Serie de Trabajos Varios 65
Cova de l'Or (Beniarrés, Alicante). Vol. II
Bernat Martí Oliver
Vicente Pascual Pérez
Mª Dolores Gallart Martí
Manuel Pérez Ripoll
J. D. Acuña Hernández
Fernando Robles Cuenca
1980
, ISBN 84-00-04472-X
978-84-00-04472-5 , 302 p.
[page-n-1]
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
DlPUTACION PROVINCIAL DE VALENCIA
SERIE DE TRABAJO S VARIOS
Núm. 65
COVA DE L ' O R
(Beniarrés-Alicante)
VOL.
n
POR
B. MARTI OLIVER
V. PASCUAL PEREZ , M . D. GALLART MARTI
P. LOPEZ GARCIA, M. PEREZ RIPOLL
J . D. ACUÑA HERNANDEZ y F. ROBLES CUENCA
VALENCIA
1980
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SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
DlPUTACION PROVINCIAL DE VALENCIA
SERIE DE TRABAJO S VARIOS
Núm. 65
COVA DE L ' O R
(Beniarrés-Alicante)
VOL.
n
POR
B. MARTI OLIVER
V. PASCUAL PEREZ , M . D. GALLART MARTI
P. LOPEZ GARCIA, M. PEREZ RIPOLL
J . D. ACUÑA HERNANDEZ y F. ROBLES CUENCA
VALENCIA
1980
[page-n-5]
ISSN 1989-0540
ISSN 1989-0540
DIPUTA CION PROVINCIAL DE VALEN CIA _ INSTITUCION ALFONSO EL MAGNANIMO
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
SECCION DE PREHlSTORI .... EN V....LENCI .... DEL C.S.! .C.
SERIE DE TRABAJOS VARIOS
Núm. 65
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1
INTRODUCCION
Bernardo Martf Oliver
En 1977 iniciaba el Servicio de Investigación Prehistórica de la
Excma. Diputación Provincial de Valencia la publicación de la Cava
de rOr, uno de los yacimientos neolfticos más ricos de cuantos se conocen en el ámbito del Mediterráneo Occidental. enlazando con los
pequeños avances que sobre su evolución estratigráfica, así como sobre algunos de ~us principales tipos cerAmicas y líticos, habían sido
dados a conocer con anterioridad. Destacaban entre los datos conocidos del yacimiento, y aún lo siguen haciendo ahora, el detallado estudio de sus restos de cereales y las correspondientes dataciones absolutas que, durante algunos años, fueron elementos fundamentales para situar los inicios del Neolftico, en la zona mediterránea peninsular,
en los comienzos del V milenio a. de C.
Aquel volumen primero representaba una parte del trabajo realizado desde que , a fInales de 1974, el Director del S.I.P ., D. Domingo
Fletcher Valls, nos encomendara el estudio de la Cava de I'Or como
tarea necesaria para establecer las lineas generales y delimitar los
principales problemas del Neolitico valenciano. y as1, desde 1975, se
reanudaban también las excavaciones en el yacimiento, a la vez que
se procedía a la revisión y estudio de las primeras campañas, y al examen de los restantes yacimientos neolfticos valencianos.
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•
B. MAP.TI
Presentábamos en el primer volumen un conjunto representativo
de los materiales de la Cava de l' Or, aunque desprovisto de las necesarias referencias estratigráfi~as , al que acompañaba una breve descripción del yacimiento, de los trabajos realizados en él, así como un
balance del estado de los problemas en los que incidia plenamente el
estudio de la cueva. Ahora, dos aftas después, continuamos aquella
publicación con este segundo volumen en el que, lógicamente, prescindiremos de las generalidades y de todo cuanto ya fue expuesto, remitiendo al lector, para una visión más completa, a aquel volumen
primero (1l.
Durante estos años, el estudio de los materiales procedentes de las
primeras campañas de excavación, realizadas entre 1955 y 1958, ha
continuado ininterrumpidamente a la vez que tenían lugar nuevas
campañas, necesarias para una mejor valoración de los resultados alcanzados en las primeras (2). Todo ello se encuentra en avanzado estado de elaboración, incluyendo una parte de las recientes excavaciones, proyectadas a largo plazo. Por ello, a la hora de preparar este segundo volumen, se planteaba un dilema sobre la conveniencia de proseguir la publicaCión del yacimiento atendiendo a un orden cronológico, es decir, siguiendo las campañas de excavación a partir de 1955, o
bien presentar algunos de los resultados obtenidos en los últimos
años.
La primera opción tenía a su favor, además de la lógica continuidad cronológica, el interés de poder ofrecer la extensa colección de
materiales que guarda el Museo de Prehistoria de Valencia, y que incluye, entre otros muchos objetos de particular importancia, una de
las mayores series conocidas de vasos cerámicos neoliticos, base necesaria parR un conocimiento pormenorizado de esta tipología cerámica 131.
En el segundo caso, aunque con mayor pobreza de: materiales, por
tratarse de pequeñas áreas, se tenia la contrapartida de unas más
precisas referencias estratigrAficas, las nuevas dataciones absolutas
y el estudio de materiales que. como la fauna o los restos malacológicos, no han visto realzada su importancia hasta tiempos más recien tes. En defInitiva, nos pareció que con esta segunda opción podíamos
ofrecer una visión más precisa de los elementos con que contamos, en
IJI B. MARTI. con la colaboración de R. PARDO Y J . M. SEGURA: tCova de I'Or (BeniaTris. Alicante). Vol. b . Trabajos Varios del S.I.P.. ntlm. 51 . Valencia, 1977.
(2) D. FLETCHER : «La labor del S.I.P. y su Museo en el pasado ai!.o •. Memorias anuales
de 1975 a 1979. Diputación Provincial . Valencia, 1976 a 1980.
(31 D. FLETCHER : cMuseo de Prehistoria de la Diputación Provincial de Valenci ...
Circulo de Bellas Artes . Valencia. 1974.
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COVA DE L' OR
,
conjunto, a la hora de intentar establecer las caractensticas de nuestro Neolitico. Por ello, aunque se había avanzado en los dos frentes,
nos inclinamos hacia esto último, de manera que en esta segunda entrega pasamos a ofrecer una parte de los resultados obtenidos en los
últimns años.
A! reanudarse las campañas de excavación en 1975 se comprobó
como, a lo largo del tiempo en que la cueva habla permanecido abier
ta, hasta su protección defInitiva en 1972 , numerosas remocione~
habían alterado la superficie del yacimiento; ello, unido a la gran extensión excavada con anterioridad, dificultaba considerablemente el
encontrar una zona apropiada para emprender un trabajo sistemático
de excavación, proyectado a largo plazo, que permitiera reconocer
con exactitud la evolución del yacimiento, estudiando sus múltiples
aspectos y atendiendo a la posible existencia de estructuras de habitación, dispersión y asociación de materiales, etc. A esta dificultad contribuía el hecho de que no siempre se contaba con una información
suficientemente detallada de las primeras campañas y el que, desgraciadamente, D. Vicente Pascual Pérez, el gran conocedor y excavador
del yacimiento. atravesara por entonces un delicado estado de salud
que le impedia una total dedicación a los trabajos, falleciendo poco
después.
Intentando resolver estos problemas, las nuevas tareas en el yacimiento han seguido dos direcciones complementarias, ya que, de una
parte, se han estudiado dos secuencias estratigráficas en zonas distintas de la cueva, los llamados Sectores J y K. a la vez que en este último sector se procedía a una amplia excavación en extensión que. por
su complejidad y necesaria minuciosidad. requerirá todavía un largo
plazo de tiempo para su conclusión. Si bien somos conscientes de que
es esto último lo que nos habrá de permitir llegar a planteamientos
más sólidos; en tanto los trabajos lleguen a su fm, las dos secuencias
estratigráficas obtenidas entre 1975 y 1979, nos ayudarán a una más
profunda comprensión de los problemas del Neolitico en la zona
oriental de la Penlnsula Ibérica. a la vez que suponen un prólogo preciso a los ricos materiales de las primeras campañas, que también serán publicados oportunamente.
Así pues, nos ocuparemos ahora de la primera de esas dos secuencias estratigráficas, obtenida en el llamado Sector J . Estos trabajos
fueron realizados en la campaña de 1975, del 13 de agosto al 6 de
septiembre. por el Servicio de Investigación Prehistórica. bajo la dirección de V. Pascual y estando al frente de los mismos B. Martf. Un
testigo. dejado en el cuadro J -5. fue excavado en la campaña de 1976,
dirigida por este último. Colaboraron activamente en los trabajos, y
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8
B. MARTI
les expresamos nuestro agradecimiento, la Dra. M. Gil~ Mascarell y
los licenciados C. Mata, M. Oroval, J. V. Lerma y D. Martinez; también J. M. Segura, del Museo Municipal de AleoL M. D. Gallart estudió la estratigrafia in situ y recogió las muestras que posteriormente
senan analizadas, y el Dr. J . Alonso nos visitó con este mismo motivo.
El presente volumen es fruto de una muy valiosa colaboración interdisciplinar que agradecemos en grado sumo a cada uno de los autores y que esperamos tendrá UDa fecunda continuidad. En el marco
de esta colaboración, además de los trabajos de M. D. Gallart, P. L6 pez, M . Pérez, J . D. Acuña y F. Robles, que aquí se incluyen, hemos de
mencionar la colaboración prestada por P. Fumanal y M. Dupré, 'cuyos estudios sobre la sedimentación y la secuencia polinica del yacimiento , respectivamente, no se recogen en el presente volumen, por
referirse a una secuencia distinta a la del Sector J , pero que , en su
dIa, permitirán completar la visión del yacimiento.
Terminamos esta presentación con el recuerdo de D. Vicente Pascual Pérez, Director del Museo Municipal de Alcoi , a cuyos esfuerzos
debemos mucho de cuanto ahora sabemos de la Cava de I'Or, ofreciendo estas páginas como un homenaje entrañable a su memoria.
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II
EL SECTOR J. LA EXCAVACION
Bernarda MartC Oliver
y Vicente Pascual Pérez
Tal como puede observarse en el plano de yacimiento, la casi totalidad de las áreas excavadas entre 1955 y 1958 lo fueron en la parte
noroccidental del mismo, en su mitad más cercana a la entrada, identificándose cada una de ellas por UDa letra y. ocasionalmente, también con un número. Por ello, siguiendo los trabajos realizados hasta
entonces. al reanudar las campañas de excavación denominamos
Sector J a la parte comprendida entre los Sectores H y H-I , Yla llamada Cata A ILám. 11.
Los límites de este Sector J serian, por lo tanto, la pared rocosa de
la cavidad en su parte noroccid.ental, los Sectores H y H-l en su lado
nororiental, y la Cata A por su extremo suroccidental; en esta última
ZODB su terminación vendria a coincidir con la de la sedimentación
arqueológica, ya que en esta dirección se produce un adelgazamiento
de los estratos, como tendremos ocasión de ver al referirnos a la secuencia estratigráfica, apareciendo en la superficie lo que parece ser
el sedimento rojo, base de los niveles arqueológicos en las zonas excavadas.
En su parte sureste el limite del Sector J se torna más impreciso.
al coincidir con la depresión que recorre el yacimiento por su centro y
,
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10
B. MARTI Y V. PASCUAL
a lo largo de su eje mayor, depresión producida en parte por causas
naturales y. en otra parte importante, por las remociones de los visi tantes .
Los trabajos de excavación fueron llevarlos a cabo por el Servicio
de Investigación Prehistórica, entre 1975 y 1976, bajo nuestra direc ción, y contando con el oportuno permiso de la Subdirección General
de Arqueologia, que subvencionó UDa parte de los mismos.
Con la excavación del Sector J se pretendía ampliar los Sectores H
y H-1, a nn de obtener una secuencia estratigréfica que completara
los resultados alli alcanzados y que, por extensión, sirviera como referencia adicional a la hora de valorar los problemas planteados al estudiar las campañas realizadas entre 1955 y 1958 que , como puede
observarse en el plano, suponen una extensión considerable del yacimiento; siendo de destacar el hecho de que, prácticamente, sólo este
pequeño Sector J queda como testigo de ella.
Antes de iniciar los trabajos, la superficie del Sector J se presentaba como un ligero monUculo de tierra marrón oscura que parecía
transportada alli desde otras zonas de la cueva. En el examen previo
del yacimiento pudimos comprobar el importante deterioro sufrido
por éste, debido a las remociones practicadas por los visitantes hasta
que la cueva fue cerrada, y aún después de ello. La destrucción era
especialmente importante en la zona central, donde la base de los
grandes bloques había sido vaciada y se hablan abierto pequeños túneles , como en su día expondremos al referirnos a esta zona, y también en el área del Sector J, próxima a la entrada y con buena iluminación, resultando dificil el reconocer con exactitud los llmites de los
sectores excavados, ya que, además, se habia acumulado en el interior del yacimiento la tierra y las piedras extraídas en dichas remociones.
Inicialmente se trabajó sobre cinco cuadros de un metro de lado
y, posteriormente, tras retirar las primeras capas, se limitó la excavación a dos de ellos, los cuadros llamados J -4 y J -5, que, por su situación inmediata a los Sectores H y B-l, Y al talud de la depresión central de la cueva , si bien presentaban mayores dificultades de orden
estratigráfico, reservaban la zona que presumiblemente posee una sedimentación más horizontal para futuros trabajos. Esta reserva era
de gran importancia para nosotros, dadas las razones antes expuestas.
El método de trabajo empleado fue el denominado de las coordenadas cartesianas y. conforme a él, se trazó un eje que mediante rectas paralelas y perpendiculares divide el espacio a excavar en cuadros de un metro de lado: la denominación de estos cuadros, sin em-
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COVA DE L'OR
11
bargo, no se hizo mediante letras y números, como es habitual, sino
empleando una misma letra para todo el sector, la J, Y numerando los
cuadros correlativamente. El motivo de tal proceder radica en que
éste fue el sistema seguido con anterioridad, y asf evitábamos posibles
confusiones en la ordenación de los materiales. En todo caso, las tres
coordenadas correspondientes a los materiales arqueológicos fueron
medidas en centlmetros, tomándose la profundidad (Z) respecto a un
plano de referencia fijado previamente para todo el sector, y las distancias horizontales con respecto a los lados Este (X) y Sur (y) de cada
cuadro. Para mayor comodidad en las anotaciones, y de manera convencional, denominamos como lado sur al suroeste real, nuestro lado
norte corresponde al noreste real, y asf respectivamente en los otros
dos casos.
Los materiales recogidos en el tamizado de la tierra fueron agrupados en capas de potencia variable, según aconsejaba la observación
de las plantas, la mayor o menor presencia de cantos, o los cambios
de sedimentación, aunque por lo general dichas capas poseen una potencia media de cinco centlmetros. Estas capas son las que hemos seguido a la hora de presentar los inventarios, incorporando a ellas los
materiales siglados, cuyas tres coordenadas fueron medidas, y que
ascienden a 515 piezas en el cuadro J -4, 481 en el cuadro J -5, y 240
en el testigo de este mismo cuadro J -5.
Las semillas fueron cuidadosamente recogidas, as! como numerosas muestras de carbones. Unas y otros aparecieron siempre de manera dispersa.
En el cuadro J-4, y especialmente a partir de su capa sexta, entre
95 y 100 cms. de profundidad, pudo observarse una diferente consistencia entre sus mitades oriental y occidental, diferencia que creemos
debida a su proximidad al talud central y consiguiente menor cohesión de la parte más orientaL Por este motivo, y a partir de dicha capa, el cuadro J -4 fue dividido en dos mitades, según un eje central
Norte-Sur, denominando «8» a la mitad oriental y «1>>> a la mitad occidental. Esta división la mantenemos en los correspondientes inventarios, anotando una «8) o una «1>,. detrás del número correspondiente a
la capa.
En el cuadro J -5 se dejó un pequeño testigo en la campaña de
1975, que anotamos como J -5-T. Se trataba de un escalón, a partir de
los 145 cms. de profundidad, adosado alIado norte, cnmprendifmdo
toda la anchura del cuadro en sentido Este-Oeste y 45 cms. de amplitud en el Norte-Sur. Este testigo se iniciaba a la altura de unas grandes piedras, como puede verse en el corte estratigráfico y también en
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12
B. MARTI Y V. PASCUAL
la planta correspondiente a los 160 ems. de profundidad (fig. 2. núm .
1).
.
Lamentablemente, en el transcurso del tiempo entre las campañas de 1975 y 1976, el testigo fue parcialmente destruido por gentes
que forzaron el cierre de la cavidad; e110 motivó el que se hubieran de
cribar las tierras removidas de este modo, anotándose los materiales
recuperados como J -5-T-R, y que después fuera excavada la parte
restante. En esta excavación del testigo se distinguieron once capas.
Las siete primeras capas, J -S-T capas 1 a 7, se corresponden con las
capas 18 a 23 del cuadro J -5, excavadas en la primera campaña : es
decir, que las capas 18 a 23 de J -5 corresponden únicamente a la mitad sur del cuadro, mientras las capas 1 87 de J-S -T corresponden a
la mitad norte. A partir de la capa 7-N de J -5-T terminaba el testigo,
ya que a esta profundidad se había suspendido la excavación del cuadro J -5 en su mitad sur, por aparecer en ella el sedimento rojo, estéril.
Quiere ello decir que las capas 7-N a 10 del testigo, .J -S-T, equivaldrfan a unas hipotéticas capas 24 a 28 de la totalidad del cuadro J 5, en numeración absoluta. La explicación de este hecho radica en el
pronunciado buzamiento de los estratos, como se expondrá oportunamente. Aunque teniendo en cuenta estas equivalencias, hemos mantenido aquf las agrupaciones de los materiales y sus denominaciones tal
como fueron realizadas en el transcurso de la excavación , y asi aparecen en los correspondientes inventarios, si bien tales equivalencias
aparecen' reflejadas convenientemente en el estudio de los materiales.
En el transcurso de la excavación de J -4 y J -5 se prestó especial
atención a la dispersión de los materiales, especialmente en las últimas capas, donde era notable el contacto horizontal entre distintos
estratos, y donde el desplazamiento de los materiales hacia una determinada parte de los cuadros indicaba el buzamiento de aquellos y el
fmal de los niveles arqueológicos. No se observó la presencia de hogares, ni tampoco los restos de alguna estructura determinada , salvo,
quizás, la presencia de tres piedras de molino en la capa 15 del cuadro J -4 lfig. 3, núm. 3), aunque tampoco en este caso se apreció ninguna evidencia complementaria que permitiera asignarles un significado especial.
Al fmalizar los trabajos que aqui se exponen, en la campaña de
1976, el Sector J fue abandonado temporalmente, prosiguiéndose las
excavaciones en el llamado Sector K.
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III
LA SECUENCIA ESTRATIGRAFICA
y LAS DATACIONES ABSOLUTAS
M.e Dolores Gallart MarCl
y Bernardo Martl Oliver
La estratigrafla observada en los cuadros J -4 y J -5 se muestra
acorde en la disposición de los estratos con su situación dentro de la
cueva, presentando un acusado buzamiento de SO. a NE., siguiendo la
inclinación general de la cavidad, como puede verse en sus secciones.
Asf , la tierra roja, base de la sedimentación y sin apenas presencia de
materiales, aflora a escasos metros de estos cuadros en dirección a la
entrada, mientras que aparece a 130 ems. de profundidad en el ángulo SO. de J-4, y a unos 205 ems., con respec:;to al mismo plano de referencia, en la pared N. de J -5, es decir, dos metros más hacia el interior de la cueva.
Se distinguieron seis estratos principales, algunos de los cuales
fueron subdivididos, atendiendo a las peculiaridades observadas en
determinadas zonas menores, y se analizaron once muestras al microscopio electrónico y por técnicas de micromoñología de suelos.
Estrato 1.
Corresponde a la tierra superficial. De color marrón y apisonada
en los primeros centimetros, su coloración se torna gris-pardo en pro-
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"
M." D. GALLAJtT Y' B. MARTI
fundidad, muy suelta, y con cantos de tamaño apreciable. Presenta
UDa potencia variable , desde 53 ems. en el rincón SE. de J -4 hasta un
mfnimo de 23 ems. en el ángulo NO . del mismo cuadro.
En la parte más septentrional de J -5 este primer estrato alcanza
una profundidad de 140 ems., deteniéndose sobre un nivel formado
por la parte superior de un gran bloque. que ocupa la parte occidental
del cuadro, y algunas otras piedras de gran tamaño. Esta penetración
de la tierra superficial ha de interpretarse como consecuencia de las
rebuscas de los muchos visitantes de la cavidad, o bien como debida
al talud de las excavaciones efectuadas en su zona inmediata. los Sectores H y H- l. La homogeneidad de esta sedimentación, sus distintas
bandas de coloración muy definida y la escasez de materiales, nos sugiere que esta bolsada debe responder con mayor probabilidad al talud de las excavaciones de H y H-l. El corte de estos sectores fue protegido en su día mediante una pequeña pared de piedra suelta, de modo que el hueco restante hasta nivelar la zona pudo s~r rellenado con
tierra de criba.
Estrato n.
En contacto con el anterior, formando un abombamiento en la zona SO. de J-4, desde donde buza en dirección N. y E., tiene una potencia variable entre 35 y 45 cms. Está formado por una tierra de color
gris, suelta, con cantos de menor tamaño que en el anterior, y con algunos carbones.
Estrato n A.
En la parte S. de J-4, como se refleja en la pared correspondiente
del cuadro, y en una pequeña porción de su lado O. , se observa una
delgada capa de carbones, discontinua.
Estrato n B.
En la parte S, de J-4, inmediatamente encima del n A, se observa
una delgada capa, interrumpida, de unos 2 cms. de espesor y unos 30
cms, de longitud máxima, que presenta características análogas a las
del inferior Estrato JIl. Una muestra que contiene parte de este Estrato n B y parte de la tierra del n , fue estudiada al microscopio e)ectrónico y por técnicas de micromorfología de suelos. Al igual que las demás muestras que iremos exponiendo aqut los análisis fueron realizados por el Dr. J . Alonso y la Dra. J . Benayas, respectivamente, a quienes agradecemos su colaboración. También expresamos nuestro
[page-n-16]
COVA DE L'OR
agradecimiento a P. Fumanal, por sus comentarios y observaciones a
la estratigrafia.
Muestra núm. l . Al M. E. 300 se han distinguido : sales, geles,
materia orgánica. Posible, pero escasa, sepiolita. Restos de tejidos vegetales. Carbonatos de forma prismática, apuntados en romboedros y
dispuestos en paralelo. Algún cristal de TiQ 2' Micas e illitas ténues,
las primeras muy heteromorfas y heterométric'ls. Alguna caolinita té nue e illita acintada, el aspecto dominante en la muestra. Resto de
tres imbricados carbonatos orgánicos en fOIDla «clavo de herradura»,
son formas frecuentes. Goethita. Alguna posible haloysita. Montmorillonita.
Es un material muy heterogéneo compuesto de fragmentos de caliza de hasta 3 cms. de longitud, partículas de plantas carbonizadas,
granos de cuarzo y calcita, fragmentos de sedimento rojo y pápulas.
(Pápulas, según Brewer, son glóbulos compuestos predominantemente por minerales de la arcilla y birrefringentes). También hay agregados de material calizo arcilloso pardo. En un fragmento de caliza se
comprueba que es de arrastre; allí hubo una cristalización de calcita
en el borde y nuevamente el fragmento sufrió una traslocación. En la
Lám. m , núm. 1, se observa el borde de un fragmento grande de caliza
que ha sido traslocado, lo que explica ese borde oscuro, hubo un crecimiento de caliza secundario y se traslocó nuevamente.
C
Mediante la técnica de calcinación, por pérdida al fuego, a BOOU
de temperatura, se averiguó la proporción existente de materia orgánica que resultó ser el 23'03%, porcentaje muy elevado que hay que
poner en relación con la intensa ocupación de la cavidad manifestada
por los materiales arqueológicos.
Estrato III.
Sólo está presente en el cuadr:o J~ 4 , disminuyendo su potencia hacia el N. de manera que en J -5 el Estrato n se apoya directamente sobre el IV. Tiene un espesor variable, de unos 10 cms. por término medio en la mitad S., y al igual que en los demás casos es manifiesto su
buzamiento hacia el N. y el E. Presenta un color blanquecino, lo que le
diferencia del Estrato II ; es muy compacto, con algunas piedras y
carbones. Se analizaron dos muestras ; la núm. 2 tomada en la pared
S. y la núm. 3 en la pared O., cerca de donde este estrato empieza a
desaparecer. Las diferencias que se observan entre ellas deben estar
influenciadas por este hecho.
Muestra núm . 2. Montmorillonita más o menos oscura.
Caolinitas-cloritas, Micas subredondeadas y subangulares. Restos ve-
[page-n-17]
M,OD. GAU..AJl.T Y 8 . MARTI
lO
°
getales. Cubos de Ti 2- Biocarbonatos. Sales poco deCIDidas. Tiene
una proporción de materia orgánica del 20 '00%, que tal vez podría
ser debida a la presencia de restos de fauna. Contiene fragmentos de
sedimento rojo de arrastre. ocasionalmente bien redondeado. en una
matriz caliza de cristalización secundaria que en zonas de borde ha
sufrido un proceso de disolución. Las pApulas son escasas y abundantes las partículas de materia orgánica. Hay algunos globigerinidos y
también parece haber una espIcula de esponja. El material es el más
cementado de las muestras, estudiadas. Hay un predominio de caliza
secundaria que rellena los huecos aunque , no obstante, aparecen una
serie de cavidades muy similares a las producidas por la edafofauna.
La presencia de carbonatos secundarios cementando el sedimento
fndicana que este material se formó in situ y no ha sufrido ninguna
traslocación posterior.
Muestra núm. 3. Presencia de goethita acicular y turita; clorita ;
illita ; micas; biocarbonatos y carbonatos inorgánicos; sepioUta acicular neta. Formas «clavo de herradura». Restos vegetales. El material
proviene en su mayor parte de arrastre y en zonas hay cristalización
secundaria de carbonatos.
Entre el material coluvial figuran cristales de cuarzo, feldespatos
alterados y calcita, embutido en un sedimento calcáreo arcilloso pardo . También hay fragmentos de caliza, fragmentos de suelo rojo y pápulas procedentes de suelo rojo .
Hay agregados de formas mamelonadas que recuerdan las cavidades producidas por la edafofauna. Es de destacar la abundancia de
fragmentos de plantas carbonizadas cuya estructura se puede reconocer. En parte son de arrastre. En la Lám. m, núm. 2, se observa la materia orgánica muy fragmentada y en algunas zonas se pueae reconocer aún su estructura. Cerca de uno de los lados de la lámina hay una
forma que recuerda a un fósil. La masa basal es de carbonatos, cristales gruesos o muy [mas.
También se han visto fósiles, un globigerinido y una posible espícula de esponja. En la Lám. IV, núm. 1, se observa la masa basal con
abundantes carbonatos, cristales de cuarzo y esa forma que recuerda
a un fósil.
La existencia de elementos como la illita, goethita. las formas de
«clavo de herradura.., sepiolita, fragmentos de caliza y material calcáreo arcilloso pardo, que se encuentran también presentes en el Estrato lI, vendrfa dada por la posición particular en que se localiza la
muestra, como ya hemos dicho anteriormente, en el lado O. del cuadro J -4, cerca de donde este estrato desaparece.
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CaVA DE L'OR
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Sección
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CaVA DE L'OR
17
Estrato IV.
Tiene un espesor variable entre 20 y 35 cms. , extendiéndose por
la totalidad de los cuadros J -4 y J -5, excepción hecha de la parte removida de J -5, y muestra el mismo buzamiento indicado anteriormente, Está formado por una tierra de color rojizo, con piedras y
abundantes restos de carbón entre los que destacan las semillas de cereales, presentes en gran número a lo largo de la estratigrafia. Se tomaron dos muestras : la núm. 4 correspondiente a la pared S, de J -4 y
la núm. 5 procedente de la pared 0, del mismo cuadro.
Muestra núm , 4, Sulfatos en forma de sales dlamigeras» ; HUta y
micas ténues; clorita y caolinita netas; turita y goethita microlanceolada. Montmorillonita atipica. Caolinita 'f carbonatos. Mica neta. El
porcentaje de materia orgánica es del 7 80%.
Muestra núm. 5. IIlita y micas poco defIDidas ; materia carbonosa ; geles; microgoetbita más o menos acicular; caolinitas de micas;
carbonatos prismáticos, a veces casi aciculares, otros prismas-romboedros grandes, Aquí predomina el material calizo arcilloso pardo
que engloba pápulas de suelo rojo , granos de cuarzo y calcita. La
glauconita (sinónimo de glauconia, mica ferrffera de origen marino,
dioctaédrica, más rica en sílice que las illitas) es escasa y se observan
globigerinidos, La materia orgánica es muy abundante, las particulas
carbonizadas alcanzan los 7 mms. de longitud y, a veces, son tan pequeñas que se puede hablar de impregnaciones. La proporción de ma teria orgánica es del 11 ' 52%, que, como vemos, es más elevada que la
correspondiente de la pared S. Hay fragmentos calizos de arrastre,
frecuentes y de hasta 2'5 cms. de longitud, y son muy escasos los
fragmentos de suelo rojo birrefringente. Las cavidades son numerosas.
Este Estrato IV, en la parte NO. de J -5, presenta un a oquedad
alargada horizontalmente en la que también se tomó una muestra :
Muestra núm. 6. IIlita; biocarbonatos; carbonatos romboédricos
netos ; micas bien conservadas, incluso casi hexagonales y subangula res ; goethita en agregados de macias estrelladas ; montmorillonita ; alguna pOSible caolinita ténue ; algunas cloritas en neta morfología de
rombo; escasa sepiolita. Carbonatos en fonna de 1
Ti 02' Una vermiculita de rombo multicapa. Hay Fe en forma microlanceolada y en estrella en amasijos. Hay grandes fragme ntos de ca liza que alcanzan los 5 cms, con impregnaciones de materia orgánica,
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[page-n-22]
lB
M,' D. GA.LLART Y B. MARTI
Entre los fragmentos calizos bay agregados de material calizo-arcilloso pardo con cristales de cuarzo, calcita y feldespatos. Se ha visto una
glauconita. Son muy escasos los fragmentos de suelo rojo Vfrecuentes
las partículas de plantas carbonizadas. En la Lám. IV , núm . 2. se puede observar con detalle la estructura de restos vegetales.
Como se puede comprobar, esta última muestra analizada, localizada en la oquedad de la pared O.. tiene la misma micromorfología de
suelos que el resto del Estrato IV. La única diferencia apreciable con
el resto del estrato es que, en cuanto a los minerales arcillosos de que
está compuesto. destaca la presencia de montmorillonita e illita, siendo más pobre en caolinita y clorita. En lo que se refiere a las posibles
causas de tal oquedad, tal vez se deba a circulación de agua.
Estrato IV A.
El Estrato IV está surcado, en su parte inferior y hacia el S., por
unas lineas de unos 2 cms. de espesor, intermitentes, fo~adas por
una tierra de color blanco grisáceo, de aspecto compacto. Una muestra de ellas ha sido analizada.
Muestra núm. 7. Presenta micas netas, espesas, con bandas interferenciales, subangulares; geles. Se observa un campo tfpico con
caolinita, goethita y montmorillonitas, más halloysitas. El porcentaje
de materia orgánica es del 10' 50%.
Estas lineas se encuentran en contacto directo con el siguiente Estrato IV B.
Estrato IV B.
Está formado por una capa de unos 6 cms. de potencia media. Corresponde a una tierra de color gris negruzco , con abundante carbón.
Cerca de su ángulo SO. se tomó la muestra núm. 8.
Muestra núm. 8. Está compuesta por mica, illita, montmorillonita; goethita microlanceolar; sales.
Se observa como este Estrato IV B tiene el mismo buzamiento que
los anteriores y tiende a desaparecer en contacto con la oquedad que
hemos señalado en el Estrato IV. La proximidad de la muestra núm. 8
respecto de la núm. 7 podría explicar el que en esta última, como se
ha descrito anteriormente, se encuentre presente el mineral arcilloso
montmorillonita de una forma clara, mientras que en el resto del Estrato IV no aparece o lo hace de manera muy ténue.
[page-n-23]
COVA DE t 'OR
"
Estrato V.
Está formado por una tierra de color rojizo, con una débil potencia en la parte más meridional, e idéntico buzamiento que en los casos
anteriores. A medida que se desplaza hacia el N. sufre una bifurcación, englobando al Estrato VA, y acentúa su buzamiento.
Estrato V A.
Se presenta englobado dentro del Estrato V, ganando potencia hacia el N. Presenta un color ceniza, con abundantes y grandes piedras.
La Muestra núm. 9 fue tomada en la parte inferior de este estrato y en
el lado O. de J -4.
Muestra núm. 9. Restos vegetales; feldespatos; montmorillonita
ferrifera; micas más o menos alteradas: hierro corto más o menos
aglomerado: biocarbonatos; algo de sepiolita acicular; la presencia de
caolinita y clorita no está muy clara. El porcentaje de materia orgánica es del 14' 92 %.
Estrato VI.
Es el último estrato que aparece en el corte estudiado. Está formado por una tierra de color rojo, con muchas y grandes piedras. De él
ban sido estudiadas dos muestras, a diferente profundidad, que han
dado resultados idénticos.
Muestras núms. 10 y 11. Presencia de micas más o menos alteradas ; hierro goethitico; escasa sepiolita; montmoriUonita ; sulfatos en
campo típico de baja cristalinidad; caolinita y clorita. Destaca la presencia de hierro acicular y en glomérulos más o menos turlticos y
goethita neta de hierro. Macias prismas de carbonatos y sulfatos. Es
notable la abundancia de hierro, que es el responsable de la coloración roja de este nivel. El porcentaje de materia orgánica correspondiente a la muestra núm. 10, en la parte más elevada de este estrato,
es del 12'88%. Hay brechas óseas de color rojizo . En conjunto, puede
pensarse en la proximidad de la roca madre y en que este estrato sea
el produ cto de la descalcificación de la roca subyacente.
En resumen, las caracteristicas de los niveles estudiados confIrman , en primer lugar, el buzamiento SO.-NE. que presentan todos los
estratos, siguiendo la topografla de esta zona de la cueva, que da lugar a una acumulación de sedimentos en la parte más al interior y a
un adelgazamiento progresivo de los mismos al acercarnos a la entra-
[page-n-24]
20
M.' D. GALLART Y B. MARTI
da de la cavidad. El material coluvial depositado por arrastre se ve
favore cido por la diferencia de nivel respecto de la entrada, en este
Sector, que acumula los materiales en profundidad. adelgazando las
capas cercanas a la entrada con la posibilidad consiguiente de despla zamientos secundarios.
Una posible oscilación climática podría señalarse en el Estrato 111.
La presencia de caliza secundaria indicaría que las condiciones am ~
bientales corresponden a un aumento de la humedad , lo que daría lu gar a un incremento en la disolución y acumulación de carbonatos
que, al concrecionarse, cementarían el sedimento de este Estrato. Con
todo, no debe olvidarse el hecho de que este Estrato nI no queda reflejado en la cuadrícula J -5, pudiendo tratarse de una iluviación de
carácter más general, o bien de fenómenos locales en relación con las
Hneas de goteo de la cavidad, a partir de diaclasas cenitales, tras de lo
cual este sedimento no sufre ya posterior traslocación.
La presencia de ciertos fósiles no es de extrañar por cuanto el proceso de sedimentación incluirla la erosión del material rocoso de la
cueva que está formado principalmente por calizas .cretácicas. Por 10
tanto, estos fósiles podrían haberse encontrado en ellas y, posteriormente, haber sido depositados en el suelo. La presencia de la espícula
de esponja podría interpretarse del mismo modo, aunque tampoco
sería de extrañar que los habitantes del yacimiento pudieran haber
utilizado este elemento marino a la vista de la abundancia de tales
elementos.
Destacaremos también el proceso que se observa respecto a la
presencia de diferentes elementos minerales arcillosos. Así, en los estratos superiores se encuentra la presencia clara de Hlita, mineral que
es frecuente encontrar en toda la zona valenciana formando parte de
los depÓSitos arcillosos. Sin embargo, se va ha ciendo menos frecuente
en los niveles inferiores, en los que llega a desaparecer , adquiriendo
más importancia la presencia de la montmorillonita. Del mismo modo , la presencia del hierro , en sus diversas formas, gana en importancia a medida que los estratos son más profundos.
Ello confirmaría las condiciones que dan lugar al ligero proceso
de alteración señalado por la iluviación de carbonatos en el Estrato
III , puesto que la mayor importancia de la illita en los niveles supe riores y de la monunorillonita en los inferiores supone una mayor alte ración en los primeros niveles, ante un posible aumento de la temperatura y humedad , que disminuye en profundidad.
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M,' D. GALI.ART Y B. MARTI
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A este respecto. podemos hacer referencia a 10 indicado por Fa rrand (1) en el estudio sedimentol6gico del Abri Pataud (Les Eyzies,
Dordogne), donde menciona que -la montmorillonita, en el clima húmedo y templado del occidente de Europa , tanto ahora como en la
última glaciación, es el mineral más susceptible a la alteración, siendo la caolinita el menos (2). Por tanto , los niveles con valores relativamente altos de montmorillonita y bajos en Hlita pueden ser interpretados como carentes de alteración y viceversa.
Pero en tal sentido Miscovsky y Renault-Micovsky (3) señalan,
en el estudio sedimentol6gico de L' Abri Carneille (lstres, Bouches du
Rhonel. que una débil proporción de montmorillonita y una buena
cristalinidad de la Hlita deben corresponder a una fase seca; mientras
la abundancia de la montmorillonita y la mala cristalinidad de la illita
corresponderian a una fase húmeda.
Como complemento al corte estratigráfico pueden verse las plan tas de J-4 a 135 y 165 cms. de profundidad, y las de J -5 a 160 y 202
cms. (figs. 1 y 21. en las que se advierte con claridad el progresivo
avance del sedimento rojo del Estrato VI a partir del ángulo SO. de J 4. Del mismo modo puede apreciarse el desplazamiento de los materiales fuera de la zona ocupada por esta tierra roja, con muy escasas
excepciones, como ejemplifican los esquemas de distribu ción espacial
correspondientes a las capas 13 a 18 de J -4 (fig. 3.1Se observará que todas las muestras estudiadas corresponden al
cuadro J -4 . La causa de esta localización fue la amenaza potencial
que significaba la profundidad alcanzada por el estrato superficial en
el extremo norte del cuadro J -5. Por idéntica razón también elegimos
las muestras de carbón procedentes de J -4 para la obtención de dataciones absolutas. El análisis de éstas por el método del C.14 fue realizado por el Gabinete de Aplicaciones Nucleares a las Obras Públicas,
de Madrid, proporcionando los siguientes resultados:
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11 - M 1. 5.980 ± 260 B.P . ~ 4.030 a. de C.
Corresponde a las muestras tomadas entre los 95 y 100 cros. de
profundidad, de J -4. Es decir, corresponde a la base del Estrato II! y
parte superior del Estrato IV.
(1 1 w. R. FARRAND : KAnalysis oC the Abri Pataud Sediment». En tExcavation oC the
Abri Pal8ud. Les Eyzies !Dordognell, editado por H. L. MOVJUS. Peabody Museum oCArcheo·
logy and Ethnology. Harvard University. Cambridge, 1975. págs. 27·68.
!21 G. MILLOT: lGéologie des Argile». Ed. Masson, Pans, 1962. págs. 127-128.
(J I J . C. MlSCOVSKY y J . RENAULT-MISKOVSKY: ..r.e Remplissage de I"Abri Comeille.
Etudes sédimentologique et palynologique compléteSt. Géologie Méditerranéenne. tome n .
1975. pégs. 91 -104 .
[page-n-27]
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COVA DI:: L'OR
25
C 12 - M 2 . 6 .630 ± 290 B.P. ~ 4 .680 a. de C.
Corresponde a las muestras tomadas entre los 140 y los 153 cms.
de profundidad, de J ·4 ,
C 13 - M 3. 6.720 ± 380 B.P. ~ 4 .770 a. de C.
Corresponde a las muestras tomadas entre los 153 y 165 cms. de
profundidad, de Jr4.
Estas dos últimas muestras provienen, pues, de aquell as capas en
las que se observa un aumento progresivo de la superficie cubierta
por el sedimento rojo del Estrato VI, a medida que se profundiza. En
r.ealidad, estas capas muestran un contacto horizontal de los Estratos
t y VI , como puede observarse en el caso de las plantas antes mencio·
nadas del cuadro J ·4 (flg. 1, núm. 2), y ambas dataciones deben ca·
rresponder al Estrato V y parte superior del Estrato VI que suponen
los últimos niveles fértiles en lo que a materiales arqueológicas se re·
flere.
La localización preferente de las muestras estudiadas por micras·
copfa y micromorfologfa de suelos en la pared O. de J ·4 o en la mitad
occidental de su pared S., prácticamente con una sola excepción, abe·
dece a la diferente consistencia que pudo apreciarse entre las dos mi·
tades del cuadro, si lo suponemos dividido por un eje central N.·S. Es·
te hecho fue haciéndose más notable a partir del Estrato !II y aconse jó la división del cuadro en dos partes, como hemos expuesto al referirnos a los trabajos de excavación y agrupación de los correspondientes materiales.
[page-n-30]
[page-n-31]
IV
LA INDUSTRIA DE SILEX, LA PIEDRA PULIMENTADA,
LOS OBJETOS DE HUESO Y CONCHA,
Y LA CERA MICA
Bernardo MarU Oliver
Nos ocuparemos ahora del inventario de los materiales arqueológicos y de las principales observaciones que pueden hacerse a su tipologia y a su distribución en la secuencia estratigráfica. La ordenación
responde a las agrupaciones realizadas en el transcurso de la excavación, como se ha explicado anteriormente, incluyéndose en los apartados correspondientes aquellos objetos cuyas tres dimensiones fueron anotadas según el método de las coordenadas cartesianas. La
equivalencia de estas capas se expone detalladamente en la figura
núm. 4 ; posteriormente consideraremos las posibles relaciones entre
estas agrupaciones por capas y los estratos diferenciados en la secuencia.
En el caso de la industria de silex, incluimos también el inventario
de la capa primera de los cuadros J -2, J -3 YJ -7, teniendo en cuenta el
interés especial que representan las dos puntas de flecha provenientes
del cuadro J -3.
Los objetos de concha se reducen aquí a aquellos que suponen una
profunda alteración de los moluscos, bien porque se han utilizado como materia prima para fabricar algún objeto de adorno . o bien por-
[page-n-32]
"
B. MARll
que se trata de conchas con perfora ciones en distintas partes, que nos
indican igualmente su fmalidad ornamental ; también exponemos
aquellos casos en que aparecen teñidas de ocre. El inventario exhaustivo se recoge en el correspondiente estudio de la mala cofauna, realizado por Acuña y Robles .
En 10 que se refiere a la cerámica no describiremos extensamente
cada uno de los fragmentos. Primero, porque las lineas generales sobre la tecnología cerámica pueden verse en el estudio de Gallart, yes peramos que a la conclusión de los trabajos que actualmente Heva a
cabo dicha autora se dará a conocer la fich a descriptiva de los materiales estudiados; y, en segundo lugar. porque la parte gráfica que adjuntamos resulta suficientemente explicativa de la disposición y particularidades de los motivos decorativos. Se ha realizado un examen
minucioso para intentar reunir todos aquellos fragmentos cerámicos
que pudieran pertenecer a un mismo vaso . Cuando se trata de conjuntos de fragmentos de un mismo vaso que proceden de diferentes capas
y cuadros, los incluimos en el cuadro y capa que presente el mayor
número de ellos, indicándolo oportunamente. Como dato complementario hemos medido la superficie total aproximada de los fragmentos
atipicos con el fin de poder valorar mejor su importancia cuantitativa.
En lo que se refiere al problema planteado por la bolsada de tierra
discordante, localizada en la parte septentrional del cuadro J -5, ya
hemos expuesto nuestra opinión de que parece tratarse de tierra tamizada que cubria el talud formado por la excavación de los Sectores
H y H-l Y que , en consecuencia, contenía muy escasos materiales, casi todos atípicos. En unos pocos casos existen dudas razonables sobre
la atribución de algunos materiales a una determinada capa; en estas
ocasiones hemos detallado tal circunstancia en los inventarios.
Para evitar repeticiones innecesarias presentamos conjuntamente
la industria lítica, ósea y objetos de concha, de cada capa.
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Fig.4
[page-n-34]
B. MARTI
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INDUSTRIA UTICA, OSEA y OBJETOS DE CONCHA
CUADRO J -2
CAPA I
Sflex
l . Fragmento proximal de hoja. Ambos bordes denticulados por retoque marginal. discontinuo, inverso. Gris. 23 )( 13 )( 4'5 mm. Fig. 5, núm. 1.
CUADRO J -3
CAPA I
Sflex
1. Hoja. Retoque directo, oblicuo. algo invasor, continuo. en el borde derecho ; directo,
marginal. continuo, en la mitad distal izquierda. Gris oscuro. 46 )( 1J )( 5 mm. Fig. 5, numo
•• 2.
Hoja. Borde izquierdo denticulado por n!toque directo, abrupto, continuo; borde derecho con pequei\as muescas simples y señales de uso. con ruerte lustre. Elemento de hoz.
Bulbo eliminado y superficie inferior muy alterada por la acción del fuego. Melado. 36 )( 12
x 4 mm. Fig. 5, núm. 5.
3. Fragmento pro:rimal de hoja. Sedales de uso en el borde izquierdo. Melado y rojizo,
eDIl IiJera pátina blanca. 29 x 13 x 4 mm. Fig. 5, núm. 11 .
4, Fragmento medial de hoja. Borde derecho denticulado por retoque a lternante,
abrupto. Melado, con c6rtex. 26 x 18 x 4 mm. Fig. 5, numo 9.
5. Fragmento distal de hoja. Bordes denticulados por muescas simples. Melado claro.
JI x 13 x 3 mm. Fig. 5, núm. 10.
6. Fragmento distal de hoja . Borde derecho y parte distal con retoque inyerso, oblicuo y
plano ; borde izquierdo con seftales de uso y fuerte lustre. Elemento de hoz. Melado. 17 x 10
x 3 mm. Fig. 5, núm. 4.
7. Hojita. Seftales de uso en la parte distal. Melado amarillo, con c6rtex. 24 x 10 x 3
mm.
8 . Hojita. Sin retocar. Gris claro. 40 x 8 x 3 mm.
9. Peñorador. Fragmento distal de hoja apuntado por retoque alterno, abrupto. Gris os·
curo. 30 x 13 x 3 mm. Fig. 5, núm. 7.
10. Punta de flecha . Retoque plano, cubriente, bifacial. Melado claro. 33 x 13 x 3 mm.
Fig. 5, núm. 3.
11. Punta de flecha. Retoque plano, cubriente, bifaclal. Melado. 25 x 15 x 4 mm. Fig.
5, núm. 2.
,12. Lasca laminar denticulada. Blanco. 30 x 16 x 8 mm. Fig. 5, núm. 8.
13· 19. Siete lascas, tres de ellas con có~.
20·21 . Dos pequeAos fragmentos de núcleo.
22 ·35. Catorce pequeAas esquirlas.
Hueso
l.
Colgante. Peñoraci6n rota. Fig. S, núm. 12.
[page-n-35]
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[page-n-36]
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B. MARTI
CUADRO J -7
CA PA I
sr/ex
1. Fragmento proximal de boja. Seil.ales de uso bilaterales. Bulbo eliminado. Blanco. 24
, 12 x 2' 5 mm. Fig. S, núm. 13 .
2. Fragmento distal de hojita. MalTÓn-gris, con c(¡neJ(, 22 x 7 )( 2 mm. Fig. 5, núm.
15.
3. Truncadura doble. Retoque alterno, abrupto, en las truncaduras ; muescas simples
bilaterales. Melado. 19 x 10 x 2 Il:)m. Fig. 5, núm. 14 .
4-5. Dos peque~as lascas, con c6rtex. Una de ellas presenta satiales de uso.
6-B. Tres fragmentos de núcleo.
9-12 . Cuatro esquirlas.
Concha
1.
2·3.
Columbella rustica, perforada. Fig. 5, numo 17.
Dos 71zeodoxusjluviatilis, perforados. Fig. 5, núm. 16.
CUADRO J -4
CAPA 1
Silex
l . Fragmento proximal de hoj a . Retoque directo, abrupto, en el borde derecho. Grismarron, con c6n.ex. 23 x 21 x 6 mm. Fig. 6, nOm.. 5 .
2. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto. continuo en el borde izquierdo,
formando una amplia escotadura ; directo, abrupto en la mitad inferior del borde derecho y
alternante en la mitad superior. Blanco. 32 x 16 x 5'5 mm" FiR. 6. núm. 3 .
3. Fragmento de hoja. Retoque marginal, discontinuo, en el borde derecho. Gris·negro.
29 x 13 x 6 mm. Fig. 6 , núm. 7.
4. Hojita. Retoque din!cto, muy marginal en el borde izquierdo. Melado.gris. 37'5 x 8
x 3 mm. Fig. 6. mlm. 4. '
5. Truncadura retocada. Fragmento de hojita con truncadura proximal oblicua. que
elimina casi totalmente el bulbo, hecha por retoque inverso, abrupto. Escotadura en el borde
derecho mediante retoque inverso, semi.abrupto. Melado· marrón. 25 x 10 x 4 mm. Fig. 6,
mlm. 6.
6. Punta de flecha. Retoque plano. cubriente, blfacla!' Melado·gris. 28 x 20 .x 6 mm.
Fig. 6, núm. l .
7. Fragmento de punta de flecha. Retoque plano, Invasor, blCacial. Marrón oscuro. con·
serva córtex en la parte central de ambas superficies; sllex tabular. 2B x 16 x 5 mm . Fig. 6.
núm . 2 y lém. V, núm. 2.
8 . Lasca retocada. Retoque muy marginal en el borde derecho ; inverso. plano en parte
superior izquierda. Marrón rojizo, con ambas superficies muy alteradas por la acción del fue ·
go. 23 x 19 x 7 mm. Fig. 6, núm. B.
9. Lasca retocada. Gris, con CÓrtex. 42 x 32 x 15 mm. Flg. 6, núm. 12.
10· 13 . Cuatro pequeñas lascas, con córtex.
14· 19 . Seis pequeñas lascas y esquirlas.
Hueso
1.
Vértebra de pescado, pulida. Fig. 6. núm. 10.
Concha
l . Co/u mbella rustica. perforada. Fij¡. 6, núm. 9 .
2. Glycymeris gaditanus, con perforación en el umbo.
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34
B. MARTl
CAPA 2A
stl~x
l.
6,
Punta de necha. Retoque bifacial, plano. cubriente. Blanco. 17 x 18'5
11:
6 mm. Fig.
numo 13 .
2.
Triéngulo. Retoque directo, abrupto. Melado oscuro. 15' 5 )( 8 '5 )( 2 mm. Fig. 6.
numo 14.
3. Lasca laminar. Retoque muy ma rginal en el borde Izquierdo. Melado. 26 x 13 x 4'5
mm. Fig. 6, numo 15.
4. Pequeña lasca con cOrtex.
5-12. Ocho pequenas lascas y esquirlas.
Hu.eso
l.
Posible cuenta de collar. Fig. 6, mi mo 11 .
CAP A 2B
SI/ex
l . Fragmento pr oximal y medial d e hoja. Escotadur a y retoque alternante, muy margi.
nal. en el borde izquierd o. Melado. 52 )( 15 )( 4' 5 mm. Fíg. 7, n11m. 1.
2. Fragmento proximal de hojita. Retoque continuo, muy marginal, en el borde dere·
cho. Melado gris. 16 x 7'5 )( 2 mm. Fig. 7, n úm. 3 .
3. Fragmento distal de hojita. Ambos bordes ligeramente denticulados por linos retoques, de uso. Melado. 15 x 6' 5 x 2 mm. Fig. 7, n6m . 5.
4 ·9 . Seis fragmentos de hojita, sin rf!tocar.
10 . Truncadura retocada. Fragmento medial de hojita con tnmcadura distal oblicua
hecha por retoque directo, abrupto. Gris. Superficie alterada por la acción del fuego, 18 x 9
x 2' 5 mm. Fig. 7, núm. 2.
11 , Posible punta de flecha en proceso de fabricación. Retoque directo, marginal, en el
borde derecho; inverso, plano, algo invasor. MeJado claro. con eórtex, 27 x 17 x 4 mm. Fig.
7, n6m, 4 ,
12-13, Dos Jascas retocadas.
14. Lasca con seDales de uso,
15-21. Siete lascas, sin retocar; dos de ellas con córtex.
22 ·51 . Treinta pequeñas lascas y esquirlas ; cuatro de ellas con córtex y siete con huellas de la acción del fuego .
Piedra
1.
Cuenta discoida L Gris. Fig. 7, núm. 6.
CAPA 3
SI/ex
1. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, oblicuo, en el borde Izquierdo; inverso, plano, en el de recho. Gris melado. 11 x 14 x 4 mm. Fig. 7, núm . 7.
2. Fragmento proximal de hoja. Melado. 29 x 15 x 4'5 mm. Fig. 7, núm. 1 L
3. Fragmento medial de hojita. Retoque de uso, muy marginal, en el borde izquierdo.
Marrón, con córtex. 26 x 10 x 5 mm. Fig. 7, núm. 10.
4. Fragmento medial de hojita. Melado gris.
5. Trapecio asimétrico. Retoque directo, abrupto, bilateraL Ugera denticulación en la
base mayor y pequeña muesca inversa en la menor. Melado. 25 x 14 x 4 mm. Fig. 7, núm . 8.
6. Lasca retocada. Apuntada mediante retoque muy ma rginal, alterno, continuo. Rosado, con córtex, muy alterado por la acción del fuego . 24 x 14 x 3 mm. Fig. 7, mlm. 9.
7. Lasca retocada.' Melado.
8-9. Dos lascas. Sin retocar.
10-19. Diez esquirlas.
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20
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B. MARTl
36
CAPA 4
Sllex
1. Fragmento medial de hojita. Sedales de uso.
2. Fragmento proumal de hoj ita. Sin retocar.
3. Trapecio simétrico. Retoque alterno, abrupto. Melado. 13 )( 10 x 2'5 mm. Fig. 7.
nüm. 12 .
4·7. Cuatro lascas.
8· 13 . Seis esquirlas.
14-16. Tres fragmentos de núcleo.
CAPA 5
SI/ex
l.
Fragmento proximal de hoj a. Señales de uso en el borde derecho, con lustre. Elemen-
to de hoz. Melado. 17 x 11 x 2 mm. Fig. 7, núm. 13 .
2.
10
)C
Hojita. Retoque muy marginal en el borde de recho y parte distal. Melado gris. 30 x
3' 5 mm. Fig. 7, núm. 15.
3.
4.
5.
11 )( 3
6.
Hojita. Gris. 33 x 12 x 3 mm. Fig. 7, núm . 18.
Hojita. Gris, con córtu. 23 x 6 x 2 mm .
Fragmento proximal de hojita. Seflales de uso en el borde izquIerdo. Amarillo. 26 x
mm. Fig. 7, núm. 14.
Fragmento proximal de hojita. Melado gris. 19 )( 9' S x 3 mm. Fig. 7, núm. 16.
7. Fragmento distal de hOjita.
8 . Lasca retocada. Melado. 38 )( 29 x 7 mm. Fig. 7, núm. 17.
9. Lasca retocada. Melado. 30 )( 19 x 7 mm.
10· 13. Cuatro lascas, tres de ellas con cOrtex.
14-29. Dieciséis peque~as lascas y esquirlu.
30. Fragmento de núcleo de forma cónica. Gris, algo rosado y cuarteado por la acciOn
del fuego, con CÓrteJl: . 29 x 24 )( 9 mm. Fig. 7, num. 19.
31 . Fragmento de núcleo deforma prism4tica rectangular. Gris. 23 x 14 x 9 mm. Fig.
7, numo 20.
32. Pequedo fragmento de núcleo. Gris rosado, con cOrtex. 25 )( 15 )( 6 mm.
Piedra
1. Hacha pulida. Negra; posiblemente de basalto. En ambos lados se observan sendas
bandas de superficie rugosa, sin pulimento, que deben corresponder al enmangamiento. 68 )(
41 )( 22 mm. Fig. 8, núm. 4 y 14m. VI, núm. 3.
Hueso
l.
Fragmento de costilla, indeterminado; pulido. Fig. 8, núm. 2.
Concha
1.
Cuenta de collar de forma ovalada; peñoraclOn rota . Fig. 8, núm. 1.
CAPA 6a
Sílex
1. Fragmento proximal de hoja. Muy ligeras sedales de uso. Gris. 35 )( 12 )( 2'5 mm.
Fig. 8, núm. 5.
2. Fragmento proximal de hoja. Muy ligeras sedales de uso. Gris. 31 x 14 )( 3 mm. Fig.
8, núm. 6.
3. Fragmento medial de hoja. Muy ligeras sedales de uso. Gris. 13'5 )( 13 )( 3 mm. Fig.
8 , numo 7.
4·6. Tres fragmentos de hojita ; proximal, medial y distal. Sin retocar.
7· 11. Cinco pequeftas lascas.
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Fil. 8
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B. MARTl
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Con cha
l.
2.
ColumbeUa ru:stica. peñorada. Fig. 8. núm. 3.
Fngmento de Denta/ium sp.
CAPA 6b
Si/ex
1. Fragmento medial y distal de hoja . Retoque alternante, ab rupto y oblicuo, marginal, discontinuo, en el borde derecho ; alternante, muy marginal, en el izquierdo. Melado ma·
rrón. con cOrtex. 48 x 16 x 4 mm. Pig. 8. núm. 11 .
2. Fragmento medial de hoja. Borde izquierdo de nticulado por retoque inverso. ab rupto
y oblicuo. Gris marrón, con c6rtex. 27 x 15 x 4 mm. Pig. 8. núm . 12.
3. Fragmento medial de hojita. Sel'lales de uso. 9 x 10 x 3 mm.
4. Fragmento proximal de hojita. Sin retocar.
5 . Tnpecio asimétrico. Re toque directo. abrupto, bilateral. Gris. 14 x 14 x 3 mm. Pig.
8, núm. 13.
6-16. Once lascas; cinco de ellas con c6rtex.
17-21 . Cinco esquirlas.
Cancha
l.
Acan!hocordio !uberculo!o con perforación en el umbo. Fig, 8 , núm. 10.
2-3.
4-6.
Dos Theodoxu$ fluvio!ilis con peñoración. Fig. 8, núm . 8 .
Tres Columbello rustica, dos de ellas peñoradas. Fig. 8 , núm. 9.
CAPA 7a
Silex
1. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto, en el borde derecho; bifacial,
directo-oblicuo e inverso-plano, en el izquierdo. Melado. 20 x 19 x 4'5 mm. Fig. 9, núm. 2.
2-3. Dos fragmentos distales de hoj a, con córtex.
4. Hojita. Ligeras sedales de uso. Melado claro. 22 x 8 x 2 mm.
5. Fragmento proximal de hojita.
6. Lasca retocada. Melado. 4 1 x 19 x 5'5 mm. Fig. 9, num, 1.
7·8 . Dos pequedas lascas.
9-13 . Cinco esquirlas.
Hueso
l . Pieza de forma cuadrada hecha sobre un fragmento de costilla de Bos con inicio de
perforaCión en su centro. Ouemado. Fig. 9, numo 7 y lAmo VI, numo l .
COllcho
l.
Columbella ruslica, peñ orada. Fig. 9, num o 3.
CAPA 7b
Silex
1. Fragmento distal de hoja. Melado, con cÓrtex. 26 x IS x 4' S mm. Fig. 9, núm. S.
2. Fragmento prox.imal y medial de hojita. Setlales de uso. Melado. 35 x 11 x 2'S mm.
Fig. 9, núm. 6.
3. Trapecio. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 20'S x 8 'S x 4 mm. Fig. 9,
núm. 4.
4. Lasca retocada. Melado. 20 x 12'5 x S' S mm.
S· 7. Tres lascas, dos de ellas con córtu.
8 ·21 . Catorce pequeñas lascas y esquirlas.
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Fig. 9
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B. MARTl
Hu eso
l.
Vértebra de pescado.
Concha
l . Theodoxu$ jluviotüis con peñortlción.
CAPA 88
S(/ex
l . Fragmento medial de hoja. Retoque alternante en el borde derecho e inverso en el izquierdo, marginal. discontinuo. Melado-marrón, con CÓrtex. 34 )( 12'S x 4'5 mm. Fig. 9,
núm. 13 .
2. Fragmento proximal y medial de hoja . Ambos bordes ligeramente denticulados por
retoques muy marginales, de uso. MalTÓo claro. 32'S le 15 x 2'5 mm. Fig. 9, núm. 14 .
3. Fragmento proximal de hoja con truncaduTII oblicua parcialmente retocada. Gris,
con córtex. 25 x 14 x 2'5 mm.
4. Fragmento medial de hoja. Superficies alteradas por la a cción del fuego .
5. Hojita. MaITÓn. 29 x 6'5 x 2 mm.
6. Hojita. Cara dorsal recubierta de cÓrtex .
. 7. Fragmento distal de hojita. Retoque directo, abrupto, en el borde izquierdo. Fuerte
lustre en el borde derecho. Elemento de hoz. Gris. 8' 5 )( 8 )( 2'5 mm. Fig. 9, núm. 12 .
8. Fragmento proximal y medial de hojita. Retoque directo, abrupto, formando dos pe·
queñas escotaduras, en el borde derecho. Lustre en parte superior Izquierda. Elemento de
hoz. Melado. 28 )( 8 )( 2'5 mm. Fig. 9, núm. 15.
9. Fragmento proximal de hojita. Retoque directo. muy marginal. en parte superior de·
recha. Ama rillo. 15 )( 7 )( 1'5 mm. Fig. 9, mlm. 11 .
10. Tr-uncadura retocada. Fragmento distal de hoja con truncad ura cóncava obtenid a
mediante retoque directo, abrupto. Lustre en el borda derecho, Elemento de hoz. Gris. 11'5 )(
12 )( 4 mm. Fig. 9, núm. 10.
11. Truncadura retocada (toble. Retoque directo, abrupto. en las truncaduras; alter·
nan te, marginal, en el lado izquierdo. Aunque podrfa considerarse como un trapecio alarga·
do, te nienda.en cuenta la proporci6n existente entre sus medidas se incluye como truncadura
doble. Marr6n. 2R )( 10 )( 3'5 mm. Fig. 9. núm. 8.
12 . Tra pecio. Retoque directo, abrupto. Amarillo. 20 )( 8 )( 1'5 mm. Fig. 9. núm. 9.
13· 14. Dos lascas.
15· 18. Cuatro esquirlas.
Hu. eso
l . Fragmento de diMisis de metapodio de Cervus, pulido. Posible fragmento medial de
espátula. Fig. 9, núm. 16.
Concha
1. Fragme nto de Dentaliu.m sp.
CAPA 8b
SI/ex
1. Fragmento medial de boja. Retoque directo, piano y oblicuo, invasor, en la cara su·
perior. Ausencia total de retoque en la cara inferior. Gris. 48'5 )( 14 )( 6 mm. Fig. 10, núm.
2.
2. Fragmento proximal y medial de hojita. Retoques marginales en parte superior dere·
cha, con lustre. Elemento de hoz, Melado claro. 25 )( 9'5 )( 3 mm. Fig. 10, núm. 3.
3·6. Cuatro lascas, dos de ellas con córtex.
' ·8. Dos esquirlas.
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13
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42
B. MARTl
Pifilro.
Azuela. Rota en la parte superior. Negra. posiblemente basalto. Fig. lO, núm. 1.
1.
Concha
ColumbeIla 1'lIstica, perforada. Fig_ 10, núm. 4.
Colgante de forma oval, con abultamiento en la parte inferior. Fig. 10. núm. 5.
1.
2.
CAPA 98
Si/ex
l . Fragmento distal de hoja. Sei'lales de uso. Gris marrón. 17 x 11 x 3 mm. Fi~. 10,
núm . 7.
2. Fragmento distal de hoja. Alterada por la acción del fuego. Gris. 26 x 12 x 4'5 mm.
Fig. 10, núm. B.
3. Hojita. Señales de uso bilaterales. Melado. 33'S x 10 x 4 mm. Fig. 10, núm. 6.
4. Pequedo fragmento de hojita retocada. Melado. con córtex. 10'5 x 7:5 x 2 mm.
5-12. Ocho pequeñas lascas, una de ellas con cOrtex.
CAPA 9b
SU..
l . Fragmento medial de hoja. Pequetl.a escotadura hecha mediante retoque directo,
abrupto, en parte superior derecha. Retoques marginales bilaterales. Melado. 20 )( 11 '5 )( 3
mm. FIg. 10, n1lm. 9.
2. Fragmento proximal de hoja. Retoque marginal en borde denlcho. Melado. 14' 5 )(
12 )( 4 mm. Fig. lO, numo 10.
3. Fragmento distal de hoja. Retoque marginal en el borde derecho. Melado, con cór·
lex. 20 )( 15'5 )( 3 mm. Fíg. lO, núm. 12 .
4. Fragmento medial de hojita. Sin nltocar. Melado.
5. Peñorador. Punta obtenida mediante nltoque directo, abrupto, bilateral ; ambos bordes presentan retoque alternante, abrupto y oblicuo. Melado gris, con córtex. 65 )( 13'5 )(
4' 5 mm. Fig. 10, núm. 11 y lám. V, núm. 5.
6·7. Dos lascas.
8· 14. Siete esquirlas.
Hueso
1.
Punzón realizado sobre la parte distal del metatarso, cortado longitudinalmente, de
Ovis. Fig. 10, núm. 13.
CAPA lOa
Si/ex
l . Fragmento proximal de hoja. Retoque directo. abrupto, bilateral. Melado. 21 'S x
13'5 )( 3 mm. Fig. 11 , núm. 2.
2, Fragmento proximal de hoja. Ligero deoticulado por retoque inverso en parte supe·
rior izquierda. MeJado. 19'5 )( 12 x 3'5 mm. Fig. 11 , núm. 3.
3. Fragmento distal de hoja. Melado, con córtex. 21 )( 13 )( 3' 5 mm. Fig. 11 , núm. 5.
4. Hojita. Retoque abrupto y oblicuo, continuo. muy marginal. en el borde derecho ;
muy marginal. formando una escotadura. eo el borde il:quierdo. Gris. 36 )( 10 )( 3 mm. Fig.
11 , núm. 1.
5·8 . Cuatro pequeñas lascas, una de ellas con córtex.
9· 11. Tres esquirlas,
12. Pequeño fragmento de nucJeo.
[page-n-47]
COVA DE L'OR
CAPA IOb
"
Si/ex
l. Fragmento distal de hoja. Borde derecho con nna denticulaci6n . Melado. 22'5 x
12'5 x 2 mm. Fig. l l , núm. 4.
2. Fragmento proximal y medial de hojita. Señales de uso en el borde derecho. Meladogris. 22'5 x 6'5 x 2'5 mm. Fig. 11. núm. 8.
3-4 . Dos fragmentos proximales de hoja.
5. Fragmento distal de hojita.
6. Trapecio. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 20 x 8 x 3 mm. Fig. I 1, núm.
7.
7. Segmento lIe (,{rculo. Retoque directo, abrupto. Melado. 19 x 6 x 2' 5 mm. Fig. 11,
núm.6.
8. Gran fragmento de núcleo. Gris, con c6rtex.
9 -14. Seis lascas.
15-25. Once esquirlas.
Hueso
l.
Fragmento de costilla de ovicaprina con dos posibles incisiones y señales de pulimen-
oo.
Concha
l.
2.
ColumbeUa ru.uica con peñoraci6n.
Theodoxus jluviatilis con perfor aci6n.
CAPA Ila
Si/ex
1. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, oblicuo, en el bord e derecho; retoque
marginal en el izquierdo. Melado. 20 x 12 x 4' S mm. Fig. 11, núm. 9.
2. Truncadura cóncava retocada; hecha por retoque directo, abrupto. Retoques inversos, marginales, en la parte inferio r. Melado-gris. 10 x 14'5 x 2 mm. Fig. 11 , núm. 19.
3. Trapecio. Retoque alterno. Melado-gris. 10 x 14'S x 2 mm . Fig. 11 , núm. 10.
4 -5. Dos fragmentos de núcleo, melado y gris. con cÓrtex.
6-7. Dos lascas. una de ellas con cÓrtex.
8 -12 . Cinco esquirlas.
Hueso
1.
2.
Anillo fabricado sobre asta de Cen'Us. Fig. 11 , núm. 1I y lám. VII. núm. 3.
Colgante hecho so bre la raíz de un diente de SUs; parte superior r ota. Fig. 1]. mimo
12 .
Concha
l.
2.
Cuenta hecha sobre la parte superior de un Conus mediterraneus. Fig. 11 , núm. 13 .
Co/umbella rustica con perforación .
CAPA Ilb
SI/ex
1. Fragmento distal de hoja. Retoque directo. marginal, bilateral ; muy marginal en la
parte dista l. Melado. 31'S x 24 x 4' S mm. Fig. 11, núm. 17.
2. Fragmento medial de hOja. Fuerte lustre en borde izquierdo con dos muescas inversas. Elemento de hoz. Melado. 34 x 17 x 4 mm. Fig . 11 . núm. 18 y Iflm. V, núm. ] .
3. Hojita. Retoque marginal en el borde izquierdo. Melado·gris. 38 x 9 x 2 mm. Fig.
11. núm. 15.
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COVA DE L'OR
4, Fragmento proxima1 de hojita. Retoque directo, abrupto, en el borde derecho y parcialmente en el izquierdo. Melado. 22 x II ' S x 4 mm. Fig. 11 , núm. 14.
5. Fragmento proximal de hojita. Retoque alterno, abrupto, muy marginal. Gris negro.
1l'5 x 11 )C 3'5 mm. Fig. 11, núm. 16.
_
6. Fragmento distal de hojita. Retocada. Melado rojizo. 14 )C. 9 x 1'5 mm.
7· 12. Seis lascas, una de eUas con cÓrtex.
13-14. Dos esquirlas.
Concha
1-3. Tres Columbella rustica con peñoración.
4. Theoooxus fluviarilis con peñoraciÓn.
CAPA 12a
SI/ex
_1. Hoja. Parte medial derecha denticulada por retoque alternante, oblicuo ; directo,
oblicuo en el borde izquierdo. Marrón rojizo, con cÓrtex. 43'5 x 14 '5 )C 4 mm. Fig. 12, núm.
1.
2. Fragmento proximal y media1 de hoja. Ambos bordes con denticulación hecha por retoque alternante ; muy marginal en el izquierdo. Melado claro. 34 x 16 x 4 mm. Fig. 12 ,
núm. 3.
3. Hojita. Melado claro. 36 )C 8'5 )C 2'5 mm. Fig. 12, núm. 2.
4. Fragmento proximal de hojita. Ambos bordes ligeramente denticulados por retoques
inversos. Blanco. 29 x 11 '5 )C 4 mm. Fig. 12, núm. 5.
5. Hojita. Huellas de uso y débil lustre. Elemento de bozo Melado. 26'5 x 9 )C 3 mm.
Fig. 12, núm. 6.
6-8. Tres lascas.
9-10. Dos esquirlas.
Piedra
1.
2.
Fragmento de cuenta de collar discoidal. Blanca. Piedra caliza. Fig. 12, núm. 8.
Fragmento de piedra arenisca con sedales de baber sido utilizada para moler o pulir.
Concha
l . Cuenta de collar hecha sobre la parte superior de un Conus mediterrllneus. Fig. 12,
núm. 9.
2-3. Dos Columbella rustica con peñoraciÓn. Fig. 12 , núm. 10.
CAPA 12b
Si/ex
l . Fragmento proximal y media1 de gran hoja. Sel'lales de uso en el borde izquierdo.
Melado marron, con córtex. 58 x 17'5 )C 3 mm. Fig. 12, núm. 4.
2-3. Dos fragmentos proximales de bojita.
4-7. Cuatro lascas.
6-15. Ocho esquirlas.
Concha
1·2.
Dos Theodoxus fluviatilis peñorados. Fig. 12 , numo 7.
CAPA 13a
SI/ex
1. Hojita. Marrón. 38'S )( 6 x 2 mm. Fig. 12 , numo 11.
2. Hojita. Fina denticulación en el borde derecho. MarrÓn. 32'5 x 10' 5
12, núm. 12 ,
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2'5 mm, Fig.
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B. MAl\TI
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B. MARTI
3.
Fragmento próximo-medial de hojita. Melado blanco. 23 x 8 x 2 mm. Fig. 12, núm,
13.
4. Fragmento distal de b ojita.
S-7. Tres lascas. una de ellas con córtex.
8· 11 . Cuatro esquirlas.
Concha
l . Cuenta de collar hecha sobr e parte superior de Conu! medilerrWleus.
2·3. Dos Columbella rustica peñoradas.
CAPA 14
Sllex
1.
Hoja. Serlldes de uso en el bo rdll izquierdo. Gris, con c6rtex. 32 x 14 x 4 mm. Fig.
13, núm. 5.
2. Fragmento proximal de hoja.
J . Hojita. Sedales de uso bilaterales. Gris. 29 x I1 )( 2 mm. Fig. 13. núm, 4.
4 . Hojita. Señales de uso en el borde derecho. Melado. 26 lo( 9 x 2 mm. Fig. 12, núm.
15.
5. Fragmento proximal de bojlta. Gris. 25 x 9 lo( 2'5 mm. Fig. 12. núm . 14.
6. Fragmento proximal de hojita. Mamn. 22 )( 10 x 2 mm., Fig. 13 , núm. 3.
7. Trapecio. Retoque directo. abrupto. bilateral. Melado. 26 )( 12 )( 3 mm. Fig. 13,
núm. l .
8. Trapecio. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 24 )( 14 )( 3 mm. Fig. 13 ,
numo 2 y 111m. V, num o 3.
9 . Lasca con escotadura en pane distal derecha ; con seftales de uso que producen ruer·
te desgaste y astillamiento, extendiéndose por todo el bor de derecho. Marrón. 36 )( 19 )( 6
mm. Fig. 12 , numo 16.
10· 21. Doce lascas, cuatro de ellas con cónex.
22· 27. Seis esquirlas.
Hueso
l.
Fragmento de anillo. Fig. 13, n6m. 7 .
Concho
1· 4 .
Cuatro Columbella rustica con perforación. Fig. 13. num o 6.
CAPA ISa
Piedra
1.
Fr ag mento de piedra de moli no. Arenisca. Fig. 14, numo 2.
Hueso
1.
Punzón sobre dié.fisis de me tapodio de ovicaprina. FIS. 13 , m1m. 9.
Concha
1.
Columbella rustico perforada.
CA
'pA 15b
SClex
1. Hoja . Retoque muy marginal, bilateral. Melado, con córtex. 42 )( 13 )( 4 mm. Fig.
13, numo 8.
2. Lasca .
3. Esquirla.
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B. MARTI
Piedra
¡· 2.
Dos piedras de molino. Arenisca rojiza . Fig. 14, n1lm. 1 y 3.
Concha
l.
Columbella rustica peñorada.
CAPA 16a
stleJr
l . Fngmento proximal y medial de hojita. Escotadura hecha por
3brupto, en la parte proximal izquierda. Ligeros retoques de uso bilaterales.
1( J mm. Fig. 13, núm. 13.
2. Fragmento proximal y medial de hojita. Ugero denticulado en el
Gris oscuro. 35 x 10 x 2 mm. Fig. 13, núm. 12.
3. Fragmento proximal de bojita. Rojizo. 24 x 8 x 2 mm. Fig. 13,
4. Lasca retocada. Gris. 33 x 20 x 7 mm. Fig. 13, nÍlm. 11 .
5-8. Cuatro lascas, tres de ellas con cÓrtex.
relOque directo,
Melado. 39 x 1 1
borde izquierdo.
núm. 10.
Hueso
1-2. Dos punzones bechos sobre la parte distal del metacarpo, cortado longitudinalmente, de Ovis. El mayor conserva restos de ocre en la apófisis. Fig. 15, núm . I y 2, Y lám.
vn, núm. 2 .
Piedra
l.
Percutor. Fig. 16, núm. 2.
CAPA 16b
SIlex
l.
Hoja. Sedales de uso en el borde i.tquierdo. Melado, 42 x 17 x 3 mm. Fig. 13, numo
14.
2. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto, en el borde derecho, con ruer·
tes sedales de uso. Débil lustre. Posible elemento de hoz. Gris melado. 20 x 13 x 6 mm. Fig.
15, núm. 4.
3. Lasca retocada. Melado. 22 x 17 x 10 mm. Flg. 15, núm. 3.
4·5. Dos esquirlas.
Olncha
l.
Columbeila rustica con perforación. Fig. 15, núm. 5.
CAPA 17a
Sllex
l . Hoja. Sedales de uso bilaterales. MaITOn, con cOrteJ!;o34 x 13 x 2 mm. Fig. 15, núm.
7.
2. Hojita. Sedales de uso en el borde i.tquierdo. MaITÓn, con cOrteJ(. 34 x 11 x 2 mm.
Fig. 15, núm. 8 .
3. Hojita. Marrón, con córteJe. 37 x 10 x 3 mm. Fig. 15, nÚln. 9.
4·5. Dos pequedas lascas.
Hueso
1. Fragmento de punzón sobre diüisis; indeterminado. Fig. 15, núm. 6.
Olncha
l.
ColumbeUa rustica perforada.
[page-n-55]
51
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Fig. 16
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CAPA 18a
Si/ex
1.
Fragmento medial de hojita. Gris claro. 10 x 8 x 1'5 mm.
CUADRO J-5
CAPA
Si/ex
1. Hoja. Retoque; directo, abrupto. bilateral, en la parte distal. Sei'lales de uso y débil
lustre en el borde derecho. Elemento de hoz. Melado-gris, con cOrtex. 40 x 15 x 3 mm. Fig.
17. núm _ 1.
2. Hoja. Señales de uso en el borde izquierdo. Melado. 39 x 15 x 3 mm. Fig. 17, núm.
2.
3. Hoja. Setlales de uso en el borde derecho. Melado, con cOrtex. 37 x 18 x 3 mm. Fig.
17. núm. 3.
4. Fragmento medial de hoja. Escotadura en el borde derecho. Retoque alternante
abrupto en el izquierdo. Melado, con cOrtex. 25 x 13 x 5 mm. Fig. 17, núm. 4.
5. Fragmento próximo medial de hoja . Retoque de uso en el borde izquierdo. Melado.
29 x 12 x 2'5 mm _ Fig. 17 , núm. 5.
6. Fragmento próximo-medial de hojita. Melado. 25 x 7 x 2 mm. Fig. 17 , núm. 6.
7. Fragmento proximal de hojita. Retoque muy marginal en parte superior derecha.
Melado. 18 x 10 x 2 mm. Fig. 17 , núm. 7.
8-9. Un fragmento proximal y otro medial de hojita.
10. Trapecio asimétrico. Retoque alterno, abrupto. Melado. 18 x 8 x 3 mm. Fig. 17,
núm. 9.
JI . Trapecio asimétrico. Retoque directo. abrupto. Gris. 18 x 10 x 3 mm. Fig. 17,
nú m. B.
12 . Truncadura oblicua retocada. Retoque directo, abrupto. Rosado. cuarteado por la
acción del fuego. 13 x 12'5 x 3 mm. Fíg. 17, núm. 10.
13 . Truncadura oblicua retocada. Retoque directo. abrupto. Señales de uso en elborde
derecho. Rosado, cuarteado por el fuego . 13 x 10 x 3 mm. Fig. 17. núm. 1 l .
14. Lasca, con fuerte desgaste en sus filos.
15-35. Veintiuna lascas, de ellas seis con cOrtex y cinco con señales de la acción del
fuego.
36-52. Diecisiete pequeñas lascas y esquirlas.
Hueso
1-2.
3-4.
Dos fragmentos de anillo. Fig. 17, núm. 13 y 14.
Dos fragmentos de caña de hueso largo, pulidos.
Concha
l.
Colgante de fonoa oval, con peñoraciOn oblicua en la parte superior ..Fig. 17, núm.
12.
CAPA 2
Si/ex
l . Fragmento próximo-medial de hoja. Retoque inverso, oblicuo, marginal en el borde
Izquierdo, con algunas extracciones en la cara superior. Retoque marginal. discontinuo en el
borde derecho. Lustre en el borde izquierdo y, parcialmente, en el derecho. Elemento de hoz.
Bulbo parcialmente eliminado. Melado gris. 39 )( 16 x 3'5 mm, Fig. 17, núm. 15.
[page-n-58]
B. MARTI
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Fig. 17
17
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COVA DE L'OR
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2. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto. en el borde izquierdo. Fuerte
lustre en el borde derecho. Elemento de hoz. Amarillo. 25 )( 1J' S )( 2'5 mm. Fig, 18, núm, 4,
J , Fragmento medio-distal de hojita, Seña les de uso en el borde izquierdo, con lustre.
Elemento de hoz. Melado, con córtex. 29 )( 10'5 )( J mm. Fig. 17, núm . 16.
4. Fragmento próximo-medial de hojita. Retoque directo. marginal. continuo. bilateral.
Melado rojo. 2J K 9 K J mm. Fig. lB, nú m. S.
S-7. Un fragmento proximal y dos fra gmentos próximo-mediales de hojita.
8. Trapecio simétrico. Retoque directo. abrupto. Melado. 14 K 1 I K 2'S mm. Fig. 18 .
núm. 8.
9, Trapecio asimétrico con lados cóncavos. Retoque directo. abrupto. La base mayor
presenta una amplia escoladura y retoque inverso. Base menor finamente denticulada. Melado. 26'5 K 14 )( 2'S mm. Fig. 18, núm. 2.
10. Rectángulo. Retoque plano. bifacial, en la parte superior ; directo, abrupto, en el
borde derecho y parte inferior. Melado. 14 K 22 )( 4 mm. Fig. 17. núm. 17.
11. Tr uncadu ra oblicua retocada. Fragmento distal con truncadura hecha por retoque
directo. abru pto. muy marginal. Melado rojizo. 16 K 7 K 2 mm . Fig. 18. núm. 7.
12. Perforado r. Posible fragmento de perforador, roto en la punta . Retoque directo.
ab ru pto, en el borde derecho. Melado. 22 x 10 )( 7 mm. Fig. 18, núm . 6.
1J . Punta de necha. Cr uciforme. Retoque plano, cubriente, bifacia!. Melado gris. 26 x
18 K 4 mm . Fig. 18, nú m. J .
14. Lasca laminar retocada. Retoque directo. abrupto, en la parte inferior derecha ;
borde izquierd o denticulado. MarrÓn roji.1!o. con ligera pátina blanca . 29'S )( 14 '5 )( 4 mm .
Fig. 18. núm. 1.
15, Lasca laminar con señales de uso.
16-27 . Doce lascas. de ellas cuatro con córtex y una con señales de la acción del fuego.
28-40. Trece pequeñas lascas y esquirlas.
41 . Lasca de descortezado de núcleo, con cÓrtex.
Hueso
1. Fragmento de anillo. Fig. 18 . núm. 9.
2. Fragmento de pala de cuchara. Quemado. Fig. 18, núm . 10.
J , Fragmento de punzón, de sección plano convexa, hecho sobre diáfisis de hueso largo;
indeterminado, Fig. 18 , núm. 16.
Concha
l . Fragmento de Acamhocardia tu berculata con manchas de ocre.
CAPA J
Silex
l . Fragmimto medial de hoja. Retoque alternante. marginal. continuo. en 01 borde dere·
cho; ligera denticulación en el ho rde izquie rdo. con fuerte lustre. Elemento de hoz. Melado.
20 K IS )( J mm. Fig. 18. núm. IJ.
2. Fragmento próximo-medial de hojita. Señales de uso en el borde i ~q uierdo. Melado.
24 K 9 x J' S mm. Fig. 18, núm. 11.
J. Fragmento próximo-medial de hojita. Gris marrón. 22'S x 8' S x J mm. Fig. 18 .
núm. 12.
4. Punta de flecha. Retoque plano, cubriente, bifacial. Marrón. J7 K 1B'S x 5 mm . Fig.
18, núm . IS.
5. Lasca laminar retocada. Melado gris. 26'S x 14 'S x 2'5 mm. Fig. 18, núm. 14.
6, Lasca con señales de uso,
7-8. Dos pequeñas lascas.
9-10. Dos fragmentos de núcleo, con córtex.
Concha
l . Gibberula miliaria con dos perforaciones.
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Fig. 18
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1.
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CQVA DE L'OR
CAPA 4
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Sllex
1. Fragmento medial de hoja. Retoque marginal, de uso, bilateral. Melado. 20 )( 13'5
)( 2' S mm. Fig. 19, núm. 1.
2. Fragmento de hojita de dorso rebajado, apuntada . Posible perforador. Melado. 24 )(
6 )( 3 mm, Fig. 19, nOm, 2,
3. Fragmento distaJ de hojita retocada, Amarillo. 22 ' 5 )( 8 ' 5 )( 4' 5 mm, Fig. 19, oQm,
4. Fragmel ll.o proximal de boj Ita. Cuarteeda por la acd óo del fuego, 18 )( 9 x 2' S mm,
Fig. 19, núm, 4 .
5-6, Un fragmento proximal y otro distaJ de hojita.
7. Lesca dentl cul~de .
8 · 12. Cinco lascas, dos de ellas con córtex.
13· 21 . Nueve pequetl.as lascas y esquirlas.
Concha
1.
Colganta de fO
nDa oval con peñoración. Fig. 19, núm. 5.
CAPA S
stlex
¡ · 2. Un fragmeoto proximal v otro medial de hoUta.
3, Pequeña lasca de fO
nDa trapezoidal con retoque a lterno, abrupto. Aunque por su
morfologla podrla ser un trapecio, 00 se considera como tal por conservar parte del bulbo y
del t a lón. Gris, 14 )( 12 )( 3 mm. Fig. 19, núm. 6.
4-7. Cuatro esquirlas,
Hueso
l.
Vértehra de pescado. Fig. 19, núm. 7.
CAPA 6
SU..
1. Fragmento distal de hoja. Sedales de uso en el borde izquierdo. Melado y gris, con
cón ex. 32'S x I S x 3 mm. Pig. 19, núm. 10.
2 . Fragmento proximal de hojita. Retoques marginales en el borde izquierdo. Gris. 15
x ·II ' S )( :rs mm. Fig. 19, nQm. 8 .
.
3 . Trapecio, Retoque inverso, abrupto, bilateral. PareCil hecho sobre lasca laminar y el
lado inferior limitarla con el bulbo, que ba sido eliminado. Melado. IS )( 18' S )( S' S mm. Fig.
19, núm. 9 .
4· S. Dos lascas, con CÓftex.
CAPA 7
SU ..
1. Fragmento medial y distal de hoja. Retoqua directo, abrupto, bilateral ; continuo en
la parte distal ydiscontinuo en la medial. Lustre en el borde izquierdo, Elemento de hoz. Gris.
52 )( IS )( 4 mm. Pig. 19, núm. 14.
2, Fragmento distal (le bojita. Retoques marginales en el borde izquierdo. Melado gris,
con CÓftex. 20 )( 9' 5 )( 3' 5 mm. Pig. 19, núm. 12.
3· 6 . Tres fragmentos mediales y uno proximal de hojita.
7. Perforador. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 2S )( 9 )( 3 mm. Fig. 19,
núm. 11 .
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[page-n-62]
"
B. MAJln
8. Lasca con señales de uso.
9 . Esquirla con retoque directo, abrupto.
10-17. Ocho lascas. tres de ellas con c6rtex.
18 -24 . Siete pequenas lascas y esquirlas.
CAPA 8
Sflex
l.
2.
Hoja. Melado gris, con cOnex. 32 x 13 x 4 mm. Fig. 19, núm. 15.
Fragmento proximal de hojita.
J . Pequeña lasca laminar con señales de uso.
4-7. Cuatro lascas, tres de ellas con huellas de la a cción del fuego .
CAPA 9
SI/ex
1. Fragmento distal de hoja con escotadura hecha por retoque inverso, abr upto. Semejante a un microburil, pero no se aprecia con claridad la faceta . Gris melado. 21 x 12 x 2'5
mm. Flg. 19, numo 17.
2. Fngmenlo medial de hoja. Lustre en el borde derecho. Elemento de hoz. Melado, con
c6rtex. 13 ¡( 13 )( 4 mm. Fig. 19, núm. J8 .
3-5. Un fragmento proJtimal y dos mediales de hoj ita.
6-16. Once lascas, cuatro de ellas con córt.eJ(.
17 · 24. Ocho esquirlas.
25· 26. Dos fragmentos de núcleo.
Piedra
l . Cuenta de collar, de forma ctllndrica con perforación bitronco·cónica. Caliza blanca.
Fig. 19. núm. 16.
2. Plaqueta de a renisca rojiza, rodeno: muy pulida en la parte superior. Fig. 16. núm.
,.
Hu.eso
1.
Fragmento de anillo. Fig. 19 , núm. 13.
CAPA 10
Sílex
1.
Fragmento proximal de hojita. Seftales de uso en el borde izquierdo. Melado. 16 )( 8
)( 2 mm. Flg. 20, núm. 2.
Fragmento proximal y distal de hojita.
Tr uncadura oblicua retocada. Fragmento de hoja con truncadura hecha por retoque
directo, abrupto ; igual que la parte conservada del borde izquierdo. Blanco gris. 16 )( 15 )( 3
mm. Fig. 20, núm.!.
5. Lasca laminar con denticulación en el borde derecho. Melado rojizo. 15 )( 14 )( 2'5
mm . Fig. 20, núm. 3.
6·9. Cuatro lascas, dos de ellas con CÓrtex.
10· 12. Tres esquirlas.
13. Fragmento de núcleo.
2·3.
4.
CAPA 11
S(/ex
l.
Hojita. Señales de uso en el borde izquierdo. Melado amarillo. 36 )( 10 )( 2 mm. Fig.
20, núm. 4.
2·6.
Cinco fragmentos proximales de hojita.
[page-n-63]
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Fig, 19
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[page-n-64]
60
B. MARTJ
7-8 . Dos fragmentos mediales de hojita.
9. Trapecio. Retoque directo, abrupto, bilateral. Señales de uso en la base mayor. Melado. 23 x 17 )( 3'5 mm. Fig. 20, núm. 6.
10. Lasca retocada. Rojo. 31 x 25 x 3 mm. Fig. 20. núm. 5.
11 -13. Tres lascas laminares.
14-18 . Cinco lascas, tres de ellas oon cónex.
19-29 . Once esquirlas.
Hueso
1.
Punzón fabricado sobre un fragme nto de diáfisis de metatarso de Cervus. Fig. 20.
núm.8.
2.
Fragmento de espátula hecha sobre diáfisis de fémur de ovicaprina. Fig. 20, núm. 7.
Concha
1. Valva casi completa de Acanthocardia wberculata, con el umbo perforado. Fig. 20,
núm, 9.
CAPA 12
SI/ex
l.
Fragmento proximal y medial de hoja. irregular. Algunas señales de uso. Melado. 38
4 mm. Fig. 20, m1m. 10.
2. Fragmento proximal de hOja. Señales de uso bilaterales. Melado. 20 x 17 x 3 mm.
Fig. 20. núm. 12.
3. Fragmento proximal de hojita.
4. Lasca con señales de uso.
5-6. Dos lascas.
7-12. Seis esquirlas.
x 20
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Piedra
l . Percutor. Forma aproximadamente cillndrica y señales de uso en ambas extremidades. Fig. 16, núm. l .
Hueso
l.
Colgante, co n perfor ación central. Fig. 20, núm. 13.
CAPA 13
SI/ex
1. Hoja. Re toque marginal. inve rso, en el borde derecho. Melado claro. con cOrtex. 40
)( 13 x 5 mm. Fig. 21 , núm. 2.
2. Fragmento distal de hoj ,-. Retoque de uso en el borde derecho; inverso. oblicuo. margi nal en la parte distal izquierda. Melado, 28'S x 12 x 3'S mm, Fig. 21 , núm. 3.
3. Hojita. Retoq ue continuo, marginal. bilateral. Melado. 27 x 10 x 3 mm. Fig. 21,
núm. S.
4. Fragmento distal de hojita. Melado. con córtex. 21 'S x 9' S x 3 mm. Fig. 21. núm. 7.
S. Fragmento medial de bajita.
6. Pequeño fragmento de hojita con lustre. Elemento de hoz.
7. Segmento. Retoque directo, abrupto. MarrOn. 21 )( 9 x 2 mm. Fig. 21, núm. 6.
8 . Lasca con señales de uso. Gris. 28'S x 15'5 )( 5 mm, Fig. 21 , n6m . 4 .
9 -IS. Siete lascas.
16-24 . Nueve esquirlas.
2S. Núcleo de forma cónica. Melado, co n CÓrt8x. 2S x 20 )( 18'5 mm. Fig. 21 , núm. l .
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B. MARTI
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2.
3.
Fragmento de punzón sobre astilla apuntada . Fig. 20. núm. \6.
Fragmento de anillo, con tres lineas incisas. Fig. 20, núm . 17 y lim . Vil, núm. 4.
Fragmento de anillo. Fig. 20. núm. 15.
Concha
J.
2.
Colgante. Fig. 20, núm. 14.
Columbella rtlstica perforada. Fig. 20. numo 11.
Varios
Fragmento de ocre rojo.
CA PA 14
SI/ex
l . Fragmento próximo-medial de hoja. Retoque alterno, oblicuo, marginal en la parte
proximal. Melado. 38 )l; 13 )( J mm. Fig. 21. núm. 8 .
2. Hoja . Borde izquierdo denticulado por retoque inverso, abrupto; borde derecho con
retoque muy marginal y débil lustre. Elemento de hoz. Melado claro, con córtex. 36' S K 13' 5
x 2' 5 mm. Fig. 21 , núm. 9.
3.
Hoja. Sedales de uso en el borde i:I:quierdo. Melado. 35'S x 12
lo(
3' 5 mm. Fig. 21.
núm. 10.
4. Fragmento proximal de hojita. Retoque marginal en el borde derecho. Melado. 14 x
9 x 2'5 mm. Fig. 21 , numo 11.
5. Fragmento proximal de hojita.
6· 12 . Siete lascas, de ellas tres con córtex y una con sel'lales de la acción del fuego.
13-19. Siete esquirlas.
Concha
l . Cuenta de collar hecha sobre la parte superior da un Conu$ mediterraneu$. Fig. 21 .
numo 12.
CAPA 15
SlleK
1. Fragmento próximo-medial de hoja. Retoque directo, abrupto en el borde izquierdo;
parcialmente en el derecho, fo rmando escotadura. Gris. 4 l x 20 x 4 mm. Fig. 2 1, numo 19.
2. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto, bilateral . Melado. 17 x 18 x 5
mm . Fig. 21, nu mo 13.
3. Hojita. Melado. 31 x 10 x 3 mm. Fig. 21 , numo 17.
4-8 . Un fragmento proximal y cuatro distales de hojita.
9. Troncadura oblicua. retocada . Fragmento medial de hoji ta con truncadura oblicua,
cóncava, hecha por retoque directo, abrupto. Melado gris. 12 x II x 2 mm. Fig. 21 , numo
15.
10. Lasca laminar. Melado. 39 x 18 x 4 mm. Fig. 2 1, numo 18.
11. Lasca retocada. Gris, con CÓrt8x. 13 x 17 x 4'5 mm. Fig. 21 , numo 16.
12-13. Dos lascas, una de ellas con CÓrt8x.
14-23. Diez pequeñas lascas.
24 -36. Trece esquirlas.
37·40. Cuatro fragmentos de nucleo, tres de ellos con córtex.
Piedra
1. Fragmento de cuenta de collar. Piedra caliza. Fig. 21 , núm. 14 .
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cavA.
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Hueso
1. Fragmento de espatula o punzón hecho sobre un fragmento de diáfisis de tibia de
ovicaprina. Fig. 22, núm. 1.
2. Fragmento de costilla de ovicaprina, pulido. Fig. 22 , núm. 2.
3·4. Dos pequeños fragmentos de anillo.
Concha
1-4.
Cuatro Cmumbella rustica con peñoración .
5. Conus mediterraneus con perforación en el ápice.
CAPA J 6
SileJr
l.
Fragmento próximo-medial de hoja. Conserva restos de ocre en su superficie. Mela-
do. 29 x 12 x 3 mm. Fig. 22 , núm. 5.
2.
Fragmento proximal de hoja. Retoque marginal, bilateral. Marrón. 21 x 11 '5 x 3
mm. Fig. 22. núm. 3.
3.
Fngmento medial de hoja. Denticulación en el borde derecho. Gris claro. 17 x 14 x
J mm. Fig. 22, numo B.
4-5. Dos hojitas. Marrón y melado. 29 x 12 x 2'5 y 31 x 6 x )' 5 mm. Fig. 22, núm. 4
y •.
6. Fragmento medio-distal de bajita. Truncadura distal hecha por retoque directo,
IIbrupto; retoques marginales, bilate ra les. Melado, 24 x 8'S x 2 mm. Fig. 22, nu mo 9.
7, Fragmen to proximal de hojita. Retoques mu y marginales en el borde derecho, con
lustre. Elemento de hoz. Melado. 14'S x 10 x 2'S mm. Flg. 22, numo 7,
8-9. Dos lascas laminares con señales de uso.
10 -16. Siete lascas, de ellas tres con cÓrtex.
17· 19. Tres esquirlas.
Hueso
l . Fragmento de pala de cuchara con inicio de mango. Fabricado sobre diAfisis de hueso largo de 8 0S. Fig, 23. núm. 1 y IAm. VID, núm. 2.
2·3. Dos fragmentos de pala de cuchara, Hechos, probablemente, sobre diAfLSis de hueso largo de 80S. Fia. 23, núm. 4 y S, Y IAm. VIII , num. 3.
4 . Fragmento de anillo. Fig, 23 , núm. 6,
Concha
1-3.
Tres Columbel1a rustica con perforación. Fig, 23, núm , 2,
Cuenta de collar fabricada sobre la parte superior de un Conus mediterraneus. Fig.
23, numo 3.
S-6, Dos Theodoxus fluviatilis con perforaci6n,
7, Fragmento de Dentalium sp.
4.
CAPA
17
Si/ex
1. Hoja, Melado, con c6nex. 37 )( 12 )( 4 mm, Fig. 24, num, lo
2. Hoja, Melado marron. 37 )( 12 )( 3 mm, Fig, 24, núm , 2.
3. Hoja. Setiales de uso en parte distal derecha. Melado gris, con c6rtex. 35' S )( 12'S x
6 mm. Fig. 24, núm, 3.
4. Fragmento proximal de boja. Gris, 22' S )( 12 )( 3 mm. Fig. 22 , nú m. 16.
S, Fragmento prÓximo-medial de hoja. Setiales de uso bilaterales. Gris claro. 25 l( II 'S
l( I 'S mm. Fig. 22, núm. 19.
6. Hojita. Melado, con CÓrteJl: . 27'S l( 7'S l( 2'S mm, Fig. 22, núm . 17.
7, Fragmento próximo-medial de hojita, Melado, 24 l( 9 l( 3 mm. Fig. 22 , nú m. 18.
8. Trapecio simétrico. Lado superio r con retoque a lternante, abrupto-oblicuo, parcial ;
, directo, abrupto en el lado inferior. Melado. 22'S l( 20 x 2 mm. Fig. 22, núm. IS.
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B. MARTI
9.
Lasca. Retoque inverso. marginal, bilateral. Melado. 19 x 13 x 3'5 mm. Fig. 22 .
.
10. Lasca. Retoque alternante. marginal, en el borde i:tquierdo. Gris, con córtex. 25 x
núm. 10.
16
JI
4 '5 mm. Fig. 22, núm. 11.
I l . Tableta de avivamiento de núcleo.
12-19. Ocho lascas. Tres de ellas con c6rtex.
20-25. Seis esquirlas.
Hueso
1.
2.
Cuenta de collar discoidal. Fig. 22, numo 12.
Fragmento de anillo. Fig. 23, num, 7.
Concha
¡ · 2. Dos Columbella rustica con perforación. Fig. 22, núm. 13.
3·4. Dos Theodoxu$ jluviatilis con perforación.
5. Fr agmento de Dentalium sp. Fig. 22, núm. 14.
6. Lu r ia /urida perforada. Fig. 23, núm. 8.
CAPA 18
~llex
l.
Fragmento prÓximo-medial de hoja. Ambos bordes ligeramente denticulados. Mela-
do. 37'S )( 17'5 )( 3' 5 mm. Fig. 24, núm. 5.
2-4. Tres fragmentos proximales de hojita.
5. Truncadura oblicua retocada. FT8gmento medial de hoja con truncadura hecha por
retoque directo. abrupto; lado inferior roto por flexión . Pudiera considerarse como un trape·
cio con un lado cóncavo. Con la diferencia de que el lado superior O truncadura oblicua lleva
retoque directo y no inverso. esta piella es semejante. en lo que se refiere a la forma del lado o
truncadura inferior, al llamado lmicro bulino di Varese» 11 1. Gris. 23 x 1 1 x 2 mm. Fig. 24 .
nú m. 4.
6. Lasca laminar. Melado, con c6rtex. 35'5 x 15 x 4 mm. Fig. 24, nüm. 6.
7. Lasca con señales de uso.
8· 11. Cuatro esquirlas.
Hueso
l.
Pequeño fragmento de anillo,
Concha
1· 2. Dos TheodoxlJs jluviafilis con perforaCión.
3. Fragmento de Dentalium sp.
4, Arcularia gibbosula con perforación.
CAPA 19
Si/ex
1. Hoja. Melado, con córtex. 54' 5 x 14 x 5'5 mm. Fig. 24, nüm, 10.
2. Hoja. Melado. 53 x 17 x 5 mm. Fig. 24, núm. 9.
3. Hojita. Retoq ue directo, marginal. en parte distal de recha. Melado claro. 34 x 11 x
3'5 mm. Fig. 24, núm. 8.
4. Frag mento próximo·medial de hojita. Retoques marginales en el borde derecho. Me·
lado. 23'S x 11 x 3' 5 mm. Fig. 24 . núm. 7.
S. Fragmento medial de hojita. Sedales de uso y lustre en el borde derecho. Elemento
de hoz. 12'5 )( 11 x 3 mm. Fig. 24, núm. 14.
(11 M. COLTORTI yA. GUERRESCHI: .considerazioni tecniche, tipologiche e culturali
sul microbulino di Varase •. Rivista di Scienze Preistoriche, XXXIII. 1, Firenze, 1978, págs.
257·264,
[page-n-71]
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6. Fragmento de bojita. Retoque marginal en parte proximal itqulerda y medial derecha. Melado, con cónex. 20 x 9 x 2' 5 mm. Fig. 24, núm. 15.
7. Truncadura oblicua retocada. Fragmento distal de hoja con truncadura hecha por
retoque directo, abrupto. MeJado. 14 x 10' 5 x 1'S mm. Fig. 24, núm. 13.
8-9. Dos fragmentos proximales de bojita.
10- ) 6. Siete lascas.
17-20.
21 .
Cuatro esquirlas.
Fragmento de núcleo.
Piedra
l.
Molino. Teñido de rojo.
Hueso
1.
Punzón hecho sobre la parte distal, cortada longitudinalmente, del metacarpo de
Ovis. Fig. 24, n(¡m. 1 L
2. Fragmento de costilla de ovicaprinajoven, quemado y algo pulido. Fig. 24. núm. 12.
Concha
Seis Co/umbella rustica perforadas.
Glycymeris goditanus con el umbo perforado.
1-6.
7.
CAPA 20
Si/ex
1. Hoja. Señales de uso en el borde den!cho. Amarillo melado. 47 x 15'5 x 4'5 mm .
Fig. 25, nÍlm. 1 1.
2. Fragmento medio-distal de hoja. SeJ\ales de uso en el borde derecho. Melado. 41 ' 5 x
14 x 3' 5 mm. Fig. 25, núm. 10.
3. Fragmento medial de hoja. Melado. 22 x 14' 5 x 2 mm. Fig. 25. núm. 9.
4·6. Tnl, lascas, dos de ellas con c6rtex.
7 . Esquirla. cuarteada por la acci6n del fuego.
Concha
1.
Columbel/a rustica con perforaci6n.
CAPA 21
Sílex
Fragmento proltimal de hoja. Melado, con c6rtex, 14 x 13 x 4 mm. Fig. 25, núm. 5.
Fragmento proltimal de hojita. Melado. 20' 5 x 9' 5 x I ' S mm. Fig. 25, núm. B.
Fragmento proximal de hojita. Melado claro. IS x 7 x 2 mm. Fig . 2S, mlm. 4 .
Truncadura oblicua retocada. Fragmento medial de hoja con truncadura oblicua,
convexa, hecha por retoque directo, abrupto. Melado. 19 x 12 x 2'5 mm . Fig. 25, núm. 6.
5. Perforador. Retoque directo. abrupto en la punta y ambos lados de la hoja. Algunos
levantamientos en la cara inferior de la punta. Melado marr6n. 28 x 11 x J mm. Fig. 25.
núm . 7.
6· 11 . Seis lascas, tres de ellas con CÓrtex.
1.
2,
3.
4.
CAPA 22
Sflex
1.
Lasca. Gris, con CÓrtex.
Hueso
1. Punz6n hecho sobre la parte distal del metacarpo de avis. cortado longitudinalmen.
te. Fi¡. 25, núm. I y 1m. vn. núm. 1.
2. Disco fabricado sobre tarso, posiblemente de Bos. Fig. 25. núm. 3 y IA m. VI. núm. 2.
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6.
COVA DE L'OR
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CAPA 23
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1, Fragmento distal de hojita,
2,3, Dos lasces.
Hueso
l . Fragmento de diáfisis de hueso largo de ovicaprina, con incisiones prorundas destinadas a la rabricación de anillos. Fig. 25, núm. 2 y lám. VIl, núm. 5.
CUADRO J -5. TESTIGO
TESTIGO. REMOVIDO
Sílex
l . Fragmento próximo-medial de hoja. Señales de uso en el borde derecho. Melado marrón. 57 l( 20 l( 4 mm. Fig. 26, numo l .
2. Fragmento pr6ldmo-medial de hoja. Sedales de uso en el borde derecho. Melado. 46
l( 16 x ·4 mm. Fig. 26, núm. 3.
3. Fragmento medio-distal de boja. Estrangulada por muescas simples. Sel'lales de uso.
Melado gris. 49 x 20 x 7 mm. Fig. 26, núm. 2.
4. Hoja. Borde derecbo ligeramente denticulado por retoque marginal, alternante. Melado. 32 l( 13 l( 5 mm. Fig. 26, núm. 8.
5. Fragmento próximo-medial de hoja. Retoque alternante abrupto en el borde derecho ; directo en el borde izquierdo rormañdo una escotadura en la parte proltimal. Gris claro.
37 x 16 l( 3 mm. Fig. 26, núm. 7.
6. Fragmento medio-distal de boja. Señales de uso y lustre en el borde itquierdo, Elemento de hoz. Melado. 44 x 18 x 4 mm. Fig. 26, núm. 6.
7. Fragmento proldmo-medlal de hoja. Borde derec ho denticulado por retoque directo,
abrupto. Gris. 34 x 18 l( 4 mm. Fig, 26, núm. 15.
8 . Hoja. Retoque inverso, marginal en pane proldmal izquierda . Débil lustre en el borde derecho. Elemento de hoz. Gris y melado. 35 x 14 l( 4 mm. Fig. 26, núm. 17 .
9. Fragmento proximal de hoja con troncadura cóncava hecha por retoque directo que
elimina la mayor parte del bulbo. Melado gris. 15' 5 l( 12 x 2' 5 mm . Fig. 26. núm. 13.
10. Fragmento medio-distal de boja. Marró n. 32'5 l( 13 l( 2 mm. Fig. 26, nu mo 10.
11. Fragmento medial de hoja. Señales de uso bilaterales. 14 x 16 x 3'5 mm .
12. Fragmento medial de hOja. Retoque di recto, a brupto en parte superior Izquierda .
Melado, con cOrtex. 15 l( 14 l( 2 mm, Fig: 26, núm. 14 .
13. Fragmento medio-distal de hoja. Melado, con cOrtel(. 33 l( 13' 5 l( 5 mm. Fig. 26.
,úm.9.
14 . Frag mento medio-distal de hojita. Melado. 32 l( 7 l( 2'5 mm. Fig. 26, mimo 16.
15. Fragmento medio-distal de hojita. Retoque alterno, muy marginal, en la pa rte me-lial. Melado. 35 l( 10 l( 2 mm. Fig. 26, núm . 18.
16 . Trapecio asimétrico con un lado cóncavo. Retoque directo, abrupto, bilateral. Me.ado. 2 1 l( 6'5 l( 2 mm. Fig. 26, núm. 12.
17. Segmento. Retoque directo. abrupto. Melado. 20 l( 8 l( 2 mm. Fig. 26, núm. 11 .
18-19. Dos rragmentos proldmales de hojita, uno con sedales de ruego.
20. Lasca. Retoque directo, abrupto en la parte distal. Melado, con cÓrtex . 33 l( 53 l(
12 mm. Fig. 26, núm. 4.
,
21 . Lasca. Borde izquierdo con escotadura hecha por retoque inverso. Melado, con córtex. 18 l( 22 l( 4 mm. Fig. 26, núm. 5.
22-38. Diecisiete lascas, siete de ellas con córtex.
39-40. Dos esquirlas.
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B. MARTI
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B. MARTI
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Piedra
l . Fragmento de plaqueta de arenisca micAcea roja. Fig. 27. numo 1.
2. Hacha. La parte correspondiente al enmangamiento. y especialmente los lados, presentan una superficie rugosa, sin pulimento. Débiles huellas de ocre en las rugosidades. Negra. Fig. 28, numo 4.
Hueso
l.
PuraOn he<.:ho sobre un fragmento de la parte proximal del metatarso de avis. Fig.
27, num o 3.
2. Espátula fabricada sobre una diáfisis, posiblemente de fémur, de Cervus. Fig. 27,
núm . 4 v lAmo IX.
Concha
1.
Columbella ruslica perforada.
CAPA
Si/ex
1. Fragmento distal de hoja. Retoques marginales. bilaterales. Gris. 32 )( 13 )( 4 mm.
Fig. 28, núm. l .
CAPA 3
SileiC
1-2.
Dos pequei\as esquirlas.
Concha
l.
Columbella rustica perforada.
CAPA 4
SUex
1. Hoja. Marrón y gris. 31 x 13'5 x 2' 5 mm. Fig. 28, num, 2.
2. Fragmento proximal de hojita. Gris. 19 )( 11 )( 2'5 mm. Fig. 28. numo 3.
3-4. Dos lascas.
5. Una esquirla.
CAPA 5
Silex
1-3.
Tres lascas con señales de la acción del fuego.
Hueso
1.
Pequedo pun¡o;ón sobre diáfisis Indeterminada. Fig. 27, núm. 2.
Concha
1·2.
Dos Columbe/la ruSfica peñoradas.
CAPA 6
Sflex
1-2. Dos fragmentos proximales de hojita.
3. Frag mento medial de hojita. Sedales de uso.
4-5. Dos lascas, una con córtex y otra con señales de fuego .
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15
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B. MARn
CAPA 7
Sílex
1. Hoja. Melado. 62'S )( 17 x 6 mm. Fig. 28. núm, 5.
2. Fragmento medial de hoja.
3 -5. Tres lascas.
CAPA 7-N
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l . Fragmento proximal de bojita.
2-4. Tres lascas.
CAPA 8
Sllex
Fragmento distal de hoja. Retoques marginales. bilaterales. Melado mamo . 43'5 x
3'5 mm. FiS. 28, núm. 6.
2 . Fr agmento proximal de hojita.
3. Lasca.
4. Esquir la.
1.
15
K
CAP 9
Sílex
1.
Hojita. Melado. 32 x 10'5 x 4 mm. Fig. 28, núm. 7.
Concha
l.
Columbella ru.stico perforada.
CAPA 10
SI/ex
1.
2.
3.
núm. 8
4.
5.
Hojita.
Fragmento distal de bojita.
Segmento. Retoque directo, abropto. MarT'Ón claro. 27' 5 )( 9'5 )( 2'5 mm. Fig. 28,
y IAm. V, ml m . 4.
Lasca, con córte:.:.
Fragmento de nücleo, con eónex.
[page-n-81]
COVA DE L'OR
77
LA CERAMI CA
CUADRO J-4
CAPA 1
l. Pequeño fragmento de borde y cuerpo. Decorado por series de lineas incisas, cortas y
poco profundas. Fig. 29, n úm. 1.
2. Fragmentos correspondientes al borde y cuerpo de un vaso de forma globular. Decoración peinada en ambas superficies. Aunque la reconstrucción de la forma del vaso es problemética, en razOn de la erosión que presenta la l ona de unión entre el fragmento de borde y
los del cuerpo, nos parece bastante segura tal como la dibujamos. Ambas superficies han sido
alisadas y presentan huellas muy marcadas de ello, en forma de series de lineas amplias y
poco profundas, dispuestas vertical, oblicua y horuontalmente. La mayor regularidad de este
peinado en la superficie exterior y, especialmente, en el fragmento correspondiente al borde,
inclina a suponer una intención decorativa a esta forma de tratamiento de la superficie. Se
han identificado unos catorce fragmentos que podrlan pertenecer a este vaso, procedentes de
la capa primera de las cuadriculas J-2, J -3 Y J ·4 . Fig. 30 Y Mm. X.
3. Fragmento correspondiente al borde y cuerpo. DecoraciOn I"ormada por un tenue peinado que en la superficie exterior muestra una banda de series de lineas dispuestas en éngu·
lo. Fig. 31, núm. 4 y IlIm. XI, núm. 1.
4. Pequeño fragmento de borde y cuerpo con un mamelón horuontaJ. Fig. 29, núm. 2.
5. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un pequeño vaso con el labio exvasado. Fig. 31. núm. l.
6. Dos fragmentos correspondientes a un vaso de tendencia globular con el labio exva·
sado. Fig. 31, núm. 2.
7. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 31 , núm. 3.
8- 18. Once fragmentos de bon;le y cuerpo. Sin decoración. Fig. 29, núm. 9 a 14 .
19. Pequeño fragmento de cuerpo con decoración impresa cardial. Fig. 29, núm. 4 .
20. Pequeilo fragmento de cuerpo con decoración impresa de instrumento. Fig. 29,
núm. 3.
21. Fragmento de cuerpo decorado con un cordón, poco realzado, sobre el que se observan impresiones, posiblemente digitaciones. Fig. 29, núm. 5.
22. Dos fragmentos de cuerpo. Decoración peinada. Ambas superficies han sido alisadas y presentan huellas de ello, sobre todo en el exterior; en el interior, estas huellas de
alisado-peinado son amplias y poco profundas, en forma de lineas mAs oscuras producidas
por el instrumento empleado en el acabado de la superficie. Fig. 29, núm. 6.
23 . Fragmento de cuerpo. Decoración peinada, irregular, en ambas superficies. Fig. 29,
núm. 7 y 8.
24- 130. Ciento siete fr!lgmentos de cuerpo, sin decoración. La mayor parte son de pequeño tamaño, inferiores a cuatro cenUmetrus cuadrados de superficie. Superficie total aproximada, 840 cm'.
CAPA 2A
l . Fragmento de borde y cuerpo. Decoración formada por un pequeño cordón que presenta impresiones circulares. Fig. 29, núm. 15.
2-5. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a la parte superior de un vaso glo-
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bular. Decoración formada por series de lIneas acanaladas, poco profundas, verticales y ho·
rixontales; sobre el labio se observan pequeñas impresiones ovales, Otros tres pequeños frag .
mentos de cuerpo, con decoración semejante, deben corresponder a este mismo vaso. Fig. 32,
núm. l .
6. Fragmento de borde y cuerpo decorado con un cordón horixontal, poco realzado. Fig.
29, núm. 16.
7· 23 . Diecisiete fragmentos correspondientes al borde y cuerpo. Sin decoración. Fig.
29, núm. 18 a 21 , y Fig. 32, núm. 2.
24·27 . Cuatro fragmentos correspondientes al cuerpo, con decoraciOn impresa cardia!.
Fig. 32, nú m. 3, 4, 5 Y 7.
28. Peque"o fragmento de cuerpo con decoración impresa de instrumento y cortas ll·
neas Incisas.
29. Fragmento de cuerpo que conserva parte de una perforación, posiblemente de laña·
do. Fig. 32, núm. 6.
30. Fragmento correspondiente al cuerpo. DecoraciOn fonnad a por un cordón horixon·
tal con digitaciones. Flg. 32, núm. 8.
31 . Fragmento de cuerpo. Decoración fOnDada por un cordón horill!ontal con ungula·
ciones. Fig. 32, núm. 9.
32 · 194. Ciento sesenta y tres fragmentos correspondientes al cuerpo, sin decoración.
SuperfiCie total aproximada, 1.110 cm'.
195. Fragmento de ceré.mica ibérica. Hecho a torno.
196. Pequeño fragmento de época moderna. Hecho a torno.
CAPA 2B
1. Fragmento de borde y cuerpo de un vaso con paredes reentrantes y labio exvasado.
Presenta un resalte, a modo de cordón, decorado con ungu1aclones. Sobre el labio se observen incisiones transversales y. en la parte inferior del fragmento , restos de impresiones cardiales. Inicio de asa o mamelOn. Fig. 34, núm. L
2. Fragmento de borde y cuerpo. Aunque por el fragmento conservado no puede asegu·
rarse la forma del vaso, luego veremos su probable correspondencia a una forma carenada,
según los paralelos que conocemos. DecoraciOn esgrafiada, formada por una linea quebrada,
d l)ble, rellena de truos perpendiculares. Fj¡. 32, núm. 11.
3. Pequeito fragmento de borde y cuerpo. Decoración acanalada. Semejante a los nú'
meros 2·5 de la capa 2A. Fig. 32, núm. 12.
4. Pequeno fragmento de borde con mamelón cónico. Fig. 32, núm. 13.
5. Fragmento de borde y asa. Corresponde a un vaso de paredes exvasadas con asa
anular vertical que sobresale ligeramente del borde del vaso y presenta un pequeño apéndi.
ce. Fig. 32, núm. 10.
6. Fragmentos correspondientes a un cuenco. Sin decoración. Fig. 33.
7 . Fragmento de borde y cuerpo perteneciente a un cuenco. con forma de casquete esfé·
rico. Sin decoración. Fig. 32, núm. 14.
8. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoraciOn. Fig. 32. mimo 16.
9. Frllgmento de borde y cuerpo correspondiente a un vaso de paredes exvlIsadas. Sin
decoración. Fig. 34, núm. 2.
10. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un vaso de tendencia globular. Sin
decoración. Fig. 34, núm. 3.
11 . Fragmento de borde' y cuerpo. Sin decoración. Fig. 34, núm . 6.
12·28. Diecisiete pequellos fragmentos de borde. Sin decoración .
29. Pequello fragmento de borde. Sin decoración. Pasta de color negro con desgrasante
Inapreciable. Superficies marrón. bruñidas. Con todas las reservas, por la similitud de pasta
y tratamiento de superficies. existen otros tres fragmentos que podrlan pertenecer al mismo
vaso, procedentes de las capas 2B y 9a de J ·4, y de la capa I de J · 5, respectiva mente.
30. Fragmento de cuerpo. Cordón poco realzado, hori2:ontaJ. Fig. 32, núm. 15.
31 . Fragmento de cuerpo con inicio de asa anular. Fig. 34, núm. 5.
32. Fragmento de cuerpo. Decoración formada por un cordOn con ungulaclones. Fig.
34, numo 7.
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33. Fragmento de cuerpo con decoración peinada . Fig. 34. núm. 8.
34-229. Ciento noventa y seis fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total
aproximada, 1.650 cm¡.
230. Fragmento de cerámica hecho a torno, moderno.
CAPA 3
1. Pequeño fragmento de borde. Decorado por un cordÓn , irregular, y posible inicio de
mamelÓn. Fig. 34, núm. 9.
2. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un vaso de paredes reenlrantes. Sin
decoración. Fig. 34, núm. 4 .
3. Dos fragmentos de cuerpo. Decoración formada por Impresiones ovales. Uno de los
fragmen tos procede de la capa 5. Fig. 34, núm. JO.
4 . Pequeño fragmento de cuerpo con decoración acanalada . Semejante a los números
2-5 de la capa 2A y al número 3 de la capa 2B. Fig. 34 , núm . 11 .
5. Fragmento de cuerpo. Decorado por un cordón con profundas impresiones transversales V lineas incisas sobre el cuerpo. Fig. 34, núm. J 2.
6-51 . Cuarenta y seis fragmentos de cuerpo. Sin decoraciÓn. Superficie total aproximada, 300 cm".
CAPA 4
l . Pequeño fragnento de borde. Presenta dos líneas incisas, en Angulo, inmediatas a la
rotura del fragmento.
2. Pequeño fragmen to de borde. Sin decoración.
3. Pequeño fragmento de cuerpo. Decoración formada por Bneas incisas e impresiones.
Fig. 35, núm. 6 y lAmo xm, núm. 2.
4 . Fragment.o de cuerpo, Decoración formada por lineas acanaladas, profundas. Fig.
35. núm. 7.
5. Fragmento de cuerpo. Decoración impresa de instrumento, irregular.
6. Fragmento de cuerpo. Superficies peinadas. Fig. 35, núm. 5.
7-44. Treinta y ocho fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 215 cm?
CAPA 5
l . Fragmento de borde V cuerpo correspondiente a un gran vaso de paredes reentrantes
y labio ligeramente exvasado. Amplio cordón. bajo el labio, con profundas impresiones. Fig.
36, núm. 2.
2. Fragmento correspondiente al cuello de un vaso. Sin deco ración. Fig. 35, núm . l .
3-4. Dos pequeños fragmentos de borde. Sin decoración.
5. Fragmento de asa de cinta con decoración impresa cordial y una perforación . quids
de lañado o de las que suelen aparecer en la parte superior de algunas asas verticales. Fig.
35. núm. 8.
6. Fragmento de cuerpo con inicio de asa. Decoración impresa cardial. muy erosionada, con restos de ocre. Fig. 35, núm. 9.
7-8. Dos fragmentos de cuerpo con decoración impresa card ia!. Fig. 35, núm. 13 y 14 .
9-10. Dos fragmentos de cuerpo con decoración impresa de instrumento. Fig. 35, núm.
11 y 15.
11. Fragmento de cuerpo con decoración acanalada . Fig. 35. núm. 10.
12. Fragmento de cuerpo. Decoración incisa formada por arrastre de un instrumento
rlentado; no parece cardia!. Fig . 35. núm. 12 .
13 . Fragmento de gran asa de cinta.
14-52. Treinta y nueve fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproxi·
mada. 270 cm· ,
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CAPA 6a
1. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 35. núm. 16.
2. Pequeilo fragmento de borde. Sin decoración.
3. Fragmento de cuerpo. Decoración formada por un cordón horizontal con digitaciones. Fig. 35, núm. 19.
4. Fragmento de cuerpo con trazos incisos, irregulares y poco profundos. Fig. 35, núm.
17 .
5. Fragmento de cuerpo con lineas impresas de instrumento. Fig. 35, núm. 18 .
6·29. Veinticuatro fragmentos de cuerpo. Superficie total aproximada. 125 cm J • Sin decoración.
CAPA 6b
l . Fragmento de borde y cuerpo con inicio de asa de cinta horizontaL Fig. 35, núm. 4.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un labio muy marcado. exvasado, Fig. 35.
núm. 21 .
3-4. Dos fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardiaL Fig. 37, núm. 1 y 2.
5. Frag mento de cuerpo. Decoración impresa de instrumento. Fig. 37. núm. 3.
6. Fragmento de cuerpo. Decoración semejante a la llamada técnica de Boqulq ue. poco
profunda. Fig. 37. núm. 4.
7. Fragmento de cuerpo. Decoración de lineas impresas de instrumento ; semej ante al
número 5 de la c apa 6a.
8 . Fragmento de cuerpo con mamelón cillndrico. Fig. 35, núm. 20.
9-14 . Seis fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total ap roximada. 70 cm J .
CAPA 7a
l . Fragmento de borde y cuerpo. Conserva el inicio de un asa que se elevana sobre el
labio del vaso. J unto al arranque del asa se observa un mamelón alargado. Fig. 35. núm. 2.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 35, mim . 3.
3. Pequel'lo fra gme nto de borde. Sin deco ración.
4-8 . Cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada . 35 cmJ •
CAPA 7b
1. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un gran vaso de paredes reentrantes. rectas. Decoración incisa e Impresa que forma bandas ho rizontales. Fig. 36, núm. I y
lám. XII, núm. 2.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Decoración impresa cardíaL Fig. 37, núm. 6.
3. Fragmento de borde y cuerpo. Decoración formada por un cordón horizontal con In·
cisiones transversales y labio dentado. Fig. 37. núm. 5.
4. Unos cuarenta y cinco fragmentos pertenecientes a un gran vaso que hipotéticamen.
te suponemos de paredes rectas y base aplanada, no resultando posible reconstruir su forma
por el momento. Presenta superfiCies rojizas, bien alisadas. algo bruilidas. Entre los fragmen .
tos recuperados existen evidencias de que poseía el labio dentado, un cordón con incisiones
sobre el cuerpo y, al menos, una amplia asa de cinta. La mayor parte de los fragmentos fue·
ron hallados en las capas 7, 8 Y 9 de J ·4 ; también, en menor número. en las capas 6, 10. 11 Y
12 del mismo J -4, y en las 9 a 12 y 14 de J ·S.
5-7. Tres fragmentos de cuerpo. Decoración impresa cardial. Fig. 37, nú m. 7, 8 Y 9.
8 . Fragmento de cuerpo. Decoración formada por cortas lineas incisas. Fig. 37, núm.
10.
9-33.
230 cm J .
Veinticinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada,
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CAPA 8a
l . Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 37 , núm. 12.
2. Pequello fragmento de borde. Sin decoración.
3. Fragmento COlT1'!spondiente a la base. Presenta una especie de cordón sobrepuesto
que cabe interpretar como un pequeilo pie circular. Fig. 37, nú m. 15.
4-6. Tres fragmentos de cuerpo con decoración Impresa cardlal. Fig. 37, núm. 14.
7. Fragmento de cuerpo decorado por cortas Uneas incisas. Fig. 37 , mim o 11.
8·22 . auince fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada. 90
cm 2 ,
CAPA ab
1.
2.
Pequeilo fragmento de cuerpo C1lD decoraciÓn impresa cardiaJ.
Pequeilo fragmento de cuerpo con decoraciÓn impresa de instrumento. Fig. 37, núm.
13.
3·8.
Seis fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 85 cm 2 •
CAPA 9.
1.
Fragmento de cuerpo. Presenta un cordón con digitaciones. Fig. 37, núm. 16.
Fragmento de asa.
3-9. Siete fragmentos de cuerpo, sin decoraci6n. Superficie tolal aproximada, 75 cm z.
2.
CAPA 9b
Fragmento de borde y cuerpo. Decoraci6n impresa cardial. Fig. 37, núm. 18.
Fragmento de cuenco de tendencia hemiesférica. Fig. 38, núm. l .
3. Fragmento de cucharón. Fig. 37, núm. 17 .
4-6. Tl'es fragmentos de cuerpo. Decoracl6n Impresa cardial. Fig. 37, núm. 19, 20 Y 22.
7. Fragmento de cuerpo. Decoraci6n impresa de instrumeoto. Fig. 37, núm. 23 .
8. Fragmento de cuerpo con un cord6n poco realudo.
9. Gran fragmento de cuerpo. Presenta un cord6n horizontal con digitaciones, en el exterior; y un cord6n vertical en el interior. Fig. 37 , núm. 21.
10-24 . Quince fragmentos cOITespondientes al cuerpo. Sin decoraci6n. Superficie total
aproximada, 180 cm'.
1.
2.
CAPA lOa
1. Fragmento de borde y cuerpo. Corresponde a la parte superior de un vaso de forma
globular, con peque.t'aa asa vertical. Decoraci6n formad a por finas y profundas lineas impresas, flanqueadas por impresiones ovales. Fig. 38, n úm. 2.
2-5. Cuatro fragmentos de cuerpo. Decoraci6n Impresa cardlal. Fig. 39, núm. 1 a 4.
6. Fragmento de cuerpo. Decoraci6n rormada por cortullneas Incisas. Fig. 39, núm. 5.
7- 11 . Cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoraci6n. Superficie tolal a proximada, 40
cml.
CAPA JOb
l . Fragmento de borde y cuerpo. Decoraci6n impresa cardíal. Conserva la mayor parte
de un mamel6n. Fig. 39, núm. 13 .
2. Pequel'lo fragmento de borde. DecoraciOn impresa cardlal. Fig. 39 , núm. 10.
3. Pequel'lo fragmento de borde. Superficie exterior muy erosionada con restos de decoraci6n incisa o, quizá, de raspado cardia!. Fig. 39, nú m. 8 .
4·5. Dos frag mentos de borde y cuerpo con un cord6n horizontal. Fig. 39, núms. 7 y 9.
6. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 39, núm. 6.
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7. fragmento de cuerpo. Presenta un cordón horizontal sobl'$ el que se aplican impresiones cardíales, que también lo flanquean . En la parte inferior se observan ta mbién estas impresiones. Existe un fragmento semejante en la capa 15 del cuadro J -5. Fig. 39, numo 12.
8 -10. Tres fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardja!. Fig. 39, núm. 11 y
14 .
11 ·30.
Veinte fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie LOtal aproximada , 120
cm l ,
CAPA lla
l . Fragmento de borde y cuerpo correspond iente a un vaso de paredes rectas, exvaS8das. Presenta un cordÓn con digitaciones y decoración de arrastre o raspado cardial en la
parte inferior. Fig. 39, núm. 17 .
2-7. Seis fragmentos de cuerpo con decoración Impresa cardía!. Fig. 39, núm. 15, 16,
18 Y 22.
8-10. Tres fragmentos de cuerpo con decoraciÓn impresa de instrumento, no cardía!.
Uno de ellos procede de la capa 9a y otro de la 12a. Fig. 39, numo 19 ·21.
I 1- I 6. Seis fragmentos de cuerpo. Sin decoraci6n. Superflcie total aproximada, 40 cm1 .
CAPA I l b
1.
Pequeño fragmento de cuerpo con dacoraci6n impresa cardial. Fig. 39, numo 23 .
Dieciséis fragmentos de cuerpo. Sin decoraci6n. SuperfiCie total aproximada, 140
2- I 7.
cm J •
CAPA 12a
l . Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un mamel6n y el inicio de un "sa de cinta hori%ontal, sobreelevada. Fig. 40, numo 1.
2-3. Dos fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 38. nOmo4, y Fig. 40, núm.
2.
4-5. Dos pequedos fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardial. Fig. 40, núm.
4.
6.
Fragmento de cuerpo. Presenta un cordón horU.ontal con digitaciones. Fig. 40, num o
3.
7-20.
cm J •
Catorce fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 110
CAPA 12b
l . Fragme ntos correspondientes a la parte superior de un vaso de paredes curvas ligeramente reentrantes. Decoración impresa cardla!. Presenta restos de pasta blanca incrusta dos en la decoraci6n. Fig. 38, numo 3 y IAm. XIV, núm. 1.
2. Pequeño fragmento de borde. Sin decoració n.
3. Pequeño fragmento de cuerpo con decoración Impresa cardial.
4-24. Veintiún fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 230
cm1 •
CAPA 13a
1. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta decoración impresa cardial y parte de una
perforación, posiblemente de Imado. Fig. 40, numo 6.
2. Fragmento de borde. Sin decoración. Fig. 40, núm. 5.
3-8. Seis fragmentos de cuerpo con decoración Impresa cardial. Fig. 40, núm. B a 13.
9. Tres fragmentos correspondientes al cuerpo de un gran vaso. Presenta un cordón horU.ontal con digitaciones. Uno de los fragmentos procede de la capa 14 deJ-4, y otro, más pequetlo, de la capa I de J-S. Fig. 40, núm. 7.
10 -20. Once fragmentos de cuerpo. Sin deco ración. Superficie total aproximada , 90
cm J •
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CAPA 13h
1-4 .
Cuatro fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardial.-Fig. 40, numo 14 a
17.
5-6 . 005 fragmentos de cuerpo con un cordón liso. poco realzado.
7-1 4 . Ocho frDgmentos de cuerpo sin decoración. Superficie total aproximada. 65 cml.
CAPA 14
l . Fragmentos correspondientes a la parte superior de un vaso con cuerpo globular y
largo cuello de paredes rectas. Decoración impresa cardia!. Uno de los fragmentos conserva
lo que parece ser el arranque de un asa. En la superficie interior de algunos fragmentos se observan restos de polvo de ocre rojo. Se han identificado como pertenecientes a este vaso un
total de quince fragmentos. de los que trece corresponden a esta capa 14, uno a la capa 15b y
otro a la capa 16 del cuadro J -5. Fig. 41 Y ¡lIm. XV.
2. Fragmento correspondiente al cuello y parte superior del cuerpo globular. Decora ción impresa cardía!' Se observa lo que pudiera ser el arranque de un asa. Fig. 42, nú m. 1.
3. Dos fragmentos de borde y cuerpo. Decoración formada por tres pequeitos mamelo·
nes junto al borde e impresiones c ardiales. Uno de los fragmentos procede de la capa ISa.
Fig. 42 , núm. 5.
4-5. Dos pequeños fragmentos de borde y cuerpo con deco ración impresa cardiaJ. Fig.
40, núm. 18 y 19.
6. Seis fragmentos correspondientes a la parte superior de un vaso de tendencia cónica.
Decoración formad a por un cordón horizontal con digitaciones. Especial interés tiene la con·
servación de las dos perforaciones de lañado. Fig. 43, núm. 1.
7. Dos fragmentos de borde y cuerpo correspondientes a un vaso de paredes rectas.
Presenta un mamelón. Fig. 43, núm. 2.
8. Fragmento de borde y cuerpo. Decoración formada por un cordón horizontaL poco
realzado: se observa el arranque de una posible asa. Fig. 43, núm. 3.
9. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón con digitaciones. Fig. 40, núm . 25.
10. Tres fragmentos correspondientes a un pequeito cuenco, con arranque de asa o mamelón. Uno de los fragmentos procede de la capa ISa. Fig. 42 , numo 2.
11. Fragmento de borde y cuerpo perteneciente a un cuenco hemiesférico. Fig. 42 ,
núm. 3.
12 . Fragmento de borde y cuerpo perteneciente a un vaso de paredes rectas exvasadas.
Fig. 42, núm. 4.
13. Fragmento de borde y cuerpo. Fig. 44. núm. 1.
14-17. Cuatro pequeños fragmentos de borde. Sin decoración .
18-29 . Doce fragmen tos de cuerpo con decoración impresa cardiaJ. Ocho de ellos de pequeño tamaito. Fig. 44 , núm. 2 a 12 y 15 .
30. Fragmento de cuerpo con decoración acanalada. Fig. 40. núm. 20.
31. Dos fragmentos de cuerpo con decoración incisa. Fig. 40. núm . 21 -22.
32. Fragmento de cuerpo. Presenta un cordón horizon tal con digitaciones. Fig. 40.
numo 23.
33. Fragmento de cuerpo. Presenta un cordón Uso poco realzado. Fig. 40, núm. 24.
34. Unos treinta fragmentos. algunos de gran tamaño. pertenecientes a la base y parte
inferior del cuerpo de un vaso globular, de superficies gris-negruzcas, bien alisadas. Nueve
fragmentos corresponden a la capa 14 de J -4, encontréndose un numero menor de fragmentos en las capas 13a, ISa, ISb y 16 de J·4 ; y en las capas 16, 17 Y 18 deJ·S. Con todas las re·
servas, dada la similitud de pasta y tratamiento de superficie, podrta pertenecer a este mismo vaso un fragmento de cuerpo con inicio de asa y pequeita sobreelevación a modo de cordón con impresiones ovales procedente de la capa 14 de J -5.
35-87 . Cincuenta y tres fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total ap roximada, 490 cm 2 .
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CAPA 15a
l . Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un gran vaso de paredes reentrantes. Presenta un mamelón del que arranca un cordón horizontal. Fig. 44 , nú m. 17.
2-3. Dos fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardía!. Uno de ellos presenta
parte de una perforación, posiblemente de l8Jlado. Pig. 44 , n úm. 13 y 14.
4. Fragmento de cuerpo con un cordón liso. Fig. 44, núm . 16.
5-9. Cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 55 cm J ,
CA PA 15b
) - ) 3.
Trece fragme ntos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 140
cm J ,
Hay que recordar que el inventario parcial de cada capa ha de completarse con los fragmentos que se incluyen en otras, por su correspondencia con algunos vasos, tal como se ha
ind icado en la introducción a los inventarios.
CAPA l6a
Fragmento de cuerpo con ligera sobreelevación, a modo de cordón . Fig. 45, núm. 4.
Fragmento de cuerpo con un cordón de sección aproximadamente triangular.
3-12. Diez fra gmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 90 cm z.
1.
2.
CAPA 16b
l . Pequei'lo fragmento de borde con decoración impresa cardial.
2. Veintiún pequei'los fragmentos colT1!spondientes a un mis mo vaso, aunque no resulta
posible la reconstrucción de su forma . Este vaso poseena un cordón liso horizontal, cerca de
su borde; al menos, un mamelón; y también una amplia asa de cinta con una pequei'la sobreelevación en su parte centra!. De estos veintiún fra gmentos, ocho corresponden a la capa 16b,
uno a la 15a, dos a la 15b, uno a la 17a, siete a la 17b y dos a la 18b. Fíg. 45, núm. 1, 2 Y J .
J . Pequeño fragmento de borde. Sin decoración.
4. Pequeno fragmento de cuerpo con decoración impresa cardia\.
5. PequeJ\o rragmento de cuerpo. Sin decoración.
CAPA 17a
1-2.
Dos pequeJ\os fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 45. núm.
5 y 8.
J -8.
Seis pequei'lo5 fragmentos de cuerpo. Sin decoración.
CAPA 17b
1.
2-J .
Pequeño fragmento de borde. Decoración Impresa cardía!. Fig. 45, núm. 6.
Dos fragmentos de cuerpo, muy pequeños. Sin decoración.
CAPA 18a y b
l . Ocho fragmentos correspondientes a un cuenco de tendencia hemiesférica. Decoración impresa cardial. Presenta parte de un mamelón. Cinco fragmentos cOlT1!sponden a la capa 18b y tres a la 18a. Fig. 45, núm. 10.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta el labio dentado y, sobre el cuerpo, una ligera sobreelevacl6n horizontal decorada con impresiones transversales. Corresponde a la capa
18a. Fig. 45, n11m. 7.
3. Fragmento de cuerpo con pequeda asa anular. Corresponde a la capa ¡8b. Fig. 45.
numo 9.
4-8. Cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 14 cmt .
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CUADRO J · 5
CAPA I
l . Fngmento de borde y cuerpo. Decoración impresa de inslTUmento que forma lineas
horizontales, flanqueadas por impresiones circulares. Fig. 46, num o 3.
2. fragmento de borde y cuerpo con inicio de asa de cinta, horizontal. Fig. 46. numo 2.
3 Fragmento de borde y cuerpo correspondiente 8 un cuenco en forma de casquete
esférico, con lIJTanque de 8sa. Fig. 46, núm. 1.
4. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fil!. 46, núm. 7.
5-14 . Diez pequeños fragmentos de borde. Sin deCf'lradÓn.
15-2B. Catorce fragmentos de cuerpo con decoración impresa card ial. Fig. 46, núm. 5 y
6.
29·32. Cuatro fragmentos de cuerpo con decoración impresa de inst.rumento dentado,
acompailada en un caso por pequeñas imoresiones circulares. FiR. 46, núm. 4.
33-36 . Cuatro frajl:mentos de cuerpo con deco ración incisa. Tres muy pequeños. Fig.
52. numo 5, 7. 14 Y 15. Los núm. S y 7 podrian corresponder al mismo vaso.
37-38. Dos fragmentos de cuerpo con amplias Incisiones, cortas, irregulares.
39. Fragmento de cuerpo con arranque de asa.
40. Peque¡\o mamelón cónico.
41 . Fragmento de base aplanada.
42-175. Ciento treinta y seis fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total
aproximada, 900 cm'.
176. Pequeño fragmento hecho a torno, moderno.
CAPA 2
l . Pequel'lo fragmen to de borde con decoración impresa de instrumento dentado. Fig.
45, núm. 14.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón horizontal con impresiones caro
diales. Fig. 46, núm. 15.
3. Fragmento de borde y cuerpo con un resalte. en la parte superior, a modo de cordón
horizontal.
4. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 46, numo 8 .
5·6. Dos peque¡\os fragmentos de borde. Sin decoración.
7-14. Ocho peque¡\os fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 46,
núm. 9.
15. Fragmento de cuerpo. Decoración fonnada por Uneas incisas e impresiones ovales.
Flg. 46, núm. 10.
16. Fragmento de cuerpo con ligera carena. Decoración esgrafiada . Fig. 46. numo 11.
17 . Fragmento de cuerpo con un cordón liso horizontal.
18-20. Tres fragmentos de cuerpo con la superficie peinada.
21 -135 . Ciento quince fr agmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproxi·
mada. 750 cm l •
CAPA 3
1. Pequeño fragmento de borde. Sin decoración.
2. Fragmento de cuerpo. Presenta un ligero res alte, a modo de cordón liso. Fig. 46 .
n úm. 13.
3-62. Sesenta fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada. 300
cm'.
CAPA 4
1-6. Seis fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 46, nú m. 16 y 17 .
7. Fragmento de cuerpo. Decoración fonnada po r llneas incisas muy finas . Fig. 46.
núm. 12.
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8 ·74. Sesenta y siete fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproJimada, 450 cm l ,
75. Fragmento hecho a torno, moderno. Corresponde. segdo sus coordenadas Ix _ 86;
y - 801, a la parte més septentrional de la cuadricula; es decir. aquella en la que se observa
UDa penetración de la tierra superficial, tal como se explica en el apanado correspondiente.
CAPA 5
L Fragmento de cuerpo. Decor ación de lineas impresas de instrumento dentado. Fig.
46, núm. 19.
2. Fragmento de cuerpo decorado con Uneaalncisas; muy erosionado. Fig. 46, oúm. 18.
3. Fragmento de cuerpo. Conserva parta de una perforación, tronco-cónica, posib!e~
mente de lal'lado.
4·20. Diecisiete fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada.
1 10 cm 2 ,
CAPA 6
l . Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a la parte superior de un vaso de pa·
redes reentrantes. Ambas superficies aparecen peinadas. Plg. 47, m1m. 13.
2-6. Cinco fragmentos de borde y cuerpo. Sin de coración. Plg. 47 , mimo 1-2.
7. Fragmento de cuerpo con decoración Impresa cardla!. Pig. 47, núm. 8 .
8 . Fragmento de cuerpo con decoración impresa de Instrumento dentado. Fig. 47, núm .
3.
9. Fragmento de cuerpo. Decoración de lloeas incisas. Fig. 47, num o 4 .
10. Fragmento de cuerpo. Decoración de Uneas incisas, poco profundas, muy irregulare •.
11 -13. Tres pequef¡os fragmentos de cuerpo con las superficies peinadas.
14-48. Treinta y cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie tota l aproxi·
mada, 180 cm ~.
CAPA 7
l . Fragmento de bord e y cuerpo. Decoración formada por Uneas impresas, muy fmas, e
Impresiones ovales. Fig. 47, numo 10.
2. Pequello fragmen to de borde con impresiones ovales en el labio. Fig. 47, numo 6.
3. Fragmento de borde y cuerpo con asa vertical. Fig. 47, nUmo 11.
4 . Pequello fragmento de borde con sobreelevaci6n en el labio. Fig. 47 , numo S.
5. Fragmento de bo rde y cuerpo correspondiente a un vaso de paredes rectas y labio
exvasado. Flg. 47, núm. 14.
6. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 47, nOmo 7.
7. Pequello fragmento de borde. Sin decoración.
8. Fragmento de cuerpo con decoración impresa cardia!. Flg. 47 , num o 9.
9. Fragmento de cuerpo con decora ción incisa. Fig. 52, numo 13.
10. Fragmento de cuerpo con pequetla asa anular. Fig. 4 7, núm. 12.
11-42 . Tnlinta y dos fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total apro~a
da, 150 cm~.
CAPA 8
l . Pequeño fragmento de borde con el labio dentado.
2. Fragmento da cuerpo. Decoración impresa cardial flanqueada por impr esiones circulares de instrumento. Según sus coordenadas Ix _ 75; Y _ 891. es dudosa su atribució n a
esta capa. Fig. 48, nOm.. l .
3. Fragmento de cuerpo. Decoración impresa cardial.
4-23. Veinte fragmentos de cuerpo. Sin dacoraclón. Superficie total aproximada, 80
cm!.
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CAPA 9
l . Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un vaso de paredes exvasadas. Decoración formada por dos cordones horizontales con dlgitaciones. Fig. 48, núm, 7.
2. Fragmento de borde o de asa, con el labio dentado. Fig. 48. nÍlm. 2.
3. Fragmento de borde. Presenta el labio exvesado, con impresiones. Fig. 48, núm. 6.
4-10. Siete fragmentos de borde. Sin. decoración. Fig. 48. numo 9 y 10.
11. Base aplanada con pequeda sohreelevaclón, a modo de pie. Fig. 48. numo 3.
12· 13 . Dos fragmentos de cuerpo con decoración impresa card!a\. Fig. 48, núm. 4 y 5.
14. Fragmento de cuerpo decorado por lineas impresas da instrumento dentado. Fig.
48. numo 8.
15. Fragmento de cuerpo. Superficie erosionada, con restos de un cordón y digitacio-
nes.
16·57. Cuarenta y dos fragmentos de cuerpo. Sin decoraciÓn . Superficie total aproximada, 250 cm'.
CAPA 10
l . Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un gran vaso de paredes rectas,
reentrantes. Presenta un cordÓn horizontal con digitacionH. Según sus coordenad8s Ix _
100 ; Y - 83), es dudosa su atribución a esta capa. Fig. 48, núm. 20.
2. Dos fragmentos correspondientes al cuello de un gran vaso. CordÓn horizontal con
digitaciones _ Fig. 48, 'núm. 19.
3. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón con ungulaciones.
4 -7. Cuatro rragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración.
8 . Fragmento de cuerpo. Decoración impresa cardial. Fig. 48, núm. 11.
9·43 . Treinta y cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproxima·
da , 250 cm 2 •
CAPA 11
l . Fragmento de borde y cuerpo. DecoraciÓn impr Ha de instrumento dentado. Fig. 48 ,
numo 18.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón horizontal con digitaciones. Fig.
48, num. 14.
3. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un pequedo cuenco. Sin decoración.
Fig. 48, num. 12.
4 -5. Dos rragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración . Fig. 48 , mlm. 13 y 15.
6·9. Cuatro rragme ntos de cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 48, numo 16 y
17.-
10. Fragmento de cuerpo con decoraciÓn incisa. Fig. 52, núm. 9.
11-12. Dos fragmentos de cuerpo. Presentan un cordón con ungulaciones.
13. Fragmento de cuerpo con superficie peinada .
14-51 . Treinta y ocho fragmentos de cuerpo. Sin deco ración. Superficie total ap roxima·
da, 240 cm' .
CAPA 12
l . Fragmento de borde y cuerpo. DecoraciÓn impresa cardia!. Segun sus coordenadas
[x - 12 ; Y _ 861, es dudosa su atribuciÓn a esta capa. Fig. 49, núm. 1.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Decoración lmpresa cardla!. Fis. 49 , numo 2.
3. Fragmento de borde y cuerpo con decoración incisa. Fig. 49, núm. 8.
4. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un pequetlo cuenco. Sin decoraciÓn.
Fig. 49, numo 3.
5. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. F18. 49, numo 4.
6- 1 l . Seis fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoraciÓn.
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12 . Fragmento de cuerpo con decoración impresa cardlal. Conserva parte de una peñoración tronco-cónica, posiblemente de Jedado. Fig. 49. n\lm. 6.
13-19. Seis fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardial. Fig. 49, núm. 5.
20. Fragmento de cuerpo. Decoración formada por lineas incisas e impresiones ovales.
Fíg. 49 . núm 7 y 1m. XI , mim. 2.
21. Fragmento de cuerpo con decoración impresa da Instromento, semejante 8 ungulaciones. Fig. 49, núm. 9.
22. Fragmento de cuerpo con sobreelevación, a modo de cordón.
23-65. Cuarenta y tres fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 325 cm l ,
CAPA 13
l . Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un vaso de paredes reentranles. Decoración Impresa cardla!. Fig. 50, núm. l .
2. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un gran vaso de pa redes Iigeramen·
te exvasedas. Presenta un cordón horizontal con digitadones, lineas incisas so bre el cuerpo y
J¡lbio dentado. Fig. 50, núm. 3 y llim. XII , núm. l .
3. Dos fragmentos de borde y cuerpo correspondientes a un vaso de paredes muy exva·
sedas con el labio dentado. Uno de los fragmentos procede de la cepa 15 . Fig. 50, núm. 2.
4. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón con digiteciones. Fig. 49, núm. 10.
5. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón con dlgltaciones.
6·8. Tres fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 49 , núm. 13 .
9. Fragmento de cuerpo con decoración incisa. Fig. 52, núm. 10.
10. Arranque de asa con apéndice. Fig. 49, núm. 11 .
11 . Fragmento de asa de cinta con decoración impresa cardial. Fig. 49, núm. 12.
12· 16. Cinco fragmentos de cuerpo con decoración impresa cerdla1. Fig. 49, núm. 14.
17. Fragmento de cuerpo con decoración impresa de instrumento dentado. Fig. 49 ,
núm. 15.
18·56. Treinta y nueve fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproxi.
mada, 300 cm J •
CAPA 14
1. Fragmento de borde~y cuerpo con un mamelón.
2·6. Cinco fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardlal. Fig. 49 , núm. 16, 18,
19 Y 20.
7. Fragmento de cuerpo. Presenta un mamelón y decoración de lineas incisas. Fig. 49,
núm. 17 .
e. Fragmento de cuerpo. Presenta pun:r:adas impresas, irregulares.
9·31 . Veintitrés fragmentos de cuerpo. Sin decoración . S'uperficie total aproximada,
190 cmz.
CAPA 15
l . Cinco fragmantos de borde y cuerpo, poslblflmente pertenecientes al mismo vaso,
con decoración incisa. Fig. 52, núm. 1,3, 4, 6 y 8 y ¡lim. XlII , núm. 3. Los núm. 1 y 3 co·
rresponden a esta capa 15 ; los núm . 4 y 6 , a la capa 17; y el núm. e , a J ·S·T· R.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón horizontal con digitaciones. Fig.
51 , núm. e.
3·6. Cuatro fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 51 , nú m. 10 a 12 .
7· 16. Diez fragmentos de cuerpo con decoración Impresa cardlal. Fig. 51 , núm. 2 a 7.
El núm. 3 presenta un cordón decorado con impresiones y es semejante al núm. 7 de la capa
10b de J ·4. El núm. 6 conserva restos de ocre en la dacoración.
17. Cinco fragmentos de cuerpo pertenecientes al mismo vaso. Decoración formada por
lineas impresas flanqueadas por otras impresiones a modo de punzadas. Uno de los fragmen.
tos es de la capa 12b del cuadro J .• . Fig. 51 , mlm. 1 y lám. XIII, núm. 1.
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18. Fragmento de cuerpo decorado por Uneas incisas irregulares. Fig. 51 , núm. 13.
19. Gran fragmento de cuerpo con un cordón liso. Fig. 51 , núm. 9.
20. Fragmento de cuerpo con inicio de asa .
21 -75. Cincuenta y cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 425 cmz,
CAPA 16
1. Fragmento de borde y cuerpo cOlTespondiente a un vaso de paredes rectas reentranles. DecoraciOn impresa cardia!. Fig. 53. ndm. 5.
2. Fragmento de borde y cuerpo con decoraciÓn impresa cardial. Fig. 53 . numo 3.
3-5. Tres fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración.
6. Dos fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardiaJ. Uno de ellos procede de
T-R. Fig. 53, núm. l.
7· 15. Nueve fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardleJ. Fig. 53 , núm, 2. 4,
6 Y 9.
16. Asa de cinta con sobreelevación en uno de sus elttremos sobre la que se aplican impresiones cordiales. Fig. 53, núm. 8.
17. Fragmento de cuerpo. Presenta ungulacio nes y restos de un cordón, también ungulado. Fig. 53, núm. 7.
18. Pequeño fragmento de cuerpo con un cordón liso.
19. Pequeño fragmento de cuerpo con huellas de alisado.
20. Fragmento de cuerpo con parte de una peñoración troncocónica, posiblemente de
lañado.
21 -62. Cuarenta y dos fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 400 cm~.
CAPA 17
l . Tres fragmentos correspondientes al borde y cuerpo de un vaso de paredes ligeramente exvasadas. Presenta un cordón inmediato al borde y. en los rragmentos conservados.
un mamelón alineado con este cordón. Decoración impresa cardial sobre el cuerpo ; incisiones o impresiones sobre el cordón y mamelón; labio dentado. Dos fragmentos, pequeños, proceden de la capa 18. Conserva parte de una peñoración, posiblemente de IMado. Fig. 53,
numo 10.
2-5. Cuatro rragmentos de borde y cuerpo con decoración Impresa cardial. Fig. 54,
núm. I y 2.
6. Pequeño fragmento de borde y cuerpo. Decoración fonnada por un cordón con impresiones circulares. Fig. 54, núm. 3.
7. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón con impresiones y un pequeño
mamelón en el labio. Fig. 54, núm. 4.
8- 10. Tres fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 54, numo 5 y 10.
11 -21. Once fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardlal. Fig. 54, núm. 6, 7,
8 y 11.
22. Fragmento de asa con decoración impresa cardial. Flg. 54 , numo 9.
23. Pequeño fragmento de cuerpo con Uneas incisas. Fig. 54, núm. 12.
24. Pequeño fragmento de cuerpo con un cordón digitado.
25. Fragmento de cuerpo con dos ligeras sobreelevaciones, a modo de dos cordones
muy planos.
26-7 1. Cuarenta y seis fragmentos de cuerpo. Sin decoración. 5uperficie total a proltimada , 420 cm t •
CAPA 18
l . Tres fragmentos correspondientes a un vaso de cuerpo globular con cuello corto exv8sado. Decoración impresa cordial, con restos de pasta blanca en las impresiones. Conserva
una peñoración y parte de la otra, de IMado. Fig. 55. nU:.m. 1.
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2. Numerosos y pequeños fragmentos correspond ientes 8 la parte superior de l mismo
vaso. Presenta decoración pléstica en su pane superior, que semeja haber sido hecha presionando amplia y profundamente un corono. Sobre el cuerpo, deco ración impresa cardiaJ. Los
fragmentos proceden tanto del cuadro J -4 en sus capas 14 y 15b, como de J ·S en sus capas
15 a 19. y también de la capa '·N del Testigo. Fig. 55, num o 3.
3. Fragmento de borde y cuerpo con decoración impresa cardial.
4. Fragmento de borde y cuerpo con decoración impresa cardial. Aunque erosionado se
observan restos de una posible peñoración de la ñad o. Fig. 56, mlm. 5.
5. Cuatro fragmentos correspondientes a una taza de tendencia hemiesférica con una
ampUa asa de cinta horb.:ontal. Junto a l arranque del asa presenta cuatro pequeños mamelo·
nes. Fig. 55, numo 2.
6 · 10. Cinco fragme ntos de borde y cuerpo. Sin decor .... 'on. Pig. 56, núm. l .
11 · 16. Seis fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardla!' Fig. 56, núm. 2, 3,4
Y 6. Los numo 13 y 15 de la Fig. 54 corresponde n a los mismos fragmentos que los núm. 2 y 4
de la Fig. 56.
17 . Fragmento de cuerpo con inicio de asa y huellas de raspado cardial en el cuerpo.
Fig. 54 , numo 14 .
18 . Gran fragmento de cuerpo deco rado con un cordón digitado.
19 . Fragmento de cuerpo. Decoración plést.lca formada por tres sobreelevaciones a mo·
do de cordones paralelos. Fig. 54 , núm. 16.
20. Fragmento de cuerpo con un resalte a modo de cordón m uy plano.
21 · 68 . Cuarenta y ocbo fragmentos de cuerpo. Sin deco ración. Superficie total aproxi·
mada, 300 cm".
CAPA 19
Fragmento de borde y cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 56, núm. 12.
Fragmento de borde y cuerpo. En la parte inferior del rragmento se observan restos
de impresiones cardiales. Fig. 56, núm. 10.
3 . Fragmento de borne y cuerpo con ligera sobreelevación a modo de cordón.
4· 6 . Tres fragm entos de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 56, núm. 14 .
7· 12 . Seis fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 56, núm. 7, 8, 9 Y
11 .
13. Fragmento de cuerpo. Presenta un mamelón digitado. Fig. 56, núm. 13.
14- 57 . Cuarenta y cuatro fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproo
ximada. 450 cm".
l.
2.
CAPA 20
1. Cuatro fragme ntos correspondientes al cuello, ligeramente exvasado, de un vaso.
Decoración impresa cardía!. Uno de los fragmentos procede de la capa 21. Fig. 57, num o 1.
2·3. Dos fra gmentos de borde y cuerpo con decoración impresa cardia!.
4. Frag mento de borde y cuerpo con sobreelevadOn horizontal, a modo de cordón. Fig.
56, núm. 16.
5. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Pudiera ser el cuello de un vaso. Fig.
58, núm. 2.
6. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración.
7. Fragmento de cuerpo con decoración impresa cardlal.
8 ·44 . Treinta y siete fragm entos correspondientes a l cuerpo. Sin decoración. Superficie
total ap roximada, 225 cm' .
CAPA 21
l . Numerosos rragmentos correspondientes a un vaso que reconstruimos como de foro
ma globula r. Decoración impresa cardial, con restos de pasta blanca en las impresiones. La
mayor parte de los fragmentos proceden de la cuadricula J ·5. en sus capas 19, 20 Y 21 ; tres
[page-n-121]
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fragmentos, de los de mayor tama!\o, de esta ultima. También existe algll" fragmento procedente de T-R, T-e7 y T·C7N; y del cuadro J -4 , capas 15b, 178 Y 17b. Fig. 59, núm. 2.
2. Tres fragmentos correspondientes a la parte superior de un vaso de paredes reentrantes. Decoración impresa caroía!. Los tres fragmentos proceden de las capas 2 1, 22 Y 23,
respectivamente. Fíg. 57, núm. 2.
3. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 56. numo 15.
4-8. Cinco fragmentos de cuerpo con decoraciÓn impresa cardja!. Fig. 56. numo 17, y
Fig. 58, núm. 3, 4 , 5 Y 7. El mim. 3 presenta pasta blanca en la decoración y podri8 pertenecer al vaso núm . 1 de esta misma capa .
9-21. Tnlce fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 95
cmz,
CAPA 22
l.
Fragmento de borde y cuerpo, con arranque de asa. Decoraci6n impresa cardi a!. Fig.
57, núm. 3 .
2,
Pequeño fragmento de borde y cuerpo con decoraci6n impr esa cardia!. Fig. 58. núm.
9.
3. Fragmentos correspondientes a un cuenco hemiesférico. Sin decoraci6n. Un pequeño
fragmento procede de la capa 21. Fig. 58, núm. 1.
4. Fragmento de cuerpo con decoraci6n impresa cardia!. Fig. 5.8, núm. 8.
5. Fragmento de cuerpo con decoraci6n Impresa cardiaJ. Fig. 58. núm. 6.
6. Fragmento de asa. Sin decoraciÓn.
7· 16. Diez fragme ntos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada . 70 cm z.
CAPA 23
l . Fragmento de borde y cuerpo. Decora ci6n impresa cardial y cordón horizontal . fian ·
queado y decorado igualmente con impresione!> cardlales. Fig. 58. núm. 11.
2. Pequedo fragmento de borde con lineas incisas amplias y poco profundas. Fig. 58.
núm. 10.
3. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 58, núm . 12 .
4 . Cuatro fragmentos correspondientes al cuerpo e inicio del cuello de un vaso de forma
globula r. con un asa horizontal en los fragmentos con,ervados. Decoración impresa cardia!.
Dos fragmentos proceden de la capa 23 , uno de la 22 y el otro de la 21 . Fig. 59, núm . 1
y lA mo XIV, núm. 2.
5. Fragmento de cuerpo con decoraciÓn impresa cardia!. Fig. 58, núm. 13.
6- 15. Diez fragmentos correspondientes al cuerpo. Sin decoraciÓn. Superficie total
aproximada, 40 cmJ.
CUADRO J· 5. TESTIGO
TESTIGO. REMOVIDO
l . Fragmento de borde y cuerpo, con arranque de ada de cinta horizontal. Decoración
impresa cardiaJ. Fig. 60, núm. 2.
2. Pequel'lo fragmento de borde con decoración impresa cardia!. Fig. 60, núm. 11 .
3. Fragmento de borde y cuerpo. Impresiones cardlales en la parte interior del labio.
Fig. 60, núm. 5.
4 . Fragmento de borde y cuerpo. Decoraci6n de lineas incisas e impresiones no cartliales. Presenta un bado de almagra en la superficie exterior. Fig. 60, núm. 14.
5. Fragmento de borde y cuerpo decorad o por una serie de pequet'Jos mamelones junto
al borde. Fig. 60, núm. 18.
6·8 . TrelI fragmentos de borde y cuerpo. Decoración formada por un cordón liso horizontal. Fig. 60, núm. 16.
[page-n-125]
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[page-n-127]
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9. Fragmento de borde y cuerpo con sobreelevaciÓn en el labio.
10. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decor aciÓn. Fig. 60, n11m. 19.
11 · 15. Cinco pequellos fragmentos de borde. Sin decoración.
16-33 . Dieciocho fragmentos de cuerpo con decoració n impresa cardial. Fig. 60, n11m.
3 , 6 a 10, 12 Y 13 .
34. Fragmento de asa de cinta con decoración de arrastre o raspado cardial y digitacio·
nes. Fig. 60. núm. J.
35. Fragmento de asa de cinta con decoraci6n impresa cardial. Fig. 60, n úm . 4.
36. Fragmento de a!la con digitaciones.
37. Fragmento de cuerpo. Decoración de Uneas impresas de peine y pequel!.as impresiones ovales. Fig. 60, núm. 15.
38-40. Tres pequel!.os fragmentos de cuerpo con decoración impresa no cardla!.
4 1-42. Dos fragme ntos de cuerpo decora dos con un cordón digitado. Fig. 60, núm. 17.
43· 48. Seis frag mentos do cuerpo. Decoración formada por ligeras sobreelevaciones, a
modo de cordón liso.
49- 181. Ciento trei nta y tres fn.gmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total
ap roximada, 1.000 cm2 •
CAPA 1
l.
2·8 .
Fragmento de cuerpo deco rado por un cordón y Uneas incisas poco profundas.
Siete fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 30 cm 2 •
CAPA 2
J . Pequel!.o fragmento de borde. Sin deco ración. Conserva pane de una perlora ción
tronc0c6nica, posiblemente de 18ado.
2. Fragmento de cuerpo con restos de decoración impresa, muy erosionado.
3· 4 . Dos fragmentos de cuerpo, muy peque1ios. Sin decoración.
CAPA 3
Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 61 , núm. 1.
Fragmento de cuerpo con decoración impresa cardia!.
3. Fragmento de cuerpo. Decoración formada por Uneas impresas de peine y pequellas
impresiones ovaladas. Fig. 61 , núm. 2.
4 . Fragmento de cuerpo con ligera sobreelevación a modo de cordón.
5. Fragmento de cuerpo con las superficies alisado-peinadas.
6-9. Cuatro fragmentos de cuerpo, muy pequeños. Sin decoración.
1.
2.
CAPA 4
1-2.
3-5.
Dos pequeños fragmentos de cuerpo con decoración impresa cudia!.
Tres pequei\os fragmentos de cuerpo. Sin deco ración.
CAPA 5
1. Fragmento de borda y cuerpo con decoración impresa cardial. Fig. 61. num o 8 .
2. Fragmento de borde y cuerpo. Impresiones cardlales en la parte interior dallabio.
Fig. 61 , núm. 6.
3. Fragmento de cuerpo con decor ación impresa cardial. Fig. 61 , numo 7.
4. Dos fragmentos correspondientes al borde y cuerpo de un vaso de paredes rectas con
pequei\a asa horizontal. Presenta un cordón horizonta1, a la altura del asa, decorado con ungulaciones : y Irneas incisas sobre el cuerpo. Conserva una oerforación de latlado. El fragmen.
lO de menor tamaño procede de J ·5·T·R. Fig. 52 , numo 2.
5. Fragmentos de borde y cuerpo correspondientes a un pequetlo cuenco hemiesférico.
Sin decoración. Fig. 61 , numo 11 .
[page-n-128]
12.
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[page-n-130]
B. MARTI
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6. Fragmento de cuerpo. Decoración formada por lineas impresas de peine e impresiones circulares y ala rgadas. Fig. 61 , núm. 10.
7·9. Tres fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 30 cm2.
CAPA 6
l . Pequeño fragmento de borde. Sin decoración.
2-5. Cuatro pequeños fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardial.
6· ] O. Cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 30
CAPA 7
l.
Pequeño fragmento de borde y cuerpo con decoración impresa cardial. Fig. 61, núm.
9.
2·3. Dos pequeños fragmentos de borde. Sin decoración.
4-9. Seis fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardial. Fig. 61. numo 3 y 5.
10. Fragmento de cuerpo. Presenta un mamelón del que arranca un cordón ho rizontal
con digitaciones.
11 -18. Ocho fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 50
cm'.
CAPA 7-N
l . Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a la parte superior de un vaso globular con ligero cuello. Decoración impresa cardia!. Fig. 61 , numo 13.
2-3. Dos fragmentos de borde. Sin decoración.
4 . Fragmento de cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 61, núm. 4 .
5- 16. Doce fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 60 cm'.
CAPA 8
Fragmento de borde y cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 61 , numo 14.
Fragmento de borde y cuerpo con ligera sobreelevación a modo de cordón horizontaL Fig. 61 , numo 15.
3. Siete fragmentos correspondientes a un vaso de paredes ligenunente exvasadas. Pre·
senta un mamelón del que parte un cordón horizontal. Uno de los fragmentos procede de J -5
T-C9. Fig. 61, núm. 17.
4. Cuatro fragmentos correspondientes al cuerpo del mismo vaso. Presentan dos cordones horizontales lisos. Fig. 61. numo 12 .
l.
2.
CAPA 9
1. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta una sobreelevación a modo de cordón horizontal. Fig. 61, núm. 16.
2-7. Seis pequefios fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada.
35 cm 2 .
[page-n-131]
v
ESTUDIO TIPOLOGICO DE LOS MATERIALES
Bernardo Marti Oliver
EL SILEX
Las principales características de los útiles y restos de talla inventariados pueden verse en las dos tablas-resumen que presentamos para los cuadros J -4 y J-5 (Tabla núm. 1 y núm . 2),
En lineas generales , puede decirse que la industria litica del Sector J responde a las características ya señaladas en las aproximaciones preliminares al yacimiento. Asf. pues, la Cava de l'Or presenta
una industria con un elevado componente laminar, cuya materia prima más abundante es un sHex melado de gran calidad y, como excepción, algunas pequeñas hojitas y núcleos de cristal de roca; de los que ,
sin embargo, no ha aparecido ningún ejemplar en los cuadros J -4 y J 5. Las dimensiones de las hojas y hojitas, y la frecuente presen cia de
córtex, abogan por unos núcleos de pequeño tamaño, como se com·
prueba en el caso de los ejemplares recuperados. Estas hojas y hojitas
aparecen frecuentemente retocadas, aunque sin ninguna fijación es·
pecial de este retoque en orden a poder establecer tipos: algunas pre·
sentan escotaduras, truncaduras retocadas. retoque continuo en uno
de sus lados, etc.; muchas de estas hojas y hojitas llevan señales de su
utilización y, en un número importante, poseen lustre de cereales o
[page-n-132]
B. MARTI
128
pátina de siega, constituyendo el tipo funcional «elemento de hoz», sobre el que ya llamábamos la atención y que hemos individualizado en
los inventarios. Como productos sobre hoja destacan. también , los
per fo r adores. El modesto componente geométrico muestra el predo-
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415
Tabla l. Industria de sílex del Cuadro J -4.
minio de los trapecios, aunque también están presentes los segmentos
de círculo y medias lunas, y los triángulos. Finalmente. destaca la
presencia de algunas puntas de flecha de retoque plano, cubriente, bifacial.
La coincidencia general de los materiales de J -4 y J -5 con el con junto del Museo de Alcoi , que fue recogido en el primer volumen de
[page-n-133]
'"
CaVA DE L' OR
esta publicación, es manifiesta; ello refuerza la representatividad que
pueda asignhsele en relación con la totalidad del yacimiento, si bien
son aún muy numerosos los materiales que quedan por estudiar y
que, en su día, matizarán o completarán estos resultados.
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Tabla 2. Industria de sílex del Cuadro J -5.
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504
[page-n-134]
B. MART1
130
En el caso del Museo de Alcoi , del total de 594 piezas de sílex inventariadas, 209 podían considerarse como útiles, en tanto presentan
retoques que las conforman o indudables señales de su utilizaCión , y
su clasificación. siguiendo las agrupaciones empleadas para los cuadros que aquí estudiamos, es la siguiente :
N .'
%
Hojas/Hojitas y fragmentos retocados
Hojas/Hojitas y fragmentos con señales uso
Perforadores .......... . ....... , ... . .. .
Trapecios ................... , ..... .. . ,
Segmentos y medias lunas . . . . ....... . .. .
Triángulos .. , ... . . . . . , ............ . .. ,
Puntas de flecha ....... . . . ...•. ...... . .
Lascas retocadas .. ..... .............. .
61
101
8
19
4
2
2
12
29 ' 18
48 '32
3'82
9'09
1'91
0' 95
0'95
5'73
TOTAL .. . .. ..... . . . . .. . ... . .... .. .
209
99 '95
Doble bisel sobre geométricos ........... .
(1 segmento y 1 trapecio)
2
8 '00
Esta coincidencia puede extenderse, también , a los cómputos rea
lizados por Fletcher (1) para los Sectores H, H- l, H-2 y H-3, excavados en la campaña de 1957, y a los realizados por Fortea (2), que incluyen los sectores anteriores más los H-4 y H-5, excavados en 1958.
y cuyos resultados fueron los siguientes:
N.O
%
Hojas/Hojitas y fragmentos ...... . .......
1.905
(incluidas todas las piezas no geométricas)
Trapecios . . . . . . .......... . .... ..... ...
139
Segmentos y medias lunas ... . . .... , , , . . .
21
Triángulos ............ .. ,.. ......... ..
7
91 '94
2.072
100' 00
4
2'39
TOTAL
Doble bisel sobre geométricos ,., ...... . . .
(1 segmento, 2 medias lunas y 1 triángulo)
6' 70
1'02
0'34
IJ I D. FLETCHER: &Nuevos datos so bre las rela ciones neoUticas entre las costas espa00185 y del Mediterráneo orientab . Homenaje a P. Bosch Gimpera, Méjico, 1963, págs. 167·
172.
12) J . FORTEA : t:Los Complejos microlaminares y geométricos del Epipaleol1tico mediterráneo espailob. Memorias del Seminario de Prehistoria y Arqueologla , 4, Salamanca,
1973 .
[page-n-135]
COVA DE
r ol'!.
'"
Repasaremos, ahora, algunos puntos de singular importancia,
empezando por las puntas de flecha. Aunque resultaba manifiesto el
carácter tardío de las puntas de flecha, en relación con la evolución
de las culturas neoUticas, y su adscripción mayoritaria al EneoUtico,
la presencia de algunas de ellas en yacimientos considerados como
del NeoUtico antiguo planteaba los correspondientes interrogantes.
Por otra parte, no era posible precisar el horizonte de su aparición al
carecerse de las necesarias referencias estratigráficas, aunque éstas
existían, como en el propio caso de Dr, o en el de la Cava de En Pardo
(Planes, Alicante). Con todo, basándonos en algunos yacimientos
neoUticos de menor complejidad, con un más reducido conjunto de
materiales, y, de manera especial. en el caso de la Cava de la Sarsa
(Bocairent, Valencia). en el que la errónea atribución de puntas de necha distorsionaba su caracterización, atribulamos un carácter tardío
a los ejemplares de Dr en nuestra primera aproximación al yacimiento , situándolos en los momentos finales del Neolitico o prin cipios del
Eneolitico, y considerándolos exponentes del horizonte hasta el que
llegó la evolución del yacimiento. Ha de tenerse en cuenta que , si bien
encontramos puntas de flecha en algunos yacimientos con cerámicas
impresas cardiales, se trata de yacimientos sin estratigrafia conocida
en los que se documentan, además , otros materiales más tardíos que
no se relacionan con el NeoUtico antiguo , sino que se interpretan como muestra de la pervivencia del yacimiento, en cuyo mismo caso se
encuentran las puntas de flecha .
Ello viene nítidamente expresado por los resultados del Sector J ,
donde tenernos ocho ejemplares: 4 procedentes de las capas 1, 2A Y
2B de J-4; 2 en las capas 2 y 3 de J -5; Yotras 2 procedentes de la capa
1 de J-3. Todos los ejemplares aparecen , pues, en los momentos finales de la secuencia estratigráfica, que, como veremos al valorar el
conjunto de los materiales, parecen responder a cuanto acabamos de
exponer. Téngase en cuenta que, si bien las capas superiores tienen
escaso valor estratigráfico, su total ausencia en los niveles más profundos es decisiva al respecto.
Esta constatación del lugar que ocupan las puntas de necha en la
secuencia del yacimiento es, también, de gran importancia para las
posibles comparaciones con otras secuencias en las que pueda docu mentarse la aparición del tipo, o la generalización de los retoques planos.
Por el momento no resulta factible pronunciarse sobre la tipología
de estas puntas de flecha procedentes de Dr, por no conocerse en detalle su evolución, aunque ninguna de ellas corresponde al tipo de
pedúnculo y aletas prolongadas hacia abajo, consideradas como las
[page-n-136]
'"
B. MARTI
más tardías por ser propias de las capas superiores del poblado de la
Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia) (3). Desta caremos , no obstante, la presencia entre estos ejemplares de Or de la punta núm . 7 de la
capa 1 de J·4 (Fig. 6, núm. 2), fabricada sobre sflex tabular, como 10
demuestra la presencia de c6rtex en sus dos caras. Esta clase de sHex
no parece ser aprovechado en los yacimientos neolíticos y si en los
eneolfticos, siendo abundantes las piezas fabricadas sobre él, por
ejemplo, en el poblado de la Erela del Pedregal, particularmente puntas de flecha de sus niveles medios e inferiores ; también en otrps yaci mientos como la Cava de la Pastora (Alcoi, Alicante) , rico enterra miento múltiple eneolitico, encontramos puntas de flecha fabricadas
sobre esta clase de sílex. La utilización del sflex tabular en el Eneolíti·
ca tiene una clara explicación desde el punto de vista funcional. La
generalización de los retoques invasores y cubrientes, que se produce
por entonces, y que busca la producción de útiles planos, como las
propias puntas de flecha, encuentra en el sflex tabular o lacustre la
materia prima idónea. En este caso no es necesario retocar toda la su perficie de las piezas, ya que no presentan la curvatura propia de las
hojas y lascas de sílex extraídas de nódulo , sino, solamente, conformar su perfil mediante retoques planos u oblicuos.
Una posible lámina -hoz de sílex tabular se menciona en la Cava
Fosca (Ares del Maestre, Castellónl 141, pudiendo suponerse un contexto neoHtico avanzado para ella ; con todas las reservas, también
parece de sílex tabular una lámina con retoque paralelo invasor de
las capas superiores de la Cava de les Mallaetes (Barig, Valencia) (SI.
Pero, con estas posibles excepciones, las placas de sílex tabular son
propias de los yacimientos eneolfticos, en asociación con las puntas de
flecha, como vemos en la Ereta del Pedregal, en Casa de Lara (Villena,
Alicante) (61, o en las cuevas sepulcrales de la Torre del Mal Paso
(Castelnovo, Castellónl (7), o de la Ladera del Castillo (Chiva , Valen-
(3) D. FLETCHER, E. PLA Y E. A. LLOBREGAT: d,a Erela del Pedregal INavarres. Valencia)•. Excavaciones ArqueolOgicas en Espada, 42, Madrid, 1965.
(41 J . APARICIO Y J. SAN VALERO :.d.a Cova Fosca lAres del Maestre, CaslellOn) y el
Neolftico ValencianO-l. PubUcaciones del Departamento de Historia Antigua, 4. Valencia.
1977. pAgo 21.
(51 FORTEA. op. cit. nota 2, pAgo 188, fig . 39. n!lm. 6.
161 J. M. SOLER: cLa Casa de Lara, de Villena (AlIcanle). Poblado de llanura con ceré·
mica cardiab. Saitabi, XI, Valencia, ¡961 , pAgs. 193-200.
(7) F. JO RDA : .. Los enterramientos de la Cueva de la Torre del Mal Paso (Castelnovo, CastellOn de la Plana ". Archivo de Prehistoria Levantina. VII , Valencia. 1955, pégs.
55-92.
[page-n-137]
COVA DE L'OR
IJJ
cia) (8). No debe olvidarse, sin embargo, que en relación con los ini·
cios del EneoUtico y en particular en lo relativo a los niveles profun dos de la Ereta del Pedregal. cabria hablar de un NeoUti co final en
tanto se trata de niveles o de yacimientos de cronologfa pre-metálica"
coincidiendo asi con la terminología usada en otras áreas en las que el
Eneolftico o CalcoHtico coincide con la metalurgia del cobre ; en todo
caso hay que tener en cuenta estas equivalencias entre las distintas
áreas para no confundirse.
En lo que se refiere a las formas geométricas, es notable, como hemos dicho, el predominio de los trapecios. De los 11 geométricos de
J ·4, tenemos 9 trapecios por 1 triángulo y 1 segmento de circulo ;
pudiendo añadirse a los trapecios la truncadura doble retocada
de la capa 8a, aunque su relación longitud/anchura sobrepasa los módulos aceptados comúnmente por la tipología. En J -5 encontramos 12
ejemplares de los que 8 son trapecios, 3 segmentos y 1 pieza rectangu lar, a los que puede añadirse la truncadura de la capa 18, en realidad,
un trapecio con uno de sus lados roto por flexión. La relación entre los
diversos tipos es pareja a la observada entre los materiales del Museo
de Alcoi : 19 trapecios por 4 segmentos y medias lunas, y 2 triángulos;
y también con el cómputo de los sectores H y H·l a H· 5: 139 trapecios
por 21 segmentos y medias lunas, y 7 triángulos.
La escasez de segmentos y medias lunas en Or encuentra su correspondencia en la Cava de la Sarsa, donde sólo se conocen hasta
ahora dos ejemplares, uno de ellos con doble bisel (91. Sin embargo, su
presencia es importante por cuanto la abundancia de segmentos y
medias lunas es un fenómeno asociado a las cerámicas impresas cardiales en Cocina III ; y también en el nivel 6 de Botiquería deis Moros
lMazaleón, Teruel) segmentos y cerá.micas impresas cardiales aparecen juntos y por vez primera en la secuencia del yacimiento (lO).
En 10 relativo a la posición estratigráfica, mientras los trapecios
se distribuyen uniformemente, los segmentos aparecen en niveles medios o inferiores; pero, con sólo tres segmentos en posición estratigrá·
tica segura, no resulta factible pronunciarse sobre ello, aunque acep·
ternos como significativa la posición de estos ejemplares. El triángulo,
procedente de la capa 2A de J ·4, tiene escaso valor indicativo por lo
superficial y exiguo de su presencia.
(81 D. FLETCHER : . La covacha sepulcral de la ladera del Castillo (Chiva l•. Archivo de
Prehistoria Levantina. VI. Va lencia. 1957, págs. 13-25.
191 M. D. ASQUERINO : tCova de la Sana IBocairente, Valencial. AnA
lisis esta dfstico y
ti pológico de ma teriales sin est ra tigrafla (] 971 · 19 741 Papeles de l La boratorio de
•.
Arq ueologia·Saguntu m. 13. Valencia. 1978. pAgs. 99-225 .
• 1101 1. BARANOIARAN : , El EpipaleoU tico geomémco en el B!\io AragólU. XV Congreso
Nacional de Arq ueologia ILugo. 19771. Zaragoza. 1979, pAgs. 125-134.
[page-n-138]
B. MARTI
'"
Con un considerable mayor número de piezas, la distribución de
los geométricos en los sectores H, y H- } a H-3, de acuerdo con Fletcher, era la siguiente:
1
Capa
. ..
Trapecios . . . . . . . . .
Segmentos y
Medias lunas .........
2
3
3
6
6
4
5
6
7
7
7
27
30
10
4
4
3
distribución que conc uerda con la presencia de segmentos y medias
lunas en los niveles medios y profundos.
En lo que se refiere a su morfologia y tecnologia, los geométricos
de Or se 'apartan de los conjuntos mesalíticos, ejemplificados por la
Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia), y de acuerdo con la sistematización de Fortea. A la ausencia de determinados tipos hay que
añadir el desconocimiento de la técnica del microburil. ya que ni aparecen estos ni los geométricos presentan huellas de ápice triédrico.
Ello resulta lógico esperarlo por cuanto los microburiles , exponentes
de una particular tecnología geométrica mesoUtica, son prácticamente inexistentes en el primer nivel cerámico de Botiqueria deIs Moros,
el nivel 6 ; lo que confirma la tendencia expresada por Cocina 111 respecto a Cocina n, y está de acuerdo con las opiniones expuestas hace
años por Jordá y Alcácer a propósito de la Covacha de Llatas (Andilla,
Valencia) (11).
A ello hay que añadir la relativa importancia que en Or tiene el retoque alterno de los trapecios. Esta alternancia del retoque en los lados del trapecio la encontramos en tres de los ejemplares de J -4 y J -5,
pero recordaremos que , por ejemplo, en el caso de los materiales del
volumen primero aparecía en 9 de los 19 trapecios; y ello también
ocurre en Sarsa, entre cuyos materiales sin estratigrafia procedentes
de los trabajos realizados entre 1971 y 1974, llevan retoque alterno 3
de los 12 trapecios inventariados (12).
Un punto de especial actualidad es el del retoque en doble bisel,
ausente entre los geométricos de J ·4 y J -5, excepto el caso de la pieza
rectangular de la capa 2 de J -5, de tipología avanzada.
La posibilidad de que los geométricos con doble bisel fueran preneoliticos era rechazada por su ausencia en los conjuntos de Cocina,
11 11 F. J ORDA y J . ALCACER : cLa Covacha de L1atas (Andilla )J. Trabajos varios del
S. I.P., 11. valencia, 1949.
( 121 ASaUERINO, op. cit. nota 9.
[page-n-139]
c a VA DE L'OR
135
donde sólo se documentaba un triángulo con doble bisel en Cocina IV ,
~oita do Sebastiao, Cabec;:o d' Amoreira, etc.; mientras aparece repre·
sentado en la Covacha de Llatas, en los niveles con cerámicas cardia·
les de Or y Font Majar (Espluga del Francolf, Tarragona) (13), en el
caso antes mencionado del segmento de Sarsa, en algún segmento y
triángulo de Cava Fosca, algún trapecio y media luna de la Cava del
Barranc Fondo (Xa.tiva, Valencia) fl4) , segmentos y medias lunas de
Casa de Lara, etc.; y en algunos otros yacimientos de adscripción neo·
eneolftica como El TITao (Burrlana, Caste1l6nl (15), con segmentos en
doble bisel. Lo cierto es que la frecuencia del doble bisel entre los
geométricos de estos últimos conjuntos es pequeña, como sucede en el
caso de Dr, de modo que «hemos de reconocer que la importancia del
doble bisel es rnfnima en el yacimiento cardial que hoy por hoy mejor
nos puede hablar del Neolftico antiguo del litoral mediterráneo espa·
dol, y en la Cultura de los Sepulcros de Fosa, cuyas fases flDales son
ya decididamente eneolfticas. (16). En efecto, también para los Sepulcros de Fosa el porcentaje de geométricos con doble bisel es muy pequeño, 5 de un total aproximado de 88 (17), Y lo mismo sucede en los
yacimientos valencianos de similar cronologfa, como los niveles inferiores de la Ereta del Pedregal. Dentro de estos problemas se comprende la importancia de los resultados de Botiquerfa deis Moros, de
cuyos indices publicados por Barandiarán se deduce la ampliación de
la cronologfa del doble bisel hasta momentos pre-neolfticos, como su
nivel 4 , equiparado a Cocina TI, con un 19'05%de geométricos con doble bisel, entre los que, por otra parte, faltan los segmentos y medias
lunas que parecen ser los tipos sobre los que con mayor frecuencia se
aplica el doble bisel en los yacimientos neo-eneolfticos.
Entre los útiles fabricados sobre hoja destacaremos , por último,
los perforadores y los elementos de hoz. En el primer caso, aunque los
ejemplares son pocos, especialmente en J -4, su tipologla resulta precisa y su pervivencia a lo largo de toda la secuencia estratigráfica se
comprueba con los tres ejemplares de J-5 . Se trata , por otra parte, de
03) S. VILASECA : . Cueva de la Font Majon . Trabajos de Prehistoria. XXVI, Madrid,
19 69, págs. 117-220.
(14) J . APARICIO: d.a Cova d el Barranc Fondo (Játiva, ValencialJ. XIV Congreso Nacional de Arqueologla (Vltoria. 1975), Zaragoza, 1977 , págs. 141 -150.
(15) N. MESADO : «Yacimientos arqueológicos de Bumana (CastellÓ Archivo de PrenlJ.
historia Levantina. XlI, Valencia, 1969, págs. 177-20 3.
(16) FORTEA. op. cit. nota 2, pág. 458.
(l7) Un triángulo de la fosa 19 de Bóvila Madurell y otro en el sepulcro 2 de Campo Cinzano. Un trapecio en la fosa 33 de Bóvila Madurell, otro en la Sepultura de El VilBrÓ y otro en
el sepulcro 2 de Campo Clnzano. Véase: A. M. MWOZ : «La Cultura neolltica catalana de los
Sepulcros de Foso. Instituto de Arqueologle y Prehlstorla. Universidad. Barcelona, 1965.
[page-n-140]
'36
B. MARTI
un tipo ampliamente representado en los yacimientos neolíticos y
eneoUticos, como en la Cava de la Sarsa, de les Rates Penaes (R6tova,
Valencia). del Barrane Fondo , del Llop (Gandia, Valencia). de les Meravelles (Gandfa, Valencia), del Montg6 (Xavia, Alicante). Casa de Lara, Ereta del Pedregal, etc.
En cuanto a los elementos de hoz destacábamos anteriormente su
importancia como tipo funcional. más que morfológico y técnico. ya
que esta función, atestiguada por la pátina brillante, la encontramos
reflejada sobre muy diversos tipos morfológicos: hojas retocadas , hojas y hojitas con algunas pequeñas extracciones produ cidas por el
uso , truncaduras oblicuas retocadas, e incluso hemos podido comprobar la existencia de fuerte lustre al menos en un trapecio y un segmento de circulo procedentes de Or, Por otra parte, y siguiendo la técnica Semenov (18) , estudiamos los elementos de hoz procedentes de la
Cava de la Sarsa, pertenecientes a las excavaciones antiguas: las partes activas de estas piezas, puestas de manifiesto por el intenso desgaste que da lugar a su pátina brillante caracteristica, indican un tipo
de enmangamiento oblicuo al eje central de estas piezas, y la acomodación del retoque de las hojas, en muchos casos, a este enmangamiento, de manera que en una reconstrucción ideal de las hoces del
yacimiento éstas podrían ser similares al tipo 2 de Monteagudo (191.
Para el caso de los cuadros J -4 y J -5 los elementos de hoz pueden
considerarse abundantes, ya que en conjunto representan más del
15% del total de hojas y hojitas retocadas o con señales de uso , el
12' 50% en J -4 y e12 1'21 % en J -5, abundancia que se corresponde con
la importancia que la actividad agrícola hubo de tener para los habitantes de la cueva,
LA PIEDRA PULIDA
Los útiles de piedra encontrados en J -4 y J -5 no son abundantes,
Tenemos dos hachas y una azuela: cuatro cuentas de collar de diversos tipos : piedras de molino , percutores y plaquetas de arenisca. (Tabla núm. 3 V núm . 41.
Este pequeño conjunto se completarla, en lo que se refiere a otros
objetos de piedra hallados en el yacimiento , con los brazaletes de pizarra o de caliza, algunos decorados con lineas incisas ; colgantes de
tipología variada; anillos , alisadores , hachas o azadas y azuelas de
1181 s. M. SEMENOV: ú'rehistoric Technolog}'J. Methue n and Co., London, 1964.
(191 L. MONTEAGUDO: cHoces de sflex prehistórica u. Revista de Archivos, Bibliotecas
y Museos, LXII, Madrid . 1956, pags. 458-531.
[page-n-141]
CaVA DE L'OR
'"
distintos tamaños, etc., de los que algunos ejemplos fueron dados a
conocer en el volumen primero, pero no se encuentran en el conjunto
aqul estudiado.
Limitándonos a J·4 y J-5 , los objetos encontrados, aunque escasos, resultan significativos. Las piedras de molino encuentran sujusti·
licación en la abundancia de las semillas de cereales y son una prueba más de la estabilidad de la habitación en la cueva, en la que se almacena cereal, se talla el sllex, se fabrica la cerámica, etc. Las plaquetas de arenisca hemos de ponerlas en relación con el pulimento del
hueso y, también , quizás, con la abundancia del polvo de ocre.
Las hachas y la azuela, al igual que los molinos , se consideran ligados a la actividad agrícola, aunque con distinta utilización. Son po cos los ejemplares del Sector J para aventurar una opinión sobre su tipologla evolutiva, y los aqui reseñados proceden, además, de capas
medias o altas. Sin embargo, en Or existe una buena representación
de hachas o azadas de mayor tamaño y de sección elíptica o de tendencia circular, y también encontramos piezas de sección rectangular, asl como pequeñas azuelas, por lo que es de esperar que , en su
momento , permitirá aproximarnos a la evolución de estos útiles. de
los que tradicionalmente se consideran más antiguos los de sección
circular que los de sección rectangular. aunque los encontramos coexistiendo en la mayor parte de las ocasiones. La presencia del pequeño utillaje representado por las azuelas cabe considerarla como un
anticipo de lo que será su proliferación en los poblados eneoUticos. En
este caso no parece que se trate de útiles agrlcolas , relacionados en
mayor o menor medida con los trabajos de desforestación , pero si hay
que asociarlos con un trabajo de la madera que adquirirá su mayor
importancia en los poblados, y no debemos seguir hablando , en consecuencia , de piezas votivas para referirnos a ellas.
Con respecto a las cuentas de collar , tenemos dos discoidales , una
cilíndrica y un fragmento de cuenta o colgante ovalado, con abultamiento en la parte inferior. Esta exigua representación de elementos
de adorno hechos de piedra se corresponde con la abundancia de los
fabricados sobre concha. La gran importancia de los elementos suntuarios es un fenómeno Upicamente neoUtico, no explicable por evolución desde culturas anteriores en nuestros yacimientos, como hemos
expuesto en otras ocasiones. Aunque piedras como la caliza o mármol, la pizarra y otras, son utilizadas con frecuencia para los brazaletes. cuentas y colgantes, no es de extrañar que la concha y el hueso
tengan una mayor importancia como materia prima, atendiendo a
su mayor O menor facilidad de trabajo.
"
[page-n-142]
".
B. MARTl
El fragmento de colgante ovalado reflejarla esto, en parte, ya que
se trata de un tipo que vemos frecuentemente fabricado sobre concha.
con resultados semejantes. Por otra parte. este tipo recuerda a los colgantes anteriores fabricados sobre dientes. y va a tener una larga perduración hasta llegar al Eneolitico, con muy pocas variaciones.
EL HUESO TRABAJADO
Junto con la cerAmica, la rica industria ósea del Neolitico es uno
de los más claros exponentes de la distancia que existe respecto de los
conjuntos mesoUticos. Como se observa en las tablas-resumen , esta
industria comprende punzones, espátulas, cucharas, discos, anillos .
cuentas de collar y colgantes de diversos tipos. vértebras de pescado
pulimentadas, elc. A ello habría que añadir los tubos fmamente pulidos fabricados sobre diáfisis de huesos largos de aves ; lbs grandes y
robustos cinceles; la~ espátulas con el extremo dentado , destinadas a
la decoración de la cerámica; los di.entes y colmillos perforados; etc .
(Tabla núm . 3 y núm . 4).
Con muy pocas excepciones. la industria ósea neoUtica aparece ex
novo y claramente asociada a los niveles más antiguos, los de las cerámicas impresas cardiales. En efecto, la mayor parte de los objetos
reseñados en este apartado no sólo son desconocidos en los conjuntos
pre-neoUticos , sino que también lo son en contextos más avanzados
del NeoUtico o ya eneoUticos. En el caso del Sector J , especialmente
en el cuadro J -5, que posee una mayor riqueza, puede verse cómo mayoritariamente la industria de hueso corresponde a la mitad inferior
de su secuencia, hecha abstracción del material superficial ; es decir,
a los dos niveles inferiores , correspondientes al V milenio a. de C., de
los que hablaremos en el apartado dedicado a la cerámica .
Hay varias razones por las que, pese a su manifiesta importancia,
la industria ósea ha sido poco estudiada y no disponemos de criterios
sólidos respecto a su evolución; las dos más importantes podrian ser,
de una parte, el tradicional predominio de la cerámica entre los materiales neolíticos y, de otra, la desigual riqueza de la industria ósea en
los yacimientos, de manera que quizás esto último podría explicar lo
anterior. En efecto, en muy contados yacimientos , como la propia Cava de l' Or y la Cova de la Sarsa a nivel peninsular, y algunos otros como el de Arene Candide, si nos referimos al conjunto del Mediterrá neo Occidental, encontramos conj untos importantes de industria
ósea. En la mayoría de los casos, por el contrario , sólo la presencia de
[page-n-143]
COVA DE L'O R
>l.
espátulas y de punzones tiene caráct.er general, siendo muy esporádica la de otros elementos, como ellragmento de cucnara que se menciona en la Cava del Barranc Fondo, los anillos de la Cava del Llop, de
la Cueva de la Garigüela (Pifiar, Granada) o de Las Majolicas (Alfacar,
Granada) (20), la espátula dentada y el canutillo de la Cueva de los
Murciélagos (Zuheros, Córdoba) (21), y algunos pocos más.
En el caso de los punzones, cuya continuidad a lo largo de todo el
Neolitico y Eneolitico es manifiesta, al igual que las espátulas, es posible destacar algunas particularidades en función de su atribución cronológica. Durante el Neolitico antiguo la mayor parte de los punzones
se fabrican sobre metapodios de ovicápridos cortados longitudinalmente y presentan una flna punta de sección circular. A este tipo corresponden la casi totalidad de los encontrados en J-4 y J -5, aunque ,
según lo que sabemos del conjunto del yacimiento, no se trata de un
tipo exclusivo, ni siquiera en los niveles de las cerámicas impresas
cardiales. En efecto, también se encuentran otros punzones que han
sido fabricados sobre huesos de conejo, preferentemente sobre tibias.
y cuya punta está formada por un bisel en la caña del hueso. Sin embargo, este último tipo de punzón es mucho menos abundante en los
niveles antiguos y mayor conforme avanza el Neolitico y durante el
Eneolitico. PQr último, y correspondiendo también a niveles evolucionados, encontramos ejemplares realizados sobre metapodios de ovicápridos con la punta biselada, al poseer la caña entera, como sucede
por ejemplo en la Ereta del Pedregal, donde es notable igualmente la
mayor utilización de las 'astas de cérvidos como materia prima
para la fabricación de espátulas y otros objetos. Sin duda , entre unos
y otros tipos de punzón existen i:liferencias funcionales importantes,
como parece desprenderse de su distinta consistepcia, y como revela
la distinta composición de los conjuntos de materiales según procedan
de poblados o de enterramientos, para el caso del Eneolitico.
Aunque una gran parte de la industria ósea tiene, como puede
verse, una fmalidad ornamental, nos parece de gran importancia el
que también encontremos objetos de utilidad práctica en la vida cotidiana, porque ello puede explicar algunas cosas. Como ornamentales
hemos de considerar las cuentas .de collar y los colgantes; los finos
punzones sobre la mitad de metapodios de ovicápridos, que debieron
ser agujas para el cabello; los anillos, que debieron ser utilizados como tales, como sortijas, si atendemos a la diversidad de sus tamaños
1201 M. S. NAVARRETE : da Cultura de las CUevas con cer!mlca decorada en Andalucia Orientalt. Univenidad de Granada, 1976. 2 vols.
1211 A. M. VICENT y A. M. MU~OZ : da Cueva de los Murciélagos.. Excavaciones Arqueológicas en Espa1la, 77, Madrid, 1973.
[page-n-144]
140
B. MARTI
y decoraciones. entre las que destaca un ejemplar que conserva dos
pequeftas protuberancias esféricas que semejan un engarce, elc. Dotadas de una utilidad práctica hemos de considerar las cucharas; las
espátulas, incluidas aquellas con el extremo dentado a modo de peine
para decorar la cerámica; los robustos cinceles; e incluso los fmos y
largos tubos pulidos. cuyo destino se nos escapa, etc.
Esta dualidad requiere atención por cuanto si bi en los tipos ornamentales pueden variar o desaparecer, en tanto es variable su signifi cación y valoración social, que es lo único que los justifica; es difícil
imaginar lo mismo para el caso de los útiles, cuya desaparición necesitaría de causas menos coyunturales. En este último caso se podrían
plantear distintos modelos explicativos como el suponer un creciente
movimiento del grupo humano que le obliga a regular su cultura material según un criterio de transportabilidad , es decir, prescindiendo
de lo no estrictamente necesario más allá del límite de lo que puede
acarrear, etc.
Sin profundizar en estos problemas, que nos Ilevarlan muy lejos
del comentario a unos materiales, diremos que una explicación verosimil para la evolución de una parte del utillaje óseo neolitico es el
suponer un cambio en su materia prima ; es decir, que parte del utilla je óseo deja de fabricarse como tal para ser sustituido por útiles de
madera.
Ello explicarla el por qué no encontramos en contextos neoliticos
avanzados y eneoliticos determinados útiles como las cucharas, presentes en niveles ricos de cerámicas impresas cardiales. Aunque no
exentos de problemas, dos viejos hallazgos podrian confirmar esto: de
!Jna parte, el cucharón publicado ha ce más de cien años por Góngora,
procedente de la Cueva de los Murciélagos (Albuñol, Granada) (22);
de otra, una cuchara de madera procedente de la Ereta del Pedregal,
recogida en las prospecclones iniciales del yacimiento, de tipología semejante a las de Or, aunque con la pala más ancha y el mango más
corto y nno.
No hay que olvidar, sin embargo, que el trabajo del hueso va a
continuar siendo importante durante la segunda fase neoUtica , posterior a las cerámicas impresas cardiales, como se comprueba en Cava
Fosca; y durante el Eneolitico, en el que vemos nuevos tipos de adornos como los colgantes acanalados , los ídolos planos, etc.
Señalaremos, por último, que es muy frecuente la aparición de
restos de ocre que tiñen los anillos o las apófisis de los punzones, al
[221 M. de CONCORA : .A.ntigüedades prehistóricas de .Andaluclat. Madrid, 1868 , pág.
J 4 . Jig. 17.
[page-n-145]
COVA DE L'OR
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igual que sucede en el caso de las conchas y en la decoración de la cerámica; y también las decoraciones formadas por Uneas incisas o acanaladuras en los anillos o en las espátulas, fragmentos de hueso pianos, etc. Sin embargo, no existen en Dr piezas de hueso decoradas
comparables a las ricas decoraciones geométricas de algunos ejemplares procedentes de la Cava de la Sarsa (2 3).
LOS OBJETOS DE CONCHA
En los inventarios incluidos en el capítulo anterior sólo figuran
aqueIJas conchas que por presentar perforaciones o estar teñidas en
ocre podían ser consideradas como indudables elementos de adorno;
por ello, y para la valoración completa de estos objetos, ha de verse el
trabajo de Acuña y Robles sobre el conjunto de la m·alacofauna.
Ahora nos limitaremos a destacar la abundancia de las conchas
marinas, que unidas a algunos otros restos de fauna marina nos ha blan de la importancia de las relaciones entre los habitantes del yaci miento y la costa, de la que lo separan unos veinticinco kilómetros.
Esta abundancia de los elementos marinos es un fenómeno general,
aun en yacimientos más alejados de la costa ; al igua] que, por ejemplo, la preponderancia de las Columbella rustica entre estos elementos . (Tablas núm. 3 y núm. 4).
En el conjunto que aquí se recoge faltan algunos elementos. como
los anillos de Conus. a menudo teñidos de ocre en su interior, o los pequeños segmentos o lúnulas, que abundan en otros sectores de la cueva. Si n embargo, no hemos visto hasta ahora entre los materiales de
Dr los braza letes de Glycymeris o Pectunculus, considerados como de
cronología neoUtica avanzada y eneolitica.
Como hemos dicho antes, son fre cuentes las cuentas de collar o
colgantes de perfil elíptico, a menudo con un abultamiento en su parte
inferior. Por contra , entre los elementos que menos representados hemos visto en el conjunto de los yacimientos neolíticos, destacaremos
las cuentas de collar hechas sobre la parte superior de un Conus, de
las que existen algunos ejemplos en la Cava de la Sarsa, además de los
procedentes de Dr.
No cabe duda que existe un cambio en las especies de moluscos
aprovechadas por el hombre según los distintos períodos y que su conocimiento pormenorizado sería de interés.
[231 J . SAN VALERO : da Cueva de la Sarsa (Bocairente, Valencial_. Trabajos Varios
del S.LP .. 12, Valencia . 1950.
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Tabla 4. Objetos de piedra. hueso y concha. Cuadro J -5 _
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B. MARTl
LA CERAMI CA
Los hallazgos cerámicos plantean problemas especificas en lo que
se refiere a los criterios que han de seguirse para su valoración. Inde pendientemente de los problemas comunes a los restantes ma teriales.
que derivan básicamente de las pequeñas dimensbnes del área que
estudiamos, la cerámica ofrece dificultades adicionales en lo concerniente a la unidad de comparación : según consideremos el número de
los fragmentos o el tamaño de su superfi cie; la posible correspondencia, o no , a un mismo vaso, de diversos fragmentos; la asociación de
varias técnicas decorativas sobre una misma pieza; etc.
Estos problemas desaconsejan la simplificación de una s tablas-resumen como las aqui expuestas(Tabla núm. 5 y 6), que deben tomarse
como una aproximación necesitada de múltiples matizaciones. y hacen necesario el estudio pormenorizado de los inventarios y de la correspondiente parte grAfica. Téngase en cuenta que, por ejemplo. hay
ocasiones en las que un elevado número de fragmentos . por perten ecer a un mismo vaso, figuran con el valor de una unidad en la tabla;
al contrario, un pequeño fragmento en el que se asocien decoraciones
impresas e incisas figurará tambi¿n con el valor de una unidad. pero
en dos columnas distintas de la tabla, resultado de la descomposición
de ]a decoración en la forma analítica propuesta . En este último caso
el problema seria resoluble sustituyendo la tabla de motivos decorati vos elegida por la real. es decir, por aquella en la que figuren no sólo
las técnicas decorativas simples sino también las múltiples asociaciones que puedan presentarse, como se hace para el caso de los cordones decorados; pero esta fa cilidad en la solución no es extensible a los
demás problemas planteados. por lo que hemos preferido no operar
sobre los datos consignados en las tablas. que son orie ntativos. y, en
consecuencia, no deternernos en la consideración de porcentajes de
las decoraciones.
El número total de fragmentos por capa puede ayudar a valorar la
importancia relativa de los fragmentos no decorados ; también , y para
evitar la ambigüedad en la medida de lo posible, hemos indicado en
los inventarios la superficie de los fragmentos atipicos.
Sin duda . un estudio del material cerámico al modo del que ha
realizado GaUart para el cuadro J -4. y del que expone un avance en el
capítulo correspondiente de este volumen. obviarla algunas de estas
cuestiones al permitir agrupar los fragmentos que puedan pertenecer
a un mismo vaso , con lo que poseeríamos una unidad de comparación
válida. Ha de tenerse en cuenta que la superficie de los fragmentos
puede resultar también engañosa ya que , en defmitiva y por poner un
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COVA DE L'OR
145
ejemplo, idéntico valor tipológico tienen para nosotros las pequeñas
botellas con decoración impresa cardial que los grandes vasos decorados con cordones, pese a la manifiesta disparidad de sus respectivos tamaños . Con todo, y como ahora trataremos de ver, aun reconociendo lo dificil de la cuantificación de los datos cerámicos y de su expresión, la existencia de cambios cuantitativa y cualitativamente importantes, ilustrativos de la evolución seguida por el yacimiento, no
puede negarse .
En este sentido, centrándonos ya en el comentario estratigráfico,
empezaremos destacando los resultados obtenidos por Gallart en el
estudio de las cerámicas de J -4, realizado mediante técnicas de difractometria de Rayos X y microscopia; de ellos se desprende, por
ejemplo, que los fragmentos de cerámica en los que los cristales de
calcita aparecen como desengrasante de su pasta, só lo se encuen tran en las capas una a cinco del cuadro estudiado y, esporádicamente, en la capa seis, pero no en las inferiores. El estudio de la tecnología
cerámica confirma, pues, 10 apuntado por los estudios tipológicos de
la forma y la decoración, tanto en lo que se refiere a la existencia de
distintos horizontes evolutivos, como en lo relativo a la homogeneidad
cultural y cronológica de los conjuntos de materiales. En el caso concreto de estas cerámicas con cristales de ca lcita. la datación de la
capa 6, 4.030 + 260 a. de C., sitúa su límite cronológico máximo en la
transición del V al IV milenio.
De manera general. las características de los materiales cerámicos de J -4 y J -5 confirman la secuencia propuesta ya en anteriores
ocasiones para la Cova de rOr y, de manera particular, el que las cerámicas impresas cardiales no se prolongan durante toda la estratigrafia del yacimiento, tal como en su día adelantara Fletcher (241; en
efedo, vemos aquí cómo las cerámicas con decoración impresa ca rdial correspond en fundamentalmente a la fa se inicial del Neolítico, lo
que comunmente llamamos en la bibliografia peninsu lar NeoHtico an tiguo y que, para el caso de los yacimientos valencianos, hemos deno minado recientemente como Neolítico tipo Or (25).
Este es un punto de gran importancia en el que conviene detenernos : ¿hasta cuándo perduraron las cerámicas impresas cardiales en
los yacimientos peninsulares? Conforme avanza el estudio de nuestros
yacimientos resulta más evidente que no podemos seguir mantenien do la hipótesis tradicional según la cual tras la unidad que ofrece el
124 ) FLETCHER. op. cit. nota 1.
125) B. MARTI : m) Neolltico de)a Península Ibérica . Estado actual de los problemas relativos al proceso de neolitizaci6n y evoluci6n de las culturas neolfticaSJ. Papeles del Laboratorio de Arqueologla-Saguntum. 13. Valencia. 1978 . pAgs. 59·98 .
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Mediterráneo Occidental durante el Neolftico antiguo . caracterizado
por las cerámicas impresas, y a diferencia de lo que sucede en la
Península Italiana y en el sur de Francia , en la PenInsula Ibérica se
produce una perduración de esta cultura hasta el Eneoliti co. con la
excepción de la Cultura de los Sepulcros de Fosa, en Cataluña. y de la
Cultura de Almerja, ambas atribuibles al Neolitico final.
Sin duda, la unidad que ofrece el Neolftico antiguo en el ámbito
del Mediterráneo Occidental durante el V milenio a. de C. tien de a
desaparecer con la transición alllamaclo Neolítico medio de los autores franceses e italianos, que supone cambios profundos respecto al
a nterior . Estos cambios son patentes en Italia. donde las influencia s
provenientes de los Balcanes aportaran a la zona m eridional la flora ción de las cerámicas pintadas ; mientras, en la parte septentrional. la
influencia danubiana nos ofrece el complejo de los vasos de boca cuadrada , de las pintaderas y de los ¡doJillos de arcilla , tal como 10 vemos
en la estratigrafla del yacimiento ligur de Arene Candide.
No ocurre lo mismo en el sur de Francia donde la transición del
Neolítico antiguo al medio, es decir, la transición entre el ll am a do
Epicardial y la cultura Chasseense, presenta lagunas y dificultades ,
de las que es exponente el intento de establecer un horizonte intermedio, como es el caso de la llamada cult ura de Montbolo, sobre la que
ya expresamos nuestras reservas ; pero, en todo caso, también aquí
queda suficientemente perfilada la vigencia de las cerámicas impresas.
Estas dificultades son mayores en el caso de la Península Ibérica,
emanadas de la carencia de estratigrafias bien estudiadas para estos
períodos, y es por ello que la teoría de las perduraciones ha tenido , y
aún conserva, una cierta vigencia. Pero evident~mente hoy resulta
posible contemplar dos horizontes principales dentro del Neolltico peninsular, el segundo de los cuales aleja las cE!rámicas impresas car diales de los inicios de la metalurgia. y aún m ás, este segundo horizonte, cuyos momentos [males podrían ser los niveles cerámicos del
abrigo de Verdelpino (Cuenca), fechados en los últimos siglos del IV o
principios del III milenio a. de C. (26), o los niveles inferior es del poblado de Los Castillejos (Montefrlo, Granada) (27), podría dar paso a
la consideración de unas culturas del Neolitico [mal, si entendemos
126) M. FERNANDEZ·MIRANDA y A. MOURE: d:1 Abrigo de verdelpino ¡Cuenca!. Un
nuevo yacimiento neoUtico en el interior de la PeJÚllsula lbériclU. Noticiario Arqueológico
HispAnico. Prehistoria. 3. Madrid, 1975. págs. 191 -236 .
.27) A. ARRIBAS Y F. MOLINA : d:l poblado de Los Castillejos en las Pe!'!.as de los Gita·
nos tMontorno, Granada)_. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Gra nada. Serie
Monográfica, 3. 1979.
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por éstas a aquellas que son inmediatamente pre-metálicas, o bien enlazar con el Eneolftico si seguimos manteniendo los esquemas actuales en los que, según la tradición investigadora de las distintas áreas,
empezamos a considerar como eneolfticos niveles que son clar amente
anteriores a la aparición de los primeros objetos metálicos ; en esta
última consideración del NeoUtico flnal englobaríamos a los Sepulcros
de Fosa catalanes,
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No hay razones importantes para suponer que en el litoral mediterráneo español, a diferencia de lo que sucede en el caso francés o italiano, la cultura de las cerámicas impresas perdura durante mu cho
tiempo. Aunque las mejores evidencias proceden hasta el momento de
la zona andaluza , también hay indicios claros para el PaIs Valenciano
o Catalut1a, donde no parece posible atribuir una antigüedad suficiente a la Cultura de los Sepulcros de Fosa como para cubrir el lapso ero . nológico que corresponde en las otras áreas a esta segunda fase neolitica y que anteriormente se atribuía a la perduración del Neolítico de
las cerámicas impresas.
En el caso de la Cava de l'Or, todo ello coincidiría con la ausencia
de cerámicas impresas cardiales en las capas 3 y 4 de J-4, y en las capas 3, 4 Y 5 de J -5, así como su muy escasa representación en las capas inmediatamente subyacentes a las anteriores; de este modo, ha sta la capa 4 ó 5 de J -4 , y hasta la 6 ó 7 de J -5, podemos definir un primer horizonte que vendría a coincidir con los dos primeros estratos,
singularmente con el segundo, dado el escaso valor estratigráfico que
ha de atribuirse al superior en un yacimiento con tan importante remoción y trasiego de materiales. El Estrato lII. que sólo está representado en el cuadro J -4, correspondería a su lími te inferior en di cho cuadro .
Este primer nivel del yacimiento serfa posterior al 4.030 a. de C.,
fecha obtenida para la capa 6 de J -4, y, teniendo en cuenta la tipología de sus materiales, hecha excepción de aquellos que por exceso o
por defecto no corresponden a este nivel y que aparecen en las primeras capas', creemos que ha de encuadrarse a lo largo del IV y primeros
siglos del III milenio. Como privativas de este primer nivel destacare mos las cerámicas con superficies peinadas y las dt: decoración esgrafiada ; como los grandes ausentes, las cerámicas impresas cardiales
que , de acuerdo con la datación del C.14, tienden a desaparecer con
el fmal del V milenio.
Por lo que se refiere a las cerámicas con superficies peinadas, ya
en 1945 , Pericot, refiriéndose a la Cueva de la Cocina, hablaba de las
que podían ser «las primeras cerámicas peninsulares de formas sencillas y decoración rayada, con tipos de surcos diversos y de relieves incisos,. (28 ); pero la valoración de esta cerámica, tal como se plantea
hoy, será hecha por Fortea en relación con su horizonte Cocina IV, situándola en los momentos fmales del Neolitico y en el Eneolftico, de
acuerdo con lo observado en yacimientos como la propia Cueva de la
(28} L. PERICQT: ..La Cueva de la Cocina {Dos Aguas} •. Archivo de Prehistoria Levantina. n , Valencia. 1945. pág. 6 1-62.
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150
B. MARTI
Cocina, Cava de les Mallaetes, Casa de Lara, Ereta del Pedregal,
etc. 1291.
A partir de este pronunciamiento ha ido incrementándose notablemente el número de yacimientos en los que se constata su presencia, aunque ello no guiere decir que se haya logrado una deftnición
más precisa de su atribución cultural y cronológica, ya que en este
punto incide el propio desconocimiento general de las cerámicas del
NeoUtico fmal ylo de las eneoUticas.
En los últimos años, Asquerino ha dado a conocer algunos yacimientos con cerámicas peinadas, como la Coveta EmparetA (Bocrurent, Valencia), Cava del Moro (Agres, Alicante), y también de la Cava
de la Sarsa, destacando la asociación de las cerámicas cardiales y de
las peinadas en estos yacimientos y, muy especialmente, la presencia
de un fragmento de cerámica procedente de la Sarsa con decoración
impresa cardíal en el exterior y superficie interior peinada, lo que se
interpreta como prueba de la perduración de las cerámicas impresas
cardiales hasta los inicios de la metalurgia (30). Ello nos parece muy
improbable, como acabamos de exponer, especialmente en el caso de
Sarsa, donde es notable la carencia de algunos materiales que no faltan nunca en yacimientos de tal cronologia, cual es el caso de las
puntas de flecha de sHex de retoque bifacial, como ya indicábamos en
el primer volumen de esta publicación (31). Pero, además, hay que decir que ni siquiera puede afIrmarse esta cronología tan reciente para
las propias cerámicas peinadas que están escasamente representadas
en las cuevas de enterramiento eneollticas, como expone Llobregat
(32), y en la propia Ereta del Pedregal : no debemos olvidar que parte
de las cuevas de enterramiento eneolfticas son de cronología pre-metálica , al igual que los niveles medios e inferiores de la Ereta del Pedregal donde sólo hay presencia de útiles de cobre en los niveles supefi.ores (33), Con todo, y a pesar de que la asociación de ambas especies
de cerámicas no está documentada con entidad en niveles estratigráficos bien deftnidos, la mayor dificultad para pronunciarse sobre estos problemas radica en la necesidad de definir con mayor precisión
(29 ) J . FORTEA : «La Cueva de la Cocina. Ensayo de cronologla del Epipaleolftico (facies
geométricalt. Trabajos Varios del S.I.P., 40, Valencia, 1971.
(301 AsaUERINO, op. cit. nota 9.
(311 B. MARTI, con la colaboración de J . M. SEGURA Y R. PARDO : . Cova de I'Or (Beniarrés, Alicante). Vol. 1». Trabajos Varios del S.I.P., 51. Valencia, 1977 .
(32) E. A. LLOBREGAT: .Nuevos enfoques para el estudio del penodo del Neolltico al
Hierro en la Región Valenciana». Papeles del Laboratorio de Arqueologla, 11 , Vale ncia, 1975,
pAgs. 119· 140.
(33) FLETCHER. PLA y LLOBREGAT. op. cit. nota 3.
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COVA DE L'OR
15'
lo que se entiende por peinado o superficie peinada, porque en muchos casos resulta dificil inclinarse en sentido afirmativo o negativo.
En primer lugar, hay que distinguir entre las cerámicas peinadas
y el arrastre o raspadQ cardial, definido ya por Colominas y San Valero como la impresión dejada por el arrastre de la parte exterior de
una concha sobre la superficie blanda del vaso. Pero, sobre todo , hay
que tener en cuenta que, en muchos casos, las cerámicas peinadas lo
son tanto en·su superficie exterior como en la interior, lo que obliga a
plantear la posibilidad de que se trate de una forma del acabado de
los vasos y no de una técnica decorativa. Posibilidad que concuerda
con el desconocimiento de la forma de sus vasos , de sus motivos decorativos, etc. A nuestro modo de ver, en la mayor parte de las ocasiones, el peinado de estas superficies no seria más que las huellas del
alisamiento, y, sólo en muy contados casos, tendríamos asociada una
cierta intención decorativa, como sucede justamente en algunos de
los ejemplares aquf presentados. Téngase en cuenta, además , que en
un porcentaje elevado las superficies peinadas se asocian a fragmentos de cerámica con desgrasante de gran tamaño y abundante, y superficies poco cuidadas ; 10 que no corresponde a las caracterlsticas
del conj unto de las cerAmicas impresas.
Ello no es razón para disminuir la importancia del tipo, ni predetermina su cronología , pero sí explica la dificultad que podemos encontrar a veces para pronunciarnos sobre la existencia o no de una
superficie peinada, o sobre las huellas del alisamiento de esta superficie, ya que en muchos casos ello se reduce a una pequeña serie de lineas tenuamente incisas sobre fragmentos atípicos.
Como prueba de la atención que debemos prestarle, tengamos en
cuenta que, además de los yacimientos mencionados, está representado en muchos otros casos como la Cava del Barranc Fondo, Cava del
Llop, de les Rates Penaes, de les Meravelles, del Garrofer, de En Pardo , etc., de todas las cuales se conocen materiales de muy diversa
cronología, entre ellos cerámicas con decoración impresa cardial. Pero también se encuentran cerámicas peinadas en yacimientos eneoUticos , donde están ausentes las impresiones cardiales, como en el poblado antes mencionado de la Ereta del Pedregal o en la Cava Bernarda IGandía, Valencia). de la que se conocen enterramientos eneoUticos con materiales similares a los de la Ereta del Pedregal, o en los
fondos de cabaña de la Caseta del General (Bélgida, Valencia).
Tratamiento de superficie o decoración, por concordancia con un
mayor número de evidencias nos inclinamos en favor de una presencia de este tipo, aunque esporádica y en las condiciones expuestas, en
niveles anteriores al Neolítico final, como podría ser el caso de los dos
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>5,
B. MARTI
fragmentos señalados en las capas más profundas de J -5, y no , por
idéntica razón , a hacer perdurar las cerámicas impresas cardiales .
De todas maneras, hay que prestar una atención especial a las escasas referencias estratigráficas con que contamos. como es el caso de
Or en donde resulta manifiesto que este tratamiento de superficie o
decoración es característico del nivel superior de los cuadros J -4 y J 5, o es el caso de los yacimientos eneolíticos mencionados.
Con las naturales reservas , terminamos este comentario refiriéndonos a la Cueva de la Carigüela, en la que Navarrete señala la presencia de fragmentos de cerámi ca con arañazos, que podemos considerar similares al peinado : «arañazos producidos mediante golpes de
espátula o de punzón sobre la arcilla tierna» o «arañazos producidos
mediante el arrastre por la superficie blanda de un a escobilla, o un
instrumento semejante» (341. En la secuencia estratigr áfica de aquel
yacimiento estos arañazos aparecen a partir del estrato VIII del área
G, considerado como perteneciente al Bronce l . y del estrato V del
área D. atribuido al Neolitico fm a!.
Por todo ello. y mientras futuros trabajos determinan si nos encontramos en presencia de una decoración o de un tratamiento de superficie. para nosotros el espectro cronológico de este tipo cerámico
coincidiría con el propuesto inicialmente por Fortea, Neo liti co final Eneolítico, considerando más factible verlo representado espor ádicamente en niveles de mayor antigüedad, que no el utilizarlo para hacer
descender la cronología de otros tipos mejor definidos.
Siguiendo ahora con los materiales más característicos del primer
nivel , hemos de r eferirnos a las cerámi cas con decoración esgrafiada
que, aunque escasamente representadas, son elementos de gran importancia.
A los dos fragmentos que procedentes de la capa 2 B de J -4 y de la
capa 2 de J -5, respectivamente, se incluyen en los inventarios, hay
que añadir otros dos fragm entos recogidos en la superficie del yaci(34 )
NAVARRETE. op. cit. Ilota 21.
Sin du da. lo que aqul denominamos cerámicas peinadas no coincide siempre COIl lo
que en Olras ocasiones se lla ma n decoraciones peinadas o de peine. según se des prende de las
correspond ientes descripciones e ilustraciones. Un ejemplo reciente es el del yacimie nto
fraucés de la isla Corrége. en Port·Leucllte. en donde aparece n deco raciones ~i n adas. aso·
ciadas a impresiones cardiales y de instrume nto. En este ca so se trata de una decoración induduble. no do un tratamiento de la superficie del vaso. y se relacionarla con nuestro raspado
o arrastre cardia!. quedando muy lejos de l fi nal del Neolitico, como senalo Montj ardin. Véase
A. FRE ISES. R. MONT JARDlN y J. GU ILAINE : . Le gisement cardial de )'fle Corré ge a PortLeucllla IAudal. Note préliminaire•. Congrés Préhistorique de France. XX II session, Provence
119741 . 1976. págs. 277 -294. y R. MQNT J ARDI N: . Fiche Bibliographiq ue J. Bullelin dc la "'cderalion Archéologlque de J' Hera ull. 1979. n.· 2. Séta, s. p.
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COVA DE rOR
15'
miento. Estos cuatro fragmentos de Or presentan una notable semejanza en su forma y decoración, aunque corresponden a vasos distintos, semejanza que se extiende a la mayor parte de los ejemplares con
decoración esgrafiada que conocemos en los yacimientos valencianos.
como vamos a ver.
La decoración esgrafiada presenta gran similitud con parte de las
decoraciones incisas. con aquellas de trazo más fmo , de las que se diferencia por haber sido realizada después de estar seca la superficie
de los vasos; esta similitud puede haber sido causa de que decoraciones esgrafiadas hayan sido incluidas entre las incisas. sin más especificaciones, como expusiera Navarrete al comentar la exigüidad de su
representación en los materiales neolíticos peninsulares. entre los
que sólo recordamos las cerámicas con decoración grabada señaladas
por Pellicer en los estratos X y XI del área G de la Cueva de la Carigüela, atribuyéndolos al Neolltico final (35).
En los últimos años, este panorama ha cambiado. ligeramente al
darse a conocer algunos ejemplos. como los procedentes de la Coveta
EmparetA y de la Cava de la Sarsa, por parte de Asquerino , que los
considera propios del Neolítico final-Eneolítico; igualmente, por parte
de Navarrete, que sitúa algunos fragmentos esgrafiados procedentes
de la Carigüela y del yacimiento de Las Majolicas (Alfacar, Granada)
en la transición del Neolítico inicial al medio , según su sistematización del Neolitico de Andalucía Oriental, indicando el interés de sus
paralelos extrapeninsulares; y también por Cabrero, con sendos ejemplares procedentes de la Cueva del Gato (Benaoján, Málaga) y del tholos de la Zarcita (Santa Bárbara de Casa, Huelva). A 10 que hemos de
añadir los trabajos de excavación llevados a cabo por Acosta y Pellicer en la Cueva de la Dehesilla (Algar, Cádiz), en la Que se anuncia
una importante presencia de estas cerámicas esgrafiadas o grabadas
(36). Por nuestra parte, en la revisión de los materiales neollticos va lencianos hemos encontrado esta decoración , aunque escasa, en un a
docena de yacimientos y entre materiales que generalmente procedjan de excavaciones antiguas.
1351
NAVARRETE. op. cit. nota 21.
M. PELLlCER : t EI Neolllico y el Bronce de la Cueva de la Carigüela de Pinar (Granadal •. Trabajos de Prehistoria . XV. Madrid, 1964.
(361 R. CABRERO : da Cueva de Gato.. Caja de AhOrTOS de Ronda. 1976. Lim. XVI.
num o 2.
R. CABRERO : _Ce rámica inédita del Tholos de la ZarcitlU. Huelva arqueolOgLca ,
IV. Huelva , 1978. págs. 361 -364 .
P. ACOSTA : I Mesa Redonda sobre a Pré e a Proto-HislÓria do Sudoeste Penins ula r. SetÚbal. 26 a 29 de mayo de 1979.
"
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15.
B. MAP.TJ
A nivel del Mediterráneo Occidental las cerámicas con decoración
esgrafiada estén bien representadas en las culturas del Neolítico medio italiano, donde las vemos asociadas a las cerámicas pintadas en la
zona meridional y formando parte del complejo de los vasos de boca
cuadrada en la parte septentrional, como en la estratigrafia de Arene
Candide expuesta por Bernaba Brea (37) ; y también las encontramos
en el Chasseense meridional francés. Por otra parte. las nuevas excavaciones en el yacimiento de Arene Candide han aportado mayor precisión sobre su inicio al delimitarse un estrato intermedio entre las cerámicas impresas del Neolítico antiguo y el horizonte de los vasos de
boca cuadrada, caracterizarlo justamente por estas cerámicas con decoración esgrafiada.
Por ello, la valoración que hagamos de estos fragmentos encontrados en Or ha de incidir en una doble dirección: la constatación de
la presencia de este tipo en los yacimientos próximos, lo que equivale
a establecer su generalidad en los yacimientos peninsulares, y la valoración que esta presencia sugiere en el contexto del Mediterráneo Occidental.
Los cuatro fragmentos de Or poseen una decoración semejante
basada en el motivo de las líneas quebradas ; motivo que se repite en
la mayor parte de los ejemplares conocidos, como en la Cava del
Montgó, de les Mallaetes, de les Meravelles. de la Sarsa, Coveta EmparetA, Cava de En Pardo y Cueva de la Cocina (38). Otras decoraciones esgrafiadas las hemos visto en algunos fragmentos de Sarsa y
Montgó , y también en la Cava del Barranc Fondo, Cava de la Recambra IGandfa, Valencia) y Casa de Lara. Por último, se menciona la presencia de cerámicas con decoración esgrafiada en la Cava de la Solana de l'Almuixich (Oliva, Valencia), sin más especificaciones (39 ).
A la gran semejanza de los motivos decorativos en la mayor partede los casos, hay que añadir la forma de los vasos, en aquellos que
puede adivinarse: tres de los fragmentos de Or poseen carena, uno en
EmparetA, en Mallaetes, Meravelles, Montg6 , etc. , que nosotros hayamos podido ver ; en todos los casos se trata de vasos con paredes fmas
y superficies bien bruñidas.
137) L. BERNABO BREA : cGli scavi Delia Caverna delle Arene Candide. Parte I. Cli stra·
ti con ceramicbeJ. Yol. I. Bordigbera , 1946 ; Yol. 2, Bordigbera. 1956.
138) Mi agra decimiento a E. A. LLOBRECAT y a J . FORTEA por las noticias referentes a
las cermicas esgrafiadas de la Cova del Monta6 y de la Cueva de la COcina, respectivamen·
139) J . APARICIO: dnvestiga ciones arqueol6gicas en Candia y La Saron. Revista
Candla. 1977. págs. 69-76.
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COVA DE L'OR
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Fig. 62
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156
B. MAI\TI
En la figura 62 presentamos algunos ejemplos, que unidos a los
dos incluidos en los inventarios (Fig. 32, núm . 11 y Fig. 46. núm . 11 1,
a los de Empareta y Sarsa. publicados por Asquerino (40), y al fragm ento de Mallaetes, por Fortea (41). muestran la tipologla de esta cerámica en el estado actual de la investig ación . En la figura 62, los
núm. 1 y 9 proceden de la Cava del Montg6; el núm . 2, de Manaetes ,
materiales recuperados por Jornel en 1931 : los núm . 3. 5 Y 8. de Sarsa, materiales de las excavaciones de Ponsell (el núm . 8 presenta decoración de pequeñas punzadas y parece corresponder al mismo vaso
que uno de los fragmentos publicados por Asquer ino); el núm . 4, de
Meravelles, excavaciones realizadas por PIa en 1953; y los núm . 6 y
7. de Dr, sin procedencia determinada. Mención a parte merece e l
fragmento de la figura 63 , procedente de la Cava del Montgó, en ra zó n de su clara atribución eneolíti ca, de acuerdo con los abundantes
paralelos peninsulares de su forma y motivo decorativo.
Esta buena representación de la cerámica esgrafiada y su relativa
uniformidad tipológica pueden considerarse como sorPrendentes y
muestran el interés que ha de tener su estudio, especialmente de cara
a los futuros trabajos de excavación. Pero, por el momento, no es mucho lo que podemos decir de ella en orden a su atribución cultural y
cronológica, y tampoco el caso de Or aporta precisiones al respecto
por cuanto las capas superficiales del Sector J no 10 permiten, hecha
excepción de su posterioridad a la primera fase neolitica y de que en
términos de cronología absoluta no remontaría los momentos fmales
del V milenio a. de C., teniendo en cuenta la fec ha de la capa 6
de J -4.
Por 10 que se refiere a sus paralelos extra peninsulares, los mejor
conocidos corresponden a las culturas del Neolftico medio y final italiano, y ello nos conduce a planteamientos en cierto modo olvidados
durante los últimos años entre nosotros , es decir, a una revalorización
de las relaciones internas en el Mediterráneo Occidental durante todo
el Neolitico y, en consecuencia, a la necesidad de no considerar cada
yacimiento como una aventura solitaria; no siendo la menos importante de las implicaciones que esto tiene el problema de la cronología.
No vamos a detenernos en una exposición pormenorizada de la
problemática de las cerámicas esgrafia das y de su tipología en los yacimientos italianos y franceses, porque escapa a lo que corresponde a
140) ASOUERIN O, op. cit. nota 9, fig. 45 Y num o 18 51 de la fig. 43. También M. D. ASaUERINO ; .Coveta Emparetb. Noticiario ArqueolOgico Hisp4nico, Prehistoria, 3. Madrid ,
1975, p4gs . 118-188, fig . 18, num o 4-6.
1411 FORTEA, op. cito nota 2 , fig . 27, n umo 2 .
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CaVA DE L'OR
'57
estos comentarios y, sobre todo, porque las diversas posturas y principales datos han quedado recogidos en la publicación del coloquio de
Génova sobre la cerámica esgrafiada en el Neolítico del Mediterráneo
centro-occidental (42), En aquella ocasión, Tiné se preguntaba acerca
de la~ relaciones entre la Peninsula italiana, la Francia meridionaL
Córcega, Cerdeña y la costa oriental española después del Neolítico de
las cerámicas impresas, planteando la posibilidad de una koine culturalo de relaciones comerciales en el Mediterráneo durante el Neoliti ca medio ,
Ciertamente la diversidad que ofrece este ámbito desde finales del
V milenio a, de C. es considerable en comparación con el mundo de las
cerámicas impresas. Pero tampoco puede negarse que, al menos , estos contactos hubieron de existir, aunque no encontremos obsidiana
en nuestros yacimientos , y aunque tengamos que valorar algunos elementos escasos como las propias cerámicas esgrafiadas que ahora
nos ocupan, o aquellos hallazgos mencionados tradicionalmente como
el vaso de boca cuadrada de Río Deva (Torrealta, Valencia) (43) y
otros similares encontrados en la Peninsula, o las cerámicas pintadas
de la Cava del Montgó.
Si atendemos a la cronología de las cerámicas esgrafiadas en el
ámbito mediterráneo, los paralelos italianos, especialmente los últimos resultados alcanzados en Arene Candide, remontan sus ini cios a
los últimos siglos del V milenio a. de C., de acuerdo con las dataciones
del C.14, siendo anteriores a la aparición de los vasos de boca cuadrada. Su perduración es variable según las diversas áreas, desde los mediados del IV milenio en Arene Candide, hasta llegar a los primeros siglos del III milenio en yacimientos de la Italia meridional. Como se
ve l este amplio espectro cronológi co, en el que caben también holgadamente las fe chas atribuidas al Chasseense, y que comprende desde
el Neolftico medio a los inicios del Eneolítico, no ofrece dificultades en
el caso de nuestros yacimientos, sin que por el momento consid eremos oportuno plantear mayores precisiones o paralelos más estrechos.
Un amplio espectro que comprendiera desde los primeros siglos
del IV a los mediados del III milenio a. de C. se ajustaria bien a los datos que ha sta ahora tenemos en nuestros yacimientos. Su posible du ración hasta el pleno Eneolítico concordaría con la tipología y motivo
(42 ) S. TINE (Coordinamento); «La ceramiche graffite nel NeoUtico del Mediterraneo
centro-occidentale•. Preistoria Alpina, 13, TrenLO, 1977. págs. 1-82 .
1431 D. FLETCHER ; . Un vaso de boca cuadrada de la Provincia de valencia.. VI Congreso Nacional de Arqueologla (Oviedo, 19 56), Zaragot.8, 1961. pégs. 82-85.
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'"
B. MARTI
decorativo del fragmento de la figura 63 ,> encontrado en la Cava del
Montgó , y con su presenCia en la Cava de la Solana de ¡'Almuixich , en
la que se habla de enterramientos colectivos con materiales como
puntas de flecha , un colgante acanalado. etc.; aunqu e en este mi smo
yacimiento también se mencionan cerámicas con decoración incisa. y
es vano el intentar precisar hasta tanto no se publiquen sus materia les. Sin embargo, su presencia en Sarsa sería un dato fav orable a situar su cronología en la segunda mitad del IV milenio. sino antes, da das las peculiaridades y las ausencias que presenta este yacimiento.
si bien el que se trate de formas carenadas en un porcentaje tan alto
hace que tampoco podamos suponerle una cronología más elevada
por ser estas formas prácticamente desconoci das en los contextos
neoliticos. Sobre todos estos problemas hay que espera r , pues, a los
futuros trabajos.
Siguiendo con la estratigrafia de los cuadros J·4 y J-5 , la aparición de las cerámicas impresas cardiales marca el inicio del segundo
nivel que nosotros hemos distinguido , y que comprenderla desde las
capas 5 ó 6 de J -4 , y desde la capa 7 de J -5 ; esto es, desde el estrato
nI hasta el fInal del estrato IV , fInal que debido al buzamiento hemos
de englobar en una banda que comprenderla las capas lOa 13 de J -4
y las 14 a 17 de J -5 . De modo más preciso, el contacto entre los estratos IV y V, o lo que es lo mismo, entre el segundo y el tercer nivel en la
evolución del Sector J , vendrla señalado por las capas lOb, 12a y 13a
de J -4, y por la capa 15 de J· 5. Téngase en cuenta que en este último
cuadro J · 5, su parte más septentrional corresponde al testigo, cuyo
tramo superior fue destruido en gran parte, de modo que en sus primeras capas, las que podrían pertenecer al estrato IV en virtud de su buzamiento, sólo contabilizamos dos fragmentos de cerámica decorados .
Con este segundo nivel llegamos a los tipos cerámicos bien conocidos ya dentro del Neolítico y, por ello, aquí los problemas son más de
interpretación, de atribución cultural y cronológica, que propiamente
tipológicos. Junto a las cerámicas impresas cardiales, incluidas en
ellas las de arrastre o raspado cardial, existe una buena representación de impresiones no cardiales producidas por instrumentos dentados como peines, punzones, ungula ciones, etc.; incisiones y acanaladuras ; y una buena representación de decoraciones plásticas, sobre
las que frecuentemente aparecen las ungulaciones y las digitaciones
en el caso de los cordones. Además, entre todos los tipos decorativos
vemos producirse asociaciones, especia lmente en el caso de los co rd o ~
. nes que suelen acompañar a alguna otra.
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B. MARTl
Si, como hemos dicho al principio de este apartado , prestamos
atención a los inventarios y a la correspondiente parte gráfica, con in dependencia de la impresión que pueda producirnos la cuantificación
plasmada en la tabla -resumen, se verá con mayor claridad cómo las
cerámicas impresas cardiales aumentan paulatinamente su importancia B medida que se profundiza. empezando por pocos y pequeños
fragmentos hasta llegar al predominio que caracterizará especialmente al tercer nivel, el último, del que luego nos ocuparemos.
Paralelamente a este cambio cuantitativo se produce, también , un
cambio cualitativo que incluye la depuración de las pastas, el trata miento de las superficies y las decoraciones. Es decir, que conforme
profundizamos en la secuencia estratigráfica, apreciamos un mejora miento en estos tres aspectos de las cerámi cas que, por lo demás, van
necesariamente relacionados entre si. Al igual que en el caso de las
cerámicas con desgrasante de calcita, a que antes nos hemos referido,
el estudio de la tecnología cerámica realizado por Gallart demuestra
que estos resultados de la observación directa corresponden efectivamente a una evolución con carácter general. es decir, que incluye al
conjunto de la muestra y no sólo a los fragmentos decorados . Ello resulta lógico, dado que muchos fragmentos sin decoración correspon den a vasos decorados, aunque hemos de pensar que no todos.
Limitándonos al punto que más nos interesa ahora, el de las decoraciones, resulta claro que efectivamente puede hablarse de una menor perfección con respecto a las del nivel inferior. Entendiendo siempre que hablamos en términos de importancia relativa y que también
en este segundo nivel vamos a encontrar ejemplares de gran perfección. La diferencia consiste en que, conforme profundizamos, lo que
no vamos a encontrar son aquellos fragmentos cuya decoración im presa ofrece una mayor tosquedad .
Como fonnas especiales mencionaremos la presencia de dos frag mentos correspondientes a la base de sendos vasos que presentan un
pequeño pie. Se trata de un cordón de sección triangular, sobrepuesto
a la parte inferior de los mismos. Pertenecen a la capa 8a de J -4 y a la
capa 9 de J·5, respectivamente ; y es de destacar que son muy escasos
los ejemplares de vasos con pie en nuestro Neolítico, de los que sólo
recordamos algún ejemplar en la Cava de la Sarsa. De cualquier ma nera no tenemos aquí, por el momento, nada comparable a los vasos
con pie bien desarrollado que podemos ver en otras culturas neolíti cas del Mediterráneo Occidental. También merece destacarse el fragmento de cucharón perteneciente a la capa 9 de J -4, con paralelos en
Sarsa y Fosca, así como en los yacimientos andaluces y, en general,
en los yacimientos franceses e italianos.
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COVA DE L' OR
161
Dejando ya el comentario tipológico propiamente dicho, y aceptando la representatividad que pueda asignársele a esta escasa muestra de un yacimiento con tan gran complejidad de materiales, hemos
de plantearnos la atribución cultural y cronológica de este segundo
nivel del Sector J, Sin duda, podríamos hablar aquí de lo que parte de
la bibliografia denomina Epicardial; pero ello, sin más especificaciones, creemos que sería equivoco, ya que este término no está suficientemente precisado y bajo la misma denominación se engloba ocasionalmente lo que nosotros consideramos como segunda fase neolftica,
de cronologia posterior (44).
El sentido del término conviene a la evolución del Neolítico de las
cerámicas impresas cardiales, en tanto quiere expresar que los tipos
cerámicos presentan una decoración menos perfecta, en consonancia
con una simplificación de las formas, con un menor cuidado de pastas
y superficies, menor barroquismo y desaparición de tipos , etc., a medida que va transcurriendo el Neolitico antiguo de las cerámicas impresas cardiales; y ello corresponde efectivamente a 10 que vemos en
los yacimientos. y también el que, no siendo exclusiva la cerámica impresa cardial, dado que siempre existe al menos un pequeño componente de decoraciones plásticas u otras, estas distintas decoraciones
van a ir aumentando su importancia conforme disminuye la impresa
cardial.
En este preciso sentido estarlamos de acuerdo con la denominación de Epicardial y también con la atribución cronológica que lo
sitúa grosso modo en la segunda mitad del V milenio a, de C. Sin em bargo, no siempre se quiere significar esto con el término Epicardial
que, ocasionalmente, podría equipararse a Postcardial cuando lo vemos aplicado a aquellos niveles intermedios entre las últimas cerámicas impresas cardiales y los horizontes de las cerámicas sin decoración. Como ya hemos expuesto en otra ocasión, no vemos posible ele var la cronología de estos horizontes de cerámicas lisas ha sta la tran sición del V al IV milenio; y tampoco nos parece que los niveles con
ce rámicas impresas no cardiale's, incisas y otras, puedan situarse en
la segunda mitad del V mirenio , exclusiva y predominantemente , olvidando su perduración en el IV milenio.
Por todo ello, y para evitar más confusiones, hablaremos de este
segundo nivel como el fmal del Neolítico antiguo de las cerámicas impresas cardiales y la transición a la posterior fase neolítica de cerámicas decoradas no cardiales, O lo que es lo mismo, refiriéndonos a
nuestra sistematización del Neotltico valenciano. este segundo nivel
1441
.
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MARTI . op. clt, .nota 25 .
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162
B. MARTI
representa el horizonte evolucionado y la transición entre el Neolítico
tipo Or, caracterizado por las cerámicas impresas cardiales, y el
Neolítico tipo Fosca. en el que las decoraciones impresas no cardiales,
incisas, acanaladas, etc., sustituyen por completo a las primeras.
Su espectro cronológico viene defInido en el Sector J por las fechas de C.14 de J -4, en la segunda mitad del V milenio a. de C. y , para
nosotros, esta cronología sena ampliable, de manera general, a los
primeros siglos del IV milenio, en los que termina la decoración impresa carrual de acuerdo con las dataciones absolutas que se poseen.
El tercer nivel, con el que termina la secuencia estratigráfica del
Sector J, estana formado por las capas inferiores de ambos cuadros,
comprendiendo el estrato V y la parte superior del estrato VI. que re presenta el fmal de la potencia fértil del yacimiento.
Hasta el momento no se ha detectado la existencia de niveles inferiores, pre-neoliticos, en la Cava de l'Or; de manera que en todas las
zonas excavadas la secuencia se inicia con la presencia de las cerámicas impresas cardiales y restantes materiales asociados, como sucede
en los casos de J-4 y J -5. Y tampoco el estudio tipológico de los materiales, como podrfa suceder en el caso de la industria litica, indican la
probabilidad de su existencia, Por otra parte, no conocemos yacimientos mesoI1ticos geométricos en zonas próximas al yacimiento', y
s610 hemos podido comprobar la existencia de un yacimiento superficial en el que se recuperaron algunas hojitas de dorso rebajado Yotros
materiales escasos que podrían considerarse como epigravetienses,
frente a la cueva, pero a la otra orilla del Serpis o Riu d'AJcoi , cerca
de su confluencia con el Barranc de l'Encanta. En las inmediaciones
de este yacimiento también fue prospectada una cueva, por Pascual,
que proporcionó abundantes restos de talla de sflex y algunos raspa dores.
As! pues, este tercer nivel, el más antiguo del yacimiento, muestra
la aparición del Neolítico de las cerámicas impresas cardiales plenamente constituido en sus múltiples facetas, como son la industria litica, la industria ósea, los animales domésticos , las plantas cultivadas
y, por supuesto, las cerámicas impresas cardiales ; y ello en una zona
en la que apenas tenemos evidencias de un débil poblamiento anterior, a las que puede añadirse los niveles inferiores de la Cava de En
Pardo, contrastando con la abundancia y riqueza de los yacimientos
neolíticos ,
Insistiendo en la cerámica. este tercer nivel se caracteriza por el
total predominio de la decoración impresa cardial, y aqui encontramos los ejemplos más perfectos, con impresiones cuidadas que ocú-
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CaVA DE L'OR
'63
pan una parte considerable de la superficie de los vaso!" terminaciones bruñidas, etc. Junto a ellas son muy escasos los fragmentos con
otras decoraciones, a excepción de aquellos que presentan cordones
lisos. Estos últimos parecen también especialmente abundantes en este tercer nivel , aunque, en la mayor parte de los casos, no llegan a
constituir verdaderos cordones, sino que se trata de ligeras sobreelevaciones formadas a partir de la propia pared del vaso , y nunca por
sobreposiCión de auténticos cordones.
Aparte de las decoraciones, merecen destacarse, entre los materiales cerámicos de este nivel inferior, los dos casos en que poseemos
sendas perforaciones de lañado asociadas, procedentes de la capa 14
de J ·4 y la capa 18 de J -5, respectivamente ; en este último caso, ca·
rresponde a un pequeño vaso con decoración impresa cardia!. Aunque
entre los materiales del yacimiento existen alg'.lnos ejemplos de perforaciones de suspensión, realizadas antes de la cocción junto al cuello
del vaso, en la inmensa mayoría de las ocasiones las muy abundantes
perforaciones de las cerámicas de Or presentan una forma troncocónica y han sido realizadas después de la cocción del vaso. Por ello, y
por su proximidad a una grieta o rotura, cabe interpretarlas como
perforaciones de lañado.
Pero 10 que nos interesa especialmente ahora , en el caso de los lañados, es su desigual reparto en la secuencia del ;yacimiento hasta el
punto de que , por ejemplo. la casi totalidad de los encontrados en J ·4
y J-5 corresponden al nivel inferior y. en una parte importante, además , han sido aplicados a fragmentos con decoración impresa cardial. Ello podrfa explicarse en razón de una mayor perfección de estos
vasos, un mayor interés por conservarlos, o, tal vez , pudiera indicar
las limitaciones o inconvenientes de este tipo de cerámica. En realidad , parece que nos encontramos ante unas cerámicas cuyas pastas
son excesivamente depuradas y que frecuentemente se agrietan o
iomp.en, de modo que es necesario lañarlas.
De este modo , la disminución de los lañados cornorme ascendemos en la estratigrafia guardaría profunda relación con los cambios
cerámicos que poseerían factores explicativos independientes de los
cambios estillsticos, o, mejor, factores tendentes a una mejora de la
fabricación en orden a una mayor resistencia al fuego, o menor fragilidad, u otros, que quizás estén en la base de esos cambios de formas y
técnicas decorativas.
En lo que se refiere ala cronología de este nivel, o lo que es lo mismo, de los inicios del Neolítico antiguo de las cerámicas impresas cardiales en la Cava de rOr, las dos fechas de C. 14 del cuadro J -4, 4.680
± 290 y 4.770 ± 380 a. de C. , apoyan su atribución a la primera mi-
[page-n-168]
16.
B. MARTI
tad del V milenio 8. de C., manifestando una vez más la pretensión de
estos materiales en orden a su pertenencia al primer horizonte neolitico del Mediterráneo Occidental. cuyo sincronismo no puede ponerse
en duda a base de sobrevalorar los datos de algunos yacimientos. Con
independencia de que se calibren las dataciones absolutas o se modifique la vida media del carbono 14, no debe olvidarse esta sincronicidad que reiteradamente ponen en evidencia los propios materiales y
la estratigrafla comparada.
Terminaremos este comentario tipológico refIriéndonos al único
fragmento de cerámica a la almagra inventariado y que procede de la
destrucción del Testigo de J -5, por lo que carece de referencias estratigráficas.·Se trata de un pequeño fragmento de borde con decoración
impresa no cardial y encuentra su correspondencia en algunos otros
fragmentos que hemos visto en el propio Or y en otros yacimientos valencianos como los de la Cava del Barranc Fondo. de les Rates Penaes .
de la Sarsa O Fosca (45). Aunque no se trata de una almagra de gran
calidad. al modo que se encuentra en algunos yacimientos andaluces.
puede considerarse como buena.
La presencia de estos escasos fragmentos de cerámica a la almagra. ademAs de la relación que pueden guardar con la abundancia de
polvo de ocre en nuestros yacimientos, pone de manifiesto la existencia de mayores concomitancias con los materiales andaluces; al igual
que otras razones nos conducirlan a establecer nexos más fuertes con
!as zonas septentrionales. Pero no aportan. por el contrario. precisiones cronológicas, dado que la almagra aparece en la actualidad dotada de un espectro cronológico muy amplio que se inicia con los niveles
de cerámicas impresas cardiales de la Cueva de la Carigüela, para
terminar más allá del Neolítico.
En la parte final será el lugar apropiado para volver sobre muchos
de los problemas enunciados, resumiendo e integrando la información
que proporcionan los distintos materiales estudiados.
(4 51 C. OLARIA : IRepertorio de rechaclones de C· 14 para el Pals Valencia no.. Millars,
. V, CastellÓn. 1978, págs. 271 -283.
[page-n-169]
VI
LA TECNOLOGIA CERAMICA
Marta Dolores Gallart Marti
Vamos a exponer aquí un avance de los resultados obtenidos al
estudiar las cerámicas procedentes del cuadro J -4 de la Cava de roc
mediante la aplicación de las técnicas de Microscopia y Difractometrla de Rayos X. Estas notas forman parte del estudio detallado
que la autora está llevando a cabo. dentro del más amplio marco de
su Tesis Doctoral , y que incluye otros materiales cerámicos procedentes de distintos yacimientos neolíticos valencianos.
En lo que se refiere a la Cava de 1'Or, se han analizado un total de
549 fragmentos de cerámica procedentes de la cuadricula J-4, correspondiendo a toda su secuencia estratigráfica, y esperamos que en un
próximo futuro podremos dar a conocer de manera pormenorizada
los resultados obtenidos.
METono
El método de investigación que se sigue consiste, en primer lugar,
en el análisis al microscopio binocular de todos los fragmentos cerá·
micos, tanto en su sección como en su superficie. De esta manera, se
puede comprobar la presencia de elementos cristalinos, cuyo tamaño
es lo bastante grande como para verse en este tipo de microscopio, y
[page-n-170]
'56
M,' D. GALLART
se puede obtener suficiente información sobre la clase. tamaño, forma, etc. de los minerales cristalinos que pueden actuar como desengrasantes en el proceso de fabricación cerámica.
Por otra parte, al estudiar la superficie, cabe identificar la existencia de huellas que indiquen un determinado tipp de tratamiento ,
como, por ejemplo, el bruñido, eogabe, etc.
Con toda esta información estamos en disposición de hacer una
primera clasificación de los fragmentos cerámicos estudiados y establecer unos erupos diferenciados entre ellos.
En segundo lugar, se hace una selección de las muestras más representativas de los grupos anteriores y se someten a un análisis por '
difractometría de rayos X. Esto nos permite conocer la composición
mineralógica exacta de la pasta arcillosa con que se ha fabricado la
cerámica. Algunas de las principales aplicaciones de este conocimien to son: poder diferenciar una cerámica de otra, por su composición
mineralógica ; hacer un cálculo aproximado de la temperatura máxima de cocción; conocer el origen de la materia prima con que se ha
elaborado la cerámica , siempre y cuando hayan sido hechos análisis
mineralógicos de los depósitos arcillosos de la zona donde se encontró
dicha cerámica.
Finalmente, se realiza una nueva selección de muestras para ser
analizadas por Microscopía Electrónica, con la finalidad de aclarar
las dudas que pudieran presentarse en los análisis difractométricos.
Todos estos análisis han podido llevarse a cabo gracias a la ayuda
del Dr. D. Juan Alonso Pascual, a quien queremos expresar nuestro
agradecimiento.
CONSIDERACIONES SOBRE LA PASTA CERAMICA
Antes de entrar en la descripción de las características encontradas en las cerámicas sometidas a estudio, haremos una breve referencia a la actuación y efectos que produce la existencia de unos determinados minerales en la pasta arcillosa.
Toda arcilla, 'materia prima de la fabricación cerámica, está formada por minerales arcillosos (illita, caolinita, montmorillonita, etc.)
y minerales no arcillosos (cuarzo, calcita, etc.). A estos últimos se les
da el nombre de desengrasantes, pues actúan en la masa arcillosa disminuyendo la plasticidad.
Cuando una arcilla contiene, en su mayor parte, minerales arcillosos, se dice que es una arcilla «grasa», y, para poder elaborar la cerámica a partir de ella, es preciso añadirle un desengrasante , generalmente cuarzo o calcita . Por el contrario, cuando una arcilla contiene
[page-n-171]
COVA DE L'OR
16'
en exceso minerales no arcillosos, se le llama «magra.. y, para poder
modelarla, se necesita lavarla, existiendo diferentes modos de hacerlo.
Los minerales arcillosos son los resJxmsables de la plasticidad de la
ar'cilla y de la retracción y cohesión en el secado. Debido a ello, cuando una arcilla es muy grasa, en primer lugar es muy dificil de modelar y, además , la retracción durante la fase de secado anterior a la
. cocción, es tan grande, que existe el peligro de que se rompa la cerámica. Por ello, el desengrasante modera esta actuación y permite que
la fabricación de una vasija se lleve a cabo sin graves riesgos.
Naturalmente, esta explicación es válida para las cerámicas que
nos ocupan , las cua les tienen un rango de temperatura de cocción determinado, pues, en el caso de cerámicas cocidas a mayor temperatura , es muy peligroso que contengan en su pasta cristales de calcita, ya
que, debido a una reacción quimica relacionada con la transformación de la calcita en OCa, hacen estallar la vasija durante la cocción.
CARACTERISTICAS DE LA CERAMICA
Podemos hacer un avance de los resultados que se van obteniendo
por la aplicación del método , ya descrito, al estudio de los fragmentos
cerámicos correspondientes al cuadrado J -4 de la Cava de rOro
Atendiendo a la constitución de la pasta cerámica y, especialmente, a los elementos cristalinos visibles en ella con el microscopio binocular, podemos distinguir varios grupos. En términos generales. en
cuanto a la clase de cristales, enr;ontramos dos grandes grupos: Al los
fragmentos cerámicos que contienen cristales de calcita bien patentes, y Bllos que no tlenen casi elementos cristalinos visibles o, en todo
caso, son cristales muy pequeños de cuarzo.
A)
Grupo de cerdmicas con cristales de calcita
Dentro de este grupo nos encontramos con fr agmentos cerámicos
que tienen los cristales de calcita de diferentes formas, tamaños y
cantidades. Asi , los hay con pocos, pero grandes, cristales de calcita.
Otros tienen una gran abundancia de este mineral, pero los cristales
son menores,
En todos los casos, las formas cristalinas son angulosas y esto nos
lleva a plantearnos \lna doble pregunta, sobre el origen de la arcilla
utilizada para fabricar esta cerámica y, también, sobre si el desengra,
sante pudiera baber sido voluntariamente añ.adido. Respecto a lo primero, parece evidente que los depósitos arcillosos suministradores no
estarlan situados en un valle. pues los cristales angulosos Jo demues-
[page-n-172]
'60
M ,' D. GALLART
tran, en el caso de que la arcilla presentara esta constitución de forma
natural. De la segunda pregunta la contestación es más dificil. Parece
ser, siguiendo a M. Pican (1), que UDa proporción determinada y un
tamaño, también determinado , de los cristales del desengrasante dan
pie a pensar en UDa voluntariedad o no de su presencia. Por la observación de los fragmentos podemos creer que hay una parte de ellos
que concuerda con la respuesta aflrmativa de haber sido añadidos
con plena conciencia por el procedimiento de triturar piedra caliza.
En otros casos, se puede pensar que , bien mezclaron diferentes tierras, bien se suministraron de un yacimiento arcilloso ya con esas características.
Esto puede tener su importancia a la hora de plantearse la fmalidad o utilidad de las vasijas. B. Stjernquist (2) af1I1D.a que la presencia
de un desengrasante de tamaño apreciable hace que la cerámica sea
más porosa y, por tanto, sirva como vajilla de cocina para colocar al
fuego, pues es más resistente a la acción de la llama.
La observación del tratamiento de las superficies puede ayudarnos a resolver esta cuestión. La mayor parte de las cerámicas, incluidas en este gran grupo con desengrasante de calcita, son cerámicas
sin decorar y presentando una superficie alisada, hasta tal punto que,
en muchas de ellas, se aprecia el arañado que dejan los cristales al ser
arrastrados. Una de las principales utilidades de bruñir una cerámica
o aplicarle un engobe, al margen de permitir decorarla, es impermeabilizarla.
Sin embargo, eXl.:. ~e un número reducido de fragmentos en los que
se observa una superficie bien cudidada y brillante. En este caso aparece una decoración de incisiones y puntillado. Como la pasta cerámica presenta un número considerable de cristales de calcita de tamaño
mediano, no nos parece posible que la superficie del vaso pudiera ser
bruñida tan fácilmente, por muchas precauciones que se tomasen. incluso en el caso de que se vean algunos de los cristales de la pasta en
dicha superficie. Pensamos que eran cerámicas a las que se dedicó un
tratamiento superficial esmerado, con el fin de poderlas decorar. No
se puede afirmar rotundamente, pero cabe la posibilidad de que se
utilizara algún tipo de engobe, aún en su forma más rudimentaria. No
obstante, no podemos demostrarlo por medio de los análisis mineralógicos, ya que la arcilla utilizada fue la misma.
01 M. PICaN : cIntroduction 8 l'étude technique del céramiques sigillées de LeZOUD.
Centre de recherches sur les techniques gréco-romeines. oóm. 2, Faculté des Ciem;es Buma ines, Unlversité de DÜO D, 1973.
121 B. STJERN QUIST : lTechnical enalysis as a fa cto r in erchaeologicel documentatiO IlI. Scripta Minora Regiae Societatis Humenorurn Utterarum Lundensis. 3. 1971 -1972 .
[page-n-173]
CaVA DE L 'OR
169
Hay que señalar que todos estos fragmentos de cerámica fueron
hallados hasta la capa 5 del cuadrado estudiado. En la capa 6 había
algún fragmento esporádico, pero no se encontró ninguno a mayor
profundidad.
También hemos encontrado un tipo de cerámicas que , observadas
a la binocular. presentan unos cristales de tamaños diferentes y color
grisáceo, que son diflciles de identificar. Tomada una muestra y analizada por difractometrfa de rayos X. se pudo comprobar que era calcita como muestra el diagrama de la figura 64. Las superficies de los
vasos están bruñ.idas. pero los fragmentos estudiados, en su mayoría,
no muestran ningún tipo de decoración, en todo caso, cordones y algunas impresiones.
La mayor parte de las cerámicas de este grupo son bastante frági les, pero hay algunos fragmentos que no lo son. En este caso, el desengrasante calcita se encuentra en muy poca cantidad formando parte
de la pasta arcillosa.
Como ejemplo de cerámica .conteniendo como desengrasante la
calcita puede verse la fotografia núm. 1 de la lámina XVI, donde' se
presentan grandes cristales romboédricos de este mineral Corresponde a una muestra tomada de un fragmento con borde y sin decoración. El tratamiento de la superficie es el alisado, mostrando en la
misma cristales de idénticas caracteristicas a los de la pasta y huellas
del arañado q\le dejaron durante el proceso de alisamiento.
B) Grupo de cerdmicas sin casi cristales visibles
Son fragmentOs cuyo desengrasante no se encuentra en forma de
cristales visibles al microscopio binocular. Solamente se aprecia
algún diminuto cristal de cuarzo redondeado. Esto parece indicar que
los depósitos arcillosos. que sirvieron para proporcionar la materia
prima, estaban situados en algún valle o, cuanto menos. en algún lugar donde fluia agua.
Otra característica observada es la presencia de núcleos carbonosos en todas estas cerámicas. Si éstos demostraran la existencia de
materia orgánica. nos encontraríamos ante unos fragmentos cerámicos cuyo desengrasante sena dicha materia orgánica, ya que este elemento actúa como tal en el proceso de la fabricación cerámica. Tiene,
además, la ventaja de servfr como fundente, puesto que su temperatura de fusión es bastante baja. y esto le permite dar una gran cohesión a la cerámica que la contiene.
Los fragmentos tienen las superficies bruñidas. En algunos casos
se distingue claramente las huellas que ha dejado el espatulado. Este
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[page-n-174]
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Fig. núm. 64
[page-n-175]
caVA DE L 'OR
hecho , unido a la falta de elementos cristalinos de gran tamaño en la
pasta, hace que ésta sea menos porosa que las del grupo anterior, Teniendo en cuenta la opinión de B. Stjernquist (3). esto podría estar relacionado con la utilización de las vasijas para una flnalidad determinada , Cuando el bruñido se encuentra en la superficie exterior y en la
interior del fragmento. cabe la posibilidad de que se usara para contener liquidas,
Dentro de este grupo, hay que distinguir dos tipos cerámicos diferentes, Uno es más tosco y suele encontrarse bruñido en su superficie
exterior. El otro presenta una pasta mucho más compacta y menos
frágil y se encuentra bruñido en las dos superficies, generalmente. En
el primero aparece ya la decoración impresa cardial, pero es al segundo al que corresponde la mayor profusión de este tipo de decoración
impresa,
Parece evidente que el proceso de fabricación de este grupo de cerámicas es diferente al del grupo anterior. por cuanto no existen cristales de calcita en la pasta y ésta es aqui más compacta. menos frágil
y tiene un acabado más perfeccionado.
Hemos de hacer notar que este tipo de cerámicas se encuentra a
lo largo de toda la estratigrafla, pero con mayor abundancia en las
capas más profundas.
La fotografia núm. 2 de la lámina XVI corresponde a una muestra
tomada de un fragmento con borde y cordón impreso. hallada en la
capa 14 del cuadrado J -4. En ella se observa la fluid ez y compacidad
de la masa, sin casi macrocristales visibles. Las superficies se presentan bruñidas y el color de la pasta es grisáceo, pero, tanto en la superficie exterior como en la interior. hay una delgada capa rojiza.
TEMPERATURAS Y TIPOS DE COCCIQN
La coloración que tienen los fragmentos es, generalmente, de tono
pardo-rojizo en las superficies y negruzco o gris en el corazón de la
pared de los vasos. Sin embargo, no faltan fragmentos completamente
negros y, otros, rojizos.
Así pues. se puede suponer que, en ténninos generales. la cocción
fue reductora en un principio y, en la última fase de la cocción oxidante. Esta es la forma típica de cocción en fuegos al aire libre o en
hoyos en el suelo , ya que , cuando la llama está en su máximo apogeo,
consume el carbono y los gases envuelven por completo al vaso. Mientras que, cuando decrece, el oxígeno del exterior penetra y produce
una acción oxidante en la cerámica.
131
STJERNQUIST, 0J). cit. nota 2.
[page-n-176]
M,· D. GALlAltT
172
Los fragmentos completamente rojizos o negruzcos indican que,
posiblemente, los alfareros llegaron, en determinados momentos. a
producir UD tipo de cocción, reductora u oxidante. a voluntad. Lo
podrfan hacer, bien tapando el agujero o cubriendo con tie~a el fuego
al aire libre para conseguir una cocción reductora; bien prolongando
lo que podrlamos llamar la «postcocci6ru de los vasos, manteniendo
un fuego lento y permitiendo la entrada del oxigeno del aire. para el
caso de una cocción oxidante.
Respecto a la temperatura de cocción que se alcanzó en estas cerámicas , está claro que el grupo de cerámicas que presentan los cristales de calcita, estando completamente inalterados, alcanzarían una
temperatura muy por debajo de los 7000 C" temperatura a la cual la
calcita se descompone totalmente. Pero, cuando los análisis mineralógicos muestran la existencia de determinados minerales arcillosos, dicha temperatura no sobrepasaría los 450-5000 C.
En el otro grupo de cerámicas, los análisis por difractometrla de
rayos X muestran la existencia de ciertos minerales arcillosos que se
descomponen a una temperatura máxima de 700-800° C. (41, pero a la
temperatura aproximada de 450-500° C.• empieza una transformación en ellos que altera su estructura. Por lo cual , pensamos que no alcanzarían esta temperatura.
RESUMEN
En vista de todo lo dicho antes. está claro que existen dos tipos de
cerámicas muy diferentes entre si. Uno corresponderla a las cerámicas con decoración impresa cardiaf. aunque existen también muchos
fragmentos sin ningún tipo de decoración. El otro estaria representado por las cerámicas sin decoración y con motivos de incisiones.
El primero de ellos, aunque tiene una perduración demostrada
por algunos fragmentos más o menos esporádicos, en todos los niveles
estratigráficos. se encuentra preferentemente en los más profundos.
El segundo, no alcanza más que hasta la capa 5-6.
Podria suponerse una evolución en la fabricación de la cerámica
motivada por dhersos factores, como podrian ser la utilización, la comodidad de abastecimiento de materia prima, el aumento de producción, etc. Y evidentemente, con independencia de cuáles fueran las
causas reales. se observa un cambio en lo que respecta a la tecnologia
cerámica.
(4)
R. E. GRIM : .cIar MineraJ08YJ. Ed. McGraw -HiU, 2 ." ed ., 1968.
[page-n-177]
COVA DE L'OR
173
Es curioso relacionar estas observaciones con las fechas de C.14
obtenidas para el mismo sector donde se hallaron los fragmentos de
cerAmica. Así, tenemos que una muestra de la capa 6 da una fecha del
4030 ± 260 a. de C., mientras otra, procedente de las capas 14-15,
donde la abundancia de cerAmica impresa cardíal es mayor, data del
4680 ± 290 a . de C.: y, flnalmente: para las capas 16-17 resulta una
fecha del 4770 ± 380 a. de C.
Por último queremos resaltar que esperamos dar a conocer las
conclusiones definitivas cuando el trabajo en curso de realiza ci(m. como hemos indicado al principio. esté terminado.
[page-n-178]
[page-n-179]
VII
LOS CEREALES
Pilar López Garc(a
EL ORIGEN DE LAS PLANTAS CULTIVADAS
A modo de introducción al estudio de los abundantes cereales procedentes de los cuadros J -4 y J -5 de la Cava de rOr, haremos un pequeño comentario relativo a los problemas que plantea el origen de
las plantas cultivadas que encontramos en las culturas neaBticas.
Junto al interés despertado en el análisis de este periodo por los
cambios materiales. se ha señalado repetidamente la gran importancia que tuvieron los cambios económicos, tanto en lo que se refiere a
la domesticación de los animales como al cultivo de las plantas. Tra taremos aquí únicamente del segundo aspecto, es decir, del cultivo de
los cereales. ya que estos fueron las plantas que mayor importan cia
tuvieron en la economía de este periodo.
La cuestión de dónde comenzaron las primeras tarea s agricolas
pareció quedar resuelta inicialmente en la obra de Vavilov sobre el
origen de las plantas cultivadas (1). Vavilov organizó una se rie de expediciones para recolectar plantas, identificando tras su estudio los
denominados «centros de origen» sobre la base de los modelos de variación que se observan en las plantas cultivadas y en sus parientes
! 11 N. VAVlLOV : .Studies 00 the origios of cultivated plant.s». Bulla tin of Applied Botany
and Plant-Breading, mIm. 16, Leningrado. 1926.
[page-n-180]
P. LOPEZ
176
salvajes. De este modo llegó a la conclusión de que existirfan ocho de
estos «centros de origem, de los que seis estarían situados en el Viejo
Mundo y dos en el Nuevo.
El sistema empleado por Vavilov era el denominado «botánico»,
tal como lo habia expuesto anteriormente De Candolle, concibiéndolo
como un método auxiliar al propiamente arqueológico e histórico (2).
Pero este sistema empleado para determinar el país originario de
una planta cultivada no siempre es seguro, ya que muchas especies
son desconocidas fuera del estado cultiv ado. y porque los llamados
progenitores salvajes presentan, a veces, grupos reducidos incapaces
de explicar la variedad de formas posteriores representadas por las
plantas cultivadas. Asimismo. investigaciones posteriores han demostrado que las áreas ocupadas por estos progenitores están reducidas,
en muchas ocasiones, a regiones limitadas o aisladas, o bien son zonas demasiado amplias para ser tomadas como localización de los
centros priInarios,
Es evidente que la obra de Vavilov fue una aportación fundru;nental en su tiempo, Sin embargo, a medida que ha avanzado la investigación se ha puesto de manifiesto que el proceso de cultivo, la domesticación , de las plantas es mucho más complejo de 10 que se habia supuesto, Por otra parte, numerosas plantas presentan distintos puntos
de origen, mientras que en el caso de otras nos faltan los datos preci-'
sos para establecerlos.
La agricultura fue concebida inicialmente como un sistema revolucionario de obtención de alimentos que apareceria en uno o dos centros, para ir extendiéndose luego por el resto de la tierra , sustituyendo
a los sistemas de caza y recolección. Pero, con el paso de los años, esta concepción ha ido dejando paso a otras teorías sobre los centros de
origen, así como sobre los motivos que llevaron al hombre al cultivo
de las plantas. Vavilov propOlúa como primer lugar del cultivo de las
plantas las regiones montañosas, ya que éstas proporcionan óptimas
condiciones para la mafiÜestación de la diversidad varietal, para la
diferenciación de especies y variedades, y para la conservación de todos los tipos fisiológicos posibles. En estas regiones resultaria fácil el
empleo del agua para las irrigaciones, porque el curso de los arroyos
podria ser desviado con objeto de inundar los campos, siendo también
frecuente el cultivo sin irrigación debido a la abundante precipitación (3).
121
1
31
A. de CANDOLLE: d : origine des plantes culdvées.. Pans, 1882 .
VAVILOV. op. cit. nota 1, ptigs. 87·88.
[page-n-181]
CaVA DE L'OR
Sin embargo, una de las hipótesis que mayor aceptación tendría
sería la propuesta por Gordon Childe, en la que tanto el pro ceso de domesticación animal como el cultivo de las plantas habría tenido lugar
en los oasis y valles de los grandes ríos y se habría debido a causas climáticas. Según él, al final del Plesitoceno se produciría un desecamiento en la zona del Próximo Oriente que agruparía a los hombres,
animales y plantas en los oasis y valles de los grandes ríos, allí donde
se podía conseguir agua; este acer camiento favore ceria los procesos
de domesticación y cultivo (4). Braidwood criticaría los supuestos de
Gordon Childe y expondría, por contra, su concepción de las llamadas
zonas nucleares , como lugares favorables para que el comienzo de las
actividades agro-pastoriles tenga lugar, rechazando el determinismo
climático (5). Pero, dejando ahora el problema de las causas y de una
manera general, como expusiera Sauer (6) siguiendo la teoría de Vavilov, se ha considerado tradicionalmente que el origen de la agricultura debía situarse en el SW de Asia y que , a partir de este centro , la
agricultura se extendió por el Viejo Mundo. Esta opinión es la que se
ha mantenido durante muchos años entre los prehistoriadores hasta
llegar a los planteamientos actuales en los que se postula una mayor
diversidad de las zonas en las que se produjo la transición de la economía de caza-recolección al cultivo de las plantas y domesticación
de los animales, diversidad que no sólo se refiere al Viejo y Nuevo
Mundo, sino también a diversas zonas dentro de cada uno de ellos.
Hoy sabemos que la agricultura no es una invención ni un descubrimiento, ni resulta tan revolucionaria como se habia creído hace
unos años. Por el contrario, el proceso de adaptación a los nuevos métodos de obtención de alimentos fue lento y no aceptado en igual medida por todos los grupos de población. Se fue desarrollando mediante
la acentuación de prácticas que los grupos humanos venían ensayando desde hacia mucho tiempo.
Los antecesores silvestres de las principales plantas alimenticias
se distribuyen geográficamente por partes muy diversas de la tierra y
han sido explotadas a lo largo de milenios por los pueblos que se hallaban en su área de distribución. Entre las plantas cultivadas tenemos que destacar la importancia del trigo y de la cebada en.el Viejo
Mundo, ya que son los cereales que mayor representación tienen en
sus yacimientos neoliticos, junto a los que aparecen en menor proporción la avena , el centeno, el mijo, etc.
!41 v . G. CHILDE : t:Man mues himselá. New York American Library. 2.' ed .. 1952.
!51 R. J . BRAIDWOOD ; _El hombre prehistórico•. Fondo de Cu1tura Económica. Mmco.
1971 .
!61 C. O. SAUER : _Agricultural origins and dis persalst. New York, 1952 .
"
[page-n-182]
"a
P. LOPEZ
Por otra parte, cuando se trata del origen de las plantas cultivadas hemos de tener en cuenla que las plantas cambian radicalmente
con el tiempo, de forma que las especies que nos son hoy familiares
son notablemente distintas de sus antepasados.
El trigo constituye un buen ejemplo de ello. Las especies de este
género tienen un número de caracteres comunes que sirven para distinguirlas de otros cereales y pueden dividirse en tres grupos, en base
al número de cromosomas. El primer paso hacia la interpretación de
las relaciones entre las diferentes especies de trigo proviene de los
trabajos de Sakamura (7), mostrando que formaban series de 14, 28 Y
42 cromosomas.
La agrupación de las especies podemos seña larla como sigue:
DIPLOIDE (14 cromosomas)
Triticum boeticum Bois
Triticum monococcum L .
TETRAPOlDE (28 cromosomas)
Triticum dicoccoides Korn
Triticum dicoccum Schübl
Triticum
Triticum
Triticum
Triticum
durum
turgidum
polonicum
persicum
HEXAPLOIDE (42 cromosomas)
Triticum spelta L.
Triticum macha Dek y Men
Triticum vavilovi Turnan
Triticum aestivum L.
Triticum compactum Host
Triticum sphaerococum Perc.
(7) SAKAMURA; .Xurze Mitteilung über die chronosomenzahlem und der VenuandLS·
chafLSverhaltnisse der Triticum-artem. Bot. Mag .. Tokio, 1918.
[page-n-183]
CO VA DE L'OR
179
La evolución de estos grupos puede expresarse así (8) :
T. boeoticum
Aegilops speltoides
A
B
1
T. monococcum
T. dicoccoides
AB
A
J.
T. dicoccum
AB
Aegilops squarrosa
D
T. dicoccum
___------~A~B~D~-------===~==~
..
ABD
~
T. compactum
ABD
AB
T. macha
1
T. spelta
T. dicoccoides
T. aestivum
ABD
1
T. sphaerococcum
ABD
(81 J . M. RENFREW : d'alaeoethnobotan)'l. The Prehistoric foods plana of the Near
East and Eu rope. Methuen and Ca. , London, 1973.
[page-n-184]
>80
P. LOPEZ
El T. monococcum es el más conocido por su forma silvestre, T.
boeoticum. Las razones para considerar a este como su antecesor seguro son el que ambos son diploides, muestran las mismas afinidades
y el h1brido entre los dos es fértil (9).
La especie silvestre muestra una amplia área de distribución . desde Asia Menor hasta el Sur de los Baleanes, presentando su mayor diversidad en Crimea. En estos centros está masivamente propagado
como componente de los parques abiertos de herbácea s y robles. Aparece también como maleza ocupando los bordes de otros cultivos.
Edafo16gicamente se encuentra situado en suelos basálticos y limosos.
Forma parte de la vegetación herbácea de tipo submediterráneo en
zonas que reciben entre los 400 y los 1,000 mm de lluvia en invierno.
El más común entre los tetraploides es el T. dicoccum Schübl, que
procede del T. boeoticum y del Aegilops speItoides a través del T. dicoccoides. Confrontando esta especie con la cultivada se llega a la
misma conclusión que en el caso anterior, es decir, ambos tienen el
mismo número de cromosomas e idénticas aflnidades genéticas.
El T. dicoccoides fue hallado en gran número y diversidad en Siria y Palestina, estando su centro en el área de] Alto valle del Jordán .
Algunas variedades aisladas de esta especie han alcanzado la zona
occidental del Irán , Asia Menor y Transcaucasia. Se desarrolla perfectamente en aquellos lugares que no han sido cubiertos por otras
plantas. Forma parte como componente herbáceo de los parques
abiertos de Quercus ithaburensis, mostrando el predominio en los
suelos basálticos y limosos con lecho rocoso. Raramente se presenta
formando parte de la maleza (la).
El resto de las subespecies se extienden en su origen por las costas
del Mediterráneo, zona que presenta una gran multitud de formas originales y endémicas de especies de trigos duros de Europa y Asia.
El trigo hexaploide ha sido objeto de controversias, y el material
que se encuentra en los yacimientos no es muy r epresentativo para
clarificar las cosas. Las especies más comunes son el T. aestivum yel
T. compactum en la forma de variedad desnuda. Siempre se encuentran desde el comienzo del cultivo de este cereal (I 1).
El T. aestivum L. es, a veces, dificil de distinguirlo del T. dicoc(9) J . M. RENFREW : abe Archaeologlcal evidence for the Domestication and Exploitation of plants : Methods and Problemn. En ahe Domestication and Exploilation of Plants and
Animal,., editad by P. J . UC ICO and G. W. DlMBLEBY, Aldine Publishing Company, Chicago,
1969, págs. 14 9· 169.
( 101 H. HELBAEK: cDomestication of roo ds planu in the Qld World •. Science, núm. 130,
1959, pág. 365.
00 RENFREW, op. cit. nota 8, pág. 47.
[page-n-185]
,
,. ,
1
T. monococcum
T. dicoccum
-
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T. aestivum
R'
. -'
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.-...:,...
'
T. c cmpactum
·cbsal
ventral
Fi¡. 611. SegW1 J. M. Renfrew.
lateral
trans.ersal
[page-n-186]
182
P. LOPEZ
cum, ya que la longitud de los granos es similar, pudiéndose distinguir
por la anchura.
El T. compactum Host es corto, francamente dificil de distinguir
del anterior. De aquí que se ha adoptado el denominar a estos dos
grupos T, aestivum-compactum Schiem, cubriendo de este modo la
dificultad de la nomenclatura , aunque no se resuelve el problema de
la identificación (Fíg. 65).
En cuanto al T. spelta, considerado como variedad relicta, no ha
sido encontrado en yacimientos arqueológicos antiguos. Su centro de
diversidad no está todavía determinado, pero parece que, al estar
unido a la variedad de trigos tiernos, como es el caso de los vistos hace un momento, su centro puede fijarse en el Suroeste de Asia.
Corno hemos indicado al principio, el otro cereal que parece tener
importancia en la economía neolítica es la cebada.
Está actualmente claro que hay un solo antecesor silvestre de las
distintas especies de cebada cultivada. Este es el Hordeum spontaneum, presentando el mismo número de cromosomas que las variedades cultivadas (n = 7). El estudio de este cereal en el Viejo Mundo ha
demostrado que las cebadas silvestres constituyen un grupo de for mas muy reducido sin presentar la diversidad polimórfica de las cultivadas.
El área de este cereal no indica dónde pueden ser hallados los verdaderos centros de origen de sus formas . Se establecen dos centros
principales: uno queda situado en el NW de Africa , y el otro se sitúa
exactamente en el SW de Asia , penetrando por Turkmenia y el Afganistán . En estas regiones constituye un continuo componente anual ,
siendo abundante en el cinturón de veranos secos del Este, Norte y
Oeste del desierto de Siria y en la cubeta del Eufrates.
En general, la cebada silvestre no tolera el fria extremo, y se encuentra muy raramente por encima de los 1.500 m. Actualmente se
considera que la cebada cultivad a de 6 hileras (Hordeum vulgare)
procede también del H . spontaneum, derivando de la de 2 hileras , a
pesar de que se consideraba que esta especie tenia un origen indepen diente .
Por último, antes de pasar a ocuparnos de los resultados obtenidos en el estudio de la Cava de l'Or, veremos rápidamente los primeros intentos de agricultura en Europa.
Los primeros agricultores aparecen en Europa poco después del
6.000 a. C. En Grecia los yacimientos neolíticos iniciales ofrecen por
enton ces un espectro muy parecido al en contrado en el Próximo
Oriente, siendo la especie más cultivada el T. dicoccum (12 ).
(J
2)
RENFREW, op. cit. Dota 8, pág. 203.
[page-n-187]
COVA DE L'OR
183
Numerosos datos de radio-carbono y paleo geográficos han hecho
posible seguir el proceso de «neolitizacióD» de Europa con cierto detalle. El desarrollo de la economía productora en el SE europeo se corresponde con el denominado «óptimo climático» del Holoceno. Los
amplios territorios del SE de Europa fu eron cubiertos en este tiempo
por bosques claros, similares en su ecología a los de Próximo Oriente.
La introducción de la agricultura puso sólo en parte fin a la caza y
a la recolección en las sociedades que emplearon sus esfuerzos en los
nuevos medios de subsistencia. La agricultura pasó a ser un importante complemento de la caza.
Como había ocurrido en el Próximo Oriente, el desarrollo de la
agricultura uescansó en el cultivo de los cereales, siendo los principales el trigo y la cebada. Estos cultivos comienzan muy pronto en Bulgaria, pudiendo haber recibido influencias directas del Próximo
Oriente, a través de Grecia.
El limite de la economía agrícola coincide con el de la zona templada en su línea fronteriza con la circumpolar. En un primer momen to los representantes mejor conocidos de la agricultura extensiva son
los campesinos danubianos que colonizaron elloess de Europa central
113).
Parece claro que desde las primeras áreas de cultivo en el Próximo Oriente la agricultura se extiende por dos zonas: Europa central y
del Norte , y la Europa occidental, en su franja mediterránea. En esta
segunda zona queda incluida la Peninsula Ibérica, y en ella vamos a
encontrar el mismo tipo de cereales que en Oriente Próximo. Granos
de T. monococcum se han encontrado desde el Neolítico antiguo en
Italia y en Francia. En los niveles medios de Arene Candide se encon traron granos de cebada y algunos de T. dicoccum .
En la Península Ibérica el único yacimiento que ofrece evidencia
de T. monococcum en una cultura con cerámica cardial es la Cava de
rOr, con fe chas de C14: KN-51 : 4.560 ± 160 a. C. y H- 1754/ 1208:
4.315 ± 75 a. C., aunque la mayoría de los granos identificados co -
(13) J . HAR LAN: , Les origines de J'agric ulture •. La Recher che. numo 29. vol. 3. 1972,
págs. 1.035· 1.043 .
J . HARLAN: tLas plantas y los animales que alimentan al hombre •. Investigación y Cien ·
cia. !lUm . 2. 1976. págs. 65-75.
J . HARLAN Y D. ZOHARY : cDistribution of w ild wheats and barley•. 5cience, núm. 153.
1966, pAgs. 1.074-1.080.
H. N. JARMAN : . The origins of wbeat and barley cultivation•. En . papers in Economic
Prllhistory., edited by E. 5. HIGG5. University Press, Cambridge, 1972, págs. 31 -40.
[page-n-188]
lB.
P. LOPEZ
rresponden al T. aestivum. Aparecen, así mismo. T. dicoccum y Hordeum vulgare, como luego veremos más detenidamente (141,
Estas muestras procedentes de la Cava de rOr, que fueron estudiadas por Hopf, pareelan provenir de un depósito de cereales y en
ellas no se encontraron espigas ni glumas sueltas, por lo que se deduce que estas habian pasado por un proceso de tueste.
La mezcla. no casual. de trigo y cebada podría indicar que se trala del producto de diversos campos o años climáticamente diferentes ,
ya que no parece probable que se hubiesen cultivado y cosechado diferentes clases de cereales por separado para almacenarlos o utilizarlos juntos.
Como hemos indicado, Hapf señala que la especie más abundante
es la de T. aestivum. Este tipo aparece igualmente en la Cueva de los
Murciélagos de Zuheros (Córdoba) (15). Y en la de los Murciélagos de
Albuñol(Granada) , ambas fechadas en el V milenio a. C. En los yacimientos calcolíticos de nuestra Peninsula aparece también en varias
ocasiones, como en el caso de Almizaraque, Assunta ,' etc. (161.
La cebada se encuentra de forma casi continua en el Mediterrá neo Occidental. En la Cava de rOr se señala su presencia en las variedades de vestida y desnuda (17). Apare ce igualmente en Zuheros, en
la Cueva de Nerja (Málaga) y en yacimientos de cronologia posterior.
Con todo esto podemos señalar que la agricultura se desarrolla rá pidamente en el Mediterráneo Occidental, al menos desde el V milenio a. de C.; si bien, tomando como ejemplo el yacimiento de la Cava
de l'Or. ya que por la variedad de cereal encontrado representa uno
de 105 casos más instructivos y siempre según Hopf, las mezclas encontradas significan una agricultura rudimentaria , una seguridad en
el caso de que una de las especies sucumbiera ante fenómenos climáticos 1181.
(14) M. HOPF : cTriticum monococcum y Triticum dicoccum en el Neolftico antig uo es·
pa ñol•. Archivo de Prehistor ia Levantina , XI , 1966, págs, 53-73.
11 5) M . HOPF : . Breve infor me sobre el cereal neolftico de la cueva d e ZuheroSl. Trabajos de Prehistoria, nú m. 3 1, 1974 , págs. 295-296.
116) J . GUlLAlNE : «Premien bergen el paysans de I"Occident méditerranéen •. Mouton
& Ca ., Pans, 1976.
07) "OPF, op. cit. Dota 14.
081 HOPF, op. cit. Dota 14.
[page-n-189]
CQVA DE L'OR
'"
ESTUDIO DE LAS MUESTRAS
Algo que llama la atención en los yacimientos es encontrar todo el
cereal carbonizado, única posibilidad, por otra parte, de que se haya
conservado, ya que de no ser asi hubiera germinado. Se ha sugerido
que la carbonización es el resultado de conservar los granos cerca de
un hogar. Otra posibilidad es que los granos se hayan carbonizado por
un proceso natural que tiene lugar con temperaturas normales. Se ha
creido igualmente que la carbonización pudo tener lugar debido a la
acción de bacterias anaerobias y que tuvo lugar rápidamente. La s
bacterias pudieron obtener oxigeno de la celulosa de las paredes de
los granos, reduciéndolos a carbón (19 ). Podemos suponer, finalmente , como indica Clark , que antes de ser consumidos debían de ser tostados para poderlos reducir a harina (201.
La técnica de identificación de plantas carbonizadas, y en este caso de cereal es, está basada en la comparación cuidadosa de pequ eños
detalles de la morfologia preservad os en los granos carbonizados. De
todas formas hay que tener en cuenta los cambios producidos en la
forma , tamaño y proporciones, causadas por el calor. Este dato experimentado por nwnerosos investigadores extranjeros, fue realizado en
nuestra Península por Téllez y Cifferri en 1954, dando una tabla comparativa de medidas de granos, antes y despuéS de ser quemados artificialmente (2 1l.
Las muestras que vamos a analizar proceden de los cuadros J -4 y
J -5 que se en cuentran en las inmediaciones de la zona excavada entre
1955 y 1958 , limitando con la gran depresión longitudinal de la parte
central del yacimiento (22). Tanto en J-4 como en J -5 se recogieron
las semillas mediante el cribado minucioso de la sedimentación, agrupándolas en una serie de niveles artificiales que son los que vam os a
seguir en el estudio de las muestras.
Antes de empezar el estudio del cereal, tengo que ha cer públi co mi
agradecimiento al señor Téllez Malina, ingeniero agrónomo, quien
durante varios años ha estado enseñándonos el modo de clasificar las
semillas , asf como la forma de realizar su estudio, y que ha realizado
parte de los cálculos matemáticos de esta muestra.
(19)
RENFREW, op. cit. nota 8. pág. 9.
(20)
J. G. D . CLARK : .. L·Europe prehistorique. Les rondements de son economiel . Payot,
Pans, 1955, pág. 96.
(21)
R. TELLEZ y F. CIFERRI : .Trigos arqueológicos en España.. Instituto Nacional de
Investigaciones Agronómicas. Mad rid, 1954.
(22 ) B. MARTI : tCova de rO r (Beniarrés, Alicante). Nuevos datos sobre el Neolftico del
Este peninsula". En .C.1 4 y Prehistoria de)a Península Ibérica.. Fundación J. Ma rch. Mad rid, 1978, págs. 57-60.
"
[page-n-190]
P. LOPEZ
'86
El trabajo de clasificación lo hemos realizado siguiendo el sistema
de medidas propuesto por todos los autores consultados. Asi. por
ejemplo, Erroux presenta una serie de indices con los que se puede llegar a saber el tipo de trigo a que pertenecen los distintos granos, aunque siempre habrá que tener en cuenta que no todas las semillas se
atienen a los mismos esquemas (23):
Triticum monococcum :
Indices: L/l ~ 2 Y 3
Va = cerca de 2
Va "1
Siendo L = longitud ; 1 = anchura y a = altura.
Esta variedad acompaña generalmente al T. dicoccum y al T. com -
pactum.
Tricum diccoccum Schübl .' El grano es más ancho que el del T.
monococcum. La mayor anchura se localiza en el centro del grano.
Indices: 1/1 y Va = cerca de 2
Va > !
Triticum aestivum-compactum Schiem : Son granos de forma
corta y redondeada , presentando numerosos intermedios a menudo
dentro del mismo yacimiento.
Indices : I)l puede b.yar a veces de 1'2
1)a pasa a veces de 1' 7
Dentro de esta especie, los granos más alargados parecen corresponder al T. aestivum.
Indices: l/l se eleva a 1'8
l/a pasa de 2' 3
Dada la homogeneidad que presenta la muestra , hemos medido
diez granos de cada nivel artificial, a excepción de los casos en que
habla menor número de granos.
En la cuadrícula J -4 se han medido un total de 200 granos.
(23 ) J . ERROUX ; d.es débuts de l'agriculture en France : les céreal». En -.Prehistoire
Fram;:aise., Tomo n . Centre Na tional de la Recherche Scientillque, Pans, 1976, ptigs. 186190.
[page-n-191]
'"
COVA. DE L'oa
Muestra Cuadro
Medidas en mm,
Capa
... ,
J4
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J,
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,
14 ' 95-6' 7015' 77 )( (3 ' 25-3'7013' 45 )( (2' 20-3'2012'44
lDdices UI 1' 65 )( Va 2' 36 )( 1/a 1' 43
(4 ' 55-615' 23 )( 12 ' 70-4 ' 95)3' 68 )( {2' 15-312' 68
VI 1'42 )(Val ' 95 )(1/al ' 37
[4' 95-6' 2015' 54 )( (3-3-85 13' 29 )( (2 ' 15-2' 95)2' 58
Ull '68 xVa ) '68 x1/al'27
[4' 70-6'2)5' 4 x (2' 65-3' 6513 ' 21 )( (2' 15-2' 95)2' 56
UlI'68 xVa2'll x1/al'25
(4 '90-5' 515'6 x 12'8-3'8)3'34 x 12'5-:t9J2'4
UII ' 54 x Va 2' 15 x Va ) ' ;'9
(4'65-6'6)5'68 x (2'9-3'45)3'12 x 0 ' 85-2-9\2'45
U1I ' 82 )(Va2' 31 xllal ' 27
(4'75·5'8)5'28 x (2'75-3'95)3'44 x (2'25-2-812' 62
U11'53 x Va 2'01 x lIa 1'31
W75 -6' 2\5' 47 x (2 '85-3'7)3' 26 x (2 '05-3 ' 15\2'5
lJ1J'67 xUa2 ' 18 x1lal ' 3
(4'6-5' 95\5'38 x (3'3-3' 5)3'2 x (2 -3' 21 '49
2
1/I1 ' 67 )(Va2'16 xllal ' 28
14' 4-6-1)5'36 x (2'9-3'6513'25 x (2' 35-2'95)2'55
1/11 ' 64 xUa2 ' 1 x1/al ' 27
[4' 55-6' 55)5' 72 x {2'9-3' 9 )3' 42 )( (2 ' 15-3'05)2'54
U11 ' 67 x Va 2' 25 x 1/a 1'34
{4' 8 -6-9 \5' 62 x (3-3' 9 )3' 37 )( (2-2'8 )2'41
lJ1¡ ' 66 x Va 2-33 x lIa 1' 3S
(4 '95-6'5)5' 43 x (3-3"85)3 ' 39 )( (2'1 -2'712' 62
lJ1I ' 6 x Va 2 '07 x lIa 1' 29
(5' 4-6'7)5'91 )( (3' 25-3' 85)3'46 x (2'2-2' 6 )2' 36
1/11 ' 7)( Ua2' 5 )( 1/a l '46
[4 '2 5-6'1 5 )5'8 x 12-8 -3'5)3'24)( 12-2-912 ' 5
1/11 ' 56 x Va 2'03 x Va 1' 29
(4 ' 95-6' 8 \5'87 )( (2 ' 95-3'9\3'35 x (2' 3-3'25\2' 59
U1¡ ' 75 )( Va 2' 26 x 1/a 1' 29
(4 ' 55-5' 3514'98)( (2'S-3' 9)3' 16 )( (2'1 -2' 85\2' 45
1/I1 ' 57 x Va 2'03 x Va 1' 28
Cotiledón de bellota .
W74-6'3 \5'66 )( (3'15-3"45 \3'2 7 )( (2 ' 35· 3' 4512' 86
U11 '73 )( Va 1'97)( Va 1' 14
(4'4 -5'214'69 x (2 ' a -3'm'OS )( (2'15-3'1\2'64
1/11'52)( Ua!'77 )( lIal'16
(4 '7-6'2\5'45)( (3' 15-3' 4 513'3)( 12'5 5-2'7)2' 67
U11'65 x V a 2'4)( Va ¡'2R
Prescindiendo de las cuatro últimas muestras, la 18 por tratarse,
como ya hemos dicho, de una bellota, y las tres restantes por tener un
número muy reducido de granos, los promedios generales son :
Medidas : 5'47 x 3'33 x 2'51 mm.
Indices: 1' 6 x 2' 1 x 1'3.
La variedad encontrada en estos niveles es la más común en los
yacimientos con cerámica cardial de todo el Mediterráneo occidental.
[page-n-192]
".
P. LOPEZ
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COVA
O
DE L'OR
1
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'Fil. 66
[page-n-193]
'"
COVA DE L'OR
Corresponde al grupo de los trigos hexaploides , es decir, con 42 cr omosomas IFig, 66 ),
Como hemos indicado más arriba . es dificil di stinguir con clari dad la diferencia entr e el Triticum aestivum y el denomin Rdo T,
aestivum -compactum , Teniendo en cuenta los indices que hemos se iialado para su r econocimiento, podemos decir que en esta muestra
hay una homogeneidad en su totalidad. Habré algunos granos més
alargados que pueden considerarse T. aestivum. pero en lineas gene rales hemos de considerar que pertenecen al T. aestivum-compaclum,
Las muestras que hemos señalado con un punto a su izquierda ( e )
corresponden a los niveles donde se han efectuado análi sis de C14.
Los resultados obtenidos en ellos son los siguientes (2 4):
CII -MI 5,980 -t 260 B.P. = 4.030 a. C.
Corresponde a la capa 6 situada entre los 95 y los 100 cm ,
C12-M2 6.630 ± 290 B.P. ~ 4.680 a. C.
Corresponde a las capa s 14 y 15, situ adas entre los 140 y los 153 cm.
C13-M3 6.720 ± 380 B.P. = 4 .770 a . C,
Corresponde a las capas 16 y 17, situadas entre los 153-165 cm .
En el cuadro J -5 se han medido un total de 195 granos.
~
2
3
4
,
6
7
8
9
10
11
12
1241
Ctladr o
J'
J'
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J'
J'
J'
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J'
J'
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3
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9
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12
13
14
Medidas e" mm .
16'45-5' 15 )5' 86 x 13"7, 2' 913"3 1 x 12'75-2' 21
2'4
UlI ' 77 xV0 2' 44 xVo l ' 37
[6'8 -5' 215'83 x (3'9-3' 213'55 x (3, 2' 1512' 53
UlI ' 64 xVa2'3 xVal '4
[6' Z5-4' 55)5' 4 x [3'8,3'1)3'4 x (Z'8 -Z'05)Z' 41
L/lI ' 58 x Va Z' Z4 x Va 1'4 1
16' 1-4 '8 15' 6 x /3' 55-3 )3'3 x (3'05, 2' OZ' 47
UlI' 69 x Va Z' Z6 x Va 1'33
16'4-515 '65 x 13' 65-313 ' Z6 x IZ'85-Z' U2 '48
UlI'73 xVaZ ' Z7 xVa l ' 31
(6'7-516' 5 x 13'85-3'15)3' 8 x /3'Z , Z'2 12' 89
L/l1 ' 71 x V a 2' 24 x Va 1' 31
Una bellota.
(6'8 -5'2316'1 x (4'1-3' 25)3' 47 x 13-2)2' 6
L/lI'76 x V O Z'35 x Va 1'33
[6' 3-4 '65 )5' 54 x 13'8· 313 ' 53 x 13'2· 2'212'67
L/l1 ' 56 x V a 2'07 x Va 1'32
[6'35-4' 915'5 2 x [4'3-2' 813' 3 x (3"1 -2' 4)2'8
L/l I ' 67 x V a 1'97 x Va 1' \7
(6-5'1)5'62 x [4"05·3'2 )3'62 x /2'8· 2' 15)2'55
L/lI ' 55 x Va 2' 20 x Va 1'41
[6·4' 8 )5' 18 x 13' 5-3"05 )3' 27 x 12'8 -2' 1)2' 5
L/l I ' 58 x V 0 2'07 x Va 1'3
MARTl. op. eit. nota 22, pAgo 58.
[page-n-194]
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P . LOPEZ
Mu estra Cuadro
Medida! en mm.
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13
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15
(7 -515 ' 64 x 1 2-31
4'
3'45 K 13-2' 512 ' 72
l.
J5
16
1II1 ' S3 xI/a z'07 xVal ' z6
(6 ' 5-4 ' 4515' 38 x (3 '8 · 2 ' 513 ' 23
15
J5
17
16
J5
17
J5
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l'
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J5
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J5
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(6-4' 5515'23 x (3' S-313' 35 x 13-212' 49
U1I 'S6 xI/az'IO xVa l '3 4
20
J5
22 .. .
1 70-4' 151
4'
4'42
K 13 '4 -21 ' 5
2
U1¡ ' 66 xIlaz' l5 xVal ' 29
(6'2 5-515'67 x 13' 95-2 ' 713'23 x (2' S· 1' 912' 38
U11 '7S x l/a 2' 38 x Va ¡ ' 35
(6-4 '4J5' 54 x (3' 65-3)3' 4 2 K (2' 9-2' 2)2' 57
U11 '61 KUaZ ' l5 xV. 1' 33
(6' 5-4' 71 77 x (4' 1-2' 9)3' 42 x 1
5'
3"-2'05)2',
U! 1' 68 KUaZ ' l3 xVal ' z6
(6 -4 'SI5' 5 x (3' 6-3)3'3 4 x 1
2:8-2' 1)2' 40
Ul I ' 64 x l/a 2 '29 x Va \ ' 39
K
(3' 55 -2' 90)3 '2 2 x (3 '4-2' 4)2 ' 75
L/l ¡ '37 )( Ua , ' 6 K lla 1'1 7
21
J5
23
15'85-4' 615'07
x (3' 6-2'813 '09 x 12'9-2' 1)2 '44
1/I1 ' 64 x l/a z'07 x Va ¡ ' 26
La media general de los 195 granos es :
Medidas: 5' 61 x 3'38 x 2' 55 mm .
Indices : 1' 65 x 2'20 x 1' 32 .
As! pues, nos volvemos a encontrar con el mismo resultado que en
el caso anterior : la muestra presenta una total homogeneidad. Como
puede observarse hay capas en las que el indice de los granos se eleva
algo sobre otras. Esto podemos atribuirlo al predominio en algunas de
granos de T , aestivum, que como se recordará dijimos eran más alargados que los de T, compactum . De todos modos podemos decir que la
muestra corresponde a la clasificación de T. aestivum-compactum.
Nos ha llamado la atención no encontrar otra variedad de trigo en
la totalidad de las muestras, ya que como indican las fechas de e 14
son muchos los anos de diferencia entre ellas, Hemos revisado dos veces las muestras, y como ya indicamos es la única variedad encontrada , Tampoco hemos encontrado cebada como para poder hablar de
una mezcla, Es posible , quiz á, que alguno de los granos que por s us
medidas se salia de la media general pudiera pertenecer a cebada. De
todos modos se trataría de casos aislados sin que pueda hablarse de
cultivos diferenciados.
Finalmente, y dado el interés del estudio realizado por Hopf, en el
que se identificaron un mayor número de especies de trigo, así como
cebada, reproduciremos aquí, de manera resumida , los resultados publicados por dicha investigadora (25) :
1251
HOPF, op. cit. nota 14.
[page-n-195]
CaVA DE L'OR
'"
Muestra núm. 1
Triticum monococcum L. (EsprilJa)
Núm . de granos : 14.
Medidas: 14 ' 6-6 '21 5'3 x 11 '4-2 ' 51 2'1 x 11 ' 9-2' 812 '5 mm .
Ir.dices: Largo/Ancho = 2'5 ; Largo/Alto = 2' 1; Ancho/Alto = 0'83.
Triticum dicoccum Schübl. (Escanda)
Núm . de granos: 145.
Medidas: 15'0 -7'61 6' 1 x 12 '3-3'412'99 x 12 '0-3'31 2' 52 mm .
Indices: UA ~ 2'04; UAII. ~ 2'42 ; An ch ./A1I. ~ !'I8.
Triticum aeslivum-compactum Schiem, s. 1.
Núm . de granos : 198 .
Medidas : 14'4-6' 71 5' 64 x 12'6-4 '41 3' 35 x 12'2-,'91 2 '82 mm .
Indices: U Anch . ~ 1' 68; UAII. ~ 2 '00 ; Anch ./AII. ~ 1' 04.
Hordeum vulgare L. polystichum varo nudum y
Hordeum vulgare L. polystichum .
Núm . de granos : 233 largos.
464 an chos.
Granos largos .
Medidas : 14' 7-6' 81 5' 5 x 12' 2-4 '01 3'1 x 11 '5-2 '91 2 '2 mm .
Indices: l/Ancho = 1'75 ; IJAlt. = 2'46 ; Anch./Alt. = 1'4.
Granos anchos.
Medidas : 14' 5-6 ' 51 5' 5 x 12 '9-4 ' 31 3'8 x 12'0 -3' 11 2 '9 mm .
Indices: IJAnch. = 1'46 ; UAlt. = 1'9 ; Anch ./Alt. = 1'3 ,
Muestra núm. 2.
Triticum monococcum L. (Esprillal
Núm . de granos: 48.
Medidas : 14 ' 1-6' 61 5 ' 51 x 11 ' 6-2' 61 2'10 x 12 '0-3' 01 2 '42 mm .
Indices: UAnch . ~ 2 '62 ; U ALT. ~ 2 '28 ; An ch ./Alt. ~ 0 '87.
Triticum dicoccum Schübl. (Escanda)
Núm. de granos : 2. 187.
Medidas: 1 '4 -6 '51 5 '55 x 12 '2 -3' 31 2 '75 x 12 '0-2 '91 2'4 3 mm .
4
Indices: l/Ancho = 2'02 ; L'Alt, = 2'28 ; Anch./Alt. = 1' 13.
[page-n-196]
P. LOPEZ
'"
Triticum aestivum 1. y
Triticum aestivum-compaclum Schiem.
Núm . de granos: 824.
Muestra compuesta por 50 granos de los más grandes:
Medidas : 13'8-6'31 5' 16 x 12 ' 2-3 '81 3'02 x 12 '0 -3 ' 11 2' 57 mm.
Indices: U Anch. = }'71 ; V Alt. = 2 '01 ; An ch./Alt. = 1' 17.
Muestra compuesta por 50 granos de los más pequeños:
Medidas : 13'7-5'51 4'72 x 12 ' 7-3'81 3' 22 x 12 ' 2-3'21 2'7 1 mm.
Indices: UAnch. = 1'46 ; U Alt. = 1'7 4 ; An ch./Alt. = 1' 19 .
Ho rdeu~
vulgare 1.. varo nudum
Núm. de granos: 195 de Hor deum gr ueso.
111 de Hordeum delgado.
J 095 de Hordeum normal.
13 de Hordeum de punta redondeada gruesa.
9 de Hordeum de punta redondeada delgada.
56 de Hordeum de punta redondeada normal.
El término medio de la muestra es:
Medidas : 14 '4 -7'01 5'49 x 12' 1-3'813'08 x (1 '5-2 '81 2'21 mm .
Indices : l/An cho ~ 1'78 ; l/AIl. ~ 2 '48 ; An ch ./AIl. ~ 1'3 9.
Aunque las muestras analizadas por Hopf pareeian provenir de un
depósito para almacenamiento, mientras que las estudiadas por nosotros se encontraron dispersas en la sedimentación de los cua dros J-4
y J -5, esta diferencia en su pro cedencia no par ece razón suficiente para expli car tan gran diversidad en su composi ción. En todo caso, el estudio de los cereales de la Cova de I'Or ha de continuar, al igual Que
sucede con los restantes materiales del yacimiento, y es de esperar
Que en un próximo futuro podremos aportar mayores precisiones so bre estos cereales carbonizados qu e, en cualquier caso, son una prueba elocuente de la importancia Que hubo de tener su cultivo en nues tras tierras desde los inicios del Quinto milenio antes de Cristo, coincidiendo con el desarrollo de la cultura neolítica de las cerámicas im presas cardiales.
[page-n-197]
VID
LA FAUNA DE VERTEBRADOS
Manuel Pérez Ripoll
CONSIDERACIONES PRELIMINARES
El número mínimo de individuos se ha determinado teniendo en
cuenta los siguientes criterios:
al Los restos de cada sector y capa los hemos considerado como
individuos diferentes . Esto explica que el número mínimo de indivi duos sea tan alto con respecto al de restos.
bl La edad de cada diente corresponde a un individuo, según
hacemos constar en las tablas de edad, teniendo en cuenta que s610
están presentes los dientes que pertenecen a grupos de edad distintos,
y en aquellos que son del mismo grupo se ha tenido precaución de
contabilizar s6lo los que tenemos la seguridad de que pertenezcan a
individuos diferentes.
Los huesos han sido medidos siguiendo las consideraciones metodológicas propuestas por A. von den Driesch (1976). Con el fin de facilitar la lectura de las mediciones incluimos entre paréntesis las abreviaturas que correspondan en inglés.
[page-n-198]
'"
Ad IBdl
AMIGBI
AmDISDI
Ap IBpl
AS IBGI
At IBTI
EIIDlI
EmO ISDOI
EPA IDPAI
LA (LAI
LDB (DLSI
LM (GLI
LMP IGLPI
LMI (GLlI
LMmlGLml
LMpe (GLpel
LO (LOI
IS ILGI
LSM
M. PEREZ
Anchura mAxima distal
Anchura máxima
Anchura minima diáfisis
Anchura máxima proximal
Anchura máxima superficie articular
Anchura de la tr6clea
Espesor máximo lateral (astrágalo)
Espesor mínimo del olécranon
Espesor a través del proc. ane.
Long . acetahulum
Long. diagonal base
Long. máxima
Long. mAxima proceso articular
Long. máxima lateral (astrágalo)
Long. máxima mesial (astr.)
Long. mAxima periférica (falange)
Long. olécranon
Long. máxima superficie articular
Long. serie molar.
[page-n-199]
'"
COVA DE L'OR
RELACION TOTAL DEL NUMERO DE RESTOS Y NUMERO MINIMO
DE INDIVIDUOS DE LAS DISTINTAS ESPECIES
NR
Horno ." ... . . . .......... .
•
4
Capra/ Dvis ........ . ..... .. . 416
avis aries .... .... . . . ....... 227
Capra hircus .... ... ........ 32
Bos taurus .... . ............ 24
Sus domesticus ............. 177
Canis familiaris . . . . . . . . . . . .. 10
Equus eaballus .............
3
Bos primigenius ...... . .....
8
Capra pyrenaiea . . . . . . . . . . .. 18
Cervus elaphus ......... ... . 71
Capreolus eapreolus . . . . . . . .. 73
Sus scropha . . . . . . . . . . . . . . . .
8
Felis silvestris ..............
1
Felis lynx . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3
Dryctolagus cuniculus ....... 124
Lepus eapensis .............
3
34'7
18 '9
2 'S
1
2
Myotis myotis .......... . . . .
Rinolophus euryale . . . . . . . . . .
Miniopterus schreibersi . . . . . .
10
Aves ... .. . .... ........ . ...
3
3
2
Reptiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Peces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1
1
¡
2
14'7
0'8
0'3
O'S
1' 5
5' 9
S
0'7
0 ' 08
0'3
10'2
0 '3
100
Apodemus ef sylvaticus .....
Pitymys ef duodeeimeostatus
Arvieola sp . .......... ... .. .
NMI
SS ' 2%
"
lS2
87
18
lS
72
5
34' 1
18' 2
3' 7
3'3
15' 1
0 '9
3
S
8
34
28
4
1
3
28
2
¡
0'5
1'2
l 'S
7'1
5' 8
0 '8
0' 2
O'S
5'8
0 '4
100
SS %
Especies
domesticadas
73 ' 7% NR ,
7S ' S% NM1
Especies
salvajes:
2S'8 % NR .
22 ' 9% NM1
[page-n-200]
".
M. PEREZ
LA CABRA Y LA OVEJA
A.-Número de restos y número mínimo de individuos
Los restos de cabra/oveja predominan ampliamente sobre todos
los demás: un 56' 2 % sobre el total de restos, y un 56 % sobre el total
del número mínimo de individuos.
Del total de restos de cab ra/ov~ja (675 restos) han sido identificados gran parte de ellos (262 restos ) como oveja o cabra. siguiendo los
criterios de J . Boessneck, H. H. Müller y M. Teichert (1964). La distribución por sectores de los restos de cabras y ovejas es la siguiente:
Sectores
Ca./o..
J -4 ............. .
J -5 ..............
1955-58(") .......
146
136
134
..........
416
Totales
Cabra
Total
65
85
80
5
7
20
213
228
234
230
32
675
Oveja
Las ovejas predominan ampliamente sobre las cabras: un 87' 6 %
de ovejas frente a un 12'3 % de cabras.
El número mínimo de individuos (para los criterios de determinación, ver el capitulo inicial del trabajo) por sectores es el siguiente :
Sectores
Ca./Ov.
Oveja
J -5 ......... " , ..
1955-58 .........
47
54
61
25
30
32
3
7
8
75
91
101
Totales ..........
162
87
18
267
J -4 .......... , ...
Cabra
Total
El número minimo de individuos por capas y sectores aparece en la
Tabla 1.
Los porcentajes basados en el número mínimo de individuos confIrman el predominio amplio de la oveja, un 82'8 %, sobre la cabra , un
17' 1 %.
B.-Distribución por sectores y capas de los restos
Los restos de las cabras/ovejas se distribuyen en los sectores y en
las distintas capas como sigue:
(' ) En este apartado sólo se incluye el material de los sectores excavados entre 1955 y
1958 que no fueron estudiados por H.·P. Uerpmann.
[page-n-201]
l . CABRA/OVEJA
SECTOR
Capas
Cranium ... .
Maxila ...
Mandlbula ..
Dentes . . ... .
Vertebrae . .
Seapula . .
Humerus . ...
Radlus .. . ...
Ulna ...... .
Pelvis ..... .
Fémur .. ....
Tibia ...... .
CaJcaneus ...
Mtc. .......
Mu. .......
Pbal. 1 ......
Pbal. IU ....
CUadro ) · 4
1 2. 2B
3
4
5
6. 7. 7b
5
O
4
J
2
2
1
1
1
2
4
4
1
1
2
1
J
1
6
1
4
4
J
1
1
1
1
1
1
1
1
J
1
1
1
2
1
1
1
1
3
Total
O 9b lOa 10b 1" 12 12b 13. 14 15 15. 15b 16. 16b 1" 17b O. 18b
1
1
13
,
1
2
1
13
4
7
6
'4
1
1
1
1
2
1
1
1
3
1
1
3
1
2
1
1
1
13
1
1
6
6
2
7
5
1
1
2
1
1
Total ...... . 35 15 10 11
1
1
3
1
1
1
O
1
7
4
2
1
4
9
O 3
5
2
6
J
2
2
2
57
1
5
1
1
1
4
1
3
1
2
2
1
146
•
"
[page-n-202]
>O.
M. PEREZ
Cuadro J -5
SECTOR
n
Capas
Craruum .....
Maxila ......
Mand1bula .. ,
I
2 3
•
5
2
2 11
312
•
2
I
I
Humerus .....
Radius .......
I
2
I
I
3 4
2
2
I
I
I
2
2
2
I
•
65
6
I
B
I
2
2
I
2
I
•
I
7
I
2
I
I
I
Femur .......
I
I
Tibia ...... ..
Calcaneus ....
Tarsalia .....
3
I
I
I
I
B
2
I
I
I
6
2
I
I
I
4
I
........
2
I
Mtt. .. ......
Mtp. .. .. ... .
I
3
2
3
3
I
I
PhaL 1 ..
14
Capas
Maxila ........
Mandlbula .. ...
Dentes.
Pelvis .. .....
Tibia ..........
Talus .
Mtc. .. '
....
Mtt.
Phal. 1 .........
I
I
I
5 11 2
513 IS lB 5
SECTOR
Totales
3
I
Ulna .... ....
Pelvis .......
,
B
I
I
I
I
3
I
I
2
I
2
4
Sea pula .. ....
Total .. ... ..
•
Total
9 10 11 12 13 l ' IS 16 17 lB 19 20 21 22 23
2
I
I
7
Dentes . ......
Vertebrae
Mtc.
6 7
3
5
2
5
F
B
s.p. j- ) 3
2
s.p.
•
3 6
I
2 3
5 6
7 10 11 s.p.
I
I
13
I
12
14 9
5
3 B
7
I
•
I
3 3
4
F-2
F- l
2
I
3
".
I
•
6 2
I
G.N.
Total
5
s.p. 2
6
12
•
I
9 3
3
2 2
5
I
I
I
I
I
3
3
2
I
13
IS 10 5 3
(. ) sin procedencia o superficial.
2
I
I
I
IIB
I
I
13
137
B 11 5 10 3
2
5 3
2
6
14 5
I
134
[page-n-203]
CaVA DE L'OR
199
2. OVIS
Cuadro J- 4
SECTOR
Capas
Cuerno
HumerU5 .....
Radius. ......
Ulna . .....
Carpalia
..
Pelvis .... ..
Femur ... . ...
Tibia ..
.
Talus ...... ..
Calcan. .... ..
Mtc.
MU. ....
Phal. l . .
Phal. II ..... .
Phal. 1lI ...
Total
1 2A 2B 3
Total . ... .. .
2
1
...
........
M IC.
MU.
Phal.
Phal.
Phal.
2
1
1 .. .... .
II .. . .. .
I1l
. . ...
Totales ......
4
1
1 1
1
2
1
1
1
1
1
2 5 4
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
2
10
1
1
1
1
1
3
3
1
1
1
1
1
1
1
S
2
1
6 7 1 3
1 3
4
9
2
1
7
1
6
3
4
5
2
4
3
4
3
2
1
5
1
2
4
2
65
Cuadro J-5
Total
1
2
3 4
5
7 S
9 10 1 112 13 14 IS 16 17 18 19 20 21 22 23
1
1
1
1
1
1
5
S
5
3
2
1
1
1
1
3
1
7
4
1
1
1
1
1
1
1
1
2
3
1
1
2
1
S 2 12 3
1
1
1
1
1
2
1
3
1
3 3
4 4
1
3
2
1
3
5
S
1
13
12
5
3
87
1
1
1
2
1
1
7
7
1
1
1
1
1
2
1
1
1
1
1
1
1
3
2
4
4
1
1
1
1
1
2
2
1
1
1
I
1
1
....
.. . .... .
..
I
1
1
1
1
T·
Cuerno
Mandibula ...
Scapula . . .. ..
Humerus.
Radio
Ulna
Carpalia .....
Femur . .
Tibia .. '......
Talus ........
Calcaneus
1
1
4
2
1
SECTOR
Capas
IS. ISh 16.
1
.. .
.
...
.... ....
5 6. 6h 7h S 9h 10. 110 12. I2h 13. 14
4
2
1
6 4
3
4
1
3
[page-n-204]
200
M, PEREZ
SECTOR
G.N. G.F.
B
Capa
s.p. s.p. 3
Mandlbula ....
Radio
Ulna ........
.... .
1
1
2
s.p. s.p. 1 2
,
F- l
F
7
S 6
F-2
8 10 1 1 s.p.
N
1
1
1
1
Femur .. ......
Tibia ...
Talus .........
Ca!caneus .....
MlC.
.........
........
M lL
Phal. 1
.. ... ..
Phal. Il .. ... .
Phal. III
1
2
1
2
2
3
1
1
2
1
S 2
1
1
2
1
1
3
1
6
2
12
1
1
2
3
2
12
.....
Total .... . ...
1
S
1
2
1
,
1
2
3
1
,
3
3
2
,
1
2
1
3
3 1
3
1 12 6
2
1
2
S
3. CAPRA HIR CUS
Capa
J -,
9
J -S
l ' 16 S
Humeros ......
Radius . .......
11 12 16 18 20
1
2
G.N.
F-2
6 1 1 s.p.
1
.........
.........
Phal. 1 .... . .. .
Phal. 11 .. .... .
1
3
1
1
Mtc .
1
1
1
3
Mll.
Phal. III
2
1
1
1
1
1
1
1
......
TOlal .. , ...... 1
1
1
1
1
1
1
1
1
2
1
3
1
1
1
1
1
1
7
2
2
S
1
Total
s.p.
1
Talus .........
Pelvis ... . . . . .
7
F
2
2
1
1
1
2
23
3
1
1
28
12
1
Láminas XIX, XX A; Y XXl A, e y D.
SECTOR
Total
s.p. 5 s.p.
3
1
1
7
1
3
2
13
3
1
32
Láminas XX B ; Y XXI B Y E .
Hay que llamar la atención sobre el material correspondiente a
las excavaciones antiguas en el sentido de que se trata de un material
seleccionado que DO representa plenamente al conjunto de Cava de
rOro
80
[page-n-205]
,O>
COVA DE L 'OR
e -La
edad y la selección de los animales
La edad ha sido determinada por los dientes, estudiando los momentos de erupción y desgaste de los mismos, lo que nos ha permitido
confeccionar la tabla 1 donde se ofrece la distribución de las edades
de cada individuo por sectores y capas. La suma por grupos de las
edades de los individuos y los porcentajes de cada grupo por sectores
es el. siguiente:
J-4
DeOa5meses ......
De6a12meses ... ..
De 12 a 17 meses ....
De 18 a 26 meses ....
Aultos ........ .....
Viejos .............
Totales .........
13
7
3
5
9
1
34 %
18 %
7'8%
13 %
23 %
2'6%
38 100 %
J-5
12
6
14
14
11
1
20 '6%
10'3%
24'1%
24'1%
18 %
1' 7%
58 100 %
1955-58
8
11
11
8
13
8
13'5%
18'6%
18' 6%
13'5%
22 %
13 '5%
59 100 %
Los porcentajes de los grupos de edad de las excavaciones antiguas no corresponden exactamente con los de los sectores J-4 y J -5,
en particular los porcentajes de adultos y viejos, lo que hay que atribuir a la selección de gran parte del material. de ah! que no sea representativo y haya que tomarlo con precaución.
Es interesante observar que el grupo de los O a 5 meses alcanza
una importancia marcada, ya que su porcentaje se sitúa en un 34 por
ciento en el cuadro J -4 y en un 20' 6 por ciento en el J -5; más adelante
analizaremos su distribución por capas y su posible significado.
Considerando globalmente los grupos de edad en jos, uno joven y
el otro adulto, el primero representarla el 74'4 por ciento del total de
individuos en el cuadro J -4, y el 79 por ciento en el J-5. La selección,
como podemos observar a través de estos porcentajes, es muy elevada , y su fInalidad gira en torno a la obtención de carne; la producción
de leche y lana da la impresión de tener una importancia secundaria,
ya que sólo e125 por ciento de individuos del cuadro J -4 y el 19'7 por
ciento del J-5 son adultos. Aunque , por otro lado, esta proporción de
adultos puede ser suficiente para cubrir las necesidades de la comunidad (pensando en la relación número de cabezas de ganado-número
de habitantes, con una importancia numérica considerable del primero sobre el segundo), tanto para la producción de leche como de lana,
no viéndose el hombre, por consiguiente, en la necesidad de alterar
dichas cifras.
[page-n-206]
TABLA 1. Grupo de edad y número m(nimo de individuos por capa y sector de la cabra/oveja
SECTOR
Capas
I
l.-De O a 5 meses ..........
2.- De 6 a 11 meses ..... __ ..
J .-De 12 a 17 meses ........
4.- De 18 a 26 meses ..... . ..
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6.-Viejos .................
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4.-De 18 a 26 meses .. . ...... • . .. . .. . . ..
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(. ) Los grupos de edad se han contabilizado con los dientes, y en las capas donde no los hay aparecen en blanco anotándose sOlo el número minimo de individuol en el total.
[page-n-207]
CaVA DE L 'OR
2.3
Analizando la distribución de los grupos de edades por capas, podemos observar un hecho muy interesante : en las capas primeras los
dos primeros grupos (de O a 11 meses) son muy abundantes, y a medida que vamos recorriendo las capas en profundidad estos grupos van
perdiendo su presencia hasta prácticamente desaparecer, mientras
que los grupos 3 y 4 (de 12 a 26 meses) son predominantes en estos
momentos , La interpretación posible (y que hay que corroborar en ulteriores excavaciones) es que la selección de animales en los niveles
medios e inferiores (capas lO ala 18 del cuadro J -4y 12 a123 delJ-5)
se efectúa con la fmalidad de alcanzar el máximo rendimiento en carne con el menor tiempo posible. Por el contrario, en los niveles superiores gran parte de los animales no llegan a alcanzar su máximo rendimiento, ya que son matados muy jóvenes. La hipótesis que surge
desde el punto de vista económico es sugestiva: la selección no es un
proceso estático, por el contrario es un fenómeno dinámico que va
evolucionando a tenor de las necesidades vitales de las comunidades
con la fmalidad de producir mayores rendimientos , y en este sentido
hemos de interpretar la gran abundancia de animales muy jóvenes.
La producción ganadera va aumentando paulatinamente desde los niveles medios , estando en condiciones en los superiores de cubrir no
sólo las necesidades comunales, sino también de obtener un excedente potencial plasmado precisamente en la producción de animales que
no alcanzan su máximo rendimiento al ser matados muy jóvenes. Por
tanto, la abundancia de este grupo de animales es el exponente de un
aumento en la producción y rendimientos ganaderos.
D. La determinación sexual
Es muy importante separar sexualmente los huesos para poder tener una idea más completa de la selección. Los criterios para poder
efectuar dichas diferencias se realizan básicamente por el tamaño
comparativo de los restos pertenecientes al mismo yacimiento (los
restos de otras épocas, como luego veremos, sufren variaciones en el
tamaño, de ahí que lo que en un yacimiento es un macho, en otro puede ser una hembra).
Desgraciadamente, nuestros restos no son muy abundantes para
poderlos comparar entre si, y solamente con las falanges y astrágalos,
como material más abundante , hemos podido confeccionar las gráficas que nos muestran el dimorfismo sexual. En estas gráficas las proporciones entre macho y hembra aparecen bastante equilibradas, por
lo que a nivel selectivo no se pueden sacar conclusiones.
[page-n-208]
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x . Fal. truera
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del a.trAga1o de Ovi.s; . _ Cava de l' Or, lit _ Argi ..a Magula
[page-n-210]
2"
M. PEREZ
Por otro lado, la pelvis permite morfo16gicamente la separación
sexual de sus restos , y por la osificación podemos señalar su edad. Pero solamente hay seis restos de pelvis de oveja que pueden ser separados: tres son de hembra y tres de macho, manteniendo las proporciones que hemos visto para las falanges y astrágalos. Lo interesante es
señalar que los tres machos son jóvenes, y las hembras son dos adultas y una joven. Lógicamente son pocos restos para poder sacar conclusiones generales, pero como elemento indicativo son válidos: los
machos son destinados (en su mayoría) para obtener carne, mientras
que las hembras son destinadas a la producción de leche, además de
su función reproductora. De la cabra poco se puede decir, ya que s610
hay una pelvis que pertenece a un macho.
E. El tamaño de las ovejas
El estudio del tamaño de los animales es muy importante para poder detectar las relaciones hombre-animal, y, en deflnitiva, seguir el
proceso de la selección.
Para poder observar las diferencias de tamaño de los huesos, hemos comparado las medidas de los restos de Cava de rOr con las de
yacimientos peninsulares estudiados por A. van den Driesch y J.
Boessneck (1969 , Cabezo Redondo), H.-P. Uerpmann (1970, S'Illot),
A.v.d. Driesch y J . Boessneck 0976, Zambujal) y H. Dieter Lauk
(1976, Monachil y Purullenal. Asimismo, las hemos comparado también con yacimientos del Mediterráneo Oriental, que ya indicaremos
más adelante.
A través de estos gráflcos podemos observar muy c1aramente cómo los huesos de la oveja sufren una disminución de tamaño 'desde el
NeoHtico (Cava de rOr ), pasando por el Eneolitico (Zambujal, de este
yacimiento sólo hemos incluido los niveles eneoliticos) y llegando al
Bronce flnal (Cabezo Redondo, Purullena, Monachil, S'Il1ot; en este
último la etapa cultural es muy amplia, va desde el Bronce hasta época romana).
Esta diferencia no es tan ostensible entre el Neolítico y el Eneolitica, pero los valores de Cava de rOr siempre van por encima de los de
Zambujal. Por otro lado, existe una diferencia muy marcada entre Cava de rOr y los demAs yacimientos pertenecientes a la Edad del Bronce.
Esta progresiva disminución del tamaño de los huesos está relacionada con el proceso de selección de los animales por parte del
hombre. M. N. Y H. R. Jarman (1968) señalan que en el yacimiento de
Knossos la selección que alll se efectuó dio lugar a una progresiva dis-
[page-n-211]
COVA DE L'OR
207
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d _ Zambujal (eneoUtico fmall, e _ Cova de l'Or, r _ Argiua Magula
[page-n-213]
209
COVA DE L'OR
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[page-n-214]
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[page-n-215]
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[page-n-216]
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finall . e _ Monachil (argAricol, r .. Zambujal leneoUticol. 11 ..
Zambujal (eneolítico finall , h .. Cova de I'Or
minuci6n del tamaño de la oveja entre los niveles neolíticos sin cerámica y los neoHticos antiguos con cerámica. Esta práctica pudo ser inconsciente al seleccionarse para la producción de carne los animales
jóvenes (probablemente ma chos) de mayor tamaño. lo que produjo
con el tiempo un cambio genético, o bien pudo ser consciente a l seleccionarse los animales pequeños para obtener una raza que pudiera resistir mej or las sequías. En defmitiva, la disminución del tamaño de la
oveja debe interpretarse como un indicio muy claro del aumento del
control sobre los animales a través de la selección para alcanzar unas
finalidades determinadas (leche, lana, razas resistentes, etc.).
Vamos a comparar ahora las medidas de Cava de I'Or con las de
los yacimientos del Mediterráneo Oriental y Próximo Oriente. Las medidas de l'Or con respecto a las de los niveles neolfticos sin cerámica
[page-n-217]
COVA DE L'OR
2 13
de Argissa Magula (Boessneck, 19621 van ligeramente por debajo
(gráficas m, IV, VI) o igualadas (gráfica Vill, o a veces las sobrepasan
(gráfica VI, aunque sin grandes diferencias. Así mismo, se encuentran
en esta rela ción las medidas de los restos de tres localidades del valle
de Kermanshah, en Irán (Bokonyi, 1977) : los de Sarab (6 .900 a. de C.I
y Siahbid (V milenio a. de C,I tienen unas medidas que entran en la
variación de las de Argissa Magula; sin embargo, las medidas de
Asiab (8.050-7 ,700 a , de C.I las sobrepasan ampliamente (corresponden a ovejas salvajes). (Ver gráficas III, VI, VII).
Por tanto, podemos observar que Cava de rOr se encuentra inmersa en el proceso de la domesticación de la oveja desde el Próximo
Oriente, como hemos podido comprobar a través de las medidas de
los huesos de los yacimientos anteriores, en las que se muestra una
progresiva, aunque leve, disminución del tamaño de los mismos desde
las localidades del valle de Kermanshah a Cava de rOr, pasando por
Argissa Magula.
Lógicamente, los yacimientos son pocos para establecer una conclusión estable, pero a nivel de orientación son válidos, en especial si
utilizamos otros datos que trataremos en el capítulo dedicado al proceso de la domesticación.
Por último, vamos a tratar la posibilidad de la existencia de muflón entre nuestros restos. H. P. Uerpmann (1979), en el poblado de
«Los Castillejos», ha estudiado un Metatarso del estrato III (transición
entre el Eneolltico y el Bronce inicial) cuyas medidas entran dentro de
la variación del muf1ón ; sin embargo, el autor piensa que el gran tamaño de alguna oveja puede entrar en el limite superior de su variación. En Cava de rOr hemos visto que , en general, el tamaño de los
huesos es mayor con respecto a los de varios yacimientos, pero hay
algunos que los sobrepasan ampliamente, como un Metacarpo y un
Metatarso (ver gráficas vm y IX; Y lé.mina XXA, núms. 1-41, cuyas medidas no estén muy alejadas de la de «Los Castillejos»; asimismo, hay una
serie de falanges 1 cuya longitud periférica esté. entIe 41 y 44 (ver tablas
de medidas) y que sobrepasan netamente a la de los otros yacimientos
(ver gráfica Xl , Por tanto , se confirma en nuestro yacimiento que estas medidas corresponden a la variación máxima de la oveja, y no se
trata de muflones.
[page-n-218]
M , PEREZ
F,-Tablas métricas de los huesos
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I 1'6
11 ' 3
13' 3
12'6
11 '3
13'3
".
G.F.
F
Capa
.
.'
T -R
11
35
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13 ', 12
.'. . •
'.
39' 1 41 ' 8
11 '7
12 ' \
38'3
11
e.N.
s.p.
, '6
s.p.
37' 1 36'2 36',
'"
12'4
, '5
11 ' 5
.', In
38'3
11 '6
36
. '1
39' 1
, '3
13'3
[page-n-221]
217
caVA DE L'OR
SECTOR
s,p,
Capa
s,p,
LM",
38
9',
10
13' 6
41 '3
11 '8
41 '2
AmO
A.
12'2
, '2
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SECTOR
Capa
,
1
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J-.
11.
12.
12b
LMpe
22 ' 1 22
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24'6
25'3
24
AmO
A.
7' 1
lO',
,'2
12'8
" 1
11 '8
7'4
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10' 1
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6' 6
, '6
SECTOR
s,p ,
Capa
s,p,
26
7' ,
11 "
1
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AmO
A.
7'7
7'4
11
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".
12"
2
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T
'
12
25
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J -.
Capa
,
LOe
23121 ' 5121 '5
2 ,- LA CABRA
Radio
SECTOR
,J-5
Capa
20
M
26',
Húmero
SECTOR
J-.
Capa
l'
A'
23'4
l'
16
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2"1
7' 3
10'8
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11'1
24'6
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2.
12
7' 6
11
13'5
'"
G,P,
l.
2"1
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'" ,',
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23 '5
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7'4
10
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13
13
1 1"
In
J-~
10
s,p,
10
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SECTOR
l'
F
LM",
10'8
3
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13
1
29' S 33 '4
' -6
'"
[page-n-222]
M. PEREZ
'"
Astrigalo
SECTOR
Capa
LM1
LMm
H
J4
F-2
F
s.p.
27'2
26
El
25'6
J4
A'
17
24' 1
13'4
17' 1
J.p.
2
1
24'4
22"
26'2
24'3
14 '3
30',
30'2
29'9
17' 1
29'9
16'2
24"
23'4
13' 3
lS',
20'3
20' 1
l'
M.
SECTOR
G.F.
Capa
s.p.
LM
98
AmO
A,
A'
22'6
25'2
l'
M. .
SECTOR
F
Capa
11
LM
AmO
A,
A'
111
12' 3
18' 1
22
Falanglll
SECTOR
J-'
J-'
Capa
,b
16
LM"
AmO
A,
39'7
38'6
10'9
33'3
,
35'4
11 '4
14'4
12'8
1 1. 1
11 ' 5
SECTOR
J-'
F
S .p .
Capa
10
6
s.p.
LM,.
24'6
22'4
,
23'5
11 '3
11 '9
'"
, '7
'" "
31'3
, '2
10'5
11 '9
I.p.
s .p.
6
2
Falange JI
A,
G.F.
F
S.p.
""7
12' 2
34'9
'"
11
[page-n-223]
CaVA DE L'OR
219
EL CERDO (Sus domesticusJ
El cerdo es la especie más abundante después de la oveja, situándose su porcentaje sobre el total de huesos del yacimiento en un
14'7%, .
La distribución de los restos por capas y sectores es la siguiente:
SECTOR
MaxilJa . , , .
Mandibula .
Dentes .. ... 4
......
Pelvis .....
UIn,
Talus ..... .
Metapodius 2
Phal. 1 .. ..
Phal. III
1
...
Totales .... 7
5
2
1
1
Totales
.....
1
Total
9. 10. lio
"
2
4
1
1', 1'. 14 15t) 1', 17, 7.
1
1
1
2
1
26
1
1
1
,
1
1
1
1
1
1
•,
1
,
4
1
,
1
2
1
1
1
1
1
1
1
1
1
2
2
2
2
4
4
4
5
7
1
1
•
1
,
1
1
1
1
1
1
2
1 1
1
1
1
,
1
1
1 1
11 11
1
1
1
1
1
1
1 1
1 2
1
4
1 5
1
,
,
1
2
1
1
r
1 1
1
1
1
1
1
1
,
1
11
1
1
1
1
1
1
,,, , , ,
4
4
4
2
2
13
1
1
4
,
1
-1
1
1
1
1
1
49
Total
1
,
1
9 10 1314 15 l' 1 7 18 192 021 23 T -R
,,
2
4
9
2
1
CUadro J·5
..... ..
.....
•
5
1
1 2
Maxilla .....
Mandibula
Dentes . .....
Vertebrae ...
Scapula .....
Humerus.
Radius . .....
Ulna
Pelvis ......
Femur ..... .
Tibia ...... .
Ca\caneus ...
Otros Tarsalia
Metapodius
Phal. 1 ......
PhaJ. U
Phal. III ....
4
2
SECTOR
Capa
,
1
1 2A 2.
Capa
CUadro J-4
1
1 1
2
1
10
7
5
,
74
[page-n-224]
220
M. PI!REZ
F
SECTOR
Capa
s.p.
1
2
3
,
1
1
2
1
1
1
2
1
Maxilla . .........
Mandibula .......
Dentes ...........
Radius ...........
Tibia ...... . .....
Talus ............
Met.apodius ......
Pha!. 1 ...........
Pha!. 11 .........
Pha!. 1ll .........
Totales
F· 2 G.F.
1
•
4
5
' .p.
1
1
2
1
,
Total
s.p.
5
4
1
1
1
1
4
3
2
2
1
10
3
1
1
1
2
1
1
1
•
1
7
3
1
1
2
1
3
1
11
2
,
•
9
4
3
4
12
1
1
5
12
55
En la tabla 2 aparecen representadas las edades que corresponden al número mínimo de individuos. Los grupos de edad están confeccionados según los dientes, y en los niveles donde no los hay hemos
utilizado los huesos, indicándose con la letra j Uoven), sin que corresponda de un modo especifico a ningún grupo de edad aunque en el
cuadro aparezca en el grupo 4. Por capas no se pueden sacar conclusiones concretas, simplemente indicar que en los niveles inferiores, al
igual que en la cabra/oveja, los animales adultos y jóvenes son los únicos representados mientras que en los superiores y medios, los animales muy jóvenes tienen un peso relevante. El porcentaj e de animales
jóvenes, constituido por los cuatro primeros grupos, se sitúa en un
73'9% tanto en el J -4 como en el J·5 , y en un 60' 8% en las excavaciones antiguas ; el material de estas últimas , como ya hemos observado en la cabra/oveja, es seleccionado, yeso explica que el porcentaje
de animales jóvenes sea inferior a los de los otros sectores.
Respecto al tamaño de los cerdos no se puede precisar con certeza
por la escasez de restos que han podido ser medidos. En la gráfica XI ,
trazada con el astrágalo como material más abundante, podemos ob·
servar que los valores de Cava de I'Dr y Zambujal son superiores a los
de la Edad del Bronce, pero hemos de considerar este dato como indi cativo hasta que se pueda comprobar con sucesivas excavaciones.
[page-n-225]
TABLA 2. Grupos de edad y número minimo de individuos por capa y sector del cerdo
CUadroJ·4
SECTOR
Capas
2'
l.-De O a 6 meses ........ .. ..... ..... . I
2.-De 7 a 12 meses ...... .. . . ..... .. . . I
3.-De 13 a 18 meses ..... . ... . ....... .
4.-De 19 a 24 neses ......... ... ..... .
5.-Más de 24 meses .............. . . .
Total por capas y sector ............. .
2B
I
I
I
•
3
I
5
B
I
9b 10b 11' 12, 13. 1" l. ISb 16, 17, 17b
I
I
j
I
2
3
I
I
I
I
2
j
j
j
I
I
j
I
I
I
I
I
j
j
I
I
I
I
2
I
I
I
I
16
17
lB
19
20
21
CUadroJ·5
SECTOR
Capas
2
I
l.- De O a 6 meses . - ........ ..
2.-De 7 a 12 meses ...........
3.- De 13a l ameses . . ........
4.-De 19 a 24 meses ..........
5.- MA.sde 24 meses ..........
j
I
Total por capas y sector ......
2
•
3
I
7
5
9
B
10
13
2
I
I
S.p. I
..........
•
2
I
I
I
I
7
I
2
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
C.F.
B 10 s.p. I
s.p.
I
I
2
j
j
I
I
F-2
3 6
I
I
I
I
I
•
23 T-R
I
I
3
l.-De O a 6 meses ...... . ..... . .. 2
2.- De 7 a 12 meses ....... . . ....
3.-De 13 a 18 meses .............
4.- De 19 a 24 meses ............. I
S.-Más de 24 meses ... .......... I
15
I
F
Capa
l.
I
I
SECTOR
Total por capas y sector
I
I
2
j
I
I
I
j
I
3
3
I
2
I
I
I
I
I
I
I
I
2
2 2
I
j
I
N
N
[page-n-226]
'"
M. PEREZ
48
LMI
6
11
1
.1
39
38
.
.. .
.
·
·
·
•
•
•
•
•
37
36
35
34
a
b
e
d
e
Gráfica Xl. A. trágalo de cerdo . • _ S'Wot, b _ Cabe.o Redondo, e _ Monacbil,
d _ ZambujaJ, ti _ CoYa de l'Or
[page-n-227]
COVA DE L'OR
Tablas de medidas
SECTOR
Capa
L
J-'
1
35' 2
HUmero
SECTOR
J
-'
Capa
19
Ad
38' S
Tibia
J-'
SECTOR
Capa
Ad
F
2
29' 1
13
I
32'4
J-.
-
1 2S'8
2
28' S
30' ,
Astrégalo
SECTOR
Capa
,
LMI
LMm
4 1' 9
El
22 ' 2
Mtt. m
SECTOR
F
Capa
10
LM
30
F
G,P,
17
s.p,
2
lO
s.p,
38' 2
35' 1
40'8
3"2
22'2
35'8
32' 7
39' 5
35'4
39' 3
20
20
43
[page-n-228]
,,.
M. PEREZ
Falange J
SECTOR
J -4
G.F.
F
Capa
13
s.p.
10
s.p.
LMpe
35'2
37'4
13',
40'3
13'9
37'2
AmO
Ap
12
16' 5
16',
15' 3
14' 3
17'8
Falange 11
SECTOR
J-'
F
l'
Capa
2
4
LMpe
24
26
26
AmO
Ap
12'8
16'3
15'6
13"
16' 5
18'J
16
s.p.
25' 4
11
23' 5
27'4
13
16
13' 2
14
3
16' 2
EL BUEY fBos taurus)
Los restos de buey son escasos, tan sólo 24, pero algunos de ellos
son muy problemáticos respecto a su domesticación. En la gráfica XII
aparecen representadas las fa langes 1 de y~cimientos del Bronce y del
Eneolfticojunto a las de Cava de rOr y los' ~veles sin cerámica de Argissa Magula. Al tratar la oveja, observábamos como los valores métricos de los huesos de rOr estaban relacionaoos con los niveles acerámicos de Argissa Magula, los niveles inferiores de Knossos y las localidades de Sarab y Siahbid del valle de Kermanshab; por el contrario, disminuían paulatinamente hasta la Edad del Bronce. ¿Podemos
decir que algo semej ante ocurre con los hues~s de Bos?
Los valores métricos de la falange 1 (Lámina XXII) se encuentran
entre los extremos máximos del buey de Zambujal y los mínimos del
uro del mismo yacimiento. Dentro de esta misma variabilidad se encuentran las dos falanges de los niveles sin cerámica de Argissa Magula. Por tanto, los restos de l'Or pueden corresponder a restos domesticados de mayor tamaño que los de Zambujal y semejantes a los
de Argissa Magula.
Respecto a la edad, hay un M 2 recién salido que puede tener entre
15 y 18 meses, y dos falanges 1 sin la epífisis proximal fusionada.
La distribución de los restos por capas y sectores es la siguiente:
[page-n-229]
COVA DE L'O R
J -,
SECTOR
I
Capa
2B
Dientes .. . . _.
I
Radio
Falange 1 .. .. Falange 11 . .. .
Falange III ....
I
I
........
Totales
.... .. .
9.
'"
I
11
I
,
I
2
2
I
16
2
I
2
I
SECTOR
I
s.p.
Capa
s.p.
LMpe
64'7
63
Ap
Ad
AmD
34
34
33 '8
27
30
32'4
Falange n
SECTOR
' -1
' -2
Capa
s.p.
5
LMpe
44 '4
29'3
24
36'2
24'8
2 1'4
22'9
20
Falange m
Capa
s.p.
I
I
s.p.
2
s .p.
I
5
I
I
J-,
16
LDS
71'8
Ldo
56
62'2
33' 4
32' 2
29'7
I
2
2
3
,
I
I
I
Total
14
I
6
2
I
I
Fa lange [
SECTOR
s.p. S.p.
I
G.N .
' -2
I
I
I
Tablas de medidas
A,
Ad
AmD
, '-1
J-5
I
I
,
I
24
[page-n-230]
Ap
44
42
t
A
40
38
G
a
"
36
G
a a
34
~Ji<
JI(
Ji<
a
32
•
30
JI(
a
.,~
."
a
<-
28
• ",,'1
<-
26
• '1-"
24
<-
22
x
"
20
•
LMpe
40 42 44 46 48
50 52 54 56
58 60 62 64 66
68
70
72
74
76
Gráfica XD. Representación gráfit:a da la Falo,. 1 de Bos . • _ s ' mot; x '" Cabe%o Redondo; • _ Zambujal (Bos taurus),
G _ Zambujal (Bos primigenius}, .&. _ ATgiua Magula;'" _ Cova de )'Or
78
[page-n-231]
COYA DE L'oa
EL PERRO (Canis ¡ami/iaris)
'"
Los restos de perro son 10, cuya distribución es la siguiente :
- Mandlbula {F-2, s.p.l.
,- Un canino, un p4 (J-4, capa 2A), fragmento de maxilar con p2 y
alveolo del p 3 (J-4, capa 2A), y un incisivo (J-4, capa 3),
- Húmero : una parte proximal (J-4, capa 2A), y dos partes distales, jóvenes (J-4 , capa 15 ; J-5 , capa 1).
- Una parte distal de tibia (J-4, capa 1).
Las medidas de estos restos son:
Mandibula :
Long, alveolar. Pl-P4 _ 3'.
Long. alv. M1 _ 19.
Long. M1 _ 20.
B6mero :
Anch. prx. _ 1"6.
Tibia:
Anch. distal _ 16.
EL CABALLO (EqullS caballusJ
Tan sólo hay tres restos pertenecientes a esta especie : un P 3-4(J-5,
capa 4) que está. sin erosionar y que puede tener una edad de dos años
y medio. una epifisis distal de radio sin fusionar y una falange 1 (superficial). Las medidas de la falange son:
LM '8' 4
Ap 49' ,
Ad 41
AmD 30'3
EL URO (Bos primigenius)
Hay pocos restos de uro :
- Incisivo IF. capa 4).
- M, {J-5, capa 21.
- P' {s.p.l.
-M'(F, capa lll.
- Tres Falanges 1 (F, capa 10; s.p.).
- Falange II (F- l, s.p.l.
Las medidas de las falanges son:
[page-n-232]
M. PEREZ
228
Falange n
Falange l
SECTOR
F
s.p.
SECTOR
F-I
Capa
10
s.p.
Capa
s.p.
LM ..
67' 2
32 ' 9
66' S
34' 1
LM..
"
33' S
26' 8
47' S
33' 9
28' 1
27' 9
Ap
Ad
AmD
26' ,
Ap
Ad
AmO
Hemos visto al hablar del buey la problemática que se presentaba
para estudiar la posible domesticación de algunos restos. Las medidas
de estas dos falanges están también representadas en la gráfica XII, y
corresponden a los valores del uro de Zambujal, aunque también están dentro de la variabilidad del buey de Argissa Magula. En posteriores excavaciones tal vez pueda haber mayor luz a este respecto.
LA CABRA MONTES (Capra pyrenaicaJ
Los restos de la cabra son escasos: 18 restos, que supone un 1'5%
sobre el total de restos. Su distribución por capas y sectores es:
J -4
SECTOR
Capa
I
Cuerno ........•...........
Dentes ......... ...........
Femur .....................
Tibia ........................
Talus ..........
Mtc .........................
Phal. l ............. .... .. ..
Phal. n ........
Totales ....................
F
J -'
2A
2
3
10
S.p.
•
s.p.
Total
4
4
4
4
I
I
I
I
I
I
I
I
I
6
2
2
I
I
2
2
2
2
I
4
I
I
2
lB
Las medidas de algunos restos son las siguientes:
Tibia
SECTOR
s.p.
Capa
s.p.
Ad
JI
[page-n-233]
229
COVA DE L·OP.
Falange 11
Talu.
SECTOR
s.p.
•
SECTOR
J -'
J -5
Capa
• .p.
6
Capa
2A
2
L MI
LMm
3" S
35'3
33'6
26' 1
13
El
20
L M. .
Ap
AmD
2,' 4
13',
10' 4
35
9' S
Ad
EL CIERVO (Cervus elaphusJ
El ciervo ha proporcionado 7 1 restos que supone un 5'9%del total
de restos, La distribución por capas y sectores es la siguiente :
SECTOR
CUadro J·4
2.
Capa
Cuemo ............
Dentes .............
Mandibula .......
Venebrae ........
Femur .............
Tibia ..... ...........
Talus ...............
Mtc .................
Mll. ................ .
PhaL 1 .............
PbaL U ............
PlIaJ. 1II .. ........
Tota les ............
•
5
1
1
,.
1
7
10
Cuadro J· S
1
11
1
1
2
1
15
19
T
-'
1
1
7
,.
1
1
1
,.
1
2
1
1
•
2
17. I7b 19
1
2
1
2
1
1
1
6
2
2
2
36
3
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
2
1
1
1
1
5
2
2
2
2
•
SECTOR
Capa
Cuerno ...
3
1
s.p.
1
........
2
3
1
2
3
•
5
7
10
Totales ............
1
s.p. s. p.
2
1
G. F. s. p.
' ,2
' -1
5
•
1
1
1
1
1
1
1
2
1
1
3
2
1
1
1
1
1
1
•
6
•
1
1
1
1
2
1
,
Total
1
1
1
15
1
1
1
1
1
1
s.p. s. p.
1
MaxJlla .. .. .. .....
Mandibula .. .....
Dentes .............
Scapula ...........
Talus ...............
Mtp. -- ............
Pbal. 1 .............
Phal. U ............
Pbal. I1I .......... ..
1
3
2
3
1
1
7
3
2
2
1
6
1
2
Total
3
35
[page-n-234]
23'
M. PEREZ
Tablas de medidas
E.c6pula
SECTOR
F6mur
SECTpR
F
Capa
I.p.
Capa
LMP
57' 5
Ad
A.tráS·lo
SECTO
J -4
F
F-2
Capa
7
1
s.p.
LM!
LMm
El
52' 3
48' 7
32' 3
49'4
44' 6
Ad
29 "
26',
30
SECTOR
F
G.F.
s.p.
Capa
7
s.p.
I.p.
LM..
50
47' 6
16' 8
54
19' 2
52' 2
AmO
17 ' 6
14"
13
14' 6
14' 2
26'8
49' 1
46' 2
26 "
32 '4
30' 4
48
46' 1
Paluge 1
A.
Falange 11
SECTOR
F
F-2
Capa
10
s.p.
LMpe
34'2
17'2
20' 5
13
16' 3
A.
AmO
41
Palange m
J-,
SECTOR
Capa
1
T -R
LDB
44' 1
41 "
18'8
J-,
l'
48' 6
[page-n-235]
COVA DE L'OR
'"
BL CORZO (Capreolus capreolus)
El corzo ha proporcionado 73 restos, que supone un 6 por ciento
del total (Lámina XXIII). La distribución por capas y sectores es la siguiente:
CUadroJ- 4
SECTOR
CUadro J · S
Total
Capa
2A
2'
2
3
I
4
I
3
6b 17b
5
..
Mandibula
Dentes ......
Humerus ....
RadJus ......
CarpaUa
Femur ......
Talua . ......
Calcaneua ...
Os. Tarsalia
Mtc. .......
MU. .......
Mtp. .......
PhaLI ......
PbaJ. U .....
Pbal. m
....
....
TotaJes
.....
3
2
4
5
7
11
13
,
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
2
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
2
2
9
I
5
3
I
I
I
I
I
I
I
,
I
I
4
2
I
•
3
2
I
I
I
I
3
I
6
I
I
I
.
SECTOR
s.p.
MaxiUa ........
Mandibula .. . ..
Dentes ...... .. .
Pelvis .........
Talus ..........
Mtc. ..........
Pbal. 1 ...... .
PbaJ. U ........
Pbal. m .......
Totales
........
2
I
I
4
,
I
I
II
IUp.
s.p.
I
3
I
I
I
I
I
3
I
2
I
2
10
4
9
I
I
I
3
2
3
13
I
I
I
I
a.p .
Total
6
I
I
7
I
2
G.F.
I
F
Capa
4
3
3
4
2
I
I
6
34
J9
[page-n-236]
'"
M. PEREZ
Tablas de medidas
Radio
HUmllro
SEcrOR
Capa
Ad
Al
Calc'ceo
SECTOR
J -'
SECTOR
•
Capa
2A
Capa
2.
Ap
F
J-.
,
J -5
•
2
27'9
24'3
27'6
24'1
23'8
J -5
•
LM
60'2
Al tr Aga10
SECTOR
J-.
Capa
2B
•
LMI
LMm
27'3
26'9
17'3
15'9
29'8
El
Ad
5
27'9
26'6
16'2
18'5
28'2
16 ',
18'9
29
2.
16 '5
19'2
Falange 1
SECTOR
Capa
LM"
Ap
AmD
J -.
2A
38'5
13'3
9' 1
.
7
38'8
12' 1
38'2
12'3
s.p.
.'. .'.
32'2
JI '7
. '1
I
39
13'5
9'2
Falange U
36'S
12'7
9' 2
s.p.
5
'0
13'4
9' 5
34'9
JI '7
, '3
39'4
11 '5
".
J7
12 ' ,
, '9
Falange 111
SECTOR
J -.
Capa
LMpe
Ap
AmD
s.p.
F
J -5
J -5
5
2A
27'4
18'S
22'2
9' 1
7',
JO
27'6
12'3
, '5
•
2 1'8
10' 1
7' 9
SECTOR.
F
Capa
2
LOB
24'2
Además de este material hay que añadir dos fragmentos distales
de metacarpos recogidos y publicados por 1. Sarrión (1979).
[page-n-237]
'"
COVA DE L'OR
EL J AB ALI (SUs
scrophaJ
Los restos de jabalí son muy escasos, tan s610 8, que se reparten
de la fo rma siguiente :
SECTOR
J-,
Capa
2A
2
1
1
1
Mandibula ....
Dentes ........
Radio ........
Calcaneus .....
Mtp. .........
Pha!. III .... ..
Totales
J-,
3
,
Total
1
1
2
1
1
1
2
1
1
1
,
.......
1
2
1
,
1
Las medidas son:
Falange ro
Ca1cáneo
J-,
SE CTO R
Capa
LM
SECTO R
2
3
41 ' 1
41 ' 8
J-'
J-,
2
Ca pa
,
8 7' 3
LMB
33' 7
Cape
LM
SECTOR
EL GATO MONTES (Felis silvestris)
De esta especie solamente hay un resto : UDa fa lange 1 del cuadro
J · 5, capa 1, cuyas medidas son :
LM 19' 8
Ap 6' 3
AmD 4' 2
EL LINCE (Felis lynx pardina)
Hay cuatro restos de lince, un fragmento de escápula (J·4, capa
3), un fragmento de P4 (J·4, capa 4) y dos falanges 1 (J· 5, capa 13, y
Superficial), Las medidas son :
Falange J
SECTOR
s,p.
J-'
Ca pa
•.p.
13
LM
24' 9
2 1'9
Ap
AmD
"1 '"
,', ,',
[page-n-238]
M. PEREZ
EL CONEJO (Oryctolagus cuniculus)
El total de restos de conejo es de 124 , que representa un 10'2 por
ciento del total del yacimiento.
CuadroJ-4
SECTOR
Capa
1
2.
2B
3
6b · 7.
7b
•
1
Maxilla .......
Mandibu la
Vertebrae .....
Scapula .......
Humeros ..... .
Radius . .......
....
1
1
1
1
1
1
2
1
2
1
1
1
UIn. .........
........
.........
...... ...
.........
.........
Total
9b 10. 11. 12. 12b 15b 16b 17. 17b
Pelvis
Femur ....... .
Tibia
Talus
Calcaneus .....
MIc.
Mtt.
1
Totales .......
2
2
.
1
7
1
1
1
1
1
1
3
2
6
1
2
1
1
1
1
1
1
1
•,
2
3
,
2
1
1
1
2
3
1
1
3
2
2
2
1
,
2
1
3
1
1
2
1
3
1
2
2
1
,
9
45
[page-n-239]
Capa
1
Maxilla .......
Mandibula .. ..
1
Vertebrae . ....
2
3
4
2
1
.......
6
7
1
2
1
9
11
13
14
15
16
1
17
16
1
19
20
21
22
1
5
1
1
3
8
1
3
10
7
10
6
6
6
7
11
10
5
79
1
2
2
1
1
1
3
2
2
1
2
1
1
1
1
1
1
1
3
1
1
1
2
1
1
5
6
6
1
1
1
6
2
1
1
1
1
1
1
2
1
1
2
4
1
1
2
2
4
2
2
1
1
1
3
1
3
1
1
2
1
1
2
Total
23 T-R s.p.
1
Femur . . . .... .
Tibia ... ......
Calcaneus .....
Mtt. .........
5
10
1
Scapula ....... 1
Humeros .. . . .. 1
Radius .. ..... .
Ulna .... .... . 1
Pelvis .... . .. .
Totales
G.F.
CUadroJ-5
SECTOR
4
[page-n-240]
M . PHAn
'"
Tablas de medidas
Mandlbula
Maxilar
J-.
SECTOR
J-.
SECTOR
Capa
7.
Capa
,
uM
13'8
uM
14'6
Xldpula
SECTOR
J-5
Capa
1
LMP
, '3
23
"1
I '"
Húmero
SECTOR
J-4
Capa
A.
Ad
'A
'"
SECTOR
Capa
A.
Ad
1
, '7
6
10
"1
, 'S
2B
12'2
". '"
J -5
,
•
,
7
, '3
'"
11
, '7
11
13
"1
,
, '3
R"
15
'"
Húmero
CelTo de la Vir8en
C. de I'Or
Cova Negra
n
Ad
variación
x
n
variación
x
n
variación
x
13
8'}-9
".
325
7'3-9'6
"S
'al
8 · 10' 5
"1
Radio
SECTOR
Capa
,
J-4
l'
17
S''
S"
6
J -5
LM
A.
Ad
•
59
5' ,
6
22
5' 6
T -R
57
5' 6
5' 6
6
[page-n-241]
237
COVA DE L'OR
Radio
Cova Negra
Cerro de la Virgen
n
Ap
Ad
variación
217
SO
5-S'7
5- S'7
x
n
S',
x
55
36
6
variación
S'l -7'l
6' 2
6' 2
5'3-7
UIn,
SECTOR
J -.
Capa
LM
9
,
I
12
J ,S
,'S
,
7'2
6',
67 '9
'"
'" ,',
EmO
"2
,',
"S
EPA
'"
1'4
UIn,
Cova Negra
Cerro de la Virgen
n
EPA
variación
x
n
variación
x
160
6-7'8
7
61
S-8' 5
7'2
Pelvil
SECTOR
J-.
Capa
2.
16
17
T
-'
LA
, '7
7' ,
'"
'"
J -S
Fémur
SECTOR
Capa
Ap
Ad
J-S
J -'
7
•
17
S
14'5
17 '8
12'8
12'8
13'5
-
Ti bia
SECTOR
Cepa
Ap
Ad
J -S
J -'
1
2.
15
10' 1
10'3
T
-.
2
10'8
T
-'
17
16' 2
11 '2
11 ' 3
7'S
'"
[page-n-242]
23.
M. PI!:IUZ
Tibia
Cova Negra
Cerro de la Virgen
variación
"
x
9' 9- 12 ' 5
11
x
10- 13' 6
"
542
.d
variaci6n
11 ' 7
277
Calcin eo
J o5
J.4
SECTOR
LM
2'
12
16
4
7
13
2 1' 3
Capa
21
21 '7
22' 6
21 ' 2
22' 4
Calcineo
Cova Negra .
Cerro de la Virgen
"
x
66
LM
variación
20 '5- 24'7
22
"
x
variación
24
145 20' 9-26' 8
Mtt.
Jo
4
SECTOR
Capa
II
III
IV
V
LM
LM
LM
LM
2'
3
36' 7
n
LM
III LM
IV LM
V LM
17
34 ' }
32 ' 7
29
27' 6
27 ' 1
J-5
SECTOR
Capa
15
11
1
2
7
l'
ToR
34
28' 8
36' 6
34
34
35' 6
33' 6
32 ' 7
34 ' 1
Hemos comparado los restos de Cava de l' Or con los de Cerro de la
Virgen (A .v.d. Driesch y J . Boessneck, 1970) y Cava Negra (M. Pérez,
1977). Los resultados indican que las medidas estAn muy relacionadas con el yacimiento de Cerro de la Virgen, mientras que son inferio-
[page-n-243]
COVA DE L'OR
'"
res a las de Cava Negra, 10 que viene a confirmar la reducción del tamaño del conejo desde la época wurmiense ala holocena, como ya indicábamos en nuestro trabajo de Cava Negra ,
LA LIEBRE (Lepus eapensis)
Solamente hay tres restos de liebre, una parte distal de tibia (J-5,
capa 19r, un metapodio (J-4 , capa 3) y un fragmento de calcáneo (J-5,
capa 1). Sólo se ha podido medir la parte distal de la tibia, cuya anchura es de 13 'S.
LOS PEQUERos ROEDORES
A,-Pitymys el. duodecimeostatus
La determinacion de dos mandíbulas al género Pitymys ha sido
fácil porque el M I presenta una amplia comunicación entre el triángulo 4 .0 y 5 ,0, sin embargo, la determinación especifica es más dificil por
la amplia variedad existente. Por las medidas es posible que corresponda a la especie p , duodecimcostatus ya que encajan bien con las
existentes en el castro de Zambujal :
L'Or
Long , molar alveolar = (6'2)
6, 16'4)
Zambujal
2'96, 2 '96 , 2' 96, 3
L'Or
Long , MI =
Zambujal
3, 3 ' 1
B.-Apodemus el, sylvaticus
Las dos especies más probables por la extensión de su habitat son
A. sylvaticus y A. flavicollis. La pertenencia a una u otra depende
del tamaño de los huesos, Las medidas de la única mandfbula de C, de
l'Or (J-5, capa 20) comparadas con las de Zambujal son :
Long molar alveolar
L' Or
Zambujal
D
4'2
varia ción
z
16
4' 1· 4' 7
4 ' 41
[page-n-244]
,.o
M. PEP.EZ
La medida encaja bien con la variación de Zambujal, pero no se
puede descartar la pertenencia a la otra especie- pues' también entra
en su variación.
C.- Arvicola S.p .
Solamente existe un MI {J·4, capa 101. que por su longitud es muy
problemática la atribución especifica. A continuación proporcionamos su medida comparada con las proporcionadas por J . Altuna
(1972) y las existentes en Cava Negra :
J.AltunaI1972
Cova Negra
A . ferresfrU
L'Or
A. sapidu$
n
LMM-4' 3
110
n
3'4-4'4
variación
36
variación
3' 9-5
Podemos observar que el MI de I'Or entra en la variación de ambas especies.
WS OillROPTEROS
A.-Myotis myotis
Los restos pertenecientes a esta especie son :
SECTOR
G.N.
J -5
J-'
Capa
2. 2B
6
Mandlbula
Húmero
2
1
1
1
Total
2
2
1
6
7
1
10
1
1
1
1
1
1
Total
16 s.p.
4
1
1
6
1
10
Las únicas medidas que hemos podido lomar son:
Mandl bula
SECTOR
J -5
Capa
16
LSM
10'4
Idesde el
canino!
[page-n-245]
CQVA DE L'OR
",
Humllro
SECTOR
C.N.
Capa
s.p.
LM
32' 2
B.- Rhinolophus euryale
Solamente existe un húmero (J-4, capa 3-5) cuya longitud máxima es de 27' 1, que la excluye de la especie R. ferrumequinum .
C.-Miniopterus schreibersi
A esta especie pertenece un fragmento de húmero (J-4, capa 3).
EL MEDIO AMBIENTE
En una econornfa pastoril es más dificil poder estudiar el medio
ambiente a través de la interpretación de las especies, ya que muchas
de ellas están domesticadas , Sin embargo, existen a través de las especies salvajes una serie de datos que pueden sernas útiles para darnos una cierta idea del medio ambiente. Por una parte se encuentra el
ciervo, que normalmente es una especie de bosque, aunque presenta
unas condiciones de adaptación bastante amplias ; el corzo es un indicativo mejor de un ambiente boscoso, y su importancia por el número
de restos viene a indicarnos que la cobertura forestal debía de ser amplia. De los pequeños mamíferos, el A. sylvaticus viene a confIrmar
esta situación ambiental, junto a la ausencia de especies claramente
esteparias, a pesar de que el p, duodecimcostatus sea propio de unas
situaciones mediterráneas (J. Chaline, 1970, 1975, 1977),
A medida que los estudios de fauna han ido avanzando, la panorámica general y cronológica del medio ambiente nos va dando una idea
un poco aproximada de su situación. De la existencia de corzo para
épocas postglaciares en yacimientos situados fuera del área septentrional de España poco se sabia, Ahora sabemos que se encuentra tanto en yacimientos neolíticos, como eneolfticos, Edad del Bronce e incluso en niveles ibéricos y romanos , Así pues, aparece en Verdelpino,
La Cueva, Las Hoces (Cuenca), Terrera Ventura (AlmelÍa), Los Castillejos, Cerro de la Encina, Cuesta del Negro (Granada), Cabezo Redondo , Cava de I'Or (Alicante), Cueva Cerdeña (Caste1l6nl. Covalta (Valencia), Toscanos (Málaga). Estos hallazgos, j unto a los pequeños
mamíferos de bosque que van igualmente apareciendo, han ido perfi-
[page-n-246]
24'
M. PEREZ
lando una evolución ambiental que nos va dejando constancia de los
pocos cambios climáticos que se produjeron desde el neolitico a época
ibérica. Evidentemente, el número de restos de corzo es mucho menor
que los existentes en los yacimientos del Norte, pero son una prueba
palpable de que dentro de un ambiente mediterráneo el área boscosa
ocupaba extensiones importantes entre ambas etapas culturales.
VALOR ECONQMlCO DE LAS ESPECIES
La cabra/oveja ocupa sin lugar a dudas el puesto más importante
en la explotación económica de las distintas especies, puesto que
abarca el 56'2% del número de restos y el 56% del número minimo de
individuos; si de este cómputo excluimos las especies pequeñas (cone jo y liebre) y las que no forman parte de la dieta alimenticia, este porcentaje sube a un 65'4%. Por especies, la oveja ocupa el primer lugar,
alcanzando el porcentaje más elevado tanto por número de restos , un
18' 5%, como por número minimo de individuos, un 18' 2%; el tanto
por cien sobre las especies económicas más rentables se sitúa en un
21 '9'16,
Sigue en importancia el cerdo, con un 14'4% sobre el número de
restos y un 15' 1% sobre el de número mínimo de individuos ; con re~
pecto a las especies más rentables, el porcentaje es de 17' 10ró. Su
crianza está relacionada más con una economia agricola que con una
ganadera.
El buey ocupa un porcentaje muy bajo, un 2%sobre el total de restos, un 3'3% sobre el número minimo de individuos y un 2'3% sobre
las especies mAs rentables. Lógicamente el peso en carne por individuo es mucho mayor que el de las anteriores especies, pero no constituye un indicativo de su mayor importancia económica desde el punto
de vista de una economía pastoril, ya que este lugar lo ocupa la oveja
como especie más abundante y especializada para la producción de
carne (aspecto que hemos analizado en el apartado correspondiente a
la ovejaJ. El lugar que ocupa el buey hay que estudiarlo más en fun ción de la explotación agricola , y a este respecto hay que señalar que
la producción agrícola ocupa un lugar relevante por la gran cantidad
de cereales que aparecen prácticamente en todos los niveles del yacimiento. El buey debe de estar en relación con esta explotación como
animal de carga, y en etapas culturales posteriores como animal de tiro del arado. Del total de 16 individuos de buey, 3 solamente sonjóvenes y el resto adultos, lo que viene a confirmar la especialización del
buey como animal de carga y no como productor de carne. Bajo este
tipo de econornla no es necesaria la existencia de un número elevado
[page-n-247]
COVA DE L'O R
2<3
de individuos, es suficiente un pequeño número de bu.eyes para que
puedan cumplir con la función asignada ,
Por tanto, la abundancia de la oveja, yen conjunto de la cabra/oveja, indican la existencia de una econom.fa pastoril bastante relevante (de su importancia y evolución se ha tratado en el apartado dedicado a la oveja). Por otro lado, la abundancia del cerdo, la escasez del
. buey y el gran número de semillas de cereales, junto a una serie de
instrumentos líticos relacionados con la agricultura, son pruebas numerosas de la importancia que adquirió la agricultura.
Los animales salvajes económicamente importantes, ocupan un
16' 4% del total de restos, lo que indica una relativa importancia dentro de una valoración económica general. En una economía pastoril y
agrícola desarrollada, este porcentaje debería ser más bajo, sin embargo no lo es ; una explicación posible podría basarse en la importancia numérica de las manadas de ciervos y corzos que hace todavía
rentable su explotación económica; otra explicación la proporciona
Uerpmann (1979) al indicar que el elevado porcentaje de animales
salvajes matados sería una forma de proteger a la agricultura de sus
posibles depredadores y, por tanto, una prueba indirecta de la existencia de la agricultura.
El caballo sólo está representado por tres restos, lo que indica la
escasa presencia que tuvo en el yacimiento. De los animales pequeños, el conejo no tiene la importancia que adquirió en Cava Negra, y
menos aún las aves que sólo han alcanzado un número de tres restos.
LA DOMESTICACION EN CaVA DE L 'aR y su INSERCION
EN EL AMBITa MEDITERRANEa
Previamente al inicio de este apartado , es necesario aclarar el
sentido que vamos a dar al término «domesticacióm, puesto que actualmente existe una cierta controversia y es necesario realizar su
puntualización. El sentido que concedemos a dicho término , y creemos que es el que generalmente emplean los autores consultados, está
basado en la progresión del proceso de selección; no se tratJl de una selección primaria (p. ej. la practicada en yacimientos paleoliticos y mesolíticos, que algunos autores la califican como «especialización rele vante», otros como «domesticación», y otros como «caza»), sino de una
selección más compleja que suponga por su aplicación la aceleración
de cambios morfológicos que se producen en el animal, desde el cambio en la forma de los cuernos y la pérdida de los mismos, hasta la
progresiva reducción de su tamaño.
Vamos ahora a tratar de situar a Cava de l'Or en un contexto global del proceso de la domesticación, con el fin de poder establecer sus
[page-n-248]
M. PEREZ
raíces. Desde el nivel inferior de la cueva llama la atención la aparición de una domesticación plenamente constituida que, como vamos
a ver, tiene muchos lazos de conexión con el proceso de domesticación en el Mediterráneo. Por consiguiente, es necesario el planteamiento global de este proceso con el fm de establecer las conexiones
pertinentes con Cava de rOro
Comenzamos, pues, con la exposición general de los yacimientos
del interior del Próximo Oriente, que son la base de la ulterior expan sión al Mediterráneo. H. Helbaek (1969) muestra la existencia en el
yacimiento de Ali Kosh en la fase Bus Mordeh (7.500-6.750 a. de C. )
de trigo cuya variedad más abundante es la escanda (T. dicoccum),
sin que exista su progenitor el T. dicoccoides, unas pocas semillas de
esprilla (T. monococcum) junto a la esprilla salvaje (T. boeoticum) ;
hay unas pocas s~millas de cebada desnuda (H. vulgare varo nu dum), aunque abunde más la cebada salvaje. Respecto a·la fauna , F.
Hale, K. V. Flannery y J. A. Neely (1969) señalan la existencia de unos
cuernos de cabra con una forma p¡u-ecida a los del yacimiento de Jarmo y que Ch. A. Reed (1959 , 1969) los considera como domesticados
(los niveles se sitúan cronológicamente en el 6.750 a. de C., posteriores a los de Ali Kosh) ; de la ovej a hay evidencias ciertas de su domesticación para esta fase, basándose en el estudio de las edades y en los
cambios morfológicos detectados en un fragmento de cráneo de una
hembra sin cuernos, mutante genético que se favore ce por el efecto de
la selección, llegándose a la conclusión por este hecho de que el proceso inicial de su domesticación es anterior a esta fase.
Por otro lado, S. Bokonyi (1977) , estudiando las localidades del
valle de Kermanshah (Irán), señala la existencia de cl!bras en los primeros estadios de su domesticación en la localidad de Asiab, comenzándose a producir cambios en·las formas de los cuernos 'en unas fechas que el C.14 sitúa entre el 8.050 y el 7.700 a. de C.; de la oveja no
hay evidencia de su domesticación en esta localidad, pero aparece
muy clara en la de Sarab (6.900 a. de C.) con la aparición de nueve
fragmentos de cráneos sin cuernos.
D. Perkins (1964) indica que en el yacimiento protoneol1tico de
Zawi Chemi Shanidar la oveja fue domesticada en una fecha que el
C.14 sitúa en e18.870 a. de C. , basándose en los porcentajes de edades, ya que morfol6gicamente no existen cambios, por lo que es muy
dificil distinguirla de la forma salvaje. Hale, Flannery y Neely indican
la relación de la domesticación de esta oveja en esta fecha con la de la
fase Bus Mordeh de Ali Kosh , ya que ambas se suceden cronológicamente , y la domesticación de esta última encuentra su antecedente en
Zawi Chemi Shanidar.
[page-n-249]
CaVA DE L'OR
Fuera del ámbito del Próximo Oriente, pero dentro del ámbito mediterráneo y cronológicamente cercano a estas fases iniciales de la
domesticación , E. e . Saxon (1976) en el yacimiento de Tamar Hat, en
las costas de Argelia, utilizando los mismos métodos que Ch. A. Perkins y F. Hale y K. V. Flannery, y observando la elevada especialización que existe con el muflón (el 94% de restos son de esta especie),
llega a la conclusión de que el muflón en los niveles iberomauritanos
fue domesticado, aunque G. eamps (1976) piensa que tal término no
es adecuado, preflriendo hablar de una «especialización relevante •.
Volviendo al Próximo Oriente, examinemos, a continuación , los
yacimientos que están cercanos al Mediterráneo. En Hacilar, H. Helbaek {l9701 ha encontrado semillas de escanda (T. dicoccum), esprilia (T. boeoticum); esta última quizás domesticada , cebada vestida
(H. vulgareJ y cebada salvl\ie, y lentejas, en los niveles acerámicos
fechados por el C. 14 en el 6.750 a. de C.; de la fauna de este yacimiento sólo se indica la existencia de cabra/oveja, Bos, perro, corzo
y liebre.
En el yacimiento acerámico de Can Hassan In {s. Payne, 1972)la
agricultura se e.lll.cuentra desarrollada , por la existencia de esprilla
salvaje y domesticada, escanda y trigo común (T. ef aestivum), además de cebada y lenteja; de la fauna se indica la presencia de Bos,
cabra/oveja, cerdo, como más importantes.
D, Perkins (19691 señala que en el yacimiento de Gata! Hüyük el
Bos fue domesticado con seguridad. en el nivel VI (5 .800 a . de C.), y
probablemente en los niveles X al XII (6.400 a. de C.), pero no indica
el estado de la oveja, que representa el 24' 4% en el nivel VI y el 6% en
el nivel X-XII.
Fuera de Anatolia , pero en estrecha relación con estos yacimien tos, está Jericó , qu~ en los niveles más antiguos, el precerámico A (c.
8.000 a. de C.), se han encontrado indicios de agricultura con la aparición de dos semillas de escanda y seis de cebada (M. Hopf, 19691, y
que en el precerámico B (c. 7.000 a. de C.) se desarrolla plenamente.
Respecto a la fauna, Ch. A. Reed (1959), basándose en la forma de los
cuernos y comparándolos con los de Jarmo , piensa que las cabras del
preceré.mico A están domesticadas ; .de la oveja, J . Clutton-Brock y H.
P.UerpmaDD (1974), después de un reexamen de los rumiantes de este
yacimiento, indicaron que las ovejas del precerámico A pudieron estar domesticadas, y que las del B es muy probable que lo estén.
Pasemos revista ahora a los yacimientos del Mediterráneo Oriental. En Knossos (M. R. Jarman y H. N. Jarman , 1968) se encuentran
desde los niveles inferiores, fechados en el 6. 100 a. de C., la oveja, ca bra, cerdo y toro como especies domesticadas, con un porcentaje pre-
[page-n-250]
",
M. PEREZ
dominante de ovejas sobre las demás especies. En Argissa-Magula, J .
Boessneck (1962) ha determinado en los niveles neol1ticos sin cerámica la domesticación de la oveja, cabra. cerdo y toro. En el yacimiento
de Nes Nikomedeia (E. S. Higgs, 19621 vuelven a aparecer estas mismas especies en sus niveles inferiores fechados en 5.600 a. de C. Por
último, en la Cueva de Franchthi 15. PayDe, 1969 ) y en los niveles
neoliticos antiguos y medios, fechados respectivamente en el 5.700 y
5.400 a. de C" aparecen también domesticadas las especies anteriormente citadas.
Resumiendo esta amplia panorámica, podemos destacar la existencia de tres momentos cronológicos en el proceso de la domesticación :
1.' Desde muy antiguo la domesticación tanto de la cabr a y oveja, como de las semillas de trigo y cebada, tuvo lugar en las montañas
de Irán -Iraq y en Jericó. en un período que se sitúa entre el 8.500 al
6.700 a. de C.; este proceso de la domesticación. a partir de estos momentos iniciales. fue desarrollándose lentamente a través de los niveles arqueológicos de estos yacimientos (Zawi Chemi Shanidar. Valle
de Kermanshah . Ali Kosh. Jarmo) hasta llegar a los niveles con cerámica.
2.° La domesticación en los yacimientos de Anatolia se inicia hacia el 6.700 a . de C. (Hacilar, Can Hassan lII, I;atal Hüyük) ,
3 ,0 En los yacimientos del Mediterráneo Oriental comienza la do mesticación hacia el 6.200 a. de C. (Knossos , Arguissa-Magula, Nea
Nikomedeia, FranchthiJ.
Por consiguiente, a la vista de estos datos , el inicio y desarrollo
del proceso de la domesticación tuvo lugar en el Próximo Oriente y
fue difundiéndose paulatinamente hacia Anatolia para continuar en
Creta y en los yacimientos griegos situados cerca o en el mar Egeo.
Hay dos yacimientos que de una forma dara establecen la difusión
de culturas a partir de Anatolla o del Próximo Oriente: Knossos y
Franchthi. Los niveles inferiores de Knossos son los más antiguos de
la isla, por lo que su existencia no se puede explicar a no ser por la llegada de componentes culturales exteriores. En la cueva Franchthi
aparece una separación muy clara entre la fauna del nivel mesolitico
y la del neolitico: a medida que va desapareciendo la cerámica , van
disminuyendo los restos de cabr a/oveja. y en el momento en que
aquella desaparece la fauna cambia por completo, no apareciendo ni
un solo resto de cabra o de oveja, ni siquiera de cabra salvaje, siendo
el ciervo el que pasa a ocupar el porcentaje más importante. un 75%
sobre el total de restos ; esta ruptura se explica por la llegada del exterior de una cultura nueva.
[page-n-251]
COVA DE L'OR
Ahora bien, este proceso que hemos analizado, ¿se detuvo en el
área del Mediterráneo Oriental o siguió hacia el Mediterráneo Occidental? Examinemos unos yacimientos situados en el sur de Franci a
que pueden clarificar esta cuestión. En el yacimiento de Gramari (Th.
Poulain, 1971) han aparecido varios restos de oveja en la capa 3, que el
C. 14 sitúa entre 6.050 y 5.790 a. de C.; en la capa 7 aparece un incisivo que ha sido clasificado como oveja, lo que hay que tomar con precaución, ya que los criterios de distinción entre la cabra y la oveja,
basados en los dientes, no son fiables, máxime cuando el material
existente sólo está constituido por dientes aislados. Poulain señala que
la oveja es probable que estuviese domesticada, basándose en la curva de edad. La oveja está también presente en la capa VIII de
Ch4teauneuf-Iés-Martigues (P. Ducos, 1958), fechada por el C.14 en el
5.320 a, de C., siendo probable su domesticación, aunque p, Ducos
(1976) piensa que pueda tratarse de una raza salvaje de pequeño tamaño, Th, Poulain (1976) ha señalado también la existencia de oveja,
cerdo y toro domesticados en Gazel y el abrigo de Dourgne II en unos
niveles anteriores a la cerámica.
Contrastando estas fechas con las de los yacimientos del Mediterráneo Oriental, así como la existencia de oveja, cerdo y toro domesticados, vemos que ambos ámbitos aparecen relacionados, constituyendo , pues, los yacimientos del sur de Francia un paso más en el proceso
de domesticación en el Mediterráneo, ocupando cronológicamente el
último peldaño de su difusión,
Vamos a plantearnos, a continuación, la posición que ocupa Cova
de l'Or en este contexto, con el fm de poder analizar los datos que este
yacimiento pueda aportar para la clarificación del problema de la domesticación, Estos son los siguientes:
1,° Los restos de cabra/oveja son los más abundantes de la cueva,
siendo la oveja la especie más importante. Este dato es común con los
yacimientos mediterráneos que hemos analizado anteriormente : en
Knossos la cabra/oveja comprende un 74'7% del total de restos en el
nivel inferior, y de un 64'6% y 61 ' 5% en los dos niveles neoUticos superiores, con un amplio predominio de la oveja sobre la cabra. En
Argissa-Magula el porcentaje de cabras/ovejas es de .un 83% en el nivel acerámico, con un amplio predominio de la oveja. En Nea Nikomedeia, dicho porcentaje se sitúa en un 70% sobre las especies más
rentables (excluyendo la liebre, tortuga , peces y pájaros); de la oveja
no se indica su importancia. En Franchthi este porcentaje es de un
70%. En Cova de l'Or es de un 65'4% sobre el total de especies rentables económicamente, con un amplio prp.dominio de la oveja,
[page-n-252]
M. PEREZ
2.° La especie que sigue en importancia a la cabra/oveja para estos yacimientos es el cerdo: En Knossos, los porcentajes para los niveles antes citados son respectivamente, 18'496,20' 996 Y 13 '996. En Argissa Magula de un 1096. En Nea Nikomedeia de un 14' 696. En
Franchthi entre un 5-1596. En Cava de l'Or es de un 17 ' 1% sobre las
especies más rentables.
La especie que no coincide es el buey, ya que para los cuatro yacimientos que venimos estudiando es la especie que sigue en importancia por el número de restos, con un porcentaje situado entre el 5 y el
22 %. En el Or, las especies que siguen en importancia son el corzo y el
ciervo, ocupando el buey un 2' 2%.
3,° El porcentaje de especies domesticadas es muy elevado en estos cuatro yacimientos, situándose sobre un 90% del total de restos;
en Cava de rOr es algo inferior, un 73 ' 796, debido a la gran abundancia de ciervos y corzos.
4 .° En el apartado correspondiente a la ovej a y al buey hemos estudiado el tamaño de estas especies, observando que están por encima de los valores correspondientes a las etapas culturales del eneolítico y de la edad del bronce de yacimientos peninsulares , y, sin embargo, son semejantes o algo inferiores a los de los tres yacimientos
antes citados, por lo que Cava de rOr, dentro del proceso de domesticación, está relacionado con ellos.
5.° No bay ninguna evidencia, basta el momento, de que la ovej a
baya podido ser domesticada en el Mediterráneo Occidental, ya que
su ancestral, la oveja salvaje, no está presente en los yacimientos paleoliticos y mesoliticos. (Altuna, 1971 , 1972 , 1973 ; Davidson, 1972;
Tb. Casajuana y J , F. de Villalta, 1957 ; H. Lumley y E, Ripoll , 1962 ; y
S. Payne , 1968).
Los apartados que acabamos de analizar no ofrecen dudas en
mostrarnos que Cava de rOr se encuentra relacionada con los cuatro
yacimientos del Mediterráneo Oriental que bemos estudiado. Es posible la existencia de contactos culturales anteriores a Cava de rOr con
el contexto cultural del Mediterráneo Oriental u el Próximo Oriente,
como parece indicarlo los yacimientos franceses , y que la marcha de
las investigaciones que se están realizando pueden también establecerlo en el Mediterráneo español, pero es muy dificil que estos contactos previos sean capaces de originar por si solos la ri ca cultura de Cava de l' Or. Esta cueva, como hemos visto anteriormente, se en cuentra
muy ligada con el contexto oriental, y sólo puede explicarse en relación con él, al margen de las influencias autóctonas, que no debieran
ser muchas, y ambientales de la zona , que explicarían la importancia
del ciervo y corzo que no parece tan relevante en los yacimientos an -
[page-n-253]
CaVA DE L'OR
249
tes estudiados. Por otro lado, las influencias culturales orientales se
han ido produciendo a lo largo de los siglos y han cpnstituido el elemento fundamental en la formación de las culturas peninsulares, y su
inicio no puede causar sorpresa que se sitúe más allá del neoUtico, ya
que cronológicamente hemos visto que el proceso de difusión a partir
del Próximo Oriente pudo establecer sus primeros contactos en unos
momentos anteriores al Or, y continuar estos posteriormente para dar
lugar a la formación de la cultura neoUtica ~n este yacimiento.
LA DOMESTICACIQN EN COVA DE L'OR y su INSERCION
EN EL AMBITO PENINSULAR
Los yacimientos neoliticos que cuenten con una fauna estudiada
son muy escasos, el abrigo de Verdelpino (A. Morales, 1977). el poblado de Terrera Ventura (A. van den Driesch y A. Morales, 1977) y el
poblado de Los Castillejos (H. P. Uerpmann, 1979), aWlque en estos
sólo el nivel inferior pertenece al NeoHtico fmal, siendo los niveles representativos de estos yacimientos los pertenecientes al Eneolftico,
por 10 que no vamos a detallar la fauna del nivel neoHtico.
Del abrigo de Verdelpino los niveles que nos interesan destacar
son el 3 y e1 4. El nivel 4 está representado por Wla fauna que en su totalidad es salvaje, a excepción de una fa lange 1 de Bos que prudentemente A. Morales no se decanta sobre su posible domesticación. Del
nivel 3 hay que destacar la escasez de restos de cabra/oveja, ya que
sólo representan un 20'2% sobre el total de restos, y el elevado porcentaje que tienen las especies salvajes, situándose en un 53'7% (que
se convierte en un 81 ' 5% si atendemos al peso de los huesos). La oveja
sólo está representada por 3 restos, dos del nivel 1 y uno del nivel 2 , y
la cabra por un solo resto, en el nivel 3. El panorama general que presenta la cueva en el nivel 3 contrastándolo con el de Cava de rOr,
muestra bastantes diferencias, dando la impresión de ser un mundo
más retrasado que el de l' Or.
Por último, vamos a comentar brevemente la posición en que se
encuentra la domesticación en Cava de rOr con respecto a yacimientos peninsulares de etapas culturales más recientes. En esta comparación no hemos podido incluir los yacimientos de Castro de Peñas de
Oro (Alava) y de Castro de Berbeia (Alava), estudiados por J . Altuna
(1965 y 19781 por la escasez de material.
El proceso de domesticación no se detiene en el NeoUtico, ya que
si examinamos las gráficas de comparación de las medidas de los
huesos de distintos yacimientos (gráfJcas III al X para la oveja, y gráfica XlI para el buey), observaremos una' progresiva disminución del
tamaño de los huesos, y con ello de los animales, a medida que las
[page-n-254]
lO.
M. PE REZ
etapas culturales son más recientes . En el apartado correspondiente,
hemos visto que esta reducción se produce por una intensificación de
las relaciones hombre-animal, que da lugar a unas prácticas selectivas más estrechas a medida que las necesidades del hombre van au mentando, y que son las que motivan esta disminución progresiva de
los huesos . Fuera de la Península no podemos asegurar que este proceso sea semejante, ya que no 10 hemos podido estudiar.
EL HUESO TRABAJADO
El material que vamos a estudiar en este apartado procede de las
excavaciones antiguas, de ahí que sea muy abundante y variado. Los
utensilios de hueso pertenecen a las siguientes especies:
N. Outensilios
Capra/ovis ... , •.....•.••... ,.,.,
Ovis .... . ...... , .. . ............ .
Bos taurus . . . . . . ... .... . ... . ... .
Bos sp ....... . . . . .. , . , , , . , , , , , , ,
Sus domesticus ................. .
Sus sp ........... ... . .. . .. .. . . . .
Canisfamiliaris . ..... ... . , , , .... ,
Canis sp .............. ..•.. • ... .
Cervus elaphus ................. .
Capreolus capreolus . ............ .
Vulpes vulpes ......... , . , ....... .
Orictolagus cuniculus ...... : ..... .
Ave .......... ... . ... . . . ....... .
Pez ............. , , , . . .. . . ... . .. ,
TOTAL " " " " "
" """" ,
42
61
%
22
32'7
2
6
2
4
1
2
43
23 ' 1
1
1
0' 5
0' 5
1
3' 3
1
2' 1
0' 5
1
7
3' 7
10
5' 3
6
3' 1
lBB
99 ' B
Dentro de este cómputo se incluyen solamente los utensilios que
han podido ser clasificados, ya que existen varios de ellos que por estar completamente trabaj ados o por ser punzones sobre esquirlas no
se han podido determinar.
Es interesante realizar las siguientes observaciones : los huesos de
cabraJoveja, que son los más abundantes en el yacimiento , han sido
utilizados para confeccionar la mayor parte de los utensilios (su porcentaje se sitúa en un 54' 7%); sin embargo, los de cerdo, que constitu-
[page-n-255]
251
CaVA DE L'OR
ye la segunda especie en importancia, no son utilizados para fabricar
utensilios ; por el contrario, los huesos del ciervo ocupan e123% del total , en especial los punzones de asta.
La relación de utensilios. según los huesos del esqueleto por especies, es la siguiente :
a. Cabra/oveja :
N. OR
%
Bóveda craneana ..... ... . .
Mandíbula ............. "
Escápula ... , . , .. ........ .
Radio .. , .",' . .. ....... .
4
3 '8
2
Ulna .................. ..
1
11
4
1 '9
0 '9
1'9
0' 9
Fémur ........ . . . . .. .... .
Tibia .... .... . ......... . .
Metapodios ... . , ... ...... .
1
2
78
10'6
3'8
75
El meta podio es el hueso del esqueleto más empleado para confeccionar punzones, ya que comprende el 75% del total de utensilios de
cabra/oveja y el 42% del total de las especies.
De la bóveda craneana se confeccionaban discos ; los dos fragmentos de mandlbula poseen dos orificios que no parecen indicar su
empleo como objeto de adorno; la escápula está pulida y trabajada en
forma de punzón hacia su parte distal; del radio y de la ulna se confeccionaban punzones ; la diáfisis de fémur se utilizaba para hacer
anillos, hay cuatro restos con incisiones profundas que constituian el
trabajo previo para ser cortadas totalmente, y siete anillos.
b. Bos :
Existe un fragmento de mandlbula trabajada toda su superficie
para confeccionar un punzón (Lámina XXIV); hay cuatro espátulas de
forma ovoide trabajadas sobre costillas con incisiones paralelas de
adorno; hay también un cincel de este mismo hueso ; sobre la parte
distal de un metatarso se ha confeccionado un gran punzón que incluso para perftlar la diáfisis, ésta ha sido retocada ; en una falange l ,
tanto su parte proximal como la distal han sido cortadas transversalmente para hacer dos orificios probablemente para poder sacar el
tuétano.
c. Sus :
Hay cuatro colmillos con un orificio que servfan de colgantes ; sobre dos meta podios se han confeccionado dos punzones.
[page-n-256]
'"
M . PER.EZ
d. Canis y Vulpes:
Dos colmillos se han utilizado como colgantes ; una ulna de perro
como un punzón , y UDa ulna de ZOITa también como punzón.
e. Cervus elaphus :
La gran mayoría de los utensilios de ciervo han sido confeccionados sobre astas, ya que hay 37 punzones de este hueso ; sobre una ulna se ha fabricado un punzón, y sobre seis esquirlas de meta podio
también punzones. Hay tres anillos de asta con incisiones paralelas.
f. Capreolus capreolus:
Con la parte distal de un metatarso se ha fabricado un magnifico
punzón.
g. Oryctolagus cuniculus:
El único hueso que se ha utilizado para hacer punzones es la tibia.
h . Ave :
Las diáfisis de los huesos largos de grandes aves (uIna. radio y tibia) se han utilizado para confeccionar UD as especies de tubos alargados, totalmente pulidos ; la tibia se utilizaba también para hacer pequeños anillos.
i. Pez:
Las vértebras se utilizaban como colgantes.
[page-n-257]
COVA DE L'OR
253
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[page-n-260]
[page-n-261]
IX
LA MALACOFAUNA
José Daniel Acuña Herndndez
y Fernando Robles Cuenca
INTRODUCCION
Presentamos a continuación los resultados del estudi o de la malacofauna recogida en la excavación de los cuadros J -4 y J -5 de la Cava
de I'Or de Beniarrés (Alicante).
En el cuadro J -4 . de 1 x 1 m ., los materiales se agruparon en 19
capas, con una potencia total del orden de 180 em s.; este cuadro fue
dividido ocasionalmente en dos mitades. según un eje central N. -S., y
en tales casos la mitad oriental se anotó corno «a» y la mitad occiden tal como «b».
En el cuadro J -5, de iguales dimensiones y contiguo al anterior, se
agruparon los materiales en 23 capas, alcanzándose una profundida d
de 230 ems., aproximadamente, con respecto al mismo plano de refe rencia que en J -4.
En la parte septentrional de J -5 se dejó un testigo, J -5-T , que fu e
excavado con posterioridad y en el que se distinguieron 11 capas, de
las cuales las 7 primeras, J -5-T Capas 1 a 7, corresponderían a las Capas 18 a 23 de J -5; y las restantes , J -5 -T Capas 7N a 10, equivaldrlan
a unas hipotéticas Capas 24 a 27 de J-5 , que resultaron estériles en la
parte meridional del cuadro .
[page-n-262]
'"
J . D. ACU~A y F. ROBLES
Con las siglas J -5-T-R se agrupan los materiales recuperados al
cribar la tierra desmoronada del testigo .
Como también se indica en el apartad o correspondiente a la estra tigrafla , existen tres fe chas de C14 para el cuadro J -4, cuyos resultados fueron los siguientes :
CII -M I : 5980 t 260 BP = 4030 a. de C. (entre 95 y 100 cms.; capa 6).
C I 2· M2 : 6630 t 290 BP = 4680 a. de C. (entre 140 y 153 cms. ; capas 14 y 15).
CI J -M3 : 6720 t 380 BP = 4 770 a. de C. (e nlre 153 y 165 cms. : capas 16 y 171.
MATERIAL Y OBSE RVA CION ES
La industria humana recogida corresponde, en su totalidad, al
Neolitico, hecha excepción de los materiales más superficiales.
Debido al carácter local de este estudio no se realizan descripciones de detalle de las especies determinadas, que se reservan para un
trabajo futuro, actualmente en proyecto, que abarcará la totalidad de
la malacofauna de los diversos yacimi entos arqueológicos del País
Valenciano. Sin embargo, y debido a las diferencias que existen en la
interpretación de ciertas especies por distintos malacólogos, se han
realizado algunas observaciones concretas de tipo taxonómico cuan do se ha creído conveniente.
Para la determinación se han utilizado diversas obras de tipo general I Nordsieck (1 ) (2) (3 ), Parenzan (4 ), Montero (5 ), Tebble (61,
Turck (7) para faunas marinas y Gasull (81(9 ), Germain (l 0 1 Hidalgo
,
(11 J, etc., para faunas continentales I ' además de numerosos artículos
(11 F. NORDSIECK : . Die europa ischen Meeres·Ge nausesschnecke n IProsobra nc hial_ G.
Fische r Verlag, Stuttga rt, 1968 , 273 págs.
121 F. NORDSIECK : «Die europa ischen Meeresmuscheln (Bivalvial•. G. Fischer verlag,
Stuttga rt, 1969, 256 págs.
{31 F. NORDSIECX ; «Die europaischen Meeresschnecken IO plstobranc hia mit Pyrami·
dellidae. RissoaceaJ•. G. Fische r Verlag, Stu ttgart, 1972, 3 27 págs.
(4) P. PARENZAN : «Carta d'identitá deJJe conchiglie del Mediterraneo •. Bios Taras, Tara nto, 1970-1976, l -m, 283 +277 +546 págs.
(S) I. MONTERO: «Mo)uscos Bivalvos españoles•. Anales do la Universi dad His palense
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(6) N. TEBBLE : «British Bivalve SeasheJJu. Royal Scottish Museum, Edimburgh , 1976
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P ) S. M. TURCK: «A n annotated key lO the Britlsh Sped es of Cardiidael. The Conchotogical Society of Great Brita in and lreland, Paper for Sludents. 16. London, 1978, 8 págs.
(8 ) L. GASULL : «Fauna mala cológica de las aguas continentales dul ces y salobres del
sudeste ibérico•. Bol. Soco Hist. Nat. Baleares, 16, Palma do Mallorca , 1971. pAgs. 23-93.
(9 ) L. GASULL : «Fauna malacológica te rrestre del sudeste ibérico•. Bol. Soc. Hist. Nal.
Ba leares, 20, Pa lma de Ma llorca, 5-154.
(10l L. GERMAIN : «Faune de France. Moll usques terrestres el n uviatiles-. Li brairie de
la Faculté des Sdences; Paris, 193 1, 897 págs.
(111 J . G. HIDALGO : «Catálogo iconográfico y descriptivo de los moluscos terrestres de
Espai\a, Portugal y Baleares-. Madri d, 1875.
[page-n-263]
CaVA DE L'OR
'"
concretos que se citan a propósito de la especie correspondiente, Para
la Sistemática hemos seguido a Wenz (l21 y a Zilch 031 para los Gasterópodos y a Cox y colaboradores (141 para los Bivalvos, teniendo en
cuenta las modificaciones que se han introducido posteriormente.
La distribución geográfica de las diversas especies se ha establecido teniendo en cuenta los datos contenidos en las obras generales citadas, as! como diversos artículos y monograflas concretas sobre los
alrededores de Beniarrés y zonas próximas y sobre las costas de Alicante. Cabe destacar, por su importancia, la síntesis de Altimira (15)
sobre moluscos cavernícolas y la de Hidalgo (16) sobre las faunas marinas españolas, De gran utilidad ha sido, para la comparación de las
especies estudiadas por nosotros con las recogidas en excavaciones de
zonas próximas, la monografla de Taborin (17),
TIPO MOLLUSCA
CLASE GASTROPODA
SUBCLASE PROSOBRANCHIA
ORDEN ARCHAEOGASTROPODA
SUPERFAMILlA NERITACEA
FAMILlA NERITIDAE
SUBFAMII.IA NERITINAE
Género Theodoxus MONTFORT, 1810
Theodoxus (TheodoxusJ fluviatilis (LlNN~, 17581
tUm. XXVII. figs. 1 y 2)
Observaciones: Las especies del género Theodoxu s del E. y SE. de
la Península Ibérica precisan de una revisión global, que ha de basarse en el estudio de la anatomía interna y en el análisis estadístico de
numerosas poblaciones naturales. Gasull (18) distingue tres especies
en la región que muestreó (Provincias de Valencia, Alicante y Mur02) W. WENZ : tGastropoda. I. Prosobranchia und Allgemelner Ten •. Handbuch der
Palaozoologie, 6 (1 ), Berlln, 1938· 1944, 1.639 págs.
11 31 A. zrLCH: tGastropoda. n. Euthyneura.-. Handbuch der Palaozoologie, 6 (2), Berlln,
1959· 1960,834 pAgs.
(141 L. R. COX y Colaboradores: ~eatise on Invertebrate Paleontology. Pa rt N. Mo·
Ilusca . 6. Bivalvia IR. C. Moore editor)•. University of Kansas and The Geological Society of
America, Boulder , 1969- 1972, 952 pAgs.
(151 A. ALTlMIRA : . Moluscos y conchas recogidas en cavidades subterrAneab. Spe·
leon, 17, Barcelona, 1970, pAgs. 67· 75.
116) J . G. HIDALGO : tOb ras malacológicas. D. Estudios preliminares sobre los molus·
cos terrestres y marinos de España, Portugal y las Baleares.. Me m. R. Acad. Ciencias de Ma·
drid, 15, Madrid , 1890,736 págs.
(171 Y. TABORIN: tLa parore en coquillage de I'Epipaléolithique au Bronze Ancien en
Frallce •. Gallla PrAhisLOire, 17, Paris, 1974, pARS. 101 · 179, 308·417.
1181 L.. GASULL, op. cit. nota 8, págs. 5 1·55.
[page-n-264]
J . D . ACU~A y F. ROBLES
260
da): Theodoxus fluviatilis (UNNÉL T. baeticus (LAMARCK) y T. veIascoi (GRAELLS). Esta última , endémica de los alrededores de Xati-
va , se distingue de las otras dos por su morfo)ogla muy característica.
Aunque el autor citado incluye los Theodoxus de la zona Pego-Alcoi
en T. baeticus, hemos seguido el criterio de numerosos autores que
consideran esta especie como sin6nima de T. fluviatilis . La mayor
parte de los ejemplares que hemos examinado han perdido el color y
los que lo conservan presentan un tono violáceo uniforme o con líneas
sinuosas claras.
Se trata de una especie acuática que habita sobre las piedras, en
aguas limpias de curso lento. En la s proximidades de la Cava de I'Or
ha sido citada en Sant Pere de Oliva (19) y en A1coi. Pego y Ondara
(201 bajo el nombre de T. baeticus.
Las especies del género Theodoxus han sido utilizadas esporádicamente como objeto ornamental. Taborin (21) cita la existencia de
numerosos ejemplares de Neritinafluviatilis (221 en efTardenoisiense
de Moita do Sebastiao y Cabec;:o de Amoreira (Muge , Portugal), atribu yendo su empleo a la forma de su perfil , que evoca el del canino del
ciervo. Además, una revisión preliminar del material procedente de la
Cava del Parpalló, depositado en el Museo de Prehistoria de Valencia,
Material :
CUADRO
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
J ·4
6b:
7b:
9b:
JOb:
1 1b:
12b:
18a :
2 ejemplares.
J ejemplar.
I ejemplar.
J ejemplar.
1 ejemplar.
2 ejemplares.
I ejemplar.
CUADRO
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
J -5
10 :
15:
16:
17 :
1B:
23 :
ejemplar.
ejem plar.
ejemplares.
ejemplares.
ejemplares.
ejemplar.
I
I
2
2
2
1
CUADRO J -5-T
Cap-a 8 : I ejemplar.
11 9 J
Espaflola
1201
1211
122J
S. DE FEZ: .ContribuciÓn a la malacologla de la Provincia de Alicante •. Bol. R. Soco
His t. Nat" 59, Madrid, 1961 , pég. 206.
L. GASULL, op. cit. nota 8, pég. 54 .
1. TABORIN , op. cit. nOla 17 . pég. 119 Y siguientes.
MAs correctamente, Theodoxus fluviatilis .
[page-n-265]
COVA DE L'OR
261
ha permitido constatar la existencia de perforaciones artificiales en
las conchas de Theodoxus de esta localidad. También existe un ejemplar de Theodoxus perforado en el collar del Cau del Raboser (Carcaixent) (23) expuesto en las vitrinas de dicho Museo.
Se han estudiado, por consiguiente , un total de diecinueve ejemplares, todos ellos perforados artificialmente. El ejemplar de la capa
9b está roto en las proximidades de la abertura , sigui endo el orificio
de perforación.
ORDEN MESOGRASTROPODA
SUPERFAMILlA CERITHIACEA
FAMILIA THIARIDAE
SUBFAMILIA MELAN OPSINAE
Géner o Melanopsis FtRUSSAC, 1807
Melanopsis graellsi lA. el J . B. VILLA ms.J GRAELLS . 1846
IUm. XXVII, figs. 3 y 41
Observaciones: Especie endémica del País Valendano y éreas
limítrofes, donde convive con M. dufouri FÉRUSSAC, del que difiere
por poseer un número variable de quillas bien marcadas (tres en la
forma típica) en vez del surco infrasutural que caracteriza a esta últi ma . La mayor parte de los autores recientes utilizan , siguiendo a Az,
peitia (24), el nombre de M. tricarinata (BRUGUIERE) para referirse a
esta especie. En un trabajo anterior (25) hemos aplicado la ley del ma yor uso y considerado tricarinata como nomen oblilum, en a pli cación
del Código Internacional de Nomenclatura Zoológica .
Las especies del género Melanopsis son características de las
aguas dulces , preferentemente cá lidas, pudiendo soportar elevadas
temperaturas y salinidades variables. Habitan sobre piedras y plantas
acuáticas.
Como hemos indicado, esta especie es exclusiva del País Valenciano y áreas limítrofes. En las proximidades de Beniarrés ha sido citada
por diversos aulores en Pego (261. Sant Pere de Oliva (27) y Pego, An (23 ) B. MARTI OLIVER y J . GLL SANCHO: , Perlas de aletas y glóbulos del Cau del Raboser (Carcaixent. Valencia l_. Archivo de Prehistoria Levantina , XV, Valencia. 1978. págs.
47-68 . lámina I. lig. inferior.
(24) F. AZPEITlA MOROS: cMonografla de las Melanopsis vivientes y fósiles de Espa¡'¡a.. Memorias Insl. Geológico y Min. España . XXXVI, Madrid. 1929, ptigs. 286-296.
125) F. ROBLES CUENCA: cE) Gé nero Melanopsis Férussac en el Ne6gcno continental
de la Cuenca del rlo Jucar 11.' natal•. R. Soc. Española Hin. Nat .• Volumen extraordinario
Primer Centenario 09711, Madrid. 1975, ptigs. 358 y 359.
126) F. AZPEITIA. op. cil. nota 24. ptig. 110.
(27 ) S. DE FEZ. op. cit. nota 19. pág. 205.
[page-n-266]
J . D. ACUSA Y F. ROBLES
na y Ondara (28 ). Conocida fósil desde el Plioceno (29). ha sido determinada por Royo en el material procedente de Cava Negra de Xátiva
(30). Vidal (3 1) cita varios ejemplares en el material recogido en la Ca va del Parpalló, utilizando , como los autores ant.eriores, el nombre de
M. tricarinata. El mismo autor consideró más tarde (32 ) esta especie
sinónima de M. dufouri.
Material:
CUADRO
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
J ·4
1: 3 ejemplares.
2B : I ejemplar.
5 : 2 ejemplares.
6a : I ejemplar.
10b : I ejemplar.
CUAD RO J · S
Capa 13 : I ejemplar.
Capa 14 : 1 ejemplar.
Varios de los ejemplares aparecen encostrados en caliza, lo que
dificulta su determinación. Figuran, en la Tabla de distribu ción de
especies, como Melanopsis sp., al igual que los ejemplares de las ca pas 10b y 14, muy jóvenes y de atribu ción dudosa .
SUPERFAMLLIA CYPRAEACEA
FAMI LIA CYPRAEIDAE
Géne ro Luria JOUSSEAUME, 1884
Luria lurida
!UNN.E. 17581
ILám. XXV , fig . 1)
Observaciones: Esta especie se ha citado en casi todo el Mediterráneo y en el Atlántico entre Portugal y Guinea (331. Es una forma
poco abundante en las costas orientales españolas (34) (351. Vive en
fondos pedregosos bastante profundos.
(28 1 L. GASULL. op. cit. nota 8, pAgo 60.
(291 F. ROBLES CUENCA. op. cit. nota 25, pág. 359.
(301 J . ROYO GOMEZ: . Relación detallada del mate rial fósil de '·Cova Neg ra·· de Bellus
(Valcnci8It. Servicio de Investigación PrehistÓrica de 18 Excma . Diputación de Valencia, Se·
rie de Trabajos va rios, 6 (2.' ed.J, Valencia, 1947 . págs. Z7·32 .
13 11 M. VID AL Y LO PEZ: . Melanopsis de la Cueva de Penrrall6 (error por Parpalló)
(Ga ndla·Valencia )•. Bol. R. Soco Española Hist. Nato , 40. Madrid, 1942, págs. 349 y 350.
1321 M. VIDAL Y LOPEZ: da fa una malacológica de la Cueva del Porpalló•. Servicio de
Investigación Prehistórica de la Excma. Diputación de Valencia . Serie de Trabajos varios, 6
12." ed.l. Vale ncia . 1947 , págs. 57·61.
(33 ) F. NORDSIECK, op. cit. nota 1. pág. 100.
134 ) J . HIDALGO : . Moluscos marinos de España. Ponugal y las Balearen. M. Ginesta.
Mad rid, 1870· 1890. gén. Cypreea, págs. 2·4.
(35) J . HIDALGO. op. cit. nota 16, pág. 119.
[page-n-267]
CaVA DE L'OR
263
Se ha observado su utilización como elemento ornamental en el
Neolítico antiguo con cerámica impresa en Arene Candide, Italia (36}.
Material:
CUADRO J ·5
Capa 17 : 1 ejemplar con una (¡oica perforación dorsal marginal.
ORDEN NEOGASTROPODA
SUPERFAMILIA BUCCINACEA
FAMILIA COLUMBELLlDAE
Género Columbella LAMARCK, 1799
Columbella rustica ILINNt::,
ILám. XXV, Hg'. 2-41
17 581
Observaciones: Este gasterópodo aparece con frecuencia sobre algas en áreas litorales. Se ha citado en casi todo el Mediterráneo y en
el Atlántico desde Portugal hasta Guinea (37). Es común en las costas
mediterráneas españolas (381.
Constituye un elemento ornamental muy longevo; es predominan te durante el Neolítico antiguo con cerámica impresa en Francia
(Chc1teauneuf-Iés-Martigues , Courthezon, Salléles-Cabardés) e Italia
(Arene Candide l. Su utilización se reduce considerablemente durante
el Neolítico medio y se intensifica de nu evo durante el Calcolítico,
ahora con una típica truncadura de la espira (39}.
Material:
":UAORO
Capa
Capa
Ca pa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
(361
1371
1381
1391
J -4
1:
6a:
6b :
7a :
ab:
10b:
I1 a :
Ilb:
12a:
12b:
13a:
14 :
15a :
15b:
16b:
17a:
I
I
3
I
I
I
1
3
2
I
2
4
1
1
1
1
ejemplar perforado.
ejemplar perforado ..
ejemplares (dos perforados y uno sin perforarl
ejemplar perforado.
ejemplar perforad o.
ejemplar perforado.
ejemplar perforado.
ejemplares perforados (uno con dos perforacionesl.
ejemplares perforados.
ejemplar perforado.
ejemplares perfora dos y 1 fragmento.
ejempla res perforados.
ejemplar perforado.
ejemplar perforado.
ejemplar perforado.
ejemplar perfor ado.
Y. TABORIN. op. cilo nota 17, pág. 394.
F. NORosrECK. op. cit. nota 1, pág. 125.
J . HIDALGO, op. cit. nota 16, pág. 105.
Y. TABORIN. op. cilo nota 17 , págs. 309, 327, 354.
[page-n-268]
26.
J . D. ACU~A y F. ROBLES
CUADRO J -5
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
13 :
15 :
16:
17 :
19 :
20 :
I
4
3
2
6
I
ejemplar perCorado.
ejemplares perforados.
ejemplares penondos.
ejemplares perfo rad os.
ejemplares perforad os.
ejemplar perforado.
CUADRO J· 5-T
Capa 3 : I ejemplar perforado.
Capa 5: 2 ejemplares per forados (uno con dos perfora Ciones y otro incomplelo!.
Capa 9 : 1 ejemplar perforado.
J ·5·T-R: 1 ejemplar perforado.
La perforación de estas conchas suele ser única (s6lo en dos casos
es doble). irregular y por su posi ción dorso-lateral opuesta a la abertu ra podría haberse conseguido mediante algú n elemento agudo a
través del peristoma (40). En general el ápice aparece int,aeta. pero en
a lgunos casos faltan las dos o tres primeras vueltas y ocasionalmente
la m ayor parte de la espira.
FAMILIA NASSA RIJDAE
Género Arcularia UNK . 1807
Subgénero Arcularia s . s.
Arcularia (ArculariaJ gibbosula (UNNt, 1766 )
ILám. XXV, fig . 51
Observaciones : La especie es típica del Mediterráneo oriental (Yu goslavia (41), Italia (42 )). La única referencia en España que conocemos es de Hidalgo (43) e indica su presencia in seg ura en Menorca. Vive en arenas litorales.
Conocemos referencias ae su utilización como elemento ornamen tal durante el Mesolítico en Ain -es-Saadi. Palestina ( = Arcularia circumcincta A. ADAMSI (44), pero no duran te el Neolítico.
(40) Y. TABORIN. op. cit. nota 17 . pllg. 393 .
(411 F. NORDSIECK. op. cit. nota 1, pllg. 139.
(42 ) P. PARENZAN, op. cit. nota 4 , 1, pllg. 180.
(43 ) J . HIDALGO. op. cit. nota 16. pllg. 100.
144 ) J . PETRBOK: I Mesolilhische Mollusken aus de r Karstquelle Ain-es-Saadi am Karmel (Palestina)•. Arch. Mon., 75 (11. Frankrurt, 1943 . pllg. 24 .
[page-n-269]
COVA DE L'OR
265
Materi al:
CUAD RO J ·5
Ca pa 18: 1 ejemplar perforado. La perforación es similar a las de Columbella rustica ,
SUPERFAMILIA VOLUTACEA
FAMILIA MARGINELLIDAE
Género Gibberula SWAINSON, 1840
Gibberula miliaria (LINNt , 1766)
Observaciones: Esta forma suele vivir sobre algas, en aguas tra nquila s y a poca profundidad. Ha sido citada en el Mediterráneo y en el
Atlántico desde Portugal hasta Madeira y Canarias (45). Es frecu ente
en las costas mediterráneas españolas (46).
Materia l:
CUADRO J -5
Capa J : 1 ejemplar con dos perfonciones, apical y dorsal.
SUPERFAMILIA CONACEA
FAMILIA CONlDAE
Género Con llS UNN1i:, 1758
Subgénero Lalltoconus MONTEROSATO . 1923
Conus fLautoconus) mediterraneus
( =ventricosus GMEUN . 17901
BRUGUIERE. 1792
ILAm. XXV, fig. 61
Observaciones: Este gasterópodo es frecu ente en áreas litorales.
sobre algas o bajo las piedras. Se ha citado en el Atlánti co entre Portu gal y Canarias y especialmente en el Mediterráneo (47 ). Es muy abundante en las e'ostas orientales españolas (48).
Es un elemento ornamental frecuente en niveles con cerámica
cardial en Sa ll eles-Cabardes, Francia (49).
1451
1461
1471
1481
1491
).
F_ NORDSIECK, op_ cil. nota 1. pág. 152.
J . HIDALGO, op. ciL nota 16_ pág. 104 .
F. NORDS IECK, op_ cit. nOla 1, pág. 186.
J . HIDALGO, op. CiL nota 34. gén. Conus, págs. 2-4.
Y. TABORJN, op. cil. nota 17, pág. 311.
[page-n-270]
J . D.
266
ACU~A V R. ROBL.ES
Material:
CU ADRO J·4
Capa Il a :
Capa 128 :
Capa 13a :
ejemplar (parte superior de ia cODcha con el épice peñoradol.
ejemplar (parte superior de la concha con el épice peñoradol.
ejemplar (parte superior de la concha con el ápice perfofadol .
CUADRO J· 5
Capa 14 : I ejemplar (parte superior de la concha con el ápice perforado]
Capa 15 : I ejemplar joven casi completo con el épice perforado.
Ca pa 16 : 1 ejempla r (parte superior de la concha con el ápice perforadol
Los elementos ornamentales más elaborados construidos con estas conchas presentan un aspecto discoidal y se han conseguido respetando tan sólo su parte superior y perforando el ápice. Sus bordes
suelen estar retocados y el orificio apical es en general pequeño y circular.
Podrlan también estar confeccionadas con conchas de esta espe cie otra s tres cuentas de collar procedentes de la ca pa eb del cuadro
J -4 y de las capas 4 y 13 del cuadro J -5. Estos elementos son de forma
oval y presentan una única perforación cerca de uno de sus extremos.
SUBCLASE PULMONATA
ORDEN STVLOMMATOPHORA
SUPERFAMILIA ZONITACEA
FAMIUA ZONITIDAE
Género Oxychilus FITZINGER, 183 3
Subgénero Ortizius FORCAT, 1957
Oxychilus (Ortizius) mercadali GASULL, 1968
ILAm . XXVII, fig. 51
Observaciones: Especie de hábito troglófilo , abundante en cuevas
y en las grietas de los macizos ca1cáreos entre las provincias de Valencia y Alicante, ha sido citada por su descubridor (50! y por Riedel
(50 en diversas localidades próximas a Beniarrés como son Alcoi , Pego , Callosa d'En Sarriá, etc.
(501 L. GASULL, op. cit. nota 9, pAgs. 53 y 54 .
1511 A. RIE DEL : , ZUI" kenntnis der Zonitidae (GasU"opodal Spanie nSJ. AnnaJes ZooJogici,
29, Warsza wa, 1972, pAgs. 133 · 136.
[page-n-271]
COVA DE L'OR
'"
Material:
CU ADR O J -S
Capa 19 : 1 ejemplar.
Capa 20: 2 ejemplares, uno de ellos
incomple~.
SUPERFAMlLIA ACHATINACEA
FAMIUA FERUSSACIIDAE
Género Ferussaaa RISSO, 1826
Ferussaciafolliculus !GMELIN, 17901
116m. XXVII, lig. 61.
Observaciones: Hemos examinado un solo individuo de esta especie, procedente del Cuadro J -5, Capa 15 , que concuerda bien con las
características asignadas a aquélla. F. folliculus es una especie de
amplia dispersión circunmediterránea , que soporta hien los climas se cos. En las proximidades de la Cava de I'Or ha sido citada en Pego
(52) y en Sant Pere d'Oliva, Alcoi, etc. (53). Aunque no es una especie
de hábitos troglófilos, no es raro encontrarla en cuevas. Altimira
la cita (bajo el nombre de F. vescoi, generalmente considerado sinónimo de F. folliculusJ en el Avenc del Buga (Caban es, Castellón), Avenc
de les Aranyes (Orsavinya , Barcelona) y Avenc de la Dona Marta
IAlós , Léridal.
FAMILIA SUBULINIDAE
SUBFAMILlA RUMININAE
Género Rl.lmina RISSO. 1826
Rumina decollata (LINNÉ. 1758 )
ILám. XXVII , ligs. 7 y 81
Observaciones: Especie muy abundante en todo el contorno del
Mediterráneo, predomina en terrenos calcáreos y puede soportar climas muy áridos enterrándose o penetrando en grietas más o menos
profundas, por 10 que no resulta raro encontrarla en el interior de cavernas , en las proximidades de la entrada. En la Cava de I'Or aparecen los diversos estadios de truncadura, desde individuos juveniles
con la concha embrionaria conservada hasta ejemplares adultos, lo
que permite suponer que la especie vivía «in situ». Aunque no puede
considerarse como una especie de hábito troglófilo , su tendencia a
buscar sitios húmedos, protegidos del sol, hace que se recoja con cie rta frecuencia en el interior de cavernas y abrigos. Una lista de las 10(52)
1531
S. DE FEZ. op. cit. nota 19. pilg. 200.
L. GASULL. op. cit. nota 9 . págs. 60-62 .
[page-n-272]
J , D. ACu1I' A y F. ROBLES
268
calidades conocidas puede consultarse en el articulo de síntesis de Al·
limira (54).
Es especie abundante en los alrededores de Beniarrés.
Material :
CUADRO J·4
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
2A : 1
2B : 1
5:
1
14 ; 3
ISa: 1
15h: 4
17b: 2
18a: 2
1ah : 1
ejemplar.
ejemplar .
ejemplar.
ejempla res.
ejemplar.
ejemplar es.
ejemplar es .
ejemplares.
ejemplar.
CUADRO J -5
Capa 4 : I ejempla r.
Capa 11 : 2 ejemplares.
Capa 13: I ejemplar.
Ca pa 18 : I ejem pla r .
Capa 20: I ejempla r.
Capa 23 : I ejempla r.
CUADRO J· 5 ·T
Capa 6:
ejemplar.
Capa 7N I ejempla r.
SUPERFAMIUA HELICACEA
FAMILIA HELICIDAE
SUBFAMll.IA HELICELLINAE
Géner o Cernuella SCHLUTER, 1838
Cernuella (Cernuella) virgata (DA COSTA , 17781
ILám. XXVIII, figs. 1 y 2)
Observaciones: Sólo hemos podido examinar dos ejemplares in·
completos y un pequeño fragmento de otro, procedentes del Cua dro J .
4 , Capa 17b (55 ). Los ejemplares carecen de coloración y poseen ta o
maño pequeño (la altura , única medida posible, del ej emplar figurado
es de 7'4 mm .).
Se trata de una especie muy común en Europa Occidental , y según
Gasull (56) es la «más común y abundante en ejemplares de la regióm
(541 A. ALTIMIRA, op. cit .• nota 15.
(55) Debemos la dete rminaci6n de esta especie. asl como varias observaciones sobre a lgunas otras, a la amabilidad del malacólogo D. Luis Gasull (Palma de Mallorca!. a quien queremos mostrar desde a qul nuestro profundo agradecimie nto po r sus indicaciones y po r el
envio de va rios de los t ra bajos que hemos utilizado en este estudio. (F. Roblesl.
(561 L. GASULL, op. cit. nota 9. págs. 78-8 1.
[page-n-273]
CaVA DE L'OR
269
(Valencia, Alicante y Murcial, «habitando lo mismo en los huertos, paredes, troncos de árboles, hierbas, etc, y aún en lugares secos y esteparios, faltando sólo en la región del bosquejo Carecemos de referen cias sobre su existencia en el interior de cuevas .
Género Trochoidea BRQWN , 1892
Subgénero Xeroplexa MQNTERQSATQ, 1892
Tro choidea (Xeroplexa) murcica (GUIRAO , 18591
ILám. XXV , fig . 31
Observaciones: Pequeña especie muy abundante en las proximi dades del Mediterráneo español, vive en matorrales y bosque bajo en
lugares secos y fuertemente soleados y ha sido citada en el interior de
algunas cuévas (57): Cova Canelobre de Bussot y Cava de Ebo. Es muy
variable en forma y tamaño. Nuestros ejemplares se caracterizan por
poseer una fuerte ornamentación, formada por costillitas gruesas y
regularmente espaciadas que se hacen más débiles, aunque persisten,
en la cara inferior y por poseer una quilla poco marcada.
Material:
CUADRO J· 4
Capa 15a : 1 ejemplar.
CUADRO J · 5
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
2:
13:
15 :
lB :
1'9 :
20 :
23:
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
I ejemplar.
1 ejemplar.
StJBFAMILIA HELICODONTINAE
Género Oestophora HESSE, 1907
Subgénero SUboeslOphora ORTIZ DE ZARATE, 1962
Oestophora (SuboestophoraJ boscae boscae (HIDALGO, 18691
IUm. XXVIII, figs. 4 y 51
Observaciones: Aunque los tres ejemplares de esta especie que hemos estudiado están incompletos, la existencia de partes complemen tarias permite asignarlo a esta especie: Se diferencia de O. barbula
por la carencia de dientes en el labio externo, de O. hispanica por su
mayor número de vueltas y la forma de la abertura y de O. kuiperi por
1571
L. GASULL, op. cic nota 9, pégs. 86·89 .
[page-n-274]
270
J . D. ACU9A y F. ROBLES
el tamaño, número de vueltas y forma del peristoma. Carece de la quilla reflejada y del seno interior que caracterizan a O. boscae jeresae.
Se trata de una especie trog16fila qu e habita las grietas de las rocas y es frecuente en el interior de cuevas.
Material:
CUADRO J -4
Capa ¡lb: I ejemplar incompleto.
CUADRO J -5
Capa 11 : 1 ejemplar incompleto.
Capa 1J : 1 ejemplar incompleto.
Ademés se han recogido los siguientes restos, indeterminables a nivel es pecifico:
CUADRO J -4
Capa 16b : I fragmento con las primeras vueltas y fragmen tos de 2 ejemplares més.
Capa lah : fragmentos de I ejemplar.
CUADRO J -S
Capa 2: fragmentos de 1 ejemplar.
SUBFAMILIA HELlCINAE
Género l berus M ONTFORT, 18 10
Iberus alonensis rtRUSSAC, 1821
IUm. XXIX, ligs. 1-31
Observaciones: Se trata de la especie más abundante en el material procedente de la excavación y su determinación plantea el problema de la validez de lberu s alvaradoi GARCtA SAN NICOLÁS como
especie. Esta autora , al describirla (581, indica como características
diferenciales más importantes el color del cuerpo, en especial el del
manto , que es gris unifor~e punteado de blanco frente al color rojo
vivo que presenta en 1. alonensis, así como el mayor tamaño de la
c.oncha de esta última especie y la existencia de un ombligo en forma
de ranura en l . alvaradoi, que falta en la especie de Férussac. Otro carácter distintivo vendría dado por la distribución geográfica: l . alonensis seria una especie andaluza mientras que l . alvaradoi tendría
una distribución muy amplia : Murcia, Pais Valenciano, Cataluña ,
parte de Aragón y parte de ambas Castillas.
El polimorfismo cromático en el manto de helícidos ha sido estudiado por diversos autores y no puede utilizarse para separar espe(581 E. GARCIA SA N NICOLAS : c.Estud,ios sobre la biotogfa, la anatomfa y la posición
sistemá tiu del Género Iberos Mondon 18 10 •. Bol. R. Soco Española Hist. Nat. IBiol.!. 55.
Madri d , 1957, págs. 199-390.
[page-n-275]
CaVA DE L'OR
271
cies. Un importante trabajo, realizado por cain (59) sobre Monacha
cantiana (MONTAGUI ha demostrado que la variabilidad en la pigmentación es un carácter genético hereditario. Más tarde Chatfield
(60). trabajando sobre la misma especie, ha establecido los porcentajes en que aparecen las distintas coloraciones en varias poblaciones y
supone que los factores ambientales que controlan los diversos fenotipos (dos como en el caso de l. alonensisJ están relacionados con la depredación por pájaros y pequeños mamiferos (selección del color que
ofrece mejor camuflaje sobre el substrato) y/o con el albedo (capacidad para absorber o reflejar la luz por parte del animal).
Las variaciones de tamaño tampoco han sido suficientemente estudiadas, ya que no se han realizado estudios biométricos sobre el tema. Sin embargo, es frecuente recoger, en la zona indicada por Garcia
San Nicolás como de dispersión de l . alvaradoi, individuos con el ta maño correspondiente a l . alonensis, de acuerdo con las indicaciones
dadas por esta autora para distinguir ambas especies. De igual forma
el carácter del ombligo en ranura es, según nuestras observaciones,
muy variable incluso dentro de una misma población.
Por todos estos motivos consideramos a l . alvaradoi como sinónimo posterior de l . alonensis, en tanto que estudios más detallados no
aboguen por una separación real de ambos . Este parece ser también
el criterio de GasuIl (611 que incluye l . alvaradoi en la sinonimia de l.
alonensis, aunque no realiza ningún comentario sobre el tema.
La especie es muy abundante en los alrededores de Beniarrés y ha
sido citada por numerosos autores en diversas localidades de Valencia y Alicante. Vive en los macizos calcáreos, en zona de fuerte insolación, protegiéndose en las grietas o bajo las piedras.
Poco frecuente en el interior de cuevas, las citas que conocemos
en este hábitat está asociada con ocupaciones humanas. Frecuente en
la Cava del Parpalló (62 ). su abundancia en la Cava de rOr debe ser
atribuida, en nuestra opinión, a su utilización como alimento. La existencia de perforaciones artificiales en la última vuelta de numerosos
ejemplares puede ser debida a la extracción del cuerpo del animal por
succión desde la abertura. La utilización como ornamento nos parece
poco probable, dada la extrema fragilidad del caparazón de esta especie.
1591 A. J. CAIN : .Undescribed polymorphisms in two British snails•. Joumal ofConcho·
logy. 26. Landon. 1911. págs. 410-416.
1601 H. E. CHATFIELD: . Observations on variation in the manLle ofthe land snail Mo nacha call1iana IMONTAGUI ¡Pulmonata: Helicidael•. J oumal of Conchology. 29. London.
1977 . págs. 219-222.
16 11 L. GASULL, op. cit. nota 9. pág. 123.
1621 M. VI.DAL LOPEZ, op. cil. nota 32. pág. 60.
[page-n-276]
J . D. ACtmA y F. ROBLES
272
Material:
CUADRO J-4
Capa 2A : 2 ejemplares enteros, uno de ellos perforado, y fragmentos de otros dos.
Capa ¡Ob : I ejemplar completo perforado y fragmentos de otro ejemplar.
Capa 14 : 4 ejemplares completos, tres de ellos perfora dos y fragmentos de otros eua
Capa I Sa : 3 ejemplares completos, uno de eUos sin perfora r. dos perforados y fragmentos de otro ejemplar .
Capa 15b : 5 ejemplares completos perforados y fragmentos de otros seis ejemplares.
Capa 16a: I ejemplar completo, otro con la abertura rota, probablemente al perforarlo,
y fragmentos de otros 2 ejemplares.
Capa 17a : Fragmentos de 4 ejemplares. uno de ellos casi entero y perforado.
Capa ¡7b : 1 ejemplar casi completo y restos de otros tres.
Capa 18a ; I ejemplar entero perforado y restos de otro.
Capa I Bb : 3 ejemplares incompletos y 1 ejemplar perforado.
CU ADRO J· 5
Capa 9:
I ejemplar perforado.
Capa 23 : 2 ejemplares. uno peñora do y otro ain perfora r.
CUADRO J· 5·T
Capa
Capa
Capa
Capa
2:
ejemplar perforado.
7N : Fragmentos de 2 ejemplares.
B:
I ejemplar completo, peñorado y fragmentoa de otro ejemplar.
10 :
J· 5·T· R:
I ejemplar perforado.
1 ejemplar perforado y restos de otros dos.
Iberus afr. carthaginiensis (RQSS MASSLER, 1854 ) y
ILám. XXX, figs . 2, 4 , 5 Y 6)
Pseudotachea splendida (DRAPARNAUD,
1801)
ILám. XXX, figs . 1 y 3)
Observaciones: Bajo estas denominaciones agrupamos una serie de
ejemplares de dificil determinación. Se trata de conchas de tamaño
medio (el mayor individuo completo mide 20' 3 mm. de diámetro y
13' 6 mm. de altura) que plantean el problema de la separación de Iberus carthagin iensis y Pseudotachea splendida cuando se dispone solamente de un escaso número de individuos subfósiles, en gran parte jóvenes y/o deteriorados. El tema ha sido tratado an teriormente por di versos autores (Boettger , Garcia San Nicolás, Gasull) , quienes indican
que la ornamentación decusada, que se origina al cruzarse las lineas
de crecimiento y las estrias longitudin ales, es un car ácter exclusivo
del género Iberus que puede permitir su distinción de Pseudotachea .
Desgr aciadamente, cuando las conchas están deterioradas, como es
el caso del material procedente de Cava de l'Or, la atribución a un género u otro por este único car ácter es muy delicada.
[page-n-277]
CaVA DE L'OR
27l
Los ejemplares estudiados por nosotros podrían entrar dentro de
la variabilidad de Pseudotachea splendida, de acuerdo con las dimensiones que para sus ejemplares transcribe Gasull (63), si bien en conjunto presentan una rela ción diámetro/altur a inferior a la normal en
esta especie. Sin embargo, la fuerte ornamentación decusada de algunos ejemplares con la superficie bien conservada (véase lámina
XXX, figs. 4-6) concuerda mejor con Al género Iberus. Por otra parte, la inserción del ángu lo superior de la abertura sobre la última
vuelta , que es cóncava en P. splendida, se realiza mediante una suave
inflexión en nuestros ejemplares, lo que concuerda con diversas especies de lberus y especialmente con el individuo de 1. carthaginiensis
representado por Garc!a San Nicolás.
Por estas razones, y dada la imposibilidad de asign ar la mayor
parte de estos ejemplares a P. splendida o al. aIT. carthaginiensis, incluimos el material examinado bajo esta denominación conjunta, a la
espera de que nuevos estudios nos permitan definirnos claramente sobre el tema. Figuramos varios ejemplares adultos cuya determinación
no ofrece dificultad.
La atribución especifica es delicada debido a la similitud que existe entre la concha de l . carthaginiensis y las diversas subespecies de
l . alcarazanus y a la escasez de individuos adultos en el material que
hemos examinado. Aunque el conjunto de las caracterfsticas morfológicas nos inclinan a incluirlo en la primera de las especies citadas, lo
hacemos con dudas hasta que podamos disponer de un material más
abundante.
Especie de hábitat similar a la anterior, constituye en la actualidad un endemismo de los alrededores de Cartagena. Su presencia en
Beniarrés durante el HoloceDo sería, de confirmarse la determinación, muy interesante.
Su abundancia en el interior de la Cava de rOr debe ser atribuida,
como suce de con la especie anterior, a una introducción artificial por
.motivos alimenticios. Las perforaciones son simil ares a las que presentan las conchas de l. alonensis y deben tener idéntica fina lidad.
Material:
CUAD RO J ·4
Capa 5:
Capa 6a :
Capa 7b:
Capa t lb:
Capa 14 :
1631
Fragmentos de I ;ejemplar.
Fragmentos de 1 ejemplar.
1 ejemplar.
I ejemplar.
3 ejemplares perfora dos.
L. GASULL. op. cit. nota 9. pág. 117.
[page-n-278]
'H
J . D. ACUSA Y F. RoaUl:S
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
15a:
lSb :
16a :
178 :
17b :
18a :
18b :
3 ejemplares perforados y fragmentos de otro ejemplar .
2 ejemplares, uno de ellos perforado, y fragmentos de otros dos.
1 ejemplar.
Fragmentos I ejemplar.
1 ejemplar casi entero y restos de otro.
Fragmentos 1 ejemplar.
2 ejemplares perforados y restos de otro.
CUADRO J· 5
ejemplar.
ejemplar muy joven.
4:
14 : 1 ejemplar perforado.
20: 1 ejemplar muy joven.
23 : 4 fragmentos.
Capa 2 :
Capa
Capa
Capa
Capa
CUADRO J· 5-T
Capa 7N :
Capa 8:
Capa 10 :
J -5-T-R:
I ejemplar perforado y fragmentos de dos ejemplares.
Fragmentos de 1 ejemplar .
1 ejemplar incompleto y fragmentos de otro.
1 ejemplar perforado.
lberus sp.
Observaciones: Incluimos aquí los fr agmentos indeterminables a
nivel especifico que presentan la ornamentación u otras car acterísticas mor fo lógicas propias de este género, sin que sea posible asignarlos
a una de las dos especies descritas anteriormente.
Material:
CUADRO
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
J -4
6a :
6b:
7a:
7b:
8a :
Bb :
9a:
9b:
lOa :
11a :
Il b:
12a :
12b:
13a :
16b:
CUADRO
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
J ·S
2: Fragmentos
3: Fragmentos
4: Fragmentos
7: Fragmentos
8: Fragmentos
2B : Fragmentos correspondientes a 1 ejemplar.
5 : Fragmentos correspondiflntel a 1 ejemplar.
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
I-ragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
cOITespondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
J ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
3 ejemplares.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
I ejemplar.
I ejemplar.
2 ejemplares.
[page-n-279]
COVA DE L'OR
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
9 : Fragmentos
10 : Fragmentos
11 : Fragmentos
12: Frag mentos
13 : Fragmentos
16: Fragmentos
18 : Fragmentos
19 : Fragmentos
20: Fragmentos
21 : Fragmentos
22 : Fragmentos
23 : Fragmentos
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
l
2
2
2
ejemplar.
ejemplares.
ejemplares,
ejemplares.
1 ejemplar.
2 ejemplares.
3 ejemplares.
1 ejemplar.
3 ejemplares.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
CUADRO J ·5·T
Capa 5: Fragme ntos correspondientes a 1 ejemplar.
Capa 6: Fragmentos correspondientes a 1 ejemplar.
Helicidae indeterminados
Observaciones: Se trata de fragmentos de pequeño tamaño, co rrespondientes a diversas especies de Helícidos que no presentan nin guna característica morfológica que permita su inclusión en un género determinado.
Material:
CUADRO
Capa
Capa
Capa
J ·4
15b: Fragmentos correspondientes a 2 ejemplares.
16b: Fragmentos correspondientes a 1 ejemplar.
18a : Fragmentos correspondientes a 1 ejemplar.
CUADRO J · 5
Capa 15 : Fragmentos correspondientes a 1 ejemplar.
Capa 17: Fragmentos correspondientes a 1 ejemplar.
Capa 2 1: Fragmentos correspondientes a I ejemplar.
CLASE BIVALVIA
SUBCLASE PTERIQMORPHIA
ORDEN ARCOIDA
SUPERF AMILIA LlMOPSACEA
FAMILIA GLYCYMERIDIDAE
SUBFA MlLIA GLYCYMERIDINAE
Género Glycymeris DA COSTA, 1778
Subgénero Glycymeris s. s.
Glycymeris (GlycymerisJ gaditanus (GMELIN , 17901
(= violacescens LAMARCK, 1819)
ILám. XXVI, lig. 1)
Observaciones: La especie es muy abundante en las costas orientales de la Península Ibérica (64). Su área de distribución se extiende
164) . I. MONTERO, op, cit. nota 5, pág. 181 .
[page-n-280]
J . D. ActmA Y F. ROBLES
'"todo el Mediterráneo excluido el Mar Negro. y en el Atlántico desde
a
las costas meridionales españolas hasta Cabo Verde (65) (661. Vive en
fondos arenosos o fangosos a pocos metros de profundidad.
Aunque no hemos encontrado ninguna referencia concreta a esta
especie, las valvas de «PectunculuSJ se han citado en niveles con cerámica carrual en Arene Candide, Italia (67).
Material:
CUADRO J· 4
Capa 1:
1 valva completa con el umbo perforado, 1 fragmento ventral y 1 fragmento
central.
Capa 5: 1 fragmento ventral.
Capa 7b : 1 fragmento ventral.
CUADRO J -5
Capa 3 :
Capa 4 :
Capa 10 :
Capa 1J :
Capa 19:
J · 5-T-R:
I
1
2
1
1
I
fragmento central.
valva completa no perforada.
fragmentos ventrales.
fragmento central.
valva completa con el umbo peñorado.
fragmento central.
ORDEN PTERIOIDA
SUBORDEN PTERIINA
SUPERFAMIUA PECTINACEA
FAMILIA PECTINIDAE
Género Pecten MULLER, 1776
Subgénero Pecten s. s.
Pecten (Pecten) jacobaeus ILINNE , 17581
Observaciones: Esta especie aparece con cierta frecuencia en las
costas mediterráneas españolas (68). Se ha citado en casi todo el Me diterráneo (excluido el Mar Negro) y en el Atlántico desde Galicia hasta Cabo Verde y Canarias (69), Vive semienterrada a muy distintas
profundidades, pudiendo alcanzar casi los 200 metros.
Algunos fragmentos de Pecten no determinados se han citado en
el Neolltico antiguo cardial de ChAteauneuf·lés· Martigues, Francia
1701.
{651
(661
(671
(68 )
1691
{701
F. NORDSLECK, op. cit. nota 2, pAgo 26 .
P. PARENZAN, op. cit. nota 4, pAgs. 50-51.
Y. TABORIN, op. cit. nota 17, pAgs. 309-310.
I. MONTERO, op. cit . nota 5, pAgo 210.
F. NORDSIECK, op. cit. nota 2, pAgo 55.
Y. TABORIN. op. cit. nota 17 , pAgs. 310·311.
[page-n-281]
caVA DE L'OR
Material :
'"
CUADRO J ·4
Capa 14: 1 fragme nto ventral.
CU ADR O J · 5·T
Capa 5: 1 fragmento central.
SUBCLASE PALAEOHETERODONTA
ORDEN UNIQNIDA
SUPERFAMILIA UNIONACEA
Unionacea indeterminado
Observaciones : Dos fr agmentos de concha, procedentes de la capa 1 (Cuadro J -4), presentan el aspecto nacarado propio de esta superfamilia, La falta de elementos identificativos (charnela, etc.) impiden una mayor precisión sistemática.
Las conchas de Anodonta, Margaritana y Unio (géneros más caracterfsticos de esta superfamilia en Europa occidental) han sido ampliamente utilizados para la confección de elementos decorativos durante la Prehistoria (71). Los fragmentos estudiados no permiten determinar el uso a que estaban destinados. La revisión del material de
adorno de la Cava de l'Or (que esperamos realizar más adelante) permitirá , probablemente, identificar la estructura típica de los Unionacea en los diversos elementos ornamentales procedentes de las excavaciones.
SUBCLASE HETERODONTA
ORDEN VENEROIDA
SUPERFAMILIA CARDIACEA
FAMILIA CARDlIDAE
SUBFAMILIA CARDlINAE
Género Acanthocardia GRAV, 1B51
Subgénero Rudicardium COEN , 1925
Acanthocardia (RudiE..ardium) tuberculata (LINNt, 17 581
ILám. XXVI. fig. 21
Observaciones: Esta forma es muy frecuente en fondos de arena o
arena fangosa, a profundidades comprendidas entre 10 Y 100 metros.
Su área de distribución se extiende a todo el Mediterráneo y en el At-
(711
Y. TABORIN , op. cit. nota 17 , pág. 112 Y siguientes,
[page-n-282]
27B
J . D. ACUSA Y F. ROBLES
lántico desde Inglaterra basta Madeira y Canarias (72) (73). Es muy
común en el litoral oriental de la Perunsula (74) .
Tahorin {751 cita Cardium tuberculatum en el Tardenoisiense de
Téviec y Hoedic (Morbihan, Francia). como elemento ornamental y de
alimentación.
Material:
CUADRO J -4
Capa 6b: 1 valva casi completa con el umbo perforado.
CUADRO J -5
Capa
Capa
Ca pa
Capa
2:
11 :
16 :
21:
1
1
1
1
fragmento
valva casi
fragmento
valva casi
ventral con manchas de ocre en al borde palea!.
completa con el umbo perforado.
ventral.
completa correspondiente a un ejemplar muy joven .
CU ADRO J -5-T
Capa 3: 1 fragmento ventral. Oet.enninaci6n incierta.
SUBFAMILIA LAEVICARDIINAE
Género Cerasloderma POLI , 1795
Cerastoderma edule
ILám. XXVI, fig . 31
(LINN:E:. 1758 )
Observaciones : De acuerdo con Montero (76), esta especie aparece generalmente en fondos de fango , a poca profundidad, en aguas
tranquilas y salobres.
Se ha citado en todo el Mediterráneo , incluido el Mar Negro, y en
el Atlántico entre Noruega y Canarias, y en Norteamérica (77) (781. Es
muy abundante en las costas orientales españolas, donde suele diferenciarse como subespecie lamarcki REEVE , 1844 ( = glaucum POIRET, 17891.
Junto a Columbella rustica constituye la base. de la ornamentación durante el Neolftico antiguo en Chéteauneuf-lés-Martigues ,
Francia (79), sirviendo además para la impresión de la cerámica.
[72 1
(731
(74 )
(75)
(761
(77 )
(78 )
(7 91
F. NORDSIECK, op. cit. nota 2, pA go 104 .
P. PARENZAN , op. cit. nota 4 , págs. 2 16-217.
I. M ONTERO, op. cit. nota 5, pAgo 161 .
Y. TABORIN, op. cit. nota 17, pAgo 392 .
I. M ONTERO, op . cit. nota 5, pAgs. 158- 159.
F. NORDSIECX , op. cit. nota 2, págs. 100- 102.
P. PARENZAN, op. cit. nota 4 , págs. 190-212 .
Y. TABORIN, op. cit. nota 17, pág. 392.
[page-n-283]
CaVA DI! L'OR
Material:
'"
CUADRO J -5-T
Capa 5: 1 valva correspondiente a un ejemplar j oven.
Bivalvia indeterminado
Observaciones: Bajo esta denominación incluimos todos aquellos
ejemplares cuyo estado de conservación hace imposible una determi·
nación más precisa. La mayor parte de estas conchas son acastilladas
y podrían corresponder a algunas de las especies citadas con anterio ridad.
Material:
CUADRO J -4
Capa 1: 1 fragme nto.
Capa 2A : 2 fragmentos.
Ca pa 17a : 1 fragmento .
CUADRO J · 5
Capa 3: 1 fragmento.
Capa 4: I fragmento.
CLASE SCAPHOPODA
FAMILIA DENTALIlDAE
Género Dentalium, LINN1i:, 1758
Dentalium sp.
Observaciones : La totalidad de las conchas de estos escafópodos
aparecen muy alteradas y fragmentadas . Su determinación especifica
en estas condiciones resulta imposible. Algunas de las especies de este
género son frecuentes en nuestras costas en fondos blandos.
Sus conchas se han citado como elementos ornamentales en nive·
les correspondientes al Neolítico antiguo con cerámica impresa en
Courthezon, Francia (SO).
Material:
CUADR O J -4
Capa 6a: 1 eje mplar incompleto.
Capa 8a : 1 ejemplar incompleto.
CUADRO J -5
Capa
Capa
Capa
Capa
1801
13 :
16 :
17:
18 :
1 ej emplar
1 ej emplar
1 ejemplar
l ejemplar
Incompleto.
incompleto.
incompleto.
incompleto.
Y. TABORIN, op. cit. nota 17 , pág. 311.
[page-n-284]
J . D. ACU~A y F. ROBLES
280
I NTERPRETACION DEL CONJUNTO MALACOLOGICO
Al Elementos orn amentales
El conjunto ornamental que proporcionan los niveles estudiados
en la Cava de rOr presenta una clara relación con otros descritos en el
Neolítico antiguo con cerámica cardial en Europa occidental y más
concretamente en algunas localidades francesas e italianas como
Chéteauneuf-Iés-Martigues (Cuenca del R6dano) y Arene Candide (Liguria).
La más completa descripción de los elementos ornamentales fabricados con conchas durante este período antiguo, se debe a Taborin
(8 1) y está basada en materiales franceses, italianos y portugueses
procedentes, entre otras, de estas dos localidades.
De acuerdo con esta autora, al finalizar el Mesolitico y coincidien. do con un cambio cultural total, se observa una sustitución clara en
las conchas preferidas en el adorno personal; Cyclope neritea, que
había constituido la base de la ornamentación mesoLitica, es ahor a
reemplazada por Columbella rus t ica cuyas conchas, casi siempre
completas, presentan una típica perforación irregular en la parte
dorso-lateral de la última vuelta. Las valvas de Cerastoderma edule y
otros Cardiidos (<
frecuentes. Completan el conjunto típico Conus mediterraneus, «Mesodesma» cornea, «Cypraea», Dentalium, Cerithium, Pectínidos incompletos, Astralium y «Purpura».
Algunos fragmentos ventrales de Glycymeris (<
cardial para luego, en los t ramos más recientes con presencia de cerámicas impresas cardiales, ser reemplazados por valvas completas.
La transición a este NeoLitico más reciente con cerámicas cardiales, Neolítico medio en la sistematización seguida por Taborin par a
los yacimientos franceses e italianos, coincide con la aparición de colgantes incisos construidos con conchas de Spondylus y de discos perforados fabricados con valvas de «Car dium». Durante este período,
aunquf' al ? rincipio persisten elementos tradicionales (Columbella
rustica con perforaciones dorso-laterales, Cardiidos, Conus mediterraneus), van apareciendo nuevos elementos: Patella. Pecten. etc.
En este contexto, el conjunto ornamental de Or puede caracterizarse como típicamente cardial. El predominio de Columbella r ustica
y la presencia de Cardiidos, Conus mediterraneus. Luria lurida. Den(811
Y. TABORIN , op. dlo nota 17 , pág. 307 Y siguientes.
[page-n-285]
CaVA DE L'OR
'81
talium Sp. y Pecten benedictus, resultan típicos. La aparición de algu nas valvas completas de Glycymeris gaditanus junto a fragmentos
ventrales, podría indicar una transición hacia los gustos que caracterizarán los momentos más avanzados del Neolftico y posteriores, aun que se da también en el Neolftico antiguo con cerámica cardial de
Arene Candide. No debe olvidarse que , como se expone en la parte correspondiente de este mismo volumen. la secuencia estratigráfica de
la Cava de I'Or no se limita al Neolítico antiguo con cerámica impresa
cardial. sino que también abarca lo que se denomina segunda fase
neolítica. con ausencia de este tipo cerámico. En cualquier caso, los
elementos con que contamos son muy escasos para poder observar
una evolución acorde con la estratigrafia y será necesario esperar a la
revisión completa de todo el material del yacimiento.
La utilización de Gibberula miliaria parece original y la de Theo doxus jluviatilis, un carácter arcaico. La construcción de discos perforados de Conus mediterraneus. posiblemente cuertas de colla r.
aunque no aparece descrita explícitamente en la biblia graO a consultada. podría reconocerse en la f1.'!:uración de all!unos materiales neolí ticos de la Cava de la Sarsa (Bocairent. Valencia) (82), y también en el
NeoUtico Pre -cerámico de Palestina (83).
Aunque el conjunto malacológico incluye especies más o menos
frecuentes en las costas mediterráneas de la Peninsula y más concre tamente en la región, su clara selección y las relaciones con otros conjuntos ornamentales exóticos. ponen de manifiesto la trascendencia
geográfica de esta manifestación cultural. Res.pecto a la aparición de
Arcularia gibbosula necesitaríamos de una mayor seguridad en la de limitación de su área de distribución para poder discutir su origen.
A este conjunto de elementos destinados al adorno personal ha de
añadirse una serie de conchas (bivalvos acastillados o de borde paleal
dentado) empleados en la impresión de cerámica. Probabh::mente algunas valvas completas o fragmentadas de los Cardiidos determina dos y de Glycymeris gaditanus se usaron con esta finalidad, La presencia de ocre en el borde paleal dentado de un fragmento de Acan thocardia tuberculata hace suponer una técnica de impresión y pin tura simultánea que resulta coherente con las decoraciones de la cerámica hallada.
1 1 M. D. AsaUERINO : «Cova de la Sarsa (Bocairenc.e, Vale nciaj. Analisis estadlstioo y
82
tipolOglCO de ffillteriales sin estratigrafill 097 1- 197411. Pape les del laboratorio de
Arqueo]ogla·Sllguntum, 13. Valencia. 1978. pilgs. 99-225. Fig. 22. numo 2646.
(831 D. KIRKBRIDE : IThe Neolithic in Wadi Ru mm : 'Ain Abu Nekheile h•. En «Archaco·
logy in thc Levan lll, edic.ed by P. R. S. MOOREV and P. J . PARR, Aris and Phillips Ltd .• Wa r·
mins ter. 1978, pags. 1- 10. Fig. 4. numo 14.
[page-n-286]
"2
J . D. AcuAA y f . ROBLES
La escasez de restos de la Superfamilia Unionacea no permite nin guna precisión sobre su utilización, en tanto no se revise con detalle el
resto del material de la Cava de 1'0r. Su empleo como motivo ornamental no sería de extrañar.
B1 Otros elementos
Incluimos aquí los gasterópodos terrestres y de agua dulce, con la
única excepción de Theodoxusfluviatilis, utilizado com o motivo ornamental corno ya se ha indicado. Dentro de este grupo pu eden considerarse los siguientes conjuntos :
b¡J Moluscos cuya existencia en la cueva puede explicarse por causas
naturales, relacionadas con su forma de vida. Podemos dividirlos en:
Moluscos de hábito claramente trog16filo , que suelen vivir en el in terior de cuevas o en grietas profundas en la roca : Oxychilus mercadali, Oestophora boscae y Oestophora sp.
Moluscos que , sin poseer hábitos propiamente troglófilos, se refugian con cierta frecuen cia en cuevas por sus condiciones ambientales favorables : Ferussaciafolliculus, Rumina decollata y, probable mente , Trochoidea murcica.
Todos ellos debían convivir con los seres humanos en el interior
de la Cava de I'Or sin que existiese, al menos aparentemente. ninguna
interacción entre ambos.
b 2 ) Moluscos introducidos artificialmente por el hombre. utilizados.
casi con seguridad , como alimento: Iberus alonensis, Iberus aIT. carthaginíensis, Iberus sp. y Pseudotachea splendida .
b3) Moluscos cuya existencia en la cueva debe ser atribuida a causas
fortuitas , ya que ni presentan señales de haber sido utilizados por el
hombre ni su hábitat puede justificar su existencia en el interior de
aquélla: Melanopsis graellsi (84) y Cernuella virgata. El primero puede haber sido introdu cid o por los recolectores de con chas de agua
dulce , mezclado con las de Theodoxus fluviatili s co n quien convive en
fuentes y cursos de agua . El segundo puede haber ll ega do mezclado
con hojarasca transportada con alguna finalidad (fuego , fabri ca ción
de lechos ... ) al interior de la cueva, dado su hábita t. Sin embargo , no
pueden descartarse causas naturales (arrastre de las conchas muertas por corrientes de agua a través de grietas ) para explicar su apari ción en el interior de la Cava de rOro
(84) Al revisar el material procedente de anteriores excavaciones en la Cova de J'Or he·
mos obser vado la existencia de un ejemplar de esta especie perforado. De confirmarse el carácter intencional de esta perforaciÓn habria que incluir esta especie dentro del grupo de los
elemenLOs ornament.ales.
[page-n-287]
Contenido en Moluscos de los diferentes niveles excavados
Cuadro J-4
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Theodoxus jluviatilis
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Melanopsis graellsi .
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Gibberula miliaria ........
Conus mediterraneus ......
Columbella rustica
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Glycymeris gaditanus
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• Incluye también los ejemplares de Pseudotachea splendida.
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Cuadro J -5- T
Cuadr o J -5
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[page-n-288]
caVA. DE L'OI\
28J
APENDICE
Como indicamos en la Introducción, hemos procurado utilizar
una nomenclatura completamente actualizada para nombrar las distintas especies clasificadas. Para evitar la confusión que los nombres
actuales pueden producir en los no especialistas, singula rm ente cua ndo se manejan obras antiguas, incluimos a continuación un cuad ro de
sinónimos de las denominaciones genéricas y específicas que empleamos en este trabajo con aquéllas de uso común entre no rnalacólogos y
autores antiguos.
Nombre actual
Theodoxus fluviatilis
Melanopsis graellsi
Cernuella virgata
Trochoidea murcica
Oestophora boscae
lberus alonensis
Iberus carthaginiensis
Luria lurida
Arcularia gibbosula
Glycymeris gaditanus
Acanthocardia tuberculata
Cerastoderma edule
Sinónimo
Neritina fluviatilis ( = N. baeticaJ
Melanopsis tricarinata
Helix virgata ( = H. variabilisJ
Helix murcica
Helix boscae
Helix alonensis ( = l. alvaradoiJ
Helix carthaginiensis
Cypraea lurida
Arcularia circumcincta
Pectunculus gaditanus ( =P. violacescensJ
Cardium tuberculatum
Cardium edule
[page-n-289]
[page-n-290]
x
CONSIDERACIONES FINALES
Bernardo Marti Oliver
Desde que finalizaron los trabajos de excavación en el Sector J , Y
aún después de concluir el estudio de sus materiales, ha ido progresando nuestro conocimiento sobre la Cava de rOro de modo que los re·
sultados aquí expuestos serian susceptibles de diversas matizaciones
según los resultados de las campañas de excavación realizadas entre
1955 y 1958 , Y muy especialmente en razón de los actuales trabajos
en el Sector K. Por ello, ateniéndonos a las pequeñas dimensiones de
la zona que ahora estudiamos, hemos de considerar la secuencia obtenida como un punto de referencia inicial, especialmente valioso con
respecto a algunos materiales tradicionalmente poco considerados.
Como se constata fácilmente , no aparecen entre los materiales in ventariados en el presente volumen los tubos de hueso fInamente pulidos, los anillos fabricados sobre grandes conchas de Conus o los brazaletes de piedra, entre otros objetos de los que si ofrecíamos algunos
ejemplos en el volumen primero; y, por otra parte, tampoco podemos
decir que entre ambos volúmenes estemos próximos a agotar la variedad del yacimiento. A ello hay que añadir las posibles estructuras y
las matizaciones de la secuencia cultural que una excavación en extensión podría poner de manifIesto y que tampoco tenemos aquí.
[page-n-291]
'86
B. MARTI
Sin embargo, a pesar de estas limitaciones inherentes a lo reduci~
do de la zona estudiada, el conjunto de los materiales y la secuencia
proporcionarla por el Sector J pueden considerarse como representa tivos del yacimiento en nuestra opinión y en la medida de lo posible. y
aunque en algunos casos podríamos ofrecer mayores precisiones en
base a los resultados de otros sectores de la cueva actualmente en estudio. la complejidad y riqueza del yacimiento lo desaconsejan porque
estaríamos haciendo una selección arbitraria, tomando datos aislados
de una u otra parte.
En lineas generales las conclusiones que pueden extraerse del
Sector J corresponden a lo esperado para los materiales mejor conocidos en el conjunto del Neolítico peninsular: la cerámica y la industria
de sUex. En otros aspectos, como la fauna de vertebrados o los cereales, y especialmente la malacofauna, escasamente atendida en nuestros yacimientos a pesar de ser una constante importante, o la tecnologia cerámica, desconocida en su evolución temporal y en su posible
diferenciación espacial. es todavia escaso el conj unto documental con
que contamos en el Neolitico peninsular y habrá que esperar para que
también ellos puedan aportar su propia luz a los problemas.
Una vez más se comprueba que la ocupación de la Cava de rOr
por un grupo humano se inicia con el Neolftico de las cerámicas impresas cardiales, el Neolítico antiguo , en los albores del V milenio a.
de C. No han aparecido hasta el momento indicios de niveles preneoHticos que muestren una progresiva transformación de la cultura
material, niveles que tampoco existen en los restantes yacimientos del
NeoHtico antiguo peninsular de los que tenemos una información suficiente como, por ejemplo, la Cava de la Sarsa (Bocairent, Valencia) o
la Cueva de la Carigüela (Piñar, Granada), cuyas industrias musterienses quedan suficientemente alejadas en el tiempo.
Aunque sobre este hecho no pueden basarse conclusiones relativas al origen de los primeros grupos neolíticos o al de su cultura mate rial, si merece destacarse el que, por lo que a Or se refiere , conocemos
en sus proximidades la existen cia de un poblamiento paleolítico final
o epipaleoUtico microlaminar, pero no ha sido documentado ningún
hallazgo que pueda atribuirse al Mesolitico de facies geométrica ; y esto, respetando la diferencia cualitativa que poseen los argumentos de
presencia y ausencia en el campo de la Prehistoria, no deja de ser un
punto de reflexión cuando se trata de zonas intensamente prospectadas como la que ahora nos ocupa. Pero ello nos llevaría al problema
de la neolitización, a las diferencias entre estos yacimientos plenamente constituidos en su cultura material neolltica y aquellos otros
que representan la progresiva neolitización del substrato humano an-
[page-n-292]
caVA DE L'OR
'"
terior, sobre lo que ya nos hemos extendido en ocasiones anteriores,
debiendo esperar ahora la conclusión de los importantes trabaj os en
curso sobre yacimientos del Mesolítico geométrico, singularmente las
nuevas campañas de excavación en la Cueva de la Cocina (Dos Aguas ,
Valencia). Por lo que a Or se refiere, su cultura material, extensa y
compleja, a la que se asocian abundantes restos de cereales cultivados y de animales domésticos, ofrece la imagen de una comunidad
plenamente neolítica que no parece enraizarse en las culturas anteriores documentadas en la Península Ibérica; y 10 mismo puede decirse de sus amplios paralelos en el Mediterráneo Occidental. donde
tampoco encontramos los antecedentes que permitan explicar una
aparición autónoma.
En los cuadros J-4 y J-5 esta fase inicial de la ocupación del yacimiento correspondería a lo que hemos denominado Nivel III en el
apartado dedicado al estudio tipológico de la cerámica, comprendiendo el Estrato V y la parte superior o de contacto entre éste y el Estrato
VI. que se torna completamente estéril en profundidad. Aproximada mente abarcaría desde las capas llb y l3a del cuadro J -4. y desde la
capa 15 de J-5, incluyendo el Testigo, hasta el fmal de la sedimentación arqueológica,
La cerámica justifica el nombre de Neolítico de las cerámicas im presas que le asignara Bernabo Brea, mostrando el predominio abso luto de las decoraciones impresas cardiales. tres cuartas partes de los
fragmentos decorados de este nivel. También encontramos una buena
representación de vasos ornados con cordones lisos o con digitacio nes, ungulaciones , impresiones e incisiones diversas : tratándose
siempre de decoraciones plásticas hechas con la misma pasta de las
paredes de los vasos y nunca por sobreposición de auténticos cordones. Las impresiones de instrumentos dentados a modo de peines, las
incisiones y los pequeños mamelones o resaltes no destinados a la prehensión, en muy pequeño número, completan el repertorio de los motivos decor ativos.
El alto porcentaje de fragmentos decorados , más de la cuarta parte de los inventariados, se muestra acorde con las pastas bien depuradas y el esmerado tratamiento de las superficies que ofrecen los vasos
cerámi cos. En este sentido destaca la correspondencia casi total de
las perforaciones de lañado a este nivel, lafiados que podemos interpretar como manifestación de las dificultades ofrecidas por una tecnologia cerámica que depura excesivamente sus pastas. Atendiendo a
estas características de pastas bien depuradas , quizás con desgrasantes orgánicos, perfecto bruñido de las superficies, gran abundancia de
las decoraciones , presencia de formas globulares con cuello estrecho
[page-n-293]
'88
B. MARTI
y largo, así como de los pequeños recipientes, parece verosimilla posibilidad enunciada en el estudio de la tecnología cerámica de que estos vasos no estuvieran destinados a una exposición directa al fuego,
en relación con actividades culinarias.
La industria de sílex muestra un importante componente laminar
y la aparición de los tipos que veremos perdurar a lo largo de todo el
Neolítico : hojas y hojitas retocadas o con señales de uso, truncaduras
retocadas, perforadores. trapecios y segmentos de circulo. así como
lascas retocadas. Remitiéndonos a lo expuesto en el capitulo dedicado
al estudio tipológico, insistiremos una vez más en la importancia de
los elementos de hoz como tipo funcional que vemos asociado a hojas
y hojitas retocadas, truncaduras oblicuas e incluso trapecios y segmentos ; y también en la diferencia global que la industria de sHex del
Neolítico antiguo ofrece con respecto a los conjuntos mesolíticos.
Estas diferencias vuelven a acrecentarse a l examinar la industria
ósea. Al igual que en el caso de la cerámica, con un notable grado de
perfección desde su aparición en nuestras tierras ; o como los útiles de
piedra pulida, ausentes en los cuadros J -4 y J -5 pero presentes en la
base de otros sectores de la cueva; la industria ósea surge ex novo,
desprovista de cualquier relación genética con la cultura material de
los grupos mesolfticos que pudieran constituir el subtrato de la neolitización. Punzones, cucharas, discos , anillos, colgantes, etc., son elementos característicos de estas primeras comunidades neolíticas. y
su abundancia, puesta en relación con el conjunto de la cultura material , con el barroquismo de la cerámica o con la proliferación de los
adornos realizados sobre conchas de Columbella rustica, Conus mediterraneus, Theodoxus fluviatilis , Dentalium sp. , Luria lurida, diversos
cardfidos, etc. , habla con insistencia de una compleja cultura material que desborda ampliamente los límites de la esfera de subsistencia. Por lo que se refiere al conjunto ornamental malacológico, aunque in cluye especies más o menos frecuentes en las costas mediterráneas peninsulares, su clara selección y las relaciones con otros conjuntos ornamentales exóticos ponen de manifiesto igualmente la trascendencia geográfica de esta manifestación cultural.
Ha pasado la hora de oponer la abundancia neolftica a las apre miantes necesidades del MesoUtico, pero ello no contradice el que tomemos clara conciencia de que en el ámbito del Mediterráneo Occidental la diferencia entre estos neolíticos plenos, representados por el
Nivel III de Or, y la cultura material de los grupos mesoUticos geomé tricos no es sólo de tipologia de los materiales. La proliferación de estos elementos, desconocidos hasta ahora en su mayor parte, ha de re -
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COVA DE L'OR
289
lacionarsp. con cambios importantes en las características de las co munidades humanas prehistóricas, singularmente quizás con un au mento de su tamaño, del número de personas que las componen. Que
ello sea resultado del cambio a la economía de producción, o ésta sea
consecuencia de aquello, con independencia de cual sea la variable
principal en el proceso, 10 cierto es que las diferencias entre los neolíticos plenos y aquellos otros mesoUticos en vías de neolitización, tal
como aparecen reflejadas en nuestros yacimientos, no pueden explicarse simplemente en función de la dualidad economía de
subsistencia-economiA de producción.
Esta economía de producción queda , por otra parte, ampliamente
atestiguada por los restos de cereales y los animales domésticos. A las
semillas de Triticum aestivum-compactum recuperadas en los cuadros J -4 y J -5, hemos de añadir las muestras que procedentes del Sector H-3 fueron estudiadas por Hopfy fechadas por el C.14, como se ha
expuesto en el capítulo correspondiente. Por lo que se refiere a los restos de la fauna de vertebrados , este Nivel III muestra ya las líneas
que va a seguir el yacimiento durante todo el Neolítico, siendo ahora
precisamente cuando mayor porcentaje alcanzan los restos correspondientes a los animales domésticos. Por especies predomina ampliamente la oveja, predominio que es abrumador si se consideran
conjuntamente los restos correspondientes a oveja ylo cabra. El cerdo
aparece bien representado , mientras el buey y el perro ofrecen un
único resto . Entre las especies salvajes, sólo el conejo y, en menor medida , el ciervo tienen entidad: mientras el corzo y la liebre contabilizan un solo hallazgo.
Como se ha expuesto detalladamente, también la fauna tiende a
mostrar conexiones orientales; y los resultados de Or plantean una
vez más el problema deja aparición de la oveja doméstica en nuestros
yacimientos. Aunque existen algunas fechas de C.14 para determinados yacimientos mesolfticos de la Francia meridional que apoyarían
la hipótesis contraria , a nuestro modo de ver son muy débiles las razones que permitan suponer una domesticación.de la oveja anterior a
la representada por el NeoUtico de las cerámicas impresas cardiales.
La gran importancia de la oveja doméstica en el nivel inferior de Dr,
nivel que por otra parte seria sincrónico del inicio del proceso de neolitización en los yacimientos mesoUticos geométricos, nos bace más
proclives a situar la aparición de la oveja doméstica en estos momentos porque las relaciones orientales que lo explicarfan concuerdan
perfectamente con el cúmulo de innovaciones que abara aparecen y
que señalan las mismas relaciones, cual es el caso de los cereales cultivados, de la cerámica, de las cucharas y amplias espátulas de hueso,
"
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''0
B. MARTl
de esas cuentas de collar fabricadas sobre la parte superior de las
conchas de Conus mediterraneus, etc.
Finalmente, por lo que se refiere a este Nivel lII, las fechas de
C.14 del cuadro J -4, 4.680 Y 4.770 a. de C., confirman la atribución
del primer horizonte neolítico a los inicios del V milenio a. de C., cro nología acorde con los resultados obtenidos en el Mediterráneo Occidental si evitamos valorar excesivamente los extremos del amplio espectro de dataciones absolutas que se poseen. En cualquier caso, resulta absolutamente necesario abandonar la discusión en torno a los
inicios del Neolítico del Mediterráneo Occidental como algo sujeto a
los vaivenes de las dataciones absolutas. Si futuros trabajos y nuevas
series de dataciones absolutas en los distintos yacimientos hacen re troceder este horizonte inicial al VI milenio, como apuntan algunas
fechas , el sincronismo a nivel del Mediterráneo Occidental deberia
ser mantenido, así como el techo cronológico que representan los re sultados del Mediterráneo Oriental. Como hemos expresado en otras
ocasiones, no puede olvidarse la profunda relación existente entre los
conjuntos del Neolitico antiguo dentro de este ámbito , piénsese en
Arene Candide y Or por ejemplo, de manera que las posibles gradacio nes cronológicas que se planteen han de vincularse a hipótesis explicativas que tengan en cuenta este hecho.
El segundo nivel correspondería al Estrato IV y agruparía, de manera aproximada , las capas 6 a 10b, 12a y 13a del cuadro J -4 , y las
capas 7 a 15 de J -5. La datación de C.14 para la capa 6 del cuadro
J -4, 4.030 a. de C. , permite atribuir este Nivel Il a la segunda mitad
del V milenio.
La cerámica impresa cardial va perdiendo importancia en términos absolutos y relativos conforme ascendemos en la secuencia estratigráfica. Junto a ella, en la que se incluye la decoración de arrastre o
raspado cardial, encontramos decoraciones puntilladas, impresiones
de diversos instrumentos y tipos , incisiones y acanalados, cordones
con digitaciones y ungulaciones, etc.; modificándose la relación entre
las distintas decoraciones en el transcurso de la secuencia, así como
también la importancia global de los fragmentos decorados.
Dentro de este nivel, mientras las capas inferiores muestran el
claro predominio de la decoración impresa cardial, a la que siempre
acompaña una modesta representación de otras decoraciones como
ya sucedía en el Nivel IlI, en la mitad superior asistimos a su paulatina desaparición , que parece iniciarse en torno a las capas 8 y 9 del
cuadro J -4 y de la capa 11 de J -5. Así pues, de acuerdo con la fecha
de la capa 6 de J -4 , en los momentos finales del V y principios del IV
milenio la decoración impresa cardial estaría en trance de extinción.
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COVA DE L'OR
'91
Por otra parte, es justamente en el Nivel II cuando las decoraciones
impresas no cardiales, los cordones digitados o ungulados, las incisiones y acanalados, cobran mayor importancia, aunque ésta nunca
pueda equipararse a la a1canzada por las impresiones cardiales en el
yacimiento.
La industria de sílex no ofrece particularidades notables y están
representados todos los tipos anteriores. En el caso de la industria
ósea y de las conchas utilizadas como elementos de adorno su evolución parece semejante a la expuesta para las cerámicas con decoración impresa cardíal, esto es, que si bien el Nivel II se inicia con una
cultura material similar a la anterior, paulatinamente van desapareciendo algunos elementos. Con todo, hay que recordar de manera especial en estos casos las limitaciones inherentes a las pequeñas dimensiones de la zona estudiada ya que, en proporción directa a la es casez de un elemento, aumentan las probabilidades de que la secuencia ofrezca una variación local y no la tendencia general. Un tipo nue vo con respecto al nivel inferior es la cuenta ovalada fabricada sobre
concha que va a tener una larga perduración hasta los enterramientos eneolfticos. La piedra pulida aparece representada por una azuela
y algunas cuentas de collar.
Las semillas de cereales y los restos de fauna siguen atestiguando
la importancia de la agricultura y la ganadería. En lo que se refiere a
la fauna de vertebrados, los porcentajes guardan gran similitud con
los anteriores y la oveja sigue siendo el animal más abundante.
Con el Nivel II del Sector J llegamos a los problemas sobre la evolución del Neolítico peninsular. Problemática abierta epla que existen
amplias divergencias sobre su caracterización, denominación y vigencia cronológica.
En relación con ello, la primera pregunta que se ha intentado responder era hasta cuándo perduran las decoraciones impresas cardiales en los yacimientos peninsulares, concluyendo que hoy no resulta
posible mantener la hipótesis de su larga presencia hasta momentos
cercanos a los inicios de la metalurgia, sino que , por el contrario, su
fmal habría de situarse en los últimos siglos del V milenio o primeros
del IV a. de C. No hemos encontrado razones importantes que oponer
a ello y tal planteamiento es generalizable aLconjunto del Mediterráneo Occidental. aceptado como común denominador de la investigación.
La segunda cuestión es qué sucede tras el fmal de estas decoraciones impresas cardiales que básicamente se encuadran en el Neolftico
antiguo, hacia dónde se dirige la evolución del NeoUtico.
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292
B. MARTI
Repitiendo exposiciones anteriores. hoy resulta posible delimitar
dos horizontes principales dentro del NeoUtico peninsular, el segundo
de los cuales aleja las cerámicas impresas cardiales de los inicios de
la metalurgia , como se desprende singularmente de los yacimientos
andaluces y valencianos, y en general de toda la vertiente mediterrá nea y la mitad meridional de la fa chada atlántica peninsular. Este segundo horizonte se iniciaría en los momentos finales del V milenio.
mostrando unas cerámicas con decoraciones incisas, acanaladas , im presas no cardiales, etc. , y su vigencia cronológica alcanza, al menos,
a todo el IV milenio (1).
Tal planteamiento encuentra adecuada correspondencia tanto en
la estratigrafla de la Cueva de la Carigüela como en las altas dataciones de la Cueva de los Murciélagos (Zuheros, Córdoba). coincidiendo
parcialmente con la hipótesis expuesta por Muñoz de que en el Neolitico andaluz existirían dos grupos distintos que pudieran ser sincróni cos, si bien con la matización de que el sincronismo ha de limitarse a
una banda de contacto entre los milenios V y IV , perdurando en ade lante sólo el grupo representado por las cuevas ma lagueñas y cordo besas en la exposición de Muñoz (2). Sin negar que estos dos grupos
puedan representar tradiciones culturales distintas , tampoco pueden
negarse relaciones entre ellos y la imbricación del segundo en el primero, lo que explicaría los escasos fragmentos de cerámicas impresas
cardiales que aparecen en algunos yacimientos propios de este segundo horizonte , como la Cueva de Nerja (Málaga) o la Cava Fosca
(Ares del Maestre, Castellónl. así como la indudable superposición que
vemos producirse en la Cueva de la Carigüela. Sin olvidar que tanto
en Carigüela como en Or existe un pequeño componente de decoracio nes no cardiales ya en el Neolitico antiguo , El que estos horizontes
puedan representar dos tradiciones culturales distintas es, por otra
parte, una hipótesis sugestiva que encuentra su lógico punto de partida en la dualidad del proceso de neolitización, neoUticos plenos-mesol1ticos en vías de neolitizarse , pero es prematuro juzgar con detalle
esta posibilidad.
Dentro de tal esquema, que en el País Valenciano se correspondería con nuestras denominaciones de Neolftico tipo Or y tipo Fosca,
el Nivel II de Or representa la transición entre los dos horizontes para
1I1 B. MARTI : .:EI NeoUtico de la Penlnsula Ibérica. Estado actual de los problem¡¡s relativos ¡¡I proceso de neolitización y evolución de las culturas neolfticas •. Papeles del Labor¡¡torio de Arqueolog!¡¡-S¡¡guntum, 13 , Valencia, 1978, pégs. 59-98 .
121 A. M. MuRa z : .:El NeoUtico continental andaluz.. Comunicación al VII Symposium
de Prehistoria Peninsular, Córdoba, octubre de 1976.
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COVA DE L'OR
293
los que ya postulábamos un sincronismo en los últimos siglos del V milenio.
Un tercer punto seria la denominación aplicable a este segundo
horizonte, buscando unificar nuestra terminologla para evitar dificultades de interpretación. y dado que la secuencia más completa del
NeoUtico peninsular sigue siendo la obtenida en la Cueva de la Carigüela, aunque limitada fundamentalmente a la cerámica, nos inclinamos a adoptar el nombre de Neolftico medio como fuera defIDido alli y
en la revisión de los yacimientos de Andalucía oriental (31. En este
sentido, pues, el Nivel II de Or representaría la transición del Neolitica antiguo al Neolitico medio. Transición que se produciría a lo largo
de la segunda mitad del V milenio a. de C., mientras en el transcurso
del IV milenio asistiremos al desarrollo del Neolitico medio , como
ahora trataremos de ver.
El Nivel I, el último que hemos distinguido , es el correspondiente
a los Estratos II y I , Y comprenderla aproximadamente las capas 1 a 5
del cuadro J -4 , y las capas 1 a 6 ó 7 de J -5. Fundamentalmente se trataria del Estrato n, por cuanto el I , superficial, incluye materiales de
diversa cronología.
Siguiendo la evolución del yacimiento, este nivel ser ia posterior a
las cerámicas con decoración impresa cardial. ausentes en las capas
3 y 4 del cuadro J -4, y en las 3 a 5 de J -5. La presencia de algunos
fragmentos con esta decoración en la capa 5 de J -4, y en las capas 6 y
7 de J -5, señalan el fmal de este tipo decorativo cuyo predominio era
absoluto en los niveles inferiores.
Prescindiendo de las primeras capas, en las que la presencia de
escasos fragmentos cerámicos hechos a torno junto a otros de probada antigüedad , como los decorados con impresiones cardiales, nos ha blan de su escaso valor estratigráfico, en el conjunto del nivel las de coraciones cerámicas muestran algunas incisiones y, en menor proporción , impresiones de diversos tipos, una débil presencia de cordones lisos o decorados , y una muy exigua representación de la decoración esgrafiada o grabada. Mención a parte merecen las cerámicas
con superficies peinadas, de las que nos hemos ocupado ampliamente.
Además de la variación en los motivos decorativos respecto a los
niveles inferiores, destaca ahora la débil presencia de las cer ámicas
decoradas en conjunto, tanto en el cuadro J -5, donde ya hemos señalado la gran penetración del estrato superficial en su parte más sep131 M. PELUCER : .El Neolltico y el Bronce de la Cueva de la Carigüela de PillarlGranad al_. Trabajos de Prehistoria, xv. Madrid, 1964.
M. S. NAVARRETE : _La Cultura de las cuevas con cerémica decorada en Andalucla
Oriental•. Universidad de Granada, 1976, 2 vals.
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29.
B. MARTI
tenmonal, como en el cuadro J·4. Aun més, analizando la evolución
del nivel con detenimiento puede observarse que la proporción de las
cerámicas decoradas es mucho menor en la capa 2B que en las 3 a 5
del cuadro J -4, o que las capas 3 a 5 de J -5 carecen prácticamente de
cerámicas decoradas. Aunque somos conscientes de que tales resultados han de tomarse con precaución al referirse a los momentos menos
conocidos en el yacimiento y en la estratigrafia comparada.
El estudio de la tecnología cerámica sitúa en estos momentos iniciales del IV milenio a. de C. la aparición de las cerámicas con cristales de calcita como desgrasante de su pasta: esporádicamente en la
capa 6 y de manera notable a partir de la capa 5 de J -4. Con este grupo de cerámicas puede decirse ya que tenemos unos recipientes aptos
para cocinar, para resistir la acción directa de las llamas, y en consonancia con ello la mayor parte de ellas carecen de decoración y presentan una superficie alisada. Este nuevo grupo de cerámicas coincide, pues, con el descenso de las decoraciones que se produce en la
evolución del yacimiento, significando un punto de apoyo importante
para considerar que no se trata de algo casual, ligado a las particularidades de la zona excavada, sino que responde a una razón profunda
que ahora empezamos a entreveer.
La industria Utica muestra la perduración de los tipos anteriores,
así como un triángulo , un rectángulo y, sobre todo, la aparición de las
puntas de flecha de retoque bifacial, tipo propio y exclusivo de este nivel, en relación con las cuales hemos destacado la utilización del sHex
tubular que no aparece en ninguna otra pieza. Recordemos que estas
puntas de flecha no conviven en ningún caso con las decoraciones impresas cardiales, ya que los ejemplares recuperados proceden de las
capas 1, 2A Y 2B de J-4, y de las capas 2 y 3 de J -5.
Los restantes materiales representados en los niveles inferiores
aparecen muy exiguamente aquí. Una cuenta de collar discoidal de
piedra, dos cuentas fabricadas sobre vértebras de pescado, escasas
conchas con perforación. En el caso de la industria ósea, los anillos o
el fragmento de cuchara que vemos en las primeras capas de J -5 carecen de valor estratigráfico; y para el caso de las cucharas de hueso ,
que ya no volveremos a encontrar en los yacimientos o niveles posteriores al NeoUtico antiguo y medio, hemos de pensar en su sustitución
por otras fabricadas sobre madera.
En lo que se refiere a la agricultura y ganaderfa, las variaciones
parecen menores. También en este nivel se recogieron semillas de Tn ticum aestivum-compactum dispersas en la sedimentación y nada
nuevo puede decirse porque no se realizó ningún tipo de cuantificación objetiva, ni se han apreciado variaciones en la composición de
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CaVA DE L'OR
29S
las muestras estudiadas, a pesar de la diferencia cronológica existente entre las primeras y las últimas , y de lo que anunciaban los resulta dos obtenidos sobre las muestras del Sector H-3.
La fauna ofrece ahora un ligero descenso en la proporción de animales domésticos , entre los que la oveja sigue ocupando un lugar destacado, al igual que el conjunto de los restos atribuibles a oveja ylo cabra. El cerdo mantiene una representación similar a la anterior,
mientras el perro aparece por primera vez con un número apreciable
de restos y el buey sigue siendo escaso. Entre los animales salvajes
encontramos una mayor variación, destacando los restos de co nejo y
corzo, y con menos presencia, el ciervo, la cabra pirenaica, el jabali,
el caballo, el uro , el gato montés, el lince y la liebre.
La valoración de este primer nivel en lo que se refiere a su atribución cultural y cronológica toma como punto de partida su posterioridad a las cerámicas con decoración impresa cardial, su pertenencia
al IV milenio a. de C. según las dataciones absolutas, y las mayores
semejanzas de las capas inferiores con respe cto a las subyacentes. Para los momentos finales, por el contrario, hemos de basarnos en las
diferencias que presentan las capas superiores, especialmente en el
estudio tipológico de las materiales que aparecen ahora por vez primera en la secuencia y que permiten atribuir al Nivel 1 un espectro
cronológico mayor que en los dos casos anteriores, lo que viene a
coincidir con su mayor potencia.
En efecto, si dejamos de lado aqueUos materiales que por exceso o
por defecto no pueden considerarse propios de estos momentos, el
conjunto restante ofrece algunas innovaciones que ya hemos destaca do : las cerámicas con decoración esgrafiada o grabada, las cerámi cas
con superficies peinadas y las puntas de flecha de retoque bifacial. a
las que se asocia la utilización del silex tabular.
Sobre estos tres elementos se produce, además, una particularidad importante: tanto los dos fragmentos cerámicos con decoración
esgrafiada como las seis puntas de flecha aparecen en las capas superiores; igualmente, aunque con menor precisión dadas sus peculiares
características, las cerámicas con superficies peinadas son más abundantes en ellas.
Con la precaución necesaria, creemos que no puede decirse que la
situación de estos materiales en la parte superior del primer nivel carezca de significación; máxime cuando esta particular posición en la
secuencia estratigráfica se contrasta con la que ocupan las restantes
decoraciones cerámicas o tipos de la industria Htica que, con excepción del triángulo y del rectángulo, vemos convenientemente reflejados en la parte inferior del nivel, particularmente las decoraciones in-
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B. MARTI
cisas que son ahora las más abundantes dentro del muy modesto porcentaje de los fragmentos decorados.
Si de las cerámicas peinadas, prescindiendo de que se trate o no
de una decoración , hemos concluido que deben corresponder al Neolí tico final o Eneolftico, la misma atribución nos parece la más probable
para las cerámicas esgrafiadas asociadas a formas carenadas. A los
paralelos expuestos añadiremos , en favor de su cronología avanzada ,
el fragmento con posible decoración esgrafiada en zig-zag del nivel 2
del Corte JI del Abrigo de Verdelpino (Cuenca) , fechado por el C.14 en
2.680 a. de C. (4) . Lo que no se opone a que el horizonte inicial de esta
decoración en nuestras tierras pueda ser anterior, en el transcurso
del Neolítico medio, de acuerdo con los paralelos extra·peninsulares y
también con su presencia en la Cova de la Sarsa.
El caso de las puntas de flecha de retoque bifacial, plano y cu·
briente, para las que ya propusimos esta atribución neolítica final y
eneolItica en el volumen primero, requiere algunas precisiones por
cuanto ya entonces hacíamos referencia a la posición particular de al·
gunos ejemplares en el yacimiento. En efecto, como expusiera Fortea
en su revisión de la industria litica de los Sectores H y H · I a H-5, excavados entre 1957 y 1958, determinadas puntas de flecha correspondientes a capas medIas o profundas de la cueva supondrlan la
aparición del tipo en un contexto de plena vigencia de las decoraciones impresas cardiales (5).
Hasta que no se publiquen estos sectores de manera pormenorizada es dificil argumentar sobre ellos en estas cuestiones de detalle. da do que la agrupación de los materiales se realizó por capas de considerable y desigual potencia. pero es conveniente plantear los problemas. En el total de estos se ctores se contabilizaron oeli.o puntas de flecha, de las que seis corresponden a capas medias o altas que no ofrecen una dificultad insalvable para su interpretaci.ón de acuerdo con
los resultados del Sector J. En los otros dos casos, una punta con el
pedúnculo roto de la capa 5 del Sector H-4. y otra de forma romboidal
procedente de la capa 6 de H-3, siendo ambas capas las penúltimas de
sus respectivos sectores, los matices son distintos. La capa 5 de H-4,
de acuerdo con el Diario de Excavación, pare ce englobar también un
nivel de grandes losas que descansaba sobre ella y cuya potencia se
14} M. FERNAN DEZ MIRANDA y A. MOURE: .El Abrigo de verdel pino ICuenca ). Un
nuevo yacimiento neolltico en el interior de la Peninsula IbériCa». Noticiario Arqueológico
Hispánico, Prehistoria, 3, Madrid, 1975 , pág. 209, núm. 4 l.
(5) J . FORTEA : . Los Complejos Micro lamlnares y Geométricos del Epi paleolltico med iterrá neo espa ñol•. Me morias de l Seminario de Prehistoria y Arq ueologia , 4 , Sala ma nca.
19 73, págs. 406-41 3 y 458.
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COVA DE L' OR
estimó en 60 cms.; razón por la cual, hasta tanto no se realice el estudio completo de estos sectores, sólo el ejemplar de la capa 6 de H-3
parece ofrecer garantías suficientes de la presencia del tipo punta de
flecha a tal profundidad. Casualmente, además, en esta pieza converge el interés por dos razones distintas : su tipo de retoque bifacial algo
invasor que coincidiría con la hipótesis de una evolución de los retoques invasores hacia los cubrientes, expuesta por Fortea ; y el que proceda de la capa inmediatamente superior a la que englobaba las
muestras de cereales fechadas por el C.14 en 4.315 y 4.670 a. de C.
161.
Carentes de referencias estratigráficas sobre el horizonte inicial
de las puntas de flecha en la Península Ibérica, así como sobre su evolución morfa-técnica, este ejemplar ha de permanecer momentáneamente como un dato aislado en favor de su pronta aparición dentro
del Neolítico; lo que por otra parte coincidiría con su aproximación a
las puntas de retoque unifacial y. en general, de retoques no cubrientes que aparecen en la fase antigua de la Cultura de los Vasos de Boca
Cuadrada, los inicios del Neolitico medio en la sistemación de los autores italianos, como vemos en el caso de Arene Candide o en el poblado de Fimon-Molino Casarotto, y que por ahora representan la más
antigua aparición del tipo en el Mediterráneo Occidental con una cro nología de principios del IV milenio a. de C. (7).
Poder precisar los momentos iniciales de los retoques planos, o de
los frentes de raspador sobre las hojas de sflex , sería de gran importancia para la seriación de la industria lítica neolítica, pero ello no es
posible con los resultados del Sector J , a los que ahora hemos de limitarnos. Concluyendo este comentario sobre las puntas de flecha es
evidente que , sin negar la evolución apuntada en las líneas anteriores ,
los ejemplares recuperados en las primeras capas del Sector J , con retoque plano, cubriente, bifacial, o con la particularidad del sflex tabu lar, no se remontan más allá del Neolítico final de acuerdo con los resultados conocidos en la Península, entre los que destacaremos una
vez más su ausencia entre los materiales de la Cava de la Sarsa, asl
(6) FORTEA, op. cit. nota 5, pág. 41 0, fig. 112. La punta de la capa 5 de H·4 es la nú m.
33: y la de la ca pa 6 de H-3, la núm. 43.
H. SCHUBART y V. PASCUAL: «Datación por el C.1 4 de los estratos con cerámica cardial
de la Coveta de rOn. Archivo de Prehistoria Levantina, XI, Valencia, 1966, págs. 4 5-51.
(7) L. BERNABO BREA: «Gli scavi nena caverna delle Arene Candide. Par te 1. GIi strati
con ceramiche•. Vols. 1 y n , Bord ighera , 1946 y 1956.
B. BAGOLlNr, L. H. BARFI ELD yA . BROGLIQ: «No tizie preliminari deUe r icerche suU' insediamento neolitico di Fimon-Molino Casarotto ¡Vicenza )•. Ri vista di Scienze Preistoriche,
XXV III , 1, Firenze, 19 73, págs. 161 -215.
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'98
B. MARTI
como los recientes tr~ajos en el poblado de los Castillejos (Montefrfo,
Granada) donde su aparición' corresponde a la fase II, considerada
como Neolftico fmal con una cronologfa centrada entre el 2800 y el
2600 a. de C. (81 .
Recapitulando ya sobre este último nivel del Sector J. creemos
que puede acotarse con verosimilitud entre los inicios del IV y los primeros siglos del III milenio , en los que el yacimiento dejarla de ser
habitado, en consonancia con la generalización de los habitats de poblado, siendo frecuentado muy esporádicamente desde entonces. En
su atribución cultural distinguiríamos primero la continuidad del
Neolltico medio, que se babia iniciado en los últimos momentos del V
milenio coincidiendo con la paulatina extinción de las decoraciones
impresas cardiales y el progreso de los restantes tipos decorativos,
para concluir la evolución del yacimiento en el Neolitico fmal , caracterizado aquí por estos elementos que hemos calificado como los más
tardíos de la secuencia, además de una cierta continuidad de las decoraciones cerámicas anteriores cada vez en proporción más exigua.
Hemos de fmalizar estas consideraciones porque si bien son muchas las cuestiones que plantea el Neolitico peninsular y muchos los
aspectos que podrían comentarse en relación con las aportaciones recogidas en el presente volumen, lo que más importaba aquí era el
ofrecer un nuevo conjunto documental que nos permita seguir avanzando y que pueda ser analizado desde perspectivas distintas.
De manera general. creemos que los resultados del Sector J , con
una parcialidad inevitable, armonizan bien con la visión general que
temamos del Neol1tico de la Penlnsula Ibérica, a la vez que muestran
los principales problemas que debemos intentar resolver con el concurso de los restantes yacimientos.
Por nuestra parte, y en un próximo futuro, esperamos poder ofrec.e r una imagen más completa de esta secuencia neolítica de la Cava
de l'Or sobre la que se sigue trabajando en el marco de una amplia colaboración interdisciplinar.
(8) A. ARRLBAS y F. MOUNA : _Nuevas aportaciooes al inicio de la metalurgia en la
PenJnsula Ibérica . El poblado de Los Castillejos de Montefrlo {Granada)l. En M. RYAN (Ed.):
ahe origins of metallurgy in Atlantic Europa.. Fifth Atlantic Colloquium, Dublin 1978 , págs.
7· 32.
[page-n-304]
INDICE GENERAL
Pdgs.
lo
INTRODUCCION . por Bernardo Marte Oliver . . . . . . . . . . . . . . . . . .
n.
EL SECTOR J . LA EXCAVACION, por Bernardo MartE Oliver y Vi ·
5
cente Pascual Pérez ..................................... .
III .
IV.
9
LA SECUENCIA ESTRATIGRAFICA y LAS DATACIONES ABSOLUTAS , p or M .- Dolores Gallart Martl y Bernardo Mara Oliver
13
LA INDUSTRIA DE SILEX, LA PIEDRA PULIMENTADA, LOS OBJETOS DE HUESO y CON CHA, y LA CERAMICA, por Bernardo
Martl Oliver .......................... .
...... ... .. ....
_ Industria lftica. ósea y objetos de concha . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- lA cerámica .. . ................................. .
V.
ESTUDIO TIPOLOGICO DE LOS MATERIALES, por Bernardo
Martl aliver . ............... ... ................... . ,. . ... .
27
30
77
127
_ El sllex . . . . . . ....... . . . . . . ..... . . . . . . . . .. .... . ..... .. . . .
VI.
127
_ La piedra pulida ........... . ... . .......... . ... . ... . ......
- El hueso trabajado. . . . . . . . . . . . . • . . . • . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . .
_ Los objetos de concha . . . . . . • . . . • . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .. .
_ La cerámica ....................................... .
136
138
LA TECNOLOGIA CERAMICA, por M.a Dolores Gallart Martf
_
_
_
_
_
Método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. ..............
Consideraciones sobre la pasta cerámica . . . . . . . . . . . .
Caracterlsticas de la cerámica ...... . . ... ........... .. . . . .
Temperaturas y tipos de cocci6n ....... ...... ...•.. . ... . ..
Resumen ... ..... .................... . .. ...... .......•..
141
144
165
165
166
167
171
172
[page-n-305]
.!2..
LOS .CEREALES, por Pilar L6pez Careta ......................
175
- El origen de las plantas cultivad.. .........•..............
- Estudio de las mueltru ............ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
VII.
175
185
LA FAUNA DE VERTEBRADOS, por Manuel Plrez Hipall .......
193
- Consideraciones prelJ.mioarel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Relacl6n total del nümero de restos y nllmero m.lnimo de individuos de 1.. distintas lllpeci.. ............•••••....... .
- La Cabra y la Oveja .................................... .
- EICerdo ..... . . ... ................. . ....................
- El Buey ...... ..... ......... . .......•...•...... • ... • ....
- El PelTa .... ..... . ........ . . . ....... o...... . . . . . ... . ....
- El Caballo .. . . ......... ..... ....•... o... . . . . . ... ... . ....
VlU.
193
-El Uro .. ............. .... . .......... .... .. ............. .
- La Cabra montel •... . . .. .
- El CieZ'Vo ......••.•. . . . .. o..... . .. . . ... .... ... .... . . . . ..
o. • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •
-
-
-
IX.
El Corzo ........ . ........•...•...•...
El JabaU ................ o. • • •• • • • • • • • • • •• • • •• • • • • • • • • • •
El Gato montés ........... • ... • ...•...•.. ••.. o ' • • o ' • • • • • •
El Unce ............. . ....... • ...•... o' . . . . . . . . . . . . . o . . .
El Conejo. ... . . .............. . ......... . .... . ......... ..
La Uebre . . ..... . . . . • . . . . . . . . . . . . •. . . •. . . . . . • . . . . . . . •. . .
LoI pequell.os roedores ................•..................
Los quiT6pteros .........................••. , • . . . . . . . . . . . .
El medio ambiente . . . . . . . . . . • •. . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Valor económico de 1.. especi.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La domesticación en Cova de 1'01' y su inserción en el ámbito meditelTáneo ...................................•..........
La domesticaci6n en Cova de ¡' Or y IU inserción en el limbito peninsular ..• . . .................... . . . .. ........... ... ....
El hueso u-ab¡.Jado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
BibUografla ................................ ,............
0
••
'0'
••••••••••••
195
196
219
224
227
227
221
228
229
231
233
233
233
234
239
239
240
241
242
243
249
250
253
LA MALACOFAUNA, por José Daniel Acuña Herndndez y Fernando
Robles Cuenca ... . .............. . .........•...............
- Introducción. .....•.••...... . . . . . . ........... . . . . ...•...
- Material y obsaZ'Vaclooes ..... . . .. ..... ,. . ..... . . • . . . . . ...
- Theodoxus fluviatUis ........ , .. , . • ... • ...•...... • ... o . • • •
- Melanopsis graeUsi .... . ......• " • ... • ..• o • • • • • • • • • • , • • • •
- Luria lurida ....... . . . . . ......•. , . . . . • • . . •. . . • . . • . . . • . . . .
- Columbella rustica ... ............. .. . • ...•...•...... • ,. ..
- Arcularia gibbosula .................. . ............... "..
- Gibberula mUiaria ........ o • • • o • • • • • • • • , • • , . . . . • • • • • • • • • •
- Coma mediterraneu$ ...... • ...•.. .•...• , ... , .•... o' •• o . . .
- OqchUus mercadali ......• ', .•...•... o,.,., . . ... o.......
- Ferussacta folllculw .... ,' . ',............................
- Rumina decollata .. , ... , , . , . . . • . . . •. . . • . . . . . . . . . . . . . . • . . .
- Cemuella viryata ...... . .................... ' .. ........ ..
- Trochoidea Inumca ........ o • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • o ' • •
- Oestophora boscae . .• , ....•.•........•...•... •... , .. o ' • •
257
257
258
259
261
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265
266
261
267
268
269
269
[page-n-306]
Pd,gs.
- Ib~rus ajon~l1Sís
_
lb~rus
-
HeUci.da~ indeterminados . ..... . . . . . ............ ....... . . .
Glycymeris gaditanll.s ....................................
Pecten jacobaell.s ................•...•...•...............
Uniona cea indeterminados . .. . . . . . . . . • . . . •. . . • . . . •. . . •. . . .
Acanthocardia tub~rculata .... ... . . . . . . .. ... . ... .•.. .•....
Cerastoderma Nu.le . . . . .... . . . . . . . . . ......... • ... • . . . • . . .
Bivalvia indeterminados ... . . . ......... . . . . . . . • . . . . . . . . . ..
Dentalill.m ap. . .. . . .. ,. . . .... ...........................
Interpretación del conjunto malacológico ...................
270
272
274
275
275
276
277
277
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279
279
280
CONSIDERACIONES FINALES, por Bernardo MartC Oliver . . . . . .
285
- Ib~rus
_
_
-
X.
. ........ . .. ........ . . . . . . . . .. ...........
alT. carthagini~nsís y Ps~lI.dotach~a spl~ndida ........
sp. ......... ..... ...... . ............. ............
[page-n-307]
[page-n-308]
El Sector J , en el transcurso de la excavación, visto desde la entrada de la cueva
[page-n-309]
Cuadro J -4 . Lado Sur
[page-n-310]
LAM. m
CQVA DE L·OR
1
l . Muestra n6m . l . Estrato UD . a50. Umin. delgadl . Se oburvl el
borde de un fragme nto grande de caliza que h. lido tra nllocldo. Hubo
un crecimiento de Calitl lecundario y la transloc6 nuavlma nte.
2. Mueltra mimo 3. Eltrato m. x50. Lámina delga di. Materia orgAnica muy (rlgmantada. En la parte inferior la oblerva una fonna que
recuerd a I un (óIII. Masa basa] da carbonatol , cri.tale. grueso. o muy fi·
nOI .
[page-n-311]
CaVA DE L' OR
LAM. IV
1
2
1.
Muestra núm. 3. Eltrato m . .t30. Lámina delgada. Masa hasal
con abundantes carbonatol, cnltalel de cuarzo y la forma que recuerda
a un fósil .
2. Muestra núm. 6. Eltrato IV. x130. Lámina delgada. Detalle de la
estructura de re ltos vegetalel.
[page-n-312]
COVA DE L' OR
LAM. V
1
,
.Jo'
.. ,.~
.
:
3
4
1111111111111111111111111111111111111
5
l.
2.
3.
4.
5.
Elemento de hoz. Cuadro J -4, capa 11 b, nUm. 2.
Fragmento de punta de necba, sobre sila. tabular. Cuadro J ·4, capa 1, nUm. 7.
TrapKio. Cuadro J -4, capa 14, nUm. 8 .
Segmento de circulo. Cuadro J-5 , Testigo, capa 10, numo 3.
Peñorador. Cuadro J -4, capa 9 b, núm. 5.
[page-n-313]
COVA DE L'OR
LAM. VI
1I I I I
3
I
111111
.
lo
2.
3.
Cuadrado hecho lobre cOltilla de 80S, con inicio de peñoraci6n. Cuadro J -4, capa 7 a , nú m. lo
Disco fabricado probablemente lobre taflO de 8 0S. Cuadro J -S, capa 22, núm. 2.
Hacha pulimentada. Cuadro J-4, capa 5, núm. lo
[page-n-314]
COVA DE L' OR
l.
2.
3.
4.
5.
LAM. Vil
Punr.6n hecho .ohre la plllte diltal del metacarpo de avis. Cuadro J-5, capa 22 , nUmo 1.
Punr.6n hec:bo .obre la plllte diltal del metacarpo de avis. Cuadro J-4, capa 16a, núm. 1.
Anillo rabrlcado .obre uta de Cervus. Cuadro J-4, capa Ila , núm. 1.
Fragmento de anillo con tre. lineu inei.... Cuadro J-5, capa 13 , numo 2.
Fragmento de diáll.l. de huelo de ovicaprina con Inei.ione. destlnadu a la obtención de a nillos.
Cuadro J-5, caplO 23, núm. 1.
[page-n-315]
LAM,
COVA DE L' OR
vrn
2
1
1.
2.
3.
3
Cuchara fabricada sobre diáfisis de hueso largo de BO$. Sector 8 -4, c apa 5. Excavación de 1958.
Fragmento de cuchara fabricada sobre diáfisis de hueso largo de Bos. Cuadro J -5, capa 16, mimero l .
Fragmento de cuchara. Cuadro J -5, capa 16. núm. 2.
[page-n-316]
LAM. IX
caVA DE L' OR
,
•
·
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•
..
•
.:.
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A.
.
•
••
.
t
lt
Espfl tula hecha probablemente sobre diá lisis de fémur de CerYUs. Cuadro J-5, Testigo Removido, nUm. 2
[page-n-317]
111111
I
Fragmentos de un vaso con superficies peinadas. Cuadro J -4, capa 1, num o 2.
[page-n-318]
LAM. XI
COVA DE L' OR
1
11111/
2
11111/
1.
2.
Fragmento de cerémica con la . uperficie exterior peinada. Cuadro J-4 . capa 1, nlÍm. 3.
Fragmento de cerémlca con decoraclOn de lineas inciS8I e im presiones. Cuadro J -S, capa 12,
nlÍ m. 20.
[page-n-319]
CO VA DE L' OR
LAM . XU
1
2
l.
2.
Fragme nto de cerámica con un cordón digitado y lineas incisas. La bio dentado. Cuadro J 5, capa
13, núm. 2.
Fragmento de cerá mica coa decoraci6n de lineas incisas e impresiones. Cua dro J 4, ca pa 7b,
número l .
[page-n-320]
COVA DE L'OR
1.
2.
3.
LAM. XIU
Fragmentos de cerámica co n decoración de lineas impresas y punzadas. Cuadro J -5. c apa 15,
núm. 17.
Fragmen to de cerflmica con líneas incisas y pequeñas punzada s. Cuadro J -4 , ca pa 4, núm . 3.
Fragmentos de cerámica con decoración de líneas incisas. Cuadro J -5, ca pa 15, núm. l.
[page-n-321]
LAM. XIV
COVA DE L'OR
1
11111
2
1.
2.
Fragmento de cerémica COD decoración impI'1lU cardia!. Cuadro J-4 , capa 12b, nu mo 1.
Fragme nto de cerAmica COD decoración impI'1lsa card ia!. Cuadro J -5, capa 23, nu m, 4.
[page-n-322]
COVA DE L' OR
LAM.XV
,
Fragmento de cerámica co n decorilcióo imprna ca niial. Cuadrtl J -4 , ca pa 14, núm. 1
[page-n-323]
COV A DE L'OR
LAM. XVI
1
2
l . Fragmento di clrtmica. :11500. Micro.copio Electr6nlco. Grandes crista les de calcita ro mboédrico., no tran.forma do. ; pas ta poro.a.
Cuadro J-4, capa 2A.
2. Fragmento de cerámica. :11200. MicrOl copio Electrónico, No bay
casi ma crocristales visibles, palta porol a pero con sen.aclÓn de nuider..
Cuadro J-4, capa 14.
[page-n-324]
COVA OE L' O R
LAM . XV II
•
Granos de cereales carbonizados. Cuad ro J -4, capa Il a.
[page-n-325]
COVA DE L 'OR
LAM . XVIII
111111111/1111111111111111
•
,1
11 I 1 1I '-' 1 I 111I1 I I I I I I I I I I
Granos de Trificum a~stivum - compo ct um . Cuadro J -4 , cap. 11a .
[page-n-326]
8
<
>
•
O
~
ó
. 111111
avis aries : ulna, radio, húmero, fémur y calcáneo
[page-n-327]
81
82
I
J
Al
111111
A2
A3
A4
A.
OvIS unf'!
8.
OlprQ hlrcus· I Mtc .; 2 . MU.
I y 2 . Mtc.; 3 y 4. MU.
I
[page-n-328]
COVA DE L' OR
LAM. XX I
A
ti
.'"
~
B
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~
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D
E
\
A.
B.
C.
D.
E.
1
2
\
3
4
5
Ovis aries : Astrága los.
Cap ra /¡ircus : Astrágalos.
Ovis aries : Fa'langes 1 dela nteras.
Ovis uries : Falanges 1 trase ras.
Capra hircus: 1,2 Y 3. Falanges I delanteras ; 4. Fa lange 1 trase ra ; 5. Falange 11 .
[page-n-329]
LAM, XXII
COVA DE L'OR
1
2
1
11111
4
5
6
primigenil/S : 1, 2 Y 3. Falange 1; 7. Falange 11 .
Bos ta l/rus : 5 y 6. Falange 11 .
Bos cf raurus: 4 . Falange UI.
80S
7
[page-n-330]
CO VA DE L' OR
Capreolus capreolus : esd pula , astragalo, calCá ne o, MU" fa langes 1, 11 Y 11 1
LAM , XXII1
[page-n-331]
COVA DB L'OR
Puu6n rabricado .obre mancUbuJa d. Bos.
LAM. XXIV
s.ctor R-4, cap.
5 . E:r.eavación d. 1958
[page-n-332]
COVA DE L' OR
l a · b,
2a· b y
4a· b.
5a· b.
Ga-b.
LAM, XXV
LIlria turida ILINNEI, :.:2. Cuadro J ·5, ca pa 17 ,
3a· b, Columhella rustica IUNNtl, x2. Cuadro J ·5, capa 15,
Columbella rustica ILlNNtl, :.:2. Cuadro J -4 , capa Ila .
Arcularia (Arcularia! , ibbosula ILINNtl, x.2. Cuadro J ·5, capa 18.
q
Conu,~ (U;¡utoconusJ medirerraneus BRUGIERE, x3, Cua dro J-4 , ca p&. Il a.
[page-n-333]
caVA DE L 'OR
J.
2a-h.
3a-h.
LAM, XXVI
Glycymeris (Glycymeris! gadiranus IGMELlN ). xl ' 2. Cuadro J -4 , ca pa lo
Acanrhocardia (Rudicardium! rubercula ra (LlNNÉ I, x2 . Cua dro J -4 , capa 6b.
Cera sroderma edule (LlNNÉI, x2. Cuad ro J -5, Testigo, ca pa 5.
[page-n-334]
COVA DE L' OR
l a · c.
2a·c.
3a· b.
4a · b.
5a· c.
6a-c.
7.
Sa-c.
LAM . XXVD
Theodoxus fluviatilis (UNNÉI, x3. Cuadro J · 5, capa 16.
Theadoxusjluviarilis (UNNÉI, x3. Cuadro J ·4 , capa 12b.
Me/an opsis graellsi (VILLA) GRAELLS. Ejemplar encostrado, xl ·5. Cuad ro J · 5, ca pa 13.
Me/an opsis graelIsi (VlLLAI GRAELLS . .. , ' S. Cuadro J -4 , ca pa 6a .
Oxychilus mercadali GASULL, ..3 . Cuadro J -5, ca pa 19 .
Ferussacia follicu/us (GMEUNI, ..3 . Cuadro J -5, capa 15.
Rumina decollara (LlNNÉ). Ejemplar joven (primera truncad ura l, x I·S. Cuadro J 4, ca pa t Sa.
Rumina decollara (LlNNÉ), ,,1'5. Cuadro J ·4 , capa 15b.
[page-n-335]
COVA DE L' OR
LAM.
XXVID
1 Y 2a-c . Cern uella vir.qala tOA COSTAl, x2. Cua dro J -4 , capa 17 b.
3a-c. Trochoidea murcica tGUIRAO ). x3. Cuadro J -5, ca pa 13.
4a-b. Oeslophora boscae tHIDALGO). ~emp l ar sin abertura . x3 . Cuadro J -5. ca pa 13.
5a-b. Oeslophora boscae tHIDALGOJ. Fragmento de la última vuelta , x3. Cuadro J -5 , capa 11.
[page-n-336]
LAM, XXIX
COVA DE L' OR
l a-d .
2a· d.
Ja -d ,
lberus alonensis FERUSSAC. x l ' S, Cuadro J · 5. capa 9 ,
lberus olonensis FÉRUSSAC. xl ' 5 . Cuadro J -4 , capa 14.
Iberos olonensis FÉRUSSAC, .1"5. Cuad ro J -4 , ca pa 15b.
[page-n-337]
caVA DE L' OR
LAM, XXX
la-d , Pseudolachea splendida (DRAPARNAUDI, xl ' 4 . Cuadro J -5, Testigo Removido.
2a-c. lberu s a fT, carrhaginiensis (ROSSMASSLERI , xl ' 6. Cuadro J -4 , ca pa 17b.
3a-d. Pseudolachea splendida (DRAPARNAUDI. xl ' 4 . Cuadro J -4 , capa 15a.
4 . 5 Y 6 . Deta llet de la ornamentación, cara cterlstica del género Iberos, del ejemplar de
la figura 2, Muy aumentados.
[page-n-338]
[page-n-339]
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
DlPUTACION PROVINCIAL DE VALENCIA
SERIE DE TRABAJO S VARIOS
Núm. 65
COVA DE L ' O R
(Beniarrés-Alicante)
VOL.
n
POR
B. MARTI OLIVER
V. PASCUAL PEREZ , M . D. GALLART MARTI
P. LOPEZ GARCIA, M. PEREZ RIPOLL
J . D. ACUÑA HERNANDEZ y F. ROBLES CUENCA
VALENCIA
1980
[page-n-2]
[page-n-3]
[page-n-4]
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
DlPUTACION PROVINCIAL DE VALENCIA
SERIE DE TRABAJO S VARIOS
Núm. 65
COVA DE L ' O R
(Beniarrés-Alicante)
VOL.
n
POR
B. MARTI OLIVER
V. PASCUAL PEREZ , M . D. GALLART MARTI
P. LOPEZ GARCIA, M. PEREZ RIPOLL
J . D. ACUÑA HERNANDEZ y F. ROBLES CUENCA
VALENCIA
1980
[page-n-5]
ISSN 1989-0540
ISSN 1989-0540
DIPUTA CION PROVINCIAL DE VALEN CIA _ INSTITUCION ALFONSO EL MAGNANIMO
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
SECCION DE PREHlSTORI .... EN V....LENCI .... DEL C.S.! .C.
SERIE DE TRABAJOS VARIOS
Núm. 65
i.S.B.N. &4 ..00.0"72.)(._ O.,,0.Uo
t.g~ :
v. HUo.'BBO
EdlloriI" . Oome.-..eh. S. .... _ M... 3' .. V,"ncll
[page-n-6]
1
INTRODUCCION
Bernardo Martf Oliver
En 1977 iniciaba el Servicio de Investigación Prehistórica de la
Excma. Diputación Provincial de Valencia la publicación de la Cava
de rOr, uno de los yacimientos neolfticos más ricos de cuantos se conocen en el ámbito del Mediterráneo Occidental. enlazando con los
pequeños avances que sobre su evolución estratigráfica, así como sobre algunos de ~us principales tipos cerAmicas y líticos, habían sido
dados a conocer con anterioridad. Destacaban entre los datos conocidos del yacimiento, y aún lo siguen haciendo ahora, el detallado estudio de sus restos de cereales y las correspondientes dataciones absolutas que, durante algunos años, fueron elementos fundamentales para situar los inicios del Neolftico, en la zona mediterránea peninsular,
en los comienzos del V milenio a. de C.
Aquel volumen primero representaba una parte del trabajo realizado desde que , a fInales de 1974, el Director del S.I.P ., D. Domingo
Fletcher Valls, nos encomendara el estudio de la Cava de I'Or como
tarea necesaria para establecer las lineas generales y delimitar los
principales problemas del Neolitico valenciano. y as1, desde 1975, se
reanudaban también las excavaciones en el yacimiento, a la vez que
se procedía a la revisión y estudio de las primeras campañas, y al examen de los restantes yacimientos neolfticos valencianos.
[page-n-7]
•
B. MAP.TI
Presentábamos en el primer volumen un conjunto representativo
de los materiales de la Cava de l' Or, aunque desprovisto de las necesarias referencias estratigráfi~as , al que acompañaba una breve descripción del yacimiento, de los trabajos realizados en él, así como un
balance del estado de los problemas en los que incidia plenamente el
estudio de la cueva. Ahora, dos aftas después, continuamos aquella
publicación con este segundo volumen en el que, lógicamente, prescindiremos de las generalidades y de todo cuanto ya fue expuesto, remitiendo al lector, para una visión más completa, a aquel volumen
primero (1l.
Durante estos años, el estudio de los materiales procedentes de las
primeras campañas de excavación, realizadas entre 1955 y 1958, ha
continuado ininterrumpidamente a la vez que tenían lugar nuevas
campañas, necesarias para una mejor valoración de los resultados alcanzados en las primeras (2). Todo ello se encuentra en avanzado estado de elaboración, incluyendo una parte de las recientes excavaciones, proyectadas a largo plazo. Por ello, a la hora de preparar este segundo volumen, se planteaba un dilema sobre la conveniencia de proseguir la publicaCión del yacimiento atendiendo a un orden cronológico, es decir, siguiendo las campañas de excavación a partir de 1955, o
bien presentar algunos de los resultados obtenidos en los últimos
años.
La primera opción tenía a su favor, además de la lógica continuidad cronológica, el interés de poder ofrecer la extensa colección de
materiales que guarda el Museo de Prehistoria de Valencia, y que incluye, entre otros muchos objetos de particular importancia, una de
las mayores series conocidas de vasos cerámicos neoliticos, base necesaria parR un conocimiento pormenorizado de esta tipología cerámica 131.
En el segundo caso, aunque con mayor pobreza de: materiales, por
tratarse de pequeñas áreas, se tenia la contrapartida de unas más
precisas referencias estratigrAficas, las nuevas dataciones absolutas
y el estudio de materiales que. como la fauna o los restos malacológicos, no han visto realzada su importancia hasta tiempos más recien tes. En defInitiva, nos pareció que con esta segunda opción podíamos
ofrecer una visión más precisa de los elementos con que contamos, en
IJI B. MARTI. con la colaboración de R. PARDO Y J . M. SEGURA: tCova de I'Or (BeniaTris. Alicante). Vol. b . Trabajos Varios del S.I.P.. ntlm. 51 . Valencia, 1977.
(2) D. FLETCHER : «La labor del S.I.P. y su Museo en el pasado ai!.o •. Memorias anuales
de 1975 a 1979. Diputación Provincial . Valencia, 1976 a 1980.
(31 D. FLETCHER : cMuseo de Prehistoria de la Diputación Provincial de Valenci ...
Circulo de Bellas Artes . Valencia. 1974.
[page-n-8]
COVA DE L' OR
,
conjunto, a la hora de intentar establecer las caractensticas de nuestro Neolitico. Por ello, aunque se había avanzado en los dos frentes,
nos inclinamos hacia esto último, de manera que en esta segunda entrega pasamos a ofrecer una parte de los resultados obtenidos en los
últimns años.
A! reanudarse las campañas de excavación en 1975 se comprobó
como, a lo largo del tiempo en que la cueva habla permanecido abier
ta, hasta su protección defInitiva en 1972 , numerosas remocione~
habían alterado la superficie del yacimiento; ello, unido a la gran extensión excavada con anterioridad, dificultaba considerablemente el
encontrar una zona apropiada para emprender un trabajo sistemático
de excavación, proyectado a largo plazo, que permitiera reconocer
con exactitud la evolución del yacimiento, estudiando sus múltiples
aspectos y atendiendo a la posible existencia de estructuras de habitación, dispersión y asociación de materiales, etc. A esta dificultad contribuía el hecho de que no siempre se contaba con una información
suficientemente detallada de las primeras campañas y el que, desgraciadamente, D. Vicente Pascual Pérez, el gran conocedor y excavador
del yacimiento. atravesara por entonces un delicado estado de salud
que le impedia una total dedicación a los trabajos, falleciendo poco
después.
Intentando resolver estos problemas, las nuevas tareas en el yacimiento han seguido dos direcciones complementarias, ya que, de una
parte, se han estudiado dos secuencias estratigráficas en zonas distintas de la cueva, los llamados Sectores J y K. a la vez que en este último sector se procedía a una amplia excavación en extensión que. por
su complejidad y necesaria minuciosidad. requerirá todavía un largo
plazo de tiempo para su conclusión. Si bien somos conscientes de que
es esto último lo que nos habrá de permitir llegar a planteamientos
más sólidos; en tanto los trabajos lleguen a su fm, las dos secuencias
estratigráficas obtenidas entre 1975 y 1979, nos ayudarán a una más
profunda comprensión de los problemas del Neolitico en la zona
oriental de la Penlnsula Ibérica. a la vez que suponen un prólogo preciso a los ricos materiales de las primeras campañas, que también serán publicados oportunamente.
Así pues, nos ocuparemos ahora de la primera de esas dos secuencias estratigráficas, obtenida en el llamado Sector J . Estos trabajos
fueron realizados en la campaña de 1975, del 13 de agosto al 6 de
septiembre. por el Servicio de Investigación Prehistórica. bajo la dirección de V. Pascual y estando al frente de los mismos B. Martf. Un
testigo. dejado en el cuadro J -5. fue excavado en la campaña de 1976,
dirigida por este último. Colaboraron activamente en los trabajos, y
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8
B. MARTI
les expresamos nuestro agradecimiento, la Dra. M. Gil~ Mascarell y
los licenciados C. Mata, M. Oroval, J. V. Lerma y D. Martinez; también J. M. Segura, del Museo Municipal de AleoL M. D. Gallart estudió la estratigrafia in situ y recogió las muestras que posteriormente
senan analizadas, y el Dr. J . Alonso nos visitó con este mismo motivo.
El presente volumen es fruto de una muy valiosa colaboración interdisciplinar que agradecemos en grado sumo a cada uno de los autores y que esperamos tendrá UDa fecunda continuidad. En el marco
de esta colaboración, además de los trabajos de M. D. Gallart, P. L6 pez, M . Pérez, J . D. Acuña y F. Robles, que aquí se incluyen, hemos de
mencionar la colaboración prestada por P. Fumanal y M. Dupré, 'cuyos estudios sobre la sedimentación y la secuencia polinica del yacimiento , respectivamente, no se recogen en el presente volumen, por
referirse a una secuencia distinta a la del Sector J , pero que , en su
dIa, permitirán completar la visión del yacimiento.
Terminamos esta presentación con el recuerdo de D. Vicente Pascual Pérez, Director del Museo Municipal de Alcoi , a cuyos esfuerzos
debemos mucho de cuanto ahora sabemos de la Cava de I'Or, ofreciendo estas páginas como un homenaje entrañable a su memoria.
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II
EL SECTOR J. LA EXCAVACION
Bernarda MartC Oliver
y Vicente Pascual Pérez
Tal como puede observarse en el plano de yacimiento, la casi totalidad de las áreas excavadas entre 1955 y 1958 lo fueron en la parte
noroccidental del mismo, en su mitad más cercana a la entrada, identificándose cada una de ellas por UDa letra y. ocasionalmente, también con un número. Por ello, siguiendo los trabajos realizados hasta
entonces. al reanudar las campañas de excavación denominamos
Sector J a la parte comprendida entre los Sectores H y H-I , Yla llamada Cata A ILám. 11.
Los límites de este Sector J serian, por lo tanto, la pared rocosa de
la cavidad en su parte noroccid.ental, los Sectores H y H-l en su lado
nororiental, y la Cata A por su extremo suroccidental; en esta última
ZODB su terminación vendria a coincidir con la de la sedimentación
arqueológica, ya que en esta dirección se produce un adelgazamiento
de los estratos, como tendremos ocasión de ver al referirnos a la secuencia estratigráfica, apareciendo en la superficie lo que parece ser
el sedimento rojo, base de los niveles arqueológicos en las zonas excavadas.
En su parte sureste el limite del Sector J se torna más impreciso.
al coincidir con la depresión que recorre el yacimiento por su centro y
,
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10
B. MARTI Y V. PASCUAL
a lo largo de su eje mayor, depresión producida en parte por causas
naturales y. en otra parte importante, por las remociones de los visi tantes .
Los trabajos de excavación fueron llevarlos a cabo por el Servicio
de Investigación Prehistórica, entre 1975 y 1976, bajo nuestra direc ción, y contando con el oportuno permiso de la Subdirección General
de Arqueologia, que subvencionó UDa parte de los mismos.
Con la excavación del Sector J se pretendía ampliar los Sectores H
y H-1, a nn de obtener una secuencia estratigréfica que completara
los resultados alli alcanzados y que, por extensión, sirviera como referencia adicional a la hora de valorar los problemas planteados al estudiar las campañas realizadas entre 1955 y 1958 que , como puede
observarse en el plano, suponen una extensión considerable del yacimiento; siendo de destacar el hecho de que, prácticamente, sólo este
pequeño Sector J queda como testigo de ella.
Antes de iniciar los trabajos, la superficie del Sector J se presentaba como un ligero monUculo de tierra marrón oscura que parecía
transportada alli desde otras zonas de la cueva. En el examen previo
del yacimiento pudimos comprobar el importante deterioro sufrido
por éste, debido a las remociones practicadas por los visitantes hasta
que la cueva fue cerrada, y aún después de ello. La destrucción era
especialmente importante en la zona central, donde la base de los
grandes bloques había sido vaciada y se hablan abierto pequeños túneles , como en su día expondremos al referirnos a esta zona, y también en el área del Sector J, próxima a la entrada y con buena iluminación, resultando dificil el reconocer con exactitud los llmites de los
sectores excavados, ya que, además, se habia acumulado en el interior del yacimiento la tierra y las piedras extraídas en dichas remociones.
Inicialmente se trabajó sobre cinco cuadros de un metro de lado
y, posteriormente, tras retirar las primeras capas, se limitó la excavación a dos de ellos, los cuadros llamados J -4 y J -5, que, por su situación inmediata a los Sectores H y B-l, Y al talud de la depresión central de la cueva , si bien presentaban mayores dificultades de orden
estratigráfico, reservaban la zona que presumiblemente posee una sedimentación más horizontal para futuros trabajos. Esta reserva era
de gran importancia para nosotros, dadas las razones antes expuestas.
El método de trabajo empleado fue el denominado de las coordenadas cartesianas y. conforme a él, se trazó un eje que mediante rectas paralelas y perpendiculares divide el espacio a excavar en cuadros de un metro de lado: la denominación de estos cuadros, sin em-
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COVA DE L'OR
11
bargo, no se hizo mediante letras y números, como es habitual, sino
empleando una misma letra para todo el sector, la J, Y numerando los
cuadros correlativamente. El motivo de tal proceder radica en que
éste fue el sistema seguido con anterioridad, y asf evitábamos posibles
confusiones en la ordenación de los materiales. En todo caso, las tres
coordenadas correspondientes a los materiales arqueológicos fueron
medidas en centlmetros, tomándose la profundidad (Z) respecto a un
plano de referencia fijado previamente para todo el sector, y las distancias horizontales con respecto a los lados Este (X) y Sur (y) de cada
cuadro. Para mayor comodidad en las anotaciones, y de manera convencional, denominamos como lado sur al suroeste real, nuestro lado
norte corresponde al noreste real, y asf respectivamente en los otros
dos casos.
Los materiales recogidos en el tamizado de la tierra fueron agrupados en capas de potencia variable, según aconsejaba la observación
de las plantas, la mayor o menor presencia de cantos, o los cambios
de sedimentación, aunque por lo general dichas capas poseen una potencia media de cinco centlmetros. Estas capas son las que hemos seguido a la hora de presentar los inventarios, incorporando a ellas los
materiales siglados, cuyas tres coordenadas fueron medidas, y que
ascienden a 515 piezas en el cuadro J -4, 481 en el cuadro J -5, y 240
en el testigo de este mismo cuadro J -5.
Las semillas fueron cuidadosamente recogidas, as! como numerosas muestras de carbones. Unas y otros aparecieron siempre de manera dispersa.
En el cuadro J-4, y especialmente a partir de su capa sexta, entre
95 y 100 cms. de profundidad, pudo observarse una diferente consistencia entre sus mitades oriental y occidental, diferencia que creemos
debida a su proximidad al talud central y consiguiente menor cohesión de la parte más orientaL Por este motivo, y a partir de dicha capa, el cuadro J -4 fue dividido en dos mitades, según un eje central
Norte-Sur, denominando «8» a la mitad oriental y «1>>> a la mitad occidental. Esta división la mantenemos en los correspondientes inventarios, anotando una «8) o una «1>,. detrás del número correspondiente a
la capa.
En el cuadro J -5 se dejó un pequeño testigo en la campaña de
1975, que anotamos como J -5-T. Se trataba de un escalón, a partir de
los 145 cms. de profundidad, adosado alIado norte, cnmprendifmdo
toda la anchura del cuadro en sentido Este-Oeste y 45 cms. de amplitud en el Norte-Sur. Este testigo se iniciaba a la altura de unas grandes piedras, como puede verse en el corte estratigráfico y también en
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12
B. MARTI Y V. PASCUAL
la planta correspondiente a los 160 ems. de profundidad (fig. 2. núm .
1).
.
Lamentablemente, en el transcurso del tiempo entre las campañas de 1975 y 1976, el testigo fue parcialmente destruido por gentes
que forzaron el cierre de la cavidad; e110 motivó el que se hubieran de
cribar las tierras removidas de este modo, anotándose los materiales
recuperados como J -5-T-R, y que después fuera excavada la parte
restante. En esta excavación del testigo se distinguieron once capas.
Las siete primeras capas, J -S-T capas 1 a 7, se corresponden con las
capas 18 a 23 del cuadro J -5, excavadas en la primera campaña : es
decir, que las capas 18 a 23 de J -5 corresponden únicamente a la mitad sur del cuadro, mientras las capas 1 87 de J-S -T corresponden a
la mitad norte. A partir de la capa 7-N de J -5-T terminaba el testigo,
ya que a esta profundidad se había suspendido la excavación del cuadro J -5 en su mitad sur, por aparecer en ella el sedimento rojo, estéril.
Quiere ello decir que las capas 7-N a 10 del testigo, .J -S-T, equivaldrfan a unas hipotéticas capas 24 a 28 de la totalidad del cuadro J 5, en numeración absoluta. La explicación de este hecho radica en el
pronunciado buzamiento de los estratos, como se expondrá oportunamente. Aunque teniendo en cuenta estas equivalencias, hemos mantenido aquf las agrupaciones de los materiales y sus denominaciones tal
como fueron realizadas en el transcurso de la excavación , y asi aparecen en los correspondientes inventarios, si bien tales equivalencias
aparecen' reflejadas convenientemente en el estudio de los materiales.
En el transcurso de la excavación de J -4 y J -5 se prestó especial
atención a la dispersión de los materiales, especialmente en las últimas capas, donde era notable el contacto horizontal entre distintos
estratos, y donde el desplazamiento de los materiales hacia una determinada parte de los cuadros indicaba el buzamiento de aquellos y el
fmal de los niveles arqueológicos. No se observó la presencia de hogares, ni tampoco los restos de alguna estructura determinada , salvo,
quizás, la presencia de tres piedras de molino en la capa 15 del cuadro J -4 lfig. 3, núm. 3), aunque tampoco en este caso se apreció ninguna evidencia complementaria que permitiera asignarles un significado especial.
Al fmalizar los trabajos que aqui se exponen, en la campaña de
1976, el Sector J fue abandonado temporalmente, prosiguiéndose las
excavaciones en el llamado Sector K.
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III
LA SECUENCIA ESTRATIGRAFICA
y LAS DATACIONES ABSOLUTAS
M.e Dolores Gallart MarCl
y Bernardo Martl Oliver
La estratigrafla observada en los cuadros J -4 y J -5 se muestra
acorde en la disposición de los estratos con su situación dentro de la
cueva, presentando un acusado buzamiento de SO. a NE., siguiendo la
inclinación general de la cavidad, como puede verse en sus secciones.
Asf , la tierra roja, base de la sedimentación y sin apenas presencia de
materiales, aflora a escasos metros de estos cuadros en dirección a la
entrada, mientras que aparece a 130 ems. de profundidad en el ángulo SO. de J-4, y a unos 205 ems., con respec:;to al mismo plano de referencia, en la pared N. de J -5, es decir, dos metros más hacia el interior de la cueva.
Se distinguieron seis estratos principales, algunos de los cuales
fueron subdivididos, atendiendo a las peculiaridades observadas en
determinadas zonas menores, y se analizaron once muestras al microscopio electrónico y por técnicas de micromoñología de suelos.
Estrato 1.
Corresponde a la tierra superficial. De color marrón y apisonada
en los primeros centimetros, su coloración se torna gris-pardo en pro-
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"
M." D. GALLAJtT Y' B. MARTI
fundidad, muy suelta, y con cantos de tamaño apreciable. Presenta
UDa potencia variable , desde 53 ems. en el rincón SE. de J -4 hasta un
mfnimo de 23 ems. en el ángulo NO . del mismo cuadro.
En la parte más septentrional de J -5 este primer estrato alcanza
una profundidad de 140 ems., deteniéndose sobre un nivel formado
por la parte superior de un gran bloque. que ocupa la parte occidental
del cuadro, y algunas otras piedras de gran tamaño. Esta penetración
de la tierra superficial ha de interpretarse como consecuencia de las
rebuscas de los muchos visitantes de la cavidad, o bien como debida
al talud de las excavaciones efectuadas en su zona inmediata. los Sectores H y H- l. La homogeneidad de esta sedimentación, sus distintas
bandas de coloración muy definida y la escasez de materiales, nos sugiere que esta bolsada debe responder con mayor probabilidad al talud de las excavaciones de H y H-l. El corte de estos sectores fue protegido en su día mediante una pequeña pared de piedra suelta, de modo que el hueco restante hasta nivelar la zona pudo s~r rellenado con
tierra de criba.
Estrato n.
En contacto con el anterior, formando un abombamiento en la zona SO. de J-4, desde donde buza en dirección N. y E., tiene una potencia variable entre 35 y 45 cms. Está formado por una tierra de color
gris, suelta, con cantos de menor tamaño que en el anterior, y con algunos carbones.
Estrato n A.
En la parte S. de J-4, como se refleja en la pared correspondiente
del cuadro, y en una pequeña porción de su lado O. , se observa una
delgada capa de carbones, discontinua.
Estrato n B.
En la parte S, de J-4, inmediatamente encima del n A, se observa
una delgada capa, interrumpida, de unos 2 cms. de espesor y unos 30
cms, de longitud máxima, que presenta características análogas a las
del inferior Estrato JIl. Una muestra que contiene parte de este Estrato n B y parte de la tierra del n , fue estudiada al microscopio e)ectrónico y por técnicas de micromorfología de suelos. Al igual que las demás muestras que iremos exponiendo aqut los análisis fueron realizados por el Dr. J . Alonso y la Dra. J . Benayas, respectivamente, a quienes agradecemos su colaboración. También expresamos nuestro
[page-n-16]
COVA DE L'OR
agradecimiento a P. Fumanal, por sus comentarios y observaciones a
la estratigrafia.
Muestra núm. l . Al M. E. 300 se han distinguido : sales, geles,
materia orgánica. Posible, pero escasa, sepiolita. Restos de tejidos vegetales. Carbonatos de forma prismática, apuntados en romboedros y
dispuestos en paralelo. Algún cristal de TiQ 2' Micas e illitas ténues,
las primeras muy heteromorfas y heterométric'ls. Alguna caolinita té nue e illita acintada, el aspecto dominante en la muestra. Resto de
tres imbricados carbonatos orgánicos en fOIDla «clavo de herradura»,
son formas frecuentes. Goethita. Alguna posible haloysita. Montmorillonita.
Es un material muy heterogéneo compuesto de fragmentos de caliza de hasta 3 cms. de longitud, partículas de plantas carbonizadas,
granos de cuarzo y calcita, fragmentos de sedimento rojo y pápulas.
(Pápulas, según Brewer, son glóbulos compuestos predominantemente por minerales de la arcilla y birrefringentes). También hay agregados de material calizo arcilloso pardo. En un fragmento de caliza se
comprueba que es de arrastre; allí hubo una cristalización de calcita
en el borde y nuevamente el fragmento sufrió una traslocación. En la
Lám. m , núm. 1, se observa el borde de un fragmento grande de caliza
que ha sido traslocado, lo que explica ese borde oscuro, hubo un crecimiento de caliza secundario y se traslocó nuevamente.
C
Mediante la técnica de calcinación, por pérdida al fuego, a BOOU
de temperatura, se averiguó la proporción existente de materia orgánica que resultó ser el 23'03%, porcentaje muy elevado que hay que
poner en relación con la intensa ocupación de la cavidad manifestada
por los materiales arqueológicos.
Estrato III.
Sólo está presente en el cuadr:o J~ 4 , disminuyendo su potencia hacia el N. de manera que en J -5 el Estrato n se apoya directamente sobre el IV. Tiene un espesor variable, de unos 10 cms. por término medio en la mitad S., y al igual que en los demás casos es manifiesto su
buzamiento hacia el N. y el E. Presenta un color blanquecino, lo que le
diferencia del Estrato II ; es muy compacto, con algunas piedras y
carbones. Se analizaron dos muestras ; la núm. 2 tomada en la pared
S. y la núm. 3 en la pared O., cerca de donde este estrato empieza a
desaparecer. Las diferencias que se observan entre ellas deben estar
influenciadas por este hecho.
Muestra núm . 2. Montmorillonita más o menos oscura.
Caolinitas-cloritas, Micas subredondeadas y subangulares. Restos ve-
[page-n-17]
M,OD. GAU..AJl.T Y 8 . MARTI
lO
°
getales. Cubos de Ti 2- Biocarbonatos. Sales poco deCIDidas. Tiene
una proporción de materia orgánica del 20 '00%, que tal vez podría
ser debida a la presencia de restos de fauna. Contiene fragmentos de
sedimento rojo de arrastre. ocasionalmente bien redondeado. en una
matriz caliza de cristalización secundaria que en zonas de borde ha
sufrido un proceso de disolución. Las pApulas son escasas y abundantes las partículas de materia orgánica. Hay algunos globigerinidos y
también parece haber una espIcula de esponja. El material es el más
cementado de las muestras, estudiadas. Hay un predominio de caliza
secundaria que rellena los huecos aunque , no obstante, aparecen una
serie de cavidades muy similares a las producidas por la edafofauna.
La presencia de carbonatos secundarios cementando el sedimento
fndicana que este material se formó in situ y no ha sufrido ninguna
traslocación posterior.
Muestra núm. 3. Presencia de goethita acicular y turita; clorita ;
illita ; micas; biocarbonatos y carbonatos inorgánicos; sepioUta acicular neta. Formas «clavo de herradura». Restos vegetales. El material
proviene en su mayor parte de arrastre y en zonas hay cristalización
secundaria de carbonatos.
Entre el material coluvial figuran cristales de cuarzo, feldespatos
alterados y calcita, embutido en un sedimento calcáreo arcilloso pardo . También hay fragmentos de caliza, fragmentos de suelo rojo y pápulas procedentes de suelo rojo .
Hay agregados de formas mamelonadas que recuerdan las cavidades producidas por la edafofauna. Es de destacar la abundancia de
fragmentos de plantas carbonizadas cuya estructura se puede reconocer. En parte son de arrastre. En la Lám. m, núm. 2, se observa la materia orgánica muy fragmentada y en algunas zonas se pueae reconocer aún su estructura. Cerca de uno de los lados de la lámina hay una
forma que recuerda a un fósil. La masa basal es de carbonatos, cristales gruesos o muy [mas.
También se han visto fósiles, un globigerinido y una posible espícula de esponja. En la Lám. IV, núm. 1, se observa la masa basal con
abundantes carbonatos, cristales de cuarzo y esa forma que recuerda
a un fósil.
La existencia de elementos como la illita, goethita. las formas de
«clavo de herradura.., sepiolita, fragmentos de caliza y material calcáreo arcilloso pardo, que se encuentran también presentes en el Estrato lI, vendrfa dada por la posición particular en que se localiza la
muestra, como ya hemos dicho anteriormente, en el lado O. del cuadro J -4, cerca de donde este estrato desaparece.
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CaVA DE L'OR
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[page-n-19]
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Segi6n C--O
SeccidA-- G--H
Sección
E- E
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J4
J4
LADO
S
LADO
J 5
J 5
O
LADO
O
LADO N
O
CM.
O
10
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20
30
30
40
40
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ESTRATO
230
MuESTRA
240
[page-n-21]
CaVA DE L'OR
17
Estrato IV.
Tiene un espesor variable entre 20 y 35 cms. , extendiéndose por
la totalidad de los cuadros J -4 y J -5, excepción hecha de la parte removida de J -5, y muestra el mismo buzamiento indicado anteriormente, Está formado por una tierra de color rojizo, con piedras y
abundantes restos de carbón entre los que destacan las semillas de cereales, presentes en gran número a lo largo de la estratigrafia. Se tomaron dos muestras : la núm. 4 correspondiente a la pared S, de J -4 y
la núm. 5 procedente de la pared 0, del mismo cuadro.
Muestra núm , 4, Sulfatos en forma de sales dlamigeras» ; HUta y
micas ténues; clorita y caolinita netas; turita y goethita microlanceolada. Montmorillonita atipica. Caolinita 'f carbonatos. Mica neta. El
porcentaje de materia orgánica es del 7 80%.
Muestra núm. 5. IIlita y micas poco defIDidas ; materia carbonosa ; geles; microgoetbita más o menos acicular; caolinitas de micas;
carbonatos prismáticos, a veces casi aciculares, otros prismas-romboedros grandes, Aquí predomina el material calizo arcilloso pardo
que engloba pápulas de suelo rojo , granos de cuarzo y calcita. La
glauconita (sinónimo de glauconia, mica ferrffera de origen marino,
dioctaédrica, más rica en sílice que las illitas) es escasa y se observan
globigerinidos, La materia orgánica es muy abundante, las particulas
carbonizadas alcanzan los 7 mms. de longitud y, a veces, son tan pequeñas que se puede hablar de impregnaciones. La proporción de ma teria orgánica es del 11 ' 52%, que, como vemos, es más elevada que la
correspondiente de la pared S. Hay fragmentos calizos de arrastre,
frecuentes y de hasta 2'5 cms. de longitud, y son muy escasos los
fragmentos de suelo rojo birrefringente. Las cavidades son numerosas.
Este Estrato IV, en la parte NO. de J -5, presenta un a oquedad
alargada horizontalmente en la que también se tomó una muestra :
Muestra núm. 6. IIlita; biocarbonatos; carbonatos romboédricos
netos ; micas bien conservadas, incluso casi hexagonales y subangula res ; goethita en agregados de macias estrelladas ; montmorillonita ; alguna pOSible caolinita ténue ; algunas cloritas en neta morfología de
rombo; escasa sepiolita. Carbonatos en fonna de 1
,
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lB
M,' D. GA.LLART Y B. MARTI
Entre los fragmentos calizos bay agregados de material calizo-arcilloso pardo con cristales de cuarzo, calcita y feldespatos. Se ha visto una
glauconita. Son muy escasos los fragmentos de suelo rojo Vfrecuentes
las partículas de plantas carbonizadas. En la Lám. IV , núm . 2. se puede observar con detalle la estructura de restos vegetales.
Como se puede comprobar, esta última muestra analizada, localizada en la oquedad de la pared O.. tiene la misma micromorfología de
suelos que el resto del Estrato IV. La única diferencia apreciable con
el resto del estrato es que, en cuanto a los minerales arcillosos de que
está compuesto. destaca la presencia de montmorillonita e illita, siendo más pobre en caolinita y clorita. En lo que se refiere a las posibles
causas de tal oquedad, tal vez se deba a circulación de agua.
Estrato IV A.
El Estrato IV está surcado, en su parte inferior y hacia el S., por
unas lineas de unos 2 cms. de espesor, intermitentes, fo~adas por
una tierra de color blanco grisáceo, de aspecto compacto. Una muestra de ellas ha sido analizada.
Muestra núm. 7. Presenta micas netas, espesas, con bandas interferenciales, subangulares; geles. Se observa un campo tfpico con
caolinita, goethita y montmorillonitas, más halloysitas. El porcentaje
de materia orgánica es del 10' 50%.
Estas lineas se encuentran en contacto directo con el siguiente Estrato IV B.
Estrato IV B.
Está formado por una capa de unos 6 cms. de potencia media. Corresponde a una tierra de color gris negruzco , con abundante carbón.
Cerca de su ángulo SO. se tomó la muestra núm. 8.
Muestra núm. 8. Está compuesta por mica, illita, montmorillonita; goethita microlanceolar; sales.
Se observa como este Estrato IV B tiene el mismo buzamiento que
los anteriores y tiende a desaparecer en contacto con la oquedad que
hemos señalado en el Estrato IV. La proximidad de la muestra núm. 8
respecto de la núm. 7 podría explicar el que en esta última, como se
ha descrito anteriormente, se encuentre presente el mineral arcilloso
montmorillonita de una forma clara, mientras que en el resto del Estrato IV no aparece o lo hace de manera muy ténue.
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COVA DE t 'OR
"
Estrato V.
Está formado por una tierra de color rojizo, con una débil potencia en la parte más meridional, e idéntico buzamiento que en los casos
anteriores. A medida que se desplaza hacia el N. sufre una bifurcación, englobando al Estrato VA, y acentúa su buzamiento.
Estrato V A.
Se presenta englobado dentro del Estrato V, ganando potencia hacia el N. Presenta un color ceniza, con abundantes y grandes piedras.
La Muestra núm. 9 fue tomada en la parte inferior de este estrato y en
el lado O. de J -4.
Muestra núm. 9. Restos vegetales; feldespatos; montmorillonita
ferrifera; micas más o menos alteradas: hierro corto más o menos
aglomerado: biocarbonatos; algo de sepiolita acicular; la presencia de
caolinita y clorita no está muy clara. El porcentaje de materia orgánica es del 14' 92 %.
Estrato VI.
Es el último estrato que aparece en el corte estudiado. Está formado por una tierra de color rojo, con muchas y grandes piedras. De él
ban sido estudiadas dos muestras, a diferente profundidad, que han
dado resultados idénticos.
Muestras núms. 10 y 11. Presencia de micas más o menos alteradas ; hierro goethitico; escasa sepiolita; montmoriUonita ; sulfatos en
campo típico de baja cristalinidad; caolinita y clorita. Destaca la presencia de hierro acicular y en glomérulos más o menos turlticos y
goethita neta de hierro. Macias prismas de carbonatos y sulfatos. Es
notable la abundancia de hierro, que es el responsable de la coloración roja de este nivel. El porcentaje de materia orgánica correspondiente a la muestra núm. 10, en la parte más elevada de este estrato,
es del 12'88%. Hay brechas óseas de color rojizo . En conjunto, puede
pensarse en la proximidad de la roca madre y en que este estrato sea
el produ cto de la descalcificación de la roca subyacente.
En resumen, las caracteristicas de los niveles estudiados confIrman , en primer lugar, el buzamiento SO.-NE. que presentan todos los
estratos, siguiendo la topografla de esta zona de la cueva, que da lugar a una acumulación de sedimentos en la parte más al interior y a
un adelgazamiento progresivo de los mismos al acercarnos a la entra-
[page-n-24]
20
M.' D. GALLART Y B. MARTI
da de la cavidad. El material coluvial depositado por arrastre se ve
favore cido por la diferencia de nivel respecto de la entrada, en este
Sector, que acumula los materiales en profundidad. adelgazando las
capas cercanas a la entrada con la posibilidad consiguiente de despla zamientos secundarios.
Una posible oscilación climática podría señalarse en el Estrato 111.
La presencia de caliza secundaria indicaría que las condiciones am ~
bientales corresponden a un aumento de la humedad , lo que daría lu gar a un incremento en la disolución y acumulación de carbonatos
que, al concrecionarse, cementarían el sedimento de este Estrato. Con
todo, no debe olvidarse el hecho de que este Estrato nI no queda reflejado en la cuadrícula J -5, pudiendo tratarse de una iluviación de
carácter más general, o bien de fenómenos locales en relación con las
Hneas de goteo de la cavidad, a partir de diaclasas cenitales, tras de lo
cual este sedimento no sufre ya posterior traslocación.
La presencia de ciertos fósiles no es de extrañar por cuanto el proceso de sedimentación incluirla la erosión del material rocoso de la
cueva que está formado principalmente por calizas .cretácicas. Por 10
tanto, estos fósiles podrían haberse encontrado en ellas y, posteriormente, haber sido depositados en el suelo. La presencia de la espícula
de esponja podría interpretarse del mismo modo, aunque tampoco
sería de extrañar que los habitantes del yacimiento pudieran haber
utilizado este elemento marino a la vista de la abundancia de tales
elementos.
Destacaremos también el proceso que se observa respecto a la
presencia de diferentes elementos minerales arcillosos. Así, en los estratos superiores se encuentra la presencia clara de Hlita, mineral que
es frecuente encontrar en toda la zona valenciana formando parte de
los depÓSitos arcillosos. Sin embargo, se va ha ciendo menos frecuente
en los niveles inferiores, en los que llega a desaparecer , adquiriendo
más importancia la presencia de la montmorillonita. Del mismo modo , la presencia del hierro , en sus diversas formas, gana en importancia a medida que los estratos son más profundos.
Ello confirmaría las condiciones que dan lugar al ligero proceso
de alteración señalado por la iluviación de carbonatos en el Estrato
III , puesto que la mayor importancia de la illita en los niveles supe riores y de la monunorillonita en los inferiores supone una mayor alte ración en los primeros niveles, ante un posible aumento de la temperatura y humedad , que disminuye en profundidad.
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Fig. I
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A este respecto. podemos hacer referencia a 10 indicado por Fa rrand (1) en el estudio sedimentol6gico del Abri Pataud (Les Eyzies,
Dordogne), donde menciona que -la montmorillonita, en el clima húmedo y templado del occidente de Europa , tanto ahora como en la
última glaciación, es el mineral más susceptible a la alteración, siendo la caolinita el menos (2). Por tanto , los niveles con valores relativamente altos de montmorillonita y bajos en Hlita pueden ser interpretados como carentes de alteración y viceversa.
Pero en tal sentido Miscovsky y Renault-Micovsky (3) señalan,
en el estudio sedimentol6gico de L' Abri Carneille (lstres, Bouches du
Rhonel. que una débil proporción de montmorillonita y una buena
cristalinidad de la Hlita deben corresponder a una fase seca; mientras
la abundancia de la montmorillonita y la mala cristalinidad de la illita
corresponderian a una fase húmeda.
Como complemento al corte estratigráfico pueden verse las plan tas de J-4 a 135 y 165 cms. de profundidad, y las de J -5 a 160 y 202
cms. (figs. 1 y 21. en las que se advierte con claridad el progresivo
avance del sedimento rojo del Estrato VI a partir del ángulo SO. de J 4. Del mismo modo puede apreciarse el desplazamiento de los materiales fuera de la zona ocupada por esta tierra roja, con muy escasas
excepciones, como ejemplifican los esquemas de distribu ción espacial
correspondientes a las capas 13 a 18 de J -4 (fig. 3.1Se observará que todas las muestras estudiadas corresponden al
cuadro J -4 . La causa de esta localización fue la amenaza potencial
que significaba la profundidad alcanzada por el estrato superficial en
el extremo norte del cuadro J -5. Por idéntica razón también elegimos
las muestras de carbón procedentes de J -4 para la obtención de dataciones absolutas. El análisis de éstas por el método del C.14 fue realizado por el Gabinete de Aplicaciones Nucleares a las Obras Públicas,
de Madrid, proporcionando los siguientes resultados:
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11 - M 1. 5.980 ± 260 B.P . ~ 4.030 a. de C.
Corresponde a las muestras tomadas entre los 95 y 100 cros. de
profundidad, de J -4. Es decir, corresponde a la base del Estrato II! y
parte superior del Estrato IV.
(1 1 w. R. FARRAND : KAnalysis oC the Abri Pataud Sediment». En tExcavation oC the
Abri Pal8ud. Les Eyzies !Dordognell, editado por H. L. MOVJUS. Peabody Museum oCArcheo·
logy and Ethnology. Harvard University. Cambridge, 1975. págs. 27·68.
!21 G. MILLOT: lGéologie des Argile». Ed. Masson, Pans, 1962. págs. 127-128.
(J I J . C. MlSCOVSKY y J . RENAULT-MISKOVSKY: ..r.e Remplissage de I"Abri Comeille.
Etudes sédimentologique et palynologique compléteSt. Géologie Méditerranéenne. tome n .
1975. pégs. 91 -104 .
[page-n-27]
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Fig.3
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COVA DI:: L'OR
25
C 12 - M 2 . 6 .630 ± 290 B.P. ~ 4 .680 a. de C.
Corresponde a las muestras tomadas entre los 140 y los 153 cms.
de profundidad, de J ·4 ,
C 13 - M 3. 6.720 ± 380 B.P. ~ 4 .770 a. de C.
Corresponde a las muestras tomadas entre los 153 y 165 cms. de
profundidad, de Jr4.
Estas dos últimas muestras provienen, pues, de aquell as capas en
las que se observa un aumento progresivo de la superficie cubierta
por el sedimento rojo del Estrato VI, a medida que se profundiza. En
r.ealidad, estas capas muestran un contacto horizontal de los Estratos
t y VI , como puede observarse en el caso de las plantas antes mencio·
nadas del cuadro J ·4 (flg. 1, núm. 2), y ambas dataciones deben ca·
rresponder al Estrato V y parte superior del Estrato VI que suponen
los últimos niveles fértiles en lo que a materiales arqueológicas se re·
flere.
La localización preferente de las muestras estudiadas por micras·
copfa y micromorfologfa de suelos en la pared O. de J ·4 o en la mitad
occidental de su pared S., prácticamente con una sola excepción, abe·
dece a la diferente consistencia que pudo apreciarse entre las dos mi·
tades del cuadro, si lo suponemos dividido por un eje central N.·S. Es·
te hecho fue haciéndose más notable a partir del Estrato !II y aconse jó la división del cuadro en dos partes, como hemos expuesto al referirnos a los trabajos de excavación y agrupación de los correspondientes materiales.
[page-n-30]
[page-n-31]
IV
LA INDUSTRIA DE SILEX, LA PIEDRA PULIMENTADA,
LOS OBJETOS DE HUESO Y CONCHA,
Y LA CERA MICA
Bernardo MarU Oliver
Nos ocuparemos ahora del inventario de los materiales arqueológicos y de las principales observaciones que pueden hacerse a su tipologia y a su distribución en la secuencia estratigráfica. La ordenación
responde a las agrupaciones realizadas en el transcurso de la excavación, como se ha explicado anteriormente, incluyéndose en los apartados correspondientes aquellos objetos cuyas tres dimensiones fueron anotadas según el método de las coordenadas cartesianas. La
equivalencia de estas capas se expone detalladamente en la figura
núm. 4 ; posteriormente consideraremos las posibles relaciones entre
estas agrupaciones por capas y los estratos diferenciados en la secuencia.
En el caso de la industria de silex, incluimos también el inventario
de la capa primera de los cuadros J -2, J -3 YJ -7, teniendo en cuenta el
interés especial que representan las dos puntas de flecha provenientes
del cuadro J -3.
Los objetos de concha se reducen aquí a aquellos que suponen una
profunda alteración de los moluscos, bien porque se han utilizado como materia prima para fabricar algún objeto de adorno . o bien por-
[page-n-32]
"
B. MARll
que se trata de conchas con perfora ciones en distintas partes, que nos
indican igualmente su fmalidad ornamental ; también exponemos
aquellos casos en que aparecen teñidas de ocre. El inventario exhaustivo se recoge en el correspondiente estudio de la mala cofauna, realizado por Acuña y Robles .
En 10 que se refiere a la cerámica no describiremos extensamente
cada uno de los fragmentos. Primero, porque las lineas generales sobre la tecnología cerámica pueden verse en el estudio de Gallart, yes peramos que a la conclusión de los trabajos que actualmente Heva a
cabo dicha autora se dará a conocer la fich a descriptiva de los materiales estudiados; y, en segundo lugar. porque la parte gráfica que adjuntamos resulta suficientemente explicativa de la disposición y particularidades de los motivos decorativos. Se ha realizado un examen
minucioso para intentar reunir todos aquellos fragmentos cerámicos
que pudieran pertenecer a un mismo vaso . Cuando se trata de conjuntos de fragmentos de un mismo vaso que proceden de diferentes capas
y cuadros, los incluimos en el cuadro y capa que presente el mayor
número de ellos, indicándolo oportunamente. Como dato complementario hemos medido la superficie total aproximada de los fragmentos
atipicos con el fin de poder valorar mejor su importancia cuantitativa.
En lo que se refiere al problema planteado por la bolsada de tierra
discordante, localizada en la parte septentrional del cuadro J -5, ya
hemos expuesto nuestra opinión de que parece tratarse de tierra tamizada que cubria el talud formado por la excavación de los Sectores
H y H-l Y que , en consecuencia, contenía muy escasos materiales, casi todos atípicos. En unos pocos casos existen dudas razonables sobre
la atribución de algunos materiales a una determinada capa; en estas
ocasiones hemos detallado tal circunstancia en los inventarios.
Para evitar repeticiones innecesarias presentamos conjuntamente
la industria lítica, ósea y objetos de concha, de cada capa.
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Fig.4
[page-n-34]
B. MARTI
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INDUSTRIA UTICA, OSEA y OBJETOS DE CONCHA
CUADRO J -2
CAPA I
Sflex
l . Fragmento proximal de hoja. Ambos bordes denticulados por retoque marginal. discontinuo, inverso. Gris. 23 )( 13 )( 4'5 mm. Fig. 5, núm. 1.
CUADRO J -3
CAPA I
Sflex
1. Hoja. Retoque directo, oblicuo. algo invasor, continuo. en el borde derecho ; directo,
marginal. continuo, en la mitad distal izquierda. Gris oscuro. 46 )( 1J )( 5 mm. Fig. 5, numo
•• 2.
Hoja. Borde izquierdo denticulado por n!toque directo, abrupto, continuo; borde derecho con pequei\as muescas simples y señales de uso. con ruerte lustre. Elemento de hoz.
Bulbo eliminado y superficie inferior muy alterada por la acción del fuego. Melado. 36 )( 12
x 4 mm. Fig. 5, núm. 5.
3. Fragmento pro:rimal de hoja. Sedales de uso en el borde izquierdo. Melado y rojizo,
eDIl IiJera pátina blanca. 29 x 13 x 4 mm. Fig. 5, núm. 11 .
4, Fragmento medial de hoja. Borde derecho denticulado por retoque a lternante,
abrupto. Melado, con c6rtex. 26 x 18 x 4 mm. Fig. 5, numo 9.
5. Fragmento distal de hoja. Bordes denticulados por muescas simples. Melado claro.
JI x 13 x 3 mm. Fig. 5, núm. 10.
6. Fragmento distal de hoja . Borde derecho y parte distal con retoque inyerso, oblicuo y
plano ; borde izquierdo con seftales de uso y fuerte lustre. Elemento de hoz. Melado. 17 x 10
x 3 mm. Fig. 5, núm. 4.
7. Hojita. Seftales de uso en la parte distal. Melado amarillo, con c6rtex. 24 x 10 x 3
mm.
8 . Hojita. Sin retocar. Gris claro. 40 x 8 x 3 mm.
9. Peñorador. Fragmento distal de hoja apuntado por retoque alterno, abrupto. Gris os·
curo. 30 x 13 x 3 mm. Fig. 5, núm. 7.
10. Punta de flecha . Retoque plano, cubriente, bifacial. Melado claro. 33 x 13 x 3 mm.
Fig. 5, núm. 3.
11. Punta de flecha. Retoque plano, cubriente, bifaclal. Melado. 25 x 15 x 4 mm. Fig.
5, núm. 2.
,12. Lasca laminar denticulada. Blanco. 30 x 16 x 8 mm. Fig. 5, núm. 8.
13· 19. Siete lascas, tres de ellas con có~.
20·21 . Dos pequeAos fragmentos de núcleo.
22 ·35. Catorce pequeAas esquirlas.
Hueso
l.
Colgante. Peñoraci6n rota. Fig. S, núm. 12.
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B. MARTI
CUADRO J -7
CA PA I
sr/ex
1. Fragmento proximal de boja. Seil.ales de uso bilaterales. Bulbo eliminado. Blanco. 24
, 12 x 2' 5 mm. Fig. S, núm. 13 .
2. Fragmento distal de hojita. MalTÓn-gris, con c(¡neJ(, 22 x 7 )( 2 mm. Fig. 5, núm.
15.
3. Truncadura doble. Retoque alterno, abrupto, en las truncaduras ; muescas simples
bilaterales. Melado. 19 x 10 x 2 Il:)m. Fig. 5, núm. 14 .
4-5. Dos peque~as lascas, con c6rtex. Una de ellas presenta satiales de uso.
6-B. Tres fragmentos de núcleo.
9-12 . Cuatro esquirlas.
Concha
1.
2·3.
Columbella rustica, perforada. Fig. 5, numo 17.
Dos 71zeodoxusjluviatilis, perforados. Fig. 5, núm. 16.
CUADRO J -4
CAPA 1
Silex
l . Fragmento proximal de hoj a . Retoque directo, abrupto, en el borde derecho. Grismarron, con c6n.ex. 23 x 21 x 6 mm. Fig. 6, nOm.. 5 .
2. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto. continuo en el borde izquierdo,
formando una amplia escotadura ; directo, abrupto en la mitad inferior del borde derecho y
alternante en la mitad superior. Blanco. 32 x 16 x 5'5 mm" FiR. 6. núm. 3 .
3. Fragmento de hoja. Retoque marginal, discontinuo, en el borde derecho. Gris·negro.
29 x 13 x 6 mm. Fig. 6 , núm. 7.
4. Hojita. Retoque din!cto, muy marginal en el borde izquierdo. Melado.gris. 37'5 x 8
x 3 mm. Fig. 6. mlm. 4. '
5. Truncadura retocada. Fragmento de hojita con truncadura proximal oblicua. que
elimina casi totalmente el bulbo, hecha por retoque inverso, abrupto. Escotadura en el borde
derecho mediante retoque inverso, semi.abrupto. Melado· marrón. 25 x 10 x 4 mm. Fig. 6,
mlm. 6.
6. Punta de flecha. Retoque plano. cubriente, blfacla!' Melado·gris. 28 x 20 .x 6 mm.
Fig. 6, núm. l .
7. Fragmento de punta de flecha. Retoque plano, Invasor, blCacial. Marrón oscuro. con·
serva córtex en la parte central de ambas superficies; sllex tabular. 2B x 16 x 5 mm . Fig. 6.
núm . 2 y lém. V, núm. 2.
8 . Lasca retocada. Retoque muy marginal en el borde derecho ; inverso. plano en parte
superior izquierda. Marrón rojizo, con ambas superficies muy alteradas por la acción del fue ·
go. 23 x 19 x 7 mm. Fig. 6, núm. B.
9. Lasca retocada. Gris, con CÓrtex. 42 x 32 x 15 mm. Flg. 6, núm. 12.
10· 13 . Cuatro pequeñas lascas, con córtex.
14· 19 . Seis pequeñas lascas y esquirlas.
Hueso
1.
Vértebra de pescado, pulida. Fig. 6. núm. 10.
Concha
l . Co/u mbella rustica. perforada. Fij¡. 6, núm. 9 .
2. Glycymeris gaditanus, con perforación en el umbo.
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34
B. MARTl
CAPA 2A
stl~x
l.
6,
Punta de necha. Retoque bifacial, plano. cubriente. Blanco. 17 x 18'5
11:
6 mm. Fig.
numo 13 .
2.
Triéngulo. Retoque directo, abrupto. Melado oscuro. 15' 5 )( 8 '5 )( 2 mm. Fig. 6.
numo 14.
3. Lasca laminar. Retoque muy ma rginal en el borde Izquierdo. Melado. 26 x 13 x 4'5
mm. Fig. 6, numo 15.
4. Pequeña lasca con cOrtex.
5-12. Ocho pequenas lascas y esquirlas.
Hu.eso
l.
Posible cuenta de collar. Fig. 6, mi mo 11 .
CAP A 2B
SI/ex
l . Fragmento pr oximal y medial d e hoja. Escotadur a y retoque alternante, muy margi.
nal. en el borde izquierd o. Melado. 52 )( 15 )( 4' 5 mm. Fíg. 7, n11m. 1.
2. Fragmento proximal de hojita. Retoque continuo, muy marginal, en el borde dere·
cho. Melado gris. 16 x 7'5 )( 2 mm. Fig. 7, n úm. 3 .
3. Fragmento distal de hojita. Ambos bordes ligeramente denticulados por linos retoques, de uso. Melado. 15 x 6' 5 x 2 mm. Fig. 7, n6m . 5.
4 ·9 . Seis fragmentos de hojita, sin rf!tocar.
10 . Truncadura retocada. Fragmento medial de hojita con tnmcadura distal oblicua
hecha por retoque directo, abrupto. Gris. Superficie alterada por la acción del fuego, 18 x 9
x 2' 5 mm. Fig. 7, núm. 2.
11 , Posible punta de flecha en proceso de fabricación. Retoque directo, marginal, en el
borde derecho; inverso, plano, algo invasor. MeJado claro. con eórtex, 27 x 17 x 4 mm. Fig.
7, n6m, 4 ,
12-13, Dos Jascas retocadas.
14. Lasca con seDales de uso,
15-21. Siete lascas, sin retocar; dos de ellas con córtex.
22 ·51 . Treinta pequeñas lascas y esquirlas ; cuatro de ellas con córtex y siete con huellas de la acción del fuego .
Piedra
1.
Cuenta discoida L Gris. Fig. 7, núm. 6.
CAPA 3
SI/ex
1. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, oblicuo, en el borde Izquierdo; inverso, plano, en el de recho. Gris melado. 11 x 14 x 4 mm. Fig. 7, núm . 7.
2. Fragmento proximal de hoja. Melado. 29 x 15 x 4'5 mm. Fig. 7, núm. 1 L
3. Fragmento medial de hojita. Retoque de uso, muy marginal, en el borde izquierdo.
Marrón, con córtex. 26 x 10 x 5 mm. Fig. 7, núm. 10.
4. Fragmento medial de hojita. Melado gris.
5. Trapecio asimétrico. Retoque directo, abrupto, bilateraL Ugera denticulación en la
base mayor y pequeña muesca inversa en la menor. Melado. 25 x 14 x 4 mm. Fig. 7, núm . 8.
6. Lasca retocada. Apuntada mediante retoque muy ma rginal, alterno, continuo. Rosado, con córtex, muy alterado por la acción del fuego . 24 x 14 x 3 mm. Fig. 7, mlm. 9.
7. Lasca retocada.' Melado.
8-9. Dos lascas. Sin retocar.
10-19. Diez esquirlas.
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B. MARTl
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CAPA 4
Sllex
1. Fragmento medial de hojita. Sedales de uso.
2. Fragmento proumal de hoj ita. Sin retocar.
3. Trapecio simétrico. Retoque alterno, abrupto. Melado. 13 )( 10 x 2'5 mm. Fig. 7.
nüm. 12 .
4·7. Cuatro lascas.
8· 13 . Seis esquirlas.
14-16. Tres fragmentos de núcleo.
CAPA 5
SI/ex
l.
Fragmento proximal de hoj a. Señales de uso en el borde derecho, con lustre. Elemen-
to de hoz. Melado. 17 x 11 x 2 mm. Fig. 7, núm. 13 .
2.
10
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Hojita. Retoque muy marginal en el borde de recho y parte distal. Melado gris. 30 x
3' 5 mm. Fig. 7, núm. 15.
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11 )( 3
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Hojita. Gris. 33 x 12 x 3 mm. Fig. 7, núm . 18.
Hojita. Gris, con córtu. 23 x 6 x 2 mm .
Fragmento proximal de hojita. Seflales de uso en el borde izquIerdo. Amarillo. 26 x
mm. Fig. 7, núm. 14.
Fragmento proximal de hojita. Melado gris. 19 )( 9' S x 3 mm. Fig. 7, núm. 16.
7. Fragmento distal de hOjita.
8 . Lasca retocada. Melado. 38 )( 29 x 7 mm. Fig. 7, núm. 17.
9. Lasca retocada. Melado. 30 )( 19 x 7 mm.
10· 13. Cuatro lascas, tres de ellas con cOrtex.
14-29. Dieciséis peque~as lascas y esquirlu.
30. Fragmento de núcleo de forma cónica. Gris, algo rosado y cuarteado por la acciOn
del fuego, con CÓrteJl: . 29 x 24 )( 9 mm. Fig. 7, num. 19.
31 . Fragmento de núcleo deforma prism4tica rectangular. Gris. 23 x 14 x 9 mm. Fig.
7, numo 20.
32. Pequedo fragmento de núcleo. Gris rosado, con cOrtex. 25 )( 15 )( 6 mm.
Piedra
1. Hacha pulida. Negra; posiblemente de basalto. En ambos lados se observan sendas
bandas de superficie rugosa, sin pulimento, que deben corresponder al enmangamiento. 68 )(
41 )( 22 mm. Fig. 8, núm. 4 y 14m. VI, núm. 3.
Hueso
l.
Fragmento de costilla, indeterminado; pulido. Fig. 8, núm. 2.
Concha
1.
Cuenta de collar de forma ovalada; peñoraclOn rota . Fig. 8, núm. 1.
CAPA 6a
Sílex
1. Fragmento proximal de hoja. Muy ligeras sedales de uso. Gris. 35 )( 12 )( 2'5 mm.
Fig. 8, núm. 5.
2. Fragmento proximal de hoja. Muy ligeras sedales de uso. Gris. 31 x 14 )( 3 mm. Fig.
8, núm. 6.
3. Fragmento medial de hoja. Muy ligeras sedales de uso. Gris. 13'5 )( 13 )( 3 mm. Fig.
8 , numo 7.
4·6. Tres fragmentos de hojita ; proximal, medial y distal. Sin retocar.
7· 11. Cinco pequeftas lascas.
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B. MARTl
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Con cha
l.
2.
ColumbeUa ru:stica. peñorada. Fig. 8. núm. 3.
Fngmento de Denta/ium sp.
CAPA 6b
Si/ex
1. Fragmento medial y distal de hoja . Retoque alternante, ab rupto y oblicuo, marginal, discontinuo, en el borde derecho ; alternante, muy marginal, en el izquierdo. Melado ma·
rrón. con cOrtex. 48 x 16 x 4 mm. Pig. 8. núm. 11 .
2. Fragmento medial de hoja. Borde izquierdo de nticulado por retoque inverso. ab rupto
y oblicuo. Gris marrón, con c6rtex. 27 x 15 x 4 mm. Pig. 8. núm . 12.
3. Fragmento medial de hojita. Sel'lales de uso. 9 x 10 x 3 mm.
4. Fragmento proximal de hojita. Sin retocar.
5 . Tnpecio asimétrico. Re toque directo. abrupto, bilateral. Gris. 14 x 14 x 3 mm. Pig.
8, núm. 13.
6-16. Once lascas; cinco de ellas con c6rtex.
17-21 . Cinco esquirlas.
Cancha
l.
Acan!hocordio !uberculo!o con perforación en el umbo. Fig, 8 , núm. 10.
2-3.
4-6.
Dos Theodoxu$ fluvio!ilis con peñoración. Fig. 8, núm . 8 .
Tres Columbello rustica, dos de ellas peñoradas. Fig. 8 , núm. 9.
CAPA 7a
Silex
1. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto, en el borde derecho; bifacial,
directo-oblicuo e inverso-plano, en el izquierdo. Melado. 20 x 19 x 4'5 mm. Fig. 9, núm. 2.
2-3. Dos fragmentos distales de hoj a, con córtex.
4. Hojita. Ligeras sedales de uso. Melado claro. 22 x 8 x 2 mm.
5. Fragmento proximal de hojita.
6. Lasca retocada. Melado. 4 1 x 19 x 5'5 mm. Fig. 9, num, 1.
7·8 . Dos pequedas lascas.
9-13 . Cinco esquirlas.
Hueso
l . Pieza de forma cuadrada hecha sobre un fragmento de costilla de Bos con inicio de
perforaCión en su centro. Ouemado. Fig. 9, numo 7 y lAmo VI, numo l .
COllcho
l.
Columbella ruslica, peñ orada. Fig. 9, num o 3.
CAPA 7b
Silex
1. Fragmento distal de hoja. Melado, con cÓrtex. 26 x IS x 4' S mm. Fig. 9, núm. S.
2. Fragmento prox.imal y medial de hojita. Setlales de uso. Melado. 35 x 11 x 2'S mm.
Fig. 9, núm. 6.
3. Trapecio. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 20'S x 8 'S x 4 mm. Fig. 9,
núm. 4.
4. Lasca retocada. Melado. 20 x 12'5 x S' S mm.
S· 7. Tres lascas, dos de ellas con córtu.
8 ·21 . Catorce pequeñas lascas y esquirlas.
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B. MARTl
Hu eso
l.
Vértebra de pescado.
Concha
l . Theodoxu$ jluviotüis con peñortlción.
CAPA 88
S(/ex
l . Fragmento medial de hoja. Retoque alternante en el borde derecho e inverso en el izquierdo, marginal. discontinuo. Melado-marrón, con CÓrtex. 34 )( 12'S x 4'5 mm. Fig. 9,
núm. 13 .
2. Fragmento proximal y medial de hoja . Ambos bordes ligeramente denticulados por
retoques muy marginales, de uso. MalTÓo claro. 32'S le 15 x 2'5 mm. Fig. 9, núm. 14 .
3. Fragmento proximal de hoja con truncaduTII oblicua parcialmente retocada. Gris,
con córtex. 25 x 14 x 2'5 mm.
4. Fragmento medial de hoja. Superficies alteradas por la a cción del fuego .
5. Hojita. MaITÓn. 29 x 6'5 x 2 mm.
6. Hojita. Cara dorsal recubierta de cÓrtex .
. 7. Fragmento distal de hojita. Retoque directo, abrupto, en el borde izquierdo. Fuerte
lustre en el borde derecho. Elemento de hoz. Gris. 8' 5 )( 8 )( 2'5 mm. Fig. 9, núm. 12 .
8. Fragmento proximal y medial de hojita. Retoque directo, abrupto, formando dos pe·
queñas escotaduras, en el borde derecho. Lustre en parte superior Izquierda. Elemento de
hoz. Melado. 28 )( 8 )( 2'5 mm. Fig. 9, núm. 15.
9. Fragmento proximal de hojita. Retoque directo. muy marginal. en parte superior de·
recha. Ama rillo. 15 )( 7 )( 1'5 mm. Fig. 9, mlm. 11 .
10. Tr-uncadura retocada. Fragmento distal de hoja con truncad ura cóncava obtenid a
mediante retoque directo, abrupto. Lustre en el borda derecho, Elemento de hoz. Gris. 11'5 )(
12 )( 4 mm. Fig. 9, núm. 10.
11. Truncadura retocada (toble. Retoque directo, abrupto. en las truncaduras; alter·
nan te, marginal, en el lado izquierdo. Aunque podrfa considerarse como un trapecio alarga·
do, te nienda.en cuenta la proporci6n existente entre sus medidas se incluye como truncadura
doble. Marr6n. 2R )( 10 )( 3'5 mm. Fig. 9. núm. 8.
12 . Tra pecio. Retoque directo, abrupto. Amarillo. 20 )( 8 )( 1'5 mm. Fig. 9. núm. 9.
13· 14. Dos lascas.
15· 18. Cuatro esquirlas.
Hu. eso
l . Fragmento de diMisis de metapodio de Cervus, pulido. Posible fragmento medial de
espátula. Fig. 9, núm. 16.
Concha
1. Fragme nto de Dentaliu.m sp.
CAPA 8b
SI/ex
1. Fragmento medial de boja. Retoque directo, piano y oblicuo, invasor, en la cara su·
perior. Ausencia total de retoque en la cara inferior. Gris. 48'5 )( 14 )( 6 mm. Fig. 10, núm.
2.
2. Fragmento proximal y medial de hojita. Retoques marginales en parte superior dere·
cha, con lustre. Elemento de hoz, Melado claro. 25 )( 9'5 )( 3 mm. Fig. 10, núm. 3.
3·6. Cuatro lascas, dos de ellas con córtex.
' ·8. Dos esquirlas.
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13
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42
B. MARTl
Pifilro.
Azuela. Rota en la parte superior. Negra. posiblemente basalto. Fig. lO, núm. 1.
1.
Concha
ColumbeIla 1'lIstica, perforada. Fig_ 10, núm. 4.
Colgante de forma oval, con abultamiento en la parte inferior. Fig. 10. núm. 5.
1.
2.
CAPA 98
Si/ex
l . Fragmento distal de hoja. Sei'lales de uso. Gris marrón. 17 x 11 x 3 mm. Fi~. 10,
núm . 7.
2. Fragmento distal de hoja. Alterada por la acción del fuego. Gris. 26 x 12 x 4'5 mm.
Fig. 10, núm. B.
3. Hojita. Señales de uso bilaterales. Melado. 33'S x 10 x 4 mm. Fig. 10, núm. 6.
4. Pequedo fragmento de hojita retocada. Melado. con córtex. 10'5 x 7:5 x 2 mm.
5-12. Ocho pequeñas lascas, una de ellas con cOrtex.
CAPA 9b
SU..
l . Fragmento medial de hoja. Pequetl.a escotadura hecha mediante retoque directo,
abrupto, en parte superior derecha. Retoques marginales bilaterales. Melado. 20 )( 11 '5 )( 3
mm. FIg. 10, n1lm. 9.
2. Fragmento proximal de hoja. Retoque marginal en borde denlcho. Melado. 14' 5 )(
12 )( 4 mm. Fig. lO, numo 10.
3. Fragmento distal de hoja. Retoque marginal en el borde derecho. Melado, con cór·
lex. 20 )( 15'5 )( 3 mm. Fíg. lO, núm. 12 .
4. Fragmento medial de hojita. Sin nltocar. Melado.
5. Peñorador. Punta obtenida mediante nltoque directo, abrupto, bilateral ; ambos bordes presentan retoque alternante, abrupto y oblicuo. Melado gris, con córtex. 65 )( 13'5 )(
4' 5 mm. Fig. 10, núm. 11 y lám. V, núm. 5.
6·7. Dos lascas.
8· 14. Siete esquirlas.
Hueso
1.
Punzón realizado sobre la parte distal del metatarso, cortado longitudinalmente, de
Ovis. Fig. 10, núm. 13.
CAPA lOa
Si/ex
l . Fragmento proximal de hoja. Retoque directo. abrupto, bilateral. Melado. 21 'S x
13'5 )( 3 mm. Fig. 11 , núm. 2.
2, Fragmento proximal de hoja. Ligero deoticulado por retoque inverso en parte supe·
rior izquierda. MeJado. 19'5 )( 12 x 3'5 mm. Fig. 11 , núm. 3.
3. Fragmento distal de hoja. Melado, con córtex. 21 )( 13 )( 3' 5 mm. Fig. 11 , núm. 5.
4. Hojita. Retoque abrupto y oblicuo, continuo. muy marginal. en el borde derecho ;
muy marginal. formando una escotadura. eo el borde il:quierdo. Gris. 36 )( 10 )( 3 mm. Fig.
11 , núm. 1.
5·8 . Cuatro pequeñas lascas, una de ellas con córtex.
9· 11. Tres esquirlas,
12. Pequeño fragmento de nucJeo.
[page-n-47]
COVA DE L'OR
CAPA IOb
"
Si/ex
l. Fragmento distal de hoja. Borde derecho con nna denticulaci6n . Melado. 22'5 x
12'5 x 2 mm. Fig. l l , núm. 4.
2. Fragmento proximal y medial de hojita. Señales de uso en el borde derecho. Meladogris. 22'5 x 6'5 x 2'5 mm. Fig. 11. núm. 8.
3-4 . Dos fragmentos proximales de hoja.
5. Fragmento distal de hojita.
6. Trapecio. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 20 x 8 x 3 mm. Fig. I 1, núm.
7.
7. Segmento lIe (,{rculo. Retoque directo, abrupto. Melado. 19 x 6 x 2' 5 mm. Fig. 11,
núm.6.
8. Gran fragmento de núcleo. Gris, con c6rtex.
9 -14. Seis lascas.
15-25. Once esquirlas.
Hueso
l.
Fragmento de costilla de ovicaprina con dos posibles incisiones y señales de pulimen-
oo.
Concha
l.
2.
ColumbeUa ru.uica con peñoraci6n.
Theodoxus jluviatilis con perfor aci6n.
CAPA Ila
Si/ex
1. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, oblicuo, en el bord e derecho; retoque
marginal en el izquierdo. Melado. 20 x 12 x 4' S mm. Fig. 11, núm. 9.
2. Truncadura cóncava retocada; hecha por retoque directo, abrupto. Retoques inversos, marginales, en la parte inferio r. Melado-gris. 10 x 14'5 x 2 mm. Fig. 11 , núm. 19.
3. Trapecio. Retoque alterno. Melado-gris. 10 x 14'S x 2 mm . Fig. 11 , núm. 10.
4 -5. Dos fragmentos de núcleo, melado y gris. con cÓrtex.
6-7. Dos lascas. una de ellas con cÓrtex.
8 -12 . Cinco esquirlas.
Hueso
1.
2.
Anillo fabricado sobre asta de Cen'Us. Fig. 11 , núm. 1I y lám. VII. núm. 3.
Colgante hecho so bre la raíz de un diente de SUs; parte superior r ota. Fig. 1]. mimo
12 .
Concha
l.
2.
Cuenta hecha sobre la parte superior de un Conus mediterraneus. Fig. 11 , núm. 13 .
Co/umbella rustica con perforación .
CAPA Ilb
SI/ex
1. Fragmento distal de hoja. Retoque directo. marginal, bilateral ; muy marginal en la
parte dista l. Melado. 31'S x 24 x 4' S mm. Fig. 11, núm. 17.
2. Fragmento medial de hOja. Fuerte lustre en borde izquierdo con dos muescas inversas. Elemento de hoz. Melado. 34 x 17 x 4 mm. Fig . 11 . núm. 18 y Iflm. V, núm. ] .
3. Hojita. Retoque marginal en el borde izquierdo. Melado·gris. 38 x 9 x 2 mm. Fig.
11. núm. 15.
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COVA DE L'OR
4, Fragmento proxima1 de hojita. Retoque directo, abrupto, en el borde derecho y parcialmente en el izquierdo. Melado. 22 x II ' S x 4 mm. Fig. 11 , núm. 14.
5. Fragmento proximal de hojita. Retoque alterno, abrupto, muy marginal. Gris negro.
1l'5 x 11 )C 3'5 mm. Fig. 11, núm. 16.
_
6. Fragmento distal de hojita. Retocada. Melado rojizo. 14 )C. 9 x 1'5 mm.
7· 12. Seis lascas, una de eUas con cÓrtex.
13-14. Dos esquirlas.
Concha
1-3. Tres Columbella rustica con peñoración.
4. Theoooxus fluviarilis con peñoraciÓn.
CAPA 12a
SI/ex
_1. Hoja. Parte medial derecha denticulada por retoque alternante, oblicuo ; directo,
oblicuo en el borde izquierdo. Marrón rojizo, con cÓrtex. 43'5 x 14 '5 )C 4 mm. Fig. 12, núm.
1.
2. Fragmento proximal y media1 de hoja. Ambos bordes con denticulación hecha por retoque alternante ; muy marginal en el izquierdo. Melado claro. 34 x 16 x 4 mm. Fig. 12 ,
núm. 3.
3. Hojita. Melado claro. 36 )C 8'5 )C 2'5 mm. Fig. 12, núm. 2.
4. Fragmento proximal de hojita. Ambos bordes ligeramente denticulados por retoques
inversos. Blanco. 29 x 11 '5 )C 4 mm. Fig. 12, núm. 5.
5. Hojita. Huellas de uso y débil lustre. Elemento de bozo Melado. 26'5 x 9 )C 3 mm.
Fig. 12, núm. 6.
6-8. Tres lascas.
9-10. Dos esquirlas.
Piedra
1.
2.
Fragmento de cuenta de collar discoidal. Blanca. Piedra caliza. Fig. 12, núm. 8.
Fragmento de piedra arenisca con sedales de baber sido utilizada para moler o pulir.
Concha
l . Cuenta de collar hecha sobre la parte superior de un Conus mediterrllneus. Fig. 12,
núm. 9.
2-3. Dos Columbella rustica con peñoraciÓn. Fig. 12 , núm. 10.
CAPA 12b
Si/ex
l . Fragmento proximal y media1 de gran hoja. Sel'lales de uso en el borde izquierdo.
Melado marron, con córtex. 58 x 17'5 )C 3 mm. Fig. 12, núm. 4.
2-3. Dos fragmentos proximales de bojita.
4-7. Cuatro lascas.
6-15. Ocho esquirlas.
Concha
1·2.
Dos Theodoxus fluviatilis peñorados. Fig. 12 , numo 7.
CAPA 13a
SI/ex
1. Hojita. Marrón. 38'S )( 6 x 2 mm. Fig. 12 , numo 11.
2. Hojita. Fina denticulación en el borde derecho. MarrÓn. 32'5 x 10' 5
12, núm. 12 ,
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2'5 mm, Fig.
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B. MARTI
3.
Fragmento próximo-medial de hojita. Melado blanco. 23 x 8 x 2 mm. Fig. 12, núm,
13.
4. Fragmento distal de b ojita.
S-7. Tres lascas. una de ellas con córtex.
8· 11 . Cuatro esquirlas.
Concha
l . Cuenta de collar hecha sobr e parte superior de Conu! medilerrWleus.
2·3. Dos Columbella rustica peñoradas.
CAPA 14
Sllex
1.
Hoja. Serlldes de uso en el bo rdll izquierdo. Gris, con c6rtex. 32 x 14 x 4 mm. Fig.
13, núm. 5.
2. Fragmento proximal de hoja.
J . Hojita. Sedales de uso bilaterales. Gris. 29 x I1 )( 2 mm. Fig. 13. núm, 4.
4 . Hojita. Señales de uso en el borde derecho. Melado. 26 lo( 9 x 2 mm. Fig. 12, núm.
15.
5. Fragmento proximal de bojlta. Gris. 25 x 9 lo( 2'5 mm. Fig. 12. núm . 14.
6. Fragmento proximal de hojita. Mamn. 22 )( 10 x 2 mm., Fig. 13 , núm. 3.
7. Trapecio. Retoque directo. abrupto. bilateral. Melado. 26 )( 12 )( 3 mm. Fig. 13,
núm. l .
8. Trapecio. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 24 )( 14 )( 3 mm. Fig. 13 ,
numo 2 y 111m. V, num o 3.
9 . Lasca con escotadura en pane distal derecha ; con seftales de uso que producen ruer·
te desgaste y astillamiento, extendiéndose por todo el bor de derecho. Marrón. 36 )( 19 )( 6
mm. Fig. 12 , numo 16.
10· 21. Doce lascas, cuatro de ellas con cónex.
22· 27. Seis esquirlas.
Hueso
l.
Fragmento de anillo. Fig. 13, n6m. 7 .
Concho
1· 4 .
Cuatro Columbella rustica con perforación. Fig. 13. num o 6.
CAPA ISa
Piedra
1.
Fr ag mento de piedra de moli no. Arenisca. Fig. 14, numo 2.
Hueso
1.
Punzón sobre dié.fisis de me tapodio de ovicaprina. FIS. 13 , m1m. 9.
Concha
1.
Columbella rustico perforada.
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SClex
1. Hoja . Retoque muy marginal, bilateral. Melado, con córtex. 42 )( 13 )( 4 mm. Fig.
13, numo 8.
2. Lasca .
3. Esquirla.
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B. MARTI
Piedra
¡· 2.
Dos piedras de molino. Arenisca rojiza . Fig. 14, n1lm. 1 y 3.
Concha
l.
Columbella rustica peñorada.
CAPA 16a
stleJr
l . Fngmento proximal y medial de hojita. Escotadura hecha por
3brupto, en la parte proximal izquierda. Ligeros retoques de uso bilaterales.
1( J mm. Fig. 13, núm. 13.
2. Fragmento proximal y medial de hojita. Ugero denticulado en el
Gris oscuro. 35 x 10 x 2 mm. Fig. 13, núm. 12.
3. Fragmento proximal de bojita. Rojizo. 24 x 8 x 2 mm. Fig. 13,
4. Lasca retocada. Gris. 33 x 20 x 7 mm. Fig. 13, nÍlm. 11 .
5-8. Cuatro lascas, tres de ellas con cÓrtex.
relOque directo,
Melado. 39 x 1 1
borde izquierdo.
núm. 10.
Hueso
1-2. Dos punzones bechos sobre la parte distal del metacarpo, cortado longitudinalmente, de Ovis. El mayor conserva restos de ocre en la apófisis. Fig. 15, núm . I y 2, Y lám.
vn, núm. 2 .
Piedra
l.
Percutor. Fig. 16, núm. 2.
CAPA 16b
SIlex
l.
Hoja. Sedales de uso en el borde i.tquierdo. Melado, 42 x 17 x 3 mm. Fig. 13, numo
14.
2. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto, en el borde derecho, con ruer·
tes sedales de uso. Débil lustre. Posible elemento de hoz. Gris melado. 20 x 13 x 6 mm. Fig.
15, núm. 4.
3. Lasca retocada. Melado. 22 x 17 x 10 mm. Flg. 15, núm. 3.
4·5. Dos esquirlas.
Olncha
l.
Columbeila rustica con perforación. Fig. 15, núm. 5.
CAPA 17a
Sllex
l . Hoja. Sedales de uso bilaterales. MaITOn, con cOrteJ!;o34 x 13 x 2 mm. Fig. 15, núm.
7.
2. Hojita. Sedales de uso en el borde i.tquierdo. MaITÓn, con cOrteJ(. 34 x 11 x 2 mm.
Fig. 15, núm. 8 .
3. Hojita. Marrón, con córteJe. 37 x 10 x 3 mm. Fig. 15, nÚln. 9.
4·5. Dos pequedas lascas.
Hueso
1. Fragmento de punzón sobre diüisis; indeterminado. Fig. 15, núm. 6.
Olncha
l.
ColumbeUa rustica perforada.
[page-n-55]
51
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Fig. 16
[page-n-57]
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CAPA 18a
Si/ex
1.
Fragmento medial de hojita. Gris claro. 10 x 8 x 1'5 mm.
CUADRO J-5
CAPA
Si/ex
1. Hoja. Retoque; directo, abrupto. bilateral, en la parte distal. Sei'lales de uso y débil
lustre en el borde derecho. Elemento de hoz. Melado-gris, con cOrtex. 40 x 15 x 3 mm. Fig.
17. núm _ 1.
2. Hoja. Señales de uso en el borde izquierdo. Melado. 39 x 15 x 3 mm. Fig. 17, núm.
2.
3. Hoja. Setlales de uso en el borde derecho. Melado, con cOrtex. 37 x 18 x 3 mm. Fig.
17. núm. 3.
4. Fragmento medial de hoja. Escotadura en el borde derecho. Retoque alternante
abrupto en el izquierdo. Melado, con cOrtex. 25 x 13 x 5 mm. Fig. 17, núm. 4.
5. Fragmento próximo medial de hoja . Retoque de uso en el borde izquierdo. Melado.
29 x 12 x 2'5 mm _ Fig. 17 , núm. 5.
6. Fragmento próximo-medial de hojita. Melado. 25 x 7 x 2 mm. Fig. 17 , núm. 6.
7. Fragmento proximal de hojita. Retoque muy marginal en parte superior derecha.
Melado. 18 x 10 x 2 mm. Fig. 17 , núm. 7.
8-9. Un fragmento proximal y otro medial de hojita.
10. Trapecio asimétrico. Retoque alterno, abrupto. Melado. 18 x 8 x 3 mm. Fig. 17,
núm. 9.
JI . Trapecio asimétrico. Retoque directo. abrupto. Gris. 18 x 10 x 3 mm. Fig. 17,
nú m. B.
12 . Truncadura oblicua retocada. Retoque directo, abrupto. Rosado. cuarteado por la
acción del fuego. 13 x 12'5 x 3 mm. Fíg. 17, núm. 10.
13 . Truncadura oblicua retocada. Retoque directo. abrupto. Señales de uso en elborde
derecho. Rosado, cuarteado por el fuego . 13 x 10 x 3 mm. Fig. 17. núm. 1 l .
14. Lasca, con fuerte desgaste en sus filos.
15-35. Veintiuna lascas, de ellas seis con cOrtex y cinco con señales de la acción del
fuego.
36-52. Diecisiete pequeñas lascas y esquirlas.
Hueso
1-2.
3-4.
Dos fragmentos de anillo. Fig. 17, núm. 13 y 14.
Dos fragmentos de caña de hueso largo, pulidos.
Concha
l.
Colgante de fonoa oval, con peñoraciOn oblicua en la parte superior ..Fig. 17, núm.
12.
CAPA 2
Si/ex
l . Fragmento próximo-medial de hoja. Retoque inverso, oblicuo, marginal en el borde
Izquierdo, con algunas extracciones en la cara superior. Retoque marginal. discontinuo en el
borde derecho. Lustre en el borde izquierdo y, parcialmente, en el derecho. Elemento de hoz.
Bulbo parcialmente eliminado. Melado gris. 39 )( 16 x 3'5 mm, Fig. 17, núm. 15.
[page-n-58]
B. MARTI
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Fig. 17
17
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COVA DE L'OR
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2. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto. en el borde izquierdo. Fuerte
lustre en el borde derecho. Elemento de hoz. Amarillo. 25 )( 1J' S )( 2'5 mm. Fig, 18, núm, 4,
J , Fragmento medio-distal de hojita, Seña les de uso en el borde izquierdo, con lustre.
Elemento de hoz. Melado, con córtex. 29 )( 10'5 )( J mm. Fig. 17, núm . 16.
4. Fragmento próximo-medial de hojita. Retoque directo. marginal. continuo. bilateral.
Melado rojo. 2J K 9 K J mm. Fig. lB, nú m. S.
S-7. Un fragmento proximal y dos fra gmentos próximo-mediales de hojita.
8. Trapecio simétrico. Retoque directo. abrupto. Melado. 14 K 1 I K 2'S mm. Fig. 18 .
núm. 8.
9, Trapecio asimétrico con lados cóncavos. Retoque directo. abrupto. La base mayor
presenta una amplia escoladura y retoque inverso. Base menor finamente denticulada. Melado. 26'5 K 14 )( 2'S mm. Fig. 18, núm. 2.
10. Rectángulo. Retoque plano. bifacial, en la parte superior ; directo, abrupto, en el
borde derecho y parte inferior. Melado. 14 K 22 )( 4 mm. Fig. 17. núm. 17.
11. Tr uncadu ra oblicua retocada. Fragmento distal con truncadura hecha por retoque
directo. abru pto. muy marginal. Melado rojizo. 16 K 7 K 2 mm . Fig. 18. núm. 7.
12. Perforado r. Posible fragmento de perforador, roto en la punta . Retoque directo.
ab ru pto, en el borde derecho. Melado. 22 x 10 )( 7 mm. Fig. 18, núm . 6.
1J . Punta de necha. Cr uciforme. Retoque plano, cubriente, bifacia!. Melado gris. 26 x
18 K 4 mm . Fig. 18, nú m. J .
14. Lasca laminar retocada. Retoque directo. abrupto, en la parte inferior derecha ;
borde izquierd o denticulado. MarrÓn roji.1!o. con ligera pátina blanca . 29'S )( 14 '5 )( 4 mm .
Fig. 18. núm. 1.
15, Lasca laminar con señales de uso.
16-27 . Doce lascas. de ellas cuatro con córtex y una con señales de la acción del fuego.
28-40. Trece pequeñas lascas y esquirlas.
41 . Lasca de descortezado de núcleo, con cÓrtex.
Hueso
1. Fragmento de anillo. Fig. 18 . núm. 9.
2. Fragmento de pala de cuchara. Quemado. Fig. 18, núm . 10.
J , Fragmento de punzón, de sección plano convexa, hecho sobre diáfisis de hueso largo;
indeterminado, Fig. 18 , núm. 16.
Concha
l . Fragmento de Acamhocardia tu berculata con manchas de ocre.
CAPA J
Silex
l . Fragmimto medial de hoja. Retoque alternante. marginal. continuo. en 01 borde dere·
cho; ligera denticulación en el ho rde izquie rdo. con fuerte lustre. Elemento de hoz. Melado.
20 K IS )( J mm. Fig. 18. núm. IJ.
2. Fragmento próximo-medial de hojita. Señales de uso en el borde i ~q uierdo. Melado.
24 K 9 x J' S mm. Fig. 18, núm. 11.
J. Fragmento próximo-medial de hojita. Gris marrón. 22'S x 8' S x J mm. Fig. 18 .
núm. 12.
4. Punta de flecha. Retoque plano, cubriente, bifacial. Marrón. J7 K 1B'S x 5 mm . Fig.
18, núm . IS.
5. Lasca laminar retocada. Melado gris. 26'S x 14 'S x 2'5 mm. Fig. 18, núm. 14.
6, Lasca con señales de uso,
7-8. Dos pequeñas lascas.
9-10. Dos fragmentos de núcleo, con córtex.
Concha
l . Gibberula miliaria con dos perforaciones.
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Fig. 18
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CQVA DE L'OR
CAPA 4
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Sllex
1. Fragmento medial de hoja. Retoque marginal, de uso, bilateral. Melado. 20 )( 13'5
)( 2' S mm. Fig. 19, núm. 1.
2. Fragmento de hojita de dorso rebajado, apuntada . Posible perforador. Melado. 24 )(
6 )( 3 mm, Fig. 19, nOm, 2,
3. Fragmento distaJ de hojita retocada, Amarillo. 22 ' 5 )( 8 ' 5 )( 4' 5 mm, Fig. 19, oQm,
4. Fragmel ll.o proximal de boj Ita. Cuarteeda por la acd óo del fuego, 18 )( 9 x 2' S mm,
Fig. 19, núm, 4 .
5-6, Un fragmento proximal y otro distaJ de hojita.
7. Lesca dentl cul~de .
8 · 12. Cinco lascas, dos de ellas con córtex.
13· 21 . Nueve pequetl.as lascas y esquirlas.
Concha
1.
Colganta de fO
nDa oval con peñoración. Fig. 19, núm. 5.
CAPA S
stlex
¡ · 2. Un fragmeoto proximal v otro medial de hoUta.
3, Pequeña lasca de fO
nDa trapezoidal con retoque a lterno, abrupto. Aunque por su
morfologla podrla ser un trapecio, 00 se considera como tal por conservar parte del bulbo y
del t a lón. Gris, 14 )( 12 )( 3 mm. Fig. 19, núm. 6.
4-7. Cuatro esquirlas,
Hueso
l.
Vértehra de pescado. Fig. 19, núm. 7.
CAPA 6
SU..
1. Fragmento distal de hoja. Sedales de uso en el borde izquierdo. Melado y gris, con
cón ex. 32'S x I S x 3 mm. Pig. 19, núm. 10.
2 . Fragmento proximal de hojita. Retoques marginales en el borde izquierdo. Gris. 15
x ·II ' S )( :rs mm. Fig. 19, nQm. 8 .
.
3 . Trapecio, Retoque inverso, abrupto, bilateral. PareCil hecho sobre lasca laminar y el
lado inferior limitarla con el bulbo, que ba sido eliminado. Melado. IS )( 18' S )( S' S mm. Fig.
19, núm. 9 .
4· S. Dos lascas, con CÓftex.
CAPA 7
SU ..
1. Fragmento medial y distal de hoja. Retoqua directo, abrupto, bilateral ; continuo en
la parte distal ydiscontinuo en la medial. Lustre en el borde izquierdo, Elemento de hoz. Gris.
52 )( IS )( 4 mm. Pig. 19, núm. 14.
2, Fragmento distal (le bojita. Retoques marginales en el borde izquierdo. Melado gris,
con CÓftex. 20 )( 9' 5 )( 3' 5 mm. Pig. 19, núm. 12.
3· 6 . Tres fragmentos mediales y uno proximal de hojita.
7. Perforador. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 2S )( 9 )( 3 mm. Fig. 19,
núm. 11 .
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B. MAJln
8. Lasca con señales de uso.
9 . Esquirla con retoque directo, abrupto.
10-17. Ocho lascas. tres de ellas con c6rtex.
18 -24 . Siete pequenas lascas y esquirlas.
CAPA 8
Sflex
l.
2.
Hoja. Melado gris, con cOnex. 32 x 13 x 4 mm. Fig. 19, núm. 15.
Fragmento proximal de hojita.
J . Pequeña lasca laminar con señales de uso.
4-7. Cuatro lascas, tres de ellas con huellas de la a cción del fuego .
CAPA 9
SI/ex
1. Fragmento distal de hoja con escotadura hecha por retoque inverso, abr upto. Semejante a un microburil, pero no se aprecia con claridad la faceta . Gris melado. 21 x 12 x 2'5
mm. Flg. 19, numo 17.
2. Fngmenlo medial de hoja. Lustre en el borde derecho. Elemento de hoz. Melado, con
c6rtex. 13 ¡( 13 )( 4 mm. Fig. 19, núm. J8 .
3-5. Un fragmento proJtimal y dos mediales de hoj ita.
6-16. Once lascas, cuatro de ellas con córt.eJ(.
17 · 24. Ocho esquirlas.
25· 26. Dos fragmentos de núcleo.
Piedra
l . Cuenta de collar, de forma ctllndrica con perforación bitronco·cónica. Caliza blanca.
Fig. 19. núm. 16.
2. Plaqueta de a renisca rojiza, rodeno: muy pulida en la parte superior. Fig. 16. núm.
,.
Hu.eso
1.
Fragmento de anillo. Fig. 19 , núm. 13.
CAPA 10
Sílex
1.
Fragmento proximal de hojita. Seftales de uso en el borde izquierdo. Melado. 16 )( 8
)( 2 mm. Flg. 20, núm. 2.
Fragmento proximal y distal de hojita.
Tr uncadura oblicua retocada. Fragmento de hoja con truncadura hecha por retoque
directo, abrupto ; igual que la parte conservada del borde izquierdo. Blanco gris. 16 )( 15 )( 3
mm. Fig. 20, núm.!.
5. Lasca laminar con denticulación en el borde derecho. Melado rojizo. 15 )( 14 )( 2'5
mm . Fig. 20, núm. 3.
6·9. Cuatro lascas, dos de ellas con CÓrtex.
10· 12. Tres esquirlas.
13. Fragmento de núcleo.
2·3.
4.
CAPA 11
S(/ex
l.
Hojita. Señales de uso en el borde izquierdo. Melado amarillo. 36 )( 10 )( 2 mm. Fig.
20, núm. 4.
2·6.
Cinco fragmentos proximales de hojita.
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Fig, 19
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B. MARTJ
7-8 . Dos fragmentos mediales de hojita.
9. Trapecio. Retoque directo, abrupto, bilateral. Señales de uso en la base mayor. Melado. 23 x 17 )( 3'5 mm. Fig. 20, núm. 6.
10. Lasca retocada. Rojo. 31 x 25 x 3 mm. Fig. 20. núm. 5.
11 -13. Tres lascas laminares.
14-18 . Cinco lascas, tres de ellas oon cónex.
19-29 . Once esquirlas.
Hueso
1.
Punzón fabricado sobre un fragme nto de diáfisis de metatarso de Cervus. Fig. 20.
núm.8.
2.
Fragmento de espátula hecha sobre diáfisis de fémur de ovicaprina. Fig. 20, núm. 7.
Concha
1. Valva casi completa de Acanthocardia wberculata, con el umbo perforado. Fig. 20,
núm, 9.
CAPA 12
SI/ex
l.
Fragmento proximal y medial de hoja. irregular. Algunas señales de uso. Melado. 38
4 mm. Fig. 20, m1m. 10.
2. Fragmento proximal de hOja. Señales de uso bilaterales. Melado. 20 x 17 x 3 mm.
Fig. 20. núm. 12.
3. Fragmento proximal de hojita.
4. Lasca con señales de uso.
5-6. Dos lascas.
7-12. Seis esquirlas.
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Piedra
l . Percutor. Forma aproximadamente cillndrica y señales de uso en ambas extremidades. Fig. 16, núm. l .
Hueso
l.
Colgante, co n perfor ación central. Fig. 20, núm. 13.
CAPA 13
SI/ex
1. Hoja. Re toque marginal. inve rso, en el borde derecho. Melado claro. con cOrtex. 40
)( 13 x 5 mm. Fig. 21 , núm. 2.
2. Fragmento distal de hoj ,-. Retoque de uso en el borde derecho; inverso. oblicuo. margi nal en la parte distal izquierda. Melado, 28'S x 12 x 3'S mm, Fig. 21 , núm. 3.
3. Hojita. Retoq ue continuo, marginal. bilateral. Melado. 27 x 10 x 3 mm. Fig. 21,
núm. S.
4. Fragmento distal de hojita. Melado. con córtex. 21 'S x 9' S x 3 mm. Fig. 21. núm. 7.
S. Fragmento medial de bajita.
6. Pequeño fragmento de hojita con lustre. Elemento de hoz.
7. Segmento. Retoque directo, abrupto. MarrOn. 21 )( 9 x 2 mm. Fig. 21, núm. 6.
8 . Lasca con señales de uso. Gris. 28'S x 15'5 )( 5 mm, Fig. 21 , n6m . 4 .
9 -IS. Siete lascas.
16-24 . Nueve esquirlas.
2S. Núcleo de forma cónica. Melado, co n CÓrt8x. 2S x 20 )( 18'5 mm. Fig. 21 , núm. l .
[page-n-65]
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B. MARTI
Hu.eso
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2.
3.
Fragmento de punzón sobre astilla apuntada . Fig. 20. núm. \6.
Fragmento de anillo, con tres lineas incisas. Fig. 20, núm . 17 y lim . Vil, núm. 4.
Fragmento de anillo. Fig. 20. núm. 15.
Concha
J.
2.
Colgante. Fig. 20, núm. 14.
Columbella rtlstica perforada. Fig. 20. numo 11.
Varios
Fragmento de ocre rojo.
CA PA 14
SI/ex
l . Fragmento próximo-medial de hoja. Retoque alterno, oblicuo, marginal en la parte
proximal. Melado. 38 )l; 13 )( J mm. Fig. 21. núm. 8 .
2. Hoja . Borde izquierdo denticulado por retoque inverso, abrupto; borde derecho con
retoque muy marginal y débil lustre. Elemento de hoz. Melado claro, con córtex. 36' S K 13' 5
x 2' 5 mm. Fig. 21 , núm. 9.
3.
Hoja. Sedales de uso en el borde i:I:quierdo. Melado. 35'S x 12
lo(
3' 5 mm. Fig. 21.
núm. 10.
4. Fragmento proximal de hojita. Retoque marginal en el borde derecho. Melado. 14 x
9 x 2'5 mm. Fig. 21 , numo 11.
5. Fragmento proximal de hojita.
6· 12 . Siete lascas, de ellas tres con córtex y una con sel'lales de la acción del fuego.
13-19. Siete esquirlas.
Concha
l . Cuenta de collar hecha sobre la parte superior da un Conu$ mediterraneu$. Fig. 21 .
numo 12.
CAPA 15
SlleK
1. Fragmento próximo-medial de hoja. Retoque directo, abrupto en el borde izquierdo;
parcialmente en el derecho, fo rmando escotadura. Gris. 4 l x 20 x 4 mm. Fig. 2 1, numo 19.
2. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto, bilateral . Melado. 17 x 18 x 5
mm . Fig. 21, nu mo 13.
3. Hojita. Melado. 31 x 10 x 3 mm. Fig. 21 , numo 17.
4-8 . Un fragmento proximal y cuatro distales de hojita.
9. Troncadura oblicua. retocada . Fragmento medial de hoji ta con truncadura oblicua,
cóncava, hecha por retoque directo, abrupto. Melado gris. 12 x II x 2 mm. Fig. 21 , numo
15.
10. Lasca laminar. Melado. 39 x 18 x 4 mm. Fig. 2 1, numo 18.
11. Lasca retocada. Gris, con CÓrt8x. 13 x 17 x 4'5 mm. Fig. 21 , numo 16.
12-13. Dos lascas, una de ellas con CÓrt8x.
14-23. Diez pequeñas lascas.
24 -36. Trece esquirlas.
37·40. Cuatro fragmentos de nucleo, tres de ellos con córtex.
Piedra
1. Fragmento de cuenta de collar. Piedra caliza. Fig. 21 , núm. 14 .
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cavA.
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B. MARTI
Hueso
1. Fragmento de espatula o punzón hecho sobre un fragmento de diáfisis de tibia de
ovicaprina. Fig. 22, núm. 1.
2. Fragmento de costilla de ovicaprina, pulido. Fig. 22 , núm. 2.
3·4. Dos pequeños fragmentos de anillo.
Concha
1-4.
Cuatro Cmumbella rustica con peñoración .
5. Conus mediterraneus con perforación en el ápice.
CAPA J 6
SileJr
l.
Fragmento próximo-medial de hoja. Conserva restos de ocre en su superficie. Mela-
do. 29 x 12 x 3 mm. Fig. 22 , núm. 5.
2.
Fragmento proximal de hoja. Retoque marginal, bilateral. Marrón. 21 x 11 '5 x 3
mm. Fig. 22. núm. 3.
3.
Fngmento medial de hoja. Denticulación en el borde derecho. Gris claro. 17 x 14 x
J mm. Fig. 22, numo B.
4-5. Dos hojitas. Marrón y melado. 29 x 12 x 2'5 y 31 x 6 x )' 5 mm. Fig. 22, núm. 4
y •.
6. Fragmento medio-distal de bajita. Truncadura distal hecha por retoque directo,
IIbrupto; retoques marginales, bilate ra les. Melado, 24 x 8'S x 2 mm. Fig. 22, nu mo 9.
7, Fragmen to proximal de hojita. Retoques mu y marginales en el borde derecho, con
lustre. Elemento de hoz. Melado. 14'S x 10 x 2'S mm. Flg. 22, numo 7,
8-9. Dos lascas laminares con señales de uso.
10 -16. Siete lascas, de ellas tres con cÓrtex.
17· 19. Tres esquirlas.
Hueso
l . Fragmento de pala de cuchara con inicio de mango. Fabricado sobre diAfisis de hueso largo de 8 0S. Fig, 23. núm. 1 y IAm. VID, núm. 2.
2·3. Dos fragmentos de pala de cuchara, Hechos, probablemente, sobre diAfLSis de hueso largo de 80S. Fia. 23, núm. 4 y S, Y IAm. VIII , num. 3.
4 . Fragmento de anillo. Fig, 23 , núm. 6,
Concha
1-3.
Tres Columbel1a rustica con perforación. Fig, 23, núm , 2,
Cuenta de collar fabricada sobre la parte superior de un Conus mediterraneus. Fig.
23, numo 3.
S-6, Dos Theodoxus fluviatilis con perforaci6n,
7, Fragmento de Dentalium sp.
4.
CAPA
17
Si/ex
1. Hoja, Melado, con c6nex. 37 )( 12 )( 4 mm, Fig. 24, num, lo
2. Hoja, Melado marron. 37 )( 12 )( 3 mm, Fig, 24, núm , 2.
3. Hoja. Setiales de uso en parte distal derecha. Melado gris, con c6rtex. 35' S )( 12'S x
6 mm. Fig. 24, núm, 3.
4. Fragmento proximal de boja. Gris, 22' S )( 12 )( 3 mm. Fig. 22 , nú m. 16.
S, Fragmento prÓximo-medial de hoja. Setiales de uso bilaterales. Gris claro. 25 l( II 'S
l( I 'S mm. Fig. 22, núm. 19.
6. Hojita. Melado, con CÓrteJl: . 27'S l( 7'S l( 2'S mm, Fig. 22, núm . 17.
7, Fragmento próximo-medial de hojita, Melado, 24 l( 9 l( 3 mm. Fig. 22 , nú m. 18.
8. Trapecio simétrico. Lado superio r con retoque a lternante, abrupto-oblicuo, parcial ;
, directo, abrupto en el lado inferior. Melado. 22'S l( 20 x 2 mm. Fig. 22, núm. IS.
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B. MARTI
9.
Lasca. Retoque inverso. marginal, bilateral. Melado. 19 x 13 x 3'5 mm. Fig. 22 .
.
10. Lasca. Retoque alternante. marginal, en el borde i:tquierdo. Gris, con córtex. 25 x
núm. 10.
16
JI
4 '5 mm. Fig. 22, núm. 11.
I l . Tableta de avivamiento de núcleo.
12-19. Ocho lascas. Tres de ellas con c6rtex.
20-25. Seis esquirlas.
Hueso
1.
2.
Cuenta de collar discoidal. Fig. 22, numo 12.
Fragmento de anillo. Fig. 23, num, 7.
Concha
¡ · 2. Dos Columbella rustica con perforación. Fig. 22, núm. 13.
3·4. Dos Theodoxu$ jluviatilis con perforación.
5. Fr agmento de Dentalium sp. Fig. 22, núm. 14.
6. Lu r ia /urida perforada. Fig. 23, núm. 8.
CAPA 18
~llex
l.
Fragmento prÓximo-medial de hoja. Ambos bordes ligeramente denticulados. Mela-
do. 37'S )( 17'5 )( 3' 5 mm. Fig. 24, núm. 5.
2-4. Tres fragmentos proximales de hojita.
5. Truncadura oblicua retocada. FT8gmento medial de hoja con truncadura hecha por
retoque directo. abrupto; lado inferior roto por flexión . Pudiera considerarse como un trape·
cio con un lado cóncavo. Con la diferencia de que el lado superior O truncadura oblicua lleva
retoque directo y no inverso. esta piella es semejante. en lo que se refiere a la forma del lado o
truncadura inferior, al llamado lmicro bulino di Varese» 11 1. Gris. 23 x 1 1 x 2 mm. Fig. 24 .
nú m. 4.
6. Lasca laminar. Melado, con c6rtex. 35'5 x 15 x 4 mm. Fig. 24, nüm. 6.
7. Lasca con señales de uso.
8· 11. Cuatro esquirlas.
Hueso
l.
Pequeño fragmento de anillo,
Concha
1· 2. Dos TheodoxlJs jluviafilis con perforaCión.
3. Fragmento de Dentalium sp.
4, Arcularia gibbosula con perforación.
CAPA 19
Si/ex
1. Hoja. Melado, con córtex. 54' 5 x 14 x 5'5 mm. Fig. 24, nüm, 10.
2. Hoja. Melado. 53 x 17 x 5 mm. Fig. 24, núm. 9.
3. Hojita. Retoq ue directo, marginal. en parte distal de recha. Melado claro. 34 x 11 x
3'5 mm. Fig. 24, núm. 8.
4. Frag mento próximo·medial de hojita. Retoques marginales en el borde derecho. Me·
lado. 23'S x 11 x 3' 5 mm. Fig. 24 . núm. 7.
S. Fragmento medial de hojita. Sedales de uso y lustre en el borde derecho. Elemento
de hoz. 12'5 )( 11 x 3 mm. Fig. 24, núm. 14.
(11 M. COLTORTI yA. GUERRESCHI: .considerazioni tecniche, tipologiche e culturali
sul microbulino di Varase •. Rivista di Scienze Preistoriche, XXXIII. 1, Firenze, 1978, págs.
257·264,
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Fig. 23
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6. Fragmento de bojita. Retoque marginal en parte proximal itqulerda y medial derecha. Melado, con cónex. 20 x 9 x 2' 5 mm. Fig. 24, núm. 15.
7. Truncadura oblicua retocada. Fragmento distal de hoja con truncadura hecha por
retoque directo, abrupto. MeJado. 14 x 10' 5 x 1'S mm. Fig. 24, núm. 13.
8-9. Dos fragmentos proximales de bojita.
10- ) 6. Siete lascas.
17-20.
21 .
Cuatro esquirlas.
Fragmento de núcleo.
Piedra
l.
Molino. Teñido de rojo.
Hueso
1.
Punzón hecho sobre la parte distal, cortada longitudinalmente, del metacarpo de
Ovis. Fig. 24, n(¡m. 1 L
2. Fragmento de costilla de ovicaprinajoven, quemado y algo pulido. Fig. 24. núm. 12.
Concha
Seis Co/umbella rustica perforadas.
Glycymeris goditanus con el umbo perforado.
1-6.
7.
CAPA 20
Si/ex
1. Hoja. Señales de uso en el borde den!cho. Amarillo melado. 47 x 15'5 x 4'5 mm .
Fig. 25, nÍlm. 1 1.
2. Fragmento medio-distal de hoja. SeJ\ales de uso en el borde derecho. Melado. 41 ' 5 x
14 x 3' 5 mm. Fig. 25, núm. 10.
3. Fragmento medial de hoja. Melado. 22 x 14' 5 x 2 mm. Fig. 25. núm. 9.
4·6. Tnl, lascas, dos de ellas con c6rtex.
7 . Esquirla. cuarteada por la acci6n del fuego.
Concha
1.
Columbel/a rustica con perforaci6n.
CAPA 21
Sílex
Fragmento proltimal de hoja. Melado, con c6rtex, 14 x 13 x 4 mm. Fig. 25, núm. 5.
Fragmento proltimal de hojita. Melado. 20' 5 x 9' 5 x I ' S mm. Fig. 25, núm. B.
Fragmento proximal de hojita. Melado claro. IS x 7 x 2 mm. Fig . 2S, mlm. 4 .
Truncadura oblicua retocada. Fragmento medial de hoja con truncadura oblicua,
convexa, hecha por retoque directo, abrupto. Melado. 19 x 12 x 2'5 mm . Fig. 25, núm. 6.
5. Perforador. Retoque directo. abrupto en la punta y ambos lados de la hoja. Algunos
levantamientos en la cara inferior de la punta. Melado marr6n. 28 x 11 x J mm. Fig. 25.
núm . 7.
6· 11 . Seis lascas, tres de ellas con CÓrtex.
1.
2,
3.
4.
CAPA 22
Sflex
1.
Lasca. Gris, con CÓrtex.
Hueso
1. Punz6n hecho sobre la parte distal del metacarpo de avis. cortado longitudinalmen.
te. Fi¡. 25, núm. I y 1m. vn. núm. 1.
2. Disco fabricado sobre tarso, posiblemente de Bos. Fig. 25. núm. 3 y IA m. VI. núm. 2.
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CAPA 23
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1, Fragmento distal de hojita,
2,3, Dos lasces.
Hueso
l . Fragmento de diáfisis de hueso largo de ovicaprina, con incisiones prorundas destinadas a la rabricación de anillos. Fig. 25, núm. 2 y lám. VIl, núm. 5.
CUADRO J -5. TESTIGO
TESTIGO. REMOVIDO
Sílex
l . Fragmento próximo-medial de hoja. Señales de uso en el borde derecho. Melado marrón. 57 l( 20 l( 4 mm. Fig. 26, numo l .
2. Fragmento pr6ldmo-medial de hoja. Sedales de uso en el borde derecho. Melado. 46
l( 16 x ·4 mm. Fig. 26, núm. 3.
3. Fragmento medio-distal de boja. Estrangulada por muescas simples. Sel'lales de uso.
Melado gris. 49 x 20 x 7 mm. Fig. 26, núm. 2.
4. Hoja. Borde derecbo ligeramente denticulado por retoque marginal, alternante. Melado. 32 l( 13 l( 5 mm. Fig. 26, núm. 8.
5. Fragmento próximo-medial de hoja. Retoque alternante abrupto en el borde derecho ; directo en el borde izquierdo rormañdo una escotadura en la parte proltimal. Gris claro.
37 x 16 l( 3 mm. Fig. 26, núm. 7.
6. Fragmento medio-distal de boja. Señales de uso y lustre en el borde itquierdo, Elemento de hoz. Melado. 44 x 18 x 4 mm. Fig. 26, núm. 6.
7. Fragmento proldmo-medlal de hoja. Borde derec ho denticulado por retoque directo,
abrupto. Gris. 34 x 18 l( 4 mm. Fig, 26, núm. 15.
8 . Hoja. Retoque inverso, marginal en pane proldmal izquierda . Débil lustre en el borde derecho. Elemento de hoz. Gris y melado. 35 x 14 l( 4 mm. Fig. 26, núm. 17 .
9. Fragmento proximal de hoja con troncadura cóncava hecha por retoque directo que
elimina la mayor parte del bulbo. Melado gris. 15' 5 l( 12 x 2' 5 mm . Fig. 26. núm. 13.
10. Fragmento medio-distal de boja. Marró n. 32'5 l( 13 l( 2 mm. Fig. 26, nu mo 10.
11. Fragmento medial de hoja. Señales de uso bilaterales. 14 x 16 x 3'5 mm .
12. Fragmento medial de hOja. Retoque di recto, a brupto en parte superior Izquierda .
Melado, con cOrtex. 15 l( 14 l( 2 mm, Fig: 26, núm. 14 .
13. Fragmento medio-distal de hoja. Melado, con cOrtel(. 33 l( 13' 5 l( 5 mm. Fig. 26.
,úm.9.
14 . Frag mento medio-distal de hojita. Melado. 32 l( 7 l( 2'5 mm. Fig. 26, mimo 16.
15. Fragmento medio-distal de hojita. Retoque alterno, muy marginal, en la pa rte me-lial. Melado. 35 l( 10 l( 2 mm. Fig. 26, núm . 18.
16 . Trapecio asimétrico con un lado cóncavo. Retoque directo, abrupto, bilateral. Me.ado. 2 1 l( 6'5 l( 2 mm. Fig. 26, núm. 12.
17. Segmento. Retoque directo. abrupto. Melado. 20 l( 8 l( 2 mm. Fig. 26, núm. 11 .
18-19. Dos rragmentos proldmales de hojita, uno con sedales de ruego.
20. Lasca. Retoque directo, abrupto en la parte distal. Melado, con cÓrtex . 33 l( 53 l(
12 mm. Fig. 26, núm. 4.
,
21 . Lasca. Borde izquierdo con escotadura hecha por retoque inverso. Melado, con córtex. 18 l( 22 l( 4 mm. Fig. 26, núm. 5.
22-38. Diecisiete lascas, siete de ellas con córtex.
39-40. Dos esquirlas.
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B. MARTI
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Piedra
l . Fragmento de plaqueta de arenisca micAcea roja. Fig. 27. numo 1.
2. Hacha. La parte correspondiente al enmangamiento. y especialmente los lados, presentan una superficie rugosa, sin pulimento. Débiles huellas de ocre en las rugosidades. Negra. Fig. 28, numo 4.
Hueso
l.
PuraOn he<.:ho sobre un fragmento de la parte proximal del metatarso de avis. Fig.
27, num o 3.
2. Espátula fabricada sobre una diáfisis, posiblemente de fémur, de Cervus. Fig. 27,
núm . 4 v lAmo IX.
Concha
1.
Columbella ruslica perforada.
CAPA
Si/ex
1. Fragmento distal de hoja. Retoques marginales. bilaterales. Gris. 32 )( 13 )( 4 mm.
Fig. 28, núm. l .
CAPA 3
SileiC
1-2.
Dos pequei\as esquirlas.
Concha
l.
Columbella rustica perforada.
CAPA 4
SUex
1. Hoja. Marrón y gris. 31 x 13'5 x 2' 5 mm. Fig. 28, num, 2.
2. Fragmento proximal de hojita. Gris. 19 )( 11 )( 2'5 mm. Fig. 28. numo 3.
3-4. Dos lascas.
5. Una esquirla.
CAPA 5
Silex
1-3.
Tres lascas con señales de la acción del fuego.
Hueso
1.
Pequedo pun¡o;ón sobre diáfisis Indeterminada. Fig. 27, núm. 2.
Concha
1·2.
Dos Columbe/la ruSfica peñoradas.
CAPA 6
Sflex
1-2. Dos fragmentos proximales de hojita.
3. Frag mento medial de hojita. Sedales de uso.
4-5. Dos lascas, una con córtex y otra con señales de fuego .
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CAPA 7
Sílex
1. Hoja. Melado. 62'S )( 17 x 6 mm. Fig. 28. núm, 5.
2. Fragmento medial de hoja.
3 -5. Tres lascas.
CAPA 7-N
SU"
l . Fragmento proximal de bojita.
2-4. Tres lascas.
CAPA 8
Sllex
Fragmento distal de hoja. Retoques marginales. bilaterales. Melado mamo . 43'5 x
3'5 mm. FiS. 28, núm. 6.
2 . Fr agmento proximal de hojita.
3. Lasca.
4. Esquir la.
1.
15
K
CAP 9
Sílex
1.
Hojita. Melado. 32 x 10'5 x 4 mm. Fig. 28, núm. 7.
Concha
l.
Columbella ru.stico perforada.
CAPA 10
SI/ex
1.
2.
3.
núm. 8
4.
5.
Hojita.
Fragmento distal de bojita.
Segmento. Retoque directo, abropto. MarT'Ón claro. 27' 5 )( 9'5 )( 2'5 mm. Fig. 28,
y IAm. V, ml m . 4.
Lasca, con córte:.:.
Fragmento de nücleo, con eónex.
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COVA DE L'OR
77
LA CERAMI CA
CUADRO J-4
CAPA 1
l. Pequeño fragmento de borde y cuerpo. Decorado por series de lineas incisas, cortas y
poco profundas. Fig. 29, n úm. 1.
2. Fragmentos correspondientes al borde y cuerpo de un vaso de forma globular. Decoración peinada en ambas superficies. Aunque la reconstrucción de la forma del vaso es problemética, en razOn de la erosión que presenta la l ona de unión entre el fragmento de borde y
los del cuerpo, nos parece bastante segura tal como la dibujamos. Ambas superficies han sido
alisadas y presentan huellas muy marcadas de ello, en forma de series de lineas amplias y
poco profundas, dispuestas vertical, oblicua y horuontalmente. La mayor regularidad de este
peinado en la superficie exterior y, especialmente, en el fragmento correspondiente al borde,
inclina a suponer una intención decorativa a esta forma de tratamiento de la superficie. Se
han identificado unos catorce fragmentos que podrlan pertenecer a este vaso, procedentes de
la capa primera de las cuadriculas J-2, J -3 Y J ·4 . Fig. 30 Y Mm. X.
3. Fragmento correspondiente al borde y cuerpo. DecoraciOn I"ormada por un tenue peinado que en la superficie exterior muestra una banda de series de lineas dispuestas en éngu·
lo. Fig. 31, núm. 4 y IlIm. XI, núm. 1.
4. Pequeño fragmento de borde y cuerpo con un mamelón horuontaJ. Fig. 29, núm. 2.
5. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un pequeño vaso con el labio exvasado. Fig. 31. núm. l.
6. Dos fragmentos correspondientes a un vaso de tendencia globular con el labio exva·
sado. Fig. 31, núm. 2.
7. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 31 , núm. 3.
8- 18. Once fragmentos de bon;le y cuerpo. Sin decoración. Fig. 29, núm. 9 a 14 .
19. Pequeño fragmento de cuerpo con decoración impresa cardial. Fig. 29, núm. 4 .
20. Pequeilo fragmento de cuerpo con decoración impresa de instrumento. Fig. 29,
núm. 3.
21. Fragmento de cuerpo decorado con un cordón, poco realzado, sobre el que se observan impresiones, posiblemente digitaciones. Fig. 29, núm. 5.
22. Dos fragmentos de cuerpo. Decoración peinada. Ambas superficies han sido alisadas y presentan huellas de ello, sobre todo en el exterior; en el interior, estas huellas de
alisado-peinado son amplias y poco profundas, en forma de lineas mAs oscuras producidas
por el instrumento empleado en el acabado de la superficie. Fig. 29, núm. 6.
23 . Fragmento de cuerpo. Decoración peinada, irregular, en ambas superficies. Fig. 29,
núm. 7 y 8.
24- 130. Ciento siete fr!lgmentos de cuerpo, sin decoración. La mayor parte son de pequeño tamaño, inferiores a cuatro cenUmetrus cuadrados de superficie. Superficie total aproximada, 840 cm'.
CAPA 2A
l . Fragmento de borde y cuerpo. Decoración formada por un pequeño cordón que presenta impresiones circulares. Fig. 29, núm. 15.
2-5. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a la parte superior de un vaso glo-
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bular. Decoración formada por series de lIneas acanaladas, poco profundas, verticales y ho·
rixontales; sobre el labio se observan pequeñas impresiones ovales, Otros tres pequeños frag .
mentos de cuerpo, con decoración semejante, deben corresponder a este mismo vaso. Fig. 32,
núm. l .
6. Fragmento de borde y cuerpo decorado con un cordón horixontal, poco realzado. Fig.
29, núm. 16.
7· 23 . Diecisiete fragmentos correspondientes al borde y cuerpo. Sin decoración. Fig.
29, núm. 18 a 21 , y Fig. 32, núm. 2.
24·27 . Cuatro fragmentos correspondientes al cuerpo, con decoraciOn impresa cardia!.
Fig. 32, nú m. 3, 4, 5 Y 7.
28. Peque"o fragmento de cuerpo con decoración impresa de instrumento y cortas ll·
neas Incisas.
29. Fragmento de cuerpo que conserva parte de una perforación, posiblemente de laña·
do. Fig. 32, núm. 6.
30. Fragmento correspondiente al cuerpo. DecoraciOn fonnad a por un cordón horixon·
tal con digitaciones. Flg. 32, núm. 8.
31 . Fragmento de cuerpo. Decoración fOnDada por un cordón horill!ontal con ungula·
ciones. Fig. 32, núm. 9.
32 · 194. Ciento sesenta y tres fragmentos correspondientes al cuerpo, sin decoración.
SuperfiCie total aproximada, 1.110 cm'.
195. Fragmento de ceré.mica ibérica. Hecho a torno.
196. Pequeño fragmento de época moderna. Hecho a torno.
CAPA 2B
1. Fragmento de borde y cuerpo de un vaso con paredes reentrantes y labio exvasado.
Presenta un resalte, a modo de cordón, decorado con ungu1aclones. Sobre el labio se observen incisiones transversales y. en la parte inferior del fragmento , restos de impresiones cardiales. Inicio de asa o mamelOn. Fig. 34, núm. L
2. Fragmento de borde y cuerpo. Aunque por el fragmento conservado no puede asegu·
rarse la forma del vaso, luego veremos su probable correspondencia a una forma carenada,
según los paralelos que conocemos. DecoraciOn esgrafiada, formada por una linea quebrada,
d l)ble, rellena de truos perpendiculares. Fj¡. 32, núm. 11.
3. Pequeito fragmento de borde y cuerpo. Decoración acanalada. Semejante a los nú'
meros 2·5 de la capa 2A. Fig. 32, núm. 12.
4. Pequeno fragmento de borde con mamelón cónico. Fig. 32, núm. 13.
5. Fragmento de borde y asa. Corresponde a un vaso de paredes exvasadas con asa
anular vertical que sobresale ligeramente del borde del vaso y presenta un pequeño apéndi.
ce. Fig. 32, núm. 10.
6. Fragmentos correspondientes a un cuenco. Sin decoración. Fig. 33.
7 . Fragmento de borde y cuerpo perteneciente a un cuenco. con forma de casquete esfé·
rico. Sin decoración. Fig. 32, núm. 14.
8. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoraciOn. Fig. 32. mimo 16.
9. Frllgmento de borde y cuerpo correspondiente a un vaso de paredes exvlIsadas. Sin
decoración. Fig. 34, núm. 2.
10. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un vaso de tendencia globular. Sin
decoración. Fig. 34, núm. 3.
11 . Fragmento de borde' y cuerpo. Sin decoración. Fig. 34, núm . 6.
12·28. Diecisiete pequellos fragmentos de borde. Sin decoración .
29. Pequello fragmento de borde. Sin decoración. Pasta de color negro con desgrasante
Inapreciable. Superficies marrón. bruñidas. Con todas las reservas, por la similitud de pasta
y tratamiento de superficies. existen otros tres fragmentos que podrlan pertenecer al mismo
vaso, procedentes de las capas 2B y 9a de J ·4, y de la capa I de J · 5, respectiva mente.
30. Fragmento de cuerpo. Cordón poco realzado, hori2:ontaJ. Fig. 32, núm. 15.
31 . Fragmento de cuerpo con inicio de asa anular. Fig. 34, núm. 5.
32. Fragmento de cuerpo. Decoración formada por un cordOn con ungulaclones. Fig.
34, numo 7.
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33. Fragmento de cuerpo con decoración peinada . Fig. 34. núm. 8.
34-229. Ciento noventa y seis fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total
aproximada, 1.650 cm¡.
230. Fragmento de cerámica hecho a torno, moderno.
CAPA 3
1. Pequeño fragmento de borde. Decorado por un cordÓn , irregular, y posible inicio de
mamelÓn. Fig. 34, núm. 9.
2. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un vaso de paredes reenlrantes. Sin
decoración. Fig. 34, núm. 4 .
3. Dos fragmentos de cuerpo. Decoración formada por Impresiones ovales. Uno de los
fragmen tos procede de la capa 5. Fig. 34, núm. JO.
4 . Pequeño fragmento de cuerpo con decoración acanalada . Semejante a los números
2-5 de la capa 2A y al número 3 de la capa 2B. Fig. 34 , núm . 11 .
5. Fragmento de cuerpo. Decorado por un cordón con profundas impresiones transversales V lineas incisas sobre el cuerpo. Fig. 34, núm. J 2.
6-51 . Cuarenta y seis fragmentos de cuerpo. Sin decoraciÓn. Superficie total aproximada, 300 cm".
CAPA 4
l . Pequeño fragnento de borde. Presenta dos líneas incisas, en Angulo, inmediatas a la
rotura del fragmento.
2. Pequeño fragmen to de borde. Sin decoración.
3. Pequeño fragmento de cuerpo. Decoración formada por Bneas incisas e impresiones.
Fig. 35, núm. 6 y lAmo xm, núm. 2.
4 . Fragment.o de cuerpo, Decoración formada por lineas acanaladas, profundas. Fig.
35. núm. 7.
5. Fragmento de cuerpo. Decoración impresa de instrumento, irregular.
6. Fragmento de cuerpo. Superficies peinadas. Fig. 35, núm. 5.
7-44. Treinta y ocho fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 215 cm?
CAPA 5
l . Fragmento de borde V cuerpo correspondiente a un gran vaso de paredes reentrantes
y labio ligeramente exvasado. Amplio cordón. bajo el labio, con profundas impresiones. Fig.
36, núm. 2.
2. Fragmento correspondiente al cuello de un vaso. Sin deco ración. Fig. 35, núm . l .
3-4. Dos pequeños fragmentos de borde. Sin decoración.
5. Fragmento de asa de cinta con decoración impresa cordial y una perforación . quids
de lañado o de las que suelen aparecer en la parte superior de algunas asas verticales. Fig.
35. núm. 8.
6. Fragmento de cuerpo con inicio de asa. Decoración impresa cardial. muy erosionada, con restos de ocre. Fig. 35, núm. 9.
7-8. Dos fragmentos de cuerpo con decoración impresa card ia!. Fig. 35, núm. 13 y 14 .
9-10. Dos fragmentos de cuerpo con decoración impresa de instrumento. Fig. 35, núm.
11 y 15.
11. Fragmento de cuerpo con decoración acanalada . Fig. 35. núm. 10.
12. Fragmento de cuerpo. Decoración incisa formada por arrastre de un instrumento
rlentado; no parece cardia!. Fig . 35. núm. 12 .
13 . Fragmento de gran asa de cinta.
14-52. Treinta y nueve fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproxi·
mada. 270 cm· ,
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CAPA 6a
1. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 35. núm. 16.
2. Pequeilo fragmento de borde. Sin decoración.
3. Fragmento de cuerpo. Decoración formada por un cordón horizontal con digitaciones. Fig. 35, núm. 19.
4. Fragmento de cuerpo con trazos incisos, irregulares y poco profundos. Fig. 35, núm.
17 .
5. Fragmento de cuerpo con lineas impresas de instrumento. Fig. 35, núm. 18 .
6·29. Veinticuatro fragmentos de cuerpo. Superficie total aproximada. 125 cm J • Sin decoración.
CAPA 6b
l . Fragmento de borde y cuerpo con inicio de asa de cinta horizontaL Fig. 35, núm. 4.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un labio muy marcado. exvasado, Fig. 35.
núm. 21 .
3-4. Dos fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardiaL Fig. 37, núm. 1 y 2.
5. Frag mento de cuerpo. Decoración impresa de instrumento. Fig. 37. núm. 3.
6. Fragmento de cuerpo. Decoración semejante a la llamada técnica de Boqulq ue. poco
profunda. Fig. 37. núm. 4.
7. Fragmento de cuerpo. Decoración de lineas impresas de instrumento ; semej ante al
número 5 de la c apa 6a.
8 . Fragmento de cuerpo con mamelón cillndrico. Fig. 35, núm. 20.
9-14 . Seis fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total ap roximada. 70 cm J .
CAPA 7a
l . Fragmento de borde y cuerpo. Conserva el inicio de un asa que se elevana sobre el
labio del vaso. J unto al arranque del asa se observa un mamelón alargado. Fig. 35. núm. 2.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 35, mim . 3.
3. Pequel'lo fra gme nto de borde. Sin deco ración.
4-8 . Cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada . 35 cmJ •
CAPA 7b
1. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un gran vaso de paredes reentrantes. rectas. Decoración incisa e Impresa que forma bandas ho rizontales. Fig. 36, núm. I y
lám. XII, núm. 2.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Decoración impresa cardíaL Fig. 37, núm. 6.
3. Fragmento de borde y cuerpo. Decoración formada por un cordón horizontal con In·
cisiones transversales y labio dentado. Fig. 37. núm. 5.
4. Unos cuarenta y cinco fragmentos pertenecientes a un gran vaso que hipotéticamen.
te suponemos de paredes rectas y base aplanada, no resultando posible reconstruir su forma
por el momento. Presenta superfiCies rojizas, bien alisadas. algo bruilidas. Entre los fragmen .
tos recuperados existen evidencias de que poseía el labio dentado, un cordón con incisiones
sobre el cuerpo y, al menos, una amplia asa de cinta. La mayor parte de los fragmentos fue·
ron hallados en las capas 7, 8 Y 9 de J ·4 ; también, en menor número. en las capas 6, 10. 11 Y
12 del mismo J -4, y en las 9 a 12 y 14 de J ·S.
5-7. Tres fragmentos de cuerpo. Decoración impresa cardial. Fig. 37, nú m. 7, 8 Y 9.
8 . Fragmento de cuerpo. Decoración formada por cortas lineas incisas. Fig. 37, núm.
10.
9-33.
230 cm J .
Veinticinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada,
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..
B. MARTI
CAPA 8a
l . Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 37 , núm. 12.
2. Pequello fragmento de borde. Sin decoración.
3. Fragmento COlT1'!spondiente a la base. Presenta una especie de cordón sobrepuesto
que cabe interpretar como un pequeilo pie circular. Fig. 37, nú m. 15.
4-6. Tres fragmentos de cuerpo con decoración Impresa cardlal. Fig. 37, núm. 14.
7. Fragmento de cuerpo decorado por cortas Uneas incisas. Fig. 37 , mim o 11.
8·22 . auince fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada. 90
cm 2 ,
CAPA ab
1.
2.
Pequeilo fragmento de cuerpo C1lD decoraciÓn impresa cardiaJ.
Pequeilo fragmento de cuerpo con decoraciÓn impresa de instrumento. Fig. 37, núm.
13.
3·8.
Seis fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 85 cm 2 •
CAPA 9.
1.
Fragmento de cuerpo. Presenta un cordón con digitaciones. Fig. 37, núm. 16.
Fragmento de asa.
3-9. Siete fragmentos de cuerpo, sin decoraci6n. Superficie tolal aproximada, 75 cm z.
2.
CAPA 9b
Fragmento de borde y cuerpo. Decoraci6n impresa cardial. Fig. 37, núm. 18.
Fragmento de cuenco de tendencia hemiesférica. Fig. 38, núm. l .
3. Fragmento de cucharón. Fig. 37, núm. 17 .
4-6. Tl'es fragmentos de cuerpo. Decoracl6n Impresa cardial. Fig. 37, núm. 19, 20 Y 22.
7. Fragmento de cuerpo. Decoraci6n impresa de instrumeoto. Fig. 37, núm. 23 .
8. Fragmento de cuerpo con un cord6n poco realudo.
9. Gran fragmento de cuerpo. Presenta un cord6n horizontal con digitaciones, en el exterior; y un cord6n vertical en el interior. Fig. 37 , núm. 21.
10-24 . Quince fragmentos cOITespondientes al cuerpo. Sin decoraci6n. Superficie total
aproximada, 180 cm'.
1.
2.
CAPA lOa
1. Fragmento de borde y cuerpo. Corresponde a la parte superior de un vaso de forma
globular, con peque.t'aa asa vertical. Decoraci6n formad a por finas y profundas lineas impresas, flanqueadas por impresiones ovales. Fig. 38, n úm. 2.
2-5. Cuatro fragmentos de cuerpo. Decoraci6n Impresa cardlal. Fig. 39, núm. 1 a 4.
6. Fragmento de cuerpo. Decoraci6n rormada por cortullneas Incisas. Fig. 39, núm. 5.
7- 11 . Cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoraci6n. Superficie tolal a proximada, 40
cml.
CAPA JOb
l . Fragmento de borde y cuerpo. Decoraci6n impresa cardíal. Conserva la mayor parte
de un mamel6n. Fig. 39, núm. 13 .
2. Pequel'lo fragmento de borde. DecoraciOn impresa cardlal. Fig. 39 , núm. 10.
3. Pequel'lo fragmento de borde. Superficie exterior muy erosionada con restos de decoraci6n incisa o, quizá, de raspado cardia!. Fig. 39, nú m. 8 .
4·5. Dos frag mentos de borde y cuerpo con un cord6n horizontal. Fig. 39, núms. 7 y 9.
6. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 39, núm. 6.
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7. fragmento de cuerpo. Presenta un cordón horizontal sobl'$ el que se aplican impresiones cardíales, que también lo flanquean . En la parte inferior se observan ta mbién estas impresiones. Existe un fragmento semejante en la capa 15 del cuadro J -5. Fig. 39, numo 12.
8 -10. Tres fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardja!. Fig. 39, núm. 11 y
14 .
11 ·30.
Veinte fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie LOtal aproximada , 120
cm l ,
CAPA lla
l . Fragmento de borde y cuerpo correspond iente a un vaso de paredes rectas, exvaS8das. Presenta un cordÓn con digitaciones y decoración de arrastre o raspado cardial en la
parte inferior. Fig. 39, núm. 17 .
2-7. Seis fragmentos de cuerpo con decoración Impresa cardía!. Fig. 39, núm. 15, 16,
18 Y 22.
8-10. Tres fragmentos de cuerpo con decoraciÓn impresa de instrumento, no cardía!.
Uno de ellos procede de la capa 9a y otro de la 12a. Fig. 39, numo 19 ·21.
I 1- I 6. Seis fragmentos de cuerpo. Sin decoraci6n. Superflcie total aproximada, 40 cm1 .
CAPA I l b
1.
Pequeño fragmento de cuerpo con dacoraci6n impresa cardial. Fig. 39, numo 23 .
Dieciséis fragmentos de cuerpo. Sin decoraci6n. SuperfiCie total aproximada, 140
2- I 7.
cm J •
CAPA 12a
l . Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un mamel6n y el inicio de un "sa de cinta hori%ontal, sobreelevada. Fig. 40, numo 1.
2-3. Dos fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 38. nOmo4, y Fig. 40, núm.
2.
4-5. Dos pequedos fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardial. Fig. 40, núm.
4.
6.
Fragmento de cuerpo. Presenta un cordón horU.ontal con digitaciones. Fig. 40, num o
3.
7-20.
cm J •
Catorce fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 110
CAPA 12b
l . Fragme ntos correspondientes a la parte superior de un vaso de paredes curvas ligeramente reentrantes. Decoración impresa cardla!. Presenta restos de pasta blanca incrusta dos en la decoraci6n. Fig. 38, numo 3 y IAm. XIV, núm. 1.
2. Pequeño fragmento de borde. Sin decoració n.
3. Pequeño fragmento de cuerpo con decoración Impresa cardial.
4-24. Veintiún fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 230
cm1 •
CAPA 13a
1. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta decoración impresa cardial y parte de una
perforación, posiblemente de Imado. Fig. 40, numo 6.
2. Fragmento de borde. Sin decoración. Fig. 40, núm. 5.
3-8. Seis fragmentos de cuerpo con decoración Impresa cardial. Fig. 40, núm. B a 13.
9. Tres fragmentos correspondientes al cuerpo de un gran vaso. Presenta un cordón horU.ontal con digitaciones. Uno de los fragmentos procede de la capa 14 deJ-4, y otro, más pequetlo, de la capa I de J-S. Fig. 40, núm. 7.
10 -20. Once fragmentos de cuerpo. Sin deco ración. Superficie total aproximada , 90
cm J •
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CAPA 13h
1-4 .
Cuatro fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardial.-Fig. 40, numo 14 a
17.
5-6 . 005 fragmentos de cuerpo con un cordón liso. poco realzado.
7-1 4 . Ocho frDgmentos de cuerpo sin decoración. Superficie total aproximada. 65 cml.
CAPA 14
l . Fragmentos correspondientes a la parte superior de un vaso con cuerpo globular y
largo cuello de paredes rectas. Decoración impresa cardia!. Uno de los fragmentos conserva
lo que parece ser el arranque de un asa. En la superficie interior de algunos fragmentos se observan restos de polvo de ocre rojo. Se han identificado como pertenecientes a este vaso un
total de quince fragmentos. de los que trece corresponden a esta capa 14, uno a la capa 15b y
otro a la capa 16 del cuadro J -5. Fig. 41 Y ¡lIm. XV.
2. Fragmento correspondiente al cuello y parte superior del cuerpo globular. Decora ción impresa cardía!' Se observa lo que pudiera ser el arranque de un asa. Fig. 42, nú m. 1.
3. Dos fragmentos de borde y cuerpo. Decoración formada por tres pequeitos mamelo·
nes junto al borde e impresiones c ardiales. Uno de los fragmentos procede de la capa ISa.
Fig. 42 , núm. 5.
4-5. Dos pequeños fragmentos de borde y cuerpo con deco ración impresa cardiaJ. Fig.
40, núm. 18 y 19.
6. Seis fragmentos correspondientes a la parte superior de un vaso de tendencia cónica.
Decoración formad a por un cordón horizontal con digitaciones. Especial interés tiene la con·
servación de las dos perforaciones de lañado. Fig. 43, núm. 1.
7. Dos fragmentos de borde y cuerpo correspondientes a un vaso de paredes rectas.
Presenta un mamelón. Fig. 43, núm. 2.
8. Fragmento de borde y cuerpo. Decoración formada por un cordón horizontaL poco
realzado: se observa el arranque de una posible asa. Fig. 43, núm. 3.
9. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón con digitaciones. Fig. 40, núm . 25.
10. Tres fragmentos correspondientes a un pequeito cuenco, con arranque de asa o mamelón. Uno de los fragmentos procede de la capa ISa. Fig. 42 , numo 2.
11. Fragmento de borde y cuerpo perteneciente a un cuenco hemiesférico. Fig. 42 ,
núm. 3.
12 . Fragmento de borde y cuerpo perteneciente a un vaso de paredes rectas exvasadas.
Fig. 42, núm. 4.
13. Fragmento de borde y cuerpo. Fig. 44. núm. 1.
14-17. Cuatro pequeños fragmentos de borde. Sin decoración .
18-29 . Doce fragmen tos de cuerpo con decoración impresa cardiaJ. Ocho de ellos de pequeño tamaito. Fig. 44 , núm. 2 a 12 y 15 .
30. Fragmento de cuerpo con decoración acanalada. Fig. 40. núm. 20.
31. Dos fragmentos de cuerpo con decoración incisa. Fig. 40. núm . 21 -22.
32. Fragmento de cuerpo. Presenta un cordón horizon tal con digitaciones. Fig. 40.
numo 23.
33. Fragmento de cuerpo. Presenta un cordón Uso poco realzado. Fig. 40, núm. 24.
34. Unos treinta fragmentos. algunos de gran tamaño. pertenecientes a la base y parte
inferior del cuerpo de un vaso globular, de superficies gris-negruzcas, bien alisadas. Nueve
fragmentos corresponden a la capa 14 de J -4, encontréndose un numero menor de fragmentos en las capas 13a, ISa, ISb y 16 de J·4 ; y en las capas 16, 17 Y 18 deJ·S. Con todas las re·
servas, dada la similitud de pasta y tratamiento de superficie, podrta pertenecer a este mismo vaso un fragmento de cuerpo con inicio de asa y pequeita sobreelevación a modo de cordón con impresiones ovales procedente de la capa 14 de J -5.
35-87 . Cincuenta y tres fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total ap roximada, 490 cm 2 .
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CAPA 15a
l . Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un gran vaso de paredes reentrantes. Presenta un mamelón del que arranca un cordón horizontal. Fig. 44 , nú m. 17.
2-3. Dos fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardía!. Uno de ellos presenta
parte de una perforación, posiblemente de l8Jlado. Pig. 44 , n úm. 13 y 14.
4. Fragmento de cuerpo con un cordón liso. Fig. 44, núm . 16.
5-9. Cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 55 cm J ,
CA PA 15b
) - ) 3.
Trece fragme ntos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 140
cm J ,
Hay que recordar que el inventario parcial de cada capa ha de completarse con los fragmentos que se incluyen en otras, por su correspondencia con algunos vasos, tal como se ha
ind icado en la introducción a los inventarios.
CAPA l6a
Fragmento de cuerpo con ligera sobreelevación, a modo de cordón . Fig. 45, núm. 4.
Fragmento de cuerpo con un cordón de sección aproximadamente triangular.
3-12. Diez fra gmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 90 cm z.
1.
2.
CAPA 16b
l . Pequei'lo fragmento de borde con decoración impresa cardial.
2. Veintiún pequei'los fragmentos colT1!spondientes a un mis mo vaso, aunque no resulta
posible la reconstrucción de su forma . Este vaso poseena un cordón liso horizontal, cerca de
su borde; al menos, un mamelón; y también una amplia asa de cinta con una pequei'la sobreelevación en su parte centra!. De estos veintiún fra gmentos, ocho corresponden a la capa 16b,
uno a la 15a, dos a la 15b, uno a la 17a, siete a la 17b y dos a la 18b. Fíg. 45, núm. 1, 2 Y J .
J . Pequeño fragmento de borde. Sin decoración.
4. Pequeno fragmento de cuerpo con decoración impresa cardia\.
5. PequeJ\o rragmento de cuerpo. Sin decoración.
CAPA 17a
1-2.
Dos pequeJ\os fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 45. núm.
5 y 8.
J -8.
Seis pequei'lo5 fragmentos de cuerpo. Sin decoración.
CAPA 17b
1.
2-J .
Pequeño fragmento de borde. Decoración Impresa cardía!. Fig. 45, núm. 6.
Dos fragmentos de cuerpo, muy pequeños. Sin decoración.
CAPA 18a y b
l . Ocho fragmentos correspondientes a un cuenco de tendencia hemiesférica. Decoración impresa cardial. Presenta parte de un mamelón. Cinco fragmentos cOlT1!sponden a la capa 18b y tres a la 18a. Fig. 45, núm. 10.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta el labio dentado y, sobre el cuerpo, una ligera sobreelevacl6n horizontal decorada con impresiones transversales. Corresponde a la capa
18a. Fig. 45, n11m. 7.
3. Fragmento de cuerpo con pequeda asa anular. Corresponde a la capa ¡8b. Fig. 45.
numo 9.
4-8. Cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 14 cmt .
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CUADRO J · 5
CAPA I
l . Fngmento de borde y cuerpo. Decoración impresa de inslTUmento que forma lineas
horizontales, flanqueadas por impresiones circulares. Fig. 46, num o 3.
2. fragmento de borde y cuerpo con inicio de asa de cinta, horizontal. Fig. 46. numo 2.
3 Fragmento de borde y cuerpo correspondiente 8 un cuenco en forma de casquete
esférico, con lIJTanque de 8sa. Fig. 46, núm. 1.
4. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fil!. 46, núm. 7.
5-14 . Diez pequeños fragmentos de borde. Sin deCf'lradÓn.
15-2B. Catorce fragmentos de cuerpo con decoración impresa card ial. Fig. 46, núm. 5 y
6.
29·32. Cuatro fragmentos de cuerpo con decoración impresa de inst.rumento dentado,
acompailada en un caso por pequeñas imoresiones circulares. FiR. 46, núm. 4.
33-36 . Cuatro frajl:mentos de cuerpo con deco ración incisa. Tres muy pequeños. Fig.
52. numo 5, 7. 14 Y 15. Los núm. S y 7 podrian corresponder al mismo vaso.
37-38. Dos fragmentos de cuerpo con amplias Incisiones, cortas, irregulares.
39. Fragmento de cuerpo con arranque de asa.
40. Peque¡\o mamelón cónico.
41 . Fragmento de base aplanada.
42-175. Ciento treinta y seis fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total
aproximada, 900 cm'.
176. Pequeño fragmento hecho a torno, moderno.
CAPA 2
l . Pequel'lo fragmen to de borde con decoración impresa de instrumento dentado. Fig.
45, núm. 14.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón horizontal con impresiones caro
diales. Fig. 46, núm. 15.
3. Fragmento de borde y cuerpo con un resalte. en la parte superior, a modo de cordón
horizontal.
4. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 46, numo 8 .
5·6. Dos peque¡\os fragmentos de borde. Sin decoración.
7-14. Ocho peque¡\os fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 46,
núm. 9.
15. Fragmento de cuerpo. Decoración fonnada por Uneas incisas e impresiones ovales.
Flg. 46, núm. 10.
16. Fragmento de cuerpo con ligera carena. Decoración esgrafiada . Fig. 46. numo 11.
17 . Fragmento de cuerpo con un cordón liso horizontal.
18-20. Tres fragmentos de cuerpo con la superficie peinada.
21 -135 . Ciento quince fr agmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproxi·
mada. 750 cm l •
CAPA 3
1. Pequeño fragmento de borde. Sin decoración.
2. Fragmento de cuerpo. Presenta un ligero res alte, a modo de cordón liso. Fig. 46 .
n úm. 13.
3-62. Sesenta fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada. 300
cm'.
CAPA 4
1-6. Seis fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 46, nú m. 16 y 17 .
7. Fragmento de cuerpo. Decoración fonnada po r llneas incisas muy finas . Fig. 46.
núm. 12.
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8 ·74. Sesenta y siete fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproJimada, 450 cm l ,
75. Fragmento hecho a torno, moderno. Corresponde. segdo sus coordenadas Ix _ 86;
y - 801, a la parte més septentrional de la cuadricula; es decir. aquella en la que se observa
UDa penetración de la tierra superficial, tal como se explica en el apanado correspondiente.
CAPA 5
L Fragmento de cuerpo. Decor ación de lineas impresas de instrumento dentado. Fig.
46, núm. 19.
2. Fragmento de cuerpo decorado con Uneaalncisas; muy erosionado. Fig. 46, oúm. 18.
3. Fragmento de cuerpo. Conserva parta de una perforación, tronco-cónica, posib!e~
mente de lal'lado.
4·20. Diecisiete fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada.
1 10 cm 2 ,
CAPA 6
l . Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a la parte superior de un vaso de pa·
redes reentrantes. Ambas superficies aparecen peinadas. Plg. 47, m1m. 13.
2-6. Cinco fragmentos de borde y cuerpo. Sin de coración. Plg. 47 , mimo 1-2.
7. Fragmento de cuerpo con decoración Impresa cardla!. Pig. 47, núm. 8 .
8 . Fragmento de cuerpo con decoración impresa de Instrumento dentado. Fig. 47, núm .
3.
9. Fragmento de cuerpo. Decoración de lloeas incisas. Fig. 47, num o 4 .
10. Fragmento de cuerpo. Decoración de Uneas incisas, poco profundas, muy irregulare •.
11 -13. Tres pequef¡os fragmentos de cuerpo con las superficies peinadas.
14-48. Treinta y cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie tota l aproxi·
mada, 180 cm ~.
CAPA 7
l . Fragmento de bord e y cuerpo. Decoración formada por Uneas impresas, muy fmas, e
Impresiones ovales. Fig. 47, numo 10.
2. Pequello fragmen to de borde con impresiones ovales en el labio. Fig. 47, numo 6.
3. Fragmento de borde y cuerpo con asa vertical. Fig. 47, nUmo 11.
4 . Pequello fragmento de borde con sobreelevaci6n en el labio. Fig. 47 , numo S.
5. Fragmento de bo rde y cuerpo correspondiente a un vaso de paredes rectas y labio
exvasado. Flg. 47, núm. 14.
6. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 47, nOmo 7.
7. Pequello fragmento de borde. Sin decoración.
8. Fragmento de cuerpo con decoración impresa cardia!. Flg. 47 , num o 9.
9. Fragmento de cuerpo con decora ción incisa. Fig. 52, numo 13.
10. Fragmento de cuerpo con pequetla asa anular. Fig. 4 7, núm. 12.
11-42 . Tnlinta y dos fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total apro~a
da, 150 cm~.
CAPA 8
l . Pequeño fragmento de borde con el labio dentado.
2. Fragmento da cuerpo. Decoración impresa cardial flanqueada por impr esiones circulares de instrumento. Según sus coordenadas Ix _ 75; Y _ 891. es dudosa su atribució n a
esta capa. Fig. 48, nOm.. l .
3. Fragmento de cuerpo. Decoración impresa cardial.
4-23. Veinte fragmentos de cuerpo. Sin dacoraclón. Superficie total aproximada, 80
cm!.
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CAPA 9
l . Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un vaso de paredes exvasadas. Decoración formada por dos cordones horizontales con dlgitaciones. Fig. 48, núm, 7.
2. Fragmento de borde o de asa, con el labio dentado. Fig. 48. nÍlm. 2.
3. Fragmento de borde. Presenta el labio exvesado, con impresiones. Fig. 48, núm. 6.
4-10. Siete fragmentos de borde. Sin. decoración. Fig. 48. numo 9 y 10.
11. Base aplanada con pequeda sohreelevaclón, a modo de pie. Fig. 48. numo 3.
12· 13 . Dos fragmentos de cuerpo con decoración impresa card!a\. Fig. 48, núm. 4 y 5.
14. Fragmento de cuerpo decorado por lineas impresas da instrumento dentado. Fig.
48. numo 8.
15. Fragmento de cuerpo. Superficie erosionada, con restos de un cordón y digitacio-
nes.
16·57. Cuarenta y dos fragmentos de cuerpo. Sin decoraciÓn . Superficie total aproximada, 250 cm'.
CAPA 10
l . Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un gran vaso de paredes rectas,
reentrantes. Presenta un cordÓn horizontal con digitacionH. Según sus coordenad8s Ix _
100 ; Y - 83), es dudosa su atribución a esta capa. Fig. 48, núm. 20.
2. Dos fragmentos correspondientes al cuello de un gran vaso. CordÓn horizontal con
digitaciones _ Fig. 48, 'núm. 19.
3. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón con ungulaciones.
4 -7. Cuatro rragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración.
8 . Fragmento de cuerpo. Decoración impresa cardial. Fig. 48, núm. 11.
9·43 . Treinta y cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproxima·
da , 250 cm 2 •
CAPA 11
l . Fragmento de borde y cuerpo. DecoraciÓn impr Ha de instrumento dentado. Fig. 48 ,
numo 18.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón horizontal con digitaciones. Fig.
48, num. 14.
3. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un pequedo cuenco. Sin decoración.
Fig. 48, num. 12.
4 -5. Dos rragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración . Fig. 48 , mlm. 13 y 15.
6·9. Cuatro rragme ntos de cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 48, numo 16 y
17.-
10. Fragmento de cuerpo con decoraciÓn incisa. Fig. 52, núm. 9.
11-12. Dos fragmentos de cuerpo. Presentan un cordón con ungulaciones.
13. Fragmento de cuerpo con superficie peinada .
14-51 . Treinta y ocho fragmentos de cuerpo. Sin deco ración. Superficie total ap roxima·
da, 240 cm' .
CAPA 12
l . Fragmento de borde y cuerpo. DecoraciÓn impresa cardia!. Segun sus coordenadas
[x - 12 ; Y _ 861, es dudosa su atribuciÓn a esta capa. Fig. 49, núm. 1.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Decoración lmpresa cardla!. Fis. 49 , numo 2.
3. Fragmento de borde y cuerpo con decoración incisa. Fig. 49, núm. 8.
4. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un pequetlo cuenco. Sin decoraciÓn.
Fig. 49, numo 3.
5. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. F18. 49, numo 4.
6- 1 l . Seis fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoraciÓn.
[page-n-111]
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12 . Fragmento de cuerpo con decoración impresa cardlal. Conserva parte de una peñoración tronco-cónica, posiblemente de Jedado. Fig. 49. n\lm. 6.
13-19. Seis fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardial. Fig. 49, núm. 5.
20. Fragmento de cuerpo. Decoración formada por lineas incisas e impresiones ovales.
Fíg. 49 . núm 7 y 1m. XI , mim. 2.
21. Fragmento de cuerpo con decoración impresa da Instromento, semejante 8 ungulaciones. Fig. 49, núm. 9.
22. Fragmento de cuerpo con sobreelevación, a modo de cordón.
23-65. Cuarenta y tres fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 325 cm l ,
CAPA 13
l . Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un vaso de paredes reentranles. Decoración Impresa cardla!. Fig. 50, núm. l .
2. Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a un gran vaso de pa redes Iigeramen·
te exvasedas. Presenta un cordón horizontal con digitadones, lineas incisas so bre el cuerpo y
J¡lbio dentado. Fig. 50, núm. 3 y llim. XII , núm. l .
3. Dos fragmentos de borde y cuerpo correspondientes a un vaso de paredes muy exva·
sedas con el labio dentado. Uno de los fragmentos procede de la cepa 15 . Fig. 50, núm. 2.
4. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón con digiteciones. Fig. 49, núm. 10.
5. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón con dlgltaciones.
6·8. Tres fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 49 , núm. 13 .
9. Fragmento de cuerpo con decoración incisa. Fig. 52, núm. 10.
10. Arranque de asa con apéndice. Fig. 49, núm. 11 .
11 . Fragmento de asa de cinta con decoración impresa cardial. Fig. 49, núm. 12.
12· 16. Cinco fragmentos de cuerpo con decoración impresa cerdla1. Fig. 49, núm. 14.
17. Fragmento de cuerpo con decoración impresa de instrumento dentado. Fig. 49 ,
núm. 15.
18·56. Treinta y nueve fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproxi.
mada, 300 cm J •
CAPA 14
1. Fragmento de borde~y cuerpo con un mamelón.
2·6. Cinco fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardlal. Fig. 49 , núm. 16, 18,
19 Y 20.
7. Fragmento de cuerpo. Presenta un mamelón y decoración de lineas incisas. Fig. 49,
núm. 17 .
e. Fragmento de cuerpo. Presenta pun:r:adas impresas, irregulares.
9·31 . Veintitrés fragmentos de cuerpo. Sin decoración . S'uperficie total aproximada,
190 cmz.
CAPA 15
l . Cinco fragmantos de borde y cuerpo, poslblflmente pertenecientes al mismo vaso,
con decoración incisa. Fig. 52, núm. 1,3, 4, 6 y 8 y ¡lim. XlII , núm. 3. Los núm. 1 y 3 co·
rresponden a esta capa 15 ; los núm . 4 y 6 , a la capa 17; y el núm. e , a J ·S·T· R.
2. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón horizontal con digitaciones. Fig.
51 , núm. e.
3·6. Cuatro fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 51 , nú m. 10 a 12 .
7· 16. Diez fragmentos de cuerpo con decoración Impresa cardlal. Fig. 51 , núm. 2 a 7.
El núm. 3 presenta un cordón decorado con impresiones y es semejante al núm. 7 de la capa
10b de J ·4. El núm. 6 conserva restos de ocre en la dacoración.
17. Cinco fragmentos de cuerpo pertenecientes al mismo vaso. Decoración formada por
lineas impresas flanqueadas por otras impresiones a modo de punzadas. Uno de los fragmen.
tos es de la capa 12b del cuadro J .• . Fig. 51 , mlm. 1 y lám. XIII, núm. 1.
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18. Fragmento de cuerpo decorado por Uneas incisas irregulares. Fig. 51 , núm. 13.
19. Gran fragmento de cuerpo con un cordón liso. Fig. 51 , núm. 9.
20. Fragmento de cuerpo con inicio de asa .
21 -75. Cincuenta y cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 425 cmz,
CAPA 16
1. Fragmento de borde y cuerpo cOlTespondiente a un vaso de paredes rectas reentranles. DecoraciOn impresa cardia!. Fig. 53. ndm. 5.
2. Fragmento de borde y cuerpo con decoraciÓn impresa cardial. Fig. 53 . numo 3.
3-5. Tres fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración.
6. Dos fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardiaJ. Uno de ellos procede de
T-R. Fig. 53, núm. l.
7· 15. Nueve fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardleJ. Fig. 53 , núm, 2. 4,
6 Y 9.
16. Asa de cinta con sobreelevación en uno de sus elttremos sobre la que se aplican impresiones cordiales. Fig. 53, núm. 8.
17. Fragmento de cuerpo. Presenta ungulacio nes y restos de un cordón, también ungulado. Fig. 53, núm. 7.
18. Pequeño fragmento de cuerpo con un cordón liso.
19. Pequeño fragmento de cuerpo con huellas de alisado.
20. Fragmento de cuerpo con parte de una peñoración troncocónica, posiblemente de
lañado.
21 -62. Cuarenta y dos fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 400 cm~.
CAPA 17
l . Tres fragmentos correspondientes al borde y cuerpo de un vaso de paredes ligeramente exvasadas. Presenta un cordón inmediato al borde y. en los rragmentos conservados.
un mamelón alineado con este cordón. Decoración impresa cardial sobre el cuerpo ; incisiones o impresiones sobre el cordón y mamelón; labio dentado. Dos fragmentos, pequeños, proceden de la capa 18. Conserva parte de una peñoración, posiblemente de IMado. Fig. 53,
numo 10.
2-5. Cuatro rragmentos de borde y cuerpo con decoración Impresa cardial. Fig. 54,
núm. I y 2.
6. Pequeño fragmento de borde y cuerpo. Decoración fonnada por un cordón con impresiones circulares. Fig. 54, núm. 3.
7. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta un cordón con impresiones y un pequeño
mamelón en el labio. Fig. 54, núm. 4.
8- 10. Tres fragmentos de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 54, numo 5 y 10.
11 -21. Once fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardlal. Fig. 54, núm. 6, 7,
8 y 11.
22. Fragmento de asa con decoración impresa cardial. Flg. 54 , numo 9.
23. Pequeño fragmento de cuerpo con Uneas incisas. Fig. 54, núm. 12.
24. Pequeño fragmento de cuerpo con un cordón digitado.
25. Fragmento de cuerpo con dos ligeras sobreelevaciones, a modo de dos cordones
muy planos.
26-7 1. Cuarenta y seis fragmentos de cuerpo. Sin decoración. 5uperficie total a proltimada , 420 cm t •
CAPA 18
l . Tres fragmentos correspondientes a un vaso de cuerpo globular con cuello corto exv8sado. Decoración impresa cordial, con restos de pasta blanca en las impresiones. Conserva
una peñoración y parte de la otra, de IMado. Fig. 55. nU:.m. 1.
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2. Numerosos y pequeños fragmentos correspond ientes 8 la parte superior de l mismo
vaso. Presenta decoración pléstica en su pane superior, que semeja haber sido hecha presionando amplia y profundamente un corono. Sobre el cuerpo, deco ración impresa cardiaJ. Los
fragmentos proceden tanto del cuadro J -4 en sus capas 14 y 15b, como de J ·S en sus capas
15 a 19. y también de la capa '·N del Testigo. Fig. 55, num o 3.
3. Fragmento de borde y cuerpo con decoración impresa cardial.
4. Fragmento de borde y cuerpo con decoración impresa cardial. Aunque erosionado se
observan restos de una posible peñoración de la ñad o. Fig. 56, mlm. 5.
5. Cuatro fragmentos correspondientes a una taza de tendencia hemiesférica con una
ampUa asa de cinta horb.:ontal. Junto a l arranque del asa presenta cuatro pequeños mamelo·
nes. Fig. 55, numo 2.
6 · 10. Cinco fragme ntos de borde y cuerpo. Sin decor .... 'on. Pig. 56, núm. l .
11 · 16. Seis fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardla!' Fig. 56, núm. 2, 3,4
Y 6. Los numo 13 y 15 de la Fig. 54 corresponde n a los mismos fragmentos que los núm. 2 y 4
de la Fig. 56.
17 . Fragmento de cuerpo con inicio de asa y huellas de raspado cardial en el cuerpo.
Fig. 54 , numo 14 .
18 . Gran fragmento de cuerpo deco rado con un cordón digitado.
19 . Fragmento de cuerpo. Decoración plést.lca formada por tres sobreelevaciones a mo·
do de cordones paralelos. Fig. 54 , núm. 16.
20. Fragmento de cuerpo con un resalte a modo de cordón m uy plano.
21 · 68 . Cuarenta y ocbo fragmentos de cuerpo. Sin deco ración. Superficie total aproxi·
mada, 300 cm".
CAPA 19
Fragmento de borde y cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 56, núm. 12.
Fragmento de borde y cuerpo. En la parte inferior del rragmento se observan restos
de impresiones cardiales. Fig. 56, núm. 10.
3 . Fragmento de borne y cuerpo con ligera sobreelevación a modo de cordón.
4· 6 . Tres fragm entos de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 56, núm. 14 .
7· 12 . Seis fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 56, núm. 7, 8, 9 Y
11 .
13. Fragmento de cuerpo. Presenta un mamelón digitado. Fig. 56, núm. 13.
14- 57 . Cuarenta y cuatro fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproo
ximada. 450 cm".
l.
2.
CAPA 20
1. Cuatro fragme ntos correspondientes al cuello, ligeramente exvasado, de un vaso.
Decoración impresa cardía!. Uno de los fragmentos procede de la capa 21. Fig. 57, num o 1.
2·3. Dos fra gmentos de borde y cuerpo con decoración impresa cardia!.
4. Frag mento de borde y cuerpo con sobreelevadOn horizontal, a modo de cordón. Fig.
56, núm. 16.
5. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Pudiera ser el cuello de un vaso. Fig.
58, núm. 2.
6. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración.
7. Fragmento de cuerpo con decoración impresa cardlal.
8 ·44 . Treinta y siete fragm entos correspondientes a l cuerpo. Sin decoración. Superficie
total ap roximada, 225 cm' .
CAPA 21
l . Numerosos rragmentos correspondientes a un vaso que reconstruimos como de foro
ma globula r. Decoración impresa cardial, con restos de pasta blanca en las impresiones. La
mayor parte de los fragmentos proceden de la cuadricula J ·5. en sus capas 19, 20 Y 21 ; tres
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fragmentos, de los de mayor tama!\o, de esta ultima. También existe algll" fragmento procedente de T-R, T-e7 y T·C7N; y del cuadro J -4 , capas 15b, 178 Y 17b. Fig. 59, núm. 2.
2. Tres fragmentos correspondientes a la parte superior de un vaso de paredes reentrantes. Decoración impresa caroía!. Los tres fragmentos proceden de las capas 2 1, 22 Y 23,
respectivamente. Fíg. 57, núm. 2.
3. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 56. numo 15.
4-8. Cinco fragmentos de cuerpo con decoraciÓn impresa cardja!. Fig. 56. numo 17, y
Fig. 58, núm. 3, 4 , 5 Y 7. El mim. 3 presenta pasta blanca en la decoración y podri8 pertenecer al vaso núm . 1 de esta misma capa .
9-21. Tnlce fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 95
cmz,
CAPA 22
l.
Fragmento de borde y cuerpo, con arranque de asa. Decoraci6n impresa cardi a!. Fig.
57, núm. 3 .
2,
Pequeño fragmento de borde y cuerpo con decoraci6n impr esa cardia!. Fig. 58. núm.
9.
3. Fragmentos correspondientes a un cuenco hemiesférico. Sin decoraci6n. Un pequeño
fragmento procede de la capa 21. Fig. 58, núm. 1.
4. Fragmento de cuerpo con decoraci6n impresa cardia!. Fig. 5.8, núm. 8.
5. Fragmento de cuerpo con decoraci6n Impresa cardiaJ. Fig. 58. núm. 6.
6. Fragmento de asa. Sin decoraciÓn.
7· 16. Diez fragme ntos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada . 70 cm z.
CAPA 23
l . Fragmento de borde y cuerpo. Decora ci6n impresa cardial y cordón horizontal . fian ·
queado y decorado igualmente con impresione!> cardlales. Fig. 58. núm. 11.
2. Pequedo fragmento de borde con lineas incisas amplias y poco profundas. Fig. 58.
núm. 10.
3. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 58, núm . 12 .
4 . Cuatro fragmentos correspondientes al cuerpo e inicio del cuello de un vaso de forma
globula r. con un asa horizontal en los fragmentos con,ervados. Decoración impresa cardia!.
Dos fragmentos proceden de la capa 23 , uno de la 22 y el otro de la 21 . Fig. 59, núm . 1
y lA mo XIV, núm. 2.
5. Fragmento de cuerpo con decoraciÓn impresa cardia!. Fig. 58, núm. 13.
6- 15. Diez fragmentos correspondientes al cuerpo. Sin decoraciÓn. Superficie total
aproximada, 40 cmJ.
CUADRO J· 5. TESTIGO
TESTIGO. REMOVIDO
l . Fragmento de borde y cuerpo, con arranque de ada de cinta horizontal. Decoración
impresa cardiaJ. Fig. 60, núm. 2.
2. Pequel'lo fragmento de borde con decoración impresa cardia!. Fig. 60, núm. 11 .
3. Fragmento de borde y cuerpo. Impresiones cardlales en la parte interior del labio.
Fig. 60, núm. 5.
4 . Fragmento de borde y cuerpo. Decoraci6n de lineas incisas e impresiones no cartliales. Presenta un bado de almagra en la superficie exterior. Fig. 60, núm. 14.
5. Fragmento de borde y cuerpo decorad o por una serie de pequet'Jos mamelones junto
al borde. Fig. 60, núm. 18.
6·8 . TrelI fragmentos de borde y cuerpo. Decoración formada por un cordón liso horizontal. Fig. 60, núm. 16.
[page-n-125]
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9. Fragmento de borde y cuerpo con sobreelevaciÓn en el labio.
10. Fragmento de borde y cuerpo. Sin decor aciÓn. Fig. 60, n11m. 19.
11 · 15. Cinco pequellos fragmentos de borde. Sin decoración.
16-33 . Dieciocho fragmentos de cuerpo con decoració n impresa cardial. Fig. 60, n11m.
3 , 6 a 10, 12 Y 13 .
34. Fragmento de asa de cinta con decoración de arrastre o raspado cardial y digitacio·
nes. Fig. 60. núm. J.
35. Fragmento de asa de cinta con decoraci6n impresa cardial. Fig. 60, n úm . 4.
36. Fragmento de a!la con digitaciones.
37. Fragmento de cuerpo. Decoración de Uneas impresas de peine y pequel!.as impresiones ovales. Fig. 60, núm. 15.
38-40. Tres pequel!.os fragmentos de cuerpo con decoración impresa no cardla!.
4 1-42. Dos fragme ntos de cuerpo decora dos con un cordón digitado. Fig. 60, núm. 17.
43· 48. Seis frag mentos do cuerpo. Decoración formada por ligeras sobreelevaciones, a
modo de cordón liso.
49- 181. Ciento trei nta y tres fn.gmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total
ap roximada, 1.000 cm2 •
CAPA 1
l.
2·8 .
Fragmento de cuerpo deco rado por un cordón y Uneas incisas poco profundas.
Siete fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 30 cm 2 •
CAPA 2
J . Pequel!.o fragmento de borde. Sin deco ración. Conserva pane de una perlora ción
tronc0c6nica, posiblemente de 18ado.
2. Fragmento de cuerpo con restos de decoración impresa, muy erosionado.
3· 4 . Dos fragmentos de cuerpo, muy peque1ios. Sin decoración.
CAPA 3
Fragmento de borde y cuerpo. Sin decoración. Fig. 61 , núm. 1.
Fragmento de cuerpo con decoración impresa cardia!.
3. Fragmento de cuerpo. Decoración formada por Uneas impresas de peine y pequellas
impresiones ovaladas. Fig. 61 , núm. 2.
4 . Fragmento de cuerpo con ligera sobreelevación a modo de cordón.
5. Fragmento de cuerpo con las superficies alisado-peinadas.
6-9. Cuatro fragmentos de cuerpo, muy pequeños. Sin decoración.
1.
2.
CAPA 4
1-2.
3-5.
Dos pequeños fragmentos de cuerpo con decoración impresa cudia!.
Tres pequei\os fragmentos de cuerpo. Sin deco ración.
CAPA 5
1. Fragmento de borda y cuerpo con decoración impresa cardial. Fig. 61. num o 8 .
2. Fragmento de borde y cuerpo. Impresiones cardlales en la parte interior dallabio.
Fig. 61 , núm. 6.
3. Fragmento de cuerpo con decor ación impresa cardial. Fig. 61 , numo 7.
4. Dos fragmentos correspondientes al borde y cuerpo de un vaso de paredes rectas con
pequei\a asa horizontal. Presenta un cordón horizonta1, a la altura del asa, decorado con ungulaciones : y Irneas incisas sobre el cuerpo. Conserva una oerforación de latlado. El fragmen.
lO de menor tamaño procede de J ·5·T·R. Fig. 52 , numo 2.
5. Fragmentos de borde y cuerpo correspondientes a un pequetlo cuenco hemiesférico.
Sin decoración. Fig. 61 , numo 11 .
[page-n-128]
12.
B. MARTI
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B. MARTI
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6. Fragmento de cuerpo. Decoración formada por lineas impresas de peine e impresiones circulares y ala rgadas. Fig. 61 , núm. 10.
7·9. Tres fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 30 cm2.
CAPA 6
l . Pequeño fragmento de borde. Sin decoración.
2-5. Cuatro pequeños fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardial.
6· ] O. Cinco fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 30
CAPA 7
l.
Pequeño fragmento de borde y cuerpo con decoración impresa cardial. Fig. 61, núm.
9.
2·3. Dos pequeños fragmentos de borde. Sin decoración.
4-9. Seis fragmentos de cuerpo con decoración impresa cardial. Fig. 61. numo 3 y 5.
10. Fragmento de cuerpo. Presenta un mamelón del que arranca un cordón ho rizontal
con digitaciones.
11 -18. Ocho fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 50
cm'.
CAPA 7-N
l . Fragmento de borde y cuerpo correspondiente a la parte superior de un vaso globular con ligero cuello. Decoración impresa cardia!. Fig. 61 , numo 13.
2-3. Dos fragmentos de borde. Sin decoración.
4 . Fragmento de cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 61, núm. 4 .
5- 16. Doce fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada, 60 cm'.
CAPA 8
Fragmento de borde y cuerpo con decoración impresa cardia!. Fig. 61 , numo 14.
Fragmento de borde y cuerpo con ligera sobreelevación a modo de cordón horizontaL Fig. 61 , numo 15.
3. Siete fragmentos correspondientes a un vaso de paredes ligenunente exvasadas. Pre·
senta un mamelón del que parte un cordón horizontal. Uno de los fragmentos procede de J -5
T-C9. Fig. 61, núm. 17.
4. Cuatro fragmentos correspondientes al cuerpo del mismo vaso. Presentan dos cordones horizontales lisos. Fig. 61. numo 12 .
l.
2.
CAPA 9
1. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta una sobreelevación a modo de cordón horizontal. Fig. 61, núm. 16.
2-7. Seis pequefios fragmentos de cuerpo. Sin decoración. Superficie total aproximada.
35 cm 2 .
[page-n-131]
v
ESTUDIO TIPOLOGICO DE LOS MATERIALES
Bernardo Marti Oliver
EL SILEX
Las principales características de los útiles y restos de talla inventariados pueden verse en las dos tablas-resumen que presentamos para los cuadros J -4 y J-5 (Tabla núm. 1 y núm . 2),
En lineas generales , puede decirse que la industria litica del Sector J responde a las características ya señaladas en las aproximaciones preliminares al yacimiento. Asf. pues, la Cava de l'Or presenta
una industria con un elevado componente laminar, cuya materia prima más abundante es un sHex melado de gran calidad y, como excepción, algunas pequeñas hojitas y núcleos de cristal de roca; de los que ,
sin embargo, no ha aparecido ningún ejemplar en los cuadros J -4 y J 5. Las dimensiones de las hojas y hojitas, y la frecuente presen cia de
córtex, abogan por unos núcleos de pequeño tamaño, como se com·
prueba en el caso de los ejemplares recuperados. Estas hojas y hojitas
aparecen frecuentemente retocadas, aunque sin ninguna fijación es·
pecial de este retoque en orden a poder establecer tipos: algunas pre·
sentan escotaduras, truncaduras retocadas. retoque continuo en uno
de sus lados, etc.; muchas de estas hojas y hojitas llevan señales de su
utilización y, en un número importante, poseen lustre de cereales o
[page-n-132]
B. MARTI
128
pátina de siega, constituyendo el tipo funcional «elemento de hoz», sobre el que ya llamábamos la atención y que hemos individualizado en
los inventarios. Como productos sobre hoja destacan. también , los
per fo r adores. El modesto componente geométrico muestra el predo-
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415
Tabla l. Industria de sílex del Cuadro J -4.
minio de los trapecios, aunque también están presentes los segmentos
de círculo y medias lunas, y los triángulos. Finalmente. destaca la
presencia de algunas puntas de flecha de retoque plano, cubriente, bifacial.
La coincidencia general de los materiales de J -4 y J -5 con el con junto del Museo de Alcoi , que fue recogido en el primer volumen de
[page-n-133]
'"
CaVA DE L' OR
esta publicación, es manifiesta; ello refuerza la representatividad que
pueda asignhsele en relación con la totalidad del yacimiento, si bien
son aún muy numerosos los materiales que quedan por estudiar y
que, en su día, matizarán o completarán estos resultados.
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Tabla 2. Industria de sílex del Cuadro J -5.
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504
[page-n-134]
B. MART1
130
En el caso del Museo de Alcoi , del total de 594 piezas de sílex inventariadas, 209 podían considerarse como útiles, en tanto presentan
retoques que las conforman o indudables señales de su utilizaCión , y
su clasificación. siguiendo las agrupaciones empleadas para los cuadros que aquí estudiamos, es la siguiente :
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%
Hojas/Hojitas y fragmentos retocados
Hojas/Hojitas y fragmentos con señales uso
Perforadores .......... . ....... , ... . .. .
Trapecios ................... , ..... .. . ,
Segmentos y medias lunas . . . . ....... . .. .
Triángulos .. , ... . . . . . , ............ . .. ,
Puntas de flecha ....... . . . ...•. ...... . .
Lascas retocadas .. ..... .............. .
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TOTAL .. . .. ..... . . . . .. . ... . .... .. .
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(1 segmento y 1 trapecio)
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Esta coincidencia puede extenderse, también , a los cómputos rea
lizados por Fletcher (1) para los Sectores H, H- l, H-2 y H-3, excavados en la campaña de 1957, y a los realizados por Fortea (2), que incluyen los sectores anteriores más los H-4 y H-5, excavados en 1958.
y cuyos resultados fueron los siguientes:
N.O
%
Hojas/Hojitas y fragmentos ...... . .......
1.905
(incluidas todas las piezas no geométricas)
Trapecios . . . . . . .......... . .... ..... ...
139
Segmentos y medias lunas ... . . .... , , , . . .
21
Triángulos ............ .. ,.. ......... ..
7
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2.072
100' 00
4
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TOTAL
Doble bisel sobre geométricos ,., ...... . . .
(1 segmento, 2 medias lunas y 1 triángulo)
6' 70
1'02
0'34
IJ I D. FLETCHER: &Nuevos datos so bre las rela ciones neoUticas entre las costas espa00185 y del Mediterráneo orientab . Homenaje a P. Bosch Gimpera, Méjico, 1963, págs. 167·
172.
12) J . FORTEA : t:Los Complejos microlaminares y geométricos del Epipaleol1tico mediterráneo espailob. Memorias del Seminario de Prehistoria y Arqueologla , 4, Salamanca,
1973 .
[page-n-135]
COVA DE
r ol'!.
'"
Repasaremos, ahora, algunos puntos de singular importancia,
empezando por las puntas de flecha. Aunque resultaba manifiesto el
carácter tardío de las puntas de flecha, en relación con la evolución
de las culturas neoUticas, y su adscripción mayoritaria al EneoUtico,
la presencia de algunas de ellas en yacimientos considerados como
del NeoUtico antiguo planteaba los correspondientes interrogantes.
Por otra parte, no era posible precisar el horizonte de su aparición al
carecerse de las necesarias referencias estratigráficas, aunque éstas
existían, como en el propio caso de Dr, o en el de la Cava de En Pardo
(Planes, Alicante). Con todo, basándonos en algunos yacimientos
neoUticos de menor complejidad, con un más reducido conjunto de
materiales, y, de manera especial. en el caso de la Cava de la Sarsa
(Bocairent, Valencia). en el que la errónea atribución de puntas de necha distorsionaba su caracterización, atribulamos un carácter tardío
a los ejemplares de Dr en nuestra primera aproximación al yacimiento , situándolos en los momentos finales del Neolitico o prin cipios del
Eneolitico, y considerándolos exponentes del horizonte hasta el que
llegó la evolución del yacimiento. Ha de tenerse en cuenta que , si bien
encontramos puntas de flecha en algunos yacimientos con cerámicas
impresas cardiales, se trata de yacimientos sin estratigrafia conocida
en los que se documentan, además , otros materiales más tardíos que
no se relacionan con el NeoUtico antiguo , sino que se interpretan como muestra de la pervivencia del yacimiento, en cuyo mismo caso se
encuentran las puntas de flecha .
Ello viene nítidamente expresado por los resultados del Sector J ,
donde tenernos ocho ejemplares: 4 procedentes de las capas 1, 2A Y
2B de J-4; 2 en las capas 2 y 3 de J -5; Yotras 2 procedentes de la capa
1 de J-3. Todos los ejemplares aparecen , pues, en los momentos finales de la secuencia estratigráfica, que, como veremos al valorar el
conjunto de los materiales, parecen responder a cuanto acabamos de
exponer. Téngase en cuenta que, si bien las capas superiores tienen
escaso valor estratigráfico, su total ausencia en los niveles más profundos es decisiva al respecto.
Esta constatación del lugar que ocupan las puntas de necha en la
secuencia del yacimiento es, también, de gran importancia para las
posibles comparaciones con otras secuencias en las que pueda docu mentarse la aparición del tipo, o la generalización de los retoques planos.
Por el momento no resulta factible pronunciarse sobre la tipología
de estas puntas de flecha procedentes de Dr, por no conocerse en detalle su evolución, aunque ninguna de ellas corresponde al tipo de
pedúnculo y aletas prolongadas hacia abajo, consideradas como las
[page-n-136]
'"
B. MARTI
más tardías por ser propias de las capas superiores del poblado de la
Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia) (3). Desta caremos , no obstante, la presencia entre estos ejemplares de Or de la punta núm . 7 de la
capa 1 de J·4 (Fig. 6, núm. 2), fabricada sobre sflex tabular, como 10
demuestra la presencia de c6rtex en sus dos caras. Esta clase de sHex
no parece ser aprovechado en los yacimientos neolíticos y si en los
eneolfticos, siendo abundantes las piezas fabricadas sobre él, por
ejemplo, en el poblado de la Erela del Pedregal, particularmente puntas de flecha de sus niveles medios e inferiores ; también en otrps yaci mientos como la Cava de la Pastora (Alcoi, Alicante) , rico enterra miento múltiple eneolitico, encontramos puntas de flecha fabricadas
sobre esta clase de sílex. La utilización del sflex tabular en el Eneolíti·
ca tiene una clara explicación desde el punto de vista funcional. La
generalización de los retoques invasores y cubrientes, que se produce
por entonces, y que busca la producción de útiles planos, como las
propias puntas de flecha, encuentra en el sflex tabular o lacustre la
materia prima idónea. En este caso no es necesario retocar toda la su perficie de las piezas, ya que no presentan la curvatura propia de las
hojas y lascas de sílex extraídas de nódulo , sino, solamente, conformar su perfil mediante retoques planos u oblicuos.
Una posible lámina -hoz de sílex tabular se menciona en la Cava
Fosca (Ares del Maestre, Castellónl 141, pudiendo suponerse un contexto neoHtico avanzado para ella ; con todas las reservas, también
parece de sílex tabular una lámina con retoque paralelo invasor de
las capas superiores de la Cava de les Mallaetes (Barig, Valencia) (SI.
Pero, con estas posibles excepciones, las placas de sílex tabular son
propias de los yacimientos eneolfticos, en asociación con las puntas de
flecha, como vemos en la Ereta del Pedregal, en Casa de Lara (Villena,
Alicante) (61, o en las cuevas sepulcrales de la Torre del Mal Paso
(Castelnovo, Castellónl (7), o de la Ladera del Castillo (Chiva , Valen-
(3) D. FLETCHER, E. PLA Y E. A. LLOBREGAT: d,a Erela del Pedregal INavarres. Valencia)•. Excavaciones ArqueolOgicas en Espada, 42, Madrid, 1965.
(41 J . APARICIO Y J. SAN VALERO :.d.a Cova Fosca lAres del Maestre, CaslellOn) y el
Neolftico ValencianO-l. PubUcaciones del Departamento de Historia Antigua, 4. Valencia.
1977. pAgo 21.
(51 FORTEA. op. cit. nota 2, pAgo 188, fig . 39. n!lm. 6.
161 J. M. SOLER: cLa Casa de Lara, de Villena (AlIcanle). Poblado de llanura con ceré·
mica cardiab. Saitabi, XI, Valencia, ¡961 , pAgs. 193-200.
(7) F. JO RDA : .. Los enterramientos de la Cueva de la Torre del Mal Paso (Castelnovo, CastellOn de la Plana ". Archivo de Prehistoria Levantina. VII , Valencia. 1955, pégs.
55-92.
[page-n-137]
COVA DE L'OR
IJJ
cia) (8). No debe olvidarse, sin embargo, que en relación con los ini·
cios del EneoUtico y en particular en lo relativo a los niveles profun dos de la Ereta del Pedregal. cabria hablar de un NeoUti co final en
tanto se trata de niveles o de yacimientos de cronologfa pre-metálica"
coincidiendo asi con la terminología usada en otras áreas en las que el
Eneolftico o CalcoHtico coincide con la metalurgia del cobre ; en todo
caso hay que tener en cuenta estas equivalencias entre las distintas
áreas para no confundirse.
En lo que se refiere a las formas geométricas, es notable, como hemos dicho, el predominio de los trapecios. De los 11 geométricos de
J ·4, tenemos 9 trapecios por 1 triángulo y 1 segmento de circulo ;
pudiendo añadirse a los trapecios la truncadura doble retocada
de la capa 8a, aunque su relación longitud/anchura sobrepasa los módulos aceptados comúnmente por la tipología. En J -5 encontramos 12
ejemplares de los que 8 son trapecios, 3 segmentos y 1 pieza rectangu lar, a los que puede añadirse la truncadura de la capa 18, en realidad,
un trapecio con uno de sus lados roto por flexión. La relación entre los
diversos tipos es pareja a la observada entre los materiales del Museo
de Alcoi : 19 trapecios por 4 segmentos y medias lunas, y 2 triángulos;
y también con el cómputo de los sectores H y H·l a H· 5: 139 trapecios
por 21 segmentos y medias lunas, y 7 triángulos.
La escasez de segmentos y medias lunas en Or encuentra su correspondencia en la Cava de la Sarsa, donde sólo se conocen hasta
ahora dos ejemplares, uno de ellos con doble bisel (91. Sin embargo, su
presencia es importante por cuanto la abundancia de segmentos y
medias lunas es un fenómeno asociado a las cerámicas impresas cardiales en Cocina III ; y también en el nivel 6 de Botiquería deis Moros
lMazaleón, Teruel) segmentos y cerá.micas impresas cardiales aparecen juntos y por vez primera en la secuencia del yacimiento (lO).
En 10 relativo a la posición estratigráfica, mientras los trapecios
se distribuyen uniformemente, los segmentos aparecen en niveles medios o inferiores; pero, con sólo tres segmentos en posición estratigrá·
tica segura, no resulta factible pronunciarse sobre ello, aunque acep·
ternos como significativa la posición de estos ejemplares. El triángulo,
procedente de la capa 2A de J ·4, tiene escaso valor indicativo por lo
superficial y exiguo de su presencia.
(81 D. FLETCHER : . La covacha sepulcral de la ladera del Castillo (Chiva l•. Archivo de
Prehistoria Levantina. VI. Va lencia. 1957, págs. 13-25.
191 M. D. ASQUERINO : tCova de la Sana IBocairente, Valencial. AnA
lisis esta dfstico y
ti pológico de ma teriales sin est ra tigrafla (] 971 · 19 741 Papeles de l La boratorio de
•.
Arq ueologia·Saguntu m. 13. Valencia. 1978. pAgs. 99-225 .
• 1101 1. BARANOIARAN : , El EpipaleoU tico geomémco en el B!\io AragólU. XV Congreso
Nacional de Arq ueologia ILugo. 19771. Zaragoza. 1979, pAgs. 125-134.
[page-n-138]
B. MARTI
'"
Con un considerable mayor número de piezas, la distribución de
los geométricos en los sectores H, y H- } a H-3, de acuerdo con Fletcher, era la siguiente:
1
Capa
. ..
Trapecios . . . . . . . . .
Segmentos y
Medias lunas .........
2
3
3
6
6
4
5
6
7
7
7
27
30
10
4
4
3
distribución que conc uerda con la presencia de segmentos y medias
lunas en los niveles medios y profundos.
En lo que se refiere a su morfologia y tecnologia, los geométricos
de Or se 'apartan de los conjuntos mesalíticos, ejemplificados por la
Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia), y de acuerdo con la sistematización de Fortea. A la ausencia de determinados tipos hay que
añadir el desconocimiento de la técnica del microburil. ya que ni aparecen estos ni los geométricos presentan huellas de ápice triédrico.
Ello resulta lógico esperarlo por cuanto los microburiles , exponentes
de una particular tecnología geométrica mesoUtica, son prácticamente inexistentes en el primer nivel cerámico de Botiqueria deIs Moros,
el nivel 6 ; lo que confirma la tendencia expresada por Cocina 111 respecto a Cocina n, y está de acuerdo con las opiniones expuestas hace
años por Jordá y Alcácer a propósito de la Covacha de Llatas (Andilla,
Valencia) (11).
A ello hay que añadir la relativa importancia que en Or tiene el retoque alterno de los trapecios. Esta alternancia del retoque en los lados del trapecio la encontramos en tres de los ejemplares de J -4 y J -5,
pero recordaremos que , por ejemplo, en el caso de los materiales del
volumen primero aparecía en 9 de los 19 trapecios; y ello también
ocurre en Sarsa, entre cuyos materiales sin estratigrafia procedentes
de los trabajos realizados entre 1971 y 1974, llevan retoque alterno 3
de los 12 trapecios inventariados (12).
Un punto de especial actualidad es el del retoque en doble bisel,
ausente entre los geométricos de J ·4 y J -5, excepto el caso de la pieza
rectangular de la capa 2 de J -5, de tipología avanzada.
La posibilidad de que los geométricos con doble bisel fueran preneoliticos era rechazada por su ausencia en los conjuntos de Cocina,
11 11 F. J ORDA y J . ALCACER : cLa Covacha de L1atas (Andilla )J. Trabajos varios del
S. I.P., 11. valencia, 1949.
( 121 ASaUERINO, op. cit. nota 9.
[page-n-139]
c a VA DE L'OR
135
donde sólo se documentaba un triángulo con doble bisel en Cocina IV ,
~oita do Sebastiao, Cabec;:o d' Amoreira, etc.; mientras aparece repre·
sentado en la Covacha de Llatas, en los niveles con cerámicas cardia·
les de Or y Font Majar (Espluga del Francolf, Tarragona) (13), en el
caso antes mencionado del segmento de Sarsa, en algún segmento y
triángulo de Cava Fosca, algún trapecio y media luna de la Cava del
Barranc Fondo (Xa.tiva, Valencia) fl4) , segmentos y medias lunas de
Casa de Lara, etc.; y en algunos otros yacimientos de adscripción neo·
eneolftica como El TITao (Burrlana, Caste1l6nl (15), con segmentos en
doble bisel. Lo cierto es que la frecuencia del doble bisel entre los
geométricos de estos últimos conjuntos es pequeña, como sucede en el
caso de Dr, de modo que «hemos de reconocer que la importancia del
doble bisel es rnfnima en el yacimiento cardial que hoy por hoy mejor
nos puede hablar del Neolftico antiguo del litoral mediterráneo espa·
dol, y en la Cultura de los Sepulcros de Fosa, cuyas fases flDales son
ya decididamente eneolfticas. (16). En efecto, también para los Sepulcros de Fosa el porcentaje de geométricos con doble bisel es muy pequeño, 5 de un total aproximado de 88 (17), Y lo mismo sucede en los
yacimientos valencianos de similar cronologfa, como los niveles inferiores de la Ereta del Pedregal. Dentro de estos problemas se comprende la importancia de los resultados de Botiquerfa deis Moros, de
cuyos indices publicados por Barandiarán se deduce la ampliación de
la cronologfa del doble bisel hasta momentos pre-neolfticos, como su
nivel 4 , equiparado a Cocina TI, con un 19'05%de geométricos con doble bisel, entre los que, por otra parte, faltan los segmentos y medias
lunas que parecen ser los tipos sobre los que con mayor frecuencia se
aplica el doble bisel en los yacimientos neo-eneolfticos.
Entre los útiles fabricados sobre hoja destacaremos , por último,
los perforadores y los elementos de hoz. En el primer caso, aunque los
ejemplares son pocos, especialmente en J -4, su tipologla resulta precisa y su pervivencia a lo largo de toda la secuencia estratigráfica se
comprueba con los tres ejemplares de J-5 . Se trata , por otra parte, de
03) S. VILASECA : . Cueva de la Font Majon . Trabajos de Prehistoria. XXVI, Madrid,
19 69, págs. 117-220.
(14) J . APARICIO: d.a Cova d el Barranc Fondo (Játiva, ValencialJ. XIV Congreso Nacional de Arqueologla (Vltoria. 1975), Zaragoza, 1977 , págs. 141 -150.
(15) N. MESADO : «Yacimientos arqueológicos de Bumana (CastellÓ Archivo de PrenlJ.
historia Levantina. XlI, Valencia, 1969, págs. 177-20 3.
(16) FORTEA. op. cit. nota 2, pág. 458.
(l7) Un triángulo de la fosa 19 de Bóvila Madurell y otro en el sepulcro 2 de Campo Cinzano. Un trapecio en la fosa 33 de Bóvila Madurell, otro en la Sepultura de El VilBrÓ y otro en
el sepulcro 2 de Campo Clnzano. Véase: A. M. MWOZ : «La Cultura neolltica catalana de los
Sepulcros de Foso. Instituto de Arqueologle y Prehlstorla. Universidad. Barcelona, 1965.
[page-n-140]
'36
B. MARTI
un tipo ampliamente representado en los yacimientos neolíticos y
eneoUticos, como en la Cava de la Sarsa, de les Rates Penaes (R6tova,
Valencia). del Barrane Fondo , del Llop (Gandia, Valencia). de les Meravelles (Gandfa, Valencia), del Montg6 (Xavia, Alicante). Casa de Lara, Ereta del Pedregal, etc.
En cuanto a los elementos de hoz destacábamos anteriormente su
importancia como tipo funcional. más que morfológico y técnico. ya
que esta función, atestiguada por la pátina brillante, la encontramos
reflejada sobre muy diversos tipos morfológicos: hojas retocadas , hojas y hojitas con algunas pequeñas extracciones produ cidas por el
uso , truncaduras oblicuas retocadas, e incluso hemos podido comprobar la existencia de fuerte lustre al menos en un trapecio y un segmento de circulo procedentes de Or, Por otra parte, y siguiendo la técnica Semenov (18) , estudiamos los elementos de hoz procedentes de la
Cava de la Sarsa, pertenecientes a las excavaciones antiguas: las partes activas de estas piezas, puestas de manifiesto por el intenso desgaste que da lugar a su pátina brillante caracteristica, indican un tipo
de enmangamiento oblicuo al eje central de estas piezas, y la acomodación del retoque de las hojas, en muchos casos, a este enmangamiento, de manera que en una reconstrucción ideal de las hoces del
yacimiento éstas podrían ser similares al tipo 2 de Monteagudo (191.
Para el caso de los cuadros J -4 y J -5 los elementos de hoz pueden
considerarse abundantes, ya que en conjunto representan más del
15% del total de hojas y hojitas retocadas o con señales de uso , el
12' 50% en J -4 y e12 1'21 % en J -5, abundancia que se corresponde con
la importancia que la actividad agrícola hubo de tener para los habitantes de la cueva,
LA PIEDRA PULIDA
Los útiles de piedra encontrados en J -4 y J -5 no son abundantes,
Tenemos dos hachas y una azuela: cuatro cuentas de collar de diversos tipos : piedras de molino , percutores y plaquetas de arenisca. (Tabla núm. 3 V núm . 41.
Este pequeño conjunto se completarla, en lo que se refiere a otros
objetos de piedra hallados en el yacimiento , con los brazaletes de pizarra o de caliza, algunos decorados con lineas incisas ; colgantes de
tipología variada; anillos , alisadores , hachas o azadas y azuelas de
1181 s. M. SEMENOV: ú'rehistoric Technolog}'J. Methue n and Co., London, 1964.
(191 L. MONTEAGUDO: cHoces de sflex prehistórica u. Revista de Archivos, Bibliotecas
y Museos, LXII, Madrid . 1956, pags. 458-531.
[page-n-141]
CaVA DE L'OR
'"
distintos tamaños, etc., de los que algunos ejemplos fueron dados a
conocer en el volumen primero, pero no se encuentran en el conjunto
aqul estudiado.
Limitándonos a J·4 y J-5 , los objetos encontrados, aunque escasos, resultan significativos. Las piedras de molino encuentran sujusti·
licación en la abundancia de las semillas de cereales y son una prueba más de la estabilidad de la habitación en la cueva, en la que se almacena cereal, se talla el sllex, se fabrica la cerámica, etc. Las plaquetas de arenisca hemos de ponerlas en relación con el pulimento del
hueso y, también , quizás, con la abundancia del polvo de ocre.
Las hachas y la azuela, al igual que los molinos , se consideran ligados a la actividad agrícola, aunque con distinta utilización. Son po cos los ejemplares del Sector J para aventurar una opinión sobre su tipologla evolutiva, y los aqui reseñados proceden, además, de capas
medias o altas. Sin embargo, en Or existe una buena representación
de hachas o azadas de mayor tamaño y de sección elíptica o de tendencia circular, y también encontramos piezas de sección rectangular, asl como pequeñas azuelas, por lo que es de esperar que , en su
momento , permitirá aproximarnos a la evolución de estos útiles. de
los que tradicionalmente se consideran más antiguos los de sección
circular que los de sección rectangular. aunque los encontramos coexistiendo en la mayor parte de las ocasiones. La presencia del pequeño utillaje representado por las azuelas cabe considerarla como un
anticipo de lo que será su proliferación en los poblados eneoUticos. En
este caso no parece que se trate de útiles agrlcolas , relacionados en
mayor o menor medida con los trabajos de desforestación , pero si hay
que asociarlos con un trabajo de la madera que adquirirá su mayor
importancia en los poblados, y no debemos seguir hablando , en consecuencia , de piezas votivas para referirnos a ellas.
Con respecto a las cuentas de collar , tenemos dos discoidales , una
cilíndrica y un fragmento de cuenta o colgante ovalado, con abultamiento en la parte inferior. Esta exigua representación de elementos
de adorno hechos de piedra se corresponde con la abundancia de los
fabricados sobre concha. La gran importancia de los elementos suntuarios es un fenómeno Upicamente neoUtico, no explicable por evolución desde culturas anteriores en nuestros yacimientos, como hemos
expuesto en otras ocasiones. Aunque piedras como la caliza o mármol, la pizarra y otras, son utilizadas con frecuencia para los brazaletes. cuentas y colgantes, no es de extrañar que la concha y el hueso
tengan una mayor importancia como materia prima, atendiendo a
su mayor O menor facilidad de trabajo.
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B. MARTl
El fragmento de colgante ovalado reflejarla esto, en parte, ya que
se trata de un tipo que vemos frecuentemente fabricado sobre concha.
con resultados semejantes. Por otra parte. este tipo recuerda a los colgantes anteriores fabricados sobre dientes. y va a tener una larga perduración hasta llegar al Eneolitico, con muy pocas variaciones.
EL HUESO TRABAJADO
Junto con la cerAmica, la rica industria ósea del Neolitico es uno
de los más claros exponentes de la distancia que existe respecto de los
conjuntos mesoUticos. Como se observa en las tablas-resumen , esta
industria comprende punzones, espátulas, cucharas, discos, anillos .
cuentas de collar y colgantes de diversos tipos. vértebras de pescado
pulimentadas, elc. A ello habría que añadir los tubos fmamente pulidos fabricados sobre diáfisis de huesos largos de aves ; lbs grandes y
robustos cinceles; la~ espátulas con el extremo dentado , destinadas a
la decoración de la cerámica; los di.entes y colmillos perforados; etc .
(Tabla núm . 3 y núm . 4).
Con muy pocas excepciones. la industria ósea neoUtica aparece ex
novo y claramente asociada a los niveles más antiguos, los de las cerámicas impresas cardiales. En efecto, la mayor parte de los objetos
reseñados en este apartado no sólo son desconocidos en los conjuntos
pre-neoUticos , sino que también lo son en contextos más avanzados
del NeoUtico o ya eneoUticos. En el caso del Sector J , especialmente
en el cuadro J -5, que posee una mayor riqueza, puede verse cómo mayoritariamente la industria de hueso corresponde a la mitad inferior
de su secuencia, hecha abstracción del material superficial ; es decir,
a los dos niveles inferiores , correspondientes al V milenio a. de C., de
los que hablaremos en el apartado dedicado a la cerámica .
Hay varias razones por las que, pese a su manifiesta importancia,
la industria ósea ha sido poco estudiada y no disponemos de criterios
sólidos respecto a su evolución; las dos más importantes podrian ser,
de una parte, el tradicional predominio de la cerámica entre los materiales neolíticos y, de otra, la desigual riqueza de la industria ósea en
los yacimientos, de manera que quizás esto último podría explicar lo
anterior. En efecto, en muy contados yacimientos , como la propia Cava de l' Or y la Cova de la Sarsa a nivel peninsular, y algunos otros como el de Arene Candide, si nos referimos al conjunto del Mediterrá neo Occidental, encontramos conj untos importantes de industria
ósea. En la mayoría de los casos, por el contrario , sólo la presencia de
[page-n-143]
COVA DE L'O R
>l.
espátulas y de punzones tiene caráct.er general, siendo muy esporádica la de otros elementos, como ellragmento de cucnara que se menciona en la Cava del Barranc Fondo, los anillos de la Cava del Llop, de
la Cueva de la Garigüela (Pifiar, Granada) o de Las Majolicas (Alfacar,
Granada) (20), la espátula dentada y el canutillo de la Cueva de los
Murciélagos (Zuheros, Córdoba) (21), y algunos pocos más.
En el caso de los punzones, cuya continuidad a lo largo de todo el
Neolitico y Eneolitico es manifiesta, al igual que las espátulas, es posible destacar algunas particularidades en función de su atribución cronológica. Durante el Neolitico antiguo la mayor parte de los punzones
se fabrican sobre metapodios de ovicápridos cortados longitudinalmente y presentan una flna punta de sección circular. A este tipo corresponden la casi totalidad de los encontrados en J-4 y J -5, aunque ,
según lo que sabemos del conjunto del yacimiento, no se trata de un
tipo exclusivo, ni siquiera en los niveles de las cerámicas impresas
cardiales. En efecto, también se encuentran otros punzones que han
sido fabricados sobre huesos de conejo, preferentemente sobre tibias.
y cuya punta está formada por un bisel en la caña del hueso. Sin embargo, este último tipo de punzón es mucho menos abundante en los
niveles antiguos y mayor conforme avanza el Neolitico y durante el
Eneolitico. PQr último, y correspondiendo también a niveles evolucionados, encontramos ejemplares realizados sobre metapodios de ovicápridos con la punta biselada, al poseer la caña entera, como sucede
por ejemplo en la Ereta del Pedregal, donde es notable igualmente la
mayor utilización de las 'astas de cérvidos como materia prima
para la fabricación de espátulas y otros objetos. Sin duda , entre unos
y otros tipos de punzón existen i:liferencias funcionales importantes,
como parece desprenderse de su distinta consistepcia, y como revela
la distinta composición de los conjuntos de materiales según procedan
de poblados o de enterramientos, para el caso del Eneolitico.
Aunque una gran parte de la industria ósea tiene, como puede
verse, una fmalidad ornamental, nos parece de gran importancia el
que también encontremos objetos de utilidad práctica en la vida cotidiana, porque ello puede explicar algunas cosas. Como ornamentales
hemos de considerar las cuentas .de collar y los colgantes; los finos
punzones sobre la mitad de metapodios de ovicápridos, que debieron
ser agujas para el cabello; los anillos, que debieron ser utilizados como tales, como sortijas, si atendemos a la diversidad de sus tamaños
1201 M. S. NAVARRETE : da Cultura de las CUevas con cer!mlca decorada en Andalucia Orientalt. Univenidad de Granada, 1976. 2 vols.
1211 A. M. VICENT y A. M. MU~OZ : da Cueva de los Murciélagos.. Excavaciones Arqueológicas en Espa1la, 77, Madrid, 1973.
[page-n-144]
140
B. MARTI
y decoraciones. entre las que destaca un ejemplar que conserva dos
pequeftas protuberancias esféricas que semejan un engarce, elc. Dotadas de una utilidad práctica hemos de considerar las cucharas; las
espátulas, incluidas aquellas con el extremo dentado a modo de peine
para decorar la cerámica; los robustos cinceles; e incluso los fmos y
largos tubos pulidos. cuyo destino se nos escapa, etc.
Esta dualidad requiere atención por cuanto si bi en los tipos ornamentales pueden variar o desaparecer, en tanto es variable su signifi cación y valoración social, que es lo único que los justifica; es difícil
imaginar lo mismo para el caso de los útiles, cuya desaparición necesitaría de causas menos coyunturales. En este último caso se podrían
plantear distintos modelos explicativos como el suponer un creciente
movimiento del grupo humano que le obliga a regular su cultura material según un criterio de transportabilidad , es decir, prescindiendo
de lo no estrictamente necesario más allá del límite de lo que puede
acarrear, etc.
Sin profundizar en estos problemas, que nos Ilevarlan muy lejos
del comentario a unos materiales, diremos que una explicación verosimil para la evolución de una parte del utillaje óseo neolitico es el
suponer un cambio en su materia prima ; es decir, que parte del utilla je óseo deja de fabricarse como tal para ser sustituido por útiles de
madera.
Ello explicarla el por qué no encontramos en contextos neoliticos
avanzados y eneoliticos determinados útiles como las cucharas, presentes en niveles ricos de cerámicas impresas cardiales. Aunque no
exentos de problemas, dos viejos hallazgos podrian confirmar esto: de
!Jna parte, el cucharón publicado ha ce más de cien años por Góngora,
procedente de la Cueva de los Murciélagos (Albuñol, Granada) (22);
de otra, una cuchara de madera procedente de la Ereta del Pedregal,
recogida en las prospecclones iniciales del yacimiento, de tipología semejante a las de Or, aunque con la pala más ancha y el mango más
corto y nno.
No hay que olvidar, sin embargo, que el trabajo del hueso va a
continuar siendo importante durante la segunda fase neoUtica , posterior a las cerámicas impresas cardiales, como se comprueba en Cava
Fosca; y durante el Eneolitico, en el que vemos nuevos tipos de adornos como los colgantes acanalados , los ídolos planos, etc.
Señalaremos, por último, que es muy frecuente la aparición de
restos de ocre que tiñen los anillos o las apófisis de los punzones, al
[221 M. de CONCORA : .A.ntigüedades prehistóricas de .Andaluclat. Madrid, 1868 , pág.
J 4 . Jig. 17.
[page-n-145]
COVA DE L'OR
lO'
igual que sucede en el caso de las conchas y en la decoración de la cerámica; y también las decoraciones formadas por Uneas incisas o acanaladuras en los anillos o en las espátulas, fragmentos de hueso pianos, etc. Sin embargo, no existen en Dr piezas de hueso decoradas
comparables a las ricas decoraciones geométricas de algunos ejemplares procedentes de la Cava de la Sarsa (2 3).
LOS OBJETOS DE CONCHA
En los inventarios incluidos en el capítulo anterior sólo figuran
aqueIJas conchas que por presentar perforaciones o estar teñidas en
ocre podían ser consideradas como indudables elementos de adorno;
por ello, y para la valoración completa de estos objetos, ha de verse el
trabajo de Acuña y Robles sobre el conjunto de la m·alacofauna.
Ahora nos limitaremos a destacar la abundancia de las conchas
marinas, que unidas a algunos otros restos de fauna marina nos ha blan de la importancia de las relaciones entre los habitantes del yaci miento y la costa, de la que lo separan unos veinticinco kilómetros.
Esta abundancia de los elementos marinos es un fenómeno general,
aun en yacimientos más alejados de la costa ; al igua] que, por ejemplo, la preponderancia de las Columbella rustica entre estos elementos . (Tablas núm. 3 y núm. 4).
En el conjunto que aquí se recoge faltan algunos elementos. como
los anillos de Conus. a menudo teñidos de ocre en su interior, o los pequeños segmentos o lúnulas, que abundan en otros sectores de la cueva. Si n embargo, no hemos visto hasta ahora entre los materiales de
Dr los braza letes de Glycymeris o Pectunculus, considerados como de
cronología neoUtica avanzada y eneolitica.
Como hemos dicho antes, son fre cuentes las cuentas de collar o
colgantes de perfil elíptico, a menudo con un abultamiento en su parte
inferior. Por contra , entre los elementos que menos representados hemos visto en el conjunto de los yacimientos neolíticos, destacaremos
las cuentas de collar hechas sobre la parte superior de un Conus, de
las que existen algunos ejemplos en la Cava de la Sarsa, además de los
procedentes de Dr.
No cabe duda que existe un cambio en las especies de moluscos
aprovechadas por el hombre según los distintos períodos y que su conocimiento pormenorizado sería de interés.
[231 J . SAN VALERO : da Cueva de la Sarsa (Bocairente, Valencial_. Trabajos Varios
del S.LP .. 12, Valencia . 1950.
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142
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Tabla 4. Objetos de piedra. hueso y concha. Cuadro J -5 _
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[page-n-148]
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B. MARTl
LA CERAMI CA
Los hallazgos cerámicos plantean problemas especificas en lo que
se refiere a los criterios que han de seguirse para su valoración. Inde pendientemente de los problemas comunes a los restantes ma teriales.
que derivan básicamente de las pequeñas dimensbnes del área que
estudiamos, la cerámica ofrece dificultades adicionales en lo concerniente a la unidad de comparación : según consideremos el número de
los fragmentos o el tamaño de su superfi cie; la posible correspondencia, o no , a un mismo vaso, de diversos fragmentos; la asociación de
varias técnicas decorativas sobre una misma pieza; etc.
Estos problemas desaconsejan la simplificación de una s tablas-resumen como las aqui expuestas(Tabla núm. 5 y 6), que deben tomarse
como una aproximación necesitada de múltiples matizaciones. y hacen necesario el estudio pormenorizado de los inventarios y de la correspondiente parte grAfica. Téngase en cuenta que, por ejemplo. hay
ocasiones en las que un elevado número de fragmentos . por perten ecer a un mismo vaso, figuran con el valor de una unidad en la tabla;
al contrario, un pequeño fragmento en el que se asocien decoraciones
impresas e incisas figurará tambi¿n con el valor de una unidad. pero
en dos columnas distintas de la tabla, resultado de la descomposición
de ]a decoración en la forma analítica propuesta . En este último caso
el problema seria resoluble sustituyendo la tabla de motivos decorati vos elegida por la real. es decir, por aquella en la que figuren no sólo
las técnicas decorativas simples sino también las múltiples asociaciones que puedan presentarse, como se hace para el caso de los cordones decorados; pero esta fa cilidad en la solución no es extensible a los
demás problemas planteados. por lo que hemos preferido no operar
sobre los datos consignados en las tablas. que son orie ntativos. y, en
consecuencia, no deternernos en la consideración de porcentajes de
las decoraciones.
El número total de fragmentos por capa puede ayudar a valorar la
importancia relativa de los fragmentos no decorados ; también , y para
evitar la ambigüedad en la medida de lo posible, hemos indicado en
los inventarios la superficie de los fragmentos atipicos.
Sin duda . un estudio del material cerámico al modo del que ha
realizado GaUart para el cuadro J -4. y del que expone un avance en el
capítulo correspondiente de este volumen. obviarla algunas de estas
cuestiones al permitir agrupar los fragmentos que puedan pertenecer
a un mismo vaso , con lo que poseeríamos una unidad de comparación
válida. Ha de tenerse en cuenta que la superficie de los fragmentos
puede resultar también engañosa ya que , en defmitiva y por poner un
[page-n-149]
COVA DE L'OR
145
ejemplo, idéntico valor tipológico tienen para nosotros las pequeñas
botellas con decoración impresa cardial que los grandes vasos decorados con cordones, pese a la manifiesta disparidad de sus respectivos tamaños . Con todo, y como ahora trataremos de ver, aun reconociendo lo dificil de la cuantificación de los datos cerámicos y de su expresión, la existencia de cambios cuantitativa y cualitativamente importantes, ilustrativos de la evolución seguida por el yacimiento, no
puede negarse .
En este sentido, centrándonos ya en el comentario estratigráfico,
empezaremos destacando los resultados obtenidos por Gallart en el
estudio de las cerámicas de J -4, realizado mediante técnicas de difractometria de Rayos X y microscopia; de ellos se desprende, por
ejemplo, que los fragmentos de cerámica en los que los cristales de
calcita aparecen como desengrasante de su pasta, só lo se encuen tran en las capas una a cinco del cuadro estudiado y, esporádicamente, en la capa seis, pero no en las inferiores. El estudio de la tecnología
cerámica confirma, pues, 10 apuntado por los estudios tipológicos de
la forma y la decoración, tanto en lo que se refiere a la existencia de
distintos horizontes evolutivos, como en lo relativo a la homogeneidad
cultural y cronológica de los conjuntos de materiales. En el caso concreto de estas cerámicas con cristales de ca lcita. la datación de la
capa 6, 4.030 + 260 a. de C., sitúa su límite cronológico máximo en la
transición del V al IV milenio.
De manera general. las características de los materiales cerámicos de J -4 y J -5 confirman la secuencia propuesta ya en anteriores
ocasiones para la Cova de rOr y, de manera particular, el que las cerámicas impresas cardiales no se prolongan durante toda la estratigrafia del yacimiento, tal como en su día adelantara Fletcher (241; en
efedo, vemos aquí cómo las cerámicas con decoración impresa ca rdial correspond en fundamentalmente a la fa se inicial del Neolítico, lo
que comunmente llamamos en la bibliografia peninsu lar NeoHtico an tiguo y que, para el caso de los yacimientos valencianos, hemos deno minado recientemente como Neolítico tipo Or (25).
Este es un punto de gran importancia en el que conviene detenernos : ¿hasta cuándo perduraron las cerámicas impresas cardiales en
los yacimientos peninsulares? Conforme avanza el estudio de nuestros
yacimientos resulta más evidente que no podemos seguir mantenien do la hipótesis tradicional según la cual tras la unidad que ofrece el
124 ) FLETCHER. op. cit. nota 1.
125) B. MARTI : m) Neolltico de)a Península Ibérica . Estado actual de los problemas relativos al proceso de neolitizaci6n y evoluci6n de las culturas neolfticaSJ. Papeles del Laboratorio de Arqueologla-Saguntum. 13. Valencia. 1978 . pAgs. 59·98 .
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'46
B. MARTI
Mediterráneo Occidental durante el Neolftico antiguo . caracterizado
por las cerámicas impresas, y a diferencia de lo que sucede en la
Península Italiana y en el sur de Francia , en la PenInsula Ibérica se
produce una perduración de esta cultura hasta el Eneoliti co. con la
excepción de la Cultura de los Sepulcros de Fosa, en Cataluña. y de la
Cultura de Almerja, ambas atribuibles al Neolitico final.
Sin duda, la unidad que ofrece el Neolftico antiguo en el ámbito
del Mediterráneo Occidental durante el V milenio a. de C. tien de a
desaparecer con la transición alllamaclo Neolítico medio de los autores franceses e italianos, que supone cambios profundos respecto al
a nterior . Estos cambios son patentes en Italia. donde las influencia s
provenientes de los Balcanes aportaran a la zona m eridional la flora ción de las cerámicas pintadas ; mientras, en la parte septentrional. la
influencia danubiana nos ofrece el complejo de los vasos de boca cuadrada , de las pintaderas y de los ¡doJillos de arcilla , tal como 10 vemos
en la estratigrafla del yacimiento ligur de Arene Candide.
No ocurre lo mismo en el sur de Francia donde la transición del
Neolítico antiguo al medio, es decir, la transición entre el ll am a do
Epicardial y la cultura Chasseense, presenta lagunas y dificultades ,
de las que es exponente el intento de establecer un horizonte intermedio, como es el caso de la llamada cult ura de Montbolo, sobre la que
ya expresamos nuestras reservas ; pero, en todo caso, también aquí
queda suficientemente perfilada la vigencia de las cerámicas impresas.
Estas dificultades son mayores en el caso de la Península Ibérica,
emanadas de la carencia de estratigrafias bien estudiadas para estos
períodos, y es por ello que la teoría de las perduraciones ha tenido , y
aún conserva, una cierta vigencia. Pero evident~mente hoy resulta
posible contemplar dos horizontes principales dentro del Neolltico peninsular, el segundo de los cuales aleja las cE!rámicas impresas car diales de los inicios de la metalurgia. y aún m ás, este segundo horizonte, cuyos momentos [males podrían ser los niveles cerámicos del
abrigo de Verdelpino (Cuenca), fechados en los últimos siglos del IV o
principios del III milenio a. de C. (26), o los niveles inferior es del poblado de Los Castillejos (Montefrlo, Granada) (27), podría dar paso a
la consideración de unas culturas del Neolitico [mal, si entendemos
126) M. FERNANDEZ·MIRANDA y A. MOURE: d:1 Abrigo de verdelpino ¡Cuenca!. Un
nuevo yacimiento neoUtico en el interior de la PeJÚllsula lbériclU. Noticiario Arqueológico
HispAnico. Prehistoria. 3. Madrid, 1975. págs. 191 -236 .
.27) A. ARRIBAS Y F. MOLINA : d:l poblado de Los Castillejos en las Pe!'!.as de los Gita·
nos tMontorno, Granada)_. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Gra nada. Serie
Monográfica, 3. 1979.
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CaVA DE L'OR
por éstas a aquellas que son inmediatamente pre-metálicas, o bien enlazar con el Eneolftico si seguimos manteniendo los esquemas actuales en los que, según la tradición investigadora de las distintas áreas,
empezamos a considerar como eneolfticos niveles que son clar amente
anteriores a la aparición de los primeros objetos metálicos ; en esta
última consideración del NeoUtico flnal englobaríamos a los Sepulcros
de Fosa catalanes,
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No hay razones importantes para suponer que en el litoral mediterráneo español, a diferencia de lo que sucede en el caso francés o italiano, la cultura de las cerámicas impresas perdura durante mu cho
tiempo. Aunque las mejores evidencias proceden hasta el momento de
la zona andaluza , también hay indicios claros para el PaIs Valenciano
o Catalut1a, donde no parece posible atribuir una antigüedad suficiente a la Cultura de los Sepulcros de Fosa como para cubrir el lapso ero . nológico que corresponde en las otras áreas a esta segunda fase neolitica y que anteriormente se atribuía a la perduración del Neolítico de
las cerámicas impresas.
En el caso de la Cava de l'Or, todo ello coincidiría con la ausencia
de cerámicas impresas cardiales en las capas 3 y 4 de J-4, y en las capas 3, 4 Y 5 de J -5, así como su muy escasa representación en las capas inmediatamente subyacentes a las anteriores; de este modo, ha sta la capa 4 ó 5 de J -4 , y hasta la 6 ó 7 de J -5, podemos definir un primer horizonte que vendría a coincidir con los dos primeros estratos,
singularmente con el segundo, dado el escaso valor estratigráfico que
ha de atribuirse al superior en un yacimiento con tan importante remoción y trasiego de materiales. El Estrato lII. que sólo está representado en el cuadro J -4, correspondería a su lími te inferior en di cho cuadro .
Este primer nivel del yacimiento serfa posterior al 4.030 a. de C.,
fecha obtenida para la capa 6 de J -4, y, teniendo en cuenta la tipología de sus materiales, hecha excepción de aquellos que por exceso o
por defecto no corresponden a este nivel y que aparecen en las primeras capas', creemos que ha de encuadrarse a lo largo del IV y primeros
siglos del III milenio. Como privativas de este primer nivel destacare mos las cerámicas con superficies peinadas y las dt: decoración esgrafiada ; como los grandes ausentes, las cerámicas impresas cardiales
que , de acuerdo con la datación del C.14, tienden a desaparecer con
el fmal del V milenio.
Por lo que se refiere a las cerámicas con superficies peinadas, ya
en 1945 , Pericot, refiriéndose a la Cueva de la Cocina, hablaba de las
que podían ser «las primeras cerámicas peninsulares de formas sencillas y decoración rayada, con tipos de surcos diversos y de relieves incisos,. (28 ); pero la valoración de esta cerámica, tal como se plantea
hoy, será hecha por Fortea en relación con su horizonte Cocina IV, situándola en los momentos fmales del Neolitico y en el Eneolftico, de
acuerdo con lo observado en yacimientos como la propia Cueva de la
(28} L. PERICQT: ..La Cueva de la Cocina {Dos Aguas} •. Archivo de Prehistoria Levantina. n , Valencia. 1945. pág. 6 1-62.
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150
B. MARTI
Cocina, Cava de les Mallaetes, Casa de Lara, Ereta del Pedregal,
etc. 1291.
A partir de este pronunciamiento ha ido incrementándose notablemente el número de yacimientos en los que se constata su presencia, aunque ello no guiere decir que se haya logrado una deftnición
más precisa de su atribución cultural y cronológica, ya que en este
punto incide el propio desconocimiento general de las cerámicas del
NeoUtico fmal ylo de las eneoUticas.
En los últimos años, Asquerino ha dado a conocer algunos yacimientos con cerámicas peinadas, como la Coveta EmparetA (Bocrurent, Valencia), Cava del Moro (Agres, Alicante), y también de la Cava
de la Sarsa, destacando la asociación de las cerámicas cardiales y de
las peinadas en estos yacimientos y, muy especialmente, la presencia
de un fragmento de cerámica procedente de la Sarsa con decoración
impresa cardíal en el exterior y superficie interior peinada, lo que se
interpreta como prueba de la perduración de las cerámicas impresas
cardiales hasta los inicios de la metalurgia (30). Ello nos parece muy
improbable, como acabamos de exponer, especialmente en el caso de
Sarsa, donde es notable la carencia de algunos materiales que no faltan nunca en yacimientos de tal cronologia, cual es el caso de las
puntas de flecha de sHex de retoque bifacial, como ya indicábamos en
el primer volumen de esta publicación (31). Pero, además, hay que decir que ni siquiera puede afIrmarse esta cronología tan reciente para
las propias cerámicas peinadas que están escasamente representadas
en las cuevas de enterramiento eneollticas, como expone Llobregat
(32), y en la propia Ereta del Pedregal : no debemos olvidar que parte
de las cuevas de enterramiento eneolfticas son de cronología pre-metálica , al igual que los niveles medios e inferiores de la Ereta del Pedregal donde sólo hay presencia de útiles de cobre en los niveles supefi.ores (33), Con todo, y a pesar de que la asociación de ambas especies
de cerámicas no está documentada con entidad en niveles estratigráficos bien deftnidos, la mayor dificultad para pronunciarse sobre estos problemas radica en la necesidad de definir con mayor precisión
(29 ) J . FORTEA : «La Cueva de la Cocina. Ensayo de cronologla del Epipaleolftico (facies
geométricalt. Trabajos Varios del S.I.P., 40, Valencia, 1971.
(301 AsaUERINO, op. cit. nota 9.
(311 B. MARTI, con la colaboración de J . M. SEGURA Y R. PARDO : . Cova de I'Or (Beniarrés, Alicante). Vol. 1». Trabajos Varios del S.I.P., 51. Valencia, 1977 .
(32) E. A. LLOBREGAT: .Nuevos enfoques para el estudio del penodo del Neolltico al
Hierro en la Región Valenciana». Papeles del Laboratorio de Arqueologla, 11 , Vale ncia, 1975,
pAgs. 119· 140.
(33) FLETCHER. PLA y LLOBREGAT. op. cit. nota 3.
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COVA DE L'OR
15'
lo que se entiende por peinado o superficie peinada, porque en muchos casos resulta dificil inclinarse en sentido afirmativo o negativo.
En primer lugar, hay que distinguir entre las cerámicas peinadas
y el arrastre o raspadQ cardial, definido ya por Colominas y San Valero como la impresión dejada por el arrastre de la parte exterior de
una concha sobre la superficie blanda del vaso. Pero, sobre todo , hay
que tener en cuenta que, en muchos casos, las cerámicas peinadas lo
son tanto en·su superficie exterior como en la interior, lo que obliga a
plantear la posibilidad de que se trate de una forma del acabado de
los vasos y no de una técnica decorativa. Posibilidad que concuerda
con el desconocimiento de la forma de sus vasos , de sus motivos decorativos, etc. A nuestro modo de ver, en la mayor parte de las ocasiones, el peinado de estas superficies no seria más que las huellas del
alisamiento, y, sólo en muy contados casos, tendríamos asociada una
cierta intención decorativa, como sucede justamente en algunos de
los ejemplares aquf presentados. Téngase en cuenta, además , que en
un porcentaje elevado las superficies peinadas se asocian a fragmentos de cerámica con desgrasante de gran tamaño y abundante, y superficies poco cuidadas ; 10 que no corresponde a las caracterlsticas
del conj unto de las cerAmicas impresas.
Ello no es razón para disminuir la importancia del tipo, ni predetermina su cronología , pero sí explica la dificultad que podemos encontrar a veces para pronunciarnos sobre la existencia o no de una
superficie peinada, o sobre las huellas del alisamiento de esta superficie, ya que en muchos casos ello se reduce a una pequeña serie de lineas tenuamente incisas sobre fragmentos atípicos.
Como prueba de la atención que debemos prestarle, tengamos en
cuenta que, además de los yacimientos mencionados, está representado en muchos otros casos como la Cava del Barranc Fondo, Cava del
Llop, de les Rates Penaes, de les Meravelles, del Garrofer, de En Pardo , etc., de todas las cuales se conocen materiales de muy diversa
cronología, entre ellos cerámicas con decoración impresa cardial. Pero también se encuentran cerámicas peinadas en yacimientos eneoUticos , donde están ausentes las impresiones cardiales, como en el poblado antes mencionado de la Ereta del Pedregal o en la Cava Bernarda IGandía, Valencia). de la que se conocen enterramientos eneoUticos con materiales similares a los de la Ereta del Pedregal, o en los
fondos de cabaña de la Caseta del General (Bélgida, Valencia).
Tratamiento de superficie o decoración, por concordancia con un
mayor número de evidencias nos inclinamos en favor de una presencia de este tipo, aunque esporádica y en las condiciones expuestas, en
niveles anteriores al Neolítico final, como podría ser el caso de los dos
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>5,
B. MARTI
fragmentos señalados en las capas más profundas de J -5, y no , por
idéntica razón , a hacer perdurar las cerámicas impresas cardiales .
De todas maneras, hay que prestar una atención especial a las escasas referencias estratigráficas con que contamos. como es el caso de
Or en donde resulta manifiesto que este tratamiento de superficie o
decoración es característico del nivel superior de los cuadros J -4 y J 5, o es el caso de los yacimientos eneolíticos mencionados.
Con las naturales reservas , terminamos este comentario refiriéndonos a la Cueva de la Carigüela, en la que Navarrete señala la presencia de fragmentos de cerámi ca con arañazos, que podemos considerar similares al peinado : «arañazos producidos mediante golpes de
espátula o de punzón sobre la arcilla tierna» o «arañazos producidos
mediante el arrastre por la superficie blanda de un a escobilla, o un
instrumento semejante» (341. En la secuencia estratigr áfica de aquel
yacimiento estos arañazos aparecen a partir del estrato VIII del área
G, considerado como perteneciente al Bronce l . y del estrato V del
área D. atribuido al Neolitico fm a!.
Por todo ello. y mientras futuros trabajos determinan si nos encontramos en presencia de una decoración o de un tratamiento de superficie. para nosotros el espectro cronológico de este tipo cerámico
coincidiría con el propuesto inicialmente por Fortea, Neo liti co final Eneolítico, considerando más factible verlo representado espor ádicamente en niveles de mayor antigüedad, que no el utilizarlo para hacer
descender la cronología de otros tipos mejor definidos.
Siguiendo ahora con los materiales más característicos del primer
nivel , hemos de r eferirnos a las cerámi cas con decoración esgrafiada
que, aunque escasamente representadas, son elementos de gran importancia.
A los dos fragmentos que procedentes de la capa 2 B de J -4 y de la
capa 2 de J -5, respectivamente, se incluyen en los inventarios, hay
que añadir otros dos fragm entos recogidos en la superficie del yaci(34 )
NAVARRETE. op. cit. Ilota 21.
Sin du da. lo que aqul denominamos cerámicas peinadas no coincide siempre COIl lo
que en Olras ocasiones se lla ma n decoraciones peinadas o de peine. según se des prende de las
correspond ientes descripciones e ilustraciones. Un ejemplo reciente es el del yacimie nto
fraucés de la isla Corrége. en Port·Leucllte. en donde aparece n deco raciones ~i n adas. aso·
ciadas a impresiones cardiales y de instrume nto. En este ca so se trata de una decoración induduble. no do un tratamiento de la superficie del vaso. y se relacionarla con nuestro raspado
o arrastre cardia!. quedando muy lejos de l fi nal del Neolitico, como senalo Montj ardin. Véase
A. FRE ISES. R. MONT JARDlN y J. GU ILAINE : . Le gisement cardial de )'fle Corré ge a PortLeucllla IAudal. Note préliminaire•. Congrés Préhistorique de France. XX II session, Provence
119741 . 1976. págs. 277 -294. y R. MQNT J ARDI N: . Fiche Bibliographiq ue J. Bullelin dc la "'cderalion Archéologlque de J' Hera ull. 1979. n.· 2. Séta, s. p.
[page-n-157]
COVA DE rOR
15'
miento. Estos cuatro fragmentos de Or presentan una notable semejanza en su forma y decoración, aunque corresponden a vasos distintos, semejanza que se extiende a la mayor parte de los ejemplares con
decoración esgrafiada que conocemos en los yacimientos valencianos.
como vamos a ver.
La decoración esgrafiada presenta gran similitud con parte de las
decoraciones incisas. con aquellas de trazo más fmo , de las que se diferencia por haber sido realizada después de estar seca la superficie
de los vasos; esta similitud puede haber sido causa de que decoraciones esgrafiadas hayan sido incluidas entre las incisas. sin más especificaciones, como expusiera Navarrete al comentar la exigüidad de su
representación en los materiales neolíticos peninsulares. entre los
que sólo recordamos las cerámicas con decoración grabada señaladas
por Pellicer en los estratos X y XI del área G de la Cueva de la Carigüela, atribuyéndolos al Neolltico final (35).
En los últimos años, este panorama ha cambiado. ligeramente al
darse a conocer algunos ejemplos. como los procedentes de la Coveta
EmparetA y de la Cava de la Sarsa, por parte de Asquerino , que los
considera propios del Neolítico final-Eneolítico; igualmente, por parte
de Navarrete, que sitúa algunos fragmentos esgrafiados procedentes
de la Carigüela y del yacimiento de Las Majolicas (Alfacar, Granada)
en la transición del Neolítico inicial al medio , según su sistematización del Neolitico de Andalucía Oriental, indicando el interés de sus
paralelos extrapeninsulares; y también por Cabrero, con sendos ejemplares procedentes de la Cueva del Gato (Benaoján, Málaga) y del tholos de la Zarcita (Santa Bárbara de Casa, Huelva). A 10 que hemos de
añadir los trabajos de excavación llevados a cabo por Acosta y Pellicer en la Cueva de la Dehesilla (Algar, Cádiz), en la Que se anuncia
una importante presencia de estas cerámicas esgrafiadas o grabadas
(36). Por nuestra parte, en la revisión de los materiales neollticos va lencianos hemos encontrado esta decoración , aunque escasa, en un a
docena de yacimientos y entre materiales que generalmente procedjan de excavaciones antiguas.
1351
NAVARRETE. op. cit. nota 21.
M. PELLlCER : t EI Neolllico y el Bronce de la Cueva de la Carigüela de Pinar (Granadal •. Trabajos de Prehistoria . XV. Madrid, 1964.
(361 R. CABRERO : da Cueva de Gato.. Caja de AhOrTOS de Ronda. 1976. Lim. XVI.
num o 2.
R. CABRERO : _Ce rámica inédita del Tholos de la ZarcitlU. Huelva arqueolOgLca ,
IV. Huelva , 1978. págs. 361 -364 .
P. ACOSTA : I Mesa Redonda sobre a Pré e a Proto-HislÓria do Sudoeste Penins ula r. SetÚbal. 26 a 29 de mayo de 1979.
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15.
B. MAP.TJ
A nivel del Mediterráneo Occidental las cerámicas con decoración
esgrafiada estén bien representadas en las culturas del Neolítico medio italiano, donde las vemos asociadas a las cerámicas pintadas en la
zona meridional y formando parte del complejo de los vasos de boca
cuadrada en la parte septentrional, como en la estratigrafia de Arene
Candide expuesta por Bernaba Brea (37) ; y también las encontramos
en el Chasseense meridional francés. Por otra parte. las nuevas excavaciones en el yacimiento de Arene Candide han aportado mayor precisión sobre su inicio al delimitarse un estrato intermedio entre las cerámicas impresas del Neolítico antiguo y el horizonte de los vasos de
boca cuadrada, caracterizarlo justamente por estas cerámicas con decoración esgrafiada.
Por ello, la valoración que hagamos de estos fragmentos encontrados en Or ha de incidir en una doble dirección: la constatación de
la presencia de este tipo en los yacimientos próximos, lo que equivale
a establecer su generalidad en los yacimientos peninsulares, y la valoración que esta presencia sugiere en el contexto del Mediterráneo Occidental.
Los cuatro fragmentos de Or poseen una decoración semejante
basada en el motivo de las líneas quebradas ; motivo que se repite en
la mayor parte de los ejemplares conocidos, como en la Cava del
Montgó, de les Mallaetes, de les Meravelles. de la Sarsa, Coveta EmparetA, Cava de En Pardo y Cueva de la Cocina (38). Otras decoraciones esgrafiadas las hemos visto en algunos fragmentos de Sarsa y
Montgó , y también en la Cava del Barranc Fondo, Cava de la Recambra IGandfa, Valencia) y Casa de Lara. Por último, se menciona la presencia de cerámicas con decoración esgrafiada en la Cava de la Solana de l'Almuixich (Oliva, Valencia), sin más especificaciones (39 ).
A la gran semejanza de los motivos decorativos en la mayor partede los casos, hay que añadir la forma de los vasos, en aquellos que
puede adivinarse: tres de los fragmentos de Or poseen carena, uno en
EmparetA, en Mallaetes, Meravelles, Montg6 , etc. , que nosotros hayamos podido ver ; en todos los casos se trata de vasos con paredes fmas
y superficies bien bruñidas.
137) L. BERNABO BREA : cGli scavi Delia Caverna delle Arene Candide. Parte I. Cli stra·
ti con ceramicbeJ. Yol. I. Bordigbera , 1946 ; Yol. 2, Bordigbera. 1956.
138) Mi agra decimiento a E. A. LLOBRECAT y a J . FORTEA por las noticias referentes a
las cermicas esgrafiadas de la Cova del Monta6 y de la Cueva de la COcina, respectivamen·
Candla. 1977. págs. 69-76.
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156
B. MAI\TI
En la figura 62 presentamos algunos ejemplos, que unidos a los
dos incluidos en los inventarios (Fig. 32, núm . 11 y Fig. 46. núm . 11 1,
a los de Empareta y Sarsa. publicados por Asquerino (40), y al fragm ento de Mallaetes, por Fortea (41). muestran la tipologla de esta cerámica en el estado actual de la investig ación . En la figura 62, los
núm. 1 y 9 proceden de la Cava del Montg6; el núm . 2, de Manaetes ,
materiales recuperados por Jornel en 1931 : los núm . 3. 5 Y 8. de Sarsa, materiales de las excavaciones de Ponsell (el núm . 8 presenta decoración de pequeñas punzadas y parece corresponder al mismo vaso
que uno de los fragmentos publicados por Asquer ino); el núm . 4, de
Meravelles, excavaciones realizadas por PIa en 1953; y los núm . 6 y
7. de Dr, sin procedencia determinada. Mención a parte merece e l
fragmento de la figura 63 , procedente de la Cava del Montgó, en ra zó n de su clara atribución eneolíti ca, de acuerdo con los abundantes
paralelos peninsulares de su forma y motivo decorativo.
Esta buena representación de la cerámica esgrafiada y su relativa
uniformidad tipológica pueden considerarse como sorPrendentes y
muestran el interés que ha de tener su estudio, especialmente de cara
a los futuros trabajos de excavación. Pero, por el momento, no es mucho lo que podemos decir de ella en orden a su atribución cultural y
cronológica, y tampoco el caso de Or aporta precisiones al respecto
por cuanto las capas superficiales del Sector J no 10 permiten, hecha
excepción de su posterioridad a la primera fase neolitica y de que en
términos de cronología absoluta no remontaría los momentos fmales
del V milenio a. de C., teniendo en cuenta la fec ha de la capa 6
de J -4.
Por 10 que se refiere a sus paralelos extra peninsulares, los mejor
conocidos corresponden a las culturas del Neolftico medio y final italiano, y ello nos conduce a planteamientos en cierto modo olvidados
durante los últimos años entre nosotros , es decir, a una revalorización
de las relaciones internas en el Mediterráneo Occidental durante todo
el Neolitico y, en consecuencia, a la necesidad de no considerar cada
yacimiento como una aventura solitaria; no siendo la menos importante de las implicaciones que esto tiene el problema de la cronología.
No vamos a detenernos en una exposición pormenorizada de la
problemática de las cerámicas esgrafia das y de su tipología en los yacimientos italianos y franceses, porque escapa a lo que corresponde a
140) ASOUERIN O, op. cit. nota 9, fig. 45 Y num o 18 51 de la fig. 43. También M. D. ASaUERINO ; .Coveta Emparetb. Noticiario ArqueolOgico Hisp4nico, Prehistoria, 3. Madrid ,
1975, p4gs . 118-188, fig . 18, num o 4-6.
1411 FORTEA, op. cito nota 2 , fig . 27, n umo 2 .
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CaVA DE L'OR
'57
estos comentarios y, sobre todo, porque las diversas posturas y principales datos han quedado recogidos en la publicación del coloquio de
Génova sobre la cerámica esgrafiada en el Neolítico del Mediterráneo
centro-occidental (42), En aquella ocasión, Tiné se preguntaba acerca
de la~ relaciones entre la Peninsula italiana, la Francia meridionaL
Córcega, Cerdeña y la costa oriental española después del Neolítico de
las cerámicas impresas, planteando la posibilidad de una koine culturalo de relaciones comerciales en el Mediterráneo durante el Neoliti ca medio ,
Ciertamente la diversidad que ofrece este ámbito desde finales del
V milenio a, de C. es considerable en comparación con el mundo de las
cerámicas impresas. Pero tampoco puede negarse que, al menos , estos contactos hubieron de existir, aunque no encontremos obsidiana
en nuestros yacimientos , y aunque tengamos que valorar algunos elementos escasos como las propias cerámicas esgrafiadas que ahora
nos ocupan, o aquellos hallazgos mencionados tradicionalmente como
el vaso de boca cuadrada de Río Deva (Torrealta, Valencia) (43) y
otros similares encontrados en la Peninsula, o las cerámicas pintadas
de la Cava del Montgó.
Si atendemos a la cronología de las cerámicas esgrafiadas en el
ámbito mediterráneo, los paralelos italianos, especialmente los últimos resultados alcanzados en Arene Candide, remontan sus ini cios a
los últimos siglos del V milenio a. de C., de acuerdo con las dataciones
del C.14, siendo anteriores a la aparición de los vasos de boca cuadrada. Su perduración es variable según las diversas áreas, desde los mediados del IV milenio en Arene Candide, hasta llegar a los primeros siglos del III milenio en yacimientos de la Italia meridional. Como se
ve l este amplio espectro cronológi co, en el que caben también holgadamente las fe chas atribuidas al Chasseense, y que comprende desde
el Neolftico medio a los inicios del Eneolítico, no ofrece dificultades en
el caso de nuestros yacimientos, sin que por el momento consid eremos oportuno plantear mayores precisiones o paralelos más estrechos.
Un amplio espectro que comprendiera desde los primeros siglos
del IV a los mediados del III milenio a. de C. se ajustaria bien a los datos que ha sta ahora tenemos en nuestros yacimientos. Su posible du ración hasta el pleno Eneolítico concordaría con la tipología y motivo
(42 ) S. TINE (Coordinamento); «La ceramiche graffite nel NeoUtico del Mediterraneo
centro-occidentale•. Preistoria Alpina, 13, TrenLO, 1977. págs. 1-82 .
1431 D. FLETCHER ; . Un vaso de boca cuadrada de la Provincia de valencia.. VI Congreso Nacional de Arqueologla (Oviedo, 19 56), Zaragot.8, 1961. pégs. 82-85.
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B. MARTI
decorativo del fragmento de la figura 63 ,> encontrado en la Cava del
Montgó , y con su presenCia en la Cava de la Solana de ¡'Almuixich , en
la que se habla de enterramientos colectivos con materiales como
puntas de flecha , un colgante acanalado. etc.; aunqu e en este mi smo
yacimiento también se mencionan cerámicas con decoración incisa. y
es vano el intentar precisar hasta tanto no se publiquen sus materia les. Sin embargo, su presencia en Sarsa sería un dato fav orable a situar su cronología en la segunda mitad del IV milenio. sino antes, da das las peculiaridades y las ausencias que presenta este yacimiento.
si bien el que se trate de formas carenadas en un porcentaje tan alto
hace que tampoco podamos suponerle una cronología más elevada
por ser estas formas prácticamente desconoci das en los contextos
neoliticos. Sobre todos estos problemas hay que espera r , pues, a los
futuros trabajos.
Siguiendo con la estratigrafia de los cuadros J·4 y J-5 , la aparición de las cerámicas impresas cardiales marca el inicio del segundo
nivel que nosotros hemos distinguido , y que comprenderla desde las
capas 5 ó 6 de J -4 , y desde la capa 7 de J -5 ; esto es, desde el estrato
nI hasta el fInal del estrato IV , fInal que debido al buzamiento hemos
de englobar en una banda que comprenderla las capas lOa 13 de J -4
y las 14 a 17 de J -5 . De modo más preciso, el contacto entre los estratos IV y V, o lo que es lo mismo, entre el segundo y el tercer nivel en la
evolución del Sector J , vendrla señalado por las capas lOb, 12a y 13a
de J -4, y por la capa 15 de J· 5. Téngase en cuenta que en este último
cuadro J · 5, su parte más septentrional corresponde al testigo, cuyo
tramo superior fue destruido en gran parte, de modo que en sus primeras capas, las que podrían pertenecer al estrato IV en virtud de su buzamiento, sólo contabilizamos dos fragmentos de cerámica decorados .
Con este segundo nivel llegamos a los tipos cerámicos bien conocidos ya dentro del Neolítico y, por ello, aquí los problemas son más de
interpretación, de atribución cultural y cronológica, que propiamente
tipológicos. Junto a las cerámicas impresas cardiales, incluidas en
ellas las de arrastre o raspado cardial, existe una buena representación de impresiones no cardiales producidas por instrumentos dentados como peines, punzones, ungula ciones, etc.; incisiones y acanaladuras ; y una buena representación de decoraciones plásticas, sobre
las que frecuentemente aparecen las ungulaciones y las digitaciones
en el caso de los cordones. Además, entre todos los tipos decorativos
vemos producirse asociaciones, especia lmente en el caso de los co rd o ~
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B. MARTl
Si, como hemos dicho al principio de este apartado , prestamos
atención a los inventarios y a la correspondiente parte gráfica, con in dependencia de la impresión que pueda producirnos la cuantificación
plasmada en la tabla -resumen, se verá con mayor claridad cómo las
cerámicas impresas cardiales aumentan paulatinamente su importancia B medida que se profundiza. empezando por pocos y pequeños
fragmentos hasta llegar al predominio que caracterizará especialmente al tercer nivel, el último, del que luego nos ocuparemos.
Paralelamente a este cambio cuantitativo se produce, también , un
cambio cualitativo que incluye la depuración de las pastas, el trata miento de las superficies y las decoraciones. Es decir, que conforme
profundizamos en la secuencia estratigráfica, apreciamos un mejora miento en estos tres aspectos de las cerámi cas que, por lo demás, van
necesariamente relacionados entre si. Al igual que en el caso de las
cerámicas con desgrasante de calcita, a que antes nos hemos referido,
el estudio de la tecnología cerámica realizado por Gallart demuestra
que estos resultados de la observación directa corresponden efectivamente a una evolución con carácter general. es decir, que incluye al
conjunto de la muestra y no sólo a los fragmentos decorados . Ello resulta lógico, dado que muchos fragmentos sin decoración correspon den a vasos decorados, aunque hemos de pensar que no todos.
Limitándonos al punto que más nos interesa ahora, el de las decoraciones, resulta claro que efectivamente puede hablarse de una menor perfección con respecto a las del nivel inferior. Entendiendo siempre que hablamos en términos de importancia relativa y que también
en este segundo nivel vamos a encontrar ejemplares de gran perfección. La diferencia consiste en que, conforme profundizamos, lo que
no vamos a encontrar son aquellos fragmentos cuya decoración im presa ofrece una mayor tosquedad .
Como fonnas especiales mencionaremos la presencia de dos frag mentos correspondientes a la base de sendos vasos que presentan un
pequeño pie. Se trata de un cordón de sección triangular, sobrepuesto
a la parte inferior de los mismos. Pertenecen a la capa 8a de J -4 y a la
capa 9 de J·5, respectivamente ; y es de destacar que son muy escasos
los ejemplares de vasos con pie en nuestro Neolítico, de los que sólo
recordamos algún ejemplar en la Cava de la Sarsa. De cualquier ma nera no tenemos aquí, por el momento, nada comparable a los vasos
con pie bien desarrollado que podemos ver en otras culturas neolíti cas del Mediterráneo Occidental. También merece destacarse el fragmento de cucharón perteneciente a la capa 9 de J -4, con paralelos en
Sarsa y Fosca, así como en los yacimientos andaluces y, en general,
en los yacimientos franceses e italianos.
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COVA DE L' OR
161
Dejando ya el comentario tipológico propiamente dicho, y aceptando la representatividad que pueda asignársele a esta escasa muestra de un yacimiento con tan gran complejidad de materiales, hemos
de plantearnos la atribución cultural y cronológica de este segundo
nivel del Sector J, Sin duda, podríamos hablar aquí de lo que parte de
la bibliografia denomina Epicardial; pero ello, sin más especificaciones, creemos que sería equivoco, ya que este término no está suficientemente precisado y bajo la misma denominación se engloba ocasionalmente lo que nosotros consideramos como segunda fase neolftica,
de cronologia posterior (44).
El sentido del término conviene a la evolución del Neolítico de las
cerámicas impresas cardiales, en tanto quiere expresar que los tipos
cerámicos presentan una decoración menos perfecta, en consonancia
con una simplificación de las formas, con un menor cuidado de pastas
y superficies, menor barroquismo y desaparición de tipos , etc., a medida que va transcurriendo el Neolitico antiguo de las cerámicas impresas cardiales; y ello corresponde efectivamente a 10 que vemos en
los yacimientos. y también el que, no siendo exclusiva la cerámica impresa cardial, dado que siempre existe al menos un pequeño componente de decoraciones plásticas u otras, estas distintas decoraciones
van a ir aumentando su importancia conforme disminuye la impresa
cardial.
En este preciso sentido estarlamos de acuerdo con la denominación de Epicardial y también con la atribución cronológica que lo
sitúa grosso modo en la segunda mitad del V milenio a, de C. Sin em bargo, no siempre se quiere significar esto con el término Epicardial
que, ocasionalmente, podría equipararse a Postcardial cuando lo vemos aplicado a aquellos niveles intermedios entre las últimas cerámicas impresas cardiales y los horizontes de las cerámicas sin decoración. Como ya hemos expuesto en otra ocasión, no vemos posible ele var la cronología de estos horizontes de cerámicas lisas ha sta la tran sición del V al IV milenio; y tampoco nos parece que los niveles con
ce rámicas impresas no cardiale's, incisas y otras, puedan situarse en
la segunda mitad del V mirenio , exclusiva y predominantemente , olvidando su perduración en el IV milenio.
Por todo ello, y para evitar más confusiones, hablaremos de este
segundo nivel como el fmal del Neolítico antiguo de las cerámicas impresas cardiales y la transición a la posterior fase neolítica de cerámicas decoradas no cardiales, O lo que es lo mismo, refiriéndonos a
nuestra sistematización del Neotltico valenciano. este segundo nivel
1441
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MARTI . op. clt, .nota 25 .
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162
B. MARTI
representa el horizonte evolucionado y la transición entre el Neolítico
tipo Or, caracterizado por las cerámicas impresas cardiales, y el
Neolítico tipo Fosca. en el que las decoraciones impresas no cardiales,
incisas, acanaladas, etc., sustituyen por completo a las primeras.
Su espectro cronológico viene defInido en el Sector J por las fechas de C.14 de J -4, en la segunda mitad del V milenio a. de C. y , para
nosotros, esta cronología sena ampliable, de manera general, a los
primeros siglos del IV milenio, en los que termina la decoración impresa carrual de acuerdo con las dataciones absolutas que se poseen.
El tercer nivel, con el que termina la secuencia estratigráfica del
Sector J, estana formado por las capas inferiores de ambos cuadros,
comprendiendo el estrato V y la parte superior del estrato VI. que re presenta el fmal de la potencia fértil del yacimiento.
Hasta el momento no se ha detectado la existencia de niveles inferiores, pre-neoliticos, en la Cava de l'Or; de manera que en todas las
zonas excavadas la secuencia se inicia con la presencia de las cerámicas impresas cardiales y restantes materiales asociados, como sucede
en los casos de J-4 y J -5. Y tampoco el estudio tipológico de los materiales, como podrfa suceder en el caso de la industria litica, indican la
probabilidad de su existencia, Por otra parte, no conocemos yacimientos mesoI1ticos geométricos en zonas próximas al yacimiento', y
s610 hemos podido comprobar la existencia de un yacimiento superficial en el que se recuperaron algunas hojitas de dorso rebajado Yotros
materiales escasos que podrían considerarse como epigravetienses,
frente a la cueva, pero a la otra orilla del Serpis o Riu d'AJcoi , cerca
de su confluencia con el Barranc de l'Encanta. En las inmediaciones
de este yacimiento también fue prospectada una cueva, por Pascual,
que proporcionó abundantes restos de talla de sflex y algunos raspa dores.
As! pues, este tercer nivel, el más antiguo del yacimiento, muestra
la aparición del Neolítico de las cerámicas impresas cardiales plenamente constituido en sus múltiples facetas, como son la industria litica, la industria ósea, los animales domésticos , las plantas cultivadas
y, por supuesto, las cerámicas impresas cardiales ; y ello en una zona
en la que apenas tenemos evidencias de un débil poblamiento anterior, a las que puede añadirse los niveles inferiores de la Cava de En
Pardo, contrastando con la abundancia y riqueza de los yacimientos
neolíticos ,
Insistiendo en la cerámica. este tercer nivel se caracteriza por el
total predominio de la decoración impresa cardial, y aqui encontramos los ejemplos más perfectos, con impresiones cuidadas que ocú-
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CaVA DE L'OR
'63
pan una parte considerable de la superficie de los vaso!" terminaciones bruñidas, etc. Junto a ellas son muy escasos los fragmentos con
otras decoraciones, a excepción de aquellos que presentan cordones
lisos. Estos últimos parecen también especialmente abundantes en este tercer nivel , aunque, en la mayor parte de los casos, no llegan a
constituir verdaderos cordones, sino que se trata de ligeras sobreelevaciones formadas a partir de la propia pared del vaso , y nunca por
sobreposiCión de auténticos cordones.
Aparte de las decoraciones, merecen destacarse, entre los materiales cerámicos de este nivel inferior, los dos casos en que poseemos
sendas perforaciones de lañado asociadas, procedentes de la capa 14
de J ·4 y la capa 18 de J -5, respectivamente ; en este último caso, ca·
rresponde a un pequeño vaso con decoración impresa cardia!. Aunque
entre los materiales del yacimiento existen alg'.lnos ejemplos de perforaciones de suspensión, realizadas antes de la cocción junto al cuello
del vaso, en la inmensa mayoría de las ocasiones las muy abundantes
perforaciones de las cerámicas de Or presentan una forma troncocónica y han sido realizadas después de la cocción del vaso. Por ello, y
por su proximidad a una grieta o rotura, cabe interpretarlas como
perforaciones de lañado.
Pero 10 que nos interesa especialmente ahora , en el caso de los lañados, es su desigual reparto en la secuencia del ;yacimiento hasta el
punto de que , por ejemplo. la casi totalidad de los encontrados en J ·4
y J-5 corresponden al nivel inferior y. en una parte importante, además , han sido aplicados a fragmentos con decoración impresa cardial. Ello podrfa explicarse en razón de una mayor perfección de estos
vasos, un mayor interés por conservarlos, o, tal vez , pudiera indicar
las limitaciones o inconvenientes de este tipo de cerámica. En realidad , parece que nos encontramos ante unas cerámicas cuyas pastas
son excesivamente depuradas y que frecuentemente se agrietan o
iomp.en, de modo que es necesario lañarlas.
De este modo , la disminución de los lañados cornorme ascendemos en la estratigrafia guardaría profunda relación con los cambios
cerámicos que poseerían factores explicativos independientes de los
cambios estillsticos, o, mejor, factores tendentes a una mejora de la
fabricación en orden a una mayor resistencia al fuego, o menor fragilidad, u otros, que quizás estén en la base de esos cambios de formas y
técnicas decorativas.
En lo que se refiere ala cronología de este nivel, o lo que es lo mismo, de los inicios del Neolítico antiguo de las cerámicas impresas cardiales en la Cava de rOr, las dos fechas de C. 14 del cuadro J -4, 4.680
± 290 y 4.770 ± 380 a. de C. , apoyan su atribución a la primera mi-
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16.
B. MARTI
tad del V milenio 8. de C., manifestando una vez más la pretensión de
estos materiales en orden a su pertenencia al primer horizonte neolitico del Mediterráneo Occidental. cuyo sincronismo no puede ponerse
en duda a base de sobrevalorar los datos de algunos yacimientos. Con
independencia de que se calibren las dataciones absolutas o se modifique la vida media del carbono 14, no debe olvidarse esta sincronicidad que reiteradamente ponen en evidencia los propios materiales y
la estratigrafla comparada.
Terminaremos este comentario tipológico refIriéndonos al único
fragmento de cerámica a la almagra inventariado y que procede de la
destrucción del Testigo de J -5, por lo que carece de referencias estratigráficas.·Se trata de un pequeño fragmento de borde con decoración
impresa no cardial y encuentra su correspondencia en algunos otros
fragmentos que hemos visto en el propio Or y en otros yacimientos valencianos como los de la Cava del Barranc Fondo. de les Rates Penaes .
de la Sarsa O Fosca (45). Aunque no se trata de una almagra de gran
calidad. al modo que se encuentra en algunos yacimientos andaluces.
puede considerarse como buena.
La presencia de estos escasos fragmentos de cerámica a la almagra. ademAs de la relación que pueden guardar con la abundancia de
polvo de ocre en nuestros yacimientos, pone de manifiesto la existencia de mayores concomitancias con los materiales andaluces; al igual
que otras razones nos conducirlan a establecer nexos más fuertes con
!as zonas septentrionales. Pero no aportan. por el contrario. precisiones cronológicas, dado que la almagra aparece en la actualidad dotada de un espectro cronológico muy amplio que se inicia con los niveles
de cerámicas impresas cardiales de la Cueva de la Carigüela, para
terminar más allá del Neolítico.
En la parte final será el lugar apropiado para volver sobre muchos
de los problemas enunciados, resumiendo e integrando la información
que proporcionan los distintos materiales estudiados.
(4 51 C. OLARIA : IRepertorio de rechaclones de C· 14 para el Pals Valencia no.. Millars,
. V, CastellÓn. 1978, págs. 271 -283.
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VI
LA TECNOLOGIA CERAMICA
Marta Dolores Gallart Marti
Vamos a exponer aquí un avance de los resultados obtenidos al
estudiar las cerámicas procedentes del cuadro J -4 de la Cava de roc
mediante la aplicación de las técnicas de Microscopia y Difractometrla de Rayos X. Estas notas forman parte del estudio detallado
que la autora está llevando a cabo. dentro del más amplio marco de
su Tesis Doctoral , y que incluye otros materiales cerámicos procedentes de distintos yacimientos neolíticos valencianos.
En lo que se refiere a la Cava de 1'Or, se han analizado un total de
549 fragmentos de cerámica procedentes de la cuadricula J-4, correspondiendo a toda su secuencia estratigráfica, y esperamos que en un
próximo futuro podremos dar a conocer de manera pormenorizada
los resultados obtenidos.
METono
El método de investigación que se sigue consiste, en primer lugar,
en el análisis al microscopio binocular de todos los fragmentos cerá·
micos, tanto en su sección como en su superficie. De esta manera, se
puede comprobar la presencia de elementos cristalinos, cuyo tamaño
es lo bastante grande como para verse en este tipo de microscopio, y
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'56
M,' D. GALLART
se puede obtener suficiente información sobre la clase. tamaño, forma, etc. de los minerales cristalinos que pueden actuar como desengrasantes en el proceso de fabricación cerámica.
Por otra parte, al estudiar la superficie, cabe identificar la existencia de huellas que indiquen un determinado tipp de tratamiento ,
como, por ejemplo, el bruñido, eogabe, etc.
Con toda esta información estamos en disposición de hacer una
primera clasificación de los fragmentos cerámicos estudiados y establecer unos erupos diferenciados entre ellos.
En segundo lugar, se hace una selección de las muestras más representativas de los grupos anteriores y se someten a un análisis por '
difractometría de rayos X. Esto nos permite conocer la composición
mineralógica exacta de la pasta arcillosa con que se ha fabricado la
cerámica. Algunas de las principales aplicaciones de este conocimien to son: poder diferenciar una cerámica de otra, por su composición
mineralógica ; hacer un cálculo aproximado de la temperatura máxima de cocción; conocer el origen de la materia prima con que se ha
elaborado la cerámica , siempre y cuando hayan sido hechos análisis
mineralógicos de los depósitos arcillosos de la zona donde se encontró
dicha cerámica.
Finalmente, se realiza una nueva selección de muestras para ser
analizadas por Microscopía Electrónica, con la finalidad de aclarar
las dudas que pudieran presentarse en los análisis difractométricos.
Todos estos análisis han podido llevarse a cabo gracias a la ayuda
del Dr. D. Juan Alonso Pascual, a quien queremos expresar nuestro
agradecimiento.
CONSIDERACIONES SOBRE LA PASTA CERAMICA
Antes de entrar en la descripción de las características encontradas en las cerámicas sometidas a estudio, haremos una breve referencia a la actuación y efectos que produce la existencia de unos determinados minerales en la pasta arcillosa.
Toda arcilla, 'materia prima de la fabricación cerámica, está formada por minerales arcillosos (illita, caolinita, montmorillonita, etc.)
y minerales no arcillosos (cuarzo, calcita, etc.). A estos últimos se les
da el nombre de desengrasantes, pues actúan en la masa arcillosa disminuyendo la plasticidad.
Cuando una arcilla contiene, en su mayor parte, minerales arcillosos, se dice que es una arcilla «grasa», y, para poder elaborar la cerámica a partir de ella, es preciso añadirle un desengrasante , generalmente cuarzo o calcita . Por el contrario, cuando una arcilla contiene
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COVA DE L'OR
16'
en exceso minerales no arcillosos, se le llama «magra.. y, para poder
modelarla, se necesita lavarla, existiendo diferentes modos de hacerlo.
Los minerales arcillosos son los resJxmsables de la plasticidad de la
ar'cilla y de la retracción y cohesión en el secado. Debido a ello, cuando una arcilla es muy grasa, en primer lugar es muy dificil de modelar y, además , la retracción durante la fase de secado anterior a la
. cocción, es tan grande, que existe el peligro de que se rompa la cerámica. Por ello, el desengrasante modera esta actuación y permite que
la fabricación de una vasija se lleve a cabo sin graves riesgos.
Naturalmente, esta explicación es válida para las cerámicas que
nos ocupan , las cua les tienen un rango de temperatura de cocción determinado, pues, en el caso de cerámicas cocidas a mayor temperatura , es muy peligroso que contengan en su pasta cristales de calcita, ya
que, debido a una reacción quimica relacionada con la transformación de la calcita en OCa, hacen estallar la vasija durante la cocción.
CARACTERISTICAS DE LA CERAMICA
Podemos hacer un avance de los resultados que se van obteniendo
por la aplicación del método , ya descrito, al estudio de los fragmentos
cerámicos correspondientes al cuadrado J -4 de la Cava de rOro
Atendiendo a la constitución de la pasta cerámica y, especialmente, a los elementos cristalinos visibles en ella con el microscopio binocular, podemos distinguir varios grupos. En términos generales. en
cuanto a la clase de cristales, enr;ontramos dos grandes grupos: Al los
fragmentos cerámicos que contienen cristales de calcita bien patentes, y Bllos que no tlenen casi elementos cristalinos visibles o, en todo
caso, son cristales muy pequeños de cuarzo.
A)
Grupo de cerdmicas con cristales de calcita
Dentro de este grupo nos encontramos con fr agmentos cerámicos
que tienen los cristales de calcita de diferentes formas, tamaños y
cantidades. Asi , los hay con pocos, pero grandes, cristales de calcita.
Otros tienen una gran abundancia de este mineral, pero los cristales
son menores,
En todos los casos, las formas cristalinas son angulosas y esto nos
lleva a plantearnos \lna doble pregunta, sobre el origen de la arcilla
utilizada para fabricar esta cerámica y, también, sobre si el desengra,
sante pudiera baber sido voluntariamente añ.adido. Respecto a lo primero, parece evidente que los depósitos arcillosos suministradores no
estarlan situados en un valle. pues los cristales angulosos Jo demues-
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'60
M ,' D. GALLART
tran, en el caso de que la arcilla presentara esta constitución de forma
natural. De la segunda pregunta la contestación es más dificil. Parece
ser, siguiendo a M. Pican (1), que UDa proporción determinada y un
tamaño, también determinado , de los cristales del desengrasante dan
pie a pensar en UDa voluntariedad o no de su presencia. Por la observación de los fragmentos podemos creer que hay una parte de ellos
que concuerda con la respuesta aflrmativa de haber sido añadidos
con plena conciencia por el procedimiento de triturar piedra caliza.
En otros casos, se puede pensar que , bien mezclaron diferentes tierras, bien se suministraron de un yacimiento arcilloso ya con esas características.
Esto puede tener su importancia a la hora de plantearse la fmalidad o utilidad de las vasijas. B. Stjernquist (2) af1I1D.a que la presencia
de un desengrasante de tamaño apreciable hace que la cerámica sea
más porosa y, por tanto, sirva como vajilla de cocina para colocar al
fuego, pues es más resistente a la acción de la llama.
La observación del tratamiento de las superficies puede ayudarnos a resolver esta cuestión. La mayor parte de las cerámicas, incluidas en este gran grupo con desengrasante de calcita, son cerámicas
sin decorar y presentando una superficie alisada, hasta tal punto que,
en muchas de ellas, se aprecia el arañado que dejan los cristales al ser
arrastrados. Una de las principales utilidades de bruñir una cerámica
o aplicarle un engobe, al margen de permitir decorarla, es impermeabilizarla.
Sin embargo, eXl.:. ~e un número reducido de fragmentos en los que
se observa una superficie bien cudidada y brillante. En este caso aparece una decoración de incisiones y puntillado. Como la pasta cerámica presenta un número considerable de cristales de calcita de tamaño
mediano, no nos parece posible que la superficie del vaso pudiera ser
bruñida tan fácilmente, por muchas precauciones que se tomasen. incluso en el caso de que se vean algunos de los cristales de la pasta en
dicha superficie. Pensamos que eran cerámicas a las que se dedicó un
tratamiento superficial esmerado, con el fin de poderlas decorar. No
se puede afirmar rotundamente, pero cabe la posibilidad de que se
utilizara algún tipo de engobe, aún en su forma más rudimentaria. No
obstante, no podemos demostrarlo por medio de los análisis mineralógicos, ya que la arcilla utilizada fue la misma.
01 M. PICaN : cIntroduction 8 l'étude technique del céramiques sigillées de LeZOUD.
Centre de recherches sur les techniques gréco-romeines. oóm. 2, Faculté des Ciem;es Buma ines, Unlversité de DÜO D, 1973.
121 B. STJERN QUIST : lTechnical enalysis as a fa cto r in erchaeologicel documentatiO IlI. Scripta Minora Regiae Societatis Humenorurn Utterarum Lundensis. 3. 1971 -1972 .
[page-n-173]
CaVA DE L 'OR
169
Hay que señalar que todos estos fragmentos de cerámica fueron
hallados hasta la capa 5 del cuadrado estudiado. En la capa 6 había
algún fragmento esporádico, pero no se encontró ninguno a mayor
profundidad.
También hemos encontrado un tipo de cerámicas que , observadas
a la binocular. presentan unos cristales de tamaños diferentes y color
grisáceo, que son diflciles de identificar. Tomada una muestra y analizada por difractometrfa de rayos X. se pudo comprobar que era calcita como muestra el diagrama de la figura 64. Las superficies de los
vasos están bruñ.idas. pero los fragmentos estudiados, en su mayoría,
no muestran ningún tipo de decoración, en todo caso, cordones y algunas impresiones.
La mayor parte de las cerámicas de este grupo son bastante frági les, pero hay algunos fragmentos que no lo son. En este caso, el desengrasante calcita se encuentra en muy poca cantidad formando parte
de la pasta arcillosa.
Como ejemplo de cerámica .conteniendo como desengrasante la
calcita puede verse la fotografia núm. 1 de la lámina XVI, donde' se
presentan grandes cristales romboédricos de este mineral Corresponde a una muestra tomada de un fragmento con borde y sin decoración. El tratamiento de la superficie es el alisado, mostrando en la
misma cristales de idénticas caracteristicas a los de la pasta y huellas
del arañado q\le dejaron durante el proceso de alisamiento.
B) Grupo de cerdmicas sin casi cristales visibles
Son fragmentOs cuyo desengrasante no se encuentra en forma de
cristales visibles al microscopio binocular. Solamente se aprecia
algún diminuto cristal de cuarzo redondeado. Esto parece indicar que
los depósitos arcillosos. que sirvieron para proporcionar la materia
prima, estaban situados en algún valle o, cuanto menos. en algún lugar donde fluia agua.
Otra característica observada es la presencia de núcleos carbonosos en todas estas cerámicas. Si éstos demostraran la existencia de
materia orgánica. nos encontraríamos ante unos fragmentos cerámicos cuyo desengrasante sena dicha materia orgánica, ya que este elemento actúa como tal en el proceso de la fabricación cerámica. Tiene,
además, la ventaja de servfr como fundente, puesto que su temperatura de fusión es bastante baja. y esto le permite dar una gran cohesión a la cerámica que la contiene.
Los fragmentos tienen las superficies bruñidas. En algunos casos
se distingue claramente las huellas que ha dejado el espatulado. Este
"
[page-n-174]
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Fig. núm. 64
[page-n-175]
caVA DE L 'OR
hecho , unido a la falta de elementos cristalinos de gran tamaño en la
pasta, hace que ésta sea menos porosa que las del grupo anterior, Teniendo en cuenta la opinión de B. Stjernquist (3). esto podría estar relacionado con la utilización de las vasijas para una flnalidad determinada , Cuando el bruñido se encuentra en la superficie exterior y en la
interior del fragmento. cabe la posibilidad de que se usara para contener liquidas,
Dentro de este grupo, hay que distinguir dos tipos cerámicos diferentes, Uno es más tosco y suele encontrarse bruñido en su superficie
exterior. El otro presenta una pasta mucho más compacta y menos
frágil y se encuentra bruñido en las dos superficies, generalmente. En
el primero aparece ya la decoración impresa cardial, pero es al segundo al que corresponde la mayor profusión de este tipo de decoración
impresa,
Parece evidente que el proceso de fabricación de este grupo de cerámicas es diferente al del grupo anterior. por cuanto no existen cristales de calcita en la pasta y ésta es aqui más compacta. menos frágil
y tiene un acabado más perfeccionado.
Hemos de hacer notar que este tipo de cerámicas se encuentra a
lo largo de toda la estratigrafla, pero con mayor abundancia en las
capas más profundas.
La fotografia núm. 2 de la lámina XVI corresponde a una muestra
tomada de un fragmento con borde y cordón impreso. hallada en la
capa 14 del cuadrado J -4. En ella se observa la fluid ez y compacidad
de la masa, sin casi macrocristales visibles. Las superficies se presentan bruñidas y el color de la pasta es grisáceo, pero, tanto en la superficie exterior como en la interior. hay una delgada capa rojiza.
TEMPERATURAS Y TIPOS DE COCCIQN
La coloración que tienen los fragmentos es, generalmente, de tono
pardo-rojizo en las superficies y negruzco o gris en el corazón de la
pared de los vasos. Sin embargo, no faltan fragmentos completamente
negros y, otros, rojizos.
Así pues. se puede suponer que, en ténninos generales. la cocción
fue reductora en un principio y, en la última fase de la cocción oxidante. Esta es la forma típica de cocción en fuegos al aire libre o en
hoyos en el suelo , ya que , cuando la llama está en su máximo apogeo,
consume el carbono y los gases envuelven por completo al vaso. Mientras que, cuando decrece, el oxígeno del exterior penetra y produce
una acción oxidante en la cerámica.
131
STJERNQUIST, 0J). cit. nota 2.
[page-n-176]
M,· D. GALlAltT
172
Los fragmentos completamente rojizos o negruzcos indican que,
posiblemente, los alfareros llegaron, en determinados momentos. a
producir UD tipo de cocción, reductora u oxidante. a voluntad. Lo
podrfan hacer, bien tapando el agujero o cubriendo con tie~a el fuego
al aire libre para conseguir una cocción reductora; bien prolongando
lo que podrlamos llamar la «postcocci6ru de los vasos, manteniendo
un fuego lento y permitiendo la entrada del oxigeno del aire. para el
caso de una cocción oxidante.
Respecto a la temperatura de cocción que se alcanzó en estas cerámicas , está claro que el grupo de cerámicas que presentan los cristales de calcita, estando completamente inalterados, alcanzarían una
temperatura muy por debajo de los 7000 C" temperatura a la cual la
calcita se descompone totalmente. Pero, cuando los análisis mineralógicos muestran la existencia de determinados minerales arcillosos, dicha temperatura no sobrepasaría los 450-5000 C.
En el otro grupo de cerámicas, los análisis por difractometrla de
rayos X muestran la existencia de ciertos minerales arcillosos que se
descomponen a una temperatura máxima de 700-800° C. (41, pero a la
temperatura aproximada de 450-500° C.• empieza una transformación en ellos que altera su estructura. Por lo cual , pensamos que no alcanzarían esta temperatura.
RESUMEN
En vista de todo lo dicho antes. está claro que existen dos tipos de
cerámicas muy diferentes entre si. Uno corresponderla a las cerámicas con decoración impresa cardiaf. aunque existen también muchos
fragmentos sin ningún tipo de decoración. El otro estaria representado por las cerámicas sin decoración y con motivos de incisiones.
El primero de ellos, aunque tiene una perduración demostrada
por algunos fragmentos más o menos esporádicos, en todos los niveles
estratigráficos. se encuentra preferentemente en los más profundos.
El segundo, no alcanza más que hasta la capa 5-6.
Podria suponerse una evolución en la fabricación de la cerámica
motivada por dhersos factores, como podrian ser la utilización, la comodidad de abastecimiento de materia prima, el aumento de producción, etc. Y evidentemente, con independencia de cuáles fueran las
causas reales. se observa un cambio en lo que respecta a la tecnologia
cerámica.
(4)
R. E. GRIM : .cIar MineraJ08YJ. Ed. McGraw -HiU, 2 ." ed ., 1968.
[page-n-177]
COVA DE L'OR
173
Es curioso relacionar estas observaciones con las fechas de C.14
obtenidas para el mismo sector donde se hallaron los fragmentos de
cerAmica. Así, tenemos que una muestra de la capa 6 da una fecha del
4030 ± 260 a. de C., mientras otra, procedente de las capas 14-15,
donde la abundancia de cerAmica impresa cardíal es mayor, data del
4680 ± 290 a . de C.: y, flnalmente: para las capas 16-17 resulta una
fecha del 4770 ± 380 a. de C.
Por último queremos resaltar que esperamos dar a conocer las
conclusiones definitivas cuando el trabajo en curso de realiza ci(m. como hemos indicado al principio. esté terminado.
[page-n-178]
[page-n-179]
VII
LOS CEREALES
Pilar López Garc(a
EL ORIGEN DE LAS PLANTAS CULTIVADAS
A modo de introducción al estudio de los abundantes cereales procedentes de los cuadros J -4 y J -5 de la Cava de rOr, haremos un pequeño comentario relativo a los problemas que plantea el origen de
las plantas cultivadas que encontramos en las culturas neaBticas.
Junto al interés despertado en el análisis de este periodo por los
cambios materiales. se ha señalado repetidamente la gran importancia que tuvieron los cambios económicos, tanto en lo que se refiere a
la domesticación de los animales como al cultivo de las plantas. Tra taremos aquí únicamente del segundo aspecto, es decir, del cultivo de
los cereales. ya que estos fueron las plantas que mayor importan cia
tuvieron en la economía de este periodo.
La cuestión de dónde comenzaron las primeras tarea s agricolas
pareció quedar resuelta inicialmente en la obra de Vavilov sobre el
origen de las plantas cultivadas (1). Vavilov organizó una se rie de expediciones para recolectar plantas, identificando tras su estudio los
denominados «centros de origen» sobre la base de los modelos de variación que se observan en las plantas cultivadas y en sus parientes
! 11 N. VAVlLOV : .Studies 00 the origios of cultivated plant.s». Bulla tin of Applied Botany
and Plant-Breading, mIm. 16, Leningrado. 1926.
[page-n-180]
P. LOPEZ
176
salvajes. De este modo llegó a la conclusión de que existirfan ocho de
estos «centros de origem, de los que seis estarían situados en el Viejo
Mundo y dos en el Nuevo.
El sistema empleado por Vavilov era el denominado «botánico»,
tal como lo habia expuesto anteriormente De Candolle, concibiéndolo
como un método auxiliar al propiamente arqueológico e histórico (2).
Pero este sistema empleado para determinar el país originario de
una planta cultivada no siempre es seguro, ya que muchas especies
son desconocidas fuera del estado cultiv ado. y porque los llamados
progenitores salvajes presentan, a veces, grupos reducidos incapaces
de explicar la variedad de formas posteriores representadas por las
plantas cultivadas. Asimismo. investigaciones posteriores han demostrado que las áreas ocupadas por estos progenitores están reducidas,
en muchas ocasiones, a regiones limitadas o aisladas, o bien son zonas demasiado amplias para ser tomadas como localización de los
centros priInarios,
Es evidente que la obra de Vavilov fue una aportación fundru;nental en su tiempo, Sin embargo, a medida que ha avanzado la investigación se ha puesto de manifiesto que el proceso de cultivo, la domesticación , de las plantas es mucho más complejo de 10 que se habia supuesto, Por otra parte, numerosas plantas presentan distintos puntos
de origen, mientras que en el caso de otras nos faltan los datos preci-'
sos para establecerlos.
La agricultura fue concebida inicialmente como un sistema revolucionario de obtención de alimentos que apareceria en uno o dos centros, para ir extendiéndose luego por el resto de la tierra , sustituyendo
a los sistemas de caza y recolección. Pero, con el paso de los años, esta concepción ha ido dejando paso a otras teorías sobre los centros de
origen, así como sobre los motivos que llevaron al hombre al cultivo
de las plantas. Vavilov propOlúa como primer lugar del cultivo de las
plantas las regiones montañosas, ya que éstas proporcionan óptimas
condiciones para la mafiÜestación de la diversidad varietal, para la
diferenciación de especies y variedades, y para la conservación de todos los tipos fisiológicos posibles. En estas regiones resultaria fácil el
empleo del agua para las irrigaciones, porque el curso de los arroyos
podria ser desviado con objeto de inundar los campos, siendo también
frecuente el cultivo sin irrigación debido a la abundante precipitación (3).
121
1
31
A. de CANDOLLE: d : origine des plantes culdvées.. Pans, 1882 .
VAVILOV. op. cit. nota 1, ptigs. 87·88.
[page-n-181]
CaVA DE L'OR
Sin embargo, una de las hipótesis que mayor aceptación tendría
sería la propuesta por Gordon Childe, en la que tanto el pro ceso de domesticación animal como el cultivo de las plantas habría tenido lugar
en los oasis y valles de los grandes ríos y se habría debido a causas climáticas. Según él, al final del Plesitoceno se produciría un desecamiento en la zona del Próximo Oriente que agruparía a los hombres,
animales y plantas en los oasis y valles de los grandes ríos, allí donde
se podía conseguir agua; este acer camiento favore ceria los procesos
de domesticación y cultivo (4). Braidwood criticaría los supuestos de
Gordon Childe y expondría, por contra, su concepción de las llamadas
zonas nucleares , como lugares favorables para que el comienzo de las
actividades agro-pastoriles tenga lugar, rechazando el determinismo
climático (5). Pero, dejando ahora el problema de las causas y de una
manera general, como expusiera Sauer (6) siguiendo la teoría de Vavilov, se ha considerado tradicionalmente que el origen de la agricultura debía situarse en el SW de Asia y que , a partir de este centro , la
agricultura se extendió por el Viejo Mundo. Esta opinión es la que se
ha mantenido durante muchos años entre los prehistoriadores hasta
llegar a los planteamientos actuales en los que se postula una mayor
diversidad de las zonas en las que se produjo la transición de la economía de caza-recolección al cultivo de las plantas y domesticación
de los animales, diversidad que no sólo se refiere al Viejo y Nuevo
Mundo, sino también a diversas zonas dentro de cada uno de ellos.
Hoy sabemos que la agricultura no es una invención ni un descubrimiento, ni resulta tan revolucionaria como se habia creído hace
unos años. Por el contrario, el proceso de adaptación a los nuevos métodos de obtención de alimentos fue lento y no aceptado en igual medida por todos los grupos de población. Se fue desarrollando mediante
la acentuación de prácticas que los grupos humanos venían ensayando desde hacia mucho tiempo.
Los antecesores silvestres de las principales plantas alimenticias
se distribuyen geográficamente por partes muy diversas de la tierra y
han sido explotadas a lo largo de milenios por los pueblos que se hallaban en su área de distribución. Entre las plantas cultivadas tenemos que destacar la importancia del trigo y de la cebada en.el Viejo
Mundo, ya que son los cereales que mayor representación tienen en
sus yacimientos neoliticos, junto a los que aparecen en menor proporción la avena , el centeno, el mijo, etc.
!41 v . G. CHILDE : t:Man mues himselá. New York American Library. 2.' ed .. 1952.
!51 R. J . BRAIDWOOD ; _El hombre prehistórico•. Fondo de Cu1tura Económica. Mmco.
1971 .
!61 C. O. SAUER : _Agricultural origins and dis persalst. New York, 1952 .
"
[page-n-182]
"a
P. LOPEZ
Por otra parte, cuando se trata del origen de las plantas cultivadas hemos de tener en cuenla que las plantas cambian radicalmente
con el tiempo, de forma que las especies que nos son hoy familiares
son notablemente distintas de sus antepasados.
El trigo constituye un buen ejemplo de ello. Las especies de este
género tienen un número de caracteres comunes que sirven para distinguirlas de otros cereales y pueden dividirse en tres grupos, en base
al número de cromosomas. El primer paso hacia la interpretación de
las relaciones entre las diferentes especies de trigo proviene de los
trabajos de Sakamura (7), mostrando que formaban series de 14, 28 Y
42 cromosomas.
La agrupación de las especies podemos seña larla como sigue:
DIPLOIDE (14 cromosomas)
Triticum boeticum Bois
Triticum monococcum L .
TETRAPOlDE (28 cromosomas)
Triticum dicoccoides Korn
Triticum dicoccum Schübl
Triticum
Triticum
Triticum
Triticum
durum
turgidum
polonicum
persicum
HEXAPLOIDE (42 cromosomas)
Triticum spelta L.
Triticum macha Dek y Men
Triticum vavilovi Turnan
Triticum aestivum L.
Triticum compactum Host
Triticum sphaerococum Perc.
(7) SAKAMURA; .Xurze Mitteilung über die chronosomenzahlem und der VenuandLS·
chafLSverhaltnisse der Triticum-artem. Bot. Mag .. Tokio, 1918.
[page-n-183]
CO VA DE L'OR
179
La evolución de estos grupos puede expresarse así (8) :
T. boeoticum
Aegilops speltoides
A
B
1
T. monococcum
T. dicoccoides
AB
A
J.
T. dicoccum
AB
Aegilops squarrosa
D
T. dicoccum
___------~A~B~D~-------===~==~
..
ABD
~
T. compactum
ABD
AB
T. macha
1
T. spelta
T. dicoccoides
T. aestivum
ABD
1
T. sphaerococcum
ABD
(81 J . M. RENFREW : d'alaeoethnobotan)'l. The Prehistoric foods plana of the Near
East and Eu rope. Methuen and Ca. , London, 1973.
[page-n-184]
>80
P. LOPEZ
El T. monococcum es el más conocido por su forma silvestre, T.
boeoticum. Las razones para considerar a este como su antecesor seguro son el que ambos son diploides, muestran las mismas afinidades
y el h1brido entre los dos es fértil (9).
La especie silvestre muestra una amplia área de distribución . desde Asia Menor hasta el Sur de los Baleanes, presentando su mayor diversidad en Crimea. En estos centros está masivamente propagado
como componente de los parques abiertos de herbácea s y robles. Aparece también como maleza ocupando los bordes de otros cultivos.
Edafo16gicamente se encuentra situado en suelos basálticos y limosos.
Forma parte de la vegetación herbácea de tipo submediterráneo en
zonas que reciben entre los 400 y los 1,000 mm de lluvia en invierno.
El más común entre los tetraploides es el T. dicoccum Schübl, que
procede del T. boeoticum y del Aegilops speItoides a través del T. dicoccoides. Confrontando esta especie con la cultivada se llega a la
misma conclusión que en el caso anterior, es decir, ambos tienen el
mismo número de cromosomas e idénticas aflnidades genéticas.
El T. dicoccoides fue hallado en gran número y diversidad en Siria y Palestina, estando su centro en el área de] Alto valle del Jordán .
Algunas variedades aisladas de esta especie han alcanzado la zona
occidental del Irán , Asia Menor y Transcaucasia. Se desarrolla perfectamente en aquellos lugares que no han sido cubiertos por otras
plantas. Forma parte como componente herbáceo de los parques
abiertos de Quercus ithaburensis, mostrando el predominio en los
suelos basálticos y limosos con lecho rocoso. Raramente se presenta
formando parte de la maleza (la).
El resto de las subespecies se extienden en su origen por las costas
del Mediterráneo, zona que presenta una gran multitud de formas originales y endémicas de especies de trigos duros de Europa y Asia.
El trigo hexaploide ha sido objeto de controversias, y el material
que se encuentra en los yacimientos no es muy r epresentativo para
clarificar las cosas. Las especies más comunes son el T. aestivum yel
T. compactum en la forma de variedad desnuda. Siempre se encuentran desde el comienzo del cultivo de este cereal (I 1).
El T. aestivum L. es, a veces, dificil de distinguirlo del T. dicoc(9) J . M. RENFREW : abe Archaeologlcal evidence for the Domestication and Exploitation of plants : Methods and Problemn. En ahe Domestication and Exploilation of Plants and
Animal,., editad by P. J . UC ICO and G. W. DlMBLEBY, Aldine Publishing Company, Chicago,
1969, págs. 14 9· 169.
( 101 H. HELBAEK: cDomestication of roo ds planu in the Qld World •. Science, núm. 130,
1959, pág. 365.
00 RENFREW, op. cit. nota 8, pág. 47.
[page-n-185]
,
,. ,
1
T. monococcum
T. dicoccum
-
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~1&J
T. aestivum
R'
. -'
'"
.-...:,...
'
T. c cmpactum
·cbsal
ventral
Fi¡. 611. SegW1 J. M. Renfrew.
lateral
trans.ersal
[page-n-186]
182
P. LOPEZ
cum, ya que la longitud de los granos es similar, pudiéndose distinguir
por la anchura.
El T. compactum Host es corto, francamente dificil de distinguir
del anterior. De aquí que se ha adoptado el denominar a estos dos
grupos T, aestivum-compactum Schiem, cubriendo de este modo la
dificultad de la nomenclatura , aunque no se resuelve el problema de
la identificación (Fíg. 65).
En cuanto al T. spelta, considerado como variedad relicta, no ha
sido encontrado en yacimientos arqueológicos antiguos. Su centro de
diversidad no está todavía determinado, pero parece que, al estar
unido a la variedad de trigos tiernos, como es el caso de los vistos hace un momento, su centro puede fijarse en el Suroeste de Asia.
Corno hemos indicado al principio, el otro cereal que parece tener
importancia en la economía neolítica es la cebada.
Está actualmente claro que hay un solo antecesor silvestre de las
distintas especies de cebada cultivada. Este es el Hordeum spontaneum, presentando el mismo número de cromosomas que las variedades cultivadas (n = 7). El estudio de este cereal en el Viejo Mundo ha
demostrado que las cebadas silvestres constituyen un grupo de for mas muy reducido sin presentar la diversidad polimórfica de las cultivadas.
El área de este cereal no indica dónde pueden ser hallados los verdaderos centros de origen de sus formas . Se establecen dos centros
principales: uno queda situado en el NW de Africa , y el otro se sitúa
exactamente en el SW de Asia , penetrando por Turkmenia y el Afganistán . En estas regiones constituye un continuo componente anual ,
siendo abundante en el cinturón de veranos secos del Este, Norte y
Oeste del desierto de Siria y en la cubeta del Eufrates.
En general, la cebada silvestre no tolera el fria extremo, y se encuentra muy raramente por encima de los 1.500 m. Actualmente se
considera que la cebada cultivad a de 6 hileras (Hordeum vulgare)
procede también del H . spontaneum, derivando de la de 2 hileras , a
pesar de que se consideraba que esta especie tenia un origen indepen diente .
Por último, antes de pasar a ocuparnos de los resultados obtenidos en el estudio de la Cava de l'Or, veremos rápidamente los primeros intentos de agricultura en Europa.
Los primeros agricultores aparecen en Europa poco después del
6.000 a. C. En Grecia los yacimientos neolíticos iniciales ofrecen por
enton ces un espectro muy parecido al en contrado en el Próximo
Oriente, siendo la especie más cultivada el T. dicoccum (12 ).
(J
2)
RENFREW, op. cit. Dota 8, pág. 203.
[page-n-187]
COVA DE L'OR
183
Numerosos datos de radio-carbono y paleo geográficos han hecho
posible seguir el proceso de «neolitizacióD» de Europa con cierto detalle. El desarrollo de la economía productora en el SE europeo se corresponde con el denominado «óptimo climático» del Holoceno. Los
amplios territorios del SE de Europa fu eron cubiertos en este tiempo
por bosques claros, similares en su ecología a los de Próximo Oriente.
La introducción de la agricultura puso sólo en parte fin a la caza y
a la recolección en las sociedades que emplearon sus esfuerzos en los
nuevos medios de subsistencia. La agricultura pasó a ser un importante complemento de la caza.
Como había ocurrido en el Próximo Oriente, el desarrollo de la
agricultura uescansó en el cultivo de los cereales, siendo los principales el trigo y la cebada. Estos cultivos comienzan muy pronto en Bulgaria, pudiendo haber recibido influencias directas del Próximo
Oriente, a través de Grecia.
El limite de la economía agrícola coincide con el de la zona templada en su línea fronteriza con la circumpolar. En un primer momen to los representantes mejor conocidos de la agricultura extensiva son
los campesinos danubianos que colonizaron elloess de Europa central
113).
Parece claro que desde las primeras áreas de cultivo en el Próximo Oriente la agricultura se extiende por dos zonas: Europa central y
del Norte , y la Europa occidental, en su franja mediterránea. En esta
segunda zona queda incluida la Peninsula Ibérica, y en ella vamos a
encontrar el mismo tipo de cereales que en Oriente Próximo. Granos
de T. monococcum se han encontrado desde el Neolítico antiguo en
Italia y en Francia. En los niveles medios de Arene Candide se encon traron granos de cebada y algunos de T. dicoccum .
En la Península Ibérica el único yacimiento que ofrece evidencia
de T. monococcum en una cultura con cerámica cardial es la Cava de
rOr, con fe chas de C14: KN-51 : 4.560 ± 160 a. C. y H- 1754/ 1208:
4.315 ± 75 a. C., aunque la mayoría de los granos identificados co -
(13) J . HAR LAN: , Les origines de J'agric ulture •. La Recher che. numo 29. vol. 3. 1972,
págs. 1.035· 1.043 .
J . HARLAN: tLas plantas y los animales que alimentan al hombre •. Investigación y Cien ·
cia. !lUm . 2. 1976. págs. 65-75.
J . HARLAN Y D. ZOHARY : cDistribution of w ild wheats and barley•. 5cience, núm. 153.
1966, pAgs. 1.074-1.080.
H. N. JARMAN : . The origins of wbeat and barley cultivation•. En . papers in Economic
Prllhistory., edited by E. 5. HIGG5. University Press, Cambridge, 1972, págs. 31 -40.
[page-n-188]
lB.
P. LOPEZ
rresponden al T. aestivum. Aparecen, así mismo. T. dicoccum y Hordeum vulgare, como luego veremos más detenidamente (141,
Estas muestras procedentes de la Cava de rOr, que fueron estudiadas por Hopf, pareelan provenir de un depósito de cereales y en
ellas no se encontraron espigas ni glumas sueltas, por lo que se deduce que estas habian pasado por un proceso de tueste.
La mezcla. no casual. de trigo y cebada podría indicar que se trala del producto de diversos campos o años climáticamente diferentes ,
ya que no parece probable que se hubiesen cultivado y cosechado diferentes clases de cereales por separado para almacenarlos o utilizarlos juntos.
Como hemos indicado, Hapf señala que la especie más abundante
es la de T. aestivum. Este tipo aparece igualmente en la Cueva de los
Murciélagos de Zuheros (Córdoba) (15). Y en la de los Murciélagos de
Albuñol(Granada) , ambas fechadas en el V milenio a. C. En los yacimientos calcolíticos de nuestra Peninsula aparece también en varias
ocasiones, como en el caso de Almizaraque, Assunta ,' etc. (161.
La cebada se encuentra de forma casi continua en el Mediterrá neo Occidental. En la Cava de rOr se señala su presencia en las variedades de vestida y desnuda (17). Apare ce igualmente en Zuheros, en
la Cueva de Nerja (Málaga) y en yacimientos de cronologia posterior.
Con todo esto podemos señalar que la agricultura se desarrolla rá pidamente en el Mediterráneo Occidental, al menos desde el V milenio a. de C.; si bien, tomando como ejemplo el yacimiento de la Cava
de l'Or. ya que por la variedad de cereal encontrado representa uno
de 105 casos más instructivos y siempre según Hopf, las mezclas encontradas significan una agricultura rudimentaria , una seguridad en
el caso de que una de las especies sucumbiera ante fenómenos climáticos 1181.
(14) M. HOPF : cTriticum monococcum y Triticum dicoccum en el Neolftico antig uo es·
pa ñol•. Archivo de Prehistor ia Levantina , XI , 1966, págs, 53-73.
11 5) M . HOPF : . Breve infor me sobre el cereal neolftico de la cueva d e ZuheroSl. Trabajos de Prehistoria, nú m. 3 1, 1974 , págs. 295-296.
116) J . GUlLAlNE : «Premien bergen el paysans de I"Occident méditerranéen •. Mouton
& Ca ., Pans, 1976.
07) "OPF, op. cit. Dota 14.
081 HOPF, op. cit. Dota 14.
[page-n-189]
CQVA DE L'OR
'"
ESTUDIO DE LAS MUESTRAS
Algo que llama la atención en los yacimientos es encontrar todo el
cereal carbonizado, única posibilidad, por otra parte, de que se haya
conservado, ya que de no ser asi hubiera germinado. Se ha sugerido
que la carbonización es el resultado de conservar los granos cerca de
un hogar. Otra posibilidad es que los granos se hayan carbonizado por
un proceso natural que tiene lugar con temperaturas normales. Se ha
creido igualmente que la carbonización pudo tener lugar debido a la
acción de bacterias anaerobias y que tuvo lugar rápidamente. La s
bacterias pudieron obtener oxigeno de la celulosa de las paredes de
los granos, reduciéndolos a carbón (19 ). Podemos suponer, finalmente , como indica Clark , que antes de ser consumidos debían de ser tostados para poderlos reducir a harina (201.
La técnica de identificación de plantas carbonizadas, y en este caso de cereal es, está basada en la comparación cuidadosa de pequ eños
detalles de la morfologia preservad os en los granos carbonizados. De
todas formas hay que tener en cuenta los cambios producidos en la
forma , tamaño y proporciones, causadas por el calor. Este dato experimentado por nwnerosos investigadores extranjeros, fue realizado en
nuestra Península por Téllez y Cifferri en 1954, dando una tabla comparativa de medidas de granos, antes y despuéS de ser quemados artificialmente (2 1l.
Las muestras que vamos a analizar proceden de los cuadros J -4 y
J -5 que se en cuentran en las inmediaciones de la zona excavada entre
1955 y 1958 , limitando con la gran depresión longitudinal de la parte
central del yacimiento (22). Tanto en J-4 como en J -5 se recogieron
las semillas mediante el cribado minucioso de la sedimentación, agrupándolas en una serie de niveles artificiales que son los que vam os a
seguir en el estudio de las muestras.
Antes de empezar el estudio del cereal, tengo que ha cer públi co mi
agradecimiento al señor Téllez Malina, ingeniero agrónomo, quien
durante varios años ha estado enseñándonos el modo de clasificar las
semillas , asf como la forma de realizar su estudio, y que ha realizado
parte de los cálculos matemáticos de esta muestra.
(19)
RENFREW, op. cit. nota 8. pág. 9.
(20)
J. G. D . CLARK : .. L·Europe prehistorique. Les rondements de son economiel . Payot,
Pans, 1955, pág. 96.
(21)
R. TELLEZ y F. CIFERRI : .Trigos arqueológicos en España.. Instituto Nacional de
Investigaciones Agronómicas. Mad rid, 1954.
(22 ) B. MARTI : tCova de rO r (Beniarrés, Alicante). Nuevos datos sobre el Neolftico del
Este peninsula". En .C.1 4 y Prehistoria de)a Península Ibérica.. Fundación J. Ma rch. Mad rid, 1978, págs. 57-60.
"
[page-n-190]
P. LOPEZ
'86
El trabajo de clasificación lo hemos realizado siguiendo el sistema
de medidas propuesto por todos los autores consultados. Asi. por
ejemplo, Erroux presenta una serie de indices con los que se puede llegar a saber el tipo de trigo a que pertenecen los distintos granos, aunque siempre habrá que tener en cuenta que no todas las semillas se
atienen a los mismos esquemas (23):
Triticum monococcum :
Indices: L/l ~ 2 Y 3
Va = cerca de 2
Va "1
Siendo L = longitud ; 1 = anchura y a = altura.
Esta variedad acompaña generalmente al T. dicoccum y al T. com -
pactum.
Tricum diccoccum Schübl .' El grano es más ancho que el del T.
monococcum. La mayor anchura se localiza en el centro del grano.
Indices: 1/1 y Va = cerca de 2
Va > !
Triticum aestivum-compactum Schiem : Son granos de forma
corta y redondeada , presentando numerosos intermedios a menudo
dentro del mismo yacimiento.
Indices : I)l puede b.yar a veces de 1'2
1)a pasa a veces de 1' 7
Dentro de esta especie, los granos más alargados parecen corresponder al T. aestivum.
Indices: l/l se eleva a 1'8
l/a pasa de 2' 3
Dada la homogeneidad que presenta la muestra , hemos medido
diez granos de cada nivel artificial, a excepción de los casos en que
habla menor número de granos.
En la cuadrícula J -4 se han medido un total de 200 granos.
(23 ) J . ERROUX ; d.es débuts de l'agriculture en France : les céreal». En -.Prehistoire
Fram;:aise., Tomo n . Centre Na tional de la Recherche Scientillque, Pans, 1976, ptigs. 186190.
[page-n-191]
'"
COVA. DE L'oa
Muestra Cuadro
Medidas en mm,
Capa
... ,
J4
S
. 2
J,
.3
J,
"
•
J,
S
J,
6
J,
7
J,
"
,.
J,
9,
9
J,
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J,
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"
12
J,
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J,
J,
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>J
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,
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12,
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.
J.
12b
J,
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.n
J,
."
."
J,
J,
.
. 20
J,
n,
"
J4
",
",
"b
'"
,
14 ' 95-6' 7015' 77 )( (3 ' 25-3'7013' 45 )( (2' 20-3'2012'44
lDdices UI 1' 65 )( Va 2' 36 )( 1/a 1' 43
(4 ' 55-615' 23 )( 12 ' 70-4 ' 95)3' 68 )( {2' 15-312' 68
VI 1'42 )(Val ' 95 )(1/al ' 37
[4' 95-6' 2015' 54 )( (3-3-85 13' 29 )( (2 ' 15-2' 95)2' 58
Ull '68 xVa ) '68 x1/al'27
[4' 70-6'2)5' 4 x (2' 65-3' 6513 ' 21 )( (2' 15-2' 95)2' 56
UlI'68 xVa2'll x1/al'25
(4 '90-5' 515'6 x 12'8-3'8)3'34 x 12'5-:t9J2'4
UII ' 54 x Va 2' 15 x Va ) ' ;'9
(4'65-6'6)5'68 x (2'9-3'45)3'12 x 0 ' 85-2-9\2'45
U1I ' 82 )(Va2' 31 xllal ' 27
(4'75·5'8)5'28 x (2'75-3'95)3'44 x (2'25-2-812' 62
U11'53 x Va 2'01 x lIa 1'31
W75 -6' 2\5' 47 x (2 '85-3'7)3' 26 x (2 '05-3 ' 15\2'5
lJ1J'67 xUa2 ' 18 x1lal ' 3
(4'6-5' 95\5'38 x (3'3-3' 5)3'2 x (2 -3' 21 '49
2
1/I1 ' 67 )(Va2'16 xllal ' 28
14' 4-6-1)5'36 x (2'9-3'6513'25 x (2' 35-2'95)2'55
1/11 ' 64 xUa2 ' 1 x1/al ' 27
[4' 55-6' 55)5' 72 x {2'9-3' 9 )3' 42 )( (2 ' 15-3'05)2'54
U11 ' 67 x Va 2' 25 x 1/a 1'34
{4' 8 -6-9 \5' 62 x (3-3' 9 )3' 37 )( (2-2'8 )2'41
lJ1¡ ' 66 x Va 2-33 x lIa 1' 3S
(4 '95-6'5)5' 43 x (3-3"85)3 ' 39 )( (2'1 -2'712' 62
lJ1I ' 6 x Va 2 '07 x lIa 1' 29
(5' 4-6'7)5'91 )( (3' 25-3' 85)3'46 x (2'2-2' 6 )2' 36
1/11 ' 7)( Ua2' 5 )( 1/a l '46
[4 '2 5-6'1 5 )5'8 x 12-8 -3'5)3'24)( 12-2-912 ' 5
1/11 ' 56 x Va 2'03 x Va 1' 29
(4 ' 95-6' 8 \5'87 )( (2 ' 95-3'9\3'35 x (2' 3-3'25\2' 59
U1¡ ' 75 )( Va 2' 26 x 1/a 1' 29
(4 ' 55-5' 3514'98)( (2'S-3' 9)3' 16 )( (2'1 -2' 85\2' 45
1/I1 ' 57 x Va 2'03 x Va 1' 28
Cotiledón de bellota .
W74-6'3 \5'66 )( (3'15-3"45 \3'2 7 )( (2 ' 35· 3' 4512' 86
U11 '73 )( Va 1'97)( Va 1' 14
(4'4 -5'214'69 x (2 ' a -3'm'OS )( (2'15-3'1\2'64
1/11'52)( Ua!'77 )( lIal'16
(4 '7-6'2\5'45)( (3' 15-3' 4 513'3)( 12'5 5-2'7)2' 67
U11'65 x V a 2'4)( Va ¡'2R
Prescindiendo de las cuatro últimas muestras, la 18 por tratarse,
como ya hemos dicho, de una bellota, y las tres restantes por tener un
número muy reducido de granos, los promedios generales son :
Medidas : 5'47 x 3'33 x 2'51 mm.
Indices: 1' 6 x 2' 1 x 1'3.
La variedad encontrada en estos niveles es la más común en los
yacimientos con cerámica cardial de todo el Mediterráneo occidental.
[page-n-192]
".
P. LOPEZ
.;"
~::;
;,"2.:
,'
o
o
COVA
O
DE L'OR
1
2cms
~ -------'----~.
'Fil. 66
[page-n-193]
'"
COVA DE L'OR
Corresponde al grupo de los trigos hexaploides , es decir, con 42 cr omosomas IFig, 66 ),
Como hemos indicado más arriba . es dificil di stinguir con clari dad la diferencia entr e el Triticum aestivum y el denomin Rdo T,
aestivum -compactum , Teniendo en cuenta los indices que hemos se iialado para su r econocimiento, podemos decir que en esta muestra
hay una homogeneidad en su totalidad. Habré algunos granos més
alargados que pueden considerarse T. aestivum. pero en lineas gene rales hemos de considerar que pertenecen al T. aestivum-compaclum,
Las muestras que hemos señalado con un punto a su izquierda ( e )
corresponden a los niveles donde se han efectuado análi sis de C14.
Los resultados obtenidos en ellos son los siguientes (2 4):
CII -MI 5,980 -t 260 B.P. = 4.030 a. C.
Corresponde a la capa 6 situada entre los 95 y los 100 cm ,
C12-M2 6.630 ± 290 B.P. ~ 4.680 a. C.
Corresponde a las capa s 14 y 15, situ adas entre los 140 y los 153 cm.
C13-M3 6.720 ± 380 B.P. = 4 .770 a . C,
Corresponde a las capas 16 y 17, situadas entre los 153-165 cm .
En el cuadro J -5 se han medido un total de 195 granos.
~
2
3
4
,
6
7
8
9
10
11
12
1241
Ctladr o
J'
J'
J5
J'
J'
J'
J'
J'
J'
J'
J'
J'
Capa
3
4
,
6
7
8
9
10
11
12
13
14
Medidas e" mm .
16'45-5' 15 )5' 86 x 13"7, 2' 913"3 1 x 12'75-2' 21
2'4
UlI ' 77 xV0 2' 44 xVo l ' 37
[6'8 -5' 215'83 x (3'9-3' 213'55 x (3, 2' 1512' 53
UlI ' 64 xVa2'3 xVal '4
[6' Z5-4' 55)5' 4 x [3'8,3'1)3'4 x (Z'8 -Z'05)Z' 41
L/lI ' 58 x Va Z' Z4 x Va 1'4 1
16' 1-4 '8 15' 6 x /3' 55-3 )3'3 x (3'05, 2' OZ' 47
UlI' 69 x Va Z' Z6 x Va 1'33
16'4-515 '65 x 13' 65-313 ' Z6 x IZ'85-Z' U2 '48
UlI'73 xVaZ ' Z7 xVa l ' 31
(6'7-516' 5 x 13'85-3'15)3' 8 x /3'Z , Z'2 12' 89
L/l1 ' 71 x V a 2' 24 x Va 1' 31
Una bellota.
(6'8 -5'2316'1 x (4'1-3' 25)3' 47 x 13-2)2' 6
L/lI'76 x V O Z'35 x Va 1'33
[6' 3-4 '65 )5' 54 x 13'8· 313 ' 53 x 13'2· 2'212'67
L/l1 ' 56 x V a 2'07 x Va 1'32
[6'35-4' 915'5 2 x [4'3-2' 813' 3 x (3"1 -2' 4)2'8
L/l I ' 67 x V a 1'97 x Va 1' \7
(6-5'1)5'62 x [4"05·3'2 )3'62 x /2'8· 2' 15)2'55
L/lI ' 55 x Va 2' 20 x Va 1'41
[6·4' 8 )5' 18 x 13' 5-3"05 )3' 27 x 12'8 -2' 1)2' 5
L/l I ' 58 x V 0 2'07 x Va 1'3
MARTl. op. eit. nota 22, pAgo 58.
[page-n-194]
>9,
P . LOPEZ
Mu estra Cuadro
Medida! en mm.
~.
13
J5
15
(7 -515 ' 64 x 1 2-31
4'
3'45 K 13-2' 512 ' 72
l.
J5
16
1II1 ' S3 xI/a z'07 xVal ' z6
(6 ' 5-4 ' 4515' 38 x (3 '8 · 2 ' 513 ' 23
15
J5
17
16
J5
17
J5
l'
l'
l'
l'
J5
20
J5
21
(6-4' 5515'23 x (3' S-313' 35 x 13-212' 49
U1I 'S6 xI/az'IO xVa l '3 4
20
J5
22 .. .
1 70-4' 151
4'
4'42
K 13 '4 -21 ' 5
2
U1¡ ' 66 xIlaz' l5 xVal ' 29
(6'2 5-515'67 x 13' 95-2 ' 713'23 x (2' S· 1' 912' 38
U11 '7S x l/a 2' 38 x Va ¡ ' 35
(6-4 '4J5' 54 x (3' 65-3)3' 4 2 K (2' 9-2' 2)2' 57
U11 '61 KUaZ ' l5 xV. 1' 33
(6' 5-4' 71 77 x (4' 1-2' 9)3' 42 x 1
5'
3"-2'05)2',
U! 1' 68 KUaZ ' l3 xVal ' z6
(6 -4 'SI5' 5 x (3' 6-3)3'3 4 x 1
2:8-2' 1)2' 40
Ul I ' 64 x l/a 2 '29 x Va \ ' 39
K
(3' 55 -2' 90)3 '2 2 x (3 '4-2' 4)2 ' 75
L/l ¡ '37 )( Ua , ' 6 K lla 1'1 7
21
J5
23
15'85-4' 615'07
x (3' 6-2'813 '09 x 12'9-2' 1)2 '44
1/I1 ' 64 x l/a z'07 x Va ¡ ' 26
La media general de los 195 granos es :
Medidas: 5' 61 x 3'38 x 2' 55 mm .
Indices : 1' 65 x 2'20 x 1' 32 .
As! pues, nos volvemos a encontrar con el mismo resultado que en
el caso anterior : la muestra presenta una total homogeneidad. Como
puede observarse hay capas en las que el indice de los granos se eleva
algo sobre otras. Esto podemos atribuirlo al predominio en algunas de
granos de T , aestivum, que como se recordará dijimos eran más alargados que los de T, compactum . De todos modos podemos decir que la
muestra corresponde a la clasificación de T. aestivum-compactum.
Nos ha llamado la atención no encontrar otra variedad de trigo en
la totalidad de las muestras, ya que como indican las fechas de e 14
son muchos los anos de diferencia entre ellas, Hemos revisado dos veces las muestras, y como ya indicamos es la única variedad encontrada , Tampoco hemos encontrado cebada como para poder hablar de
una mezcla, Es posible , quiz á, que alguno de los granos que por s us
medidas se salia de la media general pudiera pertenecer a cebada. De
todos modos se trataría de casos aislados sin que pueda hablarse de
cultivos diferenciados.
Finalmente, y dado el interés del estudio realizado por Hopf, en el
que se identificaron un mayor número de especies de trigo, así como
cebada, reproduciremos aquí, de manera resumida , los resultados publicados por dicha investigadora (25) :
1251
HOPF, op. cit. nota 14.
[page-n-195]
CaVA DE L'OR
'"
Muestra núm. 1
Triticum monococcum L. (EsprilJa)
Núm . de granos : 14.
Medidas: 14 ' 6-6 '21 5'3 x 11 '4-2 ' 51 2'1 x 11 ' 9-2' 812 '5 mm .
Ir.dices: Largo/Ancho = 2'5 ; Largo/Alto = 2' 1; Ancho/Alto = 0'83.
Triticum dicoccum Schübl. (Escanda)
Núm . de granos: 145.
Medidas: 15'0 -7'61 6' 1 x 12 '3-3'412'99 x 12 '0-3'31 2' 52 mm .
Indices: UA ~ 2'04; UAII. ~ 2'42 ; An ch ./A1I. ~ !'I8.
Triticum aeslivum-compactum Schiem, s. 1.
Núm . de granos : 198 .
Medidas : 14'4-6' 71 5' 64 x 12'6-4 '41 3' 35 x 12'2-,'91 2 '82 mm .
Indices: U Anch . ~ 1' 68; UAII. ~ 2 '00 ; Anch ./AII. ~ 1' 04.
Hordeum vulgare L. polystichum varo nudum y
Hordeum vulgare L. polystichum .
Núm . de granos : 233 largos.
464 an chos.
Granos largos .
Medidas : 14' 7-6' 81 5' 5 x 12' 2-4 '01 3'1 x 11 '5-2 '91 2 '2 mm .
Indices: l/Ancho = 1'75 ; IJAlt. = 2'46 ; Anch./Alt. = 1'4.
Granos anchos.
Medidas : 14' 5-6 ' 51 5' 5 x 12 '9-4 ' 31 3'8 x 12'0 -3' 11 2 '9 mm .
Indices: IJAnch. = 1'46 ; UAlt. = 1'9 ; Anch ./Alt. = 1'3 ,
Muestra núm. 2.
Triticum monococcum L. (Esprillal
Núm . de granos: 48.
Medidas : 14 ' 1-6' 61 5 ' 51 x 11 ' 6-2' 61 2'10 x 12 '0-3' 01 2 '42 mm .
Indices: UAnch . ~ 2 '62 ; U ALT. ~ 2 '28 ; An ch ./Alt. ~ 0 '87.
Triticum dicoccum Schübl. (Escanda)
Núm. de granos : 2. 187.
Medidas: 1 '4 -6 '51 5 '55 x 12 '2 -3' 31 2 '75 x 12 '0-2 '91 2'4 3 mm .
4
Indices: l/Ancho = 2'02 ; L'Alt, = 2'28 ; Anch./Alt. = 1' 13.
[page-n-196]
P. LOPEZ
'"
Triticum aestivum 1. y
Triticum aestivum-compaclum Schiem.
Núm . de granos: 824.
Muestra compuesta por 50 granos de los más grandes:
Medidas : 13'8-6'31 5' 16 x 12 ' 2-3 '81 3'02 x 12 '0 -3 ' 11 2' 57 mm.
Indices: U Anch. = }'71 ; V Alt. = 2 '01 ; An ch./Alt. = 1' 17.
Muestra compuesta por 50 granos de los más pequeños:
Medidas : 13'7-5'51 4'72 x 12 ' 7-3'81 3' 22 x 12 ' 2-3'21 2'7 1 mm.
Indices: UAnch. = 1'46 ; U Alt. = 1'7 4 ; An ch./Alt. = 1' 19 .
Ho rdeu~
vulgare 1.. varo nudum
Núm. de granos: 195 de Hor deum gr ueso.
111 de Hordeum delgado.
J 095 de Hordeum normal.
13 de Hordeum de punta redondeada gruesa.
9 de Hordeum de punta redondeada delgada.
56 de Hordeum de punta redondeada normal.
El término medio de la muestra es:
Medidas : 14 '4 -7'01 5'49 x 12' 1-3'813'08 x (1 '5-2 '81 2'21 mm .
Indices : l/An cho ~ 1'78 ; l/AIl. ~ 2 '48 ; An ch ./AIl. ~ 1'3 9.
Aunque las muestras analizadas por Hopf pareeian provenir de un
depósito para almacenamiento, mientras que las estudiadas por nosotros se encontraron dispersas en la sedimentación de los cua dros J-4
y J -5, esta diferencia en su pro cedencia no par ece razón suficiente para expli car tan gran diversidad en su composi ción. En todo caso, el estudio de los cereales de la Cova de I'Or ha de continuar, al igual Que
sucede con los restantes materiales del yacimiento, y es de esperar
Que en un próximo futuro podremos aportar mayores precisiones so bre estos cereales carbonizados qu e, en cualquier caso, son una prueba elocuente de la importancia Que hubo de tener su cultivo en nues tras tierras desde los inicios del Quinto milenio antes de Cristo, coincidiendo con el desarrollo de la cultura neolítica de las cerámicas im presas cardiales.
[page-n-197]
VID
LA FAUNA DE VERTEBRADOS
Manuel Pérez Ripoll
CONSIDERACIONES PRELIMINARES
El número mínimo de individuos se ha determinado teniendo en
cuenta los siguientes criterios:
al Los restos de cada sector y capa los hemos considerado como
individuos diferentes . Esto explica que el número mínimo de indivi duos sea tan alto con respecto al de restos.
bl La edad de cada diente corresponde a un individuo, según
hacemos constar en las tablas de edad, teniendo en cuenta que s610
están presentes los dientes que pertenecen a grupos de edad distintos,
y en aquellos que son del mismo grupo se ha tenido precaución de
contabilizar s6lo los que tenemos la seguridad de que pertenezcan a
individuos diferentes.
Los huesos han sido medidos siguiendo las consideraciones metodológicas propuestas por A. von den Driesch (1976). Con el fin de facilitar la lectura de las mediciones incluimos entre paréntesis las abreviaturas que correspondan en inglés.
[page-n-198]
'"
Ad IBdl
AMIGBI
AmDISDI
Ap IBpl
AS IBGI
At IBTI
EIIDlI
EmO ISDOI
EPA IDPAI
LA (LAI
LDB (DLSI
LM (GLI
LMP IGLPI
LMI (GLlI
LMmlGLml
LMpe (GLpel
LO (LOI
IS ILGI
LSM
M. PEREZ
Anchura mAxima distal
Anchura máxima
Anchura minima diáfisis
Anchura máxima proximal
Anchura máxima superficie articular
Anchura de la tr6clea
Espesor máximo lateral (astrágalo)
Espesor mínimo del olécranon
Espesor a través del proc. ane.
Long . acetahulum
Long. diagonal base
Long. máxima
Long. mAxima proceso articular
Long. máxima lateral (astrágalo)
Long. máxima mesial (astr.)
Long. mAxima periférica (falange)
Long. olécranon
Long. máxima superficie articular
Long. serie molar.
[page-n-199]
'"
COVA DE L'OR
RELACION TOTAL DEL NUMERO DE RESTOS Y NUMERO MINIMO
DE INDIVIDUOS DE LAS DISTINTAS ESPECIES
NR
Horno ." ... . . . .......... .
•
4
Capra/ Dvis ........ . ..... .. . 416
avis aries .... .... . . . ....... 227
Capra hircus .... ... ........ 32
Bos taurus .... . ............ 24
Sus domesticus ............. 177
Canis familiaris . . . . . . . . . . . .. 10
Equus eaballus .............
3
Bos primigenius ...... . .....
8
Capra pyrenaiea . . . . . . . . . . .. 18
Cervus elaphus ......... ... . 71
Capreolus eapreolus . . . . . . . .. 73
Sus scropha . . . . . . . . . . . . . . . .
8
Felis silvestris ..............
1
Felis lynx . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3
Dryctolagus cuniculus ....... 124
Lepus eapensis .............
3
34'7
18 '9
2 'S
1
2
Myotis myotis .......... . . . .
Rinolophus euryale . . . . . . . . . .
Miniopterus schreibersi . . . . . .
10
Aves ... .. . .... ........ . ...
3
3
2
Reptiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Peces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1
1
¡
2
14'7
0'8
0'3
O'S
1' 5
5' 9
S
0'7
0 ' 08
0'3
10'2
0 '3
100
Apodemus ef sylvaticus .....
Pitymys ef duodeeimeostatus
Arvieola sp . .......... ... .. .
NMI
SS ' 2%
"
lS2
87
18
lS
72
5
34' 1
18' 2
3' 7
3'3
15' 1
0 '9
3
S
8
34
28
4
1
3
28
2
¡
0'5
1'2
l 'S
7'1
5' 8
0 '8
0' 2
O'S
5'8
0 '4
100
SS %
Especies
domesticadas
73 ' 7% NR ,
7S ' S% NM1
Especies
salvajes:
2S'8 % NR .
22 ' 9% NM1
[page-n-200]
".
M. PEREZ
LA CABRA Y LA OVEJA
A.-Número de restos y número mínimo de individuos
Los restos de cabra/oveja predominan ampliamente sobre todos
los demás: un 56' 2 % sobre el total de restos, y un 56 % sobre el total
del número mínimo de individuos.
Del total de restos de cab ra/ov~ja (675 restos) han sido identificados gran parte de ellos (262 restos ) como oveja o cabra. siguiendo los
criterios de J . Boessneck, H. H. Müller y M. Teichert (1964). La distribución por sectores de los restos de cabras y ovejas es la siguiente:
Sectores
Ca./o..
J -4 ............. .
J -5 ..............
1955-58(") .......
146
136
134
..........
416
Totales
Cabra
Total
65
85
80
5
7
20
213
228
234
230
32
675
Oveja
Las ovejas predominan ampliamente sobre las cabras: un 87' 6 %
de ovejas frente a un 12'3 % de cabras.
El número mínimo de individuos (para los criterios de determinación, ver el capitulo inicial del trabajo) por sectores es el siguiente :
Sectores
Ca./Ov.
Oveja
J -5 ......... " , ..
1955-58 .........
47
54
61
25
30
32
3
7
8
75
91
101
Totales ..........
162
87
18
267
J -4 .......... , ...
Cabra
Total
El número minimo de individuos por capas y sectores aparece en la
Tabla 1.
Los porcentajes basados en el número mínimo de individuos confIrman el predominio amplio de la oveja, un 82'8 %, sobre la cabra , un
17' 1 %.
B.-Distribución por sectores y capas de los restos
Los restos de las cabras/ovejas se distribuyen en los sectores y en
las distintas capas como sigue:
(' ) En este apartado sólo se incluye el material de los sectores excavados entre 1955 y
1958 que no fueron estudiados por H.·P. Uerpmann.
[page-n-201]
l . CABRA/OVEJA
SECTOR
Capas
Cranium ... .
Maxila ...
Mandlbula ..
Dentes . . ... .
Vertebrae . .
Seapula . .
Humerus . ...
Radlus .. . ...
Ulna ...... .
Pelvis ..... .
Fémur .. ....
Tibia ...... .
CaJcaneus ...
Mtc. .......
Mu. .......
Pbal. 1 ......
Pbal. IU ....
CUadro ) · 4
1 2. 2B
3
4
5
6. 7. 7b
5
O
4
J
2
2
1
1
1
2
4
4
1
1
2
1
J
1
6
1
4
4
J
1
1
1
1
1
1
1
1
J
1
1
1
2
1
1
1
1
3
Total
O 9b lOa 10b 1" 12 12b 13. 14 15 15. 15b 16. 16b 1" 17b O. 18b
1
1
13
,
1
2
1
13
4
7
6
'4
1
1
1
1
2
1
1
1
3
1
1
3
1
2
1
1
1
13
1
1
6
6
2
7
5
1
1
2
1
1
Total ...... . 35 15 10 11
1
1
3
1
1
1
O
1
7
4
2
1
4
9
O 3
5
2
6
J
2
2
2
57
1
5
1
1
1
4
1
3
1
2
2
1
146
•
"
[page-n-202]
>O.
M. PEREZ
Cuadro J -5
SECTOR
n
Capas
Craruum .....
Maxila ......
Mand1bula .. ,
I
2 3
•
5
2
2 11
312
•
2
I
I
Humerus .....
Radius .......
I
2
I
I
3 4
2
2
I
I
I
2
2
2
I
•
65
6
I
B
I
2
2
I
2
I
•
I
7
I
2
I
I
I
Femur .......
I
I
Tibia ...... ..
Calcaneus ....
Tarsalia .....
3
I
I
I
I
B
2
I
I
I
6
2
I
I
I
4
I
........
2
I
Mtt. .. ......
Mtp. .. .. ... .
I
3
2
3
3
I
I
PhaL 1 ..
14
Capas
Maxila ........
Mandlbula .. ...
Dentes.
Pelvis .. .....
Tibia ..........
Talus .
Mtc. .. '
....
Mtt.
Phal. 1 .........
I
I
I
5 11 2
513 IS lB 5
SECTOR
Totales
3
I
Ulna .... ....
Pelvis .......
,
B
I
I
I
I
3
I
I
2
I
2
4
Sea pula .. ....
Total .. ... ..
•
Total
9 10 11 12 13 l ' IS 16 17 lB 19 20 21 22 23
2
I
I
7
Dentes . ......
Vertebrae
Mtc.
6 7
3
5
2
5
F
B
s.p. j- ) 3
2
s.p.
•
3 6
I
2 3
5 6
7 10 11 s.p.
I
I
13
I
12
14 9
5
3 B
7
I
•
I
3 3
4
F-2
F- l
2
I
3
".
I
•
6 2
I
G.N.
Total
5
s.p. 2
6
12
•
I
9 3
3
2 2
5
I
I
I
I
I
3
3
2
I
13
IS 10 5 3
(. ) sin procedencia o superficial.
2
I
I
I
IIB
I
I
13
137
B 11 5 10 3
2
5 3
2
6
14 5
I
134
[page-n-203]
CaVA DE L'OR
199
2. OVIS
Cuadro J- 4
SECTOR
Capas
Cuerno
HumerU5 .....
Radius. ......
Ulna . .....
Carpalia
..
Pelvis .... ..
Femur ... . ...
Tibia ..
.
Talus ...... ..
Calcan. .... ..
Mtc.
MU. ....
Phal. l . .
Phal. II ..... .
Phal. 1lI ...
Total
1 2A 2B 3
Total . ... .. .
2
1
...
........
M IC.
MU.
Phal.
Phal.
Phal.
2
1
1 .. .... .
II .. . .. .
I1l
. . ...
Totales ......
4
1
1 1
1
2
1
1
1
1
1
2 5 4
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
2
10
1
1
1
1
1
3
3
1
1
1
1
1
1
1
S
2
1
6 7 1 3
1 3
4
9
2
1
7
1
6
3
4
5
2
4
3
4
3
2
1
5
1
2
4
2
65
Cuadro J-5
Total
1
2
3 4
5
7 S
9 10 1 112 13 14 IS 16 17 18 19 20 21 22 23
1
1
1
1
1
1
5
S
5
3
2
1
1
1
1
3
1
7
4
1
1
1
1
1
1
1
1
2
3
1
1
2
1
S 2 12 3
1
1
1
1
1
2
1
3
1
3 3
4 4
1
3
2
1
3
5
S
1
13
12
5
3
87
1
1
1
2
1
1
7
7
1
1
1
1
1
2
1
1
1
1
1
1
1
3
2
4
4
1
1
1
1
1
2
2
1
1
1
I
1
1
....
.. . .... .
..
I
1
1
1
1
T·
Cuerno
Mandibula ...
Scapula . . .. ..
Humerus.
Radio
Ulna
Carpalia .....
Femur . .
Tibia .. '......
Talus ........
Calcaneus
1
1
4
2
1
SECTOR
Capas
IS. ISh 16.
1
.. .
.
...
.... ....
5 6. 6h 7h S 9h 10. 110 12. I2h 13. 14
4
2
1
6 4
3
4
1
3
[page-n-204]
200
M, PEREZ
SECTOR
G.N. G.F.
B
Capa
s.p. s.p. 3
Mandlbula ....
Radio
Ulna ........
.... .
1
1
2
s.p. s.p. 1 2
,
F- l
F
7
S 6
F-2
8 10 1 1 s.p.
N
1
1
1
1
Femur .. ......
Tibia ...
Talus .........
Ca!caneus .....
MlC.
.........
........
M lL
Phal. 1
.. ... ..
Phal. Il .. ... .
Phal. III
1
2
1
2
2
3
1
1
2
1
S 2
1
1
2
1
1
3
1
6
2
12
1
1
2
3
2
12
.....
Total .... . ...
1
S
1
2
1
,
1
2
3
1
,
3
3
2
,
1
2
1
3
3 1
3
1 12 6
2
1
2
S
3. CAPRA HIR CUS
Capa
J -,
9
J -S
l ' 16 S
Humeros ......
Radius . .......
11 12 16 18 20
1
2
G.N.
F-2
6 1 1 s.p.
1
.........
.........
Phal. 1 .... . .. .
Phal. 11 .. .... .
1
3
1
1
Mtc .
1
1
1
3
Mll.
Phal. III
2
1
1
1
1
1
1
1
......
TOlal .. , ...... 1
1
1
1
1
1
1
1
1
2
1
3
1
1
1
1
1
1
7
2
2
S
1
Total
s.p.
1
Talus .........
Pelvis ... . . . . .
7
F
2
2
1
1
1
2
23
3
1
1
28
12
1
Láminas XIX, XX A; Y XXl A, e y D.
SECTOR
Total
s.p. 5 s.p.
3
1
1
7
1
3
2
13
3
1
32
Láminas XX B ; Y XXI B Y E .
Hay que llamar la atención sobre el material correspondiente a
las excavaciones antiguas en el sentido de que se trata de un material
seleccionado que DO representa plenamente al conjunto de Cava de
rOro
80
[page-n-205]
,O>
COVA DE L 'OR
e -La
edad y la selección de los animales
La edad ha sido determinada por los dientes, estudiando los momentos de erupción y desgaste de los mismos, lo que nos ha permitido
confeccionar la tabla 1 donde se ofrece la distribución de las edades
de cada individuo por sectores y capas. La suma por grupos de las
edades de los individuos y los porcentajes de cada grupo por sectores
es el. siguiente:
J-4
DeOa5meses ......
De6a12meses ... ..
De 12 a 17 meses ....
De 18 a 26 meses ....
Aultos ........ .....
Viejos .............
Totales .........
13
7
3
5
9
1
34 %
18 %
7'8%
13 %
23 %
2'6%
38 100 %
J-5
12
6
14
14
11
1
20 '6%
10'3%
24'1%
24'1%
18 %
1' 7%
58 100 %
1955-58
8
11
11
8
13
8
13'5%
18'6%
18' 6%
13'5%
22 %
13 '5%
59 100 %
Los porcentajes de los grupos de edad de las excavaciones antiguas no corresponden exactamente con los de los sectores J-4 y J -5,
en particular los porcentajes de adultos y viejos, lo que hay que atribuir a la selección de gran parte del material. de ah! que no sea representativo y haya que tomarlo con precaución.
Es interesante observar que el grupo de los O a 5 meses alcanza
una importancia marcada, ya que su porcentaje se sitúa en un 34 por
ciento en el cuadro J -4 y en un 20' 6 por ciento en el J -5; más adelante
analizaremos su distribución por capas y su posible significado.
Considerando globalmente los grupos de edad en jos, uno joven y
el otro adulto, el primero representarla el 74'4 por ciento del total de
individuos en el cuadro J -4, y el 79 por ciento en el J-5. La selección,
como podemos observar a través de estos porcentajes, es muy elevada , y su fInalidad gira en torno a la obtención de carne; la producción
de leche y lana da la impresión de tener una importancia secundaria,
ya que sólo e125 por ciento de individuos del cuadro J -4 y el 19'7 por
ciento del J-5 son adultos. Aunque , por otro lado, esta proporción de
adultos puede ser suficiente para cubrir las necesidades de la comunidad (pensando en la relación número de cabezas de ganado-número
de habitantes, con una importancia numérica considerable del primero sobre el segundo), tanto para la producción de leche como de lana,
no viéndose el hombre, por consiguiente, en la necesidad de alterar
dichas cifras.
[page-n-206]
TABLA 1. Grupo de edad y número m(nimo de individuos por capa y sector de la cabra/oveja
SECTOR
Capas
I
l.-De O a 5 meses ..........
2.- De 6 a 11 meses ..... __ ..
J .-De 12 a 17 meses ........
4.- De 18 a 26 meses ..... . ..
S.-Adultos ................
6.-Viejos .................
Total por capas y sector (-,
,
•
I
I
9
2. 28
2
2
I
I
, •
5
•
.a 7a 7b
2
I
T -R
l.-De O a 5 meses ........ • .......
2.-De 6 a II mese • . " . . ..•.......
J .-De·12 a 17 meses .. . ........ . ..
4.-De 18 a 26 meses ..............
5.- Adultos . . ....................
6.-Viejos . . . . . . . . . . , . . . . . . . . . . . .
Total por capas y sector { ..... . .. .
-,
I
I
I
I
2
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
, •,
Capas
I
I
I
2
I
9b lOa 10b I I 12a 12b I'a l. 15a 15b I .a I .b 17a l7b I'a I.b
2
I
SECTOR
I
I
I
I
2
2
I
I
•
I
, •••
I
I
2
I
I
I
I
2
I
2
I
I
I
I
I
I
I
I
I
2
I
I
I
I
I
I
22
23
CuadroJ-5
•
7
I
I
9
10 I I 12 l' l .
I
I
15 l' 17 l ' 19 20 21
I
I
I
I
I
I
I
2
I
I
I
I
I
2
I
I
I
I
I
I
I
• •
SECTOR
s.p.
l .-De O a 5 meses ......................
2.-De 6 a 11 mese • .......... • ..... ... ..
J .-De 12 a 17 meses ......... • .. . .... .. .
4.-De 18 a 26 meses .. . ...... • . .. . .. . . ..
S.-Adultos . .......... . ...... . . ........
6.-Viejos· ..••... . ............... .. . .. .
... ......... .
2
5
Capu
Total por capas y sectores (-,
Cuadro J -4
•
2
•
2
B
,
I
I
I
I
6
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I
2
I
I
,
s.p.
2
2
I
I
I
I
I
,
I
I
I
I
7
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I
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I
2
I
2
I
2
I
2
2
I
I
2
F- 1
F
5
I
I
I
I
I
I
•
2
5
•
I
2
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5
II
I
I
I
I
10
I
I
I
I
•
5
•
2
I
I
I
I
s.p.
2
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I
I
2
I
2
I
I
2
C.N.
F-2
s.p. s.p.
I
I
,
I
I
I
2
I
2
2
I
2
• ,
(. ) Los grupos de edad se han contabilizado con los dientes, y en las capas donde no los hay aparecen en blanco anotándose sOlo el número minimo de individuol en el total.
[page-n-207]
CaVA DE L 'OR
2.3
Analizando la distribución de los grupos de edades por capas, podemos observar un hecho muy interesante : en las capas primeras los
dos primeros grupos (de O a 11 meses) son muy abundantes, y a medida que vamos recorriendo las capas en profundidad estos grupos van
perdiendo su presencia hasta prácticamente desaparecer, mientras
que los grupos 3 y 4 (de 12 a 26 meses) son predominantes en estos
momentos , La interpretación posible (y que hay que corroborar en ulteriores excavaciones) es que la selección de animales en los niveles
medios e inferiores (capas lO ala 18 del cuadro J -4y 12 a123 delJ-5)
se efectúa con la fmalidad de alcanzar el máximo rendimiento en carne con el menor tiempo posible. Por el contrario, en los niveles superiores gran parte de los animales no llegan a alcanzar su máximo rendimiento, ya que son matados muy jóvenes. La hipótesis que surge
desde el punto de vista económico es sugestiva: la selección no es un
proceso estático, por el contrario es un fenómeno dinámico que va
evolucionando a tenor de las necesidades vitales de las comunidades
con la fmalidad de producir mayores rendimientos , y en este sentido
hemos de interpretar la gran abundancia de animales muy jóvenes.
La producción ganadera va aumentando paulatinamente desde los niveles medios , estando en condiciones en los superiores de cubrir no
sólo las necesidades comunales, sino también de obtener un excedente potencial plasmado precisamente en la producción de animales que
no alcanzan su máximo rendimiento al ser matados muy jóvenes. Por
tanto, la abundancia de este grupo de animales es el exponente de un
aumento en la producción y rendimientos ganaderos.
D. La determinación sexual
Es muy importante separar sexualmente los huesos para poder tener una idea más completa de la selección. Los criterios para poder
efectuar dichas diferencias se realizan básicamente por el tamaño
comparativo de los restos pertenecientes al mismo yacimiento (los
restos de otras épocas, como luego veremos, sufren variaciones en el
tamaño, de ahí que lo que en un yacimiento es un macho, en otro puede ser una hembra).
Desgraciadamente, nuestros restos no son muy abundantes para
poderlos comparar entre si, y solamente con las falanges y astrágalos,
como material más abundante , hemos podido confeccionar las gráficas que nos muestran el dimorfismo sexual. En estas gráficas las proporciones entre macho y hembra aparecen bastante equilibradas, por
lo que a nivel selectivo no se pueden sacar conclusiones.
[page-n-208]
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29 30 31
32 33 34 35 36 37 38 39 :lO 41
42 43
Grtfica l. RapreMlltadón de la longitud mx. perif6r:1ca y anchura prollimal de la Falange 1 de Ovis;
x . Fal. truera
e
44
_Fal. delantera,
[page-n-209]
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caVA DE r OR
LMm
30
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[page-n-210]
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M. PEREZ
Por otro lado, la pelvis permite morfo16gicamente la separación
sexual de sus restos , y por la osificación podemos señalar su edad. Pero solamente hay seis restos de pelvis de oveja que pueden ser separados: tres son de hembra y tres de macho, manteniendo las proporciones que hemos visto para las falanges y astrágalos. Lo interesante es
señalar que los tres machos son jóvenes, y las hembras son dos adultas y una joven. Lógicamente son pocos restos para poder sacar conclusiones generales, pero como elemento indicativo son válidos: los
machos son destinados (en su mayoría) para obtener carne, mientras
que las hembras son destinadas a la producción de leche, además de
su función reproductora. De la cabra poco se puede decir, ya que s610
hay una pelvis que pertenece a un macho.
E. El tamaño de las ovejas
El estudio del tamaño de los animales es muy importante para poder detectar las relaciones hombre-animal, y, en deflnitiva, seguir el
proceso de la selección.
Para poder observar las diferencias de tamaño de los huesos, hemos comparado las medidas de los restos de Cava de rOr con las de
yacimientos peninsulares estudiados por A. van den Driesch y J.
Boessneck (1969 , Cabezo Redondo), H.-P. Uerpmann (1970, S'Illot),
A.v.d. Driesch y J . Boessneck 0976, Zambujal) y H. Dieter Lauk
(1976, Monachil y Purullenal. Asimismo, las hemos comparado también con yacimientos del Mediterráneo Oriental, que ya indicaremos
más adelante.
A través de estos gráflcos podemos observar muy c1aramente cómo los huesos de la oveja sufren una disminución de tamaño 'desde el
NeoHtico (Cava de rOr ), pasando por el Eneolitico (Zambujal, de este
yacimiento sólo hemos incluido los niveles eneoliticos) y llegando al
Bronce flnal (Cabezo Redondo, Purullena, Monachil, S'Il1ot; en este
último la etapa cultural es muy amplia, va desde el Bronce hasta época romana).
Esta diferencia no es tan ostensible entre el Neolítico y el Eneolitica, pero los valores de Cava de rOr siempre van por encima de los de
Zambujal. Por otro lado, existe una diferencia muy marcada entre Cava de rOr y los demAs yacimientos pertenecientes a la Edad del Bronce.
Esta progresiva disminución del tamaño de los huesos está relacionada con el proceso de selección de los animales por parte del
hombre. M. N. Y H. R. Jarman (1968) señalan que en el yacimiento de
Knossos la selección que alll se efectuó dio lugar a una progresiva dis-
[page-n-211]
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[page-n-212]
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[page-n-213]
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COVA DE L'OR
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[page-n-215]
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[page-n-216]
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minuci6n del tamaño de la oveja entre los niveles neolíticos sin cerámica y los neoHticos antiguos con cerámica. Esta práctica pudo ser inconsciente al seleccionarse para la producción de carne los animales
jóvenes (probablemente ma chos) de mayor tamaño. lo que produjo
con el tiempo un cambio genético, o bien pudo ser consciente a l seleccionarse los animales pequeños para obtener una raza que pudiera resistir mej or las sequías. En defmitiva, la disminución del tamaño de la
oveja debe interpretarse como un indicio muy claro del aumento del
control sobre los animales a través de la selección para alcanzar unas
finalidades determinadas (leche, lana, razas resistentes, etc.).
Vamos a comparar ahora las medidas de Cava de I'Or con las de
los yacimientos del Mediterráneo Oriental y Próximo Oriente. Las medidas de l'Or con respecto a las de los niveles neolfticos sin cerámica
[page-n-217]
COVA DE L'OR
2 13
de Argissa Magula (Boessneck, 19621 van ligeramente por debajo
(gráficas m, IV, VI) o igualadas (gráfica Vill, o a veces las sobrepasan
(gráfica VI, aunque sin grandes diferencias. Así mismo, se encuentran
en esta rela ción las medidas de los restos de tres localidades del valle
de Kermanshah, en Irán (Bokonyi, 1977) : los de Sarab (6 .900 a. de C.I
y Siahbid (V milenio a. de C,I tienen unas medidas que entran en la
variación de las de Argissa Magula; sin embargo, las medidas de
Asiab (8.050-7 ,700 a , de C.I las sobrepasan ampliamente (corresponden a ovejas salvajes). (Ver gráficas III, VI, VII).
Por tanto, podemos observar que Cava de rOr se encuentra inmersa en el proceso de la domesticación de la oveja desde el Próximo
Oriente, como hemos podido comprobar a través de las medidas de
los huesos de los yacimientos anteriores, en las que se muestra una
progresiva, aunque leve, disminución del tamaño de los mismos desde
las localidades del valle de Kermanshah a Cava de rOr, pasando por
Argissa Magula.
Lógicamente, los yacimientos son pocos para establecer una conclusión estable, pero a nivel de orientación son válidos, en especial si
utilizamos otros datos que trataremos en el capítulo dedicado al proceso de la domesticación.
Por último, vamos a tratar la posibilidad de la existencia de muflón entre nuestros restos. H. P. Uerpmann (1979), en el poblado de
«Los Castillejos», ha estudiado un Metatarso del estrato III (transición
entre el Eneolltico y el Bronce inicial) cuyas medidas entran dentro de
la variación del muf1ón ; sin embargo, el autor piensa que el gran tamaño de alguna oveja puede entrar en el limite superior de su variación. En Cava de rOr hemos visto que , en general, el tamaño de los
huesos es mayor con respecto a los de varios yacimientos, pero hay
algunos que los sobrepasan ampliamente, como un Metacarpo y un
Metatarso (ver gráficas vm y IX; Y lé.mina XXA, núms. 1-41, cuyas medidas no estén muy alejadas de la de «Los Castillejos»; asimismo, hay una
serie de falanges 1 cuya longitud periférica esté. entIe 41 y 44 (ver tablas
de medidas) y que sobrepasan netamente a la de los otros yacimientos
(ver gráfica Xl , Por tanto , se confirma en nuestro yacimiento que estas medidas corresponden a la variación máxima de la oveja, y no se
trata de muflones.
[page-n-218]
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F,-Tablas métricas de los huesos
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CaVA DE L'OR
219
EL CERDO (Sus domesticusJ
El cerdo es la especie más abundante después de la oveja, situándose su porcentaje sobre el total de huesos del yacimiento en un
14'7%, .
La distribución de los restos por capas y sectores es la siguiente:
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5
1
1 2
Maxilla .....
Mandibula
Dentes . .....
Vertebrae ...
Scapula .....
Humerus.
Radius . .....
Ulna
Pelvis ......
Femur ..... .
Tibia ...... .
Ca\caneus ...
Otros Tarsalia
Metapodius
Phal. 1 ......
PhaJ. U
Phal. III ....
4
2
SECTOR
Capa
,
1
1 2A 2.
Capa
CUadro J-4
1
1 1
2
1
10
7
5
,
74
[page-n-224]
220
M. PI!REZ
F
SECTOR
Capa
s.p.
1
2
3
,
1
1
2
1
1
1
2
1
Maxilla . .........
Mandibula .......
Dentes ...........
Radius ...........
Tibia ...... . .....
Talus ............
Met.apodius ......
Pha!. 1 ...........
Pha!. 11 .........
Pha!. 1ll .........
Totales
F· 2 G.F.
1
•
4
5
' .p.
1
1
2
1
,
Total
s.p.
5
4
1
1
1
1
4
3
2
2
1
10
3
1
1
1
2
1
1
1
•
1
7
3
1
1
2
1
3
1
11
2
,
•
9
4
3
4
12
1
1
5
12
55
En la tabla 2 aparecen representadas las edades que corresponden al número mínimo de individuos. Los grupos de edad están confeccionados según los dientes, y en los niveles donde no los hay hemos
utilizado los huesos, indicándose con la letra j Uoven), sin que corresponda de un modo especifico a ningún grupo de edad aunque en el
cuadro aparezca en el grupo 4. Por capas no se pueden sacar conclusiones concretas, simplemente indicar que en los niveles inferiores, al
igual que en la cabra/oveja, los animales adultos y jóvenes son los únicos representados mientras que en los superiores y medios, los animales muy jóvenes tienen un peso relevante. El porcentaj e de animales
jóvenes, constituido por los cuatro primeros grupos, se sitúa en un
73'9% tanto en el J -4 como en el J·5 , y en un 60' 8% en las excavaciones antiguas ; el material de estas últimas , como ya hemos observado en la cabra/oveja, es seleccionado, yeso explica que el porcentaje
de animales jóvenes sea inferior a los de los otros sectores.
Respecto al tamaño de los cerdos no se puede precisar con certeza
por la escasez de restos que han podido ser medidos. En la gráfica XI ,
trazada con el astrágalo como material más abundante, podemos ob·
servar que los valores de Cava de I'Dr y Zambujal son superiores a los
de la Edad del Bronce, pero hemos de considerar este dato como indi cativo hasta que se pueda comprobar con sucesivas excavaciones.
[page-n-225]
TABLA 2. Grupos de edad y número minimo de individuos por capa y sector del cerdo
CUadroJ·4
SECTOR
Capas
2'
l.-De O a 6 meses ........ .. ..... ..... . I
2.-De 7 a 12 meses ...... .. . . ..... .. . . I
3.-De 13 a 18 meses ..... . ... . ....... .
4.-De 19 a 24 neses ......... ... ..... .
5.-Más de 24 meses .............. . . .
Total por capas y sector ............. .
2B
I
I
I
•
3
I
5
B
I
9b 10b 11' 12, 13. 1" l. ISb 16, 17, 17b
I
I
j
I
2
3
I
I
I
I
2
j
j
j
I
I
j
I
I
I
I
I
j
j
I
I
I
I
2
I
I
I
I
16
17
lB
19
20
21
CUadroJ·5
SECTOR
Capas
2
I
l.- De O a 6 meses . - ........ ..
2.-De 7 a 12 meses ...........
3.- De 13a l ameses . . ........
4.-De 19 a 24 meses ..........
5.- MA.sde 24 meses ..........
j
I
Total por capas y sector ......
2
•
3
I
7
5
9
B
10
13
2
I
I
S.p. I
..........
•
2
I
I
I
I
7
I
2
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
C.F.
B 10 s.p. I
s.p.
I
I
2
j
j
I
I
F-2
3 6
I
I
I
I
I
•
23 T-R
I
I
3
l.-De O a 6 meses ...... . ..... . .. 2
2.- De 7 a 12 meses ....... . . ....
3.-De 13 a 18 meses .............
4.- De 19 a 24 meses ............. I
S.-Más de 24 meses ... .......... I
15
I
F
Capa
l.
I
I
SECTOR
Total por capas y sector
I
I
2
j
I
I
I
j
I
3
3
I
2
I
I
I
I
I
I
I
I
2
2 2
I
j
I
N
N
[page-n-226]
'"
M. PEREZ
48
LMI
6
11
1
.1
39
38
.
.. .
.
·
·
·
•
•
•
•
•
37
36
35
34
a
b
e
d
e
Gráfica Xl. A. trágalo de cerdo . • _ S'Wot, b _ Cabe.o Redondo, e _ Monacbil,
d _ ZambujaJ, ti _ CoYa de l'Or
[page-n-227]
COVA DE L'OR
Tablas de medidas
SECTOR
Capa
L
J-'
1
35' 2
HUmero
SECTOR
J
-'
Capa
19
Ad
38' S
Tibia
J-'
SECTOR
Capa
Ad
F
2
29' 1
13
I
32'4
J-.
-
1 2S'8
2
28' S
30' ,
Astrégalo
SECTOR
Capa
,
LMI
LMm
4 1' 9
El
22 ' 2
Mtt. m
SECTOR
F
Capa
10
LM
30
F
G,P,
17
s.p,
2
lO
s.p,
38' 2
35' 1
40'8
3"2
22'2
35'8
32' 7
39' 5
35'4
39' 3
20
20
43
[page-n-228]
,,.
M. PEREZ
Falange J
SECTOR
J -4
G.F.
F
Capa
13
s.p.
10
s.p.
LMpe
35'2
37'4
13',
40'3
13'9
37'2
AmO
Ap
12
16' 5
16',
15' 3
14' 3
17'8
Falange 11
SECTOR
J-'
F
l'
Capa
2
4
LMpe
24
26
26
AmO
Ap
12'8
16'3
15'6
13"
16' 5
18'J
16
s.p.
25' 4
11
23' 5
27'4
13
16
13' 2
14
3
16' 2
EL BUEY fBos taurus)
Los restos de buey son escasos, tan sólo 24, pero algunos de ellos
son muy problemáticos respecto a su domesticación. En la gráfica XII
aparecen representadas las fa langes 1 de y~cimientos del Bronce y del
Eneolfticojunto a las de Cava de rOr y los' ~veles sin cerámica de Argissa Magula. Al tratar la oveja, observábamos como los valores métricos de los huesos de rOr estaban relacionaoos con los niveles acerámicos de Argissa Magula, los niveles inferiores de Knossos y las localidades de Sarab y Siahbid del valle de Kermanshab; por el contrario, disminuían paulatinamente hasta la Edad del Bronce. ¿Podemos
decir que algo semej ante ocurre con los hues~s de Bos?
Los valores métricos de la falange 1 (Lámina XXII) se encuentran
entre los extremos máximos del buey de Zambujal y los mínimos del
uro del mismo yacimiento. Dentro de esta misma variabilidad se encuentran las dos falanges de los niveles sin cerámica de Argissa Magula. Por tanto, los restos de l'Or pueden corresponder a restos domesticados de mayor tamaño que los de Zambujal y semejantes a los
de Argissa Magula.
Respecto a la edad, hay un M 2 recién salido que puede tener entre
15 y 18 meses, y dos falanges 1 sin la epífisis proximal fusionada.
La distribución de los restos por capas y sectores es la siguiente:
[page-n-229]
COVA DE L'O R
J -,
SECTOR
I
Capa
2B
Dientes .. . . _.
I
Radio
Falange 1 .. .. Falange 11 . .. .
Falange III ....
I
I
........
Totales
.... .. .
9.
'"
I
11
I
,
I
2
2
I
16
2
I
2
I
SECTOR
I
s.p.
Capa
s.p.
LMpe
64'7
63
Ap
Ad
AmD
34
34
33 '8
27
30
32'4
Falange n
SECTOR
' -1
' -2
Capa
s.p.
5
LMpe
44 '4
29'3
24
36'2
24'8
2 1'4
22'9
20
Falange m
Capa
s.p.
I
I
s.p.
2
s .p.
I
5
I
I
J-,
16
LDS
71'8
Ldo
56
62'2
33' 4
32' 2
29'7
I
2
2
3
,
I
I
I
Total
14
I
6
2
I
I
Fa lange [
SECTOR
s.p. S.p.
I
G.N .
' -2
I
I
I
Tablas de medidas
A,
Ad
AmD
, '-1
J-5
I
I
,
I
24
[page-n-230]
Ap
44
42
t
A
40
38
G
a
"
36
G
a a
34
~Ji<
JI(
Ji<
a
32
•
30
JI(
a
.,~
."
a
<-
28
• ",,'1
<-
26
• '1-"
24
<-
22
x
"
20
•
LMpe
40 42 44 46 48
50 52 54 56
58 60 62 64 66
68
70
72
74
76
Gráfica XD. Representación gráfit:a da la Falo,. 1 de Bos . • _ s ' mot; x '" Cabe%o Redondo; • _ Zambujal (Bos taurus),
G _ Zambujal (Bos primigenius}, .&. _ ATgiua Magula;'" _ Cova de )'Or
78
[page-n-231]
COYA DE L'oa
EL PERRO (Canis ¡ami/iaris)
'"
Los restos de perro son 10, cuya distribución es la siguiente :
- Mandlbula {F-2, s.p.l.
,- Un canino, un p4 (J-4, capa 2A), fragmento de maxilar con p2 y
alveolo del p 3 (J-4, capa 2A), y un incisivo (J-4, capa 3),
- Húmero : una parte proximal (J-4, capa 2A), y dos partes distales, jóvenes (J-4 , capa 15 ; J-5 , capa 1).
- Una parte distal de tibia (J-4, capa 1).
Las medidas de estos restos son:
Mandibula :
Long, alveolar. Pl-P4 _ 3'.
Long. alv. M1 _ 19.
Long. M1 _ 20.
B6mero :
Anch. prx. _ 1"6.
Tibia:
Anch. distal _ 16.
EL CABALLO (EqullS caballusJ
Tan sólo hay tres restos pertenecientes a esta especie : un P 3-4(J-5,
capa 4) que está. sin erosionar y que puede tener una edad de dos años
y medio. una epifisis distal de radio sin fusionar y una falange 1 (superficial). Las medidas de la falange son:
LM '8' 4
Ap 49' ,
Ad 41
AmD 30'3
EL URO (Bos primigenius)
Hay pocos restos de uro :
- Incisivo IF. capa 4).
- M, {J-5, capa 21.
- P' {s.p.l.
-M'(F, capa lll.
- Tres Falanges 1 (F, capa 10; s.p.).
- Falange II (F- l, s.p.l.
Las medidas de las falanges son:
[page-n-232]
M. PEREZ
228
Falange n
Falange l
SECTOR
F
s.p.
SECTOR
F-I
Capa
10
s.p.
Capa
s.p.
LM ..
67' 2
32 ' 9
66' S
34' 1
LM..
"
33' S
26' 8
47' S
33' 9
28' 1
27' 9
Ap
Ad
AmD
26' ,
Ap
Ad
AmO
Hemos visto al hablar del buey la problemática que se presentaba
para estudiar la posible domesticación de algunos restos. Las medidas
de estas dos falanges están también representadas en la gráfica XII, y
corresponden a los valores del uro de Zambujal, aunque también están dentro de la variabilidad del buey de Argissa Magula. En posteriores excavaciones tal vez pueda haber mayor luz a este respecto.
LA CABRA MONTES (Capra pyrenaicaJ
Los restos de la cabra son escasos: 18 restos, que supone un 1'5%
sobre el total de restos. Su distribución por capas y sectores es:
J -4
SECTOR
Capa
I
Cuerno ........•...........
Dentes ......... ...........
Femur .....................
Tibia ........................
Talus ..........
Mtc .........................
Phal. l ............. .... .. ..
Phal. n ........
Totales ....................
F
J -'
2A
2
3
10
S.p.
•
s.p.
Total
4
4
4
4
I
I
I
I
I
I
I
I
I
6
2
2
I
I
2
2
2
2
I
4
I
I
2
lB
Las medidas de algunos restos son las siguientes:
Tibia
SECTOR
s.p.
Capa
s.p.
Ad
JI
[page-n-233]
229
COVA DE L·OP.
Falange 11
Talu.
SECTOR
s.p.
•
SECTOR
J -'
J -5
Capa
• .p.
6
Capa
2A
2
L MI
LMm
3" S
35'3
33'6
26' 1
13
El
20
L M. .
Ap
AmD
2,' 4
13',
10' 4
35
9' S
Ad
EL CIERVO (Cervus elaphusJ
El ciervo ha proporcionado 7 1 restos que supone un 5'9%del total
de restos, La distribución por capas y sectores es la siguiente :
SECTOR
CUadro J·4
2.
Capa
Cuemo ............
Dentes .............
Mandibula .......
Venebrae ........
Femur .............
Tibia ..... ...........
Talus ...............
Mtc .................
Mll. ................ .
PhaL 1 .............
PbaL U ............
PlIaJ. 1II .. ........
Tota les ............
•
5
1
1
,.
1
7
10
Cuadro J· S
1
11
1
1
2
1
15
19
T
-'
1
1
7
,.
1
1
1
,.
1
2
1
1
•
2
17. I7b 19
1
2
1
2
1
1
1
6
2
2
2
36
3
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
2
1
1
1
1
5
2
2
2
2
•
SECTOR
Capa
Cuerno ...
3
1
s.p.
1
........
2
3
1
2
3
•
5
7
10
Totales ............
1
s.p. s. p.
2
1
G. F. s. p.
' ,2
' -1
5
•
1
1
1
1
1
1
1
2
1
1
3
2
1
1
1
1
1
1
•
6
•
1
1
1
1
2
1
,
Total
1
1
1
15
1
1
1
1
1
1
s.p. s. p.
1
MaxJlla .. .. .. .....
Mandibula .. .....
Dentes .............
Scapula ...........
Talus ...............
Mtp. -- ............
Pbal. 1 .............
Phal. U ............
Pbal. I1I .......... ..
1
3
2
3
1
1
7
3
2
2
1
6
1
2
Total
3
35
[page-n-234]
23'
M. PEREZ
Tablas de medidas
E.c6pula
SECTOR
F6mur
SECTpR
F
Capa
I.p.
Capa
LMP
57' 5
Ad
A.tráS·lo
SECTO
J -4
F
F-2
Capa
7
1
s.p.
LM!
LMm
El
52' 3
48' 7
32' 3
49'4
44' 6
Ad
29 "
26',
30
SECTOR
F
G.F.
s.p.
Capa
7
s.p.
I.p.
LM..
50
47' 6
16' 8
54
19' 2
52' 2
AmO
17 ' 6
14"
13
14' 6
14' 2
26'8
49' 1
46' 2
26 "
32 '4
30' 4
48
46' 1
Paluge 1
A.
Falange 11
SECTOR
F
F-2
Capa
10
s.p.
LMpe
34'2
17'2
20' 5
13
16' 3
A.
AmO
41
Palange m
J-,
SECTOR
Capa
1
T -R
LDB
44' 1
41 "
18'8
J-,
l'
48' 6
[page-n-235]
COVA DE L'OR
'"
BL CORZO (Capreolus capreolus)
El corzo ha proporcionado 73 restos, que supone un 6 por ciento
del total (Lámina XXIII). La distribución por capas y sectores es la siguiente:
CUadroJ- 4
SECTOR
CUadro J · S
Total
Capa
2A
2'
2
3
I
4
I
3
6b 17b
5
..
Mandibula
Dentes ......
Humerus ....
RadJus ......
CarpaUa
Femur ......
Talua . ......
Calcaneua ...
Os. Tarsalia
Mtc. .......
MU. .......
Mtp. .......
PhaLI ......
PbaJ. U .....
Pbal. m
....
....
TotaJes
.....
3
2
4
5
7
11
13
,
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
2
I
I
I
I
I
I
I
I
I
I
2
2
9
I
5
3
I
I
I
I
I
I
I
,
I
I
4
2
I
•
3
2
I
I
I
I
3
I
6
I
I
I
.
SECTOR
s.p.
MaxiUa ........
Mandibula .. . ..
Dentes ...... .. .
Pelvis .........
Talus ..........
Mtc. ..........
Pbal. 1 ...... .
PbaJ. U ........
Pbal. m .......
Totales
........
2
I
I
4
,
I
I
II
IUp.
s.p.
I
3
I
I
I
I
I
3
I
2
I
2
10
4
9
I
I
I
3
2
3
13
I
I
I
I
a.p .
Total
6
I
I
7
I
2
G.F.
I
F
Capa
4
3
3
4
2
I
I
6
34
J9
[page-n-236]
'"
M. PEREZ
Tablas de medidas
Radio
HUmllro
SEcrOR
Capa
Ad
Al
Calc'ceo
SECTOR
J -'
SECTOR
•
Capa
2A
Capa
2.
Ap
F
J-.
,
J -5
•
2
27'9
24'3
27'6
24'1
23'8
J -5
•
LM
60'2
Al tr Aga10
SECTOR
J-.
Capa
2B
•
LMI
LMm
27'3
26'9
17'3
15'9
29'8
El
Ad
5
27'9
26'6
16'2
18'5
28'2
16 ',
18'9
29
2.
16 '5
19'2
Falange 1
SECTOR
Capa
LM"
Ap
AmD
J -.
2A
38'5
13'3
9' 1
.
7
38'8
12' 1
38'2
12'3
s.p.
.'. .'.
32'2
JI '7
. '1
I
39
13'5
9'2
Falange U
36'S
12'7
9' 2
s.p.
5
'0
13'4
9' 5
34'9
JI '7
, '3
39'4
11 '5
".
J7
12 ' ,
, '9
Falange 111
SECTOR
J -.
Capa
LMpe
Ap
AmD
s.p.
F
J -5
J -5
5
2A
27'4
18'S
22'2
9' 1
7',
JO
27'6
12'3
, '5
•
2 1'8
10' 1
7' 9
SECTOR.
F
Capa
2
LOB
24'2
Además de este material hay que añadir dos fragmentos distales
de metacarpos recogidos y publicados por 1. Sarrión (1979).
[page-n-237]
'"
COVA DE L'OR
EL J AB ALI (SUs
scrophaJ
Los restos de jabalí son muy escasos, tan s610 8, que se reparten
de la fo rma siguiente :
SECTOR
J-,
Capa
2A
2
1
1
1
Mandibula ....
Dentes ........
Radio ........
Calcaneus .....
Mtp. .........
Pha!. III .... ..
Totales
J-,
3
,
Total
1
1
2
1
1
1
2
1
1
1
,
.......
1
2
1
,
1
Las medidas son:
Falange ro
Ca1cáneo
J-,
SE CTO R
Capa
LM
SECTO R
2
3
41 ' 1
41 ' 8
J-'
J-,
2
Ca pa
,
8 7' 3
LMB
33' 7
Cape
LM
SECTOR
EL GATO MONTES (Felis silvestris)
De esta especie solamente hay un resto : UDa fa lange 1 del cuadro
J · 5, capa 1, cuyas medidas son :
LM 19' 8
Ap 6' 3
AmD 4' 2
EL LINCE (Felis lynx pardina)
Hay cuatro restos de lince, un fragmento de escápula (J·4, capa
3), un fragmento de P4 (J·4, capa 4) y dos falanges 1 (J· 5, capa 13, y
Superficial), Las medidas son :
Falange J
SECTOR
s,p.
J-'
Ca pa
•.p.
13
LM
24' 9
2 1'9
Ap
AmD
"1 '"
,', ,',
[page-n-238]
M. PEREZ
EL CONEJO (Oryctolagus cuniculus)
El total de restos de conejo es de 124 , que representa un 10'2 por
ciento del total del yacimiento.
CuadroJ-4
SECTOR
Capa
1
2.
2B
3
6b · 7.
7b
•
1
Maxilla .......
Mandibu la
Vertebrae .....
Scapula .......
Humeros ..... .
Radius . .......
....
1
1
1
1
1
1
2
1
2
1
1
1
UIn. .........
........
.........
...... ...
.........
.........
Total
9b 10. 11. 12. 12b 15b 16b 17. 17b
Pelvis
Femur ....... .
Tibia
Talus
Calcaneus .....
MIc.
Mtt.
1
Totales .......
2
2
.
1
7
1
1
1
1
1
1
3
2
6
1
2
1
1
1
1
1
1
1
•,
2
3
,
2
1
1
1
2
3
1
1
3
2
2
2
1
,
2
1
3
1
1
2
1
3
1
2
2
1
,
9
45
[page-n-239]
Capa
1
Maxilla .......
Mandibula .. ..
1
Vertebrae . ....
2
3
4
2
1
.......
6
7
1
2
1
9
11
13
14
15
16
1
17
16
1
19
20
21
22
1
5
1
1
3
8
1
3
10
7
10
6
6
6
7
11
10
5
79
1
2
2
1
1
1
3
2
2
1
2
1
1
1
1
1
1
1
3
1
1
1
2
1
1
5
6
6
1
1
1
6
2
1
1
1
1
1
1
2
1
1
2
4
1
1
2
2
4
2
2
1
1
1
3
1
3
1
1
2
1
1
2
Total
23 T-R s.p.
1
Femur . . . .... .
Tibia ... ......
Calcaneus .....
Mtt. .........
5
10
1
Scapula ....... 1
Humeros .. . . .. 1
Radius .. ..... .
Ulna .... .... . 1
Pelvis .... . .. .
Totales
G.F.
CUadroJ-5
SECTOR
4
[page-n-240]
M . PHAn
'"
Tablas de medidas
Mandlbula
Maxilar
J-.
SECTOR
J-.
SECTOR
Capa
7.
Capa
,
uM
13'8
uM
14'6
Xldpula
SECTOR
J-5
Capa
1
LMP
, '3
23
"1
I '"
Húmero
SECTOR
J-4
Capa
A.
Ad
'A
'"
SECTOR
Capa
A.
Ad
1
, '7
6
10
"1
, 'S
2B
12'2
". '"
J -5
,
•
,
7
, '3
'"
11
, '7
11
13
"1
,
, '3
R"
15
'"
Húmero
CelTo de la Vir8en
C. de I'Or
Cova Negra
n
Ad
variación
x
n
variación
x
n
variación
x
13
8'}-9
".
325
7'3-9'6
"S
'al
8 · 10' 5
"1
Radio
SECTOR
Capa
,
J-4
l'
17
S''
S"
6
J -5
LM
A.
Ad
•
59
5' ,
6
22
5' 6
T -R
57
5' 6
5' 6
6
[page-n-241]
237
COVA DE L'OR
Radio
Cova Negra
Cerro de la Virgen
n
Ap
Ad
variación
217
SO
5-S'7
5- S'7
x
n
S',
x
55
36
6
variación
S'l -7'l
6' 2
6' 2
5'3-7
UIn,
SECTOR
J -.
Capa
LM
9
,
I
12
J ,S
,'S
,
7'2
6',
67 '9
'"
'" ,',
EmO
"2
,',
"S
EPA
'"
1'4
UIn,
Cova Negra
Cerro de la Virgen
n
EPA
variación
x
n
variación
x
160
6-7'8
7
61
S-8' 5
7'2
Pelvil
SECTOR
J-.
Capa
2.
16
17
T
-'
LA
, '7
7' ,
'"
'"
J -S
Fémur
SECTOR
Capa
Ap
Ad
J-S
J -'
7
•
17
S
14'5
17 '8
12'8
12'8
13'5
-
Ti bia
SECTOR
Cepa
Ap
Ad
J -S
J -'
1
2.
15
10' 1
10'3
T
-.
2
10'8
T
-'
17
16' 2
11 '2
11 ' 3
7'S
'"
[page-n-242]
23.
M. PI!:IUZ
Tibia
Cova Negra
Cerro de la Virgen
variación
"
x
9' 9- 12 ' 5
11
x
10- 13' 6
"
542
.d
variaci6n
11 ' 7
277
Calcin eo
J o5
J.4
SECTOR
LM
2'
12
16
4
7
13
2 1' 3
Capa
21
21 '7
22' 6
21 ' 2
22' 4
Calcineo
Cova Negra .
Cerro de la Virgen
"
x
66
LM
variación
20 '5- 24'7
22
"
x
variación
24
145 20' 9-26' 8
Mtt.
Jo
4
SECTOR
Capa
II
III
IV
V
LM
LM
LM
LM
2'
3
36' 7
n
LM
III LM
IV LM
V LM
17
34 ' }
32 ' 7
29
27' 6
27 ' 1
J-5
SECTOR
Capa
15
11
1
2
7
l'
ToR
34
28' 8
36' 6
34
34
35' 6
33' 6
32 ' 7
34 ' 1
Hemos comparado los restos de Cava de l' Or con los de Cerro de la
Virgen (A .v.d. Driesch y J . Boessneck, 1970) y Cava Negra (M. Pérez,
1977). Los resultados indican que las medidas estAn muy relacionadas con el yacimiento de Cerro de la Virgen, mientras que son inferio-
[page-n-243]
COVA DE L'OR
'"
res a las de Cava Negra, 10 que viene a confirmar la reducción del tamaño del conejo desde la época wurmiense ala holocena, como ya indicábamos en nuestro trabajo de Cava Negra ,
LA LIEBRE (Lepus eapensis)
Solamente hay tres restos de liebre, una parte distal de tibia (J-5,
capa 19r, un metapodio (J-4 , capa 3) y un fragmento de calcáneo (J-5,
capa 1). Sólo se ha podido medir la parte distal de la tibia, cuya anchura es de 13 'S.
LOS PEQUERos ROEDORES
A,-Pitymys el. duodecimeostatus
La determinacion de dos mandíbulas al género Pitymys ha sido
fácil porque el M I presenta una amplia comunicación entre el triángulo 4 .0 y 5 ,0, sin embargo, la determinación especifica es más dificil por
la amplia variedad existente. Por las medidas es posible que corresponda a la especie p , duodecimcostatus ya que encajan bien con las
existentes en el castro de Zambujal :
L'Or
Long , molar alveolar = (6'2)
6, 16'4)
Zambujal
2'96, 2 '96 , 2' 96, 3
L'Or
Long , MI =
Zambujal
3, 3 ' 1
B.-Apodemus el, sylvaticus
Las dos especies más probables por la extensión de su habitat son
A. sylvaticus y A. flavicollis. La pertenencia a una u otra depende
del tamaño de los huesos, Las medidas de la única mandfbula de C, de
l'Or (J-5, capa 20) comparadas con las de Zambujal son :
Long molar alveolar
L' Or
Zambujal
D
4'2
varia ción
z
16
4' 1· 4' 7
4 ' 41
[page-n-244]
,.o
M. PEP.EZ
La medida encaja bien con la variación de Zambujal, pero no se
puede descartar la pertenencia a la otra especie- pues' también entra
en su variación.
C.- Arvicola S.p .
Solamente existe un MI {J·4, capa 101. que por su longitud es muy
problemática la atribución especifica. A continuación proporcionamos su medida comparada con las proporcionadas por J . Altuna
(1972) y las existentes en Cava Negra :
J.AltunaI1972
Cova Negra
A . ferresfrU
L'Or
A. sapidu$
n
LMM-4' 3
110
n
3'4-4'4
variación
36
variación
3' 9-5
Podemos observar que el MI de I'Or entra en la variación de ambas especies.
WS OillROPTEROS
A.-Myotis myotis
Los restos pertenecientes a esta especie son :
SECTOR
G.N.
J -5
J-'
Capa
2. 2B
6
Mandlbula
Húmero
2
1
1
1
Total
2
2
1
6
7
1
10
1
1
1
1
1
1
Total
16 s.p.
4
1
1
6
1
10
Las únicas medidas que hemos podido lomar son:
Mandl bula
SECTOR
J -5
Capa
16
LSM
10'4
Idesde el
canino!
[page-n-245]
CQVA DE L'OR
",
Humllro
SECTOR
C.N.
Capa
s.p.
LM
32' 2
B.- Rhinolophus euryale
Solamente existe un húmero (J-4, capa 3-5) cuya longitud máxima es de 27' 1, que la excluye de la especie R. ferrumequinum .
C.-Miniopterus schreibersi
A esta especie pertenece un fragmento de húmero (J-4, capa 3).
EL MEDIO AMBIENTE
En una econornfa pastoril es más dificil poder estudiar el medio
ambiente a través de la interpretación de las especies, ya que muchas
de ellas están domesticadas , Sin embargo, existen a través de las especies salvajes una serie de datos que pueden sernas útiles para darnos una cierta idea del medio ambiente. Por una parte se encuentra el
ciervo, que normalmente es una especie de bosque, aunque presenta
unas condiciones de adaptación bastante amplias ; el corzo es un indicativo mejor de un ambiente boscoso, y su importancia por el número
de restos viene a indicarnos que la cobertura forestal debía de ser amplia. De los pequeños mamíferos, el A. sylvaticus viene a confIrmar
esta situación ambiental, junto a la ausencia de especies claramente
esteparias, a pesar de que el p, duodecimcostatus sea propio de unas
situaciones mediterráneas (J. Chaline, 1970, 1975, 1977),
A medida que los estudios de fauna han ido avanzando, la panorámica general y cronológica del medio ambiente nos va dando una idea
un poco aproximada de su situación. De la existencia de corzo para
épocas postglaciares en yacimientos situados fuera del área septentrional de España poco se sabia, Ahora sabemos que se encuentra tanto en yacimientos neolíticos, como eneolfticos, Edad del Bronce e incluso en niveles ibéricos y romanos , Así pues, aparece en Verdelpino,
La Cueva, Las Hoces (Cuenca), Terrera Ventura (AlmelÍa), Los Castillejos, Cerro de la Encina, Cuesta del Negro (Granada), Cabezo Redondo , Cava de I'Or (Alicante), Cueva Cerdeña (Caste1l6nl. Covalta (Valencia), Toscanos (Málaga). Estos hallazgos, j unto a los pequeños
mamíferos de bosque que van igualmente apareciendo, han ido perfi-
[page-n-246]
24'
M. PEREZ
lando una evolución ambiental que nos va dejando constancia de los
pocos cambios climáticos que se produjeron desde el neolitico a época
ibérica. Evidentemente, el número de restos de corzo es mucho menor
que los existentes en los yacimientos del Norte, pero son una prueba
palpable de que dentro de un ambiente mediterráneo el área boscosa
ocupaba extensiones importantes entre ambas etapas culturales.
VALOR ECONQMlCO DE LAS ESPECIES
La cabra/oveja ocupa sin lugar a dudas el puesto más importante
en la explotación económica de las distintas especies, puesto que
abarca el 56'2% del número de restos y el 56% del número minimo de
individuos; si de este cómputo excluimos las especies pequeñas (cone jo y liebre) y las que no forman parte de la dieta alimenticia, este porcentaje sube a un 65'4%. Por especies, la oveja ocupa el primer lugar,
alcanzando el porcentaje más elevado tanto por número de restos , un
18' 5%, como por número minimo de individuos, un 18' 2%; el tanto
por cien sobre las especies económicas más rentables se sitúa en un
21 '9'16,
Sigue en importancia el cerdo, con un 14'4% sobre el número de
restos y un 15' 1% sobre el de número mínimo de individuos ; con re~
pecto a las especies más rentables, el porcentaje es de 17' 10ró. Su
crianza está relacionada más con una economia agricola que con una
ganadera.
El buey ocupa un porcentaje muy bajo, un 2%sobre el total de restos, un 3'3% sobre el número minimo de individuos y un 2'3% sobre
las especies mAs rentables. Lógicamente el peso en carne por individuo es mucho mayor que el de las anteriores especies, pero no constituye un indicativo de su mayor importancia económica desde el punto
de vista de una economía pastoril, ya que este lugar lo ocupa la oveja
como especie más abundante y especializada para la producción de
carne (aspecto que hemos analizado en el apartado correspondiente a
la ovejaJ. El lugar que ocupa el buey hay que estudiarlo más en fun ción de la explotación agricola , y a este respecto hay que señalar que
la producción agrícola ocupa un lugar relevante por la gran cantidad
de cereales que aparecen prácticamente en todos los niveles del yacimiento. El buey debe de estar en relación con esta explotación como
animal de carga, y en etapas culturales posteriores como animal de tiro del arado. Del total de 16 individuos de buey, 3 solamente sonjóvenes y el resto adultos, lo que viene a confirmar la especialización del
buey como animal de carga y no como productor de carne. Bajo este
tipo de econornla no es necesaria la existencia de un número elevado
[page-n-247]
COVA DE L'O R
2<3
de individuos, es suficiente un pequeño número de bu.eyes para que
puedan cumplir con la función asignada ,
Por tanto, la abundancia de la oveja, yen conjunto de la cabra/oveja, indican la existencia de una econom.fa pastoril bastante relevante (de su importancia y evolución se ha tratado en el apartado dedicado a la oveja). Por otro lado, la abundancia del cerdo, la escasez del
. buey y el gran número de semillas de cereales, junto a una serie de
instrumentos líticos relacionados con la agricultura, son pruebas numerosas de la importancia que adquirió la agricultura.
Los animales salvajes económicamente importantes, ocupan un
16' 4% del total de restos, lo que indica una relativa importancia dentro de una valoración económica general. En una economía pastoril y
agrícola desarrollada, este porcentaje debería ser más bajo, sin embargo no lo es ; una explicación posible podría basarse en la importancia numérica de las manadas de ciervos y corzos que hace todavía
rentable su explotación económica; otra explicación la proporciona
Uerpmann (1979) al indicar que el elevado porcentaje de animales
salvajes matados sería una forma de proteger a la agricultura de sus
posibles depredadores y, por tanto, una prueba indirecta de la existencia de la agricultura.
El caballo sólo está representado por tres restos, lo que indica la
escasa presencia que tuvo en el yacimiento. De los animales pequeños, el conejo no tiene la importancia que adquirió en Cava Negra, y
menos aún las aves que sólo han alcanzado un número de tres restos.
LA DOMESTICACION EN CaVA DE L 'aR y su INSERCION
EN EL AMBITa MEDITERRANEa
Previamente al inicio de este apartado , es necesario aclarar el
sentido que vamos a dar al término «domesticacióm, puesto que actualmente existe una cierta controversia y es necesario realizar su
puntualización. El sentido que concedemos a dicho término , y creemos que es el que generalmente emplean los autores consultados, está
basado en la progresión del proceso de selección; no se tratJl de una selección primaria (p. ej. la practicada en yacimientos paleoliticos y mesolíticos, que algunos autores la califican como «especialización rele vante», otros como «domesticación», y otros como «caza»), sino de una
selección más compleja que suponga por su aplicación la aceleración
de cambios morfológicos que se producen en el animal, desde el cambio en la forma de los cuernos y la pérdida de los mismos, hasta la
progresiva reducción de su tamaño.
Vamos ahora a tratar de situar a Cava de l'Or en un contexto global del proceso de la domesticación, con el fin de poder establecer sus
[page-n-248]
M. PEREZ
raíces. Desde el nivel inferior de la cueva llama la atención la aparición de una domesticación plenamente constituida que, como vamos
a ver, tiene muchos lazos de conexión con el proceso de domesticación en el Mediterráneo. Por consiguiente, es necesario el planteamiento global de este proceso con el fm de establecer las conexiones
pertinentes con Cava de rOro
Comenzamos, pues, con la exposición general de los yacimientos
del interior del Próximo Oriente, que son la base de la ulterior expan sión al Mediterráneo. H. Helbaek (1969) muestra la existencia en el
yacimiento de Ali Kosh en la fase Bus Mordeh (7.500-6.750 a. de C. )
de trigo cuya variedad más abundante es la escanda (T. dicoccum),
sin que exista su progenitor el T. dicoccoides, unas pocas semillas de
esprilla (T. monococcum) junto a la esprilla salvaje (T. boeoticum) ;
hay unas pocas s~millas de cebada desnuda (H. vulgare varo nu dum), aunque abunde más la cebada salvaje. Respecto a·la fauna , F.
Hale, K. V. Flannery y J. A. Neely (1969) señalan la existencia de unos
cuernos de cabra con una forma p¡u-ecida a los del yacimiento de Jarmo y que Ch. A. Reed (1959 , 1969) los considera como domesticados
(los niveles se sitúan cronológicamente en el 6.750 a. de C., posteriores a los de Ali Kosh) ; de la ovej a hay evidencias ciertas de su domesticación para esta fase, basándose en el estudio de las edades y en los
cambios morfológicos detectados en un fragmento de cráneo de una
hembra sin cuernos, mutante genético que se favore ce por el efecto de
la selección, llegándose a la conclusión por este hecho de que el proceso inicial de su domesticación es anterior a esta fase.
Por otro lado, S. Bokonyi (1977) , estudiando las localidades del
valle de Kermanshah (Irán), señala la existencia de cl!bras en los primeros estadios de su domesticación en la localidad de Asiab, comenzándose a producir cambios en·las formas de los cuernos 'en unas fechas que el C.14 sitúa entre el 8.050 y el 7.700 a. de C.; de la oveja no
hay evidencia de su domesticación en esta localidad, pero aparece
muy clara en la de Sarab (6.900 a. de C.) con la aparición de nueve
fragmentos de cráneos sin cuernos.
D. Perkins (1964) indica que en el yacimiento protoneol1tico de
Zawi Chemi Shanidar la oveja fue domesticada en una fecha que el
C.14 sitúa en e18.870 a. de C. , basándose en los porcentajes de edades, ya que morfol6gicamente no existen cambios, por lo que es muy
dificil distinguirla de la forma salvaje. Hale, Flannery y Neely indican
la relación de la domesticación de esta oveja en esta fecha con la de la
fase Bus Mordeh de Ali Kosh , ya que ambas se suceden cronológicamente , y la domesticación de esta última encuentra su antecedente en
Zawi Chemi Shanidar.
[page-n-249]
CaVA DE L'OR
Fuera del ámbito del Próximo Oriente, pero dentro del ámbito mediterráneo y cronológicamente cercano a estas fases iniciales de la
domesticación , E. e . Saxon (1976) en el yacimiento de Tamar Hat, en
las costas de Argelia, utilizando los mismos métodos que Ch. A. Perkins y F. Hale y K. V. Flannery, y observando la elevada especialización que existe con el muflón (el 94% de restos son de esta especie),
llega a la conclusión de que el muflón en los niveles iberomauritanos
fue domesticado, aunque G. eamps (1976) piensa que tal término no
es adecuado, preflriendo hablar de una «especialización relevante •.
Volviendo al Próximo Oriente, examinemos, a continuación , los
yacimientos que están cercanos al Mediterráneo. En Hacilar, H. Helbaek {l9701 ha encontrado semillas de escanda (T. dicoccum), esprilia (T. boeoticum); esta última quizás domesticada , cebada vestida
(H. vulgareJ y cebada salvl\ie, y lentejas, en los niveles acerámicos
fechados por el C. 14 en el 6.750 a. de C.; de la fauna de este yacimiento sólo se indica la existencia de cabra/oveja, Bos, perro, corzo
y liebre.
En el yacimiento acerámico de Can Hassan In {s. Payne, 1972)la
agricultura se e.lll.cuentra desarrollada , por la existencia de esprilla
salvaje y domesticada, escanda y trigo común (T. ef aestivum), además de cebada y lenteja; de la fauna se indica la presencia de Bos,
cabra/oveja, cerdo, como más importantes.
D, Perkins (19691 señala que en el yacimiento de Gata! Hüyük el
Bos fue domesticado con seguridad. en el nivel VI (5 .800 a . de C.), y
probablemente en los niveles X al XII (6.400 a. de C.), pero no indica
el estado de la oveja, que representa el 24' 4% en el nivel VI y el 6% en
el nivel X-XII.
Fuera de Anatolia , pero en estrecha relación con estos yacimien tos, está Jericó , qu~ en los niveles más antiguos, el precerámico A (c.
8.000 a. de C.), se han encontrado indicios de agricultura con la aparición de dos semillas de escanda y seis de cebada (M. Hopf, 19691, y
que en el precerámico B (c. 7.000 a. de C.) se desarrolla plenamente.
Respecto a la fauna, Ch. A. Reed (1959), basándose en la forma de los
cuernos y comparándolos con los de Jarmo , piensa que las cabras del
preceré.mico A están domesticadas ; .de la oveja, J . Clutton-Brock y H.
P.UerpmaDD (1974), después de un reexamen de los rumiantes de este
yacimiento, indicaron que las ovejas del precerámico A pudieron estar domesticadas, y que las del B es muy probable que lo estén.
Pasemos revista ahora a los yacimientos del Mediterráneo Oriental. En Knossos (M. R. Jarman y H. N. Jarman , 1968) se encuentran
desde los niveles inferiores, fechados en el 6. 100 a. de C., la oveja, ca bra, cerdo y toro como especies domesticadas, con un porcentaje pre-
[page-n-250]
",
M. PEREZ
dominante de ovejas sobre las demás especies. En Argissa-Magula, J .
Boessneck (1962) ha determinado en los niveles neol1ticos sin cerámica la domesticación de la oveja, cabra. cerdo y toro. En el yacimiento
de Nes Nikomedeia (E. S. Higgs, 19621 vuelven a aparecer estas mismas especies en sus niveles inferiores fechados en 5.600 a. de C. Por
último, en la Cueva de Franchthi 15. PayDe, 1969 ) y en los niveles
neoliticos antiguos y medios, fechados respectivamente en el 5.700 y
5.400 a. de C" aparecen también domesticadas las especies anteriormente citadas.
Resumiendo esta amplia panorámica, podemos destacar la existencia de tres momentos cronológicos en el proceso de la domesticación :
1.' Desde muy antiguo la domesticación tanto de la cabr a y oveja, como de las semillas de trigo y cebada, tuvo lugar en las montañas
de Irán -Iraq y en Jericó. en un período que se sitúa entre el 8.500 al
6.700 a. de C.; este proceso de la domesticación. a partir de estos momentos iniciales. fue desarrollándose lentamente a través de los niveles arqueológicos de estos yacimientos (Zawi Chemi Shanidar. Valle
de Kermanshah . Ali Kosh. Jarmo) hasta llegar a los niveles con cerámica.
2.° La domesticación en los yacimientos de Anatolia se inicia hacia el 6.700 a . de C. (Hacilar, Can Hassan lII, I;atal Hüyük) ,
3 ,0 En los yacimientos del Mediterráneo Oriental comienza la do mesticación hacia el 6.200 a. de C. (Knossos , Arguissa-Magula, Nea
Nikomedeia, FranchthiJ.
Por consiguiente, a la vista de estos datos , el inicio y desarrollo
del proceso de la domesticación tuvo lugar en el Próximo Oriente y
fue difundiéndose paulatinamente hacia Anatolia para continuar en
Creta y en los yacimientos griegos situados cerca o en el mar Egeo.
Hay dos yacimientos que de una forma dara establecen la difusión
de culturas a partir de Anatolla o del Próximo Oriente: Knossos y
Franchthi. Los niveles inferiores de Knossos son los más antiguos de
la isla, por lo que su existencia no se puede explicar a no ser por la llegada de componentes culturales exteriores. En la cueva Franchthi
aparece una separación muy clara entre la fauna del nivel mesolitico
y la del neolitico: a medida que va desapareciendo la cerámica , van
disminuyendo los restos de cabr a/oveja. y en el momento en que
aquella desaparece la fauna cambia por completo, no apareciendo ni
un solo resto de cabra o de oveja, ni siquiera de cabra salvaje, siendo
el ciervo el que pasa a ocupar el porcentaje más importante. un 75%
sobre el total de restos ; esta ruptura se explica por la llegada del exterior de una cultura nueva.
[page-n-251]
COVA DE L'OR
Ahora bien, este proceso que hemos analizado, ¿se detuvo en el
área del Mediterráneo Oriental o siguió hacia el Mediterráneo Occidental? Examinemos unos yacimientos situados en el sur de Franci a
que pueden clarificar esta cuestión. En el yacimiento de Gramari (Th.
Poulain, 1971) han aparecido varios restos de oveja en la capa 3, que el
C. 14 sitúa entre 6.050 y 5.790 a. de C.; en la capa 7 aparece un incisivo que ha sido clasificado como oveja, lo que hay que tomar con precaución, ya que los criterios de distinción entre la cabra y la oveja,
basados en los dientes, no son fiables, máxime cuando el material
existente sólo está constituido por dientes aislados. Poulain señala que
la oveja es probable que estuviese domesticada, basándose en la curva de edad. La oveja está también presente en la capa VIII de
Ch4teauneuf-Iés-Martigues (P. Ducos, 1958), fechada por el C.14 en el
5.320 a, de C., siendo probable su domesticación, aunque p, Ducos
(1976) piensa que pueda tratarse de una raza salvaje de pequeño tamaño, Th, Poulain (1976) ha señalado también la existencia de oveja,
cerdo y toro domesticados en Gazel y el abrigo de Dourgne II en unos
niveles anteriores a la cerámica.
Contrastando estas fechas con las de los yacimientos del Mediterráneo Oriental, así como la existencia de oveja, cerdo y toro domesticados, vemos que ambos ámbitos aparecen relacionados, constituyendo , pues, los yacimientos del sur de Francia un paso más en el proceso
de domesticación en el Mediterráneo, ocupando cronológicamente el
último peldaño de su difusión,
Vamos a plantearnos, a continuación, la posición que ocupa Cova
de l'Or en este contexto, con el fm de poder analizar los datos que este
yacimiento pueda aportar para la clarificación del problema de la domesticación, Estos son los siguientes:
1,° Los restos de cabra/oveja son los más abundantes de la cueva,
siendo la oveja la especie más importante. Este dato es común con los
yacimientos mediterráneos que hemos analizado anteriormente : en
Knossos la cabra/oveja comprende un 74'7% del total de restos en el
nivel inferior, y de un 64'6% y 61 ' 5% en los dos niveles neoUticos superiores, con un amplio predominio de la oveja sobre la cabra. En
Argissa-Magula el porcentaje de cabras/ovejas es de .un 83% en el nivel acerámico, con un amplio predominio de la oveja. En Nea Nikomedeia, dicho porcentaje se sitúa en un 70% sobre las especies más
rentables (excluyendo la liebre, tortuga , peces y pájaros); de la oveja
no se indica su importancia. En Franchthi este porcentaje es de un
70%. En Cova de l'Or es de un 65'4% sobre el total de especies rentables económicamente, con un amplio prp.dominio de la oveja,
[page-n-252]
M. PEREZ
2.° La especie que sigue en importancia a la cabra/oveja para estos yacimientos es el cerdo: En Knossos, los porcentajes para los niveles antes citados son respectivamente, 18'496,20' 996 Y 13 '996. En Argissa Magula de un 1096. En Nea Nikomedeia de un 14' 696. En
Franchthi entre un 5-1596. En Cava de l'Or es de un 17 ' 1% sobre las
especies más rentables.
La especie que no coincide es el buey, ya que para los cuatro yacimientos que venimos estudiando es la especie que sigue en importancia por el número de restos, con un porcentaje situado entre el 5 y el
22 %. En el Or, las especies que siguen en importancia son el corzo y el
ciervo, ocupando el buey un 2' 2%.
3,° El porcentaje de especies domesticadas es muy elevado en estos cuatro yacimientos, situándose sobre un 90% del total de restos;
en Cava de rOr es algo inferior, un 73 ' 796, debido a la gran abundancia de ciervos y corzos.
4 .° En el apartado correspondiente a la ovej a y al buey hemos estudiado el tamaño de estas especies, observando que están por encima de los valores correspondientes a las etapas culturales del eneolítico y de la edad del bronce de yacimientos peninsulares , y, sin embargo, son semejantes o algo inferiores a los de los tres yacimientos
antes citados, por lo que Cava de rOr, dentro del proceso de domesticación, está relacionado con ellos.
5.° No bay ninguna evidencia, basta el momento, de que la ovej a
baya podido ser domesticada en el Mediterráneo Occidental, ya que
su ancestral, la oveja salvaje, no está presente en los yacimientos paleoliticos y mesoliticos. (Altuna, 1971 , 1972 , 1973 ; Davidson, 1972;
Tb. Casajuana y J , F. de Villalta, 1957 ; H. Lumley y E, Ripoll , 1962 ; y
S. Payne , 1968).
Los apartados que acabamos de analizar no ofrecen dudas en
mostrarnos que Cava de rOr se encuentra relacionada con los cuatro
yacimientos del Mediterráneo Oriental que bemos estudiado. Es posible la existencia de contactos culturales anteriores a Cava de rOr con
el contexto cultural del Mediterráneo Oriental u el Próximo Oriente,
como parece indicarlo los yacimientos franceses , y que la marcha de
las investigaciones que se están realizando pueden también establecerlo en el Mediterráneo español, pero es muy dificil que estos contactos previos sean capaces de originar por si solos la ri ca cultura de Cava de l' Or. Esta cueva, como hemos visto anteriormente, se en cuentra
muy ligada con el contexto oriental, y sólo puede explicarse en relación con él, al margen de las influencias autóctonas, que no debieran
ser muchas, y ambientales de la zona , que explicarían la importancia
del ciervo y corzo que no parece tan relevante en los yacimientos an -
[page-n-253]
CaVA DE L'OR
249
tes estudiados. Por otro lado, las influencias culturales orientales se
han ido produciendo a lo largo de los siglos y han cpnstituido el elemento fundamental en la formación de las culturas peninsulares, y su
inicio no puede causar sorpresa que se sitúe más allá del neoUtico, ya
que cronológicamente hemos visto que el proceso de difusión a partir
del Próximo Oriente pudo establecer sus primeros contactos en unos
momentos anteriores al Or, y continuar estos posteriormente para dar
lugar a la formación de la cultura neoUtica ~n este yacimiento.
LA DOMESTICACIQN EN COVA DE L'OR y su INSERCION
EN EL AMBITO PENINSULAR
Los yacimientos neoliticos que cuenten con una fauna estudiada
son muy escasos, el abrigo de Verdelpino (A. Morales, 1977). el poblado de Terrera Ventura (A. van den Driesch y A. Morales, 1977) y el
poblado de Los Castillejos (H. P. Uerpmann, 1979), aWlque en estos
sólo el nivel inferior pertenece al NeoHtico fmal, siendo los niveles representativos de estos yacimientos los pertenecientes al Eneolftico,
por 10 que no vamos a detallar la fauna del nivel neoHtico.
Del abrigo de Verdelpino los niveles que nos interesan destacar
son el 3 y e1 4. El nivel 4 está representado por Wla fauna que en su totalidad es salvaje, a excepción de una fa lange 1 de Bos que prudentemente A. Morales no se decanta sobre su posible domesticación. Del
nivel 3 hay que destacar la escasez de restos de cabra/oveja, ya que
sólo representan un 20'2% sobre el total de restos, y el elevado porcentaje que tienen las especies salvajes, situándose en un 53'7% (que
se convierte en un 81 ' 5% si atendemos al peso de los huesos). La oveja
sólo está representada por 3 restos, dos del nivel 1 y uno del nivel 2 , y
la cabra por un solo resto, en el nivel 3. El panorama general que presenta la cueva en el nivel 3 contrastándolo con el de Cava de rOr,
muestra bastantes diferencias, dando la impresión de ser un mundo
más retrasado que el de l' Or.
Por último, vamos a comentar brevemente la posición en que se
encuentra la domesticación en Cava de rOr con respecto a yacimientos peninsulares de etapas culturales más recientes. En esta comparación no hemos podido incluir los yacimientos de Castro de Peñas de
Oro (Alava) y de Castro de Berbeia (Alava), estudiados por J . Altuna
(1965 y 19781 por la escasez de material.
El proceso de domesticación no se detiene en el NeoUtico, ya que
si examinamos las gráficas de comparación de las medidas de los
huesos de distintos yacimientos (gráfJcas III al X para la oveja, y gráfica XlI para el buey), observaremos una' progresiva disminución del
tamaño de los huesos, y con ello de los animales, a medida que las
[page-n-254]
lO.
M. PE REZ
etapas culturales son más recientes . En el apartado correspondiente,
hemos visto que esta reducción se produce por una intensificación de
las relaciones hombre-animal, que da lugar a unas prácticas selectivas más estrechas a medida que las necesidades del hombre van au mentando, y que son las que motivan esta disminución progresiva de
los huesos . Fuera de la Península no podemos asegurar que este proceso sea semejante, ya que no 10 hemos podido estudiar.
EL HUESO TRABAJADO
El material que vamos a estudiar en este apartado procede de las
excavaciones antiguas, de ahí que sea muy abundante y variado. Los
utensilios de hueso pertenecen a las siguientes especies:
N. Outensilios
Capra/ovis ... , •.....•.••... ,.,.,
Ovis .... . ...... , .. . ............ .
Bos taurus . . . . . . ... .... . ... . ... .
Bos sp ....... . . . . .. , . , , , . , , , , , , ,
Sus domesticus ................. .
Sus sp ........... ... . .. . .. .. . . . .
Canisfamiliaris . ..... ... . , , , .... ,
Canis sp .............. ..•.. • ... .
Cervus elaphus ................. .
Capreolus capreolus . ............ .
Vulpes vulpes ......... , . , ....... .
Orictolagus cuniculus ...... : ..... .
Ave .......... ... . ... . . . ....... .
Pez ............. , , , . . .. . . ... . .. ,
TOTAL " " " " "
" """" ,
42
61
%
22
32'7
2
6
2
4
1
2
43
23 ' 1
1
1
0' 5
0' 5
1
3' 3
1
2' 1
0' 5
1
7
3' 7
10
5' 3
6
3' 1
lBB
99 ' B
Dentro de este cómputo se incluyen solamente los utensilios que
han podido ser clasificados, ya que existen varios de ellos que por estar completamente trabaj ados o por ser punzones sobre esquirlas no
se han podido determinar.
Es interesante realizar las siguientes observaciones : los huesos de
cabraJoveja, que son los más abundantes en el yacimiento , han sido
utilizados para confeccionar la mayor parte de los utensilios (su porcentaje se sitúa en un 54' 7%); sin embargo, los de cerdo, que constitu-
[page-n-255]
251
CaVA DE L'OR
ye la segunda especie en importancia, no son utilizados para fabricar
utensilios ; por el contrario, los huesos del ciervo ocupan e123% del total , en especial los punzones de asta.
La relación de utensilios. según los huesos del esqueleto por especies, es la siguiente :
a. Cabra/oveja :
N. OR
%
Bóveda craneana ..... ... . .
Mandíbula ............. "
Escápula ... , . , .. ........ .
Radio .. , .",' . .. ....... .
4
3 '8
2
Ulna .................. ..
1
11
4
1 '9
0 '9
1'9
0' 9
Fémur ........ . . . . .. .... .
Tibia .... .... . ......... . .
Metapodios ... . , ... ...... .
1
2
78
10'6
3'8
75
El meta podio es el hueso del esqueleto más empleado para confeccionar punzones, ya que comprende el 75% del total de utensilios de
cabra/oveja y el 42% del total de las especies.
De la bóveda craneana se confeccionaban discos ; los dos fragmentos de mandlbula poseen dos orificios que no parecen indicar su
empleo como objeto de adorno; la escápula está pulida y trabajada en
forma de punzón hacia su parte distal; del radio y de la ulna se confeccionaban punzones ; la diáfisis de fémur se utilizaba para hacer
anillos, hay cuatro restos con incisiones profundas que constituian el
trabajo previo para ser cortadas totalmente, y siete anillos.
b. Bos :
Existe un fragmento de mandlbula trabajada toda su superficie
para confeccionar un punzón (Lámina XXIV); hay cuatro espátulas de
forma ovoide trabajadas sobre costillas con incisiones paralelas de
adorno; hay también un cincel de este mismo hueso ; sobre la parte
distal de un metatarso se ha confeccionado un gran punzón que incluso para perftlar la diáfisis, ésta ha sido retocada ; en una falange l ,
tanto su parte proximal como la distal han sido cortadas transversalmente para hacer dos orificios probablemente para poder sacar el
tuétano.
c. Sus :
Hay cuatro colmillos con un orificio que servfan de colgantes ; sobre dos meta podios se han confeccionado dos punzones.
[page-n-256]
'"
M . PER.EZ
d. Canis y Vulpes:
Dos colmillos se han utilizado como colgantes ; una ulna de perro
como un punzón , y UDa ulna de ZOITa también como punzón.
e. Cervus elaphus :
La gran mayoría de los utensilios de ciervo han sido confeccionados sobre astas, ya que hay 37 punzones de este hueso ; sobre una ulna se ha fabricado un punzón, y sobre seis esquirlas de meta podio
también punzones. Hay tres anillos de asta con incisiones paralelas.
f. Capreolus capreolus:
Con la parte distal de un metatarso se ha fabricado un magnifico
punzón.
g. Oryctolagus cuniculus:
El único hueso que se ha utilizado para hacer punzones es la tibia.
h . Ave :
Las diáfisis de los huesos largos de grandes aves (uIna. radio y tibia) se han utilizado para confeccionar UD as especies de tubos alargados, totalmente pulidos ; la tibia se utilizaba también para hacer pequeños anillos.
i. Pez:
Las vértebras se utilizaban como colgantes.
[page-n-257]
COVA DE L'OR
253
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[page-n-260]
[page-n-261]
IX
LA MALACOFAUNA
José Daniel Acuña Herndndez
y Fernando Robles Cuenca
INTRODUCCION
Presentamos a continuación los resultados del estudi o de la malacofauna recogida en la excavación de los cuadros J -4 y J -5 de la Cava
de I'Or de Beniarrés (Alicante).
En el cuadro J -4 . de 1 x 1 m ., los materiales se agruparon en 19
capas, con una potencia total del orden de 180 em s.; este cuadro fue
dividido ocasionalmente en dos mitades. según un eje central N. -S., y
en tales casos la mitad oriental se anotó corno «a» y la mitad occiden tal como «b».
En el cuadro J -5, de iguales dimensiones y contiguo al anterior, se
agruparon los materiales en 23 capas, alcanzándose una profundida d
de 230 ems., aproximadamente, con respecto al mismo plano de refe rencia que en J -4.
En la parte septentrional de J -5 se dejó un testigo, J -5-T , que fu e
excavado con posterioridad y en el que se distinguieron 11 capas, de
las cuales las 7 primeras, J -5-T Capas 1 a 7, corresponderían a las Capas 18 a 23 de J -5; y las restantes , J -5 -T Capas 7N a 10, equivaldrlan
a unas hipotéticas Capas 24 a 27 de J-5 , que resultaron estériles en la
parte meridional del cuadro .
[page-n-262]
'"
J . D. ACU~A y F. ROBLES
Con las siglas J -5-T-R se agrupan los materiales recuperados al
cribar la tierra desmoronada del testigo .
Como también se indica en el apartad o correspondiente a la estra tigrafla , existen tres fe chas de C14 para el cuadro J -4, cuyos resultados fueron los siguientes :
CII -M I : 5980 t 260 BP = 4030 a. de C. (entre 95 y 100 cms.; capa 6).
C I 2· M2 : 6630 t 290 BP = 4680 a. de C. (entre 140 y 153 cms. ; capas 14 y 15).
CI J -M3 : 6720 t 380 BP = 4 770 a. de C. (e nlre 153 y 165 cms. : capas 16 y 171.
MATERIAL Y OBSE RVA CION ES
La industria humana recogida corresponde, en su totalidad, al
Neolitico, hecha excepción de los materiales más superficiales.
Debido al carácter local de este estudio no se realizan descripciones de detalle de las especies determinadas, que se reservan para un
trabajo futuro, actualmente en proyecto, que abarcará la totalidad de
la malacofauna de los diversos yacimi entos arqueológicos del País
Valenciano. Sin embargo, y debido a las diferencias que existen en la
interpretación de ciertas especies por distintos malacólogos, se han
realizado algunas observaciones concretas de tipo taxonómico cuan do se ha creído conveniente.
Para la determinación se han utilizado diversas obras de tipo general I Nordsieck (1 ) (2) (3 ), Parenzan (4 ), Montero (5 ), Tebble (61,
Turck (7) para faunas marinas y Gasull (81(9 ), Germain (l 0 1 Hidalgo
,
(11 J, etc., para faunas continentales I ' además de numerosos artículos
(11 F. NORDSIECK : . Die europa ischen Meeres·Ge nausesschnecke n IProsobra nc hial_ G.
Fische r Verlag, Stuttga rt, 1968 , 273 págs.
121 F. NORDSIECK : «Die europa ischen Meeresmuscheln (Bivalvial•. G. Fischer verlag,
Stuttga rt, 1969, 256 págs.
{31 F. NORDSIECX ; «Die europaischen Meeresschnecken IO plstobranc hia mit Pyrami·
dellidae. RissoaceaJ•. G. Fische r Verlag, Stu ttgart, 1972, 3 27 págs.
(4) P. PARENZAN : «Carta d'identitá deJJe conchiglie del Mediterraneo •. Bios Taras, Tara nto, 1970-1976, l -m, 283 +277 +546 págs.
(S) I. MONTERO: «Mo)uscos Bivalvos españoles•. Anales do la Universi dad His palense
(Se rie Veter inaria), 6, Sevilla, 197 1, 358 págs.
(6) N. TEBBLE : «British Bivalve SeasheJJu. Royal Scottish Museum, Edimburgh , 1976
12." ed.), 212 págs.
P ) S. M. TURCK: «A n annotated key lO the Britlsh Sped es of Cardiidael. The Conchotogical Society of Great Brita in and lreland, Paper for Sludents. 16. London, 1978, 8 págs.
(8 ) L. GASULL : «Fauna mala cológica de las aguas continentales dul ces y salobres del
sudeste ibérico•. Bol. Soco Hist. Nat. Baleares, 16, Palma do Mallorca , 1971. pAgs. 23-93.
(9 ) L. GASULL : «Fauna malacológica te rrestre del sudeste ibérico•. Bol. Soc. Hist. Nal.
Ba leares, 20, Pa lma de Ma llorca, 5-154.
(10l L. GERMAIN : «Faune de France. Moll usques terrestres el n uviatiles-. Li brairie de
la Faculté des Sdences; Paris, 193 1, 897 págs.
(111 J . G. HIDALGO : «Catálogo iconográfico y descriptivo de los moluscos terrestres de
Espai\a, Portugal y Baleares-. Madri d, 1875.
[page-n-263]
CaVA DE L'OR
'"
concretos que se citan a propósito de la especie correspondiente, Para
la Sistemática hemos seguido a Wenz (l21 y a Zilch 031 para los Gasterópodos y a Cox y colaboradores (141 para los Bivalvos, teniendo en
cuenta las modificaciones que se han introducido posteriormente.
La distribución geográfica de las diversas especies se ha establecido teniendo en cuenta los datos contenidos en las obras generales citadas, as! como diversos artículos y monograflas concretas sobre los
alrededores de Beniarrés y zonas próximas y sobre las costas de Alicante. Cabe destacar, por su importancia, la síntesis de Altimira (15)
sobre moluscos cavernícolas y la de Hidalgo (16) sobre las faunas marinas españolas, De gran utilidad ha sido, para la comparación de las
especies estudiadas por nosotros con las recogidas en excavaciones de
zonas próximas, la monografla de Taborin (17),
TIPO MOLLUSCA
CLASE GASTROPODA
SUBCLASE PROSOBRANCHIA
ORDEN ARCHAEOGASTROPODA
SUPERFAMILlA NERITACEA
FAMILlA NERITIDAE
SUBFAMII.IA NERITINAE
Género Theodoxus MONTFORT, 1810
Theodoxus (TheodoxusJ fluviatilis (LlNN~, 17581
tUm. XXVII. figs. 1 y 2)
Observaciones: Las especies del género Theodoxu s del E. y SE. de
la Península Ibérica precisan de una revisión global, que ha de basarse en el estudio de la anatomía interna y en el análisis estadístico de
numerosas poblaciones naturales. Gasull (18) distingue tres especies
en la región que muestreó (Provincias de Valencia, Alicante y Mur02) W. WENZ : tGastropoda. I. Prosobranchia und Allgemelner Ten •. Handbuch der
Palaozoologie, 6 (1 ), Berlln, 1938· 1944, 1.639 págs.
11 31 A. zrLCH: tGastropoda. n. Euthyneura.-. Handbuch der Palaozoologie, 6 (2), Berlln,
1959· 1960,834 pAgs.
(141 L. R. COX y Colaboradores: ~eatise on Invertebrate Paleontology. Pa rt N. Mo·
Ilusca . 6. Bivalvia IR. C. Moore editor)•. University of Kansas and The Geological Society of
America, Boulder , 1969- 1972, 952 pAgs.
(151 A. ALTlMIRA : . Moluscos y conchas recogidas en cavidades subterrAneab. Spe·
leon, 17, Barcelona, 1970, pAgs. 67· 75.
116) J . G. HIDALGO : tOb ras malacológicas. D. Estudios preliminares sobre los molus·
cos terrestres y marinos de España, Portugal y las Baleares.. Me m. R. Acad. Ciencias de Ma·
drid, 15, Madrid , 1890,736 págs.
(171 Y. TABORIN: tLa parore en coquillage de I'Epipaléolithique au Bronze Ancien en
Frallce •. Gallla PrAhisLOire, 17, Paris, 1974, pARS. 101 · 179, 308·417.
1181 L.. GASULL, op. cit. nota 8, págs. 5 1·55.
[page-n-264]
J . D . ACU~A y F. ROBLES
260
da): Theodoxus fluviatilis (UNNÉL T. baeticus (LAMARCK) y T. veIascoi (GRAELLS). Esta última , endémica de los alrededores de Xati-
va , se distingue de las otras dos por su morfo)ogla muy característica.
Aunque el autor citado incluye los Theodoxus de la zona Pego-Alcoi
en T. baeticus, hemos seguido el criterio de numerosos autores que
consideran esta especie como sin6nima de T. fluviatilis . La mayor
parte de los ejemplares que hemos examinado han perdido el color y
los que lo conservan presentan un tono violáceo uniforme o con líneas
sinuosas claras.
Se trata de una especie acuática que habita sobre las piedras, en
aguas limpias de curso lento. En la s proximidades de la Cava de I'Or
ha sido citada en Sant Pere de Oliva (19) y en A1coi. Pego y Ondara
(201 bajo el nombre de T. baeticus.
Las especies del género Theodoxus han sido utilizadas esporádicamente como objeto ornamental. Taborin (21) cita la existencia de
numerosos ejemplares de Neritinafluviatilis (221 en efTardenoisiense
de Moita do Sebastiao y Cabec;:o de Amoreira (Muge , Portugal), atribu yendo su empleo a la forma de su perfil , que evoca el del canino del
ciervo. Además, una revisión preliminar del material procedente de la
Cava del Parpalló, depositado en el Museo de Prehistoria de Valencia,
Material :
CUADRO
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
J ·4
6b:
7b:
9b:
JOb:
1 1b:
12b:
18a :
2 ejemplares.
J ejemplar.
I ejemplar.
J ejemplar.
1 ejemplar.
2 ejemplares.
I ejemplar.
CUADRO
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
J -5
10 :
15:
16:
17 :
1B:
23 :
ejemplar.
ejem plar.
ejemplares.
ejemplares.
ejemplares.
ejemplar.
I
I
2
2
2
1
CUADRO J -5-T
Cap-a 8 : I ejemplar.
11 9 J
Espaflola
1201
1211
122J
S. DE FEZ: .ContribuciÓn a la malacologla de la Provincia de Alicante •. Bol. R. Soco
His t. Nat" 59, Madrid, 1961 , pég. 206.
L. GASULL, op. cit. nota 8, pég. 54 .
1. TABORIN , op. cit. nOla 17 . pég. 119 Y siguientes.
MAs correctamente, Theodoxus fluviatilis .
[page-n-265]
COVA DE L'OR
261
ha permitido constatar la existencia de perforaciones artificiales en
las conchas de Theodoxus de esta localidad. También existe un ejemplar de Theodoxus perforado en el collar del Cau del Raboser (Carcaixent) (23) expuesto en las vitrinas de dicho Museo.
Se han estudiado, por consiguiente , un total de diecinueve ejemplares, todos ellos perforados artificialmente. El ejemplar de la capa
9b está roto en las proximidades de la abertura , sigui endo el orificio
de perforación.
ORDEN MESOGRASTROPODA
SUPERFAMILlA CERITHIACEA
FAMILIA THIARIDAE
SUBFAMILIA MELAN OPSINAE
Géner o Melanopsis FtRUSSAC, 1807
Melanopsis graellsi lA. el J . B. VILLA ms.J GRAELLS . 1846
IUm. XXVII, figs. 3 y 41
Observaciones: Especie endémica del País Valendano y éreas
limítrofes, donde convive con M. dufouri FÉRUSSAC, del que difiere
por poseer un número variable de quillas bien marcadas (tres en la
forma típica) en vez del surco infrasutural que caracteriza a esta últi ma . La mayor parte de los autores recientes utilizan , siguiendo a Az,
peitia (24), el nombre de M. tricarinata (BRUGUIERE) para referirse a
esta especie. En un trabajo anterior (25) hemos aplicado la ley del ma yor uso y considerado tricarinata como nomen oblilum, en a pli cación
del Código Internacional de Nomenclatura Zoológica .
Las especies del género Melanopsis son características de las
aguas dulces , preferentemente cá lidas, pudiendo soportar elevadas
temperaturas y salinidades variables. Habitan sobre piedras y plantas
acuáticas.
Como hemos indicado, esta especie es exclusiva del País Valenciano y áreas limítrofes. En las proximidades de Beniarrés ha sido citada
por diversos aulores en Pego (261. Sant Pere de Oliva (27) y Pego, An (23 ) B. MARTI OLIVER y J . GLL SANCHO: , Perlas de aletas y glóbulos del Cau del Raboser (Carcaixent. Valencia l_. Archivo de Prehistoria Levantina , XV, Valencia. 1978. págs.
47-68 . lámina I. lig. inferior.
(24) F. AZPEITlA MOROS: cMonografla de las Melanopsis vivientes y fósiles de Espa¡'¡a.. Memorias Insl. Geológico y Min. España . XXXVI, Madrid. 1929, ptigs. 286-296.
125) F. ROBLES CUENCA: cE) Gé nero Melanopsis Férussac en el Ne6gcno continental
de la Cuenca del rlo Jucar 11.' natal•. R. Soc. Española Hin. Nat .• Volumen extraordinario
Primer Centenario 09711, Madrid. 1975, ptigs. 358 y 359.
126) F. AZPEITIA. op. cil. nota 24. ptig. 110.
(27 ) S. DE FEZ. op. cit. nota 19. pág. 205.
[page-n-266]
J . D. ACUSA Y F. ROBLES
na y Ondara (28 ). Conocida fósil desde el Plioceno (29). ha sido determinada por Royo en el material procedente de Cava Negra de Xátiva
(30). Vidal (3 1) cita varios ejemplares en el material recogido en la Ca va del Parpalló, utilizando , como los autores ant.eriores, el nombre de
M. tricarinata. El mismo autor consideró más tarde (32 ) esta especie
sinónima de M. dufouri.
Material:
CUADRO
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
J ·4
1: 3 ejemplares.
2B : I ejemplar.
5 : 2 ejemplares.
6a : I ejemplar.
10b : I ejemplar.
CUAD RO J · S
Capa 13 : I ejemplar.
Capa 14 : 1 ejemplar.
Varios de los ejemplares aparecen encostrados en caliza, lo que
dificulta su determinación. Figuran, en la Tabla de distribu ción de
especies, como Melanopsis sp., al igual que los ejemplares de las ca pas 10b y 14, muy jóvenes y de atribu ción dudosa .
SUPERFAMLLIA CYPRAEACEA
FAMI LIA CYPRAEIDAE
Géne ro Luria JOUSSEAUME, 1884
Luria lurida
!UNN.E. 17581
ILám. XXV , fig . 1)
Observaciones: Esta especie se ha citado en casi todo el Mediterráneo y en el Atlántico entre Portugal y Guinea (331. Es una forma
poco abundante en las costas orientales españolas (34) (351. Vive en
fondos pedregosos bastante profundos.
(28 1 L. GASULL. op. cit. nota 8, pAgo 60.
(291 F. ROBLES CUENCA. op. cit. nota 25, pág. 359.
(301 J . ROYO GOMEZ: . Relación detallada del mate rial fósil de '·Cova Neg ra·· de Bellus
(Valcnci8It. Servicio de Investigación PrehistÓrica de 18 Excma . Diputación de Valencia, Se·
rie de Trabajos va rios, 6 (2.' ed.J, Valencia, 1947 . págs. Z7·32 .
13 11 M. VID AL Y LO PEZ: . Melanopsis de la Cueva de Penrrall6 (error por Parpalló)
(Ga ndla·Valencia )•. Bol. R. Soco Española Hist. Nato , 40. Madrid, 1942, págs. 349 y 350.
1321 M. VIDAL Y LOPEZ: da fa una malacológica de la Cueva del Porpalló•. Servicio de
Investigación Prehistórica de la Excma. Diputación de Valencia . Serie de Trabajos varios, 6
12." ed.l. Vale ncia . 1947 , págs. 57·61.
(33 ) F. NORDSIECK, op. cit. nota 1. pág. 100.
134 ) J . HIDALGO : . Moluscos marinos de España. Ponugal y las Balearen. M. Ginesta.
Mad rid, 1870· 1890. gén. Cypreea, págs. 2·4.
(35) J . HIDALGO. op. cit. nota 16, pág. 119.
[page-n-267]
CaVA DE L'OR
263
Se ha observado su utilización como elemento ornamental en el
Neolítico antiguo con cerámica impresa en Arene Candide, Italia (36}.
Material:
CUADRO J ·5
Capa 17 : 1 ejemplar con una (¡oica perforación dorsal marginal.
ORDEN NEOGASTROPODA
SUPERFAMILIA BUCCINACEA
FAMILIA COLUMBELLlDAE
Género Columbella LAMARCK, 1799
Columbella rustica ILINNt::,
ILám. XXV, Hg'. 2-41
17 581
Observaciones: Este gasterópodo aparece con frecuencia sobre algas en áreas litorales. Se ha citado en casi todo el Mediterráneo y en
el Atlántico desde Portugal hasta Guinea (37). Es común en las costas
mediterráneas españolas (381.
Constituye un elemento ornamental muy longevo; es predominan te durante el Neolítico antiguo con cerámica impresa en Francia
(Chc1teauneuf-Iés-Martigues , Courthezon, Salléles-Cabardés) e Italia
(Arene Candide l. Su utilización se reduce considerablemente durante
el Neolítico medio y se intensifica de nu evo durante el Calcolítico,
ahora con una típica truncadura de la espira (39}.
Material:
":UAORO
Capa
Capa
Ca pa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
(361
1371
1381
1391
J -4
1:
6a:
6b :
7a :
ab:
10b:
I1 a :
Ilb:
12a:
12b:
13a:
14 :
15a :
15b:
16b:
17a:
I
I
3
I
I
I
1
3
2
I
2
4
1
1
1
1
ejemplar perforado.
ejemplar perforado ..
ejemplares (dos perforados y uno sin perforarl
ejemplar perforado.
ejemplar perforad o.
ejemplar perforado.
ejemplar perforado.
ejemplares perforados (uno con dos perforacionesl.
ejemplares perforados.
ejemplar perforado.
ejemplares perfora dos y 1 fragmento.
ejempla res perforados.
ejemplar perforado.
ejemplar perforado.
ejemplar perforado.
ejemplar perfor ado.
Y. TABORIN. op. cilo nota 17, pág. 394.
F. NORosrECK. op. cit. nota 1, pág. 125.
J . HIDALGO, op. cit. nota 16, pág. 105.
Y. TABORIN. op. cilo nota 17 , págs. 309, 327, 354.
[page-n-268]
26.
J . D. ACU~A y F. ROBLES
CUADRO J -5
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
13 :
15 :
16:
17 :
19 :
20 :
I
4
3
2
6
I
ejemplar perCorado.
ejemplares perforados.
ejemplares penondos.
ejemplares perfo rad os.
ejemplares perforad os.
ejemplar perforado.
CUADRO J· 5-T
Capa 3 : I ejemplar perforado.
Capa 5: 2 ejemplares per forados (uno con dos perfora Ciones y otro incomplelo!.
Capa 9 : 1 ejemplar perforado.
J ·5·T-R: 1 ejemplar perforado.
La perforación de estas conchas suele ser única (s6lo en dos casos
es doble). irregular y por su posi ción dorso-lateral opuesta a la abertu ra podría haberse conseguido mediante algú n elemento agudo a
través del peristoma (40). En general el ápice aparece int,aeta. pero en
a lgunos casos faltan las dos o tres primeras vueltas y ocasionalmente
la m ayor parte de la espira.
FAMILIA NASSA RIJDAE
Género Arcularia UNK . 1807
Subgénero Arcularia s . s.
Arcularia (ArculariaJ gibbosula (UNNt, 1766 )
ILám. XXV, fig . 51
Observaciones : La especie es típica del Mediterráneo oriental (Yu goslavia (41), Italia (42 )). La única referencia en España que conocemos es de Hidalgo (43) e indica su presencia in seg ura en Menorca. Vive en arenas litorales.
Conocemos referencias ae su utilización como elemento ornamen tal durante el Mesolítico en Ain -es-Saadi. Palestina ( = Arcularia circumcincta A. ADAMSI (44), pero no duran te el Neolítico.
(40) Y. TABORIN. op. cit. nota 17 . pllg. 393 .
(411 F. NORDSIECK. op. cit. nota 1, pllg. 139.
(42 ) P. PARENZAN, op. cit. nota 4 , 1, pllg. 180.
(43 ) J . HIDALGO. op. cit. nota 16. pllg. 100.
144 ) J . PETRBOK: I Mesolilhische Mollusken aus de r Karstquelle Ain-es-Saadi am Karmel (Palestina)•. Arch. Mon., 75 (11. Frankrurt, 1943 . pllg. 24 .
[page-n-269]
COVA DE L'OR
265
Materi al:
CUAD RO J ·5
Ca pa 18: 1 ejemplar perforado. La perforación es similar a las de Columbella rustica ,
SUPERFAMILIA VOLUTACEA
FAMILIA MARGINELLIDAE
Género Gibberula SWAINSON, 1840
Gibberula miliaria (LINNt , 1766)
Observaciones: Esta forma suele vivir sobre algas, en aguas tra nquila s y a poca profundidad. Ha sido citada en el Mediterráneo y en el
Atlántico desde Portugal hasta Madeira y Canarias (45). Es frecu ente
en las costas mediterráneas españolas (46).
Materia l:
CUADRO J -5
Capa J : 1 ejemplar con dos perfonciones, apical y dorsal.
SUPERFAMILIA CONACEA
FAMILIA CONlDAE
Género Con llS UNN1i:, 1758
Subgénero Lalltoconus MONTEROSATO . 1923
Conus fLautoconus) mediterraneus
( =ventricosus GMEUN . 17901
BRUGUIERE. 1792
ILAm. XXV, fig. 61
Observaciones: Este gasterópodo es frecu ente en áreas litorales.
sobre algas o bajo las piedras. Se ha citado en el Atlánti co entre Portu gal y Canarias y especialmente en el Mediterráneo (47 ). Es muy abundante en las e'ostas orientales españolas (48).
Es un elemento ornamental frecuente en niveles con cerámica
cardial en Sa ll eles-Cabardes, Francia (49).
1451
1461
1471
1481
1491
).
F_ NORDSIECK, op_ cil. nota 1. pág. 152.
J . HIDALGO, op. ciL nota 16_ pág. 104 .
F. NORDS IECK, op_ cit. nOla 1, pág. 186.
J . HIDALGO, op. CiL nota 34. gén. Conus, págs. 2-4.
Y. TABORJN, op. cil. nota 17, pág. 311.
[page-n-270]
J . D.
266
ACU~A V R. ROBL.ES
Material:
CU ADRO J·4
Capa Il a :
Capa 128 :
Capa 13a :
ejemplar (parte superior de ia cODcha con el épice peñoradol.
ejemplar (parte superior de la concha con el épice peñoradol.
ejemplar (parte superior de la concha con el ápice perfofadol .
CUADRO J· 5
Capa 14 : I ejemplar (parte superior de la concha con el ápice perforado]
Capa 15 : I ejemplar joven casi completo con el épice perforado.
Ca pa 16 : 1 ejempla r (parte superior de la concha con el ápice perforadol
Los elementos ornamentales más elaborados construidos con estas conchas presentan un aspecto discoidal y se han conseguido respetando tan sólo su parte superior y perforando el ápice. Sus bordes
suelen estar retocados y el orificio apical es en general pequeño y circular.
Podrlan también estar confeccionadas con conchas de esta espe cie otra s tres cuentas de collar procedentes de la ca pa eb del cuadro
J -4 y de las capas 4 y 13 del cuadro J -5. Estos elementos son de forma
oval y presentan una única perforación cerca de uno de sus extremos.
SUBCLASE PULMONATA
ORDEN STVLOMMATOPHORA
SUPERFAMILIA ZONITACEA
FAMIUA ZONITIDAE
Género Oxychilus FITZINGER, 183 3
Subgénero Ortizius FORCAT, 1957
Oxychilus (Ortizius) mercadali GASULL, 1968
ILAm . XXVII, fig. 51
Observaciones: Especie de hábito troglófilo , abundante en cuevas
y en las grietas de los macizos ca1cáreos entre las provincias de Valencia y Alicante, ha sido citada por su descubridor (50! y por Riedel
(50 en diversas localidades próximas a Beniarrés como son Alcoi , Pego , Callosa d'En Sarriá, etc.
(501 L. GASULL, op. cit. nota 9, pAgs. 53 y 54 .
1511 A. RIE DEL : , ZUI" kenntnis der Zonitidae (GasU"opodal Spanie nSJ. AnnaJes ZooJogici,
29, Warsza wa, 1972, pAgs. 133 · 136.
[page-n-271]
COVA DE L'OR
'"
Material:
CU ADR O J -S
Capa 19 : 1 ejemplar.
Capa 20: 2 ejemplares, uno de ellos
incomple~.
SUPERFAMlLIA ACHATINACEA
FAMIUA FERUSSACIIDAE
Género Ferussaaa RISSO, 1826
Ferussaciafolliculus !GMELIN, 17901
116m. XXVII, lig. 61.
Observaciones: Hemos examinado un solo individuo de esta especie, procedente del Cuadro J -5, Capa 15 , que concuerda bien con las
características asignadas a aquélla. F. folliculus es una especie de
amplia dispersión circunmediterránea , que soporta hien los climas se cos. En las proximidades de la Cava de I'Or ha sido citada en Pego
(52) y en Sant Pere d'Oliva, Alcoi, etc. (53). Aunque no es una especie
de hábitos troglófilos, no es raro encontrarla en cuevas. Altimira
la cita (bajo el nombre de F. vescoi, generalmente considerado sinónimo de F. folliculusJ en el Avenc del Buga (Caban es, Castellón), Avenc
de les Aranyes (Orsavinya , Barcelona) y Avenc de la Dona Marta
IAlós , Léridal.
FAMILIA SUBULINIDAE
SUBFAMILlA RUMININAE
Género Rl.lmina RISSO. 1826
Rumina decollata (LINNÉ. 1758 )
ILám. XXVII , ligs. 7 y 81
Observaciones: Especie muy abundante en todo el contorno del
Mediterráneo, predomina en terrenos calcáreos y puede soportar climas muy áridos enterrándose o penetrando en grietas más o menos
profundas, por 10 que no resulta raro encontrarla en el interior de cavernas , en las proximidades de la entrada. En la Cava de I'Or aparecen los diversos estadios de truncadura, desde individuos juveniles
con la concha embrionaria conservada hasta ejemplares adultos, lo
que permite suponer que la especie vivía «in situ». Aunque no puede
considerarse como una especie de hábito troglófilo , su tendencia a
buscar sitios húmedos, protegidos del sol, hace que se recoja con cie rta frecuencia en el interior de cavernas y abrigos. Una lista de las 10(52)
1531
S. DE FEZ. op. cit. nota 19. pilg. 200.
L. GASULL. op. cit. nota 9 . págs. 60-62 .
[page-n-272]
J , D. ACu1I' A y F. ROBLES
268
calidades conocidas puede consultarse en el articulo de síntesis de Al·
limira (54).
Es especie abundante en los alrededores de Beniarrés.
Material :
CUADRO J·4
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
2A : 1
2B : 1
5:
1
14 ; 3
ISa: 1
15h: 4
17b: 2
18a: 2
1ah : 1
ejemplar.
ejemplar .
ejemplar.
ejempla res.
ejemplar.
ejemplar es.
ejemplar es .
ejemplares.
ejemplar.
CUADRO J -5
Capa 4 : I ejempla r.
Capa 11 : 2 ejemplares.
Capa 13: I ejemplar.
Ca pa 18 : I ejem pla r .
Capa 20: I ejempla r.
Capa 23 : I ejempla r.
CUADRO J· 5 ·T
Capa 6:
ejemplar.
Capa 7N I ejempla r.
SUPERFAMIUA HELICACEA
FAMILIA HELICIDAE
SUBFAMll.IA HELICELLINAE
Géner o Cernuella SCHLUTER, 1838
Cernuella (Cernuella) virgata (DA COSTA , 17781
ILám. XXVIII, figs. 1 y 2)
Observaciones: Sólo hemos podido examinar dos ejemplares in·
completos y un pequeño fragmento de otro, procedentes del Cua dro J .
4 , Capa 17b (55 ). Los ejemplares carecen de coloración y poseen ta o
maño pequeño (la altura , única medida posible, del ej emplar figurado
es de 7'4 mm .).
Se trata de una especie muy común en Europa Occidental , y según
Gasull (56) es la «más común y abundante en ejemplares de la regióm
(541 A. ALTIMIRA, op. cit .• nota 15.
(55) Debemos la dete rminaci6n de esta especie. asl como varias observaciones sobre a lgunas otras, a la amabilidad del malacólogo D. Luis Gasull (Palma de Mallorca!. a quien queremos mostrar desde a qul nuestro profundo agradecimie nto po r sus indicaciones y po r el
envio de va rios de los t ra bajos que hemos utilizado en este estudio. (F. Roblesl.
(561 L. GASULL, op. cit. nota 9. págs. 78-8 1.
[page-n-273]
CaVA DE L'OR
269
(Valencia, Alicante y Murcial, «habitando lo mismo en los huertos, paredes, troncos de árboles, hierbas, etc, y aún en lugares secos y esteparios, faltando sólo en la región del bosquejo Carecemos de referen cias sobre su existencia en el interior de cuevas .
Género Trochoidea BRQWN , 1892
Subgénero Xeroplexa MQNTERQSATQ, 1892
Tro choidea (Xeroplexa) murcica (GUIRAO , 18591
ILám. XXV , fig . 31
Observaciones: Pequeña especie muy abundante en las proximi dades del Mediterráneo español, vive en matorrales y bosque bajo en
lugares secos y fuertemente soleados y ha sido citada en el interior de
algunas cuévas (57): Cova Canelobre de Bussot y Cava de Ebo. Es muy
variable en forma y tamaño. Nuestros ejemplares se caracterizan por
poseer una fuerte ornamentación, formada por costillitas gruesas y
regularmente espaciadas que se hacen más débiles, aunque persisten,
en la cara inferior y por poseer una quilla poco marcada.
Material:
CUADRO J· 4
Capa 15a : 1 ejemplar.
CUADRO J · 5
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
2:
13:
15 :
lB :
1'9 :
20 :
23:
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
I ejemplar.
1 ejemplar.
StJBFAMILIA HELICODONTINAE
Género Oestophora HESSE, 1907
Subgénero SUboeslOphora ORTIZ DE ZARATE, 1962
Oestophora (SuboestophoraJ boscae boscae (HIDALGO, 18691
IUm. XXVIII, figs. 4 y 51
Observaciones: Aunque los tres ejemplares de esta especie que hemos estudiado están incompletos, la existencia de partes complemen tarias permite asignarlo a esta especie: Se diferencia de O. barbula
por la carencia de dientes en el labio externo, de O. hispanica por su
mayor número de vueltas y la forma de la abertura y de O. kuiperi por
1571
L. GASULL, op. cic nota 9, pégs. 86·89 .
[page-n-274]
270
J . D. ACU9A y F. ROBLES
el tamaño, número de vueltas y forma del peristoma. Carece de la quilla reflejada y del seno interior que caracterizan a O. boscae jeresae.
Se trata de una especie trog16fila qu e habita las grietas de las rocas y es frecuente en el interior de cuevas.
Material:
CUADRO J -4
Capa ¡lb: I ejemplar incompleto.
CUADRO J -5
Capa 11 : 1 ejemplar incompleto.
Capa 1J : 1 ejemplar incompleto.
Ademés se han recogido los siguientes restos, indeterminables a nivel es pecifico:
CUADRO J -4
Capa 16b : I fragmento con las primeras vueltas y fragmen tos de 2 ejemplares més.
Capa lah : fragmentos de I ejemplar.
CUADRO J -S
Capa 2: fragmentos de 1 ejemplar.
SUBFAMILIA HELlCINAE
Género l berus M ONTFORT, 18 10
Iberus alonensis rtRUSSAC, 1821
IUm. XXIX, ligs. 1-31
Observaciones: Se trata de la especie más abundante en el material procedente de la excavación y su determinación plantea el problema de la validez de lberu s alvaradoi GARCtA SAN NICOLÁS como
especie. Esta autora , al describirla (581, indica como características
diferenciales más importantes el color del cuerpo, en especial el del
manto , que es gris unifor~e punteado de blanco frente al color rojo
vivo que presenta en 1. alonensis, así como el mayor tamaño de la
c.oncha de esta última especie y la existencia de un ombligo en forma
de ranura en l . alvaradoi, que falta en la especie de Férussac. Otro carácter distintivo vendría dado por la distribución geográfica: l . alonensis seria una especie andaluza mientras que l . alvaradoi tendría
una distribución muy amplia : Murcia, Pais Valenciano, Cataluña ,
parte de Aragón y parte de ambas Castillas.
El polimorfismo cromático en el manto de helícidos ha sido estudiado por diversos autores y no puede utilizarse para separar espe(581 E. GARCIA SA N NICOLAS : c.Estud,ios sobre la biotogfa, la anatomfa y la posición
sistemá tiu del Género Iberos Mondon 18 10 •. Bol. R. Soco Española Hist. Nat. IBiol.!. 55.
Madri d , 1957, págs. 199-390.
[page-n-275]
CaVA DE L'OR
271
cies. Un importante trabajo, realizado por cain (59) sobre Monacha
cantiana (MONTAGUI ha demostrado que la variabilidad en la pigmentación es un carácter genético hereditario. Más tarde Chatfield
(60). trabajando sobre la misma especie, ha establecido los porcentajes en que aparecen las distintas coloraciones en varias poblaciones y
supone que los factores ambientales que controlan los diversos fenotipos (dos como en el caso de l. alonensisJ están relacionados con la depredación por pájaros y pequeños mamiferos (selección del color que
ofrece mejor camuflaje sobre el substrato) y/o con el albedo (capacidad para absorber o reflejar la luz por parte del animal).
Las variaciones de tamaño tampoco han sido suficientemente estudiadas, ya que no se han realizado estudios biométricos sobre el tema. Sin embargo, es frecuente recoger, en la zona indicada por Garcia
San Nicolás como de dispersión de l . alvaradoi, individuos con el ta maño correspondiente a l . alonensis, de acuerdo con las indicaciones
dadas por esta autora para distinguir ambas especies. De igual forma
el carácter del ombligo en ranura es, según nuestras observaciones,
muy variable incluso dentro de una misma población.
Por todos estos motivos consideramos a l . alvaradoi como sinónimo posterior de l . alonensis, en tanto que estudios más detallados no
aboguen por una separación real de ambos . Este parece ser también
el criterio de GasuIl (611 que incluye l . alvaradoi en la sinonimia de l.
alonensis, aunque no realiza ningún comentario sobre el tema.
La especie es muy abundante en los alrededores de Beniarrés y ha
sido citada por numerosos autores en diversas localidades de Valencia y Alicante. Vive en los macizos calcáreos, en zona de fuerte insolación, protegiéndose en las grietas o bajo las piedras.
Poco frecuente en el interior de cuevas, las citas que conocemos
en este hábitat está asociada con ocupaciones humanas. Frecuente en
la Cava del Parpalló (62 ). su abundancia en la Cava de rOr debe ser
atribuida, en nuestra opinión, a su utilización como alimento. La existencia de perforaciones artificiales en la última vuelta de numerosos
ejemplares puede ser debida a la extracción del cuerpo del animal por
succión desde la abertura. La utilización como ornamento nos parece
poco probable, dada la extrema fragilidad del caparazón de esta especie.
1591 A. J. CAIN : .Undescribed polymorphisms in two British snails•. Joumal ofConcho·
logy. 26. Landon. 1911. págs. 410-416.
1601 H. E. CHATFIELD: . Observations on variation in the manLle ofthe land snail Mo nacha call1iana IMONTAGUI ¡Pulmonata: Helicidael•. J oumal of Conchology. 29. London.
1977 . págs. 219-222.
16 11 L. GASULL, op. cit. nota 9. pág. 123.
1621 M. VI.DAL LOPEZ, op. cil. nota 32. pág. 60.
[page-n-276]
J . D. ACtmA y F. ROBLES
272
Material:
CUADRO J-4
Capa 2A : 2 ejemplares enteros, uno de ellos perforado, y fragmentos de otros dos.
Capa ¡Ob : I ejemplar completo perforado y fragmentos de otro ejemplar.
Capa 14 : 4 ejemplares completos, tres de ellos perfora dos y fragmentos de otros eua
Capa I Sa : 3 ejemplares completos, uno de eUos sin perfora r. dos perforados y fragmentos de otro ejemplar .
Capa 15b : 5 ejemplares completos perforados y fragmentos de otros seis ejemplares.
Capa 16a: I ejemplar completo, otro con la abertura rota, probablemente al perforarlo,
y fragmentos de otros 2 ejemplares.
Capa 17a : Fragmentos de 4 ejemplares. uno de ellos casi entero y perforado.
Capa ¡7b : 1 ejemplar casi completo y restos de otros tres.
Capa 18a ; I ejemplar entero perforado y restos de otro.
Capa I Bb : 3 ejemplares incompletos y 1 ejemplar perforado.
CU ADRO J· 5
Capa 9:
I ejemplar perforado.
Capa 23 : 2 ejemplares. uno peñora do y otro ain perfora r.
CUADRO J· 5·T
Capa
Capa
Capa
Capa
2:
ejemplar perforado.
7N : Fragmentos de 2 ejemplares.
B:
I ejemplar completo, peñorado y fragmentoa de otro ejemplar.
10 :
J· 5·T· R:
I ejemplar perforado.
1 ejemplar perforado y restos de otros dos.
Iberus afr. carthaginiensis (RQSS MASSLER, 1854 ) y
ILám. XXX, figs . 2, 4 , 5 Y 6)
Pseudotachea splendida (DRAPARNAUD,
1801)
ILám. XXX, figs . 1 y 3)
Observaciones: Bajo estas denominaciones agrupamos una serie de
ejemplares de dificil determinación. Se trata de conchas de tamaño
medio (el mayor individuo completo mide 20' 3 mm. de diámetro y
13' 6 mm. de altura) que plantean el problema de la separación de Iberus carthagin iensis y Pseudotachea splendida cuando se dispone solamente de un escaso número de individuos subfósiles, en gran parte jóvenes y/o deteriorados. El tema ha sido tratado an teriormente por di versos autores (Boettger , Garcia San Nicolás, Gasull) , quienes indican
que la ornamentación decusada, que se origina al cruzarse las lineas
de crecimiento y las estrias longitudin ales, es un car ácter exclusivo
del género Iberus que puede permitir su distinción de Pseudotachea .
Desgr aciadamente, cuando las conchas están deterioradas, como es
el caso del material procedente de Cava de l'Or, la atribución a un género u otro por este único car ácter es muy delicada.
[page-n-277]
CaVA DE L'OR
27l
Los ejemplares estudiados por nosotros podrían entrar dentro de
la variabilidad de Pseudotachea splendida, de acuerdo con las dimensiones que para sus ejemplares transcribe Gasull (63), si bien en conjunto presentan una rela ción diámetro/altur a inferior a la normal en
esta especie. Sin embargo, la fuerte ornamentación decusada de algunos ejemplares con la superficie bien conservada (véase lámina
XXX, figs. 4-6) concuerda mejor con Al género Iberus. Por otra parte, la inserción del ángu lo superior de la abertura sobre la última
vuelta , que es cóncava en P. splendida, se realiza mediante una suave
inflexión en nuestros ejemplares, lo que concuerda con diversas especies de lberus y especialmente con el individuo de 1. carthaginiensis
representado por Garc!a San Nicolás.
Por estas razones, y dada la imposibilidad de asign ar la mayor
parte de estos ejemplares a P. splendida o al. aIT. carthaginiensis, incluimos el material examinado bajo esta denominación conjunta, a la
espera de que nuevos estudios nos permitan definirnos claramente sobre el tema. Figuramos varios ejemplares adultos cuya determinación
no ofrece dificultad.
La atribución especifica es delicada debido a la similitud que existe entre la concha de l . carthaginiensis y las diversas subespecies de
l . alcarazanus y a la escasez de individuos adultos en el material que
hemos examinado. Aunque el conjunto de las caracterfsticas morfológicas nos inclinan a incluirlo en la primera de las especies citadas, lo
hacemos con dudas hasta que podamos disponer de un material más
abundante.
Especie de hábitat similar a la anterior, constituye en la actualidad un endemismo de los alrededores de Cartagena. Su presencia en
Beniarrés durante el HoloceDo sería, de confirmarse la determinación, muy interesante.
Su abundancia en el interior de la Cava de rOr debe ser atribuida,
como suce de con la especie anterior, a una introducción artificial por
.motivos alimenticios. Las perforaciones son simil ares a las que presentan las conchas de l. alonensis y deben tener idéntica fina lidad.
Material:
CUAD RO J ·4
Capa 5:
Capa 6a :
Capa 7b:
Capa t lb:
Capa 14 :
1631
Fragmentos de I ;ejemplar.
Fragmentos de 1 ejemplar.
1 ejemplar.
I ejemplar.
3 ejemplares perfora dos.
L. GASULL. op. cit. nota 9. pág. 117.
[page-n-278]
'H
J . D. ACUSA Y F. RoaUl:S
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
15a:
lSb :
16a :
178 :
17b :
18a :
18b :
3 ejemplares perforados y fragmentos de otro ejemplar .
2 ejemplares, uno de ellos perforado, y fragmentos de otros dos.
1 ejemplar.
Fragmentos I ejemplar.
1 ejemplar casi entero y restos de otro.
Fragmentos 1 ejemplar.
2 ejemplares perforados y restos de otro.
CUADRO J· 5
ejemplar.
ejemplar muy joven.
4:
14 : 1 ejemplar perforado.
20: 1 ejemplar muy joven.
23 : 4 fragmentos.
Capa 2 :
Capa
Capa
Capa
Capa
CUADRO J· 5-T
Capa 7N :
Capa 8:
Capa 10 :
J -5-T-R:
I ejemplar perforado y fragmentos de dos ejemplares.
Fragmentos de 1 ejemplar .
1 ejemplar incompleto y fragmentos de otro.
1 ejemplar perforado.
lberus sp.
Observaciones: Incluimos aquí los fr agmentos indeterminables a
nivel especifico que presentan la ornamentación u otras car acterísticas mor fo lógicas propias de este género, sin que sea posible asignarlos
a una de las dos especies descritas anteriormente.
Material:
CUADRO
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
J -4
6a :
6b:
7a:
7b:
8a :
Bb :
9a:
9b:
lOa :
11a :
Il b:
12a :
12b:
13a :
16b:
CUADRO
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
J ·S
2: Fragmentos
3: Fragmentos
4: Fragmentos
7: Fragmentos
8: Fragmentos
2B : Fragmentos correspondientes a 1 ejemplar.
5 : Fragmentos correspondiflntel a 1 ejemplar.
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
I-ragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
Fragmentos
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
cOITespondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
J ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
3 ejemplares.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
I ejemplar.
I ejemplar.
2 ejemplares.
[page-n-279]
COVA DE L'OR
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
Capa
9 : Fragmentos
10 : Fragmentos
11 : Fragmentos
12: Frag mentos
13 : Fragmentos
16: Fragmentos
18 : Fragmentos
19 : Fragmentos
20: Fragmentos
21 : Fragmentos
22 : Fragmentos
23 : Fragmentos
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
correspondientes
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
a
l
2
2
2
ejemplar.
ejemplares.
ejemplares,
ejemplares.
1 ejemplar.
2 ejemplares.
3 ejemplares.
1 ejemplar.
3 ejemplares.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
1 ejemplar.
CUADRO J ·5·T
Capa 5: Fragme ntos correspondientes a 1 ejemplar.
Capa 6: Fragmentos correspondientes a 1 ejemplar.
Helicidae indeterminados
Observaciones: Se trata de fragmentos de pequeño tamaño, co rrespondientes a diversas especies de Helícidos que no presentan nin guna característica morfológica que permita su inclusión en un género determinado.
Material:
CUADRO
Capa
Capa
Capa
J ·4
15b: Fragmentos correspondientes a 2 ejemplares.
16b: Fragmentos correspondientes a 1 ejemplar.
18a : Fragmentos correspondientes a 1 ejemplar.
CUADRO J · 5
Capa 15 : Fragmentos correspondientes a 1 ejemplar.
Capa 17: Fragmentos correspondientes a 1 ejemplar.
Capa 2 1: Fragmentos correspondientes a I ejemplar.
CLASE BIVALVIA
SUBCLASE PTERIQMORPHIA
ORDEN ARCOIDA
SUPERF AMILIA LlMOPSACEA
FAMILIA GLYCYMERIDIDAE
SUBFA MlLIA GLYCYMERIDINAE
Género Glycymeris DA COSTA, 1778
Subgénero Glycymeris s. s.
Glycymeris (GlycymerisJ gaditanus (GMELIN , 17901
(= violacescens LAMARCK, 1819)
ILám. XXVI, lig. 1)
Observaciones: La especie es muy abundante en las costas orientales de la Península Ibérica (64). Su área de distribución se extiende
164) . I. MONTERO, op, cit. nota 5, pág. 181 .
[page-n-280]
J . D. ActmA Y F. ROBLES
'"todo el Mediterráneo excluido el Mar Negro. y en el Atlántico desde
a
las costas meridionales españolas hasta Cabo Verde (65) (661. Vive en
fondos arenosos o fangosos a pocos metros de profundidad.
Aunque no hemos encontrado ninguna referencia concreta a esta
especie, las valvas de «PectunculuSJ se han citado en niveles con cerámica carrual en Arene Candide, Italia (67).
Material:
CUADRO J· 4
Capa 1:
1 valva completa con el umbo perforado, 1 fragmento ventral y 1 fragmento
central.
Capa 5: 1 fragmento ventral.
Capa 7b : 1 fragmento ventral.
CUADRO J -5
Capa 3 :
Capa 4 :
Capa 10 :
Capa 1J :
Capa 19:
J · 5-T-R:
I
1
2
1
1
I
fragmento central.
valva completa no perforada.
fragmentos ventrales.
fragmento central.
valva completa con el umbo peñorado.
fragmento central.
ORDEN PTERIOIDA
SUBORDEN PTERIINA
SUPERFAMIUA PECTINACEA
FAMILIA PECTINIDAE
Género Pecten MULLER, 1776
Subgénero Pecten s. s.
Pecten (Pecten) jacobaeus ILINNE , 17581
Observaciones: Esta especie aparece con cierta frecuencia en las
costas mediterráneas españolas (68). Se ha citado en casi todo el Me diterráneo (excluido el Mar Negro) y en el Atlántico desde Galicia hasta Cabo Verde y Canarias (69), Vive semienterrada a muy distintas
profundidades, pudiendo alcanzar casi los 200 metros.
Algunos fragmentos de Pecten no determinados se han citado en
el Neolltico antiguo cardial de ChAteauneuf·lés· Martigues, Francia
1701.
{651
(661
(671
(68 )
1691
{701
F. NORDSLECK, op. cit. nota 2, pAgo 26 .
P. PARENZAN, op. cit. nota 4, pAgs. 50-51.
Y. TABORIN, op. cit. nota 17, pAgs. 309-310.
I. MONTERO, op. cit . nota 5, pAgo 210.
F. NORDSIECK, op. cit. nota 2, pAgo 55.
Y. TABORIN. op. cit. nota 17 , pAgs. 310·311.
[page-n-281]
caVA DE L'OR
Material :
'"
CUADRO J ·4
Capa 14: 1 fragme nto ventral.
CU ADR O J · 5·T
Capa 5: 1 fragmento central.
SUBCLASE PALAEOHETERODONTA
ORDEN UNIQNIDA
SUPERFAMILIA UNIONACEA
Unionacea indeterminado
Observaciones : Dos fr agmentos de concha, procedentes de la capa 1 (Cuadro J -4), presentan el aspecto nacarado propio de esta superfamilia, La falta de elementos identificativos (charnela, etc.) impiden una mayor precisión sistemática.
Las conchas de Anodonta, Margaritana y Unio (géneros más caracterfsticos de esta superfamilia en Europa occidental) han sido ampliamente utilizados para la confección de elementos decorativos durante la Prehistoria (71). Los fragmentos estudiados no permiten determinar el uso a que estaban destinados. La revisión del material de
adorno de la Cava de l'Or (que esperamos realizar más adelante) permitirá , probablemente, identificar la estructura típica de los Unionacea en los diversos elementos ornamentales procedentes de las excavaciones.
SUBCLASE HETERODONTA
ORDEN VENEROIDA
SUPERFAMILIA CARDIACEA
FAMILIA CARDlIDAE
SUBFAMILIA CARDlINAE
Género Acanthocardia GRAV, 1B51
Subgénero Rudicardium COEN , 1925
Acanthocardia (RudiE..ardium) tuberculata (LINNt, 17 581
ILám. XXVI. fig. 21
Observaciones: Esta forma es muy frecuente en fondos de arena o
arena fangosa, a profundidades comprendidas entre 10 Y 100 metros.
Su área de distribución se extiende a todo el Mediterráneo y en el At-
(711
Y. TABORIN , op. cit. nota 17 , pág. 112 Y siguientes,
[page-n-282]
27B
J . D. ACUSA Y F. ROBLES
lántico desde Inglaterra basta Madeira y Canarias (72) (73). Es muy
común en el litoral oriental de la Perunsula (74) .
Tahorin {751 cita Cardium tuberculatum en el Tardenoisiense de
Téviec y Hoedic (Morbihan, Francia). como elemento ornamental y de
alimentación.
Material:
CUADRO J -4
Capa 6b: 1 valva casi completa con el umbo perforado.
CUADRO J -5
Capa
Capa
Ca pa
Capa
2:
11 :
16 :
21:
1
1
1
1
fragmento
valva casi
fragmento
valva casi
ventral con manchas de ocre en al borde palea!.
completa con el umbo perforado.
ventral.
completa correspondiente a un ejemplar muy joven .
CU ADRO J -5-T
Capa 3: 1 fragmento ventral. Oet.enninaci6n incierta.
SUBFAMILIA LAEVICARDIINAE
Género Cerasloderma POLI , 1795
Cerastoderma edule
ILám. XXVI, fig . 31
(LINN:E:. 1758 )
Observaciones : De acuerdo con Montero (76), esta especie aparece generalmente en fondos de fango , a poca profundidad, en aguas
tranquilas y salobres.
Se ha citado en todo el Mediterráneo , incluido el Mar Negro, y en
el Atlántico entre Noruega y Canarias, y en Norteamérica (77) (781. Es
muy abundante en las costas orientales españolas, donde suele diferenciarse como subespecie lamarcki REEVE , 1844 ( = glaucum POIRET, 17891.
Junto a Columbella rustica constituye la base. de la ornamentación durante el Neolftico antiguo en Chéteauneuf-lés-Martigues ,
Francia (79), sirviendo además para la impresión de la cerámica.
[72 1
(731
(74 )
(75)
(761
(77 )
(78 )
(7 91
F. NORDSIECK, op. cit. nota 2, pA go 104 .
P. PARENZAN , op. cit. nota 4 , págs. 2 16-217.
I. M ONTERO, op. cit. nota 5, pAgo 161 .
Y. TABORIN, op. cit. nota 17, pAgo 392 .
I. M ONTERO, op . cit. nota 5, pAgs. 158- 159.
F. NORDSIECX , op. cit. nota 2, págs. 100- 102.
P. PARENZAN, op. cit. nota 4 , págs. 190-212 .
Y. TABORIN, op. cit. nota 17, pág. 392.
[page-n-283]
CaVA DI! L'OR
Material:
'"
CUADRO J -5-T
Capa 5: 1 valva correspondiente a un ejemplar j oven.
Bivalvia indeterminado
Observaciones: Bajo esta denominación incluimos todos aquellos
ejemplares cuyo estado de conservación hace imposible una determi·
nación más precisa. La mayor parte de estas conchas son acastilladas
y podrían corresponder a algunas de las especies citadas con anterio ridad.
Material:
CUADRO J -4
Capa 1: 1 fragme nto.
Capa 2A : 2 fragmentos.
Ca pa 17a : 1 fragmento .
CUADRO J · 5
Capa 3: 1 fragmento.
Capa 4: I fragmento.
CLASE SCAPHOPODA
FAMILIA DENTALIlDAE
Género Dentalium, LINN1i:, 1758
Dentalium sp.
Observaciones : La totalidad de las conchas de estos escafópodos
aparecen muy alteradas y fragmentadas . Su determinación especifica
en estas condiciones resulta imposible. Algunas de las especies de este
género son frecuentes en nuestras costas en fondos blandos.
Sus conchas se han citado como elementos ornamentales en nive·
les correspondientes al Neolítico antiguo con cerámica impresa en
Courthezon, Francia (SO).
Material:
CUADR O J -4
Capa 6a: 1 eje mplar incompleto.
Capa 8a : 1 ejemplar incompleto.
CUADRO J -5
Capa
Capa
Capa
Capa
1801
13 :
16 :
17:
18 :
1 ej emplar
1 ej emplar
1 ejemplar
l ejemplar
Incompleto.
incompleto.
incompleto.
incompleto.
Y. TABORIN, op. cit. nota 17 , pág. 311.
[page-n-284]
J . D. ACU~A y F. ROBLES
280
I NTERPRETACION DEL CONJUNTO MALACOLOGICO
Al Elementos orn amentales
El conjunto ornamental que proporcionan los niveles estudiados
en la Cava de rOr presenta una clara relación con otros descritos en el
Neolítico antiguo con cerámica cardial en Europa occidental y más
concretamente en algunas localidades francesas e italianas como
Chéteauneuf-Iés-Martigues (Cuenca del R6dano) y Arene Candide (Liguria).
La más completa descripción de los elementos ornamentales fabricados con conchas durante este período antiguo, se debe a Taborin
(8 1) y está basada en materiales franceses, italianos y portugueses
procedentes, entre otras, de estas dos localidades.
De acuerdo con esta autora, al finalizar el Mesolitico y coincidien. do con un cambio cultural total, se observa una sustitución clara en
las conchas preferidas en el adorno personal; Cyclope neritea, que
había constituido la base de la ornamentación mesoLitica, es ahor a
reemplazada por Columbella rus t ica cuyas conchas, casi siempre
completas, presentan una típica perforación irregular en la parte
dorso-lateral de la última vuelta. Las valvas de Cerastoderma edule y
otros Cardiidos (<
Algunos fragmentos ventrales de Glycymeris (<
La transición a este NeoLitico más reciente con cerámicas cardiales, Neolítico medio en la sistematización seguida por Taborin par a
los yacimientos franceses e italianos, coincide con la aparición de colgantes incisos construidos con conchas de Spondylus y de discos perforados fabricados con valvas de «Car dium». Durante este período,
aunquf' al ? rincipio persisten elementos tradicionales (Columbella
rustica con perforaciones dorso-laterales, Cardiidos, Conus mediterraneus), van apareciendo nuevos elementos: Patella. Pecten. etc.
En este contexto, el conjunto ornamental de Or puede caracterizarse como típicamente cardial. El predominio de Columbella r ustica
y la presencia de Cardiidos, Conus mediterraneus. Luria lurida. Den(811
Y. TABORIN , op. dlo nota 17 , pág. 307 Y siguientes.
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CaVA DE L'OR
'81
talium Sp. y Pecten benedictus, resultan típicos. La aparición de algu nas valvas completas de Glycymeris gaditanus junto a fragmentos
ventrales, podría indicar una transición hacia los gustos que caracterizarán los momentos más avanzados del Neolftico y posteriores, aun que se da también en el Neolftico antiguo con cerámica cardial de
Arene Candide. No debe olvidarse que , como se expone en la parte correspondiente de este mismo volumen. la secuencia estratigráfica de
la Cava de I'Or no se limita al Neolítico antiguo con cerámica impresa
cardial. sino que también abarca lo que se denomina segunda fase
neolítica. con ausencia de este tipo cerámico. En cualquier caso, los
elementos con que contamos son muy escasos para poder observar
una evolución acorde con la estratigrafia y será necesario esperar a la
revisión completa de todo el material del yacimiento.
La utilización de Gibberula miliaria parece original y la de Theo doxus jluviatilis, un carácter arcaico. La construcción de discos perforados de Conus mediterraneus. posiblemente cuertas de colla r.
aunque no aparece descrita explícitamente en la biblia graO a consultada. podría reconocerse en la f1.'!:uración de all!unos materiales neolí ticos de la Cava de la Sarsa (Bocairent. Valencia) (82), y también en el
NeoUtico Pre -cerámico de Palestina (83).
Aunque el conjunto malacológico incluye especies más o menos
frecuentes en las costas mediterráneas de la Peninsula y más concre tamente en la región, su clara selección y las relaciones con otros conjuntos ornamentales exóticos. ponen de manifiesto la trascendencia
geográfica de esta manifestación cultural. Res.pecto a la aparición de
Arcularia gibbosula necesitaríamos de una mayor seguridad en la de limitación de su área de distribución para poder discutir su origen.
A este conjunto de elementos destinados al adorno personal ha de
añadirse una serie de conchas (bivalvos acastillados o de borde paleal
dentado) empleados en la impresión de cerámica. Probabh::mente algunas valvas completas o fragmentadas de los Cardiidos determina dos y de Glycymeris gaditanus se usaron con esta finalidad, La presencia de ocre en el borde paleal dentado de un fragmento de Acan thocardia tuberculata hace suponer una técnica de impresión y pin tura simultánea que resulta coherente con las decoraciones de la cerámica hallada.
1 1 M. D. AsaUERINO : «Cova de la Sarsa (Bocairenc.e, Vale nciaj. Analisis estadlstioo y
82
tipolOglCO de ffillteriales sin estratigrafill 097 1- 197411. Pape les del laboratorio de
Arqueo]ogla·Sllguntum, 13. Valencia. 1978. pilgs. 99-225. Fig. 22. numo 2646.
(831 D. KIRKBRIDE : IThe Neolithic in Wadi Ru mm : 'Ain Abu Nekheile h•. En «Archaco·
logy in thc Levan lll, edic.ed by P. R. S. MOOREV and P. J . PARR, Aris and Phillips Ltd .• Wa r·
mins ter. 1978, pags. 1- 10. Fig. 4. numo 14.
[page-n-286]
"2
J . D. AcuAA y f . ROBLES
La escasez de restos de la Superfamilia Unionacea no permite nin guna precisión sobre su utilización, en tanto no se revise con detalle el
resto del material de la Cava de 1'0r. Su empleo como motivo ornamental no sería de extrañar.
B1 Otros elementos
Incluimos aquí los gasterópodos terrestres y de agua dulce, con la
única excepción de Theodoxusfluviatilis, utilizado com o motivo ornamental corno ya se ha indicado. Dentro de este grupo pu eden considerarse los siguientes conjuntos :
b¡J Moluscos cuya existencia en la cueva puede explicarse por causas
naturales, relacionadas con su forma de vida. Podemos dividirlos en:
Moluscos de hábito claramente trog16filo , que suelen vivir en el in terior de cuevas o en grietas profundas en la roca : Oxychilus mercadali, Oestophora boscae y Oestophora sp.
Moluscos que , sin poseer hábitos propiamente troglófilos, se refugian con cierta frecuen cia en cuevas por sus condiciones ambientales favorables : Ferussaciafolliculus, Rumina decollata y, probable mente , Trochoidea murcica.
Todos ellos debían convivir con los seres humanos en el interior
de la Cava de I'Or sin que existiese, al menos aparentemente. ninguna
interacción entre ambos.
b 2 ) Moluscos introducidos artificialmente por el hombre. utilizados.
casi con seguridad , como alimento: Iberus alonensis, Iberus aIT. carthaginíensis, Iberus sp. y Pseudotachea splendida .
b3) Moluscos cuya existencia en la cueva debe ser atribuida a causas
fortuitas , ya que ni presentan señales de haber sido utilizados por el
hombre ni su hábitat puede justificar su existencia en el interior de
aquélla: Melanopsis graellsi (84) y Cernuella virgata. El primero puede haber sido introdu cid o por los recolectores de con chas de agua
dulce , mezclado con las de Theodoxus fluviatili s co n quien convive en
fuentes y cursos de agua . El segundo puede haber ll ega do mezclado
con hojarasca transportada con alguna finalidad (fuego , fabri ca ción
de lechos ... ) al interior de la cueva, dado su hábita t. Sin embargo , no
pueden descartarse causas naturales (arrastre de las conchas muertas por corrientes de agua a través de grietas ) para explicar su apari ción en el interior de la Cava de rOro
(84) Al revisar el material procedente de anteriores excavaciones en la Cova de J'Or he·
mos obser vado la existencia de un ejemplar de esta especie perforado. De confirmarse el carácter intencional de esta perforaciÓn habria que incluir esta especie dentro del grupo de los
elemenLOs ornament.ales.
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Contenido en Moluscos de los diferentes niveles excavados
Cuadro J-4
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Cuadro J -5- T
Cuadr o J -5
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caVA. DE L'OI\
28J
APENDICE
Como indicamos en la Introducción, hemos procurado utilizar
una nomenclatura completamente actualizada para nombrar las distintas especies clasificadas. Para evitar la confusión que los nombres
actuales pueden producir en los no especialistas, singula rm ente cua ndo se manejan obras antiguas, incluimos a continuación un cuad ro de
sinónimos de las denominaciones genéricas y específicas que empleamos en este trabajo con aquéllas de uso común entre no rnalacólogos y
autores antiguos.
Nombre actual
Theodoxus fluviatilis
Melanopsis graellsi
Cernuella virgata
Trochoidea murcica
Oestophora boscae
lberus alonensis
Iberus carthaginiensis
Luria lurida
Arcularia gibbosula
Glycymeris gaditanus
Acanthocardia tuberculata
Cerastoderma edule
Sinónimo
Neritina fluviatilis ( = N. baeticaJ
Melanopsis tricarinata
Helix virgata ( = H. variabilisJ
Helix murcica
Helix boscae
Helix alonensis ( = l. alvaradoiJ
Helix carthaginiensis
Cypraea lurida
Arcularia circumcincta
Pectunculus gaditanus ( =P. violacescensJ
Cardium tuberculatum
Cardium edule
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[page-n-290]
x
CONSIDERACIONES FINALES
Bernardo Marti Oliver
Desde que finalizaron los trabajos de excavación en el Sector J , Y
aún después de concluir el estudio de sus materiales, ha ido progresando nuestro conocimiento sobre la Cava de rOro de modo que los re·
sultados aquí expuestos serian susceptibles de diversas matizaciones
según los resultados de las campañas de excavación realizadas entre
1955 y 1958 , Y muy especialmente en razón de los actuales trabajos
en el Sector K. Por ello, ateniéndonos a las pequeñas dimensiones de
la zona que ahora estudiamos, hemos de considerar la secuencia obtenida como un punto de referencia inicial, especialmente valioso con
respecto a algunos materiales tradicionalmente poco considerados.
Como se constata fácilmente , no aparecen entre los materiales in ventariados en el presente volumen los tubos de hueso fInamente pulidos, los anillos fabricados sobre grandes conchas de Conus o los brazaletes de piedra, entre otros objetos de los que si ofrecíamos algunos
ejemplos en el volumen primero; y, por otra parte, tampoco podemos
decir que entre ambos volúmenes estemos próximos a agotar la variedad del yacimiento. A ello hay que añadir las posibles estructuras y
las matizaciones de la secuencia cultural que una excavación en extensión podría poner de manifIesto y que tampoco tenemos aquí.
[page-n-291]
'86
B. MARTI
Sin embargo, a pesar de estas limitaciones inherentes a lo reduci~
do de la zona estudiada, el conjunto de los materiales y la secuencia
proporcionarla por el Sector J pueden considerarse como representa tivos del yacimiento en nuestra opinión y en la medida de lo posible. y
aunque en algunos casos podríamos ofrecer mayores precisiones en
base a los resultados de otros sectores de la cueva actualmente en estudio. la complejidad y riqueza del yacimiento lo desaconsejan porque
estaríamos haciendo una selección arbitraria, tomando datos aislados
de una u otra parte.
En lineas generales las conclusiones que pueden extraerse del
Sector J corresponden a lo esperado para los materiales mejor conocidos en el conjunto del Neolítico peninsular: la cerámica y la industria
de sUex. En otros aspectos, como la fauna de vertebrados o los cereales, y especialmente la malacofauna, escasamente atendida en nuestros yacimientos a pesar de ser una constante importante, o la tecnologia cerámica, desconocida en su evolución temporal y en su posible
diferenciación espacial. es todavia escaso el conj unto documental con
que contamos en el Neolitico peninsular y habrá que esperar para que
también ellos puedan aportar su propia luz a los problemas.
Una vez más se comprueba que la ocupación de la Cava de rOr
por un grupo humano se inicia con el Neolftico de las cerámicas impresas cardiales, el Neolítico antiguo , en los albores del V milenio a.
de C. No han aparecido hasta el momento indicios de niveles preneoHticos que muestren una progresiva transformación de la cultura
material, niveles que tampoco existen en los restantes yacimientos del
NeoHtico antiguo peninsular de los que tenemos una información suficiente como, por ejemplo, la Cava de la Sarsa (Bocairent, Valencia) o
la Cueva de la Carigüela (Piñar, Granada), cuyas industrias musterienses quedan suficientemente alejadas en el tiempo.
Aunque sobre este hecho no pueden basarse conclusiones relativas al origen de los primeros grupos neolíticos o al de su cultura mate rial, si merece destacarse el que, por lo que a Or se refiere , conocemos
en sus proximidades la existen cia de un poblamiento paleolítico final
o epipaleoUtico microlaminar, pero no ha sido documentado ningún
hallazgo que pueda atribuirse al Mesolitico de facies geométrica ; y esto, respetando la diferencia cualitativa que poseen los argumentos de
presencia y ausencia en el campo de la Prehistoria, no deja de ser un
punto de reflexión cuando se trata de zonas intensamente prospectadas como la que ahora nos ocupa. Pero ello nos llevaría al problema
de la neolitización, a las diferencias entre estos yacimientos plenamente constituidos en su cultura material neolltica y aquellos otros
que representan la progresiva neolitización del substrato humano an-
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caVA DE L'OR
'"
terior, sobre lo que ya nos hemos extendido en ocasiones anteriores,
debiendo esperar ahora la conclusión de los importantes trabaj os en
curso sobre yacimientos del Mesolítico geométrico, singularmente las
nuevas campañas de excavación en la Cueva de la Cocina (Dos Aguas ,
Valencia). Por lo que a Or se refiere, su cultura material, extensa y
compleja, a la que se asocian abundantes restos de cereales cultivados y de animales domésticos, ofrece la imagen de una comunidad
plenamente neolítica que no parece enraizarse en las culturas anteriores documentadas en la Península Ibérica; y 10 mismo puede decirse de sus amplios paralelos en el Mediterráneo Occidental. donde
tampoco encontramos los antecedentes que permitan explicar una
aparición autónoma.
En los cuadros J-4 y J-5 esta fase inicial de la ocupación del yacimiento correspondería a lo que hemos denominado Nivel III en el
apartado dedicado al estudio tipológico de la cerámica, comprendiendo el Estrato V y la parte superior o de contacto entre éste y el Estrato
VI. que se torna completamente estéril en profundidad. Aproximada mente abarcaría desde las capas llb y l3a del cuadro J -4. y desde la
capa 15 de J-5, incluyendo el Testigo, hasta el fmal de la sedimentación arqueológica,
La cerámica justifica el nombre de Neolítico de las cerámicas im presas que le asignara Bernabo Brea, mostrando el predominio abso luto de las decoraciones impresas cardiales. tres cuartas partes de los
fragmentos decorados de este nivel. También encontramos una buena
representación de vasos ornados con cordones lisos o con digitacio nes, ungulaciones , impresiones e incisiones diversas : tratándose
siempre de decoraciones plásticas hechas con la misma pasta de las
paredes de los vasos y nunca por sobreposición de auténticos cordones. Las impresiones de instrumentos dentados a modo de peines, las
incisiones y los pequeños mamelones o resaltes no destinados a la prehensión, en muy pequeño número, completan el repertorio de los motivos decor ativos.
El alto porcentaje de fragmentos decorados , más de la cuarta parte de los inventariados, se muestra acorde con las pastas bien depuradas y el esmerado tratamiento de las superficies que ofrecen los vasos
cerámi cos. En este sentido destaca la correspondencia casi total de
las perforaciones de lañado a este nivel, lafiados que podemos interpretar como manifestación de las dificultades ofrecidas por una tecnologia cerámica que depura excesivamente sus pastas. Atendiendo a
estas características de pastas bien depuradas , quizás con desgrasantes orgánicos, perfecto bruñido de las superficies, gran abundancia de
las decoraciones , presencia de formas globulares con cuello estrecho
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'88
B. MARTI
y largo, así como de los pequeños recipientes, parece verosimilla posibilidad enunciada en el estudio de la tecnología cerámica de que estos vasos no estuvieran destinados a una exposición directa al fuego,
en relación con actividades culinarias.
La industria de sílex muestra un importante componente laminar
y la aparición de los tipos que veremos perdurar a lo largo de todo el
Neolítico : hojas y hojitas retocadas o con señales de uso, truncaduras
retocadas, perforadores. trapecios y segmentos de circulo. así como
lascas retocadas. Remitiéndonos a lo expuesto en el capitulo dedicado
al estudio tipológico, insistiremos una vez más en la importancia de
los elementos de hoz como tipo funcional que vemos asociado a hojas
y hojitas retocadas, truncaduras oblicuas e incluso trapecios y segmentos ; y también en la diferencia global que la industria de sHex del
Neolítico antiguo ofrece con respecto a los conjuntos mesolíticos.
Estas diferencias vuelven a acrecentarse a l examinar la industria
ósea. Al igual que en el caso de la cerámica, con un notable grado de
perfección desde su aparición en nuestras tierras ; o como los útiles de
piedra pulida, ausentes en los cuadros J -4 y J -5 pero presentes en la
base de otros sectores de la cueva; la industria ósea surge ex novo,
desprovista de cualquier relación genética con la cultura material de
los grupos mesolfticos que pudieran constituir el subtrato de la neolitización. Punzones, cucharas, discos , anillos, colgantes, etc., son elementos característicos de estas primeras comunidades neolíticas. y
su abundancia, puesta en relación con el conjunto de la cultura material , con el barroquismo de la cerámica o con la proliferación de los
adornos realizados sobre conchas de Columbella rustica, Conus mediterraneus, Theodoxus fluviatilis , Dentalium sp. , Luria lurida, diversos
cardfidos, etc. , habla con insistencia de una compleja cultura material que desborda ampliamente los límites de la esfera de subsistencia. Por lo que se refiere al conjunto ornamental malacológico, aunque in cluye especies más o menos frecuentes en las costas mediterráneas peninsulares, su clara selección y las relaciones con otros conjuntos ornamentales exóticos ponen de manifiesto igualmente la trascendencia geográfica de esta manifestación cultural.
Ha pasado la hora de oponer la abundancia neolftica a las apre miantes necesidades del MesoUtico, pero ello no contradice el que tomemos clara conciencia de que en el ámbito del Mediterráneo Occidental la diferencia entre estos neolíticos plenos, representados por el
Nivel III de Or, y la cultura material de los grupos mesoUticos geomé tricos no es sólo de tipologia de los materiales. La proliferación de estos elementos, desconocidos hasta ahora en su mayor parte, ha de re -
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COVA DE L'OR
289
lacionarsp. con cambios importantes en las características de las co munidades humanas prehistóricas, singularmente quizás con un au mento de su tamaño, del número de personas que las componen. Que
ello sea resultado del cambio a la economía de producción, o ésta sea
consecuencia de aquello, con independencia de cual sea la variable
principal en el proceso, 10 cierto es que las diferencias entre los neolíticos plenos y aquellos otros mesoUticos en vías de neolitización, tal
como aparecen reflejadas en nuestros yacimientos, no pueden explicarse simplemente en función de la dualidad economía de
subsistencia-economiA de producción.
Esta economía de producción queda , por otra parte, ampliamente
atestiguada por los restos de cereales y los animales domésticos. A las
semillas de Triticum aestivum-compactum recuperadas en los cuadros J -4 y J -5, hemos de añadir las muestras que procedentes del Sector H-3 fueron estudiadas por Hopfy fechadas por el C.14, como se ha
expuesto en el capítulo correspondiente. Por lo que se refiere a los restos de la fauna de vertebrados , este Nivel III muestra ya las líneas
que va a seguir el yacimiento durante todo el Neolítico, siendo ahora
precisamente cuando mayor porcentaje alcanzan los restos correspondientes a los animales domésticos. Por especies predomina ampliamente la oveja, predominio que es abrumador si se consideran
conjuntamente los restos correspondientes a oveja ylo cabra. El cerdo
aparece bien representado , mientras el buey y el perro ofrecen un
único resto . Entre las especies salvajes, sólo el conejo y, en menor medida , el ciervo tienen entidad: mientras el corzo y la liebre contabilizan un solo hallazgo.
Como se ha expuesto detalladamente, también la fauna tiende a
mostrar conexiones orientales; y los resultados de Or plantean una
vez más el problema deja aparición de la oveja doméstica en nuestros
yacimientos. Aunque existen algunas fechas de C.14 para determinados yacimientos mesolfticos de la Francia meridional que apoyarían
la hipótesis contraria , a nuestro modo de ver son muy débiles las razones que permitan suponer una domesticación.de la oveja anterior a
la representada por el NeoUtico de las cerámicas impresas cardiales.
La gran importancia de la oveja doméstica en el nivel inferior de Dr,
nivel que por otra parte seria sincrónico del inicio del proceso de neolitización en los yacimientos mesoUticos geométricos, nos bace más
proclives a situar la aparición de la oveja doméstica en estos momentos porque las relaciones orientales que lo explicarfan concuerdan
perfectamente con el cúmulo de innovaciones que abara aparecen y
que señalan las mismas relaciones, cual es el caso de los cereales cultivados, de la cerámica, de las cucharas y amplias espátulas de hueso,
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B. MARTl
de esas cuentas de collar fabricadas sobre la parte superior de las
conchas de Conus mediterraneus, etc.
Finalmente, por lo que se refiere a este Nivel lII, las fechas de
C.14 del cuadro J -4, 4.680 Y 4.770 a. de C., confirman la atribución
del primer horizonte neolítico a los inicios del V milenio a. de C., cro nología acorde con los resultados obtenidos en el Mediterráneo Occidental si evitamos valorar excesivamente los extremos del amplio espectro de dataciones absolutas que se poseen. En cualquier caso, resulta absolutamente necesario abandonar la discusión en torno a los
inicios del Neolítico del Mediterráneo Occidental como algo sujeto a
los vaivenes de las dataciones absolutas. Si futuros trabajos y nuevas
series de dataciones absolutas en los distintos yacimientos hacen re troceder este horizonte inicial al VI milenio, como apuntan algunas
fechas , el sincronismo a nivel del Mediterráneo Occidental deberia
ser mantenido, así como el techo cronológico que representan los re sultados del Mediterráneo Oriental. Como hemos expresado en otras
ocasiones, no puede olvidarse la profunda relación existente entre los
conjuntos del Neolitico antiguo dentro de este ámbito , piénsese en
Arene Candide y Or por ejemplo, de manera que las posibles gradacio nes cronológicas que se planteen han de vincularse a hipótesis explicativas que tengan en cuenta este hecho.
El segundo nivel correspondería al Estrato IV y agruparía, de manera aproximada , las capas 6 a 10b, 12a y 13a del cuadro J -4 , y las
capas 7 a 15 de J -5. La datación de C.14 para la capa 6 del cuadro
J -4, 4.030 a. de C. , permite atribuir este Nivel Il a la segunda mitad
del V milenio.
La cerámica impresa cardial va perdiendo importancia en términos absolutos y relativos conforme ascendemos en la secuencia estratigráfica. Junto a ella, en la que se incluye la decoración de arrastre o
raspado cardial, encontramos decoraciones puntilladas, impresiones
de diversos instrumentos y tipos , incisiones y acanalados, cordones
con digitaciones y ungulaciones, etc.; modificándose la relación entre
las distintas decoraciones en el transcurso de la secuencia, así como
también la importancia global de los fragmentos decorados.
Dentro de este nivel, mientras las capas inferiores muestran el
claro predominio de la decoración impresa cardial, a la que siempre
acompaña una modesta representación de otras decoraciones como
ya sucedía en el Nivel IlI, en la mitad superior asistimos a su paulatina desaparición , que parece iniciarse en torno a las capas 8 y 9 del
cuadro J -4 y de la capa 11 de J -5. Así pues, de acuerdo con la fecha
de la capa 6 de J -4 , en los momentos finales del V y principios del IV
milenio la decoración impresa cardial estaría en trance de extinción.
[page-n-296]
COVA DE L'OR
'91
Por otra parte, es justamente en el Nivel II cuando las decoraciones
impresas no cardiales, los cordones digitados o ungulados, las incisiones y acanalados, cobran mayor importancia, aunque ésta nunca
pueda equipararse a la a1canzada por las impresiones cardiales en el
yacimiento.
La industria de sílex no ofrece particularidades notables y están
representados todos los tipos anteriores. En el caso de la industria
ósea y de las conchas utilizadas como elementos de adorno su evolución parece semejante a la expuesta para las cerámicas con decoración impresa cardíal, esto es, que si bien el Nivel II se inicia con una
cultura material similar a la anterior, paulatinamente van desapareciendo algunos elementos. Con todo, hay que recordar de manera especial en estos casos las limitaciones inherentes a las pequeñas dimensiones de la zona estudiada ya que, en proporción directa a la es casez de un elemento, aumentan las probabilidades de que la secuencia ofrezca una variación local y no la tendencia general. Un tipo nue vo con respecto al nivel inferior es la cuenta ovalada fabricada sobre
concha que va a tener una larga perduración hasta los enterramientos eneolfticos. La piedra pulida aparece representada por una azuela
y algunas cuentas de collar.
Las semillas de cereales y los restos de fauna siguen atestiguando
la importancia de la agricultura y la ganadería. En lo que se refiere a
la fauna de vertebrados, los porcentajes guardan gran similitud con
los anteriores y la oveja sigue siendo el animal más abundante.
Con el Nivel II del Sector J llegamos a los problemas sobre la evolución del Neolítico peninsular. Problemática abierta epla que existen
amplias divergencias sobre su caracterización, denominación y vigencia cronológica.
En relación con ello, la primera pregunta que se ha intentado responder era hasta cuándo perduran las decoraciones impresas cardiales en los yacimientos peninsulares, concluyendo que hoy no resulta
posible mantener la hipótesis de su larga presencia hasta momentos
cercanos a los inicios de la metalurgia, sino que , por el contrario, su
fmal habría de situarse en los últimos siglos del V milenio o primeros
del IV a. de C. No hemos encontrado razones importantes que oponer
a ello y tal planteamiento es generalizable aLconjunto del Mediterráneo Occidental. aceptado como común denominador de la investigación.
La segunda cuestión es qué sucede tras el fmal de estas decoraciones impresas cardiales que básicamente se encuadran en el Neolftico
antiguo, hacia dónde se dirige la evolución del NeoUtico.
[page-n-297]
292
B. MARTI
Repitiendo exposiciones anteriores. hoy resulta posible delimitar
dos horizontes principales dentro del NeoUtico peninsular, el segundo
de los cuales aleja las cerámicas impresas cardiales de los inicios de
la metalurgia , como se desprende singularmente de los yacimientos
andaluces y valencianos, y en general de toda la vertiente mediterrá nea y la mitad meridional de la fa chada atlántica peninsular. Este segundo horizonte se iniciaría en los momentos finales del V milenio.
mostrando unas cerámicas con decoraciones incisas, acanaladas , im presas no cardiales, etc. , y su vigencia cronológica alcanza, al menos,
a todo el IV milenio (1).
Tal planteamiento encuentra adecuada correspondencia tanto en
la estratigrafla de la Cueva de la Carigüela como en las altas dataciones de la Cueva de los Murciélagos (Zuheros, Córdoba). coincidiendo
parcialmente con la hipótesis expuesta por Muñoz de que en el Neolitico andaluz existirían dos grupos distintos que pudieran ser sincróni cos, si bien con la matización de que el sincronismo ha de limitarse a
una banda de contacto entre los milenios V y IV , perdurando en ade lante sólo el grupo representado por las cuevas ma lagueñas y cordo besas en la exposición de Muñoz (2). Sin negar que estos dos grupos
puedan representar tradiciones culturales distintas , tampoco pueden
negarse relaciones entre ellos y la imbricación del segundo en el primero, lo que explicaría los escasos fragmentos de cerámicas impresas
cardiales que aparecen en algunos yacimientos propios de este segundo horizonte , como la Cueva de Nerja (Málaga) o la Cava Fosca
(Ares del Maestre, Castellónl. así como la indudable superposición que
vemos producirse en la Cueva de la Carigüela. Sin olvidar que tanto
en Carigüela como en Or existe un pequeño componente de decoracio nes no cardiales ya en el Neolitico antiguo , El que estos horizontes
puedan representar dos tradiciones culturales distintas es, por otra
parte, una hipótesis sugestiva que encuentra su lógico punto de partida en la dualidad del proceso de neolitización, neoUticos plenos-mesol1ticos en vías de neolitizarse , pero es prematuro juzgar con detalle
esta posibilidad.
Dentro de tal esquema, que en el País Valenciano se correspondería con nuestras denominaciones de Neolftico tipo Or y tipo Fosca,
el Nivel II de Or representa la transición entre los dos horizontes para
1I1 B. MARTI : .:EI NeoUtico de la Penlnsula Ibérica. Estado actual de los problem¡¡s relativos ¡¡I proceso de neolitización y evolución de las culturas neolfticas •. Papeles del Labor¡¡torio de Arqueolog!¡¡-S¡¡guntum, 13 , Valencia, 1978, pégs. 59-98 .
121 A. M. MuRa z : .:El NeoUtico continental andaluz.. Comunicación al VII Symposium
de Prehistoria Peninsular, Córdoba, octubre de 1976.
[page-n-298]
COVA DE L'OR
293
los que ya postulábamos un sincronismo en los últimos siglos del V milenio.
Un tercer punto seria la denominación aplicable a este segundo
horizonte, buscando unificar nuestra terminologla para evitar dificultades de interpretación. y dado que la secuencia más completa del
NeoUtico peninsular sigue siendo la obtenida en la Cueva de la Carigüela, aunque limitada fundamentalmente a la cerámica, nos inclinamos a adoptar el nombre de Neolftico medio como fuera defIDido alli y
en la revisión de los yacimientos de Andalucía oriental (31. En este
sentido, pues, el Nivel II de Or representaría la transición del Neolitica antiguo al Neolitico medio. Transición que se produciría a lo largo
de la segunda mitad del V milenio a. de C., mientras en el transcurso
del IV milenio asistiremos al desarrollo del Neolitico medio , como
ahora trataremos de ver.
El Nivel I, el último que hemos distinguido , es el correspondiente
a los Estratos II y I , Y comprenderla aproximadamente las capas 1 a 5
del cuadro J -4 , y las capas 1 a 6 ó 7 de J -5. Fundamentalmente se trataria del Estrato n, por cuanto el I , superficial, incluye materiales de
diversa cronología.
Siguiendo la evolución del yacimiento, este nivel ser ia posterior a
las cerámicas con decoración impresa cardial. ausentes en las capas
3 y 4 del cuadro J -4, y en las 3 a 5 de J -5. La presencia de algunos
fragmentos con esta decoración en la capa 5 de J -4, y en las capas 6 y
7 de J -5, señalan el fmal de este tipo decorativo cuyo predominio era
absoluto en los niveles inferiores.
Prescindiendo de las primeras capas, en las que la presencia de
escasos fragmentos cerámicos hechos a torno junto a otros de probada antigüedad , como los decorados con impresiones cardiales, nos ha blan de su escaso valor estratigráfico, en el conjunto del nivel las de coraciones cerámicas muestran algunas incisiones y, en menor proporción , impresiones de diversos tipos, una débil presencia de cordones lisos o decorados , y una muy exigua representación de la decoración esgrafiada o grabada. Mención a parte merecen las cerámicas
con superficies peinadas, de las que nos hemos ocupado ampliamente.
Además de la variación en los motivos decorativos respecto a los
niveles inferiores, destaca ahora la débil presencia de las cer ámicas
decoradas en conjunto, tanto en el cuadro J -5, donde ya hemos señalado la gran penetración del estrato superficial en su parte más sep131 M. PELUCER : .El Neolltico y el Bronce de la Cueva de la Carigüela de PillarlGranad al_. Trabajos de Prehistoria, xv. Madrid, 1964.
M. S. NAVARRETE : _La Cultura de las cuevas con cerémica decorada en Andalucla
Oriental•. Universidad de Granada, 1976, 2 vals.
[page-n-299]
29.
B. MARTI
tenmonal, como en el cuadro J·4. Aun més, analizando la evolución
del nivel con detenimiento puede observarse que la proporción de las
cerámicas decoradas es mucho menor en la capa 2B que en las 3 a 5
del cuadro J -4, o que las capas 3 a 5 de J -5 carecen prácticamente de
cerámicas decoradas. Aunque somos conscientes de que tales resultados han de tomarse con precaución al referirse a los momentos menos
conocidos en el yacimiento y en la estratigrafia comparada.
El estudio de la tecnología cerámica sitúa en estos momentos iniciales del IV milenio a. de C. la aparición de las cerámicas con cristales de calcita como desgrasante de su pasta: esporádicamente en la
capa 6 y de manera notable a partir de la capa 5 de J -4. Con este grupo de cerámicas puede decirse ya que tenemos unos recipientes aptos
para cocinar, para resistir la acción directa de las llamas, y en consonancia con ello la mayor parte de ellas carecen de decoración y presentan una superficie alisada. Este nuevo grupo de cerámicas coincide, pues, con el descenso de las decoraciones que se produce en la
evolución del yacimiento, significando un punto de apoyo importante
para considerar que no se trata de algo casual, ligado a las particularidades de la zona excavada, sino que responde a una razón profunda
que ahora empezamos a entreveer.
La industria Utica muestra la perduración de los tipos anteriores,
así como un triángulo , un rectángulo y, sobre todo, la aparición de las
puntas de flecha de retoque bifacial, tipo propio y exclusivo de este nivel, en relación con las cuales hemos destacado la utilización del sHex
tubular que no aparece en ninguna otra pieza. Recordemos que estas
puntas de flecha no conviven en ningún caso con las decoraciones impresas cardiales, ya que los ejemplares recuperados proceden de las
capas 1, 2A Y 2B de J-4, y de las capas 2 y 3 de J -5.
Los restantes materiales representados en los niveles inferiores
aparecen muy exiguamente aquí. Una cuenta de collar discoidal de
piedra, dos cuentas fabricadas sobre vértebras de pescado, escasas
conchas con perforación. En el caso de la industria ósea, los anillos o
el fragmento de cuchara que vemos en las primeras capas de J -5 carecen de valor estratigráfico; y para el caso de las cucharas de hueso ,
que ya no volveremos a encontrar en los yacimientos o niveles posteriores al NeoUtico antiguo y medio, hemos de pensar en su sustitución
por otras fabricadas sobre madera.
En lo que se refiere a la agricultura y ganaderfa, las variaciones
parecen menores. También en este nivel se recogieron semillas de Tn ticum aestivum-compactum dispersas en la sedimentación y nada
nuevo puede decirse porque no se realizó ningún tipo de cuantificación objetiva, ni se han apreciado variaciones en la composición de
[page-n-300]
CaVA DE L'OR
29S
las muestras estudiadas, a pesar de la diferencia cronológica existente entre las primeras y las últimas , y de lo que anunciaban los resulta dos obtenidos sobre las muestras del Sector H-3.
La fauna ofrece ahora un ligero descenso en la proporción de animales domésticos , entre los que la oveja sigue ocupando un lugar destacado, al igual que el conjunto de los restos atribuibles a oveja ylo cabra. El cerdo mantiene una representación similar a la anterior,
mientras el perro aparece por primera vez con un número apreciable
de restos y el buey sigue siendo escaso. Entre los animales salvajes
encontramos una mayor variación, destacando los restos de co nejo y
corzo, y con menos presencia, el ciervo, la cabra pirenaica, el jabali,
el caballo, el uro , el gato montés, el lince y la liebre.
La valoración de este primer nivel en lo que se refiere a su atribución cultural y cronológica toma como punto de partida su posterioridad a las cerámicas con decoración impresa cardial, su pertenencia
al IV milenio a. de C. según las dataciones absolutas, y las mayores
semejanzas de las capas inferiores con respe cto a las subyacentes. Para los momentos finales, por el contrario, hemos de basarnos en las
diferencias que presentan las capas superiores, especialmente en el
estudio tipológico de las materiales que aparecen ahora por vez primera en la secuencia y que permiten atribuir al Nivel 1 un espectro
cronológico mayor que en los dos casos anteriores, lo que viene a
coincidir con su mayor potencia.
En efecto, si dejamos de lado aqueUos materiales que por exceso o
por defecto no pueden considerarse propios de estos momentos, el
conjunto restante ofrece algunas innovaciones que ya hemos destaca do : las cerámicas con decoración esgrafiada o grabada, las cerámi cas
con superficies peinadas y las puntas de flecha de retoque bifacial. a
las que se asocia la utilización del silex tabular.
Sobre estos tres elementos se produce, además, una particularidad importante: tanto los dos fragmentos cerámicos con decoración
esgrafiada como las seis puntas de flecha aparecen en las capas superiores; igualmente, aunque con menor precisión dadas sus peculiares
características, las cerámicas con superficies peinadas son más abundantes en ellas.
Con la precaución necesaria, creemos que no puede decirse que la
situación de estos materiales en la parte superior del primer nivel carezca de significación; máxime cuando esta particular posición en la
secuencia estratigráfica se contrasta con la que ocupan las restantes
decoraciones cerámicas o tipos de la industria Htica que, con excepción del triángulo y del rectángulo, vemos convenientemente reflejados en la parte inferior del nivel, particularmente las decoraciones in-
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'"
B. MARTI
cisas que son ahora las más abundantes dentro del muy modesto porcentaje de los fragmentos decorados.
Si de las cerámicas peinadas, prescindiendo de que se trate o no
de una decoración , hemos concluido que deben corresponder al Neolí tico final o Eneolftico, la misma atribución nos parece la más probable
para las cerámicas esgrafiadas asociadas a formas carenadas. A los
paralelos expuestos añadiremos , en favor de su cronología avanzada ,
el fragmento con posible decoración esgrafiada en zig-zag del nivel 2
del Corte JI del Abrigo de Verdelpino (Cuenca) , fechado por el C.14 en
2.680 a. de C. (4) . Lo que no se opone a que el horizonte inicial de esta
decoración en nuestras tierras pueda ser anterior, en el transcurso
del Neolítico medio, de acuerdo con los paralelos extra·peninsulares y
también con su presencia en la Cova de la Sarsa.
El caso de las puntas de flecha de retoque bifacial, plano y cu·
briente, para las que ya propusimos esta atribución neolítica final y
eneolItica en el volumen primero, requiere algunas precisiones por
cuanto ya entonces hacíamos referencia a la posición particular de al·
gunos ejemplares en el yacimiento. En efecto, como expusiera Fortea
en su revisión de la industria litica de los Sectores H y H · I a H-5, excavados entre 1957 y 1958, determinadas puntas de flecha correspondientes a capas medIas o profundas de la cueva supondrlan la
aparición del tipo en un contexto de plena vigencia de las decoraciones impresas cardiales (5).
Hasta que no se publiquen estos sectores de manera pormenorizada es dificil argumentar sobre ellos en estas cuestiones de detalle. da do que la agrupación de los materiales se realizó por capas de considerable y desigual potencia. pero es conveniente plantear los problemas. En el total de estos se ctores se contabilizaron oeli.o puntas de flecha, de las que seis corresponden a capas medias o altas que no ofrecen una dificultad insalvable para su interpretaci.ón de acuerdo con
los resultados del Sector J. En los otros dos casos, una punta con el
pedúnculo roto de la capa 5 del Sector H-4. y otra de forma romboidal
procedente de la capa 6 de H-3, siendo ambas capas las penúltimas de
sus respectivos sectores, los matices son distintos. La capa 5 de H-4,
de acuerdo con el Diario de Excavación, pare ce englobar también un
nivel de grandes losas que descansaba sobre ella y cuya potencia se
14} M. FERNAN DEZ MIRANDA y A. MOURE: .El Abrigo de verdel pino ICuenca ). Un
nuevo yacimiento neolltico en el interior de la Peninsula IbériCa». Noticiario Arqueológico
Hispánico, Prehistoria, 3, Madrid, 1975 , pág. 209, núm. 4 l.
(5) J . FORTEA : . Los Complejos Micro lamlnares y Geométricos del Epi paleolltico med iterrá neo espa ñol•. Me morias de l Seminario de Prehistoria y Arq ueologia , 4 , Sala ma nca.
19 73, págs. 406-41 3 y 458.
[page-n-302]
COVA DE L' OR
estimó en 60 cms.; razón por la cual, hasta tanto no se realice el estudio completo de estos sectores, sólo el ejemplar de la capa 6 de H-3
parece ofrecer garantías suficientes de la presencia del tipo punta de
flecha a tal profundidad. Casualmente, además, en esta pieza converge el interés por dos razones distintas : su tipo de retoque bifacial algo
invasor que coincidiría con la hipótesis de una evolución de los retoques invasores hacia los cubrientes, expuesta por Fortea ; y el que proceda de la capa inmediatamente superior a la que englobaba las
muestras de cereales fechadas por el C.14 en 4.315 y 4.670 a. de C.
161.
Carentes de referencias estratigráficas sobre el horizonte inicial
de las puntas de flecha en la Península Ibérica, así como sobre su evolución morfa-técnica, este ejemplar ha de permanecer momentáneamente como un dato aislado en favor de su pronta aparición dentro
del Neolítico; lo que por otra parte coincidiría con su aproximación a
las puntas de retoque unifacial y. en general, de retoques no cubrientes que aparecen en la fase antigua de la Cultura de los Vasos de Boca
Cuadrada, los inicios del Neolitico medio en la sistemación de los autores italianos, como vemos en el caso de Arene Candide o en el poblado de Fimon-Molino Casarotto, y que por ahora representan la más
antigua aparición del tipo en el Mediterráneo Occidental con una cro nología de principios del IV milenio a. de C. (7).
Poder precisar los momentos iniciales de los retoques planos, o de
los frentes de raspador sobre las hojas de sflex , sería de gran importancia para la seriación de la industria lítica neolítica, pero ello no es
posible con los resultados del Sector J , a los que ahora hemos de limitarnos. Concluyendo este comentario sobre las puntas de flecha es
evidente que , sin negar la evolución apuntada en las líneas anteriores ,
los ejemplares recuperados en las primeras capas del Sector J , con retoque plano, cubriente, bifacial, o con la particularidad del sflex tabu lar, no se remontan más allá del Neolítico final de acuerdo con los resultados conocidos en la Península, entre los que destacaremos una
vez más su ausencia entre los materiales de la Cava de la Sarsa, asl
(6) FORTEA, op. cit. nota 5, pág. 41 0, fig. 112. La punta de la capa 5 de H·4 es la nú m.
33: y la de la ca pa 6 de H-3, la núm. 43.
H. SCHUBART y V. PASCUAL: «Datación por el C.1 4 de los estratos con cerámica cardial
de la Coveta de rOn. Archivo de Prehistoria Levantina, XI, Valencia, 1966, págs. 4 5-51.
(7) L. BERNABO BREA: «Gli scavi nena caverna delle Arene Candide. Par te 1. GIi strati
con ceramiche•. Vols. 1 y n , Bord ighera , 1946 y 1956.
B. BAGOLlNr, L. H. BARFI ELD yA . BROGLIQ: «No tizie preliminari deUe r icerche suU' insediamento neolitico di Fimon-Molino Casarotto ¡Vicenza )•. Ri vista di Scienze Preistoriche,
XXV III , 1, Firenze, 19 73, págs. 161 -215.
[page-n-303]
'98
B. MARTI
como los recientes tr~ajos en el poblado de los Castillejos (Montefrfo,
Granada) donde su aparición' corresponde a la fase II, considerada
como Neolftico fmal con una cronologfa centrada entre el 2800 y el
2600 a. de C. (81 .
Recapitulando ya sobre este último nivel del Sector J. creemos
que puede acotarse con verosimilitud entre los inicios del IV y los primeros siglos del III milenio , en los que el yacimiento dejarla de ser
habitado, en consonancia con la generalización de los habitats de poblado, siendo frecuentado muy esporádicamente desde entonces. En
su atribución cultural distinguiríamos primero la continuidad del
Neolltico medio, que se babia iniciado en los últimos momentos del V
milenio coincidiendo con la paulatina extinción de las decoraciones
impresas cardiales y el progreso de los restantes tipos decorativos,
para concluir la evolución del yacimiento en el Neolitico fmal , caracterizado aquí por estos elementos que hemos calificado como los más
tardíos de la secuencia, además de una cierta continuidad de las decoraciones cerámicas anteriores cada vez en proporción más exigua.
Hemos de fmalizar estas consideraciones porque si bien son muchas las cuestiones que plantea el Neolitico peninsular y muchos los
aspectos que podrían comentarse en relación con las aportaciones recogidas en el presente volumen, lo que más importaba aquí era el
ofrecer un nuevo conjunto documental que nos permita seguir avanzando y que pueda ser analizado desde perspectivas distintas.
De manera general. creemos que los resultados del Sector J , con
una parcialidad inevitable, armonizan bien con la visión general que
temamos del Neol1tico de la Penlnsula Ibérica, a la vez que muestran
los principales problemas que debemos intentar resolver con el concurso de los restantes yacimientos.
Por nuestra parte, y en un próximo futuro, esperamos poder ofrec.e r una imagen más completa de esta secuencia neolítica de la Cava
de l'Or sobre la que se sigue trabajando en el marco de una amplia colaboración interdisciplinar.
(8) A. ARRLBAS y F. MOUNA : _Nuevas aportaciooes al inicio de la metalurgia en la
PenJnsula Ibérica . El poblado de Los Castillejos de Montefrlo {Granada)l. En M. RYAN (Ed.):
ahe origins of metallurgy in Atlantic Europa.. Fifth Atlantic Colloquium, Dublin 1978 , págs.
7· 32.
[page-n-304]
INDICE GENERAL
Pdgs.
lo
INTRODUCCION . por Bernardo Marte Oliver . . . . . . . . . . . . . . . . . .
n.
EL SECTOR J . LA EXCAVACION, por Bernardo MartE Oliver y Vi ·
5
cente Pascual Pérez ..................................... .
III .
IV.
9
LA SECUENCIA ESTRATIGRAFICA y LAS DATACIONES ABSOLUTAS , p or M .- Dolores Gallart Martl y Bernardo Mara Oliver
13
LA INDUSTRIA DE SILEX, LA PIEDRA PULIMENTADA, LOS OBJETOS DE HUESO y CON CHA, y LA CERAMICA, por Bernardo
Martl Oliver .......................... .
...... ... .. ....
_ Industria lftica. ósea y objetos de concha . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- lA cerámica .. . ................................. .
V.
ESTUDIO TIPOLOGICO DE LOS MATERIALES, por Bernardo
Martl aliver . ............... ... ................... . ,. . ... .
27
30
77
127
_ El sllex . . . . . . ....... . . . . . . ..... . . . . . . . . .. .... . ..... .. . . .
VI.
127
_ La piedra pulida ........... . ... . .......... . ... . ... . ......
- El hueso trabajado. . . . . . . . . . . . . • . . . • . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . .
_ Los objetos de concha . . . . . . • . . . • . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .. .
_ La cerámica ....................................... .
136
138
LA TECNOLOGIA CERAMICA, por M.a Dolores Gallart Martf
_
_
_
_
_
Método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. ..............
Consideraciones sobre la pasta cerámica . . . . . . . . . . . .
Caracterlsticas de la cerámica ...... . . ... ........... .. . . . .
Temperaturas y tipos de cocci6n ....... ...... ...•.. . ... . ..
Resumen ... ..... .................... . .. ...... .......•..
141
144
165
165
166
167
171
172
[page-n-305]
.!2..
LOS .CEREALES, por Pilar L6pez Careta ......................
175
- El origen de las plantas cultivad.. .........•..............
- Estudio de las mueltru ............ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
VII.
175
185
LA FAUNA DE VERTEBRADOS, por Manuel Plrez Hipall .......
193
- Consideraciones prelJ.mioarel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Relacl6n total del nümero de restos y nllmero m.lnimo de individuos de 1.. distintas lllpeci.. ............•••••....... .
- La Cabra y la Oveja .................................... .
- EICerdo ..... . . ... ................. . ....................
- El Buey ...... ..... ......... . .......•...•...... • ... • ....
- El PelTa .... ..... . ........ . . . ....... o...... . . . . . ... . ....
- El Caballo .. . . ......... ..... ....•... o... . . . . . ... ... . ....
VlU.
193
-El Uro .. ............. .... . .......... .... .. ............. .
- La Cabra montel •... . . .. .
- El CieZ'Vo ......••.•. . . . .. o..... . .. . . ... .... ... .... . . . . ..
o. • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •
-
-
-
IX.
El Corzo ........ . ........•...•...•...
El JabaU ................ o. • • •• • • • • • • • • • •• • • •• • • • • • • • • • •
El Gato montés ........... • ... • ...•...•.. ••.. o ' • • o ' • • • • • •
El Unce ............. . ....... • ...•... o' . . . . . . . . . . . . . o . . .
El Conejo. ... . . .............. . ......... . .... . ......... ..
La Uebre . . ..... . . . . • . . . . . . . . . . . . •. . . •. . . . . . • . . . . . . . •. . .
LoI pequell.os roedores ................•..................
Los quiT6pteros .........................••. , • . . . . . . . . . . . .
El medio ambiente . . . . . . . . . . • •. . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Valor económico de 1.. especi.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La domesticación en Cova de 1'01' y su inserción en el ámbito meditelTáneo ...................................•..........
La domesticaci6n en Cova de ¡' Or y IU inserción en el limbito peninsular ..• . . .................... . . . .. ........... ... ....
El hueso u-ab¡.Jado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
BibUografla ................................ ,............
0
••
'0'
••••••••••••
195
196
219
224
227
227
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233
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239
239
240
241
242
243
249
250
253
LA MALACOFAUNA, por José Daniel Acuña Herndndez y Fernando
Robles Cuenca ... . .............. . .........•...............
- Introducción. .....•.••...... . . . . . . ........... . . . . ...•...
- Material y obsaZ'Vaclooes ..... . . .. ..... ,. . ..... . . • . . . . . ...
- Theodoxus fluviatUis ........ , .. , . • ... • ...•...... • ... o . • • •
- Melanopsis graeUsi .... . ......• " • ... • ..• o • • • • • • • • • • , • • • •
- Luria lurida ....... . . . . . ......•. , . . . . • • . . •. . . • . . • . . . • . . . .
- Columbella rustica ... ............. .. . • ...•...•...... • ,. ..
- Arcularia gibbosula .................. . ............... "..
- Gibberula mUiaria ........ o • • • o • • • • • • • • , • • , . . . . • • • • • • • • • •
- Coma mediterraneu$ ...... • ...•.. .•...• , ... , .•... o' •• o . . .
- OqchUus mercadali ......• ', .•...•... o,.,., . . ... o.......
- Ferussacta folllculw .... ,' . ',............................
- Rumina decollata .. , ... , , . , . . . • . . . •. . . • . . . . . . . . . . . . . . • . . .
- Cemuella viryata ...... . .................... ' .. ........ ..
- Trochoidea Inumca ........ o • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • o ' • •
- Oestophora boscae . .• , ....•.•........•...•... •... , .. o ' • •
257
257
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265
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268
269
269
[page-n-306]
Pd,gs.
- Ib~rus ajon~l1Sís
_
lb~rus
-
HeUci.da~ indeterminados . ..... . . . . . ............ ....... . . .
Glycymeris gaditanll.s ....................................
Pecten jacobaell.s ................•...•...•...............
Uniona cea indeterminados . .. . . . . . . . . • . . . •. . . • . . . •. . . •. . . .
Acanthocardia tub~rculata .... ... . . . . . . .. ... . ... .•.. .•....
Cerastoderma Nu.le . . . . .... . . . . . . . . . ......... • ... • . . . • . . .
Bivalvia indeterminados ... . . . ......... . . . . . . . • . . . . . . . . . ..
Dentalill.m ap. . .. . . .. ,. . . .... ...........................
Interpretación del conjunto malacológico ...................
270
272
274
275
275
276
277
277
278
279
279
280
CONSIDERACIONES FINALES, por Bernardo MartC Oliver . . . . . .
285
- Ib~rus
_
_
-
X.
. ........ . .. ........ . . . . . . . . .. ...........
alT. carthagini~nsís y Ps~lI.dotach~a spl~ndida ........
sp. ......... ..... ...... . ............. ............
[page-n-307]
[page-n-308]
El Sector J , en el transcurso de la excavación, visto desde la entrada de la cueva
[page-n-309]
Cuadro J -4 . Lado Sur
[page-n-310]
LAM. m
CQVA DE L·OR
1
l . Muestra n6m . l . Estrato UD . a50. Umin. delgadl . Se oburvl el
borde de un fragme nto grande de caliza que h. lido tra nllocldo. Hubo
un crecimiento de Calitl lecundario y la transloc6 nuavlma nte.
2. Mueltra mimo 3. Eltrato m. x50. Lámina delga di. Materia orgAnica muy (rlgmantada. En la parte inferior la oblerva una fonna que
recuerd a I un (óIII. Masa basa] da carbonatol , cri.tale. grueso. o muy fi·
nOI .
[page-n-311]
CaVA DE L' OR
LAM. IV
1
2
1.
Muestra núm. 3. Eltrato m . .t30. Lámina delgada. Masa hasal
con abundantes carbonatol, cnltalel de cuarzo y la forma que recuerda
a un fósil .
2. Muestra núm. 6. Eltrato IV. x130. Lámina delgada. Detalle de la
estructura de re ltos vegetalel.
[page-n-312]
COVA DE L' OR
LAM. V
1
,
.Jo'
.. ,.~
.
:
3
4
1111111111111111111111111111111111111
5
l.
2.
3.
4.
5.
Elemento de hoz. Cuadro J -4, capa 11 b, nUm. 2.
Fragmento de punta de necba, sobre sila. tabular. Cuadro J ·4, capa 1, nUm. 7.
TrapKio. Cuadro J -4, capa 14, nUm. 8 .
Segmento de circulo. Cuadro J-5 , Testigo, capa 10, numo 3.
Peñorador. Cuadro J -4, capa 9 b, núm. 5.
[page-n-313]
COVA DE L'OR
LAM. VI
1I I I I
3
I
111111
.
lo
2.
3.
Cuadrado hecho lobre cOltilla de 80S, con inicio de peñoraci6n. Cuadro J -4, capa 7 a , nú m. lo
Disco fabricado probablemente lobre taflO de 8 0S. Cuadro J -S, capa 22, núm. 2.
Hacha pulimentada. Cuadro J-4, capa 5, núm. lo
[page-n-314]
COVA DE L' OR
l.
2.
3.
4.
5.
LAM. Vil
Punr.6n hecho .ohre la plllte diltal del metacarpo de avis. Cuadro J-5, capa 22 , nUmo 1.
Punr.6n hec:bo .obre la plllte diltal del metacarpo de avis. Cuadro J-4, capa 16a, núm. 1.
Anillo rabrlcado .obre uta de Cervus. Cuadro J-4, capa Ila , núm. 1.
Fragmento de anillo con tre. lineu inei.... Cuadro J-5, capa 13 , numo 2.
Fragmento de diáll.l. de huelo de ovicaprina con Inei.ione. destlnadu a la obtención de a nillos.
Cuadro J-5, caplO 23, núm. 1.
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LAM,
COVA DE L' OR
vrn
2
1
1.
2.
3.
3
Cuchara fabricada sobre diáfisis de hueso largo de BO$. Sector 8 -4, c apa 5. Excavación de 1958.
Fragmento de cuchara fabricada sobre diáfisis de hueso largo de Bos. Cuadro J -5, capa 16, mimero l .
Fragmento de cuchara. Cuadro J -5, capa 16. núm. 2.
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LAM. IX
caVA DE L' OR
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Espfl tula hecha probablemente sobre diá lisis de fémur de CerYUs. Cuadro J-5, Testigo Removido, nUm. 2
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111111
I
Fragmentos de un vaso con superficies peinadas. Cuadro J -4, capa 1, num o 2.
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LAM. XI
COVA DE L' OR
1
11111/
2
11111/
1.
2.
Fragmento de cerémica con la . uperficie exterior peinada. Cuadro J-4 . capa 1, nlÍm. 3.
Fragmento de cerémlca con decoraclOn de lineas inciS8I e im presiones. Cuadro J -S, capa 12,
nlÍ m. 20.
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CO VA DE L' OR
LAM . XU
1
2
l.
2.
Fragme nto de cerámica con un cordón digitado y lineas incisas. La bio dentado. Cuadro J 5, capa
13, núm. 2.
Fragmento de cerá mica coa decoraci6n de lineas incisas e impresiones. Cua dro J 4, ca pa 7b,
número l .
[page-n-320]
COVA DE L'OR
1.
2.
3.
LAM. XIU
Fragmentos de cerámica co n decoración de lineas impresas y punzadas. Cuadro J -5. c apa 15,
núm. 17.
Fragmen to de cerflmica con líneas incisas y pequeñas punzada s. Cuadro J -4 , ca pa 4, núm . 3.
Fragmentos de cerámica con decoración de líneas incisas. Cuadro J -5, ca pa 15, núm. l.
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LAM. XIV
COVA DE L'OR
1
11111
2
1.
2.
Fragmento de cerémica COD decoración impI'1lU cardia!. Cuadro J-4 , capa 12b, nu mo 1.
Fragme nto de cerAmica COD decoración impI'1lsa card ia!. Cuadro J -5, capa 23, nu m, 4.
[page-n-322]
COVA DE L' OR
LAM.XV
,
Fragmento de cerámica co n decorilcióo imprna ca niial. Cuadrtl J -4 , ca pa 14, núm. 1
[page-n-323]
COV A DE L'OR
LAM. XVI
1
2
l . Fragmento di clrtmica. :11500. Micro.copio Electr6nlco. Grandes crista les de calcita ro mboédrico., no tran.forma do. ; pas ta poro.a.
Cuadro J-4, capa 2A.
2. Fragmento de cerámica. :11200. MicrOl copio Electrónico, No bay
casi ma crocristales visibles, palta porol a pero con sen.aclÓn de nuider..
Cuadro J-4, capa 14.
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COVA OE L' O R
LAM . XV II
•
Granos de cereales carbonizados. Cuad ro J -4, capa Il a.
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COVA DE L 'OR
LAM . XVIII
111111111/1111111111111111
•
,1
11 I 1 1I '-' 1 I 111I1 I I I I I I I I I I
Granos de Trificum a~stivum - compo ct um . Cuadro J -4 , cap. 11a .
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8
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O
~
ó
. 111111
avis aries : ulna, radio, húmero, fémur y calcáneo
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81
82
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111111
A2
A3
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OlprQ hlrcus· I Mtc .; 2 . MU.
I y 2 . Mtc.; 3 y 4. MU.
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COVA DE L' OR
LAM. XX I
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A.
B.
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1
2
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3
4
5
Ovis aries : Astrága los.
Cap ra /¡ircus : Astrágalos.
Ovis aries : Fa'langes 1 dela nteras.
Ovis uries : Falanges 1 trase ras.
Capra hircus: 1,2 Y 3. Falanges I delanteras ; 4. Fa lange 1 trase ra ; 5. Falange 11 .
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LAM, XXII
COVA DE L'OR
1
2
1
11111
4
5
6
primigenil/S : 1, 2 Y 3. Falange 1; 7. Falange 11 .
Bos ta l/rus : 5 y 6. Falange 11 .
Bos cf raurus: 4 . Falange UI.
80S
7
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CO VA DE L' OR
Capreolus capreolus : esd pula , astragalo, calCá ne o, MU" fa langes 1, 11 Y 11 1
LAM , XXII1
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COVA DB L'OR
Puu6n rabricado .obre mancUbuJa d. Bos.
LAM. XXIV
s.ctor R-4, cap.
5 . E:r.eavación d. 1958
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COVA DE L' OR
l a · b,
2a· b y
4a· b.
5a· b.
Ga-b.
LAM, XXV
LIlria turida ILINNEI, :.:2. Cuadro J ·5, ca pa 17 ,
3a· b, Columhella rustica IUNNtl, x2. Cuadro J ·5, capa 15,
Columbella rustica ILlNNtl, :.:2. Cuadro J -4 , capa Ila .
Arcularia (Arcularia! , ibbosula ILINNtl, x.2. Cuadro J ·5, capa 18.
q
Conu,~ (U;¡utoconusJ medirerraneus BRUGIERE, x3, Cua dro J-4 , ca p&. Il a.
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caVA DE L 'OR
J.
2a-h.
3a-h.
LAM, XXVI
Glycymeris (Glycymeris! gadiranus IGMELlN ). xl ' 2. Cuadro J -4 , ca pa lo
Acanrhocardia (Rudicardium! rubercula ra (LlNNÉ I, x2 . Cua dro J -4 , capa 6b.
Cera sroderma edule (LlNNÉI, x2. Cuad ro J -5, Testigo, ca pa 5.
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COVA DE L' OR
l a · c.
2a·c.
3a· b.
4a · b.
5a· c.
6a-c.
7.
Sa-c.
LAM . XXVD
Theodoxus fluviatilis (UNNÉI, x3. Cuadro J · 5, capa 16.
Theadoxusjluviarilis (UNNÉI, x3. Cuadro J ·4 , capa 12b.
Me/an opsis graellsi (VILLA) GRAELLS. Ejemplar encostrado, xl ·5. Cuad ro J · 5, ca pa 13.
Me/an opsis graelIsi (VlLLAI GRAELLS . .. , ' S. Cuadro J -4 , ca pa 6a .
Oxychilus mercadali GASULL, ..3 . Cuadro J -5, ca pa 19 .
Ferussacia follicu/us (GMEUNI, ..3 . Cuadro J -5, capa 15.
Rumina decollara (LlNNÉ). Ejemplar joven (primera truncad ura l, x I·S. Cuadro J 4, ca pa t Sa.
Rumina decollara (LlNNÉ), ,,1'5. Cuadro J ·4 , capa 15b.
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COVA DE L' OR
LAM.
XXVID
1 Y 2a-c . Cern uella vir.qala tOA COSTAl, x2. Cua dro J -4 , capa 17 b.
3a-c. Trochoidea murcica tGUIRAO ). x3. Cuadro J -5, ca pa 13.
4a-b. Oeslophora boscae tHIDALGO). ~emp l ar sin abertura . x3 . Cuadro J -5. ca pa 13.
5a-b. Oeslophora boscae tHIDALGOJ. Fragmento de la última vuelta , x3. Cuadro J -5 , capa 11.
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LAM, XXIX
COVA DE L' OR
l a-d .
2a· d.
Ja -d ,
lberus alonensis FERUSSAC. x l ' S, Cuadro J · 5. capa 9 ,
lberus olonensis FÉRUSSAC. xl ' 5 . Cuadro J -4 , capa 14.
Iberos olonensis FÉRUSSAC, .1"5. Cuad ro J -4 , ca pa 15b.
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caVA DE L' OR
LAM, XXX
la-d , Pseudolachea splendida (DRAPARNAUDI, xl ' 4 . Cuadro J -5, Testigo Removido.
2a-c. lberu s a fT, carrhaginiensis (ROSSMASSLERI , xl ' 6. Cuadro J -4 , ca pa 17b.
3a-d. Pseudolachea splendida (DRAPARNAUDI. xl ' 4 . Cuadro J -4 , capa 15a.
4 . 5 Y 6 . Deta llet de la ornamentación, cara cterlstica del género Iberos, del ejemplar de
la figura 2, Muy aumentados.
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