Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
Manuel Bea Martínez
Jorge Angás Pajas
Laura de Juan
Ana Belén Franco
Ion Ander Somovilla de Miguel
2018
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXXII, Valencia, 2018, p. 57-80
ISSN: 0210-3230 / eISSN: 1989-0508
Manuel BEA a, Jorge ANGÁS b, Laura de JUAN c, Ana Belén FRANCO c e Ion Ander SOMOVILLA c
Reestudio del conjunto
con grabados de tendencia naturalista
de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
RESUMEN: Se analiza uno de los conjuntos más paradigmáticos del arte rupestre de la Sierra de Albarracín,
la Fuente del Cabrerizo, que cuenta con dos figuraciones zoomorfas grabadas de tendencia naturalista. Estos
motivos han sido objeto de fuerte controversia acerca de su filiación dentro del denominado arte levantino,
siendo definidos como ejemplos singulares de grabados pertenecientes a este ciclo artístico. A pesar de que
algunos autores han apuntado la dificultad de enmarcar crono-culturalmente estos motivos, otros investigadores
han seguido defendiendo su adscripción al ciclo referido. La reciente documentación integral realizada en el
conjunto, mediante el uso de diferentes tipos de escáneres y el tratamiento digital de la imagen, así como
el análisis técnico y estilístico nos permite desvincular ambas figuraciones del denominado arte levantino.
Asimismo, se ha llevado a cabo un importante estudio acerca del estado de conservación del conjunto.
PALABRAS CLAVE: Arte rupestre, postpaleolítico, grabado, estilo, documentación geométrica, análisis
patologías, Sierra de Albarracín.
A restudy of the rock engravings of naturalistic tendency
from Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel, Spain)
ABSTRACT: The following is an analysis of one of the most interesting rock art shelters in the Mountain
range of Albarracín: Fuente del Cabrerizo. There are two different engraved motifs on the site. Even today,
more than 100 years after the discovery, there is a great controversy about the chrono-cultural classification
of those motifs in so-called Levantine Rock Art, being defined as singular examples of isolated Levantine
engravings. Despite the fact that some authors have pointed out the difficulty in dating these figures, some
others have insisted on their ascription to the artistic cycle. The recent documentation carried out on the site,
together with the use of different scanning systems, digital enhancement of the images, and the technique and
stylistic analysis of the figures, allows us to disassociate both motifs from the so-called Levantine rock art. At
the same time, an important study about the global preservation of the decorated group has been carried out.
KEYWORDS: Rock Art, post-palaeolithic, engravings, style, geometric documentation, pathology analysis,
mountain range of Albarracín.
a
b
c
Área de Prehistoria, Dpto. Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza, Grupo PPVE e IUCA.
manubea@unizar.es
Universidad Politécnica de Madrid, Escuela Técnica Superior de Ingenieros en Topografía, Geodesia y Cartografía.
j.angas@3dscanner.es
GeoArtec, Technical Solutions. Spin-off Universidad de Zaragoza.
geoartec@geoartec.com
Recibido: 23/04/2017. Aceptado: 30/06/2017.
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1. INTRODUCCIÓN
A poco más de 2 km al Sureste de Albarracín en dirección a Bezas se abre al Este un espacio de gran riqueza
paisajística que conduce, a través de un camino debidamente señalizado, al barranco del Cabrerizo. El
conjunto se engloba en un espacio más amplio donde se concentran hasta 11 abrigos con manifestaciones
rupestres tanto levantinas como esquemáticas (fig. 1).
En el citado barranco surge una fuente de agua natural que da nombre al conjunto rupestre. En esta
misma surgencia se inicia el camino hacia el abrigo decorado, situado en sus proximidades y tal vez en
función de la propia presencia de la fuente. El conjunto se localiza al pie de una gran formación rocosa
de tendencia vertical, denominada “Peñalta del barranco del Cabrerizo”, que destaca majestuosa en el
paisaje. La monumentalidad aludida resultaba mucho más evidente a principios del siglo XX, con una
menor densidad de masa boscosa (fig. 2).
1.1. Historia de las investigaciones
Ya en fechas muy tempranas, en el ámbito de los estudios sobre arte rupestre en Aragón, se dan a conocer
los grabados de la Arriuela o de la Fuente del Cabrerizo. El conjunto fue descubierto en el transcurso del
estudio de los abrigos del Prado del Navazo y Cocinilla del Obispo realizados por Breuil y Cabré. En la
primera noticia publicada por el maestro francés se especifica que “nous avons trouvé une gravure rupestre,
profonde, absolument patinée de la couleur générale de la roche très dure, figurant un petit cheval très
artistement exécuté” (Breuil, 1910: 371). Sin embargo, muy poco antes, el propio Cabré ya había hecho
referencia al motivo de équido grabado (Cabré, 1909-1910), publicando con mayor detalle junto a Breuil la
representación referida, aportando además un calco de la misma (Breuil y Cabré, 1911: 647, fig. 3).
En las primeras publicaciones (Cabré, 1909-1910; Breuil, 1910; Breuil y Cabré, 1911) el único motivo
referido es el équido. En las dos firmadas por Breuil es éste quien aparece como el descubridor del conjunto,
información que no aparece referida en la primera obra de Cabré. En esas tres publicaciones la descripción
aportada es bastante sucinta, limitándose casi exclusivamente a referir la especie animal y la técnica de
ejecución.
Fig. 1. Localización del abrigo de Fuente del Cabrerizo en relación con otros conjuntos rupestres de Albarracín.
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Fig. 2. Izquierda: Peñalta del
barranco del Cabrerizo (según
Cabré, 1915: lám. XVI) a
cuyo pie se abre el conjunto
decorado. Derecha: imagen
actual cercana de la formación.
Abajo: detalle del cerramiento
del abrigo de la Fuente del
Cabrerizo.
La Fuente del Cabrerizo será un elemento recurrente en diversos estudios sobre arte rupestre a lo
largo del tiempo. Lo es en la obra de conjunto de Cabré (1915: 181-183), en la que aporta un nuevo y
más completo calco. Este estudio será tomado como referencia por parte de otros investigadores. Así,
Obermaier (1916, 1924), a partir del calco de Cabré de 1915 y la puesta en común con el previo de Breuil y
Cabré (1911), identifica el motivo como un asno salvaje o “la representación típica de onagro” (Obermaier
y Wernert, 1919: 83; Obermaier, 1924: 254, fig. 119). Especie que según su valoración determinaría la
cronología paleolítica de la representación.
Poco después, y producto de una nueva campaña de documentación llevaba a cabo por HernándezPacheco (1924: 136-137), surge la primera discrepancia en la identificación del cuadrúpedo. Los trabajos
de documentación y la confección de nuevos calcos, “en unión a los ayudantes Benítez Mellado y F.
Hernández-Pacheco”, permitirán al citado investigador definir la figura como la de un caballo, subrayando la
postura adoptada con anterioridad por Breuil y Cabré (fig. 3). Hernández-Pacheco definiría el motivo como
de estilo tosco y desproporcionado e incluso “confuso en la parte del cuello y cabeza”, siendo estilística y
técnicamente muy diferente de los paleolíticos y del arte levantino. Estos aspectos le permiten apuntar que
“muy bien pudiera ser posterior a las edades líticas” (Hernández-Pacheco, 1924: 308; 1959: 308).
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Fig. 3. Evolución de los calcos del équido de la Fuente del Cabrerizo: 1 Según Cabré, 1909-1910; 2 según Breuil y Cabré,
1910; 3 según Cabré, 1915; 4 según Hernández-Pacheco, 1924; 5 según Dams, 1984: fig. 101; 6 según Collado, 1992.
Ya desde estos primeros momentos se manifiesta la dificultad de enmarcar crono-culturalmente el
conjunto rupestre de la Fuente del Cabrerizo. Complejidad que se refrenda en la producción bibliográfica
posterior, especialmente en la generada por algunos investigadores, como Beltrán. Este autor llega a
considerar las figuras grabadas como representaciones “post-levantinas” e incluso de la Edad del Hierro
(Beltrán, 1968a: 25), todo ello sin dejar de afirmar un posicionamiento a favor de su clasificación como
auténticos motivos levantinos y “más o menos contemporáneas de la fase de grandes animales escasamente
movidos o estáticos” (Beltrán, 1986: 38). Algo similar encontramos en los trabajos de Almagro, quien los
define como “de los pocos grabados aislados del arte rupestre del levante español” (Almagro, 1970: 365),
para referirse más tarde a ellos como “torpes y seguramente tardíos” (Almagro, 1954: 12 y 1970: 377). En
estudios posteriores se definen como “tosquísimos” y “de estilo difícilmente relacionable con las pinturas
de los abrigos próximos, por lo que no deben extrañar las dudas que a veces se oponen a su cronología”
(Beltrán, 1982: 20). A pesar de ello, se continuarán definiendo como “los únicos grabados autónomos
que existen en el arte levantino” (Beltrán, 1985: 132; 1986: 37; 1993: 49-50; 2003: 49), considerando
injustificadas las sospechas sobre la adscripción estilística y cronológica de las manifestaciones referidas
(Beltrán, 1993: 152).
La determinación levantina de estos grabados (Almagro, 1970: 364-365; Beltrán, 1963, 1986, 1993,
2003), encontraría apoyo en otros estudios (Piñón, 1982; Dams, 1984: 113; Collado 1992: 27; Royo, 2004:
52 y 71). Piñón concreta parcialmente esta filiación al destacar las evidentes diferencias tanto técnicas como
estilísticas existentes entre las figuras grabadas del équido y del cérvido. Se apoya, además, en el hecho de
que en otras representaciones levantinas con empleo del grabado éste resulta “fino y superficial” como el
del ciervo, de manera que los grabados de la Fuente del Cabrerizo serían difícilmente paralelizables entre
sí. Así, asigna el grabado del ciervo al arte levantino y el del caballo a un momento posterior de cronología
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incierta (Piñón, 1982: 201). Es precisamente la sensación de imprecisión, al definir estos motivos, lo que
se desprende de forma generalizada en otros estudios (Beltrán, 1993: 152; Utrilla, 2000: 33; Martínez Bea,
2004: 85-86; Gómez y Royo, 2008: 164), especialmente acerca del cérvido (Dams, 1984: 113) (fig. 4).
El excelente estudio de Piñón sobre los conjuntos rupestres de la Sierra de Albarracín se centra,
esencialmente, en los abrigos pintados, tratando a modo de apéndice aquellos con grabados. Sólo por ello se
entiende la escasa extensión dedicada a estos motivos en su brillante monografía, sin que en ésta aparezcan
calcos de los mismos, más allá de una serie de trazos realizados directamente sobre fotografías (Piñón,
1982: 202). Con todo, lo interesante es la descripción que realiza sobre ambos motivos. Así, para el caballo
tan sólo apunta el uso de un grabado más profundo, grueso y de sección en “U”, sin especificar la existencia
de pequeños trazos internos para representar el pelaje. Para el cérvido refiere el uso de un grabado de línea
fina y superficial (Piñón, 1982: 199). Sin embargo, en la aportación gráfica publicada por el autor es posible
observar ya el piqueteado del contorno del cérvido (Piñón, 1982: 202, Lám. XV.5), en el que nos centramos
más adelante y que enmascararía la morfología original del motivo.
En el trabajo de síntesis llevado a cabo por Dams (1984) encontramos una descripción muy interesante
relativa a la figura del cérvido. Así, se apunta expresamente el uso del piqueteado en su confección (Dams,
1984: 113), técnica referida en muy pocos estudios posteriores (Alonso 2003: 279; Grimal, 2003: 310).
Asimismo, Dams aporta un interesante calco del motivo que, aunque sintético, refleja bien la morfología
global del mismo y, sobre todo, la técnica de realización.
Fig. 4. Evolución de los
calcos del zoomorfo del
panel 2 de la Fuente del
Cabrerizo:
1 Según Cabré, 1915;
2 según Almagro, 1970;
3 según Dams, 1984;
4 según Collado, 1992.
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Un trabajo de revisión más reciente fue el llevado a cabo por Herrero et al. (1994) y publicado por
Collado (1992). En éste se propone una versión de la representación del cérvido más próxima a la expresada
por Dams. Los calcos de esta última propuesta obedecen de mejor manera al carácter tosco y poco cuidado
de los motivos.
2. ESTUDIO Y DOCUMENTACIÓN DEL CONJUNTO
El estudio y documentación del abrigo de Fuente del Cabrerizo se enmarca en la Fase III de análisis de los
conjuntos rupestres del término de Albarracín, llevada a cabo en 2015-2016.
La metodología aplicada para el estudio del conjunto rupestre se ha centrado en dos líneas bien
diferenciadas. Por un lado descansa en técnicas de documentación geométrica (láser escáner y escáner de
luz blanca estructurada) así como en el tratamiento digital de las fotografías. Las características técnicas en
la confección de los motivos estudiados ha motivado la necesidad de adaptar la metodología documental
a la realidad arqueológica (Angás, 2016). Así, nos hemos apoyado más en el análisis y tratamiento digital
a partir de los modelos tridimensionales generados, esencialmente los obtenidos por el escáner de luz
blanca estructurada, que aporta una mayor resolución, y a la fotogrametría para la obtención de imágenes
ortorrectificadas de los paneles. Se ha recurrido igualmente a la confección del calco digital y al tratamiento
de las fotografías mediante DStretch®, cuya aplicación al estudio de grabados se ha mostrado altamente
interesante (Caldwell y Botzojorns, 2014; Cassen et al., 2014; Robin, 2014; Defrasne, 2014).
Por otro lado, se ha llevado a cabo una labor de documentación orientada a conocer las patologías
existentes en el abrigo. Así, se ha tratado de establecer la distribución, concentración y naturaleza de sales y
humedades de los sustratos rocosos, su caracterización petrográfica. También se han generado cartografías
alterológicas a partir de análisis visuales e inspección gráfica mediante termografía de infrarrojos.
2.1. Descripción del conjunto
El abrigo, orientado al Noreste, cuenta con unas dimensiones notables, 12 m de longitud máxima,
localizándose en la base de un alto farallón rocoso. No es demasiado profundo, aunque la visera protege el
espacio interior de la lluvia. La morfología en “V” del barranco actúa también como un agente de protección
ante las condiciones climáticas externas, sobre todo del viento. Este emplazamiento pudo determinar, junto
a la existencia cercana de la surgencia de agua, que se construyera en torno a él un cerramiento de piedra
para guardar el ganado.
En virtud de una gran diaclasa vertical es posible apreciar dos zonas bien marcadas dentro el abrigo (fig. 5):
el panel 1 se localiza a la derecha de la fisura; mientras que el panel 2 se localiza en el extremo opuesto.
2.2.1. Descripción de los motivos
Panel 1
El motivo 1 del panel 1 representa a un cuadrúpedo, muy probablemente un équido, orientado hacia la
izquierda (fig. 6.1). Cuenta con unas dimensiones notables (48,6 cm de longitud máxima y 42,5 cm de
altura máxima) pero sus proporciones no dotan al motivo de un gran naturalismo, tal vez determinado
por el piqueteado sufrido en momentos recientes. Las patas resultan bastante finas en comparación a la
robustez del cuerpo, sin detalles anatómicos o de indicación de acción alguna, más allá de la plasmación de
los cascos de perfil y de cierta curvatura que elimina una rigidez excesiva de las extremidades. Éstas parten
del cuerpo desde puntos bien diferenciados entre sí, al contrario de lo generalmente observado para los
motivos pintados. En éstos las patas (sobre todo las delanteras) parten de un punto común o de proximidad,
conformando un ángulo más o menos agudo.
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Fig. 5. Ortofoto rectificada del abrigo de la Fuente del Cabrerizo con indicación de los dos paneles grabados.
El cuerpo aparece masivo, con el pecho redondeado y el cuarto trasero poco definido en la unión entre el
anca y la cola, determinado por la afección del piqueteado reciente. La cola es igualmente fina y muy larga,
cayendo por detrás y en paralelo a los cuartos traseros hasta casi la altura de los cascos.
Tan sólo en las extremidades, panza y cola es posible apreciar un surco profundo y de sección en “U”,
pudiéndose ver en el interior del surco unas marcas que apuntan a que esta zona fue terminada mediante
abrasión.
El resto del cuerpo (pecho, grupa, curva cérvico-dorsal) así como el cuello y la cabeza parecen contar
con unos límites externos algo más marcados, rehundidos. Esto apuntaría a que pudieran haber contado
igualmente con un grabado algo más profundo, similar al observado en las partes referidas anteriormente y
descritos en estudios previos (fig. 7). Sin embargo, estas zonas han sido indefectiblemente afectadas por un
piqueteado general que habría disimulado el surco original, llegando a modificar el correcto desarrollo de
la línea dorsal y de la parte frontal del cuello.
Éste se representó erguido con una forma ligeramente sinuosa, adoptando una morfología de progresivo
estrechamiento hacia la cabeza. Ésta se muestra de proporciones reducidas y forma triangular, con dos
pequeñas orejas dispuestas en “V” (fig. 8).
En la zona alta del cuello, casi en la confluencia con la oreja derecha, se aprecia una serie de nueve
pequeños y finos trazos paralelos, dispuestos horizontalmente y muy afectados por un piqueteado. Estos
trazos podrían corresponderse con los observados por Breuil y Cabré.
Trazos similares, aunque más dudosos, podrían observarse en la parte inferior de la cabeza. Su
localización, fuera de los límites de ésta, hace que su correspondencia con las barbas observadas en los
estudios pioneros no pueda ser refrendada.
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Fig. 6. 1 Fotografía del équido (motivo 1); 2 fotografía del posible cérvido (motivo 2).
Fig. 7. Calco del équido (motivo 1) de Fuente del Cabrerizo.
En general, las proporciones que guarda la figura se muestran relativamente correctas, participando en
su confección determinados detalles como la crinera, las orejas, el hocico y las pezuñas. El sexo del animal
representado en los calcos antiguos no se pudo documentar en la revisión del conjunto, en la misma línea
que lo referido por Hernández-Pacheco, Dams y Collado.
Todas las publicaciones que contienen referencias a este motivo apuntan a que la técnica de confección
del mismo es la del grabado mediante incisión profunda y ancha. Sólo en el estudio de Cabré se hace
referencia al uso de incisiones cortas y superficiales para marcar el detalle del pelaje en el cuerpo y cuello.
Este tratamiento no aparece recogido ni en los calcos previos al citado (Cabré, 1909-1910; Breuil y Cabré,
1911) ni en los posteriores1 (Hernández-Pacheco, 1924; Almagro, 1970; Dams, 1984; Collado, 1992). Así,
debemos destacar la descripción llevada a cabo por Cabré quien señala que se ha plasmado “el pelo del
1
Debemos apuntar que los calcos aportados por Hernández-Pacheco (1924) y Almagro (1970) son en realidad el mismo, realizado
por Benítez Mellado, si bien en la publicación de Almagro se aprecian algunos detalles del interior del cuerpo del équido que
no resultan tan manifiestos en el primero de los trabajos. Este aspecto se entiende sólo por una dispar calidad en la reproducción
gráfica de las publicaciones.
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Fig. 8. Izquierda: fotografía de la cabeza del équido.
Derecha: fotografías con tratamiento digital de imagen
que permiten observar detalles de la técnica empleada en
su confección.
interior del cuerpo por infinidad de cortos trazos” (Cabré, 1915: 182). En el estudio del propio Cabré se
apunta a que el contorno del caballo muestra un grabado profundo, lo cual se expresa en el calco que
publica. En éste se observa perfectamente delimitada la silueta del animal excepto en aquellas zonas (barba
y crinera) en la que se emplean pequeños trazos paralelos para representar el pelo. La técnica empleada
para la plasmación del pelaje, a base de cortos y finos trazos, apenas si es referida en los estudios sobre el
conjunto, más allá de lo ya referido por el propio Cabré y alguna otra mención realizada por Beltrán. Éste
recoge la definición original pero, muy probablemente, sin haber llevado a cabo una revisión documental
personal del motivo (Beltrán, 1963: 186 y 1993: 152).
Hoy en día resulta complicado observar un trazo profundo más allá de la mitad inferior del équido
(patas, panza y cola), quedando el resto de la figura muy difuminada por lo que parece un trazo piqueteado.
Éste no sólo se habría realizado sobre la mitad superior del motivo, sino también en el interior del mismo
y zona inmediata del contorno, especialmente cabeza y cuello. Esto afecta de forma evidente al correcto
visionado de sus formas y determinados detalles, como la crinera y barbas.
En el interior del cuerpo se advierte un elemento lineal grabado y fino de sección en “V” y disposición
horizontal. El extremo izquierdo se bifurca en dos trazos diagonales de desarrollo opuesto con 1,45 cm de
longitud y cuyo extremo adopta en ambos casos un nuevo giro para retomar una disposición horizontal
del trazo alcanzado los 1,7 cm de longitud. El elemento grabado completo cuenta con 11,7 cm de longitud
máxima. Ignoramos por completo el significado de este elemento, si bien su realización es posterior al
piqueteado general aludido con anterioridad.
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A continuación de los cuartos traseros del motivo se aprecian una serie de marcas muy tenues. Fueron
realizadas con un instrumento duro, una especie de arañado, pues no llega a ser grabado propiamente dicho.
La dificultad en la lectura de estos trazos resulta manifiesta. Sólo mediante tratamiento digital de la imagen
es posible intentar una descripción de los mismos, en todo caso dudosa. Así pues, resulta posible apreciar lo
que podrían interpretarse como, al menos, dos números: “1” y “8” seguidos de un tercer elemento, bastante
perdido, que recuerda a un “8”. Podrían interpretarse, quizá, como las cifras de una fecha (fig. 9.1 y 9.3).
Un último trazo de tendencia vertical y piqueteado aparece a unos 6 cm a la derecha de los cuartos
traseros del équido.
Panel 2
En el otro extremo del abrigo se realizó la figura de un zoomorfo en actitud estática (fig. 5.2). Este segundo
motivo se localiza próximo a la entrada del cerramiento, a 201 cm de altura con respecto al suelo actual.
Tan sólo se documenta una única figura (motivo 2) en una superficie de 150 cm de longitud y 36 cm de
altura cercana a una visera y a la diaclasa vertical que divide el abrigo. Esta proximidad determina una
mayor humedad en la zona, lo que confiere a la roca una coloración más oscura, con posibles crecimientos
de líquenes junto a bandas de eflorescencias salinas.
Es Cabré quien aporta la primera descripción del motivo, y entendemos que es él el descubridor del
mismo, quizá durante los trabajos de revisión que realizara en el abrigo tras la primera breve nota publicada
con Breuil. En todo caso, Cabré no especifica que sea él el descubridor de la figura, ni que llevara a cabo una
Fig. 9. 1 y 3 Posibles números grabados a la derecha del équido; 2 y 4 fecha escrita en lápiz debajo del motivo del
zoomorfo del panel 2. Fotografías 3 y 4 tratadas digitalmente.
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campaña de estudio posterior a la visita de Breuil, pero tanto la noticia que aporta como el calco revisado
del équido que publica (Cabré, 1915) nos invitan a pensar en esta posibilidad. El citado autor define al
cérvido como “ni tan arcaico ni tan rudo de ejecución” en comparación al équido del mismo abrigo, siendo
“más fino de línea y superior en vida y movimiento, por la actitud esbelta en que aparece con la cabeza
levantada, recordando pictografías magdalenienses de Calapatá, Charco del Agua Amarga, Cogul, Alpera,
etc.” (Cabré, 1915: 183).
Sorprendentemente, en la revisión del abrigo llevada a cabo por Hernández-Pacheco en 1924 no se
hace referencia alguna a esta figura. Así, se adolece de una revisión gráfica del motivo hasta los trabajos de
Almagro (1970), Piñón (1982), Dams (1984) y la revisión realizada por el equipo de Herrero y Collado en
la década de los 90 del siglo XX (Collado, 1992).
El mayor interés lo encontramos, precisamente, en un trabajo de Almagro en el que, sin embargo,
apenas dedica unas líneas a la Fuente del Cabrerizo, sin que se lleguen a describir estilísticamente ni a hacer
mención de la técnica empleada, más allá de definirlos como “grabados”. La importancia del trabajo reside
en el calco que aporta del ciervo (Almagro, 1970: 365, fig. 425). En éste se aprecia la existencia de dos
figuras bien diferenciadas. Por un lado el ciervo, con una morfología similar a la referida en otros estudios,
quizá incluso algo más tosco en la representación de las patas. Es posible advertir el uso de grabado lineal
fino para la confección de la silueta del animal, en algunas zonas de trazo discontinuo, pero también una
serie de trazos cortos a modo de relleno interior en toda la figura. Algunas de estas marcas parecen ser
cortos trazos lineales mientras que otras obedecen más a un patrón típico de piqueteado. Se representan
también las astas, aunque los candiles aparecen figurados en el sentido contrario a como aparecían en el
calco de Breuil y Cabré; y se plasmó también una cola larga y de aparente trazo múltiple.
Pero junto a esta figuración, siempre atendiendo al calco de Almagro, se aprecian también unos trazos
lineales finos que conforman un motivo zoomorfo de mayores dimensiones en relación directa con la
representación previa. Estos trazos conformarían los cuartos traseros de un cuadrúpedo, arranque de las
patas traseras, lomo y vientre. Quizá, parte de los grabados de la mitad delantera del ciervo pudieran haber
formado parte de este zoomorfo. No es posible saber, a partir exclusivamente del calco, la superposición
existente entre los dos motivos, sin que hayamos encontrado descripción alguna de esta figura. En realidad,
más allá de este calco, no existe ninguna mención, previa ni futura, de la existencia de esa segunda
representación.
En los estudios posteriores de Dams y de Collado queda patente que la representación resulta poco
agraciada desde un punto de vista estético y de ejecución. Ya no se plasman de forma clara las astas que
definirían al animal como ciervo y se sigue apuntando la existencia de una larga cola, a partir de la cual su
identificación como cérvido debería ser matizada. En esta línea, Alonso ya apuntó que la “especie no puede
determinarse con seguridad” (Alonso, 2003: 279).
En cualquier caso, y a pesar de que el modo de representación del calco publicado por Collado resulta
demasiado simplificado, la técnica empleada en la realización del motivo queda suficientemente bien
reflejada. Así, según el estado actual de conservación sólo es posible apreciar un grabado somero de la roca,
probablemente realizado mediante la aplicación directa de un instrumento duro, que dejó un surco irregular
y ligero, sin que se pueda descartar el piqueteado superficial en algunas zonas.
El motivo se puede definir, en el estado actual de conservación, como un cuadrúpedo indeterminado
orientado a la izquierda y de pequeñas dimensiones (15,5 cm de longitud máxima y 16 cm de altura
máxima) (fig. 10). Su confección obedece a un estilo tosco, apenas si podría ser considerado de tendencia
naturalista, apreciándose una marcada desproporción en la representación del cuello. Éste aparece erguido
y ancho, prácticamente vertical, con la cabeza alzada, sin que resulte posible apreciar el cierre del morro,
quizá pretendiendo representar la boca abierta, o tal vez porque nunca se llegara a completar. Unos trazos
aparecen en la parte alta de la cabeza, pudiéndose corresponder con las astas del animal. La tosquedad de
su confección hace difícil precisar más acerca de su naturaleza, descartando por completo la pretendida
cuidada realización y naturalismo de éstas aludidos en el estudio de Cabré.
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Fig. 10. Calco del zoomorfo (motivo 2) de Fuente del Cabrerizo.
Fig. 11. Referencia del grabado lineal y fino conservado en el motivo.
El cuerpo se realizó siguiendo unas convenciones igualmente toscas, marcando la separación entre el
lomo y los cuartos traseros. Sin embargo, no se plasman demasiados detalles anatómicos más allá de la
representación de las diferentes partes del ejemplar. Así, las cuatro patas se definen como meros trazos
lineales verticales, si bien las traseras adoptan una ligera curvatura hacia la derecha. La cola se presenta
larga, cayendo en paralelo, ligeramente abierta, a los cuartos traseros, y con la misma anchura de trazo
que las patas. En modo alguno resulta posible apreciar rasgos o detalles naturalistas como los corvejones,
pezuñas o el ojo del animal. Sólo en la parte alta delantera del cuello y mandíbula inferior puede intuirse
un trazo lineal fino que podría corresponderse con el de la figura original (fig. 11). En el resto del motivo,
especialmente en el contorno del mismo pero también en parte del interior, lo único que se aprecia es un
grabado superficial (quizá ligero piqueteado) que pensamos podría haber sido realizado directamente sobre
el grabado fino descrito por Cabré.
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
1
2
3
4
Fig. 12. 1 Imagen al microscopio petrográfico del sustrato rocoso de la zona. Se observa la textura granosostenida
de la roca, con esqueleto principalmente constituido por granos de cuarzo de 400mm de tamaño medio. Aumentos
2X, nícoles cruzados. 2 Imagen al microscopio petrográfico del sustrato rocoso. Detalle de la superficie externa de la
muestra, con pátina de acumulación de óxidos de hierro y de minerales de la arcilla procedentes de la meteorización
de los feldespatos, lo que genera una costra endurecida con menor porosidad que la roca sin alterar. Aumentos 4X,
nícoles paralelos. 3 Imagen al microscopio petrográfico del sustrato rocoso. Matriz filosilicatada (Mf), compuesta
por minerales de la arcilla y procedente de la meteorización de los cristales de feldespato. Aumentos 10X, nícoles
cru¬zados. 4 Imagen al microscopio petrográfico del sustrato rocoso. Dos cristales de turmalina (T) entre cristales de
cuarzo (Q), feldespato y matriz arcillosa y cemento de sílice microcristalina. Aumentos 10X, nícoles cruzados.
Alrededor del motivo es posible apreciar pequeños saltados del soporte. Alguno parece adoptar una
disposición lineal, pudiendo igualmente haber sido realizados por acción antrópica. Asimismo, a escasos
centímetros por debajo del cuadrúpedo, se observa una fecha escrita en color negruzco, realizada con
lapicero o carboncillo, en la que se lee: “15 · VI · 43” (fig. 9.2 y 9.4).
2.2. Análisis de patologías
Dentro del estudio integral del conjunto se procedió a realizar análisis de patologías. En el sustrato rocoso de
conjuntos rupestres de la zona se observa una roca detrítica de tamaño de grano arena media (0,5mm), con
buena selección granulométrica, homogénea y compuesta principalmente por cristales de cuarzo. El color en
corte fresco es granate, 1,7YR 5,1/2,9 (Munsell) y 48,07/12,71/11,21 (en coordenadas L*A*B*). La cohesión
de la muestra es media, pudiendo disgregar algunos granos con la fricción de la mano.
Al microscopio óptico de luz transmitida, se trata de una roca detrítica de textura granosostenida de tamaño
de grano de arena media (400mm) con buena granoselección (fig. 12.1). El esqueleto (72,7%) está constituido
principalmente por cuarzo (87,8% del total del esqueleto), tanto monocristalino no ondulante (72,9%),
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Fig. 13. Cartografía de humedades
de la Fuente del Cabrerizo.
Arriba: Panel 1; abajo: Panel 2.
como policristalino (14,9%); óxidos de hierro (6,6%), feldespatos (4,9%) y, en porcentajes inferiores al 1%,
turmalina y moscovita (fig. 5.4). Presenta matriz filosilicatada (minerales de la arcilla) en un 8% del volumen
total, procedente de la meteorización de los feldespatos (figura 5.3). El cemento (10,4%) está compuesto por
un 8,0% de cuarzo sintaxial (crecimiento en continuidad óptica con los granos de cuarzo del esqueleto) y por
un 2,4% de cemento fibroso de calcedonia (sílice microcristalina). Los contactos entre clastos son de largos a
cóncavo-convexos. La morfología de éstos es, en general, angulosa y poco esférica, con un tamaño medio de
0,4 mm (tamaño de arena media), y una selección buena (0,35-0,5 según Compton, 1962). Se trata de una roca
detrítica de textura granosostenida, clasificada como Sublitoarenita (Folk, 1974).
Se observa en la superficie externa de la muestra (fig. 12.2) una pátina de acumulación de óxidos de
hierro donde la meteorización de los feldespatos a minerales de la arcilla alcanza hasta 1 mm de espesor,
pudiendo ser el factor que genere las descamaciones que se observan en los abrigos rupestres de la zona. La
acumulación de óxidos puede favorecer el endurecimiento de esta superficie, y la formación de minerales
de la arcilla a partir de los feldespatos puede reducir la porosidad de la superficie de la roca, impidiendo la
evaporación de la humedad del interior de la misma.
Junto a la caracterización del soporte rocoso, se llevaron a cabo cartografías de sales y humedades con las
que plasmar gráficamente su distribución en el paramento, con especial atención en las zonas de los paneles
decorados. La toma de datos para la realización de dichas cartografías se llevó a cabo el 25 de febrero de 2016.2
2
Según los datos obtenidos en datosclima.es, registrados en la estación meteorológica 8354X Albarracín, la semana previa a la
toma de datos no se produjeron precipitaciones importantes y la temperatura media sufrió un aumento durante esos días.
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
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Fig. 14. Cartografía de sales
de la Fuente del Cabrerizo.
Arriba: Panel 1; abajo: Panel 2.
Atendiendo a las humedades registradas en el panel 1 se observan, en general, valores de humedad
medio-altos (4-10%), a excepción de varios puntos situados en la mitad superior del abrigo, donde los
valores son medio-bajos (2-4%). Si nos centramos en los valores de humedad de la zona del grabado, el
intervalo se sitúa en el medio-bajo (2-4%), aunque muy cerca de puntos donde la humedad es mayor, parte
inferior y lateral derecho (fig. 13).
Para el panel 2 se observaron valores medios en el intervalo del 4-10% de humedad. Los puntos donde
los valores de humedad son más elevados (10-20%) se sitúan en la zona cercana al suelo del abrigo, donde
pueden observarse plantas trepadoras. Centrados en el motivo grabado, los puntos de medida ofrecen
valores medio-altos de humedad (4-10%), valores que se vuelven inferiores conforme nos desplazamos
hacia la izquierda.
En cuanto a los análisis de distribución de sales, los valores de salinidad obtenidos en el abrigo, en
general, no resultan demasiado elevados. En el panel 1 es donde se registraron los valores de salinidad con
mayores porcentajes, situándose en un intervalo entre 300 y 500 microsiemens, encontrándolos tanto a ras
de suelo como más puntualmente en la mitad superior del abrigo (fig. 14). Los valores de salinidad de la
zona donde se encuentra el équido grabado son bajos (0-80 microsiemens).
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En el panel 2 observamos tres puntos donde los valores de salinidad son máximos (500-900
microsiemens), situados a distintas alturas. La mayoría de los valores de salinidad se encuentran en un
intervalo medio-alto (150-900 microsiemens), mientras que la figura del ciervo se encuentra en una zona
donde los valores de salinidad son medio-bajos (0-150 microsiemens).
Atendiendo a la distribución de patologías en el panel 1 se puede determinar que el grabado, en
general, presenta un buen estado de conservación, la superficie es coherente y no presenta arenización.
Con todo, en el panel se aprecia la existencia de algunas grietas con cierto riesgo de desprendimiento,
si bien por su localización no afectarían al grabado. Centrándonos en el motivo propiamente dicho, y a
partir del análisis de termografía de infrarrojos, es posible apreciar pequeñas formaciones que derivaran
en descamaciones, sobre todo en la base del panel, pudiendo afectar a las patas delanteras y cola del
équido. Un efecto a destacar es la incidencia de la erosión en la laminación natural de la roca, lo que
provoca un bandeado que afecta ya al motivo grabado y cuyo avance podría generar la formación de
pequeños alveolos e incluso taffonis.
En el panel 2 se aprecia igualmente cohesión en la superficie, sin muestras de degradación directa. Sin
embargo, se observaron muchos más deterioros circundantes, siendo destacables las descamaciones (de
pequeña y gran entidad). Junto a este proceso, se ha podido determinar también la presencia de eflorescencias
salinas en el margen inferior derecho del panel decorado.
3. DISCUSIÓN
Desde el punto de vista temático-estilístico, los motivos de Fuente del Cabrerizo no encuentran buen
acomodo en el contexto artístico de la Sierra de Albarracín. En relación con el motivo 1, las representaciones
pictóricas de équidos en la zona resultan minoritarias con respecto a otras especies animales (bóvidos,
cérvidos, cápridos). Con todo, y desde una perspectiva global, en la Sierra de Albarracín se documenta
el 62,5% de las figuraciones de équidos de Aragón (Bea y Angás, 2016a: 124). Entre éstas las hay
de buena factura, naturalistas y de proporciones correctas en los abrigos de Medio Caballo, Arquero
de los Callejones Cerrados en Albarracín, o Prado de los Arejos I en Tormón (Bea y Angás, 2015).
También se plasmaron otros équidos siguiendo unos patrones estilísticos más toscos y menos delicados,
como se observa en Abrigo de los Dos Caballos, Tío Campano y Doña Clotilde, sin que en estos casos
consideremos posible su adscripción al ciclo levantino clásico (fig. 15). Más allá de la serranía en el que
nos centramos, los motivos de équidos en territorio aragonés resultan escasos, tal y como se constata en
el panorama levantino global, casi todos ellos acordes con un estilo poco naturalista (Los Borriquitos,
Trepadores, Chaparros, Selva Pascuala).
Más allá de discrepancias formales debidas a la técnica empleada en su confección, el équido grabado
de Fuente del Cabrerizo no parece guardar similitudes estilísticas con aquellos otros pintados. Ni con los
motivos más naturalistas de los citados ni con aquellos más toscos. Su emplazamiento y aislamiento, en la
zona alta del extremo del abrigo, tampoco concuerda con lo observado para el resto de équidos pintados
de la zona. Éstos no aparecen representados de forma aislada, sino en grupo o, al menos, en contextos
acumulativos (escénicos o no). Así, varios individuos fueron representados en el abrigo del Medio Caballo
(aún en diferentes paneles), y lo mismo ocurre en el Abrigo de los Dos Caballos, en el del Arquero de los
Callejones Cerrados (junto a otras figuras humanas y animales) o en el de Arejos I (con zoomorfos pintados
que formarían parte del mismo conjunto). En todos estos casos, los motivos aparecen en zonas medias-bajas
de los abrigos, algunos incluso a escasos centímetros del suelo en el techo de la cornisa.
La temática del ciervo en el arte rupestre de tendencia naturalista postpaleolítico es una de las más
destacadas. En general, estos motivos gozan de un marcado predominio sobre las otras representaciones
contenidas en el conjunto, cuando no aparecen aislados. Ocupan los espacios preeminentes de los abrigos,
las zonas altas y centrales de los mismos, e incluso se singularizan al representarse en hornacinas. Las
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
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Fig. 15. Ejemplos de representaciones de équidos de la Serranía de Albarracín: 1 Fuente del Cabrerizo; 2-4 Medio
Caballo; 5 Arquero de los Callejones Cerrados; 6 Prado del Navazo; 7 Prado de Arejos I; 8 Tío Campano; 9 y 10 Dos
Caballos; 11 y 12 Doña Clotilde. Los calcos no están a escala.
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M. Bea, J. Angás, L. de Juan, A. B. Franco, I. A. Somovilla
representaciones de cérvidos en Aragón cuentan con unas dimensiones medias de 25,5 cm de longitud,
caracterizándose aquellas de mayores dimensiones por una actitud majestuosa, ya sea estática o en
movimiento, y un gran cuidado en su ejecución. Ninguno de estos rasgos distintivos se documentan en el
ejemplar de Fuente del Cabrerizo.
A partir de los restos del motivo 2 observables en la actualidad, no hay ningún ejemplar pintado de esta
especie en el territorio analizado que pudiera citarse como paralelo. La longitud de la cola imposibilita,
de entrada, su definición como cérvido. Sin embargo, debido a que esta interpretación ha sido la
tradicionalmente más extendida, se debe apuntar que, con algunas excepciones toscas o subnaturalistas
(Abrigo del Ciervo, Tío Campano), este tipo de representaciones en la Sierra de Albarracín fueron realizadas
de forma naturalista –en ocasiones preciosista– bien proporcionadas, elegantes e incluso estilizadas (fig.
16). Destacan las de Prado de las Olivanas, Figuras Diversas, Medio Caballo y Arquero de los Callejones
Cerrados (Bea y Angás, 2016b) en el término de Albarracín; los de Paridera de las Tajadas y Contiguo a la
Paridera en Bezas (Bea y Angás, 2013); o Prao Medias en Tormón (Bea, 2014).
Desde una perspectiva territorial, se ha destacado para la mayoría de los conjuntos de Albarracín una
localización en zonas de fácil acceso, llanas o en barrancos poco abruptos (Cruz Berrocal, 2005; Martínez
Bea, 2005, 2008; Bea y Angás, 2016a: 125). Nuevamente, el conjunto de Fuente del Cabrerizo se desmarca
completamente de la tendencia general, ubicándose en un barranco en “V”, relativamente abrupto y de
acceso complejo. Esta localización contrasta abiertamente con la observada para los cercanos conjuntos de
la zona del Arrastradero, en abrigos más abiertos y accesibles, en una zona de formaciones de “callejones”
de arenisca en alto. Asimismo, para los conjuntos pintados se observa una tendencia a agruparse (zona
del Arrastradero, Tajadas de Bezas, Casa Forestal de Tormón), mientras que los grabados de Fuente del
Cabrerizo aparecen aislados en el desarrollo del barranco. El único elemento antrópico asociado al conjunto
en todo el barranco es, precisamente, el cerramiento para el ganado en el que se localiza. Atendiendo a este
particular, merece destacarse la realización del grabado en alto, como si se pretendiera hacer visible por
encima del muro de cerramiento aludido.
Desde el punto de vista técnico, atendiendo al motivo 1, merece la pena destacar que en ningún
momento se habla de la existencia de pequeños trazos grabados en el cuerpo y crin del animal. No aparecen
consignados en los calcos que se aportan, pudiéndose apreciar, además, algunas diferencias morfológicas
e incluso en el número de líneas grabadas entre las dos primeras versiones. Resulta igualmente interesante
destacar que tampoco aparece referida la figura de cérvido del panel 2.
Estos elementos, que no habrían sido percibidos por Breuil, aparecen bien reflejados en la monografía
de Cabré sobre el Arte Rupestre en España (Cabré, 1915). Asimismo, llama la atención la escasez de calcos
publicados de los motivos más allá de los realizados por Breuil y Cabré, Hernández-Pacheco y Dams, siendo
la versión más extendida y empleada la aportada por el arqueólogo turolense en 1915, fundamentalmente
por haber sido aprovechada en diferentes trabajos de Beltrán. Sin duda, haber seguido la descripción y la
interpretación aportada por el estudio referido, sin haber llevado a cabo un nuevo análisis de los motivos,
ha determinado una lectura no actualizada de los mismos. Así, se destaca el uso de un grabado fino y
superficial para la realización del motivo en los estudios de Cabré (1915), pero también en los de Beltrán
(1968a y 1968b) y Piñón (1982). No dudamos de la correcta interpretación por parte de los especialistas
referidos acerca del tipo de grabado empleado, pero no cabe ninguna duda de que no se corresponde con la
realidad actual. De este modo, encontramos pocas alusiones expresas al piqueteado del motivo de cérvido
(Dams, 1984: 113; Alonso, 2003: 279), sin que en éstas se mencione el grabado fino aludido en estudios
previos ni la evolución y naturaleza del cambio.
Acerca de los grabados naturalistas de adscripción finipaleolítica y levantina se circunscriben
exclusivamente –al menos de momento– a determinados conjuntos rupestres de las provincias de Teruel,
Castellón y Sur de Tarragona. Su tratamiento técnico y estilístico no coincide con los observados en el
caso de Fuente del Cabrerizo. Los trazos lineales finos visibles en la actualidad en el motivo 2 resultan tan
parciales y escuetos (no llegan a configurar elemento definible alguno) que no consideramos puedan ser
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
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Fig. 16. Ejemplos de representaciones de cérvidos de la Serranía de Albarracín: 1 Fuente del Cabrerizo; 2 y 3 Prao
Medias; 4 y 5 Barranco de las Olivanas; 6 Medio Caballo; 7 y 10 Paridera de las Tajadas; 8 y 9 Contiguo a la Paridera;
11 Arquero de los Callejones Cerrados; 12 Abrigo del Ciervo; 13 Tío Campano. Los calcos no están a escala.
paralelizados a los de otros conjuntos de grabados filiformes. En el caso que nos ocupa no se documentan
otros elementos técnicos (grabado estriado o trazo múltiple interior) o temático-figurativos (otros zoomorfos,
signos asociados) que pudieran aventurar una relación crono-cultural con grabados finipaleolíticos como
los de Abric d’en Melià (Guillem et al., 2001; Martínez-Valle et al., 2003), Cova del Bovalar (MartínezValle et al., 2008), Barranc de l’Espigolar (Guillem y Martínez Valle, 2009) o Abrigo de Llabería P-IV
(Viñas et al., 2012), o bien con los levantinos de Barranco Hondo (Utrilla y Villaverde, 2004), quedando
también lejos estilísticamente de los recientemente descubiertos en Cañada de Marco (Ruiz y Royo, 2016).
Estos conjuntos citados se caracterizan por haber sido realizados mediante grabados finos en el contorno e
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M. Bea, J. Angás, L. de Juan, A. B. Franco, I. A. Somovilla
incisiones paralelas, trazos múltiples, trazos estriados y/o raspados en el interior. Nada de eso, excepto los
someros trazos del contorno ya mencionados, se observa en el motivo 2 de Fuente del Cabrerizo. Así pues,
con lo conservado, no resulta posible tratar de establecer algún tipo de afinidad entre el motivo que nos
ocupa y los grabados finipaleolíticos.
En síntesis, consideramos factible que el grabado fino pudo haber sido piqueteado en un momento entre
finales de la década de 19703 y 1984,4 alterando la morfología inicial del motivo 2, tal vez tratando de imitar
la forma del motivo 1 (como podría desprenderse de la larga cola).
Esta misma tipología de motivo (tosco en sus formas) y la misma técnica (piqueteado) la documentamos
igualmente en el motivo 3 del Huerto de las Tajadas de Bezas. Al respecto, debemos destacar la factura
actual de dicho elemento gráfico que, tal y como se ha propuesto, debió de haber sido realizada entre 1952
y 1982 (Bea y Angás, 2013 y 2015: 53), idea confirmada posteriormente por D. Julián Sánchez Villalba,
vecino de Bezas (Sánchez Villalba, 2013).
Nuevamente nos encontraríamos ante un caso de flagrante vandalismo, con el agravante de haberse
realizado directamente sobre un posible motivo rupestre preexistente, haciéndolo desaparecer casi
completamente.
4. CONCLUSIONES
Como se ha remarcado en otros estudios, no podemos por menos que subrayar la idea, ya apuntada por
Piñón, de que el conjunto rupestre de la Sierra de Albarracín parece formar parte de una misma y original
“comunidad ideológica y conceptual en la que permanecen vigentes unos usos y costumbres” (Piñón,
1982: 196). Una realidad perfectamente aplicable para el conjunto pictórico de la sierra a partir de los
diferentes rasgos que lo definen: temáticos, estilísticos, de distribución interna, técnica y color. Se define
como un núcleo singular para el que se aprecia, aun contando con algunos nexos de unión con conjuntos
de otras zonas geográficas (casi siempre vecinas), una línea bien diferenciada en el desarrollo global del
denominado arte levantino.
El caso que nos ocupa, relativo a los grabados de la Fuente del Cabrerizo, es bien diferente. Éste sólo
se entiende dentro del núcleo rupestre de Albarracín en la medida en que se ha considerado levantino por la
tradición investigadora, pero que se debe apreciar como una singularidad en sí mismo.
Al margen de atribuciones crono-culturales, resulta muy importante poder determinar la acción antrópica
reciente en el abrigo de la Fuente del Cabrerizo. En los dos motivos se puede observar una acción vandálica,
quizá no pretendida en sentido estricto del término por quien la llevara a cabo pero que, en todo caso, ha
propiciado la pérdida total de la forma original del motivo 2 y el aspecto global del motivo 1.
3
4
Parte del piqueteado podría haberse llevado a cabo antes, como parte del relleno interior del cuerpo según se puede colegir del
calco de Almagro (1970), pero en ese momento el perfilado de la figura se muestra realizado a partir de trazos grabados lineales
y finos, sin que se pueda advertir (siempre según el mencionado calco) piqueteado alguno sobre los mismos. En la Tesis de
Licenciatura de Piñón, presentada en 1979 en la Universidad Autónoma de Madrid y publicada como monografía en 1982, sin
apenas cambios sustanciales respecto al trabajo académico, según apunta M. Fernández Miranda, se especifica que el motivo
de cérvido fue realizado mediante una “fina incisión superficial” (Piñón, 1982: 199). Con todo, en el complemento gráfico que
aporta el autor es posible apreciar algunos elementos piqueteados del zoomorfo, junto a un trazo lineal y fino que delimitaría el
cuello, la curva cérvico-dorsal, cuartos traseros y patas. Resultaría factible que, a pesar de que en el estudio no se hace mención al
piqueteado del motivo, éste podría colegirse, al menos parcialmente, de la aportación gráfica del propio autor, aspecto por el que
el la incisión superficial ancha pudo haberse llevado a cabo con posterioridad al calco presentado por Almagro. Debemos recordar
que el cerramiento del conjunto fue llevado a cabo en 1991-1992 (Herrero et al., 1994: 31), momento muy posterior a la posible
acción vandálica aludida.
En este año se publica el estudio de Dams en el que ya se hace mención expresa al piqueteado del ciervo sin comentar para nada
la presencia de grabado fino. La morfología del motivo aportada en el calco de Dams resulta similar a la resultante de la revisión
por parte del equipo de Collado (1992: 2), desmarcándose de la morfología tradicionalmente apuntada en estudios anteriores.
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
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Es posible que estas acciones se llevaran a cabo en momentos diferentes en el tiempo, siempre recientes,
tal y como se ha tratado previamente, debido a la diferente técnica empleada en uno y otro caso. Así, mientras
que en el cérvido se podría haber empleado casi cualquier elemento duro (una simple piedra) para realizar un
piqueteado o grabado superficial del motivo, en el caso del équido fue necesario contar con un instrumento
que dejara en la superficie unas marcas de forma y tamaño regulares y una mayor profundidad del grabado.
Resulta destacable la práctica nula realización de otros grabados o graffiti en el interior del mismo
abrigo5 que no se correspondan con los realizados directamente sobre las dos figuras ya existentes, o con
algunos elementos lineales en la parte baja del panel 2 o bien con sendas fechas, una de ellas grabada (en el
panel 1) y la otra a lápiz en el panel 2.
En términos generales, este conjunto aporta información de interés para el conocimiento global del
fenómeno rupestre en la Sierra de Albarracín. Debemos, de entrada, descartar su filiación a cualquier fase de
desarrollo del arte levantino, en la línea de lo apuntado por Alonso (2003: 279). Ni desde el punto de vista
técnico, ni estilístico, de ubicación en el abrigo, de localización en el territorio y ni siquiera compositivo tiene
que ver con el ciclo postpaleolítico apuntado. Así, con muy buen criterio, Hernández-Pacheco destaca ya en
un momento muy temprano la posibilidad de que pudieran ser obra de “algún émulo de los prehistóricos, que
consiguió demostrar su impericia en el arte rupestre” (Hernández-Pacheco, 1954: 308-309 y 408 fig. 234).
Al respecto cabe citar los grabados del abrigo de Los Cazadores del Navazo (González y Merino, 1974) que
Beltrán tilda de “obra reciente, de pastores, seguramente, en todo caso muy posterior a la fase levantina o
esquemática, incluso a la de los grabados de animales del barranco del Cabrerizo” (Beltrán, 1979: 22).
El interés del abrigo estudiado no decrece por la dificultad de su encuadre cronológico y cultural ni por el
hecho de haber sido objeto de evidentes actos vandálicos. Todo ello apunta a la necesidad de redefinir el arte
prehistórico en general y el levantino en particular, especialmente los criterios de clasificación estilística. A partir
de ahí, la complejidad de asignar un momento crono-cultural para las representaciones de Fuente del Cabrerizo
aparece en todo punto imposible de precisar. En esta línea sólo caben destacar las palabras de Beltrán al señalar
la existencia de “un arte sin edad, infantil y de tiempos históricos, cuya identificación no está sujeta a las normas
estéticas de su tiempo por lo que no es posible clasificarlo estilísticamente” (Beltrán, 2002: 190).
La Sierra de Albarracín conjuga, sin duda, una diversidad artística sin parangón en Aragón (Martínez
Bea, 2008), el análisis de sus conjuntos rupestres (muchos todavía por realizar al incrementarse de forma
muy notable el número de yacimientos en los últimos años) nos permitirá conocer mejor la realidad sociocultural de las sociedades prehistóricas y su evolución diacrónica, pero también subraya la necesidad
de reflexionar y revisar planteamientos teóricos y terminológicos que nos acercarán a una más acertada
definición del arte rupestre postpaleolítico.
AGRADECIMIENTOS
Nuestro agradecimiento a 3D Scanner Patrimonio e Industria, Spin-off de la Universidad de Zaragoza, así como a D.
Hilario Dalda por su inestimable ayuda durante el trabajo de campo y a Jorge Miranda en las labores de documentación.
Al Dr. José Luis Peña-Monné (Universidad de Zaragoza) por la información aportada acerca de los procesos geomorfológicos del soporte. Igualmente, consideramos en gran estima las observaciones realizadas por los revisores anónimos, mejorando el texto original.
El presente proyecto ha sido financiado por la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales (Ministerio
de Educación, Cultura y Deporte) (APM 39/44/2015). Asimismo, se enmarca en el seno del Proyecto “Transiciones
climáticas y adaptaciones sociales en la Prehistoria de la cuenca del Ebro” (HAR2014-59042-P), Grupo “Primeros
Pobladores del Valle del Ebro” (H-07, financiado por el Gobierno de Aragón y Fondo Social Europeo) e Instituto
Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA), Universidad de Zaragoza.
5
En el exterior del cerramiento, a ambos lados e incluso por encima del vallado, es posible observar numerosos graffiti realizados
fundamentalmente mediante grabado o piqueteado, todos ellos muy recientes, posteriores a 1991 (momento en el que se llevó a
cabo los trabajos de protección del abrigo).
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M. Bea, J. Angás, L. de Juan, A. B. Franco, I. A. Somovilla
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXXII, Valencia, 2018, p. 57-80
ISSN: 0210-3230 / eISSN: 1989-0508
Manuel BEA a, Jorge ANGÁS b, Laura de JUAN c, Ana Belén FRANCO c e Ion Ander SOMOVILLA c
Reestudio del conjunto
con grabados de tendencia naturalista
de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
RESUMEN: Se analiza uno de los conjuntos más paradigmáticos del arte rupestre de la Sierra de Albarracín,
la Fuente del Cabrerizo, que cuenta con dos figuraciones zoomorfas grabadas de tendencia naturalista. Estos
motivos han sido objeto de fuerte controversia acerca de su filiación dentro del denominado arte levantino,
siendo definidos como ejemplos singulares de grabados pertenecientes a este ciclo artístico. A pesar de que
algunos autores han apuntado la dificultad de enmarcar crono-culturalmente estos motivos, otros investigadores
han seguido defendiendo su adscripción al ciclo referido. La reciente documentación integral realizada en el
conjunto, mediante el uso de diferentes tipos de escáneres y el tratamiento digital de la imagen, así como
el análisis técnico y estilístico nos permite desvincular ambas figuraciones del denominado arte levantino.
Asimismo, se ha llevado a cabo un importante estudio acerca del estado de conservación del conjunto.
PALABRAS CLAVE: Arte rupestre, postpaleolítico, grabado, estilo, documentación geométrica, análisis
patologías, Sierra de Albarracín.
A restudy of the rock engravings of naturalistic tendency
from Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel, Spain)
ABSTRACT: The following is an analysis of one of the most interesting rock art shelters in the Mountain
range of Albarracín: Fuente del Cabrerizo. There are two different engraved motifs on the site. Even today,
more than 100 years after the discovery, there is a great controversy about the chrono-cultural classification
of those motifs in so-called Levantine Rock Art, being defined as singular examples of isolated Levantine
engravings. Despite the fact that some authors have pointed out the difficulty in dating these figures, some
others have insisted on their ascription to the artistic cycle. The recent documentation carried out on the site,
together with the use of different scanning systems, digital enhancement of the images, and the technique and
stylistic analysis of the figures, allows us to disassociate both motifs from the so-called Levantine rock art. At
the same time, an important study about the global preservation of the decorated group has been carried out.
KEYWORDS: Rock Art, post-palaeolithic, engravings, style, geometric documentation, pathology analysis,
mountain range of Albarracín.
a
b
c
Área de Prehistoria, Dpto. Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza, Grupo PPVE e IUCA.
manubea@unizar.es
Universidad Politécnica de Madrid, Escuela Técnica Superior de Ingenieros en Topografía, Geodesia y Cartografía.
j.angas@3dscanner.es
GeoArtec, Technical Solutions. Spin-off Universidad de Zaragoza.
geoartec@geoartec.com
Recibido: 23/04/2017. Aceptado: 30/06/2017.
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M. Bea, J. Angás, L. de Juan, A. B. Franco, I. A. Somovilla
1. INTRODUCCIÓN
A poco más de 2 km al Sureste de Albarracín en dirección a Bezas se abre al Este un espacio de gran riqueza
paisajística que conduce, a través de un camino debidamente señalizado, al barranco del Cabrerizo. El
conjunto se engloba en un espacio más amplio donde se concentran hasta 11 abrigos con manifestaciones
rupestres tanto levantinas como esquemáticas (fig. 1).
En el citado barranco surge una fuente de agua natural que da nombre al conjunto rupestre. En esta
misma surgencia se inicia el camino hacia el abrigo decorado, situado en sus proximidades y tal vez en
función de la propia presencia de la fuente. El conjunto se localiza al pie de una gran formación rocosa
de tendencia vertical, denominada “Peñalta del barranco del Cabrerizo”, que destaca majestuosa en el
paisaje. La monumentalidad aludida resultaba mucho más evidente a principios del siglo XX, con una
menor densidad de masa boscosa (fig. 2).
1.1. Historia de las investigaciones
Ya en fechas muy tempranas, en el ámbito de los estudios sobre arte rupestre en Aragón, se dan a conocer
los grabados de la Arriuela o de la Fuente del Cabrerizo. El conjunto fue descubierto en el transcurso del
estudio de los abrigos del Prado del Navazo y Cocinilla del Obispo realizados por Breuil y Cabré. En la
primera noticia publicada por el maestro francés se especifica que “nous avons trouvé une gravure rupestre,
profonde, absolument patinée de la couleur générale de la roche très dure, figurant un petit cheval très
artistement exécuté” (Breuil, 1910: 371). Sin embargo, muy poco antes, el propio Cabré ya había hecho
referencia al motivo de équido grabado (Cabré, 1909-1910), publicando con mayor detalle junto a Breuil la
representación referida, aportando además un calco de la misma (Breuil y Cabré, 1911: 647, fig. 3).
En las primeras publicaciones (Cabré, 1909-1910; Breuil, 1910; Breuil y Cabré, 1911) el único motivo
referido es el équido. En las dos firmadas por Breuil es éste quien aparece como el descubridor del conjunto,
información que no aparece referida en la primera obra de Cabré. En esas tres publicaciones la descripción
aportada es bastante sucinta, limitándose casi exclusivamente a referir la especie animal y la técnica de
ejecución.
Fig. 1. Localización del abrigo de Fuente del Cabrerizo en relación con otros conjuntos rupestres de Albarracín.
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
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Fig. 2. Izquierda: Peñalta del
barranco del Cabrerizo (según
Cabré, 1915: lám. XVI) a
cuyo pie se abre el conjunto
decorado. Derecha: imagen
actual cercana de la formación.
Abajo: detalle del cerramiento
del abrigo de la Fuente del
Cabrerizo.
La Fuente del Cabrerizo será un elemento recurrente en diversos estudios sobre arte rupestre a lo
largo del tiempo. Lo es en la obra de conjunto de Cabré (1915: 181-183), en la que aporta un nuevo y
más completo calco. Este estudio será tomado como referencia por parte de otros investigadores. Así,
Obermaier (1916, 1924), a partir del calco de Cabré de 1915 y la puesta en común con el previo de Breuil y
Cabré (1911), identifica el motivo como un asno salvaje o “la representación típica de onagro” (Obermaier
y Wernert, 1919: 83; Obermaier, 1924: 254, fig. 119). Especie que según su valoración determinaría la
cronología paleolítica de la representación.
Poco después, y producto de una nueva campaña de documentación llevaba a cabo por HernándezPacheco (1924: 136-137), surge la primera discrepancia en la identificación del cuadrúpedo. Los trabajos
de documentación y la confección de nuevos calcos, “en unión a los ayudantes Benítez Mellado y F.
Hernández-Pacheco”, permitirán al citado investigador definir la figura como la de un caballo, subrayando la
postura adoptada con anterioridad por Breuil y Cabré (fig. 3). Hernández-Pacheco definiría el motivo como
de estilo tosco y desproporcionado e incluso “confuso en la parte del cuello y cabeza”, siendo estilística y
técnicamente muy diferente de los paleolíticos y del arte levantino. Estos aspectos le permiten apuntar que
“muy bien pudiera ser posterior a las edades líticas” (Hernández-Pacheco, 1924: 308; 1959: 308).
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M. Bea, J. Angás, L. de Juan, A. B. Franco, I. A. Somovilla
Fig. 3. Evolución de los calcos del équido de la Fuente del Cabrerizo: 1 Según Cabré, 1909-1910; 2 según Breuil y Cabré,
1910; 3 según Cabré, 1915; 4 según Hernández-Pacheco, 1924; 5 según Dams, 1984: fig. 101; 6 según Collado, 1992.
Ya desde estos primeros momentos se manifiesta la dificultad de enmarcar crono-culturalmente el
conjunto rupestre de la Fuente del Cabrerizo. Complejidad que se refrenda en la producción bibliográfica
posterior, especialmente en la generada por algunos investigadores, como Beltrán. Este autor llega a
considerar las figuras grabadas como representaciones “post-levantinas” e incluso de la Edad del Hierro
(Beltrán, 1968a: 25), todo ello sin dejar de afirmar un posicionamiento a favor de su clasificación como
auténticos motivos levantinos y “más o menos contemporáneas de la fase de grandes animales escasamente
movidos o estáticos” (Beltrán, 1986: 38). Algo similar encontramos en los trabajos de Almagro, quien los
define como “de los pocos grabados aislados del arte rupestre del levante español” (Almagro, 1970: 365),
para referirse más tarde a ellos como “torpes y seguramente tardíos” (Almagro, 1954: 12 y 1970: 377). En
estudios posteriores se definen como “tosquísimos” y “de estilo difícilmente relacionable con las pinturas
de los abrigos próximos, por lo que no deben extrañar las dudas que a veces se oponen a su cronología”
(Beltrán, 1982: 20). A pesar de ello, se continuarán definiendo como “los únicos grabados autónomos
que existen en el arte levantino” (Beltrán, 1985: 132; 1986: 37; 1993: 49-50; 2003: 49), considerando
injustificadas las sospechas sobre la adscripción estilística y cronológica de las manifestaciones referidas
(Beltrán, 1993: 152).
La determinación levantina de estos grabados (Almagro, 1970: 364-365; Beltrán, 1963, 1986, 1993,
2003), encontraría apoyo en otros estudios (Piñón, 1982; Dams, 1984: 113; Collado 1992: 27; Royo, 2004:
52 y 71). Piñón concreta parcialmente esta filiación al destacar las evidentes diferencias tanto técnicas como
estilísticas existentes entre las figuras grabadas del équido y del cérvido. Se apoya, además, en el hecho de
que en otras representaciones levantinas con empleo del grabado éste resulta “fino y superficial” como el
del ciervo, de manera que los grabados de la Fuente del Cabrerizo serían difícilmente paralelizables entre
sí. Así, asigna el grabado del ciervo al arte levantino y el del caballo a un momento posterior de cronología
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
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incierta (Piñón, 1982: 201). Es precisamente la sensación de imprecisión, al definir estos motivos, lo que
se desprende de forma generalizada en otros estudios (Beltrán, 1993: 152; Utrilla, 2000: 33; Martínez Bea,
2004: 85-86; Gómez y Royo, 2008: 164), especialmente acerca del cérvido (Dams, 1984: 113) (fig. 4).
El excelente estudio de Piñón sobre los conjuntos rupestres de la Sierra de Albarracín se centra,
esencialmente, en los abrigos pintados, tratando a modo de apéndice aquellos con grabados. Sólo por ello se
entiende la escasa extensión dedicada a estos motivos en su brillante monografía, sin que en ésta aparezcan
calcos de los mismos, más allá de una serie de trazos realizados directamente sobre fotografías (Piñón,
1982: 202). Con todo, lo interesante es la descripción que realiza sobre ambos motivos. Así, para el caballo
tan sólo apunta el uso de un grabado más profundo, grueso y de sección en “U”, sin especificar la existencia
de pequeños trazos internos para representar el pelaje. Para el cérvido refiere el uso de un grabado de línea
fina y superficial (Piñón, 1982: 199). Sin embargo, en la aportación gráfica publicada por el autor es posible
observar ya el piqueteado del contorno del cérvido (Piñón, 1982: 202, Lám. XV.5), en el que nos centramos
más adelante y que enmascararía la morfología original del motivo.
En el trabajo de síntesis llevado a cabo por Dams (1984) encontramos una descripción muy interesante
relativa a la figura del cérvido. Así, se apunta expresamente el uso del piqueteado en su confección (Dams,
1984: 113), técnica referida en muy pocos estudios posteriores (Alonso 2003: 279; Grimal, 2003: 310).
Asimismo, Dams aporta un interesante calco del motivo que, aunque sintético, refleja bien la morfología
global del mismo y, sobre todo, la técnica de realización.
Fig. 4. Evolución de los
calcos del zoomorfo del
panel 2 de la Fuente del
Cabrerizo:
1 Según Cabré, 1915;
2 según Almagro, 1970;
3 según Dams, 1984;
4 según Collado, 1992.
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M. Bea, J. Angás, L. de Juan, A. B. Franco, I. A. Somovilla
Un trabajo de revisión más reciente fue el llevado a cabo por Herrero et al. (1994) y publicado por
Collado (1992). En éste se propone una versión de la representación del cérvido más próxima a la expresada
por Dams. Los calcos de esta última propuesta obedecen de mejor manera al carácter tosco y poco cuidado
de los motivos.
2. ESTUDIO Y DOCUMENTACIÓN DEL CONJUNTO
El estudio y documentación del abrigo de Fuente del Cabrerizo se enmarca en la Fase III de análisis de los
conjuntos rupestres del término de Albarracín, llevada a cabo en 2015-2016.
La metodología aplicada para el estudio del conjunto rupestre se ha centrado en dos líneas bien
diferenciadas. Por un lado descansa en técnicas de documentación geométrica (láser escáner y escáner de
luz blanca estructurada) así como en el tratamiento digital de las fotografías. Las características técnicas en
la confección de los motivos estudiados ha motivado la necesidad de adaptar la metodología documental
a la realidad arqueológica (Angás, 2016). Así, nos hemos apoyado más en el análisis y tratamiento digital
a partir de los modelos tridimensionales generados, esencialmente los obtenidos por el escáner de luz
blanca estructurada, que aporta una mayor resolución, y a la fotogrametría para la obtención de imágenes
ortorrectificadas de los paneles. Se ha recurrido igualmente a la confección del calco digital y al tratamiento
de las fotografías mediante DStretch®, cuya aplicación al estudio de grabados se ha mostrado altamente
interesante (Caldwell y Botzojorns, 2014; Cassen et al., 2014; Robin, 2014; Defrasne, 2014).
Por otro lado, se ha llevado a cabo una labor de documentación orientada a conocer las patologías
existentes en el abrigo. Así, se ha tratado de establecer la distribución, concentración y naturaleza de sales y
humedades de los sustratos rocosos, su caracterización petrográfica. También se han generado cartografías
alterológicas a partir de análisis visuales e inspección gráfica mediante termografía de infrarrojos.
2.1. Descripción del conjunto
El abrigo, orientado al Noreste, cuenta con unas dimensiones notables, 12 m de longitud máxima,
localizándose en la base de un alto farallón rocoso. No es demasiado profundo, aunque la visera protege el
espacio interior de la lluvia. La morfología en “V” del barranco actúa también como un agente de protección
ante las condiciones climáticas externas, sobre todo del viento. Este emplazamiento pudo determinar, junto
a la existencia cercana de la surgencia de agua, que se construyera en torno a él un cerramiento de piedra
para guardar el ganado.
En virtud de una gran diaclasa vertical es posible apreciar dos zonas bien marcadas dentro el abrigo (fig. 5):
el panel 1 se localiza a la derecha de la fisura; mientras que el panel 2 se localiza en el extremo opuesto.
2.2.1. Descripción de los motivos
Panel 1
El motivo 1 del panel 1 representa a un cuadrúpedo, muy probablemente un équido, orientado hacia la
izquierda (fig. 6.1). Cuenta con unas dimensiones notables (48,6 cm de longitud máxima y 42,5 cm de
altura máxima) pero sus proporciones no dotan al motivo de un gran naturalismo, tal vez determinado
por el piqueteado sufrido en momentos recientes. Las patas resultan bastante finas en comparación a la
robustez del cuerpo, sin detalles anatómicos o de indicación de acción alguna, más allá de la plasmación de
los cascos de perfil y de cierta curvatura que elimina una rigidez excesiva de las extremidades. Éstas parten
del cuerpo desde puntos bien diferenciados entre sí, al contrario de lo generalmente observado para los
motivos pintados. En éstos las patas (sobre todo las delanteras) parten de un punto común o de proximidad,
conformando un ángulo más o menos agudo.
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
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Fig. 5. Ortofoto rectificada del abrigo de la Fuente del Cabrerizo con indicación de los dos paneles grabados.
El cuerpo aparece masivo, con el pecho redondeado y el cuarto trasero poco definido en la unión entre el
anca y la cola, determinado por la afección del piqueteado reciente. La cola es igualmente fina y muy larga,
cayendo por detrás y en paralelo a los cuartos traseros hasta casi la altura de los cascos.
Tan sólo en las extremidades, panza y cola es posible apreciar un surco profundo y de sección en “U”,
pudiéndose ver en el interior del surco unas marcas que apuntan a que esta zona fue terminada mediante
abrasión.
El resto del cuerpo (pecho, grupa, curva cérvico-dorsal) así como el cuello y la cabeza parecen contar
con unos límites externos algo más marcados, rehundidos. Esto apuntaría a que pudieran haber contado
igualmente con un grabado algo más profundo, similar al observado en las partes referidas anteriormente y
descritos en estudios previos (fig. 7). Sin embargo, estas zonas han sido indefectiblemente afectadas por un
piqueteado general que habría disimulado el surco original, llegando a modificar el correcto desarrollo de
la línea dorsal y de la parte frontal del cuello.
Éste se representó erguido con una forma ligeramente sinuosa, adoptando una morfología de progresivo
estrechamiento hacia la cabeza. Ésta se muestra de proporciones reducidas y forma triangular, con dos
pequeñas orejas dispuestas en “V” (fig. 8).
En la zona alta del cuello, casi en la confluencia con la oreja derecha, se aprecia una serie de nueve
pequeños y finos trazos paralelos, dispuestos horizontalmente y muy afectados por un piqueteado. Estos
trazos podrían corresponderse con los observados por Breuil y Cabré.
Trazos similares, aunque más dudosos, podrían observarse en la parte inferior de la cabeza. Su
localización, fuera de los límites de ésta, hace que su correspondencia con las barbas observadas en los
estudios pioneros no pueda ser refrendada.
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Fig. 6. 1 Fotografía del équido (motivo 1); 2 fotografía del posible cérvido (motivo 2).
Fig. 7. Calco del équido (motivo 1) de Fuente del Cabrerizo.
En general, las proporciones que guarda la figura se muestran relativamente correctas, participando en
su confección determinados detalles como la crinera, las orejas, el hocico y las pezuñas. El sexo del animal
representado en los calcos antiguos no se pudo documentar en la revisión del conjunto, en la misma línea
que lo referido por Hernández-Pacheco, Dams y Collado.
Todas las publicaciones que contienen referencias a este motivo apuntan a que la técnica de confección
del mismo es la del grabado mediante incisión profunda y ancha. Sólo en el estudio de Cabré se hace
referencia al uso de incisiones cortas y superficiales para marcar el detalle del pelaje en el cuerpo y cuello.
Este tratamiento no aparece recogido ni en los calcos previos al citado (Cabré, 1909-1910; Breuil y Cabré,
1911) ni en los posteriores1 (Hernández-Pacheco, 1924; Almagro, 1970; Dams, 1984; Collado, 1992). Así,
debemos destacar la descripción llevada a cabo por Cabré quien señala que se ha plasmado “el pelo del
1
Debemos apuntar que los calcos aportados por Hernández-Pacheco (1924) y Almagro (1970) son en realidad el mismo, realizado
por Benítez Mellado, si bien en la publicación de Almagro se aprecian algunos detalles del interior del cuerpo del équido que
no resultan tan manifiestos en el primero de los trabajos. Este aspecto se entiende sólo por una dispar calidad en la reproducción
gráfica de las publicaciones.
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
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Fig. 8. Izquierda: fotografía de la cabeza del équido.
Derecha: fotografías con tratamiento digital de imagen
que permiten observar detalles de la técnica empleada en
su confección.
interior del cuerpo por infinidad de cortos trazos” (Cabré, 1915: 182). En el estudio del propio Cabré se
apunta a que el contorno del caballo muestra un grabado profundo, lo cual se expresa en el calco que
publica. En éste se observa perfectamente delimitada la silueta del animal excepto en aquellas zonas (barba
y crinera) en la que se emplean pequeños trazos paralelos para representar el pelo. La técnica empleada
para la plasmación del pelaje, a base de cortos y finos trazos, apenas si es referida en los estudios sobre el
conjunto, más allá de lo ya referido por el propio Cabré y alguna otra mención realizada por Beltrán. Éste
recoge la definición original pero, muy probablemente, sin haber llevado a cabo una revisión documental
personal del motivo (Beltrán, 1963: 186 y 1993: 152).
Hoy en día resulta complicado observar un trazo profundo más allá de la mitad inferior del équido
(patas, panza y cola), quedando el resto de la figura muy difuminada por lo que parece un trazo piqueteado.
Éste no sólo se habría realizado sobre la mitad superior del motivo, sino también en el interior del mismo
y zona inmediata del contorno, especialmente cabeza y cuello. Esto afecta de forma evidente al correcto
visionado de sus formas y determinados detalles, como la crinera y barbas.
En el interior del cuerpo se advierte un elemento lineal grabado y fino de sección en “V” y disposición
horizontal. El extremo izquierdo se bifurca en dos trazos diagonales de desarrollo opuesto con 1,45 cm de
longitud y cuyo extremo adopta en ambos casos un nuevo giro para retomar una disposición horizontal
del trazo alcanzado los 1,7 cm de longitud. El elemento grabado completo cuenta con 11,7 cm de longitud
máxima. Ignoramos por completo el significado de este elemento, si bien su realización es posterior al
piqueteado general aludido con anterioridad.
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A continuación de los cuartos traseros del motivo se aprecian una serie de marcas muy tenues. Fueron
realizadas con un instrumento duro, una especie de arañado, pues no llega a ser grabado propiamente dicho.
La dificultad en la lectura de estos trazos resulta manifiesta. Sólo mediante tratamiento digital de la imagen
es posible intentar una descripción de los mismos, en todo caso dudosa. Así pues, resulta posible apreciar lo
que podrían interpretarse como, al menos, dos números: “1” y “8” seguidos de un tercer elemento, bastante
perdido, que recuerda a un “8”. Podrían interpretarse, quizá, como las cifras de una fecha (fig. 9.1 y 9.3).
Un último trazo de tendencia vertical y piqueteado aparece a unos 6 cm a la derecha de los cuartos
traseros del équido.
Panel 2
En el otro extremo del abrigo se realizó la figura de un zoomorfo en actitud estática (fig. 5.2). Este segundo
motivo se localiza próximo a la entrada del cerramiento, a 201 cm de altura con respecto al suelo actual.
Tan sólo se documenta una única figura (motivo 2) en una superficie de 150 cm de longitud y 36 cm de
altura cercana a una visera y a la diaclasa vertical que divide el abrigo. Esta proximidad determina una
mayor humedad en la zona, lo que confiere a la roca una coloración más oscura, con posibles crecimientos
de líquenes junto a bandas de eflorescencias salinas.
Es Cabré quien aporta la primera descripción del motivo, y entendemos que es él el descubridor del
mismo, quizá durante los trabajos de revisión que realizara en el abrigo tras la primera breve nota publicada
con Breuil. En todo caso, Cabré no especifica que sea él el descubridor de la figura, ni que llevara a cabo una
Fig. 9. 1 y 3 Posibles números grabados a la derecha del équido; 2 y 4 fecha escrita en lápiz debajo del motivo del
zoomorfo del panel 2. Fotografías 3 y 4 tratadas digitalmente.
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
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campaña de estudio posterior a la visita de Breuil, pero tanto la noticia que aporta como el calco revisado
del équido que publica (Cabré, 1915) nos invitan a pensar en esta posibilidad. El citado autor define al
cérvido como “ni tan arcaico ni tan rudo de ejecución” en comparación al équido del mismo abrigo, siendo
“más fino de línea y superior en vida y movimiento, por la actitud esbelta en que aparece con la cabeza
levantada, recordando pictografías magdalenienses de Calapatá, Charco del Agua Amarga, Cogul, Alpera,
etc.” (Cabré, 1915: 183).
Sorprendentemente, en la revisión del abrigo llevada a cabo por Hernández-Pacheco en 1924 no se
hace referencia alguna a esta figura. Así, se adolece de una revisión gráfica del motivo hasta los trabajos de
Almagro (1970), Piñón (1982), Dams (1984) y la revisión realizada por el equipo de Herrero y Collado en
la década de los 90 del siglo XX (Collado, 1992).
El mayor interés lo encontramos, precisamente, en un trabajo de Almagro en el que, sin embargo,
apenas dedica unas líneas a la Fuente del Cabrerizo, sin que se lleguen a describir estilísticamente ni a hacer
mención de la técnica empleada, más allá de definirlos como “grabados”. La importancia del trabajo reside
en el calco que aporta del ciervo (Almagro, 1970: 365, fig. 425). En éste se aprecia la existencia de dos
figuras bien diferenciadas. Por un lado el ciervo, con una morfología similar a la referida en otros estudios,
quizá incluso algo más tosco en la representación de las patas. Es posible advertir el uso de grabado lineal
fino para la confección de la silueta del animal, en algunas zonas de trazo discontinuo, pero también una
serie de trazos cortos a modo de relleno interior en toda la figura. Algunas de estas marcas parecen ser
cortos trazos lineales mientras que otras obedecen más a un patrón típico de piqueteado. Se representan
también las astas, aunque los candiles aparecen figurados en el sentido contrario a como aparecían en el
calco de Breuil y Cabré; y se plasmó también una cola larga y de aparente trazo múltiple.
Pero junto a esta figuración, siempre atendiendo al calco de Almagro, se aprecian también unos trazos
lineales finos que conforman un motivo zoomorfo de mayores dimensiones en relación directa con la
representación previa. Estos trazos conformarían los cuartos traseros de un cuadrúpedo, arranque de las
patas traseras, lomo y vientre. Quizá, parte de los grabados de la mitad delantera del ciervo pudieran haber
formado parte de este zoomorfo. No es posible saber, a partir exclusivamente del calco, la superposición
existente entre los dos motivos, sin que hayamos encontrado descripción alguna de esta figura. En realidad,
más allá de este calco, no existe ninguna mención, previa ni futura, de la existencia de esa segunda
representación.
En los estudios posteriores de Dams y de Collado queda patente que la representación resulta poco
agraciada desde un punto de vista estético y de ejecución. Ya no se plasman de forma clara las astas que
definirían al animal como ciervo y se sigue apuntando la existencia de una larga cola, a partir de la cual su
identificación como cérvido debería ser matizada. En esta línea, Alonso ya apuntó que la “especie no puede
determinarse con seguridad” (Alonso, 2003: 279).
En cualquier caso, y a pesar de que el modo de representación del calco publicado por Collado resulta
demasiado simplificado, la técnica empleada en la realización del motivo queda suficientemente bien
reflejada. Así, según el estado actual de conservación sólo es posible apreciar un grabado somero de la roca,
probablemente realizado mediante la aplicación directa de un instrumento duro, que dejó un surco irregular
y ligero, sin que se pueda descartar el piqueteado superficial en algunas zonas.
El motivo se puede definir, en el estado actual de conservación, como un cuadrúpedo indeterminado
orientado a la izquierda y de pequeñas dimensiones (15,5 cm de longitud máxima y 16 cm de altura
máxima) (fig. 10). Su confección obedece a un estilo tosco, apenas si podría ser considerado de tendencia
naturalista, apreciándose una marcada desproporción en la representación del cuello. Éste aparece erguido
y ancho, prácticamente vertical, con la cabeza alzada, sin que resulte posible apreciar el cierre del morro,
quizá pretendiendo representar la boca abierta, o tal vez porque nunca se llegara a completar. Unos trazos
aparecen en la parte alta de la cabeza, pudiéndose corresponder con las astas del animal. La tosquedad de
su confección hace difícil precisar más acerca de su naturaleza, descartando por completo la pretendida
cuidada realización y naturalismo de éstas aludidos en el estudio de Cabré.
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Fig. 10. Calco del zoomorfo (motivo 2) de Fuente del Cabrerizo.
Fig. 11. Referencia del grabado lineal y fino conservado en el motivo.
El cuerpo se realizó siguiendo unas convenciones igualmente toscas, marcando la separación entre el
lomo y los cuartos traseros. Sin embargo, no se plasman demasiados detalles anatómicos más allá de la
representación de las diferentes partes del ejemplar. Así, las cuatro patas se definen como meros trazos
lineales verticales, si bien las traseras adoptan una ligera curvatura hacia la derecha. La cola se presenta
larga, cayendo en paralelo, ligeramente abierta, a los cuartos traseros, y con la misma anchura de trazo
que las patas. En modo alguno resulta posible apreciar rasgos o detalles naturalistas como los corvejones,
pezuñas o el ojo del animal. Sólo en la parte alta delantera del cuello y mandíbula inferior puede intuirse
un trazo lineal fino que podría corresponderse con el de la figura original (fig. 11). En el resto del motivo,
especialmente en el contorno del mismo pero también en parte del interior, lo único que se aprecia es un
grabado superficial (quizá ligero piqueteado) que pensamos podría haber sido realizado directamente sobre
el grabado fino descrito por Cabré.
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1
2
3
4
Fig. 12. 1 Imagen al microscopio petrográfico del sustrato rocoso de la zona. Se observa la textura granosostenida
de la roca, con esqueleto principalmente constituido por granos de cuarzo de 400mm de tamaño medio. Aumentos
2X, nícoles cruzados. 2 Imagen al microscopio petrográfico del sustrato rocoso. Detalle de la superficie externa de la
muestra, con pátina de acumulación de óxidos de hierro y de minerales de la arcilla procedentes de la meteorización
de los feldespatos, lo que genera una costra endurecida con menor porosidad que la roca sin alterar. Aumentos 4X,
nícoles paralelos. 3 Imagen al microscopio petrográfico del sustrato rocoso. Matriz filosilicatada (Mf), compuesta
por minerales de la arcilla y procedente de la meteorización de los cristales de feldespato. Aumentos 10X, nícoles
cru¬zados. 4 Imagen al microscopio petrográfico del sustrato rocoso. Dos cristales de turmalina (T) entre cristales de
cuarzo (Q), feldespato y matriz arcillosa y cemento de sílice microcristalina. Aumentos 10X, nícoles cruzados.
Alrededor del motivo es posible apreciar pequeños saltados del soporte. Alguno parece adoptar una
disposición lineal, pudiendo igualmente haber sido realizados por acción antrópica. Asimismo, a escasos
centímetros por debajo del cuadrúpedo, se observa una fecha escrita en color negruzco, realizada con
lapicero o carboncillo, en la que se lee: “15 · VI · 43” (fig. 9.2 y 9.4).
2.2. Análisis de patologías
Dentro del estudio integral del conjunto se procedió a realizar análisis de patologías. En el sustrato rocoso de
conjuntos rupestres de la zona se observa una roca detrítica de tamaño de grano arena media (0,5mm), con
buena selección granulométrica, homogénea y compuesta principalmente por cristales de cuarzo. El color en
corte fresco es granate, 1,7YR 5,1/2,9 (Munsell) y 48,07/12,71/11,21 (en coordenadas L*A*B*). La cohesión
de la muestra es media, pudiendo disgregar algunos granos con la fricción de la mano.
Al microscopio óptico de luz transmitida, se trata de una roca detrítica de textura granosostenida de tamaño
de grano de arena media (400mm) con buena granoselección (fig. 12.1). El esqueleto (72,7%) está constituido
principalmente por cuarzo (87,8% del total del esqueleto), tanto monocristalino no ondulante (72,9%),
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Fig. 13. Cartografía de humedades
de la Fuente del Cabrerizo.
Arriba: Panel 1; abajo: Panel 2.
como policristalino (14,9%); óxidos de hierro (6,6%), feldespatos (4,9%) y, en porcentajes inferiores al 1%,
turmalina y moscovita (fig. 5.4). Presenta matriz filosilicatada (minerales de la arcilla) en un 8% del volumen
total, procedente de la meteorización de los feldespatos (figura 5.3). El cemento (10,4%) está compuesto por
un 8,0% de cuarzo sintaxial (crecimiento en continuidad óptica con los granos de cuarzo del esqueleto) y por
un 2,4% de cemento fibroso de calcedonia (sílice microcristalina). Los contactos entre clastos son de largos a
cóncavo-convexos. La morfología de éstos es, en general, angulosa y poco esférica, con un tamaño medio de
0,4 mm (tamaño de arena media), y una selección buena (0,35-0,5 según Compton, 1962). Se trata de una roca
detrítica de textura granosostenida, clasificada como Sublitoarenita (Folk, 1974).
Se observa en la superficie externa de la muestra (fig. 12.2) una pátina de acumulación de óxidos de
hierro donde la meteorización de los feldespatos a minerales de la arcilla alcanza hasta 1 mm de espesor,
pudiendo ser el factor que genere las descamaciones que se observan en los abrigos rupestres de la zona. La
acumulación de óxidos puede favorecer el endurecimiento de esta superficie, y la formación de minerales
de la arcilla a partir de los feldespatos puede reducir la porosidad de la superficie de la roca, impidiendo la
evaporación de la humedad del interior de la misma.
Junto a la caracterización del soporte rocoso, se llevaron a cabo cartografías de sales y humedades con las
que plasmar gráficamente su distribución en el paramento, con especial atención en las zonas de los paneles
decorados. La toma de datos para la realización de dichas cartografías se llevó a cabo el 25 de febrero de 2016.2
2
Según los datos obtenidos en datosclima.es, registrados en la estación meteorológica 8354X Albarracín, la semana previa a la
toma de datos no se produjeron precipitaciones importantes y la temperatura media sufrió un aumento durante esos días.
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Fig. 14. Cartografía de sales
de la Fuente del Cabrerizo.
Arriba: Panel 1; abajo: Panel 2.
Atendiendo a las humedades registradas en el panel 1 se observan, en general, valores de humedad
medio-altos (4-10%), a excepción de varios puntos situados en la mitad superior del abrigo, donde los
valores son medio-bajos (2-4%). Si nos centramos en los valores de humedad de la zona del grabado, el
intervalo se sitúa en el medio-bajo (2-4%), aunque muy cerca de puntos donde la humedad es mayor, parte
inferior y lateral derecho (fig. 13).
Para el panel 2 se observaron valores medios en el intervalo del 4-10% de humedad. Los puntos donde
los valores de humedad son más elevados (10-20%) se sitúan en la zona cercana al suelo del abrigo, donde
pueden observarse plantas trepadoras. Centrados en el motivo grabado, los puntos de medida ofrecen
valores medio-altos de humedad (4-10%), valores que se vuelven inferiores conforme nos desplazamos
hacia la izquierda.
En cuanto a los análisis de distribución de sales, los valores de salinidad obtenidos en el abrigo, en
general, no resultan demasiado elevados. En el panel 1 es donde se registraron los valores de salinidad con
mayores porcentajes, situándose en un intervalo entre 300 y 500 microsiemens, encontrándolos tanto a ras
de suelo como más puntualmente en la mitad superior del abrigo (fig. 14). Los valores de salinidad de la
zona donde se encuentra el équido grabado son bajos (0-80 microsiemens).
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En el panel 2 observamos tres puntos donde los valores de salinidad son máximos (500-900
microsiemens), situados a distintas alturas. La mayoría de los valores de salinidad se encuentran en un
intervalo medio-alto (150-900 microsiemens), mientras que la figura del ciervo se encuentra en una zona
donde los valores de salinidad son medio-bajos (0-150 microsiemens).
Atendiendo a la distribución de patologías en el panel 1 se puede determinar que el grabado, en
general, presenta un buen estado de conservación, la superficie es coherente y no presenta arenización.
Con todo, en el panel se aprecia la existencia de algunas grietas con cierto riesgo de desprendimiento,
si bien por su localización no afectarían al grabado. Centrándonos en el motivo propiamente dicho, y a
partir del análisis de termografía de infrarrojos, es posible apreciar pequeñas formaciones que derivaran
en descamaciones, sobre todo en la base del panel, pudiendo afectar a las patas delanteras y cola del
équido. Un efecto a destacar es la incidencia de la erosión en la laminación natural de la roca, lo que
provoca un bandeado que afecta ya al motivo grabado y cuyo avance podría generar la formación de
pequeños alveolos e incluso taffonis.
En el panel 2 se aprecia igualmente cohesión en la superficie, sin muestras de degradación directa. Sin
embargo, se observaron muchos más deterioros circundantes, siendo destacables las descamaciones (de
pequeña y gran entidad). Junto a este proceso, se ha podido determinar también la presencia de eflorescencias
salinas en el margen inferior derecho del panel decorado.
3. DISCUSIÓN
Desde el punto de vista temático-estilístico, los motivos de Fuente del Cabrerizo no encuentran buen
acomodo en el contexto artístico de la Sierra de Albarracín. En relación con el motivo 1, las representaciones
pictóricas de équidos en la zona resultan minoritarias con respecto a otras especies animales (bóvidos,
cérvidos, cápridos). Con todo, y desde una perspectiva global, en la Sierra de Albarracín se documenta
el 62,5% de las figuraciones de équidos de Aragón (Bea y Angás, 2016a: 124). Entre éstas las hay
de buena factura, naturalistas y de proporciones correctas en los abrigos de Medio Caballo, Arquero
de los Callejones Cerrados en Albarracín, o Prado de los Arejos I en Tormón (Bea y Angás, 2015).
También se plasmaron otros équidos siguiendo unos patrones estilísticos más toscos y menos delicados,
como se observa en Abrigo de los Dos Caballos, Tío Campano y Doña Clotilde, sin que en estos casos
consideremos posible su adscripción al ciclo levantino clásico (fig. 15). Más allá de la serranía en el que
nos centramos, los motivos de équidos en territorio aragonés resultan escasos, tal y como se constata en
el panorama levantino global, casi todos ellos acordes con un estilo poco naturalista (Los Borriquitos,
Trepadores, Chaparros, Selva Pascuala).
Más allá de discrepancias formales debidas a la técnica empleada en su confección, el équido grabado
de Fuente del Cabrerizo no parece guardar similitudes estilísticas con aquellos otros pintados. Ni con los
motivos más naturalistas de los citados ni con aquellos más toscos. Su emplazamiento y aislamiento, en la
zona alta del extremo del abrigo, tampoco concuerda con lo observado para el resto de équidos pintados
de la zona. Éstos no aparecen representados de forma aislada, sino en grupo o, al menos, en contextos
acumulativos (escénicos o no). Así, varios individuos fueron representados en el abrigo del Medio Caballo
(aún en diferentes paneles), y lo mismo ocurre en el Abrigo de los Dos Caballos, en el del Arquero de los
Callejones Cerrados (junto a otras figuras humanas y animales) o en el de Arejos I (con zoomorfos pintados
que formarían parte del mismo conjunto). En todos estos casos, los motivos aparecen en zonas medias-bajas
de los abrigos, algunos incluso a escasos centímetros del suelo en el techo de la cornisa.
La temática del ciervo en el arte rupestre de tendencia naturalista postpaleolítico es una de las más
destacadas. En general, estos motivos gozan de un marcado predominio sobre las otras representaciones
contenidas en el conjunto, cuando no aparecen aislados. Ocupan los espacios preeminentes de los abrigos,
las zonas altas y centrales de los mismos, e incluso se singularizan al representarse en hornacinas. Las
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
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Fig. 15. Ejemplos de representaciones de équidos de la Serranía de Albarracín: 1 Fuente del Cabrerizo; 2-4 Medio
Caballo; 5 Arquero de los Callejones Cerrados; 6 Prado del Navazo; 7 Prado de Arejos I; 8 Tío Campano; 9 y 10 Dos
Caballos; 11 y 12 Doña Clotilde. Los calcos no están a escala.
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representaciones de cérvidos en Aragón cuentan con unas dimensiones medias de 25,5 cm de longitud,
caracterizándose aquellas de mayores dimensiones por una actitud majestuosa, ya sea estática o en
movimiento, y un gran cuidado en su ejecución. Ninguno de estos rasgos distintivos se documentan en el
ejemplar de Fuente del Cabrerizo.
A partir de los restos del motivo 2 observables en la actualidad, no hay ningún ejemplar pintado de esta
especie en el territorio analizado que pudiera citarse como paralelo. La longitud de la cola imposibilita,
de entrada, su definición como cérvido. Sin embargo, debido a que esta interpretación ha sido la
tradicionalmente más extendida, se debe apuntar que, con algunas excepciones toscas o subnaturalistas
(Abrigo del Ciervo, Tío Campano), este tipo de representaciones en la Sierra de Albarracín fueron realizadas
de forma naturalista –en ocasiones preciosista– bien proporcionadas, elegantes e incluso estilizadas (fig.
16). Destacan las de Prado de las Olivanas, Figuras Diversas, Medio Caballo y Arquero de los Callejones
Cerrados (Bea y Angás, 2016b) en el término de Albarracín; los de Paridera de las Tajadas y Contiguo a la
Paridera en Bezas (Bea y Angás, 2013); o Prao Medias en Tormón (Bea, 2014).
Desde una perspectiva territorial, se ha destacado para la mayoría de los conjuntos de Albarracín una
localización en zonas de fácil acceso, llanas o en barrancos poco abruptos (Cruz Berrocal, 2005; Martínez
Bea, 2005, 2008; Bea y Angás, 2016a: 125). Nuevamente, el conjunto de Fuente del Cabrerizo se desmarca
completamente de la tendencia general, ubicándose en un barranco en “V”, relativamente abrupto y de
acceso complejo. Esta localización contrasta abiertamente con la observada para los cercanos conjuntos de
la zona del Arrastradero, en abrigos más abiertos y accesibles, en una zona de formaciones de “callejones”
de arenisca en alto. Asimismo, para los conjuntos pintados se observa una tendencia a agruparse (zona
del Arrastradero, Tajadas de Bezas, Casa Forestal de Tormón), mientras que los grabados de Fuente del
Cabrerizo aparecen aislados en el desarrollo del barranco. El único elemento antrópico asociado al conjunto
en todo el barranco es, precisamente, el cerramiento para el ganado en el que se localiza. Atendiendo a este
particular, merece destacarse la realización del grabado en alto, como si se pretendiera hacer visible por
encima del muro de cerramiento aludido.
Desde el punto de vista técnico, atendiendo al motivo 1, merece la pena destacar que en ningún
momento se habla de la existencia de pequeños trazos grabados en el cuerpo y crin del animal. No aparecen
consignados en los calcos que se aportan, pudiéndose apreciar, además, algunas diferencias morfológicas
e incluso en el número de líneas grabadas entre las dos primeras versiones. Resulta igualmente interesante
destacar que tampoco aparece referida la figura de cérvido del panel 2.
Estos elementos, que no habrían sido percibidos por Breuil, aparecen bien reflejados en la monografía
de Cabré sobre el Arte Rupestre en España (Cabré, 1915). Asimismo, llama la atención la escasez de calcos
publicados de los motivos más allá de los realizados por Breuil y Cabré, Hernández-Pacheco y Dams, siendo
la versión más extendida y empleada la aportada por el arqueólogo turolense en 1915, fundamentalmente
por haber sido aprovechada en diferentes trabajos de Beltrán. Sin duda, haber seguido la descripción y la
interpretación aportada por el estudio referido, sin haber llevado a cabo un nuevo análisis de los motivos,
ha determinado una lectura no actualizada de los mismos. Así, se destaca el uso de un grabado fino y
superficial para la realización del motivo en los estudios de Cabré (1915), pero también en los de Beltrán
(1968a y 1968b) y Piñón (1982). No dudamos de la correcta interpretación por parte de los especialistas
referidos acerca del tipo de grabado empleado, pero no cabe ninguna duda de que no se corresponde con la
realidad actual. De este modo, encontramos pocas alusiones expresas al piqueteado del motivo de cérvido
(Dams, 1984: 113; Alonso, 2003: 279), sin que en éstas se mencione el grabado fino aludido en estudios
previos ni la evolución y naturaleza del cambio.
Acerca de los grabados naturalistas de adscripción finipaleolítica y levantina se circunscriben
exclusivamente –al menos de momento– a determinados conjuntos rupestres de las provincias de Teruel,
Castellón y Sur de Tarragona. Su tratamiento técnico y estilístico no coincide con los observados en el
caso de Fuente del Cabrerizo. Los trazos lineales finos visibles en la actualidad en el motivo 2 resultan tan
parciales y escuetos (no llegan a configurar elemento definible alguno) que no consideramos puedan ser
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
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Fig. 16. Ejemplos de representaciones de cérvidos de la Serranía de Albarracín: 1 Fuente del Cabrerizo; 2 y 3 Prao
Medias; 4 y 5 Barranco de las Olivanas; 6 Medio Caballo; 7 y 10 Paridera de las Tajadas; 8 y 9 Contiguo a la Paridera;
11 Arquero de los Callejones Cerrados; 12 Abrigo del Ciervo; 13 Tío Campano. Los calcos no están a escala.
paralelizados a los de otros conjuntos de grabados filiformes. En el caso que nos ocupa no se documentan
otros elementos técnicos (grabado estriado o trazo múltiple interior) o temático-figurativos (otros zoomorfos,
signos asociados) que pudieran aventurar una relación crono-cultural con grabados finipaleolíticos como
los de Abric d’en Melià (Guillem et al., 2001; Martínez-Valle et al., 2003), Cova del Bovalar (MartínezValle et al., 2008), Barranc de l’Espigolar (Guillem y Martínez Valle, 2009) o Abrigo de Llabería P-IV
(Viñas et al., 2012), o bien con los levantinos de Barranco Hondo (Utrilla y Villaverde, 2004), quedando
también lejos estilísticamente de los recientemente descubiertos en Cañada de Marco (Ruiz y Royo, 2016).
Estos conjuntos citados se caracterizan por haber sido realizados mediante grabados finos en el contorno e
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incisiones paralelas, trazos múltiples, trazos estriados y/o raspados en el interior. Nada de eso, excepto los
someros trazos del contorno ya mencionados, se observa en el motivo 2 de Fuente del Cabrerizo. Así pues,
con lo conservado, no resulta posible tratar de establecer algún tipo de afinidad entre el motivo que nos
ocupa y los grabados finipaleolíticos.
En síntesis, consideramos factible que el grabado fino pudo haber sido piqueteado en un momento entre
finales de la década de 19703 y 1984,4 alterando la morfología inicial del motivo 2, tal vez tratando de imitar
la forma del motivo 1 (como podría desprenderse de la larga cola).
Esta misma tipología de motivo (tosco en sus formas) y la misma técnica (piqueteado) la documentamos
igualmente en el motivo 3 del Huerto de las Tajadas de Bezas. Al respecto, debemos destacar la factura
actual de dicho elemento gráfico que, tal y como se ha propuesto, debió de haber sido realizada entre 1952
y 1982 (Bea y Angás, 2013 y 2015: 53), idea confirmada posteriormente por D. Julián Sánchez Villalba,
vecino de Bezas (Sánchez Villalba, 2013).
Nuevamente nos encontraríamos ante un caso de flagrante vandalismo, con el agravante de haberse
realizado directamente sobre un posible motivo rupestre preexistente, haciéndolo desaparecer casi
completamente.
4. CONCLUSIONES
Como se ha remarcado en otros estudios, no podemos por menos que subrayar la idea, ya apuntada por
Piñón, de que el conjunto rupestre de la Sierra de Albarracín parece formar parte de una misma y original
“comunidad ideológica y conceptual en la que permanecen vigentes unos usos y costumbres” (Piñón,
1982: 196). Una realidad perfectamente aplicable para el conjunto pictórico de la sierra a partir de los
diferentes rasgos que lo definen: temáticos, estilísticos, de distribución interna, técnica y color. Se define
como un núcleo singular para el que se aprecia, aun contando con algunos nexos de unión con conjuntos
de otras zonas geográficas (casi siempre vecinas), una línea bien diferenciada en el desarrollo global del
denominado arte levantino.
El caso que nos ocupa, relativo a los grabados de la Fuente del Cabrerizo, es bien diferente. Éste sólo
se entiende dentro del núcleo rupestre de Albarracín en la medida en que se ha considerado levantino por la
tradición investigadora, pero que se debe apreciar como una singularidad en sí mismo.
Al margen de atribuciones crono-culturales, resulta muy importante poder determinar la acción antrópica
reciente en el abrigo de la Fuente del Cabrerizo. En los dos motivos se puede observar una acción vandálica,
quizá no pretendida en sentido estricto del término por quien la llevara a cabo pero que, en todo caso, ha
propiciado la pérdida total de la forma original del motivo 2 y el aspecto global del motivo 1.
3
4
Parte del piqueteado podría haberse llevado a cabo antes, como parte del relleno interior del cuerpo según se puede colegir del
calco de Almagro (1970), pero en ese momento el perfilado de la figura se muestra realizado a partir de trazos grabados lineales
y finos, sin que se pueda advertir (siempre según el mencionado calco) piqueteado alguno sobre los mismos. En la Tesis de
Licenciatura de Piñón, presentada en 1979 en la Universidad Autónoma de Madrid y publicada como monografía en 1982, sin
apenas cambios sustanciales respecto al trabajo académico, según apunta M. Fernández Miranda, se especifica que el motivo
de cérvido fue realizado mediante una “fina incisión superficial” (Piñón, 1982: 199). Con todo, en el complemento gráfico que
aporta el autor es posible apreciar algunos elementos piqueteados del zoomorfo, junto a un trazo lineal y fino que delimitaría el
cuello, la curva cérvico-dorsal, cuartos traseros y patas. Resultaría factible que, a pesar de que en el estudio no se hace mención al
piqueteado del motivo, éste podría colegirse, al menos parcialmente, de la aportación gráfica del propio autor, aspecto por el que
el la incisión superficial ancha pudo haberse llevado a cabo con posterioridad al calco presentado por Almagro. Debemos recordar
que el cerramiento del conjunto fue llevado a cabo en 1991-1992 (Herrero et al., 1994: 31), momento muy posterior a la posible
acción vandálica aludida.
En este año se publica el estudio de Dams en el que ya se hace mención expresa al piqueteado del ciervo sin comentar para nada
la presencia de grabado fino. La morfología del motivo aportada en el calco de Dams resulta similar a la resultante de la revisión
por parte del equipo de Collado (1992: 2), desmarcándose de la morfología tradicionalmente apuntada en estudios anteriores.
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Reestudio del conjunto con grabados de tendencia naturalista de la Fuente del Cabrerizo (Albarracín, Teruel)
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Es posible que estas acciones se llevaran a cabo en momentos diferentes en el tiempo, siempre recientes,
tal y como se ha tratado previamente, debido a la diferente técnica empleada en uno y otro caso. Así, mientras
que en el cérvido se podría haber empleado casi cualquier elemento duro (una simple piedra) para realizar un
piqueteado o grabado superficial del motivo, en el caso del équido fue necesario contar con un instrumento
que dejara en la superficie unas marcas de forma y tamaño regulares y una mayor profundidad del grabado.
Resulta destacable la práctica nula realización de otros grabados o graffiti en el interior del mismo
abrigo5 que no se correspondan con los realizados directamente sobre las dos figuras ya existentes, o con
algunos elementos lineales en la parte baja del panel 2 o bien con sendas fechas, una de ellas grabada (en el
panel 1) y la otra a lápiz en el panel 2.
En términos generales, este conjunto aporta información de interés para el conocimiento global del
fenómeno rupestre en la Sierra de Albarracín. Debemos, de entrada, descartar su filiación a cualquier fase de
desarrollo del arte levantino, en la línea de lo apuntado por Alonso (2003: 279). Ni desde el punto de vista
técnico, ni estilístico, de ubicación en el abrigo, de localización en el territorio y ni siquiera compositivo tiene
que ver con el ciclo postpaleolítico apuntado. Así, con muy buen criterio, Hernández-Pacheco destaca ya en
un momento muy temprano la posibilidad de que pudieran ser obra de “algún émulo de los prehistóricos, que
consiguió demostrar su impericia en el arte rupestre” (Hernández-Pacheco, 1954: 308-309 y 408 fig. 234).
Al respecto cabe citar los grabados del abrigo de Los Cazadores del Navazo (González y Merino, 1974) que
Beltrán tilda de “obra reciente, de pastores, seguramente, en todo caso muy posterior a la fase levantina o
esquemática, incluso a la de los grabados de animales del barranco del Cabrerizo” (Beltrán, 1979: 22).
El interés del abrigo estudiado no decrece por la dificultad de su encuadre cronológico y cultural ni por el
hecho de haber sido objeto de evidentes actos vandálicos. Todo ello apunta a la necesidad de redefinir el arte
prehistórico en general y el levantino en particular, especialmente los criterios de clasificación estilística. A partir
de ahí, la complejidad de asignar un momento crono-cultural para las representaciones de Fuente del Cabrerizo
aparece en todo punto imposible de precisar. En esta línea sólo caben destacar las palabras de Beltrán al señalar
la existencia de “un arte sin edad, infantil y de tiempos históricos, cuya identificación no está sujeta a las normas
estéticas de su tiempo por lo que no es posible clasificarlo estilísticamente” (Beltrán, 2002: 190).
La Sierra de Albarracín conjuga, sin duda, una diversidad artística sin parangón en Aragón (Martínez
Bea, 2008), el análisis de sus conjuntos rupestres (muchos todavía por realizar al incrementarse de forma
muy notable el número de yacimientos en los últimos años) nos permitirá conocer mejor la realidad sociocultural de las sociedades prehistóricas y su evolución diacrónica, pero también subraya la necesidad
de reflexionar y revisar planteamientos teóricos y terminológicos que nos acercarán a una más acertada
definición del arte rupestre postpaleolítico.
AGRADECIMIENTOS
Nuestro agradecimiento a 3D Scanner Patrimonio e Industria, Spin-off de la Universidad de Zaragoza, así como a D.
Hilario Dalda por su inestimable ayuda durante el trabajo de campo y a Jorge Miranda en las labores de documentación.
Al Dr. José Luis Peña-Monné (Universidad de Zaragoza) por la información aportada acerca de los procesos geomorfológicos del soporte. Igualmente, consideramos en gran estima las observaciones realizadas por los revisores anónimos, mejorando el texto original.
El presente proyecto ha sido financiado por la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales (Ministerio
de Educación, Cultura y Deporte) (APM 39/44/2015). Asimismo, se enmarca en el seno del Proyecto “Transiciones
climáticas y adaptaciones sociales en la Prehistoria de la cuenca del Ebro” (HAR2014-59042-P), Grupo “Primeros
Pobladores del Valle del Ebro” (H-07, financiado por el Gobierno de Aragón y Fondo Social Europeo) e Instituto
Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA), Universidad de Zaragoza.
5
En el exterior del cerramiento, a ambos lados e incluso por encima del vallado, es posible observar numerosos graffiti realizados
fundamentalmente mediante grabado o piqueteado, todos ellos muy recientes, posteriores a 1991 (momento en el que se llevó a
cabo los trabajos de protección del abrigo).
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