Las primeras publicaciones del SIP: Archivo de Prehistoria Levantina, Memorias anuales y Treballs Solts/Trabajos Varios
Joaquim Juan Cabanilles
Manuel Gozalbes Fernández de Palencia
2006
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Las primeras publicaciones del SIP: Archivo
de Prehistoria Levantina, Memorias anuales
y Treballs Solts/Trabajos Varios
Joaquim Juan Cabanilles y Manuel Gozalbes
Fernández de Palencia
Servicio de Investigación Prehistórica
La creación del SIP en 1927 planteó de inmediato la necesidad de
disponer de los medios impresos adecuados para divulgar los trabajos e
investigaciones llevados a cabo por la institución, de acuerdo con sus
objetivos fundacionales. Esta necesidad cobró cuerpo en tres tipos diferentes de publicaciones que, originadas entre finales de la década de 1920
y principios de la de 1940, devinieron los principales órganos de expresión del SIP, a la vez que testimonios de su vida institucional y científica.
La revista Archivo de Prehistoria Levantina apareció en 1929, logrando
un resultado editorial realmente notable para su época dentro del mundo
de la prehistoria y la arqueología, mantenido hasta la actualidad (v. Juan
Cabanilles, 2004). Concebida como anuario, fue la primera publicación
de envergadura del Servicio, alcanzando ya en su número inicial una gran
riqueza de contenidos. También en 1929 comenzaba la publicación de las
Memorias anuales de la Dirección, más conocidas como Labor del SIP,
serie que sin duda se encuentra entre las más originales de la arqueología
española del siglo XX por formato y planteamiento. La tercera serie en
aparecer tuvo que esperar hasta 1937, nueve años más tarde que las dos
anteriores. Ésta última, intitulada Treballs Solts y rebautizada —y consolidada— después de la guerra como Trabajos Varios, estaba destinada a
albergar trabajos monográficos de carácter eminentemente valenciano.
Con el tiempo ha llegado a ser la serie más fructífera de la institución en
lo que al número de volúmenes editados se refiere.
Las tres publicaciones remiten a unas décadas en las que la arqueología comenzaba a tomar carta de naturaleza en los ámbitos académicos
e iniciaba su proyección social a diferentes niveles. Las actividades del SIP
y su Museo fueron conocidas en Valencia, España y el extranjero, avaladas por la categoría científica de los resultados obtenidos, pero difundidas
en gran medida a partir de unas publicaciones para las que, desde el primer momento, se trató de lograr la distribución más amplia posible. Son
publicaciones científicas pero también documentos de una época con una
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
ciencia arqueológica en formación, en cuyos textos se palpa el entusiasmo de
unos investigadores que transmitieron con emoción el fruto de sus trabajos.
El Archivo de Prehistoria Levantina
D. Severiano España, trabajador de la Diputación de Valencia,
dibujó la portada del primer número del «Anuario» del Servicio de
Investigación Prehistórica, tomando como referencia la tipografía del
Comprehensorium, vel Vocabularius ex aliis collectus, de Johannes
Grammaticus, impreso por Lambertus Palmar y fechado en Valencia el
23 de febrero de 1475, libro que cuenta con el privilegio de ser uno de
los primeros salidos de las imprentas valencianas y españolas. Su diseño,
mantenido con ligeras modificaciones hasta la actualidad, se ha convertido en uno de los signos distintivos de una publicación que atravesó
serias dificultades en sus dos primeras décadas de vida, periodo durante
el que únicamente pudieron editarse dos números en fechas tan distantes
como 1929 y 1946 (APL I, como Anuario de 1928, y APL II, de 1945).
Portada del primer
volumen del Archivo de
Prehistoria Levantina.
Lámina original a tinta
realizada por María
Encarnación Cabré, hija de
Juán Cabré, publicada en el
tercer volumen del Archivo
de Prehistoria Levantina
(1952) y originalmente en
el número 105 de las
Memorias de la Junta
Superior de Excavaciones
y Antigüedades en 1930.
Bajo el encabezamiento «A guisa de proemio - el servicio de investigación prehistórica y su anuario» realizaba D. Isidro Ballester Tormo la
presentación del primer número de la revista. El director del SIP justificaba
su aparición con las siguientes palabras: «La publicación del presente
Anuario había de ser inmediata consecuencia de la creación del Servicio,
pues la aridez inherente a todo trabajo técnico, que le hace impropio de
revistas corrientes, así como la necesidad de su máxima difusión en el adecuado medio científico, exigían una publicación especializada; pero esta no
debía limitarse a dar solo a conocer las investigaciones del Servicio, si había
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Las primeras publicaciones del SIP
de quedar cumplida la finalidad de propulsión y ayuda a estos estudios que
la Diputación deseara, sino acoger también en sus páginas la labor de los
prehistoriadores levantinos que trabajan fuera de aquél y de cuantos españoles y aún extranjeros estudian nuestro pasado». El marcado acento
«levantino» que aspiraba ofrecer la publicación lo explicaba de la siguiente manera: «Pretendemos recoger en el Anuario toda actuación científicoprehistórica de Levante; deseamos sea aquél reflejo de lo que en él y sobre
él se trabaja; por ello le intitulamos Archivo de Prehistoria Levantina». El
título escogido rememoraba al de la revista El Archivo, creada por Roque
Chabás a finales del siglo XIX y de la que de algún modo la nueva publicación se sentía continuadora. A pesar de su especial dedicación a la prehistoria valenciana, I. Ballester hacía también hincapié en el carácter abierto
del APL, ofreciéndolo «muy especialmente a los estudiosos de las tres provincias hermanas, así como a los de Murcia, Albacete, Teruel y Cuenca por
su actual y pretérita relación con ellas. Quisiéramos que la labor científica
impulsada por la Diputación valenciana fuese obra conjunta y fraterna de
todo Levante, de un amplio Levante ibérico; obra presidida por una gran
transigencia que imposibilite exclusivismos de personas y de escuelas».
Veía así la luz el primer número, con 264 páginas organizadas alrededor de una cuidada concepción editorial, que incluía introducción, un
cuerpo principal formado por 13 artículos de investigación, un noticiario,
notas bibliográficas y un elaborado índice alfabético final de 16 páginas.
Mención especial merece por su cuidada ejecución la parte gráfica de la
revista, con un total de 39 figuras integradas en los diferentes artículos y
56 láminas (no paginadas) que elevan el grueso total del volumen hasta
las 318 páginas. Tal y como anticipaba I. Ballester en el prólogo, los contenidos científicos del primer APL se articularon casi exclusivamente en
torno a yacimientos valencianos; únicamente un trabajo sobre el Canalizo
del Rayo (Minateda, Albacete) y otro general sobre las relaciones entre el
arte ibérico y el griego escapaban de algún modo a esta consideración. El
elenco de autores de este primer volumen incluye al personal del SIP de
aquel momento, I. Ballester, Lluís Pericot, Mariano Jornet, Gonzalo Viñes
y Fernando Ponsell, junto a tres colaboradores singulares, Henri Breuil,
Nicolau Primitiu Gómez Serrano y Pere Bosch Gimpera.
Las vicisitudes políticas y económicas de los años 30 y 40 retrasaron
la edición del segundo número de la revista, ya que problemas como «la
escasez de papel» (Memoria de 1941, p. 316) o «el extremado encarecimiento alcanzado hoy por la edición de libros, imposibilita la continuación
de tal labor» (Memoria de 1940, p. 275). Cuando al fin, en 1946, apareció
el esperado segundo volumen, se sintió obligado I. Ballester a redactar de
nuevo «Unas palabras de prólogo» para reflexionar sobre la evolución de
las publicaciones del SIP y justificar los dieciséis años de demora sufridos
por el segundo número del APL. Problemas básicamente presupuestarios
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Portada y páginas interiores
de distintos números de las
Memorias anuales de la
Dirección o Labor del SIP.
obligaron a recoger las actividades del SIP durante la II República, Guerra
Civil y posguerra en publicaciones de menor envergadura editorial, como la
serie de Memorias anuales de la Dirección, primero, y más tarde la serie de
monografías Treballs Solts. Un cambio en la Institución se produjo como
consecuencia de la creación por parte del CSIC, en 1945, de su «Sección
valenciana de Prehistoria» a través del «Instituto Diego Velázquez», de la
que formaban parte I. Ballester, Domingo Fletcher, Manuel Vidal y López y
Francisco Jordá. Según I. Ballester, la edición del segundo número de la
revista fue posible gracias a «la feliz coincidencia del mecenazgo del
Consejo Superior de Investigaciones con el de la Diputación provincial»
(Memoria de los años 1940-48, p. 13), sumado a una ayuda personal de
11.500 pesetas realizada por el Sr. Rincón de Arellano, presidente de la
Diputación (ibíd., p. 6). La concurrencia del CSIC en la publicación y la vinculación institucional creada vuelve a recordarse al final del volumen (APL
II, p. 447), señalándose en el mismo lugar la creación de subvenciones especiales por parte de la Diputación para dicha edición.
Precisamente en este contexto de colaboración con el CSIC se
publicó en 1942 la clásica obra de L. Pericot sobre La cueva del Parpalló
(Gandía). Editado en plena Segunda Guerra Mundial, el subdirector del
SIP explica en el núm. II del APL (p. 354) que «las circunstancias por las
que ha atravesado Europa han dificultado enormemente el libre intercambio de ideas científicas», lamentando «que nuestra publicación de
los hallazgos de la cueva del Parpalló... haya tenido escaso eco. Apenas
hemos podido difundir la obra por el extranjero, pues varios ejemplares
que intentamos enviar a los arqueólogos franceses se han perdido».
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Las primeras publicaciones del SIP
El propio índice de publicaciones aparecido al final del núm. II de
la revista hace referencia a la misma como Anuario de los años 19291945. La prolongada espera dio como resultado en este caso un volumen
en que los textos casi duplicaron la extensión del primero y las figuras
aumentaron casi hasta el triple; sin embargo, las láminas vieron reducida
su cantidad total. I. Ballester asumió la redacción de una buena parte del
volumen, presentando 3 artículos y 9 notas prehistóricas. L. Pericot,
como subdirector, y algunos de los colaboradores y agregados del SIP
presentaron también sus trabajos, al tiempo que se ampliaba el elenco de
investigadores con contribuciones desde fuera del centro (Augusto
Fernández de Avilés, Salvador Vilaseca, Viktor Lebzelter, Henri Breuil y
Raymond Lantier, N. P. Gómez, A. Beltrán Martínez). Hay que reseñar
que fue precisamente en este volumen, bajo el epígrafe «Actividades del
SIP», donde aparecieron los primeros textos de Enrique Pla.
Portada y páginas
interiores de los primeros
números de la Sèrie de
Treballs Solts del SIP.
Las Memorias anuales de la Dirección
Mediante un Reglamento del año 1900 se había impuesto a los
Secretarios de las Diputaciones Provinciales remitir una Memoria anual a
la Dirección General de Administración relativa a la gestión de dichas corporaciones en sus diferentes unidades orgánicas. En la Memoria de la
Diputación de Valencia de 1927 se incluyeron ya, dentro del apartado
«Bellas Artes», las primeras noticias relativas a la compra de la colección
arqueológica de Fernando Ponsell y a la creación del Servicio de
Investigación Prehistórica y su Museo. De esta Memoria general derivó un
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Lámina de La labor del
Servicio de Investigación
Prehistórica y su museo en
los años 1935 a 1939 con
una de las planchas de
impresión. 1942.
formato muy particular de publicación que inició su andadura en 1929. En
aquel año se editó un pequeño cuaderno de 32 páginas en el que se daba
cuenta de las actividades desarrolladas por el SIP durante el periodo correspondiente a 1928. Dicho cuaderno se proclamaba como una Tirada aparte de la Memoria reglamentaria de la Secretaría de la Diputación, conteniendo el informe elaborado por I. Ballester como Director del Servicio. A
pesar de la utilidad de ésta y las subsiguientes «separatas», veinte años después de su aparición reflexionaba I. Ballester sobre las limitaciones de un
«formato tan poco a propósito para dar a conocer trabajos de investigación con las ilustraciones inexcusables» (Memoria de 1940-48, p. 177). Lo
cierto es que el provecho de esta publicación fue y sigue siendo inmensa, ya
que la serie gozó de continuidad y a través de ella es posible seguir las actividades llevadas a cabo anualmente por el SIP y su Museo hasta 1983.
En palabras de Ballester, las Memorias estuvieron encaminadas
«siempre a recoger las peculiaridades de la vida interna del Servicio, así
como lo más interesante de sus labores investigadoras, de modo que
quede expuesto cuanto a la vida del S.I.P. se refiere» (ibíd., p. 6). La serie
inició en 1929 su publicación con un formato ciertamente modesto, pero
logrando configurar a través de sus contenidos un auténtico registro cronológico de todas las actividades desarrolladas por el Servicio desde su
creación. Además de permitir dar a conocer con prontitud las novedades
más importantes, su carácter de memoria hizo posible dar cuenta de
prospecciones, visitas a yacimientos o pequeños hallazgos que de otra
manera, muy posiblemente, habrían tardado más en publicarse o permanecido inéditos a causa de su modesta entidad.
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Las primeras publicaciones del SIP
A partir de la Memoria general de la Diputación de 1928 se sentó,
pues, un precedente importante al editarse como tirada aparte el texto
relativo al SIP y su Museo que, por su envergadura, contó desde el principio con un apartado propio dentro de la misma. De esta forma se libraron siete cuadernillos correspondientes a los años 1928-1934, intitulados
a partir del segundo Labor del Servicio de Investigación Prehistórica y su
Museo, en los que se reproducían idénticos textos a los incluidos en la
Memoria general. El nombre del primer cuadernillo fue El Servicio de
Investigación Prehistórica y su Museo en 1928, título que únicamente volvió a emplearse para el del año 1944, al reanudarse la edición de separatas anuales que se había interrumpido en 1934. Las memorias publicadas
en los años 1931 y 1934 fueron las primeras en desmarcarse ligeramente
en su forma de la Memoria general, al añadir respectivamente 6 y 9 láminas especialmente preparadas para la ocasión (también la de 1929 era
ligeramente diferente, ya que el cajista tuvo que adaptar el texto de la
separata para encajarlo en un cuadernillo). En la de 1931 se incluían significativas imágenes de plaquetas de la Cova del Parpalló, de cerámicas de
la Cova de la Sarsa o la figura del Guerrer recién hallado en la Bastida de
les Alcusses de Moixent. Por su parte, las láminas de 1934 servían para
presentar por vez primera a la comunidad científica las importantes cerámicas con decoración figurada recuperadas en las excavaciones del Tossal
de Sant Miquel de Llíria, mostradas en las láminas V a IX y reproduciendo los calcos y dibujos de F. Porcar.
La Guerra Civil interrumpió la publicación de esta serie, que volvió
a imprimirse en el año 1942, con el volumen correspondiente al periodo
1935-1939, firmado ya en su portada por I. Ballester. Se trataba en esta
ocasión de una publicación independiente que, aunque respetaba el formato de las Memorias precedentes, ya no era una separata de la Memoria de
la Diputación. El mismo criterio se mantuvo en la Memoria concerniente
a los años 1940-1948, aparecida en marzo de 1950. Se habían editado así
dos memorias de extensión considerablemente superior a las anteriores
(168 páginas con 12 láminas y 182 páginas con 43 láminas), ya que abarcaban periodos notablemente más amplios. La novedad más importante es
que, si bien se compusieron como memorias anuales del SIP, ya no estaban
destinadas a incluirse con el mismo formato en la Memoria general, a la
par que el hecho de montarse y editarse de forma separada, permitió hacer
explícita la autoría en las portadas. A partir de ahora, la inserción de los
informes del SIP en la Memoria general se realizaría mediante una versión
resumida «que comprenda principalmente todos los aspectos de carácter
administrativo..., dejando los científicos para su publicación íntegra próxima a darse a luz» (Memoria de 1940, p. 269). Cuando se reanudó la publicación de las Memorias anuales de la Diputación se volvieron a ofrecer las
separatas de estas versiones resumidas del texto (1944-1950), aunque acabarían desapareciendo como tiradas aparte.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Portada del primer
número de la Serie de
Trabajos Varios editado en
castellano. 1946.
I. Ballester, como director, se encargó de la redacción de todas
estas Memorias; de su pluma tan sólo escaparon las correspondientes
a los años 1932 y 1933, que fueron obra de L. Pericot, del que también se tomaron unas notas sobre «Parpalló» en la de 1930, y el apartado titulado Notas sobre el estudio de las inscripciones ibéricas en
cerámicas de San Miguel, preparado por D. Pío Beltrán Villagrasa en
la de 1934.
Circunstancia peculiar de estas Memorias y tiradas aparte es que
su impresión se llevó a cabo en los talleres de la Casa de Beneficencia
(salvo la de 1944 realizada en Imprenta Sáez), donde se «alberga, educa,
socorre y ocupa a los pobres de ambos sexos que no pueden proveer a
su subsistencia, ni vivir por sí propios por carecer de la protección de sus
familias» (Diputación Provincial de Valencia. Su actuación en el último
quinquenio, Valencia, 1928). La imprenta allí instalada desde 1868 se
encargaba de la impresión de las Memorias de la Diputación y desde
1928 de las tiradas aparte del SIP, en unos años en los que su plantilla
de trabajadores osciló entre los 6 y los 12 asilados. A partir de 1947 fue
rebautizada como Imprenta Provincial, prosiguiendo la labor editora de
estas Memorias.
La serie Treballs Solts / Trabajos Varios
En 1937 se publicaron los cinco primeros números de la nueva Sèrie
de Treballs Solts, breves trabajos monográficos editados con el apoyo del
Consell Provincial - Conselleria de Cultura (que había sustituido a la
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Las primeras publicaciones del SIP
Diputación) a través del recién creado Institut d’Estudis Valencians y su
sección Històrico-Arqueològica (sobre esta etapa del SIP, véase trabajo en
este mismo libro). Todos ellos se editaron en valenciano (traducidos por
F. Almela i Vives), idioma oficial del Institut, convirtiéndose en las únicas
publicaciones arqueológicas realizadas por el SIP durante la Guerra Civil.
A partir del núm. 6, con la Diputación de Valencia restaurada y de nuevo
al frente del SIP tras la guerra, la serie reanudó su trayectoria, pero cambiando el nombre por el de «Serie de Trabajos Varios» y pasando a editarse en castellano. El impresor de la serie fue sin embargo el mismo
durante la guerra y la posguerra, ya que sus doce primeros números,
impresos durante el período 1937-1950, fueron realizados en los talleres
de Federico Doménech. Se tiraron 520 ejemplares de cada uno de estos
cinco primeros números, con un coste por unidad que osciló entre 1,03
pesetas (núm. 2) y 5,44 pesetas (núm. 5).
El núm. 1 de la Sèrie de Treballs Solts, dedicado a El Castellet del
Porquet, yacimiento controvertido situado en l’Olleria, fue la primera
monografía realizada por I. Ballester. Curiosamente, el segundo constituye la publicación más breve de todas las realizadas por la Institución a lo
largo de su prolongada historia: Breus notes sobre el poblat ibèric de St.
Miquel de Llíria, de D. Fletcher, con tan sólo cinco páginas de texto y dos
láminas. Los dos siguientes números fueron un original trabajo sobre Els
insectes en l’art quaternari de Manuel Vidal i López (núm. 3) y Un enterrament prehistòric al Barranc del Cinc (Alcoi) de Camilo Visedo (núm.
4). La autoría de los cuatro primeros números de esta serie recayó sobre
investigadores que trabajaban para el SIP, correspondiendo el quinto a un
Montaje de dibujos para
una ilustración del Corpus
Vasorum Hispanorum.
Cerámica del cerro de San
Miguel de Liria.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
recopilatorio de la obra del jesuita Julius Furgús (1855-1909). Este volumen, que no pudo salir al público hasta abril de 1939, presentaba un conjunto de cinco trabajos sobre prehistoria valenciana dados a conocer originalmente entre 1902 y 1909 en diferentes revistas. En un singular prólogo titulado Raó d’esta publicació, lamenta I. Ballester no haber podido
incluir, por las dificultades postales del momento, un artículo de una
revista belga, ni haber logrado reunir fotografías actualizadas de los
materiales, viéndose obligado a reproducir empeoradas aquellas ya defectuosas de las publicaciones originales. Unas «Aclaraciones necesarias»
redactadas por el mismo Ballester refieren las dificultades que impidieron
la distribución del libro en su momento y tratan de justificar su publicación en valenciano por las circunstancias políticas surgidas a raíz de la
creación del Institut d’Estudis Valencians.
Póstumo en cierto modo fue el ya «Trabajo Vario» núm. 6, que recogía una contribución de G. Viñes, colaborador del SIP víctima de la
Guerra Civil. La mayor singularidad de este número reside, sin embargo,
en que se hicieron del mismo dos ediciones que realmente son dos obras
distintas a pesar de estar editadas con tan sólo cinco años de diferencia
(1942 y 1947). Dedicado a la Cova Negra de «Bellús» y a la Cova del
Parpalló, proporcionaron los contenidos de la primera edición, además de
G. Viñes, José Royo Gómez y Vicente Sos Baynat, paleontólogos del
Museo Nacional de Ciencias Naturales que presentaron las primeras relaciones detalladas de los restos óseos de fauna encontrados en las dos cavidades paleolíticas (ambos investigadores habían realizado dicha tarea de
clasificación durante el traslado a Valencia de la Sección de Paleontología
Taller de imprenta en
la Casa de Beneficencia
donde se editaban las
Memorias de la Diputación
de Valencia y en el que
trabajaban los propios
asilados. 1933.
[Publicada en La Memoria
de la Diputación Provincial
de Valencia de 1933]
92
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Las primeras publicaciones del SIP
del mencionado Museo, al inicio de la guerra). «Por un error de imprenta
—relataban años después D. Fletcher y E. Pla—, el tamaño de este folleto... resultó excesivamente pequeño, por lo que fue propósito de la
Dirección del SIP hacer una nueva edición dentro de las medidas habituales de la Serie, lo que no se logró hasta 1947» (TV 57, p. 22). En esta
segunda edición se añadieron nuevos estudios de Francisco Jordá, L.
Pericot, Santiago Alcobé y M. Vidal, dando carta de naturaleza a una
publicación más completa de 61 páginas, con figuras y seis láminas, en las
que se reproducían el cráneo y algunas de las plaquetas grabadas y pintadas de Parpalló.
La primera edición del núm. 6 y la memoria relativa a los años
1935-1939 fueron las primeras publicaciones editadas por el SIP después de la Guerra Civil, llevando todas ellas pie de imprenta de 1942.
Aunque los núms. 7 y 8 consignan el mismo año en el pie, no aparecieron hasta 1943 (TV 57, 1977, p. 22). El núm. 7 daba a conocer un antiguo trabajo del coronel de ingenieros S. Moreno Tovillas (1832-1888),
titulado Apuntes sobre las estaciones prehistóricas de la Sierra de
Orihuela. El origen de este trabajo se encuentra en una Memoria manuscrita presentada por el autor ante la «Sociedad Arqueológica
Valenciana» en 1872. Dicha obra fue casualmente recuperada por N. P.
Gómez en una librería de anticuario de Valencia, encargándose personalmente de preparar su edición añadiendo una introducción y un anexo
con el dictamen que la Sociedad Arqueológica Valenciana había emitido
referente a dicha Memoria. La autoría del núm. 8 se debe a D. Pío
Beltrán, investigador estrechamente ligado a los temas valencianos,
quien elaboró un trabajo titulado Sobre un interesante vaso escrito de
San Miguel de Liria, dedicado en realidad a cuestiones epigráficas
saguntinas.
La aparición del núm. 9 de la serie en 1944 supuso un ligero cambio formal, ya que las gruesas portadas de cartulina gris-azulada que
habían otorgado hasta entonces un sello particular a la serie, fueron sustituidas por otras de menor gramaje de color blanco. Este número tiene
su significado al constituir la segunda y última monografía publicada
por I. Ballester, si exceptuamos la edición póstuma en 1954 de las cerámicas ibéricas del Tossal de Sant Miquel de Llíria dentro del Corpus
Vasorum Hispanorum (sobre esta publicación, véase trabajo en este
mismo libro). El enterramiento en cueva de Rocafort, título del mencionado Trabajo Vario, incluía un apéndice de S. Alcobé sobre un cráneo
perteneciente a dicho espolio. Este yacimiento eneolítico se había dado
a conocer el 2 de julio de 1933, enterándose I. Ballester del hallazgo por
una nota aparecida en el diario Las Provincias, donde se requería de la
intervención del SIP, que al día siguiente —en su persona— se desplazó
hasta el lugar. Ballester se felicita porque «supimos luego que también el
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Alcalde de Rocafort habíase dirigido al Sr. Presidente de la Diputación
con el mismo objeto, conducta que estimamos digna de aplauso por lo
poco frecuente». El hallazgo se había producido 10 ó 12 días antes,
dedicándose «descubridores» y «convecinos... a ensanchar la entrada, a
destruir la pared encontrada y a revolver el estrato en busca del siempre
esperado tesoro».
El núm. 10 comparte pie de imprenta de 1947 con la segunda edición del núm. 6; al igual que el APL II, ambos fueron patrocinados en
parte por el Instituto Diego de Velázquez del CSIC. El que hacía número diez se publicaba para dar a conocer las Comunicaciones del S.I.P. al
Primer Congreso Arqueológico del Levante (Noviembre 1946). A este
Congreso, promovido por el Catedrático de Historia D. Manuel
Ballesteros, aportaron los miembros del SIP diversos estudios, en palabras de I. Ballester, «no tan reposados como hubieran sido nuestros
deseos». Tras un año de espera y viendo que algunas de las comunicaciones presentadas se iban publicando aisladamente, se optó por preparar este volumen con los trabajos de F. Jordá, L. Pericot, M. Vidal, E.
Pla, José Alcácer, I. Ballester, C. Visedo, Vicente Pascual y D. Fletcher.
No pudo llegar a mediar el siglo sin que las ediciones del SIP sufriesen otra ligera modificación de origen administrativo. Habiendo sido creada por parte de la Diputación en 1947 la «Institución Alfonso el
Magnánimo», el SIP pasó a quedar integrado en la misma, tal y como
refleja la inclusión de su nombre en portadas y portadillas de la Serie
Trabajos Varios a partir de su núm. 11, con fecha de 1949, pero aparecido en marzo de 1950. Se trata en esta ocasión de un trabajo firmado por
F. Jordá y J. Alcácer, y prologado por L. Pericot, sobre La Covacha de
Llatas (Andilla). El núm. 12, aunque lleva pie de imprenta de 1950, ya fue
distribuido en 1951, conteniendo el estudio de J. San Valero sobre La
cueva de la Sarsa (Bocairente - Valencia). Con este volumen, y a los trece
años de su creación, los Trabajos Varios del SIP apenas habían iniciado
una andadura que, como subrayábamos al principio, había de ser de las
más prolíficas del Servicio en cuanto a labor editora.
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Las primeras publicaciones del SIP: Archivo
de Prehistoria Levantina, Memorias anuales
y Treballs Solts/Trabajos Varios
Joaquim Juan Cabanilles y Manuel Gozalbes
Fernández de Palencia
Servicio de Investigación Prehistórica
La creación del SIP en 1927 planteó de inmediato la necesidad de
disponer de los medios impresos adecuados para divulgar los trabajos e
investigaciones llevados a cabo por la institución, de acuerdo con sus
objetivos fundacionales. Esta necesidad cobró cuerpo en tres tipos diferentes de publicaciones que, originadas entre finales de la década de 1920
y principios de la de 1940, devinieron los principales órganos de expresión del SIP, a la vez que testimonios de su vida institucional y científica.
La revista Archivo de Prehistoria Levantina apareció en 1929, logrando
un resultado editorial realmente notable para su época dentro del mundo
de la prehistoria y la arqueología, mantenido hasta la actualidad (v. Juan
Cabanilles, 2004). Concebida como anuario, fue la primera publicación
de envergadura del Servicio, alcanzando ya en su número inicial una gran
riqueza de contenidos. También en 1929 comenzaba la publicación de las
Memorias anuales de la Dirección, más conocidas como Labor del SIP,
serie que sin duda se encuentra entre las más originales de la arqueología
española del siglo XX por formato y planteamiento. La tercera serie en
aparecer tuvo que esperar hasta 1937, nueve años más tarde que las dos
anteriores. Ésta última, intitulada Treballs Solts y rebautizada —y consolidada— después de la guerra como Trabajos Varios, estaba destinada a
albergar trabajos monográficos de carácter eminentemente valenciano.
Con el tiempo ha llegado a ser la serie más fructífera de la institución en
lo que al número de volúmenes editados se refiere.
Las tres publicaciones remiten a unas décadas en las que la arqueología comenzaba a tomar carta de naturaleza en los ámbitos académicos
e iniciaba su proyección social a diferentes niveles. Las actividades del SIP
y su Museo fueron conocidas en Valencia, España y el extranjero, avaladas por la categoría científica de los resultados obtenidos, pero difundidas
en gran medida a partir de unas publicaciones para las que, desde el primer momento, se trató de lograr la distribución más amplia posible. Son
publicaciones científicas pero también documentos de una época con una
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
ciencia arqueológica en formación, en cuyos textos se palpa el entusiasmo de
unos investigadores que transmitieron con emoción el fruto de sus trabajos.
El Archivo de Prehistoria Levantina
D. Severiano España, trabajador de la Diputación de Valencia,
dibujó la portada del primer número del «Anuario» del Servicio de
Investigación Prehistórica, tomando como referencia la tipografía del
Comprehensorium, vel Vocabularius ex aliis collectus, de Johannes
Grammaticus, impreso por Lambertus Palmar y fechado en Valencia el
23 de febrero de 1475, libro que cuenta con el privilegio de ser uno de
los primeros salidos de las imprentas valencianas y españolas. Su diseño,
mantenido con ligeras modificaciones hasta la actualidad, se ha convertido en uno de los signos distintivos de una publicación que atravesó
serias dificultades en sus dos primeras décadas de vida, periodo durante
el que únicamente pudieron editarse dos números en fechas tan distantes
como 1929 y 1946 (APL I, como Anuario de 1928, y APL II, de 1945).
Portada del primer
volumen del Archivo de
Prehistoria Levantina.
Lámina original a tinta
realizada por María
Encarnación Cabré, hija de
Juán Cabré, publicada en el
tercer volumen del Archivo
de Prehistoria Levantina
(1952) y originalmente en
el número 105 de las
Memorias de la Junta
Superior de Excavaciones
y Antigüedades en 1930.
Bajo el encabezamiento «A guisa de proemio - el servicio de investigación prehistórica y su anuario» realizaba D. Isidro Ballester Tormo la
presentación del primer número de la revista. El director del SIP justificaba
su aparición con las siguientes palabras: «La publicación del presente
Anuario había de ser inmediata consecuencia de la creación del Servicio,
pues la aridez inherente a todo trabajo técnico, que le hace impropio de
revistas corrientes, así como la necesidad de su máxima difusión en el adecuado medio científico, exigían una publicación especializada; pero esta no
debía limitarse a dar solo a conocer las investigaciones del Servicio, si había
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Las primeras publicaciones del SIP
de quedar cumplida la finalidad de propulsión y ayuda a estos estudios que
la Diputación deseara, sino acoger también en sus páginas la labor de los
prehistoriadores levantinos que trabajan fuera de aquél y de cuantos españoles y aún extranjeros estudian nuestro pasado». El marcado acento
«levantino» que aspiraba ofrecer la publicación lo explicaba de la siguiente manera: «Pretendemos recoger en el Anuario toda actuación científicoprehistórica de Levante; deseamos sea aquél reflejo de lo que en él y sobre
él se trabaja; por ello le intitulamos Archivo de Prehistoria Levantina». El
título escogido rememoraba al de la revista El Archivo, creada por Roque
Chabás a finales del siglo XIX y de la que de algún modo la nueva publicación se sentía continuadora. A pesar de su especial dedicación a la prehistoria valenciana, I. Ballester hacía también hincapié en el carácter abierto
del APL, ofreciéndolo «muy especialmente a los estudiosos de las tres provincias hermanas, así como a los de Murcia, Albacete, Teruel y Cuenca por
su actual y pretérita relación con ellas. Quisiéramos que la labor científica
impulsada por la Diputación valenciana fuese obra conjunta y fraterna de
todo Levante, de un amplio Levante ibérico; obra presidida por una gran
transigencia que imposibilite exclusivismos de personas y de escuelas».
Veía así la luz el primer número, con 264 páginas organizadas alrededor de una cuidada concepción editorial, que incluía introducción, un
cuerpo principal formado por 13 artículos de investigación, un noticiario,
notas bibliográficas y un elaborado índice alfabético final de 16 páginas.
Mención especial merece por su cuidada ejecución la parte gráfica de la
revista, con un total de 39 figuras integradas en los diferentes artículos y
56 láminas (no paginadas) que elevan el grueso total del volumen hasta
las 318 páginas. Tal y como anticipaba I. Ballester en el prólogo, los contenidos científicos del primer APL se articularon casi exclusivamente en
torno a yacimientos valencianos; únicamente un trabajo sobre el Canalizo
del Rayo (Minateda, Albacete) y otro general sobre las relaciones entre el
arte ibérico y el griego escapaban de algún modo a esta consideración. El
elenco de autores de este primer volumen incluye al personal del SIP de
aquel momento, I. Ballester, Lluís Pericot, Mariano Jornet, Gonzalo Viñes
y Fernando Ponsell, junto a tres colaboradores singulares, Henri Breuil,
Nicolau Primitiu Gómez Serrano y Pere Bosch Gimpera.
Las vicisitudes políticas y económicas de los años 30 y 40 retrasaron
la edición del segundo número de la revista, ya que problemas como «la
escasez de papel» (Memoria de 1941, p. 316) o «el extremado encarecimiento alcanzado hoy por la edición de libros, imposibilita la continuación
de tal labor» (Memoria de 1940, p. 275). Cuando al fin, en 1946, apareció
el esperado segundo volumen, se sintió obligado I. Ballester a redactar de
nuevo «Unas palabras de prólogo» para reflexionar sobre la evolución de
las publicaciones del SIP y justificar los dieciséis años de demora sufridos
por el segundo número del APL. Problemas básicamente presupuestarios
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Portada y páginas interiores
de distintos números de las
Memorias anuales de la
Dirección o Labor del SIP.
obligaron a recoger las actividades del SIP durante la II República, Guerra
Civil y posguerra en publicaciones de menor envergadura editorial, como la
serie de Memorias anuales de la Dirección, primero, y más tarde la serie de
monografías Treballs Solts. Un cambio en la Institución se produjo como
consecuencia de la creación por parte del CSIC, en 1945, de su «Sección
valenciana de Prehistoria» a través del «Instituto Diego Velázquez», de la
que formaban parte I. Ballester, Domingo Fletcher, Manuel Vidal y López y
Francisco Jordá. Según I. Ballester, la edición del segundo número de la
revista fue posible gracias a «la feliz coincidencia del mecenazgo del
Consejo Superior de Investigaciones con el de la Diputación provincial»
(Memoria de los años 1940-48, p. 13), sumado a una ayuda personal de
11.500 pesetas realizada por el Sr. Rincón de Arellano, presidente de la
Diputación (ibíd., p. 6). La concurrencia del CSIC en la publicación y la vinculación institucional creada vuelve a recordarse al final del volumen (APL
II, p. 447), señalándose en el mismo lugar la creación de subvenciones especiales por parte de la Diputación para dicha edición.
Precisamente en este contexto de colaboración con el CSIC se
publicó en 1942 la clásica obra de L. Pericot sobre La cueva del Parpalló
(Gandía). Editado en plena Segunda Guerra Mundial, el subdirector del
SIP explica en el núm. II del APL (p. 354) que «las circunstancias por las
que ha atravesado Europa han dificultado enormemente el libre intercambio de ideas científicas», lamentando «que nuestra publicación de
los hallazgos de la cueva del Parpalló... haya tenido escaso eco. Apenas
hemos podido difundir la obra por el extranjero, pues varios ejemplares
que intentamos enviar a los arqueólogos franceses se han perdido».
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Las primeras publicaciones del SIP
El propio índice de publicaciones aparecido al final del núm. II de
la revista hace referencia a la misma como Anuario de los años 19291945. La prolongada espera dio como resultado en este caso un volumen
en que los textos casi duplicaron la extensión del primero y las figuras
aumentaron casi hasta el triple; sin embargo, las láminas vieron reducida
su cantidad total. I. Ballester asumió la redacción de una buena parte del
volumen, presentando 3 artículos y 9 notas prehistóricas. L. Pericot,
como subdirector, y algunos de los colaboradores y agregados del SIP
presentaron también sus trabajos, al tiempo que se ampliaba el elenco de
investigadores con contribuciones desde fuera del centro (Augusto
Fernández de Avilés, Salvador Vilaseca, Viktor Lebzelter, Henri Breuil y
Raymond Lantier, N. P. Gómez, A. Beltrán Martínez). Hay que reseñar
que fue precisamente en este volumen, bajo el epígrafe «Actividades del
SIP», donde aparecieron los primeros textos de Enrique Pla.
Portada y páginas
interiores de los primeros
números de la Sèrie de
Treballs Solts del SIP.
Las Memorias anuales de la Dirección
Mediante un Reglamento del año 1900 se había impuesto a los
Secretarios de las Diputaciones Provinciales remitir una Memoria anual a
la Dirección General de Administración relativa a la gestión de dichas corporaciones en sus diferentes unidades orgánicas. En la Memoria de la
Diputación de Valencia de 1927 se incluyeron ya, dentro del apartado
«Bellas Artes», las primeras noticias relativas a la compra de la colección
arqueológica de Fernando Ponsell y a la creación del Servicio de
Investigación Prehistórica y su Museo. De esta Memoria general derivó un
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Lámina de La labor del
Servicio de Investigación
Prehistórica y su museo en
los años 1935 a 1939 con
una de las planchas de
impresión. 1942.
formato muy particular de publicación que inició su andadura en 1929. En
aquel año se editó un pequeño cuaderno de 32 páginas en el que se daba
cuenta de las actividades desarrolladas por el SIP durante el periodo correspondiente a 1928. Dicho cuaderno se proclamaba como una Tirada aparte de la Memoria reglamentaria de la Secretaría de la Diputación, conteniendo el informe elaborado por I. Ballester como Director del Servicio. A
pesar de la utilidad de ésta y las subsiguientes «separatas», veinte años después de su aparición reflexionaba I. Ballester sobre las limitaciones de un
«formato tan poco a propósito para dar a conocer trabajos de investigación con las ilustraciones inexcusables» (Memoria de 1940-48, p. 177). Lo
cierto es que el provecho de esta publicación fue y sigue siendo inmensa, ya
que la serie gozó de continuidad y a través de ella es posible seguir las actividades llevadas a cabo anualmente por el SIP y su Museo hasta 1983.
En palabras de Ballester, las Memorias estuvieron encaminadas
«siempre a recoger las peculiaridades de la vida interna del Servicio, así
como lo más interesante de sus labores investigadoras, de modo que
quede expuesto cuanto a la vida del S.I.P. se refiere» (ibíd., p. 6). La serie
inició en 1929 su publicación con un formato ciertamente modesto, pero
logrando configurar a través de sus contenidos un auténtico registro cronológico de todas las actividades desarrolladas por el Servicio desde su
creación. Además de permitir dar a conocer con prontitud las novedades
más importantes, su carácter de memoria hizo posible dar cuenta de
prospecciones, visitas a yacimientos o pequeños hallazgos que de otra
manera, muy posiblemente, habrían tardado más en publicarse o permanecido inéditos a causa de su modesta entidad.
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Las primeras publicaciones del SIP
A partir de la Memoria general de la Diputación de 1928 se sentó,
pues, un precedente importante al editarse como tirada aparte el texto
relativo al SIP y su Museo que, por su envergadura, contó desde el principio con un apartado propio dentro de la misma. De esta forma se libraron siete cuadernillos correspondientes a los años 1928-1934, intitulados
a partir del segundo Labor del Servicio de Investigación Prehistórica y su
Museo, en los que se reproducían idénticos textos a los incluidos en la
Memoria general. El nombre del primer cuadernillo fue El Servicio de
Investigación Prehistórica y su Museo en 1928, título que únicamente volvió a emplearse para el del año 1944, al reanudarse la edición de separatas anuales que se había interrumpido en 1934. Las memorias publicadas
en los años 1931 y 1934 fueron las primeras en desmarcarse ligeramente
en su forma de la Memoria general, al añadir respectivamente 6 y 9 láminas especialmente preparadas para la ocasión (también la de 1929 era
ligeramente diferente, ya que el cajista tuvo que adaptar el texto de la
separata para encajarlo en un cuadernillo). En la de 1931 se incluían significativas imágenes de plaquetas de la Cova del Parpalló, de cerámicas de
la Cova de la Sarsa o la figura del Guerrer recién hallado en la Bastida de
les Alcusses de Moixent. Por su parte, las láminas de 1934 servían para
presentar por vez primera a la comunidad científica las importantes cerámicas con decoración figurada recuperadas en las excavaciones del Tossal
de Sant Miquel de Llíria, mostradas en las láminas V a IX y reproduciendo los calcos y dibujos de F. Porcar.
La Guerra Civil interrumpió la publicación de esta serie, que volvió
a imprimirse en el año 1942, con el volumen correspondiente al periodo
1935-1939, firmado ya en su portada por I. Ballester. Se trataba en esta
ocasión de una publicación independiente que, aunque respetaba el formato de las Memorias precedentes, ya no era una separata de la Memoria de
la Diputación. El mismo criterio se mantuvo en la Memoria concerniente
a los años 1940-1948, aparecida en marzo de 1950. Se habían editado así
dos memorias de extensión considerablemente superior a las anteriores
(168 páginas con 12 láminas y 182 páginas con 43 láminas), ya que abarcaban periodos notablemente más amplios. La novedad más importante es
que, si bien se compusieron como memorias anuales del SIP, ya no estaban
destinadas a incluirse con el mismo formato en la Memoria general, a la
par que el hecho de montarse y editarse de forma separada, permitió hacer
explícita la autoría en las portadas. A partir de ahora, la inserción de los
informes del SIP en la Memoria general se realizaría mediante una versión
resumida «que comprenda principalmente todos los aspectos de carácter
administrativo..., dejando los científicos para su publicación íntegra próxima a darse a luz» (Memoria de 1940, p. 269). Cuando se reanudó la publicación de las Memorias anuales de la Diputación se volvieron a ofrecer las
separatas de estas versiones resumidas del texto (1944-1950), aunque acabarían desapareciendo como tiradas aparte.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Portada del primer
número de la Serie de
Trabajos Varios editado en
castellano. 1946.
I. Ballester, como director, se encargó de la redacción de todas
estas Memorias; de su pluma tan sólo escaparon las correspondientes
a los años 1932 y 1933, que fueron obra de L. Pericot, del que también se tomaron unas notas sobre «Parpalló» en la de 1930, y el apartado titulado Notas sobre el estudio de las inscripciones ibéricas en
cerámicas de San Miguel, preparado por D. Pío Beltrán Villagrasa en
la de 1934.
Circunstancia peculiar de estas Memorias y tiradas aparte es que
su impresión se llevó a cabo en los talleres de la Casa de Beneficencia
(salvo la de 1944 realizada en Imprenta Sáez), donde se «alberga, educa,
socorre y ocupa a los pobres de ambos sexos que no pueden proveer a
su subsistencia, ni vivir por sí propios por carecer de la protección de sus
familias» (Diputación Provincial de Valencia. Su actuación en el último
quinquenio, Valencia, 1928). La imprenta allí instalada desde 1868 se
encargaba de la impresión de las Memorias de la Diputación y desde
1928 de las tiradas aparte del SIP, en unos años en los que su plantilla
de trabajadores osciló entre los 6 y los 12 asilados. A partir de 1947 fue
rebautizada como Imprenta Provincial, prosiguiendo la labor editora de
estas Memorias.
La serie Treballs Solts / Trabajos Varios
En 1937 se publicaron los cinco primeros números de la nueva Sèrie
de Treballs Solts, breves trabajos monográficos editados con el apoyo del
Consell Provincial - Conselleria de Cultura (que había sustituido a la
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Las primeras publicaciones del SIP
Diputación) a través del recién creado Institut d’Estudis Valencians y su
sección Històrico-Arqueològica (sobre esta etapa del SIP, véase trabajo en
este mismo libro). Todos ellos se editaron en valenciano (traducidos por
F. Almela i Vives), idioma oficial del Institut, convirtiéndose en las únicas
publicaciones arqueológicas realizadas por el SIP durante la Guerra Civil.
A partir del núm. 6, con la Diputación de Valencia restaurada y de nuevo
al frente del SIP tras la guerra, la serie reanudó su trayectoria, pero cambiando el nombre por el de «Serie de Trabajos Varios» y pasando a editarse en castellano. El impresor de la serie fue sin embargo el mismo
durante la guerra y la posguerra, ya que sus doce primeros números,
impresos durante el período 1937-1950, fueron realizados en los talleres
de Federico Doménech. Se tiraron 520 ejemplares de cada uno de estos
cinco primeros números, con un coste por unidad que osciló entre 1,03
pesetas (núm. 2) y 5,44 pesetas (núm. 5).
El núm. 1 de la Sèrie de Treballs Solts, dedicado a El Castellet del
Porquet, yacimiento controvertido situado en l’Olleria, fue la primera
monografía realizada por I. Ballester. Curiosamente, el segundo constituye la publicación más breve de todas las realizadas por la Institución a lo
largo de su prolongada historia: Breus notes sobre el poblat ibèric de St.
Miquel de Llíria, de D. Fletcher, con tan sólo cinco páginas de texto y dos
láminas. Los dos siguientes números fueron un original trabajo sobre Els
insectes en l’art quaternari de Manuel Vidal i López (núm. 3) y Un enterrament prehistòric al Barranc del Cinc (Alcoi) de Camilo Visedo (núm.
4). La autoría de los cuatro primeros números de esta serie recayó sobre
investigadores que trabajaban para el SIP, correspondiendo el quinto a un
Montaje de dibujos para
una ilustración del Corpus
Vasorum Hispanorum.
Cerámica del cerro de San
Miguel de Liria.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
recopilatorio de la obra del jesuita Julius Furgús (1855-1909). Este volumen, que no pudo salir al público hasta abril de 1939, presentaba un conjunto de cinco trabajos sobre prehistoria valenciana dados a conocer originalmente entre 1902 y 1909 en diferentes revistas. En un singular prólogo titulado Raó d’esta publicació, lamenta I. Ballester no haber podido
incluir, por las dificultades postales del momento, un artículo de una
revista belga, ni haber logrado reunir fotografías actualizadas de los
materiales, viéndose obligado a reproducir empeoradas aquellas ya defectuosas de las publicaciones originales. Unas «Aclaraciones necesarias»
redactadas por el mismo Ballester refieren las dificultades que impidieron
la distribución del libro en su momento y tratan de justificar su publicación en valenciano por las circunstancias políticas surgidas a raíz de la
creación del Institut d’Estudis Valencians.
Póstumo en cierto modo fue el ya «Trabajo Vario» núm. 6, que recogía una contribución de G. Viñes, colaborador del SIP víctima de la
Guerra Civil. La mayor singularidad de este número reside, sin embargo,
en que se hicieron del mismo dos ediciones que realmente son dos obras
distintas a pesar de estar editadas con tan sólo cinco años de diferencia
(1942 y 1947). Dedicado a la Cova Negra de «Bellús» y a la Cova del
Parpalló, proporcionaron los contenidos de la primera edición, además de
G. Viñes, José Royo Gómez y Vicente Sos Baynat, paleontólogos del
Museo Nacional de Ciencias Naturales que presentaron las primeras relaciones detalladas de los restos óseos de fauna encontrados en las dos cavidades paleolíticas (ambos investigadores habían realizado dicha tarea de
clasificación durante el traslado a Valencia de la Sección de Paleontología
Taller de imprenta en
la Casa de Beneficencia
donde se editaban las
Memorias de la Diputación
de Valencia y en el que
trabajaban los propios
asilados. 1933.
[Publicada en La Memoria
de la Diputación Provincial
de Valencia de 1933]
92
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Las primeras publicaciones del SIP
del mencionado Museo, al inicio de la guerra). «Por un error de imprenta
—relataban años después D. Fletcher y E. Pla—, el tamaño de este folleto... resultó excesivamente pequeño, por lo que fue propósito de la
Dirección del SIP hacer una nueva edición dentro de las medidas habituales de la Serie, lo que no se logró hasta 1947» (TV 57, p. 22). En esta
segunda edición se añadieron nuevos estudios de Francisco Jordá, L.
Pericot, Santiago Alcobé y M. Vidal, dando carta de naturaleza a una
publicación más completa de 61 páginas, con figuras y seis láminas, en las
que se reproducían el cráneo y algunas de las plaquetas grabadas y pintadas de Parpalló.
La primera edición del núm. 6 y la memoria relativa a los años
1935-1939 fueron las primeras publicaciones editadas por el SIP después de la Guerra Civil, llevando todas ellas pie de imprenta de 1942.
Aunque los núms. 7 y 8 consignan el mismo año en el pie, no aparecieron hasta 1943 (TV 57, 1977, p. 22). El núm. 7 daba a conocer un antiguo trabajo del coronel de ingenieros S. Moreno Tovillas (1832-1888),
titulado Apuntes sobre las estaciones prehistóricas de la Sierra de
Orihuela. El origen de este trabajo se encuentra en una Memoria manuscrita presentada por el autor ante la «Sociedad Arqueológica
Valenciana» en 1872. Dicha obra fue casualmente recuperada por N. P.
Gómez en una librería de anticuario de Valencia, encargándose personalmente de preparar su edición añadiendo una introducción y un anexo
con el dictamen que la Sociedad Arqueológica Valenciana había emitido
referente a dicha Memoria. La autoría del núm. 8 se debe a D. Pío
Beltrán, investigador estrechamente ligado a los temas valencianos,
quien elaboró un trabajo titulado Sobre un interesante vaso escrito de
San Miguel de Liria, dedicado en realidad a cuestiones epigráficas
saguntinas.
La aparición del núm. 9 de la serie en 1944 supuso un ligero cambio formal, ya que las gruesas portadas de cartulina gris-azulada que
habían otorgado hasta entonces un sello particular a la serie, fueron sustituidas por otras de menor gramaje de color blanco. Este número tiene
su significado al constituir la segunda y última monografía publicada
por I. Ballester, si exceptuamos la edición póstuma en 1954 de las cerámicas ibéricas del Tossal de Sant Miquel de Llíria dentro del Corpus
Vasorum Hispanorum (sobre esta publicación, véase trabajo en este
mismo libro). El enterramiento en cueva de Rocafort, título del mencionado Trabajo Vario, incluía un apéndice de S. Alcobé sobre un cráneo
perteneciente a dicho espolio. Este yacimiento eneolítico se había dado
a conocer el 2 de julio de 1933, enterándose I. Ballester del hallazgo por
una nota aparecida en el diario Las Provincias, donde se requería de la
intervención del SIP, que al día siguiente —en su persona— se desplazó
hasta el lugar. Ballester se felicita porque «supimos luego que también el
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Alcalde de Rocafort habíase dirigido al Sr. Presidente de la Diputación
con el mismo objeto, conducta que estimamos digna de aplauso por lo
poco frecuente». El hallazgo se había producido 10 ó 12 días antes,
dedicándose «descubridores» y «convecinos... a ensanchar la entrada, a
destruir la pared encontrada y a revolver el estrato en busca del siempre
esperado tesoro».
El núm. 10 comparte pie de imprenta de 1947 con la segunda edición del núm. 6; al igual que el APL II, ambos fueron patrocinados en
parte por el Instituto Diego de Velázquez del CSIC. El que hacía número diez se publicaba para dar a conocer las Comunicaciones del S.I.P. al
Primer Congreso Arqueológico del Levante (Noviembre 1946). A este
Congreso, promovido por el Catedrático de Historia D. Manuel
Ballesteros, aportaron los miembros del SIP diversos estudios, en palabras de I. Ballester, «no tan reposados como hubieran sido nuestros
deseos». Tras un año de espera y viendo que algunas de las comunicaciones presentadas se iban publicando aisladamente, se optó por preparar este volumen con los trabajos de F. Jordá, L. Pericot, M. Vidal, E.
Pla, José Alcácer, I. Ballester, C. Visedo, Vicente Pascual y D. Fletcher.
No pudo llegar a mediar el siglo sin que las ediciones del SIP sufriesen otra ligera modificación de origen administrativo. Habiendo sido creada por parte de la Diputación en 1947 la «Institución Alfonso el
Magnánimo», el SIP pasó a quedar integrado en la misma, tal y como
refleja la inclusión de su nombre en portadas y portadillas de la Serie
Trabajos Varios a partir de su núm. 11, con fecha de 1949, pero aparecido en marzo de 1950. Se trata en esta ocasión de un trabajo firmado por
F. Jordá y J. Alcácer, y prologado por L. Pericot, sobre La Covacha de
Llatas (Andilla). El núm. 12, aunque lleva pie de imprenta de 1950, ya fue
distribuido en 1951, conteniendo el estudio de J. San Valero sobre La
cueva de la Sarsa (Bocairente - Valencia). Con este volumen, y a los trece
años de su creación, los Trabajos Varios del SIP apenas habían iniciado
una andadura que, como subrayábamos al principio, había de ser de las
más prolíficas del Servicio en cuanto a labor editora.
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