En tiempos de los visigodos en el territorio de València
Esperança Huguet Enguita
Albert Ribera Lacomba
Josep Maria Macias
2019
Museu de Prehistòria de València , ISBN 978-84-7795-838-3 , 240 p.
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En tiempos
de los visigodos
en el territorio
de Valencia
Museu de Prehistòria de València
Del 18 de diciembre de 2019 al 28 de junio de 2020
Organiza:
Colaboran:
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DIPUTACIÓ DE VALÈNCIA
EXPOSICIÓN
Presidente
Antoni Francesc Gaspar Ramos
Diputado de Cultura
Xavier Rius i Torres
Comisarios
Esperança Huguet Enguita
Josep María Macias Solé
Albert Ribera i Lacomba
MUSEO DE PREHISTORIA DE VALÈNCIA
Asesoramiento científico
Miquel Rosselló Mesquida
Directora
María Jesús de Pedro Michó
Jefe Unidad de Difusión, Didáctica
y Exposiciones
Santiago Grau Gadea
Proyecto museográfico
Miguel Ángel Navarrete Santana
Francesc Chiner Vives
Coordinación técnica
Santiago Grau Gadea
Eva Ferraz García
Coordinación montaje
Francesc Chiner Vives
Isabel Carbó Dolz
Diseño gráfico
Espirelius
Restauración materiales arqueológicos
Trinidad Pasíes Oviedo, Ramon Canal
Roca, Ester Antón García, Noel Ginés
Salas Fariñas, Francesca d’Aniello,
Betlem Martínez, Raquel Santamaría
Reproducciones piezas arqueológicas
Arca Arqueología y Patrimonio
Dibujos
Pilar Mas Hurtuna
Programa didáctico
Laura Fortea Cervera
Eva Ripollés Adelantado
Aurora Bellver Jiménez
Difusión y redes sociales
Begonya Soler Mayor
Francisco Pavón Tudela
Gestión administrativa
Remedios Cardona Soler
Ana Beltrán Olmos
Cristina Richarte Martínez
Diseño cartel y material de difusión
Espirelius
Impresión material de difusión
Imprenta Provincial de la Diputación de
València
Traducción y corrección textos sala
al valenciano y castellano
Joaquim Abarca Pérez
Agradecimientos
Llorenç Alapont; Joaquin Botella;
Josep Burriel; Òscar Caldés;
Paco Fababuj; Empar Juan;
Alexandre Mateu
Traducción textos sala al inglés
Michael Maudsley
Traducción textos sala al italiano
Centro G. Leopardi
CATÁLOGO
Fondos expuestos
Diputació de València, Museu de
Prehistòria de València
Ajuntament de València, Secció d’Investigació Arqueològica Municipal–SIAM
Ajuntament de Riba-Roja de Túria, Museu
Visigot de Pla de Nadal–MuPLA
Ajuntament de Llíria, Museu Arqueològic
de Llíria–MALL
Imágenes
Arxiu Equip Horta Vella. Universitat de
València; Arxiu Equip València la Vella.
Institut Català d’Arqueologia Clàssica;
Arxiu SIAM. Ajuntament de València; Arxiu
SIP. Museu de Prehistòria de València;
Biblioteca del Museu de Prehistòria
de València; Arxiu Institut Català
d’Arqueologia Clàssica; Albert Ribera;
Isabel Escrivà; Arquitectura Virtual; Archivo
del Senado. Patrimonio Histórico-Artístico
del Senado; Archivo Fotográfico Museo
Nacional del Prado; Biblioteca Nacional
de España; Real Biblioteca del Monasterio
de San Lorenzo de El Escorial. Patrimonio
Nacional; Museu d’Arqueologia de
Catalunya-MAC. Barcelona; Museo
Arqueológico Municipal de Cartagena;
Museo Lázaro Galdiano. Madrid; Musée
Paul Valéry. Sète, Francia; Subdelegació
del Govern Palau Montaner, Barcelona;
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza,
Madrid; Antonello Dellanotte. Fotógrafo;
Rafael de Luís Casademunt. Fotógrafo
Coordinadores edición
Esperança Huguet Enguita
Albert Ribera i Lacomba
Autores
JM. de Antonio; J. Botella; J.M. Burriel; O.
Caldés; M. Castro; P. Diarte; A. Espinosa;
C. Godoy; A. Guilabert; S. Gutiérrez;
FJ. Heras; E. Huguet; T. Hurtado; J. L.
Jiménez; JM. Macias; A. Marcos; J. Morin;
L. Olmo; J. Ortega; R. Pérez; R. Pliego; A.
Ramón; A. Ribera; M. Riera; F. Rodríguez;
AM. Ronda; M. Rosselló; D. Ruiz; I. M.
Sánchez; M. Tendero; J. Vizcaino
Diseño catálogo
Espirelius
Traducción y corrección catálogo
al valenciano y castellano
Joaquim Abarca Pérez
Traducción al inglés
Route 66 idiomas
Montaje y ejecución producción
Patrimonio Inteligente S.L. con la
colaboración de Carpintería Hnos. del Toro
Imágenes
© SIP, © SIAM, © Universitat de València,
© Institut Català d’Arqueologia Clàssica,
© Patrimonio Nacional, © Patrimonio
Histórico-Artístico del Senado, © Museo
Lázaro Galdiano. Madrid, © Biblioteca
Nacional de España, © Musée Paul Valéry,
© Archivo Fotográfico Museo Nacional
del Prado, © Museu d’Arqueologia
de Catalunya, © Museo Arqueológico
Municipal de Cartagena, © Subdelegació
del Govern Palau Montaner, Barcelona,
© Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.
Madrid, © Antonello Dellanotte, © Rafael
de Luis Casademunt
Transporte
Quadre S.L.
Impresión catálogo
Gràfiques Vimar
Seguros
Allianz
Edita
Museu de Prehistòria de València
Diputació de València
Organización y producción
Diputació de València, Museu de
Prehistòria de València
Con la colaboración institucional
Ajuntament de València
Ajuntament de Riba-Roja de Túria
Ajuntament de Llíria
Institut Català d’Arqueologia Clàssica
Con la colaboración personal
Vicent Escrivà (SIAM); Mercedes González
(SIAM); Vicent Lerma (SIAM); Pepa Pascual
(SIAM); Patricia Planells (MuPLA); Diana P.
Ramos (MuPLA); Cristina Silvestre (MuPLA);
Xavier Vidal (Ajuntament de Llíria)
© de los textos: los autores
© de las imágenes: los autores o
instituciones propietarias
© de la edición: Diputació de València.
Museu de Prehistòria, 2019
ISBN: 978-84-7795-839-0
DL: V-3664-2019
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ÍNDICE
7 Prólogo
9 Introducción
11 Las migraciones germánicas en Hispania
F. J. Heras
15
La diáspora de los visigodos
A. Ribera
21
Los visigodos ante el espejo de la historia
C. Godoy
Las ciudades del reino visigodo
29
Toledo: la ciudad del rey
J. Morin, I. M. Sánchez
35
La fundación de una ciudad: Reccopolis
P. Diarte, M. Castro, L. Olmo
45
Las ciudades visigodas del noreste peninsular
J. M. Macias
Valentia y su territorio en los siglos v y vi
51
El final del mundo romano en Valentia
A. Ribera, I. Escrivà
59
Valentia: ciudad episcopal
A. Ribera, M. Rosselló
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67
Las fases tardorromana y visigótica de la villa de l’Horta Vella (Bétera, València)
J. M. Burriel, J. L. Jiménez, M. Rosselló
77
El monasterio de Punta de l’Illa de Cullera (València)
M. Rosselló
La integración de Valentia y su entorno al reino visigodo
83
Valentia: ciudad de frontera (550-624)
A. Ribera
97
València la Vella. Un yacimiento todavía por descubrir
E. Huguet, J. M. Macias, A. Ribera, F. Rodríguez i M. Rosselló
105
Las monedas del yacimiento visigodo de València la Vella (Riba-roja de Túria, València)
O. Caldés
111
Monedas en uso en la Antigüedad tardía en el entorno próximo de Valentia.
La moneda en el ámbito visigodo
T. Hurtado
119
Los vidrios en época visigoda
A. Ramón
125
Evidencias funerarias rurales en el territorium de Valentia entre los siglos vi y vii dC
J. Botella
133
Tolmo de Minateda: de Senable a Teodomir
S. Gutiérrez
Al sur y este, el otro lado de la frontera
141
Illici y la evolución territorial entre los siglos vi y vii
A. Guilabert, A. M. Ronda, M. Tendero
149
El territorio de Allon
A. Espinosa, D. Ruiz, A. Marcos
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155
Carthago Spartaria, una plaza fuerte bizantina
J. Vizcaino
165
Las Islas Baleares de los siglos v al viii d.C.
Algunos nuevos datos aportados por la arqueología del siglo xxi
M. Riera
El norte también existe
171
El edificio visigodo de Els Casals del Mas de Sabater, Morella, Els Ports (Castelló)
J. M. de Antonio, R. Pérez
La vida cotidiana
177
Economía productiva, sociedad y comercio
E. Huguet, J. M. Macias, F. Rodríguez, M. Rosselló
185
La moneda en el reino visigodo (c. 420-714)
R. Pliego
195
Las cecas visigodas del territorio de Valencia
A. Ribera
Teudmir y el palacio de Pla de Nadal. El final de un mundo
203
El dux Teudmir y su tiempo
A. Ribera, M. Rosselló
213
Pla de Nadal (Riba-roja de Túria), palacio de Teudmir
A. Ribera, M. Rosselló
221
Diferentes esferas, diferentes dinàmicas.
Transformando Valencia y su región durante el siglo viii
J. Ortega
230
Referencias bibliográficas
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6/
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PRÓLOGO
María Jesús de Pedro Michó
Directora de Museu Valencià de Prehistòria
Las vicisitudes en torno a la creación del Servicio de
Investigación Prehistórica y de su Museo de Prehistoria,
en 1927, configuran relato de sobra conocido. Es oportuno recordar, no obstante, cómo los primeros años de vida
de la Institución se centraron en acrecentar las colecciones de Prehistoria y Cultura Ibérica en detrimento de otras
actuaciones dedicadas al mundo clásico. Así, las primeras
excavaciones tuvieron lugar en cuevas paleolíticas y neolíticas, en poblados de la Edad del Bronce y en las ciudades
ibéricas, mientras los yacimientos romanos y tardorromanos apenas eran objeto de intervención. A pesar de esto,
la arqueología clásica ha gozado siempre de atención por
parte de la Institución y prueba de ello son los numerosos
conjuntos materiales inventariados y catalogados, y el volumen de publicaciones dedicadas al tema.
Por otra parte, a lo largo de los años, la sucesión de
hallazgos casuales, donaciones, materiales procedentes
de prospección, además de excavaciones y de alguna
compra, ha ido consolidando la formación de una impor◁ Theo van (Emil Marie Küpper) Doesburg,
Construcción espaciotemporal II, 1924.
© Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
tante colección de arqueología clásica cuyo contenido
incluye los materiales procedentes de determinados yacimientos de época tardía como els Xarcons de Montserrat
y la Falquia de Beneixida; o los de las excavaciones del
Romaní en Sollana, dirigidas por Domingo Fletcher y
Enrique Pla en 1952, y de Punta de l’Illa de Cullera, dirigidas por Miquel Tarradell, D. Fletcher y E. Pla en 1955-1957
y 1966; las primeras excavaciones de València la Vella,
entre 1978 y 1980, a cargo de Gerardo Pereira y Carmen
Aranegui, y las del Pla de Nadal dirigidas por Empar Juan.
En 2003, con la apertura al público de las salas de
Mundo Romano y Visigodo, el Museo de Prehistoria culminó la realización de un proyecto de ampliación y remodelación de dichas salas que otorgaba un mayor espacio expositivo, una nueva arquitectura interior, recursos
didácticos adecuados y nuevas tecnologías, todo con el
fin de actualizar y poner en valor aquellas colecciones de
arqueología clásica que formaban parte de los fondos del
Museo pero que, quizás, no habían sido convenientemente presentadas. Sobre todo, en el caso de determinados
yacimientos de época visigoda, asentamientos privilegiados y característicos de este periodo como el monaste/7
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rio de Punta de l’Illa, el castrum fortificado de València la
Vella y la villa áulica del Pla de Nadal.
«En tiempos de los visigodos en territorio de València»
es una exposición temporal, de producción propia, que
La arqueología romana y visigoda ha visto paulati-
presenta cerca de un centenar de objetos recuperados de
namente incrementada su presencia en la vida cotidiana
los yacimientos arqueológicos visigodos más emblemá-
del Museo de Prehistoria: las excavaciones en Horta Vella,
ticos del territorio de Valencia, cuyo objetivo es aportar
Bétera, dirigidas por Josep Burriel y José Luis Jiménez;
una perspectiva actualizada sobre esta época, a menudo
el reinicio de las campañas en València la Vella, en Riba-
considerada oscura, mediante el riguroso trabajo realiza-
roja de Túria, dirigidas por Albert Ribera, Miquel Rosselló
do por los profesionales de la arqueología a lo largo del
y Esperança Huguet; además de los conjuntos materiales
tiempo y el esfuerzo de síntesis histórica realizado por los
recuperados en los yacimientos de Llíria, Valentia, etc.,
comisarios: E. Huguet, Josep Maria Macias y A. V. Ribera.
han creado un nuevo escenario en el que los visigodos
merecen ser los protagonistas.
El planteamiento museográfico de la exposición
ha sido desarrollado por el equipo de exposiciones del
Así, en diciembre de 2017, el equipo de investigado-
Museo, con la inestimable contribución del arquitecto
res a cargo de las excavaciones de València la Vella nos
Miguel Ángel Navarrete Santana, y pretende escapar de
presentó una interesante propuesta para la realización
las iluminaciones tenues y los colores apagados, que a
en el Museo de Prehistoria de un proyecto expositivo
menudo encontramos en la correcta, pero sobria, museo-
sobre el mundo visigodo. Proyecto en el que se expone
grafía arqueológica.
con claridad de qué manera en los últimos años la ar-
En el espacio introductorio, que actúa como antesa-
queología visigótica ha tenido un impulso espectacular
la, el discurso expositivo se inicia con un esbozo de la vi-
y un papel decisivo para el conocimiento de este perio-
sión que la historia moderna y contemporánea ha elabo-
do en tierras valencianas, y cómo un minucioso trabajo
rado del mundo visigodo, que incluye la representación
de estudio y, en algunos casos, de reinterpretación
de este por la cultura popular. También se expone una
permite presentar en la actualidad nuevas propuestas de
imagen extraída de un códice altomedieval, que muestra
restitución arquitectónica de edificios como la catedral
cómo los visigodos se referían a sí mismos. Estas dos pers-
de época visigoda de Valentia, el palacio de Pla de Nadal,
pectivas, que hacen hincapié en la contraposición entre
o el conjunto fortificado de València la Vella, cuya recien-
la autorrepresentación de una sociedad y la visión de la
te excavación enlaza con los pioneros trabajos del S.I.P.
misma desde el presente, son las que nos proporcionan
Motivos más que suficientes para que el Museo de
los elementos cromáticos que dan forma a la exposición.
Prehistoria aceptara dicha propuesta expositiva y se aco-
La propuesta expositiva está basada en una síntesis
metiera su producción y presentación en las salas de ex-
de las paletas de colores planos (amarillos, rojos, verdes
posición temporal.
y azules, entre otros) con los colores primarios emplea-
8/
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dos en el siglo xx por movimientos artísticos como el
neoplasticismo. Este lenguaje se conjuga con planos y
volúmenes de tres colores (rojo burdeos, azul cobalto
y amarillo ocre) sobre fondo blanco y líneas negras de
contorno. Cada color se identifica con un ámbito o subámbito de la exposición, dotando de orden y estructura al discurso expositivo.
Para la Presentación elegimos la penumbra del azul
cobalto. Este primer espacio tiene una iluminación más tenue que destaca la imagen retroiluminada del códice visigodo mencionado y el rótulo con el título de la exposición.
Esta parte se inicia con el audiovisual Quienes fueron los
visigodos, una vitrina-muro con piezas emblemáticas y un
vinilo sobre suelo, que muestra un mapa de la migración
de este pueblo en su diáspora hasta la península ibérica.
Los ámbitos dos y tres, que corresponden a El mundo urbano y La vida cotidiana, están unificados en el color
granate. Las piezas aquí expuestas nos hablan especialmente de la ciudad episcopal de Valentia, de su economía
y comercio, y por eso es un espacio abigarrado y tortuoso
en el que destaca una estructura especial que representa
una tumba colectiva de la conocida cripta de San Vicente
y un interactivo sobre el conjunto monumental de la
Valentia visigoda.
El último ámbito, denominado Territorium, se divide
en dos partes que corresponden a dos colores. En el primer espacio, más diáfano, se presentan tres yacimientos:
el monasterio de Punta de l’Illa, el asentamiento amurallado de València la Vella y la villa rural de Horta Vella.
Cada uno de ellos representa un estilo de vida bien definido por sus piezas arqueológicas: los objetos de culto,
Vista axonométrica del proyecto museográfico,
de Miguel Ángel Navarrete, 2019.
la acumulación de riquezas y poder, y el trabajo rural. En
esta parte se destacan las imponentes murallas del asentamiento de València la Vella con una gran lona retroiluminada lateral. Los tonos de esta imagen son terrosos y,
para armonizar con el resto de elementos de la sala, se ha
escogido el color amarillo ocre. La segunda parte del ámbito de Territorium, más cerrada, corresponde al edificio
palaciego de Pla de Nadal, en el que se muestran piezas
de arquitectura y artes decorativas. En este espacio se
cierra el círculo regresando al color azul cobalto del principio; a él se accede a través de la recreación de un arco
visigodo desde el que proyectamos como conclusión el
audiovisual Territorium. La exposición finaliza con una frase rotulada en árabe que pone fin al mundo visigodo y
que nos conecta con el amanecer de la cultura islámica
en nuestras tierras.
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Introducción
Esperança Huguet, Josep Maria Macias, Albert V. Ribera
Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC)
La búsqueda de la historia y la cultura visigodas es una
tarea apasionante. Los visigodos, sin ser conscientes, vivieron una etapa de transición absoluta. Fueron los protagonistas de un período bisagra en el que aún se manifestaran muchas reminiscencias de la cultura clásica,
muy arraigada en el País Valenciano, con numerosos elementos innovadores procedentes del mundo germánico
y también del romano oriental. Sin conocer a los visigodos, no podemos calibrar el proceso de implantación del
mundo musulmán ni entender la génesis de los tiempos
feudales en nuestras tierras.
Dicho esto, hay que señalar la particular evolución
del tratamiento y la percepción social sobre los visigodos,
que han ido cambiando en las últimas décadas al socaire
de las líneas políticas preponderantes en cada momento. En la posguerra, era obligatorio que nuestros padres
◁ Muralla de València la Vella. Foto: Rafael de Luis
aprendieran de memoria la lista de los treinta y tres reyes
godos bajo la firme disciplina de la educación franquista.
Uno de nosotros, el mayor, recuerda que aún se lo preguntaron, eso sí, solo los del período católico, en un curso
de promoción interna... ¡en la mili!
La monarquía visigoda se entendía como un preludio de la «Una, Grande y Libre», bajo un mando único
todopoderoso. En cambio, para nuestros hijos, los visigodos no son más que unas pocas páginas en los libros de
texto, sin ninguna conexión con la actualidad, y que quedan muy lejos de su mundo. Al mismo tiempo, los visigodos se identificaban con la decadencia de un clasicismo
supervalorado.
Probablemente, la invisibilidad de los visigodos en la
cultura actual viene agravada por su breve situación intermedia entre las dos grandes y esplendorosas culturas que
los enmarcan: la romana y la andalusí. Ambas se asentaron y se desarrollaron en nuestro territorio con firmeza
alrededor de quinientos años, mientras que los visigodos
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gobernaron poco más de doscientos años. Su huella fue
menos intensa y, como la investigación arqueológica ha
tenido más preferencia por otros períodos históricos, ha
pasado más desapercibida.
Así pues, mientras la sociedad en general y los nuevos planes de estudios en particular, olvidaban a aquellos
reyes, no tan bárbaros, que vinieron del norte, las excavaciones arqueológicas iban recuperando, poco a poco,
nuevos hallazgos en las ciudades y en el campo. En este
contexto, en los últimos cuarenta años, el territorio de
Valentia, especialmente en el término de Riba-roja de
Túria, ha sido uno de los más prolíficos, de tal manera
que ya se puede reconocer el período visigótico como un
tiempo con personalidad propia.
En el País Valenciano se han descubierto nuevos
yacimientos y se han reestudiado otros conocidos que
muestran una realidad social y territorial cada vez más
compleja: al norte, els Casals del Mas de Sabater (Morella,
Castellón); en el centro, Horta Vella (Bétera, Valencia),
València la Vella y Pla de Nadal (Riba-roja de Túria,
Valencia), el grupo episcopal y los hallazgos del circo de
Valentia, Senda de l’Horteta (Alcàsser, Valencia), Punta de
l’Illa y el Portus Sucronensis (Cullera, Valencia); al sur, en
Columnita del palacio de Pla de Nadal. Foto: Rafael de Luis.
12 /
el que, durante un período, debían ser los dominios del
Imperio romano de Oriente, el Monastil (Elda, Alicante),
Allon (Villajoyosa, Alicante), Ilici (Elche, Alicante), el Portus
Ilicitanus, (Santa Pola, Alicante) y Aurariola (Orihuela,
Alicante) entre otros.
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La aportación de todos estos yacimientos ha hecho,
en el plazo de cuarenta años, que la etapa tardoantigua
en el territorio valenciano pasara de ser una época oscura, una auténtica dark age, a pasar a ser un área privilegiada, con un amplio potencial arqueológico y protagonista en la investigación histórica actual. Cuando,
a partir de la mitad del siglo VI, una parte del sudeste
época reflejan la capacidad de adaptación de un pueblo
a un período menos acomodado. El territorio de Valencia
se ha convertido, en el contexto peninsular, en uno de los
mejores ejemplos para conocer una rica realidad que, forzosamente, debe estar al alcance de todos ustedes.
No queremos acabar estas líneas sin agradecer al
Museo de Prehistoria de Valencia y a su personal su tarea
hispánico estaba ocupada por el Imperio bizantino, las
tierras valencianas fueron un espacio de frontera, a la vez
que eran el punto de unión entre el centro peninsular y el
siempre colaboradora en la realización de esta exposición:
gracias a Santi Grau, Eva Ferraz, Paco Chiner, Trini Pasies,
Ramón Canal, Joaquín Abarca, Josep Lluís Pascual y
Mediterráneo. Como verán, eso se pone de manifiesto en
el rico testimonio material que nos ha proporcionado la
Arqueología, desde la vertiente más instrumental, como
las monedas y los utensilios metálicos, hasta las corrientes artísticas más relevantes, caso de patrones decorativos y arquitectónicos, además de las escasas evidencias
que conocemos por las fuentes y que el paso del tiempo
ha borrado.
Esta exposición pretende abrir una ventana al conocimiento de un período histórico, entre unas cosas y
otras, menospreciado y poco valorado. Lejos de los férreos cánones clásicos, los procesos identificados en esta
María Jesús de Pedro. Gracias también a los compañeros
de las diversas instituciones que han colaborado: Vicent
Escrivà, Mercedes González, Josep Vicent Lerma, Carmen
Marín y Pepa Pascual del Ayuntamiento de Valencia; Xavi
Introducción. Esperança Huguet, Josep Maria Macias, Albert V. Ribera
Vidal del Ayuntamiento de Llíria, y Cristina Silvestre del
Ayuntamiento de Riba-roja de Túria (agradecimiento extensivo a Diana y a Patricia).
Mención especial merecen aquellos que nos han
ayudado con el asesoramiento técnico en determinados
temas de la exposición: especialmente a Miquel Rosselló
y, también, a Empar Juan, Pilar Mas, Llorenç Alapont,
Josep Maria Burriel, Joaquin Botella y Òscar Caldés.
/ 13
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Las migraciones germánicas
en Hispania
Francisco Javier Heras Mora
Junta de Extremadura
La Hispania de la tardorromanidad. Contexto
A lo largo del siglo iv, la ciudad hispanorromana comenzaba a mostrar, en términos generales, signos de decrepitud
muy evidentes en el desgaste de algunos de los monumentos más significativos. Los edificios de espectáculos populares, como los circos o los teatros, necesitaban ya una importante restauración. La fisonomía irregular de sus calles
alerta sobre cierto desorden o relajación en las normas
urbanísticas y el abandono de algunos espacios públicos.
También la sociedad comenzaba a cambiar en una
transformación sin retorno de las relaciones entre el campo y la ciudad, y entre el hombre y la divinidad. El triunfo
político del cristianismo había hecho tambalear los propios fundamentos de la civilización clásica y amenazaba
◁ Propuesta de reconstrucción de la indumentaria femenina
aristocrática de los pueblos que protagonizaron las Grandes
Migraciones de la primera mitad del siglo v, a partir de una
sepultura excavada en Mérida; según Heras y Olmedo, 2019
(dibujo J. Suárez).
con borrar todo rastro de los viejos dioses paganos y de las
costumbres más arraigadas de la cultura romana. A duras
penas sobrevivían las carreras en los circos y, a finales de siglo, había que promulgar leyes para que no se destruyesen
los templos y monumentos, seguramente ya obsoletos,
abandonados y amenazados por el expolio de sus vecinos.
En este contexto, los esfuerzos de las autoridades
imperiales se concentraban cada vez más en la defensa
de las fronteras del Imperio. Hacía tiempo que la presión
en el limes daba señales de emergencia militar. Muchos
de los emperadores-usurpadores se habían curtido en el
ejército —apostado perennemente en los campamentos
desde Britannia hasta Moesia—, algunos germanos ya
formaban parte de las tropas romanas y el emperador se
recluía en el seguro puerto de Rávena.
De alguna forma, las instituciones presentaban síntomas de agotamiento y, en general, los propios ciudadanos
comenzaban a intuir, acaso, la proximidad de un fin de ciclo. En medio de la creciente influencia del cristianismo, al/ 15
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gunos gobernantes recurren a los viejos dioses reclamán-
paña hispana, pero en un giro estratégico pudo facilitar el
doles ayuda y, aunque no era la primera vez que el Imperio
paso de algunos grupos germanos que permanecían en
se enfrentaba a una inestabilidad política tan acuciante, el
la Gallia. Esa colaboración propiciaría que, en otoño del
temor general parecía cada vez menos infundado.
año 409, estas gentes se adentraran en la península ibé-
A comienzos del siglo v, los herederos de Teodosio I no
rica y, poco después, reclamaran el reparto territorial de
encontrarían una situación mejor y, tras la nueva división
Hispania, en cumplimiento de unos supuestos acuerdos,
del Imperio entre sus hijos, volverán los no tan viejos fan-
posiblemente establecidos con Geroncio.
tasmas de la usurpación del poder. En 407, Constantino III
se levantará en Britannia y desde la Gallia hará frente a
Los «bárbaros» en Hispania
Honorio y a la supuesta oposición de Hispania, donde per-
«De aquí parte la funesta pérdida de las Hispanias».
sistía el escollo político de parte de la dinastía teodosiana.
Con esta frase, el teólogo e historiador hispano, Orosio, vin-
En Lusitania, la provincia más occidental del Imperio, se re-
cula la caída de las provincias hispanas al conflicto político
unía una milicia de siervos y campesinos para hacer frente
y militar desatado tras la usurpación de Constantino y el
al usurpador, por parte de los jóvenes Dídimo y Veriniano,
cúmulo de decisiones que se sucedieron a continuación.
ricos terratenientes con posesiones en Lusitania, emparen-
Sin duda, la práctica desprotección de Hispania frente a es-
tados con el hispano Teodosio I (379-395). Incluso la capital
tos bárbaros, a pesar de los repetidos intentos de Honorio
donde se hallaba el vicarius o gobernador de las Hispanias
por restituir el control de las provincias occidentales, impe-
—Augusta Emerita—, parecía desprotegida militarmente;
dirá a la postre retornar sus antiguos dominios hispanos.
no olvidemos que la misma península itálica se encontra-
Otro testigo de excepción, Hidacio de Chaves, obis-
ba amenazada y la propia Roma será tomada por el godo
po de Aquae Flaviae, contemporáneo de aquél y protago-
Alarico, en 410. Pero quizás el primer objetivo de este ejér-
nista, además, de algunos de los hechos más relevantes,
cito servil reclutado por los leales parientes de Honorio fue
narró como ningún otro historiador cuanto aconteció
combatir a los bárbaros que, poco antes, el último día del
en aquellos años. De los bárbaros que atravesaron los
año 406, habían rebasado las fronteras imperiales del Rin.
Pirineos, menciona a los suevos, vándalos —asdingos y
El ejército de Constantino III ya albergaba en sus filas
siligos— y a los alanos. Conforman una parte de aquellos
a honoriaci —soldados reclutados entre pueblos bárbaros
grupos que, desplazados por los hunos de sus territorios
aliados— y, paradójicamente, van a ser ellos los encarga-
de origen y, tras permanecer largo tiempo junto a los lí-
dos de defender el paso de los Pirineos. En este punto, re-
mites del Imperio, rebasaron la frontera renana en el in-
sultó fundamental el cambio de lealtades mostrado por el
vierno del 406. Algunos de ellos ya eran conocidos por los
hasta entonces lugarteniente de Constantino, Geroncio.
romanos. Es el caso de los suevos —en realidad un tron-
Éste había acompañado a su hijo Constante en su cam-
co étnico del que formaban parte numerosas tribus—, a
16 /
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los que se había enfrentado el propio Julio César en las
Galias. Los vándalos, por su parte, procedían del área que
Hispania durante las grandes migraciones del siglo v:
izquierda: reparto de las provincias en 411 entre suevos,
vándalos —asdingos y silingos— y alanos; derecha: ámbito de
influencia del reino suevo en época de Requila (438-448).
había ocupado la Dacia y la actual Chequia, y los alanos
serían oriundos del entorno del mar Negro.
los silingos, en Lusitania y Baetica, respectivamente. Los
En 411, estos grupos proceden a repartirse la prác-
primeros sufrirán una dura derrota y se verán obligados
tica totalidad de los territorios hispanos. A los alanos,
a ponerse bajo la protección de sus vecinos del norte, los
quizás los más numerosos, tocarán en suerte las provin-
vándalos asdingos, con Gunderico al frente.
cias Lusitania y Carthaginensis; a los suevos y vándalos
Quizás por el temor de que los visigodos se hicie-
asdingos, la Gallaetia, y a los vándalos silingos, la Baetica.
ran con el control peninsular tras acabar con todos ellos,
Quedará fuera de este reparto la Tarraconensis, reserva-
Constancio promueve su retirada de Hispania, restando
da probablemente por su importancia estratégica, más
una situación de precario dominio sobre esas provincias.
próxima a la Gallia y el paso hacia Roma.
De hecho, por aquellas fechas —del año 418 al 420—,
El periodo que sigue resulta bastante desconocido y
reaparece la figura del vicarius, de nombre Maurocello.
las noticias son algo inconexas. El godo Valia alcanzará un
Entre tanto, no debieron cesar las campañas de saqueo
pacto con Constancio —general al mando de las tropas de
por parte de los vándalos en la Carthaginensis y el em-
Honorio— en 416, a fin de combatir a los alanos y vánda-
perador refuerza los efectivos para reducir a los bárbaros,
Las migraciones germánicas en Hispania. Francisco Javier Heras Mora
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pero también para contrarrestar el poder del usurpador
Máximo, establecido entre ellos.
Éste último protagonizará un trascendental cambio
de rumbo tras la abdicación de su padre, al emprender
Otro de los hitos relevantes de estos años fue el paso
una política expansionista que le hace mirar hacia el sur,
de estos vándalos al norte de África (en el año 429), no sin
Lusitania, Baetica y Carthaginensis. La clave de esta expan-
antes retroceder hasta Lusitania, donde un grupo de suevos
sión territorial se encuentra en Mérida. En 439 toma la ciu-
saqueaba la provincia. Su cabecilla, Heremigario, morirá
dad y desde aquí emprende sucesivas campañas que le si-
ahogado en el Guadiana, probablemente tras asaltar la ca-
túan en Mirtilis —estratégico puerto fluvial en el Guadiana—
pital, Emerita. Cuando Hidacio habla de que Heremigario
e Hispalis —Sevilla— el año 441, en un claro intento por
causa ofensa a la mártir emeritense, desde la perspectiva de
hacerse con las provincias meridionales de Hispania.
un religioso puede significar que saqueó la ciudad, al menos
Qué duda cabe que la elección de Emerita posee un
las áreas periféricas, en caso de que hubieran resistido sus
acentuado simbolismo político y adquiere un enorme sig-
murallas a un hipotético asalto por parte de estos suevos.
nificado en cuanto a sus objetivos. Emerita, como residencia del gobernador de la Diocesis Hispaniarum, suponía la
El reino suevo y su sede en Emerita
capital política y administrativa de la Hispania tardorro-
La intervención de los aliados visigodos y de las tropas
mana, por lo menos teóricamente. Sin duda, la toma de la
imperiales en Hispania habría supuesto un cambio en los
ciudad constituye un golpe de efecto y, al hacerse con ella,
equilibrios de poder entre los bárbaros asentados aquí des-
pudiera estar reclamando para sí un papel hegemónico en
de hacía ya dos décadas. Los acuerdos ‘foedus’ alcanzados
la Península. Su expansión inmediata hacia las provincias
con los visigodos, aliados ‘foederati’ permitirán al empera-
limítrofes estaría confirmando esa posibilidad.
dor cierto control en Hispania; a cambio, permitirá su asenta-
Pero esta corte regia afincada en Mérida no se pro-
miento en el sur de la Gallia. Los suevos —según el Cronicón
longará en el tiempo ni trascenderá al impulsor de ese
de Hidacio— continuaban con sus acciones de saqueo en el
proyecto territorial. Requila muere casi una década
noroeste, algo tal vez indicativo de que aún no contaban con
después, en el año 448, en Emerita, seguramente con-
una base estable, a pesar de todo ese tiempo transcurrido.
vertida en la primera residencia estable de los suevos
Recluidos en el territorio asignado en 411, se mantenían al
en la Península. Aún en este corto periodo, podría de-
margen de las autoridades imperiales y del alcance de los
terminarse una manifiesta voluntad de establecimiento
visigodos. Las noticias que nos llegan a lo largo de la década
duradero, ahora sólo truncada por la muerte del rey. Su
del 430, tienen que ver con las repetidas denuncias por parte
hijo, Requiario, le sucede en unas circunstancias no bien
de los locales y los intentos de mediación del mismo obispo
aclaradas por Hidacio, que podrían tener que ver con una
de Chaves. Ya en ese tiempo conocemos el nombre de su
imprecisa oposición entre «los suyos» ‘gente sua’, proba-
rey, Hermerico, y el de su hijo y sucesor, Requila.
blemente en alusión a su familia. Resuelta esa posible
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resistencia o tomadas las cautelas debidas, el nuevo rey
demasiado a distinguir ese rastro. No lo hace, por ejemplo,
emprende un camino distinto al de su predecesor y retor-
la transmisión apocalíptica de Hidacio, que nos obliga a to-
na hacia sus territorios de partida en la Gallaetia.
mar con suma cautela parte de su detalle trágico.
En estos momentos, la península ibérica se encontra-
Con todo, no faltan huellas de actos punitivos que
ba dividida en dos. De un lado la Hispania precariamente
afectan a los barrios periféricos de las ciudades, preci-
controlada por el Imperio —las provincias Tarraconensis y
samente las áreas más expuestas a un eventual ataque.
Carthaginensis— y, del otro, la parte occidental, sujeta de un
Monumentos funerarios destruidos, edificios trágica-
modo u otro al poder del reino suevo, que fijará su sede en
mente desplomados y defensas remozadas y puestas a
Braga, en el extremo norte portugués. En realidad, pactos pos-
prueba. Escasean, sin embargo, los indicios directos de
teriores acordarán la renuncia de los suevos a esta provincia
la presencia de grupos extranjeros en la península ibérica
oriental a favor del Imperio. Tras la muerte de Valentiniano III,
durante las migraciones del siglo v, donde los más rotun-
Requiario entenderá extinto el acuerdo e impulsará su acción
dos argumentos arqueológicos proceden del ámbito fu-
hacia aquellos territorios. La ejecución de Requiario en 456,
nerario. Evoquemos la conocida spata de una tumba de
tras el intento por expandir su influencia hacia el este, desen-
Pax Iulia (la portuguesa Beja), o las piezas de Beiral (Ponte
cadenó el efecto contrario, constriñendo las fronteras suevas
de Lima, Portugal) o el Albaicín (Granada). Pero, hasta la
y afianzando la hegemonía del reino visigodo de Tolosa en el
fecha, el conjunto más significativo de enterramientos en
resto de la Hispania romana de facto ya extinta.
este sentido procede de Mérida. Las joyas, broches y remates áureos de los tocados constituyen un ornato carac-
La huella arqueológica
terístico e inconfundible del atuendo aristocrático femeni-
Cabría pensar que todo ese escenario de saqueo, de
no de los protagonistas de estas «grandes migraciones».
asalto y de ejércitos en movimiento hubiera dejado rastro
Históricamente, estas circunstancias encuentran perfecto
en los estratos de nuestras ciudades romanas. Pero lo cier-
encaje en aquella efímera sedes regia, entre 439-448, que
to es que la huella arqueológica resulta aún esquiva y su-
el rey suevo había establecido en Augusta Emerita, la vieja
mamente imprecisa, insuficiente para evaluar el auténtico
capital lusitana y que fuera primera ciudad de Hispania.
impacto de las migraciones de la primera mitad del siglo v
A partir de mediados de la quinta centuria se ha-
en Hispania. Y es que, muchas veces, no logramos desligar
cen más comunes las sepulturas con armas e indumen-
determinados signos de abandono y destrucción del pro-
taria alóctona: Duratón, Castiltierra, El Carpio de Tajo o
ceso natural de desarticulación urbana, propios del agota-
Madrona. Pero estos cementerios ya estarán vinculados a
miento del modelo social y político romano. Tampoco la
los visigodos, otro pueblo extranjero de origen germano,
narración histórica contemporánea a estos acontecimien-
que encontró acomodo en la insuficiencia militar de un
tos, por su escaso detalle o simplemente su silencio, ayuda
Imperio romano en franco declive.
Las migraciones germánicas en Hispania. Francisco Javier Heras Mora
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La diÁspora de los visigoDOs
Albert Vicent Ribera i Lacomba
ICAC
Encontramos la primera mención a los visigodos probablemente en el historiador Tácito, a fines del siglo i dC,
cuando habla del pueblo germánico de los «Gothones».
Ptolomeo, en el siglo ii dC, los sitúa en el litoral báltico
de Polonia. Según el historiador godo Jordanes, más tardío, del siglo VI, sus orígenes estarían en la isla de Scandza
(Escandinavia) desde donde habrían emigrado hacia el
sur. Pero esta noticia entraría en el campo de la leyenda,
aunque hoy existe la isla de Gotland, en el mar Báltico,
entre Suecia y Letonia.
La arqueología del norte de Polonia ha identificado a la cultura de Willenberg-Wielbark en esta zona y en
este periodo, y cabe la posibilidad que corresponda a los
primeros godos. Hacia el siglo ii dC emigraron al sudeste
hasta alcanzar Ucrania, desde donde entraron en con-
◁ Solidus del emperador Valente acuñado en
Tesalónica, alrededor del 364-367 dC.
tacto con las fronteras del Imperio romano en la Dacia
(Transilvania) y el Bajo Danubio.
Su existencia y su belicosa presencia se hicieron
más que evidentes a partir de mediados del siglo iii dC,
cuando realizaron numerosas, masivas y violentas incursiones de saqueo en Dacia, los Balcanes y Asia Menor. En
unas de ellas, en el 251, derrotaron y mataron al emperador Decio, en Abrito (Bulgaria). Fue la primera vez que
un emperador romano fallecía en el campo de batalla a
manos de los bárbaros, pero no sería la última a manos
de los godos. Sus terribles correrías continuaron a partir
de entonces hasta que, en el 269, el emperador Claudio II
los derrotó de tal manera en Naissus (Nish, Serbia) que
fue apodado «el Gótico», dando cumplida venganza a la
muerte de su predecesor.
Estos conocidos ataques y combates del siglo iii fueron grandes incursiones de saqueo para conseguir botín
y esclavos, y no significaron ningún traslado de población
desde sus bases en la llanura ucraniana.
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Visigodos y ostrogodos cristianizados
Las fuentes históricas de los siglos iii y iv dC ya diferenciaron dos grupos entre los godos, los greutungos,
instalados más hacia el este, y los tervingios al oeste o,
lo que es lo mismo, los ostrogodos y los visigodos. Estos
últimos estaban en contacto directo con la frontera danubiana del Imperio y seguramente ocuparían parte de
la antigua provincia de la Dacia, la actual Transilvania,
abandonada por el emperador Aureliano hacia el 270. En
Rumanía, Moldavia y Ucrania se extendió la llamada cultura Cherniajov o Santana de Mures, que podría corresponder a los godos del siglo iv.
El estado de guerra con los romanos después del
desastre de Naissus continúo intermitentemente, aunque los godos fueron contundentemente derrotados de
nuevo por el emperador Constantino que, curiosamente,
había nacido en Naissus.
Pero a lo largo del siglo iv no todos los contactos
fueron violentos, como demuestra la evangelización
que concluyó con su conversión al cristianismo de la
mano del obispo godo Ulfilas (341-348). Como este
importante suceso tuvo lugar durante el reinado de
Constancio II, que impuso el credo arriano en el imJoseph Noël Sylvestre. El saqueo de Roma en 410 por los vándalos, 1890.
Óleo sobre lienzo, 197 x 130 cm. © Musée Paul Valéry.
perio, los godos adoptaron y asumieron con firmeza
esta variante cristiana, que fue considerada herética
varios años después y prácticamente desapareció del
panorama religioso romano. Pero los godos, y otros
pueblos bárbaros que la habían adoptado, como los
vándalos, se mantuvieron en ella y se convirtió en una
especie de rasgo de identidad de la nación goda frente
a los romanos.
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En esta coyuntura, a mediados del siglo iv, se consolidó un amplio y poderoso estado godo en Ucrania, regido
por el ostrogodo Hermanarico. Sin embargo, tuvo corta
vida debido a la repentina aparición de los hunos desde
la estepa asiática, que sometieron a los ostrogodos durante un siglo y provocaron la migración de los visigodos/
tervingios hacia el sudoeste, hacia el Imperio romano.
Los visigodos/tervingios entran en el Imperio romano:
paz y guerra. Adrianopolis.
Al llegar a la frontera danubiana, ahora como todo
un pueblo en movimiento huyendo de feroces enemigos,
los líderes visigodos solicitaron a las autoridades romanas
entrar en el territorio imperial para instalarse pacíficamente donde se les asignase, que fue la misma provincia por
donde habían entrado, la Moesia Secunda, en el norte de la
actual Bulgaria, a orillas del Danubio. Este traslado pactado
y pacífico del pueblo visigodo tuvo lugar en el 375.
Pero una vez allí, la situación fue empeorando desde
el principio, debido a que las autoridades romanas sometieron a privaciones a esta masa de emigrantes a los que
regatearon los suministros y los llevaron a la hambruna,
tal como narran los mismos historiadores romanos. Esta
conducta de auténtica extorsión, llevada a cabo por iniciativa propia de algunos altos funcionarios corruptos,
provocó la sublevación general de los nuevos asentados.
Francisco de Vogue. Eurico, rey visigodo (420-484), 1750.
Piedra caliza, 285 x 120 x 110 cm. Plaza de Oriente, Madrid.
© Foto: Antonello Dellanotte
La derrota de las tropas romanas locales y la llegada de nuevos contingentes bárbaros de más allá del
Danubio provocaron la intervención directa del emperador Valente, que se encontraba luchando en la frontera persa. Al frente de la elite del ejército de Oriente, en
La diáspora de los visigodos. Albert Vicent Ribera i Lacomba
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Godos
Ostrogodos
Vi
si
go
do
s
Vouillé 507
tolosa
Abritus 251
narbo
Visigodos
massilia
Florentia 410
barcino
Roma
Saqueo de
Roma 410
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Naissus 270
Adrianopolis 378
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el año 378 Valente fue derrotado y muerto en la célebre
Primero pasaron varios años por los Balcanes y
batalla de Adrianopolis, en Tracia, cerca de la misma
Grecia, saqueando y luchando, no siempre con éxito, por
Constantinopla. Esta gran derrota, para muchos, marcó el
la acción del general romano Estilicón. Algunas veces
inicio del fin del poder militar romano.
pactaban, ora con el Imperio de Oriente, que fue el primer
La posterior llegada del emperador de Occidente,
afectado por sus razias, ora con el de Occidente, sirviendo
Graciano, con otro ejército, permitió controlar algo la si-
a los intereses de un imperio contra el otro. Finalmente, el
tuación y se llegó a un tratado de paz en el 382, gracias
Imperio de Oriente se libró de ellos facilitando su traslado
al cual los visigodos se instalaron en Moesia Secunda. A
a Occidente. En el 401 llegaron al norte de Italia, siempre
cambio tenían que suministrar tropas al debilitado ejér-
luchando y saqueando para sobrevivir.
cito romano de Oriente, ahora regido por el hispano
Teodosio, designado emperador por Graciano.
Su llegada a Italia se produjo en un momento muy
delicado para el Imperio, abrumado, además, por las
Una década después hubo ocasión y necesidad de esas
invasiones de suevos, vándalos y alanos en la Galia e
tropas godas para luchar contra un usurpador en Occidente.
Hispania, de los ostrogodos de Radagaiso en Italia y las
En la batalla decisiva, la del Frígido, en el 394, los godos del
usurpaciones de Constantino y Geroncio en Britania e
ejército oriental, situados por Teodosio en primera línea, lle-
Hispania.
varon el peso de la lucha y sufrieron gran número de bajas,
unas diez mil, lo que provocó bastante resentimiento en los
El saqueo de Roma, en 410,
supervivientes, entre los que se encontraba Alarico.
el preludio al fin de un mundo.
Un pueblo de nuevo en marcha
real del Imperio. Los emperadores, a partir de Constantino,
Desde inicios del siglo iv, Roma ya no era la capital
Al año siguiente, 395, falleció Teodosio como único
habían trasladado su residencia a Milán, mejor conec-
emperador y el Imperio se volvió a dividir en dos partes,
tada, y, después, a Ravena, mejor protegida. Además, la
ahora definitivamente, entre sus dos hijos, la oriental para
creación de una nueva Roma en Oriente, Constantinopla,
Arcadio y la occidental para Honorio.
supuso otra merma en su categoría. A partir de este mo-
Muy resentidos por la masacre del Frígido y dirigidos
por Alarico, los visigodos se rebelaron y reclamaron mejores
mento el valor de la Ciudad Eterna fue más simbólico que
real, pero muy simbólico.
tierras, y empezó un largo trayecto que en el transcurso de
Siempre guiados por Alarico, al principio (402-403)
un siglo los llevaría a instalarse definitivamente en Hispania.
fueron derrotados de nuevo por el general Estilicón, que
fue recompensado con su asesinato (408) por órdenes del
insensato emperador Honorio. A partir de este momento,
◁ Migración de los visigodos. Ilustración: Espirelius
La diáspora de los visigodos. Albert Vicent Ribera i Lacomba
los visigodos camparon sin control por la península itálica
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y asediaron varias veces Ravena y Roma. Finalmente, con
cierta complicidad desde dentro, entraron en Roma en
agosto del 410 y la saquearon durante varios días.
El reino de Tolosa
Este nuevo pacto tuvo efectos más duraderos y
permitió a los visigodos disponer de una base territorial
Este trágico episodio impactó psicológicamente en
estable y durante casi un siglo tuvo paz con el Imperio
todo el mundo conocido. Los cristianos lo vieron como el
la mayor parte del tiempo. Sin embargo, la política res-
preludio del fin del mundo y un castigo por los pecados
pecto a Roma siempre había sido bipolar. Por un lado,
cometidos. Los paganos, por el contrario, lo vieron de una
había una facción proclive a entenderse con el Imperio
manera diferente, un castigo por el abandono de los dio-
y a convertirse en federados (aliados), que predominaba
ses tradicionales.
cuando Roma aún era fuerte. Por otra, había otro grupo
El botín fue inmenso y entre los prisioneros estaba
claramente antirromano, que aumentó su poder según se
Galla Placidia, hija de Teodosio y hermana del inepto em-
acentuaba la decadencia imperial. Ambas tendencias se
perador Honorio, encerrado en Ravena.
solían turnar en el poder, a veces violentamente.
La migración del pueblo visigodo continuó hacia el
A consecuencia del tratado, los visigodos se convir-
sur con la idea de pasar a la provincia de África, la actual
tieron en el brazo armado de Roma en Hispania, donde
Túnez, una de las provincias más ricas del Imperio. Pero
derrotaron y redujeron el reino de los suevos a Galicia y ex-
Alarico murió de malaria cerca de Cosenza, en Calabria, y
pulsaron a los vándalos, que pasaron a África, mientras la
el nuevo rey, su cuñado Ataulfo, cambió de idea y se vol-
Tarraconensis permanecía en poder del Imperio. Siempre
vieron a dirigir hacia el norte. Se cuenta que Alarico fue
al servicio de Roma, su participación fue decisiva en la de-
enterrado en una gran tumba repleta de los tesoros que
rrota de Atila en la batalla de los Campos Cataláunicos, en
habían saqueado y que, para que no fuera expoliada, des-
el 451, que hay que considerar tanto una victoria visigoda
viaron el rio Busento para que la cubriera.
como romana. Allí murió su rey Teodorico. Curiosamente,
Desde Italia el pueblo visigodo llegó al sur de Francia
en este encuentro bélico los ostrogodos lucharon al lado
donde se instalaron violenta y temporalmente en el 412. En el
de los hunos. Poco después, en el 453, murió Atila y el pe-
415 ocuparon Barcelona donde crearon una especie de cor-
ligro huno desapareció tan repentinamente como había
te real y Ataulfo se desposó con Galla Placidia. Tras el asesi-
aparecido y los ostrogodos se libraron de su yugo y se
nato de Ataulfo, los visigodos, regidos por su hermano Walia,
instalaron en la antigua provincia de Panonia (Hungría),
hicieron un nuevo pacto en el 416, por el que devolvieron a
desde donde se trasladaron a Italia a finales del siglo v.
la viuda de Ataulfo, Galla Placidia; abandonaron el nordeste
La paulatina decadencia del Imperio de Occidente
de Hispania; se instalaron controladamente en Aquitania, en
fue aprovechada por los visigodos para aumentar su
el sudoeste de Francia, alrededor de Tolosa, y se comprome-
territorio sin que hubiera mayores desplazamientos de
tieron a luchar contra los enemigos del Imperio.
su población. Incluso llegaron a imponer un candidato
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suyo como emperador, Avito, si bien efímeramente, entre 455-456. Especialmente expansivo, y antirromano,
fue el reinado de Eurico (466-484), que llevó sus fronteras al Loira y al Ródano, ocupó la Tarraconensis y tuteló
buena parte de la península ibérica que, a excepción del
reino suevo de Galicia, se había convertido en un territorio atomizado y autónomo, más o menos regido por
las antiguas elites romanas. En estos momentos se produciría la primera pero aun minoritaria emigración de
visigodos a Hispania.
La gran, y última, emigración visigoda a Hispania
Esta misma expansión por la Galia tropezó con la de
los francos, que se habían hecho con el control del norte
y el este de Francia. El conflicto acabó siendo inevitable y
terminó en el 507 con la derrota y muerte del rey Alarico II,
hijo de Eurico, en la batalla de Vouillé.
Este desastre supuso la salida rápida del pueblo
godo del sur de la Galia y su traslado a Hispania. La catástrofe para los visigodos hubiera sido aun mayor sino
fuera por la intervención a su favor del rey ostrogodo
Teodorico, que envió tropas para ayudar a sus «primos»
visigodos y, sobre todo, para defender los derechos de su
nieto, aun menor de edad, Amalarico, hijo de Alarico II.
Este intermedio ostrogodo, que supuso la incorporación
de nuevos contingentes godos desde Italia, permitió con-
La diáspora de los visigodos. Albert Vicent Ribera i Lacomba
servar parte de las posesiones en la Galia, la Septimania
(el Languedoc) y facilitó a la mayor parte del pueblo visigodo su traslado a la península ibérica. Algunos de estos
nobles ostrogodos, Teudis y Teudiselo, llegaron a ser reyes. El núcleo principal de la población goda se instaló en
la meseta norte y en los alrededores de Toledo.
Durante la primera mitad del siglo vi los visigodos, unos doscientos mil, frente a unos seis millones
de hispanos, se fueron instalando en la mayor parte
de la Península, sobre todo en las antiguas provincias
Tarraconensis y Carthaginensis. Pero en buena parte del
territorio su presencia directa se redujo a las guarniciones de las zonas fronterizas y de las principales ciudades,
como Emerita, Barcino, Valentia, Caesaraugusta, Hispalis
y otras pocas más, que jalonaban las principales vías de
comunicación. La distribución de los obispados arrianos
da una buena idea de este control territorial.
Hasta la conversión al catolicismo, en el 589, la sociedad estuvo muy separada por la barrera religiosa, pero
también por la prohibición de matrimonios mixtos y la
segregación real, en la práctica, de la población hispana.
Los visigodos, pues, se instalaron como una elite
demográficamente minoritaria pero dominante, que monopolizó los resortes políticos aunque compartió los económicos con la antigua jerarquía católica y los restos de la
nobleza latifundista romana.
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Los visigodos ante
el espejo de la historia
Cristina Godoy Fernández
Facultat Antoni Gaudí d’Història, Arqueologia i Arts Cristianes
Tras la desaparición del reino visigodo en el 711, en la derrota sufrida por las tropas del rey Rodrigo en el río Guadalete,
los diversos periodos históricos se mirarán en el reflejo de
una época que enlaza el esplendor del mundo clásico con
el origen de la nación española. La unificación territorial
y religiosa conseguida por los visigodos, sobre todo en
época de Leovigildo y Recaredo, y más tarde con Suintila,
constituirá un reclamo constante para los monarcas posteriores desde la Alta Edad Media. Ya en la temprana época
del reino asturleonés, los monarcas se reivindicaban como
legítimos sucesores de los reyes godos, propiciando la forja de un mito —el mito gótico— al que se remitirá una y
otra vez, siempre que en la historia de España se quiera
poner de relieve la unidad territorial y religiosa. Es un espejo frente al que se contemplarán todos los monarcas de
los reinos peninsulares para hacer frente a los musulma◁ Francisco de Vogue. Leovigildo, rey visigodo (568-586), 1750.
Piedra caliza, 285 x 120 x 110 cm. Plaza de Oriente, Madrid.
© Foto: Antonello Dellanotte.
nes, durante la llamada «Reconquista»; los mismos Reyes
Católicos y hasta los monarcas del Imperio español de la
Casa de Austria se presentarán como sucesores directos
de los reyes godos: Rex Hispaniae, Rex Gothorum. La unificación de las diferentes coronas hispánicas, así como la
vinculación con el Sacro Imperio y la hegemonía en distintos territorios europeos configuraban una nueva idea
de España que debía estar territorialmente cohesionada.
Y para ello se optó por el modelo de la «España visigoda».
El mito del goticismo adquirió en tiempos de Felipe II
plena relevancia para justificar la legitimización de la nación
española y de la «hispanidad», como doctrina oficial de la corte y para fortalecer el poder de la realeza. En ello se esforzaron
personajes como Juan de Mariana y Ambrosio de Morales. El
propio rey sentía una gran devoción por Hermenegildo —el
hijo díscolo de Leovigildo— quien, convertido al catolicismo,
se rebeló contra la «tiranía» de su padre arriano. Esta postura,
defendida por Jiménez de Rada, contravenía la versión isidoriana y oficial visigoda, y se fundamentaba en la versión de
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como Dios ungía a los reyes en el Antiguo Testamento, los
reyes visigodos también se hacían investir por el metropolitano de Toledo en la solemne ceremonia de la unción regia.
Pero, en definitiva, la monarquía visigoda no inventó nada
nuevo, sino que reeditó los presupuestos de la teología política que Eusebio de Cesarea ideó para el primer emperador
cristiano Constantino. Este referente lo tomó el rey Recaredo
en la ceremonia de la conversión del pueblo visigodo al catolicismo en el III Concilio de Toledo, firmando como nuevo Constantino, como Flavio Recaredo, el praenomen de la
dinastía constantiniana. Para Felipe II, Hermenegildo había
sido el mártir de la verdadera fe y modelo de su hermano
Recaredo quien afianzó su poder en tanto era rey «católico». Este era el espejo en el que se miraba el monarca español: una legitimización religiosa en los tiempos convulsos
del siglo xvi de la Reforma católica y protestante.
Felipe III nació en la madrugada de la festividad de
san Hermenegildo y por esa razón su padre le puso el
nombre de Felipe Hermenegildo. El interés por «lo visigoAtaulfo en Retratos de los reyes de España desde Atanarico hasta
nuestro católico monarca don Cárlos III ..., García de la Huerta,
Vicente Rodríguez (1734-1787), Manuel Mariano (1729-1802),
grab. Ibarra. © Biblioteca Nacional de España.
Gregorio Magno que fue el primer defensor del martirio de
Hermenegildo. La veneración de Felipe II por Hermenegildo
como mártir de la catolicidad hizo que el papa Sixto V, autorizara su fiesta litúrgica en toda España en el milenario de su
muerte, en 1586; finalmente Hermenegildo fue canonizado,
para su culto universal, en 1639 por el papa Urbano VIII.
El reflejo que los Austrias buscaban en los reyes visigodos era el del fundamento teocrático del poder real. Así
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do» se extendió a lo largo de todo el siglo xvii como modelo de la unidad territorial, política y religiosa de España.
Con la entrada del siglo xviii, la dinastía de los Borbones se siguió proclamando sucesora de los reyes visigodos. Se estableció como primer monarca «español», el rey
Ataúlfo, cuya escultura encabeza la serie de veinte reyes españoles en la plaza de Oriente de Madrid, esculpidas a mediados de dicha centuria. La creación de la Real Academia
de la Historia en 1738, bajo los auspicios de Felipe V fue el
primer paso para la creación de una historiografía visigoda
desde un punto de vista científico, que trataba de depurar
los mitos y fábulas que tanto pábulo habían conseguido
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en el visigotismo. Una buena muestra de ello es la España
Sagrada del P. Enrique Flórez, publicada a partir de 1747.
La admiración que el Siglo de las Luces sintió por el pasado visigodo se dejó entrever también en la literatura y
sobre todo en el teatro neoclásico.
Con la guerra de la Independencia resurgió un inusitado sentimiento patrio que se afianzó en un ideario nacionalista con una fuerte impronta romántica que se había ido
construyendo desde el siglo xvi. La obra fundamental es la
de Modesto Lafuente (Historia General de España desde los
tiempos más remotos hasta nuestros días, 1851), en donde
define el concepto de nación ya en el reino visigodo sobre la
base de la conversión en el III Concilio de Toledo, objetivo alcanzado gracias a la predicación de los Padres visigóticos y el
mestizaje de romanos y germanos, gracias al consentimiento
Antonio Muñoz Degrain, La conversión de Recaredo, 1888.
Óleo sobre tela, 350 x 55 cm. Archivo del Senado. © Patrimonio
Histórico-Artístico del Senado. El cuadro muestra el momento de la
abjuración de Recaredo del arrianismo en el III Concilio de Toledo.
Estuvo en la Exposición Universal de París en 1889.
de contraer matrimonios mixtos, promulgado por Leovigildo.
También en el siglo xix —en 1858—, fue hallado el
toutes les questions archéologiques qui s’y rattachent, París
Tesoro de Guarrazar, cuyas coronas y cruces de oro y pie-
1860), que consideraba las coronas como distintivas de un
dras preciosas se convirtieron en un icono del visigotismo
origen germánico (francés) para no devolverlas a España.
como sinónimo del origen de la nación española. El tesoro
La disputa por el tesoro de Guarrazar enfrentó a ambos go-
estaba compuesto por doce coronas y ocho cruces, más al-
biernos, de manera que la reina Isabel II tomó cartas en el
gunas piezas sueltas. Algunas fueron vendidas en Toledo y
asunto con escaso resultado. Las coronas no fueron recu-
adquiridas por el gobierno francés; el resto pasó a formar
peradas hasta la España de Franco, en 1941, en el marco
parte de las colecciones reales gracias al tesón de José
del gobierno colaboracionista de Vichy.
Amador de los Ríos, quien además consiguió excavar el
Contemporáneamente al pensamiento conservador
lugar donde había aparecido el tesoro. En 1861 publicó El
del siglo xix, se desarrolló una corriente pictórico-histórica
arte latino-bizantino en España y las coronas visigodas de
que recalaba en los episodios medievales para fortalecer la
Guarrazar donde defendía un concepto de arte genuina-
idea de nación católica española. Muchas de las obras pro-
mente español como mezcla de los estilos romano y bizan-
ducidas formaron parte de la pinacoteca de Isabel II y otras
tino, ajeno a las pretensiones de F. de Lasteyrie (Description
se expusieron en edificios públicos, como el Senado. Uno de
du Trésor de Guarrazar, accompagnée des recherches sur
los más conocidos entre los de tema visigodo es el cuadro
Los visigodos ante el espejo de la historia. Cristina Godoy
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El Concilio III de Toledo de Martí y Monsó, que fue pintado para
versión al catolicismo, unión de los pilares sobre los que se
ser expuesto en la Exposición Nacional de 1862, o también el
asentaba el poder del «Caudillo por la gracia de Dios».
de La conversión de Recaredo de Muñoz Degrain —con la re-
Durante el primer periodo franquista se produjo una
presentación de algunos elementos del tesoro de Guarrazar,
gran influencia de los nazis en el estudio y la recuperación
para darle un cariz más «histórico-arqueológico»— y que fue
del patrimonio visigodo. Muchos especialistas se formaron
llevado a la Exposición Universal de París de 1888.
en las universidades alemanas, como Antonio Tovar, filólo-
La unificación de la Iglesia y el Estado, el altar y el tro-
go e historiador que fue nombrado subsecretario de Prensa
no, eran las bases sobre las que la monarquía había susten-
y Propaganda en 1941, y para quien los visigodos habían
tado su poder hasta principios del primer cuarto del siglo xx,
sido los fundadores de un imperio racial que marcó el des-
—teniendo como modelo a los reyes visigodos— hasta que
tino de España por su conversión al catolicismo. También
el triunfo de la II República en 1931, hizo que Alfonso XIII
en el campo de la historia del arte y la arqueología, hay que
marchara al exilio. Con el alzamiento de Franco y la Guerra
destacar a Julio Martínez Santa Olalla, nombrado director
Civil, entre 1936 y 1939, el pensamiento conservador se re-
general de la Comisaría de Excavaciones Arqueológicas, si-
activó de manera que caló muy hondo en la propaganda
guiendo los modelos alemanes del Instituto Arqueológico
del Caudillo. La alianza entre la Iglesia y el Estado llevarían
Nacional e Imperial (precursor del Instituto Arqueológico
a España al denominado «nacionalcatolicismo» que actua-
Alemán de Madrid). Martínez Santa-Olalla centró sus inves-
ba a la par entre el Ejército y la Iglesia contra unos enemigos
tigaciones en el estudio de los ajuares funerarios de los lla-
comunes: el comunismo y el bolchevismo. Esta ideología
mados enterramientos germánicos en necrópolis visigodas
se transmitía a la población a través de un férreo sistema
como la de Castiltierra (Segovia). Pretendía demostrar las
educativo que defendía los principios del Régimen.
relaciones entre España y Europa central durante el periodo
En la utilización del período visigodo por parte del fran-
visigodo, para establecer un pasado común en los estados
quismo hay que distinguir dos etapas: una primera, entre
fascistas, base ideológica y racial de la política del momen-
1939 y 1944, en la que se pretendía probar el germanismo de
to. Hay que destacar a este respecto el papel que jugó la
España y la pureza de la «raza», y, una segunda, en la que ante
Anhenerbe, una sociedad pseudocientífica fundada en 1935
la inminente derrota del Eje ítalo-alemán a partir de 1945, el
por los dirigentes e ideólogos del Partido Nacionalsocialista
régimen de Franco se retrajo, iniciando el periodo conocido
Obrero Alemán con el fin de investigar y enseñar la heren-
con el nombre de «autarquía». Si en el primer franquismo
cia ancestral alemana, en particular sobre la raza aria y su
se primaban los estudios arqueológicos sobre la llegada de
paralelismo con la raza germana. La Ahnenerbe estaba go-
estos ancestros germánicos para emparentar España con la
bernada por Wolffram von Sievers —condenado en los jui-
Alemania nazi, tras la derrota del III Reich en 1945 la mirada a
cios de Nuremberg—, y en 1940 pasó a depender de la SS
los visigodos se sublimaría para destacar su papel por la con-
(Schutzstaffel) dirigida por el Reichsfürer Heinrich Himmler.
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En ese marco de colaboracionismo y camaradería,
Martínez Santa-Olalla jugó un papel fundamental en la
visita que Himmler realizó a España en 1940. Visitaron El
Escorial; Toledo, como capital visigoda y su alcázar, maltrecho durante la Guerra Civil, y, en Madrid, los museos
del Prado y el Arqueológico Nacional; en el MAN pudo
contemplar los materiales procedentes de las necrópolis
visigodas, especialmente de Castiltierra, muchos de los
cuales acabaron en Austria, al ser enviados como presente por Santa-Olalla para complacer a Himmler, y aún no
han podido ser recuperados.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, con la victoria
de los aliados, la influencia de la ideología nazi disminuye y el régimen franquista se readapta. La mirada hacia lo
visigodo había de subrayar el peso de su conversión al catolicismo como modelo teocrático para la autoridad del
Caudillo. Se inicia el nacionalcatolicismo donde la Iglesia
católica tuvo un protagonismo especial en la recristiani-
Julio Martínez Santa-Olalla y el Reichsfürer Heinrich Himmler en octubre
de 1940 en el Museo Arqueológico Nacional, contemplando las piezas
visigodas de la necrópolis de Castiltierra, Segovia. © Wikimedia Commons.
zación de la población y la exaltación del Jefe del Estado,
El sistema educativo se impregnó de la ideología na-
cuyo poder emanaba directamente de Dios. Los intelec-
cionalcatólica a través la Revista Nacional de Educación
tuales volvieron la mirada a la historiografía romántica
que se publicaba mensualmente y era distribuida a todas
de la segunda mitad del siglo xix, recuperando discursos
las instituciones educativas, los ministerios, las universi-
como los de Marcelino Menéndez Pelayo o incluso el uni-
dades y las escuelas. Los visigodos se hacían familiares
verso pictórico historicista que recreaba el nacimiento y
al universo de los españoles —¡la necesidad de aprender-
el bautismo de la nación en el III Concilio de Toledo. La
se la lista de los reyes godos!— a través de los manuales
misma ciudad fue objeto de un programa de conservación
escolares, las revistas infantiles, postales, naipes, vitolas,
y promoción patrimonial, como el Alcázar donde, para la
sellos de correos, almanaques y hasta los envoltorios de
historiografía fascista, se había escenificado la unidad es-
productos alimenticios como los chocolates. Las ilustra-
pañola en época visigoda. Poco tiempo después, en 1960,
ciones, inspiradas en la iconografía romántica decimonó-
se inauguró el Museo de los Concilios para conmemorar la
nica, eran las mismas que muchos de nosotros conserva-
ciudad donde había nacido «la unidad moral de España».
mos aún en la retina al pensar en los visigodos.
Los visigodos ante el espejo de la historia. Cristina Godoy
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Toledo:
la ciudad del Rey
Jorge Morín de Pablos, Departamento de Arqueologia de AUDEMA
Isabel M. Sánchez Ramos, UCL Institute of Archaeology
La ciudad de Toledo y su territorio atesoran una serie de
restos materiales de valor excepcional que son la consecuencia más visible de un rico pasado. Su presencia sirve
para recordar que estamos ante una de las poblaciones
más importantes y complejas de la península ibérica, tras
haberse convertido en capital simbólica de inmensos
imperios, de grandes y diferentes reinos o de otras muchas demarcaciones de carácter civil, religioso o militar,
que crearon sus propios programas arquitectónicos, en
ocasiones sobre los mismos inmuebles, y han dejado su
correspondiente huella.
Esa importancia, mantenida a lo largo de los tiempos, tiene como gran referencia la capitalidad visigoda, la
ciudad del Rey. Fue entonces, en los años centrales del
◁ [El Ordo celebrando concilio]. Miniatura: pincel y pluma,
230 x 260 mm, en Manuscrito Reyes visigodos del Código
Vigilano o Albeldense (fol. 344), 976.
Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
© Patrimonio Nacional. RBME d-I-2, f. 344.
siglo VI, cuando Toledo empezó a destacar en el conjunto
de las ciudades de la península ibérica, aunque todavía
tardara cerca de un siglo en consolidarse para dar lugar a
la urbs regia visigoda que describen las fuentes.
Fue en ese momento cuando coincide con la formación del primer reino auténticamente hispano de la
historia, cuando Toledo dejó de ser una ciudad más, para
convertirse en el centro simbólico de una entidad política
destacada y excepcional en la Europa de su tiempo. La
principal consecuencia de esa promoción fue la construcción de grandes complejos arquitectónicos que, en muchas ocasiones, tomaron como ejemplo las construcciones imperiales y provocaron un importante cambio en el
aspecto de la población.
La consecución de este rango privilegiado implicó
la completa reorganización interna de la ciudad, que
adquirió un nuevo aspecto del que solo conocemos aspectos muy parciales. De hecho, los pocos restos que
se conocen muestran que Toledo se trasformó en una
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miembros civiles y eclesiásticos con ella relacionados,
incluyendo en este caso a los primeros obispos primados de Hispania.
Junto a ellos crecieron grupos de pequeños funcionarios y monjes que fueron los responsables de la formación y desarrollo de un foco cultural que se convirtió en
el soporte ideológico del reino y demostró su capacidad
para hacer llegar sus planteamientos e ideas al resto del
continente. En él participaron figuras destacadas como
Julián, Eugenio o Ildefonso de Toledo, que se convirtieron
en una referencia indispensable en la cultura europea de
la Alta Edad Media.
Esta escasez de restos inmuebles en la ciudad contrasta con la importancia de los que conocemos en su
territorio más inmediato —Santa María de Melque, Los
Manuscrito Reyes visigodos del Código Vigilano o Albeldense
(fol. 145r). Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo
de El Escorial. © Patrimonio Nacional.
Hitos, San Pedro de la Mata, Guarrazar, etc.—, que se convirtió en un espacio privilegiado, tan mítico y específico
como lo fue la propia capital. En él se conservan algunos
espacios que permiten realizar una buena aproximación
auténtica capital y, como tal, en el centro político, admi-
a la imagen que presentaron algunos de los monumentos
nistrativo y religioso del Estado visigodo. Una formación
más destacados de la ciudad en los siglos vi y vii.
política bien estructurada, que se convirtió en uno de
Aunque los precedentes pueden hallarse ya en épo-
los pocos reinos que se consolidaron en el panorama
ca de Teudis y Atanagildo, fue indudablemente durante el
político europeo tras la caída del Imperio romano. A su
reinado de Leovigildo (568-586), cuando Toledo se con-
cabeza se encontraba un monarca que basaba su poder
virtió en el asiento permanente de la corte visigoda. Gran
en la existencia de una organización estatal plenamente
parte del éxito de la elección de Toledo como sedes regia
desarrollada y, también, en el dominio de la capital y de
tuvo que ver con su privilegiada situación geográfica en
sus instituciones, que eran las que legitimaban su poder.
el centro peninsular y en el punto de vado del Tajo, una
Un hecho que explica la necesidad de construir grandes
situación excepcional que hacía de la ciudad un impor-
edificios administrativos en los que instalar el Aula regia
tante nudo de comunicaciones. Toledo contaba también
y diferentes palacios en los que albergar a sus principales
a su favor el que no se hubiera visto afectado por los des-
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órdenes del siglo V que habían llevado la ruina a otras
ciudades del interior de la Península, y que mantuviera
5
en pie todavía buena parte de las infraestructuras urbanas de época romana, así como una buena organización
municipal y episcopal. Su centralidad y alejamiento de
otros poderes le otorgaban ventaja sobre otras sedes
como Narbona o Barcino, al tiempo que su oscuro pasado como simple municipio romano no le suponía una
6
1
rémora, como sucedió, por ejemplo, con Emerita, antigua
capital de la Diocesis Hispaniarum. Un último aspecto que
no debe minusvalorarse para comprender la elección de
2
2
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4
la ciudad del Tajo como sedes regia visigoda viene dado
por el asentamiento de los contingentes poblacionales visigodos en la zona central de la Península, tal como pone
de manifiesto el mapa de distribución de necrópolis con
elementos de ajuar de estilo danubiano.
La ciudad: el núcleo palatino y el conjunto episcopal
Los estudios arqueológicos realizados en los últimos
años han dado a conocer una serie de complejos arquitectónicos y destacadas piezas suntuarias de los siglos IV
y V que demuestran la importancia de la ciudad en el panorama peninsular. Durante esta etapa, y como resultado
Planta de Toletum en época visigoda (ss. vi-vii).
© Proyecto Sedes Regia Toletana.
1. Propuesta ubicación de la ecclesia de Santa Maria (grupo episcopal);
2. Escultura y mobiliario litúrgico asociado al grupo episcopal de
época visigoda (callejón de San Ginés y convento de San Pedro Mártir);
3. Propuesta situación de la Ecclesia praetoriense (¿iglesia de Santa
María del Alficén?); 4. Propuesta de localización del palatium visigodo
(alcázar-hospital de Santa Cruz-convento Santa Fe); 5. Construcciones
residenciales zona noroccidental extramuros (Vega Baja); 6. Posible
ubicación de la basílica de Santa Leocadia y necrópolis tardoantigua.
del proceso de transformación producido en el paisaje
urbano, se abandonaron muchos de los antiguos espacios públicos al tiempo que surgieron nuevos conjuntos,
generalmente —pero no exclusivamente— eclesiásticos,
que reflejan de forma ostensible el carácter urbano de las
poblaciones de mayor rango. Este es el caso, por ejemplo,
de las murallas y de los inmuebles destinados a la administración del Estado, así como también el de las nuevas
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
iglesias y catedrales, símbolos del creciente poder adquirido por la Iglesia a lo largo de estas centurias.
La estructura urbana de Toledo durante el periodo visigodo refleja efectivamente esa dualidad, con un núcleo
pretoriense centrado en el conjunto palatium-basílica de los
Santos Apóstoles Pedro y Pablo y otro eclesial vinculado al
grupo episcopal dedicado a Santa María. Precisamente la
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ciudadela o praetorium se dispondría en la parte alta de la
tras la basílica constantiniana de los Santos Apóstoles
ciudad, en relación con el control del puente sobre el Tajo, en
estaba dedicada al colegio apostólico con el propio em-
una disposición urbana que es la que perduraría posterior-
perador como isapostolos, la basílica toledana estaba
mente en época islámica. La iglesia de los Santos Apóstoles
tan sólo bajo la advocación de los Santos Pedro y Pablo,
Pedro y Pablo aparece en las fuentes literarias íntimamente
patronos de la sede del Imperio occidental y de las gen-
vinculada al pretorio y a la monarquía. Como tal, la basílica
tes (entre las cuales se contaba la gens gothorum), lo que
de los Santos Apóstoles era escenario de la ceremonia de
sólo puede entenderse como una manifestación de inde-
bendición del ejército antes de una campaña militar y de la
pendencia política del reino godo ante Constantinopla.
ordinatio principis de los reyes visigodos, dos actos que ve-
En cuanto a los elementos de escultura monumental,
nían a poner de manifiesto el carácter consagrado de la insti-
destaca la concentración en el área de la puerta/puente
tución monárquica goda. Esta basílica fue, además, sede de
de Alcántara-alcázar una serie de relieves decorados con
un breve obispado palatino creado por Wamba (672-680). Es
discos o medallones que encierran un motivo gallonado.
importante subrayar la sorprendente decisión del monarca
Este tipo de decoración habría que ponerla en relación
de crear un nuevo obispado en la ciudad (medida que va en
con el emplazamiento en la zona de un magno conjunto
contra de las disposiciones eclesiásticas y que como tal sería
civil que sólo cabría identificar con el antiguo palatium
derogada en el XII Concilio, celebrado en 681), porque certi-
godo. Estos motivos gallonados son extraños dentro del
fica la situación de duplicidad —con una sede catedralicia y
arte hispanogodo, aunque de algún modo recuerda al
otra palatina— que vive la urbe por esta época.
tema de las veneras tan caras a la iconografía del mo-
Hay dos aspectos más de esta iglesia pretoriense que
mento, en edificaciones de prestigio como el palacio de
son interesantes señalar. Teniendo en cuenta el ascen-
Pla de Nadal (Riba-roja de Túria, Valencia). En el mismo
diente que Constantinopla siempre tuvo sobre la corte
sentido hablaría el descubrimiento de importantes ejem-
visigoda, resulta significativo que esta iglesia no actuara
plares de escultura decorativa en la zona, como los frisos
como panteón regio a imitación de la basílica constanti-
con cruces inscritas en estrellas de rombos alternados
nopolitana de los Santos Apóstoles. El ejemplo de la ba-
con discos gallonados. De esta zona también procede un
sílica fundada por Constantino fue seguido después por
magnífico tenante de altar decorado con cruz gemada
algún rey bárbaro como el franco Clodoveo en París, pero
y en el Hospital de Santa Cruz se descubrió una impos-
no hay constancia expresa de que esto fuera así en el caso
ta que presenta idéntica decoración de tipo áulico que
toledano. Por el contrario, se sabe que la basílica de Santa
hemos señalado en las piezas del entorno de la puerta
Leocadia, que actuó como panteón episcopal, sirvió tam-
de Alcántara (cruces inscritas en estrellas y gallones), así
bién, según fuentes tardías, como mausoleo de los reyes
como un fragmento de placa-nicho con forma de concha
godos. Asimismo, hay que subrayar también que, mien-
de extraordinaria factura, pieza que sin duda presidía la
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decoración de un importante templo, muy posiblemente
en manos de los bizantinos. En el año 610, este rango me-
el mismo al que pertenecería el altar antes mencionado.
tropolitano se vio sancionado por un sínodo de obispos
Otros hallazgos dispersos sugieren asimismo la loca-
reunidos a tal efecto, cuyas conclusiones serían reafirma-
lización en esta zona de una importante construcción reli-
das poco después en un Decretum de ecclesia Toletana por
giosa: un cancel con la imagen simbólica de san Lucas ha-
el propio rey Gundemaro. A partir del reinado de Ervigio,
llado en el paseo del Miradero —que evidentemente forma-
siendo obispo san Julián (680-690), Toledo alcanzó el título
ba parte de una serie de cuatro canceles del Tetramorfos—,
de sede primada, imponiendo su dignidad sobre el resto
un grupo de fragmentos de canceles con arcos imbricados
de los obispados hispanos y logrando incluso arrancar al
y trifolias de clara inspiración emeritense, otra placa-nicho
poder real la prerrogativa de intervención en el nombra-
de estilo clasicista decorada con la imagen de un temple-
miento de nuevos obispos.
te, etc. A este numeroso grupo hay que añadir además un
Prácticamente nada se ha conservado del antiguo
conjunto de ocho capiteles visigodos reutilizados en el pa-
complejo catedralicio de época visigoda. Sin embargo,
tio del Hospital de Santa Cruz. Todas ellas son piezas de
se sabe con cierta seguridad que, como otras muchas
indiscutible calidad y permiten intuir su procedencia de un
de su tiempo, la iglesia catedral estaba dedicada a Santa
conjunto arquitectónico de prestigio y que, en nuestra opi-
María Virgen. Como se ha dicho, no se conserva nada de
nión, sólo cabe identificar con el antiguo pretorio visigodo
la fábrica original, si bien todo hace pensar que la antigua
y su templo palatino anexo.
sede de época visigoda estaba emplazada bajo la actual
Como complemento y contrapeso del pretorio o pa-
catedral gótica y antigua mezquita aljama árabe, no sólo
lacio civil se hallaba el núcleo catedralicio, sede de la auto-
por la tradicional superposición de espacios sagrados
ridad eclesiástica y principal centro de culto de la ciudad.
dentro de la ciudad, sino porque hay constancia literaria
A lo largo de la séptima centuria el obispado de Toledo al-
de que en el año 871 todavía existía una iglesia contigua
canzó de facto el rango de sede primada de España. Este
a dicha mezquita. Unas prospecciones efectuadas en la
título, sin embargo, no fue conseguido sino después de un
década de los ochenta en la catedral parecen confirmar la
largo proceso en el que el obispo de la ciudad regia hubo
existencia de una construcción de planta de cruz griega,
de imponerse a otras sedes que, como Cartagena, Mérida o
con la cabecera situada en el tramo inmediato al llamado
incluso la misma Tarraco, orgullosa de su fundación apos-
«pilar de la Descensión», que hace referencia al lugar en
tólica paulina, poseían a priori mayores méritos y antigüe-
el que la Virgen posó sus pies con motivo del milagro de
dad. Desde el siglo VI, al menos, el obispo de Toledo había
la imposición de una casulla a san Ildefonso. Este mila-
obtenido ya el reconocimiento expreso como metropolita-
gro, que reflejaba el apoyo divino a la sede regia visigoda
no de las sedes del interior de la provincia Carthaginensis,
y convertía a la Virgen María en la principal patrona de la
desbancando a la mismísima capital provincial entonces
ciudad, ha sido utilizado desde entonces para la defensa
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
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de la primacía toledana. Su representación figura en todos y cada uno de los espacios religiosos vinculados a la
iglesia toledana hasta nuestros días.
Por otro lado, un epígrafe conservado en una de las
columnas de la catedral gótica informa de la reconsagración in catolico de la basílica de Santa María durante el reinado de Recaredo, en el año 587, esto es, el mismo año de
la conversión del monarca. Esta inscripción solemniza la
devolución de la iglesia catedral hecha por los arrianos al
culto ortodoxo después de superada la crisis de la guerra
civil que enfrentó a Leovigildo y su hijo Hermenegildo. La
inscripción, que fue trasladada en el siglo xvi a uno de los
patios de la catedral, reza así: «+ In nomine D[omi]ni consecra/ta ecclesia S[an]cte Marie/ in catolico die primo/ idus
aprilis anno feli/citer primo regni d[omi]ni/ nostri gloriosissimi Fl[auii] Reccaredi regis era / dcxxv». La reconsagración del templo al rito católico sería una de las medidas
adoptadas por Recaredo antes de su conversión oficial
en el año 589. Se trataría, pues, de una medida de hondo significado simbólico que venía a clausurar el sínodo
de obispos arrianos y católicos en el que se sentaron las
bases que culminarían posteriormente en la reunión dos
años más tarde del III Concilio toledano, el sínodo de la
conversión oficial de los godos a la ortodoxia nicena.
También las piezas de escultura decorativa empotradas en el cercano callejón de San Ginés se podrían
relacionar con construcciones vinculadas a este núcleo
△ Inscripción de la reconsagración de la catedral de Santa María.
Catedral de Toledo. © Proyecto Sedes Regia Toletana.
◁ Credo epigráfico. Museo de los Concilios.
© Proyecto Sedes Regia Toletana.
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catedralicio. La decoración a base de veneras, abundan-
de taller romano o bien formar parte de un ciclo homi-
te en este grupo, parece corresponderse con un conjun-
lético hoy por hoy no aclarado, que aparecía en algún
to de este tipo, pues es característica de los edificios de
ejemplar manuscrito ilustrado. En cualquier caso, no
prestigio del momento y, como tal, se encuentra en nu-
hay duda que su carácter narrativo recuerda al arte pa-
merosas piezas de la villa de Pla de Nadal (Riba-roja de
leocristiano, si bien con una factura algo más tosca. Las
Túria, Valencia).
representaciones encarnan cuatro escenas relacionadas
El grupo episcopal incluiría, aparte de la iglesia
con diversos episodios de la vida de Cristo: tres de ellas
catedral, el palacio episcopal y algunas otras depen-
de tipo taumatúrgico (curación del ciego de nacimiento,
dencias anexas al mismo, entre las cuales se incluiría
resurrección de Lázaro y la curación de la hemorroisa) y
un edificio destinado al rito bautismal, probablemente
otra más de tipo bautismal (diálogo con la samaritana).
dedicado a san Juan Bautista, según era corriente en la
En esta misma iglesia, convertida en mezquita en época
época, y al que pertenecería la placa-nicho con letras
islámica, se conserva un importante conjunto de piezas
apocalípticas invertidas (tema de carácter bautismal)
decorativas de época visigoda en la que destacan nueve
y algunos materiales constructivos más hallados en el
pilastras, capiteles y un buen número de frisos con mo-
transcurso de las excavaciones del vecino convento de
tivos decorativos muy concretos, que permiten suponer
San Pedro Mártir.
la existencia de un templo parecido al de San Juan de
Dentro de la ciudad existieron además otras mu-
Baños en Palencia: un templo que la mayor parte de los
chas iglesias de las que apenas nada se sabe o se con-
investigadores vinculan con la arquitectura toledana del
serva, de suerte que es posible hablar de una paulatina
siglo vii. Estas piezas se encuentran dispersas por dife-
cristianización de la topografía urbana a medida que
rentes lienzos de la construcción y tienen especial pro-
la influencia y el poder de la Iglesia se acrecentaba.
tagonismo en la torre del templo, un antiguo alminar,
Ejemplares como las pilastras de la iglesia de Santa Justa
en el que se agrupan numerosos relieves decorados con
y del Salvador dan buena cuenta de ese interés everge-
series de círculos que forman tetrafolias.
ta de la Iglesia toledana. La pieza del Salvador, con su
Un origen parecido tiene el conjunto de piezas de-
repertorio de escenas neotestamentarias, es además un
coradas que se conocen en el entorno de la iglesia de
magnífico ejemplo de un fenómeno que debió ser muy
Santa Eulalia, en el que destacan los capiteles y piezas
frecuente en la época, pero, que por desgracia, apenas
reaprovechadas en la construcción de esta parroquia en
se ha conservado: la decoración figurada. La pilastra
el siglo xii, así como los frisos que se conservan forman-
muestra en una de sus caras, dividida en varios registros,
do el dintel de una portada en la plaza de la Cruz, que
diversas escenas de la vida de Jesús que pudieron inspi-
recuerdan a los que acabamos de describir en la torre
rarse en la decoración de algún sarcófago paleocristiano
de El Salvador.
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
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Reconstrucción de
Toledo en la séptima
centuria. Ilustración
de Albert Álvarez
Marsal, bajo la
dirección científica de
I.M. Sánchez Ramos y
Jorge Morín de Pablos.
(© Urban landscape
of power in the Iberian
Peninsula from Late
Antiquity to the Early
Middle Ages’).
Los suburbios. La basílica de Santa Leocadia
y los palacios suburbanos
En la zona noroeste del suburbio, en la denominada
Vega Baja, se emplazaba una importante área funeraria
que parece desarrollarse a partir de finales del siglo iv o
principios del v. En ella destaca el conjunto de tumbas hallado en el actual paseo de la Basílica, que reaprovechan
para su construcción varios elementos funerarios procedentes de alguna necrópolis imperial. Toda esta zona, situada al oeste del antiguo circo romano, se vio afectada
por una amplia remodelación urbanística, consecuencia
de la revalorización de un pequeño culto local destinado
a perpetuar la memoria de la virgen y confessor Leocadia.
42 /
La tradición ha venido identificando esta basílica con el
lugar que hoy ocupa la ermita del Cristo de la Vega, aunque es posible que en realidad el martyrium se encontrara
junto al circo, donde antiguas excavaciones de Pedro de
Palol pudieron constatar la existencia de un gran edificio
con contrafuertes, de modo que la ermita sería en realidad el monasterio asociado a la basílica martirial. De este
espacio proceden la placa nicho con crismón y varios
fragmentos con el Credo epigráfico.
Durante esta época la Vega Baja alcanzó un cierto
desarrollo urbano organizado en torno a determinados
ejes viarios, en donde se documenta una ocupación
más o menos intensa para diferentes usos domésticos y
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productivos. Se ha querido ver en ello una relación entre
la consolidación del reino visigodo a lo largo de la séptima centuria y la transformación constatada en el suburbio noroccidental, definida por una implantación urbanística monumental y jerarquizada que integrara espacios
de carácter residencial, comercial y artesanal.
Los monasterios toledanos
Como testigos del creciente poder de la Iglesia y a la
vez actuando como defensa simbólica de la urbs, Toledo se
encontraba rodeado de numerosas fundaciones monásticas. Sin duda, el más famoso de los monasterios toledanos
es el de San Cosme y San Damián o Agaliense, donde se
formaron buena parte de los obispos toledanos (Cixil. Vita
Ildephonsi, I 11). Allí se educaron figuras tan insignes de la
Iglesia visigoda como los santos obispos Eladio, Eugenio
o Ildefonso. La ubicación de este célebre monasterio es
desconocida en día de hoy aunque a partir de la etimología del topónimo se ha especulado verosímilmente con su
situación junto a la calzada que conducía a las Galias (ad
galiense iter). En los últimos años se ha sugerido su emplazamiento en un lugar próximo a la Peraleda a partir de
algunas referencias de época medieval. Desde el punto de
vista arqueológico, se han realizado varias propuestas de
localización, entre las que destaca aquella que lo sitúa en
las inmediaciones de los llamados Palacios de Galiana. De
esta forma, la almunia Al-Mansura o Huerta del Rey, ordenada construir entre 1043 y 1075 por Al-Mamum, no sería
sino la heredera histórica del antiguo cenobio visigodo. La
propuesta nos parece muy probable, por su situación jun-
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
to a la calzada de las Galias y por la propia riqueza agraria
del lugar, así como porque es coherente con algunas menciones literarias. El conjunto taifa presenta además una
estructura arquitectónica basada en una planta de tipo bizantino que podría estar inspirada en un conjunto anterior.
El segundo de los monasterios citados en las actas del
XI Concilio era el de Santa Leocadia. Parece lógico suponer
que, al igual que sucedía en Mérida con el monasterio de
Santa Eulalia, se encontrara situado junto a la iglesia martirial del mismo nombre. Su abad firma en segundo lugar,
probablemente por tratarse de un monasterio vinculado a
una iglesia de carácter palatino como era Santa Leocadia.
Teniendo en cuenta que el edificio excavado junto al circo
pudo ser la propia basílica martirial, este monasterio pudo
emplazarse bajo la actual ermita del Cristo de la Vega, dando
razón en parte a la tradición generada en torno a este lugar.
El resto del catálogo de monasterios toledanos de
época visigoda es conocido únicamente por las signaturas de sus abades en el XI Concilio. Así, se sabe que había
en Toledo un monasterio urbano dedicado a la Santa Cruz
que era escenario de la traslación de una reliquia del lignum crucis a la catedral durante la celebración de Pascua.
Otro de los monasterios toledanos citados en las actas
del XI Concilio era el de San Miguel, cuyo abad aparece
en las actas sinodales encabezando el ordo abbatum. Es
posible, dada la condición del arcángel San Miguel como
protector de la hueste celestial, que este cenobio se hallara cerca del recinto pretoriense, quizá como complemento monástico de la basílica de los Santos Apóstoles. Por
último, las actas citan el monasterio de Santa Eulalia.
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La fundación de una nueva ciudad:
Reccopolis
Pilar Diarte-Blasco, Manuel Castro-Priego, Lauro Olmo-Enciso
Proyecto Arqueológico Recópolis. Área de Arqueología. Universidad de Alcalá
En plena Celtiberia visigoda, por orden de Leovigildo, se
funda en el año 578 dC la ciudad de Reccopolis (Zorita de
los Canes, Guadalajara). Ciertamente, no es la única ciudad fundada en este momento, ya que como nos informan
la Chronica de Juan de Biclaro y la Historia Gothorum de
Isidoro de Sevilla, otras dos ciudades se erigieron en este
periodo en el norte peninsular, en Vasconia: Victoriacum,
fundada por el mismo rey, y Ologicus por Suintila (621-631
dC), que permanecen sin localizar. No es casualidad que
estas ciudades se fundaran en momentos cruciales para
la consolidación del Reino visigodo de Toledo, como en el
caso de las fundadas por Leovigildo (568-586 dC), o el de
Ologicus, cuando las campañas de Suintila acabaron con
las últimas posesiones peninsulares de los bizantinos, en el
año 625 dC. En el caso de Reccopolis es probable que la voluntad regia de llevar a cabo un proyecto ideológico «imperial» a la manera de Bizancio haga tangible esa política de
◁ Reccopolis en el contexto peninsular a principios del siglo vii dC.
Elaboración propia.
aemulatio imperii, ya que la ciudad fue construida en honor
del futuro rey Recaredo (586-601 dC), siguiendo la estela de
algunos emperadores bizantinos que fundaron o, simplemente, renombraron algunos centros urbanos anteriores.
El conocimiento de la estructura urbana de la ciudad
y del impacto que ésta tuvo en el territorio es más reciente
de lo que en principio se podría suponer, ya que Reccopolis
durante varios siglos permaneció oculta y olvidada hasta su «redescubrimiento» arqueológico en el cerro de la
Oliva, a finales del siglo xix. En cualquier caso, la memoria
de la ciudad había permanecido algunos siglos después
de su abandono definitivo, en torno al siglo ix, gracias a
las fuentes escritas: las árabes, por ejemplo, aludirán a
Racupel, como «muy fuerte çibdat e muy alta», en las que
además se subraya la calidad de sus piedras, usadas para
la construcción de Zorita, como aparece mencionada
en la Crónica de al-Razi. Mientras que en algunas fuentes cristianas, como el texto altomedieval de la Crónica
albeldense se alude a la fundación de la ciudad, y algo
más tardíamente, en el fuero concedido por Alfonso VII,
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en 1156, a campesinos mozárabes para repoblar la villa
de Zorita, en las que se mantiene el topónimo en sus diferentes formas: Accopal, Raccopal o Racupel.
El inicio de las investigaciones arqueológicas propiamente dichas, no obstante, no se produjo hasta los años
cuarenta del pasado siglo, cuando el arqueólogo Juan
Cabré Aguiló se encargó de la dirección de las excavaciones hasta su fallecimiento, en 1947. Las primeras fases de
la investigación se centraron en las estructuras arqueológicas más evidentes que, sin duda, eran las de la ermita
de la Virgen de la Oliva, con el objetivo de documentar las
fases visigodas del edificio, aunque también se identificó
el «...gran palacio contiguo a la Basílica», en el que localiPlanimetría esquemática-explicativa de la parte alta de la ciudad.
Elaboración propia.
A1, A2, A3: Complejo palatino; B: Iglesia palatina; C: Acceso Complejo
Palatino; D y E: Edificios asociados con actividades artesanales y
comerciales; F1, F2 y F3: Viviendas; G: Calles; H: Zona abierta Complejo
Palatino; I: Zona abierta; J: Canalización; K: Cisterna.
zó, al igual que en el edificio de culto «...elementos arquitectónicos de talla y carácter visigodos...» y, sobre todo,
destacaban lan dimensiones del mismo, «...con naves de
más de 100 metros de longitud por 10,40 de anchura».
El urbanismo de Reccopolis, de hecho, se define en
torno a la posición preeminente del complejo palatino
—que incluiría la basílica palatina, enmascarada en parte por la ermita medieval de la Virgen de la Oliva—, cuya
situación en la parte más alta del cerro lo hace visible desde todos los lugares de la ciudad, que incluye prácticamente cualquier lugar del territorio circundante y subraya
el poder que representaba. Los informes de Cabré son la
primera noticia que tenemos de la existencia de un palacio en la ciudad, hipótesis después sostenida por investigadores del Instituto Alemán de Arqueología en Madrid,
como K. Raddatz y D. Claude, y corroborada por los trabajos desarrollados por el equipo dirigido por Lauro Olmo-
Imagen aérea de Reccopolis. Proyecto Reccopolis.
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Enciso. Es cierto, no obstante, que prácticamente no exis-
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ten edificios del periodo con los que se pueda establecer
El edificio A3 es el único del complejo que no fue
una comparativa, pero las dimensiones y la calidad cons-
documentado por J. Cabré. Comenzó a ser estudiado en
tructiva del conjunto, la ubicación de éste y los elementos
las campañas de excavación que se desarrollaron en la
arquitectónicos y decorativos recuperados en su interior,
década de los noventa del pasado siglo. Cierra la plaza
dejan escaso margen de duda en su identificación.
en su parte más meridional y tiene similitudes construc-
El conjunto se construyó en torno a una gran plaza,
tivas con el complejo A1. La construcción se levantó en
que queda cerrada por los lados norte y sur, precisamen-
mampostería y sillarejo combinando una cimentación en
te por los dos edificios de mayor envergadura. En total,
arenisca, con alzados en toba y piedra caliza. No dispon-
el conjunto estaría formado al menos por tres edificios y
dría, en cambio, de machones y/o pilares internos, ya que
una iglesia palatina. Los muros de los edificios del conjun-
poseería un muro corrido en mampostería y sillarejo en
to palatino, que denominamos A1, A2 y A3, estaban com-
su interior, en el que se abrirían vanos de comunicación —
puestos por dos paramentos y relleno interior de cantos
al menos dos—, que serviría tanto de división del espacio
de río y mampuestos, además de encontrarse enlucidos
inferior en dos naves de 3, 20 m de anchura, como de su-
con mortero de cal y arena, también utilizado en la iglesia.
jeción de la planta superior. Se trata de una obra longitu-
El uso de la cal se documenta también en la plaza, donde
dinal, con sentido este-oeste, con unos 9,40 m de anchura
se observa el empleo de cantos trabados con este mate-
por 31,50 m de longitud visible. No obstante, gracias a las
rial, cubiertos con una capa de mortero de cal y arena.
prospecciones geomagnéticas, se ha podido determinar
El edificio norte, A1, es el de mayor tamaño del complejo, con 133 m de longitud por 9,20 m de anchura, y tenía
una longitud total de la construcción en 49 m. La estructura de este se encuentra todavía en fase de excavación.
dos pisos. Se encontraba dividido en dos partes de dimen-
La secuencia estratigráfica ha permitido la recons-
siones similares: la ubicada en el sector más occidental po-
trucción interpretativa del edificio. Tendría un tejado a
seía contrafuertes circulares y dos vanos de entrada de unos
dos aguas rematado por cruces caladas en sus vértices.
2 m de anchura cada uno, mientras que la que se encuen-
El tejado estaría sujeto por una viguería, realizada a par-
tra en la zona oriental tenía dos alas (ambas con una única
tes iguales en madera de pino y roble. Inmediatamente
planta) adosadas a su lado norte y sur, respectivamente.
debajo de esta cubierta, se documentó, en forma de de-
El edificio A2 que, junto a la iglesia palatina cerraría la
rrumbe, el piso de opus signinum de la planta superior.
plaza por su lado este, tiene unas dimensiones de 40 m de
Este pavimento se conformó sobre un plano de losetas de
longitud por 10 de anchura. Tanto el edificio A1 como el A2
travertino a modo de encofrado y apoyaba directamente
poseen en su interior unos machones de 1,10 m de lado, que
sobre las vigas que soportaban todo el nivel superior. Por
servirían para sustentar el sistema de arcos adovelados co-
último, se documentaron los restos de un estrato de arci-
rridos, que sujetaría la planta superior de ambos edificios.
lla batida que formaba el suelo de la planta inferior.
La fundación de una nueva ciudad: Reccopolis. Pilar Diarte-Blasco, Manuel Castro-Priego, Lauro Olmo-Enciso
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La funcionalidad representativa y, probablemente
sudeste del edificio A3 e implicó la destrucción de parte de
también, residencial se reduciría a la planta superior de los
un gran edificio comercial y productivo. En gran parte de la
dos edificios de mayores dimensiones (A1 y A3), donde se
ciudad, de hecho, se documentan —organizados en torno
han recuperado cuidados pavimentos de opus signinum,
a dos ejes viarios principales— talleres y tiendas unidos a
así como capiteles, fustes y cimacios, además de otros frag-
espacios domésticos que, de forma más o menos regular, se
mentos de decoración escultórica. La planta baja de estos
extienden por un espacio de veinticuatro hectáreas. Entre
edificios, a tenor de la menor cantidad de materiales de-
todas las producciones artesanales sobresale la manufac-
corativos así como su sencilla pavimentación realizada con
tura en vidrio, sin duda una de las más características de la
mortero de cal, pudo tener usos variados, entre los que se
cultura material recuperada en Recópolis. Ésta se encuentra
encuentran los de tipo administrativo y fiscal.
organizada en varios talleres, que se sitúan inmediatos al eje
La iglesia palatina se ubicaba en el extremo oriental
principal que con dirección norte-sur alcanzaba la puerta
del complejo. Tiene planta cruciforme inscrita en un rec-
que daba acceso al complejo palatino. Se conservan varios
tángulo, con una nave central, enmarcada por dos latera-
hornos que implicaban desde una producción inicial has-
les, y una transversal a modo de transepto. El acceso a la
ta procesos de refundido y reciclaje del material. También
nave central se hacía a través de la puerta situada en el nár-
se han recuperado moldes que demuestran que, junto al
tex, que estaba alineada con la entrada principal al edificio.
vidrio, en el área próxima al complejo palatino, también se
Esta última comunicaba con el gran espacio abierto del
producían piezas de orfebrería y metalistería.
complejo palatino. El ábside semicircular sería peraltado
En el ámbito doméstico se observa una distribución
en el interior y rectangular en el exterior, y se ha propuesto,
en torno a patios articuladores, que llevaban a estancias
además, que estuvo rematado con una bóveda hemisféri-
con hogares o cocinas. No obstante, el análisis de las es-
ca. Todo el edificio estaba pavimentado con opus signinum
tructuras y de los materiales recuperados no facilita siem-
y tendría dos tipos de aparejo, uno de sillares en hiladas
pre una identificación clara de la funcionalidad de cada
regulares y trabadas con mortero de cal, utilizado en la
uno de los espacios. En no pocos casos, la estructura
zona del ábside y el crucero, y otro, para el resto del edifi-
original de la ciudad, fuera del complejo palatino, queda
cio, caracterizado por hiladas más irregulares de sillarejo,
definida como un área mixta, en la que las actividades pro-
reforzadas en las esquinas por sillares regulares.
ductivas y domésticas coinciden en el espacio, hasta que,
El conjunto palatino quedaba separado del entramado
a inicios del siglo viii, algunas zonas del entramado urba-
urbano por una puerta monumental construida con sillares
no quedarán dedicadas únicamente a la función de espa-
de toba y caliza, que comunicaba la gran plaza con el resto
cio habitacional, caracterizadas además por una técnica
de la ciudad. Esta construcción, no obstante, no se encon-
constructiva diferente de los muros, la considerable reduc-
traba en el proyecto original, ya que se apoyó en la esquina
ción de los espacios y el aumento del número de hogares.
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Uno de los aspectos centrales de la importancia de
Junto a todos los elementos citados, Reccopolis con-
Reccopolis era la llegada de productos del ámbito Medi-
taba, además, con una potente muralla que rodeaba la ciu-
terráneo al interior peninsular. Se ha recuperado, en los
dad, construida con sillares trabados con mortero, con una
espacios próximos al área comercial y productiva, un im-
anchura media de cerca de 2 m y una altura al menos de 5 m,
portante conjunto de ánforas de procedencia norteafrica-
en el caso de las torres. El recinto amurallado, que fue expo-
na y también del Mediterráneo oriental, que demuestra el
liado en época andalusí para la construcción de la muralla y
activo comercio de la ciudad, posiblemente a través de los
el castillo de Zorita, rodeó, en origen, todo el cerro siguiendo
puertos de Valentia y Carthago Spartaria. Una capacidad
el borde de este, excepto en la zona norte donde desciende
de atraer bienes de prestigio y de mantener rutas de inter-
hasta la ribera del Tajo. El lienzo tendría dos paramentos
cambio, no obstante, que cesó a lo largo del siglo viii dC.
paralelos, rellenos con mampuestos, sillarejo y cantos. Los
Dentro de este ámbito económico, los hallazgos mo-
sillares eran en su mayoría de piedra caliza local, aunque
netarios y los indicadores de su circulación en Reccopolis
también se documentan algunos de arenisca. Este sistema
permiten entender el papel central de las ciudades en
constructivo se utiliza también en las siete torres documenta-
época visigoda y el mantenimiento de la moneda como
das, todas cuadrangulares, excepto una que es semicircular,
instrumento fiscal y de intercambio, frente a su inexistente
que se distribuyen a lo largo de la muralla de forma irregular.
presencia en el ámbito rural. La moneda queda así confi-
La muralla, el complejo palatino y su planificación
nada al empleo por las élites, en los complejos procesos de
urbana hacen de Reccopolis la única ciudad construida ex
recaudación fiscal que caracterizaron al sistema impositivo
novo conocida en toda la Europa occidental, que permita
en época visigoda, y como intercambio de prestigio. En ese
el conocimiento de un proyecto edilicio estatal, que solo ha
contexto debemos entender el hallazgo de un gran tesorillo
podido compararse con la expansión suburbana que, entre
de monedas visigodas merovingias, suevas y bizantinas en
mediados del siglo vi y mediados del vii, se desarrolló en la
la basílica, en la década de los cuarenta, o los posteriores
Vega Baja de Toledo, ya que en ambos casos documenta-
hallazgos de moneda merovingia en el edificio A2 y de nu-
mos espacios amplios y bien articulados, libres en conse-
merario visigodo en las proximidades del área productiva y
cuencia de las restricciones de un trazado urbano preexis-
comercial. El registro numismático también ha servido para
tente. No hay duda de que, salvando las distancias entre la
subrayar la continuidad de Reccopolis como un espacio
capital del Reino y la nueva fundación visigoda, ambos pro-
vertebrador de su territorio durante el siglo viii dC. A los ha-
yectos supusieron un importante esfuerzo económico para
llazgos de dírhams y feluses del Emirato dependiente e in-
las arcas estatales, que solo puede entenderse como parte
dependiente, hay que sumar el depósito de un conjunto de
del proyecto iniciado por Leovigildo, y continuado por al-
nueve dírhams de época de Abd al-Rahman I (756-788 dC)
gunos de sus sucesores, de control del territorio y coerción
en las proximidades de la basílica, en el año 2010.
de los súbditos del Reino visigodo de Toledo.
La fundación de una nueva ciudad: Reccopolis. Pilar Diarte-Blasco, Manuel Castro-Priego, Lauro Olmo-Enciso
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Las ciudades visigodas
en el nordeste peninsular
Josep Maria Macias Solé
ICAC
En los últimos años la arqueología ha ido resolviendo
uno de los principales problemas que caracterizaba el
conocimiento del período visigótico: la falta de hallazgos. Este hecho contrastaba con la abundancia de información histórica, cuya mayor parte proviene de la órbita
eclesiástica. Otras fuentes también narran la llegada del
mundo germánico a la Península, sus episodios bélicos y
el proceso de obtención del control político después de la
desaparición del Imperio. Además, dentro de la órbita jurídica, conocemos una realidad que refleja la complejidad
de esta transformación: los conflictos entre las élites hispanorromanas y las recién llegadas, la confrontación entre
arrianismo y catolicismo, y la convivencia con el mundo
judío. Afortunadamente, hoy disponemos de más evidencias materiales del período y eso se debe a una mejora de
los registros estratigráficos, de los estudios de materiales
◁ Vista general del complejo episcopal de Egara (Tarrasa).
Foto autor.
arqueológicos (preferentemente los cerámicos) y del desarrollo de técnicas analíticas (en especial las relativas a las
áreas funerarias y los restos orgánicos). Es una mejora que
se ha producido en todo el conjunto de la Península y, por
todo ello, la arqueología demuestra cómo la Hispania visigoda fue un período con personalidad propia, cuyo estudio es indispensable para entender la conformación de
la sociedad medieval. Ahora bien, cuesta aún cuantificar
la huella demográfica germánica en las antiguas ciudades
hispanorromanas, aunque sea indudable.
Las ciudades del nordeste peninsular habían formado parte, como las urbes valencianas, de la antigua provincia Hispania Citerior. A pesar de lo cual, la división de
este territorio entre las provincias Hispania Tarraconensis
y Carthaginensis efectuada por el emperador Diocleciano
durante la reforma del año 293, rompió, de forma administrativa que no efectiva, la unidad. Después, la desaparición de la Administración romana dio lugar al dominio
pragmático de una nueva élite religiosa, en buena parte
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descendiente de una antigua aristocracia hispanorro-
des en relación con la defensa y el control militar de un te-
mana que mantenía fuertes lazos entre las ciudades del
rritorio, aunque los orígenes de este rol hay que buscarlos
levante mediterráneo. Solo así podemos entender cómo
en las reformas tetrárquicas del nordeste peninsular, ín-
el obispo Justiniano de Valencia, el gran constructor de
timamente relacionadas con el control de la vía Augusta.
la sede episcopal del Turia, tenía tres hermanos igual-
En este contexto es fundamental apuntar los procesos
mente obispos: Justo, obispo de Urgell; Elpidio, obispo
de amurallado de ciudades —Gerunda y Barcino— y de
de Huesca, y Nebridio, obispo de Terrassa. Posiblemente,
construcción de fortificaciones próximas —Sant Julià de
este último también habría destacado por la monumen-
Ramis y Sant Cugat respectivamente—. Tarraco, la última
talización del gran episcopado de Egara, creado de la
capital hispana bajo dominio del Imperio, no tuvo nuevas
nada sobre un istmo. Este sería el nuevo referente de un
murallas porque aún gozaba de muros de once metros de
área de poblamiento disperso.
altura levantados durante el siglo II aC, a la vez que con-
La arqueología cristiana muestra como el poder
tinuaba siendo un punto estratégico para el control de la
eclesiástico, con su escenografía y ritualidad, pasó a ser
via Augusta y la conexión con Ilerda que llevaba al inte-
el gran motor de transformación de las ciudades de la
rior de Hispania. Aquí, las últimas excavaciones muestran
época o, en el caso de Egara/Terrassa, incluso del paisaje
un suburbio portuario plenamente activo hasta el primer
rural. La propia documentación eclesiástica reconoce la
tercio del siglo viii. No en vano, Tarracona fue, durante la
realidad no urbana de Terrassa y así lo hace constar cuan-
ocupación bizantina del sudeste, el principal puerto me-
do se menciona el lugar de celebración de los concilios
diterráneo bajo control de Toletum.
episcopales, por ejemplo: in urbem Caesaraugustanum
(592) o Barcinonensem (599), in locum Egara (614).
En el ámbito urbanístico Tarraco y Gerunda, edificadas sobre cerros, son casos similares que reflejan la per-
En el principio del período visigótico, las institucio-
petuación funcional y simbólica de las grandes plazas
nes eclesiásticas pudieron levantar libremente verdade-
romanas que, antiguamente, habían constituido el centro
ras christiana civitates y, una vez desaparecidos definiti-
neurálgico de sus comunidades. En la Tarracona visigoda
vamente los grandes edificios de espectáculos públicos
el poder político y religioso se recluyó en la Parte Alta, don-
de la sociedad clásica y todo lo relacionado con los cul-
de el nuevo episcopado ocupó la antigua plaza de culto
tos paganos, la expresividad urbana giró en torno al ca-
al emperador en un momento comprendido entre finales
lendario y la nueva ritualidad religiosa. No fue un proceso
del siglo v e inicios del vi. En Girona, se ubicarían en los
uniforme ya que todo dependió de la vitalidad específica
extremos de la antigua plaza forense la sede episcopal y
de cada ciudad, de su condición jurídica previa o de la
un palacio civil que tenía un área de almacenamiento que
organización eclesiástica instalada. En este proceso aún
ejemplifica la asociación entre el poder político y el eco-
queda por calibrar el papel geoestratégico de las ciuda-
nómico o fiscal. Más tarde, las respectivas sedes medie-
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Mapa del noreste de la península
Ibérica con las ciudades
mencionadas en el texto.
Las ciudades visigodas en el nordeste peninsular. Josep Maria Macias Solé
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Planta del primer grupo
episcopal de Barcubi en
el siglo v según J. Beltrán de
Heredia-Ch. Bonnet (Plano
© E. Revilla-M. Berti-MUHBA).
vales se superpusieron a las visigodas que se adaptaron
al antiguo urbanismo romano de tal manera que, frente
a las catedrales actuales, hay imponentes escalinatas que
perpetúan la función de unas antiguas escaleras romanas.
Barcinona representa un caso más complejo al disponer de más documentación arqueológica. Allí destacan la gran reforma de su perímetro defensivo a finales
del siglo iii y los resultados de los proyectos de búsqueda del subsuelo de la plaza del Rey y de la iglesia de los
Santos Justo y Pastor. En el siglo vi la ciudad mantuvo
una clara relevancia política en tanto que fue corte real de
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varios monarcas. El porqué fue Barcinona y no Tarracona
no está muy claro. Pero se ha supuesto que la situación
del siglo vi fue heredera de la del siglo v, cuando Barcino
ya había acogido tropas aliadas visigodas mientras que
Tarraco continuaba siendo la última capital hispana bajo
control Imperial y con importantes contingentes de tropas. Además, hay que tener en cuenta la fuerte tradición
católica de Tarracona, sede metropolitana y primada de
las Hispanias y relevante centro de culto martirial, frente
el arrianismo que acompañaba a la corte visigótica en los
siglos v y vi. La arqueología barcinonense muestra una ar-
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quitectura pública cristiana en el siglo v y una gran fase de
no hacen justicia a los indicios procedentes de las fuen-
monumentalización en el siglo vi, con el desmontaje defi-
tes. También es igual de incierta la realidad urbanística
nitivo de su recinto forense. Hay indicios de que la ciudad
de las antiguas ciudades romanas que no llegaron a ser
empezó a consolidar un papel preeminente en el nordes-
sedes episcopales —Iluro/Mataró, Aeso/Isona, Rhodes/
te peninsular. Las excavaciones muestran la capacidad de
Roses, Baetulo/Badalona, Sigarra/Prats del Rei, Iesso/
mantener su sistema de saneamiento urbano, a la misma
Guissona—. De todos estos núcleos lo que aporta más in-
vez que las fuentes indican que a finales del siglo vi fue
formación es el caso emporitano, que muestra un amplio
la sede del Fisco Barcinonensis con un alcance territorial
poblamiento disperso alrededor del núcleo encumbrado
importante. Se han identificado sus palacios episcopales
del actual San Martín de Empúries.
y condales dentro de un relevante epicentro de poder que
se desarrolló entre el antiguo foro y la muralla.
En el resto de ciudades la información es escasa y
desigual. A partir de mediados siglo v Ilerda no presenta
Estas grandes ciudades son los ejemplos mejor cono-
claros vestigios arqueológicos, pero sabemos que en el
cidos arqueológicamente. Se trata de antiguas ciudades
año 546 pasó a ser sede de un concilio provincial tarraco-
romanas que, gracias a la presencia de sedes episcopales,
nense y su cátedra se mantuvo hasta finales del siglo vii.
mantuvieron la continuidad de ocupación y relevancia
Dertosa era un puerto fluvial que nos ha proporcionado
geoestratégica en el contexto de la Hispania visigoda. Aquí,
numerosas evidencias que aún no han sido difundidas
el papel uniformizador de la Iglesia se constata en la coinci-
y además los restos funerarios muestran una ocupación
dencia cronológica de los cambios urbanísticos y también
en la etapa visigoda. La ingente actividad arqueológica
en la nueva expresividad arquitectónica. Fue el caso de las
desarrollada a Iesso permite constatar una perdurabi-
sedes de Barcinona y Egara, tan solo distanciadas por vein-
lidad urbana hasta el siglo vii, en la que quizá había un
tiséis kilómetros y con vínculos familiares entre sus arzobis-
segundo recinto defensivo como resultado de un proceso
pos. El recinto episcopal de Barcinona contó con una posi-
de contracción urbanística y demográfica. Iluro y Baetulo,
ble iglesia martirial con planta de cruz, como lo era la iglesia
próximas a Barcino y de dimensiones semejantes, pasa-
funeraria de San Miguel de Terrassa, en este caso de planta
ron a ser núcleos con un rol secundario hacia Barcinona.
griega insertada en un módulo cuadrado. A la vez, la nue-
Iluro nos ha proporcionado evidencias de una ocupación
va iglesia identificada bajo el actual templo de los Santos
urbana hasta el siglo v, además de restos ceramológicos
Justo y Pastor presenta una cabecera tripartida, y también
que perduran hasta el siglo vii y restos urbanísticos que
una de las iglesias del conjunto episcopal de Egara.
representan una ocupación urbana de baja densidad.
Poco sabemos del urbanismo de las otras sedes epis-
Junto a la documentación de procesos urbanos
copales —Ilerda/Lleida, Auso/Vic, Dertosa/Tortosa, Urgellum/
«continuistas», la arqueología ha confirmado la crea-
Seu d’Urgell y Emporiae/Empúries—, donde los vestigios
ción de una nueva ciudad visigótica, la civitas de Roda-
Las ciudades visigodas en el nordeste peninsular. Josep Maria Macias Solé
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l’Esquerda, vinculada al control territorial prepirenaico
y próxima a la sede episcopal de Aeso. Como la ciudad
de València la Vella, es una nueva creación, encumbrada
y próxima a un río. También es un caso que marca otro
ejemplo de dualidad con respecto a una ciudad romana
precedente. Así, Roda se encuentra a unos siete kilómetros del antiguo núcleo de Auso. La nueva ciudad fortificada tenía una superficie de unas doce hectáreas y se
fecha en el siglo vii dC, cuenta con restos funerarios y una
extensa área de almacenamiento con silos.
A pesar de todas estas evidencias, el conocimiento
de la ciudad visigoda es mucho menor en comparación
con el que tenemos sobre la ciudad clásica. Excepto los
edificios que podemos incluir en «la arquitectura del poder», que empleó materiales constructivos más perennes,
la falta de nuevos trazados viarios y una arquitectura doméstica sin el uso generalizado del mortero de cal han
disminuido las posibilidades de conservación. Por otro
lado, las dataciones a menudo dependen de la recuperación de producciones cerámicas regionales escasamente
tipificadas y conocidas, o bien de analíticas con amplias
horquillas cronológicas. También debemos diferenciar
entre la civitas como fenómeno urbanístico y la comunidad urbana estructurada. La etapa visigoda culminó un
proceso de desnaturalización de lo urbano que se inició
en la crisis de los siglos ii al iii dC. Más allá del factor aglutinador eclesiástico y de la pervivencia de murallas, como
elemento de protección de una comunidad agrourbana,
las ciudades no tenían una clara estructura organizativa.
◁ Detalle de trabajos arqueológicos realizados en el interior
de la Catedral de Tarragona en el año 2011. Foto autor.
Las ciudades visigodas en el nordeste peninsular. Josep Maria Macias Solé
Solo los factores eclesiásticos, comerciales y militares constituyeron los ejes vertebradores de unas nuevas
comunidades urbanas que se encontraban desprotegidas
ante las nuevas estructuras de poder. Sobre el primero, junto a la actividad constructiva, documentamos áreas funerarias intramuros, a menudo cerca de los antiguos foros romanos, o extramuros. Son lugares donde más adelante se
localizan parroquias o santuarios periurbanos medievales,
que reflejan un fenómeno de continuidad y preeminencia
urbanística que, en algunos casos, superaron períodos de
interrupción por la ocupación islámica. La actividad comercial se detecta a partir del numerario y de los materiales de importación recuperados. En cuanto al talante militar, las fortificaciones del territorio o las nuevas ciudades
de l’Esquerda y València la Vella permiten reconocer una
alta capacidad de organización del mundo visigótico.
En su mayoría, las ciudades de esta época presentan una ocupación pseudourbana en donde hay una
desestructuración de los servicios propios de una ciudad
tal como los conociéramos en el Alto Imperio romano. La
«gestión municipal» se debía encontrar en manos de las
jerarquías eclesiásticas y del comes visigótico. Por otro
lado, en los grandes espacios comerciales (teloneum,
cataplus, etc.), la fiscalización del Reino visigótico fue
evidente. Ciudades como Tarracona o Barcinona emitieron moneda y las recientes excavaciones han demostrado que había hornos de fundición de metales y/o vidrio.
Hemos documentado la pervivencia de espacios termales y posibles áreas de almacenamiento que ofrecen una
visión urbana que, progresivamente, mejora nuestra percepción sobre la ciudad premedieval.
/ 57
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El final del mundo romano
en Valentia
Albert Vicent Ribera y Lacomba (ICAC)
Isabel Escrivà Chover
La colonia romana de Valentia es conocida cada vez mejor por el estudio de sus hallazgos arqueológicos. Tenía
las instalaciones de una gran ciudad: foro con la curia y
la basílica, circo, baños, scholae, santuarios y templos,
horrea, puerto fluvial, acueducto, fuentes, calles pavimentadas con porches, alcantarillas, barrios y cementerios periurbanos. Sus dimensiones, alrededor de veinte
hectáreas o seguramente más, son considerables para la
media de las ciudades hispanas.
Hallazgos recientes (2015-2017), en la parte sudoeste, han aportado la información que ha hecho posible
una más cuidadosa reconstrucción del tejido urbano. Los
principales elementos nuevos han sido una nueva calle
en dirección norte-sur, un cardo, encontrado por debajo
de la actual catedral, y los restos de un gran complejo hidráulico, probablemente unos grandes baños, al oeste de
◁ Bol de vidrio tallado, fabricado en el entorno de Roma a finales
del siglo iv. Excavaciones de l’Almoina. Ayuntamiento de València.
la Seo. La ubicación del nuevo cardo es muy importante,
porque es la calle que marca el eje central del foro y también de la ciudad y que, junto al cardo que atraviesa las
excavaciones de l’Almoina, delimita la anchura real de un
bloque de casas, una insula.
Aunque inicialmente se había asumido que el cardo
de las excavaciones de l’Almoina debía ser la vía Augusta,
porque se superpone a una calle republicana que iba de
la puerta norte a la sur, estos nuevos datos y otras consideraciones, como la ausencia de carriladas, un estrechamiento del vial a la altura del santuario de Asclepio y la
presencia de barreras físicas que impiden el paso de carruajes, indican que esta ruta solo debía ser para ir a pie,
lo que ahora se llama una calle «para peatones». Además,
se circulaba en un ambiente urbano muy especial, presidido por este último santuario y otro, probablemente
dedicado a Bellona, hacia el norte, cerca de la entrada en
la ciudad. Este cardo, al este del foro, más que el tramo
urbano de la vía Augusta, era una calle también importan/ 59
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te pero vinculada a edificios y a actividades públicas de
rráneo hispánico. En otras ciudades de la zona, como Ilici,
carácter religioso, una especie de via sacra.
se han detectado episodios negativos similares. Como
La vía Augusta debería de ubicarse en el cardo, en el
consecuencia de este período conflictivo, los importantes
oeste del foro, que no se ha encontrado, pero que es fácil
y próximos municipios romanos Edeta y Saguntum desa-
de situar mediante el traslado simétrico del cardo orien-
parecieron como centros urbanos a final del siglo iii dC.
tal, ahora que se conoce el central que marca el eje. Esta
ubicación, además, se ajusta perfecta y directamente ha-
Valentia en el Bajo Imperio (siglos iv-v)
cia el sur con la calle de San Vicente, que es la ubicación
Valentia, a diferencia de otras ciudades romanas de
tradicional y aceptada de la vía Augusta. El tramo urbano
su entorno, superó esta etapa convulsa. La arqueología
del recorrido de la Vía debió estar flanqueado en el oeste,
ha mostrado la recuperación rápida de la vida urbana. No
de norte a sur, por el puerto fluvial, una posible perfume-
obstante, no se reconstruyó toda la ciudad, que redujo la
ría y las termas, probablemente grandes, hasta llegar a la
extensión. En la nueva Valentia, hubo tantos elementos
Porta Sucronensis, lo que indica un entorno económico y
de continuidad como de ruptura.
profano muy distinto al del cardo oriental del foro.
la zona del foro
La primera crisis urbana
En lo arqueológico, la más evidente continuidad ur-
La ciudad sufrió una destrucción general entre 270-
bana se manifiesta en los edificios públicos del foro. Allí,
280. En varias excavaciones se han detectado destruccio-
la curia, el santuario de Asclepio y el entramado viario se
nes, incendios y el abandono de edificios, como la ba-
mantuvieron en uso. También hay evidencias negativas,
sílica judicial en las excavaciones de La Almoina y en el
como la no reconstrucción de la basílica romana, en el
supuesto santuario de Bellona. El hallazgo de monedas
lado meridional del foro. Pero son los nuevos edificios y
asociadas a este momento convulso indica que se habría
las obras de reparación en las ya existentes la mejor prue-
producido a partir del 270, que es la fecha de emisión de
ba de la vitalidad de esta nueva etapa urbana.
las más modernas: las series póstumas del emperador
Claudio II.
El ejemplo más claro es un nuevo edificio público al
este de la basílica. Se asentó sobre otro anterior, utiliza-
Otro efecto de este momento negativo debió ser el en-
do como sede (schola) de un colegio (collegium), del que
terramiento de algunos colectores, como se ha visto en las
conservaba parte de las paredes y los pavimentos. Se co-
excavaciones de la calle del Mar, al sur, o en la zona del foro.
noce la mitad norte y se puede reconstruir la planta, con
Las ocultaciones monetarias entre 260-280 a lo largo
un patio central y una pequeña balsa. La mayoría de los
de la vía Augusta, hablan de un momento de inestabilidad
nuevos muros se hicieron en opus africanum. Excepto los
generalizada que afectó a buena parte del litoral medite-
departamentos orientales, que dan a un cardo, los otros
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FORUM
DECUMANUS
CURIA
ASKLEPIEION
EDIFICIO
ADMINISTRATIVO
BAPTISTERIO?
Planta de las excavaciones
de l’Almoina en el siglo IV.
El final del mundo romano en Valentia. Albert Vicent Ribera, Isabel Escrivà
/ 61
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abren al patio. Su estado de conservación es irregular, con
partes dañadas o desaparecidas y otras mejor conservadas, como el ángulo noroeste. Se fecha a final del siglo iii
por la cerámica (africana C) y las monedas (antoniniano
de Trebonianus Gallus) de las trincheras de fundación y
los pavimentos.
En el edificio destacan: una gran sala central al lado
oeste que abre al patio; tres departamentos en el ángulo noroeste, con acceso por puertas estrechas de las que
se han conservado los umbrales de piedra; una sala más
alargada en el lado norte, y los departamentos de la fachada oriental, que están muy arrasados.
Los tres departamentos del noroeste forman un área
cerrada, de acceso restringido. Un pequeño vestíbulo,
desde el patio central, lleva a dos salas que comunican
con este por una pequeña puerta. Podría ser una prisión
o un archivo. En cualquier caso, eran espacios cerrados,
por encima de los que, a final del siglo vi o inicio del vii,
se levantó un ábside que formaba parte de un complejo
más grande.
La interpretación más probable es que fuera un
edificio público de cariz administrativo. La falta de otros
conjuntos contemporáneos en Hispania es casi total. No
Detalle de excavación del edificio administrativo situado al sur
de las excavaciones de l’Almoina.
obstante, en Complutum (Alcalá de Henares), ciudad con
una activa vida urbana en el siglo iv, encontramos una interpretación semejante para un complejo coetáneo.
Este nuevo edificio, que también se sitúa en el lado
de la curia, sustituiría funcionalmente, con una arquitectura más modesta, a la no reconstruida basílica. Hay motivos para suponer que las funciones judiciales, fiscales y
administrativas continuaban en la misma zona.
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El santuario de Asclepio fue reformado en el siglo iv
tos de otros hornos y unidades auxiliares, que aún utili-
con un nuevo pavimento de ladrillos romboidales, muy
zaron los restos de muros romanos, mientras se hicieron
similar al de la época Flavia, al que cubrió. Seguramente
otros nuevos principalmente con materiales reaprove-
se reutilizaron muchos de los ladrillos de la fase anterior.
chados como piedras, trozos de pintura mural, ladrillos y
En la parte sur del santuario se instaló o reformó una gran
fragmentos de dolia. El complemento de estas modestas
piscina a la que se añadieron columnas de material re-
estructuras son pavimentos de tierra endurecida. En esta
aprovechado, como un capitel toscano reutilizado como
zona permaneció la antigua calle en dirección oeste-es-
basamento en un ángulo. No está claro si después de es-
te. Pero las calles antiguas no quedaron ilesas, ya que su
tas obras permanecieron los cultos paganos o si, por el
pórtico fue invadido por los muros y las losas fueron cu-
contrario, las reformas eran debidas al cambio a la nueva
biertas con un piso de grava.
religión cristiana. En este último caso, la piscina podría
ser un baptisterio.
Este distrito quedó separado de la nueva zona urbana por el escombro de la destrucción del siglo iii. No
En el sistema viario y sus desagües, en la zona del
obstante, estaba dentro del recinto romano, del que aún
foro, también se han detectado obras en este período. Por
se podría mantener la cerca, y habría un espacio cerra-
una parte, un tramo del calle de acceso al foro, el decu-
do por el trazado norte de la antigua muralla o por el río
manus maximus, no fue reparado. Por otro lado, se hizo
antiguo. Debía ser un área donde se desarrollarían activi-
una nueva alcantarilla que venía de la plaza del foro por
dades económicas, a una escala local y con estrecha rela-
debajo de la acera que corría paralela por el norte al decu-
ción con el puerto vecino y la vía Augusta. La presencia de
manus maximus, y que sustituyó a la anterior.
silos en toda el área, desde el siglo iv al vi o vii, indica una
Algunos pocos restos, pero muy singulares, de deco-
actividad humana en una zona de escombros. Casi sobre
ración arquitectónica del foro atestiguarían, en el siglo iv,
del río, se ha localizado una fosa rellenada con materiales
la duración de la actividad edilicia de cierto prestigio. Por
de la segunda mitad del siglo iv.
desgracia, son elementos que se han encontrado desplazados y no indican ninguna relación con un tipo de edificio concreto.
el área al este y al sur
El circo continuó en pie y con el uso original. Sobre
la pista no se produjeron fenómenos sedimentarios hasta
el barrio septentrional
el siglo v, lo que puede significar su mantenimiento con-
Los edificios de la parte norte de la ciudad no fue-
tinuo; no en vano, en el siglo iv, creció aún más la afición
ron reconstruidos después de la destrucción del siglo iii.
por este tipo de espectáculos. Este gran edificio fue muy
Se ha detectado actividad solo en una zona cerca del
importante desde otros puntos de vista. El muro oriental,
puerto fluvial, donde había un horno de vidrio y los res-
de 350 m de largo y 5 m de ancho, debía ser la pared del
El final del mundo romano en Valentia. Albert Vicent Ribera, Isabel Escrivà
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recinto urbano. De hecho, en el siglo xi, la muralla árabe
la época romana. Su datación es evidente, por las mone-
se apoyaba en esta pared, que marcó el límite oriental de
das de bronce del siglo iv incrustadas con cierto orden so-
la ciudad hasta el siglo xiv. Además, a sus pies se extendía
bre un pavimento de cal en un espacio que se superpone
un canal del río que servía de foso defensivo.
a un antiguo mosaico.
No hay casi ninguna evidencia para sugerir al resto
En las zonas funerarias también se encuentran se-
del recinto. En la parte meridional y occidental no hay
ñales de continuidad y ruptura. Antiguos cementerios
ningún resto. Solo a través de la dispersión de los hallaz-
romanos como el de la Boatella, alrededor del Mercado
gos podemos suponer el área urbana, que se confunde
Central, o el de Orriols, continuaran. Otro simboliza el
con la de la época visigoda, sin descartar, antes al contra-
nuevo tiempo, el de la Roqueta, que quizá era la primera
rio, la coincidencia topográfica de los dos períodos.
necrópolis cristiana porque debía relacionarse con el se-
En el exterior del foro, solo se puede hablar de los
pulcro del mártir Vicente.
restos malogrados e incompletos de conjuntos domésticos. Del siglo iv, o quizá del final del siglo iii, era el edifi-
La segunda crisis urbana
cio de la calle de las Avellanas 26, con paredes en opus
A principio del siglo v ocurrió otro momento de des-
caementicium y pavimento en mortero de cal, que se en-
trucción general de la ciudad, bien atestiguado por la
cuentra bien fechado porque fue destruido al comienzo
arqueología en varias excavaciones, especialmente en
del siglo v, en el que se encontró un pequeño tesoro de
La Almoina y en la calle Avellanas 26. Aunque las fuentes
monedas de bronce de principio del siglo v. Otros ele-
históricas no hacen una mención concreta, la situación
mentos coetáneos son los pavimentos de mortero de cal
general de Hispania a partir del 409, con un largo período
de las calles Cabillers y del Mar, y los muros de las cons-
de invasiones, revueltas e inestabilidad general, contex-
trucciones de la prisión de San Vicente y de los Baños, y
tualizan fácilmente los hallazgos.
Palacio del Almirante.
Todos estos lugares se concentran en la mitad sur de
la ciudad romana, y al oeste y sudoeste del circo. Por todo
ello, la zona sudeste de la ciudad romana perduraría, en
claro contraste con el abandono de la parte norte.
Otros lugares del entorno, como el Grau Vell (Sagunt)
y el Portus Sucronensis (Cullera), además de Ilici (Elx), sufrieron fenómenos semejantes.
La destrucción de inicio del siglo v marcó una pausa
en la palpable cristianización urbana, que apenas acababa de empezar. Pero la ciudad revivió y el proceso culmi-
la periferia
En la calle del Embajador Vich, en una zona suburbana al lado de la vía Augusta y muy a cerca de la ciudad, se
superponían nuevos muros y pavimentos sobre otros de
64 /
nó en el gran grupo episcopal del siglo vi.
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La ciudad en transición
Valentia redujo su extensión pero se convirtió en
el principal centro urbano de su entorno territorial. El
rico registro arqueológico ha permitido conocer mejor
una etapa aún desconocida. Excepto el martirio de san
Vicente, no hay ninguna fuente histórica o epigráfica de
Valentia en los siglos iv y v. Hay que subrayar la persistencia de la vida urbana, dentro de las directrices del Bajo
Imperio. Queda clara la continuidad del antiguo centro
público romano y que la imagen de la urbs clásica aún estaba viva. Algunos edificios romanos continuaron durante el siglo iv, como el circo, la curia y otros, sin excluir los
paganos, caso del gran santuario de Asclepio, que quizá
se cristianizó. El entramado urbano también permaneció.
Esta dinámica urbana del siglo iv también se conoce
en Emerita y Complutum, y en otros núcleos poco desarrollados en la etapa anterior, que ahora ganaron notoriedad como Toletum y Ávila, que fueron sedes episcopales
en el siglo iv.
Los edificios del foro de Valentia debieron perder
su función original a partir del siglo v. Como era una
ciudad mediterránea importante y bien comunicada,
la cristianización inevitable de los espacios públicos
debió empezar en la segunda mitad del siglo iv, como
se ve en el sudeste del foro. Sería un proceso de ritmo
Placa de mármol de Buixcarró (Xàtiva) con decoraciones
de simbología cristiana procedente de l’Almoina.
lento pero continuado.
Una prueba indirecta de la persistencia física, no de
uso, de los edificios públicos romanos, es el saqueo sistemático, que se intensificó a partir del final del siglo v o vi,
cuando pasaron a ser la cantera principal de la ciudad, en
un momento de gran actividad constructiva.
El final del mundo romano en Valentia. Albert Vicent Ribera, Isabel Escrivà
/ 65
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Valentia,
ciudad episcopal
Albert Vicent Ribera i Lacomba (ICAC)
Miquel Rosselló Mesquida
Introducción
Las primeras noticias sobre el cristianismo en Valencia
son las del martirio de san Vicente, personaje que alcanzó
gran y temprana notoriedad en el orbe cristiano. La ciudad que acogía un evento de esta categoría era habitual
que dispusiera de un entramado arquitectónico y litúrgico relacionado con el mártir.
En Valencia los primeros indicios materiales del culto cristiano se remontarían a fines del siglo iv. Se concentran en el ángulo sudeste del foro romano, en un espacio
muy concreto de las excavaciones de l’Almoina que fue
tempranamente sacralizado, según se deduce fácilmente por los peculiares y abundantes hallazgos plenamente
cristianos que se acumularon por encima y en sus alrededores. Es el lugar que se ha identificado con la prisión
donde el mártir padeció el suplicio.
◁ Reconstrucción del grupo episcopal de Valentia hacia el año 600.
Arquitectura virtual. Ayuntamiento de València.
Un hallazgo clave, para la temprana conversión en un
venerado espacio cristiano, es el bol de vidrio con escenas
bíblicas, fabricado en Roma a fines del siglo iv. Es la pieza
cristiana más antigua de Valencia. El lugar del hallazgo fue
el departamento identificado como la probable celda del
mártir. Prueba que este espacio se habría cristianizado ya
en el siglo iv. Desconocemos en qué momento se instituyó
el obispado de Valencia. Indirectamente conocemos la existencia de cristianos, aunque ignorando su grado de organización comunitaria, al menos desde el siglo iv con
ocasión del martirio de san Vicente (304). La posterior Paz
Constantiniana (313) propiciaría el progresivo desarrollo
de estas comunidades, dando pie a una organización más
compleja que se traduciría, con el tiempo, en la presencia
de un obispo que las encabezaba.
Valencia en los siglos v a viii
Aunque el perímetro urbano se redujo, gran parte de
la ciudad romana estuvo habitada durante el periodo vi/ 67
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significa un cambio radical sobre el modo de vida de la etapa romana. Valencia, a partir del siglo vi estaría ocupada
por un sinfín de pequeñas unidades familiares, que no sólo
servirían de residencia, sino como pequeños centros de actividad económica, ya fuera esta agropecuaria o artesanal.
Valentia pasaría de ser un centro de consumo a desarrollar actividades productivas dentro de un sistema cada
vez más autárquico y en gran parte controlado por la Iglesia.
El centro del poder urbano en este periodo fue el grupo episcopal, que sustituyó el papel del foro romano, aunando en
un mismo espacio los edificios e instituciones políticas, económicas y religiosas, cada vez más difíciles de separar.
Las modestas construcciones domésticas contrastan con la monumentalidad de la zona episcopal, alreAnillo de oro de una tumba visigoda. Excavaciones de l’Almoina.
Ayuntamiento de València.
dedor de la plaza de l’Almoina, que configura una buena
muestra de la arqueología episcopal de la etapa visigoda.
sigodo. La disminución de las dimensiones contrastaría
con la alta densidad de ocupación de las zonas habitadas, lo que pone en duda una supuesta reducción, en números totales, de la población urbana.
El obispo Justiniano
En ciudades mediterráneas próximas a Valencia,
están constatados obispos, por lo menos desde el si-
Un elemento importante del urbanismo fue el antiguo
glo v, como en Cartagena, Barcelona, Tarragona y las
circo, cuyo largo trazado fijó el límite oriental de la ciudad
Baleares. Cabe suponer que Valentia en las mismas
hasta el siglo xiv, y durante varios siglos serviría de muralla
fechas tendría mitrado; sin embargo, hasta la primera
urbana. Su uso original cesó en el siglo v y a partir de me-
mitad del siglo vi no hay noticias seguras de un obispo,
diados del siglo vi su amplio espacio interior fue urbaniza-
Justiniano, cuyo papel fue fundamental en el desarro-
do. Otros restos de habitaciones aparecen al oeste del cir-
llo de la sede valentina.
co. Son extremadamente modestas y suelen compartir los
Conocemos algo de su vida por el De viris illustribus
espacios con fosas cercanas, que alcanzan una extensión
de Isidoro de Sevilla y el códice del siglo VIII de la Biblioteca
y profundidad considerables, y que acaban siendo relle-
Nacional de París que trae su epitafio. Sabemos de la ce-
nadas con basuras e inmundicias cotidianas, entre las que
lebración, en el 546, de un concilio provincial en Valencia
no faltan cuerpos de animales. Este tipo de hábitat urbano
propiciado por Justiniano. Isidoro informa de sus tres
68 /
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hermanos, también obispos, Justo de Urgell, Nebridio de
Egara y Elpidio de Huesca, y de su producción teológico-literaria. Su laude fúnebre alude a su elocuencia como
orador, a sus provechosos escritos, a que fue abad o tuvo
bajo su autoridad a monjes y fundó monasterios de monjas, a la actividad constructora que emprendió en la sede
valentina y a su devoción por el mártir local, al que instituyó heredero de sus bienes y a quien erigió un mausoleo
para sepultarse cerca de sus reliquias.
La figura del obispo Justiniano, «paradigma» de los
obispos de la época, debe entenderse dentro de su contexto histórico. Los obispos, desde la desintegración del
Imperio de Occidente, se convirtieron en los representantes
de los grupos dirigentes y comunidades urbanas, y en interlocutores frente a los nuevos poderes bárbaros, asumiendo
las funciones de las antiguas magistraturas urbanas.
Justiniano perteneció a una de las grandes «familias
Inscripción commemorativa de la reforma de un edificio religioso
importante (catedral o baptisterio). Plaza de la Almoina.
Museo de Bellas Artes de València
sacerdotales» de Hispania entre los siglos vi y vii. Accedió
a la cátedra sustentándose en su rico patrimonio perso-
ocupación de Justiniano por el destino de su patrimonio y el
nal que puso a disposición de la misma y al culto del már-
cumplimiento de la última voluntad del obispo.
tir Vicente, haciéndose con el control de las reliquias y del
El concilio celebrado en Valencia el 4 de diciem-
culto martirial que se habían constituido en «palancas de
bre del 546 de la era cristiana y 15 del reinado de Teudis,
poder y prestigio personal del obispo».
cierra una serie de concilios provinciales en Hispania
Esta actividad, en favor de la ciudad y de su patrón, ten-
durante la «tutela» ostrogoda (507-549). Período de paz y
drá su colofón en la organización del concilio provincial del
tolerancia en materia religiosa. Estos concilios provinciales
546, que demuestra la consolidación de Valencia como sede
lo fueron en la Tarraconense: Tarragona (516), Girona (517),
episcopal y el prestigio alcanzado entre las demás sedes de
Barcelona (540), Lleida (546) y, en la Cartaginense: Toledo
la zona oriental de la provincia Cartaginense. Tres de los cin-
(531) y Valencia (546).
co cánones del sínodo aluden a la salvaguarda del patrimo-
En los concilios celebrados en Toledo y Valencia se per-
nio episcopal y a las normas para evitar los aplazamientos
ciben las diferencias entre la zona interior de la provincia,
de las exequias de los obispos, lo que prueba la especial pre-
más ruralizada, y el área litoral, más urbanizada, y la práctica
Valentia, ciudad episcopal. Albert Vicent Ribera i Lacomba, Miquel Rosselló Mesquida
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[page-n-72]
autonomía de esta última respecto a los nuevos centros de
del estamento religioso hacia la política de integración
poder, proceso que hunde sus raíces en las fuertes tenden-
de Leovigildo, como la mención de Gregorio de Tours de
cias atomizadoras del Bajo Imperio y que se acrecentarán
los estragos producidos por las tropas del monarca, en
con la desintegración del Imperio romano de Occidente.
583, a un monasterio dedicado a san Martín situado entre
Sagunto y Cartagena, y la destrucción, por las mismas fe-
Una ciudad, dos obispos
chas, del monasterio de Punta de l’Illa de Cullera.
Después de Justiniano, no hay noticias de un obispo
hasta el III Concilio de Toledo, del 589, que supuso la unidad
Eutropio y otros obispos
confesional del Reino visigodo. En ese momento Valencia
Tras el III Concilio de Toledo conocemos a los obispos
contaba con dos obispos: Ubiligisclo, el obispo arriano con-
de la diócesis valenciana a través de su participación en
vertido al catolicismo, y Celsino, el obispo católico.
los siguientes concilios nacionales y provinciales, además
El obispo arriano testimoniaría la existencia de con-
de Eutropio, mencionado por Isidoro de Sevilla. Éstos fue-
tingentes militares góticos en la ciudad o en sus alrede-
ron: Eutropio (c. 600); Marino, Sínodo de Gundemaro (610);
dores, y la incorporación de Valencia a la autoridad de
Musitacio: Toledo IV (633), Toledo V (636), Toledo VI (638);
la monarquía visigoda, que adquirió súbita importancia
Anesio: Toledo VII (646); Félix: Toledo VIII (653), Toledo IX
estratégica por su situación frente a los imperiales de
(655); Suinterico: Toledo XI (675); Hospital: Toledo XII (681);
Bizancio instalados al sur del río Júcar desde el 554.
Sarmata: Toledo XIII (683), Toledo XIV (684), Toledo XV (688),
A parte de las razones estratégicas, este obispo arriano,
y Witisclo: Toledo XVI (693).
Ubiligisclo, respondería al deseo de Leovigildo de controlar
De esta lista, los más relevantes, o de los que conoce-
determinadas sedes católicas por su importancia, riqueza y
mos algo, son Eutropio y Anesio. De Eutropio, por Isidoro
prestigio martirial y, quizá también, por haberse destacado
de Sevilla, sabemos que ocupó la silla episcopal valentina
en la disputa antiarriana, contra el intento de Leovigildo de
después del III Concilio de Toledo (589) y antes del Sínodo
unificación religiosa bajo un arrianismo suavizado.
de Gundemaro (610). Es muy posible que Eutropio vinie-
Habría claros paralelismos entre Mérida (santa
ra con la comunidad de monjes, al frente de la cual es-
Eulalia) y Valencia (san Vicente), sedes con las reliquias de
taba Donato, que huyeron del África bizantina y crearon
los dos santos más prestigiosos del martirologio hispano,
el monasterio servitano, en Ercavica (Cuenca) durante el
y los intentos del monarca de hacerse con el control de las
reinado de Leovigildo, del que llegó a ser abad. Se conoce
tradiciones martiriales. Indicios de esta polémica antiarria-
su destacadísimo papel, junto a san Leandro, hermano de
na se rastrean ya durante el episcopado de Justiniano.
san Isidoro, en la organización del III Concilio de Toledo.
Ciertos testimonios literarios y evidencias arqueológicas permiten pensar que en Valencia hubo resistencia
70 /
Fue uno de los obispos destacados por su producción literaria a finales del siglo vi.
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Su promoción a la silla episcopal valentina sería
una recompensa de Recaredo por los servicios prestados en la organización del III Concilio de Toledo y por
su labor como mentor del monarca cuando era príncipe
corregente de la Celtiberia, similar a la de Leandro con
Hermenegildo, corregente de la Bética.
Con Anesio o Anianus, se relacionaría el Unianimo valentino episcopo del epistolario de san Braulio, obispo de
Zaragoza. También se ha propuesto atribuirle el epígrafe
de las obras de restauración de la seo valentina encontrado en la plaza de l’Almoina y depositado en el Museo de
Bellas Artes, pero es una conjetura muy discutible.
Origen de la topografía cristiana de Valencia
Recostrucción de la catedral de Valentia. Isabel Escrivà.
El lugar del martirio de san Vicente sería el punto de
origen de la topografía cristiana en la ciudad, al ser un es-
A inicios del siglo v Valencia fue destruida. La zona
cenario vinculado directamente con la pasión del mártir,
del foro quedó cubierta por una potente capa de escom-
espacios que quedaban inmersos en la memoria colecti-
bros. Esta destrucción quebraría una ciudad romana que
va de la comunidad cristiana.
sólo estaba empezando a ser cristiana. Este colapso de
El siglo v fue un periodo convulsivo; con el fin del
una ciudad cristianizada en el fondo pero no en la forma,
Imperio romano de Occidente, la instalación de pueblos
facilitaría la creación de un nuevo y distinto núcleo urba-
germánicos, en su mayoría cristianizados, corroboró el
no. Al poco tiempo, aún en el siglo v, al sur del antiguo
triunfo de la nueva religión. En lo urbano, fue normal uti-
foro romano surgió un gran grupo episcopal, prueba del
lizar los edificios romanos para el nuevo culto, habida
triunfo de la topografía cristiana.
cuenta el abandono de los templos paganos, cuya religión
Sobre los escombros, alrededor del supuesto lugar
fue prohibida a fines del siglo iv, y las necesidades de la
del martirio de san Vicente, se ha encontrado el primer ce-
creciente comunidad cristiana, que a partir de los últimos
menterio dentro de la ciudad, lo que contravenía la legisla-
años del siglo iv saqueaba u ocupaba los edificios paga-
ción, ya que los enterramientos se tenían que hacer fuera
nos. En nuestro caso, también contaría la existencia de un
de la urbe. En esta época, alrededor de las tumbas de los
importante episodio martirial para desalojar a los últimos
santos (como en las catacumbas de Roma) y de los lugares
seguidores de la antigua religión de los espacios públicos.
de martirio empezaron a surgir cementerios e iglesias.
Valentia, ciudad episcopal. Albert Vicent Ribera i Lacomba, Miquel Rosselló Mesquida
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[page-n-74]
El pequeño cementerio, de poco más de 20 tumbas
dional y el santuario de Asclepios, sólo desaparecieron de
conocidas, sólo se extiende alrededor de lo que parece ser
la vista en la época islámica, mientras otros se expoliarían
la celda de una prisión. Las tumbas son individuales y de
en la etapa visigoda.
tradición romana: cajas de tejas para los individuos adul-
El primer núcleo episcopal, entre los siglos iv y v, ocu-
tos y ánforas para los infantiles. El análisis de los esquele-
paría los antiguos edificios romanos y se instalaría, a par-
tos indica que pertenecen a un grupo étnico mediterrá-
tir de la segunda mitad del siglo iv, alrededor de un lugar
neo. Son posteriores a los inicios del siglo v, y las ánforas
que sería venerado durante siglos por haber albergado el
son del siglo iv y de los inicios del siglo v, lo que llevaría a la
episodio martirial. Tras la grave destrucción de los inicios
segunda mitad del siglo v para este cementerio. En el con-
del siglo v, al poco conocido siglo v se atribuye un primer
texto de esta época, serían prematuros los enterramientos
edificio, por debajo de la catedral del siglo vi, y la primera
en el interior de la ciudad. Sólo una causa extraordinaria
fase del cementerio alrededor del espacio martirial, ade-
explicaría esta anómala ubicación. Precisamente, ha sido
más del expolio sistemático de algunos edificios públicos
este pequeño y temprano cementerio intramuros uno de
romanos, que hasta ese momento habrían estado en pie,
los principales argumentos a la hora de sugerir que en
seguramente usados como lugares de culto cristiano. Con
esta zona debió existir un lugar martirial.
sus piedras se construyeron las nuevas iglesias y las resi-
Esta primera necrópolis es una prueba de la temprana cristianización, ya que su presencia sólo se puede
explicar en función de la atracción del lugar del martirio.
Los hallazgos de l’Almoina sugieren la implantación del
culto cristiano a partir de la segunda mitad del siglo iv en el
edificio entre cuyos escombros, en la misma habitación que
dencias de la clase dirigente urbana de este periodo.
Tras la destrucción del siglo v se pusieron las bases
del gran grupo episcopal de los siglos vi y vii, cuyas características esenciales ya se pusieron de manifiesto en la
segunda mitad del siglo v e inicios del vi.
Estos rasgos particulares que la definen fueron:
se supone albergó el martirio, apareció un extraordinario
• Un acusado carácter funerario, ligado al mártir, que se
bol de vidrio fabricado en Roma a finales del siglo iv, deco-
inició con un primer cementerio de tradición romana
rado con escenas bíblicas y que sería un objeto litúrgico. En
extendido alrededor del espacio martirial, al que luego
el piso de la habitación contigua hacia el este, se señalaron
siguieron otros, uno superpuesto a este, y los demás
dos agujeros circulares que serían los pies de una mesa de
dispersos en otras zonas. La complejidad de este en-
altar. Como el edificio fue arrasado en las primeras décadas
tramado de cementerios ha permitido establecer una
del siglo v, este espacio ya se habría cristianizado en el siglo iv.
jerarquía de cada uno de estos y encajaría con lo que
El recuerdo del episodio martirial aceleraría la cris-
se sabe de otros de los primeros centros cristianos.
tianización de esta área. Varios edificios públicos roma-
• La temprana ubicación del centro episcopal en y alre-
nos se mantuvieron en pie, algunos, como la curia meri-
dedor de la parte sudoriental del foro, frente a la más
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habitual situación periférica de los primeros núcleos
cristianos, bien atestiguada en Barcelona, por ejemplo, donde el carácter funerario también está mucho
más restringido, además de ser bastante posterior.
• El mantenimiento inicial del entramado viario y de algunos de los antiguos edificios romanos, en este caso
la curia y un gran santuario de Asclepios, en cuya parte
meridional se instaló uno o, tal vez, dos baptisterios.
• La paulatina construcción de nuevos edificios, que
fueron sustituyendo a las antiguas, pero normalmente
muy sólidas, construcciones romanas, la mayor parte
de las cuales serían expoliadas para utilizar sus piedras.
El desarrollo del grupo episcopal
Tan solo a partir del siglo vi, tendría lugar la erección
Reconstrucción del interior del baptisterio de Valentia.
Arquitectura virtual. Ayuntamiento de València
de un gran conjunto episcopal, buena parte del cual ha
dentro de un proceso de usurpación de las vías públicas,
aparecido en las excavaciones de l’Almoina y de la cárcel de
general en todo el mundo mediterráneo, y que está en el
San Vicente. En esta etapa se levantó un nuevo gran muro
origen de los estrechos zocos de las ciudades islámicas.
entre los intercolumnios del costado oriental del pórtico del
foro, pared que marcaría los límites del barrio episcopal.
La erección del gran conjunto episcopal alteró el antiguo conjunto viario romano, que a grandes rasgos perdura-
La gran catedral fue un magno edificio que ocuparía la mayor parte de la actual plaza de l’Almoina, con un
ábside entre 12 y 14 metros de diámetro y dos edificios
anexos a ambos lados de esta gran cabecera.
ría hasta el siglo vi. La gran basílica episcopal aún se ajustó
El anexo meridional, así como el ábside, se encuen-
al trazado de un cardo, pero la instalación de los dos anexos
tra en la cripta arqueológica de la cárcel de San Vicente.
laterales, el baptisterio y el mausoleo, lo cortó, lo que su-
Se conserva la totalidad de su planta y gran parte del al-
geriría que los anexos serían posteriores al cuerpo central
zado, que es uno de los mejores ejemplos de la escasa
del edificio, que se habría adaptado al entramado viario, al
arquitectura visigoda de centros urbanos. Es una tumba
respetarlo. En esta etapa visigoda ya no se pisaban las losas
privilegiada de planta cruciforme cuyos precedentes ar-
romanas de la calle, que se cubrieron con una potente y só-
quitectónicos se encuentran en el entorno de Rávena,
lida capa de mortero y piedras. Las calles ahora se hicieron
por entonces capital de Italia. Los datos de la excavación
más estrechas, al invadir las aceras los edificios colindantes,
sitúan su construcción en el siglo vi y se relaciona con
Valentia, ciudad episcopal. Albert Vicent Ribera i Lacomba, Miquel Rosselló Mesquida
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[page-n-76]
la sepultura del mencionado obispo Justiniano y con la
Modulación y reconstrucción de la catedral
tumba de San Vicente, trasladada al interior de la ciudad
y el baptisterio
desde su inicial emplazamiento en la periférica zona de la
El descubrimiento de las paredes norte y sur de la
Roqueta. El obispo Justiniano la construiría para albergar
catedral, así como del ábside central, ha permitido recons-
dentro de la ciudad el cuerpo del mártir, que se exhibiría
truir con bastante fiabilidad el ancho de la basílica. Gracias
en un sarcófago. A sus pies, bajo el pavimento, se enterró
a estos datos se ha comprobado que el trazado viario ro-
el obispo, donde aún se encuentra.
mano fue un condicionante importante a la hora de plani-
El anexo septentrional se encuentra en l’Almoina y
ficar el proyecto del gran complejo episcopal. Después de
sólo se conoce parcialmente, ya que la mayor parte se
los recientes estudios del tejido urbano, el grupo episcopal
adentra en la finca colindante. Es un gran edificio crucifor-
aparece perfectamente ajustado y vinculado con la trama
me de mayor entidad que el anterior, por sus mayores di-
anterior. Este fenómeno ha ocurrido en otras ciudades.
mensiones y su técnica constructiva de grandes sillares ro-
Incluso cuando la construcción de nuevos elemen-
manos, frente a la mampostería con sillares en los ángulos
tos, como el gran baptisterio, significaba el final o el cierre
del mausoleo. Se ha identificado con el baptisterio debido
de una calle principal, se puede ver su calculado y simé-
a un prominente desagüe que vertería las aguas al exterior,
trico encaje con la antigua calle sobre la que se construyó
donde serían recogidas por los fieles. Además, la mayor
y que, entre otras cosas, le permitió utilizar la fachada del
parte se encuentra sobre el antiguo santuario de Asclepios,
santuario de Asclepios como parte de sus cimientos.
lo que iría en la misma dirección, ya que fue normal la con-
Para restituir la planta del baptisterio, conocido sólo
versión de los asklepieia en baptisterios. En el fondo, en
en parte, ha sido necesario estudiar la basílica episcopal,
ambos casos, se trataba de sanar a través del agua sagrada,
de la que formaba parte como un anexo, y la forma del
lo que facilitaría la asimilación de una religión a otra.
mausoleo de San Vicente, de plan similar, pero de di-
Este gran conjunto episcopal, con los edificios romanos
mensiones más reducidas. Lo más difícil es determinar la
aun en pie (curia, santuario), se formaría en la primera mitad
forma y la disposición de la cabecera. En esencia, se ha
del siglo vi, seguramente bajo el episcopado de Justiniano.
trasladado a la banda norte el esquema usado en la sur.
Con posterioridad hubo algunas reformas menores.
Es decir, se ha reproducido la anchura del acceso al mau-
Sólo se conocen unas pocas piezas de los equipa-
soleo (17 pies), la reproducción de la parte restante de la
mientos litúrgicos y arquitectónicos de estos edificios,
cara norte del baptisterio (19,5 pies), a la sur y la distan-
que han aparecido dispersas y reutilizadas en construc-
cia al ábside central. Estas medidas sitúan el muro sep-
ciones del periodo islámico. Este sería el caso de un gran
tentrional en la misma ubicación en la que se encuentra,
cancel, fragmentos de otro, un altar auxiliar y alguna co-
coincidencia que otorga más fiabilidad a la hipótesis. Sin
lumnita de ventana.
embargo, no es posible trasladar el modelo de planta del
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mausoleo al baptisterio, porqué la estructura de ambos
edificios es diferente.
De esta manera, se ha obtenido la planta casi completa y se confirma el uso del pie romano en la modulación del
edificio. No obstante, no es posible establecer la anchura
de la cabecera del baptisterio, aunque podría ser similar
a la anchura de acceso (17 pies). Faltaría determinar la estructura de la zona central y las cubiertas, que requerirían
dos pilares que delimitarían el crucero. Su existencia parece confirmada por el descubrimiento de un fragmento de
muro separado del ángulo noroeste del baptisterio.
La Valencia visigoda dentro del contexto hispánico
y mediterráneo.
Los espectaculares hallazgos arqueológicos de l’Almoina han convertido a Valencia en un lugar privilegiado
en el que se puede estudiar y explicar la larga secuencia
evolutiva de un grupo episcopal hispano, en este caso
íntimamente relacionado con el gran mártir Vicente.
En su arquitectura, este gran conjunto constructivo
presenta unas hondas raíces mediterráneas, prueba del
contacto continuo que tuvo con otras zonas, sobre todo de
Cancel que estaría en el interior de la catedral de Valentia.
Prisión de san Vicente Mártir. Ayuntamiento de València
la zona del Adriático. Se han detectado fuertes influencias
de Barcelona, por su entidad, y novedosas y lógicas in-
del área de Rávena y otras ciudades de su entorno marítimo
terpretaciones, se podría sacar a colación y serviría para
(Pula, Padua) y continental (Milán, Vicenza). Por las fechas
completar algunos elementos de los que no disponemos
del conjunto valentino, estos contactos ya estarían asimila-
en Valencia, como el palacio episcopal y una gran aula de
dos en un momento anterior a la invasión bizantina de Italia
comunicación interna. Los hallazgos del probable grupo
e Hispania, y nos llevarían a la época de control ostrogodo
episcopal de Elo, en Hellín (Albacete), con su basílica y su
de la península ibérica, en el primer tercio del siglo vi.
baptisterio son de extraordinario interés, aunque perte-
Por desgracia, en Hispania hay muy escasos referentes de construcciones semejantes. Tan solo el caso
necen a una pequeña ciudad fortificada, que solo eventualmente acogería una efímera sede episcopal.
Valentia, ciudad episcopal. Albert Vicent Ribera i Lacomba, Miquel Rosselló Mesquida
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76 /
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Las fases tardorromana y visigótica
de la villa romana de l’horta vella
(Bétera, Valencia)
Josep M. Burriel Alberich (Ajuntament de Moncada)
José L. Jiménez Salvador (Universitat de València)
Miquel Rosselló Mesquida
Introducción
La villa romana de l’Horta Vella, en el municipio de Bétera,
comarca de Camp de Túria, se funda en la segunda mitad del siglo I dC en las proximidades del barranco del
Carraixet, curso fluvial que recoge aguas de la vertiente sur de la sierra Calderona y que desemboca en el
Mediterráneo a la altura de Alboraia, en un entorno caracterizado por la abundancia de agua y fértiles tierras, a medio camino del itinerario entre Saguntum y Edeta-Llíria,
ubicación estratégica que sin duda debió jugar un papel
importante en el control de esta vía de comunicación en
el límite septentrional del territorium de Valentia. Prueba
de su importancia es la amplia secuencia ocupacional, al
menos desde el siglo I dC hasta época paleoandalusí —siglo IX—, si bien hay indicios cronológicamente anteriores.
◁ Olla con tubo relacionada con una artesanía
metalúrgica local.
La villa altoimperial
Un importante conjunto termal define a la villa romana altoimperial, alimentado por un acueducto, canal
que siguió funcionando en época paleoandalusí para mover una rueda hidráulica. Alineados sobre un mismo eje
norte-sur, se ha identificado el posible apodyterium con
unas letrinas contiguas que ocupan el extremo septentrional. Al sur de los vestuarios se dispone el frigidarium
con piscina cuadrangular de 6 m2 decorada con pintura
mural de color rojo. Al sur de la estancia fría se ubica el
tepidarium que ha preservado parte del hypocaustum.
El muro que separa la sala fría de la templada conserva
una altura de más de 4,5 m, que incluye el arranque de
la bóveda cuya cara externa muestra las improntas de los
ladrillos que conformaban la concameratio. Por el lado
meridional del muro que cerraba el tepidarium se abría
un vano de acceso al caldarium en cuyo extremo oriental
se pudo documentar la boca del praefurnium. En la zona
occidental, separada por un largo y estrecho pasillo de las
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tres salas de baño, se dispone una gran natatio de planta
rectangular de 60 m2.
En la última campaña (2017), al norte del conjunto
termal, se documentó un edificio, todavía en proceso de
excavación. La planta exhumada tiene unas dimensiones
máximas de 12,30 m de este a oeste y 7,70 m de norte a
sur, articulada sobre un eje oeste-este, con acceso desde
el oeste que da paso a un corredor que separa dos alas.
La meridional se organiza en cuatro estancias independientes de dimensiones regulares (2,80 x 2,20 m), salvo la
oriental que presentaría un tamaño ligeramente mayor.
El ala septentrional está ocupada por dos grandes habitaciones (4 x 2,13 m documentados), si bien únicamente la
más oriental presenta acceso desde el pasillo. Todos los
vanos tienen un ancho de 0,70 m.
Si tuviéramos que definir este establecimiento rural
a partir de lo excavado hasta la fecha, primaría más el carácter residencial y de ocio que el productivo, por lo que
se refiere a época altoimperial. Esta situación cambiará
radicalmente a finales del siglo IV. Con todo, hay que decir
que únicamente se ha documentado una pequeña parte
Torcularium tardorromano emplazado aprovechando las
instalaciones termales. En primer término lapis pedicinorum
con dos encajes para anclaje (probablemente perteneciente
a una prensa de tornillo) y cubeta de decantación.
Equipo de excavación. Ajuntament de Bétera, Universitat
de València.
de la villa y que el panorama aquí presentado seguramente variará a medida que se avance en las excavaciones.
La fase tardorromana
En la fase tardorromana —finales del siglo IV y mitad
del siglo V—, en la villa se suceden importantes transformaciones funcionales de los antiguos espacios residenciales y
de ocio en áreas productivas, aspecto habitual en muchas
de las villae hispanas tardorromanas. En estos mismos espacios se instalará, además, una pequeña necrópolis.
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Efectivamente, a partir de finales del siglo iv, la in-
grupos de silos, de planta circular y sección acampa-
fraestructura termal queda anulada como tal. La natatio
nada, para almacenaje de granos, fundamentalmente
no parece mantener su uso original y son colmadas al-
localizados al norte y al sur de las termas, y se docu-
gunas dependencias situadas al sur de la piscina, donde
mentan estructuras de combustión y restos metalúrgi-
se instaló una pequeña necrópolis cristiana con tumbas
cos férricos (escorias, coladas o goterones de sangrado,
de cubierta de tejas a doble vertiente que llega a ocupar
mineral, pared de horno), tal vez procedentes de hor-
parte de las instalaciones termales, concretamente un áb-
nos de reducción de los que se obtenía el material ne-
side semicircular añadido a principios del siglo anterior
cesario para la forja en caliente (recuperación de unas
sobre el antiguo praefurnium del caldarium.
tenazas de fundidor). Los subproductos férricos encon-
Quizás se puedan reconocer en esta pequeña ne-
trados y los utensilios permiten suponer que el proce-
crópolis a los últimos propietarios titulares «romanos»,
so metalúrgico del hierro comprendía todas sus fases,
ya cristianizados, de la finca rural. Además, tampoco hay
desde la tostación del mineral hasta el trabajo de forja.
que descartar que esta pequeña necrópolis se emplazara
Este hierro, producto de la fundición, estaría probable-
en función de la sacralización de alguna de las depen-
mente destinado mayoritariamente a la fabricación de
dencias, con la fundación de alguna capilla u oratorio por
las herramientas y enseres de uso cotidiano y propio de
parte del dominus.
la explotación agropecuaria.
A partir de mediados del siglo v, parte del complejo
Igualmente, la presencia en los vertederos de ce-
termal se reconvierte en áreas productivas, con la crea-
rámicas (ollas y cazuelas) con defectos de cocción, nos
ción de almacenes y la instalación de un torculum y balsa
pone sobre la pista de la probable existencia de una pro-
para el decantado del aceite, obviando completamente la
ducción local. Esta fase se prolongaría hasta mediados
presencia del camposanto.
del siglo vi a tenor del material recuperado que rellena los
Otro torculum, con dos pequeñas balsas de decantación escalonadas, amortizadas por un silo de época vi-
silos, reutilizados sistemáticamente como vertederos, y
otras estructuras coetáneas.
sigoda (entre los siglos vii y viii), se localiza al norte de las
termas, construidas aprovechando, en parte, los muros altoimperiales del edificio septentrional localizado en 2017.
Por otra parte, la posible producción de vino quedaría evidenciada por la recuperación de una pequeña podadera de hierro.
La fase visigoda
La etapa visigoda, desde mediados hasta finales del
siglo vi, además de aprovechar estructuras previas, se caracterizará por una nueva fase constructiva ex novo.
El frigidarium y su piscina son elevados al mismo
La antigua natatio será colmada y funcionará
nivel y comunicados a través de un vano que mantiene
como un gran vertedero. Además se construyen varios
aislado el espacio de la antigua piscina. El tepidarium
Las fases tardorromana y visigótica de la villa romana de l’Horta Vella. Josep M. Burriel, José L. Jiménez, Miquel Rosselló
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Detalle del posible cellarium de
época visigoda que amortiza la
fase de silos de los siglos v y vi.
Equipo de excavación.
Ajuntament de Bétera, Universitat
de València.
se convierte en almacén quedando anulado el paso con
lo que fue el frigidarium, ahora un metro más elevado.
Alguno de los tórculos de época tardorromana presumiblemente se mantuvieron en uso, tanto el erigido aprovechando las estancias del complejo termal como el
localizado en la zona norte, cuyas balsas de recepción y
decantación se amortizan entre los siglos vii y viii. El vertedero de la natatio será sellado pasando a convertirse
en un espacio de tránsito sobre el que se construye un
cimiento de mampostería.
En la zona sur, se levanta un gran edificio de mampostería y algunos sillares, formado por una nave alar80 /
gada y estrecha, orientada en dirección este-oeste,
de 20 x 5 m, en cuyo interior se disponen basamentos
centrales para sustentación de la cubierta. Ese edificio
se sobrepone al campo de silos de la fase anterior y
por encima del viejo cementerio bajoimperial. En el
extremo este, se le adosan dos grandes habitaciones
rectangulares separadas por un muro flanqueado por
dos umbrales que las comunican con la nave principal.
En el extremo oeste, se localiza un muro de cierre y
por el lateral norte se abre otra nave, formando ambas
una planta en «L». Se plantea un posible uso agrícola,
probablemente un cellarium. Por las características del
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edificio, pensamos que su funcionalidad excede del
ámbito meramente doméstico.
En la zona norte del asentamiento, desde finales del
siglo vi hasta el siglo viii, también por encima de un campo de silos de la fase anterior, se sucede la edificación de
varios departamentos con muros que tienen zócalos de
mampostería, agujeros de poste y soportes pétreos para
porches y cobertizos, algunos silos aislados, un enterramiento infantil (inhumación infantil en el ámbito doméstico, patio) y un hogar.
Finalmente, en la misma zona norte, se instalará
un taller metalúrgico en cuyos niveles de destrucción/
abandono, datados en el primer cuarto del siglo viii, se
recuperaron dos tremises, uno acuñado en el correinado de Égica-Witiza y el más moderno, en el reinado de
Witiza (702-710), de las cecas de Egitania (Idanha à Velha)
y Corduba, respectivamente.
La presencia de dinero en circulación en el asentamiento nos revela la capacidad adquisitiva de sus habitantes y permite apoyar la continuidad de una economía
monetaria y la existencia de excedentes generados, fundamentalmente, por la venta de la producción agraria,
granos, aceite, vino y —sin descartar, además— manufacturas del propio taller metalúrgico.
Por otra parte, la existencia de un asentamien-
Ánfora de pequeñas dimensiones y base plana con decoración
incisa de meandros.
to de época visigoda en estos momentos finales, con
estructuras de mampostería de nueva planta en edificios no domésticos y la presencia de moneda de oro,
de residencia del propietario sino, fundamentalmente,
apunta hacia una diferenciación social y cierto nivel de
como ámbito de producción, si bien con otros modelos
riqueza que apoyan la continuidad de algunas villae
y diferente relación con las poblaciones campesinas a
como espacios ligados a las élites, ya no como lugar
su servicio.
Las fases tardorromana y visigótica de la villa romana de l’Horta Vella. Josep M. Burriel, José L. Jiménez, Miquel Rosselló
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El monasterio de Punta de l’Illa
de Cullera
Miquel Rosselló Mesquida
Introducción
Uno de los episodios narrados en la pasión de san Vicente
(Passio, XXII, 23-26), ya al final del relato hagiográfico, alude al deseo del gobernador Daciano de deshacerse del
cuerpo del santo diácono, por lo que ordena que sea
trasladado lejos en una barca y lanzado al mar. Eumorfio,
encargado de ejecutar las órdenes de Daciano, cuando
había perdido de vista las montañas y por temor a internarse en otra provincia (conventus), fuera de su jurisdicción, se deshizo del cuerpo hundiéndolo en el mar. El
cuerpo llegó milagrosamente a una curvada playa donde
la arena lo resguardó formando un túmulo que, al poco
tiempo, los cristianos del lugar preservaron y adornaron
para rendirle culto secretamente.
Esta narración de la passio que describe el periplo
de los despojos del mártir y su llegada milagrosa a una
◁ Cruces de bronce decoradas que aparecieron
en el edificio central de Punta de l’Illa.
playa, se ha relacionado geográficamente con el Sinus
Sucronensis, más concretamente con Cullera (Portus
Sucrone), zona donde desemboca el Júcar (Sucro), río
donde se hallaba el límite entre provincias, y también
con las playas inmediatas al cabo de Cullera (la punta de Mediodía). En las proximidades, al menos desde el siglo xvi, existía una ermita dedicada a los santos Vicente, Lorenzo y Valero, actualmente ermita de
la Font Santa o de San Lorenzo. La dedicación a San
Valero, certificaría que nos hallamos ante un primitivo
santuario vicentino.
Esta descripción topográfica, ya plasmada en época medieval en una tabla gótica dada a conocer por la
doctora M.ª D. Mateu, junto con la alusión, en el epitafio
del obispo Justiniano de Valencia, a una isla donde fundó un monasterio, parecen remitir a un lugar común, el
islote donde el devoto obispo mandó erigir un monasterio que conmemorara el lugar de arribada del cuerpo del
mártir, tal como ya hace cuatro décadas el profesor Enric
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Llobregat argumentó magistralmente. Este sería el motivo de la fundación del monasterio en este islote.
Los restos arqueológicos del monasterio
El pequeño islote fue un lugar frecuentado desde la
prehistoria, fue un embarcadero en época ibérica (materiales fenicios y griegos) y en época romana cabe la posibilidad de que hubiera un santuario pagano, tal como
apuntan los hallazgos de una estatuilla de Hércules en
bronce y un cazo con dedicación votiva, de plata con incrustaciones de oro y escenas de Júpiter.
Sin embargo, las únicas estructuras excavadas a partir de la segunda mitad del siglo pasado, por el Servicio
de Investigaciones Prehistóricas de la Diputación de
Valencia, corresponden al periodo visigodo.
En la isla se documentó un conjunto de construcTablas con escenas del martirio de san Vicente.
Escuela de Juan de Flandes, siglo xvi.
Colección Levante-EMV.
ciones rodeadas por un muro de protección. En el centro
del islote, en lugar destacado, se levantaba un edificio rectangular, con muros de mampostería asentados sobre cimientos de 1,10 m de anchura, con unas dimensiones de
13,50 x 8,75 m y subdividido en varios departamentos. Este
edificio presentaba peculiaridades que lo diferenciaban de
los otros, como su ubicación privilegiada en el centro de la
isla y en el lugar más elevado, su orientación este-oeste, la
solidez de sus muros, mejores acabados, presencia de un
pavimento de opus signinum de 10 cm de grosor; enlucidos parietales; elementos arquitectónicos de cierta riqueza
como una pilastra in situ con basa moldurada, tal vez de
una mesa de altar auxiliar; una pequeña basa de mármol,
quizás de una columnilla de ventana, y fragmentos de cruz
de piedra tosca calcárea con restos de pigmento cobrizo.
84 /
[page-n-87]
Estas peculiaridades apuntan a un edificio cultual,
como iglesia o capilla conmemorativa.
Además, de allí proceden significativos materia-
merosos fragmentos recortados de pared de ánfora con
dibujos incisos formaran parte de las actividades didácticas de los monjes.
les de carácter litúrgico: una gran pátera de mármol
Por último, en la parte oriental de la isla se concen-
blanco, dos cruces de bronce de un lampadario, una
traban tres construcciones de planta rectangular dis-
de ellas decorada con pequeñas aspas que dibujan un
puestas en batería, sin divisiones internas. Realizadas en
arbor vitae.
mampostería, se caracterizaban por su sencillez y presen-
En el mismo edificio se recuperó un tesorillo de mo-
taban dimensiones de 10 x 4,20 m, para la más pequeña, y
nedas y un ponderal bizantino de bronce de un solidus.
19 x 5,25 m, para la mayor. Se encontró junto a los mu-
Los ponderales eran elementos custodiados en el interior
ros gran cantidad de ánforas, mayoritariamente gran-
de los templos, cumpliendo con la legislación del mo-
des contenedores cilíndricos de aceite y salazones del
mento, que obligaba a guardar los pesos y medidas en
norte de África (Túnez) y, en menor medida, ánforas vi-
las iglesias, siendo el obispo el garante de su correcta uti-
narias del Mediterráneo oriental (Gaza, Siria-Palestina,
lización, así como de prevenir el fraude fiscal. Ponderales
Turquía, Egeo), en las que se exportaría, entre otros, el
de tipo bizantino se documentan en lugares como la sede
preciado vino de Gaza, además de envases de la cercana
episcopal de Barcelona o la iglesia de El Monastil, en Elda
isla de Ibiza, grandes contenedores cilíndricos que imi-
(Alicante) y, en general, en aquellos sitios de control con
tan a los africanos y pequeñas ánforas de fondo cónca-
funciones comerciales y fiscales (puertos, aduanas, pago
vo-convexo con decoración con peine, de estos últimos,
de impuestos). Un sitio como Punta de l’Illa, donde se ha
también con ejemplares de producción local-regional.
documentado una notable abundancia y diversidad de
Estos departamentos se han identificado con los cella-
ánforas, ungüentarios y vajilla, probablemente intercam-
ria monacales.
biados con otros monasterios del Mediterráneo, precisaba de un control oficial del peso de la moneda. Dentro
La cultura material del conjunto remite a una cronología a partir de finales del siglo vi.
de este mismo contexto de control administrativo habría
que situar el hallazgo de un platillo de bronce de balanza
de orfebre, del todo similar al hallado en el poblado visigodo de Puig Rom (Roses, Girona).
En el extremo occidental del peñasco, se excavaron
Más allá de la isla
El islote monástico debe ponerse en relación con
otros asentamientos próximos y con el contexto de la
sede episcopal valentina.
un conjunto de pequeños cubículos en mampostería,
Por lo que se refiere al entorno geográfico inmedia-
dispuestos en batería de forma aterrazada, que podrían
to, el Portus Sucronensis ha aportado abundantes testi-
corresponder a las celdas de los monjes. Quizás los nu-
monios de actividad para los periodos tardorromano y
El monasterio de Punta de l’Illa de Cullera. Miquel Rosselló Mesquida
/ 85
[page-n-88]
Enterramiento múltiple en cista de época visigoda, con detalle
de la pulsera con extremos de cabeza de ofidio. Excavaciones
en la Plaça de la Llibertat, Cullera. Dirección arqueológica
Fernando Cotino.
visigodo. En general se documenta la llegada regular de
cerámicas y ánforas durante los siglos vi y vii en diferentes
establecimientos localizados en la ladera sur y sudeste
de la montaña. Hay que destacar la construcción de depósitos de salazón sobrepuestos a un almacén portuario
destruido alrededor del segundo cuarto del siglo v y que
perduran hasta, al menos, finales del siglo vi.
Simultáneamente, documentamos ocupación de la
ladera sur con la presencia de construcciones de piedra y
pisos de tierra batida, de conservación desigual pero ge86 /
neralmente de escaso alzado, a veces asociadas a fosas
vertederos y fosas silos.
Mención aparte merece el hallazgo de una zona de
enterramientos, justo donde posteriormente se instalará
la necrópolis islámica (siglos xii y xiii) del poblado nacido a los pies del extenso albacar del Hisn Qulayra. Se
trata de tumbas de cistas de losas de piedra, con enterramientos múltiples. En una de ellas se recobraron dos
pulseras abiertas de bronce, con extremos de cabeza de
ofidio, similares a otros ejemplares de las necrópolis de la
Almoina (Valencia), camino de El Monastil (Elda, Alicante)
o la cripta Balbi (Roma), y que se datan a finales del
siglo vi y siglo vii.
[page-n-89]
Conjunto de ungüentarios orientales con sello encontrados
en las excavaciones de Punta de l’Illa.
Ánfora de procedencia oriental encontrada en el edificio
identificado como almacén.
Este resurgir de los asentamientos en la costa del
Portum Sucrone, unido a la actividad económica y comercial documentada, pensamos que no es casual y que debió
surgir al amparo del impulso monástico del pequeño islote, bajo la jurisdicción episcopal de la sede valentina. Los
cellaria monacales debieron ejercer un papel redistribuidor de productos alimenticios, principalmente vino, aceite
y salazones, a partir de la tipología de los envases anfóricos y de la pequeña industria de salazón documentada en
la costa, coetánea al establecimiento monástico y que no
dudamos que estaría bajo su control. La Regla isidoriana
señala que los monasterios tendrán un almacén en la ciudad destinado a realizar los intercambios con aquella. El
papel económico de los monasterios y la vinculación de la
Iglesia en general con actividades comerciales y productivas ya se ha puesto de manifiesto en lugares próximos,
como el monasterio de la isla de Cabrera (Baleares), la basílica de es Cap des Port (Fornells, Menorca) o las sedes
episcopales de Valencia y Barcelona.
El monasterio de Punta de l’Illa de Cullera. Miquel Rosselló Mesquida
Epílogo
No sabemos si la mención a la destrucción de un
monasterio en una isla, entre Sagunto y Cartagena, que
consignó el obispo de Tours, puede referirse a nuestro
cenobio. El hallazgo aislado de un triente acuñado por
Wamba permite aventurar que el islote estuvo, cuando
menos, frecuentado hasta esas fechas avanzadas de la
séptima centuria. En el siglo xii, donde el conjunto de materiales cerámicos recuperados es notable, volverá a ser
reocupado, esta vez posiblemente para albergar un convento musulmán, una «rábida», topónimo extraordinariamente frecuente en el término.
/ 87
[page-n-90]
88 /
[page-n-91]
Valentia,
ciudad de frontera (550-624)
Albert Vicent Ribera i Lacomba
ICAC
La muerte del obispo Justiniano coincidió con un largo período de inestabilidad general, entre 550 y 589, que alteró
las estructuras políticas de la ciudad y de todo su territorio.
En esos años, además de un gran episodio de peste, el reino visigodo vivió usurpaciones y conflictos dinásticos que
propiciaron la llegada de los bizantinos, ya asentados en
Ceuta y las Baleares, que aprovecharon para hacerse con el
litoral mediterráneo hispano al sur del río Júcar.
En contra de lo manifestado por otros investigadores, que cuestionan la formación de una frontera militar
entre godos y bizantinos, la creciente realidad arqueológica y las escasas, pero existentes, noticias históricas,
avalan que había una zona militarizada, al estilo de las
coetáneas provincias imperiales occidentales de Italia y
África. Entre el Júcar y las montañas del sur de la provin-
◁ Detalle de asno impreso en el fondo de un bol cerámica de
mesa fabricado en Asia Menor. Plaza Nápoles y Sicilia, nº 10,
València. SIAM-Ajuntament de València.
cia de Valencia pasaría la frontera, que, dadas la época y
las circunstancias, y como indican las fuentes y la arqueología, estaría organizada en un entramado de fortificaciones menores (castra, castella,..), que controlaban las comunicaciones y los lugares estratégicos. Este dispositivo
se basaba, en última instancia, en ciudades amuralladas
en la retaguardia de ese sistema defensivo. En el País
Valenciano ya se adivinan los principales elementos de
esta frontera militarizada, cuyos centros urbanos respectivos eran Saetabis y Valentia, de la parte visigoda, e Ilici y
Dianium, de la bizantina.
La entonces autónoma Valencia se convirtió en territorio fronterizo y en la ciudad se establecería una guarnición visigoda, para hacer frente a la cercana amenaza
bizantina. En este contexto, hay que entender la coetánea
aparición del gran asentamiento fortificado de Valencia la
Vella, a 15 km al oeste de Valencia y los abundantes hallazgos de tremises de la época de Leovigildo de Alcàsser,
a 15 km al sur de Valencia.
/ 89
[page-n-92]
A S T U R E S
REGNVM
FRANCORVM
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VASCON
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CANTAB
Pampilona
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Caesaragusta
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Carthago Spartaria
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Mapa político de la península ibérica a inicios del reinado de Leovigildo. Ilustración: Espirelius.
90 /
[page-n-93]
La Crónica de Juan de Biclaro consigna que Herme-
ría en el entorno del obispo. Arquitectónicamente, la no-
negildo, el hijo rebelde de Leovigildo, ya derrotado, fue
vedad más destacable es el ábside de herradura que se
trasladado preso a Valencia en el 584, antes de su ulterior
construyó sobre el supuesto lugar martirial, atributo que
ejecución en Tarragona. Esto significa que la ciudad era
le damos, entre varias cosas, por esta estructura cons-
un lugar seguro para los visigodos.
tructiva, bien conservada en planta pero apenas en alza-
Esta primera presencia de elementos germánicos
do. Sus cimientos destacan por su escasa profundidad,
en Valencia significaría su plena incorporación al cen-
30 cm, y su tosca técnica constructiva, al igual que la de
tralizado reino que estaba surgiendo desde Toledo con
las paredes, contrasta con la cuidadosa técnica usada
Leovigildo. Esta situación se plasmó en la realidad histó-
en los monumentos de la fase anterior. La escasa anchu-
rica y arqueológica de Valencia como sería la existencia,
ra de los muros, unos 60 cm, queda lejos del metro que
en 589, de dos obispos en la misma ciudad, el arriano, de
alcanzan los del baptisterio. Es una construcción mucho
nombre godo, Ubiligisclus, y el católico Celsinus, prueba
más endeble y de poca altura. En su interior se conserva-
fehaciente de un considerable núcleo de gente foránea,
ba un nivel de cal uniforme, la base sobre la que habría
que también se diferenciaba de la población autóctona
un pavimento más consistente que debió ser expoliado
por sus rasgos étnicos y las tradiciones funerarias. Ambos
en época islámica. Sellaba un pozo rellenado con mate-
grupos se agrupaban en torno a sus respectivos obispos.
riales de finales del siglo vi o principios del vii, que per-
Dos obispos también significaban dos grupos episcopa-
mite fechar su construcción. Este ábside está encajado
les, al menos durante treinta o cuarenta años. En otros
sobre la estancia del edificio que habría albergado el
lugares, donde dos comunidades cristianas distintas con-
martirio de san Vicente.
vivieron —católicos y donatistas en África, y católicos y
Frente al ábside, al oeste, se conservaba un muro
arrianos en Italia— tenían lugares de culto diferentes. En
que enmarcaría un arco triunfal de entrada, del que sur-
algunos yacimientos de estas zonas, con una presencia
gía un espacio de 3,90 m de largo, cuyo extremo occi-
excesiva de iglesias, se ha propuesto que esta abundancia
dental estaría delimitado por canceles que ocuparían
respondería a las diversas confesiones existentes.
un frente de 4 m. Este espacio casi cuadrado, de 4 m por
3,90 m, precedería el acceso al interior del ábside. Para
El grupo episcopal
completar su planta tan solo contamos con dos basa-
A lo largo del siglo vii, los principales edificios epis-
mentos de una posible columnata que, con la misma
copales mantuvieron su preponderancia, pero al norte
anchura que el ábside, enmarcaría una hipotética nave
de la catedral, desde finales del siglo vi o inicios del si-
central, de 4,80 m de ancho y de 1,80 m entre las colum-
glo vii, tuvieron lugar una serie de cambios relacionados
nas, si se coloca una entre las dos que conocemos, o de
con la transformación de la población que residía y mo-
4 m si no lo hacemos. Podría interpretarse como una
Valentia, ciudad de frontera (550-624). Albert Vicent Ribera i Lacomba
/ 91
[page-n-94]
A finales del siglo vi o inicios del vii se expolió la
curia septentrional, convirtiéndose la zona al norte de la
otra curia en un amplio espacio abierto, tal vez un huerto o jardín asociado a alguna nueva construcción, ya en
el siglo vii, como una noria y un peculiar edificio poligonal, que sería una zona que enlazaría con los campos
de silos situados hacia el norte. Se ha sugerido que esta
zona fuera un área productiva regida por monjes.
Las necrópolis y el cementerio de los obispos
Uno de los rasgos más destacados de este grupo
Muro de buena factura del interior del circo romano.
Calle Comedias, Valencia. SIAM-Ajuntament de València.
episcopal es el marcado carácter funerario, testimoniado
en los diversos y jerarquizados cementerios que se extienden, al menos, al norte y el este de la catedral visigoda.
pequeña basílica, pero la falta total de cualquier indicio
A partir de finales del siglo vi, surgió otro cementerio en
de los muros perimetrales nos hacen ser escépticos al
la zona episcopal, en estrecha relación con el pequeño
respecto. Las remociones de una casa islámica de los
ábside de herradura. La dispersión y tipología de estas
siglos xi al xiii, al oeste del ábside, impide que se co-
nuevas sepulturas difiere bastante de la anterior necró-
nozca mejor.
polis, algunas de cuyas tumbas fueron cortadas por estas
Al norte, y delante de la entrada de la curia aún en
más grandes y modernas. Las modestas sepulturas indivi-
pie, a finales del siglo vi, se construyó un gran pozo cua-
duales fueron sustituidas por grandes cistas de enormes
drado de grandes losas romanas, que le daban un aspec-
piedras, que ocupan una superficie de 2 x 3 metros y al-
to monumental. Presentaba la misma alineación que el
canzan el metro de altura. En su interior aparecen varias
edificio del ábside de herradura, situado a poco más de
capas de enterramiento y es normal encontrar los restos
un metro, por lo que no sería extraño que formaran parte
de entre diez y veinte individuos. Asimismo, aparecen
de un único conjunto, lo que encajaría con el sellado del
ajuares, vasijas de vidrio o cerámica, y bastantes objetos
otro pozo en el momento de erigir el ábside, al que sus-
de uso personal. En total se han señalado más de trein-
tituiría en su función de dispensador de agua. La nueva
ta de estos grandes sepulcros, que deben ser panteones
orientación del pozo y el ábside rompió por primera vez
familiares. Su sistema de construcción permitía su aper-
con la alineación de origen romano que se había mante-
tura por un lado, desde donde se podían efectuar con-
nido inalterada desde los orígenes de la ciudad.
tinuas inhumaciones. De hecho, algunas tumbas fueron
92 /
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periódicamente limpiadas de los esqueletos más antiguos, de los que solía dejarse sólo el cráneo, que se amontonaba al fondo de la cista, para permitir la instalación de
nuevos enterramientos. Aunque se extiende por casi todo
el solar de l’Almoina, siempre al oeste de la calle romana,
la gran mayoría de los sepulcros se amontonaron al este
y cerca del pequeño ábside de herradura, alrededor del
cual hay una verdadera aglomeración, catorce tumbas,
mientras otras ocho aparecen dispersas. Este hecho vuelve a constatar la gran ansia que había en esta época por
enterrarse cerca de este lugar, y explica también la limpieza periódica de los huesos de varias de estas saturadas
sepulturas. Los más de trescientos individuos que se han
recuperado presentan rasgos antropológicos distintos a
los anteriores, ya que parecen de una etnia nórdica.
Otro carácter tenían las tres grandes tumbas que
se colocaron alrededor del mausoleo del mártir, aunque
tipológicamente son cistas muy parecidas, pero que no
permiten su apertura, algo comprensible, dado que la
única que se encontró intacta, sólo apareció un esqueleto. A los pies de la tumba más privilegiada, sita en el
interior del mausoleo cruciforme, empezaba un corredor
jalonado a ambos lados por varios arcosolios que por sus
dimensiones parecen preconcebidos para colocar sarcófagos. Serían las tumbas de los obispos, que normalmente se enterraban en el interior de la catedral o de alguna
Conjunto de cerámicas procedentes de
la excavación del antiguo circo romano.
Excavación: plaza Nápoles y Sicilia, nº 10.
otra iglesia importante.
La urbanización del circo romano
A partir de mediados del siglo vi, hay claras evidencias de la ocupación y urbanización de la arena del circo,
Valentia, ciudad de frontera (550-624). Albert Vicent Ribera i Lacomba
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lo que manifiesta otros usos diferentes a los lúdicos, que
el siglo xiv, en el límite oriental de la ciudad, de modo y
supuestamente irían desde los comerciales a los militares.
manera que la muralla árabe del siglo xi se adhirió a su
Se han diferenciado varias fases superpuestas que
cara externa, seguramente perpetuando su uso defensi-
abarcan desde mediados del siglo vi a mediados del vii,
vo del periodo tardoantiguo, tal como ocurre con tantos
que han aportado numerosa cerámica, principalmente
otros de estos grandes edificios de espectáculos.
vajilla de mesa importada de Túnez, de Focea de Asia
Los restos constructivos de la etapa visigoda se en-
Menor y Chipre, cerámica de cocina local, regional e im-
cuentran de un extremo a otro del interior del circo. En
portada de África y Oriente, y ánforas orientales y africa-
el norte, en las excavaciones de la calle Barón de Petrés
nas. Destaca la abundancia de las producciones orienta-
y de la plaza Nápoles y Sicilia 10, situadas entre las car-
les de vajilla fina y cerámica de cocina importada, princi-
ceres y la spina, se ha documentado bien esta nueva ur-
palmente en la segunda mitad del siglo vi. De aquí provie-
banización dentro de un gran espacio público. Sobre la
nen los únicos hallazgos de Chipre y el mayor volumen de
arena, abandonada a lo largo del siglo v, que se extendía
Asia Menor de la ciudad.
por una zona de 350 x 60 m, esto es, dos hectáreas, apa-
A partir de finales del siglo vi y, sobre todo, del si-
rece un gran relleno de nivelación, originado por el verti-
glo vii, se advierte un evidente cambio en la cultura ma-
do rápido de tierras muy oscuras y ricas en materiales ar-
terial, con la introducción de tipos de clara facies visigóti-
queológicos, con pequeñas monedas vándalas y bizanti-
ca, similares a los que podemos hallar en zonas de tradi-
nas, que dan una fecha a partir de mitad del siglo vi para
cional asentamiento godo en Hispania, continuando, de
su formación.
todos modos, la llegada de las últimas producciones de
Los muros que se instalaron sobre este amplio terre-
sigillata africana (Hayes 91D, 105, 106, 109, etc.) y la in-
no nivelado estaban hechos con grandes sillares reutiliza-
troducción de las primeras y escasas cerámicas vidriadas.
dos, mezclados con piedras menores, talladas y sin tallar,
Estos conjuntos cerámicos, con la abundante pre-
unidas con argamasa y mortero de cal. Los pavimentos
sencia de materiales orientales, presentan una notable
eran de argamasa. Los numerosos materiales, proceden-
diferencia con los de otros lugares de Valencia, tanto los
tes de los hogares, las fosas y los basureros de los usua-
del área episcopal como los de las zonas periurbanas
rios de las nuevas construcciones, indican una intensa y
de habitación. Esta especificidad plantea que, tal vez, la
continua actividad en esta zona entre la segunda mitad
nueva área urbanizada a mediados del siglo vi tuviera
del siglo vi y la primera mitad del vii. A mitad del siglo vii
una razón de ser diferenciada y especializada, aunque
otras fosas de vertidos y basureros ya cubrían los muros.
esta suposición es tan sugerente y fácil de plantear como
La escasa extensión de las excavaciones en que se
difícil de resolver. Hay que tener en cuenta la ubicación
han registrado estas incompletas construcciones impide
topográfica del circo, situado desde el siglo ii dC, y hasta
cualquier intento de interpretar su función. Incluso en la
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única en que se excavó en cierta extensión, en la plaza de
Nápoles y Sicilia 10, las habituales y numerosas intrusiones medievales las habían deteriorado, tanto en planta
como en alzado.
Esta ocupación se ha puesto en relación con la
llegada de nuevos grupos de población, que tanto se
atribuiría a contingentes militares visigodos, que de
este modo se instalarían en bloque al lado de la muralla oriental, que debía de ser la misma pared del circo,
como con un supuesto barrio comercial cuya existencia explicaría la aparentemente anómala abundancia
de importaciones del Mediterráneo oriental. Tampoco
se podría excluir una solución mixta que, en todo caso,
siempre implicaría el asentamiento de poblaciones
foráneas en número importante, para lo que se tuvo que
acondicionar este gran espacio.
Bol de cerámica de mesa de Ásia Menor. Plaza Nápoles
y Sicilia, nº 10. València, SIAM-Ajuntament de València.
Epílogo: el final de una época
En los lugares que, tras la rápida caída del reino visigodo, se integraron en la órbita musulmana, la evolución
urbanística habitual de los centros episcopales, sustituidos por otra realidad, se cortó. Este fue el caso de Valencia
durante quinientos años, entre 713 y 1238.
Pero el repentino colapso del reino visigodo no supuso una rápida ruptura social, ya que la islamización fue
un proceso continuo pero lento. En parte del área valenciana, a través del pacto suscrito por el último gobernador
visigodo, Teodomiro, con los recién llegados, el modo de
Entre 778 y 779, Valentia fue destruida en una guerra
civil entre musulmanes, momento que marcaría el final
de la ciudad tardoantigua. Sin embargo, la arqueología
ha sido muy parca para estos momentos de transición,
tanto para el siglo viii como para el siglo ix.
vida permaneció inalterado hasta mediados del siglo viii,
con la instalación de contingentes árabes, que en parte se
unieron a la antigua élite goda.
Valentia, ciudad de frontera (550-624). Albert Vicent Ribera i Lacomba
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ValÈncia la Vella.
Un yacimiento aún por descubrir
E. Huguet, J. M. Macias, A. Ribera, F. Rodríguez y M. Rosselló
De mito a reto arqueológico
A la fuerza, el enclave hoy conocido como València la Vella
debería haber llamado la atención de las gentes locales,
gente de la huerta del Turia y de viajeros desde tiempo
inmemorial. Un lugar con murallas como este, que aún
hoy conserva paredes de más de tres metros de altura,
no podía pasar desapercibido y habría despertado gran
curiosidad. Son casi cinco hectáreas de superficie sobre
un promontorio que se elevaba unos cuarenta metros sobre la entrada del barranco de la Cabrassa en el río Turia.
Por eso es uno de los yacimientos valencianos de los
que tenemos noticias más antiguas. El Consejo de València
mencionó el topónimo de València la Vella el año 1374,
con ocasión de un proyecto de transvase de agua del río
Júcar al Turia. Ya entonces debería ser un sitio valorado
por su antigüedad y, en 1458 (la Bailía: doc. 1152, ‘1524 v’)
◁ Vista exterior de la muralla y la torre, destruida en los años
setenta, de València la Vella. Foto: Rafael de Luis.
firmó una licencia a Joan Gonçalbo para la «búsqueda de
tesoro», según consta en el Arxiu del Regne de València, El
poeta Jaume Roig, también en el siglo xv, le dedica unos
versos, en su obra L’Espill o Llibre de les dones.
El porqué del nombre de València la Vella para este
lugar es una incógnita, y en este poema ya vemos cómo
el topónimo causó una asociación y correlación temporal
con la ciudad romana de Valentia. Diversos estudiosos de
las épocas moderna y contemporánea asociaron estos
restos a una ciudad anterior a la fundación de Valentia
e, incluso, la identificaron con otras ciudades romanas
o también ibéricas, o cartaginesas. Gracias a la arqueología, todas estas suposiciones se desvanecieron en los
años setenta del siglo pasado, cuando la destrucción voluntaria de parte del yacimiento y de sus murallas, por los
trabajos de construcción de un puente sobre la vía férrea
València-Llíria, causaron un gran impacto en la sociedad
valenciana. Aún hoy podemos observar rebajes de dos
metros en un área del veinte por ciento del yacimiento.
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son del todo coincidentes con otros asentamientos visigóticos hispánicos. Hablamos de una especie de ciudadela
encumbrada emplazada en un punto estratégico. Desde
aquí hay un control visual de los principales cerros del entorno (los Carasoles, la montaña de los Frailes, el collado
de Montiel, la Vallbona, la Vallesa de Mandor y la loma de
Betxí), se vigila el camino que iría río arriba y parece que está
cerca de un paso para cruzar el Turia. Solo hay que tener
en cuenta que estas mismas condiciones fueron valoraras
por el ejército republicano español, que ubicó trincheras y
nidos de ametralladoras pertenecientes a la línea defensiva
Vista del rio Túria a su paso por València la Vella. Se aprecian los muros
de la acrópolis en la zona alta. Foto: Projecte València la Vella
«La Inmediata», construida a unos 12 km de la capital, para
frenar el avance del ejército franquista desde el norte.
Con todo esto, más los estudios de Miquel Rosselló,
Pese a ello, València la Vella constituye un reto científico y
que incidieron en la cronología visigótica del asentamien-
de socialización relevante del patrimonio histórico.
to, surgieron numerosas preguntas sobre su funcionali-
Este desgraciado hecho ocasionó una pronta inter-
dad y relación con el palacio recientemente descubierto
vención del Servicio de Investigación Prehistórica de la
de Pla de Nadal o con la ciudad de Valentia. Está claro que
Diputación de Valencia (SIP). Gerardo Pereira y Carmen
no se puede hablar de un proceso de sustitución geopolí-
Aranegui dirigieron tres intervenciones arqueológicas que
tica de una ciudad por otra. Valentia, de la mano del obis-
documentaron importantes restos arquitectónicos y esta-
po Justiniano, pasó a ser una importante sede episcopal
blecieron una cronología del siglo IV dC en adelante. Con
cristiana y epicentro del culto martirial a san Vicente que
eso desapareció el mito arcaizante de València la Vella y
se mantuvo activa hasta la llegada del islam.
se abrieron nuevas incógnitas históricas. No obstante, la
Hay que mirar a València la Vella, actualmente con-
nueva cronología conllevó un desinterés por parte de la
siderada una fundación fechada a partir de mediados
investigación arqueológica valenciana, orientada hacia
del siglo vi, como el resultado de una nueva concepción
otros períodos históricos en aquel momento.
urbana y territorial promovida por el reino visigótico de
València la Vella se encuentra a unos 3 km al sudeste
Toletum, y del todo compatible con las antiguas ciuda-
de la localidad de Riba-roja de Túria, solo a unos 16 km de
des romanas que perduraron en el tiempo. El análisis de
Valencia capital y a escasos 4 km del yacimiento de Pla de
las cerámicas y de las monedas recuperadas nos mues-
Nadal. Su ubicación y características defensivas y urbanas
tra una plena sintonía comercial entre ambas ciudades.
98 /
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Muchos productos foráneos documentados en el litoral
y el estudio del yacimiento. El Ayuntamiento compró
también eran frecuentes río arriba.
varias fincas rurales donde se encuentra la mitad de
¿Era diferente la población de un lugar con respecto
València la Vella, dentro del Parque Natural del Turia. De
al otro? ¿Se practicaba el culto arriano en vez del ortodoxo?
esta manera se genera un espacio de doble interés patri-
Este nuevo asentamiento tendría un papel de control mi-
monial y natural, de alto valor arqueológico, paisajístico
litar como consecuencia de las tensiones territoriales del
y biológico. En este contexto positivo, hay que añadir la
sudeste hispánico en manos del Imperio de Oriente?
musealización y la creación reciente del Museo Visigótico
Para resolver definitivamente todos estos aspectos,
del Pla de Nadal (MUPLA) y las numerosas actuaciones
solo hay que dar tiempo a la Arqueología.
de recreación histórica que promueve la villa.
Presente y futuro de una oportunidad poliédrica
de la última excavación y en un contexto mucho más
Así pues, el año 2016, treinta y seis años después
Hoy en día pocos yacimientos «vírgenes» tienen la
favorable, un equipo de arqueólogos valencianos y cata-
potencialidad cultural de València la Vella. Es un asenta-
lanes volvió a remover la tierra a la búsqueda de respues-
miento escasamente excavado —apenas unos 230 m —,
tas. Inicialmente, la fórmula elegida ha sido la excavación
lleno de incógnitas históricas y, a la vez, de retos de con-
asociada a los cursos de verano de Arqueología Cristiana
servación arquitectónica y de integración social.
y Visigoda. No se trata exclusivamente de un proyecto de
2
Primero hay que tener en cuenta que se halla cer-
investigación, sino de una apuesta docente a largo plazo
ca de la tercera área metropolitana del Estado español,
con la voluntad de potenciar el interés y las nuevas voca-
con cerca de dos millones de habitantes y que dispone
ciones por lo que respecta a la antigüedad tardía en tie-
de una red de comunicaciones que ha llegado a situar,
rras valencianas.
incluso, una estación de suburbano a seiscientos metros.
Hasta la actualidad se han desarrollado cuatro bre-
Es un yacimiento dentro de un área metropolitana que
ves excavaciones arqueológicas que se han centrado en
confiere a la localidad de Riba-roja de Túria la posibilidad
el estudio de las murallas y en la identificación de los
de ser uno de los referentes hispánicos de la arqueología
sectores urbanos que conforman el asentamiento, estos
visigótica más accesible y provechoso para la divulgación
últimos condicionados en parte por las características
de un período histórico fundamental para entender la for-
del terreno. Por una parte, actuar sobre la muralla era
mación de la Edad Media.
una necesidad imperiosa porque había que valorar el
Con esta voluntad trabaja el área de Turismo y
estado de conservación de los segmentos más afecta-
Patrimonio del Ayuntamiento de Riba-roja. El año 2016
dos por la destrucción del siglo pasado. Por la otra, dis-
se firmó un convenio de colaboración con el “Institut
tribuir sectorialmente los sondeos estratigráficos nos
Català d’Arqueologia Clàssica” para la documentación
ha permitido, de cara al futuro, identificar y priorizar las
Valencia la Vella. Un yacimiento aún por descubrir. E. Huguet, J. M. Macías, A. Ribera, F. Rodríguez y M. Rosselló
/ 99
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cias de un taller de vidrios. Las monedas recuperadas,
procedentes de cecas de numerosos lugares de Hispania
y del Mediterráneo, nos señalan la vitalidad económica y
comercial del emplazamiento.
En estos momentos, la muralla pasa a ser el elemento patrimonial más significativo, tanto por la extensión
como por el nivel de conservación. Es un asentamiento
de unas 4,8 ha de superficie, que, en la parte más elevada, alcanza unos 41 m de altura con respecto al curso del Turia. Sobre un perímetro teórico de 981 m, se
conocen unos 416 m, si bien hay muchas partes ocultas
Vista actual de la zona monumental invadida
por la vegetación. Foto: Albert Ribera
por la vegetación o los terraplenes. La muralla conserva
una altura máxima de 3,10 m y su grosor oscila entre los
2,10 y 1,90 m. Se hizo a partir de dos muros paralelos de
áreas arqueológicas donde intervenir. También se ha
mampostería de cal y con ripio interno —emplecton— de
efectuado una prospección geofísica parcial del subsue-
piedras y arcillas procedentes del rebaje de la roca que se
lo y, muy especialmente, una documentación topográ-
efectuó antes de la construcción de las defensas. Hasta
fica y fotogramétrica exhaustiva mediante los recursos
ahora se han localizado con seguridad unas siete torres,
tecnológicos actuales.
aunque podría haber un número máximo de veinticinco
o veintiocho. Este aspecto se debe ratificar con la condi-
Descripción preliminar de València la Vella
Los resultados hasta ahora obtenidos apuntan a un
ción de que aquellos tramos contiguos a los riscos del río
podrían tener una protección menor.
centro urbano bien planificado y ejecutado homogénea-
Todo parece indicar que la muralla es una obra ho-
mente. Hemos visto como el urbanismo intramuros está
mogénea y construida unitariamente. No apreciamos aún
sincronizado con el trazado de la muralla, y la documen-
fases constructivas y la técnica empleada es muy homo-
tación de un estercolero —a las afueras de la ciudad—,
génea, al mismo tiempo que común a otras murallas visi-
nos muestra una clara organización para la fertilización
góticas hispánicas (Recópolis, Puig Rom, etc.). Las torres
de las terrazas agrícolas periféricas, imprescindibles para
identificadas, arrasadas en parte en el siglo xx, eran apro-
la producción de víveres. Otros indicios también nos ha-
ximadamente cuadradas y con un relleno interno seme-
cen ser optimistas para la búsqueda en un futuro. En un
jante al de las murallas. Sus muros enlazaban con los dos
presunto sector artesanal, hemos documentado eviden-
de la muralla de forma que trababan entre ellos propor-
100 /
[page-n-103]
cionando una mejor cohesión y evitando desprendimientos de los rellenos por su empuje lateral. Hasta ahora, no
se ha identificado ninguna evidencia del paso superior de
la muralla.
La topografía del yacimiento presenta varias zonas,
probablemente aterrazadas, aunque hay que ser cautelosos porque las transformaciones agrícolas contemporáneas pueden haber distorsionado la percepción actual.
Se distingue una primera plataforma elevada, la «acrópolis», que, con una superficie de 0,22 ha, se desarrolla entorno los 90 y 97 m de altitud. Se encuentra sobre un pequeño montículo que configura el escarpado septentrional junto al río. Allí se encuentra un edificio importante
pavimentado en mortero de cal, así como fragmentos
de tejas planas y curvas. Este era un sector relevante del
asentamiento que está en avanzado curso de excavación.
Hay otro montículo central, hacia los 90 m de altitud y con
una superficie de unas 0,3 ha, que está muy deteriorado
Inicio de la excavación del sector junto a la muralla.
Campaña 2016. Foto: Projecte València la Vella
por la erosión.
El resto del asentamiento consta de dos platafor-
importantes edificios que reutilizaron sillares de piedra
mas intermedias donde los sondeos estratigráficos han
—calcárea dolomítica gris azulada— de factura roma-
localizado varios restos. Por una parte, una zona interme-
na que deben proceder de la cercana ciudad de Edeta
dia-baja que limita con la muralla central y meridional.
(Llíria). Se disponían alrededor de una gran plaza o expla-
Aquí se alcanza una extensión de 0,77 ha y una altitud
nada que se ubica ante el posible acceso principal de la
entre los 85 y 88 m. Es el lugar mejor conocido y donde
ciudad por el sur, flanqueado por los restos de dos gran-
se ha trabajado intensamente en el lado de la muralla. La
des torres. Por fuera llega un ancho camino que corta la
plataforma inferior alcanza unas 1,27 ha y entre los 80 y
roca en su recorrido.
84 m de altitud. Todo parece indicar que en su parte occidental se encuentra el centro principal del asentamiento.
Aquí excavaron hace 40 años Gerardo Pereira y Carmen
Aranegui, de la Universitat de València, y encontraron dos
Valencia la Vella. Un yacimiento aún por descubrir. E. Huguet, J. M. Macías, A. Ribera, F. Rodríguez y M. Rosselló
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Cronología y contexto histórico
enfrente del territorio bizantino. Prueba de eso será el encar-
El recinto de València la Vella es una fundación ex novo
celamiento en Valencia del rebelde Hermenegildo, hijo de
de un castro amurallado, tal vez con funciones urbanas,
Leovigildo y hasta entonces corregente de la Bética, o la pre-
coetáneo a la etapa de consolidación del estado visigodo.
sencia en estos convulsos momentos de un obispo arriano
Los rellenos constructivos del lado interior de la muralla
en la sede episcopal valenciana, hecho que se toma como
nos han proporcionado fragmentos cerámicos que permi-
una prueba del incremento poblacional visigodo y, especial-
ten fechar su construcción a partir de mediados del siglo vi.
mente, de la existencia de un importante contingente militar.
Este sería el momento de fundación del nuevo centro ur-
Con todo, las investigaciones en curso están matizan-
bano, a partir de fragmentos de ánfora de importación y de
do ciertos aspectos. Se ha podido determinar la construc-
cerámicas comunes de ámbito regional que se han docu-
ción ex novo del recinto a partir de mediados del siglo vi, la
mentado sobradamente en este territorio.
presencia (mediante prospección con georradar) de nume-
Hay que recordar el contexto histórico del momento,
rosas estructuras (edificios) y espacios abiertos (plazas) que
con continuas disputas internas por la sucesión al trono,
apuntan hacia un urbanismo organizado y uniformemente
los enfrentamientos con los reinos vecinos —merovingios
planificado, más allá de un simple castrum con meras fun-
y suevos— y, fundamentalmente, la intervención de los
ciones defensivas. Además, se documenta un flujo conti-
bizantinos en el conflicto dinástico visigodo aprovechada
nuado de importaciones cerámicas, por lo menos, hasta
para ocupar una franja costera desde el Júcar hasta Cádiz,
la mitad del siglo VII (ánforas, sigilatas, ungüentarios) que
convertida en la provincia bizantina de Spania (554-628).
acreditan la importancia de este enclave fortificado y su ca-
Todas estas circunstancias atrasarán la incorporación to-
rácter privilegiado y cosmopolita como punto de llegada de
tal y efectiva de Valentia al reino visigodo de Toledo hasta
productos de todo el Mediterráneo en la tardoantigüedad.
la llegada de Leovigildo (569-586).
Este monarca contribuirá resueltamente a la unificación y al control territorial de Hispania frente a otros rei-
Por otra parte, se ha constatado la producción local
de vidrio, normalmente asociada en esta época a centros
urbanos para el autoabastecimiento.
nos que ambicionaron los dominios visigodos, y ante las
Todos estos nuevos datos convergen en señalar que
pretensiones independentistas de los dirigentes hispano-
se trata de un asentamiento que llegó a agrupar a la po-
rromanos y de la influyente Iglesia católica que no estaba
blación de su entorno y con atribuciones administrativas
dispuesta a aceptar un rey arriano.
y de jerarquización del territorio.
Será en este contexto cuando, la hasta entonces autó-
Estas características «urbanas», unidas a la cronolo-
noma Valentia, quedará integrada de modo efectivo al reino
gía y al contexto histórico de su construcción, el carácter
visigodo de Toledo, que asumirá un importante papel en el
ex novo, planificado y monumental, plantean la posibilidad
conflicto romano-gótico a causa de su situación fronteriza
de que «València la Vella» fuera una fundación real de época
102 /
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Plano de las intervenciones
realizadas hasta el momento
en València la Vella.
de Leovigildo, monarca que fundó nuevas ciudades como
Recópolis (Guadalajara) el año 578 o Victoriaco (Álava) en
581, como parte de la estrategia constructiva promovida y
desarrollada por el Estado visigodo en su proceso de formación y consolidación, ya que no hay que olvidar que la
fundación de ciudades era una prerrogativa real.
El momento final del yacimiento aún es una incógnita, ya que los trabajos agrícolas de la zona hasta hace
pocas décadas han malogrado parte de la información
arqueológica. Hasta ahora, no se han identificado restos
que se puedan asociar a actos violentos como destrucciones o incendios, como sí ocurre en Pla de Nadal, lo que
lleva a pensar en un abandono pacífico y una erosión gradual del asentamiento, o de parte de él, más que no en un
episodio bélico. Con los datos actualmente disponibles,
parece que la ocupación del asentamiento terminaría
a partir de finales del siglo vii o inicios del siglo viii. No
hay indicios de una ocupación islámica en la época del
emirato, sólo algunas escasas cerámicas dispersas por el
yacimiento.
Sin embargo, en el estado actual de la investigación,
hay que resaltar que de su superficie total, se ha excavado
solo una mínima parte. Habrá que esperar para despejar
varias incógnitas como la cronología precisa de fundación, el momento final del asentamiento o la configuración interna del espacio.
En este momento, València la Vella constituye, no
solo un importante reto científico, sino que también supone un proyecto importante de difusión y socialización
del patrimonio histórico.
Valencia la Vella. Un yacimiento aún por descubrir. E. Huguet, J. M. Macías, A. Ribera, F. Rodríguez y M. Rosselló
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Las monedas del yacimiento visigodo
de València la Vella
(Riba-roja de Túria)
Òscar Caldés
Introducción y metodología
El panorama numismático del territorium de Valentia en
época tardía (siglos v y vii dC) es uno de los que más evolución ha tenido a lo largo de las últimas décadas en el ámbito peninsular. A la revisión de las piezas procedentes de
la Punta de l’Illa de Cullera, se suman ahora las monedas
encontradas en el yacimiento tardoantiguo de València la
Vella. Las monedas de València la Vella, yacimiento analizado ampliamente por sus directores en el apartado correspondiente en esta publicación, son el objeto de estudio de estas páginas y contribuyen a aumentar la muestra
existente de monedas de la época de forma destacada, ya
que se han recuperado más de un centenar de monedas,
◁ 1-2: Monedas romanas de la dinastía constantiniana fragmentadas
o recortadas; 3: Nummus vándalo; 4: Nummus de Justiniano;
5: Nummus africano vándalo o bizantino; 6: Tremís de Leovigildo
acuñado a nombre de Justino II; 7: Tremís forrado de Leovigildo
de Toledo; 8: Nummus visigodo del tipo 3 de R. Pliego; 9: Nummus
visigodo del grupo 7 de R. Pliego; 10: Nummus visigodo del grupo 5
de R. Pliego. Todas las monedas se reproducen a doble tamaño.
solamente en 2018, la inmensa mayoría de ellas circularon
en el momento de actividad del yacimiento.
En la campaña de 2016 se recuperaron tres monedas, dos parecían responder a sendos nummi tardíos,
mientras que otra aparentaba ser una moneda del Bajo
Imperio romano (siglo iv dC).
En la campaña de 2018, se utilizó un detector de metales, como herramienta auxiliar durante las excavaciones
arqueológicas y con toda su metodología asociada. Lo
primero que se hizo fue extender y prospectar las terreras
de las campañas anteriores, para comprobar si alguna
pieza metálica había pasado inadvertida en los sondeos
ya abiertos de la excavación, y se confirmó que así era.
Sin embargo, la mayoría de los objetos recuperados eran
monedas de pequeño tamaño, con lo que no resulta difícil
que pasaran inadvertidas, lo que evidenció todavía más el
uso necesario de este tipo de herramientas en campaña.
Además de prospectar las zonas que se estaban excavando y sus terreras, se realizó una batida superficial
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de todo el yacimiento con el detector de metales. En
teriores, y muchas de ellas aparecen muy fragmentadas
diversos puntos se constató la presencia de agujeros
o recortadas, sin que se apreciara siquiera el nombre del
propios de expoliadores, que evidenciaron el grado de
emperador que las acuñó y sin molestarse en que apa-
vulnerabilidad del lugar. Complementando el uso del de-
reciera su busto completo. A pesar de que algunas leyes
tector de metales se georreferenciaron todas las piezas
de los siglos v y vi dC prohibían conservar las piezas de
aparecidas con un GPS topográfico, por lo que se sabe
los siglos anteriores, vemos que estas no son respetadas,
perfectamente el contexto espacial en el que aparecieron
por lo que aparecen además monedas, en teoría, desmo-
estas piezas y, a pesar de que hoy en día las zonas donde
netizadas siglos atrás, como un AE2 de la segunda mitad
aparecieron no estén excavadas, su contexto estratigráfi-
del siglo iv dC. La mayoría de piezas del siglo iv dC están
co podrá recuperarse en un futuro.
acuñadas durante la dinastía constantiniana, y más concretamente, entre los años 325-361 dC. Sorprende el buen
Las monedas de la campaña de 2018
estado general en el que se hallan estas monedas, a pesar
La inmensa mayoría de elementos metálicos recupe-
de encontrarse en contextos más de dos siglos posterio-
rados en València la Vella son monedas, y, aunque estas
res a su acuñación, síntoma de que probablemente mu-
piezas se encuentran en proceso de restauración y estu-
chas eran atesoradas o conservadas con mayor cuidado
dio, es posible adelantar que, de un total de 133 ejempla-
que el numerario posterior. Entre ella destaca la ausen-
res aparecidos, al menos 120 pertenecen a los siglos que
cia de monedas romanas del siglo v dC, más teniendo
van del ii aC al vii dC. Entre ellas se recuperaron cierto nú-
en cuenta de que en Punta de l’Illa de Cullera se docu-
mero de monedas fechables entre los siglos ii aC y iii dC,
mentaron unos seis ejemplares, aunque en un estado de
incluyendo ibéricas y romanas del Alto Imperio, que pu-
conservación bastante precario. Sin embargo, en ambos
dieron haber circulado junto a numerario posterior, ya en
yacimientos hay cierta presencia de moneda vándala,
época visigoda, como evidencian la fragmentación y los
acuñada en África entre los siglos v y vi dC. Diversos ejem-
recortes de algunas zonas de las monedas.
plares con tipologías variadas se recuperaron en València
Sin duda, el siglo iv dC es uno de los que aporta más
la Vella durante la campaña de 2018, entre los que desta-
numerario al asentamiento visigodo de València la Vella.
caron los que presentan en el reverso una victoria o una
Su abundancia no parece responder a un teórico asenta-
cruz rodeada de una corona.
miento previo, sino a su perduración en el numerario de
Curiosamente, las emisiones bizantinas, representa-
la época, desde el siglo iv dC hasta los siglos vi y vii dC.
das solamente por la ceca de Cartago, son las monedas de
Este es un fenómeno constatado en muchos yacimientos,
los siglos vi y vii dC que más aparecen en València la Vella,
no solo peninsulares, sino del Mediterráneo en general.
incluso superando en proporción a los bronces visigodos,
Son monedas de mayor tamaño que las de los siglos pos-
de los que se hablará más adelante. Entre los ejempla-
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res bizantinos destacan los que hacen referencia al año
de reinado de Justiniano I (539-541 dC), con la leyenda
«VOT XIII» o «VOT XIIII». Además, en un contexto superficial, apareció un conjunto monetario con valor de seis
nummi compuesto por un pentanummium de Justiniano I
de Cartago y otro nummus frustro de los siglos iv y v dC.
Hay toda una serie de monedas de difícil adscripción
que muestran un crismón o un estaurograma en el reverso.
Casi con total certeza son acuñadas en África, pero la autoría todavía está discutida entre los que la asignan al mundo
vándalo o al bizantino. Aunque no es posible determinar
su adscripción, probablemente tanto las monedas de este
Vista interior de la muralla de València la Vella desde la acrópolis.
grupo incierto, como las vándalas y bizantinas, llegan a través del Imperio de Oriente. Pero no es posible distinguir si
sible acceso asociado a la parte superior de las defensas.
llegan al yacimiento visigodo de València la Vella por inte-
Gracias al uso del detector de metales se recuperó una de
racción comercial entre bizantinos y visigodos o si llegan
ellas en estrato arqueológico, se trataba de un tremís vi-
por botín de conquista de estos últimos sobre los primeros.
sigodo de la época de Leovigildo, aunque está acuñado a
El conjunto de moneda visigoda recuperado es in-
nombre del emperador bizantino Justino II (565-578 dC).
teresante debido a su escasez general en el registro ar-
En el anverso presenta un busto esquematizado a dere-
queológico. Su grado de conocimiento experimentó un
cha con cruz en la vestimenta a la altura del pecho y la
aumento después de la publicación del libro de las mo-
leyenda imitativa de Justino II y en el reverso con una vic-
nedas visigodas de cobre publicado por M. Crusafont y los
toria avanzando a derecha, con la imitación de la leyenda
estudios realizados recientemente por B. Mora o R. Pliego,
«VICTORIA AVGVSTORVM». Esta moneda parece indicar
que presentan divergencias en lo que respecta a la auto-
que la fecha fundacional propuesta para València la Vella
ría de estas piezas, con lo que sigue siendo un apartado
en la segunda mitad del siglo vi dC, durante el reinado de
de la investigación del mundo tardío todavía incipiente.
Leovigildo, es la correcta.
Respecto a las monedas visigodas halladas en València la
La otra moneda de oro fue recuperada en la terrera
Vella, hay que diferenciarlas en dos grupos: las monedas
del mismo sector, sin poder asignarle unidad estratigrá-
de oro y las monedas de base de cobre.
fica. Se trata de un tremís falso de época, con interior de
Se recuperaron dos tremises de oro, ambos en la
bronce y forrado con una fina capa de oro. Está acuñado a
zona interior anexa a la muralla y que cuenta con un po-
nombre de Leovigildo y la ceca que consta en la moneda
Las monedas del yacimiento visigodo de València la Vella. Óscar Caldés
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[page-n-110]
es Toledo. Cronológicamente puede datarse en momen-
gran controversia, y el conjunto recuperado en València
tos posteriores al 584 dC, cuando tuvo lugar la reforma
la Vella trastoca la visión que se tenía de estos ejempla-
emprendida por Leovigildo en la que se fijó la tipología
res. Es necesario comparar el conjunto aparecido en este
del busto de frente, tanto para el anverso como para el
yacimiento con otros de época coetánea para observar
reverso, y que aparecen ambos en esta moneda.
la variedad de proporciones de uno y otro grupo para in-
El otro grupo, la moneda visigoda de bronce, está
tentar obtener datos más claros sobre estas piezas, para
constituida, al menos, por diez ejemplares. Por un lado,
lo que resulta imprescindible la ayuda de un detector de
destaca el grupo del monograma de la «M» en el rever-
metales en excavaciones de los siglos vi y vii dC.
so, con cuatro monedas y atribuido por M. Crusafont a
Emerita, planteamiento bastante discutido por traba-
Conclusiones
jos posteriores, debido a que la mayoría de ejempla-
En estas conclusiones quiero remarcar, de nuevo, la
res han aparecido en la zona sevillana y muy pocos en
importancia de utilizar un detector de metales con toda
Extremadura. Un ejemplar ha aparecido en un vertedero
su metodología asociada como herramienta comple-
fuera de las murallas, en principio datado en el siglo vii
mentaria durante las campañas de excavación. La época
dC. Otro grupo representado es el de la cruz con glóbulos
tardía es una en las que resulta más importante su uso,
en el reverso, del que han aparecido dos ejemplares, uno
debido a que las monedas suelen pesar menos de un gra-
en el mismo contexto de vertedero, asociado a la moneda
mo y medir menos de un centímetro, siendo sumamente
del monograma en «M». Asignadas al grupo de visigodas
difícil recuperar estos elementos durante la excavación
por M. Crusafont, propone Córdoba como ceca, aunque
sin el uso de una criba o aparatos de detección metálica.
recientemente algunos autores han propuesto que se
Para acabar este pequeño avance al estudio de las
pueda tratar de una acuñación bizantina de Málaga. El
monedas de València la Vella, hay algunos rasgos genera-
último grupo es el del busto con cetro en el anverso y mo-
les que merecen la pena ser comentados.
nograma en el reverso, que M. Crusafont data a partir del
Las monedas ibéricas y romanas altoimperiales en
reinado de Wamba (segunda mitad del siglo vii dC), plan-
València la Vella podrían no formar parte de contextos
teamiento apoyado por R. Pliego. M. Crusafont propone
tardíos, ya que al no aparecer ninguna de ellas en estra-
Toledo como ceca para esta tipología. De este grupo han
to, existe la remota posibilidad de que sean fruto de una
aparecido cuatro ejemplares, uno de ellos de nuevo en el
frecuentación de la zona todavía no documentada a ni-
vertedero extramuros, y alguno de ellos con un excepcio-
vel estratigráfico y que podría darse entre los siglos ii aC
nal estado de conservación.
y ii dC. A pesar de que algunas piezas presenten carac-
Los lugares de acuñación, la autoría y la cronología
terísticas que hacen pensar que circularon más de cinco
de estas monedas de cobre es un aspecto que genera
siglos después de su acuñación, como fragmentaciones
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o recortes, sería necesario un estudio más detallado de
estas piezas.
Las monedas del siglo iv dC no presentan dificultades para llegar en abundancia hasta contextos de época
visigoda, como queda atestiguado en multitud de yacimientos de la costa Mediterránea, como es el caso de
Punta de l’Illa de Cullera o la zona de Málaga. A pesar de
que el alto porcentaje de estas piezas está en consonancia con lo esperado para este momento de los siglos vi y
vii dC. existe, a diferencia de los otros yacimientos mencionados, un marcado descenso de emisiones romanas
posteriores a la dinastía constantiniana.
Sin duda, los ejemplares más interesantes por su escasez son los de los siglos v y vii dC. Hemos de interpretar
que en este yacimiento el pequeño porcentaje de moneda vándala aparece debido a que seguramente lo introduzcan los bizantinos en la Península, acompañando a
sus propias producciones, sobre todo las de Justiniano I,
monedas bizantinas estas que son muy abundantes y
superan en número a las visigodas de cobre. Justo estas
pequeñas monedas visigodas representan un interesante
conjunto, debido a su escasez en el registro arqueológico.
Las monedas de oro complementan este sistema visigodo, y ambas, incluida la falsificación de época, remiten a
la segunda mitad del siglo vi aC, cuando probablemente
se construye el asentamiento de València la Vella.
Lo que queda claro es que el yacimiento de València
la Vella es y será referencia para la numismática tardía
del territorium de Valentia, debido a que apenas está ex-
Tremís, forrado de oro, datado en época de Leovigildo
aparecido en València la Vella, en 2018.
cavado y, con seguridad, aparecerán más monedas en
futuras campañas.
Las monedas del yacimiento visigodo de València la Vella. Óscar Caldés
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Monedas en uso en la Antigüedad tardía
en el entorno próximo de Valentia.
La moneda en el ámbito visigodo
Tomás Hurtado Mullor
La moneda fabricada y, sobre todo, la usada durante la
tardoantigüedad en la península ibérica no ha sido el foco
preferente de la investigación numismática, centrada especialmente en otros períodos de la Antigüedad. Esto se debe
a que la aludida era una etapa sobre la que, pese a la preferencia dada a los testimonios escritos, había un importante desconocimiento acerca de varios aspectos que solamente podían atenderse a partir del análisis de la cultura
material y que, como resultado del enfoque dado y al no
tratarse de un material muy vistoso, unido a las dificultades
derivadas del estado poco avanzado de la investigación, el
grado de profundidad al abordar su estudio fue menor que
el de otras etapas, siendo emprendido sólo por algunos estudiosos, que ponderaron el potencial atractivo de su examen detallado y valoraron todo el espacio cronológico que
quedaba por cubrir, entendiendo más como un reto que
◁ Tremis de Witiza de Cordoba (698-710 dC).
L’Horta Vella (Bétera) (Museo de Prehistoria de Valencia):
como un lastre el vacío existente. La corriente dominante
ha centrado sus investigaciones en períodos que consideraron más sugerentes; recordemos que, pese a los grandes avances en la numismática de ese tiempo, aún sigue
habiendo cuestiones respecto a las que nos encontramos
en un estado de conocimiento bastante parcial. Por poner
un ejemplo significativo, desconocemos la mayor parte de
los nominales de las monedas bajoimperiales y visigodas
de menor valor; de hecho, las de acuñación peninsular
en el periodo visigodo, incluso, eran unas desconocidas
hasta la última década del siglo xx, que constituían nummi
de los que quedan muchas incógnitas por despejar. Este
panorama ha ido cambiando en los últimos años como
consecuencia de los nuevos hallazgos producidos a raíz de
intervenciones arqueológicas que han permitido tener un
mejor conocimiento de los contextos en que se han recuperado los numismas, incrementados por la aplicación de
un instrumental hasta ahora no empleado, así como por el
desarrollo de una metodología más depurada.
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godo de Toledo, con Leovigildo en el último cuarto del
CASTELLÓN
siglo siguiente. Aún así, la ciudad de Saguntum, aún no
Riu
Tu
ri
a
València la Vella La Horta Vella
Pou de la Sargueta
Villa Sector Río
Senda de l’Horteta
Sagunto
Valentia
siendo sede episcopal, acuñó tremises por parte de los
monarcas Gundemaro, Sisebuto y durante el correinado
de Égica y Witiza, que se encontraba dentro de la división
administrativa de la Tarraconesis.
VALENCIA
Punta de l’Illa
Cullera
Las monedas en el fundus de Valentia. Adaptación
progresiva del mundo rural a una nueva sociedad
Vamos conociendo con detalle cómo el espacio rural
dependiente de Valentia se fue adaptando a los cambios
políticos, lo que supuso transformación junto a continuidad y, en definitiva, evolución. Los principales momentos
de fuerte inestabilidad como fue la crisis del siglo iii dC,
Localización de los yacimientos citados.
que tanta huella dejó por la devaluación de la moneda
con consecuencia de la inflación —así como los episodios
de saqueos y conflictos con los movimientos de pueblos
De los diferentes pueblos bárbaros que irrumpie-
de finales del siglo iv y, sobre todo, de la primera mitad del
ron en la Península, fue el visigodo, el que actuó como
siglo v hasta la caída de Imperio romano de Occidente, con
foederatus del Imperio de Occidente, tras el saqueo de
la violenta irrupción peninsular de Eurico en la Hispania
Roma en el 410 dC, asentado ya en el reino de Tolosa. El
pocos años antes—, no supusieron el fin de todas las villae,
panorama de Valentia en el siglo v, dentro del Conventus
algunas de las cuales perduraron hasta avanzado el siglo
Carthaginensis, se basa en una civitas que, con seguri-
el siglo v, como la del Pou de la Sargueta en Riba-roja de
dad, es desde este siglo sede episcopal, aumentada así
Túria y otras que vamos a tratar, lo hicieron hasta, al me-
su influencia en el territorium, del que vamos a abordar
nos, el siglo vii como la del Sector Rio de Paterna, o alcan-
monetariamente el ager más inmediato, y en estos mo-
zaron incluso el siglo viii, como l’Horta Vella en Bétera, con
mentos con preeminencia sobre otras ciudades próximas
una fase posterior paleoandalusí. El conocimiento de los
que antaño fueron más significativas como Edeta, Sucro o
contextos arqueológicos de las monedas recogidas de las
Saguntum; que eran las sedes episcopales más próximas
dos excavaciones citadas, al igual que las de las extraídas
Dertosa al norte, Saetabis al sur y Valeria y Segobriga al
durante las intervenciones en la calle Agustí Olivert de
este, y Valentia queda consolidada dentro del reino visi-
Cullera, la senda de l’Horteta de Alcàsser y en València la
112 /
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Vella en Riba-roja de Túria, que son fruto de un minucio-
Carthaginensis, como Recópolis o El Tolmo de Minateda,
so trabajo, cuyo resultado se nos ha facilitado por la to-
por poner algunos ejemplos bien estudiados, casos que
tal disposición de sus directores, permite ir afinando más
incluso muestran que existió un uso abundante de los
cuestiones numismáticas, que ya se han ido planteando y
bronces romanos y, especialmente bajoimperiales, en
que van acercándose a su resolución, relativas a este pe-
época emiral. De hecho, se ha constatado la presencia de
ríodo en la península ibérica amparados por una mayor
moneda de bronce romana bajoimperial junto a feluses
inmediatez espacial, en lo que nos atañe por la cercanía,
en conjuntos monetarios de Córdoba o de sólidos roma-
en el trabajo de revisión de Marot y Llorens respecto a las
nos de Honorio y Arcadio junto a sólidos y tremises pseu-
monedas de Punta de l’Illa, en Cullera, de las que, no obs-
doimperiales o de imitación visigodos, los primeros en un
tante, carecemos de un contexto arqueológico preciso al
número mayor, en el tesoro de Cuna de Sevilla. Los estu-
excavarse por capas artificiales.
dios nos están indicando largos períodos de circulación
La excavación arqueológica de la villa del Sector Río
de las monedas acuñadas en época republicana e impe-
de Paterna, dentro de una intervención de urgencia para
rial por estas fechas del periodo visigodo, también incluso
la construcción de viviendas, realizada por la empresa
de momentos anteriores al Bajo Imperio, a pesar de las
Estudios de Afección Patrimonial, con un equipo de ar-
reformas y de su teórica retirada de la circulación, y de ahí
queólogos que coordinó C. Verdasco, proporcionó unas
que un análisis detallado de los contextos arqueológicos
sesenta y ocho monedas. Es una villa romana con una
nos debe permitir matizar ciertas rápidas valoraciones
vida datada desde finales del siglo i aC hasta, al menos,
que nos pueden conducir a superficiales y atropelladas
el siglo VII, identificada tanto con una explotación agraria
conclusiones y, por tanto, errores conceptuales en deter-
como con producción cerámica y metalúrgica, aunque
minados casos concretos.
la agrícola es la principal actividad desde finales del Alto
En el yacimiento del Sector Río, más del 60% de las
Imperio hasta el final de su existencia. El estudio que ya
monedas halladas se encontraban en estratos formados
efectuamos y que se integrará en una publicación mo-
en época visigoda. Algunos casos no ofrecen duda, pues los
nográfica de la intervención, nos reafirma en la ya tantas
señores de la villa y quienes la explotaban tuvieron desde
veces atestiguada circulación de la moneda del siglo iv
el siglo vi a mano monedas muy antiguas que usaron pro-
en contextos del v y posteriores, sin duda en pleno do-
fusamente. Limitaremos la extensión, por no ser, además,
minio visigodo, sabiendo por otros hallazgos contextua-
el objeto exclusivo, a citar sólo algunos casos. Monedas
lizados conocidos cómo también circularon en el área
de los siglos ii y iii dC como fue un sestercio de Gordiano
levantina, como en La Rábita de Guardamar —en este
III, que apareció en unión de un antoniniano de Galieno
caso además de fabricación anterior como un denario de
y otro de Victorino, estaban en un nivel de uso de la am-
plata de Vespasiano— o en las ciudades del interior de la
pliación norte de un edificio (UE 2076), al tiempo que un
Monedas en uso en la Antigüedad tardía en el entorno próximo de Valentia. Óscar Caldés
/ 113
[page-n-116]
València la Vella (Riba-roja de Túria) (Museo
Visigodo de Pla de Nadal): 1. Unidad
fraccionada de kelse (mediados s. II aC),
2. As fraccionado de Tiberio de Saguntum,
contramarcado con DD (14-37 dC),
3. Denario fraccionado de Septimio
Severo de Roma (193-211 dC), (Museo
de Prehistoria de Valencia): 4. Nummus
de Constancio II del tipo «FEL TEMP
REPARATIO» (353-360 dC), (Museo
Visigodo de Pla de Nadal): 5. Nummus
hispánico visigodo, 6. Nummus de
Justiniano I de Carthago 534-539 dC; Villa
romana del Sector Rio (Paterna) (Museo de
Cerámica de Paterna): 7. Unidad de Arse
(130-72 aC), 8. Antoniniano agujereado
de Volusiano de Roma. (251-253 dC), 9.
Nummus del tipo «FEL TEMP REPARATIO
»(351-361 dC); C/ Agustí Olivert (Cullera)
(Museo de Historia y Arqueología de
Cullera): 10. AE3 recortado de Constantino
I o Crispo de Sirmium (324-325 dC), 11.
AE4 fragmentado de Arcadio, Honorio
o Teodosio II de Ceca oriental (404-406
dC), 12. Posible AE2 fragmentado; Punta
de l’Illa (Cullera) (Museo de Prehistoria
de Valencia): 13. Mitad fraccionada de
Saitabi (Segunda mitad del s. ii aC),
14. AE2 fraccionada de Teodosio de
Constantinopolis (392-395 dC); Senda de
l’Horteta (Alcàsser) (colecciones privadas):
15. Tremís pseudoimperial del tipo victoria
con palma y corona a nombre de Justino I,
16. Tremís pseudoimperial del tipo victoria
con palma y corona a nombre de Justino I,
17. Tremís pseudoimperial del tipo
victoria con palma y corona a nombre de
Justino I; L’Horta Vella (Bétera) (Museu de
Prehistòria de València): 18. Tremís de
Égica y Witiza de Egitania (695-702 dC), 19.
Tremis de Witiza de Cordoba (698-710 dC).
114 /
[page-n-117]
sestercio de Faustina II, en otro nivel de uso de las cocinas,
ros de la estancia m (UE 2426), y un as de Valentia en la
en un edificio en el noreste del enclave (UE 2016). También
nivelación para construir el edificio del extremo noreste
hace tiempo que está comúnmente aceptado, como
(UE 2054). Varios nummi, como uno de Constancio I (UE
hemos dicho, que las monedas del siglo iv o del siglo v,
2105) y otros frustros, que no se pueden catalogar, apa-
transformadas y muy desgastadas son una masa impor-
recieron en contextos similares. Hay muchos más casos
tante de la moneda circulante. En relación a un pavimen-
pero citaremos algún hallazgo en estratos de colmatación
to, apareció una moneda del tipo «FEL TEMP REPARATIO»
como un antoniniano con un importante agujero central
(UE 2810) (fig. 9), y un estrato de obliteración del yacimien-
de Volusiano que acabó en un basurero (UE 2029) (fig. 8),
to (UE 2108), que abarca un área extensa, contaba con
como ocurrió también con otro de Aureliano (UE 2018).
monedas de Fausta, de Valentiniano II, dos de empera-
En el enclave rural de l’Horta Vella de Bétera, con res-
dores de la dinastía Valentiniana, un AE2 y una moneda
tos anteriores de los siglos ii y i aC y una cronología que
muy degradada. Así como en una unidad estratigráfica (UE
abarca desde el siglo i al viii además de una fase emiral,
2599), también de los momentos finales del asentamien-
se está interviniendo dentro de un proyecto desarrollado
to, se recuperaron tres AE3 tan desgastados que hacen
por el Ayuntamiento de Bétera y la Universitat de València
imposible su clasificación, salvo uno del tipo «FEL TEMP
dirigido por J. L. Jiménez y J. Burriel, con la codirección de
REPARATIO», circunstancia que denota su aceptación pese
otros compañeros en las diferentes campañas emprendi-
a su larga manipulación hasta aquí ya vista.
das. Dentro del material numismático a cuyo estudio nos
En cambio, al examinar otros contextos, observamos
hemos aproximado, destacamos de este momento el ha-
que predominan unidades de rellenos constructivos, de
llazgo que se produjo en la campaña XI, del año 2016, de
nivelación, reutilización de material, etc., donde la mone-
dos tremises acuñados entre finales del siglo vii e inicios del
da llegó con las tierras aportadas y, probablemente, fuera
viii, uno de Égica y Witiza amonedado en Egitania (fig. 18)
del mercado dinerario de manera que no siempre es fácil
y otro de Witiza en Corduba (fig. 19). La excavación en
su interpretación. Las tres monedas republicanas encon-
el sector norte puso al descubierto dos estancias de ca-
tradas en estratos de época visigoda probablemente esta-
rácter artesanal. De esta fase en el espacio uno, donde
rían desprovistas de su función original y formaron parte
aparecieron las monedas; era un entorno de explotación
de las capas de rellenos de nivelación de nuevas cons-
metalúrgica, con la presencia de dos hornos y material
trucciones o transformadas. Una moneda celtibérica par-
asociado a dicha actividad, como goterones de plomo,
tida se halló en la nivelación tardía del patio, en una zona
que anulaban diversas estructuras de la granja en que se
abierta entre la domus central y la palestra (UE 4062), jun-
convirtió la villa romana imperial en la Antigüedad tardía.
to a una moneda de la consagración de Claudio II. Otra de
Otro yacimiento, del que defendemos su compo-
Arse (fig. 7) en la nivelación para la construcción de mu-
nente rural con estructuras precarias y pequeños hornos,
Monedas en uso en la Antigüedad tardía en el entorno próximo de Valentia. Óscar Caldés
/ 115
[page-n-118]
entre otros restos, es la Senda de l’Horteta de Alcàsser.
de utilizar herramientas —como el detector de metales
Hasta ahora conocíamos el hallazgo antiguo de un pro-
o el tamizado— con la finalidad de localizar los peque-
bable tesoro de tremises pseudoimperiales del que se
ños nummi tardoantiguos y obtener así todo el material
ha hablado de hallazgos aislados, que unido a las foto-
arqueológico, sobre todo los citados nummi fabricados
grafías reflejadas en las publicaciones y a la generosidad
desde la mitad del siglo vi, que han tenido incluso hasta
de los particulares que nos han permitido el acceso a
poco atractivos, tanto para los furtivos como para el co-
varias monedas, nos permiten referirnos a ocho piezas,
leccionismo. El inicio de la atención por M. Crusafont y los
bien analizadas directamente, bien conocidas a través
trabajos de R. Pliego y B. Mora están poniendo estas pie-
de ilustración. Hasta el momento se han identificado con
zas en el plano elevado que se merecen.
acuñaciones de imitación de Justiniano I por parte de E.
Llobregat en los años setenta, y de Justiniano I y Justino
Hallazgos litorales y del castrum o núcleo urbano de
II por parte de M. V. Febrer, y por Ll. Alapont y F. J. Tormo.
València la Vella.
Nosotros no hemos visto ninguna de Justino II y sí de
Los hallazgos litorales completan un panorama más
Justino I (figs. 15, 16 y 17) y Justiniano I, con lo que no
complejo y con un numerario más variado en relación
podemos aseverar que sea de época de Leovigildo.
con el ya expuesto. En el Portus Sucronem (Cullera), en un
En las monedas de finales del dominio visigodo,
contexto de destrucción de un horreum y de una posible
disminuye la cantidad de oro como se aprecia en las de
tabernae de la segunda mitad del siglo v, sobre los que se
l’Horta Vella de Bétera (figs. 18 y 19). Estas contienen un
establecería una cetaria, se recuperaron durante tres cam-
grado de pureza elevado, lo que hace que se custodiara
pañas de excavación, dirigidas por M. Rosselló entre 2003
una moneda pseudoimperial a nombre de Justiniano I en
y 2006 en la calle Agustí Olivert de Cullera, veintinueve mo-
el Tesoro de Santa Elena, ocultado en torno a mediados
nedas que, como ya están publicadas, queremos remarcar
del siglo xi. Una posible moneda de pequeño módulo, de
simplemente al respecto las alteraciones que sufrieron
la intervención arqueológica dirigida a finales de la déca-
como operaciones de cercenar, recortar, fragmentar o in-
da pasada por R. Martínez, M. Molina y G. Núñez, hallada
cluso siluetear (figs. 10, 11 y 12) las monedas del siglo iv
en un contexto que, por la cerámica catalogada, se fecha
de modo que facilita y permite que, de esa forma, estén
entre el último cuarto del siglo vi, momento de posible
circulando en el siglo v, con una situación parecida a la de
inicio del asentamiento, y el primero del siglo vii, moneda
un tesoro en la ciudad, probablemente coetáneo, radicado
que una vez limpia, nos dará más información numismá-
su hallazgo en la calle Avellanas de Valentia.
tica sobre un yacimiento, cuyo fin se ha datado durante la
Con una cronología más baja, los hallazgos de Punta
primera mitad de este siglo, poniéndonos en alerta sobre
de l’Illa mostraron el fenómeno descrito (fig. 14) y la pre-
que, para recuperarlas en general, tenemos la necesidad
sencia de moneda bajoimperial y anterior (fig. 13), a la vez
116 /
[page-n-119]
que monedas vándalas, bizantinas, muchas norteafricanas
y nummi hispánicos visigodos, que aparecieron, además,
juntos en un depósito monetario, circunstancia que ha concurrido en otros puntos mediterráneos más al sur como en
el Portus Ilicitanus (Santa Pola), Barrio de Benalúa, Alicante
o Punta del Arenal (Jávea). En el área que nos ocupa fundamentalmente, en concreto un enclave de fundación ex novo
por Leovigildo de València la Vella, durante las recientes tres
campañas que, desde el 2016 hasta el presente año, se están desarrollando —dentro un proyecto que ha llevado el
Ayuntamiento de Riba-roja de Túria, la Diputació de València
y el ICAC, bajo la dirección arqueológica de J. M. Macias, A.
Ribera, E. Huguet y M. Rosselló—, se han recuperado más
de doscientas diez piezas, que se estudian en un capítulo de esta obra, las de la campaña de 2018, y, aunque sólo
contamos con algunos pocos contextos, están presentes las
monedas vándalas, bizantinas norteafricanas y los nummi
hispánicos junto a los monedas retocadas. De entre las mencionadas son de destacar las más antiguas, las republicanas
y provinciales romanas, pero en configuración distinta a las
manipulaciones habidas específicamente de particiones de
los dos lapsos temporales que se han establecido para el
cambio de era, pues se fragmentan para adaptarlas y para
que permanezca un tercio de la original (figs. 1 y 2), tomándose, incluso, parte de la plata del único denario altoimperial recogido (fig. 3), así como, curiosamente un nummus de
Justiniano I de Carthago punzonado (fig. 6) al igual que otras
monedas aparecidas en Malaca o Punta de l’Illa.
En la campaña de 2016, las tres monedas halladas
cuentan con contexto: un AE3 de mediados del siglo iv
(fig. 4); en la zona 1, la de la muralla, en un contexto visigodo desde la segunda mitad del siglo vi hasta principios del siglo vii; en la zona 5, un nummus visigodo con
monograma «M» con volutas (fig. 5), y en la UE 5003,
apareció en un relleno constructivo sobre el geológico
de acondicionamiento, cuya cerámica nos lleva a la segunda mitad siglo vi. La otra moneda proveniente de ese
espacio (concretamente de la UE 5002, que pudiera ser
de Valentiniano III y que ha sido recortada) se halló en un
nivel de amortización de las estructuras visigodas anteriores —la UE 5003— que ha aparecido en un contexto del
siglo vii o de principios del viii.
Recopilando
Este panorama nos muestra una gran complejidad
y constata que existe un reabastecimiento de moneda en
el siglo vi, tanto de acuñaciones foráneas como peninsulares, pese al mantenimiento de anteriores monedas
romanas que habían llevado a pensar en un desabastecimiento de moneda desde el siglo v, además de señalar
que algunas de las cuales son las que estaban ya circulando en Hispania, pero que otras vienen de la mano de los
vándalos y de los bizantinos que están establecidos en la
provincia de Spania tanto en el sureste como en las Islas.
La recuperación de un número significativo de la moneda
sepultada nos aproximará al conocimiento de las monedas puestas en el mercado y circulando, si bien somos
conscientes de que sólo contamos con una muestra muy
parcial relativa a la que formó parte del circuito dinerario
habido en el entorno de Valentia.
Monedas en uso en la Antigüedad tardía en el entorno próximo de Valentia. Óscar Caldés
/ 117
[page-n-120]
118 /
[page-n-121]
EL VIDRIO EN ÉPOCA VISIGODA
M.ª Asunción Ramón
Desde sus orígenes, el vidrio permitió conseguir una perfecta imitación de otros materiales mucho más costosos,
de ese modo los recipientes y, sobre todo, los adornos
eran realizados en esa nueva materia que poseía la capacidad de parecerse a cualquier piedra semipreciosa. A
pesar de ello, el vidrio siguió siendo un artículo de lujo
al alcance de unos pocos, hasta que la introducción del
soplado al aire libre para la fabricación de recipientes
—cuyas primeras evidencias se documentan en Jerusalén
hacia mediados del siglo i aC—, consiguió revolucionar
esta artesanía secular que produjo un profundo cambio
en su ritmo de producción. En esos momentos, según las
fuentes clásicas, parecen existir dos grandes zonas productoras de vidrio: la costa siriopalestina y Egipto, donde
se localizarían los talleres primarios en los que se fundiría
la mezcla a partir de materias primas, donde se elaboraba
◁ Borde de recipientes de vidrio hallados
en València la Vella, en 2018.
un tipo de vidrio puro, más conocido como «vidrio en bruto», fabricado a partir de sus componentes: sílice, estabilizantes y fundentes. Esta materia fue tradicionalmente exportándose hacia Occidente, donde poco a poco fueron
surgiendo múltiples oficinas que, al final de la cadena de
producción, transformaban ese vidrio en bruto importado en producto terminado. Son los denominados talleres secundarios, identificados arqueológicamente por la
localización de los restos del horno, un hallazgo muy escaso, del que suele documentarse únicamente la cámara de combustión de planta más o menos circular. En su
defecto aportan información otros restos como crisoles,
lingotes en bruto, materiales para reciclado o desechos
de fabricación. En la península ibérica se han documentado una treintena de oficinas que habrían estado elaborando vidrio soplado desde el siglo i dC, para asistir a la
expansión de esta artesanía, a partir de la segunda mitad
del siglo iii dC, en la que se multiplican el número de los
talleres documentados. No obstante destacamos que los
/ 119
[page-n-122]
Siglos i-ii
Siglos iii
Siglos iv-v
Siglos vi-vii
Mapa de los talleres de vidrio y su documentación
arqueológica de la península ibérica.
Representación de un taller vidriero.
talleres datados en los siglos vi y vii son escasos y debieron seguir las mismas pautas constructivas y manufactureras que en siglos anteriores. Hecho por otra parte constatable en ilustraciones altomedievales, donde aparecen
estos pequeños hornos en funcionamiento.
En el yacimiento de Valencia la Vella, durante la
campaña del año 2016, se excavó en el interior del recinto
amurallado, en el que aparecieron distintos estratos superpuestos relacionados con la construcción de la muralla (UE 1004, 1010, 1012) que discurren hasta un nivel
irregular más liso (UE 1015); este último ha sido considerado como un relleno que está formado con restos de los
materiales de construcción y domésticos utilizados por
los constructores. Junto con los materiales cerámicos y
metálicos que han datado el momento de la construcción
de la muralla en el siglo vi, aparecieron dos fragmentos
de crisoles y tres lingotes de vidrio en bruto que debieron
estar relacionados con la manufactura del vidrio.
Los fragmentos de crisol son dos piezas cerámicas
con una capa de vidriado superficial, primera evidencia
de la existencia de un taller relacionado con la fabricación
de vidrio en el lugar.
También hemos documentado tres lingotes de vidrio
en bruto, procedentes de Oriente donde se han localizado los lugares de producción primarios, como ya hemos
apuntado con anterioridad. Uno de ellos apareció en la
120 /
[page-n-123]
UE 1015, se trata de una pieza de 4,3 x 6,0 cm de vidrio de
color verde esmeralda con capas de concreción doradas
en algunas partes y una ligera irisación en otras. Los dos
restantes proceden de la UE 1010; son de coloración verde oliva con una capa de concreción azulada, estos dos
últimos nos dan unas dimensiones de 1,3 x 3,3 cm y 4,5
x 6,7 cm respectivamente. Este tipo de lingotes también
aparece en Valencia, en el taller de la calle Zapateros. Se
trata de un pequeño horno vidriero con actividad productiva y de transformación a partir de materiales importados o de reciclaje, lo que nos hace definirlo como taller
secundario dedicado principalmente a la elaboración de
productos de uso cotidiano y de bajo coste, que habría
estado en funcionamiento desde finales del siglo iii y durante el siglo iv. Estas pruebas, aunque escasas, nos están
sugiriendo la existencia de un pequeño taller dedicado a
la manufactura de vidrio corriente de mesa, que producía importaciones de vidrio en bruto como consecuencia
de un escaso aunque existente comercio reducido en ese
momento, con toda probabilidad desde Oriente Próximo.
El grupo más homogéneo de la colección es, sin duda,
la serie formada por fragmentos de bordes exvasados de
perfil reentrante, de labio engrosado y pulido al fuego, y
de bases ápodas. Aparecidos en los estratos de relleno (UE
1007, 1008, 1010, 1015), pertenecen a los tipos Feyeux 81. El
horizonte cronológico de estas series fue muy amplio, apa-
Conjunto de vidrios aparecidos en València la Vella en 2017:
recipientes y lingotes.
recieron en la primera mitad del siglo v, y persistieron en los
siglos vi y vii, e incluso en la centuria siguiente.
Este tipo de recipientes se utilizó fundamentalmente
para comer o beber indistintamente; en los vasos de tamaño intermedio inferimos una funcionalidad ambivalente.
El vidrio en época visigoda. M.ª Asunción Ramón
/ 121
[page-n-124]
Conjunto de vasijas de vidrio procedentes de la necrópolis de l’Almoina. SIAM-Ajuntament de València. Foto: Rafa de Luis
Por otro lado los recipientes de menor diámetro fueron
destinados probablemente a los líquidos o la iluminación.
Podríamos detectar servicios de mesa completos formados por platos, cuencos y vasos, aunque también han aparecido en contextos funerarios. El rasgo más característico
de estos perfiles lo constituye el borde engrosado y pulido
al fuego, generalmente exvasado y sinuoso con engrosamiento en la cara interna de la pared, en algunos casos
aparecen líneas de pulido paralelas al borde, las bases son
122 /
ápodas con engrosamiento de vidrio en el centro y restos
de marca de puntel. El grupo que estudiamos está constituido por piezas lisas sin decoración, los platos y cuencos
son de paredes abiertas; de ellos hemos reconstruido dos
formas completas siguiendo los parámetros que marcan
estas tipologías. Los vasos son troncocónicos y, a pesar de
su pervivencia, ya en el siglo vi pasaron a ser formas menos
frecuentes. Esta modalidad fue progresivamente sustituida por las copas de vástago identificadas con el tipo 111
[page-n-125]
de Isings, ya que el hallazgo de tres bases con restos del
vástago central nos hace apuntar en este sentido.
La coloración amarillenta es la predominante, siempre contemplando variaciones que van desde el amarillo
verdoso o melado al verde claro, en tonalidades más limpias. En este conjunto detectamos fragmentos amarillos
verdosos de aspecto más deslucido, creemos que en parte
debido al reciclaje, muy frecuente en estos siglos. La calidad del vidrio es bastante mediocre, con profusión de filamentos y burbujas, consecuencia de una frita deficiente.
Los fragmentos de borde de labio engrosado documentados se identifican con producciones muy extendidas
Lingotes de vidrio en bruto de importación para su procesado local.
València la Vella. Foto: Rafael de Luis
en el ámbito peninsular y foráneo. Se pueden encontrar en
países mediterráneos como Francia, Italia o Croacia, pero
Finalmente hay que señalar un fragmento de asa
es en la península ibérica donde asistimos a una verdadera
nervada de sección en cinta. Es una de las formas más co-
eclosión de estas formas, donde son sumamente frecuen-
rrientes de sujeción de los recipientes ya desde el siglo i,
tes en yacimientos de los siglos v, vi y vii. Cabe citar ejem-
hecho que nos lleva a intuir su pertenencia a formas ce-
plos en Valencia, en el yacimiento de l’Almoina. También
podemos reconocerlos en Portugal; en la zona suroriental peninsular, principalmente en Carthago Spartaria y en
Benalúa; en Zaragoza y su provincia; en Galicia, y dejamos
sin citar otros centros, además, no menos importantes.
También en la UE 1010 apareció un fragmento de
borde, cuello y arranque de pared de un ungüentario globular, similar al tipo Isings 68. Estos recipientes de dudosa
funcionalidad, pudieron dedicarse tanto a la contención
rradas, tipo Isings 120 y similares.
El vidrio de época visigoda se puede identificar, principalmente por una línea de continuidad en los modelos
y una degradación en la ejecución, que acreditaba la
tendencia esbozada en siglos anteriores. Los perfiles son
menos variados, desaparecen modelos específicos del
siglo v, como los bordes en aristas vivas o las jarras y botellas de borde exvasado decoradas con gruesos hilos.
de ungüentos como al uso doméstico o funerario. El ha-
También se caracteriza por ser un periodo de contrastes:
llazgo de esta tipología, por otro lado muy común en las
frente a producciones muy descuidadas y masivas, sur-
provincias occidentales del Imperio en estratigrafías del
gieron piezas elitistas, generalmente de función ritual,
siglo vi, nos indica la amplísima pervivencia de estas for-
que confirman la pervivencia de una producción muy
mas, cuyos inicios podemos encontrar en el siglo i.
minoritaria de artículos de lujo.
El vidrio en época visigoda. M.ª Asunción Ramón
/ 123
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124 /
[page-n-127]
Evidencias funerarias rurales
en el territorium de Valentia
entre los siglos vi y vii dC
Joaquim Botella Pascual
Introducción
Dentro del mundo funerario, en el ámbito topográfico,
encontramos dos vertientes: la urbana y la rural. A la primera, vinculada a ciudades, corresponden núcleos de
cierto rango jurídico, político, administrativo y religioso,
donde los cementerios están bien definidos y jerarquizados como es el caso de Valentia entre otras grandes
metrópolis. La segunda, la rural, corresponde a un área
más heterogénea y diversa, donde se encuadran las villae, vici y otras estructuras rurales; donde, por proximidad, pueden tener en relación agrupaciones funerarias
o cementerios rurales. Aunque este nexo no es siempre
evidentemente, ya que arqueológicamente es difícil de
constatar, como veremos a continuación. Además, estos
restos funerarios muestran una variedad tipológica muy
heterogénea y diversa a lo largo de los siglos vi y vii dC, a
◁ Ánfora de la cámara sepulcral de la Senda de l’Horteta
raíz de la herencia romanovisigoda que se materializa en
la arquitectura funeraria.
El territorium de Valentia: distribución de las evidencias funerarias rurales entre los siglos vi y vii dC
El aspecto geográfico es clave y fundamental para
entender y dar contexto a la distribución espacial de cualquier territorio. En este caso, el territorium de Valentia,
área de influencia de la Ciudad, se debe enmarcar entre
la sierra Calderona, al norte; la sierra de Utiel y el altiplano
de Requena, al oeste; la sierra de Martés, al sudoeste, y por
la ribera del Júcar con la Albufera y el mar Mediterráneo,
al este. Además, viene encuadrado también por los ríos
Turia, Magro y Júcar.
Poniéndonos en contexto, durante los siglos v y
vii dC, el territorium de Valentia sufrirá una serie de transformaciones, influidas por el conflicto entre visigodos
y bizantinos. Pero también tendrán lugar cambios por
(Alcàsser). Museu de Prehistòria de València.
/ 125
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Ajuares de las cámaras sepulcrales del territorio de Valentia.
cuestiones económicas, como será la vinculación de los
enclaves en el litoral por la importancia de los lazos comerciales que ofrecía el mar. Asistimos a un proceso de
reactivación del mercado marítimo, como fue el caso del
Portum Sucrone, donde se han documentado restos de
ánforas, vidrios, cerámica de cocina, vajilla de mesa y ungüentarios procedentes de todo el Mediterráneo.
Mediante la aplicación de los Sistemas de Información Geográfica se ha cartografiado el territorium de
126 /
Valentia. A la hora de analizar un territorio hay que estudiar una serie de aspectos geográficos que pueden mostrar relación con las evidencias funerarias.
El primer factor que hay que tener en cuenta es la
vinculación con las zonas de hábitat, es decir, debemos
asociar los cementerios a los núcleos de población, tanto
en el mundo urbano como en el rural. Este nexo se observa muy claramente en los cementerios urbanos, pero de
manera más difusa en los rurales, porque hay casos don-
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Tipología de las evidencias funerarias
Nucleos urbanos
Cámara sepulcral
Diversos
Sede episcopal
Cista
Losa
Ciudad
Covacha
Tegulae
Mapa del territorio de Valentia con los núcleos urbanos y las evidencias funerarias.
de no se conoce el enclave rural, entonces se catalogan
como enterramientos aislados o también, si hay un gran
número de sepulturas, puede ser que varias comunidades rurales de una zona concreta depositaran sus difuntos en un mismo cementerio.
Pero este nexo no siempre es confuso, por ejemplo observamos relación con enclaves rurales en las sepulturas de La Solana (Utiel), con el hábitat de El Ardal
(Caudete de las Fuentes) y a las inhumaciones de la Font
de Mussa. También encontramos vínculos con un posible
asentamientos militar como sería el caso de la Senda de
l’Horteta.
El segundo factor es la relación que hay con las vías
de comunicación terrestres, que se configuran por las calzadas romanas como la vía Augusta, las vías secundarias
y por último los caminos, sendas y vías pecuarias actuales. Si analizamos con los SIG la distancia de los nuevos
yacimientos, respecto de la vía pecuaria más próxima,
Evidencias funerarias rurales en el territorium de Valentia entre los siglos vi y vii dC. Joaquim Botella Pascual
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se observan unos resultados de unos 326 m de media.
pleadas en el siglo i aC para las incineraciones romanas
Además, los restos más lejanos no superan los 850 m, lo
y, en nuestra área de estudio, se enmarcan cronológica-
que evidencia vínculos entre ambos puntos y una articu-
mente entre los siglos ii y vii dC; por ejemplo, en la Font
lación del entorno rural.
de Mussa (Benifaió) tenemos un cementerio rural con en-
Finalmente, el tercer factor es la relación con los
recursos hidrológicos, principalmente los ríos, que son
terramientos de tipo tegulae a doble vertiente, cerca de
una villa en la misma partida.
clave para los asentamientos humanos. Por ejemplo, los
Por otra parte, de la arquitectura funeraria de tradi-
estudios de la zona del sudoeste de Salamanca revelan
ción visigoda debían ser las fosas con cubierta de losas de
que los ríos son un rasgo geográfico con lazos con las ne-
piedra, depositadas horizontalmente o a doble vertiente, y
crópolis rurales que se ubican en pequeñas elevaciones
las inhumaciones de tipo cista, que son estructuras simples
siguiendo el curso fluvial.
hechas de piedras colocadas verticalmente en los límites de
Para buscar esta relación, hemos repetido el proceso
la fosa, y que pueden tener una cubierta formada por una
analítico anterior y hemos comprobado cómo yacimien-
o múltiples losas ‘tegulae’, o no tener cubierta. Las inhu-
tos como el de la Senda de l’Horteta se hallaba a una dis-
maciones en cista son utilizadas desde la prehistoria. Pero
tancia de poco más de 200 m respecto del barranco de
dentro de estos contextos, la cronología de uso comprende
Picassent. Hay que destacar que, si analizamos la toponi-
entre los siglos iv y vii dC, con posible continuidad duran-
mia actual, las de la Font de Mussa y de Sant Sofí hacen
te las primeras comunidades musulmanas, como son las
referencia a puntos de extracción de agua.
ocho sepulturas del Cabezo de Aleja (Ricote, Murcia).
Arquitectura funeraria
tres fosas con cubierta de losas. En Las Suertes (Villar del
Por ejemplo, en La Solana (Utiel), hay un grupo de
Las evidencias funerarias documentadas en el terri-
Arzobispo), hay un conjunto de cinco enterramientos con
torium de Valentia muestran un mundo funerario hete-
cubierta de losas. Y en els Xarcons (Monserrat d’Alcalá),
rogéneo y diverso entre los siglos vi y vii dC, evidencias
hay una tumba aislada de carácter colectivo con tres in-
que presentan un legado de la tradición romanovisigoda
dividuos en su interior, con una arquitectura de tipo cista
y posteriormente algunas tendrán continuidad durante el
y cubierta de losas.
siglo viii dC.
Prosiguiendo con la tipología de la arquitectura fu-
Por una parte, tenemos las estructuras con cubierta
neraria, hay que destacar las construcciones subterráneas
de tegulae, características de las zonas más romanizadas,
descritas como cámaras sepulcrales, como son las de
que eran colocadas llanas o a dos aguas coronadas o no
Los Praos (Requena), la Senda de l’Horteta (Alcàsser) y el
con imbrex, encima de una fosa simple o en el mismo sue-
Romaní (Sollana). Estas criptas se construían excavando
lo sin excavar. Son una asimilación de las estructuras em-
la marga; su estructura era la de un corredor de acceso
128 /
[page-n-131]
con una entrada sellada por una losa de gran tamaño,
de los materiales cerámicos, por ejemplo, en els Xarcons
que conducía a una estancia con bóveda, donde se inhu-
(Montserrat d’Alcalá) con la jarra de color beis con asa y
maban los individuos en su interior.
líneas incisas en el cuello y cuerpo globular; y la botella
Las cámaras sepulcrales evidencian la complejidad
de color ocre, base ligeramente cóncava, cuerpo ovoide,
de los rituales funerarios que había entre los siglos vi y vii
cuello estilizado y cuello moldurado, que fue encontrada
dC. Dentro del ámbito peninsular se observan paralelos
en el interior de la cámara sepulcral del Romaní (Sollana).
con la misma área valenciana, pero fuera del territorium
Pero sin duda, el caso más significativo es el de la
de Valentia, como son la Falquia (Beneixida), la cripta de
Senda de l’Horteta (Alcàsser), donde se descubrió una
Anna (Anna) y les Llomes (Bocairent). Por otro lado tam-
cámara funeraria llena de diferentes tipos de cerámicas:
bién hay que hacer referencia a la construcción excavada
ánforas africanas del tipo Keay LXXII y Keay LXXIX con
en la roca de Ercavica, la cual presenta semejanzas signi-
decoración incisa del siglo v a final del vi dC, ánforas de
ficativas con las cámaras sepulcrales del área valenciana.
pequeño formato como la Keay LXXI, a mano/torneta
Finalmente, en el ámbito tipológico habría que refe-
del tipo FPHW 8. De cerámica de cocina africana tardía,
renciar una serie de construcciones funerarias descritas
hay que destacar las cazuelas FCW 12.1, FCW 25.1 y una
como «covachas», que fueron encontradas en la Huerta
posible FCW 24.1, tapaderas, un mortero, bol/pátera, bo-
de Arriba (Buñol) y la Font de Sant Sofí (Llaurí); y al indi-
les carenados, boles con tubo vertedor, ollas, orzas de
viduo enterrado dentro del silo n.º 5 del yacimiento de la
tubo vertedor, jarra con boca de pellizco que data entre
Senda de l’Horteta (Alcàsser).
el 575-650 dC.
Cultura material y ajuar funerario
un bol con tubo vertedor y una jarra de cerámica común
También hay una ollita de cerámica común regional,
La cultura material de los siglos vi y vii dC que ha sido
ibicenca y, para acabar, la cerámica común indeterminada.
identificada en las inhumaciones analizadas es heterogé-
La riqueza cerámica del yacimiento de la Senda de
nea: agujas, anillos, pendientes, cerámicas y abalorios de
l’Horteta evidencia la diversidad de los contactos comer-
collar entre otros. Aunque en muchos casos las sepulturas
ciales que había durante los siglos vi y vii dC entre el lito-
no tienen ningún tipo de ajuares sino exclusivamente los
ral valenciano y las diferentes regiones del Mediterráneo.
restos óseos, ya que siguen rigurosamente el rito cristia-
Por lo que respecta al ornamento del ajuar funera-
no, en el que lo único que importa es el mundo espiritual,
rio, hay que hacer referencia a los anillos de Los Praos
donde la voluntad era conservar el cuerpo por la creencia
(Requena) y el Romaní (Sollana) con dimensiones idén-
en la salvación y la vida eterna.
ticas (Ø: 2,2 cm) (fig. 1.1 y 1.2). El primero es una anilla de
Mayoritariamente el ajuar referenciado formaría par-
plata de sección de cinta con inscripciones o símbolos de
te del ornamento personal del individuo, con excepción
líneas y puntos en la parte llana del círculo. Este presen-
Evidencias funerarias rurales en el territorium de Valentia entre los siglos vi y vii dC. Joaquim Botella Pascual
/ 129
[page-n-132]
1
Tipología funeraria del ámbito valenciano (ss. vi-vii dC)
1. Sepulturas con cubierta de tegulae: plana, dos aguas i a dos
aguas con imbrex.
2. Sepultura con cubierta de losas.
3. Sepultura excavada en la roca con cubierta de losas y tegulae.
4. Sepultura con paredes y cubierta con losas.
5. Sepultura con cubierta de losas.
6. Cámara sepulcral de Senda de l’Horteta
(Alapont y Tormo, 2005: 174).
7. Silo con uso funerario de Senda de l’Horteta
(Martínez Porral et al., 2015: 200).
2
6
130 /
3
4
7
5
[page-n-133]
ta paralelos con los cementerios de Naharros (Sevilla) y
Castiltierra (Segovia). El segundo se trata de un anillo de
bronce con decoración engastada en la montura y cruz
rodeada por un círculo de un centímetro de diámetro
aproximadamente. Este presenta semejanzas con anillos
encontrados en diferentes cementerios visigodos como
Piña de Esgueva (Valladolid), Duratón (Segovia), Los Balconcillos (Cuenca) y Castiltierra (Segovia).
Siguiendo con el repaso del ajuar funerario, hay que
hacer referencia a los pendientes de plata, con sección
circular y terminaciones en los extremos en forma de gancho como es la de Los Praos (Requena) y la del Romaní
(Sollana), también de plata y circular, pero con dos agujeros y una sección cóncava con un fino rebaje en uno de
los dos extremos; las agujas con cabujón y los abalorios
de pasta vítrea de els Xarcons (Montserrat d’Alcalá). Y finalmente tenemos que hacer referencia al brazalete de
bronce de la Font de Mussa (Benifaió).
Conclusión
El territorium de Valentia es un claro ejemplo de la
complejidad y heterogeneidad que presentan los siglos
vi y vii dC, momento de conflictos e inestabilidad con la
pugna entre bizantinos y visigodos por el territorio del litoral de sur peninsular, donde el área valenciana jugó un
papel clave con yacimientos como la Senda de l’Horteta
y Valencia la Vella, o la misma sede episcopal de Valentia.
Además, hay que señalar que los flujos comerciales y las
relaciones del territorium de Valentia con el resto de regiones del Mediterráneo serán importantes como se ha
documentado en el Portum Sucrone o a la riqueza de materiales cerámicos de la Senda de l’Horteta.
También tenemos que resaltar que, gracias a la aplicación del SIG, podemos ver que hay una estructuración
del territorium de Valentia, a la que se adapta la ubicación
de los cementerios y evidencian una conexión significativa
con su entorno geográfico, a través de las vías de comunicación, los núcleos de población y los recursos hidrológicos.
El batiburrillo tipológico de las tumbas en este momento podría ser la consecuencia de una falta de orden
en las prácticas funerarias de este período por parte de la
Iglesia, que posteriormente se corregirá en los cementerios medievales. También esta heterogeneidad quizá representa las diversas prácticas rituales de los contingentes de población que habitaban en el territorio: visigodos,
bizantinos e hispanorromanos.
En definitiva, los siglos vi y vii dC son un período de
tiempo en constante transformación, como nos indican
la arquitectura y los ajuares funerarios, donde las huellas
visigodas se mezclan con las romanas y dan como resultado una rica diversidad cultural que se plasma tanto en
la ciudad como en el mundo rural.
Evidencias funerarias rurales en el territorium de Valentia entre los siglos vi y vii dC. Joaquim Botella Pascual
/ 131
[page-n-134]
132 /
[page-n-135]
El Tolmo de Minateda:
de Senable a Teodomiro
Sonia Gutiérrez Lloret
Universidad de Alicante
Un camino en la historia
El Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete) es un importante yacimiento situado en el sureste de la provincia de
Albacete, en el valle de Minateda-Agramón, junto al arroyo
de Tobarra, que domina la vía natural que comunica las
tierras del interior de la Meseta con el sudeste costero de
la península ibérica. El descubrimiento casual en 1987 de
una inscripción latina del emperador Augusto (año 8/9 de
nuestra era) reactivó el interés social por un enclave olvidado y supuso el inicio de un proyecto sistemático de investigación y difusión patrimonial en el Tolmo de Minateda y su
territorio que, a lo largo de sus más de treinta años de vida,
ha implicado a diversos actores sociales con importantes
consecuencias en el tejido social de la región.
Este proyecto sistemático, dirigido por la Universidad
de Alicante en colaboración con el Museo de Albacete, ha
◁ Planta y perspectiva isométrica del grupo episcopal, con diversas
propuestas restitutivas del interior del aula basilical del palacio
episcopal. © Tolmo de Minateda, adaptado por D. Kiss
sido impulsado por la Junta de Comunidades de CastillaLa Mancha, que ha logrado entre otros hitos su declaración como Bien de Interés Cultural en 1992, la creación
de un centro de interpretación en el lugar y la apertura
del Parque Arqueológico de El Tolmo de Minateda a principios de marzo de 2019. Su lema museográfico: «Una
ciudad en el camino. Un camino en la historia», ilustra el
significado histórico de un asentamiento, condicionado
en buena medida por su posición estratégica en un importante eje de comunicación.
Este corredor secular es una calzada documentada
por diversos miliarios desde al menos la época iberorromana, que unía entonces Complutum (Alcalá de Henares)
con Carthago Nova (Cartagena). El mismo camino comunicó en época medieval Tulaytula, el nombre árabe
de la visigoda Toletum (Toledo), con la nueva ciudad de
Mursiyya (Murcia), fundada por el emir ‘Abd al-Raḥmān II
a principios del siglo ix, cuando Hispania ya era al-Andalus. Precisamente en ese mismo itinerario, descrito por
/ 133
[page-n-136]
el geógrafo almeriense al-Udrī, se menciona por vez pri-
volvió a habitarse entre los siglos xix y xx, con un conjunto
mera de forma expresa una Madinat Iyyuh, la ciudad de
de casas cueva abandonadas definitivamente con la crisis
Iyyuh, entre Cieza y Tobarra, que hoy sabemos que corres-
del esparto y la emigración rural a la periferia industrial,
ponde inequívocamente a las ruinas de nuestro Tolmo de
en un impás inversamente proporcional al interés cientí-
Minateda. Este nombre árabe perduró en la documenta-
fico que comenzaron a despertar sus ruinas.
ción bajomedieval para denominar no solo la muela de
Sin merma de los importantes resultados obtenidos
El Tolmo, sino también sus aledaños, incluidos la fuente,
en todos los registros de su diacronía, a la que se suma
el puente y la heredad de Medinatea o Medinateda, has-
el santuario neolítico de Minateda incluido en el parque
ta fijar en la toponimia la memoria de la vieja ciudad. El
arqueológico, uno de los resultados más novedosos e
lugar mantuvo su importancia vial a través de la casa de
imprevistos del proyecto ha sido, sin duda, la magnitud
postas, situada en el camino real de Murcia a Castilla, y la
y singularidad de su fase altomedieval, así como su im-
venta de Minateda, en uso hasta el replanteo de la N-301
portancia histórica. Hoy se acepta mayoritariamente su
a principios de los años ochenta del pasado siglo. Este eje
identificación con la nueva sede episcopal de Eio o Elo,
radial acogió también el ferrocarril Albacete-Cartagena
según las distintas grafías de las actas conciliares, y con
desde 1865, con un apeadero en Minateda, y la autovía
la Madīnat Iyyuh mencionada en el famoso tratado de ca-
A-30, hasta conformar la maraña de vías que se entrecru-
pitulación firmado entre Teodomiro («Theudimer», en las
zan hoy a los pies de El Tolmo, como testimonio material
fuentes latinas y «Tudmīr», en las árabes) y ‘Abd al-‘Azīz Ibn
de la importancia histórica de un camino secular.
Mūsā, hijo del conquistador Mūsā, en abril del año 713.
Una ciudad en el camino: Ilunum, Eio, Iyyuh, Minateda
la monarquía visigoda a principios del siglo vii, junto con
Su posición estratégica favoreció una larga ocupa-
Begastri (Cabezo de Roenas, Cehegín, en Murcia), para in-
ción entre la prehistoria y la época contemporánea, con
tegrar los territorios dependientes de los obispados de Ilici
soluciones de continuidad y dos momentos particular-
y Carthago Spartaria, que todavía permanecían en manos
mente significativos desde una perspectiva urbana: la
bizantinas. La segunda, Madīnat Iyyuh, jugó un importante
fase iberorromana, como un importante oppidum y muni-
papel geopolítico en la región de Tudmir, hasta al menos
cipio atestiguado por la epigrafía, identificado probable-
la fundación de la ciudad de Murcia el año 825, construida
mente con la ciudad de Ilunum, y tras un paréntesis, la
como nueva capital de la región en detrimento precisa-
fase altomedieval, cuando resurgió como centro urbano
mente de Iyyuh, que según las fuentes escritas, fue destrui-
durante la época visigoda y el temprano al-Andalus, para
da en aquel momento. Esta denominación, que no es sino
decaer con el califato Omeya de Córdoba. Frecuentado
la transcripción al árabe del nombre de Teodomiro, fue
durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna, el cerro
primero el referente de un dominio impreciso, sometido
La primera fue una nueva sede episcopal creada por
134 /
[page-n-137]
1. Situación de El Tolmo de Minateda; 2. Tramo meridional
de la vía Cartagena-Toledo (segons P. Sillières); 3-4. Vía
ferrea, N-301 i A-31 a su paso junto a El Tolmo
[© Tolmo de Minateda, adaptado por V. Amorós].
por capitulación acordada, y que acabó designando desde
época de ᶜAbd al-Raḥmān I una división administrativa de
al-Andalus, la cora de Tudmīr, hasta al menos la caída del
Califato (kūra en árabe, del griego chóra). El territorio que
administraba el dux Teodomiro quedó reflejado en el Pacto
por las ciudades que en él se mencionan (siete u ocho, según versiones) y de las que han sido claramente identificadas Auryūla/Orihuela, Lūrqa/Lorca, Laqant/Alicante, Ilš
/Ilici en La Alcudia de Elche, Mūla/Cerro de la Almagra en
Cehegín y Buq.sr.h/ Begastri, que definían una provincia en
el sureste de al-Andalus (las actuales provincias de Murcia,
sur de Alicante, este de Albacete y norte de Almería). Se
han propuesto otros emplazamientos para Balantala/
Baltana en áreas geopolíticamente diferenciadas, como
Villena y Valencia, sin consenso científico.
El descubrimiento de una civitas episcopal
El Alto Medievo ha revelado una importante e insospechada ocupación de época visigoda, que continuó
durante el temprano al-Andalus sin aparente solución
de continuidad. Uno de los más significativos descubrimientos de estos años ha sido, sin duda, el espectacular
complejo episcopal construido ex novo en la acrópolis
del cerro, como corresponde a una nueva sede episcopal, y la constatación arqueológica de su abandono
y transformación paulatina en un barrio doméstico de
época islámica; una secuencia diacrónica altomedieval única en su género que ha convertido El Tolmo de
Minateda en un referente internacional para el estudio
del Alto Medievo y del proceso de islamización, al permitir estudiar el cambio cultural en todas sus dimensiones
El Tolmo de Minateda: de Senable a Teodomiro. Sonia Gutiérrez Lloret
/ 135
[page-n-138]
Secuencia y fases
del complejo episcopal.
© Tolmo de Minateda,
adaptado por V. Amorós.
materiales (espacio social, arquitectura, cerámica, moneda, etc.).
No sabemos si el antiguo municipio romano de
Ilunum influyó en la elección del cerro de El Tolmo como
emplazamiento urbano por parte del Estado visigodo,
aunque lo más probable es que el factor determinante
fuese su posición. De hecho, la construcción que representa la autoridad eclesiástica del obispado de Eio no
reocupa edificios anteriores sino todo lo contrario, como
se constata en la transformación topográfica de su solar,
donde se tallarán una serie de terrazas que amortizan
cualquier vestigio precedente, para diseñar después,
sobre la roca, el proyecto edilicio ex novo que permite la
edificación desde sus cimientos del complejo episcopal.
136 /
Los datos estratigráficos y materiales sitúan su reviviscencia en el tránsito del siglo vi al vii (c. 600 dC). Por
el momento, conocemos pocas pero muy significativas
evidencias de la magnitud de dicho proyecto urbanístico:
se reacondiciona el camino rodado rupestre de acceso a
la ciudad, a la par que se construye un baluarte defensivo
para proteger la puerta torreada, que engloba en su interior las ruinosas fortificaciones ibéricas y romanas; se
fortifica también la acrópolis; se urbaniza toda la superficie del cerro con instalaciones industriales, viviendas
y edificios públicos, y se levanta el grupo episcopal (catedral, baptisterio y palacio episcopal). En este complejo de
edificios la autoridad eclesiástica podía desarrollar todas
las funciones litúrgicas, administrativas y residenciales
[page-n-139]
que le eran atribuidas. Por ello, la elección de su emplazamiento en el centro de la meseta superior, visible desde
cualquier punto de la ciudad y de su entorno más inmediato, evidencia la importancia simbólica y jerárquica de
estos edificios dentro de la trama urbana.
Como espacios destinados a la liturgia, el complejo
de Eio cuenta con una catedral y un baptisterio construido
a sus pies. La iglesia es una construcción basilical de tres
naves, con santuario absidial colocado de forma canónica
al este. El baptisterio es en realidad una prolongación de la
basílica —con una ligera desviación en su orientación— ya
que se distribuye también en tres naves separadas por pilares y canceles. El espacio central es el que aloja la piscina
bautismal con una planta originariamente cruciforme, que
sufrió numerosas transformaciones y una progresiva reducción de tamaño. Tanto alrededor de la iglesia como en
menor medida en su interior, han aparecido numerosas sepulturas contemporáneas a su uso litúrgico, en las que por
regla general es frecuente encontrar varias deposiciones,
que conforman un cementerio ad sanctos que complementa las necrópolis extraurbanas situadas a lo largo de la vía y
en torno a posibles edificios religiosos suburbiales, como se
sospecha en el caso del cerro frontero de El Lagarto, situado
Planta y sección de las forficaciones de El Reguerón, en la
puerta de la ciudad. © Tolmo de Minateda.
frente a El Tolmo, al otro lado del arroyo de Tobarra.
El conjunto se completa con un edificio frontero a la
separadas por una columnata central de la que sólo se
conservan las tallas circulares en la roca sobre las que irían
levantados los fustes. Aunque el edificio fue muy expoliado, se han hallado restos del derrumbe de su testero septentrional con indicios de ventanas geminadas y un piso
alto, sostenido por pilares interiores y columnas. El edificio,
separado de la iglesia por una plaza y un pórtico, ha sido
interpretado como la domus episcopi o palatium episcopal,
El Tolmo de Minateda: de Senable a Teodomiro. Sonia Gutiérrez Lloret
/ 137
iglesia, compuesto por más de una decena de espacios alineados, entre los que destaca la gran aula basilical (7,5 m
de ancho por 17,3 m de largo), con contrafuertes o pilares
interiores, perpendicular al eje litúrgico de la iglesia —es
decir, dispuesta de norte a sur— y dividida en dos naves
[page-n-140]
Se conservan numerosos elementos decorativos procedentes de talleres regionales como capiteles, ajimeces,
columnas decoradas, canceles o algunas cruces con laurea, halladas exclusivamente en la iglesia y en el aula basilical del episcopio. También se han encontrado diversos
elementos litúrgicos metálicos, entre los que se han podido reconocer lucernarios, lámparas de tipo copto-bizantino, sistemas de suspensión y pendeloques de cruces y
coronas votivas. Del complejo monumental procede también uno de los volúmenes más significativos de moneda
visigoda no tesorizada hallada en contextos estratigráficos
(trientes de Ervigio, Egica y Witiza) y algunos productos de
importación, entre los que destacan por su cantidad las
tapaderas de UWW1 spouted jugs de posible origen oriental, que evidencian el consumo de productos de alto coste por parte de estos grupos urbanos. Es precisamente el
papel del obispo en la organización fiscal y la activa participación de las élites urbanas en la captación tributaria,
Planta y perspectiva isométrica del grupo episcopal, con diversas
propuestas restitutivas del interior del aula basilical del palacio
episcopal © Tolmo de Minateda, adaptado por D. Kiss.
en especial la figura del dux, lo que explica la importancia
de la ciudad en el contexto de la conquista islámica y su
inclusión en el territorio del Pacto de Teodomiro, como
una de las ciudades que ostentó incluso su capitalidad, o
al menos un papel central, hasta la fundación de Murcia
con ambientes de carácter público destinados a la administración y a la audiencia, y otros propios del ámbito privado del obispo, cuyos testimonios estructurales son menos
evidentes. El palatium aglutinaba, en consecuencia, todos
aquellos espacios destinados al desarrollo de la actividad
administrativa y representativa del obispo, en cuyas manos
se encontraba, además de la gestión religiosa de la diócesis, el control fiscal del territorio adscrito a la misma.
138 /
como nueva capital de la cora de Tudmir.
La ciudad de Teodomiro: de civitas a Madīna
La vida litúrgica y administrativa del obispado, reflejada arqueológica y arquitectónicamente por el complejo
episcopal, debió mantener su función original hasta principios del siglo viii, cuando se inició una desacralización
que culminó con la desaparición de la iglesia y de la domus
[page-n-141]
Ciudades del Pacto de Teodomiro (713)
Límite de la cora de Tudmir según Molina López
Límite de la cora de Tudmir según Molina López
Ciudades del Pacto de Teodomiro (713)
episcopi, ya avanzada la centuria. El contexto histórico que
Límites de la Cora de
Tudmir y de las ciudades
del Pacto de Teodomiro.
© S. Gutiérrez y V. Amorós
ce convertirse en un lugar de residencia, quizá vinculado
a los nuevos poderes. Por fin, el antiguo palacio episcopal
sufrió un expolio sistemático y su solar, desde finales del
siglo viii, fue utilizado para la edificación paulatina de un
barrio residencial y artesanal que se irá ampliando a lo largo de todo el siglo ix, hasta invadir un espacio en el que un
siglo antes se desarrolló una arquitectura de prestigio. Los
trabajos más recientes han aportado indicios epigráficos
de la existencia de al menos una mezquita en el entorno
y de potentes estructuras de época emiral y visigoda al
oeste del conjunto episcopal. La ciudad arabizó su nombre y permaneció habitada y activa, incluso después de su
pretendida «destrución» tras la fundación de Murcia, hasta
su abandono definitivo con anterioridad al Califato, dejando el vestigio deformado de su nombre árabe (Madīnat
Iyyuh>Medina Tea>Medinatea) en el cerro y la aldea de
Minateda, como testimonio de su pasado.
El Tolmo de Minateda: de Senable a Teodomiro. Sonia Gutiérrez Lloret
/ 139
provoca la transformación urbana de la civitas de Eio en la
Madīna emiral de Iyyuh viene marcado por la conquista islámica de la península ibérica en el 711, y por la posterior
firma del famoso tratado de capitulación de Teodomiro, o
«Tudmīr» en árabe, que garantiza la creación de un territorio sometido cuyos habitantes mantuvieron propiedades
y libertad de culto a cambio de unas obligaciones fiscales
durante al menos la primera mitad del siglo viii, que originó
la provincia o cora de Tudmir en el sudeste de al-Andalus.
Las huellas del proceso se leen en el propio complejo episcopal, que nunca fue transformado en mezquita.
Mientras la iglesia comienza a ser expoliada y algunas de
sus estancias son adaptadas al uso doméstico, el palacio,
repavimentado sucesivamente con suelos de arcilla, pare-
[page-n-142]
140 /
[page-n-143]
Ilici y la evolución territorial
entre los siglos iv y vii
Antonio Guilabert Mas, Ana Ronda Femenía, Mercedes Tendero Porras
A finales del siglo iii, con la reconfiguración de las provincias de Diocleciano, se ponía fin a un modelo territorial
concebido por Augusto y que quedaba plenamente articulado en época flavia. Este hecho coincidía con la concesión del ius latii y la municipalización de las Baleares,
las Pitiusas, Allon y las antiguas ciudades fenicias de la
costa mediterránea andaluza, amén del renacimiento de
Valentia, por lo que quedaba totalmente configurado el
cuadrante marítimo del sureste peninsular. De esta forma,
tanto el canal de Ibiza como los derroteros que partían
de él hacia el norte y el sur, formaron una red de puertos
privilegiados en una zona vital para las comunicaciones
marítimas entre Italia, el golfo de León, el sur peninsular
y el norte de África.
Estas ciudades, sin embargo, evidenciaron desde el
siglo ii trayectorias urbanas divergentes, con muestras
◁ Losa sepulcral con simbología cristiana de
la Albufereta (archivo fotográfico MARQ).
de parálisis y degradación tempranas, mantenimiento o
prosperidad, que a finales de la centuria motivaron cambios sensibles en la distribución de los poderes urbanos
de la nueva provincia Carthaginensis. Para entonces, Ilici,
que había capeado con fortaleza el siglo iii, pudo beneficiarse de la desaparición o degradación a vicus de la vecina Lucentum, incrementando su ager hacia el norte. Un
proceso similar pudo darse hacia el oeste, por el altiplano
de Yecla-Jumilla, ante el posible ocaso de Ilunum y la probable tutela de los baños de Fortuna. Por todo ello, a inicios del siglo iv, Ilici presidiría un territorium de enormes
proporciones que comprende entre el prebético meridional valenciano y el curso bajo del río Segura, remontando
hacia el interior por el curso del río Vinalopó, el altiplano
de Yecla-Jumilla y los valles transversales, quizás hasta
alcanzar la comarca de Hellín. Esta situación no es baladí, ya que justo entonces, no antes del 298, se iniciaba la
reconfiguración del Imperio de la mano de un nuevo diseño provincial que atendía a razones fiscales, judiciales,
/ 141
[page-n-144]
Principales ciudades con los enclaves costeros y portuarios
que jalonaban sus respectivos territoria. Plano de la provincia
Spaniae bizantina, según Vizcaíno (2009, fig. 2, 48).
Losas sepulcrales con simbología cristiana de la Albufereta
(archivo fotográfico MARQ).
annonarias, militares y administrativas, con la creación de
algunas provincias nuevas, diócesis, vicarios, cambios de
rango de los gobernadores y prefecturas.
Con la definición de la nueva provincia, la mitad
meridional de la antigua costa de la Citerior adquirió
personalidad propia y articuló las rutas de navegación
del cuadrante sureste del Mediterráneo occidental, así
como las comunicaciones al Atlántico, África y, por el
canal de Ibiza y las Baleares, hacia el cuadrante noreste
del Mediterráneo occidental y central. La fachada marítima de la nueva provincia se vertebraba principalmente
en torno a tres antiguas colonias, atravesadas también
por la vía Augusta, que por entonces mostraban distintos
pulsos: Valentia, Ilici y Carthago Nova. Frente a las otras
dos, la revisión de las estratigrafías de Ilici apunta a un
panorama general de prosperidad. La colonia conserva-
ba un urbanismo compacto que ocupa todas las áreas
sondeadas, con el mantenimiento de sus edificios públicos, especialmente los termales, así como el viario y
el alcantarillado. El Portus Ilicitanus y su cetaria se mostraban a pleno rendimiento, y su ager más inmediato
exhibía una potente reactivación económica asociada a
una profusión de villæ sin parangón en el levante peninsular —Algorós, els Partiorets, les Teules, etc.—. A ellos
cabría añadir otros asentamientos a lo largo de la vía
Augusta, como la villa Petraria, y la reactivación agraria
del entorno del extinto Lucentum y su embarcadero, asociados a Ilici tras la extinción del municipio alicantino.
Esta reviviscencia productiva ejemplifica el proceso de
concentración de propiedades en manos de unos pocos
possessores que monumentalizaron algunas villæ con
funciones residenciales, mientras que otras se destina-
142 /
[page-n-145]
ron a fines productivos o fueron abandonadas dada la
episodios violentos, como el esgrimido para Ilici hacia el
ausencia de partes dominicæ. Por último, cabría resaltar
421-422 del que, por ahora, no existen pruebas arqueo-
una serie de villas tardías murcianas, que presentan sus
lógicas que lo confirmen. En cambio, sí se vislumbra una
mejores ejemplos en el altiplano de Yecla-Jumilla y en
creciente inseguridad por la ocultación de tesorillos.
el tramo final de la fosa intrabética murciana, que tam-
Tras un breve lapso, con la conquista vándala de la
bién pudieron formar parte de las tierras que tutelaría
costa magrebí, la firma de su fœdus con Roma en 435 y
Ilici. Ante este panorama, cabe recordar la aceptación de
la ruptura de los tratados por Genserico en 439 —con la
Carthago Nova como capital de la nueva provincia, por
toma de Carthago y su flota annonaria—, el clima de in-
homonimia y por «sentido común», aunque sigue sin
seguridad volvió a cebarse en el Mediterráneo occidental.
existir, hasta hoy, prueba alguna textual, epigráfica o ar-
La piratería vándala ocupará Córcega, Sicilia, Cerdeña y
queológica que así lo demuestre.
las Baleares en 455, con el episodio en 460 de la destruc-
Sin embargo, a finales del siglo iv e inicios del v, Ilici
ción de la flota imperial de Mayoriano en la rada de Ilici,
presenta una imagen antitética marcada por el colapso del
según la crónica de Mario de Avenches (Chron. s.a. 460.2).
modelo urbano altoimperial, situación que contrasta con
Hacia 468, los vándalos dominarán plenamente el occi-
el auge documentado en Carthago Nova. Es en esas fechas
dente mediterráneo.
cuando se hace patente el abandono, ruina y expolio de
Estas situaciones provocaron un cambio en los pa-
edificios públicos y privados, la reutilización de algunas
trones de asentamiento no urbano, que optaron, a dife-
construcciones y la contracción del espacio habitado, con
rencia del modelo dominante en los últimos siglos, por
áreas marginales intra mœnia. Aparecen también vertede-
situar los hábitats en lugares encaramados de fácil de-
ros de recesión, la colmatación de los pozos manantiales y
fensa y control visual del territorio. Este hecho coincidirá
el abandono de los sistemas de saneamiento, evidencias
con la constricción de la civitas ilicitana y la desaparición
todas ellas del surgimiento del modelo urbano tardío y de
del sistema de explotación rural basado en las villas, con
la definitiva desaparición de la ciudad clásica. El siglo v
un trasvase de población hacia estos nuevos enclaves,
supuso también el final del sistema de explotación rural
oteros concentrados fundamentalmente en las vías de
de las villas, del Portus Ilicitanus y de su cetaria, fenómeno
acceso a la urbs que articulaban aún el territorio. Estos
que afectará incluso al poblamiento en La Albufereta de
hábitats en altura se localizan en el Vinalopó, junto a la
Alicante y al cese de actividad de su embarcadero.
vía Augusta y en los valles transversales que enlazan con
Resulta difícil no relacionar estos hechos con la lle-
la costa y, desde ésta, siguen la ruta costera hacia Dianium
gada de vándalos asdingos y silingos, alanos y suevos,
y hacia los fondeaderos de Baver (Benalúa, Alicante) y de
seguida de romano-visigodos para combatirlos. Este pe-
La Albufereta. Hacia el sur, se produce la consolidación
ríodo de fuerte inestabilidad se tradujo en ocasiones en
del camino interior entre Ilici y Carthago Nova, pasando
Ilici y la evolución territorial entre los siglos iv y vii. Antonio Guilabert, Ana Ronda, Mercedes Tendero
/ 143
[page-n-146]
por Orihuela, donde se detecta el afianzamiento de estos
parte de la vida política, social y económica de peque-
poblados en alto que controlan el paso de la fosa intrabé-
ños espacios regionales. A partir de ellos se canalizaron
tica hacia Murcia, ya en el siglo vi. La disposición radial de
los excedentes de producción hacia estos puntos de in-
estos enclaves, su ubicación en las vías de comunicación y
tercambio: plaza de San Pedro (La Vila Joiosa), El Albir
su equidistancia —todos se sitúan entre los 21 y los 29 km
(Alfàs del Pi), Garganes/Clot de Mingot (Altea), Baños de
respecto a Ilici—, supone notables semejanzas con la or-
la Reina (Calp), Punta del Arenal (Xàbia) o Santa Pola tras
ganización territorial de la Valentia tardoantigua, con la
la desaparición del Portus Ilicitanus. Entre todos desta-
que comparte el proceso de vertebración de una nueva
ca, sin duda, el caso de Benalúa, reactivado a finales del
realidad urbana que, aun dependiendo nominalmente
siglo v, y que se mostrará hasta finales del siglo vi como
del poder visigodo tras la caída del Imperio de Occidente,
el nuevo Portus Ilicitanus, el desembarcadero principal
mantendrá de facto una independencia casi total hasta la
de Ilici, protegido además por el asentamiento en altura
conquista bizantina.
del Benacantil. Coincidiendo con ello, se documentan las
Desde finales del siglo v, las muestras de recuperación
primeras evidencias de población cristiana en la zona,
se sucederán tanto en la civitas como en su territorio. Este
como lo atestigua el epitafio recuperado en la necrópolis
nuevo escenario, impuesto con la creación de los reinos
del Tossal de les Basses, datado en 479, con la fórmula
romano-germánicos, derivó en una relativa normalización
«recessit in pace», por lo que cabe la posibilidad, aunque
de las relaciones entre estados. La consecuencia inmediata
controvertida, de que Ilici se convirtiera en sede episcopal
fue el incremento notable del tráfico marítimo hacia la an-
a comienzos del siglo vi.
tigua Carthaginensis, tanto de los navicularii dependientes
Este modelo dual de enclave parece repetirse hacia
del regnum vándalo como de los negotiatores del oriente
el norte, en el ager teórico de Dianium, con Baños de la
mediterráneo, que abrieron rutas hacia los nuevos merca-
Reina junto a la costa y El Peñón de Ifach (Calp) como un
dos bárbaros. Pese a que las importaciones nunca llegaron
pequeño establecimiento en altura. En el vicus de Baños
a ausentarse de la fachada mediterránea ibérica, será aho-
de la Reina, las investigaciones arqueológicas han apor-
ra cuando comiencen a llegar de forma significativa gracias
tado un hallazgo decisivo: una iglesia primitiva con dos
al control sin oposición del que gozaban los vándalos, due-
sarcófagos pétreos en su interior. El enclave disponía de
ños de las grandes islas mediterráneas centro-occidentales
un fondeadero, cuestión estratégica en las funciones de
y de las rutas y derroteros del levante peninsular.
redistribución de mercancías que debió ser determinante
El reflejo inmediato de esta reactivación económica
para que la villa del siglo iv se transformase, ahora, en un
fue el surgimiento o consolidación de una serie de pun-
lugar de culto cristiano. Sobre el oecus de la lujosa villa de
tos costeros alicantinos abocados al mar que no deben
planta radial, se implantaron los muros de la iglesia, algo
ser entendidos como fenómenos aislados, sino como
desdibujados por la erosión, pero que conservan la orien-
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Baptisterio de Baños de
la Reina (A. Ronda 2009a).
Bases de platos de los tipos
Hayes 104. A2 con iconografía
cristiana y Hayes 87A con
decoración espatulada y
crismón central, s. vi
(dibujos Vicent Sevila).
tación canónica y el baptisterio, del siglo vi, con dos fases
constructivas: una más amplia que permitía la inmersión
del creyente, y otra superpuesta, con forma de cruz griega, que reduce el espacio bautismal y lo significa. En el
interior del edificio, que supone un vestigio excepcional
por su correlación formal con iglesias de Mallorca como
Son Peretó y Sa Carrotxa —realidades culturales paralelas
en uno y otro lado del mar—, se documentaron varios enterramientos y, anexo al mismo, una gran necrópolis ad
sanctos. Entre otras producciones, el contexto material lo
marcan las TSD2 con improntas de santos y emperado-
res, propias de 525-575, así como las pateras espatuladas
(Hayes 87A), alguna decorada con crismón .
En Ilici, los primeros materiales con simbología cristiana se datan también en el siglo vi donde, pese a contar
con escasas estratigrafías, se aprecia la implantación total
del modelo urbano tardorromano, con una concepción
más «abierta» en la que se recuperan los espacios otrora
marginales. Se documentan los primeros enterramientos
intramuros, caracterizados por el empleo de fosas simples y con ajuares prácticamente ausentes. Algunas zonas de hábitat se reconvertirán en áreas de producción,
Ilici y la evolución territorial entre los siglos iv y vii. Antonio Guilabert, Ana Ronda, Mercedes Tendero
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elemento más empleado para defender la inclusión o exclusión pero, no basta solo con la presencia de un lote de
materiales, ya que estos aparecen tanto en asentamientos
costeros góticos como imperiales. Se trata más de una
cuestión de representatividad de la muestra la que, teóricamente, nos permite defender la «mediterraneización»
o «desmediterraneización» de los contextos materiales
analizados. En este sentido, parece evidente que desde
Dianium hacia el sur, la presencia y frecuencia de la cultura
material imperial, no sólo cerámica, permite plantear con
garantías su inclusión en los dominios romanos de Oriente
tras la renovatio imperii de Justiniano, aunque esta «bizanPlacas decoradas procedentes de la basílica
de Ilici (siglos VI-VII).
tinización», más que de una «helenización», se traduzca en
la práctica en una «africanización» cultural.
Aceptada pues la inclusión de Ilici en la órbita bizantina, quedaría pendiente su incorporación al regnum
en almacenes o se ocuparán con la excavación de silos,
visigothorum de Toledo, asumida tradicionalmente hacia
usados con posterioridad como basureros y, por primera
el 625, cuando Suintila conquista Carthago Spartaria y
vez, se practicarán fosas para vertidos en los viarios. Se
expulsa definitivamente a los bizantinos de suelo penin-
atestigua a su vez la compartimentación de los edificios
sular. Últimamente se ha propuesto un adelanto de estas
que seguían en pie, que redefinen sus usos funcionales
fechas al intervalo 589-610, dada la ausencia parcial de
dentro de un proceso generalizado que afecta a la arqui-
las últimas series cerámicas importadas por los bizanti-
tectura urbana y rural, tanto pública como privada, entre
nos que sí están presentes en Carthago Spartaria. Sin
los siglos v y vi.
embargo, ello podría deberse simplemente a una ma-
No podemos precisar, en el estado actual de la inves-
yor representación del ejército y de la administración de
tigación, si esta revitalización urbana puede atribuirse a la
Bizancio en Cartagena o a un problema del registro. Por
existencia de una sede episcopal o fue anterior o posterior
otro lado, pese a las controversias que envuelven al síno-
a la inclusión de Ilici en la órbita bizantina, ya que no exis-
do de Gundemaro del 610, no dejan de ser llamativas las
ten fuentes documentales ni epigráficas que certifiquen
ausencias de Ilici, Dianium y Carthago Spartaria, así como
la pertenencia indiscutible de los enclaves alicantinos
la convivencia y final absorción de la sede elotana por la
a la órbita imperial. La cultura material es, por tanto, el
ilicitana, por lo que no creemos que, con anterioridad al
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mismo, se produjera la anexión de la zona alicantina al
reino de Toledo.
Cuestión distinta es lo que acontecerá con Sisebuto
después del 612. Artífice de la conquista de la parte meridional de las posesiones imperiales de Spania —613
a 616—, dotará a los visigodos de una marina capaz de
plantar cara a la imperial y acuñará moneda en Iliocrica
(Lorca) y Aorariola (Orihuela). Ambas cecas son una prueba positiva del control visigodo de la fosa intrabética
por el monarca, por lo que parece plausible que tras las
fundaciones de Begastri y de Elo —esta última formando
parte de la diócesis ilicitana, segregada por conquista—
y después de las campañas de Leovigildo por controlar
la Orospeda y las vías de comunicación hacia el sureste,
Sisebuto puso fin a la inestabilidad política interna, y el
reino toledano avanzará al oriente del sistema prebético,
poniendo cerco a los bizantinos al este de la depresión intrabética. Al final de esta, apenas a una treintena de kilómetros de Aorariola, se encontraba Ilici, las dos ciudades
que constituían parte de una misma unidad geográfica,
por lo que la captura de ambas así como del puerto ilicitano, situado en el actual Alicante, debió ser simultánea.
Pese a que a lo largo del siglo vii veremos reunificarse la diócesis elotana-ilicitana en su sede original, no cabe
duda de que el episodio de la conquista gótica modificó
notablemente la realidad territorial ilicitana. La fundación
de Elo, a finales del siglo vi o inicios del vii, dio origen a un
núcleo urbano que perdurará hasta el siglo ix y será citado como una de las ciudades que pasarán a manos mu-
sulmanas en distintas versiones del Pacto de Teodomiro
de 713. Lo mismo ocurrirá con Aorariola/Awryūla y con
Lucentes/Lqnt (Alicante), de modo que entre finales del
siglo vi e inicios del viii asistiremos a la disgregación del
territorio ilicitano, que dará lugar a cuatro ciudades —visigodas primero y andalusíes después— con sus respectivos territoria. Obviamente, Ilici/Ilš se corresponde con la
antigua colonia, así como Elo/Iyih se erigiría en el Tolmo
de Minateda; más complicado resulta identificar la localización exacta de los yacimientos arqueológicos de las
dos restantes: Aorariola/Awryūla y Lucentes/Lqnt.
Es innegable que el legado romano de Ilici se había
volatilizado, en buena medida, en el siglo vii. Tras su prometedora situación en el siglo iv, compartiendo protagonismo en la fachada marítima de la Carthaginensis con
Valentia y Carthago Nova, el siglo v torció su trayectoria, y
quedó rezagada respecto a sus vecinas del norte y del sur.
La relativa mejoría del siglo vi la situó, de nuevo, entre los
potentes puertos marítimos de la Valentia visigoda y la
Carthago Spartaria bizantina. En el siglo vii, tras la expulsión de Bizancio, el cese de sus puertos y embarcaderos,
la compartimentación del territorio histórico ilicitano y
quizás el declive del viejo trazado de la vía Augusta desde
Ilici hacia el sur por la costa —reemplazada por la nueva
posición de Aorariola en el cruce de caminos—, la colocó
como una más, y no la principal, de las ciudades rendidas por Teodomiro ante ‘Abd al-‘Azīz b. Mūsà b. Nuṣayr en
el año 713, momento a partir del que languidecería hasta
su desaparición.
Ilici y la evolución territorial entre los siglos iv y vii. Antonio Guilabert, Ana Ronda, Mercedes Tendero
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El territorio de Allon
Antonio Espinosa Ruiz, Diego Ruiz Alcalde, Amanda Marcos González
Servicio Municipal de Arqueología de Villajoyosa
Sobre la ciudad romana de Villajoyosa, su localización
bajo su casco urbano, su identificación con la Allon/
Alonís/Alonai de las fuentes clásicas y el poblamiento de
su territorium hemos publicado numerosos trabajos. En
los últimos años las investigaciones han avanzado de forma continua, y sabemos mucho más de la esquiva Allon
que entonces. Al menos somos capaces de trazar unos límites aproximados de la ciudad, esbozar la topografía antigua y comprender las líneas maestras de la relación con
su territorium. Ya en nuestra tesis doctoral demostramos
que este debía corresponderse de forma natural y aproximada con la actual comarca de la Marina Baixa.
Es un territorium peculiar, rodeado de grandes arcos montañosos presididos por la sierra Aitana, que lo
cierran por el nordeste en la sierra de Bernia y el barranco del Mascarat hasta el punto de impedir el trazado de
◁ Enterramiento tardorromano sobre el área de las termas
públicas de Allon, calle de Canalejas, Villajoyosa.
una calzada carretera. Hasta que en el siglo xviii se construyeron puentes y túneles, las únicas comunicaciones
por tierra con la vecina Marina Alta, y por tanto con el
territorium de Dianium, eran a través de difíciles caminos
de herradura, como el collado de Calpe y otros duros
puertos de montaña.
Por el suroeste existía un camino carretero, sinuoso
e incómodo, que atravesaba una sucesión de lomas costeras con un 20 % de pendiente media, la gráficamente
llamada por Enrique Llobregat «frontera-desierto», entre
Villajoyosa y el Campello, un terreno casi deshabitado y
seco que acaba en altos acantilados costeros.
Tras siglos de búsqueda, en 2005 se localizó el núcleo
urbano donde todas las investigaciones apuntaban, es decir, bajo la actual Villajoyosa, gracias al hallazgo de unas
grandes termas públicas en la calle Canalejas. La existencia de una ciudad era segura, a juzgar por la inscripción de
un magistrado local y otra de un macellum, o mercado, así
como de las grandes necrópolis de Poble Nou y Casetes.
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Hoy en día los argumentos para la identificación con
cal romano; mientras la llanura litoral de Benidorm tiene
Allon/Alonís/Alonai son abrumadores: no solo el análisis
escasez de agua dulce, lo que determinó, hasta la exten-
de las fuentes, que la mencionan repetidamente con di-
sión del Rec Major de l’Alfàs en el siglo xviii, un relativo
ferentes variantes hasta época muy tardía, sino especial-
despoblamiento, con pequeños núcleos aislados.
mente la realidad arqueológica, heredera de una ciudad
Esta llanura litoral se comunicaba con la capital del
portuaria fenicia desde la segunda mitad del siglo vii aC
territorium a través de una calzada de la que se ha ex-
(atestiguada por la gran necrópolis orientalizante de
cavado un tramo junto a la villa costera de Barberes Sur,
Casetes). Este núcleo perdura a través de una evolución
en Villajoyosa, y que moría en el núcleo rural de la Pila,
que no vamos a trazar aquí hasta enlazar con la época ro-
en Altea. Hacia el norte salía otra calzada que conducía
mana republicana, cuando percibimos una fuerte roma-
hacia las comarcas de l’Alcoià i el Comtat: se trata del
nización ya desde inicios del siglo i aC, y especialmente
antiguo camí del Peix, ya documentado en el siglo vii aC.
desde el estacionamiento de un cuerpo de ejército en un
En fin, hacia el suroeste se extendía el camino antes men-
castra canónico situado junto a la muralla de la ciudad
cionado que conectaba con Lucentum. Los tres caminos
durante las guerras sertorianas (82-72 aC).
estuvieron jalonados de necrópolis a lo largo de casi un
Se cree que este núcleo obtuvo la categoría de municipium con el Edicto de Latinidad de Vespasiano, en el
kilómetro hasta época tardorromana, lo que nos da una
idea de la entidad de Allon como núcleo urbano.
73-74 dC, aunque recientes excavaciones en la plaza de la
Para el poblamiento de este territorium durante
Generalitat han sacado a la luz estructuras de gran poten-
los siglos v al vii nos hemos de remitir sobre todo a dos
cia, probablemente asociadas al área del foro, que mues-
trabajos nuestros y al trabajo de Carolina Frías sobre el
tran una fuerte actividad constructiva ya desde época de
poblamiento rural romano en la provincia de Alicante. En
Augusto, lo que abre la puerta a una posible promoción
todos ellos encontrará el lector una completa bibliografía
municipal anterior, contemporánea al del resto de las ciu-
y a ellos nos remitimos para más detalles.
dades del entorno.
En una comarca volcada al mar como ésta, la ac-
El territorium de Allon se estructura en una llanura
tividad portuaria es fundamental para entender la ar-
litoral dividida en tres ensenadas: Villajoyosa, Benidorm
queología de tierra. Para la época altoimperial parece
y Altea. La primera posee el río más importante de la co-
evidente una concentración del tráfico naval en el puer-
marca y la mayor extensión de huerta, lo que, entre otros
to del núcleo urbano de Allon, la playa de la Vila, con su
factores, ha determinado históricamente la ubicación
fondeadero de la Fonda. En esta playa, bajo el arrabal de
aquí del lugar central en la comarca. Altea sigue este mis-
poniente, se conservan unos extensos almacenes por-
mo patrón a una escala menor, lo que supuso igualmente
tuarios romanos. Sin duda el control fiscal imperial, me-
un peso específico importante en el poblamiento comar-
diante la tasa del portorium, marca esta concentración
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de las operaciones navales, a pesar de que tengamos
indicios de una lógica actividad náutica en otros puntos
de la comarca (como la playa del Torres o el fondeadero
de l’Olla), que podemos identificar con actividades pesqueras y con el movimiento de mercancías de redistribución desde el puerto de Allon y de productos comarcales hacia el mismo.
Pero junto a la desembocadura del río Algar se levantan, desde la segunda mitad del siglo iv, sobre las ruinas de
una villa altoimperial, las instalaciones portuarias porticadas de Garganes, excavadas bajo la dirección de Gabriel
Segura, y que perduran hasta la primera mitad del siglo vi,
Vertedero tardoantiguo de la villa de Plans, en Villajoyosa.
para desaparecer durante su segunda mitad. Ello supone
probablemente una ruptura del monopolio del puerto urbano, acorde con la desurbanización de estos tiempos. En
Imperio continúan en los siglos v y vi: los más importan-
los siglos v y vi la actividad portuaria se atestigua en ambos
tes son el núcleo urbano de Allon en Villajoyosa (al que he-
fondeaderos y su entorno. En l’Olla se documenta con se-
mos de asociar les Ribetes como núcleo periurbano) y los
guridad el siglo vii y se mantuvo en época islámica, pero
asentamientos de Plans (junto al camino de Lucentum, a
seguramente ambos permanecieron activos durante toda
la salida de Allon), Xauxelles (en el centro de la huerta de
la Edad Media y hasta nuestros días. Ambos cuentan con un
Villajoyosa, junto al camino de la montaña) y la Pila, con-
pequeño refugio natural: la punta de Alcocó y la barra sub-
trolando el fondeadero de l’Olla, en Altea.
marina que une la isla de l’Olla con tierra, respectivamente.
Es claro un importante y continuo descenso del nú-
Nuestras prospecciones en la comarca permitieron
mero de asentamientos si comparamos la época altoim-
localizar materiales subacuáticos del siglo v en la cala de
perial con los siglos iii al v y estos con los siglos vi y vii. Se
la Mina, de l’Alfàs del Pi, y un probable pecio del segundo
abandonan muchos núcleos rurales pequeños y el pobla-
cuarto del siglo vi en aguas de Benidorm, que hemos de-
miento se concentra progresivamente en fundi cada vez
nominado punta de Pinet II, atestiguado por un plato de
más grandes, en un proceso de nuclearización que se do-
terra sigillata africana D2 decorada que actualmente se
cumenta en otras partes del Imperio, y que va paralelo a
expone en el MARQ de Alicante.
esa desurbanización del núcleo principal. A los ya citados
En cuanto al poblamiento en tierra, algunos asen-
núcleos de la Pila, Xauxelles y Plans, todos ellos de gran ta-
tamientos comarcales que ya estaban activos en el Alto
maño y en torno a una gran villa, hay que unir al menos l’Al-
El territorio de Allon. Antonio Espinosa, Diego Ruiz, Amanda Marcos
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bir, que se desarrolla desde época tardorromana, con más
Sonia Gutiérrez ya advertía de que la Marina Baixa
de 200 enterramientos documentados. En todas ellas en-
constituía un cierto vacío en la investigación de la época
contramos testimonios de baños privados y ya propusimos
tardoantigua en el contexto valenciano, y aunque hemos
en nuestra tesis doctoral que, alrededor de ellas, la concen-
avanzado significativamente, nos queda mucho camino
tración de la población conforma auténticos vici, en la Pila,
por recorrer, sobre todo en la excavación de niveles de los
seguramente ya desde época altoimperial. Todas ellas al-
siglos vi y vii. Sobre la presencia visigótica en la Marina
canzan el final del mundo antiguo, y al menos tres de ellas
Baixa, prácticamente no tenemos constancia material. La
(l’Albir, la Pila y Plans) lo superan, con materiales del siglo
ocupación bizantina debió representar pocos cambios en
VIII en la primera y hasta el siglo x, en las dos últimas.
general, aunque se asocia a un florecimiento de grandes
Hemos propuesto que la creación de un acueducto
villas rurales como hemos visto más arriba.
pudo determinar el desarrollo de un entorno antes poco
En el entorno de la ciudad de Allon tenemos un yaci-
poblado como es la zona de l’Albir a partir del siglo iv. En
miento singular, la villa de Plans, que entre otras activida-
una comarca seca como la Marina Baixa, el agua es deter-
des se dedicó a una industria de producción de caracoles
minante para el poblamiento. El gran depósito hidráulico
de tierra en conserva, a juzgar por los más de treinta mil
de Torres, en Villajoyosa, excavado por Manuel Olcina,
ejemplares recogidos en un gran vertedero del yacimien-
con una capacidad de dos millones de litros, se mantuvo
to. Grandes concentraciones similares se han atestiguado
en uso hasta el siglo xviii;, y la ubicación de la villa tardo-
también en el entorno de les Ribetes.
rromana más monumental de este territorium, Xauxelles,
En esta época también se produce la ocupación o
está determinada por la proximidad de los principales
utilización de la cueva de la Pinta en Callosa d’en Sarrià,
manantiales de la llanura de Villajoyosa, como las fuentes
al menos desde mediados del siglo v hasta finales del vi,
del Ribàs y de l’Alcavó.
de acuerdo con una recuperación de este tipo de hábitat
La ocupación de las islas de este territorio se poten-
en época tardorromana.
cia en época tardorromana, con fases de al menos los
Nuestro limitado conocimiento de la urbs de Villa-
siglos iv y v en la de Benidorm (según Gabriel Segura) y
joyosa en estas fechas impide saber hasta qué pun-
hasta el siglo vii en l’Olla. Esta ocupación es reflejo de las
to continuó desempeñando funciones centrales res-
dificultades de seguridad desde la crisis del siglo iii, se-
pecto a la comarca, como sucede en otros lugares. En
gún Tarradell; y la vemos también en las islas de Nueva
Villajoyosa, las termas públicas de la calle Canalejas se
Tabarca o el Portitxol, solo en las costas valencianas me-
abandonan en la primera mitad el siglo vi dC para dar
ridionales. En el Puntal del Torres de Villajoyosa existen
lugar a una ocupación doméstica que perdura hasta
igualmente restos tardoantiguos y altomedievales aso-
comienzos del siglo vi, como sucede también con las
ciados a una posible estructura de vigilancia de la costa.
termas de Jovada I (no está claro si de carácter públi-
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co), que se abandonan en el siglo iii para crear sobre las
mismas un área habitacional que igualmente alcanza el
siglo vi, y otro tanto pasa en les Ribetes, cuyos niveles de
colmatación son de ese mismo siglo.
No hemos documentado, por el momento, asentamientos de altura de época tardoantigua, aunque se trata de
un fenómeno generalizado en el Mediterráneo occidental.
Sin embargo, intuimos que algún enclave todavía mal conocido podría entrar en esta categoría, como Massatava, en
Callosa d’en Sarrià, del que J. A. López Mira nos ha informado
de la existencia de TS africana D de cronología muy tardía.
Si atendemos a la continuidad del poblamiento tardoantiguo en época islámica, no parece ser el caso de
Xauxelles, a pesar de las discusiones sobre el carácter emi-
Fase III (tardorromana) sobre los baños altoimperiales
de la Jovada, Villajoyosa.
ral de su decoración mural tallada; ni tampoco el del núcleo
escasez, ausencia o sencillez del ajuar, aunque hasta la
subyacente al casco urbano de Villajoyosa, que parece des-
fecha faltan objetos claramente visigodos (fíbulas de pie
poblado desde el siglo vii hasta comienzos del siglo xiv; ni
largo y cabeza ancha, broches de placa rígida o perfil li-
de Garganes. En cambio, la zona de l’Almiserà y su entorno,
riforme, monedas…), lo que puede significar una escasa
en la unión del valle de Finestrat con la llanura costera de
presencia de este pueblo en una comarca tan aislada de
Villajoyosa, presenta varios yacimientos de época tardoanti-
las principales rutas de comunicación terrestres.
gua que sin duda debieron enlazar con las alquerías islámicas
En cuanto a la puesta en valor de este patrimonio tar-
allí localizadas que abarcan los siglos x al xiii, aunque hasta
dío, en el territorium de Allon destaca sin duda la apues-
la fecha de hoy no se hayan documentado los niveles emi-
ta del Ayuntamiento de l’Alfàs del Pi en la villa de l’Albir,
rales. Lo mismo sucede con el yacimiento tardoantiguo del
convertida en museo al aire libre, y cuyas excavaciones en
Salt, que podría haber dado lugar a la alquería de Finestrat.
curso arrojarán luz sobre las características de este impor-
Los enterramientos se concentran en esta época en
tante yacimiento. En fin, no nos cansaremos de insistir en
el entorno de las villas, como se ha atestiguado sobre
el potencial que, a nuestro juicio, junto a enclaves como
todo en l’Albir, y en general en el entorno de los asenta-
Xauxelles o Plans en Villajoyosa, tiene la zona de la Pila,
mientos, y se hacen más raros los enterramientos en las
en Altea, que merece una adecuada protección y gestión
antiguas necrópolis asociadas a las calzadas. Es difícil
que nos permita conocer su evolución y su papel protago-
con frecuencia su datación en un siglo u otro, dada la
nista en el poblamiento comarcal durante siglos.
El territorio de Allon. Antonio Espinosa, Diego Ruiz, Amanda Marcos
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Carthago Spartaria,
una plaza fuerte bizantina
Jaime Vizcaíno Sánchez
Área de Arqueología – Universidad de Murcia
Durante las dos últimas décadas, la investigación arqueológica en el extremo sudoriental de la Carthaginiensis
ha ido poniendo de manifiesto un particular proceso de
«reviviscencia» urbana a partir de mediados del siglo vi.
Esta «reactivación» de diversos asentamientos del sureste y levante hispanos se plasma, sobre todo, en torno a
dos de los principales vectores de la dinámica urbana en
este periodo: la cristianización de su topografía y la fortificación de sus recintos. Buena prueba de ello son dos
civitates episcopales, Eio y Begastri, donde ambos fenómenos, el religioso y el militar, constituyen, además, un
binomio indisoluble, en tanto baluartes desde los que
el Reino visigodo de Toledo planificaba hacer frente a
las también sedes episcopales en manos bizantinas, de
Carthago Spartaria e Ilici. De hecho, al calor del conflicto
grecogótico, se documentan los esfuerzos desplegados
◁ Selección de materiales cerámicos y vítreos del relleno de una fosa
de época bizantina (UE 32080) del barrio de la arx Hasdrubalis.
Fotografía: B. del Ordi.
en toda otra serie de núcleos como el Cerro de la Almagra
o València la Vella. En particular, el fenómeno adquiere
una especial envergadura en el área valenciana, territorio
«de frontera» donde, junto a la construcción de nuevas
estructuras defensivas, se reconoce una verdadera «visigotización», no tan solo «teórica», en tanto preocupación
del reino toledano por esta zona, sino incluso «fáctica»,
que implica el despliegue de un contingente de población visigoda. Aunque se trata de un tema que aún suscita
controversia —en buena parte por los «excesos etnicistas»
de épocas pasadas felizmente superadas y la necesaria
«desideologización» de la historia y la arqueología de esta
etapa—, las evidencias que aporta la investigación parecen incontestables. No en vano, corremos el riesgo, en el
intento de evitar volver a caer en la manipulación que del
visigotismo se hizo por parte de las corrientes pangermanistas y, de forma concreta, por el régimen franquista, de
tratar de «reinterpretar» los datos de forma torticera, en el
tan típico y erróneo movimiento pendular en el que suele
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desembocar parte la historiografía cuando se ve influen-
la posibilidad de reconocer arqueológicamente la pre-
ciada por prejuicios de uno u otro signo.
sencia de los milites romani en suelo hispano.
Hoy, la arqueología nos muestra cómo, a partir de
A este respecto, un análisis «desapasionado» de la
mediados del siglo vi, el área valenciana experimenta no
documentación textual y arqueológica nos muestra la rea-
solo la ya aludida «fortificación», sino también cambios en
lidad multiforme de la ocupación bizantina de parte de la
los patrones de ocupación residenciales y, muy especial-
costa hispana meridional y su inmediato hinterland. De la
mente, funerarios. Se registran nuevas modalidades de
misma forma que a esos «hostes barbaros» mencionados
enterramiento, cambiantes ajuares o incluso diferencias
en la famosa inscripción de Comitiolus va siendo posible
antropológicas. Que las fuentes textuales nos informen,
«poner cara», también las «Romanas insolentias» (Isid.
además, de una creciente onomástica de origen germáni-
Hisp., Hist. Goth., 54) que se nos refieren desde el lado tole-
co, no es sino otra prueba más de que, tras esos cambios,
dano, comienzan a cobrar sentido más allá del relato de las
se encuentra la llegada creciente de población visigoda.
fuentes. Conviene, con todo, no minusvalorar ningún testi-
La numismática contribuye a explicarnos la causalidad de
monio, pues, a fin de cuentas, solo tejiéndolos, sin obviar
este proceso, con ocultaciones monetales y cecas abiertas
ninguno de ellos, es cómo conseguiremos una aproxima-
para el pago de contingentes desplegados por todo el te-
ción lo más veraz posible al «episodio» bizantino.
rritorio, ante la necesidad de repeler la amenaza bizantina
En este sentido, en primer lugar, es necesario recordar
por tierra, en la zona alicantina, o por mar, en las Baleares.
que la presencia de los milites se inserta, precisamente, en
En este estado de cosas, sin embargo, del mismo
el despliegue de tropas por parte de Justiniano de cara a re-
modo que el conflicto grecogótico se va perfilando desde
conquistar los antiguos territorios romanos de Occidente.
el lado visigodo, apenas se intuye desde la zona bizanti-
Se trata de una empresa que en Hispania aqueja el desgas-
na, planteándose la aparente paradoja de que los esfuer-
te de las operaciones en África e Italia, así como la reanuda-
zos desplegados por Toledo parecen hacer frente a una
ción de las hostilidades en el frente realmente más perni-
amenaza inexistente. Han influido en ello también los
cioso para el Imperio, el oriental. Acompaña a ello todo un
mencionados cambios historiográficos que, en el ya re-
corolario «funesto», que va desde otras amenazas militares,
ferido peligroso movimiento pendular, han pasado a ha-
al impacto de la epidemia de peste o sucesivas catástrofes
blar de una Spania que cubría casi todo el sur peninsular,
naturales, y un último factor, consecuencia y, a su vez, cau-
llegando hasta Corduba e incluso abarcando el Algarve,
sa de otros tantos, como es la preocupante situación de las
a postular una presencia bizantina casi anecdótica. En
arcas del Imperio. En este marco, la ocupación de la Spania
lo material, los vaivenes no han sido menores, de modo
bizantina no fue tanto «colofón» como sí «canto de cisne»
que, de unas sempiternas influencias bizantinas irradia-
de la Renovatio Imperii justinianea, lo que no impide que
das desde Spania al reino toledano, se ha pasado a negar
en ella encontremos phrouria como el de Septem, de cuya
156 /
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fortificación da cuenta Procopio en su De Aedificiis (VI,7,16),
cosa en el marco de una ocupación militar que, volvamos
a una fortissima civitas como Asidona (Ioha. Bicl., Chron. ad
a recordarlo, es fruto de una conquista y se mantiene, pre-
a. 571.3). Que ya con el mismo monarca, Atanagildo, que
cisamente, por un despliegue defensivo.
facilitó la entrada de los soldados justinianeos y sancionó
Hasta hace poco, no disponíamos más que de este
su estancia, comiencen las hostilidades a mediados del si-
epígrafe para referirnos a las murallas tardías de Cartagena.
glo vi y que éstas se prolonguen siete décadas más hasta
Hoy, en cambio, nuevas excavaciones comienzan a pro-
el reinado de Suintila c. 625 (Isid. Hisp., Etym. XV, I, 67-68),
porcionarnos su evidencia material. De este modo, en la
nos muestra que el «enemigo bizantino», por más que no
cima del cerro del Molinete, la arx Hasdrubalis citada por
mostrase en el frente hispano toda la potencia que cabe
Polibio (X, 10, 9), se ha podido documentar cómo la anti-
presumir al Imperio, tampoco puede pasar por un peligro
gua muralla republicana acasamatada, construida a su vez
«menor». No se trata de negar que los recursos destinados
sobre una preexistente cerca púnica, sigue utilizándose
a la empresa restauradora fueran precarios, pues los mis-
hasta época tardía mediante remodelaciones que abarcan
mos cálculos que se realizan de acuerdo con el testimonio
desde la amortización y obliteración de ciertos sectores, al
de Agatías (V 13, 7-8), indican que a la altura del año 559,
recrecido y refuerzo de otros. Entre otros factores, aboca a
no más de cinco mil efectivos se destinarían a Spania. Con
ello la particular orografía de la urbe, que, emplazada entre
todo, por escasa que fuera la movilización, seamos cons-
cinco colinas, ha jugado con tales condicionantes a lo lar-
cientes que ésta fue «cambiante» como las mismas cir-
go de su historia. Esa misma razón, de hecho, motiva que,
cunstancias del Imperio y, en cualquier caso, no una ame-
al igual que el cerco tardío fosiliza los de época púnica y
naza «fantasma», como cierto sector de la investigación
romana, ellos sean, a su vez, finalmente reemplazados por
parece empeñado en demostrar. La presencia del magister
las defensas del siglo xvi. Hemos de tener en cuenta, a este
militum ya referido, Comitiolus, y los sucesos que acompa-
respecto, que la disposición topográfica es idónea, ya que
ñan su actividad en Spania, insisten en ello.
se sitúa en la cota más elevada del flanco septentrional del
Precisamente, uno de los documentos más va-
cerro del Molinete y, así, a más de treinta metros de altitud
liosos sobre este patricius missus a Mauricio Aug(usto)
sobre el nivel de la laguna interior que delimitaba la ciu-
contra hostes barbaros, es el epígrafe que nos recuerda
dad por el norte. Tal configuración o la fuerte inclinación
su intervención en las murallas de Carthago Spartaria.
de la pendiente en esta zona de la colina, con un abrupto
Aunque la habitual retórica de este tipo de textos nos im-
cambio de nivel, contribuyen a explicar la notable vigencia
pide discernir la verdadera envergadura de la obra edili-
del trazado. Por otra parte, también la reutilización impli-
cia que se conmemora en el 589-590, queda claro que la
caba la posibilidad de aprovechar desde los mismos para-
Administración imperial concentró sus atenciones en las
mentos y/o, al menos, su material. No en vano, se trata de
fortificaciones. No en vano, tampoco cabe esperar otra
dinámicas comunes en la poliorcética tardía, como vemos
Carthago Spartaria, una plaza fuerte bizantina. Jaime Vizcaíno Sánchez
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MAR MEDITERRÁNEO
Límites hipotéticos
Ciudad Altoimperial
Límites hipotéticos
Ciudad ss. iii-iv dC
Niveles de ocupación /
Materiales descontextulizados
Enterramientos aislados iii-iv dC
Necrópolis ss. v-viii dC
Carthago Spartaria entre los siglos IV y VII, con indicación de su necrópolis
oriental, zona habitada y posible trazado de su perímetro amurallado. En la cima
de la arx Hasdrubalis se señaliza el paño excavado
158 /
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en la Cartago africana o en Sucidava, por citar ejemplos
de diverso marco territorial, o igualmente, en Hispania, en
ciudades como Barcino, Legio VII, Emerita, entre otras. En
el caso concreto del escenario del conflicto grecogótico
podemos añadir además el Tolmo de Minateda, donde su
baluarte se construye en paralelo a las murallas anteriores.
En conjunto, tal reaprovechamiento es común en la edilicia tardía y, especialmente, en la de tipo militar, donde
la propia Administración la recomienda ya en el año 397
(Cod. Theod., XV, 1, 36). Cabe destacar incluso, que una de
las fuentes primordiales para la poliorcética bizantina, el
anónimo De re strategica (X, 3), datado a finales del siglo vi,
Carthago Spartaria, una plaza fuerte bizantina. Jaime Vizcaíno Sánchez
Planimetría de las fortificaciones de la cima de la arx
Hasdrubalis. En color marrón se indican los muros
pertenecientes a la etapa bizantina.
Archivo gráfico del Proyecto Arx Hasdrubalis
«prescribe» la utilización de piedras ya talladas cuando estas estuvieran disponibles.
Este nuevo cerco tardío de la cima de la arx Hasdrubalis
se vertebra en torno al eje longitudinal al que se acoplan
las sucesivas murallas. De oeste a este, el paño conservado,
que integra sendos muros paralelos, se dispone en una situación avanzada respecto a la muralla republicana. A continuación, se pliega hacia el sur, superponiéndose al forro
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septentrional de la fortificación romana. Al resguardo de
en la costa de la antigua Cilicia. También el relleno incluía
éste, ahora recrecido, se conforman nuevas estancias, una
un contenedor de origen ibicenco, identificado reciente-
de ellas, conectada directamente con él, y otras, trabadas a
mente como tipo RE-0103, que floruit durante la segunda
su vez con aquella. De este modo, se delinea un pequeño
mitad del siglo vi. Es necesario, igualmente, destacar un
conjunto de habitáculos dispuestos en batería, que cuen-
amplio repertorio de cerámicas de cocina de producción
tan con planta alargada, aproximadamente rectangular,
local, que, junto a restos faunísticos, nos muestra cómo, en
y anchura variable. Tal planificación, el adosamiento a la
esta zona de la muralla, junto al almacenamiento, se daría
muralla de toda una serie de compartimentos en batería,
el preparado y consumo alimenticios.
en tanto posibles casermas utilizadas como barracones
En cualquier caso, hay que ser cautos a la hora de
para la guarnición o sus pertrechos, es común en la polior-
extrapolar los datos de este tramo documentado al resto
cética tardía. Ocurre así, por ejemplo, en la fortaleza nortea-
del perímetro amurallado de la urbe. Aquí, la refacción de
fricana de Thamugadi, construida entre los años 539-540, o
la muralla romano-republicana de casernas, con el recre-
en la balcánica de Biograc, donde algunas de las estancias
cido de muros y la erección de nuevas estancias, posible-
se habilitan como cisternas para el aprovisionamiento hí-
mente ha de tenerse como una solución específica, pun-
drico, vital, sobre todo, en caso de asedio.
tual, concebida para este sector concreto de la topografía
Desde el punto de vista constructivo, la muralla ahora
de Carthago Spartaria. La situación relativamente «margi-
documentada se erige con piedras calizas, esquistos, costra
nal» de este flanco noroccidental, distante de las calzadas
de calizas y areniscas de mediano y gran tamaño, trabadas
y los accesos a la ciudad, que bordea un marjal, o su pro-
con barro, materiales y técnica que revelan cierta funcio-
tección natural por la propia pendiente de la colina, son
nalidad y modestia edilicia. Para su erección, se excavaron
condicionantes que hay que tener en cuenta, en tanto
toda una serie de trincheras destinadas a recolectar spolia.
que inducen a pensar en el posible recurso a soluciones
Tales zanjas y fosas, cumplida su función originaria, fueron
funcionales, desprovistas de la prestancia arquitectónica
normalmente obliteradas mediante el vertido de residuos.
y, de algún modo, el aparato «escenográfico» que hemos
En este sentido, precisamente es uno de estos contextos de
de presumir para tramos más céntricos en la topografía
vertido, el que amortiza un antiguo colector, uno de los que
urbana. Qué duda cabe, en este sentido, que el lienzo
ha proporcionado un lote más singular para complementar
descrito poco tendría que ver con la puerta y el paño que
la datación del cerco y conocer el carácter de la ocupación
la rodeaba, objeto de atención en 589-590 por parte del
de estas estructuras aledañas a la muralla. Así, en él desta-
patricius Comenciolus, magister militum Spaniae, donde,
ca el contenedor oriental LRA 1 / Keay LIII, en concreto una
como se nos refiere, «quisquis ardua turrium miraris cul-
de sus variantes más tardías, el tipo LRA 1B1, que se produ-
mina», en un verdadero despliegue propagandístico para
ce sobre todo a partir de un momento avanzado del siglo vi
que «sic semper Hispania tali rectore laetetur» (CIL II 3420).
160 /
[page-n-163]
Sea como fuere, excavaciones desarrolladas en otros
no norte de África, Tripoli, Sabratha o Leptis Magna. No hay
puntos de la ciudad nos ayudan a manejar ciertas hipó-
que perder de vista tampoco que la misma Administración
tesis, si no de la materialidad, al menos sí del recorrido
imperial (CI I, 27, 2y 14) recomienda la reducción del perí-
del perímetro fortificado. Para ello ha sido determinante
metro fortificado para optimizar los esfuerzos defensivos.
la documentación de una amplia necrópolis en el sec-
En el interior de este recinto habitado, los proyec-
tor sudoriental de Carthago Spartaria, sobre un antiguo
tos de excavación, investigación y museización del Teatro
barrio altoimperial ya abandonado en el siglo ii dC. Su
Romano de Cartagena y del Cerro Molinete, nos han permi-
envergadura, con más de doscientos enterramientos,
tido obtener una abundante información sobre la ocupa-
nos muestra su necesario emplazamiento extra moenia.
ción de la ciudad en época bizantina. Por cuanto sabemos,
Aunque ya previamente la investigación había mostrado
el barrio construido sobre el antiguo edificio de espectá-
el abandono a partir del siglo ii dC de la mitad oriental
culos pudo servir para el servicio y quizá, incluso residen-
de la antigua urbe, con la consecuente retracción del área
cia de la guarnición desplegada en Carthago Spartaria.
habitada al espacio más cercano al puerto, la zona com-
Tengamos en cuenta que este barrio surge en la ladera del
prendida entre los cerros de la Concepción y Molinete, el
cerro más elevado de Cartagena, en torno al cual ha gravi-
surgimiento de esta necrópolis a partir del siglo v ratifica
tado ancestralmente la defensa de la ciudad, como mues-
tales cambios. En la misma dirección, la propia topografía
tra aún hoy día el castillo y las murallas de época medieval.
de Cartagena hace de la línea comprendida entre las ex-
Entre los diferentes hallazgos, junto a puntas de fle-
tremidades orientales de los citados cerros, dejando fue-
cha del conocido como tipo ávaro, sobresale el de una co-
ra la necrópolis del Barrio Universitario, el lugar óptimo
raza de tipo laminar, recuperada en el nivel de abandono
para su defensa. No en vano, las sucesivas fortificaciones
posterior a la destrucción identificada con la conquista de
de época moderna han seguido el mismo recorrido sin
la ciudad por parte de las tropas del rey visigodo Suintila,
apenas variaciones, circunstancia que también ha pesa-
ca. 625. El material cerámico documentado en la habita-
do en el profundo desmantelamiento de las cercas prece-
ción donde se localizó o en el conjunto de estancias del
dentes y, así, en cierta «invisibilidad» arqueológica.
que formaba parte ésta, refuerza tal fecha, que integra
En este sentido, aunque en este flanco aún no se ha
algunas de las formas más habituales de la TSA-D (Hayes
documentado la muralla, es incontestable la reducción del
99 B/C, 91 D, 100, 101, y 106), ánforas norteafricanas (Keay
perímetro fortificado, que, acoplado a la zona habitada, su-
LXI, spatheia), orientales (LRA 1/Keay LIII), ibicencas (Keay
pone que el recinto pase de cerca de cuarenta hectáreas a
LXXIX / RE-0314b) o cerámicas de cocina de producción
prácticamente la mitad. Tal proceso de contracción y con-
local, lucernas tunecinas (Atlante XA1a / Hayes IIB) o LRU
siguiente repliegue defensivo es común a otras ciudades
orientales. De hecho, es precisamente a partir de finales del
como Egitania, Conimbriga o Italica, o en el caso del cerca-
siglo vi cuando se extiende este tipo de protección de ori-
Carthago Spartaria, una plaza fuerte bizantina. Jaime Vizcaíno Sánchez
/ 161
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Selección de lamellae de la coraza laminar
recuperada en el barrio de época bizantina
instalado sobre el teatro romano de
Cartagena. (Imagen: J. Vizcaíno)
gen oriental entre los milites romani, mas sobre todo, entre
oficiales y miembros de la caballería pesada, no ya así a la
infantería. Su configuración y ejecución, producto exclusivo de las fabricae imperiales (Nov. Iust. 85, 4), muestran las
diferencias respecto al armamento de los hostes barbaros
visigodos, recuperado en yacimientos como Sant Julià de
Ramis o Puig Rom. Este tipo de coraza militar se documenta, por lo demás, en otros lugares incluidos en el despliegue militar que conlleva la Renovatio Imperii, y que se datan
a partir de un momento avanzado del siglo vi, como Caricin
Grad, Svetinja, Jelica, o Crypta Balbi.
También reviste singular interés una pieza vítrea, un
cuerno para beber (Isings 113), cuya difusión se limita hasta
el siglo vi a la Europa centro-septentrional, con una con162 /
centración casi exclusiva en el área germánica. A partir de
estos momentos, si nos atenemos al ámbito italiano, tanto
a la zona longobarda como bizantina, parece darse, sobre
todo, en ámbitos vinculados a las élites. Todo ello abre numerosos interrogantes a su registro en el barrio del teatro
romano de Cartagena, único lugar junto a Segóbriga donde, por ahora, se documenta. El carácter del primero, donde es posible presumir cierta impronta castrense, podría
informarnos, entre otras posibilidades, sobre la presencia
de cuadros oficiales entre sus moradores.
Las recientes excavaciones en el cerro del Molinete
también han documentado otro barrio de época bizantina, con un patrón material bastante similar. En este caso,
el complejo surge en la ladera meridional de la colina,
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protegido, por tanto, por la muralla antes referida que se
sitúa en su cima. El nuevo barrio, levantado sobre las insulae aledañas al foro, revela una predominante orientación
artesanal, con instalaciones como una herrería o una alfarería, construidas mediante la compartimentación del denominado «Edificio del Atrio». Los contextos recuperados
en su interior ilustran sobre la ocupación de la ciudad durante los siglos vi y vii. Así, en el caso de la cerámica, existe
un predominio de las importaciones africanas, dinámica,
por otro lado, poco «sorpresiva», en tanto que la provincia
africana es precisamente el verdadero baluarte de la presencia bizantina en el Mediterráneo occidental.
Entre las importaciones tunecinas sobresalen los
grandes contenedores cilíndricos Keay LXI y LXII, así como
Nivel de destrucción de la habitación nº 20 del barrio de época
bizantina levantado sobre el teatro romano de Cartagena.
Archivo gráfico del Museo del Teatro Romano de Cartagena.
los spatheia, que, en virtud de su presencia constante en
los yacimientos incorporados en el marco de la Renovatio
Las ánforas, sobre todo tunecinas y, en menor medida,
Imperii justinianea, y de modo especial, en la región da-
ibicencas y orientales, aparecen aplastadas contra el sue-
nubiana y asentamientos de naturaleza militar, se han re-
lo, mostrando concomitancias con el nivel de destrucción
lacionado con el aprovisionamiento de las tropas bizan-
hallado en el barrio del teatro romano, que se identi-
tinas. Este mismo valor se atribuye a otros contenedores
fica con la toma visigoda de la ciudad por las tropas de
orientales, en algún caso documentados por primera vez
Suintila c. 625. Con ello, en la actualidad, diferentes pun-
en la ciudad, como el Samos cistern type. Se trata de de-
tos del solar urbano muestran que tales acciones destruc-
pósitos cerámicos que, considerando los fletes de aceite,
tivas no fueron episódicas, por lo que cobra más fuerza
vino y otras mercancías que debieron transportar, consti-
la posibilidad de identificarlas con el desenlace relatado
tuyen posiblemente el más claro reflejo material del res-
por las fuentes. La propia envergadura de la conquista
tablecimiento de una suerte de annona para el sosteni-
visigoda, que la deja sumida in desolationem (Isid. Hisp.,
miento de los milites romani, independientemente de su
Etym. XV, I, 67-68), así como que tras ella los indicios de
acuartelamiento en ciudades o castra.
ocupación sean muy tenues, son otros factores, junto a
Recientemente, sobre el amortizado Iseum, también
los ya enumerados, que insisten en el carácter de plaza
se ha podido documentar el nivel de abandono de un al-
fuerte de la Carthago Spartaria ocupada por las tropas
macén anfórico, datado en el primer cuarto del siglo vii.
bizantinas entre los siglos vi y vii.
Carthago Spartaria, una plaza fuerte bizantina. Jaime Vizcaíno Sánchez
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Las Islas Baleares de los siglos v
al viii dC. Algunos datos nuevos aportados
por la arqueología del siglo xxi
Mateu Riera Rullan
Facultat Antoni Gaudí d’Història, Arqueologia i Arts Cristianes
Introducción
Durante las últimas décadas ha aumentado considerablemente el conocimiento de lo sucedido en las Islas Baleares
durante los siglos v al viii. Este período, denominado por algunos «Antigüedad tardía» y, por otros, «Alta Edad Media»,
coincide en el tiempo con los reinos visigóticos de la península ibérica. Hay que recordar que, pese a teorías indocumentadas que proponen lo contrario, los visigodos nunca
dominaron las Baleares, tal como ha demostrado Josep
Amengual i Batlle, tanto a partir de las fuentes escritas,
como de las arqueológicas.
◁ Montaje fotogramétrico de la basílica del Fornàs de Torelló
(Maó, Menorca), realizada durante las labores de limpieza y
restauración del año 2018, efectuadas por Montserrat Anglada,
Margalida Munar y Bernat Burgaya. Autor: Bernat Burgaya.
Fotografía aérea del conjunto de Son Peretó (Manacor,
Mallorca) realizada durante la campaña arqueológica de 2016,
coordinada por Magdalena Salas Burguera y dirigida por Miguel
Ángel Cau Ontiveros y Mateu Riera Rullan. Autor: Miquel Àngel
Escanelles Garau.
Gracias a las fuentes textuales, se sabe que las
Baleares pasaron del Imperio romano de Occidente al
Reino vándalo (455 al 534) y, de este, al Imperio romano
de Oriente, conocido así mismo como Imperio bizantino.
También permiten ver confusamente cómo el cristianismo
se fue consolidando, primero en las ciudades y después en
el campo. Pero la verdad es que a partir del año 420 bien
poco explican de lo sucedido en las mencionadas islas. El
antes nombrado Josep Amengual i Batlle ha sido quien
más inferencias ha hecho, deducidas, principalmente,
a partir de las informaciones contenidas en las escasas y
sucintas fuentes textuales de las Baleares. De aquellas,
probablemente, aún se pueden extraer más conocimientos històricos, pero no cabe duda de que es a partir de los
datos que están aportando los trabajos arqueológicos, de
donde más se podrá escribir la historia de las personas que
habitaron el archipiélago balear durante los siglos v al viii.
Durante el último cuarto del siglo xx, se hicieron excavaciones arqueológicas y trabajos de investigación muy
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meritorios, que servirían para iluminar más los siglos v y vi
vación, también se han realizado estudios de la cerámica,
que los vii y viii. Se pueden destacar los realizados por Pere
las monedas, el vidrio, la fauna, las restos antropológicos,
de Palol y varios miembros de su equipo de la Universidad
los morteros, los elementos líticos, los carbones, el polen,
de Barcelona, centrados en los asentamientos no urbanos
las semillas, y también análisis de 14C, de isótopos estables
con basílicas de Mallorca y Menorca. Por otro lado, hay
(δ 13C y δ 15N), de residuos orgánicos, fitolitos, etc. La ma-
que mencionar la labor hecha en la ciudad mallorquina
yoría ya se han publicado y, los que no, están en vías de
de Pollentia y la publicación de materiales muebles allá
publicación. Muchos de estos estudios nunca se habían
encontrados, así como de algunas construcciones tardías.
hecho con materiales de estas cronologías o no se habían
Por lo que respecta a las Pitiusas, sobresalen las excava-
publicado. Destaca además que, tanto en Cabrera como
ciones, la obra investigadora y las publicaciones de Joan
Son Peretó, se están documentando fases del siglo viii que,
Ramon Torres. En un contexto más general, Miquel Barceló
junto al siglo ix, son los dos de los que menos información
i Perelló es quien más aportaciones hizo para conocer las
se dispone de toda la historia de las Baleares.
sociedades baleares de los siglos vii al x.
Las investigaciones del proyecto de Cabrera han
Sin embargo, tal como anuncia el título de esta apor-
profundizado en el estudio del monacato cristiano de los
tación, su objetivo es exponer nuevos datos arqueológi-
siglos iv al viii en el Mediterráneo. También han propor-
cos de las Islas Baleares de los siglos v al viii, conocidos
cionado la base para entender cómo empezó y como se
durante el siglo xxi. Se ha procurado que sean los más
organizó la comunidad monástica caprierense. Todo este
relevantes, sin embargo, también es cierto que, a causa
trabajo, en el que ha sido capital el estudio de los materia-
de las reducidas dimensiones de esta aportación, es bas-
les muebles, especialmente los cerámicos, ha permitido
tante seguro que alguno se pueda echar en falta.
situar en el siglo v la instalación de los monjes en Cabrera.
Entre los siglos v al vii, la comunidad dispuso de un ceno-
Los datos arqueológicos del siglo xxi
bio y de diversos eremitorios, y se han podido describir al-
Los proyectos del archipiélago de Cabrera y de Son
gunos de los elementos que los caracterizaron, así como
Peretó en Mallorca son los que más han aportado, en las
los recursos y las actividades que los monjes llevaron a
dos últimas décadas, para conocer el pasado balear de los
cabo. Por ejemplo, se han encontrado instalaciones para
siglos v al viii. El proyecto de Cabrera está en marcha des-
la elaboración de salazones, de púrpura y de vino; se han
de 1999 y el de Son Peretó, desde 2005. Este último es, de
identificado las principales fuentes de abastecimiento
los dos, el que más continuidad y recursos ha tenido en los
de agua y las áreas de posible cultivo, y se han analizado
últimos años. El de Cabrera, en cambio, ha sufrido graves
las estrategias de explotación y gestión faunísticas, tanto
problemas de financiación desde 2014. Hay que reseñar
ganaderas como de caza y recolección, etc. También se
que, en ambos proyectos, además de los trabajos de exca-
ha visto cómo Cabrera puede ser considerada una «isla
166 /
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santa» ocupada exclusivamente por parte de la comuni-
gue aportando datos referidos a los siglos v al viii, pero la
dad monacal y sus eventuales sirvientes.
novedad más llamativa ha sido la referida a que el gran ce-
Los resultados de la investigación arqueológica del
menterio localizado allá donde había estado el foro de la
yacimiento de Son Peretó han permitido obtener datos
ciudad, no debía ser de estas centurias, tal como se había
importantes sobre la vida de una comunidad cristiana de
publicado numerosas veces, sino de entre los siglos viii y
los siglos v al viii. Lo descubierto hasta ahora apunta a que,
xii. Esta nueva propuesta cronológica se ha hecho a partir
por ejemplo, en un núcleo de población romano anterior,
de los resultados de medio centenar de pruebas de 14C rea-
ligado a una importante vía de comunicación terrestre, se
lizadas en huesos de personas allí inhumadas en posición
erigió una iglesia y un baptisterio para dar servicio religio-
de decúbito supino. Pero queda pendiente comprobar si
so a la comunidad del lugar y, muy probablemente, tam-
en esta necrópolis, de la que ya se han excavado más de
bién a la de los alrededores. Su cementerio estuvo activo,
cuatrocientas sepulturas, quizá había también un núme-
como mínimo, durante los siglos v, vi, vii y viii. La basílica,
ro significativo de enterramientos anteriores al siglo viii.
cercana al siglo vi, tenía una capacidad próxima a 400 al-
En cualquier caso, es interesante saber que, gracias a los
mas. Se ha documentado la existencia de dos baptisterios
valores de los isótopos estables (δ 13C y δ 15N), de la cin-
sucesivos en el tiempo con sus correspondientes piscinas
cuentena de individuos analizados por radiocarbono, se
bautismales. Durante el siglo vii, inmediatamente al lado
ha considerado que aquel cementerio correspondería a
del baptisterio construido en el siglo vi se edificó un núcleo
una población de carácter cosmopolita.
de hábitat, que aún solo se conoce muy parcialmente. Los
Pollentia, en Mallorca, y Sanitja, en Menorca, son los ya-
estudios de fauna indican que los recursos ganaderos de
cimientos arqueológicos baleares donde más se ha estado
aquella población debían estar muy diversificados. Son
excavando y donde más gente ha trabajado durante el siglo
varios los indicios que hacen pensar en una dieta basa-
xxi. Pero son dos modelos de investigación radicalmente
da fundamentalmente en alimentos de origen terrestre y
diferentes. Y es que unos de los grandes despropósitos de
en una explotación importante de los recursos vegetales.
la arqueología española de la presente centuria son las ex-
La presencia de silos y de molinos en varias habitaciones
cavaciones realizadas a Sanitja, uno de los yacimientos más
habla del almacenamiento y la molienda de legumbres
importantes de todas las Baleares. Lo es tanto por la meto-
o cereales, entre los que se ha confirmado la cebada. La
dología de excavación y registro empleados durante mu-
constatación de un depósito con restos de vino y aceite de-
chos años, como por la falta de estudios y publicaciones de
muestra también la elaboración de estos productos. Otros
casi todo lo que se va desenterrando, por ejemplo, decenas
hallazgos indican que se trabajaba el hierro y el vidrio.
de edificaciones, cientos de tumbas y monedas, etc. Por lo
Otro yacimiento excavado ininterrumpidamente du-
que respeta a los supuestos hallazgos de los siglos v al vii dC.,
rante todos los años del siglo xxi es el de Pollentia. Este si-
hay que delatar la invención de una basílica y un baptisterio
Las Islas Baleares de los siglos v al viii dC. Mateu Riera Rullan
/ 167
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(edificio 11) que se han querido asociar a un posible monas-
puerto. De Mallorca se pueden resaltar los descubrimien-
terio del siglo v. Tampoco es acertada la identificación de
tos hechos en el centro histórico de la ciudad de Palma y,
muchas de las más de medio centenar de monedas consi-
fuera de esta, en Son Fornés, Puig de s’Escolà, Son Sard y
deradas como vándalas, ni la clasificación de la mayoría de
s’Illot. Finalmente, de Formentera se puede citar un conjun-
cerámicas comunes o de cocina de los siglos iv al viii. Pero
to de tumbas encontrado en Sant Francesc Xavier. Hay que
en resumidas cuentas, conviene tomar con mucha precau-
mencionar no obstante, que salvo contadas excepciones,
ción todo lo que se ha publicado de esta estación arqueoló-
mucho de lo descubierto en las cuatro islas, incluso de los
gica menorquina, pero también es cierto que es muy seguro
casos mencionados, aún permanece inédito.
que allí hay, como mínimo, una basílica cristiana, dada a co-
Tienen mucho interés los nuevos datos publicados
nocer recientemente por Llorenç Alapont Martín. Ojalá que
de la isla del Rei, la isla d’en Colom y de los islotes de els
Jordina Sales Carbonell, nueva codirectora del lugar desde
Frares y de s’Espalmador. También los referentes a los fon-
el año 2017, pueda poner orden, coherencia y rigor científico
dos marinos mallorquines de Portocolom y Portocristo.
en los trabajos que allá se siguen haciendo cada año.
Nuevos trabajos arqueológicos hechos en el castellum de
La basílica empezada a excavar hace poco en Sanitja
Can Blai de Formentera y en su entorno han servido para
se ha podido añadir a la espectacular lista de basílicas de
proponer que aquella fortificación no debe ser del siglo vi,
los siglos v al vii incontestablemente descubiertas en las
sino del iv, pero parece que el debate sobre su datación
dos islas más grandes del archipiélago. Las otras ocho, la
no está cerrado.
mayoría con espléndidos pavimentos de mosaico, son las
Miquel Àngel Cau Ontiveros es el arqueólogo que más
de Fornàs de Torelló, Illa del Rei, Son Bou y Cap des Port,
temas ha tratado y publicado relacionados con la Antigüedad
en Menorca, y las de Cas Frares, Sa Carrotja, Son Peretó y
tardía de casi todas las Islas Baleares, ya sea a título indivi-
Son Fadrinet, en Mallorca.
dual o con otros investigadores. Ha trabajado un amplio aba-
Además de los hallazgos del archipiélago de Cabrera,
nico de campos de actuación: prospecciones, excavaciones,
Son Peretó, Pollentia y Sanitja, se han documentado mate-
estudios del territorio, fortificaciones, arquitectura y mobilia-
riales de los siglos v al vii dC. e, incluso, alguna estructura de
rio litúrgico, materiales muebles, etc., en los que ha aplicado
las mismas centurias, tanto en excavaciones programadas
a menudo estudios arqueométricos y nuevas tecnologías.
hechas en estaciones prehistóricas como en excavaciones
Entre los estudios de los materiales se pueden destacar los
de urgencia. Proporcionalmente, Eivissa es la isla donde se
análisis hechos en morteros o residuos orgánicos pero, espe-
han hecho más descubrimientos, especialmente en el ám-
cialmente, todo lo relacionado con la ceramología.
bito urbano o suburbano de la única ciudad que hay des-
Los hallazgos cerámicos en casi todos los lugares hasta
de época antigua, pero también por su agro. En Menorca
ahora mencionados, como también en los asentamientos
destacan los descubrimientos hechos en Ciutadella y en su
rurales de sa Mesquida en Mallorca, Cap des Port de Fornells
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en Menorca y Can Sorà en Ibiza y, aún más, en el archipiélago de Cabrera, han permitido documentar la importación
de numerosos y variados productos de todo el Mediterráneo
durante los siglos v, vi y vii. En cambio, no se puede decir lo
mismo del siglo viii. En Cabrera también se ha constatado
arqueométricamente la presencia de mármoles originarios
de la península ibérica, la península itálica, las islas griegas,
la península de Anatolia y, tal vez, del norte de Argelia.
Entre los materiales encontrados, supuestamente en
las Baleares, y publicados en lo que llevamos de siglo xxi,
sobresalen ocho sellos de plomo de los siglos vi al viii,
cinco de los cuales se podrían haber encontrado en el
castillo de Santueri de Mallorca y los otros tres en varios
puntos del término municipal de Ciutadella (Menorca).
Desgraciadamente, ninguno de ellos se recuperó en el
marco de un proyecto de investigación legal ni en excavación arqueológica hecha con método estratigráfico. Aun
así, tal como han afirmado Joan C. de Nicolás Mascaró
y Bernat Moll Mercadal, en conjunto aportan informaciones muy valiosas de la presencia bizantina, especialmente por la constatación de un «arconte mallorquín para las
Baleares en el siglo viii». También durante el siglo xxi, se
han dado a conocer numerosas monedas y algunos es-
Fotografía y dibujo de un sello de plomo bizantino hallado
en Menorca, dado a conocer por Joan C. de Nicolàs y Bernat
Moll (2013), gracias al cual se ha conocido la existencia de un
arcontado balear del siglo viii.
pectaculares materiales metálicos de época vándala o bizantina encontrados, aparentemente, en el castillo citado
y en numerosos lugares de Menorca, pero también casi
siempre recuperados en tan deplorables circunstancias.
A modo de conclusiones
La recopilación de datos arqueológicos presentada
no pretendía ser exhaustiva sino selectiva, especialmenLas Islas Baleares de los siglos v al viii dC. Mateu Riera Rullan
te por lo que respecta a las que más informaciones han
aportado para conocer mejor el pasado de los baleares de
los siglos v al viii. Estas centurias han sido consideradas a
menudo de las más oscuras de todas las fases históricas
de las Islas Baleares, sin embargo, gracias a los trabajos
mencionados, cada vez están más iluminadas.
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El edificio visigodo de
els Casals del Mas de Sabater,
Morella, els Ports (Castelló)
José Manuel de Antonio Otal, Ramiro Pérez Milián
Noverint Coop. V, Morella
Introducción
La situación y el entorno físico
Els Casals de Mas de Sabater se encuentra en la comarca de els Ports, extremo NO de Castelló, lugar de encuentro con las provincias de Tarragona y Teruel. El medio físico de la comarca se define como de media montaña (900-1000 m s.n.m.), y su paisaje mesomediterráneo
es abrupto y escaso de suelo agrícola, aunque excelente
para la ganadería extensiva.
El asentamiento controla el sector occidental de la
Vega del Moll, corredor de la formación Morella (antes conocida como «tierras rojas de Morella»), justo donde esta
formación tiene su máxima anchura y potencia, además
de una orientación este-oeste. Como expone el investigador de la comarca Miquel Guardiola: «Es evidente que
se trata de un territorio muy apto para la vida agrícola y
ganadera, por lo menos el más apto en la comarca de
els Ports, y una buena prueba es que de los diecinueve
núcleos de población, quince están a menos de 1,5 km
de la formación Morella. En la época medieval, la partida
del Moll producía gran parte de la cosecha de cereal de
Morella. Y también en el Bajo Imperio romano, cuando las
villae proliferaban, las encontramos concentradas en la
Vega del Moll».1 De igual forma, concentra la mayoría de
las masías de la comarca que han sobrevivido a la despoblación actual.
El marco de los trabajos
La solicitud por parte de la empresa Vega del Moll
S.A., a finales de los años noventa, de la explotación de
la cantera de la Parreta (Morella), conllevó una serie de
◁ Ortofoto de la planta completa del edificio de
“Els Casals del Mas de Sabater”.
1. N. del T. Cita original de Miquel Guardiola, en valenciano.
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medidas preventivas, correctoras y compensatorias, res-
pliación de la cantera, lo que conllevó una serie de traba-
pecto a la preservación del patrimonio cultural. Todos
jos previos (prospecciones arqueológicas y sondeos) para
los trabajos arqueológicos desarrollados desde entonces
delimitar el área de explotación y el propio yacimiento.
han sido financiados por la empresa concesionaria de di-
Una vez definidos dichos ámbitos, se resuelve que la em-
cha explotación.
presa se hará cargo de la excavación del yacimiento de
Los primeros estudios se desarrollaron entre el año
forma paralela a las fases de explotación.
1999 y 2000, y consistieron en una serie de prospeccio-
Entre los años 2014 y 2017 se han realizado varias
nes arqueológicas dirigidas por la arqueóloga Pilar Ulloa
campañas de excavación, algunos de cuyos resultados se
Chamorro, con la participación en los trabajos de campo
sintetizan más adelante.
de Miquel Guardiola Fígols, quien, en esos momentos, llamó la atención sobre el lugar donde ahora sabemos que
Los antecedentes historiográficos y arqueológicos sobre
se encuentra el singular edificio de els Casals.
la tardoantigüedad en la comarca de els Ports.
Los resultados de las prospecciones permitieron do-
Hay que señalar la escasez de información disponi-
cumentar un importante número de yacimientos y graba-
ble por fuentes historiográficas para este periodo, tanto en
dos rupestres al aire libre, a partir de los cuales se delimi-
el ámbito local como comarcal. Éstas quedan reducidas
taron las zonas de explotación de la cantera.
a vagas referencias repetidas en las obras de historiado-
Desde ese momento, y siguiendo los requerimien-
res locales, como Francisco Oliet (1861), Segura Barreda
tos e informes vinculantes de la Dirección General de
(1868) u Ortí Miralles (1958), entre otros, que se referian a
Patrimonio, se realizan prospecciones intensivas de de-
una supuesta destrucción de las defensas de Morella por
terminadas áreas, cuyos resultados permiten crear mapas
parte del rey Witiza, pero sin mencionar fuentes.
de localización de yacimientos, zonas con riesgo arqueo-
Por otra parte, Ferran Arasa recoge los hallazgos
lógico y zonas con elementos de alto interés patrimonial
descontextualizados de tres objetos de bronce encuadra-
como los grabados rupestres.
bles en la tardoantigüedad de la comarca. Una placa de
Con toda esta información se tomaron distintas me-
cinturón liriforme procedente de Cinctorres (posiblemen-
didas correctoras y/o preventivas, como delimitar el área
te relacionada con una necrópolis a unos 4,5 km. de els
de explotación en determinadas zonas, excavar sondeos
Casals); otra similar de Bel (Rossell, municipio situado a
arqueológicos para comprobar si los restos localizados en
unos 26 km), y un osculatorio presuntamente encontrado
superficie se correspondían con yacimientos arqueológi-
en Portell de Morella (localidad distante unos 12 km).
cos y evaluar su entidad.
Mucho más elocuente es la localización y excava-
El descubrimiento del yacimiento de els Casals del
ción de dos conjuntos funerarios en término de Morella,
Mas de Sabater se encuadra dentro del proyecto de am-
dentro del ámbito rural, ubicados en puntos marginales
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de dos áreas productivas agrícolas (formación de arcillas
rojas de Morella):
El Mas de la Perera: situado a 8,5 km de els Casals;
trabajos dirigidos por Francesc-Xavier Duarte Martínez y
Francisco José Hernández García. La datación por 14C dió
660-790 dC (2Sigma).
El Mas de Macià Querol situado 150 m de nuestro edificio; trabajos dirigidos por Ramiro Pérez Milián y
Elisa García Prósper. La datación por 14C dió 410-600 dC
(2Sigma).
El edificio
La descripción y el proyecto constructivo
Detalle de los vanos que comunican los distintos ámbitos de
las naves laterales en la zona donde se encuentran los alzado
máximos conservados.
El edificio exhumado en el yacimiento arqueológico
cada fachada lateral, que rompen el ritmo de los retran-
de els Casals del Mas de Sabater presenta unos rasgos
queos, aunque están perfectamente repartidos respecto
que permiten encuadrarlo claramente en la arquitectura
al eje de simetría. Dispone de un único acceso por la fa-
de representación de época tardoantigua.
chada principal, situado en la nave central, que da paso
En primer lugar, se construyó siguiendo un diseño
a un atrio de 16 m2. Desde este se accede al salón central
y proyecto minuciosamente establecidos, y de una com-
a través de un vano encarado con el anterior. Esta gran
plejidad considerable. Morfológicamente, la planta está
estancia tiene unas dimensiones de 17,50 m x 4,80 m, y
constituida por tres naves longitudinales y una cuarta
en el centro exacto de su cabecera se conserva una base
transversal que cierra el edificio en su cabecera. El eje
pétrea clavada en el suelo.
de la nave central marca una simetría perfecta, con una
Antes de recorrer medio salón, se encuentra cada
orientación SE-NO y una longitud total de 22,80 m. La an-
uno de los vanos que dan acceso a las naves laterales,
chura oscila entre 18,90 m y 13 m (según tramos). El grue-
únicos accesos de que estas disponen. Cuentan con cua-
so de los muros oscila entre 0,65 m y 0,70 m.
tro ámbitos y un absidiolo cada una. Los cuatro ámbitos
La fachada principal (SE) y la trasera fueron rectas,
se comunican de uno al otro a través de vanos alineados,
mientras las laterales están retranqueadas regularmente,
constituyendo casi un corredor que sigue el sentido longi-
dándole a los flancos una fisonomía abastionada. Hay
tudinal del edificio. Desde los dos ámbitos más cercanos
que destacar la ubicación de sendos absidiolos, uno en
a la cabecera, se accede a los absidiolos (en giro de 90º) y
El edificio visigodo de Els Casals del Mas de Sabater, Morella. José Manuel de Antonio Otal, Ramiro Pérez Milián
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a la nave transversal que cierra el edificio, la cual consiste
cillas y áridos varios) introduce una interesante variable
en un gran espacio unitario de 14,15 m x 3,15 m.
en el análisis arquitectónico: el factor autóctono combi-
Además del carácter representativo que confiere al
edificio la estricta planificación espacial que se lee en su
nado con un poder externo que interactúa en el proceso
constructivo.
planta y distribución, con claras semejanzas con el pala-
Basándose en estos elementos conservados, no hay
cio episcopal de Barcino (grupo episcopal de la 2.ª mitad
duda que el edificio se pudo alzar una o dos plantas so-
del siglo vi), es también muy significativo el uso del pes
bre los cimientos y basamentos estudiados, algo espe-
drusianus, de 0,332 m, como unidad de medida. Este dato
cialmente seguro en la nave central, que podía descargar
se lo debemos al Dr. Lorenzo Arias Páramo (Universidad
enormes fuerzas en las laterales, que actuarían como po-
de Oviedo), quien, muy amablemente, por mediación del
tentes contrafuertes.
Dr. Ricardo González Villaescusa, se ha brindado a realizar
un primer análisis del patrón metrológico del edificio.
Cuestiones arqueológicas e interpretación
Otro ejemplo de edificio de representación, esta vez
con origen en el siglo v, es el castellum de la montaña de
El entorno arqueológico inmediato
Sant Julià de Ramis (Girona). Los edificios emirales de
El edificio singular de els Casals forma parte de un
Morería (Mérida) responden también al prototipo edilicio,
yacimiento arqueológico mucho más amplio (podría ha-
con una cronología que se acercaría al siglo ix.
ber ocupado un mínimo de seis hectáreas), aún bastante
desconocido y escasamente conservado, que ocupa te-
Las pautas y los materiales utilizados
Las pautas de ejecución de la obra reafirman la idea
rrenos de tres masías actuales, cuyas tierras confluyen en
este punto.
de un proyecto edilicio de carácter oficial y de representa-
En el Mas de Sabater se encuentra el edificio de els
ción del poder. Se planteó un cimiento corrido en toda la
Casals y restos de fases posteriores. El vecino Mas de
planta del edificio, previa nivelación del terreno de ladera
Macià Querol alberga una necrópolis a la que nos hemos
suave. Así mismo, se utilizó robusta sillería en las jambas
referido más arriba, y que nos ha servido para fijar el inicio
y refuerzos de esquinas, que contrasta con la mampos-
de la Fase I (fundacional), que, por estar en proceso de
tería irregular cogida con argamasa de barro del resto de
excavación en el edificio, no es posible caracterizar aún.
muros. La ausencia de morteros u hormigones de cal y
Provisionalmente, se sitúa en las últimas dos décadas del
de elementos arquitectónicos ornamentales no restaría
siglo vi (datación radiocarbónica inhumación de la necró-
monumentalidad ni efectividad representativa al conjun-
polis). Entre la necrópolis y el edificio existe una zona bas-
to. Por otra parte, el hecho de usar hábilmente materiales
tante arrasada, aunque con suficientes restos como para
constructivos del entorno inmediato (piedra arenisca, ar-
pensar en una continuidad espacial del asentamiento.
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Por último, en el Mas de Pereu, sobre un cerro y dominando todo el conjunto, está el cerro de Pereu, con un
complejo fortificado que está por estudiar y que se postula, junto a la necrópolis de Macià Querol, como futuros
objetos de investigación.
Las fases de ocupación y el uso del edificio
La construcción y primera ocupación del edificio son
hechos que todavía no se han podido datar con precisión.
No existen indicios de asentamientos anteriores respecto
Moneda localizada en la cabecera de la nave central,
sobre la capa de pavimentación de la Fase II del edificio.
a la nueva fundación. Se trata, pues, de un edificio de nueva planta, de una instalación ex novo en un territorio que
suponemos habitado, aunque sin una presencia efectiva,
o sin una visibilidad tan próxima del poder como la que
Si ya durante la Fase II se constata la degradación de
se implanta a partir de dicha fundación. Como se apun-
algunas partes del edificio, la Fase III parece que se desa-
ta más arriba, la necrópolis de Macià Querol ya estaba en
rrolla a la par que se consuma el colapso generalizado de
uso antes de arrancar el siglo vii y, aunque con cautela,
su estructura. Se ha detectado un uso residual sobre los
utilizaremos provisionalmente dicha referencia.
primeros paquetes de derrumbes, con los silos y parte del
Al abandono del edificio por parte de la élite que lo
edificio ya amortizados, centrado en reducidos ámbitos
fundó le sigue, sin pausa, la Fase II, que supone una ver-
de las antiguas estancias. Estos hechos están confirman-
dadera reconversión del edificio. Varios hechos caracte-
do el abandono del edificio y sólo se pueden dar en un
rizan este momento: reorganización del espacio interno,
ambiente de ocupación esporádica. Los materiales cerá-
excavación de silos en el subsuelo interior, repavimenta-
micos de esta fase indican un horizonte todavía visigodo,
ción y ubicación de hogares sobre estos suelos. Esta fase
cronológicamente adentrado en el siglo viii.
se ha podido datar en el tránsito del siglo vii al viii (más
Tras un abandono persistente, se volverán a instalar
probablemente en la primera década del siglo viii), gra-
nuevas edificaciones, consistentes en infraestructuras ga-
cias al hallazgo de un tremís del rey Witiza, acuñado en
naderas, ya en pleno periodo andalusí. Las ruinas del edi-
Caesaraugusta . Esta fase se inscribe en los últimos mo-
ficio visigodo servirán de base a estos corrales y recintos
mentos del reino visigodo, con un poder debilitado, en
asociados, así como de cantera, como indican las fosas
un escenario de luchas internas y pérdida progresiva del
de rebusca detectadas en los derrumbes del mismo.
control efectivo del territorio.
El edificio visigodo de Els Casals del Mas de Sabater, Morella. José Manuel de Antonio Otal, Ramiro Pérez Milián
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Economía productiva,
sociedad y comercio
E. Huguet, J. M. Macias, F. Rodríguez, M. Rosselló
ICAC
Precursores del mundo medieval
La Arqueología ha demostrado cómo hubo una intensa transformación del sistema económico en la antigua
Hispania, a partir del siglo iii dC, que dió paso a un sistema productivo que evolucionó hacia la regionalización y
el autoabastecimiento. La etapa visigótica representó la
eclosión definitiva de este nuevo modelo que estableció
las bases para la economía y la sociedad de la Edad Media.
Fueron cambios profundos que afectaron a la mayoría de la población pero que, desde la arqueología, no
siempre han sido fáciles de percibir. La nueva realidad
social y económica se desarrolló en una arquitectura
más débil y, en cuanto a la cultura material, la madera
y la piel jugaron un papel tan fundamental como imperceptible por nuestras condiciones climáticas. En cambio,
las cerámicas, permanecen inalterables en el subsuelo y
◁ Ánfora de Palestina del almacén de Punta de l’Illa.
Museu de Prehistòria de València. Foto: Rafael de Luis
nos muestran el mantenimiento de unas relaciones comerciales con los principales puertos del Mediterráneo
que, a diferencia del período romano, cada vez se restringieron a una capa de la población más reducida.
El litoral valenciano, y su interior, se benefició de esta
situación, y los arqueólogos hemos recuperado numerosos vestigios materiales procedentes del norte de África o
del Oriente Próximo y, prácticamente, hasta la llegada del
islam en estas tierras.
Por otro lado, las excavaciones en los espacios productivos —almacenes, bodegas— muestran cambios profundos derivados de una intensa transformación social
donde la concentración de las tierras, la desaparición de
lo que hoy serían «clases medias» urbanas y un aumento
de la presión fiscal, condujeron a una profunda división social y a un empobrecimiento de la mayoría de la población.
Al final del Imperio romano la sociedad se dividió entre
honestiores y humiliores, fenómeno precursor de tiempos
posteriores en los que las personas se dividieron entre la
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modadas civiles y religiosas mantuvieron pautas de consumo heredadas de la tradición romana e influenciadas por
la cultura bizantina. En este contexto se situa un descenso
de la población hispánica por la aparición de epidemias,
sequías o plagas de langosta que propiciaron malas cosechas y épocas de hambre. Esta decadencia se relaciona
con un retroceso tecnológico que afectó a las condiciones
de vida: la arquitectura doméstica, el suministro de agua
potable y el sistema de eliminación de residuos fueron deOlla globular con asas laterales de cerámica de cocina
aparecida en las excavaciones de les Corts Valencianes.
SIAM-Ajuntament de València. Foto: Rafael de Luis
ficitarios en relación con los siglos anteriores.
Nuevos modelos territoriales
Algunas ciudades mantuvieron su papel de centro
plebe y la aristocracia, esta última de origen político-mili-
político y religioso. En todas se dan contracciones o espon-
tar o religioso. Dicha transformación tuvo relación con la
jamientos urbanísticos de acuerdo con su rol en el Reino
concentración de la escasa riqueza generada por las élites,
visigótico. La presencia de una sede episcopal o de un culto
civiles y eclesiásticas; es el dominio definitivo de lo privado
martirial fueron factores de vitalidad urbana. Así, la relevan-
sobre lo público y la desaparición de las ciudades como es-
cia martirial de Valentia incrementó el poder de su sede
pacios de proyección social a través de la actividad econó-
episcopal. Otras ciudades romanas se apagaron progresi-
mica. Si acaso, solo las élites comerciales pudieron man-
vamente durante el período visigótico si bien, en el caso de
tenerse al margen de este empobrecimiento generalizado.
los núcleos portuarios, la actividad económica de estas se
Así nacieron las relaciones de dependencia o patro-
mantuvo. Es el caso de Portus Ilicitanus (Santa Pola) y Portus
cinium que conformaron la sociedad feudal. En el ámbito
Sucronensis (Cullera). En cambio, la fundación de València
de la arqueología se constata un empobrecimiento gene-
la Vella muestra la capacidad de crear nuevos centros ur-
ralizado en la actividad constructiva, principalmente do-
banos y cómo la situación militar derivada de la ocupación
méstica y, en general, en el urbanismo. Aparte de la arqui-
bizantina del sudeste era capaz de propiciar la construcción
tectura del poder, no hubo ninguna actividad constructi-
de un espacio habitado de casi cinco hectáreas que se man-
va relevante y el ocio y el consumo social se recondujeron
tuvo en uso entre cien y ciento cincuenta años. Sobre el rol
hacia la ritualidad religiosa.
de este asentamiento hay aún muchas dudas, pero creemos
La mayor parte de la sociedad viviría en un entorno
que ejemplifica el papel de dinamizador económico y urba-
de subsistencia y autarquía, mientras que las clases aco-
nístico que generó la necesidad de contingentes militares
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en esta zona geográfica. Ejércitos y soldadas debían romper
ción de bienes de consumo relevantes— pudieron mante-
las rutinas de una economía regionalizada y quizá propicia-
ner vínculos comerciales con los centros productivos me-
ban las relaciones comerciales por simples necesidades de
diterráneos de más prestigio. Este es el caso de València
abastecimiento. Prueba de eso son los hallazgos numismá-
la Vella, la relevancia y proximidad de esta con el puerto
ticos alrededor de Valencia durante la segunda mitad del
de Valentia ha permitido recuperar contextos cerámicos
siglo vi y la primera del vii.
semejantes entre ambas ciudades.
Obviamente, no podemos hablar de una civitas en el
En el campo, el sistema productivo vertebrado a par-
sentido clásico o contemporáneo del término. La ciudad
tir de extensas villas excedentarias en manos de familias
visigoda fue ex novo o continuidad de una precedente; es
urbanas aposentadas bajó irremediablemente a partir del
un espacio que lidera jerárquicamente un territorio donde
siglo iii dC. Hay quien cree que se produjo una concentra-
residen las estructuras de poder y donde se levantan unas
ción de la propiedad de manera que, durante los siglos iv
murallas como elemento de prestigio y de protección. El
y v aún documentamos extensas propiedades agrícolas
arzobispo Isidoro de Sevilla nos expresa, en sus conocidas
suntuosas y extensas. Posteriormente, la llegada de las
Etimologías la relevancia de las murallas como elemento
élites germánicas a las tierras valencianas podría haber
distintivo hacia otras formas de asentamiento humano.
tenido consecuencias en este proceso de concentración
Pero en su interior, la arqueología ha constatado una clara
de grandes propiedades, en el marco teórico de un proce-
contracción y una ocupación del espacio menos ordena-
so de sustitución o concordancia hacia las antiguas clases
da. En esta época, los espacios de producción económica
altas hispanorromanas. Pero ya no eran exclusivamente
aparecen mezclados con los espacios residenciales; si es
centros de producción, sino islas de riqueza en manos de
que no hubo una arquitectura mixta en que la planta baja
patrones que acogían y dominaban a una población ru-
fue el espacio productivo, de almacenamiento o donde se
ral empobrecida y sometida a su jurisdicción particular.
cuidaba de los animales; mientras que el piso superior se
Muchos campesinos arruinados quizá daban sus tierras
convertiría en la zona de reposo. Así, la aparición de talle-
a cambio de protección. Junto a estas grandes propieda-
res artesanales, pequeños espacios agrarios o ganaderos
des observamos la proliferación de numerosos poblados
pasan a ser un hecho habitual en una ciudad que no dis-
y aglomeraciones rurales. Estos, a menudo, se desarrolla-
pone de una firme estructura de abastecimiento externo y
ron alrededor de parroquiae rurales o, más adelante, de
que requiere incorporar en el interior actividades anterior-
centros monásticos. Ambas realidades pasaron a ser los
mente exclusivas del entorno rural.
nuevos instrumentos de organización y fiscalización ecle-
No obstante, también debemos reconocer que las
siástica del campo. De tal manera que ya en los concilios
ciudades portuarias —y también aquellas que, por su in-
eclesiásticos del siglo vii se aprecia cómo los abades riva-
fluencia política, tuvieron suficiente capacidad de atrac-
lizaron en importancia con los obispos urbanos.
Economía productiva, sociedad y comercio. E. Huguet, J. M. Macías, F. Rodríguez, M. Rosselló
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La economía
humancia de ovinos, caprinos y bovinos, pero también se
La economía se basaba fundamentalmente en la
criaban suidos y aves. La incidencia de esta práctica era
agricultura y en la ganadería. De la primera encontramos
relevante. Así, estudios de reconstrucción del paisaje desa-
abundantes muestras en los yacimientos conocidos, tan-
rrollados en el nordeste peninsular, muestran en el período
to urbanos como rurales, donde son numerosos los silos
visigótico importantes actuaciones de desforestación que
o depósitos excavados en el subsuelo para el almacena-
se han vinculado al pastoreo. Como actividades comple-
miento de grano. Excepto en grandes espacios civiles o
mentarias se pueden citar la recolección y la caza. La reco-
religiosos, desaparecieron los almacenes construidos,
lección era estacional, se recogían determinadas plantas y
tipo horreum, y los silos abiertos en el suelo fueron el re-
animales como los caracoles, muy abundantes en los es-
curso más empleado. Se recuperó así una antigua prác-
tratos de época visigótica, o productos como la miel, citada
tica característica del período ibérico donde, práctica-
en el Pacto de Tudmir entre los impuestos que los campe-
mente, dentro de las casas se excavaban los almacenes
sinos tenían que pagar. Los documentos comerciales escri-
privados. Eran medios de ahorro de escasa capacidad y
tos en pizarras nos hablan igualmente de queso, sal, miel,
pensados para el consumo familiar, no para su comer-
etc. Sin embargo, en líneas generales, la documentación
cialización. Eso no excluye que hubiese grandes áreas de
escrita —las pizarras visigodas, prescripciones legales o re-
almacenamiento, pero no tenemos constancia arqueoló-
glas monásticas— nos describe unas pautas generales de
gica. Sabemos que progresivamente la recaudación fiscal
alimentación continuistas en relación con la etapa romana
se fundamentó en la recepción de víveres, fuesen para
y siempre adaptadas a su entorno geográfico y climático.
abastecimiento de tropas o porque la propia Iglesia pasó
Otra cosa sería la asiduidad con la que muchos de estos
a ser una importante institución receptora fiscal. A la vez
alimentos se podían consumir y en qué capas sociales eran
sabemos que la Iglesia desarrolló importantes acciones
más frecuentes.
benefactoras al repartir estos mismos víveres a los más
necesitados y en períodos de carestía.
La vitalidad constructiva del momento, sobre todo
en el siglo vi, debía llevar aparejada la existencia de todo
Cereales, trigo y cebada, la vid y el olivo eran los cul-
un grupo de personas relacionadas con la edificación.
tivos más extendidos aunque, en zonas con agricultura de
Era habitual la recuperación de material arquitectónico
regadío o más próximas a los núcleos de hábitat, habría
romano para la reutilización en nuevos edificios de este
también huerta con leguminosas y árboles frutales. Uno de
momento. Debía de haber, por lo tanto, personal dedica-
los pocos conjuntos de herramientas de cultivo de la tie-
do a la construcción en piedra, otros dedicados a la forja,
rra de nuestro territorio procede de l’Horta Vella (Bétera).
otros a la carpintería y a otras actividades edilicias. El ofi-
La ganadería pasó a ser una actividad con un peso impor-
cio de picapedrero era un trabajo especializado y habría
tando en las zonas interiores. Era una ganadería de tras-
diferentes grados entre los artesanos. Habría desde un
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trabajo de extracción de las piedras en las canteras que
requería un conocimiento específico, hasta los picapedreros dedicados a la creación de la decoración arquitectónica, que eran verdaderos especialistas. En el territorio
valenciano debían de existir estos maestros artesanos
que tallaran decoraciones arquitectónicas cuidadosas
en canceles, capiteles y frisos tanto en la ciudad como en
las nobles residencias rurales. El mejor ejemplo de eso
es el palacio de Pla de Nadal, en Riba-roja de Túria. Hay
que prever la existencia de artesanos itinerantes, que copiaban o extendían los modelos decorativos por todo el
Reino visigodo y que, en muchos casos, tenían una clara
inspiración bizantina.
Por lo que respecta a la producción artesanal, la metalurgia se desarrolló ampliamente, como muestran los
tesoros de Guarrazar y Torredonjimeno como máximo
exponente con el uso de oro y piedras preciosas. Sin embargo, había una actividad metalúrgica mucho más mo-
Detalle de cruz del tesoro de Torredonjimeno (Jaén).
Fotografía archivo del MAC.
desta, pero no por eso menos activa, que confeccionaba
sobre todo elementos de indumentaria personal como
especialización importante y sastres, personas dedicadas
son fíbulas, hebillas, pulseras, pendientes y todo tipo
a la fabricación de hilos, tintes, entre otros. En cuanto a los
de elementos metálicos, decorados en la mayoría de los
tejidos hay constancia de uso en época visigótica, son so-
casos. Las cruces de Punta de l’Illa (Cullera) son un buen
bre todo la lana, el lino, el cáñamo y la seda que requerían
ejemplo. Otra actividad artesanal identificada en València
varios procesos de fabricación. En el ámbito arqueológico,
la Vella, y que se trata de manera específica en otro de los
aparecen a menudo fusayolas para la confección de hilos
capítulos, es la producción de vidrio, confirmada por la
para tejidos de fabricación doméstica. En esta cadena pro-
recuperación de fragmentos de vajilla soplada, desechos,
ductiva los monasterios quizá desarrollaran progresiva-
pruebas de vidriero y bloques de materias primas impor-
mente un papel pionero, que ejemplificaba el control de
tadas de Egipto o del área de la actual Siria.
la Iglesia visigoda en el territorio y las principales rutas de
Poca información nos ha llegado de la industria textil
pero sabemos que debía estar muy desarrollada, con una
comunicación. Así, el papel de la Iglesia en la producción
y redistribución de vino por el Mediterráneo es relevante.
Economía productiva, sociedad y comercio. E. Huguet, J. M. Macías, F. Rodríguez, M. Rosselló
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Comercio y consumo
acompañados de la vajilla fina africana del momento, aque-
Parece claro que, bajo la nueva configuración territo-
llas producciones tunecinas terra sigillata africana D que,
rial aparecida a mediados del siglo vi en el Mediterráneo
a pesar de no ser masiva, es constante en los yacimientos
occidental, a raíz del famoso programa militar, político y
valencianos; o las lámparas africanas para la iluminación,
propagandístico protagonizado por Justiniano, el Imperio
a menudo con motivos decorativos y simbólicos cristianos.
de Constantinopla fue el nuevo motor comercial. Fue un
También desde Oriente llegaban contenedores con
monopolio, entre los siglos vi y vii, fundamentado en el in-
aceite y vino, de mejor calidad que los norteafricanos, y
tercambio de larga distancia desarrollado gracias a la fisca-
muy estimado en aquel momento por las diversas élites
lidad de las nuevas provincias conquistadas y al transporte
aristocráticas. Lo sabemos por las ánforas procedentes de
de víveres a espacios fortificados, de control territorial o es-
Asia Menor, Siria, Palestina y Egipto, que se consumían en
pacios militares en disputa. La nueva red pública de extrac-
tierras valencianas mediante una conexión directa entre
ción fiscal y annonaria también debió provocar que muchos
grandes puertos como Roma, Cartago, Nápoles, Marsella o
comerciantes orientales aprovecharan el control de estos
Tarragona. Otro contenedor interesante que detectamos en
canales, bajo la protección de alguna élite secular, aristo-
las excavaciones arqueológicas son los ungüentarios, pe-
crática o, incluso, de manera independiente, para vender
queños receptáculos hechos con arcilla, a mano o con mol-
productos de diferentes tipos en los puertos mediterráneos
de, que procedían de la zona costera de Asia Menor (Licia,
occidentales fuera de la nueva órbita territorial bizantina.
Panfilia, Éfeso, etc.). Aunque a menudo se ha pensado
En la península ibérica queda documentada la llega-
que su contenido podría relacionarse probablemente con
da de comerciantes griegos, sirios y judíos, junto con otros
aceites, perfumes o especies. Hace poco se han propuesto
autóctonos que gestionaban el comercio que llegaba por
hipótesis de que podrían transportar alguna especie de fár-
estos canales. Incluso, la legislación visigoda reconoce la
macos vegetales, mezclados con miel o sustancias líquidas
existencia de «zonas francas», llamadas «cataplus», donde
de consistencia viscosa. De Oriente también se importaban
las grandes ciudades portuarias mediterráneas sometían a
vajilla fina o recipientes de cocina, aunque en un porcentaje
control y fiscalidad todo producto que entraba y salía del
menor y básicamente a núcleos urbanos costeros.
reino de Toledo. Entre los productos de fuera de la Península
La influencia comercial y cultural del Imperio bizanti-
detectados arqueológicamente, encontramos aceite y vino
no es notable y aún no se ha calibrado del todo. Tenemos
que procedían del continente africano, que eran transpor-
constancia, por ejemplo en el arte cristiano, de los bronces
tados mediante grandes y pequeños contenedores anfó-
litúrgicos (jarras, incensarios o polycandelon) o piezas de
ricos como los ejemplares completos de Punta de l’Illa o
mármol (frontales de altar, páteras, morteros). Incluso, en
los incompletos de València la Vella y Valentia. Por rutas
la recuperación de ponderales o pesos y balanzas con ins-
independientes también llegaban otros productos básicos
cripciones, como la recuperada en el núcleo fortificado del
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Puntal del Cid, en Almenara (Castellón). En estas transac-
ros con visera, boles carenados y botellas. También eviden-
ciones comerciales conocemos la llegada de mercancías
ciamos ciertas producciones utilitarias que llegan a tierras
de lujo, metales preciosos, lingotes de vidrio, mármoles,
valencianas de regiones más alejadas, ollas globulares y/o
tejidos, etc. Incluso comercio de esclavos desde Marsella.
cazuelas con el borde triangular que empiezan a ser docu-
En contrapartida, las fuentes de la Hispania visigoda nos
mentadas tanto en Gerona, Barcelona y/o Tarragona.
dicen que podrían continuar exportando salazones, acei-
La entrada en el escenario mediterráneo de una nue-
te, vino, cereales, etc. En todo caso, este comercio se de-
va superpotencia en alza, el califato árabe, comportó una
bía efectuar en botas de madera, botas de piel o sacos y,
pugna por el control del mar y las rutas de comercio de lar-
por tanto, no podemos cuantificar su relevancia. Tarraco,
ga distancia entre este y el Imperio bizantino. Poco a poco,
Dertosa, Valentia, Portus Sucronensis, Portus Ilicitanus o
los árabes fueron conquistando amplias zonas del espa-
Carthago Nova serían puntos fundamentales de entrada
cio bajo dominio constantinopolitano, lugares esenciales
y redistribución de bienes de consumo, que se convertían
para el suministro y la distribución de productos alimen-
en escalas portuarias en un mercado global mediterráneo
tarios y de lujo, como Palestina, Siria, Egipto y Cartago.
que se debía encontrar bajo el control bizantino, y donde
Aunque las exportaciones de estas áreas conquistadas
la presencia de colonos foráneos debía ser una constante.
continuaron navegando por el Mediterráneo entre los si-
En paralelo al comercio exterior había un comercio
glos vii y viii, las documentamos con unos niveles cada
interregional, que estamos empezando a descubrir, muy
vez más reducidos y en puntos costeros geoestratégicos.
activo entre los diferentes puertos de la ribera mediterrá-
Al mismo tiempo, la Administración bizantina poco a poco
nea. Se comerciaba vino contenido en ánforas de peque-
hubo de reorientar sus principales canales de suministro
ñas dimensiones, de procedencia regional o local, que re-
hacia zonas más próximas a Constantinopla, como el mar
producen modelos anfóricos conocidos en otras zonas del
Negro, el Egeo y el Adriático, y eso podría explicar un cierto
Mediterráneo. Estas, no solamente se detectan en tierras
desabastecimiento de las tierras occidentales. A lo largo
valencianas sino que se empiezan a documentar en pun-
de los primeros decenios del siglo viii empiezan a desa-
tos alejados como Cartagena, las Islas Baleares, Tarragona
parecer de nuestro registro arqueológico los indicadores
o Barcelona. La cerámica común y de cocina tenía un espa-
ceramológicos indispensables para reconstruir las diná-
cio comercial mayoritariamente local o regional; su estudio
micas económicas y las rutas comerciales operativas en
denota unas características morfológicas y de fabricación
aquel momento. La nueva potencia en la península ibéri-
comunes que nos reflejan una cultura artesanal compar-
ca iniciará una nueva gestión del intercambio a gran esca-
tida. Aunque quizá había diferentes alfarerías según las
la de difícil detección en la actualidad, pero, sin embargo,
zonas, abundan entre las diversas regiones cazuelas de
priorizó unas nuevas rutas comerciales asociadas a sus
borde invasado, ‘ollas de perfil en «S»’, hervidores y morte-
necesidades, prácticamente, hasta el siglo x.
Economía productiva, sociedad y comercio. E. Huguet, J. M. Macías, F. Rodríguez, M. Rosselló
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La moneda
del Reino visigodo (c. 420-714)
Ruth Pliego
Universidad de Lisboa
La presión ejercida en las fronteras por los llamados pueblos bárbaros fue sin duda uno de los factores que más influyeron en la configuración de las fases más avanzadas del
Imperio romano, que contribuyó de manera decisiva a su
posterior fragmentación y caída. Los acontecimientos que
se sucedieron desde que los visigodos atravesaron el limes
romano en 376, les llevaron a protagonizar episodios destacados como la batalla de Adrianópolis (378) y el saqueo
de Roma (410). Tras servir como foederati del emperador
en su lucha en la península ibérica contra los grupos bárbaros que habían atravesado los Pirineos en el año 409, se
convirtieron en el primer pueblo que consiguió establecerse dentro de las fronteras del Imperio desarrollando, en el
sur de Francia, el reino de Tolosa (c. 418-507).
◁ [arriba] Tremís de Leovigildo con leyenda
Rex Inclitus (Tesoro de Mérida, CSIC).
[centro] Tremís de Leovigildo de Toleto con
tipo de Victoria-cigarra (Col. Particular).
[abajo] Tremís de Leovigildo de Reccopolis
(Tesoro de Mérida, CSIC).
La moneda visigoda desde las acuñaciones tolosanas
hasta Achila I
Los visigodos estarían habituados al concepto del
dinero y al uso de la moneda, puesto que su relación
con los romanos venía de lejos. No obstante no debió
de ser hasta el reinado de Teodorico I (418-451) cuando
comenzaron a emitirse las primeras monedas visigodas.
Estas primeras acuñaciones imitaron la moneda oficial
romana, por lo que no solo se copió la leyenda de estas monedas, incluido el nombre y título del emperador,
sino también sus tipologías. Siguiendo dichos modelos los anversos de sus sólidos fueron ocupados por el
busto del emperador vigente y los sucesivos reversos
elegidos muestran al propio emperador en actitud victoriosa, ya sea sobre un cautivo o sobre una serpiente
con cabeza humana. No obstante, la tipología preferida
para los sólidos de imitación fue la del emperador con
vestimenta militar, en anverso, y Victoria con larga cruz,
en reverso, que se mantuvo sin cambios hasta que esta
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denominación dejó de acuñarse poco antes del reinado
de Leovigildo. De esta primera etapa se conocen sólidos
a nombre de los diferentes emperadores occidentales,
desde Honorio a Libio Severo, y de los orientales, desde
León I a Justiniano I.
En esta primera fase (c. 420-c. 568) no solo se acuñaron sólido sino también algunas silicuas y sus divisores
—generalmente a nombre de Honorio—, y siguiendo la
tendencia que venía produciéndose en el Imperio desde
principios del siglo V, los visigodos también acuñaron tremises. La tipología más habitual que usaron los visigodos
para sus tremises de imitación fue la que presenta una
cruz dentro de láurea en el reverso, que se corresponde
con la tipología más extendida de los tremises oficiales occidentales. No obstante, a diferencia de lo que se
ha comentado respecto al sólido, los visigodos, desde
muy pronto, comenzaron a introducir novedades en lo
que respecta a la tipología del tremís. Estas novedades
no van a responder a la creación de nuevos tipos sino a
[arriba] Tremís visigodo de Teodorico II o Eurico a nombre de
Libio Severo (461-465). Bibliothèque National de France, París.
[abajo] Tremís visigodo de Alarico II a nombre de Anastasio
(British Museum) y tremís de Leovigildo ant. 579.
Archivo Municipal de Sevilla.
la elección de los mismos, produciendo emisiones que
dejarán de seguir los prototipos de las denominaciones
romanas contemporáneas. Es lo que sucede con los tremises visigodos con reverso de Victoria con larga cruz,
que carece de prototipo oficial para esa denominación.
Conocemos tremises visigodos con esta tipología a nombre de Valentiniano III, Libio Severo, Zenón y Basiliscus.
La relevancia de dicha tipología para los visigodos es evidente puesto que, como se ha visto, también es la preferida para los reversos de sus sólidos. En nuestra opinión,
la elección de esa tipología propia de Gala Placidia podría
venir a recordar la vinculación del pueblo visigodo con el
186 /
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Imperio romano a través de la unión matrimonial de la
Los primeros pasos de la moneda visigoda hispánica
emperatriz con Ataúlfo (414), en un intento de legitimar la
(c. 568-584)
preeminencia visigoda con respecto al resto de los pueblos bárbaros.
Durante el reinado de Leovigildo se asistió a toda una
serie de cambios que incluyeron importantes innovacio-
A diferencia de esa discreta innovación, la trans-
nes y que, analizadas globalmente, dan la sensación de
formación más significativa en la moneda visigoda de
que la monarquía estuviera tanteando diferentes posibi-
la etapa tolosana tuvo lugar en el reinado de Alarico II
lidades hasta dar con la moneda formalmente adecuada
(484-507), cuando la tipología de la Victoria con palma y
para sus necesidades. En la práctica, pudiera ser que esos
corona se impuso con exclusividad en los tremises visi-
tanteos no respondieran más que a la falta de capacidad
godos extendiéndose hasta el reinado de Leovigildo (c.
de adaptar de manera efectiva las indicaciones del rey
568-586). Ésta además tuvo un gran éxito y su imitación
entre los distintos talleres que debían estar produciendo
por otros pueblos, fundamentalmente burgundios y
moneda hasta la fecha. Pero es evidente que la opinión
francos, y supuso un avance importante en el panorama
del monarca durante este periodo experimentó cambios
monetario bárbaro. Asociada tal como su nombre indica
importantes que fueron decisivos en su concepción insti-
a las victorias militares, no parece que su representación
tucional que también se reflejaron en la moneda, del que
tuviera un gran significado para los visigodos, puesto
el asunto religioso era el más destacado.
que se observa como va sufriendo una paulatina evo-
Debió ser poco antes del reinado de este monarca
lución que la va asimilando a un insecto, de ahí que se
cuando el sólido dejó de acuñarse, puesto que no se co-
la denomine tradicionalmente «serie de la cigarra», o de
nocen sólidos a nombre del emperador Justino II (565-
la «Victoria-cigarra». Recientemente, hemos señalado
578). En lo que respecta a los tremises, en los anversos
que esta representación pudo haber sido intencionada,
se seguirá usando el busto del emperador tocado con el
apelando a la cigarra como un elemento iconográfico
stephanos o banda perlada, mientras la Victoria-cigarra
conocido entre las gentes del periodo de las grandes mi-
de los reversos llegó muy evolucionada al reinado de
graciones. Por nuestra parte consideramos que los visi-
Leovigildo (c. 568-586). Esta denominación va a experi-
godos eligieron esta tipología entre el repertorio icono-
mentar una doble evolución que debe ser entendida en
gráfico romano, por ser una tipología propia de Valente,
el contexto de la Guerra Civil (579-584) mantenida por
el emperador que abrió las puertas del Imperio en el
Leovigildo con su hijo y primogénito, Hermenegildo, y los
año 376 permitiéndoles asentarse en la entonces aban-
distintos ámbitos de ocupación y actuación de cada uno
donada provincia de Tracia. Sería por tanto otra alusión
de los bandos en la península ibérica.
a su largo pasado vinculado al Imperio y su legitimidad
como herederos.
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
En el año 579, Hermenegildo, convertido al catolicismo en la ciudad de Hispalis donde ejercía de gobernador
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[page-n-190]
incluye claramente en la otra emisión: «Ermenegildi Rex
Inclit(us)». La tipología de los reversos es en ambos casos
la Victoria-cigarra. Aunque considerada por la investigación como un pretexto que ocultaba las ansias de poder
de la facción de Hermenegildo, la diferencia de credos,
católico frente a arriano, habría podido ser utilizada como
la causa belli de dicho conflicto e influir decisivamente en
estas insólitas alusiones religiosas. Se conocen muy poTremís de Hermenegildo (British Museum).
cos ejemplares a nombre de Hermenegildo y aunque en
los últimos años han aparecido dos nuevas piezas de la
tipología con leyenda religiosa, solo se conoce la mone-
de la Bética, se rebeló contra su padre, el rey Leovigildo, e
inició un conflicto que duró varios años y que supuso importantes cambios a todos los niveles. La amonedación
visigoda va a experimentar cambios notables tanto en lo
que respecta a la tipología como a las leyendas. Con relación a estas últimas, si hasta el momento habían sido imitadas, con más o menos fidelidad, tanto el nombre como
la titulatura imperial en sólidos y tremises y, por tanto,
la alusión al poder continuaba haciendo referencia al
emperador, durante el reinado de Leovigildo se comenzó
a incluir el nombre del monarca visigodo. Sin entrar a discutir si fue a iniciativa del rey legítimo o bien del rebelde
Hermenegildo, lo cierto es que las dos emisiones conocidas de este último incluyen su nombre en las leyendas.
En una de ellas, tal vez la primera cronológicamente
hablando, Hermenegildo grabó un mensaje claramente
religioso: «Ermenegildi Regi A Deo Vita», tradicionalmente
interpretado como ‘Dé Vida Dios al Rey’. Si bien se ha propuesto que el término Regi sería Regia y que aludiría a la
ciudad de Hispalis y no a Hermenegildo, el título Rex sí se
188 /
da del British Museum, puesto que el conservado en el
Museo Arqueológico Nacional se perdió durante la guerra
civil española (1936-1939).
Aparte de la indudable novedad que suponen las
emisiones del rebelde Hermenegildo, fueron sin embargo las del rey legítimo, las que presentan mayores innovaciones. Las más destacadas vienen de la mano de
las leyendas en la ya mencionada sustitución del nombre del emperador por el suyo propio —Leovigildus Rex
Inclitus—, presentando varias combinaciones que muestran siempre la tipología de reverso: Victoria-cigarra. Por
otro lado, se produjeron otras dos novedades importantes: por una parte, se adoptó, para los reversos, la recién
estrenada tipología de la cruz sobre gradas, introducida
por el emperador Tiberio II (578-582); por la otra, se comienza a incluir el nombre de ceca en los reversos de las
monedas, algo que se convirtió en una de las características más representativas de la amonedación visigoda
frente a la de otros pueblos, que llegaron a acuñarse casi
en un centenar de ellas.
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Si, hasta fechas relativamente recientes, la victoria
el marco del conflicto habido con su hijo Hermenegildo,
de Leovigildo sobre su rebelde hijo en Emerita, en el año
la moneda visigoda quedó sistematizada de manera con-
582 —según el testimonio de la obra Vidas de los Santos
tundente a todos los niveles: tipológico, con el busto de
Padres Emeritenses— podría considerarse el momento
frente del monarca tanto, en el anverso como en el rever-
en el que se debieron de materializar ambas innovacio-
so; epigráfico, con leyendas centradas en el eje vertical y
nes monetarias en los reversos —tipo cruz sobre gradas
un claro mensaje: nombre del monarca y título Rex para
y ceca—, la existencia de un ejemplar híbrido, con esa ti-
el anverso, epíteto real y nombre de ceca en el reverso,
pología de reverso y la leyenda habitual de «Rex Inclitus»
y metrológico, pues la nueva tipología llevó aparejada el
para las emisiones con Victoria-cigarra en lugar de ceca,
abandono del patrón bárbaro cuyo tremís pesaba 1,30 g,
hablaría de una simultaneidad en la adopción de estas
para adecuarlo al oficial romano-bizantino de 1,516 g.
novedades. De igual forma, también muy recientemente,
Esta última reforma monetaria de Leovigildo marcaría la
hemos tenido la oportunidad de estudiar un ejemplar con
producción monetaria visigoda batida posteriormente,
tipo de reverso Victoria-cigarra, que sin embargo incluye
hasta el punto de que el estilo monetario estandarizado
el nombre de la ceca, Toleto, y que confirma la existencia
impuesto entonces, se convirtió en un rasgo característico
de una pieza similar mencionada ya por el padre Flórez.
del Reino visigodo, muy diferente a la amonedación que
Por otro lado, la respuesta monetaria del airado pa-
mostraron otros pueblos.
dre a la leyenda religiosa de Hermenegildo, también tuvo
La moneda resultante de esta última reforma de
alusiones cristianas. Ello se observa no solo en la citada
Leovigildo se desarrolló prácticamente sin cambios hasta
adopción de la cruz sobre gradas para sus reversos, sino
el reinado de Chindasvinto (642-649). Se trata de un perio-
también en el rosario de leyendas que graba en sus acu-
do de relativa homogeneidad en el que la tipología básica
ñaciones a medida que va obteniendo victorias sobre las
del busto de frente continuó inspirándose en la iconogra-
ciudades aliadas a la causa de Hermenegildo. Así: «Cum
fía romana. En este sentido, es evidente que uno de los
Deo Roda», «Cum Deo Italica» y «Cum Deo Optinuit Spali».
rasgos que los visigodos quieren plasmar en sus mone-
Leovigildo utilizó la asociación de la cruz sobre gradas y
das fue precisamente su romanitas, aspecto que, como
el nombre de ceca al menos en nueve ciudades más, así
se ha visto, es posible rastrear incluso en la elección tipo-
en: Barcinona, Cesaragusta, Tirasona, Reccopolis, Toleto,
lógica de las acuñaciones de la etapa tolosana. De hecho
Elvora, Emerita y Elissa.
Leovigildo no solo adoptó temporalmente la cruz sobre
gradas de Tiberio II para los reversos de una de sus series,
La estandarización de la moneda visigoda (c. 584-649)
sino que, en su reforma definitiva, el busto del monarca
Hacia los últimos años del mandato de Leovigildo,
fue tocado con la stemma ‘corona cerrada’, también in-
probablemente tras la reconquista de Córdoba c. 584, en
troducida por el mismo emperador. No obstante, si bien
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
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tamos iconográficos imperiales y creación tipológica, es
una característica que va a ser más evidente en la fase que
inaugura el reinado conjunto de Chindasvinto y Recesvinto,
y que se extendió hasta el final del periodo visigodo. Así,
mientras ese reinado, y sobre todo el de Recesvinto en solitario, estuvo marcado por la vuelta a los modelos clásicos de época de Leovigildo —incluida su efímera tipología
de cruz sobre gradas, y que ya no abandonaría los reversos
hasta el fin del periodo—, en esta última etapa monetaria
Tremís de Leovigildo de Toleto (American Numismatic Society).
se produjeron importantes transformaciones.
Muchas de estas tuvieron lugar a partir del reinado de
Wamba (672-680), cuando además el nivel de esquemati-
es cierto que los visigodos adoptaron tipos romanos para
zación de los tipos alcanzó cotas extraordinarias. Su reina-
sus acuñaciones, la simplificación técnica de los mismos
do está considerado como el momento álgido en el que
es tan acusada que da como resultado un estilo propio
el carácter sacro de la monarquía se hace más evidente y
y característico, enormemente simple, directo y parco. A
que conocemos gracias a la Historia Wambae de Julián de
pesar de ello sus elementos no dejan de ser reconocibles
Toledo († 690). En toda esa obra se advierte el origen divi-
y muestran un destacado sentido de la proporción en el
no de la realeza basado en la doctrina bíblica de la misma,
que cada elemento ocupa su lugar. Por otro lado, al mis-
uno de cuyos aspectos es el ceremonial de la unción real
mo tiempo que se adoptan los tipos romanos, no se les
adoptada por la monarquía visigoda que toma como mo-
puede negar un sentido tremendamente creativo que in-
delo la unción del rey David. Debemos hacer hincapié, por
cluso es evidente en la etapa que se extiende hasta el rei-
un lado, en que la descripción de Julián de Toledo sobre
nado de Chindasvinto, en la que, sobre la homogeneidad
la unción de Wamba se convierte en la primera narración
impuesta por el busto de frente, se observa un intento de
sobre unciones reales en toda la Europa occidental, lo que
dotar de personalidad regional a las acuñaciones.
influyó en la adopción de este ritual por otros poderes,
principalmente el carolingio; por el otro lado, es destaca-
El despegue de la moneda visigoda: desde mediados
do que se puede rastrear el simbolismo de esta teoría polí-
del siglo VII hasta el final del Regnum
tico-religiosa en el repertorio monetal de Wamba.
La mencionada dicotomía entre tradición e innova-
En efecto, es a partir de este monarca cuando los
ción, que en la práctica se traduce en la existencia de una
símbolos de la realeza se muestran de manera más evi-
indiscutible dualidad en la moneda visigoda entre prés-
dente en las monedas, simbolismo que adquiere todo su
190 /
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sentido en el contexto de un acontecimiento como pudiera ser la unción real de Wamba en Toleto, en el año 672 o
673, o con su victoria militar sobre Paulo, en el año 673.
En este periodo se vuelve a mirar al Imperio y se adoptan
ahora los nuevos modelos oficiales bizantinos vigentes.
La corona cerrada, la stemma, introducida en tiempos de
Leovigildo, se hace más detallada, a veces rematada en
pequeñas esferas o en una cruz. Pero también aparecen
profusamente otros símbolos como el cetro —o cruz procesional— o la flor de lis, tanto en las leyendas como en
la tipología, y que está repleta de simbolismo relacionado
con Jesucristo y, por tanto, con la realeza bíblica. No es
Anverso de tremís de Wamba de Toleto
(Kung. Myntkabinettet Nationalmuseum, Stockholm).
casualidad que fue también a partir de Wamba cuando
se adoptó el «In nomine Domini» —abreviada de distintos
modos y separadas en la mayoría de los casos por glóbu-
rente. Si, en el caso del Cristo en majestad, contamos con
los— como fórmula de inicio de las leyendas de anverso.
el relieve de la iglesia de Quintanilla de las Viñas (Burgos)
En este interés por mostrar el carácter sacro de la
como prototipo presente en otra manifestación artística,
monarquía, en tiempos de Ervigio (680-687) tuvo lugar
la ceca de Ispali cuenta entre las tipologías usadas por
una importante innovación tipológica que se sumó al
este monarca una que se asemeja a la figura representa-
repertorio monetario visigodo: el Cristo en majestad,
da en la Placa de las Tamujas (Malpica, Toledo). Como se
que aparece con un nimbo cruciforme que surge de su
observa en la figura 10, el cabello adopta la misma forma
cabeza. Considerando que los bizantinistas tienen datos
que el de la figura de la placa e incluso el manto que vis-
para afirmar que esta tipología solo fue introducida en
te el personaje es del todo atípico comparado con el que
la amonedación bizantina en el segundo mandato del
muestran los bustos reales.
emperador Justiniano II (685-695; 705-711), poniéndola
Se observa, por tanto, un avance hacia la creación
en relación con el canon 83 del concilio de Trullo de 692,
tipológica monetaria que es más que evidente en los
es posible considerar a Ervigio como el primer monarca
últimos reyes visigodos: Roderico y Achila II. La Crónica de
de la cristiandad en utilizar la iconografía de Cristo pan-
754 cuenta que, a la muerte de Witiza (710), hubo un inte-
tocrátor en sus amonedaciones. Recientemente hemos
rregno de varios meses en el que Hispania debió sumir-
planteado que tal vez haya otra representación de Cristo
se en una situación caótica hasta que Roderico accedió
en el repertorio de Ervigio, aunque en una actitud dife-
al trono, probablemente a través de un procedimiento
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
/ 191
[page-n-194]
ilegal, a la vista de las palabras que utiliza el autor de dicha crónica. Este hecho debió provocar el estallido de
una guerra civil contra otro grupo de la nobleza, tal vez
partidario de colocar en el trono a alguien perteneciente
al linaje de Witiza o de su facción. Lo cierto es que muy
probablemente Roderico no pudo hacerse con todo el territorio del reino de Toledo, lo que explicaría la existencia
de un reinado independiente en el noreste de la península ibérica y Narbona, bajo Achila II.
Las escasas monedas conocidas de Roderico (711)
muestran el busto del monarca tocado con una original
corona apuntada con dos cuernos. Curiosamente contamos con una representación de Roderico casi contemporánea en un fresco que decora los baños omeyas de Qusayr
‘Amra, en el desierto de Jordania, datada entre 720 y 724,
años del gobierno de Yazid ibn Abdal Malik. En ese fresco, Roderico aparece junto a personalidades importantes
[arriba] Anverso de tremís de Ervigio de Emerita (Kung.
Myntkabinettet Nationalmuseum, Stockholm). Relieve de Cristo
en majestad, Iglesia de Quintanilla de las Viñas (Burgos).
[abajo] Placa de las Tamujas (Malpica, Toledo) y anverso de
tremís de Ervigio, de Ispali.
como el propio emperador bizantino, el negus de Abisinia y
Cosroes, rey de los sasánidas. En otro testimonio algo posterior se representan a varios monarcas visigodos con un
tocado muy similar al que muestra Roderico en sus acuñaciones. Se trata del Códice Vigiliano o Albeldense, conservado en la Biblioteca del Escorial y datado hacia el siglo X,
que, exceptuando las monedas, incluye la representación
más antigua de los reyes visigodos.
También alguna de las tipologías monetarias de
Achila II resulta sorprendente. Este monarca es conocido exclusivamente por una versión del Laterculus Regum
Visigothorum además de por sus acuñaciones en varias cecas de la Tarraconensis —Cesaragusta, Gerunda y
Tarracona— además de en Narbona. Las tipologías utili-
192 /
[page-n-195]
Tremís de Roderico, de Egitania
(Museo de Conimbriga).
Tremís de Achila II, de Narbona
(Museo Arqueológico Nacional).
zadas son las propias de la moneda anterior característica
de esa provincia, a excepción de una de ellas, de Narbona,
en la que parece representarse un águila. Si nuestra percepción es acertada, se trataría no solo de una tipología
sin precedente sino de la misma concepción parlante del
tipo que demostraría que la moneda de los momentos
precedentes al fin del Reino visigodo comenzaba a tomar
un rumbo muy alejado de los modelos imperiales.
***
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
En resumen, lejos de ser imitativa, homogénea y repetitiva, creemos haber mostrado que la moneda visigoda
cuenta con una rica y variada iconografía monetal. Aunque
trata de manifestar su romanitas, sobre todo en las primeras acuñaciones tolosanas, y es evidente su mirada al repertorio iconográfico del Imperio, dicha mirada no se traduce en fieles copias, sino que se observa una adaptación
en la que la propia técnica da paso a un estilo propio muy
característico. Por un lado lado, su inspiración romana no
es extendida en el tiempo y aunque renovada en época de
Wamba, esto se produce al mismo tiempo que la innovación tipológica, evidente en tiempos de Ervigio. Por otro
lado, tanto el tocado bicornio de Roderico, como la posible
elección de un tipo parlante para una emisión narbonense
de Achila II, da muestras de que la moneda visigoda trataba
de consolidarse en su especificidad y a ella se dirigía justo
antes de la conquista omeya de 711.
/ 193
[page-n-196]
[page-n-197]
Las cecas visigodas
del territorio de Valencia
Albert Vicent Ribera i Lacomba
ICAC
Los primeros hallazgos de monedas visigodas en el
País Valenciano
Con el nuevo contexto político-militar originado por
la llegada del ejército de Justiniano, coinciden, no casualmente, los primeros hallazgos seguros de moneda
visigoda en el territorio valenciano. La nueva coyuntura
política y territorial explica, a partir de este momento, la
presencia de contingentes godos por estas tierras para
impedir la expansión bizantina hacia el norte y controlar
directamente un territorio que hasta el momento sólo les
pertenecería nominalmente.
No debe ser ninguna casualidad que las primeras
monedas de filiación visigoda que se encuentran por la
zona valenciana se daten en el reinado de Leovigildo,
que fue cuando debió consolidarse el dispositivo fronterizo tras la ocupación fáctica de este territorio por el
◁ Tremís de Gundemaro acuñado en Saguntum.
Colecció Vidal Valle. numisdata.org
vigorizado reino de Toledo. De la ciudad de Valencia procede un tremís de imitación de modelos bizantinos de
Justiniano, hallado por el profesor M. Tarradell en la plaza
de la Reina (Valencia), semejante a otros hallados en las
excavaciones de Barcino o Caesaraugusta o en el tesoro
de Recópolis (Zorita de los Canes, Guadalajara), por citar
sólo algunos de los encontrados en trabajos arqueológicos controlados. Más abundantes y significativos, aunque
menos conocidos, son los numerosos hallazgos de estos
mismos tremises, burdas imitaciones de las series de los
emperadores bizantinos Justiniano y Justino II, que se
realizaron esporádica pero continuamente en la localidad
de Alcàsser, entre 1930 y 1950. Este extraordinario hallazgo ha sido muy citado desde casi el mismo momento de
su aparición y se cita tanto como el «tesoro bizantino de
Alcàsser» como el «tesoro de Valencia». La mayor parte de
estas monedas se vendió indiscriminadamente. Sólo se
han podido estudiar recientemente cuatro piezas. Otras
dos, engastadas en sendos anillos, se han podido ver y
/ 195
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S E D E S E P I S CO PA L E S
Y CECAS
Sede episcopal y cecas
Sede episcopal
Ceca
Ilustración: Espirelius.
196 /
[page-n-199]
fotografiar, pero su estado actual impide completar su
donde se ha localizado un gran asentamiento fortificado
descripción. Otras cuatro se conocen por fotografías de
del siglo VI, Valencia la Vella, encajaría perfectamente en
un estudio anterior. En conjunto, todas se ajustan a los
un entramado militar fronterizo. En este yacimiento, en
mismos tipos: imitaciones de monedas de Justiniano I y
curso de excavación, ya han aparecido dos de estos tre-
Justino II. Comentarios de testigos visuales, hablan de la
mises de Leovigildo y muchos pequeños bronces, como
presencia de algunas monedas de oro más grandes que
se puede ver en otro capítulo de esta obra.
Del interior de la provincia de Valencia, en Osset
estos tremises, pero no se ha conservado ninguno de estos posibles sólidos.
(Andilla), se conoce otra referencia al hallazgo, en 1895,
Llama la atención la posibilidad de que bastantes
de monedas visigodas que habrían aparecido en el inte-
de estas piezas se hallaran dentro de jarritas relacionadas
rior de dos jarras de cerámica, sin que haya constancia de
con contextos funerarios de este yacimiento, fenómeno
más detalles sobre su número y las circunstancias de este
no habitual pero de ninguna manera exclusivo, como se
descubrimiento.
atestigua en las ofrendas de monedas en las necrópolis visigodas de Duratón (Segovia) y Sant Julià de Ramis
Las primeras emisiones visigodas en el País Valenciano
(Girona). De las nueve monedas conocidas, y las que en su
Poco después del reinado de Leovigildo, al que re-
día llegara a ver Pío Beltrán, que solo menciona estas imi-
cientemente se le ha atribuido una moneda supuesta-
taciones, se deduce que habría que fechar el conjunto de
mente acuñada en Valentia, considerada una falsifica-
Alcàsser en un momento anterior al tesoro de Recópolis,
ción por Miles, empezarían a funcionar cecas visigodas
donde, junto a estas mismas monedas, ya aparecen las
en el País Valenciano. Dos de las tres que se conocen,
primeras acuñaciones a nombre de Leovigildo. En todo
Saguntum y Valentia, están, al mismo tiempo, muy cerca
caso, para Alcàsser, siempre estaríamos en los primeros
entre sí y muy alejadas de los otros centros emisores. Los
años del reinado de Leovigildo (573-586), como es fácil
más cercanos serían Dertosa, que sólo acuñó en tiempos
deducir por la fecha de las imitadas monedas de Justino II
de Recaredo, y Tarraco, al norte; Recópolis y Toletum al
(568-572) y de la coexistencia en Recópolis (fundada en
oeste, y Aorariola, al sur. Tipológicamente, estas escasas
578), de estos mismos tremises con los primeros que acu-
primeras emisiones visigodas de la zona valenciana se
ñó Leovigildo a su nombre. El mismo topónimo, de raíz
encuadrarían entre los tipos de la Tarraconense.
islámica, que hace referencia a un importante lugar fortificado, indica el carácter defensivo del lugar.
La primera moneda conocida que emitieron los visigodos en tierras valencianas es un tremís de Gundemaro
La ubicación de Alcàsser, a doce kilómetros al sur de
(609-612) acuñado en Saguntum, hallado en Barcelona
Valencia, junto a la vía Augusta y una ruta hacia el inte-
y conservado en el Gabinet Numismàtic de Catalunya.
rior, que la comunica fácilmente con la zona de Riba-roja,
Durante el siguiente reinado, el de Sisebuto (612-621),
Las cecas visigodas del territorio de Valencia. Albert Vicent Ribera i Lacomba
/ 197
[page-n-200]
Tremís de Chintila acuñado en Valentia. Colección Vidal Valle.
numisdata.org
Tremís de Suinthila acuñado en Valentia. Colección Vidal Valle.
numisdata.org
esta misma ceca continuaría funcionando, de la que se
conocen, por lo menos, dos ejemplares.
La ceca de Valentia acuñó durante el siguiente reinado, el de Suintila (621-631). De esta serie sólo se conocía un ejemplar, cuyo hallazgo, en el edificio de la
Universidad, en 1844, en contra de lo que suele ser habitual en estos casos, fue bien documentado, a pesar de
su carácter fortuito. Presenta el busto del rey de frente, a
ambos lados, con la leyenda que lo rodea. El diseño se corresponde con los tipos propios de la Tarraconense. Hay
otra pieza en la Colección Vidal Valle.
El otro ejemplar que se conoce de este periodo es
del corto reinado de Chintila (636-639), que presenta el
mismo esquema que el anterior, el busto de frente en
las dos caras, pero con el tipo propio de la Lusitania o
Gallaecia, lo que ha hecho pensar en otra ceca con el mismo nombre o que sea una falsificación.
Recientemente se ha conocido que Orihuela
‘Aorariola’ también acuñó durante el reinado de Sisebuto.
De esta nueva ceca sólo se conoce este ejemplar.
Esta rareza numérica, ya que las piezas conocidas
son prácticamente únicas, procede de hallazgos aislados y nunca se encuentra en los tesoros de esta época.
Su acuñación, en muy pocos reinados, hace de ellas unas
series muy minoritarias, bien diferenciadas de las grandes
urbes acuñadoras, que lo hacen en cantidad y en quince o más reinados: Toletum, Tarraco, Hispalis, Emerita,
Caesaraugusta y Corduba.
Si prestamos atención al primer período en que funcionaron estas cecas, se observa que se agrupan en un
momento muy concreto: el primer tercio del siglo VII, con
los reyes Gundemaro y Sisebuto en Saguntum; Suintila y
Chintila en Valentia, y Sisebuto en Aorariola, lo que coincide plenamente con la etapa del conflicto bizantino y con
las campañas visigodas que consiguieron la expulsión de
los imperiales. Solamente la emisión de Chintila se sale
de este esquema, pero por muy pocos años.
La extrema escasez de ejemplares da poco margen
para comprender el entorno de estas acuñaciones. Parecería
que Valentia sustituyera a Saguntum a partir de Suintila, lo
198 /
[page-n-201]
que coincide con el retroceso de las posiciones bizantinas
incapacidad de reacción en Occidente cuando en Oriente
tras las campañas de Sisebuto, que posiblemente redujeron
luchaba por su supervivencia.
la presencia imperial a Cartagena y sus alrededores.
Otra posibilidad, que no excluye la anterior, es que
en la zona elevada del castillo se instalara una guarni-
El contexto de las emisiones de inicios del siglo VII
ción tan importante como para disponer de un taller
De la Saguntum del siglo vii apenas se conoce otra
monetario. En la Ciudadela, se ve un potente muro cons-
cosa que estas emisiones monetarias, pero de los siglos V
truido con profusión de fustes de columnas romanas,
y VI tampoco hay muchos datos, como no sean de carác-
muy al estilo tardoantiguo, que podría corresponder a
ter negativo, ya que en los inicios de la sexta centuria se
esta época.
abandonó el antiguo puerto romano del Grau Vell. Tras
Por el contrario, la realidad arqueológica de Valen-
su etapa ibérica y romana, la urbe saguntina experimen-
cia para este período es bastante abundante y deja po-
tó un retroceso, plasmado en la pérdida de su nombre,
cas dudas de su gran importancia como centro urbano
que aparece transmutado en el período medieval en
y sede episcopal, algo que ya se percibía a través de las
«Morvedre», derivado de murus vetus.
fuentes históricas, que son relativamente presentes para
Corroborando este magro panorama histórico, la
el siglo VI. Tras las diversas menciones del episcopado
arqueología confirma esta pérdida de categoría urbana,
de Justiniano, que fallecería hacia el 550, Valentia apa-
avalada por su exclusión de la categoría episcopal. El res-
rece citada por Juan de Biclaro como uno de los luga-
tablecimiento de esta ceca, en los sucesivos reinados de
res en que fue encarcelado Hermenegildo tras su fraca-
Gundemaro y Sisebuto, se debe relacionar con la creación
sada rebelión en la Bética y antes de ser ejecutado en
en este momento de una flota destinada a asediar una im-
Tarragona en el 585. Este episodio ilustra que la ciudad
portante plaza bizantina de la zona (¿Dianium?) e intentar
no sólo estaba en manos de la corona visigoda, sino
contrarrestar el control naval que los bizantinos ejercían en
que debía ser un núcleo urbano destacado que contaría
todo el Mediterráneo. Sin embargo, la evidencia arqueoló-
con una importante guarnición goda que garantizaría
gica para esta época es prácticamente inexistente.
la seguridad de este ilustre y peligroso prisionero, tal
Tras el reinado de Recaredo, destaca el grave dete-
como sería su papel dentro del entramado defensivo
rioro que para el Imperio supusieron, a partir del 602, la
frente a los bizantinos. En la misma línea estaría la otra
usurpación de Focas, la invasión persa y ávara, y la pro-
referencia, en el reinado de Recaredo, la celebración
clamación de Heraclio en Occidente, que tras larga y ago-
del III Concilio de Toledo, que supuso el abandono del
tadora lucha salvó la situación. No ha de ser casualidad
arrianismo. A este acudieron dos obispos de Valentia:
que la ofensiva visigoda coincidiera con esta grave crisis
Celsino, de nombre latino y cabeza de la antigua co-
del Imperio, que perdería sus posesiones hispanas por su
munidad católica e hispanorromana, y Ubiligisclus, de
Las cecas visigodas del territorio de Valencia. Albert Vicent Ribera i Lacomba
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[page-n-202]
Tremís de Egica-Witiza acuñado en Saguntum.
Colección Vidal Valle. numisdata.org
antropónimo germánico, que regiría a la entonces ya
numerosa población goda. Esta dualidad episcopal no
es exclusiva de Valencia, ni de Hispania, pero tampoco
es algo que se diera en muchos casos.
Se han constatado obispos arrianos, en el III Concilio
de Toledo, en Lugo, Tuy, Oporto, Viseo, Mérida, Palencia,
Toledo y Barcelona. Salvo las cuatro primeras, todas cercanas y de la zona galaicoportuguesa, el resto son ciudades importantes o están dentro de la zona de fuerte población goda, caso de Palencia. Los cuatro de Gallaecia,
en lo que fue el recientemente anexionado, y católico,
reino suevo, se explicarían por los contingentes asentados para garantizar el control de estos territorios. En esta
200 /
misma área, anteriormente sueva, son muy abundantes
las cecas visigodas.
El contexto general de estas emisiones valencianas
sería semejante al de otras zonas fronterizas del reino
de Toledo, como en las cecas cercanas entre sí de Mave
y Saldania, que fueron pequeños centros fortificados
que vigilaban la cara sur de la cordillera Cantábrica y
que dispusieron de talleres monetarios desde Sisebuto
a Chindasvinto, la primera, y desde Leovigildo a
Chindasvinto, la segunda. Estos pequeños núcleos, en
todo caso, parece que acuñaron más monedas y durante
más tiempo que los de la zona valenciana.
[page-n-203]
Las últimas emisiones visigodas en el País Valenciano
El contexto de las emisiones de finales del siglo VII
A mediados del siglo vii se produjo una considerable
Este paralelismo acuñador de las dos cercanas ciu-
reducción de las cecas visigodas, medida centralizadora
dades parece indicar que ambas cecas funcionarían al
promovida por Chindasvinto y Recesvinto, que afectó prin-
unísono y que los motivos de estas acuñaciones serían,
cipalmente a los talleres monetarios de menor entidad. No
por consiguiente, los mismos. La razón de ser de esta
es de extrañar, pues, que la actividad emisora se paralizara
emisión, que suponemos coyuntural, podría ser muy se-
en la zona valenciana hasta fines del siglo vii, cuando vol-
mejante a la que originó las anteriores: la presencia anó-
vemos a encontrar monedas de Saguntum y Valentia acu-
mala de contingentes militares, a los que iban dirigidas
ñadas por Égica y Witiza, ya conocidos en Valentia pero que
las monedas, movilizados y trasladados por alguna causa
recientemente también se han señalado en Saguntum.
específica. No creemos que tampoco sea ninguna casua-
Tras medio siglo, Valentia volvió a acuñar moneda en
lidad que la nueva etapa de actividad de las dos cecas
época de Égica (687-698), un tremís de oro de poca ley, con
valencianas coincida con la larga estancia en estas tierras
la efigie, muy tosca, del monarca que mira a la derecha y
de Teodomiro, que, hacia el 700-702, durante el reinado
la cruz sobre gradas, de imitación bizantina, en el reverso
conjunto de Égica y Witiza, lo encontramos repeliendo
y la leyenda «VALENTIA P.VS». Volvió a acuñar a nombre de
una incursión naval bizantina. El caso es que en los inicios
este mismo rey y de su hijo Witiza, que gobernaron juntos
del siglo viii, se ha constatado que el litoral de la provincia
entre 698 y 702. En esta ocasión, en el anverso aparecen los
Cartaginense, tras más de setenta años de calma, volvió a
bustos enfrentados de los dos monarcas, con una cruz en
sufrir incidentes bélicos que no tuvieron mayor alcance,
medio y el nombre de Égica. En el reverso se encuentra el
al ser desbaratada la incursión por las tropas visigodas, al
monograma de Valentia y el nombre de Witiza.
mando del referido Teodomiro, que ha trascendido más
Recientemente, se ha comprobado que en Saguntum
también trabajó coetáneamente un taller monetario,
por su papel negociador, tras ser vencido por los árabes
en el 713, que por esta victoria.
al menos durante este mismo corto periodo, el reinado
Las escasas, y bien delimitadas en dos fases, emi-
conjunto de Égica y Witiza. La única pieza conocida se
siones numismáticas de época visigoda realizadas en el
encuentra en una colección particular valenciana y pre-
País Valenciano son un buen ejemplo de las esporádicas
senta el típico bajo contenido áureo de estas emisiones
y numerosas cecas que se abrieron y cerraron coyuntural-
más tardías. Los tipos de anverso y reverso son semejan-
mente por motivos militares a lo largo y ancho de Spania.
tes a la coetánea moneda de Valentia: bustos enfrenta-
Son bien diferentes de los grandes centros que emitieron
dos y el nombre de Égica en el anverso y monograma de
continuamente y en cantidad: Toletum, Tarraco, Hispalis,
Saguntum y nombre de Witiza en el reverso. Estos son los
Emerita, Caesaraugusta y Corduba.
tipos propios de este correinado.
Las cecas visigodas del territorio de Valencia. Albert Vicent Ribera i Lacomba
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202 /
[page-n-205]
El duX Tebdemir
y su tiempo
Albert Vicent Ribera i Lacomba, ICAC
Miquel Rosselló Mesquida
Este interesante personaje formaba en su juventud parte
del círculo próximo al rey Égica (687-702). Posteriormente
mandó una flota que derrotó a los bizantinos en una incursión naval. Cuando los árabes llegaron al sur valenciano, les hizo frente con suerte adversa, aunque negoció
un pacto por el que, a cambio de tributos, se mantuvo
como el señor de siete ciudades y de un amplio territorio del sudeste de la península ibérica. Probablemente
fue el último dux, gobernador, visigodo, de la provincia
Carthaginensis marítima, o Aurariola. Seis de estas ciudades se concentran en las actuales provincias de Alicante,
Albacete y Murcia, y la última, Balantala, no se ha identificado con certeza, aunque debe ser Valentia, tanto por la
evidente semejanza toponímica, como por la no excesiva
distancia con las restantes y su pertenencia a la misma
provincia Carthaginensis.
◁ Anagrama con el nombre del propietario del palacio de
Esta asimilación, además, encaja e interrelaciona fácilmente este personaje con el palacio de Pla de Nadal, a
catorce kilómetros de Valencia, donde se ha encontrado
un anagrama y un grafito con un antropónimo semejante a Teodomiro, como se expone en otro capítulo de esta
obra. El refinamiento, riqueza y simbolismo iconográfico
de Pla de Nadal se adapta muy bien con lo que se conoce
de la vida y la personalidad de Teodomiro. Un cronista lo
describió como: «Fuit enim Scripturarum amator, eloquentia mirificus, in praeliis expeditus», lo que retrata la triple
naturaleza de la formación de los visigodos laicos: religiosa, literaria y militar.
Teodomiro también representaría el aumento del
poder de la nobleza frente al rey, en un momento en que
las fuentes reflejan el fracaso de la centralización y de un
estado visigodo fuerte, con los duces provinciales formando una aristocracia protofeudal que concentraba en sus
manos el poder civil y militar.
Pla de Nadal. Foto: Rafa de Luis
/ 203
[page-n-206]
Pla de Nadal. Detalle del momento
de aparición de un fuste de
columna y un capitel durante la
excavación. Archivo Museu de
Prehistòria de València.
Teodomiro, bisagra de dos épocas: guerra y pacto
Las primeras noticias que se conocen de Teodomiro
son de su juventud, en la que fue guardia real, gardingo de
Égica, en 693, y estuvo a punto de perecer en una fallida
conspiración contra el rey. Entre el 700 y 702, en el reinado conjunto de Égica y Witiza, repelió una incursión naval
bizantina, de la que no se conoce su procedencia, aunque
haya opciones, como Septem (Ceuta), las Baleares, Sicilia
o Carthago. El caso es que, en los inicios del siglo viii, se
ha constatado que el litoral de la provincia Carthaginense,
tras más de setenta años de calma, volvió a sufrir incidentes bélicos controlados por las tropas visigodas al mando
de Teodomiro que, paradójicamente, ha trascendido más
por su papel negociador, tras ser vencido por los árabes
cerca de Orihuela, en el 713, que por esta victoria.
204 /
Entre la primera vez que tenemos constancia de
Teodomiro en este territorio, 700-702, y la segunda, 713,
pasó más de una década, lo que lleva a suponer que
este importante dignatario residiría continuamente en
la zona durante ese periodo. Las fuentes islámicas refieren que cuando los árabes llegaron al sudeste de la
península ibérica, en el 713, vencieron a las gentes de
Orihuela, —¿Orta?—, Valencia, Denia y Alicante, y pactaron con su jefe, el mencionado Teodomiro, las condiciones de su sumisión, que dejaba a las autoridades
visigodas con sus funciones y privilegios a cambio de
un tributo anual, en moneda y especie. Poco después,
nuestro personaje tuvo que ir a Damasco con el gobernador árabe Muza y otros prominentes personajes para
entrevistarse con el califa.
[page-n-207]
El territorio del Pacto de Teodomiro
El área que abarcaba este pacto se puede delimitar
a través de las ciudades que se mencionan en él, todas,
menos una, de aceptada identificación: Lorca, Orihuela,
Laqant/Alicante, Mula, B.q.s.ra/Begastri, Iyyuh/Eio/Elo. En
otras versiones se cambia Begastri por Ils/Ilici.
Las dudas se centran en la identificación de B.l.n.t.la/
B.n.tila, que normalmente se trascribe como «Balantala».
Como las restantes se centran en el sudeste, en las actuales
provincias de Murcia, Albacete y Alicante, se consideraba
problemática su identificación con Valencia, aparentemente más alejada de las otras, aunque por la toponímia
sería extraordinariamente convincente y se echa en falta
otra alternativa razonable. Debe ser Valentia, no sólo por
la semejanza toponímica y la no excesiva distancia con las
restantes, sino que, además, y sobre todo, por su común
pertenencia a la misma provincia, la Carthaginensis, con lo
que en conjunto presentan una clara coherencia territorial.
Además, tras los hallazgos de Pla de Nadal, Valencia
es aún más claro que sería esa no localizada Balantala.
Los siguientes argumentos avalarían la identificación:
Pla de Nadal. Grafito de Teudinir.
Museu de Prehistòria de València.
• La coincidencia del topónimo.
• Los hallazgos de Pla de Nadal, en Riba-roja de Túria,
donde, en una villa áulica, propiamente un palacio,
corresponder al mismo personaje, que sería el cons-
de fines del siglo vii, se ha encontrado un medallón
tructor del edificio, el coetáneo y famoso Teodomiro.
de piedra con el anagrama de un «Tebdemir». Estos
• La mención de que las tropas de Valencia lucharan
anagramas, normales en las leyendas monetales
contra los árabes, en 713, junto a las de Alicante,
visigodas, precisamente aparecen en las últimas
Denia, Orihuela y la desconocida Orta, bajo el man-
monedas de la ceca de Valentia y Saguntum. En el
do de Teodomiro, implicaría que este personaje se-
reverso de una venera de este edificio también apa-
ría el jefe militar visigodo del territorio comprendido
reció un grafito con el nombre «Teudinir», que debe
entre Lorca y Orihuela, al sur, y Valencia.
El dux Tebdemir y su tiempo. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
/ 205
[page-n-208]
vincia litoral y a que Teodomiro fuera su dux provinciae.
En esta línea, se ha descubierto recientemente la existencia de la ceca Aurariola, que acuñó moneda al menos en
el reinado de Sisebuto. Las otras dos cecas del territorio
valenciano, Valentia y Saguntum, que funcionaron al unísono en dos periodos cortos de tiempo, lo harían por los
mismos motivos coyunturales, una situación de inestabilidad y conflicto bélico, con la presencia anómala de contingentes militares a los que iban dirigidas las monedas.
No creemos que sea casualidad que la segunda etapa de
actividad de las dos cecas valencianas coincida con los
reinados de Égica y Witiza, y con la larga estancia en estas
Vista este de la nave central de Pla de Nadal en la actualidad.
Foto: Albert Vicent Ribera
Si trasladamos este espacio a la estructura administrativa de época visigoda, fácilmente se asimila nuestro
personaje a un dux provincial que gobernaría un territorio
tierras de Teodomiro.
La ausencia, entre las ciudades que continuaron en
manos de Teodomiro, de lugares tan relevantes como
Saetabis y Dianium, que fueron sedes episcopales, o la
misma Saguntum, también se puede entender como que
serían expresamente excluidas del pacto y ocupadas por
que, no creemos que casualmente, coincida con los límites
los árabes, dadas sus especiales características militares
del litoral de la provincia Carthaginensis. Teodomiro sería
y estratégicas, frente a las restantes, que salvo Valentia e
el representante oficial del Estado visigodo, que es como
Ilici, fueron centros menores. El carácter palatino del edi-
aparece al llegar Abd el-Aziz. Las turbulencias del final del
ficio de Pla de Nadal induce a pensar que en el entorno de
Reino visigodo lo habrían convertido en uno de los podero-
Valencia debería estar la residencia oficial de Teodomiro
sos duces, auténticos señores protofeudales, típicos de los
y su centro de poder. Se plantea la posibilidad de que no
estertores de la monarquía toledana y que no siempre aca-
fuera erigido a fines del siglo vii, sino ya en el siglo viii,
taban las ordenes reales, como puede ser el caso, por su
después del 713, cuando su autoridad seguramente sería
condición de miembro destacado de la facción de Witiza,
aún mayor que en la etapa visigoda.
opuesta al último monarca, Rodrigo, dux de la Bética, otro
representante de estos señores regionales.
El contenido del pacto es una preciosa fuente de información sobre la actividad económica del momento, ya
La mención, en el anónimo de Ravenna, de la pro-
que, junto a la imposición monetaria en oro, detalla los
vincia de Aurariola, daría carta de naturaleza a esta pro-
productos y cantidades que se debían tributar en especie
206 /
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Pla de Nadal. Detalle de la decoración de las impostas de los arcos de la
planta baja. Foto: Rafael de Luis
a los nuevos que ahora ejercían el poder, en concreto: trigo, cebada, vinagre, miel y aceite.
La ciudad de Valentia
Frente a la innegable actividad del complejo construido alrededor del palacio de Pla de Nadal, en la ciudad
de Valencia, por el contrario, la escasa o nula evidencia
arqueológica indica una parálisis edilicia y cierta perduración sin apenas cambios del núcleo cristiano hasta mediados del siglo viii.
El dux Tebdemir y su tiempo. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
Aunque no se descarta que algunas de las grandes
tumbas colectivas del cementerio del grupo episcopal
también llegarán a este momento, con este periodo final sólo se relaciona la tercera fase de esta necrópolis, la
denominada mozárabe, de la que nos han llegado pocas
sepulturas, siempre situadas alrededor de los dos centros
de atracción funeraria: la memoria martirial y el mausoleo
cruciforme. Este último cementerio cristiano se caracteriza por la vuelta a los sepulcros individuales dentro de
fosas delimitadas por piedras de pequeño y mediano
/ 207
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Pla de Nadal. Fachada principal del palacio, donde se conservan el
arranque de las ventanas y los basamentos de los soportes del pórtico de
entrada. Foto: Rafael de Luis.
208 /
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tamaño. Aunque estas tumbas suponen la perduración
díos, como deja constancia un molino encontrado muy
innegable del carácter cristiano de la zona, además del
cerca de la ciudad. En el territorium o en sus proximida-
cambio tipológico funerario, también se detectan otros
des, se conoce una temprana islamización (siglo ix) de
indicios de la nueva situación, al encontrarse entre las
enclaves estratégicos como Alzira ‘Jazīrat Xuqar’ en un
piedras que formaban las nuevas tumbas elementos del
meandro del Júcar que controlaba el paso sobre el río
mobiliario litúrgico, como fragmentos de canceles y de
y el castillo de Cullera, que vigila la desembocadura del
altares, lo que supondría los primeros pasos de la desa-
mismo río, zona de arribada de la preciada madera de
fección al culto cristiano.
los bosques del interior. La islamización del territorio
Hasta el siglo x no se aprecia nueva actividad cons-
y la ciudad de Valencia, pues, no se iniciaría en el 711,
tructiva. En el antiguo barrio episcopal, surgió un barrio
sino cuarenta años más tarde, para implantarse definiti-
artesanal sobre la memoria martirial y la antigua curia
vamente en el siglo x, cuando esta zona se incorporó al
que fueron arrasadas, mientras que de la fase construc-
Califato de Córdoba.
tiva visigoda aún se utilizaron, hasta el siglo xi, las estructuras de abastecimiento hidráulico: el pozo y la noria. El
Tras Teodomiro.
baptisterio fue muy remozado en su interior y en los si-
El final de la primera época cristiana (siglo viii)
glo xi y xiii fue integrado en las fortificaciones del alcázar,
En la zona valenciana, el repentino colapso del reino
mientras el mausoleo cruciforme se transformó en unos
visigodo, provocado en el 711 por la invasión árabe, no su-
baños y la catedral, en mezquita. También en el siglo x,
puso una rápida ruptura de la sociedad ya que la islamiza-
en la parte norte, junto al rio, y en varios lugares, se han
ción fue un proceso lento, que en lugares como Córdoba
señalado instalaciones para el tratamiento de pieles, in-
sólo culminará en el siglo x. En la mayor parte del País
dicio claro de cierta organización de la vida artesanal y
Valenciano, además, a través del pacto de Teodomiro, el
comercial ligada al retorno de modo de vida urbana, per-
modo de vida anterior permaneció bastante inalterado
dido durante parte del siglo viii y el ix. En el centro, donde
hasta mediados del siglo viii, cuando, en el sur, en lo que
estuvo el foro y el grupo episcopal, la topografía islámica
sería la cora de Tudmir, la instalación organizada de con-
se impuso con rotundidad en el siglo xi, cancelándose lo
tingentes árabes encuadrados militarmente, acabó con
que pudiera subsistir de la ciudad cristiana, que volvió a
esta perduración visigodo-cristiana.
resurgir en el siglo xiii, con el inicio de una nueva cristia-
El contexto histórico general indicaría que la islami-
nización de los topónimos, que son los que persisten en
zación se aceleraría entre el 743 y 744, con la llegada y el
la actualidad.
asentamiento en la zona alicantino-murciana de una frac-
En el entorno de la ciudad, a partir del siglo x ya se
ción egipcia del ejército sirio de Balg, uno de cuyos com-
había consolidado y organizado un entramado de rega-
ponentes, Jattab, aun en vida de Teodomiro, se casó con
El dux Tebdemir y su tiempo. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
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su hija, que aportó dos alquerías como dote e inició la integración de las antiguas elites con los recién llegados de
estirpe árabe. Uno de sus descendientes, en el siglo x, aún
era cadí de Sharq al-Andalus, el territorio entre Orihuela y
Tortosa. Por el contrario, la zona alrededor de Valencia vio
la instalación, más o menos espontánea pero mayoritaria
de núcleos bereberes que bien pronto, ya en la segunda
mitad del siglo viii, pusieron de manifiesto su escaso apego al poder central cordobés, apoyando a usurpadores,
como Abdallah, apodado «Balansí», que llegó a ver reconocido su control político del territorio valenciano por
el emir omeya de Córdoba, su sobrino. La autonomía de
facto de esta área será su estado normal hasta la implantación del Califato.
En este contexto de inestabilidad, las fuentes
históricas señalan que, entre el 778 y 779, Valentia
fue destruida en el trascurso de una revuelta, momento que pondría el final de la ciudad tardoantigua y el inicio de la islámica. Sin embargo, la arqueología de Valencia ha sido muy parca para estos momentos de transición, tanto para el siglo viii
como para el ix. Donde la arqueología se ha mostrado elocuente para este momento es en el Tolmo de
Minateda (Hellín, Albacete), una de las ciudades del
Pacto, que se ha convertido, junto a Mérida, en el mejor referente arqueológico de este periodo. No podemos
dejar de mencionar la ocupación de su basílica en el siglo viii por una modesta zona artesanal, clara evidencia
de la desafección al culto cristiano y de la continuidad
de los antiguos edificios.
210 /
Del interior de las provincias de Castellón y Valencia,
y del norte de la de Alicante se conocen una serie de yacimientos en altura que estarían habitados entre los siglos
viii y x, cuya cultura material es extremadamente pobre,
limitada y sencilla, dominada por las denominadas «ollas
valencianas». Sería el caso de Monte Mollet (Vilafamés),
Monte Marinet (Xodos), Castellar de Meca (Ayora), el
Molón (Camporrobles) y el Pic Negre (Cocentaina). Habría
que ver en estos lugares los asentamientos iniciales de
esos grupos bereberes. Más al sur, la datación entre los
siglos viii y x del cementerio islámico instalado sobre la
antigua Lucentum sería un claro indicio de la temprana
islamización de esta zona.
El similar destino fatal de prácticamente todas las
ciudades integradas en el Pacto, al menos de las que se conocen arqueológicamente (Elo, Ilici, Valentia, Lucentum),
unidas por un claro proceso desintegrador y desurbanizador, que acabó con su desaparición por abandono,
traslado o destrucción, vendría a señalar que, a partir de
fines del siglo viii, el principal y casi único desarrollo urbano se daría sólo en los nuevos núcleos musulmanes,
origen de las actuales Hellín, Elche o Murcia, en los que
se instalarían los foráneos y los pobladores locales que se
convertían al islam. Sólo Valencia perduró, sin descartase
un cierto periodo de abandono, aunque cada vez parece
más evidente su escasa o nula importancia hasta el siglo x,
etapa en la que llegó a perder su nombre, sustituido por
el de Madinat al-Turab ‘la ciudad de tierra’, de controvertida traducción y de no menos debatida interpretación,
aunque siempre relacionada con su pérdida de categoría.
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Reconstrucción infográfica del palacio de Pla de Nadal.
Arquitectura virtual. Ajuntament de Riba-roja de Túria
El dux Tebdemir y su tiempo. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
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Pla de Nadal (Riba-Roja de Túria),
el palacio de Tebdemir
Albert Vicent Ribera i Lacomba, Miquel Rosselló Mesquida
Pla de Nadal da nombre a un edificio de la zona de los
Carasoles, en término de Riba-roja de Túria, situado a
veinte kilómetros al noroeste de Valencia. Su entorno es
llano y nada accidentado. Fue identificado en 1971 por el
Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de
Valencia (SIP) cuando aparecieron algunas piezas de decoración arquitectónica, al remover la tierra para plantar
naranjos, acción con la que se destruyó más de la mitad
del edificio. La parte conservada correspondía al lado sur,
que era la fachada principal. Antes de las excavaciones
parecía un pequeño montículo.
Las excavaciones arqueológicas se hicieron entre
1981 y 1989, dirigidas por Empar Juan, con la colaboración del arquitecto Ignacio Pastor. La excavación consistió en la limpieza, documentación y selección de una cantidad enorme de escombros y de piezas arquitectónicas.
◁ Capitel con decoración de veneras recuperado
en Pla de Nadal. Ajuntament de Riba-roja de Túria.
Foto: Rafael de Luis
Los restos correspondían a un mismo período y un solo
edificio que había sufrido un gran incendio, como mostraban las vigas y otras maderas carbonizadas y las señales
que el fuego dejó en las paredes. El edificio fue saqueado
antes de su incendio y destrucción, porque los hallazgos
muebles eran muy escasos, solo algunos objetos de metal, que estarían fijados en las paredes, y pocas cerámicas,
que han permitido establecer la destrucción a partir de
las postrimerías del siglo vii o, más probablemente, ya en
el siglo viii avanzado. Hay una pequeña botella, que se
parece a la típica visigoda, una olla sin asas y decoración
incisa, evolución local de recipientes de Valencia y su territorio entre mediados del siglo vi y la mitad del siglo vii.
Otra olla con asas es similar a las del Tolmo de Minateda
(Hellín, Albacete) del siglo vii avanzado. También hay un
fragmento de ánfora globular, típica de Valencia desde
final del siglo vi.
Pero los elementos más destacados de este lugar
impresionante son los de la estructura constructiva, tanto
/ 213
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Vista aérea de Pla de Nadal antes de su consolidación y restauración. Museu de Prehistòria de València.
los conservados in situ, como la gran cantidad de piezas
arquitectónicas.
El edificio y su entorno
El complejo arquitectónico constaba de una planta
baja, más austera y funcional, y un piso superior, totalmente colapsado, que debió de ser la planta noble, residencial y representativa.
Se conserva toda el aula central de la fachada sur,
de 17 m de longitud y 5,30 m de anchura, con cuatro
accesos centrados, una a cada lado: dos principales
(norte/sur), uno abierto en el pórtico exterior y otro en el
desaparecido patio interior. Los dos secundarios (este/
oeste) daban a los vestíbulos laterales, a modo de atrios
accesibles a través de tres arcos de herradura que tam214 /
bién daban a los porches laterales. El piso de la planta baja era la misma tierra natural dura y solidificada, y
serviría como área utilitaria y de servicio: zona de paso,
establo y/o almacén.
La primera planta debía de ser la zona noble, la pars
dominicata. De esta cámara superior vendrían la mayoría,
si no todas, las esculturas recuperadas. Las cubiertas eran
de tejas llana y curva, de tradición romana, lo que indicaría tejados a aguas diferentes, con un elaborado sistema
de evacuación con gárgolas. El edificio tiene una estructura compacta que, con las torres angulares, le da un aire
de palacio-fortaleza, que es lo que vendría a ser.
Al nordeste de la zona excavada, pero muy cerca, se
encuentran los restos de una estructura alargada y físicamente separada y de difícil interpretación, en gran parte
destruida por tareas agrícolas.
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A la estructura original se añadieran algunos ele-
La técnica de construcción
mentos. En los alrededores de los dos accesos laterales
A pesar de que el edificio había sido quemado, se
y menores, el este y el oeste, se reforzaron considerable-
conserva en muy buen estado. Las paredes son de casi
mente los muros, ya muy anchos de origen, lo que indica-
un metro de grueso y en algunas partes han llegado a una
ría la aparición de algún problema estructural importan-
altura de 2,35 m, lo que ha permitido identificar varias
te. En la parte sur de la torre occidental se adosó un muro
ventanas. Los muros no tenían ningún cimiento, ya que
ligero que continuaría hacia el sudeste, y que podría ser
apoyan directamente en el sólido suelo natural. Pese a
una especie de cierre.
ello, los potentes paramentos son suficientes para crear
Al sur de Pla de Nadal se conocía otro yacimiento
una más que potente y resistente estructura constructiva.
coetáneo, nombrado Pla de Nadal II. A pesar de eso, en
Entre los materiales de construcción hay una buena
1989, la construcción de una carretera lo destruyó por
cantidad de grandes piedras romanas reutilizadas, aunque
falta de controles. Antes solo se había hecho un sondeo
la mayoría de los muros son de mampostería pequeña e irre-
que localizó el ángulo de un edificio arrasado. También
gular de piedra calcárea local blanda, así como las dovelas,
se recuperaron algunos elementos de decoración arqui-
las piezas decoradas y otros elementos pétreos tallados. Al
tectónica, principalmente frisos, con temas semejantes a
contrario, las piezas robadas de edificios romanos son de
Pla de Nadal. También se ha recuperado una losa con un
buenas dimensiones y del tipo llamado «de piedra azul»,
agujero cuadrado en el centro y decorado por los cuatro
una calcárea muy dura procedente de la sierra Calderona,
lados, que seguramente era una mesa o un altar, lo que
en los límites entre las provincias de Castellón y Valencia,
indicaría la función religiosa del edificio.
que se empleó intensamente en la arquitectura pública de
Los tres edificios, y otro más probable al sur, formarían parte de un mismo conjunto edilicio. Pla de Nadal,
pues, no debía ser un palacio aislado sino el centro de un
complejo más amplio.
las ciudades romanas de Edeta, Saguntum y Valentia, justo
en el medio entre las que se encuentra Pla de Nadal.
Las piedras reaprovechadas en el palacio visigodo
seguramente vendrían de Edeta, porque es la ciudad más
El esquema arquitectónico presenta elementos de
próxima y estaba abandonada, o había dejado de ser un
continuidad con la tradición de la villa clásica, porches y
casco urbano, desde finales del siglo iii dC, aunque se co-
peristilo central; pero también añade nuevos elementos,
nocen actividades productivas y algunos edificios roma-
como el desarrollo de la planta residencial y las estan-
nos que, como las grandes termas, se cristianizaran y per-
cias de representación en el piso superior, característico
duraran, por lo menos, hasta el siglo vii. Una buena parte
de algunas villae africanas del final del período romano
son grandes sillares que aún se encuentran insertados
y que ya encontramos en palacios paleobizantinos de
en las paredes del edificio, formando normalmente las
los siglos v y vi.
esquinas de las grandes torres. Otros se han recuperado
Pla de Nadal (Riba-Roja de Túria), el palacio de Tebdemir. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
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sueltos entre los escombros provenientes de la parte su-
arquitectónica, más de ochocientos, que cayeron de la
perior de la planta baja y de la planta superior. Estos son
planta superior y de las fachadas. Su variedad también
de formas y formatos más diversos e incluyen capiteles,
es notable, con grandes capiteles, algunos hechos ex
fuste de columna, pilastras y piezas decoradas.
professo y otros reutilizados de época romana. Otros más
Las excavaciones demostraron que la mayor parte
pequeños, y más abundantes, vendrían de ventanas y pe-
de los muros debían de estar enlucidos, aunque ahora el
queños arcos. Había un montón de frisos decorados, con
efecto de la intemperie ha dejado las paredes con la pie-
tres motivos diferentes en su decoración por lo menos,
dra al aire. También se hizo patente que había una bue-
que debían de ser tanto de arcos como de tramos hori-
na proporción de decoración de yeso, que desapareció
zontales. Se conocen también columnas, claves, gárgolas,
poco después de quedar expuesta a exterior. Es un fenó-
cruces patadas y varias piezas decorativas del exterior.
meno común en el mundo tardoantiguo peninsular y no
obedece a importaciones orientales, como se pensaba. El
La decoración escultórica y el programa iconográfico
problema para su estudio ha sido la escasa presencia y la
La decoración escultórica y el programa iconográfico
difícil conservación de este tipo de ornamentación, como
forma el conjunto más numeroso de la Hispania visigoda
en el mausoleo-iglesia de Santa María de Melque (Toledo),
y uno de los más significativos del mundo tardoantiguo
que conserva parte de la decoración de estuco que cubría
occidental. Es muy interesante también por las circuns-
las bóvedas en el arranque de las conchas. Los estucos
tancias de su descubrimiento, ya que, al contrario de lo
se han conservado muy deteriorados, con una iconogra-
que normalmente pasa, estos elementos decorativos de
fía similar a la de la escultura. El edificio también estaría
la planta superior se han encontrado in situ, en los niveles
decorado con pinturas, como indican los restos de policro-
de destrucción del edificio. Se caracterizan por una gran
mía conservados en los estucos. Conocemos pinturas en
diversidad funcional y tipológica, y una iconografía muy
este período en el grupo episcopal de Égara (Terrassa).
específica. También son interesantes por la técnica de
Se detectó la abundante presencia de madera car-
trabajo escultórico, obra de talleres áulicos.
bonizada, que caería del forjado del primer piso. El pa-
El conjunto se puede dividir en dos grupos. Por una
vimento de la planta superior sería un tipo de opus sig-
parte, las piedras romanas reutilizadas, que son las de
ninum en combinación con ladrillos de cerámica de 22 x
menor número, pero de buena calidad y de gran tamaño,
22 x 5 cm sobre un pobre mortero de cal y cantos de río,
y que principalmente cumplirían una función arquitectó-
como una especie de rudus. Los ladrillos llanos (tegulae)
nica y estructural. De otra, las más pequeñas y numerosas
y curvos (imbrices) indican que los tejados debían ser a
trabajadas in situ por varias manos o talleres, que eran los
dos aguas. Lo que más destaca del sistema constructivo
elementos ornamentales y decorativos de la sala principal
es la gran cantidad de elementos sueltos de decoración
de la planta superior, aunque alguna podría pertenecer a
216 /
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la fachada, como es el caso de las ventanas. También hay
una función y que acabaran haciendo otra diferente para
muchos elementos de carga: columnas, bases, capiteles,
la que originalmente estaba pensada. Una vez colocadas
claves, etc. aunque la función decorativa era seguramen-
las piezas de escultura, los estuquistas y los pintores com-
te la predominante. Hay una repetición constante de los
pletaban la decoración de las salas.
temas de veneras y los trifolios en las partes que forman
Los elementos decorativos de los frisos, principal-
el interior de los arcos. Hay que destacar algunas piezas
mente flores de lis enlazadas, vides con uva, hojas y pal-
únicas, como los calados, las rosetas y las almenas que
meras y series de veneras, forman un programa icono-
coronarían el edificio, tal como era habitual en la arqui-
gráfico muy elaborado y complejo, susceptible de varias
tectura de inspiración clásica y oriental.
interpretaciones simbólicas, no solo de carácter religioso,
El grupo escultórico permite reconstruir el proceso
aun cuanto eso está muy presente.
de trabajo de los talleres. En el lugar no trabajó un único
La venera, aunque normalmente debía ser un sím-
taller, sino varios al mismo tiempo, ya que las cualidades
bolo de la regeneración del bautismo cristiano, también
entre los elementos decorativos son muy diferentes y hay
puede actuar, según su posición en el edificio, en los
que descartar la existencia de fases de construcción di-
espacios simbólicamente más importantes (ábside, exe-
ferentes. Esta circunstancia se debería a la necesidad ur-
dra) de la arquitectura de la representación y el poder. La
gente de concluir el trabajo con mayor celeridad.
mayor parte de la decoración consiste principalmente en
La mayor parte de la obra escultórica era piedra local,
frisos de veneras y trifolios, que son una constante en la
normalmente calcárea de diferentes tipologías y calcare-
decoración de los edificios de la Toledo visigoda, como
nitas, que se extraerían de las canteras cercanas. Es un ma-
las veneras reutilizadas por Abd al-Rahmán iii en la puerta
terial fácil de tallar y trabajar, de básica función ornamen-
de Alcántara, de probable procedencia del antiguo preto-
tal. Sobre la piedra se trazaba la forma de la decoración
rio visigodo situado en la parte alta de la ciudad.
con una especie de tinte rojo con pinceladas que son aún
Los artesanos que construyeron y decoraron Pla de
perceptibles en algunas piezas. Posteriormente, este trazo
Nadal se inspiraron en modelos artísticos que se basaban
inicial es revisado con un punzón o brújula (¿compás?) y
en el arte bizantino, pero tanto el estuco y la decoración
se cortaba directamente con el cincel. Este procedimiento
escultórica presentan una riqueza y un estilo barroco que
explica la diferencia en la calidad de las tallas, teniendo
le da una personalidad propia. La obra escultórica se
en cuenta la existencia de distintos talleres con calidades
vincularía a talleres de la desaparecida corte de Toledo.
muy diferentes al final del trabajo. Parece claro, sin em-
Tal vez siguiendo un fenómeno semejante al que habría
bargo, que hubo una cierta especialización del trabajo y
unos siglos más tarde, después de la caída del califato de
las mejores piezas corresponden a las piedras más duras.
Córdoba, donde los diferentes talleres áulicos del califa
Es frecuente la reutilización de partes que se destinaban a
continuarían su trabajo en otros lugares.
Pla de Nadal (Riba-Roja de Túria), el palacio de Tebdemir. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
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Algunos han sugerido que debió de ser construida
en el período de los emires árabes y que sería el reflejo
de un auge de la construcción general de los inicios de la
dominación musulmana, bajo las directas influencias de
los omeyas. Sin embargo, el edificio sigue cánones claros
dentro de la arquitectura y del arte visigodos de tradición
romanobizantina. Por la epigrafía y los detalles decorativos está claro que sus usuarios eran cristianos y utilizaban el latín, y no se puede relacionar con el islam o con
el mundo árabe.
La proximidad del recinto fortificado de València la
Vella, también en Riba-Roja de Túria, indicaría alguna relación, pero los estudios de ambos lugares sugieren que
no coincidirían en el tiempo. La numerosa cerámica encontrada recientemente en València la Vella indica que el
yacimiento existió entre la segunda mitad del siglo vi y el
fin del siglo vii, lo que dejaría un lapso entre el abandono
Pla de Nadal. Pináculo de forma triangular con decoración en
ambos lados, se ha propuesto que coronara las torres del edificio.
MUPLA-Ajuntament de Riba-roja de Túria.
de un lugar y el inicio del otro, sin descartar que uno sustituyera al otro.
Por la conjunción de argumentos arqueológicos y,
Interpretación del conjunto
sobre todo, epigráficos, caso de un monograma en forma
Durante las primeras campañas, cuando la plan-
de cruz en un clípeo (Tebdemir) y un grafito grabado de-
ta del edificio no era conocida, surgieron propuestas de
trás de una venera, con el mismo nombre (Teudinir), su
interpretación de esta singular construcción (iglesia, mo-
construcción se tendría que vincular a la figura del dux
nasterio, etc.), hasta que se identificó correctamente con
Teodomiro, del período visigodo final, ligado a los reyes
una gran villa áulica, un palacio, del final del período visi-
Égica y Witiza, que gobernó el sudeste peninsular, donde
godo. Es un excepcional conjunto palatino en el territorio
luchó y pactó con los árabes, que le dejaron a su cargo.
de Valentia y debe ser entendido en íntima relación con
En Pla de Nadal se daría la extraordinaria y afortunada
la Ciudad. Responde al modelo de origen bajoimperial de
circunstancia no solo de conocer el nombre del usuario del
las villae de galería y torres en las esquinas, un piso supe-
edificio, sino de disponer de claros argumentos para iden-
rior y un peristilo central.
tificarlo con un importante personaje histórico de este terri-
218 /
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torio en el ocaso del reino visigodo de Toledo y el comien-
el complejo de Qars ibn Wardan (Siria), la residencia de un
zo de la llegada de los árabes. Coincidirían en el tiempo
dux bizantino (alto mando militar que rige una provincia),
la construcción de este palacio-fortaleza y la presencia de
donde, alrededor de un palacio similar, había otros dos
Teodomiro como rector del territorio que iba de Valencia a
edificios exentos, que han sido interpretados como una
Almería, primero como gobernador dependiente del rey de
iglesia y un cuartel.
Toledo y después, con la misma función, como vasallo, re-
Este esquema sería seguido en otros conjuntos
gulus, reyezuelo, del califa Omeya de Damasco, para el cual
palatinos del mundo Omeya y se reproduciría en los
recaudaba los impuestos de su territorio. El palacio proba-
ambientes áulicos de la corte asturiana, en las afueras
blemente era el centro de poder de un amplio territorio.
de Oviedo, en la zona del Naranco, con el palatium de
En este contexto político es donde debería encajar
Santa María y la iglesia de San Miguel de Lillo. El mismo
la construcción del complejo palatino de Pla de Nadal,
esquema ya estaría presente en la propia corte visigoda,
siguiendo patrones artísticos ya establecidos en anterio-
caso de Gérticos, probablemente ubicada en la actual
res edificios áulicos de los reyes y la nobleza visigótica de
provincia de Valladolid, la finca de esparcimiento del
inspiración bizantina.
rey Recesvinto, y donde será nombrado el nuevo monar-
La tipología y la riqueza decorativa de los elemen-
ca Wamba.
tos escultóricos y arquitectónicos del edificio apunta-
Los últimos ejemplos de esta arquitectura residen-
rían a un conjunto de carácter oficial de tipo cortesano
cial palatina aún se encontrarían en muchos palacios de
y residencial, relacionado con un personaje importante
Constantinopla de los siglos x al xii, que mantienen la arti-
de la élite civil más que eclesiástica, probablemente el
culación de un tramo central rectangular con dos niveles,
famoso Teodomiro de Orihuela, posibilidad más que
porches laterales y torres, y aula de representación con
obvia sustentada por las hallazgos epigráficos del grafito
numerosas ventanas decoradas con celosías mediante
«Tevdinir» y el medallón con el nombre «Tebdemir», se-
calados, como Pla de Nadal. Esta supervivencia de la ar-
mejante a otros de la iglesia de Quintanilla de las Viñas,
quitectura residencial en la Edad Media también se da en
y que también se encuentran en los dinteles de las puer-
Hispania, como se ve en Toledo.
tas del palacio de Qars ibn Wardan, que lo fechan entre
los años 565-572.
El complejo fue destruido algunas décadas después
de su construcción, ya en el siglo viii. Probablemente,
Junto al más desconocido edificio de Pla de Nadal II
en el momento del ataque a Valencia por el ejército del
y de los restos de otros dos cerca del palacio, cabe pensar
emir Abd al-Rahmán I, que el año 778-779 sofocó una re-
en un amplio conjunto residencial, vistos en otros lugares
vuelta en esta zona. Como residencia del gobernante del
similares, como es el caso de algunos palacios de la ar-
territorio, era un objetivo militar y económico evidente
quitectura civil de la dinastía de Justiniano, en particular
en este conflicto.
Pla de Nadal (Riba-Roja de Túria), el palacio de Tebdemir. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
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Diferentes esferas, diferentes dinámicas.
La transformación de Valencia
y su región durante el siglo viii
Julián M. Ortega, Universidad de Zaragoza
Hace ahora cincuenta años, en 1969, apareció dentro de
las páginas de la revista Mélanges de la Casa de Velázquez,
el órgano de difusión de la institución cultural francesa
del mismo nombre, un artículo firmado por un joven investigador, Pierre Guichard, bajo el título «Le peuplement
de la région de Valence aux deux premiers siècles de la
domination musulmane». En él, su autor se preguntaba
por las razones que justificaban la ausencia casi total de
testimonios escritos sobre la temprana implantación de
los musulmanes en esta región «lejana, mal conocida y
muy a menudo hostil». Las respuestas de Pierre Guichard
en este seminal trabajo, que se fundamentaban en el uso
combinado de los textos y la toponimia, apuntaban más a
los prejuicios etnocéntricos de los cronistas árabes contra
los bereberes que a su escasa densidad demográfica, que
◁ Grabado del rey Rodrigo. Retratos de los reyes de España desde
Atanarico hasta nuestro católico monarca don Cárlos III..., p. 218.
García de la Huerta, Vicente (1734-1787) Rodríguez, Manuel Mariano
(1729-1802) - grab. Ibarr. © Biblioteca Nacional de España.
parecía particularmente elevada en esta parte de al-Ándalus. El apoyo de la arqueología a esta tesis vino después, gracias a la intensa colaboración de Guichard con
André Bazzana. Su caracterización del paisaje tribal, generado por la instalación de los bereberes en el medio rural, pronto señaló el papel determinante que adquirieron,
al parecer desde fechas tempranas, los pequeños asentamientos campesinos denotados por la toponimia en
«Beni-» y las fortificaciones, llamadas ḥuṣūn en los textos
árabes, que sirvieron de refugios colectivos a una población campesina siempre celosa de su autonomía política.
El principal rasgo conceptual de esta narrativa ha sido
desde sus primeros esbozos una clara propensión a centrar su atención en la caracterización de las estructuras sobre los procesos de cambio social. Mi aproximación a esta
cuestión en las siguientes páginas intentará seguir una línea distinta, procurando realizar un breve repaso a los principales contextos materiales del siglo viii para tratar de observar qué tipo de transformaciones detonó la conquista
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islámica de Spania en el 711 y distinguir las
dinámicas que llevaron a la desaparición en
esta región del legado visigodo.
Comenzaré por las ciudades, el objetivo militar prioritario de los combatientes
musulmanes. Ningún testimonio de violencia atribuible al avance musulmán ha sido
detectado hasta la fecha en las viejas ciudades que consiguieron retener su papel
de cabecera regional. Lo que sí ha dejado
rastro es uno de los acuerdos de paz negociados entre la máxima autoridad de aparato administrativo y militar de ocupación y
un alto representante del Estado godo en la
zona, el suscrito en abril de 713 por el emir
ˁAbd al-ˁAziz y el ¿dux?, ¿comes? Teudemiro,
cuya aplicación se extendía a los territoria de
Orihuela, Mula, Lorca, B.l.nt.la (¿Valencia?),
Alicante, Ello (Minateda) y Elche (o Begastri).
Todo indica que durante unas décadas el
pacto fue respetado, probablemente debido al mantenimiento, durante esta primera
etapa, de la autoridad episcopal como correa de transmisión entre la población local
y el poder musulmán. Sin embargo, hacia
mediados de siglo, el pacto debió quedar en
papel mojado. Ello explica que, en el Tolmo
de Minateda (Hellín), el conjunto formado
Mapa de los lugares citados en el texto. Se añaden la
distribución de los topónimos en Beni- a partir de un
volcado sistemático de los presentes en los mapas
del IGN a escala 1:25.000.
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por la basílica y el palatium episcopal asistieron desde
Los testimonios directos del establecimiento de los
esas fechas a sucesivas campañas de expolio, que des-
conquistadores en las ciudades y toma de control de sus
embocaron en la instalación de una barriada residencial
principales resortes de poder son, pues, muy tenues. El
plenamente constituida hacia finales de la octava centuria.
principal tal vez sea el que proporciona la moneda. Las úl-
Por su parte, el urbanismo de la antigua Lucentum ha-
timas emisiones monetarias de los monarcas godos en la
bía experimentado, durante la segunda mitad del siglo VII,
región corresponden a las batidas en las cecas de Sagunto
una retracción tan severa que apenas constituía un cas-
y Valencia en tiempos de Égica-Witiza (698-702). Su circula-
trum aupado sobre la cima del Benacantil, en torno al
ción parece haber sido en todo caso limitada, como sugie-
que se desperdigaban algunas pequeñas implantaciones
re su ausencia entre los hallazgos registrados en el levante
rurales con cementerios anejos. El paso a dominio mu-
y sudeste peninsulares, donde solo figuran el tremís de
sulmán parece haber alterado poco las rutinas de estos
Égica-Witiza acuñado, hallado en la Alcudia de Elche y la
establecimientos, que, desde luego, no experimentaron a
serie documentada en el Tolmo de Minateda, compuesta
corto plazo nada parecido a un florecimiento, más bien lo
por un tremís de Égica-Witiza y otros cuatro más acuña-
contrario. Los únicos testimonios claros de actividad du-
dos durante el reinado en solitario de Witiza (702-710).
rante los primeros compases del siglo viii se concentran
En cualquier caso, la moneda andalusí de primera época
en torno a la Albufereta, en el pequeño establecimiento
tampoco resulta muy abundante. Los hallazgos de dinares
del Tossal de les Basses y la gran necrópolis del Tossal de
se reducen al ejemplar con leyenda latina acuñado en el
Manises, a la que luego me volveré a referir.
norte de África, entre los años 704-714, que apareció en
Más al norte, Valentia evidencia mejores condiciones
Sagunto. Los dírhams, por su parte, están representados
para conservar algo de su anterior vigor urbano en torno
por dos ocultaciones, una descubierta en Yecla y otra en
a su monumental episcopium, que se mantuvo sin gran-
Alicante en 1913, cuya última moneda fue acuñada en 742.
des cambios, aunque de manera poco intensa, hasta me-
Los feluses presentan una localización parecida, muy con-
diados del siglo viii, momento en el que pueden fecharse
centrada en el actual espacio alicantino. Esta desigual dis-
unas pocas sepulturas localizadas en torno a la memoria
tribución ha sido relacionada por el control fiscal ejercido
martirial y el mausoleo cruciforme. La instalación de la
en Tudmīr del ŷund egipcio establecido en esta zona.
nueva autoridad islámica tampoco tuvo aquí un impacto
El problema del control territorial de los conquista-
inmediato sobre el urbanismo. Los contextos andalusíes
dores, más allá de los maltrechos recintos urbanos, es
más tempranos detectados hasta la fecha corresponden
una cuestión sujeta a debate. En el medio rural, el rastro
con pocas excepciones a rellenos de colmatación de silos
dejado por las campañas militares resulta tan impercep-
o fosas del siglo ix y algunas instalaciones artesanales de-
tible como en las ciudades. La única excepción, dudosa,
dicadas al curtido de pieles.
corresponde al gran recinto fortificado del Punt del Cid
Diferentes esferas, diferentes dinámicas. La transformación de Valencia y su región durante el siglo viii. Julián M. Ortega
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(Almenara), que en alguna ocasión ha sido identifica-
Molón (Camporrobles), cuya existencia se prolonga desde
do como un campamento de época de la Conquista. La
mediados del siglo viii hasta bien entrada la siguiente cen-
posterior ocupación y administración temprana también
turia. Es también seguro que algunos de los antiguos castra
plantea numerosas incógnitas. Algunos autores han sos-
volvieron a ser ocupados, seguramente en el contexto de la
tenido la existencia de torres de comunicación óptica que
fitna del siglo ix, como sugieren los ejemplos, ya citados, de
habrían servido como puntos de soporte del aparato de
el Zambo, el Castellar de la Morera y el Castellar de Alcoy.
control territorial para los conquistadores, pero los apo-
Una dinámica semejante se puede entrever, más al norte,
yos materiales de esta idea son bastante endebles.
en lugares como El Castillón (Manzanera), Monte Mollet
Distinto es el problema que afecta a los establecimien-
(Villafamés) y Monte Marinet (Chodos). Más allá de la inde-
tos situados en topografías destacadas que comenzaron a
finición cronológica que todavía complica los intentos por
surgir a partir de finales del siglo iv. Se trata de pequeños
acotar los trechos de ocupación en estos asentamientos, el
poblados enriscados sobre cotas considerables que com-
problema principal que continúan planteando este grupo
pletan la capacidad defensiva de su posición con cierres
de asentamientos es el de la identidad de sus ocupantes,
amurallados, a veces extensos pero muy simples en su di-
aunque existen indicios que apuntarían a la presencia de
seño y ejecución: fábricas de piedra seca, cortinas adapta-
elites en algunos de ellos, como el Monastil.
das al terreno, ausencia de bastiones de refuerzo, accesos
La desorganización de las redes de poder aristocráti-
directos carentes de obras de flanqueo, etc. Lo que resulta
cas resulta, en todo caso, evidente. El abandono del pala-
más complicado de establecer es durante cuánto tiempo se
cio de Pla de Nadal (Riba-roja de Túria) constituye la mejor
mantuvieron en activo estos incómodos centros fortifica-
prueba de ello. El conjunto fue destruido por un potente
dos y, de manera más concreta, cuál fue su destino durante
incendio que tuvo lugar algunas décadas después de su
el siglo viii. En algunos casos experimentaron un abandono
construcción (si es que esta llegó a finalizarse). Notable inte-
temprano, antes de concluir el siglo vi, como parece suce-
rés reviste en este sentido el reciente hallazgo en la partida
der en Sant Josep (la Vall d’Uixó), Arco Fuentes (Soneja), el
de els Casals del Mas de Sabater (Morella), de un singular
Castellar (Alcoy), el Castellar de la Morera (Elche) y el Zambo
edificio de planta tripartita, fachadas laterales abastionadas
(Novelda / Monóvar). En unos pocos casos, no obstante, se
y zócalos de mampostería reforzada con sillería en los va-
ha constatado su perduración hasta la siguiente centuria,
nos, aunque sin elementos arquitectónicos ornamentales.
como ocurre con el Monastil (Elda), cuya última fase de ocu-
Según José M. de Antonio y Ramiro Pérez, que han dado a
pación data de finales del siglo vii y principios del siglo viii.
conocer el yacimiento, la construcción, de sobrio tono áuli-
Es seguro, de todas maneras, que las instalaciones en al-
co, fue erigida en las últimas décadas del siglo vi y se mantu-
tura siguieron produciéndose después de la conquista is-
vo sin cambios durante toda la centuria siguiente hasta que,
lámica. El mejor ejemplo de ello posiblemente lo ofrezca El
a principios del siglo viii, experimentó una importante refor-
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ma, datada por un tremís de Witiza, que tapió varios vanos y
elevó los suelos. Poco después, el edificio fue abandonado,
lo que ocasionó su ruina progresiva, con el consiguiente derrumbe de las paredes sobre los silos y suelos.
La alteración de las tramas del poblamiento rural presenta otras derivadas, que aquí solo cabe resumir. Una de
ellas afecta a la pervivencia de las antiguas villae y sus fundos.
La mayor parte debió desaparecer por completo debido a la
tremenda criba a que fue sometida durante todo el siglo v
la red que formaban estas implantaciones. Las que lograron
sobrevivir, experimentaron un proceso de reconversión en
granjas de plano muy laxo, generado por una combinación
de áreas de residencia, de trabajo ‒silos, prensas‒ y de enterramiento. Es posible que alguno de estos establecimientos
perdurara durante el siglo vii, aunque el enrarecimiento de la
vajilla fina de importación complica la identificación de estas fases tardías de ocupación. La desaparición de muchos
de estos establecimientos se puede rastrear también en «aldeas» como la de Sitjar Baix (Onda), cuya excavación deparó
el hallazgo de gran cantidad de cerámica de los siglos vi y vii,
que incluía algunas producciones ebusitanas, pero no materiales de cronología emiral. Similar es el caso de Fontcalent,
localizado en las cercanías de Alicante, cuya última fase de
ocupación se extiende desde mediados del siglo vii hasta las
primeras décadas del siglo viii. De todos modos, es seguro
que se dieron también nuevas fundaciones, aunque desconocemos en qué grado compensaron los numerosos abandonos antes apuntados. Es el caso del llamado Cabezo de
los Ojales (San Isidro/Granja de Rocamora), empleados desde mediados del siglo viii como ubicación de los distintos
sectores que integraban un asentamiento de plano disemi-
Asentamientos y viviendas. 1. Monte Mollet (Villafamés);
2. El Molón (Camporrobles); 3. El Palau (Burriana);
4. El Casals de Mas de Sabater (Morella); 5. El Molón
(Camporrobles); 6. Cabezo Ojales (San Isidro / Granja de
Rocamora); 7. Monte Mollet (Villafamés).
Diferentes esferas, diferentes dinámicas. La transformación de Valencia y su región durante el siglo viii. Julián M. Ortega
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nado, con un área de almacenamiento en el Cabezo Pardo
quizás permitiría adelantar su introducción en esta zona
y otra de residencia en el vecino Cabezo de los Ojales. Justo
a mediados del siglo ix.
aquí se ha sacado a la luz parte de un complejo doméstico
Un segundo aspecto de esta misma discusión es el re-
compuesto por dos edificios articulados en torno a una es-
lativo a las rutinas domésticas y en particular a las culinarias,
pecie de patio exterior.
que desde el siglo ix evidencian una acusada regionaliza-
Más complicado resulta vincular el surgimiento de
ción de las distintas herramientas cerámicas empleadas en
asentamientos de este tipo a la multiplicación de topóni-
los procesos de cocción. Así, mientras en las comarcas me-
mos en «Beni-». Muchos de ellos están vinculados a asen-
ridionales predomina la marmita de base plana y paredes
tamientos romanos, como sucede con Benicató (Nules)
rectas, de clara tradición tardoantigua; en el norte, en torno
y Benaduf (Villar del Arzobispo), pero las excavaciones
a las provincias de Castellón, Valencia, Teruel y Tarragona,
realizadas en estos yacimientos no han aportado mate-
resulta mucho más frecuente la «olla levantina», de origen
riales posteriores al siglo vi. En la alquería de Beniham,
más discutido. Las marmitas formaban parte de un conjun-
que se implantó sobre las ruinas de la villa romana de el
to de artefactos culinarios y de servicio de alimentos que
Palau (Burriana), los materiales más tempranos que se
comenzó a experimentar cambios a partir de la segunda
han constatado hasta la fecha pertenecen al siglo ix. En
mitad del siglo viii y que, a finales de esta misma centuria,
la cercana alquería de Benirrage, que estuvo situada en la
comienza a incorporar novedades procedentes de otras re-
actual partida de Vinarragell (Burriana), la mayor parte de
giones islámicas, como el tannur, el arcaduz y la jarra carena
las cerámicas andalusíes recuperadas arrojan dataciones
(tipo T20). Las ollas levantinas han recibido menos aten-
aún más tardías, de los siglos xii y xiii.
ción, aunque merece la pena reseñar rápidamente algunas
Otro aspecto sobre el que merece la pena detenerse
novedades, como el lote procedente del Mirador de la Cruz
un momento es el relativo a la morfología de las viviendas
(Rubielos de Mora). Compuesto de manera casi íntegra por
rurales, un aspecto que necesariamente hay que poner
ollas de gran formato, gruesas paredes, perfil globular con
en relación con la organización de los grupos familiares.
cuello acampanado y bordes vueltos de labio redondeado,
El tipo tradicional corresponde a unidades de planta rec-
los tratamientos de superficie que presentan estas piezas se
tangular con un número variable de divisiones internas.
reducen al intenso espatulado en la panza de algunos de los
Su perduración hasta mediados del siglo ix puede com-
ejemplares y la presencia del característico anillado del cue-
probarse en el Tossal de les Basses. (Alicante), pero tam-
llo, que tampoco constituye una norma generalizada. Con
bién en castra, como El Molón, y asentamientos rurales,
paralelos evidentes en el Punt del Cid (Almenara), la crono-
como Cabezo de los Ojales. Las primeras muestras claras
logía de esta producción, que con seguridad hay que situar
de adopción de las típicas viviendas andalusíes de patio
en las fases más tempranas de desarrollo de la olla levan-
central, que se rastrean en Monte Mollet y Monte Marinet,
tina, apuntaría al siglo viii, sin desechar un origen anterior.
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Los párrafos previos han servido para hacer algunas
apunta en el mismo sentido. En el Tossal de les Basses se
consideraciones sobre las dinámicas que experimen-
ha descubierto una extensa necrópolis tardoantigua, de la
taron, a raíz de la conquista islámica, las estructuras de
que se han excavado más de ochocientas tumbas, algunas
poder (ciudades, monedas) y socio-económicas (pautas
de ellas de ritual islámico. Concretamente, en la Zona I del
de poblamiento, espacio doméstico). Lo que resta, es
Área I, se han exhumado una decena de enterramientos,
preciso dedicarlo al proceso de islamización y a la adop-
dos de los cuales (tumbas 6 y 7) han proporcionado data-
ción de nuevas identidades religiosas y culturales que se
ciones por 14C centradas en el siglo viii. El cementerio del
inició en el siglo viii. Singular importancia reviste en este
Tossal de Manises, al otro lado de la Albufereta, carece, por
capítulo el reciente hallazgo en el Tolmo de Minateda de
su parte, de precedentes cristianos. Está compuesto por un
una botella que porta sobre su superficie una inscripción
centenar de inhumaciones dispuestas en decúbito lateral
pintada donde se pueden leer dos nombres, Saˁīd y Ŷarīr,
dentro de fosas simples dotadas en su base de un nicho la-
junto a la frase «Ibn Nabdak (?) se dirigió a una mezquita»,
teral y una especie de prefosa superior, cerrada en ocasio-
o quizás, «Ibn Tīdakaš (?) (está) en una mezquita». El con-
nes con lajas inclinadas. La datación por radiocarbono de
texto estratigráfico del que procede esta pieza apunta a
los enterramientos más antiguos en el siglo viii ha llevado a
una cronología de la primera mitad del siglo viii. La preco-
relacionar el origen de esta necrópolis con el asentamiento
cidad de esta referencia a un lugar de oración casa bien,
en Laqant de un contingente del ejército sirio llegado para
por lo demás, con la aparición de oratorios islámicos en
sofocar la revuelta bereber del 740.
el medio rural a partir de la generación siguiente, concre-
Algunas de estas necrópolis, presumiblemente ac-
tamente en El Molón, donde han sido exhumadas dos
tivas antes del 711, como la de Vistalegre (Crevillent) y la
mezquitas adyacentes, cada una con su sala de oración
de Polisixto (Concentaina), se abandonaron antes de que
y su propio miḥrāb, pero precedidas por un patio común.
la comunidad que las utilizaba diera muestras de islamiza-
Otro indicador relevante del proceso de islamización,
ción, aunque, a falta de dataciones radiocarbónicas, resul-
lo proporcionan los cambios ocurridos en los rituales de
ta imposible concretar el momento. Conviene recordar en
enterramiento. En algunos lugares es posible observar que
este sentido que, durante la segunda mitad del siglo viii, en
la conversión religiosa no implicó ningún tipo de ruptura
el valle bajo del Segura todavía fundaban granjas grupos
topográfica. Así sucede en Segóbriga (Saelices), pero tam-
campesinos de confesión cristiana. Así lo indica el pequeño
bién en el Tolmo de Minateda, cuya necrópolis septentrio-
cementerio detectado en el Cabezo Pardo, del que han po-
nal ha deparado el hallazgo de tumbas de rito cristiano (tres
dido excavarse dos tumbas de fosas simples con paredes
sepulturas individuales y un enterramiento infantil doble)
reforzadas mediante mampuestos de pequeños bloques,
junto a otras de rito islámico (doce inhumaciones con ca-
que también fueron empleados en las cubiertas. La núme-
dáver en decúbito lateral). La documentación de Alicante
ro 2 albergaba los restos de un individuo colocado en de-
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cúbito supino, que ha podido ser fechado entre los siglos
viii y ix. En todo caso, los tres individuos enterrados junto a
la doble mezquita descubierta en El Molón (Camporrobles)
–uno de ellos fallecido en torno al 770, según indica el análisis de 14C– apuntan a la existencia de poblaciones rurales
tempranamente islamizadas que, no obstante, continuaban aferradas en algunos aspectos a sus modos de vida
tradicionales (asentamiento en altura, casas-bloque).
Este último ejemplo me sirve como pie para una última reflexión. En 1969, Pierre Guichard vislumbró en la
geografía valenciana un al-Ándalus nuevo. Hoy, cincuenta
años después, continúa la necesidad de renovar al-Ándalus, y la geografía del levante peninsular sigue siendo un
laboratorio privilegiado para hacerlo. Es posible, por ello,
que sea conveniente mudar la agenda y orillar el debate
sobre si el 711 representa una cesura neta e instantánea
respecto del Estado godo o si se trata más bien del inicio de un proceso lento de cambio. En mi opinión, sería
preferible analizar las transformaciones que llevaron a
la desaparición del regnum visigothorum en función de
la esfera social y cultural que se aborde. El derribo de
las instancias de poder que constituían la monarquía
visigoda fue tan rápido como lo fueron las operaciones
militares destinadas a quebrar su resistencia. La ruptura
◁ Ejemplos tempranos de «olla valenciana» (ss. VIII-IX). 1-5. El Mirador
de la Cruz (Rubielos de Mora); 6-7. El Punt del Cid (Almenara);
8-9. Monte Mollet (Villafamés); 10. El Palau (Burriana);
11. Torre de Mal Paso (Castellnovo); 12. Mas de Pere (Onda);
13. Almoina (Valencia, C.U.); 14. C/ Comte de Trènor (Valencia, C.U.);
15. El Sequer de Sant Bernat (Alcira); 16. El Molón (Camporrobles);
17. Castellar de Meca (Áyora); 18. El Castellar (Alcoy);
19. El Castellar de la Morera (Elche); 20. El Tolmo de Minateda (Hellín).
fue, en esto, manifiesta. El viejo aparato administrativo de
los godos se mantuvo activo durante algunas décadas, lo
mismo que los duques, condes y obispos más proclives
a someterse a la jurisdicción del califa, pero desde mediados del siglo viii ese entramado fue desplazado por el
control más directo que en las ciudades pudieron implantar los emires de Córdoba. La quiebra de la aristocracia
en el medio rural también empezó a resultar evidente por
esas mismas fechas, como dejan entrever los abandonos
de castra y residencias campestres más o menos áulicas.
La alteración de las redes de poblamiento operó seguramente a otro ritmo, difícil por ahora de concretar debido a la indefinición en que todavía se mueven nuestros
principales indicadores cronológicos, especialmente en
las comarcas más septentrionales. Por un lado, se asiste
a un significativo número de abandonos de poblados y
cementerios, pero también, por otro, al surgimiento de
otros nuevos. Es seguro, en todo caso, que, más allá de
las estructuras de poder y de la organización social del
espacio, las transformaciones de las rutinas domésticas
se movieron a ritmos más pausados. El tipo de vivienda
y de menaje empleado en su interior solo comenzó a experimentar modificaciones significativas a partir de los
inicios del siglo ix, mucho después de que los ejércitos
musulmanes desembarcaran en Algeciras. El paisaje guichardiano de ḥusūn y alquerías formadas por unas pocas
viviendas de patio central, que adoptaron topónimos en
«Beni-», parece surgir precisamente a partir de entonces.
Diferentes regiones, diferentes esferas, diferentes dinámicas. Las nociones de «ruptura» y «transición» difícilmente permiten capturar esa complejidad.
Diferentes esferas, diferentes dinámicas. La transformación de Valencia y su región durante el siglo viii. Julián M. Ortega
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En tiempos
de los visigodos
en el territorio
de Valencia
Museu de Prehistòria de València
Del 18 de diciembre de 2019 al 28 de junio de 2020
Organiza:
Colaboran:
[page-n-4]
DIPUTACIÓ DE VALÈNCIA
EXPOSICIÓN
Presidente
Antoni Francesc Gaspar Ramos
Diputado de Cultura
Xavier Rius i Torres
Comisarios
Esperança Huguet Enguita
Josep María Macias Solé
Albert Ribera i Lacomba
MUSEO DE PREHISTORIA DE VALÈNCIA
Asesoramiento científico
Miquel Rosselló Mesquida
Directora
María Jesús de Pedro Michó
Jefe Unidad de Difusión, Didáctica
y Exposiciones
Santiago Grau Gadea
Proyecto museográfico
Miguel Ángel Navarrete Santana
Francesc Chiner Vives
Coordinación técnica
Santiago Grau Gadea
Eva Ferraz García
Coordinación montaje
Francesc Chiner Vives
Isabel Carbó Dolz
Diseño gráfico
Espirelius
Restauración materiales arqueológicos
Trinidad Pasíes Oviedo, Ramon Canal
Roca, Ester Antón García, Noel Ginés
Salas Fariñas, Francesca d’Aniello,
Betlem Martínez, Raquel Santamaría
Reproducciones piezas arqueológicas
Arca Arqueología y Patrimonio
Dibujos
Pilar Mas Hurtuna
Programa didáctico
Laura Fortea Cervera
Eva Ripollés Adelantado
Aurora Bellver Jiménez
Difusión y redes sociales
Begonya Soler Mayor
Francisco Pavón Tudela
Gestión administrativa
Remedios Cardona Soler
Ana Beltrán Olmos
Cristina Richarte Martínez
Diseño cartel y material de difusión
Espirelius
Impresión material de difusión
Imprenta Provincial de la Diputación de
València
Traducción y corrección textos sala
al valenciano y castellano
Joaquim Abarca Pérez
Agradecimientos
Llorenç Alapont; Joaquin Botella;
Josep Burriel; Òscar Caldés;
Paco Fababuj; Empar Juan;
Alexandre Mateu
Traducción textos sala al inglés
Michael Maudsley
Traducción textos sala al italiano
Centro G. Leopardi
CATÁLOGO
Fondos expuestos
Diputació de València, Museu de
Prehistòria de València
Ajuntament de València, Secció d’Investigació Arqueològica Municipal–SIAM
Ajuntament de Riba-Roja de Túria, Museu
Visigot de Pla de Nadal–MuPLA
Ajuntament de Llíria, Museu Arqueològic
de Llíria–MALL
Imágenes
Arxiu Equip Horta Vella. Universitat de
València; Arxiu Equip València la Vella.
Institut Català d’Arqueologia Clàssica;
Arxiu SIAM. Ajuntament de València; Arxiu
SIP. Museu de Prehistòria de València;
Biblioteca del Museu de Prehistòria
de València; Arxiu Institut Català
d’Arqueologia Clàssica; Albert Ribera;
Isabel Escrivà; Arquitectura Virtual; Archivo
del Senado. Patrimonio Histórico-Artístico
del Senado; Archivo Fotográfico Museo
Nacional del Prado; Biblioteca Nacional
de España; Real Biblioteca del Monasterio
de San Lorenzo de El Escorial. Patrimonio
Nacional; Museu d’Arqueologia de
Catalunya-MAC. Barcelona; Museo
Arqueológico Municipal de Cartagena;
Museo Lázaro Galdiano. Madrid; Musée
Paul Valéry. Sète, Francia; Subdelegació
del Govern Palau Montaner, Barcelona;
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza,
Madrid; Antonello Dellanotte. Fotógrafo;
Rafael de Luís Casademunt. Fotógrafo
Coordinadores edición
Esperança Huguet Enguita
Albert Ribera i Lacomba
Autores
JM. de Antonio; J. Botella; J.M. Burriel; O.
Caldés; M. Castro; P. Diarte; A. Espinosa;
C. Godoy; A. Guilabert; S. Gutiérrez;
FJ. Heras; E. Huguet; T. Hurtado; J. L.
Jiménez; JM. Macias; A. Marcos; J. Morin;
L. Olmo; J. Ortega; R. Pérez; R. Pliego; A.
Ramón; A. Ribera; M. Riera; F. Rodríguez;
AM. Ronda; M. Rosselló; D. Ruiz; I. M.
Sánchez; M. Tendero; J. Vizcaino
Diseño catálogo
Espirelius
Traducción y corrección catálogo
al valenciano y castellano
Joaquim Abarca Pérez
Traducción al inglés
Route 66 idiomas
Montaje y ejecución producción
Patrimonio Inteligente S.L. con la
colaboración de Carpintería Hnos. del Toro
Imágenes
© SIP, © SIAM, © Universitat de València,
© Institut Català d’Arqueologia Clàssica,
© Patrimonio Nacional, © Patrimonio
Histórico-Artístico del Senado, © Museo
Lázaro Galdiano. Madrid, © Biblioteca
Nacional de España, © Musée Paul Valéry,
© Archivo Fotográfico Museo Nacional
del Prado, © Museu d’Arqueologia
de Catalunya, © Museo Arqueológico
Municipal de Cartagena, © Subdelegació
del Govern Palau Montaner, Barcelona,
© Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.
Madrid, © Antonello Dellanotte, © Rafael
de Luis Casademunt
Transporte
Quadre S.L.
Impresión catálogo
Gràfiques Vimar
Seguros
Allianz
Edita
Museu de Prehistòria de València
Diputació de València
Organización y producción
Diputació de València, Museu de
Prehistòria de València
Con la colaboración institucional
Ajuntament de València
Ajuntament de Riba-Roja de Túria
Ajuntament de Llíria
Institut Català d’Arqueologia Clàssica
Con la colaboración personal
Vicent Escrivà (SIAM); Mercedes González
(SIAM); Vicent Lerma (SIAM); Pepa Pascual
(SIAM); Patricia Planells (MuPLA); Diana P.
Ramos (MuPLA); Cristina Silvestre (MuPLA);
Xavier Vidal (Ajuntament de Llíria)
© de los textos: los autores
© de las imágenes: los autores o
instituciones propietarias
© de la edición: Diputació de València.
Museu de Prehistòria, 2019
ISBN: 978-84-7795-839-0
DL: V-3664-2019
[page-n-5]
ÍNDICE
7 Prólogo
9 Introducción
11 Las migraciones germánicas en Hispania
F. J. Heras
15
La diáspora de los visigodos
A. Ribera
21
Los visigodos ante el espejo de la historia
C. Godoy
Las ciudades del reino visigodo
29
Toledo: la ciudad del rey
J. Morin, I. M. Sánchez
35
La fundación de una ciudad: Reccopolis
P. Diarte, M. Castro, L. Olmo
45
Las ciudades visigodas del noreste peninsular
J. M. Macias
Valentia y su territorio en los siglos v y vi
51
El final del mundo romano en Valentia
A. Ribera, I. Escrivà
59
Valentia: ciudad episcopal
A. Ribera, M. Rosselló
[page-n-6]
67
Las fases tardorromana y visigótica de la villa de l’Horta Vella (Bétera, València)
J. M. Burriel, J. L. Jiménez, M. Rosselló
77
El monasterio de Punta de l’Illa de Cullera (València)
M. Rosselló
La integración de Valentia y su entorno al reino visigodo
83
Valentia: ciudad de frontera (550-624)
A. Ribera
97
València la Vella. Un yacimiento todavía por descubrir
E. Huguet, J. M. Macias, A. Ribera, F. Rodríguez i M. Rosselló
105
Las monedas del yacimiento visigodo de València la Vella (Riba-roja de Túria, València)
O. Caldés
111
Monedas en uso en la Antigüedad tardía en el entorno próximo de Valentia.
La moneda en el ámbito visigodo
T. Hurtado
119
Los vidrios en época visigoda
A. Ramón
125
Evidencias funerarias rurales en el territorium de Valentia entre los siglos vi y vii dC
J. Botella
133
Tolmo de Minateda: de Senable a Teodomir
S. Gutiérrez
Al sur y este, el otro lado de la frontera
141
Illici y la evolución territorial entre los siglos vi y vii
A. Guilabert, A. M. Ronda, M. Tendero
149
El territorio de Allon
A. Espinosa, D. Ruiz, A. Marcos
[page-n-7]
155
Carthago Spartaria, una plaza fuerte bizantina
J. Vizcaino
165
Las Islas Baleares de los siglos v al viii d.C.
Algunos nuevos datos aportados por la arqueología del siglo xxi
M. Riera
El norte también existe
171
El edificio visigodo de Els Casals del Mas de Sabater, Morella, Els Ports (Castelló)
J. M. de Antonio, R. Pérez
La vida cotidiana
177
Economía productiva, sociedad y comercio
E. Huguet, J. M. Macias, F. Rodríguez, M. Rosselló
185
La moneda en el reino visigodo (c. 420-714)
R. Pliego
195
Las cecas visigodas del territorio de Valencia
A. Ribera
Teudmir y el palacio de Pla de Nadal. El final de un mundo
203
El dux Teudmir y su tiempo
A. Ribera, M. Rosselló
213
Pla de Nadal (Riba-roja de Túria), palacio de Teudmir
A. Ribera, M. Rosselló
221
Diferentes esferas, diferentes dinàmicas.
Transformando Valencia y su región durante el siglo viii
J. Ortega
230
Referencias bibliográficas
[page-n-8]
6/
[page-n-9]
PRÓLOGO
María Jesús de Pedro Michó
Directora de Museu Valencià de Prehistòria
Las vicisitudes en torno a la creación del Servicio de
Investigación Prehistórica y de su Museo de Prehistoria,
en 1927, configuran relato de sobra conocido. Es oportuno recordar, no obstante, cómo los primeros años de vida
de la Institución se centraron en acrecentar las colecciones de Prehistoria y Cultura Ibérica en detrimento de otras
actuaciones dedicadas al mundo clásico. Así, las primeras
excavaciones tuvieron lugar en cuevas paleolíticas y neolíticas, en poblados de la Edad del Bronce y en las ciudades
ibéricas, mientras los yacimientos romanos y tardorromanos apenas eran objeto de intervención. A pesar de esto,
la arqueología clásica ha gozado siempre de atención por
parte de la Institución y prueba de ello son los numerosos
conjuntos materiales inventariados y catalogados, y el volumen de publicaciones dedicadas al tema.
Por otra parte, a lo largo de los años, la sucesión de
hallazgos casuales, donaciones, materiales procedentes
de prospección, además de excavaciones y de alguna
compra, ha ido consolidando la formación de una impor◁ Theo van (Emil Marie Küpper) Doesburg,
Construcción espaciotemporal II, 1924.
© Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
tante colección de arqueología clásica cuyo contenido
incluye los materiales procedentes de determinados yacimientos de época tardía como els Xarcons de Montserrat
y la Falquia de Beneixida; o los de las excavaciones del
Romaní en Sollana, dirigidas por Domingo Fletcher y
Enrique Pla en 1952, y de Punta de l’Illa de Cullera, dirigidas por Miquel Tarradell, D. Fletcher y E. Pla en 1955-1957
y 1966; las primeras excavaciones de València la Vella,
entre 1978 y 1980, a cargo de Gerardo Pereira y Carmen
Aranegui, y las del Pla de Nadal dirigidas por Empar Juan.
En 2003, con la apertura al público de las salas de
Mundo Romano y Visigodo, el Museo de Prehistoria culminó la realización de un proyecto de ampliación y remodelación de dichas salas que otorgaba un mayor espacio expositivo, una nueva arquitectura interior, recursos
didácticos adecuados y nuevas tecnologías, todo con el
fin de actualizar y poner en valor aquellas colecciones de
arqueología clásica que formaban parte de los fondos del
Museo pero que, quizás, no habían sido convenientemente presentadas. Sobre todo, en el caso de determinados
yacimientos de época visigoda, asentamientos privilegiados y característicos de este periodo como el monaste/7
[page-n-10]
rio de Punta de l’Illa, el castrum fortificado de València la
Vella y la villa áulica del Pla de Nadal.
«En tiempos de los visigodos en territorio de València»
es una exposición temporal, de producción propia, que
La arqueología romana y visigoda ha visto paulati-
presenta cerca de un centenar de objetos recuperados de
namente incrementada su presencia en la vida cotidiana
los yacimientos arqueológicos visigodos más emblemá-
del Museo de Prehistoria: las excavaciones en Horta Vella,
ticos del territorio de Valencia, cuyo objetivo es aportar
Bétera, dirigidas por Josep Burriel y José Luis Jiménez;
una perspectiva actualizada sobre esta época, a menudo
el reinicio de las campañas en València la Vella, en Riba-
considerada oscura, mediante el riguroso trabajo realiza-
roja de Túria, dirigidas por Albert Ribera, Miquel Rosselló
do por los profesionales de la arqueología a lo largo del
y Esperança Huguet; además de los conjuntos materiales
tiempo y el esfuerzo de síntesis histórica realizado por los
recuperados en los yacimientos de Llíria, Valentia, etc.,
comisarios: E. Huguet, Josep Maria Macias y A. V. Ribera.
han creado un nuevo escenario en el que los visigodos
merecen ser los protagonistas.
El planteamiento museográfico de la exposición
ha sido desarrollado por el equipo de exposiciones del
Así, en diciembre de 2017, el equipo de investigado-
Museo, con la inestimable contribución del arquitecto
res a cargo de las excavaciones de València la Vella nos
Miguel Ángel Navarrete Santana, y pretende escapar de
presentó una interesante propuesta para la realización
las iluminaciones tenues y los colores apagados, que a
en el Museo de Prehistoria de un proyecto expositivo
menudo encontramos en la correcta, pero sobria, museo-
sobre el mundo visigodo. Proyecto en el que se expone
grafía arqueológica.
con claridad de qué manera en los últimos años la ar-
En el espacio introductorio, que actúa como antesa-
queología visigótica ha tenido un impulso espectacular
la, el discurso expositivo se inicia con un esbozo de la vi-
y un papel decisivo para el conocimiento de este perio-
sión que la historia moderna y contemporánea ha elabo-
do en tierras valencianas, y cómo un minucioso trabajo
rado del mundo visigodo, que incluye la representación
de estudio y, en algunos casos, de reinterpretación
de este por la cultura popular. También se expone una
permite presentar en la actualidad nuevas propuestas de
imagen extraída de un códice altomedieval, que muestra
restitución arquitectónica de edificios como la catedral
cómo los visigodos se referían a sí mismos. Estas dos pers-
de época visigoda de Valentia, el palacio de Pla de Nadal,
pectivas, que hacen hincapié en la contraposición entre
o el conjunto fortificado de València la Vella, cuya recien-
la autorrepresentación de una sociedad y la visión de la
te excavación enlaza con los pioneros trabajos del S.I.P.
misma desde el presente, son las que nos proporcionan
Motivos más que suficientes para que el Museo de
los elementos cromáticos que dan forma a la exposición.
Prehistoria aceptara dicha propuesta expositiva y se aco-
La propuesta expositiva está basada en una síntesis
metiera su producción y presentación en las salas de ex-
de las paletas de colores planos (amarillos, rojos, verdes
posición temporal.
y azules, entre otros) con los colores primarios emplea-
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dos en el siglo xx por movimientos artísticos como el
neoplasticismo. Este lenguaje se conjuga con planos y
volúmenes de tres colores (rojo burdeos, azul cobalto
y amarillo ocre) sobre fondo blanco y líneas negras de
contorno. Cada color se identifica con un ámbito o subámbito de la exposición, dotando de orden y estructura al discurso expositivo.
Para la Presentación elegimos la penumbra del azul
cobalto. Este primer espacio tiene una iluminación más tenue que destaca la imagen retroiluminada del códice visigodo mencionado y el rótulo con el título de la exposición.
Esta parte se inicia con el audiovisual Quienes fueron los
visigodos, una vitrina-muro con piezas emblemáticas y un
vinilo sobre suelo, que muestra un mapa de la migración
de este pueblo en su diáspora hasta la península ibérica.
Los ámbitos dos y tres, que corresponden a El mundo urbano y La vida cotidiana, están unificados en el color
granate. Las piezas aquí expuestas nos hablan especialmente de la ciudad episcopal de Valentia, de su economía
y comercio, y por eso es un espacio abigarrado y tortuoso
en el que destaca una estructura especial que representa
una tumba colectiva de la conocida cripta de San Vicente
y un interactivo sobre el conjunto monumental de la
Valentia visigoda.
El último ámbito, denominado Territorium, se divide
en dos partes que corresponden a dos colores. En el primer espacio, más diáfano, se presentan tres yacimientos:
el monasterio de Punta de l’Illa, el asentamiento amurallado de València la Vella y la villa rural de Horta Vella.
Cada uno de ellos representa un estilo de vida bien definido por sus piezas arqueológicas: los objetos de culto,
Vista axonométrica del proyecto museográfico,
de Miguel Ángel Navarrete, 2019.
la acumulación de riquezas y poder, y el trabajo rural. En
esta parte se destacan las imponentes murallas del asentamiento de València la Vella con una gran lona retroiluminada lateral. Los tonos de esta imagen son terrosos y,
para armonizar con el resto de elementos de la sala, se ha
escogido el color amarillo ocre. La segunda parte del ámbito de Territorium, más cerrada, corresponde al edificio
palaciego de Pla de Nadal, en el que se muestran piezas
de arquitectura y artes decorativas. En este espacio se
cierra el círculo regresando al color azul cobalto del principio; a él se accede a través de la recreación de un arco
visigodo desde el que proyectamos como conclusión el
audiovisual Territorium. La exposición finaliza con una frase rotulada en árabe que pone fin al mundo visigodo y
que nos conecta con el amanecer de la cultura islámica
en nuestras tierras.
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Introducción
Esperança Huguet, Josep Maria Macias, Albert V. Ribera
Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC)
La búsqueda de la historia y la cultura visigodas es una
tarea apasionante. Los visigodos, sin ser conscientes, vivieron una etapa de transición absoluta. Fueron los protagonistas de un período bisagra en el que aún se manifestaran muchas reminiscencias de la cultura clásica,
muy arraigada en el País Valenciano, con numerosos elementos innovadores procedentes del mundo germánico
y también del romano oriental. Sin conocer a los visigodos, no podemos calibrar el proceso de implantación del
mundo musulmán ni entender la génesis de los tiempos
feudales en nuestras tierras.
Dicho esto, hay que señalar la particular evolución
del tratamiento y la percepción social sobre los visigodos,
que han ido cambiando en las últimas décadas al socaire
de las líneas políticas preponderantes en cada momento. En la posguerra, era obligatorio que nuestros padres
◁ Muralla de València la Vella. Foto: Rafael de Luis
aprendieran de memoria la lista de los treinta y tres reyes
godos bajo la firme disciplina de la educación franquista.
Uno de nosotros, el mayor, recuerda que aún se lo preguntaron, eso sí, solo los del período católico, en un curso
de promoción interna... ¡en la mili!
La monarquía visigoda se entendía como un preludio de la «Una, Grande y Libre», bajo un mando único
todopoderoso. En cambio, para nuestros hijos, los visigodos no son más que unas pocas páginas en los libros de
texto, sin ninguna conexión con la actualidad, y que quedan muy lejos de su mundo. Al mismo tiempo, los visigodos se identificaban con la decadencia de un clasicismo
supervalorado.
Probablemente, la invisibilidad de los visigodos en la
cultura actual viene agravada por su breve situación intermedia entre las dos grandes y esplendorosas culturas que
los enmarcan: la romana y la andalusí. Ambas se asentaron y se desarrollaron en nuestro territorio con firmeza
alrededor de quinientos años, mientras que los visigodos
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gobernaron poco más de doscientos años. Su huella fue
menos intensa y, como la investigación arqueológica ha
tenido más preferencia por otros períodos históricos, ha
pasado más desapercibida.
Así pues, mientras la sociedad en general y los nuevos planes de estudios en particular, olvidaban a aquellos
reyes, no tan bárbaros, que vinieron del norte, las excavaciones arqueológicas iban recuperando, poco a poco,
nuevos hallazgos en las ciudades y en el campo. En este
contexto, en los últimos cuarenta años, el territorio de
Valentia, especialmente en el término de Riba-roja de
Túria, ha sido uno de los más prolíficos, de tal manera
que ya se puede reconocer el período visigótico como un
tiempo con personalidad propia.
En el País Valenciano se han descubierto nuevos
yacimientos y se han reestudiado otros conocidos que
muestran una realidad social y territorial cada vez más
compleja: al norte, els Casals del Mas de Sabater (Morella,
Castellón); en el centro, Horta Vella (Bétera, Valencia),
València la Vella y Pla de Nadal (Riba-roja de Túria,
Valencia), el grupo episcopal y los hallazgos del circo de
Valentia, Senda de l’Horteta (Alcàsser, Valencia), Punta de
l’Illa y el Portus Sucronensis (Cullera, Valencia); al sur, en
Columnita del palacio de Pla de Nadal. Foto: Rafael de Luis.
12 /
el que, durante un período, debían ser los dominios del
Imperio romano de Oriente, el Monastil (Elda, Alicante),
Allon (Villajoyosa, Alicante), Ilici (Elche, Alicante), el Portus
Ilicitanus, (Santa Pola, Alicante) y Aurariola (Orihuela,
Alicante) entre otros.
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La aportación de todos estos yacimientos ha hecho,
en el plazo de cuarenta años, que la etapa tardoantigua
en el territorio valenciano pasara de ser una época oscura, una auténtica dark age, a pasar a ser un área privilegiada, con un amplio potencial arqueológico y protagonista en la investigación histórica actual. Cuando,
a partir de la mitad del siglo VI, una parte del sudeste
época reflejan la capacidad de adaptación de un pueblo
a un período menos acomodado. El territorio de Valencia
se ha convertido, en el contexto peninsular, en uno de los
mejores ejemplos para conocer una rica realidad que, forzosamente, debe estar al alcance de todos ustedes.
No queremos acabar estas líneas sin agradecer al
Museo de Prehistoria de Valencia y a su personal su tarea
hispánico estaba ocupada por el Imperio bizantino, las
tierras valencianas fueron un espacio de frontera, a la vez
que eran el punto de unión entre el centro peninsular y el
siempre colaboradora en la realización de esta exposición:
gracias a Santi Grau, Eva Ferraz, Paco Chiner, Trini Pasies,
Ramón Canal, Joaquín Abarca, Josep Lluís Pascual y
Mediterráneo. Como verán, eso se pone de manifiesto en
el rico testimonio material que nos ha proporcionado la
Arqueología, desde la vertiente más instrumental, como
las monedas y los utensilios metálicos, hasta las corrientes artísticas más relevantes, caso de patrones decorativos y arquitectónicos, además de las escasas evidencias
que conocemos por las fuentes y que el paso del tiempo
ha borrado.
Esta exposición pretende abrir una ventana al conocimiento de un período histórico, entre unas cosas y
otras, menospreciado y poco valorado. Lejos de los férreos cánones clásicos, los procesos identificados en esta
María Jesús de Pedro. Gracias también a los compañeros
de las diversas instituciones que han colaborado: Vicent
Escrivà, Mercedes González, Josep Vicent Lerma, Carmen
Marín y Pepa Pascual del Ayuntamiento de Valencia; Xavi
Introducción. Esperança Huguet, Josep Maria Macias, Albert V. Ribera
Vidal del Ayuntamiento de Llíria, y Cristina Silvestre del
Ayuntamiento de Riba-roja de Túria (agradecimiento extensivo a Diana y a Patricia).
Mención especial merecen aquellos que nos han
ayudado con el asesoramiento técnico en determinados
temas de la exposición: especialmente a Miquel Rosselló
y, también, a Empar Juan, Pilar Mas, Llorenç Alapont,
Josep Maria Burriel, Joaquin Botella y Òscar Caldés.
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Las migraciones germánicas
en Hispania
Francisco Javier Heras Mora
Junta de Extremadura
La Hispania de la tardorromanidad. Contexto
A lo largo del siglo iv, la ciudad hispanorromana comenzaba a mostrar, en términos generales, signos de decrepitud
muy evidentes en el desgaste de algunos de los monumentos más significativos. Los edificios de espectáculos populares, como los circos o los teatros, necesitaban ya una importante restauración. La fisonomía irregular de sus calles
alerta sobre cierto desorden o relajación en las normas
urbanísticas y el abandono de algunos espacios públicos.
También la sociedad comenzaba a cambiar en una
transformación sin retorno de las relaciones entre el campo y la ciudad, y entre el hombre y la divinidad. El triunfo
político del cristianismo había hecho tambalear los propios fundamentos de la civilización clásica y amenazaba
◁ Propuesta de reconstrucción de la indumentaria femenina
aristocrática de los pueblos que protagonizaron las Grandes
Migraciones de la primera mitad del siglo v, a partir de una
sepultura excavada en Mérida; según Heras y Olmedo, 2019
(dibujo J. Suárez).
con borrar todo rastro de los viejos dioses paganos y de las
costumbres más arraigadas de la cultura romana. A duras
penas sobrevivían las carreras en los circos y, a finales de siglo, había que promulgar leyes para que no se destruyesen
los templos y monumentos, seguramente ya obsoletos,
abandonados y amenazados por el expolio de sus vecinos.
En este contexto, los esfuerzos de las autoridades
imperiales se concentraban cada vez más en la defensa
de las fronteras del Imperio. Hacía tiempo que la presión
en el limes daba señales de emergencia militar. Muchos
de los emperadores-usurpadores se habían curtido en el
ejército —apostado perennemente en los campamentos
desde Britannia hasta Moesia—, algunos germanos ya
formaban parte de las tropas romanas y el emperador se
recluía en el seguro puerto de Rávena.
De alguna forma, las instituciones presentaban síntomas de agotamiento y, en general, los propios ciudadanos
comenzaban a intuir, acaso, la proximidad de un fin de ciclo. En medio de la creciente influencia del cristianismo, al/ 15
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gunos gobernantes recurren a los viejos dioses reclamán-
paña hispana, pero en un giro estratégico pudo facilitar el
doles ayuda y, aunque no era la primera vez que el Imperio
paso de algunos grupos germanos que permanecían en
se enfrentaba a una inestabilidad política tan acuciante, el
la Gallia. Esa colaboración propiciaría que, en otoño del
temor general parecía cada vez menos infundado.
año 409, estas gentes se adentraran en la península ibé-
A comienzos del siglo v, los herederos de Teodosio I no
rica y, poco después, reclamaran el reparto territorial de
encontrarían una situación mejor y, tras la nueva división
Hispania, en cumplimiento de unos supuestos acuerdos,
del Imperio entre sus hijos, volverán los no tan viejos fan-
posiblemente establecidos con Geroncio.
tasmas de la usurpación del poder. En 407, Constantino III
se levantará en Britannia y desde la Gallia hará frente a
Los «bárbaros» en Hispania
Honorio y a la supuesta oposición de Hispania, donde per-
«De aquí parte la funesta pérdida de las Hispanias».
sistía el escollo político de parte de la dinastía teodosiana.
Con esta frase, el teólogo e historiador hispano, Orosio, vin-
En Lusitania, la provincia más occidental del Imperio, se re-
cula la caída de las provincias hispanas al conflicto político
unía una milicia de siervos y campesinos para hacer frente
y militar desatado tras la usurpación de Constantino y el
al usurpador, por parte de los jóvenes Dídimo y Veriniano,
cúmulo de decisiones que se sucedieron a continuación.
ricos terratenientes con posesiones en Lusitania, emparen-
Sin duda, la práctica desprotección de Hispania frente a es-
tados con el hispano Teodosio I (379-395). Incluso la capital
tos bárbaros, a pesar de los repetidos intentos de Honorio
donde se hallaba el vicarius o gobernador de las Hispanias
por restituir el control de las provincias occidentales, impe-
—Augusta Emerita—, parecía desprotegida militarmente;
dirá a la postre retornar sus antiguos dominios hispanos.
no olvidemos que la misma península itálica se encontra-
Otro testigo de excepción, Hidacio de Chaves, obis-
ba amenazada y la propia Roma será tomada por el godo
po de Aquae Flaviae, contemporáneo de aquél y protago-
Alarico, en 410. Pero quizás el primer objetivo de este ejér-
nista, además, de algunos de los hechos más relevantes,
cito servil reclutado por los leales parientes de Honorio fue
narró como ningún otro historiador cuanto aconteció
combatir a los bárbaros que, poco antes, el último día del
en aquellos años. De los bárbaros que atravesaron los
año 406, habían rebasado las fronteras imperiales del Rin.
Pirineos, menciona a los suevos, vándalos —asdingos y
El ejército de Constantino III ya albergaba en sus filas
siligos— y a los alanos. Conforman una parte de aquellos
a honoriaci —soldados reclutados entre pueblos bárbaros
grupos que, desplazados por los hunos de sus territorios
aliados— y, paradójicamente, van a ser ellos los encarga-
de origen y, tras permanecer largo tiempo junto a los lí-
dos de defender el paso de los Pirineos. En este punto, re-
mites del Imperio, rebasaron la frontera renana en el in-
sultó fundamental el cambio de lealtades mostrado por el
vierno del 406. Algunos de ellos ya eran conocidos por los
hasta entonces lugarteniente de Constantino, Geroncio.
romanos. Es el caso de los suevos —en realidad un tron-
Éste había acompañado a su hijo Constante en su cam-
co étnico del que formaban parte numerosas tribus—, a
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los que se había enfrentado el propio Julio César en las
Galias. Los vándalos, por su parte, procedían del área que
Hispania durante las grandes migraciones del siglo v:
izquierda: reparto de las provincias en 411 entre suevos,
vándalos —asdingos y silingos— y alanos; derecha: ámbito de
influencia del reino suevo en época de Requila (438-448).
había ocupado la Dacia y la actual Chequia, y los alanos
serían oriundos del entorno del mar Negro.
los silingos, en Lusitania y Baetica, respectivamente. Los
En 411, estos grupos proceden a repartirse la prác-
primeros sufrirán una dura derrota y se verán obligados
tica totalidad de los territorios hispanos. A los alanos,
a ponerse bajo la protección de sus vecinos del norte, los
quizás los más numerosos, tocarán en suerte las provin-
vándalos asdingos, con Gunderico al frente.
cias Lusitania y Carthaginensis; a los suevos y vándalos
Quizás por el temor de que los visigodos se hicie-
asdingos, la Gallaetia, y a los vándalos silingos, la Baetica.
ran con el control peninsular tras acabar con todos ellos,
Quedará fuera de este reparto la Tarraconensis, reserva-
Constancio promueve su retirada de Hispania, restando
da probablemente por su importancia estratégica, más
una situación de precario dominio sobre esas provincias.
próxima a la Gallia y el paso hacia Roma.
De hecho, por aquellas fechas —del año 418 al 420—,
El periodo que sigue resulta bastante desconocido y
reaparece la figura del vicarius, de nombre Maurocello.
las noticias son algo inconexas. El godo Valia alcanzará un
Entre tanto, no debieron cesar las campañas de saqueo
pacto con Constancio —general al mando de las tropas de
por parte de los vándalos en la Carthaginensis y el em-
Honorio— en 416, a fin de combatir a los alanos y vánda-
perador refuerza los efectivos para reducir a los bárbaros,
Las migraciones germánicas en Hispania. Francisco Javier Heras Mora
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pero también para contrarrestar el poder del usurpador
Máximo, establecido entre ellos.
Éste último protagonizará un trascendental cambio
de rumbo tras la abdicación de su padre, al emprender
Otro de los hitos relevantes de estos años fue el paso
una política expansionista que le hace mirar hacia el sur,
de estos vándalos al norte de África (en el año 429), no sin
Lusitania, Baetica y Carthaginensis. La clave de esta expan-
antes retroceder hasta Lusitania, donde un grupo de suevos
sión territorial se encuentra en Mérida. En 439 toma la ciu-
saqueaba la provincia. Su cabecilla, Heremigario, morirá
dad y desde aquí emprende sucesivas campañas que le si-
ahogado en el Guadiana, probablemente tras asaltar la ca-
túan en Mirtilis —estratégico puerto fluvial en el Guadiana—
pital, Emerita. Cuando Hidacio habla de que Heremigario
e Hispalis —Sevilla— el año 441, en un claro intento por
causa ofensa a la mártir emeritense, desde la perspectiva de
hacerse con las provincias meridionales de Hispania.
un religioso puede significar que saqueó la ciudad, al menos
Qué duda cabe que la elección de Emerita posee un
las áreas periféricas, en caso de que hubieran resistido sus
acentuado simbolismo político y adquiere un enorme sig-
murallas a un hipotético asalto por parte de estos suevos.
nificado en cuanto a sus objetivos. Emerita, como residencia del gobernador de la Diocesis Hispaniarum, suponía la
El reino suevo y su sede en Emerita
capital política y administrativa de la Hispania tardorro-
La intervención de los aliados visigodos y de las tropas
mana, por lo menos teóricamente. Sin duda, la toma de la
imperiales en Hispania habría supuesto un cambio en los
ciudad constituye un golpe de efecto y, al hacerse con ella,
equilibrios de poder entre los bárbaros asentados aquí des-
pudiera estar reclamando para sí un papel hegemónico en
de hacía ya dos décadas. Los acuerdos ‘foedus’ alcanzados
la Península. Su expansión inmediata hacia las provincias
con los visigodos, aliados ‘foederati’ permitirán al empera-
limítrofes estaría confirmando esa posibilidad.
dor cierto control en Hispania; a cambio, permitirá su asenta-
Pero esta corte regia afincada en Mérida no se pro-
miento en el sur de la Gallia. Los suevos —según el Cronicón
longará en el tiempo ni trascenderá al impulsor de ese
de Hidacio— continuaban con sus acciones de saqueo en el
proyecto territorial. Requila muere casi una década
noroeste, algo tal vez indicativo de que aún no contaban con
después, en el año 448, en Emerita, seguramente con-
una base estable, a pesar de todo ese tiempo transcurrido.
vertida en la primera residencia estable de los suevos
Recluidos en el territorio asignado en 411, se mantenían al
en la Península. Aún en este corto periodo, podría de-
margen de las autoridades imperiales y del alcance de los
terminarse una manifiesta voluntad de establecimiento
visigodos. Las noticias que nos llegan a lo largo de la década
duradero, ahora sólo truncada por la muerte del rey. Su
del 430, tienen que ver con las repetidas denuncias por parte
hijo, Requiario, le sucede en unas circunstancias no bien
de los locales y los intentos de mediación del mismo obispo
aclaradas por Hidacio, que podrían tener que ver con una
de Chaves. Ya en ese tiempo conocemos el nombre de su
imprecisa oposición entre «los suyos» ‘gente sua’, proba-
rey, Hermerico, y el de su hijo y sucesor, Requila.
blemente en alusión a su familia. Resuelta esa posible
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resistencia o tomadas las cautelas debidas, el nuevo rey
demasiado a distinguir ese rastro. No lo hace, por ejemplo,
emprende un camino distinto al de su predecesor y retor-
la transmisión apocalíptica de Hidacio, que nos obliga a to-
na hacia sus territorios de partida en la Gallaetia.
mar con suma cautela parte de su detalle trágico.
En estos momentos, la península ibérica se encontra-
Con todo, no faltan huellas de actos punitivos que
ba dividida en dos. De un lado la Hispania precariamente
afectan a los barrios periféricos de las ciudades, preci-
controlada por el Imperio —las provincias Tarraconensis y
samente las áreas más expuestas a un eventual ataque.
Carthaginensis— y, del otro, la parte occidental, sujeta de un
Monumentos funerarios destruidos, edificios trágica-
modo u otro al poder del reino suevo, que fijará su sede en
mente desplomados y defensas remozadas y puestas a
Braga, en el extremo norte portugués. En realidad, pactos pos-
prueba. Escasean, sin embargo, los indicios directos de
teriores acordarán la renuncia de los suevos a esta provincia
la presencia de grupos extranjeros en la península ibérica
oriental a favor del Imperio. Tras la muerte de Valentiniano III,
durante las migraciones del siglo v, donde los más rotun-
Requiario entenderá extinto el acuerdo e impulsará su acción
dos argumentos arqueológicos proceden del ámbito fu-
hacia aquellos territorios. La ejecución de Requiario en 456,
nerario. Evoquemos la conocida spata de una tumba de
tras el intento por expandir su influencia hacia el este, desen-
Pax Iulia (la portuguesa Beja), o las piezas de Beiral (Ponte
cadenó el efecto contrario, constriñendo las fronteras suevas
de Lima, Portugal) o el Albaicín (Granada). Pero, hasta la
y afianzando la hegemonía del reino visigodo de Tolosa en el
fecha, el conjunto más significativo de enterramientos en
resto de la Hispania romana de facto ya extinta.
este sentido procede de Mérida. Las joyas, broches y remates áureos de los tocados constituyen un ornato carac-
La huella arqueológica
terístico e inconfundible del atuendo aristocrático femeni-
Cabría pensar que todo ese escenario de saqueo, de
no de los protagonistas de estas «grandes migraciones».
asalto y de ejércitos en movimiento hubiera dejado rastro
Históricamente, estas circunstancias encuentran perfecto
en los estratos de nuestras ciudades romanas. Pero lo cier-
encaje en aquella efímera sedes regia, entre 439-448, que
to es que la huella arqueológica resulta aún esquiva y su-
el rey suevo había establecido en Augusta Emerita, la vieja
mamente imprecisa, insuficiente para evaluar el auténtico
capital lusitana y que fuera primera ciudad de Hispania.
impacto de las migraciones de la primera mitad del siglo v
A partir de mediados de la quinta centuria se ha-
en Hispania. Y es que, muchas veces, no logramos desligar
cen más comunes las sepulturas con armas e indumen-
determinados signos de abandono y destrucción del pro-
taria alóctona: Duratón, Castiltierra, El Carpio de Tajo o
ceso natural de desarticulación urbana, propios del agota-
Madrona. Pero estos cementerios ya estarán vinculados a
miento del modelo social y político romano. Tampoco la
los visigodos, otro pueblo extranjero de origen germano,
narración histórica contemporánea a estos acontecimien-
que encontró acomodo en la insuficiencia militar de un
tos, por su escaso detalle o simplemente su silencio, ayuda
Imperio romano en franco declive.
Las migraciones germánicas en Hispania. Francisco Javier Heras Mora
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La diÁspora de los visigoDOs
Albert Vicent Ribera i Lacomba
ICAC
Encontramos la primera mención a los visigodos probablemente en el historiador Tácito, a fines del siglo i dC,
cuando habla del pueblo germánico de los «Gothones».
Ptolomeo, en el siglo ii dC, los sitúa en el litoral báltico
de Polonia. Según el historiador godo Jordanes, más tardío, del siglo VI, sus orígenes estarían en la isla de Scandza
(Escandinavia) desde donde habrían emigrado hacia el
sur. Pero esta noticia entraría en el campo de la leyenda,
aunque hoy existe la isla de Gotland, en el mar Báltico,
entre Suecia y Letonia.
La arqueología del norte de Polonia ha identificado a la cultura de Willenberg-Wielbark en esta zona y en
este periodo, y cabe la posibilidad que corresponda a los
primeros godos. Hacia el siglo ii dC emigraron al sudeste
hasta alcanzar Ucrania, desde donde entraron en con-
◁ Solidus del emperador Valente acuñado en
Tesalónica, alrededor del 364-367 dC.
tacto con las fronteras del Imperio romano en la Dacia
(Transilvania) y el Bajo Danubio.
Su existencia y su belicosa presencia se hicieron
más que evidentes a partir de mediados del siglo iii dC,
cuando realizaron numerosas, masivas y violentas incursiones de saqueo en Dacia, los Balcanes y Asia Menor. En
unas de ellas, en el 251, derrotaron y mataron al emperador Decio, en Abrito (Bulgaria). Fue la primera vez que
un emperador romano fallecía en el campo de batalla a
manos de los bárbaros, pero no sería la última a manos
de los godos. Sus terribles correrías continuaron a partir
de entonces hasta que, en el 269, el emperador Claudio II
los derrotó de tal manera en Naissus (Nish, Serbia) que
fue apodado «el Gótico», dando cumplida venganza a la
muerte de su predecesor.
Estos conocidos ataques y combates del siglo iii fueron grandes incursiones de saqueo para conseguir botín
y esclavos, y no significaron ningún traslado de población
desde sus bases en la llanura ucraniana.
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Visigodos y ostrogodos cristianizados
Las fuentes históricas de los siglos iii y iv dC ya diferenciaron dos grupos entre los godos, los greutungos,
instalados más hacia el este, y los tervingios al oeste o,
lo que es lo mismo, los ostrogodos y los visigodos. Estos
últimos estaban en contacto directo con la frontera danubiana del Imperio y seguramente ocuparían parte de
la antigua provincia de la Dacia, la actual Transilvania,
abandonada por el emperador Aureliano hacia el 270. En
Rumanía, Moldavia y Ucrania se extendió la llamada cultura Cherniajov o Santana de Mures, que podría corresponder a los godos del siglo iv.
El estado de guerra con los romanos después del
desastre de Naissus continúo intermitentemente, aunque los godos fueron contundentemente derrotados de
nuevo por el emperador Constantino que, curiosamente,
había nacido en Naissus.
Pero a lo largo del siglo iv no todos los contactos
fueron violentos, como demuestra la evangelización
que concluyó con su conversión al cristianismo de la
mano del obispo godo Ulfilas (341-348). Como este
importante suceso tuvo lugar durante el reinado de
Constancio II, que impuso el credo arriano en el imJoseph Noël Sylvestre. El saqueo de Roma en 410 por los vándalos, 1890.
Óleo sobre lienzo, 197 x 130 cm. © Musée Paul Valéry.
perio, los godos adoptaron y asumieron con firmeza
esta variante cristiana, que fue considerada herética
varios años después y prácticamente desapareció del
panorama religioso romano. Pero los godos, y otros
pueblos bárbaros que la habían adoptado, como los
vándalos, se mantuvieron en ella y se convirtió en una
especie de rasgo de identidad de la nación goda frente
a los romanos.
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En esta coyuntura, a mediados del siglo iv, se consolidó un amplio y poderoso estado godo en Ucrania, regido
por el ostrogodo Hermanarico. Sin embargo, tuvo corta
vida debido a la repentina aparición de los hunos desde
la estepa asiática, que sometieron a los ostrogodos durante un siglo y provocaron la migración de los visigodos/
tervingios hacia el sudoeste, hacia el Imperio romano.
Los visigodos/tervingios entran en el Imperio romano:
paz y guerra. Adrianopolis.
Al llegar a la frontera danubiana, ahora como todo
un pueblo en movimiento huyendo de feroces enemigos,
los líderes visigodos solicitaron a las autoridades romanas
entrar en el territorio imperial para instalarse pacíficamente donde se les asignase, que fue la misma provincia por
donde habían entrado, la Moesia Secunda, en el norte de la
actual Bulgaria, a orillas del Danubio. Este traslado pactado
y pacífico del pueblo visigodo tuvo lugar en el 375.
Pero una vez allí, la situación fue empeorando desde
el principio, debido a que las autoridades romanas sometieron a privaciones a esta masa de emigrantes a los que
regatearon los suministros y los llevaron a la hambruna,
tal como narran los mismos historiadores romanos. Esta
conducta de auténtica extorsión, llevada a cabo por iniciativa propia de algunos altos funcionarios corruptos,
provocó la sublevación general de los nuevos asentados.
Francisco de Vogue. Eurico, rey visigodo (420-484), 1750.
Piedra caliza, 285 x 120 x 110 cm. Plaza de Oriente, Madrid.
© Foto: Antonello Dellanotte
La derrota de las tropas romanas locales y la llegada de nuevos contingentes bárbaros de más allá del
Danubio provocaron la intervención directa del emperador Valente, que se encontraba luchando en la frontera persa. Al frente de la elite del ejército de Oriente, en
La diáspora de los visigodos. Albert Vicent Ribera i Lacomba
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Godos
Ostrogodos
Vi
si
go
do
s
Vouillé 507
tolosa
Abritus 251
narbo
Visigodos
massilia
Florentia 410
barcino
Roma
Saqueo de
Roma 410
24 /
Naissus 270
Adrianopolis 378
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el año 378 Valente fue derrotado y muerto en la célebre
Primero pasaron varios años por los Balcanes y
batalla de Adrianopolis, en Tracia, cerca de la misma
Grecia, saqueando y luchando, no siempre con éxito, por
Constantinopla. Esta gran derrota, para muchos, marcó el
la acción del general romano Estilicón. Algunas veces
inicio del fin del poder militar romano.
pactaban, ora con el Imperio de Oriente, que fue el primer
La posterior llegada del emperador de Occidente,
afectado por sus razias, ora con el de Occidente, sirviendo
Graciano, con otro ejército, permitió controlar algo la si-
a los intereses de un imperio contra el otro. Finalmente, el
tuación y se llegó a un tratado de paz en el 382, gracias
Imperio de Oriente se libró de ellos facilitando su traslado
al cual los visigodos se instalaron en Moesia Secunda. A
a Occidente. En el 401 llegaron al norte de Italia, siempre
cambio tenían que suministrar tropas al debilitado ejér-
luchando y saqueando para sobrevivir.
cito romano de Oriente, ahora regido por el hispano
Teodosio, designado emperador por Graciano.
Su llegada a Italia se produjo en un momento muy
delicado para el Imperio, abrumado, además, por las
Una década después hubo ocasión y necesidad de esas
invasiones de suevos, vándalos y alanos en la Galia e
tropas godas para luchar contra un usurpador en Occidente.
Hispania, de los ostrogodos de Radagaiso en Italia y las
En la batalla decisiva, la del Frígido, en el 394, los godos del
usurpaciones de Constantino y Geroncio en Britania e
ejército oriental, situados por Teodosio en primera línea, lle-
Hispania.
varon el peso de la lucha y sufrieron gran número de bajas,
unas diez mil, lo que provocó bastante resentimiento en los
El saqueo de Roma, en 410,
supervivientes, entre los que se encontraba Alarico.
el preludio al fin de un mundo.
Un pueblo de nuevo en marcha
real del Imperio. Los emperadores, a partir de Constantino,
Desde inicios del siglo iv, Roma ya no era la capital
Al año siguiente, 395, falleció Teodosio como único
habían trasladado su residencia a Milán, mejor conec-
emperador y el Imperio se volvió a dividir en dos partes,
tada, y, después, a Ravena, mejor protegida. Además, la
ahora definitivamente, entre sus dos hijos, la oriental para
creación de una nueva Roma en Oriente, Constantinopla,
Arcadio y la occidental para Honorio.
supuso otra merma en su categoría. A partir de este mo-
Muy resentidos por la masacre del Frígido y dirigidos
por Alarico, los visigodos se rebelaron y reclamaron mejores
mento el valor de la Ciudad Eterna fue más simbólico que
real, pero muy simbólico.
tierras, y empezó un largo trayecto que en el transcurso de
Siempre guiados por Alarico, al principio (402-403)
un siglo los llevaría a instalarse definitivamente en Hispania.
fueron derrotados de nuevo por el general Estilicón, que
fue recompensado con su asesinato (408) por órdenes del
insensato emperador Honorio. A partir de este momento,
◁ Migración de los visigodos. Ilustración: Espirelius
La diáspora de los visigodos. Albert Vicent Ribera i Lacomba
los visigodos camparon sin control por la península itálica
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y asediaron varias veces Ravena y Roma. Finalmente, con
cierta complicidad desde dentro, entraron en Roma en
agosto del 410 y la saquearon durante varios días.
El reino de Tolosa
Este nuevo pacto tuvo efectos más duraderos y
permitió a los visigodos disponer de una base territorial
Este trágico episodio impactó psicológicamente en
estable y durante casi un siglo tuvo paz con el Imperio
todo el mundo conocido. Los cristianos lo vieron como el
la mayor parte del tiempo. Sin embargo, la política res-
preludio del fin del mundo y un castigo por los pecados
pecto a Roma siempre había sido bipolar. Por un lado,
cometidos. Los paganos, por el contrario, lo vieron de una
había una facción proclive a entenderse con el Imperio
manera diferente, un castigo por el abandono de los dio-
y a convertirse en federados (aliados), que predominaba
ses tradicionales.
cuando Roma aún era fuerte. Por otra, había otro grupo
El botín fue inmenso y entre los prisioneros estaba
claramente antirromano, que aumentó su poder según se
Galla Placidia, hija de Teodosio y hermana del inepto em-
acentuaba la decadencia imperial. Ambas tendencias se
perador Honorio, encerrado en Ravena.
solían turnar en el poder, a veces violentamente.
La migración del pueblo visigodo continuó hacia el
A consecuencia del tratado, los visigodos se convir-
sur con la idea de pasar a la provincia de África, la actual
tieron en el brazo armado de Roma en Hispania, donde
Túnez, una de las provincias más ricas del Imperio. Pero
derrotaron y redujeron el reino de los suevos a Galicia y ex-
Alarico murió de malaria cerca de Cosenza, en Calabria, y
pulsaron a los vándalos, que pasaron a África, mientras la
el nuevo rey, su cuñado Ataulfo, cambió de idea y se vol-
Tarraconensis permanecía en poder del Imperio. Siempre
vieron a dirigir hacia el norte. Se cuenta que Alarico fue
al servicio de Roma, su participación fue decisiva en la de-
enterrado en una gran tumba repleta de los tesoros que
rrota de Atila en la batalla de los Campos Cataláunicos, en
habían saqueado y que, para que no fuera expoliada, des-
el 451, que hay que considerar tanto una victoria visigoda
viaron el rio Busento para que la cubriera.
como romana. Allí murió su rey Teodorico. Curiosamente,
Desde Italia el pueblo visigodo llegó al sur de Francia
en este encuentro bélico los ostrogodos lucharon al lado
donde se instalaron violenta y temporalmente en el 412. En el
de los hunos. Poco después, en el 453, murió Atila y el pe-
415 ocuparon Barcelona donde crearon una especie de cor-
ligro huno desapareció tan repentinamente como había
te real y Ataulfo se desposó con Galla Placidia. Tras el asesi-
aparecido y los ostrogodos se libraron de su yugo y se
nato de Ataulfo, los visigodos, regidos por su hermano Walia,
instalaron en la antigua provincia de Panonia (Hungría),
hicieron un nuevo pacto en el 416, por el que devolvieron a
desde donde se trasladaron a Italia a finales del siglo v.
la viuda de Ataulfo, Galla Placidia; abandonaron el nordeste
La paulatina decadencia del Imperio de Occidente
de Hispania; se instalaron controladamente en Aquitania, en
fue aprovechada por los visigodos para aumentar su
el sudoeste de Francia, alrededor de Tolosa, y se comprome-
territorio sin que hubiera mayores desplazamientos de
tieron a luchar contra los enemigos del Imperio.
su población. Incluso llegaron a imponer un candidato
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suyo como emperador, Avito, si bien efímeramente, entre 455-456. Especialmente expansivo, y antirromano,
fue el reinado de Eurico (466-484), que llevó sus fronteras al Loira y al Ródano, ocupó la Tarraconensis y tuteló
buena parte de la península ibérica que, a excepción del
reino suevo de Galicia, se había convertido en un territorio atomizado y autónomo, más o menos regido por
las antiguas elites romanas. En estos momentos se produciría la primera pero aun minoritaria emigración de
visigodos a Hispania.
La gran, y última, emigración visigoda a Hispania
Esta misma expansión por la Galia tropezó con la de
los francos, que se habían hecho con el control del norte
y el este de Francia. El conflicto acabó siendo inevitable y
terminó en el 507 con la derrota y muerte del rey Alarico II,
hijo de Eurico, en la batalla de Vouillé.
Este desastre supuso la salida rápida del pueblo
godo del sur de la Galia y su traslado a Hispania. La catástrofe para los visigodos hubiera sido aun mayor sino
fuera por la intervención a su favor del rey ostrogodo
Teodorico, que envió tropas para ayudar a sus «primos»
visigodos y, sobre todo, para defender los derechos de su
nieto, aun menor de edad, Amalarico, hijo de Alarico II.
Este intermedio ostrogodo, que supuso la incorporación
de nuevos contingentes godos desde Italia, permitió con-
La diáspora de los visigodos. Albert Vicent Ribera i Lacomba
servar parte de las posesiones en la Galia, la Septimania
(el Languedoc) y facilitó a la mayor parte del pueblo visigodo su traslado a la península ibérica. Algunos de estos
nobles ostrogodos, Teudis y Teudiselo, llegaron a ser reyes. El núcleo principal de la población goda se instaló en
la meseta norte y en los alrededores de Toledo.
Durante la primera mitad del siglo vi los visigodos, unos doscientos mil, frente a unos seis millones
de hispanos, se fueron instalando en la mayor parte
de la Península, sobre todo en las antiguas provincias
Tarraconensis y Carthaginensis. Pero en buena parte del
territorio su presencia directa se redujo a las guarniciones de las zonas fronterizas y de las principales ciudades,
como Emerita, Barcino, Valentia, Caesaraugusta, Hispalis
y otras pocas más, que jalonaban las principales vías de
comunicación. La distribución de los obispados arrianos
da una buena idea de este control territorial.
Hasta la conversión al catolicismo, en el 589, la sociedad estuvo muy separada por la barrera religiosa, pero
también por la prohibición de matrimonios mixtos y la
segregación real, en la práctica, de la población hispana.
Los visigodos, pues, se instalaron como una elite
demográficamente minoritaria pero dominante, que monopolizó los resortes políticos aunque compartió los económicos con la antigua jerarquía católica y los restos de la
nobleza latifundista romana.
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Los visigodos ante
el espejo de la historia
Cristina Godoy Fernández
Facultat Antoni Gaudí d’Història, Arqueologia i Arts Cristianes
Tras la desaparición del reino visigodo en el 711, en la derrota sufrida por las tropas del rey Rodrigo en el río Guadalete,
los diversos periodos históricos se mirarán en el reflejo de
una época que enlaza el esplendor del mundo clásico con
el origen de la nación española. La unificación territorial
y religiosa conseguida por los visigodos, sobre todo en
época de Leovigildo y Recaredo, y más tarde con Suintila,
constituirá un reclamo constante para los monarcas posteriores desde la Alta Edad Media. Ya en la temprana época
del reino asturleonés, los monarcas se reivindicaban como
legítimos sucesores de los reyes godos, propiciando la forja de un mito —el mito gótico— al que se remitirá una y
otra vez, siempre que en la historia de España se quiera
poner de relieve la unidad territorial y religiosa. Es un espejo frente al que se contemplarán todos los monarcas de
los reinos peninsulares para hacer frente a los musulma◁ Francisco de Vogue. Leovigildo, rey visigodo (568-586), 1750.
Piedra caliza, 285 x 120 x 110 cm. Plaza de Oriente, Madrid.
© Foto: Antonello Dellanotte.
nes, durante la llamada «Reconquista»; los mismos Reyes
Católicos y hasta los monarcas del Imperio español de la
Casa de Austria se presentarán como sucesores directos
de los reyes godos: Rex Hispaniae, Rex Gothorum. La unificación de las diferentes coronas hispánicas, así como la
vinculación con el Sacro Imperio y la hegemonía en distintos territorios europeos configuraban una nueva idea
de España que debía estar territorialmente cohesionada.
Y para ello se optó por el modelo de la «España visigoda».
El mito del goticismo adquirió en tiempos de Felipe II
plena relevancia para justificar la legitimización de la nación
española y de la «hispanidad», como doctrina oficial de la corte y para fortalecer el poder de la realeza. En ello se esforzaron
personajes como Juan de Mariana y Ambrosio de Morales. El
propio rey sentía una gran devoción por Hermenegildo —el
hijo díscolo de Leovigildo— quien, convertido al catolicismo,
se rebeló contra la «tiranía» de su padre arriano. Esta postura,
defendida por Jiménez de Rada, contravenía la versión isidoriana y oficial visigoda, y se fundamentaba en la versión de
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como Dios ungía a los reyes en el Antiguo Testamento, los
reyes visigodos también se hacían investir por el metropolitano de Toledo en la solemne ceremonia de la unción regia.
Pero, en definitiva, la monarquía visigoda no inventó nada
nuevo, sino que reeditó los presupuestos de la teología política que Eusebio de Cesarea ideó para el primer emperador
cristiano Constantino. Este referente lo tomó el rey Recaredo
en la ceremonia de la conversión del pueblo visigodo al catolicismo en el III Concilio de Toledo, firmando como nuevo Constantino, como Flavio Recaredo, el praenomen de la
dinastía constantiniana. Para Felipe II, Hermenegildo había
sido el mártir de la verdadera fe y modelo de su hermano
Recaredo quien afianzó su poder en tanto era rey «católico». Este era el espejo en el que se miraba el monarca español: una legitimización religiosa en los tiempos convulsos
del siglo xvi de la Reforma católica y protestante.
Felipe III nació en la madrugada de la festividad de
san Hermenegildo y por esa razón su padre le puso el
nombre de Felipe Hermenegildo. El interés por «lo visigoAtaulfo en Retratos de los reyes de España desde Atanarico hasta
nuestro católico monarca don Cárlos III ..., García de la Huerta,
Vicente Rodríguez (1734-1787), Manuel Mariano (1729-1802),
grab. Ibarra. © Biblioteca Nacional de España.
Gregorio Magno que fue el primer defensor del martirio de
Hermenegildo. La veneración de Felipe II por Hermenegildo
como mártir de la catolicidad hizo que el papa Sixto V, autorizara su fiesta litúrgica en toda España en el milenario de su
muerte, en 1586; finalmente Hermenegildo fue canonizado,
para su culto universal, en 1639 por el papa Urbano VIII.
El reflejo que los Austrias buscaban en los reyes visigodos era el del fundamento teocrático del poder real. Así
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do» se extendió a lo largo de todo el siglo xvii como modelo de la unidad territorial, política y religiosa de España.
Con la entrada del siglo xviii, la dinastía de los Borbones se siguió proclamando sucesora de los reyes visigodos. Se estableció como primer monarca «español», el rey
Ataúlfo, cuya escultura encabeza la serie de veinte reyes españoles en la plaza de Oriente de Madrid, esculpidas a mediados de dicha centuria. La creación de la Real Academia
de la Historia en 1738, bajo los auspicios de Felipe V fue el
primer paso para la creación de una historiografía visigoda
desde un punto de vista científico, que trataba de depurar
los mitos y fábulas que tanto pábulo habían conseguido
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en el visigotismo. Una buena muestra de ello es la España
Sagrada del P. Enrique Flórez, publicada a partir de 1747.
La admiración que el Siglo de las Luces sintió por el pasado visigodo se dejó entrever también en la literatura y
sobre todo en el teatro neoclásico.
Con la guerra de la Independencia resurgió un inusitado sentimiento patrio que se afianzó en un ideario nacionalista con una fuerte impronta romántica que se había ido
construyendo desde el siglo xvi. La obra fundamental es la
de Modesto Lafuente (Historia General de España desde los
tiempos más remotos hasta nuestros días, 1851), en donde
define el concepto de nación ya en el reino visigodo sobre la
base de la conversión en el III Concilio de Toledo, objetivo alcanzado gracias a la predicación de los Padres visigóticos y el
mestizaje de romanos y germanos, gracias al consentimiento
Antonio Muñoz Degrain, La conversión de Recaredo, 1888.
Óleo sobre tela, 350 x 55 cm. Archivo del Senado. © Patrimonio
Histórico-Artístico del Senado. El cuadro muestra el momento de la
abjuración de Recaredo del arrianismo en el III Concilio de Toledo.
Estuvo en la Exposición Universal de París en 1889.
de contraer matrimonios mixtos, promulgado por Leovigildo.
También en el siglo xix —en 1858—, fue hallado el
toutes les questions archéologiques qui s’y rattachent, París
Tesoro de Guarrazar, cuyas coronas y cruces de oro y pie-
1860), que consideraba las coronas como distintivas de un
dras preciosas se convirtieron en un icono del visigotismo
origen germánico (francés) para no devolverlas a España.
como sinónimo del origen de la nación española. El tesoro
La disputa por el tesoro de Guarrazar enfrentó a ambos go-
estaba compuesto por doce coronas y ocho cruces, más al-
biernos, de manera que la reina Isabel II tomó cartas en el
gunas piezas sueltas. Algunas fueron vendidas en Toledo y
asunto con escaso resultado. Las coronas no fueron recu-
adquiridas por el gobierno francés; el resto pasó a formar
peradas hasta la España de Franco, en 1941, en el marco
parte de las colecciones reales gracias al tesón de José
del gobierno colaboracionista de Vichy.
Amador de los Ríos, quien además consiguió excavar el
Contemporáneamente al pensamiento conservador
lugar donde había aparecido el tesoro. En 1861 publicó El
del siglo xix, se desarrolló una corriente pictórico-histórica
arte latino-bizantino en España y las coronas visigodas de
que recalaba en los episodios medievales para fortalecer la
Guarrazar donde defendía un concepto de arte genuina-
idea de nación católica española. Muchas de las obras pro-
mente español como mezcla de los estilos romano y bizan-
ducidas formaron parte de la pinacoteca de Isabel II y otras
tino, ajeno a las pretensiones de F. de Lasteyrie (Description
se expusieron en edificios públicos, como el Senado. Uno de
du Trésor de Guarrazar, accompagnée des recherches sur
los más conocidos entre los de tema visigodo es el cuadro
Los visigodos ante el espejo de la historia. Cristina Godoy
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El Concilio III de Toledo de Martí y Monsó, que fue pintado para
versión al catolicismo, unión de los pilares sobre los que se
ser expuesto en la Exposición Nacional de 1862, o también el
asentaba el poder del «Caudillo por la gracia de Dios».
de La conversión de Recaredo de Muñoz Degrain —con la re-
Durante el primer periodo franquista se produjo una
presentación de algunos elementos del tesoro de Guarrazar,
gran influencia de los nazis en el estudio y la recuperación
para darle un cariz más «histórico-arqueológico»— y que fue
del patrimonio visigodo. Muchos especialistas se formaron
llevado a la Exposición Universal de París de 1888.
en las universidades alemanas, como Antonio Tovar, filólo-
La unificación de la Iglesia y el Estado, el altar y el tro-
go e historiador que fue nombrado subsecretario de Prensa
no, eran las bases sobre las que la monarquía había susten-
y Propaganda en 1941, y para quien los visigodos habían
tado su poder hasta principios del primer cuarto del siglo xx,
sido los fundadores de un imperio racial que marcó el des-
—teniendo como modelo a los reyes visigodos— hasta que
tino de España por su conversión al catolicismo. También
el triunfo de la II República en 1931, hizo que Alfonso XIII
en el campo de la historia del arte y la arqueología, hay que
marchara al exilio. Con el alzamiento de Franco y la Guerra
destacar a Julio Martínez Santa Olalla, nombrado director
Civil, entre 1936 y 1939, el pensamiento conservador se re-
general de la Comisaría de Excavaciones Arqueológicas, si-
activó de manera que caló muy hondo en la propaganda
guiendo los modelos alemanes del Instituto Arqueológico
del Caudillo. La alianza entre la Iglesia y el Estado llevarían
Nacional e Imperial (precursor del Instituto Arqueológico
a España al denominado «nacionalcatolicismo» que actua-
Alemán de Madrid). Martínez Santa-Olalla centró sus inves-
ba a la par entre el Ejército y la Iglesia contra unos enemigos
tigaciones en el estudio de los ajuares funerarios de los lla-
comunes: el comunismo y el bolchevismo. Esta ideología
mados enterramientos germánicos en necrópolis visigodas
se transmitía a la población a través de un férreo sistema
como la de Castiltierra (Segovia). Pretendía demostrar las
educativo que defendía los principios del Régimen.
relaciones entre España y Europa central durante el periodo
En la utilización del período visigodo por parte del fran-
visigodo, para establecer un pasado común en los estados
quismo hay que distinguir dos etapas: una primera, entre
fascistas, base ideológica y racial de la política del momen-
1939 y 1944, en la que se pretendía probar el germanismo de
to. Hay que destacar a este respecto el papel que jugó la
España y la pureza de la «raza», y, una segunda, en la que ante
Anhenerbe, una sociedad pseudocientífica fundada en 1935
la inminente derrota del Eje ítalo-alemán a partir de 1945, el
por los dirigentes e ideólogos del Partido Nacionalsocialista
régimen de Franco se retrajo, iniciando el periodo conocido
Obrero Alemán con el fin de investigar y enseñar la heren-
con el nombre de «autarquía». Si en el primer franquismo
cia ancestral alemana, en particular sobre la raza aria y su
se primaban los estudios arqueológicos sobre la llegada de
paralelismo con la raza germana. La Ahnenerbe estaba go-
estos ancestros germánicos para emparentar España con la
bernada por Wolffram von Sievers —condenado en los jui-
Alemania nazi, tras la derrota del III Reich en 1945 la mirada a
cios de Nuremberg—, y en 1940 pasó a depender de la SS
los visigodos se sublimaría para destacar su papel por la con-
(Schutzstaffel) dirigida por el Reichsfürer Heinrich Himmler.
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En ese marco de colaboracionismo y camaradería,
Martínez Santa-Olalla jugó un papel fundamental en la
visita que Himmler realizó a España en 1940. Visitaron El
Escorial; Toledo, como capital visigoda y su alcázar, maltrecho durante la Guerra Civil, y, en Madrid, los museos
del Prado y el Arqueológico Nacional; en el MAN pudo
contemplar los materiales procedentes de las necrópolis
visigodas, especialmente de Castiltierra, muchos de los
cuales acabaron en Austria, al ser enviados como presente por Santa-Olalla para complacer a Himmler, y aún no
han podido ser recuperados.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, con la victoria
de los aliados, la influencia de la ideología nazi disminuye y el régimen franquista se readapta. La mirada hacia lo
visigodo había de subrayar el peso de su conversión al catolicismo como modelo teocrático para la autoridad del
Caudillo. Se inicia el nacionalcatolicismo donde la Iglesia
católica tuvo un protagonismo especial en la recristiani-
Julio Martínez Santa-Olalla y el Reichsfürer Heinrich Himmler en octubre
de 1940 en el Museo Arqueológico Nacional, contemplando las piezas
visigodas de la necrópolis de Castiltierra, Segovia. © Wikimedia Commons.
zación de la población y la exaltación del Jefe del Estado,
El sistema educativo se impregnó de la ideología na-
cuyo poder emanaba directamente de Dios. Los intelec-
cionalcatólica a través la Revista Nacional de Educación
tuales volvieron la mirada a la historiografía romántica
que se publicaba mensualmente y era distribuida a todas
de la segunda mitad del siglo xix, recuperando discursos
las instituciones educativas, los ministerios, las universi-
como los de Marcelino Menéndez Pelayo o incluso el uni-
dades y las escuelas. Los visigodos se hacían familiares
verso pictórico historicista que recreaba el nacimiento y
al universo de los españoles —¡la necesidad de aprender-
el bautismo de la nación en el III Concilio de Toledo. La
se la lista de los reyes godos!— a través de los manuales
misma ciudad fue objeto de un programa de conservación
escolares, las revistas infantiles, postales, naipes, vitolas,
y promoción patrimonial, como el Alcázar donde, para la
sellos de correos, almanaques y hasta los envoltorios de
historiografía fascista, se había escenificado la unidad es-
productos alimenticios como los chocolates. Las ilustra-
pañola en época visigoda. Poco tiempo después, en 1960,
ciones, inspiradas en la iconografía romántica decimonó-
se inauguró el Museo de los Concilios para conmemorar la
nica, eran las mismas que muchos de nosotros conserva-
ciudad donde había nacido «la unidad moral de España».
mos aún en la retina al pensar en los visigodos.
Los visigodos ante el espejo de la historia. Cristina Godoy
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Toledo:
la ciudad del Rey
Jorge Morín de Pablos, Departamento de Arqueologia de AUDEMA
Isabel M. Sánchez Ramos, UCL Institute of Archaeology
La ciudad de Toledo y su territorio atesoran una serie de
restos materiales de valor excepcional que son la consecuencia más visible de un rico pasado. Su presencia sirve
para recordar que estamos ante una de las poblaciones
más importantes y complejas de la península ibérica, tras
haberse convertido en capital simbólica de inmensos
imperios, de grandes y diferentes reinos o de otras muchas demarcaciones de carácter civil, religioso o militar,
que crearon sus propios programas arquitectónicos, en
ocasiones sobre los mismos inmuebles, y han dejado su
correspondiente huella.
Esa importancia, mantenida a lo largo de los tiempos, tiene como gran referencia la capitalidad visigoda, la
ciudad del Rey. Fue entonces, en los años centrales del
◁ [El Ordo celebrando concilio]. Miniatura: pincel y pluma,
230 x 260 mm, en Manuscrito Reyes visigodos del Código
Vigilano o Albeldense (fol. 344), 976.
Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
© Patrimonio Nacional. RBME d-I-2, f. 344.
siglo VI, cuando Toledo empezó a destacar en el conjunto
de las ciudades de la península ibérica, aunque todavía
tardara cerca de un siglo en consolidarse para dar lugar a
la urbs regia visigoda que describen las fuentes.
Fue en ese momento cuando coincide con la formación del primer reino auténticamente hispano de la
historia, cuando Toledo dejó de ser una ciudad más, para
convertirse en el centro simbólico de una entidad política
destacada y excepcional en la Europa de su tiempo. La
principal consecuencia de esa promoción fue la construcción de grandes complejos arquitectónicos que, en muchas ocasiones, tomaron como ejemplo las construcciones imperiales y provocaron un importante cambio en el
aspecto de la población.
La consecución de este rango privilegiado implicó
la completa reorganización interna de la ciudad, que
adquirió un nuevo aspecto del que solo conocemos aspectos muy parciales. De hecho, los pocos restos que
se conocen muestran que Toledo se trasformó en una
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miembros civiles y eclesiásticos con ella relacionados,
incluyendo en este caso a los primeros obispos primados de Hispania.
Junto a ellos crecieron grupos de pequeños funcionarios y monjes que fueron los responsables de la formación y desarrollo de un foco cultural que se convirtió en
el soporte ideológico del reino y demostró su capacidad
para hacer llegar sus planteamientos e ideas al resto del
continente. En él participaron figuras destacadas como
Julián, Eugenio o Ildefonso de Toledo, que se convirtieron
en una referencia indispensable en la cultura europea de
la Alta Edad Media.
Esta escasez de restos inmuebles en la ciudad contrasta con la importancia de los que conocemos en su
territorio más inmediato —Santa María de Melque, Los
Manuscrito Reyes visigodos del Código Vigilano o Albeldense
(fol. 145r). Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo
de El Escorial. © Patrimonio Nacional.
Hitos, San Pedro de la Mata, Guarrazar, etc.—, que se convirtió en un espacio privilegiado, tan mítico y específico
como lo fue la propia capital. En él se conservan algunos
espacios que permiten realizar una buena aproximación
auténtica capital y, como tal, en el centro político, admi-
a la imagen que presentaron algunos de los monumentos
nistrativo y religioso del Estado visigodo. Una formación
más destacados de la ciudad en los siglos vi y vii.
política bien estructurada, que se convirtió en uno de
Aunque los precedentes pueden hallarse ya en épo-
los pocos reinos que se consolidaron en el panorama
ca de Teudis y Atanagildo, fue indudablemente durante el
político europeo tras la caída del Imperio romano. A su
reinado de Leovigildo (568-586), cuando Toledo se con-
cabeza se encontraba un monarca que basaba su poder
virtió en el asiento permanente de la corte visigoda. Gran
en la existencia de una organización estatal plenamente
parte del éxito de la elección de Toledo como sedes regia
desarrollada y, también, en el dominio de la capital y de
tuvo que ver con su privilegiada situación geográfica en
sus instituciones, que eran las que legitimaban su poder.
el centro peninsular y en el punto de vado del Tajo, una
Un hecho que explica la necesidad de construir grandes
situación excepcional que hacía de la ciudad un impor-
edificios administrativos en los que instalar el Aula regia
tante nudo de comunicaciones. Toledo contaba también
y diferentes palacios en los que albergar a sus principales
a su favor el que no se hubiera visto afectado por los des-
36 /
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órdenes del siglo V que habían llevado la ruina a otras
ciudades del interior de la Península, y que mantuviera
5
en pie todavía buena parte de las infraestructuras urbanas de época romana, así como una buena organización
municipal y episcopal. Su centralidad y alejamiento de
otros poderes le otorgaban ventaja sobre otras sedes
como Narbona o Barcino, al tiempo que su oscuro pasado como simple municipio romano no le suponía una
6
1
rémora, como sucedió, por ejemplo, con Emerita, antigua
capital de la Diocesis Hispaniarum. Un último aspecto que
no debe minusvalorarse para comprender la elección de
2
2
7 3
4
la ciudad del Tajo como sedes regia visigoda viene dado
por el asentamiento de los contingentes poblacionales visigodos en la zona central de la Península, tal como pone
de manifiesto el mapa de distribución de necrópolis con
elementos de ajuar de estilo danubiano.
La ciudad: el núcleo palatino y el conjunto episcopal
Los estudios arqueológicos realizados en los últimos
años han dado a conocer una serie de complejos arquitectónicos y destacadas piezas suntuarias de los siglos IV
y V que demuestran la importancia de la ciudad en el panorama peninsular. Durante esta etapa, y como resultado
Planta de Toletum en época visigoda (ss. vi-vii).
© Proyecto Sedes Regia Toletana.
1. Propuesta ubicación de la ecclesia de Santa Maria (grupo episcopal);
2. Escultura y mobiliario litúrgico asociado al grupo episcopal de
época visigoda (callejón de San Ginés y convento de San Pedro Mártir);
3. Propuesta situación de la Ecclesia praetoriense (¿iglesia de Santa
María del Alficén?); 4. Propuesta de localización del palatium visigodo
(alcázar-hospital de Santa Cruz-convento Santa Fe); 5. Construcciones
residenciales zona noroccidental extramuros (Vega Baja); 6. Posible
ubicación de la basílica de Santa Leocadia y necrópolis tardoantigua.
del proceso de transformación producido en el paisaje
urbano, se abandonaron muchos de los antiguos espacios públicos al tiempo que surgieron nuevos conjuntos,
generalmente —pero no exclusivamente— eclesiásticos,
que reflejan de forma ostensible el carácter urbano de las
poblaciones de mayor rango. Este es el caso, por ejemplo,
de las murallas y de los inmuebles destinados a la administración del Estado, así como también el de las nuevas
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
iglesias y catedrales, símbolos del creciente poder adquirido por la Iglesia a lo largo de estas centurias.
La estructura urbana de Toledo durante el periodo visigodo refleja efectivamente esa dualidad, con un núcleo
pretoriense centrado en el conjunto palatium-basílica de los
Santos Apóstoles Pedro y Pablo y otro eclesial vinculado al
grupo episcopal dedicado a Santa María. Precisamente la
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ciudadela o praetorium se dispondría en la parte alta de la
tras la basílica constantiniana de los Santos Apóstoles
ciudad, en relación con el control del puente sobre el Tajo, en
estaba dedicada al colegio apostólico con el propio em-
una disposición urbana que es la que perduraría posterior-
perador como isapostolos, la basílica toledana estaba
mente en época islámica. La iglesia de los Santos Apóstoles
tan sólo bajo la advocación de los Santos Pedro y Pablo,
Pedro y Pablo aparece en las fuentes literarias íntimamente
patronos de la sede del Imperio occidental y de las gen-
vinculada al pretorio y a la monarquía. Como tal, la basílica
tes (entre las cuales se contaba la gens gothorum), lo que
de los Santos Apóstoles era escenario de la ceremonia de
sólo puede entenderse como una manifestación de inde-
bendición del ejército antes de una campaña militar y de la
pendencia política del reino godo ante Constantinopla.
ordinatio principis de los reyes visigodos, dos actos que ve-
En cuanto a los elementos de escultura monumental,
nían a poner de manifiesto el carácter consagrado de la insti-
destaca la concentración en el área de la puerta/puente
tución monárquica goda. Esta basílica fue, además, sede de
de Alcántara-alcázar una serie de relieves decorados con
un breve obispado palatino creado por Wamba (672-680). Es
discos o medallones que encierran un motivo gallonado.
importante subrayar la sorprendente decisión del monarca
Este tipo de decoración habría que ponerla en relación
de crear un nuevo obispado en la ciudad (medida que va en
con el emplazamiento en la zona de un magno conjunto
contra de las disposiciones eclesiásticas y que como tal sería
civil que sólo cabría identificar con el antiguo palatium
derogada en el XII Concilio, celebrado en 681), porque certi-
godo. Estos motivos gallonados son extraños dentro del
fica la situación de duplicidad —con una sede catedralicia y
arte hispanogodo, aunque de algún modo recuerda al
otra palatina— que vive la urbe por esta época.
tema de las veneras tan caras a la iconografía del mo-
Hay dos aspectos más de esta iglesia pretoriense que
mento, en edificaciones de prestigio como el palacio de
son interesantes señalar. Teniendo en cuenta el ascen-
Pla de Nadal (Riba-roja de Túria, Valencia). En el mismo
diente que Constantinopla siempre tuvo sobre la corte
sentido hablaría el descubrimiento de importantes ejem-
visigoda, resulta significativo que esta iglesia no actuara
plares de escultura decorativa en la zona, como los frisos
como panteón regio a imitación de la basílica constanti-
con cruces inscritas en estrellas de rombos alternados
nopolitana de los Santos Apóstoles. El ejemplo de la ba-
con discos gallonados. De esta zona también procede un
sílica fundada por Constantino fue seguido después por
magnífico tenante de altar decorado con cruz gemada
algún rey bárbaro como el franco Clodoveo en París, pero
y en el Hospital de Santa Cruz se descubrió una impos-
no hay constancia expresa de que esto fuera así en el caso
ta que presenta idéntica decoración de tipo áulico que
toledano. Por el contrario, se sabe que la basílica de Santa
hemos señalado en las piezas del entorno de la puerta
Leocadia, que actuó como panteón episcopal, sirvió tam-
de Alcántara (cruces inscritas en estrellas y gallones), así
bién, según fuentes tardías, como mausoleo de los reyes
como un fragmento de placa-nicho con forma de concha
godos. Asimismo, hay que subrayar también que, mien-
de extraordinaria factura, pieza que sin duda presidía la
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decoración de un importante templo, muy posiblemente
en manos de los bizantinos. En el año 610, este rango me-
el mismo al que pertenecería el altar antes mencionado.
tropolitano se vio sancionado por un sínodo de obispos
Otros hallazgos dispersos sugieren asimismo la loca-
reunidos a tal efecto, cuyas conclusiones serían reafirma-
lización en esta zona de una importante construcción reli-
das poco después en un Decretum de ecclesia Toletana por
giosa: un cancel con la imagen simbólica de san Lucas ha-
el propio rey Gundemaro. A partir del reinado de Ervigio,
llado en el paseo del Miradero —que evidentemente forma-
siendo obispo san Julián (680-690), Toledo alcanzó el título
ba parte de una serie de cuatro canceles del Tetramorfos—,
de sede primada, imponiendo su dignidad sobre el resto
un grupo de fragmentos de canceles con arcos imbricados
de los obispados hispanos y logrando incluso arrancar al
y trifolias de clara inspiración emeritense, otra placa-nicho
poder real la prerrogativa de intervención en el nombra-
de estilo clasicista decorada con la imagen de un temple-
miento de nuevos obispos.
te, etc. A este numeroso grupo hay que añadir además un
Prácticamente nada se ha conservado del antiguo
conjunto de ocho capiteles visigodos reutilizados en el pa-
complejo catedralicio de época visigoda. Sin embargo,
tio del Hospital de Santa Cruz. Todas ellas son piezas de
se sabe con cierta seguridad que, como otras muchas
indiscutible calidad y permiten intuir su procedencia de un
de su tiempo, la iglesia catedral estaba dedicada a Santa
conjunto arquitectónico de prestigio y que, en nuestra opi-
María Virgen. Como se ha dicho, no se conserva nada de
nión, sólo cabe identificar con el antiguo pretorio visigodo
la fábrica original, si bien todo hace pensar que la antigua
y su templo palatino anexo.
sede de época visigoda estaba emplazada bajo la actual
Como complemento y contrapeso del pretorio o pa-
catedral gótica y antigua mezquita aljama árabe, no sólo
lacio civil se hallaba el núcleo catedralicio, sede de la auto-
por la tradicional superposición de espacios sagrados
ridad eclesiástica y principal centro de culto de la ciudad.
dentro de la ciudad, sino porque hay constancia literaria
A lo largo de la séptima centuria el obispado de Toledo al-
de que en el año 871 todavía existía una iglesia contigua
canzó de facto el rango de sede primada de España. Este
a dicha mezquita. Unas prospecciones efectuadas en la
título, sin embargo, no fue conseguido sino después de un
década de los ochenta en la catedral parecen confirmar la
largo proceso en el que el obispo de la ciudad regia hubo
existencia de una construcción de planta de cruz griega,
de imponerse a otras sedes que, como Cartagena, Mérida o
con la cabecera situada en el tramo inmediato al llamado
incluso la misma Tarraco, orgullosa de su fundación apos-
«pilar de la Descensión», que hace referencia al lugar en
tólica paulina, poseían a priori mayores méritos y antigüe-
el que la Virgen posó sus pies con motivo del milagro de
dad. Desde el siglo VI, al menos, el obispo de Toledo había
la imposición de una casulla a san Ildefonso. Este mila-
obtenido ya el reconocimiento expreso como metropolita-
gro, que reflejaba el apoyo divino a la sede regia visigoda
no de las sedes del interior de la provincia Carthaginensis,
y convertía a la Virgen María en la principal patrona de la
desbancando a la mismísima capital provincial entonces
ciudad, ha sido utilizado desde entonces para la defensa
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
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de la primacía toledana. Su representación figura en todos y cada uno de los espacios religiosos vinculados a la
iglesia toledana hasta nuestros días.
Por otro lado, un epígrafe conservado en una de las
columnas de la catedral gótica informa de la reconsagración in catolico de la basílica de Santa María durante el reinado de Recaredo, en el año 587, esto es, el mismo año de
la conversión del monarca. Esta inscripción solemniza la
devolución de la iglesia catedral hecha por los arrianos al
culto ortodoxo después de superada la crisis de la guerra
civil que enfrentó a Leovigildo y su hijo Hermenegildo. La
inscripción, que fue trasladada en el siglo xvi a uno de los
patios de la catedral, reza así: «+ In nomine D[omi]ni consecra/ta ecclesia S[an]cte Marie/ in catolico die primo/ idus
aprilis anno feli/citer primo regni d[omi]ni/ nostri gloriosissimi Fl[auii] Reccaredi regis era / dcxxv». La reconsagración del templo al rito católico sería una de las medidas
adoptadas por Recaredo antes de su conversión oficial
en el año 589. Se trataría, pues, de una medida de hondo significado simbólico que venía a clausurar el sínodo
de obispos arrianos y católicos en el que se sentaron las
bases que culminarían posteriormente en la reunión dos
años más tarde del III Concilio toledano, el sínodo de la
conversión oficial de los godos a la ortodoxia nicena.
También las piezas de escultura decorativa empotradas en el cercano callejón de San Ginés se podrían
relacionar con construcciones vinculadas a este núcleo
△ Inscripción de la reconsagración de la catedral de Santa María.
Catedral de Toledo. © Proyecto Sedes Regia Toletana.
◁ Credo epigráfico. Museo de los Concilios.
© Proyecto Sedes Regia Toletana.
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catedralicio. La decoración a base de veneras, abundan-
de taller romano o bien formar parte de un ciclo homi-
te en este grupo, parece corresponderse con un conjun-
lético hoy por hoy no aclarado, que aparecía en algún
to de este tipo, pues es característica de los edificios de
ejemplar manuscrito ilustrado. En cualquier caso, no
prestigio del momento y, como tal, se encuentra en nu-
hay duda que su carácter narrativo recuerda al arte pa-
merosas piezas de la villa de Pla de Nadal (Riba-roja de
leocristiano, si bien con una factura algo más tosca. Las
Túria, Valencia).
representaciones encarnan cuatro escenas relacionadas
El grupo episcopal incluiría, aparte de la iglesia
con diversos episodios de la vida de Cristo: tres de ellas
catedral, el palacio episcopal y algunas otras depen-
de tipo taumatúrgico (curación del ciego de nacimiento,
dencias anexas al mismo, entre las cuales se incluiría
resurrección de Lázaro y la curación de la hemorroisa) y
un edificio destinado al rito bautismal, probablemente
otra más de tipo bautismal (diálogo con la samaritana).
dedicado a san Juan Bautista, según era corriente en la
En esta misma iglesia, convertida en mezquita en época
época, y al que pertenecería la placa-nicho con letras
islámica, se conserva un importante conjunto de piezas
apocalípticas invertidas (tema de carácter bautismal)
decorativas de época visigoda en la que destacan nueve
y algunos materiales constructivos más hallados en el
pilastras, capiteles y un buen número de frisos con mo-
transcurso de las excavaciones del vecino convento de
tivos decorativos muy concretos, que permiten suponer
San Pedro Mártir.
la existencia de un templo parecido al de San Juan de
Dentro de la ciudad existieron además otras mu-
Baños en Palencia: un templo que la mayor parte de los
chas iglesias de las que apenas nada se sabe o se con-
investigadores vinculan con la arquitectura toledana del
serva, de suerte que es posible hablar de una paulatina
siglo vii. Estas piezas se encuentran dispersas por dife-
cristianización de la topografía urbana a medida que
rentes lienzos de la construcción y tienen especial pro-
la influencia y el poder de la Iglesia se acrecentaba.
tagonismo en la torre del templo, un antiguo alminar,
Ejemplares como las pilastras de la iglesia de Santa Justa
en el que se agrupan numerosos relieves decorados con
y del Salvador dan buena cuenta de ese interés everge-
series de círculos que forman tetrafolias.
ta de la Iglesia toledana. La pieza del Salvador, con su
Un origen parecido tiene el conjunto de piezas de-
repertorio de escenas neotestamentarias, es además un
coradas que se conocen en el entorno de la iglesia de
magnífico ejemplo de un fenómeno que debió ser muy
Santa Eulalia, en el que destacan los capiteles y piezas
frecuente en la época, pero, que por desgracia, apenas
reaprovechadas en la construcción de esta parroquia en
se ha conservado: la decoración figurada. La pilastra
el siglo xii, así como los frisos que se conservan forman-
muestra en una de sus caras, dividida en varios registros,
do el dintel de una portada en la plaza de la Cruz, que
diversas escenas de la vida de Jesús que pudieron inspi-
recuerdan a los que acabamos de describir en la torre
rarse en la decoración de algún sarcófago paleocristiano
de El Salvador.
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
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Reconstrucción de
Toledo en la séptima
centuria. Ilustración
de Albert Álvarez
Marsal, bajo la
dirección científica de
I.M. Sánchez Ramos y
Jorge Morín de Pablos.
(© Urban landscape
of power in the Iberian
Peninsula from Late
Antiquity to the Early
Middle Ages’).
Los suburbios. La basílica de Santa Leocadia
y los palacios suburbanos
En la zona noroeste del suburbio, en la denominada
Vega Baja, se emplazaba una importante área funeraria
que parece desarrollarse a partir de finales del siglo iv o
principios del v. En ella destaca el conjunto de tumbas hallado en el actual paseo de la Basílica, que reaprovechan
para su construcción varios elementos funerarios procedentes de alguna necrópolis imperial. Toda esta zona, situada al oeste del antiguo circo romano, se vio afectada
por una amplia remodelación urbanística, consecuencia
de la revalorización de un pequeño culto local destinado
a perpetuar la memoria de la virgen y confessor Leocadia.
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La tradición ha venido identificando esta basílica con el
lugar que hoy ocupa la ermita del Cristo de la Vega, aunque es posible que en realidad el martyrium se encontrara
junto al circo, donde antiguas excavaciones de Pedro de
Palol pudieron constatar la existencia de un gran edificio
con contrafuertes, de modo que la ermita sería en realidad el monasterio asociado a la basílica martirial. De este
espacio proceden la placa nicho con crismón y varios
fragmentos con el Credo epigráfico.
Durante esta época la Vega Baja alcanzó un cierto
desarrollo urbano organizado en torno a determinados
ejes viarios, en donde se documenta una ocupación
más o menos intensa para diferentes usos domésticos y
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productivos. Se ha querido ver en ello una relación entre
la consolidación del reino visigodo a lo largo de la séptima centuria y la transformación constatada en el suburbio noroccidental, definida por una implantación urbanística monumental y jerarquizada que integrara espacios
de carácter residencial, comercial y artesanal.
Los monasterios toledanos
Como testigos del creciente poder de la Iglesia y a la
vez actuando como defensa simbólica de la urbs, Toledo se
encontraba rodeado de numerosas fundaciones monásticas. Sin duda, el más famoso de los monasterios toledanos
es el de San Cosme y San Damián o Agaliense, donde se
formaron buena parte de los obispos toledanos (Cixil. Vita
Ildephonsi, I 11). Allí se educaron figuras tan insignes de la
Iglesia visigoda como los santos obispos Eladio, Eugenio
o Ildefonso. La ubicación de este célebre monasterio es
desconocida en día de hoy aunque a partir de la etimología del topónimo se ha especulado verosímilmente con su
situación junto a la calzada que conducía a las Galias (ad
galiense iter). En los últimos años se ha sugerido su emplazamiento en un lugar próximo a la Peraleda a partir de
algunas referencias de época medieval. Desde el punto de
vista arqueológico, se han realizado varias propuestas de
localización, entre las que destaca aquella que lo sitúa en
las inmediaciones de los llamados Palacios de Galiana. De
esta forma, la almunia Al-Mansura o Huerta del Rey, ordenada construir entre 1043 y 1075 por Al-Mamum, no sería
sino la heredera histórica del antiguo cenobio visigodo. La
propuesta nos parece muy probable, por su situación jun-
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
to a la calzada de las Galias y por la propia riqueza agraria
del lugar, así como porque es coherente con algunas menciones literarias. El conjunto taifa presenta además una
estructura arquitectónica basada en una planta de tipo bizantino que podría estar inspirada en un conjunto anterior.
El segundo de los monasterios citados en las actas del
XI Concilio era el de Santa Leocadia. Parece lógico suponer
que, al igual que sucedía en Mérida con el monasterio de
Santa Eulalia, se encontrara situado junto a la iglesia martirial del mismo nombre. Su abad firma en segundo lugar,
probablemente por tratarse de un monasterio vinculado a
una iglesia de carácter palatino como era Santa Leocadia.
Teniendo en cuenta que el edificio excavado junto al circo
pudo ser la propia basílica martirial, este monasterio pudo
emplazarse bajo la actual ermita del Cristo de la Vega, dando
razón en parte a la tradición generada en torno a este lugar.
El resto del catálogo de monasterios toledanos de
época visigoda es conocido únicamente por las signaturas de sus abades en el XI Concilio. Así, se sabe que había
en Toledo un monasterio urbano dedicado a la Santa Cruz
que era escenario de la traslación de una reliquia del lignum crucis a la catedral durante la celebración de Pascua.
Otro de los monasterios toledanos citados en las actas
del XI Concilio era el de San Miguel, cuyo abad aparece
en las actas sinodales encabezando el ordo abbatum. Es
posible, dada la condición del arcángel San Miguel como
protector de la hueste celestial, que este cenobio se hallara cerca del recinto pretoriense, quizá como complemento monástico de la basílica de los Santos Apóstoles. Por
último, las actas citan el monasterio de Santa Eulalia.
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La fundación de una nueva ciudad:
Reccopolis
Pilar Diarte-Blasco, Manuel Castro-Priego, Lauro Olmo-Enciso
Proyecto Arqueológico Recópolis. Área de Arqueología. Universidad de Alcalá
En plena Celtiberia visigoda, por orden de Leovigildo, se
funda en el año 578 dC la ciudad de Reccopolis (Zorita de
los Canes, Guadalajara). Ciertamente, no es la única ciudad fundada en este momento, ya que como nos informan
la Chronica de Juan de Biclaro y la Historia Gothorum de
Isidoro de Sevilla, otras dos ciudades se erigieron en este
periodo en el norte peninsular, en Vasconia: Victoriacum,
fundada por el mismo rey, y Ologicus por Suintila (621-631
dC), que permanecen sin localizar. No es casualidad que
estas ciudades se fundaran en momentos cruciales para
la consolidación del Reino visigodo de Toledo, como en el
caso de las fundadas por Leovigildo (568-586 dC), o el de
Ologicus, cuando las campañas de Suintila acabaron con
las últimas posesiones peninsulares de los bizantinos, en el
año 625 dC. En el caso de Reccopolis es probable que la voluntad regia de llevar a cabo un proyecto ideológico «imperial» a la manera de Bizancio haga tangible esa política de
◁ Reccopolis en el contexto peninsular a principios del siglo vii dC.
Elaboración propia.
aemulatio imperii, ya que la ciudad fue construida en honor
del futuro rey Recaredo (586-601 dC), siguiendo la estela de
algunos emperadores bizantinos que fundaron o, simplemente, renombraron algunos centros urbanos anteriores.
El conocimiento de la estructura urbana de la ciudad
y del impacto que ésta tuvo en el territorio es más reciente
de lo que en principio se podría suponer, ya que Reccopolis
durante varios siglos permaneció oculta y olvidada hasta su «redescubrimiento» arqueológico en el cerro de la
Oliva, a finales del siglo xix. En cualquier caso, la memoria
de la ciudad había permanecido algunos siglos después
de su abandono definitivo, en torno al siglo ix, gracias a
las fuentes escritas: las árabes, por ejemplo, aludirán a
Racupel, como «muy fuerte çibdat e muy alta», en las que
además se subraya la calidad de sus piedras, usadas para
la construcción de Zorita, como aparece mencionada
en la Crónica de al-Razi. Mientras que en algunas fuentes cristianas, como el texto altomedieval de la Crónica
albeldense se alude a la fundación de la ciudad, y algo
más tardíamente, en el fuero concedido por Alfonso VII,
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en 1156, a campesinos mozárabes para repoblar la villa
de Zorita, en las que se mantiene el topónimo en sus diferentes formas: Accopal, Raccopal o Racupel.
El inicio de las investigaciones arqueológicas propiamente dichas, no obstante, no se produjo hasta los años
cuarenta del pasado siglo, cuando el arqueólogo Juan
Cabré Aguiló se encargó de la dirección de las excavaciones hasta su fallecimiento, en 1947. Las primeras fases de
la investigación se centraron en las estructuras arqueológicas más evidentes que, sin duda, eran las de la ermita
de la Virgen de la Oliva, con el objetivo de documentar las
fases visigodas del edificio, aunque también se identificó
el «...gran palacio contiguo a la Basílica», en el que localiPlanimetría esquemática-explicativa de la parte alta de la ciudad.
Elaboración propia.
A1, A2, A3: Complejo palatino; B: Iglesia palatina; C: Acceso Complejo
Palatino; D y E: Edificios asociados con actividades artesanales y
comerciales; F1, F2 y F3: Viviendas; G: Calles; H: Zona abierta Complejo
Palatino; I: Zona abierta; J: Canalización; K: Cisterna.
zó, al igual que en el edificio de culto «...elementos arquitectónicos de talla y carácter visigodos...» y, sobre todo,
destacaban lan dimensiones del mismo, «...con naves de
más de 100 metros de longitud por 10,40 de anchura».
El urbanismo de Reccopolis, de hecho, se define en
torno a la posición preeminente del complejo palatino
—que incluiría la basílica palatina, enmascarada en parte por la ermita medieval de la Virgen de la Oliva—, cuya
situación en la parte más alta del cerro lo hace visible desde todos los lugares de la ciudad, que incluye prácticamente cualquier lugar del territorio circundante y subraya
el poder que representaba. Los informes de Cabré son la
primera noticia que tenemos de la existencia de un palacio en la ciudad, hipótesis después sostenida por investigadores del Instituto Alemán de Arqueología en Madrid,
como K. Raddatz y D. Claude, y corroborada por los trabajos desarrollados por el equipo dirigido por Lauro Olmo-
Imagen aérea de Reccopolis. Proyecto Reccopolis.
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Enciso. Es cierto, no obstante, que prácticamente no exis-
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ten edificios del periodo con los que se pueda establecer
El edificio A3 es el único del complejo que no fue
una comparativa, pero las dimensiones y la calidad cons-
documentado por J. Cabré. Comenzó a ser estudiado en
tructiva del conjunto, la ubicación de éste y los elementos
las campañas de excavación que se desarrollaron en la
arquitectónicos y decorativos recuperados en su interior,
década de los noventa del pasado siglo. Cierra la plaza
dejan escaso margen de duda en su identificación.
en su parte más meridional y tiene similitudes construc-
El conjunto se construyó en torno a una gran plaza,
tivas con el complejo A1. La construcción se levantó en
que queda cerrada por los lados norte y sur, precisamen-
mampostería y sillarejo combinando una cimentación en
te por los dos edificios de mayor envergadura. En total,
arenisca, con alzados en toba y piedra caliza. No dispon-
el conjunto estaría formado al menos por tres edificios y
dría, en cambio, de machones y/o pilares internos, ya que
una iglesia palatina. Los muros de los edificios del conjun-
poseería un muro corrido en mampostería y sillarejo en
to palatino, que denominamos A1, A2 y A3, estaban com-
su interior, en el que se abrirían vanos de comunicación —
puestos por dos paramentos y relleno interior de cantos
al menos dos—, que serviría tanto de división del espacio
de río y mampuestos, además de encontrarse enlucidos
inferior en dos naves de 3, 20 m de anchura, como de su-
con mortero de cal y arena, también utilizado en la iglesia.
jeción de la planta superior. Se trata de una obra longitu-
El uso de la cal se documenta también en la plaza, donde
dinal, con sentido este-oeste, con unos 9,40 m de anchura
se observa el empleo de cantos trabados con este mate-
por 31,50 m de longitud visible. No obstante, gracias a las
rial, cubiertos con una capa de mortero de cal y arena.
prospecciones geomagnéticas, se ha podido determinar
El edificio norte, A1, es el de mayor tamaño del complejo, con 133 m de longitud por 9,20 m de anchura, y tenía
una longitud total de la construcción en 49 m. La estructura de este se encuentra todavía en fase de excavación.
dos pisos. Se encontraba dividido en dos partes de dimen-
La secuencia estratigráfica ha permitido la recons-
siones similares: la ubicada en el sector más occidental po-
trucción interpretativa del edificio. Tendría un tejado a
seía contrafuertes circulares y dos vanos de entrada de unos
dos aguas rematado por cruces caladas en sus vértices.
2 m de anchura cada uno, mientras que la que se encuen-
El tejado estaría sujeto por una viguería, realizada a par-
tra en la zona oriental tenía dos alas (ambas con una única
tes iguales en madera de pino y roble. Inmediatamente
planta) adosadas a su lado norte y sur, respectivamente.
debajo de esta cubierta, se documentó, en forma de de-
El edificio A2 que, junto a la iglesia palatina cerraría la
rrumbe, el piso de opus signinum de la planta superior.
plaza por su lado este, tiene unas dimensiones de 40 m de
Este pavimento se conformó sobre un plano de losetas de
longitud por 10 de anchura. Tanto el edificio A1 como el A2
travertino a modo de encofrado y apoyaba directamente
poseen en su interior unos machones de 1,10 m de lado, que
sobre las vigas que soportaban todo el nivel superior. Por
servirían para sustentar el sistema de arcos adovelados co-
último, se documentaron los restos de un estrato de arci-
rridos, que sujetaría la planta superior de ambos edificios.
lla batida que formaba el suelo de la planta inferior.
La fundación de una nueva ciudad: Reccopolis. Pilar Diarte-Blasco, Manuel Castro-Priego, Lauro Olmo-Enciso
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La funcionalidad representativa y, probablemente
sudeste del edificio A3 e implicó la destrucción de parte de
también, residencial se reduciría a la planta superior de los
un gran edificio comercial y productivo. En gran parte de la
dos edificios de mayores dimensiones (A1 y A3), donde se
ciudad, de hecho, se documentan —organizados en torno
han recuperado cuidados pavimentos de opus signinum,
a dos ejes viarios principales— talleres y tiendas unidos a
así como capiteles, fustes y cimacios, además de otros frag-
espacios domésticos que, de forma más o menos regular, se
mentos de decoración escultórica. La planta baja de estos
extienden por un espacio de veinticuatro hectáreas. Entre
edificios, a tenor de la menor cantidad de materiales de-
todas las producciones artesanales sobresale la manufac-
corativos así como su sencilla pavimentación realizada con
tura en vidrio, sin duda una de las más características de la
mortero de cal, pudo tener usos variados, entre los que se
cultura material recuperada en Recópolis. Ésta se encuentra
encuentran los de tipo administrativo y fiscal.
organizada en varios talleres, que se sitúan inmediatos al eje
La iglesia palatina se ubicaba en el extremo oriental
principal que con dirección norte-sur alcanzaba la puerta
del complejo. Tiene planta cruciforme inscrita en un rec-
que daba acceso al complejo palatino. Se conservan varios
tángulo, con una nave central, enmarcada por dos latera-
hornos que implicaban desde una producción inicial has-
les, y una transversal a modo de transepto. El acceso a la
ta procesos de refundido y reciclaje del material. También
nave central se hacía a través de la puerta situada en el nár-
se han recuperado moldes que demuestran que, junto al
tex, que estaba alineada con la entrada principal al edificio.
vidrio, en el área próxima al complejo palatino, también se
Esta última comunicaba con el gran espacio abierto del
producían piezas de orfebrería y metalistería.
complejo palatino. El ábside semicircular sería peraltado
En el ámbito doméstico se observa una distribución
en el interior y rectangular en el exterior, y se ha propuesto,
en torno a patios articuladores, que llevaban a estancias
además, que estuvo rematado con una bóveda hemisféri-
con hogares o cocinas. No obstante, el análisis de las es-
ca. Todo el edificio estaba pavimentado con opus signinum
tructuras y de los materiales recuperados no facilita siem-
y tendría dos tipos de aparejo, uno de sillares en hiladas
pre una identificación clara de la funcionalidad de cada
regulares y trabadas con mortero de cal, utilizado en la
uno de los espacios. En no pocos casos, la estructura
zona del ábside y el crucero, y otro, para el resto del edifi-
original de la ciudad, fuera del complejo palatino, queda
cio, caracterizado por hiladas más irregulares de sillarejo,
definida como un área mixta, en la que las actividades pro-
reforzadas en las esquinas por sillares regulares.
ductivas y domésticas coinciden en el espacio, hasta que,
El conjunto palatino quedaba separado del entramado
a inicios del siglo viii, algunas zonas del entramado urba-
urbano por una puerta monumental construida con sillares
no quedarán dedicadas únicamente a la función de espa-
de toba y caliza, que comunicaba la gran plaza con el resto
cio habitacional, caracterizadas además por una técnica
de la ciudad. Esta construcción, no obstante, no se encon-
constructiva diferente de los muros, la considerable reduc-
traba en el proyecto original, ya que se apoyó en la esquina
ción de los espacios y el aumento del número de hogares.
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Uno de los aspectos centrales de la importancia de
Junto a todos los elementos citados, Reccopolis con-
Reccopolis era la llegada de productos del ámbito Medi-
taba, además, con una potente muralla que rodeaba la ciu-
terráneo al interior peninsular. Se ha recuperado, en los
dad, construida con sillares trabados con mortero, con una
espacios próximos al área comercial y productiva, un im-
anchura media de cerca de 2 m y una altura al menos de 5 m,
portante conjunto de ánforas de procedencia norteafrica-
en el caso de las torres. El recinto amurallado, que fue expo-
na y también del Mediterráneo oriental, que demuestra el
liado en época andalusí para la construcción de la muralla y
activo comercio de la ciudad, posiblemente a través de los
el castillo de Zorita, rodeó, en origen, todo el cerro siguiendo
puertos de Valentia y Carthago Spartaria. Una capacidad
el borde de este, excepto en la zona norte donde desciende
de atraer bienes de prestigio y de mantener rutas de inter-
hasta la ribera del Tajo. El lienzo tendría dos paramentos
cambio, no obstante, que cesó a lo largo del siglo viii dC.
paralelos, rellenos con mampuestos, sillarejo y cantos. Los
Dentro de este ámbito económico, los hallazgos mo-
sillares eran en su mayoría de piedra caliza local, aunque
netarios y los indicadores de su circulación en Reccopolis
también se documentan algunos de arenisca. Este sistema
permiten entender el papel central de las ciudades en
constructivo se utiliza también en las siete torres documenta-
época visigoda y el mantenimiento de la moneda como
das, todas cuadrangulares, excepto una que es semicircular,
instrumento fiscal y de intercambio, frente a su inexistente
que se distribuyen a lo largo de la muralla de forma irregular.
presencia en el ámbito rural. La moneda queda así confi-
La muralla, el complejo palatino y su planificación
nada al empleo por las élites, en los complejos procesos de
urbana hacen de Reccopolis la única ciudad construida ex
recaudación fiscal que caracterizaron al sistema impositivo
novo conocida en toda la Europa occidental, que permita
en época visigoda, y como intercambio de prestigio. En ese
el conocimiento de un proyecto edilicio estatal, que solo ha
contexto debemos entender el hallazgo de un gran tesorillo
podido compararse con la expansión suburbana que, entre
de monedas visigodas merovingias, suevas y bizantinas en
mediados del siglo vi y mediados del vii, se desarrolló en la
la basílica, en la década de los cuarenta, o los posteriores
Vega Baja de Toledo, ya que en ambos casos documenta-
hallazgos de moneda merovingia en el edificio A2 y de nu-
mos espacios amplios y bien articulados, libres en conse-
merario visigodo en las proximidades del área productiva y
cuencia de las restricciones de un trazado urbano preexis-
comercial. El registro numismático también ha servido para
tente. No hay duda de que, salvando las distancias entre la
subrayar la continuidad de Reccopolis como un espacio
capital del Reino y la nueva fundación visigoda, ambos pro-
vertebrador de su territorio durante el siglo viii dC. A los ha-
yectos supusieron un importante esfuerzo económico para
llazgos de dírhams y feluses del Emirato dependiente e in-
las arcas estatales, que solo puede entenderse como parte
dependiente, hay que sumar el depósito de un conjunto de
del proyecto iniciado por Leovigildo, y continuado por al-
nueve dírhams de época de Abd al-Rahman I (756-788 dC)
gunos de sus sucesores, de control del territorio y coerción
en las proximidades de la basílica, en el año 2010.
de los súbditos del Reino visigodo de Toledo.
La fundación de una nueva ciudad: Reccopolis. Pilar Diarte-Blasco, Manuel Castro-Priego, Lauro Olmo-Enciso
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Las ciudades visigodas
en el nordeste peninsular
Josep Maria Macias Solé
ICAC
En los últimos años la arqueología ha ido resolviendo
uno de los principales problemas que caracterizaba el
conocimiento del período visigótico: la falta de hallazgos. Este hecho contrastaba con la abundancia de información histórica, cuya mayor parte proviene de la órbita
eclesiástica. Otras fuentes también narran la llegada del
mundo germánico a la Península, sus episodios bélicos y
el proceso de obtención del control político después de la
desaparición del Imperio. Además, dentro de la órbita jurídica, conocemos una realidad que refleja la complejidad
de esta transformación: los conflictos entre las élites hispanorromanas y las recién llegadas, la confrontación entre
arrianismo y catolicismo, y la convivencia con el mundo
judío. Afortunadamente, hoy disponemos de más evidencias materiales del período y eso se debe a una mejora de
los registros estratigráficos, de los estudios de materiales
◁ Vista general del complejo episcopal de Egara (Tarrasa).
Foto autor.
arqueológicos (preferentemente los cerámicos) y del desarrollo de técnicas analíticas (en especial las relativas a las
áreas funerarias y los restos orgánicos). Es una mejora que
se ha producido en todo el conjunto de la Península y, por
todo ello, la arqueología demuestra cómo la Hispania visigoda fue un período con personalidad propia, cuyo estudio es indispensable para entender la conformación de
la sociedad medieval. Ahora bien, cuesta aún cuantificar
la huella demográfica germánica en las antiguas ciudades
hispanorromanas, aunque sea indudable.
Las ciudades del nordeste peninsular habían formado parte, como las urbes valencianas, de la antigua provincia Hispania Citerior. A pesar de lo cual, la división de
este territorio entre las provincias Hispania Tarraconensis
y Carthaginensis efectuada por el emperador Diocleciano
durante la reforma del año 293, rompió, de forma administrativa que no efectiva, la unidad. Después, la desaparición de la Administración romana dio lugar al dominio
pragmático de una nueva élite religiosa, en buena parte
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descendiente de una antigua aristocracia hispanorro-
des en relación con la defensa y el control militar de un te-
mana que mantenía fuertes lazos entre las ciudades del
rritorio, aunque los orígenes de este rol hay que buscarlos
levante mediterráneo. Solo así podemos entender cómo
en las reformas tetrárquicas del nordeste peninsular, ín-
el obispo Justiniano de Valencia, el gran constructor de
timamente relacionadas con el control de la vía Augusta.
la sede episcopal del Turia, tenía tres hermanos igual-
En este contexto es fundamental apuntar los procesos
mente obispos: Justo, obispo de Urgell; Elpidio, obispo
de amurallado de ciudades —Gerunda y Barcino— y de
de Huesca, y Nebridio, obispo de Terrassa. Posiblemente,
construcción de fortificaciones próximas —Sant Julià de
este último también habría destacado por la monumen-
Ramis y Sant Cugat respectivamente—. Tarraco, la última
talización del gran episcopado de Egara, creado de la
capital hispana bajo dominio del Imperio, no tuvo nuevas
nada sobre un istmo. Este sería el nuevo referente de un
murallas porque aún gozaba de muros de once metros de
área de poblamiento disperso.
altura levantados durante el siglo II aC, a la vez que con-
La arqueología cristiana muestra como el poder
tinuaba siendo un punto estratégico para el control de la
eclesiástico, con su escenografía y ritualidad, pasó a ser
via Augusta y la conexión con Ilerda que llevaba al inte-
el gran motor de transformación de las ciudades de la
rior de Hispania. Aquí, las últimas excavaciones muestran
época o, en el caso de Egara/Terrassa, incluso del paisaje
un suburbio portuario plenamente activo hasta el primer
rural. La propia documentación eclesiástica reconoce la
tercio del siglo viii. No en vano, Tarracona fue, durante la
realidad no urbana de Terrassa y así lo hace constar cuan-
ocupación bizantina del sudeste, el principal puerto me-
do se menciona el lugar de celebración de los concilios
diterráneo bajo control de Toletum.
episcopales, por ejemplo: in urbem Caesaraugustanum
(592) o Barcinonensem (599), in locum Egara (614).
En el ámbito urbanístico Tarraco y Gerunda, edificadas sobre cerros, son casos similares que reflejan la per-
En el principio del período visigótico, las institucio-
petuación funcional y simbólica de las grandes plazas
nes eclesiásticas pudieron levantar libremente verdade-
romanas que, antiguamente, habían constituido el centro
ras christiana civitates y, una vez desaparecidos definiti-
neurálgico de sus comunidades. En la Tarracona visigoda
vamente los grandes edificios de espectáculos públicos
el poder político y religioso se recluyó en la Parte Alta, don-
de la sociedad clásica y todo lo relacionado con los cul-
de el nuevo episcopado ocupó la antigua plaza de culto
tos paganos, la expresividad urbana giró en torno al ca-
al emperador en un momento comprendido entre finales
lendario y la nueva ritualidad religiosa. No fue un proceso
del siglo v e inicios del vi. En Girona, se ubicarían en los
uniforme ya que todo dependió de la vitalidad específica
extremos de la antigua plaza forense la sede episcopal y
de cada ciudad, de su condición jurídica previa o de la
un palacio civil que tenía un área de almacenamiento que
organización eclesiástica instalada. En este proceso aún
ejemplifica la asociación entre el poder político y el eco-
queda por calibrar el papel geoestratégico de las ciuda-
nómico o fiscal. Más tarde, las respectivas sedes medie-
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Mapa del noreste de la península
Ibérica con las ciudades
mencionadas en el texto.
Las ciudades visigodas en el nordeste peninsular. Josep Maria Macias Solé
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Planta del primer grupo
episcopal de Barcubi en
el siglo v según J. Beltrán de
Heredia-Ch. Bonnet (Plano
© E. Revilla-M. Berti-MUHBA).
vales se superpusieron a las visigodas que se adaptaron
al antiguo urbanismo romano de tal manera que, frente
a las catedrales actuales, hay imponentes escalinatas que
perpetúan la función de unas antiguas escaleras romanas.
Barcinona representa un caso más complejo al disponer de más documentación arqueológica. Allí destacan la gran reforma de su perímetro defensivo a finales
del siglo iii y los resultados de los proyectos de búsqueda del subsuelo de la plaza del Rey y de la iglesia de los
Santos Justo y Pastor. En el siglo vi la ciudad mantuvo
una clara relevancia política en tanto que fue corte real de
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varios monarcas. El porqué fue Barcinona y no Tarracona
no está muy claro. Pero se ha supuesto que la situación
del siglo vi fue heredera de la del siglo v, cuando Barcino
ya había acogido tropas aliadas visigodas mientras que
Tarraco continuaba siendo la última capital hispana bajo
control Imperial y con importantes contingentes de tropas. Además, hay que tener en cuenta la fuerte tradición
católica de Tarracona, sede metropolitana y primada de
las Hispanias y relevante centro de culto martirial, frente
el arrianismo que acompañaba a la corte visigótica en los
siglos v y vi. La arqueología barcinonense muestra una ar-
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quitectura pública cristiana en el siglo v y una gran fase de
no hacen justicia a los indicios procedentes de las fuen-
monumentalización en el siglo vi, con el desmontaje defi-
tes. También es igual de incierta la realidad urbanística
nitivo de su recinto forense. Hay indicios de que la ciudad
de las antiguas ciudades romanas que no llegaron a ser
empezó a consolidar un papel preeminente en el nordes-
sedes episcopales —Iluro/Mataró, Aeso/Isona, Rhodes/
te peninsular. Las excavaciones muestran la capacidad de
Roses, Baetulo/Badalona, Sigarra/Prats del Rei, Iesso/
mantener su sistema de saneamiento urbano, a la misma
Guissona—. De todos estos núcleos lo que aporta más in-
vez que las fuentes indican que a finales del siglo vi fue
formación es el caso emporitano, que muestra un amplio
la sede del Fisco Barcinonensis con un alcance territorial
poblamiento disperso alrededor del núcleo encumbrado
importante. Se han identificado sus palacios episcopales
del actual San Martín de Empúries.
y condales dentro de un relevante epicentro de poder que
se desarrolló entre el antiguo foro y la muralla.
En el resto de ciudades la información es escasa y
desigual. A partir de mediados siglo v Ilerda no presenta
Estas grandes ciudades son los ejemplos mejor cono-
claros vestigios arqueológicos, pero sabemos que en el
cidos arqueológicamente. Se trata de antiguas ciudades
año 546 pasó a ser sede de un concilio provincial tarraco-
romanas que, gracias a la presencia de sedes episcopales,
nense y su cátedra se mantuvo hasta finales del siglo vii.
mantuvieron la continuidad de ocupación y relevancia
Dertosa era un puerto fluvial que nos ha proporcionado
geoestratégica en el contexto de la Hispania visigoda. Aquí,
numerosas evidencias que aún no han sido difundidas
el papel uniformizador de la Iglesia se constata en la coinci-
y además los restos funerarios muestran una ocupación
dencia cronológica de los cambios urbanísticos y también
en la etapa visigoda. La ingente actividad arqueológica
en la nueva expresividad arquitectónica. Fue el caso de las
desarrollada a Iesso permite constatar una perdurabi-
sedes de Barcinona y Egara, tan solo distanciadas por vein-
lidad urbana hasta el siglo vii, en la que quizá había un
tiséis kilómetros y con vínculos familiares entre sus arzobis-
segundo recinto defensivo como resultado de un proceso
pos. El recinto episcopal de Barcinona contó con una posi-
de contracción urbanística y demográfica. Iluro y Baetulo,
ble iglesia martirial con planta de cruz, como lo era la iglesia
próximas a Barcino y de dimensiones semejantes, pasa-
funeraria de San Miguel de Terrassa, en este caso de planta
ron a ser núcleos con un rol secundario hacia Barcinona.
griega insertada en un módulo cuadrado. A la vez, la nue-
Iluro nos ha proporcionado evidencias de una ocupación
va iglesia identificada bajo el actual templo de los Santos
urbana hasta el siglo v, además de restos ceramológicos
Justo y Pastor presenta una cabecera tripartida, y también
que perduran hasta el siglo vii y restos urbanísticos que
una de las iglesias del conjunto episcopal de Egara.
representan una ocupación urbana de baja densidad.
Poco sabemos del urbanismo de las otras sedes epis-
Junto a la documentación de procesos urbanos
copales —Ilerda/Lleida, Auso/Vic, Dertosa/Tortosa, Urgellum/
«continuistas», la arqueología ha confirmado la crea-
Seu d’Urgell y Emporiae/Empúries—, donde los vestigios
ción de una nueva ciudad visigótica, la civitas de Roda-
Las ciudades visigodas en el nordeste peninsular. Josep Maria Macias Solé
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l’Esquerda, vinculada al control territorial prepirenaico
y próxima a la sede episcopal de Aeso. Como la ciudad
de València la Vella, es una nueva creación, encumbrada
y próxima a un río. También es un caso que marca otro
ejemplo de dualidad con respecto a una ciudad romana
precedente. Así, Roda se encuentra a unos siete kilómetros del antiguo núcleo de Auso. La nueva ciudad fortificada tenía una superficie de unas doce hectáreas y se
fecha en el siglo vii dC, cuenta con restos funerarios y una
extensa área de almacenamiento con silos.
A pesar de todas estas evidencias, el conocimiento
de la ciudad visigoda es mucho menor en comparación
con el que tenemos sobre la ciudad clásica. Excepto los
edificios que podemos incluir en «la arquitectura del poder», que empleó materiales constructivos más perennes,
la falta de nuevos trazados viarios y una arquitectura doméstica sin el uso generalizado del mortero de cal han
disminuido las posibilidades de conservación. Por otro
lado, las dataciones a menudo dependen de la recuperación de producciones cerámicas regionales escasamente
tipificadas y conocidas, o bien de analíticas con amplias
horquillas cronológicas. También debemos diferenciar
entre la civitas como fenómeno urbanístico y la comunidad urbana estructurada. La etapa visigoda culminó un
proceso de desnaturalización de lo urbano que se inició
en la crisis de los siglos ii al iii dC. Más allá del factor aglutinador eclesiástico y de la pervivencia de murallas, como
elemento de protección de una comunidad agrourbana,
las ciudades no tenían una clara estructura organizativa.
◁ Detalle de trabajos arqueológicos realizados en el interior
de la Catedral de Tarragona en el año 2011. Foto autor.
Las ciudades visigodas en el nordeste peninsular. Josep Maria Macias Solé
Solo los factores eclesiásticos, comerciales y militares constituyeron los ejes vertebradores de unas nuevas
comunidades urbanas que se encontraban desprotegidas
ante las nuevas estructuras de poder. Sobre el primero, junto a la actividad constructiva, documentamos áreas funerarias intramuros, a menudo cerca de los antiguos foros romanos, o extramuros. Son lugares donde más adelante se
localizan parroquias o santuarios periurbanos medievales,
que reflejan un fenómeno de continuidad y preeminencia
urbanística que, en algunos casos, superaron períodos de
interrupción por la ocupación islámica. La actividad comercial se detecta a partir del numerario y de los materiales de importación recuperados. En cuanto al talante militar, las fortificaciones del territorio o las nuevas ciudades
de l’Esquerda y València la Vella permiten reconocer una
alta capacidad de organización del mundo visigótico.
En su mayoría, las ciudades de esta época presentan una ocupación pseudourbana en donde hay una
desestructuración de los servicios propios de una ciudad
tal como los conociéramos en el Alto Imperio romano. La
«gestión municipal» se debía encontrar en manos de las
jerarquías eclesiásticas y del comes visigótico. Por otro
lado, en los grandes espacios comerciales (teloneum,
cataplus, etc.), la fiscalización del Reino visigótico fue
evidente. Ciudades como Tarracona o Barcinona emitieron moneda y las recientes excavaciones han demostrado que había hornos de fundición de metales y/o vidrio.
Hemos documentado la pervivencia de espacios termales y posibles áreas de almacenamiento que ofrecen una
visión urbana que, progresivamente, mejora nuestra percepción sobre la ciudad premedieval.
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El final del mundo romano
en Valentia
Albert Vicent Ribera y Lacomba (ICAC)
Isabel Escrivà Chover
La colonia romana de Valentia es conocida cada vez mejor por el estudio de sus hallazgos arqueológicos. Tenía
las instalaciones de una gran ciudad: foro con la curia y
la basílica, circo, baños, scholae, santuarios y templos,
horrea, puerto fluvial, acueducto, fuentes, calles pavimentadas con porches, alcantarillas, barrios y cementerios periurbanos. Sus dimensiones, alrededor de veinte
hectáreas o seguramente más, son considerables para la
media de las ciudades hispanas.
Hallazgos recientes (2015-2017), en la parte sudoeste, han aportado la información que ha hecho posible
una más cuidadosa reconstrucción del tejido urbano. Los
principales elementos nuevos han sido una nueva calle
en dirección norte-sur, un cardo, encontrado por debajo
de la actual catedral, y los restos de un gran complejo hidráulico, probablemente unos grandes baños, al oeste de
◁ Bol de vidrio tallado, fabricado en el entorno de Roma a finales
del siglo iv. Excavaciones de l’Almoina. Ayuntamiento de València.
la Seo. La ubicación del nuevo cardo es muy importante,
porque es la calle que marca el eje central del foro y también de la ciudad y que, junto al cardo que atraviesa las
excavaciones de l’Almoina, delimita la anchura real de un
bloque de casas, una insula.
Aunque inicialmente se había asumido que el cardo
de las excavaciones de l’Almoina debía ser la vía Augusta,
porque se superpone a una calle republicana que iba de
la puerta norte a la sur, estos nuevos datos y otras consideraciones, como la ausencia de carriladas, un estrechamiento del vial a la altura del santuario de Asclepio y la
presencia de barreras físicas que impiden el paso de carruajes, indican que esta ruta solo debía ser para ir a pie,
lo que ahora se llama una calle «para peatones». Además,
se circulaba en un ambiente urbano muy especial, presidido por este último santuario y otro, probablemente
dedicado a Bellona, hacia el norte, cerca de la entrada en
la ciudad. Este cardo, al este del foro, más que el tramo
urbano de la vía Augusta, era una calle también importan/ 59
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te pero vinculada a edificios y a actividades públicas de
rráneo hispánico. En otras ciudades de la zona, como Ilici,
carácter religioso, una especie de via sacra.
se han detectado episodios negativos similares. Como
La vía Augusta debería de ubicarse en el cardo, en el
consecuencia de este período conflictivo, los importantes
oeste del foro, que no se ha encontrado, pero que es fácil
y próximos municipios romanos Edeta y Saguntum desa-
de situar mediante el traslado simétrico del cardo orien-
parecieron como centros urbanos a final del siglo iii dC.
tal, ahora que se conoce el central que marca el eje. Esta
ubicación, además, se ajusta perfecta y directamente ha-
Valentia en el Bajo Imperio (siglos iv-v)
cia el sur con la calle de San Vicente, que es la ubicación
Valentia, a diferencia de otras ciudades romanas de
tradicional y aceptada de la vía Augusta. El tramo urbano
su entorno, superó esta etapa convulsa. La arqueología
del recorrido de la Vía debió estar flanqueado en el oeste,
ha mostrado la recuperación rápida de la vida urbana. No
de norte a sur, por el puerto fluvial, una posible perfume-
obstante, no se reconstruyó toda la ciudad, que redujo la
ría y las termas, probablemente grandes, hasta llegar a la
extensión. En la nueva Valentia, hubo tantos elementos
Porta Sucronensis, lo que indica un entorno económico y
de continuidad como de ruptura.
profano muy distinto al del cardo oriental del foro.
la zona del foro
La primera crisis urbana
En lo arqueológico, la más evidente continuidad ur-
La ciudad sufrió una destrucción general entre 270-
bana se manifiesta en los edificios públicos del foro. Allí,
280. En varias excavaciones se han detectado destruccio-
la curia, el santuario de Asclepio y el entramado viario se
nes, incendios y el abandono de edificios, como la ba-
mantuvieron en uso. También hay evidencias negativas,
sílica judicial en las excavaciones de La Almoina y en el
como la no reconstrucción de la basílica romana, en el
supuesto santuario de Bellona. El hallazgo de monedas
lado meridional del foro. Pero son los nuevos edificios y
asociadas a este momento convulso indica que se habría
las obras de reparación en las ya existentes la mejor prue-
producido a partir del 270, que es la fecha de emisión de
ba de la vitalidad de esta nueva etapa urbana.
las más modernas: las series póstumas del emperador
Claudio II.
El ejemplo más claro es un nuevo edificio público al
este de la basílica. Se asentó sobre otro anterior, utiliza-
Otro efecto de este momento negativo debió ser el en-
do como sede (schola) de un colegio (collegium), del que
terramiento de algunos colectores, como se ha visto en las
conservaba parte de las paredes y los pavimentos. Se co-
excavaciones de la calle del Mar, al sur, o en la zona del foro.
noce la mitad norte y se puede reconstruir la planta, con
Las ocultaciones monetarias entre 260-280 a lo largo
un patio central y una pequeña balsa. La mayoría de los
de la vía Augusta, hablan de un momento de inestabilidad
nuevos muros se hicieron en opus africanum. Excepto los
generalizada que afectó a buena parte del litoral medite-
departamentos orientales, que dan a un cardo, los otros
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FORUM
DECUMANUS
CURIA
ASKLEPIEION
EDIFICIO
ADMINISTRATIVO
BAPTISTERIO?
Planta de las excavaciones
de l’Almoina en el siglo IV.
El final del mundo romano en Valentia. Albert Vicent Ribera, Isabel Escrivà
/ 61
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abren al patio. Su estado de conservación es irregular, con
partes dañadas o desaparecidas y otras mejor conservadas, como el ángulo noroeste. Se fecha a final del siglo iii
por la cerámica (africana C) y las monedas (antoniniano
de Trebonianus Gallus) de las trincheras de fundación y
los pavimentos.
En el edificio destacan: una gran sala central al lado
oeste que abre al patio; tres departamentos en el ángulo noroeste, con acceso por puertas estrechas de las que
se han conservado los umbrales de piedra; una sala más
alargada en el lado norte, y los departamentos de la fachada oriental, que están muy arrasados.
Los tres departamentos del noroeste forman un área
cerrada, de acceso restringido. Un pequeño vestíbulo,
desde el patio central, lleva a dos salas que comunican
con este por una pequeña puerta. Podría ser una prisión
o un archivo. En cualquier caso, eran espacios cerrados,
por encima de los que, a final del siglo vi o inicio del vii,
se levantó un ábside que formaba parte de un complejo
más grande.
La interpretación más probable es que fuera un
edificio público de cariz administrativo. La falta de otros
conjuntos contemporáneos en Hispania es casi total. No
Detalle de excavación del edificio administrativo situado al sur
de las excavaciones de l’Almoina.
obstante, en Complutum (Alcalá de Henares), ciudad con
una activa vida urbana en el siglo iv, encontramos una interpretación semejante para un complejo coetáneo.
Este nuevo edificio, que también se sitúa en el lado
de la curia, sustituiría funcionalmente, con una arquitectura más modesta, a la no reconstruida basílica. Hay motivos para suponer que las funciones judiciales, fiscales y
administrativas continuaban en la misma zona.
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El santuario de Asclepio fue reformado en el siglo iv
tos de otros hornos y unidades auxiliares, que aún utili-
con un nuevo pavimento de ladrillos romboidales, muy
zaron los restos de muros romanos, mientras se hicieron
similar al de la época Flavia, al que cubrió. Seguramente
otros nuevos principalmente con materiales reaprove-
se reutilizaron muchos de los ladrillos de la fase anterior.
chados como piedras, trozos de pintura mural, ladrillos y
En la parte sur del santuario se instaló o reformó una gran
fragmentos de dolia. El complemento de estas modestas
piscina a la que se añadieron columnas de material re-
estructuras son pavimentos de tierra endurecida. En esta
aprovechado, como un capitel toscano reutilizado como
zona permaneció la antigua calle en dirección oeste-es-
basamento en un ángulo. No está claro si después de es-
te. Pero las calles antiguas no quedaron ilesas, ya que su
tas obras permanecieron los cultos paganos o si, por el
pórtico fue invadido por los muros y las losas fueron cu-
contrario, las reformas eran debidas al cambio a la nueva
biertas con un piso de grava.
religión cristiana. En este último caso, la piscina podría
ser un baptisterio.
Este distrito quedó separado de la nueva zona urbana por el escombro de la destrucción del siglo iii. No
En el sistema viario y sus desagües, en la zona del
obstante, estaba dentro del recinto romano, del que aún
foro, también se han detectado obras en este período. Por
se podría mantener la cerca, y habría un espacio cerra-
una parte, un tramo del calle de acceso al foro, el decu-
do por el trazado norte de la antigua muralla o por el río
manus maximus, no fue reparado. Por otro lado, se hizo
antiguo. Debía ser un área donde se desarrollarían activi-
una nueva alcantarilla que venía de la plaza del foro por
dades económicas, a una escala local y con estrecha rela-
debajo de la acera que corría paralela por el norte al decu-
ción con el puerto vecino y la vía Augusta. La presencia de
manus maximus, y que sustituyó a la anterior.
silos en toda el área, desde el siglo iv al vi o vii, indica una
Algunos pocos restos, pero muy singulares, de deco-
actividad humana en una zona de escombros. Casi sobre
ración arquitectónica del foro atestiguarían, en el siglo iv,
del río, se ha localizado una fosa rellenada con materiales
la duración de la actividad edilicia de cierto prestigio. Por
de la segunda mitad del siglo iv.
desgracia, son elementos que se han encontrado desplazados y no indican ninguna relación con un tipo de edificio concreto.
el área al este y al sur
El circo continuó en pie y con el uso original. Sobre
la pista no se produjeron fenómenos sedimentarios hasta
el barrio septentrional
el siglo v, lo que puede significar su mantenimiento con-
Los edificios de la parte norte de la ciudad no fue-
tinuo; no en vano, en el siglo iv, creció aún más la afición
ron reconstruidos después de la destrucción del siglo iii.
por este tipo de espectáculos. Este gran edificio fue muy
Se ha detectado actividad solo en una zona cerca del
importante desde otros puntos de vista. El muro oriental,
puerto fluvial, donde había un horno de vidrio y los res-
de 350 m de largo y 5 m de ancho, debía ser la pared del
El final del mundo romano en Valentia. Albert Vicent Ribera, Isabel Escrivà
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recinto urbano. De hecho, en el siglo xi, la muralla árabe
la época romana. Su datación es evidente, por las mone-
se apoyaba en esta pared, que marcó el límite oriental de
das de bronce del siglo iv incrustadas con cierto orden so-
la ciudad hasta el siglo xiv. Además, a sus pies se extendía
bre un pavimento de cal en un espacio que se superpone
un canal del río que servía de foso defensivo.
a un antiguo mosaico.
No hay casi ninguna evidencia para sugerir al resto
En las zonas funerarias también se encuentran se-
del recinto. En la parte meridional y occidental no hay
ñales de continuidad y ruptura. Antiguos cementerios
ningún resto. Solo a través de la dispersión de los hallaz-
romanos como el de la Boatella, alrededor del Mercado
gos podemos suponer el área urbana, que se confunde
Central, o el de Orriols, continuaran. Otro simboliza el
con la de la época visigoda, sin descartar, antes al contra-
nuevo tiempo, el de la Roqueta, que quizá era la primera
rio, la coincidencia topográfica de los dos períodos.
necrópolis cristiana porque debía relacionarse con el se-
En el exterior del foro, solo se puede hablar de los
pulcro del mártir Vicente.
restos malogrados e incompletos de conjuntos domésticos. Del siglo iv, o quizá del final del siglo iii, era el edifi-
La segunda crisis urbana
cio de la calle de las Avellanas 26, con paredes en opus
A principio del siglo v ocurrió otro momento de des-
caementicium y pavimento en mortero de cal, que se en-
trucción general de la ciudad, bien atestiguado por la
cuentra bien fechado porque fue destruido al comienzo
arqueología en varias excavaciones, especialmente en
del siglo v, en el que se encontró un pequeño tesoro de
La Almoina y en la calle Avellanas 26. Aunque las fuentes
monedas de bronce de principio del siglo v. Otros ele-
históricas no hacen una mención concreta, la situación
mentos coetáneos son los pavimentos de mortero de cal
general de Hispania a partir del 409, con un largo período
de las calles Cabillers y del Mar, y los muros de las cons-
de invasiones, revueltas e inestabilidad general, contex-
trucciones de la prisión de San Vicente y de los Baños, y
tualizan fácilmente los hallazgos.
Palacio del Almirante.
Todos estos lugares se concentran en la mitad sur de
la ciudad romana, y al oeste y sudoeste del circo. Por todo
ello, la zona sudeste de la ciudad romana perduraría, en
claro contraste con el abandono de la parte norte.
Otros lugares del entorno, como el Grau Vell (Sagunt)
y el Portus Sucronensis (Cullera), además de Ilici (Elx), sufrieron fenómenos semejantes.
La destrucción de inicio del siglo v marcó una pausa
en la palpable cristianización urbana, que apenas acababa de empezar. Pero la ciudad revivió y el proceso culmi-
la periferia
En la calle del Embajador Vich, en una zona suburbana al lado de la vía Augusta y muy a cerca de la ciudad, se
superponían nuevos muros y pavimentos sobre otros de
64 /
nó en el gran grupo episcopal del siglo vi.
[page-n-67]
La ciudad en transición
Valentia redujo su extensión pero se convirtió en
el principal centro urbano de su entorno territorial. El
rico registro arqueológico ha permitido conocer mejor
una etapa aún desconocida. Excepto el martirio de san
Vicente, no hay ninguna fuente histórica o epigráfica de
Valentia en los siglos iv y v. Hay que subrayar la persistencia de la vida urbana, dentro de las directrices del Bajo
Imperio. Queda clara la continuidad del antiguo centro
público romano y que la imagen de la urbs clásica aún estaba viva. Algunos edificios romanos continuaron durante el siglo iv, como el circo, la curia y otros, sin excluir los
paganos, caso del gran santuario de Asclepio, que quizá
se cristianizó. El entramado urbano también permaneció.
Esta dinámica urbana del siglo iv también se conoce
en Emerita y Complutum, y en otros núcleos poco desarrollados en la etapa anterior, que ahora ganaron notoriedad como Toletum y Ávila, que fueron sedes episcopales
en el siglo iv.
Los edificios del foro de Valentia debieron perder
su función original a partir del siglo v. Como era una
ciudad mediterránea importante y bien comunicada,
la cristianización inevitable de los espacios públicos
debió empezar en la segunda mitad del siglo iv, como
se ve en el sudeste del foro. Sería un proceso de ritmo
Placa de mármol de Buixcarró (Xàtiva) con decoraciones
de simbología cristiana procedente de l’Almoina.
lento pero continuado.
Una prueba indirecta de la persistencia física, no de
uso, de los edificios públicos romanos, es el saqueo sistemático, que se intensificó a partir del final del siglo v o vi,
cuando pasaron a ser la cantera principal de la ciudad, en
un momento de gran actividad constructiva.
El final del mundo romano en Valentia. Albert Vicent Ribera, Isabel Escrivà
/ 65
[page-n-68]
66 /
[page-n-69]
Valentia,
ciudad episcopal
Albert Vicent Ribera i Lacomba (ICAC)
Miquel Rosselló Mesquida
Introducción
Las primeras noticias sobre el cristianismo en Valencia
son las del martirio de san Vicente, personaje que alcanzó
gran y temprana notoriedad en el orbe cristiano. La ciudad que acogía un evento de esta categoría era habitual
que dispusiera de un entramado arquitectónico y litúrgico relacionado con el mártir.
En Valencia los primeros indicios materiales del culto cristiano se remontarían a fines del siglo iv. Se concentran en el ángulo sudeste del foro romano, en un espacio
muy concreto de las excavaciones de l’Almoina que fue
tempranamente sacralizado, según se deduce fácilmente por los peculiares y abundantes hallazgos plenamente
cristianos que se acumularon por encima y en sus alrededores. Es el lugar que se ha identificado con la prisión
donde el mártir padeció el suplicio.
◁ Reconstrucción del grupo episcopal de Valentia hacia el año 600.
Arquitectura virtual. Ayuntamiento de València.
Un hallazgo clave, para la temprana conversión en un
venerado espacio cristiano, es el bol de vidrio con escenas
bíblicas, fabricado en Roma a fines del siglo iv. Es la pieza
cristiana más antigua de Valencia. El lugar del hallazgo fue
el departamento identificado como la probable celda del
mártir. Prueba que este espacio se habría cristianizado ya
en el siglo iv. Desconocemos en qué momento se instituyó
el obispado de Valencia. Indirectamente conocemos la existencia de cristianos, aunque ignorando su grado de organización comunitaria, al menos desde el siglo iv con
ocasión del martirio de san Vicente (304). La posterior Paz
Constantiniana (313) propiciaría el progresivo desarrollo
de estas comunidades, dando pie a una organización más
compleja que se traduciría, con el tiempo, en la presencia
de un obispo que las encabezaba.
Valencia en los siglos v a viii
Aunque el perímetro urbano se redujo, gran parte de
la ciudad romana estuvo habitada durante el periodo vi/ 67
[page-n-70]
significa un cambio radical sobre el modo de vida de la etapa romana. Valencia, a partir del siglo vi estaría ocupada
por un sinfín de pequeñas unidades familiares, que no sólo
servirían de residencia, sino como pequeños centros de actividad económica, ya fuera esta agropecuaria o artesanal.
Valentia pasaría de ser un centro de consumo a desarrollar actividades productivas dentro de un sistema cada
vez más autárquico y en gran parte controlado por la Iglesia.
El centro del poder urbano en este periodo fue el grupo episcopal, que sustituyó el papel del foro romano, aunando en
un mismo espacio los edificios e instituciones políticas, económicas y religiosas, cada vez más difíciles de separar.
Las modestas construcciones domésticas contrastan con la monumentalidad de la zona episcopal, alreAnillo de oro de una tumba visigoda. Excavaciones de l’Almoina.
Ayuntamiento de València.
dedor de la plaza de l’Almoina, que configura una buena
muestra de la arqueología episcopal de la etapa visigoda.
sigodo. La disminución de las dimensiones contrastaría
con la alta densidad de ocupación de las zonas habitadas, lo que pone en duda una supuesta reducción, en números totales, de la población urbana.
El obispo Justiniano
En ciudades mediterráneas próximas a Valencia,
están constatados obispos, por lo menos desde el si-
Un elemento importante del urbanismo fue el antiguo
glo v, como en Cartagena, Barcelona, Tarragona y las
circo, cuyo largo trazado fijó el límite oriental de la ciudad
Baleares. Cabe suponer que Valentia en las mismas
hasta el siglo xiv, y durante varios siglos serviría de muralla
fechas tendría mitrado; sin embargo, hasta la primera
urbana. Su uso original cesó en el siglo v y a partir de me-
mitad del siglo vi no hay noticias seguras de un obispo,
diados del siglo vi su amplio espacio interior fue urbaniza-
Justiniano, cuyo papel fue fundamental en el desarro-
do. Otros restos de habitaciones aparecen al oeste del cir-
llo de la sede valentina.
co. Son extremadamente modestas y suelen compartir los
Conocemos algo de su vida por el De viris illustribus
espacios con fosas cercanas, que alcanzan una extensión
de Isidoro de Sevilla y el códice del siglo VIII de la Biblioteca
y profundidad considerables, y que acaban siendo relle-
Nacional de París que trae su epitafio. Sabemos de la ce-
nadas con basuras e inmundicias cotidianas, entre las que
lebración, en el 546, de un concilio provincial en Valencia
no faltan cuerpos de animales. Este tipo de hábitat urbano
propiciado por Justiniano. Isidoro informa de sus tres
68 /
[page-n-71]
hermanos, también obispos, Justo de Urgell, Nebridio de
Egara y Elpidio de Huesca, y de su producción teológico-literaria. Su laude fúnebre alude a su elocuencia como
orador, a sus provechosos escritos, a que fue abad o tuvo
bajo su autoridad a monjes y fundó monasterios de monjas, a la actividad constructora que emprendió en la sede
valentina y a su devoción por el mártir local, al que instituyó heredero de sus bienes y a quien erigió un mausoleo
para sepultarse cerca de sus reliquias.
La figura del obispo Justiniano, «paradigma» de los
obispos de la época, debe entenderse dentro de su contexto histórico. Los obispos, desde la desintegración del
Imperio de Occidente, se convirtieron en los representantes
de los grupos dirigentes y comunidades urbanas, y en interlocutores frente a los nuevos poderes bárbaros, asumiendo
las funciones de las antiguas magistraturas urbanas.
Justiniano perteneció a una de las grandes «familias
Inscripción commemorativa de la reforma de un edificio religioso
importante (catedral o baptisterio). Plaza de la Almoina.
Museo de Bellas Artes de València
sacerdotales» de Hispania entre los siglos vi y vii. Accedió
a la cátedra sustentándose en su rico patrimonio perso-
ocupación de Justiniano por el destino de su patrimonio y el
nal que puso a disposición de la misma y al culto del már-
cumplimiento de la última voluntad del obispo.
tir Vicente, haciéndose con el control de las reliquias y del
El concilio celebrado en Valencia el 4 de diciem-
culto martirial que se habían constituido en «palancas de
bre del 546 de la era cristiana y 15 del reinado de Teudis,
poder y prestigio personal del obispo».
cierra una serie de concilios provinciales en Hispania
Esta actividad, en favor de la ciudad y de su patrón, ten-
durante la «tutela» ostrogoda (507-549). Período de paz y
drá su colofón en la organización del concilio provincial del
tolerancia en materia religiosa. Estos concilios provinciales
546, que demuestra la consolidación de Valencia como sede
lo fueron en la Tarraconense: Tarragona (516), Girona (517),
episcopal y el prestigio alcanzado entre las demás sedes de
Barcelona (540), Lleida (546) y, en la Cartaginense: Toledo
la zona oriental de la provincia Cartaginense. Tres de los cin-
(531) y Valencia (546).
co cánones del sínodo aluden a la salvaguarda del patrimo-
En los concilios celebrados en Toledo y Valencia se per-
nio episcopal y a las normas para evitar los aplazamientos
ciben las diferencias entre la zona interior de la provincia,
de las exequias de los obispos, lo que prueba la especial pre-
más ruralizada, y el área litoral, más urbanizada, y la práctica
Valentia, ciudad episcopal. Albert Vicent Ribera i Lacomba, Miquel Rosselló Mesquida
/ 69
[page-n-72]
autonomía de esta última respecto a los nuevos centros de
del estamento religioso hacia la política de integración
poder, proceso que hunde sus raíces en las fuertes tenden-
de Leovigildo, como la mención de Gregorio de Tours de
cias atomizadoras del Bajo Imperio y que se acrecentarán
los estragos producidos por las tropas del monarca, en
con la desintegración del Imperio romano de Occidente.
583, a un monasterio dedicado a san Martín situado entre
Sagunto y Cartagena, y la destrucción, por las mismas fe-
Una ciudad, dos obispos
chas, del monasterio de Punta de l’Illa de Cullera.
Después de Justiniano, no hay noticias de un obispo
hasta el III Concilio de Toledo, del 589, que supuso la unidad
Eutropio y otros obispos
confesional del Reino visigodo. En ese momento Valencia
Tras el III Concilio de Toledo conocemos a los obispos
contaba con dos obispos: Ubiligisclo, el obispo arriano con-
de la diócesis valenciana a través de su participación en
vertido al catolicismo, y Celsino, el obispo católico.
los siguientes concilios nacionales y provinciales, además
El obispo arriano testimoniaría la existencia de con-
de Eutropio, mencionado por Isidoro de Sevilla. Éstos fue-
tingentes militares góticos en la ciudad o en sus alrede-
ron: Eutropio (c. 600); Marino, Sínodo de Gundemaro (610);
dores, y la incorporación de Valencia a la autoridad de
Musitacio: Toledo IV (633), Toledo V (636), Toledo VI (638);
la monarquía visigoda, que adquirió súbita importancia
Anesio: Toledo VII (646); Félix: Toledo VIII (653), Toledo IX
estratégica por su situación frente a los imperiales de
(655); Suinterico: Toledo XI (675); Hospital: Toledo XII (681);
Bizancio instalados al sur del río Júcar desde el 554.
Sarmata: Toledo XIII (683), Toledo XIV (684), Toledo XV (688),
A parte de las razones estratégicas, este obispo arriano,
y Witisclo: Toledo XVI (693).
Ubiligisclo, respondería al deseo de Leovigildo de controlar
De esta lista, los más relevantes, o de los que conoce-
determinadas sedes católicas por su importancia, riqueza y
mos algo, son Eutropio y Anesio. De Eutropio, por Isidoro
prestigio martirial y, quizá también, por haberse destacado
de Sevilla, sabemos que ocupó la silla episcopal valentina
en la disputa antiarriana, contra el intento de Leovigildo de
después del III Concilio de Toledo (589) y antes del Sínodo
unificación religiosa bajo un arrianismo suavizado.
de Gundemaro (610). Es muy posible que Eutropio vinie-
Habría claros paralelismos entre Mérida (santa
ra con la comunidad de monjes, al frente de la cual es-
Eulalia) y Valencia (san Vicente), sedes con las reliquias de
taba Donato, que huyeron del África bizantina y crearon
los dos santos más prestigiosos del martirologio hispano,
el monasterio servitano, en Ercavica (Cuenca) durante el
y los intentos del monarca de hacerse con el control de las
reinado de Leovigildo, del que llegó a ser abad. Se conoce
tradiciones martiriales. Indicios de esta polémica antiarria-
su destacadísimo papel, junto a san Leandro, hermano de
na se rastrean ya durante el episcopado de Justiniano.
san Isidoro, en la organización del III Concilio de Toledo.
Ciertos testimonios literarios y evidencias arqueológicas permiten pensar que en Valencia hubo resistencia
70 /
Fue uno de los obispos destacados por su producción literaria a finales del siglo vi.
[page-n-73]
Su promoción a la silla episcopal valentina sería
una recompensa de Recaredo por los servicios prestados en la organización del III Concilio de Toledo y por
su labor como mentor del monarca cuando era príncipe
corregente de la Celtiberia, similar a la de Leandro con
Hermenegildo, corregente de la Bética.
Con Anesio o Anianus, se relacionaría el Unianimo valentino episcopo del epistolario de san Braulio, obispo de
Zaragoza. También se ha propuesto atribuirle el epígrafe
de las obras de restauración de la seo valentina encontrado en la plaza de l’Almoina y depositado en el Museo de
Bellas Artes, pero es una conjetura muy discutible.
Origen de la topografía cristiana de Valencia
Recostrucción de la catedral de Valentia. Isabel Escrivà.
El lugar del martirio de san Vicente sería el punto de
origen de la topografía cristiana en la ciudad, al ser un es-
A inicios del siglo v Valencia fue destruida. La zona
cenario vinculado directamente con la pasión del mártir,
del foro quedó cubierta por una potente capa de escom-
espacios que quedaban inmersos en la memoria colecti-
bros. Esta destrucción quebraría una ciudad romana que
va de la comunidad cristiana.
sólo estaba empezando a ser cristiana. Este colapso de
El siglo v fue un periodo convulsivo; con el fin del
una ciudad cristianizada en el fondo pero no en la forma,
Imperio romano de Occidente, la instalación de pueblos
facilitaría la creación de un nuevo y distinto núcleo urba-
germánicos, en su mayoría cristianizados, corroboró el
no. Al poco tiempo, aún en el siglo v, al sur del antiguo
triunfo de la nueva religión. En lo urbano, fue normal uti-
foro romano surgió un gran grupo episcopal, prueba del
lizar los edificios romanos para el nuevo culto, habida
triunfo de la topografía cristiana.
cuenta el abandono de los templos paganos, cuya religión
Sobre los escombros, alrededor del supuesto lugar
fue prohibida a fines del siglo iv, y las necesidades de la
del martirio de san Vicente, se ha encontrado el primer ce-
creciente comunidad cristiana, que a partir de los últimos
menterio dentro de la ciudad, lo que contravenía la legisla-
años del siglo iv saqueaba u ocupaba los edificios paga-
ción, ya que los enterramientos se tenían que hacer fuera
nos. En nuestro caso, también contaría la existencia de un
de la urbe. En esta época, alrededor de las tumbas de los
importante episodio martirial para desalojar a los últimos
santos (como en las catacumbas de Roma) y de los lugares
seguidores de la antigua religión de los espacios públicos.
de martirio empezaron a surgir cementerios e iglesias.
Valentia, ciudad episcopal. Albert Vicent Ribera i Lacomba, Miquel Rosselló Mesquida
/ 71
[page-n-74]
El pequeño cementerio, de poco más de 20 tumbas
dional y el santuario de Asclepios, sólo desaparecieron de
conocidas, sólo se extiende alrededor de lo que parece ser
la vista en la época islámica, mientras otros se expoliarían
la celda de una prisión. Las tumbas son individuales y de
en la etapa visigoda.
tradición romana: cajas de tejas para los individuos adul-
El primer núcleo episcopal, entre los siglos iv y v, ocu-
tos y ánforas para los infantiles. El análisis de los esquele-
paría los antiguos edificios romanos y se instalaría, a par-
tos indica que pertenecen a un grupo étnico mediterrá-
tir de la segunda mitad del siglo iv, alrededor de un lugar
neo. Son posteriores a los inicios del siglo v, y las ánforas
que sería venerado durante siglos por haber albergado el
son del siglo iv y de los inicios del siglo v, lo que llevaría a la
episodio martirial. Tras la grave destrucción de los inicios
segunda mitad del siglo v para este cementerio. En el con-
del siglo v, al poco conocido siglo v se atribuye un primer
texto de esta época, serían prematuros los enterramientos
edificio, por debajo de la catedral del siglo vi, y la primera
en el interior de la ciudad. Sólo una causa extraordinaria
fase del cementerio alrededor del espacio martirial, ade-
explicaría esta anómala ubicación. Precisamente, ha sido
más del expolio sistemático de algunos edificios públicos
este pequeño y temprano cementerio intramuros uno de
romanos, que hasta ese momento habrían estado en pie,
los principales argumentos a la hora de sugerir que en
seguramente usados como lugares de culto cristiano. Con
esta zona debió existir un lugar martirial.
sus piedras se construyeron las nuevas iglesias y las resi-
Esta primera necrópolis es una prueba de la temprana cristianización, ya que su presencia sólo se puede
explicar en función de la atracción del lugar del martirio.
Los hallazgos de l’Almoina sugieren la implantación del
culto cristiano a partir de la segunda mitad del siglo iv en el
edificio entre cuyos escombros, en la misma habitación que
dencias de la clase dirigente urbana de este periodo.
Tras la destrucción del siglo v se pusieron las bases
del gran grupo episcopal de los siglos vi y vii, cuyas características esenciales ya se pusieron de manifiesto en la
segunda mitad del siglo v e inicios del vi.
Estos rasgos particulares que la definen fueron:
se supone albergó el martirio, apareció un extraordinario
• Un acusado carácter funerario, ligado al mártir, que se
bol de vidrio fabricado en Roma a finales del siglo iv, deco-
inició con un primer cementerio de tradición romana
rado con escenas bíblicas y que sería un objeto litúrgico. En
extendido alrededor del espacio martirial, al que luego
el piso de la habitación contigua hacia el este, se señalaron
siguieron otros, uno superpuesto a este, y los demás
dos agujeros circulares que serían los pies de una mesa de
dispersos en otras zonas. La complejidad de este en-
altar. Como el edificio fue arrasado en las primeras décadas
tramado de cementerios ha permitido establecer una
del siglo v, este espacio ya se habría cristianizado en el siglo iv.
jerarquía de cada uno de estos y encajaría con lo que
El recuerdo del episodio martirial aceleraría la cris-
se sabe de otros de los primeros centros cristianos.
tianización de esta área. Varios edificios públicos roma-
• La temprana ubicación del centro episcopal en y alre-
nos se mantuvieron en pie, algunos, como la curia meri-
dedor de la parte sudoriental del foro, frente a la más
72 /
[page-n-75]
habitual situación periférica de los primeros núcleos
cristianos, bien atestiguada en Barcelona, por ejemplo, donde el carácter funerario también está mucho
más restringido, además de ser bastante posterior.
• El mantenimiento inicial del entramado viario y de algunos de los antiguos edificios romanos, en este caso
la curia y un gran santuario de Asclepios, en cuya parte
meridional se instaló uno o, tal vez, dos baptisterios.
• La paulatina construcción de nuevos edificios, que
fueron sustituyendo a las antiguas, pero normalmente
muy sólidas, construcciones romanas, la mayor parte
de las cuales serían expoliadas para utilizar sus piedras.
El desarrollo del grupo episcopal
Tan solo a partir del siglo vi, tendría lugar la erección
Reconstrucción del interior del baptisterio de Valentia.
Arquitectura virtual. Ayuntamiento de València
de un gran conjunto episcopal, buena parte del cual ha
dentro de un proceso de usurpación de las vías públicas,
aparecido en las excavaciones de l’Almoina y de la cárcel de
general en todo el mundo mediterráneo, y que está en el
San Vicente. En esta etapa se levantó un nuevo gran muro
origen de los estrechos zocos de las ciudades islámicas.
entre los intercolumnios del costado oriental del pórtico del
foro, pared que marcaría los límites del barrio episcopal.
La erección del gran conjunto episcopal alteró el antiguo conjunto viario romano, que a grandes rasgos perdura-
La gran catedral fue un magno edificio que ocuparía la mayor parte de la actual plaza de l’Almoina, con un
ábside entre 12 y 14 metros de diámetro y dos edificios
anexos a ambos lados de esta gran cabecera.
ría hasta el siglo vi. La gran basílica episcopal aún se ajustó
El anexo meridional, así como el ábside, se encuen-
al trazado de un cardo, pero la instalación de los dos anexos
tra en la cripta arqueológica de la cárcel de San Vicente.
laterales, el baptisterio y el mausoleo, lo cortó, lo que su-
Se conserva la totalidad de su planta y gran parte del al-
geriría que los anexos serían posteriores al cuerpo central
zado, que es uno de los mejores ejemplos de la escasa
del edificio, que se habría adaptado al entramado viario, al
arquitectura visigoda de centros urbanos. Es una tumba
respetarlo. En esta etapa visigoda ya no se pisaban las losas
privilegiada de planta cruciforme cuyos precedentes ar-
romanas de la calle, que se cubrieron con una potente y só-
quitectónicos se encuentran en el entorno de Rávena,
lida capa de mortero y piedras. Las calles ahora se hicieron
por entonces capital de Italia. Los datos de la excavación
más estrechas, al invadir las aceras los edificios colindantes,
sitúan su construcción en el siglo vi y se relaciona con
Valentia, ciudad episcopal. Albert Vicent Ribera i Lacomba, Miquel Rosselló Mesquida
/ 73
[page-n-76]
la sepultura del mencionado obispo Justiniano y con la
Modulación y reconstrucción de la catedral
tumba de San Vicente, trasladada al interior de la ciudad
y el baptisterio
desde su inicial emplazamiento en la periférica zona de la
El descubrimiento de las paredes norte y sur de la
Roqueta. El obispo Justiniano la construiría para albergar
catedral, así como del ábside central, ha permitido recons-
dentro de la ciudad el cuerpo del mártir, que se exhibiría
truir con bastante fiabilidad el ancho de la basílica. Gracias
en un sarcófago. A sus pies, bajo el pavimento, se enterró
a estos datos se ha comprobado que el trazado viario ro-
el obispo, donde aún se encuentra.
mano fue un condicionante importante a la hora de plani-
El anexo septentrional se encuentra en l’Almoina y
ficar el proyecto del gran complejo episcopal. Después de
sólo se conoce parcialmente, ya que la mayor parte se
los recientes estudios del tejido urbano, el grupo episcopal
adentra en la finca colindante. Es un gran edificio crucifor-
aparece perfectamente ajustado y vinculado con la trama
me de mayor entidad que el anterior, por sus mayores di-
anterior. Este fenómeno ha ocurrido en otras ciudades.
mensiones y su técnica constructiva de grandes sillares ro-
Incluso cuando la construcción de nuevos elemen-
manos, frente a la mampostería con sillares en los ángulos
tos, como el gran baptisterio, significaba el final o el cierre
del mausoleo. Se ha identificado con el baptisterio debido
de una calle principal, se puede ver su calculado y simé-
a un prominente desagüe que vertería las aguas al exterior,
trico encaje con la antigua calle sobre la que se construyó
donde serían recogidas por los fieles. Además, la mayor
y que, entre otras cosas, le permitió utilizar la fachada del
parte se encuentra sobre el antiguo santuario de Asclepios,
santuario de Asclepios como parte de sus cimientos.
lo que iría en la misma dirección, ya que fue normal la con-
Para restituir la planta del baptisterio, conocido sólo
versión de los asklepieia en baptisterios. En el fondo, en
en parte, ha sido necesario estudiar la basílica episcopal,
ambos casos, se trataba de sanar a través del agua sagrada,
de la que formaba parte como un anexo, y la forma del
lo que facilitaría la asimilación de una religión a otra.
mausoleo de San Vicente, de plan similar, pero de di-
Este gran conjunto episcopal, con los edificios romanos
mensiones más reducidas. Lo más difícil es determinar la
aun en pie (curia, santuario), se formaría en la primera mitad
forma y la disposición de la cabecera. En esencia, se ha
del siglo vi, seguramente bajo el episcopado de Justiniano.
trasladado a la banda norte el esquema usado en la sur.
Con posterioridad hubo algunas reformas menores.
Es decir, se ha reproducido la anchura del acceso al mau-
Sólo se conocen unas pocas piezas de los equipa-
soleo (17 pies), la reproducción de la parte restante de la
mientos litúrgicos y arquitectónicos de estos edificios,
cara norte del baptisterio (19,5 pies), a la sur y la distan-
que han aparecido dispersas y reutilizadas en construc-
cia al ábside central. Estas medidas sitúan el muro sep-
ciones del periodo islámico. Este sería el caso de un gran
tentrional en la misma ubicación en la que se encuentra,
cancel, fragmentos de otro, un altar auxiliar y alguna co-
coincidencia que otorga más fiabilidad a la hipótesis. Sin
lumnita de ventana.
embargo, no es posible trasladar el modelo de planta del
74 /
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mausoleo al baptisterio, porqué la estructura de ambos
edificios es diferente.
De esta manera, se ha obtenido la planta casi completa y se confirma el uso del pie romano en la modulación del
edificio. No obstante, no es posible establecer la anchura
de la cabecera del baptisterio, aunque podría ser similar
a la anchura de acceso (17 pies). Faltaría determinar la estructura de la zona central y las cubiertas, que requerirían
dos pilares que delimitarían el crucero. Su existencia parece confirmada por el descubrimiento de un fragmento de
muro separado del ángulo noroeste del baptisterio.
La Valencia visigoda dentro del contexto hispánico
y mediterráneo.
Los espectaculares hallazgos arqueológicos de l’Almoina han convertido a Valencia en un lugar privilegiado
en el que se puede estudiar y explicar la larga secuencia
evolutiva de un grupo episcopal hispano, en este caso
íntimamente relacionado con el gran mártir Vicente.
En su arquitectura, este gran conjunto constructivo
presenta unas hondas raíces mediterráneas, prueba del
contacto continuo que tuvo con otras zonas, sobre todo de
Cancel que estaría en el interior de la catedral de Valentia.
Prisión de san Vicente Mártir. Ayuntamiento de València
la zona del Adriático. Se han detectado fuertes influencias
de Barcelona, por su entidad, y novedosas y lógicas in-
del área de Rávena y otras ciudades de su entorno marítimo
terpretaciones, se podría sacar a colación y serviría para
(Pula, Padua) y continental (Milán, Vicenza). Por las fechas
completar algunos elementos de los que no disponemos
del conjunto valentino, estos contactos ya estarían asimila-
en Valencia, como el palacio episcopal y una gran aula de
dos en un momento anterior a la invasión bizantina de Italia
comunicación interna. Los hallazgos del probable grupo
e Hispania, y nos llevarían a la época de control ostrogodo
episcopal de Elo, en Hellín (Albacete), con su basílica y su
de la península ibérica, en el primer tercio del siglo vi.
baptisterio son de extraordinario interés, aunque perte-
Por desgracia, en Hispania hay muy escasos referentes de construcciones semejantes. Tan solo el caso
necen a una pequeña ciudad fortificada, que solo eventualmente acogería una efímera sede episcopal.
Valentia, ciudad episcopal. Albert Vicent Ribera i Lacomba, Miquel Rosselló Mesquida
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Las fases tardorromana y visigótica
de la villa romana de l’horta vella
(Bétera, Valencia)
Josep M. Burriel Alberich (Ajuntament de Moncada)
José L. Jiménez Salvador (Universitat de València)
Miquel Rosselló Mesquida
Introducción
La villa romana de l’Horta Vella, en el municipio de Bétera,
comarca de Camp de Túria, se funda en la segunda mitad del siglo I dC en las proximidades del barranco del
Carraixet, curso fluvial que recoge aguas de la vertiente sur de la sierra Calderona y que desemboca en el
Mediterráneo a la altura de Alboraia, en un entorno caracterizado por la abundancia de agua y fértiles tierras, a medio camino del itinerario entre Saguntum y Edeta-Llíria,
ubicación estratégica que sin duda debió jugar un papel
importante en el control de esta vía de comunicación en
el límite septentrional del territorium de Valentia. Prueba
de su importancia es la amplia secuencia ocupacional, al
menos desde el siglo I dC hasta época paleoandalusí —siglo IX—, si bien hay indicios cronológicamente anteriores.
◁ Olla con tubo relacionada con una artesanía
metalúrgica local.
La villa altoimperial
Un importante conjunto termal define a la villa romana altoimperial, alimentado por un acueducto, canal
que siguió funcionando en época paleoandalusí para mover una rueda hidráulica. Alineados sobre un mismo eje
norte-sur, se ha identificado el posible apodyterium con
unas letrinas contiguas que ocupan el extremo septentrional. Al sur de los vestuarios se dispone el frigidarium
con piscina cuadrangular de 6 m2 decorada con pintura
mural de color rojo. Al sur de la estancia fría se ubica el
tepidarium que ha preservado parte del hypocaustum.
El muro que separa la sala fría de la templada conserva
una altura de más de 4,5 m, que incluye el arranque de
la bóveda cuya cara externa muestra las improntas de los
ladrillos que conformaban la concameratio. Por el lado
meridional del muro que cerraba el tepidarium se abría
un vano de acceso al caldarium en cuyo extremo oriental
se pudo documentar la boca del praefurnium. En la zona
occidental, separada por un largo y estrecho pasillo de las
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tres salas de baño, se dispone una gran natatio de planta
rectangular de 60 m2.
En la última campaña (2017), al norte del conjunto
termal, se documentó un edificio, todavía en proceso de
excavación. La planta exhumada tiene unas dimensiones
máximas de 12,30 m de este a oeste y 7,70 m de norte a
sur, articulada sobre un eje oeste-este, con acceso desde
el oeste que da paso a un corredor que separa dos alas.
La meridional se organiza en cuatro estancias independientes de dimensiones regulares (2,80 x 2,20 m), salvo la
oriental que presentaría un tamaño ligeramente mayor.
El ala septentrional está ocupada por dos grandes habitaciones (4 x 2,13 m documentados), si bien únicamente la
más oriental presenta acceso desde el pasillo. Todos los
vanos tienen un ancho de 0,70 m.
Si tuviéramos que definir este establecimiento rural
a partir de lo excavado hasta la fecha, primaría más el carácter residencial y de ocio que el productivo, por lo que
se refiere a época altoimperial. Esta situación cambiará
radicalmente a finales del siglo IV. Con todo, hay que decir
que únicamente se ha documentado una pequeña parte
Torcularium tardorromano emplazado aprovechando las
instalaciones termales. En primer término lapis pedicinorum
con dos encajes para anclaje (probablemente perteneciente
a una prensa de tornillo) y cubeta de decantación.
Equipo de excavación. Ajuntament de Bétera, Universitat
de València.
de la villa y que el panorama aquí presentado seguramente variará a medida que se avance en las excavaciones.
La fase tardorromana
En la fase tardorromana —finales del siglo IV y mitad
del siglo V—, en la villa se suceden importantes transformaciones funcionales de los antiguos espacios residenciales y
de ocio en áreas productivas, aspecto habitual en muchas
de las villae hispanas tardorromanas. En estos mismos espacios se instalará, además, una pequeña necrópolis.
78 /
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Efectivamente, a partir de finales del siglo iv, la in-
grupos de silos, de planta circular y sección acampa-
fraestructura termal queda anulada como tal. La natatio
nada, para almacenaje de granos, fundamentalmente
no parece mantener su uso original y son colmadas al-
localizados al norte y al sur de las termas, y se docu-
gunas dependencias situadas al sur de la piscina, donde
mentan estructuras de combustión y restos metalúrgi-
se instaló una pequeña necrópolis cristiana con tumbas
cos férricos (escorias, coladas o goterones de sangrado,
de cubierta de tejas a doble vertiente que llega a ocupar
mineral, pared de horno), tal vez procedentes de hor-
parte de las instalaciones termales, concretamente un áb-
nos de reducción de los que se obtenía el material ne-
side semicircular añadido a principios del siglo anterior
cesario para la forja en caliente (recuperación de unas
sobre el antiguo praefurnium del caldarium.
tenazas de fundidor). Los subproductos férricos encon-
Quizás se puedan reconocer en esta pequeña ne-
trados y los utensilios permiten suponer que el proce-
crópolis a los últimos propietarios titulares «romanos»,
so metalúrgico del hierro comprendía todas sus fases,
ya cristianizados, de la finca rural. Además, tampoco hay
desde la tostación del mineral hasta el trabajo de forja.
que descartar que esta pequeña necrópolis se emplazara
Este hierro, producto de la fundición, estaría probable-
en función de la sacralización de alguna de las depen-
mente destinado mayoritariamente a la fabricación de
dencias, con la fundación de alguna capilla u oratorio por
las herramientas y enseres de uso cotidiano y propio de
parte del dominus.
la explotación agropecuaria.
A partir de mediados del siglo v, parte del complejo
Igualmente, la presencia en los vertederos de ce-
termal se reconvierte en áreas productivas, con la crea-
rámicas (ollas y cazuelas) con defectos de cocción, nos
ción de almacenes y la instalación de un torculum y balsa
pone sobre la pista de la probable existencia de una pro-
para el decantado del aceite, obviando completamente la
ducción local. Esta fase se prolongaría hasta mediados
presencia del camposanto.
del siglo vi a tenor del material recuperado que rellena los
Otro torculum, con dos pequeñas balsas de decantación escalonadas, amortizadas por un silo de época vi-
silos, reutilizados sistemáticamente como vertederos, y
otras estructuras coetáneas.
sigoda (entre los siglos vii y viii), se localiza al norte de las
termas, construidas aprovechando, en parte, los muros altoimperiales del edificio septentrional localizado en 2017.
Por otra parte, la posible producción de vino quedaría evidenciada por la recuperación de una pequeña podadera de hierro.
La fase visigoda
La etapa visigoda, desde mediados hasta finales del
siglo vi, además de aprovechar estructuras previas, se caracterizará por una nueva fase constructiva ex novo.
El frigidarium y su piscina son elevados al mismo
La antigua natatio será colmada y funcionará
nivel y comunicados a través de un vano que mantiene
como un gran vertedero. Además se construyen varios
aislado el espacio de la antigua piscina. El tepidarium
Las fases tardorromana y visigótica de la villa romana de l’Horta Vella. Josep M. Burriel, José L. Jiménez, Miquel Rosselló
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Detalle del posible cellarium de
época visigoda que amortiza la
fase de silos de los siglos v y vi.
Equipo de excavación.
Ajuntament de Bétera, Universitat
de València.
se convierte en almacén quedando anulado el paso con
lo que fue el frigidarium, ahora un metro más elevado.
Alguno de los tórculos de época tardorromana presumiblemente se mantuvieron en uso, tanto el erigido aprovechando las estancias del complejo termal como el
localizado en la zona norte, cuyas balsas de recepción y
decantación se amortizan entre los siglos vii y viii. El vertedero de la natatio será sellado pasando a convertirse
en un espacio de tránsito sobre el que se construye un
cimiento de mampostería.
En la zona sur, se levanta un gran edificio de mampostería y algunos sillares, formado por una nave alar80 /
gada y estrecha, orientada en dirección este-oeste,
de 20 x 5 m, en cuyo interior se disponen basamentos
centrales para sustentación de la cubierta. Ese edificio
se sobrepone al campo de silos de la fase anterior y
por encima del viejo cementerio bajoimperial. En el
extremo este, se le adosan dos grandes habitaciones
rectangulares separadas por un muro flanqueado por
dos umbrales que las comunican con la nave principal.
En el extremo oeste, se localiza un muro de cierre y
por el lateral norte se abre otra nave, formando ambas
una planta en «L». Se plantea un posible uso agrícola,
probablemente un cellarium. Por las características del
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edificio, pensamos que su funcionalidad excede del
ámbito meramente doméstico.
En la zona norte del asentamiento, desde finales del
siglo vi hasta el siglo viii, también por encima de un campo de silos de la fase anterior, se sucede la edificación de
varios departamentos con muros que tienen zócalos de
mampostería, agujeros de poste y soportes pétreos para
porches y cobertizos, algunos silos aislados, un enterramiento infantil (inhumación infantil en el ámbito doméstico, patio) y un hogar.
Finalmente, en la misma zona norte, se instalará
un taller metalúrgico en cuyos niveles de destrucción/
abandono, datados en el primer cuarto del siglo viii, se
recuperaron dos tremises, uno acuñado en el correinado de Égica-Witiza y el más moderno, en el reinado de
Witiza (702-710), de las cecas de Egitania (Idanha à Velha)
y Corduba, respectivamente.
La presencia de dinero en circulación en el asentamiento nos revela la capacidad adquisitiva de sus habitantes y permite apoyar la continuidad de una economía
monetaria y la existencia de excedentes generados, fundamentalmente, por la venta de la producción agraria,
granos, aceite, vino y —sin descartar, además— manufacturas del propio taller metalúrgico.
Por otra parte, la existencia de un asentamien-
Ánfora de pequeñas dimensiones y base plana con decoración
incisa de meandros.
to de época visigoda en estos momentos finales, con
estructuras de mampostería de nueva planta en edificios no domésticos y la presencia de moneda de oro,
de residencia del propietario sino, fundamentalmente,
apunta hacia una diferenciación social y cierto nivel de
como ámbito de producción, si bien con otros modelos
riqueza que apoyan la continuidad de algunas villae
y diferente relación con las poblaciones campesinas a
como espacios ligados a las élites, ya no como lugar
su servicio.
Las fases tardorromana y visigótica de la villa romana de l’Horta Vella. Josep M. Burriel, José L. Jiménez, Miquel Rosselló
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82 /
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El monasterio de Punta de l’Illa
de Cullera
Miquel Rosselló Mesquida
Introducción
Uno de los episodios narrados en la pasión de san Vicente
(Passio, XXII, 23-26), ya al final del relato hagiográfico, alude al deseo del gobernador Daciano de deshacerse del
cuerpo del santo diácono, por lo que ordena que sea
trasladado lejos en una barca y lanzado al mar. Eumorfio,
encargado de ejecutar las órdenes de Daciano, cuando
había perdido de vista las montañas y por temor a internarse en otra provincia (conventus), fuera de su jurisdicción, se deshizo del cuerpo hundiéndolo en el mar. El
cuerpo llegó milagrosamente a una curvada playa donde
la arena lo resguardó formando un túmulo que, al poco
tiempo, los cristianos del lugar preservaron y adornaron
para rendirle culto secretamente.
Esta narración de la passio que describe el periplo
de los despojos del mártir y su llegada milagrosa a una
◁ Cruces de bronce decoradas que aparecieron
en el edificio central de Punta de l’Illa.
playa, se ha relacionado geográficamente con el Sinus
Sucronensis, más concretamente con Cullera (Portus
Sucrone), zona donde desemboca el Júcar (Sucro), río
donde se hallaba el límite entre provincias, y también
con las playas inmediatas al cabo de Cullera (la punta de Mediodía). En las proximidades, al menos desde el siglo xvi, existía una ermita dedicada a los santos Vicente, Lorenzo y Valero, actualmente ermita de
la Font Santa o de San Lorenzo. La dedicación a San
Valero, certificaría que nos hallamos ante un primitivo
santuario vicentino.
Esta descripción topográfica, ya plasmada en época medieval en una tabla gótica dada a conocer por la
doctora M.ª D. Mateu, junto con la alusión, en el epitafio
del obispo Justiniano de Valencia, a una isla donde fundó un monasterio, parecen remitir a un lugar común, el
islote donde el devoto obispo mandó erigir un monasterio que conmemorara el lugar de arribada del cuerpo del
mártir, tal como ya hace cuatro décadas el profesor Enric
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Llobregat argumentó magistralmente. Este sería el motivo de la fundación del monasterio en este islote.
Los restos arqueológicos del monasterio
El pequeño islote fue un lugar frecuentado desde la
prehistoria, fue un embarcadero en época ibérica (materiales fenicios y griegos) y en época romana cabe la posibilidad de que hubiera un santuario pagano, tal como
apuntan los hallazgos de una estatuilla de Hércules en
bronce y un cazo con dedicación votiva, de plata con incrustaciones de oro y escenas de Júpiter.
Sin embargo, las únicas estructuras excavadas a partir de la segunda mitad del siglo pasado, por el Servicio
de Investigaciones Prehistóricas de la Diputación de
Valencia, corresponden al periodo visigodo.
En la isla se documentó un conjunto de construcTablas con escenas del martirio de san Vicente.
Escuela de Juan de Flandes, siglo xvi.
Colección Levante-EMV.
ciones rodeadas por un muro de protección. En el centro
del islote, en lugar destacado, se levantaba un edificio rectangular, con muros de mampostería asentados sobre cimientos de 1,10 m de anchura, con unas dimensiones de
13,50 x 8,75 m y subdividido en varios departamentos. Este
edificio presentaba peculiaridades que lo diferenciaban de
los otros, como su ubicación privilegiada en el centro de la
isla y en el lugar más elevado, su orientación este-oeste, la
solidez de sus muros, mejores acabados, presencia de un
pavimento de opus signinum de 10 cm de grosor; enlucidos parietales; elementos arquitectónicos de cierta riqueza
como una pilastra in situ con basa moldurada, tal vez de
una mesa de altar auxiliar; una pequeña basa de mármol,
quizás de una columnilla de ventana, y fragmentos de cruz
de piedra tosca calcárea con restos de pigmento cobrizo.
84 /
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Estas peculiaridades apuntan a un edificio cultual,
como iglesia o capilla conmemorativa.
Además, de allí proceden significativos materia-
merosos fragmentos recortados de pared de ánfora con
dibujos incisos formaran parte de las actividades didácticas de los monjes.
les de carácter litúrgico: una gran pátera de mármol
Por último, en la parte oriental de la isla se concen-
blanco, dos cruces de bronce de un lampadario, una
traban tres construcciones de planta rectangular dis-
de ellas decorada con pequeñas aspas que dibujan un
puestas en batería, sin divisiones internas. Realizadas en
arbor vitae.
mampostería, se caracterizaban por su sencillez y presen-
En el mismo edificio se recuperó un tesorillo de mo-
taban dimensiones de 10 x 4,20 m, para la más pequeña, y
nedas y un ponderal bizantino de bronce de un solidus.
19 x 5,25 m, para la mayor. Se encontró junto a los mu-
Los ponderales eran elementos custodiados en el interior
ros gran cantidad de ánforas, mayoritariamente gran-
de los templos, cumpliendo con la legislación del mo-
des contenedores cilíndricos de aceite y salazones del
mento, que obligaba a guardar los pesos y medidas en
norte de África (Túnez) y, en menor medida, ánforas vi-
las iglesias, siendo el obispo el garante de su correcta uti-
narias del Mediterráneo oriental (Gaza, Siria-Palestina,
lización, así como de prevenir el fraude fiscal. Ponderales
Turquía, Egeo), en las que se exportaría, entre otros, el
de tipo bizantino se documentan en lugares como la sede
preciado vino de Gaza, además de envases de la cercana
episcopal de Barcelona o la iglesia de El Monastil, en Elda
isla de Ibiza, grandes contenedores cilíndricos que imi-
(Alicante) y, en general, en aquellos sitios de control con
tan a los africanos y pequeñas ánforas de fondo cónca-
funciones comerciales y fiscales (puertos, aduanas, pago
vo-convexo con decoración con peine, de estos últimos,
de impuestos). Un sitio como Punta de l’Illa, donde se ha
también con ejemplares de producción local-regional.
documentado una notable abundancia y diversidad de
Estos departamentos se han identificado con los cella-
ánforas, ungüentarios y vajilla, probablemente intercam-
ria monacales.
biados con otros monasterios del Mediterráneo, precisaba de un control oficial del peso de la moneda. Dentro
La cultura material del conjunto remite a una cronología a partir de finales del siglo vi.
de este mismo contexto de control administrativo habría
que situar el hallazgo de un platillo de bronce de balanza
de orfebre, del todo similar al hallado en el poblado visigodo de Puig Rom (Roses, Girona).
En el extremo occidental del peñasco, se excavaron
Más allá de la isla
El islote monástico debe ponerse en relación con
otros asentamientos próximos y con el contexto de la
sede episcopal valentina.
un conjunto de pequeños cubículos en mampostería,
Por lo que se refiere al entorno geográfico inmedia-
dispuestos en batería de forma aterrazada, que podrían
to, el Portus Sucronensis ha aportado abundantes testi-
corresponder a las celdas de los monjes. Quizás los nu-
monios de actividad para los periodos tardorromano y
El monasterio de Punta de l’Illa de Cullera. Miquel Rosselló Mesquida
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Enterramiento múltiple en cista de época visigoda, con detalle
de la pulsera con extremos de cabeza de ofidio. Excavaciones
en la Plaça de la Llibertat, Cullera. Dirección arqueológica
Fernando Cotino.
visigodo. En general se documenta la llegada regular de
cerámicas y ánforas durante los siglos vi y vii en diferentes
establecimientos localizados en la ladera sur y sudeste
de la montaña. Hay que destacar la construcción de depósitos de salazón sobrepuestos a un almacén portuario
destruido alrededor del segundo cuarto del siglo v y que
perduran hasta, al menos, finales del siglo vi.
Simultáneamente, documentamos ocupación de la
ladera sur con la presencia de construcciones de piedra y
pisos de tierra batida, de conservación desigual pero ge86 /
neralmente de escaso alzado, a veces asociadas a fosas
vertederos y fosas silos.
Mención aparte merece el hallazgo de una zona de
enterramientos, justo donde posteriormente se instalará
la necrópolis islámica (siglos xii y xiii) del poblado nacido a los pies del extenso albacar del Hisn Qulayra. Se
trata de tumbas de cistas de losas de piedra, con enterramientos múltiples. En una de ellas se recobraron dos
pulseras abiertas de bronce, con extremos de cabeza de
ofidio, similares a otros ejemplares de las necrópolis de la
Almoina (Valencia), camino de El Monastil (Elda, Alicante)
o la cripta Balbi (Roma), y que se datan a finales del
siglo vi y siglo vii.
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Conjunto de ungüentarios orientales con sello encontrados
en las excavaciones de Punta de l’Illa.
Ánfora de procedencia oriental encontrada en el edificio
identificado como almacén.
Este resurgir de los asentamientos en la costa del
Portum Sucrone, unido a la actividad económica y comercial documentada, pensamos que no es casual y que debió
surgir al amparo del impulso monástico del pequeño islote, bajo la jurisdicción episcopal de la sede valentina. Los
cellaria monacales debieron ejercer un papel redistribuidor de productos alimenticios, principalmente vino, aceite
y salazones, a partir de la tipología de los envases anfóricos y de la pequeña industria de salazón documentada en
la costa, coetánea al establecimiento monástico y que no
dudamos que estaría bajo su control. La Regla isidoriana
señala que los monasterios tendrán un almacén en la ciudad destinado a realizar los intercambios con aquella. El
papel económico de los monasterios y la vinculación de la
Iglesia en general con actividades comerciales y productivas ya se ha puesto de manifiesto en lugares próximos,
como el monasterio de la isla de Cabrera (Baleares), la basílica de es Cap des Port (Fornells, Menorca) o las sedes
episcopales de Valencia y Barcelona.
El monasterio de Punta de l’Illa de Cullera. Miquel Rosselló Mesquida
Epílogo
No sabemos si la mención a la destrucción de un
monasterio en una isla, entre Sagunto y Cartagena, que
consignó el obispo de Tours, puede referirse a nuestro
cenobio. El hallazgo aislado de un triente acuñado por
Wamba permite aventurar que el islote estuvo, cuando
menos, frecuentado hasta esas fechas avanzadas de la
séptima centuria. En el siglo xii, donde el conjunto de materiales cerámicos recuperados es notable, volverá a ser
reocupado, esta vez posiblemente para albergar un convento musulmán, una «rábida», topónimo extraordinariamente frecuente en el término.
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Valentia,
ciudad de frontera (550-624)
Albert Vicent Ribera i Lacomba
ICAC
La muerte del obispo Justiniano coincidió con un largo período de inestabilidad general, entre 550 y 589, que alteró
las estructuras políticas de la ciudad y de todo su territorio.
En esos años, además de un gran episodio de peste, el reino visigodo vivió usurpaciones y conflictos dinásticos que
propiciaron la llegada de los bizantinos, ya asentados en
Ceuta y las Baleares, que aprovecharon para hacerse con el
litoral mediterráneo hispano al sur del río Júcar.
En contra de lo manifestado por otros investigadores, que cuestionan la formación de una frontera militar
entre godos y bizantinos, la creciente realidad arqueológica y las escasas, pero existentes, noticias históricas,
avalan que había una zona militarizada, al estilo de las
coetáneas provincias imperiales occidentales de Italia y
África. Entre el Júcar y las montañas del sur de la provin-
◁ Detalle de asno impreso en el fondo de un bol cerámica de
mesa fabricado en Asia Menor. Plaza Nápoles y Sicilia, nº 10,
València. SIAM-Ajuntament de València.
cia de Valencia pasaría la frontera, que, dadas la época y
las circunstancias, y como indican las fuentes y la arqueología, estaría organizada en un entramado de fortificaciones menores (castra, castella,..), que controlaban las comunicaciones y los lugares estratégicos. Este dispositivo
se basaba, en última instancia, en ciudades amuralladas
en la retaguardia de ese sistema defensivo. En el País
Valenciano ya se adivinan los principales elementos de
esta frontera militarizada, cuyos centros urbanos respectivos eran Saetabis y Valentia, de la parte visigoda, e Ilici y
Dianium, de la bizantina.
La entonces autónoma Valencia se convirtió en territorio fronterizo y en la ciudad se establecería una guarnición visigoda, para hacer frente a la cercana amenaza
bizantina. En este contexto, hay que entender la coetánea
aparición del gran asentamiento fortificado de Valencia la
Vella, a 15 km al oeste de Valencia y los abundantes hallazgos de tremises de la época de Leovigildo de Alcàsser,
a 15 km al sur de Valencia.
/ 89
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A S T U R E S
REGNVM
FRANCORVM
S
VASCON
RI
CANTAB
Pampilona
S
A
B
A
R
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Caesaragusta
M
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S V Egitania
Braccara
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Hispalis
I
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V
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N
O
M
V
Barcino
Tarraco
Valentia
OROSPEDA
Corduba
Malaca
IG
O
T
H
O
R
Narbo
R
V
M
Carthago Spartaria
Septem
Mapa político de la península ibérica a inicios del reinado de Leovigildo. Ilustración: Espirelius.
90 /
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La Crónica de Juan de Biclaro consigna que Herme-
ría en el entorno del obispo. Arquitectónicamente, la no-
negildo, el hijo rebelde de Leovigildo, ya derrotado, fue
vedad más destacable es el ábside de herradura que se
trasladado preso a Valencia en el 584, antes de su ulterior
construyó sobre el supuesto lugar martirial, atributo que
ejecución en Tarragona. Esto significa que la ciudad era
le damos, entre varias cosas, por esta estructura cons-
un lugar seguro para los visigodos.
tructiva, bien conservada en planta pero apenas en alza-
Esta primera presencia de elementos germánicos
do. Sus cimientos destacan por su escasa profundidad,
en Valencia significaría su plena incorporación al cen-
30 cm, y su tosca técnica constructiva, al igual que la de
tralizado reino que estaba surgiendo desde Toledo con
las paredes, contrasta con la cuidadosa técnica usada
Leovigildo. Esta situación se plasmó en la realidad histó-
en los monumentos de la fase anterior. La escasa anchu-
rica y arqueológica de Valencia como sería la existencia,
ra de los muros, unos 60 cm, queda lejos del metro que
en 589, de dos obispos en la misma ciudad, el arriano, de
alcanzan los del baptisterio. Es una construcción mucho
nombre godo, Ubiligisclus, y el católico Celsinus, prueba
más endeble y de poca altura. En su interior se conserva-
fehaciente de un considerable núcleo de gente foránea,
ba un nivel de cal uniforme, la base sobre la que habría
que también se diferenciaba de la población autóctona
un pavimento más consistente que debió ser expoliado
por sus rasgos étnicos y las tradiciones funerarias. Ambos
en época islámica. Sellaba un pozo rellenado con mate-
grupos se agrupaban en torno a sus respectivos obispos.
riales de finales del siglo vi o principios del vii, que per-
Dos obispos también significaban dos grupos episcopa-
mite fechar su construcción. Este ábside está encajado
les, al menos durante treinta o cuarenta años. En otros
sobre la estancia del edificio que habría albergado el
lugares, donde dos comunidades cristianas distintas con-
martirio de san Vicente.
vivieron —católicos y donatistas en África, y católicos y
Frente al ábside, al oeste, se conservaba un muro
arrianos en Italia— tenían lugares de culto diferentes. En
que enmarcaría un arco triunfal de entrada, del que sur-
algunos yacimientos de estas zonas, con una presencia
gía un espacio de 3,90 m de largo, cuyo extremo occi-
excesiva de iglesias, se ha propuesto que esta abundancia
dental estaría delimitado por canceles que ocuparían
respondería a las diversas confesiones existentes.
un frente de 4 m. Este espacio casi cuadrado, de 4 m por
3,90 m, precedería el acceso al interior del ábside. Para
El grupo episcopal
completar su planta tan solo contamos con dos basa-
A lo largo del siglo vii, los principales edificios epis-
mentos de una posible columnata que, con la misma
copales mantuvieron su preponderancia, pero al norte
anchura que el ábside, enmarcaría una hipotética nave
de la catedral, desde finales del siglo vi o inicios del si-
central, de 4,80 m de ancho y de 1,80 m entre las colum-
glo vii, tuvieron lugar una serie de cambios relacionados
nas, si se coloca una entre las dos que conocemos, o de
con la transformación de la población que residía y mo-
4 m si no lo hacemos. Podría interpretarse como una
Valentia, ciudad de frontera (550-624). Albert Vicent Ribera i Lacomba
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A finales del siglo vi o inicios del vii se expolió la
curia septentrional, convirtiéndose la zona al norte de la
otra curia en un amplio espacio abierto, tal vez un huerto o jardín asociado a alguna nueva construcción, ya en
el siglo vii, como una noria y un peculiar edificio poligonal, que sería una zona que enlazaría con los campos
de silos situados hacia el norte. Se ha sugerido que esta
zona fuera un área productiva regida por monjes.
Las necrópolis y el cementerio de los obispos
Uno de los rasgos más destacados de este grupo
Muro de buena factura del interior del circo romano.
Calle Comedias, Valencia. SIAM-Ajuntament de València.
episcopal es el marcado carácter funerario, testimoniado
en los diversos y jerarquizados cementerios que se extienden, al menos, al norte y el este de la catedral visigoda.
pequeña basílica, pero la falta total de cualquier indicio
A partir de finales del siglo vi, surgió otro cementerio en
de los muros perimetrales nos hacen ser escépticos al
la zona episcopal, en estrecha relación con el pequeño
respecto. Las remociones de una casa islámica de los
ábside de herradura. La dispersión y tipología de estas
siglos xi al xiii, al oeste del ábside, impide que se co-
nuevas sepulturas difiere bastante de la anterior necró-
nozca mejor.
polis, algunas de cuyas tumbas fueron cortadas por estas
Al norte, y delante de la entrada de la curia aún en
más grandes y modernas. Las modestas sepulturas indivi-
pie, a finales del siglo vi, se construyó un gran pozo cua-
duales fueron sustituidas por grandes cistas de enormes
drado de grandes losas romanas, que le daban un aspec-
piedras, que ocupan una superficie de 2 x 3 metros y al-
to monumental. Presentaba la misma alineación que el
canzan el metro de altura. En su interior aparecen varias
edificio del ábside de herradura, situado a poco más de
capas de enterramiento y es normal encontrar los restos
un metro, por lo que no sería extraño que formaran parte
de entre diez y veinte individuos. Asimismo, aparecen
de un único conjunto, lo que encajaría con el sellado del
ajuares, vasijas de vidrio o cerámica, y bastantes objetos
otro pozo en el momento de erigir el ábside, al que sus-
de uso personal. En total se han señalado más de trein-
tituiría en su función de dispensador de agua. La nueva
ta de estos grandes sepulcros, que deben ser panteones
orientación del pozo y el ábside rompió por primera vez
familiares. Su sistema de construcción permitía su aper-
con la alineación de origen romano que se había mante-
tura por un lado, desde donde se podían efectuar con-
nido inalterada desde los orígenes de la ciudad.
tinuas inhumaciones. De hecho, algunas tumbas fueron
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periódicamente limpiadas de los esqueletos más antiguos, de los que solía dejarse sólo el cráneo, que se amontonaba al fondo de la cista, para permitir la instalación de
nuevos enterramientos. Aunque se extiende por casi todo
el solar de l’Almoina, siempre al oeste de la calle romana,
la gran mayoría de los sepulcros se amontonaron al este
y cerca del pequeño ábside de herradura, alrededor del
cual hay una verdadera aglomeración, catorce tumbas,
mientras otras ocho aparecen dispersas. Este hecho vuelve a constatar la gran ansia que había en esta época por
enterrarse cerca de este lugar, y explica también la limpieza periódica de los huesos de varias de estas saturadas
sepulturas. Los más de trescientos individuos que se han
recuperado presentan rasgos antropológicos distintos a
los anteriores, ya que parecen de una etnia nórdica.
Otro carácter tenían las tres grandes tumbas que
se colocaron alrededor del mausoleo del mártir, aunque
tipológicamente son cistas muy parecidas, pero que no
permiten su apertura, algo comprensible, dado que la
única que se encontró intacta, sólo apareció un esqueleto. A los pies de la tumba más privilegiada, sita en el
interior del mausoleo cruciforme, empezaba un corredor
jalonado a ambos lados por varios arcosolios que por sus
dimensiones parecen preconcebidos para colocar sarcófagos. Serían las tumbas de los obispos, que normalmente se enterraban en el interior de la catedral o de alguna
Conjunto de cerámicas procedentes de
la excavación del antiguo circo romano.
Excavación: plaza Nápoles y Sicilia, nº 10.
otra iglesia importante.
La urbanización del circo romano
A partir de mediados del siglo vi, hay claras evidencias de la ocupación y urbanización de la arena del circo,
Valentia, ciudad de frontera (550-624). Albert Vicent Ribera i Lacomba
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lo que manifiesta otros usos diferentes a los lúdicos, que
el siglo xiv, en el límite oriental de la ciudad, de modo y
supuestamente irían desde los comerciales a los militares.
manera que la muralla árabe del siglo xi se adhirió a su
Se han diferenciado varias fases superpuestas que
cara externa, seguramente perpetuando su uso defensi-
abarcan desde mediados del siglo vi a mediados del vii,
vo del periodo tardoantiguo, tal como ocurre con tantos
que han aportado numerosa cerámica, principalmente
otros de estos grandes edificios de espectáculos.
vajilla de mesa importada de Túnez, de Focea de Asia
Los restos constructivos de la etapa visigoda se en-
Menor y Chipre, cerámica de cocina local, regional e im-
cuentran de un extremo a otro del interior del circo. En
portada de África y Oriente, y ánforas orientales y africa-
el norte, en las excavaciones de la calle Barón de Petrés
nas. Destaca la abundancia de las producciones orienta-
y de la plaza Nápoles y Sicilia 10, situadas entre las car-
les de vajilla fina y cerámica de cocina importada, princi-
ceres y la spina, se ha documentado bien esta nueva ur-
palmente en la segunda mitad del siglo vi. De aquí provie-
banización dentro de un gran espacio público. Sobre la
nen los únicos hallazgos de Chipre y el mayor volumen de
arena, abandonada a lo largo del siglo v, que se extendía
Asia Menor de la ciudad.
por una zona de 350 x 60 m, esto es, dos hectáreas, apa-
A partir de finales del siglo vi y, sobre todo, del si-
rece un gran relleno de nivelación, originado por el verti-
glo vii, se advierte un evidente cambio en la cultura ma-
do rápido de tierras muy oscuras y ricas en materiales ar-
terial, con la introducción de tipos de clara facies visigóti-
queológicos, con pequeñas monedas vándalas y bizanti-
ca, similares a los que podemos hallar en zonas de tradi-
nas, que dan una fecha a partir de mitad del siglo vi para
cional asentamiento godo en Hispania, continuando, de
su formación.
todos modos, la llegada de las últimas producciones de
Los muros que se instalaron sobre este amplio terre-
sigillata africana (Hayes 91D, 105, 106, 109, etc.) y la in-
no nivelado estaban hechos con grandes sillares reutiliza-
troducción de las primeras y escasas cerámicas vidriadas.
dos, mezclados con piedras menores, talladas y sin tallar,
Estos conjuntos cerámicos, con la abundante pre-
unidas con argamasa y mortero de cal. Los pavimentos
sencia de materiales orientales, presentan una notable
eran de argamasa. Los numerosos materiales, proceden-
diferencia con los de otros lugares de Valencia, tanto los
tes de los hogares, las fosas y los basureros de los usua-
del área episcopal como los de las zonas periurbanas
rios de las nuevas construcciones, indican una intensa y
de habitación. Esta especificidad plantea que, tal vez, la
continua actividad en esta zona entre la segunda mitad
nueva área urbanizada a mediados del siglo vi tuviera
del siglo vi y la primera mitad del vii. A mitad del siglo vii
una razón de ser diferenciada y especializada, aunque
otras fosas de vertidos y basureros ya cubrían los muros.
esta suposición es tan sugerente y fácil de plantear como
La escasa extensión de las excavaciones en que se
difícil de resolver. Hay que tener en cuenta la ubicación
han registrado estas incompletas construcciones impide
topográfica del circo, situado desde el siglo ii dC, y hasta
cualquier intento de interpretar su función. Incluso en la
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única en que se excavó en cierta extensión, en la plaza de
Nápoles y Sicilia 10, las habituales y numerosas intrusiones medievales las habían deteriorado, tanto en planta
como en alzado.
Esta ocupación se ha puesto en relación con la
llegada de nuevos grupos de población, que tanto se
atribuiría a contingentes militares visigodos, que de
este modo se instalarían en bloque al lado de la muralla oriental, que debía de ser la misma pared del circo,
como con un supuesto barrio comercial cuya existencia explicaría la aparentemente anómala abundancia
de importaciones del Mediterráneo oriental. Tampoco
se podría excluir una solución mixta que, en todo caso,
siempre implicaría el asentamiento de poblaciones
foráneas en número importante, para lo que se tuvo que
acondicionar este gran espacio.
Bol de cerámica de mesa de Ásia Menor. Plaza Nápoles
y Sicilia, nº 10. València, SIAM-Ajuntament de València.
Epílogo: el final de una época
En los lugares que, tras la rápida caída del reino visigodo, se integraron en la órbita musulmana, la evolución
urbanística habitual de los centros episcopales, sustituidos por otra realidad, se cortó. Este fue el caso de Valencia
durante quinientos años, entre 713 y 1238.
Pero el repentino colapso del reino visigodo no supuso una rápida ruptura social, ya que la islamización fue
un proceso continuo pero lento. En parte del área valenciana, a través del pacto suscrito por el último gobernador
visigodo, Teodomiro, con los recién llegados, el modo de
Entre 778 y 779, Valentia fue destruida en una guerra
civil entre musulmanes, momento que marcaría el final
de la ciudad tardoantigua. Sin embargo, la arqueología
ha sido muy parca para estos momentos de transición,
tanto para el siglo viii como para el siglo ix.
vida permaneció inalterado hasta mediados del siglo viii,
con la instalación de contingentes árabes, que en parte se
unieron a la antigua élite goda.
Valentia, ciudad de frontera (550-624). Albert Vicent Ribera i Lacomba
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ValÈncia la Vella.
Un yacimiento aún por descubrir
E. Huguet, J. M. Macias, A. Ribera, F. Rodríguez y M. Rosselló
De mito a reto arqueológico
A la fuerza, el enclave hoy conocido como València la Vella
debería haber llamado la atención de las gentes locales,
gente de la huerta del Turia y de viajeros desde tiempo
inmemorial. Un lugar con murallas como este, que aún
hoy conserva paredes de más de tres metros de altura,
no podía pasar desapercibido y habría despertado gran
curiosidad. Son casi cinco hectáreas de superficie sobre
un promontorio que se elevaba unos cuarenta metros sobre la entrada del barranco de la Cabrassa en el río Turia.
Por eso es uno de los yacimientos valencianos de los
que tenemos noticias más antiguas. El Consejo de València
mencionó el topónimo de València la Vella el año 1374,
con ocasión de un proyecto de transvase de agua del río
Júcar al Turia. Ya entonces debería ser un sitio valorado
por su antigüedad y, en 1458 (la Bailía: doc. 1152, ‘1524 v’)
◁ Vista exterior de la muralla y la torre, destruida en los años
setenta, de València la Vella. Foto: Rafael de Luis.
firmó una licencia a Joan Gonçalbo para la «búsqueda de
tesoro», según consta en el Arxiu del Regne de València, El
poeta Jaume Roig, también en el siglo xv, le dedica unos
versos, en su obra L’Espill o Llibre de les dones.
El porqué del nombre de València la Vella para este
lugar es una incógnita, y en este poema ya vemos cómo
el topónimo causó una asociación y correlación temporal
con la ciudad romana de Valentia. Diversos estudiosos de
las épocas moderna y contemporánea asociaron estos
restos a una ciudad anterior a la fundación de Valentia
e, incluso, la identificaron con otras ciudades romanas
o también ibéricas, o cartaginesas. Gracias a la arqueología, todas estas suposiciones se desvanecieron en los
años setenta del siglo pasado, cuando la destrucción voluntaria de parte del yacimiento y de sus murallas, por los
trabajos de construcción de un puente sobre la vía férrea
València-Llíria, causaron un gran impacto en la sociedad
valenciana. Aún hoy podemos observar rebajes de dos
metros en un área del veinte por ciento del yacimiento.
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son del todo coincidentes con otros asentamientos visigóticos hispánicos. Hablamos de una especie de ciudadela
encumbrada emplazada en un punto estratégico. Desde
aquí hay un control visual de los principales cerros del entorno (los Carasoles, la montaña de los Frailes, el collado
de Montiel, la Vallbona, la Vallesa de Mandor y la loma de
Betxí), se vigila el camino que iría río arriba y parece que está
cerca de un paso para cruzar el Turia. Solo hay que tener
en cuenta que estas mismas condiciones fueron valoraras
por el ejército republicano español, que ubicó trincheras y
nidos de ametralladoras pertenecientes a la línea defensiva
Vista del rio Túria a su paso por València la Vella. Se aprecian los muros
de la acrópolis en la zona alta. Foto: Projecte València la Vella
«La Inmediata», construida a unos 12 km de la capital, para
frenar el avance del ejército franquista desde el norte.
Con todo esto, más los estudios de Miquel Rosselló,
Pese a ello, València la Vella constituye un reto científico y
que incidieron en la cronología visigótica del asentamien-
de socialización relevante del patrimonio histórico.
to, surgieron numerosas preguntas sobre su funcionali-
Este desgraciado hecho ocasionó una pronta inter-
dad y relación con el palacio recientemente descubierto
vención del Servicio de Investigación Prehistórica de la
de Pla de Nadal o con la ciudad de Valentia. Está claro que
Diputación de Valencia (SIP). Gerardo Pereira y Carmen
no se puede hablar de un proceso de sustitución geopolí-
Aranegui dirigieron tres intervenciones arqueológicas que
tica de una ciudad por otra. Valentia, de la mano del obis-
documentaron importantes restos arquitectónicos y esta-
po Justiniano, pasó a ser una importante sede episcopal
blecieron una cronología del siglo IV dC en adelante. Con
cristiana y epicentro del culto martirial a san Vicente que
eso desapareció el mito arcaizante de València la Vella y
se mantuvo activa hasta la llegada del islam.
se abrieron nuevas incógnitas históricas. No obstante, la
Hay que mirar a València la Vella, actualmente con-
nueva cronología conllevó un desinterés por parte de la
siderada una fundación fechada a partir de mediados
investigación arqueológica valenciana, orientada hacia
del siglo vi, como el resultado de una nueva concepción
otros períodos históricos en aquel momento.
urbana y territorial promovida por el reino visigótico de
València la Vella se encuentra a unos 3 km al sudeste
Toletum, y del todo compatible con las antiguas ciuda-
de la localidad de Riba-roja de Túria, solo a unos 16 km de
des romanas que perduraron en el tiempo. El análisis de
Valencia capital y a escasos 4 km del yacimiento de Pla de
las cerámicas y de las monedas recuperadas nos mues-
Nadal. Su ubicación y características defensivas y urbanas
tra una plena sintonía comercial entre ambas ciudades.
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Muchos productos foráneos documentados en el litoral
y el estudio del yacimiento. El Ayuntamiento compró
también eran frecuentes río arriba.
varias fincas rurales donde se encuentra la mitad de
¿Era diferente la población de un lugar con respecto
València la Vella, dentro del Parque Natural del Turia. De
al otro? ¿Se practicaba el culto arriano en vez del ortodoxo?
esta manera se genera un espacio de doble interés patri-
Este nuevo asentamiento tendría un papel de control mi-
monial y natural, de alto valor arqueológico, paisajístico
litar como consecuencia de las tensiones territoriales del
y biológico. En este contexto positivo, hay que añadir la
sudeste hispánico en manos del Imperio de Oriente?
musealización y la creación reciente del Museo Visigótico
Para resolver definitivamente todos estos aspectos,
del Pla de Nadal (MUPLA) y las numerosas actuaciones
solo hay que dar tiempo a la Arqueología.
de recreación histórica que promueve la villa.
Presente y futuro de una oportunidad poliédrica
de la última excavación y en un contexto mucho más
Así pues, el año 2016, treinta y seis años después
Hoy en día pocos yacimientos «vírgenes» tienen la
favorable, un equipo de arqueólogos valencianos y cata-
potencialidad cultural de València la Vella. Es un asenta-
lanes volvió a remover la tierra a la búsqueda de respues-
miento escasamente excavado —apenas unos 230 m —,
tas. Inicialmente, la fórmula elegida ha sido la excavación
lleno de incógnitas históricas y, a la vez, de retos de con-
asociada a los cursos de verano de Arqueología Cristiana
servación arquitectónica y de integración social.
y Visigoda. No se trata exclusivamente de un proyecto de
2
Primero hay que tener en cuenta que se halla cer-
investigación, sino de una apuesta docente a largo plazo
ca de la tercera área metropolitana del Estado español,
con la voluntad de potenciar el interés y las nuevas voca-
con cerca de dos millones de habitantes y que dispone
ciones por lo que respecta a la antigüedad tardía en tie-
de una red de comunicaciones que ha llegado a situar,
rras valencianas.
incluso, una estación de suburbano a seiscientos metros.
Hasta la actualidad se han desarrollado cuatro bre-
Es un yacimiento dentro de un área metropolitana que
ves excavaciones arqueológicas que se han centrado en
confiere a la localidad de Riba-roja de Túria la posibilidad
el estudio de las murallas y en la identificación de los
de ser uno de los referentes hispánicos de la arqueología
sectores urbanos que conforman el asentamiento, estos
visigótica más accesible y provechoso para la divulgación
últimos condicionados en parte por las características
de un período histórico fundamental para entender la for-
del terreno. Por una parte, actuar sobre la muralla era
mación de la Edad Media.
una necesidad imperiosa porque había que valorar el
Con esta voluntad trabaja el área de Turismo y
estado de conservación de los segmentos más afecta-
Patrimonio del Ayuntamiento de Riba-roja. El año 2016
dos por la destrucción del siglo pasado. Por la otra, dis-
se firmó un convenio de colaboración con el “Institut
tribuir sectorialmente los sondeos estratigráficos nos
Català d’Arqueologia Clàssica” para la documentación
ha permitido, de cara al futuro, identificar y priorizar las
Valencia la Vella. Un yacimiento aún por descubrir. E. Huguet, J. M. Macías, A. Ribera, F. Rodríguez y M. Rosselló
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cias de un taller de vidrios. Las monedas recuperadas,
procedentes de cecas de numerosos lugares de Hispania
y del Mediterráneo, nos señalan la vitalidad económica y
comercial del emplazamiento.
En estos momentos, la muralla pasa a ser el elemento patrimonial más significativo, tanto por la extensión
como por el nivel de conservación. Es un asentamiento
de unas 4,8 ha de superficie, que, en la parte más elevada, alcanza unos 41 m de altura con respecto al curso del Turia. Sobre un perímetro teórico de 981 m, se
conocen unos 416 m, si bien hay muchas partes ocultas
Vista actual de la zona monumental invadida
por la vegetación. Foto: Albert Ribera
por la vegetación o los terraplenes. La muralla conserva
una altura máxima de 3,10 m y su grosor oscila entre los
2,10 y 1,90 m. Se hizo a partir de dos muros paralelos de
áreas arqueológicas donde intervenir. También se ha
mampostería de cal y con ripio interno —emplecton— de
efectuado una prospección geofísica parcial del subsue-
piedras y arcillas procedentes del rebaje de la roca que se
lo y, muy especialmente, una documentación topográ-
efectuó antes de la construcción de las defensas. Hasta
fica y fotogramétrica exhaustiva mediante los recursos
ahora se han localizado con seguridad unas siete torres,
tecnológicos actuales.
aunque podría haber un número máximo de veinticinco
o veintiocho. Este aspecto se debe ratificar con la condi-
Descripción preliminar de València la Vella
Los resultados hasta ahora obtenidos apuntan a un
ción de que aquellos tramos contiguos a los riscos del río
podrían tener una protección menor.
centro urbano bien planificado y ejecutado homogénea-
Todo parece indicar que la muralla es una obra ho-
mente. Hemos visto como el urbanismo intramuros está
mogénea y construida unitariamente. No apreciamos aún
sincronizado con el trazado de la muralla, y la documen-
fases constructivas y la técnica empleada es muy homo-
tación de un estercolero —a las afueras de la ciudad—,
génea, al mismo tiempo que común a otras murallas visi-
nos muestra una clara organización para la fertilización
góticas hispánicas (Recópolis, Puig Rom, etc.). Las torres
de las terrazas agrícolas periféricas, imprescindibles para
identificadas, arrasadas en parte en el siglo xx, eran apro-
la producción de víveres. Otros indicios también nos ha-
ximadamente cuadradas y con un relleno interno seme-
cen ser optimistas para la búsqueda en un futuro. En un
jante al de las murallas. Sus muros enlazaban con los dos
presunto sector artesanal, hemos documentado eviden-
de la muralla de forma que trababan entre ellos propor-
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cionando una mejor cohesión y evitando desprendimientos de los rellenos por su empuje lateral. Hasta ahora, no
se ha identificado ninguna evidencia del paso superior de
la muralla.
La topografía del yacimiento presenta varias zonas,
probablemente aterrazadas, aunque hay que ser cautelosos porque las transformaciones agrícolas contemporáneas pueden haber distorsionado la percepción actual.
Se distingue una primera plataforma elevada, la «acrópolis», que, con una superficie de 0,22 ha, se desarrolla entorno los 90 y 97 m de altitud. Se encuentra sobre un pequeño montículo que configura el escarpado septentrional junto al río. Allí se encuentra un edificio importante
pavimentado en mortero de cal, así como fragmentos
de tejas planas y curvas. Este era un sector relevante del
asentamiento que está en avanzado curso de excavación.
Hay otro montículo central, hacia los 90 m de altitud y con
una superficie de unas 0,3 ha, que está muy deteriorado
Inicio de la excavación del sector junto a la muralla.
Campaña 2016. Foto: Projecte València la Vella
por la erosión.
El resto del asentamiento consta de dos platafor-
importantes edificios que reutilizaron sillares de piedra
mas intermedias donde los sondeos estratigráficos han
—calcárea dolomítica gris azulada— de factura roma-
localizado varios restos. Por una parte, una zona interme-
na que deben proceder de la cercana ciudad de Edeta
dia-baja que limita con la muralla central y meridional.
(Llíria). Se disponían alrededor de una gran plaza o expla-
Aquí se alcanza una extensión de 0,77 ha y una altitud
nada que se ubica ante el posible acceso principal de la
entre los 85 y 88 m. Es el lugar mejor conocido y donde
ciudad por el sur, flanqueado por los restos de dos gran-
se ha trabajado intensamente en el lado de la muralla. La
des torres. Por fuera llega un ancho camino que corta la
plataforma inferior alcanza unas 1,27 ha y entre los 80 y
roca en su recorrido.
84 m de altitud. Todo parece indicar que en su parte occidental se encuentra el centro principal del asentamiento.
Aquí excavaron hace 40 años Gerardo Pereira y Carmen
Aranegui, de la Universitat de València, y encontraron dos
Valencia la Vella. Un yacimiento aún por descubrir. E. Huguet, J. M. Macías, A. Ribera, F. Rodríguez y M. Rosselló
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Cronología y contexto histórico
enfrente del territorio bizantino. Prueba de eso será el encar-
El recinto de València la Vella es una fundación ex novo
celamiento en Valencia del rebelde Hermenegildo, hijo de
de un castro amurallado, tal vez con funciones urbanas,
Leovigildo y hasta entonces corregente de la Bética, o la pre-
coetáneo a la etapa de consolidación del estado visigodo.
sencia en estos convulsos momentos de un obispo arriano
Los rellenos constructivos del lado interior de la muralla
en la sede episcopal valenciana, hecho que se toma como
nos han proporcionado fragmentos cerámicos que permi-
una prueba del incremento poblacional visigodo y, especial-
ten fechar su construcción a partir de mediados del siglo vi.
mente, de la existencia de un importante contingente militar.
Este sería el momento de fundación del nuevo centro ur-
Con todo, las investigaciones en curso están matizan-
bano, a partir de fragmentos de ánfora de importación y de
do ciertos aspectos. Se ha podido determinar la construc-
cerámicas comunes de ámbito regional que se han docu-
ción ex novo del recinto a partir de mediados del siglo vi, la
mentado sobradamente en este territorio.
presencia (mediante prospección con georradar) de nume-
Hay que recordar el contexto histórico del momento,
rosas estructuras (edificios) y espacios abiertos (plazas) que
con continuas disputas internas por la sucesión al trono,
apuntan hacia un urbanismo organizado y uniformemente
los enfrentamientos con los reinos vecinos —merovingios
planificado, más allá de un simple castrum con meras fun-
y suevos— y, fundamentalmente, la intervención de los
ciones defensivas. Además, se documenta un flujo conti-
bizantinos en el conflicto dinástico visigodo aprovechada
nuado de importaciones cerámicas, por lo menos, hasta
para ocupar una franja costera desde el Júcar hasta Cádiz,
la mitad del siglo VII (ánforas, sigilatas, ungüentarios) que
convertida en la provincia bizantina de Spania (554-628).
acreditan la importancia de este enclave fortificado y su ca-
Todas estas circunstancias atrasarán la incorporación to-
rácter privilegiado y cosmopolita como punto de llegada de
tal y efectiva de Valentia al reino visigodo de Toledo hasta
productos de todo el Mediterráneo en la tardoantigüedad.
la llegada de Leovigildo (569-586).
Este monarca contribuirá resueltamente a la unificación y al control territorial de Hispania frente a otros rei-
Por otra parte, se ha constatado la producción local
de vidrio, normalmente asociada en esta época a centros
urbanos para el autoabastecimiento.
nos que ambicionaron los dominios visigodos, y ante las
Todos estos nuevos datos convergen en señalar que
pretensiones independentistas de los dirigentes hispano-
se trata de un asentamiento que llegó a agrupar a la po-
rromanos y de la influyente Iglesia católica que no estaba
blación de su entorno y con atribuciones administrativas
dispuesta a aceptar un rey arriano.
y de jerarquización del territorio.
Será en este contexto cuando, la hasta entonces autó-
Estas características «urbanas», unidas a la cronolo-
noma Valentia, quedará integrada de modo efectivo al reino
gía y al contexto histórico de su construcción, el carácter
visigodo de Toledo, que asumirá un importante papel en el
ex novo, planificado y monumental, plantean la posibilidad
conflicto romano-gótico a causa de su situación fronteriza
de que «València la Vella» fuera una fundación real de época
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Plano de las intervenciones
realizadas hasta el momento
en València la Vella.
de Leovigildo, monarca que fundó nuevas ciudades como
Recópolis (Guadalajara) el año 578 o Victoriaco (Álava) en
581, como parte de la estrategia constructiva promovida y
desarrollada por el Estado visigodo en su proceso de formación y consolidación, ya que no hay que olvidar que la
fundación de ciudades era una prerrogativa real.
El momento final del yacimiento aún es una incógnita, ya que los trabajos agrícolas de la zona hasta hace
pocas décadas han malogrado parte de la información
arqueológica. Hasta ahora, no se han identificado restos
que se puedan asociar a actos violentos como destrucciones o incendios, como sí ocurre en Pla de Nadal, lo que
lleva a pensar en un abandono pacífico y una erosión gradual del asentamiento, o de parte de él, más que no en un
episodio bélico. Con los datos actualmente disponibles,
parece que la ocupación del asentamiento terminaría
a partir de finales del siglo vii o inicios del siglo viii. No
hay indicios de una ocupación islámica en la época del
emirato, sólo algunas escasas cerámicas dispersas por el
yacimiento.
Sin embargo, en el estado actual de la investigación,
hay que resaltar que de su superficie total, se ha excavado
solo una mínima parte. Habrá que esperar para despejar
varias incógnitas como la cronología precisa de fundación, el momento final del asentamiento o la configuración interna del espacio.
En este momento, València la Vella constituye, no
solo un importante reto científico, sino que también supone un proyecto importante de difusión y socialización
del patrimonio histórico.
Valencia la Vella. Un yacimiento aún por descubrir. E. Huguet, J. M. Macías, A. Ribera, F. Rodríguez y M. Rosselló
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Las monedas del yacimiento visigodo
de València la Vella
(Riba-roja de Túria)
Òscar Caldés
Introducción y metodología
El panorama numismático del territorium de Valentia en
época tardía (siglos v y vii dC) es uno de los que más evolución ha tenido a lo largo de las últimas décadas en el ámbito peninsular. A la revisión de las piezas procedentes de
la Punta de l’Illa de Cullera, se suman ahora las monedas
encontradas en el yacimiento tardoantiguo de València la
Vella. Las monedas de València la Vella, yacimiento analizado ampliamente por sus directores en el apartado correspondiente en esta publicación, son el objeto de estudio de estas páginas y contribuyen a aumentar la muestra
existente de monedas de la época de forma destacada, ya
que se han recuperado más de un centenar de monedas,
◁ 1-2: Monedas romanas de la dinastía constantiniana fragmentadas
o recortadas; 3: Nummus vándalo; 4: Nummus de Justiniano;
5: Nummus africano vándalo o bizantino; 6: Tremís de Leovigildo
acuñado a nombre de Justino II; 7: Tremís forrado de Leovigildo
de Toledo; 8: Nummus visigodo del tipo 3 de R. Pliego; 9: Nummus
visigodo del grupo 7 de R. Pliego; 10: Nummus visigodo del grupo 5
de R. Pliego. Todas las monedas se reproducen a doble tamaño.
solamente en 2018, la inmensa mayoría de ellas circularon
en el momento de actividad del yacimiento.
En la campaña de 2016 se recuperaron tres monedas, dos parecían responder a sendos nummi tardíos,
mientras que otra aparentaba ser una moneda del Bajo
Imperio romano (siglo iv dC).
En la campaña de 2018, se utilizó un detector de metales, como herramienta auxiliar durante las excavaciones
arqueológicas y con toda su metodología asociada. Lo
primero que se hizo fue extender y prospectar las terreras
de las campañas anteriores, para comprobar si alguna
pieza metálica había pasado inadvertida en los sondeos
ya abiertos de la excavación, y se confirmó que así era.
Sin embargo, la mayoría de los objetos recuperados eran
monedas de pequeño tamaño, con lo que no resulta difícil
que pasaran inadvertidas, lo que evidenció todavía más el
uso necesario de este tipo de herramientas en campaña.
Además de prospectar las zonas que se estaban excavando y sus terreras, se realizó una batida superficial
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de todo el yacimiento con el detector de metales. En
teriores, y muchas de ellas aparecen muy fragmentadas
diversos puntos se constató la presencia de agujeros
o recortadas, sin que se apreciara siquiera el nombre del
propios de expoliadores, que evidenciaron el grado de
emperador que las acuñó y sin molestarse en que apa-
vulnerabilidad del lugar. Complementando el uso del de-
reciera su busto completo. A pesar de que algunas leyes
tector de metales se georreferenciaron todas las piezas
de los siglos v y vi dC prohibían conservar las piezas de
aparecidas con un GPS topográfico, por lo que se sabe
los siglos anteriores, vemos que estas no son respetadas,
perfectamente el contexto espacial en el que aparecieron
por lo que aparecen además monedas, en teoría, desmo-
estas piezas y, a pesar de que hoy en día las zonas donde
netizadas siglos atrás, como un AE2 de la segunda mitad
aparecieron no estén excavadas, su contexto estratigráfi-
del siglo iv dC. La mayoría de piezas del siglo iv dC están
co podrá recuperarse en un futuro.
acuñadas durante la dinastía constantiniana, y más concretamente, entre los años 325-361 dC. Sorprende el buen
Las monedas de la campaña de 2018
estado general en el que se hallan estas monedas, a pesar
La inmensa mayoría de elementos metálicos recupe-
de encontrarse en contextos más de dos siglos posterio-
rados en València la Vella son monedas, y, aunque estas
res a su acuñación, síntoma de que probablemente mu-
piezas se encuentran en proceso de restauración y estu-
chas eran atesoradas o conservadas con mayor cuidado
dio, es posible adelantar que, de un total de 133 ejempla-
que el numerario posterior. Entre ella destaca la ausen-
res aparecidos, al menos 120 pertenecen a los siglos que
cia de monedas romanas del siglo v dC, más teniendo
van del ii aC al vii dC. Entre ellas se recuperaron cierto nú-
en cuenta de que en Punta de l’Illa de Cullera se docu-
mero de monedas fechables entre los siglos ii aC y iii dC,
mentaron unos seis ejemplares, aunque en un estado de
incluyendo ibéricas y romanas del Alto Imperio, que pu-
conservación bastante precario. Sin embargo, en ambos
dieron haber circulado junto a numerario posterior, ya en
yacimientos hay cierta presencia de moneda vándala,
época visigoda, como evidencian la fragmentación y los
acuñada en África entre los siglos v y vi dC. Diversos ejem-
recortes de algunas zonas de las monedas.
plares con tipologías variadas se recuperaron en València
Sin duda, el siglo iv dC es uno de los que aporta más
la Vella durante la campaña de 2018, entre los que desta-
numerario al asentamiento visigodo de València la Vella.
caron los que presentan en el reverso una victoria o una
Su abundancia no parece responder a un teórico asenta-
cruz rodeada de una corona.
miento previo, sino a su perduración en el numerario de
Curiosamente, las emisiones bizantinas, representa-
la época, desde el siglo iv dC hasta los siglos vi y vii dC.
das solamente por la ceca de Cartago, son las monedas de
Este es un fenómeno constatado en muchos yacimientos,
los siglos vi y vii dC que más aparecen en València la Vella,
no solo peninsulares, sino del Mediterráneo en general.
incluso superando en proporción a los bronces visigodos,
Son monedas de mayor tamaño que las de los siglos pos-
de los que se hablará más adelante. Entre los ejempla-
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res bizantinos destacan los que hacen referencia al año
de reinado de Justiniano I (539-541 dC), con la leyenda
«VOT XIII» o «VOT XIIII». Además, en un contexto superficial, apareció un conjunto monetario con valor de seis
nummi compuesto por un pentanummium de Justiniano I
de Cartago y otro nummus frustro de los siglos iv y v dC.
Hay toda una serie de monedas de difícil adscripción
que muestran un crismón o un estaurograma en el reverso.
Casi con total certeza son acuñadas en África, pero la autoría todavía está discutida entre los que la asignan al mundo
vándalo o al bizantino. Aunque no es posible determinar
su adscripción, probablemente tanto las monedas de este
Vista interior de la muralla de València la Vella desde la acrópolis.
grupo incierto, como las vándalas y bizantinas, llegan a través del Imperio de Oriente. Pero no es posible distinguir si
sible acceso asociado a la parte superior de las defensas.
llegan al yacimiento visigodo de València la Vella por inte-
Gracias al uso del detector de metales se recuperó una de
racción comercial entre bizantinos y visigodos o si llegan
ellas en estrato arqueológico, se trataba de un tremís vi-
por botín de conquista de estos últimos sobre los primeros.
sigodo de la época de Leovigildo, aunque está acuñado a
El conjunto de moneda visigoda recuperado es in-
nombre del emperador bizantino Justino II (565-578 dC).
teresante debido a su escasez general en el registro ar-
En el anverso presenta un busto esquematizado a dere-
queológico. Su grado de conocimiento experimentó un
cha con cruz en la vestimenta a la altura del pecho y la
aumento después de la publicación del libro de las mo-
leyenda imitativa de Justino II y en el reverso con una vic-
nedas visigodas de cobre publicado por M. Crusafont y los
toria avanzando a derecha, con la imitación de la leyenda
estudios realizados recientemente por B. Mora o R. Pliego,
«VICTORIA AVGVSTORVM». Esta moneda parece indicar
que presentan divergencias en lo que respecta a la auto-
que la fecha fundacional propuesta para València la Vella
ría de estas piezas, con lo que sigue siendo un apartado
en la segunda mitad del siglo vi dC, durante el reinado de
de la investigación del mundo tardío todavía incipiente.
Leovigildo, es la correcta.
Respecto a las monedas visigodas halladas en València la
La otra moneda de oro fue recuperada en la terrera
Vella, hay que diferenciarlas en dos grupos: las monedas
del mismo sector, sin poder asignarle unidad estratigrá-
de oro y las monedas de base de cobre.
fica. Se trata de un tremís falso de época, con interior de
Se recuperaron dos tremises de oro, ambos en la
bronce y forrado con una fina capa de oro. Está acuñado a
zona interior anexa a la muralla y que cuenta con un po-
nombre de Leovigildo y la ceca que consta en la moneda
Las monedas del yacimiento visigodo de València la Vella. Óscar Caldés
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es Toledo. Cronológicamente puede datarse en momen-
gran controversia, y el conjunto recuperado en València
tos posteriores al 584 dC, cuando tuvo lugar la reforma
la Vella trastoca la visión que se tenía de estos ejempla-
emprendida por Leovigildo en la que se fijó la tipología
res. Es necesario comparar el conjunto aparecido en este
del busto de frente, tanto para el anverso como para el
yacimiento con otros de época coetánea para observar
reverso, y que aparecen ambos en esta moneda.
la variedad de proporciones de uno y otro grupo para in-
El otro grupo, la moneda visigoda de bronce, está
tentar obtener datos más claros sobre estas piezas, para
constituida, al menos, por diez ejemplares. Por un lado,
lo que resulta imprescindible la ayuda de un detector de
destaca el grupo del monograma de la «M» en el rever-
metales en excavaciones de los siglos vi y vii dC.
so, con cuatro monedas y atribuido por M. Crusafont a
Emerita, planteamiento bastante discutido por traba-
Conclusiones
jos posteriores, debido a que la mayoría de ejempla-
En estas conclusiones quiero remarcar, de nuevo, la
res han aparecido en la zona sevillana y muy pocos en
importancia de utilizar un detector de metales con toda
Extremadura. Un ejemplar ha aparecido en un vertedero
su metodología asociada como herramienta comple-
fuera de las murallas, en principio datado en el siglo vii
mentaria durante las campañas de excavación. La época
dC. Otro grupo representado es el de la cruz con glóbulos
tardía es una en las que resulta más importante su uso,
en el reverso, del que han aparecido dos ejemplares, uno
debido a que las monedas suelen pesar menos de un gra-
en el mismo contexto de vertedero, asociado a la moneda
mo y medir menos de un centímetro, siendo sumamente
del monograma en «M». Asignadas al grupo de visigodas
difícil recuperar estos elementos durante la excavación
por M. Crusafont, propone Córdoba como ceca, aunque
sin el uso de una criba o aparatos de detección metálica.
recientemente algunos autores han propuesto que se
Para acabar este pequeño avance al estudio de las
pueda tratar de una acuñación bizantina de Málaga. El
monedas de València la Vella, hay algunos rasgos genera-
último grupo es el del busto con cetro en el anverso y mo-
les que merecen la pena ser comentados.
nograma en el reverso, que M. Crusafont data a partir del
Las monedas ibéricas y romanas altoimperiales en
reinado de Wamba (segunda mitad del siglo vii dC), plan-
València la Vella podrían no formar parte de contextos
teamiento apoyado por R. Pliego. M. Crusafont propone
tardíos, ya que al no aparecer ninguna de ellas en estra-
Toledo como ceca para esta tipología. De este grupo han
to, existe la remota posibilidad de que sean fruto de una
aparecido cuatro ejemplares, uno de ellos de nuevo en el
frecuentación de la zona todavía no documentada a ni-
vertedero extramuros, y alguno de ellos con un excepcio-
vel estratigráfico y que podría darse entre los siglos ii aC
nal estado de conservación.
y ii dC. A pesar de que algunas piezas presenten carac-
Los lugares de acuñación, la autoría y la cronología
terísticas que hacen pensar que circularon más de cinco
de estas monedas de cobre es un aspecto que genera
siglos después de su acuñación, como fragmentaciones
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o recortes, sería necesario un estudio más detallado de
estas piezas.
Las monedas del siglo iv dC no presentan dificultades para llegar en abundancia hasta contextos de época
visigoda, como queda atestiguado en multitud de yacimientos de la costa Mediterránea, como es el caso de
Punta de l’Illa de Cullera o la zona de Málaga. A pesar de
que el alto porcentaje de estas piezas está en consonancia con lo esperado para este momento de los siglos vi y
vii dC. existe, a diferencia de los otros yacimientos mencionados, un marcado descenso de emisiones romanas
posteriores a la dinastía constantiniana.
Sin duda, los ejemplares más interesantes por su escasez son los de los siglos v y vii dC. Hemos de interpretar
que en este yacimiento el pequeño porcentaje de moneda vándala aparece debido a que seguramente lo introduzcan los bizantinos en la Península, acompañando a
sus propias producciones, sobre todo las de Justiniano I,
monedas bizantinas estas que son muy abundantes y
superan en número a las visigodas de cobre. Justo estas
pequeñas monedas visigodas representan un interesante
conjunto, debido a su escasez en el registro arqueológico.
Las monedas de oro complementan este sistema visigodo, y ambas, incluida la falsificación de época, remiten a
la segunda mitad del siglo vi aC, cuando probablemente
se construye el asentamiento de València la Vella.
Lo que queda claro es que el yacimiento de València
la Vella es y será referencia para la numismática tardía
del territorium de Valentia, debido a que apenas está ex-
Tremís, forrado de oro, datado en época de Leovigildo
aparecido en València la Vella, en 2018.
cavado y, con seguridad, aparecerán más monedas en
futuras campañas.
Las monedas del yacimiento visigodo de València la Vella. Óscar Caldés
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Monedas en uso en la Antigüedad tardía
en el entorno próximo de Valentia.
La moneda en el ámbito visigodo
Tomás Hurtado Mullor
La moneda fabricada y, sobre todo, la usada durante la
tardoantigüedad en la península ibérica no ha sido el foco
preferente de la investigación numismática, centrada especialmente en otros períodos de la Antigüedad. Esto se debe
a que la aludida era una etapa sobre la que, pese a la preferencia dada a los testimonios escritos, había un importante desconocimiento acerca de varios aspectos que solamente podían atenderse a partir del análisis de la cultura
material y que, como resultado del enfoque dado y al no
tratarse de un material muy vistoso, unido a las dificultades
derivadas del estado poco avanzado de la investigación, el
grado de profundidad al abordar su estudio fue menor que
el de otras etapas, siendo emprendido sólo por algunos estudiosos, que ponderaron el potencial atractivo de su examen detallado y valoraron todo el espacio cronológico que
quedaba por cubrir, entendiendo más como un reto que
◁ Tremis de Witiza de Cordoba (698-710 dC).
L’Horta Vella (Bétera) (Museo de Prehistoria de Valencia):
como un lastre el vacío existente. La corriente dominante
ha centrado sus investigaciones en períodos que consideraron más sugerentes; recordemos que, pese a los grandes avances en la numismática de ese tiempo, aún sigue
habiendo cuestiones respecto a las que nos encontramos
en un estado de conocimiento bastante parcial. Por poner
un ejemplo significativo, desconocemos la mayor parte de
los nominales de las monedas bajoimperiales y visigodas
de menor valor; de hecho, las de acuñación peninsular
en el periodo visigodo, incluso, eran unas desconocidas
hasta la última década del siglo xx, que constituían nummi
de los que quedan muchas incógnitas por despejar. Este
panorama ha ido cambiando en los últimos años como
consecuencia de los nuevos hallazgos producidos a raíz de
intervenciones arqueológicas que han permitido tener un
mejor conocimiento de los contextos en que se han recuperado los numismas, incrementados por la aplicación de
un instrumental hasta ahora no empleado, así como por el
desarrollo de una metodología más depurada.
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godo de Toledo, con Leovigildo en el último cuarto del
CASTELLÓN
siglo siguiente. Aún así, la ciudad de Saguntum, aún no
Riu
Tu
ri
a
València la Vella La Horta Vella
Pou de la Sargueta
Villa Sector Río
Senda de l’Horteta
Sagunto
Valentia
siendo sede episcopal, acuñó tremises por parte de los
monarcas Gundemaro, Sisebuto y durante el correinado
de Égica y Witiza, que se encontraba dentro de la división
administrativa de la Tarraconesis.
VALENCIA
Punta de l’Illa
Cullera
Las monedas en el fundus de Valentia. Adaptación
progresiva del mundo rural a una nueva sociedad
Vamos conociendo con detalle cómo el espacio rural
dependiente de Valentia se fue adaptando a los cambios
políticos, lo que supuso transformación junto a continuidad y, en definitiva, evolución. Los principales momentos
de fuerte inestabilidad como fue la crisis del siglo iii dC,
Localización de los yacimientos citados.
que tanta huella dejó por la devaluación de la moneda
con consecuencia de la inflación —así como los episodios
de saqueos y conflictos con los movimientos de pueblos
De los diferentes pueblos bárbaros que irrumpie-
de finales del siglo iv y, sobre todo, de la primera mitad del
ron en la Península, fue el visigodo, el que actuó como
siglo v hasta la caída de Imperio romano de Occidente, con
foederatus del Imperio de Occidente, tras el saqueo de
la violenta irrupción peninsular de Eurico en la Hispania
Roma en el 410 dC, asentado ya en el reino de Tolosa. El
pocos años antes—, no supusieron el fin de todas las villae,
panorama de Valentia en el siglo v, dentro del Conventus
algunas de las cuales perduraron hasta avanzado el siglo
Carthaginensis, se basa en una civitas que, con seguri-
el siglo v, como la del Pou de la Sargueta en Riba-roja de
dad, es desde este siglo sede episcopal, aumentada así
Túria y otras que vamos a tratar, lo hicieron hasta, al me-
su influencia en el territorium, del que vamos a abordar
nos, el siglo vii como la del Sector Rio de Paterna, o alcan-
monetariamente el ager más inmediato, y en estos mo-
zaron incluso el siglo viii, como l’Horta Vella en Bétera, con
mentos con preeminencia sobre otras ciudades próximas
una fase posterior paleoandalusí. El conocimiento de los
que antaño fueron más significativas como Edeta, Sucro o
contextos arqueológicos de las monedas recogidas de las
Saguntum; que eran las sedes episcopales más próximas
dos excavaciones citadas, al igual que las de las extraídas
Dertosa al norte, Saetabis al sur y Valeria y Segobriga al
durante las intervenciones en la calle Agustí Olivert de
este, y Valentia queda consolidada dentro del reino visi-
Cullera, la senda de l’Horteta de Alcàsser y en València la
112 /
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Vella en Riba-roja de Túria, que son fruto de un minucio-
Carthaginensis, como Recópolis o El Tolmo de Minateda,
so trabajo, cuyo resultado se nos ha facilitado por la to-
por poner algunos ejemplos bien estudiados, casos que
tal disposición de sus directores, permite ir afinando más
incluso muestran que existió un uso abundante de los
cuestiones numismáticas, que ya se han ido planteando y
bronces romanos y, especialmente bajoimperiales, en
que van acercándose a su resolución, relativas a este pe-
época emiral. De hecho, se ha constatado la presencia de
ríodo en la península ibérica amparados por una mayor
moneda de bronce romana bajoimperial junto a feluses
inmediatez espacial, en lo que nos atañe por la cercanía,
en conjuntos monetarios de Córdoba o de sólidos roma-
en el trabajo de revisión de Marot y Llorens respecto a las
nos de Honorio y Arcadio junto a sólidos y tremises pseu-
monedas de Punta de l’Illa, en Cullera, de las que, no obs-
doimperiales o de imitación visigodos, los primeros en un
tante, carecemos de un contexto arqueológico preciso al
número mayor, en el tesoro de Cuna de Sevilla. Los estu-
excavarse por capas artificiales.
dios nos están indicando largos períodos de circulación
La excavación arqueológica de la villa del Sector Río
de las monedas acuñadas en época republicana e impe-
de Paterna, dentro de una intervención de urgencia para
rial por estas fechas del periodo visigodo, también incluso
la construcción de viviendas, realizada por la empresa
de momentos anteriores al Bajo Imperio, a pesar de las
Estudios de Afección Patrimonial, con un equipo de ar-
reformas y de su teórica retirada de la circulación, y de ahí
queólogos que coordinó C. Verdasco, proporcionó unas
que un análisis detallado de los contextos arqueológicos
sesenta y ocho monedas. Es una villa romana con una
nos debe permitir matizar ciertas rápidas valoraciones
vida datada desde finales del siglo i aC hasta, al menos,
que nos pueden conducir a superficiales y atropelladas
el siglo VII, identificada tanto con una explotación agraria
conclusiones y, por tanto, errores conceptuales en deter-
como con producción cerámica y metalúrgica, aunque
minados casos concretos.
la agrícola es la principal actividad desde finales del Alto
En el yacimiento del Sector Río, más del 60% de las
Imperio hasta el final de su existencia. El estudio que ya
monedas halladas se encontraban en estratos formados
efectuamos y que se integrará en una publicación mo-
en época visigoda. Algunos casos no ofrecen duda, pues los
nográfica de la intervención, nos reafirma en la ya tantas
señores de la villa y quienes la explotaban tuvieron desde
veces atestiguada circulación de la moneda del siglo iv
el siglo vi a mano monedas muy antiguas que usaron pro-
en contextos del v y posteriores, sin duda en pleno do-
fusamente. Limitaremos la extensión, por no ser, además,
minio visigodo, sabiendo por otros hallazgos contextua-
el objeto exclusivo, a citar sólo algunos casos. Monedas
lizados conocidos cómo también circularon en el área
de los siglos ii y iii dC como fue un sestercio de Gordiano
levantina, como en La Rábita de Guardamar —en este
III, que apareció en unión de un antoniniano de Galieno
caso además de fabricación anterior como un denario de
y otro de Victorino, estaban en un nivel de uso de la am-
plata de Vespasiano— o en las ciudades del interior de la
pliación norte de un edificio (UE 2076), al tiempo que un
Monedas en uso en la Antigüedad tardía en el entorno próximo de Valentia. Óscar Caldés
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València la Vella (Riba-roja de Túria) (Museo
Visigodo de Pla de Nadal): 1. Unidad
fraccionada de kelse (mediados s. II aC),
2. As fraccionado de Tiberio de Saguntum,
contramarcado con DD (14-37 dC),
3. Denario fraccionado de Septimio
Severo de Roma (193-211 dC), (Museo
de Prehistoria de Valencia): 4. Nummus
de Constancio II del tipo «FEL TEMP
REPARATIO» (353-360 dC), (Museo
Visigodo de Pla de Nadal): 5. Nummus
hispánico visigodo, 6. Nummus de
Justiniano I de Carthago 534-539 dC; Villa
romana del Sector Rio (Paterna) (Museo de
Cerámica de Paterna): 7. Unidad de Arse
(130-72 aC), 8. Antoniniano agujereado
de Volusiano de Roma. (251-253 dC), 9.
Nummus del tipo «FEL TEMP REPARATIO
»(351-361 dC); C/ Agustí Olivert (Cullera)
(Museo de Historia y Arqueología de
Cullera): 10. AE3 recortado de Constantino
I o Crispo de Sirmium (324-325 dC), 11.
AE4 fragmentado de Arcadio, Honorio
o Teodosio II de Ceca oriental (404-406
dC), 12. Posible AE2 fragmentado; Punta
de l’Illa (Cullera) (Museo de Prehistoria
de Valencia): 13. Mitad fraccionada de
Saitabi (Segunda mitad del s. ii aC),
14. AE2 fraccionada de Teodosio de
Constantinopolis (392-395 dC); Senda de
l’Horteta (Alcàsser) (colecciones privadas):
15. Tremís pseudoimperial del tipo victoria
con palma y corona a nombre de Justino I,
16. Tremís pseudoimperial del tipo victoria
con palma y corona a nombre de Justino I,
17. Tremís pseudoimperial del tipo
victoria con palma y corona a nombre de
Justino I; L’Horta Vella (Bétera) (Museu de
Prehistòria de València): 18. Tremís de
Égica y Witiza de Egitania (695-702 dC), 19.
Tremis de Witiza de Cordoba (698-710 dC).
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sestercio de Faustina II, en otro nivel de uso de las cocinas,
ros de la estancia m (UE 2426), y un as de Valentia en la
en un edificio en el noreste del enclave (UE 2016). También
nivelación para construir el edificio del extremo noreste
hace tiempo que está comúnmente aceptado, como
(UE 2054). Varios nummi, como uno de Constancio I (UE
hemos dicho, que las monedas del siglo iv o del siglo v,
2105) y otros frustros, que no se pueden catalogar, apa-
transformadas y muy desgastadas son una masa impor-
recieron en contextos similares. Hay muchos más casos
tante de la moneda circulante. En relación a un pavimen-
pero citaremos algún hallazgo en estratos de colmatación
to, apareció una moneda del tipo «FEL TEMP REPARATIO»
como un antoniniano con un importante agujero central
(UE 2810) (fig. 9), y un estrato de obliteración del yacimien-
de Volusiano que acabó en un basurero (UE 2029) (fig. 8),
to (UE 2108), que abarca un área extensa, contaba con
como ocurrió también con otro de Aureliano (UE 2018).
monedas de Fausta, de Valentiniano II, dos de empera-
En el enclave rural de l’Horta Vella de Bétera, con res-
dores de la dinastía Valentiniana, un AE2 y una moneda
tos anteriores de los siglos ii y i aC y una cronología que
muy degradada. Así como en una unidad estratigráfica (UE
abarca desde el siglo i al viii además de una fase emiral,
2599), también de los momentos finales del asentamien-
se está interviniendo dentro de un proyecto desarrollado
to, se recuperaron tres AE3 tan desgastados que hacen
por el Ayuntamiento de Bétera y la Universitat de València
imposible su clasificación, salvo uno del tipo «FEL TEMP
dirigido por J. L. Jiménez y J. Burriel, con la codirección de
REPARATIO», circunstancia que denota su aceptación pese
otros compañeros en las diferentes campañas emprendi-
a su larga manipulación hasta aquí ya vista.
das. Dentro del material numismático a cuyo estudio nos
En cambio, al examinar otros contextos, observamos
hemos aproximado, destacamos de este momento el ha-
que predominan unidades de rellenos constructivos, de
llazgo que se produjo en la campaña XI, del año 2016, de
nivelación, reutilización de material, etc., donde la mone-
dos tremises acuñados entre finales del siglo vii e inicios del
da llegó con las tierras aportadas y, probablemente, fuera
viii, uno de Égica y Witiza amonedado en Egitania (fig. 18)
del mercado dinerario de manera que no siempre es fácil
y otro de Witiza en Corduba (fig. 19). La excavación en
su interpretación. Las tres monedas republicanas encon-
el sector norte puso al descubierto dos estancias de ca-
tradas en estratos de época visigoda probablemente esta-
rácter artesanal. De esta fase en el espacio uno, donde
rían desprovistas de su función original y formaron parte
aparecieron las monedas; era un entorno de explotación
de las capas de rellenos de nivelación de nuevas cons-
metalúrgica, con la presencia de dos hornos y material
trucciones o transformadas. Una moneda celtibérica par-
asociado a dicha actividad, como goterones de plomo,
tida se halló en la nivelación tardía del patio, en una zona
que anulaban diversas estructuras de la granja en que se
abierta entre la domus central y la palestra (UE 4062), jun-
convirtió la villa romana imperial en la Antigüedad tardía.
to a una moneda de la consagración de Claudio II. Otra de
Otro yacimiento, del que defendemos su compo-
Arse (fig. 7) en la nivelación para la construcción de mu-
nente rural con estructuras precarias y pequeños hornos,
Monedas en uso en la Antigüedad tardía en el entorno próximo de Valentia. Óscar Caldés
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entre otros restos, es la Senda de l’Horteta de Alcàsser.
de utilizar herramientas —como el detector de metales
Hasta ahora conocíamos el hallazgo antiguo de un pro-
o el tamizado— con la finalidad de localizar los peque-
bable tesoro de tremises pseudoimperiales del que se
ños nummi tardoantiguos y obtener así todo el material
ha hablado de hallazgos aislados, que unido a las foto-
arqueológico, sobre todo los citados nummi fabricados
grafías reflejadas en las publicaciones y a la generosidad
desde la mitad del siglo vi, que han tenido incluso hasta
de los particulares que nos han permitido el acceso a
poco atractivos, tanto para los furtivos como para el co-
varias monedas, nos permiten referirnos a ocho piezas,
leccionismo. El inicio de la atención por M. Crusafont y los
bien analizadas directamente, bien conocidas a través
trabajos de R. Pliego y B. Mora están poniendo estas pie-
de ilustración. Hasta el momento se han identificado con
zas en el plano elevado que se merecen.
acuñaciones de imitación de Justiniano I por parte de E.
Llobregat en los años setenta, y de Justiniano I y Justino
Hallazgos litorales y del castrum o núcleo urbano de
II por parte de M. V. Febrer, y por Ll. Alapont y F. J. Tormo.
València la Vella.
Nosotros no hemos visto ninguna de Justino II y sí de
Los hallazgos litorales completan un panorama más
Justino I (figs. 15, 16 y 17) y Justiniano I, con lo que no
complejo y con un numerario más variado en relación
podemos aseverar que sea de época de Leovigildo.
con el ya expuesto. En el Portus Sucronem (Cullera), en un
En las monedas de finales del dominio visigodo,
contexto de destrucción de un horreum y de una posible
disminuye la cantidad de oro como se aprecia en las de
tabernae de la segunda mitad del siglo v, sobre los que se
l’Horta Vella de Bétera (figs. 18 y 19). Estas contienen un
establecería una cetaria, se recuperaron durante tres cam-
grado de pureza elevado, lo que hace que se custodiara
pañas de excavación, dirigidas por M. Rosselló entre 2003
una moneda pseudoimperial a nombre de Justiniano I en
y 2006 en la calle Agustí Olivert de Cullera, veintinueve mo-
el Tesoro de Santa Elena, ocultado en torno a mediados
nedas que, como ya están publicadas, queremos remarcar
del siglo xi. Una posible moneda de pequeño módulo, de
simplemente al respecto las alteraciones que sufrieron
la intervención arqueológica dirigida a finales de la déca-
como operaciones de cercenar, recortar, fragmentar o in-
da pasada por R. Martínez, M. Molina y G. Núñez, hallada
cluso siluetear (figs. 10, 11 y 12) las monedas del siglo iv
en un contexto que, por la cerámica catalogada, se fecha
de modo que facilita y permite que, de esa forma, estén
entre el último cuarto del siglo vi, momento de posible
circulando en el siglo v, con una situación parecida a la de
inicio del asentamiento, y el primero del siglo vii, moneda
un tesoro en la ciudad, probablemente coetáneo, radicado
que una vez limpia, nos dará más información numismá-
su hallazgo en la calle Avellanas de Valentia.
tica sobre un yacimiento, cuyo fin se ha datado durante la
Con una cronología más baja, los hallazgos de Punta
primera mitad de este siglo, poniéndonos en alerta sobre
de l’Illa mostraron el fenómeno descrito (fig. 14) y la pre-
que, para recuperarlas en general, tenemos la necesidad
sencia de moneda bajoimperial y anterior (fig. 13), a la vez
116 /
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que monedas vándalas, bizantinas, muchas norteafricanas
y nummi hispánicos visigodos, que aparecieron, además,
juntos en un depósito monetario, circunstancia que ha concurrido en otros puntos mediterráneos más al sur como en
el Portus Ilicitanus (Santa Pola), Barrio de Benalúa, Alicante
o Punta del Arenal (Jávea). En el área que nos ocupa fundamentalmente, en concreto un enclave de fundación ex novo
por Leovigildo de València la Vella, durante las recientes tres
campañas que, desde el 2016 hasta el presente año, se están desarrollando —dentro un proyecto que ha llevado el
Ayuntamiento de Riba-roja de Túria, la Diputació de València
y el ICAC, bajo la dirección arqueológica de J. M. Macias, A.
Ribera, E. Huguet y M. Rosselló—, se han recuperado más
de doscientas diez piezas, que se estudian en un capítulo de esta obra, las de la campaña de 2018, y, aunque sólo
contamos con algunos pocos contextos, están presentes las
monedas vándalas, bizantinas norteafricanas y los nummi
hispánicos junto a los monedas retocadas. De entre las mencionadas son de destacar las más antiguas, las republicanas
y provinciales romanas, pero en configuración distinta a las
manipulaciones habidas específicamente de particiones de
los dos lapsos temporales que se han establecido para el
cambio de era, pues se fragmentan para adaptarlas y para
que permanezca un tercio de la original (figs. 1 y 2), tomándose, incluso, parte de la plata del único denario altoimperial recogido (fig. 3), así como, curiosamente un nummus de
Justiniano I de Carthago punzonado (fig. 6) al igual que otras
monedas aparecidas en Malaca o Punta de l’Illa.
En la campaña de 2016, las tres monedas halladas
cuentan con contexto: un AE3 de mediados del siglo iv
(fig. 4); en la zona 1, la de la muralla, en un contexto visigodo desde la segunda mitad del siglo vi hasta principios del siglo vii; en la zona 5, un nummus visigodo con
monograma «M» con volutas (fig. 5), y en la UE 5003,
apareció en un relleno constructivo sobre el geológico
de acondicionamiento, cuya cerámica nos lleva a la segunda mitad siglo vi. La otra moneda proveniente de ese
espacio (concretamente de la UE 5002, que pudiera ser
de Valentiniano III y que ha sido recortada) se halló en un
nivel de amortización de las estructuras visigodas anteriores —la UE 5003— que ha aparecido en un contexto del
siglo vii o de principios del viii.
Recopilando
Este panorama nos muestra una gran complejidad
y constata que existe un reabastecimiento de moneda en
el siglo vi, tanto de acuñaciones foráneas como peninsulares, pese al mantenimiento de anteriores monedas
romanas que habían llevado a pensar en un desabastecimiento de moneda desde el siglo v, además de señalar
que algunas de las cuales son las que estaban ya circulando en Hispania, pero que otras vienen de la mano de los
vándalos y de los bizantinos que están establecidos en la
provincia de Spania tanto en el sureste como en las Islas.
La recuperación de un número significativo de la moneda
sepultada nos aproximará al conocimiento de las monedas puestas en el mercado y circulando, si bien somos
conscientes de que sólo contamos con una muestra muy
parcial relativa a la que formó parte del circuito dinerario
habido en el entorno de Valentia.
Monedas en uso en la Antigüedad tardía en el entorno próximo de Valentia. Óscar Caldés
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EL VIDRIO EN ÉPOCA VISIGODA
M.ª Asunción Ramón
Desde sus orígenes, el vidrio permitió conseguir una perfecta imitación de otros materiales mucho más costosos,
de ese modo los recipientes y, sobre todo, los adornos
eran realizados en esa nueva materia que poseía la capacidad de parecerse a cualquier piedra semipreciosa. A
pesar de ello, el vidrio siguió siendo un artículo de lujo
al alcance de unos pocos, hasta que la introducción del
soplado al aire libre para la fabricación de recipientes
—cuyas primeras evidencias se documentan en Jerusalén
hacia mediados del siglo i aC—, consiguió revolucionar
esta artesanía secular que produjo un profundo cambio
en su ritmo de producción. En esos momentos, según las
fuentes clásicas, parecen existir dos grandes zonas productoras de vidrio: la costa siriopalestina y Egipto, donde
se localizarían los talleres primarios en los que se fundiría
la mezcla a partir de materias primas, donde se elaboraba
◁ Borde de recipientes de vidrio hallados
en València la Vella, en 2018.
un tipo de vidrio puro, más conocido como «vidrio en bruto», fabricado a partir de sus componentes: sílice, estabilizantes y fundentes. Esta materia fue tradicionalmente exportándose hacia Occidente, donde poco a poco fueron
surgiendo múltiples oficinas que, al final de la cadena de
producción, transformaban ese vidrio en bruto importado en producto terminado. Son los denominados talleres secundarios, identificados arqueológicamente por la
localización de los restos del horno, un hallazgo muy escaso, del que suele documentarse únicamente la cámara de combustión de planta más o menos circular. En su
defecto aportan información otros restos como crisoles,
lingotes en bruto, materiales para reciclado o desechos
de fabricación. En la península ibérica se han documentado una treintena de oficinas que habrían estado elaborando vidrio soplado desde el siglo i dC, para asistir a la
expansión de esta artesanía, a partir de la segunda mitad
del siglo iii dC, en la que se multiplican el número de los
talleres documentados. No obstante destacamos que los
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Siglos i-ii
Siglos iii
Siglos iv-v
Siglos vi-vii
Mapa de los talleres de vidrio y su documentación
arqueológica de la península ibérica.
Representación de un taller vidriero.
talleres datados en los siglos vi y vii son escasos y debieron seguir las mismas pautas constructivas y manufactureras que en siglos anteriores. Hecho por otra parte constatable en ilustraciones altomedievales, donde aparecen
estos pequeños hornos en funcionamiento.
En el yacimiento de Valencia la Vella, durante la
campaña del año 2016, se excavó en el interior del recinto
amurallado, en el que aparecieron distintos estratos superpuestos relacionados con la construcción de la muralla (UE 1004, 1010, 1012) que discurren hasta un nivel
irregular más liso (UE 1015); este último ha sido considerado como un relleno que está formado con restos de los
materiales de construcción y domésticos utilizados por
los constructores. Junto con los materiales cerámicos y
metálicos que han datado el momento de la construcción
de la muralla en el siglo vi, aparecieron dos fragmentos
de crisoles y tres lingotes de vidrio en bruto que debieron
estar relacionados con la manufactura del vidrio.
Los fragmentos de crisol son dos piezas cerámicas
con una capa de vidriado superficial, primera evidencia
de la existencia de un taller relacionado con la fabricación
de vidrio en el lugar.
También hemos documentado tres lingotes de vidrio
en bruto, procedentes de Oriente donde se han localizado los lugares de producción primarios, como ya hemos
apuntado con anterioridad. Uno de ellos apareció en la
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UE 1015, se trata de una pieza de 4,3 x 6,0 cm de vidrio de
color verde esmeralda con capas de concreción doradas
en algunas partes y una ligera irisación en otras. Los dos
restantes proceden de la UE 1010; son de coloración verde oliva con una capa de concreción azulada, estos dos
últimos nos dan unas dimensiones de 1,3 x 3,3 cm y 4,5
x 6,7 cm respectivamente. Este tipo de lingotes también
aparece en Valencia, en el taller de la calle Zapateros. Se
trata de un pequeño horno vidriero con actividad productiva y de transformación a partir de materiales importados o de reciclaje, lo que nos hace definirlo como taller
secundario dedicado principalmente a la elaboración de
productos de uso cotidiano y de bajo coste, que habría
estado en funcionamiento desde finales del siglo iii y durante el siglo iv. Estas pruebas, aunque escasas, nos están
sugiriendo la existencia de un pequeño taller dedicado a
la manufactura de vidrio corriente de mesa, que producía importaciones de vidrio en bruto como consecuencia
de un escaso aunque existente comercio reducido en ese
momento, con toda probabilidad desde Oriente Próximo.
El grupo más homogéneo de la colección es, sin duda,
la serie formada por fragmentos de bordes exvasados de
perfil reentrante, de labio engrosado y pulido al fuego, y
de bases ápodas. Aparecidos en los estratos de relleno (UE
1007, 1008, 1010, 1015), pertenecen a los tipos Feyeux 81. El
horizonte cronológico de estas series fue muy amplio, apa-
Conjunto de vidrios aparecidos en València la Vella en 2017:
recipientes y lingotes.
recieron en la primera mitad del siglo v, y persistieron en los
siglos vi y vii, e incluso en la centuria siguiente.
Este tipo de recipientes se utilizó fundamentalmente
para comer o beber indistintamente; en los vasos de tamaño intermedio inferimos una funcionalidad ambivalente.
El vidrio en época visigoda. M.ª Asunción Ramón
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Conjunto de vasijas de vidrio procedentes de la necrópolis de l’Almoina. SIAM-Ajuntament de València. Foto: Rafa de Luis
Por otro lado los recipientes de menor diámetro fueron
destinados probablemente a los líquidos o la iluminación.
Podríamos detectar servicios de mesa completos formados por platos, cuencos y vasos, aunque también han aparecido en contextos funerarios. El rasgo más característico
de estos perfiles lo constituye el borde engrosado y pulido
al fuego, generalmente exvasado y sinuoso con engrosamiento en la cara interna de la pared, en algunos casos
aparecen líneas de pulido paralelas al borde, las bases son
122 /
ápodas con engrosamiento de vidrio en el centro y restos
de marca de puntel. El grupo que estudiamos está constituido por piezas lisas sin decoración, los platos y cuencos
son de paredes abiertas; de ellos hemos reconstruido dos
formas completas siguiendo los parámetros que marcan
estas tipologías. Los vasos son troncocónicos y, a pesar de
su pervivencia, ya en el siglo vi pasaron a ser formas menos
frecuentes. Esta modalidad fue progresivamente sustituida por las copas de vástago identificadas con el tipo 111
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de Isings, ya que el hallazgo de tres bases con restos del
vástago central nos hace apuntar en este sentido.
La coloración amarillenta es la predominante, siempre contemplando variaciones que van desde el amarillo
verdoso o melado al verde claro, en tonalidades más limpias. En este conjunto detectamos fragmentos amarillos
verdosos de aspecto más deslucido, creemos que en parte
debido al reciclaje, muy frecuente en estos siglos. La calidad del vidrio es bastante mediocre, con profusión de filamentos y burbujas, consecuencia de una frita deficiente.
Los fragmentos de borde de labio engrosado documentados se identifican con producciones muy extendidas
Lingotes de vidrio en bruto de importación para su procesado local.
València la Vella. Foto: Rafael de Luis
en el ámbito peninsular y foráneo. Se pueden encontrar en
países mediterráneos como Francia, Italia o Croacia, pero
Finalmente hay que señalar un fragmento de asa
es en la península ibérica donde asistimos a una verdadera
nervada de sección en cinta. Es una de las formas más co-
eclosión de estas formas, donde son sumamente frecuen-
rrientes de sujeción de los recipientes ya desde el siglo i,
tes en yacimientos de los siglos v, vi y vii. Cabe citar ejem-
hecho que nos lleva a intuir su pertenencia a formas ce-
plos en Valencia, en el yacimiento de l’Almoina. También
podemos reconocerlos en Portugal; en la zona suroriental peninsular, principalmente en Carthago Spartaria y en
Benalúa; en Zaragoza y su provincia; en Galicia, y dejamos
sin citar otros centros, además, no menos importantes.
También en la UE 1010 apareció un fragmento de
borde, cuello y arranque de pared de un ungüentario globular, similar al tipo Isings 68. Estos recipientes de dudosa
funcionalidad, pudieron dedicarse tanto a la contención
rradas, tipo Isings 120 y similares.
El vidrio de época visigoda se puede identificar, principalmente por una línea de continuidad en los modelos
y una degradación en la ejecución, que acreditaba la
tendencia esbozada en siglos anteriores. Los perfiles son
menos variados, desaparecen modelos específicos del
siglo v, como los bordes en aristas vivas o las jarras y botellas de borde exvasado decoradas con gruesos hilos.
de ungüentos como al uso doméstico o funerario. El ha-
También se caracteriza por ser un periodo de contrastes:
llazgo de esta tipología, por otro lado muy común en las
frente a producciones muy descuidadas y masivas, sur-
provincias occidentales del Imperio en estratigrafías del
gieron piezas elitistas, generalmente de función ritual,
siglo vi, nos indica la amplísima pervivencia de estas for-
que confirman la pervivencia de una producción muy
mas, cuyos inicios podemos encontrar en el siglo i.
minoritaria de artículos de lujo.
El vidrio en época visigoda. M.ª Asunción Ramón
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Evidencias funerarias rurales
en el territorium de Valentia
entre los siglos vi y vii dC
Joaquim Botella Pascual
Introducción
Dentro del mundo funerario, en el ámbito topográfico,
encontramos dos vertientes: la urbana y la rural. A la primera, vinculada a ciudades, corresponden núcleos de
cierto rango jurídico, político, administrativo y religioso,
donde los cementerios están bien definidos y jerarquizados como es el caso de Valentia entre otras grandes
metrópolis. La segunda, la rural, corresponde a un área
más heterogénea y diversa, donde se encuadran las villae, vici y otras estructuras rurales; donde, por proximidad, pueden tener en relación agrupaciones funerarias
o cementerios rurales. Aunque este nexo no es siempre
evidentemente, ya que arqueológicamente es difícil de
constatar, como veremos a continuación. Además, estos
restos funerarios muestran una variedad tipológica muy
heterogénea y diversa a lo largo de los siglos vi y vii dC, a
◁ Ánfora de la cámara sepulcral de la Senda de l’Horteta
raíz de la herencia romanovisigoda que se materializa en
la arquitectura funeraria.
El territorium de Valentia: distribución de las evidencias funerarias rurales entre los siglos vi y vii dC
El aspecto geográfico es clave y fundamental para
entender y dar contexto a la distribución espacial de cualquier territorio. En este caso, el territorium de Valentia,
área de influencia de la Ciudad, se debe enmarcar entre
la sierra Calderona, al norte; la sierra de Utiel y el altiplano
de Requena, al oeste; la sierra de Martés, al sudoeste, y por
la ribera del Júcar con la Albufera y el mar Mediterráneo,
al este. Además, viene encuadrado también por los ríos
Turia, Magro y Júcar.
Poniéndonos en contexto, durante los siglos v y
vii dC, el territorium de Valentia sufrirá una serie de transformaciones, influidas por el conflicto entre visigodos
y bizantinos. Pero también tendrán lugar cambios por
(Alcàsser). Museu de Prehistòria de València.
/ 125
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Ajuares de las cámaras sepulcrales del territorio de Valentia.
cuestiones económicas, como será la vinculación de los
enclaves en el litoral por la importancia de los lazos comerciales que ofrecía el mar. Asistimos a un proceso de
reactivación del mercado marítimo, como fue el caso del
Portum Sucrone, donde se han documentado restos de
ánforas, vidrios, cerámica de cocina, vajilla de mesa y ungüentarios procedentes de todo el Mediterráneo.
Mediante la aplicación de los Sistemas de Información Geográfica se ha cartografiado el territorium de
126 /
Valentia. A la hora de analizar un territorio hay que estudiar una serie de aspectos geográficos que pueden mostrar relación con las evidencias funerarias.
El primer factor que hay que tener en cuenta es la
vinculación con las zonas de hábitat, es decir, debemos
asociar los cementerios a los núcleos de población, tanto
en el mundo urbano como en el rural. Este nexo se observa muy claramente en los cementerios urbanos, pero de
manera más difusa en los rurales, porque hay casos don-
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Tipología de las evidencias funerarias
Nucleos urbanos
Cámara sepulcral
Diversos
Sede episcopal
Cista
Losa
Ciudad
Covacha
Tegulae
Mapa del territorio de Valentia con los núcleos urbanos y las evidencias funerarias.
de no se conoce el enclave rural, entonces se catalogan
como enterramientos aislados o también, si hay un gran
número de sepulturas, puede ser que varias comunidades rurales de una zona concreta depositaran sus difuntos en un mismo cementerio.
Pero este nexo no siempre es confuso, por ejemplo observamos relación con enclaves rurales en las sepulturas de La Solana (Utiel), con el hábitat de El Ardal
(Caudete de las Fuentes) y a las inhumaciones de la Font
de Mussa. También encontramos vínculos con un posible
asentamientos militar como sería el caso de la Senda de
l’Horteta.
El segundo factor es la relación que hay con las vías
de comunicación terrestres, que se configuran por las calzadas romanas como la vía Augusta, las vías secundarias
y por último los caminos, sendas y vías pecuarias actuales. Si analizamos con los SIG la distancia de los nuevos
yacimientos, respecto de la vía pecuaria más próxima,
Evidencias funerarias rurales en el territorium de Valentia entre los siglos vi y vii dC. Joaquim Botella Pascual
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se observan unos resultados de unos 326 m de media.
pleadas en el siglo i aC para las incineraciones romanas
Además, los restos más lejanos no superan los 850 m, lo
y, en nuestra área de estudio, se enmarcan cronológica-
que evidencia vínculos entre ambos puntos y una articu-
mente entre los siglos ii y vii dC; por ejemplo, en la Font
lación del entorno rural.
de Mussa (Benifaió) tenemos un cementerio rural con en-
Finalmente, el tercer factor es la relación con los
recursos hidrológicos, principalmente los ríos, que son
terramientos de tipo tegulae a doble vertiente, cerca de
una villa en la misma partida.
clave para los asentamientos humanos. Por ejemplo, los
Por otra parte, de la arquitectura funeraria de tradi-
estudios de la zona del sudoeste de Salamanca revelan
ción visigoda debían ser las fosas con cubierta de losas de
que los ríos son un rasgo geográfico con lazos con las ne-
piedra, depositadas horizontalmente o a doble vertiente, y
crópolis rurales que se ubican en pequeñas elevaciones
las inhumaciones de tipo cista, que son estructuras simples
siguiendo el curso fluvial.
hechas de piedras colocadas verticalmente en los límites de
Para buscar esta relación, hemos repetido el proceso
la fosa, y que pueden tener una cubierta formada por una
analítico anterior y hemos comprobado cómo yacimien-
o múltiples losas ‘tegulae’, o no tener cubierta. Las inhu-
tos como el de la Senda de l’Horteta se hallaba a una dis-
maciones en cista son utilizadas desde la prehistoria. Pero
tancia de poco más de 200 m respecto del barranco de
dentro de estos contextos, la cronología de uso comprende
Picassent. Hay que destacar que, si analizamos la toponi-
entre los siglos iv y vii dC, con posible continuidad duran-
mia actual, las de la Font de Mussa y de Sant Sofí hacen
te las primeras comunidades musulmanas, como son las
referencia a puntos de extracción de agua.
ocho sepulturas del Cabezo de Aleja (Ricote, Murcia).
Arquitectura funeraria
tres fosas con cubierta de losas. En Las Suertes (Villar del
Por ejemplo, en La Solana (Utiel), hay un grupo de
Las evidencias funerarias documentadas en el terri-
Arzobispo), hay un conjunto de cinco enterramientos con
torium de Valentia muestran un mundo funerario hete-
cubierta de losas. Y en els Xarcons (Monserrat d’Alcalá),
rogéneo y diverso entre los siglos vi y vii dC, evidencias
hay una tumba aislada de carácter colectivo con tres in-
que presentan un legado de la tradición romanovisigoda
dividuos en su interior, con una arquitectura de tipo cista
y posteriormente algunas tendrán continuidad durante el
y cubierta de losas.
siglo viii dC.
Prosiguiendo con la tipología de la arquitectura fu-
Por una parte, tenemos las estructuras con cubierta
neraria, hay que destacar las construcciones subterráneas
de tegulae, características de las zonas más romanizadas,
descritas como cámaras sepulcrales, como son las de
que eran colocadas llanas o a dos aguas coronadas o no
Los Praos (Requena), la Senda de l’Horteta (Alcàsser) y el
con imbrex, encima de una fosa simple o en el mismo sue-
Romaní (Sollana). Estas criptas se construían excavando
lo sin excavar. Son una asimilación de las estructuras em-
la marga; su estructura era la de un corredor de acceso
128 /
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con una entrada sellada por una losa de gran tamaño,
de los materiales cerámicos, por ejemplo, en els Xarcons
que conducía a una estancia con bóveda, donde se inhu-
(Montserrat d’Alcalá) con la jarra de color beis con asa y
maban los individuos en su interior.
líneas incisas en el cuello y cuerpo globular; y la botella
Las cámaras sepulcrales evidencian la complejidad
de color ocre, base ligeramente cóncava, cuerpo ovoide,
de los rituales funerarios que había entre los siglos vi y vii
cuello estilizado y cuello moldurado, que fue encontrada
dC. Dentro del ámbito peninsular se observan paralelos
en el interior de la cámara sepulcral del Romaní (Sollana).
con la misma área valenciana, pero fuera del territorium
Pero sin duda, el caso más significativo es el de la
de Valentia, como son la Falquia (Beneixida), la cripta de
Senda de l’Horteta (Alcàsser), donde se descubrió una
Anna (Anna) y les Llomes (Bocairent). Por otro lado tam-
cámara funeraria llena de diferentes tipos de cerámicas:
bién hay que hacer referencia a la construcción excavada
ánforas africanas del tipo Keay LXXII y Keay LXXIX con
en la roca de Ercavica, la cual presenta semejanzas signi-
decoración incisa del siglo v a final del vi dC, ánforas de
ficativas con las cámaras sepulcrales del área valenciana.
pequeño formato como la Keay LXXI, a mano/torneta
Finalmente, en el ámbito tipológico habría que refe-
del tipo FPHW 8. De cerámica de cocina africana tardía,
renciar una serie de construcciones funerarias descritas
hay que destacar las cazuelas FCW 12.1, FCW 25.1 y una
como «covachas», que fueron encontradas en la Huerta
posible FCW 24.1, tapaderas, un mortero, bol/pátera, bo-
de Arriba (Buñol) y la Font de Sant Sofí (Llaurí); y al indi-
les carenados, boles con tubo vertedor, ollas, orzas de
viduo enterrado dentro del silo n.º 5 del yacimiento de la
tubo vertedor, jarra con boca de pellizco que data entre
Senda de l’Horteta (Alcàsser).
el 575-650 dC.
Cultura material y ajuar funerario
un bol con tubo vertedor y una jarra de cerámica común
También hay una ollita de cerámica común regional,
La cultura material de los siglos vi y vii dC que ha sido
ibicenca y, para acabar, la cerámica común indeterminada.
identificada en las inhumaciones analizadas es heterogé-
La riqueza cerámica del yacimiento de la Senda de
nea: agujas, anillos, pendientes, cerámicas y abalorios de
l’Horteta evidencia la diversidad de los contactos comer-
collar entre otros. Aunque en muchos casos las sepulturas
ciales que había durante los siglos vi y vii dC entre el lito-
no tienen ningún tipo de ajuares sino exclusivamente los
ral valenciano y las diferentes regiones del Mediterráneo.
restos óseos, ya que siguen rigurosamente el rito cristia-
Por lo que respecta al ornamento del ajuar funera-
no, en el que lo único que importa es el mundo espiritual,
rio, hay que hacer referencia a los anillos de Los Praos
donde la voluntad era conservar el cuerpo por la creencia
(Requena) y el Romaní (Sollana) con dimensiones idén-
en la salvación y la vida eterna.
ticas (Ø: 2,2 cm) (fig. 1.1 y 1.2). El primero es una anilla de
Mayoritariamente el ajuar referenciado formaría par-
plata de sección de cinta con inscripciones o símbolos de
te del ornamento personal del individuo, con excepción
líneas y puntos en la parte llana del círculo. Este presen-
Evidencias funerarias rurales en el territorium de Valentia entre los siglos vi y vii dC. Joaquim Botella Pascual
/ 129
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1
Tipología funeraria del ámbito valenciano (ss. vi-vii dC)
1. Sepulturas con cubierta de tegulae: plana, dos aguas i a dos
aguas con imbrex.
2. Sepultura con cubierta de losas.
3. Sepultura excavada en la roca con cubierta de losas y tegulae.
4. Sepultura con paredes y cubierta con losas.
5. Sepultura con cubierta de losas.
6. Cámara sepulcral de Senda de l’Horteta
(Alapont y Tormo, 2005: 174).
7. Silo con uso funerario de Senda de l’Horteta
(Martínez Porral et al., 2015: 200).
2
6
130 /
3
4
7
5
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ta paralelos con los cementerios de Naharros (Sevilla) y
Castiltierra (Segovia). El segundo se trata de un anillo de
bronce con decoración engastada en la montura y cruz
rodeada por un círculo de un centímetro de diámetro
aproximadamente. Este presenta semejanzas con anillos
encontrados en diferentes cementerios visigodos como
Piña de Esgueva (Valladolid), Duratón (Segovia), Los Balconcillos (Cuenca) y Castiltierra (Segovia).
Siguiendo con el repaso del ajuar funerario, hay que
hacer referencia a los pendientes de plata, con sección
circular y terminaciones en los extremos en forma de gancho como es la de Los Praos (Requena) y la del Romaní
(Sollana), también de plata y circular, pero con dos agujeros y una sección cóncava con un fino rebaje en uno de
los dos extremos; las agujas con cabujón y los abalorios
de pasta vítrea de els Xarcons (Montserrat d’Alcalá). Y finalmente tenemos que hacer referencia al brazalete de
bronce de la Font de Mussa (Benifaió).
Conclusión
El territorium de Valentia es un claro ejemplo de la
complejidad y heterogeneidad que presentan los siglos
vi y vii dC, momento de conflictos e inestabilidad con la
pugna entre bizantinos y visigodos por el territorio del litoral de sur peninsular, donde el área valenciana jugó un
papel clave con yacimientos como la Senda de l’Horteta
y Valencia la Vella, o la misma sede episcopal de Valentia.
Además, hay que señalar que los flujos comerciales y las
relaciones del territorium de Valentia con el resto de regiones del Mediterráneo serán importantes como se ha
documentado en el Portum Sucrone o a la riqueza de materiales cerámicos de la Senda de l’Horteta.
También tenemos que resaltar que, gracias a la aplicación del SIG, podemos ver que hay una estructuración
del territorium de Valentia, a la que se adapta la ubicación
de los cementerios y evidencian una conexión significativa
con su entorno geográfico, a través de las vías de comunicación, los núcleos de población y los recursos hidrológicos.
El batiburrillo tipológico de las tumbas en este momento podría ser la consecuencia de una falta de orden
en las prácticas funerarias de este período por parte de la
Iglesia, que posteriormente se corregirá en los cementerios medievales. También esta heterogeneidad quizá representa las diversas prácticas rituales de los contingentes de población que habitaban en el territorio: visigodos,
bizantinos e hispanorromanos.
En definitiva, los siglos vi y vii dC son un período de
tiempo en constante transformación, como nos indican
la arquitectura y los ajuares funerarios, donde las huellas
visigodas se mezclan con las romanas y dan como resultado una rica diversidad cultural que se plasma tanto en
la ciudad como en el mundo rural.
Evidencias funerarias rurales en el territorium de Valentia entre los siglos vi y vii dC. Joaquim Botella Pascual
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El Tolmo de Minateda:
de Senable a Teodomiro
Sonia Gutiérrez Lloret
Universidad de Alicante
Un camino en la historia
El Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete) es un importante yacimiento situado en el sureste de la provincia de
Albacete, en el valle de Minateda-Agramón, junto al arroyo
de Tobarra, que domina la vía natural que comunica las
tierras del interior de la Meseta con el sudeste costero de
la península ibérica. El descubrimiento casual en 1987 de
una inscripción latina del emperador Augusto (año 8/9 de
nuestra era) reactivó el interés social por un enclave olvidado y supuso el inicio de un proyecto sistemático de investigación y difusión patrimonial en el Tolmo de Minateda y su
territorio que, a lo largo de sus más de treinta años de vida,
ha implicado a diversos actores sociales con importantes
consecuencias en el tejido social de la región.
Este proyecto sistemático, dirigido por la Universidad
de Alicante en colaboración con el Museo de Albacete, ha
◁ Planta y perspectiva isométrica del grupo episcopal, con diversas
propuestas restitutivas del interior del aula basilical del palacio
episcopal. © Tolmo de Minateda, adaptado por D. Kiss
sido impulsado por la Junta de Comunidades de CastillaLa Mancha, que ha logrado entre otros hitos su declaración como Bien de Interés Cultural en 1992, la creación
de un centro de interpretación en el lugar y la apertura
del Parque Arqueológico de El Tolmo de Minateda a principios de marzo de 2019. Su lema museográfico: «Una
ciudad en el camino. Un camino en la historia», ilustra el
significado histórico de un asentamiento, condicionado
en buena medida por su posición estratégica en un importante eje de comunicación.
Este corredor secular es una calzada documentada
por diversos miliarios desde al menos la época iberorromana, que unía entonces Complutum (Alcalá de Henares)
con Carthago Nova (Cartagena). El mismo camino comunicó en época medieval Tulaytula, el nombre árabe
de la visigoda Toletum (Toledo), con la nueva ciudad de
Mursiyya (Murcia), fundada por el emir ‘Abd al-Raḥmān II
a principios del siglo ix, cuando Hispania ya era al-Andalus. Precisamente en ese mismo itinerario, descrito por
/ 133
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el geógrafo almeriense al-Udrī, se menciona por vez pri-
volvió a habitarse entre los siglos xix y xx, con un conjunto
mera de forma expresa una Madinat Iyyuh, la ciudad de
de casas cueva abandonadas definitivamente con la crisis
Iyyuh, entre Cieza y Tobarra, que hoy sabemos que corres-
del esparto y la emigración rural a la periferia industrial,
ponde inequívocamente a las ruinas de nuestro Tolmo de
en un impás inversamente proporcional al interés cientí-
Minateda. Este nombre árabe perduró en la documenta-
fico que comenzaron a despertar sus ruinas.
ción bajomedieval para denominar no solo la muela de
Sin merma de los importantes resultados obtenidos
El Tolmo, sino también sus aledaños, incluidos la fuente,
en todos los registros de su diacronía, a la que se suma
el puente y la heredad de Medinatea o Medinateda, has-
el santuario neolítico de Minateda incluido en el parque
ta fijar en la toponimia la memoria de la vieja ciudad. El
arqueológico, uno de los resultados más novedosos e
lugar mantuvo su importancia vial a través de la casa de
imprevistos del proyecto ha sido, sin duda, la magnitud
postas, situada en el camino real de Murcia a Castilla, y la
y singularidad de su fase altomedieval, así como su im-
venta de Minateda, en uso hasta el replanteo de la N-301
portancia histórica. Hoy se acepta mayoritariamente su
a principios de los años ochenta del pasado siglo. Este eje
identificación con la nueva sede episcopal de Eio o Elo,
radial acogió también el ferrocarril Albacete-Cartagena
según las distintas grafías de las actas conciliares, y con
desde 1865, con un apeadero en Minateda, y la autovía
la Madīnat Iyyuh mencionada en el famoso tratado de ca-
A-30, hasta conformar la maraña de vías que se entrecru-
pitulación firmado entre Teodomiro («Theudimer», en las
zan hoy a los pies de El Tolmo, como testimonio material
fuentes latinas y «Tudmīr», en las árabes) y ‘Abd al-‘Azīz Ibn
de la importancia histórica de un camino secular.
Mūsā, hijo del conquistador Mūsā, en abril del año 713.
Una ciudad en el camino: Ilunum, Eio, Iyyuh, Minateda
la monarquía visigoda a principios del siglo vii, junto con
Su posición estratégica favoreció una larga ocupa-
Begastri (Cabezo de Roenas, Cehegín, en Murcia), para in-
ción entre la prehistoria y la época contemporánea, con
tegrar los territorios dependientes de los obispados de Ilici
soluciones de continuidad y dos momentos particular-
y Carthago Spartaria, que todavía permanecían en manos
mente significativos desde una perspectiva urbana: la
bizantinas. La segunda, Madīnat Iyyuh, jugó un importante
fase iberorromana, como un importante oppidum y muni-
papel geopolítico en la región de Tudmir, hasta al menos
cipio atestiguado por la epigrafía, identificado probable-
la fundación de la ciudad de Murcia el año 825, construida
mente con la ciudad de Ilunum, y tras un paréntesis, la
como nueva capital de la región en detrimento precisa-
fase altomedieval, cuando resurgió como centro urbano
mente de Iyyuh, que según las fuentes escritas, fue destrui-
durante la época visigoda y el temprano al-Andalus, para
da en aquel momento. Esta denominación, que no es sino
decaer con el califato Omeya de Córdoba. Frecuentado
la transcripción al árabe del nombre de Teodomiro, fue
durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna, el cerro
primero el referente de un dominio impreciso, sometido
La primera fue una nueva sede episcopal creada por
134 /
[page-n-137]
1. Situación de El Tolmo de Minateda; 2. Tramo meridional
de la vía Cartagena-Toledo (segons P. Sillières); 3-4. Vía
ferrea, N-301 i A-31 a su paso junto a El Tolmo
[© Tolmo de Minateda, adaptado por V. Amorós].
por capitulación acordada, y que acabó designando desde
época de ᶜAbd al-Raḥmān I una división administrativa de
al-Andalus, la cora de Tudmīr, hasta al menos la caída del
Califato (kūra en árabe, del griego chóra). El territorio que
administraba el dux Teodomiro quedó reflejado en el Pacto
por las ciudades que en él se mencionan (siete u ocho, según versiones) y de las que han sido claramente identificadas Auryūla/Orihuela, Lūrqa/Lorca, Laqant/Alicante, Ilš
/Ilici en La Alcudia de Elche, Mūla/Cerro de la Almagra en
Cehegín y Buq.sr.h/ Begastri, que definían una provincia en
el sureste de al-Andalus (las actuales provincias de Murcia,
sur de Alicante, este de Albacete y norte de Almería). Se
han propuesto otros emplazamientos para Balantala/
Baltana en áreas geopolíticamente diferenciadas, como
Villena y Valencia, sin consenso científico.
El descubrimiento de una civitas episcopal
El Alto Medievo ha revelado una importante e insospechada ocupación de época visigoda, que continuó
durante el temprano al-Andalus sin aparente solución
de continuidad. Uno de los más significativos descubrimientos de estos años ha sido, sin duda, el espectacular
complejo episcopal construido ex novo en la acrópolis
del cerro, como corresponde a una nueva sede episcopal, y la constatación arqueológica de su abandono
y transformación paulatina en un barrio doméstico de
época islámica; una secuencia diacrónica altomedieval única en su género que ha convertido El Tolmo de
Minateda en un referente internacional para el estudio
del Alto Medievo y del proceso de islamización, al permitir estudiar el cambio cultural en todas sus dimensiones
El Tolmo de Minateda: de Senable a Teodomiro. Sonia Gutiérrez Lloret
/ 135
[page-n-138]
Secuencia y fases
del complejo episcopal.
© Tolmo de Minateda,
adaptado por V. Amorós.
materiales (espacio social, arquitectura, cerámica, moneda, etc.).
No sabemos si el antiguo municipio romano de
Ilunum influyó en la elección del cerro de El Tolmo como
emplazamiento urbano por parte del Estado visigodo,
aunque lo más probable es que el factor determinante
fuese su posición. De hecho, la construcción que representa la autoridad eclesiástica del obispado de Eio no
reocupa edificios anteriores sino todo lo contrario, como
se constata en la transformación topográfica de su solar,
donde se tallarán una serie de terrazas que amortizan
cualquier vestigio precedente, para diseñar después,
sobre la roca, el proyecto edilicio ex novo que permite la
edificación desde sus cimientos del complejo episcopal.
136 /
Los datos estratigráficos y materiales sitúan su reviviscencia en el tránsito del siglo vi al vii (c. 600 dC). Por
el momento, conocemos pocas pero muy significativas
evidencias de la magnitud de dicho proyecto urbanístico:
se reacondiciona el camino rodado rupestre de acceso a
la ciudad, a la par que se construye un baluarte defensivo
para proteger la puerta torreada, que engloba en su interior las ruinosas fortificaciones ibéricas y romanas; se
fortifica también la acrópolis; se urbaniza toda la superficie del cerro con instalaciones industriales, viviendas
y edificios públicos, y se levanta el grupo episcopal (catedral, baptisterio y palacio episcopal). En este complejo de
edificios la autoridad eclesiástica podía desarrollar todas
las funciones litúrgicas, administrativas y residenciales
[page-n-139]
que le eran atribuidas. Por ello, la elección de su emplazamiento en el centro de la meseta superior, visible desde
cualquier punto de la ciudad y de su entorno más inmediato, evidencia la importancia simbólica y jerárquica de
estos edificios dentro de la trama urbana.
Como espacios destinados a la liturgia, el complejo
de Eio cuenta con una catedral y un baptisterio construido
a sus pies. La iglesia es una construcción basilical de tres
naves, con santuario absidial colocado de forma canónica
al este. El baptisterio es en realidad una prolongación de la
basílica —con una ligera desviación en su orientación— ya
que se distribuye también en tres naves separadas por pilares y canceles. El espacio central es el que aloja la piscina
bautismal con una planta originariamente cruciforme, que
sufrió numerosas transformaciones y una progresiva reducción de tamaño. Tanto alrededor de la iglesia como en
menor medida en su interior, han aparecido numerosas sepulturas contemporáneas a su uso litúrgico, en las que por
regla general es frecuente encontrar varias deposiciones,
que conforman un cementerio ad sanctos que complementa las necrópolis extraurbanas situadas a lo largo de la vía y
en torno a posibles edificios religiosos suburbiales, como se
sospecha en el caso del cerro frontero de El Lagarto, situado
Planta y sección de las forficaciones de El Reguerón, en la
puerta de la ciudad. © Tolmo de Minateda.
frente a El Tolmo, al otro lado del arroyo de Tobarra.
El conjunto se completa con un edificio frontero a la
separadas por una columnata central de la que sólo se
conservan las tallas circulares en la roca sobre las que irían
levantados los fustes. Aunque el edificio fue muy expoliado, se han hallado restos del derrumbe de su testero septentrional con indicios de ventanas geminadas y un piso
alto, sostenido por pilares interiores y columnas. El edificio,
separado de la iglesia por una plaza y un pórtico, ha sido
interpretado como la domus episcopi o palatium episcopal,
El Tolmo de Minateda: de Senable a Teodomiro. Sonia Gutiérrez Lloret
/ 137
iglesia, compuesto por más de una decena de espacios alineados, entre los que destaca la gran aula basilical (7,5 m
de ancho por 17,3 m de largo), con contrafuertes o pilares
interiores, perpendicular al eje litúrgico de la iglesia —es
decir, dispuesta de norte a sur— y dividida en dos naves
[page-n-140]
Se conservan numerosos elementos decorativos procedentes de talleres regionales como capiteles, ajimeces,
columnas decoradas, canceles o algunas cruces con laurea, halladas exclusivamente en la iglesia y en el aula basilical del episcopio. También se han encontrado diversos
elementos litúrgicos metálicos, entre los que se han podido reconocer lucernarios, lámparas de tipo copto-bizantino, sistemas de suspensión y pendeloques de cruces y
coronas votivas. Del complejo monumental procede también uno de los volúmenes más significativos de moneda
visigoda no tesorizada hallada en contextos estratigráficos
(trientes de Ervigio, Egica y Witiza) y algunos productos de
importación, entre los que destacan por su cantidad las
tapaderas de UWW1 spouted jugs de posible origen oriental, que evidencian el consumo de productos de alto coste por parte de estos grupos urbanos. Es precisamente el
papel del obispo en la organización fiscal y la activa participación de las élites urbanas en la captación tributaria,
Planta y perspectiva isométrica del grupo episcopal, con diversas
propuestas restitutivas del interior del aula basilical del palacio
episcopal © Tolmo de Minateda, adaptado por D. Kiss.
en especial la figura del dux, lo que explica la importancia
de la ciudad en el contexto de la conquista islámica y su
inclusión en el territorio del Pacto de Teodomiro, como
una de las ciudades que ostentó incluso su capitalidad, o
al menos un papel central, hasta la fundación de Murcia
con ambientes de carácter público destinados a la administración y a la audiencia, y otros propios del ámbito privado del obispo, cuyos testimonios estructurales son menos
evidentes. El palatium aglutinaba, en consecuencia, todos
aquellos espacios destinados al desarrollo de la actividad
administrativa y representativa del obispo, en cuyas manos
se encontraba, además de la gestión religiosa de la diócesis, el control fiscal del territorio adscrito a la misma.
138 /
como nueva capital de la cora de Tudmir.
La ciudad de Teodomiro: de civitas a Madīna
La vida litúrgica y administrativa del obispado, reflejada arqueológica y arquitectónicamente por el complejo
episcopal, debió mantener su función original hasta principios del siglo viii, cuando se inició una desacralización
que culminó con la desaparición de la iglesia y de la domus
[page-n-141]
Ciudades del Pacto de Teodomiro (713)
Límite de la cora de Tudmir según Molina López
Límite de la cora de Tudmir según Molina López
Ciudades del Pacto de Teodomiro (713)
episcopi, ya avanzada la centuria. El contexto histórico que
Límites de la Cora de
Tudmir y de las ciudades
del Pacto de Teodomiro.
© S. Gutiérrez y V. Amorós
ce convertirse en un lugar de residencia, quizá vinculado
a los nuevos poderes. Por fin, el antiguo palacio episcopal
sufrió un expolio sistemático y su solar, desde finales del
siglo viii, fue utilizado para la edificación paulatina de un
barrio residencial y artesanal que se irá ampliando a lo largo de todo el siglo ix, hasta invadir un espacio en el que un
siglo antes se desarrolló una arquitectura de prestigio. Los
trabajos más recientes han aportado indicios epigráficos
de la existencia de al menos una mezquita en el entorno
y de potentes estructuras de época emiral y visigoda al
oeste del conjunto episcopal. La ciudad arabizó su nombre y permaneció habitada y activa, incluso después de su
pretendida «destrución» tras la fundación de Murcia, hasta
su abandono definitivo con anterioridad al Califato, dejando el vestigio deformado de su nombre árabe (Madīnat
Iyyuh>Medina Tea>Medinatea) en el cerro y la aldea de
Minateda, como testimonio de su pasado.
El Tolmo de Minateda: de Senable a Teodomiro. Sonia Gutiérrez Lloret
/ 139
provoca la transformación urbana de la civitas de Eio en la
Madīna emiral de Iyyuh viene marcado por la conquista islámica de la península ibérica en el 711, y por la posterior
firma del famoso tratado de capitulación de Teodomiro, o
«Tudmīr» en árabe, que garantiza la creación de un territorio sometido cuyos habitantes mantuvieron propiedades
y libertad de culto a cambio de unas obligaciones fiscales
durante al menos la primera mitad del siglo viii, que originó
la provincia o cora de Tudmir en el sudeste de al-Andalus.
Las huellas del proceso se leen en el propio complejo episcopal, que nunca fue transformado en mezquita.
Mientras la iglesia comienza a ser expoliada y algunas de
sus estancias son adaptadas al uso doméstico, el palacio,
repavimentado sucesivamente con suelos de arcilla, pare-
[page-n-142]
140 /
[page-n-143]
Ilici y la evolución territorial
entre los siglos iv y vii
Antonio Guilabert Mas, Ana Ronda Femenía, Mercedes Tendero Porras
A finales del siglo iii, con la reconfiguración de las provincias de Diocleciano, se ponía fin a un modelo territorial
concebido por Augusto y que quedaba plenamente articulado en época flavia. Este hecho coincidía con la concesión del ius latii y la municipalización de las Baleares,
las Pitiusas, Allon y las antiguas ciudades fenicias de la
costa mediterránea andaluza, amén del renacimiento de
Valentia, por lo que quedaba totalmente configurado el
cuadrante marítimo del sureste peninsular. De esta forma,
tanto el canal de Ibiza como los derroteros que partían
de él hacia el norte y el sur, formaron una red de puertos
privilegiados en una zona vital para las comunicaciones
marítimas entre Italia, el golfo de León, el sur peninsular
y el norte de África.
Estas ciudades, sin embargo, evidenciaron desde el
siglo ii trayectorias urbanas divergentes, con muestras
◁ Losa sepulcral con simbología cristiana de
la Albufereta (archivo fotográfico MARQ).
de parálisis y degradación tempranas, mantenimiento o
prosperidad, que a finales de la centuria motivaron cambios sensibles en la distribución de los poderes urbanos
de la nueva provincia Carthaginensis. Para entonces, Ilici,
que había capeado con fortaleza el siglo iii, pudo beneficiarse de la desaparición o degradación a vicus de la vecina Lucentum, incrementando su ager hacia el norte. Un
proceso similar pudo darse hacia el oeste, por el altiplano
de Yecla-Jumilla, ante el posible ocaso de Ilunum y la probable tutela de los baños de Fortuna. Por todo ello, a inicios del siglo iv, Ilici presidiría un territorium de enormes
proporciones que comprende entre el prebético meridional valenciano y el curso bajo del río Segura, remontando
hacia el interior por el curso del río Vinalopó, el altiplano
de Yecla-Jumilla y los valles transversales, quizás hasta
alcanzar la comarca de Hellín. Esta situación no es baladí, ya que justo entonces, no antes del 298, se iniciaba la
reconfiguración del Imperio de la mano de un nuevo diseño provincial que atendía a razones fiscales, judiciales,
/ 141
[page-n-144]
Principales ciudades con los enclaves costeros y portuarios
que jalonaban sus respectivos territoria. Plano de la provincia
Spaniae bizantina, según Vizcaíno (2009, fig. 2, 48).
Losas sepulcrales con simbología cristiana de la Albufereta
(archivo fotográfico MARQ).
annonarias, militares y administrativas, con la creación de
algunas provincias nuevas, diócesis, vicarios, cambios de
rango de los gobernadores y prefecturas.
Con la definición de la nueva provincia, la mitad
meridional de la antigua costa de la Citerior adquirió
personalidad propia y articuló las rutas de navegación
del cuadrante sureste del Mediterráneo occidental, así
como las comunicaciones al Atlántico, África y, por el
canal de Ibiza y las Baleares, hacia el cuadrante noreste
del Mediterráneo occidental y central. La fachada marítima de la nueva provincia se vertebraba principalmente
en torno a tres antiguas colonias, atravesadas también
por la vía Augusta, que por entonces mostraban distintos
pulsos: Valentia, Ilici y Carthago Nova. Frente a las otras
dos, la revisión de las estratigrafías de Ilici apunta a un
panorama general de prosperidad. La colonia conserva-
ba un urbanismo compacto que ocupa todas las áreas
sondeadas, con el mantenimiento de sus edificios públicos, especialmente los termales, así como el viario y
el alcantarillado. El Portus Ilicitanus y su cetaria se mostraban a pleno rendimiento, y su ager más inmediato
exhibía una potente reactivación económica asociada a
una profusión de villæ sin parangón en el levante peninsular —Algorós, els Partiorets, les Teules, etc.—. A ellos
cabría añadir otros asentamientos a lo largo de la vía
Augusta, como la villa Petraria, y la reactivación agraria
del entorno del extinto Lucentum y su embarcadero, asociados a Ilici tras la extinción del municipio alicantino.
Esta reviviscencia productiva ejemplifica el proceso de
concentración de propiedades en manos de unos pocos
possessores que monumentalizaron algunas villæ con
funciones residenciales, mientras que otras se destina-
142 /
[page-n-145]
ron a fines productivos o fueron abandonadas dada la
episodios violentos, como el esgrimido para Ilici hacia el
ausencia de partes dominicæ. Por último, cabría resaltar
421-422 del que, por ahora, no existen pruebas arqueo-
una serie de villas tardías murcianas, que presentan sus
lógicas que lo confirmen. En cambio, sí se vislumbra una
mejores ejemplos en el altiplano de Yecla-Jumilla y en
creciente inseguridad por la ocultación de tesorillos.
el tramo final de la fosa intrabética murciana, que tam-
Tras un breve lapso, con la conquista vándala de la
bién pudieron formar parte de las tierras que tutelaría
costa magrebí, la firma de su fœdus con Roma en 435 y
Ilici. Ante este panorama, cabe recordar la aceptación de
la ruptura de los tratados por Genserico en 439 —con la
Carthago Nova como capital de la nueva provincia, por
toma de Carthago y su flota annonaria—, el clima de in-
homonimia y por «sentido común», aunque sigue sin
seguridad volvió a cebarse en el Mediterráneo occidental.
existir, hasta hoy, prueba alguna textual, epigráfica o ar-
La piratería vándala ocupará Córcega, Sicilia, Cerdeña y
queológica que así lo demuestre.
las Baleares en 455, con el episodio en 460 de la destruc-
Sin embargo, a finales del siglo iv e inicios del v, Ilici
ción de la flota imperial de Mayoriano en la rada de Ilici,
presenta una imagen antitética marcada por el colapso del
según la crónica de Mario de Avenches (Chron. s.a. 460.2).
modelo urbano altoimperial, situación que contrasta con
Hacia 468, los vándalos dominarán plenamente el occi-
el auge documentado en Carthago Nova. Es en esas fechas
dente mediterráneo.
cuando se hace patente el abandono, ruina y expolio de
Estas situaciones provocaron un cambio en los pa-
edificios públicos y privados, la reutilización de algunas
trones de asentamiento no urbano, que optaron, a dife-
construcciones y la contracción del espacio habitado, con
rencia del modelo dominante en los últimos siglos, por
áreas marginales intra mœnia. Aparecen también vertede-
situar los hábitats en lugares encaramados de fácil de-
ros de recesión, la colmatación de los pozos manantiales y
fensa y control visual del territorio. Este hecho coincidirá
el abandono de los sistemas de saneamiento, evidencias
con la constricción de la civitas ilicitana y la desaparición
todas ellas del surgimiento del modelo urbano tardío y de
del sistema de explotación rural basado en las villas, con
la definitiva desaparición de la ciudad clásica. El siglo v
un trasvase de población hacia estos nuevos enclaves,
supuso también el final del sistema de explotación rural
oteros concentrados fundamentalmente en las vías de
de las villas, del Portus Ilicitanus y de su cetaria, fenómeno
acceso a la urbs que articulaban aún el territorio. Estos
que afectará incluso al poblamiento en La Albufereta de
hábitats en altura se localizan en el Vinalopó, junto a la
Alicante y al cese de actividad de su embarcadero.
vía Augusta y en los valles transversales que enlazan con
Resulta difícil no relacionar estos hechos con la lle-
la costa y, desde ésta, siguen la ruta costera hacia Dianium
gada de vándalos asdingos y silingos, alanos y suevos,
y hacia los fondeaderos de Baver (Benalúa, Alicante) y de
seguida de romano-visigodos para combatirlos. Este pe-
La Albufereta. Hacia el sur, se produce la consolidación
ríodo de fuerte inestabilidad se tradujo en ocasiones en
del camino interior entre Ilici y Carthago Nova, pasando
Ilici y la evolución territorial entre los siglos iv y vii. Antonio Guilabert, Ana Ronda, Mercedes Tendero
/ 143
[page-n-146]
por Orihuela, donde se detecta el afianzamiento de estos
parte de la vida política, social y económica de peque-
poblados en alto que controlan el paso de la fosa intrabé-
ños espacios regionales. A partir de ellos se canalizaron
tica hacia Murcia, ya en el siglo vi. La disposición radial de
los excedentes de producción hacia estos puntos de in-
estos enclaves, su ubicación en las vías de comunicación y
tercambio: plaza de San Pedro (La Vila Joiosa), El Albir
su equidistancia —todos se sitúan entre los 21 y los 29 km
(Alfàs del Pi), Garganes/Clot de Mingot (Altea), Baños de
respecto a Ilici—, supone notables semejanzas con la or-
la Reina (Calp), Punta del Arenal (Xàbia) o Santa Pola tras
ganización territorial de la Valentia tardoantigua, con la
la desaparición del Portus Ilicitanus. Entre todos desta-
que comparte el proceso de vertebración de una nueva
ca, sin duda, el caso de Benalúa, reactivado a finales del
realidad urbana que, aun dependiendo nominalmente
siglo v, y que se mostrará hasta finales del siglo vi como
del poder visigodo tras la caída del Imperio de Occidente,
el nuevo Portus Ilicitanus, el desembarcadero principal
mantendrá de facto una independencia casi total hasta la
de Ilici, protegido además por el asentamiento en altura
conquista bizantina.
del Benacantil. Coincidiendo con ello, se documentan las
Desde finales del siglo v, las muestras de recuperación
primeras evidencias de población cristiana en la zona,
se sucederán tanto en la civitas como en su territorio. Este
como lo atestigua el epitafio recuperado en la necrópolis
nuevo escenario, impuesto con la creación de los reinos
del Tossal de les Basses, datado en 479, con la fórmula
romano-germánicos, derivó en una relativa normalización
«recessit in pace», por lo que cabe la posibilidad, aunque
de las relaciones entre estados. La consecuencia inmediata
controvertida, de que Ilici se convirtiera en sede episcopal
fue el incremento notable del tráfico marítimo hacia la an-
a comienzos del siglo vi.
tigua Carthaginensis, tanto de los navicularii dependientes
Este modelo dual de enclave parece repetirse hacia
del regnum vándalo como de los negotiatores del oriente
el norte, en el ager teórico de Dianium, con Baños de la
mediterráneo, que abrieron rutas hacia los nuevos merca-
Reina junto a la costa y El Peñón de Ifach (Calp) como un
dos bárbaros. Pese a que las importaciones nunca llegaron
pequeño establecimiento en altura. En el vicus de Baños
a ausentarse de la fachada mediterránea ibérica, será aho-
de la Reina, las investigaciones arqueológicas han apor-
ra cuando comiencen a llegar de forma significativa gracias
tado un hallazgo decisivo: una iglesia primitiva con dos
al control sin oposición del que gozaban los vándalos, due-
sarcófagos pétreos en su interior. El enclave disponía de
ños de las grandes islas mediterráneas centro-occidentales
un fondeadero, cuestión estratégica en las funciones de
y de las rutas y derroteros del levante peninsular.
redistribución de mercancías que debió ser determinante
El reflejo inmediato de esta reactivación económica
para que la villa del siglo iv se transformase, ahora, en un
fue el surgimiento o consolidación de una serie de pun-
lugar de culto cristiano. Sobre el oecus de la lujosa villa de
tos costeros alicantinos abocados al mar que no deben
planta radial, se implantaron los muros de la iglesia, algo
ser entendidos como fenómenos aislados, sino como
desdibujados por la erosión, pero que conservan la orien-
144 /
[page-n-147]
Baptisterio de Baños de
la Reina (A. Ronda 2009a).
Bases de platos de los tipos
Hayes 104. A2 con iconografía
cristiana y Hayes 87A con
decoración espatulada y
crismón central, s. vi
(dibujos Vicent Sevila).
tación canónica y el baptisterio, del siglo vi, con dos fases
constructivas: una más amplia que permitía la inmersión
del creyente, y otra superpuesta, con forma de cruz griega, que reduce el espacio bautismal y lo significa. En el
interior del edificio, que supone un vestigio excepcional
por su correlación formal con iglesias de Mallorca como
Son Peretó y Sa Carrotxa —realidades culturales paralelas
en uno y otro lado del mar—, se documentaron varios enterramientos y, anexo al mismo, una gran necrópolis ad
sanctos. Entre otras producciones, el contexto material lo
marcan las TSD2 con improntas de santos y emperado-
res, propias de 525-575, así como las pateras espatuladas
(Hayes 87A), alguna decorada con crismón .
En Ilici, los primeros materiales con simbología cristiana se datan también en el siglo vi donde, pese a contar
con escasas estratigrafías, se aprecia la implantación total
del modelo urbano tardorromano, con una concepción
más «abierta» en la que se recuperan los espacios otrora
marginales. Se documentan los primeros enterramientos
intramuros, caracterizados por el empleo de fosas simples y con ajuares prácticamente ausentes. Algunas zonas de hábitat se reconvertirán en áreas de producción,
Ilici y la evolución territorial entre los siglos iv y vii. Antonio Guilabert, Ana Ronda, Mercedes Tendero
/ 145
[page-n-148]
elemento más empleado para defender la inclusión o exclusión pero, no basta solo con la presencia de un lote de
materiales, ya que estos aparecen tanto en asentamientos
costeros góticos como imperiales. Se trata más de una
cuestión de representatividad de la muestra la que, teóricamente, nos permite defender la «mediterraneización»
o «desmediterraneización» de los contextos materiales
analizados. En este sentido, parece evidente que desde
Dianium hacia el sur, la presencia y frecuencia de la cultura
material imperial, no sólo cerámica, permite plantear con
garantías su inclusión en los dominios romanos de Oriente
tras la renovatio imperii de Justiniano, aunque esta «bizanPlacas decoradas procedentes de la basílica
de Ilici (siglos VI-VII).
tinización», más que de una «helenización», se traduzca en
la práctica en una «africanización» cultural.
Aceptada pues la inclusión de Ilici en la órbita bizantina, quedaría pendiente su incorporación al regnum
en almacenes o se ocuparán con la excavación de silos,
visigothorum de Toledo, asumida tradicionalmente hacia
usados con posterioridad como basureros y, por primera
el 625, cuando Suintila conquista Carthago Spartaria y
vez, se practicarán fosas para vertidos en los viarios. Se
expulsa definitivamente a los bizantinos de suelo penin-
atestigua a su vez la compartimentación de los edificios
sular. Últimamente se ha propuesto un adelanto de estas
que seguían en pie, que redefinen sus usos funcionales
fechas al intervalo 589-610, dada la ausencia parcial de
dentro de un proceso generalizado que afecta a la arqui-
las últimas series cerámicas importadas por los bizanti-
tectura urbana y rural, tanto pública como privada, entre
nos que sí están presentes en Carthago Spartaria. Sin
los siglos v y vi.
embargo, ello podría deberse simplemente a una ma-
No podemos precisar, en el estado actual de la inves-
yor representación del ejército y de la administración de
tigación, si esta revitalización urbana puede atribuirse a la
Bizancio en Cartagena o a un problema del registro. Por
existencia de una sede episcopal o fue anterior o posterior
otro lado, pese a las controversias que envuelven al síno-
a la inclusión de Ilici en la órbita bizantina, ya que no exis-
do de Gundemaro del 610, no dejan de ser llamativas las
ten fuentes documentales ni epigráficas que certifiquen
ausencias de Ilici, Dianium y Carthago Spartaria, así como
la pertenencia indiscutible de los enclaves alicantinos
la convivencia y final absorción de la sede elotana por la
a la órbita imperial. La cultura material es, por tanto, el
ilicitana, por lo que no creemos que, con anterioridad al
146 /
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mismo, se produjera la anexión de la zona alicantina al
reino de Toledo.
Cuestión distinta es lo que acontecerá con Sisebuto
después del 612. Artífice de la conquista de la parte meridional de las posesiones imperiales de Spania —613
a 616—, dotará a los visigodos de una marina capaz de
plantar cara a la imperial y acuñará moneda en Iliocrica
(Lorca) y Aorariola (Orihuela). Ambas cecas son una prueba positiva del control visigodo de la fosa intrabética
por el monarca, por lo que parece plausible que tras las
fundaciones de Begastri y de Elo —esta última formando
parte de la diócesis ilicitana, segregada por conquista—
y después de las campañas de Leovigildo por controlar
la Orospeda y las vías de comunicación hacia el sureste,
Sisebuto puso fin a la inestabilidad política interna, y el
reino toledano avanzará al oriente del sistema prebético,
poniendo cerco a los bizantinos al este de la depresión intrabética. Al final de esta, apenas a una treintena de kilómetros de Aorariola, se encontraba Ilici, las dos ciudades
que constituían parte de una misma unidad geográfica,
por lo que la captura de ambas así como del puerto ilicitano, situado en el actual Alicante, debió ser simultánea.
Pese a que a lo largo del siglo vii veremos reunificarse la diócesis elotana-ilicitana en su sede original, no cabe
duda de que el episodio de la conquista gótica modificó
notablemente la realidad territorial ilicitana. La fundación
de Elo, a finales del siglo vi o inicios del vii, dio origen a un
núcleo urbano que perdurará hasta el siglo ix y será citado como una de las ciudades que pasarán a manos mu-
sulmanas en distintas versiones del Pacto de Teodomiro
de 713. Lo mismo ocurrirá con Aorariola/Awryūla y con
Lucentes/Lqnt (Alicante), de modo que entre finales del
siglo vi e inicios del viii asistiremos a la disgregación del
territorio ilicitano, que dará lugar a cuatro ciudades —visigodas primero y andalusíes después— con sus respectivos territoria. Obviamente, Ilici/Ilš se corresponde con la
antigua colonia, así como Elo/Iyih se erigiría en el Tolmo
de Minateda; más complicado resulta identificar la localización exacta de los yacimientos arqueológicos de las
dos restantes: Aorariola/Awryūla y Lucentes/Lqnt.
Es innegable que el legado romano de Ilici se había
volatilizado, en buena medida, en el siglo vii. Tras su prometedora situación en el siglo iv, compartiendo protagonismo en la fachada marítima de la Carthaginensis con
Valentia y Carthago Nova, el siglo v torció su trayectoria, y
quedó rezagada respecto a sus vecinas del norte y del sur.
La relativa mejoría del siglo vi la situó, de nuevo, entre los
potentes puertos marítimos de la Valentia visigoda y la
Carthago Spartaria bizantina. En el siglo vii, tras la expulsión de Bizancio, el cese de sus puertos y embarcaderos,
la compartimentación del territorio histórico ilicitano y
quizás el declive del viejo trazado de la vía Augusta desde
Ilici hacia el sur por la costa —reemplazada por la nueva
posición de Aorariola en el cruce de caminos—, la colocó
como una más, y no la principal, de las ciudades rendidas por Teodomiro ante ‘Abd al-‘Azīz b. Mūsà b. Nuṣayr en
el año 713, momento a partir del que languidecería hasta
su desaparición.
Ilici y la evolución territorial entre los siglos iv y vii. Antonio Guilabert, Ana Ronda, Mercedes Tendero
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148 /
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El territorio de Allon
Antonio Espinosa Ruiz, Diego Ruiz Alcalde, Amanda Marcos González
Servicio Municipal de Arqueología de Villajoyosa
Sobre la ciudad romana de Villajoyosa, su localización
bajo su casco urbano, su identificación con la Allon/
Alonís/Alonai de las fuentes clásicas y el poblamiento de
su territorium hemos publicado numerosos trabajos. En
los últimos años las investigaciones han avanzado de forma continua, y sabemos mucho más de la esquiva Allon
que entonces. Al menos somos capaces de trazar unos límites aproximados de la ciudad, esbozar la topografía antigua y comprender las líneas maestras de la relación con
su territorium. Ya en nuestra tesis doctoral demostramos
que este debía corresponderse de forma natural y aproximada con la actual comarca de la Marina Baixa.
Es un territorium peculiar, rodeado de grandes arcos montañosos presididos por la sierra Aitana, que lo
cierran por el nordeste en la sierra de Bernia y el barranco del Mascarat hasta el punto de impedir el trazado de
◁ Enterramiento tardorromano sobre el área de las termas
públicas de Allon, calle de Canalejas, Villajoyosa.
una calzada carretera. Hasta que en el siglo xviii se construyeron puentes y túneles, las únicas comunicaciones
por tierra con la vecina Marina Alta, y por tanto con el
territorium de Dianium, eran a través de difíciles caminos
de herradura, como el collado de Calpe y otros duros
puertos de montaña.
Por el suroeste existía un camino carretero, sinuoso
e incómodo, que atravesaba una sucesión de lomas costeras con un 20 % de pendiente media, la gráficamente
llamada por Enrique Llobregat «frontera-desierto», entre
Villajoyosa y el Campello, un terreno casi deshabitado y
seco que acaba en altos acantilados costeros.
Tras siglos de búsqueda, en 2005 se localizó el núcleo
urbano donde todas las investigaciones apuntaban, es decir, bajo la actual Villajoyosa, gracias al hallazgo de unas
grandes termas públicas en la calle Canalejas. La existencia de una ciudad era segura, a juzgar por la inscripción de
un magistrado local y otra de un macellum, o mercado, así
como de las grandes necrópolis de Poble Nou y Casetes.
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Hoy en día los argumentos para la identificación con
cal romano; mientras la llanura litoral de Benidorm tiene
Allon/Alonís/Alonai son abrumadores: no solo el análisis
escasez de agua dulce, lo que determinó, hasta la exten-
de las fuentes, que la mencionan repetidamente con di-
sión del Rec Major de l’Alfàs en el siglo xviii, un relativo
ferentes variantes hasta época muy tardía, sino especial-
despoblamiento, con pequeños núcleos aislados.
mente la realidad arqueológica, heredera de una ciudad
Esta llanura litoral se comunicaba con la capital del
portuaria fenicia desde la segunda mitad del siglo vii aC
territorium a través de una calzada de la que se ha ex-
(atestiguada por la gran necrópolis orientalizante de
cavado un tramo junto a la villa costera de Barberes Sur,
Casetes). Este núcleo perdura a través de una evolución
en Villajoyosa, y que moría en el núcleo rural de la Pila,
que no vamos a trazar aquí hasta enlazar con la época ro-
en Altea. Hacia el norte salía otra calzada que conducía
mana republicana, cuando percibimos una fuerte roma-
hacia las comarcas de l’Alcoià i el Comtat: se trata del
nización ya desde inicios del siglo i aC, y especialmente
antiguo camí del Peix, ya documentado en el siglo vii aC.
desde el estacionamiento de un cuerpo de ejército en un
En fin, hacia el suroeste se extendía el camino antes men-
castra canónico situado junto a la muralla de la ciudad
cionado que conectaba con Lucentum. Los tres caminos
durante las guerras sertorianas (82-72 aC).
estuvieron jalonados de necrópolis a lo largo de casi un
Se cree que este núcleo obtuvo la categoría de municipium con el Edicto de Latinidad de Vespasiano, en el
kilómetro hasta época tardorromana, lo que nos da una
idea de la entidad de Allon como núcleo urbano.
73-74 dC, aunque recientes excavaciones en la plaza de la
Para el poblamiento de este territorium durante
Generalitat han sacado a la luz estructuras de gran poten-
los siglos v al vii nos hemos de remitir sobre todo a dos
cia, probablemente asociadas al área del foro, que mues-
trabajos nuestros y al trabajo de Carolina Frías sobre el
tran una fuerte actividad constructiva ya desde época de
poblamiento rural romano en la provincia de Alicante. En
Augusto, lo que abre la puerta a una posible promoción
todos ellos encontrará el lector una completa bibliografía
municipal anterior, contemporánea al del resto de las ciu-
y a ellos nos remitimos para más detalles.
dades del entorno.
En una comarca volcada al mar como ésta, la ac-
El territorium de Allon se estructura en una llanura
tividad portuaria es fundamental para entender la ar-
litoral dividida en tres ensenadas: Villajoyosa, Benidorm
queología de tierra. Para la época altoimperial parece
y Altea. La primera posee el río más importante de la co-
evidente una concentración del tráfico naval en el puer-
marca y la mayor extensión de huerta, lo que, entre otros
to del núcleo urbano de Allon, la playa de la Vila, con su
factores, ha determinado históricamente la ubicación
fondeadero de la Fonda. En esta playa, bajo el arrabal de
aquí del lugar central en la comarca. Altea sigue este mis-
poniente, se conservan unos extensos almacenes por-
mo patrón a una escala menor, lo que supuso igualmente
tuarios romanos. Sin duda el control fiscal imperial, me-
un peso específico importante en el poblamiento comar-
diante la tasa del portorium, marca esta concentración
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de las operaciones navales, a pesar de que tengamos
indicios de una lógica actividad náutica en otros puntos
de la comarca (como la playa del Torres o el fondeadero
de l’Olla), que podemos identificar con actividades pesqueras y con el movimiento de mercancías de redistribución desde el puerto de Allon y de productos comarcales hacia el mismo.
Pero junto a la desembocadura del río Algar se levantan, desde la segunda mitad del siglo iv, sobre las ruinas de
una villa altoimperial, las instalaciones portuarias porticadas de Garganes, excavadas bajo la dirección de Gabriel
Segura, y que perduran hasta la primera mitad del siglo vi,
Vertedero tardoantiguo de la villa de Plans, en Villajoyosa.
para desaparecer durante su segunda mitad. Ello supone
probablemente una ruptura del monopolio del puerto urbano, acorde con la desurbanización de estos tiempos. En
Imperio continúan en los siglos v y vi: los más importan-
los siglos v y vi la actividad portuaria se atestigua en ambos
tes son el núcleo urbano de Allon en Villajoyosa (al que he-
fondeaderos y su entorno. En l’Olla se documenta con se-
mos de asociar les Ribetes como núcleo periurbano) y los
guridad el siglo vii y se mantuvo en época islámica, pero
asentamientos de Plans (junto al camino de Lucentum, a
seguramente ambos permanecieron activos durante toda
la salida de Allon), Xauxelles (en el centro de la huerta de
la Edad Media y hasta nuestros días. Ambos cuentan con un
Villajoyosa, junto al camino de la montaña) y la Pila, con-
pequeño refugio natural: la punta de Alcocó y la barra sub-
trolando el fondeadero de l’Olla, en Altea.
marina que une la isla de l’Olla con tierra, respectivamente.
Es claro un importante y continuo descenso del nú-
Nuestras prospecciones en la comarca permitieron
mero de asentamientos si comparamos la época altoim-
localizar materiales subacuáticos del siglo v en la cala de
perial con los siglos iii al v y estos con los siglos vi y vii. Se
la Mina, de l’Alfàs del Pi, y un probable pecio del segundo
abandonan muchos núcleos rurales pequeños y el pobla-
cuarto del siglo vi en aguas de Benidorm, que hemos de-
miento se concentra progresivamente en fundi cada vez
nominado punta de Pinet II, atestiguado por un plato de
más grandes, en un proceso de nuclearización que se do-
terra sigillata africana D2 decorada que actualmente se
cumenta en otras partes del Imperio, y que va paralelo a
expone en el MARQ de Alicante.
esa desurbanización del núcleo principal. A los ya citados
En cuanto al poblamiento en tierra, algunos asen-
núcleos de la Pila, Xauxelles y Plans, todos ellos de gran ta-
tamientos comarcales que ya estaban activos en el Alto
maño y en torno a una gran villa, hay que unir al menos l’Al-
El territorio de Allon. Antonio Espinosa, Diego Ruiz, Amanda Marcos
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bir, que se desarrolla desde época tardorromana, con más
Sonia Gutiérrez ya advertía de que la Marina Baixa
de 200 enterramientos documentados. En todas ellas en-
constituía un cierto vacío en la investigación de la época
contramos testimonios de baños privados y ya propusimos
tardoantigua en el contexto valenciano, y aunque hemos
en nuestra tesis doctoral que, alrededor de ellas, la concen-
avanzado significativamente, nos queda mucho camino
tración de la población conforma auténticos vici, en la Pila,
por recorrer, sobre todo en la excavación de niveles de los
seguramente ya desde época altoimperial. Todas ellas al-
siglos vi y vii. Sobre la presencia visigótica en la Marina
canzan el final del mundo antiguo, y al menos tres de ellas
Baixa, prácticamente no tenemos constancia material. La
(l’Albir, la Pila y Plans) lo superan, con materiales del siglo
ocupación bizantina debió representar pocos cambios en
VIII en la primera y hasta el siglo x, en las dos últimas.
general, aunque se asocia a un florecimiento de grandes
Hemos propuesto que la creación de un acueducto
villas rurales como hemos visto más arriba.
pudo determinar el desarrollo de un entorno antes poco
En el entorno de la ciudad de Allon tenemos un yaci-
poblado como es la zona de l’Albir a partir del siglo iv. En
miento singular, la villa de Plans, que entre otras activida-
una comarca seca como la Marina Baixa, el agua es deter-
des se dedicó a una industria de producción de caracoles
minante para el poblamiento. El gran depósito hidráulico
de tierra en conserva, a juzgar por los más de treinta mil
de Torres, en Villajoyosa, excavado por Manuel Olcina,
ejemplares recogidos en un gran vertedero del yacimien-
con una capacidad de dos millones de litros, se mantuvo
to. Grandes concentraciones similares se han atestiguado
en uso hasta el siglo xviii;, y la ubicación de la villa tardo-
también en el entorno de les Ribetes.
rromana más monumental de este territorium, Xauxelles,
En esta época también se produce la ocupación o
está determinada por la proximidad de los principales
utilización de la cueva de la Pinta en Callosa d’en Sarrià,
manantiales de la llanura de Villajoyosa, como las fuentes
al menos desde mediados del siglo v hasta finales del vi,
del Ribàs y de l’Alcavó.
de acuerdo con una recuperación de este tipo de hábitat
La ocupación de las islas de este territorio se poten-
en época tardorromana.
cia en época tardorromana, con fases de al menos los
Nuestro limitado conocimiento de la urbs de Villa-
siglos iv y v en la de Benidorm (según Gabriel Segura) y
joyosa en estas fechas impide saber hasta qué pun-
hasta el siglo vii en l’Olla. Esta ocupación es reflejo de las
to continuó desempeñando funciones centrales res-
dificultades de seguridad desde la crisis del siglo iii, se-
pecto a la comarca, como sucede en otros lugares. En
gún Tarradell; y la vemos también en las islas de Nueva
Villajoyosa, las termas públicas de la calle Canalejas se
Tabarca o el Portitxol, solo en las costas valencianas me-
abandonan en la primera mitad el siglo vi dC para dar
ridionales. En el Puntal del Torres de Villajoyosa existen
lugar a una ocupación doméstica que perdura hasta
igualmente restos tardoantiguos y altomedievales aso-
comienzos del siglo vi, como sucede también con las
ciados a una posible estructura de vigilancia de la costa.
termas de Jovada I (no está claro si de carácter públi-
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co), que se abandonan en el siglo iii para crear sobre las
mismas un área habitacional que igualmente alcanza el
siglo vi, y otro tanto pasa en les Ribetes, cuyos niveles de
colmatación son de ese mismo siglo.
No hemos documentado, por el momento, asentamientos de altura de época tardoantigua, aunque se trata de
un fenómeno generalizado en el Mediterráneo occidental.
Sin embargo, intuimos que algún enclave todavía mal conocido podría entrar en esta categoría, como Massatava, en
Callosa d’en Sarrià, del que J. A. López Mira nos ha informado
de la existencia de TS africana D de cronología muy tardía.
Si atendemos a la continuidad del poblamiento tardoantiguo en época islámica, no parece ser el caso de
Xauxelles, a pesar de las discusiones sobre el carácter emi-
Fase III (tardorromana) sobre los baños altoimperiales
de la Jovada, Villajoyosa.
ral de su decoración mural tallada; ni tampoco el del núcleo
escasez, ausencia o sencillez del ajuar, aunque hasta la
subyacente al casco urbano de Villajoyosa, que parece des-
fecha faltan objetos claramente visigodos (fíbulas de pie
poblado desde el siglo vii hasta comienzos del siglo xiv; ni
largo y cabeza ancha, broches de placa rígida o perfil li-
de Garganes. En cambio, la zona de l’Almiserà y su entorno,
riforme, monedas…), lo que puede significar una escasa
en la unión del valle de Finestrat con la llanura costera de
presencia de este pueblo en una comarca tan aislada de
Villajoyosa, presenta varios yacimientos de época tardoanti-
las principales rutas de comunicación terrestres.
gua que sin duda debieron enlazar con las alquerías islámicas
En cuanto a la puesta en valor de este patrimonio tar-
allí localizadas que abarcan los siglos x al xiii, aunque hasta
dío, en el territorium de Allon destaca sin duda la apues-
la fecha de hoy no se hayan documentado los niveles emi-
ta del Ayuntamiento de l’Alfàs del Pi en la villa de l’Albir,
rales. Lo mismo sucede con el yacimiento tardoantiguo del
convertida en museo al aire libre, y cuyas excavaciones en
Salt, que podría haber dado lugar a la alquería de Finestrat.
curso arrojarán luz sobre las características de este impor-
Los enterramientos se concentran en esta época en
tante yacimiento. En fin, no nos cansaremos de insistir en
el entorno de las villas, como se ha atestiguado sobre
el potencial que, a nuestro juicio, junto a enclaves como
todo en l’Albir, y en general en el entorno de los asenta-
Xauxelles o Plans en Villajoyosa, tiene la zona de la Pila,
mientos, y se hacen más raros los enterramientos en las
en Altea, que merece una adecuada protección y gestión
antiguas necrópolis asociadas a las calzadas. Es difícil
que nos permita conocer su evolución y su papel protago-
con frecuencia su datación en un siglo u otro, dada la
nista en el poblamiento comarcal durante siglos.
El territorio de Allon. Antonio Espinosa, Diego Ruiz, Amanda Marcos
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Carthago Spartaria,
una plaza fuerte bizantina
Jaime Vizcaíno Sánchez
Área de Arqueología – Universidad de Murcia
Durante las dos últimas décadas, la investigación arqueológica en el extremo sudoriental de la Carthaginiensis
ha ido poniendo de manifiesto un particular proceso de
«reviviscencia» urbana a partir de mediados del siglo vi.
Esta «reactivación» de diversos asentamientos del sureste y levante hispanos se plasma, sobre todo, en torno a
dos de los principales vectores de la dinámica urbana en
este periodo: la cristianización de su topografía y la fortificación de sus recintos. Buena prueba de ello son dos
civitates episcopales, Eio y Begastri, donde ambos fenómenos, el religioso y el militar, constituyen, además, un
binomio indisoluble, en tanto baluartes desde los que
el Reino visigodo de Toledo planificaba hacer frente a
las también sedes episcopales en manos bizantinas, de
Carthago Spartaria e Ilici. De hecho, al calor del conflicto
grecogótico, se documentan los esfuerzos desplegados
◁ Selección de materiales cerámicos y vítreos del relleno de una fosa
de época bizantina (UE 32080) del barrio de la arx Hasdrubalis.
Fotografía: B. del Ordi.
en toda otra serie de núcleos como el Cerro de la Almagra
o València la Vella. En particular, el fenómeno adquiere
una especial envergadura en el área valenciana, territorio
«de frontera» donde, junto a la construcción de nuevas
estructuras defensivas, se reconoce una verdadera «visigotización», no tan solo «teórica», en tanto preocupación
del reino toledano por esta zona, sino incluso «fáctica»,
que implica el despliegue de un contingente de población visigoda. Aunque se trata de un tema que aún suscita
controversia —en buena parte por los «excesos etnicistas»
de épocas pasadas felizmente superadas y la necesaria
«desideologización» de la historia y la arqueología de esta
etapa—, las evidencias que aporta la investigación parecen incontestables. No en vano, corremos el riesgo, en el
intento de evitar volver a caer en la manipulación que del
visigotismo se hizo por parte de las corrientes pangermanistas y, de forma concreta, por el régimen franquista, de
tratar de «reinterpretar» los datos de forma torticera, en el
tan típico y erróneo movimiento pendular en el que suele
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desembocar parte la historiografía cuando se ve influen-
la posibilidad de reconocer arqueológicamente la pre-
ciada por prejuicios de uno u otro signo.
sencia de los milites romani en suelo hispano.
Hoy, la arqueología nos muestra cómo, a partir de
A este respecto, un análisis «desapasionado» de la
mediados del siglo vi, el área valenciana experimenta no
documentación textual y arqueológica nos muestra la rea-
solo la ya aludida «fortificación», sino también cambios en
lidad multiforme de la ocupación bizantina de parte de la
los patrones de ocupación residenciales y, muy especial-
costa hispana meridional y su inmediato hinterland. De la
mente, funerarios. Se registran nuevas modalidades de
misma forma que a esos «hostes barbaros» mencionados
enterramiento, cambiantes ajuares o incluso diferencias
en la famosa inscripción de Comitiolus va siendo posible
antropológicas. Que las fuentes textuales nos informen,
«poner cara», también las «Romanas insolentias» (Isid.
además, de una creciente onomástica de origen germáni-
Hisp., Hist. Goth., 54) que se nos refieren desde el lado tole-
co, no es sino otra prueba más de que, tras esos cambios,
dano, comienzan a cobrar sentido más allá del relato de las
se encuentra la llegada creciente de población visigoda.
fuentes. Conviene, con todo, no minusvalorar ningún testi-
La numismática contribuye a explicarnos la causalidad de
monio, pues, a fin de cuentas, solo tejiéndolos, sin obviar
este proceso, con ocultaciones monetales y cecas abiertas
ninguno de ellos, es cómo conseguiremos una aproxima-
para el pago de contingentes desplegados por todo el te-
ción lo más veraz posible al «episodio» bizantino.
rritorio, ante la necesidad de repeler la amenaza bizantina
En este sentido, en primer lugar, es necesario recordar
por tierra, en la zona alicantina, o por mar, en las Baleares.
que la presencia de los milites se inserta, precisamente, en
En este estado de cosas, sin embargo, del mismo
el despliegue de tropas por parte de Justiniano de cara a re-
modo que el conflicto grecogótico se va perfilando desde
conquistar los antiguos territorios romanos de Occidente.
el lado visigodo, apenas se intuye desde la zona bizanti-
Se trata de una empresa que en Hispania aqueja el desgas-
na, planteándose la aparente paradoja de que los esfuer-
te de las operaciones en África e Italia, así como la reanuda-
zos desplegados por Toledo parecen hacer frente a una
ción de las hostilidades en el frente realmente más perni-
amenaza inexistente. Han influido en ello también los
cioso para el Imperio, el oriental. Acompaña a ello todo un
mencionados cambios historiográficos que, en el ya re-
corolario «funesto», que va desde otras amenazas militares,
ferido peligroso movimiento pendular, han pasado a ha-
al impacto de la epidemia de peste o sucesivas catástrofes
blar de una Spania que cubría casi todo el sur peninsular,
naturales, y un último factor, consecuencia y, a su vez, cau-
llegando hasta Corduba e incluso abarcando el Algarve,
sa de otros tantos, como es la preocupante situación de las
a postular una presencia bizantina casi anecdótica. En
arcas del Imperio. En este marco, la ocupación de la Spania
lo material, los vaivenes no han sido menores, de modo
bizantina no fue tanto «colofón» como sí «canto de cisne»
que, de unas sempiternas influencias bizantinas irradia-
de la Renovatio Imperii justinianea, lo que no impide que
das desde Spania al reino toledano, se ha pasado a negar
en ella encontremos phrouria como el de Septem, de cuya
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fortificación da cuenta Procopio en su De Aedificiis (VI,7,16),
cosa en el marco de una ocupación militar que, volvamos
a una fortissima civitas como Asidona (Ioha. Bicl., Chron. ad
a recordarlo, es fruto de una conquista y se mantiene, pre-
a. 571.3). Que ya con el mismo monarca, Atanagildo, que
cisamente, por un despliegue defensivo.
facilitó la entrada de los soldados justinianeos y sancionó
Hasta hace poco, no disponíamos más que de este
su estancia, comiencen las hostilidades a mediados del si-
epígrafe para referirnos a las murallas tardías de Cartagena.
glo vi y que éstas se prolonguen siete décadas más hasta
Hoy, en cambio, nuevas excavaciones comienzan a pro-
el reinado de Suintila c. 625 (Isid. Hisp., Etym. XV, I, 67-68),
porcionarnos su evidencia material. De este modo, en la
nos muestra que el «enemigo bizantino», por más que no
cima del cerro del Molinete, la arx Hasdrubalis citada por
mostrase en el frente hispano toda la potencia que cabe
Polibio (X, 10, 9), se ha podido documentar cómo la anti-
presumir al Imperio, tampoco puede pasar por un peligro
gua muralla republicana acasamatada, construida a su vez
«menor». No se trata de negar que los recursos destinados
sobre una preexistente cerca púnica, sigue utilizándose
a la empresa restauradora fueran precarios, pues los mis-
hasta época tardía mediante remodelaciones que abarcan
mos cálculos que se realizan de acuerdo con el testimonio
desde la amortización y obliteración de ciertos sectores, al
de Agatías (V 13, 7-8), indican que a la altura del año 559,
recrecido y refuerzo de otros. Entre otros factores, aboca a
no más de cinco mil efectivos se destinarían a Spania. Con
ello la particular orografía de la urbe, que, emplazada entre
todo, por escasa que fuera la movilización, seamos cons-
cinco colinas, ha jugado con tales condicionantes a lo lar-
cientes que ésta fue «cambiante» como las mismas cir-
go de su historia. Esa misma razón, de hecho, motiva que,
cunstancias del Imperio y, en cualquier caso, no una ame-
al igual que el cerco tardío fosiliza los de época púnica y
naza «fantasma», como cierto sector de la investigación
romana, ellos sean, a su vez, finalmente reemplazados por
parece empeñado en demostrar. La presencia del magister
las defensas del siglo xvi. Hemos de tener en cuenta, a este
militum ya referido, Comitiolus, y los sucesos que acompa-
respecto, que la disposición topográfica es idónea, ya que
ñan su actividad en Spania, insisten en ello.
se sitúa en la cota más elevada del flanco septentrional del
Precisamente, uno de los documentos más va-
cerro del Molinete y, así, a más de treinta metros de altitud
liosos sobre este patricius missus a Mauricio Aug(usto)
sobre el nivel de la laguna interior que delimitaba la ciu-
contra hostes barbaros, es el epígrafe que nos recuerda
dad por el norte. Tal configuración o la fuerte inclinación
su intervención en las murallas de Carthago Spartaria.
de la pendiente en esta zona de la colina, con un abrupto
Aunque la habitual retórica de este tipo de textos nos im-
cambio de nivel, contribuyen a explicar la notable vigencia
pide discernir la verdadera envergadura de la obra edili-
del trazado. Por otra parte, también la reutilización impli-
cia que se conmemora en el 589-590, queda claro que la
caba la posibilidad de aprovechar desde los mismos para-
Administración imperial concentró sus atenciones en las
mentos y/o, al menos, su material. No en vano, se trata de
fortificaciones. No en vano, tampoco cabe esperar otra
dinámicas comunes en la poliorcética tardía, como vemos
Carthago Spartaria, una plaza fuerte bizantina. Jaime Vizcaíno Sánchez
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MAR MEDITERRÁNEO
Límites hipotéticos
Ciudad Altoimperial
Límites hipotéticos
Ciudad ss. iii-iv dC
Niveles de ocupación /
Materiales descontextulizados
Enterramientos aislados iii-iv dC
Necrópolis ss. v-viii dC
Carthago Spartaria entre los siglos IV y VII, con indicación de su necrópolis
oriental, zona habitada y posible trazado de su perímetro amurallado. En la cima
de la arx Hasdrubalis se señaliza el paño excavado
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en la Cartago africana o en Sucidava, por citar ejemplos
de diverso marco territorial, o igualmente, en Hispania, en
ciudades como Barcino, Legio VII, Emerita, entre otras. En
el caso concreto del escenario del conflicto grecogótico
podemos añadir además el Tolmo de Minateda, donde su
baluarte se construye en paralelo a las murallas anteriores.
En conjunto, tal reaprovechamiento es común en la edilicia tardía y, especialmente, en la de tipo militar, donde
la propia Administración la recomienda ya en el año 397
(Cod. Theod., XV, 1, 36). Cabe destacar incluso, que una de
las fuentes primordiales para la poliorcética bizantina, el
anónimo De re strategica (X, 3), datado a finales del siglo vi,
Carthago Spartaria, una plaza fuerte bizantina. Jaime Vizcaíno Sánchez
Planimetría de las fortificaciones de la cima de la arx
Hasdrubalis. En color marrón se indican los muros
pertenecientes a la etapa bizantina.
Archivo gráfico del Proyecto Arx Hasdrubalis
«prescribe» la utilización de piedras ya talladas cuando estas estuvieran disponibles.
Este nuevo cerco tardío de la cima de la arx Hasdrubalis
se vertebra en torno al eje longitudinal al que se acoplan
las sucesivas murallas. De oeste a este, el paño conservado,
que integra sendos muros paralelos, se dispone en una situación avanzada respecto a la muralla republicana. A continuación, se pliega hacia el sur, superponiéndose al forro
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septentrional de la fortificación romana. Al resguardo de
en la costa de la antigua Cilicia. También el relleno incluía
éste, ahora recrecido, se conforman nuevas estancias, una
un contenedor de origen ibicenco, identificado reciente-
de ellas, conectada directamente con él, y otras, trabadas a
mente como tipo RE-0103, que floruit durante la segunda
su vez con aquella. De este modo, se delinea un pequeño
mitad del siglo vi. Es necesario, igualmente, destacar un
conjunto de habitáculos dispuestos en batería, que cuen-
amplio repertorio de cerámicas de cocina de producción
tan con planta alargada, aproximadamente rectangular,
local, que, junto a restos faunísticos, nos muestra cómo, en
y anchura variable. Tal planificación, el adosamiento a la
esta zona de la muralla, junto al almacenamiento, se daría
muralla de toda una serie de compartimentos en batería,
el preparado y consumo alimenticios.
en tanto posibles casermas utilizadas como barracones
En cualquier caso, hay que ser cautos a la hora de
para la guarnición o sus pertrechos, es común en la polior-
extrapolar los datos de este tramo documentado al resto
cética tardía. Ocurre así, por ejemplo, en la fortaleza nortea-
del perímetro amurallado de la urbe. Aquí, la refacción de
fricana de Thamugadi, construida entre los años 539-540, o
la muralla romano-republicana de casernas, con el recre-
en la balcánica de Biograc, donde algunas de las estancias
cido de muros y la erección de nuevas estancias, posible-
se habilitan como cisternas para el aprovisionamiento hí-
mente ha de tenerse como una solución específica, pun-
drico, vital, sobre todo, en caso de asedio.
tual, concebida para este sector concreto de la topografía
Desde el punto de vista constructivo, la muralla ahora
de Carthago Spartaria. La situación relativamente «margi-
documentada se erige con piedras calizas, esquistos, costra
nal» de este flanco noroccidental, distante de las calzadas
de calizas y areniscas de mediano y gran tamaño, trabadas
y los accesos a la ciudad, que bordea un marjal, o su pro-
con barro, materiales y técnica que revelan cierta funcio-
tección natural por la propia pendiente de la colina, son
nalidad y modestia edilicia. Para su erección, se excavaron
condicionantes que hay que tener en cuenta, en tanto
toda una serie de trincheras destinadas a recolectar spolia.
que inducen a pensar en el posible recurso a soluciones
Tales zanjas y fosas, cumplida su función originaria, fueron
funcionales, desprovistas de la prestancia arquitectónica
normalmente obliteradas mediante el vertido de residuos.
y, de algún modo, el aparato «escenográfico» que hemos
En este sentido, precisamente es uno de estos contextos de
de presumir para tramos más céntricos en la topografía
vertido, el que amortiza un antiguo colector, uno de los que
urbana. Qué duda cabe, en este sentido, que el lienzo
ha proporcionado un lote más singular para complementar
descrito poco tendría que ver con la puerta y el paño que
la datación del cerco y conocer el carácter de la ocupación
la rodeaba, objeto de atención en 589-590 por parte del
de estas estructuras aledañas a la muralla. Así, en él desta-
patricius Comenciolus, magister militum Spaniae, donde,
ca el contenedor oriental LRA 1 / Keay LIII, en concreto una
como se nos refiere, «quisquis ardua turrium miraris cul-
de sus variantes más tardías, el tipo LRA 1B1, que se produ-
mina», en un verdadero despliegue propagandístico para
ce sobre todo a partir de un momento avanzado del siglo vi
que «sic semper Hispania tali rectore laetetur» (CIL II 3420).
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Sea como fuere, excavaciones desarrolladas en otros
no norte de África, Tripoli, Sabratha o Leptis Magna. No hay
puntos de la ciudad nos ayudan a manejar ciertas hipó-
que perder de vista tampoco que la misma Administración
tesis, si no de la materialidad, al menos sí del recorrido
imperial (CI I, 27, 2y 14) recomienda la reducción del perí-
del perímetro fortificado. Para ello ha sido determinante
metro fortificado para optimizar los esfuerzos defensivos.
la documentación de una amplia necrópolis en el sec-
En el interior de este recinto habitado, los proyec-
tor sudoriental de Carthago Spartaria, sobre un antiguo
tos de excavación, investigación y museización del Teatro
barrio altoimperial ya abandonado en el siglo ii dC. Su
Romano de Cartagena y del Cerro Molinete, nos han permi-
envergadura, con más de doscientos enterramientos,
tido obtener una abundante información sobre la ocupa-
nos muestra su necesario emplazamiento extra moenia.
ción de la ciudad en época bizantina. Por cuanto sabemos,
Aunque ya previamente la investigación había mostrado
el barrio construido sobre el antiguo edificio de espectá-
el abandono a partir del siglo ii dC de la mitad oriental
culos pudo servir para el servicio y quizá, incluso residen-
de la antigua urbe, con la consecuente retracción del área
cia de la guarnición desplegada en Carthago Spartaria.
habitada al espacio más cercano al puerto, la zona com-
Tengamos en cuenta que este barrio surge en la ladera del
prendida entre los cerros de la Concepción y Molinete, el
cerro más elevado de Cartagena, en torno al cual ha gravi-
surgimiento de esta necrópolis a partir del siglo v ratifica
tado ancestralmente la defensa de la ciudad, como mues-
tales cambios. En la misma dirección, la propia topografía
tra aún hoy día el castillo y las murallas de época medieval.
de Cartagena hace de la línea comprendida entre las ex-
Entre los diferentes hallazgos, junto a puntas de fle-
tremidades orientales de los citados cerros, dejando fue-
cha del conocido como tipo ávaro, sobresale el de una co-
ra la necrópolis del Barrio Universitario, el lugar óptimo
raza de tipo laminar, recuperada en el nivel de abandono
para su defensa. No en vano, las sucesivas fortificaciones
posterior a la destrucción identificada con la conquista de
de época moderna han seguido el mismo recorrido sin
la ciudad por parte de las tropas del rey visigodo Suintila,
apenas variaciones, circunstancia que también ha pesa-
ca. 625. El material cerámico documentado en la habita-
do en el profundo desmantelamiento de las cercas prece-
ción donde se localizó o en el conjunto de estancias del
dentes y, así, en cierta «invisibilidad» arqueológica.
que formaba parte ésta, refuerza tal fecha, que integra
En este sentido, aunque en este flanco aún no se ha
algunas de las formas más habituales de la TSA-D (Hayes
documentado la muralla, es incontestable la reducción del
99 B/C, 91 D, 100, 101, y 106), ánforas norteafricanas (Keay
perímetro fortificado, que, acoplado a la zona habitada, su-
LXI, spatheia), orientales (LRA 1/Keay LIII), ibicencas (Keay
pone que el recinto pase de cerca de cuarenta hectáreas a
LXXIX / RE-0314b) o cerámicas de cocina de producción
prácticamente la mitad. Tal proceso de contracción y con-
local, lucernas tunecinas (Atlante XA1a / Hayes IIB) o LRU
siguiente repliegue defensivo es común a otras ciudades
orientales. De hecho, es precisamente a partir de finales del
como Egitania, Conimbriga o Italica, o en el caso del cerca-
siglo vi cuando se extiende este tipo de protección de ori-
Carthago Spartaria, una plaza fuerte bizantina. Jaime Vizcaíno Sánchez
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Selección de lamellae de la coraza laminar
recuperada en el barrio de época bizantina
instalado sobre el teatro romano de
Cartagena. (Imagen: J. Vizcaíno)
gen oriental entre los milites romani, mas sobre todo, entre
oficiales y miembros de la caballería pesada, no ya así a la
infantería. Su configuración y ejecución, producto exclusivo de las fabricae imperiales (Nov. Iust. 85, 4), muestran las
diferencias respecto al armamento de los hostes barbaros
visigodos, recuperado en yacimientos como Sant Julià de
Ramis o Puig Rom. Este tipo de coraza militar se documenta, por lo demás, en otros lugares incluidos en el despliegue militar que conlleva la Renovatio Imperii, y que se datan
a partir de un momento avanzado del siglo vi, como Caricin
Grad, Svetinja, Jelica, o Crypta Balbi.
También reviste singular interés una pieza vítrea, un
cuerno para beber (Isings 113), cuya difusión se limita hasta
el siglo vi a la Europa centro-septentrional, con una con162 /
centración casi exclusiva en el área germánica. A partir de
estos momentos, si nos atenemos al ámbito italiano, tanto
a la zona longobarda como bizantina, parece darse, sobre
todo, en ámbitos vinculados a las élites. Todo ello abre numerosos interrogantes a su registro en el barrio del teatro
romano de Cartagena, único lugar junto a Segóbriga donde, por ahora, se documenta. El carácter del primero, donde es posible presumir cierta impronta castrense, podría
informarnos, entre otras posibilidades, sobre la presencia
de cuadros oficiales entre sus moradores.
Las recientes excavaciones en el cerro del Molinete
también han documentado otro barrio de época bizantina, con un patrón material bastante similar. En este caso,
el complejo surge en la ladera meridional de la colina,
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protegido, por tanto, por la muralla antes referida que se
sitúa en su cima. El nuevo barrio, levantado sobre las insulae aledañas al foro, revela una predominante orientación
artesanal, con instalaciones como una herrería o una alfarería, construidas mediante la compartimentación del denominado «Edificio del Atrio». Los contextos recuperados
en su interior ilustran sobre la ocupación de la ciudad durante los siglos vi y vii. Así, en el caso de la cerámica, existe
un predominio de las importaciones africanas, dinámica,
por otro lado, poco «sorpresiva», en tanto que la provincia
africana es precisamente el verdadero baluarte de la presencia bizantina en el Mediterráneo occidental.
Entre las importaciones tunecinas sobresalen los
grandes contenedores cilíndricos Keay LXI y LXII, así como
Nivel de destrucción de la habitación nº 20 del barrio de época
bizantina levantado sobre el teatro romano de Cartagena.
Archivo gráfico del Museo del Teatro Romano de Cartagena.
los spatheia, que, en virtud de su presencia constante en
los yacimientos incorporados en el marco de la Renovatio
Las ánforas, sobre todo tunecinas y, en menor medida,
Imperii justinianea, y de modo especial, en la región da-
ibicencas y orientales, aparecen aplastadas contra el sue-
nubiana y asentamientos de naturaleza militar, se han re-
lo, mostrando concomitancias con el nivel de destrucción
lacionado con el aprovisionamiento de las tropas bizan-
hallado en el barrio del teatro romano, que se identi-
tinas. Este mismo valor se atribuye a otros contenedores
fica con la toma visigoda de la ciudad por las tropas de
orientales, en algún caso documentados por primera vez
Suintila c. 625. Con ello, en la actualidad, diferentes pun-
en la ciudad, como el Samos cistern type. Se trata de de-
tos del solar urbano muestran que tales acciones destruc-
pósitos cerámicos que, considerando los fletes de aceite,
tivas no fueron episódicas, por lo que cobra más fuerza
vino y otras mercancías que debieron transportar, consti-
la posibilidad de identificarlas con el desenlace relatado
tuyen posiblemente el más claro reflejo material del res-
por las fuentes. La propia envergadura de la conquista
tablecimiento de una suerte de annona para el sosteni-
visigoda, que la deja sumida in desolationem (Isid. Hisp.,
miento de los milites romani, independientemente de su
Etym. XV, I, 67-68), así como que tras ella los indicios de
acuartelamiento en ciudades o castra.
ocupación sean muy tenues, son otros factores, junto a
Recientemente, sobre el amortizado Iseum, también
los ya enumerados, que insisten en el carácter de plaza
se ha podido documentar el nivel de abandono de un al-
fuerte de la Carthago Spartaria ocupada por las tropas
macén anfórico, datado en el primer cuarto del siglo vii.
bizantinas entre los siglos vi y vii.
Carthago Spartaria, una plaza fuerte bizantina. Jaime Vizcaíno Sánchez
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Las Islas Baleares de los siglos v
al viii dC. Algunos datos nuevos aportados
por la arqueología del siglo xxi
Mateu Riera Rullan
Facultat Antoni Gaudí d’Història, Arqueologia i Arts Cristianes
Introducción
Durante las últimas décadas ha aumentado considerablemente el conocimiento de lo sucedido en las Islas Baleares
durante los siglos v al viii. Este período, denominado por algunos «Antigüedad tardía» y, por otros, «Alta Edad Media»,
coincide en el tiempo con los reinos visigóticos de la península ibérica. Hay que recordar que, pese a teorías indocumentadas que proponen lo contrario, los visigodos nunca
dominaron las Baleares, tal como ha demostrado Josep
Amengual i Batlle, tanto a partir de las fuentes escritas,
como de las arqueológicas.
◁ Montaje fotogramétrico de la basílica del Fornàs de Torelló
(Maó, Menorca), realizada durante las labores de limpieza y
restauración del año 2018, efectuadas por Montserrat Anglada,
Margalida Munar y Bernat Burgaya. Autor: Bernat Burgaya.
Fotografía aérea del conjunto de Son Peretó (Manacor,
Mallorca) realizada durante la campaña arqueológica de 2016,
coordinada por Magdalena Salas Burguera y dirigida por Miguel
Ángel Cau Ontiveros y Mateu Riera Rullan. Autor: Miquel Àngel
Escanelles Garau.
Gracias a las fuentes textuales, se sabe que las
Baleares pasaron del Imperio romano de Occidente al
Reino vándalo (455 al 534) y, de este, al Imperio romano
de Oriente, conocido así mismo como Imperio bizantino.
También permiten ver confusamente cómo el cristianismo
se fue consolidando, primero en las ciudades y después en
el campo. Pero la verdad es que a partir del año 420 bien
poco explican de lo sucedido en las mencionadas islas. El
antes nombrado Josep Amengual i Batlle ha sido quien
más inferencias ha hecho, deducidas, principalmente,
a partir de las informaciones contenidas en las escasas y
sucintas fuentes textuales de las Baleares. De aquellas,
probablemente, aún se pueden extraer más conocimientos històricos, pero no cabe duda de que es a partir de los
datos que están aportando los trabajos arqueológicos, de
donde más se podrá escribir la historia de las personas que
habitaron el archipiélago balear durante los siglos v al viii.
Durante el último cuarto del siglo xx, se hicieron excavaciones arqueológicas y trabajos de investigación muy
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meritorios, que servirían para iluminar más los siglos v y vi
vación, también se han realizado estudios de la cerámica,
que los vii y viii. Se pueden destacar los realizados por Pere
las monedas, el vidrio, la fauna, las restos antropológicos,
de Palol y varios miembros de su equipo de la Universidad
los morteros, los elementos líticos, los carbones, el polen,
de Barcelona, centrados en los asentamientos no urbanos
las semillas, y también análisis de 14C, de isótopos estables
con basílicas de Mallorca y Menorca. Por otro lado, hay
(δ 13C y δ 15N), de residuos orgánicos, fitolitos, etc. La ma-
que mencionar la labor hecha en la ciudad mallorquina
yoría ya se han publicado y, los que no, están en vías de
de Pollentia y la publicación de materiales muebles allá
publicación. Muchos de estos estudios nunca se habían
encontrados, así como de algunas construcciones tardías.
hecho con materiales de estas cronologías o no se habían
Por lo que respecta a las Pitiusas, sobresalen las excava-
publicado. Destaca además que, tanto en Cabrera como
ciones, la obra investigadora y las publicaciones de Joan
Son Peretó, se están documentando fases del siglo viii que,
Ramon Torres. En un contexto más general, Miquel Barceló
junto al siglo ix, son los dos de los que menos información
i Perelló es quien más aportaciones hizo para conocer las
se dispone de toda la historia de las Baleares.
sociedades baleares de los siglos vii al x.
Las investigaciones del proyecto de Cabrera han
Sin embargo, tal como anuncia el título de esta apor-
profundizado en el estudio del monacato cristiano de los
tación, su objetivo es exponer nuevos datos arqueológi-
siglos iv al viii en el Mediterráneo. También han propor-
cos de las Islas Baleares de los siglos v al viii, conocidos
cionado la base para entender cómo empezó y como se
durante el siglo xxi. Se ha procurado que sean los más
organizó la comunidad monástica caprierense. Todo este
relevantes, sin embargo, también es cierto que, a causa
trabajo, en el que ha sido capital el estudio de los materia-
de las reducidas dimensiones de esta aportación, es bas-
les muebles, especialmente los cerámicos, ha permitido
tante seguro que alguno se pueda echar en falta.
situar en el siglo v la instalación de los monjes en Cabrera.
Entre los siglos v al vii, la comunidad dispuso de un ceno-
Los datos arqueológicos del siglo xxi
bio y de diversos eremitorios, y se han podido describir al-
Los proyectos del archipiélago de Cabrera y de Son
gunos de los elementos que los caracterizaron, así como
Peretó en Mallorca son los que más han aportado, en las
los recursos y las actividades que los monjes llevaron a
dos últimas décadas, para conocer el pasado balear de los
cabo. Por ejemplo, se han encontrado instalaciones para
siglos v al viii. El proyecto de Cabrera está en marcha des-
la elaboración de salazones, de púrpura y de vino; se han
de 1999 y el de Son Peretó, desde 2005. Este último es, de
identificado las principales fuentes de abastecimiento
los dos, el que más continuidad y recursos ha tenido en los
de agua y las áreas de posible cultivo, y se han analizado
últimos años. El de Cabrera, en cambio, ha sufrido graves
las estrategias de explotación y gestión faunísticas, tanto
problemas de financiación desde 2014. Hay que reseñar
ganaderas como de caza y recolección, etc. También se
que, en ambos proyectos, además de los trabajos de exca-
ha visto cómo Cabrera puede ser considerada una «isla
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santa» ocupada exclusivamente por parte de la comuni-
gue aportando datos referidos a los siglos v al viii, pero la
dad monacal y sus eventuales sirvientes.
novedad más llamativa ha sido la referida a que el gran ce-
Los resultados de la investigación arqueológica del
menterio localizado allá donde había estado el foro de la
yacimiento de Son Peretó han permitido obtener datos
ciudad, no debía ser de estas centurias, tal como se había
importantes sobre la vida de una comunidad cristiana de
publicado numerosas veces, sino de entre los siglos viii y
los siglos v al viii. Lo descubierto hasta ahora apunta a que,
xii. Esta nueva propuesta cronológica se ha hecho a partir
por ejemplo, en un núcleo de población romano anterior,
de los resultados de medio centenar de pruebas de 14C rea-
ligado a una importante vía de comunicación terrestre, se
lizadas en huesos de personas allí inhumadas en posición
erigió una iglesia y un baptisterio para dar servicio religio-
de decúbito supino. Pero queda pendiente comprobar si
so a la comunidad del lugar y, muy probablemente, tam-
en esta necrópolis, de la que ya se han excavado más de
bién a la de los alrededores. Su cementerio estuvo activo,
cuatrocientas sepulturas, quizá había también un núme-
como mínimo, durante los siglos v, vi, vii y viii. La basílica,
ro significativo de enterramientos anteriores al siglo viii.
cercana al siglo vi, tenía una capacidad próxima a 400 al-
En cualquier caso, es interesante saber que, gracias a los
mas. Se ha documentado la existencia de dos baptisterios
valores de los isótopos estables (δ 13C y δ 15N), de la cin-
sucesivos en el tiempo con sus correspondientes piscinas
cuentena de individuos analizados por radiocarbono, se
bautismales. Durante el siglo vii, inmediatamente al lado
ha considerado que aquel cementerio correspondería a
del baptisterio construido en el siglo vi se edificó un núcleo
una población de carácter cosmopolita.
de hábitat, que aún solo se conoce muy parcialmente. Los
Pollentia, en Mallorca, y Sanitja, en Menorca, son los ya-
estudios de fauna indican que los recursos ganaderos de
cimientos arqueológicos baleares donde más se ha estado
aquella población debían estar muy diversificados. Son
excavando y donde más gente ha trabajado durante el siglo
varios los indicios que hacen pensar en una dieta basa-
xxi. Pero son dos modelos de investigación radicalmente
da fundamentalmente en alimentos de origen terrestre y
diferentes. Y es que unos de los grandes despropósitos de
en una explotación importante de los recursos vegetales.
la arqueología española de la presente centuria son las ex-
La presencia de silos y de molinos en varias habitaciones
cavaciones realizadas a Sanitja, uno de los yacimientos más
habla del almacenamiento y la molienda de legumbres
importantes de todas las Baleares. Lo es tanto por la meto-
o cereales, entre los que se ha confirmado la cebada. La
dología de excavación y registro empleados durante mu-
constatación de un depósito con restos de vino y aceite de-
chos años, como por la falta de estudios y publicaciones de
muestra también la elaboración de estos productos. Otros
casi todo lo que se va desenterrando, por ejemplo, decenas
hallazgos indican que se trabajaba el hierro y el vidrio.
de edificaciones, cientos de tumbas y monedas, etc. Por lo
Otro yacimiento excavado ininterrumpidamente du-
que respeta a los supuestos hallazgos de los siglos v al vii dC.,
rante todos los años del siglo xxi es el de Pollentia. Este si-
hay que delatar la invención de una basílica y un baptisterio
Las Islas Baleares de los siglos v al viii dC. Mateu Riera Rullan
/ 167
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(edificio 11) que se han querido asociar a un posible monas-
puerto. De Mallorca se pueden resaltar los descubrimien-
terio del siglo v. Tampoco es acertada la identificación de
tos hechos en el centro histórico de la ciudad de Palma y,
muchas de las más de medio centenar de monedas consi-
fuera de esta, en Son Fornés, Puig de s’Escolà, Son Sard y
deradas como vándalas, ni la clasificación de la mayoría de
s’Illot. Finalmente, de Formentera se puede citar un conjun-
cerámicas comunes o de cocina de los siglos iv al viii. Pero
to de tumbas encontrado en Sant Francesc Xavier. Hay que
en resumidas cuentas, conviene tomar con mucha precau-
mencionar no obstante, que salvo contadas excepciones,
ción todo lo que se ha publicado de esta estación arqueoló-
mucho de lo descubierto en las cuatro islas, incluso de los
gica menorquina, pero también es cierto que es muy seguro
casos mencionados, aún permanece inédito.
que allí hay, como mínimo, una basílica cristiana, dada a co-
Tienen mucho interés los nuevos datos publicados
nocer recientemente por Llorenç Alapont Martín. Ojalá que
de la isla del Rei, la isla d’en Colom y de los islotes de els
Jordina Sales Carbonell, nueva codirectora del lugar desde
Frares y de s’Espalmador. También los referentes a los fon-
el año 2017, pueda poner orden, coherencia y rigor científico
dos marinos mallorquines de Portocolom y Portocristo.
en los trabajos que allá se siguen haciendo cada año.
Nuevos trabajos arqueológicos hechos en el castellum de
La basílica empezada a excavar hace poco en Sanitja
Can Blai de Formentera y en su entorno han servido para
se ha podido añadir a la espectacular lista de basílicas de
proponer que aquella fortificación no debe ser del siglo vi,
los siglos v al vii incontestablemente descubiertas en las
sino del iv, pero parece que el debate sobre su datación
dos islas más grandes del archipiélago. Las otras ocho, la
no está cerrado.
mayoría con espléndidos pavimentos de mosaico, son las
Miquel Àngel Cau Ontiveros es el arqueólogo que más
de Fornàs de Torelló, Illa del Rei, Son Bou y Cap des Port,
temas ha tratado y publicado relacionados con la Antigüedad
en Menorca, y las de Cas Frares, Sa Carrotja, Son Peretó y
tardía de casi todas las Islas Baleares, ya sea a título indivi-
Son Fadrinet, en Mallorca.
dual o con otros investigadores. Ha trabajado un amplio aba-
Además de los hallazgos del archipiélago de Cabrera,
nico de campos de actuación: prospecciones, excavaciones,
Son Peretó, Pollentia y Sanitja, se han documentado mate-
estudios del territorio, fortificaciones, arquitectura y mobilia-
riales de los siglos v al vii dC. e, incluso, alguna estructura de
rio litúrgico, materiales muebles, etc., en los que ha aplicado
las mismas centurias, tanto en excavaciones programadas
a menudo estudios arqueométricos y nuevas tecnologías.
hechas en estaciones prehistóricas como en excavaciones
Entre los estudios de los materiales se pueden destacar los
de urgencia. Proporcionalmente, Eivissa es la isla donde se
análisis hechos en morteros o residuos orgánicos pero, espe-
han hecho más descubrimientos, especialmente en el ám-
cialmente, todo lo relacionado con la ceramología.
bito urbano o suburbano de la única ciudad que hay des-
Los hallazgos cerámicos en casi todos los lugares hasta
de época antigua, pero también por su agro. En Menorca
ahora mencionados, como también en los asentamientos
destacan los descubrimientos hechos en Ciutadella y en su
rurales de sa Mesquida en Mallorca, Cap des Port de Fornells
168 /
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en Menorca y Can Sorà en Ibiza y, aún más, en el archipiélago de Cabrera, han permitido documentar la importación
de numerosos y variados productos de todo el Mediterráneo
durante los siglos v, vi y vii. En cambio, no se puede decir lo
mismo del siglo viii. En Cabrera también se ha constatado
arqueométricamente la presencia de mármoles originarios
de la península ibérica, la península itálica, las islas griegas,
la península de Anatolia y, tal vez, del norte de Argelia.
Entre los materiales encontrados, supuestamente en
las Baleares, y publicados en lo que llevamos de siglo xxi,
sobresalen ocho sellos de plomo de los siglos vi al viii,
cinco de los cuales se podrían haber encontrado en el
castillo de Santueri de Mallorca y los otros tres en varios
puntos del término municipal de Ciutadella (Menorca).
Desgraciadamente, ninguno de ellos se recuperó en el
marco de un proyecto de investigación legal ni en excavación arqueológica hecha con método estratigráfico. Aun
así, tal como han afirmado Joan C. de Nicolás Mascaró
y Bernat Moll Mercadal, en conjunto aportan informaciones muy valiosas de la presencia bizantina, especialmente por la constatación de un «arconte mallorquín para las
Baleares en el siglo viii». También durante el siglo xxi, se
han dado a conocer numerosas monedas y algunos es-
Fotografía y dibujo de un sello de plomo bizantino hallado
en Menorca, dado a conocer por Joan C. de Nicolàs y Bernat
Moll (2013), gracias al cual se ha conocido la existencia de un
arcontado balear del siglo viii.
pectaculares materiales metálicos de época vándala o bizantina encontrados, aparentemente, en el castillo citado
y en numerosos lugares de Menorca, pero también casi
siempre recuperados en tan deplorables circunstancias.
A modo de conclusiones
La recopilación de datos arqueológicos presentada
no pretendía ser exhaustiva sino selectiva, especialmenLas Islas Baleares de los siglos v al viii dC. Mateu Riera Rullan
te por lo que respecta a las que más informaciones han
aportado para conocer mejor el pasado de los baleares de
los siglos v al viii. Estas centurias han sido consideradas a
menudo de las más oscuras de todas las fases históricas
de las Islas Baleares, sin embargo, gracias a los trabajos
mencionados, cada vez están más iluminadas.
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El edificio visigodo de
els Casals del Mas de Sabater,
Morella, els Ports (Castelló)
José Manuel de Antonio Otal, Ramiro Pérez Milián
Noverint Coop. V, Morella
Introducción
La situación y el entorno físico
Els Casals de Mas de Sabater se encuentra en la comarca de els Ports, extremo NO de Castelló, lugar de encuentro con las provincias de Tarragona y Teruel. El medio físico de la comarca se define como de media montaña (900-1000 m s.n.m.), y su paisaje mesomediterráneo
es abrupto y escaso de suelo agrícola, aunque excelente
para la ganadería extensiva.
El asentamiento controla el sector occidental de la
Vega del Moll, corredor de la formación Morella (antes conocida como «tierras rojas de Morella»), justo donde esta
formación tiene su máxima anchura y potencia, además
de una orientación este-oeste. Como expone el investigador de la comarca Miquel Guardiola: «Es evidente que
se trata de un territorio muy apto para la vida agrícola y
ganadera, por lo menos el más apto en la comarca de
els Ports, y una buena prueba es que de los diecinueve
núcleos de población, quince están a menos de 1,5 km
de la formación Morella. En la época medieval, la partida
del Moll producía gran parte de la cosecha de cereal de
Morella. Y también en el Bajo Imperio romano, cuando las
villae proliferaban, las encontramos concentradas en la
Vega del Moll».1 De igual forma, concentra la mayoría de
las masías de la comarca que han sobrevivido a la despoblación actual.
El marco de los trabajos
La solicitud por parte de la empresa Vega del Moll
S.A., a finales de los años noventa, de la explotación de
la cantera de la Parreta (Morella), conllevó una serie de
◁ Ortofoto de la planta completa del edificio de
“Els Casals del Mas de Sabater”.
1. N. del T. Cita original de Miquel Guardiola, en valenciano.
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medidas preventivas, correctoras y compensatorias, res-
pliación de la cantera, lo que conllevó una serie de traba-
pecto a la preservación del patrimonio cultural. Todos
jos previos (prospecciones arqueológicas y sondeos) para
los trabajos arqueológicos desarrollados desde entonces
delimitar el área de explotación y el propio yacimiento.
han sido financiados por la empresa concesionaria de di-
Una vez definidos dichos ámbitos, se resuelve que la em-
cha explotación.
presa se hará cargo de la excavación del yacimiento de
Los primeros estudios se desarrollaron entre el año
forma paralela a las fases de explotación.
1999 y 2000, y consistieron en una serie de prospeccio-
Entre los años 2014 y 2017 se han realizado varias
nes arqueológicas dirigidas por la arqueóloga Pilar Ulloa
campañas de excavación, algunos de cuyos resultados se
Chamorro, con la participación en los trabajos de campo
sintetizan más adelante.
de Miquel Guardiola Fígols, quien, en esos momentos, llamó la atención sobre el lugar donde ahora sabemos que
Los antecedentes historiográficos y arqueológicos sobre
se encuentra el singular edificio de els Casals.
la tardoantigüedad en la comarca de els Ports.
Los resultados de las prospecciones permitieron do-
Hay que señalar la escasez de información disponi-
cumentar un importante número de yacimientos y graba-
ble por fuentes historiográficas para este periodo, tanto en
dos rupestres al aire libre, a partir de los cuales se delimi-
el ámbito local como comarcal. Éstas quedan reducidas
taron las zonas de explotación de la cantera.
a vagas referencias repetidas en las obras de historiado-
Desde ese momento, y siguiendo los requerimien-
res locales, como Francisco Oliet (1861), Segura Barreda
tos e informes vinculantes de la Dirección General de
(1868) u Ortí Miralles (1958), entre otros, que se referian a
Patrimonio, se realizan prospecciones intensivas de de-
una supuesta destrucción de las defensas de Morella por
terminadas áreas, cuyos resultados permiten crear mapas
parte del rey Witiza, pero sin mencionar fuentes.
de localización de yacimientos, zonas con riesgo arqueo-
Por otra parte, Ferran Arasa recoge los hallazgos
lógico y zonas con elementos de alto interés patrimonial
descontextualizados de tres objetos de bronce encuadra-
como los grabados rupestres.
bles en la tardoantigüedad de la comarca. Una placa de
Con toda esta información se tomaron distintas me-
cinturón liriforme procedente de Cinctorres (posiblemen-
didas correctoras y/o preventivas, como delimitar el área
te relacionada con una necrópolis a unos 4,5 km. de els
de explotación en determinadas zonas, excavar sondeos
Casals); otra similar de Bel (Rossell, municipio situado a
arqueológicos para comprobar si los restos localizados en
unos 26 km), y un osculatorio presuntamente encontrado
superficie se correspondían con yacimientos arqueológi-
en Portell de Morella (localidad distante unos 12 km).
cos y evaluar su entidad.
Mucho más elocuente es la localización y excava-
El descubrimiento del yacimiento de els Casals del
ción de dos conjuntos funerarios en término de Morella,
Mas de Sabater se encuadra dentro del proyecto de am-
dentro del ámbito rural, ubicados en puntos marginales
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de dos áreas productivas agrícolas (formación de arcillas
rojas de Morella):
El Mas de la Perera: situado a 8,5 km de els Casals;
trabajos dirigidos por Francesc-Xavier Duarte Martínez y
Francisco José Hernández García. La datación por 14C dió
660-790 dC (2Sigma).
El Mas de Macià Querol situado 150 m de nuestro edificio; trabajos dirigidos por Ramiro Pérez Milián y
Elisa García Prósper. La datación por 14C dió 410-600 dC
(2Sigma).
El edificio
La descripción y el proyecto constructivo
Detalle de los vanos que comunican los distintos ámbitos de
las naves laterales en la zona donde se encuentran los alzado
máximos conservados.
El edificio exhumado en el yacimiento arqueológico
cada fachada lateral, que rompen el ritmo de los retran-
de els Casals del Mas de Sabater presenta unos rasgos
queos, aunque están perfectamente repartidos respecto
que permiten encuadrarlo claramente en la arquitectura
al eje de simetría. Dispone de un único acceso por la fa-
de representación de época tardoantigua.
chada principal, situado en la nave central, que da paso
En primer lugar, se construyó siguiendo un diseño
a un atrio de 16 m2. Desde este se accede al salón central
y proyecto minuciosamente establecidos, y de una com-
a través de un vano encarado con el anterior. Esta gran
plejidad considerable. Morfológicamente, la planta está
estancia tiene unas dimensiones de 17,50 m x 4,80 m, y
constituida por tres naves longitudinales y una cuarta
en el centro exacto de su cabecera se conserva una base
transversal que cierra el edificio en su cabecera. El eje
pétrea clavada en el suelo.
de la nave central marca una simetría perfecta, con una
Antes de recorrer medio salón, se encuentra cada
orientación SE-NO y una longitud total de 22,80 m. La an-
uno de los vanos que dan acceso a las naves laterales,
chura oscila entre 18,90 m y 13 m (según tramos). El grue-
únicos accesos de que estas disponen. Cuentan con cua-
so de los muros oscila entre 0,65 m y 0,70 m.
tro ámbitos y un absidiolo cada una. Los cuatro ámbitos
La fachada principal (SE) y la trasera fueron rectas,
se comunican de uno al otro a través de vanos alineados,
mientras las laterales están retranqueadas regularmente,
constituyendo casi un corredor que sigue el sentido longi-
dándole a los flancos una fisonomía abastionada. Hay
tudinal del edificio. Desde los dos ámbitos más cercanos
que destacar la ubicación de sendos absidiolos, uno en
a la cabecera, se accede a los absidiolos (en giro de 90º) y
El edificio visigodo de Els Casals del Mas de Sabater, Morella. José Manuel de Antonio Otal, Ramiro Pérez Milián
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a la nave transversal que cierra el edificio, la cual consiste
cillas y áridos varios) introduce una interesante variable
en un gran espacio unitario de 14,15 m x 3,15 m.
en el análisis arquitectónico: el factor autóctono combi-
Además del carácter representativo que confiere al
edificio la estricta planificación espacial que se lee en su
nado con un poder externo que interactúa en el proceso
constructivo.
planta y distribución, con claras semejanzas con el pala-
Basándose en estos elementos conservados, no hay
cio episcopal de Barcino (grupo episcopal de la 2.ª mitad
duda que el edificio se pudo alzar una o dos plantas so-
del siglo vi), es también muy significativo el uso del pes
bre los cimientos y basamentos estudiados, algo espe-
drusianus, de 0,332 m, como unidad de medida. Este dato
cialmente seguro en la nave central, que podía descargar
se lo debemos al Dr. Lorenzo Arias Páramo (Universidad
enormes fuerzas en las laterales, que actuarían como po-
de Oviedo), quien, muy amablemente, por mediación del
tentes contrafuertes.
Dr. Ricardo González Villaescusa, se ha brindado a realizar
un primer análisis del patrón metrológico del edificio.
Cuestiones arqueológicas e interpretación
Otro ejemplo de edificio de representación, esta vez
con origen en el siglo v, es el castellum de la montaña de
El entorno arqueológico inmediato
Sant Julià de Ramis (Girona). Los edificios emirales de
El edificio singular de els Casals forma parte de un
Morería (Mérida) responden también al prototipo edilicio,
yacimiento arqueológico mucho más amplio (podría ha-
con una cronología que se acercaría al siglo ix.
ber ocupado un mínimo de seis hectáreas), aún bastante
desconocido y escasamente conservado, que ocupa te-
Las pautas y los materiales utilizados
Las pautas de ejecución de la obra reafirman la idea
rrenos de tres masías actuales, cuyas tierras confluyen en
este punto.
de un proyecto edilicio de carácter oficial y de representa-
En el Mas de Sabater se encuentra el edificio de els
ción del poder. Se planteó un cimiento corrido en toda la
Casals y restos de fases posteriores. El vecino Mas de
planta del edificio, previa nivelación del terreno de ladera
Macià Querol alberga una necrópolis a la que nos hemos
suave. Así mismo, se utilizó robusta sillería en las jambas
referido más arriba, y que nos ha servido para fijar el inicio
y refuerzos de esquinas, que contrasta con la mampos-
de la Fase I (fundacional), que, por estar en proceso de
tería irregular cogida con argamasa de barro del resto de
excavación en el edificio, no es posible caracterizar aún.
muros. La ausencia de morteros u hormigones de cal y
Provisionalmente, se sitúa en las últimas dos décadas del
de elementos arquitectónicos ornamentales no restaría
siglo vi (datación radiocarbónica inhumación de la necró-
monumentalidad ni efectividad representativa al conjun-
polis). Entre la necrópolis y el edificio existe una zona bas-
to. Por otra parte, el hecho de usar hábilmente materiales
tante arrasada, aunque con suficientes restos como para
constructivos del entorno inmediato (piedra arenisca, ar-
pensar en una continuidad espacial del asentamiento.
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Por último, en el Mas de Pereu, sobre un cerro y dominando todo el conjunto, está el cerro de Pereu, con un
complejo fortificado que está por estudiar y que se postula, junto a la necrópolis de Macià Querol, como futuros
objetos de investigación.
Las fases de ocupación y el uso del edificio
La construcción y primera ocupación del edificio son
hechos que todavía no se han podido datar con precisión.
No existen indicios de asentamientos anteriores respecto
Moneda localizada en la cabecera de la nave central,
sobre la capa de pavimentación de la Fase II del edificio.
a la nueva fundación. Se trata, pues, de un edificio de nueva planta, de una instalación ex novo en un territorio que
suponemos habitado, aunque sin una presencia efectiva,
o sin una visibilidad tan próxima del poder como la que
Si ya durante la Fase II se constata la degradación de
se implanta a partir de dicha fundación. Como se apun-
algunas partes del edificio, la Fase III parece que se desa-
ta más arriba, la necrópolis de Macià Querol ya estaba en
rrolla a la par que se consuma el colapso generalizado de
uso antes de arrancar el siglo vii y, aunque con cautela,
su estructura. Se ha detectado un uso residual sobre los
utilizaremos provisionalmente dicha referencia.
primeros paquetes de derrumbes, con los silos y parte del
Al abandono del edificio por parte de la élite que lo
edificio ya amortizados, centrado en reducidos ámbitos
fundó le sigue, sin pausa, la Fase II, que supone una ver-
de las antiguas estancias. Estos hechos están confirman-
dadera reconversión del edificio. Varios hechos caracte-
do el abandono del edificio y sólo se pueden dar en un
rizan este momento: reorganización del espacio interno,
ambiente de ocupación esporádica. Los materiales cerá-
excavación de silos en el subsuelo interior, repavimenta-
micos de esta fase indican un horizonte todavía visigodo,
ción y ubicación de hogares sobre estos suelos. Esta fase
cronológicamente adentrado en el siglo viii.
se ha podido datar en el tránsito del siglo vii al viii (más
Tras un abandono persistente, se volverán a instalar
probablemente en la primera década del siglo viii), gra-
nuevas edificaciones, consistentes en infraestructuras ga-
cias al hallazgo de un tremís del rey Witiza, acuñado en
naderas, ya en pleno periodo andalusí. Las ruinas del edi-
Caesaraugusta . Esta fase se inscribe en los últimos mo-
ficio visigodo servirán de base a estos corrales y recintos
mentos del reino visigodo, con un poder debilitado, en
asociados, así como de cantera, como indican las fosas
un escenario de luchas internas y pérdida progresiva del
de rebusca detectadas en los derrumbes del mismo.
control efectivo del territorio.
El edificio visigodo de Els Casals del Mas de Sabater, Morella. José Manuel de Antonio Otal, Ramiro Pérez Milián
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Economía productiva,
sociedad y comercio
E. Huguet, J. M. Macias, F. Rodríguez, M. Rosselló
ICAC
Precursores del mundo medieval
La Arqueología ha demostrado cómo hubo una intensa transformación del sistema económico en la antigua
Hispania, a partir del siglo iii dC, que dió paso a un sistema productivo que evolucionó hacia la regionalización y
el autoabastecimiento. La etapa visigótica representó la
eclosión definitiva de este nuevo modelo que estableció
las bases para la economía y la sociedad de la Edad Media.
Fueron cambios profundos que afectaron a la mayoría de la población pero que, desde la arqueología, no
siempre han sido fáciles de percibir. La nueva realidad
social y económica se desarrolló en una arquitectura
más débil y, en cuanto a la cultura material, la madera
y la piel jugaron un papel tan fundamental como imperceptible por nuestras condiciones climáticas. En cambio,
las cerámicas, permanecen inalterables en el subsuelo y
◁ Ánfora de Palestina del almacén de Punta de l’Illa.
Museu de Prehistòria de València. Foto: Rafael de Luis
nos muestran el mantenimiento de unas relaciones comerciales con los principales puertos del Mediterráneo
que, a diferencia del período romano, cada vez se restringieron a una capa de la población más reducida.
El litoral valenciano, y su interior, se benefició de esta
situación, y los arqueólogos hemos recuperado numerosos vestigios materiales procedentes del norte de África o
del Oriente Próximo y, prácticamente, hasta la llegada del
islam en estas tierras.
Por otro lado, las excavaciones en los espacios productivos —almacenes, bodegas— muestran cambios profundos derivados de una intensa transformación social
donde la concentración de las tierras, la desaparición de
lo que hoy serían «clases medias» urbanas y un aumento
de la presión fiscal, condujeron a una profunda división social y a un empobrecimiento de la mayoría de la población.
Al final del Imperio romano la sociedad se dividió entre
honestiores y humiliores, fenómeno precursor de tiempos
posteriores en los que las personas se dividieron entre la
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modadas civiles y religiosas mantuvieron pautas de consumo heredadas de la tradición romana e influenciadas por
la cultura bizantina. En este contexto se situa un descenso
de la población hispánica por la aparición de epidemias,
sequías o plagas de langosta que propiciaron malas cosechas y épocas de hambre. Esta decadencia se relaciona
con un retroceso tecnológico que afectó a las condiciones
de vida: la arquitectura doméstica, el suministro de agua
potable y el sistema de eliminación de residuos fueron deOlla globular con asas laterales de cerámica de cocina
aparecida en las excavaciones de les Corts Valencianes.
SIAM-Ajuntament de València. Foto: Rafael de Luis
ficitarios en relación con los siglos anteriores.
Nuevos modelos territoriales
Algunas ciudades mantuvieron su papel de centro
plebe y la aristocracia, esta última de origen político-mili-
político y religioso. En todas se dan contracciones o espon-
tar o religioso. Dicha transformación tuvo relación con la
jamientos urbanísticos de acuerdo con su rol en el Reino
concentración de la escasa riqueza generada por las élites,
visigótico. La presencia de una sede episcopal o de un culto
civiles y eclesiásticas; es el dominio definitivo de lo privado
martirial fueron factores de vitalidad urbana. Así, la relevan-
sobre lo público y la desaparición de las ciudades como es-
cia martirial de Valentia incrementó el poder de su sede
pacios de proyección social a través de la actividad econó-
episcopal. Otras ciudades romanas se apagaron progresi-
mica. Si acaso, solo las élites comerciales pudieron man-
vamente durante el período visigótico si bien, en el caso de
tenerse al margen de este empobrecimiento generalizado.
los núcleos portuarios, la actividad económica de estas se
Así nacieron las relaciones de dependencia o patro-
mantuvo. Es el caso de Portus Ilicitanus (Santa Pola) y Portus
cinium que conformaron la sociedad feudal. En el ámbito
Sucronensis (Cullera). En cambio, la fundación de València
de la arqueología se constata un empobrecimiento gene-
la Vella muestra la capacidad de crear nuevos centros ur-
ralizado en la actividad constructiva, principalmente do-
banos y cómo la situación militar derivada de la ocupación
méstica y, en general, en el urbanismo. Aparte de la arqui-
bizantina del sudeste era capaz de propiciar la construcción
tectura del poder, no hubo ninguna actividad constructi-
de un espacio habitado de casi cinco hectáreas que se man-
va relevante y el ocio y el consumo social se recondujeron
tuvo en uso entre cien y ciento cincuenta años. Sobre el rol
hacia la ritualidad religiosa.
de este asentamiento hay aún muchas dudas, pero creemos
La mayor parte de la sociedad viviría en un entorno
que ejemplifica el papel de dinamizador económico y urba-
de subsistencia y autarquía, mientras que las clases aco-
nístico que generó la necesidad de contingentes militares
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en esta zona geográfica. Ejércitos y soldadas debían romper
ción de bienes de consumo relevantes— pudieron mante-
las rutinas de una economía regionalizada y quizá propicia-
ner vínculos comerciales con los centros productivos me-
ban las relaciones comerciales por simples necesidades de
diterráneos de más prestigio. Este es el caso de València
abastecimiento. Prueba de eso son los hallazgos numismá-
la Vella, la relevancia y proximidad de esta con el puerto
ticos alrededor de Valencia durante la segunda mitad del
de Valentia ha permitido recuperar contextos cerámicos
siglo vi y la primera del vii.
semejantes entre ambas ciudades.
Obviamente, no podemos hablar de una civitas en el
En el campo, el sistema productivo vertebrado a par-
sentido clásico o contemporáneo del término. La ciudad
tir de extensas villas excedentarias en manos de familias
visigoda fue ex novo o continuidad de una precedente; es
urbanas aposentadas bajó irremediablemente a partir del
un espacio que lidera jerárquicamente un territorio donde
siglo iii dC. Hay quien cree que se produjo una concentra-
residen las estructuras de poder y donde se levantan unas
ción de la propiedad de manera que, durante los siglos iv
murallas como elemento de prestigio y de protección. El
y v aún documentamos extensas propiedades agrícolas
arzobispo Isidoro de Sevilla nos expresa, en sus conocidas
suntuosas y extensas. Posteriormente, la llegada de las
Etimologías la relevancia de las murallas como elemento
élites germánicas a las tierras valencianas podría haber
distintivo hacia otras formas de asentamiento humano.
tenido consecuencias en este proceso de concentración
Pero en su interior, la arqueología ha constatado una clara
de grandes propiedades, en el marco teórico de un proce-
contracción y una ocupación del espacio menos ordena-
so de sustitución o concordancia hacia las antiguas clases
da. En esta época, los espacios de producción económica
altas hispanorromanas. Pero ya no eran exclusivamente
aparecen mezclados con los espacios residenciales; si es
centros de producción, sino islas de riqueza en manos de
que no hubo una arquitectura mixta en que la planta baja
patrones que acogían y dominaban a una población ru-
fue el espacio productivo, de almacenamiento o donde se
ral empobrecida y sometida a su jurisdicción particular.
cuidaba de los animales; mientras que el piso superior se
Muchos campesinos arruinados quizá daban sus tierras
convertiría en la zona de reposo. Así, la aparición de talle-
a cambio de protección. Junto a estas grandes propieda-
res artesanales, pequeños espacios agrarios o ganaderos
des observamos la proliferación de numerosos poblados
pasan a ser un hecho habitual en una ciudad que no dis-
y aglomeraciones rurales. Estos, a menudo, se desarrolla-
pone de una firme estructura de abastecimiento externo y
ron alrededor de parroquiae rurales o, más adelante, de
que requiere incorporar en el interior actividades anterior-
centros monásticos. Ambas realidades pasaron a ser los
mente exclusivas del entorno rural.
nuevos instrumentos de organización y fiscalización ecle-
No obstante, también debemos reconocer que las
siástica del campo. De tal manera que ya en los concilios
ciudades portuarias —y también aquellas que, por su in-
eclesiásticos del siglo vii se aprecia cómo los abades riva-
fluencia política, tuvieron suficiente capacidad de atrac-
lizaron en importancia con los obispos urbanos.
Economía productiva, sociedad y comercio. E. Huguet, J. M. Macías, F. Rodríguez, M. Rosselló
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La economía
humancia de ovinos, caprinos y bovinos, pero también se
La economía se basaba fundamentalmente en la
criaban suidos y aves. La incidencia de esta práctica era
agricultura y en la ganadería. De la primera encontramos
relevante. Así, estudios de reconstrucción del paisaje desa-
abundantes muestras en los yacimientos conocidos, tan-
rrollados en el nordeste peninsular, muestran en el período
to urbanos como rurales, donde son numerosos los silos
visigótico importantes actuaciones de desforestación que
o depósitos excavados en el subsuelo para el almacena-
se han vinculado al pastoreo. Como actividades comple-
miento de grano. Excepto en grandes espacios civiles o
mentarias se pueden citar la recolección y la caza. La reco-
religiosos, desaparecieron los almacenes construidos,
lección era estacional, se recogían determinadas plantas y
tipo horreum, y los silos abiertos en el suelo fueron el re-
animales como los caracoles, muy abundantes en los es-
curso más empleado. Se recuperó así una antigua prác-
tratos de época visigótica, o productos como la miel, citada
tica característica del período ibérico donde, práctica-
en el Pacto de Tudmir entre los impuestos que los campe-
mente, dentro de las casas se excavaban los almacenes
sinos tenían que pagar. Los documentos comerciales escri-
privados. Eran medios de ahorro de escasa capacidad y
tos en pizarras nos hablan igualmente de queso, sal, miel,
pensados para el consumo familiar, no para su comer-
etc. Sin embargo, en líneas generales, la documentación
cialización. Eso no excluye que hubiese grandes áreas de
escrita —las pizarras visigodas, prescripciones legales o re-
almacenamiento, pero no tenemos constancia arqueoló-
glas monásticas— nos describe unas pautas generales de
gica. Sabemos que progresivamente la recaudación fiscal
alimentación continuistas en relación con la etapa romana
se fundamentó en la recepción de víveres, fuesen para
y siempre adaptadas a su entorno geográfico y climático.
abastecimiento de tropas o porque la propia Iglesia pasó
Otra cosa sería la asiduidad con la que muchos de estos
a ser una importante institución receptora fiscal. A la vez
alimentos se podían consumir y en qué capas sociales eran
sabemos que la Iglesia desarrolló importantes acciones
más frecuentes.
benefactoras al repartir estos mismos víveres a los más
necesitados y en períodos de carestía.
La vitalidad constructiva del momento, sobre todo
en el siglo vi, debía llevar aparejada la existencia de todo
Cereales, trigo y cebada, la vid y el olivo eran los cul-
un grupo de personas relacionadas con la edificación.
tivos más extendidos aunque, en zonas con agricultura de
Era habitual la recuperación de material arquitectónico
regadío o más próximas a los núcleos de hábitat, habría
romano para la reutilización en nuevos edificios de este
también huerta con leguminosas y árboles frutales. Uno de
momento. Debía de haber, por lo tanto, personal dedica-
los pocos conjuntos de herramientas de cultivo de la tie-
do a la construcción en piedra, otros dedicados a la forja,
rra de nuestro territorio procede de l’Horta Vella (Bétera).
otros a la carpintería y a otras actividades edilicias. El ofi-
La ganadería pasó a ser una actividad con un peso impor-
cio de picapedrero era un trabajo especializado y habría
tando en las zonas interiores. Era una ganadería de tras-
diferentes grados entre los artesanos. Habría desde un
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trabajo de extracción de las piedras en las canteras que
requería un conocimiento específico, hasta los picapedreros dedicados a la creación de la decoración arquitectónica, que eran verdaderos especialistas. En el territorio
valenciano debían de existir estos maestros artesanos
que tallaran decoraciones arquitectónicas cuidadosas
en canceles, capiteles y frisos tanto en la ciudad como en
las nobles residencias rurales. El mejor ejemplo de eso
es el palacio de Pla de Nadal, en Riba-roja de Túria. Hay
que prever la existencia de artesanos itinerantes, que copiaban o extendían los modelos decorativos por todo el
Reino visigodo y que, en muchos casos, tenían una clara
inspiración bizantina.
Por lo que respecta a la producción artesanal, la metalurgia se desarrolló ampliamente, como muestran los
tesoros de Guarrazar y Torredonjimeno como máximo
exponente con el uso de oro y piedras preciosas. Sin embargo, había una actividad metalúrgica mucho más mo-
Detalle de cruz del tesoro de Torredonjimeno (Jaén).
Fotografía archivo del MAC.
desta, pero no por eso menos activa, que confeccionaba
sobre todo elementos de indumentaria personal como
especialización importante y sastres, personas dedicadas
son fíbulas, hebillas, pulseras, pendientes y todo tipo
a la fabricación de hilos, tintes, entre otros. En cuanto a los
de elementos metálicos, decorados en la mayoría de los
tejidos hay constancia de uso en época visigótica, son so-
casos. Las cruces de Punta de l’Illa (Cullera) son un buen
bre todo la lana, el lino, el cáñamo y la seda que requerían
ejemplo. Otra actividad artesanal identificada en València
varios procesos de fabricación. En el ámbito arqueológico,
la Vella, y que se trata de manera específica en otro de los
aparecen a menudo fusayolas para la confección de hilos
capítulos, es la producción de vidrio, confirmada por la
para tejidos de fabricación doméstica. En esta cadena pro-
recuperación de fragmentos de vajilla soplada, desechos,
ductiva los monasterios quizá desarrollaran progresiva-
pruebas de vidriero y bloques de materias primas impor-
mente un papel pionero, que ejemplificaba el control de
tadas de Egipto o del área de la actual Siria.
la Iglesia visigoda en el territorio y las principales rutas de
Poca información nos ha llegado de la industria textil
pero sabemos que debía estar muy desarrollada, con una
comunicación. Así, el papel de la Iglesia en la producción
y redistribución de vino por el Mediterráneo es relevante.
Economía productiva, sociedad y comercio. E. Huguet, J. M. Macías, F. Rodríguez, M. Rosselló
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Comercio y consumo
acompañados de la vajilla fina africana del momento, aque-
Parece claro que, bajo la nueva configuración territo-
llas producciones tunecinas terra sigillata africana D que,
rial aparecida a mediados del siglo vi en el Mediterráneo
a pesar de no ser masiva, es constante en los yacimientos
occidental, a raíz del famoso programa militar, político y
valencianos; o las lámparas africanas para la iluminación,
propagandístico protagonizado por Justiniano, el Imperio
a menudo con motivos decorativos y simbólicos cristianos.
de Constantinopla fue el nuevo motor comercial. Fue un
También desde Oriente llegaban contenedores con
monopolio, entre los siglos vi y vii, fundamentado en el in-
aceite y vino, de mejor calidad que los norteafricanos, y
tercambio de larga distancia desarrollado gracias a la fisca-
muy estimado en aquel momento por las diversas élites
lidad de las nuevas provincias conquistadas y al transporte
aristocráticas. Lo sabemos por las ánforas procedentes de
de víveres a espacios fortificados, de control territorial o es-
Asia Menor, Siria, Palestina y Egipto, que se consumían en
pacios militares en disputa. La nueva red pública de extrac-
tierras valencianas mediante una conexión directa entre
ción fiscal y annonaria también debió provocar que muchos
grandes puertos como Roma, Cartago, Nápoles, Marsella o
comerciantes orientales aprovecharan el control de estos
Tarragona. Otro contenedor interesante que detectamos en
canales, bajo la protección de alguna élite secular, aristo-
las excavaciones arqueológicas son los ungüentarios, pe-
crática o, incluso, de manera independiente, para vender
queños receptáculos hechos con arcilla, a mano o con mol-
productos de diferentes tipos en los puertos mediterráneos
de, que procedían de la zona costera de Asia Menor (Licia,
occidentales fuera de la nueva órbita territorial bizantina.
Panfilia, Éfeso, etc.). Aunque a menudo se ha pensado
En la península ibérica queda documentada la llega-
que su contenido podría relacionarse probablemente con
da de comerciantes griegos, sirios y judíos, junto con otros
aceites, perfumes o especies. Hace poco se han propuesto
autóctonos que gestionaban el comercio que llegaba por
hipótesis de que podrían transportar alguna especie de fár-
estos canales. Incluso, la legislación visigoda reconoce la
macos vegetales, mezclados con miel o sustancias líquidas
existencia de «zonas francas», llamadas «cataplus», donde
de consistencia viscosa. De Oriente también se importaban
las grandes ciudades portuarias mediterráneas sometían a
vajilla fina o recipientes de cocina, aunque en un porcentaje
control y fiscalidad todo producto que entraba y salía del
menor y básicamente a núcleos urbanos costeros.
reino de Toledo. Entre los productos de fuera de la Península
La influencia comercial y cultural del Imperio bizanti-
detectados arqueológicamente, encontramos aceite y vino
no es notable y aún no se ha calibrado del todo. Tenemos
que procedían del continente africano, que eran transpor-
constancia, por ejemplo en el arte cristiano, de los bronces
tados mediante grandes y pequeños contenedores anfó-
litúrgicos (jarras, incensarios o polycandelon) o piezas de
ricos como los ejemplares completos de Punta de l’Illa o
mármol (frontales de altar, páteras, morteros). Incluso, en
los incompletos de València la Vella y Valentia. Por rutas
la recuperación de ponderales o pesos y balanzas con ins-
independientes también llegaban otros productos básicos
cripciones, como la recuperada en el núcleo fortificado del
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Puntal del Cid, en Almenara (Castellón). En estas transac-
ros con visera, boles carenados y botellas. También eviden-
ciones comerciales conocemos la llegada de mercancías
ciamos ciertas producciones utilitarias que llegan a tierras
de lujo, metales preciosos, lingotes de vidrio, mármoles,
valencianas de regiones más alejadas, ollas globulares y/o
tejidos, etc. Incluso comercio de esclavos desde Marsella.
cazuelas con el borde triangular que empiezan a ser docu-
En contrapartida, las fuentes de la Hispania visigoda nos
mentadas tanto en Gerona, Barcelona y/o Tarragona.
dicen que podrían continuar exportando salazones, acei-
La entrada en el escenario mediterráneo de una nue-
te, vino, cereales, etc. En todo caso, este comercio se de-
va superpotencia en alza, el califato árabe, comportó una
bía efectuar en botas de madera, botas de piel o sacos y,
pugna por el control del mar y las rutas de comercio de lar-
por tanto, no podemos cuantificar su relevancia. Tarraco,
ga distancia entre este y el Imperio bizantino. Poco a poco,
Dertosa, Valentia, Portus Sucronensis, Portus Ilicitanus o
los árabes fueron conquistando amplias zonas del espa-
Carthago Nova serían puntos fundamentales de entrada
cio bajo dominio constantinopolitano, lugares esenciales
y redistribución de bienes de consumo, que se convertían
para el suministro y la distribución de productos alimen-
en escalas portuarias en un mercado global mediterráneo
tarios y de lujo, como Palestina, Siria, Egipto y Cartago.
que se debía encontrar bajo el control bizantino, y donde
Aunque las exportaciones de estas áreas conquistadas
la presencia de colonos foráneos debía ser una constante.
continuaron navegando por el Mediterráneo entre los si-
En paralelo al comercio exterior había un comercio
glos vii y viii, las documentamos con unos niveles cada
interregional, que estamos empezando a descubrir, muy
vez más reducidos y en puntos costeros geoestratégicos.
activo entre los diferentes puertos de la ribera mediterrá-
Al mismo tiempo, la Administración bizantina poco a poco
nea. Se comerciaba vino contenido en ánforas de peque-
hubo de reorientar sus principales canales de suministro
ñas dimensiones, de procedencia regional o local, que re-
hacia zonas más próximas a Constantinopla, como el mar
producen modelos anfóricos conocidos en otras zonas del
Negro, el Egeo y el Adriático, y eso podría explicar un cierto
Mediterráneo. Estas, no solamente se detectan en tierras
desabastecimiento de las tierras occidentales. A lo largo
valencianas sino que se empiezan a documentar en pun-
de los primeros decenios del siglo viii empiezan a desa-
tos alejados como Cartagena, las Islas Baleares, Tarragona
parecer de nuestro registro arqueológico los indicadores
o Barcelona. La cerámica común y de cocina tenía un espa-
ceramológicos indispensables para reconstruir las diná-
cio comercial mayoritariamente local o regional; su estudio
micas económicas y las rutas comerciales operativas en
denota unas características morfológicas y de fabricación
aquel momento. La nueva potencia en la península ibéri-
comunes que nos reflejan una cultura artesanal compar-
ca iniciará una nueva gestión del intercambio a gran esca-
tida. Aunque quizá había diferentes alfarerías según las
la de difícil detección en la actualidad, pero, sin embargo,
zonas, abundan entre las diversas regiones cazuelas de
priorizó unas nuevas rutas comerciales asociadas a sus
borde invasado, ‘ollas de perfil en «S»’, hervidores y morte-
necesidades, prácticamente, hasta el siglo x.
Economía productiva, sociedad y comercio. E. Huguet, J. M. Macías, F. Rodríguez, M. Rosselló
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La moneda
del Reino visigodo (c. 420-714)
Ruth Pliego
Universidad de Lisboa
La presión ejercida en las fronteras por los llamados pueblos bárbaros fue sin duda uno de los factores que más influyeron en la configuración de las fases más avanzadas del
Imperio romano, que contribuyó de manera decisiva a su
posterior fragmentación y caída. Los acontecimientos que
se sucedieron desde que los visigodos atravesaron el limes
romano en 376, les llevaron a protagonizar episodios destacados como la batalla de Adrianópolis (378) y el saqueo
de Roma (410). Tras servir como foederati del emperador
en su lucha en la península ibérica contra los grupos bárbaros que habían atravesado los Pirineos en el año 409, se
convirtieron en el primer pueblo que consiguió establecerse dentro de las fronteras del Imperio desarrollando, en el
sur de Francia, el reino de Tolosa (c. 418-507).
◁ [arriba] Tremís de Leovigildo con leyenda
Rex Inclitus (Tesoro de Mérida, CSIC).
[centro] Tremís de Leovigildo de Toleto con
tipo de Victoria-cigarra (Col. Particular).
[abajo] Tremís de Leovigildo de Reccopolis
(Tesoro de Mérida, CSIC).
La moneda visigoda desde las acuñaciones tolosanas
hasta Achila I
Los visigodos estarían habituados al concepto del
dinero y al uso de la moneda, puesto que su relación
con los romanos venía de lejos. No obstante no debió
de ser hasta el reinado de Teodorico I (418-451) cuando
comenzaron a emitirse las primeras monedas visigodas.
Estas primeras acuñaciones imitaron la moneda oficial
romana, por lo que no solo se copió la leyenda de estas monedas, incluido el nombre y título del emperador,
sino también sus tipologías. Siguiendo dichos modelos los anversos de sus sólidos fueron ocupados por el
busto del emperador vigente y los sucesivos reversos
elegidos muestran al propio emperador en actitud victoriosa, ya sea sobre un cautivo o sobre una serpiente
con cabeza humana. No obstante, la tipología preferida
para los sólidos de imitación fue la del emperador con
vestimenta militar, en anverso, y Victoria con larga cruz,
en reverso, que se mantuvo sin cambios hasta que esta
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denominación dejó de acuñarse poco antes del reinado
de Leovigildo. De esta primera etapa se conocen sólidos
a nombre de los diferentes emperadores occidentales,
desde Honorio a Libio Severo, y de los orientales, desde
León I a Justiniano I.
En esta primera fase (c. 420-c. 568) no solo se acuñaron sólido sino también algunas silicuas y sus divisores
—generalmente a nombre de Honorio—, y siguiendo la
tendencia que venía produciéndose en el Imperio desde
principios del siglo V, los visigodos también acuñaron tremises. La tipología más habitual que usaron los visigodos
para sus tremises de imitación fue la que presenta una
cruz dentro de láurea en el reverso, que se corresponde
con la tipología más extendida de los tremises oficiales occidentales. No obstante, a diferencia de lo que se
ha comentado respecto al sólido, los visigodos, desde
muy pronto, comenzaron a introducir novedades en lo
que respecta a la tipología del tremís. Estas novedades
no van a responder a la creación de nuevos tipos sino a
[arriba] Tremís visigodo de Teodorico II o Eurico a nombre de
Libio Severo (461-465). Bibliothèque National de France, París.
[abajo] Tremís visigodo de Alarico II a nombre de Anastasio
(British Museum) y tremís de Leovigildo ant. 579.
Archivo Municipal de Sevilla.
la elección de los mismos, produciendo emisiones que
dejarán de seguir los prototipos de las denominaciones
romanas contemporáneas. Es lo que sucede con los tremises visigodos con reverso de Victoria con larga cruz,
que carece de prototipo oficial para esa denominación.
Conocemos tremises visigodos con esta tipología a nombre de Valentiniano III, Libio Severo, Zenón y Basiliscus.
La relevancia de dicha tipología para los visigodos es evidente puesto que, como se ha visto, también es la preferida para los reversos de sus sólidos. En nuestra opinión,
la elección de esa tipología propia de Gala Placidia podría
venir a recordar la vinculación del pueblo visigodo con el
186 /
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Imperio romano a través de la unión matrimonial de la
Los primeros pasos de la moneda visigoda hispánica
emperatriz con Ataúlfo (414), en un intento de legitimar la
(c. 568-584)
preeminencia visigoda con respecto al resto de los pueblos bárbaros.
Durante el reinado de Leovigildo se asistió a toda una
serie de cambios que incluyeron importantes innovacio-
A diferencia de esa discreta innovación, la trans-
nes y que, analizadas globalmente, dan la sensación de
formación más significativa en la moneda visigoda de
que la monarquía estuviera tanteando diferentes posibi-
la etapa tolosana tuvo lugar en el reinado de Alarico II
lidades hasta dar con la moneda formalmente adecuada
(484-507), cuando la tipología de la Victoria con palma y
para sus necesidades. En la práctica, pudiera ser que esos
corona se impuso con exclusividad en los tremises visi-
tanteos no respondieran más que a la falta de capacidad
godos extendiéndose hasta el reinado de Leovigildo (c.
de adaptar de manera efectiva las indicaciones del rey
568-586). Ésta además tuvo un gran éxito y su imitación
entre los distintos talleres que debían estar produciendo
por otros pueblos, fundamentalmente burgundios y
moneda hasta la fecha. Pero es evidente que la opinión
francos, y supuso un avance importante en el panorama
del monarca durante este periodo experimentó cambios
monetario bárbaro. Asociada tal como su nombre indica
importantes que fueron decisivos en su concepción insti-
a las victorias militares, no parece que su representación
tucional que también se reflejaron en la moneda, del que
tuviera un gran significado para los visigodos, puesto
el asunto religioso era el más destacado.
que se observa como va sufriendo una paulatina evo-
Debió ser poco antes del reinado de este monarca
lución que la va asimilando a un insecto, de ahí que se
cuando el sólido dejó de acuñarse, puesto que no se co-
la denomine tradicionalmente «serie de la cigarra», o de
nocen sólidos a nombre del emperador Justino II (565-
la «Victoria-cigarra». Recientemente, hemos señalado
578). En lo que respecta a los tremises, en los anversos
que esta representación pudo haber sido intencionada,
se seguirá usando el busto del emperador tocado con el
apelando a la cigarra como un elemento iconográfico
stephanos o banda perlada, mientras la Victoria-cigarra
conocido entre las gentes del periodo de las grandes mi-
de los reversos llegó muy evolucionada al reinado de
graciones. Por nuestra parte consideramos que los visi-
Leovigildo (c. 568-586). Esta denominación va a experi-
godos eligieron esta tipología entre el repertorio icono-
mentar una doble evolución que debe ser entendida en
gráfico romano, por ser una tipología propia de Valente,
el contexto de la Guerra Civil (579-584) mantenida por
el emperador que abrió las puertas del Imperio en el
Leovigildo con su hijo y primogénito, Hermenegildo, y los
año 376 permitiéndoles asentarse en la entonces aban-
distintos ámbitos de ocupación y actuación de cada uno
donada provincia de Tracia. Sería por tanto otra alusión
de los bandos en la península ibérica.
a su largo pasado vinculado al Imperio y su legitimidad
como herederos.
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
En el año 579, Hermenegildo, convertido al catolicismo en la ciudad de Hispalis donde ejercía de gobernador
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[page-n-190]
incluye claramente en la otra emisión: «Ermenegildi Rex
Inclit(us)». La tipología de los reversos es en ambos casos
la Victoria-cigarra. Aunque considerada por la investigación como un pretexto que ocultaba las ansias de poder
de la facción de Hermenegildo, la diferencia de credos,
católico frente a arriano, habría podido ser utilizada como
la causa belli de dicho conflicto e influir decisivamente en
estas insólitas alusiones religiosas. Se conocen muy poTremís de Hermenegildo (British Museum).
cos ejemplares a nombre de Hermenegildo y aunque en
los últimos años han aparecido dos nuevas piezas de la
tipología con leyenda religiosa, solo se conoce la mone-
de la Bética, se rebeló contra su padre, el rey Leovigildo, e
inició un conflicto que duró varios años y que supuso importantes cambios a todos los niveles. La amonedación
visigoda va a experimentar cambios notables tanto en lo
que respecta a la tipología como a las leyendas. Con relación a estas últimas, si hasta el momento habían sido imitadas, con más o menos fidelidad, tanto el nombre como
la titulatura imperial en sólidos y tremises y, por tanto,
la alusión al poder continuaba haciendo referencia al
emperador, durante el reinado de Leovigildo se comenzó
a incluir el nombre del monarca visigodo. Sin entrar a discutir si fue a iniciativa del rey legítimo o bien del rebelde
Hermenegildo, lo cierto es que las dos emisiones conocidas de este último incluyen su nombre en las leyendas.
En una de ellas, tal vez la primera cronológicamente
hablando, Hermenegildo grabó un mensaje claramente
religioso: «Ermenegildi Regi A Deo Vita», tradicionalmente
interpretado como ‘Dé Vida Dios al Rey’. Si bien se ha propuesto que el término Regi sería Regia y que aludiría a la
ciudad de Hispalis y no a Hermenegildo, el título Rex sí se
188 /
da del British Museum, puesto que el conservado en el
Museo Arqueológico Nacional se perdió durante la guerra
civil española (1936-1939).
Aparte de la indudable novedad que suponen las
emisiones del rebelde Hermenegildo, fueron sin embargo las del rey legítimo, las que presentan mayores innovaciones. Las más destacadas vienen de la mano de
las leyendas en la ya mencionada sustitución del nombre del emperador por el suyo propio —Leovigildus Rex
Inclitus—, presentando varias combinaciones que muestran siempre la tipología de reverso: Victoria-cigarra. Por
otro lado, se produjeron otras dos novedades importantes: por una parte, se adoptó, para los reversos, la recién
estrenada tipología de la cruz sobre gradas, introducida
por el emperador Tiberio II (578-582); por la otra, se comienza a incluir el nombre de ceca en los reversos de las
monedas, algo que se convirtió en una de las características más representativas de la amonedación visigoda
frente a la de otros pueblos, que llegaron a acuñarse casi
en un centenar de ellas.
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Si, hasta fechas relativamente recientes, la victoria
el marco del conflicto habido con su hijo Hermenegildo,
de Leovigildo sobre su rebelde hijo en Emerita, en el año
la moneda visigoda quedó sistematizada de manera con-
582 —según el testimonio de la obra Vidas de los Santos
tundente a todos los niveles: tipológico, con el busto de
Padres Emeritenses— podría considerarse el momento
frente del monarca tanto, en el anverso como en el rever-
en el que se debieron de materializar ambas innovacio-
so; epigráfico, con leyendas centradas en el eje vertical y
nes monetarias en los reversos —tipo cruz sobre gradas
un claro mensaje: nombre del monarca y título Rex para
y ceca—, la existencia de un ejemplar híbrido, con esa ti-
el anverso, epíteto real y nombre de ceca en el reverso,
pología de reverso y la leyenda habitual de «Rex Inclitus»
y metrológico, pues la nueva tipología llevó aparejada el
para las emisiones con Victoria-cigarra en lugar de ceca,
abandono del patrón bárbaro cuyo tremís pesaba 1,30 g,
hablaría de una simultaneidad en la adopción de estas
para adecuarlo al oficial romano-bizantino de 1,516 g.
novedades. De igual forma, también muy recientemente,
Esta última reforma monetaria de Leovigildo marcaría la
hemos tenido la oportunidad de estudiar un ejemplar con
producción monetaria visigoda batida posteriormente,
tipo de reverso Victoria-cigarra, que sin embargo incluye
hasta el punto de que el estilo monetario estandarizado
el nombre de la ceca, Toleto, y que confirma la existencia
impuesto entonces, se convirtió en un rasgo característico
de una pieza similar mencionada ya por el padre Flórez.
del Reino visigodo, muy diferente a la amonedación que
Por otro lado, la respuesta monetaria del airado pa-
mostraron otros pueblos.
dre a la leyenda religiosa de Hermenegildo, también tuvo
La moneda resultante de esta última reforma de
alusiones cristianas. Ello se observa no solo en la citada
Leovigildo se desarrolló prácticamente sin cambios hasta
adopción de la cruz sobre gradas para sus reversos, sino
el reinado de Chindasvinto (642-649). Se trata de un perio-
también en el rosario de leyendas que graba en sus acu-
do de relativa homogeneidad en el que la tipología básica
ñaciones a medida que va obteniendo victorias sobre las
del busto de frente continuó inspirándose en la iconogra-
ciudades aliadas a la causa de Hermenegildo. Así: «Cum
fía romana. En este sentido, es evidente que uno de los
Deo Roda», «Cum Deo Italica» y «Cum Deo Optinuit Spali».
rasgos que los visigodos quieren plasmar en sus mone-
Leovigildo utilizó la asociación de la cruz sobre gradas y
das fue precisamente su romanitas, aspecto que, como
el nombre de ceca al menos en nueve ciudades más, así
se ha visto, es posible rastrear incluso en la elección tipo-
en: Barcinona, Cesaragusta, Tirasona, Reccopolis, Toleto,
lógica de las acuñaciones de la etapa tolosana. De hecho
Elvora, Emerita y Elissa.
Leovigildo no solo adoptó temporalmente la cruz sobre
gradas de Tiberio II para los reversos de una de sus series,
La estandarización de la moneda visigoda (c. 584-649)
sino que, en su reforma definitiva, el busto del monarca
Hacia los últimos años del mandato de Leovigildo,
fue tocado con la stemma ‘corona cerrada’, también in-
probablemente tras la reconquista de Córdoba c. 584, en
troducida por el mismo emperador. No obstante, si bien
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
/ 189
[page-n-192]
tamos iconográficos imperiales y creación tipológica, es
una característica que va a ser más evidente en la fase que
inaugura el reinado conjunto de Chindasvinto y Recesvinto,
y que se extendió hasta el final del periodo visigodo. Así,
mientras ese reinado, y sobre todo el de Recesvinto en solitario, estuvo marcado por la vuelta a los modelos clásicos de época de Leovigildo —incluida su efímera tipología
de cruz sobre gradas, y que ya no abandonaría los reversos
hasta el fin del periodo—, en esta última etapa monetaria
Tremís de Leovigildo de Toleto (American Numismatic Society).
se produjeron importantes transformaciones.
Muchas de estas tuvieron lugar a partir del reinado de
Wamba (672-680), cuando además el nivel de esquemati-
es cierto que los visigodos adoptaron tipos romanos para
zación de los tipos alcanzó cotas extraordinarias. Su reina-
sus acuñaciones, la simplificación técnica de los mismos
do está considerado como el momento álgido en el que
es tan acusada que da como resultado un estilo propio
el carácter sacro de la monarquía se hace más evidente y
y característico, enormemente simple, directo y parco. A
que conocemos gracias a la Historia Wambae de Julián de
pesar de ello sus elementos no dejan de ser reconocibles
Toledo († 690). En toda esa obra se advierte el origen divi-
y muestran un destacado sentido de la proporción en el
no de la realeza basado en la doctrina bíblica de la misma,
que cada elemento ocupa su lugar. Por otro lado, al mis-
uno de cuyos aspectos es el ceremonial de la unción real
mo tiempo que se adoptan los tipos romanos, no se les
adoptada por la monarquía visigoda que toma como mo-
puede negar un sentido tremendamente creativo que in-
delo la unción del rey David. Debemos hacer hincapié, por
cluso es evidente en la etapa que se extiende hasta el rei-
un lado, en que la descripción de Julián de Toledo sobre
nado de Chindasvinto, en la que, sobre la homogeneidad
la unción de Wamba se convierte en la primera narración
impuesta por el busto de frente, se observa un intento de
sobre unciones reales en toda la Europa occidental, lo que
dotar de personalidad regional a las acuñaciones.
influyó en la adopción de este ritual por otros poderes,
principalmente el carolingio; por el otro lado, es destaca-
El despegue de la moneda visigoda: desde mediados
do que se puede rastrear el simbolismo de esta teoría polí-
del siglo VII hasta el final del Regnum
tico-religiosa en el repertorio monetal de Wamba.
La mencionada dicotomía entre tradición e innova-
En efecto, es a partir de este monarca cuando los
ción, que en la práctica se traduce en la existencia de una
símbolos de la realeza se muestran de manera más evi-
indiscutible dualidad en la moneda visigoda entre prés-
dente en las monedas, simbolismo que adquiere todo su
190 /
[page-n-193]
sentido en el contexto de un acontecimiento como pudiera ser la unción real de Wamba en Toleto, en el año 672 o
673, o con su victoria militar sobre Paulo, en el año 673.
En este periodo se vuelve a mirar al Imperio y se adoptan
ahora los nuevos modelos oficiales bizantinos vigentes.
La corona cerrada, la stemma, introducida en tiempos de
Leovigildo, se hace más detallada, a veces rematada en
pequeñas esferas o en una cruz. Pero también aparecen
profusamente otros símbolos como el cetro —o cruz procesional— o la flor de lis, tanto en las leyendas como en
la tipología, y que está repleta de simbolismo relacionado
con Jesucristo y, por tanto, con la realeza bíblica. No es
Anverso de tremís de Wamba de Toleto
(Kung. Myntkabinettet Nationalmuseum, Stockholm).
casualidad que fue también a partir de Wamba cuando
se adoptó el «In nomine Domini» —abreviada de distintos
modos y separadas en la mayoría de los casos por glóbu-
rente. Si, en el caso del Cristo en majestad, contamos con
los— como fórmula de inicio de las leyendas de anverso.
el relieve de la iglesia de Quintanilla de las Viñas (Burgos)
En este interés por mostrar el carácter sacro de la
como prototipo presente en otra manifestación artística,
monarquía, en tiempos de Ervigio (680-687) tuvo lugar
la ceca de Ispali cuenta entre las tipologías usadas por
una importante innovación tipológica que se sumó al
este monarca una que se asemeja a la figura representa-
repertorio monetario visigodo: el Cristo en majestad,
da en la Placa de las Tamujas (Malpica, Toledo). Como se
que aparece con un nimbo cruciforme que surge de su
observa en la figura 10, el cabello adopta la misma forma
cabeza. Considerando que los bizantinistas tienen datos
que el de la figura de la placa e incluso el manto que vis-
para afirmar que esta tipología solo fue introducida en
te el personaje es del todo atípico comparado con el que
la amonedación bizantina en el segundo mandato del
muestran los bustos reales.
emperador Justiniano II (685-695; 705-711), poniéndola
Se observa, por tanto, un avance hacia la creación
en relación con el canon 83 del concilio de Trullo de 692,
tipológica monetaria que es más que evidente en los
es posible considerar a Ervigio como el primer monarca
últimos reyes visigodos: Roderico y Achila II. La Crónica de
de la cristiandad en utilizar la iconografía de Cristo pan-
754 cuenta que, a la muerte de Witiza (710), hubo un inte-
tocrátor en sus amonedaciones. Recientemente hemos
rregno de varios meses en el que Hispania debió sumir-
planteado que tal vez haya otra representación de Cristo
se en una situación caótica hasta que Roderico accedió
en el repertorio de Ervigio, aunque en una actitud dife-
al trono, probablemente a través de un procedimiento
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
/ 191
[page-n-194]
ilegal, a la vista de las palabras que utiliza el autor de dicha crónica. Este hecho debió provocar el estallido de
una guerra civil contra otro grupo de la nobleza, tal vez
partidario de colocar en el trono a alguien perteneciente
al linaje de Witiza o de su facción. Lo cierto es que muy
probablemente Roderico no pudo hacerse con todo el territorio del reino de Toledo, lo que explicaría la existencia
de un reinado independiente en el noreste de la península ibérica y Narbona, bajo Achila II.
Las escasas monedas conocidas de Roderico (711)
muestran el busto del monarca tocado con una original
corona apuntada con dos cuernos. Curiosamente contamos con una representación de Roderico casi contemporánea en un fresco que decora los baños omeyas de Qusayr
‘Amra, en el desierto de Jordania, datada entre 720 y 724,
años del gobierno de Yazid ibn Abdal Malik. En ese fresco, Roderico aparece junto a personalidades importantes
[arriba] Anverso de tremís de Ervigio de Emerita (Kung.
Myntkabinettet Nationalmuseum, Stockholm). Relieve de Cristo
en majestad, Iglesia de Quintanilla de las Viñas (Burgos).
[abajo] Placa de las Tamujas (Malpica, Toledo) y anverso de
tremís de Ervigio, de Ispali.
como el propio emperador bizantino, el negus de Abisinia y
Cosroes, rey de los sasánidas. En otro testimonio algo posterior se representan a varios monarcas visigodos con un
tocado muy similar al que muestra Roderico en sus acuñaciones. Se trata del Códice Vigiliano o Albeldense, conservado en la Biblioteca del Escorial y datado hacia el siglo X,
que, exceptuando las monedas, incluye la representación
más antigua de los reyes visigodos.
También alguna de las tipologías monetarias de
Achila II resulta sorprendente. Este monarca es conocido exclusivamente por una versión del Laterculus Regum
Visigothorum además de por sus acuñaciones en varias cecas de la Tarraconensis —Cesaragusta, Gerunda y
Tarracona— además de en Narbona. Las tipologías utili-
192 /
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Tremís de Roderico, de Egitania
(Museo de Conimbriga).
Tremís de Achila II, de Narbona
(Museo Arqueológico Nacional).
zadas son las propias de la moneda anterior característica
de esa provincia, a excepción de una de ellas, de Narbona,
en la que parece representarse un águila. Si nuestra percepción es acertada, se trataría no solo de una tipología
sin precedente sino de la misma concepción parlante del
tipo que demostraría que la moneda de los momentos
precedentes al fin del Reino visigodo comenzaba a tomar
un rumbo muy alejado de los modelos imperiales.
***
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
En resumen, lejos de ser imitativa, homogénea y repetitiva, creemos haber mostrado que la moneda visigoda
cuenta con una rica y variada iconografía monetal. Aunque
trata de manifestar su romanitas, sobre todo en las primeras acuñaciones tolosanas, y es evidente su mirada al repertorio iconográfico del Imperio, dicha mirada no se traduce en fieles copias, sino que se observa una adaptación
en la que la propia técnica da paso a un estilo propio muy
característico. Por un lado lado, su inspiración romana no
es extendida en el tiempo y aunque renovada en época de
Wamba, esto se produce al mismo tiempo que la innovación tipológica, evidente en tiempos de Ervigio. Por otro
lado, tanto el tocado bicornio de Roderico, como la posible
elección de un tipo parlante para una emisión narbonense
de Achila II, da muestras de que la moneda visigoda trataba
de consolidarse en su especificidad y a ella se dirigía justo
antes de la conquista omeya de 711.
/ 193
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Las cecas visigodas
del territorio de Valencia
Albert Vicent Ribera i Lacomba
ICAC
Los primeros hallazgos de monedas visigodas en el
País Valenciano
Con el nuevo contexto político-militar originado por
la llegada del ejército de Justiniano, coinciden, no casualmente, los primeros hallazgos seguros de moneda
visigoda en el territorio valenciano. La nueva coyuntura
política y territorial explica, a partir de este momento, la
presencia de contingentes godos por estas tierras para
impedir la expansión bizantina hacia el norte y controlar
directamente un territorio que hasta el momento sólo les
pertenecería nominalmente.
No debe ser ninguna casualidad que las primeras
monedas de filiación visigoda que se encuentran por la
zona valenciana se daten en el reinado de Leovigildo,
que fue cuando debió consolidarse el dispositivo fronterizo tras la ocupación fáctica de este territorio por el
◁ Tremís de Gundemaro acuñado en Saguntum.
Colecció Vidal Valle. numisdata.org
vigorizado reino de Toledo. De la ciudad de Valencia procede un tremís de imitación de modelos bizantinos de
Justiniano, hallado por el profesor M. Tarradell en la plaza
de la Reina (Valencia), semejante a otros hallados en las
excavaciones de Barcino o Caesaraugusta o en el tesoro
de Recópolis (Zorita de los Canes, Guadalajara), por citar
sólo algunos de los encontrados en trabajos arqueológicos controlados. Más abundantes y significativos, aunque
menos conocidos, son los numerosos hallazgos de estos
mismos tremises, burdas imitaciones de las series de los
emperadores bizantinos Justiniano y Justino II, que se
realizaron esporádica pero continuamente en la localidad
de Alcàsser, entre 1930 y 1950. Este extraordinario hallazgo ha sido muy citado desde casi el mismo momento de
su aparición y se cita tanto como el «tesoro bizantino de
Alcàsser» como el «tesoro de Valencia». La mayor parte de
estas monedas se vendió indiscriminadamente. Sólo se
han podido estudiar recientemente cuatro piezas. Otras
dos, engastadas en sendos anillos, se han podido ver y
/ 195
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S E D E S E P I S CO PA L E S
Y CECAS
Sede episcopal y cecas
Sede episcopal
Ceca
Ilustración: Espirelius.
196 /
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fotografiar, pero su estado actual impide completar su
donde se ha localizado un gran asentamiento fortificado
descripción. Otras cuatro se conocen por fotografías de
del siglo VI, Valencia la Vella, encajaría perfectamente en
un estudio anterior. En conjunto, todas se ajustan a los
un entramado militar fronterizo. En este yacimiento, en
mismos tipos: imitaciones de monedas de Justiniano I y
curso de excavación, ya han aparecido dos de estos tre-
Justino II. Comentarios de testigos visuales, hablan de la
mises de Leovigildo y muchos pequeños bronces, como
presencia de algunas monedas de oro más grandes que
se puede ver en otro capítulo de esta obra.
Del interior de la provincia de Valencia, en Osset
estos tremises, pero no se ha conservado ninguno de estos posibles sólidos.
(Andilla), se conoce otra referencia al hallazgo, en 1895,
Llama la atención la posibilidad de que bastantes
de monedas visigodas que habrían aparecido en el inte-
de estas piezas se hallaran dentro de jarritas relacionadas
rior de dos jarras de cerámica, sin que haya constancia de
con contextos funerarios de este yacimiento, fenómeno
más detalles sobre su número y las circunstancias de este
no habitual pero de ninguna manera exclusivo, como se
descubrimiento.
atestigua en las ofrendas de monedas en las necrópolis visigodas de Duratón (Segovia) y Sant Julià de Ramis
Las primeras emisiones visigodas en el País Valenciano
(Girona). De las nueve monedas conocidas, y las que en su
Poco después del reinado de Leovigildo, al que re-
día llegara a ver Pío Beltrán, que solo menciona estas imi-
cientemente se le ha atribuido una moneda supuesta-
taciones, se deduce que habría que fechar el conjunto de
mente acuñada en Valentia, considerada una falsifica-
Alcàsser en un momento anterior al tesoro de Recópolis,
ción por Miles, empezarían a funcionar cecas visigodas
donde, junto a estas mismas monedas, ya aparecen las
en el País Valenciano. Dos de las tres que se conocen,
primeras acuñaciones a nombre de Leovigildo. En todo
Saguntum y Valentia, están, al mismo tiempo, muy cerca
caso, para Alcàsser, siempre estaríamos en los primeros
entre sí y muy alejadas de los otros centros emisores. Los
años del reinado de Leovigildo (573-586), como es fácil
más cercanos serían Dertosa, que sólo acuñó en tiempos
deducir por la fecha de las imitadas monedas de Justino II
de Recaredo, y Tarraco, al norte; Recópolis y Toletum al
(568-572) y de la coexistencia en Recópolis (fundada en
oeste, y Aorariola, al sur. Tipológicamente, estas escasas
578), de estos mismos tremises con los primeros que acu-
primeras emisiones visigodas de la zona valenciana se
ñó Leovigildo a su nombre. El mismo topónimo, de raíz
encuadrarían entre los tipos de la Tarraconense.
islámica, que hace referencia a un importante lugar fortificado, indica el carácter defensivo del lugar.
La primera moneda conocida que emitieron los visigodos en tierras valencianas es un tremís de Gundemaro
La ubicación de Alcàsser, a doce kilómetros al sur de
(609-612) acuñado en Saguntum, hallado en Barcelona
Valencia, junto a la vía Augusta y una ruta hacia el inte-
y conservado en el Gabinet Numismàtic de Catalunya.
rior, que la comunica fácilmente con la zona de Riba-roja,
Durante el siguiente reinado, el de Sisebuto (612-621),
Las cecas visigodas del territorio de Valencia. Albert Vicent Ribera i Lacomba
/ 197
[page-n-200]
Tremís de Chintila acuñado en Valentia. Colección Vidal Valle.
numisdata.org
Tremís de Suinthila acuñado en Valentia. Colección Vidal Valle.
numisdata.org
esta misma ceca continuaría funcionando, de la que se
conocen, por lo menos, dos ejemplares.
La ceca de Valentia acuñó durante el siguiente reinado, el de Suintila (621-631). De esta serie sólo se conocía un ejemplar, cuyo hallazgo, en el edificio de la
Universidad, en 1844, en contra de lo que suele ser habitual en estos casos, fue bien documentado, a pesar de
su carácter fortuito. Presenta el busto del rey de frente, a
ambos lados, con la leyenda que lo rodea. El diseño se corresponde con los tipos propios de la Tarraconense. Hay
otra pieza en la Colección Vidal Valle.
El otro ejemplar que se conoce de este periodo es
del corto reinado de Chintila (636-639), que presenta el
mismo esquema que el anterior, el busto de frente en
las dos caras, pero con el tipo propio de la Lusitania o
Gallaecia, lo que ha hecho pensar en otra ceca con el mismo nombre o que sea una falsificación.
Recientemente se ha conocido que Orihuela
‘Aorariola’ también acuñó durante el reinado de Sisebuto.
De esta nueva ceca sólo se conoce este ejemplar.
Esta rareza numérica, ya que las piezas conocidas
son prácticamente únicas, procede de hallazgos aislados y nunca se encuentra en los tesoros de esta época.
Su acuñación, en muy pocos reinados, hace de ellas unas
series muy minoritarias, bien diferenciadas de las grandes
urbes acuñadoras, que lo hacen en cantidad y en quince o más reinados: Toletum, Tarraco, Hispalis, Emerita,
Caesaraugusta y Corduba.
Si prestamos atención al primer período en que funcionaron estas cecas, se observa que se agrupan en un
momento muy concreto: el primer tercio del siglo VII, con
los reyes Gundemaro y Sisebuto en Saguntum; Suintila y
Chintila en Valentia, y Sisebuto en Aorariola, lo que coincide plenamente con la etapa del conflicto bizantino y con
las campañas visigodas que consiguieron la expulsión de
los imperiales. Solamente la emisión de Chintila se sale
de este esquema, pero por muy pocos años.
La extrema escasez de ejemplares da poco margen
para comprender el entorno de estas acuñaciones. Parecería
que Valentia sustituyera a Saguntum a partir de Suintila, lo
198 /
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que coincide con el retroceso de las posiciones bizantinas
incapacidad de reacción en Occidente cuando en Oriente
tras las campañas de Sisebuto, que posiblemente redujeron
luchaba por su supervivencia.
la presencia imperial a Cartagena y sus alrededores.
Otra posibilidad, que no excluye la anterior, es que
en la zona elevada del castillo se instalara una guarni-
El contexto de las emisiones de inicios del siglo VII
ción tan importante como para disponer de un taller
De la Saguntum del siglo vii apenas se conoce otra
monetario. En la Ciudadela, se ve un potente muro cons-
cosa que estas emisiones monetarias, pero de los siglos V
truido con profusión de fustes de columnas romanas,
y VI tampoco hay muchos datos, como no sean de carác-
muy al estilo tardoantiguo, que podría corresponder a
ter negativo, ya que en los inicios de la sexta centuria se
esta época.
abandonó el antiguo puerto romano del Grau Vell. Tras
Por el contrario, la realidad arqueológica de Valen-
su etapa ibérica y romana, la urbe saguntina experimen-
cia para este período es bastante abundante y deja po-
tó un retroceso, plasmado en la pérdida de su nombre,
cas dudas de su gran importancia como centro urbano
que aparece transmutado en el período medieval en
y sede episcopal, algo que ya se percibía a través de las
«Morvedre», derivado de murus vetus.
fuentes históricas, que son relativamente presentes para
Corroborando este magro panorama histórico, la
el siglo VI. Tras las diversas menciones del episcopado
arqueología confirma esta pérdida de categoría urbana,
de Justiniano, que fallecería hacia el 550, Valentia apa-
avalada por su exclusión de la categoría episcopal. El res-
rece citada por Juan de Biclaro como uno de los luga-
tablecimiento de esta ceca, en los sucesivos reinados de
res en que fue encarcelado Hermenegildo tras su fraca-
Gundemaro y Sisebuto, se debe relacionar con la creación
sada rebelión en la Bética y antes de ser ejecutado en
en este momento de una flota destinada a asediar una im-
Tarragona en el 585. Este episodio ilustra que la ciudad
portante plaza bizantina de la zona (¿Dianium?) e intentar
no sólo estaba en manos de la corona visigoda, sino
contrarrestar el control naval que los bizantinos ejercían en
que debía ser un núcleo urbano destacado que contaría
todo el Mediterráneo. Sin embargo, la evidencia arqueoló-
con una importante guarnición goda que garantizaría
gica para esta época es prácticamente inexistente.
la seguridad de este ilustre y peligroso prisionero, tal
Tras el reinado de Recaredo, destaca el grave dete-
como sería su papel dentro del entramado defensivo
rioro que para el Imperio supusieron, a partir del 602, la
frente a los bizantinos. En la misma línea estaría la otra
usurpación de Focas, la invasión persa y ávara, y la pro-
referencia, en el reinado de Recaredo, la celebración
clamación de Heraclio en Occidente, que tras larga y ago-
del III Concilio de Toledo, que supuso el abandono del
tadora lucha salvó la situación. No ha de ser casualidad
arrianismo. A este acudieron dos obispos de Valentia:
que la ofensiva visigoda coincidiera con esta grave crisis
Celsino, de nombre latino y cabeza de la antigua co-
del Imperio, que perdería sus posesiones hispanas por su
munidad católica e hispanorromana, y Ubiligisclus, de
Las cecas visigodas del territorio de Valencia. Albert Vicent Ribera i Lacomba
/ 199
[page-n-202]
Tremís de Egica-Witiza acuñado en Saguntum.
Colección Vidal Valle. numisdata.org
antropónimo germánico, que regiría a la entonces ya
numerosa población goda. Esta dualidad episcopal no
es exclusiva de Valencia, ni de Hispania, pero tampoco
es algo que se diera en muchos casos.
Se han constatado obispos arrianos, en el III Concilio
de Toledo, en Lugo, Tuy, Oporto, Viseo, Mérida, Palencia,
Toledo y Barcelona. Salvo las cuatro primeras, todas cercanas y de la zona galaicoportuguesa, el resto son ciudades importantes o están dentro de la zona de fuerte población goda, caso de Palencia. Los cuatro de Gallaecia,
en lo que fue el recientemente anexionado, y católico,
reino suevo, se explicarían por los contingentes asentados para garantizar el control de estos territorios. En esta
200 /
misma área, anteriormente sueva, son muy abundantes
las cecas visigodas.
El contexto general de estas emisiones valencianas
sería semejante al de otras zonas fronterizas del reino
de Toledo, como en las cecas cercanas entre sí de Mave
y Saldania, que fueron pequeños centros fortificados
que vigilaban la cara sur de la cordillera Cantábrica y
que dispusieron de talleres monetarios desde Sisebuto
a Chindasvinto, la primera, y desde Leovigildo a
Chindasvinto, la segunda. Estos pequeños núcleos, en
todo caso, parece que acuñaron más monedas y durante
más tiempo que los de la zona valenciana.
[page-n-203]
Las últimas emisiones visigodas en el País Valenciano
El contexto de las emisiones de finales del siglo VII
A mediados del siglo vii se produjo una considerable
Este paralelismo acuñador de las dos cercanas ciu-
reducción de las cecas visigodas, medida centralizadora
dades parece indicar que ambas cecas funcionarían al
promovida por Chindasvinto y Recesvinto, que afectó prin-
unísono y que los motivos de estas acuñaciones serían,
cipalmente a los talleres monetarios de menor entidad. No
por consiguiente, los mismos. La razón de ser de esta
es de extrañar, pues, que la actividad emisora se paralizara
emisión, que suponemos coyuntural, podría ser muy se-
en la zona valenciana hasta fines del siglo vii, cuando vol-
mejante a la que originó las anteriores: la presencia anó-
vemos a encontrar monedas de Saguntum y Valentia acu-
mala de contingentes militares, a los que iban dirigidas
ñadas por Égica y Witiza, ya conocidos en Valentia pero que
las monedas, movilizados y trasladados por alguna causa
recientemente también se han señalado en Saguntum.
específica. No creemos que tampoco sea ninguna casua-
Tras medio siglo, Valentia volvió a acuñar moneda en
lidad que la nueva etapa de actividad de las dos cecas
época de Égica (687-698), un tremís de oro de poca ley, con
valencianas coincida con la larga estancia en estas tierras
la efigie, muy tosca, del monarca que mira a la derecha y
de Teodomiro, que, hacia el 700-702, durante el reinado
la cruz sobre gradas, de imitación bizantina, en el reverso
conjunto de Égica y Witiza, lo encontramos repeliendo
y la leyenda «VALENTIA P.VS». Volvió a acuñar a nombre de
una incursión naval bizantina. El caso es que en los inicios
este mismo rey y de su hijo Witiza, que gobernaron juntos
del siglo viii, se ha constatado que el litoral de la provincia
entre 698 y 702. En esta ocasión, en el anverso aparecen los
Cartaginense, tras más de setenta años de calma, volvió a
bustos enfrentados de los dos monarcas, con una cruz en
sufrir incidentes bélicos que no tuvieron mayor alcance,
medio y el nombre de Égica. En el reverso se encuentra el
al ser desbaratada la incursión por las tropas visigodas, al
monograma de Valentia y el nombre de Witiza.
mando del referido Teodomiro, que ha trascendido más
Recientemente, se ha comprobado que en Saguntum
también trabajó coetáneamente un taller monetario,
por su papel negociador, tras ser vencido por los árabes
en el 713, que por esta victoria.
al menos durante este mismo corto periodo, el reinado
Las escasas, y bien delimitadas en dos fases, emi-
conjunto de Égica y Witiza. La única pieza conocida se
siones numismáticas de época visigoda realizadas en el
encuentra en una colección particular valenciana y pre-
País Valenciano son un buen ejemplo de las esporádicas
senta el típico bajo contenido áureo de estas emisiones
y numerosas cecas que se abrieron y cerraron coyuntural-
más tardías. Los tipos de anverso y reverso son semejan-
mente por motivos militares a lo largo y ancho de Spania.
tes a la coetánea moneda de Valentia: bustos enfrenta-
Son bien diferentes de los grandes centros que emitieron
dos y el nombre de Égica en el anverso y monograma de
continuamente y en cantidad: Toletum, Tarraco, Hispalis,
Saguntum y nombre de Witiza en el reverso. Estos son los
Emerita, Caesaraugusta y Corduba.
tipos propios de este correinado.
Las cecas visigodas del territorio de Valencia. Albert Vicent Ribera i Lacomba
/ 201
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202 /
[page-n-205]
El duX Tebdemir
y su tiempo
Albert Vicent Ribera i Lacomba, ICAC
Miquel Rosselló Mesquida
Este interesante personaje formaba en su juventud parte
del círculo próximo al rey Égica (687-702). Posteriormente
mandó una flota que derrotó a los bizantinos en una incursión naval. Cuando los árabes llegaron al sur valenciano, les hizo frente con suerte adversa, aunque negoció
un pacto por el que, a cambio de tributos, se mantuvo
como el señor de siete ciudades y de un amplio territorio del sudeste de la península ibérica. Probablemente
fue el último dux, gobernador, visigodo, de la provincia
Carthaginensis marítima, o Aurariola. Seis de estas ciudades se concentran en las actuales provincias de Alicante,
Albacete y Murcia, y la última, Balantala, no se ha identificado con certeza, aunque debe ser Valentia, tanto por la
evidente semejanza toponímica, como por la no excesiva
distancia con las restantes y su pertenencia a la misma
provincia Carthaginensis.
◁ Anagrama con el nombre del propietario del palacio de
Esta asimilación, además, encaja e interrelaciona fácilmente este personaje con el palacio de Pla de Nadal, a
catorce kilómetros de Valencia, donde se ha encontrado
un anagrama y un grafito con un antropónimo semejante a Teodomiro, como se expone en otro capítulo de esta
obra. El refinamiento, riqueza y simbolismo iconográfico
de Pla de Nadal se adapta muy bien con lo que se conoce
de la vida y la personalidad de Teodomiro. Un cronista lo
describió como: «Fuit enim Scripturarum amator, eloquentia mirificus, in praeliis expeditus», lo que retrata la triple
naturaleza de la formación de los visigodos laicos: religiosa, literaria y militar.
Teodomiro también representaría el aumento del
poder de la nobleza frente al rey, en un momento en que
las fuentes reflejan el fracaso de la centralización y de un
estado visigodo fuerte, con los duces provinciales formando una aristocracia protofeudal que concentraba en sus
manos el poder civil y militar.
Pla de Nadal. Foto: Rafa de Luis
/ 203
[page-n-206]
Pla de Nadal. Detalle del momento
de aparición de un fuste de
columna y un capitel durante la
excavación. Archivo Museu de
Prehistòria de València.
Teodomiro, bisagra de dos épocas: guerra y pacto
Las primeras noticias que se conocen de Teodomiro
son de su juventud, en la que fue guardia real, gardingo de
Égica, en 693, y estuvo a punto de perecer en una fallida
conspiración contra el rey. Entre el 700 y 702, en el reinado conjunto de Égica y Witiza, repelió una incursión naval
bizantina, de la que no se conoce su procedencia, aunque
haya opciones, como Septem (Ceuta), las Baleares, Sicilia
o Carthago. El caso es que, en los inicios del siglo viii, se
ha constatado que el litoral de la provincia Carthaginense,
tras más de setenta años de calma, volvió a sufrir incidentes bélicos controlados por las tropas visigodas al mando
de Teodomiro que, paradójicamente, ha trascendido más
por su papel negociador, tras ser vencido por los árabes
cerca de Orihuela, en el 713, que por esta victoria.
204 /
Entre la primera vez que tenemos constancia de
Teodomiro en este territorio, 700-702, y la segunda, 713,
pasó más de una década, lo que lleva a suponer que
este importante dignatario residiría continuamente en
la zona durante ese periodo. Las fuentes islámicas refieren que cuando los árabes llegaron al sudeste de la
península ibérica, en el 713, vencieron a las gentes de
Orihuela, —¿Orta?—, Valencia, Denia y Alicante, y pactaron con su jefe, el mencionado Teodomiro, las condiciones de su sumisión, que dejaba a las autoridades
visigodas con sus funciones y privilegios a cambio de
un tributo anual, en moneda y especie. Poco después,
nuestro personaje tuvo que ir a Damasco con el gobernador árabe Muza y otros prominentes personajes para
entrevistarse con el califa.
[page-n-207]
El territorio del Pacto de Teodomiro
El área que abarcaba este pacto se puede delimitar
a través de las ciudades que se mencionan en él, todas,
menos una, de aceptada identificación: Lorca, Orihuela,
Laqant/Alicante, Mula, B.q.s.ra/Begastri, Iyyuh/Eio/Elo. En
otras versiones se cambia Begastri por Ils/Ilici.
Las dudas se centran en la identificación de B.l.n.t.la/
B.n.tila, que normalmente se trascribe como «Balantala».
Como las restantes se centran en el sudeste, en las actuales
provincias de Murcia, Albacete y Alicante, se consideraba
problemática su identificación con Valencia, aparentemente más alejada de las otras, aunque por la toponímia
sería extraordinariamente convincente y se echa en falta
otra alternativa razonable. Debe ser Valentia, no sólo por
la semejanza toponímica y la no excesiva distancia con las
restantes, sino que, además, y sobre todo, por su común
pertenencia a la misma provincia, la Carthaginensis, con lo
que en conjunto presentan una clara coherencia territorial.
Además, tras los hallazgos de Pla de Nadal, Valencia
es aún más claro que sería esa no localizada Balantala.
Los siguientes argumentos avalarían la identificación:
Pla de Nadal. Grafito de Teudinir.
Museu de Prehistòria de València.
• La coincidencia del topónimo.
• Los hallazgos de Pla de Nadal, en Riba-roja de Túria,
donde, en una villa áulica, propiamente un palacio,
corresponder al mismo personaje, que sería el cons-
de fines del siglo vii, se ha encontrado un medallón
tructor del edificio, el coetáneo y famoso Teodomiro.
de piedra con el anagrama de un «Tebdemir». Estos
• La mención de que las tropas de Valencia lucharan
anagramas, normales en las leyendas monetales
contra los árabes, en 713, junto a las de Alicante,
visigodas, precisamente aparecen en las últimas
Denia, Orihuela y la desconocida Orta, bajo el man-
monedas de la ceca de Valentia y Saguntum. En el
do de Teodomiro, implicaría que este personaje se-
reverso de una venera de este edificio también apa-
ría el jefe militar visigodo del territorio comprendido
reció un grafito con el nombre «Teudinir», que debe
entre Lorca y Orihuela, al sur, y Valencia.
El dux Tebdemir y su tiempo. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
/ 205
[page-n-208]
vincia litoral y a que Teodomiro fuera su dux provinciae.
En esta línea, se ha descubierto recientemente la existencia de la ceca Aurariola, que acuñó moneda al menos en
el reinado de Sisebuto. Las otras dos cecas del territorio
valenciano, Valentia y Saguntum, que funcionaron al unísono en dos periodos cortos de tiempo, lo harían por los
mismos motivos coyunturales, una situación de inestabilidad y conflicto bélico, con la presencia anómala de contingentes militares a los que iban dirigidas las monedas.
No creemos que sea casualidad que la segunda etapa de
actividad de las dos cecas valencianas coincida con los
reinados de Égica y Witiza, y con la larga estancia en estas
Vista este de la nave central de Pla de Nadal en la actualidad.
Foto: Albert Vicent Ribera
Si trasladamos este espacio a la estructura administrativa de época visigoda, fácilmente se asimila nuestro
personaje a un dux provincial que gobernaría un territorio
tierras de Teodomiro.
La ausencia, entre las ciudades que continuaron en
manos de Teodomiro, de lugares tan relevantes como
Saetabis y Dianium, que fueron sedes episcopales, o la
misma Saguntum, también se puede entender como que
serían expresamente excluidas del pacto y ocupadas por
que, no creemos que casualmente, coincida con los límites
los árabes, dadas sus especiales características militares
del litoral de la provincia Carthaginensis. Teodomiro sería
y estratégicas, frente a las restantes, que salvo Valentia e
el representante oficial del Estado visigodo, que es como
Ilici, fueron centros menores. El carácter palatino del edi-
aparece al llegar Abd el-Aziz. Las turbulencias del final del
ficio de Pla de Nadal induce a pensar que en el entorno de
Reino visigodo lo habrían convertido en uno de los podero-
Valencia debería estar la residencia oficial de Teodomiro
sos duces, auténticos señores protofeudales, típicos de los
y su centro de poder. Se plantea la posibilidad de que no
estertores de la monarquía toledana y que no siempre aca-
fuera erigido a fines del siglo vii, sino ya en el siglo viii,
taban las ordenes reales, como puede ser el caso, por su
después del 713, cuando su autoridad seguramente sería
condición de miembro destacado de la facción de Witiza,
aún mayor que en la etapa visigoda.
opuesta al último monarca, Rodrigo, dux de la Bética, otro
representante de estos señores regionales.
El contenido del pacto es una preciosa fuente de información sobre la actividad económica del momento, ya
La mención, en el anónimo de Ravenna, de la pro-
que, junto a la imposición monetaria en oro, detalla los
vincia de Aurariola, daría carta de naturaleza a esta pro-
productos y cantidades que se debían tributar en especie
206 /
[page-n-209]
Pla de Nadal. Detalle de la decoración de las impostas de los arcos de la
planta baja. Foto: Rafael de Luis
a los nuevos que ahora ejercían el poder, en concreto: trigo, cebada, vinagre, miel y aceite.
La ciudad de Valentia
Frente a la innegable actividad del complejo construido alrededor del palacio de Pla de Nadal, en la ciudad
de Valencia, por el contrario, la escasa o nula evidencia
arqueológica indica una parálisis edilicia y cierta perduración sin apenas cambios del núcleo cristiano hasta mediados del siglo viii.
El dux Tebdemir y su tiempo. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
Aunque no se descarta que algunas de las grandes
tumbas colectivas del cementerio del grupo episcopal
también llegarán a este momento, con este periodo final sólo se relaciona la tercera fase de esta necrópolis, la
denominada mozárabe, de la que nos han llegado pocas
sepulturas, siempre situadas alrededor de los dos centros
de atracción funeraria: la memoria martirial y el mausoleo
cruciforme. Este último cementerio cristiano se caracteriza por la vuelta a los sepulcros individuales dentro de
fosas delimitadas por piedras de pequeño y mediano
/ 207
[page-n-210]
Pla de Nadal. Fachada principal del palacio, donde se conservan el
arranque de las ventanas y los basamentos de los soportes del pórtico de
entrada. Foto: Rafael de Luis.
208 /
[page-n-211]
tamaño. Aunque estas tumbas suponen la perduración
díos, como deja constancia un molino encontrado muy
innegable del carácter cristiano de la zona, además del
cerca de la ciudad. En el territorium o en sus proximida-
cambio tipológico funerario, también se detectan otros
des, se conoce una temprana islamización (siglo ix) de
indicios de la nueva situación, al encontrarse entre las
enclaves estratégicos como Alzira ‘Jazīrat Xuqar’ en un
piedras que formaban las nuevas tumbas elementos del
meandro del Júcar que controlaba el paso sobre el río
mobiliario litúrgico, como fragmentos de canceles y de
y el castillo de Cullera, que vigila la desembocadura del
altares, lo que supondría los primeros pasos de la desa-
mismo río, zona de arribada de la preciada madera de
fección al culto cristiano.
los bosques del interior. La islamización del territorio
Hasta el siglo x no se aprecia nueva actividad cons-
y la ciudad de Valencia, pues, no se iniciaría en el 711,
tructiva. En el antiguo barrio episcopal, surgió un barrio
sino cuarenta años más tarde, para implantarse definiti-
artesanal sobre la memoria martirial y la antigua curia
vamente en el siglo x, cuando esta zona se incorporó al
que fueron arrasadas, mientras que de la fase construc-
Califato de Córdoba.
tiva visigoda aún se utilizaron, hasta el siglo xi, las estructuras de abastecimiento hidráulico: el pozo y la noria. El
Tras Teodomiro.
baptisterio fue muy remozado en su interior y en los si-
El final de la primera época cristiana (siglo viii)
glo xi y xiii fue integrado en las fortificaciones del alcázar,
En la zona valenciana, el repentino colapso del reino
mientras el mausoleo cruciforme se transformó en unos
visigodo, provocado en el 711 por la invasión árabe, no su-
baños y la catedral, en mezquita. También en el siglo x,
puso una rápida ruptura de la sociedad ya que la islamiza-
en la parte norte, junto al rio, y en varios lugares, se han
ción fue un proceso lento, que en lugares como Córdoba
señalado instalaciones para el tratamiento de pieles, in-
sólo culminará en el siglo x. En la mayor parte del País
dicio claro de cierta organización de la vida artesanal y
Valenciano, además, a través del pacto de Teodomiro, el
comercial ligada al retorno de modo de vida urbana, per-
modo de vida anterior permaneció bastante inalterado
dido durante parte del siglo viii y el ix. En el centro, donde
hasta mediados del siglo viii, cuando, en el sur, en lo que
estuvo el foro y el grupo episcopal, la topografía islámica
sería la cora de Tudmir, la instalación organizada de con-
se impuso con rotundidad en el siglo xi, cancelándose lo
tingentes árabes encuadrados militarmente, acabó con
que pudiera subsistir de la ciudad cristiana, que volvió a
esta perduración visigodo-cristiana.
resurgir en el siglo xiii, con el inicio de una nueva cristia-
El contexto histórico general indicaría que la islami-
nización de los topónimos, que son los que persisten en
zación se aceleraría entre el 743 y 744, con la llegada y el
la actualidad.
asentamiento en la zona alicantino-murciana de una frac-
En el entorno de la ciudad, a partir del siglo x ya se
ción egipcia del ejército sirio de Balg, uno de cuyos com-
había consolidado y organizado un entramado de rega-
ponentes, Jattab, aun en vida de Teodomiro, se casó con
El dux Tebdemir y su tiempo. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
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su hija, que aportó dos alquerías como dote e inició la integración de las antiguas elites con los recién llegados de
estirpe árabe. Uno de sus descendientes, en el siglo x, aún
era cadí de Sharq al-Andalus, el territorio entre Orihuela y
Tortosa. Por el contrario, la zona alrededor de Valencia vio
la instalación, más o menos espontánea pero mayoritaria
de núcleos bereberes que bien pronto, ya en la segunda
mitad del siglo viii, pusieron de manifiesto su escaso apego al poder central cordobés, apoyando a usurpadores,
como Abdallah, apodado «Balansí», que llegó a ver reconocido su control político del territorio valenciano por
el emir omeya de Córdoba, su sobrino. La autonomía de
facto de esta área será su estado normal hasta la implantación del Califato.
En este contexto de inestabilidad, las fuentes
históricas señalan que, entre el 778 y 779, Valentia
fue destruida en el trascurso de una revuelta, momento que pondría el final de la ciudad tardoantigua y el inicio de la islámica. Sin embargo, la arqueología de Valencia ha sido muy parca para estos momentos de transición, tanto para el siglo viii
como para el ix. Donde la arqueología se ha mostrado elocuente para este momento es en el Tolmo de
Minateda (Hellín, Albacete), una de las ciudades del
Pacto, que se ha convertido, junto a Mérida, en el mejor referente arqueológico de este periodo. No podemos
dejar de mencionar la ocupación de su basílica en el siglo viii por una modesta zona artesanal, clara evidencia
de la desafección al culto cristiano y de la continuidad
de los antiguos edificios.
210 /
Del interior de las provincias de Castellón y Valencia,
y del norte de la de Alicante se conocen una serie de yacimientos en altura que estarían habitados entre los siglos
viii y x, cuya cultura material es extremadamente pobre,
limitada y sencilla, dominada por las denominadas «ollas
valencianas». Sería el caso de Monte Mollet (Vilafamés),
Monte Marinet (Xodos), Castellar de Meca (Ayora), el
Molón (Camporrobles) y el Pic Negre (Cocentaina). Habría
que ver en estos lugares los asentamientos iniciales de
esos grupos bereberes. Más al sur, la datación entre los
siglos viii y x del cementerio islámico instalado sobre la
antigua Lucentum sería un claro indicio de la temprana
islamización de esta zona.
El similar destino fatal de prácticamente todas las
ciudades integradas en el Pacto, al menos de las que se conocen arqueológicamente (Elo, Ilici, Valentia, Lucentum),
unidas por un claro proceso desintegrador y desurbanizador, que acabó con su desaparición por abandono,
traslado o destrucción, vendría a señalar que, a partir de
fines del siglo viii, el principal y casi único desarrollo urbano se daría sólo en los nuevos núcleos musulmanes,
origen de las actuales Hellín, Elche o Murcia, en los que
se instalarían los foráneos y los pobladores locales que se
convertían al islam. Sólo Valencia perduró, sin descartase
un cierto periodo de abandono, aunque cada vez parece
más evidente su escasa o nula importancia hasta el siglo x,
etapa en la que llegó a perder su nombre, sustituido por
el de Madinat al-Turab ‘la ciudad de tierra’, de controvertida traducción y de no menos debatida interpretación,
aunque siempre relacionada con su pérdida de categoría.
[page-n-213]
Reconstrucción infográfica del palacio de Pla de Nadal.
Arquitectura virtual. Ajuntament de Riba-roja de Túria
El dux Tebdemir y su tiempo. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
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212 /
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Pla de Nadal (Riba-Roja de Túria),
el palacio de Tebdemir
Albert Vicent Ribera i Lacomba, Miquel Rosselló Mesquida
Pla de Nadal da nombre a un edificio de la zona de los
Carasoles, en término de Riba-roja de Túria, situado a
veinte kilómetros al noroeste de Valencia. Su entorno es
llano y nada accidentado. Fue identificado en 1971 por el
Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de
Valencia (SIP) cuando aparecieron algunas piezas de decoración arquitectónica, al remover la tierra para plantar
naranjos, acción con la que se destruyó más de la mitad
del edificio. La parte conservada correspondía al lado sur,
que era la fachada principal. Antes de las excavaciones
parecía un pequeño montículo.
Las excavaciones arqueológicas se hicieron entre
1981 y 1989, dirigidas por Empar Juan, con la colaboración del arquitecto Ignacio Pastor. La excavación consistió en la limpieza, documentación y selección de una cantidad enorme de escombros y de piezas arquitectónicas.
◁ Capitel con decoración de veneras recuperado
en Pla de Nadal. Ajuntament de Riba-roja de Túria.
Foto: Rafael de Luis
Los restos correspondían a un mismo período y un solo
edificio que había sufrido un gran incendio, como mostraban las vigas y otras maderas carbonizadas y las señales
que el fuego dejó en las paredes. El edificio fue saqueado
antes de su incendio y destrucción, porque los hallazgos
muebles eran muy escasos, solo algunos objetos de metal, que estarían fijados en las paredes, y pocas cerámicas,
que han permitido establecer la destrucción a partir de
las postrimerías del siglo vii o, más probablemente, ya en
el siglo viii avanzado. Hay una pequeña botella, que se
parece a la típica visigoda, una olla sin asas y decoración
incisa, evolución local de recipientes de Valencia y su territorio entre mediados del siglo vi y la mitad del siglo vii.
Otra olla con asas es similar a las del Tolmo de Minateda
(Hellín, Albacete) del siglo vii avanzado. También hay un
fragmento de ánfora globular, típica de Valencia desde
final del siglo vi.
Pero los elementos más destacados de este lugar
impresionante son los de la estructura constructiva, tanto
/ 213
[page-n-216]
Vista aérea de Pla de Nadal antes de su consolidación y restauración. Museu de Prehistòria de València.
los conservados in situ, como la gran cantidad de piezas
arquitectónicas.
El edificio y su entorno
El complejo arquitectónico constaba de una planta
baja, más austera y funcional, y un piso superior, totalmente colapsado, que debió de ser la planta noble, residencial y representativa.
Se conserva toda el aula central de la fachada sur,
de 17 m de longitud y 5,30 m de anchura, con cuatro
accesos centrados, una a cada lado: dos principales
(norte/sur), uno abierto en el pórtico exterior y otro en el
desaparecido patio interior. Los dos secundarios (este/
oeste) daban a los vestíbulos laterales, a modo de atrios
accesibles a través de tres arcos de herradura que tam214 /
bién daban a los porches laterales. El piso de la planta baja era la misma tierra natural dura y solidificada, y
serviría como área utilitaria y de servicio: zona de paso,
establo y/o almacén.
La primera planta debía de ser la zona noble, la pars
dominicata. De esta cámara superior vendrían la mayoría,
si no todas, las esculturas recuperadas. Las cubiertas eran
de tejas llana y curva, de tradición romana, lo que indicaría tejados a aguas diferentes, con un elaborado sistema
de evacuación con gárgolas. El edificio tiene una estructura compacta que, con las torres angulares, le da un aire
de palacio-fortaleza, que es lo que vendría a ser.
Al nordeste de la zona excavada, pero muy cerca, se
encuentran los restos de una estructura alargada y físicamente separada y de difícil interpretación, en gran parte
destruida por tareas agrícolas.
[page-n-217]
A la estructura original se añadieran algunos ele-
La técnica de construcción
mentos. En los alrededores de los dos accesos laterales
A pesar de que el edificio había sido quemado, se
y menores, el este y el oeste, se reforzaron considerable-
conserva en muy buen estado. Las paredes son de casi
mente los muros, ya muy anchos de origen, lo que indica-
un metro de grueso y en algunas partes han llegado a una
ría la aparición de algún problema estructural importan-
altura de 2,35 m, lo que ha permitido identificar varias
te. En la parte sur de la torre occidental se adosó un muro
ventanas. Los muros no tenían ningún cimiento, ya que
ligero que continuaría hacia el sudeste, y que podría ser
apoyan directamente en el sólido suelo natural. Pese a
una especie de cierre.
ello, los potentes paramentos son suficientes para crear
Al sur de Pla de Nadal se conocía otro yacimiento
una más que potente y resistente estructura constructiva.
coetáneo, nombrado Pla de Nadal II. A pesar de eso, en
Entre los materiales de construcción hay una buena
1989, la construcción de una carretera lo destruyó por
cantidad de grandes piedras romanas reutilizadas, aunque
falta de controles. Antes solo se había hecho un sondeo
la mayoría de los muros son de mampostería pequeña e irre-
que localizó el ángulo de un edificio arrasado. También
gular de piedra calcárea local blanda, así como las dovelas,
se recuperaron algunos elementos de decoración arqui-
las piezas decoradas y otros elementos pétreos tallados. Al
tectónica, principalmente frisos, con temas semejantes a
contrario, las piezas robadas de edificios romanos son de
Pla de Nadal. También se ha recuperado una losa con un
buenas dimensiones y del tipo llamado «de piedra azul»,
agujero cuadrado en el centro y decorado por los cuatro
una calcárea muy dura procedente de la sierra Calderona,
lados, que seguramente era una mesa o un altar, lo que
en los límites entre las provincias de Castellón y Valencia,
indicaría la función religiosa del edificio.
que se empleó intensamente en la arquitectura pública de
Los tres edificios, y otro más probable al sur, formarían parte de un mismo conjunto edilicio. Pla de Nadal,
pues, no debía ser un palacio aislado sino el centro de un
complejo más amplio.
las ciudades romanas de Edeta, Saguntum y Valentia, justo
en el medio entre las que se encuentra Pla de Nadal.
Las piedras reaprovechadas en el palacio visigodo
seguramente vendrían de Edeta, porque es la ciudad más
El esquema arquitectónico presenta elementos de
próxima y estaba abandonada, o había dejado de ser un
continuidad con la tradición de la villa clásica, porches y
casco urbano, desde finales del siglo iii dC, aunque se co-
peristilo central; pero también añade nuevos elementos,
nocen actividades productivas y algunos edificios roma-
como el desarrollo de la planta residencial y las estan-
nos que, como las grandes termas, se cristianizaran y per-
cias de representación en el piso superior, característico
duraran, por lo menos, hasta el siglo vii. Una buena parte
de algunas villae africanas del final del período romano
son grandes sillares que aún se encuentran insertados
y que ya encontramos en palacios paleobizantinos de
en las paredes del edificio, formando normalmente las
los siglos v y vi.
esquinas de las grandes torres. Otros se han recuperado
Pla de Nadal (Riba-Roja de Túria), el palacio de Tebdemir. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
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sueltos entre los escombros provenientes de la parte su-
arquitectónica, más de ochocientos, que cayeron de la
perior de la planta baja y de la planta superior. Estos son
planta superior y de las fachadas. Su variedad también
de formas y formatos más diversos e incluyen capiteles,
es notable, con grandes capiteles, algunos hechos ex
fuste de columna, pilastras y piezas decoradas.
professo y otros reutilizados de época romana. Otros más
Las excavaciones demostraron que la mayor parte
pequeños, y más abundantes, vendrían de ventanas y pe-
de los muros debían de estar enlucidos, aunque ahora el
queños arcos. Había un montón de frisos decorados, con
efecto de la intemperie ha dejado las paredes con la pie-
tres motivos diferentes en su decoración por lo menos,
dra al aire. También se hizo patente que había una bue-
que debían de ser tanto de arcos como de tramos hori-
na proporción de decoración de yeso, que desapareció
zontales. Se conocen también columnas, claves, gárgolas,
poco después de quedar expuesta a exterior. Es un fenó-
cruces patadas y varias piezas decorativas del exterior.
meno común en el mundo tardoantiguo peninsular y no
obedece a importaciones orientales, como se pensaba. El
La decoración escultórica y el programa iconográfico
problema para su estudio ha sido la escasa presencia y la
La decoración escultórica y el programa iconográfico
difícil conservación de este tipo de ornamentación, como
forma el conjunto más numeroso de la Hispania visigoda
en el mausoleo-iglesia de Santa María de Melque (Toledo),
y uno de los más significativos del mundo tardoantiguo
que conserva parte de la decoración de estuco que cubría
occidental. Es muy interesante también por las circuns-
las bóvedas en el arranque de las conchas. Los estucos
tancias de su descubrimiento, ya que, al contrario de lo
se han conservado muy deteriorados, con una iconogra-
que normalmente pasa, estos elementos decorativos de
fía similar a la de la escultura. El edificio también estaría
la planta superior se han encontrado in situ, en los niveles
decorado con pinturas, como indican los restos de policro-
de destrucción del edificio. Se caracterizan por una gran
mía conservados en los estucos. Conocemos pinturas en
diversidad funcional y tipológica, y una iconografía muy
este período en el grupo episcopal de Égara (Terrassa).
específica. También son interesantes por la técnica de
Se detectó la abundante presencia de madera car-
trabajo escultórico, obra de talleres áulicos.
bonizada, que caería del forjado del primer piso. El pa-
El conjunto se puede dividir en dos grupos. Por una
vimento de la planta superior sería un tipo de opus sig-
parte, las piedras romanas reutilizadas, que son las de
ninum en combinación con ladrillos de cerámica de 22 x
menor número, pero de buena calidad y de gran tamaño,
22 x 5 cm sobre un pobre mortero de cal y cantos de río,
y que principalmente cumplirían una función arquitectó-
como una especie de rudus. Los ladrillos llanos (tegulae)
nica y estructural. De otra, las más pequeñas y numerosas
y curvos (imbrices) indican que los tejados debían ser a
trabajadas in situ por varias manos o talleres, que eran los
dos aguas. Lo que más destaca del sistema constructivo
elementos ornamentales y decorativos de la sala principal
es la gran cantidad de elementos sueltos de decoración
de la planta superior, aunque alguna podría pertenecer a
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la fachada, como es el caso de las ventanas. También hay
una función y que acabaran haciendo otra diferente para
muchos elementos de carga: columnas, bases, capiteles,
la que originalmente estaba pensada. Una vez colocadas
claves, etc. aunque la función decorativa era seguramen-
las piezas de escultura, los estuquistas y los pintores com-
te la predominante. Hay una repetición constante de los
pletaban la decoración de las salas.
temas de veneras y los trifolios en las partes que forman
Los elementos decorativos de los frisos, principal-
el interior de los arcos. Hay que destacar algunas piezas
mente flores de lis enlazadas, vides con uva, hojas y pal-
únicas, como los calados, las rosetas y las almenas que
meras y series de veneras, forman un programa icono-
coronarían el edificio, tal como era habitual en la arqui-
gráfico muy elaborado y complejo, susceptible de varias
tectura de inspiración clásica y oriental.
interpretaciones simbólicas, no solo de carácter religioso,
El grupo escultórico permite reconstruir el proceso
aun cuanto eso está muy presente.
de trabajo de los talleres. En el lugar no trabajó un único
La venera, aunque normalmente debía ser un sím-
taller, sino varios al mismo tiempo, ya que las cualidades
bolo de la regeneración del bautismo cristiano, también
entre los elementos decorativos son muy diferentes y hay
puede actuar, según su posición en el edificio, en los
que descartar la existencia de fases de construcción di-
espacios simbólicamente más importantes (ábside, exe-
ferentes. Esta circunstancia se debería a la necesidad ur-
dra) de la arquitectura de la representación y el poder. La
gente de concluir el trabajo con mayor celeridad.
mayor parte de la decoración consiste principalmente en
La mayor parte de la obra escultórica era piedra local,
frisos de veneras y trifolios, que son una constante en la
normalmente calcárea de diferentes tipologías y calcare-
decoración de los edificios de la Toledo visigoda, como
nitas, que se extraerían de las canteras cercanas. Es un ma-
las veneras reutilizadas por Abd al-Rahmán iii en la puerta
terial fácil de tallar y trabajar, de básica función ornamen-
de Alcántara, de probable procedencia del antiguo preto-
tal. Sobre la piedra se trazaba la forma de la decoración
rio visigodo situado en la parte alta de la ciudad.
con una especie de tinte rojo con pinceladas que son aún
Los artesanos que construyeron y decoraron Pla de
perceptibles en algunas piezas. Posteriormente, este trazo
Nadal se inspiraron en modelos artísticos que se basaban
inicial es revisado con un punzón o brújula (¿compás?) y
en el arte bizantino, pero tanto el estuco y la decoración
se cortaba directamente con el cincel. Este procedimiento
escultórica presentan una riqueza y un estilo barroco que
explica la diferencia en la calidad de las tallas, teniendo
le da una personalidad propia. La obra escultórica se
en cuenta la existencia de distintos talleres con calidades
vincularía a talleres de la desaparecida corte de Toledo.
muy diferentes al final del trabajo. Parece claro, sin em-
Tal vez siguiendo un fenómeno semejante al que habría
bargo, que hubo una cierta especialización del trabajo y
unos siglos más tarde, después de la caída del califato de
las mejores piezas corresponden a las piedras más duras.
Córdoba, donde los diferentes talleres áulicos del califa
Es frecuente la reutilización de partes que se destinaban a
continuarían su trabajo en otros lugares.
Pla de Nadal (Riba-Roja de Túria), el palacio de Tebdemir. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
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Algunos han sugerido que debió de ser construida
en el período de los emires árabes y que sería el reflejo
de un auge de la construcción general de los inicios de la
dominación musulmana, bajo las directas influencias de
los omeyas. Sin embargo, el edificio sigue cánones claros
dentro de la arquitectura y del arte visigodos de tradición
romanobizantina. Por la epigrafía y los detalles decorativos está claro que sus usuarios eran cristianos y utilizaban el latín, y no se puede relacionar con el islam o con
el mundo árabe.
La proximidad del recinto fortificado de València la
Vella, también en Riba-Roja de Túria, indicaría alguna relación, pero los estudios de ambos lugares sugieren que
no coincidirían en el tiempo. La numerosa cerámica encontrada recientemente en València la Vella indica que el
yacimiento existió entre la segunda mitad del siglo vi y el
fin del siglo vii, lo que dejaría un lapso entre el abandono
Pla de Nadal. Pináculo de forma triangular con decoración en
ambos lados, se ha propuesto que coronara las torres del edificio.
MUPLA-Ajuntament de Riba-roja de Túria.
de un lugar y el inicio del otro, sin descartar que uno sustituyera al otro.
Por la conjunción de argumentos arqueológicos y,
Interpretación del conjunto
sobre todo, epigráficos, caso de un monograma en forma
Durante las primeras campañas, cuando la plan-
de cruz en un clípeo (Tebdemir) y un grafito grabado de-
ta del edificio no era conocida, surgieron propuestas de
trás de una venera, con el mismo nombre (Teudinir), su
interpretación de esta singular construcción (iglesia, mo-
construcción se tendría que vincular a la figura del dux
nasterio, etc.), hasta que se identificó correctamente con
Teodomiro, del período visigodo final, ligado a los reyes
una gran villa áulica, un palacio, del final del período visi-
Égica y Witiza, que gobernó el sudeste peninsular, donde
godo. Es un excepcional conjunto palatino en el territorio
luchó y pactó con los árabes, que le dejaron a su cargo.
de Valentia y debe ser entendido en íntima relación con
En Pla de Nadal se daría la extraordinaria y afortunada
la Ciudad. Responde al modelo de origen bajoimperial de
circunstancia no solo de conocer el nombre del usuario del
las villae de galería y torres en las esquinas, un piso supe-
edificio, sino de disponer de claros argumentos para iden-
rior y un peristilo central.
tificarlo con un importante personaje histórico de este terri-
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torio en el ocaso del reino visigodo de Toledo y el comien-
el complejo de Qars ibn Wardan (Siria), la residencia de un
zo de la llegada de los árabes. Coincidirían en el tiempo
dux bizantino (alto mando militar que rige una provincia),
la construcción de este palacio-fortaleza y la presencia de
donde, alrededor de un palacio similar, había otros dos
Teodomiro como rector del territorio que iba de Valencia a
edificios exentos, que han sido interpretados como una
Almería, primero como gobernador dependiente del rey de
iglesia y un cuartel.
Toledo y después, con la misma función, como vasallo, re-
Este esquema sería seguido en otros conjuntos
gulus, reyezuelo, del califa Omeya de Damasco, para el cual
palatinos del mundo Omeya y se reproduciría en los
recaudaba los impuestos de su territorio. El palacio proba-
ambientes áulicos de la corte asturiana, en las afueras
blemente era el centro de poder de un amplio territorio.
de Oviedo, en la zona del Naranco, con el palatium de
En este contexto político es donde debería encajar
Santa María y la iglesia de San Miguel de Lillo. El mismo
la construcción del complejo palatino de Pla de Nadal,
esquema ya estaría presente en la propia corte visigoda,
siguiendo patrones artísticos ya establecidos en anterio-
caso de Gérticos, probablemente ubicada en la actual
res edificios áulicos de los reyes y la nobleza visigótica de
provincia de Valladolid, la finca de esparcimiento del
inspiración bizantina.
rey Recesvinto, y donde será nombrado el nuevo monar-
La tipología y la riqueza decorativa de los elemen-
ca Wamba.
tos escultóricos y arquitectónicos del edificio apunta-
Los últimos ejemplos de esta arquitectura residen-
rían a un conjunto de carácter oficial de tipo cortesano
cial palatina aún se encontrarían en muchos palacios de
y residencial, relacionado con un personaje importante
Constantinopla de los siglos x al xii, que mantienen la arti-
de la élite civil más que eclesiástica, probablemente el
culación de un tramo central rectangular con dos niveles,
famoso Teodomiro de Orihuela, posibilidad más que
porches laterales y torres, y aula de representación con
obvia sustentada por las hallazgos epigráficos del grafito
numerosas ventanas decoradas con celosías mediante
«Tevdinir» y el medallón con el nombre «Tebdemir», se-
calados, como Pla de Nadal. Esta supervivencia de la ar-
mejante a otros de la iglesia de Quintanilla de las Viñas,
quitectura residencial en la Edad Media también se da en
y que también se encuentran en los dinteles de las puer-
Hispania, como se ve en Toledo.
tas del palacio de Qars ibn Wardan, que lo fechan entre
los años 565-572.
El complejo fue destruido algunas décadas después
de su construcción, ya en el siglo viii. Probablemente,
Junto al más desconocido edificio de Pla de Nadal II
en el momento del ataque a Valencia por el ejército del
y de los restos de otros dos cerca del palacio, cabe pensar
emir Abd al-Rahmán I, que el año 778-779 sofocó una re-
en un amplio conjunto residencial, vistos en otros lugares
vuelta en esta zona. Como residencia del gobernante del
similares, como es el caso de algunos palacios de la ar-
territorio, era un objetivo militar y económico evidente
quitectura civil de la dinastía de Justiniano, en particular
en este conflicto.
Pla de Nadal (Riba-Roja de Túria), el palacio de Tebdemir. A. V. Ribera i Lacomba, M. Rosselló Mesquida
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Diferentes esferas, diferentes dinámicas.
La transformación de Valencia
y su región durante el siglo viii
Julián M. Ortega, Universidad de Zaragoza
Hace ahora cincuenta años, en 1969, apareció dentro de
las páginas de la revista Mélanges de la Casa de Velázquez,
el órgano de difusión de la institución cultural francesa
del mismo nombre, un artículo firmado por un joven investigador, Pierre Guichard, bajo el título «Le peuplement
de la région de Valence aux deux premiers siècles de la
domination musulmane». En él, su autor se preguntaba
por las razones que justificaban la ausencia casi total de
testimonios escritos sobre la temprana implantación de
los musulmanes en esta región «lejana, mal conocida y
muy a menudo hostil». Las respuestas de Pierre Guichard
en este seminal trabajo, que se fundamentaban en el uso
combinado de los textos y la toponimia, apuntaban más a
los prejuicios etnocéntricos de los cronistas árabes contra
los bereberes que a su escasa densidad demográfica, que
◁ Grabado del rey Rodrigo. Retratos de los reyes de España desde
Atanarico hasta nuestro católico monarca don Cárlos III..., p. 218.
García de la Huerta, Vicente (1734-1787) Rodríguez, Manuel Mariano
(1729-1802) - grab. Ibarr. © Biblioteca Nacional de España.
parecía particularmente elevada en esta parte de al-Ándalus. El apoyo de la arqueología a esta tesis vino después, gracias a la intensa colaboración de Guichard con
André Bazzana. Su caracterización del paisaje tribal, generado por la instalación de los bereberes en el medio rural, pronto señaló el papel determinante que adquirieron,
al parecer desde fechas tempranas, los pequeños asentamientos campesinos denotados por la toponimia en
«Beni-» y las fortificaciones, llamadas ḥuṣūn en los textos
árabes, que sirvieron de refugios colectivos a una población campesina siempre celosa de su autonomía política.
El principal rasgo conceptual de esta narrativa ha sido
desde sus primeros esbozos una clara propensión a centrar su atención en la caracterización de las estructuras sobre los procesos de cambio social. Mi aproximación a esta
cuestión en las siguientes páginas intentará seguir una línea distinta, procurando realizar un breve repaso a los principales contextos materiales del siglo viii para tratar de observar qué tipo de transformaciones detonó la conquista
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islámica de Spania en el 711 y distinguir las
dinámicas que llevaron a la desaparición en
esta región del legado visigodo.
Comenzaré por las ciudades, el objetivo militar prioritario de los combatientes
musulmanes. Ningún testimonio de violencia atribuible al avance musulmán ha sido
detectado hasta la fecha en las viejas ciudades que consiguieron retener su papel
de cabecera regional. Lo que sí ha dejado
rastro es uno de los acuerdos de paz negociados entre la máxima autoridad de aparato administrativo y militar de ocupación y
un alto representante del Estado godo en la
zona, el suscrito en abril de 713 por el emir
ˁAbd al-ˁAziz y el ¿dux?, ¿comes? Teudemiro,
cuya aplicación se extendía a los territoria de
Orihuela, Mula, Lorca, B.l.nt.la (¿Valencia?),
Alicante, Ello (Minateda) y Elche (o Begastri).
Todo indica que durante unas décadas el
pacto fue respetado, probablemente debido al mantenimiento, durante esta primera
etapa, de la autoridad episcopal como correa de transmisión entre la población local
y el poder musulmán. Sin embargo, hacia
mediados de siglo, el pacto debió quedar en
papel mojado. Ello explica que, en el Tolmo
de Minateda (Hellín), el conjunto formado
Mapa de los lugares citados en el texto. Se añaden la
distribución de los topónimos en Beni- a partir de un
volcado sistemático de los presentes en los mapas
del IGN a escala 1:25.000.
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por la basílica y el palatium episcopal asistieron desde
Los testimonios directos del establecimiento de los
esas fechas a sucesivas campañas de expolio, que des-
conquistadores en las ciudades y toma de control de sus
embocaron en la instalación de una barriada residencial
principales resortes de poder son, pues, muy tenues. El
plenamente constituida hacia finales de la octava centuria.
principal tal vez sea el que proporciona la moneda. Las úl-
Por su parte, el urbanismo de la antigua Lucentum ha-
timas emisiones monetarias de los monarcas godos en la
bía experimentado, durante la segunda mitad del siglo VII,
región corresponden a las batidas en las cecas de Sagunto
una retracción tan severa que apenas constituía un cas-
y Valencia en tiempos de Égica-Witiza (698-702). Su circula-
trum aupado sobre la cima del Benacantil, en torno al
ción parece haber sido en todo caso limitada, como sugie-
que se desperdigaban algunas pequeñas implantaciones
re su ausencia entre los hallazgos registrados en el levante
rurales con cementerios anejos. El paso a dominio mu-
y sudeste peninsulares, donde solo figuran el tremís de
sulmán parece haber alterado poco las rutinas de estos
Égica-Witiza acuñado, hallado en la Alcudia de Elche y la
establecimientos, que, desde luego, no experimentaron a
serie documentada en el Tolmo de Minateda, compuesta
corto plazo nada parecido a un florecimiento, más bien lo
por un tremís de Égica-Witiza y otros cuatro más acuña-
contrario. Los únicos testimonios claros de actividad du-
dos durante el reinado en solitario de Witiza (702-710).
rante los primeros compases del siglo viii se concentran
En cualquier caso, la moneda andalusí de primera época
en torno a la Albufereta, en el pequeño establecimiento
tampoco resulta muy abundante. Los hallazgos de dinares
del Tossal de les Basses y la gran necrópolis del Tossal de
se reducen al ejemplar con leyenda latina acuñado en el
Manises, a la que luego me volveré a referir.
norte de África, entre los años 704-714, que apareció en
Más al norte, Valentia evidencia mejores condiciones
Sagunto. Los dírhams, por su parte, están representados
para conservar algo de su anterior vigor urbano en torno
por dos ocultaciones, una descubierta en Yecla y otra en
a su monumental episcopium, que se mantuvo sin gran-
Alicante en 1913, cuya última moneda fue acuñada en 742.
des cambios, aunque de manera poco intensa, hasta me-
Los feluses presentan una localización parecida, muy con-
diados del siglo viii, momento en el que pueden fecharse
centrada en el actual espacio alicantino. Esta desigual dis-
unas pocas sepulturas localizadas en torno a la memoria
tribución ha sido relacionada por el control fiscal ejercido
martirial y el mausoleo cruciforme. La instalación de la
en Tudmīr del ŷund egipcio establecido en esta zona.
nueva autoridad islámica tampoco tuvo aquí un impacto
El problema del control territorial de los conquista-
inmediato sobre el urbanismo. Los contextos andalusíes
dores, más allá de los maltrechos recintos urbanos, es
más tempranos detectados hasta la fecha corresponden
una cuestión sujeta a debate. En el medio rural, el rastro
con pocas excepciones a rellenos de colmatación de silos
dejado por las campañas militares resulta tan impercep-
o fosas del siglo ix y algunas instalaciones artesanales de-
tible como en las ciudades. La única excepción, dudosa,
dicadas al curtido de pieles.
corresponde al gran recinto fortificado del Punt del Cid
Diferentes esferas, diferentes dinámicas. La transformación de Valencia y su región durante el siglo viii. Julián M. Ortega
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(Almenara), que en alguna ocasión ha sido identifica-
Molón (Camporrobles), cuya existencia se prolonga desde
do como un campamento de época de la Conquista. La
mediados del siglo viii hasta bien entrada la siguiente cen-
posterior ocupación y administración temprana también
turia. Es también seguro que algunos de los antiguos castra
plantea numerosas incógnitas. Algunos autores han sos-
volvieron a ser ocupados, seguramente en el contexto de la
tenido la existencia de torres de comunicación óptica que
fitna del siglo ix, como sugieren los ejemplos, ya citados, de
habrían servido como puntos de soporte del aparato de
el Zambo, el Castellar de la Morera y el Castellar de Alcoy.
control territorial para los conquistadores, pero los apo-
Una dinámica semejante se puede entrever, más al norte,
yos materiales de esta idea son bastante endebles.
en lugares como El Castillón (Manzanera), Monte Mollet
Distinto es el problema que afecta a los establecimien-
(Villafamés) y Monte Marinet (Chodos). Más allá de la inde-
tos situados en topografías destacadas que comenzaron a
finición cronológica que todavía complica los intentos por
surgir a partir de finales del siglo iv. Se trata de pequeños
acotar los trechos de ocupación en estos asentamientos, el
poblados enriscados sobre cotas considerables que com-
problema principal que continúan planteando este grupo
pletan la capacidad defensiva de su posición con cierres
de asentamientos es el de la identidad de sus ocupantes,
amurallados, a veces extensos pero muy simples en su di-
aunque existen indicios que apuntarían a la presencia de
seño y ejecución: fábricas de piedra seca, cortinas adapta-
elites en algunos de ellos, como el Monastil.
das al terreno, ausencia de bastiones de refuerzo, accesos
La desorganización de las redes de poder aristocráti-
directos carentes de obras de flanqueo, etc. Lo que resulta
cas resulta, en todo caso, evidente. El abandono del pala-
más complicado de establecer es durante cuánto tiempo se
cio de Pla de Nadal (Riba-roja de Túria) constituye la mejor
mantuvieron en activo estos incómodos centros fortifica-
prueba de ello. El conjunto fue destruido por un potente
dos y, de manera más concreta, cuál fue su destino durante
incendio que tuvo lugar algunas décadas después de su
el siglo viii. En algunos casos experimentaron un abandono
construcción (si es que esta llegó a finalizarse). Notable inte-
temprano, antes de concluir el siglo vi, como parece suce-
rés reviste en este sentido el reciente hallazgo en la partida
der en Sant Josep (la Vall d’Uixó), Arco Fuentes (Soneja), el
de els Casals del Mas de Sabater (Morella), de un singular
Castellar (Alcoy), el Castellar de la Morera (Elche) y el Zambo
edificio de planta tripartita, fachadas laterales abastionadas
(Novelda / Monóvar). En unos pocos casos, no obstante, se
y zócalos de mampostería reforzada con sillería en los va-
ha constatado su perduración hasta la siguiente centuria,
nos, aunque sin elementos arquitectónicos ornamentales.
como ocurre con el Monastil (Elda), cuya última fase de ocu-
Según José M. de Antonio y Ramiro Pérez, que han dado a
pación data de finales del siglo vii y principios del siglo viii.
conocer el yacimiento, la construcción, de sobrio tono áuli-
Es seguro, de todas maneras, que las instalaciones en al-
co, fue erigida en las últimas décadas del siglo vi y se mantu-
tura siguieron produciéndose después de la conquista is-
vo sin cambios durante toda la centuria siguiente hasta que,
lámica. El mejor ejemplo de ello posiblemente lo ofrezca El
a principios del siglo viii, experimentó una importante refor-
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ma, datada por un tremís de Witiza, que tapió varios vanos y
elevó los suelos. Poco después, el edificio fue abandonado,
lo que ocasionó su ruina progresiva, con el consiguiente derrumbe de las paredes sobre los silos y suelos.
La alteración de las tramas del poblamiento rural presenta otras derivadas, que aquí solo cabe resumir. Una de
ellas afecta a la pervivencia de las antiguas villae y sus fundos.
La mayor parte debió desaparecer por completo debido a la
tremenda criba a que fue sometida durante todo el siglo v
la red que formaban estas implantaciones. Las que lograron
sobrevivir, experimentaron un proceso de reconversión en
granjas de plano muy laxo, generado por una combinación
de áreas de residencia, de trabajo ‒silos, prensas‒ y de enterramiento. Es posible que alguno de estos establecimientos
perdurara durante el siglo vii, aunque el enrarecimiento de la
vajilla fina de importación complica la identificación de estas fases tardías de ocupación. La desaparición de muchos
de estos establecimientos se puede rastrear también en «aldeas» como la de Sitjar Baix (Onda), cuya excavación deparó
el hallazgo de gran cantidad de cerámica de los siglos vi y vii,
que incluía algunas producciones ebusitanas, pero no materiales de cronología emiral. Similar es el caso de Fontcalent,
localizado en las cercanías de Alicante, cuya última fase de
ocupación se extiende desde mediados del siglo vii hasta las
primeras décadas del siglo viii. De todos modos, es seguro
que se dieron también nuevas fundaciones, aunque desconocemos en qué grado compensaron los numerosos abandonos antes apuntados. Es el caso del llamado Cabezo de
los Ojales (San Isidro/Granja de Rocamora), empleados desde mediados del siglo viii como ubicación de los distintos
sectores que integraban un asentamiento de plano disemi-
Asentamientos y viviendas. 1. Monte Mollet (Villafamés);
2. El Molón (Camporrobles); 3. El Palau (Burriana);
4. El Casals de Mas de Sabater (Morella); 5. El Molón
(Camporrobles); 6. Cabezo Ojales (San Isidro / Granja de
Rocamora); 7. Monte Mollet (Villafamés).
Diferentes esferas, diferentes dinámicas. La transformación de Valencia y su región durante el siglo viii. Julián M. Ortega
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nado, con un área de almacenamiento en el Cabezo Pardo
quizás permitiría adelantar su introducción en esta zona
y otra de residencia en el vecino Cabezo de los Ojales. Justo
a mediados del siglo ix.
aquí se ha sacado a la luz parte de un complejo doméstico
Un segundo aspecto de esta misma discusión es el re-
compuesto por dos edificios articulados en torno a una es-
lativo a las rutinas domésticas y en particular a las culinarias,
pecie de patio exterior.
que desde el siglo ix evidencian una acusada regionaliza-
Más complicado resulta vincular el surgimiento de
ción de las distintas herramientas cerámicas empleadas en
asentamientos de este tipo a la multiplicación de topóni-
los procesos de cocción. Así, mientras en las comarcas me-
mos en «Beni-». Muchos de ellos están vinculados a asen-
ridionales predomina la marmita de base plana y paredes
tamientos romanos, como sucede con Benicató (Nules)
rectas, de clara tradición tardoantigua; en el norte, en torno
y Benaduf (Villar del Arzobispo), pero las excavaciones
a las provincias de Castellón, Valencia, Teruel y Tarragona,
realizadas en estos yacimientos no han aportado mate-
resulta mucho más frecuente la «olla levantina», de origen
riales posteriores al siglo vi. En la alquería de Beniham,
más discutido. Las marmitas formaban parte de un conjun-
que se implantó sobre las ruinas de la villa romana de el
to de artefactos culinarios y de servicio de alimentos que
Palau (Burriana), los materiales más tempranos que se
comenzó a experimentar cambios a partir de la segunda
han constatado hasta la fecha pertenecen al siglo ix. En
mitad del siglo viii y que, a finales de esta misma centuria,
la cercana alquería de Benirrage, que estuvo situada en la
comienza a incorporar novedades procedentes de otras re-
actual partida de Vinarragell (Burriana), la mayor parte de
giones islámicas, como el tannur, el arcaduz y la jarra carena
las cerámicas andalusíes recuperadas arrojan dataciones
(tipo T20). Las ollas levantinas han recibido menos aten-
aún más tardías, de los siglos xii y xiii.
ción, aunque merece la pena reseñar rápidamente algunas
Otro aspecto sobre el que merece la pena detenerse
novedades, como el lote procedente del Mirador de la Cruz
un momento es el relativo a la morfología de las viviendas
(Rubielos de Mora). Compuesto de manera casi íntegra por
rurales, un aspecto que necesariamente hay que poner
ollas de gran formato, gruesas paredes, perfil globular con
en relación con la organización de los grupos familiares.
cuello acampanado y bordes vueltos de labio redondeado,
El tipo tradicional corresponde a unidades de planta rec-
los tratamientos de superficie que presentan estas piezas se
tangular con un número variable de divisiones internas.
reducen al intenso espatulado en la panza de algunos de los
Su perduración hasta mediados del siglo ix puede com-
ejemplares y la presencia del característico anillado del cue-
probarse en el Tossal de les Basses. (Alicante), pero tam-
llo, que tampoco constituye una norma generalizada. Con
bién en castra, como El Molón, y asentamientos rurales,
paralelos evidentes en el Punt del Cid (Almenara), la crono-
como Cabezo de los Ojales. Las primeras muestras claras
logía de esta producción, que con seguridad hay que situar
de adopción de las típicas viviendas andalusíes de patio
en las fases más tempranas de desarrollo de la olla levan-
central, que se rastrean en Monte Mollet y Monte Marinet,
tina, apuntaría al siglo viii, sin desechar un origen anterior.
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Los párrafos previos han servido para hacer algunas
apunta en el mismo sentido. En el Tossal de les Basses se
consideraciones sobre las dinámicas que experimen-
ha descubierto una extensa necrópolis tardoantigua, de la
taron, a raíz de la conquista islámica, las estructuras de
que se han excavado más de ochocientas tumbas, algunas
poder (ciudades, monedas) y socio-económicas (pautas
de ellas de ritual islámico. Concretamente, en la Zona I del
de poblamiento, espacio doméstico). Lo que resta, es
Área I, se han exhumado una decena de enterramientos,
preciso dedicarlo al proceso de islamización y a la adop-
dos de los cuales (tumbas 6 y 7) han proporcionado data-
ción de nuevas identidades religiosas y culturales que se
ciones por 14C centradas en el siglo viii. El cementerio del
inició en el siglo viii. Singular importancia reviste en este
Tossal de Manises, al otro lado de la Albufereta, carece, por
capítulo el reciente hallazgo en el Tolmo de Minateda de
su parte, de precedentes cristianos. Está compuesto por un
una botella que porta sobre su superficie una inscripción
centenar de inhumaciones dispuestas en decúbito lateral
pintada donde se pueden leer dos nombres, Saˁīd y Ŷarīr,
dentro de fosas simples dotadas en su base de un nicho la-
junto a la frase «Ibn Nabdak (?) se dirigió a una mezquita»,
teral y una especie de prefosa superior, cerrada en ocasio-
o quizás, «Ibn Tīdakaš (?) (está) en una mezquita». El con-
nes con lajas inclinadas. La datación por radiocarbono de
texto estratigráfico del que procede esta pieza apunta a
los enterramientos más antiguos en el siglo viii ha llevado a
una cronología de la primera mitad del siglo viii. La preco-
relacionar el origen de esta necrópolis con el asentamiento
cidad de esta referencia a un lugar de oración casa bien,
en Laqant de un contingente del ejército sirio llegado para
por lo demás, con la aparición de oratorios islámicos en
sofocar la revuelta bereber del 740.
el medio rural a partir de la generación siguiente, concre-
Algunas de estas necrópolis, presumiblemente ac-
tamente en El Molón, donde han sido exhumadas dos
tivas antes del 711, como la de Vistalegre (Crevillent) y la
mezquitas adyacentes, cada una con su sala de oración
de Polisixto (Concentaina), se abandonaron antes de que
y su propio miḥrāb, pero precedidas por un patio común.
la comunidad que las utilizaba diera muestras de islamiza-
Otro indicador relevante del proceso de islamización,
ción, aunque, a falta de dataciones radiocarbónicas, resul-
lo proporcionan los cambios ocurridos en los rituales de
ta imposible concretar el momento. Conviene recordar en
enterramiento. En algunos lugares es posible observar que
este sentido que, durante la segunda mitad del siglo viii, en
la conversión religiosa no implicó ningún tipo de ruptura
el valle bajo del Segura todavía fundaban granjas grupos
topográfica. Así sucede en Segóbriga (Saelices), pero tam-
campesinos de confesión cristiana. Así lo indica el pequeño
bién en el Tolmo de Minateda, cuya necrópolis septentrio-
cementerio detectado en el Cabezo Pardo, del que han po-
nal ha deparado el hallazgo de tumbas de rito cristiano (tres
dido excavarse dos tumbas de fosas simples con paredes
sepulturas individuales y un enterramiento infantil doble)
reforzadas mediante mampuestos de pequeños bloques,
junto a otras de rito islámico (doce inhumaciones con ca-
que también fueron empleados en las cubiertas. La núme-
dáver en decúbito lateral). La documentación de Alicante
ro 2 albergaba los restos de un individuo colocado en de-
Diferentes esferas, diferentes dinámicas. La transformación de Valencia y su región durante el siglo viii. Julián M. Ortega
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cúbito supino, que ha podido ser fechado entre los siglos
viii y ix. En todo caso, los tres individuos enterrados junto a
la doble mezquita descubierta en El Molón (Camporrobles)
–uno de ellos fallecido en torno al 770, según indica el análisis de 14C– apuntan a la existencia de poblaciones rurales
tempranamente islamizadas que, no obstante, continuaban aferradas en algunos aspectos a sus modos de vida
tradicionales (asentamiento en altura, casas-bloque).
Este último ejemplo me sirve como pie para una última reflexión. En 1969, Pierre Guichard vislumbró en la
geografía valenciana un al-Ándalus nuevo. Hoy, cincuenta
años después, continúa la necesidad de renovar al-Ándalus, y la geografía del levante peninsular sigue siendo un
laboratorio privilegiado para hacerlo. Es posible, por ello,
que sea conveniente mudar la agenda y orillar el debate
sobre si el 711 representa una cesura neta e instantánea
respecto del Estado godo o si se trata más bien del inicio de un proceso lento de cambio. En mi opinión, sería
preferible analizar las transformaciones que llevaron a
la desaparición del regnum visigothorum en función de
la esfera social y cultural que se aborde. El derribo de
las instancias de poder que constituían la monarquía
visigoda fue tan rápido como lo fueron las operaciones
militares destinadas a quebrar su resistencia. La ruptura
◁ Ejemplos tempranos de «olla valenciana» (ss. VIII-IX). 1-5. El Mirador
de la Cruz (Rubielos de Mora); 6-7. El Punt del Cid (Almenara);
8-9. Monte Mollet (Villafamés); 10. El Palau (Burriana);
11. Torre de Mal Paso (Castellnovo); 12. Mas de Pere (Onda);
13. Almoina (Valencia, C.U.); 14. C/ Comte de Trènor (Valencia, C.U.);
15. El Sequer de Sant Bernat (Alcira); 16. El Molón (Camporrobles);
17. Castellar de Meca (Áyora); 18. El Castellar (Alcoy);
19. El Castellar de la Morera (Elche); 20. El Tolmo de Minateda (Hellín).
fue, en esto, manifiesta. El viejo aparato administrativo de
los godos se mantuvo activo durante algunas décadas, lo
mismo que los duques, condes y obispos más proclives
a someterse a la jurisdicción del califa, pero desde mediados del siglo viii ese entramado fue desplazado por el
control más directo que en las ciudades pudieron implantar los emires de Córdoba. La quiebra de la aristocracia
en el medio rural también empezó a resultar evidente por
esas mismas fechas, como dejan entrever los abandonos
de castra y residencias campestres más o menos áulicas.
La alteración de las redes de poblamiento operó seguramente a otro ritmo, difícil por ahora de concretar debido a la indefinición en que todavía se mueven nuestros
principales indicadores cronológicos, especialmente en
las comarcas más septentrionales. Por un lado, se asiste
a un significativo número de abandonos de poblados y
cementerios, pero también, por otro, al surgimiento de
otros nuevos. Es seguro, en todo caso, que, más allá de
las estructuras de poder y de la organización social del
espacio, las transformaciones de las rutinas domésticas
se movieron a ritmos más pausados. El tipo de vivienda
y de menaje empleado en su interior solo comenzó a experimentar modificaciones significativas a partir de los
inicios del siglo ix, mucho después de que los ejércitos
musulmanes desembarcaran en Algeciras. El paisaje guichardiano de ḥusūn y alquerías formadas por unas pocas
viviendas de patio central, que adoptaron topónimos en
«Beni-», parece surgir precisamente a partir de entonces.
Diferentes regiones, diferentes esferas, diferentes dinámicas. Las nociones de «ruptura» y «transición» difícilmente permiten capturar esa complejidad.
Diferentes esferas, diferentes dinámicas. La transformación de Valencia y su región durante el siglo viii. Julián M. Ortega
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