Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
María Jesús de Pedro Michó
2006
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio
de Investigación Prehistórica
María Jesús de Pedro Michó
Servicio de Investigación Prehistórica
En la época en que yo todavía era una estudiante de Prehistoria y
Arqueología de la Universidad de Valencia comencé a frecuentar la
Biblioteca del Servicio de Investigación Prehistórica, por aquel entonces
ubicada en el Palau de la Batlia. Recuerdo aquel espacio repleto de
librerías, estantes y anaqueles llenos de libros, sobrio y no demasiado
luminoso pero cálido y confortable, con una gran mesa en la que compartían lecturas desde el propio director Domingo Fletcher Valls a los
más jóvenes estudiantes e investigadores, pasando por Enrique Pla
Ballester, subdirector del Museo, o Enrique Llobregat Conesa, director
del Museo Arqueológico de Alicante, y por los profesores y catedráticos de nuestra Universidad. En la parte que daba a la plaza de Manises
estaban las mesas de D. Fletcher y E. Pla, y allí, tras la mesa de Don
Domingo, la fotografía de un señor con gafas oscuras, ya mayor y con
la tez muy blanca, casi albina. Era Isidro Ballester Tormo, fundador de
la institución, aunque entonces yo no sabía nada de él y estaba lejos de
imaginar que algún día escribiría estas líneas que pretenden conmemorar ochenta años de actividad de una institución emblemática, pionera
y modélica de lo que ha sido la investigación arqueológica valenciana y
peninsular de las últimas décadas, el Servicio de Investigación
Prehistórica y su Museo de Prehistoria. Sirvan estas líneas de homenaje a todos aquellos que participaron en la realización del proyecto.
Una aproximación biográfica a la persona de D. Isidro Ballester Tormo
Antes de referirnos a la historia de la institución, el Servicio de
Investigación Prehistórica, vamos a centrarnos en la persona que fue su
alma y pieza clave de su éxito. Así, nos preguntamos qué es lo que
sabemos de I. Ballester antes de la creación del SIP. Nos acercamos al
conocimiento del personaje desde las referencias biográficas publicadas
por Bernat Martí Oliver (2006) y a través de los comentarios de aquellos que lo conocieron en vida. Contamos también con una gran canti-
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Retrato de Isidro
Ballester. Hacia 1925.
[José Grollo. Papel.
SIP D/5.727]
dad de notas del propio Ballester, escritas de su puño y letra, impresiones y descripciones de los yacimientos que visita, croquis, dibujos, etc.,
entre los años 1915 y 1929, dispersas en diferentes libretas y hojas
sueltas que se conservan en la Biblioteca del SIP, y también a partir de
la documentación oficial generada durante los primeros años de andadura de la institución a la que representó durante más de 20 años. Al
margen de los hechos conocidos oficialmente y publicados en diversos
trabajos, pretendemos conocer de manera más cercana a la persona,
sus cualidades como investigador, su habilidad política y su mano
izquierda para tratar delicados temas que diariamente se le planteaban
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
desde las instancias políticas, teniendo en cuenta que abordamos un
periodo que se inicia durante la dictadura de Primo de Rivera, pasa por
la vuelta al régimen parlamentario en 1930 y por la formación de un
gobierno republicano, atraviesa una guerra civil y continúa con posterioridad en un gobierno dictatorial en los duros años de la posguerra
española. Las referencias biográficas nos dan cuenta de su nacimiento
en Nerpio (Albacete) el 12 de agosto de 1876. Aunque originaria de la
Vall d’Albaida, la familia de I. Ballester se encontraba en esa localidad
a causa de la profesión de notario ejercida por su padre. A los pocos
años se trasladó a la Pobla del Duc, cursó el primer año de bachillerato en Xàtiva y los restantes en los Padres Escolapios de Gandia, donde
entró en contacto con el P. Leandro Calvo, quien le inculcó la afición
por la arqueología. Estudió Derecho en la Universidad de Valencia,
licenciándose en 1901 y pasó a ejercer como abogado. No obstante, al
margen de su actividad profesional, ejercida en Albaida y en Valencia,
inició de forma temprana sus estudios arqueológicos, prospectando un
gran número de yacimientos.
En su necrológica, publicada en el volumen III del Archivo de
Prehistoria Levantina, de 1952, el entonces Presidente de la
Diputación de Valencia, Francisco Cerdá Reig, habla de cuando lo
conoció; de su fama de joven y hábil político para destacar dentro del
partido Conservador desde el que alcanzó la vicepresidencia de la corporación después de haber pertenecido a ella ininterrumpidamente
desde 1915; y de cómo «en aras a su gran vocación científica, sacrificó su carrera y su bufete, sus aspiraciones políticas, su patrimonio económico y hasta la comodidad de su propia vida familiar». Pero los
aspectos más entrañables vienen expresados por Lluís Pericot García,
colaborador de I. Ballester hasta la muerte de éste, tras 23 años de convivencia: «Cuando don Isidro Ballester estaba en la plenitud de sus
fuerzas y de su entusiasmo creador y yo era uno de los catedráticos
más jóvenes y lleno de ilusiones, la Providencia me llevó a la
Universidad de Valencia y me puso en su camino». L. Pericot (1952)
nos descubre la afición de D. Isidro por la caza, su amor al campo y al
monte, su habilidad para la rebusca y la observación de ligeras huellas,
magnífico prospector de yacimientos arqueológicos. Y nos habla de
sus desgracias familiares: «enviudó muy pronto de su primer matrimonio y su hijo murió también a tempranísima edad. En segundas nupcias, su esposa le prodigaba buenos cuidados hasta que quedó ciega
justo en el momento en que él perdía también la vista, lo que aceleró
su muerte que se produjo el 13 de agosto de 1950». Y de las influencias que marcaron su actividad científica, L. Calvo primero y, más
tarde, Francisco Almarche Vázquez, José Sanchis Sivera, Elías Tormo
Monzó y reputados arqueólogos de Madrid y Barcelona como Manuel
Gómez Moreno y Pere Bosch Gimpera.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Trabajos de excavación
en las proximidades de
Covalta (Albaida).
1906-1919.
[Placa de vidrio. SIP 2.260]
En palabras de L. Pericot, la suerte le acompañó en sus primeros
trabajos de excavación. Hacia 1906 comenzó la exploración del poblado ibérico de Covalta, en Albaida, que excavó entre 1917 y 1919.
Realizó excavaciones en la necrópolis ibérica de Casa del Monte, en
Valdeganga (Albacete) entre 1918 y 1920; y en los poblados de la Edad
del Bronce del Tossal Redó y Tossal del Caldero, en Bellús, entre 1924 y
1925. Entre otros yacimientos, en 1909 visita el Castellet del Porquet de
l’Olleria (Ballester, 1937), interesado en comprobar las citas de Juan
Vilanova y Piera en 1872, de Enrique y Luis Siret, y de Hugo Obermaier;
describe el pozo y dibuja un croquis del mismo, que rectifica en 1926, y
comenta cómo «se hizo de él un tipo arqueológico», haciendo referencia a los dólmenes y túmulos de las tierras valencianas, como el del
Molló de les Mentires de Aielo de Malferit.
De su fecunda actividad durante esos años dan cuenta una serie de
anotaciones dispersas en diferentes cuadernos y libretas. Entre los numerosos yacimientos que descubrió, nos centramos ahora en los poblados
de Bellús, que visita en septiembre de 1922 y excava en 1924, cuando
decide explorar la torre o túmulo del Tossal Redó por tratarse de una
construcción parecida a la del «Sercat» de Gaianes, en la que también se
habían hallado restos humanos y de donde procedían cerámicas y un
hacha que formaban parte de su colección. Continúa la exploración del
Tossal Redó en 1925, pero en 1926, según sus propias notas, no le es
posible excavar por exceso de trabajo. En cuanto al Tossal del Caldero,
empieza su exploración porque cree que la experiencia que le proporcione facilitará la excavación del Tossal Redó; busca la muralla y sólo
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
encuentra una terraza artificial, y al final del diario explica: «El escaso
fondo del poblado (mejor diríamos el ningún fondo, porque es casi todo
roca) nos hace suspender la exploración dedicando los restantes días disponibles a explorar el Tossal Redó, estación que manifiesta un profundo estrato, seguramente más fecundo y de enseñanzas más eficaces».
La influencia de L. Calvo en su formación como arqueólogo se deja
ver al indexar un buen número de estaciones de la comarca de la Safor,
algunas de las cuales visita, comentando cada uno de los aspectos destacados por aquél, dibujando sus materiales o los restos de estructuras.
Sus visitas o exploraciones le llevan igualmente a Villena y Yecla, a
Catadau, Llombai, Montserrat, Godelleta y Torís, a Requena, Utiel,
Sinarcas y Minglanilla, y a los yacimientos del «Sercat» de Gaianes,
solana del Benicadell, Altet de Fontanars en Xàtiva y a la estación iberorromana del Camí de Xàtiva en Guadassèquies. Entre sus notas
comenta también las diferentes visitas realizadas a Bèlgida para conocer
la colección de Mariano Jornet Perales, al que le une una buena amistad, y considera interesantes los fondos de cerámica «caliciforme» y
«cardial», única en las tierras valencianas. Visita l’Atarcó en 1924, describiendo el yacimiento y los silos, y la cerámica neolítica; dibuja las
cerámicas campaniformes que él llama «caliciformes», y los hoyos que
se repiten en Caseta del General, Mandola, Camí de l’Alfogàs y Pedrera,
sin restos humanos; hace referencia al hallazgo de M. Jornet de un cráneo en un hoyo, en una sepultura saqueada, y a otros hallazgos entre
1915 y 1921, dibujando los materiales campaniformes de Beniprí. En
ocasiones se refiere a asuntos de su trabajo de abogado: pleitos, embargos, testamentos, junto a algún apunte de arqueología, un gráfico sobre
pesos y medidas, o el dibujo de la iglesia de Santo Domingo de l’Olleria
con la descripción de los cuadros del altar. Y en diferentes cuadernos
aparecen reflejadas sus visitas a los yacimientos de la Vall d’Albaida con
sus croquis, el dibujo de algunos materiales o las referencias bibliográficas que le parecen más adecuadas.
Conocemos su prestigio, anterior a la creación del SIP, de acuerdo
con sus tempranas excavaciones, tal y como muestra la dedicatoria que
le hace F. Almarche en su obra La antigua civilización ibérica en el Reino
de Valencia (1918): «A D. Isidro Ballester Tormo. Diputado Provincial
por Albaida. Peritísimo en el estudio de la cultura ibérica valenciana»,
libro en el que se mencionan los trabajos de Ballester en Covalta, los
materiales que ha adquirido de Gaianes (Coveta de l’Or), «algunos en
perfecto estado de conservación, que avaloran su ya numerosa colección». Y el descubrimiento de unas cuevas en el «Cerro del Porticholet»,
entre Xàtiva y Benigànim, en 1909. También E. Tormo, en su Guía
Levante (1923), se refiere a algunos de los yacimientos explorados por
Ballester, como la «Cueva Alta, en el monte de la Umbría», si bien no
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
cita ni su excavación ni su colección. Por otra parte, desde la creación
del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia en 192021, Ballester frecuentaba sus reuniones semanales, punto de encuentro
de un amplio grupo de estudiosos (Martí y Villaverde, 1997).
De su actividad política sabemos que estuvo afiliado al partido
Conservador desde su juventud, fue diputado provincial por el distrito
de Xàtiva-Albaida desde 1915 hasta la disolución de las diputaciones
por parte del directorio militar en 1924. Elegido en 1915, su renovación
se produjo en 1919 como conservador-datista; fue de nuevo elegido en
las elecciones parciales de 1920 y renovado en 1921, el año del asesinato de Eduardo Dato, y también en 1923, con un breve mandato en esta
ocasión por la llegada de la dictadura de Primo de Rivera. Con el regreso al régimen parlamentario, en febrero de 1930, I. Ballester volvió a ser
diputado, siendo elegido vicepresidente de la Diputación de Valencia
hasta la proclamación de la República en abril de 1931, cuando se produce la dimisión de la Corporación y la creación de la Junta Provincial,
el 15 de abril de 1931. De su labor como diputado sólo existe una mención a un discurso suyo, respecto a la gota fría ocurrida en otoño de
1923 y a la dificultad de pagos a los que se enfrentan los pueblos de la
comarca (Frasquet, 1995: 309). Pero, «sus amplios conocimientos sobre
la Prehistoria valenciana, su relación con las instituciones culturales y su
directa experiencia como diputado le llevaron a proponer la creación de
un Servicio de Investigación Prehistórica por parte de la Diputación de
Valencia, en 1927, del que fue nombrado director. Desde entonces su
actividad quedó vinculada a la de esta institución, promoviendo la realización de numerosas campañas de excavación y la creación del Museo
de Prehistoria de Valencia» (Martí, 1992).
La creación del Servicio de Investigación Prehistórica. De 1927 a 1931
En palabras de L. Pericot, los contactos de I. Ballester con instituciones en Madrid y Barcelona hicieron germinar en su mente una idea
ambiciosa, la de establecer en Valencia un centro dedicado a la investigación prehistórica. Idea que junto al ofrecimiento de Fernando Ponsell
Cortés en el mes de febrero de 1927 para ceder a la Diputación de
Valencia, a cambio de una indemnización, la colección de materiales que
había ido reuniendo en sus excavaciones («La Diputación me abonará
1.025 pesetas, importe del alquiler del local... y un sueldo de 3.000 pesetas anuales, por excavar y reconstruir todos los objetos y mandarlos a la
Diputación en condiciones...; con la obligación de excavar en los pueblos de la provincia de Alicante que se crea conveniente»), y la «voluntad de la corporación por asumir su condición de cabeza de una región
que había dado a la Prehistoria notables manifestaciones artísticas»,
están en el origen de la creación del Servicio de Investigación
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Panel con materiales
de Covalta (Albaida).
1906-1919.
[Casa Grollo. Placa
de vidrio. SIP 293]
Prehistórica. Así, en su sesión del cinco de mayo, la Comisión Provincial
Permanente solicitaba de I. Ballester, teniendo en cuenta su «especial cultura y reconocida competencia en estudios prehistóricos», un informe
sobre la conveniencia de tal adquisición, «cuyos objetos pudieran ser
principio de un museo cuya creación tiene en estudio esta Corporación».
El escrito de I. Ballester valoraba muy positivamente los fondos de la
colección arqueológica de F. Ponsell, procedentes del poblado ibérico del
Xarpolar de Margarida y del poblado de la Edad del Bronce del Mas de
Menente en Alcoi: «Los fondos son de verdadero interés para el estudio de
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
la prehistoria y protohistoria general española y muy especialmente de la
levantina»; consideraba que su adquisición evitaba la dispersión de los
hallazgos y fijaba un precio de mil quinientas pesetas para su compra; recomendaba la «adquisición completa de la colección», pero sin aceptar las
condiciones de F. Ponsell: «Ha de bastar una cantidad mucho menor, suficiente para los trabajos de excavación y reconstrucción e indemnización al
Director de ellos. Los propósitos abrigados por esa corporación, sobre fundación de un Museo Arqueológico, inducen a un necesario servicio de
excavaciones montado por la misma, obligada consecuencia de aquel. El
Museo de Prehistoria o el Arqueológico con sección de aquella, tienen un
carácter fundamentalmente dinámico..., porque debiendo ser las series que
los compongan elementos para el estudio de remotas civilizaciones casi desconocidas, necesariamente han de vivir tales museos en constante renovación de documentos arqueológicos y en perenne movimiento de contraste
las ideas que aquellos sugieran por sí o las que directamente proporcionen
las excavaciones... Si la Excma. Diputación Provincial se decide, pues, por
la creación de un museo Arqueológico, seguramente que lo hará como parte
de un «Servicio de Investigaciones Arqueológicas» que necesariamente, por
Portada del legajo que
reune los documentos
relacionados con la compra
de la colección de Fernando
Ponsell y la creación del
Museo de Prehistoria.
[Arxiu de la Diputació de
València. ADPV]
la fuerza de las cosas, habrá de comprender, aunque sea modestamente, tres
secciones: excavaciones, museo y publicaciones. La Diputación, puesta en
la alternativa de escoger entre subvencionar excavaciones y efectuarlas de
su cuenta bajo su inspección, se incline por lo último como ensayo de futuras decisiones, imponiéndose tan pequeño sacrificio económico, que no
merece el mencionarse. La indemnización de 1.025 pesetas, es preferible se
denomine precio de adquisición, aumentándolo a 1.500 pesetas».
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
Ballester apostaba por la creación de un Museo Arqueológico
como parte de un Servicio de Investigaciones Arqueológicas que habría
de comprender tres secciones: excavaciones, museo y publicaciones; e
invitaba a la Diputación a efectuar sus propias excavaciones considerando que éste era el mejor medio para acrecentar las colecciones. Al mismo
tiempo, consciente de las limitaciones presupuestarias iniciales, se
decantaba por la conveniencia de dedicarse a la investigación prehistórica, ya que «para lo “arqueológico”, tan amplio, precisaría, si las cosas
se hacían sólo medianamente, muchísimos miles de duros».
El veinte de octubre de 1927 se aprobó la creación del Servicio de
Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia, siendo nombrado I. Ballester su Técnico principal. En el acuerdo de la Comisión se
decide adquirir la colección Ponsell y continuar sus excavaciones con
una consignación anual de 750 pesetas; dirigirse al Laboratorio de
Arqueología de la Universidad de Valencia «para que formule un plan
metódico general de investigación prehistórica en nuestra región y, si
Ponsell acepta, su colección sea el primer paso en el orden de los sucesivos estudios prehistóricos, acordándose también la instalación provisional de la colección de dicho señor y el estudio de la creación de un verdadero Museo Prehistórico. A propuesta del señor diputado ponente de
Enseñanza y Bellas Artes, se acuerda nombrar a D. Isidro Ballester
Tormo Director Técnico del Museo Prehistórico que esta Corporación
se propone crear, teniendo en cuenta al hacer este nombramiento, la
gran cultura del Sr. Ballester, especialmente en materias prehistóricas y
el interés y el acierto con que, desde el primer momento, ha prestado a
esta Corporación su ilustrado consejo».
El 28 de octubre, aceptadas las condiciones por F. Ponsell, se
adquiere la colección, y el 1 de noviembre I. Ballester acepta y agradece
el nombramiento y solicita que su designación sea interina con el fin de
atender a necesidades inaplazables, y efectuar después el nombramiento
definitivo. El 17 de noviembre la Comisión le pide «avance de la cifra
que en concepto suyo deba consignarse en el Presupuesto de 1928 para
instalación de la colección Ponsell y trabajos de excavación que puedan
realizarse». I. Ballester avanza la cifra de 12.000 pesetas, cantidad que
considera necesaria como presupuesto inicial para instalar el museo,
aumentar los fondos con excavaciones y adquisiciones, el montaje de
nuevos fondos, o la creación del taller de reconstrucción; plantea la
necesidad de acordar las normas que han de reglamentar el Servicio y
pide establecer contactos con Lo Rat Penat, con el Centro de Cultura
Valenciana, con el Laboratorio de Arqueología, y también con entidades
de las provincias hermanas como la Sociedad Castellonense de Cultura.
El 25 de abril se dirige a dichos centros y en especial al Laboratorio de
Arqueología, aludiendo «al importante trabajo de recogida de datos y
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clasificación de estaciones de Levante realizado por dicho Laboratorio y
la labor de formación del mapa prehistórico encargado a Pericot». En
breve recibirá el incondicional apoyo de dichas instituciones.
El ambicioso proyecto empezó a tomar forma en los primeros meses
de 1928, y ya el 26 de abril comunica a la Corporación que la Colección
Ponsell ha sido «provisionalmente instalada en los entresuelos llamados
del Torreón del Palacio de la Generalidad». Hace constar la eficaz colaboración de L. Pericot y de M. Jornet («culto teniente coronel del Ejercito
y entusiasta investigador arqueológico»); solicita que se establezcan unas
normas para la reglamentación del Servicio y que continúen las excavaciones de Mas de Menente. Solicita personal de Vías y Obras para el
levantamiento de planos o croquis de las excavaciones; poder disponer
con la rapidez necesaria de medios con que atender a viajes, exploraciones, material de excavación, fotografía, etc.; poder publicar la labor realizada por el Servicio de Investigación Prehistórica; formar una pequeña
biblioteca especializada... «Para llevar a efecto las excavaciones y exploraciones que son principal motivo de la creación de este Servicio, interesa acogerse a la ley de 7 de julio de 1911 y al Reglamento de 1 de marzo
de 1912, y solicitar al estado las autorizaciones».
I. Ballester decidió centrarse en la realización de excavaciones, así
como en su estudio y publicación, como único camino de asentar la institución. En junio de 1928 comunica a la Comisión Permanente el plan
de excavaciones, solicitando las autorizaciones para Cova Negra de
Xàtiva, Cova del Parpalló y Coves del Llop, en Gandia; Altet de
Fontanars de Xàtiva y la Bastida de les Alcusses de Moixent. Los trabajos de exploración son encomendados a L. Pericot, Gonzalo Viñes
Masip y F. Ponsell, además de M. Jornet y el propio Ballester. Y ya en
octubre, finalizados los trabajos, se hace más urgente resolver el problema de locales y la falta de personal. Para la reconstrucción de materiales de Bastida hace venir a F. Ponsell desde Alcoi, el cual ha descubierto
un interesante enterramiento en la Cova de la Sarsa y ha solicitado en su
nombre la concesión de excavaciones, aunque I. Ballester pide que la
Comisión se dirija a la Junta Superior haciendo constar la cesión de
derechos a la Diputación y abonando los gastos a F. Ponsell. Comienza
la preparación del Anuario del Servicio, el Archivo de Prehistoria
Levantina, cuyo primer volumen verá la luz en 1929.
Muy pronto se plantea la conveniencia de adquirir materiales
cuando no hay posibilidad de conseguirlos si no es por compra. En
enero de 1929 se ofrecen al Servicio los materiales de la colección de
Federico de Motos, farmacéutico de Vélez Blanco (Almería), de objetos de las primeras Edades del Metal, de gran importancia para el
museo, según su escrito, «por tratarse de una cultura prehistórica
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madre de la nuestra», por un precio de 1.500 pesetas. Y también otros
lotes de objetos que forman parte de la colección de Manuel Cazurro
Ruiz, de Girona, si bien aparecen citados como ofrecimiento de José
Colominas, de Barcelona. Su descripción es la que sigue: un lote del
paleolítico europeo por 250 pesetas, un cartón con 17 lanzas y puntas
de flecha del bronce por 300 pesetas, dos cartones con 26 hachas del
bronce por 800 pesetas, material de un sepulcro de Burgos por 500
pesetas. Y un importantísimo lote de Ampurias, de objetos griegos,
helenísticos y romanos, todo por 2.500 pesetas, «debiendo llevarse la
adquisición con gran secreto y rapidez si se quiere evitar que la junta
del Museo de Barcelona se nos anticipe o nos dificulte aquella».
Ambas adquisiciones se harán efectivas en enero de 1930.
Cartel del Laboratorio
y Museo de Prehistoria.
A finales de abril de 1929 se solicita la incorporación de Salvador
Espí Martí para atender las necesidades del Laboratorio y Museo y se
propone el nombramiento de L. Pericot como subdirector del Museo y
el de M. Jornet, G. Viñes y F. Ponsell como colaboradores. Emilio
Gandía Ortega, natural de Xàtiva, Conservador del Museo de la
Ciudadela de Barcelona y excavador de Ampurias, es nombrado
Conservador Honorario del Museo de Valencia. En palabras de L.
Pericot, ésta es la época más brillante de la vida de I. Ballester.
Las excavaciones iniciadas son un éxito y el Servicio es felicitado
por diferentes organismos de acuerdo con las actividades desarrolladas:
se adhiere al centenario del Instituto de Arqueología de Berlín, siendo
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
representado en los actos celebrados por el «sabio profesor de la
Universidad de Barcelona D. Pedro Bosch Gimpera»; participa, con una
comunicación de L. Pericot, en el XII Congreso de la Asociación
Española para el progreso de las Ciencias y, en la sesión presidida por el
profesor Mendes Correa de Lisboa, se suceden las alabanzas al Servicio
por parte de los Congresistas en nombre de los cuales hablaron Francesc
Carreras Candi, P. Bosch Gimpera y el presidente de la sesión; participa
igualmente en el IV Congreso Internacional de Prehistoria celebrado en
Barcelona en otoño de 1929 y reciben las felicitaciones de H. Obermaier,
Correa de Serpa Pinto y el presidente del Congreso, José Ramón Mélida;
concurren asimismo a la Exposición Internacional en dicha ciudad con
la presentación del plomo hallado en la Bastida de les Alcusses y otros
materiales de las excavaciones de la Cova del Parpalló y de Cova Negra.
En 1930 el SIP se inscribe de nuevo en el V Congreso Internacional de
Arqueología, a celebrarse en Argel.
Su actividad es reconocida por la Dirección General de Bellas
Artes, recibiendo la felicitación de su director M. Gómez Moreno en una
visita realizada a Valencia, al tiempo que E. Tormo es Ministro de
Instrucción Pública y Bellas Artes. El Ponente de Instrucción Pública
aprovecha la ocasión para solicitar ayuda del Estado, en el sentido de
disponer de ejemplares duplicados obtenidos en las excavaciones de la
Alcúdia de Elx que pudieran formar parte de las colecciones del Museo
de Prehistoria de Valencia. Y también para solicitar al Ministerio de
Instrucción Pública que se sirva fomentar la Biblioteca del SIP con las
obras que publican sus diferentes centros sobre dicha materia, entre
otras la serie de Memorias y Boletines de la Real Academia de la
Historia, las Memorias de la Junta Superior de Excavaciones y
Antigüedades, y las Memorias de la Comisión de Investigaciones
Paleontológicas y Prehistóricas.
El prestigio de la institución va en aumento y las peticiones formuladas por I. Ballester son atendidas por la Diputación: se mantiene la continuidad en cuanto a las excavaciones y la política de adquisición de
colecciones (en 1930 se hace efectiva también la compra de material
arqueológico procedente de las excavaciones de Eivissa a la viuda de
Arturo Pérez Cabrero); y consigue el pago de indemnizaciones a L. Pericot
y a F. Ponsell por los servicios prestados: «La importancia creciente que
fue tomando la labor del Servicio, ha ido imponiendo a las personas que
ayudan a llevarla, una asiduidad cada vez mayor y un esfuerzo más constante, que requiere tanto tiempo y sacrificio que ya no puede quedar sin
compensación adecuada. Claro que de ello queda excluido el que suscribe, porque su intervención es meramente temporal por el tiempo preciso
para el total establecimiento del Servicio, y lo que interesa es dejarlo organizado definitivamente». Resulta sorprendente que I. Ballester intentara
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mantener su labor personal de investigación aludiendo a la provisionalidad de su puesto de dirección: «Continuando nuestra antigua labor personal de investigación en el Valle de Albaida y comarcas colindantes,
hemos de solicitar nos conceda la Junta Superior la R. O. para explorar
ciertos yacimientos. Nuestra labor personal y la realizada como Director
del Servicio, hemos conseguido separarla; cosa fácil porque absorbido
nuestro tiempo sobrante por el Servicio, poco hemos podido hacer por
nuestra cuenta; pero de todos modos hemos encargado la labor de la
Diputación a los colaboradores reservándonos solo la Dirección». Y
sigue: «Creemos justificado, porque nuestra intervención al frente del
Servicio no ha de ser permanente, ni será la continuidad del esfuerzo de
la diputación, ni precisa a la labor de la misma las aludidas estaciones prehistóricas, habiendo tanto campo donde desarrollar estas actividades, el
que solicitemos para nosotros las concesiones de referencia. De otro
modo se nos imposibilitará de continuar nuestra personal labor en sitio
de relativa comodidad para nosotros. De todos modos solicitamos de la
Comisión su parecer sobre este punto». El escrito lleva fecha de 21 de
diciembre de 1929 y, en efecto, I. Ballester efectuará excavaciones por
cuenta propia en la Cova del Camí Reial d’Alacant, de Albaida, y en la
Cova del Barranc del Castellet, de Carrícola, y no hará efectiva la donación de su colección hasta años después.
En marzo de 1930, la Comisión Provincial Permanente acuerda:
«Modificar el régimen económico actual del Servicio de Investigación
Prehistórica de esta Corporación, que está a cargo del Sr. Director
Técnico Don isidro Ballester Tormo, y que desde hoy quedará encomendado al Subdirector del citado Servicio Don Luis Pericot García, y que
las peticiones de fondos libradas a dicho señor Pericot, como las cuentas de justificación formuladas por el mismo, serán autorizadas con el
visto bueno del Sr. Director Técnico». El hecho de que se delegue en L.
Pericot la gestión económica debe ponerse en relación con la elección de
I. Ballester como diputado y su puesto de vicepresidente, siendo
Presidente Pedro J. Serrano.
Los años de la República y la Guerra Civil. De 1931 a 1939
El advenimiento de la República supone una limitación a la autonomía de la que gozaba I. Ballester para dirigir el Servicio y en cuanto a
la toma de decisiones. Así lo expresa en un informe de 28 de mayo de
1931 en el que, entre otros temas, solicita permiso para excavar, ya que
se han producido cambios en la Diputación y no sabe si pueden decidir
por su cuenta. Ese mismo año L. Pericot se traslada a Francia, Inglaterra
e Italia, con una pensión de 4 meses, para estudiar Paleolítico superior
en relación con la importancia de los hallazgos de la Cova del Parpalló,
y le comenta a I. Ballester la conveniencia de no dar forma definitiva al
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
trabajo que está preparando sobre dicha cueva, a publicar en el volumen
II del Archivo de Prehistoria Levantina, hasta que concluya su visita de
estudio. En su ausencia, I. Ballester sugiere que sea M. Jornet el encargado de retirar fondos y rendir cuentas. Por otra parte, se reducen las
consignaciones y se producen cambios profundos en la Diputación. Del
entusiasmo de los primeros años se pasa al pesimismo. Los temas siempre presentes en los escritos de I. Ballester son la falta de espacio, de personal y de recursos, y la actitud totalmente voluntarista del equipo de
colaboradores; el presupuesto se reduce a 500 pesetas en 1932 y se paraliza la actividad de campo. De nuevo hace constar su situación de provisionalidad cuando realiza una petición para que se terminen a la
mayor brevedad posible las obras de los entresuelos llamados salas doradas del Palacio de la Generalidad. Con el fin de que «el museo esté en
buenas condiciones de presentación, para evitar posibles críticas de los
visitantes, especialmente de los extranjeros, y para que, instalado debidamente aquel, pueda apreciarse la labor realizada con los sacrificios
que la diputación se impuso. Ello aparte de que la persona que desempeña esta Dirección está esperando hace tiempo la inauguración del
Museo, para dejar aquella, por creer haber cumplido sobradamente con
un deber de valencianía y de amor a la Diputación que le obligaban a
determinados sacrificios. Por todas estas razones rogamos se insista en
el acuerdo de terminar las obras referidas».
En enero de 1933 la Comisión gestora de la Junta Central aprueba
las bases para la reorganización de SIP: «1. Los trabajos de Prehistoria
dependerán de una manera absoluta de la Ponencia que se convertirá
ahora en Dirección. 2. El personal técnico y administrativo será nombrado por la corporación. 3. Los gastos serán satisfechos por la Diputación
previo visto bueno del Director y aprobación de dicho organismo en
sesión pública. Adicional. Memoria anual; aumentar a 10.000 pesetas la
consignación de 500 del presupuesto de gastos para el ejercicio de 1933».
Cabe pensar que se insta a I. Ballester a dejar la dirección en manos de L.
Pericot. Y, finalmente, el 6 de febrero de 1933, se produce su renuncia al
«cargo que vengo desempeñando desde hace cinco años, sin remuneración alguna, antes bien con perjuicio propio, solo con la buena voluntad
de contribuir a la exaltación de la personalidad de esa Corporación a la
que tanto cariño tenemos los que de ella hemos formado parte. Me considero suficientemente pagado de trabajos y sinsabores con que la creación del Servicio fuera a propuesta mía, con haber organizado sus diversas secciones, el Museo entre ellas que ha llegado a estimarse como uno
de los mejores de España, y haber logrado que por ello sea la Diputación
valenciana conocida bastante más allá de sus estrechos límites administrativos. He sido en ello auxiliado por competente personal que escogí he de
decir que acertadamente, y que hoy hace de todo punto innecesaria mi
presencia en el Servicio».
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
Isidro Ballester en su
despacho. Hacia 1945.
[J. Alcácer]
No obstante, Ballester continúa vinculado al Servicio y las perspectivas vuelven a mejorar con el inicio de las excavaciones en el
Tossal de Sant Miquel de Llíria. Con posterioridad, el 7 de enero de
1935, la Corporación lo nombra Director Honorario del SIP para que
se encargue temporalmente de la Dirección técnica del Museo, toda vez
que sus ocupaciones le impiden aceptarla con carácter definitivo, y en
atención a que L. Pericot se ha trasladado a Barcelona, aunque continúa como colaborador, igual que M. Jornet, G. Viñes, E. Gómez Nadal
y F. Ponsell; siendo agregados D. Fletcher, Ernesto Jiménez Navarro,
Julián San Valero Aparisi y Manuel Vidal y López, y continuando
como reconstructor S. Espí. Y así llegamos al inicio de la guerra que
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
repercute de nuevo en la situación del personal del Servicio, como se
puede ver en sendos escritos remitidos a la Diputación en septiembre de
1936 por S. Espí y por el propio I. Ballester. El primero expone que lleva
trabajando desde 1929 como reconstructor y que aún no ha sido incluido en la plantilla de personal de la Diputación; se ve afectado por el
acuerdo de suspensión de empleados, subalternos, administrativos, etc.,
y protesta al no serle aplicable el referido acuerdo, por desafección alguna al régimen, solicitando su readmisión y su inclusión en la plantilla.
En cuanto a I. Ballester, en representación de todos los que componen el
Servicio, expone a la Diputación que «el personal del Servicio lo integran un director y un subdirector auxiliados por un grupo de personas
con preparación adecuada para la investigación propia del Servicio, que
trabajan de forma desinteresada, son los colaboradores y agregados, y
que nunca han cobrado sueldos ni dietas. Los logros conseguidos lo han
sido a favor de Valencia y su cultura». Tiene dudas sobre si el acuerdo
de suspensión de plantilla les afecta y hace constar que no se consideran
incursos en motivo alguno que justifique la destitución del personal. El
SIP aparece constituido por I. Ballester, L. Pericot, y por los colaboradores y agregados ya citados, además de Francisco Porcar, Francisco Jordá
y José Chocomeli; propone a F. Porcar como colaborador y solicita elevar a la categoría de colaboradores a los agregados. Pide se ratifique a
los actuales componentes, a excepción de Viñes «por circunstancias
especiales». De nuevo, en 1937, propone a F. Porcar como auxiliar técnico del Servicio, «sus fotos de materiales del museo y sus calcos y dibujos de los vasos de Liria dan fe de su labor». Y también en 1938, y finalmente es nombrado auxiliar técnico del SIP, «con carácter de colaborador sin derecho a retribución ninguna, por no figurar este cargo en las
plantillas de esta Corporación».
La inseguridad de la plantilla se deja ver de nuevo en febrero de
1937. S. Espí se dirige al Presidente del Consejo Provincial de Cultura y
expone que fue nombrado jornalero eventual el 1 de mayo de 1929 y
que muchos jornaleros de otros servicios han pasado a plantilla, sin
embargo su solicitud no ha sido atendida. También I. Ballester expone
que lleva trabajando desde el principio como Director del SIP, ayudado
por colaboradores y agregados, sin compensación por el trabajo: «Y
como hoy, al carecer de ingresos profesionales, no me es posible continuar prestando mis servicios a la Corporación provincial sin remuneración suficiente...», solicita ser incluido en plantilla, comparando su
situación con la del Servei d’Investigacions Arqueològiques de
Barcelona. En una nota manuscrita comenta que su escrito y el de S. Espí
no son entregados hasta junio, «se comieron esta solicitud». El tema no
se resuelve hasta acabada la guerra pues, en 1941, insiste en ello.
Finalmente, el 29 de enero de 1942, la Comisión Gestora acordó:
«Confirmar en propiedad a don Isidro Ballester Tormo en su cargo de
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
Director del Servicio de Investigación Prehistórica, nueva denominación
adoptada en la plantilla reorganizada según acuerdo de 15 de diciembre
último y con el haber anual de 8000 pesetas». En el reverso del oficio
hay una diligencia para hacer constar que el 5 de diciembre de 1945 se
aprobó incrementar los haberes de los funcionarios al servicio activo de
la Corporación, a partir del 1 de enero de 1946, percibiendo en consecuencia un sueldo de 12.000 pesetas. Y el 29 de septiembre de 1944 se
produce el acuerdo de la Comisión de Gobernación para que continúe
prestando «sus meritísimos servicios por todo el tiempo necesario para
adquirir derechos pasivos, siempre y cuando lo permitan sus facultades
físicas»; al tiempo que se le reconocen a efectos pasivos todos los servicios prestados a la Corporación con carácter gratuito o retribuido desde
el 20 de octubre de 1927. Y se desestima la última parte de la propuesta referente al aumento de sus haberes.
Pero, siguiendo el curso de los hechos ocurridos durante los años
de guerra, debemos referirnos, aún brevemente, a la creación del Institut
d’Estudis Valencians en 1937 y a la incorporación del Servicio en él. El
conseller de Cultura, Francisco Bosch Morata, comunica a Ballester su
nombramiento como Presidente de la Secció Històrico-Arqueològica de
l’Institut d’Estudis Valencians, el 25 de marzo. El propio F. Bosch solicita del Ministro de Instrucción Pública ayuda para el Museo Provincial
de Prehistoria de Valencia, para que se puedan comprar colecciones particulares valencianas, para acrecentar los fondos del Museo y evitar la
dispersión o desaparición de dichos materiales. Las colecciones que se
proponen adquirir son la de Camilo Visedo Moltó de la Serreta de Alcoi,
la de Francisco Martínez y Martínez de Eivissa, la del propio I. Ballester
de Covalta, Casa del Monte y otras cuevas y despoblados, y la colección
de Enrique Vilaplana y Juliá de Les Llometes de Alcoi, solicitando
60.000 pesetas para ello. Finalmente, la subvención concedida a través
del IEV es de 30.000 pesetas y con ella se efectúa la adquisición de la
colección Martínez y Martínez, y de la colección reunida por Ernesto
Botella Candela, de materiales del poblado de la Edad del Bronce de
Mola Alta de Serelles de Alcoi.
Y llegamos a febrero de 1938, momento en que los bombardeos
sobre la ciudad hacen necesario el traslado de los materiales del museo a
los sótanos de la Generalitat, en la llamada torre, para lo que habría que
construir un banco corrido y un anaquel más alto. Ballester insiste en que
se «atienda cuanto antes al vaciado del sótano de los materiales de combustión fácil y de lo que estorbe al plan propuesto y a amparar de las
explosiones, mediante muros de ladrillo, las ventanas de los entresuelos.
Para ello el SIP, de sus propios medios, ayudaría con la pequeña cantidad
de 1.500 pesetas, lamentando no poder hacerlo de suma mayor». Al parecer no hubo respuesta a dicha petición y, en enero de 1939, el Presidente
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Notas manuscritas de
Isidro Ballester sobre
la Cova de la Sarsa
(Bocairent).
Notas manuscritas de
Isidro Ballester sobre un
libro de Gordon Childe.
de la Junta Delegada de Incautación, Protección y Conservación del
Tesoro Artístico Nacional de Valencia, en oficio dirigido al Presidente del
Consejo Provincial, manifiesta «la conveniencia de que procedamos a la
recogida de los objetos guardados en el Museo de Prehistoria, los cuales
serían conservados y custodiados en los depósitos que esta Junta tiene
establecido en Valencia, esperando lo comunique al Director de dicho
establecimiento para proceder seguidamente a lo acordado». La respuesta
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
de I. Ballester es tajante: «El material que necesita preservarse y custodiarse es en su mayoría cerámica de extremada fragilidad, que hace difícil y
delicado su manejo dentro del Museo, por lo que ni deben ni pueden
sacarse de él si no se quiere correr el riesgo de que vuelvan a transformarse de nuevo en un montón de cascos rotos. Y lo mismo para los hierros...»;
su informe es rotundamente contrario a que del Museo se saque pieza
alguna y añade que hace tiempo que se ha pedido habilitar el sótano para
instalar allí las piezas con el menor riesgo posible, adelantándose el
Consejo Provincial a la Junta.
Los fondos permanecieron en la Generalitat en su mayoría,
excepción hecha de los materiales paleontológicos de Cova Negra y
Cova del Parpalló que, junto a colecciones del Museo de Ciencias
Naturales de Madrid, se trasladan a otras dependencias, como prueba un escrito del Ministerio de Educación Nacional, Servicio de
Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, Zona de Levante que
dice: «En el Hospital de Sacerdotes Pobres del Milagro y juntamente con material del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, hay
material osteológico perteneciente a ese Servicio. Espero ponerme
de acuerdo con V. para hacerle entrega del mismo en el momento en
que quiera disponer de él. Dios guarde a V. muchos años. Valencia
9 de junio de 1939. Año de la Victoria. El Alférez Jefe del Servicio
Luis Monreal y Tejada».
Era el final de la contienda. Ballester fue admitido en su cargo:
«Tengo el gusto de poner en conocimiento de V. que en virtud de la
información obtenida de su conducta en relación con el Glorioso
Movimiento Nacional y de conformidad con el informe del Sr. Juez
Instructor, el Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia, en funciones
de Presidente de esta Diputación, ha tenido a bien admitirle en su cargo
de Director del Servicio de Investigación Prehistórica provincial, sin
imposición de sanción alguna y sin perjuicio de lo que la Corporación
acuerde en su día. Lo que comunico a V. para su conocimiento y satisfacción. Dios salve a España y guarde a V. muchos años. Valencia 21 de
julio de 1939. Año de la Victoria».
La continuidad de I. Ballester al frente del SIP daba apariencia de
normalidad y en breve se reanudan los trabajos de excavación en el
Tossal de Sant Miquel y en otros nuevos yacimientos. Se distribuye el
Treball Solt número 5, con pie de imprenta de 1937 y escrito en valenciano, con una nota aclaratoria de I. Ballester, y el número 6, ya en castellano, como Trabajo Vario (Martí y Villaverde, 1997). Se iniciaba una
nueva etapa que, aún significando la consolidación del Servicio y del
Museo de Prehistoria, y el crecimiento de las colecciones y de la plantilla, estuvo marcada por significativas ausencias y proyectos truncados.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
L. Pericot estaba en Barcelona, aunque mantendrá su vinculación con la
institución; G. Viñes había sido asesinado en los primeros meses de la
guerra; E. Gómez Nadal se exilia y su nombre desaparece repentinamente de la lista de colaboradores. Tras años difíciles, al finalizar la década
de los cuarenta, aquellos alumnos de L. Pericot, como D. Fletcher, J. San
Valero y F. Jordá, se incorporarán a la responsabilidad de nuestras instituciones científicas; se recuperará poco a poco el entusiasmo y surgirán nuevos proyectos y nuevos colaboradores, como José Alcácer Grau
y E. Pla, y en 1950 D. Fletcher asume la dirección del SIP. Sin entrar en
detalles sobre esta nueva etapa, sí queremos señalar la existencia de
importantes lazos personales tejidos en torno a I. Ballester y a L. Pericot,
rodeados siempre por un excelente equipo de colaboradores que, a su
vez, mantuvieron vivo el espíritu investigador y el ambiente de trabajo
del que, tras ochenta años, todos los que formamos parte de la institución nos sentimos herederos.
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio
de Investigación Prehistórica
María Jesús de Pedro Michó
Servicio de Investigación Prehistórica
En la época en que yo todavía era una estudiante de Prehistoria y
Arqueología de la Universidad de Valencia comencé a frecuentar la
Biblioteca del Servicio de Investigación Prehistórica, por aquel entonces
ubicada en el Palau de la Batlia. Recuerdo aquel espacio repleto de
librerías, estantes y anaqueles llenos de libros, sobrio y no demasiado
luminoso pero cálido y confortable, con una gran mesa en la que compartían lecturas desde el propio director Domingo Fletcher Valls a los
más jóvenes estudiantes e investigadores, pasando por Enrique Pla
Ballester, subdirector del Museo, o Enrique Llobregat Conesa, director
del Museo Arqueológico de Alicante, y por los profesores y catedráticos de nuestra Universidad. En la parte que daba a la plaza de Manises
estaban las mesas de D. Fletcher y E. Pla, y allí, tras la mesa de Don
Domingo, la fotografía de un señor con gafas oscuras, ya mayor y con
la tez muy blanca, casi albina. Era Isidro Ballester Tormo, fundador de
la institución, aunque entonces yo no sabía nada de él y estaba lejos de
imaginar que algún día escribiría estas líneas que pretenden conmemorar ochenta años de actividad de una institución emblemática, pionera
y modélica de lo que ha sido la investigación arqueológica valenciana y
peninsular de las últimas décadas, el Servicio de Investigación
Prehistórica y su Museo de Prehistoria. Sirvan estas líneas de homenaje a todos aquellos que participaron en la realización del proyecto.
Una aproximación biográfica a la persona de D. Isidro Ballester Tormo
Antes de referirnos a la historia de la institución, el Servicio de
Investigación Prehistórica, vamos a centrarnos en la persona que fue su
alma y pieza clave de su éxito. Así, nos preguntamos qué es lo que
sabemos de I. Ballester antes de la creación del SIP. Nos acercamos al
conocimiento del personaje desde las referencias biográficas publicadas
por Bernat Martí Oliver (2006) y a través de los comentarios de aquellos que lo conocieron en vida. Contamos también con una gran canti-
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Retrato de Isidro
Ballester. Hacia 1925.
[José Grollo. Papel.
SIP D/5.727]
dad de notas del propio Ballester, escritas de su puño y letra, impresiones y descripciones de los yacimientos que visita, croquis, dibujos, etc.,
entre los años 1915 y 1929, dispersas en diferentes libretas y hojas
sueltas que se conservan en la Biblioteca del SIP, y también a partir de
la documentación oficial generada durante los primeros años de andadura de la institución a la que representó durante más de 20 años. Al
margen de los hechos conocidos oficialmente y publicados en diversos
trabajos, pretendemos conocer de manera más cercana a la persona,
sus cualidades como investigador, su habilidad política y su mano
izquierda para tratar delicados temas que diariamente se le planteaban
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
desde las instancias políticas, teniendo en cuenta que abordamos un
periodo que se inicia durante la dictadura de Primo de Rivera, pasa por
la vuelta al régimen parlamentario en 1930 y por la formación de un
gobierno republicano, atraviesa una guerra civil y continúa con posterioridad en un gobierno dictatorial en los duros años de la posguerra
española. Las referencias biográficas nos dan cuenta de su nacimiento
en Nerpio (Albacete) el 12 de agosto de 1876. Aunque originaria de la
Vall d’Albaida, la familia de I. Ballester se encontraba en esa localidad
a causa de la profesión de notario ejercida por su padre. A los pocos
años se trasladó a la Pobla del Duc, cursó el primer año de bachillerato en Xàtiva y los restantes en los Padres Escolapios de Gandia, donde
entró en contacto con el P. Leandro Calvo, quien le inculcó la afición
por la arqueología. Estudió Derecho en la Universidad de Valencia,
licenciándose en 1901 y pasó a ejercer como abogado. No obstante, al
margen de su actividad profesional, ejercida en Albaida y en Valencia,
inició de forma temprana sus estudios arqueológicos, prospectando un
gran número de yacimientos.
En su necrológica, publicada en el volumen III del Archivo de
Prehistoria Levantina, de 1952, el entonces Presidente de la
Diputación de Valencia, Francisco Cerdá Reig, habla de cuando lo
conoció; de su fama de joven y hábil político para destacar dentro del
partido Conservador desde el que alcanzó la vicepresidencia de la corporación después de haber pertenecido a ella ininterrumpidamente
desde 1915; y de cómo «en aras a su gran vocación científica, sacrificó su carrera y su bufete, sus aspiraciones políticas, su patrimonio económico y hasta la comodidad de su propia vida familiar». Pero los
aspectos más entrañables vienen expresados por Lluís Pericot García,
colaborador de I. Ballester hasta la muerte de éste, tras 23 años de convivencia: «Cuando don Isidro Ballester estaba en la plenitud de sus
fuerzas y de su entusiasmo creador y yo era uno de los catedráticos
más jóvenes y lleno de ilusiones, la Providencia me llevó a la
Universidad de Valencia y me puso en su camino». L. Pericot (1952)
nos descubre la afición de D. Isidro por la caza, su amor al campo y al
monte, su habilidad para la rebusca y la observación de ligeras huellas,
magnífico prospector de yacimientos arqueológicos. Y nos habla de
sus desgracias familiares: «enviudó muy pronto de su primer matrimonio y su hijo murió también a tempranísima edad. En segundas nupcias, su esposa le prodigaba buenos cuidados hasta que quedó ciega
justo en el momento en que él perdía también la vista, lo que aceleró
su muerte que se produjo el 13 de agosto de 1950». Y de las influencias que marcaron su actividad científica, L. Calvo primero y, más
tarde, Francisco Almarche Vázquez, José Sanchis Sivera, Elías Tormo
Monzó y reputados arqueólogos de Madrid y Barcelona como Manuel
Gómez Moreno y Pere Bosch Gimpera.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Trabajos de excavación
en las proximidades de
Covalta (Albaida).
1906-1919.
[Placa de vidrio. SIP 2.260]
En palabras de L. Pericot, la suerte le acompañó en sus primeros
trabajos de excavación. Hacia 1906 comenzó la exploración del poblado ibérico de Covalta, en Albaida, que excavó entre 1917 y 1919.
Realizó excavaciones en la necrópolis ibérica de Casa del Monte, en
Valdeganga (Albacete) entre 1918 y 1920; y en los poblados de la Edad
del Bronce del Tossal Redó y Tossal del Caldero, en Bellús, entre 1924 y
1925. Entre otros yacimientos, en 1909 visita el Castellet del Porquet de
l’Olleria (Ballester, 1937), interesado en comprobar las citas de Juan
Vilanova y Piera en 1872, de Enrique y Luis Siret, y de Hugo Obermaier;
describe el pozo y dibuja un croquis del mismo, que rectifica en 1926, y
comenta cómo «se hizo de él un tipo arqueológico», haciendo referencia a los dólmenes y túmulos de las tierras valencianas, como el del
Molló de les Mentires de Aielo de Malferit.
De su fecunda actividad durante esos años dan cuenta una serie de
anotaciones dispersas en diferentes cuadernos y libretas. Entre los numerosos yacimientos que descubrió, nos centramos ahora en los poblados
de Bellús, que visita en septiembre de 1922 y excava en 1924, cuando
decide explorar la torre o túmulo del Tossal Redó por tratarse de una
construcción parecida a la del «Sercat» de Gaianes, en la que también se
habían hallado restos humanos y de donde procedían cerámicas y un
hacha que formaban parte de su colección. Continúa la exploración del
Tossal Redó en 1925, pero en 1926, según sus propias notas, no le es
posible excavar por exceso de trabajo. En cuanto al Tossal del Caldero,
empieza su exploración porque cree que la experiencia que le proporcione facilitará la excavación del Tossal Redó; busca la muralla y sólo
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
encuentra una terraza artificial, y al final del diario explica: «El escaso
fondo del poblado (mejor diríamos el ningún fondo, porque es casi todo
roca) nos hace suspender la exploración dedicando los restantes días disponibles a explorar el Tossal Redó, estación que manifiesta un profundo estrato, seguramente más fecundo y de enseñanzas más eficaces».
La influencia de L. Calvo en su formación como arqueólogo se deja
ver al indexar un buen número de estaciones de la comarca de la Safor,
algunas de las cuales visita, comentando cada uno de los aspectos destacados por aquél, dibujando sus materiales o los restos de estructuras.
Sus visitas o exploraciones le llevan igualmente a Villena y Yecla, a
Catadau, Llombai, Montserrat, Godelleta y Torís, a Requena, Utiel,
Sinarcas y Minglanilla, y a los yacimientos del «Sercat» de Gaianes,
solana del Benicadell, Altet de Fontanars en Xàtiva y a la estación iberorromana del Camí de Xàtiva en Guadassèquies. Entre sus notas
comenta también las diferentes visitas realizadas a Bèlgida para conocer
la colección de Mariano Jornet Perales, al que le une una buena amistad, y considera interesantes los fondos de cerámica «caliciforme» y
«cardial», única en las tierras valencianas. Visita l’Atarcó en 1924, describiendo el yacimiento y los silos, y la cerámica neolítica; dibuja las
cerámicas campaniformes que él llama «caliciformes», y los hoyos que
se repiten en Caseta del General, Mandola, Camí de l’Alfogàs y Pedrera,
sin restos humanos; hace referencia al hallazgo de M. Jornet de un cráneo en un hoyo, en una sepultura saqueada, y a otros hallazgos entre
1915 y 1921, dibujando los materiales campaniformes de Beniprí. En
ocasiones se refiere a asuntos de su trabajo de abogado: pleitos, embargos, testamentos, junto a algún apunte de arqueología, un gráfico sobre
pesos y medidas, o el dibujo de la iglesia de Santo Domingo de l’Olleria
con la descripción de los cuadros del altar. Y en diferentes cuadernos
aparecen reflejadas sus visitas a los yacimientos de la Vall d’Albaida con
sus croquis, el dibujo de algunos materiales o las referencias bibliográficas que le parecen más adecuadas.
Conocemos su prestigio, anterior a la creación del SIP, de acuerdo
con sus tempranas excavaciones, tal y como muestra la dedicatoria que
le hace F. Almarche en su obra La antigua civilización ibérica en el Reino
de Valencia (1918): «A D. Isidro Ballester Tormo. Diputado Provincial
por Albaida. Peritísimo en el estudio de la cultura ibérica valenciana»,
libro en el que se mencionan los trabajos de Ballester en Covalta, los
materiales que ha adquirido de Gaianes (Coveta de l’Or), «algunos en
perfecto estado de conservación, que avaloran su ya numerosa colección». Y el descubrimiento de unas cuevas en el «Cerro del Porticholet»,
entre Xàtiva y Benigànim, en 1909. También E. Tormo, en su Guía
Levante (1923), se refiere a algunos de los yacimientos explorados por
Ballester, como la «Cueva Alta, en el monte de la Umbría», si bien no
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
cita ni su excavación ni su colección. Por otra parte, desde la creación
del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia en 192021, Ballester frecuentaba sus reuniones semanales, punto de encuentro
de un amplio grupo de estudiosos (Martí y Villaverde, 1997).
De su actividad política sabemos que estuvo afiliado al partido
Conservador desde su juventud, fue diputado provincial por el distrito
de Xàtiva-Albaida desde 1915 hasta la disolución de las diputaciones
por parte del directorio militar en 1924. Elegido en 1915, su renovación
se produjo en 1919 como conservador-datista; fue de nuevo elegido en
las elecciones parciales de 1920 y renovado en 1921, el año del asesinato de Eduardo Dato, y también en 1923, con un breve mandato en esta
ocasión por la llegada de la dictadura de Primo de Rivera. Con el regreso al régimen parlamentario, en febrero de 1930, I. Ballester volvió a ser
diputado, siendo elegido vicepresidente de la Diputación de Valencia
hasta la proclamación de la República en abril de 1931, cuando se produce la dimisión de la Corporación y la creación de la Junta Provincial,
el 15 de abril de 1931. De su labor como diputado sólo existe una mención a un discurso suyo, respecto a la gota fría ocurrida en otoño de
1923 y a la dificultad de pagos a los que se enfrentan los pueblos de la
comarca (Frasquet, 1995: 309). Pero, «sus amplios conocimientos sobre
la Prehistoria valenciana, su relación con las instituciones culturales y su
directa experiencia como diputado le llevaron a proponer la creación de
un Servicio de Investigación Prehistórica por parte de la Diputación de
Valencia, en 1927, del que fue nombrado director. Desde entonces su
actividad quedó vinculada a la de esta institución, promoviendo la realización de numerosas campañas de excavación y la creación del Museo
de Prehistoria de Valencia» (Martí, 1992).
La creación del Servicio de Investigación Prehistórica. De 1927 a 1931
En palabras de L. Pericot, los contactos de I. Ballester con instituciones en Madrid y Barcelona hicieron germinar en su mente una idea
ambiciosa, la de establecer en Valencia un centro dedicado a la investigación prehistórica. Idea que junto al ofrecimiento de Fernando Ponsell
Cortés en el mes de febrero de 1927 para ceder a la Diputación de
Valencia, a cambio de una indemnización, la colección de materiales que
había ido reuniendo en sus excavaciones («La Diputación me abonará
1.025 pesetas, importe del alquiler del local... y un sueldo de 3.000 pesetas anuales, por excavar y reconstruir todos los objetos y mandarlos a la
Diputación en condiciones...; con la obligación de excavar en los pueblos de la provincia de Alicante que se crea conveniente»), y la «voluntad de la corporación por asumir su condición de cabeza de una región
que había dado a la Prehistoria notables manifestaciones artísticas»,
están en el origen de la creación del Servicio de Investigación
52
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
Panel con materiales
de Covalta (Albaida).
1906-1919.
[Casa Grollo. Placa
de vidrio. SIP 293]
Prehistórica. Así, en su sesión del cinco de mayo, la Comisión Provincial
Permanente solicitaba de I. Ballester, teniendo en cuenta su «especial cultura y reconocida competencia en estudios prehistóricos», un informe
sobre la conveniencia de tal adquisición, «cuyos objetos pudieran ser
principio de un museo cuya creación tiene en estudio esta Corporación».
El escrito de I. Ballester valoraba muy positivamente los fondos de la
colección arqueológica de F. Ponsell, procedentes del poblado ibérico del
Xarpolar de Margarida y del poblado de la Edad del Bronce del Mas de
Menente en Alcoi: «Los fondos son de verdadero interés para el estudio de
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
la prehistoria y protohistoria general española y muy especialmente de la
levantina»; consideraba que su adquisición evitaba la dispersión de los
hallazgos y fijaba un precio de mil quinientas pesetas para su compra; recomendaba la «adquisición completa de la colección», pero sin aceptar las
condiciones de F. Ponsell: «Ha de bastar una cantidad mucho menor, suficiente para los trabajos de excavación y reconstrucción e indemnización al
Director de ellos. Los propósitos abrigados por esa corporación, sobre fundación de un Museo Arqueológico, inducen a un necesario servicio de
excavaciones montado por la misma, obligada consecuencia de aquel. El
Museo de Prehistoria o el Arqueológico con sección de aquella, tienen un
carácter fundamentalmente dinámico..., porque debiendo ser las series que
los compongan elementos para el estudio de remotas civilizaciones casi desconocidas, necesariamente han de vivir tales museos en constante renovación de documentos arqueológicos y en perenne movimiento de contraste
las ideas que aquellos sugieran por sí o las que directamente proporcionen
las excavaciones... Si la Excma. Diputación Provincial se decide, pues, por
la creación de un museo Arqueológico, seguramente que lo hará como parte
de un «Servicio de Investigaciones Arqueológicas» que necesariamente, por
Portada del legajo que
reune los documentos
relacionados con la compra
de la colección de Fernando
Ponsell y la creación del
Museo de Prehistoria.
[Arxiu de la Diputació de
València. ADPV]
la fuerza de las cosas, habrá de comprender, aunque sea modestamente, tres
secciones: excavaciones, museo y publicaciones. La Diputación, puesta en
la alternativa de escoger entre subvencionar excavaciones y efectuarlas de
su cuenta bajo su inspección, se incline por lo último como ensayo de futuras decisiones, imponiéndose tan pequeño sacrificio económico, que no
merece el mencionarse. La indemnización de 1.025 pesetas, es preferible se
denomine precio de adquisición, aumentándolo a 1.500 pesetas».
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
Ballester apostaba por la creación de un Museo Arqueológico
como parte de un Servicio de Investigaciones Arqueológicas que habría
de comprender tres secciones: excavaciones, museo y publicaciones; e
invitaba a la Diputación a efectuar sus propias excavaciones considerando que éste era el mejor medio para acrecentar las colecciones. Al mismo
tiempo, consciente de las limitaciones presupuestarias iniciales, se
decantaba por la conveniencia de dedicarse a la investigación prehistórica, ya que «para lo “arqueológico”, tan amplio, precisaría, si las cosas
se hacían sólo medianamente, muchísimos miles de duros».
El veinte de octubre de 1927 se aprobó la creación del Servicio de
Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia, siendo nombrado I. Ballester su Técnico principal. En el acuerdo de la Comisión se
decide adquirir la colección Ponsell y continuar sus excavaciones con
una consignación anual de 750 pesetas; dirigirse al Laboratorio de
Arqueología de la Universidad de Valencia «para que formule un plan
metódico general de investigación prehistórica en nuestra región y, si
Ponsell acepta, su colección sea el primer paso en el orden de los sucesivos estudios prehistóricos, acordándose también la instalación provisional de la colección de dicho señor y el estudio de la creación de un verdadero Museo Prehistórico. A propuesta del señor diputado ponente de
Enseñanza y Bellas Artes, se acuerda nombrar a D. Isidro Ballester
Tormo Director Técnico del Museo Prehistórico que esta Corporación
se propone crear, teniendo en cuenta al hacer este nombramiento, la
gran cultura del Sr. Ballester, especialmente en materias prehistóricas y
el interés y el acierto con que, desde el primer momento, ha prestado a
esta Corporación su ilustrado consejo».
El 28 de octubre, aceptadas las condiciones por F. Ponsell, se
adquiere la colección, y el 1 de noviembre I. Ballester acepta y agradece
el nombramiento y solicita que su designación sea interina con el fin de
atender a necesidades inaplazables, y efectuar después el nombramiento
definitivo. El 17 de noviembre la Comisión le pide «avance de la cifra
que en concepto suyo deba consignarse en el Presupuesto de 1928 para
instalación de la colección Ponsell y trabajos de excavación que puedan
realizarse». I. Ballester avanza la cifra de 12.000 pesetas, cantidad que
considera necesaria como presupuesto inicial para instalar el museo,
aumentar los fondos con excavaciones y adquisiciones, el montaje de
nuevos fondos, o la creación del taller de reconstrucción; plantea la
necesidad de acordar las normas que han de reglamentar el Servicio y
pide establecer contactos con Lo Rat Penat, con el Centro de Cultura
Valenciana, con el Laboratorio de Arqueología, y también con entidades
de las provincias hermanas como la Sociedad Castellonense de Cultura.
El 25 de abril se dirige a dichos centros y en especial al Laboratorio de
Arqueología, aludiendo «al importante trabajo de recogida de datos y
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
clasificación de estaciones de Levante realizado por dicho Laboratorio y
la labor de formación del mapa prehistórico encargado a Pericot». En
breve recibirá el incondicional apoyo de dichas instituciones.
El ambicioso proyecto empezó a tomar forma en los primeros meses
de 1928, y ya el 26 de abril comunica a la Corporación que la Colección
Ponsell ha sido «provisionalmente instalada en los entresuelos llamados
del Torreón del Palacio de la Generalidad». Hace constar la eficaz colaboración de L. Pericot y de M. Jornet («culto teniente coronel del Ejercito
y entusiasta investigador arqueológico»); solicita que se establezcan unas
normas para la reglamentación del Servicio y que continúen las excavaciones de Mas de Menente. Solicita personal de Vías y Obras para el
levantamiento de planos o croquis de las excavaciones; poder disponer
con la rapidez necesaria de medios con que atender a viajes, exploraciones, material de excavación, fotografía, etc.; poder publicar la labor realizada por el Servicio de Investigación Prehistórica; formar una pequeña
biblioteca especializada... «Para llevar a efecto las excavaciones y exploraciones que son principal motivo de la creación de este Servicio, interesa acogerse a la ley de 7 de julio de 1911 y al Reglamento de 1 de marzo
de 1912, y solicitar al estado las autorizaciones».
I. Ballester decidió centrarse en la realización de excavaciones, así
como en su estudio y publicación, como único camino de asentar la institución. En junio de 1928 comunica a la Comisión Permanente el plan
de excavaciones, solicitando las autorizaciones para Cova Negra de
Xàtiva, Cova del Parpalló y Coves del Llop, en Gandia; Altet de
Fontanars de Xàtiva y la Bastida de les Alcusses de Moixent. Los trabajos de exploración son encomendados a L. Pericot, Gonzalo Viñes
Masip y F. Ponsell, además de M. Jornet y el propio Ballester. Y ya en
octubre, finalizados los trabajos, se hace más urgente resolver el problema de locales y la falta de personal. Para la reconstrucción de materiales de Bastida hace venir a F. Ponsell desde Alcoi, el cual ha descubierto
un interesante enterramiento en la Cova de la Sarsa y ha solicitado en su
nombre la concesión de excavaciones, aunque I. Ballester pide que la
Comisión se dirija a la Junta Superior haciendo constar la cesión de
derechos a la Diputación y abonando los gastos a F. Ponsell. Comienza
la preparación del Anuario del Servicio, el Archivo de Prehistoria
Levantina, cuyo primer volumen verá la luz en 1929.
Muy pronto se plantea la conveniencia de adquirir materiales
cuando no hay posibilidad de conseguirlos si no es por compra. En
enero de 1929 se ofrecen al Servicio los materiales de la colección de
Federico de Motos, farmacéutico de Vélez Blanco (Almería), de objetos de las primeras Edades del Metal, de gran importancia para el
museo, según su escrito, «por tratarse de una cultura prehistórica
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
madre de la nuestra», por un precio de 1.500 pesetas. Y también otros
lotes de objetos que forman parte de la colección de Manuel Cazurro
Ruiz, de Girona, si bien aparecen citados como ofrecimiento de José
Colominas, de Barcelona. Su descripción es la que sigue: un lote del
paleolítico europeo por 250 pesetas, un cartón con 17 lanzas y puntas
de flecha del bronce por 300 pesetas, dos cartones con 26 hachas del
bronce por 800 pesetas, material de un sepulcro de Burgos por 500
pesetas. Y un importantísimo lote de Ampurias, de objetos griegos,
helenísticos y romanos, todo por 2.500 pesetas, «debiendo llevarse la
adquisición con gran secreto y rapidez si se quiere evitar que la junta
del Museo de Barcelona se nos anticipe o nos dificulte aquella».
Ambas adquisiciones se harán efectivas en enero de 1930.
Cartel del Laboratorio
y Museo de Prehistoria.
A finales de abril de 1929 se solicita la incorporación de Salvador
Espí Martí para atender las necesidades del Laboratorio y Museo y se
propone el nombramiento de L. Pericot como subdirector del Museo y
el de M. Jornet, G. Viñes y F. Ponsell como colaboradores. Emilio
Gandía Ortega, natural de Xàtiva, Conservador del Museo de la
Ciudadela de Barcelona y excavador de Ampurias, es nombrado
Conservador Honorario del Museo de Valencia. En palabras de L.
Pericot, ésta es la época más brillante de la vida de I. Ballester.
Las excavaciones iniciadas son un éxito y el Servicio es felicitado
por diferentes organismos de acuerdo con las actividades desarrolladas:
se adhiere al centenario del Instituto de Arqueología de Berlín, siendo
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
representado en los actos celebrados por el «sabio profesor de la
Universidad de Barcelona D. Pedro Bosch Gimpera»; participa, con una
comunicación de L. Pericot, en el XII Congreso de la Asociación
Española para el progreso de las Ciencias y, en la sesión presidida por el
profesor Mendes Correa de Lisboa, se suceden las alabanzas al Servicio
por parte de los Congresistas en nombre de los cuales hablaron Francesc
Carreras Candi, P. Bosch Gimpera y el presidente de la sesión; participa
igualmente en el IV Congreso Internacional de Prehistoria celebrado en
Barcelona en otoño de 1929 y reciben las felicitaciones de H. Obermaier,
Correa de Serpa Pinto y el presidente del Congreso, José Ramón Mélida;
concurren asimismo a la Exposición Internacional en dicha ciudad con
la presentación del plomo hallado en la Bastida de les Alcusses y otros
materiales de las excavaciones de la Cova del Parpalló y de Cova Negra.
En 1930 el SIP se inscribe de nuevo en el V Congreso Internacional de
Arqueología, a celebrarse en Argel.
Su actividad es reconocida por la Dirección General de Bellas
Artes, recibiendo la felicitación de su director M. Gómez Moreno en una
visita realizada a Valencia, al tiempo que E. Tormo es Ministro de
Instrucción Pública y Bellas Artes. El Ponente de Instrucción Pública
aprovecha la ocasión para solicitar ayuda del Estado, en el sentido de
disponer de ejemplares duplicados obtenidos en las excavaciones de la
Alcúdia de Elx que pudieran formar parte de las colecciones del Museo
de Prehistoria de Valencia. Y también para solicitar al Ministerio de
Instrucción Pública que se sirva fomentar la Biblioteca del SIP con las
obras que publican sus diferentes centros sobre dicha materia, entre
otras la serie de Memorias y Boletines de la Real Academia de la
Historia, las Memorias de la Junta Superior de Excavaciones y
Antigüedades, y las Memorias de la Comisión de Investigaciones
Paleontológicas y Prehistóricas.
El prestigio de la institución va en aumento y las peticiones formuladas por I. Ballester son atendidas por la Diputación: se mantiene la continuidad en cuanto a las excavaciones y la política de adquisición de
colecciones (en 1930 se hace efectiva también la compra de material
arqueológico procedente de las excavaciones de Eivissa a la viuda de
Arturo Pérez Cabrero); y consigue el pago de indemnizaciones a L. Pericot
y a F. Ponsell por los servicios prestados: «La importancia creciente que
fue tomando la labor del Servicio, ha ido imponiendo a las personas que
ayudan a llevarla, una asiduidad cada vez mayor y un esfuerzo más constante, que requiere tanto tiempo y sacrificio que ya no puede quedar sin
compensación adecuada. Claro que de ello queda excluido el que suscribe, porque su intervención es meramente temporal por el tiempo preciso
para el total establecimiento del Servicio, y lo que interesa es dejarlo organizado definitivamente». Resulta sorprendente que I. Ballester intentara
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
mantener su labor personal de investigación aludiendo a la provisionalidad de su puesto de dirección: «Continuando nuestra antigua labor personal de investigación en el Valle de Albaida y comarcas colindantes,
hemos de solicitar nos conceda la Junta Superior la R. O. para explorar
ciertos yacimientos. Nuestra labor personal y la realizada como Director
del Servicio, hemos conseguido separarla; cosa fácil porque absorbido
nuestro tiempo sobrante por el Servicio, poco hemos podido hacer por
nuestra cuenta; pero de todos modos hemos encargado la labor de la
Diputación a los colaboradores reservándonos solo la Dirección». Y
sigue: «Creemos justificado, porque nuestra intervención al frente del
Servicio no ha de ser permanente, ni será la continuidad del esfuerzo de
la diputación, ni precisa a la labor de la misma las aludidas estaciones prehistóricas, habiendo tanto campo donde desarrollar estas actividades, el
que solicitemos para nosotros las concesiones de referencia. De otro
modo se nos imposibilitará de continuar nuestra personal labor en sitio
de relativa comodidad para nosotros. De todos modos solicitamos de la
Comisión su parecer sobre este punto». El escrito lleva fecha de 21 de
diciembre de 1929 y, en efecto, I. Ballester efectuará excavaciones por
cuenta propia en la Cova del Camí Reial d’Alacant, de Albaida, y en la
Cova del Barranc del Castellet, de Carrícola, y no hará efectiva la donación de su colección hasta años después.
En marzo de 1930, la Comisión Provincial Permanente acuerda:
«Modificar el régimen económico actual del Servicio de Investigación
Prehistórica de esta Corporación, que está a cargo del Sr. Director
Técnico Don isidro Ballester Tormo, y que desde hoy quedará encomendado al Subdirector del citado Servicio Don Luis Pericot García, y que
las peticiones de fondos libradas a dicho señor Pericot, como las cuentas de justificación formuladas por el mismo, serán autorizadas con el
visto bueno del Sr. Director Técnico». El hecho de que se delegue en L.
Pericot la gestión económica debe ponerse en relación con la elección de
I. Ballester como diputado y su puesto de vicepresidente, siendo
Presidente Pedro J. Serrano.
Los años de la República y la Guerra Civil. De 1931 a 1939
El advenimiento de la República supone una limitación a la autonomía de la que gozaba I. Ballester para dirigir el Servicio y en cuanto a
la toma de decisiones. Así lo expresa en un informe de 28 de mayo de
1931 en el que, entre otros temas, solicita permiso para excavar, ya que
se han producido cambios en la Diputación y no sabe si pueden decidir
por su cuenta. Ese mismo año L. Pericot se traslada a Francia, Inglaterra
e Italia, con una pensión de 4 meses, para estudiar Paleolítico superior
en relación con la importancia de los hallazgos de la Cova del Parpalló,
y le comenta a I. Ballester la conveniencia de no dar forma definitiva al
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
trabajo que está preparando sobre dicha cueva, a publicar en el volumen
II del Archivo de Prehistoria Levantina, hasta que concluya su visita de
estudio. En su ausencia, I. Ballester sugiere que sea M. Jornet el encargado de retirar fondos y rendir cuentas. Por otra parte, se reducen las
consignaciones y se producen cambios profundos en la Diputación. Del
entusiasmo de los primeros años se pasa al pesimismo. Los temas siempre presentes en los escritos de I. Ballester son la falta de espacio, de personal y de recursos, y la actitud totalmente voluntarista del equipo de
colaboradores; el presupuesto se reduce a 500 pesetas en 1932 y se paraliza la actividad de campo. De nuevo hace constar su situación de provisionalidad cuando realiza una petición para que se terminen a la
mayor brevedad posible las obras de los entresuelos llamados salas doradas del Palacio de la Generalidad. Con el fin de que «el museo esté en
buenas condiciones de presentación, para evitar posibles críticas de los
visitantes, especialmente de los extranjeros, y para que, instalado debidamente aquel, pueda apreciarse la labor realizada con los sacrificios
que la diputación se impuso. Ello aparte de que la persona que desempeña esta Dirección está esperando hace tiempo la inauguración del
Museo, para dejar aquella, por creer haber cumplido sobradamente con
un deber de valencianía y de amor a la Diputación que le obligaban a
determinados sacrificios. Por todas estas razones rogamos se insista en
el acuerdo de terminar las obras referidas».
En enero de 1933 la Comisión gestora de la Junta Central aprueba
las bases para la reorganización de SIP: «1. Los trabajos de Prehistoria
dependerán de una manera absoluta de la Ponencia que se convertirá
ahora en Dirección. 2. El personal técnico y administrativo será nombrado por la corporación. 3. Los gastos serán satisfechos por la Diputación
previo visto bueno del Director y aprobación de dicho organismo en
sesión pública. Adicional. Memoria anual; aumentar a 10.000 pesetas la
consignación de 500 del presupuesto de gastos para el ejercicio de 1933».
Cabe pensar que se insta a I. Ballester a dejar la dirección en manos de L.
Pericot. Y, finalmente, el 6 de febrero de 1933, se produce su renuncia al
«cargo que vengo desempeñando desde hace cinco años, sin remuneración alguna, antes bien con perjuicio propio, solo con la buena voluntad
de contribuir a la exaltación de la personalidad de esa Corporación a la
que tanto cariño tenemos los que de ella hemos formado parte. Me considero suficientemente pagado de trabajos y sinsabores con que la creación del Servicio fuera a propuesta mía, con haber organizado sus diversas secciones, el Museo entre ellas que ha llegado a estimarse como uno
de los mejores de España, y haber logrado que por ello sea la Diputación
valenciana conocida bastante más allá de sus estrechos límites administrativos. He sido en ello auxiliado por competente personal que escogí he de
decir que acertadamente, y que hoy hace de todo punto innecesaria mi
presencia en el Servicio».
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
Isidro Ballester en su
despacho. Hacia 1945.
[J. Alcácer]
No obstante, Ballester continúa vinculado al Servicio y las perspectivas vuelven a mejorar con el inicio de las excavaciones en el
Tossal de Sant Miquel de Llíria. Con posterioridad, el 7 de enero de
1935, la Corporación lo nombra Director Honorario del SIP para que
se encargue temporalmente de la Dirección técnica del Museo, toda vez
que sus ocupaciones le impiden aceptarla con carácter definitivo, y en
atención a que L. Pericot se ha trasladado a Barcelona, aunque continúa como colaborador, igual que M. Jornet, G. Viñes, E. Gómez Nadal
y F. Ponsell; siendo agregados D. Fletcher, Ernesto Jiménez Navarro,
Julián San Valero Aparisi y Manuel Vidal y López, y continuando
como reconstructor S. Espí. Y así llegamos al inicio de la guerra que
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
repercute de nuevo en la situación del personal del Servicio, como se
puede ver en sendos escritos remitidos a la Diputación en septiembre de
1936 por S. Espí y por el propio I. Ballester. El primero expone que lleva
trabajando desde 1929 como reconstructor y que aún no ha sido incluido en la plantilla de personal de la Diputación; se ve afectado por el
acuerdo de suspensión de empleados, subalternos, administrativos, etc.,
y protesta al no serle aplicable el referido acuerdo, por desafección alguna al régimen, solicitando su readmisión y su inclusión en la plantilla.
En cuanto a I. Ballester, en representación de todos los que componen el
Servicio, expone a la Diputación que «el personal del Servicio lo integran un director y un subdirector auxiliados por un grupo de personas
con preparación adecuada para la investigación propia del Servicio, que
trabajan de forma desinteresada, son los colaboradores y agregados, y
que nunca han cobrado sueldos ni dietas. Los logros conseguidos lo han
sido a favor de Valencia y su cultura». Tiene dudas sobre si el acuerdo
de suspensión de plantilla les afecta y hace constar que no se consideran
incursos en motivo alguno que justifique la destitución del personal. El
SIP aparece constituido por I. Ballester, L. Pericot, y por los colaboradores y agregados ya citados, además de Francisco Porcar, Francisco Jordá
y José Chocomeli; propone a F. Porcar como colaborador y solicita elevar a la categoría de colaboradores a los agregados. Pide se ratifique a
los actuales componentes, a excepción de Viñes «por circunstancias
especiales». De nuevo, en 1937, propone a F. Porcar como auxiliar técnico del Servicio, «sus fotos de materiales del museo y sus calcos y dibujos de los vasos de Liria dan fe de su labor». Y también en 1938, y finalmente es nombrado auxiliar técnico del SIP, «con carácter de colaborador sin derecho a retribución ninguna, por no figurar este cargo en las
plantillas de esta Corporación».
La inseguridad de la plantilla se deja ver de nuevo en febrero de
1937. S. Espí se dirige al Presidente del Consejo Provincial de Cultura y
expone que fue nombrado jornalero eventual el 1 de mayo de 1929 y
que muchos jornaleros de otros servicios han pasado a plantilla, sin
embargo su solicitud no ha sido atendida. También I. Ballester expone
que lleva trabajando desde el principio como Director del SIP, ayudado
por colaboradores y agregados, sin compensación por el trabajo: «Y
como hoy, al carecer de ingresos profesionales, no me es posible continuar prestando mis servicios a la Corporación provincial sin remuneración suficiente...», solicita ser incluido en plantilla, comparando su
situación con la del Servei d’Investigacions Arqueològiques de
Barcelona. En una nota manuscrita comenta que su escrito y el de S. Espí
no son entregados hasta junio, «se comieron esta solicitud». El tema no
se resuelve hasta acabada la guerra pues, en 1941, insiste en ello.
Finalmente, el 29 de enero de 1942, la Comisión Gestora acordó:
«Confirmar en propiedad a don Isidro Ballester Tormo en su cargo de
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
Director del Servicio de Investigación Prehistórica, nueva denominación
adoptada en la plantilla reorganizada según acuerdo de 15 de diciembre
último y con el haber anual de 8000 pesetas». En el reverso del oficio
hay una diligencia para hacer constar que el 5 de diciembre de 1945 se
aprobó incrementar los haberes de los funcionarios al servicio activo de
la Corporación, a partir del 1 de enero de 1946, percibiendo en consecuencia un sueldo de 12.000 pesetas. Y el 29 de septiembre de 1944 se
produce el acuerdo de la Comisión de Gobernación para que continúe
prestando «sus meritísimos servicios por todo el tiempo necesario para
adquirir derechos pasivos, siempre y cuando lo permitan sus facultades
físicas»; al tiempo que se le reconocen a efectos pasivos todos los servicios prestados a la Corporación con carácter gratuito o retribuido desde
el 20 de octubre de 1927. Y se desestima la última parte de la propuesta referente al aumento de sus haberes.
Pero, siguiendo el curso de los hechos ocurridos durante los años
de guerra, debemos referirnos, aún brevemente, a la creación del Institut
d’Estudis Valencians en 1937 y a la incorporación del Servicio en él. El
conseller de Cultura, Francisco Bosch Morata, comunica a Ballester su
nombramiento como Presidente de la Secció Històrico-Arqueològica de
l’Institut d’Estudis Valencians, el 25 de marzo. El propio F. Bosch solicita del Ministro de Instrucción Pública ayuda para el Museo Provincial
de Prehistoria de Valencia, para que se puedan comprar colecciones particulares valencianas, para acrecentar los fondos del Museo y evitar la
dispersión o desaparición de dichos materiales. Las colecciones que se
proponen adquirir son la de Camilo Visedo Moltó de la Serreta de Alcoi,
la de Francisco Martínez y Martínez de Eivissa, la del propio I. Ballester
de Covalta, Casa del Monte y otras cuevas y despoblados, y la colección
de Enrique Vilaplana y Juliá de Les Llometes de Alcoi, solicitando
60.000 pesetas para ello. Finalmente, la subvención concedida a través
del IEV es de 30.000 pesetas y con ella se efectúa la adquisición de la
colección Martínez y Martínez, y de la colección reunida por Ernesto
Botella Candela, de materiales del poblado de la Edad del Bronce de
Mola Alta de Serelles de Alcoi.
Y llegamos a febrero de 1938, momento en que los bombardeos
sobre la ciudad hacen necesario el traslado de los materiales del museo a
los sótanos de la Generalitat, en la llamada torre, para lo que habría que
construir un banco corrido y un anaquel más alto. Ballester insiste en que
se «atienda cuanto antes al vaciado del sótano de los materiales de combustión fácil y de lo que estorbe al plan propuesto y a amparar de las
explosiones, mediante muros de ladrillo, las ventanas de los entresuelos.
Para ello el SIP, de sus propios medios, ayudaría con la pequeña cantidad
de 1.500 pesetas, lamentando no poder hacerlo de suma mayor». Al parecer no hubo respuesta a dicha petición y, en enero de 1939, el Presidente
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Notas manuscritas de
Isidro Ballester sobre
la Cova de la Sarsa
(Bocairent).
Notas manuscritas de
Isidro Ballester sobre un
libro de Gordon Childe.
de la Junta Delegada de Incautación, Protección y Conservación del
Tesoro Artístico Nacional de Valencia, en oficio dirigido al Presidente del
Consejo Provincial, manifiesta «la conveniencia de que procedamos a la
recogida de los objetos guardados en el Museo de Prehistoria, los cuales
serían conservados y custodiados en los depósitos que esta Junta tiene
establecido en Valencia, esperando lo comunique al Director de dicho
establecimiento para proceder seguidamente a lo acordado». La respuesta
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Isidro Ballester Tormo y la creación del Servicio de Investigación Prehistórica
de I. Ballester es tajante: «El material que necesita preservarse y custodiarse es en su mayoría cerámica de extremada fragilidad, que hace difícil y
delicado su manejo dentro del Museo, por lo que ni deben ni pueden
sacarse de él si no se quiere correr el riesgo de que vuelvan a transformarse de nuevo en un montón de cascos rotos. Y lo mismo para los hierros...»;
su informe es rotundamente contrario a que del Museo se saque pieza
alguna y añade que hace tiempo que se ha pedido habilitar el sótano para
instalar allí las piezas con el menor riesgo posible, adelantándose el
Consejo Provincial a la Junta.
Los fondos permanecieron en la Generalitat en su mayoría,
excepción hecha de los materiales paleontológicos de Cova Negra y
Cova del Parpalló que, junto a colecciones del Museo de Ciencias
Naturales de Madrid, se trasladan a otras dependencias, como prueba un escrito del Ministerio de Educación Nacional, Servicio de
Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, Zona de Levante que
dice: «En el Hospital de Sacerdotes Pobres del Milagro y juntamente con material del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, hay
material osteológico perteneciente a ese Servicio. Espero ponerme
de acuerdo con V. para hacerle entrega del mismo en el momento en
que quiera disponer de él. Dios guarde a V. muchos años. Valencia
9 de junio de 1939. Año de la Victoria. El Alférez Jefe del Servicio
Luis Monreal y Tejada».
Era el final de la contienda. Ballester fue admitido en su cargo:
«Tengo el gusto de poner en conocimiento de V. que en virtud de la
información obtenida de su conducta en relación con el Glorioso
Movimiento Nacional y de conformidad con el informe del Sr. Juez
Instructor, el Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia, en funciones
de Presidente de esta Diputación, ha tenido a bien admitirle en su cargo
de Director del Servicio de Investigación Prehistórica provincial, sin
imposición de sanción alguna y sin perjuicio de lo que la Corporación
acuerde en su día. Lo que comunico a V. para su conocimiento y satisfacción. Dios salve a España y guarde a V. muchos años. Valencia 21 de
julio de 1939. Año de la Victoria».
La continuidad de I. Ballester al frente del SIP daba apariencia de
normalidad y en breve se reanudan los trabajos de excavación en el
Tossal de Sant Miquel y en otros nuevos yacimientos. Se distribuye el
Treball Solt número 5, con pie de imprenta de 1937 y escrito en valenciano, con una nota aclaratoria de I. Ballester, y el número 6, ya en castellano, como Trabajo Vario (Martí y Villaverde, 1997). Se iniciaba una
nueva etapa que, aún significando la consolidación del Servicio y del
Museo de Prehistoria, y el crecimiento de las colecciones y de la plantilla, estuvo marcada por significativas ausencias y proyectos truncados.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
L. Pericot estaba en Barcelona, aunque mantendrá su vinculación con la
institución; G. Viñes había sido asesinado en los primeros meses de la
guerra; E. Gómez Nadal se exilia y su nombre desaparece repentinamente de la lista de colaboradores. Tras años difíciles, al finalizar la década
de los cuarenta, aquellos alumnos de L. Pericot, como D. Fletcher, J. San
Valero y F. Jordá, se incorporarán a la responsabilidad de nuestras instituciones científicas; se recuperará poco a poco el entusiasmo y surgirán nuevos proyectos y nuevos colaboradores, como José Alcácer Grau
y E. Pla, y en 1950 D. Fletcher asume la dirección del SIP. Sin entrar en
detalles sobre esta nueva etapa, sí queremos señalar la existencia de
importantes lazos personales tejidos en torno a I. Ballester y a L. Pericot,
rodeados siempre por un excelente equipo de colaboradores que, a su
vez, mantuvieron vivo el espíritu investigador y el ambiente de trabajo
del que, tras ochenta años, todos los que formamos parte de la institución nos sentimos herederos.
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