. Se han recuperado dos,
una en el Nivel 1 de poco más de 5 cm (Fig. 3.7, 0384-1)
y otra en el Conjunto 2 del Nivel 3 (Fig. 3.26, 0287-1) que
mide poco más de 4 cm.
Son hallazgos habituales en las necrópolis que reciben las
primeras importaciones mediterráneas, pero también se han
encontrado en asentamientos de la misma cronología como
Los Saladares (Orihuela), Penya Negra I y II (Crevillent)
(Graells 2008, 111-112; González Prats 1983, 75 y 176, figs.
19, 3 y 39, 4) o Las Camas (Villaverde) (Urbina et al. 2007,
figs. 20 y 21). Las pinzas están amortizadas en posibles superficies de uso, con una datación genérica del siglo VII a.
C., pero lógicamente una es anterior a la otra por su posición
estratigráfica. Una cronología mucho más reciente a la que se
propone para Las Camas cuyas fechas de C14 oscilan entre los
siglos X y IX a. C., aunque los materiales recuperados permiten llegar hasta el siglo VIII (Urbina et al. 2007, 79).
Del Nivel 2 procede una fíbula filiforme de puente ligeramente acodado, conserva la aguja pero no el resorte del que
sólo tiene algunas espiras (Fig. 3.33, 0376-7). Podría tratarse
de una fíbula de codo del tipo 2D de Argente aunque la cronología propuesta –siglos VI-V a. C.– es muy moderna para
este hallazgo de Kelin (Argente 1986-1987, 142, fig. 1, 4;
Argente 1994, 46 y 50, fig. 6). En la necrópolis de Milmanda
hay alguna fíbula similar catalogada como de resorte bilateral, así como restos de muelles parecidos a los localizados
en este Nivel 2 pero, una vez más, la cronología aportada es
demasiado baja (Graells 2008, figs. 62 y 65). No obstante,
una clasificación tipológica más precisa para esta fíbula es
difícil al estar incompleta por el pie y el resorte.
Una pieza excepcional, también del Nivel 2, es una anilla
con decoración sogueada, por ambas caras, que formó parte de
un objeto más complejo (Fig. 3.33, 0376-9). Anillas de estas características aparecen en soportes de bronce encontrados entre
mediados del siglo VII y primera mitad del VI a. C. en el NE de
la península Ibérica y S. de Francia (Armada y Rovira 2011, con
bibliografía anterior) de tradición chiprio-sarda; Rafel3 (1997,
fig. 4, 10) recogió una anilla sogueada similar a ésta procedente
de una colección sarda y Jiménez Ávila cita otra de Penya Negra
(Crevillent) (Jiménez Ávila 2002, fig. 9). El sogueado también
forma parte de colgantes zoomorfos y cadenas pero en este caso
son rectangulares o cuadrados (Graells y Sardà 2007, 272 y fig.
7), por lo que no debe pertenecer a ese tipo de pieza. Según Fundoni (2009, 26) los soportes de producción chipriota, que utiliza-
3 Agradecemos a Núria Rafel la información sobre esta pieza.
[page-n-64]
Fig. 3.49. Objetos de hueso, marfil y asta. Análisis tipológico y tecnológico. Las abreviaturas definen: A-Aserrado; Ab-Abrasión;
C-Cortes; P-Pulido; c-conservado.
UE
Nivel Cronología
Lugar hallazgo Tipo
Unidad anatómica
Long. Ancho Grosor Animal
Marcas
0401-2 1
VII a.C.
A3
Fusayola
Cabeza femoral
3,6
2,6 (c) 1,45
Bos taurus
0441-1 21
VII a.C.
AB1, abierto
Punzón
Diáfisis hueso largo
10,9
1,2
0,6
C. elaphus
0428-6 31
VII a.C.
AB3/4, abierto Apuntado
Diáfisis hueso largo
4,1 (c) 0,5
0,35
Mesomam.
0354-4 32
VII a.C.
Conj. 4
Punzón
Diáfisis hueso largo
1,9 (c) 0,5
0,2
Mesomam.
0319-1 41
VII-VI a.C.
Conj. 1
Fusayola
Cabeza femoral
4
3,5 (c) 1,9
Bos taurus
0208-24 41
VII-VI a.C.
Conj. 3 y 4
Biapuntado
Diáfisis hueso largo
12
0,8
–
Macromam.
0101
63
V a.C.
Calle 3
Soporte
Diáfisis hueso largo
7,5 (c) 0,6
0,45
Macromam.
C
0270
71
IV a.C.
Conj. 2; V2
Fusayola
Cabeza femoral
4,2
1,4
Bos taurus
C
0052
73
III-II a.C.
Dep 19
Punzón
Diáfisis hueso largo
3,5 (c) 0,8
–
Mesomam.
0118/9
73
III a. C.-II a.C. V2 (hogar)
Taba trabajada Astrágalo
2,3
1,1
1,3
Ovicaprino
6011
73
III a. C.-II a.C. A. D. 24, V4
Peine sencillo
Colmillo
7,2
4,5
0,5
Elefante ind. A/P
6014
73
III a. C.-II a.C. D 11 V 4
Aguja 2 perf.
Diáfisis hueso largo
–
–
–
Macromam.
0008
8
II-I a.C.
Taba trabajada Astrágalo
2,6
1,4
1,2
Ovicaprino
0024
9
Pos. islámica F1
Desecho
Diáfisis hueso largo
1,8
2,6
0,4
Macromam. C/P
0532
9
Fosa islámica F41, ceniza
Soporte
Percha o candil
16
3,2
0,5
C. elaphus
C/A
13
10
Pos. islámica A2 sup.
Obj. receptor
Diáfisis hueso largo
7,5
1,2
1,1
Mesomam.
C/P
E2/E3, indet.
ban Cerdeña como escala, se distribuyeron entre los siglos VIII
y VII a. C. Para saber si esta anilla es una producción peninsular o extrapeninsular habría que hacer un análisis metalográfico
como los realizados sobre otras piezas (Armada y Rovira 2011).
Ninguno de los bronces recuperados junto a esta anilla formaron
parte de una pieza tan compleja por lo que su hallazgo puede estar relacionado con la recuperación de objetos deteriorados para
su refundición como defienden algunos autores, sin que ello sea
óbice para su fabricación peninsular incluso en fechas más tardías (Armada y Rovira 2011, 31 y 33).
Otra pieza del Nivel 2 es una pequeña hoja con un extremo redondeado para el enmangue y decoración de pequeños circulillos
incisos (Fig. 48, 0376-8). Se trata de un cuchillito u hoja de afeitar
muy similar a otro encontrado en la necrópolis de Pi de la Lliura (Vidreres) formando parte del ajuar de una cremación. Las dataciones
radiocarbónicas de esta necrópolis oscilan entre el 1010 y el 750 cal
BC (Pons y Solés 2008, 76, 133-135 y figs. 32 y 42 b).
Los objetos de bronce se completan con muelles, agujas y
mortaja de fíbulas, un pequeño gancho o anzuelo, anillas y otros
fragmentos difíciles de identificar (Fig. 3.33, 0376-6 y 0379-1;
Fig. 3.53, 0445-2 y 3, 0354-3 y 0426-6; Fig. 3.35, 0236-1; Fig.
3.36, 0340-5 y 0409-17); además de un posible lingote de cobre
(69,85 g) (Fig. 3.35, 0304-1).
3,5
P
Ab
Los objetos de hueso y asta
(M. Blasco Martín)
A lo largo de las excavaciones efectuadas en los Villares entre 1989
y 2004 se recuperó una serie de artefactos elaborados sobre materias duras de origen animal (hueso, asta y marfil). No se trata de
un conjunto numeroso, si bien están representados diferentes tipos
de objetos que nos hablan de diversos trabajos artesanales, gestos
y usos. En total son dieciséis piezas manufacturadas sobre estas
materias primas, en concreto, trece sobre hueso (81 % del total),
dos sobre asta de ciervo (12,5 %) y una sobre marfil de elefante
(6,5 %) (Fig. 3.49).
Las piezas correspondientes a los siglos VII-VI a. C. son
seis, todas ellas manufacturadas sobre huesos largos de macro y mesomamíferos (Figs. 3.49 y 3.50). Destaca la presen-
Hierro
Del Nivel 2 procede una varilla de hierro con un extremo apuntado (0353-3), sumándose al fragmento encontrado en campañas anteriores (Nivel I del Sondeo XV) (Mata et al. 1999, fig.
20, 5). Otra varilla apuntada de sección cuadrada se encontró en
el Nivel 3 (Fig. 3.26, 0468-1). Pero la pieza más reconocible es
un clavo de cabeza discoidal, con el extremo doblado del Nivel
4 (Fig. 3.36, 0208-27).
Fig. 3.50. Piezas de hueso y asta. Fusayolas, 0319-1, 0270 y 04012; punzón de asta, 0441-1; biapuntado, 0208-24; punzones, 0354-4
y 0428-6 (fotografías M. Blasco).
51
[page-n-65]
Fig. 3.51. Detalle de la perforación de la fusayola 0319-1 (fotografía M. Blasco).
cia de dos fusayolas realizadas sobre cabezas femorales de
Bos taurus; y una tercera se encontró en niveles del siglo IV
a. C., pero se tratarán conjuntamente. Para su elaboración, se
aprovecha la forma natural de esta parte del fémur, se separa la cabeza de la epífisis proximal mediante aserrado y, en
este caso, la forma semiesférica natural obtenida del hueso se
vuelve a serrar en el otro extremo obteniendo un útil troncocónico. Posteriormente la pieza se perfora en la parte central
con un instrumento metálico. La fusayola 0319-1 cuenta con
una perforación circular/irregular de 0,9 cm de diámetro en
la cara distal y 1 cm en la cara proximal (Figs. 3.50 y 3.51).
La perforación de 0270 es circular, realizada de forma unidireccional, perforando la superficie ósea por la cara proximal
(0,7 cm diámetro y 0,5 cm en la distal); por su parte, en la
pieza 0401-2 se distingue una perforación circular fracturada
cuya longitud conservada es de 0,5 cm (Fig. 3.50).
Aunque no son piezas muy comunes, las fusayolas de
hueso se documentan ya en contextos de la Edad del Bronce como el asentamiento del Cerro de la Encina (Monachil)
(Altamirano 2012) y Cabezo Redondo (Villena) (Basso 2018,
50, fig. 3.8), si bien su presencia es más habitual en la Edad
del Hierro (Adán 2013, 538), especialmente en yacimientos del N peninsular (Castiella Rodríguez 1994; Adán 2003;
Arévalo-Muñoz y Camarero 2018). En ámbitos geográficos
más próximos a Kelin, las encontramos en Penya Negra I
(González Prats 1983, 78, fig. 20, 1774), Vinarragell (Borriana) (Mesado 1974, 90, fig. 48, 6), el Torrelló del Boverot
(Almassora) (Clausell 2002, 78 nº 120), Cabeço de Mariola
(Alfafara) y El Puig (Alcoi) (Basso 2018, 51) todas con una
cronología similar.
Este tipo de útiles continúan apareciendo en el mundo
romano (MacGregor 1985, 187) e incluso altomedieval (Gutiérrez y Hierro 2010). Cabe señalar que estas piezas también
han sido interpretadas como contrapesos para redes de pesca
(Adán 2013, 538), botones y/o colgantes (Serna et al. 2005).
Si bien la similitud en forma y dimensiones con las fusayolas
de cerámica y piedra no plantea dudas para la mayoría de
los especialistas en industria ósea que las consideran contrapesos de husos (MacGregor 1985; Mezquíriz 2009; Adán
2013). Su peso reducido, en comparación con las de cerámica
o piedra más habituales en el registro arqueológico, podría
52
indicar que son empleadas para trabajar con hilos finos o incluso como complemento al peso de las fusayolas de otros
materiales (MacGregor 1974, 89). El uso adecuado de una
fusayola no solo depende de su peso, sino que debe considerarse la longitud y el grosor de los hilos. Sirva como ejemplo
el estudio acerca del origen del tejido de M. L. Ryder en el
que señala que en las Islas Británicas para el hilado de la lana
de las ovejas Soay, por su suavidad y fineza, resultaría ideal
emplear fusayolas de 8 g de peso (1968, 81). En el caso de
las fusayolas de Kelin, la 0319-1 pesa 14 g y la 0270, 7 g; la
tercera, aunque está incompleta (0401-2), consideramos que
se encontraría igualmente entre esas cantidades. Estos pesos
están dentro de los rangos conocidos para las fusayolas de
cerámica (Fig. 4.68).
El resto de los objetos de hueso de esta etapa son cuatro apuntados: un biapuntado, un punzón, y dos apuntados indeterminados, ya que conservamos únicamente su extremo distal (Figs.
3.49 y 3.50). Entendemos como biapuntado un útil apuntado en
sus dos extremos y que se encuentra total o parcialmente facetado
(Fig. 3.50, 0208-24). Son habituales en los yacimientos arqueológicos neolíticos y de la Edad del Bronce (Camps-Fabrer 1990,
fiche 15; Pascual 1998, 58) aunque su presencia, en menor proporción, se extiende a la Edad del Hierro. Sobre su uso existen
varias posibilidades, que sirvieran para realizar incisiones o perforaciones en materias primas como la piel o la cerámica e incluso que pudiesen emplearse como instrumentos complementarios
en actividades textiles o de cestería. Por nuestra parte consideramos que, al igual que los punzones, serían útiles multifuncionales empleados en tareas diversas. De igual manera, ambos están
elaborados sobre diáfisis de huesos largos que fueron aserrados o
cortados en sentido longitudinal para posteriormente obtener la
forma del útil buscado. El mismo proceso tecnológico se sigue en
los apuntados indeterminados (Fig. 3.50).
Los objetos de piedra
Los objetos de piedra trabajada se recuperan en todos los niveles pero no siempre es posible reconocer de qué se trata por su
estado de fragmentación.
La pieza más interesante es un molde de fundición utilizado como material de construcción (Fig. 3.25). Se trata del
negativo de un hacha plana de unos 10 cm de ancho de hoja,
a la que le falta el talón, y una varilla apuntada, de calcárea
arenosa (Fig. 3.34). Las hachas planas tienen una gran amplitud cronológica desde el II milenio hasta el I a. C. (Fraile
y Cruz 2012, 491) y los moldes se han encontrado, entre
otros lugares, en Penya Negra I (Crevillent) (Ruiz Gálvez
1990, 320).
Otro de los utensilios a tratar son los molinos barquiformes (Tipo I.8.1.), la mayor parte fragmentados e, incluso,
utilizados como material de construcción tanto en este Horizonte como en el Ibérico y dentro de las fosas como relleno
(Fig. 3.52). Sólo dos de ellos se encontraron en el lugar de uso
(Conjunto 2, UE 0504 y Conjunto 3, UE 0341) (Figs. 3.19 C
y 8.20 C). La mayoría son de piedra caliza excepto tres, de
arenisca (UUEE 0431, 0398 y 0426).
Un fragmento de cristal de roca se encontró sobre la placa
del horno del Conjunto 3, Nivel 23 (UE 0472). Es una variedad
de cuarzo transparente y valorada por su claridad y falta de defectos de coloración.
[page-n-66]
Fig. 3.52. Molinos barquiformes.
Los demás restos de piedra son difíciles de catalogar pero
hay losetas que pudieron utilizarse como afiladoras pues algunas son de arenisca, otros pudieron ser fragmentos de machacadores o alisadoras y también hay bastantes con y sin señales
de uso. Entre estos últimos un conjunto bastante numeroso de
cuarzo e, incluso, un fósil.
Las piezas de sílex y el brazalete de piedra caliza se han
estudiado con anterioridad (vid. Cap. 2).
Otros
Otros restos que se recogieron y se depositaron en el Museu
de Prehistòria fueron muestras de suelos, enlucidos, placas
de hogar y adobes, con la intención de poder realizar alguna
vez análisis que determinen de forma inequívoca su composición y, en el caso de suelos y placas de hogar, su posible
uso. Por el momento este tipo de análisis sólo se ha podido
realizar sobre unos fragmentos del horno del Conjunto 3 del
Nivel 2, cuyos resultados sugieren que se utilizó como un
horno de pan y en una muestra de hogar del Nivel 3. La información más detallada se puede ver en Cap. 13 “Estudi de
continguts...”.
LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS
La información sobre las actividades económicas que desarrollaron los primeros habitantes de Kelin es escasa pues procede,
ante todo, de los datos aportados por los carbones, las semillas
y la fauna. Datos todos ellos relacionados con la subsistencia y
explotación del entorno. Además, dadas las características del
registro no se pueden asociar a unidades domésticas concretas.
La transformación de alimentos se puede estudiar a partir
de las cerámicas de cocina, las estructuras de combustión y los
molinos. A pesar de la presencia de un horno en el Nivel 2 (Fig.
3.20), los fuegos domésticos eran abiertos, es decir, para cocinar
a la brasa o con ollas a fuego lento. Las ollas son el menaje de
cocina más habitual (Fig. 3.37) para hervidos, hábito culinario
que no sufrirá grandes transformaciones a lo largo de los siglos.
La función reconocida de los molinos barquiformes es la
molturación de cereales para hacer harinas pero también se emplearon en otros menesteres como el del Conjunto 4 del Nivel 3
con restos de pigmento rojo (Figs. 3.27 y 3.52).
La actividad textil debió ser más importante de lo que sugieren los escasos objetos asociados. Tan sólo algunos útiles de
hueso como punzones y biapuntados, fusayolas de hueso y cerá53
[page-n-67]
mica y las semillas de esparto (Figs. 3.50 y 3.51), además de las
bases con improntas de cestería, ilustran la existencia de estas
manufacturas (Fig. 3.36, 0307-7).
La recuperación de un molde de fundición y diversos objetos de bronce fragmentados para su refundición amplían el
panorama al intuirse que en los conjuntos 3 o 4 del Nivel 2 se
pudo llevar a cabo una actividad metalúrgica a pequeña escala
(Figs. 3.9, 3.14 y 3.15, 0464-1). Dicha constatación tiene interés
porque siglos más tarde, y sin que en apariencia exista continuidad, la familia de la Vivienda 2 también practicó la metalurgia,
en este caso, de hierro.
Los contactos comerciales, aunque limitados, están bien
constatados por la presencia de cerámicas foráneas muchas de
las cuales, como las ánforas, llegaron por su contenido. En este
grupo también hay que citar algunos bronces como la anilla sogueada que, con seguridad, es un producto foráneo aunque haya
llegado incompleto a Kelin (Fig. 3.17, 0376-9) y las cerámicas
hechas a mano de procedencia desconocida (Fig. 3.36, 03550364-2; Fig. 3.43). Las pocas conchas marinas recuperadas también son un indicio de contactos con la costa. Contactos todos
ellos que, probablemente, fueran indirectos pero cuyo interés no
sólo reside en los productos circulantes sino en la información
que se difundía a través de ellos en ambas direcciones y que
apenas se puede vislumbrar.
El paisaje vegetal a través del registro antracológico
(S. de Haro Pozo)
En este horizonte inicial se han recuperado un total de 1469
fragmentos de carbón vegetal, procedentes en su mayoría de rellenos (Fig. 3.53).
En los Niveles 1 y 2, los porcentajes de encinas, coscojas
(Quercus ilex-coccifera) y quejigos (Quercus caducifolio) son
los dominantes. Estos taxones forman parte de asociaciones
vegetales que viven en encinares bien desarrollados (Quercetum rotundifoliae), junto a ellos se ha identificado el pino
negro (Pinus nigra- sylvestris). Ahora bien, la presencia de
algunos madroños y leguminosas leñosas muestran signos de
cierta alteración.
En el Nivel 3, el grupo más representado sigue siendo el
de las encinas, coscojas (Quercus ilex-coccifera) y quejigos
(Quercus caducifolio). Aunque lo más importante es la aparición de taxones tan significativos como el pino carrasco (Pinus halepensis), enebro (Juniperus sp.) y lentisco (Pistacia
lentiscus) que confirman la tendencia de apertura del bosque,
tal vez como consecuencia de la expansión de la superficie
cultivada (infra). Otro dato importante de este nivel es que
aparecen algunos fragmentos de árboles frutales comestibles
de la familia de las rosáceas maloideas (manzano, peral, etc.)
y el nogal (Juglans regia), aunque siempre con valores muy
bajos.
En el Nivel 4, las encinas y coscojas (Quercus ilex-coccifera) continúa siendo el grupo mejor representado, seguido
del pino carrasco (Pinus halepensis), que reafirma la apertura
del bosque, ya documentada en el nivel anterior. También en
este nivel aparecen algunos fragmentos de higuera (Ficus carica) en cuanto árbol frutal comestible con porcentajes apenas significativos, aunque también se ha identificado a través
de las semillas (Fig. 3.56).
54
Fig. 3.53. Registro antracológico del s. VII a. C.
Niveles arqueológicos
Nivel 1 Nivel 2 Nivel 3 Nivel 4
Taxa
N
Arbutus unedo
Ficus carica
Juglans regia
Juniperus sp.
Leguminosae sp.
Pinus halepensis
Pinus nigra- silvestris
Pistacia lentiscus
Quercus caducifolio
Quercus ilex-coccifera
Rhamnus-Phylyrea
Rosaceae tipo maloidea
Indeterminable
%
N
%
N
%
5 1.2 3 1.1 –
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1 0.3
–
–
–
–
1 0.3
16 4
4 1.4 4 1.4
–
–
–
– 26 8.9
153 38.2 127 44.7 63 21.8
–
–
–
–
1 0.3
12 3 14 4.9 39 13.5
214 53.5 136 47.8 144 49.8
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1 0.3
–
–
–
–
9 3.1
Total fragmentos carbón 400
284
289
N
%
11
2
–
5
8
107
33
–
68
255
7
–
–
2.2
0.4
–
1
1.6
21.5
6.6
–
13.7
51.4
1.4
–
–
496
La actividad agrícola
(G. Pérez Jordà)
El registro carpológico de este momento inicial del asentamiento procede de un conjunto formado por 42 muestras, con
un total de 225 restos recuperados. Los materiales recogidos
proceden en su mayoría de rellenos, desechos que se vierten
durante las diferentes remodelaciones de los espacios habitados de esta zona del yacimiento. Sólo algunas muestras están
asociadas a hogares, a suelos de ocupación y al contenido de
diferentes fosas, aunque en este último caso también se trata
de vertidos y no de su contenido original.
Las diferentes muestras (Figs. 3.54, 3.55 y 4.84) presentan
conjuntos de materiales reducidos y mayoritariamente con una
diversidad taxonómica muy baja. El más pobre es el Nivel 1
mientras que el más rico es el Nivel 2.
Nivel 1
Son sólo tres las muestras con materiales y con un número
de restos también escaso, tres individuos y algunos fragmentos de cereales. El único grupo de cultivos representado son
los cereales, sin que sea posible determinar el género al que
pertenecen, ya que se trata de fragmentos muy alterados. El
resto de los materiales son plantas silvestres (Fallopia convolvulus y Galium sp.) que suelen crecer como malas hierbas
en los campos de cereales.
Nivel 2
Es el nivel que cuenta con un registro más amplio. Han sido 14
las muestras que han proporcionado materiales, con un total de
121 restos. Los cereales son con gran diferencia el grupo más
representado y los frutales ya aparecen en este momento, aunque con valores muy bajos. Entre los cereales destacan los trigos
desnudos (Triticum aestivum-durum) y en menor medida la cebada vestida (Hordeum vulgare subsp. vulgare), mientras que la
escaña (Triticum monococcum) y el mijo (Panicum miliaceum)
tienen una presencia marginal.
[page-n-68]
Fig. 3.54. Restos de semillas y frutos del s. VII a. C.
Nivel
1
2
3
4
Sondeos
Nº muestras
Hordeum vulgare subsp. vulgare
Hordeum vulgare
Panicum miliaceum
Panicum/setaria
Triticum aestivum-durum
Triticum dicoccum
Triticum dicoccum espiguilla
Triticum monococcum
Triticum sp.
Hordeum-Triticum frag.
Ficus carica
Vitis vinifera
Vitis pedicelo
Camelina sp.
Avena sp.
Bifora testiculata
Chenopodium album
Chenopodium murale
Chenopodium sp.
Ciperacea
Cotoneaster nebrodensis
Fallopia cf. convolvulus
Fumaria sp.
Echinocloa crus-galli
Galium cf. mollugo
Galium sp.
Graminea sp.
Lolium sp.
Malva silvestris
Pistacia lentiscus
Polygonacea
Quercus sp. frag.
Silene sp.
Stipa tenacissima rizomas
Umbeliferae
Indeter.
Nº restos
Nº taxones
3
14
9
9
7
Total
Ubicuidad
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3(2)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1 (1)
–
–
–
1(1)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
3
7(4)
4(4)
1(1)
–
14(7)
–
–
1(1)
5(2)
14(7)
–
2(1)
–
1(1)
1(1)
–
7(2)
1(1)
–
1(1)
–
1(1)
1(1)
–
–
1(1)
2(1)
–
–
1(1)
6(2)
55(6)
–
1(1)
2(1)
6(3)
122
18
7(5)
5(2)
2(1)
1(1)
12(7)
–
–
–
4(3)
7(2)
1(1)
–
–
–
1(1)
1(1)
–
–
–
–
1(1)
1(1)
–
–
–
1(1)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
37
9
17(7)
2(1)
1(1)
–
2(2)
1(1)
1(1)
–
2(2)
5(2)
1(1)
–
–
–
–
–
–
–
1(1)
–
–
–
–
2(1)
1(1)
2(2)
–
–
1(1)
–
–
–
1(1)
–
–
3(1)
39
11
17(5)
–
–
–
3(2)
–
–
–
–
29(2)
–
–
2(1)
–
–
–
–
–
–
–
–
1(1)
–
–
–
–
–
1(1)
–
–
2(1)
–
–
3(1)
–
–
27
7
45
11
4
1
31
1
1
1
11
58
2
2
2
1
2
1
7
1
1
1
1
4
1
2
1
5
2
1
1
1
8
55
1
4
2
9
228
26
21
7
3
1
18
1
1
1
7
15
2
1
1
1
2
1
2
1
1
1
1
4
1
1
1
5
1
1
1
1
3
6
1
2
1
4
La viña es el único frutal que aparece en este momento. Es
difícil determinar si ya era, a mediados del s. VII a. C., un cultivo desarrollado localmente o si las escasas pepitas de vid que
aparecen en este momento son producto de intercambios y están
llegando junto con las ánforas desde la zona costera.
Un taxón que aparece aquí por primera vez en el País
Valenciano y que podría corresponder a una planta cultivada es la camelina (Camelina sp.), que se suele destinar a
la extracción de aceite. No hay elementos para confirmar
que se trate de una planta cultivada, aunque en ningún caso
anterior ha aparecido en el registro arqueobotánico, por lo
que no parece que su forma silvestre fuera muy abundante
en este territorio.
Entre los restos silvestres se constata la recolección de bellotas
(Quercus sp.) que eran, por lo tanto, un recurso explotado como
alimento por esta comunidad. El otro taxón silvestre que podía tener un aprovechamiento económico, aunque no alimenticio, es el
esparto (Stipa tenacissima), planta habitualmente utilizada para la
elaboración de contenedores (cestos, capazos, etc.) cuyo uso está
constatado habitualmente desde los inicios de la agricultura.
55
[page-n-69]
Fig. 3.55. Ubicuidad de los grupos de cultivos y de los cereales del s VII a. C.
El resto de materiales son plantas que mayoritariamente crecerían entre los campos de cultivos de cereales o en el entorno
mismo del yacimiento, favorecidos por la acumulación de desechos que genera la actividad humana.
Nivel 3
Son nueve las muestras que han aportado restos, aunque el
número es más reducido que en la fase anterior, sólo 37 individuos. Los cereales siguen dominando el registro y en este
caso sólo está acompañado por frutales, con valores similares a los de la fase anterior.
Entre los cereales se mantiene el predominio de los trigos desnudos y en menor medida de la cebada vestida. No
hay evidencias en estos momentos de trigos vestidos, pero
sigue apareciendo, con valores algo mayores, el mijo. El
único frutal que identificado en este nivel es la higuera.
El conjunto de plantas silvestres sigue dominado por taxones que pueden crecer como malas hierbas o en ambientes
antropizados.
Nivel 4
Son nueve las muestras que han aportado materiales, con un número de 38 individuos, muy similares a los de la fase anterior. Los porcentajes de los distintos grupos son también similares, con un dominio claro de los cereales, que sólo están acompañados por frutos.
Entre los cereales se invierte la relación que se había observado hasta este momento. Es la cebada vestida la que domina
con claridad, mientras que los trigos vestidos tienen valores muy
reducidos, de igual forma que el mijo y la escanda (Triticum dicoccum). El único frutal recuperado vuelve a ser la higuera, de la
que también se han recuperado carbones.
Conclusiones
Se puede hablar en este primer horizonte del poblado de una
cierta continuidad entre los diversos niveles (Fig. 3.55). Los
habitantes de este asentamiento desarrollaron una agricultura
que en parte sigue los parámetros observados durante el milenio anterior. Los cereales son la base de su actividad agrícola
y la producción se centra fundamentalmente en dos taxones,
los trigos desnudos y la cebada vestida. La elección de uno
u otro suele estar condicionada por la calidad de los suelos
del entorno. Predominarán los trigos, los más apreciados para
la alimentación humana, cuando los suelos sean buenos, ya
que en estas condiciones son más productivos y cuando tengan
suelos de peor calidad, aseguran la producción invirtiendo en
56
la cebada, un cereal más rústico que mantiene buenos índices
de productividad en estas condiciones. Se puede pensar que
el cambio en la elección del cereal predominante en el Nivel 4, pueda ser consecuencia de un cambio en las prácticas
agrícolas o quizás en una expansión de la superficie cultivada
que lleve a la puesta en cultivo de suelos menos aptos para el
desarrollo de los cereales.
Junto a estos dos cereales se cultivan otros como los trigos
vestidos y el mijo. Los primeros están presentes habitualmente
en el registro desde la llegada de los primeros agricultores (Pérez Jordà 2013), aunque en la mayor parte de los casos tienen
un peso poco destacado, como sucede en Kelin. Sí que es una
novedad la presencia del mijo. Es un cereal que en la península ibérica sólo aparece en Cataluña durante el II milenio a. C.
(Alonso y Buxó 1995). En el País Valenciano la primera evidencia de su cultivo es del yacimiento de La Vital (Gandía), en
niveles datados en la segunda mitad del siglo VII a. C. (García
Borja et al. 2013). No hay elementos actualmente para valorar si
este cultivo en el País Valenciano se introduce desde Cataluña,
donde tiene una frecuencia relativamente destacada durante el
inicio del I milenio (Albizuri et al. 2011), o si su llegada está
vinculada a los contactos que se han empezado a establecer con
los asentamientos coloniales fenicios.
Difícil es discernir actualmente si los frutales que están apareciendo, la vid y la higuera, son cultivos desarrollados localmente o si están llegando desde la costa junto a las ánforas y
otros productos de importación (Fig. 3.54). Es una cuestión que
tendrá que ser resuelta en el futuro cuando haya más datos para
entrar en valoraciones más acertadas. No obstante, los carbones
de higuera del Nivel 4 parecen apuntar a un cultivo incipiente
(Fig. 3.53).
La actividad ganadera y la caza
(M. P. Iborra Eres)
El registro faunístico de este primer momento de ocupación
del asentamiento está formado por un total de 1.134 huesos
y fragmentos óseos determinados anatómica y taxonómicamente. La muestra procede de niveles de relleno, de pavimentos sin estructuras asociadas así como de varias fosas.
La distribución de las diferentes UUEE en los cuatro niveles
documentados para el Hierro Antiguo y la suma del nuevo material recuperado en las últimas intervenciones arqueológicas han
producido una variación en el número de restos analizados para
[page-n-70]
Fig. 3.56. Porcentajes y número de restos de las especies
identificadas en los niveles 2-4. Siglos VII-VI a. C.
de oveja (Ovis aries) y de cabra (Capra hircus). El bovino (Bos
taurus) con un porcentaje del 10,7% es la segunda especie, seguida por el cerdo (Sus domesticus) con el 8,8% del número de
restos (NR). Con valores muy bajos quedan las demás especies
domésticas: el caballo (Equus caballus) con un 2,6 % y el perro
(Canis familiaris) con el 0,5%.
Entre las especies silvestres tan sólo se ha identificado el
conejo (Oryctolagus cuniculus) cuya importancia relativa es de
un 3,8%. Los restos recuperados son mayoritariamente partes
de las extremidades anteriores y posteriores.
N2
N3
N4
Ovicaprino
Oveja
Cabra
50,0
11,8
11,5
58,2
16,6
2,8
60,0
12,7
2,8
Total O/C
73,3
77,6
75,5
Caballo
Équido
Asno
Bovino
Cerdo
Perro
Ciervo
Conejo
Liebre
Perdiz roja
Ave indet.
Ánade real
Águila
Ratón casero
2,6
–
–
10,7
8,8
0,8
–
3,8
–
–
–
–
–
–
1,2
–
–
7,6
9,0
0,5
0,7
2,5
0,2
–
–
–
–
0,7
2,1
–
–
6,0
10,4
–
0,5
2,1
0,9
0,2
1,4
0,2
0,2
0,7
NR x TX
262
433
433
Nivel 4
% domésticos
% silvestres
96,2
3,8
95,8
4,2
94
6
Este nivel presenta un total de 433 identificados anatómica y
taxonómicamente. La importancia relativa de cada una de las
especies es bastante similar al Nivel 3, así el grupo de los ovicaprinos con un 75,5% es el primer grupo de especies en importancia, seguido por el cerdo (10,4%), el bovino (6%) y el
caballo (2,1%).
En las especies silvestres encontramos los mismos taxones que
en los niveles precedentes, si bien ahora se incorporan aves, como
el águila, la perdiz y el ánade real aunque con una importancia relativa muy baja, ya que no superan conjuntamente el 1,5%.
este momento respecto a los datos publicados con anterioridad
(Iborra 2004), sin embargo esta variación no afecta a la importancia relativa de cada una de las especies.
El Nivel 1 presenta muy escasos restos (seis identificados
taxonómicamente), mientras que los Niveles 3 y 4 han proporcionado una muestra más abundante. Las especies domésticas
(94%) son predominantes: oveja (Ovis aries), cabra (Capra hircus), cerdo (Sus domesticus), bovino (Bos taurus), caballo (Equus
caballus) y perro (Canis familiaris). Las especies silvestres son
muy escasas y no representan más que un 6% pero se observa una
cierta diversidad: ciervo (Cervus elaphus), conejo (Oryctolagus
cuniculus), liebre (Lepus granatensis), águila (Aquila sp.), perdiz
(Alectoris rufa), ánade real (Anas platyrhynchos) y ratón casero
(Mus musculus) (Fig. 3.56).
Nivel 1
Los escasos restos recuperados están asociados al muro M89
(UE 0401) y a dos UUEE (0350 y 0481) que corresponden al sedimento que cubre la roca natural. Tan sólo se han identificado
cinco fragmentos, craneales y apendiculares muy fragmentados
de ovicaprino (Ovis aries/Capra hircus) y un resto de cerdo (Sus
domesticus) neonato.
Nivel 2
Este nivel ha proporcionado un total de 262 restos identificados
anatómica y taxonómicamente. El grupo de los ovicaprinos es
el mejor representado (73,3%), con un equilibrio entre los restos
Nivel 3
Este nivel ha proporcionado un total de 433 huesos y fragmentos óseos determinados anatómica y taxonómicamente.
Los ovicaprinos son el principal grupo de especies con un
77,6%, seguido por el cerdo (9%) y el bovino con una importancia relativa del 7%. Los valores que presenta el caballo
(1,2%) y el perro (0,5%) son minoritarios. En este nivel se
observa un cambio respecto al Nivel 2 reflejado en el incremento del porcentaje del cerdo respecto al bovino.
Las especies silvestres aumentan en variedad respecto al
nivel anterior, así además de conejo que presenta el valor
más elevado (2,5%), se ha identificado la liebre (Lepus granatensis) y el ciervo (Cervus elaphus). Otra especie presente
en el registro, aunque no de aporte cárnico, es el ratón casero
(Mus musculus).
Conclusiones
En los inicios del poblado de Los Villares, la secuencia faunística de los niveles diferenciados se caracteriza por una mayor
presencia de especies domésticas entre las que domina el grupo
de ovejas y cabras, mientras que las especies silvestres son minoritarias, destacando el ciervo y el conejo.
Los restos analizados proceden de niveles definidos como
rellenos. Se trata mayormente de desperdicios de alimentación,
restos óseos con marcas del procesado carnicero (cortes de descuartizado, desarticulación y descarnado) y marcas de consumo
(huesos quemados, mordeduras humanas) (Fig. 3.57).
También hay alteraciones producidas por otros agentes,
como las mordeduras de cánidos y cerdos, y la fracturación
causada por procesos fosildiagenéticos. No obstante hay elementos que se han conservado completos y que nos han permitido establecer las edades de muerte y las características
morfológicas de las diferentes especies e inferir la gestión y
uso de las mismas.
La ganadería está basada en la cría de ovejas y cabras. Este
grupo de especies presenta unos porcentajes que superan el
70%. Según indica el patrón de sacrificio de los individuos pau57
[page-n-71]
Fig. 3.57. a) Ovis aries. Fragmento distal de húmero derecho. Presenta fractura en la diáfisis y dos incisiones profundas en epífisis
distal. b) Ovis aries. Fragmento proximal de radio derecho. Presenta incisiones de desarticulación debajo de la epífisis proximal y
fractura en la diáfisis (fotografías P. Iborra).
tado en cuatro grupos de edad –de 0-1 año, de 1-2 años, de 3-4
años y de más de 8 años– la gestión está básicamente orientada
hacia la producción cárnica y láctea. A partir de las medidas de
los restos se ha podido establecer una alzada a la cruz media de
53,29 cm para las ovejas y de 51,83 cm en las cabras.
Como especies con una importancia relativa menor se sitúan el bovino, el cerdo, y el caballo. De entre ellas, las más
abundantes son el bovino y el cerdo. La frecuencia relativa de
estas dos especies a lo largo de la secuencia del Hierro Antiguo
se caracteriza por una tendencia al alza de los valores del cerdo
desde el Nivel 2 al Nivel 4 (de 8,8 a 10,4%) y una disminución
de la frecuencia de los restos de bovino (de 10,7 a 6%).
Esta disminución en consumo del vacuno, puede relacionarse
con una orientación mayoritaria de la especie a fines secundarios,
tal y como indican la edad de muerte de ejemplares adultos, y el
tamaño de los animales: con una alzada a la cruz de 129 cm, es decir,
animales robustos, factores que parecen indicar un uso de esta especie en tareas de tiro vinculadas a las prácticas agrícolas desarrolladas
en el yacimiento (supra “La actividad agrícola”) (Fig. 3.58).
Como especies minoritarias dentro del grupo de las domésticas se encuentran el caballo y el perro, ambas con una frecuencia
relativa del 3% y del 1% respectivamente durante todo el periodo
del Hierro Antiguo. Los restos de caballo documentados aparecen
en los mismos contextos asociados a desperdicios de alimentación.
Por las marcas de carnicería identificadas sobre ellos inferimos que
fue una especie consumida (Fig. 3.59), aunque a edad adulta y, posiblemente, cuando dejara de ser útil en otras tareas.
Una hemimandíbula derecha conserva algunas marcas y
patologías que hacen referencia al uso de esta especie. En ella
los dientes presentan un desgaste avanzado. El premolar segundo muestra una acusada hipoplasia del esmalte (HE) causada por un estrés (alimentación deficitaria, partos, etc.) durante el desarrollo de la vida del individuo (Fig. 3.60 a). Este
premolar presenta evidencias que denotan que el animal fue
conducido con un bocado metálico: un desplazamiento hacia
la superficie labial, desgaste del bisel del paraconido, microestrías observadas en el esmalte expuesto y presencia de hierro
58
Fig. 3.58. Bos taurus. Húmero derecho de bovino adulto. Cortes
de desarticulación en epicóndilo medial (fotografía P. Iborra).
Fig. 3.59. a) Equus caballus. Astrágalo izquierdo con corte profundo producido durante la desarticulación (astrágalo-tibia). b) Macro
mamífero. Costilla con cortes profundos de descarnado (fotografías
P. Iborra).
Fig. 3.60. Equus caballus. Hemimandíbula derecha. a) hipoplasia
del esmalte (HE), b) fractura sobre diastema, c) desgaste del bisel
del paraconido, d/e) microestrías observadas en el esmalte (fotografías P. Iborra).
[page-n-72]
en el esmalte puesta de manifiesto tras el análisis elemental (%
peso) de los componentes del esmalte por ESEM/EDX (Iborra
et al. 2014) (Fig. 3.60 b y c).
Las especies cazadas identificadas en los Niveles 1 al 4 presentan frecuencias bajas, de entre el 3,8 y el 6%, sin embargo
hay que mencionar una cierta diversidad de especies: ciervo,
conejo, liebre y las aves (perdiz roja, ánade real).
La dinámica que presenta el registro faunístico de Los Villares durante esta etapa, con una importancia destacable de las
especies domésticas con valores del 90% y dentro de éstas, el
protagonismo del grupo de los ovicaprinos con más de un 70%,
se asemeja a lo observado en los niveles orientalizantes del Puig
(Alcoi) (Pérez Jordà et al. 2013 a) y en el Puig de la Nau (Benicarló), en cuanto a importancia de especies domésticas y del
grupo de los ovicaprinos. En otros yacimientos del mismo periodo, como el Puig de la Misericòrdia (Vinarós), el Torrelló del
Boverot (Almassora), Vinarragell (Borriana) y también la colonia
fenicia de La Fonteta (Guardamar del Segura), los porcentajes de
las especies domésticas están entre un 80-85% y el grupo de los
ovicaprinos no supera el 60% (Iborra 2004).
En este momento y hasta el siglo VI a.n.e la tendencia general observada en todos los yacimientos es el aumento en la
frecuencia relativa del grupo de los ovicaprinos y del cerdo, en
detrimento del bovino aunque ésta sigue siendo la principal especie en cuanto aporte cárnico, a excepción de Los Villares. En
algunos asentamientos situados en entornos con recursos hídricos abundantes como Vinarragell y l’Alteret de la Vint-i-huitena
(Albalat de la Ribera), los bovinos y équidos se mantienen como
principales cabañas (Iborra 2004; Pérez Jordà e Iborra 2011; Pérez Jordà et al. 2013 a).
LAS PRIMERAS UNIDADES DOMÉSTICAS
La ocupación inicial de un asentamiento de larga duración
es siempre difícil de detectar y evaluar sobre todo si no se
han producido, como en este caso, abandonos o destrucciones
traumáticas. La escasa superficie excavada en relación con la
total del yacimiento es otro impedimento a tener en cuenta.
Pero dicho esto, sí que ha sido posible apreciar la paulatina
transformación de unos espacios y técnicas constructivas muy
sencillas hacia estructuras más complejas, aunque apenas se
puedan intuir las actividades de sus habitantes y los usos de
las distintas habitaciones.
Permanece en la incógnita si hubo o no una ocupación prehistórica avalada por escasos, pero significativos, útiles de sílex y
piedras pulimentadas repartidos por buena parte de la superficie
del asentamiento (Figs. 2.1, 2.3 y 2.4), así como por algunas estructuras negativas de difícil adscripción cronológica (Fig. 2.5). A
la espera de que futuras excavaciones en extensión puedan confirmar su existencia, lo cierto es que se trataría de una ocupación
poco intensa y, por la cronología aportada (IV-II milenios a. C.),
sin continuidad con los niveles protohistóricos.
La historia de la futura Kelin se inicia pues cuando a principios del siglo VII a. C. se ocupó (o reocupó) la loma de
Los Villares. Las personas que se asentaron allí buscaban, sin
duda, un emplazamiento amplio, cercano a tierras de cultivo
y a recursos acuíferos (el río Madre y sus fuentes), además
de una amplia visibilidad hacia el N y NE. Los nuevos ocupantes no llegaron de lugares lejanos sino que debieron ser
pequeños grupos dispersos por un área geográfica indeterminada que, por razones desconocidas, decidieron asentarse en
un mismo lugar.
El poblamiento del II milenio en la comarca es intenso, aunque poco conocido. Los yacimientos más numerosos son de la
Edad del Bronce Medio, pero también los hay del Bronce Tardío (La Peladilla y Cerro de la Cruz, ambos en Requena) y del
Bronce Final como Los Chanes II (Venta del Moro) y Cerro de
San Antonio (Aliaguilla), todos ellos sin continuidad en el tiempo. Los que se inician con una ocupación contemporáea a Kelin,
como El Molón (Camporrobles), Requena, La Atalaya (Caudete
de las Fuentes) y Cerro de San Cristóbal (Sinarcas) van a tener
largas ocupaciones (Barrachina 1992; Mata et al. 1994-1996;
Martínez García et al. 2001; Vidal et al. 2004; Moreno 2011;
Mata et al. 2012). De todos ellos, los restos mejor documentados son los de Kelin.
La primera construcción constatada es de planta cuadrangular y, en apariencia, de grandes dimensiones. Utiliza adobes de
módulo grande (Figs. 3.1 y 8.1), sin zócalo de piedra, y los únicos equipamientos identificados han sido fosas excavadas parcialmente en la roca base y algún agujero de poste (Fig. 3.1). Lo
más destacable, sin duda, de esta primera ocupación es una fosa
con los restos de un depósito, posiblemente, fundacional. En dicha fosa (F42) se encontraron 11 pequeños recipientes apropiados para beber, que debieron enterrarse tras su uso ceremonial
(Fig. 3.3 A; Fig. 3.5, F 0378-1/10); de materia orgánica, sólo se
recuperaron carbones, de pinos y encinas, que no aportan información sobre el ceremonial desarrollado. Las copas indican un
ritual en el que el consumo de bebida de forma individual fue lo
más destacado. Este primer espacio construido debió tener una
corta duración.
El siguiente nivel constructivo denota que la población se
ha asentado de forma más estable y que se produjo una planificación de las construcciones que apenas cambiará a lo largo de
los siglos, adoptándose una orientación dominante NO-SE. Las
estructuras están mal conservadas y los materiales asociados
proceden de sedimentos de nivelación más que de superficies de
uso y abandono, de ahí la dificultad de individualizar espacios
domésticos y sus actividades. No obstante, los conjuntos diferenciados corresponden a varias unidades domésticas separadas
atendiendo a los rasgos comunes que presentan:
- Existe un pasillo de separación entre ellos, excepto entre los
conjuntos 3 y 4. Durante la fase 1 pudieron ser dos unidades domésticas distintas pues hay un hogar en cada una de ellas. Separación que debió durar poco tiempo pues en las fases 2 y 3 pasan
tener un muro común y sólo hay hogar en el Conjunto 4.
- Todos los conjuntos tienen forma cuadrada o rectangular. Las
subdivisiones internas surgen con el paso del tiempo (Fases 2 y 3)
(Figs. 3.9 y 3.12). La escasez de divisiones internas supone que el
acceso era totalmente libre sin restricciones ni segregación aparente de las actividades.
- Las técnicas constructivas son muy parecidas con pequeños
zócalos de piedra y alzado de adobe. En casi todos ellos se han
detectado agujeros de poste para sustentar la cubierta.
- Las puertas, cuando se encuentran o intuyen, tienen orientaciones diferentes, pero siempre miran hacia el O (conjuntos 1 y 2,
fase 3 del Conjunto 4) o hacia el E (fases 2 y 3 del Conjunto 3).
- Los conjuntos 1, 2 y 4 tienen bancos adosados, pero en el
Conjunto 2 son de mayores dimensiones y ocupaban todo el perímetro, circunstancias que le confieren un aspecto diferente.
59
[page-n-73]
Las peculiaridades de cada conjunto permiten valorarlos
como sigue:
- Los habitantes de los conjuntos 3 ó 4 estuvieron relacionados
con el trabajo del bronce en las fases 1 ó 2 ya que un molde de
fundición se reutilizó como material de construcción en el muro
occidental del Conjunto 4 (M91), siendo el primer indicio de trabajo metalúrgico de la zona excavada (Figs. 3.13 y 3.15). La asociación de esta actividad a ambos conjuntos se justifica también por
la existencia de varios hogares durante las tres fases constructivas
y por la cantidad y variedad de objetos de bronce recuperados que
pudieron formar parte de un pequeño lote para reciclar (Fig. 3.17,
0376-6/9). A pesar de ello no se han encontrado restos de escorias.
La separación entre los conjuntos 3 y 4 no siempre está clara debido a que ese área está afectada por dos fosas islámicas (UUEE 0010
y 0084, FF2 y 14).
- El tannur del Conjunto 3 es un equipamiento singular de este
Nivel y de buena parte del yacimiento, pues tan sólo se ha encontrado otro similar en el Nivel 62 (UE 0261, H21) y muy cerca del
lugar donde estuvo éste. El análisis realizado sobre una muestra de
su placa de cocción indica que se utilizó para hacer pan (vid. Cap.
13 “Estudi de continguts…”).
- El Conjunto 1 tenía una zona con un suelo endurecido; en las
fases 2 ó 3 se subdividió y al exterior se construyó un hogar.
- El Conjunto 2 se sale de lo habitual por sus bancos adosados a
las tres paredes conservadas y ausencia de hogar. Pudo ser un lugar
de reunión, aunque los materiales no son significativos al respecto.
A pesar de las carencias, se puede afirmar que entre tres y cuatro familias empezaron a vivir en esta área del asentamiento.
En el Nivel 3 los conjuntos tienen mayor entidad, tratándose de verdaderas unidades domésticas pues en los tres que,
con seguridad, estuvieron en uso se han encontrado hogares,
en dos de ellos molinos enteros o fragmentados y objetos personales como las fíbulas.
Las ampliaciones de las casas se hicieron hacia el O donde en
el Nivel anterior no se habían detectado construcciones y es interesante destacar que de los cuatro conjuntos sólo el 2 y el 3 ampliaron su superficie, apropiándose de un espacio que, anteriormente,
era público o comunal. El Conjunto 2, que en el momento anterior
pudo ser un lugar de reunión, pasa a ser claramente una vivienda
con dos hogares superpuestos y un molino asociado. El Conjunto
4 apenas sufre cambios y el 1 desaparece o pierde mucha entidad.
Además, se confirma la desaparición del pasillo de separación entre
3 y 4 que se intuía en el Nivel anterior, apuntando hacia una estrecha relación entre sus ocupantes, sea de parentesco o de dependencia (Sastre et al. 2010, 180), pues los muros medianeros todavía no
están generalizados en el resto del asentamiento.
Los materiales y equipamientos siguen siendo poco explícitos a la hora de interpretar las actividades realizadas en cada
unidad, pero existe un volumen mayor de restos asociados a los
60
conjuntos 2 y 3 que al 4. El Conjunto 3 divide su espacio en dos
grandes salas y es en la interior donde se encontró un enterramiento infantil en urna. Esta inhumación tiene un significado
especial pues pudo formar parte de un ritual sancionador de
apropiación del nuevo espacio. La fosa se preparó cuidadosamente rodeándola con fragmentos de una tinaja y en el interior
de la urna, junto al infante, se introdujo un aro de bronce (Fig.
3.21 C; Fig. 3.23, 0490-1; Fig. 3.25; Fig. 3.26, 0490-1).
Lo cierto es que desde una situación aparentemente igualitaria empiezan a observarse diferencias, al menos en lo que
respecta al tamaño de las viviendas y a la organización urbanística. Se desconocen las circunstancias que llevaron a tales
cambios pero los conjuntos 2 y 3 ampliaron su superficie, el
Conjunto 4 pasó a depender del 3, y el Conjunto 1 se mantuvo
igual o incluso pudo desaparecer.
En el Nivel 4 se produjo un cambio radical respecto a las construcciones anteriores. Se mantuvo una organización en viviendas
alargadas sin compartimentar y con hogares circulares, pero en
la zona ocupada por los conjuntos 3 y 4, así como en el área sin
construir entre ambos se levantaron una o dos construcciones sobre
postes que apenas tienen que ver con lo anterior y lo posterior.
Es un Nivel muy afectado por las construcciones posteriores.
Del Conjunto 2 quedaron dos muros que parecen indicar que su
disposición y tamaño apenas cambió. Y en el aparente vacío del
Conjunto 1 sigue habiendo un hogar y, finalmente, en la fase 2 también surge una construcción alargada con hogar como sus vecinas.
A nivel de paisaje y economía de subsistencia, se pueden
apreciar algunos cambios desde el primer nivel que de alguna manera van paralelos a las modificaciones de las unidades
domésticas. Así, a partir del Nivel 3 se constata la apertura
del bosque con la aparición del Pinus halepensis, enebro y
lentisco; también se recogen pequeñas cantidades de carbones
de rosáceas, higuera y juglans, aunque sólo se han recogido
semillas de higuera. En la agricultura el cambio de tendencia
se aprecia en el Nivel 4 al tener mayor peso la cebada vestida
frente a los trigos vestidos y cuando la apertura del bosque
es más evidente. La ganadería también experimentó modificaciones en el Nivel 3, al ser el cerdo la segunda especie más
consumida frente a los bovinos de los Niveles anteriores.
Interesa destacar que el tiempo transcurrido entre la primera
construcción y las últimas no es demasiado amplio, apenas un siglo (unas tres generaciones). Las tres o cuatro familias que ocuparon este espacio se fueron apropiando de zonas sin construir. No
obstante, todavía la organización social es bastante igualitaria, con
escasa segmentación y especialización de los espacios. Las ampliaciones y subdivisiones se pueden atribuir más bien a cambios en
la composición familiar a lo largo del ciclo vital mediante el establecimiento de nuevas relaciones de parentesco y/o dependencia
(Westgate 2015, 54).
[page-n-74]
4
EL HORIZONTE IBÉRICO
SEGUNDO CUARTO S. VI A. C. - PRIMER CUARTO S. II A. C.
La superficie excavada correspondiente a este horizonte cultural
ocupa toda el área abierta en el sector 0, es decir algo más de
400 m2, si a ello se añaden las campañas de los años 50 y 7980 en la Zona A, más las intervenciones puntuales a lo largo
de todo el asentamiento, se obtiene una superficie bastante mayor que la excavada para el horizonte anterior. También mejora
sustancialmente la calidad de la información puesto que se han
detectado niveles de destrucción bien conservados.
Aparentemente no se produjo un cambio radical respecto al
espacio construido con anterioridad ni tampoco se observa una
destrucción de estructuras. No obstante, en el Nivel 4 ya se apreciaban signos de cambios que afectaron a la organización urbanística, al reparto del espacio entre las unidades domésticas, a
las áreas de circulación, a los ajuares utilizados y a la explotación de los recursos forestales, agrícolas y ganaderos. Además,
frente a lo visto hasta ahora, apenas hay construcciones reutilizadas, es decir, prácticamente todas son de nueva planta.
Otro aspecto de interés es la forma de construir bastante
destructiva respecto a los niveles anteriores. La superposición
de estructuras, pero también la construcción de otros elementos
nuevos supuso, en algunos casos, la elevación del nivel de uso;
pero en otros, la eliminación parcial o total de las construcciones previas para asentar las nuevas. Así, las cotas de nivel dejan
de ser homogéneas en todo el sector y sólo el material asociado
permite datar los diferentes espacios y equipamientos.
EL SIGLO VI A. C. (NIVEL 5)
Esta fase constituye una verdadera bisagra entre el Hierro
Antiguo y la Cultura Ibérica, con raíces en las características
anteriores pero con rasgos nuevos. El Nivel III de 1991 es su
equivalente (Mata 1991, 191-193). A pesar de haberse detectado en casi toda la extensión abierta apenas se vieron unidades
domésticas claras. Sus habitantes siguieron ocupando los mis-
mos espacios de los momentos precedentes pero con cambios
en la organización interna que prefiguran los departamentos y
viviendas del Ibérico Pleno. Por este motivo, en este Nivel se
combinará la nomenclatura de las unidades domésticas del Hierro Antiguo (Conjunto) con las que se van intuyendo (Vivienda,
Departamento).
Conjunto 2 / Vivienda 3
El Conjunto 2 y su sucesora la Vivienda 3 ocupaban casi la misma área, aunque modificando su distribución interna, siendo la
unidad más estable de las identificadas en todo momento. La
edificación se hizo sobre unos sedimentos de nivelación (UUEE
0225, 0243, 0249, 0251 y 0281) que no anularon todas las alineaciones previas.
Las construcciones del Nivel 4 conservadas en esta unidad
doméstica son los MM58 y 61 (UUEE 0501 y 0260). El M61
pudo ser sustituido en una remodelación posterior por el M106
(UE 0408), pero también pudo funcionar desde la primera fase.
No quedaba rastro del muro N y tanto el M61 como el M106 se
conservaban muy incompletos; hacia el E, el límite lo marcaba el M42 (UE 0292) y hacia el N, el M88 (UE 0245), ambos
pertenecientes a otras unidades domésticas pero que pudieron
ser medianeros. Los equipamientos domésticos eran un empedrado (UE 0241), tres fosas (FF36, 37 y 52, UUEE 0253, 0263
y 0258/0314) y un suelo de ocupación (UE 0400). La superficie
útil ronda entre 41 y 49 m2 aproximadamente, sin subdivisiones
internas apreciables (Figs. 4.1 y 4.2 B).
El empedrado (UE 0241) es una superficie de forma irregular formada por una capa de piedras pequeñas, trabadas con
tierra, con un agujero circular y una fosa asociada (F52, UUEE
0241 y 0258/0314). El agujero no era profundo pues no se detectó por debajo del empedrado, por ello pudo ser tanto un lugar
para poner un poste o un recipiente como una simple zona deteriorada (Fig. 4.2 A).
61
[page-n-75]
Fig. 4.1. Estructuras del Nivel 5, Fase 1. En negro, estructuras y equipamientos de nueva construcción; en verde, perduraciones.
La F52 pudo ser un pequeño silo de boca circular que, cuando
llega a perforar la roca de base, adquiere una forma cuadrangular de ángulos redondeados; la profundidad total es de unos 88 cm
con una capacidad aproximada de casi 4000 l (3992 l). Conservaba
unas pequeñas losas recubriendo parcialmente la pared. Los materiales encontrados en su interior no aportan información sobre su
funcionalidad, pues se trataba de adobes rotos, dos fragmentos de
hierro y algunas cerámicas (Fig. 4.2 C). De material orgánico sólo
se recuperaron carbones (Quercus caducifolio y perennifolio, Pinus
hapelensis y Juniperus sp.) y escasos restos de fauna (ovicaprino).
62
Las dos pequeñas fosas (FF36 y 37, UUEE 0253 y 0263)
corresponden a sendas bolsadas con fauna en su interior. En
la primera se encontraron los restos de un perro joven; y en la
segunda parte de una cabra adulta (Figs. 4.17 y 4.18). Su adscripción a este Nivel es aproximado pues sólo se detectó el final
de las fosas y no su inicio, con lo cual puede que ambas no
sean estrictamente contemporáneas. Se pueden interpretar como
ofrendas rituales de carácter fundacional de una nueva vivienda
o de una nueva familia, o como conmemoración de la llegada de
nuevos miembros.
[page-n-76]
A
B
C
Fig. 4.2. A, Detalle del empedrado UE 0241 (año 2000). B, Vista parcial del Conjunto 2/ Vivienda 3. Las losas pertenecen al Nivel 6 (año
2000). C, Fosa 52 (UE 0314) con adobes en su interior (año 2000).
Las dificultades para asignar una fase a estas estructuras son
importantes, en primer lugar porque el material asociado no es
significativo, ya que incluso se encuentra cerámica ibérica de
época plena; en segundo lugar, la fragmentación de las construcciones impide relaciones estratigráficas claras; y, en tercer lugar,
porque un tramo del M58 sirvió de umbral a la puerta de la Vivienda 3 de época ibérica plena (Fig. 4.3). Lógicamente ello debió suponer una remoción importante de los sedimentos sobre los
que se empezó a construir (o reconstruir) la vivienda y explica la
intrusión de materiales más modernos.
Toda la estructura quedó colmatada por las UUEE 0227,
0230, 0233, 0238, 0278, 0291 y 0399.
Los materiales recuperados siguen siendo, ante todo, cerámicas hechas a mano con las mismas clases y tipos de los
niveles anteriores, pero la cerámica hecha a torno muestra
ya piezas más completas, con formas y calidades propias
del siglo VI a. C. (Mata 1991, 113-118). Los platos y las
tinajas pintadas así como las cerámicas blanquecina y gris
antigua tienen los tipos más significativos. Entre las importaciones se mantiene un número escaso de cerámica fenicia
y se documenta un fragmento de ánfora púnica. Además de
las cerámicas hay algunos objetos de hierro, un fragmento
de molino y una fusayola (Fig. 4.4). La mayor variedad de
calidades y tipos se da en la fase 2.
No existen muchos elementos para considerar este espacio como una unidad doméstica, pero la presencia de un
silo, dos depósitos rituales y un molino inclinan a considerarlo como tal. Además, se trata de un espacio que ha estado
ocupado como vivienda casi desde el principio y lo seguirá
estando hasta la destrucción de inicios del siglo II a. C.
Fig. 4.3. Muro 58 (UUEE 0501 y 0502) reutilizado como umbral en
la Vivienda 3 de los Niveles 6 y 7. A la izquierda, sobre el mismo,
el Muro 8 (UE 0020) del Nivel 7 (año 1998).
63
[page-n-77]
Fig. 4.4. Materiales del Nivel 5, Conjunto2/Vivienda 3. Cerámica a torno oxidante, 0241-3, 0238-1, 0400-1, 0233-1 y 2; cerámica a torno
reductora, 0398-0440-7; cerámica a mano cuidada, 0241-2; cerámica a mano grafitada, 0241-1 y 0399-2; cerámica a mano incisa, 0400-2;
cerámica a mano semicuidada, 0230-1 y 0399-1; bronce, 0265-1; hierro, 0314-1 y 2; fusayola de cerámica clase B, 0399-3.
Conjuntos 3 y 4 / Departamento 20
El amplio espacio ocupado por los conjuntos 3 y 4 es el que
más varió de distribución. En este Nivel tampoco quedó clara
su organización pues faltaban demasiados elementos verticales para delimitar la superficie de forma coherente. No obstante, se produjo un cambio clave con respecto a los niveles
precedentes: se va a documentar un único hogar ubicado,
aproximadamente, en el lugar donde se situaban las paredes
medianeras entre los conjuntos 3 y 4. La superficie útil aproximada sería de unos 14 m2 (Figs. 4.1 y 4.5).
Forman parte de esta unidad doméstica dos muros y un banco (MM88 y 99, B7, UUEE 0245, 0403 y 0255). El M88 y el
B7 eran alineaciones de adobe sin zócalo de piedras formando
ángulo; esta circunstancia unida a su corta longitud no permite considerarlos como los muros perimetrales de una vivienda,
pero tras su excavación no se documentó otra construcción a
la que el M88 (UE 0245) estuviera adosado; mientras que para
64
el banco (B7, UE 0255) se puede mantener la duda ya que las
alineaciones superpuestas que se encontraron tras ella alteraron
considerablemente dicha construcción (Fig. 4.6 A).
Como equipamientos domésticos hubo dos hogares superpuestos (HH19 y 20, UUEE 0303 y 0257), el emplazamiento de una o
varias tinajas (UE 0246), una mancha de adobe en forma de habichuela (UE 0252) de funcionalidad y significado indeterminable y
restos de suelo quemado (UE 0250) (Figs. 4.1 y 4.5). Con ciertas
dudas, se puede asociar a este departamento un ánfora localizada in
situ (Fig. 4.6 C), pues por su ubicación también pudo pertenecer a
la Vivienda 2. La superposición de los hogares (HH19 y 20) es el
único indicio de dos fases de ocupación para este espacio.
Este conjunto, a pesar de estar tan incompleto, tiene todos
los elementos para ser considerado una unidad doméstica: dos
hogares, un fragmento de molino, abundante ajuar cerámico y
algún objeto metálico. Ahora bien, su configuración definitiva y
su superficie total son una incógnita. Todo quedó colmatado por
las UUEE 0234, 0240 y 0248.
[page-n-78]
Fig. 4.5. Estructuras
del Nivel 5, Fase 2.
En negro, estructuras
y equipamientos de
nueva construcción; en
verde, perduraciones.
A diferencia de lo que sucedía en la Vivienda 3, en el Departamento 20 la cantidad de cerámicas hechas a mano y a torno
está mucho más equilibrada. Las primeras reducen su variedad
y la mayor parte es tosca; entre las cuidadas ya no hay pintadas
mientras que las incisas y grafitadas tienen una presencia simbólica. En el interior de una ollita a mano se determinó un contenido lácteo (Fig. 4.7, 234-240-248-1; Figs. 13.4, M6 y 13.7)
(vid. Cap. 13 “Estudi de continguts…”).
Entre las cerámicas hechas a torno hay que destacar la
presencia de seis ánforas de hombro carenado (Fig. 4.7), una
de ellas encontrada in situ (Fig. 4.6 C). El análisis de residuos realizado sobre un fragmento de la misma determinó
que pudo contener vino (Fig. 13.4, M7) (vid. Cap. 13 “Estudi
de continguts…”).
Las demás formas son tinajas, tinajillas y lebetes con decoración pintada geométrica, combinada en algunos casos con
engobes, platos pintados y grises y un mortero con un asa geminada horizontal; también pertenece a este conjunto la primera
pieza de hierro claramente identificable (Fig. 4.8).
Conjunto 5 / Vivienda 2
La Vivienda 2, perfectamente documentada en el momento de
su destrucción y abandono, tuvo una evolución compleja que
apenas puede intuirse ya que se decidió no profundizar más allá
del suelo de principios del siglo II a. C. No obstante, en el Capítulo 3 se ha señalado que en los Niveles 2 y 3 hubo un muro
(M94, UE 0522) en la misma posición que M15 (UE 0045),
formando parte de lo que se ha denominado Conjunto 5 y del
que sólo se conoce este elemento estructural.
Tras la ausencia de datos relativos al Nivel 4, ahora se detectaron dos muros paralelos (MM36 y 97, UUEE 0509 y 0511)
que se introducían bajo la vivienda posterior, perpendicularmente a MM94 y 15 (Figs. 4.1 y 4.6 B). Estaban separados entre
sí 1,6 m y cortados hacia el O por las construcciones posteriores, por lo que no se puede saber si configuraban un espacio de
circulación o una habitación. En una segunda fase, uno de los
muros (M97) se anuló completamente y en su lugar se ubicó un
ánfora que pudo pertenecer tanto a esta Vivienda como al vecino
Departamento 20 (Figs. 4.6 C y 4.5).
65
[page-n-79]
A
B
C
D
Fig. 4.6. A, Banco 7 (UE 0255) cortado por la UE 0217 (Muro 65) y parte superior, detrás, la UE 0045 (Muro 15) (con una consolidación
anterior a 2004) ambos del Nivel 7 (año 1998). B, Muros 36 (UE 0509) y 97 (UE 0511) (año 2004). A la izquierda, UE 0045 (Muro 15)
(con una consolidación anterior a 2004) del Nivel 7; a la derecha, UE 0256 (Muro 68) del Nivel 63 (fotografía G. Pérez y A. Moreno). C,
Base de ánfora in situ (UE 0365) (año 2000). D, Muro 49 (UE 0163) (año 1995). En la parte superior UE 0050 (Muro 19) de los Niveles 6
y 7, UUEE 0151 y 0152 (Fosas 29 y 30) del Nivel 9; a la derecha, UE 0019 (Muro 3) de los Niveles 6 y 7.
En la mitad meridional de la Vivienda se documentó un
muro (M42, UE 0292) que, probablemente, hizo ángulo con las
UUEE 0189 y 0198; paralelo a éstas se encontró la primera fase
del M37 (UE 0130). Entre los MM37 y 42 hay un hueco de 0,8
m, ocupado por la construcción de M55 (UE 0294), lo que impide saber si ambos formaban un ángulo o hubo una entrada (Figs.
4.1 y 4.5). Todas estas construcciones quedaron colmatadas por
las UUEE 0102, 0293 y 0508.
Los materiales recuperados son muy similares a los del
Departamento 20, pero menos abundantes porque la superficie
excavada ha sido menor (Fig. 4.9). Tinajas y tinajillas con decoración pintada geométrica, una botella también pintada, platos
de cocción reductora y ánforas son los tipos más recurrentes,
además de fragmentos de cerámica de clase B. Entre las cerámicas a mano destacan las toscas y apenas hay cerámicas semicuidadas y cuidadas. Objetos de plomo, hierro y bronce completan
el repertorio de cultura material.
Otras estructuras y espacios de circulación
Además de los conjuntos descritos, existen otras estructuras difíciles de interpretar porque no se llegaron a excavar o por su
estado fragmentario (Figs. 4.1 y 4.5).
66
El Conjunto 1 (MM53 y 54, UUEE 0171 y 0172) no presentó
en su interior material alguno que permitiera suponer que estuviera
en uso durante el siglo VI a. C., a pesar de que por cotas pudo estarlo. La zona parece convertirse en un lugar de tránsito, función que
ya no perderá hasta el momento de abandono (Calle 4).
Bajo el M13 (UE 0007) del Nivel 6 se apreciaron las primeras hiladas de otro muro (M63, UE 0206), paralelo a las UUEE
0189 y 0198 y separado de las mismas 1,9 m; distancia suficiente como para constituir un área de tránsito (Calle 4) (Fig. 4.5).
De corresponder a esta cronología,1 el M63 sería el precedente
inmediato de las pequeñas estancias que se construyeron en este
mismo lugar. Esta zona se colmató con la UE 0190.
Los materiales son escasos y abundan más las cerámicas hechas a mano que las a torno (Fig. 4.10); también se encontró un
fragmento de molino barquiforme (Fig. 3.52, 0190-6).
Al N, el M49 (UE 0163) tiene una cronología incierta
pues sólo se descubrió la parte superior y no se ha podido relacionar con otros elementos. Sólo los sedimentos que lo colmatan (UUEE 0101 b y 0104 b) indican que dejó de utilizarse
a lo largo del siglo VI a. C. pero pudo pertenecer tanto a este
1 Sólo la excavación de este sector podría confirmarlo.
[page-n-80]
Fig. 4.7. Materiales del Departamento 20, Nivel 5, Fase 2. Cerámica hecha a mano tosca con residuo lácteo por el interior, 0234-02400248-1; a mano tosca, 0234-13, 0248-9, 10 y 11; a mano grafitada, 0234-15; ánforas, 0365.1, 0248-21 y 19, 0234-3 y 5, 0234-0248-14.
Nivel como al anterior (Figs. 3.29, 3.30, 4.1 y 4.6 D). Este
posible espacio de circulación (Calle 3) tiene un volumen de
materiales mayor y más variado que la Calle 4, incluyendo
pesas de telar y piezas de bronce (Fig. 4.10). Esta cantidad
y variedad de objetos es similar a la de los conjuntos identificados como unidades domésticas por lo que posiblemente
éste también pudo ser un espacio construido del que formara
parte el M49.
Por su parte, el lugar que estuvo ocupado en el Nivel 4
por la/s estructura/s de postes, carece ahora de elementos
verticales que indiquen algún uso o funcionalidad. Tampoco los materiales recuperados en la UE 0200 apuntan hacia
un espacio construido, pues no son muy abundantes, aunque
incluyen en su repertorio ánforas, lebetes, tinajillas y platos
(Fig. 4.9). Formas todas ellas similares a las encontradas en
el Conjunto 3/4- Departamento 20, por lo que no es posible
descartar que formaran parte de la misma estructura, teniendo en cuenta, además, que el M19 (UE 0050) puede estar
enmascarando alguna construcción.
Dado que la organización urbanística de este momento está
muy incompleta, apenas se puede comentar algo sobre los espacios de circulación. Con seguridad, hay uno a lo largo de las
cuadrículas ABDE1, prefigurando la futura Calle 4, de dirección
E-O; hacia el O, y haciendo ángulo con ésta, habría otro espacio
de dirección N-S, que existía desde el Nivel 2, pues hacia él se
abren las puertas del Conjunto 2/ Vivienda 3.
67
[page-n-81]
Fig. 4.8. Materiales del Departamento 20, Nivel 5, Fase 2. Cerámica a torno oxidante, 0234-0248-12, 16 y 17, 0234-19, 0240-24, 0248-6,
7, 8 y 20; cerámica blanquecina, 0248-0306-0351-0354-22; cerámica a torno reductora, 0234-4 y 0248-0306-23; piedra, 0248-34; bronce,
0234-21; chifla o cuchilla de hierro, 0365-2.
68
[page-n-82]
Fig. 4.9. Materiales del Departamento 19, Nivel 5. Cerámica a torno oxidante, 0200-5, 2, 1 y 4; cerámica a torno reductora, 0200-6; cerámica a mano cuidada, 0200-3. Materiales del Conjunto 5/Vivienda 2, Nivel 5, Fases 1 y 2. Cerámica a torno blanquecina, 0102-8, 0111-1;
cerámica a torno oxidante, 0111-2 y 3, 0102-1, 3, 4, 5, 6 y 7, 0293-1; cerámica a torno reductora, 0102-2 y 9; hierro, 0102-10.
Los materiales
Dado el estado fragmentario de las construcciones, los materiales de estas UUEE son los elementos más significativos para
considerar que se trata de un nuevo estadio en el desarrollo de la
población precedente.
Las cerámicas
Lo más significativo es que, por primera vez, los fragmentos de
cerámica hecha a torno (57%) superan a las cerámicas hechas a
mano (43%), alcanzando un porcentaje superior a los de campañas anteriores donde la cerámica a torno del Nivel III era del
30% (Mata et al. 1999) (Fig. 4.11).
Entre las cerámicas hechas a mano siguen destacando las
toscas, pero ahora de forma abrumadora (31%), quedando todas
las demás como piezas casi testimoniales. Entre las cerámicas
hechas a torno aparecen las de clase B, además de consolidarse
otras categorías como las grises antiguas (5%) y las blanquecinas (2,5%), propias de este momento.
Las cerámicas hechas a torno tienen todavía un repertorio reducido, aunque se constatan casi todos los grupos conocidos. Dentro del Grupo I, se han identificado ánforas con hombro carenado
y una importante variedad de bordes (Fig. 4.12 A), alguno de los
cuales recuerda a los prototipos fenicio occidentales. Las tinajas y
tinajillas con cuello destacado (I y II.2.2.2.) constituyen también un
69
[page-n-83]
Fig. 4.10. Materiales de las Calles 3 y 4, Nivel 5. Cerámica a torno de clase B, 0101-8 y 9; cerámica a torno oxidante, 0101 b-5, 11, 12, 13
y 14, 0101-7, 0104 b-1 y 2 y 0190-2; cerámica a torno reductora, 0101-3 y 0101 b-2; cerámica a torno blanquecina, 0101 b-6; cerámica a
mano tosca, 0101 b-10 y 0101-16; pesa de telar con decoración incisa e impresa, 0101 b-1 bis; cerámica a mano cuidada, 0190-5; cerámica
a mano incisa, 0190-4; cerámica a mano semicuidada, 0190-3; hoja de bronce de posibles pinzas, 0101 b-15.
volumen importante, aunque en este caso la variedad de atributos
es menor. Los labios son subtriangulares o levemente moldurados,
con decoración pintada geométrica, a veces combinada con engobe, ninguna ha conservado las asas. Las pastas son claras entre las
que se incluyen las blanquecinas (Figs. 3.48, 4.12 A y B). Los lebetes tienen características tipológicas semejantes a las tinajas y
tinajillas (Fig. 4.63), por lo que sólo cuando conservan el diámetro
y buena parte de su perfil se pueden clasificar con seguridad.
La vajilla de mesa (Grupo III) apenas está representada por
los platos de ala de gran tamaño, pintados y, sobre todo, en gris
(Figs. 4.4 y 4.12 B), páteras y escudillas. Excepcionalmente se
han identificado algunos bordes de botella (Fig. 4.64), jarro y
70
caliciformes. Estas piezas de la vajilla ilustran los cambios más
profundos en los hábitos de comensalía y cocina puesto que casi
todos son nuevos en el repertorio cerámico.
En el grupo de los diversos (V) hay un mortero con asa horizontal geminada (Fig. 4.8, 0248-20) y pesas de telar con decoración incisa e impresa (Fig. 4.10, 0101 b bis).
La cerámica de clase B todavía es muy escasa (4%), pero ya se
identifican ollas y tapaderas, tipos que sustituyen progresivamente
a las piezas hecha a mano, y una fusayola (Fig. 4.4, 0399-3).
Entre la cerámica a mano tosca hay orzas, ollas y un cuenco
globular, además de algún tejuelo (Fig. 3.37). En la cerámica
semicuidada, un cuenco y una posible tinaja con cuello (Fig.
[page-n-84]
Fig. 4.11. Cuadro resumen de materiales del Nivel 4.
Categorías
M tosca
M semi
M cui
M incisa
M pintada
M graf
TOTAL
A ant
A blanq
A ant gris
TOTAL
A
A eng r
A gris
TOTAL
B
Fenicia
Atica BN
Púnica
TOTAL
Material constr.
Material lítico
Bronce
Hierro
Plomo
Hueso
Fragmentos
1385
152
171
16
18
109
1851
1258
103
160
1521
530
4
6
540
158
55
1
1
4127
4
12
21
8
1
2
Piezas NMI
94
28
37
5
1
22
187
71
8
34
113
6
2
2
10
5
2
0
0
317
3
12
11
5
1
2
Piezas frags.
136
40
38
15
1
33
263
263
19
83
365
9
2
25
36
5
2
0
0
671
3.38). Las cuidadas repiten los mismos tipos sin apenas variaciones, es decir, el cuenco globular sin decoración (Fig 3.41), el
cuenco de perfil en S con incisiones (Fig. 3.42) y en las grafitadas el mismo tipo además del plato (Fig. 3.45). Las cerámicas
pintadas son totalmente irrelevantes (Fig. 4.11).
Las importaciones se diversifican incorporando, a las fenicias, cerámicas de procedencia griega y púnica (Fig. 4.11).
Entre las fenicias se reconocen exclusivamente las ánforas, así
como fragmentos informes con decoración pintada. El ánfora
púnica también está representada por un fragmento informe e,
igualmente, es informe el fragmento de cerámica ática.
Los objetos de metal y piedra
Los metales son escasos pero aumentan los objetos de hierro
incluso es posible reconocer una contera y una pequeña chifla o
cuchilla (Pla 1968, 159, fig. 35, 1-3), además de algunas láminas
y planchas; en bronce la mayor parte de los objetos son láminas
y planchas cuya función se desconoce, además de unas posibles
pinzas; también se recogió un fragmento indeterminado de plomo (Fig. 4.4, 0265-1, 0314-1 y 2; Fig. 4.8, 0234-21 y 0365-2;
Fig. 4.9, 0102-10; Fig. 4.10, 0101 b-15).
Los tres molinos recuperados siguen siendo barquiformes y se localizaron en la Calle 4, el Departamento 20 y la
Vivienda 3 (Fig. 3.52).
Tipos NMI
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
29
0
0
29
17
0
0
0
46
Tipos frags.
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
62
0
0
62
33
0
0
0
95
Total frags.
1521
192
209
31
19
142
2114
1525
120
242
1887
600
6
30
636
196
54
1
1
4893
Total NMI/NT
94
28
37
5
1
22
187
71
8
34
113
35
2
2
39
5
2
1
1
363
Las actividades económicas
Los trabajos artesanos de carácter doméstico sólo están representados por una pequeña chifla o cuchilla de hierro (Fig. 4.8, 0365-2),
las fusayolas y las pesas de telar (Fig. 4.4, 0399-3; Fig. 4.10, 0101
b-1 bis) que apuntan a trabajos de carpintería o curtiduría y textil.
Los intercambios comerciales, aunque se diversifican, no
parecen tener una mayor intensidad.
La transformación de alimentos, con ollas y molinos barquiformes, no sufre grandes cambios más allá del consumo mayoritario de unas especies sobre otras, como se puede ver a través de
los restos biológicos. Los residuos orgánicos de vino detectados
en el interior de un ánfora de tipología local/regional es el primer indicio seguro de la elaboración de vino en Kelin (Fig. 13.4,
M7) (vid. Cap. 13 “Estudi de continguts..”).
El paisaje vegetal a través del registro antracológico
(S. de Haro Pozo)
El registro antracológico en este Nivel a pesar de ser más pobre
en cuanto al número de fragmentos de carbón recuperado, tiene
una diversidad taxonómica mayor que en niveles anteriores. Se
han recuperado un total de 341 fragmentos de carbón vegetal procedentes en su mayoría de rellenos (Fig. 4.13). Sigue destacando
el grupo de las encinas, coscojas (Quercus ilex-coccifera) junto
a madroños (Arbutus unedo), brezos (Erica multiflora), labiér71
[page-n-85]
Fig. 4.12. A, Tipología de ánforas (A I.1.). Tipología de tinajas a torno (A I.2.).
72
[page-n-86]
Fig. 4.12. B, Cerámica a torno, blanquecina. Cerámica a torno, gris.
73
[page-n-87]
miento; algunas muestras están asociadas a suelos de ocupación
y al contenido de diferentes fosas, aunque en este último caso se
trata de vertidos y no de su contenido original.
El registro está formado por un conjunto de materiales reducido
y con una diversidad taxonómica muy escasa (Fig. 4.14 y 4.84).
Los cereales siguen siendo el grupo de cultivos mayoritario (Fig.
4.15), con un porcentaje de frutales mucho más reducido. En este
caso no se constata la presencia de leguminosas ni de oleaginosas,
éstas últimas reconocidas en madera carbonizada (supra).
Entre los cereales se mantiene el predominio de la cebada
vestida que ya se observó en el Nivel 4, ocupando un lugar secundario los trigos desnudos y el mijo. No hay evidencias de la
presencia de trigos vestidos.
Entre los frutales sólo aparece la vid aunque, tanto por frecuencia como por el número de restos recuperados, más relevante que en las fases anteriores. También se ha constatado también en madera carbonizada (supra).
El resto de los taxones son plantas silvestres que pueden
crecer como malas hierbas entre los campos de cereales o en
ambientes antropizados en el entorno del yacimiento.
En conjunto se puede valorar que el registro arqueobotánico
de este Nivel es muy pobre para extraer conclusiones sobre la
actividad agrícola desarrollada por los habitantes de este asentamiento. Los datos señalarían una continuidad en las prácticas
agrícolas, centradas en la producción de cereales y quizás con
una evidencia más clara en lo que afecta al desarrollo local del
cultivo de frutales como la vid.
Fig. 4.13. Registro antracológico del Nivel 5. S. VI a. C.
Taxa
N
Indeterminable
Arbutus unedo
Erica multiflora
Leguminosae sp.
Olea europaea
Pinus halepensis
Pinus nigra-sylvestris
Pistacia lentiscus
Prunus sp.
Quercus caducifolio
Quercus ilex-coccifera
Rhamnus sp.
Vitis vinifera
12
3.5
5
1.5
1
0.3
1
0.3
1
0.3
32
9.3
4
1.2
1
0.3
1
0.3
27
7.9
254
74.5
1
0.3
1
0.3
Total fragmentos
%
341
nagos (Rhamnus sp.) y lentiscos (Pistacia lentiscus) que confirman la tendencia de apertura del bosque ya evidenciada durante
el siglo precedente. Entre los frutales destaca la presencia de la
viña (Vitis vinifera), el olivo (Olea europea) y algún fragmento de
carbón de la familia de las rosáceas tipo prunoideas (Prunus sp.)
aunque siempre con valores muy bajos, no pudiendo distinguir
si estos frutales serían ejemplares cultivados o si se trataría de
ejemplares silvestres, pero consolidan la tendencia observada en
el Nivel 4 tanto en madera como en semillas.
La actividad ganadera y la caza
(M. P. Iborra Eres)
El conjunto de este Nivel está formado por un total de 466
huesos y fragmentos óseos identificados anatómica y taxonómicamente pertenecientes principalmente a especies domésticas (97,5% del total). Una parte fundamental de este material
corresponde a desperdicios alimentarios recuperados en rellenos. El resto (142 restos óseos) procede de fosas de carácter
ritual y no se han contabilizado junto a los desperdicios de
comida para obtener la frecuencia relativa de las diferentes
especies (Fig. 4.16).
La actividad agrícola
(G. Pérez Jordà)
El registro del Nivel 5 es más pobre que los anteriores. Sólo hay
11 muestras con materiales y en ellas se han recuperado un total
de 14 restos, junto a algunos fragmentos de cereal. Como en los
niveles anteriores, los materiales recogidos proceden en su mayoría de rellenos, desechos que se vierten durante las diferentes
remodelaciones de los espacios habitados de esta zona del yaciFig. 4.14. Restos de semillas y frutos. Siglo VI a. C.
UE
400
241
102
314
335
258
234
234
240
246
Vol. l.
Hordeum vulgare subsp. vulgare
Panicum miliaceum
Triticum aestivum-durum
Hordeum-Triticum frag.
Vitis vinifera
14
–
1
–
–
–
11
1
–
–
–
1
22
–
–
1
–
1
10
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1
–
65
1
–
–
–
–
35
–
–
–
–
1
79
–
–
–
1
–
37
1
–
–
1
–
8
–
–
–
–
–
35
–
–
–
–
–
316
3
1
1
4
3
Chenopodium sp.
Lolium sp.
Plantago sp.
Indet.
Nº restos
Nº taxones
Densidad x 10 l.
–
–
–
–
1
1
7,1
–
–
–
–
1
1
10
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
1
1
1,5
–
–
–
–
1
1
2,9
–
–
–
–
1
1
1,2
–
1
–
–
2
2
5,4
–
–
–
2
2
1
25
–
1
1
–
2
2
5,7
1
2
1
2
17
–
–
74
–
1
–
–
–
–
–
–
2
3
2
3
18,2 13,6
248 Total Ubicuidad
3
1
1
4
3
1
2
1
1
[page-n-88]
Fig. 4.16. Porcentajes y número de
restos de las especies identificadas
en el Nivel 5. Siglo VI a. C.
Fig. 4.15. Ubicuidad de los grupos de cultivos y de los cereales
del siglo VI a. C.
Las especies domésticas identificadas son: oveja (Ovis aries),
cabra (Capra hircus), cerdo (Sus domesticus), bovino (Bos taurus),
caballo (Equus caballus), asno (Equus asinus) y perro (Canis familiaris). La frecuencia relativa de las especies silvestres es minoritaria con un 2,5%: ciervo (Cervus elaphus), conejo (Oryctolagus
cuniculus), liebre (Lepus granatensis) y perdiz (Alectoris rufa).
La ganadería se centra básicamente en el grupo de los
ovicaprinos (75,6%) y está orientada hacia la explotación
cárnica de las ovejas, con sacrificio en tres grupos de edad:
de 0’5-1 año, de 1-2 años y de 4-6 años. La ausencia de grupos de muerte en edad subadulta y adulta-vieja, podría estar
indicando una gestión del rebaño orientada a conservar las
hembras y los machos reproductores y asegurarse así el crecimiento del rebaño.
Por las dimensiones de los metapodios hemos podido establecer las alzadas a la cruz para las ovejas en las cabras,
cuyas medias son de 57 cm y de 51 cm respectivamente.
Como especie secundaria se impone el cerdo (13,3%) con
el sacrificio de animales juveniles y adultos. El bovino ocupa
ahora un tercer lugar en importancia relativa (6,5%) y aunque es
una especie consumida, la edad de muerte adulta indica un uso
secundario como fuerza de tracción.
Otras especies, como los équidos (1,8%) y el perro (0,6%),
siguen siendo minoritarias en el registro. Sobre los restos de
équidos quedan evidencias del procesado carnicero para su consumo, pero la edad adulta de los individuos nos indicaría el uso
de estas especies en tareas de transporte, tiro y monta. Los restos
de perro identificados no presentan marcas de carnicería por lo
que no podemos hablar de un consumo de esta especie.
Ovicaprino
Oveja
Cabra
Total O/C
Caballo
Équido
Asno
Bovino
Cerdo
Perro
Ciervo
Conejo
Liebre
Perdiz roja
54,3
18,2
2,8
75,3
0,9
0,3
0,6
6,5
13,3
0,6
0,6
0,9
0,3
0,6
NR x TX
324
% domésticos
% silvestres
97,5
2,5
El aporte de la caza supone el 2,5% al total de la muestra
analizada. Las especies identificadas son: ciervo (Cervus elaphus), conejo (Oryctolagus cuniculus), liebre (Lepus granatensis) y perdiz (Alectoris rufa).
El registro faunístico del Nivel 5 se caracteriza y diferencia de
los niveles del Hierro Antiguo por una mayor importancia del cerdo
y por la incorporación de una nueva especie hasta el momento no
documentada en el yacimiento: el asno (Equus asinus).
Esta peculiaridad de Los Villares es extensible al resto de
yacimientos documentados en el País Valenciano, cuyo rasgo
más destacable es la sustitución del bovino, por el cerdo, como
especie productora de carne.
Aparte de los contextos con desperdicios de basura doméstica,
en el Nivel 5, se han documentado dos fosas, a modo de depósitos
rituales, que contenían esqueletos completos/parciales de animales
domésticos: la Fosa 36 con el esqueleto de un perro inmaduro y la
Fosa 37 con el esqueleto de una cabra adulta (Figs. 4.17 y 4.18).
En la UE 399, junto a otros restos faunísticos con marcas de carnicería y consumo, también se recuperó un grupo de huesos craneales y de las extremidades delanteras de un cerdo neonato.
El uso de animales en prácticas rituales dentro de los contextos domésticos es un hecho constatado y extendido en la Cultura Ibérica (Miró y Molist 1990; Iborra 2004; Valenzuela 2008;
Albizuri 2011; Nieto 2013; Lorrio et al. 2014; Vives-Ferrándiz
et al. 2015; Grau Almero et al. 2015). Los esqueletos se depositan como ofrendas, completos o bien se utiliza alguna de sus
partes anatómicas, a modo de pars pro toto, en algunos casos
consumidos o no. Estos depósitos se relacionan con celebraciones rituales y actos sociales que pueden tener en ocasiones
un carácter fundacional (remodelación o nueva construcción de
una vivienda). En algunos lugares pueden compartir espacio
con enterramientos de fetos y de neo-natos humanos.
75
[page-n-89]
EL SIGLO V A. C. (NIVEL 6)
Este nivel constructivo tiene casi la misma superficie excavada
que el anterior pero no por ello mejora la visión de su organización, pues las construcciones posteriores afectaron de forma
importante a todas sus estructuras verticales. No obstante, las
tendencias apuntadas en el siglo VI se consolidan y van prefigurando el urbanismo posterior.
Vivienda 2
Esta vivienda se define mejor en este nivel pero han quedado
muchas incógnitas por resolver al no haberse excavado por debajo del suelo del primer cuarto del siglo II a. C. Los elementos
mejor conservados fueron una sucesión de hogares y suelos que
apenas se pueden ubicar en el interior de un espacio. Algunos
de ellos se introducen en el sedimento que hay debajo del M25
(UE 0089) (Fig. 4.19).
Esta sucesión de suelos y hogares es lo que indica la existencia de al menos 3 fases con pocos materiales asociados.
Fig. 4.17. a) Fosa 36: restos óseos de Canis familiaris; b) Fosa 37:
restos óseos de Capra hircus.
Fase 1 (Fig. 4.20)
Para este momento no se descarta que exista una continuidad
de los MM37 y 42 (UUEE 0130 y 0292) y las UUEE 0189 y
0198. Con seguridad, se construyó un hogar (H17, UE 0283).
Todas las estructuras y equipamientos quedaron anulados por
las UUEE 0184 y 0267.
Fase 2 (Fig. 4.22)
En esta fase se construyó un muro medianero entre las viviendas 2 y 3 (M38, UE 0131). Sobre el H17, pero ligeramente desplazado, se construyó un nuevo hogar (H16, UE
0282) y, probablemente, se eliminó el M37. Dos agujeros de
poste (AAPP25 y 26, UUEE 0210 y 0477) pertenecen a esta
fase y/o a la siguiente.
Fase 3 (Figs. 4.21 B y 4.25)
Fig. 4.18. Arriba, Fosa 36 (UE 0253); abajo, Fosa 37 (UE 0263) en
el momento de su excavación (año 1998).
La cronología
Aparte de su posición estratigráfica, los elementos para datar
este Nivel son la tipología y calidad de las cerámicas semejantes
a las del antiguo Nivel III que permite situarlo, a grandes rasgos,
en el siglo VI a. C.
76
En este momento se define mejor la vivienda, aunque permanecen ciertas incógnitas. Se construyeron dos muros en esquina
(MM68 y 55, UUEE 0256 y 0294), de los que se pudo identificar
también su zanja de cimentación, rellena de piedras pequeñas
y algunas cerámicas (UUEE 0328, 0506 y 0394). De esta habitación quedarían también restos de su suelo de ocupación (UE
0179). Al S de M55 hubo un nuevo hogar (H15, UE 0199) y restos de suelo construido (P15, UE 0269) que amortizaron al precedente (H16). Como ya se ha señalado los dos agujeros de poste
(AAPP25 y 26, UUEE 0210 y 0477) se pudieron construir ahora
o tener continuidad desde la fase 2, en cambio había dos losas
(AP38 y AP39) que pertenecen esta fase casi con seguridad. Las
UUEE 0178, 0191, 0203, 0205, 0268 y 0505 son los únicos sedimentos conservados de colmatación de estas estructuras.
El material recuperado no fue muy abundante pero la cerámica hecha a torno es mayoritaria con tinajas y vajilla de
mesa en gris, destacando la presencia de un caliciforme entero (Fig. 4.23, 0505-1). La cerámica hecha a mano es ante todo
tosca, quedando las cuidadas como testimoniales. Entre las
importaciones todavía se recoge algún fragmento de cerámica
fenicia occidental, pero la pieza más interesante es un pequeño fragmento de copa ática, posiblemente una Acrocup (Fig.
4.23, 0178-1). Ninguno de los objetos metálicos es significativo, pero los hay de hierro, bronce y plomo.
[page-n-90]
Fig. 4.19. Sección de los
sedimentos por debajo del
Muro 25 (UE 0089), corte E
(año 2000).
Fig. 4.20. Estructuras
del Nivel 6, Fase 1. En
negro, estructuras y
equipamientos de nueva
construcción; en verde,
perduraciones.
Vivienda 3
Fase 1 (Fig. 4.20)
La superficie ocupada por esta casa sigue siendo dudosa pero
las estructuras documentadas en este Nivel empiezan a ser
más consistentes. A grandes rasgos se puede seguir su evolución en tres momentos.
La vivienda quedaba delimitada al O por el M58 (UE 0501) tapiando el vano de acceso (UE 0502) del Nivel 52. A este muro
se le adosó por el O un empedrado que, en apariencia, estaría al
exterior (Fig. 4.21 A). Dos losas planas ejercieron de base para
77
[page-n-91]
A
B
C
Fig. 4.21. A, Empedrado adosado al Muro 58 (UUEE 0501 y 0502) (año 2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno). B, Vista general de
las cuadrículas DE1/2, Nivel 6, Fase 3 (año 2000). C, Vista general del Hogar 7 (UE 0247) (año 1998).
sendos postes centrales (UE 0533, AP30) (Fig. 4.2 B) y hacia el E,
un gran hogar rectangular con extremos redondeados y una losa en
el ángulo SO (H7, UE 0247) (Fig. 4.21 C). El límite oriental quedaría establecido por la posible continuidad de M42 (UE 0292).
Fase 2 (Fig. 4.22)
Esta remodelación supuso la supresión de algunos equipamientos anteriores puesto que el espacio ocupado es, aparentemente,
el mismo. El sector oriental es el que va a sufrir los cambios:
se construyeron tres muros, dos de los cuáles forman un ángulo
(MM33 y 34, UUEE 0128 y 0127) y dividen la superficie en dos
estancias; mientras que el tercero (M38, UE 0131) dejaba un
hueco bastante amplio (> 1 m) con M34 (UE 0127), que pudo
configurar un acceso. Hacia el N se construyó un muro medianero entre los Departamentos 19 y 20 (M59, UE 0116). Estas
construcciones se hicieron sobre las UUEE 0214 y 0237 que,
a su vez, anularon el uso del gran hogar rectangular (H7). En
cambio, quedaron restos del suelo que debió cubrir esta habitación (P21, UE 0397) y del enlucido de un posible poste adosado
a M59 (UE 0216). La superficie útil de la casa estaría cerca de
los 35 m2, con la estancia occidental de 20 m2 y la oriental de
unos 15 m2.
Fase 3 (Fig. 4.25)
Finalmente, hay que señalar un hecho constructivo indirectamente relacionado con esta vivienda porque se vio afectada en
su integridad. La construcción de los MM68 y 55 (UUEE 0256
y 0294) significó la ocupación parcial de la superficie ocupada
78
originalmente por la Vivienda 3 y, en consecuencia, una ligera
reducción de la estancia oriental (13,5 m2). Las UUEE 0117, 0272
y 0274 colmataron parcialmente estas estructuras.
Los materiales recuperados en esta vivienda son bastante abundantes, sobre todo, en la Fase 2 (Fig. 4.23). Siguen la línea de lo
visto anteriormente, es decir, más cerámicas hechas a torno que a
mano; y, entre éstas, toscas ante todo; alguna importación fenicia,
a la que se incorpora un ánfora púnica y un fragmento de cerámica
ática; además un molino barquiforme reutilizado como material de
construcción de uno de los muros de la fase 2 (M33, UE 0128), así
como algunos objetos de hierro.
A pesar de la carencia de equipamientos básicos (sólo un
hogar), este espacio tiene los elementos muebles para seguir
siendo considerado una unidad doméstica: ánforas, vajilla de
mesa, cerámica de cocina, pesas de telar, mano de mortero y
alguna importación. La mayor concentración de objetos se da
en la habitación oriental que albergó el hogar durante la Fase 2,
que pudo tener un acceso desde la Calle 4.
Departamento 19
Esta construcción comienza a perfilarse en este nivel aunque en la primera fase no se documentó separación alguna con el contiguo Departamento 20. Es decir que, como
sucedía en los niveles precedentes, no es fácil distinguir
si se trataba de uno o dos espacios, independientes o comunicados. De forma muy precaria se puede establecer su
evolución a lo largo del tiempo.
[page-n-92]
Fig. 4.22. Estructuras del Nivel
6, Fase 2. En negro, estructuras y
equipamientos de nueva construcción; en verde, perduraciones.
Fase 1 (Fig. 4.20)
La única estructura que corresponde casi con seguridad a
este momento es el muro occidental (M3, UE 0019), cuya
construcción afectó de forma directa al alzado de adobes de
M84 (UE 0415) de los Niveles 3 y 4 (Fig. 3.6). Un agujero
de poste (AP11, UE 0320) y un enterramiento infantil en
urna (UE 0200-1) también pudieron pertenecer a este momento (Fig. 4.24 A).
Fase 2 (Fig. 4.22)
Con posterioridad se construyeron los muros que delimitaron
el espacio por el N y el S (MM19 y 59, UUEE 0050 y 0116).
La UE 0402 es una alineación de piedras visible por debajo del
extremo oriental de M19 (UE 0050), que pudo ser la continuación de la UE 0235 (M67) pero ha quedado en la incógnita al no
haberse desmontado el M19.
Los equipamientos domésticos son más evidentes. En primer
lugar, junto al extremo oriental de M19 había una losa que pudo
ser la base de un poste (AP32); y no se descarta la posibilidad de
que el AP11 (UE 0320) también pudiera funcionar durante esta
fase. Adosado al M59 había una estructura de combustión que
por su técnica constructiva se identifica como un horno o tannur
adosado (H21, UUEE 0197 y 0261) (Fig. 4.24 B).
También puede asociarse a esta fase la inhumación infantil en urna (UE 0200-1) a modo de ofrenda fundacional
como forma de legitimar la propiedad de este espacio, que
hasta este momento ha tenido una adscripción doméstica dudosa (Figs. 4.24 A y 4.23, 0200-1). Los análisis realizados
determinaron que se trataba de un feto a término de sexo
masculino (vid. Cap. 10).
Fase 3 (Fig. 4.25)
Es en este momento cuando se hace patente la separación
entre los Departamentos 19 y 20 mediante la construcción
de un muro paralelo a M3 (M4, UE 0011). Probablemente
ello supuso la ruptura parcial del M67 quedando la UE 0402
como el umbral de una puerta. El M4 debió llegar hasta el
M59, anulando el horno, aunque se encontró cortado por el
extremo meridional. Así el departamento quedó constituido
por cuatro muros perimetrales (MM3, 4, 19, 59, UUEE 0019,
0011, 0050 y 0116), al cual se accedía, desde la Calle 3, por
una puerta abierta en el extremo oriental del M19 (Pr12, UE
0402), orientada al N. Una capa de tierra blanquecina ocupaba el ángulo NE del departamento a modo de suelo (P10, UE
0218). La superficie mínima ocupada es de unos 36 m2. Todo
el departamento quedó colmatado por la UE 0195.
Los materiales recuperados fueron escasos a pesar de tener
un horno, equipamiento que también estuvo en ese mismo espacio con anterioridad (Conjunto 3, Nivel 23) (Fig. 3.12). No presentan singularidad alguna respecto a lo dicho para los demás
espacios excepto la tinajilla gris que actuó de urna (Figs. 4.23,
0200-1 y 4.24 A).
79
[page-n-93]
Fig. 4.23. Materiales de la Vivienda 2, Cerámica a mano cuidada, 0267-0304-1; cerámica a torno oxidante, 0038-0268-1 y 0506-1; y
reductora, 0505-1; cerámica ática de barniz negro, 0178-1; piedra, 0205-2; anilla abierta de bronce, 0178-2. Materiales de la Vivienda
3. Cerámica a torno oxidante, 0128-1 y 0214-3; y reductora, 0395-1; cerámica a torno tosca, 0214-1; cerámica a torno con engobe rojo,
0214-5; ; mano de mortero con decoración incisa, 0214-4; piedra perforada, 0214-2. Materiales del Departamento 19. Cerámica a torno de
cocción reductora, 0200-1; y oxidante, 0097-1; cerámica a mano incisa, 0116-1; cerámica a mano grafitada, 0195-1.
80
[page-n-94]
A
B
Fig. 4.24. A, Inhumación infantil en urna (UE 0200-1) (año 1997). B, Horno 21 (UUEE 0197 y 0261), después de su excavación (año 2000).
Fig. 4.25. Estructuras del Nivel
6, Fase 3. En negro, estructuras y equipamientos de nueva
construcción; en verde, perduraciones.
Departamento 20
Las dos primeras fases de este departamento están indisolublemente asociadas a las de la estancia anterior y también, como
ella, está muy incompleta.
Fase 1 (Fig. 4.20)
A esta fase tan sólo se puede asociar un muro (M71, UE 0262)
que delimitaría el espacio por el N y un hogar rectangular, con
esquinas redondeadas, construido con una capa de cerámicas
(H5, UE 0215) (Figs. 4.26 A y B). Por el E, sigue la indefinición
81
[page-n-95]
A
B
Fig. 4.26. A, Vista superior de los Muros 71 (UE0262) y 67 (UE 0235) (año 1998). B, Capa de cerámicas del Hogar 5 (UE 0215). A la derecha Fosa
2 (UE 0010) y a la izquierda Fosa 14 (UE 0084). Delimitado con chinchetas amarillas el Hogar 20 (UE 0226) de las Fases 62 y 63 (año 1998).
pero dada la superposición de estructuras verticales en ese lugar
se puede suponer que hubo un muro que no se pudo diferenciar
ni de los anteriores ni de los posteriores. Las UUEE 0193, 0224
y 0229 colmataron el hogar y sobre ellas se construyó la fase
siguiente. Un molino de arenisca se encontró formando parte
del M71 (Fig. 3.52, 0262).
Las cerámicas utilizadas en este hogar son muy homogéneas, mayoritariamente pintadas, incompletas por la base, por
su decoración y tipología, permiten datar esta fase en el siglo V
a. C. (Figs. 4.27 y 4.28, 0215-1, 2, 3, 6, 9 y 10).
Fase 2 (Fig. 4.22)
El espacio quedó delimitado por el S mediante la construcción de un muro medianero con la V3 (M59, UE 0116),
mientras que por el N se construyó un nuevo muro (M67,
UE 0235) a continuación del M71, ligeramente desplazado
en cuanto a su alineación (Fig. 4.26 A); o al menos así se
conservó. Siguiendo la tónica vista en otros momentos, se
encontró un nuevo hogar ligeramente desplazado del anterior
(H6, UE 0226) (Fig. 4.26 B), conservándose dos fragmentos
de suelo (PP8 y 9, UUEE 0196 y 0211). Este nuevo hogar
también tenía una capa de cerámicas pero menos homogénea
82
que en el anterior y mezclada con pequeñas piedras. Como
no se constató una separación evidente, el H21 también formaría parte de este hipotético conjunto formado por los Departamentos 19 y 20.
Fase 3 (Fig. 4.25)
La separación de ambos departamentos se produjo, como ya se
ha comentado, con la construcción del M4 (UE 0011) que anuló
el horno (H21); y también debió construirse el M68 (UE 0256)
que afectó al extremo oriental de M59. El H6, con una reparación evidente de su capa superior, y los restos de suelo (PP8 y
9) tuvieron continuidad o se construyeron en este momento. El
departamento pudo tener una superficie mínima de 22 m2. Todo
quedó colmatado por las UUEE 0187 y 0207.
Los materiales más abundantes de este Departamento, como
ya se ha señalado, proceden del hogar de la 1ª fase (H5, UE
0215). Están representados todos los grupos de la tipología cerámica ibérica: ánforas, tinajas y tinajillas, lebetes, vajilla de
mesa, cerámica de cocina, mano de mortero, además de fragmentos de molinos, objetos de hierro y plomo (Figs. 4.27, 4.28
y 4.29). Entre las importaciones se recogieron fragmentos informes de cerámicas fenicias occidentales y una cuenta de pasta ví-
[page-n-96]
Fig. 4.27. Cerámicas a torno oxidantes del Departamento 20, del Hogar 5 (UE 0215).
83
[page-n-97]
Fig. 4.28. Materiales del Departamento 20 de la Fase 1. Cerámicas a torno oxidantes, 0215-1, 2, 3, 6, 9 y 10 y 0404-1; cerámica a mano
incisa, 0404-0414-0420-2; cerámica a torno tosca, 0215-1; tinajilla pintada, 0229-0234-0248-18.
84
[page-n-98]
Fig. 4.29. Materiales del Departamento 20. Cerámica a torno oxidante, 0187-4, 0187-0193-1, 0187 bajo 0194-2, 0207-3 y 0226-1 y 2; y
blanquecina, 0187-3; mano de mortero con decoración impresa, 0187-9; hierro, 0187-5 y 6 bajo 0025; piedra, 0187-7 bajo 0025; pasta
vítrea azul, 0187-8. Materiales de las Calles 3 y 4. Cerámica a torno oxidante, 0101-2, 4, 5, 6, 11 y 12; y reductora, 0101-9 y 10; cerámica
a torno con engobe rojo, 0101-3; cerámica a torno tosca, 0101-8; pesa de telar con decoración impresa, 0101 b-1; cerámica a torno blanquecina, 0000-0222-1.
85
[page-n-99]
trea azul (Fig. 4.29, 0187-8). Las cerámicas hechas mano siguen
la tendencia comentada para los espacios anteriores: mayoría de
formas toscas y apenas las hay cuidadas.
A
Departamentos 22 y 23
Estos departamentos fueron publicados en 1991 con otra denominación y datados en el siglo VI a. C. (Mata 1991, 17, fig. 7).
La ampliación del sector de excavación ha obligado a rectificar
su adscripción cronológica y darles una denominación coherente con el resto de construcciones.
Los Departamentos 22 y 23 son dos pequeños espacios contiguos, situados en la parte más elevada del yacimiento, están incompletos y, probablemente, estuvieron adosados al recinto perimetral.
Los escasos materiales hallados en su interior no ayudan a conocer
su funcionalidad y cronología, por ello se ha supuesto que se inician en este nivel y pudieron perdurar, sin apenas cambios, hasta
principios del siglo II a. C. (Figs. 4.20, 4.22, 4.25, 4.30 A y 4.37).
Tampoco se puede descartar que se construyeran en el Nivel 7. Por
lógica constructiva debieron formar parte del mismo conjunto.
Del D22 se han excavado tres muros perimetrales (MM12,
14 y 13, UUEE 0001, 0005 y 0007); uno de ellos (M13, UE
0007) construido, como ya se ha indicado, sobre otro del Nivel
5 (M63, UE 0206). La superficie útil mínima es de 4,4 m2.. El
interior de la habitación se excavó en 1982 y 1984, detectándose
parte de un suelo de tierra apisonada (P1, UE 0221) y una estructura circular de piedras pequeñas que se interpretó como un
soporte para un molino circular (S1, UE 0220) y así se ha restituido en la consolidación del yacimiento. Hoy en día, tras haber
excavado unas 30 fosas islámicas, debe plantearse la posibilidad
de que pudiera tratarse del relleno parcial de una fosa islámica y
no del soporte de un molino. Sólo su excavación completa podrá
resolver esta duda razonable.
El M12 (UE 0001) es medianero con el D23 que se completa
con dos muros perimetrales más (MM11 y 10, UUEE 0002 y 0003).
Se entra al mismo, desde la Calle 4, mediante un vano construido en
el M11; acceso que, en un momento indeterminado, redujo su tamaño (Pr1, UE 0006). La superficie útil mínima es de 5,2 m2.
Los espacios de circulación
Los espacios de circulación también se definen un poco mejor
en este Nivel 6. Así se puede afirmar que hubo dos calles en dirección E-O (Calles 3 y 4) situadas, respectivamente, a lo largo
de las cuadrículas ABDE4 y ABDE1. Hacia el O, y en dirección
N-S, sigue existiendo otro espacio abierto puesto que la Vivienda 3 abre su puerta en esa dirección, al igual que algunos conjuntos de los niveles precedentes; una parte de esa área estuvo
empedrada (Figs. 4.20, 4.21 A, 4.22 y 4.25).
La Calle 3 está parcialmente delimitada al N por tres muros
(MM46, 47 y 48, UUEE 0155, 0154, 0139 y 0147) correspondientes a una construcción sin excavar. Sobre uno de ellos se
abre una puerta documentada por la chumacera tallada en una
piedra (Pr7, UE 0156) con orientación S. Por el desgaste observado, ésta se abría hacia el interior y era de una sola hoja (Fig.
4.30 B). No obstante, estas construcciones también pudieron levantarse en el Nivel posterior. Los materiales recuperados son
relativamente abundantes (Fig. 4.29).
86
B
Fig. 4.30. A, Vista de los Departamentos 22 y 23 (año 1989). B, Chumacera de la Puerta 7 (UE 0156) sobre el Muro 46 (UE 0155) (año 1995).
Los materiales
Las cerámicas
En este Nivel las cerámicas hechas a mano apenas constituyen un
14% del total, confirmándose la casi total desaparición de la cerámica cuidada con y sin decoración (2 % del total) y la semicuidada
(1 % del total). Los tipos documentados tampoco son relevantes
pues también ha disminuido mucho el NMI/NTI (Fig. 4.31).
Por el contrario, las cerámicas hechas a torno amplían su
número y variedad, con casi un 86% del total.
Las ánforas tienen una presencia importante, sobre todo, las
de técnica ibérica, es decir, pastas compactas con escaso desgrasante visible y bordes de labios cortos y engrosados. Ninguna de
ellas conserva el hombro pero las piezas más completas parecen
indicar que la carena se ha suavizado hasta convertirse en un
hombro redondeado (Fig. 4.12 A).
Las tinajas y tinajillas mayoritarias son las que no tienen
hombro, con cuello indicado o corto. La decoración es pintada geométrica simple, a veces con engobe blanco, y algunos
motivos bícromos. Los bordes son salientes, subtriangulares o
apenas moldurados (Figs. 3.48 y 4.12 A).
Los lebetes tienen una presencia importante, casi siempre decorados y de tamaño grande o mediano. Los más completos formaron parte de la construcción del H5 (UE 0215)
(Figs. 4.27 y 4.63).
La vajilla de mesa está representada por todos los tipos
que componen el grupo: botellas, jarros, caliciformes, platos
de ala, páteras y escudillas. Las piezas del servicio de bebida,
[page-n-100]
Fig. 4.31. Cuadro resumen de los materiales del Nivel 6.
Categorías
Fragmentos
M tosca
505
M semi
32
M cui
53
M inc
2
M pint
2
M graf
21
TOTAL
615
A ant
344
A blanq
40
A ant gris
56
TOTAL
440
A
2877
A eng r
1
A gris
6
TOTAL
2884
B
228
Fenicia
24
Atica BN
1
Púnica
1
Ánfora rep.
1
Islámica
0
TOTAL
4194
Material constr.
24
Material lítico
12
Hierro
29
Bronce
9
Plomo
5
Malacofauna
1
Pasta vítrea
1
Piezas NMI
27
13
8
5
0
4
57
24
6
23
53
38
4
11
53
3
0
4
0
0
1
171
11
12
20
6
3
1
1
Piezas frags.
36
17
10
10
0
11
84
116
9
72
197
243
22
15
280
92
0
7
0
0
1
661
como las botellas y los jarros, son todavía testimoniales con
tres y dos ejemplares respectivamente (Fig. 4.64). Los caliciformes son las únicas piezas utilizadas para beber, junto con
las escudillas de perfil en S hechas a mano; los platos de ala
son mayoritarios (NMI 25) seguidos casi por el mismo número de páteras (NMI 13) y escudillas (NMI 11) (Fig. 4.65). La
consolidación de los platos y las piezas de servicio de bebida
son los elementos más importantes para determinar que ya se
han asimilado los nuevos hábitos de comensalía que se intuían en el Nivel anterior.
Otras piezas cerámicas todavía son minoritarias como un
posible soporte, tejuelos, manos de mortero, pesas de telar y
tapaderas (Fig. 4.23, 0214-4; Fig. 4.29, 0187-9 y 0101 b-1).
Las decoraciones mayoritarias son las pintadas, monocromas o bícromas, con los motivos y composiciones propios de
esta cronología (Bonet y Mata 1997; Burriel 1997; Vidal et al.
1997). También siguen presentes las cerámicas grises, ante todo
en vajilla de mesa y tinajillas (Fig. 4.12 B) y empiezan a ser
habituales las cerámicas con engobe rojo de fabricación local
(Fig. 4.23, 0214-5; Fig. 4.29, 0101-3).
La cerámica de cocina también aumenta su presencia con
tipos que sustituyen a las orzas, ollas y tinajas hechas a mano.
Las ollas de diversos tamaños son el tipo mayoritario (NMI 24),
Tipos NMI
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
93
0
0
93
29
0
0
0
0
0
122
Tipos frags.
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
200
0
0
200
54
0
0
0
0
0
254
Total frags.
541
49
63
12
2
32
699
460
49
128
637
3320
23
21
3364
320
24
8
1
1
1
5055
Total NMI/NT
27
13
8
5
1
4
58
24
6
23
53
131
4
11
146
32
1
4
1
1
1
297
aunque sólo una de ellas tiene un perfil completo (0,74 litros)
(Fig. 4.23, 0214-1; Figs. 4.69 y 4.70). Los labios son muy variados pero dominan los salientes simples y los subtriangulares; las
decoraciones plásticas son puntuales. Las tapaderas completan
el menaje de cocina a torno.
Las cerámicas importadas son muy escasas. Apenas se
contabilizan algunos fragmentos residuales de cerámica fenicia occidental y empieza a haber fragmentos de barniz negro
ático. Las únicas formas reconocibles de esta clase cerámica
son una posible Acrocup (Fig. 4.23, 0178-1), una base alta de
skyphos, un borde y base de kylix Lamb. 42, una base destacada
de kantharos y un asa vertical. La Acrocup tiene una fecha ajustada en el segundo cuarto del siglo V a. C. (Sparkes y Talcott
1970, 96, pl. 20, 442-443, fig. 5, 442) y concuerda bien con la
cronología propuesta para este Nivel.
Los objetos de metal y piedra
Entre los metales cabe destacar la presencia de una contera, una
hoja de tijeras (Fig. 4.61, 6018-4 y 5), un fragmento de hoja
de un instrumento indeterminado y algunas pequeñas piezas de
bronce y plomo. Lo más importante es el aumento cuantitativo
de los objetos de hierro respecto al nivel anterior (Fig. 4.29,
0187-5 y 6; Fig. 4.31).
87
[page-n-101]
El paisaje vegetal a través del registro antracológico
(S. de Haro Pozo)
Fig. 4.32. Registro antracológico del Nivel 6.
Siglo V a. C.
Taxa
Indeterminable
Leguminosae sp.
Pinus halepensis
Pinus nigra-sylvestris
Quercus caducifolio
Quercus ilex-coccifera
Total fragmentos
N
En esta fase, a pesar de que el número de fragmentos de carbón
es mayor que en el nivel anterior, la diversidad taxonómica es
menor (Fig. 4.32). Los materiales siguen procediendo mayoritariamente de rellenos.
Entre los taxones dominan nuevamente las encinas, coscojas
(Quercus ilex-coccifera) junto a los quejigos (Quercus caducifolio) y el pino negro (Pinus nigra- sylvestris). El aumento de
fragmentos de carbón de pino negro hasta niveles alcanzados
en el siglo VII parece indicar que la tendencia de apertura del
bosque evidenciada en etapas anteriores se ralentizó.
%
5
0.9
6
1.9
90
17.1
138
26.3
24
4.5
255
48.6
518
La actividad agrícola
(G. Pérez Jordà)
Los útiles de piedra son tres molinos barquiformes, dos de
ellos reutilizados como material de construcción en sendos muros y un cuarto fragmento de piedra activa de molino circular
situada en uno de los extremos del H5 (Figs. 4.26 B y 5.7). Y,
finalmente, como elemento exótico, una pequeña cuenta de collar de pasta vítrea azul (Fig. 4.29, 187-8).
Es de nuevo un momento con un registro muy pobre. Sólo son
ocho las muestras que han aportado materiales y exceptuando
una de ellas que ha proporcionado una concentración de cebada,
tanto el número de restos como la diversidad de taxones son
muy reducidos (Figs. 4.33 y 4.84). Los materiales vuelven a
proceder mayoritariamente de rellenos y hay que interpretarlos
como desechos que se vierten en las distintas remodelaciones,
con la excepción posiblemente de la concentración de cebada
(88 K S. XV c-3 M2) que se recuperó en uno de los sondeos
previos antes de iniciar la excavación en extensión.
El reducido número de restos plantea dudas sobre las frecuencias de cada uno de los grupos de cultivos. Así en este
momento se observa un equilibrio entre los porcentajes de los
Las actividades económicas
En este Nivel no son muchos los trabajos artesanales reconocibles: los objetos metálicos debido a su fragmentación aportan
poca información; las pesas de telar son el único exponente de la
actividad textil y las importaciones cerámicas y de pasta vítrea,
del mantenimiento de los intercambios.
Fig. 4.33. Restos de semillas y frutos del s. V a. C.
UE
88
193
179
179 177/8 178
191 K S XV C3 M1 KS XV C3 M2
Total
Vol. l.
Hordeum vulgare subsp. vulgare
Panicum miliaceum
Triticum dicoccum
Triticum sp.
Hordeum-Triticum frag.
Lathyrus cf. cicera
Lathyrus sp.
Lens culinaris
Vitis vinifera
Vitis vinifera frag.
Chenopodium sp.
Galium sp.
Malva sylvestris
Papaver sp.
Fallopia cf. convolvulus
Polygonacea
Stipa tenacissima
Indeterminable
Nº restos
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
1
–
–
–
1
4
1
1
–
–
–
–
5
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
8
–
–
–
–
–
4
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
14
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
12
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5
76
–
–
–
–
–
–
–
–
–
293
–
1
–
2350
–
–
2
14
–
–
3
–
–
1
1
–
–
38
294
1
1
1
2351
4
5
2
22
76
1
3
1
1
1
1
1
1
4
9
5
1
1
0
5
315
340
Nº taxones
3
2
3
1
1
0
1
6
Densidad x 10 l.
–
–
62,5
7,1
8,3
–
–
–
[page-n-102]
cereales y de los frutales, e incluso las leguminosas, que no habían estado presentes hasta este momento, tienen valores muy
cercanos (Fig. 4.34).
Entre los cereales domina nuevamente la cebada vestida,
consolidando una tendencia que se observa desde el Nivel 4. La
escanda y el mijo son los cereales que acompañan a la cebada,
destacando la ausencia de los trigos desnudos.
Entre las leguminosas sólo se puede señalar la presencia de
guijas (Lathyrus cf. cicera) y de lentejas (Lens culinaris) dos
cultivos muy habituales en los asentamientos del País Valenciano desde el establecimiento de las primeras comunidades de
agricultores (Buxó 1991; Pérez Jordà 2013).
De nuevo el único frutal documentado es la vid. Este cultivo
parece tener una presencia ascendente en el registro desde su
primera aparición hacia la mitad del siglo VII a. C. El número de restos en este momento es más relevante en los sondeos
realizados en 1987-1988 que en la zona abierta en extensión.
Los datos parecen indicar una consolidación del cultivo de este
frutal que como en la mayor parte de los territorios ibéricos, va
a ser en el que más se invierte.
Entre los taxones silvestres, vuelve a aparecer el esparto, que
siempre puede estar vinculado a su uso como fibra para la construcción de contenedores, junto a un grupo de plantas que suelen crecer
entre los campos de cereales o en zonas antropizadas.
Se puede pensar por lo tanto en la consolidación de un modelo agrícola extensivo, centrado en la producción de cereales
y de frutales, uno de los rasgos distintivos de la agricultura que
se desarrolla al S del río Ebro, a diferencia del modelo agrícola
básicamente cerealícola de Cataluña (Pérez Jordà et al. 2007).
Este sistema agrícola no se limita por lo tanto a la zona más
cercana a la costa, sino que se desarrolla igualmente en el reborde oriental de la Meseta, donde también se conocen a partir de
este momento estructuras destinadas a la elaboración del vino y
del aceite (Mata et al. 1997; Pérez Jordà et al. 2013 b y 2015;
Quixal et al. 2016).
La actividad ganadera y la caza
(M. P. Iborra Eres)
El conjunto faunístico del Nivel 6 está formado por un total de
148 restos identificados anatómica y taxonómicamente. Las especies domésticas son mayoritarias (93,9%) y, entre ellas, los
ovicaprinos son los mejor representados con un 76,3%.
La gestión de la cabaña ovina está orientada hacia la explotación cárnica y a asegurar la regeneración del rebaño. Los
sacrificios se centran sobre tres grupos de edad: de 0’5-1 año, de
1-2 años y de 4-6 años.
Al grupo de los ovicaprinos siguen: el cerdo (8,8%), el bovino (5,4%), el caballo (2,8%) y el perro (0,7%) (Fig. 4.35).
Las especies silvestres representan un porcentaje de un
6,1%, con los siguientes taxones: el ciervo (Cervus elaphus), el
conejo (Oryctolagus cuniculus), la liebre (Lepus granatensis).
Todos los restos muestran marcas de carnicería y consumo.
Las marcas más abundantes son los cortes de desarticulación
y descarnado como los identificados en la superficie lateral
proximal de un metatarso (Fig. 4.36 a) y sobre el parietal de
una oveja (Fig. 4.36 b).
El registro faunístico de este momento cuenta con escasos
restos y como tendencia general no se observan cambios significativos respecto al nivel anterior. Se mantiene la orientación
ganadera basada en la cría de ovicaprinos. Si extendemos la
comparación a otros yacimientos contemporáneos como el Castellet de Bernabé (cisterna) (Llíria), el Puig (Alcoi), el Tossal
de les Basses (Alacant) y la Illeta dels Banyets (Campello) se
observa que la funcionalidad de los yacimientos queda reflejada
en el registro faunístico.
Fig. 4.35. Porcentajes y número de restos de las especies identificadas en el
Nivel 6. Siglo V a. C.
Fig. 4.34. Ubicuidad de los grupos de cultivos y de los cereales del
siglo V a. C.
Ovicaprino
Oveja
Cabra
Total O/C
Caballo
Équido
Asno
Bovino
Cerdo
Perro
Ciervo
Conejo
Liebre
Ratón casero
NR x TX
% domésticos
% silvestres
63,5
10,8
2,0
76,3
1,4
–
–
5,4
8,8
0,7
0,7
1,7
1,7
0,2
148
93,9
6,1
89
[page-n-103]
Fase 1 (Fig. 4.37)
Fig. 4.36. a) Ovis aries. Metatarso con cortes de desarticulación localizados en la superficie lateral proximal. b) Ovis aries. Incisión
sobre el parietal (fotografías P. Iborra).
Así, las tendencias más significativas de los enclaves comerciales y las áreas productivas del Tossal de les Basses y de la Illeta
dels Banyets son el ligero descenso de los cerdos y el aumento del
bovino y de los équidos, con presencia de formas híbridas.
La actividad cinegética varía dependiendo del yacimiento.
En Los Villares, el Puig o el Tossal de les Basses, la importancia relativa es escasa entre un 3 y un 6%. Sin embargo, es
más abundante en el Castellet de Bernabé y en la Illeta dels
Banyets (>10%) (Iborra 2004; Iborra y Pérez Jordà 2011; Pérez Jordà et al. 2013 a).
DEL SIGLO IV AL PRIMER CUARTO DEL SIGLO II
A. C. (NIVEL 7)
El Nivel 7 corresponde a las estructuras mejor conservadas
hasta el momento, pudiéndose apreciar claramente la organización urbanística. En la Fase 3 una buena parte de las construcciones quedó destruida por un violento incendio que no
debió ser fortuito ya que afectó a otras zonas del asentamiento y supuso un abandono de estas estructuras. Sin apenas
recuperar enseres y objetos de valor, reconstruyeron otras
sobre sus escombros.
La superficie excavada es la mayor pues comprende los 400
m2 del sector 0 de la Zona B más las excavaciones realizadas por
E. Pla Ballester y M. Gil-Mascarell Boscá a lo largo de varios
años en la Zona A. También, en las campañas de 2001 y 2002,
se realizaron trabajos puntuales en la zona A.
El amplio arco cronológico propuesto está justificado por la
posición estratigráfica, por los materiales más antiguos y más
modernos encontrados sobre los suelos de las construcciones
destruidas y abandonadas; y también por el resultado de una
fecha AMS sobre una semilla de Hordeum vulgare que aportó
esa misma horquilla y que se comentará en en Capítulo 13 (vid.
“Dos fechas de carbono 14”). Ahora bien, como en los niveles
anteriores, se han detectado modificaciones del espacio y refacciones que sólo se pueden fechar de forma relativa al no estar
asociadas a sedimentos o materiales que permitan una datación
más precisa.
Vivienda 2
En este Nivel, la vivienda empieza a adquirir los rasgos que la
van a caracterizar en la última fase aunque su evolución exacta,
como se ha señalado repetidamente, no se pueda seguir con precisión. Cuando existen varias posibilidades de interpretación se
ha optado por la más coherente.
90
En este momento se configuró como un amplio espacio de unos
81,75 m2 útiles en el que se intuye alguna división interna. Los
muros delimitadores se encontraban al N y O (MM45, 44, 30,
65 y 38, UUEE 0162, 0143, 0109, 0217 y 0131), siendo dudoso
el cierre por el E; por el S, la presencia de un agujero de poste
(AP30, UE 0176) pudo marcar la existencia de algún porche. El
espacio cubierto no iría mucho más allá puesto que posteriormente en esa misma línea se construyó el M6 (UE 0028) y, en
el mismo lugar, se detectó un posible muro de los Niveles 5 y/o
6 (UUEE0189 y 0198). Las divisiones internas están formadas
por el ángulo entre MM5 y 21 (UUEE 0030-31-67, 0074-75) y,
probablemente por el realzado del M37 (UE 0130).
Los equipamientos que se pueden adscribir a esta fase son
los suelos que se extienden por la mitad oriental (PP6 y 7,
UUEE 0144 y 0158); una estructura de piedras (UE 0270) que
quedó incompleta al estar parcialmente por debajo del M25 (UE
0089); una fosa (F23, UUEE 0168 y 0169) situada en el ángulo
formado por los MM5 y 21, en cuyo interior se recuperó el esqueleto de una oveja de menos de 1,5 años (Iborra 2004, 232).
No se pudo terminar de excavar para no poner en peligro la estabilidad del M5. Finalmente, al NE, se encontraron una losa que
actuaría de yunque, una pequeña fosa delimitada por piedras
pequeñas (F53, UE 0164) y un hogar de forja (H30, UE 0530).
Todo ello forma un espacio dedicado al trabajo metalúrgico. El
hogar central (H3, UE 0167), rectangular y con borde delimitador, con varias capas de reparación, pudo empezar a funcionar
también en este momento.
Fase 2 (Fig. 4.38)
La organización básica de la vivienda sufrió alguna remodelación por motivos que se desconocen y en un momento
también imposible de establecer con los datos con los que se
cuenta. El resultado más importante fue la reducción de la
superficie útil y casi definitiva hasta su destrucción y abandono (58,88 m2).
Por el N, se construyó el M17 (UE 0035) paralelo a los MM44
y 45; por el O, también se perdió espacio al construir el M57 (UE
0106); al M37 se le adosó, por su cara N, un nuevo muro (M52,
UE 0037); por el E, se cerró con el M23 (UE 0531); y por el S, el
M6 hizo ángulo con el M40 (UUEE 0028 y 0038).
La división interna se mantiene como en la fase anterior y
como mucho se puede atribuir a este momento (pero también
al posterior) el refuerzo del M5 mediante la construcción de un
pequeño pilar por la cara O (UE 0062).
Entre los equipamientos se mantuvo el taller de forja, la F23
y el hogar (H3). También los suelos serán los mismos y a ellos
se pueden añadir restos de otros en diferentes puntos de la superficie (PP4 y 8, UUEE 0111, 0112 y 0204). Como novedad, se
pudo construir un banco de gran anchura (B9, UE 0077) adosado al muro oriental (M23).
Apenas hay materiales que se puedan asociar a estas dos fases
(Fig. 4.39), entre los que cabe destacar los objetos de hierro y escorias en la UE correspondiente al taller de forja (UE 0161).
Fase 3 (Figs. 4.40 y 4.41)
Las remodelaciones realizadas proporcionaron a esta vivienda
el aspecto definitivo antes de su destrucción y abandono por un
incendio. La superficie útil es de 58,6 m2, siendo la construida
de 82,5 m2.
[page-n-104]
Fig. 4.37.
Estructuras del
Nivel 7, Fase 1. En
negro, estructuras
y equipamientos de
nueva construcción;
en verde,
perduraciones.
El espacio habitado está delimitado por tres muros de la fase
anterior (MM17, 23, 6, UUEE 0035, 0531, 0028), a los que se añadieron el M15 (UE 0045) por el O, el M20 (UE 0048) por el S y
el M25 (UE 0089). El vano de entrada se orienta al O (Pr5, UE
0166). La distribución interior también se reorganizó: por un lado,
se construyó un tabique (M6, UE 0059) con el fin de separar la bodega del lugar donde estaba ubicado el molino pero comunicados
por un vano (Pr3, UE 0068); y, a su vez, se separó del taller de forja
con otro tabique (M22, UE 0076). La sala del hogar quedó también
separada del taller por un pequeño muro (M43, UE 0142) configurando un amplio vano de algo más 2 m (Pr6, UE 0170).
A los equipamientos existentes (forja, F23, H3, B9 y PP4, 6
y 7) se añadieron un nuevo banco adosado al M6 (B1, UE 0087)
y un pilar de adobe junto al M5 (UE 0166) que estrechó ligeramente el acceso principal (Pr5). En el ángulo SE, se encontró
un importante conjunto de tierra moldeada, con fragmentos que
presentan muescas y perforaciones, que debieron conformar una
alacena ya que también se recuperaron, en el mismo lugar, bastantes páteras (Figs. 4.42 y 4.94). Así mismo, en ese momento
se construyó el suelo de la bodega, con un importante desnivel
(P3, UE 0082), y se hicieron reparaciones en los enlucidos de
las paredes y de los suelos. En la bodega y en la sala del hogar
la capa de suelo y de los enlucidos forman un continuum. El P6,
tal y como se encontró, corresponde a esta fase pero, por lógica,
debe estar cubriendo capas de suelos anteriores como se intuye
en el pequeño escalón que da acceso al taller (E1, UE 0157).
Con estas remodelaciones, la bodega y el molino quedaron,
aparentemente, incomunicados del resto de la casa. Se pudo acceder a los mismos a través del muelle de descarga (UUEE 0130
y 0037) del M20 o por un vano no identificado en el M17.
En definitiva, una casa con cuatro estancias dedicadas a actividades específicas con acceso directo desde la calle, equipamientos importantes (molino, forja, hogar, bancos) y un ajuar
excepcional. La superficie útil de la casa pudo ser mayor pues
no se ha detectado con seguridad un cierre por el ángulo SE;
además se le podría añadir el espacio abierto que hay delante
de la puerta (6,75 m2), donde el muelle de descarga hace que
el espacio sea privativo de sus habitantes. Los derrumbes provocados por el incendio colmaron las estructuras de habitación
(UUEE 0044, 0061, 0091, 0118, 0119, 0141 y 0148).
91
[page-n-105]
Fig. 4.38. Estructuras
del Nivel 7, Fase 2.
En negro, estructuras
y equipamientos de
nueva construcción;
en verde, perduraciones.
Fig. 4.39. Materiales de la Vivienda 2. Fase 1, Cerámica a torno
oxidante, 0149-0153-1, 0161-1, 0153-1 y 0149-2; cerámica a mano
tosca, 0118 SE-4; cerámica a mano pintada, 0118 SE-3; hierro, 0161-2
y 3. Fase 2, Fusayola con decoración impresa, 0202-1.
92
Fig. 4.40. Vista de la Vivienda 2 (año 2004) (fotografía G. Pérez y
A. Moreno).
[page-n-106]
Fig. 4.41. Estructuras del Nivel 7, Fase
3. En negro, estructuras y equipamientos de nueva construcción; en verde,
perduraciones.
El ajuar localizado está compuesto por un número importante
de ánforas, tinajas, vajilla de mesa, cerámica de cocina, instrumental de hierro, un caldero de bronce, una pulsera de plata y otros objetos menores distribuidos de forma desigual por las habitaciones.
Entre las importaciones cabe citar una copa de barniz negro ático
y al menos dos piezas cerámicas procedentes de territorio edetano
(Figs. 4.42, 4.43, 4.44, 4.45, 4.46, 4.47, 4.48, 4.49 y 13.9).
Esto ajuares, equipamientos y actividades muestran que se trata
de un grupo familiar con posibilidades de acceder a determinados
medios de producción y bienes que le separan de sus vecinos.
Vivienda 3
Esta vivienda no sufrió cambios sustanciales con respecto a
épocas anteriores. De hecho, como se está viendo desde el Nivel 3, la superficie ocupada es casi la misma (Figs. 3.30 y 4.25).
Al igual que la Vivienda 2, sufrió un incendio que provocó su
abandono definitivo a principios del siglo II a. C. a pesar de que
éste sólo afectó directamente a la parte delantera de la vivienda.
Una parte de la misma se excavó en 1984 haciéndose una interpretación que, tras la ampliación del espacio excavado, se ha
matizado al apreciarse la reutilización de estructuras anteriores
(Mata 1991, figs. 6, 2 y 7).
Fase 1 (Fig. 4.37)
En este momento el espacio queda delimitado por el ya existente M59 (UE 0116) y la construcción de otros tres muros
(MM7, 8 y 39, UUEE 0015, 0020 y 0132). En 1984, se excavaron parcialmente los MM7 y 39, estando este último muy
deteriorado en 1995 cuando se abrió el área en extensión. La
superficie delimitada es de 36,5 m2, dividida en dos habitaciones por M66 (UUEE 0128 y 0219). Este muro pudo construirse algo más tarde pues entre las piedras se encontró una fíbula
tipo La Tène cuya cronología oscila entre finales del siglo V y
mediados del III a. C. (Argente 1994, 93) (Fig. 4.53). El M32
(UE 0046) pudo construirse también en esta fase aunque ni sus
relaciones estratigráficas ni su funcionalidad quedaron claras
tras su excavación.
93
[page-n-107]
Fig. 4.42. Materiales de la Vivienda 2, Nivel 73. Sala hogar. Ánforas y marcas precococción, 0119-3 y 6. Vajilla de mesa. Cerámica oxidante de Clase A, 0119-3, 37 y 42, 0118-8, 15, 36, 38 y 70 y 0118 SE-1 y 2; cerámica reductora de Clase A, 0119-39. Pesa de telar con
decoración incisa, 0118-54.
94
[page-n-108]
Fig. 4.43. Materiales de la Vivienda 2, Nivel 73. Sala hogar, Varia. Cerámica oxidante de Clase A, 0008-0079-0119-1, 0119-5, 6, 18, 30,
32, 41, 43, 56, 0118-44, 45, 46, 47 y 48, 0079-2; cerámica oxidante de Clase A y pasta abizcochada, 0119-40; botellita de barniz rojo del
SE, 0119-28; kantharos ático, 0119-11.
95
[page-n-109]
Fig. 4.44. Materiales de la Vivienda 2, Nivel 73. Sala hogar. Cerámica de cocina (Clase B); con decoración impresa, 0119-10. Dos
escalas diferentes.
96
[page-n-110]
para reforzar el vano de comunicación entre ambas estancias.
El M9 estaba muy deteriorado por el lado N al estar afectado
por la construcción de una fosa islámica (F1, UE 0024), a
pesar de lo cual conservaba parcialmente una gruesa capa de
adobe (UE 0056) que debió servir para regularizar su superficie. Ambas habitaciones se comunicaban mediante un vano
de unos 80 cm de luz (Pr4, UE 0065).
En la habitación N hubo un suelo de tierra endurecida (P5,
UE 0070), muy bien conservado gracias al incendio sufrido y
que parece afectarle especialmente (Fig. 8.10 A). En el interior
de la F1 se recuperó un gran fragmento de tierra endurecida que
se interpretó como los restos de un hogar (UE 0049) (Fig. 4.50
C). Al excavar el suelo (P5) se pudo ver que en el centro de la
habitación, la más afectada por la F1, la sección era en cubeta,
al igual que otros hogares excavados en el yacimiento. En conclusión, la UE 0049 pudo ser, en efecto, el hogar de la Vivienda
3. En la sala interior no se produjeron cambios.
Fase 3 (Fig. 4.41)
Fig. 4.45. Cerámica de cocina con decoración impresa (Clase B).
Vivienda 2, Nivel 73. sala hogar (0119-24).
Los equipamientos conservados fueron escasos y la mayoría
eran elementos arquitectónicos. Dos o tres losas en el centro
de la habitación occidental (AP30, UE 0533) serían las bases
de los postes que sustentarían la cubierta, procedentes del nivel
anterior (Fig. 4.25); aunque tampoco se puede descartar que estuvieran en desuso. La construcción de M8 directamente sobre
M58 (UUEE 0501 y 0502) supuso dejar una parte de este muro
al aire libre y utilizarlo como zócalo de una amplia puerta de
acceso desde la calle (Pr10, UE 0186) (Fig. 4.3). La entrada se
reforzó mediante la construcción de un pilar de adobe enlucido
adosado a M8, cuya base se encontró in situ (UUEE 0063 y
0064), y parte del alzado caído entre el derrumbe del incendio
final (UE 0054) (Fig. 4.50 A).
El M59 conservaba una pequeña zona enlucida como si
hubiera estado recubriendo un poste de madera que no dejó
restos (UE 0216). Y finalmente, en el ángulo formado por
M32 y M66 se encontró la base de un ánfora (UE 0249-1)
(Fig. 4.50 B).
Fase 2 (Fig. 4.38)
Las remodelaciones de esta fase no tenían sedimentos y materiales asociados para poderlas datar. Los límites son los mismos de la Fase 1 y el único cambio fue la construcción de un
tabique longitudinal (M9, UE 0039) que dividió la habitación
occidental en dos partes casi iguales. Su construcción anuló
uno de los postes centrales, mientras que el otro se mantuvo
En esta fase penas se produjeron cambios. La superficie construida era de 49 m2 y la útil de 31,27 m2. La única modificación
fue la construcción de un banco adosado al M35 (B6, UE 0129).
Este muro (M35, UE 0140) y el M2 (UE 0027) se construyeron
directamente sobre M59, dejando un hueco entre ambos cubierto por M24 (UE 0025) ligeramente desplazado hacia el N.
El resto de espacios, equipamientos y vanos continuaron
exactamente igual, signo de que las necesidades de la familia
residente no cambiaron sustancialmente. Los sedimentos que
los colmataron son las UUEE 0023, 0043, 0053, 0060, 0055,
0069 y 0181.
A pesar del incendio sufrido, los materiales recuperados no
fueron abundantes (Figs. 4.51, 4.52 y 4.53). Entre ellos destacan
un conjunto de pesas de telar junto a la puerta (Figs. 4.50 A y
4.51, 0055-1, 4 y 14) y vajilla de mesa en la sala interior (Fig.
4.52, 0181-1 y 2), aportando información sobre las actividades
que pudieron desarrollarse en ambos espacios.
Departamento 19
El espacio ocupado por este departamento apenas varió respecto
al Nivel anterior. Sufrió varias remodelaciones pero ninguna de
ellas ha aportado datos para conocer la funcionalidad del lugar.
La superficie máxima es de unos 44 m2 y la mínima de poco
más de 30 m2.
Fase 1 (Fig. 4.37)
El espacio está delimitado por los mismos muros que en el Nivel
63 (MM3, 4, 19, 59), con la salvedad del tapiado de la amplia
puerta del muro N (M19), trasladándola al O (M3). En una de
las piedras estaba tallada la chumacera donde giraba una de las
dos hojas que debió tener la puerta (Pr2, UE 0034) (Fig. 4.54).
También se construyó un banco adosado a M4 y, parcialmente,
a MM19 y 59 (B2, UUEE 0095, 0096 y 0201). El P10 pudo
continuar en uso pues el banco dejó a la vista la mayor parte
del mismo.
Fase 2 (Fig. 4.38)
La única novedad de este momento es la anulación del banco
adosado (B2) y la subdivisión del espacio en dos estancias de
diferente tamaño mediante la construcción de un tabique en
97
[page-n-111]
Fig. 4.46. Materiales de la Vivienda 2, Nivel 73. Sala hogar, hierro, 0119-3, 421, 34, 58, 59, 65, 66 y 67; bronce, 0119-21, 26, 57 y 64;
pulsera de plata, 0008-7 (fotografía Museu de Prehistòria de València). Taller forja, cerámica de cocina (Clase B), 0141-55; cerámica
oxidante de Clase A, 0165-1; piedra, 0148-21; hierro, 0141-63, 0148-1, 2 y 20 y 0141-0148-19 (fotografías H. Juan).
98
[page-n-112]
Fig. 4.47. Materiales de la Vivienda 2, Nivel 73. Bodega, cerámica oxidante pintada de Clase A, 0044-0061- 58 y 59, 0044-0061-8, 004440, 0061-54; lebes de clase A letra ibérica pitada, 0000-0044-0061-33; jarro de clase B, 0044-4970. Molino, cerámica a torno oxidante,
0091, 1, 2, 4, 5, 6 y 7; cerámica a torno reductora, 0091-3.
99
[page-n-113]
Fig. 4.48. Materiales de la Vivienda 2, Bodega. Cerámica oxidante de Clase A, 0061-7, 51 y 52, 0044-34, 35, 37, 38, 39 y 41, 0061-007211 y 0061-1 bis; cerámica de cocina (Clase B), 0061-50; cerámica reductora (Clase A), 0072-1; asa de ánfora con marca impresa, 0061-53;
hierro, 0044-19, 28 y 55; pesas de telar con decoración incisa e impresa, 0044-1 y 4 y 0061-32; fusayolas acéfalas con decoración incisa
e impresa, 0044-13, 26 y 42; fusayolas con cabeza, 0044, 0044-10 y 0061.
100
[page-n-114]
A
B
C
Fig. 4.49. Jarros de engobe rojo de la Vivienda 2, Bodega.
dirección E-O (M26, UE 0098). La comunicación entre ambas
habitaciones pudo estar tanto en el extremo oriental como en
la parte central del tabique (M26), pero dos fosas islámicas
impiden saberlo con certeza (UUEE 0073 y 0085). Las UUEE
0088, 0097 y 0099 cubrieron este muro para dar paso a la siguiente remodelación.
Fig. 4.50. A, Vivienda 3, UE 0055 en la que se ve un conjunto de pesas de telar y el pilar de adobe caído (UE 0054) (año 1993). B, Base
Fase 3 (Fig. 4.41)
de ánfora in situ (UE 0249-1) (año 1998). C, Fragmento de hogar
De nuevo, el D19 se convierte en un espacio diáfano con una habi(UE 0049) en el interior de la Fosa 1 (UE 0024) (año 1993).
tación aneja, para cuya construcción hubo que cortar el muro medianero con el Departamento 20 (M4) por su extremo meridional.
Esta nueva estancia quedó compuesta por los MM24, 28, 29 y 27 Departamento 20
(UUEE 0025, 0026, 0093 y 0094). Al mismo tiempo se tuvo que reComo en el caso anterior, este departamento tampoco sufre grandes
alzar el M59 mediante la construcción sobre su zócalo de piedra de
cambios en cuanto a su organización interna, pero varía algo más
otro nuevo (M2, UE 0027). La cantidad de material recuperado en
en tamaño puesto que se vio afectado por las modificaciones que se
la pequeña habitación contrasta con su escasez en el resto de la surealizaron en la Vivienda 2. Así mismo también carece de equipaperficie, indicio de que se tratara de un espacio cubierto (Fig. 4.55). mientos y materiales que aporten luz sobre su funcionalidad.
La UE 0052 colmató esta nueva remodelación.
La anchura del espacio, la ausencia de postes, la amplia puer- Fase 1 (Fig. 4.37)
ta, la ausencia de equipamientos domésticos y la escasez de ma- De este momento sólo se conservaban tres muros quedando la
terial indican que eran de un espacio abierto en todas las fases, incógnita de su cierre por el N (MM4, 59, 30 y 65, UUEE 0011,
con alguna zona cubierta en las fases 2 y 3. Queda la incógnita 0116, 0109 y 0217). La UE 0209 (M74) se encontró entre M30
de su relación con alguna de las viviendas contiguas, aunque por y M65, pero no quedó claro si formaba parte de la misma alineaproximidad y orientación de la puerta ésta pudo ser la Vivienda 3. ción o se trataba del derrumbe de M57 (UE 0106).
101
[page-n-115]
Fig. 4.51. Materiales de la Vivienda 3, Nivel 73. Sala de entrada. Cerámica oxidante (Clase A), 0023-1, 2 y 5, 0055-6 y 18 y 0069-2;
cerámica de cocina (Clase B), 0023-4 y 0055-5; cerámica a torno blanquecina, 0040-1; cerámica reductora (Clase A), 0023-3; cerámica
oxidante con engobe rojo, 0069-1; pesas de telar, 0055-1, 4 y 14; piedra trabajada, 0069-3.
102
[page-n-116]
Fig. 4.52. Materiales de la Vivienda 3. Habitación lateral y sala de reunión. Cerámica oxidante (Clase A), 0060-1, 0043-1 y 0181-2, 4
y 5; cerámica a mano incisa, 0060-2; cerámica reductora (Clase A), 0181-1; cerámica a torno blanquecina, 0181-3; cerámica de barniz
negro, 0181-6; piedra arenisca, 0046-1 y 2; hierro, 0181-1 y 7.
Fase 2 (Fig. 4.38)
Los cambios detectados afectaron al perímetro: el M65 desapareció para ser sustituido por el M57 (UE 0106) y se pudo construir también el M18 (UE 0108) haciendo ángulo con el M30.
Los demás muros (MM4 y 30) no sufrieron cambios.
Al igual que el D19, en esta fase también se subdividió el
espacio con la construcción de un tabique O-E (M31, UE 0113)
del que se conservaban tan sólo dos tramos al estar afectado por
dos fosas islámicas (FF2 y 14, UUEE 0010 y 0084). La comunicación entre ambas habitaciones ha quedado pues indeterminada. Las UUEE 0099 y 0110 colmataron el espacio.
Fig. 4.53. Fíbula de tipo La Tène encontrada entre las piedras de la
UE 0219 (0219-1).
Fase 3 (Fig. 4.41)
Nuevamente se encuentra una sola estancia delimitada por los
MM4, 28, 29, 18, 30, 17, 15 (UUEE 0011, 0026, 0093, 0108,
0109, 0035 y 0045) y M35 (UE 0140) construido sobre M59.
De M35 se pudo detectar, por el lado N, parte de su zanja de
cimentación (UE 0194). Una pequeña parte pasó a formar parte
del D19 al construirse una estancia aneja (MM28 y 29). La superficie máxima es de 44,24 m2.
Esta es la fase que proporcionó el material más abundante
(Figs. 4.56 y 4.57), a pesar de lo cual sigue la indefinición de su
funcionalidad y su vinculación con alguna de las viviendas. El
acceso por el lado N tampoco facilita una posible adscripción.
La UE 0021 colmató esta fase.
103
[page-n-117]
Fig. 4.54. A la izquierda, Puerta 2 (UE 0034); a la derecha, detalle de la chumacera. Departamento 19 (año 1991).
Otras estructuras y los espacios de circulación
Los DD22 y 23, como se ha señalado con anterioridad, debieron
seguir funcionando en este nivel, o bien se construyeron ahora.
La única modificación que se aprecia en el D23 es la reducción
del ancho de su puerta (Pr1, UE 0006) (Figs. 4.37, 4.38 y 4.41).
En el lado N de la Calle 3 persistirán los MM46, 48 y 47
(UUEE 0155, 0154 y 0139-0147), así como la Pr 7 (UE 0156),
al menos hasta que se compruebe mediante la excavación de
ese sector en qué momento se construyeron (Figs. 4.25 y 4.37).
Los espacios de circulación analizados en el Nivel 6 no sufrieron cambios, quedando la manzana central delimitada por la
Calle 3 al N, la Calle 4 al S y otra transversal a ambas (Calle 5),
apenas intuida, al O (Fig. 4.37). Los materiales más abundantes
se recuperaron en la Calle 3 (Figs. 4.55 y 4.58).
Intervenciones puntuales en la Zona A
En 2001 se abrió un pequeño sondeo en el ángulo SO del Departamento 13 de la Vivienda 1 para comprobar a qué profundidad
había llegado E. Pla en sus excavaciones de 1959. Se aprovechó para numerar los muros de las excavaciones de los años 50
(Fig. 4.59 A). El sondeo se realizó entre las UUEE 5001, 5002
y 5003. La intervención lógicamente afectó a los niveles inferiores a la Fase 73. Como se presuponía, y se ha visto en los trabajos desarrollados en la Zona B, las viviendas sufrieron varias
remodelaciones a lo largo de los siglos. En esta ocasión se pudo
comprobar que el muro 5001 se construyó el primero (Fase 71)
y que asociado a esta construcción hay una fosa con tres enterramientos infantiles (UE 5011) (siglos V-IV a. C.) (vid. Cap.
10 “Estudio bioantropológico…”). En la Fase 72 se construyó
el muro 5003 y en la última el 5002. El suelo correspondiente a
la Fase 71 es la UE 5008 y por debajo del mismo se profundizó
algo más hasta comprobar que el siguiente nivel era mucho más
antiguo (Nivel 6) y al que también pertenece un agujero de poste
con una losa en el fondo. Los materiales recuperados no fueron
abundantes (Fig. 4.61).
En 2002 se abrió una cuadrícula inicial de 6 x 6 m al S del
Departamento 11, con la intención de completarlo y también
se numeraron los muros visibles (Figs. 4.60 y 4.59 B). Tras la
eliminación de la tierra superficial se delimitó una nueva habitación rectangular comunicada por un pequeño vano con el
Departamento 11 (D24). Estaba colmatado por tierra y restos
104
de adobes sobre un suelo de tierra apisonada. Los materiales no
fueron muy abundantes pero hay alguno de gran interés como
un peine de marfil (Fig. 4.61). En esta pequeña estancia se identificó una base de poste y restos de un hogar (H32, UE 6027). Se
excavó por debajo del suelo hasta comprobar que se trataba de
una cronología anterior a la alcanzada en 1959.
Al mismo tiempo se niveló la superficie de los DD11 y 12
excavados por E. Pla. De la separación entre ambos apenas
quedaban unas piedras y no se apreció vano alguno, excepto
el existente entre las UUEE 6005 y 6021 que comunica el D11
con un pasillo o callejón. Junto al tabique de separación entre el
D11 y el D24 se encontraron restos del incendio documentado
en 1959, así como cerámicas in situ. También se identificó un
banco (UE 6019) adosado al muro 6007.
Por otro lado, se amplió la superficie excavada hacia el O
hasta que se descubrió un nuevo muro (UE 6024) paralelo a
6005 y 6021, que dejaba un espacio de poco más de un metro
entre el D11 y una nueva construcción. Otra área de circulación
quedó al descubierto al S del D24.
Provisionalmente al conjunto formado por los Departamentos 11, 12 y 24 se denomina Vivienda 4. Los materiales recuperados tienen ciertas especificidades que permiten suponer
un uso diferente al de una unidad doméstica típica (Figs. 4.61
y 4.62 y 4.96). Ahora bien, tampoco se puede asegurar que la
planta esté completa por lo que cualquier hipótesis al respecto
debe ser considerada como tal, una hipótesis a comprobar si en
el futuro se pudieran reanudar las excavaciones en ese lugar.
Los materiales
Este es el único Nivel en el que se ha localizado una fase de destrucción y abandono por lo que tanto las estructuras como los
materiales están bastante bien conservados. Aun así, la conservación ha sido diferente según los espacios, siendo la Vivienda
2 donde se ha recuperado un mayor número y variedad de piezas
cerámicas, metálicas y de otras materias primas. Las zonas de
circulación y las que tienen una identificación funcional poco
clara, como los Departamentos 19 y 20, han proporcionado materiales más fragmentados y con intrusiones antiguas y modernas más abundantes.
La mayor parte de los materiales corresponde a la Fase 3
por lo que se van a comentar conjuntamente, especificando la
diferente procedencia cuando ello sea significativo.
[page-n-118]
Fig. 4.55. Materiales del Departamento 19. Niveles 72 y 73. Cerámica oxidante (Clase A), 0097-1, 0088-1, 2 y 3 y 0052-2, 6, 7, 8 y 9,
cerámica a mano tosca, 0052-5; cerámica oxidante con decoración impresa, 0052-1; piedra, 0027-1. Materiales de la Calle 5, Nivel 7.
Cerámica oxidante (Clase A), 0041-3, 0051-7, 0041-2; cerámica a torno blanquecina, 0041-1 y 4.
105
[page-n-119]
Fig. 4.56. Materiales del Departamento 20. Nivel 72. Cerámica oxidante (Clase A), 0110-1, 4 y 5; cerámica de cocina (Clase B), 0110-2;
cerámica de cocina o a mano tosca, 0099-1; pesa de telar, 0110-3; piedra, 0110-5; piedra trabajada, 0099-0110-0187-4.
106
[page-n-120]
Fig. 4.57. Materiales del Departamento 20. Nivel 73. Cerámica oxidante (Clase A), 0009-0021-8 y 9, 0021-5, 15 y 16; cerámica de
engobe rojo, 0009-0021-7 y 0021-14; cerámica de cocina (Clase B), 0009-0021-8 y 0021-10 y 13; cerámica reductora (Clase A), 002112; cerámica a mano semicuidada, 0021-11; plomo y hierro, 0021-1; fíbula de bronce, 0021-1; ponderal de hierro, 0021-4; fusayola de
cerámica tosca, 0021-2.
107
[page-n-121]
Fig. 4.58. Materiales de la Calle 3, Nivel 7. Cerámica de cocina (Clase B), 0138-0159-18 y 0159-1; cerámica oxidante (Clase A), 01380159-7, 0138-8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 22 y 23, 0159-3, 4, 5 y 6; cerámica reductora (Clase A), 0138-19, 20 y 21; ánfora púnica,
0159-2; hierro, 0159-8.
108
[page-n-122]
A
B
Fig. 4.59. A, Sondeo en el Departamento 13, vista final (año 2001). B, Vista de la Vivienda 4 (año 2002) (fotografía J. P. Valor).
Las cerámicas
El conjunto de cerámicas hechas a torno alcanza el 99,7%; el insignificante porcentaje restante corresponde a cerámicas hechas a
mano de las mismas categorías y clases encontradas en los niveles
más antiguos de carácter residual o intrusivo (Fig. 4.62).
En las cerámicas a mano toscas dominan los bordes salientes y sin diferenciar así como las bases planas. Se ha podido clasificar una olla (T 2.) y un posible cuenco hemiesférico con incisiones en el labio (T 3.2.) (Fig. 3.37). La cerámica
cuidada más abundante sigue siendo la carente de decoración, seguida de la grafitada, incisa y pintada, aunque todas
ellas en cantidades insignificantes. De estas dos últimas se
han podido catalogar sendos cuencos de perfil en S (1.1.)
(Fig. 4.39, 0118-SE-3; Fig. 4.52, 0060-2).
Las cerámicas ibéricas a torno constituyen el 99%, entre
las que hay formas y decoraciones más antiguas; sólo un 7,7%
son de clase B (Fig. 4.62). Los tipos reconocibles de cronología más antigua son las tinajas y tinajillas sin hombro, los
lebetes, además de fragmentos con decoración bícroma y/o
motivos geométricos antiguos (Fig. 4.47, 0044-40 y 0091-1,
2, 4-7; Fig. 4.51, 0023-1; Fig. 4.52, 0181-4; Fig. 4.55, 0088-1
y 2, 0041-2/4, entre otras).
La mayor variedad tipológica se da en la fase de destrucción
y abandono, configurando un panorama completo de los ajuares
domésticos utilizados en Kelin entre finales del siglo III e inicios del II a. C.
Grupo I: Almacén y transporte
Fig. 4.60. Planta de la Vivienda 4, tras la excavación de 2002 (J.
P. Valor)
El tipo mejor representado de este grupo es el ánfora. Las características de la pasta y las superficies, de visu, no permiten distinguir procedencias seguras y tampoco los análisis arqueométricos realizados han sido concluyentes (Tsantini 2007, 326, 346
y 364). No obstante existen atributos diagnósticos suficientes
para su caracterización tipológica aunque no se pueda determinar su procedencia segura.
Todas las piezas recuperadas tienen el hombro redondeado
(I.1.2.), sobre el que suele haber dos o tres líneas incisas o
acanalados; las asas se colocan a partir del hombro y son siempre de sección circular, a veces con una impresión redondeada
en la parte superior para insertarlas. Los diámetros de boca
oscilan entre 10,5 y 18,5 cm, aunque los más comunes son
16 y 15,5 cm. Todos los bordes son diferenciados con ocho
109
[page-n-123]
Fig. 4.61. Tinajilla del Nivel 6, Vivienda 1 (5010-1). Materiales de la Vivienda 4, Nivel 6: cerámica oxidante (Clase A), 6018-1; hierro,
6018-4 y 5. Materiales de la Vivienda 4, Nivel 73: fíbula de bronce, 6014-6 (fotografía H. Juan); diente de hoz de sílex, 6004-2; hierro,
6009-3 y 4; cerámica oxidante (Clase A), 6004-1; barniz negro con grafito griego en el fondo externo, 6014-5; peine de marfil, 6011-4
(fotografía E. Collado). Pasillo junto a Vivienda 4, Nivel 73: aguja de hueso, 6012-7 (fotografía H. Juan); asas de ánforas con marcas
precocción, 6012-5 y 6; barniz negro, 6012-1.
110
[page-n-124]
Fig. 4.62. Cuadro resumen de los materiales del Nivel 7.
Categorías
M tosca
M semi
M cui
M incisa
M pintada
M graf
TOTAL
A ant
A blanq
A ant gris
TOTAL
A
A eng r
A gris
TOTAL
B
Fenicia
Ática BN
Ática FR
TOTAL
Púnica
BN camp
Ánfora rep.
TOTAL
Islámica
TOTAL
Hueso
Material constr.
Malacofauna
Material lítico
Hierro
Bronce
Plomo
Plata
Pasta vítrea
Fragmentos
168
34
27
2
2
7
240
265
92
75
432
29504
36
38
29578
1429
19
3
6
9
4
0
2
2
22
31735
8
58
3
31
189
30
7
1
1
Piezas NMI
19
10
4
1
0
3
37
22
12
34
68
288
8
37
333
54
0
6
1
7
3
1
1
2
0
502
5
39
3
25
110
22
6
1
1
Piezas frags.
22
15
4
1
0
4
46
43
22
51
116
1770
23
131
1924
1039
0
7
1
8
29
1
1
2
0
3164
variantes documentadas pero sólo tres de ellas mayoritarias:
saliente, engrosado y saliente redondeado (Fig. 4.12 A). Entre
los bordes minoritarios alguno se asemeja a los del alfar de las
Casillas del Cura (Venta del Moro) y la bodega de Solana de
las Pilillas (Requena) ambos de cronología más antigua (Martínez Valle 2014, figs. 11, 17 y 18); y otros dos se parecen a
producciones de La Maralaga (Sinarcas) (UE 0159, Calle 3 y
Fig. 4.42, 0119-35), aunque la cronología final de este horno
es más reciente (Lozano 2006, fig. 3, 5-6 y fig. 4). Las bases
son convexas y sólo se ha documentado un pivote (UE 0023,
Vivienda 3) cuyos paralelos más próximos se encuentran en
los alfares del territorio de Arse (Ribera 1982, 107; Martí Bonafé 1998, 141-143; Mata et al. 2000, 390-392).
Tipos NMI
Tipos frags.
Total frags.
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
857
0
0
857
205
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1062
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1984
0
0
1984
394
0
0
0
0
0
0
0
0
0
2378
190
49
31
3
2
11
286
308
114
126
548
33258
59
169
33486
2862
19
10
7
17
33
1
3
4
22
37277
Total NMI/NT
19
10
4
1
1
3
38
22
12
34
68
1145
8
37
1190
259
1
6
1
7
3
1
1
2
1
1569
También de este Nivel proceden cinco marcas precocción,
una impresa sobre el arranque de un asa (Fig. 4.48, 0061-53),
dos incisas en el nervio (Fig. 4.61, 6012-5 y 6) y otras dos casi
iguales, también incisas, sobre el tercio superior (Fig. 4.42,
0119-3 y 6) (Mata y Soria 1997, 310, fig. 12, 16.137, 16.181 y
16.182, láms. IX, 1, X, 1-2 y XI, 1-2; Soria y Mata 2015, fig. 15,
16019 y 20). Aunque con diseños variados, Kelin concentra un
número importante de marcas precocción sobre ánfora (Soria y
Mata 2015), tres de ellas en la Vivienda 2, con un elevado NMI
de ánforas repartidas entre la bodega y la sala del hogar.
Las tinajas son el segundo tipo más numeroso dentro de este
grupo (I.2.) (Fig. 4.12 A). El subtipo 1, con hombro no es muy
abundante; los diámetros de boca oscilan entre 32 y 38 cm; se
111
[page-n-125]
han identificado seis variantes de borde pero el mayoritario es
el recto; en algunos casos se han conservado las asas, simples
o compuestas, y las bases son cóncavas o indicadas. La decoración pintada, cuando se da, es muy sencilla.
El subtipo 2, variante 1, sin hombro y cuello indicado, es la
tinaja más numerosa. Los diámetros de boca oscilan entre 21 y
30 cm, siendo los bordes moldurados y salientes los más abundantes. Las bases pueden ser cóncavas o indicadas y apenas se
han documentado asas. La decoración pintada es escasa y con
motivos geométricos sencillos, pero también se puede encontrar
algún baquetón en el arranque del tercio superior.
La variante 2, sin hombro y con cuello corto o destacado, tiene
diámetros de boca entre 17,5 y 32 cm; los labios más comunes son
los subtriangulares; algunas tienen asas y decoración pintada. La
mayoría de estos ejemplares pertenece a producciones antiguas.
Fig. 4.63. Tipología de lebetes (II.6.).
112
Grupo II. Recipientes domésticos
De los 11 tipos reconocidos en este Grupo se han documentado
seis: tinajilla, tinajilla con pitorro vertedor, lebes, kalathos, tarro
y sítula.
Las tinajillas (II.2.) tienen los dos subtipos conocidos pero
en cantidad muy desigual. El subtipo con hombro (II.2.1.) es
testimonial con dos ejemplares de 11 cm de diámetro y borde
engrosado. Una de ellas es de engobe rojo de producción local
(Fig. 4.51, 0069-1), mientras que la otra tinajilla, con perfil de
tendencia cilíndrica y pasta abizcochada pudo ser un producto
foráneo (Fig. 4.43, 0119-40).
Las tinajillas sin hombro y con cuello indicado son las más
abundantes (II.2.2.1.) (Fig. 3.48). Sus diámetros oscilan entre
11,5 y 19 cm, sin que haya uno que destaque especialmente. Los
labios son variados pero el moldurado es mayoritario; la única
[page-n-126]
base asociada con seguridad a una tinajilla es cóncava pero también puede haber indicadas. La decoración pintada geométrica
está presente aunque existe una preferencia por la superficie sin
decorar y con un simple baquetón en el inicio del tercio superior.
También son escasas las tinajillas con cuello destacado (II.2.2.2.)
pues se trata de una reminiscencia de variantes antiguas.
Los recipientes con pitorro vertedor (I. o II.3.) son difíciles
de identificar en cuanto a su tamaño y forma pues, si no están
completos, son iguales a las tinajas y tinajillas. En este Nivel se
han contabilizado ocho pitorros vertedores que se han tenido en
cuenta a la hora de contabilizar el NMI de tinajas y tinajillas.
El lebes es el tipo más numeroso de este grupo (II.6.).
Ninguno de ellos está completo por lo que no se puede asegurar el subtipo al que pertenecen (Fig. 4.63). No obstante,
por lo que se sabe de las cerámicas de Kelin y su territorio, la
mayoría debe corresponder al subtipo sin pie (II.6.2.). El tamaño es un atributo importante y el límite se estableció en 25
cm de boca, aunque no existe un corte brusco entre los menores y los mayores. En este conjunto, los diámetros oscilan entre 12 y 52,5 cm, sin medida alguna que sea mayoritaria. Los
bordes más numerosos son los moldurados, seguidos a bastante distancia de los salientes y en ala; las bases documentadas con seguridad son las indicadas y anilladas. Y, como es
habitual entre las cerámicas de este territorio, dominan los
lebetes sin decoración pintada, con la superficie pulida y un
baquetón en el inicio del tercio superior. Dos de los lebetes
pintados son con seguridad producciones edetanas: borde en
ala, decoración compleja propia de Edetania, uno con asa horizontal trenzada y letra pintada (Fig. 4.47, 0044-0061-58-59
y 0000-0044-0061-33), con un paralelo casi exacto en Arse
(Mata et al. 2000, fig. 2, 5).
Como se ha visto para los kalathoi, los recipientes de transporte
y almacenaje y las ollas de cocina (Fernández Mateu 2000; Bonet
et al. 2007; Marimón 2010), la capacidad de los lebetes también
puede ser relevante a la hora de su clasificación más allá de sus
atributos métricos y morfológicos (Mata 2017 a).
El kalathos no es una forma característica de Kelin, de la
que tan sólo se han encontrado algunos fragmentos de ala y borde moldurado. Finalmente, se han documentado dos fragmentos
de bordes salientes de tarro (II.10) y sítula (II.11.).
Grupo III. Vajilla de mesa
En el Nivel 7, el Grupo III está representado por los tipos más comunes: botella, jarro, caliciforme y plato (Figs. 4.64 y 4.65).
La botella de tendencia bitroncocónica es la más abundante
(III.1.1.). El labio es saliente y los diámetros están entre 12 y 14 cm;
la única base asociada es alta (Fig. 4.52, 0181-2). La decoración
puede ser pintada o limitarse a un baquetón en la base del cuello.
Fig. 4.64.- Tipología de Vajilla de Mesa (Grupo III). Servicio de bebida.
113
[page-n-127]
Fig. 4.65. Tipología de la Vajilla de Mesa (Grupo III). Servicio de comida.
El jarro de boca trilobulada (III.2.1.) es el único subtipo
documentado tanto sin decorar como con engobe rojo (Fig.
4.49); en ambos casos puede llevar un baquetón en la base del
cuello. La base anillada es la más común y las asas son geminadas o acintadas.
El caliciforme es el único recipiente identificado para beber (III.4.) y excepto uno (III.4.2.) todos pertenecen al subtipo de cuerpo globular y cuello cilíndrico (III.4.1.). Los de
tamaño grande son menos numerosos con diámetros de boca
alrededor de los 12 cm; los pequeños muestran una mayor
variabilidad entre 7 y 10 cm, pero con bastantes ejemplares
entre 7,5 y 8,5 cm. El resto de atributos son similares para los
dos subtipos y variantes: labio saliente, base anillada y sin
decoración con pocas excepciones. En cuanto a las calidades
114
domina la cocción oxidante pero un tercio de los ejemplares
es de producción reductora, todos del subtipo pequeño (Fig.
4.52, 0181-1).
El plato con borde exvasado (III.8.1.) está representado por los dos subtipos conocidos (Fig. 4.65). El grande
(III.8.1.1.) tiene diámetros muy variados entre 18 y 27 cm; el
borde dominante es el ala simple aunque también hay otras
variantes; las bases son altas y anilladas; la decoración pintada es escasa así como la presencia de orificios de suspensión
hechos precocción. Hay un número importante de platos de
cocción reductora, siempre sin decoración (Fig. 4.12 B).
El plato pequeño (III.8.1.2.) presenta una variabilidad menor
en los diámetros (11-12,5 cm); los bordes son, ante todo, salientes junto a otras variantes menos frecuentes; las bases son siempre
[page-n-128]
anilladas; la decoración más característica son los acanalados en la
zona de la carena. Apenas llevan decoración pintada y orificios de
suspensión; y mayoritariamente son de cocción oxidante.
La pátera (III.8.2.) está muy bien documentada en Kelin
en sus dos subtipos y con atributos muy similares. Los
bordes suelen ser simples, alguna vez biselados y alguno del
subtipo grande muestra una hendidura que permite ajustar
una tapadera como en los pyxides griegos. Las bases son
anilladas; los pocos orificios de suspensión se han localizado
en el subtipo pequeño, lo mismo que la escasa decoración,
pintada o incisa. Los diámetros de boca del subtipo grande
(III.8.2.1.) oscilan entre 17 y 24 cm; y los del pequeño
(III.8.2.2.) entre 8 y 15 cm.
La escudilla (III.8.3.) está representada, ante todo, por el
subtipo 1 y algún ejemplar del 2, pero tienen las mismas características. Labios sin diferenciar o engrosados ligeramente por
el interior; diámetros de boca entre 22 y 25 cm; cocción reductora y oxidante; en este último caso, suelen llevar decoración
pintada bícroma, formando motivos lineales simples.
Estos recipientes, junto con el único cuenco (III.9.) recogido, y las páteras grandes son apropiados para comer alimentos
líquidos o semisólidos (con caldo) mientras que las páteras pequeñas debieron tener un papel auxiliar en la mesa y, en algún
caso, para uso de los miembros más pequeños de la familia.
Grupo IV. Microvasos
Se trata del grupo menos numeroso con sólo tres tipos reconocidos. La botellita (IV.1.) tiene los dos subtipos pero una sola
variante, es decir, perfil globular y quebrado con cuello indicado
(IV.1.1.2. y IV.1.2.2.). Los atributos que las definen son similares: bocas entre 3,2 y 7 cm de diámetro; borde saliente o saliente
y engrosado; base cóncava o anillada; sin decorar o con engobe
rojo. Entre las de engobe rojo se diferencian las de producción
comarcal (Fig. 4.57, 0009-0021-7) y las procedentes del SE
(Fig. 4.43, 0119-28; Fig. 4.57, 0021-14).
Además hay un ungüentario (IV.2.) y alguna copita (IV.3.),
ambos sin decorar.
Grupo V. Objetos auxiliares
Excepto las colmenas (Tipo 3), se documentan todos los tipos
aunque de forma desigual.
Las tapaderas (V.1.) no son numerosas y sólo se reconocen
los subtipos con pomo discoidal (V.1.1.) y anillado (V.1.2.); los
bordes pueden ser sin diferenciar, saliente y engrosado (Fig.
4.57, 0009-0021-8).
El soporte (V.2.) está representado por un único ejemplar
incompleto, perforado. Este subtipo no se había documentado
en el primer repertorio publicado por lo que obliga a incluir
un nuevo subtipo, es decir, el 6 (Fig. 4.55, 0052-6) (Mata y
Bonet 1992). Su catalogación como soporte ha sido posible
gracias a las piezas enteras del alfar de Casillas del Cura
(Venta del Moro) (Martínez Valle et al. 2001, fig. 2, 4). La
cronología de este horno es anterior al Nivel 7 pero hay que
señalar que la pieza encontrada está incompleta y puede ser
un objeto residual.
El mortero (V.4.) y la mano de mortero (V.5.3.) están documentados por sendos ejemplares. No constituyen un conjunto pues el mortero se encontró en la Vivienda 4 (Zona A)
y la mano de mortero en la Vivienda 2 (Zona B). El mortero
es de base anillada, pintado por el exterior y con incisiones
por el interior (Fig. 4.61, 6004-1); mientras que la mano de
mortero pertenece al subtipo radial, que es el más común en
Kelin y su territorio.
Como embudo (V.6.1.), con ciertas dudas, se ha clasificado
una pieza entera de mediano tamaño, con labio sin diferenciar y
pomo robusto, perforado (Fig. 4.43, 0119-18).
Los tejuelos (V.6.3.), piezas recortadas de paredes, aumentan su presencia en este nivel, mayoritariamente sin decoración
y sin perforar; los más completos pesan entre 8,2 y 30 g máximo (Fig. 4.66). El peso de los mismos es semejante al de las
fusayolas por lo que pudieron desempeñar el mismo papel (Fig.
4.68), sólo que su forma no es tan aerodinámica para ejercer esa
función. No obstante, pueden tener usos variados como ya se ha
apuntado: fichas, pesos, tapaderas (Mata y Bonet 1992).
Fig. 4.66. Peso de los tejuelos (V.6.3.), en gramos.
UE
450
452
351
428
498
498
409
409
225
208
208
208
208
208
347
306-354
101
101
101
190
190
190
101
101
200
200
200
200
200
200
103
119
119
119
119
Nivel y Fase
Peso g
Cerámica
23
23
323
31
3
3
411
411
412
413
413
413
413
413
413
42
5
5
5
5
5
5
63
63
519
519
519
519
519
519
7202
7302
7302
7302
7302
8,11
10,98
6,36
14,58
25,82
12,98
8,37
16,38
23,43
47,65
17,69
17
20,54
23,89
8,72
20,07
30,7
11,7
12,3
17,17
7,84
13
16,86
21,2
8,35
10,7
24
20,92
10,16
9,73
17,5
9,1
8,2
11,9
30
Ant
Cui, 1/2
Graf
Semi
M semi
A
Tosca, 1/4
Graf
Fen
Tosca
Tosca
Tosca
Tosca
Semi
Ant
Ant
A
Ant
Ant
Tosca, 1/2
Tosca, 1/4
Tosca, 1/4
A
Ap
Ant, 1/2
Ant, 1/2
Ant, 1/4
Ant
B, 1/2
B
A
A
A
A
Ap
115
[page-n-129]
Las pesas de telar (V.7.) han sido muy abundantes aunque
algunas de ellas no se han podido clasificar debido a su deficiente estado de conservación. El subtipo más numeroso es
el troncocónico (V.7.1.), seguido por el cuadrangular (V.7.2.),
paralelepipédico (V.7.3.) y discoidal (V.7.4.). Todos tienen una
factura similar: sin cocer, un orificio de suspensión y, cuando la llevan, decoración incisa o impresa en el lado superior
(Fig. 4.42, 0118-54; Fig. 4.48, 0044-1 y 4, 0061-32; Fig. 4.51,
0055-1, 4 y 14). Tan sólo uno está cocido y presenta dos orificios de suspensión (Fig. 4.56, 0110-3). El subtipo discoidal
(V.7.4.) no es común en yacimientos ibéricos de otras zonas
pero los cinco ejemplares recuperados se encontraron junto a
la puerta de la Vivienda 3, formando un conjunto de 28 pesas
(Figs. 4.50 A y 4.51, 0055-4). Las pesas discoidales también
fueron citadas por Pla formando parte de un lote de más de
25 en el Departamento 11 (Pla 1980, 53) que es una de las
estancias de la Vivienda 4. Y, así mismo, hay bastantes entre
los materiales depositados en la Colección Museográfica de
Caudete de las Fuentes.
El peso menor corresponde a una pieza discoidal de 127 g
y otra con decoración incisa recuperada en el nivel islámico
(Fig. 6.5, 0105-2) de unos 100 g; el rango siguiente se puede
establecer a partir de 300 g; y seis superan el kilo pero sin
llegar a los 1200 g. Sólo una del Nivel 63 pesa más de 1300 g
(Figs. 4.29, 0101 b-1 y 4.67).
Las fusayolas también constituyen un grupo numeroso
tanto acéfalas (V.8.1.) como con cabeza (V.8.2.). Las acéfalas
están presentes en cinco de las seis variantes conocidas, siendo la bitroncocónica la más abundante y estando ausentes las
molduradas (Fig. 4.39, 0202-1; Fig. 4.48, 0044-13, 26 y 42).
En cambio, sólo hay dos variantes de fusayolas con cabeza, la
troncocónica y la moldurada (Fig. 4.48, 0044, 0061 y 006110). Algunas tienen decoración incisa o impresa pero no es lo
común. Todas se recuperaron en la Vivienda 2 y la mayoría
se encontró entre el derrumbe de la cubierta de la bodega, lo
mismo que un pequeño lote de pesas de telar.
Los pesos son muy variados con un mínimo de 4,3 g y un
máximo de 42,03 g (Fig. 4.68). El peso está indicando el grosor
del hilo que se podía elaborar con ellas tanto lana como lino. En
un estudio sobre fusayolas se establecieron seis grupos de pesos
relacionados con el grosor del hilo. En Kelin, están representados
los cuatros primeros grupos. El inferior a 15 g proporciona hilos
entre 0,33 mm (lino) y 0,47 mm (lana media) (12 fusayolas); de
15 a 25, 0,39 mm (lino) y 0,6 mm (lana media) (3 fusayolas); una
tiene 30,9 g para hilos entre 0,45 mm (lino) y 0,7 mm (lana media); y otra con 42 g para hilos entre 0,45-0,6 mm (lino) y 0,7-0,9
mm (lana media) (Antón Peset 2018, 241-244, fig. 4.30).
Grupo VI. Imitaciones
Las piezas identificadas en este grupo forman parte de la vajilla de mesa pues tan sólo se han identificado una copa con asa
horizontal y cuatro platitos de la F 28 Lamb, producción propia
de Kelin y su territorio (Mata y Quixal 2014, 56, figs. 2 y 4-16)
(Fig. 4.58, 0138-13, 14, 15 y 23).
Cerámica de cocina
La cerámica de cocina ha sido abundante en este nivel, especialmente, en la Vivienda 2. Supone el 7,7% de los fragmentos y el
16,5% del NMI del Nivel 7. Casi todos los tipos están presentes
aunque con pocas variantes (Figs. 4.69 y 4.72).
116
Fig. 4.67. Peso de las pesas de telar, en gramos.
UE
Nivel, Fase
Peso g
101
110
118
118
118
119
119
91
91
91
44
44
44
44
44
44
44
61
53
53
53
53
53
53
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
55
105
63
7220
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
7303
9
1333,7 (inc)
608,9
1175,3
411,5 (inc)
858
706,5
894,2
734,3
973,6
808,9
801,6
999,4 (inc)
1046,2
1139
596 (inc)
720 (inc)
775,5 (inc)
761 (inc)
322,5
353,5
629 (inc)
635,5
837,5 (inc)
957,5
127
296
339 (inc)
480
485
518 (inc)
543
564
581 (medio)
617,1
684
701 (inc)
705
787
787
808
1070
1102
888,3
902
942
100,2
[page-n-130]
Fig. 4.68. Peso de las fusayolas, en gramos.
UE / Zona
319
208
208
190
149
270
202
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
44
61
61
119
119
8
8
105
105
B
C
Nivel, Fase
Peso g
Materia
411
413
413
5
7102
7102
7202
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
7302
8
8
9
9
10
10
14
13,76 (media)
17,16 (media)
24,28
26
7
42,03
4,3
5,9
7,3
8,6
10,01
12
12,2 (inc)
12,3
13,2
14,2 (inc)
15,3
16,4
17,1
18,4
19,9
21,5
22 (inc)
11,59
7,71 (inc)
17,3
30,9
13,34
13,58
21,3
24,9
18,22
19,61
HU
M tosca
M tosca
A
A
HU
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
Las ollas grandes y pequeñas son las más numerosas, con una
amplia variedad de bordes, con bases cóncavas o planas y apenas
algunas con decoración incisa, acanalada o aplicada en la parte
alta del tercio superior (Fig. 4.69). De todas ellas destacan dos por
su decoración impresa, aspecto poco común en esta clase cerámica incluso en el territorio de Kelin donde las cerámicas de Clase A
con decoración impresa constituyen una producción propia.
Una de las ollas tiene una serie de roleos en la base del cuello, interrumpida por una herbácea (Fig. 4.45). Esta decoración de
roleos impresos sobre Clase B se ha encontrado en varios yacimientos del N y O de la Contestania como Covalta (Albaida), Alt
de Valiente (Manuel), La Serreta (Alcoi, Cocentaina, Penàguila)
(Valor et al. 2005, 113, fig. 7) y en L’Alcúdia (Elx) (Ronda 2018,
171, fig. 200), Tossal de Manises (Alacant), además de ejemplares
inéditos en Illeta dels Banyets (El Campello);2 pero no se han encontrado motivos semejantes a la herbácea. La segunda olla, con
impresiones a peine en el hombro, tiene un paralelo bastante preciso en El Amarejo (Bonete) (Broncano 1989, 254, fig. 153, lám.
CXVIII), impresiones que también se plasmaron en una olla de El
Palao (Alcañiz), de otra zona y una cronología más tardía (Marco
2003, 59, fig. 8, 4) (Fig. 4.44, 0119-10).
La existencia de estas ollas de cocina casi iguales en zonas muy alejadas plantea cuestiones sobre el tipo de relaciones e intercambios que se establecerían en torno a estas
cerámicas que no pertenecen a la categoría de objetos de lujo
ni de transporte.
Otro aspecto a tener en cuenta en las ollas es su capacidad.
En el ensayo de tipología para determinar el tamaño de las mismas sólo se tuvo en cuenta su altura (Mata y Bonet 1992) pero,
años más tarde, se pudo comprobar que la capacidad daba resultados mucho más interesantes (Marimón 2010). No obstante,
el hándicap de esta aproximación radica en la escasez de piezas
completas o restauradas y publicadas.
En Kelin hay 11 piezas a las que se puede calcular el volumen, incluidas dos ollas de los Niveles 6 y 8 (Fig. 4.69), cuyos
resultados se pueden ver en las Figs. 4.70 y 4.71. En relación a
los grupos establecidos por Marimón (2010, fig. 6) se aprecia
cómo las capacidades más pequeñas se amplían, con cantidades inferiores al medio litro; el grupo entre 1 y 2 l apenas tiene representación en esta muestra; el tercer grupo tiene pocas
coincidencias con lo observado en otros yacimientos; y, entre
las mayores capacidades, destaca una de 31 l, anteriormente no
contemplada, más la repetición de los 42 l.
La cazuela (B 2.) sólo está presente con un fragmento, a pesar
de ser un tipo bien documentado en Kelin (Mata 1990, fig. 60, 1-5).
El braserillo (B 3.) es un tipo especialmente significativo
en Kelin pero de formas variadas (Fig. 4.72). Se han encontrado cinco más o menos completos con pie alto o destacado,
asa circular y diámetros de boca entre 10 y 12 cm. Los orificios son mayoritariamente triangulares. Tres pertenecen a la
Vivienda 2, uno al Departamento 20 y otro a la Calle 3; otros
incompletos se han encontrado en los demás espacios excavados. Para una aproximación a su funcionalidad y uso, es importante destacar que las viviendas 1, 2 y 3 tenían braserillos
entre sus ajuares domésticos.
Su funcionalidad sigue siendo controvertida pues no es un
objeto generalizado en el ámbito ibérico, pero lo cierto es que el
asa y su pequeño tamaño facilitan su transporte, convirtiéndose
en un auténtico hornillo móvil de múltiples usos.
Se pudo utilizar para cocinar con una olla pequeña (Iborra
et al. 2010, 106) (Fig. 4.73) o entre brasas; también es posible
mantener caliente algún alimento, conservar las brasas en ascuas y como punto de iluminación.
En la alfarería tradicional se conoce como anafre o anafe y
aparece en escenas cotidianas inmortalizadas por grandes pintores como “Vieja friendo huevos” de Velázquez (1618) o “Las
vendedoras de rosquillas en una calle de Sevilla” de Wssel de
Guimbarda (1833-1907).
2 Agradecemos esta información proporcionada por Mercedes Tendero Porras de la Fundación Universitaria de Investigación Arqueológica La Alcudia.
117
[page-n-131]
Fig. 4.69. Ollas de Clase B.
118
[page-n-132]
Fig. 4.70. Gráfica con los
volúmenes de las ollas.
La jarra con boca trilobulada (B 4.1.) o circular (B 4.2.) está
representada por uno y dos ejemplares, respectivamente, bastante completos, en la Vivienda 2, además de fragmentos en el
Departamento 19. El subtipo 2 pudo tener un uso como la olla
pues la única diferencia es el asa; en cambio, el subtipo 1, con
el cuello más estrecho tiene que estar vinculado al servicio de
líquidos (Figs. 4.47, 0044-4970 y 4.72).
La botella (B 5.) es un tipo infrecuente y de él sólo se conocen fragmentos.
La tapadera (B 6.) más común es la que tiene el pomo anillado, algunos perforados, y borde en ala. A pesar de ser un
elemento auxiliar de las ollas, siempre se encuentra en menor
número que éstas (Figs. 4.72 y 4.73).
En Diversos (B 7.) se ha catalogado un cuenco (7.1.) de base
plana y una fusayola acéfala troncocónica (B 7.9.2.). Este último tipo y subtipo no estaba recogido en el primer ensayo tipológico (Mata y Bonet 1992).
Cerámicas importadas
Las importaciones son pocas y apenas hay novedades respecto
a anteriores publicaciones. Las cerámicas griegas son las más
numerosas con algunos fragmentos de figuras rojas pero, ante
todo, de barniz negro. Un kylix-skyphos y las formas Lamboglia 40, 42 y 21 son la únicas documentadas sin que se aprecie
una especial concentración en alguno de los espacios. Todas
están fechadas en el siglo IV a. C. y sólo dos merecen un comentario más detallado. La copa Lamb. 40 es la única pieza
entera, muestra el cuerpo liso y uña en reserva; el barniz está
bastante deteriorado en el labio, las asas y en la panza, dejando
ver la superficie rojiza de la pasta (Fig. 4.43). La Lamb. 21,
bastante completa, tiene ciertas peculiaridades: en reserva, la
uña y la unión entre el cuerpo y el pie; se aprecian por el interior restos del círculo de apilamiento; la decoración impresa
es de seis “palmetas” entrelazadas, “palmetas” que tienen la
peculiaridad de estar impresas en negativo en el interior de un
sello; doble impresión de ruedecilla bastante irregular; en el
fondo externo lleva un grafito postcocción en griego ME, con
las letras ligadas (Fig. 4.61, 6012-1). Se puede leer como una
abreviatura tanto de metpon como de megaloi, términos de ca-
rácter comercial relacionados con medidas o precios (Sparkes
y Talcott 1972, I, 4 y 62; II fig. 22, 126; Johnston 1979, Tipo
10E, 67, 135 y 213).
Datada entre los siglos III y II a. C. hay un borde saliente de
cerámica de Cales (Fig. 4.52, 0181-6).
Las ánforas foráneas se limitan a dos asas de ánforas púnicas y algunos fragmentos informes de ánfora itálica. El asa
más completa (Fig. 4.58, 0159-2) pertenece al tipo 8.1.3.2. de
Ramon,3 procedente de talleres ebusitanos, datada entre el 200 y el
120 a. C. (Ramon 1995, 223-224).
Dentro de las importaciones del circuito intermedio o regional hay que citar un conjunto de piezas ibéricas que, con seguridad, proceden de otros territorios ibéricos como un pivote
de ánfora de Arse (UE 0023), dos lebetes edetanos (Fig. 4.47,
0044-0061-58-59 y 0000-0044-0061-33) y dos botellitas de barniz rojo del SE (Fig. 4.43, 0119-28; Fig. 4.57, 0021-14).
Sobre las cerámicas de cocina con decoración impresa y la tinajilla de pasta abizcochada todavía es pronto para saber si son importaciones o no. Pero la amplia dispersión de las primeras apunta, al
menos, a que fueron un producto que se intercambió de algún modo.
Objetos metálicos
Los objetos metálicos han sido especialmente numerosos en
este Nivel y, sobre todo, en la Vivienda 2. Los útiles de hierro se
han conservado mal pero aun así se han identificado herramientas relacionadas con tareas agrícolas y artesanales.
Entre los aperos hay un legón (II.12.) con hoja de tendencia rectangular y cuyo enmangue conservaba restos de carbón
de una rosácea4 (Fig. 4.46, 0141-0148-19); hay además, en la
misma Vivienda 2, una reja de arado de grandes dimensiones
(II.10.) (Fig. 4.74). Una picoleta (II.5.), con ambos extremos
apuntados, se pudo gastar tanto en la agricultura como en otras
actividades (Fig. 4.46, 0118-4).
3 Agradecemos a Joan Ramon la clasificación mediante foto y dibujo
del asa.
4 Agradecemos la identificación a Elena Grau Almero, del Dep.
de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga de la Universitat de
València.
119
[page-n-133]
Fig. 4.71. Capacidad de las ollas.
120
[page-n-134]
Fig. 4.72. Otras formas de Clase B.
Fig. 4.73. Montaje de ollita, braserillo y tapadera con piezas de la
Colección Museográfica “Luis García de Fuentes” (Caudete de las
Fuentes).
Unas tenazas no muy grandes (III.19.) y un lingote de hierro (VI.12.) se encontraron en el suelo del taller de forja en la
Vivienda 2 (Figs. 4.46, 0148-2 y 4.90), lo que puede explicar la
cantidad y variedad de piezas encontradas en esta Vivienda. Las
escorias de hierro y bronce (VI.1.) están más repartidas y son
desechos encontrados fuera del lugar de uso.
Relacionados con la carpintería y la construcción, de forma directa o indirecta, están los herrajes para sujetar tablones (V.11.), los
clavos (V.1.), los punteros (V.12.) y un posible pestillo (VI.19.). Los
herrajes se conservaban fragmentados en las viviendas 2 y 3, pero
sólo los de la Vivienda 2 podrían corresponder a una puerta (Fig.
4.46, 0118-66 y 67, 0119-3). El espacio entre láminas (3,5/ 4 cm)
y el grosor de las mismas son casi iguales a las pletinas de La Bastida de les Alcusses (Moixent) (Tortajada 2011, 80-81), indicando
el grosor de las tablas de madera; la anchura de las mismas no era
uniforme pues los remaches no están distribuidos uniformemente
en la pletina. La longitud debía ser menor que en La Bastida de les
Alcusses, pues en Kelin se trata de puertas de vivienda y no las de la
entrada al asentamiento.
El fragmento de la Vivienda 3 tiene un espacio entre las pletinas de poco más de 1 cm y lo mismo sucede entre los remaches
por lo que no debieron pertenecer a una puerta sino a algún tipo
de mobiliario, caja o arcón (Fig. 4.52, 0181-1).
Los clavos se pudieron utilizar tanto en las puertas como
en las vigas y mobiliario; suelen ser de sección cuadrada y
cabeza discoidal (Fig. 4.46, 0118-65 y 0141-63). Los punteros
121
[page-n-135]
Fig. 4.74. RX de una reja de arado (UE 0119-23) (Trinidad Pasíes,
Museu de Prehistòria de València).
Fig. 4.75. Posible pestillo de hierro en el momento de su hallazgo
(6009-3) (fotografía J. P. Valor).
(V.12.) se relacionan ante todo con la cantería pero tampoco
se puede descartar su uso en carpintería, construcción o forja
(Fig. 4.48, 0044-19 y 28).
Como un posible pestillo para puerta se ha identificado
una larga pieza apuntada con un vástago transversal (Fig. 4.61,
6009-3). Se encontró cerca del vano de acceso entre los Departamentos 24 y 11 (Fig. 4.75).
Otro objeto de identificación incierta es una pieza en forma
de herradura, con extremos acabados en punta, encontrado en
el taller de forja de la Vivienda 2 (Fig. 4.46, 0148-1). Se proponen dos posibilidades de catalogación. Una es que se trate de
una cuchilla o chifla (III.11.); se utilizaría enmangada por los
extremos apuntados, que presentan signos de haber sido machacados. Estas cuchillas se asemejan a las garaturas utilizadas
por los pelambreros para limpiar las pieles (Sanahuja 1971, 96,
fig. 18, 2 y 3) o para cortar piel como ha experimentado uno
de nuestros colaboradores.5 La segunda posibilidad es que se
trate de una herradura sin terminar pues le faltan los orificios
de sujeción. Una pieza similar se publicó procedente de Iasos,
sugiriendo que se trataba de una herradura para un mulo por su
pequeño tamaño (Romagnoli 2013, 17, fs. 2 der. y 5). La pieza
de Kelin es mucho mayor que la de Iasos. Restos de madera se
recuperaron en la superficie de la hoja, identificados como Pinus sp. muy alterado por la putrefacción (Fig. 13.14) (vid. Cap.
13 “Identificación de madera…”).
Otros objetos en hierro son un posible mango de instrumento (Fig. 4.39, 0161-2), un gancho (Fig. 4.46, 0148-20), una hoja
de azuela totalmente exfoliada (Fig. 4.52, 0181-7), unas pinzas
y un ponderal de 98,28 g después de eliminarle el óxido (Fig.
4.57, 0021-4), además de otras piezas difícil identificación.
En bronce destacant tres fíbulas, un anillo, un caldero y
un posible cazo, es decir, objetos persona les y relacionados
con la comensalía.
Dos de las fíbulas son tipo La Tène de pequeño tamaño.
Una está entera, con cuatro espiras a cada lado y la cuerda
del resorte por el exterior; el apéndice es en forma de balaustre moldurado (Fig. 4.53). La segunda es similar pero
el muelle está incompleto y el pie está adherido al puente
por la oxidación (Fig. 4.61, 6014-6). Ambas corresponden
al modelo 8 A.I. de Argente, datado entre finales del siglo
IV a. C y mediados del III a. C. (Argente 1994, 84-88 y 93),
aunque Cuadrado (1978, 309 y 327) le dio una cronología
más precisa entre el 400 y el 325 a. C.
La tercera es una fíbula anular completa con el aro partido
y deformado (Fig. 4.57, 0021-1). También es de pequeño tamaño, de tres piezas, con el puente de navecilla y charnela de
bisagra (Cuadrado 1957). Corresponde al tipo 6C de Argente,
fechado entre el siglo IV y la primera mitad del III a. C. (Argente 1994, 192, fig. 21, 80).
El anillo es de chatón ovalado con una decoración incisa, en
apariencia geométrica (Fig. 4.46, 0119-64).
El caldero se encontró muy fragmentado e incompleto, pues
tan solo se puede reconstruir la parte superior. El labio es triangular
y el perfil, quebrado; conserva un asa de bronce y sus remaches de
sujeción; la segunda asa debió sustituirse en un momento dado por
una anilla de hierro que también se ha conservado (Fig. 4.46, 011921 y 57; Fig. 13.12). Según los análisis realizados se trata de una
aleación de cobre 84% y estaño 16% apta para el trabajo de batido
que da como resultado piezas en bronce de mediano tamaño y de
paredes finas como las del caldero; son destacables las reparaciones realizadas en su periodo de su uso, aplicando en frío recortes
de lámina de bronce remachados (Fig. 4.76 y 13.9) (vid. Cap. 13
“Restauración y análisis…”).
La parte conservada se asemeja al tipo 2 (caldero de una sola
pieza) de Faro (2015, 53 y 54, fig. 44, 1.16) con una cronología
similar a la del Nivel 73, aunque no se puede asegurar que fuera
tan profundo.
El otro recipiente de bronce pudo ser un cazo por el pequeño
diámetro de la boca, pero no se ha conservado el mango (Fig.
4.46, 0119-26). También podría ser un cuenco para beber (Armada 2008, fig. 10) pero esta posibilidad parece poco probable
dada la variedad y cantidad de recipientes para ese uso existentes en el mundo ibérico y en la Vivienda 2 en particular.
5 Ignacio Fuertes Cabo reprodujo la pieza en hierro y estuvo cortando piel con ella (noviembre-diciembre de 2015).
Fig. 4.76. Detalle interior (izquierda) y exterior (derecha) de una de
las reparaciones del caldero (fotografía E. García).
122
[page-n-136]
Fig. 4.77. Espuela del Departamento 11 (fotografías Archivo Museu de Prehistòria de València y dibujos C. Atiénzar, 2013).
En 1959, cuando se excavó el Departamento 11, que forma parte de la Vivienda 4, Pla señaló la recuperación de “un arco de fíbula
de buen tamaño” (Pla 1980, 53). En 1991, se describió como una
lámina estrecha, rígida y arqueada, con una anillita en un extremo
y una perforación central (Mata 1991, 173, fig. 91, 35). Una nueva
revisión de la pieza permitió identificar la pieza con una espuela
rígida, con los extremos rematados en sendos prótomos de cánido,
en la boca de uno de ellos se aloja una pequeña anilla de sujeción,
el aguijón está desplazado pero no se conservaba (Atiénzar 2013)
(Fig. 4.77). Una espuela con remates semejantes y de la misma cronología, se encontró en la necrópolis de Hoya de Santa Ana (Chinchilla de Montearagón) (Blánquez 1990, 276, fig. 75, 2122). El
último ejemplar conocido procede de la cámara funeraria de Piquía
(Arjona). Se publicó como un asa de bronce pero tiene todas las características de una espuela rígida, rematada en sendas cabezas de
cánido en cuyas bocas abiertas hay una argolla de sujeción; le falta
el acicate pero en la imagen publicada parece que estaba centrado
(Ruiz Rodríguez y Molinos 2017, 89).
De otros metales, se han recuperado fragmentos indeterminados de plomo y una pulsera de plata. Ésta es de sección circular con
los extremos adelgazados y anudados en el lado opuesto con un par
de vueltas, cuyo peso es de 69,24 g (Fig. 4.46, 0008-7), del subtipo
IIIA de De la Bandera (1984, 370). Se analizó con difracción de
rayos X (XRF), proporcionando una composición del 66% de plata
y un 34% de cobre (Ferrero et al. 1999, 197, 199 y 200).
Objetos de piedra
En piedra trabajada también hay algunos objetos pero la mayoría
son fragmentos difíciles de identificar con un útil concreto. Hay
cantos trabajados, sílex, cuarzo, losetas, tejuelo, molederas y fragmentos de molinos barquiformes reutilizados en la construcción de
muros (Fig. 3.52; Fig. 4.46, 0148-21; Fig. 4.51, 0069-3; Fig. 4.52,
0046-1 y 2; Fig. 4.55, 0027-1; Fig. 4.56, 0110-5; Fig. 4.62). Una
piedra de molino circular pasiva se encontró directamente sobre el
suelo de una de las habitaciones de la Vivienda 2. Por su diámetro
(54 cm) pertenece a un molino de gran tamaño con la superficie piqueteada de forma ordenada (Alonso y Pérez Jordà 2014, 241-245,
fig. 6) (Figs. 4.97 A y 5.7).
Objetos de hueso y marfil
(M. Blasco Martín)
El conjunto de piezas de época ibérica, desde el siglo V al I
a. C. (Fig. 3.49) está compuesto por dos astrágalos de ovicaprinos trabajados (tabas), una fusayola (Fig. 3.50, 0270) (vid.
Cap. 3 “Objetos de hueso…”), una aguja, un peine de marfil, el
fragmento distal de una pieza apuntada y el soporte óseo de un
artefacto en proceso de elaboración (Fig. 4.61 y 4.78).
El astrágalo es un hueso corto que forma parte del tarso de
los plantígrados y ungulados, que conecta con la tibia y el peroné
por su parte superior y con el calcáneo por la inferior. La presencia de conjuntos de astrágalos naturales y/o trabajados es habitual
en época ibérica tanto en necrópolis formando parte del ajuar de
ciertas tumbas (Cuadrado 1987; García Cano et al. 2008; Verdú
2015; García Huerta et al.2018) como, en menor medida, en los
poblados (Fletcher et al. 1969; Bonet y Mata 2002). Se interpretan fundamentalmente como elementos de juego o de azar habituales en las culturas orientales y mediterráneas de la antigüedad
aunque su relación con el mundo de la adivinación y de lo simbólico no puede ser descartada (Segura y Cuenca 2007; Blasco
Martín 2016). En cualquier caso, lo cierto es que la presencia de
las tabas en este sector de Kelin es anecdótica, habiéndose docu123
[page-n-137]
Fig. 4.78. Piezas de hueso. Astrágalos trabajados, 0008 y 0118-0119; apuntado, 0052-3; soporte, 0101 (fotografías M. Blasco).
mentado tan solo dos ejemplares de ovicaprino.6 La 0118-0119 se
corresponde con un astrágalo derecho que presenta un desgaste
por abrasión en las caras lateral y medial. La 0008 es una taba
izquierda que no presenta marcas de abrasión que regularicen la
superficie del hueso, pero cuenta con una perforación circular bidireccional (desde la cara dorsal y plantar) en la parte central de
0,2 cm. Ambas piezas están quemadas, la primera de ellas calcinada, con una coloración blanquecina, mientras que la segunda
presenta una tonalidad negruzca.
La pieza 6011 es un peine sencillo, rectangular, cuyo puente,
recto, está ligeramente combado (Mata et al. 2017, 150) (Fig.
4.61, 6011-4). Tiene 41 dientes protegidos por dos patas rectilíneas. Puede distinguirse en ambas caras una doble línea horizontal incisa que marcaría, para el artesano, el límite de ejecución del dentado. Cuenta, además, con una perforación circular
de 0,4 cm de diámetro que permitiría llevar la pieza colgada.
Está decorado por ambas caras con motivos incisos, en una de
ellas aparecen dos aves esquemáticas de perfil, dispuestas hacia
el lado izquierdo, con cuello largo y pico corto con las alas extendidas y el plumaje detallado. En la cara opuesta, dos cánidos
enfrentados con la cola alzada y las patas estiradas en actitud de
salto o ataque. En las partes medial y proximal de los laterales
de la pieza se tallaron unas molduras.
Sin duda, este objeto dentado recuperado en el Departamento 24 de la Vivienda 4 es la pieza más destacada de la colección de materias duras animales trabajadas de Kelin. Se trata
del único objeto de marfil documentado en el asentamiento. La
ejecución de este peine, como en general este tipo de piezas
de factura cuidada y de material ebúrneo, está relacionada con
un artesanado especializado que trabajó con una materia prima
exótica y de una importancia económica y de prestigio social
destacada. Lo más probable es que este objeto llegara a Kelin
por algún sistema de intercambio.
6 Hay un pequeño lote de ejemplares perforados y quemados en la
Colección Museográfica “Luis García de Fuentes” de Caudete de
las Fuentes.
124
La aguja de hueso con doble perforación circular se elaboró
sobre una diáfisis de hueso largo de macromamífero (Fig. 4.61,
6012-7). Es un útil interesante puesto que las agujas de doble
perforación no son comunes en la Edad del Hierro.
Los otros dos artefactos de hueso se corresponden con el
fragmento distal de un útil apuntado, probablemente un punzón, y con un soporte realizado sobre diáfisis de hueso largo
(Fig. 4.78, 0052-3 y 0101). Esta última pieza (0101), nos resulta especialmente interesante ya que evidencia otras fases de la
cadena operativa de fabricación de útiles de hueso. Se trata de
una varilla, con marcas de desbastes a partir de la cual según su
forma y dimensiones podría elaborarse un alfiler, aguja o útil
similar. Fue recuperada en la Calle 3 lo que podría indicar que
parte del trabajo del hueso era elaborado en espacios abiertos o
que se tratase del soporte de una pieza fallida, desechada por no
adaptarse a las características deseadas del útil final que se fuese
a manufacturar.
Las actividades económicas
Las actividades de subsistencia y transformación de este Nivel 7
están mejor definidas que en los siglos anteriores, incluso algunas de ellas se pueden asociar a espacios concretos.
El paisaje y los recursos forestales a través del registro
antracológico
(S. de Haro Pozo)
En este Nivel se ha recuperado un total de 1.282 fragmentos
de carbón vegetal, procedentes en su mayoría de rellenos (Fig.
4.79). Parece confirmarse la tendencia de apertura del bosque
de las primeras etapas ya que la frecuencia de encinas, coscoja
(Quercus ilex-coccifera) y quejigo (Quercus caducifolio) desciende considerablemente, aumentando los porcentajes de pino
carrasco (Pinus halepensis) que llegan a alcanzar frecuencias
relativas superiores a la de los pinos negral y albar (Pinus nigrasylvestris). Los pinos carrascos junto con los madroños (Arbutus unedo), jaras (Cistus sp.), brezos (Erica multiflora), enebros
(Juniperus sp. comuni-oxycedrus) y leguminosas indican que la
[page-n-138]
Fig. 4.79. Registro antracológico del Nivel 7. Siglos IV-II a. C.
Taxa
Arbutus unedo
Cistus sp.
Crataegus sp.
Fraxinus sp.
Juglans regia
Juniperus sp. comunis-oxycedrus
Juniperus sp. tipo phoenicea
Leguminosae sp.
Pinus halepensis
Pinus nigra-sylvestris
Populus sp.
Prunus sp. sp.
Quercus caducifolio
Quercus ilex-coccifera
Salix sp.
Indeterminable
Total fragmentos carbón
Nivel 71
Nivel 73
N
%
N
%
–
–
–
2
1
–
–
–
78
86
–
9
11
90
–
3
280
–
–
–
0.7
0.3
–
–
–
27.8
30.7
–
3.2
3.9
32.1
–
1.1
3
1
1
32
1
85
13
3
592
81
2
20
15
152
1
–
1002
0.3
0.1
0.1
3.1
0.1
8.4
1.2
0.3
58.1
7.9
0.2
1.9
1.5
14.9
0.1
–
Fig. 4.81. Ondulaciones en el revoque (UE 0031) sobre Muro 5 (UE
0030). La parte superior es una consolidación que se hizo en 1994
(año 1995).
También se ha analizado carbón disperso con resultados variables de una habitación a otra (Fig. 4.82). Esta variedad puede
ser el resultado de la mezcla de carbones de diversa naturaleza
(útiles, vigas, postes, etc.), producida por el proceso de incendio y posterior formación del registro arqueológico, que hace
que sea muy difícil averiguar el origen de éstos. Teniendo en
cuenta la incertidumbre sobre la procedencia de estos carbones,
podemos observar que hay una importante presencia de carbón
de Pinus halepensis y Quercus ilex-Quercus coccifera en la
mayor parte de las habitaciones. Lo que hace pensar que estas
maderas fueron utilizadas abundantemente en el poblado, entre
otros usos, como material para la construcción. Tanto Pinus halepensis como Quercus ilex-Quercus coccifera van acompañados por una corte de taxones con escaso porcentaje que varían
cualitativamente de una habitación a otra, entre los que destaca,
Fraxinus sp. sp., Juglans sp., Juniperus sp. sp., Leguminosae,
Pinus nigra-Pinus sylvestris, Prunus sp., Quercus caducifolio
y Populus-Salix. El resultado de la habitación del molino de la
Vivienda 2 difiere respecto al resto de espacios, ya que el taxón
mejor representado es Juniperus sp. alcanzando el 90%, acompañado de Fraxinus sp. sp., Pinus halepensis y Quercus ilexQuercus coccifera.
Teniendo en cuenta que la madera es uno de los materiales más
utilizados en la construcción y que nos encontramos ante un nivel
de incendio, es probable que alguna de estas maderas proceda de la
estructura de las cubiertas, ya sean de vigas maestras o del entramado de viguetas. El entramado podría estar realizado perfectamente
con listones de Fraxinus sp., Prunus sp. y Populus-Salix, adecuadas por su elasticidad y flexibilidad como ocurre en otros poblados
ibéricos del País Valenciano como Castellet de Bernabé (Llíria) y
degradación de los encinares pudo ser el resultado de una cierta
antropización que empezó a evidenciarse en el Hierro Antiguo,
pero que se constata sin ningún problema en el ibérico pleno.
También durante este momento aparecen fragmentos de carbón que pertenecen a especies características de bosques galería
como sauces, fresnos y chopos, cosa que no es de extrañar dada
la proximidad al poblado del río Madre de Cabañas donde crecerían éstas y otras especies de ribera.
En este Nivel 7 se ha podido recuperar carbón vegetal procedente de los sedimentos de destrucción e incendio de diferentes viviendas del poblado proporcionando, en algunos de ellos,
restos de carbón vegetal que formaban parte de los materiales
de construcción que constituían la estructura de estos edificios
(Fig. 4.80) (de Haro 2002).
Así, en la sala del hogar de la Vivienda 2, se individualizaron tres postes construidos con madera de pino carrasco (Pinus
halepensis) cuyo emplazamiento probable fue la cara oriental
del M5 (UE 0030) donde se apreciaron unas ondulaciones en el
revoque (Fig. 4.81).
La habitación de entrada de la Vivienda 3 fue rica en concentraciones de carbón y se localizaron en planta 15 muestras de las
que no ha sido posible saber a qué restos concretos pertenecían
más allá de estar en el nivel de incendio (UE 0055). Los taxones
identificados son: Pinus halepensis, Fraxinus sp. sp., Pinus nigraPinus sylvestris, Quercus ilex-Quercus coccifera (Fig. 4.80).
Fig. 4.80. Concentraciones de carbón del Nivel 7. Vivienda 2 y Vivienda 3.
V. 2 / Sala hogar
Poste nº
1
2
3
Fraxinus sp.
Pinus halepensis
Pinus nigra - Pinus sylvestris
Quercus ilex - Q. coccifera
1
2
3
4
5
V. 3 / Entrada
Concentración nº
6
7 10 11 12
X
X
X
X
X
X
X
13
X
X
X
17
19
22
X
X
X
16
X
X
X
X
X
X
X
X
125
[page-n-139]
Fig. 4.82. Registro antracológico de fragmentos dispersos del Nivel 7.
Vivienda 2
Arbutus unedo
Cistus sp.
Cf. Crataegus
Fraxinus sp.
Juglans sp.
Juniperus sp.
Leguminosae
Pinus halepensis
Pinus nigra - Pinus sylvestris
Prunus sp.
Quercus caducifolio
Quercus ilex - Quercus coccifera
Populus - Salix
Total fragmentos
Vivienda 3
Bodega
Molino
Hogar
–
–
–
–
–
–
–
8
–
9
–
15
–
32
–
–
–
7
–
153
–
9
–
–
–
2
–
171
–
–
1
10
1
5
–
82
50
–
–
31
–
180
Puntal dels Llops (Olocau). Finalmente, no hay que descartar la
posibilidad de que parte de las especies identificadas entre el carbón disperso de este nivel arqueológico haya tenido un uso distinto,
como pueden ser entarimados, puertas, escaleras, muebles, etc. que
formarían parte de las habitaciones, así como que los restos de la
limpieza de hogares u hornos.
En consecuencia, parece ser que a finales del siglo III a. C. dominan las formaciones secundarias con Pinus halepensis, por lo que se
confirma la acentuación de la degradación del encinar durante este
periodo como lo indica la presencia de espinos albares, madroños,
jaras, enebros y leguminosas. Por otro lado se constata la presencia
y explotación de choperas o saucedas y de fresnedas, que estarían
situadas a lo largo de los márgenes del río Madre de Cabañas.
La actividad agrícola
(G. Pérez Jordà)
El registro de este Nivel poco tiene que ver con los anteriores, tanto
en lo que afecta a la calidad del mismo, con 26 muestras y una gran
cantidad de restos (4740), como en los contextos de que proceden
(Figs. 4.83 y 4.84). Si hasta el Nivel 6 eran básicamente de rellenos
de distintas estructuras, ahora la mayor parte procede de los niveles
de destrucción de diferentes viviendas. Se trata por lo tanto de una
mezcla de materiales, en la que predominan aquellos conjuntos de
semillas o frutos que estaban almacenados en el interior de las casas, aunque al mismo tiempo hay restos de los desechos que había
en el suelo de estos mismos espacios.
Valorados de forma global, los datos señalan la consolidación de las tendencias que se habían ido observando en los
niveles anteriores (Fig. 4.85). Los cereales son el grupo más
frecuente, aunque los valores de los frutales son también destacados. Por el contrario las leguminosas y las oleaginosas ocupan
un espacio escaso en el registro.
Entre los cereales se va a mantener el predominio de la cebada vestida, proceso que posiblemente esté condicionado por
la calidad de los suelos que tienen que ir poniéndose en cultivo.
Los trigos desnudos tienen un papel menor pero destacado, al
igual que el mijo. El peso relevante de estos dos últimos taxones, así como la ausencia en este momento o el escaso peso en
126
Dp. 19
Dp. 20
–
–
–
–
–
3
–
14
–
1
–
5
–
23
–
1
–
–
–
–
–
19
–
–
–
–
–
20
Sala lateral Entrada Sala reunión
3
–
–
–
–
1
5
5
15
–
2
–
–
31
–
–
–
11
–
7
2
380
8
4
12
43
1
468
–
–
–
2
–
–
1
14
5
–
–
30
2
54
los niveles anteriores, de los trigos vestidos, posiblemente esté
también en relación con las características de los suelos del entorno. En aquellos yacimientos que cuentan con suelos pobres,
la distancia entre la cebada y el trigo suele ser más grande y
al mismo tiempo los trigos vestidos, también rústicos, suelen
tener un papel más relevante. Por el contrario, valores altos de
trigos desnudos y del mijo se encuentran en yacimientos con
un entorno más favorable (Pérez Jordà 2013), como es el caso
de Kelin. De hecho, aunque no tenemos elementos para valorar
el tipo de cultivo de los mijos, es posible, al ser un cereal más
exigente desde el punto de vista hídrico, que se aprovecharan
las tierras que podían ser regadas o que tenían más humedad
junto al río Madre, que discurre por la base de esta ciudad. En
definitiva, proponemos como hipótesis que el presumible crecimiento poblacional de esta ciudad provocara en una primera
fase la sustitución del cereal preferido para la alimentación humana, los trigos desnudos, por el que es capaz de mantener unos
buenos índices de productividad sobre los suelos más pobres
que tuvieron que ir poniéndose en cultivo. De esta forma esta
comunidad busca generar suficientes recursos para asegurar su
sustento, seleccionando aquellos cultivos que mejor se adaptaban a las características de los suelos que disponían.
El papel de las leguminosas nunca ha sido muy relevante.
En este Nivel siguen apareciendo las guijas y se incorporan los
guisantes (Pisum sativum), sin que haya elementos para valorar
si eran cultivos de huerta o si por el contrario alternaban con los
cereales en cultivos extensivos.
La vid, que desde los niveles iniciales suele ser el frutal más
relevante, lo es con más claridad en este momento. Esta no es una
particularidad de este asentamiento ya que en la práctica totalidad
de los asentamientos ibéricos del País Valenciano, de Cataluña y de
Andalucía, es un fenómeno que se repite de forma sistemática (Pérez Jordà 2013; Pérez Jordà et al. 2007). La uva y fundamentalmente el vino es el producto que más éxito tuvo de los que se introducen
en la agricultura ibérica. Su reflejo en la cultura material se aprecia
en las ánforas y el nuevo servicio de bebida; en el caso de la Vivienda 2, además, en la identificación de una bodega (Fig. 4.92 A).
[page-n-140]
Fig. 4.83. Restos de semillas y frutos de los siglos IV-II a. C.
Vivienda 4
Dept.
11 12
6014 6009
UE
–
–
Vol. l.
1
1
Nº muestras
–
–
Hordeum vulg. subsp. vulg.
–
–
Panicum miliaceum
–
–
Triticum aestivum-durum
–
1
Hordeum - Triticum frag.
–
–
Pisum sativum
–
–
Lathyrus sativus
–
–
Lathyrus cf. cicera
–
–
Lathyrus sp.
–
–
Ficus carica
–
–
Olea europaea
1
–
Prunus dulcis
3
–
Vitis vinifera
–
–
Vitis pedicelo
–
–
Vitis frag.
–
–
Camelina sativa
–
–
Bifora testiculata
–
–
Carex sp.
–
–
Centaurea
–
–
Chenopodium sp.
–
–
Euphorbia helioscopia
–
–
Galium aparine
–
–
Galium sp.
–
–
Glaucium corniculatum
–
–
Juniperus oxycedrus
–
–
Lithospermum arvense
–
–
Lolium sp.
–
–
Lolium cf. temulentum
–
–
Malva sp.
–
–
Malva sylvestris
–
–
Melilotus sp.
–
–
Papaver sp.
–
1
Pistacia lentiscus
–
–
Polygonum cf. aviculare
–
Polygonum cf. convolvulus –
–
–
Polygonum hydropiper
–
–
Polygonum cf. persicaria
–
–
Polygonacea
–
–
Quercus sp. frag.
–
–
Rubus fruticosus
–
–
Rumex sp.
–
–
Silene sp.
–
–
Vaccaria hispanica
–
–
Cf. Ziziphora sp.
–
–
Indeterminable
4
1
Nº restos
2
2
Nº taxones
Densidad x 10 l.
23
0004 6
–
–
1
2
1
–
–
–
– 2(2)
– 1(1)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
2
1
Vivienda 2
Bodega Molino
61
18
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
1
11
91
7
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
14
Vivienda 3
Hogar
118
113
3
25(2)
–
851(2)
–
–
–
–
–
1(1)
–
–
2878(3)
1(1)
–
2(2)
1(1)
2(1)
1(1)
1(1)
–
–
31(2)
1(1)
–
–
–
1(1)
–
12(2)
1(1)
–
1(1)
1(1)
5(2)
–
1(1)
3(2)
–
–
1(1)
–
4(2)
–
19(2)
3843
20
340
119
704
11
16(5)
557(7)
39(3)
–
1(1)
1(1)
–
4(4)
2(1)
–
–
120(8)
4(3)
–
1(1)
–
6(3)
–
1(1)
1(1)
1(1)
8(2)
3(2)
1(1)
1(1)
1(1)
–
2(1)
40(2)
–
6(2)
–
–
2(1)
2(1)
3(1)
3(1)
1(1)
3(1)
1(1)
–
5(1)
1(1)
9(4)
841
26
12
Forja
148
183
1
1
1
2
–
–
–
1
–
–
–
–
4
–
–
–
–
–
–
4
–
–
–
–
–
1
–
–
4
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
5
25
10
14
1
69 55
40
–
1
2
3 1(1)
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
– 1(1)
–
–
2 6(2)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
4
–
11
6
3
2
28
2
3
53 181
–
–
1
1
1
1
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5
1
3
1
Total Ubic.
1065
–
49
558
897
1
1
1
1
4
3
1
1
3015
5
1
3
1
8
1
6
1
1
39
4
1
2
1
1
6
52
1
6
1
2
7
2
4
6
1
3
2
1
9
1
38
4741
35
–
–
13
8
10
2
1
1
1
4
2
1
1
19
4
1
3
1
4
1
3
1
1
4
3
1
2
1
1
2
4
1
2
2
2
3
1
2
3
1
1
2
1
3
1
9
127
[page-n-141]
Fig. 4.84. Semillas encontradas en Kelin (diferentes escalas) (fotografías G. Pérez Jordà). 1, Hordeum vulgare subsp. vulgare; 2, Triticum
aestivum-durum; 3, Setaria itálica; 4, Triticum dicoccum; 5, Triticum monococcum; 6, Base de espiguilla de Triticum dicoccum; 7, Vitis
vinifera; 8, Prunus dulcis; 9, Lathyrus cf. cicera; 10, Panicum miliaceum; 11, Lens culinaris; 12, Pisum sativum; 13, Camelina sativa; 14,
Bifora testiculata; 15, Carex sp.; 16, Carex sp.; 17, Cotoneaster nebrodensis; 18, Euphorbia helioscopia; 19, Fumaria sp.; 20, Galium sp.;
21, Galium mollugo; 22, Glaucium sp.; 23, Juniperus oxycedrus; 24, Malva sp.; 25, Polygonum aviculare; 26, Polygonum hydropiper; 27,
Silene sp.; 28, Umbelifera; 29, Vaccaria hispánica.
128
[page-n-142]
Es en este momento en el que la arboricultura parece diversificarse. Hasta ahora sólo se habían constatado la vid y la higuera,
pero en este nivel van a aparecer por primera vez el almendro
(Prunus dulcis) y el olivo (Olea europea). Todos estos taxones se
incorporaron conjuntamente a la agricultura en la península ibérica desde finales del siglo IX o los inicios del VIII a. C. (PérezJordà et al. 2017), junto a otros frutales que no aparecen en Kelin
como el granado (Punica granatum) o el manzano (Malus domestica) que, en la zona más cercana a la costa del País Valenciano,
sí que están presentes. Parece existir por lo tanto una agricultura
menos diversa en el entorno de la ciudad de Kelin, que en el territorio de Edeta o en la franja costera contestana. Son diferencias
que no afectan al peso que tuvieron estos cultivos también en este
territorio, coincidiendo con la orientación agrícola que se observa
de forma sistemática al S del río Ebro.
Las mismas dudas se plantean con la presencia de la camelina,
un taxón que puede corresponder en realidad a un cultivo, pero del
que nos faltan elementos para poder afirmarlo con rotundidad. En
todo caso, los datos de esta ciudad serían coincidentes con los de La
Bastida de les Alcusses (Moixent) (Pérez Jordà et al. 2011), aunque
en este último la camelina aparece asociada al lino (Linum usitatissimum), que está ausente en Kelin. De alguna forma ambos son cultivos exigentes con la presencia de humedad en los suelos y en ambos
yacimientos hay zonas en el entorno inmediato con características
adecuadas para su cultivo.
La presencia de frutos silvestres comestibles es muy escasa
y se limita a una sola bellota, algunas moras (Rubus fruticosus)
y, probablemente, el madroño identificado en madera. De alguna forma su papel en la alimentación no parece haber sido muy
relevante, aunque su uso se mantiene a lo largo del tiempo. El
resto de los taxones silvestres siguen siendo básicamente plantas que pueden crecer como malas hierbas entre los campos de
cereales o en zonas antropizadas.
Los materiales provienen de tres viviendas distintas. Las escasas
muestras que se recuperaron en la Zona A (Vivienda 4) sólo aportan
un escaso número de restos que no se pueden valorar como representativos. En todo caso, junto a algunos fragmentos de cereal, aparece el único resto de almendra y algunas pepitas de uva.
Es en la Zona B donde están las dos viviendas con conjuntos
más ricos, aunque el que ha ofrecido un repertorio más completo es la Vivienda 2 (Iborra et al. 2010). En ella se constata la
presencia de trigos desnudos y de cebada vestida que estaban
almacenadas en su interior. La presencia de los mijos, asociada
al hogar central y a uno de los calderos de bronce, posiblemente
sean restos de una actividad culinaria. También se ha podido
constatar una concentración de uva, sin que haya elementos
para valorar de qué forma estaba conservado este fruto.
Los materiales de la Vivienda 3 parecen corresponder a desechos que estarían sobre el pavimento de esta estancia y los taxones
que aparecen son los que dominan habitualmente el registro: la cebada vestida, los trigos desnudos y la uva. Aunque es en esta casa en
la que ha aparecido el único resto de aceituna.
La actividad ganadera y la caza
(M. P. Iborra Eres)
El conjunto faunístico está formado un total de 177 huesos y fragmentos óseos identificados anatómica y taxonómicamente. Las esFig. 4.85. Ubicuidad de los grupos de cultivos, de los cereales, de
pecies domésticas siguen siendo las dominantes con un 84,2% aunlas leguminosas y de los frutales de los siglos IV-II a. C.
que se constata un aumento de la importancia relativa de las especies
silvestres (15,8%) respecto a los niveles anteriores (Fig. 4.86).
129
[page-n-143]
Fig. 4.86. Porcentajes y número de
restos de las especies identificadas
en el Nivel 7. Siglos IV-II a. C.
Ovicaprino
Oveja
Cabra
Total O/C
Caballo
Bovino
Cerdo
Ciervo
Conejo
Liebre
NR x TX
% domésticos
% silvestres
39,5
20,3
2,8
62,6
1,7
7,3
12,4
2,3
8,9
4,8
177
84,2
15,8
Las especies domésticas identificadas son: oveja (Ovis
aries), cabra (Capra hircus), cerdo (Sus domesticus), bovino
(Bos taurus), caballo (Equus caballus) y las formas híbridas de
équidos (mula/burdégano).
La ganadería se basa en el grupo de los ovicaprinos (62,6%),
cuya gestión está orientada hacia la explotación de los productos secundarios de las ovejas, con sacrificio en tres grupos de
edad: de 4-6 años, de 6-8 años y de 8-10 años. Las unidades
anatómicas conservadas y la edad a la que los animales se sacrificaron indican un sistema de manejo que prioriza los recursos
susceptibles de ser vendidos o intercambiados, como la lana.
Tras los ovicaprinos se sitúa el cerdo (12,4%) con el sacrificio
de animales entre 1 y 2 años (juveniles y sub-adultos). A partir del
siglo III a.n.e. se detecta una tendencia hacia el incremento del consumo de esta especie, sobre todo, en las ciudades (Iborra 2004).
El bovino ocupa ahora un tercer lugar en importancia relativa (7,3%) y aunque es una especie consumida, la edad de
muerte adulta sigue indicando un uso secundario como la fuerza
de tracción. El caballo es minoritario (1,7%) en el registro.
Respecto a las especies silvestres del Nivel 7 se identifican
tres taxones: ciervo (Cervus elaphus), conejo (Oryctolagus cuniculus) y liebre (Lepus granatensis).
En las viviendas 2 y 3 se realizó un estudio de los enseres
y equipamientos domésticos recuperados en los niveles de uso
para abordar la posible existencia de diversidad social dentro
del asentamiento (Iborra et al. 2010). El estudio del material
faunístico recuperado en las diferentes estancias de estas dos
viviendas contribuyó en dicho análisis (Iborra 2004).
A partir de este material se observaron diferencias en cuanto
a la abundancia de restos, frecuencia de las especies, representación anatómica, edad de muerte y prácticas carniceras y de
consumo en ambas viviendas que pueden relacionarse con un
mayor o menor acceso a los recursos económicos (Fig. 4.87).
En la Vivienda 2 todos los restos corresponden a especies
domésticas. Las unidades anatómicas que se han conservado y
las edades de los animales sacrificados, nos indican un consumo de carnes de calidad: paleta, pierna y costillar de animales infantiles y juveniles. Los restos óseos presentan marcas de
carnicería, desarticulación (Fig. 4.88) y, en muchos casos, termoalteraciones que indican que el cocinado de estas carnes fue
mediante el asado.
En la Vivienda 3 hay una mayor diversidad de especies consumidas, tanto domésticas, como silvestres. Las edades de sacrificio de los animales consumidos corresponden a adultos, a
excepción de un conejo joven. Las unidades anatómicas que se
han conservado: cabeza y patas, son de menor contenido cárnico. Los restos presentan un troceado exhaustivo que debe estar
relacionado con el cocinado de los restos mediante el hervido
(Fig. 4.89). Algunos restos presentan alteraciones que indican
esta práctica culinaria. Su identificación se ha realizado macroscópicamente, siguiendo los criterios establecidos por Solari et
al. (2013).
La mayor importancia de dos especies domésticas, la oveja
y la cabra, caracterizan la economía pecuaria desarrollada en el
hábitat. En este sentido hay que valorar que: a priori las características geográficas de la ubicación del yacimiento favorecen
el desarrollo de la actividad ganadera basada en la cría de ovejas y cabras. Su altitud media de 700 m s.n.m. facilita ciclos
vegetativos adecuados a la alimentación del ganado de ovino,
pero además las diferencias altitudinales localizadas en su periferia posibilitan desplazamientos transterminantes de carácter
estacional. En los alrededores y sin abandonar el territorio propuesto para la ciudad de Kelin existen elevaciones con alturas
superiores a los 1200 m s.n.m., que constituyen buenas zonas
de pasto durante el verano y en su franja oriental el valle del río
Fig. 4.87. Densidad de restos domésticos/silvestres e importancia de las especies en las viviendas 2 y 3.
130
[page-n-144]
Fig. 4.88. 1) Bos taurus. Fragmento proximal de falange segunda
con marcas de desarticulación. 2) Ovicaprino. Astrágalo con termoalteraciones en la superficie distal y marcas de desarticulación
(fotografías P. Iborra).
Fig. 4.89. a) Equus caballus. Fragmento medial de falange tercera
con fractura según plano sagital. b) Macromamífero. Fragmento de
costilla con corte de fracturación (fotografías P. Iborra).
Cabriel –la Derrubiada– zona atemperada de escasa altitud (300
m) que constituye una óptima zona de invernadero. Los datos
antracológicos y carpológicos de la época apoyan el potencial
pecuario del territorio de Los Villares.
U ligeramente inclinada hacia el NO, cuyas medidas son: 10 cm de
altura máxima, un ancho de 13 cm y una longitud conservada de 60
cm, pues está cortado por una fosa islámica en el extremo NE (F24,
UE 0145); a un metro hacia el O del hogar había una losa rectangular de 30x20 cm, que funcionó como yunque y junto a él se encontraron unas tenazas de herrero (Fig. 4.91); el conjunto se completa
con una pequeña fosa circular de 40 cm de diámetro y unos 10 cm
de profundidad, rodeada de pequeñas piedras, en cuyo interior no
se recuperaron restos que evidenciaran su uso. En esta habitación
también se encontraron un clavo, una chapa con remache, un gancho, un legón, una posible cuchilla/chifla o herradura en proceso,
un posible lingote de hierro, varias ánforas y tinajas (Fig. 4.46).
Por su pequeño tamaño este hogar de forja debió utilizarse fundamentalmente para la reparación y mantenimiento de los útiles de la
familia propietaria. En el momento de su destrucción y abandono
no parece que estuviera en activo, pues no se encontraron restos del
alzado y en su interior apenas había carbones y escorias; además, la
mayor parte de las cerámicas de la habitación se encontraron en la
esquina NE, lo que dificultaría el funcionamiento del hogar en ese
momento. Como el molino, también debió constituir una fuente de
ingresos para la familia propietaria.
Éste no debió ser el único taller metalúrgico de Kelin, pues
en excavaciones y prospecciones superficiales se han encontrado escorias de bronce y hierro. En la Zona F se recuperaron
protolingotes en proceso de corte en caliente, escorias de forja,
hierro trabajado, etc. (Ferrer et al. 2002 a y b), lo que indica la
existencia de otro taller de forja de mayores dimensiones que el
anteriormente comentado. En la Zona H,7 también se encontraron bastantes restos de escorias de forja (Fig. 1.1 C).
Los intercambios son otra fuente de riqueza para las comunidades y familias. Las cerámicas son casi el único dato disponible,
mermando las conclusiones a las que se podría llegar de conocer
el contenido, las contraprestaciones y los relatos que podían llegar
con cada objeto. En el Nivel 7 de Kelin son numerosas las cerámicas importadas desde distintos ámbitos pero, especialmente, del
mundo griego y, en menor medida, del itálico y púnico. En las excavaciones del Sector 0 de la Zona B no hay novedades respecto
Actividades de transformación y comerciales
Las actividades de transformación que se han detectado en
este Nivel son de carácter doméstico. Se entiende aquí como
doméstica tanto la actividad de mantenimiento como la que
se desarrolla en el hogar pero aporta un beneficio extra a la
familia que la desarrolla.
Una de las más importantes es la molturación del cereal al
ser la harina uno de los alimentos básicos en la Antigüedad. Por
ello ha sido habitual pensar que los molinos eran parte imprescindible del ajuar familiar. Sin embargo, son bastantes los registros
arqueológicos que desmienten esta afirmación. En muchos hogares hubo molino, en otros no lo hubo y en otros, los molinos son
grandes instalaciones cuya producción superaba las necesidades
familiares (Iborra et al. 2010, 103). En Kelin, también se aprecia
esta circunstancia con un gran molino en la Vivienda 2, fragmentos en las viviendas 1 y 4 y ausencia en la 3. En consecuencia,
algunas familias debían acudir al/la molinero/a para conseguir la
harina cotidiana. De este modo la molienda se convierte en una
fuente de ingresos extra para algunas familias.
En cambio, el hilado y el tejido se desarrollaron en todas
las casas, con mayor o menor intensidad, por la presencia de
pesas de telar y/o fusayolas en todas ellas. La concentración
de pesas en la entrada de la Vivienda 3 invita a pensar que allí
estuvo emplazado el telar en el momento del incendio y posterior abandono de la casa (Fig. 4.50 A). La aguja de hueso y
las tijeras también son un indicio de este trabajo textil en otros
espacios (Fig. 4.61, 6018-5 y 6012-7).
Los restos de cuerda quemada junto al caldero de bronce de
la Vivienda 2, más las semillas de esparto, son elementos indirectos de la espartería, actividad bastante esquiva de documentar en el registro arqueológico por la dificultad de conservación
de los restos orgánicos y la sencillez del instrumental.
En la Vivienda 2 se localizó un pequeño taller de forja (Fig.
4.90) (Mata et al. 2007 y 2009). Los equipamientos que forman
parte del mismo son un hogar en cubeta, de forma oblonga con las
paredes cubiertas de arcilla y huellas de combustión y sección en
7 Prospección de 2015 después de arrancar las vides.
131
[page-n-145]
Fig. 4.90. Izquierda, taller de forja (2004). Derecha, recreación del mismo (dibujo A. Sánchez).
a lo ya publicado sobre el asentamiento y tampoco se ha encontrado un gran volumen de importaciones, más bien al contrario.
No obstante, en este apartado hay que llamar la atención sobre los
objetos que llegan a Kelin procedentes de otros ámbitos ibéricos y
mediterráneos, como son las cerámicas de Edeta, las botellitas del
SE peninsular (Fig. 4.43, 0119-28; Fig. 4.47, 0044-0061-58-59 y
0000-0044-0061-33; Fig. 4.57, 0021-14), las ánforas de Arse, además de cuentas de pasta vítrea, un peine de marfil (Fig. 4.96) y las
monedas peninsulares y extrapeninsulares (vid. Cap. 12).
Dilucidar qué productos podrían dar a cambio los habitantes
de Kelin no es un problema menor. Existen algunos indicios
como las cerámicas impresas y algunas marcas de ánfora encontradas en territorios limítrofes (Mata et al. 2000; Soria y Mata
2016), pero sin duda la bodega de la Vivienda 2 es la prueba
más elocuente de esta actividad “exportadora” puesto que la
cantidad de producto acumulado en ella supera con mucho las
necesidades familiares (Figs. 4.92 A, 4.99 y 4.100).
Se evidencia con todo ello una red de contactos directos e indirectos con diversos ámbitos locales, peninsulares y extrapeninsulares que se centralizaban en Kelin como capital de un amplio
territorio en el que se reproduce el panorama de la ciudad.
Fig. 4.91. Tenazas entre el Muro 17 (UE 0035) y el yunque (año
2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno).
132
La cronología
La cronología del Nivel 7 queda establecida ante todo por las
pocas cerámicas importadas del mundo griego e itálico, por las
importaciones del territorio edetano y una fecha de C14. Además, por la semejanza de los ajuares con los encontrados en
campañas anteriores.
La cerámica importada más antigua es la ática del siglo IV
a. C. y la más moderna la procedente del territorio edetano, que
se puede fechar en el primer cuarto del siglo II a. C.
La datación de C14 sobre una semilla de hordeum (UE
0118) proporciona un arco entre 380 y 160 a. C. (vid. Cap. 13
“Dos fechas…”) bastante impreciso para un nivel de destrucción y abandono.
VALORACIÓN Y EVOLUCIÓN DE LOS ESPACIOS
Y DE SUS HABITANTES DESDE EL S. VI A. C.
HASTA EL PRIMER CUARTO DEL S. II A. C.
En Kelin, la separación entre el Horizonte de la Primera
Edad del Hierro y la Cultura Ibérica queda patente por los
materiales cerámicos y por una nueva organización de las
estructuras de habitación. La ausencia de niveles de abandono o destrucción, en las zonas excavadas, indica que la
población, asentada en el siglo VII a. C., no sufrió grandes
convulsiones y lo que se puede reconstruir es, a grandes rasgos, su evolución a través de varias generaciones: el espacio
construido y el dedicado a circulación se mantuvo sin grandes cambios. No obstante, no deja de ser cierto que se han
detectado, en otras zonas, incendios y abandono de ajuares
in situ de diferentes momentos (Mata 1991, lám. VIII; Mata
2006, fig. 4).
El siglo VI a. C. significó el punto de inflexión en las unidades domésticas existentes. Las primeras construcciones datadas
con seguridad en este siglo no son muy significativas pero mantienen algunos rasgos anteriores y preludian los nuevos. Entre
los primeros, el mantenimiento como unidades domésticas de
los conjuntos 3 y 4 (futuro Departamento 20) y del Conjunto 2,
a partir de ahora Vivienda 3. Entre los segundos, la ausencia de
estructuras en las cuadrículas AB1/2 y A3.
[page-n-146]
A
B
C
Fig. 4.92. A, Vista parcial de la bodega en curso de excavación
(UE 0044) (año 1993). B, Ánfora junto al Banco 1 (UE 0089) (año
1995). C, Platos caídos en el rincón SE de la Vivienda 2 (UE 0118)
(año 2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno).
Los ajuares y restos orgánicos también están consolidando los cambios que se preludiaban a finales del siglo VIIinicios del siglo VI a. C.
El siglo V a. C. tiene las construcciones mejor conservadas y, en su Fase 3, se encontraban perfectamente delimitados los Departamentos 19, 20, 22 y 23, la Vivienda 3,
que apenas varía con respecto al Conjunto 2, y la incipiente
visualización de la Vivienda 2.
La localización de un horno o tannur y varios hogares,
algunos de ellos superpuestos, en las Viviendas 2 y 3 y en el
Departamento 20 está indicando la existencia de tres unidades domésticas situadas en el mismo espacio que en siglos
precedentes. En el Departamento 22 se descubrió en 1984
una placa endurecida considerada como un suelo (P1, UE
0221), pero que a la vista de otros ejemplos también podrían
ser los restos de un hogar lo que aumentaría a cuatro el número de unidades domésticas.
Estas tres o cuatro unidades domésticas van a quedar reducidas a dos o tres entre los siglos IV y principios del II a. C.: las
Viviendas 2 y 3 se consolidan definitivamente; y los Departamentos 22 y 23 pudieron constituir otra vivienda menor. Uno de
los aspectos más significativos es la desaparición del Departamento 20 como unidad doméstica que existía como tal desde el
Nivel 2 (conjuntos 3 y 4).
Qué le sucedió a la familia que lo ocupaba es una incógnita
que no se puede resolver. No obstante, sí que es posible apreciar
que entre los siglos VI-V a. C. se produjo algún conflicto con los
ocupantes de la Vivienda 2, pues la pared medianera entre ambos se
modificó en varias ocasiones. Modificaciones que, en apariencia,
favorecieron al Departamento 20 al aumentar su superficie pero
que, finalmente, significó su abandono como vivienda.
Otra dificultad estriba en saber la funcionalidad de los
Departamentos 19 y 20 y de qué otro u otros conjuntos dependían. El Departamento 19, probablemente un espacio sin
cubrir, abre su gran puerta hacia el O, igual que la Vivienda
3, y ello podría ser un argumento a favor de una posible relación de dependencia. En cambio, el Departamento 20 tiene
el vano de entrada hacia la Calle 3 mientras que la Vivienda
2 se abre hacia la Calle 4. Sólo el hecho de compartir tabique
y haber tenido un conflicto reflejado en el cambio del mismo,
puede inclinar la balanza a favor de la relación entre ambos
espacios. No obstante, el Departamento 19 también invadió
parcialmente el 20, mediante la construcción de una pequeña
habitación cerrada (Fig. 4.41).
Si además de la arquitectura, se tienen en cuenta aspectos
como los ajuares y los recursos económicos de cada uno de los
espacios, se obtendrá una imagen más completa de sus ocupantes. Imagen bastante bien definida en la última fase.
133
[page-n-147]
Fig. 4.93. Distribución
del ajuar de las
viviendas 2 y 3.
La Vivienda 2
De esta vivienda ya se dio a conocer su planta y alguno de sus
ajuares (Belarte et al. 2009; Iborra et al. 2010, 109-110; Mata et
al. 1997; Mata et al. 2007) pero la mayor parte de la información permanecía inédita. Su aspecto final, fruto de varias remodelaciones, es el que interesa destacar aquí. Corresponde al momento de destrucción y abandono de la casa durante el primer
cuarto del siglo II a. C. Destrucción provocada por un incendio
de causas desconocidas que también afectó a otras viviendas
del asentamiento y que supuso el abandono de las estructuras
para construir otras que sufrieron, tras su abandono, un deterioro progresivo y la acción de las transformaciones agrícolas. El
incendio no debió ser fortuito porque en el interior de la vivienda quedó una buena parte de los enseres domésticos in situ pero
tampoco se puede descartar que se recuperaran objetos de valor
y que las construcciones posteriores afectaran a los niveles de
destrucción y sus ajuares (Figs. 4.93 y 4.96).
La superficie construida es de unos 82 m2, aunque pudo ser
algo mayor porque no se localizó el muro de cierre en el ángulo
SE. La superficie pisable es menor (50 m2) y la útil sería de unos
58,5 m2 al añadir la superficie de los dos bancos adosados. Consta
de cuatro habitaciones dedicadas a actividades específicas.
134
Desde la calle se entra por una puerta de unos 70 cm de luz
directamente a la estancia principal (27 m2), siendo casi la mitad de la superficie útil de la casa, lo que indica la importancia
de este espacio en la organización familiar. Tenía un gran hogar
central y dos bancos adosados muy anchos (Figs. 4.40 y 4.93). En
el momento de su excavación conservaba todas las paredes enlucidas formando un continuum con el suelo (Fig. 4.81). Alrededor
del hogar y sobre el banco meridional se encontró un ajuar muy
abundante y en algunos casos suntuario (Fig. 4.93). Los recipientes de almacén (ánforas, tinajas y lebetes) estaban junto al banco
oriental y se puede suponer que su contenido era líquido pues no
se recuperaron macrorrestos vegetales en el sedimento; sólo un
ánfora junto a la puerta estuvo asociada a una concentración de
pepitas de vid y de granos de trigo desnudo (Fig. 4.92 B).
La cerámica de cocina (ollas, tapaderas, braserillos y jarros), restos de esparto, un caldero y un cazo de bronce estaban
alrededor del hogar. Una concentración de mijo y trigo estaba
asociada al caldero y pudo ser el resto de un hervido de ambos
cereales. La vajilla de mesa (páteras y platos) se concentraba en
el ángulo SE, junto a fragmentos de barro moldeado que debieron conformar una alacena en la que estaría colocada (Figs. 4.92
C, 4.93, 4.94 y 4.95).
[page-n-148]
Fig. 4.94. Barro moldeado de la Vivienda 2, Nivel 73. Sala hogar (UE 0118 SE).
Toda la fauna recuperada es doméstica y sus marcas de
carnicería indican que fue consumida. Predominan la oveja,
la cabra y el bovino y las partes anatómicas corresponden a
las de mayor aporte cárnico. Entre las marcas de carnicería
hay una mayor presencia de las relacionadas con la desarticulación y el descarnado. Son cortes realizados con utensilios de filo fino, como los cuchillos, aunque ninguno se ha
recuperado entre el importante lote de objetos de hierro de
esta vivienda. Todo ello se interpreta como una evidencia del
cocinado y consumo de la carne en este espacio pero no de su
despiece, que se haría en otro lugar.
Fig. 4.95. Alacena de una casa de la aldea de Los Sardineros
(Requena).
En el ángulo formado por los MM5 y 21 hay una pequeña
fosa con restos de una oveja, interpretada como un sacrificio de
carácter doméstico (Iborra 2004, 232), relacionado con la “fundación” de la casa.
En la misma sala hay además un numeroso conjunto de objetos y herramientas de hierro como un herraje de puerta, una
reja de arado y una picoleta. Avalando la importancia de este
espacio central utilizado también para guardar útiles de trabajo.
Mediante una amplia puerta se comunica con un pequeño taller
metalúrgico (7 m2) lo que justifica la cantidad y variedad de útiles
de hierro recuperados en esta vivienda (Figs. 4.46, 4.90 y 4.96).
Otras dos habitaciones comunicadas entre sí pero que, en
apariencia, no lo hacían con las dos anteriores formaron parte de
la misma casa (Fig. 8.15). Una habitación (6 m2) con un molino
circular de gran tamaño (ø 54 cm) asociado a un conjunto de
pondera, lo que obliga a plantear un uso alternativo para estas
pesas además del textil; también ollas de cocina, escudillas, un
lebes, un jarro y objetos de hierro indeterminados (Fig. 4.97 A).
A pesar de la presencia del molino, no se recuperaron semillas
en el sedimento.
La cuarta habitación (10 m2) tenía la superficie totalmente
cubierta de ánforas (NMI 70), además de fusayolas, pondera,
jarros y alguna tinaja (Fig. 4.92 A). Esta habitación tenía por el
exterior, junto a la puerta de la casa, un banco o muelle de descarga formado por dos muros adosados. Conservaba un suelo
apisonado, muy irregular, y con una acusada pendiente desde el
muro S (unos 30 cm de desnivel).
La distribución de los ajuares, así como los restos biológicos recuperados (carbón, semillas y fauna) aportan una valiosa
información sobre las prácticas de consumo y de relación social
(Iborra et al. 2010, 109-111) (Figs. 4.93 y 4.96).
En la sala del hogar se concentraban las principales actividades cotidianas, como son la cocina y el consumo, e igualmente
pudo utilizarse como dormitorio, pues los demás espacios de
la vivienda estaban destinados a otras actividades y sus ajuares
e instalaciones dificultaban el uso como zona de descanso, excepto la sala del molino donde apenas se encontró material. Los
dos bancos también son un elemento a tener en cuenta para esta
funcionalidad pues por su anchura, sobre todo el oriental, pudieron utilizarse para dormir. Los restos carpológicos y zoológicos
responden fundamentalmente a desechos que se acumulan en el
suelo durante los diferentes procesos de preparación y consumo,
así como diferentes concentraciones de semillas o frutos que es135
[page-n-149]
Fig. 4.96. Cuadro resumen de materiales de las viviendas.
Vivienda 2
Hogar Forja Molino Bodega
Procesado
Molino
1
Mano mortero
Mortero
Cuchillo
Moledera
Cocina
12
Olla grande Ø>15
8
Olla pequeña Ø< 15
42
Olla indet.
Botella B
14
Tapadera B
7
Jarra
4
Braserillo
1
Hogar
Trébedes
Cazuela
1
Caldero
1
Cazo
Mesa / Consumo
Botella
5
Jarro
Jarra
18
Caliciforme
Copa
10
Plato grande Ø>15
67
Pátera grande
5
Escudilla / Cuenco
25
Plato pequeño Ø<15
5
Pátera pequeña
1 (2)
Copa BN/FR
Pátera / Escudilla BN
Paterita BN
Crátera imitación
Microvasos
2
Botellita
Ungüentario
Copita
Guttus BN
Guttus
Auxiliares
4
Tejuelo
7
Pesa telar
8
Fusayola
1
Tapadera A
1
Embudo
Aguja HU
Almacén / Transporte
39
Ánfora
16
Tinaja
Recipiente doméstico
8
Tinajilla
5
Candiota
49
Lebes
Kalathos
Tarro
Recipiente doble borde
Sítula
Objetos metal
1
Aperos
1
Instrumental varia
3
Clavo
2
Herraje
3
Objetos personales
Armamento
20
Restos indet.
Lingote
Varios
2
Piedra pulida
Peine
136
Vivienda 1 (1957/1959/1983)
D14
D1b D1a- D13 D2-83
Hogar Almacén 83 Patio
1
1
2
4
2
2
11
1
1
1
7
1
2
8
10
1
1
1
1
9
8
1
2
1
3
1
8
18
6
3
2
1
1
1
1
Vivienda 4
D11 D12 D24
1
1
1
3
6
3
2
2
1
1
1
1
Vivienda 3
Entrada Sala Sala
interior
1
6
1
1
1
1
2
4
8
9
1
1
1
1
6
1
9
4
1
2
1
1
5
2
2
1
2
2
2
2
2
1
1
2
12
1
5
5
6
2
5
1
1
3
1
1
1
2
1
1
1
2
3
6
4
4
5
2
6
1
1
2
2
1
2
19
1
9
5
3
5
2
3
3
2
2
1
1
2
1
1
1
2
3
2
9
18
2
6
5
2
1
11
x
1
1
2
33
1
1
>25
4
1
1
1
x
x
1
x
x
1
1
1
4
1
2
1
11
2
2
1
1
1
1
90
35
1
7
4
1
1
2
1
21
2
1
1
2
1
7
1
1
2
3
1
7
1
9
1
1
5
4
2
1
1
3
1
3
1
5
1
1
2
1
2
2
2
1
2
1
2
6
2
1
1
2
2
1
1
1
2
1
2
1
7
2
1
7
4
2
3
1
3
2
2
1
2
1
1
[page-n-150]
A
B
Fig. 4.97. A, Habitación con molino de la Vivienda 2 (año 1994). B, Puertas elevadas para descarga, en Caudete de las Fuentes.
taban almacenadas en este espacio. Sobre el hogar se pondrían
las ollas y el caldero para cocinar, mientras que los braserillos
se utilizarían para preparar pequeñas cantidades, para mantener
las brasas encendidas o para iluminar la estancia.
La familia se reuniría alrededor del hogar para la comida
y se utilizarían los platos y páteras de uso individual, los
vasos caliciformes para beber y los jarros para el servicio de
líquidos (vino, cerveza, leche y agua). El gran molino daba
servicio a la familia pero también pudo utilizarse por otras
familias ya que, por ejemplo, en la Vivienda 3 no se encontró
molino alguno.
Desde la calle se accedía directamente a la sala del hogar
sin que exista privacidad para el espacio en el que se desarrollaban las tareas domésticas y se reunía la familia. Circunstancia que se cumple en las tres casas completas excavadas en
Kelin; en consecuencia, no existe a nivel arquitectónico segregación por género (Fig. 8.15).
El tejido pudo realizarse en cualquier lugar pues se encontraron pesas y fusayolas tanto en la estancia principal como en
el derrumbe de cubierta de la bodega. Lo que indica que en el
momento final el telar no estaba en uso.
Pero lo que realmente hace singular a esta casa es la bodega y
el taller metalúrgico. La bodega pudo ser el resultado de tener viñas
y, al mismo tiempo producir el vino propio en un lagar fuera de la
casa, junto a los campos como sucede en Rambla de la Alcantarilla
y Solana de las Pilillas (Mata et al. 2009; Quixal et al. 2016). Pero
tampoco se puede descartar la posibilidad de que esta habitación,
cuyo suelo tenía un importante desnivel, actuara de jaraíz durante
la vendimia. Las dos fosas excavadas con posterioridad, y que afectaron a la parte más baja del espacio, no permiten confirmar que en
esa zona hubiera algún receptáculo para recoger el líquido, pero es
una explicación plausible para el desnivel observado.
Con la forja, pudieron fabricar y reparar sus propias herramientas al mismo tiempo que se ejercía el oficio para sus vecinos. Era una tarea totalmente imbricada en el espacio doméstico
y sin segregar, pero sí con un espacio exclusivo.
En esta casa pudo vivir una familia nuclear con un cierto
status social pues podía aumentar sus bienes mediante el trabajo metalúrgico y la molienda (Cahill 2005). Nivel social más
elevado que también queda patente mediante el análisis de las
pautas de consumo alimenticio. La dieta cárnica, como se ha
señalado, se basaba en animales domésticos; mientras que la
vegetal incluía, además de los cereales, legumbres y frutales.
La riqueza de los ocupantes de esta vivienda también se puede calcular teniendo en cuenta la capacidad de almacenamiento,
según el NEP (Nº Estimado de Piezas) de ánforas y tinajas. La
cantidad estimada es de 7460 l; si esta cantidad fuera de cereal
se pudieron alimentar entre 21 y 26 personas al año; o bien un
grupo de cinco miembros tendría reservas para cuatro o cinco
años (Figs. 4.99 y 4.100). En el caso de que, una parte al menos,
contuviera vino, ello supondría tener una capacidad de producción igual o similar a los lagares rupestres del territorio (unos
4200 l) (Mata et al. 2009, fig. 8). Producción que se destinaría
al consumo pero también al intercambio.
Contuvieran lo que contuviesen esos recipientes (vid. Cap.
13 “Estudi de continguts…”), lo cierto es que se trata de un volumen superior a cualquier otro encontrado en Kelin o en otros
lugares similares (Bonet y Mata 2002, cuadro 18; Pérez Jordà et
al. 2000, fig. 8), poniendo de manifiesto cierta desigualdad en el
acceso a determinados bienes.
La Vivienda 3
Esta vivienda es ligeramente menor a la anterior y también difiere
en cuanto a su estructura y ajuares (Figs. 4.41, 4.50 A, 4.93, 4.96 y
8.10 A). Tiene casi 49 m2 construidos y 31,27 m2 útiles, distribuidos en tres habitaciones. Como la anterior, se abandonó tras un incendio violento bien documentado en la habitación de la entrada.
Formaba parte de la misma manzana que la Vivienda 2.
Desde una amplia puerta orientada al O se accedía a un espacio alargado (11,36 m2). Fue la habitación más afectada por el
incendio, conservándose perfectamente el suelo de tierra batida.
En la parte central tuvo un hogar, cuyos restos se encontraron tirados en el interior de una fosa islámica que afectaba a buena parte
de esta estancia (UE 0024, F1) (Mata et al. 1993, 266) (Fig. 8.10
A). El material recuperado no fue abundante y tampoco estaba
muy entero, siendo lo más destacado el conjunto de pesas de telar
amontonadas cerca de la puerta; otros recipientes son tinajas y
tinajillas, lebetes, ollas de cocina y un braserillo, platos, páteras y
escudillas, una botella, dos caliciformes, un ánfora y un kalathos,
así como algún objeto de hierro (Figs. 4.50 A y 4.51).
Esta habitación se comunicaba con otra paralela (7,66 m2)
mediante un vano no muy ancho por el que pasaron restos del
incendio que, en apariencia, no le afectó. El material recuperado
fue escaso, sin apenas elementos destacados: vajilla de mesa,
ollas de cocina, ánforas, tinajilla y un fragmento de copa ática
de barniz negro (Fig. 4.52).
137
[page-n-151]
La tercera habitación (12,25 m2) se comunicaba a través de
una amplio vano con la primera. Tenía, al menos, un banco corrido en la pared N aunque pudo tener alguno más pero su estado
de conservación impide una interpretación más ajustada. Es la
estancia de mayor privacidad de las tres y la más espaciosa por
lo que debió ser el lugar de reposo y reunión de la familia (Fig.
8.15). Funcionalidad que también se justifica por los materiales cerámicos recuperados y por la cantidad de restos óseos que
apuntan a un uso como zona para comer. Así, se recuperaron dos
ánforas (una de ellas in situ) (Fig. 4.50 B y 4.52), cinco tinajas y
otras tantas tinajillas y lebetes, nueve ollas de cocina, una botella,
siete caliciformes, tres platos, nueve páteras y cinco escudillas,
un fragmento de copa de barniz negro y objetos de hierro. En
conclusión, casi un 50% de vajilla de mesa.
En cuanto a los restos de fauna y semillas interesa destacar la
variedad de carnes consumidas, con presencia de animales cazados
y consumo de caballo frente a lo que sucedía en la Vivienda 2, habiéndose procesado las partes con menos aporte cárnico. Las semillas son menos elocuentes en cuanto a la información que pueden
aportar, pero aquí destaca justamente lo contrario que la fauna, es
decir, la menor variedad. Faltan las guijas, el mijo y los higos que
se encontraban en la Vivienda 2, además de una cantidad bastante
menor de los demás productos. Por tanto, las prácticas culinarias
serían semejantes a las de sus vecinos pero, unos recursos económicos menores obligarían a esta familia a abastecerse de carne de
caza, por lo tanto oportunista, y de vegetales menos variados.
Si además se tiene en cuenta el NMI de ánforas y tinajas, la
capacidad de almacenamiento es de 1570 l, cantidad que apenas
permitiría mantener a una familia de cinco personas durante un
año (Figs. 4.99 y 4.100).
En definitiva, una casa más modesta que la anterior tanto
en tamaño como en equipamientos muebles e inmuebles y cuya
única actividad destacada pudo ser el tejido por la presencia de
un importante lote de pesas de telar, pero ninguna fusayola. Finalmente, hay que llamar la atención sobre la ausencia de molino, de aperos y otras herramientas.
Los departamentos 19 y 20
Se trata de dos amplios espacios sin equipamientos o materiales significativos que permitan acercarse a su funcionalidad. No hay muestras de que sufrieran el incendio que afectó a las dos viviendas anteriores, probablemente por ser lugares parcialmente descubiertos.
En buena lógica serían dependencias anexas a alguna casa y sólo la
proximidad a las viviendas 2 y 3 permite suponer que fueran éstas.
Se puede apuntar la hipótesis de que fueran lugares para realizar trabajos auxiliares o corrales; las áreas cubiertas servirían de
almacén o refugio para los animales. Las dos amplias entradas permitían el acceso de carros. En ninguno de los dos departamentos
se reconocieron suelos como en las viviendas. Ambos carecen de
estructuras o elementos de procesado, así como de cualquier otro
equipamiento de doméstico o artesanal (Fig. 4.98).
El Departamento 19, con su puerta de dos hojas de madera
(1 m cada hoja), se abre hacia el O e incluye un pequeño espacio
en el SE, probablemente cubierto. Contenía algunas cerámicas
de cocina, incluidos dos braserillos, y algunos elementos de
vajilla de mesa; apenas hay cerámicas dedicadas a la conservación y almacenaje de productos, con una capacidad (822 l) muy
alejada de las cuatro viviendas completas (Figs. 4.99 y 4.100).
Todos los demás elementos son anecdóticos.
138
Fig. 4.98. Resumen de materiales de los departamentos 19, 20,
22, 23 y de las calles 3, 4 y 5.
D19 D20 D22 D23 C3 C4 C5
Procesado
Molino
1
Cocina
Olla grande Ø>15
1
1
Olla pequeña Ø<15
1
Olla indet.
15
8
2
1
10
3
Jarra
1
Tapadera B
1
2
2
1
Braserillo
2
2
4
Cuenco peq.
2
Cazuela
1
Mesa / Consumo
Botella
1
3
Jarro
1
1
1
2
Jarra
Caliciforme
3
2
2
1
Plato grande Ø>15
3
2
6
1
1
Pátera grande
7
4
2
3
25
1
Escudilla / Cuenco
1
2
1
14
1
Plato pequeño Ø<15
1
3
8
1
Pátera pequeña
1
Copa imitación
1
Microvasos
Botellita
4
1
1
Copita
1
Almacén / Transporte
Ánfora
3
3
8
Tinaja
6
2
4
3
5
Recipiente doméstico
Tinajilla
5
6
1
Candiota
1
1
1
3
13
1
2
Lebes
Auxiliar
Pesa telar
2
Fusayola
1
Tapadera
2
2
3
Soporte
1
Objetos metálicos
Ponderal
1
1
Objetos personales
3
Instrumentos varios
El registro material del Departamento 20 difiere poco del
anterior. La mayor diferencia está en la existencia de cuatro botellitas, una fíbula de bronce y un ponderal de hierro (Fig. 4.57).
Ambos departamentos tienen superficies útiles muy semejantes (30,31 y 33,54 m2) y, paradójicamente, muy parecidas
a las Viviendas 3 (31,27 m2) y 4 (32,5 m2) pero sin sus equipamientos y ajuares.
La vivienda 1, Zona A
Sobre esta vivienda excavada en los años 50 y terminada en
1983, apenas hay documentación sobre la distribución exacta
de sus materiales. Su aspecto final es fruto de varias remodelaciones (Pla 1980; Mata 1991). La superficie construida es
[page-n-152]
de 101,6 m2 y la útil de 51,94 m2. Consta de cinco habitaciones todas ellas intercomunicadas, excepto una (Dep. 1b) (Fig.
8.15). La interpretación de los espacios es la siguiente:
- El Departamento 14a (12 m2) tiene acceso directo desde la
calle. En él se localizó un hogar cuadrado en posición central. Al
fondo hay un pequeño muro que divide el espacio en Dep. 14b
(4 m2) y Dep. 14c (2,24 m2). El Dep. 14b sirve de comunicación
con el Dep. 1a-83 (6 m2) donde se encontró una piedra de molino
desplazada. El Dep. 1b-83 (3,60 m2) tiene un banco alrededor de
dos de sus paredes. No tiene comunicación aparente con el resto
de habitaciones pero forma parte de la misma unidad. Su entrada
se podría hacer desde el interior o desde el exterior por una puerta
elevada para facilitar la descarga desde un carro, como en la arquitectura tradicional de la comarca (Fig. 4.97 B). Es interesante
señalar que este pequeño espacio tenía un material abundante y
variado (Fig. 4.96), así como un enterramiento infantil en el interior de una olla de cocina, incrustada en el ángulo SO del banco
(vid. Cap. 10 “Estudio bioantropológico…”).
- El Dep. 13a (11,9 m2) se interpreta como patio al que se accede, desde la calle, mediante una amplia puerta central; se comunica
con el 14a mediante un vano situado en el muro medianero. Al fondo hay un pequeño muro que divide esa parte en dos espacios de
2,8 m2 cada uno. Uno de los ellos (Dp. 13b) sirve de comunicación
con la habitación del fondo que tiene un banco corrido a lo largo
de sus cuatro paredes (Dep. 2-83, 6,6 m2 con banco incluido). El
material más significativo de este lugar fue un ánfora ibérica rota
in situ. Las paredes conservaban parte del enlucido. En el Dep. 13c
(2,8 m2) se encontraron, en 2001, tres enterramientos perinatales
por debajo del suelo, perteneciente a una fase anterior (vid. Cap. 10
“Estudio bioantropológico…”) (Fig. 4.59 A).
Este conjunto tiene todos los elementos para ser considerado una casa como: hogar, molino, bancos y espacios de despensa. La capacidad de almacenamiento (2724 l) le permitiría
mantener a una familia de cinco miembros durante algo más de
un año (Figs. 4.99 y 4.100).
Entre los materiales recuperados (Fig. 4.96) existe un importante conjunto de aperos, repartidos entre todas las estancias,
por lo que la agricultura fue la actividad más importante de esta
familia. También son singulares los cuatro enterramientos infantiles, probablemente, de una fase inicial de la Vivienda, uno
en urna al que se le ha detectado una enfermedad infecciosa y
los otros tres depositados en un mismo lugar.
La Vivienda 4, Zona A
Cuando se inició la intervención de 2002 en este sector, hacía
años que la separación entre los departamentos 11 y 12 apenas
era visible. El conjunto se completó con una nueva habitación
al S comunicada con el Dep. 11, además de un estrecho pasillo
o callejón que separaría los tres espacios de uno nuevo. En el
estado en que quedaron los trabajos no se puede asegurar que
formara parte de la misma unidad (Figs. 4.59 B y 4.60).
La superficie útil es de 32,5 m2 para la estancia mayor (Dep.
11), 3 m2 para el Dep. 12 y 10 m2 para el Dep. 24. La superficie
construida es de unos 66 m2.
En los tres espacios, solo se localizó una pequeña placa de
hogar en el Dep. 24 (UE 6027), la de mayor privacidad (Fig.
8.15), y Pla cita la existencia de unos trébedes (1980, 53), que
debieron usarse en el fuego. El muro occidental se encontró incompleto y se desconoce si en él pudo estar el acceso al conjunto, ya que no se ha localizado en los muros exhumados. La
cantidad y calidad de materiales recuperados invita a pensar que
se trate de una unidad doméstica (que podría ser mayor a la
conocida) de un cierto estatus pues en ella hay algunos objetos
excepcionales (Fig. 4.96).
Del ajuar recuperado destacan, por su excepcionalidad, un
par de imitaciones de crátera de volutas, un par de vasos plásticos ibéricos en forma de pie calzado, una espuela de bronce
rematada en sendas cabezas de cánido, un peine de marfil, una
aguja de hueso y el lote de cerámicas de barniz negro más numeroso de todas las viviendas y espacios excavados (Figs. 4.96
y 4.98) (Mata y Quixal 2014, fig. 3-3 y 6).
Por los materiales recuperados, las actividades agrícolas y
textiles estaban entre las que desarrollaban sus ocupantes, aunque
debieron ejercer otras que les permitieron obtener objetos bastante exclusivos. La ausencia de los indicadores biológicos no permite comparar la alimentación con las viviendas 2 y 3, pero con
la capacidad de almacenamiento apenas podía mantener a una
familia de cinco miembros durante un año (Figs. 4.99 y 4.100).
Aproximación al número de habitantes
Toda aproximación a los habitantes de un lugar es compleja, sobre todo de las dimensiones de Kelin y con una escasa superficie
excavada. Recurrir al cálculo de los ocupantes de las viviendas
se puede hacer utilizando diversas fórmulas, pero siempre hay
que tener en cuenta que las cifras muestran una foto fija y no las
variaciones producidas a lo largo del ciclo vital de las familias.
Las cifras y fórmulas se han tomado de Dennel y Webley (1975,
106), Amouretti (1986), Tchernia (1986, 20-26), Dédet (1987,
168) y Gallant (1991, 60-77), tal como se hizo para el Puntal
dels Llops (Bonet y Mata 2002, 189-190 y 210, cuadros 18 y
19). Las fórmulas empleadas por Gracia et al. (1996), Sanmartí y Belarte (2001), Valor y Garibo (2002) o Moreno y Valor
(2010) se han desestimado por ser apropiadas para asentamientos y no para viviendas concretas.
Fig. 4.99. Cuadro de cantidad almacenada según el NEP (Número Estimado de Piezas) y ración de cereal por año para cinco personas.
Viviendas
1
2
3
4
Ánforas
Tinajas
Volumen
Rac. vino Rac. aceite
N
l = 74
N
l = 100
Total
273 l
18 l
26
90
5
12
1924
6660
370
888
8
8
12
8
800
800
1200
800
2724
7460
1570
1688
9,97
27,3
5,75
4,54
151
414
87
94
Cebada
Trigo
1 l=0,60 K 1 l=0,76 K
1634,4
4476
942
1012,8
2070,24
5669,60
1193,20
1282,88
Rac. cereal Rac. anual
210 Kg
cereal 5 p.
7,7/ 9,8
21,3/ 26,9
4,4/ 5,6
4,8/ 6
1,5 ó 1,9
4,2 ó 5,3
0,8 ó 1,2
0,9 ó 1,2
139
[page-n-153]
Fig. 4.100. Cuadro Kcal almacenadas y consumidas por habitante año.
Viviendas Almacén Almacén/
65% Kcal/ cebada
25%
consumo cereal
2.650
legumbres
(-30%) 1l=0,6 Kg por Kg
Kg
743,65 1.970.677,8
2.036,58 5.396.937
Kcal/
lenteja
1.750
por Kg
10% vino/
aceite
476,7
1.305,5
834.225
2.284.625
190,68
261,1
842.310,5
7.681.562
1
2
2.724 l
7.460 l
1.906,8
5.222
3
2.018 l
1.412,6
550,91
1.459.922
353,15
6.180.012
141,26
4
1.688 l
868
770,9
2.042.885
296,5
518.875
118,6
90% Kcal Kcal x pers. Personas/
cereal+
2.506,5
Kcal/año
legumbres
1.119
3.064,65
3
8,39
2.078.004,5
829
2,27
2.561760
1.022
2,8
Fig. 4.101. Superficie útil, en m2, de las cuatro unidades domésticas en el Nivel 73.
Vivienda 1
Vivienda 2
Vivienda 3
Vivienda 4
Hogar Molino Forja
12
27
6
7
11,36
10
Patio
11,9
Bodega Estancia Estancia
6,6
4
2,24
10
32,5
3
Estancia Estancia Estancia Estancia Total
6
3,6
2,8
2,8
51,94
50
7,66
12,25
31,27
45,5
Fig. 4.102. Cuadro de habitantes según diversos métodos.
Naroll 1962 (10 m2)
Leblanc 1981 (6,2 m2)
Leblanc 1981 (7,3 m2)
Casselberry 1974 (6 m2)
Sumner 1979 (5 m2)
Cook y Heizer en Renfrew y Bahn 2011, 460
V1
51,94
Sup.
pisable
5,1
8,3
7,11
8,6
10, 3
10
V2
58,5 m2
Sup.
pisable
5,8
9,4
8
9,7
11,7
10,7
Si se tiene en cuenta la capacidad de almacenamiento de
cereal según el NEP de las cuatro viviendas consideradas, se pudieron alimentar entre 36 y 46 personas al año (Fig. 4.99). Todas
podrían mantener, como mínimo, a un grupo de cinco personas
durante un año ya que los datos planteados sólo han tenido en
cuenta un producto, al que habría que añadir frutas, vegetales y
la carne procedente de la ganadería y/o la caza.
Si estas cantidades se transforman en Kcal y se calculan las
que un ser humano adulto consumiría de forma ideal durante un
año, se podrían alimentar unas 16 personas al año (Fig. 4.100),
manteniéndose las mismas diferencias que antes.
Otras cifras muy distintas se obtienen mediante los métodos que tienen en cuenta la superficie de los espacios habitados (Figs. 4.101 y 4.102). Se puede observar la gran variabilidad de los números dependiendo del método de cálculo
pero también de la superficie a considerar. Aquí se propone
que la superficie de cálculo más apropiada es la útil o pisable
puesto que es la única disponible cuando se están asignando
m2 por persona.
140
V3
31,27
Sup.
pisable
3,1
5
4,2
5,2
6,2
7,8
V4
45,5
Sup.
pisable
4,5
7,3
6,2
7,5
9
9,3
V1
101,6
Sup.
total
10,1
16,3
13,9
16,9
20,3
15,4
V2
82,5 m2
Sup.
total
8,2
13,3
11,3
13,7
16,5
13,3
V3
48,78
Sup.
total
4,8
7,8
6,6
8,1
9,7
9,7
V4
66
Sup.
total
6,6
10,6
9
11
13,2
11,5
El NMI de individuos de la vajilla de mesa y una aproximación a las raciones que se podrían cocinar en las ollas también serían parámetros a tener en cuenta. Las ollas son, por el momento,
una asignatura pendiente por las razones esgrimidas anteriormente, es decir, falta de piezas enteras, restauradas y publicadas, con
las que hacer cálculos de capacidad comparables.
Las piezas de vajilla de mesa que se pueden utilizar son los
platos, páteras, escudillas y caliciformes. La Vivienda 2 tiene cantidades excepcionales con 123 platos (tipo III.8.) y 26 caliciformes
(tipo III.4.) lo que da una proporción de casi 5 platos por caliciforme. En el resto de casas, la proporción se acerca a 1:1 (Fig. 4.96).
La cantidad de piezas documentada es elevada y no parece
corresponder con el número de habitantes de cada casa. Pero, la
proporción 1:1 puede servir para hacer una propuesta de vajilla
tipo, ya que las cuatro viviendas cuentan, además, con jarros y
botellas para servir líquidos. El caliciforme al ser un recipiente
para beber de carácter individual podría ser el elemento básico
para aproximarse a esta vajilla tipo y al número de usuarios potenciales (Mata 2017 a; Baddiley 2018).
[page-n-154]
5
EL MOMENTO FINAL
LOS SIGLOS II-I A. C. (NIVEL 8)
Este Nivel cuya datación final es el primer cuarto del siglo
I a. C. supuso el abandono temporal de Kelin tras unos 600
años de ocupación ininterrumpida. Como se señaló en su
día (Mata 1991, 195), se conoce mal su evolución estratigráfica y urbanística; en cambio, sus materiales cerámicos
y numismáticos son bien conocidos y es justamente en este
momento cuando la ciudad acuñó moneda con el nombre de
Kelin (vid. Cap. 12).
Las excavaciones en la Zona B no han servido para mejorar
su conocimiento.
Se trata del nivel más superficial afectado por las construcciones islámicas (vid. Cap. 6) y el posterior aterrazamiento de la
loma para su cultivo lo que supuso la desaparición casi total de
las estructuras verticales. Algunas de ellas podrían identificarse
a través de la magnetometría realizada en 2014, pero la imagen aportada no es concluyente y habría que realizar una nueva
prospección (vid. Cap. 9).
En los poco más de 400 m2 excavados se encontraron estructuras y equipamientos inconexos, algunos de los cuáles son la
perduración de los conjuntos anteriores (Fig. 5.1).
LAS ESTRUCTURAS
El conjunto más claro está formado por la continuidad de tres muros
del Departamento 19 (MM4, 3 y 2, UUEE 0011, 0019 y 0027) a
los que se unió un cuarto de nueva construcción (M1, UE 0012),
pero nada permite intuir el uso que debió hacerse de este espacio ni
su tamaño definitivo. Adosado a M4 se encontró un resto de suelo
endurecido (UE 0022, P2), siendo éste el único equipamiento doméstico identificado en este conjunto (Fig. 5.1).
Una parte de la antigua Calle 3 fue ocupada por la prolongación de dos muros del Departamento 20 (MM30 y 51,
UUEE 0109 y 0108) mediante la construcción de un muro
formando ángulo (M18, UUEE 0107 y 0042) y la de otro
perpendicular (UE 0146, M50). Este último se encontró cortado por una gran fosa (UE 0105, F16). A todo ello se le
puede asociar un hogar (H2, UE 0047) por lo que la calle
dejó de funcionar como tal (Figs. 5.1 y 5.2 A).
Al Sur de la Vivienda 2 se identificaron tres muros de
nueva construcción, dos paralelos de dirección N-S (MM41
y 62, UUEE 0133 y 0175) y el tercero de orientación E-O
(M107, UE 0534), cuya zanja de cimentación afectó a los
niveles de destrucción de la Vivienda. Los dos primeros
conservaban restos de enlucido por las superficies internas.
También se encontraron fragmentos de enlucido agrupados
y una placa de hogar (H1, UE 0036) (Figs. 5.1 y 5.2 B).
Debajo de M62 se encontró una ofrenda cárnica (vid. “La
actividad ganadera…”) (Fig. 5.9).
No es posible hacer una valoración precisa de los espacios
construidos y de circulación en este Nivel pues los restos conservados no forman conjuntos completos. Sin embargo, no se
puede perder de vista que éste debió ser un momento de cierto
esplendor para Kelin pues es cuando acuñó moneda y los materiales importados encontrados fuera de contexto son numerosos,
muchos de ellos depositados en la Colección Museográfica Luis
García de Fuentes, en el mismo municipio de Caudete de las
Fuentes (Ribera 1980; Mata 2017 b).
LOS MATERIALES
Los materiales encontrados sólo se pueden comentar de forma
genérica ya que no se pueden asociar a conjuntos cerrados. Una
parte importante de los mismos son residuales e intrusivos debido a los procesos postdeposicionales que afectaron a la totalidad
de la superficie (Fig. 5.3).
Las cerámicas hechas a mano constituyen casi el 2%
del total de los fragmentos, con todas las categorías representadas. La tosca es la más abundante y entre las cuidadas
141
[page-n-155]
Fig. 5.1. Estructuras del Nivel 8.
En negro, estructuras y equipamientos de nueva construcción;
en gris, perduraciones.
A
B
Fig. 5.2. A, Hogar 2 (UE 0047) (año 1994); B, Hogar 1 (UE 0036), a la izquierda arranque de la UE 0048 (Nivel 73) (año 1991).
destacan las pintadas en color rojo, a pesar de la fragilidad
de la decoración. Las formas identificadas son escasas y corresponden a los tipos comunes de cada categoría (Fig. 5.5,
0092-10, 0033-10 y 11 y 0174-2).
El lote de cerámicas antiguas de cocción oxidante y reductora es
un algo más numeroso (4,5%), destacando sobre todo las oxidantes.
Los tipos más repetidos son las tinajillas, los caliciformes y los platos de borde vuelto; y entre las decoraciones destacan las bícromas
(Figs. 5.4 y 5.6). En cambio el NMI es mayor entre la cerámica gris
y de ella hay que destacar el tallo de un recipiente de pie destacado
(Fig. 5.4, 0092-9), forma mejor documentada entre las cerámicas
hechas a mano (Mata 1991, 157).
142
Las cerámicas de las clases A y B son las más abundantes
(78,5% y 9% respectivamente). Entre la clase A están presentes casi
todos los tipos conocidos pero ninguno de ellos, o sus variantes,
se puede atribuir con seguridad a este momento específico (Figs.
5.4, 5.5 y 5.6). Entre los tipos, destacar la imitación de una copa
sin decorar, excepto por una línea incisa cerca del labio, con asas
horizontales que podría asimilarse a la copa Lamb 42 o a su variante
del siglo III a. C., presentes en el yacimiento (Mata 1991, 36-37, 41
y 43) (Fig. 5.5, 0092-1).
Las decoraciones mayoritarias siguen siendo las pintadas
geométricas y monocromas, con predominio de los motivos lineales. También las hay impresas, de engobe rojo y baquetones, solos
[page-n-156]
Fig. 5.3. Cuadro resumen de materiales del Nivel 8.
Categorías
M tosca
M semi
M cui
M inc
Mp
M graf
TOTAL
A ant
A blanq
A ant gris
TOTAL
A
A eng r
A gris
TOTAL
B
Fenicia
Atica BN
Ática FR
TOTAL
Púnica
BN camp
Frags.
125
13
4
1
19
8
170
183
21
42
246
5471
5
13
5489
511
8
5
0
5
1
2
Ánfora rep.
60
3
4
0
0
64
62
241
6733
9
1
9
73
14
6
1
1
9
11
154
9
1
9
37
10
5
1
1
10
26
367
0
56
512
0
34
875
72
301
7975
TOTAL
Islámica
TOTAL
Material constr.
Malacofauna
Material lítico
Hierro
Bronce
Plomo
Plomo-hierro
Bronce-hierro
Piezas NMI Piezas frags. Tipos NMI Tipos frags. Total frags. Total NMI/NT
18
20
0
0
145
18
0
0
0
0
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0
0
0
8
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22
25
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0
195
25
14
68
0
0
251
14
8
8
0
0
29
8
26
32
0
0
74
26
48
108
0
0
354
48
35
103
371
689
6263
406
1
4
0
0
9
1
17
32
0
0
45
17
53
139
371
689
6317
424
6
53
85
152
716
91
1
1
0
0
9
1
3
4
0
0
9
3
1
1
0
0
1
1
4
5
0
0
10
4
0
0
0
0
1
1
6
6
0
0
8
6
o combinados con pintura (Figs. 5.4, 5.5 y 5.6). Excepcionalmente,
se ha documentado un fragmento con decoración compleja, muy
incompleto para saber el motivo que representa (Fig. 5.6, 0008-1).
La cerámica de cocina presenta tipos poco variados como
las ollas, braserillos, un pequeño cuenco y dos fusayolas acéfalas (Fig. 5.4, 0008-13 y 14; Figs. 5.5 y 5.7). Entre las ollas se
encontró una de gran capacidad y otra con el volumen menor
conocido (Figs. 4.70 y 4.71).
Las cerámicas importadas pertenecen todas al ámbito mediterráneo: escasos fragmentos de ánfora fenicia occidental (0,1%), un
fragmento de ánfora púnica (0,01%), piezas de vajilla ática (0,12%)
y una mayoría relativa de ánforas y vajilla itálicas (0,9%).
Entre la vajilla ática destaca un skyphos de figuras rojas en
el que se aprecia la cabeza calva de una figura humana, además
de un borde de lekanis (Fig. 5.6, 0009-5 y 13). Las ánforas itá-
3
9
67
670
licas son las más numerosas (0,8%) pero sólo ha sido posible
reconocer la Dressel 1, una de ellas con engobe amarillento. De
barniz negro están las formas Lamb 27 y 36 de Campaniense A,
un fragmento de guttus, y las formas Lamb 5 y 7 calenas.
El reducido número de cerámicas islámicas (3,8%) se explica porque no todas las fosas se identificaron desde el principio,
además de por los procesos postdeposicionales (Figs. 5.3 y 5.5).
Entre los metales, el hierro es el más abundante aunque las
piezas reconocibles son escasas: una contera, una pletina y clavos de cabeza rectangular y circular (Fig. 5.6).
En bronce hay que destacar una fíbula y una espátula (Fig.
5.6). La fíbula es de pie vuelto rematado en balaustre con aspas
incisas; le falta la aguja y el muelle. La espátula (spatha, spatula)
lleva trazos incisos en la parte superior del vástago y es claramente
de filiación romana. Por su pequeño tamaño debió utilizarse como
143
[page-n-157]
Fig. 5.4. Cerámica a torno del Nivel 8. Cerámica oxidante a torno antigua, 0092-8, 11, 0033-4 y 15; cerámica oxidante a torno (Clase A),
0092-2, 0047-1, 0009-1 y 16, 0008-1, 3, 4 y 6, 0033-1 y 6, 0014-1; cerámica de engobe rojo, 0008-0101-0104-1; cerámica oxidante a torno
de pasta abizcochada, 0008-5; cerámica a torno reductora (Clase A), 0174-1, 0092-9; cerámica oxidante a torno, blanquecina, 0092-2;
mano de mortero, 0008-13; fusayolas, 0008-1 y 2; fusayolas de Clase B, 0008- 13 y 14.
144
[page-n-158]
Fig. 5.5. Nivel 8. Vajilla de mesa: cerámica a torno oxidante (Clase A), 0009-3 y 10, 0008-6, 0092-1, 0033-14, 0033-3, 0033-13 y 01740179-1; cerámica a torno reductora (Clase A), 0008-11. Cerámica a mano tosca, 0092-10 y 0033-10; cerámica a mano cuidada sin decoración, 0174-2; cerámica a mano incisa, 0033-11. Cerámica a torno tosca (Clase B), 0008-9, 0033-2, 0009-15 y 0009-6. Cerámica islámica,
0008-10, 0009-9 y 15 y 0008-1.
145
[page-n-159]
Fig. 5.6. Nivel 8. Cerámica oxidante pintada antigua, 0033-7, 8 y 9; cerámica oxidante pintada, 00033-12, 0092, 5 y 6, 0008-1; cerámica
con decoración impresa, 0009-3 y 12, 0008-7 y 8; cerámica reductora con decoración impresa, 0008-11; cerámica ática de barniz negro,
0009-13 y cerámica ática de figuras rojas, 0009-5. Hierro: clavos, 0008-4 y 5; contera, 0174-3; pletina, 0008-4. Bronce: fíbula, 0008-12;
espátula, 0008-1. Piedra: perla de cueva, 0009-8.
objeto de tocador o instrumental médico y farmacéutico, aunque
el uso doméstico y artesanal, para remover líquidos y mezclar colores, no se puede descartar (Borobia 1988, spathomele, 30-32 y
305; Daremberg y Saglio 1900, spatha, spatula, 1419).
De los escasos objetos de plomo destacar un disco perforado, con un peso de 8,45 g, de funcionalidad desconocida (Fig.
5.6). Además hay que señalar la presencia de algunos objetos
bimetálicos de plomo/bronce y de bronce/hierro.
146
El material lítico también es escaso y la mayor parte son
fragmentos de objetos indeterminables. Tan sólo destacan un
fragmento de piedra de molino activa y una perla de cueva (Fig.
5.6). El molino conserva al menos una perforación lateral, ligeramente inclinada y de extremo redondeado; estaba reutilizado
como piedra de construcción y tenía los laterales picados. Aun
así por su diámetro conservado y altura se puede considerar
como un molino grande (Alonso y Pérez Jordà 2014, 242) (Fig.
[page-n-160]
Fig. 5.7. Olla (Clase B) del Nivel
8 (0008-7). Molinos rotatorios:
fragmento (UE 0215, Nivel 6);
piedra pasiva (UE 0091, Nivel 7);
piedra activa (UE 0175, Nivel 8).
5.7). Aunque no se comprobó en su momento, no se descarta la
posibilidad de que sea la piedra activa del molino del Nivel 73
de la Vivienda 2.
Entre el material de construcción destacar la presencia de
fragmentos de teja y ladrillo, además de las muestras de enlucidos, hogares y arcilla moldeada que se recogieron de todas las
unidades que se consideró significativo.
La presencia mayoritaria de materiales romanos y la circulación monetaria está señalando la plena integración de la ciudad
en los circuitos comerciales de la nueva administración.
Los únicos restos biológicos recogidos de estas unidades
fueron de fauna.
LA ACTIVIDAD GANADERA Y LA CAZA
(M. P. Iborra Eres)
El Nivel 8 ha aportado un total de 118 huesos y fragmentos
óseos identificados anatómica y taxonómicamente. La importancia de las especies domésticas es de un 95%. Los taxones
identificados son: oveja (Ovis aries), cabra (Capra hircus), cerdo (Sus domesticus), bovino (Bos taurus), caballo (Equus caballus) y asno (Equus asinus).
En este momento del Ibérico Final observamos una menor
importancia de la cabaña ovina y caprina (52,5%) respecto a
momentos precedentes. De esta pérdida en importancia de la
oveja y de la cabra se ven beneficiadas las demás especies domésticas como el cerdo (15,3%), el bovino (12,7%) y los équidos (17%) (Fig. 5.8).
Las especies silvestres tienen una importancia relativa de un
5%. Los taxones identificados son: ciervo (Cervus elaphus) y
conejo (Oryctolagus cuniculus).
Aparte de los desperdicios de alimentación, en un muro corto
(M62, UE 0175) se localizó la pata delantera derecha en conexión
anatómica de una oveja menor de 16 meses, colocada a modo de
ofrenda debajo de un trozo de molino reutilizado (Fig. 5.9).
Este registro faunístico es semejante al descrito en otros poblados como el Torrelló del Boverot (Almassora) que presenta la misma dinámica documentada con la importancia de cerdo, bovinos y
147
[page-n-161]
Fig. 5.8. Porcentajes y número de
restos de las especies identificadas
en el Nivel 8. Siglos II-I a. C.
Ovicaprino
Oveja
Cabra
Total O/C
Caballo
Asno
Bovino
Cerdo
Ciervo
Conejo
NR x TX
% domésticos
% silvestres
46,6
5,1
0,8
52,5
0,8
13,6
12,7
15,3
3,4
1,7
118
95
5
équidos. Por lo que respecta a los poblados de nueva planta como
El Cormulló dels Moros (Albocàsser) y La Morranda (Ballestar),
supeditados al comercio romano, se observa un modelo de gestión
diferente. En estos últimos es significativa una mayor importancia
del cerdo y de las especies silvestres (Iborra 2004).
148
Fig. 5.9. Ovis aries. Restos óseos de pata anterior izquierda de
oveja infantil.
LA CRONOLOGÍA
La cronología de este Nivel no presenta dudas pues casi todos
los materiales importados pertenecen al repertorio cerámico
itálico (vajilla y ánforas) con formas que no van más allá de
principios del siglo I a. C. Y lo mismo se puede decir del registro numismático (vid. Cap. 12). Los conjuntos tienen paralelos
con los encontrados en otras ciudades ibéricas y romanas lo que
facilita su datación.
Los escasos materiales de cronología imperial recogidos no
parecen corresponder a estructuras muy estables y su número no
ha aumentado desde la primera publicación (Mata 1991, 181-183 y
fig. 95). En consecuencia, es bastante factible que la vida de Kelin
terminara tras la derrota de las tropas de Sertorio y sus aliados indígenas. Los materiales imperiales pueden ser el producto de visitas
esporádicas al lugar desde los asentamientos documentados en los
alrededores (Quixal 2015, 78-84).
[page-n-162]
6
LA OCUPACIÓN DE ÉPOCA ISLÁMICA
(NIVEL 9)
Los primeros materiales medievales de Los Villares se dieron
a conocer en 1991 pero sin tener clara su procedencia (Mata
1991, 184-185, fig. 95). La continuidad de las excavaciones
permitió publicar en 1993 las primeras fosas islámicas perfectamente delimitadas (Mata et al. 1993). En la actualidad
hay contabilizadas 30 en el sector 0 de la Zona B (Fig. 6.1) y
otras cinco repartidas en las demás zonas (Mata et al. 1993).
No siempre se ha podido determinar su forma y tamaño por
diversas razones y, en algún caso, parecen formar agrupaciones (Fig. 6.1). Su utilización como silos no puede confirmarse pues el contenido de las mismas corresponde al momento
de su amortización y no había rastro aparente del contenido
original. El relleno era heterogéneo, aunque casi todas ellas
debieron colmatarse rápidamente por la cantidad de piedras de
gran tamaño que había en su interior.
Tan solo una de estas fosas (F16, UE 0105) pudo ser una estructura de hábitat. No obstante, en otros lugares donde se han excavado
fosas o silos de cronología similar es habitual que no se haya localizado un hábitat asociado (Cruz y Lamalfa 1993).
Para la descripción de las mismas se seguirá el orden impuesto por la cuadrícula de excavación, es decir de S a N, puesto
que la numeración de las intrusiones se hizo a medida que se
identificaban durante el proceso de excavación.
FOSAS 34 (UE 0223) Y 38 (UE 0275)
Estas dos fosas situadas en la cuadrícula A1 se tratan conjuntamente por estar claramente relacionadas (Figs. 6.1 y 6.2 A).
La F38 es la que alcanza mayor profundidad de las dos (> 80
cm), perforando la roca, y con forma cilíndrica en la mitad inferior. Su adscripción islámica se hace por similitud a otras pues en
su interior no se localizó material islámico. Puede considerarse
como un silo dado que tiene un perfil regular. Estaba colmatada
por tierra cenicienta y grandes piedras, algunas de las cuales pu-
dieron pertenecer al M53 del Nivel 42 (UE 0171) (Fig. 6.2 B). El
material cerámico no es muy abundante, siendo el más numeroso
la cerámica ibérica plena (76,6%) (Fig. 6.12).
Esta fosa estuvo cubierta casi a nivel superficial por un amontonamiento de piedras de mediano tamaño (F34, UE 0223) que
se excavó parcialmente en 1984 (prof. aprox. 30 cm). En aquel
momento se tuvo la certeza de que se trataba de una intrusión porque entre las piedras se encontró material más reciente que en el
resto de la UE como cerámica campaniense, ánfora romana y una
pequeña cantidad de cerámica islámica (5,2%) (Mata 1991, fig. 7)
(Fig. 6.2 C). Como en el caso anterior el material más abundante
es la cerámica ibérica de Clase A (Fig. 6.12).
FOSAS 40 (UE 0385) Y 41 (UE 0532)
Las Fosas 40 y 41 también se van a tratar conjuntamente pero en
este caso porque apenas existe información sobre las mismas. Ambas se introducen en el perfil S de la cuadrícula B1, por lo que no se
excavaron en su totalidad; además, aunque se delimitaron en la campaña del año 2000, su excavación parcial se hizo durante la campaña
de 1984 sin que en aquel momento se identificaran como fosas. Tan
sólo la F41 se detectó en 1984 como una mancha gris pero sin considerarla una intrusión (Mata 1991, fig. 6, 1) (Fig. 6.2 D).
La F40 tenía piedras medianas en su interior y su perfil era
de tendencia piriforme, pero no se apreciaba claramente. La altura excavada ha sido de unos 60 cm desde la boca (Fig. 6.3).
La que mejor se veía en el corte era la F41 de perfil piriforme
y dos piedras de mediano tamaño en la boca (Fig. 6.2 D), dejando
una abertura de unos 30 cm, aunque en el 2000 se veía más grande
al haber caído parte del corte (Fig. 6.3). La profundidad provisional es de unos 50 cm desde la boca. En su interior había piedras de
mediano tamaño y tierra cenicienta en la base.
Apenas tienen materiales asociados pues, como ya se ha señalado, no se supieron identificar en el momento de la excavación (Figs. 6.5 y 6.12).
149
[page-n-163]
Fig. 6.1. Planta de las
estructuras del Nivel 9.
FOSAS 32 (UE 0188), 21 (UE 0124) Y 20 (UE 0121)
Estas tres fosas están alineadas en las cuadrículas DE1 y se encuentran muy próximas entre sí. No se excavaron en su totalidad
(Figs. 6.1 y 6.4 A).
La F32 se empezó a excavar en 1982 y en aquel momento
se interpretó como un amontonamiento de piedras cuya funcionalidad no se supo explicar (Fig. 6.4 B). En 1997, cuando
se reemprendió la excavación en esas cuadrículas se delimitó su perímetro superior y se excavó parcialmente, pero una
parte de la misma ha quedado en el corte oriental que sólo
se excavó hasta el nivel de uso como espacio de circulación.
En cuanto a su profundidad se llegó hasta unos 50 cm pero
no es seguro que se alcanzara el final. Estaba completamente
llena de piedras de mediano y gran tamaño, así como tierra
y escaso material.
La Fosa 21 (UE 0124) tenía una primera parte rellena de tierra
y hacia el fondo se encontraron grandes bloques de piedra (aprox.
50 cm de profundidad). Cuando se abandonó su excavación, en el
lado N se veían piedras trabadas con tierra rojiza, que posiblemente
formaran parte de un muro. Entre el material recuperado hay un
pequeño lote de cerámica islámica (Figs. 6.4 A, 6.5 y 6.12).
150
La Fosa 20 (UE 0121) estaba colmatada de una forma similar a la anterior (aprox. 50 cm de profundidad). Entre los materiales, no muy abundantes, hay cerámicas islámicas y un caracol
fósil (Figs. 6.4 A y 6.12).
FOSAS 17 (UE 0120), 19 (UE 0123) Y 18 (UE 0122)
Estas tres intrusiones forman también un conjunto y, como sucedía con las FF34 y 38, en realidad podrían ser sólo dos (FF19
y 18). Afectaron al muro S de la Vivienda 2 (M6, UE 0028) y no
se terminaron de excavar para que no peligrara la estabilidad del
mismo (Figs. 6.1 y 6.4 C y D).
La UE 0120 se diferenció muy bien tras eliminar las capas
superficiales (UUEE 0000 y 0033) (Fig. 6.4 C). Se veía como una
mancha ovalada de tonalidad gris, de sedimento muy blando con
piedras medianas y material bastante abundante (Figs. 6.5 y 6.12).
A los pocos centímetros (unos 15 de media) se distinguieron claramente dos intrusiones (UUEE 0122 y 0123).
La F18 (UE 0122) contenía bastantes piedras de tamaño
mediano y grande, además de tierra marrón grisácea y material
escaso (Figs. 6.4 D y 6.12) Debido a la cantidad de piedras tan
sólo se profundizó unos 12 cm.
[page-n-164]
A
B
C
D
Fig. 6.2. A, Fosas 38 (UE 0275) y 39 (UE 0276) (año 1998). A la izquierda de la imagen Muro 7 (UE 0015) del Nivel 7. B, Fosa 38 (UE
0275) (año 2000). C, Fosa 34 (UE 0223) (año 1984). D, A la izquierda de la imagen, Fosa 41 (UE 0532) (año 1984).
Fig. 6.3. Perfil S de las cuadrículas ABD1.
En cambio, la F19 (UE0123) estaba colmatada de tierra
cenicienta con escasas piedras y material bastante abundante,
entre el que destacaba una gran cantidad de caracoles terrestres
(Figs. 6.4 D, 6.5 y 6.12). Cuando se abandonó su excavación, a
unos 20 cm de profundidad, la tierra era más compacta. Esta es
la única fosa de las excavadas que contiene restos orgánicos en
cantidad, por lo que podría tratarse de un basurero relacionado
con alguna estructura próxima.
A la cota de perforación de estas fosas, y hacia el S, el
sedimento era muy compacto, de color rojizo similar a adobes
deshechos, con material abundante y algunas piezas islámicas
con defectos de cocción. Se trata de la única área en la que
se ha detectado algo que pudiera relacionarse con un nivel de
uso de esta cronología (Fig. 6.4 C).
FOSAS 50 (UE 0500), 35 (UE 0494) Y 1 (UE 0024)
Estas fosas se localizaron en las cuadrículas AB2. Una de ellas
se publicó parcialmente (Mata et al. 1993, 266) (Fig. 6.1).
La F50 se detectó en el perfil O de la cuadrícula A2 en 2004
cuando el corte había retrocedido por el paso de los años y se
procedió a regularizarlo durante la consolidación de las estructuras. Era piriforme y se excavó parcialmente alcanzando más
de 1 m de profundidad. Estaba llena de tierra marrón oscura muy
suelta y abundantes piedras de mediano tamaño (UE 0499). No
se recuperaron materiales en su interior (Fig. 6.6 A).
Cerca de ésta se encontraba la F35, también de tendencia
piriforme. Al construirse afectó al ángulo SO de los muros
del Departamento 19 y del Conjunto 3 (MM2, 3, 59, 82 y
151
[page-n-165]
A
B
C
D
Fig. 6.4. A, Vista de las Fosas 32 (UE 0188), 21 (UE 0124) y 20 (UE 0121). A la derecha los Departamentos 22 y 23 (Niveles 6 y 7). Al
fondo, las Fosas 19 (UE 0123) y 18 (UE 0122) (año 1997). B, Fosa 32 (UE 0188) a la izquierda (año 1982). C, Vista parcial del final de la
UE 0033 con la F17 (UE 0120) en el ángulo superior derecho y dispersión de materiales (año 1991). D, Fosas 18 (UE 0122) (derecha) y
19 (UE 0123) (izquierda) cuando se dejaron de excavar en 1997.
84, UUEE 0019, 0027, 0116, 0412 y 0415 respectivamente), así como al vano de acceso de la Vivienda 3 (Pr10, UE
0186) y del Conjunto 2 del Nivel 4 (UE 0236). Se terminó de
excavar en 2004, alcanzando más de 60 cm de profundidad
(Fig. 6.6 B). Sólo se recuperaron un fragmento de cerámica
islámica y varios de cerámica ibérica (Figs. 6.5 y 6.12).
Más compleja e interesante es la F1 (UE0024). Al eliminar la tierra superficial, se delimitó perfectamente una gran
mancha de tierra negruzca. Alcanzó más de 1 m de profundidad y, cuando perfora la roca madre, se reduce claramente su
perímetro convirtiéndose en una fosa casi cilíndrica (Figs.
6.7 B y 6.8). Parece como si hubiera habido dos fosas, una
más antigua que llegó a perforar la roca y otra más moderna,
mayor que se encontró casualmente con la primera. En el
relleno más reciente hay grandes piedras y abundante material, mientras que hacia el final el material escasea tanto
cerámico como pétreo. Excepto en eso, no hay grandes diferencias entre las cerámicas recuperadas por lo que no es
posible saber si se trata de una o dos fosas y en qué momento
se excavó la segunda. Se ha considerado como una porque el
material encontrado desde la superficie hasta el fondo contiene las mismas categorías cerámicas (Fig. 6.5 y 6.12). Es
la segunda fosa con más restos de fauna correspondiente a
siete taxones domésticos y silvestres (Fig. 6.15).
152
FOSA 33 (UE 0496)
Esta fosa se sitúa junto al corte occidental. Su perfil es piriforme por lo que debe considerarse como un silo. Estaba llena
de piedras grandes y medianas. Está algo incompleta pues se
introduce en el corte y no se terminó de excavar en profundidad
(unos 80 cm excavados) (Fig. 6.7 A). Tan solo se recuperó media anilla de bronce (Figs. 6.5, 0495-1 y 6.12).
FOSAS 10 (UE 0058), 11 (UE 0073) Y 12 (0085)
Por su proximidad, estas fosas también pudieron estar relacionadas (Figs. 6.1, 6.7 C y 6.9).
La F10, de perfil piriforme, no llegó a perforar la roca y
estaba colmatada con algunas piedras pero ante todo con tierra marrón claro, suelta y con materiales variados en su interior
(Fig. 6.12).
La F12 perforaba la roca y, como otras, estaba colmatada de
piedras grandes y medianas, tierra y materiales variados (Figs.
6.5, 0085-1 y 6.12). Probablemente debió abandonarse sin terminar pues al construirla tocó otra fosa anterior (F42, UE 0378
del Nivel 1) con abundante material hecho a mano (Figs. 3.1 y
3.3). Esa circunstancia debió hacerla inservible por lo que se
excavó otra muy próxima (F11).
[page-n-166]
Fig. 6.5. Material de las Fosas 1, 11, 12, 13, 14, 16, 17, 19, 21, 27, 29, 33, 35 y 41. Cerámica islámica con grafito postcocción, 0073-1;
cerámica islámica, 0073-3 y 0123-3; cerámica a torno (Clase A), 0073-2 y 4, 0123-2, 0024-3 y 4, 0085-1, 0136-1 y 0494-1; tope osculador
y arranque de aguja de fíbula de bronce, 0120-1; piedra, 0124, 1 y 0105-10; bronce, 0495-1 y 0105-8; asas de ánfora ibérica (Clase A)
con marcas impresa, 0024-1 y 5 e incisa, 0105-5; cerámica a torno (Clase A) con decoración incisa e impresa, 0024-3; pesas de telar con
decoración impresa, 0151-1 e incisa, 0105-2; cerámica a mano tosca con peforación, 0083-1; cerámica fenicia, 0084-1; hierro, 0024-2,
0083-2, 0105-6 y 7; soporte de asta, 0532-1; cerámica ática, 0105-1; ladrillo con marca, 0105-9; fusayolas, 0104-2 y 4.
153
[page-n-167]
A
B
Fig. 6.6. A, Fosa 50 (UE 0500) en el perfil O de A2 (año 2004). B, Final de la Fosa 35 (UE 0494) (año 2004).
A
B
C
Fig. 6.7. A, Al fondo, Fosa 33 (UE 0496), empedrado UE 0497 del Nivel 61 y Fosa 35 (UE 0494), en primer término (año 2004). B, Fosa 1 (UE
0024) (año 2000). C, Fosas 10 (UE 0058), 11 (UE 0073) (derecha) y 12 (UE 0085) (izquierda) en proceso de excavación (año 1997).
La F11 era la más profunda pues llegaba a perforar la roca unos
40 cm. Tenía el fondo plano y también estaba rellena de grandes
bloques de piedra (Figs. 6.7 C y 6.9). Los materiales recuperados
también fueron abundantes destacando entre la cerámica islámica
una base plana con un grafito post-cocción (Fig. 6.5, 0073-1).
FOSAS 13 (UE 0083), 14 (UE 0084) Y 2 (UE 0010)
Como en el caso anterior se trata de tres fosas que pudieron constituir un conjunto debido a su proximidad (Figs. 6.1 y 6.10 B).
154
La F13 (UE 0083) se distinguió con dificultad durante todo el
proceso de excavación. Estaba colmatada de tierra suelta grisácea
con algunas piedras pequeñas y medianas, así como materiales cerámicos, entre otros (Fig. 6.5 y 6.12). No llegó a perforar la roca.
La F14 (UE 0084) es mayor que la anterior pero menos profunda. Su relleno era semejante y en la base había una capa de tierra cenicienta. Tampoco llegó a perforar la roca (unos 90 cm de profundidad). Entre el material recuperado destaca una tinajilla fenicia (Fig.
6.5), así como un número importante de fauna con siete taxones de
animales domésticos y silvestres (Fig. 6.15).
[page-n-168]
Fig. 6.8. Sección parcial de las Fosas 1 (UE 0024) y 2 (UE 0010).
La F2 (UE 0010) es la más profunda de las tres llegando a perforar la roca unos 20 cm y alcanzando unos 140 cm de profundidad.
Estaba colmatada por grandes bloques de piedra y materiales abundantes y variados, aunque muy fragmentados. Se diferenció muy
bien desde el principio (Figs. 6.8, 6.10 B y 6.12).
FOSAS 15 (UE 0100), 8 (UE 0071) Y 24 (UE 0145)
Estas tres se encontraban relativamente separadas entre sí (Fig. 6.1).
Los materiales recuperados en ellas no son abundantes (Fig. 6.12).
La F15 era de gran tamaño y su construcción afectó parcialmente a uno de los muros perimetrales de la Vivienda
2 (M15, UE 0045). Como otras fosas, estaba colmatada de
grandes bloques de piedra pero no llegó a perforar la roca
(prof. 70 cm) (Fig. 6.10 A).
La F8 no se terminó de excavar. La parte excavada estaba llena
de piedras de mediano tamaño. Su integridad se vio afectada por
una intrusión moderna probablemente para buscar restos arqueológicos (F9, UE 0072) (Fig. 6.10 C). Ambas afectaron de forma
significativa a los restos de la bodega de la Vivienda 2.
La F24 se introduce en el corte oriental de la excavación por lo
que su perfil está incompleto, así como su profundidad pues tampoco se terminó de excavar. Como en otros casos, lo que distingue la
colmatación de la fosa es la cantidad de piedras y la tierra suelta de
color grisáceo. Su perfil es piriforme y la construcción de la misma
afectó a la longitud del hogar de forja (Fig. 6.11 B).
Fig. 6.9. Sección parcial de las Fosas 10 (UE 0058), 11 (UE 0073)
y 42 (UE 0378).
FOSAS 28 (UE 0150), 29 (UE 0151) Y 30 (UE 0152)
Estas tres fosas no se diferenciaron bien al principio, sólo al eliminar
la UE 0008 se vieron perfectamente (Fig. 6.11 A). La F28 está cerca
del corte N y no se terminó de excavar. Estaba colmatada de tierra
rojiza suelta, algunas piedras y material escaso (Fig. 6.12).
Las FF29 y 30 están muy juntas por lo que pudieron funcionar de forma simultánea o muy próximas en el tiempo
(Fig. 6.11 A). La F29 tenía en la mitad inferior piedras de
gran tamaño, mientras que en la mitad superior se rellenó con
tierra, material cerámico y orgánico (Fig. 6.5); también destaca la presencia en su interior de restos de enlucido, aunque
no se puede confirmar que formara parte del recubrimiento
de las paredes de la fosa.
Por el contrario la F30 apenas contenía piedras y material
cerámico (Fig. 6.12). De todas las fosas excavadas es la que
tenía el perfil piriforme más claro.
155
[page-n-169]
A
B
C
Fig. 6.10. A, Final de la Fosa 15 (UE 0100) (año 2004). B, Fosas 13 (UE 0083) (parte superior derecha), 14 (UE 0084) (a la derecha) y 2 (UE
0010) (a la izquierda) en proceso de excavación. Entre FF2 y 14, Hogar 5 (UE 0215) (año 1997). C, Fosas 8 (UE 0071) y 9 (0072) (año 1994).
A
B
C
Fig. 6.11. A, Fosas 28 (UE 0150), 29 (UE 0151) y 30 (UE 0152) (año 1995). B, Fosa 24 (UE 0145) (año 2004). C, Vista final parcial
de la UE 0105 (año 1995).
156
[page-n-170]
Fig. 6.12a. Resumen de los materiales de las fosas.
F1-0024 F2-0010 F8-0071 F10-0058 F11-0073 F12-0085 F13-0083 F14-0084 F15-0100 F16-0105 F17-0120 F18-0122 F19-0123 F20-0121
M tosca
95
1
9
12
11
8
55
11
2
8
0
0
2
0
M semi
11
1
0
1
3
5
3
4
0
3
0
0
0
0
M cui
11
2
0
2
3
6
11
0
0
0
0
0
0
1
M inc
1
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
Mp
3
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
M graf
5
0
0
3
0
1
4
4
0
2
0
0
0
0
TOTAL
126
4
9
19
17
20
73
19
2
13
0
0
2
1
A ant
21
4
0
4
5
1
16
7
0
1
1
0
3
0
A blanq
1
2
0
0
0
0
1
0
0
6
0
0
0
0
A ant gris
4
5
0
0
1
0
0
5
1
5
1
0
1
1
TOTAL
26
11
0
4
6
1
17
12
1
12
2
0
4
1
A
789
628
596
287
388
124
68
215
114
914
96
25
40
89
0
0
0
0
2
1
0
0
0
2
0
0
0
0
A eng r
A gris
13
1
0
2
1
0
4
0
1
3
2
2
0
0
TOTAL
802
629
596
289
391
125
72
215
115
919
98
27
40
89
B
48
49
1
24
29
10
0
16
13
34
8
5
1
6
Fenicia
10
1
0
0
0
1
0
5
0
3
0
0
0
0
Atica BN
1
0
0
0
0
0
0
0
0
2
0
0
0
0
BN camp
0
0
0
1
0
0
0
0
1
0
0
0
0
0
Ánfora rep.
1
0
0
0
1
1
0
0
0
10
0
0
0
0
Cocina
1
0
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
Paredes finas
1
0
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
Sigillata
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
0
0
0
0
TOTAL
3
0
0
1
3
1
0
0
1
11
0
0
0
0
Islámica
156
53
5
18
68
2
21
130
50
656
26
1
69
8
Indeter.
1
1
0
0
0
0
0
1
1
0
0
0
0
0
TOTAL
1173
748
611
355
514
160
183
398
183
1650
134
33
116
105
Mat. constr.
x
2
0
0
4
1
7
2
2
x
0
0
0
0
Malacofauna
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
x
0
Mat. lítico
2
3
0
0
0
1
2
0
0
5
0
0
0
0
Hierro
2
2
2
0
1
0
1
2
0
4
3
0
0
0
Bronce
1
0
1
0
0
0
0
0
0
2
1
0
1
0
Plomo
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
Hueso
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
Pasta vítrea
1
0
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
LA UE 0105
Esta estructura (F16) se configuró como una gran área de tierra marrón-grisácea más suelta que el resto de la superficie.
Su aspecto final era el de una cubeta con mayor profundidad
en el centro que en los laterales y perfil de tendencia ovalada (Figs. 6.1 y 6.11 C). En el límite oriental se pudieron
apreciar restos de tierra compactada posibles indicios de un
suelo o bien de una delimitación de la estructura. En el centro, una placa irregular de tierra apisonada (UE 0137) se ha
interpretado como un hogar (H4) por su parecido estructural
a otros pero podría ser también parte de ese suelo, pues no se
llegó a excavar. En la mitad occidental se apreció un círculo
de piedras con tierra grisácea suelta que también quedó sin
excavar y que podría tratarse de un silo, éste sí en el interior
de una habitación. El material recuperado dentro de esta UE
fue abundante y más variado que en otras fosas, incluyendo
objetos de hierro (Figs. 6.5 y 6.12).
Por todo ello (material abundante, escasa profundidad, silo,
hogar y/o suelo), podría tratarse de los restos de la única estructura de hábitat de época islámica localizada hasta ahora en Los
Villares (Fig. 6.11 C).
FOSAS 25 (UE 0126), 26 (UE 0135) Y 27 (UE 0136)
Estas tres fosas también pudieron funcionar conjuntamente
dada su proximidad. Ninguna de ellas se terminó de excavar
porque la cuadrícula E4 donde se sitúan se dejó de excavar al
nivel de uso en época ibérica (Fig. 6.1).
157
[page-n-171]
Fig. 6.12b. Resumen de los materiales de las fosas.
F21-0124 F24-0145 F25 F26-0135 F27-0136 F28 F29-0151 F30-0152 F32-0188 F33 F34-0223 F35-0494 F38-0275 F40-0385 F41-0532
M tosca
M semi
M cui
M inc
Mp
M graf
TOTAL
A ant
A blanq
A ant gris
TOTAL
A
A eng r
A gris
TOTAL
B
Fenicia
Atica BN
BN camp
Ánfora rep.
Cocina
Pared. finas
Sigillata
TOTAL
Islámica
Indeter.
TOTAL
Mat. constr.
Malacofauna
Mat. lítico
Hierro
Bronce
Plomo
Hueso
Pasta vítrea
0
0
0
0
0
0
0
1
0
0
1
9
0
1
10
11
0
0
0
0
0
0
0
0
6
0
28
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
1
0
2
72
0
0
72
7
0
0
0
0
0
0
0
0
16
0
97
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
39
0
0
39
6
0
0
0
0
0
0
0
0
9
0
54
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
51
0
0
51
0
0
0
0
0
0
0
0
0
30
0
81
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
2
0
2
22
0
0
22
3
0
1
0
0
0
0
0
0
7
0
35
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
3
1
0
4
89
0
0
89
1
0
0
0
0
0
0
0
0
16
0
110
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
0
0
0
0
1
0
0
0
0
98
1
0
99
4
0
0
0
0
0
0
0
0
14
0
118
x
0
0
0
0
0
0
0
Las tres estaban colmatadas de forma similar con piedras
medianas, tierra grisácea suelta y materiales poco significativos
(Figs. 6.5 y 6.12). La F27 se vació menos por estar en el corte N
y afectando a un muro ibérico (M27, UE 0155) lo que dificultaba su delimitación y excavación.
LOS MATERIALES Y LOS RESTOS BIOLÓGICOS
Los materiales recuperados en las fosas son todos ellos producto del relleno intencionado de las mismas y nada tienen
que ver con su uso primigenio. La cronología de colmatación
pudo ser el siglo XII cuando se produce la primera conquista
por parte de los cristianos, aunque no pasó definitivamente a
manos castellanas hasta el siglo XIII.
158
16
1
2
0
0
1
20
0
0
0
0
52
0
0
52
0
0
0
0
0
0
0
0
0
3
0
75
0
0
0
0
0
0
0
0
1
0
1
0
0
0
2
1
1
0
2
25
0
0
25
2
1
0
0
0
0
0
0
0
2
0
34
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
0
0
0
10
0
0
0
0
0
10
6
6
1
13
86
1
1
88
13
0
1
1
1
0
0
0
2
7
0
134
0
0
0
0
0
0
0
0
1
0
0
0
0
2
3
0
0
0
0
23
0
0
23
6
0
0
0
0
0
0
0
0
1
0
33
0
0
0
0
0
0
0
0
79
7
5
1
0
7
99
3
0
6
9
298
4
1
303
51
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
462
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
0
Los materiales más recientes son cerámicas islámicas
comunes sin rasgos que permitan mayor precisión y las consideraciones más relevantes se han publicado con anterioridad (Mata et al. 1993, 274 y cuadro 1; Mata et al. 1999).
En la llamada F16 (UE 0105) se encontraron los materiales más acordes con su cronología de uso, con intrusiones
que se deben a la superficialidad de los restos constructivos
(Fig. 6.12).
En cuanto a los restos biológicos, tan sólo la fauna permite una cierta fiabilidad. Los carbones fueron de pequeño
tamaño y escasos, sin que permitan hacer una reconstrucción
fiable del paisaje. Y, la misma problemática plantean las pocas
semillas recuperadas.
[page-n-172]
Piezas de hueso y asta
materia prima todavía no ha sido totalmente transformada (Figs.
6.13 y 6.14). Así, se seleccionó parte de la percha de una cornamenta de ciervo de tamaño considerable, se cortó y flexionó en
sentido transversal con un útil metálico para obtener un soporte
que posteriormente fue aserrado en sentido longitudinal para
obtener una lámina sobre la que manufacturar el objeto final. En
este caso, la pieza no fue terminada.
La 0024 puede clasificarse como desecho de trabajo, se
trata de parte de una diáfisis de un animal de talla mediagrande con diversas marcas de corte y abrasión, la pieza tiene
unas dimensiones reducidas (Figs. 3.49 y 6.13) y por sus características físicas podría tratarse del desecho de elaboración
de una lámina o placa de hueso.
(M. Blasco Martín)
Para época islámica hay dos piezas que reflejan distintas fases
del proceso de fabricación de objetos sobre materias duras animales (Fig. 3.49). La 0532-1 se corresponde con un soporte de
asta de ciervo. En él se aprecian de manera evidente diferentes
marcas de trabajo, como es habitual en los soportes ya que la
Fig. 6.14. Detalle de cortes en un extremo de la lámina 0532-1
(fotografía M. Blasco).
Fig. 6.13. Piezas de hueso y asta. Soporte de asta de ciervo, 0532-1;
desecho de trabajo, 0024; pieza sobre diáfisis, 0013-11 (fotografías
M. Blasco).
Fig. 6.15. Número de restos de las especies identificadas en las fosas islámicas (Nivel 9).
Ovicaprino
Oveja
Cabra
Bovino
Cerdo
Équido
Gallo
Ciervo
Cabra montés
Conejo
Ave indet.
Perdiz roja
Total x TX.
Mesomamíferos indet.
Macromamíferos indet.
Anfibio indet.
Malacofauna marina
Total
F1
F2
F8 F9 F10 F11 F12 F13 F14 F15 F16 F19 F20 F34 F38 F50
Total
%
13
3
1
4
1
–
–
2
–
–
–
2
26
45
4
–
–
75
9
–
–
–
–
–
–
2
–
1
–
–
12
5
1
–
–
18
5
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5
–
–
–
–
5
65
15
1
26
9
1
1
7
1
14
2
2
144
228
8
1
1
382
45,1
10,4
0,7
18,1
6,3
0,7
0,7
4,9
0,7
9,7
1,4
1,4
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
3
–
–
–
4
11
1
–
5
1
–
–
–
–
1
–
–
19
2
–
–
1
22
5
1
–
2
2
–
–
–
–
1
–
–
11
14
–
–
–
25
2
2
–
5
2
1
–
–
–
1
–
–
13
25
–
–
–
38
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
–
–
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3
10
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8
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1
1
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2
2
–
28
88
1
–
–
117
1
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–
–
–
–
–
–
–
3
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4
2
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–
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2
3
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4
2
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6
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–
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–
–
–
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–
1
–
1
–
–
2
–
–
–
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2
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–
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7
14
1
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22
3
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
4
26
–
1
–
31
–
2
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
4
–
–
–
–
4
159
[page-n-173]
Por su parte, 0013-11 constituye una pieza terminada elaborada sobre la diáfisis de un hueso largo de mesomamífero al que
cortaron las epífisis y posteriormente pulieron. Está decorada
mediante incisiones geométricas de motivos en aspa con una
factura poco cuidada (Figs. 3.49, 6.13 y 7.7). Tanto el pulido
como la decoración resultan difíciles de apreciar a simple vista
debido a que la superficie ósea se encuentra en mal estado de
conservación por la alteración postdeposicional producida por
la acción de pequeñas raíces.
Piezas similares de época islámica, interpretadas como empuñaduras de hueso y decoradas con diversos motivos incisos, aunque de
factura más cuidada que el ejemplar de Kelin, fueron recuperados en
el castillo de Albarracín con una cronología entre los siglos X-XII
(Ortega 2007). En nuestro caso consideramos que podría tratarse
tanto de un mango como de un tubo que, taponado por ambos extremos, pudiese actuar de pequeño contenedor.
Los dos desechos fueron recuperados en estratos de relleno
de fosas islámicas y el posible mango en los niveles superficiales por lo que podrían pertenecer a cualquiera de los momentos
de ocupación del yacimiento. Sin embargo, al no poder precisar
más su cronología y de acuerdo con su lugar de hallazgo hemos
preferido tratarlas dentro de la fase islámica teniendo en cuenta
que forman parte de unidades de relleno.
La actividad ganadera y la caza durante
Fig. 6.16. Material de las Fosas 16 y 2: a) Bos taurus. Metacarpo
izquierdo de bovino adulto (Fosa 16, UE 0105); b) Capra pyrenaica.
Fragmento distal de clavija cornea con marcas de seccionamiento en
la base (Fosa 16, UE 0105); c) Cervus elaphus. Fragmento de diáfisis
de fémur izquierdo con fractura en la zona medial de la diáfisis y marcas descarnado (Fosa 2, UE 0010) (fotografías M. P. Iborra).
la ocupación islámica
(M. P. Iborra Eres)
El Nivel 9 ha proporcionado 144 huesos identificados anatómica y taxonómicamente. El material se recuperó en 17 fosas,
de todas ellas la 1 y la 14 contenían una mayor cantidad de
restos (Fig. 6.15). Los taxones identificados son principalmente domésticos: oveja (Ovis aries), cabra (Capra hircus),
cerdo (Sus domesticus), bovino (Bos taurus), équido (Equus
caballus/Equus asinus) y gallo (Gallus gallus domesticus), y
las especies silvestres: ciervo (Cervus elaphus), cabra montés
(Capra pyrenaica), conejo (Oryctolagus cuniculus) y perdiz
roja (Alectoris rufa).
La muestra en general se caracteriza por una mayor presencia
de especies domésticas que suponen el 81,94% frente a las silvestres (18,06%). Entre las domésticas destaca en importancia el grupo de los ovicaprinos 56,2%, seguidos por el bovino 18,1%. La
importancia relativa del cerdo es escasa (6,3%), al igual que la del
160
équido (0,7%) y el gallo (0,7%). En las especies silvestres, el conejo es la especie más numerosa (9,7%), seguido del ciervo (4,9%),
la perdiz roja (1,4%) y la cabra montés (0,7%).
Los restos que contienen estas fosas son desperdicios alimentarios: basura doméstica mayoritariamente. Son abundantes
las fracturas sobre los huesos de bovino, ciervo y ovicaprino.
Estas fracturas las podemos vincular con el procesado de descuartizamiento, separar las cuernas del cráneo y fracturas que
dividen las unidades anatómicas en pequeños elementos. También hay marcas de desarticulación y descarnado en los huesos
de conejo, sobre falanges de bovino y en las diáfisis de húmeros
y fémures (Fig. 6.16 c). En la Fosa 16 (UE 0105) se recuperó un
metacarpo de bovino, que ha permitido establecer la altura a la
cruz de un individuo, con una alzada de 121 cm. En la misma
fosa también se recuperó una cuerna de cabra montés con mar-
cas de corte en la superficie basal (Fig. 6.16 a y b).
[page-n-174]
7
LOS MATERIALES SUPERFICIALES
Los materiales que se pueden recuperar en toda la superficie del
yacimiento son muy abundantes. Las remociones clandestinas,
la maquinaria agrícola que todavía se utiliza en la mayor parte del terreno, el arrancado de cultivos, como sucedió durante
2015 en el Campo H, y la plaga de conejos que ha invadido
buena parte del término municipal son los factores principales
de esa abundancia (Figs. 1.1 C y 7.1).
Durante los primeros años de trabajo de campo se programaron
prospecciones fuera del recinto vallado para obtener una aproximación a la dispersión espacio-temporal de los materiales (Mata et al.
1993). Los materiales que se publican en esta monografía llegaron
a nuestras manos por cauces diversos. Los más abundantes proceden de las zonas donde se han desarrollado las excavaciones y, desde 2004, las Jornadas de Puertas Abiertas (Zonas A y B); otros son
hallazgos puntuales procedentes de otras zonas o sin localización
espacial. En este apartado se han incluido también los materiales de
las UUEE 0000, 6000, 6001 y 6010 de los sectores excavados en
las Zonas B y A, por tratarse de niveles superficiales.
La variedad de materiales recuperados es importante, pero
la mayoría son cerámicas ibéricas de todas las clases y producciones. De todos ellos, solo se hará un comentario particular de
las piezas consideradas más relevantes.
La cerámica hecha a mano es la categoría más escasa (Fig.
7.2, 0000-34; Fig. 7.4, E-9; Fig. 7.6, R-1). El único elemento a
destacar es un pitorro vertedor grafitado por ambas superficies
correspondiente a una forma indeterminada (Fig. 7.2, 0000-29);
por otro lado, la pieza más entera es un cuenco de perfil en S,
grafitado, recuperado en los alrededores de la zanja de riego realizada en la zona F (Figs. 1.1 A y 7.5, F-40). Su presencia en las
zonas donde no se han realizado excavaciones (E y F) corrobora
la ocupación de la loma desde la fecha más antigua proporcionada por las excavaciones.
Entre las cerámicas a torno ibéricas hay que destacar la
documentación de formas poco comunes en el repertorio,
como un lebes producido en el alfar de Casillas del Cura
(Venta del Moro) (Duarte et al. 2000, fig. 4, 2) (Fig. 7.5, F-4);
kalathoi y tarros tipos que no son habituales en Kelin y su
territorio, esta vez con decoraciones geométricas (Fig. 7.3,
6001-3 y 6001-6012-2).
Las decoraciones que se documentan son las pintadas, impresas y con engobe rojo local. Entre las pintadas, además de
los motivos geométricos, hay fragmentos con figuras animales
y vegetales. Algunas de estas decoraciones son producciones
claramente edetanas por lo que se trata de importaciones ibéricas (Figs. 7.4, E-12 y 7.6, s/n), pero la mayoría tiene una procedencia indeterminada. A pesar de su estado fragmentario se
pueden distinguir alas y costillares, elementos propios de las
decoraciones complejas de los siglos II-I a. C. (Fig. 7.5, F-14,
36, 37 y 44; Fig. 7.6, 281).
Las cerámicas con impresiones y las marcas sobre ánfora
se han dado a conocer en publicaciones anteriores (Valor et al.
2005; Mata y Soria 1997; Soria y Mata 2015). En ambos casos se
trata de producciones locales bien caracterizadas y reconocibles,
Fig. 7.1. Conejeras entre los Campos B y H (año 2015).
161
[page-n-175]
Fig. 7.2. Cerámicas de la UE 0000 de la zona B. Cerámica a torno oxidante (Clase A), 0000-3, 28 y 38, 0013-3 y 9, 0013-5, 0000-37, 39,
41 y 42 y Limp. Corte S ABD1-1 y 2; cerámica a mano semicuidada, 0000-34; pitorro vertedor de cerámica a mano grafitada, 0000-29;
cerámica fenicia, 0000-33; ánfora romana, 0000-26; cubilete de paredes finas, 0000-17; borde a mano, 0013-2; asa de ánfora (Clase
A) con marca impresa, 0000-30; cerámica oxidante (Clase A) con engobe rojo, 0000-2; cerámica oxidante (Clase A) con decoración
impresa, 0000-1 y 0013-1; cerámica a torno tosca (Clase B), 0000-36; fusayola de Clase B, 0013-12 y 0000-44; asa oxidante (Clase A)
con marca esgrafiada, 0000-8; borde cerámica indeterminada, 0000-18.
162
[page-n-176]
Fig. 7.3. Materiales superficiales de la zona A (UUEE 6000 y 6001). Cerámica oxidante (Clase A), 6000-1, 2, 3, 4 y 5, 6001-1, 3, 4, 5 y 7
y 6001-6012-2; cerámica oxidante con decoración impresa (Clase A), 6000-6; clavos de hierro, 6001-8, 9 y 10.
aunque con significados distintos. Las decoraciones impresas
muestran el repertorio completo de técnicas y motivos conocidos
(circulillo, cuerdecilla, peine, concha y estampilla) y se encuentran ante todo sobre piezas de mediano y pequeño tamaño (Fig.
7.2, 0000-1, 0013-1; Fig. 7.3, 6000-6; Fig. 7.4, C-9 y E-15; Fig.
7.5, F-28, F-35 y F-41; Fig. 7.6, G-7, L-1, Campo 4, 13, 279, 284
y 283). En cuanto a las marcas sobre ánfora, todas están hechas
sobre el nervio del asa con las tres técnicas conocidas (impresión,
incisión y esgrafiado) (Fig. 7.2, 0000-30 y 0000-8; Fig. 7.6, G-6).
La más interesante es la 0000-30 (Fig. 7.2) puesto que no solo es
la más numerosa en Kelin, sino que se encuentra en yacimientos
del territorio y fuera del mismo (Soria y Mata 2016, 626-628),
claro indicador del carácter comercial de las mismas.
Las piezas de engobe rojo, de origen local, también se documentan en superficie (Fig. 7.2, 0000-2; Fig. 7.4, B-12; Fig.
7.5, F-20, 21, 25 y 27), algunas combinando el engobe con
incisiones e impresiones (Fig. 7.6, L-1, 283 y 284). Los tipos
mayoritarios son siempre piezas de pequeño y mediano tamaño,
especialmente botellitas de perfil quebrado y jarros.
Las pesas de telar y fusayolas sólo se han recogido cuando
estaban muy completas, presentaban decoración incisa o impresa o eran fusayolas de clase B (Fig. 7.2, 0013-12; Fig. 7.4, B-9
y E-10; Fig. 7.6, J-6). La pesa de telar E-10 (Fig. 7.4) muestra
una impresión de tendencia triangular en la parte superior formada por tres motivos iguales. Las fusayolas se encuentran en
el rango de 15 a 25 g, es decir para hilo de 0,39 mm (lino) y 0,6
mm (lana media).
Importaciones de todas las procedencias y cronologías se
pueden recoger en toda la superficie del yacimiento, pero interesa destacar aquí las del ámbito itálico ya que apenas se han
encontrado en las excavaciones oficiales. Barniz negro, ánforas
itálicas y cubiletes son las categorías documentadas (Fig. 7.2,
0000-26, 0000-17; Fig. 7.6, H-6, M-3 y14). Así mismo es posible encontrar algún fragmento aislado de Terra Sigillata.
Toda la cerámica islámica inventariada e ilustrada en este
capítulo procede de las UUEE 0000 y 0013 de la Zona B con un
repertorio tipológico y decorativo similar al documentado en las
fosas (Fig. 7.7), predominando las ollas lisas.
Los materiales no cerámicos se limitan a piezas reconocibles de metal, sobre todo, además de fragmentos de piedra
trabajada, un hueso trabajado (vid. Cap. 6) y una cuenta de
pasta vítrea (Fig. 7.3, 6001-8-10; Fig. 7.5, F-26 y 34; Fig.
7.6, G-4; Fig. 7.7). Merecen destacarse un as de bronce (vid.
Cap. 12), una fíbula tipo La Tène, la parte superior de una
163
[page-n-177]
Fig.7.4. Materiales superficiales. Cerámica a torno oxidante (Clase A), B-3, 4, 5 y 7, C-7 y 8, D-2 y 3 y E-4, 5, 6, 7, 8, 11 y 12; cerámica
oxidante (Clase A) con engobe rojo, B-12 y con decoración impresa, C-9 y E-15; fíbula de bronce, B-13; calderos de bronce, B-10 y 11;
fusayola con decoración incisa e impresa, C-10; cerámica romana, D4 y 5; cerámica oxidante blanquecina (Clase A), D-6; cerámica a
torno tosca (Clase B), D-1; cerámica a mano con decoración incisa, E-9; pesa de telar con decoración impresa, E-10.
164
[page-n-178]
Fig. 7.5. Materiales superficiales de la zona F. Cerámica oxidante (Clase A), F-4, 17, 18, 19, 29, 30, 32, 33, 38 y 39; cerámica oxidante
(Clase A) con decoración impresa, F-28, 35 y 41; cerámica oxidante blanquecina (Clase A), F-22; cerámica oxidante (Clase A) con engobe
rojo, F-20, 21, 25 y 27; cerámica ática de figuras rojas, F-23; cerámica a torno oxidante (Clase A) con decoración figurada, F-14, 36, 37 y
44; Cerámica a torno reductora (Clase A), F-31; cerámica a mano grafitada, F-40; piedra, F-26 y 34.
165
[page-n-179]
Fig. 7.6. Materiales superficiales. Cerámica oxidante, G-5, H-5, K-7 y 8, L-6, O-9, 10 y 13, P-2, O-12 y 34; ánfora con marcas precocción,
G-6 y 7; piedra con señales de uso, G-4; ánfora romana, H-6; pesa de telar con decoración impresa, J-6; cerámica reductora, L-5; cerámica
oxidante con decoración impresa y engobe rojo, L-1; cerámica oxidante con decoración impresa, Campo 4-1, 13, 279 y 284; cerámica
campaniense, M-3; cerámica a mano cuidada, R-1; cerámica a torno blanquecina, O-11; cerámica con decoración figurada, s/n y 281; as de
Roma, 282; cerámica oxidante con decoración incisa y engobe rojo, 283; cerámica de barniz negro, 14; indeterminada, 280.
166
[page-n-180]
Fig. 7.7. Cerámicas islámicas de las UUEE 0000 y 0013 de la zona B: 0000-4, 5, 6, 7, 12, 13, 14, 15, 16, 27 y 43, 0013-4, 6, 7, 8. Hierro,
0000-10, 20, 21, 22, 40. Lingote de plomo, 0000-19. Bronce, 0000-9, 11 y 30, 0013-10. Hueso trabajado con incisiones, 0013-11. Pasta
vítrea, 0000-35. Piedra, 0000-23, 24 y 25. Cabecita de pasta vítrea, Zona B (B-12) (fotografías Museu de Prehistòria de València).
Fig. 7.8. Caldero de bronce de la zona B (B-10).
Fig. 7.9. Caldero de bronce de la zona B (B-11).
167
[page-n-181]
campanita y un lingote de plomo (Fig. 7.6, 282; Fig. 7.4,
B-13; Fig. 7.7, 0000-19), además de dos calderos de bronce
(Fig. 7.4, B-10 y 11; Figs. 7.8 y 7.9) y una cabecita de pasta
vítrea (Fig. 7.7).
La fíbula conserva el puente, la mortaja y el pie acabado en balaustre, con pequeños trazos incisos en todas esas
partes; tiene la cabeza perforada para insertar el resorte y la
aguja. Pertenece al tipo 3 de Cuadrado, subtipo f de Iniesta
(Cuadrado 1978; Iniesta 1983).
Los dos calderos se encontraron casi en superficie en la zona
B después de las Jornadas de Puertas Abiertas de 2014. El B-10
es hemiesférico con el borde en ala plana y conserva los remaches para sujetar las asas una de las cuáles también se recuperó;
el B-11 es de menor tamaño, globular con el borde vuelto y sin
168
elementos de prensión visibles. En la restauración realizada en
el Museu de Prehistòria de València se pudo ver que este último
tiene un alma de plomo en el borde.
La cabecita de pasta vítrea es un colgante, con la anilla
fragmentada; rostro imberbe, amarillo; tocado bicolor con dos
rodetes; de los ojos queda un pequeño hueco y restos de la coloración azul. Pertenece al tipo AIIb de Tatton-Brown y es masculina (1981, 144), mientras que Seefried la clasifica en su tipo
DII y la considera femenina (1982, 9, 30 y 49). Los ejemplares
conocidos son escasos y tienen una cronología del 300 a. C. al
40 d. C.; por su factura helenística y distribución mayoritaria
pudieron fabricarse en talleres orientales (cf Alejandría), pero
tampoco se puede descartar con seguridad su fabricación en Occidente (Seefried 1982, 30, 40, 52-53, 66).
[page-n-182]
8
LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS Y EQUIPAMIENTOS
A TRAVÉS DEL TIEMPO
En este apartado se hace una síntesis de las técnicas constructivas y equipamientos de Kelin, señalando las peculiaridades de
cada nivel o fase constructiva.
MUROS (M)
Los muros son de dos tipos: los construidos totalmente de adobe
y los que tienen zócalo de piedras y alzado de adobe, aunque
éste no siempre se haya conservado.
Muros de adobe
Los muros hechos de adobe sin zócalo de piedras se encontraron en los Niveles 1, 21, 23, 31 y 5, es decir desde el siglo
VII hasta el VI a. C.
Todos los pertenecientes al Nivel 1 estaban incompletos en
longitud y altura, pero no en anchura; las dimensiones de los
adobes son variadas, pero tienen un módulo que se puede calificar como grande (Fig. 8.1) (Belarte 1997, 267-269). Estaban
hechos con adobes de color negro, rodeados de una argamasa de
tierra blanquecina de unos 2 cm de espesor y estaban colocados
directamente sobre el suelo. Los adobes se dispusieron en dos
filas paralelas a soga, a tizón y a soga y a tizón (Figs. 3.1 y 3.3
B, C y D). De M101 (UE 0525) apenas se vio la cara externa
de uno de los adobes bajo el ángulo formado por MM70 y 78
(UUEE 0259 y 299). Por su posición, se supone que pudo ser la
continuación de M100 (UE 0427).
En los Niveles 2 y 3 siguió el uso de muros de adobe de
color negro y argamasa blanquecina alrededor (M93 UE 0492 y
M96 UE 0433) (Fig. 3.12 d), y otros sin numerar en A3 junto al
límite N del sector excavado). Excepto M96 donde no se aprecia
bien, todos los demás adobes están colocados a soga.
En el Nivel 2 se encontraron los primeros adobes hechos
con tierra rojiza, que será la habitual en la cronología posterior.
Los mejor conservados fueron los MM70, 85 y 95 (UUEE 0259,
0437, 0438 y 0386) a pesar de lo cual no se apreciaron adobes
completos (Fig. 8.1). En algunos casos, se conservaba parte del
recubrimiento de protección hecho con una gruesa capa del mismo material que los adobes, sin enlucido aparente, circunstancia
que dificultó la identificación y localización de los muros durante el proceso de excavación.
El número de muros de adobe sería mayor si se tiene en
cuenta que muchos de los construidos sobre zócalo de piedras,
al ir colmatándose, acabaron siendo utilizados como muros de
adobe exclusivamente. Esto se ha constatado hasta el Nivel 4
(MM70 y 84, UUEE 0259 y 0415).
En el Nivel 5 sólo se conservó una huella muy deteriorada
del M99 (UE 0403) localizada al eliminar el M4 (UE 0011) e
imposible de conocer sus medidas exactas. En los niveles posteriores no se documentaron.
No obstante, esta técnica constructiva ya se había constatado en
Kelin formando parte de tabiques en las excavaciones de los años
50, en los sondeos II de 1985 y VI/X de 1987, datados en el primer
cuarto del siglo II a. C. (Mata 1991, 17, fig. 9, 3, láms. XII y XVI,
1; Mata et al. 1999; Pla 1980, fig. 4) (Fig. 8.2 A).
Se considera, ésta, una técnica poco habitual porque, por lo general, los muros de tierra (adobe o no) suelen estar sobre un zócalo de
piedras (más o menos elevado) para aislarlos de la humedad (Belarte
1997, 56-58). Como medidas de protección pudieron estar recubiertos de un enlucido y colocar piedras o losas junto a la base.
Sin embargo, leyendo atentamente la bibliografía se encuentran bastantes ejemplos, sin salir de la península, de murallas y
paramentos que utilizaron esta forma de construir. Algunos lugares conocidos desde hace tiempo son Alto de la Cruz (Cortes),
Sorbán (Calahorra), Soto de Medinilla (Valladolid), la Moncloa/
Obulcula (Fuentes de Andalucía) y Vinarragell (Borriana) (Moret 1996, 73-74, 197-198; Mesado 1974, 91 y 126, figs. 61 y 62,
láms. XXXVII y LXVIII; Mesado y Arteaga 1979, 27-29, 53,
fig. 9 y 10). Más recientemente, se han descrito muros de adobe
en El Carambolo (Camas) (Fernández Flores y Rodríguez 2007,
169
[page-n-183]
Fig. 8.1. Medidas de los adobes.
UE
Hecho
Largo
Ancho
401
M89
45
20
427
M100
52
20
427
M100
48
427
M100
427
M100
521
M90
446
M87
376
Grosor
Nivel, Fase
11
9
11
22
9
11
23
10
11
21
10
11
20
11
39
32
10
22,23,31,41
36
20
10
23
29
472
Horno
14
23
517
M92
30
23, 31, 32
518
M93
33
23
386
M95
35
23, 31, 32
433
M96
19
31
438
M86
31
245
M88
40
315
F52
7
52
315
F52
14
52
55
V3
6010
10
26
51, 52
20
18
23
20,5
9
73
12
9,5
73
D11/12
73
11
6017
0008 E3
31, 32
D11/12
16
6,5
73
V2
30
8
73, 8
30
8
73, 8
7,5
73, 8
7,5
73, 8
9
73, 8
30
138
C3
24
F1
27
16
73
30
9,5
73, 8
20
9
73, 8
15
10
9
A
97 y 127) y en La Fonteta (Guardamar del Segura) (Rouillard
et al. 2007, 100). Moret opinaba que todas estas construcciones
tenían en común su ubicación en llano y, en consecuencia, alejadas de lugares de aprovisionamiento de piedra (Moret op. cit.).
Esta argumentación no es válida para Los Villares pues, tanto
en el subsuelo como en las cercanías, existen afloramientos de
piedra susceptibles de ser explotados como sucederá de forma
casi inmediata o simultánea (Fig. 8.2 B).
La coloración negra de los adobes es la más habitual en las
fases iniciales. Según los análisis realizados sobre adobes negros de Illa d’en Reixac (Ullastret), la tierra pudo proceder de
zonas húmedas (Chazelles 1999, 82, 89 y 90) que, en el caso de
Los Villares, pudo ser el cercano río Madre.
Muros con zócalo de piedra y alzado de adobe
Este tipo de construcción se ha documentado desde el Nivel 2 y,
con pocas excepciones, se generalizará a partir de ese momento.
La forma de construir variará poco a lo largo del tiempo pero
aun así se pueden apreciar ciertas diferencias.
La mayoría de los muros de los Niveles 2, 3 y 4 presentaban zócalos de escasa altura, de una o dos hiladas a lo sumo,
entre 10 y 20 cm (Figs. 3.7, 8.3 y 8.4 A). La piedra utilizada
es caliza de tono gris y rojiza, sin desbastar, o trabajada en
pequeñas losas, sobre todo, en la parte superior para nivelar
la superficie de colocación de los adobes. Estaban trabadas
con tierra. Con respecto al ancho, no existe una norma pero
suelen ser estrechos (unos 30 cm).
Los muros del Nivel 4 (MM58 y 61, UUEE 0501 y 0260) eran
más anchos que los anteriores, el zócalo conservado también era
más alto y las piedras, de tamaño mayor. Se inició una tendencia
que tendrá continuidad en los momentos siguientes, aunque seguirá habiendo excepciones. Así, por ejemplo, los había con una
media de 35 cm de anchura y construidos con piedras pequeñas
(MM12, 11, 10, 14 y 13, UUEE 0001, 0002, 0003, 0005 y 0007).
En cambio, a partir del siglo VI a. C., la mayoría tendrá una anchura comprendida entre 30 y 60 cm (Fig. 8.3).
La altura del zócalo es más complicada de conocer pues ninguno de ellos conservaba el alzado de adobes. Por regla general,
la altura conservada se aproximaba a los 20 cm y podía superar
los 50 cm (Fig. 8.3).
B
Fig. 8.2. A, Corte S del Sondeo IX en la zona M, con impronta de muro de adobe (6 hiladas) y zanja de cimentación (año 1987). B, Frente
de cantera (año 2004).
170
[page-n-184]
Fig. 8.3. Medidas de los muros.
UE
Muro
Nivel, Fase
389
56
22
518
93
23
464
91
23
296
72
21, 22, 23
297
73
21, 22, 23
440
76
21, 22, 23
522
94
22, 23
343
74
22, 23
344
75
22, 23
517
92
23, 31, 32
519
102
22, 23, 31?
386
95
23, 31, 32
259
70 21, 22, 23, 31, 32, 41, 42?
298
77
21, 22, 23, 31, 32
299
78
21, 22, 23, 31, 32
446
87
22,23,31,32,41,42
433
96
31
387
98
32
244
69
31, 32
316
80
31, 32
359
81
31, 32
503
79
31, 32
412
82
31, 32
413
83
31, 32
437
85
31, 32
438
86
31, 32
415
84
31, 32, 41, 42
171
53
42
172
54
42
260
61
41, 42, 51?
501
58
41, 42, 51
163
49
4?, 51, 52
511
97
51
408
106
52?
245 88 o B
51, 52
255 B7 o M?
51, 52
403
99
51, 52
509
36
51, 52
292
42
51, 52, 61
130
37
51, 52, 61
71
61
262
256
68
63
294
55
63
235
67
62, 63
50
19
62, 63, 7
116
59
62, 63, 7
127
34
62, 63, 7
131
38
62, 63, 7
139
48
63, 7
147
48
63, 7
154
47
63, 7
155
46
63, 7
Alt. zócalo Anchura
14
10
13
9
17
10
11
16
14
8
10
no
no
18
13
no
15
12
25
20
13
11
60
no
no
20
23
31
14
24
sin exc.
16
37
no
no
no
47
14
35
16
24
inc
10
57
23
20
24
sin exc.
sin exc.
sin exc.
sin exc.
36
34
33
30
35
20
sin exc.
34
35
40
40
35
63
33
36
40
28
33
27
40
39
33
40
24
40
33
30
51
50
48
57
35
47
11
37
22
27
50
47
45
26
24
50
50
59
49
61
40
54
29
49
60
El M4 (UE 0011) conservaba una de las mayores alturas, alcanzando casi 50 cm. La forma de construirlo también era peculiar: la base estaba formada por dos hiladas paralelas de grandes
losas dispuestas verticalmente, es decir, apoyadas por el lado
más estrecho, dando la impresión de ser bloques ciclópeos. El
interior se rellenó de piedras y tierra. Sobre la primera hilada de
losas se pusieron piedras pequeñas y medianas careadas hacia el
exterior (Fig. 8.4, B y C).
UE
Muro
Nivel, Fase
180
1
2
3
5
7
11
19
20
15
28
30
46
74
132
219
143
162
209
217
98
106 A
106 B
113 E
113 O
35
37
38
39
531
25
26
48
59
45
76
89
93
94
140
142
108
27
109
12
42
107
133
146
175
534
60
12
11
10
14
13
4
3
8
7
6
5
32
21
39
33
44
45
64
65
26
57
57
31
31
17
52
40
9
23
24
28
20
16
15
22
25
29
27
35
43
18, 51
2
30
1
18
18
41
50
62
107
63, 7
6, 7
6, 7
6, 7
6, 7
6, 7
63, 7, 8
6, 7, 8
7
7
7
7
7
7
7
7
71
71
71
71
72
72
72
72
72
72, 73
72, 73
72, 73
72, 73
72, 73
73
73
73
73
73
73
72
73
73
73
73
72 ?, 73, 8
73, 8
7, 8
8
8
8
8
8
8
8
Alt. zócalo Anchura
17
28
18
17
27
24
39
36
37
32
45
33
17
46
36
17
36
sin exc.
19
30
23
14
13
17
11
45
24
36
30
49
26
26
18
37
38
10
45
14
15
14
19
16
20
35
10
15
22
38
38
35
inc
52
38
42
55
32
24
45
65
60
70
46
40
38
40
70
49
78
50
44
55
60
34
36
37
54
40
38
42
36
sin exc.
50
30
40
40
44
40
43
40
50
45
43
46
45
52
40
43
45
15
sin exc
21
25
Otro aspecto a destacar en la construcción de los muros a partir del siglo VI a. C. es la presencia, en algunos casos, de zanjas
de cimentación. Se trata de una técnica poco habitual, de hecho,
siempre se ha afirmado que los iberos construían sin zanjas o que
éstas eran tan poco profundas que apenas se distinguían. Esta
idea preconcebida es la que provocó que, en algunos momentos,
no se diferenciaran adecuadamente. La primera vez que se encontró una zanja en Kelin fue en el sondeo VI/X de la zona M,
171
[page-n-185]
A
C
B
Fig. 8.4. A, A la izquierda, Muros 92 y 93 trabados (UUEE 0517 y 0518) y a la derecha Muro 102 (UE 0519) del Nivel 2. En la parte superior, muros de la Vivienda 2 del Nivel 7 (año 2004) (fotografía G. Pérez y A. Moreno). B, Muro 4 (UE 0011) con la altura conservada;
a la izquierda, adosado, el Muro 31 (UE 0113) cortado por la Fosa 14 (UE 0084); en primer término, Hogar 6 (UE 0226) del Nivel 6 (año
1996). C, Detalle de la parte superior del Muro 4 (UE0011) (año 2001).
correspondiente a un muro de adobe (Mata et al. 1999) (Fig. 8.2
A). Posteriormente, ya en la Zona B, se localizaron zanjas en los
MM55 (UUEE 0294 y 0394), 68 (UUEE 0256, 0328 y 0506),
31 (UUEE 0113 y 0212) y 35 (UUEE 0140 y 0194). En casi todos los casos, se han interpretado como tal con posterioridad a
su excavación, pues en un primer momento se consideraron reparaciones de los muros. Al excavar la UE 0294 empezó a salir,
junto a las piedras del M55, cerámica ibérica plena cuando en
el resto de la UE el material era mucho más antiguo. Esto fue el
primer indicio de que algo no se interpretaba bien y se consiguió
individualizar la zanja llena de piedras y cerámica de ese muro
(UE 0394). Su continuidad con las UUEE 0038 y 0506 explicaba algunas anomalías estratigráficas observadas y confirmaba el
hecho de que algunas construcciones estaban afectando parcial o
totalmente a las estructuras y sedimentos precedentes.
Se desconoce la procedencia exacta de la piedra de construcción que, sin duda, es local en todos los casos. No obstante,
a escasos metros del límite SO del yacimiento hay un frente
de cantera que pudo haberse utilizado en algún momento de la
larga historia de Kelin (Fig. 8.2 B).
172
POSTES (AP)
La utilización de postes para sustentar las cubiertas se documenta a través de la identificación del agujero o losa donde se apoyaba el palo de madera pues en ningún caso se ha
conservado éste. A veces, en el interior de los agujeros se ha
recuperado algún carbón pero no se puede afirmar que se trate de los restos del poste, porque a veces se han identificado
varias especies (como en UE 0321) y porque son carbones
demasiado pequeños.
Se pueden establecer varios tipos de agujeros de poste (Figs.
8.5, 8.6 y 8.7):
- Agujero profundo, tendencia circular, con una losa en el
fondo; total o parcialmente rodeado de piedras a nivel del suelo
(AAPP7, 8, 10, 11, 12, 17, 18, 19, 22, 23, 26 y 31) (P). Se encuentra desde el Nivel 1.
- Agujero profundo, tendencia circular, sin losa en el
fondo; total o parcialmente rodeado de piedras a nivel del
suelo (AAPP2, 15, 16 y 29) (A). Casi todos ellos pertenecen
al Nivel 3.
[page-n-186]
A
B
C
D
E
F
Fig. 8.5. Tipos de agujeros de poste: con losa al fondo y rodeado de piedras (A y B) (UE 0322, AP18 y UE 0367, AP7); agujero sin losa en el fondo
(C y D) (UE 0448, AP15 y UE 0524, AP29); agujero sin piedras ni losas (E) (UE 0458, AP 14); losa (F) (UE 0417, AP23).
- Agujero profundo, de tendencia circular, sin losa ni piedras
alrededor. Puede estar incompleto (AAPP4, 13, 14, 20, 21, 25 y
28) (I). Se ha encontrado en los Niveles 2, 3, 4 y 6.
- Losa sobre el suelo. En algunos casos, existen dudas fundadas de que no sea realmente la base del poste sino la losa que
habría en el fondo del agujero que arrancaría de un nivel superior y no se identificó (AP1, 5, 6, 9, 30, 32, 37-40) (L). Se han
encontrado desde el Nivel 2.
- Agujero profundo, delimitado a nivel del suelo por grandes piedras en forma de C (AAPP3, 24 y 27). Actuaría de poste
principal (C). Se ha encontrado en los Niveles 3, 4 y 5 (Fig. 8.6).
Un comentario especial merecen los AAPP12 y 29 (UUEE
0476 y 0524), ambos totalmente excavados en la roca (Figs. 3.2,
8.5 B y 8.7). El primero puede estar incompleto porque tenía
otras construcciones encima, y conservaba una losa en el fondo
(P); el segundo conservaba unas pequeñas piedras alrededor y
no se constató que tuviera losa (A). En ambos casos existen dudas razonables sobre su estado de conservación y por lo tanto
tampoco se pueden adscribir a un nivel con seguridad.
REVESTIMIENTOS Y CUBIERTAS
El revestimiento de las paredes era de tierra en todos los
niveles. Se encontraron fragmentos del mismo entre los sedimentos de amortización desde el Nivel 1 (UE 0401) y, sobre todo, en los niveles más modernos. Por los fragmentos
recuperados no siempre se puede distinguir si eran parte de
los suelos o de los enlucidos. De hecho, en la Vivienda 2 se
pudo comprobar la continuidad entre el material que cubría
el suelo y las paredes (Fig. 4.81).
En algunos muros de los Niveles 7 y 8 el enlucido se
conservaba parcial o totalmente (Figs. 4.81 y 8.8 A). En el
proceso de excavación se distinguía por una línea recta de
color negruzco separada unos centímetros de la pared de
adobe o piedra y siempre por el interior (Fig. 8.8 B). Alguno de los fragmentos conservaba una capa de color blanco
mientras que el lado opuesto tenía improntas vegetales (Fig.
8.9, 1, 2 y 3).
Las cubiertas debieron ser de tierra, madera y ramaje. Los
restos recuperados indican que hubo vigas planas, rollizos recubiertos de tierra y otros de difícil identificación (Fig. 8.9).
SUELOS (P)
Fig. 8.6, Agujero rodeado de piedras en forma de C (C) (UE 0423,
AP27) (años 2000, 2001 y 2004).
Los suelos documentados son muy sencillos y se pueden agrupar
en construidos y simples, con escasas variantes entre ellos.
Suelos construidos se han encontrado en el Conjunto 2 del
Nivel 2 y en la Vivienda 3 del Nivel 52. En el primer caso se
trataba de un suelo de tierra de gran espesor (P12, UE 0333),
compuesto por tres capas de abajo arriba: tierra rojiza/ tierra
grisácea/ marga blanca en la superficie (Fig. 3.11 A). Un suelo
similar se encontró en dos departamentos incompletos excavados en 1988 (Mata et al. 1999, figs. 9, 1; 11 y 13).
En la V3 se encontró una capa de piedras pequeñas mezcladas con tierra, de forma irregular (UE 0241), que no llegaba a cubrir toda la superficie (Fig. 4.2 A y B). Empedrados
173
[page-n-187]
Fig. 8.7. Relación de agujeros de poste.
UE
524
348
448
449
349
392
423
458
485
419
390
380
356
210
333
417
422
416
533 (2)
102
91
101
60
6015
476
367
320
321
322
355
360
406
407
410
477
176
AP
29
2
15
16
3
24
27
14
28
4
13
21
20
25
1
5
6
9
36
30
38
39
40
37
34
12
7
11
17
18
19
8
22
23
10
26
31
ø
22
38x15
40
29x25
70x42
50x40
53
18x16
50x13
20x18
20
12
20
32
37x30
30x23
34x24
21x17
34x26
60x43
36
20
25x20
60x40
40x28
33x20
21
38x30
30
58
Alt. máx. Alt. mín. Tipo
49
A
25
A
24
A
14
A
18
8
C
15
9
C
16
C
21
I
31
19
I
22
I
43
20
I
13
I
24
I
9
I
L
10
L
9
L
10
L
L
16 y 11
L
L
L
L
L
7
L
20
P
12
P
18
8
P
27
17
P
34
16
P
38
32
P
10
8
P
34
20
P
15
25
P
15
11
P
4
P
15
P
A
Carbón
Q. perennifolio, P. halepensis
Roble
Carrasca y enebro/sabina
Q. perennifolio, caducifolio, P. halepensis
Q. perennifolio, caducifolio, P. halepensis
Q. perennifolio, caducifolio, P. halepensis
Quercus perennifolio
P. nigra y halepensis, Quercus, Arbutus
Q. perennifolio, caducifolio, P. halepensis
Nivel, fase
¿1, 21, 22?
31
32
32
31
41, 42
5
23
23
31
31, 32
32?
41, 42
62, 63
2
31?
31, 32
41, 42
41, 42
6, 7
61, 7
62, 63, 7
62, 63, 7
71, 72, 73
73
¿1, 21, 22?
31
41,42,¿61,62?
41, 42
41, 42
41, 42
41, 42
41, 42
41, 42
41, 42
62, 63
71
B
Fig. 8.8. A, Cara N del Muro 21 (UE 0074), con enlucido conservado (UE 0075) (año 1994). B, Detalle del enlucido (UE 0066) del Muro
16 (UE 0059) (año 1993).
174
[page-n-188]
Fig. 8.9. 1, fragmento de enlucido con pintura blanca; 2, fragmento de enlucido sin pintura; 3, restos de cubierta con improntas vegetales
(UE 0044). Fragmentos de las cubiertas de la Vivienda 3 (UE 0055) y de la Vivienda 2 (0119).
de estas características se documentaron en otras campañas
también datados en el siglo VI a. C. (Mata 1991, fig. 3, nivel
III y lám. III, 3).
Otros dos empedrados realizados con piedras planas
de tamaño mediano se localizaron al O de las UUEE 0415
(M84), 0501 y 0502 (M58) en un espacio supuestamente
abierto o de circulación (Figs. 4.21 A y 6.7 A). Ambos se
introducían en el corte O de la excavación por lo que es difícil conocer su extensión y funcionalidad exactas. El primero
corresponde al Nivel 41 (siglo VII a. C.) (UE 0497) y el
segundo al 61 (siglo V a. C.).
Los suelos simples son los más generalizados. Estaban hechos de tierra apisonada, observándose algunas variantes relacionadas con la presencia de una superficie endurecida o no.
Suelos con la superficie endurecida se encontraron cubriendo parcialmente el Conjunto 1 (P25) del Nivel 2 (Fig.
3.8 A), algunos fragmentos del Conjunto 2 (P13) en el Nivel
32, en los Conjuntos 3 y 4 (PP17 y 20) del Nivel 4 y restos
en el Nivel 6 del D20 (PP8 y 9), D22 (P1), V2 (P15) y V3
(P21). Los mejor conservados se encontraron en el Nivel 7: en
la estancia de entrada de la V3 (P5) (Fig. 8.10 A) y en todas
las habitaciones de la V2 (PP3, 4, 6, 7 y 8) (Fig. 4.40 ). Al
excavarlos se ha podido apreciar que tenían entre dos y tres
capas de tierra sucesivas.
A la variante sin capa endurecida corresponde el P10 (UE
0218) de la Fase 63, compuesto por una fina capa de tierra amarillenta que cubría el ángulo NE del D19 (Fig. 8.10 B).
175
[page-n-189]
A
B
C
Fig. 8.10. A, Estancia de entrada de la Vivienda 3 con suelo P5 (UE 0070) afectado por la Fosa 1 (UE 0024) (año 1994). B, Capa de suelo
amarillento sin superficie endurecida (P10, UE 0218) inmediatamente por debajo del Banco 2 (UE 0095) del Nivel 71. En la parte superior
Muro 19 (UE 0050) de los Niveles 6 y 7 (año 1997). C, Detalle del umbral con la losa junto a UE 6008 y el posible pestillo (año 2002).
BANCOS (B)
ACCESOS (PR)
Los bancos adosados son el único equipamiento conservado relacionado con el mobiliario. Su presencia reduce la superficie
pisable de las estancias pero mantiene la útil e introduce cierta
complejidad ya que no todas las unidades domésticas los tienen.
Estos bancos pudieron servir tanto para colocar enseres como
para sentarse y, según la anchura, también pudieron utilizarse
como camas (Fig. 8.11).
Aparecen por primera vez en el Nivel 2 hechos totalmente de adobe o tierra. Y los de piedra se encuentran a
partir del Nivel 7, aunque no existe la seguridad de que estén
construidos totalmente de piedra. Como norma general, los
del Nivel 7 son más anchos que los anteriores, mientras que
la altura no es determinante ya que unos y otros pueden estar
incompletos (Fig. 8.11).
En los niveles más antiguos, los mejor conservados eran
los que rodeaban las tres paredes del Conjunto 2 (BB3, 4 y 5,
UUEE 0369, 0370 y 0371), a pesar de lo cual no se encontró
material asociado en su superficie (Fig. 3.10).
Para los niveles más modernos hay que destacar los dos
bancos de la sala del hogar de la Vivienda 2, sobre uno de
los cuáles (B1) se encontró material asociado (Fig. 4.93). Su
excepcional anchura, así como su longitud, permitiría usarlos también como lugar de reposo. El enlucido de ambos
formaba un continuum con las paredes y el suelo (Figs. 8.12
A y 8.12 B).
Los accesos son tanto de carácter principal, es decir, de entrada a la vivienda desde el exterior como secundarios, es
decir, de comunicación entre los espacios internos. Mayoritariamente, se trata de simples vanos dejados sin construir
entre dos muros; en algún caso se ha documentado un zócalo
de piedra o adobe y en dos accesos principales la chumacera,
lo que indica la existencia de una puerta de madera. En otros,
a pesar de ser simples vanos, hubo un poste o pilar de adobe
haciendo el papel de jamba o refuerzo de la cubierta en una
zona más débil (Fig. 8.13).
Los accesos del Nivel 2 eran de los más simples y no tenían un
tamaño y abertura normalizados. De los tres que se conocen con
seguridad, uno era muy amplio (Conjunto 3) y estaba orientado hacia el E al final del M102 (Pr11) (Fig. 3.11 C); el otro era menor y
se abría en dirección contraria al final del M91 (Conjunto 4) (Pr13)
(Fig. 3.12); y el tercero era una pequeña abertura de comunicación
entre dos habitaciones del Conjunto 1 (Pr14 entre MM74 y 75) (Fig.
3.8 A y B). Y, aunque no se encontró la puerta del Conjunto 2, ésta
sólo pudo estar orientada hacia el O.
En el Nivel 3 la situación era muy parecida, manteniéndose el
vano del Conjunto 3 un poco más estrecho y la orientación O del
acceso al Conjunto 4; el Conjunto 2 sólo pudo abrirse hacia el O
aunque no hubo indicios claros de la entrada (Figs. 3.18 y 3.20).
En el Nivel 4, los Conjuntos 1 y 2 se abrían hacia el O, pero
sólo hay medidas seguras de la puerta del Conjunto 2 (98 cm)
(Pr15) (Figs. 3.28 C).
176
[page-n-190]
Fig. 8.11. Medidas de los bancos.
UE
369
370
371
459
255
95
96
201
77
87
129
6019
Hecho
B3
B4
B5
B
B7
B2
B2
B2
B9
B1
B6
B
Conjunto Nivel, Fase
2
2
2
2
2
2
4
23
D20
51, 52
D19
71
D19
71
D19
71
V2
72, 73
V2
73
V3
73
DD11 y 12
73
Longitud
243
170
280
164
162
145 (i)
523
90
490
433
276
351
A
Anchura máx.
33
35
34
26
22
42
42
32
50
77
42
46
Altura máx.
23
18
19
20
18
16
21
19
57
42
33
11
Material
Adobe
Adobe
Adobe
Adobe
Adobe
Piedra
Piedra
Piedra
Adobe
Adobe
Piedra
Piedra
B
C
Fig. 8.12. A, Banco 1 (UE 0087) en curso de excavación (año 1994). B, Banco 9 (UUEE 0077 y 0078) en curso de
excavación (año 1995). C, Hogar 28 (UE 0471) junto a la corona de piedras del Horno 0472 (año 2001).
Las estructuras del Nivel 5 estaban muy incompletas y
sólo puede suponerse el mantenimiento de la Pr15 (Fig. 4.1).
En cambio, del Nivel 6 se conservaba un acceso seguro y
otros probables (Figs. 4.22, 4.25, 4.30 A y B): la Pr1 es una
pequeña abertura orientada hacia el N que servía de acceso
al Departamento 23 desde la Calle 4; el espacio dejado entre
los MM34 y 38 pudo configurar un acceso hacia el S de la
Vivienda 3; mientras que el posible hueco entre MM4 y 19
también pudo ser una puerta con zócalo de piedras (Pr 12,
UE 0402), abierta hacia el N, correspondiente al Departamento 19.
En todas las construcciones del Nivel 7 de la zona B se detectaron los accesos tanto principales como interiores (Figs. 4.37, 4.38 y
4.41). La intervención de 2002 en la Zona A no pudo localizar con
seguridad el acceso principal de la Vivienda 4 (Fig. 4.59 B y 4.60).
Los accesos principales de la Zona B son los más complejos
(Fig. 8.13). La amplia entrada al Departamento 20 contaba con
dos losas a ambos lados del vano, donde se pudieron apoyar
sendos postes de madera, sin que quedaran elementos que indicaran la existencia de una puerta de madera (Pr8, UE 0173),
aunque tampoco se puede descartar (Fig. 4.41). Una losa en uno
de los lados del vano se documentó también en dos accesos in177
[page-n-191]
Fig. 8.13. Accesos principales e interiores.
UE
Conjunto
Hecho
Nivel, Fase
C4
Pr13
2
343, 344
C1
Pr14
22
C3
Pr11
22, 23, 31, 32
C3
Pr
31, 32
C4
Pr
31
C4
Pr
32
C2
Pr15
4, 5
502
V3
Pr
61
402
D19
Pr12
62, 63
6
D23
Pr1
6, 7
156
Pr7
63, 7
186
V3
Pr10
7
185
V3
Pr9
7
34
D19
Pr2
7
65
V3
Pr4
72, 73
173
D20
Pr8
72, 73
V1
73
V1
73
V1
73
V1
73
V1
73
68
V2
Pr3
73
165
V2
Pr5
73
170
V2
Pr6
73
6016
V4
73
V4
73
Longitud
90
50
110
120 (inc)
130
140
98
120
164
41, 36
226, 158
94
92
82
150, 120
70
teriores de las Viviendas 2 y 3 (Pr3 y 4, UUEE 0068 y 0065);
ambas losas se utilizaron en las fases anteriores como bases de
poste (Figs. 4.2 B y 4.41).
La entrada principal de la Vivienda 2 era un vano abierto hacia
el O en cuyo lado N había un pilar de adobe (UE 0166) (Fig. 4.41).
Algo similar se aprecia en la Vivienda 3, pero en este caso, el pilar
estaba en el lado S y se encontró caído entre los restos del incendio
(UUEE 0054 y 0063) (Fig. 4.50 A); además, en esta entrada se reutilizó un muro anterior a modo de zócalo (M58, UE 0501).
Los accesos más complejos son aquellos en los que se puede
afirmar que tuvieron una puerta de madera. El primer ejemplo
es la chumacera encontrada sobre el M55 (UE 0155) que haría
de zócalo (Pr7, UE 0156) (Fig. 4.30 B). Este muro se quedó en
el corte N de la excavación por lo que apenas hay información
sobre el espacio al que se accedería. La magnetometría no se
aproximó lo suficiente, pero sí que se aprecian algunas alineaciones que pudieron formar parte de esa posible vivienda (Fig.
9.4). Se trata de una puerta de una sola hoja orientada al S que,
por el desgaste observado, se abriría hacia el interior.
La segunda puerta es más compleja y corresponde al Departamento 19 (Pr2 UE 0034) (Fig. 4.54). Conservaba una chumacera cuyo desgaste indicaba que la apertura era hacia el interior y
orientada al O. Además conservaba otros elementos que apuntaban hacia una puerta de doble hoja: una alineación de piedras en
el exterior que haría de tope a las hojas y una losa central donde se
178
Tipo
Principal (O)
Interior
Principal (E)
Interior
Principal (O)
Principal (O)
Principal (O)
Principal (O)
Principal (N)
Principal (N)
Principal (N)
Principal (O)
Interior
Principal (O)
Interior
Principal (O)
Principal (N)
Principal (N)
Interior
Interior
Interior
Interior
Principal (O)
Interior
Interior
Interior?
Construcción
Poste?
Poste?
Zócalo
Zócalo, chumacera
Zócalo, pilar (UUEE 0063-64,0054)
Zócalo, chumacera
Poste (AP30, UE 0533)
Postes
Escalón
Poste
Pilar (0166)
Escalón
Zócalo?, losa
apreciaba el desgaste del pestillo (Guérin y Bonet 1993, 454). Una
puerta similar se localizó en la Vivienda 1, aunque no se conservaba la chumacera, pero sí el guardacantón (Mata 1991, 23). Ambas
puertas daban acceso a espacios abiertos y por ellas podían entrar
carros. La otra puerta principal de la Vivienda 1 en la Zona A es
simple y también se abre hacia el N.
Todas las puertas interiores eran simples. La única complejidad se da por la presencia en algunos casos de zócalos de adobe,
escalones de adobe o piedra o una losa como base de poste. En la
Vivienda 4 la comunicación entre los Departamentos 11 y 24 se hacía mediante una abertura con zócalo de adobe; al final del tabique
(UE 6008) había una losa que o bien pudo sujetar un poste o bien
hizo de tope a la puerta ya que junto a ella se encontró un posible
pestillo de hierro (Figs. 4.61, 6009-3, 4.75, y 8.10 C).
En los espacios diferenciados, la orientación dominante de
los accesos principales es la O, seguida por la N; mientras que
las S y E son anecdóticas.
En todos los niveles constructivos, los vanos permiten circular por los espacios de las casas sin que haya habitaciones
escondidas o más privadas. De hecho, la puerta principal casi
siempre da acceso directo a la sala del hogar. Ni siquiera el patio
de la Vivienda 1 articuló las estancias a su alrededor. En conclusión, se fue produciendo una especialización de los espacios
pero la segregación no es evidente (Figs. 8.14 y 8.15).
[page-n-192]
Fig. 8.14. Comunicación
entre los espacios de los
Niveles 2 a 6.
Fig. 8.15. Comunicación
entre los espacios del
Nivel 7.
179
[page-n-193]
HOGARES (H)
El hogar o fuego doméstico es el único equipamiento reconocido
unánimemente como elemento definitorio de la casa o unidad doméstica (Bonet y Guérin 1995). Se han encontrado desde el Nivel
2 y tienen una morfología bastante homogénea, aunque se pueden
establecer dos tipos con varios subtipos y variantes (Fig. 8.16).
El primer tipo son hogares sin construir, es decir, sencillas
placas de tierra quemada (H24, UE 0382) o una acumulación de
carbones y cenizas sobre tierra quemada (HH8, 9, 27 y 28, UUEE
0373, 0362, 0454 y 0471). Pueden ser el resultado de fuegos esporádicos, restos de la limpieza de los hogares permanentes o producto de apoyar una olla caliente de forma repetida en un mismo lugar.
Suelen ser de tendencia circular y se encontraron en los Niveles 22,
Fig. 8.16. Hogares.
UE
H
Nivel, Fase, Conj.
487
29
213
473
22
214
381
23
224
382
24
224
373
8
23
471
28
233
472
Horno
233
456
25
234
454
27
31
310
13
312
366
18
313
362
9
32
305
12
322
368
26
324
308
14
41, 42
332
10
411
288
11
421
347
31
413, 423
303
19
5120
250
HoP
5220
257
20
5220
283
17
612
247
7
613
215
5
6120
282
16
622
197, 261 21
6219
226
6
6220, 6320
199
15
632
530
30
712, 722, 732
167
3
722, 732
49
723, 733
6027
32
734
36
1
8
47
2
8
137
4
9
180
23, 31 y 32 (Figs. 3.8 D, 3.19 B y 8.16). El H28 estaba asociado al
horno 0472 y podría ser el lugar donde se apoyaban los recipientes
o bien parte del carbón vaciado del interior (Fig. 8.12 C).
El segundo tipo son hogares construidos con los siguientes
subtipos y variantes:
- Placa circular a ras del suelo sin delimitación aparente,
construida con forma de cubeta más profunda en el centro que
en los laterales y compuesta de varias capas (Fig. 8.16):
- Dos capas: Placa de tierra endurecida por el fuego/capa de
piedras pequeñas (HH15, 16, 17, 22 y 23, UUEE 0199, 0282,
0283, 0473 y 0381) (Fig. 3.13 A). El H23 (UE 0381) pudo tener
una delimitación perdida ya que presentaba unas líneas blanca y
marrón alrededor de la placa (Fig. 3.13 B). El H22 tenía la placa
deteriorada en su parte central (Fig. 3.13 A).
Ø, long. máx. Ø, ancho mín. Grosor máx.
50
63
68
25
75
35
150
44,5
26
142
84
inc
120
72
74
98
98
83
inc
inc
inc
inc
222
85
inc
130
138
53
inc
183
inc
inc
inc
inc
76
45
59
44
12
67
30
100
44
23
89
76
inc
82
70
50
65
inc
inc
inc
inc
144
60
inc
20
116
49
13
135
inc
inc
inc
inc
inc
8
5,5
2,5
7
3
4
22
3
0,5
21
11
3
1
8
sin exc.
8
10
8
10
4
17
4
5
5
3,5
14
5
4
10
22
10
5
6
8
sin exc.
Capas
3
2
2
1
1
1
3ó4
2
1
3
3
1
1
3
1
3
3
1
2
2
3
2
4
3
2
2
2
2
Tipo
Delimitado
circ., a ras
no
circ., a ras
no
circ., a ras
posible
circ., sin const.
no
circ., sin const.
no
circ., sin constr.
no
circ.
si
circ., rehund. sí, cerámica
circ., sin const.
no
circ. a ras
no
circ., rehund.
si
circ., sin const.
no
circ., reutiliza
no
circ., a ras
no
circ., inc
circ., a ras
no
circ., a ras
no
inc.
no
inc
inc
inc
circ., a ras
no
rect., a ras
rect., a ras
no
circ., a ras
no
Horno
sí
rect., a ras
no
circ., a ras
no
rect., rehund.
sí
2
rect., a ras
sí
2
inc
3
inc, a ras
no
3
inc, a ras
3
inc, a ras
sin exc.
circ., a ras
posible
[page-n-194]
A
B
Fig. 8.17. A, Sección del Hogar 26 (UE 0368) (año 2000). B, Hogar 3 (UE 0167) y sección. En la parte superior se pueden ver varias capas
de reparación (año 1995).
- Tres capas: Placa de tierra endurecida por el fuego/capa de
tierra roja con escasas piedras/capa de piedras pequeñas (HH10,
11, 26, 29, UUEE 0332, 0288, 0368 y 0487) (Figs. 3.28 B, 8.17
A y 3.11 D). En una segunda variante la capa inferior está compuesta de fragmentos cerámicos (H13, UE 0310).
- Reutilización: El H12 (UE 0305) se componía sólo de la
superficie endurecida porque estaba construido sobre otro (H13)
que haría el papel de las capas en otros casos.
- De los HH14 y 31 (UE 0308 y 0347) se delimitaron la capa
de piedras, por lo que no se sabe si tenían otras capas o no.
- Placa circular hundida respecto al nivel del suelo y delimitada (Fig. 8.16):
- Placa delimitada por cerámicas a mano (H25, UE 0456). La
placa estaba sobre una capa de tierra quemada (Fig. 3.13 D).
- Placa endurecida por el fuego delimitada por unas paredes
ligeramente inclinadas hacia el interior de las mismas características que la placa; por debajo tierra rojiza con escasas piedras
y, finalmente, una capa de piedras pequeñas. Este hogar (H18,
UE 0366) presentaba por el exterior varios círculos concéntricos de color negro, rojo y blanco que pudieran ser los restos de
un borde construido alrededor (Fig. 3.21 B).
- Placa rectangular al mismo nivel que el suelo y ángulos
redondeados (Fig. 8.16):
- Dos capas, una de ellas con cerámica, sin delimitación
aparente. Se trata de un tipo único y corresponde al H6 (UE
0226) (Fig. 4.26 B). Se construyó una cubeta de poca profundidad (5 cm) y en el fondo se colocó tierra arcillosa mezclada
con fragmentos cerámicos de pequeño tamaño y alguna piedra; a continuación se cubrió con otra capa de tierra con cal
que quedó muy endurecida por el efecto del calor. La superficie tuvo al menos una reparación.
- Tres capas, una de ellas hecha con cerámica, sin delimitación aparente. El único ejemplo es el H5 (UE 0215) del Nivel
61. Para construirlo se excavó un cubeta poco profunda en cuya
base se colocó una capa de cerámicas sobre todo de clase A, casi
todas ellas pintadas y pertenecientes a lebetes y tinajillas. Las
cerámicas se cubrieron con tierra arcillosa y pequeñas piedras
y, finalmente, se encontraba la capa endurecida por el fuego (1
cm). En el ángulo SE había un fragmento de piedra activa de
molino (Figs. 4.26 B y 6.10 B).
- Cuatro capas de tierra, sin delimitación aparente. El H7
(UE 0247) era un gran hogar construido a base de cuatro finas
capas de tierra (blanca, gris, roja, gris). Se encontró bastante
deteriorado, sin restos de la placa endurecida que suele haber en
superficie (Fig. 4.21 C).
- Placa rectangular y delimitada por un resalte y tres capas: placa
de tierra endurecida por el fuego/ capa de tierra roja con escasas
piedras/ capa de tierra roja con piedras. La placa superior tenía al
menos una reparación. Se encontró en el centro de la sala principal
de la Vivienda 2 (H3, UE 0167) (Figs. 4.40 y 8.17 B).
Como hogares construidos hay que considerar también dos
hornos y un hogar de forja. El horno más antiguo (Nivel 23)
era una plataforma circular de 150 cm como máximo que, por
el O, parecía adosarse a la roca (UE 0472). La plataforma se
componía de cuatro capas: placa de tierra quemada/ tierra roja
semejante al adobe/ piedras pequeñas/ tierra blanca (Figs. 3.11
E, 8.12 C y 13.8). De las paredes sólo se conservaba una corona
de piedras pequeñas alrededor del perímetro (23 cm de ancho),
sobre la que quedaba un pequeño adobe en posición radial; la
cubierta pudo ser en falsa cúpula (solución por la que se optó
en la reconstrucción por ser más fácil de mantener) o, mucho
más probable, tratarse de un horno abierto tipo “tannur”. Ejemplos de este tipo están bien documentados en Próximo Oriente, con similares morfología, técnica constructiva y cronología
(Briend y Humbert 1980, 29-33, 131 y 214) (Fig. 8.18), y en el
Mediterráneo Central se ha encontrado uno en S’Urachi (San
Vero Milis, Cerdeña).1 Las representaciones plásticas de esta
misma área geográfica muestran de forma muy gráfica su forma y uso (Delgado 2010, 32-33). Un fragmento de la placa fue
analizado concluyendo que pudo utilizarse para cocer pan (vid.
Cap. 13 “Estudi de continguts…”).
El segundo (Nivel 62) se construyó adosado a un muro del
Departamento 19 (M59, UE 0116) y se componía de dos capas
(H21, UUEE 0197 y 0261) (Figs. 4.24 B y 8.19): una placa de
tierra quemada y roja (UE 0197) sobre una gruesa capa de piedras pequeñas, en cuyo centro había una losa hundida y cubierta
1 Comunicación personal del Dr. Carlos Gómez Bellard, colaborador
del proyecto S’Urachi (https://blogs.brown.edu/surachi/).
181
[page-n-195]
Fig. 8.18. Tannur de Tell Keisan,
según Briend y Humbert (1980).
Fig. 8.19. Sección del Horno 21
(UUEE 0197 y 0261).
de tierra. En el límite de la capa de piedras, donde pudo estar la
boca, había una losa partida. La planta tal y como se recuperó era
semiovalada, pero probablemente fue semicircular. De la cubierta
no quedaban restos pues fue arrasada para construir las estructuras posteriores (M4, UE 0011 y B2, UE 0201). Se puede catalogar
como tipo “tannur” pues también existen ejemplos adosados a un
muro (Briend y Humbert 1980, 32).
El hogar de forja (H30, UE 0530) es un cubeta alargada con
un extremo redondeado y el otro incompleto, cortado por una
fosa (F24, UE 0145). El extremo redondeado presenta una suave
pendiente por donde se introduciría la tobera. Estaba totalmente
enlucido y no quedaban restos de la posible cubierta, razón por la
cual se piensa que no estaba en uso en el momento del incendio y
abandono de la Vivienda 2 (Figs. 4.90 y 8.20 A).
De acuerdo con la información obtenida en la Zona B, se
puede deducir que los hogares más antiguos son circulares,
mientras que los rectangulares son de cronología ibérica. Los
hornos domésticos no es un equipamieno habitual de las casas
urbanas y, por ahora, sólo se han encontrado en los momentos
iniciales. El único hogar artesanal es del Nivel 73, pero a tenor
del molde de fundición reutilizado en un muro del Conjunto 4
(Nivel 23, M91, UE 0464) y los objetos metálicos asociados
(UE 0376) (Figs. 3.13 C, 3.15 y 3.17), en algún espacio no muy
alejado debió haber un hogar de broncista (Fig. 8.16).
182
FOSAS (F)
En este epígrafe se tratará una serie de estructuras negativas
de morfología y funcionalidad heterogéneas (Fig. 8.21): vertedero, silo, depósito ritual. Quedan fuera de este apartado
las fosas de cronología islámica que se han tratado con anterioridad (vid. Cap. 6).
Las cuatro fosas más antiguas (Niveles 0 y 1) tenían en común (Figs. 2.5 y 3.1) estar totalmente excavadas en la roca, a
no ser que estuvieran incompletas por la parte superior; eran de
tendencia circular, carecían de revestimiento interior y no estaban delimitadas por el exterior.
La mayoría estaban llenas de sedimento con escaso o
ningún material arqueológico, con la única excepción de la
F42 (UE 0378). Ésta, como ya se ha comentado, se encontró
cortada por una fosa islámica y sólo por los materiales de su
interior se puede adscribir al Nivel 1. Por un lado, tiene forma redondeada y por otro, tiene dos lados haciendo ángulo
recto. En el interior había una tierra cenicienta, suelta, con
algunos huesos y abundante cerámica hecha a mano. Probablemente se trate de una fosa de carácter ritual en la que se
depositaron, ante todo, recipientes de pequeño tamaño (Figs.
3.3 A, 3.5 y 6.9).
La F44 (UE 0466) también estaba cortada por una fosa islámica
y no se pudo ver completa al quedar por debajo de un pavimento;
estaba rellena de sedimento con escaso y poco significativo mate-
[page-n-196]
A
B
C
Fig. 8.20.
A, Hogar de forja (H30, UE 0530) cortado por la Fosa 24
(UE 0145) (año 2004).
B, Fosa 43 (UE 0341) al inicio.
C, Fosa 43 (UE 0341) con molino en el interior (año 2000).
Fig. 8.21. Fosas.
UE
Fosa
469
45
482
51
378
42
466
44
442
46
445
47
490
49
341
43
358
48
276
39
263
37
253
36
314
52
164
53
169
23
125
22
6017
54
Ø máx.
–
43
50
75
40
45
34
54
50
100
30
20
85
45
–
–
46
Ø mín.
22
21
45
46
29
20
25
52
48
80
–
–
76
30
–
–
38
Altura
18
21
27
28
10
21
23
29
22
15
10
3
68
4
20
5 y 13
11
rial arqueológico. La F45 (UE 0469) era de forma ovalada y en su
interior sólo se encontró tierra. La F51 (UE 0482) era irregular y en
su interior tampoco se encontró material (Fig. 2.5).
En el Nivel 3 se documentaron otras tres fosas. Una ellas
(F46, UE 0442) estaba excavada en la roca base y aparentemente rodeada de grandes losas. No se encontró material arqueológico en su interior. La F47 (UE 0445) tenía abundante
Capacidad
ca 4000 l
Nivel, Fase
0
0
11
11
31
31
31, 32
41, 42
41, 42
42
51
51, 52
51, 52
71, 72, 73
71
73
73
Interpretación
Ritual
Dudosa
Vertedero?
Enterramiento
Molino
Vertedero?
Ritual
Ritual
Silo
Artesanal
Ritual
Dudosa
materia orgánica, así como piezas metálicas y fragmentos
cerámicos, a modo de pequeño vertedero (Figs. 3.18, 3.21 D
y 3.26). La F49 (UE 0490) es la que se practicó para colocar
un enterramiento infantil en urna (Fig. 3.21, C).
Y tres más se encontraron en el Nivel 4. La F43 (UE 0341)
tenía la base inclinada y en su interior se encontró un fragmento
de molino barquiforme (Figs. 3.52 y 8.20 B y C). La F48 (UE
183
[page-n-197]
0358) estaba fuera de las alineaciones propuestas para los agujeros de poste de ese Nivel y tenía en su interior sedimento con
un alto contenido orgánico; pudo formar pareja con AP11 (UE
0320) (Figs. 3.29 y 3.31). El sedimento recogido en el interior
de ambas fosas dio resultados negativos para las semillas, no así
para los carbones (Pinus nigra-sylvestris y halepensis, Quercus
perennifolio, Arbutus unedo y leguminosas) y la fauna (ovicaprinos, cerdo y conejo).
La F39 (UE 0276) era circular, de poca profundidad, terminaba con una capa de cenizas y formaba parte del Conjunto 1 (Fig. 6.2 A).
En el Nivel 5 de la Vivienda 3 las FF36 y 37 (UUEE 0253
y 0263) contenían restos de un perro infantil y de una cabra
adulta, respectivamente (Figs. 4.17 y 4.18). En cambio, la F52
(UE 0314) también en la Vivienda 3 (Niveles 51 y 52) debió ser
un silo ya que era bastante profunda y cuadrangular con ángu-
184
los redondeados; conservaba algunas pequeñas losas verticales
alrededor de la boca como protección y estaba asociada a un
empedrado (UE 0241) (Figs. 4.2).
Ya en el Nivel 71 de la Vivienda 2 se localizó una pequeña fosa en cuyo interior se depositó una oveja (F23, UE
0169). La F53 (UE 0164) estaba asociada al taller de forja,
pero se desconoce su utilidad exacta (Fig. 4.90 A). Era poco
profunda, estaba delimitada por pequeñas piedras y en su interior se encontró un fragmento de hierro como material más
significativo. La F22 (UE 0125) es dudosa puesto que no
llegaba al suelo de la Vivienda y el único material recogido
fue cerámica de clase B.
Finalmente, en la Vivienda 4, en el centro del Departamento
24 había una pequeña fosa con cenizas y un fragmento de adobe
(F54, UE 6017) (Fig. 4.60).
[page-n-198]
9
REVELANDO LA TRAMA URBANÍSTICA DE KELIN
DE FORMA NO-DESTRUCTIVA:
UNA APROXIMACIÓN MAGNETOMÉTRICA
C. Cuenca-García
Desde los primeros trabajos arqueológicos realizados en la
loma de Los Villares, se ha podido comprobar que la totalidad de su superficie estuvo intensamente construida ya desde
las primeras fases de ocupación (Pla 1980, 9-11; Mata 1991,
9-25; Mata et al. 1999). La gran superficie habitada, más la
circunstancia de tener actualmente en cultivo la mayor parte
de la loma, han impedido obtener una visión de conjunto del
extenso espacio urbano desarrollado durante las diferentes
etapas del yacimiento. Las excavaciones llevadas a cabo en
las Zonas A y B, las únicas que son de propiedad pública, han
aportado información muy significativa, pero todavía insuficiente, debido a la magnitud del terreno que queda sin excavar. Por ello, en Diciembre 2013 se realizó una prospección
magnetométrica con el fin de obtener una visión más completa del urbanismo en ambas Zonas (Fig. 9.1).
MÉTODO DE PROSPECCIÓN MAGNETOMÉTRICA
Es un método geofísico muy utilizado para explorar yacimientos arqueológicos. Se basa en la detección de pequeñas variaciones locales en la intensidad del campo magnético terrestre,
o geomagnético, debidas al contraste producido por materiales,
objetos o estructuras soterradas. Todo material u objeto del subsuelo como, por ejemplo, estructuras arqueológicas, presentan
un cierto grado de magnetización. El campo magnético individual que estos objetos pueden exhibir causa perturbaciones en el
campo geomagnético, creando las variaciones o anomalías que
pueden detectarse utilizando un magnetómetro. Por ejemplo, al
excavar una zanja y rellenarla con tierra con un mayor grado de
magnetización (las capas más superficiales de muchos suelos
se caracterizan por tener minerales magnéticamente realzados),
puede causar un contraste entre las propiedades magnéticas del
material de relleno y las que caracterizan al del subsuelo de su
entorno y así ser detectada utilizando este método. El realza-
miento de los minerales de las capas más superficiales del suelo
(e.g. óxidos de hierro) puede producirse por diversos factores
pero, sobre todo, por procesos de calentamiento del suelo o
sedimentos por acción del fuego, tanto por motivos naturales
como antrópicos. La transformación de óxidos de hierro a otras
formas más o menos magnéticas puede también derivarse de,
por ejemplo, complejos procesos de pedogénesis en los que
influirían, entre otros, el contenido de materia orgánica en los
depósitos arqueológicos o naturales y derivados de procesos
geoquímicos.
En una prospección magnetométrica, la habitual unidad
de medida se expresa en nanotesla (nT) y define la densidad
de flujo magnético. En yacimientos arqueológicos, los rellenos de zanjas, silos o agujeros de poste soterrados pueden
mostrar una magnetización inducida, generalmente de pequeña intensidad (e.g. 1-10 nT), pero potencialmente detectable en superficie durante una prospección magnetométrica. La magnetización inducida depende de la susceptibilidad
magnética de un material, es decir, del grado de magnetización exhibido ante la presencia de un campo magnético
externo. Otros materiales o estructuras arqueológicas enterradas pueden causar intensidades magnéticas mucho más
pronunciadas, como por ejemplo las derivadas de materiales
quemados, hogares, hornos metalúrgicos, etc. Estas intensidades son causadas por magnetización termo-remanente,
que ocurre cuando un material se enfría tras haberse expuesto a elevada temperatura. Cuando el material baja de temperatura, queda magnetizado en dirección al campo geomagnético de ese momento, conservando tal magnetización a lo
largo del tiempo. Estructuras arqueológicas caracterizadas
por una magnetización termo-remanente son generalmente
muy fáciles de detectar en prospecciones magnetométricas,
siempre y cuando haya un suficiente contraste magnético.
185
[page-n-199]
Fig. 9.1. Pasando el magnetómetro (año 2013).
RECOGIDA DE DATOS
La prospección se llevó a cabo en las Zonas A (área N y NO) y B
(área S) y cubrió unos 4600 m2 (Fig. 9.1). El trabajo de campo se
desarrolló en dos días, con un equipo de tres personas. Primero,
se procedió a cuadricular el espacio con subdivisiones de 20x
20 m, manteniendo una distancia prudencial de la verja metálica
que rodea el área protegida para evitar introducir distorsiones en
los datos. Existen varios tipos de magnetómetros generalmente
clasificados entre escalares (miden la intensidad total del campo magnético al que están sometidos) y vectoriales (miden el
componente del campo magnético en una dirección particular).
Para las mediciones en Kelin se utilizó un gradiómetro “fluxgate” Bartington 601 (Figs. 9.1 y 9.2). Éste es un magnetómetro
vectorial muy utilizado en prospecciones arqueológicas y que
fue proporcionado por el Laboratory of Geophysical - Satellite
Remote Sensing and Archaeo-environment del Institute for Mediterranean Studies del centro de investigación griego FORTH.
Cada subdivisión de 20x 20 m fue prospectada de forma individual recorriendo, en paralelo, líneas separadas 0.5 m y con un
intervalo de muestreo a lo largo de cada línea de 0.25 m. Los
datos en bruto (raw data) se procesaron utilizando el software
Geoplot 3.0 de Geoscan Research (Fig. 9.3). ArcMap (ArcGIS)
se utilizó para georreferenciar las imágenes de Geoplot e interpretar los datos.
RESULTADOS E INTERPRETACIÓN
La prospección reveló una serie de respuestas magnéticas de
contraste positivo e intensas visibles en los datos en color negro,
además de otras anomalías magnéticas lineales de débil contraste positivo o incluso negativo, en grises o blanco respectivamente (Figs. 9.3 y 9.4). La fuerte respuesta magnética que
aparece longitudinalmente de E a O, se debe a los restos de la
primera verja metálica que cerraba la Zona A.
La mayoría de las anomalías magnéticas aparecen distribuidas formando ángulos y orientadas de forma similar a las estructuras excavadas visibles en superficie. Estas anomalías parecen
indicar la ubicación de estructuras cuadradas o rectangulares,
posiblemente delineando casas u otras estructuras urbanas. En
algún caso se aprecian conjuntos que permiten intuir la existencia de casas con varias dependencias. Estas estructuras ocupan
186
Fig. 9.2. Área prospectada (en rojo), cubriendo la mayor parte de las
zonas arqueológicas A (N y NO) y B (S). El área se cuadriculó con
subdivisiones de 20x 20 m (en verde) para la recogida de los datos.
toda el área prospectada y parecen ordenarse a lo largo de otras
respuestas magnéticas lineales, caracterizadas por un contraste
magnético positivo débil o incluso negativo, que parecen representar el entramado de calles en esta área. Incluso se observa un
sector central sin construcciones, lo que abre la posibilidad de
interpretarlo como una hipotética plaza.
La mayor intensidad magnética de algunas anomalías puede estar asociada a elementos quemados tales como paredes de
adobe u otros materiales estructurales de las casas. Esta interpretación coincide con la hipótesis que sugiere que Kelin fue
destruido en su etapa final. Durante las excavaciones arqueológicas se registraron niveles de incendio relativos a la penúltima
fase del yacimiento (Nivel 7). Otras anomalías magnéticas negativas, cuya disposición también sugieren estructuras de habitación, pueden ser derivadas de paredes de adobe que no fueron
afectadas por el fuego o por los zócalos de piedra de las casas.
CONCLUSIONES
Este estudio demuestra el gran potencial de la prospección magnetométrica para caracterizar, de forma no destructiva y eficaz,
la trama urbana de yacimientos ibéricos con una fase de destrucción final por incendio. Una campaña de dos días y un pequeño
equipo de personas fueron suficientes para obtener resultados
que permiten acercarnos algo más al espacio urbano de Kelin
[page-n-200]
Fig. 9.3. Datos en bruto (raw data) y procesados en escala de grises y colores). La escala de grises muestra intensidades magnéticas
positivas en color negro (+nT) y negativas en color blanco (-nT).
Fig. 9.4. Interpretación de los resultados. Línea verde: Anomalías magnéticas lineales (generalmente de contraste negativo) que
indican la ubicación de posibles estructuras (e.g. calles). Relleno verde: Anomalías magnéticas positivas e intensas que indican la
presencia de material estructural quemado (e.g. paredes de adobe incendiadas durante la destrucción de la ciudad). Relleno gris:
Distorsión magnética producida por objetos metálicos modernos (e.g. antigua verja que cerraba la zona A).
187
[page-n-201]
justo antes de su destrucción. Dados estos resultados preliminares, se tiene la intención de implementar otras técnicas geofísicas para complementar los resultados magnéticos. Por ejemplo,
la utilización del georradar o GPR (Ground Penetrating Radar)
puede proporcionar más detalles sobre las estructuras internas
e información sobre la profundidad a que se encuentran. Esto
188
último de gran interés dada la superposición de construcciones
existentes en este yacimiento. Además de la contribución hacia el conocimiento de espacio urbano de Kelin, los trabajos
geofísicos que se desarrollen también proporcionarán nuevas y
muy bien definidas áreas de interés arqueológico que validar y
explorar en futuras excavaciones.
[page-n-202]
10
LOS ENTERRAMIENTOS INFANTILES
LOCALIZACIÓN
Las excavaciones en Kelin han exhumado un total de nueve enterramientos de diversas cronologías en las Zonas A y B. Dos de
ellos fueron publicados pero se han vuelto a analizar con nuevas
técnicas y perspectivas (Guérin y Martínez Valle 1987-1988,
243 y 265, fig. 6, láms. I, A y IV, 5).
Los tres más antiguos corresponden al Nivel 3 (segunda mitad del siglo VII a. C.). Dos se encontraron en 2004, durante
los trabajos de consolidación y puesta en valor (UUEE 0514
y 0516), sin que haya quedado claro a qué espacio o espacios
pertenecían (Fig. 3.21 E y F). Se encontraron en el interior de
sendas fosas simples y sin ajuar.
El tercer enterramiento estaba en el interior de una urna hecha a mano con tapadera, metida en una fosa que perforó la
roca; la fosa estaba rodeada a su vez de otras cerámicas, también
hechas a mano (UE 0490) (F49) (Fig. 10.1). En el interior se
encontró una pequeña anilla abierta de bronce (Fig. 3.26, 04901), así como carbones de Pinus Nigra y Quercus. La tapadera se
encontró rota y no se puede asegurar que los vegetales formaran
parte de una ofrenda. Pertenece al Conjunto 3 del Nivel 31.
La anilla, en cambio, sí que formó parte del ajuar pero, a
diferencia de lo que se vio en el enterramiento del departamento
3 del Castellet de Bernabé (Llíria), estaba cerca de los huesos
largos pero sin sujetarlos (Guérin 2003, 361).
Otro enterramiento en urna, esta vez del siglo V a. C., estaba
en una fosa cortando la UE 0200 (Fig. 10.2 A). El espacio es de
difícil interpretación dadas las remodelaciones sufridas con posterioridad hasta convertirse en el Dep. 19. La tinajilla gris, en el
momento de la extracción, tenía la boca y parte del cuello rotos
en el interior (Figs. 4.23 y 4.24 A). Este neonato se analizó para
determinar su sexo (vid. infra “Determinación del sexo…”).
De la misma cronología debe ser el enterramiento de la Vivienda 1, depositado en una olla de cocina empotrada en un banco de un pequeño almacén (Dep. 1b-83) (Mata 1991, lám. V, 2
y 3). La vivienda se destruyó y abandonó a finales del siglo III
a. C., pero el enterramiento por el tipo de la olla y por el lugar
donde se encontró es anterior a la última fase. El banco era, en
realidad, un muro más antiguo reutilizado como tal. La cronología se da por posición estratigráfica pero, sobre todo, por la
tipología de la olla que hizo las veces de urna. Se publicó como
un feto a término o un neonato de pequeño tamaño (Guérin y
Martínez Valle 1987-1988, 243 y 265, fig. 6, láms. I, A y IV, 5)
(vid. infra “Estudio bioantropológico…”).
En otro espacio de la misma vivienda se excavó una fosa
simple en cuyo interior se han podido diferenciar tres individuos (UE 5011) (Fig. 10.2 B) (vid. infra “Estudio bioantropológico…”). Por su posición estratigráfica debe ser de la misma
cronología, pero se desconoce si en ese momento ambos departamentos pertenecían a la misma vivienda o no.
Finalmente, en el trabajo de Guérin y Martínez Valle (19871988, 243) se cita la existencia de otro enterramiento con restos
muy deteriorados que se encontraron entre la fauna, por lo que
hay que deducir que estaban en un lugar que no se reconoció en
su día. Es posible que se trate de los ahora identificados como
procedentes del Sondeo III c-4 de 1985, Zona N.
ESTUDIO BIOANTROPOLÓGICO
Y PALEOPATOLÓGICO
(E. García-Prósper y M. Polo Cerdá)
Los niños fallecidos antes de cumplir el primer año generalmente
están muy poco representados en las necrópolis de la Antigüedad,
destinándose estos lugares para el resto de la sociedad (Tillier y
Duday 1990). La mayoría de los enterramientos perinatales se encuentran en entornos domésticos e incluso en ámbitos artesanales
(Duday et al. 1995). La explicación de no enterrarse en necrópolis tal vez sea consecuencia de no haber superado el tiempo
necesario para formar parte del estamento social (Blaizot et al.
189
[page-n-203]
Fig. 10.1. Reconstrucción de los momentos de extracción de la urna UE 0490-1 y posterior tratamiento en laboratorio (año 2002).
Los individuos analizados proceden de enterramientos tanto
en urna como inhumados directamente en el suelo de zonas de
habitación del yacimiento, y la cronología abarca entre la segunda mitad del siglo VII hasta el III a. C.
Objetivos
El principal objetivo de este trabajo está dirigido a analizar desde la perspectiva bioantropológica y paleopatológica los restos
óseos humanos hallados durante las campañas de excavación
del yacimiento. Para alcanzar estos objetivos se han trazado las
siguientes líneas de investigación:
Fig. 10.2. Enterramientos de la Vivienda 1 (UE 5011) (año 2001).
2003), aunque otras interpretaciones pretenden explicar estos
enterramientos domésticos como ritos de fundación, sacrificios
infantiles o infanticidios selectivos para equilibrar o modificar la
sex ratio (Guérin y Martínez Valle 1987-1988; Oliver 2003; Gusi
y Muriel 2008), o simplemente la dificultad de superar el trauma
del parto y la primera infancia en épocas pretéritas, donde la pérdida de niños concebidos, y la muerte de la madre gestante, eran
muy habituales. La sociedad ibérica tenía factores de limitación
demográfica tales como embarazos problemáticos, enfermedades
infecciosas, accidentes, hambrunas o guerras; amenazas que alcanzan a los individuos más frágiles, como los niños y las mujeres en procesos de gestación y crianza (Chapa 2003).
Más allá de estas interpretaciones, los parámetros que se han
analizado en este trabajo se centran básicamente en el estudio
antropológico y paleopatológico, abordando aspectos como la
edad, la talla, la calidad de vida y las posibles causas de muerte
de los individuos infantiles del yacimiento ibérico de Kelin.1
El estudio se ha llevado a cabo en los laboratorios del Servicio
de Investigación Prehistórica (SIP) del Museu de Prehistòria de
València, entre los meses de septiembre y diciembre de 2017.2
1 Agradecemos a Consuelo Mata, profesora de la Universitat de València y directora del yacimiento de Kelin, la oportunidad de estudiar esta valiosa colección antropológica, así como la confianza que
ha demostrado al encargarnos este trabajo.
2 Agradecemos a Helena Bonet, siendo directora del Museu de
190
1. Análisis del perfil biológico de la muestra osteológica.
2. Análisis de caracteres morfométricos.
3. Análisis de indicadores de salud (evidencias paleopatológicas).
Material
Se han estudiado siete unidades estratigráficas que corresponden a nueve individuos ya que se han constatado al menos tres
individuos en la UE 5011. Esta “topografía de la conservación”
es importante para llevar a cabo interpretaciones sobre los usos
funerarios en espacios domésticos (Fig. 10.3).
Con anterioridad a este trabajo se tomaron muestras analíticas para la determinación del sexo mediante análisis genético (UE 0200-1-Nº SIP 23.939) (vid. infra “Determinación
del sexo…”) y para análisis de isótopos estables (δ13C, δ15N)
de las UUEE 5011, 0490 y 0200 para la determinación del
tipo de dieta.3 La selección de muestras para estos estudios
complementarios, afectó a miembros de extremidades superiores e inferiores. El inconveniente es que previamente a la
toma de las muestras, no se tuvo la precaución de obtener
medidas de la pieza a analizar, pudiendo condicionar los resultados de esta investigación.
Prehistòria de València, y a Jaime Vives-Ferránidiz, conservador del Museu, las facilidades y atenciones ofrecidas para el
desarrollo de esta investigación.
3 Muestras tomadas por el Dr. Domingo Carlos Salazar, cuyos resultados en el momento de escribir estas líneas no se habían publicado.
[page-n-204]
Fig. 10.3. Unidades estratigráficas estudiadas y características principales.
UE
0200-A3
5011
Dep. 1b-83
0490
S.III-C4
0514
0516
0516
Nº catálogo SIP
23.939
23.940
45.194
23.941
45.195
21.633
21.632
21.632
Cronología
S.V-IV a.C
S.V-IV a.C
S.V-IV a.C
S. 2ª1/2 VII a.C
S. 2ª1/2 VII a.C.
S. 2ª1/2 VII a.C.
S. 2ª1/2 VII a.C.
S. 2ª1/2 VII a.C.
Metodología
Las técnicas analíticas que se han empleado en este estudio han
sido las habituales en los análisis antropológicos, es decir, técnicas morfométricas, con el apoyo de un microscopio estereoscópico marca Leica M165C, y radiológicas, de aquellas piezas
óseas que presentaban lesiones patológicas elementales susceptibles de análisis.4
La metodología antropológica empleada ha sido variada:
para el cálculo del índice de preservación esquelética se ha empleado el método de Walker et al. (1988); para la determinación
de la edad en restos óseos de individuos fetales y perinatales, se
ha empleado el trabajo de Fazekas y Kósa (1978); las fórmulas
regresivas de Scheuer et al. (1980) y las tablas de Jeanty (1983);
para la estimación de la talla se han empleado los métodos de
Balthazard y Dervieux (1921) y Olivier y Pineau (1960); para la
estimación del peso de los fetos se ha utilizado las tablas de Olivier y Pineau (1958) que relacionan la edad, la longitud máxima
de la diáfisis y el peso (Fazekas y Kósa, 1978).
Toda la información recogida en este estudio se ha gestionado a través de la confección de diferentes bases de datos en
hojas de cálculo de Microsoft Office Excel® (versión 2010).
Resultados
En la medida de lo posible, de cada uno de los nueve individuos
identificados, se ha estimado la edad, se ha calculado la talla y
el peso aproximado y se han descrito las posibles lesiones elementales patológicas.
Individuo UE 0200-1 (Nº cat. SIP 23.939)
Este esqueleto se halló en el interior de una tinajilla haciendo
el papel de urna (Figs. 4.24 A y 10.2 A). Los restos óseos corresponden a un individuo a término, hallado en buen estado
de conservación.
Se conservan restos plurifragmentados de neurocráneo (incluyendo uno de los huesos del tímpano, el martillo), escasos fragmentos de esplacnocráneo, 12 piezas dentales deciduas aisladas,
ambas clavículas en su mitad distal, ambos húmeros, cúbitos y radios, huesos de ambos carpos, así como falanges medias y distales,
4 El análisis radiográfico lo ha llevado a cabo el Dr. José Madrid,
profesor titular y responsable del Laboratorio de documentación y
registro del Instituto Universitario para la Restauración del Patrimonio (Universitat Politècnica de València), a quien agradecemos
su colaboración y consejos.
NMI
1
3
1
1
1
1
1
1
Receptáculo
Urna-tinajilla
Fosa departamento
Urna-olla cocina
Urna-con ajuar
¿?
Fosa
Fosa
Fosa
Ubicación
¿?
Vivienda 1
Vivienda 1
¿?
¿?
¿?
¿?
¿?
siendo mejor la conservación de la mano derecha. Del raquis se
conservan prácticamente todas las costillas, y la totalidad de las
vértebras. De las extremidades inferiores se conserva parcialmente
la epífisis proximal y distal del fémur derecho, ambas tibias y el
peroné derecho. De los pies se conservan los huesos metatarsianos
y falanges medias de ambas lateralidades (Fig. 10.4).
El índice de conservación esquelético (ICE) corresponde a
un 62.5%, siendo los índices de preservación esqueléticos diferenciales (IP)5 los siguientes: IP1 de 83,33%, IP2 de 52,63% e
IP3 de 77,27%.
La estimación de la edad se ha realizado con el método de
Scheuer et al. (1980), a partir de las longitudes máximas de
huesos largos de miembros superiores (húmero, radio y cúbito) e inferiores (tibia). Se ha obtenido una edad en un rango
entre las 39 y 42 semanas de gestación, considerándose un
feto a término (Fig. 10.5).
El sexo corresponde a un varón obtenido a partir del análisis
genético (vid. infra “Determinación del sexo…”). Para el cálculo de la estatura completa del cuerpo se ha empleado el método
de Balthazard y Dervieux (1921) a partir de las longitudes máximas de húmero y tibia. Los resultados han ofrecido una talla
estimada de 51 cm (Fig. 10.6).
No se han observado hallazgos patológicos craneales o
postcraneales ni variantes anatómicas epigenéticas en los restos
conservados y estudiados. Así mismo, tampoco se ha hallado
patología bucodental en los gérmenes dentarios.
Individuos UE 5011 (Nº cat. SIP 23.940)
Los restos de estos individuos se hallaron en el interior de la
Vivienda 1, por debajo del nivel de pavimento (Fig. 10.2). Esta
unidad estratigráfica agrupa al menos a tres individuos que hemos diferenciado en el estudio de laboratorio (5011-A, 5011-B
y 5011-C). El número de huesos conservados son dispares, siendo especialmente escasos en el esqueleto 5011-C (Fig. 10.7).
5 Con el fin de valorar de una manera cuantitativa las diferentes regiones anatómicas, se pueden obtener tres índices de preservación
diferencial (Walker et al. 1988): IP1 (se considera a partir del sumatorio de 12 huesos largos: húmeros, cúbitos, radios, fémures, tibias
y peronés), IP2 (se consideran 19 huesos a partir del sumatorio de
IP1 + huesos de cintura escapular y pelviana: escápulas, clavículas,
coxales y sacro) e IP3 (se consideran 22 huesos a partir del sumatorio
de IP2 + huesos de neurocráneo, esplacnocráneo y mandíbula). Las
fórmulas para el cálculo de los tres índices son: IP1 = Σ nº de huesos
conservados / 12 x 100. IP2 = Σ nº de huesos conservados / 19 x 100.
IP3 = Σ nº de huesos conservados / 22 x 100.
191
[page-n-205]
Fig. 10.4. Inventario
y conservación de los
restos esqueléticos del
individuo UE 0200.
Fig. 10.5. Antropometría y edad gestacional.
0200-1
Nº SIP 95.822
Húmero
Radio
Cubito
Tibia
Long. máxima Edad (semanas
(mm)
de gestación)
66,47
59,51
62,84
66,80
39,13
42,52
39,69
39,57
Error (+)
2,33
2,29
2,20
2,12
Fig. 10.6. Cálculo de la estatura.
0200-A3
Nº SIP 95.822
Húmero
Tibia
Long. máxima (cm)
Talla (cm)
6,64
6,68
51,16
51,92
Individuo 5011-A
De este individuo se conservan restos óseos muy fragmentados de
neurocráneo y esplacnocráneo, un total de 8 gérmenes dentales asilados, ambas clavículas, el húmero derecho está completo, y fragmentado el contralateral, se conserva el cúbito derecho y ambos
radios, y algunas falanges de ambas manos. Del raquis se conservan
prácticamente todas las costillas, tres vértebras cervicales y todas las
dorsales y lumbares. De las extremidades inferiores se conserva el
fémur derecho, y los metatarsianos del pie (Fig. 10.8).
Con todo ello se ha calculado un índice de conservación
esquelética (ICE) de un 39%, siendo los índices de preservación esqueléticos (IP) los siguientes: IP1 de 50%, IP2 de
23,31% el IP3 de 18,18%.
192
Fig. 10.7. Inventario y conservación de los restos esqueléticos de los individuos 5011 (A-B-C).
[page-n-206]
A partir de los datos de longitud máxima del húmero, la
longitud del cuerpo del feto sería de (47,99 cm), ello supone
una edad en meses lunares de 9 ½ (36,6 semanas de gestación) correspondiéndole un peso aproximado de 2.725 g
(Olivier y Pineau, 1958).
No se observaron lesiones patológicas ni en el esqueleto craneal
ni postcraneal, así como en los gérmenes dentarios estudiados.
Fig. 10.8. Inventario de restos óseos
conservados en el individuo 5011-A.
La estimación de la edad se ha realizado a partir de las longitudes máximas de huesos largos de miembros superiores (húmero y radio) e inferiores (fémur). Se ha obtenido una edad en un
rango entre las 35 y 36 semanas de gestación, considerándose
un individuo no a término (Fig. 10.9).
Para el cálculo de la estatura del cuerpo se han empleado los métodos de Balthazard y Dervieux (1921) y Olivier y Pinaud (1960),
a partir de las longitudes máximas de húmero y fémur, ha resultado
una estatura aproximada entre los 45 y 48 cm (Fig. 10.10).
Individuo 5011-B
De este individuo se conservan restos óseos muy fragmentados
correspondientes a un fragmento mandibular del lado izquierdo,
ambos huesos petrosos, el cúbito derecho, el coxal izquierdo y
algunos cuerpos vertebrales, tales como axis y los arcos de las
vértebras torácicas, así como algunas costillas (Fig. 10.11).
El índice de conservación esquelética (ICE) corresponde a
un 13% y los índices de preservación esqueléticos (IP) son: IP1
de 8,33%, IP2 de 5,26% e IP3 de 13,63%.
La estimación de la edad se ha realizado a partir de las
longitudes máximas del único hueso posible (cúbito derecho)
obteniéndose un rango entre las 34,98 y las 38 semanas de
gestación. A partir de la longitud máxima del cúbito derecho
(53,55 mm) se obtiene una edad de 34,98 semanas según el
método de Scheuer et al. (1980) (Fig. 10.12). Entre las 36-38
semanas, según el método de Fazekas y Kósa (1978) y según
Jeanty (1983), 34 semanas de gestación. En cualquier caso se
trataría de un feto no a término.
Para el cálculo de la estatura completa del cuerpo se ha empleado el método de Olivier y Pinaud (1960) a partir de las longitudes máximas del cúbito derecho, resultando una talla entre
los 45,63 cm (Fig. 10.13).
Fig. 10.9. Longitudes máximas y su correspondencia en la edad
gestacional.
5011-A
Nº SIP 23.940
Húmero
Radio
Fémur
Long. máxima Edad (semanas
(mm)
de gestación)
61,00
48,28
67,15
Error (+)
36,62
35,95
35,73
2,33
2,29
2,08
Fig. 10.10. Cálculo de la talla del individuo 5011-A.
5011-A
Nº SIP 23.940
Hueso
Long. máxima
(cm)
Talla (cm)
Balthazard y
Dervieux (1921)
Fémur
Húmero
6,71
6,10
45,58
46,67
Olivier y Pinaud
(1960)
Húmero
6,10
47,99
Fig. 10.11. Inventario de restos óseos
conservados en el individuo 5011-B.
193
[page-n-207]
Fig. 10.12. Estimación de la edad del individuo 5011-B, según
Scheuer et al. (1980).
5011-B
Nº SIP 23.940
Cubito
Long. máxima
(mm)
53,55
Edad (semanas Error (+)
de gestación)
34,98
2,20
La edad se ha estimado a partir de la longitud máxima del
hueso petroso, resultando una edad gestacional de 34 semanas
según Fazekas y Kósa (1978).
En ninguno de los individuos pertenecientes a esta unidad
estratigráfica se han hallado signos de patología tanto ósea
como dental.
Individuo Dep. 1b-83 (Nº cat. SIP 45.194)
Fig. 10.13. Cálculo de la talla del individuo 5011-B según
Olivier y Pinaud (1960).
5011-B
Nº SIP 23.940
Cubito
Long. máxima
(cm)
Talla (cm)
Error (+)
5,35
45,63
1,59
A partir de los datos de longitud máxima del cúbito (53,55
mm), la talla del feto sería de 45,64 cm; ello supone una edad de
8-9 meses lunares correspondiéndole un peso aproximado entre
2.223 y 2.387 g (Olivier y Pineau 1958).
Individuo 5011-C
Correspondiente a este individuo sólo se conserva el hueso petroso del lado derecho. La presencia de este hueso se ha constatado en dos ocasiones más (UUEE 5011-A y 5011-B) y del
mismo lado. Esta repetición indica que al menos tres individuos
perinatales fueron enterrados en el mismo lugar en diferentes
momentos (Fig. 10.14). Teniendo en cuenta que solo hay un
hueso el ICE es de 0,5%.
Fig. 10.14. Inventario de restos óseos conservados en el individuo 5011-C.
194
Este esqueleto se halló en el interior de una olla de cocina haciendo el papel de urna, en la misma vivienda que los perinatales descritos anteriormente (5011 A-B-C). Tal y como ya se ha
mencionado, este individuo fue objeto de un estudio preliminar
(Guérin y Martínez Valle 1987-1988). Los restos óseos corresponden a un individuo perinatal parcialmente conservado.
Se inventariaron restos plurifragmentados de neurocráneo
(fragmentos de parietal, occipital, hueso petroso, un fragmento orbitario derecho, así como la hemimandíbula izquierda), la
clavícula derecha en su extremo esternal, fragmentos diafisarios
de ambos húmeros, fragmentos de cúbito y radios izquierdos,
así como fragmentos diafisarios de ambas tibias y uno distal del
peroné izquierdo. Se han podido inventariar vértebras dorsales
bajas (5), las lumbares (5), y una docena de costillas de ambas
lateralidades. Así mismo, se pudieron identificar falanges medias y distales de la mano izquierda, y un metatarsiano del pie
izquierdo (Fig. 10.15).
El índice de conservación esquelética (ICE) corresponde a
un 18%, siendo los índices de preservación (IP) los siguientes:
IP1 de 58,33%, IP2 de 10,52% e IP3 de 31,81%.
La edad se ha podido estimar empleando el método de Fazekas y Kósa (1978) a partir de las medidas de la longitud y anchura
del hueso petroso derecho (25,70 x 15,53 mm), y de la anchura
metafisaria del húmero izquierdo (12,41 mm), obteniéndose un
resultado entre las 30 y 32 semanas de edad gestacional.
A partir de los datos de longitud máxima del fémur (67,15
mm), la longitud del cuerpo del feto sería de 45,58 cm, ello supone una edad de 8-9 meses lunares correspondiéndole un peso
aproximado entre 2.223 y 2.387 g (Olivier y Pineau 1958).
Desde un punto de vista patológico se pudo observar la presencia de cribra orbitalia derecha, lesión elemental atribuible a alguna
enfermedad metabólica y/o carencial6 (Fig. 10.16). En relación con
esta lesión se observó una periostitis bilateral de tibias (inflamación
del periostio a nivel medio medial diafisario).7 A nivel macroscó-
6 La cribra orbitalia se ha de considerar como el primigenio fenómeno poroso, descrito por primera vez por Hermann Welcker en
1885. Esta lesión ósea genera controversias interpretativas sobre su
expresión en el hombre (Polo y Villalaín 2003).
7 La presencia de periostitis en huesos largos es un hallazgo frecuente
en las poblaciones antiguas y puede obedecer a diferentes etiologías.
En la población adulta, en ausencia de una afectación plurifocal, su
localización única suele estar relacionada con micro-traumatismos
locales o problemas vasculares (insuficiencia venosa crónica) (Campillo 2001), sin embargo, en perinatales e infantiles estaría relacionada con infecciones piógenas (osteomielitis), siendo los principales
agentes bacterianos involucrados el Staphylococcus sp. (75-84%) y
el Streptococcus (García-Guixé 2009), o incluso infecciones sistémicas (como por ejemplo, la tuberculosis) (Mensforth et al. 1978;
Campillo 2001). No obstante, la periostitis inespecífica perinatal y de
la primera infancia también se puede relacionar con procesos carenciales (anemias e hipovitaminosis) (Mensforth et al. 1978).
[page-n-208]
Fig. 10.15. Inventario de
restos óseos conservados en el
individuo Dep. 1b-83.
pico se observa una neoformación de hueso nuevo e inflamatorio
perióstico, con formación de cavernas compatibles con osteomielitis. A nivel radiológico se confirma el diagnóstico con un engrosamiento del periostio (Fig. 10.17).
Individuo UE 0490 (Nº cat. SIP 23.941)
Fig. 10.16. Cribra orbitalia derecha del individuo Dep. 1b-83.
Fig. 10.17. Periostitis de tibia derecha del individuo Dep. 1b-83.
Este esqueleto se halló en el interior de una urna con ajuar funerario (Fig. 10.1). Los restos óseos corresponden a un individuo
perinatal hallado en buen estado de conservación.
Se han inventariado restos de neurocráneo incluyendo dos
de los huesos del tímpano (martillo y estribo), también escasos
fragmentos de esplacnocráneo, mandíbula, ambas clavículas,
húmero derecho, cúbitos y radios, restos de huesos de carpo de
ambas manos, así como algunas falanges medias y distales. Del
raquis se conservan todas las costillas, vértebras cervicales, torácicas y lumbares. De las extremidades inferiores se conservan
ambos fémures, tibias y peronés, calcáneo y astrágalo del pie
derecho, astrágalo del izquierdo y metatarsos, así como falanges
medias y algunas distales de ambos pies (Fig. 10.18).
El índice de conservación esquelética (ICE) es del 50% y los
índices de preservación esqueléticos (IP) son: IP1 de 91,66%,
IP2 de 52,63% e IP3 de 72,72%.
La estimación de la edad se ha realizado a partir de las
longitudes máximas del húmero, radio, cúbito y fémur, obteniéndose un rango entre las 34,97 y las 35,90 semanas de
gestación (Fig. 10.19).
Para el cálculo de la estatura se han empleado los métodos
de Balthazard y Dervieux (1921) y de Olivier y Pinaud (1960)
a partir de las longitudes máximas del húmero, cúbito, fémur
y tibia, resultando una talla entre los 45 y 46 cm (Fig. 10.20).
195
[page-n-209]
Fig. 10.18. Inventario
y conservación de los
restos esqueléticos del
individuo 0490.
Fig. 10.19. Estimación de la edad del individuo UE 0490, según
Scheuer et al. (1980).
0490
Nº SIP 23.941
Húmero
Radio
Cubito
Fémur
Tibia
Long. máxima
(mm)
Edad (semanas
de gestación)
Error (+)
59,38
48,20
53,54
67,30
57,03
35,88
35,90
34,97
35,78
35,46
2,33
2,29
2,20
2,08
2,12
Fig. 10.20. Cálculo de la talla del individuo UE 0490.
0490
Nº SIP 23.941
Balthazard y
Dervieux (1921)
Olivier y Pinaud
(1960)
Pieza
Fémur
Tibia
Húmero
Húmero
Cúbito
Long. máxima Talla (cm)
(cm)
6,73
5,70
5,93
5,93
5,35
45,68
45,55
46,54
46,64
45,63
A partir de los datos de longitudes máximas de huesos largos, la talla máxima del cuerpo del feto sería de 46,64 cm, ello
supone una edad de 9 meses lunares, correspondiéndole un peso
aproximado entre los 2.387 y 2.555 g (Olivier y Pineau 1958).
Desde el punto de vista patológico se pudo observar la presencia
de cribra orbitalia izquierda, así como otro fenómeno poroso inespecífico en la superficie de la pars basilaris8 (Fig. 10.21).
8 Se trata de un fenómeno poroso endógeno en discusión y específico
del hueso en crecimiento, pero cuya etiología puede atribuirse tam-
196
Fig. 10.21. Porosis en la Pars basilaris del individuo
UE 0490.
Individuo Sondeo III c-4 (Nº cat. SIP 45.195)
Los restos óseos corresponden a un individuo perinatal del que
tan solo se conserva el húmero derecho y el tercio proximal del
fémur izquierdo. El índice de conservación esquelética (ICE)
corresponde a un 1% (Fig. 10.22).
bién a diversos factores externos patológicos, pero que en ningún
caso constituye un signo patognomónico de una enfermedad específica (González et al. 1997; González et al. 2017).
[page-n-210]
Fig. 10.22. Inventario y
conservación delos restos
esqueléticos del individuo
Sondeo III c-4.
La estimación de la edad de este individuo es de 36,94
semanas de gestación a partir de la longitud máxima del húmero (Fig. 10.23).
Para el cálculo de la talla se han empleado los métodos de a
Balthazard y Dervieux (1921) y Olivier y Pinaud (1960) a partir
de la longitud máxima del húmero, resultando una talla entre los
48,11 y 48,83 cm (Fig. 10.24).
A partir de los datos de longitud máxima del fémur (61,70
mm), la talla del feto sería de 48,8 cm, ello supone una edad
aproximada de 9 ½ meses lunares, correspondiéndole un peso
aproximado de 2.897 g (Olivier y Pineau, 1958).
A pesar de la escasez de restos conservados se observó en la cara anterior del húmero, en su tercio distal, una
zona de aposición de hueso nuevo perióstico, atribuible a
una periostitis, y de características morfológicas similares
a las observadas en el individuo Dep.1b-83. Se trata de una
alteración de la superficie cortical que afecta a gran parte
Fig. 10.23. Determinación de la edad del individuo Sondeo III
c-4, según Scheuer et al. (1980).
85 S. III c-4
Nº SIP 45.195
Húmero
Long. máxima Edad (semanas
(mm)
de gestación)
61,70
36,94
Error (+)
2,33
Fig. 10.24. Cálculo de la talla del individuo Sondeo III c-4.
85 S. III c-4
Nº SIP 45.195
Balthazard y
Dervieux (1921)
Olivier y Pinaud
(1960)
Pieza
Long. máxima
(cm)
Húmero
6,17
Talla (cm)
48,11
48,83
Fig. 10.25. Periostitis en el tercio distal de la cara anterior del
húmero derecho.
del tercio distal. En la imagen radiológica se puede observar
la citada periostitis asociada a un engrosamiento del tejido
cortical medio distal de la diáfisis y que sería consecuencia
de alguna enfermedad infecciosa transmitida por la madre
durante el periodo gestacional (Fig. 10.25).
Individuo UE 0514 (Nº cat. SIP 21.633)
Este esqueleto no estaba introducido en una urna y se halló en la
Zona B del yacimiento (Fig. 3.21, E). Los restos óseos corresponden a un individuo de 18 semanas prenatales. El estado de
conservación es malo.
Se inventariaron restos plurifragmentados de neurocráneo (fragmentos de fronto-parietal) fragmentos costales, tres
cuerpos vertebrales lumbares, y dos arcos, dos fragmentos
197
[page-n-211]
Fig. 10.26. Inventario de
restos óseos conservados
en el individuo 0514.
diafisarios de miembros superiores, y un fragmento distal de
fémur derecho, así como una falange media de uno de los
pies (Fig. 10.26).
El índice de conservación esquelética (ICE) corresponde a
un 6,5%, siendo los índices de preservación (IP) los siguientes:
IP1 de 25%, IP2 de 15,78% e IP3 de 18,18%.
La edad se ha podido estimar empleando el método de Fazekas y Kósa (1978) a partir de la anchura máxima distal del
fémur derecho (6,24 mm), obteniéndose un resultado de 18 semanas prenatales, siendo por tanto un aborto. No ha sido posible
determinar el peso ni la talla del individuo debido a los escasos
restos conservados y a la fragmentación de los mismos. No se
han observado patologías.
Individuo UE 0516 (Nº cat. SIP 21.632)
Este individuo también estaba en la Zona B del yacimiento sin
receptáculo funerario que lo albergara (Fig. 3.31, F).
Se inventariaron restos plurifragmentados de neurocráneo
(incluidos los huesos del tímpano el yunque y martillo, hueso
petroso y pars lateralis), cuatro piezas dentales aisladas, escasos fragmentos costales, tres fragmentos diafisarios de miembros superiores e inferiores, cinco cuerpos vertebrales dorsales
y cuatro lumbares, y un hueso metatarsiano de la mano, otro del
pie, y una falange media de uno de los pies (Fig. 10.27).
El índice de conservación esquelética (ICE) corresponde a
un 12,5 %, siendo los índices de preservación (IP) los siguientes: IP1 de 25%, IP2 de 21,05% e IP3 de 27,27%. La estimación
de la edad de este individuo es de 24-26 semanas de gestación
a partir de la longitud máxima del hueso petroso (Fig. 10.28).
No ha sido posible estimar la talla ni el peso de este individuo. No se han observado evidencias paleopatológicas.
198
Discusión
El estudio bioantropológico y paleopatológico de los individuos
procedentes del yacimiento de Kelin ofrece interesante información al respecto de la calidad de vida y características biológicas
de la población infantil de manera diacrónica. Los casos estudiados corresponden a individuos perinatales, neonatales y abortos,
los cuales se hallaron en espacios de hábitat del yacimiento, tres de
ellos en el interior de urnas y uno sólo acompañado de ajuar.
La naturaleza de los restos estudiados supone un reto debido al deficiente estado de conservación. La irregularidad
en la densidad de la sustancia mineral ósea de los inmaduros,
la alta porosidad, las propiedades físico-químicas del hueso
inmaduro (Gordon y Buikstra 1981), unido a las condiciones edáficas y tafonómicas (Blaizot et al. 2003), actúan de
manera determinante en la conservación de los restos óseos,
condicionando los resultados de los estudios antropológicos
y paleopatológicos (Agustí et al. 2008). En la muestra analizada los índices de conservación y preservación resultan
bastante bajos (<50%), a excepción de un caso que además
estaba depositado en urna (UE 0200). El resto de la muestra
se ha visto condicionada por las características edáficas del
lugar de enterramiento (interior de departamentos u otras circunstancias), así como por el tipo de recogida de los mismos
durante las campañas de excavación, o la manipulación posterior para análisis complementarios (Fig. 10.29).
Además de los problemas que ofrece la conservación de
individuos perinatales, la antropología física se encuentra con
obstáculos a la hora de determinar el sexo de los individuos inmaduros, que salvo en el caso UE 0200-1 (Nº SIP 23.939), que
fue analizado genéticamente y corresponde a un varón, en el
resto no ha sido posible su determinación.
[page-n-212]
Fig. 10.27. Inventario de restos
óseos conservados en el individuo
0516.
Fig. 10.28. Determinación de la edad del individuo
0516, según Scheuer et al. (2009).
0516
Nº SIP 21.632
Hueso petroso
Long. máxima Edad (semanas
(mm)
de gestación)
16,57
24-26
Fig. 10.29. Principales resultados del estudio antropológico y
paleopatológico.
Así mismo, otra problemática que plantean estos estudios,
es determinar si a partir de la edad gestacional, se puede inferir que se trate de un aborto avanzado con muerte prematura,
una muerte intrauterina o a término pero con pocas semanas
de vida (Agustí et al. 2008). Con respecto a este estudio, el
análisis antropométrico establece como resultado un rango de
edad que en su mayoría corresponde al último tercio de gestación, sin superar con éxito el alumbramiento, salvo en el
caso UE 0200-1, que es a término. Sin embargo, el resto de
los casos estudiados no superan las 37 semanas de gestación
tratándose con toda probabilidad de abortos o recién nacidos
prematuros con escasa viabilidad (Fig. 10.30).
Por lo que respecta a la talla, la aplicación de los métodos
empleados a partir de las longitudes máximas conservadas de los
huesos largos, ha aportado datos para una estatura que oscila entre
los 45 y los 52 cm. Además, estas estimaciones facilitan datos para
establecer el peso aproximado que tendrían los fetos, los cuales presentan en su mayoría pesos bajos, que en relación con la edad gestacional prematura permite inferir las escasas posibilidades de vida, a
excepción del único individuo a término (Fig. 10.31).
Con respecto a la patología observada se han constatado lesiones elementales en tres individuos (Dep. 1b-83, 0490 y S. III c-4).
En todos estos casos se trata de fenómenos inespecíficos compatibles con enfermedades infecciosas y/o carenciales (porosis de la
pars basilaris, cribra orbitalia y periostitis en extremidades inferiores y superiores) (Mensforth et al. 1978; Campillo 2001).
La cribra orbitalia y la porosis de la pars basilaris forman
parte de los llamados fenómenos porosos. Se caracterizan por
la presencia de pequeños orificios alojados en el techo de las
órbitas oculares y en la superficie de la pars basilaris, siendo
expresión de cierta hiperplasia medular, y la manifestación ósea
de un hueso en crecimiento asociado a un déficit carencial o
metabólico (Campillo 2001; Polo y Villalaín 2003).
199
[page-n-213]
Fig. 10.30. Edades gestacionales en función de las longitudes máximas de los huesos largos.
Nº
UE
IC (%) Gestación (semanas) Talla (cm)
Sexo Patología
1
2
3
4
5
6
7
8
9
0200-A3
5011-A
5011-B
5011-C
Dep. 1b-83
490
S.III-C4
0514
0516
63
39
13
0,5
18
50
1
6,5
12,5
39-42
36,6
34,98
34
35,73
35,8
36,9
18
24-26
51-52
47,99
45,64
indet.
45,58
46,65
48,55
indet.
indet.
varón
indet.
indet.
indet.
indet.
indet.
indet.
indet.
indet.
Tipo
no
no
no
sí
sí
sí
no
no
infecciosa, carencial-metabólica
infecciosa
infecciosa
Fig. 10.31. Estimación de la edad, talla y peso de los individuos perinatales.
Nº
UE
Talla (cm)
Edad (meses lunares) Peso (gramos)
1
2
3
4
5
6
7
8
9
0200 - Nº SIP 95.822
5011-A - Nº SIP 23.940
5011-B - Nº SIP 23.940
5011-C - Nº SIP 23.940
Dep-1b 83 - Nº SIP 45.194
0490 - Nº SIP 23.941
S. III c-4 - Nº SIP 45.195
0514 - Nº SIP 21.633
0516 - Nº SIP 21.632
51,16-52,27
47,99
45,64
–
45,58
46,65
48,55
–
–
Con respecto a la patología infecciosa se han documentado
dos casos de periostitis (Dep. 1b-83 y S. III c-4). El análisis
macroscópico y la imagen radiológica confirman la etiología infecciosa, la cual probablemente sería transmitida por la madre
al niño durante el periodo de gestación y provocaría su muerte
prematura. La periostitis de huesos largos ha de considerarse
como un signo inespecífico y no patognomónico de una enfermedad infecciosa concreta.
Finalmente, cabe reseñar que en ninguno de los casos estudiados se han hallado lesiones de tipo perimortem que pudieran
interpretarse como consecuencia de un acto o muerte violenta.
DETERMINACIÓN DEL SEXO DE RESTOS HUMANOS
ARQUEOLÓGICOS
(A. Martínez Ramírez)
La investigación del sexo de los individuos juega un papel muy
importante en la reconstrucción de la estructura social de las sociedades antiguas. El sexo de los restos arqueológicos humanos
ha sido tradicionalmente determinado por la identificación de
los objetos encontrados en los enterramientos y mediante análisis morfométricos de los huesos. Sin embargo cuando se trata
de fragmentos de esqueletos de adultos o de niños, los métodos
antropométricos convencionales no son útiles. En estos casos el
análisis de secuencias de ADN específicas para los cromosomas
X e Y pueden proporcionar una solución al problema.
La extracción de ADN de los restos humanos arqueológicos
y su posterior amplificación mediante la técnica de la reacción
en cadena de la polimerasa (PCR), es particularmente difícil
200
término
9,5
8-9
–
8-9
9
9,5
–
–
>3010
2725
2223-2387
–
2223-2388
2387-2555
2897
–
–
pues los métodos empleados no son siempre satisfactorios. Estudios previos han demostrado que el ADN permanece en los
restos antiguos y que las mejores muestras para su extracción
son las de hueso o dientes puesto que son más abundantes que
los restos de otros tejidos y suelen estar mejor conservadas (Hagelber et al. 1989; Hänni et al. 1995).
Material y métodos
Las muestras
Las muestras de hueso fueron proporcionadas por el entonces
llamado Departament de Prehistòria i Arqueologia de la Universitat de València, procedentes del yacimiento de Los Villares
(Caudete de las Fuentes). Corresponden a un hueso largo de la
pierna izquierda de un neonato (UE 0200-1).
Para prevenir posibles contaminaciones con ADN moderno, todos los pasos del trabajo se realizaron en condiciones de
esterilidad. Todas las áreas y el material de trabajo se limpiaron
e irradiaron con luz ultravioleta al menos durante 30 min. El
tampón de extracción, sin proteinasa K, las soluciones de azul
dextrano, acetato de amonio y agua utilizadas para la extracción
del ADN también fueron irradiadas durante 30 min con luz UV.
Los pasos de extracción y amplificación del ADN se llevaron a
cabo en áreas separadas del laboratorio.
Extracción del ADN (Kalmár et al. 2000)
Antes de la fragmentación, la superficie del hueso fue lavada con
lejía diluida y agua para eliminar el material de la superficie. Una
porción de unos 2 cm se cortó del hueso, se enfrió en nitrógeno
líquido y se pulverizó con la ayuda de un mortero de ágata.
[page-n-214]
Unos 500 mg de hueso pulverizado se mezclaron con 1.5
mL de tampón de extracción (EDTA 0.1 mM pH 8.0, 0.5% Nlaurylsarcosina-Na, 100 mg/mL de proteinasa K).
La muestra así procesada se incubó a 37ºC durante toda la
noche en constante agitación. Posteriormente se realizó la centrifugación a 12.000 rpm durante 10 min a temperatura ambiente
para separar las dos fases. El sobrenadante (250 ml) se transfirió
a un nuevo tubo y se añadieron 3.5 ml de una solución azul dextrano (1 mg/ml en agua), 250 ml de acetato de amonio 4M y 500
ml de etanol 96%. Tras una agitación fuerte en el vortex se dejó
precipitar el ADN a -80ºC durante 10 min. El azul dextrano tiene una masa molecular de más de 2 millones y coprecipita bajas
concentraciones de ADN a la vez que colorea el precipitado. Se
centrifuga la muestra de nuevo a 14.000 rpm 15 min. Se descarta
el sobrenadante y se deja secar el precipitado. Se resuspende el
ADN obtenido en 20-30 ml de agua MilliQ estéril.
Amplificación del ADN mediante PCR
Para la amplificación del ADN obtenido se utilizaron tres oligonucleótidos específicos para el gen de la amelogenina (Faerman et al. 1995). Este gen presenta dos alelos localizados en los
cromosomas X e Y. El oligonucleótido AM4 (5’-CAGCTTCCCAGTTTAAGCTCT) es común a los dos alelos del gen mientras
que los oligonucleótidos AM5 (5’-TCTCCTATACCACTTAGTCACT) y AM6 (5’-GCCCAAAGTTAGTAATTTTACCT) son
específicos para los alelos del cromosoma X e Y respectivamente. Los tres oligos se utilizan simultáneamente en el mismo tubo
de reacción y se produce la amplificación de los alelos específicos del cromosoma X e Y según estén presentes.
Una reacción típica de amplificación contiene 2 ó 5 ml del
ADN extraído del hueso, 1,5 U de polimerasa Taq, 50 mg BSA,
50 mM de cada dNTP, 5 pmoles de cada uno de los oligonucleótidos AM5 y AM6, 10 pmoles de AM4, tampón de PCR 1x y
MgCl2 2,5 mM, en un volumen de 25 ml.
Como control positivo se utilizó un ADN humano moderno
procedente de un varón y también se realizaron controles negativos de la extracción y de la amplificación. Los fragmentos de
ADN amplificados se detectaron en un gel de agarosa al 1.4%.
Resultados y discusión
Se realizaron tres extracciones diferentes de ADN del hueso
según el método descrito arriba. Con ADN de cada extracción
se realizaron tres amplificaciones con los oligos AM4, AM5 y
AM6. No todas las amplificaciones resultaron positivas. Se obtienen 2 bandas una de 330 pb correspondiente al alelo del gen
de la amelogenina del cromosoma X y otra de 218 pb correspondiente al alelo del cromosoma Y. Por lo tanto la muestra analizada corresponde a un individuo del sexo masculino.
Además del protocolo de extracción de ADN descrito en material y métodos que resultó el más efectivo de todos se utilizaron
dos protocolos de extracción adicionales que no produjeron ADN
amplificable. Estos protocolos fueron el “DNA forensic kit“ de
MoBio e “InstaGene Matrix” de BioRad. Este último es una matriz Chelex 6% que se utiliza habitualmente para la extracción de
ADN de restos forenses y que en algunos casos se ha utilizado
con éxito en la extracción de ADN antiguo.
También se probaron otros oligonucleótidos específicos
para la determinación del sexo en humanos. Estos oligonucleótidos detectan secuencias específicas de los cromosomas
X (PABX1/PABX2) e Y (SRY1/SRY2). En ningún ensayo
conseguimos la amplificación del ADN, pero esto fue debido
seguramente al que el tamaño esperado de los fragmentos a
amplificar es demasiado grande, 950 pb para el sistema PABX
y 450 pb para el SRY. En el análisis de restos arqueológicos,
lo más frecuente es que el ADN esté bastante degradado y por
lo tanto es muy difícil amplificar fragmentos de ADN relativamente grandes como sería este caso.
201
[page-n-215]
[page-n-216]
11
LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL
DE LA CIUDAD IBÉRICA DE KELIN
SIGLOS VI-I A.N.E.
A. Moreno Martín, D. Quixal Santos y S. Machause López
El estudio del territorio de Kelin ha proporcionado abundante
información sobre el proceso de territorialización que acompaña la consolidación de la complejidad sociopolítica de este
asentamiento ibérico. En este sentido, el conocimiento de este
singular yacimiento, que muestra una ocupación continuada
desde el siglo VII al I a.n.e., nos ha permitido valorar la ocupación de la loma de Los Villares y sus inmediaciones en perspectiva diacrónica, teniendo en cuenta tanto el urbanismo y la
estructuración interna del asentamiento como la presencia de
un hábitat periurbano (Mata et al. 2012). Por otro lado, el análisis a escala comarcal describe un poblamiento jerarquizado y
responde a estrategias complejas de ocupación y construcción
social del espacio (Mata et al. 2001 a y b). Otras variables como
su tamaño (aprox. 10 ha), el rico registro material tanto en producciones locales como importadas, la existencia de una ceca
propia y un extenso corpus epigráfico lo diferencian del resto de
poblados de la comarca de Requena-Utiel (Mata 1991). Todas
estas variables permiten argumentar el rol destacado que Kelin
ejerció desde el siglo VI, consolidándose como lugar central del
territorio a partir del siglo V. Además, su ubicación en una zona
estratégica para el control de las rutas comerciales entre la costa y el interior peninsular, así como sobre las tierras agrícolas
óptimas, acentúan su papel como asentamiento vertebrador y
organizador de las estrategias productivas y territoriales a escala
comarcal (Moreno 2011; Quixal 2015).
El estudio del territorio nos ofrece la posibilidad de abordar
diferentes escalas de la actividad humana, desde las actividades
cotidianas y las relaciones locales hasta las de largo recorrido
con otras regiones. En este sentido, el paisaje se presenta como
una construcción humana dinámica, acumulativa e interactiva
por definición, y la Arqueología del Paisaje se presenta como un
planteamiento teórico-metodológico esencial en el estudio de
las entidades territoriales. El análisis de los patrones espaciales
permite aproximarnos a la cultura y la sociedad que éstos representan. Este planteamiento viene argumentado por la premisa
aceptada de que las sociedades complejas se caracterizan, entre
otros rasgos, por la consolidación del vínculo territorial y la gestación de unidades políticas a escala regional, es decir, de territorios. En este sentido, su estudio puede desarrollarse a partir de
los repertorios materiales, de la arquitectura doméstica y de las
pautas y patrones espaciales, ya que de éstos se desprenden los
mecanismos y las estrategias que estas comunidades siguen en
la creación de su estructura sociopolítica. En el caso de Kelin,
nos propusimos estudiar qué elementos del paisaje cultural nos
podían ayudar a definir ese espacio construido por una comunidad, que lo entiende como propio.
Por ello, desde el año 1992, de forma paralela a las excavaciones en Kelin como lugar central, comenzaron a desarrollarse campañas de prospección a fin de localizar y documentar yacimientos ibéricos a lo largo de toda la comarca con
el objetivo de acercarnos a la cronología, características y
funcionalidades de cada uno de ellos. Fruto de todo esto son
los más de 200 yacimientos de época ibérica documentados
en los diferentes términos municipales que forman parte de
la misma unidad geográfica. Del mismo modo, se revisaron
yacimientos excavados con anterioridad y se realizaron campañas de excavación puntuales en una serie de asentamientos
de índole rural con el fin de tener un conocimiento más exhaustivo de la organización territorial: Muela de Arriba (Requena), La Maralaga (Sinarcas), Rambla de la Alcantarilla
(Requena), Solana de Cantos (Requena), El Zoquete (Requena), Casa de la Cabeza (Requena) y Los Chotiles (Sinarcas)
(Valor 2004; Lozano 2006; Pérez Jordà et al. 2007 b; Quixal
et al. 2008, 2010, 2011, 2012 y 2016). Finalmente, para interrelacionar los datos geográficos y arqueológicos e implementar análisis complejos sobre los usos, la ocupación y la
explotación del espacio para aproximarnos a los procesos y
dinámicas derivados de la construcción de un territorio, hemos recurrido al uso de Sistemas de Información Geográfica
(GRASS, GvSIG y QGIS).
203
[page-n-217]
CONTEXTO CRONOCULTURAL Y GEOGRÁFICO
El marco espacio-temporal que trabajamos nos sitúa entre los
siglos VI al I a.n.e. La comarca de Requena-Utiel se presenta
como punto de unión y vertebración entre el litoral y el interior, así como una encrucijada natural entre el S peninsular
y el Sistema Ibérico. Es una zona amesetada, con una altitud media de unos 800 m.s.n.m. dentro del piso bioclimático mesomediterráneo. Sin embargo, dada su gran extensión,
presenta una marcada heterogeneidad pudiendo distinguirse
varias subzonas con diferentes orografías, cultivos, vegetación y hasta meteorología (Piqueras 1997; Quixal 2015, 3032). Se articula, desde el punto de vista hidrográfico, a través
de las cuencas de los ríos Cabriel y del Madre/Magro, junto
con sus afluentes y ramblas. En la orla septentrional también debemos tener presente el río Turia y sus afluentes, el
Reatillo y el Regajo, como agentes activos en el paisaje. La
orografía se presenta como un gran condicionante en la ocupación y organización del espacio, definiéndose tres ámbitos
geográficos: el altiplano central, la depresión del río Cabriel
al S y al O y el sector montañoso al N y NE (Moreno 2011,
31-37).
La caracterización y definición de un territorio supone
el establecimiento de unos límites, que en nuestro caso se
trazaron inicialmente a partir de los polígonos Thiessen entre Cerro Viejo (Moya), Ikalesken (Iniesta), Edeta (Llíria),
La Carència (Torís) y Castellar de Meca (Ayora), al ser los
lugares centrales de los territorios ibéricos vecinos (Mata et
al. 2001 a y b) (Fig. 11.1, superior). Posteriormente, hemos
empleado métodos como las cuencas visuales acumulativas
durante los siglos analizados y un mapa de costes con Kelin
como epicentro, para definir su área de influencia como capital y aproximarnos al territorio estudiado con mayor verosimilitud. La superficie territorial definida y rectificada ocupa
una extensión máxima de unos 2000 km2 (Moreno 2011, 3840) (Fig. 11.1, I-IV).
PATRÓN DE ASENTAMIENTO
El territorio cuenta con un numeroso y destacado registro material donde las evidencias son de variada naturaleza. Contamos con estudios cerámicos y numismáticos, reconstrucciones del paleopaisaje, análisis paleobiológicos,
información sobre la metalurgia del hierro, estudios sobre
la conservación y transformación de productos agrícolas y
aproximaciones sobre la estructuración del hábitat rural y el
paisaje agrario. Además, las excavaciones realizadas durante
las dos últimas décadas en asentamientos de carácter rural
nos ofrecen un heterogéneo repertorio de núcleos: cuevas,
hornos, asentamientos fortificados y rurales, etc. De manera
que las evidencias arqueológicas han permitido inferir pautas
socioeconómicas, políticas y simbólicas, donde la economía
política, el poder y el rango marcan la existencia de una estratificación y un orden social que va más allá de la unidad
doméstica familiar y las relaciones de parentesco.
Los parámetros empleados en la definición de las diferentes categorías de hábitat responden a criterios como la
localización topográfica, la altura, la presencia o no de fortificaciones, la ocupación cronológica, la funcionalidad del
204
asentamiento y el tamaño. Atendiendo a estas premisas, los
yacimientos se han agrupado en seis categorías (Fig. 11.2).
Las cuatro primeras representan un 94% del total de yacimientos documentados en el área de estudio (211 de 224 sitios) y engloban a los asentamientos con función de hábitat
y a las diversas formas en las que éste se representa en el
ámbito rural. El 6% restante no son lugares de habitación,
nos referimos a yacimientos ligados a la esfera de lo sacro,
como cuevas y necrópolis, así como lugares que no son per
se yacimientos, pero que, en nuestra opinión, repercuten en
la ocupación y explotación del espacio (categoría 0). Dado
el ingente peso que los asentamientos tienen en la muestra
analizada, fue necesario establecer tipos, rangos y funcionalidades.
Como la mayor parte de la muestra proviene de la prospección, se estableció una serie de variables para determinar
con mayor detalle las funcionalidades y la naturaleza estable
o temporal de los asentamientos a partir del material superficial (Quixal 2008; Mata et al. 2012). Estas variables son:
tamaño, ubicación y presencia o no de defensas; variedad
tipológica del registro cerámico (siguiendo a Mata y Bonet
1992); presencia de importaciones; material de construcción
y estructuras evidentes; objetos metálicos; ocupación dilatada o corta; y proximidad a otros núcleos de igual o mayor
rango.
A su vez, los proyectos de excavación nos han permitido
precisar estas variables y reconocer diferentes categorías del poblamiento rural (Mata et al. 2009). De manera que la ocupación
del espacio se estructura con diferentes tipos de asentamientos:
- Ciudad: únicamente Kelin presenta las características suficientes para poder defender que se trata de un asentamiento con
carácter urbano en época ibérica.
- Poblados fortificados y atalayas: los primeros son asentamientos de entre 1 y 2 ha, ubicados en cotas altas, preferentemente repartidos a lo largo de los límites del territorio y
cerca de los pasos naturales. El Molón (Camporrobles), Cerro de San Cristóbal (Sinarcas), Cerro de la Peladilla (Fuenterrobles), La Mazorra (Utiel), Cerro de la Cabeza, Muela de
Arriba, La Cárcama y Castellar de Hortunas (Requena) son
los mejores ejemplos. Los segundos comparten características con los primeros, pero tienen un tamaño menor y son
poco abundantes en este territorio.
- Asentamientos rurales: asentamientos en cotas medias y
bajas. Pueden tener tamaño grande y mediano (entre 1 y varias ha), conformando agrupaciones de casas de cierta entidad
a modo de pueblos o aldeas, y otros más pequeños (inferiores
a las 0,5 ha) de eminente orientación agrícola, respondiendo al
modelo de granja o caserío. Estos últimos tendrán su cénit en
los siglos IV-III, pero comienzan a apreciarse desde el V, tal
como vimos en El Zoquete (Requena) (Pérez Jordà et al. 2007
b; Quixal et al. 2008). El último escalón en el poblamiento rural lo conforman los establecimientos rurales, especialmente las
casas de campo, estructuras de transformación como lagares y
almazaras, zonas de actividad auxiliar e incluso los campos.
- Otros lugares destacados son las cuevas rituales y los establecimientos artesanales (alfareros y metalúrgicos). El mundo
funerario se limita a hallazgos parciales y muchas veces descontextualizados.
[page-n-218]
Fig. 11.1. Delimitación del territorio de Kelin.
205
[page-n-219]
Fig. 11.2. Parámetros para la definición de las diferentes categorías y subcategorías de yacimientos.
Categoría
Tamaño
Categoría 1
Categoría 2
> 10 ha
2,5-6 ha
Categoría 3
0,5-2,5 ha
Categoría 4
< 0,5 ha
Categoría 5
Categoría 0
Subcategorías
Altura
Observaciones
2.1
2.2
3.1
3.2
4.1
4.2
0-20 m
< 40 m
> 60 m
< 40 m
> 60 m
< 40 m
> 60 m
Amplia cronología. Zonas agrícolas y de paso.
Proximidad a zonas agrícolas.
Estructuras defensivas. Dominio visual.
Proximidad a zonas agrícolas.
Estructuras defensivas. Dominio visual.
Posible ocupación y/o actividad estacional. Proximidad a zonas agrícolas.
Estructuras defensivas. Dominio visual. Unifásico.
Cuevas y necrópolis / Enterramientos.
Salinas, minas, vados, fuentes, hallazgos aislados.
EVOLUCIÓN DEL POBLAMIENTO (SIGLOS VI-I A.N.E.)
Atendiendo a una evolución por las diferentes fases cronológicas tenemos (Figs. 11.3 y 11.4):
- Siglo VII (7 yacimientos): Excepto uno que arranca en el
Bronce Final, todos son de nueva planta. La mayoría tiene continuidad hasta el siglo I a.n.e. y está situada en alto. Kelin, El
Molón (Camporrobles), Requena y Cerro de San Cristóbal (Sinarcas) son los más importantes y ponen las bases de la futura
organización territorial.
- Siglo VI (40 yacimientos) (Fig. 11.4, 1): el abandono de
algunas de las ubicaciones del Hierro Antiguo y la ocupación
de nuevas tierras genera un nuevo patrón de asentamiento, donde ya es evidente la estructuración en diferentes categorías. La
novedad con respecto a la etapa anterior es un tipo de hábitat
ubicado en llano, cerca de las tierras aptas para el cultivo, de
pequeño tamaño y, generalmente, próximo a algún núcleo de
mayor rango. También se documenta algún lugar en alto y fortificado. Parece haber un creciente interés por ocupar las zonas
llanas y controlar los corredores de comunicación.
- Siglo V (57 yacimientos) (Fig. 11.4, 2): se mantiene
el porcentaje mayoritario de ubicaciones medias-bajas y los
yacimientos de tamaño grande-medio. Aunque se produce
un aumento sustancial de los asentamientos de pequeño ta-
Fig. 11.3. Evolución del poblamiento teniendo en cuenta las categorías y subcategorías detectadas.
206
maño (<0,5 ha, subcategoría 4.1), triplicando la cifra de la
centuria anterior, y la aparición de nuevos asentamientos
grandes, fortificados y en altura (subcategoría 2.2). En esta
centuria se han identificado los alfares de Casillas del Cura
(Venta del Moro), que, por el momento, son los más antiguos conocidos en el territorio (Duarte et al. 2000). También
hay que incluir entre las novedades, los lagares y almazaras
rupestres ubicados al aire libre (Pérez Jordà et al. 2015), así
como lugares dedicados a la metalurgia del hierro (Mata et
al. 2009). Esto nos permite plantear un hipotético reajuste
de la estrategia económica, vinculado probablemente a un
incremento demográfico (Moreno y Valor 2010). La presión
demográfica se canalizaría mediante la ocupación de nuevas
tierras y la fundación de nuevos asentamientos, como parece
indicar la aparición de nueve poblados nuevos junto al hábitat rural disperso. También se data en este momento la cueva
del Puntal del Horno Ciego (Villargordo del Cabriel) (Martí
Bonafé 1990).
- Siglos IV-III (139 yacimientos) (Fig. 11.4, 3): se alcanza el grado de máxima complejidad y jerarquización. La
complejidad socioeconómica que se aprecia a partir del registro arqueológico nos hace pensar en un desarrollo urbano
bastante consolidado. El aumento del número de yacimientos
confirma el incremento demográfico y la expansión de los intereses de la comunidad; hecho que se plasma en estrategias
de ocupación y explotación de nuevas tierras a partir de un
poblamiento cada vez más jerarquizado y disperso. La explotación y ocupación de áreas nuevas genera un aumento de la
producción agrícola y la gestión de un excedente que permite consolidar cultivos de rendimiento aplazado (vid, olivo y
otros frutales) y diversificar las estrategias económicas, lo
que acabará por institucionalizar la desigualdad generando
pautas de estratificación social que engendrarán la base urbana de esta sociedad.
- Siglos II-I (87 yacimientos) (Fig. 11.4, 4): a finales del
siglo III, con el desarrollo de la Segunda Guerra Púnica en
ámbito peninsular, se inicia una nueva etapa bajo el dominio
romano republicano. Aunque desde el principio se advierten
cambios en la organización territorial, como la progresiva reducción del número de núcleos, el descenso de establecimientos rurales y la total desaparición de las atalayas, asistimos a
un siglo II de llamativa continuidad respecto a la fase anterior en la mayoría de aspectos. Muchos asentamientos, entre
[page-n-220]
Fig. 11.4. Poblamiento de Kelin: 1, s. VI a.n.e; 2, s. V a.n.e; 3, ss. IV-III a.n.e; 4, ss. II-I a.n.e.
los que se encuentran los principales poblados fortificados,
tendrán continuidad hasta comienzos del siglo I a.n.e. A su
vez, el territorio alcanza un destacado desarrollo en algunos
aspectos como la ocupación de las mejores tierras agrícolas,
la llegada masiva de importaciones de origen itálico, la acuñación de moneda y una importante explotación siderúrgica
en el sector septentrional. No obstante, también surgen ex
novo, asentamientos de tamaño medio en cotas medio-bajas
como la Casa de la Cabeza (Quixal et al. 2010, 2011 y 2012)
y centros alfareros como La Maralaga (Sinarcas) (Lozano
2006). La verdadera ruptura de la organización territorial
la encontramos en el contexto de las guerras sertorianas (en
torno al año 75 a.n.e.), con la destrucción del lugar central y
el fin de la ocupación en la mayoría de núcleos destacados.
OTRAS VARIABLES DEL ANÁLISIS TERRITORIAL
Para completar el nivel de estructuración del territorio y entender el grado de complejidad sociopolítica hemos abordado el
análisis de las comunicaciones, las redes de visibilidad, el ámbito económico- productivo y la esfera sacra.
Ejes viarios y rutas de comunicación: la articulación
del territorio y su conexión con territorios vecinos
En cualquier territorio organizado jerárquicamente el asentamiento que ejerza de lugar central primará una buena red de
comunicación tanto a escala local como interregional (Burillo
1980, 267). Es por esa razón que su estudio en perspectiva global y diacrónica nos ayuda a valorar el grado de vertebración y
207
[page-n-221]
accesibilidad a los territorios y a definir el grado de influencia
y de control sobre el espacio. El camino evidencia, pues, una
organización consciente del espacio por parte de la comunidad
que lo ocupa. Del mismo modo, las redes que estos itinerarios
generan evidencian las relaciones y contactos de tales comunidades a una escala mayor (Moreno 2011, 97).
En el territorio de Kelin hemos estudiado las redes viarias a
partir de los poblados, pues entendemos que, como núcleos de
primer rango, son polos de atracción y regidores de las actividades y relaciones tanto sociopolíticas como económicas de la
comunidad. De manera que la relación de los asentamientos y
las vías de comunicación se convierte en un indicador destacado
del grado de organización del territorio.
Para ello se utilizó el programa GRASS-GIS como herramienta complementaria para el cálculo y aproximación a los
caminos óptimos. Junto con los datos topográficos, históricos y
arqueológicos, se tuvieron en cuenta pautas de movilidad a partir de mapas de costes y superficies de fricción (Moreno 2011).
Como resultado se definieron dos pautas: por un lado, para la comunicación de largo y medio recorrido se emplearían los pasos
naturales que dan salida a los territorios vecinos; por otro, habría
caminos para estructurar la comunicación y el desplazamiento en
el interior. Éstos se mantendrían más o menos inalterados durante
la horquilla cronológica entre el siglo IV y el I a.n.e. (Moreno
2011, 102-129; Quixal 2015, 161-168) (Fig. 11.5).
Desde el punto de vista de la transitabilidad, el territorio de
Kelin ofrece tres itinerarios básicos que permiten la comunicación
entre los diferentes sectores y unidades paisajísticas siguiendo los
trazados de amplias y fértiles cañadas: la altiplanicie central, flan-
queada por la Sierra de la Bicuerca al O y la Sierra de Utiel al E,
que se articula mediante los cursos del río Magro y del río Madre;
hacia el N, el recorrido más cómodo entre el sector septentrional
y la zona central es el que aprovecha en gran medida la Rambla
de la Torre; y un tercer camino que, más allá de Caudete de las
Fuentes, sigue el valle del río Madre hacia el O (lo que se conoce
como la Cañada de Caudete) y se dirige posteriormente hacia el
N, pasando a los pies de la Bicuerca, para desembocar en Camporrobles, bordeando la Sierra de la Presilla y el Cerro Pelado por la
Cañada de Fuenterrobles.
No obstante, mientras que en el interior del altiplano los perfiles se suavizan y la vega del río Madre-Magro permite un tránsito cómodo y favorable, el área de estudio ofrece unos rebordes
montañosos y unos profundos surcos en los cauces del Turia y
del Cabriel que generan un perímetro difícil de franquear, excepto por pasos muy concretos:
- Las comunicaciones provenientes desde el E se realizarían
por el paso de El Rebollar (Fig. 11.5, 1), siguiendo el valle del
Turia y el corredor del Reatillo (Fig. 11.5, 4), o por el corredor
del Magro a su paso por Hortunas (Fig. 11.5, 2), ruta propuesta
como principal para época ibérica (Quixal 2012).
- Las rutas hacia la Serranía de Cuenca bordearían El Molón
(Camporrobles) (Lorrio 2001) (Fig. 11.5, 10) o desde el llano
de Sinarcas seguirían la Rambla de Ranera hacia el N, dirección
Talayuelas (Moreno 2011, 118-119) (Fig. 11.5, 11).
- Los caminos hacia la Meseta Central deberían cruzar el
río Cabriel por el O (vado del Pajazo) (Fig. 11.5, 8) o por el S
(vados de la Fuenseca o de Vadocañas) (Moreno 2011, 119-121,
Quixal y Moreno 2011) (Fig. 11.5, 9).
Fig. 11.5. Propuesta de
vías de comunicación
internas y externas en relación con el poblamiento de
los siglos II-I a.n.e.
208
[page-n-222]
- Hacia el S las rutas descenderían hacia la depresión del Valle de Cofrentes-Ayora, territorio del Castellar de Meca (Ayora)
(Moreno 2011, 121-123) (Fig. 11.5, 6 y 7).
Durante el siglo VI se van definiendo estos caminos, a lo
largo de los cuales surgirán nuevos núcleos durante las centurias
posteriores. En este sentido, podemos decir que existen asentamientos que desde el principio ejercen de nodos en la red de
comunicación como son el mismo Kelin, El Molón, el Cerro de
San Cristóbal y Requena.
La siguiente centuria mantiene los mismos itinerarios, aunque se amplían, evidentemente, con la fundación de nuevos
asentamientos en zonas periféricas como el Collado de la Plata/
Plaza de Sobrarías (Aliaguilla), la Loma de la Laguna (Talayuelas), las Casas del Rincón del Ramo (Iniesta) o el Rincón
de Mira (Requena). Aunque hay yacimientos que parecen algo
aislados, nunca se encuentran a más de 3 horas de distancia del
poblado más cercano, lo que permitiría una comunicación eficiente (Moreno 2011, 127-128).
El gran incremento del número de poblados durante los
siglos IV-III genera circuitos densamente articulados. Resulta interesante recordar que es a partir de este momento
cuando se fechan las evidencias de carriladas en el territorio,
por lo que podemos proponer que el tránsito rodado, vinculado a una dinamización de los intercambios y la movilidad,
se normaliza.
Durante los siglos II-I a.n.e., la continuidad de la mayoría
de asentamientos destacados permite defender la pervivencia
de los principales caminos, tanto internos como hacia los territorios vecinos. El verdadero cambio lo encontraremos en
el siglo I d.n.e., momento en el que se generarán amplias zonas de vacío ocupacional y, posiblemente, sólo se mantengan
aquellos caminos ligados a las principales zonas de poblamiento, cada vez más concentradas en los llanos centrales.
La principal vía de penetración por el E en época ibérica, el
corredor de Hortunas, se mantendrá en época romana, tal y
como demuestra el emplazamiento de la importante necrópolis de La Calerilla en el siglo I d.n.e. (Martínez Valle 1995
a). No obstante, progresivamente irá cobrando fuerza el corredor de El Rebollar, ligado a la aparición de la colonia de
Valentia (Quixal 2012).
Consecuencia directa de todas estas redes de comunicación
local y regional es la fluidez comercial que durante todas las
fases parece existir en una zona a priori secundaria y de interior,
fuera de los principales circuitos comerciales peninsulares. De
este modo, se han documentado importaciones de origen fenicio, púnico, griego e itálico que abarcan toda la secuencia de
ocupación. Lógicamente el principal núcleo receptor es Kelin,
pero existe también una destacada concentración de las mismas
en los principales poblados fortificados, así como en los asentamientos rurales de mayor rango. Los lugares por donde transitan
las importantes vías de comunicación, caso del valle del Magro,
evidencian siempre un mayor porcentaje de importaciones y
una mayor diversidad en las mismas. Esto no se limita únicamente a las importaciones del Mediterráneo, sino que también
se han hallado materiales de otras regiones ibéricas, así como
producciones locales del territorio de Kelin en áreas vecinas
(Mata et al. 2000; Valor et al. 2005; Moreno 2011, 108-113;
Quixal 2015, 149-151).
La visibilidad e intervisibilidad: control y dominio
sobre el espacio
Nuestros análisis se orientan a definir dos tipos de visibilidades: la visibilidad cultural y de percepción, definidora y delimitadora del espacio entendido como propio, de la que disfrutan la práctica totalidad de los yacimientos estudiados; y la
visibilidad estructurada y efectiva mediante redes de intervisibilidades, ejercida por asentamientos (principalmente fortificados y en alto) ubicados en función de intereses estratégicos.
Además, con GRASS-GIS hemos generado mapas acumulativos de visibilidades en un mismo yacimiento, ya que ofrecen
resultados más verosímiles y acordes con la realidad empírica
(Moreno 2011, 129-162).
En el siglo VI se observa ya una pauta de territorialidad premeditada que supone el dominio visual de las dos zonas periféricas del territorio. De manera que las zonas de paso desde
y hacia los territorios vecinos quedarían bajo dominio visual a
partir de la ubicación y fundación de los poblados fortificados
en zonas limítrofes. El área central parece a simple vista aislada, aunque la ubicación de Kelin prácticamente a medio camino
entre las dos zonas bajo dominio visual, nos hace plantear la
posibilidad de que la pauta existente se oriente hacia el control
de las zonas de paso y posibles fronteras. Durante el siglo V, se
acentúa esta tendencia y, por lo tanto, podemos proponer que
se continúa gestionando la misma estrategia, manteniéndose el
interés por controlar las áreas periféricas mediante la presencia
de poblados fortificados.
Será en los siglos IV-III cuando el territorio está mejor
estructurado, especialmente a partir de una densa red de conexiones visuales entre los poblados (Fig. 11.6). Además, la
ocupación y control visual de las sierras genera un poblamiento
perimetral que circunscribe los llanos interiores y controla las
zonas de frontera (Moreno 2011, 156-159). En cambio, a partir de la conquista romana parece haber una pérdida de interés
en este aspecto. No hay una preocupación sistemática por el
control de todas las áreas, sino que el interés se focaliza en las
principales vías de comunicación (E-O y N-S), así como en los
llanos más fértiles (Quixal 2015, 172-173); áreas que, a grandes
rasgos, coinciden con los espacios más densamente poblados.
Los poblados, por así decirlo, “miran hacia adentro”. A partir de
mediados del siglo I a.n.e., el casi total abandono de la ocupación en altura truncará este modelo y el dominio visual dejará de
ser un aspecto clave en la organización del espacio.
A modo de valoración podemos resumir que las áreas vistas
reiteradamente abarcan zonas extensas, por lo que entendemos
que más que el control directo sobre puntos o núcleos concretos,
se orientan a definir y cubrir el espacio entendido como territorio a explotar y ocupar. Además, la visibilidad constante y reiterada desde los enclaves en alto y fortificados sobre las zonas
de paso y de desplazamiento ofrecería una imagen de control
y protección bastante obvia y necesaria de cara a la cohesión
territorial. A todas luces, la mera presencia de las construcciones fortificadas, asentadas en lo alto, permitiría impresionar y
disuadir, ejerciendo así su papel de defensoras y protectoras
(Quesada 2007, 76).
Por otro lado, el análisis de las intervisibilidades y la definición de redes es una variable a tener en cuenta como evidencia
de la articulación consciente del espacio, así como de la existencia de estrategias de gestión y organización política a esca209
[page-n-223]
Fig. 11.6. Intervisibilidades
entre los principales poblados
de los siglos IV-III a.n.e.
la local. Cabe remarcar que una conexión de intervisibilidad,
además de contemporaneidad, indica la posibilidad de intercomunicación entre dos yacimientos y, por tanto, una ubicación
consciente y estratégica de dichos asentamientos en lugares de
interés para la comunidad que los habita (Moreno 2011, 134).
Los poblados fortificados, que constituyen un porcentaje
reducido dentro de la tónica general del patrón de asentamiento, se ubican en puntos estratégicos, con un amplio dominio
visual del entorno y, generalmente, son hitos paisajísticos de
fácil reconocimiento. Incluso desde tierra firme, sin necesidad
de incrementar la altura a modo de reconstrucción de las fortificaciones, estos yacimientos cuentan ya con una cuenca visual
excepcional, actuando como nexos en las redes de intervisibilidades. Sin embargo, en ningún caso pensamos que este modelo
territorial implique un cierre fronterizo militarizado, ni hermético. Las fronteras son permeables y los contactos entre territorios
dinámicos (Castro y González Marcén 1989), como demuestra
la existencia de importantes vías de comunicación y materiales exógenos (Quixal 2013). Por lo tanto, estos asentamientos
simplemente tendrían carácter liminal, ejerciendo como delimitadores del espacio ocupado, siguiendo el modelo de poblados
periféricos o de frontera (Soria y Díes 1998).
Podemos concluir que la visibilidad y el dominio visual son
factores activos en la estructuración y definición del territorio más
que evidencias de actitudes defensivas y ofensivas en un marco
de violencia o de guerra permanente. Sin negar, lógicamente, que
210
pudiera haber conflictos de ámbito local o regional que requiriesen de un control efectivo de las principales vías de comunicación, los recursos naturales o las mejores tierras de cultivo, así
como constituir un punto de fácil defensa. La orientación predominante de las cuencas visuales de los poblados fortificados
periféricos hacia el interior del territorio y no hacia el exterior
son un argumento a favor de la formación de un espacio conjunto y hacia un interés por las dinámicas locales más que el miedo a amenazas exteriores. En este sentido, como apunta Moret,
los modelos arquitectónicos de los íberos fueron despojados de
buena parte de la potencialidad defensiva que éstos tenían en sus
versiones originales mediterráneas y se convirtieron, en esencia,
en creaciones propias y originales de la cultura indígena; siendo,
en suma, imagen de la comunidad y símbolo del poder de la élite
que las erige, y teniendo pues una fuerte carga de representación
e integración política (Moret 1998, 89).
La explotación económica del entorno:
hábitat periurbano, productividad y recursos naturales
La sociedad ibérica nos traslada a un mundo donde el campo
es el marco más amplio tanto como paisaje como por forma
de vida. De manera que el entorno de explotación y las áreas
de abastecimiento se convierten en un aspecto primordial a la
hora de analizar el proceso de territorialización. El análisis de
los entornos de los poblados como ámbito de gestación de las
relaciones de dependencia y la jerarquización del hábitat nos
[page-n-224]
introducirá también en la esfera de la economía política más allá
de las estrategias de subsistencia. Y, del mismo modo, permite
rastrear los motivos que llevan a la articulación de un denso
hábitat periurbano en torno a núcleos como Kelin (Mata et al.
2012; Moreno 2011, 168-216; Moreno y Quixal 2009).
Los asentamientos se localizan en zonas que les permitan
adaptarse y diversificar la explotación de su entorno combinando nichos diferentes para acceder a recursos bióticos y desarrollar prácticas diversificadas. De manera que la combinación
de la agricultura, la ganadería y la actividad forestal posibilita
la autosuficiencia económica básica de los poblados a partir de
sus propios entornos. Los cursos y puntos de agua son polos de
atracción respecto a los asentamientos, a nuestro juicio, tanto
por el recurso hídrico, como por ser los suelos óptimos y mejor drenados, así como por el hecho de que su orografía facilita
la movilidad y la comunicación. Durante toda la secuencia hay
una tendencia cada vez más acusada a ubicarse en los suelos
más fértiles de los llanos, vegas y valles de la comarca, especialmente en el caso de los asentamientos rurales. El proceso
alcanza su cénit durante los siglos finales, en plena transición
hacia el modelo imperial de villae (Quixal 2015, 127-133).
Los poblados son los núcleos que gestionan la ocupación y
la explotación del paisaje mediante enclaves rurales dependientes (Mata et al. 2009; Mata et al. 2010). La competencia por la
tierra no parece una característica común en esta coyuntura, ya
que los núcleos principales no se encuentran dentro del área inmediata de su vecino más próximo del mismo rango. Nos encontramos, pues, ante una ordenación del espacio agrario compleja
y articulada desde Kelin y los principales poblados fortificados
de su territorio, que son los núcleos que definen los entornos
de explotación creando grupos locales. Se advierten estrategias
de explotación y ocupación del espacio rural que tienden a la
diversificación de lugares y a la jerarquización del poblamiento
en diferentes categorías de hábitats. El poblamiento rural secundario ofrece dos categorías: el periurbano que se encuentra en
los entornos inmediatos de los núcleos de mayor rango; y el caracterizado por su carácter más disperso con núcleos de carácter
agrario algo más autónomos, que se localizan en el territorio de
explotación e influencia de los poblados, formando un patrón
intercalar (Moreno y Quixal 2009; Mata et al. 2010).
También se desarrolló un sistemático aprovechamiento de
los recursos naturales existentes. Por un lado, se ha documentado producción cerámica local en toda la secuencia. Los alfares
de las Casillas del Cura (VI-V a.n.e.), Casa Guerra (IV-III a.n.e.)
y La Maralaga (II-I a.n.e.), entre otros, garantizarían el abastecimiento local (Duarte et al. 2000). A su vez, entre los siglos
V-III a.n.e. se desarrolló en las ramblas de Los Morenos, La
Alcantarilla y valle del río Cabriel una producción especializada
de vino y, en menor medida, de aceite. Estos lagares y almazaras
rupestres, además de generar una estrategia productiva de una
forma u otra controlada desde Kelin, llevaron a adoptar interesantes modelos territoriales, con la coexistencia de lugares de
hábitat temporal, caserías, espacios con función de bodegas y
asentamientos permanentes (Pérez Jordà et al. 2013; Quixal et
al. 2016).
A partir del siglo IV y, especialmente, en los siglos III-II
a.n.e, en el sector septentrional se localiza una explotación especializada de recursos minero-metalúrgicos, concretamente
del hierro. Se han podido documentar todas las fases de trans-
formación del mineral, desde los posibles lugares de obtención
y/o extracción (Mina de Tuéjar), los hornos de reducción del
mineral (Los Chotiles, Cañada del Pozuelo, Campo de Herrerías
y La Maralaga) hasta los talleres de forja, sitos generalmente en
los poblados (Cerro de San Cristóbal). Existen evidencias de
metalurgia en otros puntos de la comarca, pero el volumen de
hallazgos decrece sustancialmente (Casillas del Cura, Muela de
Arriba, Casa de la Cabeza y Kelin) (Mata et al. 2007 y 2009).
También encontramos evidencias de aprovechamiento de
otros recursos, como las salinas continentales naturales. Especialmente interesantes son las de Jaraguas pues en sus inmediaciones se han encontrado cerámicas ibéricas, aunque la comarca
cuenta con otros tres afloramientos salinos (Moreno 2011, 182185). Y, por último, en algunos yacimientos del sector N-NE,
límitrofe con el territorio del Edeta/Tossal de Sant Miquel (Llíria), se han recuperado fragmentos de colmenas cerámicas, lo
que permite argumentar que la producción apícola fue una práctica económica complementaria como ocurre en otros territorios
ibéricos (Bonet y Mata 1997; Soria 2000; Fuentes et al. 2004;
Quixal y Jardón 2016).
La esfera sacra: las cuevas rituales y los procesos
de territorialización
El entorno simbólico y su percepción por parte de las comunidades es uno de los elementos clave que configuran la construcción social del paisaje (Prados 2012, 124). A través de hitos
singulares se consagran, en muchas ocasiones, los límites territoriales (Grau Mira 2012, 37). En el territorio de Kelin esta
consagración territorial la ejercen las cuevas rituales.
Ya desde las primeras aproximaciones por parte de Gil-Mascarell (1975, 327-328), se hacía mención a su localización en el
paisaje y a la ausencia generalizada de poblamiento a su alrededor. Afortunadamente, la fase actual de la investigación presta
mucha más atención al simbolismo territorial de estos espacios,
importando no solo el qué (materialidad) y el cuándo (temporalidad), sino también el porqué de determinadas cuevas. Esta
pregunta puede ser contestada cuando se estudian estos espacios
territorialmente, ya que “es en el ámbito de cada territorio donde
cobra sentido la articulación de los elementos simbólicos del
paisaje” (Grau Mira y Amorós 2013, 186).
En el territorio de Kelin son cinco las cuevas con claras
evidencias de actividad ritual en época ibérica: Cueva de los
Mancebones, Cueva del Cerro Hueco y Cueva de los Ángeles (Requena), Cueva Santa del Cabriel (Mira) y Cueva
del Puntal del Horno Ciego II (Villargordo del Cabriel) (GilMascarell 1977; Martí Bonafé 1990; Martínez Valle y Castellano 1996; Lorrio et al. 2006; Machause 2017; Machause
y Quixal 2018) (Figs. 11.7 y 11.8). También se documentan
materiales de dicha cronología en otras cuevas del territorio
como la del Molón (Camporrobles), la Cueva Santa (Villargordo del Cabriel), la Cueva del Collado de la Plata/Plaza de
Sobrarías o la Cueva de la Tejeda (Garaballa), pero los datos
disponibles hasta la fecha son insuficientes para corroborar
su uso ritual (Machause 2017).
Si nos centramos en las cuevas de carácter ritual más claras,
observamos que comparten ciertas características cronológicas,
materiales y locacionales (Machause 2017; Machause y Quixal
2018) (Fig. 11.9). Las cinco tienen la mayor frecuentación durante los siglos V-III a.n.e. Si bien la materialidad no es común
211
[page-n-225]
Fig. 11.7. Cuevas con evidencias de uso ritual en época ibérica
Fig. 11.8. Entradas de las cuevas: 1, Los Ángeles (Requena); 2, Cerro Hueco (Requena); 3, Cueva Santa del Cabriel (Mira);
4, Los Mancebones (Requena); 5, Puntal del Horno Ciego II (Villargordo del Cabriel).
212
[page-n-226]
Fig. 11.9. Características de las cuevas.
al 100%, sí que se repite una ofrenda tipo en cada una de ellas:
fusayolas en las cuevas del límite oriental (Cerro Hueco y Los
Ángeles) y caliciformes en las del septentrional (Mancebones)
y occidental (Puntal del Horno Ciego II). Además, se repiten
las evidencias iconográficas relacionadas con el ave en tres de
las cinco cuevas. En la Cueva Santa del Cabriel, se produce una
repetición tanto de vasos como de platos. Por tanto, cinco cuevas distintas, con pautas sociales y rituales estandarizadas, que
sugieren la pertenencia a un modelo territorial común. Las cinco
cuevas se localizan en los límites territoriales, la mayoría cercanas a vías de paso y cursos de agua, alejadas de asentamientos
de importancia y a más de 30 minutos de las evidencias de hábitat más próximas. Su localización en los límites oriental, septentrional y occidental marca la frontera frente a los territorios
ibéricos de La Carència y Edeta (E), Cerro Viejo (N) e Ikalesken
(O) (Fig. 11.7). Cuevas alejadas, además, del entorno destinado a las actividades cotidianas, implicando un desplazamiento
consciente y un viaje ritualizado hasta el destino sagrado.
Aparte de la liminalidad, otra de las variables detectadas es
su invisibilización. A diferencia de lo que sucede con los lugares
de hábitat, su ubicación no les otorga una visibilidad óptima del
paisaje circundante y, evidentemente, tampoco son visibles desde los lugares de hábitat cercanos (Fig. 11.6). Por tanto, la visibilidad de estos espacios rituales no fue un factor determinante
para su elección, sino más bien lo contrario, lo cual ampliaría su
magnetismo espiritual en el imaginario colectivo.
Esta localización en los límites territoriales es una variable
clave para comprender su uso ritual, político y social. Del mismo
modo que se ha visto en otros ejemplos ibéricos (Grau Mira 1996,
2000, 2002, 2010; Ruiz Rodríguez et al. 2001; Grau Mira y Olmos 2005; Rueda et al. 2008; Amorós 2012; Grau Mira y Amorós
2013; Rueda 2011; González Reyero et al. 2014; Rueda y Bellón
2017), las cuevas de Kelin sacralizarían los límites territoriales,
lo desconocido. Aunque la materialidad de las prácticas rituales
identificada no es comparable y se asocian con momentos cronológicos distintos y territorios de tamaños diversos, todos estos
ejemplos comparten con Kelin la variable territorial. Así pues, su
localización en lugares de paso y límites culturales, económicos
y políticos, se valora como un elemento intrínseco al significado simbólico de estos espacios, que articularían el territorio de
un área determinada. Sin embargo, la materialidad detectada en
Kelin nos hace descartar su significado como grandes centros de
peregrinación destinados a un culto extendido; más bien serían
espacios compartidos por una población reducida proveniente de
distintos lugares de hábitat, entre ellos del oppidum central.
Su localización implica una valoración que va más allá de
las prácticas rituales observadas a través del registro arqueológico. Hay que tener en cuenta todo un conjunto de prácticas
que comienzan con el viaje ritualizado hasta dichos destinos
sagrados, en los que se experimentan sensaciones cargadas de
simbolismo y se refuerza el sentido de comunidad y la cohesión
social. Las cuevas de Kelin fueron escenario de ritos de paso
muy variados, protagonizados por determinados grupos, seguramente de alto rango social, en los que el simbolismo femenino
jugaría un papel vital a juzgar por el tipo de ofrendas documentadas (Izquierdo 2003 y 2008; Vílchez 2015). En dichos rituales,
se ofrecieron, principalmente, fusayolas y vasos caliciformes,
se llevaron a cabo sacrificios y ofrendas de animales, rituales
de comensalidad, libaciones…, así como una gran variedad de
prácticas que, aunque perdurarían en el imaginario colectivo, no
han dejado una huella visible en el registro arqueológico.
Otras evidencias de carácter simbólico
Tanto en Kelin como en su territorio se han documentado otras evidencias relacionadas con el ámbito sacro, aunque no siempre constituyeron hitos paisajísticos. En la ciudad de Kelin, se han recuperado terracotas, joyas, calderos de bronce, recipientes con decoración
figurada y plástica, enterramientos infantiles y depósitos de animales domésticos (Martínez García 1986 y 2013; Mata 1991, 129137; García-Prósper y Polo en este mismo volumen) que se pueden
asociar a actividades rituales desarrolladas en el interior del yacimiento. En el territorio, se han documentado, además, depósitos de
monedas, figuritas de barro cocido y un casco de tipo Montefortino
en el río Cabriel (Martínez Valle 1995 b y 2001; Quixal 2015, 196);
evidencias funerarias aisladas y pequeñas áreas de enterramiento
(Martínez García 1990; Lorrio 2001; Quixal 2015, 191-192); depósitos de animales (Lorrio et al. 2014) y ocho plaquitas de plata
grabadas con figuras humanas en un posible espacio cultual al aire
libre en la Sierra de Rubial (Martínez García 2013).
Recientemente, se ha dado a conocer un fragmento escultórico en piedra encontrado, supuestamente, en el entorno de
Kelin (Martínez Valle 2016, 230-231). La pieza, de 20 cm de
longitud conservada por 10x8 cm de grosor, corresponde con la
anatomía de la extremidad distal de un miembro apendicular de
bovino1 (Fig. 11.10).
Según los datos recogidos por Martínez Valle (2016) y por una
conversación mantenida con Rafael Gabaldón, el hallazgo se produjo en 1920 al S del yacimiento y a escasos metros de la Zona B.
La pieza se encontró a unos 40 cm de profundidad al preparar la tierra para plantar azafrán en la partida conocida como “La Culebra” o
“La Culebrilla”. Fue encontrada por Adolfo Ferrer González, quien
la entregó al Sr. Gabaldón en 1987. El análisis de visu realizado
sobre la piedra muestra que su procedencia es local o regional (vid.
Cap. 13 “Estudio de visu…”).
1 La anatomía corresponde a la cápsula articular de los metapodios
distales con la articulación proximal de la primera falange. La visión dorsal se caracteriza por la reproducción fiel de la anatomía del
nudo, que puede relacionarse perfectamente con la pata posterior.
Los dedos accesorios (dedos II y V) están claramente moldeados,
situados en la zona posterior de la articulación metatarso/falangina
con el sesamoideo proximal. Agradecemos al Dr. Manuel Pérez Ripoll la identificación y descripción.
213
[page-n-227]
Fig. 11.10. Fragmento de miembro apendicular de bovino.
De poder confirmar su procedencia y lugar de hallazgo, estaríamos ante un posible monumento funerario excepcional, dado que apenas hay restos escultóricos en la mitad
oriental de la península Ibérica. Las esculturas más cercanas
a este hallazgo se encontraron reutilizadas en la necrópolis
de Los Canónigos (Arcas del Villar) y se trata de fragmentos en altorrelieve de un caballo, un jabalí y un herbívoro
(Valero 2012). Los toros en piedra se representan sedentes o
estantes, aislados y asociados a contextos funerarios (Mata
2014, 4), de ahí que consideremos que pudo formar parte
de un monumento funerario. Si bien la ubicación original
es desconocida, su simbolismo se acentuaría de confirmarse
una localización cercana a una vía de comunicación, importante en época ibérica como fue el valle del río Madre.2
CONCLUSIONES
Si nos ceñimos a las definiciones ortodoxas y estrictas de lo
que es un estado, es difícil argumentar arqueológicamente su
existencia en época ibérica. No obstante, hoy en día se acepta
que hay variaciones en las formas de estado y que éste como
modelo de organización política se identifica en el mundo antiguo, básicamente, una vez se advierte la superación de las relaciones parentales en el marco supra-familiar, la instauración de
la economía política, la jerarquía del patrón de asentamiento y la
gestión sociopolítica a diferentes niveles de la escala territorial
(Feinman y Marcus 1998; Yoffee 2005, 34-35). De manera que
una de las formas para abordar el poder de un estado es evaluar
la escala y la articulación de su territorio. En este sentido, la
sociedad ibérica es un ejemplo enriquecedor de estos procesos
de consolidación de la sociedad estratificada de carácter urbano
y la emergencia del estado.
El registro arqueológico disponible permite en la actualidad confirmar que los territorios ibéricos forman entidades
políticas de carácter regional caracterizadas por una organización consciente y una jerarquización de los diferentes tipos
de asentamientos, alcanzando un grado de complejidad y dinamismo muy acorde al de otras civilizaciones mediterráneas
2 En la actualidad, la pata ha pasado a formar parte de la Colección
Museográfica Luis García de Fuentes.
214
coetáneas. Hablar de territorio implica aceptar la existencia
de una comunidad, de límites, de valores y de interrelaciones.
Esta concepción sobre el ‘territorio’ introduce paralelamente
el concepto de ‘frontera’. Tradicionalmente se han definido las
fronteras en base a la teoría del lugar central y mediante la adscripción cultural en base a similitudes tipológicas de los materiales en el registro arqueológico (Mata 2001). Pero también
se han definido a partir de métodos de análisis locacional y en
base a la fisiografía. Otros planteamientos vinculan el proceso
de territorialización y la emergencia de la complejidad social
a la creación de redes en base a planteamientos sociológicos
y ecológicos donde la construcción de nodos y corredores tiene un papel destacado en la práctica y la organización social.
Los territorios más que en una entidad cerrada consisten en
redes de corredores que conectan recursos y lugares de interés
(Smith 2007, 29). Estas fronteras también se definen por el
uso simbólico del paisaje. En el caso de Kelin, entre los siglos
V-III a.n.e., son las prácticas rituales en cuevas situadas en
los límites territoriales las que definen y reafirman, no solo el
territorio político de las poblaciones ibéricas, sino también su
territorio simbólico (Machause 2017).
A lo largo de toda la secuencia cronológica encontramos
un interés por organizar el poblamiento y el territorio de Kelin
mediante estrategias de ocupación del espacio que, además de
permitir explotar los entornos óptimos, ofrezcan la posibilidad
de comunicación y movilidad entre las diferentes categorías de
hábitat. Estamos ante una sociedad compleja donde las relaciones entre los diferentes asentamientos crean el espacio idóneo
para la consolidación de la desigualdad social y para la legitimación de la misma a través de mecanismos que, aunque no
anulan, sí superan las pautas parentales, dando paso a la sociedad estratificada basada en relaciones clientelares, económicas
y comerciales (Moreno 2011).
Será durante los siglos II-I a.n.e. cuando asistamos a un interesante escenario de contacto cultural entre iberos y romanos,
conocido como proceso de romanización (Keay 2001), cuyos
ritmos y dinámicas, en una zona aparentemente secundaria y
de interior como ésta, son muy diferentes a las áreas próximas
a la costa o con mayor tradición urbana. A su vez, el carácter
fronterizo de este territorio añade un tercer agente, el mundo
celtibérico, cuya influencia y movilidad de materiales aumenta
a raíz de la conquista romana. Identidades difusas y tradiciones
culturales en constante hibridación a las que únicamente podemos acceder a partir de su cultura material. Pese a que el análisis
del paisaje y del territorio no sea, a priori, la mejor pantalla
para observar todos estos procesos de cambio, sí hemos podido
obtener una serie de ideas interesantes (Quixal 2015). Muchos
de los cambios que generalmente se plantean como fruto de una
ruptura rápida vinculada a la conquista romana (como por ejemplo el hábitat rural disperso, la concentración de núcleos en las
mejores tierras, el poco peso de las ubicaciones en altura…), en
este caso estaban ya presentes desde siglos antes, debiéndose
leer como parte de un largo continuum en el patrón de asentamiento entre época ibérica y romana.
[page-n-228]
12
LA MONEDA EN LA CIUDAD IBÉRICA DE KELIN
P. P. Ripollès Alegre
La monetización de la ciudad de Kelin siguió una evolución documentada en otros yacimientos ibéricos de la franja costera mediterránea: se podría resumir en la llegada de las primeras monedas, el
impacto de la II Guerra Púnica, la monetización efectiva durante la
segunda mitad del siglo II a. C. y la producción propia.
La localización geográfica de Kelin, no lejana de la costa y emplazada junto a una vía de comunicación importante, propició que
sus habitantes conocieran la existencia de la moneda en una época
relativamente temprana. Se han documentado piezas acuñadas durante los siglos IV y III a. C., como es el caso de un hemilitron de
Siracusa, de ca. 400 a. C.; otra pieza de bronce de esta misma ceca,
de ca. 336-317 a. C.; y un tricalco de Eritrea, de los años ca. 315300 a. C. (Ripollès 2001). Ciertamente las monedas más antiguas
no alcanzan la antigüedad de las que se han documentado en los
yacimientos de la costa mediterránea, donde suelen aparecer monedas acuñadas durante el siglo V a. C., pero demuestran que a partir
del siglo IV a. C. el concepto de riqueza móvil bajo forma de metal
acuñado era ya conocido.
Durante los siglos IV y III a. C., Kelin evolucionó hacia
un uso cada vez más frecuente de los metales como una forma de dinero que podía ser donada, intercambiada o atesorada.
Los testimonios son escasos, pero existen bajo la forma de elementos de orfebrería, como el brazalete de plata aparecido en el
transcurso de las excavaciones de C. Mata, en 1994 (Fig. 4.46,
0008-7), o de metal en bruto, como goterones, partes cizalladas
de los mismos o láminas recortadas. La plata troceada forma
parte del contenido de algunos tesoros que se ocultaron durante
la época de la II Guerra Púnica o pocos años después.
En consecuencia, es presumible que monedas, fragmentos y
piezas de orfebrería reflejen un interés por los metales ya en una
época anterior a la II Guerra Púnica; no obstante, la presencia de
estas monedas no supone un uso monetario, sino que debió ser
considerada como un objeto novedoso, atractivo por las imágenes que portaban o, en el caso de las piezas de plata, por el metal
con el que se fabricaron.
Los años de la II Guerra Púnica aceleraron el contacto y la
familiaridad con la moneda, debido a que los dos bandos de la
contienda acuñaron y utilizaron una gran cantidad de moneda
para el mantenimiento de sus ejércitos. Los habitantes de Kelin,
como el resto de las poblaciones peninsulares localizadas dentro
de los territorios de la contienda, pasaron, en muy poco tiempo,
de conocer la moneda de forma esporádica a disponer de ella
con una relativa facilidad.
La inestabilidad generada en Iberia por la II Guerra Púnica ha
quedado reflejada en el nutrido conjunto de ocultaciones de monedas y metales que se ha recuperado en buena parte en la península
Ibérica. Contienen una gran variedad de tipos y valores, dado que se
mezclaron las monedas acuñadas por los principales contendientes,
las de las ciudades aliadas de éstos y las existentes en el tesoro del
estado romano. En Kelin también está atestiguado este salto cualitativo, en cantidad de piezas y en variedad de cecas, a través de dos
tesoros que aparecieron en la propia ciudad. Uno, conocido como
de Los Villares, procede de las excavaciones de 1957 (Pla 1980,
34-35) (Fig. 12.1) y el otro fue publicado con el nombre de La Plana
de Utiel (Ripollès 1980, 15-27), aunque apareció también en este
yacimiento (Pérez Vilatela 1999, 269-275).
Ambos tesoros retratan la composición de la masa monetaria
en circulación durante el período de la II Guerra Púnica, monedas y
metal en bruto, que se valoraban a peso como riqueza móvil. Contenían monedas procedentes de una notable variedad de cecas y regiones: Roma, Massalia, Emporion, Italia, Galia y Arse; pero también
contenían metal no amonedado, en forma de lingotes y fragmentos,
lo cual es una característica ya observada en otros tesoros que se
ocultaron en estas mismas fechas (Raddatz 1969). Ello atestigua que
lo que confería riqueza a estos tesoros, no dependía de la autoridad
que emitió las monedas, sino del contenido metálico de las mismas,
pues no importó nunca lo más mínimo cizallarlas; asimismo, el amplio espectro de cecas cuyas monedas encontramos en la ciudad,
muestra la variedad de moneda que los habitantes de Kelin pudieron
llegar a tener en sus manos.
215
[page-n-229]
Fig. 12.1. Cuadrigato de plata acuñado en Roma, perteneciente al
tesoro de Los Villares (MPV 8038).
A juzgar por el origen de las monedas de los dos tesoros y los
hallazgos esporádicos, la ciudad se encontraba dentro de un ámbito
romano de circulación monetaria; ello se deduce de la escasez de
acuñaciones cartaginesas y de la abundancia de piezas emitidas por
Roma o sus aliados, como los óbolos de Massalia, las dracmas galas
“à la croix” y las dracmas y divisores emporitanos.
Ignoramos las consecuencias que pudo haber tenido la II GP
para la ciudad, daños o destrucciones, pero la vida continuó en la
ciudad y, desde el punto de vista monetario, Kelin despega con gran
potencia a lo largo del siglo II a. C., llegando a convertirse en una
importante ciudad. Se desconocen tesoros durante los siglos II y I
a. C., no obstante, los hallazgos monetarios esporádicos son lo suficientemente ricos en número como para disponer de un panorama
bastante ilustrativo. En efecto, son más de trescientas piezas las que
han aparecido, procedentes de cecas bastante diversas (Fig. 12.2).
Los hallazgos esporádicos demuestran que los pobladores
de Kelin conocían bien las acuñaciones romanas, tanto de plata
como de bronce (denarios, ases y divisores) (Figs. 12.3 y 12.4),
pues estas emisiones alcanzan un porcentaje del 30,84 %, lo
cual demuestra que circularon con abundancia.
El segundo grupo de monedas más numeroso lo forman
las piezas acuñadas en la propia ciudad, ya que las emisiones
con leyenda Kelin suponen el 19% del conjunto de hallazgos (Figs. 12.5 y 12.6). Fue precisamente esta gran densidad de hallazgos la que llevó a proponer su localización en
este yacimiento (Ripollès 1979, 127-136). El hecho de que
el volumen de emisión de Kelin fuera modesto y puntual en
Fig. 12.3. Denarios acuñados en Roma, en 207 y 157-156 a.C. Hallados en Kelin (col. R. Gabaldón).
Fig. 12.4. Ases republicanos. A: Roma (169-158 a.C.), hallado en
la Calle 2 (2004) (MPV). B: Roma (147 a.C.) (col. R. Gabaldón),
hallada en Los Villares.
Fig. 12.2. Localización de las cecas cuya producción, fechada entre
los años 195-72 a. C., se ha encontrado en el yacimiento de Los
Villares. 1. Untikesken; 2. Eustibaikula; 3. Lauro; 4. Kese; 5. Bolskan; 6. Kaiskata; 7. Turiasu; 8. Sekaisa; 9. Arse; 10. Valentia; 11.
Kili; 12. Kelin; 13. Ikalesken. 14. Saitabi; 15. Castulo; 16. Obulco;
17. Ulia; 18. Iol. No se señalan Massalia (3 piezas) y Roma (95
piezas) (datos tomados de Ripollès 2001).
216
Fig. 12.5. Unidades de bronce de Kelin, halladas en Los Villares
(col. R. Gabaldón).
[page-n-230]
el tiempo, es lo que explica que la producción propia no alcance una mayor presencia, aunque en otros casos conocidos
el porcentaje de la moneda emitida por la propia ciudad no
rebasa el 50% (Ripollès 1984, 105 y 119).
En tercera posición numérica se sitúan las cecas del litoral valenciano, Arse-Saguntum y Valentia (Fig. 12.7); su
notable presencia se justifica por la proximidad y la orientación de las comunicaciones de Kelin y de su vida económica y comercial. Sorprende, en cambio, que las monedas de
Saitabi estén poco representadas, pero sabemos que Saitabi
priorizó sus relaciones con los territorios del sur y a lo largo
del corredor costero mediterráneo.
También merece destacar la presencia de monedas de Kili,
probablemente localizada en La Carència (Turís) (Ripollès
2017), porque es una ceca de la que se conocen muy pocas piezas con procedencia (Fig. 12.8).
El resto de monedas que han aparecido en Los Villares son
producto de la situación geográfica del yacimiento y de los movimientos de personas y mercancías. A Kelin llegó un notable
número de monedas de cecas de la Alta Andalucía; de todas
ellas destaca Castulo (Fig. 12.9). Por el contrario, las monedas
de Obulco, situada no muy lejos de Castulo, son bastante más
escasas, pues se difundieron más hacia el S y el E de Andalucía
(Arévalo 1999, 133-200).
El incremento del uso de la moneda y de la aceptación
social de este medio de cambio llevó a Kelin a fabricar su
propia moneda, durante la segunda mitad del siglo II a. C.
Toda la producción monetaria de Kelin se limita a una sola
emisión que, además, no fue especialmente voluminosa; no
obstante, debió tener un impacto importante en la ciudad
desde el punto de vista del prestigio.
La forma de los cospeles y el estilo de grabado de los diseños sugieren que la producción monetaria de Kelin se realizó posiblemente en un único momento de acuñación, es decir,
constituiría una sola emisión, formada por dos tipos de denominaciones, que identificamos como unidades y mitades.
Las unidades (Figs. 12.5 y 12.10) muestran en el anverso
un retrato masculino, a derecha, con el símbolo palma delante
y delfín detrás; en el reverso un jinete con lanza a derecha y
debajo, en el exergo, la leyenda ibérica
(kelin), que corresponde al topónimo de la ciudad. Se acuñaron con un peso
medio de 9,40 g (48 piezas, ACIP 2100).
Fig. 12.6. Mitad de bronce de Kelin, hallada en Los Villares (col.
F. Gabaldón).
Fig. 12.8. Unidad de bronce de Kili, hallada en Los Villares (col.
R. Gabaldón).
Fig. 12.9. Unidades de bronce de Castulo y Obulco, halladas en Los
Villares (col. R. Gabaldón).
Fig. 12.7. Ases de bronce de Arse, Valentia y Saitabi, hallados en
Los Villares (col. R. Gabaldón).
Fig. 12.10. Unidad de bronce de Kelin (MPV 29465).
217
[page-n-231]
Fig. 12.11. Mitad de bronce de Kelin (Vico 26/6/2012, lote 159, ex
HSA 11357).
Las mitades (Figs. 12.6 y 12.11) se acuñaron en una cantidad mucho menor y muestran en el anverso un retrato masculino, con una palma delante y delfín detrás; para el reverso se
eligió un toro parado a derecha, con una S arriba y debajo, en
el exergo, la leyenda ibérica
(kelin). Se emitieron con un
peso medio de 4,98 g (5 piezas, ACIP 2101).
Los artesanos que labraron los cuños y quizás fabricaron
las monedas fueron itinerantes, trabajando para aquellas localidades que se lo demandaron. En el caso de las monedas
de Kelin, su producción ha sido relacionada formalmente
con algunos cuños de las cecas de Ikalesken y Urkesken.
Las similitudes estilísticas en el grabado de las figuras de
anverso y reverso, caracterizadas por el bajo relieve de los
diseños, son manifiestas. Ello significa que Kelin contrató
los servicios de un taller/ grabador itinerante que se movió
en un territorio relativamente próximo, pues también estuvo
labrando cuños para las ciudades de Ikalesken (Villaronga
1988, clases II y III, en las láminas XII y XIII) y Urkesken
(ACIP 2102).
De momento no es posible estimar su volumen de producción, porque todavía no se ha realizado el estudio de
cuños. Del número de piezas conservadas se puede deducir
que el volumen de producción fue modesto, aunque ello no
quiere decir que sus monedas no tuvieran un destacado papel
dentro de los intercambios cotidianos, pues la dispersión de
los hallazgos indica que la mayor parte de la producción se
quedó y circuló dentro de la ciudad y su territorio más inmediato (Fig. 12.12).
La fecha en la que Kelin acuñó sus propias monedas no puede establecerse con absoluta seguridad, pero es probable que
deba situarse hacia los años 150-140 a. C. o poco después. Uno
de los argumentos más sólidos es la similitud estilística con algunas monedas de bronce y de plata, que han aparecido en tesoros que se ocultaron con anterioridad a los años ca. 115/114-100
a. C. (Villaronga 1988, 50-53); por ejemplo las series II y III
de denarios de Ikalesken (Villaronga 1988), los cuales sugieren
que en esa fecha Kelin ya había acuñado sus monedas. Otros
hechos también apuntan hacia una fecha de emisión dentro de
218
Fig. 12.12. Dispersión de las monedas de Kelin. 1. Cerro de la Peladilla (Fuenterrobles); 2. Cerro San Cristóbal (Sinarcas); 3. Los Villares
(Caudete de las Fuentes); 4. Doñana (Caudete de las Fuentes); 5. Pico
de los Ajos (Yátova); 6. Moraira (Teulada) (Ripollès 2001).
la segunda mitad del siglo II a. C.; en primer lugar, el momento
de máxima monetización de la ciudad se produjo durante este
período, según se desprende de la cronología de emisión de los
hallazgos; en segundo lugar la ciudad fue destruida durante las
guerras Sertorianas; y por último, las características de la producción monetaria son incompatibles con una cronología de la
primera mitad del siglo II a. C.
La vida en la ciudad de Kelin se apagó a comienzos del
siglo I a. C., ya que fue destruida durante el período de las
guerras Sertorianas y no volvió a ser ocupada. Entre los materiales que atestiguan la desaparición o abandono de la ciudad se encuentran los hallazgos monetarios que disminuyen
drásticamente, hasta el punto que no se ha encontrado ni una
sola pieza romana republicana acuñada con posterioridad a
esa fecha. También es posible cuestionarse la existencia de
poblamiento durante la época imperial, pues los testimonios
monetarios, cerámicos, epigráficos o edilicios son bastante
raros, sugiriendo que el final de la vida cívica en Kelin se
produjo durante el período de las guerras Sertorianas.
En conclusión, las monedas que han sido documentadas
en la ciudad, las que llegaron de fuera y las que se acuñaron
en ella, sugieren que ésta hizo un uso de la moneda bastante
frecuente, durante los siglos II-I a. C. Al mismo tiempo, la variedad de pesos y denominaciones permitió su uso cotidiano
en una amplia franja de operaciones, incluso para el pago de
servicios que costaban poco.
[page-n-232]
13
ANALÍTICAS
DOS FECHAS DE CARBONO 14
(J. Bernabeu Aubán)
Del conjunto de las unidades estratigráficas se seleccionaron en
2002 dos muestras de Hordeum vulgare para su análisis mediante c14 AMS y se enviaron al laboratorio Beta Analytic. Las
muestras, su resultado y el contexto estratigráfico al que van
referidas se exponen en la Figura 13.1.
La primera de ellas (Beta 171910) procede de los niveles
inferiores, concretamente del Hogar 8 (UE 0373) que, a juzgar
por sus materiales asociados, puede ubicarse en torno al siglo
VII a. C.; la segunda (Beta 171911) se recogió en el nivel de
incendio de la vivienda 2 (UE 0118) que supuso su abandono
y reestructuración. Por sus materiales importados, podría ubicarse en torno al 200-170 a. C. (Figs. 4.43 y 4.47).
Como puede observarse en la Fig. 13.1, las calibraciones
ofrecen un amplio margen cronológico a pesar de que la desviación estándar de ambas fechas es relativamente baja (±40).
Ciertamente, tanto las calibraciones a 1 y a 2 sigmas ofrecen
rangos cronológicos que cruzan lo esperado de acuerdo con
los materiales de cada nivel. La razón de ello puede verse
claramente al observar la Figura 13.2: el área de la curva de
calibración donde se ubica la media de ambas dataciones BP
ofrece un comportamiento irregular, de manera que la fecha
radiocarbono corta la curva en más de un punto. Este es un
efecto típico de la calibración en aquellos tramos cronológicos donde la curva ofrece cambios bruscos de tendencia,
como los que ocurren en los casos tratados aquí.
Ninguna de las dos dataciones tiene mayor precisión que la
aportada por los materiales localizados, especialmente en Beta
171911 donde hay materiales importados de Edeta/Tossal de Sant
Miquel (Llíria) que tienen una cronología bastante ajustada de finales del siglo III a.C. y primera mitad del II a. C. que es la fecha final
que se propone para el Nivel 73.
ESTUDI DE CONTINGUTS DE RECIPIENTS
I MICRORESTES VEGETALS
(FITÒLITS, MIDONS I FIBRES)
(J. Tresserras i Juan i J. C. Matamala Mellín)
En el marc del programa d’intervencions arqueològiques realitzades en el poblat de Los Villares, dirigides per la Dra. Consuelo Mata de la Universitat de València, s’efectuà el mostreig
d’una sèrie de ceràmiques, a més de restes de llar i forn per
a obtenir informació sobre processat, conservació i consum de
productes per al consum humà (Fig. 13.3). Els informes es varen
emetre en 2001 i 2004.
Metodologia
Les tècniques d’anàlisis utilitzades van consistir en la caracterització arqueomètrica dels residus microscòpics a partir
de l’observació per lupa binocular, microscopia òptica (MO)
amb contrast de fase de Zernike i microscopia electrònica
d’escombratge (MEB) amb microanalitzador de raigs X (EDS)
incorporat, així com la tècnica combinada de la cromatografia
de gasos-espectrometria de masses (CG-EM) per a la identificació de greixos a partir de l’anàlisi dels derivats silanitzats i
tècnica combinada de tests qualitatius per a la identificació de
proteïnes (Juan-Tresserras et al. 1999).
Resultats
Els resultats obtinguts es poden veure en les Figures 13.4 i 13.5.
Conclusions
En la M1, els residus identificats, especialment l’àcid oleic (18:1),
els silicofitòlits, les esclereides foliars subepidèrmiques en forma
de T, les esclereides presents en la polpa i l’os de l’oliva, i els cris219
[page-n-233]
Fig. 13.1. Resultados de las muestras datadas.
ID lab
Beta 171910
Calibración
Calib. 7.1
Intcal 13.14
Beta 171911
Calibración
Calib. 7.1
Intcal 13.14
Muestra
UE
Nivel, Fase
Edad C14
medida
Ratio
C13/12
Edad C14
convencional
Hordeum vulgare
0373
2.3
2460±40 BP
-21.6
2520±40 BP
1 sigma
(68.3)
0.28
0.14
0.27
786-747 a. C.
685-666 a. C.
642-555 a. C.
2 sigma
(95.4)
0.99
0.007
797-536 a. C.
528-520 a. C.
Hordeum vulgare
0118
7.3
1 sigma
(68.3)
0.62
0.09
0.28
337-282 a. C.
267-243 a. C.
236-202 a. C.
2 sigma
(95.4)
1.0
379-172 a. C.
Fecha esperada
S. VII a. C.
2140±40 BP
-21.5
2200±40 BP
Fecha esperada
ca. 200-170 a. C.
Fig. 13.2. Curvas de calibración de las dataciones.
talls de oxalat càlcic presents en la pell de l’oliva i en la coberta de
la llavor, son els principals indicadors emprats per a la identificació
del contingut d’aquest recipient que podria tractar-se d’un amaniment d’olives amb restes de branquetes i fulles o bé d’un oli amb
molt de pòsit (Carrilero et al. 1995; Juan-Tresserras 1997 i 2000;
Tyree 1992, 1993 i 1994, entre altres).
En les MM5 i 7 s’han identificat residus de ví –fitòlits, tartrats i nitrits– (Figs. 4.6 C, 4.7 y 13.6). Els fitòlits característics
de la vinya son les druses i rafidis d’oxalat de calci, així com les
esclereides silicificades (Juan-Tresserras 2000; Tyree 1994). La
majoria son d’aquest últim morfotip. Les matèries cristallines
que es formen als vins son sals naturals, que en el raïm estan dissoltes però que una vegada format l’alcohol son insolubles. Els
àcids carboxílics i fenòlics, producte de la degradació dels polihidroxiaromàtics, son relativament estables i poden distingir-se
220
dels residus procedents del processat del vi. El més característic
és l’àcid tartàric i les seues sals, que reben el nom de tartrats.
Aquests dipòsits de cristalls son el bitartrat de potassi i el tartrat de cal. Les formes són molt paregudes i, malgrat que el seu
color és groguenc i transparent, de vegades es cobreix per les
tonalitats del vi i té un color morat (Goertges i Schneider 1979;
Koehler i Miltenberger 1981; Michel et al. 1993).
La caracterització de productes lactis en recipients ceràmics
és cada vegada més usual gràcies a l’ús de CG-EM (Dudd i
Evershed 1998). Les restes identificades a la M6 presenten
evidències d’oxidació i alteració, encara que la presència significativa d’àcid palmitoleic i d’àcids grassos de cadena curta
són elements característics dels greixos de la llet dels mamífers
terrestres. Entre la microflora s’ha detectat la presencia de bacteris lactis, diplococs i estreptococs. Les dades obtingudes no
[page-n-234]
Fig. 13.3. Relació de mostres estudiades.
Mostra
M1
M2, 3 i 4
M5
M6
M7
M8
M9-1
M9-2
Inventari
Base indicada de tenalla. 0044-1-57834
0061. Parets d’àmfores
0214-2. Paret prop de la base
Base d’olleta a mà. 0248, 0240, 0234-1
Paret d’àmfora prop de la base. Imitació R1 0365-1
Llar. UE 0362
Placa de forn 0472
Placa de forn 0472
Fig. 13.4. Relació de resultats.
Mostres Indicadors microscòpics
M1
Fitòlits associats a residus d’oli (Olea sp.)
M2, 3 i 4 Cap
M5
Tartratos i fitòlits associats a residus de vi
Descripció
Residu en la base
Residus en les parets
Concreció en paret
Concreció blanc-groguenca
Residus
Cendres
Superfície primera capa
Sediment primera capa
Indicadors orgànics
Àcids greixos, especialmente
oleïc
Cap
Tartratos
Possible contingut
Oli vegetal, probablement d’olivera
Llet o producte lacti
Llar culinari
M6
Lactobactèries
M7
Tartratos i fitòlits associats a residus de vi
Àcids greixos característics
dels productes lactis
Tartratos
M8
Fitòlits associats a tiges de gramínies i fitòlits
d’oxalat de calci prismàtics tipus Pinus
Presència d’indicadors de
greixos de mamífers terrestres
M9-1
Esquelets silicis d’ordi (Hordeum vulgare) i
fitòlits de cereals, midons tipus Triticeae
Esquelets silicis de tiges i fulles de cereals,
marques de trill
M9-2
Cronologia
Finals s. III aC
Finals s. III aC
S. V aC
S. VI aC
S. VI aC
Primera meitat s. VII aC
Primera meitat s. VII aC
Primera meitat s. VII aC
Cap
Vi
Vi
Possiblement indicadors d’elaboració
de productes panificats
Indicadors de l’ús de subproductes del
processat de cereals com palla i fulles
Fig. 13.5. Resultats de l’anàlisi arqueobotànica de la UE 0472 de Los Villares (fitòlits, midons
i microcarbons).
M9-1
M9-2
Σ Sílico-Fitòlits – Angiospermes Monocotiledònies: Gramineae o Poaceae
14
48
Σ Cèl·lules curtes
1
5
- Arrodonides
1
4
- Oblongues
0
1
Σ Total Vares
8
24
- Vares dendriformes
8
24
Σ Total petits Tricomes
0
1
- Apèndix acabament papillate
0
1
5
18
Σ Total esquelets silicis glumes
2
5
- Esquelets silicis tipus Hordeum sp.
0
2
- Esquelets silicis amb marques tipus tribulum
- Esquelets silicis sense determinar
3
11
Σ Midons
91
2
Σ Midons tipus Triticeae
91
2
- Agregats de midons sense creu d’extinció
5
0
- Esfèrics superiors a 20 μm amb creu d’extinció
3
0
- Esfèrics superiors a 20 μm sense creu d’extinció
56
2
- Esfèrics inferiors a 20 μm sense creu d’extinció
27
0
Σ Microcarbons
13
1
Total de restes identificades
118
51
221
[page-n-235]
A
Fig. 13.6. Concentració de material anfòric d’on procedeix la Mostra 5 (UE 0214-2), Nivell 62 (any 1997).
B
C
Fig. 13.7. Interior de l’olleta amb restes blanc-groguenques (UUEE
0234, 240, 0248) (Mostra 6), Nivell 52.
permeten precisar el tipus de producte contingut ja que la llet
podria haver-se empleat de forma directa o en forma de derivat
(mantega, nata, calostre, llet agria, formatge, quallada, mató,
llet fermentada, etc.) (Figs. 4.7, 13.4 i 13.7).
En la M8 s’han identificat fitòlits producte del combustible
emprat (tiges de gramínies, fusta i fulles de pins) així com indicadors de greixos de mamífers terrestres detectats a partir dels
àcids grassos i els esterols. Aquests residus són propis de llars
culinaris i forns (Fig. 3.19 B).
En relació a les mostres M9-1 i 2 no es detecten àcids grassos ni esterols característics de les llars culinàries domèstiques
tipus que corresponen a la multifuncionalitat d’usos. En les dues
mostres analitzades són presents indicadors que remarquen el
processat de cereals (Figs. 13.4 i 13.8).
En la M9-1, sobre la superfície de la mostra analitzada han aparegut bàsicament restes de cereals, concretament
s’identificaren esquelets silicis d’ordi (Hordeum vulgare L.)
i altres fitòlits corresponents a cèl·lules curtes i a esquelets
d’inflorescències de cereals festucoïdes, així com midons del
tipus Triticeae. Aquestes restes són indicadors característics de
les farines i grans parcialment mòlts, alguns amb alteracions
característiques de la mòlta. Als pocs sílico-fitòlits se sumen
d’altres trets com l’absència de barbes o de restes d’adventícies
que mostren una neteja i un tractament previ (Evers 1979; Follieri i Magri 1986; Juan-Tresserras, 1997 i 2000). L’absència de
222
Fig. 13.8. A, Secció del Forn UE 0472 amb indicació del lloc
d’extracció de la Mostra 9, Nivell 23 (any 2001); B i C, Mostra
analitzada, vistes superior i inferior.
creu d’extinció en la major part dels grans de midó pot correspondre a l’efecte del calor. La hipòtesi que es planteja es que
pugui ser una llar culinària o un forn, estructures relacionades
amb l’elaboració de productes panificats.
En la M9-2 es varen identificar esquelets silicis de tiges i fulles de cereals. Alguns d’aquests presentaven marques amb talls
similars als produïts pels trills de sílex, identificades en altres
jaciments com el jaciment de Can Roqueta (Sabadell), com a
inclusions ceràmiques o a sòls d’activitat a La Mata (Campanario), així com en mostres de zones de batuda i en les experimentacions amb trills de taules realitzades a La Fuliola (Lleida)
(Juan-Tresserras 1997). En aquest cas podrien correspondre a
inclusions per a la preparació de l’estructura.
[page-n-236]
RESTAURACIÓN Y ANÁLISIS QUÍMICO
DE UN CALDERO DE BRONCE
(E. García Martínez y E. Parra Crego)
Desde el momento de su descubrimiento, las intervenciones en
el caldero de Los Villares se enmarcaron dentro de los actuales
criterios de conservación, en los que la restauración se afronta
con un enfoque integral.
La primera actuación consistió en un refuerzo estructural
en el yacimiento. Las deformaciones mecánicas producto de las
presiones del terreno eran irreversibles, debido a la mineralización sufrida por la aleación (Fig. 13.9). Para tal fin se consolidó
con gasas de algodón y adhesivo nitrocelulósico, de fácil eliminación en el laboratorio.
Estado de conservación
La pieza se recuperó fragmentada e incompleta, faltando más de un
75% de la misma. Sufrió graves alteraciones mecánicas, producto de
las presiones del terreno, que produjeron deformaciones anteriores
a su mineralización, lo que impide devolver los fragmentos a su estado original. El estudio analítico del metal constituyente concluyó
que se trataba de un bronce con 84% de cobre y 16% de estaño. Esta
aleación es apta para el trabajo de “batido” que da como resultado
piezas de medio tamaño y paredes finas. Esta debilidad estructural
debió producir grietas y roturas durante su uso, que se repararon,
corroborando el valor y la excepcionalidad de estas piezas en la antigüedad. Estas reparaciones consistieron en parches de láminas de
bronce remachados en frío al cuerpo del caldero (Fig. 4.76).
Tratamiento realizado
Durante el tratamiento de restauración se pudo observar que
el metal había sufrido una transformación profunda y estaba
prácticamente mineralizado, sin núcleo metálico. Los productos alterados consistían en óxidos de cobre en forma de
cuprita formando agregados deformantes. La pátina superficial consistía en carbonato de cobre en forma de malaquita
interrumpida por focos generalizados de cloruros de cobre
(Fig. 13.10).
La limpieza de adherencias terrosas y cenizas fue mecánica manual, con ayuda de cepillos y bisturíes. Los fragmentos
que se extrajeron por medio de gasas y adhesivo nitrocelulósico
se eliminaron con ayuda de disolventes orgánicos y se unieron
para conservar su localización. Los productos de corrosión deformantes se rebajaron hasta el nivel de la pátina con ayuda de
microtorno y brocas de carburo.
Fig. 13.9. Caldero (UE 0119) en el momento de su extracción
(año 1995).
Fig. 13.10. Detalle de la alteración del bronce (fotografía E. García).
La estabilización química de los productos de corrosión
inestables que producen la disolución de la aleación se realizó
por método químico básico. Para este tratamiento se sumergieron en sesquicarbonato sódico en agua desionizada. Esta operación se repitió todas las semanas durante tres meses, alternando
con cepillados y aclarados.
Este tratamiento se interrumpió cuando se extrajeron una
cantidad suficiente de sales que permitiera una razonable conservación en un ambiente museístico.
La reconstrucción se afronta después del secado de los fragmentos. La adhesión y reintegración de pequeñas lagunas se
realizó con una resina epoxy del tipo Araldit STD coloreado con
pigmentos tierras y verdes. Se consiguieron fragmentos de gran
tamaño que nos ofrecían prácticamente toda la información de
la tipología de la pieza. Sin embargo no se consideró la reintegración total del objeto debido a su deformación y a la pérdida
de materia (Fig. 13.11).
Fig. 13.11. Caldero tras su tratamiento. Exterior e interior (fotografía E. García).
223
[page-n-237]
mente corroídos observándose en la microfotografía a 150 X la presencia masiva de malaquita, así como cuprita, que se observa en determinadas zonas subyacentes cercanas a la superficie (Fig. 13.10).
También se detectó cloro en el análisis elemental en las cercanías de
la superficie, poniendo de manifiesto la presencia de cloruros metálicos, probablemente atacamita y paraatacamita.
El estudio microscópico también indicó la presencia de
pequeñas cantidades de plata en forma de granos de metal
puro, sin corroer.
IDENTIFICACIÓN DE MADERA ADHERIDA
A UN OBJETO DE HIERRO
(E. Badal García)
Fig. 13.12. Anilla de hierro tras su tratamiento (fotografía E. García).
La protección consistió en una inhibición seguida de dos capas:
una resina acrílica del tipo Paralloid B-72 al 5%, disuelta en xileno y
aplicada a pincel; y, por último, una cera microcristalina disuelta en
White Spirit y aplicada por frotación con ayuda de calor.
En un fragmento que conservaba una anilla de hierro, ésta
se aisló, más tarde se limpió mecánicamente, se inhibió con taninos y protegió con cera (Fig. 13.12).
Análisis químico
Durante la restauración se tomó una micromuestra para analizarla químicamente para documentar los materiales originales
así como los productos de corrosión.
Se emplearon las siguientes técnicas analíticas:
- Microscopía óptica por reflexión y por transmisión, con
luz polarizada. Esta técnica básica permite el estudio de la superposición de capas de material encontradas. Las microfotografías obtenidas se realizaron con luz reflejada a 150 X y con
nícoles cruzados, a no ser que se indique lo contrario.
- Espectrometría IR por transformación de Fourier. Se ha
empleado principalmente en el análisis de varias muestras de
preparación. Los análisis se realizaron entre 4400 cm-1 y 370
cm-1, en pastillas de KBr.
- Microscopía Electrónica de Barrido/Análisis elemental por
Energía Dispersiva de RX (MEB/EDX). Se empleó para el análisis elemental de granos de pigmentos, con el fin de determinar
de forma inequívoca la naturaleza de los mismos.
Resultados
No fue posible encontrar fragmentos de metal sin alterar. El estudio
mediante microanálisis elemental de una sección de un fragmento indica de se trata de una aleación CU/Sn en proporciones 84/16
aproximadamente (Fig. 13.13). Estos metales se encontraban total-
Durante la restauración de la posible garatura encontrada en
el taller de forja de la Vivienda 2 (Fig. 4.46, 0148-1; Fig.
13.14, A) se encontraron residuos de madera adheridos en
los extremos. En el proceso de limpieza de la herrumbre se
observaron pequeñas partículas de madera que se extrajeron
con un bisturí, bajo observación en lupa binocular (Leica
M165C). Posteriormente, se analizaron en el microscopio
metalográfico (Leica DM6000 M) para su identificación
botánica. Las fotografías se han tomado en el microscopio
electrónico de barrido (Hitachi S-4100) con el sistema de adquisición de imagen Quantax 200 y el software Esprit 1.9 de
Bruker. Este microscopio fue configurado con 10 KV y una
distancia de trabajo de 15 mm. Para la observación en el microscopio electrónico, las partículas de madera fueron fijadas
en una cinta adhesiva de carbono y fueron metalizadas con
oro-paladio para facilitar su conductividad.
La madera no estaba compactada y cada célula se desprendía de sus vecinas con gran facilidad, dando una sensación de
fragilidad. Se han observado los tres planos anatómicos de la
madera, pero el mal estado de conservación de los tejidos vegetales ha impedido una identificación específica.
En el plano transversal de la madera se observa un tejido
vegetal configurado por traqueidas verticales, canales secretores de resina y radios leñosos (Fig. 13.14, B y C). Lo que
conduce a una identificación genérica, es decir, se trata de
madera de pino (Pinus sp.). Esta identificación se confirma
en el plano longitudinal tangencial de la madera porque los
radios leñosos son heterogéneos, es decir, compuestos por
células de parénquima y traqueidas horizontales en los extremos de los mismos. Además, alguno de ellos albergaba canales secretores de resina horizontales. El plano longitudinal
radial es esencial para conocer las especies de pinos. Lamentablemente, en este caso no fue posible identificar la especie
de pino por el mal estado de conservación de los elementos
diagnósticos (Fig. 13.14, D). Así pues, se trata de madera de
pino (Pinus sp.).
Fig. 13.13. Resultados del EDAX ZAF.
Elemento
ClK
SnL
CuK
Total
224
Wt%
4.28
24.66
71.06
100.00
At%
8.35
14.36
77.29
100.00
K-Ratio
0.0337
0.2145
0.7126
Z
1.1272
0.9144
1.0239
A
0.6913
0.9513
0.9795
F
1.0091
1.0000
1.0000
[page-n-238]
Fig. 13.14. A, Objeto metálico. B y C, Microfotografías del plano transversal de la madera de
pino (Pinus sp.). Imagen B tomada a 1500X y C
a 500X. D: Traqueidas verticales con punteaduras
areoladas cegadas y en fase de desintegración de la
madera (900X). F: Plano transversal con microorganismos en las traqueidas y en los radios leñosos
de la madera (1000 X).
El estado de conservación de la pieza y la madera adherida hace
una adscripción formal incierta, ya que puede ser un objeto inacabado o, bien, un objeto amortizado, pero podemos plantear algunas
opciones. Si se tratara de una garatura, la madera podría ser parte
de los mangos de las manijas que, obviamente, serían de madera de
pino para facilitar a los pelambreros el manejo de la herramienta. Si
se tratara de una chifla de zapatero, tal y como E. Pla (1968, 159,
fig. 35) describe las publicadas de La Bastida de les Alcusses (Moixent), son piezas con una cuchilla ancha y curva con un mango de
madera que se ensarta en un extremo apuntado de la pieza metálica,
por tanto, solo tienen un mango, esto no concuerda con la forma
del objeto de Kelin. Finalmente, si fuera una herradura inacabada,
la adherencia de la madera sería debida a causas desconocidas. La
madera estaba en fase de desintegración, no conservaba la forma y
solamente se pudo obtener algunas células vegetales en conexión
anatómica, por tanto, tampoco facilita la descripción morfológica
del objeto. Dos procesos contrapuestos han actuado sobre la madera de estos supuestos mangos. En primer lugar, la podredumbre
por microorganismos facilitó la desintegración de la mayor parte de
los supuestos mangos y, en segundo lugar, la herrumbre facilitó la
conservación de estas pequeñas partículas de madera, ya que se encontraron cristales de hierro en el interior de las células vegetales.
Del primer proceso, queda constancia en el interior de las células
vegetales donde se han conservado microorganismos (Fig. 13.14,
D) que no hemos podido identificar.
ESTUDIO DE VISU DE UN FRAGMENTO
ESCULTÓRICO PROCEDENTE DE LOS VILLARES
(C. Ferrer García y J. Usera Mata)
Introducción y método
A principios de 2013 el equipo científico que investiga el
yacimiento arqueológico de Los Villares de Caudete de las
Fuentes nos hizo llegar un fragmento de roca esculpida para
su estudio. Se trata de la parte baja de una pata, posiblemente de bovino (Fig. 11.10).
El objetivo de esta propuesta de estudio era el de aportar datos litológicos que pudieran servir para determinar, en la medida
de lo posible, su origen y procedencia; en particular, analizar la
posibilidad de que la pieza proviniera de una cantera próxima al
yacimiento y si era sostenible la hipótesis de que, como se supone,
el fragmento fue recuperado en el propio yacimiento. Se optó por
llevar a cabo un estudio preliminar no invasivo, a partir del análisis
de visu con lupa binocular de los cortes frescos de la pieza, para
describir sus rasgos litológicos, texturales y paleontológicos.
Resultados
El fragmento escultórico está constituido por una caliza de textura heterogénea, que va desde los limos de color beige a los
agregados gruesos de color ocre formados a partir de concre225
[page-n-239]
Fig. 13.15. Precipitados calcáreos sobre conductos vegetales de tamaño milimétrico.
restos de concha, no de moldes, indica procesos diagenéticos
no muy intensos, que nos lleva a proponer una edad neógena
para el fragmento.
La secuencia de rocas sedimentarias que aflora en el sector
objeto de estudio incluye facies continentales y lacustres, que poseen dataciones diversas a lo largo de todo el Neógeno (IGME,
1973). Estas rocas son susceptibles de haber constituido la materia prima para la pieza. De hecho, el estudio sedimentológico y
paleontológico de las columnas estratigráficas que sirvieron para
el establecimiento de la secuencia estratigráfíca del sector y su
distribución espacial (IGME, 1972), señalan que:
- Se documentan, entre otras, calizas tobáceas en los perfiles abiertos en Casas de Bernardo (Camporrobles). Un banco de
0,6 m a la cota 30 m de los 70 m de potencia total que alcanza
este perfil, en un contexto del Mioceno continental. Se cartografían en el mapa como TBb-Bccgc1.
- Aparecen calizas arenosas blancas y detríticas con microgasterópodos del Mioceno en varios estratos de la serie de calizas
de Fuencaliente (Mira). Se indica que a cota 50-60 m sobre un
total de 350 m aparecen 11 m de calizas tobáceas, entre otras.
Esta serie se cartografía en el mapa como TBb-Bccc1. Cabe señalar
que esta facies llega a aflorar en las inmediaciones del propio yacimiento de los Villares, y aunque lo hace preferentemente con
calizas micríticas en la Atalaya, hemos podido documentar la presencia de areniscas calcáreas, no iguales a la escultura.
Por otro lado, el color de la fina capa de sedimentos arcillosos que cubre parcialmente la pieza se corresponde grosso modo
con el color de los limos y arcillas que afloran en el yacimiento
de Los Villares de Caudete de las Fuentes y en su entorno (contextos deposicionales continentales del Terciario y del Cuaternario). A su vez, este tipo de sedimentos forma extensos depósitos en todo el territorio valenciano y en las zonas próximas.
Fig. 13.16. Detalle de micro-gasterópodo.
Conclusiones preliminares
ciones calcáreas, pasando por aportes arenosos detríticos de
tamaño fino, lo cual permitiría definirla como wackestone en
la clasificación de Dunham (1962), o una biomicrorudita en la
clasificación de Folk (1962).
Se ha podido identificar concreciones calcáreas, moldes sobre estructuras biológicas, tales como conductos vegetales de
tamaño milimétrico (Fig. 13.15), y conchas de microgasterópodos continentales que interpretamos como hidróbidos (Fig.
13.16). Rasgos estos que nos llevan a interpretar la roca como
de origen travertínico.
Además, la pieza está cubierta por una fina capa de sedimentos de color ocre-anaranjado que asociamos a concreciones a partir de las arcillas en las que el fragmento permaneció depositado desde la amortización de la escultura hasta
su descubrimiento.
Discusión
La descripción de la roca indica que se trata de una caliza
travertínica, con estructuras y fauna que podemos asociar a
un sedimento continental lacustre. La conservación de los
226
A partir del estudio realizado se puede afirmar que existe una
correspondencia clara entre las condiciones sedimentarias que
dieron origen a la roca objeto de estudio y las que se dieron en
varias fases del Neógeno en la zona de Utiel, especialmente en el
Mioceno superior. De ello se deduce la posibilidad de que la materia prima calcárea de la escultura proceda del entorno inmediato
a Los Villares, con una posible cantera situada a distancias que no
deberían ser superiores a entre 15 y 20 km, siendo las áreas más
probables las que se hallan al O del yacimiento.
De igual modo, no es posible descartar que la roca proceda de
otro ámbito valenciano o próximo a éste, ya que los sedimentos lacustres y continentales del Mioceno superior son frecuentes en gran
parte del territorio. La diversidad de facies que caracteriza este tipo
de rocas sedimentarias, hace poco probable que sea posible una
identificación segura de la zona de aprovisionamiento.
La fina capa de sedimentos identificada en superficie de la
caliza puede indicar que la escultura ya fragmentada permaneció enterrada durante un periodo de tiempo indeterminado en
un sedimento similar al que documentamos en el yacimiento de
Los Villares. De nuevo este tipo de sedimentos, terciarios o cuaternarios, son muy frecuentes en el resto de tierras valencianas
y zonas limítrofes.
[page-n-240]
14
LA PUESTA EN VALOR
C. Mata Parreño y G. Pérez Jordà
La puesta en valor de un yacimiento arqueológico supone llevar
a cabo una serie de acciones más allá de la mera consolidación y
restitución de estructuras. El objetivo final es hacer accesible el
yacimiento a un público amplio y heterogéneo, en cumplimiento de los mandatos de la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano
(24/6/1998) sobre protección y promoción pública del patrimonio cultural (art. 9 y título VI).
Desde el momento en que se dio por terminada la excavación del sector 0 de la Zona B, se buscaron fuentes de financiación para llevar a cabo estas acciones. El primer paso fue
presentarse a los premios del II Concurso de Ideas convocado
por el organismo València Terra i Mar de la Diputació de València. El proyecto presentado por Consuelo Mata, Luis Lozano
y Jeroni P. Valor obtuvo el Primer Premio de la Modalidad B
(Octubre de 2002) con el que se pudieron empezar las primeras
actuaciones. El espaldarazo final fue la concesión en 2004 de
una subvención de los Fondos Leader Plus solicitados por el
entonces alcalde de Caudete de las Fuentes, Rafael Cerveró Vicente. Desde entonces se han solicitado –y concedido– diversas
ayudas a Turisme-Comunitat Valenciana, la Generalitat Valenciana y la Diputació de València para señalética, restauración de
materiales de la Colección Museográfica y mantenimiento de
las estructuras del yacimiento.
En la actualidad, Kelin forma parte de la Ruta dels Ibers
(http://www.rutadelsibersvalencia.org/es) y anualmente, desde
2004, se celebran Jornadas de Puertas Abiertas con bastante
aceptación entre el público asistente; tiene una declaración genérica como Bien de Interés Cultural con el nº 46.17.095-002; y
la Colección Museográfica ha sido objeto de una remodelación
del Museu de Prehistòria de València que se inauguró el dia 25
de Mayo de 2018. Las asignaturas pendientes siguen siendo la
compra y protección de toda la superficie y la falta de personal
fijo para abrir las instalaciones de forma regular.
ACTUACIONES EN EL YACIMIENTO
El acondicionamiento del yacimiento se hizo mediante un convenio entre el Ayuntamiento de Caudete de las Fuentes y la Universitat de València. Las obras fueron ejecutadas por la empresa
ENTORN S.L. y la dirección técnica estuvo a cargo de uno de
los que suscriben (GPJ).
En el sector 0 de la Zona B, de excavación reciente, se propuso dejar completa una calle ibérica (Calle 3) y la Vivienda 2
por su buen estado de conservación; del Hierro Antiguo, consolidar y restaurar las viviendas de la Primera Edad del Hierro
mejor conservadas. Para facilitar la lectura y comprensión de
las mismas por parte del público en general, se reprodujo una
imagen que no corresponde exactamente con la realidad documentada.
Se completó la excavación de algunas cuadrículas para dejar
a la vista estructuras que no se veían, se eliminaron estructuras,
se taparon y se protegieron otras. Estos trabajos fueron realizados por los ahora doctores Andrea Moreno Martín y Guillem
Pérez Jordá, con la colaboración de la también Dra. Magdalena
Moskal, entre el 14 de Junio y el 6 de Julio de 2004 y los resultados se han incorporado al relato anterior de las excavaciones.
En el sector excavado en los años 50 y 70 de la Zona A, se
restauraron y consolidaron las estructuras, así como se taparon
las partes más incompletas y que no aportaban información al
conjunto (Fig. 14.1 A).
Al mismo tiempo, se redactaron textos, se seleccionó la parte gráfica y se diseñaron los paneles informativos que se iban a
colocar tanto en el yacimiento como en el municipio. Los textos
y diseños fueron realizados por Jeroni Pau Valor Abad, Ángel
Sánchez Molina y una de las que suscribe (CMP). La ejecución
de los paneles se encargó a las empresas Equipamientos Ambientales S.L. y JOCU S.A.
227
[page-n-241]
A
B
Fig. 14.1. A, Vista de la Zona A antes de empezar la restauración. El geotextil visible corresponde a las actuaciones realizadas en 2001 y
2002 (año 2004) (fotografía A. Moreno y G. Pérez). B, Zona A en proceso de restauración (año 2004) (fotografía A. Moreno y G. Pérez).
RESTAURACIÓN Y CONSOLIDACIÓN
Los trabajos se iniciaron el 14 Junio de 2004 y finalizaron el 25
de Septiembre del mismo año. La intervención se desarrolló en
las Zonas A y B, ambas con estructuras excavadas visibles.
Criterios de la intervención
La finalidad de la intervención era, en primer lugar, proteger las
estructuras conservadas, evitando en la medida de lo posible,
su degradación por fenómenos erosivos naturales o por la acción humana. En segundo lugar, no interferir en futuros trabajos
de excavación que pudieran plantearse y, finalmente, facilitar
la comprensión de las estructuras conservadas junto al material
gráfico que se iba a incluir en la musealización.
Como en cualquier obra que afecta a un yacimiento arqueológico las premisas que condicionaron todos los trabajos fueron
la diferenciación entre los restos originales y los añadidos, la total reversibilidad de todos los elementos, no dañar los elementos
originales y conseguir un mantenimiento mínimo.
La obra de mampostería
Las estructuras construidas con piedras son las que plantean menos problemas de cara a su conservación. Las piedras calizas
utilizadas no sufren especialmente la erosión del viento o de la
lluvia, por lo que la única intervención fue reponer el mortero en
las juntas erosionadas. Para ello se utilizó un mortero elaborado
con la propia tierra extraída durante las campañas de excavación
y cal en pasta, en una proporción (6:1).
Los muros originales, cuando fue necesario, fueron recrecidos,
utilizando para ello mampuestos de características similares a los
utilizadas originalmente en el asentamiento. En primer lugar, se utilizaron las piedras recuperadas durante los trabajos de excavación,
pero también se tuvieron que realizar aportes de piedra procedente
de los campos de los alrededores (Fig. 14.1 B).
Sobre todas las estructuras originales se colocó una capa
de geotextil, con el fin de evitar el contacto con el mortero
utilizado. Las piedras se asentaron con la ayuda de un mortero de las mismas características al descrito anteriormente,
procediendo posteriormente al raspado de las juntas. Con
ello se dio un acabado similar al que presentan los muros
originales, en los que se había perdido la capa de enlucido.
228
Antes de colocar la última hilada se hizo una capa del mismo
mortero pero con una parte de cemento blanco (6:1:1) para
evitar la penetración de las aguas al interior de la estructura
(Fig. 14.2). Para diferenciar visualmente la parte original de
la restituida, se colocaron fragmentos de ladrillo macizo separados un metro entre sí.
Los muros y bancos adosados se realzaron hasta alcanzar
la cota original del zócalo, cuando se tenía esa información; en
caso contrario, se decidió una cota de acabado que se aproximara a la original y que facilitara la comprensión a los visitantes.
En el caso de colocación de hiladas de adobes sobre los zócalos,
se realizó una regulación de la superficie superior.
La obra de tierra
Al contrario que la obra de mampostería, las estructuras construidas
con tierra presentan graves problemas de conservación. La única solución para mantener visibles las estructuras originales hubiera sido
el cubrimiento de las mismas, de manera que ni la lluvia ni el viento
les afectaran. Al no poder realizarse este aislamiento, se recubrieron
con materiales que imitaban los originales (Fig. 14.3 A).
Los muros
Se procedió a la fabricación de adobes con unos moldes de madera (40x30x10 cm), utilizando la tierra procedente de las excavaciones, junto a cal en pasta y cemento blanco (6:1:1), todo
ello mezclado con paja trillada de cereales. La cal y el cemento,
elementos que evidentemente no están presentes en los adobes
ibéricos, se añadieron para protegerlos de la lluvia y asegurar
una duración mayor (Fig. 14.3 B).
Estos adobes se colocaron sobre los muros originales, después
de una capa de geotextil. El mortero con el que se trabaron es el mismo que se utilizó en la obra de mampostería. El aspecto final de los
adobes, por el efecto de la cal y del cemento blanco, era muy claro,
por lo que se procedió a tintarlos con una mezcla de aceite de linaza
y aguarrás al 50%, teñida con un tinte natural (almagra) que les dio
un tono rojizo, más acorde con los originales.
Los enlucidos y los suelos
Todos los muros de adobe fueron enlucidos mediante un
mortero elaborado con tierra cribada, arena lavada y cemento blanco (4:4:1) y mezclado con paja trillada. La tierra utilizada fue una arcilla roja recogida en las inmediaciones del
[page-n-242]
Fig. 14.2. Sección de
la actuación sobre los
muros de mampostería.
asentamiento. Este mortero se aplicó sobre los muros mediante una llana y posteriormente se repasó con la ayuda de
un paletín, tapando las grietas que iban apareciendo.
Los suelos originales se cubrieron con geotextil y sobre éste se
colocó una capa del mismo mortero utilizado en los enlucidos (Fig.
14.3 C), que luego se repasó y apisonó para darle más consistencia
y evitar, en la medida de lo posible, la aparición de grietas.
A pesar de utilizar como base la tierra rojiza, al secarse el
aspecto era blanquecino. Por ello se procedió a reavivar el tono
rojizo del mortero mediante la impregnación de aceite de linaza
disuelto al 50% con aguarrás. En el caso de los suelos, para diferenciarlos de las paredes, el aceite se tiñó con tintes naturales
(almagra y tierra).
Los hogares y el horno
Se restituyeron diferentes tipos de hogares (Fig. 14.3 D). La
mayor parte fueron las placas de hogar ubicadas directamente
sobre el pavimento, que en algunos casos tenían un reborde exterior construido también con un mortero de tierra. Sólo uno de
los hogares de la Zona A estaba construido sobre un pequeño
zócalo de piedra (Vivienda 1).
Para imitar el aspecto brillante de las superficies rubefactadas, se extendió, sobre el mortero todavía fresco, cemento blanco coloreado (negruzco) con tintes naturales. Este cemento se
humedeció con la misma agua del mortero y con la ayuda de un
paletín se alisó, repetidas veces, hasta conseguir un acabado liso
y ligeramente brillante.
A
B
C
D
E
F
Fig. 14.3. A, Zona B en proceso de restauración (año 2004). B, Fabricación de adobes (año 2004). C, Haciendo un suelo en la Zona B (año
2004). D, Horno y hogar restaurados en Zona B (año 2004). E, Vista final de la Zona A (año 2004). F, Vista final de la Zona B desde el E
(año 2004) (fotografías A. Moreno y G. Pérez).
229
[page-n-243]
Del mismo modo, se reconstruyó el horno de la Zona B sobre la base original, protegiendo ésta con geotextil, como en
otras ocasiones. Se adoptó la solución de la cúpula por ser una
de las hipótesis manejadas (vid. Cap. 8) y por tener un mantenimiento más fácil que el tipo tannur.
Las calles
La intervención en las áreas de tránsito consistió en cubrir el
nivel original con una capa de geotextil. Sobre la misma se colocó una tierra arcillosa, blanquecina, que se pudo recoger en
las inmediaciones del asentamiento. Esta tierra no se apisonó,
ya que se trata de un material que se disgrega y se compacta
por el efecto de la lluvia. Al mismo tiempo es una tierra que no
favorece el crecimiento de la vegetación, ya que carece completamente de materia orgánica, y junto a la capa de geotextil
dificulta el desarrollo posterior de la vegetación.
Los desniveles
Los trabajos de excavación de la Zona B generaron una serie
de desniveles que había que proteger para evitar su deterioro.
Ante la imposibilidad de hacer una consolidación de éstos por
otros medios, se procedió a construir un muro de ladrillo, pegado al corte de tierra, tanto en los límites exteriores del sector
excavado como bajo los muros de la fase ibérica, para evitar su
desmoronamiento. Posteriormente, se enfoscaron con un mortero de arena y cemento blanco (4:1). El mortero se colocó con
una catalana para ofrecer un aspecto rugoso, más acorde con el
espacio al aire libre en que se encuentra.
En este caso también se impregnó toda la superficie con una
mezcla de aceite de linaza y aguarrás al 50%, para evitar el aspecto blanquecino que tenía al secarse.
La intervención
La Zona A
En esta zona se restituyó completa la Vivienda 1, la calle que la
rodea por el N y por el O (Calles 1 y 2), así como las fachadas de
las casas que se encuentran frente a esta vivienda (Fig. 14.3 E).
Como criterio general se dio una mayor altura a los muros
exteriores, pero en todos los casos se optó, a pesar del desnivel
existente, por un acabado casi plano, siguiendo la pendiente del
terreno y jugando con los ángulos de visión. Sólo se restituyó
parte del alzado de adobes en el ángulo SO de la Vivienda 1, con
la finalidad de dar una idea al visitante de cómo debía ser el alzado original de estas construcciones. En este ángulo se enfoscó
tanto el alzado de adobes como el zócalo de mampostería.
En el interior de la vivienda se reconstruyó el hogar de
la estancia principal. Éste estaba elevado mediante una plataforma de piedras, de la que únicamente se conservaba uno
de los laterales (Pla 1980, 58). Se completó la plataforma y
sobre ella se colocó una capa de mortero dándole el acabado
característico de los hogares y un pequeño reborde. También
se restituyeron los bancos corridos de dos de las estancias
ubicadas al fondo de la vivienda.
El suelo se colocó siguiendo los criterios anteriormente explicados, y se intentó, aprovechando la pendiente natural, que
las aguas viertan por las dos puertas de la fachada. Las puertas
que comunican las diferentes estancias no tenían umbral, pero
durante los trabajos de excavación se identificaron los umbrales
de piedra de las dos que dan a la calle, por lo que se procedió a
reconstruirlos con losas.
230
Para que la lectura de las calles fuera más evidente se restituyeron las fachadas de las viviendas que se encuentran tanto
al N como al O de la vivienda. Los límites del área excavada
se recubrieron con geotextil y tierra para evitar su deterioro y
permitir un descubrimiento rápido del área, en el caso de que se
quisiera continuar con la excavación en el sector.
Las calles se rellenaron con una arcilla blanca, mientras que
en el interior de las viviendas se utilizó tierra roja, con el fin de
facilitar la comprensión visual del uso de los espacios.
La Zona B
En esta zona se han conservado tanto estructuras del Ibérico Pleno, como del Hiero Antiguo. A la fase más moderna
corresponde una vivienda ubicada en la mitad oriental y las
calles que discurren por el N y por el S de la misma (Vivienda 2, Calles 3 y 4). En el resto del sector se procedió a completar la excavación de determinadas áreas para completar
las estructuras antiguas.
El Ibérico Pleno
En la Vivienda 2 se realizó una primera consolidación en
1995, que afectó básicamente a los muros de mampostería. En
este caso, como la conservación era bastante buena, tan sólo
se repararon las partes deterioradas y se restituyeron los muros
excavados en la intervención de 2004. Los enlucidos originales se conservaban en algunas paredes y en los bancos de
la estancia principal, mientras que en las otras o estaban muy
alterados o no se conservaban (Figs. 4.40, 4.81 y 8.12 A y B).
Al no existir posibilidades de conservación duradera se optó
por recubrirlos con mortero intentando, en la medida de lo posible, darles un acabado que recordara los originales. Sólo se
repusieron en la estancia principal y en todos los casos se dejó
sin enfoscar la parte superior, de manera que en la visita se
aprecia la fábrica de mampostería.
Con el mismo mortero se recubrió el suelo de las diferentes estancias. Aunque se conservaban los suelos originales, se
optó por esta solución para evitar su degradación. También se
restituyó el hogar central con el reborde exterior y el hogar de
la forja se enlució con mortero y, posteriormente, se ennegreció
con tintes naturales.
En este extremo NE habrá problemas de conservación ya que la
pendiente de los suelos conduce todas las aguas hacia este punto y
no hubo posibilidad de habilitar un sistema de evacuación.
En las calles se ha seguido el mismo criterio de la Zona A,
rehaciendo también las fachadas de las viviendas del otro lado
de la Calle 3 y, parcialmente de la 4.
El nivel fundacional
Las viviendas del nivel fundacional fueron parcialmente completadas tras los nuevos trabajos de excavación, delimitándose
las dos calles que las rodeaban por el E y por el O. Se reconstruyó el Nivel 3 por ser el mejor conservado, añadiendo el horno
del Nivel 2. Esta licencia se permitió dada la excepcionalidad de
este equipamiento (Figs.14.3 D y F y 14.5 C).
Casi todos los muros de estas viviendas conservaban el zócalo de mampostería y el alzado de adobes, por ello se procedió,
en primer lugar, a completar los zócalos con piedras y sobre éstos a colocar hiladas de adobes, de manera que los alzados originales quedaran totalmente protegidos por, al menos, una hilada
de adobes nuevos. Con esto se pretende evitar la degradación
de la obra original de tierra que, en ningún caso, ha quedado
[page-n-244]
A
B
C
Fig. 14.4. A, Panel del contexto territorial (diseño Ángel Sánchez). B y C, Información en la población (diseño Ángel Sánchez; fotografías,
F. X. Duarte y J. P. Valor).
231
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visible. Los muros posteriormente fueron enlucidos, dejando a
la vista la última hilada de adobes. Los enlucidos y los adobes
se tintaron con aceite de linaza y tintes naturales.
Para restituir los suelos en las zonas excavadas hasta la roca,
en primer lugar, se niveló con tierra procedente de las excavaciones y, sobre esta capa, se colocó geotextil y una capa de mortero. Como los hogares de estas viviendas estaban ubicados en
el mismo suelo, se respetó, al hacer el suelo, la zona del hogar y,
con posterioridad, se rehicieron.
También se reconstruyó el horno doméstico de la vivienda central (Conjunto 3). Únicamente se conservaba parte de la
base, por lo que se cubrió el original con geotextil y se completó
la base circular con piedras y con el acabado de mortero característico de los hogares. Posteriormente, se levantó la cúpula con
ladrillos. Para ello se colocó una serie de tiras de madera como
cimbra, sobre la que se apoyaban los ladrillos, que posteriormente se enfoscaron tanto por el interior como por el exterior.
Se dejó una pequeña boca en el lado oriental.
Los umbrales que comunicaban las viviendas con las calles
se construyeron con piedras y, en algunos casos, al no existir
información sobre su ubicación exacta se colocaron de forma
aleatoria dentro de una lógica de uso.
En los espacios de circulación se procedió del mismo modo
que en el resto de la intervención.
Los paneles informativos
La restauración de los restos ayuda a su comprensión, pero
siempre es necesario habilitar unos paneles informativos en los
que las visitas, sin necesidad de guía, puedan obtener información sobre lo que están viendo.
Cinco fueron los paneles que se diseñaron y colocaron:
1. El primero en vertical, en el exterior de la verja, junto
al camino, aporta información genérica de Kelin, el itinerario
a seguir y los restos visibles en el exterior (cantera, muralla,
superficie total).
2. En la Zona A hay dos paneles tipo mesa. En uno, con
información sobre el urbanismo y los materiales de construcción ibéricos tomando como ejemplo el sector excavado
y en el otro, información sobre la organización territorial de
Kelin (Fig. 14.4 A).
3. En la Zona B, los dos paneles tipo mesa explican como se
ha formado el yacimiento, la diferencia entre las viviendas más
antiguas y las más modernas, así como la organización de una
vivienda ibérica compleja (Vivienda 2).
Para todos los paneles se realizaron dibujos específicos y se utilizaron fotos del proceso de excavación y restauración del yacimiento. Todo el diseño estuvo a cargo de Ángel Sánchez Molina.
A
B
C
D
Fig. 14.5. A y B, Zonas A y B en 2013 (fotografías J. Vives-Ferrándiz). C, Zona B tras la intervención de 2013 (fotografía J. Vives-Ferrándiz). D, Inauguración de la nueva instalación de la Colección Museográfica (año 2018) (fotografía I. Fuertes).
232
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EN LA POBLACIÓN
La partida de Los Villares es un lugar próximo a Caudete de
las Fuentes pero era un gran desconocido para la mayor parte
de sus habitantes. Por ello, era imprescindible acercar este recurso a la población y a las potenciales visitas de la localidad.
En consecuencia, se diseñó un panel informativo sobre los recursos patrimoniales de Caudete de las Fuentes, realizando un
reportaje fotográfico, y se completó con señales direccionales
hacia los recursos patrimoniales (Fig. 14.4 B y C).
Este panel, tipo totem, se ubicó en dos puntos de la población
(Alameda y frente a la Fuente Grande). Tras su colocación, este último fue retirado por imposición de la guardia civil al estar situado
en el tramo de la carretera nacional III que atraviesa el municipio.
MANTENIMIENTO DE LA INTERVENCIÓN
Cualquier actuación para hacer visitable un recurso patrimonial
necesita de un mantenimiento periódico. Más si cabe, si éste se
encuentra al aire libre y es un yacimiento arqueológico.
La limpieza y el mantenimiento mínimo anual se hace a cargo del Museu de Prehistòria de València, con la colaboración
del Ayuntamiento. A pesar de lo cual, el deterioro provocado
por los agentes atmosféricos, una plaga de conejos que, en el
momento de escribir estas líneas (septiembre de 2018) todavía
dura y por supuesto también el trasiego de las visitas obligó a
una intervención mayor de envergadura en diciembre de 2013
(Fig. 14.5 A y B). Se realizó a cargo del Museu de Prehistòria
de València y en la dirección técnica estuvo el Dr. Jaime VivesFerrándiz, conservador del Museu, utilizando los mismos criterios de la primera intervención (Fig. 14.5 C).
La cartelería interior y exterior también se renovó mediante ayudas de la entonces llamada Agencia Valenciana de
Turismo (2012 y 2013).
Fig. 14.6. Logotipo de Kelin (diseño Ángel Sánchez Molina).
LA COLECCIÓN MUSEOGRÁFICA “LUIS GARCÍA
DE FUENTES”
El convenio suscrito con los fondos Leader Plus no contempló actuaciones en la Colección Museográfica, a pesar de que desde la
dirección científica se aconsejó que se trataba de un complemento
indispensable. No obstante, se inició el esbozo de algunos diseños
para utilizar en el futuro. Del material recogido en las excavaciones,
se cedió a la Colección tres molinos –uno barquiforme y dos piedras
pasivas rotatorias– y unos fragmentos de material de construcción.
De forma intermitente, la Colección recibe ayudas bien de la
Diputación, bien de la Generalitat para restaurar los materiales
de la misma. No obstante, queda mucho trabajo por hacer, aunque en 2018 una subvención extraordinaria de la Diputación de
València ha permitido restaurar buena parte de las cerámicas y
metales expuestos.
En 2016 se elaboró un proyecto museográfico por parte del
Museu de Prehistòria de València con el fin de mejorar la calidad expositiva de la Colección Museográfica. Dicho proyecto se
desarrolló con éxito entre 2017 y 2018, inaugurándose el dia 25
de Mayo de 2018 (Fig. 14.5 D).
Fig. 14.7. Público asistente a la recreación del ritual funerario por parte de la Asociación Ibercalafell (Diciembre de 2004).
233
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Fig. 14.8. Escenificación final de la XIII Jornada (año 2016) (fotografía Olocaufoto).
PROMOCIÓN
Toda actuación sobre un bien patrimonial requiere un proyecto
adecuado de promoción y de apertura al público de forma regular. Hasta el momento de redactar estas líneas (septiembre de
2018) sólo se ha podido realizar la promoción pues la apertura
está limitada a los días de puertas abiertas (mientras se realicen),
a días programados gracias a la subvención de Ruta dels Ibers
de la Diputació de València y a la buena voluntad del personal
del Ayuntamiento de Caudete de las Fuentes que abre el Recinto
y la Colección con cita previa.
Para la promoción:
- Se diseñó un logotipo para la ciudad ibera y la colección
museográfica que se utiliza en todos los folletos de propaganda
y otros artículos promocionales. El diseño de Ángel Sánchez
Molina está basado en una cabeza de jabalí de cerámica expuesta en la Colección Museográfica (Fig. 14.6).
- Se diseñaron e imprimieron folletos informativos sobre los
recursos patrimoniales arqueológicos de Caudete de las Fuentes
y la comarca de Requena-Utiel, cuya primera edición se hizo
con una ayuda de la Agencia Valenciana de Turismo. En la actualidad, los folletos informativos se editan bajo el paraguas de
la marca Ruta dels Ibers.
- Se realizan Jornadas de Puertas Abiertas. La primera edición fue la inauguración oficial en Diciembre de 2004, con talleres didácticos en el CRA Oleana y visitas al yacimiento y
la colección museográfica, a cargo de la empresa D’Arqueo.
Además se contó con dos recreaciones históricas por parte de la
Asociación IberCalafell (Fig. 14.7).
Desde ese año, casi de manera ininterrumpida, se han celebrado dichas jornadas con temáticas variadas y gran acogida por
parte del público (Fig. 14.8).
- Kelin forma parte de la Ruta dels Ibers desde su creación
en 2010 (http://www.rutadelsibersvalencia.org/es). Esto permite
que la promoción de actividades, impresión de folletos y cartelería se haga conjuntamente generando sinergias entre todos los
lugares que la componen (Fig. 14.9).
234
Fig. 14.9. Ruta dels Ibers (año 2016).
- Kelin, además, tiene una página de Facebook y un
perfil de Instagram en los que se ofrecen todas las noticias
relacionadas con el yacimiento arqueológico, los iberos de la
comarca y los iberos en general (https://www.facebook.com/
KelinRecintoArqueologico; #kelin_recinto_arqueologico).
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15
SÍNTESIS
Kelin es un yacimiento de gran importancia y potencial para el conocimiento de la protohistoria peninsular. Su gran superficie (casi
10 hectáreas) apenas se ha podido explorar, pero tanto los trabajos
de carácter científico como los hallazgos incontrolados no han hecho más que mostrar la riqueza y variedad de su registro. Pero, al
mismo tiempo, es su gran handicap ante la imposibilidad de abordar
un proyecto de gran envergadura para mostrar las diferentes etapas
históricas con la suficiente entidad (Fig. 15.1).
Con todos los datos conocidos, se puede afirmar que desde
el siglo VII a. C., si no antes (vid. Cap. 2), se ocupó el lugar casi
en su totalidad, aunque la organización urbanística de estos momentos sea poco conocida. No obstante, en todas las zonas donde se ha constatado esta cronología mediante sondeos puntuales
(Mata 1991 y Mata et al. 1999) se documentan construcciones
estables y bastante agrupadas, aunque los espacios sin construir
y las áreas de circulación entre ellas apenas se han intuido. Las
unidades domésticas en general están separadas por estrechos
pasillos que no sirvieron para circular; y solo los accesos principales apenas han permitido intuir la ubicación de las calles.
Las casas tuvieron equipamientos básicos como hogares,
hornos/tanures, molinos y bancos; en alguna se practicó la metalurgia del bronce, pero las diferencias entre ellas no son apreciables, al menos, en el estado actual de nuestro conocimiento.
No existe segmentación ni especialización evidente del espacio,
ya que las unidades domésticas se componen de una o dos habitaciones (Fig. 8.14). Los cambios que se sucedieron no corresponden a episodios violentos o traumáticos para sus ocupantes
sino más bien al devenir natural de una población asentada que
va cambiando a lo largo de las generaciones. Cambios que supusieron grandes reformas (cuatro niveles) y reparaciones (dos
o tres fases por nivel).
Todos los materiales recuperados (orgánicos e inorgánicos)
se han tenido que tratar de forma genérica pues no se han encontrado ajuares asociados a espacios concretos que permitan una
interpretación funcional, económica y social. En consecuencia,
tan sólo se puede afirmar que las importaciones del S peninsular
y algunas mediterráneas llegaron a Kelin ya en el siglo VII. Estos contactos provocaron alguno de los cambios observados en
la agricultura, la cultura material y las costumbres.
Los registros faunístico y arqueobotánico han proporcionado información acerca de los aspectos socioeconómicos,
como la gestión de las especies, las pautas de consumo, las
prácticas culinarias y sobre prácticas rituales en las que intervinieron los animales y las plantas, en los diferentes momentos cronoculturales del yacimiento (Iborra 2004; Pérez Jordà e
Iborra 2011; Iborra et al. 2010).
A medida que se consolida la población la cabaña ganadera
mantiene la explotación de ovicaprinos pero cambia la orientación
de las especies secundarias, aumentando el cerdo y disminuyendo
el consumo de bovino; la caza siempre es un recurso anecdótico.
De forma paralela el paisaje vegetal se caracteriza por especies que
indican una mayor antropización y, en la agricultura, se van diversificando los cultivos con la introducción y consolidación de los
frutales, sobre todo la vid, y ampliando la superficie dedicada a la
cebada. Tanto la cebada como los frutales se cultivan en terrenos de
menor calidad lo que está indicando la roturación de nuevas tierras.
El cultivo de la vid es un elemento de gran trascendencia porque
su uso primordial es para la transformación en vino. Ello supone la
incorporación de un nuevo elemento en la dieta, pero también en
las prácticas sociales y en la ampliación de los recursos económicos
disponibles. Los habitantes de Kelin, o algunos de ellos, pasaron
de ser meros consumidores de vino foráneo a productores de sus
propios caldos.
Las vajillas también reflejan todos estos cambios pues la
cerámica hecha a mano se va sustituyendo por piezas a torno,
se imitan las formas torneadas y se introduce un servicio de comida y bebida que prima la ingesta individual de alimentos. En
cambio, las prácticas culinarias, más allá de la introducción de
nuevos alimentos, no cambian demasiado pues sigue dominando el hervido o guisado, junto a los asados.
235
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Fig. 15.1. El Paso del tiempo en Kelin, según se recoge en uno de los paneles informativos (diseño Ángel Sánchez).
236
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La metalurgia del bronce se debió practicar en alguno de
los espacios ya que se recuperó un molde para hachas, así como
piezas de bronce rotas que pudieron fundirse de nuevo.
Los únicos indicios rituales han sido los depósitos de
animales y los enterramientos infantiles. Los animales,
completos o parciales, siempre estaban bajo el suelo o de
las paredes de algunas casas; y algo similar ocurre con los
enterramientos infantiles, pero no se han encontrado en todas las casas y los hay en urna, lo que ya está mostrando un
trato diferenciado, y en suelo. Las edades de muerte parecen
indicar que se trata más bien de muertes naturales y no de sacrificios fundacionales. No obstante, la elección de enterrar
en la casa a unos infantes sí y a otros no, sí que puede tener
su simbolismo. Un nacimiento frustrado o muerte prematura
coincidiendo con algún cambio en la unidad familiar –una
nueva casa, una reparación, un matrimonio, el nacimiento de
un primogénito– pudo inducir a enterrar a estos individuos
en la casa y, en otros casos, a sacrificar algún animal doméstico. También interesa señalar que los neonatos enterrados,
por el momento, no van más allá del siglo V a. C.
A pesar de la aparente igualdad de las familias durante esta
primera etapa, ya empiezan a observarse cambios en las estructuras domésticas que hacen vislumbrar diferencias entre ellas.
Diferencias que el paso del tiempo hará cada vez más evidentes
dando como resultado una progresiva especialización económica, una verdadera transformación tanto en la organización urbana, como en los equipamientos, los materiales, los recursos y la
organización territorial.
A partir del siglo V a. C., se puede apreciar ya la complejidad que van adquiriendo las viviendas: varias habitaciones con
usos diferentes. También son evidentes ya las diferencias entre
las casas excavadas tanto a nivel de ajuares como de riqueza
acumulada e, incluso, de hábitos de consumo; aunque sigue sin
observarse una segmentación de género.
Los registros de fauna y flora muestran la consolidación de
la pauta iniciada hacia el siglo VI a. C., con una ganadería y una
agricultura diversificadas. La ganadería pasa de una orientación
hacia la producción cárnica de ovicaprinos a gestionarse para
la explotación de recursos secundarios. Los frutales amplian
su presencia con nuevas especies, con almendros y olivos, y se
apuesta por los cereales de mejor rendimiento como la cebada
vestida y el trigo desnudo.
La puesta en cultivo de nuevas tierras va a redundar en una
más que evidente antropización del paisaje con el dominio del
pino carrasco junto a madroños, jaras y brezos. Pinos, encinas
y fresnos se han reconocido también en muestras de material de
construcción.
Las cerámicas, metales y monedas muestran un gran dinamismo económico a todos los niveles. La forja es una de las
actividades artesanales documentadas con mayor claridad, con
un carácter doméstico, además del omnipresente tejido e hilado
en todas las viviendas.
Las cerámicas mediterráneas y de otros ámbitos ibéricos,
determinados objetos suntuarios como el peine de marfil y el
colgante de pasta vítrea, además de las monedas, ilustran la amplia red de intercambios que mantenían los habitantes de Kelin.
De forma indirecta llegan a Kelin productos griegos, púnicos,
del SE peninsular y de Edeta; las monedas del Mediterráneo
oriental y los objetos de plata sirvieron como instrumentos de
intercambio y son exponentes de la riqueza móvil circulante.
Los plomos escritos, aunque no proceden excavaciones regulares y su cronología es incierta, son documentos de gran interés
sobre la complejidad socioeconómica alcanzada por los habitantes de la ciudad de Kelin (Fletcher 1978).
Y, aunque más difíciles de ver en el registro, los contactos
entre los diversos asentamientos que configuraban la organización territorial también pueden seguirse a través de las marcas
de ánfora, las producciones reconocidas de los alfares además
de las cerámicas con engobe rojo y con impresiones, todas ellas
presentes en buena parte del territorio.
La organización territorial es, como no podía ser menos, un fiel
reflejo de lo que está sucediendo en la capital. La escasa documentación del siglo VII a. C. cambia radicalmente a partir del siglo VI
a. C. y, sobre todo, del V a. C. No sólo aumentan exponencialmente
los asentamientos sino que se asiste a una diversificación de los lugares de hábitat en cuanto a ubicación (altura, ladera, llano), tamaño
(grandes, medianos, pequeños), especialización (almazaras, lagares,
hornos alfareros y metalúrgicos). Y un interés evidente en marcar
los límites territoriales con asentamientos fortificados, en alto, ubicados en los accesos bien visibles del territorio y tener espacios de
agregación ritual, como las cuevas, también en zonas limítrofes pero
sin visibilidad.
Zonas de enterramiento de pequeño tamaño se conocen en
algunos lugares como El Molón (Camporrobles) pero, hoy por
hoy, la o las necrópolis de Kelin se escapan de nuestro registro.
El siglo II a. C. apenas excavado es el momento en el que Kelin
acuñó moneda propia, gracias a la cual conocemos su topónimo.
Algunos de los materiales recuperados de diferentes modos, como
monedas y cerámicas con decoración compleja, siguen mostrando
un importante dinamismo socioeconómico que sólo se terminará
con el abandono de la ciudad a principios del siglo I a. C.
Siglos más tarde, los silos islámicos y alguna estructura de
hábitat constituyen la última ocupación de Kelin, para convertirse definitivamente en campos de cultivo y adoptar su topónimo actual: Los Villares.
Kelin, además de su interés científico e importancia histórica, también es un recurso patrimonial de gran potencial. Por
ello este libro también es un homenaje a todas las personas e
instituciones que han apostado seriamente por poner a Kelin en
el lugar que se merece dentro de la investigación y entre los bienes patrimoniales a conservar y difundir. Y animar a las nuevas
generaciones a profundizar y desarrollar nuevas líneas de investigación, así como potenciar la difusión patrimonial pues…
¡queda tanto por hacer!
237
[page-n-251]
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páginas.
249
[page-n-263]
[page-n-264]
Galería de fotografías
[page-n-265]
1989
A la izquierda,
Begoña Tello Tapia;
en el centro,
M.ª Àngels Martí Bonafé;
a la derecha,
Carme Vidal Benavent.
1990
De izquierda a derecha:
Begoña Tello Tapia,
Miguel Requena Jiménez,
Carme Vidal Benavent
y M.ª Àngels Martí Bonafé.
1991
En el nivel a la izquierda,
M.ª Àngels Martí Bonafé;
excavando de izquierda a derecha,
Miguel Ángel Ferrer Eres,
Teresa Villalba Babiloni,
Vicent Rius i Banyuls,
Josep Lluís Tormo,
Francisca Rubio,
Luis Miguel García Navalón,
Israel Espí Pérez
y M.ª Pilar Iborra Eres;
al fondo, en la criba,
Josep Castelló Marí
y Xavier Vidal Ferrús.
252
[page-n-266]
1993
De izquierda a derecha,
M.ª Àngels Martí Bonafé,
Luis Miguel García Navalón,
Josep Castelló Marí,
M.ª Pilar Iborra Eres,
Miguel Ángel Ferrer Eres,
Israel Espí Pérez,
Julio Navalón,
Xavier Vidal Ferrús,
Álvaro Ortiz
y Guillem Pérez Jordà.
1994
En la entrada de la escuela de Caudete
de las Fuentes. En la fila superior, de
izquierda a derecha,
Julia Bou,
Sergio Gómez,
Herminia Piquer,
Juan Pedro Pellón
y Miguel Ángel Ferrer Eres.
En la fila inferior, de izquierda a
derecha,
Consuelo Mata,
M.ª Àngels Martí Bonafé,
Francisca Alcalá,
Yolanda Fons
y Santiago.
1995
Último día, en la Fuente Grande. De
izquierda a derecha,
Francesc Duarte Martínez,
Herminia Piquer,
Raquel Besé,
Israel Espí Pérez,
Julia Bou,
Álvaro Ortiz,
Lee Hibberd,
Vicente Sanz
y Josep Burriel;
sentados, de izquierda a derecha,
Inés Domingo,
Miguel Palomares Llaosa,
Jens Dakin,
Miguel Ángel Ferrer Eres
y M.ª Pilar Iborra Eres.
253
[page-n-267]
1997
Fiesta de disfraces en el pub de Caudete
de las Fuentes. De izquierda a derecha,
Begoña González Roberto,
Josep Castelló Marí,
José Enrique Liern García,
Consuelo Mata,
Suely Cristina Alburquerque de Luna,
Miguel Ángel Ferrer Eres,
Israel Espí Pérez,
M.ª Pilar Iborra Eres
y Jeroni Pau Valor Abad;
sentado,
Javier Verbena Pérez.
1998
En las escaleras de la escuela de
Caudete de las Fuentes. De izquierda
a derecha,
Halima Afrifra de Haro,
M.ª Pilar Iborra Eres
y Miguel Ángel Ferrer Eres.
2000
En Casas de la Huerta (Los Corrales de
Utiel). De izquierda a derecha
y de arriba abajo:
Adrià Pitarch,
Miguel Ángel Ferrer Eres,
Arantxa Rodríguez,
Aida Ivanco,
M.ª Isabel Serrano,
Consuelo Mata,
M.ª Carmen Arcos,
M.ª Jesús Ortega Pérez,
Marina Bartual,
Francisco Miguel García
y Luis Lozano Pérez.
254
[page-n-268]
2001
De izquierda a derecha,
Francisco Miguel García,
M.ª Carmen Arcos,
Mercedes Fuentes,
Consuelo Mata,
Joan Garibo Bodí,
Luis Lozano,
Jeroni Pau Valor
y Miguel Palomares.
2002
Excavando en la Zona A.
De izquierda a derecha,
Jeroni Pau Valor Abad,
Ignacio Serrano,
Elena Revert,
Andrea Moreno Martín,
Amalia Yerbes
y otras tres personas.
2004
Visitando las obras de
restauración:
Consuelo Mata,
Guillém Pérez Jordà
y Concha Camps (†).
255
[page-n-269]
[page-n-270]
Autores
Ernestina BADAL GARCÍA
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grupo de Investigación PREMEDOC
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
ernestina.badal@uv.es
Joan BERNABEU AUBÁN
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grupo de Investigación PREMEDOC
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
juan.bernabeu@uv.es
Marta BLASCO MARTÍN
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grup de Recerca en Arqueologia del Mediterrani (GRAM
GIUV2015-222)
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
orcid.org/0000-0002-5360-8701
marta.blasco@uv.es
Alfredo CORTELL NICOLAU
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grupo de Investigación PREMEDOC
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
alfredo.cortell-nicolau@uv.es
Carmen CUENCA-GARCÍA
Department of Archaeology and Cultural History
Norwegian University of Science and Technology
Kalvskinnet Campus, Gunnerushuset, Office A474 Erling
Skakkes gate 47B, 7012 Trondheim, Noruega
carmen@cuencagarcia.com
Carles FERRER GARCÍA
Museu de Prehistòria de València
C/ Corona 36. 46003 València
carlos.ferrer@dival.es
Elena GARCÍA MARTÍNEZ
Departamento de Conservación Preventiva
Área de Investigación y Formación
Instituto del Patrimonio Cultural de España, Madrid
maelena.garcia@mecd.es
Elisa GARCÍA-PRÓSPER
Grupo Paleolab®
Apdo. Correos 6017. 46011 Valencia
grupopaleolab@gmail.com
Oreto GARCÍA PUCHOL
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grupo de Investigación PREMEDOC
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
oreto.garcia@uv.es
Sonia de HARO POZO
Investigadora independiente
sonideharo@gmail.com
María Pilar IBORRA ERES
Investigadora independiente
mpiborraeres@gmail.com
Sonia MACHAUSE LÓPEZ
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grup de Recerca en Arqueologia del Mediterrani (GRAM
GIUV2015-222)
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
sonia.machause@uv.es
257
[page-n-271]
Consuelo MATA PARREÑO
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grup de Recerca en Arqueologia del Mediterrani (GRAM
GIUV2015-222)
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
orcid.org/0000-0002-4260-4748
consuelo.mata@uv.es
Juan Carlos MATAMALA MELLÍN
Museu de la Cuina de la Costa Catalana
Codolar, 4. 17320 Tossa de Mar (Girona)
jcmatamala@gmail.com
Amparo MARTÍNEZ RAMÍREZ
Servicio Central de Apoyo a la Investigación Experimental
Universitat de València
Dr. Moliner, 50. 46100 Burjassot
amparo.martinez@uv.es
Andrea MORENO MARTÍN
Investigadora independiente
andrea.moreno@uv.es
Enrique PARRA CREGO
Larco Química y Arte S.L.
C/ Nebli, 54. 28691 Villanueva de la Cañada (Madrid)
larcoquimica@hotmail.com
Guillem PÉREZ JORDÀ
Grupo de Investigación Arqueobiología
Instituto de Historia. CCHS, CSIC
C/ Albasanz, 26-28. 28037 Madrid
guillem.perez@uv.es
258
Manuel POLO CERDÁ
Grupo Paleolab®
Apdo. Correos 6017. 46011 Valencia
grupopaleolab@gmail.com
David QUIXAL SANTOS
Grup de Recerca en Arqueologia del Mediterrani (GRAM
GIUV2015-222)
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
david.quixal@uv.es
Pere Pau RIPOLLÈS ALEGRE
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga
Grup de Recerca en Arqueologia del Mediterrani (GRAM
GIUV2015-222)
Universitat de València
Avda. Blasco Ibáñez, 28. 46010 València
pere.p.ripolles@uv.es
Jordi TRESSERRAS I JUAN
Seminari d’Estudis i Recerques Prehistòriques
Departament d’Història i Arqueologia
Universitat de Barcelona
Montalegre, 6. 08001 Barcelona
jjuan@ub.edu
Juan USERA MATA
Departament de Botànica i Geologia
Universitat de València
C/ Dr. Moliner, 50. 46100 Burjassot (València)
juan.usera@uv.es
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[page-n-273]
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