Serie de Trabajos Varios 59
El Mesolítico en Valencia y en el Mediterráneo Occidental
José Aparicio Pérez
1979
, ISBN 84-500-3871-5
978-84-500-3871-2 , 300 p.
[page-n-1]
SERVICIO DE IN VESTIGACION PREHISTOR I CA
DIPUTACION PROVINCIAL DE VALENCIA
Nllm . 59
EL MESOLlTICO EN VALENCIA
y EN EL
MEDITERRAN EO OCCI DENTAL
por
10SE APARIC I O
PEREZ
Con un es tudio t6cnk:o acerca de las ucavac:iones
JUb.cu'tk:as realizadas en la ALBUFERA DE A.H.N"
po,
RAFAEL GRAULLBRA SANZ
VALENCIA
I 97 9
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[page-n-3]
DIPUTACION PROVINCI.u. DE VALENCIA
SERVICIO
DE
IN8TITUCION .u.P'ONSO BL WONANUoIO
INVESTIGACION
SItCCION DI!! PREHI STOR IA EN
PREHISTORICA
VALENCIA DEL CONSEJO SUPERIOR DI:
INn8TIOACIONVI CII:NTU' ICAB
SERIE
DE
TRABAJDS VARIOS
Núm . S9
© de la edición digital: Museu de Prehistòria de València, 2010 -- ISSN 1989-0540
ImprentA ORTIZA • Adrra¡¡a, 22 · TeIU. 3UOII'7 • Vatencta-l
Dep6&1to LelA!: V. 1.114 • 1010 -
l . 8. B. N. "'_500--31"11_5
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A todos los investigadores que, con su
esfuerzo, han contribuido al conocimiento
de esta larga etapa de nuestra Historia.
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1
INTRODUCCION
El Meso/hico es, actualmente, una de las etapas de la Prehistoria, determinadas por la investigaci6n histórica a efectos metodológicos, que ha adqui·
rido un mayor interés y a la que se le dedican considerables esfuerzos, especialmenie en los paises ri bereños del Mediterráneo Occidental por las razones
que expondremos, de ahí que en 1972 se celebrara un coloquio en Aix-enProvence y que con ocasión del XX Congreso Prehist6rico de Francia, reunido
en Mart igues en 1974, se volviera sobre ello en un nuevo coloqUio como
tema central, aunque en esta segunda ocasión con categorla internacional.
Este interés creciente viene determinado, ba jo nuestro punto de vista, por
dos aspectos básicos, en primer Jugar porque la investigaci6n ha dupl icado
considerablemente e l tiempo q ue anteriormente se le asignaba al período,
restringido por las bajas cronologías que alcanzaban las últimas etapas del
Paleolltico Superior, de tal manera que el lapso de unos 7.000 años que comprende e n algunas zonas acapara la atención de los investigadores necesariamente. Por otra parte, sus últimas man ifestaciones están en la base del proceso neolitizador, lo que conduce al cambio tan profundo socio-económico
que hoy conocemos como Neolltico, de tanta trascendencia para la Humani dad; mas, los mecanismos de d icho proceso nos son casi totalmente desconocidos, proponiéndose d iversas alternativas sobre las cua les hoy se trabaja.
Su ampl itud cronológica, pues, la diversidad de sus mú ltiples facetas a tenor
de los cambios ambientales que conducen a través de una única vía, o a
través de varias, al Neol ítico, son necesidades y estlmulos en la base de su
creciente interés.
Por otra parte, con ocasión del IX Congreso Internacional de la U.i.S.P.P.
celebrado en Niza en 1976 escribíamos: "la cuenca del Mediterráneo occidental, debido a las grandes semejanzas de suelo y dima, que dan lugar a
la existencia de un med io ambiente muy similar, lo que ha originado unas
bases económicas análogas, ha conocido, a lo largo de toda la Prehistoria,
trayectorias culturales, sociales, industria les y artlsficas similares cuando no
idénticas, a pesar de las indudables variantes regionales debidas a 'a latitud,
orientación, vientos dominantes, d istinto grado de pluviosidad , etc...... " son
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•
J. APARICIO
datos firmes que nos han de permitir hablar cada vez con mayor seguridad
de la existencia de un auténtico ecumenismo med iterráneo. cuando menos
occidental" ¡,
"El Mesolltico parece que cronológica e industrialmente sigue un des·
arrollo similar en toda la vertiente mediterránea de la Península Ibérica.
sospechando. incluso. que se puedan establecer analogfas muy estrechas con
todas las industrias de las tierras ribereñas del Mediterráneo occidental 1,
De acuerdo con esta idea, y tomándola como simple hip6tesis de trabajo
iniciamos y proseguimos las investigaciones que, l6gicamente, se centran
con especial intensidad en la Regi6n o Reino de Valencia, y dentro de éste
en la provincia del mismo nombre. Formará parte de nuestra Tesis Doctoral,
relativa al Paleomesolltico y de la que este trabajo es un avance o resumen
de acuerdo con el estado actual de las investigaciones.
(1) APARICIO PEREZ, J.: .Los grabados rupestres haiformes y su repartidón por d
Mediterrinco Oc:cidenlab. IX Congrés de la UJ.C.P.P., Rbumés des Communications,
p4.¡ina 213, Niza, 1976.
(2) APARICIO PBREZ, J .: .El Mesolftic:o en la vertiente Mediterrinea de la Penln$ula
l búka_. Opus dt. nota anterior, páa:. 236.
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II
EL NOMBRE
No es nuestro propósito realizar aquí un exhaustivo proceso de las distintas nomenclaturas que bajo presupuestos semánticos, cu lturales, estratigráficos, etc., se han ido aplicando para la nominación de esta larga e importante etapa del devenir histórico humano, lo que se ha hecho ya en diversas
ocasiones. Pero si queremos criticar su proliferación, Jo que ha complicado
extraordinariamente la nomenclatura al uso y amenaza con embrollarla toda-
vía más si no aceptamos todos los prehistoriadores la misma, lo cual. al parecer,
resulta casi imposible, a juzgar por el escaso éxito de los intentos realizados
hasta el momento. El rechazo de uno de los primeros términos empleados,
Mesol ítico, por purismo semántico, "chauvinismo", por intentos de precisión,
0
etcétera, en ningún caso 1 han mejorado, sino que, normalmente, los provuelto a caer en los mismos defectos que criticaban, por
pugnadores
olvido quizá de que los términos deben ser mirados hoy día como simples
etiquetas que faciliten nuestro entendimiento.
nan
la dist inci6n entre mesolltico y epipaleolítico, justificada con razona·
mientos socio-econ6micos recientemente J, y el empleo de ambos térm inos
para fases sucesivas del mismo proceso, presenta amplias y básicas dudas
0
para los mismos que 1 propugnan, de ahí que lo consideremos inviable.
Almagro, en cambio, utiliza indistintamente Jos términos mesolitico o epi.
paleolítico diferenciando un Mesolltico I y 11 con respecto a los niveles 111 y 11,
respectivamente, establecidos por Pericot en la Cueva de la Cocina, añadiendo
a ambos el calificativo de "mediterráneo", lo cual es un precedente, siquiera
desfasado hoy dla cultural y cronológicamente 4.
Soler Garcla también emplea el término Mesolltico, con los ordinales I y 11,
con el fin de situar las industrias descubiertas personalmente en el término
villenense, justificándolo con razonamientos súmamente interesantes 5.
(3) CAMPS, C .: .Le colloque d·Aix.en-Provence sur l'Epipa l~lithique Méditerranéen.
Prtsentatiom. ACles du Colloque d 'Aix-cn-Provence, Junio 1972, págs. 1·2, Pans, 1975.
(4) AUdACRO BASCH, M.: . Manual de Historia Universal-. T.1. Prehistoria, páginas
294, 29S y 319.
(5) SOLER CARCIA, J . M.a: . La Cueva Pequeña de la Huesa Tacafta y el MesoUtico
villcru::nses_. Zepliyrus, XIX·XX, págs. 43-47, Salamanca, 1965-69.
2
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10
J . APARICIO
Por otra parte, recientemente ha sido Forlea Pérez quien ha hecho un
análisis de la cuesti6n para la Península Ibérica ', llegando, acerca del término
Epigravetiense a la siguiente conclusión; "el mismo término de Epigravetiense
se muestra equivoco. No puede llamarse as! a algo que, según nuestras hipótesis, es el producto de un substrato magdaleniense. a menos que se utilice
en el sentido general con que lo aplica laplace. Por otra parte, Epigravefíense asimita una técnica (retoque abrupto) y una industria (Gravetiense).
lo que no es del todo correcto puesto que media el Solutrense. En este sentido también seria Epigravetiense el Magdaleniense y Episolutrense el Bronce I o Eneolfticc".
A cont inuación rechaza lo de Epimagdaleniense, Aziliense, Romanell iense
y la posibilidad de un Gregorense o Ma,lIaetense, para postular el d e EpipaleoHtko mk rola minar t ipo Mallaetes o St. Gregori, que anteriormente aplica
al dar título a la obra presente y a las distintas "facies aziloides", como tamo
bién propone.
Aparte de lo largo y engorroso del nombre, que amenaza con confund ir
todavía más la ya complicada nomenclatura pre y protohistórica, las mismas
razones que aduce Fortea para rechazar Epigravetiense son válidas para
rechazar Epipaleolltico, puesto que también lo serfa el Neolltico, Eneolítico o
lo Argárico. Por otra parte, el término microlaminar también es equívoco,
puesto que supondría la presencia masiva de hojas y hojitas ( láminas y lami·
n itas según la terminologla de Fortea) únicamente en esta fase, cuando son
abundantes durante ciertas fases del Pa leolltico Superior, y presentes en
todas ellas, por lo que respecta a las de retoque abrupto, y las que no lo
llevan son también abundantes durante todo el Paleolít ico Superior. y sumamente abundantes durante el Neolitko I (Antiguo) y 11, constituyendo en
este momento un tanto por ciento elevadísimo, que sobrepasa extraordinariamente a cualquier otro tipo lít ico (entre hojas y hojitas alcanzan el 90 % de
la industria según porcentaje establecido por el mismo Fortea al estudiar los
materiales de los sectores H de la Cava del Or '),
Sin embargo, el término Mesolitico ha continuado con plena vigencia
entre numerosos preh istoriadores italianos y valencianos especialmente, quienes no se han dejado vencer por "modas" d el úl timo momento o por personalismos injustificados, creyendo, por otra parte, que no se deben malgastar
esfuerzos innecesarios en cuestiones accesorias, como pudiera ser la discusi6n de un nombre tan genérico.
El término MesoJítico sirve, fundamentalmente, para nominar el períoclo
comprendido entre el f inal del Paleoli'ico Superior y el comienzo de la agri(6)
Htico
ginas
(7)
FORTEA PEREZ, l .: d ...os complejos microhuninares y lcom~tricos del EpipaleoMed.iternlneo Español_. Memorias del Seminario de Prehistoria y Arquootosfa, 4, pá,l26.17. Salamanca, 1m.
Vid. opus ant., pág. 4f1l.
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EL MESOUTlCO EN VALENCIA
11
cultura y ganaderfa con el Neol ítico, y este sentido es el que t uvo desde un
principio y que fue aceptado y popularizado. Mas, el sentido de crisis de que
se dotó a su definición pronto se le incorporó a su concepto y en este sentido
asist imos a una repristinación del término Mesol it ico, acerca del cual deter·
minados investigadores italianos opinan que "la negation du Mésolithique
par que lques spécialistes pouvait étre justifiel! il y a quelques années encare,
lorsqu'on considérait le Mésolithique comme la période durant laquelle on
n'assiste qu'a une modification de I'industrie. l e Mésolithique ne doit pour·
tant pas étre vu seuJement sous cet aspect ma is cornme un ensemble de
phénoménes cultureJs qu i sont la répons donnée par divers groupes hu mains
auxs modifi cations cl imatiques et ambiantes qui ont eu lieu á la fin de la
glaciation würmienne" ' .
Por nuestra parte, en 1972 escibramos~; "Consideramos este conjunto
como típicamente representante de la fase de crisis subsiguiente al final de
la últ ima glaciación y lo denominamos, siguiendo la terminología que pro·
pusiera años atrás Fletcher Valls 10, Mesolitico I valenciano, que t iene la
ventaja a nuestro criterio, y entre otras razones, de poseer un sign ificado
económico adquirido tras reiteradas utilizaciones en este sentido y que lo
hacen perfectamente compatible con la moderna orientación económica de
las ciencias h istóricas. Al mismo t iempo evitamos la introducción de términos
nuevos, hecho tan prodigado y crit icado últimamente, que ha sembrado el
confusionismo y que tratamos de evitar en la medida de lo posible".
Todo lo cual reiterábamos en 1974, precisando: "Dans le terme Mésoli·
thique nous incluons toutes les industries ou ensembles préhistoriques com·
pris entre la fin du Magdalénien el les debuts de la néolithisation" 11. Esta
amplitud y el sentido expuesto es el que mantenemos y propugnamos actual·
mente, aplicando numeración ordinal a las d istintas f ases conocidas del mismo
proceso evolutivo, determinadas por caraCferist icas socio-econ6m icas o indus·
tria les.
(8) RADMILU, A. M., CREMONESI, G. y TOZZI , C.: cA propos du mésolithique en
ltalie_. L'Epipaléolithique rnMiteranéen. Actes du Colloque d 'Aix-en-Provence, juin 1972,
página 23. Paris, 1975.
(9) APARICIO PEREZ. J.: cLa Cueva del Volcán del Faro y el Paleomesolltico Valenciano_. Quartar, 23-24, pág. 82. Bonn, 1973.
(lO) FLETCHER VALLS, D.: _Estado aetual del es tud io del Paleolltico y Mesolftico
valencianos_o Revista de Archi vos, Bibliotecas y Museos. LXII . núm. 3. página 869.
Mad rid, 1956.
(11) APARICIO PEREZ, J .: _Le Mésolithique de la Région de Valence (Espagne)_. Congrés PrtItistoriquc de France. XX· session, Provence, 1974, pág. 416. Paris, 1976.
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III
AMBITO, COMUNICACIONES Y MORFOLOGIA
COSTERA
El ámbito territorial objeto de nuestro estudio comprende todas las t ierras
ribereñas del Mediterráneo occidental. y aún cuando en el futuro la invest igación pud iera ampliarlo en algún sentido siempre quedaría aquél como
núcleo f und amental, restringiéndonos al mismo razones metodológicas y el
estado actual de la invest igación.
Partes importantes de la Península Ibérica y de Francia, toda Ita lia, in-
cluidas Sicilia y otras islas, así como el norte de Africa desde Túnez hasta
el Estrecho de Gibraltar, constituyen el soporte geográfico sobre el cual se
desarrollarán los acontecimientos que pretendemos registrar y estructurdr
cronol6gica y culturalmente. En rea lidad todas las tierras que vierten aguas
a l mismo "sensu lato", ya que hay que inclu ir las zonas endorréicas por donde
se extiende el capsiense en el Norte de Africa, y en Italia las cuencas que lo
hacen al Adriático, especialmente la del Po. (Fig . 1).
Tierra adentro establecemos como hipótesis de trabajo que el Hm ite lo
establezca la línea divisoria de aguas con otras vertientes por lo que respecta a
Francia y España, en cuyo caso la d ivisoria lo sería entre las vertientes medi·
·terráneas y atlánticas para ambas, pudiendo serlo para Italia los A lpes y para
el N . de Africa el límite que impongan los actua les hallazgos.
En buena parte del territorio el ámbito es estrictamente geográfico, no
teniéndose en cuenta, obviamente, las divisiones administrat ivas o politicas
co mo consideramos lógico y oportuno. Sin embargo, en ciertos casos el limite
t ierra adentro pudiera parecer excesivo por lo continental, aunque única·
mente la extensión de la investigación podrá precisarlo ahora o en el f uturo.
Hoy d ía en tada la cuenca domina el clima mediterráneo, q ue parece
instalarse en el M idi a partir del Dryas 111 (hacia el 8.500 a. d e c.), aunque
a latitudes más bajas debió hacerlo mucho antes y su progresi6n lo fue de
S. a N ., siendo a partir de dicho momento cuando se alcanza la uniformidad
total, y aunque ha tenido fluctuaciones importantes, especialmente en cuanto
a las precipitaciones, y en ese sentido habrá q ue tomar en suma considera·
ción al perrada húmedo del Atlántico, cuyas precipitaciones han debido d es·
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FI¡. l.-Abpa cid MedIten"-» Oc:ddeDta1 COD el ' " - (ea pWltlllado)
comp. eodIdIo ea el praeate atudlo.
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SL WBSOUTlCO
El\(
VAL8NCU.
15
truir V arrastrar parte de las numerosas sedimentaciones, d ichas fluctuaciones no han modificado lo substancial que define al mismo, y aunque parece
que haya habido una progresi6n constante también hacia la aridez y desertizaci6n el clima mediterráneo afecta a toda el área, siendo de tipo continental en zonas interiores alejadas de la costa.
Según el esquema climático publicado por Escalón de Fonton u para el
Midi, la instalación del bosque templado, precedente de la vegetaci6n mediterránea, se debi6 producir allf al principio del AllerOd, hacia el 10.000 a.
de c., el cual se implant6 en zonas sin cobertura arbórea sujetas a cl ima
glaciar, precisamente en lugares donde e l magdaleniense continu6 hasta la
fase VI-b, fechado unos siglos con anterioridad al 10.000, momento en que
con el Proto-Valorgiense se asiste al comienzo del cambio industrial, que se
produjo en Valencia dos milenios antes V varios más en el N. de Africa con
el lberomauritánico, claro indicio de la progresi6n S. a N. del ca mbio hacia
el cl ima mediterráneo, lo que sugiere también la misma progresión y d irecci6n de los cambios e n el equ ipamiento industrial.
El establecer una identidad entre las poblaciones asentadas en las vertientes de los paises europeos V africanos supone la posibilidad de contactos
entre las mismas a través del mar, lo que va unido al conocimiento de la
morfología costera, que es evidente que no fue la actual en la primera fase
del periodo que nos ocupa.
Mucho se ha hablado y escrito sobre el tema, habiendo ardientes defensores de los contactos afro-europeos V detractores, entre los primeros ocupa
un lugar destacado lu is Perico' Garcfa, entre los segundos lionel Balout.
En 1948, San Valero Aparisi afirma ya su identidad sobre la base ambiental al escribir: "la unidad geográfi ca del Atlas con la Penlnsula Ibérica existe
también en lo humano cuando llega al Estrecho la cultura neolítica" !l.
En 1951 , el mismo Pericot, con ocasi6n de la Conferencia Internacional de
Africanistas celebrada en Oakar, llegaba a afirma r, llevado de su tota l convencimiento como "durante el Paleolítico Superior, los contactos entre el
levante Español yel Norte de Africa fueron intensos V duraderos, y se manifestaron de diversa manera, incluso por la entrada en la Penlnsula de verdaderas oleadas culturales o étnicas llegadas del vecino continente" 14, lo cual
hoy día parece excesivo, aunque es comprensible si nos situamos en la época
(12) ESCALON DE FONTON, M.: .L'Epipaleolilhique el le Mboli thique dans le Midl
de la France •. L'Epipaleoli thlque mMiterran~. Colloque Intemational Aix-e.n·Prm,·enoe.
Juin. 1972, págs. lS-S1. Parf.s, 1975.
(13) SAN VALERO APARISI, J.: .EI Neolítico y la Península Hispánica_. Actas y
Memorias de la Sociedad Espat'iola de Antropología, Etnolo¡fa y Prehistoria, t. XXHI,
Cua. 1-4, pág. 117. Madrid, 1948.
(14) PERICOT GARCIA, L.: _Aspectos del problema de las relaciones entre el Levan te
espaliol y el N. de Africa durante el Paleolítico Superior.. Premiere Conferenoe Internalional des Africanistes de l'Oues t. Comptes re.ndues, t. 11, PliIS. 447-449. Institut Frant;ais d'Afrique Noir. Dakar , 1951.
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16
J. APARICIO
cuando eran fácil mente aceptables las teorías acerca de los cambios cultura les
o si mplemente industriales a caballo de masivas substituciones de población
mediante la consiguiente invasión territorial, que deblan eliminar y expulsar
a las autóctonas.
Más tarde, en el I Congreso Arqueológico del Marruecos Español, celebrado en Tetuán en 1954, ambas posturas se enfrentaban de la mano de sus
pa ladines, y mientras Pericot defendía la travesía del estrecho ya desde el
Paleol ítico Inferior y durante el Medio y Superior, lberomauritano y Cap-
siense, estableciendo relaciones entre el arte rupestre levantino, el africano
y el sicil iano, reafirmando sus creencias en la raíz paleolítica de aquél y en
su desarrollo a través del mesolltico 15, Balout negaba categ6ricamente todo
lipo de contactos con anterioridad al Neolítico 16.
la polémica ha perdurado hasta nuestros días y ambas posturas han tenido
numerosos seguidores, por lo que no consideramos oportuno dar relación
exhaust iva de los puntos de vista de cada uno de los que han tomado posición
frente al problema, únicamente nos limitaremos a destacar, entre las últ imas
aportaciones, la de G. Camps n, en que se limita a concluir lo único viable
hoy día: la posibilidad de demostrar el contacto directo a partir del Neolítico,
en que el poblamiento de las islas y su extensión a ellas por medio de la
navegación es prueba suficiente, mientras que para períodos anteriores
únicamente se puede aceptar como mera posibilidad, introduciendo un dato
nuevo en la discusi6n al utilizar la reducci6n de las distancias debido d la
transgresión marina de la última glaciación.
Efectivamente, ya en 1973, con el fin de explicarnos la escasez de los
restos de fauna malacológica marina entre los desperdicios de cocina recogidos en los niveles magdalenienses de la Cova del Volcán del Faro (Cullera)
nos planteamos el problema, ya que era ilógica su ausencia en un yacimiento
situado actualmente al mismo borde del mar, buscando su explicaci6n, aparte
preferencias alimenticias, en la regresi6n marina y la lejanía de la linea actual
de costa varios kilómetros mar adentro, como consecuencia de la poca profun_
didad a que se encuentra la extensa plataforma submarina del Golfo de Valencia 11. Entonces el cálculo meramente aleatorio que realizamos (465 kil6metros de retirada) fue corto a todas luces, puesto que la retirada debi6 ser
de diez kilómetros en adelante para esta zona, ya que a los metros que se
(l S) PERICOT GARCIA. L.: _Sob re el problema de las relaciones preneolflicas entre
Espai'ia y Marruecos.. 1 Congreso Arqueológico del Marruecos Español, págs. 57 y ss.
Tetuán, 1954.
(16) BALOUT, L.: _Remarques sur ¡'cxtension géographique de certaines civilisations
prehis toriqucs du Maghceb, Vid. opus cit. nota 14, págs. 67 y ss.
(17) CAMPS, G.: _Navigations el relations intermMiterrannéens prehistoriqucs• . IX Congres de la U.I.S.P.P., Colloque 11, Chronologie et Syncronisme dans la prehistoire crrcummediterraneenne, págs. 168-179. Niza, 1976.
(18) APARICIO PEREZ, J.: _La Cueva del Volcán deJ Faro (Cullera) y el PaleomesoIitico valencianolt. Quartar. Band, 23-24, págs. 81-82. Bonn, 1972-73.
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EL MBSOUTICO eN VALENCIA
17
suponen de descenso del nivel marino hay que sumar los que se haya podido
hundir la costa desde entonces hasta nuestros días a consecuencia del fen6meno de subsidencia señalado en el óvalo valenciano 19.
Es, pues, evidente que durante toda la duración del Würm y debido a la
regresión marina, la morfología costera fue substancialmente diferente, tal
y como se puede comprobar en el mapa del mediterráneo que presentamos
(fig. 2), en que hemos elegido la isobata de 150 m. siguiendo a Bonifay,
para quien "Au minimum de la régression würmienne le niveau de la mer
est abaissé d'environ 150 m. , ce qui découvre au large du littora l languedocien actual une vaste zone large de 70 km.''lO, idea que también expresa
Vernet en los mismos términos 11, aunque hemos de citar como anter iormente
al descenso solamente se le suponía de -100 m. 22, mientras que en Mallorca
hacia el 10.000 se han calculado- 60 D, elegida con el fin de presentar la
situación de las costas africanas y europeas en dicho momento, especialmente
lo que concierne al Estrecho de Gibraltar y al Canal de Sicilia, puntos claves
en la di lucidación del problema tan largamente debat ido, pudiendo quedar
reducidos ambos a un estrecho brazo de mar de 5 y 20 kms., respectivamente,
distancias ciertamente no insalvables incluso con med ios rudimentarios e
improvisados de navegación, siendo punto obligado de cita aqul las largas
traveslas de los polinesios para la ocupación de las islas del Pacifico, o la
ferma cerno se alcanzó el continente australiano.
Sin embargo, los contactos que se propugnan deben ser regu lares y no
esporádicos, y la escasa d istancia corresponde al máx imo de la regresión,
(19) ROSELLO VERGER, V. M.: _El litoral valenciá. l . El medi lis.ico y hunu\.. piI.
¡inas 46-55. Valencia , 1\169.
ROSELLO VERGER, V. M.: _Clima y moriología pleistoc.cna en el litoral Mediterráneo
espa,101 •. Papeles del Departamenlo de Geograrfa, 11. Facultad de F. y Letras. Mu rcia, 1972.
GAlBAR PUERTAS, C. y CUERDA BARCELO, J.: _Las playas. del Cuaternario marino
levantadas en el Cabo de Santa Fola (Alicante),.. Boletín Geológico y Minero, t. LXXX-H ,
págs. 105-123. Madrid, 1\169.
GAIBAR PUERTAS, C.: _Los. movimientos recientes del litoral alicantino, 1: el segmento
septentrional hasta el Peñón de lfach_. Boletín del I ns titUl o de Estudios Alicantinos,
mimo 7, 11 c!poca, pállS.. 29-66. Alicante, 1972.
(20) BON1FAY, E.: «Transgres.ion versilienne en MMiterranée Occidentale_. Vid. opus.
dt., nota 17, pág. 11.
(2 1) VERNET, J . L.: «La flore el la vegétation mediterranecnnes a propos. de leur mise
en place en EuropC de l'Ouest_. Ibídem, págs. 8-19.
(22) ESCALON DE FONTON, M.: .Travaux de ... La Prehisloire du Midi de la Franee,
du Paleoli thique Superior a l'A¡e du Bron:re final_o Travaux de l'Equipe de Rcchcrche
du C.N.R.S., mim o 46, pág. 14.
ESCALON DE FONTON, M.: .. Le Pcloolitruque su~ricur du Midi de la Franee merlo
dionalo. L'Home de Cro-Magnon, 1868·1968, Anthropologie et Archeologie. Centre de rccher·
ches. anlhropolo¡iqucs, prehistoriqUe5 el elnographique. Conseil de la Recherc.he Sclen·
tifique en Algerie, pág. 189. París., 1970.
(23) BUTZER, K. W.: .PleiSlocene l1ttoral-Scdimcntary C)'(:les of the Mediterranean
Basin : A. Mallorqu (n View •. Afler the Aus tralopithecines. Stratigraphy, Ecology, and Culture
Change in !he Middle Pleis locene. París., 1975.
Con /"'eSpecto al descenso a n ivel mundial, 19.000 D.P., a -123 m., puede consuJ ta~:
Eme!)', K. O., Wi¡ley, R. l.. Bartlet , A. S., Rubin , M. y Bar¡hoom, E. S. _Freshwater Peal
on !he Continental Shelh. Sc¡~, vol. 158, págs. 1.301-1.307, 1967.
3
[page-n-18]
E
•
o
]
F1¡. Z.-Mapa del Medllerrineo OecldeDW COD la IfDca de costa y las Ucrraa emersldu
(en puntUlaclo) al mPImo de la rqred6n wilrmIe:nse, para lo cual .. ha
utlUzado la bobala de -150 m.
[page-n-19]
Bl,.
MESOUTIOO EN V.u.BNCU
19
según propone Escalón durante el "Pre-Alleroo" (11 .500 - 10.000) el mar
habla subido ya 50 m. y se encontraba a-lOO m., mientras que al final del
"Alleroo" (9.000 - 8·500) ya habla alcanzado el nivel actual, es decir que
las facilidades de comunicación, para los que suponen dificultades insalvables
las distancias entre las costas españolas o sicilianas y las africanas, quedaron
eliminadas de nuevo a partir del '8.500 a. de C. Por lo menos durante toda la
duración del lberomauritánico hay que reconocer que las dificultades de
comunicación y enlace f ueron mlnimas, y que dicha comunicación pudo exis·
t ir, tal y como lo atestiguan tantos datos ergol6gicos, socioecon6micos y espi·
rituales, entre los que las evidencias de ciertas formas artísticas son datos
firmes, tal y como propusieron y defendieron los investigadores citados,
entre otros, y ta l y como desarrollaremos posteriormente en relación con
alguno de los problemas debatidos.
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IV
PENINSULA IBERICA
Aún cuando la Regi6n Valenciana sea el núcleo básico de nuestro trabajo,
y el original del mismo, que hemos ampliado por las razones expuestas,
queremos empezar sistemáticamente desde norte a sur de la vertiente medi-
terránea de la Penlnsula Ibérica la exposición y análisis de aquellos yacimientos que interesan a los fines de este trabajo, en el cual, obviamente, no
incluimos todos los conocidos actualmente, puesto que algunos ya fueron
estudiados por Fortea y ninguna novedad podemos aportar a su análisis,
salvo el derivado de nuestra distinta estructuración cultural y cronológica,
por lo que únicamente trataremos de aquellos yacimientos que son básicos
para ello, como Ma llaeles y Cocina entre otros, por lo que una vez establecida nuestra interpretación y aceptada, fácilmente será situar aquéllos
yacimientos de los que no tratamos; muchos otros nuevos conocemos,
no recogidos por Fortea, pero no los incluiremos todos puesto que no
pretendemos realizar un estudio exhaustivo por el momento, como hemos
indicado, sino únicamente los que consideramos clave para la demostración
de nUestra distinta interpretación de la sucesión cultural y cronol6gica del
MesoHtico en la vertiente mediterránea de la Penlnsula Ibérica (Fig. 3).
El orden será exclusivamente geográf ico, de Norte a Sur, si n tener el')
cuenta prioridades cronológicas.
Al
GERONA
Toda la zona catalana, excepto, claro está, Reus y su entorno donde la
sistemática y constante labor de Salvador Vilaseca tantos yacimientos f unda·
mentales para la prehistoria mediterránea logró incorporar como es sabido 14,
aparecía como una zona en blanco, carente de cualquier yacimiento mesolftico
que llenara el espacio entre f inales del Solutrense o Magda[eniense y las
(24) VILASECA ANGUERA. S.: d ..as industrias del snex tarraconenses_. Consejo Superior de lnvesti¡aciones Científicas. Madrid, 1953.
VILASECA ANGUERA.. S.: . Reus y su enlomo en la Prehistoriu. Texto e Ilustraciones.
Asociación de Estudios Reusenses. publicación números 48 y 49. Reus. 1973.
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22
J. APARICIO
FI¡. 3.-Mapa de la vertiente mediterránea de la Peninsula
1~r1ca
con la situación de yacl·
mlentos pertenecientes al Mesolftlco con georrn!trloo.: la estrella corresponde a los que han
proporcionado triángulos tipo Cocina. 1, Zatoya. 2, Sant BeDel. 3, Coma d'Infem. 4, MonUro
de Charratu. 5, Roca del. Morol. 6, Fllador, 7, Patou. 8, Botiquerfa deis Moros. 9, Serdá y
Sol de la PliIern. 10, Coclnllla del Obllpo y Doña ClotUde. 11 , vaUtorta. 12, Estany d'Alme1lIln. 13, Verdelplno. 14, Uata.. 15, Cueva Santa. 16, VaC8!l. 17, Codna. 18, Zorra. 19, El
R1DeóD.. 20, Alburera de Anna. 21, Ne,"" 22, Pafl)alló. 23, Casa de tara. 24, Arenal de la
Virgen. 25, Pequefta de la Huesa Tacafta. 26, Lagrimal. 1:1, Nachnlento. 28, AlJorQque.
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EL MESOLlTlCO EN VALENCIA
23
primeras cerámicas, y asi en 1976 se afirmaba: "En Serinya con el Solutrense
suelen acabar las estratigrafías, ya que les siguen estratos pobres o estériles,
y a éstos, niveles cerámicos. Unicamente en la Bora Gran un claro magdaleniense, sin poder precisar la existencia de niveles mesoliticos" ZI, y esta
afirmaci6n se realiza a pesar de que desde 1954 cuanto menos se conoce
el yacimiento de Cal Coix 1(" aunque comprensible IXIrque entonces se suscit6 la consiguiente controversia entre los partidarios de su adscripci6n al
Meso[\tico y Jos que defendían e[ Eneolltico, sin llegar a ningún acuerdo, [o
que hoy día se podría repetir acerca de la determinaci6n ca[colltica que se ha
realizado para [as industrias de Can Crispins 27, si no fuese IXIrque nos consta
que se ha reconocido el error públicamente y hay que esperar la oportuna
rectificación. Pero el mismo Soler afirma a continuación: "Actua lmente diversos
hallazgos superficiales llenan el vado con interesantes industrias microllticas
de tipo sauveterriense que enlazan con el Sur de Francia y con Filador en
Tarragona" 11, estos hallazgos son los que pasamos a describir.
1.....sANT BENET
Es un yacimiento al aire libre, sin amparo de ningún roquedo, sito en
término municipal de Sant Feliu de Guixols Zf.
Utiles IIticos:
Raspadores.
Buriles (centrales, de ángulo sobre rotura y sobre truncadura) .
Hojitas y puntas de dorso y borde rebajado,
Hojas y lascas, algunas retocadas.
Escalenos, y hojitas con dorso y truncadura oblicua distal.
Microburiles.
Para lelos: Se establecen con Coma d'lnfern.
Determinaci6n: Epipaleolltico anterior a la neolitizaci6n.
Dataci6n: Entre el B.Oy el 7.° milenio.
Fauna: Se indica su no existencia IXIr la acidez del terreno.
(25) SOLER MASFERRER, N.: _Las industrias del Epipaleolftico en el Norte de Cata·
luña •. Vid. opus cit., nota 1, pág. 237.
(26) RlURO, F.: d..a estaciÓn-taller al aire libre de Cal-Coi;'(. (M~net de la Selva,
provincia de Gerona) • . Ampurias XV-XVI, págs. 307-315. Barcelona, 19.53-54.
(27) SOLER y MASFERRER, N.: _El jaciment prehistoric de Cao Crispins (lJagosteraGirona) •. Cypsela, n, págs. 747. Giraoa, 1976.
(28) Ibídem en nota 25.
(29) SOLER, N.: _Sant Benel (San! Felfu de Guixols. Gerona). El Paleolitic a les comar·
ques giranincs. Scrvei d'lnvestigacions Arqueologiques de l'Excma. Diputación de Girana,
pág. 89. Girooa, 1976.
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24
1. APAIUCIO
2--COMA D'INFERN
A di ferencia del anterior éste, aunque también superficial, se encuentra
al amparo de un roquedo. en término de les Endes-les Planes JO,
Utiles líticos:
Raspadores ...
Buri les ._, ...
Dorsos y bordes rebao ••
o ••
o •••••
o"
._,
jados ......
Escalenos, y hojitas y
o •••••
o •••••
7'5 %
10'9 '"
(también dobles y raspadores-buriles) .
Puntas
33'78"'1Hojitas ..... .
.. .
22'4 '"
11 '38 '"
puntas con dorso y trun-
cadura . ..
o ••
Microburiles .
Utiles óseos:
Fauna:
Para lelos:
Datación:
E
scasos.
También escasa.
l os encuentra en el Nivel V de Filador, con t ipos y ¡:x:>rcenfajes semejantes, as! como en la Sa lma de Montdús.
Epipaleolítico. creyendo que es la continuación del de la
Bora Gran.
Ind ica como a los yacimientos m icrolam inares les siguen
cronol6gica y técnicamente los geométricos.
l o sitúa como Filador, entre el B.O y el 7. 0 milenio.
Base económica:
Caza de cabras y conejos.
3......BORA GRAN D'EN CARRER.ES
Es de dominio común las vicisitudes que afectaron a los sedi mentos de
esta cavidad y al proceso de recuperación de sus materiales, a cuyo través
se pudo conocer la existencia de un importante nivelo niveles magdalen ienses, posiblemente V o VI JI, si n embargo, Soler cree, siguiendo a M aluquer
y a Almagro, en la existencia de niveles azllienses o epi paleolít icos, ta nto por
las formas microlíticas como por los geométricos 32. l a cronología d ad a mediante el C-14 de 9.520± 500 a. de C. podrla pertenecer al Magdaleniense VI, en cuyo caso los restos mesalíticos serían algo posteriores.
En realidad esto es muy hipotético, y entre los materiales publicados es
(30) SOLER, N.: Vid. OPUS cit. nota anterior, págs. 102·103 y .. Ellposition de matcriaux
prehistoriQues a la Fontaine d 'Or (Gerone) •. Uvrel..Guide de l'eJtcursion e2, Provcnce el
Languedoc mMitcrran~. Siles paleolithique5 et noolithlques, páa. 373. Nice, 1976.
(31) COROMINAS, 1. M.; _La colección Corominas de la Bora Gran •. Instituto de
Estudios Pirenaicos. Zaragoza, 1949.
PERICOT GARCIA, L. y MALUQUER DE MOTFS, J.; d.a colección Bosóms •. Materiales
prehistóricos de Serifia, n. Monograffas del Instituto de Estudios Pirenaicos. Zaragoza. 1951(32) Vid. opus cit., nota 29, págs. 156-157.
[page-n-25]
EL MESOUTICO EN VALENCIA
25
imposible distinguir conjuntos postpaleoliticos salvo que pertenecieran al
mesolitico geométrico (11 y 111), ya que los representados encajan dentro del
Magdaleniense, cuya fecha tardfa, junto con la posible ,presencia de reno,
plantean interesantes e importantes problemas que quizá se pudieran resolver tras un profundo estudio del medio ambiente, en lo cual el clima particular de la Selva pudo desempeñar un papel fundamental como causa inmediata u, de lo cual hablaremos posteriormente.
4.--<:AL COIX
Es un yacimiento al aire libre y como en los dos primeros todos lo:> materiales fueron recogidos en superficie, algunos en fecha antigua, suscitando
opiniones dispares acerca de su adscripción cultural tal y como hemos indicado~, 'o que hoy, dado el estado actual de la investigación, no ofrece grandes dudas; posteriormente otros materiales han sido recogidos y publicados !l.
Materiales recogidos por Riuro:
Silex:
Raspadores ... ...
Buriles ... ......
Microperforadores
3
9
1
Otros útiles ..... .
1 cuchillo fragmentado.
1 punta de flecha de pedúnculo y
aletas.
2 raederas y varias lascas.
Cuarzo:
Raspadores......... 5
Buriles ... . .. ... ... 3
Otros hallazgos: Buriles en alto porcentaje.
Hojitas de borde y dorso rebajado.
Instrumentos de cuarzo antiguos.
Cerámica ibérica.
Estudiada en conjunto y hecha abstracci6n de la cerámica ibérica y de la
punta de flecha de pedúnculo y aletas, ambos elementos extraños a la tofalidad, es evidente que la presencia exclusiva de buriles, raspadores y dorsos
,
rebajados nos permite adscribir este yacimiento al Mesolltico 1 y si fuera
cierto el predominio de los buriles habría que hacerlo en su fase antigua,
aunque esto ya es más arriesgado por la falta de un estudio amplio y adecuado, limitándonos a lo expuesto.
(33) DEFFONTAINES, F.: _Les conséQuences en geographie humalne el ¡eographic
prehistoriQue d'une Calalogne humide el forcstiére de ¡·Esh. Miscelánea en homenaje al
Abate Breuil (1m · 1961) t. 1, páas. 371·380. Barcelona, 1965.
ORIOL DE BOLOS: d~1 paisatge vegetal de dues comarques nalUrals: La Selva y la
Plana de Vie_. h ulitut de Estudis Catalans, pág. 18. Barcelona, 1959.
(34) Vid. opus cit. nota 26.
(35) Vid. opus cit. nota 29, pág. 92.
•
[page-n-26]
26
J. APAIUCIO
CONSIDERACIONES SOBRE LA ZONA CATAlANA
Es arriesgado y temerario todavía hoy dfa el tratar de alcanzar conclusiones de carácter general apoyándose únicamente en datos negativos, con·
crefamenfe estableciendo comparaciones geográficas basadas en ellos, especialmente en la no existencia de n iveles o yacimientos correspondientes a un
periodo determ inado, y la zona norte y central de Cataluña es claro ejemplo
de ello.
Desde el Musfer iense hasta el Solutrense, y con la Sora Gran hasta el
Magdaleniense, la zona se evidenciaba intensamente habitada con hallazgos
de si ngular calidad, mas hasta el Neoritico ningún yacimiento conocido venia
a cubrir el largo período de t iempo que se extendía entre ambos.
Esto debla entenderse únicamente como una anomalfa debida exclusivamente al azar, ya que la proliferaci6n de yacimientos en la Cataluña Sur
(Tarragona ) y al otro lado de los Pirineos eran indicios de ello. En los últimos
tiempos, a la par que se reafirmaba la magnitud de la ocupación paleolítica
a través del sensacional hallazgo de l'A rbreda 36, la intensidad d e las explora~
ciones a que se ha visto sometida la provincia de Gerona por las distintas
asociaciones y centros que j unto al Servicio de Investigaciones Arqueol6gicas
de la Diputación alll actúan, han conseguido cambiar la sit uación con la ¡ ncor~
poración de los yacimientos descritos.
No están bien determinadas, debido a la falta de estrat igrafía y a la forma
en que se excavó, las fases del Magda leniense de la Bora Gran, propon¡én~
dose desde el MagdaJeniense IV hasta el VI, p udiendo pertenecer al primero
los protoarpones y al segundo los arpones con doble hilera de dientes. De ser
esto así nos encontraríamos con una mayor prolongaci6n all' que lo conocido
para la Región Valenciana, único lugar con Magdaleniense claramente estru c~
furado en la vertiente mediterránea peninsular, aunque con f inal en el Magdalen iense IV hacia el 12.000 antes de Cristo, suscitándose la problemática
de su perduración en la zona de la Selva, caso similar a lo del A ude excavado
por Sacchi n.
En el caso gerundés ya hemos dicho como las posibles causas que expliquen la perduraci6n podrían buscarse atendiendo a las particularidades
cli máticas especiales que afecta n a la comarca de la Selva, que prolongando
el estatus ambiental del pleistoceno en cuanto a predpitaciones y temperaturas, mantuvo estable la flora y como consecuencia la fauna, lo que no
provoc6 cambios substanciales en el equipamiento industrial, salvo la evolución propia dentro del Magdaleniense.
(36) CANAL, J . y SOLER, N.: Vi d. opus cit. nola 29, págs. 14$.1S2.
CANAL, J ., COROMI NAS, J . M., SOLER, N. y RIPOU PERELLO, E.: .Les Grattes de
Serinya. l.- La Gratte de I'Arbreda_. Vid. opus cit. nota lO, págs. 353-360.
(37) SACCHI. D.: _Aperr;:u sur les cillilisations du Paleoli thique Su.x:rieur dans le Bassin
de l'Aude et en RoussUlon_. Bulletin de la Soci~té d'Btudes Scientifiques de I'Aude.
t. LXXVI, págs. 87-96. Umeux, 1976.
[page-n-27]
El. MIlSOI.ITlOO BN V.o\l.ENClA
27
la fase final del mismo puede encontrarse alrededor del 9.500 a· de C.,
según la fecha proporcionada por el C-14, a partir de cuyo momento pudo
comenzar aquí también el cambio o desequilibrio ecol6gico causa de ia crisis
que conocemos como Mesol ítico.
Una primera fase del mismo estaría representada por Cal Coix, entre el
mientras que en el Meso9.500 y el 8.500, correspondiendo al Mesolitico I
lítico 11, entre el 8.500 y el 7.500 situarlamos las industrias recogidas en San
Benet y Coma d ' lnfern, de claro componente sauveterriense, utilizando esta
denominaci6n como mera etiqueta referencial, y con paralelo en Filador, tal
y como propusieron los investigadores de aquellos yacimientos. Por nuestra
parte no creemos que ninguno de estos perloclos se pueda encontrar, o
demostrar su existencia, entre los materiales de la Bora Gran o de Reclau
Viver, tal y como se propuso, y explica Fortea JI, aunque el criterio de este
es el más apropiado dada la forma en que se realizaron los hallazgos.
De los yacimientos tarraconenses no vamos a ocuparnos por las causas ya
expuestas, fueron estudiados por Vi laseca y Fortea)f y volveremos sobre ellos
para incluirlos en los distintos períodos de nuestra estructuraci6n, interescindonas los yacimientos gerundenses por que vie~en a cubrir una zona en
blanco, estableciendo el enlace de Tarragona con la vertiente mediterránea
francesa.
a,
Bl
VALLE DEl EBRO
Excepto Tarragona, integramos bajo esta denominaci6n todas las t ierras
de su cuenca, hasta la misma Rioja, sujetas al clima mediterráneo continental,
excepto zonas concretas pirenaicas. Los motivos de su inclusión en un estudio
de esta índole vienen determinados por el planteamiento general que hemos
expuesto, y serán justificados o no por el desarrollo de las investigaciones,
que hasta el momento han llegado a conclusiones en sentido afirmativo, como
se desprende de algún estudio general en que los paralelos quedan establecidos con yacimientos e industrias de la zona mediterránea estricta 40, mientras que el mismo Apellaniz señala claramente las diferencias tan acusadas
en lo ergol69ico y socioecon6mico entre la Vasconia atlántica y la mediterránea 41.
Fortca, J .: Vid. opus cit. nota 6, pág. 231.
(39) Vid. FORTEA: _Los complejos .. .• y VILASECA, opus cit. nota 24.
(40) MUJi:!QZ SALVATIERRA, M.: _Microlitismo geométrico en el Pals Vasco~. Cuadernos de Arqueología de Deusto, nUm. 4. Bilbao, 1976.
Consúltcsc también: BALDEON, A.: _Contribución al estudio de yacimientos postpaJeo¡¡ticos a l aire libre (Alava). Landa y SaldalTOa_. Estudios de Arqueología Alavesa, número 9, págs. 1745. Vitoria, 1978.
(41) APELLANIZ, J. M.: «Neolftico y E. del Bronce. Resumen de Arqueología Alavesa..
XIV Congreso Nacional de Arqueología. Vitoria, 1975, págs. 13-14. Textualmente dice: .. El
grupo de SantimamiJ1e se instala al N. de la linea divisoria de aguas atlántico-mediterráncas
que hace de frontera cultural aproximadamente.. y el grupo de los Husos se sitúa al
S. de la Unea_.
(38)
[page-n-28]
28
J. APARICIO
Aún cuando la bibliografía sobre yacimientos en esta cuenca, de la época
que nos ocupa, es escasa, rebuscando entre las numerosas publicaciones de
Vallespf e, de Beltrán 41, etc., otros muchos hubiéramos encontrado, pero,
qu izá, muy poco definidos, por lo que hemos creído que era suficiente con
la inclusión de los tres que juzgamos más significativos para apoyar la tesis
que defendemos.
la falta de yacimientos publicados con Paleolítico Superior nos impide
conocer el momento final del m ismo, por lo que nos encontramos con un
Mesolítico I representado por el Montico de Charratu y la Cueva de Zatoya.
perfectamente fechado en la segunda, y un Mesolrtico 111 e en Botiquería,
pudiendo detectarse un Mesolítico 111 B en Zatoya a juzgar por una de las
fechas de C-14.
Por otra parte el Neolítico I se encuentra representado en el área, tanto
por los fragmentos de Botiqueria como por los de la Cueva de Chaves en
Huesca 44, que amplian el área de dispersi6n tierra muy adentro, privándole
de la característica exclusivamente costera que se le manten fa. Debiendo
buscarse la fase de transici6n mesolítico-neolftico a travás del Protoneolftico,
representado en Botiquería deis Moros.
I._MONTICO DE CHARRATU (Condado de TrevUkl -- ButtOt).
Su ubicaci6n en tierras que vierten aguas a la Cuenca del Ebro permite
su inclusión en nuestro estudio, de acuerdo con 10 expuesto 45 (Fig. 4).
ESTRATIGRAfIA
[TIpolQCia y dUtrlbudón de lo, úlllu):
MONTlCO I.-Espe$()r 20 CIllS. Corresponde a la oe;upación EM. 1, la más anti¡u.a y la
profunda. Franja horiwntal en contacto con el subsuelo. Proporciona 23 pieza¡ con sólo
8 útiles, entre 10$ cuales distinguimos a través de los dibujos:
Núcleos prismáticos o posibles rupadores nucleiformes (cepillos).
_ I dorso rebajado y 1 fragmento de bojita con el borde reba.jado.
-- l hoja sin retoques.
HIATUS DE 10 CMS.
MONTlCO n .-Espesor de 30 cms. Corresponde a la oe;upación EM. 11 y totaliza 351
piezas dc las quc sólo $On útiles 68, distinguiéndose a través de los dibujos:
(42) VALLESPI, E. J.: _Bases arqueológicas para el estudio de los talleres de sílex del
Bajo Aragón. Hacia una seriación de las industrias [ftieas post palcolfticas bajoaragonesas •.
C.P.S.A.NA., nÚJns. 1}.14, págs. 7·21. Zaragoza, 1959.
VALLESPI, B. J .: "Talleres de sílex al aire libre en el pals vasco meridiona\.. Estudios
de Arqueología Alavesa, núm. 3, págs. 7·V. Vitoria, 1968.
VALLESPI PEREZ, E. y MOYA VALGA~ON, J. G.: .Talleres de sllex en la Rioja Al ta,
lérminos de Saj8%arra y Fonzalecbe.. Misceh\oea de Arqueologia Riojana. Biblioteca de
Temas Riojanos. l. Estudios. Págs. 53-64. LogroDO, 1973.
(43) BELTRAN MARTINEZ, A.: _De Arqucologfa Aragonesa_. 1, págs. 22·24. Zaragou,
1978.
(44) BALDI!LLOU, V.: .. Excavaciones en la Cueva de Chaves (BaJ;taras-Huesca) •. XIV
Congreso Nacional de Arqueología. Vitoria, 1975, págs. 245-248. Zaraaou, 1m.
(45) BALDEON, A.: .Los niveles sin cerámica del Monllco de ehamtu (Condado de
TreviJIo)_. Dos estudios sobre Prehistoria del País Vasco. Cuadernos de Arqueología de
Oeuslo, vol. 1, pá¡s. 7·110. Bilba.o, 1974.
[page-n-29]
..
1
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','
".
..
3
--='-¿.,.¡-
o
2
l 'Scm .
FIg. 4.....1 Y 2, MonUco de Charratu (~ A. u.Iddlou). 3, MalIaetes (~ F . JonU).
4, Parpalló, capa , upufldal (.ef'ln Puteot). 5, Sut Grerorl (1CfWt S. Vllueea). Todo •
t . Do excepto lo. rupadorea '1 burlla de liaDt Grqorl • 112.
[page-n-30]
1. APARICIO
Varios núcleos pri&máticos. en a1¡úD caso pos.ibles raspadores nucleiformes.
2 microlT1lSpadOres seguros y otros dudosos.
Varios buriles de é.ngulo sobre rotura o $Obre tnmcadura.
Varias hojitas o fragtnelllos <=on el borde o el dorso rebajado.
Hojas y hojitas retocadas o no.
l...a5eas retocadas.
HIATUS COMO EL ANTERIOR
MONTICO UJ.-Espesor 25 cms. Corresponde a la ocupación EM. 111. 492 es el mlmero
total de pieus, siendo 80 los únicos útiles que se distinguen, repartimdose asl de acuerdo
con nuestro anAlhis de los dibujos;
Núcleos prismáticos.
Raspadores y microrraspadores.
Buriles similares a Ins anteriores
Hojas y hojitas con d dorso y el borde rebajado.
Hojas y hojitas retocadas o no.
Laseas retocadas.
1 microburil.
1 trapecio.
1 hojita con truncadura distal oblicua (fmgm.).
Algún fragm . cerámico.
A través del resumen anterior es fácil observar como los tres niveles de
ocupación diferenciados corresponden a un mismo nivel o etapa cultural,
en este caso al Mesolltico 1 pudiendo corresponder el geométrico a los nive,
les superiores con cerámica o bien ir unido al único microburil en cuyo caso
ambos podrlan corresponder a un nivel intermedio destruido o al inicio de la
fabricación de estos útiles al final del Mesolitico I por lo que respecta al
microburil. En todo caso la utilidad de la estratigrafía queda muy limitada, y
sin valor con respecto al proceso neolitizador.
l-.CUEVA DE ZATOYA
Se encuentra ubicada entre Roncesvalles y Ronca l, sobre el cauce del rio
del mismo nombre, el cual desagua en el Salazar, quien lo hace al Irati y éste
al Arag6n, afluente del Ebro.
Según Barandiarán, que lo estudi6 y public6 - , se distinguen los niveles
siguientes:
l.-NIVEL INFERIOR
Delenninaclón: Epj·aziliense o aziloide.
Datación: Holaceno an tiguo. Preboreal o Boreal. C 14 • 9.890 BC.
SlIelt: Raspadores subeircuLares sobre diminutas lascas.
Buriles pooo frecuentes.
Puntas y hojitas de dorso.
Escasos perforadores.
Hojas apuntadas con retoques marginales continuos totales.
Hueso: Utiles escasos o nulos.
Fauna: E.species: Caballo.
Ciervo.
Jaball.
Cabra Montés.
Ocupación de La cueva durante el vecano-otoño.
(46) BARAN.DIARAN MAEZTU. l.: .Zatoya 1975. Infonne preliminar-. Principe de
Viana. am, 37. núms. 142·10, págs. 5-19. Pamplona, 1976.
BARANDIARAN MAEZTU. l .: .EI p['()CeS(J de transición i!.pipaleolltico-NeoUtico en la
Cueva de Zatoya_. Princlpe de Viana. año lB, nÚDlS. 146-147, páss. S.16. Pamplona, 1977.
[page-n-31]
EL MBSOLrnco EN VALENCIA
JI
H.-NIVEL ME.DIO
Datación C14: 9.530 Be
6.200 se
Industria lftica similar a la anterior, aunque menos numerosa.
Ul.-COSTRA ESTAJ..AGM ITICA
No total, periodo de abandono.
IV.-NIVEL SUPERIOR
DeterminaciÓn: asccndcncia tardcnoidc (&eométrica).
SfiCll: NlicJeos raspadores numerosos.
Buriles diedros.
Hojas con muesca y estranguladas.
Trapecios, más abundantes los de base CÓncava.
Triánaulos.
Microburiles escasos.
Cerámica: l fragmcnto dc cerámica tosca (con dcsgrasante notable).
Fauna: especies caudas similares a las del nive l infcrior.
Se evid encia una clara estrat igrafia , con sus irregularidades debido a las
vicisitudes de todo t ipo que suelen sufrir los depósitos arqueológicos, pero
notoriamente discernibles a través de la objetiva exposición de Barandiarán,
no sujeta a controversias por la p rudencia y exactitud que la preside, máxime
cuando fue hecha antes de conocerse las fechas de C-14.
Nos encontramos con un N ivel Inferior claramente atribuible por composición lítica al Mesolltico lB debido a la rareza de los buriles, un Nivel Medio
que se presenta como cont inuación industrial y cronológica del anterior, aunque con fecha que conviene mejor al superior, al que debe trasladarse, justificándola por las discontinuidades en la costra estalagmítica entre ambos niveles, ind icios de su ruptura por medios mecánicos humanos, o bien de posibles
remociones aprovechando los lugares en donde se interrumpe; dichas remociones pudieron haber trasladado los raspadores y los buri les al nivel superior, siempre que su número y morfología Jo atestiguen, este nivel superior
corresponde al Mesolítico 111, posiblemente al S, tanto por la industria como
por la fecha, que muy bien pudiera asi milarse a este momento, tal y como
hemos indicado.
Este yaci miento, junto al Mont ico de Cha rratu, serian los más occidentales
de todos los conocidos en la vertiente mediterránea de la Penlnsula Ibérica,
y ambos nos sirven de argumento para documentar y apoyar nuestra tesis.
3-BOTIQVERIA DELS MOROS (Mazalt60· TerueI)
Este yacimiento arqueológico se encuentra situado al N. d e la provincia
de Teruel, junto al cauce del río Matarraña, afluente del Ebro. Diversos invest igadores se han ocupado del mismo, sin embargo, el trabajo publicado por
[page-n-32]
32
1. APARICIO
Barandiarán 0, síntesis de la amplia memoria en prensa"', es el más orientativo, extractando de él lo siguiente:
Sobre una profundidad entre 100 y 140 cm. se han d iferenciado unos 8
niveJes o capas, de todos los cuales obtuvo unos 600 útiles, repart idos los
más significativos asl: 292 al 2, 104 al 4 y 85 al 6, mientras que en los restantes niveles destaca su escasez, proporcionando 14 el 3, 6 el 5, 4 el 7 y 23
el 8, es decir que del 2, 4 y 6 proceden 481 útiles, que representan el 91 %, y
del resto únicamente 47, equivalente al 8% , aunque del 2. el inferior, procede el 60 % de la totalidad, lo cual conviene destacar.
Se advierte, pues, una clara tendencia a la disminución del utillaje industrial desde la base de la sedimentación hasta la superficie, lo que creemos
que puede ser debido a dos causas o a ambas a la vez, una de ellas a la progresiva disminuci6n en la intensidad de habitaci6n, y la otra a la disminuci6n
de ciertos tipos y su sustituci6n por otros, como las hojas~cuchillos con o sin
retoques, cuya alta proporci6n alcanza hasta el 90"10 en la Cova del Or, y que
aqul, dado el carácter de avance que tiene el trabajo, no se han contabilizado.
Dicha disminución se refleja t ipol6gicamente en los raspadores, buriles
(que desaparecen totalmente), dorsos y bordes reba jados, muescas y denti~
culados, triángulos t ipo Cocina y microburiles, lo cual es lo normal dentro
del esquema que hemos elaborado y expuesto reiteradas veces", aunque
no tanto en la de los trapecios, cuya disminuci6n es anormal si consideramos
que siendo el geométrico que permanece con mayor abundancia a través de
todo el Neolítico, debla mantenerse por lo menos, pero no tanto si obser~
vamos los escasos materiales en los niveles altos; el aumento de los trián~
(47) BARANOIARAN MAUTU, l .: _Botiquerfa deis MoI'O$ (Teruel). Primera rechación
absoluta del Complejo Geométrico del EpipaJeolitico MedHernl.neo Español,.. Zephyrus,
XXVI-XXVII, págs. 183-186. Salamanca, 1976.
(48) BARANOIARAN MAEZTU, l.: .EI abrigo de la .Botiqueria deis Moros. (Mazaleón, Teruel) •. Ellcavaciones Arqueológicas de 1974 (en prensa).
Ya en prensa este trabajo llegan a nuestras manos las AClas del XV Con¡reso Nacional
de Arqueologla (Lugo, 1977). publicado en Zaragoza (1m), donde 1. Ba randianl.n amplfa
los datos expues tos en los dos trabajos anteriores con una tabla cuantitativa y de porcentajes, así com o diversos gráficos comparativos con Coci na (El epipaleolltico geométrico
en el Bajo Aragó n, págs. 125-134). No nos es posible clltcndemos en el comcntario y comparación de las cantidades y porcentajes de este yaci miento con los es tablecidos para
Cocina, tal y como hemos realizado al tratar este último, sin embargo, ::1 lrav~ de lo an::llizado vemos como se confirma lo que hemos dicho a propósito de BotiQuerla, reafirmando
nues traS conclusiones.
En es te mismo trabajo se m enciona por vez prime ra que sepamos, la est ratigrafla
mcsolltlca y ncolltica del yacimiento de Costalena (citado com o Encollllco anteriormente),
situado a unos 20 Kms. de Botiquer1a, en la provincia de Zaragoza, con la es tratigrafla
siguiente de abajo arriba:
Nivel I .--Con evidencias de un Epipaleol1tico más antiguo (no ¡eomftrieo).
Nivel 1I .- EpipaleoHtico georoflrico (con geométricos nUJIlerosos y variados).
Nivel 1I1 .-Neo!ltico con cerámicas impresas (varias cardialcs).
Nivel IV.-Neol!lico avanzado.
Nivel V.-Bronce antiguo.
(49) APARICIO PEREZ, J . y SAN VALERO APARlSI, J .: .La Cova Fosca (Ares del
Macstre-CasleUón) y el Neolltico Valenciano•. OpIO. de H.· Antigua. Serie Arqueoló¡i.ca,
núm. 4. Valcncia, 1m.
[page-n-33]
EL MBSOLITIOO EN VALENCIA
33
gulos podrla parecer por dicha razón impropio, aunque a nuestro criterio
sacar conclusiones minuciosas a base de porcenta jes obtenidos con tan pocos
útiles es sumamente expuesto y ocioso, Jo cual se podría aplicar a la excesiva
valoraci6n del aumento del doble bisel, que alcanza el 100 % en el nivel 8,
donde únicamente se obtuvieron 23 útiles, y 62'51 % en el 6 con 85 útiles
y solamente 3 medias lunas, que deben ser las fabricadas con d icha técnica.
En 19n discrepábamos de los paralelos industriales establecidos por Baran·
diarán, asl como de la cronología dada a los diferentes niveles 50, ya que para
,
nosotros únicamente se pueden establecer 2 niveles culturales, el 1 que comprende los niveles o capas 1 a 5, correspondiente a nuestro Mesolítico 111.
paralelizable con Cocina 11; y el 11, del 6 al B, caracterizado por la presencia
d e cerámicas cardiales junto a úti les de tradición mesolit ica geométrica, equiva lente, por lo tanto, a nuestro Protoneolítico.
En fechas absolutas podríamos establecer que el comienzo pudo ser hacia
el 6.000 a. de C., final del Boreal y principios del Atlántico, conociendo una
ocupaci6n intensísima hacia el 5.600 a. de c., según la fecha proporcionada
por el C·14 para el nivel 2. Entre el 5.500 y el 5.000 comenzó y se desarrolló
el proceso neolit izador sobre la base mesolít ica descrita, conociendo la agricultura, o por lo menos introduciendo los cereales en su dieta alimenticia, ya
que es el motivo que determina la existencia de vasos cerámicos, como res·
puesta ante las nuevas necesidades, lo que hemos expuesto anteriormente ~I .
Sin embargo, parece ser que no se introduce la ganadería, a juzgar por los
restos óseos determinados por Altuna y consistentes todos en especlmenes
salvajes hasta la misma superficie, lo que apoya nuestra creencia en que del
Protoneolftico no se pasa al Neolftico I o Antiguo en este yacimiento, debiendo
interrumpirse la habitación hacia el 5.000 a. de C., lo cual está en desacuerdo
con lo manifestado por Barandiarán y lógicamente con lo expuesto por For·
tea a propósito de la Cava del Or 52.
Cl
REGION VALENCIANA y ZONAS lIMITROFES
l a Región Valenciana es la zona nuclear de la vertiente mediterránea, y
no precisamente por su posición central , sino por la cantidad y calidad de los
yacimientos conocidos, estudiados y publicados. Junto con Tarragona posee
los yacimientos clave para la estructuraci6n del Mesolitico peninsular y mediterráneo, siendo sus yacimientos puntos obligados de referencia para cual·
quier estudio sobre el tema.
(SO) lbldem, pág. 49.
(SI) APARICIO PEREZ, J.: _Estudio Económico y Social de la Edad del Bronce Valen.
ciano_. Publicaciones del Archivo MunicipaJ de Valencia. Serie Teroera. Estudios Mon<>
gráficos, núm. 8, pá¡. 19S. Valencia, 1976.
Vid. opus cit., nota 49, págs. 41 Y 47.
(S2) FORTEA: _Los complejos .... , págs. 411-413.
s
[page-n-34]
34
J. APARI CIO
Ello es debid o, y estamos absolutamente convencidos, a la inlensidad de
las e.l
sistemática, de ninguna manera a que pueda ser una zona especialmente
privilegiada y elegida por nuestros antepasados. sino que es el fruto de la
labor tenaz e ilusionada del conjunto de arque6logos valencianos que
constituyen lo que hoy llamamos la Escuela Valenciana de Arqueología, que
cristalizó alrededor del Servicio d e Investigaci6n Prehistórica de la Diputaci6n de Valencia, principal catalizador de sus esfuerzos, y en menor grado
en la Universidad valentina; de la misma manera que el amplio panorama
que ofrece el poblamiento mesalítico en Tarragona se debe a la inca nsable
labor de un solo hombre. Salvador Vilaseca Anguera.
Con ello queremos manifestar, y esto lo venimos repit iendo incansable·
mente, que las zonas carentes de yacimientos lo son por circunstancias mera·
mente fortuitas, bien porque las investigaciones se hayan dirigido en otras
direcciones, bien por falta de las mismas o por el si mple azar, pero que en
cuanto se realicen han de colmar fas lagunas hoy día existentes.
Aún cuando en el futuro la Región Valenciana y zonas contiguas de Albacete, Cuenca y Teruel vertiendo aguas al Mediterráneo, deberán ser englobadas ba jo una denominaci6n común, como por ejemplo "Zona Central de la
Vertiente Mediterránea", hoy día, si exceptuamos Verdelpino, en Cuenca,
todos los yacimientos de cierta importancia se encuentran en Valencia, de ahí
que mantengamos aquélla hasta el momento en que ésta cobre contenido.
Son numerosísimos los yacimientos conocidos hoy día en la Regi6n, muchfsimos más que fas que public6 Fortea en su recopilación, aunque nosotros
no vamos a utilizarlos todos porque no es la finalidad de este traba jo, si mplemente nos limitaremos a la descripci6n y valoraci6n de aquéllos más conflictivos o cuya estratigrafía sea pieza clave en la estructuraci6n ergol6gica y
cronol6gica que proponemos, tal es el caso de Mallaetes o Cocina; otros yaci.
mientas porque sus materiales o estratigrafías ofrezcan nuevos datos desconocidos hasta el momento para la articulaci6n y vertebraci6n del conjunto,
y en un tercer caso porque la situaci6n geográfica introduzca nuevos y decisivos dalas, siendo este el caso del Estany d'Almenara . En la síntesis final y
en cada fase determinada citaremos, eso sí, la mayor parte de los mismos,
publicados o todavla inéditos (Fig. 5).
Aunque las descripciones de cada yacimiento, respecto a situaci6n, estratigrafía, materiales, etc., son lo más concisas posibles, con uno de los yacimientos hemos hecho una sola excepci6n, se trata de la Albufera de Anna,
donde explicamos minuciosamente todo el proceso de su descubrimiento.
excavaciones y materiales, excepción que se explica por haber sido el punto
de partida para el presente trabajo, que en origen era sencillamente la publicaci6n de aquél único yacimiento, pero que consideramos conveniente ampliar y estructurar de la fonna en que lo presentamos por la necesidad
[page-n-35]
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FI,. '.-Mapa de la RqlóD Valmctana con la dtuadón de los )'Klmknlos estudiad<» .,
dta40li en ~ IBlo: 1, MallHla. 2, ParpaU6 "J Uop. 3, Maravdla ., PoR.a. . , Rata Penau,
huy. Roja "1 ForIIl de l'A!te CaleoL 5, Barftnc BIaDC. 6, Volc:ú del Faro. '. Barnnco
cid Lobo. 11,
Camp de San! ADtom, Capurrl ., PartId.. lid Salt. 12, H _ TI&Cafta.
U, Pinar ele TaITudlIi, Casa de Lara ., AraIaI de la VIIpD. 14, 8anmte Fondo, U , Coveta
VIctoria.
Albureq de AnDa.. 17, u.rbero• • 1, Coe:lM. 1'. CovatdJa. lit, Uatu, 21. Sana.
22, Or. 23. FOKfI. 24, d 't Q Pwdo. 26, Zorra, Rubia AUa ., Baja. le. EIotany d'AlmaIanI.
eon.o,
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[page-n-36]
J6
J . APAJUelO
acuciante de plantear una nueva estructuración y verfebraci6n del proceso
industrial y socioecon6mico entre el final del Paleol ftioo Superior y el Neotftico I que conocemos como MESOllTICO, con la finalidad de presentar una
nueva alternativa a la invesfigación, de 8cuerdo con los nuevos datos aportados durante los últimos años y con la d istinta valoraci6n de los existentes
de acuerdo con nuevos enfoques y ,puntos de vista.
I.-<:OVA FOSCA (Aru dr:1 Maestre • Culdl6n)
Este yacimiento, sobre el cual ya publicamos recientemente un amplio
trabajo .5J, y a través del cua l presentamos una nueva periodización del NeoIItico peninsular, especialmente mediterráneo, en el que distingulamos por
vez primera la existencia de una segunda fase neolftica tomando como base
el conjunto cerámico recogido en esta cavidad, fase que preferimos denominar simplemente Neo[ftico 11, procurando la no utilización de nomenclaturas derivadas del nombre del yacimiento epónimo, con el fin de evitar su
absurda proliferación, ha sido objeto de sucesivas campañas de excavación
por el Servicio de Investigaciones Prehistóricas y Arqueológicas de la DiputaciÓn de Castellón, obteniéndose varias fechas de C-14 de sumo interés 56,
especialmente las del Teledyne ]sotopes, puesto que las del Rocasolano, a
pesar de su mutua coherencia, discrepan de la otra y resultan excesivamente
altas de acuerdo con los materiales arqueológicos adyacentes, que en nuestro
trabajo datamos en la primera mitad del cuarto milenio y la fecha del TeJedyne IsOlopes, 3.765 B.C., lo ha confirmado plenamente.
En sucesivas publicaciones se hace somera menciÓn a la estratigrafía del
yacimiento D , indicándose la existencia de n iveles acerámicos, cuya reciente
datación, también por el Teledyne lsotopes ha dado la fecha de 6.930 B.C.
para un conjunto industrial que "presenta una mezcla de útiles macroliticos
con una serie microlaminar y escasos geométricos 56.
Aún cuando no se especifica el tipo de geométricos deben ser triángulos
o segmentos, y quizá algún trapecio, mas por la mención de los úti les macrolít icos, y su cronologfa, encaja perfectamente en nuestro Mesolitico 111 A., lo
que se podrá confirmar una vez publicados extensamente los útiles lít icos
y los restos de la fauna, en cuya composición deben entrar en buen número
los Helix.
(53) Vid. opus cit., nOla 49.
(54) OLARIA. DE GUS I , C.: .. Repertorio de rec:haciones de C14 pa.ra el Pa.ls Valenciano•. Millacs V, págs. 27.J..274-Z7S y 278. Caslellón de la Plana, 1978.
DIARIA DE GUS I, C.: Vid. opus cit., nOla 78, págs. 61-63.
(55) GUSI GENER, F.: .. Actividades arquoolóaicas en la Provincia de CasteIlÓ •.
n
Penyagolosa, núm. 14. CasleUón, 1978.
(56) Vid. opus cit., nota 54, primera cita.
[page-n-37]
"
El. MESOUTICO EN VALIlNCIA
2.-ABRIGO DE VERDELPINO (eueoe.)
Entre los yacimientos que por causas determinadas alcanzan notable notoriedad en breve plazo de tiempo destaca el Abrigo de Verdelpino, aunque
en este caso lo haya sido por la controversia Que ha provocado la fecha
obtenida y publicada para un nivel con restos cerámicos.
Ubicada en las inmed iaciones del cauce del río J úcar, y en un medio
ecológico claramente mediterráneo, su análisis y consideraci6n era de todo
punto obligada en esta visión sintética, por lo que es conveniente una disección pormenorizada de la secuencia estratigráfica por ahora conocida gracias
a las excavaciones d irigidas por J. A. Maure y M. Fernández-Miranda, sobre
las que se han avanzado diversas noticias SI.
NIVEL 1.-0.00 - 0.60 m.
Tierra vegetal.
N I V BL II.-Determinación: NeoUtico, cerámica decorada oon impresiones e incisiones.
Datación C-1 4: 2.680 ± 130 a. de C.
Cerámica: 395 fragmentos, con decoración el 13'9 "'.
Sile:c: Lascas y esquirlas ..................... 420 - 67.5 ",
Hojas y hojitas
201 _ 32.1 " (60 " 1 elemen05
tos de hoz).
Raspadores ... ... ... ... ... ... ...
3 - 10.16 ".
Buriles ... ... ... ... .. . ... ... ... ... ..... 12 - 20.33 " (Diedros I!$~Imente).
Dorsos rebajados .............. . .. .
_Punta pedunculada perigordlense.
1- (= perforador neolhico
típico).
Geom~triC05 : Trilmgul05 .. ............ .
Trapecios .............. .
Medias lunas o segmen·
tos .................... .
Microburiles: ......................................... .
Hueso: 1 fragmento de pu nzón o azagaya.
Concha: 2 rragment os de Célrdium y Pecten, lo que evidencia contac tos medio
lerrllDCOS.
oo . . . .
oo,
...
oo .
""""
NIVEL 11l._ Determ inación: Ncolitico con cerámica impresa e incisa.
Datació n C-14: 3.170 ± 130 a . de C.
3.220 ± 130 a. de C.
Cerimica: 274 lragmeotos; Unicamente 20 decorados = 7'2 <;\.
Sllc:c: Lascas y esquirlas .. .
1.483 - 81'3 "'.
Hojas y hojitas ...
325 - 17'6 '" (incl uidos ele m en to s
de ho.:.:).
Raspadores ... ... ... ...
8 - 17'S "' .
Buriles ... ... ... ... ... ... ... ... ...
5 - 12'9 '1. (escasos e idénticos a
los del 11).
(57) FERNANDEZ MIRANDA, M. Y MOURE ROMANILLO, A.: . Ve rdc:.lpino (Cuenca):
Nuevas fechas de C-14 para el NeoUtico peninsular •. Trabajos de Prehistor ia, vol. 31 ,
paginas 311-316. Madrid, 1974.
FERNANDEZ MIRANDA, M. Y MOURE ROMANILLO, A.: _El abrigo de Verdelpino
(Cuenca). Un nuevo yacimiento neoUtioo en el interior de la Pcnfnsula Ibérica_. Noticiario
Arqueológico Hispánico. Prehistoria, 3, pags. 189-236. Madrid, I97S.
MOURE ROMANILLO, J. A. y FERNANDEZ MIRANDA, M.: _El abri¡:o de Verdclpino
(Cuenca). Noticia de los trabajos de 1976_. Trabajos de Prehistoria, vol. 34, pá¡ s. 31081 .
MOURE ROMANILLO, J . A. Y WPEZ GARCIA, P.: _Los nivc:Jes preneolftlC05 del abrigo
d e Verdel pino •. XV C.NA . Lugo, págs. 11 1-124. Zara¡ou., 1979.
[page-n-38]
38
J. APARI CIO
00J'50S
Elementos de hoz
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•••
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Hoj u con escotadura ......... ".
Hojas denticuJadas ...
Piedra: 1 azuela de piedra pulimentada.
o ••••••••
O"
2
164
I
J
NIVEL IV.-DataciÓn C.14: 6.000 :t: 150 a. de: C.
Cerámica: 19 fra¡mentos en 1972; ninguno en 19'76; lisos.
Silex: No hay elementos de hoz..
Lascas y esquirlas ... ". ... ...
1.175 - 75'9 ".
Hojas y hojitas o..•••
o..
368 - 23'1 ...
Raspadores
15 - 10'2S 'lo.
Buriles
64 - 54'70 'lo,
Dorsos rebajados ......... o. .
pocos.
Hueso: Fra¡mentO$ de punzón o azagaya con inicio de bisel.
Concha: Columbella rustica, frecuente en yacimientos mediterráneos.
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o ..
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•
N 1 V E L V.-Dcternlinación: _Estilo_ Ma¡daleniensc.
Datación C.t4: 10.980 ± 47Q a. de C.
12.020 ± S20 a. de C.
Silell: Lascu y esquirlas ... o.. ...
3.691
Hojas y hoj itas ...
1.17)
Raspadores ...... '" '"
18
Buriles ... o,, . . . . . . o.. •.• ... ... ...
45
Do~ ......... '" n
.... n.......
2
Hueso: I rragmento de punzón de sección cillndrica.
1 fragmento de punzón con acanaladura.
o"
o ••
o ••• "
•••
En 1.977 cuestionábamos la interpretación estratigráfica dada a Verdelpino, y como consecuencia también su interpretaci6n cultural, viciada por
aquel defecto básico, a lo que contribuía lo segundo por su consecuente
interrelaci6n. la memoria publicada en 1975 sobre este yacimiento permitía
observar en las figuras 4 y 5, y explicaciones anejas, la compl icada estratigrafía y las remociones a que ha debido estar sometida hasta nuestros días,
lo cua l viene corroborado por la mezco lanza industrial que ha provocado la
confusi6n y también el sensacionalismo entre los investigadores, mas esta
mezcolanza, como decíamos entonces, "no resiste un análisis en profundidad
sin mostrarnos sus anomallas", análisis que, por otra parte, nos puede ayudar
a su justa interpretación y a la correcta estructuraci6n cultural del yacimiento,
a lo que las fechas de C-14 se avienen perfectamente.
la estratigrafía obtenida hasta el momento se public6 unificada en 1977,
distinguiéndose siete niveles geológicos, de los cuales resu ltaron fértiles
arqueológicamente todos excepto el I y el VII , estériles totalmente; de ellos
únicamente e l 11 y 111 proporcionaron cerámicas en cantidad y en contexto
digno de tenerse en cuenta, y aunque los fragmentos decorados son escasos,
únicamente 74 de un total de 669, el 11'06 'lb, la homogeneidad de la temática permite, por sus abundantes paralelos, incluir ambos niveles en nuestro
Neolítico 11. precisando las fechas C-14 la segunda mitad del cuarto milenio
para la ocupaci6n del abrigo durante este período (Nivel 111). mientras que
la fecha del Nivel 11 (2.680) resu lta más problemática por la ausencia de
claros elementos atribu ibles al Eneolítico, especialmente p untas de flecha con
retoques bifaciales, cuya carencia en el Nivel 111 resulta sintomática .
[page-n-39]
EL MESOLITICO EN VALENCIA
39
liticamente ambos niveles se caracterizan por la extraordinaria abundancia
de hojas y hojitas, entre las que son destacables las consideradas como seguros elementos de hoz, alcanzando el 25 % de la totalidad, lo cual se aviene
perfectamente con lo que sabemos de Or y Fosca. Interesa hacer notar que
hay una sensible diferencia entre la capa 11 y la 111, siendo menos abundantes
en la segunda, lo cual testifica una d ism inución en profundidad. También hay
un tlpico perforador neolltico, el descrito por los A. como "punta pedunculada
perigordiense" que es un simple "lapsus" quizá motivado por la precipitaci6n
en redactar la memoria. Otros útiles que encajan perfectamente son los geométricos, aunque no los microburiles, ni raspadores, buriles o dorsos rebajados como veremos.
El aIro conjunto industrial que resulta del análisis estratigráfico queda
determinado por la unificación en uno solo de los niveles IV, V Y VI, de
componente lítico casi exclusivo, sobre cuya cronología ya opinábamos en
1977 que no podía bajar del 10.000 6 9.000 a. de C. como máximo, lo cual
ha sid o corroborado por ambas dataciones de C-14 (10.980 y 12.020 a. C.) .
l os t ipos lit icos con buriles, Que predominan absolutamente, raspadores en
baja proporci6n, y algunos, aunque escasos, dorsos rebajados, testifican su
correspondencia a nuestro Mesolítico 1 y dentro de éste a los inicios del mis,
mo por la fuerte proporción de buriles, aparte de que la azagaya monobiselada y el punzón acanalado proceden de próxima y d irecta ascendencia
magdaleniense, con lo que encaja la fecha más alta, que por otra parte hemos
considerado siempre como la del final del Magdaleniense IV y el inicio del
Mesolítico 1.
En el Nivel IV se nota una ruptura con respecto al 111, así desaparecen los
elementos de hoz totalmente, y frente a 274 fragmentos cerámicos en éste,
únicamente hay 19 en aquél, recogidos en 1972, pero ninguno en 1976, todos
ellos lisos. Es evidente, pues, que la cerámica aparecida en el Nivel IV es una
intrusi6n, que achacamos a viejas remociones humanas o de animales subterráneos. Sin embargo, los 6.000 años obtenidos med ia nte el C-14 para el
Nivel IV requieren una explicaci6n y nosotros la encontramos en la presencia
de dos microburiles en el Nivel 11, lo cual es, para nosotros, indicio de un
n ivel del mesoHtico con geométricos, anterior por lo tanto al 5.000, que puede
existir en algún lugar de la cavidad, y que en lo excavado ha podido ser
destruido por las mismas causas que han propiciado la presencia de algunos
buriles, raspadores y dorsos en los dos niveles cerámicos, lo cual es una anomalla evidente, ya que buriles y raspadores son abundantes durante el Paleolítico Superior y MesoH'ico " a partir de cuyo f inal comienza su paulatino
enrarecimiento, especialmente por lo que respecta a los buriles, y durante
n uestro Neolítico I no se encuentran, salvo algún raro raspador, que se hacen
menos raros durante el Neolftico 11 y especialmente durante el Eneolítico.
Tan largo análisis viene motivado por fa importancia indiscutible del yaci-
[page-n-40]
40
So
APARICIO
miento, cuyas rápidas y oportunas excavaciones de salvamento han sido un
acierto, pero la espectacularidad que ha presidido su rápida d ifusión y aceptación si n un previo análisis crítico nos han obligado a ello, deseando que la
prosecuci6n d e las excavaciones con mayor tranquilidad permitirá resolver
los problemas planteados.
Por nuestra parte creemos que lo expuesto puede queda r resumido así:
l .o
-Existencia de dos niveles de habitación amplios y seguros desde e l
punto de vista cult ural y cronológico. Uno inferior perteneciente al Mesol í·
t ico J q ue arrancando desde e l fina l del Magda feniense IV, 12.000 a. de C.
pudo alcanzar hasta el 10.000; de componente Ift ico como predominante y
con índ ice G/B muy super ior a la unidad. Otro de componente cerámico adscribible a nuestro Neolítico 1 similar al de Fosca qUe lo caracteriza, tal y como
1,
demostramos, aunque más reciente según el C. 14.
2.o-Remota, aunque no improbable, posibi lidad de que exist iera un n ivel
intermedio perteneciente a nuestro Mesolítico 111, del cual procederian los
microburi les y geométricos.
3.o.--Segura remoción de los sed imentos que han propiciado la disem inación de úti les líticos Ipropios del M esolftico I a los niveles cerámicos, y algunas
cerám icas al nivel IV.
3.-ASSUD DE ALMASSORA (Cutellón)
El abrigo rupestre conocido por este nombre a causa de su proximidad a
un azud en el cauce del rio Mijares, en térm ino municipal de A lmazara,
se encuentra a unos 8 kms. en línea recta de la costa actual 51 (lám. 1
).
Estratigráf icamente se determinaron tres niveles.
NIVEL l.- Terraza del no Mijares, en un momento en Que por su amplitud y caudal
el no invadía la oquedad. En terrazas similares recogió su descub ridor mat.
riales pertenecientes al Paleolitico Superior que nunca han sido publicados.
NIVEL II .-Sobre el anterior. Matriz idéntica, aunque no aportada por el rio sino por la
gravedad o por medios mecánicos humanos desde las terrazas superiores o
inmediatas. Fundamentalmente es un auténtico conchero, con predominio del
.cardium_ entre las conchas marinas y el .-helix_ entre las terrestres,
siendo ambas abundantísimas, en menor proporci ón hay pec túnculos y
1 ún ico ejemplar de .-rotica_ y .-cyprea_, estando una .columbela_ perforada
para la suspensión. Se observó la presencia de lentejones de carbones y
cenizas, restos de antiguos hogares.
El material iltico recogido se reduce a sencillas esquirlas de snex gris o
melado, sin huellas de uso, ni retoques. Cantos rodados, algunos de caliza
desbastados por un extremo, posibles hendidores, lascas con bul bo y plano
de percusión.
NIVEL Ill.-Estéril.
NIVEL IV.-Superficial. Cerámicas y otros materiales de un asentamiento durante la
Edad del Bronce Valenciano.
(58) ESTEVE GALVEZ, P.: .. El abrigo rupestre del Assud de Almazara y su yaci miento
arqueológico_. Archivo de Prehistoria Levantina, vol. XII, págs. 43-54. Valencia, 1969.
[page-n-41]
I!L MESOUTlCO EN. VAlENCIA
41
A través del estudio estratigráfico y ergol6gico es posible situar cronol6gicamente el yacimiento; así, el Nivel I se debió formar durante el Würm
f ina l y pudo llegar hasta f inales del Alleród, mientras que el superficial
corresponde a la Edad del Bronce Valenciano. El Nivel que nos interesa, el 11,
se formó cuando el mar había alcanzado su nivel actual, puesto que los
8 kms. que le separan actualmente de la costa, entran dentro de la distancia
económicamente permisible para el acarreo de los moluscos marinos y su
consumo en la cavidad, siendo el 8.500 su fecha "post quem". El nivel estéril
también aboga por una fecha muy anterior al 1700 B. de C.
Por otro lado, y dada la semejanza industrial con El Callao, asl como la
identidad económica, basada en la recolección de moluscos terrestres (Helix)
y marinos (CardiumJ, es obvio suponer la contemporaneidad de ambas
comunidades.
De acuerdo con todo lo cual situamos el yacimiento del Assud de Almassara en nuestro Mesolftico 111 A, en fechas absolutas alrededor del 7000
a. de C.
4.......cOVACHA DE lLATAS (AndllIa · Valencia)
Se encuentra situada en término de Andilla, en la comarca de Villar del
Arzobispo, a unos 66 kms. en línea recta del mar (figs. 3 y 5). Fue excavada en
el año 1948 por el S.I.P. bajo la dirección de José A lcácer Grau y publicada
por F. Jordá y J. Alcácer', incluyéndola posteriormente J. Fortea en su
amplio estudio de conjunto 60.
Antes de tratar del material lítico analíticamente convendrá que tengamos
en cuenta algunas particularidades internas y externas de la misma, que juzgamos de capital importancia para su comprensión global. Hay que destacar,
en primer lugar, las reducidas dimensiones de la cavidad, tal y como su
nombre indica, así como el poco espesor del depósito, que no se ha excavado
en su totalidad ni mucho menos, ya que queda un volumen considerable de
t ierras conteniendo materiales arqueológicos; sin embargo, el número total
de sflex recogidos pasa de los 5.000, entre los cuales hemos contabilizado
324 útiles al incluir en la lista las hojas, reducidos a 123 si descontamos éstas,
lo que hemos hecho a efecto de establecer comparaciones diversas, especialmente con algunos Indices obtenidos por Fortea.
En segundo lugar creemos que es sumamente importante determinar, en
relación con la cerámica, como ta cavidad, situada en la parte norte de un
cerro en cuya cima existen los restos de un poblado de la Edad del Bronce
(59) JOROA CERDA, F. y ALCACER GRAU, J.: d..a Covacha de Uatas (Andilla)_. Serie
de Trab:ljos Varios del S.J.P., núm. 11 . Valencia, 1949.
(60) Vid. opus cit., nota 6, págs. 371-376.
,
[page-n-42]
42
J. APARICIO
Valenciano. excavado por el S.I. P. bajo la dirección de J. Alcácer Grau ", se
encuentra en las inmediaciones del mismo, y que, casi con seguridad, fue
utilizada como lugar de enterramiento.
La evidencia definitiva es el hallazgo de huesos humanos en la parte alta
del depósito, inhumación que debió ser realizada en la Edad del Bronce Valen·
ciano por los habitantes del poblado contiguo, motivo por el cual. o por la
simple proximidad, se encuentran en su inferior fragmentos cerámicos (Fig. 6)
que pudieran proceder del ajuar funerario, especialmente el fragmento de
vaso carenado. ya que estos lipos aparecen al principio del Eneolitico a, con
carenas altas y suaves, aunque es durante la Edad del Bronce Valenciano
cuando se generaliza su fabricaci6n, siendo forma '¡pica de la misma, de donde
la creencia de su llegada alll durante dicho periodo, varios miles de años después de formado el depósifo mesolftico, removido al efectuarse el enterramiento con toda probabilidad, lo cual ha sembrado el desconcierto entre los
investigadores, por lo que la afirmaci6n de Fortea acerca de la coincidencia
entre las formas de los tipos cerámicos de lIatas y Cocina, únicamenfe sirven
para indicarnos el confusionismo que preside la interpretaci6n de ambos conjuntos, y el falso planteamiento básico que hace perdurar grupos étnicos,
con retardatario desarrollo industrial y socio-econ6mico, hasta p lena Edad
del Bronce Valenciano, lo que ha perdido toda credibilidad al desaparecer la
primitiva y artificial compartimentaci6n geográfica, que relegaba los grupos
retardafarios a las zonas montañosas del inferior y los avanzados, por la
incorporaci6n de novedosas y revolucionarias estructuras socio-econ6micas,
a las zonas pr6ximas a la costa; el hallazgo de ambos t ipos de yaci mientos,
tanto en el interior como en la costa, ha destru ido la argumentaci6n apoyada
en datos estrictamente geográficos, aunque determinadas tendencias confinúan manteniendo y no enmendando aquellas primitivas teerlas, bien p:>r
inercia, bien por comodidad.
La cerámica es una intrusi6n en el conjunto mesolltico y las teorias sustentadas y apoyadas en su contemporaneidad no son válidas l6gicamente,
as! como tampoco las de Cocina como hemos indicado y mucho menos aquellas que se apoyaban en los hallazgos de lIatas, especialmente lo referente
al doble bisel que ya observaremos como no es preponderante en Cocina, ni
tampoco en Llatas como afirm6 Forlea, lo cual se puede comprobar en Jos
cuadros cuantitativos y de porcentajes que hemos elaborado.
El primero de Jos cuadros (fig. 7) AS un análisis cuantitativo realizado
capa por capa según el inventario establecido por Fortea y rectificado por
nosotros, al que hemos añadido las hojas que éste no contabiliz6, con el f in
(61) ALCACER GRAU, 1.: . El Puntal de Cambra (VilIar del Arzobispo, Valencia)_.
Archivo de Prehistoria Levantina, vol. V, págs. ~. Va1cocia, 1954.
(62) APARICIO PEREZ, 1.: .Sima de la Pedrera (8cnicull, Poliñá del lúcar-Va1eDCia) ~.
Archivo de Prehistoria Levantina, vol. XV, páa. 90. Valencia, 1978.
[page-n-43]
43
El. W!SOLlTlCO EN VALENCIA
B
e
F1r;. 6..-Ca'úDk:u de la Covacha de U.W
(~
JonU , AIeM:er). A
ye•
l/3, B • t.o.
[page-n-44]
44
J . APARICIO
de poder compararlo con alguno de los de Cocina, contiene también número
e índices de los geométricos d esglosados y al final e l doble bisel por considerarlo número estrictamente técnico como indicamos también para Cocina.
El segundo cuadro contiene solamente número y porcentajes de las dos
capas primeras, con o sin hojas, así como los de todas las capas, 1 a 5, reun idos
sin las hojas, por lo que esto último vendría a ser un complemento del cuadro
primero; los geométricos también se desglosan como en el anterior y hemos
establecido dos índices técnicos, el de doble bisel y el de abruptos, independ izándolos del resto y comparándolos entre ellos, como única y válida posibilidad (Fig. 8).
Si comparamos las tendencias amplias que se observan en la proporcionab ilidad de los útiles por capas entre las cinco de lIatas y las nueve de Cocina
en la zona excavada de 1943 observaremos lo siguiente:
COVACHA DE LLATAS 1949. CUADRO CUANTITATIVO Y DE PORCENTAJES
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TIPO S
Rupadortt
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2
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0'90
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-
5'88
56
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A p A S
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27
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1
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2
l.- a S.-
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1
S'"
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11
] '39
11
-
-
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-
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-
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11
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-
2
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2
1'62
" -.....
"
....
-
H oja.
M~.
Mlcroburll
Geontrico.
TOTAL
221
25'33
DESGLOSE
30']5
Seamentos
11
Trapecio.
28
SO'OO
2
•
Triá ngu los
llpo Cocina
TrUncallo.
Media.
luna.
T OTAL
Doble Bltd
Abrupto.
3
56
56
92
DE
....
00'86
LOS
IS'20
32A
123
"'96
GEOMETRICOS
11
IS'47
18
.~'SO
S'SS
18
14'61
12'66
28
]4'4]
29
49'1 5
'"
29
23'57
]'57
O',"
2
2'17
2
3'38
0'61
2
1'62
107 1
271
1
11 '86
2' 16
1
S'"
....
1']5
•
6'52
3
]'26
3
0'92
3
2'0
56
00'85
"
18'19
"
5']5
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25']1
S
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[page-n-45]
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HL MESOLlTlOO EN VALENCIA
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COVACHA DE LlATAS 1949. CUADRO CUANTITATIVO Y DE PORCENTAJES
TI P o S
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1'38
79' 16
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•
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2
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GEOMETRICOS
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-
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-
-
15'62
32'68
0'67
.'"
1'"
SO.,.
I
FI" I
Raspadores, buriles, dorsos y oordes rebajados tienden en ambas a disminuir progresivamente, hasta alcanzar algunos. especialmente buriles, número y proporci6n insignificante e incluso desaparecer (figs. 9 y lO).
l as hojas, en cambio presentan número e.índices muy fluctuantes, así en
Cocina (1943) cuant itat ivamente se parte de bajo número, seguido de un
notable ascenso, descenso y nuevamente ascenso, mientras que en lIafas hay
un aumento consta nte desde pocas en la base hasta un considerable número
en la capa 1.-; en ca mbio, los índices muestran un descenso constante hasta
cotas mínimas en la primera muestra e índices fluctuantes pero siempre muy
elevados y próximos a la media, que es superior al 50 ",,", en la segunda.
(Fíg, 10),
las hojas de muesca, numéricamente tienden a aumentar desde la ba~e
hasta la 1.- capa, donde alcanzan número alto en Cocina (1943), aunque
cuantitativamente se produzca lo contrario, pero manteniendo rndices altos;
en cambio, en 1942 número y porcentajes son bajos, caso idéntico al de
lIatas.
l os escasísimos microburi les de lIatas impiden cualquier comparación,
[page-n-46]
J . APARI C IO
FIa:. ',....UtDea
I1tlcoa de la Covacha de tata. (.qd.a JonU y ,o\ldeer), t ....
[page-n-47]
EL MBSOLtTlCO EN VAUlNCIA
FI¡. IO.-Vllles Ulleotl de la Covacha de llitu (-.cm JonU y AIdcer), t.n.
47
[page-n-48]
48
J. APARICIO
siendo d icha escasez claro exponente de las dificultades y pel igros que acechan estas evaluaciones por lo azaroso de los hallazgos.
la tendencia de los geométricos es númericamenfe ascendente tanto en
Cocina (1943) como en Llalas, aunque descendente en Cocina (1942) , sin
embargo los ¡ndices son ascendentes tanto en lIalas como en Coci na (1942).
también en Cocina (1943) a pesar de algunas fluctuaciones poco significativas.
l os segmentos mantienen cotas muy altas en ambos yaci mientos, y también los trapecios, aunque en Cocina (1942) su número sea decreciente y
su Indice muy bajo e n la capa 1.- (fig. 11) .
Caso simi lar al de los microburiles se repite con los triángulos tipo Cocina,
aunque es importante su presencia en la capa 1.- de lIalas como veremos.
l os triángulos, como las medias lunas son escasos en todas las muest ras,
si exceptuamos el elevado porcenta je que alcanzan en la capa 3,- de lIatas,
debido a la pobreza general de la misma (fig, 12) .
Sin embargo, la comparación que hemos establecido entre los ¡ndices del
doble bisel y los abruptos puede ser lo más interesantes, ya que la abrumadora diferencia a favor de los segundos nos impide llegar a comprender las
afirmaciones de Fertea acerca de que la técnica de retoque en doble b isel
aparece ampliamente desarrollada en lIatas, siendo muy abundante en la
capa 1,·, los n úmeros desmienten categóricamente esta afirmación, por lo
que las deducciones obten idas a su través no son viables lógicamente,
Hemos incl uido en uno de los cuadros el número total de útiles de lIatas,
asl como los porcentajes (fig, 8) con la f inal idad de considerar la posi bilidad de estudiar todo el depósito como un conjunto, aunque los altos índices
de algunos útiles y las carencias de otros impidan el que los podamos asimilar a determinado nivel concreto, aún as! las mayores correspondencias de
los ¡ndices de las capas 1 a 5, consideradas global mente, incluyendo las
hojas, se establecen entre los raspadores, burites, bordes y dorsos rebajados
de las capas 5,- y 6,- de 1943, siendo elevado en ambas el de hojas, aunq ue
el de lIatas casi dobla al otro, el de las hojas de muesca es d ispar, el de los
geométricos presenta diferencias, au nque los de estas capas sean los más
bajos de toda la zona, y el de microburi les es bajlsimo para ambas; de considerar, pues, todo el depósito de lIatas como un conjunto habría que asimilarlo al Nivel 11 de Cocina,
No considerándolo como un conjunto total , sino como dos de acuerdo
con la idea de Fortea, f ormado el primero por las capas 1 y 2, y el segu ndo
de la 3 a la 5, es fácil ver como no hay casi n inguna semejanza con las primeras capas de 1942, y mucho menos con las de 1943, aunque si de nuevo
establecemos comparación con las capas med ias de 1943 (4,- a b,-) de nuevo
encontraremos las mayores correspondencias, que también se encuentran con
algunos ¡ndices de Cocina 111 de Fortea, aunque muy alejados de Cocina IV,
A nivel cualitativo son los út iles de trad ición paleolltica, especial menl~
[page-n-49]
eL N I!5OLlTICO
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I!.~ VALENCIA
49
[page-n-50]
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APARICIO
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[page-n-51]
SI. MI!SOLlTICO EN VALENCIA
51
el alto número de raspadores, y la presencia de los dos triángulos tipo Cocina
lo que hay que valorar. los primeros impiden una datación moderna y por
lo tanto su asimilación al Nivel I de Cocina, mientras que los segundos permiten hacerlo con el I y el 11 de Cocina pero no con el lJI, por lo que la conclusión parece lógica: las capas 1.- y 2.- de lIatas son asimilables al Nivel 1I
de Cocina, tanto industrial como cronológicamente, por [o tanto a nuestro
MesoJítico III-C, mientras que las capas 3 a 5 corresponderían al Nivel III-B
de Pericot y al Mesolitico 111-8 nuestro.
En resumen podríamos concluir:
la cerámica encontrada en el dep6sito arqueológico de la Covacha de
lIatas procede del inmediato poblado de la Edad del Bronce Valenciano, por
Jo que no debe ser considerada en los estudios analíticos del material arqueológico mesolítico, sino como una intrusión, debiendo ser valorada únicamente
en los estudios relativos a la Edad del Bronce Valenciano, relacionándola con
el enterramiento coetáneo.
El análisis industrial pone en relación el conjunto de lIatas con el del
Nivel 11 de Cocina, tanto si se considera globalmente como si se aiSlan las
capas primera y segunda, por lo que se establecen dos alternativas: que todo
el conjunto se corresponda con él o que únicamente lo hagan las capas
1.- y 2", asimilándose el resto al Nivel III-B.
De acuerdo con lo anterior consideramos que la Covacha de lIatas pudo
comenzar a habitarse durante el MesoJítico III-B, segunda mitad del séptimo
milenio, hasta el MesoJítico 11, primera mitad del sexto milenio.
,.-cUEVA DE LA COCINA (Do.
~-ValeDda)
Sin duda ni nguna la Cueva de la Cocina ha sido hasta el momento presente el yacimiento mesolítico más célebre e importante de la Península Ibérica, por cuanto, entre otras razones, parecía llenar los tiempos comprendidos
entre el Paleolítico Superior y el Neolít ico. Su potente sedimentación, su
evidente estratigrafía y la abundancia y riqueza de los materiales arqueológicos exhumados lo han manten ido en un puesto privi legiado hasta el
momento actual.
Aún cuando parezca que se han dado interpretaciones diferentes y distinta
valoración a sus conjuntos industriales, especialmente ¡:x>r lo que respecta
a la problemática suscitada ¡:x>r la presencia de cerámicas lisas y decoradas
en las capas superiores, en todas se aceptan unas premisas generales derivadas de las comparaciones esta blecidas con yacimientos de la zona de Gandía y los ya clásicos de Or y Sarsa, opiniones suscitadas y mantenidas tradicionalmente ¡:X>f los arqueólogos valencianos y aceptadas y matizadas por
otros estudiosos con dudosas innovaciones, ya que, indudablemente, aquellas fueron las más lógicas dados los datos de que se d is¡:x>nía ¡:x>r entonces.
[page-n-52]
52
J. APARICIO
y puesto que los datos de Cocina se han utilizado para la estructuraci6n
de todo el Mesolltico Peninsular, especialmente del Mediterráneo. hemos
considerado necesario dedicarle, como a Mallaetes, especial extensión, máxime cuando nosotros proponemos distinta estructuraci6n y la Cueva de la
Cocina es uno de sus pilares básicos.
De su situaci6n nos interesa destacar lo abrupto del terreno, siendo la
Sierra del Caballón una de las últimas estribaciones de la Sierra de Martés.
Sin embargo, queremos dejar constancia, haciendo en ello especial hincapié,
que se encuentra a tan sólo 40 kms. en linea recta de la costa, frente a 25 la
Cova de l'Or y a 45 la de la Sarsa, estas dos últimas en zonas extremadamente abruptas también, y aquélla cercana a la llanura costera de la Ribera
del Júcar, de cuyo cauce se encuentra bastante próxima, pudiendo constituir
éste, en último extremo, una perfecta vla de comunicación para la época.
Lo expuesto, junto al hallazgo de cerámica cardial, o gradinada contemporánea de la anterior, de un yacimiento similar al de Cocina en la misma
costa (Estany d 'Almenara) , y nuestra distinta estructuración nos aconseja el
estudio pormenorizado de los n iveles superiores del yacimiento como base
de la misma.
Con posterioridad a la exploración inicial realizada en 1941 , el S.I·P. de
la Diputación Provincial de Valencia efectuó tres campañas de excavación,
de 1942 a 1945 (fig. 13), bajo la dirección del Dr. Pericot, y últimamente
Fortea Pérez ha dirigido cinco campañas. De las que realizara el Dr. Pericot él
mismo publicó un avance al estudio definitivo 6,1, que no pudo llevar a cabo,
y que con posterioridad efectuó Fortea Pérez, llegando a distintas conclusiones
por la diferente interpretación dada a los conjuntos cerámicos del área estudiada 64.
Pericot distinguió, de arriba abajo en E-I, los n iveles siguientes:
NIVEL 1.- 0'00 a 170 m.
Cerámica: A mano. tosca.
Fragmentos campanienses.
S!lex:
Media$ lunas (segmen tos).
TriAngulos.
Hoja$.
Hojas con muesca.
Algunos mieroburilcs.
Punta de flecha romboidal.
Piedra:
2 hachas de fibrolila.
Hueso:
Punzones sobre caña.
(63) PERICOT GARC IA, L: . La Cueva de la Cocina (Dos Aguas _ Va lencia) •. Archivo
de Prehistoria Levantina, vol. 11. pág!¡. 39-71. Valencia, I94S.
(64) FORTEA PEREZ. J.: .La Cueva de la Cocina. Ensayo de cronología del Eplpalcotitico (facies geolÚtrica)•. Serie Trabajos Varios del S.I.P .• nUmo 40. Valencia, 1971.
La Labor del S.I.P. y $U Museo en el pasado afio 1975, págs. 37-40. Valencia, 1976.
La Labor del S.I.P. y su Museo en el pasado afto 1976, págs. 74-76. Valencia, 1977.
La Labor del S.J.P. y su Museo en el pasado afto 1977, páp. 20-21. Valencia, 1978.
[page-n-53]
BL W8S0LmOO EN VAUlNCLt
53
CUEVA DE LA COCINA
~i[r~~~~~(D~O~S~A~g~aS - ~alenci\?!.
,.4
E-U
E
o :c a
A
A-
Aa. ll.-PlJlno de la Cuna de la CocIna con lu ZODU excavadas
por el S.J.P. buta 1M!.
[page-n-54]
54
lo
APARI C IO
NIVEL 11 .- 170 a 270 m.
Sin cerámica.
SIIClI::
Triángulos con apéndice lateral, tipo Cocina.
Triángulos y trapec::ios.
MicroburiJes.
Hoju escotadas.
Hueso:
Escasos fra¡mentos de punzone¡¡.
A des tacar la presencia de plaquetas decoradas leom~tricamente entre 2'30
y 270 m .
NIVEL JIJ.- 270 a o4'SO m.
Has ta 3'SO m .: Trapec::ios.
Microburiles.
Algunas plaquela$ pintadas.
Fragmentos de punzones.
De 3'SO hasta el fondo: una macroindustria en s[]ex yealiu.
Por su parte, Fortea Pérez, acepta los n iveles 111 y 11 de Pericot, desdo·
blando en otros dos el I de aquél, quedando su estructuraci6n de la manera
siguiente (fig. 14) :
COCINA IV: Corresponde a la parte alta o superficial del Nivel I de Pericot,
comprendiendo las capas superficial a 111.
Determinación : Eneolítico, caracterizado por la presencia de
cerámica peinada y técn ica de retoque en doble bisel.
COCI NA 111: Parte baja d el Nivel I de Pericot, comprende las capas IV a V
Determinaci6n: Neolít ico, caracterizado por la presencia de
cerámica cardial y medias lunas.
COCINA 11 : Nivel 11 de Pericot; capas VI a X .
Cronología : Final del sexto mi lenio y primera mitad del quinto.
Caracterizado por la total ausencia de cerámica, la presencia de
plaquetas grabadas y el predominio de triángulos t ipo Cocina
y trapecios.
COCI NA 1 Nivel \11 de Pericot; capas X I a X.Vll.
:
Cronologla: A lrededor del p leno sexto milenio.
Caracterizada por el predomin io de los trapecios, y en la base
por una industria macroHtica.
Los porcentajes de todos los útiles Uticos que ut ilizó Fortea, procedente de
E· I y partes de E· lla, quedan representados en el cuadro adjunto (fig, 15). que
elaboró el mismo. Sin embargo, Fortea Pérez prefirió esta zona, excavada
por Pericot en 1945, y no la de 1942 o la d e 1943, en base a que, según él,
no solamente ofreda "una buena secuencia industrial geométrica preneolít ica, sino también una no menos elocuente representación neolftica", ya que
la capa de arcilla estéril se encontraba casi en la misma superficie en el centro de la cueva y, en cambio, a unos 4'50 m. de profundidad en la misma
entrada. Sobre la oportunidad de esta elecci6n el mismo Per icot opinaba que
"nos da una estadística por niveles de una de las zonas que el autor cree más
claras en su estratigrafía. Debe, pues, tenerse en cuenta que no se han utili-
[page-n-55]
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1 • IV (."m Fortee. Nrez).
[page-n-56]
56
J. APARICIO
zado todas las piezas excavadas, lo que, sin embargo, no puede modificar las
conclusiones del autor" ".
Al parecer existe una manifiesta contrad icción por cuanto Pericof afirma
la horizontalidad de los niveles en el área excavada durante 1943, zonas
A a E, y el mismo Fortea hace especial hincapié en ello, mientras que el mismo Pericot" al indicar que la "inclinación de los estratos hacia la entrada y
la pronta aparición del nivel de la arcilla estéril en la parte del interior de la
cueva (En el ángulo N.O . de la cata de 1943, la arcilla estéril se alcanza a
los 30 cm. de la superficie. Una vez llegados al fondo de la cata, a dos metros,
abrimos un pozo que alcanz6 1'85 m. de profundidad, sin que se alterase
el depósito arcilloso y absolutamente estéril), mientras en la parte de la
entrada el nivel estéril no se alcanza hasta los 4'50 m., produciéndose así
un espeso depósito a manera de fondo de saco", deja planteada la cuesti6n
acerca de dicha horizontalidad o por el contrario, fuerte buzamiento del
área de 1945, a partir de un fondo basal arcilloso en violenta pendiente desde
el interior al exterior,
Es evidente la horizontalidad de los estratos de la campaña de 1943,
según se demuestra por las fotografías de los mismos, de ahí que lo único
contradictorio sea el buzamiento de los estratos de E-I y E-Ila, como se sabe
los utilizados por Fortea. Si efectuamos un recuento de la totalidad de los
restos IIticos y cerámicos recogidos en ambas áreas, observamos la exigüidad
de su número en volumen tan considerable de tierras, ya que las cinco primeras capas d e E-I únicamente proporcionaron 61 slJex, 109 fragmentos cerámicos hechos a mano y varios de campaniense A, así como 249 sHex y ao
trozos cerámicos a mano en las d iez primeras capas de E-II.
Mas, esto únicamente ocurría en esta zona, donde la cerámica alcanzaba
mayor profundidad, ya q ue en el resto, según Pericot y concretamente en el
área de 1943, era meramente superficial. Pero lo verdaderamente notable
es su afirmaci6n de que en E-II la profundidad alcanzada por la cerámica se
debi6 a la existencia de un enterramiento moderno, cuya excavación habla
trastocado los niveles, y asi, en el folio 64 del d iario de excavaciones número IV, correspondiente al año 1945, día 10 de Agosto, se lee con referencia a la capa 8,- del Sector E-lIa lo sigu iente: "Es probable que el estrato esté
removido, lo dan a entender el mango de cuchillo (de hierro) de ayer y la
aparición de cerámica a esta profundidad (entre 1'70 _ 1'95 m.) . Aunque
también podría ser que la capa de tierras negras u obscuras, buzando hacia
el exterior, llevase el neolítico".
Este posible buzamiento está en contradicci6n con la manifiesta horizontalidad en la zona contigua de 1943, y la remoci6n de tcxJo el nivel con
Vid. el PI'Ó1oao de Pericot a la obra de Fortea citada en la nota anterior, pta.
(66) Vid. opus cit., DOta 63, pta. 7.
(65)
vln.
[page-n-57]
El MESOL.lTlOO EN VALENCIA
57
cerámica queda suficientemente demostrado con el hallazgo del útil férreo,
y esto en la parte donde la cerámica alcanzaba mayor profund idad, pero
también donde los út iles líticos ofrecían número suficiente como para considerarlos representativos, ya que los 61 de E-I de ninguna manera lo son por
su número y mucho menos por sus t ipos, como veremos.
Después de todo lo eXpuesto es lógico que concluyamos el que, bajo
nuestro punto de vista, la zona elegida por Fortea no fue apropiada, puesto
que propici6 la elaboraci6n de un an6malo cuadro evolutivo a n ivel ergológico y cronológico.
Así, Cocina IV se considera eneolítico por la presencia de 1 triángulo isósceles con retoques en bisel doble de la capa 111 de E-I, asociado a 4 fragmentos de cerámica peinada procedente de las capas 2 y 3 de la misma zona, a
lo que se puede añadir una punta de flecha de talla bifacial y algún cuchillo
de regulares dimensiones.
Para nosotros, dichos materiales más que indicativos de la feohaci6n enealítica de las capas superficiales lo son de su remoci6n, puesto que en base
a la misma argumentaci6n se podría sugerir la pervivencia del complejo
geométrico hasta los primeros siglos anteriores al cambio de Era por la presencia de varios fragmen tos de Campaniense A en la capa 2. Por otra parte,
el doble bisel se encuentra ya en el Mesolítico geométrico anterior al Protoneolítico nuestro y al Neolítico Antiguo, y en este último también, apareciendo
en Or desde los niveles más profundos, aunque no como técnica dominante;
pervive durante el Neolít ico 11 y así llega al Eneolltico; puntas de flecha de
pedúnculo y aletas empiezan a aparecer desde el Neolítico I en Or, salvo
que se consideren revueltos los niveles donde aparecen.
Por todo lo cual no consideramos procedente la divisi6n en dos del Nivel I
de Perico', ya que no hay argumentos de ningún tipo que lo justifiquen,
debiendo considerarse como un todo, tal y como aquél lo estableci6, y en
último extremo, eliminando los útiles an6malos, indicios de la remoci6n de
las capas superficiales, fenómeno normal en todos los yacimientos, considerarlo como prueba de la implantaci6n de las primeras cerámicas sobre una
base mesolltica netamente geométrica, por lo que podrla ser el modelo del
Protoneolítico de Pericot y nuestro, habida cuenta de la confirmaci6n de la
existencia de cerámicas correspondientes al Neolítico, tales como la gradinada
ya publicada y la cardial encontrada en las últimas excavaciones", lo cual
se interpreta por otros investigadores como prueba de la coetaneidad de
este nivel (Cocina rrr de Fortea) con el mundo representado por Sarsa
y Or, aceptando las tradicionales ideas de la escuela valenciana de arqueología, lo cual plantea hoy en día profundos problemas sobre invasi6n, aculturación o convergencia, que frecuentemente les hace incurrir en manifiestas
contradicciones, aunque sobre ello trataremos extensamente a continuación.
(67) La Labor ... vid. opus cit, nota 64.
•
[page-n-58]
IN DIC E
DE LOS PRINCIPALES
GRUPOS TlPOI..OGICOS
COCINA IV
DE
LA CUEVA DE. lA COCINA
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Flg. 15.-Cuadro c-uantilaU\'O y de porcentaje realhado par J. Fodea con malertaJes
de E·¡ y E-lIa, procedenles de la campaña de 1945.
[page-n-59]
eL MESQLITICO EN VAI.J!loiCU.
59
Por olra parte, la elecci6n de esta zona como representativa a nivel ergológico, especialmente por lo que respecta a la evoluci6n tipológica del material lít ico, tampoco la consideramos acertada, V, por supuesto, de ninguna
manera representat iva; para demostrarlo nos ha bastado consultar los diarios
de la excavación que realizó el S.I.P. bajo la d irección d e Pericot, en los cuales
la precisi6n con que fueron dibujados los materiales V realizado su inventario
provisiona l por E. Plá y J. Alcácer nos permite las indicaciones que siguen,
referidas a lodas las capas de la zona de 1943, dividida en 5 sectores, y las
dos primeras de 1942 a través de la consulta directa al material lítico conservado en el S.I.P. de la Diputación Provincial de Valencia.
El cuadro evolutivo determinado por Fortea (fi9 15) comparado con los
establecidos por nosotros (figs. 16 y 17), presenta las siguientes sim ilitudes
y diferencias:
los raspadores, mal representados en Cocina 1 d esaparecen en Coci na 11,
,
sufriendo un brusco aumento en Cocina 111, para descender a proporción
idéntica que la de Cocina I en Cocina IV. las capas 1 y 2 de 1942 t ienen raspadores en proporción insignif icante, 1 ejemplar en ambas, mientras que en
las 9 capas de 1943 muestran una buena representación en el nivel inferior,
seguido de una gradual disminución hasta alcanzar idéntica proporción que
la de 1942, por lo que ambas muestras se complementan, del mismo modo
que discrepan de la presentada por Fortea, por lo que no tiene ningún sentido afirmar la "recuperación del pulso paleolítico". Sabemos por Or y Sarsa
que durante el Neolít ico I son prácticamente inexistentes los raspadores, que
únicamente vuelven a encontrarse durante el Eneolltico en pequeña proporción, y la mayor parte de las veces como frentes de cuchillos de proporciones
regulares. l os que se encuentran durante el MesoHtico con geométricos son
más b ien microrraspadores, debido a sus pequeñas dimensiones, y su progresiva disminución hasta desaparecer no hace sino acentuar la tendencia comenzada a part ir del Mesolítico 1, caso si mi lar al d e los buriles.
l os buriles, por el contrario, muestran la misma tendencia tanto en la
muestra utilizada por Forlea como en la nuestra, y a partir de una discreta
presencia en la muestra de 1943, y pobre en la de Fortea desaparecen en
ésta y casi desaparecen en aquélla, aunque permaneciendo en número reducid¡simo. En general su número casi siempre suele ser inferior al de los raspadores, y la tendencia idéntica, encaminada a su progresiva disminuci6n para
desaparecer definitivamente a principios del Neolítico 1, y ya nunca volverse
a tallar, por lo que no se encuentra ninguno durante el Neol(t ico y Eneolltico,
de lo que se debe tomar buena nota con el f in de· evitar confusionismos al
interpretar determinadas industrias, como recientemente se ha puesto de
manifiesto, sirviendo de ejemplo la inexacta clasificación como buriles de
ciertos sílex procedentes de la Cava de la Sarsa, que de ninguna manera se
deben considerar como tal.
[page-n-60]
60
1 . APARICIO
CUEVA
DE
LA
COCINA
Excavación 1943. Sectores A-B-C.O-E. Cuadro Cuantitativo
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LA COCINA
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Excavación 1943. Sectores A-B-C-D-E. Cuadro de porcentajes
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Mlel"Oburllu
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30'52
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27'27
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Los ¡ cométricos procedentes de la capa primera, identificados a través de l diario,
quedan des¡losados asl;
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TRIANGUWS ............
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TOTAL .........
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43'12 •
473 •
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[page-n-61]
61
EL MBSOUTICO 2N V,o\U!NClA
DE
CUEVA
LA
COCINA
Excavación 1942. Rincón del S.E. Zona A-a..c.O
Cuadro cuantitativo y de porcentajes
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Danos y bordea
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UTICOS
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SS
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-
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0'54
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0'37
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57'12
110
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63'89
7
-
.. ....
78'56
2
El bisel doble no se incluye en la suma por ser fndice téc::nico, se encuentra
sobre un segmento y sobre un trapecio.
fl6, 17
[page-n-62]
62
,. APARI CIO
l os dorsos y bordes rebajados p lantean tanto el problema de que se trata
de una técnica v, en general, los geométricos, inclu idos los trapecios, se
fabrican con ella. como la decisión a tomar en muchas formas intermed ias.
así, por ejemplo, las que describe Fortea como "Iaminita apuntada con espina
central (tipo Cocina) ", próximas a veces a los segmentos o a los dorsos
rebajados rect ilineos. l os segmentos, que se fabrican con esta técnica, obligan a no ut ilizar con excesivo rigor los datos deducidos de fa cuantificación
de estos t ipos. puesto q ue, como tipos técnicos que son se debfan eliminar
o bien ut ilizarlos en otras evaluaciones, contabilizando así todos los t ipos
fabricados con dicha técnica (trapecios, triángulos, segmentos, medias lunas,
etcétera), comprensible si se considera que únicamente incorporándole el
ejemplo que presentamos, el segmento, su porcentaje puede ser superior al
72 % o inferior al 5 % según que se utilicen o no aquéllos. Para nosotros,
pues, su número y porcentaje a efectos comparativos es sumamente relativo,
limitándonos a indicar que las muestras utilizadas por Fortea y por nosotros
son totalmente d iferentes, estando bien representados en la base de la d e
1943, y descendiendo paulatinamente hasta un número práct icamente insignifican te en la de 1942 si unificamos las dos capas, y desapareciendo totalmente
en las tres capas superiores de 1943, caso contrario a lo que se refleja en el
cuadro de Fortea, donde la mayor proporci6n se alcanza con Cocina 111 y IV,
para alcanzar cotas insignificantes en 11 y l. Caso aparte merece su cuantifica,
ci6n desde el Gravet iense hasta el final del Mesolltico 1 en que su presencia
exclusiva bajo la forma de hojas u hoj itas de borde o dorso rebajado, como
parte integrante de armaduras complejas, exige su equiparaci6n con raspadores y buriles, formando así la tríada básica de todo el Paleolltico Super ior
,
y Mesofitico 1 queriendo sust ituir hoy las antiguas clasificaciones industriales
a través de los "f6siles directores" por otras derivadas de los índices obtenidos al establecer comparaciones y cálculos de porcentajes entre los tres.
las 'runcaduras oblicuas retocadas, normalmente en la parte d istal de
hojas regulares rotas por flexi6n, con el lado proxi mal transversal o perpendicular al eje de la pieza, que más bien hay que considerar como trapecios
de base horizontal cuando los lados para lelos no son excesivamente largos,
y que en algunos casos incluso presentan la misma base retocada, sugieren
la posibilidad de que cuando se presentan en el extremo de hojas largas no
se trate sino de una de las fa ses intermed ias del proceso de fabricaci6n de
los trapecios de base horizonta l natural o retocada. Tanto en un caso como
en otro, y dado que en el cuadro de Fortea no f iguran, no podemos establecer comparaciones, únicamente indicar que contabilizamos 8 en las dos primeras capas de 1942, lo que da un % sumamente precar io. y que todos lo
son sobre hojas de poco espesor y reducidas dimensiones, completamente
alejadas de las 'runcaduras y de los gruesos y robustos trapecios de base
recta del EneoHtko 1.
[page-n-63]
EL MBSOLlnCO EN VAt.BNClA
6J
las hojas únicamente las hemos contabilizado en el conjunto de 1943, no
pudiendo compararlas tampoco con las de 1945 por no haberlo reflejado
Fortea en su cuadro. En el nuestro se observa un paulatino aumento desde
la capa basal (9.-) con % superior a la media hasta la mitad del nivel en que
alcanzan una proporción considerable, superior a la de los restantes tipos,
para descender inmediatamente y volver a ascender en las dos primeras capas,
aunque este ascenso sea insignificante por mantenerse muy por debajo de la
media. De ninguna manera aceptamos estas proporciones, que creemos alejadas de la realidad, por cuanto sabemos que su número es considerable en
otros yacimientos similares, tales como Albufera de Anna, Cueva Zorra y
Estany d'Almenara, lo que está de acuerdo con su abundancia durante todo el
Neolítico, por lo que la anomalía la achacamos a la azarosa disposición del
material arqueológico en los sedi mentos, pudiendo y debiendo establecerse
porcentajes y estadlsticas representativas cuando las áreas excavadas sean
lo suf icientemente amplias (por lo menos la mitad del yacimiento) y el número de úti les apropiado de acuerdo con las normas que presiden la confección de estadísticas, sa lvo que las utilicemos como mera referencia y no
como "articulo de fe".
Las hojas de muesca, nombre tradicional que conviene mantener porque
lo consideramos suficientemente extendido y aceptado, aunque al estar constru idas las muescas mediante retoques simples o profundos, frecuentemente
invasores, les cuadrarla mejor el nombre de escotaduras, que se pretendió
reservar para las muescas conseguidas mediante retoques, manten iendo aquél
para las fabricadas mediante una única extracción, las consideramos como
auténticos "fósiles directores" del Mesolítico 111, B y C, ya que únicamente las
hemos encontrado en este momento, jX)r lo que van asociadas indudablemente a trapecios y triángulos con apéndice lateral tipo Cocina. Numerosos
indicios permiten suponer que son la fase previa para la confección de los
geométricos, existiendo otros en contra, derivados de la propia morfología
de algunas hojas, asl como también del tamaño y forma de los geométricos
y de algunos microburiles, sin embargo, muchas de ellas se encuentran en
fases diversas de la fabricación de aquéllos jX)r [o que no ofrecen ninguna
duda, aparte de que otras pueden ser consideradas como útiles en sí, debiendo
quedar establecida claramente la ambivalencia.
la comparación nos permite ver que si en el cuadro de Fortea su número
,
y creciente porcentaje desciende paulatinamente desde Cocina 1 donde su
número es importante, hasta Cocina IV donde es más bien escasa su presencia, con projX)rción idéntica a la de 1942, de ninguna manera ofrece paralelos con la de 1943, donde arrancando de idéntica proporción en la base,
única coincidencia, mantiene un porcentaje nivelado, muy próximo al medio
incluso en las capas altas, donde aunque en los jX)rcentajes hay un ligero
descenso no asi en su número, que aumenta considerablemente debido al
[page-n-64]
.
J . APARICIO
aumento general de todos los tipos que consideramos repre~entat jvos, caso
sim ilar al de los geométricos.
Para nosotros las hojas de muesca única o múltiples, denticuladas en el
segundo caso, constituyen un auténtico stock junto a trapecios. triángulos
con apénd ice lateral y microburi les, debiendo encontrarse aquéllas siempre
que aparezcan trapecios y triángulos t ipo Cocina, y estos últimos más micro-
buriles siempre que haBemos hojas de muesca con t ipología precisa. especialmente las estranguladas por oponerse dos escotaduras.
las hojas de muesca se encuentran, pues, según los hallazgos de 1943,
en gran proporción en todo el depósito. igual q ue los geométricos, presentes
por lo tanto mientras los geométricos se fabrican con la técnica del microburil.
de ah! que no se encuentren a partir del Neolrtico I o Antiguo, cuyos geométricos hemos indicado repetidas veces como no se fabrican con dicha técnica, que debe desaparecer a lo largo del Protoneol!tico, de la misma manera
que deben hacerlo las hojas de muesca.
l os microburites no hay duda que son los desechos de la talla de tos
geométricos que se fabrican con la "técnica del microburil", dicha técnica se
implanta durante el Parpallense, creemos que para la fabricación de las hojas
de escotadura ; se conserva durante el Magdaleniense IV para fabricar los
escalenos (Parpalló y Volcán), y después del "impasse" del Mesolítico I vuelve
a renacer durante el Mesolftico 11, continuando a lo largo del 111 para desaparecer durante o al final del Protoneolítico. Aún cuando no se encuentren,
basta la presencia de ápices o picantes triédricos sobre los geométricos para
testificar su empleo, de ahí que la escasez o ausencia de éstos en las capas
bajas de 1945 no confunde, puesto que Fortea afi rma la presencia del ápice
triédrico.
El número de microburiles es prácticamente insignificante en Cocina 1,
extraordinario en Cocina 11, discreto en Cocina 111 y pobre d e nuevo en
Coci na IV. Comparado con lo de 1942, Cocina IV presenta idéntica proporción
que la capa 1.& aunque habida cuenta que Cocina IV comprende hasta la
capa 3.& del nivel en cuest ión la comparación hay que hacerla con los materiales de las capas 1.& y 2.& que hemos contab ilizado, quedando establecida
así una diferencia abrumadora a favor de la segunda, que presenta una considerable proporci6n de microburiJes. En 1943 las dos capas del fondo no
proporcionaron ni uno solo y es a partir de la 7.& cuando aparecen en insignificante número y proporci6n para ir aumentando constantemente hasta la
capa 1.& en que alcanzan número y proporci6n notables; como vemos evolución totalmente d istinta a la utilizada por Fortea.
Durante todo el Mesotitico 111, especialmente d urante las fases B y C, ya
que de la A tenemos todavía pocos datos, los microburiles deben apare<:er
ya que van unidos a los trapecios y triángu los de apéndice lateral, como
desechos de su talla, no siendo tan seguro la fabricaci6n de segmentos con
[page-n-65]
EL MESOLITlCO BN V.u.BNCU
65
esta técnica, por lo que se deben encontrar desde las capas bajas de Cocina
en el momento en que aparecen los trapecios, e l no hallarlos, como sucede
en las capas 8,A y 9,- de 1943, justo en el momento en que la proporción de
trapecios es considerable puede estar en relación al bajo número de útiles
que se ha llaron en las mismas, debido a la escasa intensidad de habitación
en la cavidad o en la zona en cuestión, lo que no propició la pérdida o abandono de los mismos, Su persistencia queda supeditada a la de la técnica en
cuestión, que se debió mantener durante todo o parte del Protoneolltico, no
e ncontrándose ni uno solo entre la considerable masa de útiles líticos neolíticos procedentes de la Cova de 1'0r, a pesar de que se recogieron restos
silíceos mucho más diminutos que éstos, por lo que hay que descartar su
inadvertencia, así como tampoco se ha observado ningún ápice triédrico en
los frecuentes trapecios del Neolitico Ant iguo, por lo que la conclusión es
obligada : en un momento indeterminado del Protoneolítico, o bien al final
del mismo, los útiles geométricos q ue perviven empiezan a fabricarse con
técnica distinta a la del microburil , la cua l nunca más vuelve a ser empleada,
por lo que es lógica su consecuente desaparición de los conjuntos líticos,
l os geométricos, considerados globalmente, constituyen los porcenta jes
más altos tanto e n el cuadro de Fortea como en los nuestros, debido a que son
los útiles más numerosos, variando la seriación estratigráfica de los mismos,
Así, mientras su número asciende ligeramente e n Cocina II con relación a
Cocina 1, desciende nofablemente en Cocina 111 y IV, según los hallazgos
de 1945, mientras que los porcentajes descienden de I a 11, ascienden en la 111
y descienden a la mitad en IV, En 1942 el número de los hallazgos en ambas
capas f ue considerable, muy superior a todos los contabil izados en 1945,
desde Cocina I a la IV, y solamente en dos de las primeras capas; de ellas,
la dos poseía el mayor número, con sign ificativa diferencia, aunque su porcentaje fuera, notablemente también, muy inferior. En 1943 el número de
geométricos es abrumador con respecto a los utilizados por Fortea, con un
ascenso numérico progresivo, con algunas intermitencias desde la base hasta
la superficie, alcanzando en la capa 1,- su máximo número, que sobrepasa
en más del doble a los hallados en todo E-I; sin embargo, los porcentajes no
siguen este mismo ritmo creciente, sino que sufren variaciones interm itentes
sin guardar un orden aparente, aunque sin diferencias significativas de la
media establecida; su mayor proporción se alcanza en las capas 2,-, 3,- y 9,( úl tima) por dicho orden, mientras que las cotas más bajas en la 5,- y 7,-, la
1,- se mantiene por encima de la media sin ser la primera, a pesar de serlo
en cuanto al número,
la diferencia tan abrumadora que presenta e l número de geométricos
procedentes de los sectores excavados en 1943, en comparaci6n con los del
sector E-I excavado en 1945 y util izados por Fortea, es elocuente ejemplo de
que este sector de ninguna manera se puede considerar representativo de
,
[page-n-66]
..
J. APAR ICIO
la evoluci6n industrial y cultural de Cocina. ni siquiera con carácter sectorial
porque su estratigrafía no es de fiar debido a lo manifestado por Pericot, lo
que viene corroborado por los ejemplos que presentamos, ya que las dos
capas que utilizamos de 1942 vienen a confirmar cuanto decimos sobre los
geométricos de 1943.
los primeros geométricos aparecen en la Reg ión Valenciana, por lo que
sabemos actualmente, durante el Magdalen iense IV, son los escalenos carac·
terlsticos hallados en Parpall6, Volcán y posiblemente Mal1aetes; durante el
Mesalítico J no se encuentran y vuelven a fabricarse a partir del Mesalítico 11,
en forma de triángulos y pequeños segmentos. decreciendo sensiblemente
su número seguramente en el Meso!ítico 111 A. y desde el B enriqueciéndose
e;
con la agregación de trapecios, y triángulos tipo Cocina en el
tipos todos
que deben continuar durante el Protoneolítico hasta un momento indeterminado en que cambia la técnica, abandonándose la de "microburil" usada
hasta entonces y utilizando otra nueva para la fabricación de trapecios y
segmentos, que son los únicos t ipos que subsisten y encontramos durante el
Neolítico I o Antiguo, junto a alguna media luna, aunque escasa.
El análisis pormenorizado de los geométricos da clara constancia de las
anornalras estratigráficas en cuanto a la repartición de los út iles, y de lo
arriesgado que es establecer secuencias con carácter representativo a base de
la excavación de zonas de área reducida en relación con la tota lidad de la
del yacimiento. Diversas circunstancias pueden modificar la intensidad de
hab itación de cualquier cavidad, b ien por reducción numérica de la comunidad humana que la ocupase permanentemente, bien por reducción del período
de habitación en su f recuentación estacional, o por ambas causas a la vez,
en cuyo caso el número de objetos será mucho menor y las posibilidades de
que en un área reducida estén representados todos los t ipos también Jo será;
si a esto añadimos el que las cavidades de gran superficie ofrecen diferencias
topográficas, acusadas en cuanto a la comodidad para la real ización de las
mú ltiples actividades de la vida cotidiana, y que estas diferencias se modifican
necesariamente con el transcurso del tiempo, debido al ca mbio insensible y
progresivo que se produce como consecuencia del constante d epósito de
sedi mentos, así como por las variaciones climáticas y estructurales independ ientes de la acción antrop6gena, lógico es concluir que zonas intensamente
ocupadas durante cierto período de t iempo pudieron dejar de serlo en el
período siguiente y así sucesivamente, lo que unido a lo anterior condiciona
necesaria y absolutamente la disposición de los úti les entre los sedimentos,
aparte d e que los existentes son los extraviados o desechados, lo cual fundamenta nuestra afirmación anterior de la necesidad absoluta de que la muestra proceda de por lo menos algo más de la mitad de la total idad del depósito.
en defecto de su agotamiento y aún, para mayor seguridad, que d istintos
[page-n-67]
EL MESOUTlCO EN VAU!NCIA
61
espacios no contiguos repartidos por toda la cavidad sean preferidos a un
conjunto unitario.
la distinta proporción de los segmentos hallados en las tres zonas comparadas corrobora todo lo dicho. Numéricamente en 1945 hay un ascenso
desde O en Cocina I hasta 8 en Cocina 111, para d escender a la mitad en Cocina IV, lo que se refleja así también en los porcentajes; la falta de segmentos
en Cocina 1 nos parecería ilógica si hiciésemos caso omiso a las razones expuestas, aparte de que por estar próximo al Mesolltico 11, cuando triángulos
y segmentos son los geométricos exclusivos, deberla tener los si entre ambos
no estuviera el Mesolítico 111 A con poquísimos geométricos; mientras que en
Cocina IV, en relación interna Fortea resalta el predominio de los segmentos
y medias lunas sobre los otros t ipos, cuando en realidad se trata de cuatro
ejemplares únicamente sobre tres trapecios y dos triángulos. En 1942 de la
capa primera a la segunda hay un aumento considerable que dobla, e incluso
sobrepasa el 50 "/o, constituyendo ellos solos más del 50"/0 de la totalidad
de la industria, mientras que en 1945 su proporción es poco significativa con
relación al total ; unificadas las dos capas aún se aproxima mucho al 50 "/o y
con relación al conjunto industrial su porcentaje es elevado. Sorprendente y
parad6jicamente en la capa ". de 1943 no se debieron hallar puesto que no
se contabilizó ninguno, las causas únicamente pueden estar en las descritas,
como ya hemos expuesto apoyándonos en esta carencia.
l os segmentos son los primeros útiles que se fabrican como d erivación
de las hojitas de dorso rebajado curvo, cuyas formas intermedias son diflciles
de clasificar; a partir del Mesolítico 11 encontramos los primeros, disminuyen
de número durante el 111 A, Y persisten durante todo el Mesolltico 111 al final
del cual se fabrican también con la técnica del doble bisel, dual idad que persiste hasta el Neolítico 11 cuanto menos.
los trapecios, por el contrario, muestran desde Cocina 1 en donde alcan,
zan una considerable presencia, una drástica disminuci6n hasta alcanzar número y proporción insignificante en Cocina 111, para seguirle una ligerlsima
recuperación impropia de tomar en consideración ; en 1942 su número y proporci6n disminuye también drásticamente de la capa 2" a la V, donde se
hallaron en número y proporción escasa, todo lo contrario a lo que sucede
en la primera capa de 1943 donde son abundantísimos, caso contrario al proceso seguido por los segmentos.
Aparecen los trapecios con el MesoHtico 111, al cual caracterizan. y permanecen a través del Neolítico, momento en que empiezan a fabricarse algunos con técnica del doble bisel, especialmente durante el Neolítico 11, llegando
algunas ....eces a ser el retoque invasor e incluso aparec!endo algunas formas
muy próximas al "tranchet". Durante el Eneolitico I o Inicial permanece,
[page-n-68]
68
J . APARICIO
encontrándose formas de grandes dimensiones y gran robustez, d e eHos
algunos con base recta, y permanecen durante e l EneoUt ico 11 o Medio, para
desaparecer a principios o durante el Eneolítico 111 o Final.
Caracterizan los trapecios al Mesolitico 111, en sus fa ses B y C. dentro de la
corriente general europea y mediterránea que se puede etiquetar como
"tardenoide" para entendernos, aunque sin ir más allá en esta etiquetaci6n,
que únicamente debe servir como tal. Se fabr ican con la técnica d el microburil,
quedando en alguno de ellos el ápice triédrico caraderfstico.
Los triángulos con apéndice acuminado lateral, que creemos conveniente
llamar de "tipo Cocina" según lo expuesto por diversos investigadores,
carac~
terizan al MesoHt ico 111 e, momento en que aparecen por vez primera, y se
deben prolongar en el Protoneolítico, durante cuyo transcurso desaparecen
junto con hojas de muesca y microburiles, fabricándose con la técnica de
estos últimos.
Se originan por la reducción d e la base pequeña de los trapecios, encontrándose todas las formas intermedias de tal manera que, en numerosas ocasiones, es difícil su clasificaci6n, quedando la duda entre considerarlos como
talo b ien incluirlos entre los trapecios.
Actualmente la Regi6n Valenciana y territorios pr6ximos han proporcie>nado la mayor cantidad de hallazgos". seguidos de Portugal -, habiéndose
realizado alguno en el N. de Africa.
e
Teóricamente su número será decreciente a partir del Mesolltico 111
y
as! lo encontramos ref lejado en el cuadro de Fortea ,ya que desde una b uena
representación en Cocina 11 se desciende v iolentamente a un único ejemplar
en Cocina 111 y ninguno en Cocina IV, lo cual encajaría perfectamente con el
modelo propuesto por nosotros, afirmado por el proceso seguido durante 1942
con un brusco descenso desde la capa 2.- a la 1.-, aunque sin llegar a desaparecer como en 1945: sin embargo en 1943 su considerable número y proporción, pr6xima a la de los trapecios, vienen a sumarse a los ejemplos ya
aducidos sobre las irregu laridades estratigráficas en la repart ici6n de los útiles,
y Jos riesgos de su seriaci6n a part ir de muestras reducidas; de todas maneras
(M) Los de la vertiente mediterránea pueden verse en: MARTINEZ PERONA. V._La
Cueva. de las Vacas (Chiva _Valencia) .... Departamento de Historia Anti¡ua. Serie ArqueoIÓlica, numo 6. VARIA 1, págs. 37-84. Valencia, 1979.
(69) ROC HE, 1.: _Balance de un siglo de CJ[cavac.iones en los concheros de Muge •.
Ampurias, XXV III. páll. 13-43. Barcelona, 1966.
ROCHE , J .: .Le gisement m!solithique de Moia do Sebastiao, Muge. Portugal •. l.
An;:heologie. Instituto de Alfa Cultura. lisboa, 1972.
[page-n-69]
EL MBSOLlTICO EN VALENClA
.
en 1943, a pesar de su número en la capa l.·, se advierte un descenso con
respecto a las dos anteriores.
Con los triángulos se produce el mismo fenómeno que hemos expuesto
al anal izar los segmentos, su bajísima proporción en Cocina 1, siendo asimilables los argumentos que hemos desarrollado; en Cocina 11 hay un fuerte
aumento con respecto a Cocina 1, aunque bajisimo proporcional mente en relación al resto, proporción que sube considerablemente en Cocina 111 aunque
el aumento sea de una sola pieza, en Cocina IV vuelve a producirse el descenso, siendo su proporción idéntica a la de 1943 y muy próxima a la de 1942,
produciéndose aqut una de las pocas similitudes entre la muestra de Fortea
y las nuestras.
Las medias lunas son, en realidad, segmentos anchos, en que la anchura
es por lo menos la mitad de la longitud; contabilizadas por Fortea junto con
los segmentos su número es escaso y reducido en las capas superiores, caso
similar al de 1942 con un solo ejemplar en la capa 2.· y ninguno en la capa
lo" d. 1943.
Frecuentemente se confunden segmentos anchos con medias lunas, y las
formas intermedias entre ambos, como sucede con otras parejas de útiles, son
siempre diflciles en su delimitación; pero creemos que las auténticas medias
lunas, muy próximas a la mitad del círculo y con borde curvo regular, aparecen en el transcurso del Neolítico, especialmente del 11, al fina l del cual
parece genera lizarse la técnica del doble bisel en su fabricación.
L ha lladas en la Cocina no prueban nada, tanto pueden pertenecer al
as
MesoHtko como formar grupo con algunos materiales superficiales claramente eneolíl icos.
L técnica del doble bisel, aplicada en la talla de geométricos, está escasaa
mente representada tanto en Cocina IV como en la Capa 1.· de 1942, únicos
lugares en que aparece; salvo en los triángulos tipo Cocina la encontramos
sobre cualesquiera de los otros geométricos. Para nosotros comienza durante
el Mesolh ico 111 C, estando bien representada en la Covacha de Llatas, y se
prolonga durante el Protoneolítico, Neolítico y Eneolítico, creyendo que se
generaliza o impone a partir del Neolítico 11.
Una vez realizado el largo análisis anterior por los motivos que hemos
expuesto al comienzo, se impone una recapitulación de lo dicho, con el fin
de intentar, ba jo nuestro punto de vista, la estructuración ergoJ6gica y cronológica del Mesolitico 111, para el que la Cueva de la Cocina constituye el yacimiento-tipo, por lo que en resumen podríamos decir:
[page-n-70]
70
J. APARICIO
1,-En primer lugar hay que destacar el hecho de que la muestra arqueológica utilizada por Fortea, procedente de los sectores E-I y E-Ila, de ninguna
manera es representativa y válida de todo el depósito, sino que es muy par-
ticular, e incluso existen fundada s dudas, apoyadas en datos f irmes, acerca
de la integridad de las capas en dicho lugar, por lo que la sucesión ergol6gica
d eterminada en el mismo y divulgada puede conducir a un peligroso error.
2,-Partic:u larmenfe los niveles de Cocina, y de acuerdo con las muestras
que hemos utilizado nosotros, podrían quedar estructurados de la manera
siguiente:
NIVEL t .---Corresponde al mismo que determinó Pericot, con contaminación
de la parte superior por materiales seguros de época ibérica, Edad
del Bronce Valenciano y eneolítico¡ los materiales neoliticos
pueden proceder de d icha contaminación o bien ser representativos de la aparición de las primeras cerámicas durante el Proteneolítico, incluso las .peinadas, ya que, aunque se note más su
presencia durante el EneoJítico I o Inicia l, por disminución de la
cantidad y variedad de la decoración características del NeoHtico
I y IJ, durante el primero parece segura su existencia, especialmente por su asociación con cardial en el mismo fragmento según
expone María Dolores Asquerino 7!1.
Debe comenzar a mitad del sexto milenio, siendo Jíticamente
la continuidad del anterior, comenzando con un alto porcentaje
d e geométricos, que disminuyen en su proporción, para desaparecer en alguno de sus momentos los triángulos tipo Cocina,
y abandonarse la técnica del microburil en su fabricación, por
lo que desaparecen estos y las hojas de muesca. Raspadores,
buriles y dorsos rebajados se encuentran en infima o nu la proporción.
Económicamente hay un claro predominio de la fauna salvaje
sobre la domést ica, p udiendo interpretarse los restos de ésta
como los primeros especímenes introducidos durante el Proteneolít ico, o bien acompañar a los elementos contaminantes de
las capas altas, según se desprende d e los estudios que lleva
a cabo el paleontólogo Manuel Pérez Ripo1l7J.
En este ,n ivel quedarían englobados los d eterminados por For(70) ASQUERINO FERNANDEZ, M. D.: _Cova de la Sarsa (Bocaircnte, Valencia). Análisis estadístico y ti pológico de materiales sin es tratigrafía (1971-1974) •. SAGUNTUM.
Papeles del Laboratorio de ArQueologfa, 13, pág. 224. Valencia, 1978.
(71) Vid. Fortea opus cit., nota 64, pág. 70.
[page-n-71]
BL YESOUTlCO EN VALENCIA
71
tea como Cocina 111 y IV al desglosar el I de Pericot, y su momento fina l vendrta a coincidir con los primeros siglos del quinto
mi lenio, antes de quedar constituido el Neolítico I o Antiguo con
las características de la Cova de \'Or.
NIVEL II .-Corresponde al Nivel 11 de Pericot y a Cocina 11 de Fortea.
Viene caracterizado por [a presencia de triángulos con apéndice lateral tipo Cocina [íticamente, y por la presencia de plaquetas con grabados geométricos. Ha d isminuido el número de
útiles tipo paleolítico superior y junto a [os triángulos hay trapecios, segmentos, microburiles, hojas de muesca, hojas, etc.
Cronológicamente ocupa toda la primera mitad del sexto milenio y corresponde a 10 que hemos denominado MesoHtico 1J1 C.
NIVEL III.-Oividido en dos subniveles, el B y el A:
E[ B corresponde a la parte alta del nivel, caracterizado por la
fuerte proporción de algunos útiles de tipo paleoHtico superior
(raspadores, buriles, dorsos y bordes rebajados). estando todos
representados; fuerte proporci6n de geométricos con trapecios
especialmente, segmentos y triángulos, aunque no triángulos tipo
Cocina, también hojas de muesca.
Cronológicamente lo situamos desde finales del primer cuarto
del séptimo mi lenio hasta final del mismo, correspondiéndose con
nuestro mesolltico 111 B, equiparándose al Nivel 111 de Pericot,
parte alta hasta 3'50 m. de profundidad, y a Cocina I de Fortea.
El A comprende los útiles recogidos desde 3'50 m. hasta el
final, es el mismo nivel 111 de Pericof y Cocina I de Fortea, siendo
el e nlace con el momento mesolitico en que la economía básica
recolectora se agudiza, siendo fundamental a este respecto la
dependencia de fauna s malacol6gicas, bien terrestres (Helix) en
las zonas alejadas de [a costa, bien marinas en las pr6ximas, con
macroi ndustria lítica predominante sobre los escasos útiles que
desde el Mesol ít ico 11 se transmiten al 111. lo hemos denominado
Mesolítico 111 A y 1 situamos desde la segunda mitad del octavo
0
mi lenio hasta el final del primer cuarto del séptimo (fig. 18).
la industria lítica de Cocina es, para nosotros, claro ejemplo de la tercera
etapa ergoJ6gica y socio-econ6mica del Mesolítico, de clara raíz y componente
básico tardenolde, si mila r a las restantes industrias coetáneas mediterráneas,
que también tienen como úti l típico el trapecio, y menos pr6ximas a las
[page-n-72]
72
J. APARICIO
,
,
2
FI¡. II.-Materlal UUoo del Nlve1II1, capas 11 • 16, de la Cueva de la CodJIa (1qIln Pericot).
A, a 415. miO I.n.
continentales, especialmente a las francesas. tal y como observ6 agudamente
Fortea.
En este yacimiento está representada la base mesolltica que marca el
in icio d e las industrias trapezoida les, as! como la base ergológica V socioeconómica sobre la cual, a partir de mediados del sexto milenio. se des-
arrollará e l proceso neolít izado r, que cond ucirá al pleno neolítico, momento
en que la cavidad no será ocupada, o lo será con poca intensidad si las cerámicas cardia les hal ladas pertenecen a él y no al Protoneolítico. Con posterio-
ridad ocupaciones esporádicas deian escasos restos desde el Eneo[itico hasta
la Edad del Hierro, que remueven la parte a lta del depósito, mezclando sus
escasos materiales con los descritos, hecho frecuente en la mayor parte de los
yacimientos conocidos, y que nos pueden confundir irreparablemente de no
actuar con extrema circunspección a la hora de analizarlos.
6.-ESTANY GRAN O'ALMENARA (CuteUóo)
El Estany Gran es una laguna situada a 1 km. en linea recta de la linea
actual de costa, con fondo de lodos blancos o grises que alcanzan unos 2 m . de
espesor, situado entre 4 y 10 m· de profundidad en relación con la superficie,
la cual se encuentra entre 8 ó 9 m. s.n. m., por lo cual el fondo de lodos, sobre
[page-n-73]
EL MESOLlT1CO EN V,u.1!.'IIClA
73
el cual se localiZÓ el yacimiento arqueológico, se encuentra aproximadamente
al n ivel del mar .próximo 72.
Mucho más que por el material arqueológico recogido mediante las excavaciones subacuáticas, llevadas a cabo por el mismo equipo del G.I.S.E.D.
que actuó anteriormente en la Albufera de Anna, lo es por su situación junto
al Med iterráneo y a su mismo n ivel, siendo un yacimiento costero, lo cua l
conviene tener en cuenta por ser un dato de suma importancia.
l as estructuraciones cu lturales basadas en distribuciones geográficas
suelen tener el grave inconveniente de su apoyo en datos negat ivos, es decir
en la carencia de yacimientos en determinadas zonas, y como contrapartida
su presencia en otras, lo que es un evidente riesgo por lo prematuro, d ado
lo joven de nuestra ciencia y el desconocimiento de amplisimas partes de
nuestra Región, de ahí que la intensif icación de exploraciones, prospecciones
y excavaciones nos deparen constantemente sorpresas, todo lo cual tiende a
mejorar y ampliar nuestro conocimiento al f acilitarle nuevos y mejores elementos de juicio, mas siempre y cuando exista la suficiente flexibilidad menta l para incor¡:x>rar los nuevos datos y adecuar a ellos las viejas estructuraciones, con el f in de evitar las consiguientes contradicciones que se pr<>9ucen
al aceptar aquéllos y no modificar éstas.
En este sentido el yacimiento del Estany Gran ha venido a ser la sorpresa,
d ebiendo significar el revulsivo que obligara a revisar las viejas teof'ías acerca
d e la dualidad cult ura l durante el Neolítico, y por ende también durante el
Mesolltico, acerca de la existencia de dos comunidades étnica y culturalmente
d iferenciadas, una esentada en zonas próx imas a la costa sin geométricos en
sus industrias IIticas, de componente básicamente "epigravetiense", de la que
el yacimiento tipo sería Mallaetes, y otra asentada en las sierras interiores con
abundantes geométricos como út iles más caracterlst icos entre los líticos, además de poseer cerámicas "cardiales" los primeros y no poseer las los segundos
ya en época cronol6gica mente neolítica; las cuevas d e rOr, Sarsa y otras
v endrían a significar en este caso una tercera alternat iva, caracterizada por
el uso de cerámicas card iales y geométricos en el mismo t iempo y lugar, con
lo cual las comunidades d iferenciadas vendrían a ser tres para algunos investigadores:
(72) GUSl GENER, F .: .El yacimiento lacustre epipaleolJtico del Estany Gran de
Almenara •. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castciloncnse, nUm o 2, págs. 11-13.
Ca5tellÓn. 1975.
ROSSEll.Q VERG ER. V. M.: .. El medio ¡cogr.!.fico-gcol6¡ioo deis E5tanys de Almenara
y su hábi ta t arqucol6l:;ico •. Vid. opus cil. nota anterior, págs. 14-21.
10
[page-n-74]
74
J. APARICIO
1.-Las de raíz "epigravetiense".
2.-Las de rslz "geométrica".
3.-los supuestos "invasores-,
los primeros habitarían la zona costera, los segundos las serranlas, los
terceros 'ambién en zonas serranas aunque sin especificar claramente su
ubicaci6n.
los nuevos hal lazgos costeros e interiores han eliminado los pilares básicos sobre los que se apoyaba esta reconstrucción hipotética, la aparición de
cerámica cardíal en Cocina y en zonas próximas su exclusividad costera o su
aportación sobre base étnica no autóctona; el hallazgo de elementos "epigravetienses", cerámica cardial y geométricos todo junto en Villena cualquier
exclusividad; y sobre todo ello ha venido a incidir el hallazgo del Estany
Gran d'Almenara, suficiente para acabar de desmoronar definitivamente el
artificioso edificio que se pretende apuntalar con nuevas ¡ntelecciones, tales
como "préstamos", "imbricaciones", etc.
El conjunto lítico recogido en el Estany Gran, que hemos representado
en número y porcentajes en el cuadro adjunto a efectos gráficos únicamente,
ya q ue la muestra por la procedencia no puede considerarse representativa,
de manera similar a lo que acontece en la Albufera de Anna, cuyos índices
no ofrecen ninguna similitud con los de Cocina ni con los de llatas, permite
situarlo tras un análisis cualitativo en el Mesolftico 111 e, y si valorásemos los
porcentajes en un momento inicial del mismo, atendiendo al alto índice de
raspador y de borde rebajados, asl como el bajo de triángulos tipo Cocina, lo
cual se podría repetir en la Albufera de Anna, pero no lo consideramos pru·
dente aqul, entre otras razones porque en la Albufera de Anna se encuentra
el nivel que ha proporcionado los útiles en cuest i6n debajo de otro de tierras
negruzcas que es el que contiene las cerámicas, cuya pertenencia al Prolaneolftico o Neolítico I está por demostrar, mas es una evidencia que facilita la
posibilidad de dataci6n relativa para dicho nivel, que en todo caso se situaría
en el Mesolítico 111 C por la presencia de d ichos triángulos, lo cual sirve de
ejemplo para el Estany, aunque en éste si podría situarse al principio de dicho
momento, en fechas redondas alrededor del 6.000 a. de Cristo, final del Boreal
tal y como propuso Fortea n (fig. 19) .
(73) FORTEA PEREZ, J .: _Tipologfa, hábitat y crono1oa:la relativa del Estany Gra.n
de Almenan •. Vid. OPUS cit., nota anterior, pip. 22-33.
[page-n-75]
7S
EL Wl!SQUTICO EN VAUlNCJA
ESTANY GRAN O'ALMENARA. CUADRO CUANTITATIVO y DE PORCENTAJES
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T~ol
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1578
31'!;1
"."
7_ALBUFEIlA DE ANNA
a)
DESCUBRIMIENTO y PRIMEROS TRABAJOS
Con motivo de los primeros traba jos d e limpieza y dragado del barro de
origen orgánico y e6lico, que se había acumulado durante siglos a consecuencia de la sedimentación de los restos de la flora y fauna acuáticas, sumados
a la aportación del v iento, en este embalse artif icial y que habían llegado
casi a col marlo, se comenzaron a exhumar gran cantidad d e restos arqueológicos englobados en el barro y otros que aparecian por d eba jo del mismo,
en una capa formada por gravas y arenas.
Inmediatamente los responsables de los trabajos y las autoridades lo
comunicaron al S. I.P., el cual nos comisionó para que vigilásemos d e cerca
los trabajos y tratásemos de localizar la ubicaci6n exacta del posi ble yacimiento arqueológico, que debía estar situado por debajo de la capa de fango.
Siguiendo ras instrucciones recibidas h icimos repetidas v isitas a la zona;
recabamos información detallada de los ha llazgos e inspeccionamos cuidadosamente el traba jo de obreros y máquinas, al mismo tiempo que guardábamos
todos los objetos que aparecian abundantemente y que con gran cuidado
recogian obreros y directivos. A l mismo tiempo tratamos de formarnos una
[page-n-76]
7'
J. APAIlICIO
idea del origen de la Albufera y del proceso de colmataci6n a través de los
materiales arqueológicos, lo que nos llevó a la elaboración de una teoría que
por el momento nos parece la más aceptable y que resumimos as¡:
1.°-la gran masa de materia les cerámicos, en varios casos vasos completos, son de época medieval y aparecen, invariablemente, entre el barro
negro orgánico. Como piezas de interés hemos de señalar contrapesos de red
de pesca en cerámica y varias monedas, la más ant igua del siglo XIII. El
conj unto de la cerámica y la moneda nos permiten afirmar que el dique
artificial que embalsó el agua pudo ser construido entre los siglos X y XIII,
alcanzando tal profund idad y extensión que permitla la pesca con redes.
2.0 _ Por deba jo de la capa de barro apareda, en la mitad occidental,
una capa de arenas y gravas, especialmente observable en las rocas de la
orilla W., en ella recogimos superficialmente gran cantidad de sílex, entre
los cuales núcleos, microrraspadores, hoj itas de dorso rebajado, buriles, hojitas y lascas, también un fragmento de punta de fl echa de aletas y pedúnculo.
Provisionalmente lo fechamos, hecha exce¡:x:i6n de la punta de flecha que
puede ser Neolitica o Eneolítica, como Mesolítico.
En [a mitad nororiental afloraba, por debajo del fango, un piso de margas,
al parecer estériles y ún icamente una zona aproximadamente oval y cercana
a la actual orilla occidenta l sobresalía del agua, presentándose como una fortísima brecha calcárea que englobaba piedras y que por sus característ icas
generales juzgamos idéntica a la sedimentaci6n del poblado Eneolítico de la
Ereta del Pedregal en la cercana población de Navarrés. En este lugar únicamente encontra mos un sllex atípico y hasta el momento presente no hemos
podido localizar nada más.
El día 27 de abril del año de su limpieza, 1971, visita mos la zona junto
con José Pelejero, Colaborador del S. I.P. de la Diputación de Valencia y periodista del diario "LEVANTE", acompañando ambos a Domingo Fletcher Va lis,
Director de dicho Servicio. con el fin de darle a conocer los pormenores del
yacimiento y las conclusiones de nuestros primeros trabajos. Una vez percatado de las condiciones topográficas e hidrológicas, Domingo Fletcher nos
encomend6 y encareci6 la constante vigilancia d el embalse y de los trabajos,
pues se debía encontrar la ubicaci6n exacta del yacimiento.
la vigitancia de los traba jos y el examen minucioso de las orillas y del
fondo nos hizo recorrerlo con una barca de fondo plano, que habla sido llevada para la limpieza de un montón de barro que creímos hablan olvidado
las máquinas d el dragado. A l quitar el barro aparec i6 por debajo una abom-
[page-n-77]
m.
MESOUTlCO EN VAU!NClA
77
bada costra calcárea que sobresalía de las aguas y que intentaron rebajar a
nivel de los dos me tros de profundidad que indicaba el contrato con la empresa encargada del dragado; la dureza de dicha costra demoró los traba jos
y permitió que al pasar nosotros por las cercanías nos llamase poderosamente
la atención y varásemos la barca en su proximidad, descubriendo un yacimiento arqueológico cuya importancia científica aconseja una descripci6n
detallada (Iám. 11) .
Día 15~EI primer examen nos revel6 que la costra calcárea era una auténtica brecha formada por tierras oscuras que englobaban muchos huesos de
animales, cerámicas hechas a mano y sílex. Por debajo una capa de arenas
y gravas de tono amarillento significaban una discontinuidad estratigráfica
y en ellas solamente aparecía silex.
Inmediatamente recogimos todos los materiales esparcidos por la superficie como consecuencia del intento de rebaje mencionado y con tanta fortuna que encontramos una punta triangular con apéndice lateral del mismo
tipo que las del nivel II de la Cueva de la Cocina (Dos Aguas) y una hoja
con doble escoladura, ambas entre las tierras amarillentas, lo cual nos iba
a permitir su paralelizaci6n cronológica y cultural con el mismo nivel de dicho
yacimiento, mientras que el superior con cerámica podría ser ya Neolítico.
Pero, dado que los trabajos de dragado habían term inado y era inmediata
la construcci6n de la compuerta en el dique de contención (roto para permitir
el rnfIximo vaciado), pues el embalse se destina preferentemente al riego y
es necesario tenerlo dispuesto para tal fin, decidimos, antes de que las aguas
cubrieran totalmente el yacimiento, realizar una prospección de emergencia.
Día 16.-Nos limitamos a cribar las tierras que habían sido esparcidas al
romper la costra calcárea e intentar rebajar el mogote, a tal fin y dado que
las cubría una capa de agua de unos centímetros, chapoteando en dicho
cenagal realizamos los trabajos y a continuación damos una relación detallada de los materia les recogidos:
Silex:
3 trapecios.
2 medias lunas.
1 triángulo.
2 microburiles.
Numerosos núcleos, hojitas y lascas.
Cerámica a mano y con abundante desgrasante silíceo o calcáreo
en la masa.
Numerosos huesos, restos de la alimentación.
Plaqu itas de piedra caliza y arenisca.
[page-n-78]
78
J. APUlICIO
Lo encontrado durante este dfa confirmó las conclusiones que sacamos
el anterior.
Enteradas las autoridades locales de la importancia de los hallazgos y
ante nuestra sugerencia ordenaron la paralización de los trabajos de limpieza
en este sector para evitar el menor daño a la sucesi6n estrat igráfica y a las
posibles estructuras subsistentes en el extraordinario yacimiento arqueol6gico,
buscado en reiteradas ocasiones, puesto que el lugar presentaba óptimas
condiciones para su ubicación. pero sin encontrar nunca el menor indicio, ya
que el barro lo mantenfa oculto.
Estos primeros trabajos nos permitieron deducir que el yacimiento se en·
centraba en inmejorables condiciones de conservaci6n, pues aunque la intensa
humedad a que ha estado sometido durante siglos le haya favorecido poco
y hasta es posible que haya deteriorado alguna pieza, por otra parte lo ha
protegido de las destrucciones inherentes a los trabajos de cultivo o de los
buscadores de tesoros y aficionados sin control.
Una vez descubierto se planteó el problema de su protección y el de su
excavación. lo primero quedaba resuelto con el simple mantenimiento del
agua que lo cubre y para lo segundo se trató de que la compuerta que regula
el agua del embalse se colocase al nivel más bajo posible, con el fin de consegu ir el máximo vaciado y de esa forma tratar de dejar en seco la superficie
de excavación, aunque el sistema que con ayuda del GISED pusimos en prácrica vino a resolver este problema.
Hemos de hacer resa ltar la favorable acogida de cuantas indicaciones de
orden técnico, encaminadas al respeto y salvaguarda del yacimiento y de
sus materiales arqueológicos, formulamos, tanto por parte de las autoridades
locales, como por los miembros de la Comisión Pro-dragado, quienes recogieron numerosos restos cerámicos, vasos completos incluso y que entregaron al Servicio de Investigación Prehistórica.
b)
lOS YACIMIENTOS ARQUEOlOGICOS
la Albufera de Anna es un pequeño embalse situado a 1 Km., aproximadamente, al S-W de Anna, villa que d ista unos 70 Km. de Valencia (fig. 20).
Desde hace mucho tiempo, y como ya hemos relatado, buscábamos yacimientos arqueológicos en sus alrededores, confiando en la instalación de
nuestros antepasados prehistóricos en sus orillas, aprovechando tan favorable situación, sin que pudiéramos localizarlos, lo cual nos produda gran
[page-n-79]
EL IOISOLITICO EN VAUlNCIA
79
i
ALBUFERA de
ANNA
Esco.lo. 11 12.500
FI¡. 2G.-Plano de .. AIbufen de A.nrw.
[page-n-80]
80
J. APARICIO
extrañeza. El año 1971 las circunstancias descritas nos permitieron conocer su
ubicaci6n, as! como las causas de su, hasta entonces, extraña ausencia.
En el siglo actual y hasta los años cincuenta la A lbufera de Anna apareda
como una zona pantanosa, cubierta de juncos y carrizos, entre los que se
abrían amplios "ojales" por donde surgían las aguas de un extenso y caudaloso manantial. Resulta evidente suponer que el topónimo se le aplica por
similitud con la A lbufera de Valencia, sin que tenga nada que ver con este
tipo de accidentes geográficos.
Durante los años cincuenta y con fines turísticos comenz6 su limpieza,
extrayéndose gran cantidad de barro, lo cual permitió disponer de una extensa superficie de agua, aunque con poco fondo, si bien permitía la navegación.
En 1971 se acometió el dragado total con moderna maquinaria excavadora, extrayéndose ingentes cantidades de barro y llegando hasta la base
original del embalse. Por encargo del S. I.P. de la Diputación vigilamos los
trabajos, lo cual nos llevó al descubri miento de sus yacimientos arqueológicos, tal como hemos descrito.
los días 15 y 16 de mayo, real izamos los traba jos que nos permitieron
recoger los primeros materiales arqueológicos, por lo que en vista d e fa
cantidad y ca lidad de lo hallado, el Director del S. I.P., Domingo Fletcher
Valls, solicitó y obtuvo el oportuno permiso de la Comisaria General de
Excavaciones Arqueológicas para realizar la urgente prospecci6n del yacimiento, lo que se pudo realizar el 23 de junio del mismo año. Se cribaron
tierras en el lugar mencionado anteriormente y en la orilla, en una superficie
rocosa muy meteorizada y en cuyos agujeros, llenos de arenas y entre ellas,
se recogieron los materia les arqueológicos. Estos hallazgos dan idea de la
existencia de dos yacimientos diferentes, el del interior de la Albufera y el
de la orilla, cuyas característ icas detallaremos posteriormente.
la existencia del yacimiento arqueológico en el interior del embalse,
anteriormente cubierto de barro y hoy de agua, junto con otras observaciones efectuadas durante los trabajos de limpieza, nos permiten suponer que la
A lbufera de Anna es un embalse artificial, cuyo dique se debió construir
entre los siglos X y XIII y que se fue colmando posteriormente por las sedimentaciones de la flora y fauna acuát ica fundamentalmente y la posible
aportaci6n eólica. Entre esta sedimentaci6n se han recogido diversas monedas
y objetos cerámicos medievales, siendo de mucho interés el hallazgo de
contrapesos de redes de pesca, similares a los utilizados en la A lbufera de
Valencia actualmente, lo cual nos habla de la práctica de esta actividad en el
embalse y nos sugiere ideas sobre su profundidad antes d e su colmatación.
[page-n-81]
EL MESOLlTlCO I!N VAl.l!NCIA
81
yaclJnleDlos
Dos son los yaci mientos arqueológicos que existen en la A lbufera de
Anna, como ya hemos señalado, uno en el interior y otro en la orilla del
Loa
N_WJf.
El yadmitnto lid Inlertor
Se encuentra situado en medio del extremo S-W del embalse y superfialmente sobresa lía unos 0'50 m. como máxi mo del nivel inferior alcanzado
por las aguas al abrir la compuerta de cierre. l a capa superficial se presenta
como una autént ica brecha calcárea y los breves traba jos realizados nos han
permitido distinguir dos capas de coloraciones diferentes. Una de tierras oscuras, que es la parte que sobresalía del agua, y otra de arenas amarillentas
total mente sumergida.
En cuanto al contenido arqueol6gko de ambas, 10 único que podemos
señalar, con carácter provisional. es que la cerámica provenia de la primera.
ALBUFERA DE ANNA. CUADRO CUANTITATIVO y DE PORCENTAJES
TI P O S
Raspado""
Burilu
Bon:Iel y dol"lOS
B oj.. de mueKa
MJcrobw1Je.
N..
~
6
Codna
5
6
35'71
42'85
2
I
........,M
•
7'14
2272
I
N..
-2
TI P O S
,...
CeomttrlCOl
,.•
370
14,81
51'85
TOTAL
21
""
TnpedOt:
Triángulos
"po
TrUngulos
,.
TOTAL
FlJ. ZI
N úcleos ..... .
Hojas y hojitas ' ....... .
Hojas cresta .........•.. , ..
l ascas y lasquitas , .......... .
Piezas dudosas ... ... ........... .
,..,.
""
7
60
3
244
6
320
(74) APARICIO PEREZ, J.: .Los yacimientos prehist6ricos de la Albufen de Anna
(Valencia) •. Actas del XIU Congreso Nacional de Arqueolo¡ia. Huelva, 1973, liáiS. 191·198.
Zaraloza, 1975.
11
[page-n-82]
J . APARICIO
Los materiales arqueológicos recog idos son los siguientes (fig. 21, 22 y 23
Y lám. 111 B) ,
Silex.-Véase el cuadro de la página anterior.
Cerámica.- Fragmentos cerámicos hechos a mano y con mucho desgra·
sante silíceo o calcáreo en la masa. No se aprecian deta lles decorativos en la
superficie, debido a su estado de conservación, salvo un fragmento que pre·
senta una banda en rel ieve con pequeñas oquedades espaciadas regularmente.
Piedra.-Algunas losetas de arenisca de grano fino, en las cuales no
se han observado incisiones o pinturas.
Otros objetos.-Numerosos restos de ocre rojo. Fragmentos diminu tos de
conchas mari nas.
Huesos.-Algunos restos óseos, que han sido estudiados por el Dr. Hans
Peter Uerpmann (Alemania), quien ha hecho la siguiente clasificación provisional :
80s taurus.
Cervus elaphus.
Sus scrofa.
Capreolus capreolus o Cervus dama.
Capra hircus u Ovis aries.
El yadJulento de la orWa
Se encuentra situado en la parte central de la orilla N·W y también se
encuentra sumergido. lo que resta de este posible yacimiento se halla en el
interior de las oquedades de una amplia roca plana muy meteorizada. Estas
oquedades están rellenas de arena y e ntre ella se encuentran los materiales
arqueológicos, reducidos exclusivamente a silex, que a diferencia del silex
anterior, que suele presentar una pátina amarillenta, el encontrado aqul pre·
senta pátina lechosa un iforme e interiormente tacto harinoso propio del silex
deshidratado por exposición a la intemperie.
Dado que por toda la superficie de la losa se recogen silex, as! como en
las orillas al acumular resíduos extraídos del interior del embalse, nos limi·
tamos a considerar aqui los encontrados en dos de las oquedades que queda·
ron al descubierto al quitar la capa fangosa cubriente. l os silex encontrados
se reducen a (fig. 22, A y Bl :
[page-n-83]
BL MBSQLITI OO EN VALENCIA
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A
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FJa.
ZZ.-UtUel micos de la Albufera de Anna: A y B, yadmlento de la orilla'
e • P, yadmJenlo cid loterlol'.
•
[page-n-84]
84
1. APARICrO
2 microrraspadores.
1 hojita de dorso rebajado con truncadura distal.
1 fragmento de dorso rebajado.
1 lasca denticulada.
Numerosas hojas y lascas.
el
EXPERIMENTAClON DEL NUEVO SISTEMA, RESULTADOS
la existencia del interesantísimo yacimiento arqueológico en el inferior
del embalse aconsejaban su inmediata excavación, aunque las dificultades
que imponía su ubicación se consideraban insalvables por e l momento; sin
embargo, la colaboración ofrecida por el G.I.S.E.D. (Grupo de Investigaciones
Subacuát icas de Educación y Descanso) fue acogida con interés por el Ser·
vicio de Investigación Prehistórica de nuestra Diputación y durante los días
13 al 16 del mes de junio de 1974 se efectuaron las excavaciones costeadas
por ambos centros.
Bajo la dirección nuestra y de D. Rafael Graullera, con la colaboración
especial del Dr. D. Fernando latorre, profesor del Departamento de Historia
Antigua de la Facultad de G. e Historia de la Universidad de Va lencia, se
realizaron los trabajos en fa se experimental, cuya f inalidad exclusiva fue la
de comprobar la efectividad de una posible excavación del yacimiento con
estos nuevos sistemas, aplicando las técnicas científicas utilizadas en tierra
a las particularidades del mismo e introduciendo las modificaciones pert inen.
tes; al propio tiempo que se combrobaba el sistema de coordinación entrf>
los equipos exteriores y los subacuáticos.
la experiencia constituyó un rotundo éxito, que aconseja la futura excava·
ción del yacimiento con este sistema, lo cual será posi b le realizar en cuanto
las circunstancias lo permitan.
Del G·I.S.E.O. hay que destacar el excelente funcionamiento de su equ ipo
de trabajo y la eficaz coordinación entre todos los miembros del mismo, cuya
relación se da en el informe técnico particular.
Arqueológicamente se ha planteado la excavación como si ésta se rea lizase
en tierra firme y a tal fin se ha situado sobre el mismo yacimiento arqueoló·
gico, y completamente sumergido en las aguas, un cuadro metálico de 5 m.
de longitud por 3 m. de anchura, dividido en cuadrículas de 1 m. de lado,
lo cual da un total de 15 cuadrículas numeradas del 1 al 15, correspondientes
[page-n-85]
El.. MBSOUTlOO EN' VALENCIA.
85
a una superficie total de excavación de 15 m. cuadrados. Dicho cuadro metálico fue colocado horizontalmente con el fin de que sirviese de plano cero
para las medidas de profund idad, estableciéndose su orientación con arreglo
al Norte magnético y su exacta ¡x>Sición mediante una triangu lación con
referencia a un punto fijo y permanente de la orilla.
Con la manga de succión fue extraída una primera capa superficial de
todas las cuadrículas y pasada minuciosamente por los tamices, seguidamente
se insistió en determinadas cuadrículas con el fin de obtener una secuencia
estratigráfica que nos informase sobre la evolución cultural y cronol6gica del
yacimiento.
Fotografiada la superficie de excavación se tomaron 77 medidas de profundidad con arreglo al plano cero (O), correspondientes a 11 perfiles establecidos transversalmente en las intersecciones de las cuadrículas y en sus partes med ias, desde a-b hasta s-t, medidas que se repitieron al extraer el barro
coloidal superficia l, sin que se apreciasen diferencias.
Inmediatamente procedimos al levantamiento de la capa 1.- (C-1) en las
cuadrículas 3, 6, 9, 12, 11, 8 y 5, con este mismo orden, hecho lo cual se
tomaron las correspondientes medidas de profundidad.
Seguidamente levantamos la C-2, aunque únicamente en las cuadriculas
6 y 9, ya que la premura del tiempo así nos lo aconsejó con el fin de profund izar con mayor rapidez y poder obtener algún dato estratigrllfico, lo
que, por entonces, no se pudo conseguir. los materiales y datos obtenidos
son los siguientes (fig. 23) :
c- ,
Cuadricula J, el.-Tierra (barro) y piedras ne¡ruzcas, solamente algunas, aunque escasas, de coloraciÓ amarillenta. Sílex de variados colores, blancuzcos, nc¡ros y con pátina
n
amat'JIJenta, en total 17, entre los cuales 1 hojita con lruncalUra dlslal y 1 posible frasmento de media luna. Escasísimos restos de fauna mastoJÓgiea. Manualmente se eJltrajo:
1 cuarcila, I pctlazo de ocre rojo y 1 hueso.
Cua. 6, el.-Tierra y piedras negruzcas. Silex: 17, entre los cuales I posible microburil
y I núcleo pequeño. Varias esquirlas óseas. Manualmente se recogió: 2 silex y I loseta de
tl l"Ulisca.
Cua. 9, C-1.-TieITa y piedras negruzcas. SíleJI: 74. Varios fragmentos ceBmlCOS y pequeñas esquirlas óseas. 1 pedazo de concha marina y otro de ocre rojo.
Cua. 12, C-l.-Tierras amarillentas. Solamente proporcionÓ 24 lasqultas de silex, escasas
esquirlas de hueso y I fragmento de ocre rojo.
Cua. 11 , C-I..-Tierra similar a la anlerior. Se recogen 11 s¡¡eJ;, 11 esquirlas óseas y
1 Ira¡;llIento de ocre rojo.
Cua. 11, C·1.-Tien-a y piedras nevmcas. Silex: 59 lasquitas. Varios fra¡mcntos ceri·
mic.os. ResIQS óseos y varios pedazos de ocre rojo.
[page-n-86]
86
J . APARICIO
Cua. S, el.-Tierras )' piedras negruzcas. Silex: 1 núcleo, 1 hojita)' 1 borde rebajado o
sqmento, 9 lasquitas.
c-'
Cuadricula 6, C-2.-Muchas piedras de lamat\O$ variados y entre ellas barro negruzco.
No se excavó toda la superficie, sino parte de ella. Materiales: 129 lascas, algunas diminulas, 13 hojitas-cuchillo, 1 trapecio, 2 microlTllSpadores atfpicos, I lasca retocada , I las-
Quita con !ruDcadura distal. 3 rragmenl05 cerámicos. I IPl'D trozo de ocre rojo y otros
menon:.s. Muchas esquirlas óseas.
e ua. 9, C2.-Tierra ncgrw:ca o amarillenta se¡ún zonas. Debajo de una capa de conglomerado durísimo aparcc::e otro de barro grisáceo. Silex: 6 gruesas Jase:!s, 42 lascas y
¡asqUllas, 14 hojas y hoj itas (1 con truncatura distal oblic ua y m uesca lateral), 1 posible
I'tlcroburil. Esquirlitas de hueso y 1 gran molar de ovicrápido.
El silex tiene pá tina amarillenta o verdosa, aunque también lo haya ¡ris, negnw::o o
rosado.
EltrlltJcraf1a
Desgraciadamente el escaso t iempo empleado en estos primeros trabajos
experimentales no nos permitieron la obtenci6n de datos estratigráficos amp lios, mientras que otros traba jos de mayor urgencia nos han imposibilitado
la prosecuci6n de aquéllos, de ahí que nos encontremos en la misma situaci6n.
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[page-n-87]
EL W!SOLITIOO EN V.o\U!NClA
87
Sin embargo, a titulo de hipótesis parece entreverse que los sedimentos
superficiales arcil losos negruzcos son los que contienen las cerámicas, mientras que los arenosos amarillentos carecen de el las, lo cual deberá ser comprobado en el f uturo.
d)
CONCLUSIONES
Resulta evidente, fXlr lo expuesto, que en la Albufera de Anna existen
dos yacimientos, el de la ori lla y el del inferior. El primero corresponde al
Mesolltico I y los niveles excavados del segundo al Mesolltico III-C yal Neolít ico, respectiva mente, pudiendo suponer, fXlr la inmediata superposición,
que el nivel superficia l cerámico perteneciera al Protoneolítico.
Sobre ambos hablaremos posteriormente, por lo que no creemos oportuno
extendernos aqu! sobre ello, sin embargo, sí creemos conveniente insistir en
que la base industrial y socioecon6mica sobre la cual se iniciara y desarrollara el proceso neolitizador es única y exclusivamente la propia del Mesolítico 111, proceso que conducirá a la fase álgida y concreta del Neolltico
Ant iguo.
Con ello reafirmamos nuestros esquemas' cronol6gico
recientemente, en los cuales negamos la sup uesta duplicidad étnica y cultural
entre los pueblos y las culturas del interior, con geométricos en su componente lítico, y las costeras, sin ellos, concebida por los arque6logos valencianas en épocas en que los datos d ispon ib les la hadan factible y d igna de
consideración, pero, que hoy, a la luz de los nuevos descubrimientos, especialmente el efectuado en las l agunas de Almenara, la invalidan totalmente.
Para nosotros la A lbufera de Anna se comenzó a habitar entre el 12.000
y el 9.000/8.500 a. de C. (Mesolítico 1) ; pudo continuar la habitación durante
el Mesolftico 11, que se puede encontrar en la base del yacimiento del interior;
se continúa durante el Mesolltico 111 C y hacia el 5.500 se inicia el proceso
neolit izador, avanzado el cual se abandona el yacimiento.
[page-n-88]
88
el
R.
GRAULLBRA
ESTU DIO TECNICO DE LAS EXCAVACIONES SUBACUATICAS
l.-INMERSIONES PREVIAS
la sección Arqueológica del Gru¡:x> de Investigaciones Subacuáticas de
Educación y Descanso de Valencia, con muchos años de brillantes éxitos, se
puso, al principio de 1974 en contacto con el Museo de Prehistoria de la
Diputación Provincial de Valencia, dirigido ¡:x>r D. Domingo Fletcher, para
ofrecerse a colaborar con el S. I.P, en cuantas exploraciones y excavaciones
submarinas resultara imprescindible la participación de escafandristas autónomos.
Informados por D. José Aparicio, profesor de la Facultad de Filosofía y
letras, Departamento de Historia Antigua, y técnico del referido Servicio, de
la existencia de un importante yacimiento en aguas d e la Albufera de Anna,
se acordó participar si después del estudio prev io se decidía la conven iencia
de util izar el nuevo sistema.
El día 24 de Febrero de 1974, cinco miembros del G. I.S.E.D. se sumergieron por vez primera en las aguas tranquilas de la Albufera. Siguiendo
las indicaciones de D. José Aparicio se localizó el campo arqueológico, tomándose varias muestras. Se comprobó la transparencia del lago, si bien su fondo
estaba cubierto por una fina capa de barro, que una vez alterada tardaba
mucho tiempo en depositarse, enturbiando la visibilidad y dificultando la
orientación.
Intervinieron los escafandristas: Joaquín Francés, Javier Dobón, Manuel
lacruz, Tomás Giménez, Rafael Graultera y Rafael Pastor.
la totalidad de la laguna estaba salpicada de zonas claras donde los
"ullals" manaban agua limpia sobre un lecho de arena gruesa y blanca. Se
vieron ejemplares de barbos y pequeñas caracolas marrones; algas fi liformes
y demás plantas acuáticas. La profundidad media oscilaba entre 2 y 3 metros.
En el mes de abril se efectuó una segunda inmersión. Interviniendo esta
vez Joaquín Dominguis, Tomás Giménez y Rafael Graullera. Se tomaron medidas del campo arqueológico, resultando ser un montículo duro y destacado
de cinco metros de ancho por ocho de largo, orientado de Oeste a Este, en
este lado una grada de 40 cm. bajo 1.20 mts. de agua (Verfig. n.O 24).
2.-ESTUDIO TEORICO DEL TRABAJO Y EQUIPO TECNICO
Cuando un yacimiento arqueológico subacuático se halla agrupado en
una extensión reducida el método más práctico de excavación consiste en
[page-n-89]
EL MESOLITIOO EH VAUNCIA. BSTtnllO T1ICNlOO
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C ....d ..!c.u.,
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supufldal "1 el .ufana _p&e.do.
12
[page-n-90]
R.
GRAULLBaA
situar una cuadrícula en un sector del campo, dejando el resto como testigo
para que pueda ser empleado por otros investigadores en otras campañas
semejantes. Asf, pues, a pesar de que el campo tenia una extensi6n de 40
metros cuadrados, solamente se trabajó en 15, proyectándose una cuadriculación de tres por cinco, tomando el ancho del yacimiento por la parte
oeste, opuesta al escalón.
Intervinieron los miembros del G.I.S.E.D. siguientes: Ignacio Cuartero,
Raquel Dominguis, Germán Donderis, José lbars, Joaqufn Francés, Manuel
l acruz, Tomás Giménez, Vicente Ortiz, Juan Serra y José M. Tormo (del
CIAS) ¡ ectuó como coordinador de superficie Joaquln Dominguis y de inmersi6n Rafael Graullera¡ la fotografía submarina estuvo a cargo de Rafael Pastor.
los elementos esenciales de la excavaci6n fueron: la manga de succión
y la cuadriculación. Como material accesorio se precisaron 30 varillas de
hierro forjado para fijar las tuberías, los tamices y determinar la dureza del
suelo. Asr mismo cuerdas, boyas, tamices, placas de metacrilato numeradas y
material fotográfico (fig.24).
Se utilizaron treinta equipos de aire comprimido a 150 atm6sferas, que
fueron proporcionados por el G.I.5.E.D. Individualmente los buceadores utilizaron sus equipos personales, traje de neopreno, lentes, cinturón de lastre
y aletas.
Una balsa flotante fue utilizada como base para las tuberfas y mangueras
de la succionadora y varias embarcaciones de fondo plano fueron prestadas
por el Ayuntamiento de Anna.
J.-LA MANGA DE SUCCION
Una aplicación práctica del efecto Venturi es la Manga de Succi6n. Donde
se produce una aspiración como reacci6n de un cambio de presión ocasionado
dentro de una tuberfa donde se inyecta aire o agua a diferente presión y en
dirección contraria.
Consta principalmente de dos partes: la tuberla de aspiraci6n y la de
inyecc ión. las relaciones entre ellas están determinadas por los caudales
de aire inyectado, siendo los valores prácticos siguientes:
0 Inye«ión
12 mm.
12 mm.
20 mm.
30 mm.
50 mm.
50 mm.
o
Aspi ración Caudal: M-aire x mino Volumen : litros x mino
0'28 a 0'84 m.
50 mm.
90. 2271./min.
75 mm.
0'28 a 1'12 m.
182a 362I./m;n.
0'81
100 mm.
3'11 m,
540 a 1.080 L/min . •
1'40 a 5'60 m.
900 a 1.800 I./min.
150 mm.
4'20 a 12
m.
3.000 a 4.000 I./min.
250 mm.
5'60 a 15'6 m.
300 mm.
4.000 a 4.600 I./ min.
•
[page-n-91]
El. M6S0UTlCO EN VAlENCIA. BSTtfl)lO TECNlCO
91
El caso de la empleada en esta prospección de la Albufera de Anna, fue
la tercera.
la inyección se rea lizó por una tubería de 2" a una boquilla de 100 mm.
la manguera de 30 metros de largo estaba alimentada por un compresor de
50 C. V. d el tipo semejante a los utilizados en Obras Públicas (ver fi gura 24) .
la boquilla, provista d e llave reguladora, era del t ipo denominado Asadur
fabricado por A iscondel, d e Polidoruro de vinilo rfgido, así mismo los dos
metros siguientes, el roda y los cuatro metros f inales con su codo último.
Entre estas partes rlgldas se empalmó una manguera de lino plegable semejante a las util izadas por los bomberos, pero de 100 mm. de diámetro.
Dicha manguera f ue sujeta a una serie de flotadores que la mantenían
horizontalmente hasta los tamices insta lados en la orilla, junto al campamento.
El aire de presión conducido por tuberías de adecuada longit ud partía d el
compresor hasta la balsa, donde una llave en "T" hada la d istribución a la
boquilla o a una p istola de aire que también llegó a utilizarse como lanza para
remover el fondo apelmazado y duro.
Además de este tipo de Manga de Succión, existe otro alimentado por
agua a presión, y que se prefirió no emplear en esta ocasión.
4.-lA CUADRICUlA
las d imensiones tota les de la cuadrícula fueron tres por cinco metros. los
lados se montaron de perfil ranurado, señalado cada metro, de donde partía
una cuerda de nylon para hacer las 15 d ivisiones (fig. 24).
Se numeraron los cuadros según el orden representado en la figura. Para
ello se colocaron unas placas de metacrilato blanco numeradas y lastradas
convenientemente.
l a ut ilización de cuerdas fue muy conveniente a la hora de hacer los
barridos y rastri llados, puesto que los cantos de los perfiles rigidos habrran
imped ido excavar bajo ellos.
Por otro lado, la f orma de montículo del yacimiento requeria una mejor
adaptación del emparrillado y las cuerdas f acilitaron el acoplamiento exacto.
Dada las proporciones de la cuadrícu la, esta se montó fuera del agua,
colocándole cuatro p ies de 2'50 mIs. del mismo perfil, estos pies sólo f ueron
[page-n-92]
92
11..
GRAULLBR.l
fijados provisionalmente, para poder ser desprendidos del cuadro una vez
clavados en el fondo y nivelada la cuadrícula horizontalmente.
Para su traslado a su emplazamiento definitivo se colocaron cuatro flotadores que permitieron desplazarla sobre las aguas y que después poco a poco
f ueron sumergidos hasta posarse la cuadrícula sobre el campo arqueológico.
Con la ayuda de una maza se clavaron los cuatro pies hasta algo más de
un metro, según la consistencia del suelo.
Se quitaron los fornillos y se nivel6 el cuadro con un "nivel" de burbuja
de los utilizados en albañilería, luego se fijo definitivamente el conjunto y
se colocaron los números de cada metro cuadrado, según hemos indicado.
Con una cinta métrica se situó la distancia de la zona, de un punto en la
orilla oeste, resultando estar a 21 mts.
Tal como estaba el yacimiento antes de pasar la manga de succión se le
asignó el nivel 00, en esa forma se tomaron las primeras fotos submarinas.
S.-EL CAMPAMENTO
El dla 12 de Junio de 1974 se intalaron en la Albufera de Anna los equ ipos de aire comprimido, las tiendas de campaña, la manga de succión y el
compresor.
Se situó el campamento en la orilla oeste de la laguna, acotando la parte
ocupada con cuerdas y señales para dar mas movilidad al equipo de trabajo.
También se acotó una parte de la superficie de la Albufera correspondiente
a la vertical del yacimiento y el acceso desde la orilla con el fin de q ue
involuntariamente fuera invadida por alguna barca de alquiler o nadadores
curiosos durante los días siguientes (Lám. 111, A).
6,-1..J\ FOTOGRAFIA SUBMARINA
El reportaje fotográfico fue encomendado al buceador experimentado
Rafael Pastor,
Previamente a las inmersiones de los equipos se h icieron tomas del campo
arqueológico.
lamentablemente el estado de las aguas impid ió hacer fotografías que
dieran una idea de claridad.
[page-n-93]
EL MESOUTlCO EN VAU!NCLl. ESTUDIO TBCN ICO
93
5610 en las primeras, antes de intervenir la succionadora en el nivel 00, se
lograron fotografías que también carecen de valor por estar el campo cub ierto
de barro.
l os intentos de hacer buenas tomas resu ltaron fallidos, el fino barro
nunca terminaba por depositarse y cuando lo hacía cubrla los detalles que
podían darle valor a las fotos.
No obstante se hizo un reportaje exterior por los cámaras de NODO y .;!I
mismo Rafael Pastor.
7,-TRABAJOS REALIZADOS
Dado que era una excavación arqueol6gica submarina experimental se
estudi6 y proyect6, se prepararon los utensilios necesarios, se dieron misiones
determinadas a los buceadores y a medida que se fueron planteando los prob lemas se modificaron los esquemas para adecuarlos a las situaciones reales.
As! sucedió con la fotograf ía subacuática; la escasa transparencia del agua,
una vez removido el fondo no dejó obtener foto alguna.
Se hicieron no obstante las fo tos que perm itieron construir el mosaico
del nivel 00, sin limpiar la zona.
Un equipo tomó los niveles iniciales, utilizando una regla móvil que se
desplazaba paralelamente al lado menor. Cada medio metro se anotaron los
valores indicados por una varilla vertical.
Tras la actuaci6n por vez primera de la succionadora se comprobaron que
los niveles del "O" eran prácticamente iguales a los del "00".
Comenzó la excavación en las cuadrículas 3, 6, 9, y 12. Resultó ser más
abundante el sflex en la cuadricu la núm. 9. En el 12 surg i6 un cambio d e
coloración de negra a amarilla.
Todos estos trabajos se rea lizaron los dlas 13 y 14 de Junio; el sábado 15,
ya comprobada la forma de presentarse los ha llazgos del yaci miento, se insistió en la cuadricu la núm. 6.
El último día de la presente campaña apareció, en una cata efectuada en
el cuadro 9, un punto amari llo y una nueva capa de barro negro. Se hicieron
f otos detalladas de fa cata.
[page-n-94]
.
R.
ORAl/LLERA
Ante el escaso tiemp;l disponible se acordó interrumpir la excavación dejando la cuadrícula en el fondo para una nueva campaña. No sin antes hacer
una lectura final de los niveles alcanzados.
las gruesas piedras que no pudo recoger la succionadora fueron extraídas
a mano con la indicación del cuadro y nivel a que correspondian.
8.-PROBLEMAS PRACTICOS
Además del imponderable ya anotado de la fotografia subacuática, hemos
de destacar otros problemas surgidos por las caracferis,icas especificas de
este yacimiento.
Una succionadora alimentada por aire a presión crea una fuerza ascen~
dente igual a la de absorción que hace salir del agua a todo el conjunto de
mangueras, fuberla s e incluso al buceador poco lastrado. Se solucionó este
inconveniente sujetando varios cinturones de plomo en la boquilla d e la
tuberfa y ajustando una llave en la salida del aire a presión. De esa forma
se logr6 compensar hidrostáticamente la parte rígida de la succionadora
mientras el aire era inyectado dentro de ella.
La parte flexible de la manguera se ató cada cinco metros a un f lotador
para mantenerla horizontal y a flor del agua, evitando las curvas que en un
principio restaban eficacia al sistema aspirante.
la manguera de estas características necesita para ser mAs eficaz una
profundidad mayor de la que se trabajó, puesto que actúa por dilatación del
aire inyectado y dos metros escasos de profundidad no crean una diferencia
tan visible como si se trabajara a 10 metros en donde el volumen del aire
está duplicado. Por ello sólo se succionaron las pequeñas p iezas de silex y se
sacaron las restantes manualmente. la aspiración f ue algo irregular y con
intermitencias fuertes sacudidas y periodos de torbellinos dinámicos interiores donde se mezclaban el aire, el agua y los silex.
Al comenzar de nuevo las operaciones en la primera inmersión de la
mañana, el campo estaba totalmente cubierto por una capa de barro gris,
el mismo que se había quedado en suspensión el dfa anterior.
Cuando el calor y la luz eran abundantes, se formaban sobre el fondo unas
algas fil iformes verdes parecidas al algodón.
El mismo yacimiento estaba compuesto por p iedras de color gris, cementadas entre si y que le daban una consistencia dificil de romper con la sola
[page-n-95]
EL MIlSOLlTIOO EN VALBNCIA. ESTUDIO Tl!CNlOO
95
aspiraci6n, se utilizaron pues rasquetas manuales para soltar las piedras entre
las que se hallaban los objetos principales de esta excavaci6n.
9.-CONCLUSIONES
Como conclusión final hemos de destacar la perfecta conjunci6n entre
buceadores y arque6logos; fue la primera vez que se utilizaron las' nuevas
técnicas subacuáticas en un yacimiento de la Regi6n Valenciana y creemos
que incluso de la Península Ibérica, habiendo sido los resultados plenamente
satisfactorios, adquiriendo la necesaria experiencia para su continuidad en
el futuro 7S.
RAFAEL GRAUllERA SANZ
(75) Posteriormente y aplicando la experiencia adquirida en la A1bufera de Anna, el
G.I.S.E.D. utili~ó el método en el Estany d'Almenara bajo la supervisión arqueológica del
Servicio de Investigaciones Prehistóricas y Arqueológicas de la Diputación Provincial de
CastellÓn .
[page-n-96]
96
J. APA.ICIO
I.-C1.IEVA DEL VOLCAN DEL FARO (CuIlen . Valencia)
la Cueva del Volcán del Faro se encuentra situada en las proximidades
d el Faro de Cu lJera, en la misma orilla del Mediterráneo.
Comenzada su excavación en 1968, hasta el momento actual se han realizado nueve campañas de excavaci6n. l a primera lo f ue en el Sector N y puso
de manifiesto la existencia d e una potentísi ma sedimentaci6n de espesor
desconocido, puesto que los trabajos se interrumpieron a los 11 '25 m., por
razones técnicas y de seguridad. sin haber alcanzado el piso base. la estratigrafía de esta zona present6 niveJes magdalenienses desde 11'25 a 2'50 m"
75 cm. de t ierras estériles, y de 1'75 hasta la superficie tierras negras con
cerámicas de época eneolít ica y Edad del Bronce Valenciano (figs. 25 y 27) 76,
las restantes campañas se efectuaron en el Sector A, donde la estratigrafla
se present6 muy d iferente, distinguiéndose varios n iveles (fig. 26) de los
cuales nos interesan los sigu ientes:
NIVEL I .--Comprende las capas 1 y 2 (a y b) que ocupan toda la superficie y la capa J
del exterior. Está constituido por tierras negnw::as y marrones an::iIIosas con
abundante materia orgánica, que en superficie se presentaban revue ltas y
con útiles de épocas diferentes, ya que la ocupación del Sector N durante
el Encolltico y la Edad del Bronce Valenciano propició el vert ido de restos
malacológicos y cerámicos que, aunque en pequeña cantidad, se presentan
maclados con los propios del nivel, aunque la contaminación rue es tricta·
mcnte superficial.
Corresponde a un há.bi ta t al aire libre por hund imiento gene ralizado de
la bóveda sob re el Nivel 11, con escasos restos de fauna e industria de silex
blancutto deshidratado. Los útiles predominantes son: raspadores y micror raspadores, buriles, hojas y hojitas de borde rebajado, hojas y lascas con
abundancia (fi¡. 28).
La biblio¡raffa sobre el yacimiento es abundante, pueden consultarse:
FLETCHER VAU.S, D. y APARICIO PEREZ, 1.: _Nolicia de las excavaciones dectuadas
en la Cueva del Volcán del Faro (Cullera. Valencia)_. Archivo de Prehistoria Levantina, XII,
~gs. 7·18. Valencia, 1969.
FLETCHER VAU.S, D. y APARICIO PEREZ, J .: _BaslÓn de mando procedente de
Cullera (Valencia, Espada) •. Quartlir, t . 20, págs. 1&9-193. Bono, 1969.
APARICIO PEREZ, J. y FLETCHER VALLS, D.: _Cueva palcolltlca de .EI Volcán del
Faro (Cullcra · Valencia)_. XI Congreso Nacional de Arqueología, Mérida, 1969, ~gs. l7S· l8J.
Zaragoza, 197Q.
APARICIO PEREZ, J.: _La Cueva del Volcán del Faro (Cunera) y el Paleomesolllico
Valenciano •. Ouartar, 23/ 24. Band 1972·73, págs. 71·92. Bono, 1973.
APARICIO PEREZ, _La Cueva del Volcán del Faro (Cunera, Valencia)_. Nota ¡nronoativa
con motivo del Cincuenta Aniversario de la Fundación del S.I.P. Diputación Provincial,
m.
Valencia, 1
APARICIO PEREZ, J . e HIS. CATALA, A.: _Las Ra1ces de Cullera: Prehistoria y Protohistoria. El Museo Arqueológico_. Opto. de H.- Ant ~a, Serie arqueológica, num o 3, páginas
41·55, 71·72 y 81-42. Valencia, 1977.
.
Una sornen clasiricación de la fauna, junto a otros problemas generales, puede verse en:
DAVIDSON, l.: _Tbe animal economy or la Cueva del Volcán del Faro, CuIleru·Valencia,
Spain •. En transactions of Cave Re$earch (iroup of (ireat Britain, v. 14, núm. 1, pAgs. 23-32.
Leicester, 1972.
DAVIDSON , l.: _The Fauna from La Cueva del Volcán del Faro (CulIera·Valencia) •.
Archivo de Prchistoria Levantina, vol. XIII , págs. 7·21, Valencia, 1972.
(76)
[page-n-97]
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en el Sec. A. de la Cueva dd Vok.io (CuUera).
[page-n-99]
EL MESOUTICO EN
V~ClA.
99
NIVEL 1I.--Sin solución de continuidad se pasa del anterior a tste, caracterimdo sedimentoló¡icamente por tierras marrón·rojizas de coloración uniforme, que ya
no cambiará hasta la máxima profundidad a lcanzada en este sector en 1915.
Del mismo nos interesan las capas 3 y 4 del interior, que alcanzan, hacia el
exterior, el limite determinado por la bóveda hundida al final de su depósi to,
bóveda que pennanec{a du rante la ocupación del mismo.
Estructuralmente se pudieron aislar y estudiar numerosos hogares superpuestos, apoyados en la pared del abrigo y delimitados perfectamente con
piedras.
Industrialmente se caracteriza por la presencia de triángulos escalenos
entre el sílex, junto a raspadores, buriles, bordes y dorsos rebajados, hojas
y hojitas.
Esta superposición estratigráfica tiene, para nosotros, un interés fundamental, porque basándonos en ella desarrollamos parte de nuestra estructuración del MesoHtico. El N ivel JI se relaciona perfectamente con el nivel
superficial del Parpal16, tipol6g icamente los escalenos son si milares (fig. 29),
y la técnica de microburil se empleó en ambos para su fabricaci6n. De ta l
manera que éste, como el del Parpall6, se adscribe al Magdaleniense IV
determinado por Pericot en la segunda cavidad 77,
En diversas ocasiones hemos manifestado que la fecha del Magdaleniense
IV no debía bajar del 12.000 a. de e, basándonos en fechas publicadas para
industrias de este periodo del vecino país francés, que lógicamente hay
que tener en cuenta, puesto que, como demostr6 Pericot y aceptamos
nosotros, el magdaleniense valenciano presenta evoluci6n sim ilar a aquél hasta
la fase IV. la única fecha conocida en España como del Magdaleniense IV, la
de la lIoseta, A, sobre madera carbonizada 71, dio 15.200 ± 412 BP, equivalente a 13.250 ± 412 Be, lo que resulta algo alta puesto que se interfiere con
las obtenidas para el Magdaleniense 111 cantábrico, 13.550 ± 700 Be para
Altamira y 13.350 ± 700 para el Juyo, fecha s que desmienten la obtenida
para el Magda leniense 111 del Parpalló, 11.846 Be, que resulta excesivamente
baja y que no aceptamos, entre otras razones porque conocemos los avatares
que sufrieron las muestras óseas utilizadas para los análisis y el largo camino
que recorrieron hasta llegar al laboratorio inglés, en primer lugar el sistema
de excavación y recogida de la fauna hace 40 años, después el embalaje, a
continuación los sucesivos almacenes por los que pasó según las d istintas
(11) PERICOT GARCIA, L.: "La Cueva dcl Parpalló. Gandía, .valencia_, Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. Madrid, 1942.
(78) BERNALDO DE QUlROS, F. y MOURE ROMANIllO, A.: .Cronología del Paleo!Jtico y el Epipaleolítico peninsulares •. el4 y Prehistoria de la Península Ibérica. Reunión 1978, pág. 24. Fundación Juan March. Serie Universitaria núm. 77, Madrid, 1978.
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104
~.
APA.ICIO
ubicaciones del Museo de Prehistoria, en uno de los cuales sufri6 la trág ica
riada que anegó Valencia en 1957 y que inundó los sótanos donde aquéllos
se encontraban; al cabo de tantos años y tantos avatares se realizan los análisis y se cree a p ie ¡unt¡lras en sus resultados sin un mlnimo de prudencia
y de cautela a la hora de su valoraci6n y comparación.
Hemos repetido en varias ocasiones 19 que las fecha s de C-14 son impor-
tantes, y que su posesión es fundamenta l, aunque sin sobrevaloradas ni
considerarlas poco menos que Artícu los de Fe. Unicamente la posesión de
series amplias nos permitirá seguridad en los juicios, debiendo valorarse
especialmente la media dentro de unos valores extremos seguros, y las aisla-
das, que se alejen del conjunto, deben ser desechadas.
En este sentido, creemos que hacia el 12.000 a. de C. termina el Magdaleniense IV, tanto en Parpall6 como en Volcán, hund iéndose la casi totalidad
de la bóveda subsistente en la segunda y continuándose la vida aqu¡ ahora
al aire libre, facilitada por el cambio climático, que incide sobre la base étnica
anterior que ve degradarse paulatinamente las bases econ6micas vitales debiendo adaptarse ergol6gicamente a la nueva situaci6n, aunque más bien
que por la invenci6n de tipos nuevos por el desuso y desaparici6n total de
los útiles típicos del Magdaleniense, y de otros, como los perforadores, que,
aunque presentes, no son exclusivos del mismo.
9.-coVA DE LES MALLAE.TES (Buta:-V.Jeada)
la Cova de les Mallaetes se encuentra situada en el macizo del Montdúber, en término de Barig, y dominando tanto el poldje de este mismo
nombre como el amplio valle cuaternario de la Valldigna. Se orienta hacia
el W. y ha sido afectada por los intensos fen6menos cársicos propios de la
zona·, que es rica en yacimientos arqueológicos de singular importancia,
tales como la Cova del Parpal16 (a unos 3 Km. en linea recta), Cova de les
Rates Penaes, de les Maravelles, Pores, Barranc Blanc, lIop, etc·, excavadas
y estudiadas por el Servicio de Investigaci6n Preh ist6rica de la Diputación
Provincial y por el Departamento de Historia Antigua de la Facultad de
Geografía e Historia de la Universidad de Valencia.
la naturaleza ca lcárea de todo el macizo y los fenómenos cársicos reseñados han condicionado extraordinariamente la formaci6n de los depósitos
sedimentol6gicos que colman las cavidades, a la vez que la acción hídrica ha
sido elemento decisivo tanto en su formaci6n como en sus posibles desman(79) Vid. opus cit., nOLa 51, pág. 121.
ROSElLO VERGER, V. M.: .EI Macizo del Monduver. Estudio seomoñoIÓllico-.
Estudios Geogrificos, XXIX, 112·113, págs. 423-474. Madrid, 1968.
(SO)
[page-n-105]
EL IIIESOUTlm EN VALENCIA.
105
telam ientos, ya que aún hoy la pluviosidad que registra la zona presenta la
particularidad de ser sumamente elevada en contraste con otras zonas medi·
terráneas Il, todo lo cual empieza a ser objeto de crecientes estudios que
estamos intensificando por cuanto, junto a la acción antrop6gena, son factores
decisivos para explicar d iferentes anomalías que aparecen en la l6gica y
normal disposición que seria de esperar en la superposición de elementos
arqueológicos, tal y como hemos expuesto en otras ocasiones IZ y desarrolla·
remos posteriormente.
Fue excavada por el S. I.P. desde 1946 a 1949 con arreglo a las técnicas
de la éJXXa, distinguiéndose estratigráficamente la existencia de una potente
sed imentación correspondiente, culturalmente, al PaleoHtico Superior en su
mayor parte, y ya en superficie "epigravetiense" y neo-eneolltico en Intimo
contacto. las breves notas publicadas a continuación sobre estas excavacio.
nes al serian los únicos datos utilizables posteriormente ya que el estudio
ampl io y pormenorizado nunca se real izó, presentándose a su través, sin
embargo, visiones de conjunto acerca de la evolución del Paleolítico Superior
en la Región y en la Península, especialmente lo concerniente a los t iempos
postsolutrenses hasta el mismo Neolítico.
A este res()eCto era sintomático el hecho de que a partir del solutreogravetiense, fase final del Solutrense, caracterizado por la abundancia de
puntas de escotadura de tipo levantino, no se encontraba el Magdaleniense,
fenómeno que se consideraba inexplicable al no coincidir, como hubiera sido
de esperar, con la secuencia establecida en la vecina Parpalló, donde a ese
nivel le sucedían los cuatro magdalenienses determinados por Pericot". Esto
se intentó explicar por Jordá Cerdá suponiendo una evolución paralela de
grupos étnicos que únicamente utilizarían la técnica gravetiense, coincidiendo
su Epigravetiense l a con el Solutreogravetiense, el lb con el Magdaleniense
(81) ROSELLO VERGER, V. M.: .E1 li toral valcnclá. lo El medi fisic i humá_, pállinas &3.84. Valencia, 1969.
KUNOW. P.: . El Clima de Valencia y Baleares_. Cuadernos de Geografía núm. 2,
páginas 23 y 100. Valencia, 1966.
(82) APARICIO PEREZ, J., SANCHO SANTAMARIA, A. y SAN VALERO APARISI, 1.:
.Prospecciones arqueolóaicas en la eova del Uop, GandJa (Valencia) •. Saitabi, XXVI,
i>á¡ina 39. Valencia, 1976.
APARICIO PEREZ, J., SANCHO SANTAMARIA, A. y SAN VALERO APARISI, J .:
_Investiaaciones arqueoJÓ¡icas en Gandla y la $afor_. Revista _GandJa., 1m.
Vid. opus cit. nota 49, páas. 42-43.
(&3) Véanse las memorias de actividades del S.J.P. (La labor del S.LP.... ) correspondientes a los años 1946 a 1949.
Fl.ETCHER VAU.S, D.: .Estado actual del estudio del paleol!tico y mesolitico valenciano•. Revis ta de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. LXII, 3, págs. as5-57. Madrid, 1956.
(84) Vid. opus cit., nota 71.
14
[page-n-106]
106
J . APARICIQ
I y 11 , el 11 con el Magdaleniense 111 y IV, V el 111 con el Magdaleniense V
y VI francés a .
Mas como quiera que el Epigravetiense 111 de Mallaetes se encontraba
hasta con cerám icas neolfticas comenzó a desarrollarse la idea de que esta
fase industrial ocupaba tocios los t iempos comprendidos entre el final del
Pa leolhico Superior y los principios de la neolitizaci6n, con el fin de explicar
la no existencia, por aquellas fechas, de yacimientos con industrias de componente geométrico en la zona costera, especialmente en la de GancHa, así
como su abundancia en ciertas zonas interiores (Cocina), donde no se encontraba n cerámicas cardiales.
la valoración que entonces se hizo de estos datos, desde el punto de vista
más l6gico a nuestro criterio, aunque se pudiera pensar que era prematuro
por la exigüidad de los mismos, pero no tanto si se considera la necesidad de
presentar y arriesgar visiones sintéticas para la inteligibilidad del conjunto,
que necesariamente la invest igación posterior deberá modificar, desechar o
matizar de acuerdo con los nuevos descubrimientos y enfoques, lo que dependerá de su fecundidad, llevó a la consideración de la existencia de dos facetas
neolíticas M, de un neolítico marginal de montaña o o inicial", etc., etc., dualismo cultural que, sin embargo, ha sido negado redentemente por Fortea y
Jordá al afirmar : "La investigación posterior y sobre todo la excavación de la
Coveta de l'Or y de otros yacimientos neolíticos valencianos han demostrado
que no es posible sostener este dual ismo cultural"", lo cual queda su mamente confuso ya que está en manifi esta contradicción con lo afirmado y
desarrollado extensamente con anterioridad 90, que niega totalmente; a la vez
que no sabemos a que investigaciones se refiere ni a que excavaciones, por
haberse realizado ¡as de dicho yacimiento entre 1955 y 1958.
En 1970 Javier Fortea rea lizó dos rápidos sondeos con el fin de observar personalmente la secuencia estratigráfica, aclarar algunos puntos cansi(SS) JORDA CERDA, P.: _Gravet iense y Epigravetiense en la Espal'la Mediterránea •.
Publicaciones del Seminario de Arqueologfa y Numismática Aragonesa, 4, págs. 7 a 30.
Zaragota, 1954.
(86) FLETCHER VALLS, D.: _La doble faceta del NeolUico Hispano-mauritano valenciano». IV Congreso Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohis tóricas, págs. 415-417.
Madrid, 1954.
(87) Vid. opus. cit., nota 59.
(88) SAN VALERO, J .: _El Neolltico español y sus relaciones. Esquema de una tesis
doctoral_. Cuadernos de H.· Primitiva, allo 1, nCun. 1. Madrid, 1946.
SAN VALERO, J .: .EI Neolftico y la Península Hispánica». Actas y Memorias de la
S.E.A.E. y P., t . XXIII, eoad. 1-4. Madrid, 1948.
SAN VALERO, J.: .El esferoide de piedra perforado de la Cueva de la Sarsa». I"tIbliación de la Junta Municipal de Arqueología de Cartagena, l , 3 y 4. Cartagena, 1945.
(89) FORrEA PEREZ, J . y JORCA CERDA, P.: .La Cueva de Les Mallae les y los P~
blemas del Paleolltico Superior del Mediterráneo Espal'lol_. Zephyrus, XXVI, XXVII,
""¡¡na, 130. Salamanca, 1976.
(90) Vid. opus cit., nota 6, pá¡s. .5(».so.t y nota 64, pá¡. 82.
[page-n-107]
107
EL MJ!SOLJTlCO EN VALENCIA
derados "oscuros" y obtener muestras para anál isis radiocarbónicos que luego
se han completado con otras para análisis sed imentológicos y polínicos. la
excavación, sin embargo, aunque realizada con métodos mucho más modernos y con la pericia y experiencia de su larga profesional idad, tuvo que realizarse deprisa, debiendo pasar por los tamices un volumen aproximado de
unos 14 m.l de sedimentos en 28 días de excavaciones, lo cual no debió
propiciar excesivas afinidades estratigráficas como es lógico suponer, y aunque aclararon algunos puntos otros continúan tan oscuros o q uizá más por
la valoración y extensa difusión que han tenido, refiriéndonos en esta ocasión a la prolongación y contacto del n ivel postsolutrense hasta el neo-eneolítico, cuyo esclarecimiento juzgamos de capital importancia por sus amplias
repercusiones.
Por todo lo cual es evidente que 'Ia estratigrafla de Mallaetes ha jugado
y continúa jugando aún hoy dla, quizá con mayor intensidad si cabe debido
a la amplia divulgación que ha tenido a través de los recientes y documen14 91 , un principalltados trabajos de Fortea Pérez apoyados en fecha s de
sima papel para la estructuración de todo el Paleolítico Superior y especialmente del Mesolitico y proceso neolitizador. Sin embargo, la presentación
de una única alternativa para estos dos últimos procesos, de acuerdo con
las teorlas ya formuladas de antiguo por la vieja escuela va lenciana de
arqueología n, y su aceptación incondicional a diversos niveles, lo juzgamos
un peligro por la posible deformación de 'a realidad histórica que se puede
producir, ya que la estructuración del proceso es distinta para nosotros al
valorar los datos desde otro punto de vista, de ahl que la alternativa que
propongamos a la investigación sea totalmente diferente.
e
El primer problema planteado estriba en la existencia o no de solución
de continuidad entre el Solutreogravetiense y el Epigravetiense, Mesolítico I
para nosotros. De la respuesta dada depende:
1.---la no ocupación de la cavidad por los "magdalenienses" de Parpalló.
2.-la coexistencia de dos comunidades con utillaje industrial diferente
a poca distancia (Mallaetes y Parpalló) .
(91) Vid. opus cit., nota 6, páas. 159-193 y nota 89.
(92) SAN VALERO APARISI, J.: .La Cueva de la Sana (Bocairente..valencia)_, Serie
de TTabajos Varios de.! S.I.P. nUmo 12, pá¡. n. Valencia, 1950.
JOROA CERDA, F.: _Notas sobre los comienzos del NeoUtlco eo nuestra PenLnsula_
Archivum 111, págs. 259+271. Oviedo, 19S3.
PLETCHER VALLS, D.: Vid. opus cit., notas 83 y 86.
PERICOT GARCIA, L.: Vid. opus cit. notas 63 y 65.
[page-n-108]
108
J. APARICIO
Aún cuando la solución a esta problemática se haya intenfado darla suponiendo una ocupación estacional por el mismo grupo humano. con utillaje
industrial distinto de acuerdo con las diferentes actividades desarrolladas
según la época del año", idea ya utilizada anteriormente para explicar la
dualidad de las contiguas Cueva Grande y Pequeña de la Huesa Tacaña en
VilIena '''. según el modelo establecido en Starr earr de antiguo"; el mismo
Fortea da la solución al notar estratigráficamente la existencia de un hiatus
entre ambos, concretamente referido al Estrato VII del Sector Oeste de la
excavaci6n de 1970, donde "su sedimento arcillo-sabuloso muy apretado,
con algún canto o plaqueta" se mostró totalmente estéril en el cuadro 1, 2 y 3,
apareciendo también en los dos últ imos "una linea de gruesas lajas o plan~
chas, que ocupaban más del 50 % de la extensión del estrato en los tres
cuadros"; sedimentol6gicamente no hubo variación en el cuadro 5, aunque
la aparici6n de algunos materiales idénticos a los del estrato VIII, correspon~
dientes al Solutrense evolucionado, pudieran introducir algún signo dubita~
'¡va en su valoración,
Aún cuando no se espe<:ifíca si la Ifnea de gruesas lajas o planchas corresponden a un piso estalagmítico que sellara el estrato VIII , a pesar de que
este pudo ser discontinuo, para nosotros su presencia, junto a las caracferfs~
t icas sedimentológicas generales, son pruebas suficientes de la existencia
,
de una capa estéril entre el Solutreogravetiense y el Mesolítico 1 cronológicamente correspondiente al Magdaleniense, durante el cual la cavidad no fue
utilizada, descartándose definitivamente, dado lo concluyente de este dato,
tanto la dualidad funcional sobre la misma base étnica de Davidson como la
étn ico-industrial de Jordá.
A pesar de que consideremos lógico y posible el movi miento estacional
dentro de unos Ifmites establecidos, su demostración es sumamente laboriosa
y problemático su apoyo en datos negativos exclusivamente, máxime cuando
haya que partir por precisi6n de secuencias estratigráficas meticulosas y
exactamente obtenidas, lo que no es frecuente para lo hecho con anterioridad
(93) DAVIDSON, l.: _Seasonality in Spain_. Zephyru.s, XXVI·XXVn, págs. 167-173.
Salamanca, 1976.
DAVIDSON, l.: _Les Mallaetes and MondÚver. The economi of a human irroup In prc>
historlc Spain_. Problems in e<:Qoomic and social A«.heology, ed. Durlr.worth, Londres, 1976.
(94) WALKER, M.: _Nuevas fechas por CI4 de la :wna del Vinalopó y del Segura,
S.E. de España_. Manuscrito existente en la biblioteca del S.I.P., páir. S.
(95) CLARK, J. G. D.: _Excavations at Star CaIT: AA Early Mesolithic Site a l Seamer,
near Scarborouah, Yorkshire. Cambridge, 1954, reedición 1971,
CLARK, J . G. D.: _Star Can-: A Care Study in Bioarchaelo¡y_. Addisón-Wesley Modula.l"
Publicalions, 10. US.A., 1972.
CLARK, G.: _Seasonality and interpretation of Ilthic assembla¡:es_. Estudios dcdicad05
al profesor 1.. Pericol. Institulo de Arqueología y Prehis toria. Publicaciones Eventuales,
núm. 23, págs. 1-13. Barcelona, 1973.
[page-n-109]
EL IO!SOLlTlm EN VALENCIA
109
a los tiempos actuales, dados los métodos utilizados entonces, adecuados,
sin embargo, a los fines que se planteaban en toda excavaci6n. Asi, parece
demostrado que MaJlaetes y ParpaJl6 fueron ocupados simultáneamente
durante el Solutrense · , sin que ello suponga variaci6n substancial en el
conjunto industrial, Jo que, sin duda, queda también reflejado en el resto
de los próxi mos yacimientos con niveles coetáneos cronológ ica y culturalmente, que indican una sorprendente intensidad de habitación en la zona,
tales como 110p, Maravelles, Porcs, Barranc Blanc y Rates Penaes n.
Resuelta así la cuest ión, siempre bajo nuestro criterio, queda en pie el
problema simple ya, que no básico, de la extensión del Magdaleniense por
la vertiente mediterránea de la Península Ibérica, clara en el sentido de su
normal presencia en toda ella, desde Gerona hasta Gibraltar, atestiguada
recientemente por los hallazgos del Volcán del Faro 91, Porcs lI!I, Verdelpino lOO,
Victoria, Higuerón y Tapada 101, etc., por lo que, cuando en una amplia secuencia estratigráfica falte en el lugar correspond iente, habrá que pensar en
alguna anormalidad sedimentol6gica que convendrá investigar.
Para nuestra Reg ión Valenciana y más concretamente para la zona denom inada recientemente Canea de la Safor, q ue comprende desde Barig hasta
el límite de Ol iva con Pego, ya en la provincia de Al icante, lo que las últimas
invest igaciones nos permiten extender hasta la m isma Marina Alta en aquella
última, la anorma lidad sedimentológiea se produce al encontrar repetidas
veces n iveles solutrenses en contacto d irecto con niveles neolíticos, sin que
medie entre ellos niveles estériles como en Mallaetes, donde, aparte, hay un
nivel del Mesolítico 1 o n iveles con Magda leniense y Mesolitico 1 como es
,
,
el caso del Volcán algo más al norte, y, así, lo encontramos en Maravelles y
Rates Penaes, en Uop y Pares perfectamente determinado por nosotros m ismos, y en la Cava Ampla del Cap Gros y la Cava de les Calaveres con más
inseguridad por el momento.
En una secuencia normal, de acuerdo con el esquema que hemos elaborado y defendido personalmente, al Solutreogravetiense le sucederían las
cuatro primeras fases del Magdaleniense (I-II-III-IV). y a partir del 12.000
(96) Vid. opus cil .• nOla 93.
(97) Vid. opus cit., nota 82, Gandia, 1m.
(98) Vid. opus eit., nota 76.
(99) APARICIO PEREZ, J . y SAN VALERO. APARJSI, J .: .Nuevas excavaciones y p rospecciones arqueol6¡icas en Valencia •. Departamento de Historia Antigua. Serie Arqueol~
gica, núm. S, páginas 13-21.
(lOO) Vid. opus. cit., nOla !n.
(101) FORTEA PEREZ, J . y GIMENEZ, M.: .La Cueva del Toro, nueva eslación Mala·
gucfla con arte Paleolltico_. Zcphyrus, nÚIns. 2324, págs. S-17. SaJamanca, 1973.
FORTEA PEREZ. J. y GIMENEZ, M.: _Arte paleolf tico del Mediterráneo español-. Tra·
bajos de Prehistoria, vol. 15. pág. 130. Madrid, 1978.
[page-n-110]
110
J. APARICIO
comenzaría el Mesolltico I que se prolongaría hasta el 8.500 u 8,000, y a éste
los mesoliticos 11 y 111 ya con geométricos hasta el 5.500 en que comenzaría
el proceso neollt izador a partir de una industria geométrica con técnica de
microburil para su fabricaci6n. De ahí que entre el Solutrense y el N eoHt ico I
o Antiguo, en defecto de sedimentos con dichos restos aparezcan otros esté-riles como en el caso de Mal laetes, aunque la anoma lía se presente entre el
Mesolltico I y el Neolitico Antiguo en la secuencia de esta cavidad, donde
faltan los niveles mesol iticos con geométricos y microburi les, así como el
protoneoHtico; d irecto contacto entre Solutrense y Neolítico A nt iguo en LJop,
Rafes Penaes, Maravelles y Pores, esperando confirmación en la Cova Ampla
y Calaveres.
Planteado así el problema y ante la evidente falta de los lógicos niveles
intermedios entre ambos conjuntos, bien fértiles o estériles, hemos buscado
las causas de su carencia, que no pueden ser otras que su barrido, desmantelamiento o arrastre, y descartada la acción antrop6gena por imposibilidad
manifiesta, el único medio mecánico que puede haberlo real izado es el hídrico, lo cual, si a nivel expl icativo es para nosotros la posibilidad más lóg ica
entre todas las existentes, requiere las correspondientes pruebas que lo justifiquen, pruebas que, por el momento, no existen con número y extensión
suficiente. Unicame nte podemos aducir que todas las cavidades reseñadas
han estado sujetas a intensos procesos hídricos reconstructivos, presentando
densas formaciones esta lactítico-estalagmfticas, mantos, coladas, etc .• lo que
es indicio de considerable circulación de agua fuertemente cargada de carbonato cálcico bajo un cl ima templado húmedo, cuya escorrentia debió producir los efectos supuestos; mientras que en Ca laveres se at isba, a través de
los ensayos anallticos realizados por la sedimentóloga Maria Pilar Fumana l.
que el nivel cerámico sobrepuesto al que sospechamos Solutrense o por lo
menos paleolitico no está descalcificado, prueba de que no pudo proporcionar
el carbonato cálcico necesario para convertir al infrayacente en una auténtica
brecha, debiéndose formar lógicamente en ausencia de aquél.
A este respecto es conveniente añadir que este fenómeno se debió producir necesariamente con anterioridad al Neolltíco I y con posterioridad al
Mesolitico tu, es decir durante los siglos anteriores y posteriores al 5·000 a.
de C" ya iniciado el periodo Atlántico, que se caracteriza especial mente por
el aumento de la pluviosidad bajo un clima templado cálido, cuyos valores
en la zona considerada debieron ser notables a juzgar por las características
especiales q ue tienen en la actualidad por lo que respecta a la pluviosidad,
en cuyo caso habríamos encontrado al agente protagon ista del fenómeno,
todo lo cual será objeto de intensa investigación futura de acuerdo con la
hipótesis elaborada.
[page-n-111]
m.
.YI!SOUTICO BK VAIl!NCIA
111
El segundo problema básico derivado de la estratigrafla de Mallaetes procede de la interpretaci6n dada por Fortea al hallazgo de fra gmentos cerámicos
correspondientes al Neolítico I en los sedimentos postsolutrenses, de acuerdo
con lo cual a la facies Mallaetes de su Epipaleolltico microlaminar la hacia
comenzar a partir del nivel I del Volcán del Faro, con cronología inicial subord inada a las fechas que se le d iera en este yacimiento, perpetuándose hasta
la llegada de los colonos "cardiales". Mientras que en ciertas zonas, como
la de Villena, habría una fusión del Epipaleolftioo microlaminar y el geométrico, recibiendo con esta base la neolitización.
Sobre esta interpretación escribíamos en 197B 11It: "En cuanto a la teoria
de la persistencia del llamado epigravetiense o epipaleolítico microlaminar
tipo Mallaetes, hasta la llegada de las primeras novedades neol íticas, se basa
ónicamente en el hallazgo de unos pocos fragmentos cerámicos en contacto
con materiales de aquel tipo".
El que se trata de pocos fragmentos cerámicos, así como también de pocos
materiales líticos y casi ninguno 6seo, de dara atribución al Neolítico 1, viene
determinado por la poca potencia en general que estos niveles alcanzan en
la mayor parte de los yacimientos de la zona, si exceptuamos la Cova del
Llop que excavamos personalmente 11). En todos ellos se encuentran, también,
materiales posteriores, claramente eneolíticos o de la Edad del Bronce Valenciano, e incluso cerámicas a torno. Así vemos como los niveles postsolutrenses han sido considerados prácticamente inutil izables en Maravelles y Rates
Penaes por el mismo Fortea 11M, recogiendo nosotros ótiles típicamente solutrenses en los niveles cerámicos de la Cova deis Porcs, todo Jo cual indica
claramente su remoci6n en época neolítica o posterior por la acción humana
o an imal.
Si examinamos dete nidamente la estratigrafía de la Cata Este efectuada
en Mallaetes durante 1970 por Fortea, observaremos como al haber sido destruidos los niveles mesol 1t icos por excavadores clandestinos hasta llegar al
Sol utreogravetiense, utilizó los datos obtenidos en 1949 e n los sectores l-M,
donde tres capas cubrían los 40 cms. desde el estrato I (Solutrense evolucionado con puntas escotadas según los datos de 1949) hasta el nivel superficial original, en ellos se recogieron únicamente 50 piezas, entre sílex, hueso
y cerámica decorada con acanaladuras (capa 1.&); al parecer esta cerámica
(102) APARICIO PEREZ. J.: .Pinturas ru pest res esquemáticas en los alrededores de
Santo Espiritu (Cilet y A1balat de Segart. Valencia) y la cronologla del ane rupestre• .
SAGUNTUM, Papeles del Laboratorio de Arqucologfa de Valencia, nUmo 12. páa. 55.
Sagunto. 1
m.
(100) Vid. opus. cit .• nota 99.
(104) FORTEA PEREZ. J .: _Los Complejos... •• pág, 199.
[page-n-112]
112
3. APARICIO
es la única aparecida en las tres capas de los dos sectores, y pudo pertenecer
a un enterramiento a juzgar por la mandíbula humana que se encontró en
la capa 2.- (0.20-0.30 cm.) del sector M, mas lo sintomático es la absoluta
carencia de cerámica en las capas 2.· y 3·- con materiales típicos del Mesol!·
tieo I (raspadores, buriles y dorsos reba jados) . A unos 65 cm. de esta última
capa, correspondientes a 1.15 m. del nivel original, se obtuvo la muestra n .O 6,
que dio 14.350 años 8 . C. para materia les pertenecientes al Solutrense
Superior.
la Cata Oeste, también de 1970, presenta también hechos muy sintomáticos para varios de los aspectos tratados, as! vemos como la muestra núm. 2,
tomada en la base del estrato VI a 1.20 m. de profundidad, d io la fecha
8.420 se para materiales tlpicos del Mesolltico 1. Si consideramos las diferen~
cias de nivel para los lugares de toma de ambas fechas como debidas a si m~
pIes contingencias en el depósito de los sedimentos y no a incongruencias o
anorma lidades, te6ricamente la muestra núm. 4 todavía en análisis deberá
repetir la núm. 6, aproximadamente, con lo cual entre ambas habrá un lapsus
de unos 6.000 años, lo que vendrá a confirmar la realidad del estrato VII
como estéril y por lo tanto la certeza del hiatus. En otro aspecto, la capa V,
a unos 0.30 m. más alta que la fecha núm. 2, ya proporcionó un fragmento
cerámico y de acuerdo con su proximidad se podrla tratar de la cerámica
más antigua del Med iterráneo occidental si dispusiésemos de la fecha de la
muestra núm. 3, todavía en estudio, lo cual se complicaría al comprobar que
con posterioridad a la fecha núm. 2 se encontraron piezas con retoque para~
lelo cubriente o invasor aparecidas en 1946-47 y consideradas por Fortea
como del Estrato IV, de donde procede para mayor confusión, un fragmento
cerámico ligeramente carenado y con de<:oración de línea quebrada tenuemente incisa que por comparación con otros conocidos 1115 situarlamos en
nuestro Eneolítico I 1(16, mezcla que se produce ciertamente en los estratos I a
111, donde junto a elementos claramente eneolíticos se encuentran típicas
puntas solutrenses.
Es evidente, pues, que la cerámica cardial y las otras cerámicas se encuentran accidentalmente en niveles mesolíticos, junto con materiales solutrenses,
lo cual es indicio de que durante el Neolítico o Eneolítico, con finalidad funeraria o de acondicionamiento de la habitación en determinadas zonas de la
cavidad se abrieron pozos o agujeros que llegaron a interesar hasta los niveles
(105) ASQUE.RINO FERNANDEZ, M. D.: Vid. opus. cit., nota 70, págs. 190-204.
ASQUE.RINO FERNANDEZ, M . D.: _Coveta Emparetá•. Noticiario Arqueoló&ico Hispá·
nico. Prehistoria. 3, pá&5. 111-188. Madrid, 1975.
(106) Vid. opus. cit., nola. 62.-Puede consultarse este trabajo para las subdivisiones
internas del Eneolflico y su contenido, producto de nuestras redentfsimas investipc:lo nes,
que han arrojado aliUna luz sobre esta época tan oscura.
[page-n-113]
EL MESOLITICO I!N VAU:NCIA.
IlJ
solutrenses, provocando el ascenso de materiales de esta etapa y el d escenso
de cerámica cardial y posteriores, lo que desarticu ló el n ivel estéril test igo del
hiatus entre Solutrense y Mesolit ico 1 a lo que pudieron contribuir animales
,
subterráneos (conejo, topo, rata, etc.) .
Si analizamos sumariamente la estratigrafía reflejada en los d iarios de
excavación y la correlación entre las capas de la cata efectuada en 1946 y
las excavaciones de los años 1947-48, en espera de la publicación definit iva
que preparan Jord á y Fortea, veremos como una capa superficial de t ierra
negra ocupa los primeros 50 ó 60 cm., ya calificada como Neolftico, y a conti·
nuación comenzaban tierras marr6n·rojizas hasta el mismo f ondo, llegando
el llamado Epigravetiense hasta 1.80 m. de profundidad. Pues b ien, única·
mente en este segundo tramo se encuentran útiles en ca ntidad d igna de
consideración, ya que 3 en ZI, 7 en 1946, 13 en 1947 y 2 en 1948, en la capa
superficia l de tierra negra, frente a 39, 209, 174 y 104, respect ivamente. en
la inferior de tierra roja marcan diferencias su mamente sign ificativas para
d emostrar estadísticamente la ruptura tan acusada entre una y otra, lo que
a la inversa se podría reflejar en la cerámica si realizara mos su recuento, lo
que no es posible por el momento.
l a intensidad de habitación durante el N eo--eneoJlt ico debió ser escasa, a
juzgar por la poca cantidad de cerámica recog ida, lo que contrasta con la
abundancia en los yacimientos neolíticos intensamente ocupados, CCirno Or
y Sarsa, mas, este contraste se refleja también en el resto del equipamiento
industrial, ya que si prescindiéramos de los escasos fragmentos cerámicos
cardiales seria sumamente difíci l adscribirlo al Neolltico a falta de útiles
líticos u óseos con entidad suficiente, ya que, como hemos indicado reciente·
mente 101, raspadores, buriles y dorsos reba jados no se pueden considerar
como instrumentos básicos de la industria lítica neolítica, por el hecho decisivo
de no encontrarse n i uno sólo de los dos primeros en los conjuntos industriales neollf icos conocidos, así como escasísimos de los terceros, de tal ma·
nera que la industria lítica neol ítica no puede derivar de la d el Mesolltico lo
Todo lo cual es un dato más a tener en cuenta para la nueva interpretación
que propugnamos.
la gravedad y confusión planteada desde antiguo con la equivoca interpretación de la estratigrafía de Ma Jlaetes nos han obligado a este largo y
prolijo análisis, con la pretensión de introducir las correcciones necesarias
que eliminen los posibles errores que han conducido a la situación actua l,
de ahí que fa distinta valoración dada a los datos estratigráficos, sedimen-
(107)
IS
Vid. opus. cit., nOla 49. pág. SI.
[page-n-114]
114
1 • .lp,U.leIO
tol6gicos, industria les, ecológicos y cronológicos nos permitan las conclusiones
siguientes :
1.-Que al final del Solutreogravetiense (Parpallense), fedlado hacia
el 14350 a· de C" se abandon6 la cavidad, permaneciendo deshabitada durante
todo el Magdalen iense y parte inicial del Mesolftico l.
c..
2.-Que se volvi6 a ocupar de nuevo entre el 9.000 V el 8.000 a. de
momento en que se acusa un predominio de raspadores sobre buriles frente
al predominio opuesto en la etapa inicial del Mesolltico
situarse al final del MesoHtico r (fig. 4. núm. 3).
r, debiendo,
pues,
3.-Que con posterioridad la cavidad pudo o no continuar ocupada hasta
e l Neolitico 1 mas dichos niveles han desaparecido. pudiendo ser el agente
,
causante la abundante escorrentía de las aguas bajo el cl ima húmedo y tem-
plado de l Atlántico, favorecido por el relieve cársico típico de la zona do nde
se encuentra.
4.---Que esta explicaci6n es válida para la soluci6n de la misma problemática planteada a numerosos yacim ientos de la Safor y Marina Alta, por
lo que se insistirá en esta linea de investigación.
,
5.---Que durante el Neolítico 1 Eneolitico y E. de l Bronce Valenciano la
cavidad fue ocupada con poca intensidad, aunque lo suficiente para efectuar
remociones de ciertos lugares q ue afectaron hasta los niveles solutrenses,
extrayéndose útiles desde allí y enterrando otros procedentes de la capa
superficia l con cerámica, a lo que pud ieron contribuir animales subterráneos.
6.---Que apoyándose en Mal laetes no es posible admitir la existencia de
una dualidad étnico-cultural o funcional para e l mismo grupo humano, su·
puesto usuario de Parpalló o Mallaetes estaciona lmente.
7.-Queda descartada la persistencia del Mesolhico 1 hasta el Neolltico 1
,
ya que no hay ni conti nuidad estratigráfica ni ergoJógica.
8.--Confinúa con todo su va lor tipológico la denominada facies Mallaetes
dentro de nuestro Mesolítico J, lo que desarrollaremos posteriormente.
ID.-EL COLLAO (0IIn0 • VaIeDda)
Se encuentra ubicado en las inmediaciones de Ol iva, población situada
al sur de la provincia de Valencia; únicamente lo separan unos 3 kms. de la
[page-n-115]
ID. MBSQLITlOO EN V.lL8NCUo
lJS
linea actual de costa, parte de los cuales fueron hasta hace poco extensas
marjales costeras, desecadas actualmente.
Conocido de antiguo, ha sido citado frecuentemente en la b ibliografía
como yacimiento musteriense, deb id o al atipismo de la industria recog ida
por su descubridor, Sr. Boscá Casesnoves. Desde entonces no se había hecho
ninguna exploración por el yacimiento, con el fin de precisar su situación
y cronología, por lo Que en 1975 acometimos la tarea en unión del colabora·
dor del S. I.P., Sa lvador Climent, teniendo la suerte, d espués de varias tenta·
t ivas, de su localización.
A part ir de entonces las exploraciones se sucedieron, espe<:ialmente por
parte de Salvador Criment, natural y vecino de Oliva, lo cual nos permiti6
el acopio de una ingente cant idad de út iles líticos y restos faunisticos, que
se guardan en su mayor número en el S. I.P. de la Diputación de Valencia.
Aunque no hemos ¡:x>dido realizar su recuento y estudio pieza fX)r pieza,
fX)r nuestras manos han pasado todas las procedentes del mismo, y recogidas
fX)r nosotros lógicamente, lo Que nos permite las siguientes conclusiones :
l.-El tanto por ciento mayor, Que si n duda sobrepasa el 90 %, corres·
fX)nde a úti les nucleif ormes y lascas, con muesca y en pocos casos
escotaduras, frecuentemente retocadas.
2.-Hay algunos raspadores y buriles, pero en su mayor parte atípicos.
3.-También hay algún dorso o borde rebajado.
4.-Se ha recogido un único geométrico, tratándose de un segmento con
retoques abruptos.
Estos restos se recogen por la superficie de unos antiguos campos de
cultivo, en la ladera de un cerro, ya Que el asentamiento debi6 serlo al aire
libre, y, aunque en los tal udes se observa cierta disposici6n estratigráfica de
los mater iales, no se ha efectuado n ingún sondeo Que lo confirme.
Desparramadas por la misma zona Que los sllex existen gran cantidad de
conchas marinas y terrestres, cuya existencia también se ha constatado en los
ta ludes existentes entre las distintas terrazas de los bancales, por lo que se
trata a todas luces de un auténtico conchero.
Una muestra de la fauna ma lacológica recogida fue enviada a D. Luis
Gasull, en Pa lma de Ma llorca, quien tuvo la amabi lidad de realizar, junto con
[page-n-116]
116
S. APARICIO
el Sr. Cuerda. su clasificación, a la que añadieron algunos comentarios, suma·
mente interesantes, todo lo cual reproducimos a continuación.
GASTROPODOS MARINOS
Murex brandaris lo
Murex frunculus lo
Purpura haemastoma subs. cansul lmk.
Trilon modiferus lmk.
Cerith ium vulgatum Brug.
Columbella rústica lo
Nassa reticulata lo
Purpura haemastoma lo
GASTROPODOS DE AGUA DULCE
tv':elanopsis tricarinata Brug.
GASTROPOOOS TERRESTRES
Pseudotachea splendida Drap. 1 ejemplar en mal estado, cuaternario.
LAMELlIBRANCHIOS MARINOS
Pectunculos violascense lmk.
Venus gall ina lo
Cardium glaucum Brug. f ormas costero-Iagunares.
Spondilus gaederopus lo
Cardium tubercuJatum lo
Pecten jacobaeus lo
Arca noaae L.
"Nos ha llamado mucho la atención la presencia abundante de Purp. haemastoma subs. consul lmk. especie de la que publicamos un reciente trabajo
en nuestro último Boletín núm. 16 101• Esta forma se creyó extinta desde el
tyrren iense, y fue hallada viva en Valencia. Todas están rotas, lo que hace
suponer que las comieron.
Se observan faunas de tres facies distintas, la una representada por Car·
dium glaucum Brug., Cerithium vulgatum Brug. y Nassa reticulata, abun·
dantes, propios de lagunas costeras, aguas salobres y quietas de poca profundidad. Otra representada por la mayoría de especies que es clásicamente
(108) Boletín de la Sociedad de Historia Natural de Baleares, 1971.
[page-n-117]
EL MBSOUTIOO BK VALBNCIA
117
marino-<:ostera, Por fin , otra de agua dulce con Melanopsis tricarinata Brug.,
de la que la más pr6xima localidad de Oliva es Pego, "las Aguas", y quizá
procedan de alll",
lo enviado al Sr, Gasull fue una selecci6n del abundantfsimo material
ma lacológ ico existente y recog ido, no figurando entre ellos los helix que
también son muy abundantes, pero que, debido a la fragi lidad de su caparaz6n, se destrozan fácilmente cuando ruedan por la superficie de los campos,
de ah! que no tuviéramos ninguno cuando se les envi6 la muestra, encontrándolos después cuando tomamos muestras para análisis sedimentológ icos
y pollnicos, asf como conchas para C-14, de uno de los taludes descubiertos.
Desde el punto de vista de la proporci6n destacan, junto a los hel ix las
abundantes conchas de "cardium" JOII.
los datos econ6micos y ergol6gicos nos inducen a conside rar a este yacimiento como similar a los encontrados en el Sur de Francia y en Ita lia, caracterizados por la abundancia de caracoles (escargot ¡ ~rs ), norma lmente de
helix y abundantes conchas marinas en las zonas pr6ximas al mar, con industria pobre y atipica, mereciendo el ca lificativo dado por laplace de "complejo
regresivo con denticulados" ti.,
De acuerdo con las fechas proporcionadas por el C14, y a la existencia
de conjuntos similares en el nivel superficial del Filador y basal de Cocina, lo
consideramos como típicamente representante de nuestro Mesolítico III-A,
que fechamos desde el 7.500 hasta mediados de la primera mitad del sépt imo
mi lenio,
JI.-VILLENA.
En el interior de las tierras va lencianas, al N-W de la provincia de Alicante,
se e ncuentra Villena, en cuyo término municipa l las sistemáticas exploraciones de J. M.a Soler Garda han permitido descubrir un notable y singular
conj unto de yacimientos arqueológicos, de capital importancia para la Prehistoria valenciana y peninsular.
(109) Son numerosas las relacione5 de fauna malacolÓflica reco¡ida en concheros meso
liticos en toda la cuenca del Mediterráneo, y la búsqueda de paralelos resultarfa sumamente laboriosa, por lo que prescindimos de ello, de acuerdo con la finalidad de este
t rabajo. A titulo de ejemplo, y como muestra de la diversidad y diferencias entre yacimientos rnesoliticos de ambos ext remos del Mediterráneo, puede consultarse:
PETRBOK, J.: d · esolithische Mollusken aus dcr Karquelle Aine5-Saadi am Kanne!
1
(Palastina) •. Archiv füe Molluskenkunde, t. 75 p. 23124. Francfurl a .M., 1943.
(1 10) LAPLACE , G.: .. Rcc.herehes sur !'Origine et L'Evo!u tion des complexes Leptoli thi,
ques _. Melanges d 'Archoolo¡\e et d 'Histoire, Suplements, 4, pá¡s. 308-310. Ecole Francalse
de Rome. París, 1966.
[page-n-118]
118
1. APARICIO
Para el periodo que nos ocupa .son cinco el número de los que nos interesan, tres de ellos en lo que otrora fue amplia laguna de Vil lena. seca hoy
totalmente, y en cuyos arena les residua les se localizaron los ófiles arqueológicos, y dos pequeñas cuevas contiguas abiertas en un abrupto cerro calizo
en las proximidades del Vinalop6UJ,
Excavaciones únicamente se han realizado en las dos cuevas, que se
pudieran llamar con mayor propiedad covachas. mientras que los materiales
de los otros tres proceden de sistemáticas exploraciones superficiales con sufj·
dentes garantías de no haber seleccionado 'os útiles. Todos ellos han sido
estudiados por J. Fortea, de qu ien tomamos las cantidades citadas.
PINAR DE TARRUElLA
A 5 Kil6metros de la población y en la superficie de las arenas recogió
Soler Garcla 54 raspadores, 1 perforador atípico, 26 dorsos rebajados, 29 hojas
y lascas con muescas y denticu lados, 1 trapecio con un lado cóncavo.
Aún cuando la total ausencia de buriles es difícil de explicar, creemos que
el yacimiento se sitúa claramente en la fase final de nuestro Mesolitico I-B,
pudiendo explicarse el trapecio por la proximidad del Arenal de la Virgen.
CUEVA GRANDE DE LA HUESA TACAAA
En nivel único Soler García recogi6 en esta pequeña cavidad un conjunto
muy homogéneo de materiales arqueológicos, cuyo mayor interés lo tienen
por el contraste que ofrecen con los recogidos en la inmediata covacha de
igual denominación. De ésta proceden: 12 raspadores, 4 perforadores simples,
63 buri les, 1 raspador-buri l, 1 raclette, 8 bordes y dorsos reba jados (fig. 30 ).
En este conjunto las proporciones se invierten y nos encontramos con un
absoluto predominio de los buri les, sin que aquf pueda sospecharse algún
principio de selección y suponer la intervenci6n del azar y otros factores
como en los ha llazgos superficiales. Nos encontramos, pues, ante un yacimiento claramente perteneciente a nuestro Mesolltico I-A.
CUEVA PEQUE¡;;'A DE LA HUESA TACAAA
A escasos metros de la anterior se encuentra esta diminuta cavidad, en
cuyo reducido depósito pudo Soler recoger 6 trapecios, 2 microburiJes, varias
hojitas y lasquitas. A pesar de la exigüidad del hallazgo su contigü idad si n
(111) Vid. Dota S y del mismo A. .ViUena. Prehistoria, Monumentos_, pqs. 1-35,
Excma. Diputación de Alicante. Alicante, 1916.
[page-n-119]
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FI¡. 30..-1, l y 1,
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Gnmde de la H _ T-atI, 10ft. (SecaD Soler Garda) •
• • Cueva de la Mallada, • 2/3 (Se¡da VIlueca ., Cant.areU).
[page-n-120]
120
J . APARICIO
mezcla es un dato sumamente importante que niega la contemporaneidad de
ambos conjuntos; son sucesivos y no contemporáneos como ya indic6 Soler
Garcia al adscribir e l primero a su Mesolítico I y éste al 11. Con arreglo a n uestro esquema la Cueva Pequeña quedaría incluida en el Mesolltico 111 B.
ARENAL DE LA VIRGEN
Sobre las arenas de la laguna dese<;ada localiz6 Soler este conjunto
arqueol6gico, pr6ximo como hemos indicado al del Pinar de Tarruella .
A través de sus constantes exploraciones superficiales pudo recoger lo
siguiente: 17 raspadores, 2 perforadores atípicos, 10 dorsos rebajados, hojas,
hojitas y lascas; entre los geométricos : 1 media luna con ápice triédrico,
1 media luna con doble bisel, 3 trapecios, 5 triángulos, 2 microburiles, 2 puntas
de flecha, 1 diente de hoz. De cerámica dos vasijas completas y fragmentos
gradinados o cardia les.
Es evidente, a la vista de los materiales relacionados, que nos encontramos
ante conjuntos distintos y anormalmente mezclados. la abundancia de raspadores y dorsos rebajados no encaja con los geométricos y la cerámica, asf
como tampoco con aquéllos ni con las puntas de flecha o el diente de
hoz. Hay que suponer varios niveles al yacimiento, en el cual parecía apreciarse cierta estratigrafía en varios cortes realizados por máquinas excavadoras.
Raspadores y dorsos rebajados corresponden al MesoHtico lB, y pudieran
proceder del vecino Pinar de Tarruella; geométricos y microburiles al Mesolítico 111 B o bien al Protoneolítico y formar conjunto con la cerámica gradinada
y la cardial. Puntas de flecha al Neolítico avanzado o al EneoUtico, el diente
de hoz pertenece claramente a la Edad del Bronce Valenciano.
Este yacimiento y el Pinar de Tarruella servirlan para negar la contemporaneidad del Mesolítico I y 111 si se pudiera obtener la correspondiente
estratigrafía en el primero, ya que la mezcolanza descrita inutiliza buena
parte de su aportación.
CASA DE LARA
A unos 6 kilómetros del Arenal de la Virgen se encuentra este extenso
yacimiento arqueológico, que ocupa alrededor de un kilómetro de extensi6n
sobre las mismas arenas.
Soler recogió unas 50.000 piezas, que abundaban mucho más en una
depresión del terreno donde observó la presencia de restos constructivos
(pellas de barro con improntas de cañas).
[page-n-121]
121
EL WESOLrnCO EN VAUlNCU
El material descrito es el siguiente: 14 raspadores, 8 bordes rebajados,
10 truncaduras retocadas. Geométricos: 15 segmentos, 8 medias lunas, 8 med ias lunas de doble bisel, 74 trapecios, 28 triángu los, 9 triángulos tipo Cocina, 50 microburiles, 117 puntas de flecha, 18 d ientes de hoz típicos, 12 láminas-hoz. Cerámicas: cardial, gradinada, incisa, plástica, peinada y carenada.
Nos encontramos, evidentemente, ante un conjunto muy mezclado por
su remoc ión superficial, caso similar al de los descritos. Sin embargo, aquí
no observamos la presencia del Mesolitico 1, pues la ba ja proporción de
raspadores y dorsos no desentonaría en un conjunto geométrico como lIatas,
Cocina o Albufera de Anna.
A través del estudio de los materiales hemos de ver una clara sucesión
cultural y cronológ ica amplia, y de ninguna manera reducida y tardía como
q uería Fortea. Anterior al 5.000 es el conjunto geométrico fabricado con la
técn ica del microburil, pud iendo pertenecer tanto al Mesol ltico III-C co mo
al ProtoneoJítico por su asociación con cerámicas cardia les y grad inadas; estas
dos, junto a ciertos geométricos atestiguan la existencia de habitación d urante
el Neolítico 1, que prolongándose a través del 11 llega al Eneolítico, al que
pueden pertenecer las puntas de flecha y con seguridad las láminas-hoz; de
la Edad del BroncE' Valenciano son los d ientes de hoz y las cerámicas carenadas.
Si admitimos la continuidad de habitación ésta q ueda atestiguada en la
Casa de l ara desde mitad del sexto milenio, hacia el 5500, hasta el 1500,
aproxi madamente, antes de Cristo, es decir 4.000 años de vida in interrumpida.
Dl
SURESTE Y SUR ANDALUZ
los yacimientos excavados por los hermanos Siret y por otros estudiosos
en el Sureste para el período que nos ocupa han sido numerosos, aunque la
mayor parte de ellos han quedado inservibles para la investigación, en principio por no haber sido publicados por sus descubridores, ún icos conocedores
de estratrigrafías, materiales, e incluso exacta ubicación de las cavidades, q ue
ha o bligado a auténticos procesos policiales en alguna ocasión, como el caso
de Fortea para la Pal ica-Tollos-Serrón (fig. 31, 1, 2 y 3). que logró aclarar
después de laboriosas averiguaciones I U; otros yacimientos excavados por
los dos hermanos belgas han sido ignorados casi totalmente, a lmacenados
sus materia les en el Museo Arqueológico Naciona l, aunque últimamente
parece que por iniciativa de su director, M, Almagro Basch, se les dedica espe(112) FORTEA PEREZ, J .: . La Cueva de la Palica, Serrón (Antas). Avance al estudio
del EpipaleoUtico del S.E. peninsu1ar_. Trabajos de Prehistoria,
págs. 6V~1. Madrid, 1970.
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FI¡. 31_ 1. :z )' 3, FJ Se:lT6n, t.D. (Sqún Fortea Nra). 4 )' 5, Campln, s.Jou, t.n.
(SecW1 VUuec:a).
[page-n-123]
BL MBSOLlTI
123
cial atención IU; otros yacimientos, no excavados por ellos, precisan ~u publicación, como es el caso de la Cueva de Ambrosio 114. Por todo lo cual, una zona
que se revela sumamente importante por las breves noticias y menciones de
la mayor parte de sus yacimientos y materiales, poco puede aportar a la
visión general del conjunto.
Caso similar al que ocurre en el sur de Andaluda, donde a niveles consi·
derados como "epipaleolíticos" en la base de importantes estratigraflas se les
ha prestado escasa o nula atención, como es el caso de la Cueva de Nerja 115,
mientras que otros, como Hoyo de la Mina, han quedado inservibles para su
moderna excavación, debiendo recurrir a la antigua publicación de Such,
(¡til por otra parte pero necesaria su ampliación y constatación mediante
nuevos trabajos en la cavidad.
En ambas zonas la escasez de yacimientos con geométricos es manifiesta,
siendo su causa el azar de acuerdo con lo que hemos expuesto.
Por todo lo cual (¡nicamente tratamos de aquellos yacimientos cuya estra·
' ¡grafía, materiales o dataciones pueden interesar a los fines de nuestro trabajo, de acuerdo con lo manifestado en el planteamiento del mismo.
I.-cUEVA DEL NACIMIENTO (pontona - J"n)
A(¡n cuando los materiales arqueológicos de este yacimiento no han sido
dados a conocer en número y precisión suficientes, por los presentados como
avance en el I Congreso de Historia de Andalucla por G. Rodrlguez, sabemos
de su evolución estratigráfica en lineas generales para conocer su manifiesta
importancia en el panorama actual de la investigación, no solamente por
d icha evolución en si, que se presenta similar a la de otros pocos yacimientos
conocidos del área estudiada, sino también por su situación de enlace con
Andalucía y por la secuencia cronol~ica tan sugestiva que nos ofrece.
La sedimentación, que ha sido dividida en cuatro niveles, el A cerámico
y el S, C y O sin ellas, presenta dos capas en el primero, la 1 totalmente
removida y la 2 perteneciente al Neolítico Antiguo por la fecha de C/14 de
4830 S.C., aunque no tenga cerámica con decoraciÓn cardial, pero si gradi(U3) CACHO, C.: _La Cueva de los Mon;quillos, Lubrin (Almena)_. Trabajos de Prehistoria. vol. 35. pá¡s. 81-98. Madrid, 1978.
(114) RlPOlJ.. PEREll.O, E .: _Excavaciones en cueva de Ambrosio (Vflez B laDCO, Almerla); campañas 1958·6(b. Ampurias XXIl·XXlll, págs. 31-48. Baroelona, 1960-61.
M. BOTELLA realizó excavaciones en este mismo yacimiento, antes de la destrucc:ión
del mismo, al parecer detectándose seguros niveles Auriftacienses, habiéndose divulgado
esta noticia por diversos medios, sin que conozcamos ninguna publicación al respecto.
(115) PElJ..ICBR, M.: _Eslratigrafía preruslórica de la Cueva de Nerjv. E.xcavacioDes
Arqueológicas en Espalla, XVI. Madrid, 1963.
[page-n-124]
'2'
J. A.PARICIO
nada y plástica, siendo el principal componente de la industria IItica las hojas
y hojitas con o sin retoque. presentando como anomaHa la presencia de raspadores y buriles. la fauna abundante.
El nivel B. correspondiente a la capa 111, proporcionó abundante material
IlI ico poco variado, predominando también las hojas y hojitas, mas la presencia de medias lunas, microburiles, la carencia de cerámica y la fecha
5670 S.C. proporcionada por el C-14 son suficientes para su adscripción al
Mesolltico !ti; hay que destacar la abundancia de la fa una y los numerosos
helix.
Por otra parte el nivel e, capa IV, debe corresponder a una fase de abandono, y por lo tanto estéril, ya que a ella no se hace mención en el trabajo,
lo cual, por otra parte, vendría b ien dada la diferencia cronol6gica determinada por las fechas del C-14 entre los niveles superior e inferior.
la capa V corresponde al último nivel, al D, en la base del yacimiento,
excavado en una reducida superficie, aunque ha proporcionado fauna y una
industria lítica bastante abundante, siquiera poco diversi ficada, con raspadores, buriles y hojas con o sin reloques, lo cua l, junto con la dataci6n del
9.250 S.C. nos permiten incluirlo en nuestro Mesol¡tico I "'.
1.-AUOROQUE (Antu· Almen.)
El yacimiento de Aljoroque, más conocido como El Garcel por la famosa
obra de los Siret 111, se encuentra situado en término municipal de Anfas,
junto al cauce del río Antas, que desemboca en el Mediterráneo a unos
10 kms. al E. del yacimiento.
las excavaciones que real izara en el mismo G. Gossé pusieron al descubierto unos trescientos silos rel lenos de sedimentos y materiales heterogéneos, aunque estas excavaciones no permiten conocer la distribuci6n de
(116) Con respecto a la fauna consideramos de interés r eproduci r parte de l texto de
una c:art:a que el paleontólogo, Manuel Pérez Ripoll , ha tenido la amabilidad de remitirnos:
_estudiando la fauna, no he encontrado ninguna diferencia entre el nivel neoIJtico y el
mcsoIJtlco, hay las mismas especies, la misma moriología; no hay indicios de ser dos
estratos diferentes •... "dcl nivel neolítico un SS 'lo del tota l de los restos, son domesticados;
las especies existentes son, oveja, cerdo y cabra como domesticadas; c:lervo. corzo. jaball,
caballo y cabra como salvajes. Del nivel mesoI!lico hay un 4S " del total de restos, domesticados, la$ especies existentes son las mismas que en el anterior, sólo que no hay caballo_.
Indicaciones Que aaradecemos vivamente.
Tenernos noticias de Que han comenzado excavaciones arqueolÓjicas en es te yacimiento
realizadas por el Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense y diriaidas
por M. D. Asquerino Fernánda.
(117) SIRET, E. y L.: -Las primeras Edades del Metal en el Sudeste de Espafta •. Texto,
págs. 3-9; limlna 1. Banxlona, 1890.
[page-n-125]
125
los útiles, ni por conjuntos ni estratigráficamente JI', sin que el intento de
P. Acasta, con el fin de obtener la secuencia estratigráfica del mismo diera
resuJtadoll'.
A través del dibujo de los materiales en srrex podemos conocer la exis·
tenda de núcleos, hojas y hojitas retocadas o no, raspadores y microrraspadores. hojas y hojitas con 'runcadura distal oblicua, pero muy especialmente
trapecios y microburiles en buena proporción, lo cual es fenómeno raro en
toda el área andaluza V no ha sido debidamente valorado (fi9. 32).
El Garee1 ha figurado siempre en la bibliografía como un yacimiento Neolitica, siendo lo más conocido el célebre vaso de fondo c6nico /l/l, aunque
sin valorar convenientemente la asociación de los t¡picos materiales neol!·
ticos con trapecios y microhuriles.
Hoy sabemos que la ausencia de geométricos y microburiles en el área
andaluza es más bien un vacío azaroso, vado que se va despejando a medida
que se intensifican las investigaciones, y a este respecto son sintomáticos
los hallazgos de "El Ochavo" 111, de la Cueva del Nacimiento y de ciertos
hal lazgos presentados al Symposium de C6rdoba todavía no publicados. Al
mismo tiempo que el N eoJlt ico anda luz se estructura ergol6gicamente a nivel
evolut ivo de forma similar al valenciano, con un Neolítico I o Antiguo carac·
terizado por la cerámica cardial y que ocupa la mayor parte del V milenio,
y un Neol1tico JI con cerámicas gradinadas, acanaladas, "almagra", etc., pero
ya sin cardial, a través del IV milenio y primeros siglos del V, tal y como ya
esbozamos en nuestro estudio de la Cova Fosca uz. A través de la última sin·
tesis del Neolítico andaluz In se aprecia bien dicha estructuración, si se como
(118) GOSSE., G.: .. A1joroque, estación neoUtica•. Arnpurias IIJ, págs. 6J.M. Bar.
celona, 1941 .
(119) ACOSTA, P.: .Eltcavaclones en el yacimiento de El Garcel (Antas, Almerfa) •. Noticiario Arqueológico Hispánico. Prehis toria, 5, págs. 189-191. Madrid, 1976.
(120) SIRET, L : ..Qucstions de Chronologie et d'Ethno¡¡:raphie l bériQUes_. T. 1, lám. JI,
núm. 57. París, 1913.
CHILDE, V. G.: . L'Au be de In civilisation europecnne •. Fia:. 123. 3. París, 1949.
llOBREGAT CONESA, E..: .Del fin del neoUtico de cerámicas impresas al comienzo
de la Edad del Bronce en la Región Valenciana. Precisiones sobre cronología absoluta_.
Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 9, páp. 3-10. Valencia, 1973.
(121) APARICIO PEREZ, l ., SANCHEZ MARTlNEZ, e., LOPEZ PAYER, M. G. Y GARCIA GARCIA, F.: _Dos Importantes yacimientos arqueológicos para la prehistoria andalma
y peninsular hallados en _La Carolina_ (laén. E$p.il.ña)_. Departamento de H.· Antigua.
Serie Arqueológica, numo 6, VARIA 1, págs. 55-70. Valencia, 1979.
(122) Vid. opus. cit., nO la "9, pág. SO.
(123) NAVARRETE ENCISO, M.· S.: _Estado actua l de la Investi¡¡:ación sobre el NeoIltico de la provincia de Granada... XlII Congreso Nacional de Arqueología. Huclva, 1973,
pállS. 267-212. Zaragou, 1975.
NAVARRETE ENCISO, M.· S.: .La Cultura de las Cuevas con cerámica decorada en
Andalucía Oriental-. Universidad de Granada. Departamento de Prehistoria. Granada, 1976.
[page-n-126]
"6
~.
APARICIO
[page-n-127]
EL WESOUTICO EN VAUNClA
127
para con la estruduraci6n del valenciano, donde se encuentra la clave de la
misma, aunque alli no fuera planteada de esta manera, aunque si en un
trabajo sintético posterior Ut,
Por lo que se intuye 8 través de los nuevos descubrimientos, y de los
antiguos como el de Aljoroque, la base ergol6gica sobre la que se produce
la neolitizaci6n es la del Mesolftico III-C, que en el área andaluza no sabemos
si posee triángu los tipo Cocina debido a los raros hallazgos hasta el momento.
En el Mesolftico 111-8 o C incluimos los hallazgos de Aljoroque, procedentes
de un hábitat al aire libre, sobre el cual se estableci6 otro posterior ya en el
Neolít ico 11, mezclándose sus materiales, lo que ha provocado los consabidos
errores.
3.-HOYO DE lA MINA (AUIap)
Este yacimiento andaluz se encuentra situado a 9 kms. al W. de Málaga
y a 1 km. de la linea adual de costa, de cuya situaci6n durante las primeras
ocupaciones del yacimiento hablaremos posteriormente,
Descubierto como tal por M. Such en 1917, durante 1918 pudo realizar su
prospección y en 1920 su publicaci6n 125, si n que se haya vuelto a traba jar
en el yacimiento, a pesar del intento de Forfea Pérez desbaratado por las
modificaciones introducidas en su estructura y en su sedimentaci6n por una
industria inmediata Il!.
A pesar de no estar hecho por un profesiona l, el trabajo de M. Such sorprende JX)r la meticu losidad de sus observaciones, y por un cierto rigor que
presidió su actividad y quedó reflejado en el trabajo, lo que todavía hoy día
mantiene su validez y es fuente segura de consulta independientemente de
su exclusividad. De ah! que lo hayamos utilizado !ntegramente, por nuestro
deseo de buscar la fuente original, siquiera matizándolo a través de la
publicación que de sus materiales hiciera Fortea Pérez m,
De la estratigrafía que describiera nos interesan los niveles infrayacentes
al N eolítico 11 superficial, aunque teniendo siempre presente que se pudieron
mezclar materiales como ya advirtiera el autor,
(124) NAVARRETE ENCISO, M.- S.: d..a CuJlura de las Cuevas con cerámica decorada
en Andaluc1a. Orienla¡'. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada. NUm. 1.
páginas 59-73. Granada. 1977.
(125) SUCH, M .: .. Avance al Estudio de la caverna _Hoyo de la Mina. en Málaaa •.
Boletín de la Sociedad Malagueña de Ciencias. Málaga, 1920.
(126) FORTEA PEREZ, J.: Vid. _los Complejos..... pág. 240.
(1m Ibídem, páginas 239-251 y 405406.
[page-n-128]
128
J. APARICIO
Del análisis realizado nos interesa destacar que de Jos tres niveJes en
cuestión el 1, o "Nivel Mixto", que alcanzaba un espesor entre 20 y 30 cm.,
permitió observar una disminución progresiva de la cerámica desde la parte
alta a la baja hasta su total desaparición, siendo precisamente toda ella lisa,
Jo cual es un dato que apoyaría la antigua postura acerca del carácter liso de
las cerámicas del ProfoneoJítico, en cuya posibilidad llegamos a creer incluso
nosotros mismos. la industria lítica (fíg. 33) está compuesta por hojas fun~
damentalmente, observándose que son mucho más regulares en la parte alta
del nivel. que en la baja, de donde proceden también los tres únicos micro~
rraspadores, el perforador y los geométricos, conservando estos últimos el
ápice triédrico según observa Fortea Pérez, lo cual es indicio de que se fabricaron con la técnica del microburil. La fauna mastológica predominante al
inicio va siendo suplantada progresivamente a medida que se profundiza
por malacológica marina y terrestre.
A pesar de la escasez de los datos, el conjunto de los mismos ofrece mucha analogía con el modelo de cambio propuesto por nosotros para el Protoneolítico, y así, esta comunidad con régimen de vida basado casi exclusivamente en el marisqueo y recolección de moluscos terrestres (Helix), cambia
paulatinamente su economía dirigiéndola a la ganadería, mantiene el utillaje
lítico a base de hojas-cuchillo cuya talla perfecciona, introduce el perforador
como innovaci6n y elimina algunas formas geométricas, manteniendo trapecios y segmentos que agranda, aunque aún utilice la técnica del microburil en su fabricaci6n, técnica que abandonará antes del Neolltico I o Antiguo, fase no señalada en la estratigrafía de la cueva, ya que sin soluci6n de
continuidad se pasa directamente al NeoHtico 11.
Subyacente al Nivel Mixto, Such señal6 la existencia de un tercer nivel
que calificó como Paleolítico, y que dividi6 en dos pisos, el superior Tardenoisiense y el inferior o Capsiense. El primero está caracterizado por una
industria lítica con predominio total de los raspadores o microrraspadores,
siendo abundantes los dorsos rebajados y escasos los buriles, encontrándose
uno solamente y en la base del piso; los tres perforadores es evidente que
no corresponden a este nivel, ya que es un útil extraño al MesoJítico 1 tal y
,
como hemos indicado en varias ocasiones, debiendo proceder del "N ivel
Mixto", de donde pudieron caer ya que presentan clara analogía con el perforador encontrado all í y pudieran ser considerados como los precedentes
de los típicos perforadores neolíticos. El predominio de raspadores y dorsos
rebajados sobre los escasos buriles permiten incluirlo en nuestro Mesol ítico
I-B, fase final o segunda caracterizada precisamente por el descenso sintomático del índice de buril frente a los otros dos. lo que queda representado
por MaJlaetes.
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F1¡. 33.-UtUq UIlCOII de Hoyo de la Mina (RfÚD M. Sueb): 1, _Nivel Mlxto.;
2, . Pbo TarcSenolslente_; 3, d'iso CaPllmte..
17
[page-n-130]
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1 . APARICIO
El piso infe rior o Capsiense representa bien la primera fase del meso--
Htico 1 la A, por la mayor abundancia de buriles frente a los otros tipos, lo
,
cual se aviene perfectamente con la disposición estratigráfica de ambos; de
creer en la existencia del buril en "pico de loro", que Fortea acepta m, nos
encontraríamos en presencia de un Magdaleniense Fina l, al que pudieran
pertenecer también los fragmentos de supuestas azagayas, aunque el paralelismo cronol6gico de ambos minimiza el prob lema.
Sin embargo, todo lo anteriormente expuesto debe ser considerado con
reservas y esperar su futura confirmación. que se prevee lejana a juzgar
por la descripci6n de Farrea, mas frente a Jo reducido del área sondeada hay
que considerar el cuidado puesto en los trabajos y la aparente homogeneidad
de los conjuntos y de su evolución estratigráfica, todo lo cual es una garan·
tIa que seria imprudente despreciar.
la d istinta composición de la fauna del "Piso Capsiense" de este yaci·
miento con respecto a la conocida para etapas similares de yacimientos con
ubicación actual pl'óxima al mar, nos obliga a estudiar el tema con deteni·
miento, ya que frente a la base económica supuesta para el Mesolítico I· A y B,
apoyada en la recolección de moluscos terrestres casi exclusivamente, con
total predominio del Helix, aquí se evidencia una absoluta preponderancia de
fauna malacológica marina, alcanzando los Tapes decusatus el 95 'lb del
total de conchas, y el resto Cardium edule, Solen, Pecten, Ostra edule, Murex.
Haliotis, Sepias. también crustáceos y peces, lo que claramente evidencia la
proximidad del mar, donde obtenían sus recursos, corroborado por la presencia de varios cantos rodados recogidos en la playa y que expresa mente
describió Such.
Dada la lejanla de la línea de costa por descenso del nivel marino durante
el Würm final. el marisqueo señalado únicamente pudo ser realizado en fecha
reciente, cuando las aguas hubieran regresado y alcanzado poco más o menos
su nivel actual. lo que está en desacuerdo con las caracte rísticas de la industria
descrita, o bien que la lejanía no hubiese sido prohibitiva.
El segundo caso es el más probable. y si observamos la isobata de 50 m.
veremos como precisamente a 9 kms. al W. de Má laga se encuentra a unos
800 m. de la costa actual, mientras que la de 200 m. a unos 12 kms.. 10 que
nos hace suponer que la de 150 m·, correspondiente a la máxima profundidad
alcanzada por las aguas, se encuentra a unos 9 kms., que sumados a la d is·
tancia a que se encuentra la cueva totalizan 10 kms.• d istancia máxima a
(llB) FORTEA PEREZ, J .: Vid ...Los Complejos.... . p41¡1na 242.
[page-n-131]
EL
w:.sor..moo
EN VAU!NCL\
131
que se pudo encontrar el yacimiento, lo cual elimina las dudas que pudieran
surgir en una primera impresión. Debiendo tener en cuenta que los Helix
son sumamente abundantes, aunque enmascarada dicha abundancia por la
prep:mderancia de la fauna marina.
En resumen, y bajo nuestro punto de vista, la sucesión estratigráficocultura l y cronol6gica del yacimiento se puede establecer a partir de la existencia de un Mesolítico I-A en la base, que evoluciona a un Mesolit ico 1
-8,
y de aqul se pasa ya a un Protoneolítico, careciendo de los Mesallticos 11 y 111,
por lo que hay una manifiesta discontinuidad estratigráfica que la excavación no refle jó.
4.--cuEVA DE LA VICTORIA (La c.Ia·M61IlP)
Se encuentra en las proximidades de la costa actual y ha sido objeto de
rebuscas incontroladas y de metódicas excavaciones, estas últimas a cargo
de Fortea Pérez. De las primeras proceden dos arpones con una hilera de
d ientes, en curso de publicación por el Dr. Ripoll Perell6¡ mientras que la
excavación que realizó Fortea, motivada por los hallazgos mencionados y por
la existencia de pinturas rupestres m, le permitió obtener una secuencia estratigráfica todavía no publicada "in extenso", aunque, según Fortea se pudieron
determinar "cuatro horizontes aislados, que comprueban la sucesi6n Magdaleniense superior Epipaleolltico microlaminar de raíz aziloide ... que la Victoria amplia con un nivel superior constituido por un conchero con industria
de guijarros tallados .. ., muy exigua cantidad de piezas típicas" UII.
Tanto por la posición estratigráfica, como por la somera descripci6n de
las industrias, para nosotros nos encontramos ante un Mesolltico 1 que arranca
de un Magdaleniense Medio, y posteriormente ante un Mesolltico IIloA con
industria lítica macrolltica con escasas piezas o útiles, junto con abundantes
conchas.
(129) RUBIO DlAZ. A.: .Las Pinturas Rupestres de la CUeva de la Vlcloria (La Cala,
Mála¡ a) •. Zcphyrus, XXVI·XXVII, pap. 2ll-242. Salamanca. 1976.
(130) FORTEA. PEREl, J ., y GIMENEZ GOMEZ, M.: Vid. opus. cit., nota 101.
[page-n-132]
B2
El
J. APARICIO
VISION y SINTESIS GENERAl
a.-ANTECEDBNTES mSTORICOS y PROCESO DESARROUADO POR LA INVESTlGACION.
las sfntesis son necesarias para cada momento histórico, y a pesar del
riesgo inevitable que llevan consigo estamos obligados a su elaboración con
el fin de estable<:er plataformas de despegue para la investigación posterior,
y visiones amplias para la inteligibilidad y comprensión del conjunto. Con
todos sus defectos y necesarias inconsistencias las síntesis son puntos de
apoyo y arranque obligados para los sucesivos estudios que deberán eliminar
aquéllos y reforzar las sólidas aportaciones.
En el extenso proceso que desde la segunda mitad del siglo pasado sigue
la investigación hasta llegar al momento actual, que en modo alguno debe
considerarse como la culminación del mismo y la etapa final, sino como una
más de las varias que estableceremos, y en el momento actual la última de
la larga cadena sin fin cuyos eslabones tratará de engarzar la investigaci6n
posterior, el conocimiento del Mesolítico se confunde y entrelaza con el del
Paleolrtico Superior, y los nombres de culturas hoy perfedamente situadas
en el tiempo y en el espacio, y por ambos separadas d iametralmente, se
barajan y entremezclan constantemente en un intento por reconstruir un
sencillo (por entonces) rompecabezas, cuya complejidad se desvel.Jrá más
adelante, tal ocurre con los términos Auriñadense y Capsiense como veremos.
A lo largo de todo el desarrollo del proceso hist6rico hasta el estable<:imiento y delimitación temporal y espacial del mesolítico vemos como, desde
el comienzo de la investigación hasta el momento presente, el descubrimiento
y excavación de ciertos yacimientos marcan los hitos seguidos a través del
largo re<:orrido, y hasta el posterior aquél caracteriza y da contenido a todo el
periodo intermedio.
los yacimientos valencianos han representado el principal papel en todo
el proceso, por lo que se refiere al Mesolítico peninsular y mediterráneo, y
aunque otros yacimientos foráneos han proporcionado niveles y materiales
de singular importancia no con la trascendencia y oportunidad que los valencianos, de tal manera que su conocimiento sirve para el establecimiento de
algunas de las etapas siguientes:
1.'-INICIAl
Comprende hasta 1916, fe<:ha de la publicación por Obermaier de la primera ed ición de "El Hombre fósil", y se puede caraderizar por los primeros
intentos de relacionar Africa con España, o bien negar las relaciones.
[page-n-133]
EL WBSOLlTlCO EN VALENCIA
133
las excavaciones de los Siret en el Sudeste en el último cuarto del
siglo XIX, con todos sus defectos y anormalidades, habían divulgado una
serie de yacimientos y materiales Ui que fueron casi los únicos conocidos
en tooa la España al S. de la franja cantábrica, lo que condicionó necesaria·
mente las sfntesis y los paralelismos.
Con la creación por P. Pallary en 1909 del término lberomauritánico w y
la definición que hizo del mismo, estableciendo ya sus t ipos IIticos caracte-rísticos m, quiso indicar los profundos paralelismos existentes entre las indus·
trias descubiertas por los Siret en España y las africanas, producto ambas de
una misma civilización; y aunque otros nombres fueron propuestos para
simi lares conjuntos industriales, tales como Oraniense por Breuil en 1932 y
Mouillense por Reygasse en 1941 U4, tuvieron poco eco y rápidamente cayeron
en desuso.
Posteriormente diversas voces se alzaron negando estas relaciones, entre
las cuales sobresalieron las de Gobert y Vaufrey lJI, mientras que Balout
critica en principio el término llIi, ya que aunque lo emplea por ser "el pri.
mero utilizado para designar la civilización prehistórica descubierta en los
abrigos de la MouilJah" m, propone la subst itución por Mouilliense, ro que,
como ocurrió anteriormente a Reygasse, no tuvo consecuencias. Pero Barout
f ue mucho más allá y negó el que se tratase de una misma civilización, y
aunque Fletcher Valls le advirtiera que en Valencia la investigación habla
estableddo por entonces la misma dualidad entre industrias costeras e inferiores que se encontraba en el Maghreb entre lberomauritánico y Capsiense,
lo interpretó como respondiendo a una simple "convergencia y contraste
debido a la oposición de géneros de vida en regiones fuertemente diferen·
ciadas" ut.
También en 1909 J. Morgan 1JII creaba el término Capsiense para designar a
las industrias exhumadas en las proximidades de Gafsa, a las que pronto se
le encontraron grandes semejanzas con el Auriñaciense europeo, teoría contra
(131 ) SIRET, L.: _L'Espagnc préhistorique•. Rcvue des Questions Sc:.lentifiques, pa·
&inas 41·70. BruxeUes, 1893.
(132) PALLARY, P.: _Note sur un aisement pal60litbique de la Provence d 'Oran •. BulIelin
An:héologique du Comité des Tmvaux Historiques et Sc.ieDli[iques, págs. 341-0342. 1909.
(l3J) PALLARY. P.: dnstructions pour les re:eherches préhi5toriqUe5 dans le Nord-Ouest
do I'Afrique •. Mémorle de la Société Historique Al¡trienne. t . IIJ. 1909.
(134) COETZ, Ch.: _Notes d 'arc:h60logie prébistorique nord·africalne sur un foyer ora·
nlen de la sablitre d'EI·K~r •. BulIetin de la Sociélé Pn!bistorique Fran~ise. t . XXXVIU,
pá.¡. 265. París, 1941 .
(1lS) GOBERT, E. G. el VAUFREY, R.: .Deux ¡iscments extrbnes d 'lbl!romaurusien•.
L'Anthropoloaie, t. XUI. pá.¡s. 48&-489. Parls, 1932.
(136) BALOUT, L.: _Préhistoi.re de I'Afrique du Nonf_, pá.¡s. S y 6. París, 19S5.
(137) Vid. opus cit. nota anterior, pá¡. 3J9.
(138) Ibldem., pia. 340.
(139) MORCAN, J.: _Les premiéres civilisatioru;_. P"s. 13.5-136. Lcroux. París, 1900.
[page-n-134]
134
J. APA1l1 CIO
la que aunque se alzó alguna voz discordante uo, tuvo ardientes defensores 141,
lo cual llevó el dar "a su acepci6n nord-africana (del Auriñadense) un valor
cronológicamente comparable al que por su posición estrat igráfica t enIa el
Auriñaciense francés" 142,
Estos descubrim ientos y teorías condicionaron e informaron la investigaci6n de la época, y casi todos los arqueólogos adoptaron posturas en pro o
en contra de las mismas, pero con la mirada puesta en lo africano hasta muy
tarde, y mientras Vaufrey se negaría a aceptar las influencias 141. Breuil muy
temprano aceptarla las capsienses ,.., aunque mAs adelante matizaría sus opi.
niones ]4J¡ aceptándolas también otros investigadores, entre ellos Peyrony 146,
aunque haciendo caso omiso a la advertencia lanzada por Siret en 1931 sobre
la filiación que se daba a las industrias descubiertas por él en Almerla y
Murcia 141.
la cuestión quedó planteada as! y polarizada entre estas dos alternativas
desde un principio, y hasta que no fue avanzando la investigación, yestableciéndose las características especificas de cada industria, asl como su fijación
cronológica, que solucionó definitivamente la problemática objeto de la polarización, las posturas fueron d ispares y la bibliografía abundante 1-.
(140) GOBERT, E.: .. Recherches sur le Capsicn •. Bulletin de la Société Préhistorique
Fran<;:aisc, t. VII, pág. 595. Pans, 1910.
(141) REYGASSE. M.: .Etudes de Paletbnologic maghrébine (deuxi/)'1llC sé:ric) •• Rec. des
Not. et M~oires de la Société Achéologique de Constantine, t. UII, pág. 201. 1921-22.
DEBRUGE, A.: .L'cscargotiere de Mechta e1-Arbi (Aurignacien anejen). Reprise des
fouilles en 1923 •. Rec. des Not. et Mémoires dc la Sociélé ArchtolOSique de Constantine,
t. LV, págs. lt1-I44. 1923-24.
DEBRUGE, A.: .L'[ndustrie aurignacienoe nord·afrieaine el la raee aurignaeienne de
Mochta e1·Arbb. XLVIII" Congrés de I'AFAS, pigs. 69>702. BordcalU. 1923.
COLLIE, G. L.: .Tbe AurignaciaJls ud theiT culture. lopn Musew:o Bullctin, vol. 1
nUmero 1. 1928.
(142) Vid. opus eit. oOla 6, pág. 391.
(l43) VAUFREY, R : .Les EJéphants nains des iles médilerranéenncs el la qUCStiOD des
istlunes pleistocénes•. Archives de !'InSlitut dc Pal~olologie Humainc, núm.. 6. Pans, 1929.
(144) BREUIL, H.: .. Les subdivisicms du Pal~lithique IUpériCur el lcur signification •.
Congres In tcrnational d'Anthropologie et d 'An:h~log¡e Préhistorique, actas de la XIV
session, pág. 183. Ginebra, 1912. 2- edición, 1937.
(145) Ibldem, pág. IS.
(l46) PEYRONY, D.: .Pal~lithique supérieur europ6en et africain. Rapports entre CUX •.
Revue Antbropolo¡¡:ique, mlm. 42, págs. 126-141 . Parls, J932.
PEYRONY, D. y E.: .. GiselllCnl Préhistorique de Grabillah. Bulletin de la Sociell! P~
hislorique Fran<;:aise, núm.s. 11·12. PaJis, 1941.
(147) SIRET, L.: .Clasificalion du Pa1éolith.ique dans le Sud-EsI de I'Espagne•. XV Congrés lntemational d'Antbropologie ct d'Archéol.ogie Prtbistorique. Portugal, 1930. Pans, 1931.
(148) Una completa visión y desarrollo de la problemát.iea, as( como la postura del
propio autor, puedc verse en:
PERlCOT CAReIA, L.: _Historia dc Mam.le005. 1. Prehistoria. Primcra pane. EJ PaleoI/lico y Epipalcolilico •. Teluán, 1953, págs. 259-310. Para lo quc también pueden consultarse,
además de la de L. Baloul cilada (Vid. nota 6), las si¡u.icntes:
ALMAGRO, M.: .Prehistoria dcl Norte de Afries y dcl Sahara Español •. Barcelona, 1946.
VAUFREY, R.: .Préhistoire de !'Afrique. Tome premier: Maghr-eb~. Pans, 1955.
PERIeOT, L. y TARRADELL, M.: .. Manual de Prehistoria Africana •. Madrid, 195.5.
[page-n-135]
EL MESOl.ITlOO EN VAIl!NClA
135
Todo lo cua l influyó decisivamente en la investigaci6n española, que se
vio ob ligada a ut ilizar estos esquemas, los cuales la condicionaron abiertamente hasta fechas recientes, e indirectamente parte de dichos condicionamientos todavía subyacen en los esquemas utilizados, propuestos o aceptados
por la mayor parte de los interesados en la materia, especialmente lo referente a la dualidad étn ico-cultural coetánea establecida entre poblaciones costeras e interiores, que superada en el lugar de donde se tom6 el modelo,
continúa vigente en el que se adopt6, y cuya superaci6n en el segundo es
parte de la f inalidad de nuestro trabajo.
2,'---DE 1916 A 1929, SE IMPONEN lAS TESIS AFRICANISTAS
Su punto de partida fue la publicaci6n en 1916 de una de las primeras
sintesis de la prehistoria peninsular, y no la inicial porque ésta lo fu e la
del valenciano VHanova y Piera L." que as! mismo fue una de las primeras
d e Europa; en la edici6n prfncipe de su obra L50 Obermaier se hizo eco de esta
problemática y aceptando tota lmente las tesis africanistas, y apoyándose en
los hallazgos efectuados por lo Siret en Almerla y Murcia, así como en los
de Málaga y Granada, reconoci6 que "España f ormaba durante el periodo
auriñaciense una región de tránsito entre Africa y Francia" m, todo lo cual
repetía en la segunda edición de 1925, donde segura considerando a la zona
cantábrica bajo la influencia A uriñaciense y Solutreo-Magdalen iense de
origen francés, prolongándose el Solutreo-Magdaleniense hasta la Cataluña Norte, mientras que "la parte meridional de España estaba en absoluto
bajo la influencia del Capsiense superior" w, ideas que, lógica mente, extendía al arte, "estas pinturas natura listas de l evante, que se deben sin duda a
los artistas del Capsiense, que según hemos visto antes era una civi lizaci6n
sincrónica y equ ivalente al Auriñaciense, Solutrense y Magdaleniense del
Norte de España y Francia" w.
En resumidas cuentas para Oberma ier España quedaba dividida en dos
zonas claramente diferenciadas, una en el norte, comprendiendo toda la regi6n
Cantábrica y la parte septentrional de Cataluña, que enlazaba directamente
con el A uriñaciense, Solutrense y Magdaleniense francés, mientras que el
resto era netamente Capsiense, y no ya por meras influencias o aportaciones,
sino f ormando una misma un idad étnico-cu ltural; la España europea y la
africana quedaban delimitadas. En el centro peninsular se produciría el con(149) VlLANOVA y PIERA, J.: .Origen, natunle:u y antigÜedad del hombre•. Ma·
drid , 1872.
(ISO) OBERMAIER. H.: .El Hombre Fósil-. Comisión de Investigaciones Paleontológicas
y Prehistóricas, memoria número 9. Madrid, 1916.
(1St) Ibídem, pág. 201.
(152) Ibldem, seg¡mda edición, págs. 228--229. Madrid, 1925.
(153) Ibídem, página T16.
[page-n-136]
136
:S . APARICIO
tacto y de ello darlan fe los yacimientos que según Obermaier se encontrarlan en el futuro.
Pero aún fue mucho más allá y con posterioridad al Magdaleniense,
durante el Epipaleollt ico o Capsotardenoisiense como propuso, el Capsiense
final, formado por evoluci6n del Superior, se mezclarla con el Aziliense en
Cantabria y penetrando en el país vecino daría origen al Azil io-Tardenoisiense
francés.
Oberma ier f ue maestro indiscutido de varias generaciones de arque6logos
españoles, de ah! que su estructuraci6n fuese aceptada V seguida a pie juntillas, al mismo tiempo que su magisterio se extendía a otras personalidades
coetáneas de gran relevancia, tales como Bosch Gimpera, entre otros ~.
3.·-DE 1929 A 1942. DETERMINADA POR LA EXCAVACION DEL PARPAlLO.
En 1929 se rea liz6 la primera campaña de excavaci6n en la Cova del Parpalió, continuándose los trabajos durante los dos años sucesivos hasta el
agotamiento tota l de su sedimentación, dándose a conocer su estratigrafía
y sus imJX)rtantísimos materiales varios años después w, aunque las características f undamenta les de estratigrafía y materia les se divu lgaron rápidamente. A part ir de este momento el "edificio Capsiense" debió desmoronarse
rntegra y tota lmente, puesto que la docu mentación aportada a las tesis contrarias a la sustentada JX)r Obermaier fueron definitivas y suficientes para
lograrlo.
Sin embargo, no f ue así y Oberma ier continuó manteniendo su esquema
básico, aunque tuvo que matizarlo a tenor de los hallazgos del Parpal 16,
rea lizando auténticos "ma labarismos" intelectivos para poder mantener aquélla
sin soslayar éstos.
Así, en 1932, presenta al Capsiense como una cultura hermana de las del
centro y del Oeste d e Europa, el Capsiense inferior correspondiéndose con el
Auriñaciense europeo y el superior con el Solu trense y Magdaleniense, aunque ahora, y teniendo en cuenta al Parpall6, la fran ja oriental de la Península,
hasta Gandía, aparece ocupada por las industrias europeas, continuando el
Capsiense en el centro y en el su r, donde serían Capsienses Hoyo de la Mina
(Málaga), Iznalloz (Granada). Cuevas de Vera y Vélez Blanco (Almería),
"una capa capsiense tipica entre el Sol utrense y el Magdaleniense, los cuales,
por su parte, proceden de Cataluña, todo lo cual es muestra de un variado
(154) Bose H GIMPERA, P.: .Etnología de la Península Ibérica_, págs. 11-37. Barcelona, 1932.
(155) Vid. opus cit. nota 77.
[page-n-137]
m.
WESOunCO EN VAlJ!NClA
137
trasiego de tribus, que unas veces f ueron empujadas hacia el Norte por sus
enemigos y otras hacia el Sur" 156,
En 1944, en una nueva visi6n de conjunto, tercera edici6n de la anterior,
al reproducir estos párrafos, Obermaier se muestra, no más cauto, sino
profundamente desorientado por los nuevos hallazgos, y aunque cont inúa
afirmando su extensi6n por la mitad meridional de España, reconoce que
"varios yacimientos que nosotros mismos t uvimos antes como del "capsiense
infer ior" deben ser designados simplemente como auriñacienses" y señalando
la existencia de tipos capsienses en Tirig-Albocácer (CasteI1
6n), justificando su
desorientación por "cuanto que en la zona oriental de la Península hubo
múltiples cruces de tribus y culturas; unas veces porque aquéllas subía n hacia
el norte, otras porque bajaban hacia el sur, metiéndose en un callejón sin
salida" 1J1,
Todo lo cual influy6 necesariamente en fa invest igaci6n de la época, que
tampoco supo, ni lo intent6, adoptar una postura personal ante la cuestión,
rompiendo con los esquemas al uso e interpretando directamente la documentación dispon ible, y así, Pericot, en fa misma publicación del Parpalló
todavía afirmaba fa influencia del Capsiense sobre el Solutrense Superior y
Magdaleniense directamente desde Argelia y Orán hasta Almería. A lgo antes,
en 1940, también Fletcher mantenía las influencias africanas a través de dos
invasiones u oleadas interrumpidas por el Magdaleniense en las zonas ocu padas por éste Isa; y aproximadamente por las mismas fechas señalaba A lmagro la coincidencia temporal en la llegada d e Magdaleniense y Capsiense a
la Penlnsula, y al interrumpirse aquél en su normal evolución el segundo
se extendió por toda ella influyendo sobre el Aziliense m.
Sin embargo, tres años más tarde, en 1944, se advierte en el pensamiento
de A lmagro una mayor prof undización personal en la cuestión y un intento
de romper, no del todo, con los viejos esquemas, que cont inuaban lastrando
los espír itus, y aunque valora la posibilidad d e un origen europeo para el
geometrismo, e incluso propone una derivación de los mismos d esde los
úl tiles conocidos del Paleolít ico Super ior, considerando Aziliense el n ivel
superpuesto al Magdalen iense IV del Parpalló 160, no se decide a rechazar totalmente " la hipotética llegada de gentes y corrientes africanas" 161.
(156) OBERMAlER, H.: _E l hombre prehistórico y los orígenes de la humanidad •.
Revista de Occidente. páas. 77-78. Madrid, 1932.
(157) l bldem, tercera edición, págs. 75-76. Madrid, 1944.
(158) FLETCHER VAUS, D.: _Notas sobre el Paleolftico Superior.. Ampurias. t . 1,
páp. 101·107. Barcelona, 1940.
(159) ALMAGRO BASCH, M.: «Introducción a la Arqucol08la. Las culturas prehistóricas
europeas_, pág. USo Barcelona, 1941.
(160) ALMAGRO BASCH, M.: _Los problemas del EpipaleoUtlco y MesoUtico en Es·
paña_. Ampurias, t. V, págs. 24-25. Barcelona, 1944.
(161) Ibldem, páginas 4-7.
18
[page-n-138]
138
J. APARICIO
Por las mismas fechas el mismo Bosch Gimpera continuaba sustentando
todavía las viejas tesis africanistas, a las q ue le deblan mantener unido los
viejos recuerdos y las grandes d istancias 162.
Vemos pues como, tenta pero sistemáticamente, los hallazgos del Parpall6
rompen el monolitismo de las teorías al uso, que informaron la ciencia prehistórica y la investigación en España especialmente, aunque también en
Francia, siquiera aqul con menos rigor, durante cincuenta años. Ya no será
Africa, a partir de ahora, el núcleo u hogar creador y dif usor de "civil izaciones" que en "oleadas" invaden la Penlnsula y diseminan sus innovaciones; si
acaso, lo único que nos llegará a partir de este momento serán simples "influencias", Más tarde se negara resueltamente todo lo africano, en lo cua l
parece reflejarse una cierta característ ica de nuestro carácter, que t iende hacia
un manifi esto radicalismo, o todo o nada. Pero, impensable una autoctonía e
invent iva propia, as! como una cierta capacidad de adaptación al medio con
soluciones personales, y faltos del apoyo africano, se buscará otro próximo
y se volverá la mirada hacia el Norte, siendo Francia con su Azi liense la que
lo proporcionará.
4,.-OE 1942 A 1946. EXCAVACION DE LA CUEVA DE LA COCINA
la excavación de la Cueva de la Cocina marca un nuevo hito en el des·
arrollo del proceso que tratamos de ordenar y si analizamos detenidamente la
relación de los yacim ientos que se bara jaban en la época, y que publiCÓ Obermaier en 1934 16l, referidos a la vertiente mediterránea de la Penfnsula (Ma.
ravillas, Collado y Truc.he en Va lencia: Valltorta en Castellón; San Gregori en
Tarragona; Hoyo de la M ina en Málaga; Humosa y Serrón en A lmería; Perneras, Pa lomas y Palomarico en M urcia ; y alguno de Teruel ), nos percataremos de la precariedad de los datos disponibles, y de lo aleatorio de cualquier
monta je sintét ico a su través en cualquier sentido, de tal manera que los
materiales de la Cocina resul taron trascendentales y decisivos, asl como su
disposición estratigráfica.
Con los út iles tan poco característicos y peor interpretados d e los yaci·
mientas reseñados se levantó el edificio capsiense, llenándose con ellos todo
el periodo comprendido entre el f ina l del Magdalen iense Superior y el Neo.lít ico, por lo que el hallazgo de la Cocina se consideró decisivo, planteándose
a su través, especialmente a Pericot, tres prob lemas que éste intentó resolver:
1.·
El de su desarrollo interno.
(162) BOSCH GIMPERA, P.: . La fonnación de los pueblos de Espafta_, pAginas JO.S3.
Méjico, 1944.
(163) OBERMAJER, H.: _Estudios prehistóricos en la provincia de Granada •. Anuario
del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueóloaos, Homenaje a Mélida, 1,
páa. 268. Madrid, 1934.
[page-n-139]
El.
l&l!SOUnoo
I!.N V.lLI!NCU
139
l .-
El enlace con el periodo precedente (Magdaleniense) y el subsecuente (Neolftico) .
3.·
Sus paralelos y relaciones.
El primero lo resolvi6 fácilmente atendiendo a la regular d isposici6n
estratigráfica dI'! los sedimentos y materiales, estableciendo tree; n iveles 1M,
todos los cuales tenían como denominador común la existencia de trapecios,
a lo que añadía el 111 (inferior) útiles macrollticos en la base y de tradici6n
paleolltico superior en general, el 11 (medio) triángulos con apéndice lateral
y p laquetas grabadas, y el I (superior) medias lunas y cerámicas.
El segundo venia determinado por la necesidad de aceptar una cronologfa
. corta o larga que permitiera a Cocina cubrir todo el perrodo, y aceptando la
segunda después de algunas consideraciones estableci6:
a.-EI nivel antiguo del Paleolít ico final , paralelo del Magdaleniense de
otros lugares de la Penlnsula.
b.-El nivel med io del Epipaleollfico, paralelo del Aziliense.
c.-EI superior sería ya Neolítico.
El tercer problema resultó más sencillo puesto que ya hemos expuesto
como Pericot fue siempre part idario de las tesis africanistas, por lo menos
en cuanto se refiere a las relaciones e influencias que acepta para el nivel
inferior de Cocina, aunque no su origen, que cree derivado del viejo fondo
paleolítico.
Tanto Parpalló como Cocina resultaron claves y decisivos para el conocimiento de nuestra prehistoria y aún hoy no se les ha sacado todo el f rufo
que sería de esperar de ellos, estando sujetos sus materiales y estratigrafías
todavla a revisión y estud io, mas el paso que permitieron dar fue decisivo.
5."- DE 1946 A 1968. EXCAVACION DE MAlLAETES
Otro de los yacimientos que han influido decisivamente en la estructuraci6n del Mesolltico peninsular ha sido la Cova de les MaHaetes; las excavaciones que realizara en la cavidad el Servicio de Invest igación Prehistórica
d e la Diputaci6n Provincial de Valencia desde 1946 a 1949 proporcionaron
estratigrafía y materiales suficientes para ello, tal V como hemos desarrollado
anteriormente.
Como hemos intentado d emostrar en páginas precedentes, la nueva visión
surg ida a partir de los datos proporcionados por este yaci miento valenciano
(164) peRICOT. L : Vid. opus cit. nota 61.
[page-n-140]
1'"
J. A.PARICIO
partía de un error o precipitada interpretación estratigráfica, producida al
no encontrar el hiatus o capa estéril existente entre el Solutrense y el llamado
Epigravetiense, así como al creer que éste se neolitizaba d irectamente p:>r
no ver que en los sedimentos superficiales se había producido la mezcolanza
de los materiales arqueológicos. Y esto nos lleva a la reflexión sobre una
primerfsima necesidad metodológica existente, y es el disponer de seguros
y fidedignos datos estratigráficos, sin lo cual son ociosas e inútiles las inter-
pretaciones culturales, tipol6gicas, económicas, etc., y no sólo ociosas e inú-
tiles sino peligrosisimas por la manifiesta deformación de la verdad histórica
que producen, de tal manera que pueden convertir la ciencia prehistórica en
un pasatiempo falaz y vano; de ahí que hoy día se ponga especial interés y
cuidado en la obtención de perfectas secuencias estratigráficas, como segura
base para el trabajo posterior.
El error en Maltaetes propició la creencia de que al Solutrense le sucedía,
si n soluci6n de continuidad, el "Epigravetiense", que lógicamente debía ser
contemporáneo del Magdaleniense que sucedía al Solutrense en el Parpall6,
vecino a Mallaetesi y puesto que el "Epigravetiense" llegaba directamente
hasta el Neolftico, o bien que sobre la base epigravetiense se producía la
neolitizaci6n, el desarrollo del "Epigravetiense" se producía paralelo a Cocina,
cubriendo el período intermedio entre Paleolítico y Neolítico. Todo lo demás
partía de estos dos supuestos.
F. Jordá Cerdá fue el que desarrolló, como excavador del yacimiento junto
a Pericor, las primeras teorías al respecto, que fue matizando y estructurando posteriormente, habiendo llegado hasta nuestros días sin cambios substanciales, a pesar de la publicaci6n de la gran obra de J. Fortea tantas veces
citada, lo cual no nos extraña por cuanto la debilidad de la construcción procedía de sus mismos fundamentos, en este caso los estratigráficos, y éstos no
se han cuestionado hasta el momento.
De 1946 a 1956 expuso y desarrolló Jordá su teoría, basada como hemos
dicho en su interpretaci6n de los hallazgos de Mallaetes, cuya idea central
era la persistencia de la técnica gravetiense a través del Solutrense hasta el
Neolít ico, técnica que renacía en época contemporánea al Magdaleniense
y que como industria diferenciada, a la que llamó por dicho motivo Epigravetiense, coexistía paralela al mesoJítico geométrico 16'5.
(165) JORDA CERDA, F.: _Secuencia estratigrifica del Paleolítico Levantino_. IV COIlgreso Arqueológico del Sudeste Español. Elche, 1948, págs. 104-111. Zaragoza, 1946.
JORDA CERDA. F.: _Las fonnas microlíticas y geométricas de las estaciones valencianas•. Saitabi. t. 7, págs. 14J.157. Valencia, 1949.
JORDA CERDA, F.: .. Anotaciones a los problemas del Epi¡ravctiense español_o Speleon,
ano VI, núm. IV. P4s. 349-361 . Oviedo, 1956.
JORDA CERDA, P.: Vid. opus cit. nota 85.
[page-n-141]
EL MESOUnOO EN VAU!NClA
141
En 1948 esbozaba ya la estructuración, que luego ampliaría, de lo que
siguiendo a Pericot 1" denominó Epigravetiense, cuya tipología estableció de
forma somera, dividiéndolo en tres etapas, de las cuales nos interesa resaltar
que el Epigravetiense I lo hada contemporáneo del Magdaleniense I y 11,
quien influía sobre aquél; el 11 de Jos Magdalen ienses 111, IV y V; el 111 del
final del Magdalen iense e inicios del Mesolítico, sobre el cual se produda
la neolitizaci6n.
Paralelamente, aunque con posterior cronologra en su in icio, se desarroHaba el Mesolítico 1 11 y 111 de Coci na, correspondientes a los niveles inferior
,
y medio de esta cavidad, neolitizándose el superior.
Como consecuencia de todo esto en 1949 establecía la existencia de dos
fa ses neoliticas, la costera con cardial y pocos geométricos y la interior sin
cardial y abundantes geométricos 161.
En 1954 Jordá ampliaba la estructuración de 1948, y aunque sus lineas
generales continuaban siendo las mismas, introducía algunas modificaciones,
entre las que nos interesan resaltar:
Epigravetiense I.-Comenzaba al final del Solutreogravetiense y 10 dividía en l a y lb,
el primero pose/a la punta de muesca.
Epigravetiense II .-Paralelo de! Magdaleniense III y IV.
Epigravetiense III.- Paralelo del Magdaleuiense V y VI. Distinguía ahora dos faei~
en éste, ambas co ntemporáneas, la levantina representada por Mallaetes y San
Gregari, y la cap$iense con tipos geométricos .
En este momento su idea acerca de las tesis afr icanistas había cambiado,
y afirmando el origen mediterráneo del microlitismo lo condujo a Africa
durante el Epigravetiense, creando allí el Capsiense·Oraniense, para regresar,
cargado con geométricos recibidos del Sebiliense, dura nte el Magdaleniense.
lo que mantenía todavía en 1953.
Pero, en 1955, su posición era mucho menos africanista, influ ido por su
visión sobre el solutrense ibérico, sustituyendo la idea "capsiense" por otra
puramente "geométrica" L6I, y en 1956 llega a su negación 1611, estableciendo
un paralelismo tolal entre las plaquetas del nivel medio de Cocina con otras
de niveles Azilienses franceses.
Durante este período otros investigadores se ocuparon del tema, apoyán.
dose, lógicamente, en los tres yacimientos...clave conocidos y en otros de
(166) PERl COT GARCIA, L : _Treinta años de excavaciones en Levante_. IV Congreso
Arqueológico del Sudeste Español. Elche, 1948, pá¡. 56. Zaragoza, 1949.
(167) l ORDA CERDA, F. Y ALCACER GRAU, l .: Vid. opus cit. nota 59.
(68) lORDA CERDA, F.: _El Solutrense en España y sus problemas.. Páginas 49-50.
Ovicdo, 1955.
(169) lORDA CERDA, P.: Vid. opus cit. no ta 165.
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142
J. APARICIO
menor entidad, y reflejando todavfa el peso del pasado. Pericot continuaba
aferrado el su tesis africanista, y aunque en 1948 no hiciera direda referencia
a ello, parecía aceptar una total influencia europea al creer en la existencia
de un epigravetiense paralelo del Solutrense y MagdaJeniense, tradición gra·
vetiense que encontraba incluso en las "puntas microlíticas triangulares, subtriangulares y trapezoidales" en el nivel inferior de Cocina, que para él marca
una etapa ligada "con el vago epigravetiense que domina en todo levante
a partir de la extinción de la oleada solutrense" 11'; lo que amplia en 1949
al estudiar el paleolftico del Sudeste, considerando como epigravetienses los
yacimientos clasificados como capsienses por Obermaier 171.
En los años sucesivos. Pericot fue desarrollando esta idea, y lo capsiense
vuelve a aparecer, aunque ahora incidiendo sobre la base epigravefiense
que ocupa toda la Península al retirarse hacia el N. los magdalenienses; la
expansi6n capsiense fue de S. a N., creando el Sauveterriense y el Tardenoisiense 1'Il. Dos años más tarde vuelve sobre la cuestión, con afirmaciones
claras que nos permiten seguir el hilo de su pensamiento, asl, el epigravefiense ocupa todas las tierras peninsulares que no ocuparon los magdalenienses, que según él fueron las más, citando niveles epigravetienses en Mal1aefes,
Barranc Blanch, Salma de Sant Gregori, Filador, Cocina, Hoyo de la Mina,
Palomas, Tazona, Ahumada, Tesoro, Humosa, Fuente de los Molinos, Perneras, Vermeja y Serrón; dejando entrever la posibilidad de relaci6n de
alguno de estos yacimientos con los oranienses o iberomaurifán icos del N. de
Africa 17); es d ecir, q ue este epigravetiense era contemporáneo del Magdaleniense y que sobre dicha base étnico-cuUural, posteriormente, se introdujeron grupos o "elementos norteafricanos que provisionalmente seguimos
denominando capsienses, con todas las reservas", considerando yacimientos
pertenecientes, en su totalidad o solamente algunos niveles, a su "Epigravetocapsiense", a los siguientes: Hoyo de la Mina, San Gregori, Filador, L1atas y
Cocina, por lo que respecta a la vertiente mediterránea 114.
(110) PERICOT, L.: _Treinta años de excavaciones en Levante_. CTÓnlca del IV Con¡reso
Arqueológico del Sudeste Español (Elche, 1948), pá¡. 56. Carta¡enII, 1949.
(17l) PERICOT, L.: _El Paleolitico Superior del Sudeste_o Crónica dd V Congreso
Arqueológico del Sudeste Español y del 1 Congreso Nacional de ArqueoJo¡fa (Almena 1949),
página 62. Cartagena, 1950.
(172) PERICOT, L.: _Epocas primitiva y romana •. Historia de Espatla. Editorial GaJlach. Tomo 1, pá,s. 102-104. Barcelona, 1942.
PERICOT. L.: .La España primitiva., págs. 98-111. Barcelona, 1950.
PERICOT, L.: _Nueva visión del Paleolltico Superior Espaliol y de sus relaciones con
el Sur de Francia e Italia_. Atll del I Congres$O lntemuionale di Sludl Liguri 1950, pá.
,inas 3l y 39. Bordi¡hua, 1952.
PERICOT, l..: _L'Espagne avant la conqu!te romaine_, págs. 96-97. Parll, 19S2.
PERlCOT, L.: Vid. opus. cit. nota IS.
(17l) PERlCOT. L : .El Paleol1tico y Epipaleolitico en Espat\a. IV Congreso Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohlstóricas, pip. 22·23. Madrid, 1954.
(174) PERICOT. L.: _Vid. opus. cit. nota anterior, ptp. J4.r1.
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143
Para nosotros queda perfectamente nttida, en este momento, la postura
y el pensamiento de Pericot con respecto a la estructuración del período post.
solutrense hasta la neolitizaci6n, claramente reflejado en el texto citado y extractado. El Epigravetiense en sentido estricto es contemporáneo del Magdalen iense y ocupa la mayor parte de la Penlnsuls. Sobre d icho Epigravetiense
llegan. desde e l Capsiense norteafricano, las industrias geométricas. y sobre
éstas se produce la neotitizaci6n, "sobre la cultura que reflejan estas estaciones vino a superponerse en algún momento, probablemente ya en el
cuarto milenio 8 . de C" la primera oleada neorrtica, que nosotros reconocemos
por la presencia de cerámica" m, aunque no todas se incorporen al nuevo
sistema de vida, si no que cree en la permanencia de grupos "cazadores que
.segulan viviendo de las tradiciones paleolíticas en las sierras españolas, pintando en sus abrigos con un arte ya degenerado del naturalista de otros
tiempos" 116, prestándose a la confusi6n este último párrafo citado, puesto
que pudiera hacer creer que dichos grupos podrían ser los epigravetienses,
y que en este momento estada pensando en el dualismo cultural, aunque esto
no es posible si consideramos que los yacimientos serranos son los representados por Cocina y lIatas, y a sus ocupantes se les consideraba los pintores
en la época.
y esta larga exposici6n ha venido motivada porque no encontramos e n
esta obra la referencia que a ella realiza Fortea en el sentido de q ue Pericot
expresa sus dudas acerca de la fusi6n Gravetiense y Epigraveto-capsiense en
algunas comarcas 177, lo que reflejaría su creencia en el dualismo cultural,
puesto que no hemos encontrado ni ngón comentario al respecto, y sus puntos
de vista nos parecen claros en este sentido: Epigravetiense-Epigravetocap.
siense-Neolitizaci6n, es decir evoluci6n ún ica y ¡ineal.
Fletcher Va lls también se ocupó del tema, y valorando los hallazgos de
Mallaetes y Cocina acept6 el dualismo étn iccrcultura l, lo que expuso en 1953.
aceptando también influencias o "aportaciones africanas" desde el Gravetiense 111; ideas que ampli6 en 1956 y 1958 U9 realizando la siguiente estructuraci6n:
(175) Ibídem, página 28.
(176) Ibídem, página 28.
(I77) FORTEA PEREZ, l .: _Los Complejo.s ... ~. ~ •. 33.
(178) FLETCHER VALLS, D.: _Avances y problemas de la prehistoria valenciana en
lo.s últimos veinticinco ai\o.s_. Centro de Cultura Valenciana. Cuno 1952 a 1953. Discuno
de apertura. Separata de AnalC$ del Centro de Cultura Valenciana, págs. 9-13. Valencia, 1953.
(179) FLETCHER VALLS, D.: _Estado ac tual del C$tudlo del PaleoUtico y Mesolltlco
valencianos_. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. T . CXlI, 3, págs. 869-876.
Madrid, 1956.
FLETCHER VALLS, D.: _Probl~mcs el Proges du Pal~lllhique el du Mbolithique de
la R/!gion de Va lencia (Espagne) •. Quartar, Band 7/ 8, págs. 8+90. Bonn, 19S6.
FLETCHER VALLS, D.: .. El Paleolltico y McsolJtlco valencianos_. Anales del Centro de
Cultura Valenciana, págs. 12-15. Valencia, 1958.
[page-n-144]
144
~.
APAR.IC I O
Mesolltico l valenciano.-Predccesor del verdadero mcsoJJtico. Contemporáneo del Magdalenlcnse del Parpalló, presente en Mallaetes, Barranc Blanch, Ra tes Penaes, etc.
Equivalente al Epigravetiense. Los yacimientos costeros se noolitiza n sobre esta
base, sin cambios industriales, por lo que no reeiben industrias geométricas propias
de los yacimientos serranos, aunque si abundante cerámica cardial, vla mari tima,
que no llega al interior. En este momento pudo iniciarse el «arte levantino_o
Mcwlltico Il valencianO.-Pleno mesolltico, representado por la Cueva de la Cocina y
la Covacha de Ualas. Desarrollado c::n las zonas montañosas del interior paralelamente al desarrollo del McsolJlico 1 en momentos postmagdalenienses y prenrotiticos.
Atendiendo a la cronologla dada por Perico! a los niveles de Cocina, el Mesolitico JI
se desarrollaria desde fines del VI milenio hasta fines del IV. Sobre esta base industrial se neolitixarla el interior, donde no llegarla la cerámica cardial, sino la incisa
que pudo bacerlo como extensión en tierras valencianas del llamado .Neolítico A"
o .Penibético. del Profesor San Valero.11:1.
Con respecto al Mesolítico 11 no quedaba suficientemente daro e l punto
de arranque, aunque al hacer referencia Flefcher a la contemporaneidad del
nivel basal de Cocina (Nivel III-S) con e l Magdaleniense del Parpall6 establecida por Pericot, nos parece probado que su Mesolítico 11 derivaba del 1, sin
que encontremos en las diversas exposiciones que hizo sobre la cuesti6n el
que su MesoHtico 11 fuera contemporáneo del Magdaleniense, y que por
lo tanto su Mesolítico I tuviera dos facies, la microlítica y la geométrica, tal
y como interpretó Fortea!!l. lo que no queda daro es el destino de la etnia
y cultura magdaleniense, aunque con arreglo al espíritu de la época hemos
de suponer que la creencia general fue la retirada a sus puntos de origen
europeo. Para nosotros la estructuración de Fletcher puede quedar representada gráficamente así:
Mesolitico I (Epigravetiense) _ _ _ _ _ Magdaleniense.
-5.000
McsoUtico n
(interior)
-lOOO
Neolltioo
(cera. incisa)
Neolltico
(cardial)
Con posterioridad a Fletcher, Almagro Basch se ocupó de la cuestión con
cierta extensión e intensidad, con cambios de nomenclaturas, tales como
Perigordiense tardío o Epiperigordiense por Epigravetiense, y MesoHtico por
(180) FLETCHER VALLS, D.: Vid. opus cit. nota 86.
(l8!) FORTEA PEREZ, J .: .Los Complejos ..... pág. 37.
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BL MIlSOLlTlCO EN VAlBNCIA
143
Para nosotros queda perfectamente nftida, en este momento, la postura
y el pensamiento de Pericot con respecto a la estructuración del período postsolutrense hasta la neolitización, claramente reflejado en el texto citado y extractado. El Epigravetiense en sentido estricto es contemporáneo del Magdaleniense y ocupa la mayor parte de la Penlnsula. Sobre dicho Epigravetiense
llegan, desde el Capsiense norteafricano, las industrias geométricas, y sobre
éstas se produce [a neolitización, "sobre la cultura que reflejan estas estaciones vino a superponerse en algún momento, probablemente ya en el
cuarto mitenio a. de C., la primera oleada neolítica, que nosotros reconocemos
por la presencia de cerámica" In, aunque no todas se incorporen al nuevo
sistema de vida, sino que cree en la permanencia de grupos "cazadores que
seguran viviendo de las tradiciones paleolíticas en las sierras españolas, pintando en sus abrigos con un arte ya degenerado del naturalista de otros
t iempos" 116, prestándose a la confusión este último párrafo citado, puesto
que pudiera hacer creer que dichos grupos podrfan ser los epigravetienses,
y que en este momento estaría pensando en el dualismo cultural, aunque esto
no es posible si consideramos que los yacimientos serranos son los representados por Cocina y lIatas, y a sus ocupantes se les consideraba los pintores
en la época.
y esta larga exposición ha venido motivada porque no encontramos en
esta obra la referencia que a ella realiza Forfea en el sentido de que Pericot
expresa sus dudas acerca de la fusión Gravetiense y Epigraveto-capsiense en
algunas comarcas 171, lo que reflejaría su creencia en el dualismo cultural,
puesto que no hemos encontrado ningún comentario al respecto, y sus puntos
de vista nos parecen claros en este sentido: Epigravetiense-Epigravetocapsiense-Neolitización, es decir evolución única y lineal.
Fletcher Valls también se ocupó del tema, y valorando los hallazgos de
Mallaetes y Cocina aceptó el dualismo étnico-cultural, lo que expuso en 1953,
aceptando también influencias o "aportaciones africanas" desde el Gravet iense 111; ideas que amplió en 1956 y 1958 119 realizando la siguiente estructuración:
(175) Ibfdem, página 28.
(176) lbfdem, página 28.
(l77) FORTEA PEREZ, J .: d.os Complejos ..... Pág. 33.
(178) FLETCHER VALLS, D.: _Avances y problemas de la prehisloria valenciana en
los úlrimos veinticinco lIños _. Centro de Cultura Valenciana. Curso 1952 a 1953. Discurso
de aperlura. Separata de Anales del Centro de Cultura Valenciana, págs. 9--13. Valencia, 1953.
(179) FLETCHER VALLS, D.: _Estado aclual del estudio del Paloolltico y Mesoll!ico
valencianos_o Revista dc Archivo!;, Bibliotecas y Museos. T. CXII, 3, págs. 869-876.
Madrid , 1956.
FLETCHER VALLS, D.: .Problémes et Progh du Paloolithique el du M~solithique de
la R~gion de Valencia (Espagne)_. Quartar, Band 7/8, págs. 84-90. Bonn, 1956.
FLETCHER VALLS, D.: _El PaleoUlioo y Mesolftico valencianos_o Anales del Centro de
Cullura Valenciana, págs. 12-15. Valencia, 1958.
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1#
J . APARI C IO
MesoUtico J valenciano.-Predecesor del verdadero mesolitico. Contemportlleo del Magdalenlense del ParpallÓ, presente en Mallaeles. Barranc S lanch, Rales Penaes, e lc.
Equivalente al Epigravetiense. Los yacimientos costeros se neolitiun $Obre esta
base, sin cambios indus triales, por lo que no reciben industrias ¡eométricas propias
de los yaci mie ntos serranos. aunque 51 abundante cerámica !:anUal, VÍa marftima,
que no llega al interior. En este m om en to pudo iniciarse el ..anc levantino •.
Mesolftico 11 valeneiano.-Pleno mesolltico, representado por la Cueva de la Cocina y
la Covacha de Ua tas. Desarrollado cn las zonas montanosas del interior paralelamente al desarrollo del Mcsolitico 1 en momentos poslmagdalenienSC5 y preneolit icos.
Atendiendo a la cronología dada por Perico! a los niveles de Cocina, el Meso[(tlco l[
se desarrollarla desde fines del VI mi lenio has ta fines del IV. Sobre esta base industrial se noolitizarfa el interior, donde no llegarla la cerámica cardial, sino la incisa
quc pudo hacerlo como extensión en tierras va le ncianas del llamado .Neolitico A.
o _Penibético» del Profcsor San Valcro» 11l.
Con respecto al Mesolít ico 11 no quedaba sufici entemente claro el punto
de arranque, aunque al hacer referencia Fletcher a la contemporaneidad del
nivel basal de Cocina (Nivel UI-8) con el Magdaleniense del Parpalló establecida por Pericot, nos parece probado que su Mesolítico U derivaba del 1 sin
,
que encontremos en las diversas exposiciones que hizo sobre la cuestión el
que su Mesolítico It fuera contemporáneo del Magda leniense, y que por
lo tanto su Mesolítico I tuviera dos facies, la microlitica y la geométrica. tal
y como interpretó Fortea 111, l o que no queda claro es el destino de la etnia
y cultura magdaleniense, aunque con arreglo al espíritu de la época hemos
de suponer que la creencia general fue la retirada a sus puntos de origen
europeo. Para nosotros la estructuración de Fletcher puede quedar representada gráficamente así:
Mesolltico 1 (Epigravetiense) - - - - - Masdaleniense.
-5.000
MesolJtico n
(i nte rior)
.ª
!
-3.000
Neolltico
(cera. incisa)
NeoUtico
(ardía!)
Con posterioridad a Fletcher. A lmagro Basch se ocupó de la cuestión con
cierta extensión e intensidad, con camb ios de nomenclaturas, ta les como
Perigordiense tardío o Epiperigordiense por Epigravetiense, y Mesolít ico por
(180) FLETCHER VAll.S, D.: Vid. opus d I. DOta 86.
(181) FORTEA PEREZ, J.: _Los Complejos.... . pág. 37.
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EL J.IESOLlTlOO EN VALENCIA
145
Epipaleoll'ico; aunque substancialmente desarrollando las 'eorlas de Jos
excavadores e investigadores diredos de los yacimientos; aceptando la contemporaneidad del Epiperigordiense con el Magdaleniense, as! lo era su
MesoHtico mediterráneo 1, mientras que el 11 estaba caracterizado por el n ivel
medio de Cocina, paralelo del Aziliense, que en la misma publicación sincroniza con el Tardenoisiense, mientras que el nivel inferior de Cocina lo hace
con el Sauveterriense cuando anteriormente lo había paralelizado con el
Magdaleniense V y VIII!. En rea lidad esto obedecía a la exigüidad e inconsistencia de los datos disponibles, que, a pesar de los notables avances, propiciaban necesarios subjetivismos para su interpretación.
6,"-A PARTIR DE 1968, EXCAVACION DEl VOlCAN
Hasta, aproximadamente, una década después, ningún nuevo estudio de
importancia vino a sumarse a los precedentes y a modificar la cuesti6n,
hasta 1971, fecha de la publicaci6n de Cocina por Fortea, y, especialmente,
a 1973, fecha de edici6n de "los Complejos ..... , obra aparecida con posterioridad a la excavaci6n del Volcán, yacimiento que marca esta época en el
proceso desarrollado y que influy6 con la suficiente intensidad en la segunda
para que la determinara en cierta medida, aunque qued6 mediat izada con
mucha mayor intensidad por la excavaci6n de Mallaetes.
la obra de Fortea resulta una va liosísima aportación a la cuesti6n, siquiera
mucho más por ofrecer nuevos materiales, desconocidos hasta el momento,
de forma estructurada con arreglo a las actua les metodologías al uso, metodología que aplica a todos los útiles de los viejos materiales y yacimientos
en la med ida que le fueron accesibles, que por sus aspectos doctrina les, ya
que las novedades que introduce en los viejos esquemas, que acepta en lineas
generales, desarrollándolos y matizándolos con nuevos refuerzos, no afectan
a partes fundamentales de los mismos.
De su voluminosa obra podríamos resumir sus conclusiones generales
asi: tomando como punto de partida la fase final del Magdaleniense, dist ingue dos lineas de evoluci6n o de desarrollo industrial, bajo las denominaciones de Epipa/eolit ico micro/aminar y geométrico.
El primero lo subdivide en dos facies diferentes, el de t ipo San GreJori
y el de Ma Jlaetes; aquél se desarrollaría desde la mitad del décimo milenio
hasta el octavo, recibiendo influencias sauveterroides en pleno VI milenio
(Filador VI). y posteriormente influencias tardenoides o sauveterroides con
trapecios al fin del VI milenio (Filador 11). Filador I seria contemporáneu de
(182) ALMAGRO BASCH, M.: Vid. opus. cit. nota 4, págs. 19.>197, 208, 280, 301, 29S y 319.
19
[page-n-148]
146
J. APAIlICIO
la base estratigráfica de Cocina 1 hacia mitad del VI milenio, y a partir de
,
aquí seria Cocina quien continuarla la evolución, aunque muy personalmente
y llegando a ser el centro difusor de ideas y técnicas. Cocina 11 se desarrollada
desde el fin del VI milenio hasta la primera mitad del V. Cocina 111 seria ya
Neolft ico (por su cronologfa y no culturalmente) y Cocina IV correspondería
al Eneolltico. Estos últimos los describe como un Epipaleolftico neoeneolitizado interior, montañoso, de Alicante a l~r ida .
Por otra parte, el Epipaleolítico microlaminar facies Mallaetes lo hace
comenzar del nivel I del Volcán del Faro y subordinado a las fechas que se le
den a éste, mientras que considera, por las cerámicas encontradas en los
niveles superiores, que el Epipaleolítico microlaminar se perpetúa hasta la
llegada de los colonos "cardiales". Mientras que en ciertas zonas, como la de
Villena, habria una fusión del Epipa leolftico microlaminar y el geométrico,
recibiendo con esta base la neolitización.
En resumidas cuentas venia a aceptar, después de un largo proceso, las
viejas ideas acerca de la existencia de un llamado epigravetiense más o menos
costero, l6gicamente sin geométricos, y un mesolitico interior, relegado a tas
montañas, con base industrial netamente geométrica.
En resumen, podemos decir, que las rupturas con el esquema anterior son
las siguientes:
1. -EI "Epigravetiense", llamado ahora "Complejo microlaminar tipo MaJlaetes o Sant Gregori", ya no se hace contemporáneo al Magdaleniense de Parpall6, sino sucesivo.
2.- Abandono total y definitivo de la tesis africanista, incluso de cualqu ier relación, que se encuentran ahora en la Francia atlántica.
3.-Valoración de los hallazgos estratigráficos de Filador, que se situan
con anterioridad a Cocina.
4.- Persistencia del "substratum" mesoHtico geométrico hasta e l EneoIrtico en ciertas zonas.
5.-Fijación cronológica absoluta por co mparación con industrias paralelas
semejantes.
b.-Aceptación de la un idad cultural del "epipaleoHtico" de todo el medi·
terráneo español.
El mismo año, 1973, publicamos nosotros un breve resumen de las excava·
ciones que, ba jo nuestra dirección, realizara el S.I.P. de la Diputación de
Valencia desde 1968 a 1971, acompañado de una escueta visión del Pa leo-
[page-n-149]
EL WSOUTlCO EN VAU!NCU
147
mesolltico valenciano tomando como base la estratigraffa del Volcán 11.1, en
la cual negábamos taxativamente la contemporaneidad del Magdaleniense
con el Mesolltico I (Epigravetiense), mientras que afirmábamos su posterioridad; más, de acuerdo con la superposici6n sobre el Magdaleniense IV
del Volcán sin soluci6n de continuidad, lo que era indicio de permanencia
étnica y evoluci6n cultural autóctona bajo condicionantes ambienta les, insistimos en la sucesión.
Pero, por entonces, nuestro pensamiento y nuestra visi6n acerca de la
cuestión no estaban todavía claros, de ah! que preocupados, como en su día
lo estuvo Pericot, por cubrir los tiempos intermedios entre el Mesolltico I y
el Neolítico lo hiciéramos con los niveles de Cocina, que también utiliz6 aquél
situándolos entre el Magdaleniense y el Neolítico; lo que nos llevó a la
aceptaci6n de unas fechas sumamente altas para este yacimiento, puesto que
debido al e nvejecimiento del Magdaleniense, para el IV establecimos como
tope inferior el 12.000 a. de e., y aunque nuestro Mesolítico I llegara hasta
el 9.500 por entonces, nos quedaban 5.000 afies por cubrir con Cocina hasta
el Neolítico I o Antiguo, o 4.000 si le restábamos los mil de diferencia hasta
el 5.500, fecha en que ya por entonces hadamos comenzar el Protoneolftico
que luego hemos caracterizado y desarrollado, lo que nos parecla excesivo.
Hoy, al cabo de seis años de aquella publicaci6n, nuestra visión de la
cuesti6n se ha ido ampliando con los sucesivos hallazgos y estudios, renovando y cambiando algunos conceptos e ideas, matizando otros, incorporando
nuevos enfoques y puntos de vista de la cuestión, parte de lo cual hemos
ya expuesto en diversas publicaciones que se han ido sucediendo a lo largo
de estos años pasados lit, y que aquí expondremos como slntesis d·!' todo
ello y del análisis pormenorizado que hemos realizado en las páginas precedentes.
b.~NCLUSIONES;
EL MESOUTICO EN lA VERTIENTE MEDITERJU.NEA. DE lA
PENINSULA IBERICA.
En el momento actual, nuestra visi6n de lo que pudiéramos llamar "cuesti6n mesolítica", relativa a la estructuración histórica, con la determinaci6n
cultural, especialmente bajo el aspecto ergol6gico, de los tiempos comprend idos entre la fa se final del Magdaleniense y el Neolitico 1 o Antiguo, puede
considerarse como la culminación (en sentido temporal y sintético) de todo
el proceso expuesto y desarrollado por la investigación precedente a lo largo
de casi un siglo de trabajos y esfuerzos.
(183) Vid. opus. cit. nola 9. Bonn, 1973.
(l84) APARICIO PEREZ, J . e HIS CATALA, A.: Vid. opus. d t. nota 76, p¡ip. 38-41.
Vid. opus. cit . nOlas 11 y 74.
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148
J. APARICIO
Actualmente nuestro cometido resulta infinitamente más c6modo que el
de nuestros predecesores. ya que encuentra los puntos de apoyo o "plataformas" levantadas por ellos, así como la documentación que aportaron;
cuenta, además, con nueva metodologia, implantada en los últimos años, de
la que ellos no pudieron disponer, entre la que resulta trascendental el sis-
tema de datación a través del C-14; utilizamos los datos q ue nos proporcionan
los numerosos yacimientos que hemos descubierto en los últimos años y que
refuerzan considerablemente nuestras argumentaciones con sus aportaciones
estratigráficas y materiales.
Sin embargo, elJo no debe hacernos creer que las soluciones propuestas
son definitivas y perfectas, sino que son transitorias V perfeccionables, y que
responden a nuestra particular visión de acuerdo con los datos disponibles
en el momento actual; datos que aumentarán en el futuro y que podrán
reforzar, afirmar o negar nuestra estruduración histórica.
Superada ya la etapa en que los cambios culturales conocidos y no explicados, al ignorar las fases coyunturales que permitían estudiar el proceso y
mecanismo del cambio, se atribuían a supuestas "invasiones", cuyos agentes
procedían en nuestro caso del N. (Europa) o del S. (Africa), que sistemática mente eliminaban o expulsaban a las poblaciones autóctonas, nos
encontramos en una situaci6n en que, personalmente, creemos que al final
del Paleolltico Superior (Magdaleniense en la vertiente peninsular) los grupos
comunidades humanas se movían dentro de unos territorios o áreas de
subsistencia perfectamente delimitados y parcelados, de superf[cie determinada por la cantidad y calidad de los recursos disponibles, territorio al que
se veían constreñidos y del cual no podían apartarse sin invadir el del vecino,
pero con amplias relaciones con los grupos contiguos, a través de los cuales
no solamente circulaban objetos materiales sino también Ideas.
°
Estas relaciones debieron ser sumamente intensas entre todas las poblaciones asentadas en las tierras de la cuenca del Mediterráneo Occidental,
Vincu ladas estrechamente por circunstancias étnicas y ambientales, entre las
que se desarrolló un permanente y RECIPROCO PROCESO DE ACULTURAClON, que basta para explicar las notables similitudes ergológicas y espirituales entre todas ellas, similitudes que han sido causa de los desvelos a que
para explicar su origen y expansión se vieron sometidos tantos investigadores. Por lo que con respecto a esta cuestión nuestra postura queda clara: la
vertiente mediterránea de la Península Ibérica, y por 1 lanto nuestra Reg ión
0
Valenciana, ocupada por comunidades asentadas secularmente en ella, desarroll6 entre el 12.000 y el 5.000 a. de C. formas culturales propias y emparentadas con las desarrolladas por los restantes pueblos ribereños al Mediterráneo
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EL AmSOUTlOO EN VALENCIA
141
mesolftico valenciano tomando como base la estratigraffa del VolÚln ID, en
la cual negábamos taxativamente la contemporaneidad del Magdaleniense
con el Mesolltico I (Epigravetiense), mientras que afirmábamos su posterioridad; más, de acuerdo con la superposición sobre el Magdaleniense IV
del Volcán sin solución de continuidad, lo que era indicio de permanencia
étnica y evolución cu ltura l aut6ctona bajo condicionantes ambientales, insistimos e n la sucesión.
Pero, por entonces, nuestro pensamiento y nuestra visión acerca de la
cuestión no estaban todavla claros, de ahí que preocupados, como en su día
10 estuvo Pericot, por cubrir los tiempos intermedios entre el Mesolltico I y
el Neolítico lo hiciéramos con los niveles de Cocina, que también utilizó aquél
situándolos e ntre el Magdaleniense y el Neolftico; lo que nos llevó a la
aceptación de unas fechas sumamente altas para este yacimiento, puesto que
debido al envejeci miento del Magda leniense, para el IV establecimos como
tope inferior el 12.000 a. de c., y aunque nuestro Mesolitico I llegara hasta
el 9.500 por entonces, nos quedaban 5.000 años por cubri r con Cocina hasta
el Neolítico I o Antiguo, o 4.000 si le restábamos los mil de diferenc ia hasta
el 5.500, fecha en que ya por entonces hadamos comenzar el Protoneolltico
que luego hemos caracterizado y desarrollado, lo que nos pareda excesivo.
Hoy, al cabo de seis años de aquella publicación, nuestra visi6n de la
cuestión se ha ido ampliando con los sucesivos ha llazgos y estudios, renovando y cambiando algunos conceptos e ideas, matizando otros, incorporando
nuevos enfoques y puntos de vista de la cuestión, parte de lo cual hemos
ya expuesto en diversas publicaciones que se han ido sucediendo a lo largo
de estos años pasados 114, y que aquí expondremos como slntesis d·~ todo
ello y del aná lisis pormenorizado que hemos realizado en las páginas precedentes.
b.-cONCLUSIONES: EL MESOUTlCO EN lA VERTIENTE MEDITERRANEA DE lA
PENlNSUlA IBERICA.
En el momento actual, nuestra visión de lo que pudiéramos llamar "cuestión mesolitica", relativa a la estructuración histórica, con la determinación
cultural, especialmente bajo el aspecto ergol6g ico, de los tiempos comprendidos entre la fa se final del Magdaleniense y el Neollt ico I o Antiguo, puede
considerarse como la culminación (en sentido temporal y sintético) de todo
el proceso expuesto y desarrollado por la investigación precedente a lo largo
de casi un siglo de traba jos y esfuerzos.
(183) Vid. opus. cit. nota 9. Bonn, 1973.
(134) APARICIO PEREZ, 1. e HlS CATArA. A.: Vid. opus. dI . nota 76, pá¡r. 31-41.
Vid. opus. ell. nolas 11 y 74.
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148
J. APARICIO
Actualmente nuestro cometido resulta infinitamente más c6modo que el
de nuestros predecesores. ya Que encuentra los puntos de apoyo o "plataformas" levantadas JX>r ellos, así como la documentaci6n que aportaron;
cuenta, además, con nueva metodología, implantada en Jos últimos años, de
la que ellos no pudieron disponer, entre la que resulta trascendenta l el sis-
tema de dataci6n a través del C-14¡ utilizamos Jos datos que nos proporcionan
los numerosos yacimientos que hemos descubierto en los últimos años y que
refuerzan considerablemente nuestras argumentaciones con SUs aportaciones
estratigráficas y materiales.
Sin embargo, ello no debe hacernos creer que las soluciones propuestas
son definitivas y perfectas, sino que son transitorias y perfeccionables, y que
responden a nuestra particular visi6n de acuerdo con los datos disponibles
en el momento actual; datos que aumentarán en el futuro y que podrán
reforzar, afirmar o negar nuestra estructuración histórica.
Superada ya la etapa en que los cambios culturales conocidos y no expl i.
cados, al ignorar las fases coyunturales que permitfan estudiar el proceso y
mecanismo del cambio, se atribuían a supuestas "invasiones", cuyos agentes
procedían en nuestro caso del N. (Europa) o del S. (Afrka). que siste·
máticamente eliminaban o expulsaban a las poblaciones autóctonas, nos
encontramos en una situación en que, personalmente, creemos que al f inal
del Paleolltico Superior (Magdaleniense en la vertiente peninsular) los grupos
o comunidades humanas se movían dentro de unos territorios o áreas de
subsistencia perfectamente delimitados y parcelados, de superficie determinada por la cantidad y calidad de los recursos disponibles, territor io al q ue
se veian constreñ idos y del cual no podían apartarse sin invadir el del vecino,
pero con amplias relaciones con los grupos contiguos. a través de los cuales
no solamente circulaban objetos materiales si no también Ideas.
Estas relaciones d ebieron ser sumamente infensas entre todas las pobla·
dones asentadas en las tierras de la cuenca del Mediterráneo Occidental,
vinculadas estrechamente por circunstancias étnicas y ambientales, entre las
que se desarrolló un permanente y RECIPROCO PROCESO DE ACUlTURACION, que basta para explicar las notables simi litudes ergológicas y espirit ua les entre todas ellas, si militudes que han sido causa de los desvelos a que
para explicar su origen y expansi6n se vieron sometidos tantos investigadores. Por lo que con respecto a esta cuestión nuestra postura queda clara: la
vertiente med iterránea de la Península Ibérica. y por lo tanto nuestra Reg i6n
Valenciana, ocupada por comunidades asentadas secularmente en ella, desarroll6 entre el 12.000 y el 5.000 a. de C. formas culturales prop ias y emparentadas con las desarrolladas por los restantes pueblos r ibereños al Mediterráneo
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EL MESOLITlCO BN VA.U!NClA
14.
Occidental, como resultado de unas idénticas respuestas ante idénticos estImulas, lo cua l posibilita estudiar y concebir todo el ámbito costero peninsu lar
bajo un mismo modelo de desarrollo, en el cual las diferencias regionales. que
se han perpetuado hasta nuestros días, deberán ser investigadas por la part icular id iosincrasia de cada una, lo que les permite distinguirse entre si, a
pesar de quedar inmersas en f ormas superiores generalizadoras, por las part iculares microdiferencias territoria les.
Dos cuestiones que juzgamos capitales nos han preocupado intensamente,
tanto como la estructuraci6n general. y han sido los procesos de transici6n
Magdaleniense-Mesolltico I y Mesolítico III-Neolitico; la determ inación del
primero fue más sencilla en el aspecto material, presentando dificultades en
la fij aci6n de la base cultural sobre la que se real iz6 y la datación; mientras
que el segundo se pudo comprobar que era un largo proceso de casi un
milenio de duraci6n, para el que aceptamos una vieja nomenclatura: Pro' oneollt ico.
MESOLlTlCO 1
En un momento indeterminado del Dryas II-a, fase cl imática europea caracterizada por la sequla progresiva y el hundimiento generalizado de abrigos
rocosos, bajo clima g laciar y paisaje abierto por escasez arbórea, correspondiente culturalmente al desarrollo del Magdaleniense IV, sabemos que en
la parte central de la vertiente mediterránea de la Península Ibérica, comarcas
de La Safer y la Ribera Baixa, ambas en la Región Valenciana, se interrumpió,
bruscamente podrlamos llamar a la interpretación que proporciona la lectura
del registro arqueológico en las dos cavidades que lo contienen, Parpal16 y
Volcán, el normal d esarrollo que con arreg lo a las secuencias europeas establecidas por Breuil se venía produciendo en el Magdaleniense de la cueva
gandiense.
En efecto, al Solutreogravetiense o Parpallense como preferimos llamar,
le sucedían las dos primeras fases del Magdaleniense Inferior. y a éstas las
dos del Medio, determinadas por Pericot después de largos y concienzudos
estudios, que le permilieron realizar su firme estructuración, la cual ha resist ido cuantos intentos por desmontarla se han producido, por lo que continúa
en p lena vigencia.
Los ataques contra la misma se produ jeron en distintos f rentes, apoyándose uno de ellos en el hecho insólito que representaba Parpalló por su
aislamiento y lejanía a los focos de origen, sin otros lugares próximos o en
el camino intermedio. Hoy, este razonamiento resulta inviable por sí mismo,
pero. además, las circunstancias han cambiado mucho y los hallazgos recien·
tes permiten dibujar airo panorama; en efecto, no es posible va hablar del
aislamiento del Parpalló, los hallazgos del Volcán del Faro, Cava Ampla del
[page-n-154]
150
J. APARICIO
Montg6, Penya del Single, Pares, y la valoración de los de Mallaetes, yespe·
da1mente Barranc Blanc, todos en la Región Valenciana, aparte de los citados
para el sur peninsular, nos permiten lanzar la hipótesis de que al Solutrense
le sucede e l Magdaleniense en toda la vertiente mediterránea de la Península
Ibérica.
Por otra parte, hablar de la fa lta de enlace entre el Parpall6 y los focos
franceses de origen no es viable, puesto que se apoya en datos negativos
exclusivamente; la interpretación que podamos dar a Verdelpino, debido a
la inseguridad estratigráfica, necesariamente ha de ser pensando en un posi·
ble Magdaleniense o Mesolftico I para sus niveles basales, con lo cual ya no
es tanto el vaclo, pero, además, si pensamos que en todo CasteIJ6n y Valle
del Ebro, incluida Tarragona, más Barcelona, no se ha señalado ningún yacimiento perteneciente al Paleolltico Superior creemos que está todo d icho: el
vado existente se debe más a circunstancias fortuitas inherentes a la explora~
ci6n que a una auténtica carencia. De ahf que creamos que a medida que se
intensifiquen las exploraciones nuevos yacimientos con niveles magdalen ienses colmarán el vado existente entre Valencia, Gerona y los focos franceses.
Nuestra afirmación de que la interrupci6n de la normal evoluci6n magdaleniense se realiz6 al final del IV período, únicamente la juzgamos válida
para Valencia, por el momento, de acuerdo con los datos del Volctm y Parpal16,
aunque no para la Sara Gran d'en Carreres, donde materiales y dataci6n
(9.520 BC.) indican su normal presencia alli hasta el Magdalen iense VI, favorecida por las particulares circunstancias climáticas; mientras que en el sur
peninsular algunos materia les aparecidos también son leves indicios de una
larga permanencia.
Por lo tanto, la fecha tope elegida por nosotros, 12.000 a. de C., únicamente está en función de los hallazgos de Parpa1l6 y Volcán, as! como
apoyada en dafaciones para conjuntos peninsulares y extrapeninsuJares integrables en el Mesolftico 1, por lo que pudiera ser válida para la mayor parte
de la vertiente mediterránea española, aunque no en su fatalidad por la
posible existencia de nichos ecológicos con sus particularidades cl imáticas
que hayan favorecido la persistencia del Magdaleniense.
Aún cuando la fecha dada al Magdaleniense 111 del Parpall6 W pudiera
(185) SHOTTON, F. w., WlLUAMS, R. E. G. and JOHNSON, A. s.: _Radiocarbón 1975_.
Birminiham Unive:rsity Radioc:arbón Dates IX, ptas. m·21l.
APARICIO PEREZ, J .: d~ Gruta del Hortus y d Muste:riensc en la Re¡¡::ión Valenc:iana_.
A. P. 1.. XIV, pái. ll. Valencia, 1975. Conviene advertir Que el cuadro núm. 111 de: la
pá¡¡:ina 14 incluye: fechas del Parpalló dadas en aiiO$ D.P. y a. de C., se~ los casos, sin
indicación al respec to, lo que: puede: producir e:rror ele interpretación.
AUdAGRO GORBEA, M.: _(..14, J976. Nuevas fechas para la Prehistoria y la An¡ueolo¡¡:fa ele la Pen1nsula_. Trabajos de Prehistoria, 33. páa;. 307. Madrid, 1976.
[page-n-155]
m.
IlBSOLlTlOD EN VM.l!NCIA
ISI
parecer que contradice nuestra teoda, no es posible creer en dicha contra·
dicci6n, a pesar de la coherencia aparente de las dataciones obtenidas, si
reflexionamos acerca de los avatares que sufrieron las muestras utilizadas
para los análisis de C~14, huesos procedentes de las excavaciones de Pericot,
sometidos casi durante cincuenta años a frecuentes manipulaciones como
consecuencia de los sucesivos traslados de local y la incidencia de la trágica
riada del cincuenta y siete que anegó de agua y barro el almacén donde se
encontraban.
Por otra parte, las fechas obtenidas para conjuntos del Magdaleniense
Inferior o Inicial cantábrico, correspondientes al Magdaleniense 111 de la
estructuraci6n clásica, son dispares, habiendo algunas sumamente altas, como
las de la Riera de los niveles 10 y 11, 15.210 BC y 14.470 Be, respectivamente;
otras que parecen algo bajas, como las de Tito Bustil/o, 12.850 y 12.400 Be,
aunque de la primera se dude sobre su pertenencia al ',1 o al IV y de la
segunda al 1110 Superior; una de las de Altamira da 11.950 Be, muy próxima
a la del Parpall6 ciertamente; sin embargo, las que parecen mejor centradas
y existe mayor unanimidad en su aceptación son la de Altamira con 13.550 BC
y la del Juyo con 13. 350 Be lIIi.
En Francia las existentes son muy bajas y, al parecer, coherentes entre sr,
en Aquitania laugerie Haute Est da 12.020 Be y la Grotfe de Ouruthy
12.230 BC; en Midi·Pyrenées Canecaude 11 12.280 BC; en RhOne.Alpes la
Croz.e 12.900 se y 12.380 BC; sin embargo, en varios de estos yacimientos
son contradictorias con otras dataciones, especialmente con algunas del Magdaleniense IV, que proporcionan las mismas fechas o, incluso, superiores 1".
El MagdaJeniense IV está falto de dataciones en la Penlnsula, e independientemente de las dos dataciones citadas para Tito Bustillo, que pudieran
corresponder al mismo, la única conocida lo es la de la lloseta A, con 13.250
Be, alta a todas luces la. Habiéndose establecido la transición Magdaleniense
"inferior"-"superior" hacia 15.000 años BP lit.
En Francia hay también dataciones sumamente altas para el Magdaleniense IV, así Grappin en el Franco-Condado ha proporcionado dos, con
13.820 se y 13.370 se, respectivamente; la Colombiere en Rhone-Alpes
13.550 Be; mientras que las restantes tienden a descender, la misma Colom~
(186) VId.. opUS. cit. nota 78.
(117) DE-UBRI ...S. G., GUIU.IER, M. T., EVIN, l ., THOMMERET, J . el THOMMERET, Y.: eDatatlons ab$Olues des dép6l$ quatemaires et des shes pn!historiques par la
mét hode du Carbone 14_. La Pn!hl5toire Franyaise, t. l ., págs. 1511.1513. Parls, 1
976.
(188) Vid. OPUJ. cit. nota 78.
(189) STRAUS. L. G., CLARK., G. .... Y GONZALEZ, M. R.: .Cronologl"a de las Industrias
dd Wünn lardlo y del Holoceno lempnmo en Cantabria: Contribuciones del proyecto
PaleoecolóPco de la Riera_. C-14 y Prehistoria... cit. nota 78, pá,. 41.
[page-n-156]
I52
J . 4PAalCIO
biére ha proporcionado la serie mayor con otras cuatro fechas, aparte de la
citada, que se escalonan así: 12.750 Be. 12.200 se, 11.440 Be V 9.800 BC;
también la citada Grotte de Duruthy ha proporcionado dos fechas para este
período, 11 .890 se V 11.560 se, y en la misma Aqu itania La Madeleine ha
dado 11 .490 BC. Existiendo, aparte de la citada de La Colombiére. dos fechas
muy bajas, la de Sto Jean de Verges (Midi-Pyrénées) con 10.810 Be y la de
la Adaouste (Provence) también con 10.810 BC, que se contradicen con otras
del Magdaleniense Superior no,
De acuerdo con lo expuesto, y con nuestra opinión acerca de la aceptaci6n
de las fechas de C-14, en el sentido de que hay que esperar a tener series muy
amplias, con el fin de valorar exclusivamente la media, eliminando las extremas como anómalas, no aceptamos la baja datación dada al Magdaleniense
111 del Parpalló, fase que creemos se d ebe situar, aproxi madamente, entre la
primera mitad del XIV milenio y la mitad del XIII; mientras que el Magda.
leniense IV pudo llegar hasta el 12.000-11.800, aproximadamente.
A partir de ese momento se deja de fabricar la industria ósea, y algOn
tipo de la lítica, y sin solución de continuidad se pasa al período sigu iente,
que es el que denominamos Mesolitico 1, equivalente culturalmente al llamado
Epiauriñaciense, Epiperigordiense, Epigravetiense y últ imamente Epipa leo1ít ico microlaminar.
lo encontramos estratificado en el Sector A del Volcán del Faro, inmediatamente encima del último nivel magdaleniense, y entre los bloques procedentes del hundimiento total de la bóveda del abrigo en este sector al f inal del
Magdaleniense IV, fenómeno generalizado en numerosas yacimientos d el M idi
francés 191; por lo tanto corresponde a un asentamiento al aire libre, al amparo
del roquedo o pared caliza subsistente, de ahí que la casi total idad de los
sílex recogidos tengan intensa pátina lechosa, presentando muchos de ellos
su interior con textura harinosa o yesosa, ambas características como consecuencia de la intensa deshidratación por dilatada exposición a la intemperie.
Sedimentológicamente habla una dara ruptura entre ambos niveles, frente a
la t ierra marrón rojiza del magdaleniense, Nivel 11, la del I era muy negra
en la superficie y marrón oscura en la base, presentando, además, numerosas
brechas por intensa calcificaci6n. Con respecto a la fauna también se not6
una clara ruptura, y frente a la abundancia de los grandes mamíferos en
el 11, ahora se notaba un evidente predominio de roedores y animales de
pequeño tamaño, así como helix, lo que se precisará en el futuro a través
del pormenorizado estudio de la misma.
(190) Vid. opus. cit. nota 187.
(191) ESCALON DE FONTON, M.: .Stratigraphles, effondrcmenlS, c1imatologie des
gisemen!s pn!:rusloriques du Sud de la Fractt. du Wilrm III l I 'Hol~ne • . Bulletin de
la Associalion Francaise pour ¡'Elude du Ouatemaire, 1971..... 8.0 ARnés. mimo29. Paris. 1971.
[page-n-157]
EL KBSOUnCO EN VAUlNClA
153
Es notorio que el cambio no fue étnico, sino meramente ergol6gico por
condicionantes económicos, y éstos bajo presión climática, la cual debió influir
mediante la instalaci6n del clima mediterráneo desde estas fechas tempranas,
con acentuación de la sequía, que en el Midí comenz6 a sentirse a partir del
Dryas II·a, aumentando progresivamente hasta el Dryas 111, momento en que
alli se produce la desaparición del bosque, reemplazado por la garriga, así
como la desaparición de la gran fauna; proceso similar al que suponemos
para la Región Valenciana, y en general para toda la vertiente mediterránea
de la Pen!nsula Ibérica, salvo algunas excepciones, aunque aqui debi6 producirse antes, puesto que el avance debió ser en el sentido de la latitud,
es decir de S. a N.
Para nosotros, el útil se crea ante las necesidades que impone el medio
ambiente, de tal manera que al cesar aquéllas dejarán de fabricarse éstos, y
si los útiles magdalenienses típicos sustituyen a los solutrenses, y ambos
tienen una evidente aplicación cinegética, al deteriorarse ésta, especialmente
la de los grandes mamiferos, dejarán de fabricarse aquéllos. Pero, esto no
ocurrirá con los útiles de la vida cotidiana, que continúa, de tal manera que
industrialmente el cambio se detecta por la desaparición de los útiles óseos
típicos del Magda leniense.
Por otra parte, el ascenso de la temperatura perm itirá el abandono de
las cuevas como forma de habitación generalizada, puesto que hasta el mo-mento presente no conocemos ningún yacimiento al aire libre perten&:lentc
al Paleolitico Superior en nuestra región, pero, durante el Mesolitico I creemos
que estos asentamientos son mayoritarios, de tal manera que las comunidades
adquieren una mayor movilidad dentro de su territorio al cesar la dependencia que les imponía la ubicación de las cavidades.
En las primeras estructuraciones que real izamos el final del Mesolltico I
Jo situábamos entre el 9.500 y el 9.000, aunque posteriormente diversas
consideraciones, entre las cuales ciertas fechas de C·14, como la de Mallaetes
para el Mesolltico I (Epigravetiense antiguo), nos han hecho bajar dicho
tope hasta el 8.500.
A través de este largo perfodo la industria Iftica ha sufrido diversas
variaciones, especialmente concernientes a las proporciones de los útiles pro-pios del mismo (aparte de otras muchas, que el estado actual de la investiga·
ción no puede determinar), que en lineas generales permiten establecer una
progresiva disminución del número de los buriles, por el que crece el número
y proporci6n de los raspadores, as! como la d isminuci6n del tamaño de las
piezas hasta las series microllticas. Por el momento los datos disponibles nos
20
[page-n-158]
154
J.
APARICIO
permiten establecer las siguientes caracterlsticas generales para el Mesolítico 1:
1.-lugar de habitaci6n con preferencia al aire libre; en determinados
casos se busca la protecci6n de algún roquedo o pequeño abrigo; en
otros, aunque son los menos, se instalan en cuevas o abrigos.
2.--I..os útiles Hticos predominantes son los siguientes:
-
Raspadores. con tendencia al aumento, especialmente los de
pequeñas dimensiones (microrraspadores) .
-
Buriles variados, en número decreciente hasta casi desaparecer o
quedar reducidos a proporci6n insignificante.
-
Hojas y hojitas de dorso y borde reba jado.
3.-Oesaparecen los perforadores y no se encuentra ningún tipo de punta,
salvo las de dorso o borde rebajado.
4. -Ausencia casi total de industria 6sea, salvo algún punz6n.
5.-Entre la fa una mastol6gica claro predominio de los animales de pequeñas d imensiones (oryctolagus cuniculos) .
6.-Entre la fauna malacol6gica presencia absoluta y abundante de helix
para los yacimientos alejados de la costa; mezclados con restos mari~
nos en los próximos a ella.
7.-Su área de expansi6n ocupa toda la vertiente med iterránea de la
Penlnsula Ibérica, y bajo otras denominaciones también se encuentra
en la mayor parte de las vertientes mediterráneas de todos los países
ribereños al mismo.
B.-En los países donde se implant6 el Magdaleniense la ruptura se
duce tanto en el utillaje industrial como en lo econ6mico.
pr~
Climáticamente se han debido producir diversos y profundos cambios,
pero faltos de estudios adecuados, tanto sedimentol6gicos como de la fauna
y polínicos, no nos es posible conocer la evolución del paisaje y de los fac~
ta res climáticos que lo han provocado a través de todo el período. Por el
momento los únicos datos disponibles son los deducibles de los análisis de la
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EL MBSOUnCO EN VAlENCIA
155
fauna la y del polen Itl efectuados en Verdelpinoi a través del primero no
se ha podido extraer ninguna deducci6n climática por ser especies que
pudieran v ivir actualmente, incluso la microfauna, lo único de interés ha sido
la neta separación entre los niveles N-3 y N-4, es decir entre el Neolltico y
el Paleolltico, con fauna doméstica en el primero y totalmente salvaje en el
segundo, lo que es otro indicio de la ruptura, que también señala el dia·
grama poHnico en forma de h iatus entre 115.105 cms., con abundancia de
p inos, Buxus y Ulmus, Filiáceas y Cyperáceas, avellano y Artemisia en la parte
inferior, lo que indica "ligero recalentamiento" y "gran aumento de la hume·
dad" según la A., en contraposición al superior con especies "ind icadoras de
condiciones climáticas más cálidas" y, en general, con predominio de las
herbáceas sobre las arbóreas; en contraposición la vegetación inferior, no
sujeta a la influencia humana, a la superior, si influenciada por el rég imen
económico agrfcola del Neolltico.
Evidentemente, poco es para tan largo periodo, y aunque el cuadro-cra.
nol6gico cultural que hemos elaborado (fig. 37) incluye las secuencias climá·
tieas establecidas para el Midi de Francia IN, somos conscientes que no es
posible aplicarlas por el momento y al pie de la letra al Mediterráneo español,
y mucho menos con carácter de uniformidad.
Es, pues, únicamente a través de la industria y de sus porcentajes eon Id
que establecemos la existencia de dos fases dentro del Mesolltieo 1, el Mese>Utieo I·A y el I-B, recurriendo a los ordinales y a las letras, y no al nombre
de los yacimientos mAs característicos por las causas expuestas anteriormente.
El Mesolltico I-A se desarrollaría entre el final del Magda leniense IV
(12.()()()"11.800) y, aproximadamente, el 10.000, final del Pre-AllerOd, roomento en que el Mediterráneo ha ascendido ya a-lOO m. El Meso1ítico I-B
desde el 10.000 hasta el 8.500, cuando el Mediterráneo ha alcanzado el nivel
actual y parece acentuarse la sequía y la progresión de la vegetación mediterránea. Tipol6gicamente la distinción se establece en la relación raspadorburil, predominando los segundos, o bien con proporción equilibrada, en el
A, y con aumento progresivo y sensible de los primeros en contraste con la
sistemática disminución de los segundos hasta casi desaparecer en el B. El
tercer elemento de la "trilogía", los dorsos rebajados, están presentes en
buen número, aunque por el momento no sepamos en qué relaci6n con los
otros, ni su evolución a través de todo el periodo. Es frecuente la aparición
(192) MORALES MUt'l'IZ, A.: _Análisis faunÍ$ticos de Verdelpino (Cuenca)~. Apendice J,
pip. tiUl. Vid. opus cit. nota 57. Madrid, 1m.
(193) LOPEZ GARCIA, P.: .Análisis pollnico de Ven1eIpino (Cuenca)., Apendice 11,
pl.gs. 82.&3. Vid. opus cit. nota 57. Madrid, 1m.
(194) Vid. opus cit. nota 12.
[page-n-160]
156
J. APAaICIO
FIJ. 34.-Mapa de la vutlente medltclTánea de la PeQ.{nsula IbtrlQ. con la .ltuaclón de
loa )'Ildmlenlo. pertenecientes al MuoUtlco ' : 1, Cal Cob; Z, MonUro de Cbarralu; 3,
Zatoy.; 4, Co.lalena; !I, Sant Gre¡orl; 6, L'AnD)'; 7, Mallada; 1, Campln, Salou; ' . Ladera.
de Santa Bárbara; ID, Verdelplno¡ 11, El Praet; 12, CueYa Rubia Alta; 13, BJanqulur del
Ganorero; 14, Barbero; 1', Barranco del Lobo; 16, Albufera de Anna; 17, CoveJa Vlclorla:
18, CovalellH: 19, Earranc Fondo; 20, Fuente de la Arena; 21, VolePt del Faro; U , Pinar
TalT1.lcUa: 23. Cueva Grande Huesa Tacañll; 24, Manadu; 25, Camp de Sant Antonl;
26, ParOda Sall; 71, Capuni; 28, B. de la Encanlll.¡ 29, En Pardo: 30, NaclmIento;
31, Ambro.lo; 32, SeITÓD; 33, Hoyo de la MJna.
[page-n-161]
EL MBSOUTJCO EN VALENCIA
lS7
en las capas superficiales de los yacimientos del B de algún geométrico, lo
que nosotros interpretamos como los primeros incorporados a los conjuntos
líticos e n el momento de tránsito al Mesolltico 11, salvo que se deban considerar como contaminaci6n o intrusi6n.
l os yacimientos que adscribimos al Mesolitico I-A (fig. 34) fntegramente,
o bien alguno de sus niveles, son los siguientes: Cal Coix con las reservas
que hemos expuesto; también con reservas el Montico de Charratu, aqur
aumentadas, lo hacemos en base al problemático equilibrio raspador-buril;
Camping Salou en Tarragona I!IS, aunque por la tipología lítica, debido a la
rareza de los buriles deberfamos incluirlo en el Mesolítico 1-8, salvo por la
fecha de C-14, 11.380 BC., hecha sobre conchas, lo cual induce a sospechar
si no será excesivamente alta; niveles IV, V y VI de Verdelpino, con la confirmaci6n de las fechas de C-14, 12.020 y 10.980 BC: Barranco del l obo
(Chella, Valencia) 196; Coveta Victoria (Estubeny, Valencia), yacimiento
inédito, en las inmediaciones del pequeño abrigo y al amparo de un roquedo
hemos recogido gran cantidad de industria Iftica, con tlpicos buri les de muy
buena fadura, raspadores y dorsos rebajados; Covatelles (Real de Montroy) ,
yacimiento similar al anterior por situación y materiales: Volcán del Faro,
Nivel I del Sector A; Cueva Grande de la Huesa Tacaña: Camp de Sant Antoni
(Oliva, Valencia), yaci miento al aire libre que excavamos en su tota lidad Ifl,
en nivel único recogimos gran cantidad de útiles líticos, con buriles de extraordinaria fadura : Partida del Salt (Oliva, Valencia), yacimiento próximo y en
todo si milar al anterior !JI; Capurri (Ol iva ), en este yacimiento los abundantes silex deshidratados recogidos [o fueron diseminados por una amplia
ladera, por lo que a pesar de su homogeneidad (solamente buriles, raspadores, dorsos rebajados) albergábamos ciertas dudas acerca de su adscripción
cultural, máxime cuando creíamos que procedían del desmantelamiento de
una antigua cavidad hoy totalmente irreconocible, lo que se ha confirmado
por el hallazgo de dos extraordinarias puntas de muesca en restos de la antigua sedimentación; y el "Piso Capsiense" de Hoyo de la Mina.
Al Mesolítico 1 pertenecería n: niveles inferior y medio de Zatoya, avalado
-8
por las fechas de C-14, 9.890 BC y 9.530 BC, respectivamente; con reservas
(195) VlLASECA ANGUERA, S.: _El Conc:hero del Camping Salou (Cabo de Salou, provincia de Tarragona)•. Trabajos de Prehis toria. mimo 28, págs. 6J.92. Madrid, 1971.
(196) FLETCHER VALLS, D. y APARICIO PEREZ, J .: _Exploraciones arqueológicas en
el Barr.mco del Lobo, Chella (Valencia) •. Xl Congreso Nacional de Arqueologla (Ml!rida,
19(9), pá¡s. 265-270. Zaragoza. 1970.
(197) APARICIO PEREZ, J . y SAN VALERO APARISI. J .: _Nuevas eJ(cavaciones y
prospecciones arQucolÓl:ticas en Valencia •. Serie Arqueológica, numo 5, páp. 41-45. Valen·
cia, 1m.
APAR ICIO PEREZ, J ., SAN VALERO APARlSI. J . y MARTINEZ PERONA, J. V.:
_Ac:tividades arQuool6¡icas duran te cl bienio 1971·1978 •. Serie Arqueo1Ó1lca, numo 6, pá·
ginas 217-218. Valencia, 1979.
(198) I bldem, pies. 218-219.
[page-n-162]
158
J . "PARICIO
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[page-n-163]
1S9
el nivel I de Costalena. en suposición a la correcta y normal d isposición estrat igráfica; Sant Gregori en todos sus niveles. debiendo estudiarse industrialmente en conjunto por su total homogeneidad, los dos segmentos represen-
tan la probable "Hegada" de los primeros geométricos en los momentos fina les
de la ocupaci6n del yacimiento ."; L'Areny, caso similar al anterior, aunque
aqul el trapecio es una clara intrusión. mientras que los microburHes son muy
dudosos XIO; Mallada 101 ; Blanquisar de l Garro tero (Navarrés) . yacimiento que
se describe en el capitu lo dedicado al arte; Cueva del Barbero (Navarrés ).
yacimiento que también se describe en el capitulo dedicado al arte por contener grabados fu siformes; A lbufera de Anna, el yaci miento de la orilla ;
Cova del Barrane Fondo (Játiva), en cuya sedimentación subsistente hemos
realizado varios sondeos con el fin de obtener la secuencia estratigráfica que
hacen preveer los hallazgos en la escombrera (fig. 35), aunque si n éxito
por el momento al encontrarse todo revuelto hasta el fondo en los lugares
elegidos·; Pinar de Tarruella; Mallaetes, apoyada por la fecha de C-14,
8.420 Be; En Pardo (Benisil i, Alicante), el nivel inferior, separado del neolítico por una capa estéril según lIobregat Conesa1O.I; Nacimiento. la capa V
del Sector D, también ava lado por la datación de C-14, 9.250 BC, y el "Piso
Tardenoisiense" de Hoyo de la Mina. También deberíamos incluir el nivel 6 de
la Cava del Filador, yacimiento que estudiaremos a cont inuación, a pesar de
la presencia del microburil, ya que su componente IItico a base de raspadores,
bordes y dorsos reba jados así lo aconsejan; así como los yacimientos al a ire
libre del Morra l de Perpinyá y MoH de la Bleda en la Provincia de Tarragona 21M.
únicos yacimientos que ofrecen un conjunto industria l homogéneo y no contam inado entre los nurnerosisimos estudiados por Vilaseca y Vallespí como
"talleres de si/ex al aire libre"·, para los que propugnamos una nueva revisión, tanto del concepto en sí como del materia l, con el fin de rea lizar su
(199) VlLASECA ANG UERA. S.: _L'estació taller de sUo. de Sto Gregori •. Memorias
de la Academia de Ciencias y Artes, vol. 23, núm. 21 , págs. 415-439. Barcelooa, 1934.
(2(0) VIlASECA ANGUERA, S.: . la estación taller de silex de l'Areny (Vilanova d'Escomaibou) •. Trabajos del Instituto Espaiiol de Prehistoria, núm. IJI, Madrid, 1961 .
(201) VllAsECA, 5. y CANTARELL, 1.: . la Cava de la Mallada de Cabra·Feixeb . Am·
purias, V XVIJ·XVIIl, págs. 141-157. Barcelona, 1956.
.
(202) APARICIO PEREZ, J.: «Trabajos de Prehistoria. 11. La Cova del Barrl..Dc Fondo •.
Actas del XIV Congreso Naeional de ArqueologJa (Vitoria, 1975), págs. 141·150. Zara·
goza, 1977.
(203) LLOBREGAT CONEsA, E .: .Nuevos enfoques para el es tudio del Neolítico al
Hierro en la Región Valenciana •. Papeles del Laboratorio de ArQueologia de la Universidad
de Valencia, núm. 11 , pág. 123. Valencia, 1975.
la primera noticia en: TARRADELL MATEU, M.: _Noticia de las recientes excavaciones
del Laboratorio de Arqueologla de la Universidad de Valencia.. X Congreso Nacional de
Arqueologia (Mahón, 1967), págs. 183-186. Zaragou, 1969.
El inventario del material Utioo de .:ste nivel en: FORTEA.: .Los Complejos.... . páginas
22 1-222.
(204) VILASECA ANGUERA., S.: . Las es taciones del Morral de Perpinyi y el Moti de la
Bleda (Gulamlts, Bajo Priorato) •. Caesaraugusla, v. ll-14, págs. 7-34. Zaragoza, 1969-10.
(2Q5) Vid. opus. cit. DOlas 24 y 42, respectivamente.
[page-n-164]
160
S. APARICIO
expurgación y consecuente separación por conjuntos diferenciados culturalmente, si ello es posible todavía.
Otros muchos yacimientos conocemos aún en nuestra Región Valenciana,
la mayor parte al aire libre. aunque la escasez de material o la imposibilidad
de rea lizar su estudio nos impida su adscripción a cualquiera de las fases
establecidas para nuestro Mesolitico l. pudiendo citar los siguientes: ladera
de Santa Bárbara (ViJlavieja, Nules) XlI; El Praet (liria). que se puede adscribir. con las reservas hechas, al 1-8 por la aparente falta de buriles lD1; Rubia
Alta y Fuente de la Arena, ambos descritos en el apartado del arte; Barranc
de la Encantá (Beniarrés, Alicante) -; el Olivar de la Paella (les Montanyetes, Ol iva) .; pudiendo citar también, aunque con mayores dudas, e l Rac6
de Nando y e l Abrigo 2.° del Single de la Ermita, ambos estudiados en el
capitulo dedicado al arte.
Con respecto a otros yacimientos del área, estudiados por Fortea, no es
posible llegar a conclusiones válidas debido a la exigüidad de los conjuntos
Ilticos o a la confusi6n y desorden estratigráfico, tal es el caso del Abrigo
del Barranco de los Grajos, yacimiento que describiremos en el apartado
del arte; Cueva de la Truche o del Turche (Buñol, Valencia) 210; Rates Penaes
(R610va, Valencia), con los niveles postsolutrenses totalmente removidos
junto con los superiores del Solutrense 111; caso similar al de Maravelles
(Gandía, Valencia) 21l, próxima a la anterior y a la del Barranc Blanc (R6tova,
Valencia), que no posee niveles postsolutrenses, mezclándose los solutreogravetienses con los restos del nivelo niveles magdalenienses desapared-
(206) Materiales Que pudimos va en el Museo de Bumana araclas a la amabilidad de
su director, N . Mesado.
(207) Estos materiales han sido reco¡idos por J . M.- Mont~ana, reoonstructor del S.I.P.,
a través de numerous y constantes exploraciones superficiales, en una de las cuales parti·
cipamos personalmente.
(208 ) .La Labor del S.I.P. y su Musco en el pasado ario 1976 •. Diputación Provincial de
Valencia, 1m, pág. 66.
(209) Este yacimiento, como todos los citados y estudiados de Oliva, salvo el del
Collado, rue descubierto por Salvador Climent, con Quien preparamos la carta arqueológica de la zona.
(210) BREUIL, H., _Travaux en Espagne_. L'Anthropologie, t. 25, pá¡inas 247·252.
Parls, 1924.
JIMENEZ NAVARRO, E. y SAN VALERO APARlSI, 1.: d ..ocalldades con piedra tallada
en la re¡ión dc BufloJ (Valencia)_. Ampurias, v. V, págs. 289.292. Barcelona, 1943.
(211) .. La Labor del S.I.P. y su Museo en el pasado año de 1951-, pág. 32. Valencia, 19S2.
Vid. opus cit. nota 10, págs. 861-862.
Vid. FulJola, opus cit. nota 213, pág. 228.
(212) PU BALLESTER, E .: ..Cova de les Maravelles (GandJa)_. A.. P. L., 11, págs. 19I·202.
Valencia, 1946 .
• La Labor del S.J.P. y $U Museo en el pasado ai\o 1953_, páa. 37. Valencia, 1954.
FLETCHER VAll.S, D.: Vid. opus cit. Dota lO, págs. A62.a63.
Vid. FulIoJa, opus cil. nota si¡uienle, págs. 226-m.
[page-n-165]
EL lO!SOUTICO EN V.uJ!NClA
161
dos m; Freginal de la Font Majar (Torremanzanas, Alicante). estudiada por
Vilaseca 214 y descubierta y dada a conocer por el P. Belda 21$, en cuyo nivel
inferior aparecen algunos elementos geoméfricos, que permit irlan incluir a
este nivel en nuestro MeSolftico 11 ; todo lo cual se acentúa en el caso de los
materiales procedentes de las viejas excavaciones de Siret, ya que si exceptua_
mos La Palica-Serr6n, reexcavada por Fortea 216, que tiene materiales y datos
suficientes para inclu irla en el Mesol ítico I-B, no ocurre lo mismo con la de
Ambrosio por no conocerse sus materiales, salvo la existencia de un nivel
"epipaleolítico" 211; y por todo lo expuesto en Ahumada (Ifre, Murcia ) ; Palomas (rv'.orata, Murcia); Tazona (Totana, Murcia) ; Vermeja (Cartagena, Murcia), en el nivel superior, y El Serr6n-Tollos (Antas, Almería) , Mientras que
el resto de los yacimientos estudiados presentan todavía mayor ambigüedad,
MESOllTlCO 11
A través del proceso seguido por la investigaci6n hemos visto como una
vez superada la "visi6n capsiense" los t iempos comprendidos entre el Magdaleniense y el Neolít ico se intentaron ocupar con Cocina, y con Cocina y
Mallaetes posteriormente, incluso, nosotros mismos, una vez que establecimos la situaci6n y los lim ites cronológicos de nuestro Mesolltico 1 creímos
,
que entre éste y el Neolít ico habría que colocar a Cocina, siendo más tarde
cuando nos apercib imos que entre ambos faltaba un período que no se encontraba ni en los yacimientos de componente trapezoida l ni en los del Mesol ítico 1, sino que correspondía a los primeros t iempos d el geometrismo y que
por lo tanto la secuencia completa aquí se desarrollaba de la misma manera
que en el Midi francés, de tal modo que antes de la fase trapezoidal (Mesolítico III ) o "tardenoide" para entendernos debía de encontrarse una fase
"sauveterroide" .
Dicha fase "sauveterroide" se encuentra perfectamente representada en
(213) Vid .• La Labor del S.l.P .• citada en nOla 21t, pág. 35 Y la citada en la nota anterior.
También Flctcher en opus cit. nota lO, págs. 857..s60.
LAPLACE, G.; Vid. opus cit. nota 110, pág. 124.
FULLQLA PERICOT, J. M.·; _Las industrias lIticas de1 PaleoUtico Superior Ibérico_.
Serie de Trabajos Varios del SJ.P., núm. 60, págs. 172-223.
(214) VILASECA AN GUE RA , S.; _Las puntas de dorso rebajado de Jos talleres Uticos
tarraconenses •. Boletín Arqueológico, año XLIX, págs. 84-96. Tarragona, 1949.
(215) BELDA, J.: .Un yacimiento de material lItico en Torremanzanas•. Actas y Memorias de la Sociedad Espaftola de Antropología, Etnografía y Prehistoria, v. XIX, páginas
126-128. Madrid, 1944.
(216) FORTEA PEREZ, J .: _La cueva de la Palica. Serrón (Antas). Avance al estudio
del EpipalC
Madrid, 1970.
(217) Vid. opus cit. nota 114.
21
[page-n-166]
16'
~.
APARI CIO
los niveles V a 111 d e Filador 111, cuyo comienzo situamos hacia el 8.500. de
acuerdo con la fecha establecida para el fina l del Mesolitico 1 representado
,
aquí por el nivel V I. El momento terminal o de paso al que hemos
denomi~
nado Mesolítico III·A, también representado en Fi lador por los dos niveles
superiores, el I y el 1 , se debi6 producir hacia el 7.500, por lo que todo el
1
Mesolltico 11 q uedaría dentro del Dryas 111.
Esta fase climát ica está caracterizada en el Midi por el clima en general
inestable y revuelto, con humedad moderada, produciéndose alli la degrada·
ci6n del bosque templado a vegetación med iterránea.
l a economla d el período es imposible reconstruirla por la falta de datos,
únicamente sabemos de la abundancia de caracoles en todos los n iveles de
Filador, casi exclusivamente He[ix, aunque su presencia es frecuente V normal en [os yacimientos med iterráneos españoles, ya desde el Paleolítico en
[os valencianos que hemos excavado personalmente, aunque aqui enmascarada su existencia por los restos de la fauna masto[6gica, que hacía con
frecuencia despreciar aquéllos entre los arque61ogos de la vieja escuela, mas
hoy se anota su presencia y se recogen totalmente, considerándolos como
un documento más, aunque f altan entre los conjuntos de las antiguas excavaciones. Su hallazgo en los yacimientos del Mesolitico I se vería normal si no
f uera por la escasez de [a fauna mastol6gica, [o que hace mucho más significativa su presencia, aparte de su extraordinaria abundancia en otros yacimientos como en el Camping Salou. Durante el Mesolitico pudo aumentar
su consu mo ya generalizado. En los yacimientos próximos a la costa, puesto
que el mar alcanzó en este momento el nivel actual, el marisqueo debió constituir una segura y abundante f uente aliment icia.
Ergol6gicamente se producen cambios substanciales, especialmente de tipo
técnico, resucitándose la vieja técnica de "microburil" para la construcci6n de
geométricos que invadirán la industria. Dicha técnica se "inventó" en el Parpallense para [a fabricación de las puntas de muesca yen el Magdalen iense IV
se continuó utilizando con el fin de construir los primeros geométricos conocidos, los triángulos escalenos; durante el Mesolít ico I no se utiliza y es ahora,
en el 11, cuando de nuevo se vuelve a implantar, fabricándose triángulos y
segmentos. que son los únicos geométricos que se conocen en este período.
(218) VlLASECA ANGUE RA, S.: _Avance a1 estudio de la cueva del Filador de Mar·
galef (Provincia de Tarragona) •. Archivo Español de Arqucoloafa, núm. TI, págs. 347·361.
Madrid, 1949.
VlLASECA ANGUERA, S.: _Cua tro dias en la ..Cueva del Filador. (Mar::aleO •. La Préhistoirc. Probll:mes et tendenccs, págs. 476-489. Pans, 1968.
FORTEA PEREZ, J .: .[.0$ Complejos ..... págs. 3J.S.3SO.
[page-n-167]
EL MESOLlTlCO EN VALENCIA
163
FlII:. 36.-Mapa de la vertlenle mecHlelTánea de la penm.u1a IWrtca con la situación de
yadmlenlM perteneclenlu al MelOlftlco JI; 1, Fllador, y JlI·A: 1, FlIador; 2, Cova Foaea;
3, Auud d 'AlmaalOra; 4, Cocina; !I, Colladn; 6, Victoria.
[page-n-168]
.64
J. APARICIO
Es éste un hecho generalizado a todos los paises ribereños del Mediterráneo occidental, como tantos otros, y que responde a causas económicas,
aunque por el momento sea muy difícil dilucidarlas en algunas zonas por
la falta de datos. aunque en otras, como por ejemplo Italia, se realicen nota-
bles progresos en este sentido.
Su origen creemos que es ocioso buscarlo en ningún lugar determinado,
y de acuerdo con nuestro criterio expuesto se debió producir al mismo tiempo
en todos los países del área, de ahí que lo de "sauveterriense" aplicado deba
entenderse únicamente en sentido descriptivo; por lo demás, creemos que
el término que mejor le conviene es el de MesoHtlco, con el ordinal 11 en este
caso, de acuerdo con lo expuesto repetidamente.
Líticamente, pues, se constata la presencia de raspadores, cuyo número
cont inúa descendiendo progresivamente según la tendencia general, lo cual
se acentúa más en los buriles; tos bordes y dorsos rebajados en si también
parecen descender, aunque en realidad como técnica no es real el descenso, sino aparente. puesto que se aplica, junto con la de microburil, en la
construcci6n de los geométricos, triángulos y segmentos, ya que en realidad
estos son dorsos en ángulo o curvos rebajados, o abatidos, como prefieren
algunos tipologistas.
Desgraciadamente poseemos pocos yacimientos donde se encuentre este
periodo (figs. 36 y 3), ya que si exceptuamos Filador únicamente ha sido
señalada su presencia en Sant Benet y Coma d'lnfern, aparte de que pudiera
encontrarse en yacimientos superficiales de amplio espectro, como por ejemplo la Casa de l ara.
MESOllTICO 111
A pesar de una cierta abundancia de yacimientos encasillables en este
periodo es el más dificil de estructurar, especialmente la primera fase del
mismo, as! como la final o Protoneolítico por asistirse aquí a la introducci6n
de novedades ergol6gicas como consecuencia del nuevo sistema económico
que se implanta paulatinamente a su través, de ahl que debamos estudiar
separadamente los periodos establecidos, A, B, C y Protoneolitico de acuerdo
con nuestro criterio repetidamente expuesto.
MESOLITICO lIl·A
Se inicia a partir del 7.500 y se corresponde con el período climático denominado Pre-boreaJ, que finaliz6 hacia el 6.500 y que se caracteriza, también
en el Midi, por la sequía progresiva que hace desaparecer el bosque, reem-
[page-n-169]
EL MBSOLITIOO EN VALl!HClA
165
plazado por la garriga, escaseando los lugares de aguada, lo que lleva consigo la desaparici6n o enrarecimiento de la gran fauna, generalizándose las
caracoleras (escargotiérs) o concheros.
La dificultad con este período partía de su incorporación al Mesolit ico 11
o al 111. ya que en Filador se presenta en los niveles altos del yacimiento
como continuador de los inferiores, y en Cocina en los bajos como arranque
de los superiores. y faltos de datos amplios y seguros sobre su componente
industrial geométrico dudábamos sobre su adscripción a cualquiera de ambos,
decidiéndonos por el segundo atendiendo a su disposici6n estratigráfica
únicamente, elección meramente subjetiva que no creemos que deba preocuparnos más, si consideramos que es una etiquetación con la simple finalidad de facilitar nuestro entendimiento.
Ergol6gicamente el periodo parece caracterizado por la drástica disminuci6n de raspadores, buriles y dorsos rebajados, como culminación del proceso
,
que parece iniciarse a partir de finales del Mesolftico 1 y que ahora, como
consecuencia de lo que se ha llamado "invasión del substrato o infrasubstrato", quedan reducidos a proporci6n insignificante, sin desaparecer claro
está.
la industria diferenciada por Pericof en el nivel III-A de Cocina, y que
describi6 él mismo, caracteriza el periodo, y de la relación que da podemos
reseñar, considerando con reservas las nomenclaturas confusas (que hemos
colocado entre asteriscos) , los útiles siguientes: en cuarcita grandes discos
raspadores, raederas, "hachitas-hendidores", cepillos; en caliza los mismos;
en silex numerosos cepillos, raspadores sobre hoja y sobre núcleo, disquitos
raspadores y pequeños raspadores cónicos o piramidales y en trompa, "hachitas". hendidores (alguno d iscoidal), buriles laterales y alguno central,
hojas con retoques, "puntas musteroides o solutroides"; placas con pintura.
Aunque en el lugar mejor caracterizado es en [os niveles 11, I y Superficial de la Cova del Filador, características que parecen desarrollarse a partir
del 111, como consecuencia de la invasi6n del "infrasubstrato" sobre la totalidad
del conjunto Ihico, así en el 111 hay un descenso notable de 105 dorsos y
bordes rebajados (a 3'7 %), asi como de los geométricos (al 7'9 %). mientras que se observa un notable aumento de los microburiles (55 "fo), lo que
está en manifiesta contradicción con la reducción de los geométricos (aunque esto interpretado por la probable funci onalidad secundaria de aquéllos)
JIt,
(219) FORrEA PEREZ, J .: _Los Complejos... _, págs. J4&.349.
[page-n-170]
'66
J. ,'-P .... leIO
Uticarnente hay en los n iveles 11·' y Superficial de Filador raspadores (40) ,
buriles (5). bordes rebajados (5). microburiles (7), entre los q ue pudiéramos
llamar útiles propiamente, y como tipos del "infrasubstrato" el absoluto predominio de los denticulados, caracterizándose estos niveles por la mayor
cantidad de silex, con lascas, piezas nucleiformes, etc., que suponen el 50
"fe,
de todo el conjunto industrial, siendo dificil en ellas poder decidir sobre la
intencionalidad de su fabricación o si fue meramente accidental o dese<:ho,
aunque la opinión es que fueron utilizadas como tal.
A pesar de todo no es posibe fijar un índice completo de los útiles líticos
totales que entran en la composición del complejo IItico del Mesolítico III-A,
puesto que en el Collado se ha hallado un segmento, y en los niveles pro-
fundos de Cocina también se hallaron trapecios, por lo que habrá que esperar más adelante para poder establecerlo, una vez que d ispongamos de
nuevas series estratigráficas.
Aparte, pues, del Nivel III-A de Cocina y de los Niveles 11, I y Superficial
de Filador, lo creemos encontrar (fjg. 36) en un nivel calificado como "acerámico" en Fosca, fechado en 6.930 BC. y descrito como un conjunto industrial que "presenta una mezcla de tJtiles macrollticos con una serie microlaminar y escasos geométricos"; el Nivel 11 del Assud d'Almassora; el Collado
y posiblemente el nivel superior de la Cueva de la Victoria. Con ciertas
reservas pud iera incluirse en un momento inidal de este periodo el Covacho
de la Polvorosa (Dos Aguas), muy pr6x imo a la Cueva de la Cocina, aunque
también pudiera pertenecer al Mesolitico 11, debiendo esperar a la dataci6n
de C-14 anunciada para pronunciarse UI.
Niveles con industria lítica de esta natura leza y con caracterlsticas econ6micas similares han sido señalados en numerosos lugares del Mediterráneo
Occidental, y asl en la Cauna d'Arques (Aude, Francia) se pudo aislar y
anal izar una pequeña caracolera de 7 ml fechada hacia el 6.970 Be. %11, Y algo
(220) d.a Labor del S.I.P. y su Museo en el pasado allo 1978_, pá¡. 60. Va.leDCia, 1979.
Otros yacimientos podriamos citar, sin embargo, la inconsistencia de los datos disp<>
nibles nos hace desistir de ello, de lo que son buenos ejemplos la Cova d 'en Mollel de
Seriftá (Coromlnu Plaoellel, J . M.-: .. El Mcsolltico de la.... , Anales del Instituto de Estudios Gerundenses, año MCMXLVIII, separata) y la Cova del Solá del Pep de I'Hospitalet
de l'Infaol (V1luec:a Anpcn, S.: d..a COva ...., Butlle ti Centre Excursionista de Catalunya,
núm. 511. Barcelona, 1938).
(221) SACCHI, D.: _Datage C14 d'un gisement mésolithlque: des Corbiércs: La Cauno
d 'ArQues_. Bullelin de: la Soeiélé PrehistoriQue: Fran~se. Comptes Rendues de Seances
MensueIles, t . 69, (ase. 8, pág. 229. París, 1972.
SACCHI, D.: _Que:IQues considérations sur I'Epipa1&1lithiQue e:1 le Mésolithique des
Pyrénées frano;aises _. Cabien d'Anthropolo¡ie el d 'Ecologie Huma.ine. JI, ().4), pág. 92. 1974.
SACCHI , D.: ..Chronolo¡:ie: absolue de QueJQues industries préhistoriQucs du Languedoc
Occidental, du 14me au 7me miUenaire avant I'ere chrétienne •. Bullelin de la Société
~edocienne de: Geographie, t. 8. fase, 3-4, pázs. 306. MOlllpeUler, 1974.
SACCHI , D.: .. Les industries dalécs du Pal&llithlque $uperieur , l 'EpipaleoUthlQue,
dans le bassin de I'Aude •. Conzrés PréhistoriQuc de: France, XX· session. Provence, 1974,
págs. SSJ.59. París, 1976.
[page-n-171]
EL MESOLITICO EN VALENCIA
167
se.
similar en la Baume Fontbregoua (Var, Francia), fechada en el 7.460
m,
con evidente predominio de HeJix y constataci6n de su uso culinario en
ambos yacimientos; tanto en la Francia mediterránea como en la atlántica
han sido señalados de antiguo niveles con Helix m,
En Ital ia pudieran incluirse en este período los yaci mientos, o parte de
ellos, d enominados por l aplace como "complejos regresivos con dent icu lados",
caracterizados, a través de los útiles de los yacimientos estud iados, por la
existencia de pocos buriles y raspadores, escasas truncaduras, puntas y hojas
de dorso rebajado, algunos geométricos y. sobre todo. por un gran número
de denticulados. que normalmente sobrepasan el SO % de la totalidad n., para
lo que citamos como ejemplo el nivel 3 de Praia a Mare, datado radioca rbónicamente en 6.785 Be m.
Econ6micamente es destacable la presencia de abundantes helix en los
yaci mientos alejados de la costa actual, puesto que el mar había ya alcanzado
el nivel que conocemos, y helix, junto con abundantes conchas marinas, en
los próximos a ella, es decir. en aquéllos en que la distancia compensa el
esfuerzo o energía desarrollados para su acarreo al lugar de habitación; de
lo que se deduce que el consumo de la carne de estos moluscos deb ió formar
parte importante de la dieta alimenticia, alternando con el consumo d e carne
procedente de la caza de fauna mastol6gica. En Coc ina se han señalado helix;
así como en Filador; tamb ién en el Assud d 'A lmassora, aunque aqul junto a
cardium abundante y algún pectúnculo; en Fosca no lo sabemos todavía, aunque deben ser helix, y en el Collado la relacionada más helix.
Sin embargo, la sola presencia de abundantes conchas de moluscos marinos
o terrestres no perm ite la inclusi6n del nivelo yacimiento en este período•
. p uesto que ya hemos dicho como en los yacimientos paleolít icos valencianos
son f recuentes y abu ndantes los helix, mientras que en Francia caracoleras
(escargol iéres) se encuentran ya en el Valorgiense final y especialmente
durante el Montandiense, equivalente a nuestro Mesolhico 11, y en Filador
(222) COURTIN , J .; _Datatio n au C I4 d u Mésoli thique de la Baume Fo ntbrégoua á
Salernes (Var) •• Bulletin de la Société Préhistorique Franc;:aise, Comptes Renducs &.:ances
Mensuelles, 4, págs. 99·100. París, 1913.
(223) COUSTE, R. et MALVES I N-FABRE, G.; .. Une grolle á escar¡otiére dans la région
d 'Arudi (Basses Pyrénées) •. Prime r Congreso Internacional del Pirineo del Instituto de
Estudios Pirenaicos. San Sebastián, 1950. (Separata). Zaragoza, 1952.
LAPLACE-JAURESCHE, G.: d ..es couches á escargots des cavcmes pyn!néennes et le
probléme de I'Arisien de Piette •. Bullelin de la Société Préhi sto rique Francaisc, 1. 1,
págs. 199-211 . Paris, 1953.
MEROC, L : d..es couches á escargots de la Spugo de Gantiés·les· Bains (Haute-Caronne)• .
Bulletin de la Société d 'Etudes e t de Recherches Préhistoriques des Eyzies, 7, págs. 1·5, 1957.
(224) Vid. opus cit. nota 110.
(225) CAR DI NI , L : .,Praia aMare. Relazione degli .sc:avi 1957·1970, deU 'Zsti tuto I taliano
di Paleontoloaia Umana_. Bulletlino di Paletnologia Italiana, vol. 79, págs. 31·59. Roma, 1970.
[page-n-172]
168
J. APARICIO
ya hemos visto corno son abundantes, siendo frecuentes en el Castelnoviense
aunque en menor cantidad, y no se encuentran nunca durante el Neolitico
y periodos posteriores. En el Norte de Africa tanto durante el Capsiense
Típico como en el Superior. En Francia también los concheros a base de restos
marinos comienzan durante el VaJorgiense final y Monfandiense, generali·
zándose a partir del Castelnoviense.
En este aumento del consumo de moluscos se advierte una intensifica-
ción de las actividades meramente recolectoras, debiéndose completar la dieta
al iment icia con productos vegetales silvestres y carne de la escasa fauna
identificada, panorama que se atisba y se concreta a partir de los pocos
datos todavía disponibles, pero que facil itan la comprensión del fenómeno
que se iniciará y desarrollará un milenio después, y que ahora tiene como
causa inmediata la intensa sequla del Preboreal, que debió esquilmar la
población cinegética animal, lo que dificultó extraordinariamente el fácil aprovisionamiento proteínico de fases anteriores, obligando a la acentuación del
consumo de estos moluscos.
MESOLlTICO Ul·S y C
Entre el 6.800·6.700 y el 6.000 hemos situado el primero de los dos
períodos, el B, aproximadamente coincidente con el Boreal, de clima más
húmedo que el anterior, aunque seco al final en el MidL Y entre el 6.000 V
el 5.500 el e, correspondiente a los primeros tiemJX)s del Atfántico, largo
período muy húmedo V templado cálido.
ErgoJ6gicamente ambos perrodos se caracterizan por la permanencia y
profusión de los útiles geométricos fabricados con técnica de microburil, especia lmente de los trapecios, por lo que esta industria se podría nominar como
de tiJX) tardenoide a efectos descriptivos exclusivamente; junto a ellos triángulos y segmentos, que perviven desde el Mesolltico 11, momento en que
comienza su fabricación, y que se perpetuarán, especial mente los segundos
a través de todo el Neolítico. Aparecen las hojas de muesca, a veces denticuladas, V en ciertos casos casi completamente estranguladas, lo que propicia
la aparición de los trapecios, que no derivan de triángulos ni segmentos,
aunque tampoco los originan como supone Fortea, quien ha establecido
series evolutivas completas U6 que para nosotros no responden a la realidad,
por cuanto ignoran que triángulos V segmentos son anteriores a Jos trapecios y coexisten con éstos desde los niveles basa (es de Cocina, siendo de
ellos de quien derivan (os JX>steriores y no de los trapecios, que es lo más
(226)
Vid. tabla 16 en FORTEA, J.: &l.os Complejos ..... pta. 414.
[page-n-173]
11011
a.c.
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[page-n-174]
170
1. APARICIO
lógico por otra parte, sin necesidad de forzar las relaciones para que de éstos
puedan derivar aquéllos.
líticamente lo que d iferencia a ambos periodos es la existencia en el
e de
lo que llamamos triángu los tipo Cocina, que son los triángulos con apéndice
lateral, a veces con ápice sumamente acuminado, caracterlsticos de este yacimiento, aunque también se encuentren en Portugal especialmente m, así
como entre las industrias Hticas coetáneas del Norte de Africa m y en otros
lugares mediterráneos. Forlea lo define como "triángulo con dos lados c6n-
cavos, tipo Cocina", tratándose de un "triángulo isósceles o escaleno en los
que la uni6n de sus lados c6ncavos f orman un apéndice o pedúnculo" zzp.
Para nosotros, sin embargo, su origen es incierto y vario, pudiendo derivar
de los trapecios mediante el estrechamiento progresivo de la base pequeña,
tal y como hemos expuesto anteriormente, ya que se encuentran todas las
formas intermedias, y algunas piezas resulta verdaderamente dificil su clasificación por la misma estrechez de dicha base, mas siempre queda la duda
de si no serán simples triángulos con el vértice progresivamente alargado,
o laminitas apuntadas t ipo Cocina, que en numerosas ocasiones son segmentos, cuyo pequeño apéndice lateral se pudo ir alargando, y en real idad se
• encuentran también formas intermedias. En todo caso aparecen en el Nivel 11
de Cocina según Pericot y caracterizan nuestro Mesolítico III-C, junto con las
plaquetas grabadas que se describirán en el apartado del arte.
Son numerosos los yacimientos del Mesolitico 111-8 y C conocidos en la
vertiente mediterránea de la Península (fig. 3), concentrándose especialmente
en la Región Valenciana (fig. 5), vertiente y región en la que se concentran los
hallazgos más numerosos de triángulos tipo Cocina, como puede verse en la
figura 3.
Al Mesolftico 111-8 adscribimos los siguientes: Nivel IV o superior de la
Cueva de Zatoya, al que debe corresponder la datación del 6.200 Be. obtenida
en el Nivel 11 o Medio; también pudiera considerarse de este momento el trapecio y el microburil de Montico 111, aunque tan escaso número impide cua lquier consideración, máxime cuando son superficiales y junto con los frag(227) Vid. opus. cit. nota iD.
ROCHE, J.: _Les amas coquillier (concheiros) mésolithiques de Muge (portugal)~. Fundamenta, Reihe A, Band 3, Teil VII , págs. 72·107. Ktiln, 1972.
Groupe d'Etude de )'Epipaleolithique-Mesolithique (G.E.E.M.)._Epipaléolilhique-Mesolithique. Les microlithes géometriques~. Bulletin de la Société Préhistorique Fran~ise.
Etudes el Travaux, t. 66, págs. 357-358. París, 1969.
En esle trabajo a los triángulos tipo Cocina se les denomina triángulos de Muge, denominación que Fortea (Los Complejos ... pág. 99) propone quede reservada para su variedad
alargada, manteniendo aquel término, lo que nosolros consideramos muy acertado.
(228) TIXlER, J .: _Typologie de J'Epipaléolilhique du Maghrcb~. Memoires du Centre
de Recherches Antropologiques, Prehis toriques et Ethnographiques, 11, pág. 133. París, 1963.
(229) FORTEA PEREZ, J.: _Los Complej05 ... ~, pág. 99.
[page-n-175]
17J
mentos cerámicos tanto se pueden considerar como restos de un nivel desmantelado o como una simple intrusión esporádica; Patau, con todas las dudas
que plantea la estratigrafia de este yacimiento y su interpretación UD; con muchas más reservas Cocinilla del Obispo m, Do- Clotilde m, Valltorta W y VerdeJpino: capas 3 -a 5 de lIatas: Nivel 111 8 de Cocina; El Rincón (Anna) 1M;
Abrigo de Pedro Mas (Ayora, Valencia), que es el que figura en el mapa
de la figura 3 como Negra, correspondiendo al Abrigo vecino a la Cueva
Negra de Alpera que señalara Breuil m y que estudió Fartea como Abrigo
de la Cueva Negra 1l6, que hemos prospectado con posterioridad a la confecci6n de dicha figura, lo cual nos obliga a ciertas redificaciones que justifica-
remos en el apartado del arte, pudiendo adelantar que los materiales superficiales recogidos son claramente eneoliticos: con muchlsimas reservas Parpall6, citado meramente como referencia ante el hallazgo de geométricos
superficiales, seguros restos del desmantelamiento de las capas superficiales,
como ocurre en tantis;mos yacimientos: Casa de lara m y Arenal de la Virgen 1lI según lo expuesto: cueva Pequeña de la Huesa Tacaña: con ciertas
reservas en lagrimal lJll y Aljoroque.
Al Mesolltico lII-C pertenecerían (fig. 3): Botiquerla deis Moros, capas
, a 5, corroborado por la dataci6n radiocarbónica del 5.600 se.: con reservas
el Nivel 11 de Costa lena, en raz6n a la superposici6n con respe<:to al Nivel 111,
ya Neolítico I o Antiguo: Serdá, en raz6n a un geométrico que se podría
considerar como un triángulo tipo Cocina, caso idéntico al del Sol de la Piñera.
aunque aquf lo es claramente-: Estany d'Almenara ; Cueva de las Vacas
(230) VILASECA. S. y VllASECA DE PAU.EJA, L : .La Cova del Patou (MODtrol¡. P~
vincia de TalTl.¡ona)_. Instituto de Estudios Tarraconenses .Ramón BereDl\ler IV • . Serie
Arqueoló¡ica, núm. 30. TalTl.gona, 1933.
(231) Vid. opus d I. nota 60, págs. I&.ZS y FORTEA PEREZ, J .: .L05 Complejos ...• ,
pá¡s. 39]..395.
(2.32) ALMAGRO BASCH, M .: .UD nuevo grupo de pinturas rupestres de AIban'acln
La cueva de dofta Clotilde_. Teruel, núm. 1, págs. 91-116. Teruel, 1949.
FORTEA PEREZ, J.: .L05 Complejos ...• , pip. 395-96.
(233) Sobre los yadmientos IHieos de la vaUtorta y su pl'Qblemática trataremos en el
aparlado dd arte.
(234) Vid. opus dI. nota 197, págs. 52·$4.
(235) BREUlL, H.: .Les pcintun::s rupestres d 'Espagne. VII. Nouvelles roches peintes
de la région d'Alpera Wbacete)•. L'Anthropologie, núm. 26, t>á¡s. 330-331 . Pans, 1915.
(236) FORTEA PEREZ, J .: -t.os Complejos... _, pág. 391(237) SOLER GARCIA, J . At.-: . EI poblado de la Casa de I.ara_. Vilh::na, n.· S. 1955.
SOLER GARCIA, J . M.· : Vid. opus cit. nota 111, pág. 24-26.
SOLER GARCtA, J . M.- : .EI poblamiento prehistórico del término villenense_. Villena, núm. 7. 1957.
SOLER GARCIA, J . M.· : d..a Casa de Lara, de Villena (Aliea.nte). Poblado de llanura
oon cerámica cardial_. Saitabi, XI, págs. 193-200. Valencia, 1961 .
FORTEA PEREZ, J.: .Los Complejos... _, P45. JIU.,l9I.
(218) SOLER GARCIA, J . M.· : .EI Arenal de la Vir¡en y d NeoUtioo Cardial de la
Comarca Villenense_. ViJlena, núm. IS. 1965.
FORTEA PEREZ, J .: d.os Complejos... _, pá¡s. 3n-38J.
(239) Vid. opus ej¡. nota S, págs. '7-55.
(240) FORTEA PEREZ, J .: -tAlS Complejos.... , pá¡. -402.
[page-n-176]
172
S. APARICIO
(Chiva, Valencia) MI; Nivel 11 de Cocina según Pericot; capas 1.- y 2.- de
lIatas; Cueva Zorra (Bicorp), que se estudiará en el apartado del arte; Albu·
fera de Anna, yacimiento del interior; Casa de lara y posiblemente Arenal
de la Virgen, aunque con reservas, de ahí que no hayamos hecho menci6n
a ello al tratar del yacimiento; nivel B o capa 111 del Nacimiento, datada en
el 5.670 Be.; pudiéndose encontrar también en Aljoroque con las reservas
apuntadas.
Otros yacimientos que han proporcionado geométricos, o útiles con ellos
relacionados, podemos citar, aunque si n precisi6n acerca de su adscripci6n
a uno u otro periodo, debido a la escasez del materia l recogido, generalmente
en superficie, en esta situaci6n se encuentra la Ceja, yacimiento al aire libre
en las proximidades de la Cueva de la Cocina XI, que será descrito en el
apartado del arte; la Cueva Santa (Calles), que proporcionó un microburil
en exploración superlicial l4J¡ Casa de los Valientes (Siete Aguas) 244, etc.
Económicamente tanto el Mesolltico III·B como el e son casi completamente desconocidos por la escasez de estudios de la fauna recogida en los
yacimientos a ellos adscritos: ast, los datos de Verdelpino no son utilizables:
lo del Nacimiento poco aporta, salvo la posibilidad de la caza de ciervo,
corzo, jabalt y cabra; pudiendo decir algo parecido de los restos de ciervo,
corzo, jabatí y cabra identificados entre los restos de la Albufera de Anna,
coincidencia con la anterior meramente casual a nuestro parecer; los grandes
yacimientos, como Cocina, están faltos de los correspondientes estudios, que
se realizan actua lmente por M. Pérez Ripoll, estudios que se deberán inten·
sificar necesariamente.
Si suponemos a los útiles geométricos una final idad cinegética hay que
suponer también una intensificación de esta actividad a partir del Mesolítico
III-B, debido a su generalización y proliferación, lo que podríamos completar
con los datos deducidos del estudio del arte rupestre levantino, una vez que
la investigación acepte plenamente su datación mesol ít ica, desde el I al II[·C,
lo que pudiera llevar consigo la delimitación cronológica de cada uno de los
estilos, pudiendo entonces utilizar completamente la inconmensurable masa
de datos que nos ofrecen las pinturas de nuestros abrigos.
Nosotros estamos plenamente convencidos de la adscripción mesolítica de
varios de los estilos identificados, ro que expondremos seguidamente, de ahí
(241) Vid. opus cit. nota 63.
(242) La Labor del S.I.P. y su Museo en el pasado a.IIo 19711, págs. /iO-61. Valencia, 1979.
(2.0) Vid. opus cil. DOla 197, cila segunda, pág. 243.
(244) Superlicwmenle D. luan BoI!a. recogió 2 núcleos, 2 dudosos buriles, 1 microrras pador y 1 trapecio.
[page-n-177]
173
que en este momento, atendiendo a los datos que nos proporcionan los materiales ergol6gicos y las pinturas, ocupe un lugar destacado en las actividades
la caza de cabras, ciervos, corzos, jabalíes. y en menor proporción, q uizá
reservado a los primeros tiempos del mesolítico, toros y caballos; también
las actividades recolectoras debieron desempeñar un papel fundamental,
según la costumbre ya secular de aprovechar al máximo los recursos natu·
rales, y se continuó recogiendo y consumiendo helix, vegetales diversos,
miel, etc., actividad esta última que debió ser desempeñada por las mujeres si
va loramos las actitudes reconocidas en varios abrigos pintados, mientras que
la actividad cinegética estaría reservada a los hombres. Por lo tanto, división
del trabajo dentro de una sociedad cuyas características se podrlan esbozar y
desarrollar si hiciésemos libre uso de la inagotable masa documental que constituye el arte rupestre levantino, documentación tambjén testimonial de otros
muchos aspectos de la Cultura desarrollada en la Región Valenciana y en la
mayor parte de la vertiente mediterránea durante el MesoHtico, sin embargo,
por el momento ello no es posible.
PROTONEOLITICO
En 1973 escribimos: "los análisis de C-14 en la Coveta de l'Or)15 dan una
fecha en torno a la mitad del V milenio a. de C. (aunque hay que tener en
cuenta que aqur nos aparece ya el Neolítico plenamente introducido y habrta
que aceptar con Pericot una fase protoneolítica, de la que sería claro representante el nivel superior de Cocina y que podría llegar hasta la mitad del VI
milenio a. de C. si tenemos en cuenta las fechas obtenidas para el Neolítico
antiguo de Francia)":Mi.
En efecto, en 1949 Pericot se preguntaba: "¿Hubo una etapa protoneoHtica en levante, con cerámica lisa o rayada, anterior a la llegada de la cultura
hispanomauritlmica con cerámica ricamente decorada?" 24', que según lo ex-
(245) SCHUBART, H . y PASCUAL PEREZ, V.: _Datación pOr el C-14 de los estratos
con cerámica cardial de la Coveta dc l'Or•. A.P.L XI, págs. 45 a SI . Valencia, 1966.
Estas fechas fueron 4.670 BC. y 4.315 BC., posteriormente se han incorporado las Ices
siguientes: 4.770 BC., 4.680 BC. y 4.030 BC., que vienen a fundamentar mucho más la estructuración del NeoJltlco valenciano, véase:
FLETCHER VALLS, D. y PU BALLESTER, E ,: .Cincuenta ai\os de actividades del
S. l . P. (1927·1977)10. Trabajos Vacios de] S.J.P., núm. 51, pág. 80. Valenc:la, 1m.
MARTl OLIVER, D.: _Cova de l'Or (Benianés, Alicante). Nuevos datos sobre el Neolltico
del Este peninsularlt C-14 y Prehistoria de la Península Ibérica. Reunión 1978. Fundación
J uan March. Serie Univenitaria. núm. 77, págs. 57-60. Madrid. 1978.
(246) DELlBRJAS, e., GUlLLlER, M. T., EVIN, J., THOMMERET, J . et Y.: .Dalallons
absolue$ des d~pOts post.glaciaires el des gisements pre el protohJstorlQIJC$ par la m~thode
du Carbone 14_. La Prihistoire Francaise, t. 11, págs. 879-&3. Pans, 1976.
(247) PERlCOT GARCIA, L : Prólogo a _La Covacha de Uala$lt. Vb.se:
JORDA CERDA, F. y ALCACER GRAU, J .: .. La CQvacha de Uatas_. Serie de Trabajos
Varios del S.J.P., núm. 11 , pág. 8. Valencia, 1949.
[page-n-178]
174
J. APARICIO
puesto por el sabio investigador se correspondería con el nivel superior de la
Cueva de la Cocina, cuando supone que empiezan a llegar Jos primeros
elementos neolíticos.
Para Pericot, pues, la neol itizaci6n se producia a partir de la base étnica
y ergo[ógica del mesolitico geométrico, para lo que citaba como ejemplo la
estratigrafia de Cocina, de ahí que aceptara la existencia de una fase precar·
d ial, puesto que por entonces la cerámica conocida era escasa y no se habran
identificado todavla los fragmentos gradinados que suelen acampaiiar a los
conjuntos cardiales, V mucho menos los fragmentos cardiales que han aparecido en las recientes excavaciones.
Para nosotros, sin embargo, lo que nos interesa resaltar es el hecho de
que Pericot se fijara en esta asociaci6n microlitos geométricos-cerámica. considerándolo como la base ergol6gica de la neolitización, anterior a los conjuntos del Neolftico Antiguo de Or y Sarsa, y claro exponente del fenómeno
neolitizador, lo que distinguió con la nomenclatura claramente diferendadora
de Protoneolltico.
En 1977 nuestra idea sobre el fenómeno neolitizador o neolitización a
seas se concretó mucho más y sentamos firmes bases teóricas sobre las que
apoyar la investigación futura-.
A pesar de que las pruebas estratigráficas no sean abundantes, puesto
que en Cocina se reducen a unas pocas cerámicas en los niveles superficiales.
y aunque d ichas cerámicas son cardiales se encuentran junto a otras de la
Edad del Bronce Valenciano, e incluso a torno de la Edad del Hierro y posteriores, lo que indica la remoción de estos mínimos niveles superficiales,
de ahí que la cardial pueda ser una intrusión y no deba ser considerada como
prueba; las cerámicas lisas de la Covacha de lIatas ya hemos demostrado
como son ajenas al conjunto lítico, por lo que se pueden descartar; la Balma
de J'Espluga (Sant Quirze de Safaja, Barcelona) no ha sido todavia publicada, sin embargo, a través de los datos suministrados por Forfea 149 conocemos la existencia de dos niveles inferiores, el VII y el VI, con una industria
similar a la de nuestro Mesolitico III-A, aunque con un hacha pulida de
basalto, sobre ellos el nivel V contenía cerámicas lisas y los niveles sobre
el IIJ cerámica cardial, sin que sepamos que contiene el 111, aunque parece
deducirse que la misma industria que el VII y el VI, lo cua l plantea fundadas
dudas acerca de la pureza de los niveles y permite suponer una posible
remoción de los mismos, lo que unido a la inconsistencia de los datos por la
041> Vid. opus cit. DOta 49, páp. 4().49.
Vid. _Los Complejos...•• pá¡:s. 472-473.
(249)
[page-n-179]
m.
MI!SOUY1CO EN VAl.BNCLl
17'
falta de su publicación pormenorizada deja en suspenso cualquier considera·
ción ; sobre Verdelpino ya hemos expuesto nuestros puntos de vista con la
suficiente amplitud, p:II' lo que queda fundamentada su exclusi6n para esta
cuesti6n.
Acerca de la Cueva del lagrimal de Villena, con cerámicas lisas (algunas
incisas ) sobre un conjunto Ihico de tipo mesolltico, cerámicas que se man·
tenian hasta niveles eneoliticos, ya opinábamos como era necesario un detenido estudio de la industria Htica, a pesar de lo cual la cerámica no tenia
ninguna relaci6n con el mismo, entre el que podría ser una intrusi6n, perdiendo, además, todo valor al no superponérsele niveles con cerámica cardial.
Sin embargo, en la Albufera de Anna un nivel cerámico se superpone
directamente al del Mesolltico III·C, con netas diferencias sedimentol6gicas,
aunque el número y caracteristicas de los útiles sean todavla escasos para
establecer deducciones amplias al respecto, a pesar de q ue el análisis de la
fauna haya dado "cervus elaphus", "sus scrofa" y "capreolus capreolus" o
"cervus dama" entre las especies salvajes, y "bas taurus", "capra hircus" u
"avis aries" entre las domésticas, lo que es ciertamente sintomático y d igno
de tenerse en cuenta.
Pero, la evoluci6n estratigráfica representada en 80tiquerla deis Moros
es una sólida prueba acerca del proceso seguido por la neol itizaci6n a partir
de la base geométrica, y sobre un nivel del Mesolftico 1II.c (capas 1 a 5),
fechado en 5.600 (capa 2), se superponen los niveles o capas 6 a 8 con la
misma industria lítica aunque con cerámicas cardiales, que son suficientes
para atestiguar una dieta a base de cereales y vegeta les de cierta importancia,
lo que permite suponer alguna forma de cultivo y pensar en una agricu ltura
inicial, no asf ganaderla todavía porque el estudio de los restos 6seos ha
permitido conocer que proceden todos de animales salvajes, lo q ue nos hace
suponer que la habitaci6n en esta cavidad no se prolong6 con posterioridad
al 5.000.
También lo hemos creído encontrar en el "Nivel Mixto" de Hoyo de la
Mina, a pesar de las reservas que la estratigrafia de este yacimiento plantea,
sin embargo, es sintomático que en la parte baja del nivel no exista cerá·
mica, que aumenta progresivamente hasta la superficie del mismo, siendo
toda ella lisa; en la parte baja la industria litica está caracterizada por la presencia de los microrraspadores, el perforador y los geométricos fabricados
con la técnica del microburil, as! como por hojas, ras cuales se presentan
mucho más regulares en la parte a lta del nivel, constituyendo aqui la tota lidad
de la industria lítica; la fauna malacol6gica (terrestre y marina) de la parte
[page-n-180]
17.
:J• .lP. . . CIO
baja, es sustituida a medida que se asciende por mastol6gica, lo cual es tambibn muy aleccionador, y aunque la cerámica sea toda ella lisa es sintomático que se encuentre aqui el reflejo del modelo de cambio que hemos propuesto para el Profoneolitico: nuevas formas económicas, de recolección a
ganadería; utillaje Iftica con hojas-cuchillo cuya talla se perfecciona, introduciéndose los perforadores como innovación y manteniendo trapecios y
segmentos que fabrican con la técnica de microburil, técnica que se abandonará posteriormente.
Estos son, por el momento, los ejemplos y datos que apoyan nuestra
hip6tesis formulada y mantenida, sin embargo. a nivel te6rico el fen6meno
de la neolitización lo plantearlamos de la manera siguiente: entendida la
neolitizaci6n como el proceso socio-econ6mico a través del cual se pasa de
una economla depredadora a otra productora, este proceso se puede entender realizado bien de forma gradual sobre la base mesoUtica periodizada, bien
de forma fatal y repentina, lo que supone una auténtica "invasión" étnica y
cultural, es decir un pueblo o pueblos que por vla marltima se trasladan en
masa instalándose en nuestras tierras, a cuyos pobladores eliminaron o desplazaron de ciertas zonas, conviviendo con ellos en otras al ocupar toda la
vertiente; quiérase o no esta segunda es la alternativa mantenida por los
que no aceptan el ProtoneoUtico definido y concebido por nosotros en la
forma expresada.
Desechada la vla del Mesolltico I como una de las tres sobre la que se
produciría la neolitización, y desechada la uinvasora" por elementales razones
lógicas e históricas, a nuestro parecer únicamente subsiste la propuesta por
nosotros siguiendo antiguas concepciones, y puesto que en [os yacimientos
plenamente neollticos como Or y Sarsa, por citar a los más caracterlsticos, el
Neolltico nos aparece ya totalmente establecido, la fase de transición hay
que buscarla en otros yacimientos, de ahí los datos que hemos aportado
anteriormente.
El ProtoneoHtico es, para nosotros, el perrodo a través del cual se desarrolla todo el proceso neolitizador, que se inicia sobre la base ergol6gica
y socioecon6mica del Mesolítico III-C, hacia el 5.500, ya comenzado el Atlántico, secuencia climática caracterizada por fuerte humedad y temperatura templado-cálida, lo que debió favorecer extraordinariamente el desarrollo de la
flora y de la fauna, básicos en el nuevo sistema económico.
No disponiendo de una secuencia completa ergol6gica y socioecon6mica,
como ya hemos visto a través de Jos datos disponibles y expuestos, hemos
reconstruido a nivel teórico el modelo de fase transitoria, que juzgamos
[page-n-181]
BL MI!SOl.lTlCO EN VALENCIA
171
necesario repet ir aquí : "en el aspecto económico la aparición, junto a las
especies animales salvajes, de los primeros especímenes domésticos, cuya
proporción iría aumentando paulat inamente hasta igualarlos y posteriormente
superar los, para definitivamente suplantarlos casi por completo a t ravés de
lo que se desprende de l'Or; en el mismo aspecto, el hallazgo de las primeras
semi llas de vegetales cu ltivados (con toda probabil idad cereales). que pu·
diera ser en principio una única especie, a la que se le itian incorporando
otras hasta alcanzar la diversidad de l'Or; en el aspecto ergol6g ico la aparición de determinados útiles 6seos, que se irían diversi f icando y aumentando
en número pau latinamente, así como los primeros instrumentos agrícolas de
piedra pulimentada ; técn icamente la desaparición de la llamada "técnica de
microburil" para la fabricación de los útiles geométricos, asf como las hojas
estrangu ladas o de doble escotadura opuesta, como fase previa para la confección de aquéllos.
Factib le o no una etapa neolít ica precerámica, en este momento aparecerían los primeros rec ipientes cerámicos, de acuerdo con las nuevas necesidades impuestas por agricultura y ganadería".
y sobre este último aspecto nos gustaría insistir una vez más, ya que
aunque es indudab le que podemos encontrar un Neolítico pre-cerám ico,
puesto que primero es la necesidad y luego el útil, y para su caracterización
basta el régi men económico basado en la agricultura o ganadería, a nuestro
personal criterio es d ifíci l que un conjunto industrial con una cierta representación cerámica no suponga unas bases económicas agrícolas y ganaderas
amplias, máxime cuando es su principal componente, ya que la consideramos
concebida y fabricada ante las necesidades impuestas por el nuevo tipo de
al imentación, derivado fundamentalmente de los cereales.
Sobre el tipo de cerámica inicial no hay datos f irmes, en pnnclplo se
pensó en cerámicas lisas, a lo sumo con senci llas decoraciones incisas, y ya
hemos visto como de acuerdo con Cocina y Botiquería deberían ser card iales
y gradinadas, por otro lado Hoyo de la Mina, Lagrimal y Ba lma de l'Espluga
las t ienen lisas, si n que por el momento se pueda resolver esta cuestión,
d ebiendo esperar a la obtención de nuevos datos y documentos más seguros.
Con el Neolít ico I o Antiguo se in icia un nuevo periodo que no es objeto
de estud io en este trabajo.
e)
CONSIDERACION.E 5 FINALES
A lo largo de las páginas precedentes hemos realizado la estructuración
y vertebración de todo el proceso histórico que bajo condicionantes ecol62J
[page-n-182]
178
1. APARICIO
g kos, y de acuerdo con el grado técnico a lcanzado . protagonizó la población
asentada en la vertiente mediterránea de la Peninsula Ibérica.
Entre el 12.000 y el 4.8(X)-4.600 hemos enmarcado los "acontecimientos"
que la interpre tación de la documentación histórica d isponible y analizada
nos ha permitido:SO,
Dichos "acontecimientos" se reducen a cambios en el utillaje industrial,
con abandono de ciertos utensilios, introducción de otros, adopción de nuevas
té<:n icas de fabricación y, en determ inados casos, simple alteración de las
proporciones de algunos útiles; todo ello apoyado en tenues datos climáticos,
considerados como determinantes al influir sobre la economfa, y ésta decisiva
a la hora de programar aquéllos; también se han util izado los datos que nos
perm iten rehacer su economía, aspecto lan funda mental en la vida cotid iana
de las poblaciones, que debi6 ocupar parte esencial de sus actividades, in·
fluyendo en los mecanismos del cambio industrial; del resto d e su vida colí·
d iana, d e su organ ización social, religiosidad, etc., nada o casi nada, si
exceptuamos las tenues deducciones que nos hemos atrevido a esbozar a partir
de sus manifestaciones art!sticas.
Valorándolo todo hemos
el momento es dificil poder
global O como la s!ntesis d e
los periodos tratados. Sobre
realizado su periodización (fig. 37 ). aunque por
concebir a todo el MesoHtico como una Cultura
varias Culturas, correspondientes a cada uno de
esto e l futuro tiene la palabra.
Para ello hemos ana lizado minuciosamente toda la documentación h is·
t6rica (yacimientos arqueológ icos ) disponible, as! como todo el proceso
seguido por la investigaci6n desde fina les del siglo pasado, elaborando
nuestra s!ntesis actual que pretende establecer una nueva "plataforma" hacia
el futuro.
(250) Ya impresa esta parlt.\ llegan a nues tras man05 dos nuevos trabajos, uno de ellos
del Grupo de Trabajo de Prehistoria Cantábrica (_C hronoslratig raphie et «ologie d\!S
cultures du PaJéolith ique final en Espagne can tabrique_. Colloques intemat ionaux C.N.R.S.
numo 27 1. La fin des tcmps glaciaires en Europe, págs. 71.3-719. Talencc, 1977), donde se presen tan todas las datacionClJ dispcmibles para el Paleo\l tico final de la España cantábrica,
aunque sin n in~na novedad con respecto a las publicadas en la Reunión de 1978 t!n
Mad rid; única mente q uisiéramos insistir en las altas fec;has para el Ma¡:dalenien5e Supe.
r ior de Tito Bustmo, como apoyo de lodo lo que hemos escrito sobre ello anteriormente.
Con respecto a la s¡ntesis q ue para el País Vasco meridional realiu l . Barandiari n
(_Azilien et post·azilien dans le Pays basque méridionah. Vid. opus ci t. supra , págs. 721·732),
nos Interes.a resaltar como al tratar del Montico de Charntu y de Zatoya scfiala las d ife·
rencias, especialmente las del primero, con las de los yacimientos de la vertiente atlántica.
Por otra pa rte, N. Soler ha publicado bren:s notas sobre Can Crispins, Sant 8end y
Coma d' l nfern (Butllet! Inronnatiu de l'lnstitut de Prehistoria I Arqueologia de la Diputa·
ción Provincial de Barcelona, 30 maig-agasl 1979, págs. 166 y 174. Barcelona, 1979); sobre el
primero ha reali:tado la rec tific:ación que comentamos anterionnente, el se¡undo 10 hace
ahora Auril'iacie.nse y al tercero le mantiene la antigua adscripción.
[page-n-183]
v
MEDlODIA DE FRANCIA
Toda la vertiente mediterránea francesa, el Mediodía o Midi francés, con
el languedoc y la Provenza, quedan incluidas plenamente en el área estudiada, presentando fuertes dudas el Valle del Ródano, el Jura y el Franco-
Condado, as! como el Jura Meridional y los Alpes del Norte, reg iones todas
estas últimas de la cuenca del Ródano, aunque extremadamente continentales
la mayor parte de ellas, e incluso con clima ciertamente alpino algunas; de
todas maneras no deja de ser sintomático que en el Jura meridional y en los
Alpes del Norte se hayan señalado claras influencias mediterráneas a través
del Ródano tanto en el arte como en las industrias del Paleolítico Superior,
que evolucionan hacia un Romanello-Aziliense 15l ; influencias que, más atenuadas, también parecen seña larse en el J ura y en el Franco-Condado mi
aunque no se hayan precisado y concretado para el Mesolítico, señalándose
únicamente una muy temprana azilinización en el Delfinado m.
Sin embargo, las zonas mejor estudiadas y más claramente mediterráneCls
son las estrictamente litorales, de clima actual mediterráneo, comprendiendo
el Rosell6n y el languedoc, Occidental y Oriental, y la Provenza, tanto la
litoral como la Alta, inclu ida la Vaucluse en esta última, y, por 10 tanto, prescindiendo de las otras regiones de la cuenca del Ródano, especialmente de
la región referida estrictamente al valle del mismo por la escasez de los datos
d isponi bles.
El Rosell6n y el languedoc Occidental han sido y están siendo intensa y
(251) DESBROSSE, R.: -l..es civilisations du Pa!éolithique s upéricur dans le Jura méridional et dans les Alpes du Nord_. La Préhistoire Fram;aise, t. 1, págs. 1197-1213. París, 1976.
(252) DESBROSSE, R.: d..es civilisations du Paléoli thiquc supérieur dans le Jura et en
Franche-Comté_. Opus cit. nota anterior, pág. 1356.
(253) BINTZ, P.: _Les civilisations de l'EpipaJoolithique et du Mésolithiq ue dans lcs
Alpes du Nord et le Jura méridionab. Opus cit. nota anterior, pág. 1407.
Una uc:ieut.. sÚJtesis para el Valle del Ródano cs la de CQMBIER, J.: _Facies el chronologie du Paléolithique final et de l'Azilien dans le sillan rhodaniens. Colloques internationaux C.N.R.S. n .O nl.-La fin des templO glaeiaires en Europe, págs. 259-265. Pans, 1979:
que nos llega cuando esta parte se encuentra ya en proceso de impresión, aunque no af\ade
ningún dato positivo a 10 expuesto.
[page-n-184]
180
J. APARICIO
met6dicamente estudiados por D. Sacchi desde el centro de investigaciones
("DepOt de fouilles o laborafoire de Préhisfoire et de Palethnologie") insfa lado en Carcassonne, habiendo publicado numerosas sintesis acerca de [as
investigaciones y del conocimiento del Paleomesolit ico de la zona lSI, que
tiene como eje central la depresión del A ude (Bassin de l'Aude).
A través de las investigaciones de Sacchi se puede comprobar como el
Magdaleniense sigue alli su evolución normal hasta la fase VI, así en Bize
(cuevas Grande y Pequeña), en la Crouzade y en Belvis, en esta última
datado en 10.320 S.c., encontrándose también en los yacimientos al aire
libre de Fontlaurier y " Aragnon¡ perduración que creemos debida a particulares circunstancias climáticas, como señalábamos en la Bora Gran, aunque
aquí pudiera entrar también en juego el fen6meno de la latitud.
Mas, a partir de este momento dos industrias diferenciadas aparecen, la
ca lificada como Epimagdaleniense y la estrictamente Aziliense. la primera ha
sido señalada en la Grofte Gazel, encima de un nivel del Magdaleniense IV
datado en 13.120 S.c., aunque convenientemente separados por una capa
calcitica, habiendo sido fechado en 8.810 y 8.130 S.C., caracterizándose industrialmente por la persistencia de los mismos útiles líticos que en el Magdaleniense IV, mientras que la industria ósea ha desaparecido totalmente; económicamente se señala la ausencia de la gran fauna y su sust itución por miCrofauna, especialmente pequeños mamíferos, entre los cuales el más común
y abundante es el conejo, señalando como agente el cambio radical del clima
que afectó a la reg i6n hacia el 10.000 a. de C.
Paradójicamente el Aziliense también ha sido señalado en la Regi6n, precisamente en la Petit Grotte de Size y en la Crouzade, más cercanas al mar
que Gazel y a la misma latitud aproximadamente, aunque ciertos niveles y
(254) Aparte de las obras citadas en la nota 221 , CQnsúltensc, entre otras, las siguientes:
TRAVAUX DE L'EQUIPE DE RECHERCHE DU C.N.R.S. num o 46: d.a Préhistoirc du
Midl de la France du Paléolithique Supérieur 11. l'Age du 8ronz.e Final (E ta t d'avancement
des Recherches en 1975 y en 1977), págs. 7-3 (fig. 1) y 7·9, respec tivamen te. En es tos dos
trabajos puede encontrarse la mayor parte de la bibliografía del autor sobre el tema.
S¡\CCHI , D.: . ¡\pe~u sur les civilisations du Paléolith lque Supérieur dans le Bassin de
J'Aude el en Rousillon_. Bullelin de la Socié!é d'Eludes Scienlifiques de l'Aude, t. LXXVI,
pá¡¡s. 81·105. Limoux, 1976.
Véase del mis mo au lOr. .Le Paléolithique Supérieur et l' Epipaléolilhiq ue_. Livret-guide
de j'c''(cursion C·2. Pro\'cnce el Langucdoc médilerranéen, siles paléolithiques el néolithi·
queso ~30 septembre 1976. IX eme. ConJ;M de I'Union Intcrnationale des Sciences Próhistoriques et Prolohistoriques, págs. 242·246 (GroUe Tournal o Grnnd Grolle de Bize),
pá¡:s. 2"6-251 (petit GroUe de Bize), págs. 171·279 (Gaz.el), págs. 28ó-292 (Canecaude n,
págs. 306-312 (Belvis).
-t,es civilisations de I'Epipaléolithique el du Mésolithique en Languedoc occidental
(Uassin de l'Aude) et en RousillonlO. La Préhistoire Fran~isc, t. 1, págs. 1390-1397. Parls, 1976.
Una rccientisima sintesis es la de BARBAZA, M.: _L'Aude Pré historiquc. Inventaire des
Gisements Préhistoriques de la feuille de CaccassolUle au l/ t(t().IXX)OlO. Alacina 9, págs. 11·14.
Careassonnc:, 1
979.
[page-n-185]
fIL MBSOUnCO EN VALENCIA
181
materiales seña lados como azilienses ofrezcan fundadas dudas para Sacch i;
sin embargo, y dada la composici6n lítica de dichas industrias, con fuerte
proporci6n de buriles, así como abundante fauna, parece posible señalar
aqul una prioridad ciertamente temporal para las industrias azilienses que
p udieron prolongarse hasta el 9.000, a part ir de cuyo momento sería sust i·
tuido por el Epimagda len iense al acentuarse las d iferencias cl imáticas, lo que
enrareci6 def initivamente la gran fauna.
l as f ases sucesivas hasta el Neolít ico están mal conocidas por falta de
datos, aunque al Epimagdaleniense parece sucederle una industria de t ipo
sauveterriense, con triángulos y segmentos, así en Gazel y en la Crouzade;
mientras que la Caune d 'Arques, que ya hemos citado 255, es indicio de la
existencia del Mesollt ico 111 A nuestro; mientras que industrias de tipo tard e·
noide son raras y poco convincentes, habiéndose adscr ito a este momento
la serie IItk a recogida por Guilaine en los niveles superiores del "porche" de
Gazel1!6.
El resto del M idi ha sido repetidamente estudiado por M. Esca l6n de
Font6n, qUien ha elaborado d iversas slntesis generales 257, ocupándose tam-
(2SS) Vid. opus cit . nota 221 , primera cita.
(256) GU I.LAINE, J.: .Un horizon .. mésolithique_ ré<:ent a la ¡rotte Guet, en Languodoc •. Vid. opus cil. no ta 3, págs. 53-59.
GU ILAINE, J .: _Polntes triangulaires du Mesolithique languedocien •. Est udios dedicados
al profeso r Dr. Luis Pericot . Publicaciones Eventuales, mimo 23, págs. noM. Instituto de
Arqucologla y Prehis toria de la Universidad de Barcelona , 1973.
(257) TRAVAUX DE L'EQUIPE DE RECHERCHE DU C.N.R.5. mim o 46: d...a Prehi.stoire du Midi de la Frn nce, du Paléolithique Supérieur a l'Age du Brome Final (e ta t
d 'avanccmenl des rechcn:hes en 1977)., págs. 13-16. Marsella, 1
m. En este trabajo puede
encontrarse toda la bibliogra[fa desde 1973 a 1976.
Vid. opus cit. nota 12.
Anteriormente habia publicado, entre otros, los siguientes:
_Quclqucs ci\'Hisati ons médi terrané nnes du Paloolit hique S upérieur au Mésollthique •.
Mcmoircs de la Société Préhistorique Fran..aise, t. V., págs. 118-134. Le Man!, 1960. En es te
trabajo Escalon parale liza e incl uye bajo la denominación de RomanelJiense a las ind ust rias
de Romane lll, La Marcouli ne y Sant Gregori ent re otros, dándole carácter de _civilización •.
_Du Paléolithique Supérieur au Mésoli thique dans le Midi méditerranéen •. Extrait du
Bulle tin de la Société Préhis torique Francaise, t . LXlU, núm. 1, págs. 66-180: Parla, 1966.
Las sfntesis más recientes y documentadas de este in vestigador son:
.Les civilisations de l'Epipaloolit hique ct du Mésolithique en Provence li!toraJe •. La
Prchistoire Fruncaisc, t . 1, págs. 1367-1378. Paris, 1976.
• Les clvilisatiollS de I'Epipaléolithique el du MésolilhiQue en LanlfUedoc orientale •.
Opus cit. supra, pá¡s. 1382·1389.
.. La cons ti tution de l'EpipaléolilhiQue et du Mésoli thiQue dana le Midi de la Franceo.
Les civilisalions du 8" au 5· miUenairc: avant notre ére en Europeo: paléoenvironnement,
stroctures d 'habltat , outillages, «:Onomie. IX Co~ de la U.I .S.P. el P" colloque X.IX,
págs. 53-70. Niu, 1976.
[page-n-186]
182
~.
APARICIO
b ién actualmente del tema G. Onoratini
251,
aunque este último trabaja espe-
cialmente la parte litoral de la Provenza Oriental, y M. livBche en La Vaucluse 2S9; mientras que una reciente síntesis de J. G. Rozoy con respecto a
toda Francia no aporta nada nuevo sobre el Midi, al que trata con poca profundidad y apoyado en las síntesis anteriores lI!O.
El panorama en esta amplia zona parece sumamente compl icado, debido
a la creciente tendencia de Escal6n a multiplicar las nomenclaturas en base a
la existencia de d if erencias más o menos substanciales en los conjuntos industriales conocidos, lo que ha motivado la nominación o catalogación de casi
tantas modalidades cultura les como yacimientos existentes en la zona, o poco
menas, y esto, ciertamente, nos parece sumamente exagerado; lo cual le ha
llevado a la eliminación de nomenclaturas que anteriormente utilizó pród igamente, como Romanell iense :MI, sustituida ahora por otras derivadas de los
nombres epónimos de los auténticos yaci mientos franceses; de ahí que sigamos opinando y manteniendo la absoluta necesidad de simp lif icar y unif icar
las nomenclaturas al uso, con el fin de evitar la creciente confusión que plantea el uso indiscri minado del nombre local, por muy importante que a cada
uno nos parezca el nuestro; lo cual amenaza con extenderse, según el ejemplo
francés, ante la creciente extensión de los sent imientos nacionalistas y localistas.
Dist ingue Escalan tres puntos d e partida o arranque para el Mesol ifico
(EpipaleoHtico) en el M idi: la del Magdaleniense VI
que afectaría al interior del pals en el languedoc y en la Provenza Occidental; la del Magdaleniense "bas-rhodan ien" en la Cuenca del Ródano; y en la zona mediterránea
de Provenza Oriental el Tardi-gravetiense o Bouveriense.
e,
En el primero, el Magdaleniense VI
e,
con raspadores cortos, segmentos
(258) ONORATINI, G.: Vid. opus ci l. nota anterior, primera ci ta, págs. 16.20. En es te
trabaj o se con tiene toda la bibliografla del autor desde 1975.
Las dos úl timas slnlesis de ambos autores son:
ESCALON DE FONTON, M., BONIFAY, M. F. et ONORATINI, G.: _Les Industries de
filiation magdalénienne dans le Sud·Est de la France. leut pasitions géo-chronologiqucs et
les faunes •. Vid. opus cit. Dota 253, págs. 269.286.
ONORATJNI, G.: d.es industries de la tradition gravelienne dan s le Sud·Est de la France
el en Ligure •. Ibldem., págs. 287·295.
(259) LIVACHE, M.: _Les civilisations de l'Epipaléolithique et du Mésolit hique en
Hau te.Provence et dans le Vauduse •. La Préhistoire Franr;a ise. t. J, págs. 137\1.1381.
Paris. 1976.
(260) ROZOY , 1. G.: _Les dernicrs chasseurs.. Bulletin de la Société Archéologique
Champenoise, núm. especial juin 1978, págs. T1Q.3U1. Charleville. 1978.
(261) ESCALON DE FONTON. M.: _Le romaneUien de la Baume de Valorgues SalntQuentin·la·Poterie (Gard) •. La Préhistoire, problémes el tendences, págs. 165-174. Paris, 1%8.
ESCALON DE FONTON, M.: .La queslion des diflérenls {aclés de l'Azilien el du Romanellien •. Estudios dedicados al profesor Dr. Luis Pericot. Publicaciones Eventuales n.O D,
pá¡s. 85-100. Barcelona. 1973.
[page-n-187]
EL KBSOLITICO EN VAU!NClJ.
183
de circulo, microburiles, triángulos y trapecios de Couze, durante el AllerOd
(10.000-8.500) se transformaría en Aziliense, y junto a los útiles de tradici6n
Magda leniense (raspador redondo grande, hoja magdaleniense, gran segmento y buri l) se introducirían puntas azilienses, microrraspadores redondos
o unguiformes y arpones aplanados.
Este último, a su vez. evolucionaría hacia el Sauveterriense, dividido en
tres periodos, el antiguo tendría triángulos, segmentos y puntas de Sauveterre ; el medio, junto a los anteriores, puntas de Tardenois, llegando hasta
el fin del Pre-boreal (6.500). donde bajo relativa sequía se encuentran abundantes caracoles; por último, el superior conserva el utillaje anterior menos
segmentos, apareciendo los trapecios y sobre esta base se implanta el cardial.
Con respecto a la Cuenca del Ródano, indica simplemente como las culturas med iterráneas han podido efectuar su expansi6n de forma precoz hacia
el norte a causa del recalentamiento y de la progresi6n del clima mediterráneo
después del tardigraciar, sin más precisiones de acuerdo con lo que señalábamos anteriormente. En cambio, en la zona litoral de la Cuenca, intensamente investigada, se ha caracterizado una industria, el Valorgiense, derivada
del Magdaleniense y contemporánea del Aziliense. En el Valorgiense antiguo
abundan los raspadores pequeños y cortos, unguiformes y redondeados; no
hay puntas azilienses ni arpones y pocos o raros buriles. las dataciones obtenidas mediante el C-14 para el Valorgiense oscilan desde el 10.1 10 hasta el
9.080 y se acomodan bien a los tipos líticos, a pesar de que se interfieran con
otras obtenidas para el Magdaleniense final.
El Valorgiense da lugar al Montandiense a principios del Dryas 111 (8.500 ),
nombre loca l el segundo aplicado a industrias de tipo sauveterroide, en que
sobre la base étnica y cultural anterior se incorporan geométricos (triángulos
y segmentos) y microburiles; apareciendo como útiles d iscordantes los buriles, especialmente los de ángulo sobre truncadura, siendo importante la proporci6n de denticu lados. las dataciones C-14 entre 7.830 y 7.030.
A su vez e l Montandiense. hacia el 6.500, incorpora trapecios variados y
abundantes, los cuales caracterizan un nuevo conjunto industrial que Escalon
denomina Castelnoviense y que en realidad es una industria de tipo tardenoide. Sobre esta base, a partir del Montandiense final comienza el proceso
neolitizador, que ya hemos visto como aqui alcanza dataciones sumamente
antiguas.
En la Provenza Oriental se parte de un Perigordiense V C. denominado
NoailJiense, el cual evoluciona al Areniense (Arene Candide) y d urante el
80IIing (12.000-11.500) al Epi·areniense, el cual posee abundantes raspa·
[page-n-188]
.84
J . APARICIO
dores cortos y unguiformes, así como microgravettes. El Epi·areniense se
paraleliza con el Romanell iense de la costa oriental de Italia.
Sin embargo, al parecer la síntesis de Escalon presenta puntos débiles y
aspectos contradictorios que ponen en duda su sistematizaci6n. así el Abrí
de la Marcouline en la parte litoral de la Provenza Oriental f ue considerado
como Aziliense en 1951 l6J y como Romanelliense en 1960 l6J; en Vaucluse.
en el yacimiento de Berniceau, se hal16 una industria que fue considerada
como Magdaleniense, aunque no por la industria ósea, que no poseía. distinguiéndose en lo lítico buri les como dominantes, raspadores, dorsos y per·
foradores. pero que no evolucion6 al Valorgiense o Romanelliense sino al
Aziliense típico 2601; mientras que en el abrigo de Eden-Roc, también en Vaucluse, se ha señalado en la base una industria con raspadores, buriles (mitad
que raspadores ) y dorsos rebajados que ha sido considerada como Epimagdalen iense o Proto-Aziliense~.
Abundando en los ejemplos citaremos, ¡:x>r último, la estrat igrafía del
yacimiento de l ongefraye, entre Jos límites del Alfo l oira y la Provenza Oriental, casi en el contacto de la divisoria de aguas, donde el nivel inferior, con
industria similar a la de nuestro MesoHtico J A, ha sido fechado en el lO.nO
B.C., y sobre él otros con industrias tardenoides similares a las de nuestro
MesoJltico 111 B y C fechados en 6.490 B.e., 6.470 B.C. y 6.270 B.C., asf como
un nivel Protoneolítico en 5.370 B.e. *.
Como conclusión de esta apretada sintesis, y siempre ba jo nuestro punto
de vista, queremos indicar como, a pesar de la evidente confusión que hemos
criticado, y a pesar de los datos contradictorios, en el Mediodía francés se
encuentra un Mesolft ico similar al español y con una evolución pareja.
Part iendo de un Magdaleniense Superior o Fina l según las zonas, y en lo
cual influyó necesar iamente la superior latitud y las particularidades climáticas de cada área en concreto, que propiciaron el enrareci miento o permanencia de las seculares bases econ6micas cinegéticas, se entró, en fechas que
pueden oscilar entre el 11.000 y el 9.500 segú n zonas, en una nueva etapa
(262) ESCALON DE FONTON, M.: _Un ¡isement Azilicm _ C_ssis (B.-du·R.) •. Bulletln
du Mus6um d'Hisloire Nalurelle de Marsei11e, t . XI, págs. 157·163. Marsella, 1951.
(263) Vid. nola 257.
(264) ONORATINI, G.: .Le sile Magdalénien supérier d e 8emiceau lI. Puymeras (V_u·
c1usc:) •. Bulle' in de la Sociélé Préhis torique Fran~ise , t . 74, C.R.S.M., núm. 6, pligs. 166-172.
Pans, 1m.
(26S) ONORATlNI , G.• PACCARD, M. et DUMAS, CH.: . L'abri sous roche d'Ede n-Roe
a Vaison·la·Romaine (Vauc1use). Note préliminaire •. Bullelin de la Soeiéte Préhlslorique
Francaisc, t . 74, e.R.S.M., pigs. 52~. Paris, 1m.
(266) PHILIB ERT, D.: d...e gisc:ment préhistorique de Lonaetraye (Haute-Loire). Note
PTdiminaire•. Revista de Scienze preis toriche, XXVllI, 2. págs. 0-430. Fireme, 1973.
[page-n-189]
EL MllSOLlnCO EN VALENCIA
185
que aqui también se caracterizará por la dependencia de la microfauna y la
recolecci6n en el aspecto ec0n6mico, y por la desaparición de los útiles 6seos
característicos del Magdaleniense en el industrial.
En ciertas partes la mutaci6n se realiza al Mesolítico I A, Y en otras al
Aziliense, no estando claramente determinadas ambas todav!a, aunque desde
el 9.500 hasta el 8.500 se puede considerar a todo el M idi dentro de nuestro
Mesolltico I B. Por lo tanto, proponemos la subst ituci6n de las diversas nomenclaturas utilizadas ind iscriminadamente, tales como Romanell iense, Valorgiense, Epimagda leniense, etc., por nuestro Mesolltico 1, A o B según la
antigüedad y la proporci6n en la relaci6n raspador-buril, as! como en la mayor
o menor dependencia de la caza o la recolecci6n.
Proponiendo, también, la sustituci6n de las nomenclaturas sucesivas por las
nuestras, as! Monfandiense y Sauveterriense por Mesolltico 11 , y Castelnoviense .por Mesolitico 111.
Apreciándose, también, la existencia de un Protoneolltico que, con las
características del conocido en España, se encuentra aqul, produciéndose la
neolitizaci6n a partir del 5.500 cuanto menos, sobre la base étnica y ergol6gica del Mesolitico 1II y por lo tanto de forma si mi lar al modelo seguido en
todo el Mediterrá neo Occidental según nuestro criterio.
"
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[page-n-191]
VI
ITALIA
Tradicionalmente se ha venido negando la existencia del Mesalítico en
Ital ia, basándose en que las industrias gravetienses se prolongaban durante
todo el periodo hasta enlazar con el Neolitico. Fenómeno que también se ha
pretendido y pretende para la Penínsu la Ibérica, tal y como hemos visto.
En la Campania el primer signo de un cambio de la economía se cans·
lata en un periodo anterior al 10.000 a. de C. Entre el 10.000 y el 8.000 la
recolección se afinna gradualmente mientras se manifiestan algunos episodios
en los que adquiere especial importancia la caza de pájaros. A partir del
8 . de C. es la recolecci6n la que se convierte en el principal medio de
8.000
subsistencia e incluso la pesca se desarrolla extraordinariamente-,
Para determinados investigadores hace unos 8.000 años existieron en
Italia dos t ipos de comunidades, unas con economía basada en la recolección
de moluscos V otras en la caza . Industria lmente, entre el 9.000 V 8.000 BP.
se constata también una modificación en la industria Jltica que según
afirman no fue general, sino que afect6 únicamente a determinados vaci·
mientas, mientras que en los otros persisten las industrias tipo Paleolítico
Superior sin sufrir modificaciones que cambien su fisonornra
*.
Sin embargo, las investigaciones realizadas en la vertiente adriática del
N.E. han permitido la obtenci6n de una secuencia estratigráfico-cultural válida
para toda la zona estudiada, mostrando una evoluci6n única y linea l desde
el Epigravetiense hasta el Neolitico, con una fase intermed ia sauveterriense
V otra tardenoisiense, lógicamente con esa misma disposición. Q ueda indi·
vidualizado en la base un complejo epigravetiense con una fase antigua, otra
media V la tercera reciente. la primera se caracterizarla por la presencia d e
(267) TOZZI , C.: .11 Mesoli tico della Camparua•. Aui della XVU Reunione Seientlfica
ddl'lnstituto Italiano di Preis toria e Protostoria in Campania, U-16 o uobre 1974, P'a. 45.
Firenu, 1976.
(268) RADMlllI, M., CREMONESI, G. y TOZZI, C.: Vid. opus elt. nOla 8, pá,. 71.
[page-n-192]
188
J . APAR I C I O
puntas de cara plana, puntas con dorso y con escotadura; la segunda por la
difusión de útiles con dorso y truncadura; la tercera por su componente
geométrico con segmentos y triángulos fabr icados mediante la técnica del
microburil. Dejando aparte las variaciones locales el resto de los útiles son
los tlpicos, raspadores y buriles, menos numerosos éstos que aquéllos V en
progresiva disminución.
las industrias de los complejos sa uveterroides y tardenoides presentan un
componente similar al de la Europa Occidental y su disposición estratigráfica.
así como su evolución es idéntica: segmentos y triángulos en los primeros,
trapecios y romboides en los segundos. Iniciándose sobre esta base la neo!i-
tización.
El área de difusión de los tres complejos parece distinta según BrogHo,
y mientras el primero se extendería por toda Ita lia, islas incluidas, el segundo
únicamente lo haría por el norte de la Península con probable penetración
al S. de los Apeninos, en la Toscans, mientras que el resto de Italia estaría
ocupado por industrias con denticulados y las de tradición epigravetiense »9.
Desde el punto de vista exclusivamente tipológ ico y de estructuras industria les Ita lia, desde el Valle del Po hasta la Sicilia, quedada incluida para
laplace llO dentro de su Tardigravetiense itálico, denominación, como es
sabido, aplicada a industrias o complejos industriales con puntas de dorso
de raíz Gravetiense, que a partir del Auriñaciense caracterizarían las industrias italianas contemporáneas del Solutrense y Magdaleniense, a las que convendría aplicar el término de Epigravetiense, como propuso Palma di Cesnola 171, mas las fechas de C-14 obtenidas hasta el momento indican unas
dataciones sumamente tardías y de ah! la nomenclatura aplicada.
los útiles fabricados con té<;:nica gravetiense, más la presencia de raspadores, buriles y su mutua relación, serían los elementos caracterlsticos del
Epigravetiense itálico para laplace, sin que la aparición de geométricos abundantes, triángulos y segmentos en las facies sauveterroides, y trapecios y
romboides en las fardeno ides posteriores, sean elementos determinantes y
deslacables; llegando aquél hasta el mismo Neolltico.
(269) BROGLlO, A.: .Le passage du Paléolilhiquc Suptricur au Néolilh1que dans la
Riaion Wlltlie-Trenlin·Fnouh. L'Epipaléolithique médilerranten. Actes du CoUoque d 'AiJ,:·
en·Provence, luin 1972, páa. 15. Parts, 1975.
(270) LAPLACE, G.: Vid. opus cit. nota 110, pá¡.s. ll1.Jl2.
(m) PAUtA DI CESNOLA, A.: .11 Pa1eolitico della PuPia (Glaclmeotl, pe:riodl, problemiJ • • Memorie del Museo Civico di Stori. Nalura1e di Verona, v. XV, páa. 75.
Verona, 1961.
[page-n-193]
liL
lü!SOunco
EN VAUiNClA.
189
Bajo nuestro punto de vista, en su triple división en Tardigravetiense
antiguo, evolucionado y final, asl como en su tardigravetiense final siciliano,
se incluyen arbitrariamente yacimientos muy diversos, presentando un panorama histórico-cultural a nivel evolutivo y geográfico sumamente confuso,
por el excesivo y preponderante papel concedido a la tipología cuantitativa
frente a la selectiva.
Sin embargo, últimamente el mismo Brogl io m seña la ya la profunda modif icaci6n que sufren en el VII milen io BC. las industrias Tardigravetienses,
ca lificadas ya como "complejos sa uveterroides y tardenoides", con caracterlsticas propias y extensión JX>r casi toda la penlnsula, aunque, por el momento, el Valle del Po y el earso triest ino sean las zonas con mayor abundancia de yacimientos, señalándose expresamente "la cassure entre les Complexes épigravetiens et les Complexes sauveterroides-tardenoides" 11l.
Pero, insistiendo todavfa más en esta cuestión, resalta también el preponderante y exclusivo papel concedido a la industria lltica para la estructuración
de la evol ución cultural de las poblaciones, olv idando expresamente aspectos
tan fundamentales y decisivos como el medio ambiente y la economía, a
nuestro modo de ver mucho más imJX>rtantes que aquélla, puesto que en la
evol ución global de una cultura la industria debe representar un papel proporcionado al auténticamente real, y no el fundamental, siendo éste, entre
otros, uno de los defectos básicos del método de laplace, según nuestro
criterio.
Todo lo cual, junto a la carencia de un amplio estudio de conjunto, que
proporcione reunido el innumerable material existente. disperso en numerosas publicaciones, d ificultan la elaboración de slntesis ante la falta de la
necesaria documentaci6n, que de ninguna manera proporciona la obra de
laplace, de ahí que las sintesis totales %14 o parciales m contribuyan muy poco
(172) DROGUO, A.: oVEpipaltlOlilhlque de la VaU~ du P6. Les civilisalions du 11" au se
millenaire avanl nOlre ~re en Europe: Paléoenvironnemen t, structures d1t.abitat outlllage,
tconomies.. CoUoque XIX. IX' Congrb de la U.I .S.P. et P., págs. 9-31. Niu, 1976.
(Z7J) Vid. opus cit. supra. pi¡:. 11 .
(174) Vid. opus cil. notas 8 y 423.
CREMONESI, G .• RADMILLI. A. M. y TOZZI, C.: .A proposito del Mesolltico in Italia•.
Atti della Societá T05C&na di Scienu Nalurali. Serie A. v. LXXX, págs. lIJ6.120. Pisa, 1973.
(175) BERNABO BREA, L.: _Yacimientos paleollticos del sudeste de Sicilia_. Ampu r ias, XII, págs. 115-144. Barcelona, 1950.
PALMA DI CESNOLA, A.: _Contribu ti alla conoscenza delle industrie epigraveUiane
neU'ltalia ttntro-meridionale_. Rivista di Scienze Prehistoriche, v. XVlI, fase. 1.... Flrenze,
'962.
Vid. opus cit. nota 171 , págs. 1-84.
TOZZI, C.: .11 Mesolitico deUa Campan!a_. Aul della XVII Riunione Scientifica
ddl 'lnstituto Italiano di Preistoria e Protestoria in Camp4n.ia. 13-16 ollobre, 1974, pi!:s. 33-49.
Firenze, 1976.
TOZZI, C.: .11 passa¡gio del PaleoUtlco al Neotitico sul versante adrlatlco deUa penisola
Italiana. Aspetti economicl e culturaIl. Abruzro, rivista dell'btituto di Studi Abruuesi.
Anno XV. n. 1-2·3, ptas. .59-81. Roma, 1m.
[page-n-194]
.90
1 . A' •• JeIO
a clarificar el panorama del Mesolítico ¡'aliano, complicado ahora mucho más
por las terminologías diversas utilizadas localmente. fa les como RomaneIliense, Epi o Tardigravetiense, Bertoniense o simplemente "industrias de
tradici6n Paleolltico Superior", con las cuales se cubren los tiempos com·
prendidos entre el 12.000 V el 5.000, período q ue se presenta ciertamente
confuso en su estructuraci6n general, y mucho más a partir de finales del
,
auténtico "RomaneUiense", nuestro Mesolftico 1 interpretándose la presencia
de geométricos como intrtJsi6n esporádica en las fases tardías de aquéllos.
Contribuye a la confusión la anormalidad estratigráfica de algunos yaci.
mientos, cuyos heterogéneos materiales son presentados como conjuntos-tipo
para épocas determinadas, Jo que también ha ocurrido en ciertos yacimientos
de la Penlnsula Ibérica analizados por nosotros, como ejemplo de la perduración de conjuntos industriales del Paleolítico Superior hasta época eneolítica,
de la misma manera que ha ocurrido en Colombare di Negrar, donde se ha
considerado normal la mezcolanza de buriles, raspadores y dorsos rebajados,
que por otra parte se encontraban en igual proporción fuera de las estructuras, junto con puntas de flecha, y foJiáceos para su fabricación, de clara
ad.!¡CriJXión eneolitica m. lo cual se agrava, porque es menos tolerable, cuando
se clasifican defectuosamente ciertos útiles, señalándose la normal y abundante representación de buriles en conjuntos eneoliticos, por ejemplo m, lo
cual es f enómeno frecuente que suelen repet ir numerosos prehistoriadores,
como ya hemos advertido en determinadas ocasiones.
Sin embargo, para nosotros la estructuración del Mesolítico ital iano es
similar al del Mediterráneo Español, produciéndose el despegue a partir
del 12,000 a. de C. como propuso ToU i, apoyándose en datos propios y en
otros procedentes de pa ises mediterráneos, entre los cuales los nuestros m,
la base, como en el español o francés, no puede ser la del Magdaleniense,
sino industrias de ralz gravetiense, de ahí que la d iferenciación se estab lezca
a través de la economía y, así, Tozzi señala como en la gruta la Porta el consumo d e moluscos marinos y terrestres constitu ye un capítulo importante en
la dieta alimenticia, con predominio de unos u otros según los niveles, lo
que está en relación con el nivel marino indudablemente, y si las fechas para
el nivel A 11, 6.660 y 7.860
parecen ciertamente bajas para industrias
ca lif icadas ampliamente como de tradición Paleolitico Superior, hay que tener
en cuenta que el nivel A 111, inferior, quedaría perfectamente encuadrado en
las f echas propuestas por nosotros ~ra el Mesolltico 1.
se.
(276) PERETTO, C. y RONCHITEUI, A. M.: di vil1aaaio preistorieo delle Colombare
d.i N~ (Ve«ma). l . L'industria litica della capanna n.O h . RJvlsta di Scienzc Preistofiche, XXVIH , 2, pAII. 431-493. Fireme, 1973.
(277) BAIUCH, B. E.: .11 eomplesso indUS lriale della stazione di Polada alla luce dei
plú rccenli dati-, Bullelino di Pale lnologia haliana. v. 80, pálS. 77·182. Roma, 1971.
(278) Vid. nota 275, cuarta cita.
[page-n-195]
I!l.
Al.I!.SOUnoo
I!N 'YAU!NCIA
191
Caso si milar ocurre con el nivel 111 de la gruta del Mezzogiorno, 7.370 V
5.590 se., aunque la d iferencia tan notable de años haya de ser tenida en
cuenta, asi como la variedad de los útiles que son incluidos bajo la deno.minaci6n de Nindustrias de tradici6n Paleolítico Superior" por los investiga·
dores italianos, según lo que hemos expuesto; repitiéndose esto en el nivel
VII, fechado en 7.580 y 8.830 se., aunque aquJ la diferencia sea menos
significativa; económicamente hay predominio de moluscos terrestres (helix)
en los niveles profundos V marinos en los superiores. En la gruta Erica, sin
embargo, las fechas son acordes con los útiles V e<;en6micamente se produce
el mismo fenómeno en cuanto a la recolección, con substitución paulatina
V progresiva de los helix preponderantes en la base por moluscos marinos,
que complementan la dieta proteínica él base de jabalí, rebeco, zorro, gato
salvaje, liebre, ciervo V cabra, en época fechada en 10.450, 9.775 V 9.740 se.
Aunque la estratigrafía que mejor ilustra el cambio econ6mico es la de
la gruta de la Cala, donde a partir de una industria del Epigravetiense evolu·
cionado, fechada en 14.370 se., junto con fauna mastol6gica exclusivamente
(Nivel N) , se pasa a otra época con industria similar, aunque junto a la
macrofauna aparecen los primeros moluscos, fechada en 12.790 se. (Nivel M).
V él partir de aqul a otros periodos sucesivos con industria del Epigravetiense
fina l y con economla que sufre la disminución progresiva de la fauna masto.
lógica y el aumento hasta el predominio de moluscos y microfauna, desde
el 10.400 al 8.440 Be. (Niveles L a F) m.
Debido, pues, a la confusión existente es difícil acometer un intento de
slntesis básica, aunque como ya hemos indicado las estratigrafías conocidas
para el Norte de Italia son sumamente orientadoras y la estructuración obtenida a su través es posible extenderla a toda la Penínsu la Italiana·, en la
que existen numerosos yacimientos que justifican y documentan nuestra
(279) Ibldem.
PALMA DI CESNOLA, A.: .GIi scavi nelle ¡roue di Marina di Camerota (Salerno)
durante ¡ll annl 1965-67_. Aui XI e XlI Riunione Scientifica deU'I .I .P.P., Firenze 11· 12,
febbraio 1967·1974. Firenz:e, 1976.
PALMA DI C.ESNOlA, A.: .L'.Epigravettiano di Grotta della Cala a Marina di Camerota
(Salerno). 1: L'induslria lItica ed ossea e la cronol~a assoluta dell'.Eplgravettianno evolulo•.
Rivista di Scieme Prehistoriche, v. XXXIII, 1, pá¡s. 3-108. Firenze, 1978.
Para la Cala véase, ademts, MARTINI, F.: _Grotta dclla CaJa. Slral! P-P •. Archivo di
Tipolo¡ia Analldca, n.O 5, P'as. 37-162. Siena, 1m.
(280) Aparte de las obras de Broglio citadas en las notas Ub y m, VÚ5e:
BROGLIO, A.: _CTOnologia deUe cullure del paleoliüco superiore, ddl'epipaleolilico e
del neolltico della Valle Padana•. 8ollettino del Centro CaInuno di Studi Preistoricl, v. VIII,
""¡s. 4741). Capo di Ponte, 1972.
BROGLlO, A.: _L'éplpaleolithique de la Vallée de I'Adi¡e •. L'Anthropolo¡le, t . 77 n.- 1·2,
págs. 5-34. Paris. 1973.
BAGOLlNI, B. Y otros: .Colbricon escavi 1973-1974) •. Prehistoria Alpina. Musco Tridentino di Sclenze Naturali. v. 11 , pá,s. 201-215. Trento, 1975.
[page-n-196]
\92
afir~aci6n,
J. APARI CIO
entre los que citaremos para el Mesolítico I el de PiancavaUo, con
pocos buriles. muchos raspadores, truncaduras V dorsos, fechados hacia el
final del Mesolitico ¡1I1; Acqua Filusa, fechado en 11 .810 BC. 1Il Y paralelizado
con el nivel inferior de $. Teodo ro, que a 2 Kms. de la costa actual, en las
proximidades de Mesina, no ha proporcionado fauna malacológica dada la
lejania del mar por entonces, y cuyo nivel inferior se cree contemporáneo
del Magdaleniense. siendo el Superior plenamente mesolltico w; también
levanzo, con industria de buriles, raspadores y raros bordes y dorsos reba·
jados. fechada en el 9.230
fechado en 10.150
se."'.
se l:M;
así como el nivel inferior de Praia aMare.
Al Mesolít 1co I le suceden en Ifa lia industrias de tipo sauveferroide y fardenoide como se ha demostrado en la cuenca del Po, es decir nuestros MesoIfticos JI y 111 , lo que indudablemente ocurre también en toda Italia, tanto
en la peninsular como en la insular, y así en la misma Praia a Mare el nivel 2
t iene segmentos, triángulos y microburiles, con cuatro fechas. 8.900, 8.350,
8.170 y 7.070 se., el 3 segmentos, microburiles y abundantes elementos del
substrato, con dataci6n en el 6.785 se., es decir que d espués de aquel Mesolítico t, y superada una capa estéril de O'SO m. se pasa al MesoJitico 11 final y
d~ éste al Mesolitico 111 A ¡ en el Paso della Comunella también se han recogido trapecios y triángulos junto a raspadores y buriles
Habiendo pro/:)(xcionado geométricos, y útiles con ellos intimamen'e relacionados, otros muchos, entre los cuaJes el de Mole/la di Sabandia m, donde en completa
remoción se han señalado buriles (13'4 ~). raspadores (9'3 ~). puntas de
dorso rebajado (12'5%). hojas (21'7%). geométricos (3'2%, con segmentos,
triángulos y 1 trapecio). así como 51 microburiles; en la cueva Corruggi
triángulos, segmentos, trapecios y microburiles junto a buriles, raspadores y
dorsos, económicamente trochus. patetas y heJix lII; en la Sperlinga, donde
como ejemplo de la confusión que hemos señalado, el autor indica la existencia de industria de "tiJX) Paleolítico Superior" en el Estrato 111, donde junto
a buriles (6'3 "fol. raspadores (3'7 "fol. puntas (15'2%) y hojas (14 %) de
*.
(281)
Alpina.
(282)
Ri ... ista
GUERRESCHI , A.: oL'Epigra ... ettiano di Pianca ... allo (Pordenone) •. Prehistoria
Museo Tridentino di Scienze Naturali, v. 11 . ptas. 2SS-293. Trento, 1975.
BIANCHINI, G, y GAMBASSIN I, P.: eAcqua Fitusa: aH sea ... ! e l'industria litica •.
di Scienze Preisloriche, .... XXVIII, 1, págs. l-SS. Flrenze. 1973.
(283) VIGLIARDJ, A.: .L'induslria lítica della ¡rolla "di S. Teodoro, in pro ... incia di
Messina •. Riyista de Scienze Preistoriehe, .... XXlIl, fase. 1, págs. 33-144. Firenze, 19611.
(284) GRAZIOSI , P.: eL'ane preistorica in Italia •. páa. 52. Flrenz.e, 1973.
(285) Vid. opus cit. nota 225.
(286) CREMASCHl, M. y CASTELLETII, L.: ~Deposho mesolitleo del Puso della Comu·
pella (RCiaiO E.), Appennino Tosco-Emiliano •. Prehistoria Alpina. Museo Tridentino di
Scieme Nawrali, v. 11 , pá¡s. 133-154. Trento, 1975.
(287) TEY, M.: _Un !JÍacimepto epigravettiano nell'AafO Pontino a Molel1a di Sabandia
(latina) •. Ri Yista di Scienze Preistoriche, v. XXVIII, 1, páas. 107·132. Firenze, 1973.
(2.81) BERNABO BREA, L.: d..a Cueva Corrupi en el lenitorio de Paehino •. Ampunas, v. X.I, páp. 1·24. Barcelona, 1949.
[page-n-197]
EL MI!SOUTICO EN VALENCIA
193
~orso reba jado, hay geométricos en proporción del 22'2 % (triángulos, me.
dias lunas y 1 trapecio), así como microburi les, conjunto industrial que se
enc.uenlra en los estratos 11 y 1 junto con cerámicas del estilo de Diana y
,
S. Ippolito, respectivamente, aunque hay indicios para suponer la remoción
de los niveles-.
También geométricos y microburiles han sido señalados en otros yacimientos, as! en la gruta Ortucchio segmentos y triángu los, mientras que a
3 m. de profundidad la industria de tradición del Paleolítico Superior ha sido
datada en 10.669 BC., lo que sugiere sucesión desde el Mesolltico I al 11;
y esto parece repetirse en Addaura; en Maritza geométricos y microburiles;
en Romanelli segmentos, 1 triángulo y microburiles ; en Torre Testa trapecios,
segmentos, triángulos y microburiles m; raspadores, buriles, bordes y dorsos
reba jados, microburiles, triángulos y segmentos en las capas bajas de Azzurra,
y microburiles, triángulos, segmentos y trapecios en las altas, donde predomina la recolección de moluscos, lo que parece repetirse también en Trincea
y Ciclami; en Capo d'Acqua microburiles, a los que se juntan segmentos y
triángulos en Ripoli 2111.
Todo lo cual reafirma nuestra estructuración del Mesolltico italiano, de
tal manera que bajo nuestro punto de vista, hacia el 12.000 a. de C, y sobre
base ergológica epigrave' iense, y económica dependiente de la caza de fauna
mastológica, los camb ios climáticos provocan el enrarecimiento progresivo
,
de esta última a través de todo el Mesolítico 1 por lo que las poblaciones
deben recurrir a la recole<:ci6n de productos diversos, entre los que se evi·
dencian con mayor nit idez los moluscos terrestres (helix).
Hacia el 8.500 junto a los hel ix apare<:erán conchas marinas en los yací·
mientas próximos a la costa actual, puesto que a partir de este momento el
mar alcanza el nivel conocido, y paulatinamente aumentará su consumo
hasta igualar y superar al de productos terrestres, únicos consumidos en t ierra
adentro; en proporción inversa desciende la presencia d e restos mastológicos,
reducidos a pequeños roedores y pájaros; industrialmente se produce [a
drástica reducción de út iles t ipo PaleoHtico Superior, especialmente de buriles, apareciendo abundantes microlitos geométricos, segmentos y triángulos,
(289) BIDDITTU, l .: _Industria Utica e {auna dclla Spcrlinga_. BulIellino di Palctnologia Italiana, v. SO, págs. 64-76, Roma, 1971 .
(290) CREMONESI , G.: _Nuovi Tinveniment i del Paleolitico superiore e Mesolilico a
Tol'TC Testa (Brindisi) •. Rivista di Scienze Preistoriche, v. XXXIII, 1, págs. 109-159.
Firenzc, 197&.
(291) Vid. opus dt. nota 8.
RADMILLI, A. M.: _Considerazioni su! mesolitico italiano_ Annali dell 'Unlversiti di
Ferrara (Nuova Serie). Scz.ione XV. Paleontología Umana e Paletnoloai., v. 1, n. 3, pá.
ginas 29-43. Ferrara, 1960.
25
[page-n-198]
'"
S. APARICIO
fabr icados con técnica de microburil. Este período d urará unos mil años, hasta
el 7.500, y proponemos q ue se le denomine Mesolltico 11 a e fectos de uni.
f icación terminológ ica.
A partir del 7.500 se produce un claro predom in io o invasi6n del substrato
industrial, y una acentuaci6n todavía más significativa de las actividades
recolectoras. al comienzo del Mesolítico 111 , que a las características industriales anteriores añade ahora la presencia d istintiva de trapecios y otros
geométricos particulares, como los romboides, pud iéndose distinguir, por el
momento, dos etapas, la A y la B, siendo la segunda la que se neol itiza ría
a partir de med iados del sexto milenio.
-
[page-n-199]
VII
MAGHREB
la parte de Africa del Norte conocida como Maghreb se encuentra mucho
mlts unida, por razones geográficas, ambientales y culturales a los países
med iterráneos europeos que al resto del cont inente africano, como es de
dominio común. De ah! que desde el inicio de los estudios de prehistoria se
buscara insistentemente e l origen y los paralelos de las "culturas" de la Penín_
su la Ibérica, e incluso ita lianas y europeas en general. entre las conocidas
tempranamente en el septentrión de este vasto continente, lo que dio lugar
a todo el proceso seguido por la investigación que hemos intentado ordenar
y analizar anteriormente.
Desde el Cabo Bon y el Golfo de Gabes en Tónez hasta el litoral atlántico
marroqui se extiende un vastísimo territorio muy mal conocido a pesar d e
las intensas investigaciones de la escuela francesa de prehistoriadores en
Túnez, Argelia y Marruecos, y en mucha menor medida d e la española en la
zona del Protectorado y Sahara Español; en el mismo se incluyen necesaria·
mente tanto las zonas que vierten aguas al Mediterráneo, como las zonas
endorreicas entre éstas y el Sahara propiamente (chotts), debiendo incluir
tamb i~ n la franja atlántica marroqur por razones estrictamente culturales, a l
señalarse la intensa y extensa existencia de yacimientos iberomauritánicos.
El caos iniejal que provoc6 la supervaloración del Capsiense, y que d io
lugar a la confusi6n subsigu iente, ha quedado superado y la estructuración
actual, hábilmente expuesta por G. Camps recientemente m, permiten abrigar
la esperanza de mayores y mejores precisiones en el futuro, ya que deter·
minados periodos todavla están muy mal conocidos como veremos.
(292) CAMPS, G.: d.n Industries épipa1&1lithique5 du Ma;hreb et du Sahan. ¡eptentrional_. L'Epipat&llilhique Médih:rran6en. CoJloque IntemaUonal. Ah-aa-ProveDce, lulo
1972, pálS. tU-1l7. Pans, 1975.
También puede consultarse:
CAMPS, G.: ~les civllilations préhistoriques de !'Afriquc du Nord et du Sabara_.
Pms, 1974.
[page-n-200]
'96
J . APARICIO
Indudablemente [a latitud y las d istintas particularidades ambientales con
respecto a los paises europeos han debido influir intensamente en la necesaria diferenciación industrial, de ahí que sea imposible encontrar idénticos
conjuntos líticos, óseos, artísticos, etc., como veremos; al mismo tiempo que,
como en el caso italiano. y aquí más acentuado, la base no es la del Paleolítico
Superior españolo francés.
'BEROMAURITANICO
Actualmente la visión del Jberomauritánico se ha transformado radical·
mente, y no solamente en el aspecto cronol6gico ha dejado de ser datado
como industria postcapsiense, sino que a través de las dataciones del C·14
se ha confirmado como la industria que a partir del A'er;ense cubre toda la
duración del Paleolítico Superior, siendo contemporáneo, por lo tanto, del
Auriñaciense-Perigordiense·Gravetiense, Solutrense y Magdalen iense euro.
peos
2M.
Se extiende desde el Cabo Bon en Túnez, al sur del cual no se ha encon·
Irado todavía, hasta Marruecos atlántico, donde se encuentra en la franja
litoral exclusivamente; también ha sido señalado en la zona litoral exclusiva·
mente en Argelia central y oriental, mientras que en el Marruecos oriental
y en la reg ión de Orán, además de encontrarse en la franja litoral, penetra
ampliamente por el interior de las tierras, lo que es posible que se haga
extensivo a toda el érea.
la que se ha llamado civilización lberomauritánica es conocida casi única·
mente por la sola industria lítica sacada de hojitas generalmente malformadas,
al parecer debido a la pequeñez de los riñones de silex que se encuentran en
el litoral. los tipos presentes están encabezados por las hojitas de borde
(293) CAMPS, G.: .Tableau chmnologique de la prehistolre recent du noro de ¡'Afrlque_.
BuUelln de la Sociélé Prehistorique Frantaise, l. LXV. fase. 2, pá¡s. 609-622. Pa r!!, 1968.
CAMPS, G ., DELIBRtAS, G. et THOMMERET, J .: .Chmnologie des ci'lilisalions prohisloriqucs du Nord de J'Amque d'apres le Radiocarbone •. Ubyca, t . XX I, pá¡s. 6>90.
Alger, 1973.
CAM PS, G., DELIBRIAS, G. el THOMMERET, J .: .Chronologie des cI'Iilisalions préhistoriqucs du Nord de l'Afrique d'apJ'ts le Radiocarbone.. Travllux du Laboraloi re d 'An·
thropolo¡le &: de Prehistoire des Pays de la Mediterran6e Occidenlale. Ab-en·Pro'lcnce, 1974.
CAMPS, G.: _Tableau chrooologique de la Préhisloire récenl du Non! de ¡'Afrique.
Oeuxiéme synth~sc des datalions absolues obtenues par le carbone 14•. Bulletin de la
Sociélé Prehislorique Francaisc, t. 71. Eludes el Travaux, fase. 1. págs. 261-278. Pans. 1974.
ROCH!!, J .: _l. Grotle des Pigeom (Taforall, Provincc d'Oujda). Notes sur les acdvitb
de chantien (1972) •. Bulletin d'Archeolo¡ie Marocaine, t . IX. pá¡s. 14HSO. Raba!, 1m.
Us nuevas fechas en:
DEUBRIAS. G. el ROCHE, 1.: _Datations absolues de I'Epipaléolilhlque marocain •.
BulIetin d 'An:heolo¡ie Marocaine, t. X, págs. 11·26. Rabal, 1976.
[page-n-201]
llJ. W8S0UnCO 8N VALENCL\
197
rebajado, que se han interpretado como armaduras o elementos líticos de
instrumentos o armas compuestas; sobrepasan siempre el 45 "fa del utillaje
y alcanzan a veces el 85 %. Hay también piezas escotadas o denticuladas y
microrraspadores. Los buriles son escasos (del 2 al 3 %), y más los perfora·
dores y las piezas truncadas y retocadas (1 %,).
Los microlitos geométricos son raros y se presentan bajo la forma de seg.
mentas; en cambio hay numerosos microburiles, que, por el contrario, no se
apl ica n en la fabricación de aquéllos, sino en las de las puntas de la Mouillah.
Ha sido d ividido en tres fases : la arcaica, anterior al 11 .000 Be., que es
la que se corresponderfa con el Paleolltico Superior europeo; la clásica ocupa·
rla el XI y X milenios, correspondiéndose con nuestro Mesolltico I A; mientras que la fase evolucionada es la más interesante, aunque es la menos
conocida, y es la que se ha pretendido que enlace con el Neolltico, aunque
parece imposible si, entre otras razones, tenernos en cuenta que las fechas
disponibles no superan el VIII milenio, correspondiéndose, para nosotros, con
el Mesolít ico I S, Y enlazando con las industrias de componente geométrico.
INDUSTRIAS DE COMPONENTE GEOMETRICO
Preferimos esta denominación en vez de la tradicionalmente utilizada
teniendo en cuenta la extensión del Capsiense por el Maghreb y los problemas que el mismo plantea. En efecto, los prematuros y nutridos hallazgos
de los yacimientos caps ienses hicieron considerar sus conjuntos lIticos como
tfpicos del período mesolltico en el Norte de Africa, aparte de su extensión
temporal y espacial hasta el s. de Francia e Italia, no solamente durante el
Mesolltico sino también durante el Auriñaciense.
Sin embargo. hoy día se sabe la escasa extensión territorial del Capsiense
tlpico, encerrado en un semiclrculo de apenas 100 kms. de radio al sur de
Tébessa y con centro en Tamerza 194, y algo más el Capsiense superior después de las últimas investigaciones:m, por lo que resulta arriesgado establecer
comparaciones estadísticas con estas industrias como representativas del
Mesolftico maghrebí, toda vez que faltan por conocer inmensas zonas que
hoy todavía se presentan en blanco.
Si a esto añadimos que muchísimos de los yacimientos conocidos, y a
través de los cuales se estructuraron los t iempos mesollticos en el Norte de
A frica, fueron deficientemente excavados y peor interpretados, fácilmente
(294) Vid. opus d I. nota 292, primera cita,
(295) Vicl. OptU cil. supra. pá,. VI.
pá,. 95.
[page-n-202]
198
J. "PAJUeIO
deduciremos la dificultad en realizar una estructuración minuciosa y válida
para la zona, que hoy por hoy se presenta poco conocida V en cierto modo
controvertida.
Nosotros, y de acuerdo con lo manifestado repetidamente, creemos que
en el Maghreb se produce un desarrollo paralelo al de los restantes paises
ribereños al Mediterráneo Occidental, siquiera aqul mucho más adelantado
como consecuencia de la latitud, y a partir del Ateriense-Musteriense se produce el cambio climático que dará lugar a la aparici6n del Mesolltico I (Iberomauritlln ico). entre el 25.000 y el 20.000 a. de C.
Hacia el 8.()()O..B.500 los geométricos invaden la industria, y hasta el
7.000-7.500, d urante el MesoJltico 11, dominan los segmentos y tr iángulos
fabricados con la técnica de microburi l, técnica que se conoce ya durante
todo el Mesolltico 1, siendo el Capsiense Tlpico la mejor conocida de las indus·
trias que se desarrollaron en el territorio, por ahora insuficientemente
conocido.
Entre e l 7.000.7.500 y el 5.500 la industria IItica incorpora trapecios junto
los triángu los V segmentos, apareciendo IIbundantes hojas escotadas e
incluso estranguladas junto con aquéllos, mientras que algún triángulo alarga
su vértice lateral al modo de los triángu los tipo Cocina, todo esto según los
datos obtenidos de los niveles correspondientes al Capsiense Superior, Que
por otra parte son casi los únicos disponibles.
11
Sobre esta base industrial, V la económica que se infiere del estudio de los
concheros capsienses. se produce la neolitización, fenómeno paralelo al de
los restantes países de la cuenca del Mediterráneo Occidental.
[page-n-203]
VIII
EL ARTE DE LA PROVINCIA MEDITERRANEA
Si en el aspecto industrial hemos intentado demostrar como se producen
"respuestas" culturales semejantes entre todas las poblaciones de los paises
r ibereños al Mediterráneo Occidental, lo que da Jugar a una evolución sin-
crónica, por lo que ha sido posible presentar una estructuración similar d el
proceso, con mayor fundamento las similitudes y semejanzas se deben encontrar entre las man ifestaciones no estrictamente materiales, y en este caso las
artísticas ocupan un lugar destacado.
Unidas las poblaciones por fuertes lazos étnicos V culturales. sus manifestaciones espirituales necesariamente han de ser semejantes, V en este
sentido se ha popularizado el térm ino de provincia med iterránea" que creara
Graziosi en 1956 para el arte de la
zona~.
y si estas relaciones se establecieron para el arte pa leolítico Hispanoaquitano, pronto se vio que se prolongaban a través de todo el arte mesolítico, siendo también el mismo Graziosi Quien estableció las semejanzas e
influencias para ambos m: "para la provincia mediterránea, en la cual el eSQue·
matismo y el geometrismo pueden constituir en ciertos Jugares o mejor en
ciertos yacimientos, la casi totalidad de las obras gráficas existentes o el mayor
porcentaje, según los niveJes, lo cual no quiere decir, como Jo hemos hecho
resaltar, que el realismo esté descartado en esta provincia, ya que por el
contrario tenemos lugares, como por ejemplo levanzo, donde no encontra·
mos sino figuras realistas. Pero incluso este realismo nos o frece caracteres
de estilo particu lar que se repiten con notable constancia, tanto los unos
como los otros, en los d iferentes centros mediterráneos de este a rte"~.
(296) CRA2.IOSl, P.: _L'Arte delrAntica Elá. della Pielra_. Firenze, 1956.
CRAZIOSI , P.: . L 'Art paleolilhique de la _province médilerrancenne_ el ses
influences dans les temps posl-paléolitruques_. Prehislorie Art or the Westem Med.ih:rranean
and the Sahara. Viki n¡ Fund Publication in Anthropology, number Thirty- Nlne, pá¡s. ls.44.
Barcelona, 1964.
(298) Vid. opus ell. supra, pá¡_ 36.
(291)
[page-n-204]
200
1. APARICIO
Graziosi cita como características fundamenta les del arte rea lista :
1)
Perfil simple del an imal, sin detal les del interior, salvo el ojo o la
nariz a veces. 2) L toros tienen, en la mayor parte de los casos conocidos
os
hasta el momento, un solo cuerno dirigido hacia delante, con perfil abierto.
3) Algunas veces, las patas se representan una por par y se terminan en
punta sin pezuña. Identificando muestras de este arte en los paises sigu ientes:
España: Pileta y Ardales (Má laga). Parpa ll6 (Valencia) .
Francia : Ponl du Gard (Nimes). Baume-latrone (Gard), Ebbou y Bayol
(Ardéche ) .
Ital ia: Barma Grande (Grima ldi), Arene Candide (Finare ligure), Palesi nl (Tlvoli, Roma). Monopoli y Romanelti (Pouilles). l evanzo (Islas Egadi,
5iciJia). Addaura y Niscem i (Palermo, Sicilia), Ramito (Papasidero, Cesenza) 299.
Pero Graziosi fue mucho más allá y encontró también notables semejanzas
en las expresiones no figurativas : "en la provincia mediterránea, vemos desarrollarse, al lado de figuras naturalistas, expresiones de un arte estilizado,
geométrico o, incluso, abstracto" D.
"las f iguras esquemáticas o geométricas mediterráneas muestran indudablemente un aire común de la cual no se pueden excluir las figuras grabadas sobre huevos de avestruz del capsiense norteafr icano".
"Parece evidente que el arte paleolitico mediterráneo, aunque mostrando
en si mismo dos tendencias muy d iferentes, la una naturalista, la otra geomé-trica y esquemática, constituye un algo muy definido aún en su mismo
polimorfismo. En efecto, podemos encontrar las dos tendencias, presentes
en el mismo momento y en el mismo yacimiento (Monopoli, ParpaIl6)".
"Esto nos obliga a considerar la coexistencia, al menos durante un cierto
período, de las dos expresiones que, por otra parte, parecen excluirse. lo
que no impide, segú n los momentos y los lugares, a una u otra de ellas, la
naturalista (levanzo, Addaura) o la esquemát ica (Romanell i) poder manifestarse separadamente ... Todo lo cual demuestra que el arte naturalista med iterráneo ha continuado desarrollándose después del f in del arte francocantábrico. Si miramos hacia el Africa del Norte, nos encontramos en el
(299) Ibldem. págs. 36 y 38.
(300) lbldem. pág. 35.
[page-n-205]
EL MESOUnCO EN VAU!NCIA
201
inagotable repertorio d el arte ru pestre africano fases de arte que nos ofrecen
elementos estillsticos que repiten, en ciertos casos de forma patente, algunos
caracteres del arte paleolítico mediterráneo" 301.
Con respecto al arte levantino su postura también es clara: "Parece evidente que, tanto en el arte de Addaura como en el levantino, se encuentra
un espiritu y un dinamismo que les son comunes y que los d iferencian claramente del arte antropomorfo franco-cantábrico.
No se puede descartar, por el momento, la posibi lidad de que descubri·
mientas futuros puedan mostrarnos, a través de las formas de transición, un
parentesco entre este arte antropomorfo mediterráneo paleoJitico y el de
l evante" XQ.
los crecientes y espectaculares hallazgos que se suceden en Italia, avalados hoy día por las numerosas fechas de C· 14 en relación con los mismos,
especialmente con las muestras de arte mobiliar, de lo que existe ya un
notable conjunto JIIJ, permiten reforzar aquellas prematuras afirmaciones y
en este sentido ya se pronunció Pericot en 1964: "Tanto el arte del Parpalló
como el arte rupestre levantino presentan evidentes paralelos con el arte del
sudeste de Francia y con el que aparece en Ita lia y Sicilia, estando a su vez
toda esta provincia en relación estilística con el Norte de Africa"-.
Además de Graziosi otros investigadores italianos aceptan las semejanzas
y en este sentido Palma di Cesnola se muestra partidario del reconocimiento
de alguna afinidad durante el Pa leolítico Superior, extendiendo el concepto
de Provincia mediterránea a todo el Paleolítico JOS¡ también Vigliardi a la
plaqueta con animales grabados y gran cantidad de motivos geométricos de
la misma cavidad le encuentra notables relaciones con Parpall6. afirmando
su total pertenencia al arte de la "provincia mediterránea de Graziosi" lO6¡
mientras que el bisonte de l ustignano, inciso en un canto aplanado, "mostra
una serie di caralteri che lo avvicinano direttamente all'area franco-cantabrica,
e precisamente alle opere dello st ile IV di leroi-Gourhan (visione prospettica
delle zampe anteriori, raffigurazioni d el le estremita delle zampe rapporto
(301) Ibfdcm. plig. 39.
(302) Ibfdem . pá¡¡:. 43.
(303) GRAlIOSI, P.: .L'ArIC Preistorica in Italia •. pá¡s. 9-69. Sansoni editor~ . Fircnw,
1973.
(304) PERICOT, L : .. Sobre algunO$ problemas del arte rupestre del Levante e$pai\ol •.
Vid. opus dt. nota m , pá¡¡:s. 151·158.
(JOS) PALMA DI CESNOlA., A.: .. La $Coperta di arte mobiliare romanelliana nella
Groua del Cavallo (Uluzzo, I..ea:c) •. Rivista di Scieme Preistoriche, v. XXVII . 1. pá¡¡:s. 51·56.
Firenze, 1m.
(306) VJGUARD I, A.: _Le indsioni su pictra romanellianc: della Grolta del Ca\'allo
(Uluzzo, Lecce) •. Vid. opus cit. supra. ~gs. 57·115. Firenzc:, 1m.
26
[page-n-206]
202
J. APARICIO
ventre·zampe posteriori) ',. Non mancano fuftavia certi 'ralt; che caratterizzano
molte manifesfazion i artis'iche della provincia medi'erranea, como I'essenzia·
lita e la plasficita del d isegno o la debeJe presenza di particolare all'interno
del profilo", encontrándose también afinidades estilísticas generales. aunque
limitadas, con representac iones parietales de los bóvidos de Niscemi. Ramito y
Levanzo JII1.
En reciente visión desde el lado español, abarcando la totalidad de los
hallazgos de la vertiente mediterránea, Fortea Pérez trata estilistkamenfe la
datación de los once yacimientos con arte rupestre hispano-aquitano d e la
España med iterránea, apoyándose también en los hallazgos industriales
pr6ximos. Señala un despegue a partir del Solutrense medio de los modelos
atlánticos para configurar "un ciclo artístico coherente, con sentido estillstico
propio", afirmando que "la gran personalidad de este arte encuentra su con·
firmaci6n en la idiosincrasia de su cultura".
Creyendo observar una creciente progresi6n hacia el realismo d urante
todo el Magdaleniense, así como una aceleraci6n de la vertiente geométrica
y abstracta. Viéndose claro el realismo ya en el ParpaJl6, más en Pileta y
especialmente en El Niño, lo cual lo acerca extraordinariamente a las res·
tantes representaciones de la provincia mediterránea de Graziosi, según afirma, creyendo, incluso, que la cierva de StoGregori es el último testimonio, ha.
biendo d espués un vacio hasta un poco antes de la neolitizaci6n, momento
en q ue aparece un arte mueb le y parieta l de signo lineal geométrico, sobre
el que se superpone el arte levantino-.
Sin embargo, ideas en contrario se han man ifestado y Pericot y RipoU
argumentan que "la isla de levanzo plantea muchos interrogantes, y aunq ue
sus figuras humanas son abundantes, no guardan relaci6n, en principio, con
las de levante" JOJ.
y si con respecto al arte mediterráneo de Francia, Ita lia y España parece
haber unanimidad de criterios en relaci6n a su identidad, son más problemáticas sus relaciones y similitudes con el norteafricano, y frente a las tesis
sustentadas por Graziosi y otros investigadores, de acuerdo con las viejas
ideas de Boule y Breuil. se oponen las de H. lhote, afirmando como q ue
NOtros autores han establecido relaciones de estilo con ta l y cual figura
(307) BARTOLI , G., GALlBERTI , A. Y GORINI. P.: .OggeUi d 'arte mobiliarc rinvenuti
nelIc province di Grossclo e Pisa_o Rivista di Scie~ Prelsloriche, V XXXII, 1·2, pég. 212.
.
Fire~e, 1m.
(JOB) FORTEA PEREZ, J .: Vid. opus cil. nota 101 , págs. 99-149.
(3051) PERICOr, L. y RIPOLL, E.: . Apéndice. Correspondencia entre Brcuil y los
prof. Perico! y RipolI antes del Simposium•. Vid. opus cil. nota
pég. 260.
m,
[page-n-207]
El. ,\IESOLITJCO E," VALENCIA
""
elegida en los conjuntos, desgajándola del contexto, lo que es poco peligroso,
puesto que es siempre posible, en un conjunto definido, encontrar caracteres
existentes en un afro, sin que haya por eso semejanzas. Si, en ciertos casos,
no se pueden negar las filiaciones artls' icas, no es preciso hacer una ley de
esta filiación y es evidente que cada centro de arte prehist6rico debe ser
estudiado en su contexto arqueológico.
Con respecto al arte del sur oran~s, que no puede ser comparado, ni con
el de la provincia franco
los casos, él ofrece d iferencias mayores, no solamente desd e el punto de
v ista de las normas artfs'icas, sino también en sus móviles" 310, negativa Que ya
defendió paradójicamente Obermaier. Lhofe niega relaciones con las pinturas
de los "Cabezas Redondas" del Sáhara y en relación a las bovidianas presenta
argumentos que contradicen y niegan los esgri midos para asegurar la simili ·
tud de toros y arcos con los del Levante español, lo q ue extiende a las de
época caballuna JII.
Sin embargo, los posteriores hallazgos aportaron nuevos datos y Ripoll
Perelló se incli na por un posible contacto de las f iguras seminaturalistas de
Addaura con el arte saharianolll. Aunque, evidentemente, los argumentos
de Lhote, valorados desde nuestros puntos d e vista cobran vigor, ya que la
mayor parte de las representaciones del arte africano comparado se encuentran fuera y sumamente alejadas, espacial y temporalmente, de las mediterráneas, por lo que creemos que se debe descartar toda posible relación.
l as semejanzas hay que buscarlas enfre aquellas manifestaciones artísticas
en relaci6n con industrias similares y contemporáneas, por lo cual hay que
ver el arte correspondiente al lberomauritano y al Capsiense, tanto al Típico
como al Superior. Para H. Camps-Fabrer, que ha estudiado d etenidamente
la cuest ión, el desarrollo del arte abstracto se podría intentar explicar como el
desbordamiento hacia el Oeste de la civilización romane Iliense, argumentando que si la evolución ind ustria l se debe esencialmente a las adaptaciones
sucesivas a med ios diferentes a medida que retroceden los glaciares, los
orlgenes temporales y espaciales serán d iferentes, ya que el recalentamiento
se debió producir d e S. a N., alcanzando primero el S. de Italia y posteriormente la Baja Provenza y el l anguoooc, para llegar mucho más tarde al S.W.
(lIO) LHOTE, 11.: _S ur les ropports entn:: les cent res d 'art pn!hlstorique d 'Europc
(provillCe franco-cantabrique el Levant espagnol) el celul du Sahara_. Vid. opus cit.
nota 'NI , ¡mI. 216.
(311) Vid. opus cil. supra, págs. 215-223.
(3t2) RlPOLL PERELLO, E'. .: _Acerca del problema de los orígenes del arle levantino_.
Valeamoniea Sympasium. Actes du Symposium Intemational d 'Art Prtttistorique. p;f¡¡i·
nas 57-68. Capo di Ponte, 1970.
[page-n-208]
,o.
J. APARICIO
de Francia. creyendo que después del romanel\o-aziliense el arte se rarifica y
desaparece casi completamente hasta el Castelnoviense, en que aparece
tímidamente JU,
Esta afirmación entra en contradicción con la inexistencia, aparente,
de obras de arte durante el lberomauritánico. por lo menos de arte mueble.
lo que se justificaría, según H. Camps Fabrer. por la enfrada en el Maghreb
de una nueva élnia, "Différents des hommes de Mechta el Arbí. des
Méditerranéens pén~trent au Maghreb dans les steppes du Sud.Est, vers
ou méme avanl le VIII"'- millénaire av. J.C. et, dés les premiers momen' s
de leur établissemenf dans le Sud tunisien, l'Afrique du Nord va connaitre
un certain essor artistique qui se propagera plus ou mo;ns rapídemen' dans
les régions de Tébessa. de Sélif el de liaret. Des le Capsien typique, les
oeuvres d'art sont déja présentes: elles évolueront et se multiplieront au
cours du Capsien superieur" 314. Entrada que negarla las similitudes anteriores,
oponiéndose a la tesis mantenida por nosotros, por lo menos desde el punto
de vista étnico, aunque ya veremos como hay formas artísticas durante el
lberomauritánico, si atendemos a la adscripción cronol6gica de las mismas.
Mas, por otra parte, si la existencia de objetos artísticos, motivos decorativos o pinturas y grabados rupestres similares refuerzan la tesis de un área
con una comunidad espiritual y material Intimamenle relacionada, la no existencia no puede ser esgrimida como argumento en contrario, ya que como
afirma la misma H. Camps Fabrer ciertas facies del Capsiense Superior ignoran
prácticamente la decoración sobre huevos de avestruz, sin dejar, por ello,
de ser capsienses lIS; lo cual refuerza la idea ya tradicional de la prudencia
necesaria al manejar datos negativos.
En Afdca del Norte, y en relación con las industrias capsienses se encuentran abundantes muestras de arte mobiliar sobre hueso, huevos de avestruz
y p iedra. El primero se reduce a simples trazos paralelos sobre los bordes o
el fuste de los útiles. El representado sobre huevos de avestruz, por el contrario, comprende motivos decorativos esencialmente geométricos muy variados, mucho más complejos y armoniosos a partir del superior en ciertas zonas
de su territorio, mas, a pesar de que se intuya la probable existencia de
decoraciones figurativas, posiblemente animales, los motivos geométricos son
los predominantes, y una sola representaci6n animal. En p iedra ca liza se
(313) CAMPS-FABRER , H.: .Comparaison entre I'Art mobilier ~lpal6)lilhique de
l'Europe méridionale el de ¡'Afriquc du Non!.. Travaux du Laboratoire d '¡\nthropologic
de Préhi$loire el d 'Elhnologie des Pays de la Meditcrraotc Occidcntalc, pág. S. Aix-en·
Provcnce, 1715.
(314) Ibídem, págs. 1-9.
(31S) Ibfdem, páJ. 9.
[page-n-209]
EL MESQLlTICO ES VALENCIA
esculpieron algunas figuritas, que constituyen una no ....edad, y se grabaron
moti ....os geométricos similares a los de los hue ....os, en los cuales Camps.
encuentra rasgos fundamentales del arte mobiliar epipaleoHtico de las riberas
del Norte del Mediterráneo l".
Aunque, como es ob....io, las comparaciones no deben hacerse únicamente
entre objetos muebles, sino también con representaciones geométricas y
figurati ....as del arte parietal, y así, aunque se puedan establecer paralelos
derivati ....os desde el arte lineal geométrico del Parpall6, y contemporáneos
con las plaquetas de Cocina o Fi lador por lo que respecta a la Peninsu la
Ibérica, también se pueden y deben establecer con el arte lineal geométrico
parietal, que existe con abundancia aislade. o entre las representaciones
figurativas, aunque enmascarado por la espectacularidad de éstas, qUe normalmente acaparan todas las atenciones.
l as semejanzas e intimas relaciones detectadas desde antiguo en el arte
mediterráneo, que motivaron la creaci6n de la popular "provincia mediterránea", aunque también suscitaron contro....ersias dispares, es indudable, bajo
nuestro punto de vista, que partían de unas seguras evidencias, mas también
es cierto que lo haclan apoyándose en un error básico, causa de la problemática suscitada, y era, utilizando un símil popular, que colocaban a todo el
arte mediterráneo junto, en una especie de "caj6n de sastre",
Hoy, es necesario y posible separar cronológicamente cada una de las
formas artísticas detectadas, al mismo tiempo que es posible adscribirlas a
unas determinadas formas culturales, de ta l manera que podemos señalar
como a partir de un arte paleolitico, extendido y profundamente arraigado
por la parte mediterránea de Francia y Espana, asl como por toda Italia, al
parecer excluido el Maghreb, de estilo hispano-aquitano, aunque con formas y
soluciones propias creadas por los pueblos mediterráneos como hemos repetido insistentemente, se pasa a formas artísticas mesoliticas idénticas unas y
diferentes las otras en Italia, el Maghreb y España, aunque las diferencias no
sean totales, sino que todavía se atisben rasgos comunes y un cierto esplritu
particular uniforme.
Excluida Francia, donde no conocemos un auténtico y suficiente arte
mesolltico, únicamente trataremos en ciertos aspectos del arte mesolitico en
Ital ia, del fusiforme en toda la cuenca y con mucha mayor extensi6n del arte
mediterráneo español, especialmente del Arte Rupestre levantino,
De Italia únicamente nos interesa resaltar como el arte mesolltico, el corres,
pondiente al Mesolít ico 1 es continuación del que se encuentra durante todo
(316) Ibfdem., p4.¡s. 9-11.
[page-n-210]
206
1. A.PARICIO
el Paleolifico Superior, cuyo acervo se enriquece constantemente tanto en
arle mueble como parietal llJ , y en este sentido e l arte parietal de levanzo,
a l que Graziosi comparó con el h ispano-aqui'ano, se puso en relación con la
industria del segundo nivel arqueol6gico JI', en el cual se encontró una pla.
queta con un bóvido inc iso en evidente relación formal y est ilíst ica con las
figuraciones parietales JI', estrato que ha sido datado mediante el C-14 en
9.230 BC. lZO; el bisonte y el león grabados sobre una plaqueta de caliza del
Riparo Tagliente ha sido datado en 10.090 BC. lll¡ mientras que ya en 1961,
al publ icarse las representaciones f iguradas (cuadrúpedos, cierva. bóv idos,
fel ino y jabalí) de la Gratta Romanelli, junto a otras geométricas (especial.
mente serpentiformes o "nastriformes" como prefieren los ita lianos) que
eran las más divulgadas, se publicaron numerosas fechas de C-14 en relaci6n
con representaciones de diversos yacim ientos italianos, quedando encuadradas las de Romanelli entre el 10.010 y el 7.820
las del Ramito entre el
9.550 y el 8.300
y las de Ugento del 11 .920 al 10.220
su, todo lo cual
apoya nuestra estructuraci6n y afirmaciones.
se.
se.,
ec.
lo de Addaura podrla marcar el momento en que este arte, esencia lmente
animal!stico, da paso a la f igura humana, y las representaciones antropomorfas protagonizan las escenas y pasan a desempeñar el papel principal,
fen6meno para lelizable a n ivel cronológico y conceptual con el levantino,
a pesar de las d iferencias estilisticas que se puedan establecer entre ambos.
(317) Vid. opus cit. notas 296 y 303.
(311) GRAZIOSI, P.: _Le piUun: e i gmffili preistorici deU ·isola. di l.cvanw ncJl'Arci·
pda¡o delle Egadi (Sicilia) •. Rivista di Seieme Preis toriche, v. V, rase. 1-4, págs. 14].
Firenu, 1
950.
] 19) GRAZIOSI , P.: .Levanw. Piuure e indsioni., páas. 61-62. Sansoni editon:.
Fircnu, 1962.
(320) Sobre esta fecha de el4 conviene advertir como anteriormente Grnz.iosi habla
publicado la de 9.694 BP. (Vid. opus dt. supra, pág. 67 Y lám. ]) y opus ci t. nota
pál. 42), m ientras Que posterionncnte el mismo Grnz.iosi publiCÓ la Que damos (v id. opus
ci t. nota 30], páa. 52). Consultado por nosotros, Gruiosi tuvo la amabilidad dI! cont estarnos, en carta del 24-11I·79 lo siguiente: . Cib dipende da una diffen:n te valutazione deí
due laboratori, Quello di Pisa e qudlo di Roma in cui furono analiu.ati i campioni di
ca rbone.
La prima volla JI responso di Pisa fu di 9.694± 110 da olaL Succesi ... amente, cssendo
sorti deí dubbi su l'esatezza di Questa data, fu (alta (círca 10 annl dopo) I'analisi degli
stessi campionl D laboratorio di Roma e il risultato fu 11.180± 120 da oagl.
el
Pu r troppo quando conoscemmo i nuovi risultati del controJlo, JI libro su Levanzo era
lIia Slato publicato e Quindi esso porta una data troppo recente.
Ouella di cul va tenuto conto e QueJla di 11.180•• Aclaración de suma im portancia que
aaradecemO$ vivamente al profesor Grnz.iosi.
(321) LEONARDI, P.: «Bisonte graffito e incisioni Hneari e geometrlche del depos ito
eplgraveuiano del Riparo Ta¡liente nei Lessi ni (Yerona)•. Ri ... ista di Seicnu: Preistoriche,
.... XXVII, 2, ptas. 2.2>247. Frrenu:, 1972LEONARDJ, P.: .Gravures womorphes, g~ml:triQues et Iinéaires épigraveUiennes du
Riparo Taaliente dans les MonIS Lcssini pres de Vérone (Italic) •. Conarés Préhis torique
de France, XX· session, Provencc, 1974, páas. ]43-352. Pam, 1976.
(l22) ORNELLA ACANFORA, M.: _Figuruioni Inedite dclla Groua Romanelli (Presentuione PreUminare)•. Bullettino di Paletnologia Italiana, Nuova Serie XVIII, V . 76,
p6¡:s. 7,(:)7. Roma, 1967.
m,
[page-n-211]
EL MESOUnCO EN VALI!NClA
Al
INCISIONES FUSIFORMES
Entre el gran conjunto de las manifestaciones artísticas d e la "provincia
mediterránea" destacan, en el tema que nos ocupa y para la tesis que defendemos, las incisiones o grabados rupestres fusiformes, que d enominamos
así por el hecho de presentar mucho más ancha la parte central que los
extremos, ya que su geometrismo y consiguiente esquematismo responden
a una abstracci6n producto de una disposici6n mental y espiritua l similar.
Conoc id os desde antiguo en nuestra Reg ión, así como también en diversos
lugares del Mediterráneo Occidental, no habían sido valorados en toda su
dimensión y alcance, ni mucho menos se hablan estab lecido las mú lt iples
relaciones mater iales y, sobre todo, espirituales que atestiguan entre todas
las poblaciones d el área, hasta que en 1977 publicamos nuestra primera
visión sintética sobre la cuestión w, lo que hemos repet ido poster iormente m,
presentando comunicaci6n sobre ello al IX Congreso de la Unión Internaciona l de Ciencias Prehistóricas y Protohist6ricas que se celebr6 el año 1976
en Niza m.
EXTENSION
l as incisiones o grabados rupestres fusiformes, en el estado actual de su
investigación los conocemos extendidos por diversos lugares del Mediterrá·
neo Occidental, faltando en otros, aunque con la suficiente extensión como
para suponer que en el f uturo nuevos hallazgos colmarán los vacios existentes
y establecerán la necesaria continu idad territorial que suponemos. En la ver·
tiente mediterránea de la Penlnsu la Ibérica únicamente han sido señalados
(323) APARICIO PEREZ, J .: .Incisiones rupestres fusiformes en la ·Cuenca del Mediterráneo Occidental_. Trabajos de Prehistoria, v. 34, págs. 3U-326. Madrid, 1977.
(324) APARICIO PEREZ, J .: _Grabados rupestres prehistóricos en los Abrigos de Mossc.n
Ricardo. Tabcmes dc Valldillna (Valencia) •. Revista D.Y.A. n." 4, págs. 35-40. Valencia, 1979.
APARICIO PEREZ, J .: _Grabados rupestres fusiformes en In Cuenca del Mediterráneo
Occidental: Extensión. Caraeteristieas. Signifkado y Cronologla•. QuarHir, Band 29/ 30,
P!iRS. 133·138. Bonn, 1979.
(325) APAR ICIO PEREZ, J.: Vid. opus cit. nota I.
En curso de impresión el libro conocemos la eJeisrencia de grabados fusltormes en 11'1
Gruta de Badanj, Hcrzégovina (YuRoslavia), yacimien to ubicado en la garganta del no
Brcgava, Que desemboca en el Ad ri¡'ilico a pocos kms. de la cavidad. Se encuentran sobre
una superficie previamente pulida y con disposición vertical u oblicua, siendo algunos
de considerable lon¡ritud; el hecho más sobresaliente es Que se eneont raron cubiertos
por la sedimentación arqueológ ica, cuya excavación permitió el acopio de un considerable Jote de utiJes con claro predominio de raspadores, buriles escasos y poco tfpicos,
dorsos y bordes rebajados, asf como algunos segmentos, todo lo que nos hace suponer
su pertenencia al Mesolftico I B final. Resul ta anómala la comparación con muestras del
arte Hispano-aQuitano, as! como el desconocimiento de su existencia en la Re¡i6n Valenciana y en otras partes del Mediterráneo (vid. BASLER, D.: .Le PaléolithiQue fina l en
Herzé¡ovine_. Colloques intematlon3W: C.N.R.S. núm. 171. la fin des temps alacialres en
E.urope, págs. 345-355. Paris, 1979). También su conocimiento sugiere la extensión de los
l(miles hasla la vertiente mediterrinea yugoslava, lo Que habrá Que considerar en el futuro.
[page-n-212]
J . APA R I C I O
en la Región Valenciana y todavía no en e l resto, achacando esto tanto al
azar co mo a la mayor intensidad y siste mática d e las investigaciones q ue se
realizan alll; as! como en el Norte de Africa y por toda Italia desde liguria
y lombardra hasta la misma Sici lia (fig. 38) .
a)
REGION VALENCIANA (ESPAÑA)
I,-COVA DE LES RATES PENAES (Rólova)
Se encuentra situada en un pequeño barranco que desagua en e l rio
Vernisa por su margen izquierda. l a cueva consta de varias sa las un idas por
estrechos pasillos, siendo la más profunda d e grandes d imensiones y a lmacenando agua en su interior.
los grabados se encuentran en dos lugares, unos a la derecha d e la
entrada, incisos profundamente sobre una capa esta lagmlt ica, parle d e la
cua l ha sido destru ida por los agentes atmosféricos, y con ella, posiblemente,
algunas inc isiones; otros en una cova ch~ próxima a la boca, en la misma rampa
de acceso a la cavidad.
En la cueva se han real izado excavaciones arqueológicas, que han mostrado la ex iste ncia de una potente sed imentación d e unos 2 m. de espesor
máx imo. las 9 capas levantadas nos permiten conocer "g rosso modo" lo
siguiente : la primera capa (0'00-0'20 m.) es de aportación reciente con
maleriales d iversos; las seis sig uientes (0'20-1'40) contienen mezclados
materiales neolíticos, entre los cua les cerámica card ial, con otros líticos d e
clara fil iación paleo-mesolitica; el resto, hasta el fondo (1 '40-2'00 m.L contiene útiles exclusivamente paleolíticos, pudiéndose d istingu ir e n las capas
profundas de tipo claramente Solutrense, que ya se encuentran desde la
capa IV (0'60-0'72 m.).
Es interesante el hallazgo en la capa 7.- (1 '18-1 '40 m.l de una loseta con
lineas incisas de claro parentesco con Jos grabados exteriores, lo cual podría
ser un dato de sumo interés, ya que si es arriesgado señalar la relaci6n de
fase cultural estratigráfica con los grabados exteriores, para lo cual el ún ico
fundamento seria la proximidad, la loseta podrfa ser su nexo de unión lJ6.
l..-PENYA ROTIA (Rólo".)
la Penya Rotja es un alargado y e levado acantilada situado en la orilla
izquierda del río Vern isa, que lame la base del mismo. Su aspecto rojizo es
causa del topón imo aplicado.
(126) La Labor deJ S.I .P. y su Maaeo en el pasado año 1951, págs. 32·35. Vlllenei.a, 1952.
GURllEA CRESPO, V. y PENALBA FAUS, l .! _Exploraciones en la comarca de GancUa_.
Archivo de Prehistoria l...evancina, IJI , pA¡s. 5-7. Valencia, 1952.
[page-n-213]
~
<)<;)
o
~
..
Fig. 38.-Mapa del Mediterráneo Occidental con la sUuación de los grabados rupestres
rusifonnes conocidos actualmente: l. Región Valenciana. 2, Balzl Rossi. 3. Como. 4, Cosenza.
S, Novara de SlcIl1a. 6. Palenno. 1, Carint . 8. So. Vito lo Capo. 9. Trapani. 10. Kef-el·Baroud.
[page-n-214]
210
J . "PARICIO
Se encuentra ub icado en el término municipal de R6tova (Valencia) y a
igual d istancia de las conocidas cuevas valencianas del Barranc 8lanc y Rafes
Penaes, situadas en sus proximidades.
Su orientación W. ha favorecido la ocupación humana, de la cual eran
conocidos restos muy perdidos de pinturas rupestres d e color rojo y dificil
identificación, aunque lo más sobresaliente es la existencia de un sinnúmero
de grabados rupestres de tipo fusiforme en mon6tonas series de dos, tres
o más unidades, realizados mediante profundas y amplias incisiones que en
algunos casos llegan a alcanzar el medio centímetro de profundidad (lám. IV).
En 1972 descubrimos en la parte N-W del abrigo, una potentísima sedi-
mentación arqueológica, que posiblemente ocupÓ el abrigo en toda su longitud, pero que debi6 ser desmantelada por las aguas del río que hoy lame su
base. tal y como hace suponer el corte vertical de d ichos sedimentos y la
existencia en el cauce de grandes bloques calcáreos con restos de aquéllos.
la sedimentaci6n restante ofrece [a particularidad de poseer en [a superficie una gruesa costra calcárea, que la ha protegido tanto de [os agentes
atmosféricos como de la acci6n humana y en el corte existente junto al
cauce se observa la presencia de abundante material arqueolÓgico, silex,
huesos y especialmente carbones. todo perfectamente estratificado,
las excavaciones que hemos realiz8do en años sucesivos nas han permitido conocer que sobre los niveles musterienses, que ocupan la mayor parte
de la sedimentaci6n, tanto en extensión como en profundidad, existe un
nivel superficial en el que hemos distinguido dos capas. la inferior reposa
directamente sobre la brecha musteriense y ha proporcionado poquísimos
materiales, existiendo la sospecha de que se formara en un momento anti·
gua del Paleolítico Superior, m ientras que la superior la adscribimos al MesoHtico I JJ7, lo cual es un dato a tener en cuenta al establecer la cronología de
los grabados fusiformes.
3.-ABRIGOS DE MOSSEN RICARDO (Tabern.u de
ValJdI~)
los Abrigos de Mossen Ricardo son dos pequeñas covachas abiertas en
calizas del Albense-Cenomanense y situadas en el ~raje denom inado Racó
de les Fontetes de Canlús, formando parte de un conjunto de varias covachas
conocidas como Covetes de Cantús m.
(l27) Vid. opus cit. nota 197, págs. 23-26 y .210. respectivamente.
(lZ8) APARICIO PEREZ, J.: Vid. OPlU ci t. nota 323.
[page-n-215]
EL ltI!SOLlTlCO EN VAU!NCIA
2: 11
Para su descripción nosotros los conocemos como Abrigo I y 11. El 11 tiene
b m. de profundidad por unos 3 de anchura, siendo el I un poco mayor.
El I t iene dos zonas con grabados, una a la derecha de la entrada, Panel A, y
otra a la izquierda, Panel B. El 11 tiene un solo panel al fondo (lám. 5).
ABRIGO 1: Panel A.--Se encue ntra a la derecha, en el mismo arco de la entrada, sobre
una superfieie caliza muy lisa y abrillantada por roce o frotación inte nsa,
lo cual es una característica que se suele repetir, aunque no sepamos si lo
fue en la época de confección de los grabados y con dicha finalidad o
posteriormente.
Consta de l2 trazos, ¡enera1mente de aspec to fusiforme, es decir más
anchos hacia el centro y estrechos en los extremos, sobre todo los que
alcanzan el medio eentlmetro o más de profundidad, habiendo otros de
incisión tenue que no tom an aspecto fusifonne.
La sección es, normalmente, triangular y su disposición suele se r anár·
quica, a veces entrecruzándose, aunque es frecuente encontrarlos pareados
o en ¡ropas de tres o más unidades y e n contados casos se advierte un
intento de formar alguna combinación .
. Su posición es venical u oblicua, mas raramente horizontal. El mayor
mide 0'16 de largo por 0'005 m. tic ancho; el menor 0'025)(0'002 y el más ancho
de todos 0'008.
Panel B.-COnsta de unos 75 trazos dispuestos en una superficie bastante
uniforme y abrillantada en parte, a la izquierda del abrigo. Sus caracterfsticas son similares a las descritas paca el panel anterior.
El trazo de mayor longitud alcanu los 26 cm. y el más ancho mide
O'23SxO'OlI m.
ABRIGO II: Ya hemos dicho que consta de un soto panet situado a la izquierda del
abrigo, en supelficie caliza uniforme aunque no brillante. Las características
generales son las descritas y éste presenta la particularidad de que varios
trazos están combinados, ellis tiendo ta posibilidad de que formen alguna
representación zoomorfa o antropomorfa que de momento no hemos podido
interpretar.
4'-<:UEVA DEL BARBERO (Navarréa)
Es un gigantesco abrigo situado en la margen izquierda del río Escalona,
afluente del Júcar, en el cual desemboca después de recorrer la Sierra de
Enguera con el nombre de Río Grande y ta jar transversalmente la ali neaci6n
montañosa que sirve a aquél de cauce Por su margen derecha. El paraje,
ubicado en el término municipal de Navarrés, se conoce con el nombre de
Boquera del Escalona.
El interior del abrigo, desprovisto de cualquier sedimentación y utilizado
como aprisco, es de poca profundidad, de tal manera que está sometido a
iluminación intensa durante todo el día. En su parte izquierda posee dos
superficies rocosas de naturaleza caliza, pr6ximas y a diferente altura, muy
lisas y resbaladizas, abrillantadas por el roce, donde se encuentran las incisiones fusiformes, más numerosas en la parte superior.
Ya que el interior está desprovisto de cualquier sedimentaci6n, nuestras
exploraciones se dirigieron a la" ladera inmediata, que en inclinada pendiente
[page-n-216]
212
J . APARICIO
desciende hasta la m isma orilla del rio, encontrando por toda ella gran cant idad de silex, que pasan del millar y entre los que destacan :
M icrorraspadores.
Dorsos reba jados.
Hojas y hojitas.
Núcleos.
b)
NORTE DE AFRICA
I.-KEF·EL-BAROUD (Den SlImane. Marruecos)
l os grabados de Kef-el·Baroud (fig. 39) se encuentran en sendas su per-
ficies subhorizontales, uno de ellos al amparo de un saliente rocoso, y ambos
a 40 y 100 m" respectivamente, de la gruta principal del sitio, cavidad cuya
excavación ha proporcionado materiales encuadrables desde un EneoHt ico
antiguo hasta la Edad del Hierro.
Hay d iversos grabados fusiformes en ambos lugares, en uno de ellos
con la superficie previamente pul ida y con trazos de sección en V tan abierta
como prof unda JJII,
l.--GRVTA DE BtR GRAN (TrlpolItam.. Ubla)
Aunque excede de los límites geográficos a que nos hemos circunscrito
hay q ue señalar la not icia dada por G. Mann ino llO acerca del hallazgo de
trazos lineales en este lugar, trazos q ue indica similares a los d e la Grotta
de i Punlal i en el Riparo Armetta ¡ semejanzas q ue también establece Graziosi
con los del Romito lll, tomando ambos tos datos de U. Paradisi w .
(329) WAI U,Y, ALAlN DE: «l.e s ite du Kef.eI·Baroud (réajon de Ben SUmane) •. BuUetin
d 'An:ht:o]ogie Marocaine, t. IX, págs. ]9-102. Rabat, 1971.
(]30) MANNINO, G,: .Scoperle e scavi preistorid in I talia durante il 196-'-. Rivis ta di
Sclcnze Prcistoriche, v. XIX, págs, 302-303. Firenze, 1964.
(331) GRAZIOSI, P.: . Signes linéaires grav~ dans l'abrl du Romito (Catabre) •. Miscelánea en Homenaje al Abate H. BreuU (ISn.I96I), t. 1, págs. 457-466. Barcelona, 1964.
Vid . opus til. supra, pág. 301.
(332) PARADISI , U,: .. Le incisioni rupestri di Bir Ghan rrripolita nla) •. Annall del1'IsU·
lulO Orientale di Napoli. Nuova Serie, v. XI, págs. 1-10. 1963.
Ponemos de manifies to nues tras dudas acerca de la similitud de estos crabados con los
FUSI.FORMES nuestros, ya que la calificación de .¡¡rabados capsienscs. que se les da
asf IlO3 lo haoe sospechar, toda ve:t que este tipo de rrabados ofn:oen notables diferencias
con aq~Uos.
[page-n-217]
EL Ml!SOUTIOO E.'I VALBNCI A
e)
2Il
ITALIA
I..-BALZI ROSSI (CrlrnaldJ. Uprla Italiana)
Circunstancias forfuitas han conducido, en los últimos años W al descubri·
miento de numerosos grabados de tipo fusiforme en los siguientes Jugares:
Grotta del Caviglione, Fessura Mocchi a, Grotta d i Florestano, en un abrigo
al E. del Riparo Mocchi y en un pequeño n icho al lado contrario (W. ). Grotta
de; Fanciulli, Riparo l orenzi y Bombrini, de los que se han estudiado los
siguientes :
GroHa del Fanclulli.--Contiene unos 20 signos en la pared W .
Grotta di Floreltano.--los signos lineales están a la altura del suelo actual
por haberse rellenado con sed imentos del Riparo Mocchi.
Pequeño nlc.ho.-Contiene unos 30 signos irregulares parcial mente cubierlOS de concreciones.
Pequeño abrigo.-Mide 2'SO m. de alto, 0'60 m. de ancho y 2'50 m. de
largo, siendo el que contiene mayor nú mero de signos.
Grotta del Caviglione.--Contiene algunos centenares de signos y un
équido.
Con respecto a las característ icas generales de los grabados incisos en
Barzi ROssi se indica que ros signos están grabados tenuemente o con incisión
pro~unda entre 1 6 2 cm. y su criterio de asociaci6n va unido a la geomorfologia de la pared, siendo el mot ivo dominante la f isura orlada de trazos
paralelos o algo divergentes. El équido está grabado finamente y cortado
verticalmente por 4 trazas profundos paralelos y espaciados.
Cronológicamente los han situado en la "primera parte del ciclo evolutivo
del arle paleolftico, abstracción en el origen con tendencia gradual al realismo" ; adscribiéndolos al "Auriñaco-grave'iense en sentido amplio"~.
(333) CRAZIOSI , P.: _GH scavi dcll'Isti lUto Italiano di Paleontologia Umana al Ballj
Rossi •. Rivista Ingauna e Inlemclia. v. 14, págs. 129-140. Bordighera, 1939,
BARRAL, L et SIMONE, S.: .Découvcrte de gravurcs rupes trcS pa.léollthiques alU
Rachers Rou gC$ •. Archcologia, núm. 44, pág. 87. Pans, 1972.
RI POLL PERELLO, E.: .Grabados paleolíticos en Balzi Rossi (Liguria)., Ampurias,
t. XXXI.xxxn, p:jas. 231..232, Barcelona, 1969·70.
VICINO. G. et SIMONE, S.: _Les gravures rupestres paléolilhiques des Bah;; Ros$i
(Grimaldi. Lilluric italicnne).. Préhis toirc Ari~geoise, t. XXVII, pág, 39. Tarascon-sur·
Ariege, 1972.
VICINO, G,: .Scoperta di indsioni rupes tri paleoJitichc ai Bab.i RO:iSi• • Rivlsta Studi
Uguri, XXXV IIl, núm. 1, págs. 5-26. Bordighera, 1m.
VICINO, G.: .rnci5ioni rupcstri paleolitiche a.l Balzi Rossi •. Rivisla Ingauna e Inlemelia,
anno XXV I , nUms, 1-4, p:igs. SI-56. Bordighern, 1973.
(334) Vid. nora an lenor última cita.
[page-n-218]
•
FIl• • ..-laddoDet Npalra fuIltormes: 1, Buco dd1a Sabbla di Ctvlhote (Como. Italia).
Z, Kef-d·Baroud (Manuec:o.). Amtto., calco -obre lotoar-fla.
[page-n-219]
EL
J.lE:SOLlnco
EN V.uJ!NCIA
215
los consideran similares a los del Ramito, Romanelli, Racchio, Buco della
Sabbia d i Civitate.
2......BUCO DELLA SABe.IA DI CIVITATE (Corno. LombanlP)
Es una pequeña cavidad en las prox imidades de linate. Orientada al S-E
aprovecha una grieta vertical de la formaci6n caliza de la ladera meridional
del Monte Cornizzólo y a sus pies se extiende la amplísima panorámica de
la cubeta lacustre de la Brianza nor-oriental. Cerca se encuentra un lugar de
fácil aguada.
las incisiones, que se encontraron en varios puntos del interior, aunque
especialmente en una pequeña oquedad de dificil acceso, parecen corresponder a un sólo ciclo cronol6gico-cultural según el A. m, de acuerdo con
su uniformidad estiHstico-tecnol6gica. Forman un conjunto de lineas muy
sutifes, próximas y normalmente paralelas entre si o ligeramente convergentes, en posici6n vertical y en lugar oscuro (fig. 39).
En la pequeña oquedad hay motivos ajedrezados, cuadrangulares, en y o
en forma de tridente, asl como grupos de tres incisiones paralelas o incurvadas. También se ha distinguido lo que el autor llama mezzi nodi gordiani,
constituido por un entrelazado de dos lineas paralelas, y un motivo antropomorfo en la oquedad.
la mayor parte de las inCISiones, salvo un pequeño conjunto sobre una
formación calcárea firme, se encuentran sobre la pared caliza que por efecto
de la humedad se halla fuertemente alterada y en estado pastoso, presenta ndo aquéllas una incisi6n muy sutil y superficial por lo q ue se descart6 el
empleo de útiles de cobre o bronce, admitiéndose el burilo la hojita de silex.
Para el A. la presencia de elementos gráficos formales e informales hace
creer en una manifestaci6n mágico-religiosa, en las que los segundos tenderían a la preparación mágica del ambiente, 10 cual es un fenómeno propio
del área "franco-ibérica".
Cronologla.-los únicos restos arqueológicos encontrados en su interior
corresponden a un enterramiento neo-eneolhico y el A estudia su posición
altimétrica con respecto a los grabados para ind icar q ue éstos se debieron
ejecutar antes que la pérdida de aquéllos, sirviendo por lo tanfo de térm ino
(335) CORNAGGIA CASTIGUONI, o.: .t.e incisionl parletali del Buco deUa Sabbla
di Civitate (Como) •. Ani VII Riunionc Sdcntifique Istituto IIn!iano Preistoria e ProlO$toria, págs. 45-57. Firenze, 1963.
[page-n-220]
216
J. APARICIO
"ante quem", ya que considera que las representaciones de bsta época son
siempre figurativas y están a plena luz, al contrario que aquéllas siempre
en lugares recónditos y oscuros, por lo cual los atribuye al hombre del Pa leoIItico Superior y los pone en relación con los de Romane!!i.
Para el Prof. Graziosi estas incisiones son simi lares a las descubiertas por
el Dr. Mann ino en la Montagnola de S. Rosalla (Palermo).
3.-PIANVALLE (Como. LombanUII;
Sobre roca de arenisca se ha señalado la existencia de grabados varios,
entre los cuales de claro tipo FUSIFORME 116•
• .-ABRlGO DEL ROMlTO (Papa. ldero. ColelWl. Calabria)
En esta cavidad han sido localizados dos grandes bloques con signos
lineales, uno de ellos tiene dos bóvidos grabados en relación con varias
incisiones y el segundo está materialmente lleno de ellos. Ambos se encontraron enterrados por la sedimentación arqueológica m.
l as incisiones son simples trazos lineales, cercanos los unos a los otros y
recubriendo extensamente la superficie del segundo bloque ; aparentemente
están sin orden, superponiéndose, cruzándose; el trazo es profundo y de
,;ección triangular o en V, genera lmente en posición ,paralela o convergente.
Sobre su significado Graziosi les supone una intención muy definida y
un fin particular, aunque no figurativo, quizá con un valor por si mismos o
bien un significado puramente simbólico y abstracto.
Sobre su cronología destaca que en el primer bloque la figura del gran
bóvido es posterior a algunos signos lineales que existen en el mismo y que
aquél atraviesa, aunque el pequeño bóvido sería contemporáneo y también
anterior al otro. El depósito arqueológico que recubría el segundo bloque
contenla industrias clasificadas como pertenecientes al Paleolítico Superior.
5_RIPARO DELLA SPERLINGA DI S. BASILIO (Novara dJ Slctlla)
Es un abrigo rocoso que se abre en un acant ilado a mitad del monte de
S. Basilio, cerca de Novara (Sicilia), estando orientado al E. En la pared al N.
(336) R ICeI, F.: _Nota su PianvaUe_. Rivista Archeologica ddl 'andca provincia e diocesi
di Como. Fascicolo núms. 156-157, anni 1974-75, pállS. 73-94. Como, 1976.
(3m GRAZ IOSI, P.: .Nuove incisioni rupestri di ti po paleolilico in Calabria _. Rivisla
di Sc.ienze Preistoriche, XVII, págs. 139-145. Firenze, 1962..
GRAZIOSI, P.: .. D6;ouverte d e If1lvure$ rupest res de Iype pal&llithique dans l'abri du
Romito (lIa1ia)_. L'Anthropologie, t. 66, nÚIDs. J.4, pá¡s. 262-.26/1. Pans, 1962.
Vid. opus cit. nOla 331.
[page-n-221]
a..
MESOUTlCO eN VAUNCIA
217
del abrigo se descubrieron incisiones verticales o ligeramente oblicuas de
diversa profundidad.
Se han considerado pertenecientes a l Pa leolítico Superior o al EpipaleolItico. ya que estaban ocultas y cub iertas por nive les Neollticos con cerá mica
card iar, debajo de los cuales se excavó un n ivel con materia les epipaleolíticos
que no tapaba los grabados.
Fueron estudiados por G. Mannino, qUien los pone en relaci6n con los
otros hallados en Sicilia 1)1.
6.-MONTAGNOLA DE S. ROSALlA (palenno. SIcUIa)
Está situada a 5 Km. del centro de PaJermo y es de naturaleza calcárea .
Se abre n en elle unas 10 grutas de origen marino, de las cuales solamente
cuatro tienen incisiones rupestres y están situadas en su vertiente merid iona l.
Unicamente tiene nombre una de e llas, la de S. Rosa lla y las otras se situan
en relación con ella lJ9 (fig. 40) .
1.-Grufa de S. Rosalía.--Es una amplia cámara d e 53 m. d e larga, 10 m.
de ancha y entre 5 y 7 de alta . El piso es de roca y en muchos puntos hay
una gran capa estalagmltica . Contiene siete grupos de incisiones, 2 en el
pavimento rocoso, a la izquierda y a la derecha de la entrada, los otros 5 inmediatamente d espués d el muro de ingreso. El número total de incisiones es
de 120 y están a plena luz.
2.-la segunda gruta está a 20 m. a la izquierda de la anterior. Contiene
dos grupos de incisiones, uno a la derecha, a unos dos metros d el suelo y el
otro a l 'SO m. a la derecha y también a dos metros del suelo. Ambos comprenden 17 incisiones y también están a p lena luz.
3.-la tercera d ista 50 6 60 m. de la anterior. Es una cavidad pequeña
con las incisiones a plena luz.
(338) MANN INO, G.: . NuO\·c incisioni ru~ 1n In una grotta de Pino Mul etta •. Ras·
scgna Speleolo¡iea Italiana , num o 4. Como, 1900.
MANNTNO, G.: .Nuo\·e ineisioni rupcs lri scoperle in Sicili... Gi&1io di Rocc:ia, núm. 16.
PaJenno, 1962.
MANN INO, G.: .Nuovc: incisioni rupeslri scopc:rte in Sicllia_. Rivisla Scicnu Preis-
lanche, XVII,
~8S.
147-159. Firenu, 1962.
CAVALlER, M .: 011 riparo dell. Sperlinga di S. Basilio (Novara di Sicllia) •. Bullettino
di Paletnologla Itaü.:tna. Nuova Serie. XXII, v. 80, págs. 7~. Ro ma, 1971.
(339) Vid. opus cit. supra.
21
[page-n-222]
218
J . "PAlu e l O
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(Palenno). 3, Grulla RIIcchlo (S. Vilo lo c.pO). (Serón G. MannIno).
[page-n-223]
EL
WESQunoo
EN VAlENCIA
219
4. -la cuarta, situada a unos 20 m. a la izquierda de la anterior, dista
cerca de un centenar de metros de la primera. Es la más pequeña del grupo y
tiene 76 incisiones a plena luz.
5.-se han encontrado también cuatro grupos de incisiones en las proximidades de la gruta de S. Rosalla, en la pared rocosa exterior, con un número total de 40.
Suman todas las incisiones de este conjunto la cifra de 266 y no se reproduce figura alguna. Son lineas simples, verticales y rectas (a lguna vez sinuosas ) y con dimensiones entre 4 y 43 crns. Como características de la incisi6n
se citan: surco uniforme, neto, profundo y de secci6n triangular ; la anchura
del surco suele superar el cm, Unicamente en la 4 e.xiste la figura de un
cérvido, N inguna cont iene yacimiento arqueológico,
1.-GRUTAS DE LA ISOLlDA (S. Vilo lo Capo. SIcUla)
Constituyen un conjunto de cinco grutas, de las cuales únicamente tres
t ienen incisiones y se abren en un acantilado calcáreo miocénico)lO.
l ,-Es un corredor rectilíneo de una docena de metros con piso rocoso.
Es de difícil acceso por encontrarse a 5 6 6 m. de altura su boca de entrada.
Tiene una docena de incisiones sobre la pared izqu ierda.
2.-También es de difici l acceso, pues está la boca a una altura de unos
5 m. Contiene cerca de un centenar de incisiones.
3.-Es la denominada GROTTA RACCHIO, que consta de dos partes distintas, el vestíbulo, de unos 10 m. de ancho por 5 m. de profundidad, situado
a plena luz, y una sala interna.
Sus incisiones forman cuatro grupos, dos de ellos situados a derecha e
izquierda, respectivamente, del vano de ingreso, constando de 50 unidades
uno y de 14 el otro. Son líneas rectas, verticales u oblicuas, de unos 16 mm.
de longitud, con surco uniforme, profundo y de sección triangular, solamente
unas pocas tienen el surco muy superficial (fig, 40),
Un tercer grupo lo forman incisiones de surco muy superficial con d iseño
confuso y algunas, sobrepuestas a éstas, forman una figura pectiniforme,
teniendo otras aspecto similar. Están situadas a unos 3 m. de las de la
entrada.
(340) l bidem.
[page-n-224]
220
J. APARICIO
El cuarto grupo está al inicio de la sala interior y tiene representados
dos ciervos cuyos paralelos y semejanzas se encuentran, especialmente. con
los de las islas de levanzo )fl.
Con respecto al significado del conjunto de la ISOllDA G. Mannino l4:
sUJX>ne que puedan representar azagayas o b ien ser símbolos puestos a la
entrada para impedir el ingreso de espíritus mal ignos B la gruta.
Con respecto a su cronología no se pronuncia, aunque destaca el que
siempre se encuentren, en posible relación con ellos, industrias de f inales de l
PaleoHtico Superior y principios del Mesolitico y a tal fin señala que Vaufrey
encontr6 y excavó en la sala inferior de la Grotta Racchio una sedimentación
arqueológica que le proporcionó un conjunto industrial similar al d e MangiBpane, formado por 49 puntas de dorso rebajado, 51 raspadores, 3 buriles
late rales, 3 escotaduras, 1 raspador con escotadura, 1 punz6n, 35 hojas y
iaseas diversas; 1 punz6n de hueso. Ninguna cerámica. lo cual indic6 que
debía ser considerado como Paleolítico final MJ.
a..-cROTTA DE MASTRICCHIA (Capael. Palermo.
S~)
Señálase q ue en la pared izquierda de la cavidad existen grabados tenues,
similares a ciertos grabados de la Grotta Racchi o .M4.
9.-GROTTA DEI PUNTALI (Rlparo Anndta 1, n. 111. Carlnl. hIenao. SkIUa)
Contiene unas 200 incisiones lineales y numerosas cúpulas, todas en lugar
perfectamente iluminado. Algunas de las incisiones se relacionan con las de
Bir Ghan citadas en este trabajo JoU.
tO..-GRonA DEUA . ZA MINICA_ (Torreta. Numo. Sk:Wa)
Contiene numerosas incisiones linea les a la derecha de la entrada y como
dato interesantlsimo recubiertas por un depósito del Paleolltico Superior~.
(341) Vid. opus eil. notas 318 y 319, y adem:1s:
GRAZIOS I, P.: .Nuovi ¡ raffiti parietali della Grolta di Levanzo •. Rlvlsta di Sclenze
Preis toriehe. v. VIII. 34. págs. 12l-137. Firenze, 19S3.
GRAZIOSI , P.: .Pietra graffila paleolitica e ciltoli dip in tl della Grolta di Lcvanzo
(Epdi) •. Rivista di Scienze Preistoriehe. v. IX, págs. 79.as. Firenze, 1954.
(342) Vid. opus cit . no ta 338.
(341) VAUFREY. R.: .Le Paléoli thique ltauen_. Archives de l'Institut de PaléontoJogie
H umaine, mémoi re nUmo 1, págs. 149-150. París, 192B.
(344) Vid. opus ci t . nota 330.
(345) Ibldem.
(346) Ibldem.
LEONARDI. P.: «l...c$ inc:isions pl'é-Ieptolit iques du Riparo Ta¡liente (Vl!!rone) et de
Terra Amata (Nice) en relalion au problbne de la naissence de ¡'Art.. Altl della Acca·
demia Nal:ionale dei Lineei. Memorie, serie VIII, v. XIII, 3, págs. 350104. Roma, 1976.
Se representan grabados fusifomle$ de esta cavidad y dc Balzi Rossi, <:ampar1ndolos
con divcrsos y hctcrogl!!neos grabados procedentes de yacimientos italianos.
[page-n-225]
EL ldESOUlICO EN VALENCIA
221
II....-NICCHIO Al. N. DELIA .ZA MINICA.
Está ubicado a unos 150 m. al N. de la anterior. Se han encontrado unas
100 incisiones lineales y una pequeña figura de ciervo, así como dos f iguras
pintadas en negro sobre ellas lCl .
I2.-GROTTA DEI VITELLI (Trllpanl. SlcUla)
Se ha señalado la existencia de unas 20 incisiones de tipo fusiforme 541 .
U.-GROTrICINA DE S. CIR.O (Tnpa.nl)
lo único que sabemos es que se han hallado incisiones del tipo que
estudiamos MIl.
14.-GROTTA MICELI y ROCCA RUMENA (TrapanJ)
En la primera se ha indicado la existencia de unas 50 incisiones y en la
segunda diversos grupos de ellas lSO.
CARACTERISTICAS
las características particulares que presentan los grabados descritos son
las siguientes:
los de Kef-el-Baroud son de secci6n en V.
En Balzi Rossi la incisi6n es tenue o profunda entre 1 62 cm.
El Buco della Sabbia di Civitate presenta líneas sutiles, pr6ximas, paralelas o convergentes, en posici6n vertical y en lugar oscuro. Predominan las
incisiones fusiformes, aunque hay otros motivos en menor número (ajedrezados, cuadrangulares, en Y o en tridente).
En el Riparo della $perlinga di S. Basil io las incisiones son verticales o un
poco oblicuas y la profundidad variable.
las del Ramito son profundas, de secci6n triangular o en V y en posici6n
paralela o convergente, aparentemente sin orden.
las 266 incisiones de la Montagnola de S. Rosalla son simples, verticales
y normalmente rectas, de surco uniforme, profundo y de secci6n triangular,
(347) Vid. opw dI. nola JlO.
(348) I bldcm.
(349) I bldcm.
(JSO) Ibldem.
[page-n-226]
222
J.
APARI C I O
sobrepasando. normalmente, el cm. de anchura. Solamente hay representado
un cérvido en la número 4. Todas están a plena luz y algunas a derecha e
izquierda del vano de entrada.
las de la Gratta Racch io están a plena luz y son rectas, verticales u ob licuas,
de unos 16 cm. de long itud; surco uniforme, profundo y de sección triang u la~. También contiene dos ciervos y varias incisiones superficiales.
En la Cova de les Rafes Penaes son rectas o ligeramente oblicuas, vert i·
cales, pa ra lelas o algo convergentes, de surco profundo. A p lena luz.
las de la Penya Rafja t ienen profunda la incisiÓn y son, como las anteriores, recIas o ligeramente oblicuas, verticales, paralelas o convergentes en
series de dos, tres o más unidades. A plena luz.
En Mossen Ricardo presenta n sección triangular y en posici6n vertical
algo oblicua, en series, también, de dos, tres o más unidades aunque hay
algunos q ue se entrecruzan. Sobre superficie abrillantada. A p lena luz.
la superficie de la Cueva del Barbero también se presenla pu lida y
abrillantada, sometida a inlensa iluminación. l as incisiones son rectas, profundas, convergentes y en grupos de dos, tres o más unidades.
De acuerdo con lo anterior se pueden establecer como caracteríslicas más
generalizadas las sig uientes :
1.°-Situaci6 n a p lena luz.
2.°-5urco profundo, normalmente con sección en V.
3.0-Posici6n predominante la vertical o ligeramente oblicua, salvo cuando
se han e jecutado sobre bóveda o p iso.
4 .0_Anchos en la parte media y progresivamente estrecha.d os hasta los
ápices, de ah! e l calificativo de FUSIFORMES.
S IGNI FICADO
Sobre lo que signifiquen, sobre el móvil que impulsó al hombre prehis.
16rico a su representaci6n es muy d ifícil pronunciarse. No descarlamos totalmente la posibi lidad de un sentido artístico, puesto que en arte mob iliar hay
representaciones puramente linea les, geométricas V por lo tanto esquematismos V abstracciones en yacimientos pa leolít icos y mesolít icos, e incluso hoy
[page-n-227]
mismo existen estilos y gustos que van en este sentido: sin embargo, es
dificil aceptar una fina lidad puramente estética.
l os del Bucco de lla Sabbia di Civitate han sido interpretados con final idad
mágico-reHgiosa, tendiendo a la preparación mágica del ambiente.
A los del Ramito, Graziosi les supone una finalidad no figurativa, con un
posible significado por sr mismos o puramente simb6lico y abstracto.
Para explicar el signi ficado de las incisiones de las grutas de la lsolida,
G. Mannino ha supuesto que puedan representar azagayas o bien a modo de
slmbolos a la entrada para impedir el ingreso de espíritus malignos.
Vemos, pues, que se les ha dado ya todas las interpretaciones posibles,
desde la pura utilidad práct ica a un sentido mágico, si mbólico, abstracto y
religioso, sin descartar la posible finalidad estética. Desgraciadamente d e ahí
es imposible pasar y todas las interpretaciones, por subjetivas, son veroslmiles y viables.
Para nosotros su verdadero interés se centra en el hecho de su difusión
p:;>r la cuenca del Mediterráneo occidental, y a nivel de interpretación g lobal
respondiendo a una disposición espiritual similar.
CRONOWGIA
Existen fundadas esperanzas de poder situar, con bastante aprOXimación,
la época de los mismos, en unos casos p:;>r similitud con plaquetas grabadas
con la misma temát ica, en otros por encontrarse en grandes bloques pétreos
desprendidos de la b6veda y enterrados por sedimentos arqueológicos posteriores, y en un tercer caso por existir en la cavidad o en sus proximidades
yacimiento arqueológico de posible relación.
l os de Balzi Rossi han sido considerad os como pertenecientes al ciclo
Auriñaco-gravetiense en sentido amplio.
Teniendo en cuenta la existencia de materiales neo-eneolíticos en e l Buceo
della Sabbia di Civitate, los grabados han sido considerados del Paleolít ico
Superior.
la existencia de n iveles con cerámica cardial cubriendo los grabados y otro
mesolítico sin taparlos ha permitido indicar el Paleolitico Superior o el Epipaleolitico como la época de su ejecUCión en el Riparo delta Sperlinga di
S. Basilio.
[page-n-228]
".
~.
APARICIO
En el Ramito se consideran contemporáneos de un pequeño b6vido y
anteriores al grande q ue tos cruza. la industria del depósito que los recubría
pertenece al Paleolítico Superior.
El conjunto arqueológico recogido en la Grotta Racchio V compuesto por
49 puntas de d orso reba jado, 51 raspadores, 3 buriles laterales, 3 escotaduras.
1 raspador con escotadura, 1 perforador, 35 hojas y lascas entre el silex, ha
sido considerado como Pa feoHt ico f inal.
Las sedimentaciones de la "Za M inica" también se encontraron recubierfa s por sedimentaciones del Paleolítico Superior.
El yaci miento de Rafes Penaes contiene materia les d esde el Solutrense
hasta el Neolítico antiguo (cardial).
la Penya Rafja de R6tova ya ha sido descrita sabiendo que la gran masa
sedimentaria corresponde al Musteriense V en la superficial hay ind icios A uriñacienses V del Mesolítico 1.
l os materiales arqueológicos recog idos en la puerta de la Cueva del Barbero los hemos adscrito al Mesolitico 1, consistiendo en: m icrorraspadores,
dorsos rebajados, hojas, hojitas y núcleos.
Nosotros, de acuerdo con las caracteristicas d escritas V la tendencia de
las fechas aplicadas, opinamos que el conjunto de los grabados par ietales
f usiformes pertenecen al mismo ciclo cronol6gico-cultural, correspondiente,
de acuerdo con las característ icas del Paleolltico italiano, al f inal del Paleolítico Superior continental, equivalente al M esoHtico I marltimo de los países
r ibereños d el Mediterráneo occidental.
B)
EL ARTE RUPESTRE LEVANTINO
El año 1903 se puede afirmar que corresponde al del "nacimiento" d el
Arte Rupestre l evantino, V a Juan Cabré Aguil6 se le debe considerar como
su legit imo descubridor al hallar las pinturas de Calapafá en la provincia de
TerueL Juan Cabré no solamente las vi6 o descubri6 sino q ue, percatándose
de su manif iesta importancia, las d io a conocer y d ivu lg6 extensamente, dedicándose met6dica y sistemáticamente al estud io del Arte Rupestre, y en 1915
publicaba la primera visi6n de conjunto sobre el m ismo en la obra "El arte
rupestre en España", con la cual se iniciaba una nueva etapa fecunda e importantísima por la cantidad de hallazgos dedicados al tema » 1.
(351) CABRE AGUlLO, J.: . EI arte rupest.T"e en Espa~a •. Comisión de Inve5tipcioncs
Pa.leonloló¡icas y Prehistóricas. Memoria núm. 1. Madrid, 1915.
[page-n-229]
EL MESOUTICO EN VAl..E!'CIA
m
Aún cuando los primeros hallazgos no se realizaron en tierras de nuestra
región, sino en zonas circundantes a la misma como lérida y Teruel lSl, A lba·
cete (Alpera y Minateda) lSJ y Murcia (Monte Arabí en Veda) JS4, y solamente
a partir de 191 2 se d io a conocer el primer abrigo con pinturas, el de Torto·
sillas en Ayora m, pronto comenzaron a aparecer los grandes con juntos y
en 1917 se daban a la publicidad los de Morella la Vella »6, en 1917 y 1919
la Val1torta (CasteI!6n) 151, en 1924 la Araña (Bicorp. Valencia) 151, en 1935
la Gasulla W y durante los años sucesivos los de Dos Aguas lIO, Alcoy JII I, etc..
10 cual puso de manifiesto como la zona central de la vertiente med iterránea
de la Pen[nsula Ibérica era la zona nuclear del Arte Rupestre l evantino y que
en nuestra Región, especialmente en las provincias de Castellón V Valencia.
se encontraban los principales y más importantes conjuntos.
A principios de la última década la impresión general era que no se podía
ir más lejos y que la mayor parte o quizá la totalidad estaba ya descubierto.
sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario y los últimos y sensa·
cionales hallazgos en Bicorp, Navarrés y Quesa en Valencia l6l. Ayna y Nerpio
(3S2) BREUlL. H. y CARTAILHAC. E.; _NouvelJ es cavernes a pcintures décou\'crles
dans I'Angon, la Catalogne el les Cantabres •. L'Anthropologie, págs. 371-73. Parrs. 1908.
CABRE, J. y VIDIEll.A; _Las pinturas rupestres del ténnino de Cretas •. Bolelln de
Historia y Goograffa del Bajo AragÓn. 1\107.
(353) BREUlL. H., SERRANO GOMEZ, P. y CABRE AGUU.o, J .: .Les pci nlOrcs rupestres d 'Espagne. IV.- l.es abris del Bosque a Alpera (Albaoete)•. L'Anthropologit:, XXIlI,
págs. S:z9.S62. Parfs, 1912.
BREUJL, H.: _Les pcintures rupe.stres de la Peninsule l berique. XI.-Les roc.ht'$ peintes
de M..inateda (Albacele)•. L'Anthropologie XXX, págs. I·SO. Parls, 1920.
(354) ZUAZO PALACIOS, L .Villa de Montealegre y su Cerro de los Santos •. Pá¡. VII .
Madrid, 1915.
(35S) Vid. OPUS cll. nota JSJ, primera eila.
(356) HERNANDEZ PACHECO, E.: .ExeursiÓn de investigación Prehis tórica a Morell:u.
Bolelln de la Real Sociedad Española de Historia Natural, XVIII. Madrid, 1917.
(3S7) DEL ARCO, L : _Descubrimiento de pinturas rupestres en el balTllnco de la
Valltorta (CasteIlÓn) •. BoletEn de la Real Academia de la Historia, t . LXXXI, pá¡. S.
Madrid, 1917.
OBERMAIER, H . Y WERNERT, P.: _Las pinturas rupestres del Barranco de V.lllorla
(Cas tellón) •. Comisión de Inves tigaciones PaleontolÓgicas y Prehl$tÓrieas. Memoria num o 23.
Madrid, 1919.
(358) HERNANDEZ PACHECO, E.: .Las pinturas prehistóricas de las Cuevas de la
Araña (Valencia). EvoluciÓn del arte rupestre en España.. Combión de ¡n"estipclones
Prehistóricas y Protohistóricas, memoria numo 34. Madrid, 1924.
(359) PORCAR, J .• OBERMAIER, H. y BREUIL, H.: _Exeavaciones en la Cueva Remigia
(Castellón) •. Memorias de la Junta Superior de Excavaciones, num o 136. Madrid, 1935.
(360) JORDA CERDA, P. Y ALCACER, J .: _Las pinturas rupestres de Dos AilIaS (Valen·
cia) •. Serie Trabajos Varios del S.I.P., núm. IS. Valencia, 1951.
(361) REY PASTOR. A.: .Jijona (Alicante). Cuevas de la Saraa •. Noticiario Arqueológico Hispánico, 1, I-J, pág. 25. Madrid, 1952.
(362) APARICIO PEREZ, J .: _Yacimientos e invcstigaciones arqueológicas en la Comarca
enillerina (Valencia. Espal\a). 2.-Nuevos abrigos con pinturas rupestrt5 en Navun!s,
Ouesa y Bicorp•. Enguera, número extraordinario. Enguera, 1m.
APARICIO PEREZ, J .: _Nuevas pinturas rupestres en la provincia de Valencia •. XV Con·
greso Nacional de Arqueología (Lugo. 1977), págs. 399-403. Zaragoza, 1979.
29
[page-n-230]
22.
J. APARICI O
en A tbacete ltl, asl como otros muchos 36f, son claros indicios de que todavía
no está dicha la última pa labra y que en el f uturo nuevas e importantes sor-
presas se han de producir, lo cual resulta perfectamente comprensible para
los que "a golpes d e a lpargata" recorremos nuestras serranías y nos apercibimos de los cientos y cientos de kilómetros (no asuste la cifra) de abrigos
rupestres todavía por visitar y explorar, debido a 'o intrincado y abrupto de
los para jes donde se encuentran, perfectamente familiares para nuestros antepasados, que nos d ejaron en ellos muestras d e una sorprendente sensibilidad
artística y espiritual.
CRONOWGIA
Desde el primer momento un único aspecto, en relaci6n con este arte.
fue el q ue levant6 acaloradas polémicas y que suscitó enconadas controversias, incluso de tipo personal, entre los investigadores, el re lativo a la cronologia q ue se le debía dar, puesto que al no contar con las facilidades otorgadas por un yacimiento como e l Parpall6 .para su predecesor, la cuestión
se presentaba extremadamente ardua. Dos puntos de vista diametra lmente
opuestos polarizaron los esfuerzos, uno de ellos defendía la tesis de la edad
paleolltica de las pinturas levantinas, el otro su dataci6n postpa leolltica, concretamente mesolítica. Pa ladines de la primera postura fueron Breu il ." Obermaier .... y Bosch Gimpera )67, tres grandes maestros indudablemente, por lo
que parecía que la cuesti6n, quizá por e l principio d e autoridad, iba a quedar
taniada, sin embargo no fue así, la firme oposición d e Cabré" y Eduardo
(363) Vid. opus cit. nOla 382.
SANTOS, SAMUEL DE LOS y ZORNOZA. B.: .. Nuevas aportaciones al estudio de la
pin tura rupestre levantina en [a zona de Nerpio (A1baccte)_. XII I Congreso Nacional de
Arqucolo¡¡la (Huelva, 1973), pág. 203-218. Zaragoza, 1975.
VI RAS, R. e t ALONSO, A.: .. L'abri de Los Toros, Las Bojadillas. Nerpio (Albacete) •.
P~histoire Ar iégcoi.sc. t. XXXIII , págs. 95-114. Tarascon-sur-Ariegc, 1978.
(364) DAMS, LYA & MARCEL: d ...es nouvcaux sites .!I. pt:lntuI'C$ rupestres du Levant
Espagnol dans les provinces d 'Albacele el de Murcia_. Bullet!n Soeiet6 Royal e Beige d'An·
thropologie & Pr6histoire, 81, págs. 29·38. BruxeUcs. 1970.
BBLTRAN MARTINBZ, A.: _Arte rupestre levant ino (Adiciones, 1968-1978). Monogr3f1as
del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Univers idad de Zaragoza, núm. 21.
ZaragO'l:a. 1979. Publicado también en CAESARAUGUSTA, nums. 41-48, págs. 5-38. Zara·
goza, 1979.
(365) BRBUlL, H .: _L'Ase des cavemcs et roehes orntes de Franee et d'Espagne_. Revue
Arch60logique, XIX , pág. 21S. París, 1912.
Vid . opus cit. nota 309.
(366) Vid. opus ch. nota 150.
(367) BOseH GIMPERA. P.: _Tbe Cbronology of Roek Paintin&s in Spain and North
Africa_. The Art Bulleti n, XXXJI. New York, 1950.
BOSCH GIMPERA, P.: d.e problcrne de la chronolo¡¡ie de l'art rupestre de r Est de
I'Bspap:ne el l'Afrique_. Actes du Congres Panafricain de ~histoirc, JI. Argel, 1952.
BOSCH GIMPERA, P.: . La Chronologie de I'Art Rupes lre seminaturaliste el Schéma·
tique de la Péninsule Ibérique_. La Préhisloire, problémes el lendences, págs. 71-75.
París, 1963.
(368) Vid. opus cit. nota 351.
[page-n-231]
EL MESOL ITlCO EN VALENCIA
227
Hernéndez Pacheco l6f a la que se sumaron posteriormente Martínez SantaO lalla mi y A lmagro J71 , aportando argumentaciones sólidas y coherentes de
acuerdo con los datos del momento, no permitieron el progreso y la aceptación de aquellas ideas y poco a poco cayeron en d esuso, imponiéndose la
datación mesol ítica.
Actua lmente la opinión más extendida cont inúa siendo la segunda, manlenida y sustentada por Beltrán m y Ripol ll1l, herederos intelectuales de los
v iejos maestros, mientras que desde hace varios años Jordá Cerdá Jl~ , invest igador alcoyano, ha rad icalizado sus puntos de vista y mantiene una bajlsima
datación, que en fechas recientes ha situado en torno al año mil antes d e
Cristo; por su parte, Fortea Pérez 315, discípulo del anterior e invest igador del
mesolít ico mediterráneo, trata de armonizar las dos tendencias colocándose
en una postura intermedia como veremos.
Pero, hoy, nosotros mismos, encabezamos una nueva corriente en que,
en resu midas cuentas, volvemos a resucitar la teoría sustentada por los viejos
maestros si el estado actual de la investigación fuera el mismo que en su
época, y por lo tanto las fechas que nosotros le aplicarlamos hoy corres(369) Vid. opus cit. nota 358.
HERNANDEZ PACHECO, E.: .,Prehistoria del Solar Hispano_. Págs. 3414-1 y 518053 1.
Madrid, 1959.
(370) MA.RTINEZ SANTA-OI...AUA, J .: _Neues über priihistoricbe Felsmalen!ien aus
Frankreich, Spanien un Morokko_. IPEK, XV·XVI. Berlfn, 1941.
(371) AUdAGRO BASCH, M.: .,[..as pinturas rupestres levantinas_. Madrid, 1954.
ALMAGRO BASeH, M.: .Arte rupestre naturalista del Levante espafiol_. Historia de
España de Menéndez Pidal, t. 1, v. 1, pág. 443.
Ib¡dem en Ars Hispaniae, V. l . Madrid, 1947.
AUdAGRO BASeH, M.: .La cronología del arte levant ino de Espai\a_. VI Con¡rcso
ArqueolÓiico dc:l Sudeste (Alcoy, 1951), págs. 67-80. Car1agena, 1951.
(372) BELTRAN MARTI NEZ, A.: . Ar1e Rupestre Levantino_. Monograffas ArqueolÓgicas del Departamento de Prehis toria y Arqueología de la Universidad de Zara¡:o1:a,
núm . •. Zaragou., 1968.
BELTRAN MARTINEZ, A.: _Acerca de la eronolog¡a de la pintu ra rupestre levantina_o
Symposium ¡ntema tional d 'art préh.istoriQuc. pág. 87. Capo di Ponte, 1970.
BELTRAN MART1NEZ, A.: _El problema de la cronologfa del arte ru pestre esquemático español». e aesarnugusta, 39-40, pág. 5. Zaragoza, 1975-76.
BELTRAN MARTlNEZ, A.: .EI Ar1e Rupestre Levantino •. His toria 16, 11 . lO pág. 91.
,
Madrid, lm .
(373) RIPOLL PERELLO, E.: _Arte rupestre_. 1 Symposiu m de Prehistoria de la Pen¡nsula I~rica, págs. 23..44. Pamplona, 1960.
RI POLL PERELLO, E.: _Para una cronología relativa de las pin turas rupestres del
Leva nte espai\ob. Festschrift fü r Lolhar Zotz, págs .457-465. Donn, 1960.
RlPOLL PERELLO, E.: .Para una cronología relativa del arte levantino espallol •. Vid.
opus cit. nota 296, págs. 167-175.
Vid. opus cit . no ta 312.
RlPOLL PERELLO, E.: _Cuestiones en tomo a la c:ronologfa del arte rupestre postpaleolltico en la Penfnsula l ~riC:¡I». Simposio de Arte Ru pestre (BarceJona, 1966), páginas 16>192. Barcelona, 1968.
RlPOLL PERELLO, E.: _Acerca de los problemas de los orlgenes del ar1e levantino».
Valcamonk:a Symposium, págs. 57 y ss. Capo di Ponte, 1970.
(37.) Vid. opus cit. nota 378.
(375) Vid. opus cit. nota 381.
[page-n-232]
J. APARICIO
ponderían a las que se aplicaban al Paleolítico de entonces y únicamente por
esta circunstancia se podría decir que abogábamos por una dataci6n paleolít ica l'H. En realidad la idea que sustentamos y defendemos, únicamente compartida que sepamos por la investigadora belga lya Dams m, es acorde y
coherente con nuestra estructuraci6n del Mesolítico med iterráneo.
En diversas ocasiones hemos tratado sobre ello, siendo éste un tema
sumamente debatido y embrollado, lo cual creemos que está motivado porque,
fa ltos de rigurosos criterios estratigráficos, queda supeditada la valoraci6n
única y exclusivamente a los propios criterios subjetivos de cada investigador,
de tal manera que, unas veces, se utilizan argumentos estilísticos para establecer sucesiones cronol6gicas; otras, superposiciones más o menos dudosas,
y cuando no análisis pormenorizados de series de útiles, objetos, actitudes,
indumentaria, etc., con el fin de establecer comparaci6n con los proporcionados por la arqueología, asf como la ut ilizaci6n de los datos que proporcionan los hallazgos arqueológicos en sus inmediaciones.
Aunque todos estos métodos son convenientes y su aplicaci6n puede conseguir a largo plazo la soluci6n del problema, el utilizarlos con ideas ya
preconcebidas, la falta de f lexibilidad en su aplicaci6n y el rigor con que se
ejecuta son causas fundamentales que explican su escaso éxito y las opiniones
tan dispares.
y no se crea que el problema de la cronología del arte rupestre levant ino, por manido, debe ser despreciado, sino que es importantísimo y urgente
dedicarse insistentemente a tratar de situarlo correctamente en el tiempo,
buscando los hábitats de la poblaci6n que lo concibi6, ejecut6 y utiliz6, ya
que ofrece una inconmensurable e inagotable masa documental para conocerla, lo cual es algo único que pocas veces se repite y que, junto al estudio
ergol6gico, estructural, ambiental y econ6mico a través de los restos materiales, puede permitirnos estructurar un cuadro completo y veraz de la vida
de nuestros antepasados en un momento determinado de su t rayectoria h ist6rica, fin último y principal al que se d irige la actividad del historiador y
acerca de lo cual tratamos de llamar la atenci6n, no pareciéndonos baldío
(376) APARICIO PEREZ, J .: Vid. opus cit. nola 102, p¡\p. 31067.
DAMS, LYA & MARCEL: "L'ar! rupeslrc Mésolilhlque du Levanl Espagnol_.
Bullelln Sociéle Royale BeIge d'Anthropologie &: Préhisloin::, 80, pá¡s. 87-95. Bruxelles, 1969_
OAMS, LYA &: MARCEL: "PréhiSloric rock.arl of Ihe Spanish Levanh. London
Ncws 6896, págs. 43-49. London, 1973.
DAMS, LYA &: MARCEL: "Spanish rock...art depicting honey-galheriDI during tbe Meso.
lithic_. Nalure 5617, v. 268, págs. 2zs.l3O. London, 1m.
DAMS, LYA: .Be6 and honey-huntmg scenes in lbe Mesolilhic rock·art or Easlem
Spaín_. Bee World 59 (2), págs. 405.53. 1978.
(377)
[page-n-233]
EL IroIBSOLITICO EN V.u.J!NCIA
cualquier intento por conseguirlo, ya que todos ofrecen alternativas y abren
perspectivas que pueden ayudar a las investigaciones posteriores.
No hay problema en cuanto a la dataci6n paleolltica para el arte Hispanoaquitano¡ su hallazgo estratigráfico o cubierto por sedimentos disip6 las
dudas. Sin embargo, el arte naturalista levantino, superada ya una primera
etapa en que se crey6 también paleolítico. como manifestación de la población
peninsular mediterránea capsiense coetánea, fue considerado con cierta una·
nimidad como de época mesolít ica, reservándose el Neollt ico (fig. 41) yel
Bronce para el esquemático, aceptado como de época posterior. Sin embargo,
los estudios últimos de Jordá Cerdá, y de Fortea Pérez en menor grado, han
trastornado este esquema, rebajando considerablemente las fechas y, por lo
tanto, su adscripción cultural, mientras que otros investigadores continúan
aceptando el anterior, con 10 que se produce un desfase de varios milenios.
Para JordA CerdA 311, el problema se reduce, simplemente, a interpretar
los objetos, las figuras y las escenas¡ hecho 10 cual le basta con poner aqué.
Ilos en relación con útiles arqueol6gicos supuestamente parecidos; estudiar
las segundas analizando los elementos que las integran y adscribiéndolas a
la etapa cultural que aquéllos cree que pertenecen, a la par que lo representado puede tener su propio valor cronológico; mientras que las terceras se
ponen en relaci6n con supuestas actividades económicas y sociales prehist6ricas.
la conclusión fina l, el postular un origen dentro del Eneolltico o Bronce I
para el arte rupestre levantino naturalista, con apogeo entre el 1500 y el
700 a. de C.
(J78) JORDA CERDA, F.: _Sobre posibles relaciones del arte levantino Espal'loh•. Mlscelánea en Homenaje al Abate Breuil, t. l. págs. 467-472. Barcelona, 1964; .Los tocados de
plumas en el arte rupestre levantino _. Zephyrus, XXI·XXII, págs. 35-72. Salamanca, 1971 ;
.Bastones de cavar, layas)' arados en el arte rupestre levanlino•. Munlbe, XIII. nums. 2-3,
págs. 241-248. San SebastiAn, 1971; _Sobre la cronolog1a del arte rupestre levantino •.
XXI Congreso Nacional de Arqueología. Jaén. 1971. págs. 8S-1IX). Za ragoUl. 1973; _Formas
de vIda económ1c:a en el Arle Rupesl.re Levantino». Zcphyrus, XXV, págs. 209-223. Salamanca. 1974¡ d.a sociedad en el Arte Rupestre Levantino•. L Aniversario de la fundación
del Laboratorio de Arqucología. 1924-1974. Papcles del Laboratorio de Arqucolollla de Valencia, 11 , pAgs. 159-184. Valencia, 1975; .. Las puntas de flecha en el arle levantino». Crónica
del XIII Congreso Nacional de Arqueologla, Hue/va, 1973, págs. 219·226. Zaragoza, 1975,
.La Pella del Escrito (VilIar dd Humo, Cuenca) )' el cullo al toro». Cuadernos de pre·
historia y ArqllCOlogfa Castellonense, 2, págs. 7-10. Castellón. 1975.
JORDA CERDA. F. Y FORTEA PEREZ, J .: .. El Paleol/tico Superior)' Epipalcolltleo del
Mcdiferráneo Espafiol en d cuadro del Meditcmineo Occidental_. U.I.S.P.P. IX eonsrés.
Colloque JI. Chronolo¡ie et Synchronisme dans la Préhistoi re circum·méditerranéennc,
pág. 1IS. Niu. 1976.
JORDA CERDA, F.: _Historia del Anc Hispánico_. Ed. Alhambra. l , págs. lJJ.I44. Madrid, 1971.
[page-n-234]
J . APAklCIO
[page-n-235]
EL UesoUTICO EN VAU!NClA
231
Pero, si es de sobra conocida la dificu ltad de transcriJXi6n gráfica de
muchas de las pinturas, unas veces por impericia del artista, otras por anomaHas del soporte, también por deterioro posterior, y tenemos en cuenta
la precipitación con que se han debido hacer algunos calcos, lo cual habrá
motivado el completar figuras, el rellenar vados o perfilar lineas sinuosas,
comprenderemos los peligros y dificultades a que se han de ver sometidos
los anál isis de microdetalles y más aún su interpretación. Y esto como problema de base.
En segundo lugar, y aún suponiendo que la representación sea correcta,
nos encontramos ante el grave problema de establecer paralelos con útiles
arqueológicos de época determinada, lo cual es muy aleatorio y depende
casi exclusivamente del subjetivi smo del ana lista. A título d e ejemplo podrlamas citar el de las puntas de flecha, entre las que las lanceoladas o foliformes,
las de aletas y pedúnculo, asf como ras de una sola aleta alargada, han sido
puestas en relaciÓn por Jordá Cerdá con las d e época eneolítica y Edad del
Bronce los dos primeros t ipos y con las de anzuelo o arpón de la Edad del
Hierro las terceras, mientras que para otros investigadores se podrían relacionar los tres con las del Solutrense Superior de la costa mediterránea, o
creer que las de una aleta son si mples microlitos geométricos como han propuesto diversas investigadores ,etc. Otro de los elementos analizados son los
tocados de plumas, cuyos paralelos se han encontrado en el Próximo Oriente
a través del Mediterráneo, pero que también se podrían encontrar en el
Nuevo Mundo, puestos a comparar, en épocas pre y postcolombinas.
la afirmaci6n de que el caballo no parece llegar antes del siglo XII a. de C.
es un concepto que tradicional mente se ha venido utilizando sin un previo
análisis crítico que, de realizarse, haría caer aquél por su base, ya que únicamente se sustenta en datos negativos que no existen. Hay poqursimos estudios de la fauna holocena recogida en los yacimientos arqueol6gicos d el
área, pero aún as! se han identificado restos de equus en algunos de ellos »9.
(379) APARICIO PEREZ. J.: Vid. opus dI. nota 51.
En este libro reco¡remos noticias sobre J¡¡ existencia del caballo en Jos yacimlenlos de
la Edad del Bronce si¡ruientes: Castellet del Porquet, Cova del Cavall, Castlllarejo de los
Moros, Cabew Redondo y Cerro del Real.
Para épocas anteriores se han recogido restos en la Cava del Barrane Fondo de Játiva,
)'aei miento con materiales neolilicos y mcsolíticos, véasc: APARICIO PEREZ, J .: Opus.
cit. nOla 202.
También ellOislen res lOS con sc¡ruridad, según nos comunicll el p:¡lcontólogo señor Pérez
Ripoll, en los niveles ncolflieos de la COVll de I'Or (Bemarrés. Alicante).
Fuera del área en cuestión, y entre otros ejemplos, podemos citar el de la Cueva de la
Vaquera, en Seaovia, con moderada presencia de eqllllS en todos sus niveles, fechados
mediante CI4 entre 1.100 y 3.700 a . de C.; véase: ZAMORA CANELLADA, A.: d~lIOcavacionC5
de la Cueva de la Vaquera. TOrTeiglesias (Segovia) •. Publicaciones históricas de la ElIOcclentls ima Diputación Provincial de Scgovia. Segovia, 1976.
También indica l . BARANDlARAN (vid. opus cit. nota 393, páa. 111) como en zonas
apanadas Plldo mantenerse el caballo en estado salvaje hasta fecha5 taro las, y ser cazado
[page-n-236]
232
J. APARICIO
Por otra parte, si el estudio de las actividades manifestadas por f iguras
y escenas nos podrla permitir conocer mejor la sociedad y la economra de
la poblaci6n que las representó, querer a través de ellas prefigurar un modelo
socioecon6mico y trasladarlo a una supuesta época prehistórica donde aquél
se encuentre, aunque de la misma no se tengan, o sean escasos, materiales
de d icha actividad. es en extremo expuesto.
A todo lo cual se agrega el que, como es evidente, todas las figuras representadas en un mismo conjunto no t ienen porque ser coetáneas, como ha
sido expuesto insistentemente, ni siquiera, incluso, aquellas que parecen
pertenecer a un estilo mismo, sino que debe haber una gradaci6n cronol6gica,
y qu izá lo que en términos paleográficos se pudiera llamar interpolación,
pudiendo considerar como tal al jinete de l a Gasulla, que vendría a fal sear
el conjunto de no actuar con extrema prudencia al efectuar su análisis~.
Encontrándose otros en la misma situación.
Forfea Pérez aborda la cuestión a través de la estratigrafía cromática, estableciendo para lelos con el arte mueble mesoJítico y estudiando los conjuntos
IIticos de probable relación con los abrigos. Cronológicamente concluye que
el arte rupestre naturalista tendría que ser necesariamente posterior al 5.000,
y el linea l geométrico inmediatamente anterior :1111.
l as superposiciones cromáticas y forma les es evidente que no se pueden
ni deben negar, siempre y cuando se vea claramente dicha superposición y
no obedezca a pura imaginación. Sin embargo, las superposiciones conocidas
lo son siempre sobre esquematismos del llamado arte lineal geométrico, que
no tiene nada que ver con el arte esquemático propiamente dicho, siendo
el repinte del toro de Cantos de la Visera, transformado en ciervo y sobre
una zancuda esquemática, un hecho aislado que lo pudo ser en cualquier
momento.
Por otra parte, lo que nos interesa destacar de Cantos de la Visera no es
la existencia de superposiciones sobre la figura reticulada y las líneas sinuosas u onduladas paralelas y verticales (fig. 42), sino la misma existencia d e
éstas y su relaci6n con el toro. Creemos que el intentar comparar las con otras
por lo tanlo, sin necesidad de suponerlo doméstico, Indica ndo como han aparecido rcst05
de _equus. en Botlquería deis Moros con anterioridad al ProtoneolUico; citando hallazg05
¡imilares de S. Corchón en la Cueva Lóbrega de Torrecilla de Cameros.
(l8O) RlPOLL PERELLO, E.: _Representación de un jine te en las pinturas ropestres
del "Cin¡le de la Gasulla" (Caste1lón)_. Zephyrus, XIJ1 , pág. 91. Salamanca, 1962.
(381) FORTEA PEREZ, 1.: _Algunas aportaciones a los problemas del Arle Lc:vltnl;no_.
Zephyn¡s, pá¡s. mm, Salamanca, 1974, y .. En tomo a la cronolQlla relativa del inicio
del arte levantino (avance sobre las pinturas ropeslres de la Cocina) •. L Anivenario d e la
Fundación del Laboratorio de Arqueologfa, 1924-1974. Papeles del Laboratorio de Arqucologia
de Valencia, núm. 11, ptp. 185-197. Valencia, 1975.
[page-n-237]
EL MESOLlTlCO EN VALENCIA
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alQ..-. de Canto. de la V_ni.
B. rqnesmladonu dnuoau de la Cueq cid NIAo.
lO
2J3
[page-n-238]
J . APARICIO
procedentes del arte mueble es un acierto, y, lógicamente, hay que ir a buscar dichas representaciones donde existan, y así establecerlamos comparación
con las de Cocina rr y con las del Parpall6. Aunque sabemos que las del Parno por eso debemos dejar de hacerlo,
palió son anteriores al 12.000 a. de
porque suponer a priori una fecha nos parecería acientífico, y las afirmaciones
de que las manifestaciones más antiguas no puedan ser anteriores al b.500 u
8.000, meramente subjetivas.
c.,
Cuando desde el punto de vista estilístico, pues, realizamos la comparaci6n, resalta inmed iatamente la gran identidad formal entre las representaciones de Cantos de la Visera y numerosas placas grabadas parpallonenses
-entre otras muchas, la 479 y 464 del Magdal eniense IV (fig. 43-44)-, mientras que presentan notables diferencias con las de Cocina (fig. 45), tanto
que la única simil itud se le puede buscar única y exclusivamente a nivel
conceptual, lo cual es un hecho que destaca a simple vista y puede ser comprobado en cualquier momento. De ahí a derivar que el arte levantino representado en las paredes de los abrigos rupestres de la vertiente peninsular
med iterránea desde lérida a Murcia procede directamente del paleolítico
Hispano-aquitano, un paso, que damos.
Mas, puestos en esta tesitura, y en busca de argumentos con que afianzarla, el primer problema que nos asalta es: ¿cómo explicar el paso brusco
de un arte mueble a un arte parietal?
En real idad, la idea de hacer derivar el arte levantino del viejo arte paleolítico no es nueva y ha estado en boga en cierto momento; lo que no son
útiles qu izás son los argumentos esgrimidos en la época.
Es evidente, y ello lo podemos observar diariamente, que la cu ltura no procede a saltos y no ca mbia de la noche a la mañana; de ahí que habrfa que
buscar las pruebas que justificasen o confirmasen dicho cambio. y d ichas
pruebas las podemos encontrar en la Cueva del Niño (Ayna) )1.2, en la Hoz
y los Casares lIJ, en Montsiá 314 y en Alquézar 3&5. Por un lado, su cercanfa a
(382) ALMAGRO GORBEA, M.: d.a Cueva del Ni80 (Albaccte) y la Cue ... a de la Griega
(Sego ... ia). Dos yacimientos de arte rupestre recientemente descubiertos en la Peninsula
Iberica •. Trabajos de Prehistoria, .... 28 (Nueva Serie), págs. 9-62, Madrid, 1971.
(lSJ) CABRE, J .: d.as cuevas de los Casares y de la Hm_. Archivo Espaf\ol de Arqueología, nUm. JO. Madrid, 1\134.
(384) RIPOLL, E.: . Pinturas de tipo paleolltico en la Sierra del Montsili-. Miscelánea
en Homenaje al A. Breuil, l. n. págs. 297·JOS. Barcelona, 1965.
RlPOU. PERELLO, E.: .Une peinture de type paléolilhiQue sur le ¡inoral méditerranéen
de Tan-agonc: (Espagne) _. Rivista di Scienze Preistorlcbe, v. XIX, 1-4, págs. 189-1\14.
Flrenze. 1964.
Cl8S) Rcc::ientemente se han dado noticias acerca del hallazgo en el Barranc del Vero,
en Colonao CAsque), en la sierra al N. de A1Quwr, de varias cavidades con representaciones
artísticas formando un conjunto de singular importancia por la amplia variedad temática,
[page-n-239]
[page-n-240]
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I!L IoIESOLlTICO EN V.uJ!NCIA
FI¡. 4.!1.-P1acu ¡rabadu de la Cueva de la Cocina.
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238
J. APARICIO
los focos de arte levantino, folal en la primera, indica que hay una Iradición
de pintura parietal muy desarrollada, que por otro lado, y más concretamente
en el primer caso, va acompañada de una gran similitud 0, al menos, una
aproximaci6n en cuanto a la temática y al estilo entre ambos ' ipos, tal como
se puso de relieve en el Symposium de Santander 316. Mientras que una se-
gunda etapa la constituirían numerosas representaciones naturalistas ya al aire
libre; así, por ejemplo, los toros de la Cocini lla del Obispo, como quería Almagro Basch m, junto a la gran mujer de la Gasulla y al gran toro de la Araña,
como propuso Beltrán 335.
Si, además de lodo lo expuesto, volvemos sobre las plaquetas del Parpalió, un nuevo argumento vendrá a sumarse a los ya señalados, al analizar
las estadísticas establecidas por lIongueras Campañá '", observando como el
último momento conocido de ocupación de la cueva, el Magdaleniense IV,
coincide con un aumento máximo de representaciones zoomorfas y geométricas sobre el total de caras pintadas. De acuerdo con lo cual, ¿es lógico
suponer que en un momento de apogeo se corte brusca y violentamente esta
singular trayectoria artística para no renacer sino al cabo de siete mil años
(según la cronología de Fortea) o diez mil (según la de Jordá)?
estilística y cronológica; 2 cavidades contienen pinturas esquemáticas, otra dos ciervos de
estilo levantino, y eJ abrigo de mayores dimensiones, cueva ya segun Beltrán, 4 figuras de
caballo en rojo, manos en negativo en rojo y negro, asl como un posible antropomorfo,
de claro estilo hispano-aquitano, señalándose también la existencia, en esta ultima cavidad,
de un depósito sedimentológico con materiales del Paleolftico Superior. Si consideramos
que se encuentra todo dentro de un radio menor de un km., comprenderemos, tod av ía más,
su gran interés para la tesis que defendemos. Véase: Memoria 1978 del Institut d'Arqucologla y Pre historia, pág. 15. Universitat de Barcelona, asl como:
BELTRAN MARTlNEZ, A.: Opus cit. nota 364, pág. 22.
(386) GRAZIOSI, en el coloquio sobre la comunicación _Descubrimic nto de una CUC"a
con arte rupestre paleolftico en la provincia de Albacete_, indicaba: . Las figuras vistas
tienen tendencia hacia el arte levantino, como en la cueva de Montsiá. En la época de
Breuil se habla de una relación entre estos dos artes, y ahora yo creo que es la hOI'a de
hacer marcha atrás ... El arte levantino ha podido desarrollarse a partir del arte cuate r·
nario. Creo que es algo importante que vale la pena ser investigado •. Véase: Santander
Symposium, Actas del Symposium Internacional de Arte Prehis tórico, pág. 499. San·
tander, 1972.
(387) ALMAGRO BASCH , M.: .Manual de H istoria Universal •. 1. Prehistoria, pág. 28.
Espasa·Calpc. Madrid, 1960.
(388) BELTRAN MARTINEZ, A.: _Deba t su r l'Art rupestre de la Penjnsula Ibérica el
de France•. Valcamonica Symposium. Actes du Symposium International d'Art Pré historique, págs. 110-111. Capo di Ponte, 1970.
En este trabajo se pronuncia por un comienzo del Arte Levantino a partir del 9.000 a .
de C., idea que ha abandonado, valorando positivamente la cronologfa del 5.000 dada por
Fortea, y rechazando tajantemente nuestras dataciones, que conoce, a pesar de lo cual
indica Que e n los últimos diez años no han habido grandes variaciones (vid. opus cit.
nOla 3(4).
Un recien te hallazgo ha sido también situado e n este momento, recordando antiguas
estructuraciones de Porear, aunque con dataciones absolutas excesivamente bajas , véase:
MESADO OUVER, N.: _Las pinturas rupestrcs del "Barranc dc1 Pou d'en Travcr" (Ares
del Maestre) •. Penyagolosa, 1I- época, mim. 2, noviembre. Castellón de la Plana, 1979.
(389) LLONGUERAS CAMPAt'l""A, M.: _Gráficos estadisticos sobre las placas de la
Cueva del Parpalló (Gandla. Valencia).. Santander Symposium. Actas del Symposium
Internacional de Arte Prehistórico, págs. 393-484. Santander, 1972.
[page-n-243]
EL t.lESOLlTICO EN VAU!NCIA
239
No aceptamos este corte brusco de ninguna manera, ya que queda fuera
de la lógica más elemental, y sí creemos que continúa su propia trayectoria
artística en las formas lineal-geométrica y naturalista, tanto sobre soporte
mueble como parietal, de lo cual existen pruebas que expondremos.
la trayectoria artlst ica del Parpall6 se corta hacia el 12.000 a. de C., mo_
mento coincidente con el Magdaleniense IV, por abandono de la cavidad o
por desmantelamiento de sus estratos superiores debido a fen6menos diversos
de orden meteorológico o humano, lo que se repite en el Volcán del Faro 390,
aunque aquí al Magdaleniense IV siga el Mesolítico 1, como simple cambio
de las estructuras socioecon6micas y ergológicas sobre la misma base étnica,
y debido a circunstancias meramente ecológicas, tal y como hemos expuesto.
Ver el Parpal!6 como fen6meno único e irrepetible no es procedente y
en el futuro se puede demostrar lo contrario, ya que si consideramos que
aparte de estos dos yacimientos, y de Mallaetes, en mayor grado, y en menor
Rafes Penaes, Barranc Sranc o Meravelles, no se han excavado otros yacimientos en la provincia de Valencia, y ninguno en Alicante o Castell6n, comprenderemos lo expuesto de lanzar afirmaciones y conjeturas a base de datos
que tampoco existen.
c.,
Desde aquella fecha, 12.000 a. de
hasta mitad del VI milenio, momento en que creemos que sobre una base industrial mesolitica se introducen
ya las primeras cerámicas, como muestra de una agricultura o ganadería
incipiente, a 10 que hemos denominado Protoneolltico, transcurren, según
nuestro criterio tres fases industriales que, bajo el nombre genérico de MesoHtico, hemos subdividido en 1, 11 y 111; la primera engloba a las industrias
sin geométricos, mientras que las dos segundas a las de componente geométrico, produciéndose el cambio hacia el 8.500.
Pues bien, en el Nivel 11 de Sto Gregori, que encuadramos en un momento
final del Mesolltico 1, se hal16 una cierva grabada sobre una plaqueta (fig. 46),
que, salvando leves diferencias de est ilo, quizás impuestas por el soporte,
puede ponerse en relaci6n con las representaciones parietales sin ninguna
duda )91.
(390) APARICIO PEREZ, J .: Vi4 opus dI. nalas 9 y 11.
(391) VILASECA ANGUERA, S.: Vid. opus cit. nota 179.
Estillstlcamente es interesante recoger la opinión de lord' Cerdá, para quien: . Este
paralelo crooolÓjico entre el nivel 11 de Sant Gregori y los niveles solutrenses espaftoles
se confirmaba en parte por la semejama que de estilo y técnica presenta la plaquila de
la cierva ¡rabada de Sant Gregori, con la loseta del ParpalJó, perteneclente al Solutrense
Medio, que representa a una cierva amamantando a un cervatillo_o Véase: JORDA
CERDA, F.: _Sobre la edad solutrensc de algunas pinturas de la Cueva de la Pileta
(Málap)_. Zephyrus, VI, pág. 134. Salamanca, 1955. Opinión muy direrente a la sustentada
[page-n-244]
".
J . APARI C IO
[page-n-245]
EL MESOLITIOO EN VAUlNCIA
241
En el Nivel 11 del Filador, que nosotros situaríamos en la primera mitad
del Mesolítico 11, se encontró una plaqueta grabada con estilo lineal.geométrico (fig. 47), más próxima al arte de Parpalló que al de Cocina m.
Es evidente y lógico suponer que los habitats de los pintores levantinos
debieron estar en las proximidades de los abrigos pintados y no a decenas
de kilómetros, porque suponerlo sería descabellado, y en esto creo que estaremos todos de acuerdo. Sin embargo, estos abrigos o covachas, en la mayor
parte de los casos, no fueron ocupados directamente, quizá por dificultades
de ubicación, orientación, etc., o JX>r su mismo carácter mágico-religioso o
lo que se les quiera sUJX>ner. Ocupándose los de los alrededores. Pero, des·
graciadamente, dichos lugares no fueron ocupados únicamente por los pintores, sino que lo fueron en otras muchas épocas también, encontrándose
materiales hasta de época romana; de ahí que haya abundante argumentación de la que hacer uso según cada criterio particular. Si a esto añadimos
que, ni aún poniéndose de acuerdo en cuanto a la designación de una
determinada industria, lo habría en cuanto a la fijación de la cronología de
ésta, comprenderemos lo difícil que ha resultado llegar a un acuerdo unánime,
y como consecuencia el caos más absoluto que ha obligado a muchos investigadores a considerar poco menos que tabú el abordar este tema.
YACIMIENTOS EN LAS PROXIMIDADES
Veamos, pues, una vez llegados a este punto de nuestro razonamiento,
q ué yacimientos arqueológicos se han d escubierto en las proximidades de
alguno de los abrigos pintados.
En orden cronológico hay que señalar que las más viejas industrias reco.
gidas hasta el momento lo son musterienses, y como tal se han clasificado la
del abrigo de L Eudoviges, en el Cerro Felio de Alacón 39.1; El Pudía l, en
a
Ladruñá n :l94, y en los estratos profundos de la Cueva del Niño, en Ayna 395;
pOr FORTEA posterionnente, vid. opus cit. nOla 101, segunda cila, pág, 149.
Acerca de la decoración interior, SOLEDAD CORCHON indica Que _el tema de los trazos
pareados en series muy numerosas es frccuente en el Cantábrico en representaciones figurativas mobiliares desde el Magdale niense IIl.IV hasta el Magdalcnicnse final _.
Véase: CORCHON, MARIA S.: .El tema de los trazos pareados en el arte mueble •.
Zephyrus, XXV, p. 202, nota a pie de página. Salamanca, 1974.
(392) VILASECA ANGUERA, S.: Vid. opus eit. nota 218.
(393) BARANDIARAN, l.: _El Abrigo de Eudoviges (Alaron. Teruel). Noticia Prelimina r •.
Miscelánea ArQucológica ded icada al Profesor Antonio Beltrán, págs. 29-47. Zaragoza, 1975.
BARANDIARAN, 1.: .Yacimiento musteriense del Covacho de Eudoviges (Teruel) •. Ta·
bona - 3, págs. 7-111. La Laguna, 1978.
El Musteriense ha sido calificado como de [ades Quina, Musteriense Charentoide; mientras que lo superficial pOstpaleolltico de la E. del Bronce, inmediatamente anterior al
Hierro 1, igual (cchación que se propone para sus pinturas de _estilo decadente_ y ta rd ío.
(394) RIPOLL, E.: .Los abrigos pintados de los alrededores de Santolca (Teruel) •. MonografíilS de Arte Rupestre. Arte Levantino, núm. 1, págs. 25-26. Barcelona, 1967.
(395) HIGSS, E. S., DAVIDSON, I. y BERNALDO DE QUIROS, F.: .. Excavaciones en la
Cueva del Niño (Ayna. Albacete) •. Noticiario Arqueológico Hispánico. Prehistoria, S, páginas 93-96. Madrid, 1976.
31
[page-n-246]
242
J . APARI CIO
Fla. 47.-Plaqueta del abrlco del FUadol'.
[page-n-247]
EL
wuounc:o
EN
VA1E.~CU.
243
en término de Akoy, donde se ubica la Sarga, son numerosos los yacimientos
musterienses señalados ·, así como en Minateda y Monte Arabl, por lo que
sabemos.
En cuanto al PaleoH
tico Superior no existe, por el mome nto, ningún yacimiento en las proximidades de las pinturas.
las industrias U
ticas recogidas en las proximidades o en los mismos yacimientos de El Mortero y el Tlo Fra ile (Alac6n), El PudiaJ (ladruñán) , Val del
Charco del Agua Amarga (Alcañ iz). Barranco de Calapatá (Cretas), Las
Caldas del Salbime y Els Secans (Mazale6n), Prado del Navazo y Las Ba lsilIas (Albarracln), es evidente que, a pesar de la falta de elementos geométricos, no tienen entidad suficiente para obtener a su través conclusiones
cronol6gico-culturales de ningún tipo, por la exigüidad de los materiales. en
unos casos; otras, por la pérdida de los mismos, y las más, por fa lta de est udios, tanto de los materiales como de Jos yacimientos, con métodos actuales
y con claros conocimientos de tipología, siquiera creamos que se puedan
exceptuar los dos últimos, ya que nos parece acertada la opin i6n de Almagro m¡ mientras que algunos yacimientos de la Valltorta ofrecen materiales
de tipologla parecida a la del Mesol ltico.
Pero, aparte de los yaci mientos citados sin geométricos, existen otros, en
las proximidades de abrigos con arte rupestre, que merecen comentario aparte.
COVA DE LA MALLADA (PcrUló. T~l
Se encuentra a un tiro de piedra de las pinturas rupestres levantinas de
Cabra-Feixet, y con sus 34 raspadores, 17 buriles, 48 dorsos y bordes rebajados, asf como un raspador-buril. ofrece una clara tipologla del Mesolítico I )9t.
RACO DE NANDO (8enaNI. CulcUÓQ)
Recientemente se han vuelto a publicar las pinturas de este abrigo, así
como los materia les encontrados al pie de las mismas 19f. la presencia de
microrraspadores y dorsos reba jados abogan por una dataci6n preneoHtica,
porque si de algo estamos seguros, a través del estud io del material de l'Or
(J96) APARICIO PEREZ. J .: .EI yaclm ic:n to de "las fuentes" (Navarrés. Valencia) )' el
Muslcriense en la Re¡p.ón Valenciana (España)_. Ouartiir , 25. págs. 25-51. Bonn. 1974.
(397) ALMAGRO BASCH, M.: Vid. opus cil. nota 160.
(J98) VIl.ASECA, S.: Vid . opus cit . nOla 201.
(J99) GONZALEZ PRATS, A.: .EI Complejo Rupestre del "Riu de MontUor'· •. Zephynu •
.x.xV, pép. 259-280. Salamanca, 1974.
[page-n-248]
244
J . APARICIO
q ue hemos realizado, es la total ausencia de cualquier tipo de raspador, así
como también de buriles y, sobre todo. microburiles entre el material lítico
neolrtico G; lo cual se repite en la Sarsa por lo que sabemos d e lo publicado 0101.
De ahí que dentro de esta datación preneol ítica nos inclinamos a considerarlos
como del Mesolítico 1.
CUEVA DE lA ARARA (Dh:orp. Valenda)
Con ocasión de los trabajos realizados recientemente para su cierre, se
utilizaron algunos grandes bloques pétreos de las inmediaciones, entre los
cuales y deba jo de ellos se conservaban restos de la antigua sedimentaci6n
arq ueológica.
Junto a cerámicas hechas a mano, pud imos recoger material lítico diverso.
V aparfe de lascas y hojas, algunas con retoques y muescas, hay que destacar
un trapecio con un lado retocado cóncavo, claramente d el Mesolítico 111, así
como tres buriles de clara tipología paleolitica o del Mesolít ico 1 (fig. 48) .
Conjunto que hemos incrementado con restos de un vaso colador, 1 punta
de flecha pedunculada, dos trapecios, microrraspadores, d orsos reba jados y
1 microburil de Krukowski.
BI.ANQUISAR DEL GARROFERO (Navamét. Vale:nc:IlI)
El descubrimiento y posterior cierre de los Abrigos de Voro y del Garrofero, con pinturas rupestres de tipo levantino, de las que preparamos su
publicación, nos obligó a la exploraci6n de los alrededores, encontrando muy
cerca del segundo restos liticos en la superficie de un campo, entre los que
destacan, aparte de hojas y lascas, algunas con retoques, buriles y ra spa~
dores (f;9. 49) : enca jando, por lo tanto, dentro de nuestro Mesolítico l.
CUEVA RUBIA ALTA (Blcorp. Valendli)
Recientemente se ha descubierto un importante conjunto d e p inturas ru ~
pestres de tipo levantino y esquemáticas en la zona del Buitre (Bicorp) . Con
(400) La técnica de microburi¡ se utiliza en la RegiÓn Valenciana a part ir del Solu trc nse
Final, por lo Que sabemos actualmente, con el fin de fabricar las puntas de escotadllnl.;
permanece durante el Magdaleniense IV destinada a la talla de los escalenos y se utiliza
intensamente durante el Mesolílico 1I y 1II, quedando el microburil como desecho de
talla de la lran variedad geométrica; sin embargo, no aparece ni uno sÓlo en Or, Sarsa,
Barranc Fondo, clC., 1.0 cual es indicio bastante claro de que su.s geomé tricos se fabrican
con otra técnica distinta a la del microburil. De ah! lo acertado de la idea expuesta por
Almagro Basc:h acerca de la no existencia de microburiles en el NeoIJtico, (Vtase nota 160,
pigina 5).
(401) SAN VALERO APARISI, J .: .. La Cueva de la Sarsa (Boc:airente. Valencia)•. Serie
de Trabajos Varios del S.I.P. núm. 12. Valencia, 1950.
ASQUERI NO FERNANDEZ, M.a D.: «Cava de la Sarsa (Bocairente. Valencia). Análisis
estadístico y tipológico de materiales sin estratigrafía, (1971·1974) •. Saguntum. Pape les del
Laboratorio de Arqueología, 13 páp;. 99.225. Valencia, 1978.
[page-n-249]
"L MESOLITlCO EN VALENCiA
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.'"
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Flg. 4fI.-lndultria Utlca de la Cueva de la Araña.
245
[page-n-250]
J . ... P.... ICIO
FIc".
49..-lnduatrlll Utlca del Blanqubu del Garrofero (Nanrn!1 . Valmda).
[page-n-251]
IL IOISOLITlCO I!K VAlJlNCIA
2A1
ocasión de la preparación de su cierre, exploramos los alrededores en busca
de los seguros habitats que suponíamos en las proximidades, localizando en
este abrigo, a varios metros sobre el cauce actual del Barranco Moreno, una
pequeña sedimentación y, en superficie, diversos silex b lancuzcos, completamente deshidratados, entre los que destacan dos raspadores y un buril,
aparte de varias hojas (fig. SO) .
A pesar de lo reducido del material, lo creemos perteneciente al MesoIrtico 1.
ABR.lGO DEL BARRANCO DE LA FUENTE DE LA ARENA (Al pera. A.lb.eele)
l a exploración de este barranco en busca de la Cueva Negra que señaló
Cabré «1.1, y que hemos comprobado que se encuentra en el término de Ayora
y, 'Por lo tanto, en la provincia de Valencia, nos llevó a este pequeño abrigo,
que contiene una delgada sedimentación arqueológica, en cuya superficie
recogimos cerámicas a mano. A partir de un pequeño cerco de piedras que la
contiene, encontramos sílex con gran profusión, entre el cual sobresale un
microrraspador doble (fig. SO) .
Se encuentra próximo a las cuevas del Queso y de la Vieja y también debe
estarlo de las existentes en los Carasoles d el Bosque que señalara Breuil
aunque todavía no hemos podido localizar estas últimas.
4GJ
CUEVA RUBIA. BAJA (Bleorp. Valencia)
Está situada a unos 100 m. de la del mismo nombre citada anter iormente,
a un par de metros del cauce del barranco. En la superficie de una fina capa
negruzca hemos encontrado sílex atípicos, que adscribimos a un momento
mesolftico sin mayor precisión (fig. SO).
BAJt!lANCO DE LOS GRAJOS (Cleo. Murcla)
Al pie de un abrigo cercano a otros con pinturas rupestres de t ipo levantino se excavó un yacimiento arqueológico, cuyos d os n iveles superficiales
(1 y 11, respect ivamente) proporcionaron 3 raspadores, 15 bordes y dorsos
rebajados entre el material l!tico, junto con cerámica cardial, todo fechado
en 5.220 se, mediante C-14: mientras que los niveles 111 y IV proporCionaban
(402) CABRE, J.: Vid. opus ch. nota 351.
(403) BREUIL, H.: .Les peintures rupestres schétnatiques de la Péninsule I bérique, IV:
Sudest el l'Est de " Espaane-, pjas. 63-64. Lagny-sur-Mame, 19)5: _Les peintures rupestres
d'Espa¡ne, VII: Nouvelles roches peintes de la Ji&jon d'A.lpera (Albacete)_. L'AnthropolOSie,
nllm. 26, piss. lJO..lJl. Pans, 1915.
[page-n-252]
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2cm.
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Ffa:. 5CI.-M.lertala IfUco. de la Cueva Rubla Alta (A) , Baja (8) y FlXIlte de
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la ArtnII (C).
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[page-n-253]
249
10 raspadores, 15 buriles y 7 bordes y dorsos rebajados, sin cerámica, fechado
por el mismo sistema en 3.170
Be. -.
Para Forfea Pérez, la cerámica pudo ser una intrusión y no corresponder
al contexto lítico, mientras que la segunda fecha no es buena, al parecer
por escasez de materia orgánica. según transcribe Almagro Gorbea recogiendo comentarios de su excavOOor, señor Walker.
En cuanto al MesoHtico 11 y /JI (con geométricos). se encuenlra en numerases yacimientos junto a ciertos abrigos con pintu ras rupestres; as! en la
Cocinilla del Obispo y Doña Clatilde, en A lbarracín ; Cueva de la Cocina,
en Dos Aguas ; Roca deis Moros, en Cagul, y en numerosos yacimientos d e
la Valltorta 405; mientras que otros yacimientos ofrecen las particularidades
siguientes:
CUEVA ZORRA (Bleorp. Valencia)
M uy próxima a la Rub ia Alta y Baja citadas, se encuentra la Cueva Zorra,
a pequeña distancia de varios de los abrigos pintados del Buitre.
35 microburiles, 2 triángulos con apénd ice latera l, 5 trapecios, 2 segmen·
tos, 3 fragmentos de medias lunas, 1 microrraspador e infinidad de hojas y
lasquitas indican su clara pertenencia al Mesolífico '" (fig. 51) .
ABRIGO DE PEDRO MAS (Ayora. Valenc:U)
Se encuentra en el Barranco Hondo, en la vertiente W. del Mugr6n de
Almansa y en las proximidades de la ciudad ibérica de Meca. Es un pequeño
(404) ALMAGRO CORBEA, M.: _C-14, 1974. Cincuenta nuevas fechas para la J:n'ehistoria y la arqueoloafa peninsular •. Trabajos de Prehis toria, v. 31 (Nueva Serie). Pág. 282.
Madrid, 1974; FORTEA PEREZ, J .: Véase nota 6, págs. 237·239. Se paraleliu la industria
Iftica con la de La Mallada.
(40S) La presencia de microburilcs es un dato decisivo de acuerdo con nuestro criterio
expuesto anterionnente. Véase:
MALUQUER DE MOTES, J.: _Las industrias con microburilcs de la VaHtorta •. Ampu·
rias, 1, págs. 103-112. Barcelona , 1939.
Recientemente se han estudiado las series líticas recogidas minuciosamente en lultu(Cl;
diversos de es ta amplia lOna, creyendo ver en ellas una gran homogeneidad, a pesar de
la macolanu. con cerámicas a mano, Jo que ha detenninado su datación a fines del IV
milenio, datación que se supone para todas las fonnas artfstlcas aHf desarrolladas, viejo
error en e1 que se vuelve a caer reiteradamente. Véase: DE VAL, MARIA JOSE: .Vaci.
mientos !jtieos de superficie en el Barranco de la Valltorta (Castellón). Cuadernos de
Prehistoria y Arqueologia Castellonense, núm. 4, págs. 45-77. CasteIlón de la Plana, 1979.
Error que se empieza a extender pe1igrosarnente, de lo que es buen ejemplo el intento
ti
de relacionar lndiscriminad,uncnle los haUaxgos acluales Y d3tados de Cova Fosca con
las pinluras cercanas de La Gasulla (Vid. OLARIA, C. y GUSl, F.: .Cueva fosca : Nuevas
fechas de C-14 para el neolftico medilernnco de la Península Ibllrica.. C-14 y Prehistoria
de la Pen(nSula Ib6rica. Reunión, 1978, págs. 61.63. Fundación Juan March. Serie Unh'crsitaria, núm. n. Madrid, 1978). Véase también MESADO OLIVER, N., en nOla 388.
[page-n-254]
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IfUca de Cueno Zorra (Blcorp • Va!encla).
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[page-n-255]
El. MESOLlTlCO
Etl
VA.LENCIA
251
abrigo que contiene numerosas pinturas rupestres esquemáticas, al p ie del
cual existe sedimenta<:i6n arqueológica que proporcionó diversos materiales,
entre ellos un trapecio-.
En reciente visita se han podido recoger útiles líticos y un fragmento cerá·
mico en superficie, que hacen sospechar en un habitáculo del Neotit ico final
o Eneolítico Inicial. Se pudo comprobar lo discutible de algunas de las reproducciones de Breuil, en aspectos tanto morfológicos como coloristas, por lo
que en breve acometeremos su estudio completo.
ABRIGO SEGUNDO DEL CJNGLE DE LA ERMITA (Mbocáur. c.,tellÓn)
En un covacho que conserva restos de pinturas rupestres levant inas se
excav6 una débil sedi mentación que proporcion6 un reducido conjunto de
útiles líticos, cuya deficiente representación gráfica no permite diferenciar
convenientemente, aunque, si hemos de creer a su investigador «lI, se com·
pone de microrraspadores, dorsos rebajados, microburiles y algún geométrico. Su posterior ocupación durante el Eneotítico o la Edad del Bronce dejó
restos en superficie también insignificantes.
LA CEJA (DoI A¡ru¡o.s. Valene!a)
Es un yacimiento al aire libre en una zona llana cerca de la fuente del
mismo nombre, próximo también al cauce del Júcar, a la Cueva de la Cocina
y al conjunto pict6rico de Dos Aguas-.
Como el cercano yacimiento de la Polvorosa éste también fue descubierto
¡:x>r el equipo que excavaba la Cueva de la Cocina en 1978 bajo la dirección
de J. Fortea, proporcionando la exploración superficial el siguiente materia l
arqueológico:
lascas y esquirlas de sílex, algunas de cuarcita.
Raspadores.
Microburiles.
Trapecios.
Hojas escotadas.
(406) BREUlL, H.: Véase nota 402, págs. 65 y 330-332, respectivamente; FORTEA
PEREZ, J .: Véase nota 6, págs. 391·392.
(407) GUSI GENER, F.: _Un taller de sile:t bajo abrigo en la 2.- cavidad del Cinglc
de la Ennita (Albocácer)•. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 2, pági.
nas 3%3. Castellón, 1975.
(408) _La Labor del S.I.P. y su Museo en el pasado ~o 1978•. Págs. 60-61. Valencia, 1979.
[page-n-256]
J . APARICIO
N ingún dato más se pudo obtener a través de la breve nota publicada en
la obra reseñada, salvo que la presencia de trape<:ios, junto a hojas escotadas
y microburiles es argumento para situar el conjunto IUico durante el MesoIItico '" B o C, es decir entre el 6.500 y el 5.500 aproximadamente.
COVACHO DE LA POLVOROSA (Dos Aguq. V.leoda)
El Covacha de la Polvorosa se encuentra situado en la margen izqu ierda
del Barranco Falón, junto a la confluencia con el Barranco de la Ventana, y
pr6x imo al abrigo del mismo nombre, abrigo que contiene las conocidas pinturas rupestres que forman el conjunto tan divulgado d e Dos Aguas junto al
Abrigo del Ciervo y el de la Pareja.
Se descubrió en 1977 con motivo de las excavaciones que realizaba en el
mismo el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputac ión de Valencia.
bajo la dirección de J. Fortea Pérez 409.
Se trata de un pequeño abrigo de cinco metros de ancho por tres y medio
de profundidad y un metro veinte centfmetros de altura media .
la exploración superficial reveló que contenla un depósito con superf icie irregular de 2'60 m. x 170 m., alcanzándose un espesor de 0'30 m. de
profundidad máx ima.
El sondeo realizado permitió la obtención de la estratigraffa siguiente :
ESTRATO A :
Arenas roj izas. Un icamenfe proporcionó var ias lascas de sílex.
ESTRATO 81 :
Arqueológicamente resultó estéril, aunque se detectó la existencia de cenizas.
ESTRATO 82 :
Arenas rojizas con bolsadas carbonosas.
Se recogi6 el siguiente material arqueológico:
1 microburil.
2 raspadores.
lascas y restos de fauna.
ESTRATO O:
(409)
Arenas arcillosas y bolsadas carbonosas, recogiéndose lo siguiente:
2 raspadores.
1 microburil.
Ibldem, pág. 60.
[page-n-257]
EL MESOLITICO EN VALENCIA
253
1 segmento con retoque abrupto.
Hojas y lascas.
Resina seca; corteza de pino; helix nemoralis y esquirlas
óseas, algunas de ellas quemadas.
Debido a la escasez de los útiles recogidos es muy problemática la adscripci6n cultural del conjunto, debiendo esperar a los oportunos análisis de
C-14 realizados a partir de las muestras carbonosas obtenidas. Debido a su
proximidad a la Cueva de la Cocina, se hace difícil pensar en la utilizaci6n de
esta reducida cavidad al mismo tiempo que aquélla, por lo que se podría
pensar en su ocupaci6n en épocas en que Cocina no estuvo habitada por
ofrecer deficientes condiciones de habitaci6n, al estar expuesta a la inundaci6n por su bajo nivel con respecto al cauce del barranco que discurre por su
misma puerta, en cuyo caso la dataci6n de este conjunto deberla ser anterior
al Mesolit ico 111 A, pudiendo situarse durante el 11; y si pudiésemos valorar
el predom inio de los raspadores habría que pensar en un momento antiguo
del mismo, lo que nos llevará a unas fechas desde el 8.500 al 7.000 a. de C.
El Arte levantino, a diferencia del Arte Paleolít ico que se puede afirmar
que ocupa toda la Península Ibérica, se encuentra especialmente sobre
el Sistema Ibérico en su vertiente mediterránea, pasando por el norte al otro
lado del Ebro en lérida y Tarragona, extendiéndose hoy hasta Huesca; por el
sur llega hasta los Sistemas Bético y Sub-bético, en las provincias de A lmería,
Murcia, A lbacete y Alicante; por el W. el límite viene determinado por la
linea que establece la divisoria de aguas en las provincias de Teruel y Cuenca,
sin que sepamos que se traspase dicha línea en ningún caso. En el centro de
esta amplia zona se encuentran nuestras tres provincias, Castel16n, Valencia y
Alicante, concentrándose en las dos primeras las principales muestras del
mismo.
Una de las características señaladas ha sido la lejanla del mar y el que los
pintores viven, en sentido figurado, de espaldas al mismo. Independientemente de que podrlamos utilizar esta afirmaci6n como argumento Cronológico, por la lejanía de la linea actual de costa varios kil6metros mar adentro
durante el Paleollt ico Superior y Mesolítico 1, en sentido real no se puede
mantener esta afirmaci6n por cuanto en Castell6n, Tarragona y Alicante hay
algunas representaciones pr6ximas al mismo, en todo caso lo máximo que
permite la existencia de lugares apropiados para ello, sin que creamos que
esté dicha la última palabra sobre ello y en el f uturo alguna sorpresa nos está
reservada por el extenso territorio todavía por explorar.
[page-n-258]
J. APAIUCIO
En efecto, desde antiguo es conocido el Abrigo de la Joquera en Sorriol
(Castell6n ) solamente a 14 Kms. del mar, mientras que recientemente se ha
señalado la existencia de un notable conj unto en Tarragona 410, as! como en
Alicante, yaci miento que describimos a continuación:
BENlRRAMA (ValI de Gallinera. Macant)
A través de varios artlculos aparecidos en la prensa valenciana conocemos
el reciente hallazgo de un abrigo con pinturas rupestres en el término de
Benirrama, descubrimiento rea lizado por el Centre d 'Estudis Contestans, quien
ha rea lizado un estudio preliminar de las pinturas para su publicación en las
series que ed ita el S.I.P. de la Diputación Provincial de Valencia 4ll.
El abrigo, que presenta extremas dificultades de acceso, contiene d os
tipos de pint uras según las notas de prensa, "unas más naturalistas con arqueros provistos de carca j y flechas, y varias figuras femeninas; otras esquemáticas, con figuras humanas de marcado carácter fálico".
A l parecer se ha buscado el lugar de habitación utilizado por los pintores,
que se ha supuesto próximo, sin que hasta el momento haya tenid o éxito la
búsqueda.
Estas p inturas tienen, bajo nuestro punto de vista, un interés especial, ya
que, independientemente de la importancia del conjunto por el número de
las representaciones o por la perfecc ión d e las mismas, son las segu ndas
conocidas en la provinc ia de Alicante, puesto que hasta el momento únicamente se conoc!an las de la Sarga, y además ubicadas en zona relativamente
próximas al mar, del que únicamente las separan unos trece kilómetros en
línea recta, nuevo argumento en contra d e la teoría de su situación en zonas
monta ñosas alejadas de la costa y de la dualidad cultural durante el Mesollt ico.
En cuanto a la interpretación dada a las representaciones no nos atrevemos
a opinar, toda vez que no hemos pod id o estudiarlas, aunque a través de la
documentación gráfica de 105 periódicos podemos observar figura s que se
pueden encuadrar en nuestras fases tercera y cuarta. los hombres con cabeza
de "lobo" no son sino hombres con tocado particular que ha sido mal inter(410) GRUP ESPELEOLOGIC D'Ull.DECONA DEL C.C.R. y OTROS: .L'An Prchistorie:
d 'Ulldecona_. Centre Excursionista de: Catalunya. Ban:c:lona, 1975.
VIRAS, R., MIQUEL, D. y OTROS: .El conjunto rupestre de Ja Serra de la Pietat (Ulldl)cona. Ta rragona)•. Speleon, Monografía 1. V Simposium de Espeleoloaia, págs. 115-151.
VIRAS, R.: .EI abrigo V de la Serra de: la Pietat (Ulldecona . Tarragona)•. Cuadernos
de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 4, pá,s. 21-43. Caste1l6n de la Plana, 1m.
(411) ABAD, M.: .Las pintuns rupestres de Benl·rama serán protea:idas-. Las Provincias, martes 30 de octubre. Valencia, 1979.
[page-n-259]
EL UI.lSOi.lTlCO E.'I! VAl.ENC1A
255
Pf'etado, 10 que también creemos que se ha h~ho al considerar "fál icas"
determinadas rePf'esentadones que pudieran ser objeto de dist inta inlerpretación.
La búsqueda y hallazgo del yacimiento arqueológico en sus proximidades
podría ayudar a solucionar varios de los Pf'oblemas fundamentales que se
p lantean a la preh istoria valenciana, según hemos expuesto.
Debiendo añadir la existencia de restos en los abrigos de la Penya Roja
de R610va, en las cercanías de Gandía, al conjunto de las representaciones
pict6ricas ya conocidas en las proximidades del mar.
FASES
Sin embargo, la casi total idad del mismo se encuentra en las abruptas e
intrincadas serranías valencianas del interior, en oquedades abiertas en roca
caliza generalmente, aunque también las hay en el rodeno o arenisca roja,
oquedades de gran long itud y escasa profundidad que r~iben el nombre
de abrigos rupestres por su carácter d e simple covacha, sin que se les haya
encontrado nunca en cueva o gruta como al Hispano-aquitano. De esta manera sus pinturas quedan expuestas a todas las inclemencias del tiempo, sol,
fria y calor, lluvia, etc.; y por haber sido reiteradamente ut ilizados como
apriscos naturales frecuentados constantemente JX>r animales y hombres, de
tal manera que bajo este cúmulo de circunstancias adversas resulta un autént ico milagro el que hayan podido llegar hasta nosotros con el frescor y la
viveza que mantienen las recientemente descubiertas. Hoy podemos afirmar
que la acci6n de la Natura leza ha sido en general benigna, pero que la actual
acción humana es el principal enemigo y la más grave amenaza contra estas
muestras insuperables del legado histórico-artístico de nuestros antepasados.
Sobre estos lienzos rocosos está representado la casi totalidad del arte
valenciano postpaleollt ico, desde el levantino en sus diferentes estilos hasta
el esquemático neo-eneoHtico, que se pudiera considerar como un estilo más
dentro del anterior, De tal manera que los mismos lugares, los mismos frisos
rocosos, se han utilizado reiteradamente durante unos 10.000 años, por lo
que es lógico suponer que ras diferencias estilfsticas serán notables y, antes
de analizar la temática y el signif icado, convendrá que establezcamos los
probables estilos y su cronología. Aunque, conviene aclarar, que esta circunstancia no se da en todos los lugares, ya que hay abrigos con pocas representaciones, otros más r icos pero de un sólo estilo, y únicamente los grandes
conjuntos como los de La Araña, Dos Aguas, Valltorta, etc., pueden proporcionarnos la información necesaria.
[page-n-260]
1. APAIUCJO
En este sentido la Cueva de la Araña ocupa un lugar destacado, descu·
bierfa en 1920, durante el mismo año fue estudiada por un equipo dirig ido
por Eduardo Hernández Pacheco, entre el que figuraba e l excelente d ibu·
jante M. Benitez Mellado, lo que d io lugar a la publicaci6n de una notable
obra m, en la cual se realiza ya, a nuestro parecer, un perfecto análisis de
los d iversos est ilos detectados en e l gran friso pintado de la cueva en cues·
ti6n, estilos que consideramos, matizados con arreglo a los conocimientos de
hoy dla, absolutamente representativos y válidos para todo el arte pos' paleolít ico. Distingue Hernández Pacheco las fases sigu ientes:
Primera fase. -Representada por el gran toro silueteado y relleno con
trazos.
Seg unda fa se.--figura humana de gran tamaño ejecutada con tinta plana .
Tercera fase .-figuras humanas, de an imales así como objetos diversos
V signos emparentados con los paleolíticos,
Cuarta fase .-Complejas escenas en las q ue intervienen fig uras humanas
V animales, unos V otros en general de pequeño tamaño.
Quinta fase .-Figuras humanas y anima les con rasgos exagerados y partes desproporcionadas. En líneas genera les se o bserva clara degeneraci6n
artlstica.
Sexta fase.-figuras de arquero de "estilo en extremo degenerado V convencional" y "animales toscos e indeterm inables".
Basá ndose en esta in icial estructuración, o a través de sus propios anál isis,
Ripoll y Beltr'n han realizado las propias, que en esencia se corresponden
unas con otras, y ambos coinciden con Hernández Pecheco, sin introducir
novedades salvo en la terminología y en la crono logla absoluta, probablemente baja 413.
As! la fase A (naturalista) de Ripoll V Beltrán, corresponde a la primera
de Hernández Pacheco; la B (estilizada estática) de Ripoll con la plena de
Beltrán, equivalentes a la segunda y tercera de H. Pacheco; la e (estilizada
d inámica) del primero con la de desarrollo del segundo, y ambos con la
cuarta del tercero; la D, considerada como fase de transici6n a la pintura
esquemát ica por Ripoll es similar a la IV o final de Beltrán, correspondiéndose
con la qu inta y sexta de aquél gran precursor.
(412) Vid. opus cit. nola 356.
(413) Vid. opus <:h . nOlas 372 y 313.
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EL MESOUTICO 10.'11 VALENCIA
257
De acuerdo con lo establecido por Hernández Pacheco y con nuestra propia estructuraci6n del Mesolitico, creemos que el esquema evolutivo del
arte rupestre levantino se desarrolló de la manera siguiente:
PR IMERA FASE.-Se corresponde con el Mesolítico I y con la primera y segunda fase determinadas en la Araña. En una primera etapa (12.000-10.000)
se pintarían únicamente ani ma les de grandes proporciones, estáticos, y en la
segunda animales más pequeños con algo de movimiento y figuras humanas
de gran tamaño.
SEGUNDA FASE.-Se corresponde con la tercera de la Araña V se desarroll6 durante el Mesolítico 11.
TERCERA FASE.-Cuarta de la Araña. Hombres y animales de pequeño tamaño, en escenas complejas de caza, lucha, recolecci6n, etc. Se corresponde
con el Mesolltico 111.
CUARTA FASE.-Quinfa de la Araña. Desarrollada durante el Protoneolítico.
QUINTA FASE.-Corresponde a la sexta de la Araña y se desarrolla durante
el Neolítico y el Eneolítico. En resumidas cuentas esta quinta fase representa
al Arte Rupestre Esquemático.
Estilíst icamente vemos que hay una man ifiesta evolución de las formas,
y del natural ismo inicial. tanto en la representaci6n de animales como de
seres humanos. heredado del viejo arte original paleolítico, pasamos a través
de la paulatina reducci6n del tamaño de las f iguras a su simplifjcaci6n. y al
creciente interés por la representación de escenas en un evidente impresionismo, en cuyo momento lo importante ya no será la representación en si, sino
en relación con las demás, lo que el conjunto signifique o represente, de ahí
que se haya hablado de movimiento y vida, ritmo y expresión espi ritual. Desde
este momento de máximo apogeo se t iende paulatinamente a la creciente
esquematización, convirtiéndose en una pintura de carácter simbólico y abstracto. En el momento de máx imo a¡::ogeo se ha señalado un claro sentido
de la composición, en la cual parece tenerse en cuenta el tamaño de las
f iguras, las .proporciones de las partes del cuerpo, la colocación de aquéllas,
etcétera.
En cuanto a los temas vemos q ue f iguras humanas y ani males aparecen
aisladas en las fases primera y segunda, en la tercera predom inan las escenas
sobre la f igura aislada, y en la cuarta se vuelve a la figura aislada. l os an;3J
[page-n-262]
J . APARICIO
ma les representados corresponden a la fauna propia de la zona ba jo el clima
actual, así: ciervos, cabras monteses, toros, jabal fes, équidos, corzos, zorro,
gamuza, cánidos, aves, etc.; idéntica representación que en el Arte Pa leolltico
si exceptuamos a los caballos.
Aunq ue las representaciones humanas no han sido nunca plenamente realistas se observa una gradación estilística con tendencia a la progresiva d isminuci6n de tamaño y esquematizaci6n desde la fase primera hasta la quinta.
Suelen aparecer desnudos, a veces con el sexo exagerado. Frente a su estática actitud durante las dos primeras fases, destacan las variadas posiciones
en la tercera, de acuerdo con la actividad desarrollada (ojeo, persecuci6n,
rececho, lucha, caza, carrera, etc.). Se representan con cuidado los adornos
corpora les (gorros, casquetes, colgantes, penachos, ataduras para el pelo,
braza letes, cinturones, falde llines, "jarreteras") . Hay tres casos de hombres
enmascarados o hech iceros.
las mu jeres también se representan, aunque en menor proporción que
los hombres y se diferencian por los pechos, que suelen llevar al descubierto,
fa ldas genera lmente acampanadas, nalgas prominentes, etc.
las escenas, en su mayor parte, son cinegéticas, aunque también hay
luchas, desfiles, "ajusticiamientos", danza, recolección.
Entre las armas representadas destaca e l arco, que puede ser grande y de
triple curva, o sólo reflejos o semirreflejos, o pequeño y sencillo; flecha con
punta aguzada o con aleta lateral (posible geométrico). y posible pluma u
hoja terminal para estabilizarla. Otros útiles representados son: el carcaj, cestos
y bolsos, bastones, hondas, trampas, lazos, cuerdas, escalas, palos, etc.
Sobre su significación mucho se ha hablado y escrito como para el arte
paleolltico, así se le ha dado un valor mágico en relaci6n con la caza, la
muerte, la fecundidad, etc,; religioso; e l de simples exvotos; historicista y
conmemorativo, etc., etc.
CONCLUSIONES
A través de la anterior exposición se observa como en los abrigos que
contienen las pinturas, y e n mayor número en otros próximos, existen industrias adscribibles tanto al Mesolítico I como al 11 y al 111, e incluso con cerámica d e tipo Neolítico, Eneolítico o d e la Edad del Bronce, sin que exista
una constante absoluta que nos lleve a conclusiones firm es y estables, que,
por otra parte, serán imposibles d e obtener haciendo uso únicamente de
estos datos.
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EL MESOUnCO EN VAl.ENCIA
259
Pero, si combinamos los estrictos datos arqueológicos con los estiHsticos
y con aÑ lisis pormenorizados de las p inturas, podremos llegar a conclusiones más pr6ximas a la realidad de los hechos. aunque para ello es preciso :
a.-fiel reproducci6n de las pinturas.
b. -Precisos análisis y estudios tipol6gicos de las industrias.
Con respecto al primer punto el corpus general que se viene elaborando
es una esperanza de cara al f uturo. El segundo adolece de un grave defecto
desde tiempo ha, y es la despreocupación genera l en la descripci6n minuciosa y correcta representaci6n gráfica, por triviales que puedan pare<:er los
útiles. mot ivado, unas veces, 'por la falta de conocimientos tipol6gicos siquiera
elementales, lo que lleva frecuentemente a describir como b uril cua lq uier
pieza apuntada, incluso por reconocidos prehistoriadores; otras (que en parte
da lugar 8 lo anterior). por incursión en el campo propio de esta ciencia de
numerosos aficionados que, salvo honrosas excepciones, traspasan los limites
a que debe ajustarse su colaboración.
Todos estos problemas, sumados a la pérdida de numerosos conjuntos
industriales, relegan la soluci6n al futuro, siempre y cuando se cumplan los
dos requisitos que hemos indicado. De ahí que las estructuraciones crono16gico-estillsticas deban apuntarse como mera posibilidad, por lo cual nosotros, de acuerdo con nuestro criterio expuesto y con los datos valorados.
planteamos, en parte todavia como hipótesis de trabajo, lo siguiente :
1.·-Que el arte Hispano-aquitano. de larga e intensa tradici6n en la vertiente mediterránea de la Penlnsula Ibérica, no desaparece al final del Magdaleniense IV, sino que origina el Arte Naturalista l evant ino.
2.·- Que este arte, entre el 12.000 y el VI milen io, evoluciona por efecto
de su prop ia dinámica interna, dando lugar a los diversos estilos preconizados
por RipoJl. Beltrán, Almagro y Hernández Pacheco.
3!-Que su propia evoluci6n estilística, más los cambios sociales y rel igiosos que se debieron producir al implantarse la economla neolítica. le
condujeron hacia un esquematismo y una abstracci6n creciente, para morir
al f inal del Eneolitico y principios de la Edad del Bronce.
4!-Que se perpetúa tanto el lineal geométrico como el formal.
S!-Que el soporte continúa siendo. como en el Paleolítico, lo parietal y
lo mueble.
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J . APARICIO
6.--Que SUS paralelos hay que buscarlos, como tantos otros, en las tierras
ribereñas del Mediterráneo occidenta l.
C)
El ARTE ESQUEMATICO
Oculto por la exhuberancia del Arte Parpa llonés y del Arte Rupestre l evantino, el Arte Esquemático ha pasado desapercibido y se te ha dedicado
muy poca atenci6n en nuestra Regi6n, si n embargo, su importancia es maní·
fiesfa, y aunque no alcance el gran desarrollo que alcanza en Anda[ucía,
especialmente en toda Sierra Morena desde Jaén hasta Extremadura, cada
día se d etectan nuevos y más interesantes conjuntos.
Su origen se encuentra en el viejo Arte Pa[eolltico para el figurativo y
el no f igurativo, el primero por la evidente esquemafizaci6n a que se tiende
en las representaciones ani ma les, y que será una de las caracterfsticas cons·
tantes del arte mediterráneo en general a partir de las puras representaciones
naturalistas, y a través de las distintas f ases que hemos señalado para el Arte
levantino alcanzará su máxima esquematizoci6n durante [a qu inta fase, corres·
pondiente al N eolítico y Eneolítico, en que se consigue ya un total y puro
simbolismo.
El no figurativo t iene su origen en el lineal geométrico parpallonés, q ue
se continúa ininterrumpidamente a través de todo el levantino, y vemos
frecuentes representaciones linea l·geométricas, esquemáticas y abstractas en
todas las fases señaladas para el mismo, siendo durante la quinta fase cuando
encontramos los simbolismos más def inidos y seriados, que aparecen, además,
sobre cerámicas y huesos. las figuraciones conocidas en lo parietal p ueden
verse representadas, siendo las más frecuentes los cérvidos y cápridos, en que
la cornamenta es el único signo distintivo; la f igu ra humana llega al máximo
de estilización y abstracci6n apareciendo [os d enominados "ramiformes", en
los que e[ eje central representa el cuerpo y los apéndices adyacentes los
miembros, en muchos casos múltiples, y dentro de éstos ros ecu lados alean·
zan especial significaci6n, por encontrarse sus para lelos grabados sobre hueso,
cua ndo han adquirido ya un indudable significado rel igioso.
l a introducción de agricu ltura y ganaderla no influye solamente en el
aspecto socio--económ ico, sino también en el espiritual, introduciéndose con·
cepciones cosmológicas y religiosas que tendrán su manif estaci6n en el arte
tradicional, el cual , siguiendo [a trayectoria que le impone su mismo dina·
mismo incorpora las nuevas creencias y las comunica a través de las formas
artíst icas autóctonas.
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t::L Mt::SOLlTlCO E." VALENCIA
D)
26 1
EL ARTE LINEAL GEOMETRICO DE COCINA
En el nivel 11 determinado p:lr Pericot en las excavaciones que realizó el
Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación Provincial de Valencia
y que aquél d irigió, aparecieron las únicas muestras de lo que puede consi·
derarse un arte ciertamente singular. El so¡:x>rte lo const ituyen, como en Par·
pa lió, losetas, pero que aquí no se presentan tan regulares y con superficie
tan apropiada como en la cueva gandiense, éstas están algo rodadas, y la
"silueta es ovalada o trapezoidal alargada y con frecuencia irregulares", tal
y como [as describió Pericot, quien, con la experiencia q ue le proporcionó el
Parpall6 se dedicó a lavar y revisar todas las piedras que salian y cu yas su per·
ficies consideraba apropiadas 414.
Aunque no le acompañ6 éxito tan sensacional como allá, localizó 35 pla·
q uetas grabadas, algunas p:lr las dos caras, tola lizando 38 las superficies
utilizadas. En general el grabado es tenue y de tip:l lineal q ue se combina en
forma más o menos geométrica, de ahí lo de lineal·geométrico q ue le hemos
apl icado.
L mot ivos son poco variados, pudiendo calificarse de monótonos: series
os
de rayas paralelas. q ue se organizan en zonas, y éstas a su vez forman com·
binaciones con otras zonas de distinta orientac i6n; a veces las rayas paralelas seriadas arrancan de un haz de líneas paralelas centrales; otras veces
su posición es tota lmente anárquica y únicamente en una ocasión entre la
confusión d e lineas en d istintas d irecciones parece entreverse una figuración zoomorfa .
El nivel 11 de Pericot corresponde a nuestro Mesolftico 111
el 6.000 y el 5.500 a. de C.
e, datado entre
No es p:lsible relacionarlo con el arte parietal contemporáneo, de concepción, técnica y estilo total mente diferente, y aunque tampoco guarda ninguna relación directa con el arte par·pallonés por motivos de estilo y temática,
por el soporte hay que suponerlo derivado de aquél, y si la temática no es
si milar hay que considerar que han pasado varios milenios y ésta puede
considerarse surgida como forma evolutiva de aquélla.
Otras losetas aparecieron con restos de pintura, aunque salvo simples
manchas n inguna representación forma l pudo ser identificada, d ebiendo considerarlas como posibles paletas para preparar el color, ya q ue abundantes
restos del mismo fueron hallados entre los sedimentos.
(414) Vid. opus dI. nota 63.
[page-n-266]
262
J . APARI C l n
Al terminar la excavación del nivel 11 fueron localizados restos de p in·
turas de estilo levantino en la pared de la cavidad, sugiriéndose que pudieran
haber sido pintadas al final del Mesolltico JII B o principios del 111 C. dato de
sumo interés que requiere un adecuado estudio.
[page-n-267]
IX
CONCLUSIONES GENERALES
El estudio del Mesolltico q ue finalizamos ha sido realizado partiendo de
un supuesto básico o hipótesis de trabajo: que las poblaciones asentadas
secularmente en las tierras ribereñas al Mediterráneo. desde [a divisoria de
aguas como límite tierra adentro, se encontraban unidas por firmes lazos
étnicos y culturales, de tal manera que bajo condicionante ecol6gicos similares debieron desarrollar respuestas idénticas durante los ·siete mil años de
duraci6n que hemos asignado al Mesolítico.
El pormenorizado estudio anaHtico de los yacimientos arqueológicos de
la vertiente mediterránea española ~IS nos ha permitido realizar la vertebra(415) Ya impresa la parte anterior se han publicado dos lrabajos que conviene recoger
aquf, uno de ellos presenta la estratigrafia oblenida en la Cucva del Padre Areso (AMOR
BECUIRlSTAIN, MARIA.: _Cata eslcatigráfica en la Cueva del Padre Areso (Bi¡ilezal)_.
Tra~o5 de Arqueología Navarra, 1. Diputación Foral de Navarra, págs. n.90. Pamplona,
1979), situada también sobre un anuente del Salazar, como ocurria con Zaloya, aunque
aquéUa más al sur. A pesar de la escasez del material recogido se ha podido detenninar
la existencia de cuatro niveles, con mesolltico sin geométricos en la base (Nivel IV), tres
niveles hasta la superficie con geométricos y microburiles mezclados con cerámicas varia·
das; entre la fauna cabra u oveja y algún cérvido.
El otro trabajo es un estudio sedimentológico de la Cueva de la Cocina (FUMANAL, P.:
_Estudio sedimentológico de la Cueva de la Cocina_. Saitabi, XXVln , págs. 161-180. Valen·
cia, 1978), únicamente de los niveles A a F segün las últimas excavaciones de Fortea, cuya
cronología acepta la autora; detenninando que en el Sel;:tor F (2.(0).1.800 a. de C.) el depósito se fonna a principios del Sub-boreal, bajo clima seco de pals subárido, con escasa
cobertura vegeta!; a! final humedad intensa con [onnación de toba, lo que determina el
encharcamiento de la superficie y la proliferación de una cubierta vegetal. Esta hipótesl$
entra en contradicción con la manifiesta y pertinn sequla que se constata durante toda
la duración del Sub-boreal.
La sedimentación de los sectores E y D son indicios de sendas fases de inundación
aunque con menor fuerza y capacidad de carga que en F, lo cual evidencia un clima
mediternlneo parecido al actual; mientras que en C y A se produciria un fuerte incre·
mento de la humedad con lavado de materiales, lo cuaJ también ocuITÍa, contradictoria·
mente, dentro del Sub-borea1.
El análisis sedimento lógico, que juzgamos correcto dada la seriedad cientlfica de la
autora, presenta contradicciones, a nuestro parecer, únicamente por adscribirlo a un
periodo impropio. Para nosotros el nivel P se pudo fonnar durante el Pre-bor'ea!, y principios del Boreal, durante el cual se señala un corto episodio de intensa humedad; E y D
al final del Boreal y C y A a! principio del Atlántico; a lo que se adecua perfectamente.
Otros dos trabajos vienen a enriquCQer nuestro conocimiento del paleolítico and.aluJ:,
uno de ellos confirma la existencia de paJeolltico en la Cueva del Higuerón, especialmente
del Magd.aleniense, vtase LOPEZ, P. y CACHO, C.: d.a Cucva del Higuer6n (Málaaa):
estudio de sus materiales_. Trabajos de Prehistoria, V . 36, :Pá¡s. 11-24. Madrid, 1979.
Mientras que el seaundo anade un nuevo yacimiento paleolJtico a los conocidos en
la misma provincia, vtase: RUIZ GONZALEZ, B y LEIVA RIOJANO, J . A.: _El taller de
sllelt paleolltico de El CholTO (El Burgo. Málaga) •. MainaU. Estudios de Arqueología
Malaguefia, 1, págs. S-"I1. Málaaa, 1979.
[page-n-268]
264
J. APARICIO
ción y estructuraci6n de todo el proceso, proceso que también hemos seguido
en los restantes paIses, aunque de manera mucho más somera, encontrando
un proceso evolutivo similar, tanto industrial como cultura lmente, dentro de
un mismo marco cronológico.
los condicionantes ecológicos o "desafíos del medio", provocados por los
cambios climát icos inicialmente, y actuando sobre un soporte geográf ico
idéntico, darán lugar a una misma cubierta vegetal, la cual, a su vez, deter~
minará la fauna, también deter:minada, tanto la micro como la macrofauna,
aunque especialmente la primera, por el clima, todo lo cual condicionará el
tipo y la cantidad de los recursos económicos d isponibles por las poblaciones,
que deberán adaptar o renOVar no solamente todo o parte de su utillaje indus·
trial o acervo ergol6gico, sino, incluso en algunas ocasiones sus mismas
estructuras sociales.
Este determinismo ecológico que propugnamos no es compartido por todos
los investigadores, V en sentido negativo, poniendo en duda la relación
causa-efecto entre cambio climático y cambio industrial, se han manifestado
modernamente laville, Tixier, le Tensorer, etc. 416, negando que se evidencien
cambios funcionales estacionales; en esta linea también se han pronunciado
Carbonell y Estevez 417, para los que ambientes diferentes producen la misma
respuesta y respuestas distintas se encuentran en los mismos ambientes.
Contra la primera postura se opone e[ simple razonamiento de que la no
aceptación del determinismo ecológico supondría el considerar como motivaciones del cambio industrial la mera casualidad o el capricho humano, mientras que la segunda es absolutamente válida, aunque no se opone n i impide
a que el MISMO AMBIENTE PRODUZCA lAS MISMAS RESPUESTAS.
El proceso de evolución y cambio industrial que se produce durante toda
la prehistoria hay que entenderlo en el sentido de progreso continuado, es
dec ir que los nuevos útiles, sustitutivos de los anteriores, lo son en tanto
en cuanto suponen una mayor y mejor funcionalidad, es decir una superior
adaptación a la fundón que motivó su creación y fabricación, y que el proceso depurativo que condujo a [a creaci6n del útil perfecto no lo fue guiado
por una fuerza ciega V arbitraria, sino que intervinieron dos factores decisivos, el primero estimulante, que fue la necesidad que imponran los condicionantes ecológicos, el segundo determ inante, que fue el grado técnico alcan.
zado, a part ir del cual fue posible introducir los cambios V modificaciones
oJX)rtunas.
(416) LAVILLE. H.: .Rclations: climat·indus tries, limites d 'interprCla tio n. b) Influence
du climat sur la composition des outillageu. Approche eco1oaique de I'Hommc Fossilc.
Supplement Bulleti AFEO. núm. 47. págs. 131-137. París, 1m.
(417) CARBONEu., E. 1 ESTEVEZ, J.: .. Avan~ de la teoria de la bldirea:ió • . Cyp~la , 11,
I»IS. 1-5. Girona, 1976.
[page-n-269]
265
EL WllSOUnOO EN VALENCIA
Por otra parte, las respuestas idént icas que propugnamos hay que considerarlas en sentido generalizador, es decir en cuanto a las tendencias amplias
que se manifiestan en un mismo t iempo y en lugares distintos, y no solamente en el aspecto ergol6gico o industrial, sino en todos los aspectos de la
vida humana,
Otra cuesti6n es la valoración de las "respuestas" dadas en los distintos
lugares y por las diversas poblaciones, así como en el establecimiento de su
identidad o semejanzas, para lo que se parte de los distintos puntos de
vista de cada investigador, es decir de un criterio ya de por sí subjetivo, y,
sobre lodo, por la falta o escasez de datos y la precariedad de los existentes;
en este sentido ya hemos puesto de relieve como la comparaci6n exclusiva
de industrias europeas con industrias capsienses para establecer relaciones
con el Norte de Africa, descendiendo a detaJles minuciosos en la comparación, no es válido por la escasa representalividad de aquéllas para un territorio tan extenso, máxime cuando se parte de datos no del todo fiables tanto
para Europa como para Africa, a lo que se añade el que muchas de las mues_
tras utilizadas tampoco sean representativas, lo que expresó claramente Barriére con respeclo "á la variabilité des 'lb, Cel1e-ci peut etre due a de multiples facteurs, les couches de gisements, n'étant que des las de détritus, ne
traduisent pas exactement l'image de I'outillage, d'oú I'existence de "sauls"
brusques du graphiques. la foui lle a éte partielle aussi les % peuvent- ils ne
traduire que des localisations accidentelles ou volontaires" 411, sobre lo que
puede servir de ejemplo las extremas d ificultades que encuentra G, Straus
para realizar las subdivisiones internas del Solutrense cantábrico debido a
la extrema variabil idad entre los diferentes yacimientos excavados, a lo que
contribuye las deficiencias del método de excavación aplicado en la mayor
parte de los mismos, debiendo recurrir al C-14 para conseguir algún resultado
viable, y criticando las subdivisiones realizadas a través de los tipos de
puntas, lo que es poco fiable debido a su indiscriminada aparición
.1',
Sin embargo, es evidente que entre el 12.000 y el 10.000 se producen
cambios substanciales que inciden fundamentalmente en las estructuras económicas de las poblaciones del Mediterráneo Occidental. acompañadas en la
mayor parte de 105 lugares de paulatinas y profundas modificaciones industriales, cambios y mod ificaciones que se prolongan a lo largo de unos 7.000
años hasta la plena introducción de lo que conocemos por Neolltico, pero
que en cierto modo se debe entender como la cu lminación o el resultado de
(4U) BARRieRE, C.: _Rouffignac. L'An:.heologie •. Travau" de !' Institut d'Art Préhis,
torique, XVI, pág. 15. TouJouse.
(419) CUY STRAUS, L : .Variabilité dans les ind ustries solutrécnnes de ¡'Espagne
cantabrique•. Bulle!in de la Sodét~ Préhistorique Francais, t. 75, ras. 9, páas. 276-280.
París, 1978.
34
[page-n-270]
266
J.
APARI C IO
todo O parte del proceso anterior; que ambas estén en relación causa~efecto
asl lo creemos nosotros V juzgamos suficientes los datos existentes para
aceptarlo.
Otros investigadores también creen en esta relación. o por lo menos la
sospechan, y asl Camps reconociendo que la fase crítica del lberomauritánico
se sitúa entre el 10.000 y el 8.000, detectada por todo el Maghreb hasta la
Cirenaica, cree d if íci l aceptar que no guarde relación con la fase climática
conocida en Europa como oscilación de AllerOd (9.800-8.500), caracterizada
por la estabil ización con la consiguiente mejoría general. aunque reconoce
que no puede afirmarlo debido a no saber si afectó al N. de Africa como
consecuencia de la fa lta de análisis de fauna y f lora, de ah! que no se pueda n
establecer paralelos absolutos entre la crisis técnica V la oscilación climática
como causa y efecto subsiguientes 420; mientras que l aplace se muestra ter~
minante y explkito: "Si I'on admet que chaque complexe industriel répresente
la réponse d' un groupe humain donné, c'est-a-dire parvenue a un certain
stade d 'évolut ion technique, a un mil ieu naturel donné, il semble bien que
les modif icat ions du milieu doivent se tracluire par des mod ifications corrélatives de la struct ure du complexe" UI. "Pour expliquer ces fai ts, nous avons
d'abord souligné que ces mutations brusques se présentaient comme des
mouvements adaptifs rapides en correlations avec des oscitlations climat iques
perturbatrices du biotope" 421.
M ientras que en las poblaciones donde se creía que no se modificaba su
componente industrial, tal es el caso de Italia w, por ejemplo, también se
señalaba la existencia de profundas alteraciones que motivaban un evidente
cambio que se manifestaba "Dal punto di vista economico per le ragion i che
sono state esporte prima sembra evidente che le popolazioni che praticarono
la caccia ag li uccelli di passo e a quelli stanziali nella Puglia, che erano ded ite
aJla pesca, alla caccia agli uccelli ed alla caltura dei p iccoJi animali nella
Marsica avevano un sistema di vi'a a tendenza sedentaria. le genti che
abitarono la groUa la Porta e la Grotta Addaura quando si f ormarono i depo-
(420) Vid. opus cit. nota 292, páa:. 9l.
(421) Vid. opus cit. nota IlO, pág. 329.
(422) Ibldern, pág. 132.
(423) Ya impreso el capUulo VI, dedicado al MesoUt ico italiano, 1Ie¡:a. a. nuestras ma.nos
el trabajo de BARTOLOMEl, G., BROGLIO, A. et PALMA DI CESNOLA, A.: _Chronos·
trati¡Nlphie et tcologie de ¡'Epigra.vcttien en ltalie_. Col1oques intemationaux C.N.R.5.
núm. 271 , págs. 297·324. París, 1979, afirmándose en la pág. Jf/110 si¡uiente: _En outre, nous
reu~nons que les complelle5 sauveterroides el tardenoldes reconnus dans le Val Padana,
dans le kartl el en Toscane, ne peuvent ~tre engIobb dans I'Epiaravellien, en ralson des
dirfúcnces marquées d 'ordre typologique el structural. En conséquence, la limite supé.
rleu.re de J'Eplgravettien, proposée par G. Laplace, devra.it tgaJemen t ~tre pr6eiséc_, lo
cual coincide plenamente con lo que hemos expuesto e inlerpretado personalmente.
[page-n-271]
EL MESOUTlCO EN VAU!NCIA
267
si!i superiori erano orma; d ivenu!e pressoché sedenfarie perché la loro economia era orma i basafa quasi esdusivamen!e sulla raccol fa dei molu.schi 4101.
En la Reg i6n Valenciana d icho cambio comenzó hacia el 12.000 a. de
Cristo, momento en que se interrumpe la normal evolución ergológica del
Magdalen iense IV, comenzando e l período q ue hemos denominado Mesolítico 1, d ividido en dos fases, A y B, la A alcanzaría hasta el 10.000, y la
B hasta el 8.500. Esta estructuración es válida pa ra toda la vertiente med iterránea d e la Penínsu la Ibérica, aunque hay que considerar q ue en alg una
zona, como o::!n la Selva (Gerona), las part icularidades climáticas locales hayan
posibi litado la cont inuidad y normal evoluci6n magdaleniense hasta la
fa se VI (9.500).
Idénticas características y circunstancias se repiten en el Mid i francé s,
aunque aqul son más numerosos los lugares donde se haya prolongado el
magda leniense por influencia de la superior latitud. El té nnino Mesolítico 1
vendría a sustituir al de Epimagda leniense, Va lorgiense, Romanelliense, etc.
En Italia se produce caso análogo al español, aunque co,! la d iferencia
q ue la base es mucho más indiferenciada por no encontrarse Solulrense o
Magdaleniense, mas el Mesol itico I aparece nítidamente, pudiendo substituir
al Tard igrave'iense, Bertoniense, Romanelliense, etc.
El Maghreb presenta, por el contrario, prioridad cronológica, y el Mesa.
lít ico I debió comenzar bastante antes según las fecha s conocidas para el
lberomauritán ico, término local Que puede ser comprend ido bajo el que
proponemos a efectos de unificaci6n.
Para justificarlo presentamos, en el cuadro de la figura 52, con finalidad
comparativa, los úti les más representativos de las d iversas industrias d iferenciadas en cada uno de los pa íses estudiados, así los útiles "valorgienses" del
Mid i proceden de la Baume de Valorges oW, Jos d el Epimagdaleniense de
Gaze l '26; de Italia para el Tard igravetiense hemos representado útiles de
Ponte d i Ve ia, Grotla C 4P, para el Romanell iense de la Groffa Romanelli 411 y
pa ra e l Mesol it ico de la Grotta la Porta d i Positano m; para el Ibero mauri tano
(424) Vid. opus ci t . nOla 291, pág. 46.
(425) Vid. opus dI. nO! as 257 y 261.
(426) Vid. opus ei t. no ta 254.
('*27) BROG LIO, A.. LAPLACE, G. y ZORZI , F.: . 1 deposil i Qua ternari del Ponte di
Vda. Le i lldIJS l rie~. Mem orie del Museo Civieo di 5toria Na lurale di Vcro na , v. Xl,
págs. 325-367. Vcrona, 1961.
(428) Vid. o pus d t . nOla 143, pág. 12, figura TI.
(429) RADM1U.. I, A. M., TONGIQRGI, E.: . Gli scavi nella &rolla La Porta d i Posilano.
Contributo alla conoscel17.8 del mcsolilico ilaliano~. Rivis ta di Scicnze Prcistoriche, v. XHI,
págs. 91·109. Fi rcJUC, 1958.
[page-n-272]
'68
1. APARICIO
del Maghreb útiles de la Grotta Rassel, Courbet-Marine y T~foralt 0'1; mientras
que de la Penfnsula Ibérica hemos representado útiles de Maltaetes In ,
A través de lo reproducido se JX>drá observar como los útiles más representativos son: raspadores, especialmente los microrraspadores: buriles,
abundando mucho más los de ángulo sobre rotura o 'runcadura, aunque haya
diedros, si bien estos últimos son más abundantes en los ,primeros tiempos,
enrareciéndose paulatinamente. aunque es tendencia general de este grupo:
y las hojas y hojitas de borde y dorso rebajado. En algún caso aparecen
microburiles, si b ien con bajo índice, lo cual hay que entender como la
permanencia de una técnica que se implanta varios milenios antes y que en
algunas zonas persiste con la fina lidad de fabricar dorsos o bordes rebajados.
En cuanto a su cronología, podemos ver en e l cuadro que hemos elaoo..
rada (fig. 53) la correspondencia de algunas dataciones conocidas, así
como la coherencia entre las mismas, ya que si exceptuamos las altas fechas
para laforalt, que indican temprano origen para el Mesolitico I del Maghreb
como hemos expuesto, todas se sitúan dentro de unos límites extremos, que
son los del 12.000 y el 8.500 según nuestro criterio. l as fecha s extremas, que
exceden de los topes, máximo y mínimo, propuestos, hay que valorarlas de
manera diferente, las altas son numerosas y coherentes entre sí, además de
que vienen a cubrir el vado existente entre e l Mesolítico y el Ateriense (Mus.
teriense norteafricano), por lo que es conveniente y oportuno darles un mar·
gen de credibilidad; las bajas, por e l contrario, son menos numerosas y presentan una total falta de coherencia, por lo que es presumible su anormalidad,
de ahí que se deban eliminar 432.
Entre el 8.500 y el 7.500 hemos situado el Mesolitico O, momento en que
econ6micamente parece haberse impuesto la recolecci6n sobre la caza en
todas las poblaciones del área, conociéndose especialmente a través de los
restos de cocina el inlenso consumo de moluscos te rrestres (heJix especial.
(430) Vid. opus cit. nota 292, segunda cila, págs. 65, 71 y 74.
BRAHIM.I, C.: .L'Ibéromaurisien Ii uoral de la Région d'A1ger_. Mémoires du C.R.A.P.B.,
XIII , pág. 56. París, 1970.
(431) FORTEA PEREZ, J .: . L·EpipaléolithiQue du Iiuora! ml!diterran~ espa¡nol_.
Colloque intemational Abt-en·Provenee, junio. 1972. L'EplpaléollthiQue médilerranéen, página 65. Parfs, 1975.
(432) Vid. opus eil. nota 293.
AMARA, A.: _Le gisement Es-Sayar (Bon Sallda-Algérie)_. Ubyca, t . XXV, pág. 67.
Alller, 1
m.
HEDDOUCHE, A.EX .: d..e gisemen t epipaleolithiQue d'El.()n~r (Bou-Saada. Al gérie)_.
Vid. opus cit. supra, pflas. 81-82.
Para las datacioncs de yacimientos franceses vid. opus cil. nota 246 y
SCHVOERER, M., BORDIER. CH., EVIN, J. ct DELIBRIAS, G.: .Chronologie absoluc
de la fin des ICttlps g1aclaires. Recensement el prtsentation des datatlons se rapportant
l des sltes frtrn;ais_. Colloqucs intem.ationaux C.N.R.S., mlrn. 271. La fin des lemps alaciaires en Europe, páp. 2141. Paris, 1979.
[page-n-273]
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[page-n-274]
[page-n-275]
270
J. APARICIO
mente). y de éstos más moluscos marinos en los yacimientos actualmente
cosleros; se enrarece la caza de grandes animales. que parece ser sustituida
por los pequeños espedmenes (Iagomorfos. pájaros, pequeños roedores. etc.).
En la industria subsisten los raspadores, los buriles y los dorsos y bordes
rebajados, pero aquéllos en proporción sensiblemente inferior a los de la etapa
anterior; mientras que los últimos arquean el dorso o lo apuntan dando lugar
a la presencia masiva de geométricos, triángulos y segmentos que caracte-
rizan el período, fabricados mediante fa técnica del microburil, que renace
entre las poblaciones que la habían abandonado y se intensifica en las que
la mantenían. En el cuadro de la figura 55 se pueden constatar nuestras afirmaciones, cotejándose el estrecho paralelismo entre los útiles del Montandiense francés, representado por útiles del Abri Cornille el Inferior 4ll, el
Medio del Abri des Boeufs en Ventabren ').1, y el Superior de Fas-Sur Mer 4lS,
con los del Sauveterriense italiano de Romagnano 1114l6, del Capsiense típico
de El Outed 411 en el Maghreb, y para la Península Ibérica útiles del Filador tII.
las dataciones que hemos reunido en el cuadro de la figura 54 requieren
un comentario detallado; para la España mediterránea no disponemos de
ninguna, por desgracia; de Francia hemos reunido las pocas que conocemos
para el Montandiense, fechas que se adecuan perfectamente y sirven de
pauta para la delimitación del período; las italianas las hemos separado d el
conjunto conocido por ellas mismas, debido a la confusión entre los aulores
italianos a la hora de establecer la diferenciación de estos conjuntos industriales, tal y como hemos expuesto; mientras que las correspondientes al
Capsiense Típico presentan graves problemas. ya que no encaja ninguna
de ellas en el tiempo deli mitado, lo cual se agrava cuando las comparamos
con las fechas obtenidas para el Capsiense Superior, teóricamente posterior
si hacemos abstracción del C-14, mas contemporáneo con las facies tebessien
y setéfien, aunque más reciente si nos atenemos a ciertas dataciones de la
facies meridional. pero si tenemos en cuenta la escasa representativ idad del
capsiense por su localismo, de acuerdo con lo expuesto, y el que más del
50 % de las fechas expuestas corresponden a un mismo yacimiento, por lo
que hay que pensar en anomalías estratigráf icas o en deficiencias de las muestras ot o de las excavaciones, etc, el problema se minimiza, debiendo dejar
(433) Vid. o pus cit. nota 257. cuarta cita, págs. 143-147.
(434) Vid. opus cit. nota 257, quinta cita, pág. 1.372.
(435) Ibldcm.
(436) Vid. opus ci t. nota 272. págs. 28-30.
(437) Vid. opus cit. nota 292. segunda cita, pág. 107.
(438) Vid. Fortea: d..os Complejos ...s, págs. 339, 341 Y 343.
(09) A este respe<:IO es muy conveniente conocer las conclusiones a qut! liCia J . EVIN:
_R,efl exions générales el données nouvelles sur la ehronologie absolue Cl4 des industries
de la fin du Paléolithique Suptrieur el du déb\ll du MésolithiquclO. Colloques Interna·
lio naulI C.N.R.S. núm. 271. La fin des lemps g1aciairu e n Europe, pass. )2·13. Par:ls. 1979.
[page-n-276]
271
l!L MESOLITl CO l!N "'''LENC lA
MESOUTICO
11.
I TAL I A
M I DI
Dataciones C-14. B.C.
M AG HR E B
8.370-P.
8.3O().Ro.
8.12O-G.
8.030-1.
7.9JO.R.
7.88().Rm.
7,860.Po.
7.&5().Ma.
7.83(}.L.
7.82().R.
7.744-L
7,630.Rm .
7.620-F.
7.4l:O-F.
7S4().Rm.
6.89O-R.
6.4JO.R.
6.4(1).R
6.2»R.
6.l5().R .
6.(O).R .
S.9roO.
5.900-0.
5.9OJ.R.
5.810-R.
5.6S0-B..F.
5.4.50-0.
5.14().G.
4.980-D.F.
4.750-0.
7.470-Rm.
7A2G-I.
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G~
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D.F. =: Dorlal Fa kheT
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O-
P. ID E RI CA
[page-n-277]
272'
J. APARJCIO
la solución en suspenso hasta que nueva documentación permita disponer
.
de nuevos datos.
El Mesoiftico 111, bajo 'cuya denominaci6n pretendemos unificar las diver~
ses nomenclaturas utilizadas en los distintos parsas, tales como Castelnc>o
viense, Tardenoisiense, Capsiense Superior, etc. comienza con una fase inicial, el Mesolftico 111 A, que se podrla calificar como intensamente depresiva,
localizada en Francia y España con cierta seguridad, y caracterizada indus-trialmente por el aspecto tosco de la macroindustria generalizada, al lado de
la cual permanecen raspadores, buriles, geométricos y microburiles, aunque,
al parecer, en escasa proporción; económicamente hay una acentuación nota~
ble de la recolección. Al A le siguen el B y C, caraderizados industrialmente
en todos los paises por la presencia de trapecios junto a los geométricos carac~
terlsticos del MesoJltico 11, y la presencia. especialmente en Espaf\a y alguno
en el Maghreb, de triángu los con apéndice lateral tipo Cocina en la fase C,
conómicamente per~
generalizándose las hojas .escotadas y estrC!nguladas. E
sisfen las estructuras del Mesolftico 11.
En el cuadro 56 hemos representado los conjuntos industriales más carac~
terfsticos y afines de cada pafs; para el Castelnoviense útiles de CMteauneuf~
les Martigues" y para la fase depresiva del Mesolitico 111 A de la Caune
d'Arques 441, de Romagnano 111 para el Tardenoisiense italiano 40, mientras
que para el Capsiense Superior hemos representado útiles del Site 51 de
Garaet el Tarf, Koudiat Kifen y Medjez 11 +u, completándolo con útiles de
Filador para el MesoUtico 111 A y de Cocina para el 111 B y C por lo que respecta
a la Penfnsula Ibérica 444.
A través de lo representado se puede observar un claro predominio de
los geométricos, especialmente de los trapecios, sobre el resto de la industria,
entre la que todavfa subsisten raspadores, algún buril y dorso rebajado,
aunque en mlnima proporción.
En cuanto al cuadro de fechas de la figura 57 creemos que proporciona
secuencias sumamente coherentes entre si y con la totalidad, aunque algunas,
especialmente del Maghreb quedan excesivamente bajas, eneuadrándose me.
jor en un Protoneolilico o Neolftico I (Antiguo).
(+tU)
(441)
(442)
(443)
(444)
Vid.
Vid.
Vid.
Vid.
Vid.
opus cit. nota m , cuarta dta, p6a:. 1372.
opus cit. nota 221, cuarta cita, . .,. 557.
Opu.5 dt. nota 280, páv. 56.
opus cit. nota 292, segunda cita.
Fortea, _Los Complejos •••• , páas. 343 y 355 • 368.
[page-n-278]
L MEDITERRAN
A.
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[page-n-279]
[page-n-280]
MESOLlTICO 111.
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Dataclones C-14. 8.C.
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F. Tebessieo F. Sét~fien F. Meridio
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6.4SO-Me.
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3.4.50-8.
3.170-B.
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c = Covoloni
A= A=.
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Ain Dokkara.
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Me = El Mekta.
Ro= RelllaT.
R'= R'tana.
Ab = Dra. Mta el Abiod.
K= Khan¡uet el MouhaAd.
A= Ain Naga.
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B=
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El Mermouta.
Sebkhet en Noual.
Medjez.
Ain Boucberit.
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F eFosca.
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N = Naclmfe:n-
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B '" BodQ.uert"a.
Z = Zatoya.
[page-n-281]
274
1. APARICIO
Bajo nuestro punto de vista creemos que los datos son concluyentes V
que la manifiesta unidad mediterránea que propugnamos queda demostrada
a todos los niveles V de acuerdo con nuestra estructuración expuesta para el
Mesolfticoi esperamos que la prosecuci6n de las investigaciones la asegure
y desarrolle con mayor amplitud e intensidad.
[page-n-282]
x
INDICES
Al INDICE GEOGRAFICO
ACQUA FITUSA: 192, 269.
ADAOUSTE, La: 152.
ADDAURA: 193, 200, 201, 203. 206, 266.
ADRIATICO, Mar: 13, 187. 7J!1 .
AFlUCA.: Véase Norte de AfriCl.
AGUAS, Lu, partida: 117.
AHUMADA: 142, 161.
AIN BOUCHERIT:
nJ.
ANNA: 78, 171.
ANTAS: 124, 161.
AmAS, do: 124.
APENlNOS: 188.
AQUlTANIA: 151, 152ARAGNON, L ': 180.
ARAGON, m : JO.
AItAIlA, La: 225, 233, 244, 245, 255. 256, 257.
AlN DOKXAR.4.: 273.
AllBREDA, L': 26.
AJN NACA:
ARDALE8: 200.
ARD2CHE: 200.
ARENAL DE LA VIRGEN: 22, 35, 11 8. IZO,
m.
,uX·EN-PROVENCE: 7.
ALACANT: Véase Al ica nte.
ALACON: 241 , 243.
ALBACETE, provincia: 34, 225, 226, 238.
247, 253.
ALBARRACIN: 243, 249.
ALBOCACER: 137, 251.
..\LBUFERA DE ANNA: 22, 34, 35, 63, 13.
14, 75 a 95, 121, 156, 159, 172, 175.
ALBUFERA DE VALE NCIA: 80.
.\l.CAAIZ: 243.
A!.COY: 2Z5, 243.
ALDENE. L': Z1l.
ALEMANIA: 82.
ALICANTE, Pn:lvtnda: 109, 117, 146, 160.
161, 231. 239, 253, 254.
AUOROQUE : 22, 124 a 127, 171 , 172.
..u.MANSA: 249.
ALMASSORA: Vease Atmnora.
ALMAZORA: 40.
ALMERIA, provincia: 124, 134, 13S. 136, 137.
138, 161,253.
ALPERA: 225. 247.
ALPES: 13.
ALPES DEL NORTE: 179.
ALQUEZAIt: 234.
ALTA PROVENZA: 179.
ALTAMIRA, Cueva de: 99. ISI.
ALTO WIRA: 184.
AMBROS IO , Cueva: 123, 156, 161.
AMPLA DEL CAP GROS , Cowo: 109, 110,
i".
ANDALUCIA: 123, 260.
ANDILLA: 41 .
171 , 172,
ARENE CANDIDE: 183, 200.
ARENY, L': 1.56, 159.
ARES DEL MAESTRE: 36.
ARGELIA: 137, 195, 196.
ARMA. DELLO STEPANIN:
ARMETTA, Rlparo: 212, 220,
ASQUE: 214.
ASSUD D'ALMASSORA: 40 a 41 , 163, 166.
167.
ATlAS, cordillera: 15.
AUDE: 26, 166, 180.
AYNA.: 225, 2.34, 241.
AYORA: l7I , 225, 247, 249.
A.ZZt1RltA: 193.
nJ.
BAJA PROVENZA: 203.
BALMA. DE MONTCLUS: 24.
BAlSIUAS, La.: 243.
BALZI ROSSI : 209, 213, 220, 221 , 223.
BADAN}, Gruta: 2f1l.
BARBERO, Cueva del: 35, 1.56, 159. 211 a
212, 222, 224.
BARCELONA, dudad: JSO.
BA.R.CELONA.. proviDcla: 174.
BARIG: 104, 109.
BARMA. GRANDE: 200.
BARRANC BLANC, Con del: 35. 104, 109.
142. 144, 150. 160. 210, 239.
BAlUlANC FONDO, Cova del: 35. 1.56. 153.
159. 231. 244.
BASSIN DE L'AUDE: 180.
[page-n-283]
276
S . APARI C IO
MUME DE VALORGES: 267, 269.
BAUME-LATRONE: 200.
BAYOL: 200.
BELVIS: 180.
BENASAL: 243.
BENIARRES: 160, 231.
BENIRRAMA: 254.
BENISlU: 159.
DEN SUMANE: 212.
BERNICEAU: 184.
BICORP: 172,225. 244, 247,249, 250.
SIR GRAN: 212.
RIZE, Crand Gtou. de: ISO.
BIZE, hUt Crolte de: 180.
BLANQUlSAR DEL GAJUlOFERO: 156,
159, 244, 246.
BOEUFS, Abrl dea: 270.
BOMBRlNI , R.Iparo: 213.
BOQUERA DEL ESCAWNA: 211.
DORA GRAN D'EN CARRERES: 23, 24 a
25,26,27, ISO, 180.
BORRIOL: 254.
BORTAL FAKHER: 271BOTIQVERIA DELS MOROS: 22, 28, 31 •
33, 171, 175, 177, ID, 273.
BREGAVA, río: '1!!1.
BRIANZA. NOR.()RIENTAL: 21S.
BUCO DEliA SABBIA DI CIVITATE:
214, 215 a 216, 221, 223.
BUITRE, El: 244, 249.
BUROL: 160.
BURGOS, provtnda: 28.
CABALLON, Sierra del: 52.
CABEZO REDONDO: 231.
CABO DON: 195, 196.
CABRA·FEIXET: 243.
CAlDAS DEL SALBIME, tu: 24].
CALA, Gruta de la: 269.
CALA, La: pob1acl.6n: 131.
CALABRL\: 216.
CAlAPATA, Barranoo de: 224, 243.
CAlAVERES, Con de lea: 109, 110.
CAL COIX: 23, 25, 21, 156, 157.
CALLES, pobladÓD: 172.
CAMPANIA: 187.
CAMP DE SANT AmON.: 35, 156, 157.
CAMPING SALOU: 122, 157, 162, UD.
CANAL DE SICILlA: 17.
CAN CRISPINS: 23, 178.
CANECAUDE 11: 151.
CANTABRIA: Véase Reglón Cantáb rica.
CANTOS DE lA VISERA: 232, 233, 234.
CAPACl: 220.
CAPO D'ACQUA: 1113.
CAPURRI: 35, 156, 157.
CARASOLES DEL BOSQUE: 247.
CARINI: 2O\l, 220.
CARSO TRIESTlNO: 189.
CARTAGENA: 161.
CASA DE IARA: 22, 35, UO, 121, 164, 171 ,
172.
CASA DE LOS VALIENTES: 172.
CASARES, Los: 234.
CASTELLET DEL PORQUET: 231.
CASTELLON, provincia: 36, 72, 137, 138,
ISO, 225, 239, 243, 251 , 253, 254.
CASTlUARElO DE LOS MOROS: 23 1.
CATALU¡QA: 26.
CATALURA NORTE: ll5.
CATALUlQ'A SUR: 26.
CAUNA U 'ARQUES: 166, 181, n2 , n 3.
CAVALL, Cova del: 231.
CAVIGLtONE, Grolla del: 213.
CEJA, La: 172, 151, 2S2.
CERRO FEUO: 241.
CERRO DEL REAL: 231.
CIClAMJ: 193.
CIERVO, Abrlro del: 252.
CIEZA: 247,
CIRENAICA: 266.
COCINA, Cueva de la: 21 , 22, 32, 33, 34, 35,
42, 44, 45,48, 51 a 72, 74, 77, 106, 111 , 121.
138, 1311, 140, 141 , 142, 143, 144, 145, 146,
147, 161, 163, 165, 166, 167. 168, 170, 171,
112, 173, 174, 117, 205, 234, 231, 241 , 249,
251, 253, 261, 263, 272.
COCINIUA DEL OBISPO: 22, 171 , 238, 2411.
COGUL: 249.
COLONGO: 231.
COLUMNATA: 269.
COLOMBIERE, La: 151, 152.
COLOMBARE DI NEGRAR: 190.
COLlADO, El: Véase Collao, El:
COLLAO: 35, 41 , 114 a 117, 138, 163, 166,
167,
COMA D'lNFERN: 22, 23, 14, 27 , 164, 178.
COMO: 209, 214, 216.
CONCA DE LA SAFOR: lOO, 114, 1411.
CONDADO DE TREVI¡QO: 28.
CONTINENTE AUSTRAUANO: 17.
CORNILLE, Abrl: 2611, 270, 273,
CORN.lZZOLO, Mon te: 215.
CORRUGGI, Cueva: 192.
COSENZA: lOO, 209, 216.
COSTALENA: 22, 156, 1511, 171.
COUBERT-MA.RINE: 268,
COVATEU.ES, ID: 35, 156, 157.
COVETES DE CANTUS: 210.
COVOLONI: 273,
CRETAS: 243.
CROUZADE: 180, 181.
CROZE, La: 15t.
CUENCA, provincia: 34, YI, 253.
CUENCA DEL EBRO: 28.
CUENCA DEL PO: 13, 188, 189, 1112, 266.
CUENCA DEL RODANO: Vtase Valle del
Ródano.
CUEVA NEGRA, Abrlgo de la: 22, 171.
CUE VA SANTA DE CALLES: 22, 172.
CUE VAS DE VERA, poblacló n: 136.
CULLERA: 16, 96, '11, 98.
CRATEAUNEUF-LES-MARTlGUES: 272,
273.
CRAVES, Cueva de: 28.
[page-n-284]
m..
CHEUA: 157.
CH INCHON, Abrl: 119.
CHIVA: In.
GARAET ET TARE: n2.
GARCEL. El: Véase Aljoroquc.
GARD: 200.
DELFI NADO: 119.
DORA CLOTILDE, CUevII de: 22, 171. 249.
DOS AGUAS: SI. 53, 77, 166, 225, 249, 251.
252, 255.
DURUTHY, Grotte: 151, 152.
EBBOU: 200.
EBRO, no: 30, JI, 253.
EOEN·ROC: 184.
EGADI, bias: 200.
EL-ONCOR: 269.
ENCANTA, Barranc de la: 156, 160.
ENCJES, Le•• Le. Planu: 24.
EN PARDO, Cova d': 35, 156, 159.
ERETA DEL PEDREGAL: 76.
ERICA, Grula: 191,269.
ESCALONA, no: 211.
ESPARA: 13, 99, 132, IJJ, 135, 137, 138. 185.
2OO ,~, ~.~ , zro,n~
ESPLUGA, BaJma de 1': 174, 177.
ESSAYAR: 269.
ESTANY D'ALMENARA: 22, 34, J5, 52. 63.
7Z a 75, 87, 95, 171 .
ESTRECHO DE GIBRALTAR: Il, 15. 16, 17,
,'".
ESTUBENY: 157.
EUDOVIGES, AbrlCO de ~ : 241.
EUROPA: 135. 143, 169, 265. 266.
EUROPA OCCIDENTAL: 188.
EXTREMADURA: 260.
FALON, Bammco: 252.
FANCIULU, Grol18 del: 21J.
FARO DE CULI...ERA: 96.
FERROVIA, Grolla de la: 1fI}.
FESSURA MOCCHI: 213.
FIlADOR, Coya dC'!: 22, 23, 24. n , 117,
145. J46, 159, 162, 163, 164, 165,
167, 205, 241, 242, no, n2.
FlNALE L1GURE: 200.
FLORESTANO, Grol18 di: 213.
FONTBREGONA, Baume: 167, 269, ni,
FONTLAURIER: 180.
FORAT DE L'AIRE CALENT: 35.
FOSCA, Cova: 35, 36, 39, 40, 125, 163,
167, 249,
FOS·SUR·MER: zro.
FRANCIA: 13. 135. 138, 146, 151. 166,
168, 173, 182, 197, lOO, 201, 202, 204,
n3.
zro, 272.
277
KESOUTlCO EN VAUlNClA
142,
166,
GARROFERO, Abrtao del: 244.
GASULlA, La: 225, 232, 238, 249.
GAZEL: 180, 181 , 267 , 1fI}.
GENOVESI, Grolla del: 119.
GERONA, provincia: 21. 26. 109. 150, 267.
GIOVANNA, Grotla: 269.
GOLFO DE GABES: 195.
GOLFO DE VALENCIA: 16.
GRAJOS, Abrlro del Bal'nlRCO de lo.: 160.
247, 249.
GRAMARI: 171, 273.
GRANADA, provincia: 135. 136.
GRANDE DE LA HUESA TACA¡Q-A, Cueva:
lOS, 118, 119, 156, 157.
GRAPPIN: 151.
GRIMALDI: 200, 213.
GUE/\''TIS: 271.
GUEM'ARA: 269.
IlAMEL, El: 1fI}.
HAOUlTA, El: 1fI}.
HERZEGOVINA: 207.
HIGUERON, Cueva del: 109, 263.
HONDO, Barranco: 249.
HOYO DE LA MINA: 123, 127 a 131. 136,
138, 142, 156, 157, 159. 175, m .
HOZ, Cueva de la: 234.
HUESA TACA¡Q-A: 35.
HUESCA, provlnda: 28. ID.
HUMOSA, Cueva: 138. 142.
IFRE, poblad6n: 161 .
IRATI, río: JO.
ISOLA SANTA: nI.
ISOUDA, Grulu de la: 219 a 220, 223.
ISTRES: 269.
ITALIA: 13, 117, 164. In a 1M, 197, 200.201.
202, 203, 205. 2f11. 213. 214, 266. 267. 269,
nI , nJ.
IZNAu.oZ: 136.
273.
166.
J67.
I..\EN, provincia: 123,260.
IATIVA: Véase Xátiva.
lEAN DE VERGES, SI.: 152.
JOQUERA , Abrl¡-o de la: 254.
ruCAR, río: 37,211 , 251 .
"URA: 179.
JURA MERIDIONAL: 179.
JUYO, Cueva del: 99, 151.
205,
FRANCIA ATlANTJCA: 167.
FRANCIA MEDJTERRANEA: Vuse Midi.
FRANCO·CONDADO: 151, 179.
FREGINAL DE LA FONT MAJOR, 161.
FUENTE DE lA. ARENA, Abrigo del
Bal'nlnco de la: 156, 160, 247, 243.
FUENTE DE LOS MOLINOS: 142.
GAFSA, poblacl6n: ID.
GANDIA: SI, lOó, 136, 160, 255.
KEF·EL-BAROUD: 209, 212, 214. 221 .
KllANGUET EL MOUlLUD:
KOUDIAT KIFEN: 272.
n3.
lADERA DE STA. BARBARA: 156, 160.
LADRURAN: 241, 243.
LAGRIMAL, Cuen del: 22, 171 , 175, m .
LAGUNA DE VlLLRNA: tl8.
LAGUNAS DE AIMENARA: V~ Eslany
d'A.lDx:nara.
[page-n-285]
27.
J . APARI C IO
IANGtJEDOC: 179, J82, 2IJJ.
LANGlIEDOC OCCIDENTAL: 179.
IANCUEDOC ORIENTAL: 179.
LAUCERlE HAUTE EST.: 151 .
LER1DA. provlndal: 146, 225, 234, 253.
LEVANTE ESPAAOL: 15, IlS, 142, 201, 202,
203.
LEVANZO: 192, 199, 200, 202, 206, 220, 271 .
USI": 212.
UGURIA: 2011.
UNATE: 21S.
UIUA: Vb5e Uiria.
LOBO, Barnoco del: 35, 156, 157.
LOBREGA, Cueva: m.
LOMBARDIA: 208. 216.
LONCUE., Baume: 271.
LONGETRAYE: 184.
LORENZI, Rlparo: 213.
LUSTIGNANO: 201.
UATAS, Concha de: 22, 35, 41 a 51 , (/l, 74 ,
121, 142, 143, 144, 171 , m , 174.
U.IRIA: 160.
lLOP. Cov. del: 35, 1M. 109, 110, 111 .
UOSETA A. La: 99, !SI .
MADALElNE: 2/1},
MADELEINE, La: 152.
MADONNA: 271 , Z13.
MAGHRE.B: 133, ' " a .91, 204 , 205, 266, 267 ,
268 , UD, 211,
m,
273.
MAlAGA, dudad: 130.
MALAGA, provinda: 1Z7, 135, 136, 138, 200.
MALLADA, Cueva de la: 119, l56, 159, 243.
MALLAETES, Con de la: 21 , 29, 34, 35,
66, 73, 104 a 114, 106, 107, 109, 110,
lII , 113, 114, 128, 139, 140, 141, 142, 143.
144, 145. 146, 150. 153. 156. 159, 161. 239.
268, UIJ.
MAlLORCA, 11111: 17.
MANGIAPANE: 220.
MARAVELLES, coy. de In: 35, 52, lO., 109,
110, lit , 13!, 160, 239.
MARAVIUAS, Cueva de lo: Véa~ Mara·
velles, Cova de les.
MAROOULINE, Abrl de la: 184.
MAlUNA ALTA , _ : 109, 114.
MARITZA: 193.
MARRUECOS: 195, 196, 212, 214.
MARSICA: 266.
MARTES, Slern de: 52.
MARTIGUES: 7.
MASTRlCCHIA, Grotta de: m .
MATAIlRARA, no: 31.
MAZALEON: 31, 243.
MECA: 249.
MECHTA EL ARBI: 204.
MEDIODIA DE FRANCIA: Véase Midi.
MEDITERRANEO, mar. 34, 73, 96, 117, 124,
155, 190, 195, 205, 231.
MEDITERRANEO OCCIDENTAL: 7, 8, 13,
14, 18, 112, 148, 149, 164 , 166, 185, 198, 199,
m, 209, 224, 260, 263, 265.
MEDJEZ 11: m, 773.
MEXTA, El: 773.
MEKTA EL AoIOD, »ni: 773.
MERMOUTA, El: 773.
MESINA: 192.
MEZZOGIORNO, Gruta del: 191 .
MICELI, Grotta: 2'Z1.
MIDI: 13, 15, 152, 153, 155, 161 , 162, 164,
167. 168, 179 a loS, 267 , 2fIJ, 271 , 273.
MIDI-PYRENEES: 151 , 152.
MUARES, $ : 40.
MINATEDA: 225, 243.
MOCCHI, RI~ro: 213.
MOLELlA DI SABANDIA: 192.
MOU DE LA BLEDA: 159.
MOLLET DE SER.lAA, Con d 'en: 166.
MONOPOU: 200.
MONTAGNOLA DE S. ROSALlA: 2]6, 111
a 119, 221.
MONTANYETES, Les, partida: 160.
MONTCLUS, Baume de: 273.
MONrDUBER: 104.
MONTE ARADI: 225, 243.
MONTGO, Con del: Vé ase Ampla del Cap
Gros, Cova.
MONTICO DE CHAR.RATU: 22, 18 a 30, 31.
156, 157, 170, 171.
MONTSIA: 234, 238.
MORATAUA: 161.
MOREUA LA VELLA: 225.
MORENO, Barranco: 247.
MORRAL DE PERPINYA: 159.
MORTERO, El: 243.
MOSSEN RICARDO, AbrllOJl de: 110 a 111,
222.
MOUIUAH , AbrllOJl de la: 133.
MOURRE POUlSSOU: 773.
MUGRON , Monte: 249.
MURCIA, provincia: 134, 135, 138, 161. 225,
234, 247, 253.
NACIMIENTO, Cueva del: 22 , 113 a 114,
125, 156, 159, 172, 2fIJ, 273.
NAVARRES: 76, 159, 211, 225, 244, 246.
NEGRA, Cuen: 247.
NEGRA, Ab~ pnblmo • la Coya .. . de
Meca: 22, 171.
NERJA, Cueva de: 123.
NERPIO: 225.
NICCHIA GAMBA: 269.
NIMES: 200.
NI¡QO, Cueva de El: 202, 233, 234, 241.
NISCEMJ: lOO, 202.
NIZA: 7, 2fI1.
NORTE DE AFRlCA: 13, 15, 68, 132, US,
138, 141. 142, 148, 168, 170, 195, 197, 200,
201, 204, 208, 212, 265, 266.
NORTE DE ESPA!QA: US.
NORTE DE ITALIA: 191.
NOVARA DI SIClUA: 209, 216.
NUEVO MUNDO: 231 .
NULES, 160.
[page-n-286]
279
OCHAVO, El: 125.
OUVA: 109, 114, 115,117, 157, 160.
OUVAR DE lA PAEllA: 160.
OR, Cova de 1': 10, 32, 33, 15, 39, SI , 52, 57,
59, 6.5, 71, 73, 106, 113, 173, 174, 176, 111,
230, 231,243, 244.
ORAN: 137, J96.
ORTUCCHIO, Gruu.: 269.
PROVENZA: 1S2. 170. 179, 1&2.
PROVENZA LITORAL: 179.
PROVENZA ORIENTAL: 179, 1&2. laJ. 184.
PROXIMO ORIENTE: 231 .
PUDtAL, El: 241, 243.
FUGUA: 266.
PUNTA, La: 269, 171 .
PUNTALI, Gl:'Otta del: 2n, 22:1,
OUTED, El: 110, 171.
PACIFICO, 0cUa0: 17.
PADRE ARESO , Cuna del: 263.
PAGUCCI, GI:'OUa: 269.
PALERMO: 200, 209, 216, 217, 218, 220.
PAUCA, Cueva de la: 121, 161.
PAlAIA DE MALLORC,,": 115.
PALOMARlCO, Cueva del: 138.
PALOMAS, Cueva de fU: 138, 142, 161.
PAPASIDERO: lOO, 216.
PAREJA, Abrl¡;o de la: 252.
PARPALLO, Cova del: 22, 29, 35, 64, 66, 99,
lOO, 1()4, 105, 107, 109, 114, 136, 137, 138,
139, 140, 144, 146, 149, ISO. 152, 171 , 200.
201, 202 , 205. 226, 234, 235, 236, 238, 239.
241 , 261.
PARTIDA DEL SALT: 35, 156, 157.
PASO DELtA COMUNEUA: 192.
PATOU: 22, 111 .
PEDRO MAS, Abrl¡o de: 171 , 249, 1!I1.
PECO: 109, 117.
PENINSULA IBERrCA: 10, 13, 15, 11 a l7a ,
51 , 95, 105, 136, 137, 138, 139, 142, 143,
m,
178, 187, 190, 195, 205, 225, 26&,
270, 271, m , Z73.
'}fIJ,
PENINSUlA ITALIANA: VEase Italia.
PENYA DEL SINGLE: ISO.
PENYA ROlA: 35, 208, m , 224, 255.
PEQUEJilA DE lA HUESA TACARA: 22,
lOS, lIa a no, 171.
PERELLO: 243.
PERNERAS: 138, 142.
PIANCAVALLO: 192.
PIANVAU.E: 216.
PILETA, Cueva de la: lOO, 202:
PINAR DE TARRUEUA: 35, 118, 120, 1.56.
,,,.
PIRINEOS: 26.
PISA: 206.
POLDJE DE BARlG: 104.
POLESINJ: 200.
POLVOROSA, Covacho de la: 166, 251. 1!12:,
2!3.
PONT DU GARD: 200.
PONTE DU VElA: 267.
PONTONES: 123.
roRCS , Cova dc~J.: 35, 104. lOO, 110, 111 , ISO.
PORTA, La: 190, 2h6, 267, 171 , 173.
PORTUGAL: 68, 170.
POUIu.ES: 200.
PRADO DEL NAVAZO: 243.
PRAET. El: 1.56, 160.
PRAIA A MAR.E: 167, 192.
PROTECTORADO ESPAROL, .\atJpo: 195.
QUESA: 225.
QUESO, Cuev. ckl: 247.
ILUIAH:
Z13 .
RACCHIO: 215, 218. 219. 220. 222, 2Z4.
RACO DE LES FONTETES DE CAN'I1J8:
210.
RACO DE PiANDO: 160, 243, 244.
RASSEL, GroUa: 268, 269.
RATES PENAES, Cova de In: 35, 104. 109.
110. 111. 144, 160. 208, 210, 222. 224, 239.
REAL DE MONTROY: 157.
RECLA U VIVER: 27.
REGION CANTABRlCA: 135, 136.
REGION VALENCIANA:
21 , 26, 13 a IZI,
34, 35, 66, 68, 73, 95, 105, lOO, 133, 148, 149,
a,
ISO, 153, 160, 170,
244, 260, 267.
m,
7!J1 , 208, 209. Z25,
REINO DE VALENCIA: 8.
RELllAl: 171 , 273.
REUS: 21.
R'FANA : 173.
RHON&ALPES, 15t.
RIBERA BAIXA: 149.
RIBERA DEL JUCAR: 52.
R1EllA, Cuna de la: 151.
RJNCON. EJ: 22, 171.
RJO GRANDE: 211 .
RlOJA, La: 27.
RIPOU: 193.
ROC D'EMBERTRAND. Le: 273.
ROCA DELS MOROS: 22, 249.
ROCCA RUMENA: 221.
ROUAND, Grotta: 2/IJ.
ROMA: lOO, 206.
ROMAGNANO 1lI: 270, 271 , 272.
ROMANEU.I: 193, 200, 206, 215. 216, 267.
269,271 .
ROMITO: lOO, 202, 206, 215. 216, 221 , 223.
224, lHJ, 271.
' RONCAL, Valle del: JO.
RONCESVALLES: JO.
ROSELLON: 179.
ROTOVA: 160, 208, 210, 224, 255.
RUBIA ALTA, Cueva: 35, 156, 160. 244, 247,
248, 249.
RUBIA BAJA, Cueva: 35, 247, 248, 249.
SAFOR: Véase Conea de la:
S-'ftAllA: 195, 200.
SAllARA ESPA1QOL, .\aUpo: 195'.
SAlAZAR. rio: lO, 263.
SAN BASlUO, monte: 216.
SAN CIRO, Croltk:bla de: 221.
[page-n-287]
280
J . APARI C IO
SAN TEODORO: 192.
SAN VITO LO CAPO: 209, 2111, 219.
SANT BENET: 22. 23,
164, 178.
SANT FEUV DE GUlXOLS: 23.
SANT GREGOR1: 29, 138. 141 , 142, 145, 146.
n,
156. 159, 202, 239, 240.
SANT OUlRZE DE SAFAJA: 174.
SANTA ROSALlA, Gruta de: 217, 219.
SANTANDER, pobladól1: 238.
SARGA, La: 243, 254.
SARSA, Co1Ia de la: !S, 51, 52, 51, 59, 73.
IIJ, 174, 176, 244.
SEBKHET EN NOU..u.: 273.
SECANS, Eb: 243.
SEGOVIA, prorincla: 231.
SELVA, La: 25, 26, 267.
SERnA: 22, 171 .
SERlNYA: 23.
SERRON, Cueva del: 121, 122, 138, 142, 156,
161.
SETIF: 204.
SICILlA: 13. ISII , 200, 201 . 208, 217. 219. 220.
221.
SIERRA DE ENGUERA: 211.
SIER.RA MORENA: 260.
SIETE AGUAS, población: 172.
SINGLE DE lA ERMITA, Abri¡1:l 2,0 del :
160,251.
SISTEMA BETlCO: 253.
SISTEMA IBERlCO: 253.
SISTEMA SVB-BETICO: 253.
SOL DE LA Plti:lElL\: 22, 171.
SOlA DEL PEP DE L'HOSPITALET DE
L'INFANT, Con del: 166.
SPERLINGA: 192.
5PERLING" DI S. BASIUO, RJparo deU.:
216, 22 1, 223.
STARR CARR: 108.
SUR ANDALUZ: 121 a 131 .
SUR DE FRANCIA: 23, 117.
SURESTE ANDALUZ: 121 a 131, 133, 142.
TABERNES DE VAlLDIGNA: 210.
T.-\FORALT: 268, 2m.
TAGLlENTE, Rlparo: 206, 269.
TAMAR HAT: 269.
TAMERZA: 197.
TAPADA, Cueva: 109.
TARAZONA: 142. 161.
TARRAGONA, provtncL.: 23, 26, n, 33, 34,
138, ISO, 157. 159, 243, 253, 254.
TEBESSA: 197. 204.
TERUEL, proviDcla: 31, 138, 224, 225, 253.
TESORO, Cueva del: 142.
TlARET: 204.
TlO FRAILE, El: 243.
TlRIC: 137.
TITO BUSTllJ..O: 151, 178.
TlVOLl: 200.
TOu.oS, Cueva. de Io.: 121 , 161.
TORRECILlA DE CAMEROS: 232.
TORREMANZANAS, 161.
TORRETA: 220.
TORRE TESTA: 193.
TORTOSlUAS, Abrla:o de: 225.
TOSCANA: 188, 266.
TOTANA: 161.
TRAPANl: 209, 221 .
TRlNCEA: 193.
TRIPOLlTANIA: 212.
TRUCHE, Cova de la: 133, 160.
TUNEZ: 13, 195, 196.
TURCHE. Cueva del: Vt ase Truc he.
UGENTO: 206. 269.
VACAS. Cueva de 181: 22. 171.
VAL DEL CHAltCO DEL AGUA AMARGA:
243.
VALENCIA, provincia: 8, 15,41 . 51, 53. 96.
104, 114. 116, 133, ISO. 157. 158. 160. 171 ,
112, 200, 210, 225, 239, 244. 246. 241. 249.
2.50, 251, 252. 253.
VALENCIA. ciudad: 18, 104.
VALL DE GAU,INERA: 254.
VAlJ..DIGNA: 104.
VAu.E DEL EBRO: 17 a 33, ISO.
VALLE DEL RODANO: 119, 182. 133.
VAu.E DEL PO: Véase Cuenca del Po.
VALLTORTA: 22, 138, 11 1, 22.5,243, 249. 255.
VAQUERA, Cueva de la: 231.
VAR: 161.
VASCONIA ATlANTICA: n .
VASCONL\ MEDITERRANEA: 21.
VAUCLUSE, La: 179, 182, 134.
VELEZ BLANCO: 136.
VENTABREN: 270.
VENTANA, Abrla:o de la: 252.
VENTANA, e • .-nnco de la: 252.
VERDELPINO, Abrl¡o de: 22, 34, 17 a 40.
109. ISO. 155. 156. 157, 111 , 112. 115. ~.
273.
VERO. DI PRADIS, Grona: 269.
VERMEJA, Cueva: 142. 161.
VERNISA, no: 208.
VERO, 8ananc del: 234.
VERTIENTE A11ANTICA DE LA PENIN·
SULA IBERlCA: 13.
VERTIENTE MEDITERRANEA DE
FRANCIA: 21.
VERTIENTE MEDITERIlANEA DE LA
PENINSULA IBERlCA: 8, 13.21. 22, 31,
33. 109, 138. 142, 147, 148. 149, ISO, 153,
154. 155, 156, 163, 170, '1IJ1, 253, 259. 263.
261, 270.
VICTORIA, Coveta: 35. 156, 157.
VICTORIA, Cueva de la: 109, 131. 163. 166.
VIEJA, Cueva de la: 241.
VIUAR DEL ARZOBISPO, Comarca de:
41.
VILlAVIEJA: 160.
VIUENA: 14. 108, 111, 111 a 121 , 146. 175.
VINALQPO, no: 118.
VJTELU. Grolta cid: 221.
VOLCAN DEL FARO, Cova del: 16, 35. 64.
66. 96 a 104, 109. 111 , 145, 146, 147. 149,
ISO, 152, 156, 1S7.
[page-n-288]
HL IdI!SOUTIOO EN VAU!NCIA
281
VORO , Abrta;o de: 244.
ZA MlNICA, Grotta delJ.: 220, 224.
XATJVA: 158. 231.
ZARAGOZA, pl'OYiDc:Y: 32.
ZATOYA, Cuen de: 22, 28, JO a 31 , 156. 151.
YECLA: 225.
ZATOYA, no: 30, 263.
YUGOSLAVIA: 2C11 .
ZONA CATAlANA: 21, 26 a 'l7, 136.
ZORRA, Cueva: 22, 35, 63, 172, 249, 2.50.
36
170, 173, 1if}, 27].
[page-n-289]
282
1. APAR I C IO
B) INDICE DE PERSONAS
ACOSTA., P.: 125.
M.CACER GRAV, J .: 41 , 42, 46, 41, 49, 50,
59.
ALMAGRO BAseH, M.: 9, 24, 121, 137, 144,
m , 23a, 244. 259.
ALMAGRO GORBEA, M.: 249.
ALTUNA ECHAVE, J .: 33.
APARICIO PEREZ. J .: 88.
APElJANlZ, J. M.o: 11.
ASQUERlNO FERNANDEZ. M." D.: 70.
CASuu., 1-: 115, 117.
GIMEN.EZ, T ,: 88, 90.
GOBERT, E. G .: 133.
GOSSE, Gol 124.
CRAtJU.ERA SANZ, R.: 84. 88, 90.
GRAZIOSI , P.: 199, 200, 201, 202, 206. 212.
216.
CUlLAINE, J.: 181.
HERNANDEZ PACHECO, H.: 2t1, 256, 257.
259.
BALOUT, L: 15, 16, 133.
BARANDIARAN MAEZTU, ' .: 30,31, 32. 33.
BARRIERE, C.: 265.
BELDA, J .: 161.
BELTRAN MARTlNEZ, .4..: 28, 27:1, 238.
256, 259.
BENlTEZ MELlADO, M.: 256.
BONIFAY, E .: 17.
BOSCA CASESNOVES, A.: lIS.
BOSCH GIMPERA, P .: 136, 138, 226.
BOTIA, J .: 172.
BOULE, M.: 2m..
BREUJL, H.: 133. 134, 149, 171, 202, 226,
238, 247, 251 .
DROGUO, .4..: 183, 139.
CABRE ACUILO, J .: 224, 226. 247.
CAMPS, G.: 16, 195, 266.
CAMPS-FABRER, R .: 203, 204, 205.
CANTARELL. J.: 119.
CARBONELL, E.: 264.
CLlMENT M.UlO, S.: J 15.
CUARTERO, l .: 90.
CVEltDA, I.: 116.
DAMS. Lya: 228.
DAVIDSON, 1.: 108.
DOBON, 1.: 88.
DOMINGUIS, J .: 88, 90.
DOMINGUIS, R .: 90.
DONDERIS, G.: 90.
ESCALON DE FONTON, M.: 15, 19, 181,
182, 183.
ESTEVEZ, J .: 264.
FERNANDEZ-MIRANDA, M.: J7.
FLETCHER VALLS, D.: 11, 76, SO, 88, 133,
137, 14J, 144,
FORTEA PEREZ, J .; lO, 21. XI, 33, 34, 41.
42, 4a, 52, 54, SS, 56, ~, 58, 59, 62, 63,
64, 65, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 74, lOó, 107,
108, 111 , 112, llJ, 11 8, 121, 122, m , 128,
lJO, 131 , 140, 14J, 144, 145, 160, 161, 168,
170, 171 , 174, 201 , 202, 227, 229,232, 238,
249,251,252.
FRANCES, J .: 88, 90.
FUMANAL CARCIA, M.· p ,: 110.
IBARS, J .: 90.
JORDA CERDA, P.: 29, 41 . 46, 47. 49, SO.
lOS, lOó, 108, IIJ, 140, 142, m. 229. 231.
"9.
LACRUZ, M.: 88, 90.
lAPlACE, G.: 10. 117, 167. 188, 189. 266.
LATORIlE NUEVALOS, P.: 84.
LAVILLE, H ol 264.
LEROJ-GOURHAN, A.: 201.
LE TENSORER, J . M.: 264.
LHOTE, H.: 202, 203.
LlVACHE, M.: 132.
LLOBREGAT CONESA, E.: 159.
LLONGUERAS CAMPMIlA, M .: 238.
MALUQUER DE MOTES, J .: 24.
MANNINO, G.: 212.216,217, 220, 223.
MARTINEZ SANTA..()l..Al.LA, J .: m .
MESADO OLlVER, N.: 160.
MONTARANA CUCIA., J . M.a: 160.
MORGAN, J .: 133.
MOURE ROMANlU.O, J . A.: 37.
OBERMA.ER, H.: 132, 135, 136. 1J7, 138.
142, 2OJ, 226.
ONORATINI, C .: 182.
ORTIZ, V.: 90.
PALMA DI CESNOLA, A.: 188, 201.
PALLARY, P.: IJJ.
PARADISI, U.: 212.
PASTOR, R .: 88, 90, 92, 9J.
P ELEJERO FERRE.R., J ,: 76.
PEREZ RIPOU., M.: 70, 124, 172. 231.
PERlCOT GARCIA, 1-: 9, 15, 16,29.5 1.52.
54, 56,~, 59, 66. 70, 71 , 99. lOS, IJ7, IJ9,
140, 141 , 142, 14J, 144, 147. 149, 151, 165,
170, 172, 17J, 174, 201, 202. 2.61.
PEYRONY, D.: 134.
PLA BAU..ESTER, E,: 59.
PORCAR, J. B ,: 238.
REYCASSE, M .: 133.
RIPOU. PEREUO, E.:
256, 259.
m, 202,
2OJ, 227,
[page-n-290]
E!.L MI!SOLlTlCO EN Vlll!NCu.
RlURO, P.: 25.
RODRIGUEZ, G.: 12.1.
ROZOY, J. G.: 182.
SACCHI, D.: 26, ISO.
SAN VALERO APARiSI, J .: IS, 144.
SERRA, J .: 90.
SIIlET, H~ 121, 124. 133.
SIRET, L: 134, 135, 161.
SOLEDAD CORCHON, M .: 241.
SOLER GARCIA, J . N .-: 9, 117, 118, 119, 120.
SOLER MASFERRER, N.: 2.1, 24.
STRAUS, G.: 26.5.
SUCH, M.: 12.1, ll7, 128, 130.
283
TlXlEJt. J . P.: 264.
TORMO, J . M.- : 90.
roDI, C.: 190.
UERPMANN, Dr. Ham Peler: 82.
VAUESPI PEltEZ. E. J .: 28, 159.
VAUFREY, R.: 133, 134. 220.
VEIlNET, J . L: 17.
VlGUARDJ, A.: 201.
VlLANOVA y PIEIlA, J .: 135.
VILASECA ANGUERA, s,: 21 , 27, 29. 34.
119, 122, 159. 161.
wALKER, M.: 249.
[page-n-291]
28'
J . APARIC IO
C} INOICE DE INSTITUCIONES y ENTIDADES
AYUNTAMIENTO DE ANNA: 90.
INSTITUTO ROCASOLANO: 36.
CENTRE D'ESTUDlS CONTESTANS: 254.
C.IA.s.: 90.
COMISAlUA CENEltAL DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS: 80.
COMISION PRO-DRAGADO ALBUFERA
DE ANNA: 78.
CONFERENCIA INTERNACIONAL DE
AFRICANISTAS (Dakar, 1951): 15.
I CONGRESO ARQtIEOLOGIOO DEL MA·
RRUECOS ESPA¡QOL (Tetuán, 1954): 16.
I CONGRESO DE HISTORIA DE ANDALUCIA: 123.
IX CONGRESO INTERNACIONAL DE lA
U.I.S.P.P.: 1, 207.
XX CONGRESO PREHISTORlCO DE
FRANCIA: 7.
LABORATOIRE DE PREHISTOIRE ET
DE PALETHNOLOCIE DE CARCASSON.
NE: 180.
LEVANTE, DIario: 76.
DE PARTAMENTO DE HISTORIA ANTI·
GUA DE LA FACULTAD DE CEOGRA·
FIA E H1STORIA. DE LA UNlVEllSI.
DAD DE VALENCIA: 84. 88, 104.
DEPARTAMENTO DE PREHISTORIA DE
LA UNIVERS IDAD COMPLUTENSE: 124.
DEPOT DE FOUlLLES DE CARCASSONNE: Ver Laboratoire de Priblstolre et
de PaldhooJoate.
MUSEO ARQVEOLOGICO NACIONAL:
121.
MUSEO DE BURRIANA: 160.
MUSEO DE PREIUSTORIA DE LA DIPU·
TACION PROVINCIAL DE VALENCIA:
Véase Servido de In vest igación Prehis·
tórica.
NODO, Revilla clnemalo, rárka: 93.
SERVICIO DE INVESTIGACIONES AR·
QUEOLOCICAS DE LA DIPUTACION
DE. GERONA: 26.
SERVICIO DE INVESTlGACION PREHISTORICA (S.toP.) DE LA DIPUTA·
CION DE VALENCIA: 34, 41 S2, 53, S9.
7S, 76, 78, 80, 84. 88, 104. lOS , lIS, 139,
146, 160, 252, 254, 261.
SERV1CIO DE INVESTIGACIONES PREHISTOR1CAS y ARQ1JEOLOCICAS DE
LA DIPUTACION DE CASTELLON: 36.
95.
ESCUELA VALENCIANA DE ARQUEOLO-
SYMPOSITJM DE CORDOBA: 12S.
C IA.: 34, 57.107.
TELEDYNE. ISOTOPE5: 36.
CRUPO DE INVESTIGACIONES SUBACVATlCAS DE EDUCACION y DESCANSO (C .• .s.E.D.): 73. 78, 84, SS, 90, 9j.
UNIVERSIDAD DE VALENC IA: 34.
[page-n-292]
I!L MESOLlTlCO EN VALENCIA
285
D) INDICE DE MATERIAS
ABRUPTO: Véase Retoque abrupto.
ACCION ANTROPOGENA: 105, 110, 111.
ACCION HIDRlCA: 104, 110.
ACULTURACION: ~ , 148.
ADORNOS CORPORALES: 258.
AGRICULTURA: 10, 11 , 33, 78, lIS , 155, 175,
m, 239, 260.
AJUAR FVNERA.RlO: 42.
AJUSTICIAMIENTOS: 258.
ALBENSE-CENOMANENSE: 210.
ALGAS, 88, 94.
ALGQDON: 94.
ALIMENTACION: 33, 77, 161, 167, 168, 175,
m,I90.
ALMAGRA, decoración cerámIca: 125.
ALLEROD: 15, 19, 41, 183,266.
ANAUSIS RADIOCARBONICOS: Véase
Radiocarbono.
ANIMALES DOMESTlCOS: 117.
APICE TRlEDRICO: Véase Picante tri ...
'-
drico.
ARBOLES, arbóreo: 149, 155.
ARCO: 203, 258.
AREAS DE SUBSISTENCIA: 148.
ARENA , arenu arenal: 75, 76, 77, SO, 87,
88, 11 8, 120,252.
ARENIENSE: 183.
ARGARICO: 10.
ARMADURAS: 62, 197.
ARPONES APIANADOS: 183.
ARPONES CON DOBLE HILERA DE
DIENTES: 26.
ARPONES CON UNA HILERA DE DIEN·
TES: 131.
ARTE, arUstlco: 143, 159, 160, 170, 171 ,
172, 178, 199 a 262.
ARTE ABSTRACTO: 200, 202, 2
223,257,259,260.
ARTE AFRICANO: 16,201,202,203.
ARTE ESQUEMATICO: 199, 200, 202, 222,
229, 232, 244, 251, 254, 255, 256, 257, 258,
259, 260.
ARTE FRANCQ.CANTABRICO: Véase Arte
Hispano-aquitano.
ARTE HISPANO-AQUlTANO: 199,200,201.
203,205 , 206, N1, 229, 234.
2.~.~ .
?.59.
ARTE LINEAL GEOMETRICO: 199, 200.
202, 205, 212, 232, 235, 236, 237, 238, 239,
24 1,242,259,260, 261 a 262.
ARTE MEDITERRANEO: 205.
ART E MESOLlTICO: 199, 205.
ARTE NATURALISTA: 200, 239, 256, 260.
ARTE PALE OLlTICO: 199, lOO, 201, 205,
m, 234, 253, 257, 258, 260.
ARTE PARIE TAL: 234,238, 239, 261.
ARTE SAHARIA NO: 203.
ARTE MOBILlAR: 201, 202, 204, 205, 206,
232, 234.
ARTE RUPES"J'R.E LEVANTINO: 16, 135,
172, 173, 201 , 202, 205, 206, 224 a 260, 262.
ARTE SICILIANO: 16.
ARTEMISIA, 155.
ARVICOIA, 113.
ATADURAS PARA EL PELO: 258.
ATERlENSE: 196, 198, 268.
A11.ANTICO, penodo ciimático: 13, 33, 110,
114, 168, 176, 261.
AURltil"ACIENSE: 132, 133, 134, 135, 136. 137.
178, 188, 196, 197,213,223,224.
AVELLANO: 155.
AVES: 258.
AVESTRUZ: 200, 204.
AZAGAYAS DE HUESO: 38, 39, 130,
m.
no,
AZILIENSE: ID, 24, 136, 137, 138, 139, 141.
179, 180, 181, 183, 184, 185.
AZIWIDE: ID, 30, 131.
AZUD: 40,
AZUELAS: 38.
BARBO, pez: 88.
BASTONES: 258.
BERTONIENSE: lOO, 267.
BISONTE: 201, 206.
BOLSOS: 258.
DOLLING: 183.
BORDE ABATIDO: Véase Borde rebajado.
BORDE REBAJADO: 24, 32, 44, 45, 48, 58,
60, 61, 62, 71, 74, 75, 81. 86, 99, 102, 103,
115, 118, 121, 159, 164, 165, 166, 192, 193,
N1, 243, 247, 249, 268, 270.
BOREAL, periodo cUmáUco: 30, 33, 74, 168,
169,262.
BOS PRIMIGENIUS: 173, 200, 203, 232, 238,
256,258.
BOS TAURUS: 82, 175.
BOSQUE TEMPLADO: 15, 153, 162, 163.
DOUVERlENSE: 182.
BOVlDOS: 202, 206, 216, 224.
BRAZALETES: 258.
BRONCE: 215.
BRONCE 1: 10.
DRONCE VALENCIANO, Edad d el: 40,41.
42, 51, 70, 96, 111, 114, 120. 121, 169, 174,
229, 231, 251, 258, 259,
B UEY: Véase Bos taurus.
BURILES: 23, 24, 25, 31, 32, 38, 39, 44, 45,
48, 58, 59, 60, 61, 62, 70, 71 , 75, 76, 81, 96,
99, 102, 103, 112. 113. 114. 115. 118, 124,
128, 130, 153, 154, 155, 157, 160, 164, 165,
166, 167, 181, 183, 184, 188, 190, 192, 193,
197, N1, 215, 220, 224, 213, 244, 217, 249,
259, 268, 170, V2,
BURILES CENTRALES: 23.
BURILES DE ANGUW SOBRE ROTURA:
23, 30, 268,
[page-n-293]
286
J. APARICIO
BURILES DE ANGULO SOBRE TRUNCA·
DURA: 23, JO, 183, 268.
BURILES DE CUARZO: 25.
BURILES DIEDROS: 31, 37, 268.
BURIL .PICO DE LORO.: 130.
BUXUS: 1.55.
C14: Véase Radiocarbono.
CABALLO: Véase Equus.
CABRA: 24, 191 , 260, 262.
CABRA DOMESTICA: Véase Capra hircus.
CABRA MONTES: Véase Capra ibe:c.
CALCITA, ca!dUeo: Véase Ca roona lo cá l·
cico.
CALCOLITICO: 23.
CANIDOS: 258.
CANTOS RODADOS: 40, IJO.
CAlQA.S: 120.
CAPRA. HlRCUS: 82, 175.
CAPRA. IBEX: JO, 172, 173, 258.
CAPREOLl1S CAPREOLUS: 82, 172, 173.
m, 191, 258.
CAPSIENSE: 13, 16, 128, 129, 130, 132, 133,
134, 135, 136, 137, 138, 141, 142, 143, 157,
161. 195, 197, 200, 203, 270.
CAPSIENSE SUPERJOR: 168, 197, 198, 203,
204,270, m .
CAPSIENSE TlPICO: 168, 198, 203, 204, 270.
CAPSOTARDENOISIENSE: 136.
CARACOlAS: 88.
CARACOLERAS: Véase Concheros.
CARACOLES: 117, 162.
CARBONATO CALCICO: liD, 180.
CARBONES: 40, 252, 253.
CARCAJ: 254, 258.
CARDIUM: 37, 40, 41 , 116, 117, 130, 167.
CARRIZOS: 80.
CASQUETES: 258.
CASTELNOVIENSE: 168, 183, 185, 204, 272.
CAZA: 153, 167, 168, 172, 173, 184, 185, 187,
193,257,258, 266, 268, Z1O.
CAZADOR, c:azadora: 10.
CENIZAS: 40, 252.
CEPIl~OS: Véase Raspadore$ nucleiformes.
CERAMlCA: lO, 31 , 36, 37, 38, 39, 40, 41 , 42,
43, SI, 51, 54, 56, 57, 70, 74, 76, 77, 81, 82,
SS, 86, 87, 96, 106, 111, 112, 113, 114, 120,
124, 125, 128, 139, 143, 146, 158. 171 , m ,
174, 175, 176, 177, 192, 230, 244, 249, 251,
258, 260, 263.
CERAMICA A TORNO: tU , 174.
CERAMlCA CAMPANlENSE: 51, 56, 57.
CERAMlCA CARDIAL: 32, 33, 51, 54, 57,
70, 72, 73, 74, 111 , 112, 113, 120, 121, 123,
125, 141, 144, 146, 174, 175, 177,217, 224,
247.
CERAMICA GRADINADA: 52, 57, 120, 121 ,
123, 125, 174, 177.
CERAMICA IBERJCA: 25.
CERAMlCA IMPRESA: 32, 37.
CERAMlCA INCISA: 37, 43, 121, 144, 175.
CERAMICA MEDIEVAL: 76, SO.
CERAMICA PEINADA: 54, 57, 70, 121.
CERAMICA PUSTICA: 121 , 123.
CEREALES: 33, 175, 177.
CERVIDOS: Véase Cervus.
CERVUS: 30,82, 172, 173, 175, 191,202, 206.
219, 220, 221, 230, 232, 238, 239, 240, 258,
260, 262.
CERVUS DAMA: 82, 175.
CESTOS: 258.
CIERVO: Véase Cervus.
CINEGETICO: Véase Caza.
CINTURONES: 258.
CLIMA, cUmátlco: 25, 26, 66, 1(M, 110, 114.
ISO, 153, 154, 155, 162, 164, 168, 176, 178,
180, 181, 184, 193, 198, 263, 264, 266, 267.
CLIMA ALPINO: 179.
CUMA GLACIAR: 15, 149.
,
CLIMA MEDITERRANEO: 13, 15, 153, 179.
183,263.
CLIMA MEDITERRANEO CONTINENTAL: '11.
COBRE: 215.
COLGANTES: 258.
COLGANTES DE CONCHA: 40.
COLUMBEU.A RUSTICA: 38, 40, 116.
COMPLEJO REGRESIVO CON DENTICUlADOS: 117, 167.
CONCHAS: 37, 38, 131 , 157.
CONCHAS MARINAS: 37, 38, 40, 82, 85 .
m, m , 167, 193.
CONCHEROS: 40, lIS, 117, Ill , 165, 166,
168, 198.
CONEJO: Véase Oryctola¡us cuniculos.
CONTRAPESOS CERAMICOS DE RED:
76, SO.
CONVERGENCIA: 57, 133.
CORZO: Véase Capreo1us capreolus.
COSTAS, CCHltero: 40, 41. 42, 52, 71 , 72, 73.
74, 87, lIS, 116, 117, 127, 130, m, 133,
141 , 144, 146, 149, 162, 167, 192, 193, 231.
253, 254, Z1O.
CRISIS: 11.
CRONOLOGIA, cronoIÓ¡lc:o: 34, 36, 40. 41.
SI. 54, 57, 77, 114, 115, 121, 124, 131, 134,
139, 144, 146, 155, 172, 178, ISO, 188, 192.
196, 202, 204, 210, 215. 216, 220 , 223, 224,
226, 227, 228, 232. 238, 239, 241, 243, 253,
256, 259, 263, 264, 267, 268. 270. 272, 273.
CUADRUPEDOS: 206.
CUARCITA: Véase Uliles de ...
CUARZO: 25.
CUCHIu.o DE HIERRO: 56.
CUCHILLOS DE SILEX: 25, 32, 57, 59, 86.
128, 176.
CUERDAS: 258.
CULTIVO: Véase Agricultura.
CULTURA HISPANO-MAURlTANIC\: 173.
CULTURA IBER.ICA: 70.
CULTURA NEOUTlCA: Véase Neolltico.
CVPERACEAS: 155.
CYPREA: 40.
[page-n-294]
El. MBSOUTIOO BN VAlSNCU.
DANZA: 258.
DATACJON: V~ase Cronología.
DECORACJON CERAMlCA: 82, 111. 112,
m, m.
DENTICUlADOS: J2, 166, 167, 183, 1M , 1!J7.
DESFILES: 258.
DESGRASANTE CERAMICO: 31 , n . 82.
DIENTES DE HOZ: 120, 121.
DIETA ALIMENTICIA: Véase Alimenta·
ciÓn.
OOBLE BISEL: 33, 42, 44 , 45, 48, 54, 57.
58, 61 , 67, €D, 120, 121.
DOl'tlESTICACION: m .
OORSOS REBAJADOS: 24, 28, 32, 37, 38.
39, 44, 45, 48 ,60, 61. 62. 70.71, 75, 81, 84.
99, 102. 103, 112. 1Il, lIS. 118, 120. 128.
155, 151, 159, 164, 165, 184, 188, 190. 192,
193, 207, 212, 220, 224. 243. 244. 247, 249,
251,268, 270.
DRYAS I1-a: 149, 153.
DRYAS 111: 13, 153, 162, I€D, 183.
DUALISMO ETNlco.cmTtJR..U.: 7J. ~ ,
106, 108, 114, 133, 13S, 143, 254.
ECOLOGIA, ecol6¡r1co: 27, J7. 114, ISO.
239, 263, 264.
ECONOMIA, econó mico: 24, 70, 71,104,
128, 130, 140, 14J, 153. 154, ISS, 162,
166, 167, 168, 172, 173. 176, m. 118,
184, 185, 187, 189, 190, 191, 192, 19J,
228, 229, 232, 239. 259, 260. 264, 265,
267, 268, 272.
ECUMENISMO MEDITERRANEO: 8,
274.
ELEMENTOS DE HOZ:
m ,
117,
164,
180,
198,
266,
204.
n , 38. 39.
ENEOLITlCO: 10, 23, 38, 42, 54, 57, 59, €D,
70, 72, 76, 96, lOS , 107, 111. 112, 114, 120,
m , 146, ¡€D, 190, 212, 229, 231 , 251, 257,
258, 259, 260.
ENEOLlTlCO 1: 62, 67, 70, 112, I€D.
ENEOLlTlCO JI: 68, 169.
ENEOLlTlCO 11]: 68, 169.
ENTERRAM IENTOS: 42, SI, 56, 112. 215.
EPIARENIENSE: 183, 184.
EPIAURIRACIENSE: 152.
EPIAZILIENSE: 30.
EPIGRAVETIENSE: 10, 7J. 74. lOS, 106, 107,
111 , 113, 140, 141. 142, 143, 144, 146, 147,
152, 153, 187, 188, 190, 191, 193, 266.
EPIGRAVETOCAPSIENSE: 142, 143.
EPIMAGDALENIENSE: ID, 180. 181, 184,
1&5. 267.
EPIPALEOLlTICO: 9. 10, 23. 24. 123. 136,
139, 145, 146, 161, 182, 217, 223.
EPIPALEOUTICO GEOMETRICO: 111 ,
145, 146.
EPIPALEOLlTICO MICROLAMINAR: ID,
111 , 131 , 145, 146, 152.
EPIPERlGORDIENSE: 144, 145, IS2.
EPISOLUl'RENSE: 10.
EPOCA IBERlCA: Véase Cultura lbi:rlca.
EQUlDOS: Véase Equus.
EQUUS: 30, 173, 213, 231, 232, 238, 258.
287
ERGOLOGIA, eqoIó&lco: 27, 34, 41 , 57, 59,
70, 72, 104, 114, 117, 125, 127, 147, 143, 153,
162, 164, 165, 168, 173, 174, 176. m , 1&5,
1.93, 223, 239, 264, 265, 267.
ESCAlAS: 258.
ESCALENOS: 23, 24, 64, 66, 99, 103, 162, 244.
ESCARGOTIERS: vtase Concheros.
ESPIRITUALIDAD, uplrUual: 199.
ESQUIRLAS DE SILEX: J 7, 33, 40.
ESTACIONES DEL ARO: 30.
ETNIA: 42, 73, 74, 87, 104, lOS, 108, 114,
135, 142, 143, 144, 147, 148, 153, 174, 176,
183, 1&5, 199, 204, 239, 263.
EXPRESIONES FIGURATIVAS: 200, 204.
205, 2 16, 260.
FALDAS: 258.
FALDELLINES: 258.
FAUCO: 254, 155.
FAUNA: 23, 24, 26, 30, 31 , 33, 36, 70, 75, 77,
ao, &5, 96, 99, 115, 117, 124, 130. 1S2, 153,
154, 155, 168, 172, 175, 176, In, 180, 18t ,
264,266.
FAUNA MAIACOLOGICA MARINA: 16, J7,
33, 40, 41 , 7 1, 82, lIS, 116, 128, 130, m ,
175, 190, 191. 192, 270.
FAUNA MALACOLOGICA TERRESTRE:
41 , 71, lIS , 116, 128, 175, 190, 191, 192, 193,
268.
FAUNA MASTOLOGICA: &5, 128, 152, 154.
162, 165, 167, 176, 191, 193.
FECUNDIDAD: 258.
FELINOS: 206,
FELIS CATTUS: 191.
FEMENINO lA): Véase Mujeres.
FIBROLlTA: 52.
FIGURAS, NATURALISTAS: 200, 254. 256.
257.
FILlACEAS: 155.
FLORA: 26, 7S, 80, 176, 266.
FUNERARIO: Véase Enlerramlento.
GAMO: Vtase Cervus dama.
GAMUZA: 258.
GANADERlA: 11 , 33,128, 175, 176, In, 239,
260.
GARRIGA: 153, 165.
GATO SALVAJE: Véase Fclls cattlls.
GEOLOGIA, geológico: 38.
GEOMETRICOS: 24,32, 37, 39, 40, 44, 45,
48, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 64, 65. 66, 67, 69,
10, 7J, 14, 75, 81, 87, 110, lIS, 120, 121 ,
123, 125, 128, 141 , 14J, 144, 146, 151, 159,
161, 162, 165, 166. 167, 168, 171 , 172, 174,
m, m. 183, 188, 190, 192, 19J, 194, 197.
198, 231. 239, 243, 244, 249, 251, 258, 263.
270, 272,
GLACIARES: 203.
('.oR.ROS: 258.
GRABADOS FUSIFORMES: Véase I ncisiones fusifonnes.
GRAVETIENSE: 10, I ~, 140, 142, 143, 169,
188, 196, 213, 223.
[page-n-295]
288
J.
APARI CIO
GREGORENSE: 10, 62.
GRUPOS E TNICOS: Véase E lnia.
GUIJARROS TALL\DQS: lll .
HABITACION, habItat: 40, 96, 109, 112, 113,
121, 127, 153, 154, 167, 228, 247, 251, 253,
254,266.
HACHAS: 52, 174.
HECHICEROS: 258.
HELIX ' p.: 36, 40, 41 , 71, 117, 124, 128, lJO,
131, 152, 154, 162, 167, 173, 191, 192, 193,
253, 268.
HENDIDORES DE CALIZA: 40, 165.
HERBACEAS: 155.
HIERRO, Edad del: 72, 169, 174,212,231.
HOCES: Véase Lám inas·hoz.
HOGARES: 40, 99.
HOJAS: lO, 23, 28, JO, 37, 38, 39, 41 , 42.
44, 45, 48, 52, 60. 62, 63, 71, 81, 86, 96, 99,
120, 124, 125, 128, 175, 176, 183, 192, 21 2,
220, 224, 244, 247, 249, 253.
HOJAS DE MUESCA: 31, 32, 44, 45, 48, 52.
58,60,61,63,64,68,70,71,75,81, 118, 168.
HOJAS CON ESCOTADURA: 38,54,64, 193,
220,224,25 1,252.272.
HOJAS CRESTA: 81.
HOJAS DENTICUlADAS: 38, 58, 64, 118,
168.
HOJAS ESTRANGULADAS: 31, 64, 77, 168.
m, 198, 272.
HOJAS RETOCADAS: 23, JO, 124, 125, 165.
HOJITAS: 10,30,37,38, 39, 76, n, 8 1, 86,
99, 118, 120, 124, 125, 196, 212, 215, 268.
HOJITAS DE BORDE REBAJADO: 23, 24,
25, 28, lO, 62, 86, 96, 154, 196, 268.
HOJITAS DE OORSO REBAJADO: 23, 24,
25, lO, 62, 67, 76, 154, 167, 268,
HOJITAS CON DORSO Y TRUNCADURA
DISTAL OBLICUA: 23, 24, 84.
HOJITAS CON TRUNCADURA DISTAL
OBLICUA: .30, 61, 62, 75, 85, 86, 121 , 125,
167,
HOJITAS RETOCADAS: lO, 124.
HOLOCENO ANTICUO: .30.
HOMBRE/S: 173, 254, 255, m, 258,
HONDAS: 258.
HUEVOS DE AVESTRUZ: 200,204,205.
IBEROMAURlTANICO: 15, 16, 19, 13l, 142,
195, 196 a 197,203, 204, 266, 267,
IMPRONTAS DE CAAA: 120.
INCISIONES FUSIFORME5: 159, 205, 207
."'.
INDICES C/B: 40, 128, 155, 157, 185.
INDUSTRIA UTICA: Véase Utiles de sl]ex.
INDUSTRIA MICROLlTICA: 23.
INDUSTRIA OSEA: 184.
lNVASION/ Q , Invasores: 57, 74, 137, 138.
148, 165 , 176.
JABALI: Véase Sus scrofa .
JAR.R.ETERAS: 258,
JUNCOS: 80.
KARST, Cár.leo: 104, 114.
LAGOMORFOS: 770.
LACUNAS COSTERAS: 116,
lAMINAS: lO.
LAMINAS.HOZ: 121.
IAMIN ITAS: 10.
LAMINITAS DE BORDE ABATIDO: Véase
Hojitas de borde rebajado.
LAMINITAS DE BORDE ABATIDO TIPO
COCINA: 58, 62.
LAPAS: Véase PateJas.
LASCAS : 23, 25, 37, 38, 40, 76, 77, 81, 84, 86.
96, lIS, 120, 166, 220, 224, 244,251, 252,
253.
LASCAS RETOCADAS: 23, liS, 244.
LASQUITAS: 81, SS, 86, 118, 249.
LAZOS: 258.
LEaN, animal : 206,
LEPUS CAPENSIS: 191.
LIEBRE: Véase Lepus capensis.
LUCRAS: 258,
MACROINDUSTRIA LlTlCA: Véase Utilcs
macrolfticos.
MADERA: 99,
MACDALENlENSE: lO, JI , 15, J6, 21. 23,
24, 25, 26, 38, 96, 104, lOS, 108, 109, 114,
1.30, m , 135, 136, 137, 138, 139, 140, 141,
142, 143, 144, 145, 146. 147, 148, 149, ISO,
151, 152, 153, 154, 160, 16 1, 180, 182, 183.
184, 185, 188, 190, 192, 196, 202. 267,
MACDALENIENSE 1: lOS, lOó, lOO, 141.
MACDALENIENSE 11: lOS, lOó, 109, 141,
MACDALE NlE NSE 111: 99, lOó, lOO, 141.
ISO, 151, 152,
MACDALENIENSE IV: 26, 39, 40, 64, 66,
99, lOO, 104, lOó, 109, 137, 141, 147, 149,
ISO, 151, 152, 155, 162, ISO, 238, 239, 244.
259, 267.
MAGDALENIENS E V: 106, 141, 145.
MACDALENIENSE VI·b: 15, 24, 26, lOó.
141. 145, ISO, 180, 267.
MACDALENlENSE VI-<:: 182.
MALLAETENSE: lO,
MAR , marftlmo, marino: 15, 16, 17, 19, 41,
73, 117, 1.30, 162, 167, 176, 180,
190, 192, 193, 253, 254, 255.
MAIlISQUEO: 128, 162.
MARJAL, mao;Ja les: liS.
MEDIAS LUNAS: 33, 37, 44, 45, 48, SO, 52,
54,58,61,62,66,67,69,
SS, 120, 121 ,
124, 139, 193, 249.
MEDIO AMBIENTE: 25, 153, 189, 196, 2{)3,
228, 264, 266.
MESOLITICO: 35, 36, 52, 69, 71, 73, 76, 99,
107, 132, 139, 141, 144, 146, 162, 172, 173.
175, 178, 179, 182, 184, 187, 190, 193, 197,
220, 226, 21:1, 228. 229. 239, 243, 247, 263,
n,
268, 274.
[page-n-296]
EL MESOLITICO EN VALENCIA
MESOLITICO 1: 9, 11 , 25, n , 28, lO, 31, 39,
39,40,59, 62, 64, 66, 87, 107, 108, lOO, 110,
m , m , 114, 118, 120, m, 124, 128, 130,
m , 141. 144, 147, 149 a 161 , 162, 165, 169,
176, 184, 185, 190, 192, 193, 197, 198, 205,
207, 210, 224, 239, 243, 244, 247, 253, m ,
258, 2h7, 268, 2m.
MESOLlTlCO 11: 9, n , 51 , 64, 66, 67, 71 ,
87, 1t0, 120, 1lI , 141 , 144.157, 161 a 164,
166, 167, 168, 169, 185, 192, 193, 198, 239,
241 , 244, 249, 253, 257, 258, 268, 271, m,
MESOUTlCO 111: 28, 31 , 33, 36, 40, 41 , 51.
63, 64,66, 67, 68, 69, 71 , 74, 87, 1t0, 117,
120, 121, 124. In, 131.141, 149. 161, 162,
164, 173, 174, 175, 176, 181, 18-1, 185, 192,
193, 239, 244, 249, 252, 253, 257. 258, 2h1,
2h2, Tl2 , V3.
MESOUTICO CON GEOMETRlCOS: 22,
25, 33, 39, 57, 59, 110, 140, 146.
MESOUTICO MEDITERRANEO 1: 145.
MICROBURILES: 24, 30, 31, 32, 37, 39, 40,
44, 45, 48, 52, 54, 58, 60, 61, 63, 64, 65, 68,
70, 71. 75, n, 81, 85, 86, 110, 11 8, 120, 121 ,
124, 125, 159, 165, 166, 170. 172, 183, 192,
193, 197, 244, 249, 251, 252, 263, 268. V2.
MICROBURlL DE KRUKOWSKI: 244.
MICROFAUNA: 152, ISS, 180, 185, 191, 264.
MICROGRAVETI'ES: 184.
MICROLlTOS: 24, 153, 174.
MICROPERFORADORES: 25.
MICRORRASPADOKES: 30, 59, 76, 84, 86.
102, lOO, 125, 128. 154, 165, 175, 183, 197.
212, 224, 243, 244, 247, 249, m, 268,
MIEL: In.
MOLUSCOS: 187, 191, 193, 2h7.
MOLUSCOS MARINOS: Véase Fauna mala.
cológica marina.
MOLUSCOS TERRESTRES: Véase Fauna
malacológica terrestres.
MONEDAS: 76, 80.
MONTANDIENSE: 167, 168, 183, 185, 270.
MOUlLLENSE: 1l3.
MUERTE: 258.
MUJER/ES: 173, 254, 258.
MUSTERIENSE: 26, 114, 198, 224, 241 , 243,
268.
MUSTERIENSE NORTEAFRICANO:
Véase Ateriense.
NALGAS: 258.
NATICA: 40.
NAVEGACION: 16, 17,80.
NEOUTlCO: 7, lO, 11, 15, 16, 2h, 32, 35,
36, 37, 51, 54, 56, 57, 59, 63, 67, 69, 72,
73,76, n, 87, 105, 107, 109, 111 , m , m,
120, 125, 138, 139, 140, 144, 146, 147, 149,
155, 161 , 167, 168, 169, 173, 176, \81. 187,
188, 197, 217, 224, 229, 244, 251, 257, 258.
259,265.
NEOLITICO A: 144.
NEOLlTICO ANTIGUO: Véase Neolítico I.
NEOLlTlCO .PENmETICO_: Véase NeoJllico A.
37
289
NEOLITICO 1: 10,28,33,36,39,57,59, 64,
65, 66, 70,71,74,87,110,111,114,121,123,
125, 128, 131, 147, 169, 171 , 173, 174, m,
l72.
NEOLlTlCO 11: lO, 36, 38, 39, 40, 57, 67,
69,70, 121 , 125, 127, 128, 169.
NEOLlTlZACION, neolltbador: 7, 11 , 23,
33,72,87, 106, 107, 110, 111, In , 141, 143,
144, 146, 174, 175, 176, 183, 185, las, 194,
21)2.
NEOUTICO PRE-CERAMICO: In.
NOAILLIENSE: 183.
NlJCLEOS DE SILEX: 28, lO, 31, 76, 77,
81, 85, 86, 125, 212, 224.
NUCLEOS PRlSMATlCOS: 30.
OCRE: 82, 85, 86.
OCULADOS: 260.
OCUPACION ESTACIONAL: lOS, 264.
OJEO: 258.
ORANIENSE: 133, 141 , 142.
ORYCTOLAGUS CUNICULOS: 24, 113, 154.
180.
OVEJA: Véase Ovis aries.
OVICAPRlDO: 86.
OVIS ARIES: 82, 175, 262.
PAJAROS: 187, 193, 266, I1fJ.
PALETAS DE PIEDRA: 2h1.
PALOS: 258:
PALEOLlTICO INFERIOR: 16.
PALEOUTICO MEDIO: 16.
PALEOLITICO SUPERIOR: 7, lO, 15, 16,
28, 35, 36, 351, 40, 51, 62, 71 , lOS, 106, 107,
110, 128, 132, ll7, m, 140, 148. 150. 153,
179, 187, 190, 191 , 192, 193, 196, 197, 201.
206, 210, 216, 217, 220, 223,224, 228. 238,
243, 253, 262.
PALEQMESOLlTICO: 8, 180.
PARPAU.ENSE: 64, 114, 149, 162, 169.
PATElAS: 192.
PATINA: 82, 85, 86, 152.
PECTEN .p.: 37, 116.
PECTUNCULUS: 40, 116, 167.
PElLAS DE BARRO: 120.
PENACHOS: 258.
PERFORADOR NEOUTICO: 37, 39.
PERFORADOR DE SILEX: lO, 75, 104, 118,
120, 128, 154, 175, 176, 184, 197, 220, 224.
PERIGORDIENSE: 144, 183, 196.
PESCA: 76, 187, 266.
PICANTE TRlEDRlCO: 64, 65, 68, 120, 128.
PINOS: 155.
PINTURA: 82, 165, 172.
PINTURAS RUPESTRES: Ill, 173, 210, 231.
238, 249, 251, 252, 254.
PLANTAS ACUATICAS: 88.
PLAQUETAS DE PIEDRA: 77, 82, 85. 141.
PLAQUETAS DE PIEDRA DECORADAS:
54, 71, 1351, 165, 201, 206, 208, 235, 236,
237, 240, 241, 242, 2h1.
PLEISTOCENO: 2h.
POBLACION, poblaclones: 178, 189, 193, 205,
228, 229, 232, 263. 264. 266, 268, VO.
[page-n-297]
1. APAR1 CTO
POLEN: 107, 117, 154, 1S5.
POLINESIOS: 17.
PRE-AU.EROD: 19. 1S5, 169.
PRE-HOREAL: JO, 164, 163, 169, 183, 262.
PRECIPITACIONES: 26, lOS , 110.
PROTEINAS, protdnlco: 163, 191.
PROTOARPONES: 26.
PR~~ENSE: 1M,
PROTONEQUTICO: 28, 33, 57, 64, 65, 66,
68, 69, 70, 72, 74, 87, 110, 120, 121 , 128, 131,
147, 149, 164, 169, 173 a 177, 1&4, 185, 239,
247, 249, 251, 252, 253, 268, 270. m.
PRO'fO.VALORGIENSE: 15.
PUNTA PEDUNCUlADA PERlGORDIENSE: 37, 39.
PUNTAS AZILIENSES: 183.
PUNTAS CON DORSO Y TRUNCADURA:
".
PUNTAS DE ANZUELO: Véase Puntas de
arpón.
PUNTAS DE ARPON: 23 1.
PUNTAS DE BORDE REBAJADO: 23, 24,
'54.
P UNTAS DE CARA PlANA: 188.
PUNTAS DE DORSO REBAJADO: 23, 24,
154, 167, 188, 192.
PUNTAS DE ESCOTADURA DE TIPO
LEVANTI NO: lOS, 141 , 157, 162, 188, 244.
PUNTAS DE FLECHA DE PEDUNClJLO y
ALETAS DE SILEX: 25, 51, 76, 231.
PUNTAS DE FLECHA DE S ILEX: 38, 52,
57. 120, 121, 190, 231, 244, 258.
PUNTAS DE LA MOUlLIAH: 197.
PUNTAS DE MUESCA: V~ Puntas de
escotadura de tipo levantino.
PUNTAS DE SAUVETERIlE: 1&3.
PUNTAS DE TARDENOIS: 183.
P UNTAS SOLt11'RENSES: 112, 1M.
PUNZONES DE HlJESO: 38, 39, 52, 54, 154.
RACLE'ITE: 118.
RADIOCARBONO: 24,
n,
28, 30, 31, 33, 36,
37, 38, 39, 99, 104, 107, lI2, 124, 143, 151,
m, 153, 157, 159, 166, 171 . 173, 180, 183,
191 , 192, 193, 196, 201, 206, 247, 249, 253,
265, 269,
271, 273.
RAEDERAS: 25, 165.
RANGIFER TARANDUS: 25.
RASPADORES: 23, 24, 25, lO, 31, 32, 37, 38,
39, 44, 45, 48, 51, 58, 59, 60, 61, 62, 70, 71,
74, 75, 81, 96, 99, 102, lI2, IIJ, 114, 115,
m , 120, 121, 124, 125, 128, 153, 154, 1SS,
157, 159, 164, 165, 166, 167, 182, 183, 1M,
188, 190, 192, 193, 1II1, 220, 224, 243, 244,
m.
247, 249, 251 , 252, 253, 268.
RASPAOOJtES.BURlLES: 24, 118, 243.
RASPADORES DE CUARZO: 25.
no,
no,
RASPADORES DOBLES: 24.
RASPADORES NUCLEIFORMES: 28, lO,
31, 165.
RASPADORES SUB-CIRC1JLAIlES: 30.
RATA: Véase Arvfeola.
IlEALISMO, arte: 199, 200, 202, 213.
REBECO: Véase Rupicapra Rupicapra.
RECECHO: 258.
RECOLECCI0N: l&S , 187, 193, 194, 199, m ,
253, 2il7, 263, m .
REGRESION MARINA: 16, 17, 18.
RELIGION, rdlclo.Jdad: 178, 223, 241 , 258.
259, 260.
RENO: Véase Rangifer Tarandus.
REPRESENTACIONES ANTROPOMOR_
FAS: 201, 206, 2 11 , 213, 215, 238, 254, 256,
257, 2S8, 260.
REPRESENTACIONES ZOOMORFAS: 211 .
216, 219, VO, n i. 222. 224, 232, 2l8, 239.
140,256, 'JS1, 251, 260, 261.
RESINA: 253.
RESTOS CONSTRUCTIVOS: 120.
RESTOS RUMANOS: 42.
RESTOS OSEOS: 33, 77, 82, 85, 86, 99, 151.
175.
,...
RETOQUE ABRUPTO: lO, 44. 48, lIS. 140.
RETOQUE INVASOR: 67. 112.
ROEDORES: 152, 193,
ROMANEU.JENSE: l O, 179, 182, 1&4. Hll,
190,2h7 .
ROMBOIDES: 188, 194.
RUPICAPRA RUPICAPRA: 191.
no.
SAUVETERRJENSE: 23, 27, 142, 145, 164,
181, 183, I&S, 187,
no.
SAUVETERR.OIDE: 145, 161 , 183, 188. 189,
192, 266.
SEBIUENSE: 141 .
SEDIMENTOS, adlmeratolop, .edlmeDta.
d6n: 24, 40, 51, 63, 66, 75, 87, 99, 104, lOS,
107, 108, 109, 110, 112, 117, 123, 124, 127,
136, 139, 140, 152, 154, 159, 175, 2tJ1, 208,
210, 211, 213, 2 16, 220, 223, 224, 229, 238,
244,247,251,261,263.
SEGMENTOS: 36, 37, 44, 45 , 48, SO, 52, 58,
61, 62, 64, 66, 67, 69, 71, 75, 81 , 86, 115,
121 , 128, 159, 162, 164, 166, 168, 176, 181.
182, 183, 188, 192, 193, 197, 198, '1111, 249 ,
253, 270.
SEMIUAS: 177.
SEQUIA: 149, 153, 164, 183, 263.
SILEX: 25, 37, 38, 85, 86, 93, 94.
SILOS: 124.
SOCIEDAD/SOCIAL: 173, 178,229, 232, 239,
259, 260, 264.
n,
SOCIOECONOMIA,lOdoeaoQÓm:Ico:
36,
42,71 , 72, t>1.
SOLU'IllENSE: lO, 21, 23, 26, lOS, 108. 109,
110, 111 , 112, IIJ, 114, IJS, 136, 137, 140,
141 , 142, 143, ISO, 160, 169, 188, 196, 202,
208, 224,231. 239, 244, 265, 267.
SOLtrr'RE.()..GRAVETIENSE: lOS, lOO, 108,
109, 111 , 114, 141 , 149, 160.
StIB-BOIlEAL! 262.
8VBSmENCIA: 17.
SUS SCllOFA: JO, 82, 172, m, 175, 191 , 206,
N .
[page-n-298]
SI. MBSOUtlOO llN VALENCIA.
TALPA EUROPAEA.: 113.
TARDE NOIDE: JI, 68, 71, 145, 161, 168, 18t,
1&3, 184, 188, 159, 192, 266.
TARDE NOISI ENS E: 123, 129, 136, 142, 145,
159, 187, m.
TARDIGRAVEn ENSE: 182, 188, 189, 190,
"'7.
T ECNICA DE MlCROBUJUL: 64, 65, 66, 68,
70, 99, 110, 121, 123, 162, 164, 168, 175, 176.
171, 188, 194, 198, 244, 268, Z70.
T ECNICA GRAVETl ENSE : Véase Retoque
abrup to.
TEMPERATURA: 26, 15J, 176.
TERRAZAS FLUVIALES: 40.
TINTA PLANA: 256.
TOCADO: 254.
TOCADOS DE PLUMAS: 23 1.
TOPO: Véase Tal pa europaea.
'rORO: Véase Bos primigenius.
TRABAJO: 173.
TRAMPAS: 258.
. TRANCHETS_: 67.
TRANSGRESION MARINA: 16.
TRAPECIOS DE BASE CONCAVA: J I.
TRAPECIOS DE COUZE: 1&3.
TRAPECIOS: lO, J I, J2, 36, J7, 44, 45, 48.
49, 54, 58, 60, 61, 62, 63, 64, 65.66, 67, 68,
71, 75, TI , 81, 86, 118, 120, 121 , 125, 128,
139, 159, 166, 168, 170, 176, 1&3. 188, 192,
19J, 194, 198, 244, 249, 251, 252, m.
TRIANGULOS: J I, 32, 33, 36, 37, 44, 45, 48,
49, SO, 52, 54, SI, 58, 60, 61, 62, 66, 67, lIJ,
71,75, 77, 81, 120, 121, 162, 164, 168, 181,
1&3, 188, 192, 19J, 198, Z70.
TRlANGULOS CON APEND'CE LATERAL: V&se Trlingulos tipo Cocina,
TRJANGtJLOS TIPO COCINA: 22, 32, 44,
45, 48, 51, 54, 58, 60, 61, 63, 64, 66, 68,
69, 70, 71. 74, 7S, 77, 81, 121 , 117, 139, 170,
171, 198, 249, m .
291
TROCHVS: 192.
TRUNCADUJlAS RETOCADAS: Véase Hojitas con truncadura distal oblicua.
TYRRENIENSE: 116.
ULMUS: 155.
ULTIMA GLAClACION: Vtasc: Wür m.
URO: Véase 80s primigeniu.s.
mlLES DE CUARCITA: 85, 165, 251.
UTlLES LITJCOS: Véase Uliles de sllcx.
UTlLES MACROUTlCOS: 36, 54, 71 . 139.
m.
miLES N UCLElFORM ES: l IS, \66,
UTILES DE PIEDRA PULIMENTADA: JB,
52, 174, 171.
UTILES DE SILEX: lB. lO, 32, 33, .36, J9,
40, 4t, 46, 47, 48, S2, 54, SS, 56, 57, 58.
59, 60, 61, 72, 7J, 74, 7S, 76, 77, 81, 82,
83 , 85, 86, 96, 99, 102, 111 , 113, li S, 124,
125, 126, 128, 129, 157, 158, 166. 175, 180,
187, 189, 196, 1ff1, 208, 210, 212, 220, 243,
244, 245, 246, 247, 248, 249, 250. 25 1.
UTILES OSEOS: 24, 30, J7 , 38, 52. 54, 111 ,
113, 153, 154, 158, m, 180, 185.
VALORGIENSE: 167, 168, 1&3, 184, 185, 267.
VASO COLADOR: 244.
VASOS CARENADOS: 42, 43, 112, 121 .
VASOS CERAMICOS: 33, 76, 120, 125.
VEGETACION MEDITERRAN EA: 15, ISS.
162.
VEGETAlES: m, 263, 264.
VEGETALES CULTIVADOS: 171.
VULPES VUlPES: 191, 258.
WORM: 16, 17, 130, IlIJ.
ZANCUDAS: 232.
ZORRO: V&.se Vulpea vulpes.
[page-n-299]
292
J . APARICIO
f ) INDICE DE FIGURAS
.....
Fig. I.-Mapa del Mediterráneo Occidental con los IImih!S de ID Cuenca o', o..
Fi¡. 2.- Mapa del Medilern!.nco Occidental con la probable morfología costera
al máximo de la regresión wiirmiensc sobre la isobata de - ISO m.
o..
Fig. l .- Mapa de la Ve rtiente Med iterránea de la Pcnfnsula Ibc!rica con la situación de los yacimientos pertenecientes al Mesolftico con geométricos
Flg. 4.-Conjuntos Ifti<:os representativos del Montico de Charratu, Mallaetcs,
O"
O"
Parpall6 y San! Gregori
o..
. ..
O".H
o.....
o.....
'o'
...
...
Fil. S.-Mapa de la Región Valenciana con la si tua ción de los yacimientos est u.
diados en el texto
Fig. 6--Cerámicas de la Covacha de Llatas o.. ...
Fi,. 7.-Cuadro cuantitativo y de porcentajes de los Illile! l/ticos de la Cova·
cha de Llatas ... ... ... ... ... .. .
Fla. 8.-ldem. ... ... ... ... ... .. . ... ... ...
...
Fig. 9.-Utll« !ltlcos de la Covacha de Datas ." ... .. . ... .. .
Fig. Io.- Idem. ... ... ... ...
...
...
...
Fia:. II .-Trapeclos y triángulos de la Covacha de Llatas ... ...
Fia:. 12.--COvacha de Datas, segmentos, medias lunas y triánllulos ... ...
Fig. Il.-Planta y aludo de la Cueva de la Coci na con la situación de las lonas
excavadas hasta 1945 ... ... ... ... ... ... ... ... .. . ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Fia:. 14.-Cueva de la Cocina, materiallltico de los niveles I a IV ... ...
...
Fia:. 15.-Cue...:! de la Cocina. Cuadro cuantitativo y de porcentajes .segUn J . Fo rlca
Fia. 16.-Cueva de la Cocina. Sectores A-B..c..J>..E. Cuad ro cuantitativo y de por·
centaj~ ... ... ... ... ... ... ... .. . ... ... ... ... ... ...
... ... ... ...
Fil. 17.-Cueva de la Cocina. Rincón del S.E. Zonas A·B-CD. Cuad ro c uantitativo
y de porcen tajes ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Fil. 18.-Cueva de la Cocina , ..Hiles !iticos de las capas inferiores ... ... ... ... ... .
Fill· 19.-Estany Gran d 'Almenara. Cuadro euantitatil'o y de porcentajes ... ... ...
Fia. 2O.-Plano de la Albufera de Anna ... ...
... ... ... ... ... ... ...
Fill. 21.-Albufcra de Anna. Cuadro cuantitativo y de porcentajes .. . ... ... ... ... ...
Fia· 22.-Albufera de Anna, útiles líticos ... ... .. .
... ... ... ... ... .
Fig. 2J.- A1bufera de Anna, útiles lIticos recogidos en las exca\'aelones subacutUieas
Fil. 24.-Alburera de Anna, dibujo esquemático del sistema de excavació n ... ... ...
Fia:. 2S.-VoIClin del Faro. Corte estratigráfico en el Sec. N. ... ... ... ... ...
Fia:. 26.-Volcán del Faro. Corte estratigráfico e n el Sec. A. ... ... ... ... ...
Fij. V .-Volcán del Faro. Planta con las zonas excavadas ... ...
Fij. lB.-Volcán del Faro. Utiles Ifticos del Nivel 1 e n el Sector A ... ... ... . .. ... .
Fij. 29.-ConJuntos ¡¡tkos representativos del Magdaleniense IV del Volcán y
Parpalló ......... ... .......... .. ... ................... ...... .... ' ... ... ... ... ...
Fia. 3O.--COnjuntos lItkos representativos de la Cueva Grande de la Huesa Tacafla
y de la Cueva de la Mallada. ... ... ... .. . ... .
. .. ". ... ...
Fl¡. 31.-Utiles I1tkos de El ScrTón y del Camping Salou .. . ...
FIg. 32.- Aljo roque. Utiles Iftkos ... ...
... ... ... ... ... ...
... ... ... ...
Fig. 33.-Hoyo de la Mina. Utiles líticos
... ... ... ... ... .. .
Fig. 34.- Mapa de la Vertiente Medi terránea de la Penlnsula I ~rka con la sltua·
ción de los yacimientos del Mesolft ico J ... •.• ..• ..• ... ... •.. ••• ... ... ...
FIl. !5.-Cova. del B arranc Fondo. Utiles Uti cos, cerámicos )' óseos ... ...
Fig. 36.- Mapa de la Vertiente Mcditerr.!.nea de lo Penlnsula Ibérica con la situa·
ción de yacimientos del Mesolftico JI ...
... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Fig. 37.-Cuadro cronol6¡ico-cultural y climático para la Reglón Valenciana desde
principios del Paleolftico Superior hasta mediados de la Edad de.! Bronce
VAlenciano ... ... ... ... ... ... ... ...
...
... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Fi¡. 38.-Mapa del Mediterráneo Occidental con la situación de los ¡rabados
ru pestres fusiformcs conocidos ...
... ... ... ... ... ...
...... ... ...
Fia· 39.-Reproducción de ¡¡rabadas fusifonnes de Italia y MarnJccos ... ... ... ...
Fig. 4O.-ReproducciÓn de grabados fusifonnes sicilianos ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Fia· 41.-Fra¡mento cerámico de I'Or eon ciervos esquemáticos incisos ... ... ...
o. .
...
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o . . . ..
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...
n.
...
14
1
8
22
29
35
43
44
45
46
47
49
50
53
55
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61
72
7S
79
81
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86
89
97
91!
100
102
103
119
122
126
129
156
153
163
169
209
114
218
230
[page-n-300]
293
EL K8S0Unoo I!M VAl.l!NCU
Fi, . • 2.--Representacio0e5 Ilnea1·ceo.mtrica.s de Cantos de la Vi.senI y de la
Cueva del Nifto ............... ............... ... ............
Fil. U-Plaquetas ¡nlbadas de la Cova del Parpalló ...
.......... ....... .
FiJ:. 44.--Plaquetas ¡rabadas de la Cova del P&fPalló ............................. .
Fi¡:. 4S.-Plaquetas ¡rabadas de la Cueva de la Cocina .......................... .
FiC. 46.-Plaqueta con cierva ¡rabada de Sant Grecori ..
Fil. 47..-Plaqueta del abri¡:o del. Filador ...... ... ................................ .
Fl,. 48.-Vtila IltiCO$ de la Cueva de la ~ ................................... .
Fi,. 49.-Vtiles lftic:ol del Blanqwsar del. Garrofero ............................. .
FI,. SO.-Utiles Ilticos de la Cueva Rubia Alta, Baja y Fuente de la Arena ..... .
FiJ:. 51 .--Utiles IItleos de la Cueva Zorra ............................................ .
Fi,. Sl.-cu.adro comparativo de los conjuntos industriales del Mesolflico 1 paralelizables tipoló¡:ica y cronológicamente ... ....... ............. . ........ .
Fil. 53.-Dataciones de C-I. para el Mesolftico 1 Mediterráneo ................. .
Fil. 54.-Dataclnnes de C-14 para el Mesolltico lJ Medltem!.neo ...... ... .. ...... .
Fil. SS.-cu.adro comparativo de los conjuntos industriaJes del Mesollllco 11
paralelizables tipológica y cronológicamente ... .. . .... ..
Fi, . .56.--C'uadro comparativo de los conjuntos Industriales del Mesolltico In
paralelizables tipológica y cronológicamente ...... ... ... .... ... ..... .. .
Fi,. 57.-Dataclones de C-14 para el Mesolltico III Mediterrineo ...... ... ....... ..
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ID
236
237
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266/ 261
271
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"3
[page-n-301]
J . APARICIO
F) INDICE DE . lAMINAS
lÁm .
I.-tJtiles lltleos y ratos maIaoolÓ¡lcos del Assud d·Almassora.
Lim. I1.-Panorámka de la Albufera de Anna con la situación del yacimiento emcQJIdo.
Lam. IlI.-A1burera de Anna con la lOna acotada para las exeavaclooes, y Iltiles lftic:lc»
recosidos.
Lám. IV .-Penya Roja. Grabados fusifonnes .
Lám. V.-Mossen Ricardo. Grabados fuslformes.
[page-n-302]
IL KBSOLlnOO IN YAU!NCIA
Gl INDICE GENERAL
I. -INTROOUCCION ... ... ... ..• .. . ... ... ... ... ... ... .. . ... ...
7
" .-EL NOMBRE .•. ... ... ... . .. ... . .. ... ... ... ... ... ..• .. . ...
9
III.-AMBITO. COMUN ICACIONES y MORFOLOGIA COSTERA ...
13
IV.- PENINSULA IBERICA ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ..• ...
21
A.-Gerona ... ... ... ... ... ... ... .. . ... ... ... ... .. . ...
1.--Sant Benet ...... ". ... ... ... ... ... ... ... . ..
2.--COma d' lnfern ... ... .. . ... ... ... ... .. . ... ...
3.-Bora Gran d'en Carreres .....................
4.--Ca1 Coix ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. .
Consideraciones sobre la zona catalana ... ...
...
...
...
_..
...
'..
21
23
24
24
25
26
B. -Valle del Ebro ... ... .. . ... ... ... ... ... ... .. . .. . .. . ...
1.--Montico de Charratu ... ... .. . ... ... ... ... ... ...
Estrat igrafia ........................ .. ...... , ...
2.-Cueva de Za'oya ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
3.-80tiquerra deis Moros ... ... ... ... ... ... ... ... ...
C.- Región Va lenciana y Zonas limítrofes ... ... ... ... ...
1.---Cov8 Fosca •.. ... '.. ... ". ..• •. . ... ... ... ... ...
2.-Abrigo de Verdelpino ... ... ... ... ... ... ... ... ...
3.-Assud d ' Alrnassora ... ... .. . ... ... ... ... ... ... ...
4.-Covacha de listas (Andilla. Valencia) ... ... ... ...
5.---Cueva de la Cocina (Dos Aguas. Valencia ) ...
6.-Estany Gran d' Almenara ... ... .. . ... ... ... .. .
7.-Albufera de Anna ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
a.-Oescubrimiento y primeros trabajos ... ... ...
b.-los Yacimintos Arqueológ icos .. . ... ... ... ...
c.-Experimentación del nuevo sistema: Resul·
27
28
28
30
31
33
36
37
40
41
51
72
75
75
78
lados ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. ...
B4
d.--Conclusiones ... ... ". ... ... ... ... ... ... ...
e. -Estudio Técn ico de las Excavaciones Subacuil·
ticas ...... ....................... ...... ' ...
8.---Cueva del Volcán del Faro (Cullera . Valencia )
9.--COva de les Ma llaetes (Barig. Va lencia) ... ... ...
10.-E1 Collao (Oliva. Valencia) ... ... ... ... ... ... ...
- Gastrópodos Marinos ... ... ... ... ... ... ... ...
- Gastrópodos de agua dulce ". ... ... ... ... ...
- Gastr6podos terrestres .. . ... ... ... .. . ..... .
- lame llibranch ios marinos ... ... ... ... ... ... ...
11 .-Villena (Alicante ) ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
- Pinar de Tarruel1a ......... ". ... ... ... ... ...
- Cueva Grande de la Huesa Tacaña ... .. . .. . ...
- Cueva Pequeña de la Huesa TacaPia ... .........
87
88
96
104
114
116
116
116
116
117
118
118
118
[page-n-303]
296
1. APARICIO
P'gs.
- Arenal de la Virgen ............ '" ".
- Casa de lara ." ' ... ' .. " ........ . ....... " ...
D.-Sureste y Sur Andaluz
1.-Cueva del Nacimiento (Pontones. Jaén) .. o..
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2.-Aljoroque (Antas. Almería) . '.. ... ... . .. ...
3.--Hoyo de la Mina (Má laga) ...
4.-Cueva de la Victoria (la Ca la. Málaga) o.. ...
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E.-Visi6n y Slnfesis General
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120
120
121
123
124
127
131
".
132
o..
a.-Antecedentes Hist6ricos y proceso desarrollado por
la investigaci6n
b.--Conclusiones: El Mesofitico en la Vertiente Mediterráneo de la Península Ibérica
132
- Mesolítico I '.. ... '.. ... ... ... ... ..' ... ... ...
- Mesolltico 1I .......... .. ' .. .............. ' ...
- Mesolítico 111 •••• ••••••••••••
- Mesolltico 111 A .. ................ ........... '
- Mesolítico 111 B y C . .. .. . ... o • • • • • • • ' ' . ' •••
- Protoneolltico ..... ' ' .......... ' ..... , ...... o.'
c.-Consideraciones finales ...... , ....•..... ' .. ' ... o..
149
161
164
164
168
173
1n
V. -MEDIODIA EN FRANCIA ... ... ... ... ... ... •.. ... •.. ... •..
179
Vio-ITALIA ... ... ... ... ..• ... ... .. • ... ... ..• ... ... .. . ... ... •..
187
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VII.-MAGHREB ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. . •.. ...
-
147
195
lberomauritánico .................... ' ......... o • • • • ' •••
'ndustrias de Componente Geométrico ... .,. •.. ..• ...
196
197
VIIJ.- EL ARTE DE LA PROVINCIA MEDITERRANEA ... ... ... •.. ...
199
A.-lncisiones Fusi formes ..... ' ... ... ... ... ... ... ... ... ...
- Extensión ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ..'
a .-Región Valenciana (España) .............. ' ...
1.-{:ova de les Rates Penaes (Rótova) ......
2.-Penya Roja ... ... ... ... ...
3.-Abrigos de Mossén Ricardo (l abernes de
Valldigna) ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
_ Abrigo I ... ... ... ... ... ... ... ...
- Abrigo 11 ... ... ... .. . ... .. . ... ......
4.-Cueva del Barbero (Navarrés) ........ ,
b.-Norte de Africa ... ... ... . .. ... ... .. .... ,.. .. .
1.-Kef~e l·Baroud (Ben SI imane. Marruecos)
2.-Gruta de Bir Ghan (Tripolitania. libia) . ..
c.-ltalia .. ' ......... .. ..... .. .. , ... ... ... ... .. . ...
1.--Balzi Rossi (Grima ldi. liguria ita liana). ..
- Grotta del Fanciulli ... .. . .. . ... ... . ..
- Grotta dei Floresfano .,.
- Pequeño nicho ... .. . . .. ... ... ... . ..
207
207
208
208
208
oO,
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...
...
210
210
210
211
212
212
212
213
213
213
213
213
[page-n-304]
297
EL MIlSOLlTIOO EN VALl!NClA
P'gl.
- Pequeño abrigo ... ... ... ... . .. ... ...
- Grotta dei Caviglione ... ... ... ... ...
2.--8uco d etla Sabbia di Civitate (Como.
L
ombard ía) ... ... ... .. . .. . . .. ... ... .. .
3.-Pianvalle (Como. Lombardia) ... ... ... . ..
4.-Abrigo d el Romito (Papasidero. Cosenza .
Calabria) ... ... ... ... ... .. . ... ... ... ...
5.-Riparo della Sperlinga d i S. Basilio (Nevara d i Sidlia ) ... ... ... . .. ... ... ... ...
6. -Montagnola de S. Rosalía (Palermo. Si·
cilia) .................. .. .............
7.-Grutas de la lsolida (S. Vito lo Capo.
Sidlia) ... ... ... ... ... ... ... .. . .. . ... ...
8.-Grotta de Mastricchia (Capad . Palermo,
Si'ili.) ................. .. .. ... . ........
B.--EI
C.-El
O.-EI
9.-Grotta dei Puntali (Riparo Armetta " 11 , 111.
Carini. Palermo. Sicilia) ... ... ... ... ... ...
10.-Grotta della "Za Minica" (Torreta. Paler·
mo. Sicilia) ... .. . ... . .. ... ... ...
11 .-Nicchio al N. del la "Za Minica" ...
12.-Grotta dei Viteli (Trapani. Sici lia)
13.-Grottid na de S. Ciro (Trapani) ...
14.-Grotta Miceli y Rocca Rumena (Trapani)
Características... ... ... ... ... ... ... .. ..... . ......
Significado ... ... ... ... ... ... ... ... ... . . .........
Cronología ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Arte Rupestre levantino ... ... ... ... ... .. . . .. .. .
Cronología.. . ... ... ... ... ... ... ... ... . .. ... ... ...
Yacimientos en las proximidades ... ... .. . .. . ... ...
Fases ........ . .............................. o..
Conclusiones ... ... ... ... ... ... ...
Arte Esquemático ... .. . ... ... ... ...
Arte lineal·Geométrico de Cocina... .. .
IX.--CONClUSIONES GENERAlES .............. ' ... '.'
X.- INDICES ........................... •....... • .... . , ...
A.-Indice Geográfico... ... ... . .. ... ... ... •.. ... ... ...
B.-Indice de Personas ... . .. ... ... ... ... ... ... ... ... .. . ...
C.-Indice de Instituciones y Ent idades .... .. o.. ... ... ... ...
D. -Indice de Materias... ... ... ... .. . ... ... . .. ... •.. ... ...
E. -Indice de Figuras .. .. .................... o . . . . . o', ...
F. - Indice de láminas ... .. .
. .. o . . . . . . . . o., . . . •••
G.-Indice General ........... . ....................... o Oo,
213
213
215
216
216
216
217
219
_
220
220
221
221
221
221
221
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275
275
282
284
285
292
294
295
[page-n-305]
LAMINAS
[page-n-306]
[page-n-307]
J o APARICIO PEREZ -
E l Mesolllico en Valen ci a
Azud d O
Allllasso ra.
LAM.I
[page-n-308]
l.AM. 11
[page-n-309]
J . APARI CIO PER EZ _
I~I
MesuJi IJco en Va le ncia
I..AM. III
Albuferu. de Annll: A, zona acol ada dumnlc 1 c:<<:a"ado nel subae,"t1JcIlI.
:.,
8 , , 1Ie'( rcco¡:IdOI 111 descubrir el yaclmle n lO.
[page-n-310]
IAM. IV
,
,
/~ ..
Grabados rUlle.tr", ru slro rmn de 111 Penya Roja.
•
[page-n-311]
J . APAR ICIO PEREZ _ El Muolillco e n Va le ncia
Gmbados rupeSlres fusUo nncs de Mouen Ri ca rdo.
LAM. V
[page-n-312]
,
•
•
,
,
[page-n-313]
SERVICIO DE IN VESTIGACION PREHISTOR I CA
DIPUTACION PROVINCIAL DE VALENCIA
Nllm . 59
EL MESOLlTICO EN VALENCIA
y EN EL
MEDITERRAN EO OCCI DENTAL
por
10SE APARIC I O
PEREZ
Con un es tudio t6cnk:o acerca de las ucavac:iones
JUb.cu'tk:as realizadas en la ALBUFERA DE A.H.N"
po,
RAFAEL GRAULLBRA SANZ
VALENCIA
I 97 9
[page-n-2]
[page-n-3]
DIPUTACION PROVINCI.u. DE VALENCIA
SERVICIO
DE
IN8TITUCION .u.P'ONSO BL WONANUoIO
INVESTIGACION
SItCCION DI!! PREHI STOR IA EN
PREHISTORICA
VALENCIA DEL CONSEJO SUPERIOR DI:
INn8TIOACIONVI CII:NTU' ICAB
SERIE
DE
TRABAJDS VARIOS
Núm . S9
© de la edición digital: Museu de Prehistòria de València, 2010 -- ISSN 1989-0540
ImprentA ORTIZA • Adrra¡¡a, 22 · TeIU. 3UOII'7 • Vatencta-l
Dep6&1to LelA!: V. 1.114 • 1010 -
l . 8. B. N. "'_500--31"11_5
[page-n-4]
[page-n-5]
A todos los investigadores que, con su
esfuerzo, han contribuido al conocimiento
de esta larga etapa de nuestra Historia.
[page-n-6]
[page-n-7]
1
INTRODUCCION
El Meso/hico es, actualmente, una de las etapas de la Prehistoria, determinadas por la investigaci6n histórica a efectos metodológicos, que ha adqui·
rido un mayor interés y a la que se le dedican considerables esfuerzos, especialmenie en los paises ri bereños del Mediterráneo Occidental por las razones
que expondremos, de ahí que en 1972 se celebrara un coloquio en Aix-enProvence y que con ocasión del XX Congreso Prehist6rico de Francia, reunido
en Mart igues en 1974, se volviera sobre ello en un nuevo coloqUio como
tema central, aunque en esta segunda ocasión con categorla internacional.
Este interés creciente viene determinado, ba jo nuestro punto de vista, por
dos aspectos básicos, en primer Jugar porque la investigaci6n ha dupl icado
considerablemente e l tiempo q ue anteriormente se le asignaba al período,
restringido por las bajas cronologías que alcanzaban las últimas etapas del
Paleolltico Superior, de tal manera que el lapso de unos 7.000 años que comprende e n algunas zonas acapara la atención de los investigadores necesariamente. Por otra parte, sus últimas man ifestaciones están en la base del proceso neolitizador, lo que conduce al cambio tan profundo socio-económico
que hoy conocemos como Neolltico, de tanta trascendencia para la Humani dad; mas, los mecanismos de d icho proceso nos son casi totalmente desconocidos, proponiéndose d iversas alternativas sobre las cua les hoy se trabaja.
Su ampl itud cronológica, pues, la diversidad de sus mú ltiples facetas a tenor
de los cambios ambientales que conducen a través de una única vía, o a
través de varias, al Neol ítico, son necesidades y estlmulos en la base de su
creciente interés.
Por otra parte, con ocasión del IX Congreso Internacional de la U.i.S.P.P.
celebrado en Niza en 1976 escribíamos: "la cuenca del Mediterráneo occidental, debido a las grandes semejanzas de suelo y dima, que dan lugar a
la existencia de un med io ambiente muy similar, lo que ha originado unas
bases económicas análogas, ha conocido, a lo largo de toda la Prehistoria,
trayectorias culturales, sociales, industria les y artlsficas similares cuando no
idénticas, a pesar de las indudables variantes regionales debidas a 'a latitud,
orientación, vientos dominantes, d istinto grado de pluviosidad , etc...... " son
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•
J. APARICIO
datos firmes que nos han de permitir hablar cada vez con mayor seguridad
de la existencia de un auténtico ecumenismo med iterráneo. cuando menos
occidental" ¡,
"El Mesolltico parece que cronológica e industrialmente sigue un des·
arrollo similar en toda la vertiente mediterránea de la Península Ibérica.
sospechando. incluso. que se puedan establecer analogfas muy estrechas con
todas las industrias de las tierras ribereñas del Mediterráneo occidental 1,
De acuerdo con esta idea, y tomándola como simple hip6tesis de trabajo
iniciamos y proseguimos las investigaciones que, l6gicamente, se centran
con especial intensidad en la Regi6n o Reino de Valencia, y dentro de éste
en la provincia del mismo nombre. Formará parte de nuestra Tesis Doctoral,
relativa al Paleomesolltico y de la que este trabajo es un avance o resumen
de acuerdo con el estado actual de las investigaciones.
(1) APARICIO PEREZ, J.: .Los grabados rupestres haiformes y su repartidón por d
Mediterrinco Oc:cidenlab. IX Congrés de la UJ.C.P.P., Rbumés des Communications,
p4.¡ina 213, Niza, 1976.
(2) APARICIO PBREZ, J .: .El Mesolftic:o en la vertiente Mediterrinea de la Penln$ula
l búka_. Opus dt. nota anterior, páa:. 236.
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II
EL NOMBRE
No es nuestro propósito realizar aquí un exhaustivo proceso de las distintas nomenclaturas que bajo presupuestos semánticos, cu lturales, estratigráficos, etc., se han ido aplicando para la nominación de esta larga e importante etapa del devenir histórico humano, lo que se ha hecho ya en diversas
ocasiones. Pero si queremos criticar su proliferación, Jo que ha complicado
extraordinariamente la nomenclatura al uso y amenaza con embrollarla toda-
vía más si no aceptamos todos los prehistoriadores la misma, lo cual. al parecer,
resulta casi imposible, a juzgar por el escaso éxito de los intentos realizados
hasta el momento. El rechazo de uno de los primeros términos empleados,
Mesol ítico, por purismo semántico, "chauvinismo", por intentos de precisión,
0
etcétera, en ningún caso 1 han mejorado, sino que, normalmente, los provuelto a caer en los mismos defectos que criticaban, por
pugnadores
olvido quizá de que los términos deben ser mirados hoy día como simples
etiquetas que faciliten nuestro entendimiento.
nan
la dist inci6n entre mesolltico y epipaleolítico, justificada con razona·
mientos socio-econ6micos recientemente J, y el empleo de ambos térm inos
para fases sucesivas del mismo proceso, presenta amplias y básicas dudas
0
para los mismos que 1 propugnan, de ahí que lo consideremos inviable.
Almagro, en cambio, utiliza indistintamente Jos términos mesolitico o epi.
paleolítico diferenciando un Mesolltico I y 11 con respecto a los niveles 111 y 11,
respectivamente, establecidos por Pericot en la Cueva de la Cocina, añadiendo
a ambos el calificativo de "mediterráneo", lo cual es un precedente, siquiera
desfasado hoy dla cultural y cronológicamente 4.
Soler Garcla también emplea el término Mesolltico, con los ordinales I y 11,
con el fin de situar las industrias descubiertas personalmente en el término
villenense, justificándolo con razonamientos súmamente interesantes 5.
(3) CAMPS, C .: .Le colloque d·Aix.en-Provence sur l'Epipa l~lithique Méditerranéen.
Prtsentatiom. ACles du Colloque d 'Aix-cn-Provence, Junio 1972, págs. 1·2, Pans, 1975.
(4) AUdACRO BASCH, M.: . Manual de Historia Universal-. T.1. Prehistoria, páginas
294, 29S y 319.
(5) SOLER CARCIA, J . M.a: . La Cueva Pequeña de la Huesa Tacafta y el MesoUtico
villcru::nses_. Zepliyrus, XIX·XX, págs. 43-47, Salamanca, 1965-69.
2
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10
J . APARICIO
Por otra parte, recientemente ha sido Forlea Pérez quien ha hecho un
análisis de la cuesti6n para la Península Ibérica ', llegando, acerca del término
Epigravetiense a la siguiente conclusión; "el mismo término de Epigravetiense
se muestra equivoco. No puede llamarse as! a algo que, según nuestras hipótesis, es el producto de un substrato magdaleniense. a menos que se utilice
en el sentido general con que lo aplica laplace. Por otra parte, Epigravefíense asimita una técnica (retoque abrupto) y una industria (Gravetiense).
lo que no es del todo correcto puesto que media el Solutrense. En este sentido también seria Epigravetiense el Magdaleniense y Episolutrense el Bronce I o Eneolfticc".
A cont inuación rechaza lo de Epimagdaleniense, Aziliense, Romanell iense
y la posibilidad de un Gregorense o Ma,lIaetense, para postular el d e EpipaleoHtko mk rola minar t ipo Mallaetes o St. Gregori, que anteriormente aplica
al dar título a la obra presente y a las distintas "facies aziloides", como tamo
bién propone.
Aparte de lo largo y engorroso del nombre, que amenaza con confund ir
todavía más la ya complicada nomenclatura pre y protohistórica, las mismas
razones que aduce Fortea para rechazar Epigravetiense son válidas para
rechazar Epipaleolltico, puesto que también lo serfa el Neolltico, Eneolítico o
lo Argárico. Por otra parte, el término microlaminar también es equívoco,
puesto que supondría la presencia masiva de hojas y hojitas ( láminas y lami·
n itas según la terminologla de Fortea) únicamente en esta fase, cuando son
abundantes durante ciertas fases del Pa leolltico Superior, y presentes en
todas ellas, por lo que respecta a las de retoque abrupto, y las que no lo
llevan son también abundantes durante todo el Paleolít ico Superior. y sumamente abundantes durante el Neolitko I (Antiguo) y 11, constituyendo en
este momento un tanto por ciento elevadísimo, que sobrepasa extraordinariamente a cualquier otro tipo lít ico (entre hojas y hojitas alcanzan el 90 % de
la industria según porcentaje establecido por el mismo Fortea al estudiar los
materiales de los sectores H de la Cava del Or '),
Sin embargo, el término Mesolitico ha continuado con plena vigencia
entre numerosos preh istoriadores italianos y valencianos especialmente, quienes no se han dejado vencer por "modas" d el úl timo momento o por personalismos injustificados, creyendo, por otra parte, que no se deben malgastar
esfuerzos innecesarios en cuestiones accesorias, como pudiera ser la discusi6n de un nombre tan genérico.
El término MesoJítico sirve, fundamentalmente, para nominar el períoclo
comprendido entre el f inal del Paleoli'ico Superior y el comienzo de la agri(6)
Htico
ginas
(7)
FORTEA PEREZ, l .: d ...os complejos microhuninares y lcom~tricos del EpipaleoMed.iternlneo Español_. Memorias del Seminario de Prehistoria y Arquootosfa, 4, pá,l26.17. Salamanca, 1m.
Vid. opus ant., pág. 4f1l.
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EL MESOUTlCO EN VALENCIA
11
cultura y ganaderfa con el Neol ítico, y este sentido es el que t uvo desde un
principio y que fue aceptado y popularizado. Mas, el sentido de crisis de que
se dotó a su definición pronto se le incorporó a su concepto y en este sentido
asist imos a una repristinación del término Mesol it ico, acerca del cual deter·
minados investigadores italianos opinan que "la negation du Mésolithique
par que lques spécialistes pouvait étre justifiel! il y a quelques années encare,
lorsqu'on considérait le Mésolithique comme la période durant laquelle on
n'assiste qu'a une modification de I'industrie. l e Mésolithique ne doit pour·
tant pas étre vu seuJement sous cet aspect ma is cornme un ensemble de
phénoménes cultureJs qu i sont la répons donnée par divers groupes hu mains
auxs modifi cations cl imatiques et ambiantes qui ont eu lieu á la fin de la
glaciation würmienne" ' .
Por nuestra parte, en 1972 escibramos~; "Consideramos este conjunto
como típicamente representante de la fase de crisis subsiguiente al final de
la últ ima glaciación y lo denominamos, siguiendo la terminología que pro·
pusiera años atrás Fletcher Valls 10, Mesolitico I valenciano, que t iene la
ventaja a nuestro criterio, y entre otras razones, de poseer un sign ificado
económico adquirido tras reiteradas utilizaciones en este sentido y que lo
hacen perfectamente compatible con la moderna orientación económica de
las ciencias h istóricas. Al mismo t iempo evitamos la introducción de términos
nuevos, hecho tan prodigado y crit icado últimamente, que ha sembrado el
confusionismo y que tratamos de evitar en la medida de lo posible".
Todo lo cual reiterábamos en 1974, precisando: "Dans le terme Mésoli·
thique nous incluons toutes les industries ou ensembles préhistoriques com·
pris entre la fin du Magdalénien el les debuts de la néolithisation" 11. Esta
amplitud y el sentido expuesto es el que mantenemos y propugnamos actual·
mente, aplicando numeración ordinal a las d istintas f ases conocidas del mismo
proceso evolutivo, determinadas por caraCferist icas socio-econ6m icas o indus·
tria les.
(8) RADMILU, A. M., CREMONESI, G. y TOZZI , C.: cA propos du mésolithique en
ltalie_. L'Epipaléolithique rnMiteranéen. Actes du Colloque d 'Aix-en-Provence, juin 1972,
página 23. Paris, 1975.
(9) APARICIO PEREZ. J.: cLa Cueva del Volcán del Faro y el Paleomesolltico Valenciano_. Quartar, 23-24, pág. 82. Bonn, 1973.
(lO) FLETCHER VALLS, D.: _Estado aetual del es tud io del Paleolltico y Mesolftico
valencianos_o Revista de Archi vos, Bibliotecas y Museos. LXII . núm. 3. página 869.
Mad rid, 1956.
(11) APARICIO PEREZ, J .: _Le Mésolithique de la Région de Valence (Espagne)_. Congrés PrtItistoriquc de France. XX· session, Provence, 1974, pág. 416. Paris, 1976.
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III
AMBITO, COMUNICACIONES Y MORFOLOGIA
COSTERA
El ámbito territorial objeto de nuestro estudio comprende todas las t ierras
ribereñas del Mediterráneo occidental. y aún cuando en el futuro la invest igación pud iera ampliarlo en algún sentido siempre quedaría aquél como
núcleo f und amental, restringiéndonos al mismo razones metodológicas y el
estado actual de la invest igación.
Partes importantes de la Península Ibérica y de Francia, toda Ita lia, in-
cluidas Sicilia y otras islas, así como el norte de Africa desde Túnez hasta
el Estrecho de Gibraltar, constituyen el soporte geográfico sobre el cual se
desarrollarán los acontecimientos que pretendemos registrar y estructurdr
cronol6gica y culturalmente. En rea lidad todas las tierras que vierten aguas
a l mismo "sensu lato", ya que hay que inclu ir las zonas endorréicas por donde
se extiende el capsiense en el Norte de Africa, y en Italia las cuencas que lo
hacen al Adriático, especialmente la del Po. (Fig . 1).
Tierra adentro establecemos como hipótesis de trabajo que el Hm ite lo
establezca la línea divisoria de aguas con otras vertientes por lo que respecta a
Francia y España, en cuyo caso la d ivisoria lo sería entre las vertientes medi·
·terráneas y atlánticas para ambas, pudiendo serlo para Italia los A lpes y para
el N . de Africa el límite que impongan los actua les hallazgos.
En buena parte del territorio el ámbito es estrictamente geográfico, no
teniéndose en cuenta, obviamente, las divisiones administrat ivas o politicas
co mo consideramos lógico y oportuno. Sin embargo, en ciertos casos el limite
t ierra adentro pudiera parecer excesivo por lo continental, aunque única·
mente la extensión de la investigación podrá precisarlo ahora o en el f uturo.
Hoy d ía en tada la cuenca domina el clima mediterráneo, q ue parece
instalarse en el M idi a partir del Dryas 111 (hacia el 8.500 a. d e c.), aunque
a latitudes más bajas debió hacerlo mucho antes y su progresi6n lo fue de
S. a N ., siendo a partir de dicho momento cuando se alcanza la uniformidad
total, y aunque ha tenido fluctuaciones importantes, especialmente en cuanto
a las precipitaciones, y en ese sentido habrá q ue tomar en suma considera·
ción al perrada húmedo del Atlántico, cuyas precipitaciones han debido d es·
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FI¡. l.-Abpa cid MedIten"-» Oc:ddeDta1 COD el ' " - (ea pWltlllado)
comp. eodIdIo ea el praeate atudlo.
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SL WBSOUTlCO
El\(
VAL8NCU.
15
truir V arrastrar parte de las numerosas sedimentaciones, d ichas fluctuaciones no han modificado lo substancial que define al mismo, y aunque parece
que haya habido una progresi6n constante también hacia la aridez y desertizaci6n el clima mediterráneo afecta a toda el área, siendo de tipo continental en zonas interiores alejadas de la costa.
Según el esquema climático publicado por Escalón de Fonton u para el
Midi, la instalación del bosque templado, precedente de la vegetaci6n mediterránea, se debi6 producir allf al principio del AllerOd, hacia el 10.000 a.
de c., el cual se implant6 en zonas sin cobertura arbórea sujetas a cl ima
glaciar, precisamente en lugares donde e l magdaleniense continu6 hasta la
fase VI-b, fechado unos siglos con anterioridad al 10.000, momento en que
con el Proto-Valorgiense se asiste al comienzo del cambio industrial, que se
produjo en Valencia dos milenios antes V varios más en el N. de Africa con
el lberomauritánico, claro indicio de la progresi6n S. a N. del ca mbio hacia
el cl ima mediterráneo, lo que sugiere también la misma progresión y d irecci6n de los cambios e n el equ ipamiento industrial.
El establecer una identidad entre las poblaciones asentadas en las vertientes de los paises europeos V africanos supone la posibilidad de contactos
entre las mismas a través del mar, lo que va unido al conocimiento de la
morfología costera, que es evidente que no fue la actual en la primera fase
del periodo que nos ocupa.
Mucho se ha hablado y escrito sobre el tema, habiendo ardientes defensores de los contactos afro-europeos V detractores, entre los primeros ocupa
un lugar destacado lu is Perico' Garcfa, entre los segundos lionel Balout.
En 1948, San Valero Aparisi afirma ya su identidad sobre la base ambiental al escribir: "la unidad geográfi ca del Atlas con la Penlnsula Ibérica existe
también en lo humano cuando llega al Estrecho la cultura neolítica" !l.
En 1951 , el mismo Pericot, con ocasi6n de la Conferencia Internacional de
Africanistas celebrada en Oakar, llegaba a afirma r, llevado de su tota l convencimiento como "durante el Paleolítico Superior, los contactos entre el
levante Español yel Norte de Africa fueron intensos V duraderos, y se manifestaron de diversa manera, incluso por la entrada en la Penlnsula de verdaderas oleadas culturales o étnicas llegadas del vecino continente" 14, lo cual
hoy día parece excesivo, aunque es comprensible si nos situamos en la época
(12) ESCALON DE FONTON, M.: .L'Epipaleolilhique el le Mboli thique dans le Midl
de la France •. L'Epipaleoli thlque mMiterran~. Colloque Intemational Aix-e.n·Prm,·enoe.
Juin. 1972, págs. lS-S1. Parf.s, 1975.
(13) SAN VALERO APARISI, J.: .EI Neolítico y la Península Hispánica_. Actas y
Memorias de la Sociedad Espat'iola de Antropología, Etnolo¡fa y Prehistoria, t. XXHI,
Cua. 1-4, pág. 117. Madrid, 1948.
(14) PERICOT GARCIA, L.: _Aspectos del problema de las relaciones entre el Levan te
espaliol y el N. de Africa durante el Paleolítico Superior.. Premiere Conferenoe Internalional des Africanistes de l'Oues t. Comptes re.ndues, t. 11, PliIS. 447-449. Institut Frant;ais d'Afrique Noir. Dakar , 1951.
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16
J. APARICIO
cuando eran fácil mente aceptables las teorías acerca de los cambios cultura les
o si mplemente industriales a caballo de masivas substituciones de población
mediante la consiguiente invasión territorial, que deblan eliminar y expulsar
a las autóctonas.
Más tarde, en el I Congreso Arqueológico del Marruecos Español, celebrado en Tetuán en 1954, ambas posturas se enfrentaban de la mano de sus
pa ladines, y mientras Pericot defendía la travesía del estrecho ya desde el
Paleol ítico Inferior y durante el Medio y Superior, lberomauritano y Cap-
siense, estableciendo relaciones entre el arte rupestre levantino, el africano
y el sicil iano, reafirmando sus creencias en la raíz paleolítica de aquél y en
su desarrollo a través del mesolltico 15, Balout negaba categ6ricamente todo
lipo de contactos con anterioridad al Neolítico 16.
la polémica ha perdurado hasta nuestros días y ambas posturas han tenido
numerosos seguidores, por lo que no consideramos oportuno dar relación
exhaust iva de los puntos de vista de cada uno de los que han tomado posición
frente al problema, únicamente nos limitaremos a destacar, entre las últ imas
aportaciones, la de G. Camps n, en que se limita a concluir lo único viable
hoy día: la posibilidad de demostrar el contacto directo a partir del Neolítico,
en que el poblamiento de las islas y su extensión a ellas por medio de la
navegación es prueba suficiente, mientras que para períodos anteriores
únicamente se puede aceptar como mera posibilidad, introduciendo un dato
nuevo en la discusi6n al utilizar la reducci6n de las distancias debido d la
transgresión marina de la última glaciación.
Efectivamente, ya en 1973, con el fin de explicarnos la escasez de los
restos de fauna malacológica marina entre los desperdicios de cocina recogidos en los niveles magdalenienses de la Cova del Volcán del Faro (Cullera)
nos planteamos el problema, ya que era ilógica su ausencia en un yacimiento
situado actualmente al mismo borde del mar, buscando su explicaci6n, aparte
preferencias alimenticias, en la regresi6n marina y la lejanía de la linea actual
de costa varios kilómetros mar adentro, como consecuencia de la poca profun_
didad a que se encuentra la extensa plataforma submarina del Golfo de Valencia 11. Entonces el cálculo meramente aleatorio que realizamos (465 kil6metros de retirada) fue corto a todas luces, puesto que la retirada debi6 ser
de diez kilómetros en adelante para esta zona, ya que a los metros que se
(l S) PERICOT GARCIA. L.: _Sob re el problema de las relaciones preneolflicas entre
Espai'ia y Marruecos.. 1 Congreso Arqueológico del Marruecos Español, págs. 57 y ss.
Tetuán, 1954.
(16) BALOUT, L.: _Remarques sur ¡'cxtension géographique de certaines civilisations
prehis toriqucs du Maghceb, Vid. opus cit. nota 14, págs. 67 y ss.
(17) CAMPS, G.: _Navigations el relations intermMiterrannéens prehistoriqucs• . IX Congres de la U.I.S.P.P., Colloque 11, Chronologie et Syncronisme dans la prehistoire crrcummediterraneenne, págs. 168-179. Niza, 1976.
(18) APARICIO PEREZ, J.: _La Cueva del Volcán deJ Faro (Cullera) y el PaleomesoIitico valencianolt. Quartar. Band, 23-24, págs. 81-82. Bonn, 1972-73.
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EL MBSOUTICO eN VALENCIA
17
suponen de descenso del nivel marino hay que sumar los que se haya podido
hundir la costa desde entonces hasta nuestros días a consecuencia del fen6meno de subsidencia señalado en el óvalo valenciano 19.
Es, pues, evidente que durante toda la duración del Würm y debido a la
regresión marina, la morfología costera fue substancialmente diferente, tal
y como se puede comprobar en el mapa del mediterráneo que presentamos
(fig. 2), en que hemos elegido la isobata de 150 m. siguiendo a Bonifay,
para quien "Au minimum de la régression würmienne le niveau de la mer
est abaissé d'environ 150 m. , ce qui découvre au large du littora l languedocien actual une vaste zone large de 70 km.''lO, idea que también expresa
Vernet en los mismos términos 11, aunque hemos de citar como anter iormente
al descenso solamente se le suponía de -100 m. 22, mientras que en Mallorca
hacia el 10.000 se han calculado- 60 D, elegida con el fin de presentar la
situación de las costas africanas y europeas en dicho momento, especialmente
lo que concierne al Estrecho de Gibraltar y al Canal de Sicilia, puntos claves
en la di lucidación del problema tan largamente debat ido, pudiendo quedar
reducidos ambos a un estrecho brazo de mar de 5 y 20 kms., respectivamente,
distancias ciertamente no insalvables incluso con med ios rudimentarios e
improvisados de navegación, siendo punto obligado de cita aqul las largas
traveslas de los polinesios para la ocupación de las islas del Pacifico, o la
ferma cerno se alcanzó el continente australiano.
Sin embargo, los contactos que se propugnan deben ser regu lares y no
esporádicos, y la escasa d istancia corresponde al máx imo de la regresión,
(19) ROSELLO VERGER, V. M.: _El litoral valenciá. l . El medi lis.ico y hunu\.. piI.
¡inas 46-55. Valencia , 1\169.
ROSELLO VERGER, V. M.: _Clima y moriología pleistoc.cna en el litoral Mediterráneo
espa,101 •. Papeles del Departamenlo de Geograrfa, 11. Facultad de F. y Letras. Mu rcia, 1972.
GAlBAR PUERTAS, C. y CUERDA BARCELO, J.: _Las playas. del Cuaternario marino
levantadas en el Cabo de Santa Fola (Alicante),.. Boletín Geológico y Minero, t. LXXX-H ,
págs. 105-123. Madrid, 1\169.
GAIBAR PUERTAS, C.: _Los. movimientos recientes del litoral alicantino, 1: el segmento
septentrional hasta el Peñón de lfach_. Boletín del I ns titUl o de Estudios Alicantinos,
mimo 7, 11 c!poca, pállS.. 29-66. Alicante, 1972.
(20) BON1FAY, E.: «Transgres.ion versilienne en MMiterranée Occidentale_. Vid. opus.
dt., nota 17, pág. 11.
(2 1) VERNET, J . L.: «La flore el la vegétation mediterranecnnes a propos. de leur mise
en place en EuropC de l'Ouest_. Ibídem, págs. 8-19.
(22) ESCALON DE FONTON, M.: .Travaux de ... La Prehisloire du Midi de la Franee,
du Paleoli thique Superior a l'A¡e du Bron:re final_o Travaux de l'Equipe de Rcchcrche
du C.N.R.S., mim o 46, pág. 14.
ESCALON DE FONTON, M.: .. Le Pcloolitruque su~ricur du Midi de la Franee merlo
dionalo. L'Home de Cro-Magnon, 1868·1968, Anthropologie et Archeologie. Centre de rccher·
ches. anlhropolo¡iqucs, prehistoriqUe5 el elnographique. Conseil de la Recherc.he Sclen·
tifique en Algerie, pág. 189. París., 1970.
(23) BUTZER, K. W.: .PleiSlocene l1ttoral-Scdimcntary C)'(:les of the Mediterranean
Basin : A. Mallorqu (n View •. Afler the Aus tralopithecines. Stratigraphy, Ecology, and Culture
Change in !he Middle Pleis locene. París., 1975.
Con /"'eSpecto al descenso a n ivel mundial, 19.000 D.P., a -123 m., puede consuJ ta~:
Eme!)', K. O., Wi¡ley, R. l.. Bartlet , A. S., Rubin , M. y Bar¡hoom, E. S. _Freshwater Peal
on !he Continental Shelh. Sc¡~, vol. 158, págs. 1.301-1.307, 1967.
3
[page-n-18]
E
•
o
]
F1¡. Z.-Mapa del Medllerrineo OecldeDW COD la IfDca de costa y las Ucrraa emersldu
(en puntUlaclo) al mPImo de la rqred6n wilrmIe:nse, para lo cual .. ha
utlUzado la bobala de -150 m.
[page-n-19]
Bl,.
MESOUTIOO EN V.u.BNCU
19
según propone Escalón durante el "Pre-Alleroo" (11 .500 - 10.000) el mar
habla subido ya 50 m. y se encontraba a-lOO m., mientras que al final del
"Alleroo" (9.000 - 8·500) ya habla alcanzado el nivel actual, es decir que
las facilidades de comunicación, para los que suponen dificultades insalvables
las distancias entre las costas españolas o sicilianas y las africanas, quedaron
eliminadas de nuevo a partir del '8.500 a. de C. Por lo menos durante toda la
duración del lberomauritánico hay que reconocer que las dificultades de
comunicación y enlace f ueron mlnimas, y que dicha comunicación pudo exis·
t ir, tal y como lo atestiguan tantos datos ergol6gicos, socioecon6micos y espi·
rituales, entre los que las evidencias de ciertas formas artísticas son datos
firmes, tal y como propusieron y defendieron los investigadores citados,
entre otros, y ta l y como desarrollaremos posteriormente en relación con
alguno de los problemas debatidos.
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[page-n-21]
IV
PENINSULA IBERICA
Aún cuando la Regi6n Valenciana sea el núcleo básico de nuestro trabajo,
y el original del mismo, que hemos ampliado por las razones expuestas,
queremos empezar sistemáticamente desde norte a sur de la vertiente medi-
terránea de la Penlnsula Ibérica la exposición y análisis de aquellos yacimientos que interesan a los fines de este trabajo, en el cual, obviamente, no
incluimos todos los conocidos actualmente, puesto que algunos ya fueron
estudiados por Fortea y ninguna novedad podemos aportar a su análisis,
salvo el derivado de nuestra distinta estructuración cultural y cronológica,
por lo que únicamente trataremos de aquellos yacimientos que son básicos
para ello, como Ma llaeles y Cocina entre otros, por lo que una vez establecida nuestra interpretación y aceptada, fácilmente será situar aquéllos
yacimientos de los que no tratamos; muchos otros nuevos conocemos,
no recogidos por Fortea, pero no los incluiremos todos puesto que no
pretendemos realizar un estudio exhaustivo por el momento, como hemos
indicado, sino únicamente los que consideramos clave para la demostración
de nUestra distinta interpretación de la sucesión cultural y cronol6gica del
MesoHtico en la vertiente mediterránea de la Penlnsula Ibérica (Fig. 3).
El orden será exclusivamente geográf ico, de Norte a Sur, si n tener el')
cuenta prioridades cronológicas.
Al
GERONA
Toda la zona catalana, excepto, claro está, Reus y su entorno donde la
sistemática y constante labor de Salvador Vilaseca tantos yacimientos f unda·
mentales para la prehistoria mediterránea logró incorporar como es sabido 14,
aparecía como una zona en blanco, carente de cualquier yacimiento mesolftico
que llenara el espacio entre f inales del Solutrense o Magda[eniense y las
(24) VILASECA ANGUERA. S.: d ..as industrias del snex tarraconenses_. Consejo Superior de lnvesti¡aciones Científicas. Madrid, 1953.
VILASECA ANGUERA.. S.: . Reus y su enlomo en la Prehistoriu. Texto e Ilustraciones.
Asociación de Estudios Reusenses. publicación números 48 y 49. Reus. 1973.
[page-n-22]
22
J. APARICIO
FI¡. 3.-Mapa de la vertiente mediterránea de la Peninsula
1~r1ca
con la situación de yacl·
mlentos pertenecientes al Mesolftlco con georrn!trloo.: la estrella corresponde a los que han
proporcionado triángulos tipo Cocina. 1, Zatoya. 2, Sant BeDel. 3, Coma d'Infem. 4, MonUro
de Charratu. 5, Roca del. Morol. 6, Fllador, 7, Patou. 8, Botiquerfa deis Moros. 9, Serdá y
Sol de la PliIern. 10, Coclnllla del Obllpo y Doña ClotUde. 11 , vaUtorta. 12, Estany d'Alme1lIln. 13, Verdelplno. 14, Uata.. 15, Cueva Santa. 16, VaC8!l. 17, Codna. 18, Zorra. 19, El
R1DeóD.. 20, Alburera de Anna. 21, Ne,"" 22, Pafl)alló. 23, Casa de tara. 24, Arenal de la
Virgen. 25, Pequefta de la Huesa Tacafta. 26, Lagrimal. 1:1, Nachnlento. 28, AlJorQque.
[page-n-23]
EL MESOLlTlCO EN VALENCIA
23
primeras cerámicas, y asi en 1976 se afirmaba: "En Serinya con el Solutrense
suelen acabar las estratigrafías, ya que les siguen estratos pobres o estériles,
y a éstos, niveles cerámicos. Unicamente en la Bora Gran un claro magdaleniense, sin poder precisar la existencia de niveles mesoliticos" ZI, y esta
afirmaci6n se realiza a pesar de que desde 1954 cuanto menos se conoce
el yacimiento de Cal Coix 1(" aunque comprensible IXIrque entonces se suscit6 la consiguiente controversia entre los partidarios de su adscripci6n al
Meso[\tico y Jos que defendían e[ Eneolltico, sin llegar a ningún acuerdo, [o
que hoy día se podría repetir acerca de la determinaci6n ca[colltica que se ha
realizado para [as industrias de Can Crispins 27, si no fuese IXIrque nos consta
que se ha reconocido el error públicamente y hay que esperar la oportuna
rectificación. Pero el mismo Soler afirma a continuación: "Actua lmente diversos
hallazgos superficiales llenan el vado con interesantes industrias microllticas
de tipo sauveterriense que enlazan con el Sur de Francia y con Filador en
Tarragona" 11, estos hallazgos son los que pasamos a describir.
1.....sANT BENET
Es un yacimiento al aire libre, sin amparo de ningún roquedo, sito en
término municipal de Sant Feliu de Guixols Zf.
Utiles IIticos:
Raspadores.
Buriles (centrales, de ángulo sobre rotura y sobre truncadura) .
Hojitas y puntas de dorso y borde rebajado,
Hojas y lascas, algunas retocadas.
Escalenos, y hojitas con dorso y truncadura oblicua distal.
Microburiles.
Para lelos: Se establecen con Coma d'lnfern.
Determinaci6n: Epipaleolltico anterior a la neolitizaci6n.
Dataci6n: Entre el B.Oy el 7.° milenio.
Fauna: Se indica su no existencia IXIr la acidez del terreno.
(25) SOLER MASFERRER, N.: _Las industrias del Epipaleolftico en el Norte de Cata·
luña •. Vid. opus cit., nota 1, pág. 237.
(26) RlURO, F.: d..a estaciÓn-taller al aire libre de Cal-Coi;'(. (M~net de la Selva,
provincia de Gerona) • . Ampurias XV-XVI, págs. 307-315. Barcelona, 19.53-54.
(27) SOLER y MASFERRER, N.: _El jaciment prehistoric de Cao Crispins (lJagosteraGirona) •. Cypsela, n, págs. 747. Giraoa, 1976.
(28) Ibídem en nota 25.
(29) SOLER, N.: _Sant Benel (San! Felfu de Guixols. Gerona). El Paleolitic a les comar·
ques giranincs. Scrvei d'lnvestigacions Arqueologiques de l'Excma. Diputación de Girana,
pág. 89. Girooa, 1976.
[page-n-24]
24
1. APAIUCIO
2--COMA D'INFERN
A di ferencia del anterior éste, aunque también superficial, se encuentra
al amparo de un roquedo. en término de les Endes-les Planes JO,
Utiles líticos:
Raspadores ...
Buri les ._, ...
Dorsos y bordes rebao ••
o ••
o •••••
o"
._,
jados ......
Escalenos, y hojitas y
o •••••
o •••••
7'5 %
10'9 '"
(también dobles y raspadores-buriles) .
Puntas
33'78"'1Hojitas ..... .
.. .
22'4 '"
11 '38 '"
puntas con dorso y trun-
cadura . ..
o ••
Microburiles .
Utiles óseos:
Fauna:
Para lelos:
Datación:
E
scasos.
También escasa.
l os encuentra en el Nivel V de Filador, con t ipos y ¡:x:>rcenfajes semejantes, as! como en la Sa lma de Montdús.
Epipaleolítico. creyendo que es la continuación del de la
Bora Gran.
Ind ica como a los yacimientos m icrolam inares les siguen
cronol6gica y técnicamente los geométricos.
l o sitúa como Filador, entre el B.O y el 7. 0 milenio.
Base económica:
Caza de cabras y conejos.
3......BORA GRAN D'EN CARRER.ES
Es de dominio común las vicisitudes que afectaron a los sedi mentos de
esta cavidad y al proceso de recuperación de sus materiales, a cuyo través
se pudo conocer la existencia de un importante nivelo niveles magdalen ienses, posiblemente V o VI JI, si n embargo, Soler cree, siguiendo a M aluquer
y a Almagro, en la existencia de niveles azllienses o epi paleolít icos, ta nto por
las formas microlíticas como por los geométricos 32. l a cronología d ad a mediante el C-14 de 9.520± 500 a. de C. podrla pertenecer al Magdaleniense VI, en cuyo caso los restos mesalíticos serían algo posteriores.
En realidad esto es muy hipotético, y entre los materiales publicados es
(30) SOLER, N.: Vid. OPUS cit. nota anterior, págs. 102·103 y .. Ellposition de matcriaux
prehistoriQues a la Fontaine d 'Or (Gerone) •. Uvrel..Guide de l'eJtcursion e2, Provcnce el
Languedoc mMitcrran~. Siles paleolithique5 et noolithlques, páa. 373. Nice, 1976.
(31) COROMINAS, 1. M.; _La colección Corominas de la Bora Gran •. Instituto de
Estudios Pirenaicos. Zaragoza, 1949.
PERICOT GARCIA, L. y MALUQUER DE MOTFS, J.; d.a colección Bosóms •. Materiales
prehistóricos de Serifia, n. Monograffas del Instituto de Estudios Pirenaicos. Zaragoza. 1951(32) Vid. opus cit., nota 29, págs. 156-157.
[page-n-25]
EL MESOUTICO EN VALENCIA
25
imposible distinguir conjuntos postpaleoliticos salvo que pertenecieran al
mesolitico geométrico (11 y 111), ya que los representados encajan dentro del
Magdaleniense, cuya fecha tardfa, junto con la posible ,presencia de reno,
plantean interesantes e importantes problemas que quizá se pudieran resolver tras un profundo estudio del medio ambiente, en lo cual el clima particular de la Selva pudo desempeñar un papel fundamental como causa inmediata u, de lo cual hablaremos posteriormente.
4.--<:AL COIX
Es un yacimiento al aire libre y como en los dos primeros todos lo:> materiales fueron recogidos en superficie, algunos en fecha antigua, suscitando
opiniones dispares acerca de su adscripción cultural tal y como hemos indicado~, 'o que hoy, dado el estado actual de la investigación, no ofrece grandes dudas; posteriormente otros materiales han sido recogidos y publicados !l.
Materiales recogidos por Riuro:
Silex:
Raspadores ... ...
Buriles ... ......
Microperforadores
3
9
1
Otros útiles ..... .
1 cuchillo fragmentado.
1 punta de flecha de pedúnculo y
aletas.
2 raederas y varias lascas.
Cuarzo:
Raspadores......... 5
Buriles ... . .. ... ... 3
Otros hallazgos: Buriles en alto porcentaje.
Hojitas de borde y dorso rebajado.
Instrumentos de cuarzo antiguos.
Cerámica ibérica.
Estudiada en conjunto y hecha abstracci6n de la cerámica ibérica y de la
punta de flecha de pedúnculo y aletas, ambos elementos extraños a la tofalidad, es evidente que la presencia exclusiva de buriles, raspadores y dorsos
,
rebajados nos permite adscribir este yacimiento al Mesolltico 1 y si fuera
cierto el predominio de los buriles habría que hacerlo en su fase antigua,
aunque esto ya es más arriesgado por la falta de un estudio amplio y adecuado, limitándonos a lo expuesto.
(33) DEFFONTAINES, F.: _Les conséQuences en geographie humalne el ¡eographic
prehistoriQue d'une Calalogne humide el forcstiére de ¡·Esh. Miscelánea en homenaje al
Abate Breuil (1m · 1961) t. 1, páas. 371·380. Barcelona, 1965.
ORIOL DE BOLOS: d~1 paisatge vegetal de dues comarques nalUrals: La Selva y la
Plana de Vie_. h ulitut de Estudis Catalans, pág. 18. Barcelona, 1959.
(34) Vid. opus cit. nota 26.
(35) Vid. opus cit. nota 29, pág. 92.
•
[page-n-26]
26
J. APAIUCIO
CONSIDERACIONES SOBRE LA ZONA CATAlANA
Es arriesgado y temerario todavía hoy dfa el tratar de alcanzar conclusiones de carácter general apoyándose únicamente en datos negativos, con·
crefamenfe estableciendo comparaciones geográficas basadas en ellos, especialmente en la no existencia de n iveles o yacimientos correspondientes a un
periodo determ inado, y la zona norte y central de Cataluña es claro ejemplo
de ello.
Desde el Musfer iense hasta el Solutrense, y con la Sora Gran hasta el
Magdaleniense, la zona se evidenciaba intensamente habitada con hallazgos
de si ngular calidad, mas hasta el Neoritico ningún yacimiento conocido venia
a cubrir el largo período de t iempo que se extendía entre ambos.
Esto debla entenderse únicamente como una anomalfa debida exclusivamente al azar, ya que la proliferaci6n de yacimientos en la Cataluña Sur
(Tarragona ) y al otro lado de los Pirineos eran indicios de ello. En los últimos
tiempos, a la par que se reafirmaba la magnitud de la ocupación paleolítica
a través del sensacional hallazgo de l'A rbreda 36, la intensidad d e las explora~
ciones a que se ha visto sometida la provincia de Gerona por las distintas
asociaciones y centros que j unto al Servicio de Investigaciones Arqueol6gicas
de la Diputación alll actúan, han conseguido cambiar la sit uación con la ¡ ncor~
poración de los yacimientos descritos.
No están bien determinadas, debido a la falta de estrat igrafía y a la forma
en que se excavó, las fases del Magda leniense de la Bora Gran, propon¡én~
dose desde el MagdaJeniense IV hasta el VI, p udiendo pertenecer al primero
los protoarpones y al segundo los arpones con doble hilera de dientes. De ser
esto así nos encontraríamos con una mayor prolongaci6n all' que lo conocido
para la Región Valenciana, único lugar con Magdaleniense claramente estru c~
furado en la vertiente mediterránea peninsular, aunque con f inal en el Magdalen iense IV hacia el 12.000 antes de Cristo, suscitándose la problemática
de su perduración en la zona de la Selva, caso similar a lo del A ude excavado
por Sacchi n.
En el caso gerundés ya hemos dicho como las posibles causas que expliquen la perduraci6n podrían buscarse atendiendo a las particularidades
cli máticas especiales que afecta n a la comarca de la Selva, que prolongando
el estatus ambiental del pleistoceno en cuanto a predpitaciones y temperaturas, mantuvo estable la flora y como consecuencia la fauna, lo que no
provoc6 cambios substanciales en el equipamiento industrial, salvo la evolución propia dentro del Magdaleniense.
(36) CANAL, J . y SOLER, N.: Vi d. opus cit. nola 29, págs. 14$.1S2.
CANAL, J ., COROMI NAS, J . M., SOLER, N. y RIPOU PERELLO, E.: .Les Grattes de
Serinya. l.- La Gratte de I'Arbreda_. Vid. opus cit. nota lO, págs. 353-360.
(37) SACCHI. D.: _Aperr;:u sur les cillilisations du Paleoli thique Su.x:rieur dans le Bassin
de l'Aude et en RoussUlon_. Bulletin de la Soci~té d'Btudes Scientifiques de I'Aude.
t. LXXVI, págs. 87-96. Umeux, 1976.
[page-n-27]
El. MIlSOI.ITlOO BN V.o\l.ENClA
27
la fase final del mismo puede encontrarse alrededor del 9.500 a· de C.,
según la fecha proporcionada por el C-14, a partir de cuyo momento pudo
comenzar aquí también el cambio o desequilibrio ecol6gico causa de ia crisis
que conocemos como Mesol ítico.
Una primera fase del mismo estaría representada por Cal Coix, entre el
mientras que en el Meso9.500 y el 8.500, correspondiendo al Mesolitico I
lítico 11, entre el 8.500 y el 7.500 situarlamos las industrias recogidas en San
Benet y Coma d ' lnfern, de claro componente sauveterriense, utilizando esta
denominaci6n como mera etiqueta referencial, y con paralelo en Filador, tal
y como propusieron los investigadores de aquellos yacimientos. Por nuestra
parte no creemos que ninguno de estos perloclos se pueda encontrar, o
demostrar su existencia, entre los materiales de la Bora Gran o de Reclau
Viver, tal y como se propuso, y explica Fortea JI, aunque el criterio de este
es el más apropiado dada la forma en que se realizaron los hallazgos.
De los yacimientos tarraconenses no vamos a ocuparnos por las causas ya
expuestas, fueron estudiados por Vi laseca y Fortea)f y volveremos sobre ellos
para incluirlos en los distintos períodos de nuestra estructuraci6n, interescindonas los yacimientos gerundenses por que vie~en a cubrir una zona en
blanco, estableciendo el enlace de Tarragona con la vertiente mediterránea
francesa.
a,
Bl
VALLE DEl EBRO
Excepto Tarragona, integramos bajo esta denominaci6n todas las t ierras
de su cuenca, hasta la misma Rioja, sujetas al clima mediterráneo continental,
excepto zonas concretas pirenaicas. Los motivos de su inclusión en un estudio
de esta índole vienen determinados por el planteamiento general que hemos
expuesto, y serán justificados o no por el desarrollo de las investigaciones,
que hasta el momento han llegado a conclusiones en sentido afirmativo, como
se desprende de algún estudio general en que los paralelos quedan establecidos con yacimientos e industrias de la zona mediterránea estricta 40, mientras que el mismo Apellaniz señala claramente las diferencias tan acusadas
en lo ergol69ico y socioecon6mico entre la Vasconia atlántica y la mediterránea 41.
Fortca, J .: Vid. opus cit. nota 6, pág. 231.
(39) Vid. FORTEA: _Los complejos .. .• y VILASECA, opus cit. nota 24.
(40) MUJi:!QZ SALVATIERRA, M.: _Microlitismo geométrico en el Pals Vasco~. Cuadernos de Arqueología de Deusto, nUm. 4. Bilbao, 1976.
Consúltcsc también: BALDEON, A.: _Contribución al estudio de yacimientos postpaJeo¡¡ticos a l aire libre (Alava). Landa y SaldalTOa_. Estudios de Arqueología Alavesa, número 9, págs. 1745. Vitoria, 1978.
(41) APELLANIZ, J. M.: «Neolftico y E. del Bronce. Resumen de Arqueología Alavesa..
XIV Congreso Nacional de Arqueología. Vitoria, 1975, págs. 13-14. Textualmente dice: .. El
grupo de SantimamiJ1e se instala al N. de la linea divisoria de aguas atlántico-mediterráncas
que hace de frontera cultural aproximadamente.. y el grupo de los Husos se sitúa al
S. de la Unea_.
(38)
[page-n-28]
28
J. APARICIO
Aún cuando la bibliografía sobre yacimientos en esta cuenca, de la época
que nos ocupa, es escasa, rebuscando entre las numerosas publicaciones de
Vallespf e, de Beltrán 41, etc., otros muchos hubiéramos encontrado, pero,
qu izá, muy poco definidos, por lo que hemos creído que era suficiente con
la inclusión de los tres que juzgamos más significativos para apoyar la tesis
que defendemos.
la falta de yacimientos publicados con Paleolítico Superior nos impide
conocer el momento final del m ismo, por lo que nos encontramos con un
Mesolítico I representado por el Montico de Charratu y la Cueva de Zatoya.
perfectamente fechado en la segunda, y un Mesolrtico 111 e en Botiquería,
pudiendo detectarse un Mesolítico 111 B en Zatoya a juzgar por una de las
fechas de C-14.
Por otra parte el Neolítico I se encuentra representado en el área, tanto
por los fragmentos de Botiqueria como por los de la Cueva de Chaves en
Huesca 44, que amplian el área de dispersi6n tierra muy adentro, privándole
de la característica exclusivamente costera que se le manten fa. Debiendo
buscarse la fase de transici6n mesolítico-neolftico a travás del Protoneolftico,
representado en Botiquería deis Moros.
I._MONTICO DE CHARRATU (Condado de TrevUkl -- ButtOt).
Su ubicaci6n en tierras que vierten aguas a la Cuenca del Ebro permite
su inclusión en nuestro estudio, de acuerdo con 10 expuesto 45 (Fig. 4).
ESTRATIGRAfIA
[TIpolQCia y dUtrlbudón de lo, úlllu):
MONTlCO I.-Espe$()r 20 CIllS. Corresponde a la oe;upación EM. 1, la más anti¡u.a y la
profunda. Franja horiwntal en contacto con el subsuelo. Proporciona 23 pieza¡ con sólo
8 útiles, entre 10$ cuales distinguimos a través de los dibujos:
Núcleos prismáticos o posibles rupadores nucleiformes (cepillos).
_ I dorso rebajado y 1 fragmento de bojita con el borde reba.jado.
-- l hoja sin retoques.
HIATUS DE 10 CMS.
MONTlCO n .-Espesor de 30 cms. Corresponde a la oe;upación EM. 11 y totaliza 351
piezas dc las quc sólo $On útiles 68, distinguiéndose a través de los dibujos:
(42) VALLESPI, E. J.: _Bases arqueológicas para el estudio de los talleres de sílex del
Bajo Aragón. Hacia una seriación de las industrias [ftieas post palcolfticas bajoaragonesas •.
C.P.S.A.NA., nÚJns. 1}.14, págs. 7·21. Zaragoza, 1959.
VALLESPI, B. J .: "Talleres de sílex al aire libre en el pals vasco meridiona\.. Estudios
de Arqueología Alavesa, núm. 3, págs. 7·V. Vitoria, 1968.
VALLESPI PEREZ, E. y MOYA VALGA~ON, J. G.: .Talleres de sllex en la Rioja Al ta,
lérminos de Saj8%arra y Fonzalecbe.. Misceh\oea de Arqueologia Riojana. Biblioteca de
Temas Riojanos. l. Estudios. Págs. 53-64. LogroDO, 1973.
(43) BELTRAN MARTINEZ, A.: _De Arqucologfa Aragonesa_. 1, págs. 22·24. Zaragou,
1978.
(44) BALDI!LLOU, V.: .. Excavaciones en la Cueva de Chaves (BaJ;taras-Huesca) •. XIV
Congreso Nacional de Arqueología. Vitoria, 1975, págs. 245-248. Zaraaou, 1m.
(45) BALDEON, A.: .Los niveles sin cerámica del Monllco de ehamtu (Condado de
TreviJIo)_. Dos estudios sobre Prehistoria del País Vasco. Cuadernos de Arqueología de
Oeuslo, vol. 1, pá¡s. 7·110. Bilba.o, 1974.
[page-n-29]
..
1
.
. ...
"
. . . . ..,
. . ...
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. ' ." :;: . : . . .. ..
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. . .. . .
",
'
.'
,',
','
".
..
3
--='-¿.,.¡-
o
2
l 'Scm .
FIg. 4.....1 Y 2, MonUco de Charratu (~ A. u.Iddlou). 3, MalIaetes (~ F . JonU).
4, Parpalló, capa , upufldal (.ef'ln Puteot). 5, Sut Grerorl (1CfWt S. Vllueea). Todo •
t . Do excepto lo. rupadorea '1 burlla de liaDt Grqorl • 112.
[page-n-30]
1. APARICIO
Varios núcleos pri&máticos. en a1¡úD caso pos.ibles raspadores nucleiformes.
2 microlT1lSpadOres seguros y otros dudosos.
Varios buriles de é.ngulo sobre rotura o $Obre tnmcadura.
Varias hojitas o fragtnelllos <=on el borde o el dorso rebajado.
Hojas y hojitas retocadas o no.
l...a5eas retocadas.
HIATUS COMO EL ANTERIOR
MONTICO UJ.-Espesor 25 cms. Corresponde a la ocupación EM. 111. 492 es el mlmero
total de pieus, siendo 80 los únicos útiles que se distinguen, repartimdose asl de acuerdo
con nuestro anAlhis de los dibujos;
Núcleos prismáticos.
Raspadores y microrraspadores.
Buriles similares a Ins anteriores
Hojas y hojitas con d dorso y el borde rebajado.
Hojas y hojitas retocadas o no.
Laseas retocadas.
1 microburil.
1 trapecio.
1 hojita con truncadura distal oblicua (fmgm.).
Algún fragm . cerámico.
A través del resumen anterior es fácil observar como los tres niveles de
ocupación diferenciados corresponden a un mismo nivel o etapa cultural,
en este caso al Mesolltico 1 pudiendo corresponder el geométrico a los nive,
les superiores con cerámica o bien ir unido al único microburil en cuyo caso
ambos podrlan corresponder a un nivel intermedio destruido o al inicio de la
fabricación de estos útiles al final del Mesolitico I por lo que respecta al
microburil. En todo caso la utilidad de la estratigrafía queda muy limitada, y
sin valor con respecto al proceso neolitizador.
l-.CUEVA DE ZATOYA
Se encuentra ubicada entre Roncesvalles y Ronca l, sobre el cauce del rio
del mismo nombre, el cual desagua en el Salazar, quien lo hace al Irati y éste
al Arag6n, afluente del Ebro.
Según Barandiarán, que lo estudi6 y public6 - , se distinguen los niveles
siguientes:
l.-NIVEL INFERIOR
Delenninaclón: Epj·aziliense o aziloide.
Datación: Holaceno an tiguo. Preboreal o Boreal. C 14 • 9.890 BC.
SlIelt: Raspadores subeircuLares sobre diminutas lascas.
Buriles pooo frecuentes.
Puntas y hojitas de dorso.
Escasos perforadores.
Hojas apuntadas con retoques marginales continuos totales.
Hueso: Utiles escasos o nulos.
Fauna: E.species: Caballo.
Ciervo.
Jaball.
Cabra Montés.
Ocupación de La cueva durante el vecano-otoño.
(46) BARAN.DIARAN MAEZTU. l.: .Zatoya 1975. Infonne preliminar-. Principe de
Viana. am, 37. núms. 142·10, págs. 5-19. Pamplona, 1976.
BARANDIARAN MAEZTU. l .: .EI p['()CeS(J de transición i!.pipaleolltico-NeoUtico en la
Cueva de Zatoya_. Princlpe de Viana. año lB, nÚDlS. 146-147, páss. S.16. Pamplona, 1977.
[page-n-31]
EL MBSOLrnco EN VALENCIA
JI
H.-NIVEL ME.DIO
Datación C14: 9.530 Be
6.200 se
Industria lftica similar a la anterior, aunque menos numerosa.
Ul.-COSTRA ESTAJ..AGM ITICA
No total, periodo de abandono.
IV.-NIVEL SUPERIOR
DeterminaciÓn: asccndcncia tardcnoidc (&eométrica).
SfiCll: NlicJeos raspadores numerosos.
Buriles diedros.
Hojas con muesca y estranguladas.
Trapecios, más abundantes los de base CÓncava.
Triánaulos.
Microburiles escasos.
Cerámica: l fragmcnto dc cerámica tosca (con dcsgrasante notable).
Fauna: especies caudas similares a las del nive l infcrior.
Se evid encia una clara estrat igrafia , con sus irregularidades debido a las
vicisitudes de todo t ipo que suelen sufrir los depósitos arqueológicos, pero
notoriamente discernibles a través de la objetiva exposición de Barandiarán,
no sujeta a controversias por la p rudencia y exactitud que la preside, máxime
cuando fue hecha antes de conocerse las fechas de C-14.
Nos encontramos con un N ivel Inferior claramente atribuible por composición lítica al Mesolltico lB debido a la rareza de los buriles, un Nivel Medio
que se presenta como cont inuación industrial y cronológica del anterior, aunque con fecha que conviene mejor al superior, al que debe trasladarse, justificándola por las discontinuidades en la costra estalagmítica entre ambos niveles, ind icios de su ruptura por medios mecánicos humanos, o bien de posibles
remociones aprovechando los lugares en donde se interrumpe; dichas remociones pudieron haber trasladado los raspadores y los buri les al nivel superior, siempre que su número y morfología Jo atestiguen, este nivel superior
corresponde al Mesolítico 111, posiblemente al S, tanto por la industria como
por la fecha, que muy bien pudiera asi milarse a este momento, tal y como
hemos indicado.
Este yaci miento, junto al Mont ico de Cha rratu, serian los más occidentales
de todos los conocidos en la vertiente mediterránea de la Penlnsula Ibérica,
y ambos nos sirven de argumento para documentar y apoyar nuestra tesis.
3-BOTIQVERIA DELS MOROS (Mazalt60· TerueI)
Este yacimiento arqueológico se encuentra situado al N. d e la provincia
de Teruel, junto al cauce del río Matarraña, afluente del Ebro. Diversos invest igadores se han ocupado del mismo, sin embargo, el trabajo publicado por
[page-n-32]
32
1. APARICIO
Barandiarán 0, síntesis de la amplia memoria en prensa"', es el más orientativo, extractando de él lo siguiente:
Sobre una profundidad entre 100 y 140 cm. se han d iferenciado unos 8
niveJes o capas, de todos los cuales obtuvo unos 600 útiles, repart idos los
más significativos asl: 292 al 2, 104 al 4 y 85 al 6, mientras que en los restantes niveles destaca su escasez, proporcionando 14 el 3, 6 el 5, 4 el 7 y 23
el 8, es decir que del 2, 4 y 6 proceden 481 útiles, que representan el 91 %, y
del resto únicamente 47, equivalente al 8% , aunque del 2. el inferior, procede el 60 % de la totalidad, lo cual conviene destacar.
Se advierte, pues, una clara tendencia a la disminución del utillaje industrial desde la base de la sedimentación hasta la superficie, lo que creemos
que puede ser debido a dos causas o a ambas a la vez, una de ellas a la progresiva disminuci6n en la intensidad de habitaci6n, y la otra a la disminuci6n
de ciertos tipos y su sustituci6n por otros, como las hojas~cuchillos con o sin
retoques, cuya alta proporci6n alcanza hasta el 90"10 en la Cova del Or, y que
aqul, dado el carácter de avance que tiene el trabajo, no se han contabilizado.
Dicha disminución se refleja t ipol6gicamente en los raspadores, buriles
(que desaparecen totalmente), dorsos y bordes reba jados, muescas y denti~
culados, triángulos t ipo Cocina y microburiles, lo cual es lo normal dentro
del esquema que hemos elaborado y expuesto reiteradas veces", aunque
no tanto en la de los trapecios, cuya disminuci6n es anormal si consideramos
que siendo el geométrico que permanece con mayor abundancia a través de
todo el Neolítico, debla mantenerse por lo menos, pero no tanto si obser~
vamos los escasos materiales en los niveles altos; el aumento de los trián~
(47) BARANOIARAN MAUTU, l .: _Botiquerfa deis MoI'O$ (Teruel). Primera rechación
absoluta del Complejo Geométrico del EpipaJeolitico MedHernl.neo Español,.. Zephyrus,
XXVI-XXVII, págs. 183-186. Salamanca, 1976.
(48) BARANOIARAN MAEZTU, l.: .EI abrigo de la .Botiqueria deis Moros. (Mazaleón, Teruel) •. Ellcavaciones Arqueológicas de 1974 (en prensa).
Ya en prensa este trabajo llegan a nuestras manos las AClas del XV Con¡reso Nacional
de Arqueologla (Lugo, 1977). publicado en Zaragoza (1m), donde 1. Ba randianl.n amplfa
los datos expues tos en los dos trabajos anteriores con una tabla cuantitativa y de porcentajes, así com o diversos gráficos comparativos con Coci na (El epipaleolltico geométrico
en el Bajo Aragó n, págs. 125-134). No nos es posible clltcndemos en el comcntario y comparación de las cantidades y porcentajes de este yaci miento con los es tablecidos para
Cocina, tal y como hemos realizado al tratar este último, sin embargo, ::1 lrav~ de lo an::llizado vemos como se confirma lo que hemos dicho a propósito de BotiQuerla, reafirmando
nues traS conclusiones.
En es te mismo trabajo se m enciona por vez prime ra que sepamos, la est ratigrafla
mcsolltlca y ncolltica del yacimiento de Costalena (citado com o Encollllco anteriormente),
situado a unos 20 Kms. de Botiquer1a, en la provincia de Zaragoza, con la es tratigrafla
siguiente de abajo arriba:
Nivel I .--Con evidencias de un Epipaleol1tico más antiguo (no ¡eomftrieo).
Nivel 1I .- EpipaleoHtico georoflrico (con geométricos nUJIlerosos y variados).
Nivel 1I1 .-Neo!ltico con cerámicas impresas (varias cardialcs).
Nivel IV.-Neol!lico avanzado.
Nivel V.-Bronce antiguo.
(49) APARICIO PEREZ, J . y SAN VALERO APARlSI, J .: .La Cova Fosca (Ares del
Macstre-CasleUón) y el Neolltico Valenciano•. OpIO. de H.· Antigua. Serie Arqueoló¡i.ca,
núm. 4. Valcncia, 1m.
[page-n-33]
EL MBSOLITIOO EN VALENCIA
33
gulos podrla parecer por dicha razón impropio, aunque a nuestro criterio
sacar conclusiones minuciosas a base de porcenta jes obtenidos con tan pocos
útiles es sumamente expuesto y ocioso, Jo cual se podría aplicar a la excesiva
valoraci6n del aumento del doble bisel, que alcanza el 100 % en el nivel 8,
donde únicamente se obtuvieron 23 útiles, y 62'51 % en el 6 con 85 útiles
y solamente 3 medias lunas, que deben ser las fabricadas con d icha técnica.
En 19n discrepábamos de los paralelos industriales establecidos por Baran·
diarán, asl como de la cronología dada a los diferentes niveles 50, ya que para
,
nosotros únicamente se pueden establecer 2 niveles culturales, el 1 que comprende los niveles o capas 1 a 5, correspondiente a nuestro Mesolítico 111.
paralelizable con Cocina 11; y el 11, del 6 al B, caracterizado por la presencia
d e cerámicas cardiales junto a úti les de tradición mesolit ica geométrica, equiva lente, por lo tanto, a nuestro Protoneolítico.
En fechas absolutas podríamos establecer que el comienzo pudo ser hacia
el 6.000 a. de C., final del Boreal y principios del Atlántico, conociendo una
ocupaci6n intensísima hacia el 5.600 a. de c., según la fecha proporcionada
por el C·14 para el nivel 2. Entre el 5.500 y el 5.000 comenzó y se desarrolló
el proceso neolit izador sobre la base mesolít ica descrita, conociendo la agricultura, o por lo menos introduciendo los cereales en su dieta alimenticia, ya
que es el motivo que determina la existencia de vasos cerámicos, como res·
puesta ante las nuevas necesidades, lo que hemos expuesto anteriormente ~I .
Sin embargo, parece ser que no se introduce la ganadería, a juzgar por los
restos óseos determinados por Altuna y consistentes todos en especlmenes
salvajes hasta la misma superficie, lo que apoya nuestra creencia en que del
Protoneolftico no se pasa al Neolftico I o Antiguo en este yacimiento, debiendo
interrumpirse la habitación hacia el 5.000 a. de C., lo cual está en desacuerdo
con lo manifestado por Barandiarán y lógicamente con lo expuesto por For·
tea a propósito de la Cava del Or 52.
Cl
REGION VALENCIANA y ZONAS lIMITROFES
l a Región Valenciana es la zona nuclear de la vertiente mediterránea, y
no precisamente por su posición central , sino por la cantidad y calidad de los
yacimientos conocidos, estudiados y publicados. Junto con Tarragona posee
los yacimientos clave para la estructuraci6n del Mesolitico peninsular y mediterráneo, siendo sus yacimientos puntos obligados de referencia para cual·
quier estudio sobre el tema.
(SO) lbldem, pág. 49.
(SI) APARICIO PEREZ, J.: _Estudio Económico y Social de la Edad del Bronce Valen.
ciano_. Publicaciones del Archivo MunicipaJ de Valencia. Serie Teroera. Estudios Mon<>
gráficos, núm. 8, pá¡. 19S. Valencia, 1976.
Vid. opus cit., nota 49, págs. 41 Y 47.
(S2) FORTEA: _Los complejos .... , págs. 411-413.
s
[page-n-34]
34
J. APARI CIO
Ello es debid o, y estamos absolutamente convencidos, a la inlensidad de
las e.l
sistemática, de ninguna manera a que pueda ser una zona especialmente
privilegiada y elegida por nuestros antepasados. sino que es el fruto de la
labor tenaz e ilusionada del conjunto de arque6logos valencianos que
constituyen lo que hoy llamamos la Escuela Valenciana de Arqueología, que
cristalizó alrededor del Servicio d e Investigaci6n Prehistórica de la Diputaci6n de Valencia, principal catalizador de sus esfuerzos, y en menor grado
en la Universidad valentina; de la misma manera que el amplio panorama
que ofrece el poblamiento mesalítico en Tarragona se debe a la inca nsable
labor de un solo hombre. Salvador Vilaseca Anguera.
Con ello queremos manifestar, y esto lo venimos repit iendo incansable·
mente, que las zonas carentes de yacimientos lo son por circunstancias mera·
mente fortuitas, bien porque las investigaciones se hayan dirigido en otras
direcciones, bien por falta de las mismas o por el si mple azar, pero que en
cuanto se realicen han de colmar fas lagunas hoy día existentes.
Aún cuando en el futuro la Región Valenciana y zonas contiguas de Albacete, Cuenca y Teruel vertiendo aguas al Mediterráneo, deberán ser englobadas ba jo una denominaci6n común, como por ejemplo "Zona Central de la
Vertiente Mediterránea", hoy día, si exceptuamos Verdelpino, en Cuenca,
todos los yacimientos de cierta importancia se encuentran en Valencia, de ahí
que mantengamos aquélla hasta el momento en que ésta cobre contenido.
Son numerosísimos los yacimientos conocidos hoy día en la Regi6n, muchfsimos más que fas que public6 Fortea en su recopilación, aunque nosotros
no vamos a utilizarlos todos porque no es la finalidad de este traba jo, si mplemente nos limitaremos a la descripci6n y valoraci6n de aquéllos más conflictivos o cuya estratigrafía sea pieza clave en la estructuraci6n ergol6gica y
cronol6gica que proponemos, tal es el caso de Mallaetes o Cocina; otros yaci.
mientas porque sus materiales o estratigrafías ofrezcan nuevos datos desconocidos hasta el momento para la articulaci6n y vertebraci6n del conjunto,
y en un tercer caso porque la situaci6n geográfica introduzca nuevos y decisivos dalas, siendo este el caso del Estany d'Almenara . En la síntesis final y
en cada fase determinada citaremos, eso sí, la mayor parte de los mismos,
publicados o todavla inéditos (Fig. 5).
Aunque las descripciones de cada yacimiento, respecto a situaci6n, estratigrafía, materiales, etc., son lo más concisas posibles, con uno de los yacimientos hemos hecho una sola excepci6n, se trata de la Albufera de Anna,
donde explicamos minuciosamente todo el proceso de su descubrimiento.
excavaciones y materiales, excepción que se explica por haber sido el punto
de partida para el presente trabajo, que en origen era sencillamente la publicaci6n de aquél único yacimiento, pero que consideramos conveniente ampliar y estructurar de la fonna en que lo presentamos por la necesidad
[page-n-35]
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FI,. '.-Mapa de la RqlóD Valmctana con la dtuadón de los )'Klmknlos estudiad<» .,
dta40li en ~ IBlo: 1, MallHla. 2, ParpaU6 "J Uop. 3, Maravdla ., PoR.a. . , Rata Penau,
huy. Roja "1 ForIIl de l'A!te CaleoL 5, Barftnc BIaDC. 6, Volc:ú del Faro. '. Barnnco
cid Lobo. 11,
Camp de San! ADtom, Capurrl ., PartId.. lid Salt. 12, H _ TI&Cafta.
U, Pinar ele TaITudlIi, Casa de Lara ., AraIaI de la VIIpD. 14, 8anmte Fondo, U , Coveta
VIctoria.
Albureq de AnDa.. 17, u.rbero• • 1, Coe:lM. 1'. CovatdJa. lit, Uatu, 21. Sana.
22, Or. 23. FOKfI. 24, d 't Q Pwdo. 26, Zorra, Rubia AUa ., Baja. le. EIotany d'AlmaIanI.
eon.o,
1'.
[page-n-36]
J6
J . APAJUelO
acuciante de plantear una nueva estructuración y verfebraci6n del proceso
industrial y socioecon6mico entre el final del Paleol ftioo Superior y el Neotftico I que conocemos como MESOllTICO, con la finalidad de presentar una
nueva alternativa a la invesfigación, de 8cuerdo con los nuevos datos aportados durante los últimos años y con la d istinta valoraci6n de los existentes
de acuerdo con nuevos enfoques y ,puntos de vista.
I.-<:OVA FOSCA (Aru dr:1 Maestre • Culdl6n)
Este yacimiento, sobre el cual ya publicamos recientemente un amplio
trabajo .5J, y a través del cua l presentamos una nueva periodización del NeoIItico peninsular, especialmente mediterráneo, en el que distingulamos por
vez primera la existencia de una segunda fase neolftica tomando como base
el conjunto cerámico recogido en esta cavidad, fase que preferimos denominar simplemente Neo[ftico 11, procurando la no utilización de nomenclaturas derivadas del nombre del yacimiento epónimo, con el fin de evitar su
absurda proliferación, ha sido objeto de sucesivas campañas de excavación
por el Servicio de Investigaciones Prehistóricas y Arqueológicas de la DiputaciÓn de Castellón, obteniéndose varias fechas de C-14 de sumo interés 56,
especialmente las del Teledyne ]sotopes, puesto que las del Rocasolano, a
pesar de su mutua coherencia, discrepan de la otra y resultan excesivamente
altas de acuerdo con los materiales arqueológicos adyacentes, que en nuestro
trabajo datamos en la primera mitad del cuarto milenio y la fecha del TeJedyne IsOlopes, 3.765 B.C., lo ha confirmado plenamente.
En sucesivas publicaciones se hace somera menciÓn a la estratigrafía del
yacimiento D , indicándose la existencia de n iveles acerámicos, cuya reciente
datación, también por el Teledyne lsotopes ha dado la fecha de 6.930 B.C.
para un conjunto industrial que "presenta una mezcla de útiles macroliticos
con una serie microlaminar y escasos geométricos 56.
Aún cuando no se especifica el tipo de geométricos deben ser triángulos
o segmentos, y quizá algún trapecio, mas por la mención de los úti les macrolít icos, y su cronologfa, encaja perfectamente en nuestro Mesolitico 111 A., lo
que se podrá confirmar una vez publicados extensamente los útiles lít icos
y los restos de la fauna, en cuya composición deben entrar en buen número
los Helix.
(53) Vid. opus cit., nOla 49.
(54) OLARIA. DE GUS I , C.: .. Repertorio de rec:haciones de C14 pa.ra el Pa.ls Valenciano•. Millacs V, págs. 27.J..274-Z7S y 278. Caslellón de la Plana, 1978.
DIARIA DE GUS I, C.: Vid. opus cit., nOla 78, págs. 61-63.
(55) GUSI GENER, F.: .. Actividades arquoolóaicas en la Provincia de CasteIlÓ •.
n
Penyagolosa, núm. 14. CasleUón, 1978.
(56) Vid. opus cit., nota 54, primera cita.
[page-n-37]
"
El. MESOUTICO EN VALIlNCIA
2.-ABRIGO DE VERDELPINO (eueoe.)
Entre los yacimientos que por causas determinadas alcanzan notable notoriedad en breve plazo de tiempo destaca el Abrigo de Verdelpino, aunque
en este caso lo haya sido por la controversia Que ha provocado la fecha
obtenida y publicada para un nivel con restos cerámicos.
Ubicada en las inmed iaciones del cauce del río J úcar, y en un medio
ecológico claramente mediterráneo, su análisis y consideraci6n era de todo
punto obligada en esta visión sintética, por lo que es conveniente una disección pormenorizada de la secuencia estratigráfica por ahora conocida gracias
a las excavaciones d irigidas por J. A. Maure y M. Fernández-Miranda, sobre
las que se han avanzado diversas noticias SI.
NIVEL 1.-0.00 - 0.60 m.
Tierra vegetal.
N I V BL II.-Determinación: NeoUtico, cerámica decorada oon impresiones e incisiones.
Datación C-1 4: 2.680 ± 130 a. de C.
Cerámica: 395 fragmentos, con decoración el 13'9 "'.
Sile:c: Lascas y esquirlas ..................... 420 - 67.5 ",
Hojas y hojitas
201 _ 32.1 " (60 " 1 elemen05
tos de hoz).
Raspadores ... ... ... ... ... ... ...
3 - 10.16 ".
Buriles ... ... ... ... .. . ... ... ... ... ..... 12 - 20.33 " (Diedros I!$~Imente).
Dorsos rebajados .............. . .. .
_Punta pedunculada perigordlense.
1- (= perforador neolhico
típico).
Geom~triC05 : Trilmgul05 .. ............ .
Trapecios .............. .
Medias lunas o segmen·
tos .................... .
Microburiles: ......................................... .
Hueso: 1 fragmento de pu nzón o azagaya.
Concha: 2 rragment os de Célrdium y Pecten, lo que evidencia contac tos medio
lerrllDCOS.
oo . . . .
oo,
...
oo .
""""
NIVEL 11l._ Determ inación: Ncolitico con cerámica impresa e incisa.
Datació n C-14: 3.170 ± 130 a . de C.
3.220 ± 130 a. de C.
Cerimica: 274 lragmeotos; Unicamente 20 decorados = 7'2 <;\.
Sllc:c: Lascas y esquirlas .. .
1.483 - 81'3 "'.
Hojas y hojitas ...
325 - 17'6 '" (incl uidos ele m en to s
de ho.:.:).
Raspadores ... ... ... ...
8 - 17'S "' .
Buriles ... ... ... ... ... ... ... ... ...
5 - 12'9 '1. (escasos e idénticos a
los del 11).
(57) FERNANDEZ MIRANDA, M. Y MOURE ROMANILLO, A.: . Ve rdc:.lpino (Cuenca):
Nuevas fechas de C-14 para el NeoUtico peninsular •. Trabajos de Prehistor ia, vol. 31 ,
paginas 311-316. Madrid, 1974.
FERNANDEZ MIRANDA, M. Y MOURE ROMANILLO, A.: _El abrigo de Verdelpino
(Cuenca). Un nuevo yacimiento neoUtioo en el interior de la Pcnfnsula Ibérica_. Noticiario
Arqueológico Hispánico. Prehistoria, 3, pags. 189-236. Madrid, I97S.
MOURE ROMANILLO, J. A. y FERNANDEZ MIRANDA, M.: _El abri¡:o de Verdclpino
(Cuenca). Noticia de los trabajos de 1976_. Trabajos de Prehistoria, vol. 34, pá¡ s. 31081 .
MOURE ROMANILLO, J . A. Y WPEZ GARCIA, P.: _Los nivc:Jes preneolftlC05 del abrigo
d e Verdel pino •. XV C.NA . Lugo, págs. 11 1-124. Zara¡ou., 1979.
[page-n-38]
38
J. APARI CIO
00J'50S
Elementos de hoz
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Hoj u con escotadura ......... ".
Hojas denticuJadas ...
Piedra: 1 azuela de piedra pulimentada.
o ••••••••
O"
2
164
I
J
NIVEL IV.-DataciÓn C.14: 6.000 :t: 150 a. de: C.
Cerámica: 19 fra¡mentos en 1972; ninguno en 19'76; lisos.
Silex: No hay elementos de hoz..
Lascas y esquirlas ... ". ... ...
1.175 - 75'9 ".
Hojas y hojitas o..•••
o..
368 - 23'1 ...
Raspadores
15 - 10'2S 'lo.
Buriles
64 - 54'70 'lo,
Dorsos rebajados ......... o. .
pocos.
Hueso: Fra¡mentO$ de punzón o azagaya con inicio de bisel.
Concha: Columbella rustica, frecuente en yacimientos mediterráneos.
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N 1 V E L V.-Dcternlinación: _Estilo_ Ma¡daleniensc.
Datación C.t4: 10.980 ± 47Q a. de C.
12.020 ± S20 a. de C.
Silell: Lascu y esquirlas ... o.. ...
3.691
Hojas y hoj itas ...
1.17)
Raspadores ...... '" '"
18
Buriles ... o,, . . . . . . o.. •.• ... ... ...
45
Do~ ......... '" n
.... n.......
2
Hueso: I rragmento de punzón de sección cillndrica.
1 fragmento de punzón con acanaladura.
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o ••
o ••• "
•••
En 1.977 cuestionábamos la interpretación estratigráfica dada a Verdelpino, y como consecuencia también su interpretaci6n cultural, viciada por
aquel defecto básico, a lo que contribuía lo segundo por su consecuente
interrelaci6n. la memoria publicada en 1975 sobre este yacimiento permitía
observar en las figuras 4 y 5, y explicaciones anejas, la compl icada estratigrafía y las remociones a que ha debido estar sometida hasta nuestros días,
lo cua l viene corroborado por la mezco lanza industrial que ha provocado la
confusi6n y también el sensacionalismo entre los investigadores, mas esta
mezcolanza, como decíamos entonces, "no resiste un análisis en profundidad
sin mostrarnos sus anomallas", análisis que, por otra parte, nos puede ayudar
a su justa interpretación y a la correcta estructuraci6n cultural del yacimiento,
a lo que las fechas de C-14 se avienen perfectamente.
la estratigrafía obtenida hasta el momento se public6 unificada en 1977,
distinguiéndose siete niveles geológicos, de los cuales resu ltaron fértiles
arqueológicamente todos excepto el I y el VII , estériles totalmente; de ellos
únicamente e l 11 y 111 proporcionaron cerámicas en cantidad y en contexto
digno de tenerse en cuenta, y aunque los fragmentos decorados son escasos,
únicamente 74 de un total de 669, el 11'06 'lb, la homogeneidad de la temática permite, por sus abundantes paralelos, incluir ambos niveles en nuestro
Neolítico 11. precisando las fechas C-14 la segunda mitad del cuarto milenio
para la ocupaci6n del abrigo durante este período (Nivel 111). mientras que
la fecha del Nivel 11 (2.680) resu lta más problemática por la ausencia de
claros elementos atribu ibles al Eneolítico, especialmente p untas de flecha con
retoques bifaciales, cuya carencia en el Nivel 111 resulta sintomática .
[page-n-39]
EL MESOLITICO EN VALENCIA
39
liticamente ambos niveles se caracterizan por la extraordinaria abundancia
de hojas y hojitas, entre las que son destacables las consideradas como seguros elementos de hoz, alcanzando el 25 % de la totalidad, lo cual se aviene
perfectamente con lo que sabemos de Or y Fosca. Interesa hacer notar que
hay una sensible diferencia entre la capa 11 y la 111, siendo menos abundantes
en la segunda, lo cual testifica una d ism inución en profundidad. También hay
un tlpico perforador neolltico, el descrito por los A. como "punta pedunculada
perigordiense" que es un simple "lapsus" quizá motivado por la precipitaci6n
en redactar la memoria. Otros útiles que encajan perfectamente son los geométricos, aunque no los microburiles, ni raspadores, buriles o dorsos rebajados como veremos.
El aIro conjunto industrial que resulta del análisis estratigráfico queda
determinado por la unificación en uno solo de los niveles IV, V Y VI, de
componente lítico casi exclusivo, sobre cuya cronología ya opinábamos en
1977 que no podía bajar del 10.000 6 9.000 a. de C. como máximo, lo cual
ha sid o corroborado por ambas dataciones de C-14 (10.980 y 12.020 a. C.) .
l os t ipos lit icos con buriles, Que predominan absolutamente, raspadores en
baja proporci6n, y algunos, aunque escasos, dorsos rebajados, testifican su
correspondencia a nuestro Mesolítico 1 y dentro de éste a los inicios del mis,
mo por la fuerte proporción de buriles, aparte de que la azagaya monobiselada y el punzón acanalado proceden de próxima y d irecta ascendencia
magdaleniense, con lo que encaja la fecha más alta, que por otra parte hemos
considerado siempre como la del final del Magdaleniense IV y el inicio del
Mesolítico 1.
En el Nivel IV se nota una ruptura con respecto al 111, así desaparecen los
elementos de hoz totalmente, y frente a 274 fragmentos cerámicos en éste,
únicamente hay 19 en aquél, recogidos en 1972, pero ninguno en 1976, todos
ellos lisos. Es evidente, pues, que la cerámica aparecida en el Nivel IV es una
intrusi6n, que achacamos a viejas remociones humanas o de animales subterráneos. Sin embargo, los 6.000 años obtenidos med ia nte el C-14 para el
Nivel IV requieren una explicaci6n y nosotros la encontramos en la presencia
de dos microburiles en el Nivel 11, lo cual es, para nosotros, indicio de un
n ivel del mesoHtico con geométricos, anterior por lo tanto al 5.000, que puede
existir en algún lugar de la cavidad, y que en lo excavado ha podido ser
destruido por las mismas causas que han propiciado la presencia de algunos
buriles, raspadores y dorsos en los dos niveles cerámicos, lo cual es una anomalla evidente, ya que buriles y raspadores son abundantes durante el Paleolítico Superior y MesoH'ico " a partir de cuyo f inal comienza su paulatino
enrarecimiento, especialmente por lo que respecta a los buriles, y durante
n uestro Neolítico I no se encuentran, salvo algún raro raspador, que se hacen
menos raros durante el Neolftico 11 y especialmente durante el Eneolítico.
Tan largo análisis viene motivado por fa importancia indiscutible del yaci-
[page-n-40]
40
So
APARICIO
miento, cuyas rápidas y oportunas excavaciones de salvamento han sido un
acierto, pero la espectacularidad que ha presidido su rápida d ifusión y aceptación si n un previo análisis crítico nos han obligado a ello, deseando que la
prosecuci6n d e las excavaciones con mayor tranquilidad permitirá resolver
los problemas planteados.
Por nuestra parte creemos que lo expuesto puede queda r resumido así:
l .o
-Existencia de dos niveles de habitación amplios y seguros desde e l
punto de vista cult ural y cronológico. Uno inferior perteneciente al Mesol í·
t ico J q ue arrancando desde e l fina l del Magda feniense IV, 12.000 a. de C.
pudo alcanzar hasta el 10.000; de componente Ift ico como predominante y
con índ ice G/B muy super ior a la unidad. Otro de componente cerámico adscribible a nuestro Neolítico 1 similar al de Fosca qUe lo caracteriza, tal y como
1,
demostramos, aunque más reciente según el C. 14.
2.o-Remota, aunque no improbable, posibi lidad de que exist iera un n ivel
intermedio perteneciente a nuestro Mesolítico 111, del cual procederian los
microburi les y geométricos.
3.o.--Segura remoción de los sed imentos que han propiciado la disem inación de úti les líticos Ipropios del M esolftico I a los niveles cerámicos, y algunas
cerám icas al nivel IV.
3.-ASSUD DE ALMASSORA (Cutellón)
El abrigo rupestre conocido por este nombre a causa de su proximidad a
un azud en el cauce del rio Mijares, en térm ino municipal de A lmazara,
se encuentra a unos 8 kms. en línea recta de la costa actual 51 (lám. 1
).
Estratigráf icamente se determinaron tres niveles.
NIVEL l.- Terraza del no Mijares, en un momento en Que por su amplitud y caudal
el no invadía la oquedad. En terrazas similares recogió su descub ridor mat.
riales pertenecientes al Paleolitico Superior que nunca han sido publicados.
NIVEL II .-Sobre el anterior. Matriz idéntica, aunque no aportada por el rio sino por la
gravedad o por medios mecánicos humanos desde las terrazas superiores o
inmediatas. Fundamentalmente es un auténtico conchero, con predominio del
.cardium_ entre las conchas marinas y el .-helix_ entre las terrestres,
siendo ambas abundantísimas, en menor proporci ón hay pec túnculos y
1 ún ico ejemplar de .-rotica_ y .-cyprea_, estando una .columbela_ perforada
para la suspensión. Se observó la presencia de lentejones de carbones y
cenizas, restos de antiguos hogares.
El material iltico recogido se reduce a sencillas esquirlas de snex gris o
melado, sin huellas de uso, ni retoques. Cantos rodados, algunos de caliza
desbastados por un extremo, posibles hendidores, lascas con bul bo y plano
de percusión.
NIVEL Ill.-Estéril.
NIVEL IV.-Superficial. Cerámicas y otros materiales de un asentamiento durante la
Edad del Bronce Valenciano.
(58) ESTEVE GALVEZ, P.: .. El abrigo rupestre del Assud de Almazara y su yaci miento
arqueológico_. Archivo de Prehistoria Levantina, vol. XII, págs. 43-54. Valencia, 1969.
[page-n-41]
I!L MESOUTlCO EN. VAlENCIA
41
A través del estudio estratigráfico y ergol6gico es posible situar cronol6gicamente el yacimiento; así, el Nivel I se debió formar durante el Würm
f ina l y pudo llegar hasta f inales del Alleród, mientras que el superficial
corresponde a la Edad del Bronce Valenciano. El Nivel que nos interesa, el 11,
se formó cuando el mar había alcanzado su nivel actual, puesto que los
8 kms. que le separan actualmente de la costa, entran dentro de la distancia
económicamente permisible para el acarreo de los moluscos marinos y su
consumo en la cavidad, siendo el 8.500 su fecha "post quem". El nivel estéril
también aboga por una fecha muy anterior al 1700 B. de C.
Por otro lado, y dada la semejanza industrial con El Callao, asl como la
identidad económica, basada en la recolección de moluscos terrestres (Helix)
y marinos (CardiumJ, es obvio suponer la contemporaneidad de ambas
comunidades.
De acuerdo con todo lo cual situamos el yacimiento del Assud de Almassara en nuestro Mesolftico 111 A, en fechas absolutas alrededor del 7000
a. de C.
4.......cOVACHA DE lLATAS (AndllIa · Valencia)
Se encuentra situada en término de Andilla, en la comarca de Villar del
Arzobispo, a unos 66 kms. en línea recta del mar (figs. 3 y 5). Fue excavada en
el año 1948 por el S.I.P. bajo la dirección de José A lcácer Grau y publicada
por F. Jordá y J. Alcácer', incluyéndola posteriormente J. Fortea en su
amplio estudio de conjunto 60.
Antes de tratar del material lítico analíticamente convendrá que tengamos
en cuenta algunas particularidades internas y externas de la misma, que juzgamos de capital importancia para su comprensión global. Hay que destacar,
en primer lugar, las reducidas dimensiones de la cavidad, tal y como su
nombre indica, así como el poco espesor del depósito, que no se ha excavado
en su totalidad ni mucho menos, ya que queda un volumen considerable de
t ierras conteniendo materiales arqueológicos; sin embargo, el número total
de sflex recogidos pasa de los 5.000, entre los cuales hemos contabilizado
324 útiles al incluir en la lista las hojas, reducidos a 123 si descontamos éstas,
lo que hemos hecho a efecto de establecer comparaciones diversas, especialmente con algunos Indices obtenidos por Fortea.
En segundo lugar creemos que es sumamente importante determinar, en
relación con la cerámica, como ta cavidad, situada en la parte norte de un
cerro en cuya cima existen los restos de un poblado de la Edad del Bronce
(59) JOROA CERDA, F. y ALCACER GRAU, J.: d..a Covacha de Uatas (Andilla)_. Serie
de Trab:ljos Varios del S.J.P., núm. 11 . Valencia, 1949.
(60) Vid. opus cit., nota 6, págs. 371-376.
,
[page-n-42]
42
J. APARICIO
Valenciano. excavado por el S.I. P. bajo la dirección de J. Alcácer Grau ", se
encuentra en las inmediaciones del mismo, y que, casi con seguridad, fue
utilizada como lugar de enterramiento.
La evidencia definitiva es el hallazgo de huesos humanos en la parte alta
del depósito, inhumación que debió ser realizada en la Edad del Bronce Valen·
ciano por los habitantes del poblado contiguo, motivo por el cual. o por la
simple proximidad, se encuentran en su inferior fragmentos cerámicos (Fig. 6)
que pudieran proceder del ajuar funerario, especialmente el fragmento de
vaso carenado. ya que estos lipos aparecen al principio del Eneolitico a, con
carenas altas y suaves, aunque es durante la Edad del Bronce Valenciano
cuando se generaliza su fabricaci6n, siendo forma '¡pica de la misma, de donde
la creencia de su llegada alll durante dicho periodo, varios miles de años después de formado el depósifo mesolftico, removido al efectuarse el enterramiento con toda probabilidad, lo cual ha sembrado el desconcierto entre los
investigadores, por lo que la afirmaci6n de Fortea acerca de la coincidencia
entre las formas de los tipos cerámicos de lIatas y Cocina, únicamenfe sirven
para indicarnos el confusionismo que preside la interpretaci6n de ambos conjuntos, y el falso planteamiento básico que hace perdurar grupos étnicos,
con retardatario desarrollo industrial y socio-econ6mico, hasta p lena Edad
del Bronce Valenciano, lo que ha perdido toda credibilidad al desaparecer la
primitiva y artificial compartimentaci6n geográfica, que relegaba los grupos
retardafarios a las zonas montañosas del inferior y los avanzados, por la
incorporaci6n de novedosas y revolucionarias estructuras socio-econ6micas,
a las zonas pr6ximas a la costa; el hallazgo de ambos t ipos de yaci mientos,
tanto en el interior como en la costa, ha destru ido la argumentaci6n apoyada
en datos estrictamente geográficos, aunque determinadas tendencias confinúan manteniendo y no enmendando aquellas primitivas teerlas, bien p:>r
inercia, bien por comodidad.
La cerámica es una intrusi6n en el conjunto mesolltico y las teorias sustentadas y apoyadas en su contemporaneidad no son válidas l6gicamente,
as! como tampoco las de Cocina como hemos indicado y mucho menos aquellas que se apoyaban en los hallazgos de lIatas, especialmente lo referente
al doble bisel que ya observaremos como no es preponderante en Cocina, ni
tampoco en Llatas como afirm6 Forlea, lo cual se puede comprobar en Jos
cuadros cuantitativos y de porcentajes que hemos elaborado.
El primero de Jos cuadros (fig. 7) AS un análisis cuantitativo realizado
capa por capa según el inventario establecido por Fortea y rectificado por
nosotros, al que hemos añadido las hojas que éste no contabiliz6, con el f in
(61) ALCACER GRAU, 1.: . El Puntal de Cambra (VilIar del Arzobispo, Valencia)_.
Archivo de Prehistoria Levantina, vol. V, págs. ~. Va1cocia, 1954.
(62) APARICIO PEREZ, 1.: .Sima de la Pedrera (8cnicull, Poliñá del lúcar-Va1eDCia) ~.
Archivo de Prehistoria Levantina, vol. XV, páa. 90. Valencia, 1978.
[page-n-43]
43
El. W!SOLlTlCO EN VALENCIA
B
e
F1r;. 6..-Ca'úDk:u de la Covacha de U.W
(~
JonU , AIeM:er). A
ye•
l/3, B • t.o.
[page-n-44]
44
J . APARICIO
de poder compararlo con alguno de los de Cocina, contiene también número
e índices de los geométricos d esglosados y al final e l doble bisel por considerarlo número estrictamente técnico como indicamos también para Cocina.
El segundo cuadro contiene solamente número y porcentajes de las dos
capas primeras, con o sin hojas, así como los de todas las capas, 1 a 5, reun idos
sin las hojas, por lo que esto último vendría a ser un complemento del cuadro
primero; los geométricos también se desglosan como en el anterior y hemos
establecido dos índices técnicos, el de doble bisel y el de abruptos, independ izándolos del resto y comparándolos entre ellos, como única y válida posibilidad (Fig. 8).
Si comparamos las tendencias amplias que se observan en la proporcionab ilidad de los útiles por capas entre las cinco de lIatas y las nueve de Cocina
en la zona excavada de 1943 observaremos lo siguiente:
COVACHA DE LLATAS 1949. CUADRO CUANTITATIVO Y DE PORCENTAJES
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Rupadortt
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2
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-
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A p A S
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1
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-
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-
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-
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-
2
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2
1'62
" -.....
"
....
-
H oja.
M~.
Mlcroburll
Geontrico.
TOTAL
221
25'33
DESGLOSE
30']5
Seamentos
11
Trapecio.
28
SO'OO
2
•
Triá ngu los
llpo Cocina
TrUncallo.
Media.
luna.
T OTAL
Doble Bltd
Abrupto.
3
56
56
92
DE
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00'86
LOS
IS'20
32A
123
"'96
GEOMETRICOS
11
IS'47
18
.~'SO
S'SS
18
14'61
12'66
28
]4'4]
29
49'1 5
'"
29
23'57
]'57
O',"
2
2'17
2
3'38
0'61
2
1'62
107 1
271
1
11 '86
2' 16
1
S'"
....
1']5
•
6'52
3
]'26
3
0'92
3
2'0
56
00'85
"
18'19
"
5']5
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25']1
S
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[page-n-45]
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COVACHA DE LlATAS 1949. CUADRO CUANTITATIVO Y DE PORCENTAJES
TI P o S
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GEOMETRICOS
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1'"
SO.,.
I
FI" I
Raspadores, buriles, dorsos y oordes rebajados tienden en ambas a disminuir progresivamente, hasta alcanzar algunos. especialmente buriles, número y proporci6n insignificante e incluso desaparecer (figs. 9 y lO).
l as hojas, en cambio presentan número e.índices muy fluctuantes, así en
Cocina (1943) cuant itat ivamente se parte de bajo número, seguido de un
notable ascenso, descenso y nuevamente ascenso, mientras que en lIafas hay
un aumento consta nte desde pocas en la base hasta un considerable número
en la capa 1.-; en ca mbio, los índices muestran un descenso constante hasta
cotas mínimas en la primera muestra e índices fluctuantes pero siempre muy
elevados y próximos a la media, que es superior al 50 ",,", en la segunda.
(Fíg, 10),
las hojas de muesca, numéricamente tienden a aumentar desde la ba~e
hasta la 1.- capa, donde alcanzan número alto en Cocina (1943), aunque
cuantitativamente se produzca lo contrario, pero manteniendo rndices altos;
en cambio, en 1942 número y porcentajes son bajos, caso idéntico al de
lIatas.
l os escasísimos microburi les de lIatas impiden cualquier comparación,
[page-n-46]
J . APARI C IO
FIa:. ',....UtDea
I1tlcoa de la Covacha de tata. (.qd.a JonU y ,o\ldeer), t ....
[page-n-47]
EL MBSOLtTlCO EN VAUlNCIA
FI¡. IO.-Vllles Ulleotl de la Covacha de llitu (-.cm JonU y AIdcer), t.n.
47
[page-n-48]
48
J. APARICIO
siendo d icha escasez claro exponente de las dificultades y pel igros que acechan estas evaluaciones por lo azaroso de los hallazgos.
la tendencia de los geométricos es númericamenfe ascendente tanto en
Cocina (1943) como en Llalas, aunque descendente en Cocina (1942) , sin
embargo los ¡ndices son ascendentes tanto en lIalas como en Coci na (1942).
también en Cocina (1943) a pesar de algunas fluctuaciones poco significativas.
l os segmentos mantienen cotas muy altas en ambos yaci mientos, y también los trapecios, aunque en Cocina (1942) su número sea decreciente y
su Indice muy bajo e n la capa 1.- (fig. 11) .
Caso simi lar al de los microburiles se repite con los triángulos tipo Cocina,
aunque es importante su presencia en la capa 1.- de lIalas como veremos.
l os triángulos, como las medias lunas son escasos en todas las muest ras,
si exceptuamos el elevado porcenta je que alcanzan en la capa 3,- de lIatas,
debido a la pobreza general de la misma (fig, 12) .
Sin embargo, la comparación que hemos establecido entre los ¡ndices del
doble bisel y los abruptos puede ser lo más interesantes, ya que la abrumadora diferencia a favor de los segundos nos impide llegar a comprender las
afirmaciones de Fertea acerca de que la técnica de retoque en doble b isel
aparece ampliamente desarrollada en lIatas, siendo muy abundante en la
capa 1,·, los n úmeros desmienten categóricamente esta afirmación, por lo
que las deducciones obten idas a su través no son viables lógicamente,
Hemos incl uido en uno de los cuadros el número total de útiles de lIatas,
asl como los porcentajes (fig, 8) con la f inal idad de considerar la posi bilidad de estudiar todo el depósito como un conjunto, aunque los altos índices
de algunos útiles y las carencias de otros impidan el que los podamos asimilar a determinado nivel concreto, aún as! las mayores correspondencias de
los ¡ndices de las capas 1 a 5, consideradas global mente, incluyendo las
hojas, se establecen entre los raspadores, burites, bordes y dorsos rebajados
de las capas 5,- y 6,- de 1943, siendo elevado en ambas el de hojas, aunq ue
el de lIatas casi dobla al otro, el de las hojas de muesca es d ispar, el de los
geométricos presenta diferencias, au nque los de estas capas sean los más
bajos de toda la zona, y el de microburi les es bajlsimo para ambas; de considerar, pues, todo el depósito de lIatas como un conjunto habría que asimilarlo al Nivel 11 de Cocina,
No considerándolo como un conjunto total , sino como dos de acuerdo
con la idea de Fortea, f ormado el primero por las capas 1 y 2, y el segu ndo
de la 3 a la 5, es fácil ver como no hay casi n inguna semejanza con las primeras capas de 1942, y mucho menos con las de 1943, aunque si de nuevo
establecemos comparación con las capas med ias de 1943 (4,- a b,-) de nuevo
encontraremos las mayores correspondencias, que también se encuentran con
algunos ¡ndices de Cocina 111 de Fortea, aunque muy alejados de Cocina IV,
A nivel cualitativo son los út iles de trad ición paleolltica, especial menl~
[page-n-49]
eL N I!5OLlTICO
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49
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APARICIO
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[page-n-51]
SI. MI!SOLlTICO EN VALENCIA
51
el alto número de raspadores, y la presencia de los dos triángulos tipo Cocina
lo que hay que valorar. los primeros impiden una datación moderna y por
lo tanto su asimilación al Nivel I de Cocina, mientras que los segundos permiten hacerlo con el I y el 11 de Cocina pero no con el lJI, por lo que la conclusión parece lógica: las capas 1.- y 2.- de lIatas son asimilables al Nivel 1I
de Cocina, tanto industrial como cronológicamente, por [o tanto a nuestro
MesoJítico III-C, mientras que las capas 3 a 5 corresponderían al Nivel III-B
de Pericot y al Mesolitico 111-8 nuestro.
En resumen podríamos concluir:
la cerámica encontrada en el dep6sito arqueológico de la Covacha de
lIatas procede del inmediato poblado de la Edad del Bronce Valenciano, por
Jo que no debe ser considerada en los estudios analíticos del material arqueológico mesolítico, sino como una intrusión, debiendo ser valorada únicamente
en los estudios relativos a la Edad del Bronce Valenciano, relacionándola con
el enterramiento coetáneo.
El análisis industrial pone en relación el conjunto de lIatas con el del
Nivel 11 de Cocina, tanto si se considera globalmente como si se aiSlan las
capas primera y segunda, por lo que se establecen dos alternativas: que todo
el conjunto se corresponda con él o que únicamente lo hagan las capas
1.- y 2", asimilándose el resto al Nivel III-B.
De acuerdo con lo anterior consideramos que la Covacha de lIatas pudo
comenzar a habitarse durante el MesoJítico III-B, segunda mitad del séptimo
milenio, hasta el MesoJítico 11, primera mitad del sexto milenio.
,.-cUEVA DE LA COCINA (Do.
~-ValeDda)
Sin duda ni nguna la Cueva de la Cocina ha sido hasta el momento presente el yacimiento mesolítico más célebre e importante de la Península Ibérica, por cuanto, entre otras razones, parecía llenar los tiempos comprendidos
entre el Paleolítico Superior y el Neolít ico. Su potente sedimentación, su
evidente estratigrafía y la abundancia y riqueza de los materiales arqueológicos exhumados lo han manten ido en un puesto privi legiado hasta el
momento actual.
Aún cuando parezca que se han dado interpretaciones diferentes y distinta
valoración a sus conjuntos industriales, especialmente ¡:x>r lo que respecta
a la problemática suscitada ¡:x>r la presencia de cerámicas lisas y decoradas
en las capas superiores, en todas se aceptan unas premisas generales derivadas de las comparaciones esta blecidas con yacimientos de la zona de Gandía y los ya clásicos de Or y Sarsa, opiniones suscitadas y mantenidas tradicionalmente ¡:X>f los arqueólogos valencianos y aceptadas y matizadas por
otros estudiosos con dudosas innovaciones, ya que, indudablemente, aquellas fueron las más lógicas dados los datos de que se d is¡:x>nía ¡:x>r entonces.
[page-n-52]
52
J. APARICIO
y puesto que los datos de Cocina se han utilizado para la estructuraci6n
de todo el Mesolltico Peninsular, especialmente del Mediterráneo. hemos
considerado necesario dedicarle, como a Mallaetes, especial extensión, máxime cuando nosotros proponemos distinta estructuraci6n y la Cueva de la
Cocina es uno de sus pilares básicos.
De su situaci6n nos interesa destacar lo abrupto del terreno, siendo la
Sierra del Caballón una de las últimas estribaciones de la Sierra de Martés.
Sin embargo, queremos dejar constancia, haciendo en ello especial hincapié,
que se encuentra a tan sólo 40 kms. en linea recta de la costa, frente a 25 la
Cova de l'Or y a 45 la de la Sarsa, estas dos últimas en zonas extremadamente abruptas también, y aquélla cercana a la llanura costera de la Ribera
del Júcar, de cuyo cauce se encuentra bastante próxima, pudiendo constituir
éste, en último extremo, una perfecta vla de comunicación para la época.
Lo expuesto, junto al hallazgo de cerámica cardial, o gradinada contemporánea de la anterior, de un yacimiento similar al de Cocina en la misma
costa (Estany d 'Almenara) , y nuestra distinta estructuración nos aconseja el
estudio pormenorizado de los n iveles superiores del yacimiento como base
de la misma.
Con posterioridad a la exploración inicial realizada en 1941 , el S.I·P. de
la Diputación Provincial de Valencia efectuó tres campañas de excavación,
de 1942 a 1945 (fig. 13), bajo la dirección del Dr. Pericot, y últimamente
Fortea Pérez ha dirigido cinco campañas. De las que realizara el Dr. Pericot él
mismo publicó un avance al estudio definitivo 6,1, que no pudo llevar a cabo,
y que con posterioridad efectuó Fortea Pérez, llegando a distintas conclusiones
por la diferente interpretación dada a los conjuntos cerámicos del área estudiada 64.
Pericot distinguió, de arriba abajo en E-I, los n iveles siguientes:
NIVEL 1.- 0'00 a 170 m.
Cerámica: A mano. tosca.
Fragmentos campanienses.
S!lex:
Media$ lunas (segmen tos).
TriAngulos.
Hoja$.
Hojas con muesca.
Algunos mieroburilcs.
Punta de flecha romboidal.
Piedra:
2 hachas de fibrolila.
Hueso:
Punzones sobre caña.
(63) PERICOT GARC IA, L: . La Cueva de la Cocina (Dos Aguas _ Va lencia) •. Archivo
de Prehistoria Levantina, vol. 11. pág!¡. 39-71. Valencia, I94S.
(64) FORTEA PEREZ. J.: .La Cueva de la Cocina. Ensayo de cronología del Eplpalcotitico (facies geolÚtrica)•. Serie Trabajos Varios del S.I.P .• nUmo 40. Valencia, 1971.
La Labor del S.I.P. y $U Museo en el pasado afio 1975, págs. 37-40. Valencia, 1976.
La Labor del S.I.P. y su Museo en el pasado afto 1976, págs. 74-76. Valencia, 1977.
La Labor del S.J.P. y su Museo en el pasado afto 1977, páp. 20-21. Valencia, 1978.
[page-n-53]
BL W8S0LmOO EN VAUlNCLt
53
CUEVA DE LA COCINA
~i[r~~~~~(D~O~S~A~g~aS - ~alenci\?!.
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E-U
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A
A-
Aa. ll.-PlJlno de la Cuna de la CocIna con lu ZODU excavadas
por el S.J.P. buta 1M!.
[page-n-54]
54
lo
APARI C IO
NIVEL 11 .- 170 a 270 m.
Sin cerámica.
SIIClI::
Triángulos con apéndice lateral, tipo Cocina.
Triángulos y trapec::ios.
MicroburiJes.
Hoju escotadas.
Hueso:
Escasos fra¡mentos de punzone¡¡.
A des tacar la presencia de plaquetas decoradas leom~tricamente entre 2'30
y 270 m .
NIVEL JIJ.- 270 a o4'SO m.
Has ta 3'SO m .: Trapec::ios.
Microburiles.
Algunas plaquela$ pintadas.
Fragmentos de punzones.
De 3'SO hasta el fondo: una macroindustria en s[]ex yealiu.
Por su parte, Fortea Pérez, acepta los n iveles 111 y 11 de Pericot, desdo·
blando en otros dos el I de aquél, quedando su estructuraci6n de la manera
siguiente (fig. 14) :
COCINA IV: Corresponde a la parte alta o superficial del Nivel I de Pericot,
comprendiendo las capas superficial a 111.
Determinación : Eneolítico, caracterizado por la presencia de
cerámica peinada y técn ica de retoque en doble bisel.
COCI NA 111: Parte baja d el Nivel I de Pericot, comprende las capas IV a V
Determinaci6n: Neolít ico, caracterizado por la presencia de
cerámica cardial y medias lunas.
COCINA 11 : Nivel 11 de Pericot; capas VI a X .
Cronología : Final del sexto mi lenio y primera mitad del quinto.
Caracterizado por la total ausencia de cerámica, la presencia de
plaquetas grabadas y el predominio de triángulos t ipo Cocina
y trapecios.
COCI NA 1 Nivel \11 de Pericot; capas X I a X.Vll.
:
Cronologla: A lrededor del p leno sexto milenio.
Caracterizada por el predomin io de los trapecios, y en la base
por una industria macroHtica.
Los porcentajes de todos los útiles Uticos que ut ilizó Fortea, procedente de
E· I y partes de E· lla, quedan representados en el cuadro adjunto (fig, 15). que
elaboró el mismo. Sin embargo, Fortea Pérez prefirió esta zona, excavada
por Pericot en 1945, y no la de 1942 o la d e 1943, en base a que, según él,
no solamente ofreda "una buena secuencia industrial geométrica preneolít ica, sino también una no menos elocuente representación neolftica", ya que
la capa de arcilla estéril se encontraba casi en la misma superficie en el centro de la cueva y, en cambio, a unos 4'50 m. de profundidad en la misma
entrada. Sobre la oportunidad de esta elecci6n el mismo Per icot opinaba que
"nos da una estadística por niveles de una de las zonas que el autor cree más
claras en su estratigrafía. Debe, pues, tenerse en cuenta que no se han utili-
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1 • IV (."m Fortee. Nrez).
[page-n-56]
56
J. APARICIO
zado todas las piezas excavadas, lo que, sin embargo, no puede modificar las
conclusiones del autor" ".
Al parecer existe una manifiesta contrad icción por cuanto Pericof afirma
la horizontalidad de los niveles en el área excavada durante 1943, zonas
A a E, y el mismo Fortea hace especial hincapié en ello, mientras que el mismo Pericot" al indicar que la "inclinación de los estratos hacia la entrada y
la pronta aparición del nivel de la arcilla estéril en la parte del interior de la
cueva (En el ángulo N.O . de la cata de 1943, la arcilla estéril se alcanza a
los 30 cm. de la superficie. Una vez llegados al fondo de la cata, a dos metros,
abrimos un pozo que alcanz6 1'85 m. de profundidad, sin que se alterase
el depósito arcilloso y absolutamente estéril), mientras en la parte de la
entrada el nivel estéril no se alcanza hasta los 4'50 m., produciéndose así
un espeso depósito a manera de fondo de saco", deja planteada la cuesti6n
acerca de dicha horizontalidad o por el contrario, fuerte buzamiento del
área de 1945, a partir de un fondo basal arcilloso en violenta pendiente desde
el interior al exterior,
Es evidente la horizontalidad de los estratos de la campaña de 1943,
según se demuestra por las fotografías de los mismos, de ahí que lo único
contradictorio sea el buzamiento de los estratos de E-I y E-Ila, como se sabe
los utilizados por Fortea. Si efectuamos un recuento de la totalidad de los
restos IIticos y cerámicos recogidos en ambas áreas, observamos la exigüidad
de su número en volumen tan considerable de tierras, ya que las cinco primeras capas d e E-I únicamente proporcionaron 61 slJex, 109 fragmentos cerámicos hechos a mano y varios de campaniense A, así como 249 sHex y ao
trozos cerámicos a mano en las d iez primeras capas de E-II.
Mas, esto únicamente ocurría en esta zona, donde la cerámica alcanzaba
mayor profundidad, ya q ue en el resto, según Pericot y concretamente en el
área de 1943, era meramente superficial. Pero lo verdaderamente notable
es su afirmaci6n de que en E-II la profundidad alcanzada por la cerámica se
debi6 a la existencia de un enterramiento moderno, cuya excavación habla
trastocado los niveles, y asi, en el folio 64 del d iario de excavaciones número IV, correspondiente al año 1945, día 10 de Agosto, se lee con referencia a la capa 8,- del Sector E-lIa lo sigu iente: "Es probable que el estrato esté
removido, lo dan a entender el mango de cuchillo (de hierro) de ayer y la
aparición de cerámica a esta profundidad (entre 1'70 _ 1'95 m.) . Aunque
también podría ser que la capa de tierras negras u obscuras, buzando hacia
el exterior, llevase el neolítico".
Este posible buzamiento está en contradicci6n con la manifiesta horizontalidad en la zona contigua de 1943, y la remoci6n de tcxJo el nivel con
Vid. el PI'Ó1oao de Pericot a la obra de Fortea citada en la nota anterior, pta.
(66) Vid. opus cit., DOta 63, pta. 7.
(65)
vln.
[page-n-57]
El MESOL.lTlOO EN VALENCIA
57
cerámica queda suficientemente demostrado con el hallazgo del útil férreo,
y esto en la parte donde la cerámica alcanzaba mayor profund idad, pero
también donde los út iles líticos ofrecían número suficiente como para considerarlos representativos, ya que los 61 de E-I de ninguna manera lo son por
su número y mucho menos por sus t ipos, como veremos.
Después de todo lo eXpuesto es lógico que concluyamos el que, bajo
nuestro punto de vista, la zona elegida por Fortea no fue apropiada, puesto
que propici6 la elaboraci6n de un an6malo cuadro evolutivo a n ivel ergológico y cronológico.
Así, Cocina IV se considera eneolítico por la presencia de 1 triángulo isósceles con retoques en bisel doble de la capa 111 de E-I, asociado a 4 fragmentos de cerámica peinada procedente de las capas 2 y 3 de la misma zona, a
lo que se puede añadir una punta de flecha de talla bifacial y algún cuchillo
de regulares dimensiones.
Para nosotros, dichos materiales más que indicativos de la feohaci6n enealítica de las capas superficiales lo son de su remoci6n, puesto que en base
a la misma argumentaci6n se podría sugerir la pervivencia del complejo
geométrico hasta los primeros siglos anteriores al cambio de Era por la presencia de varios fragmen tos de Campaniense A en la capa 2. Por otra parte,
el doble bisel se encuentra ya en el Mesolítico geométrico anterior al Protoneolítico nuestro y al Neolítico Antiguo, y en este último también, apareciendo
en Or desde los niveles más profundos, aunque no como técnica dominante;
pervive durante el Neolít ico 11 y así llega al Eneolltico; puntas de flecha de
pedúnculo y aletas empiezan a aparecer desde el Neolítico I en Or, salvo
que se consideren revueltos los niveles donde aparecen.
Por todo lo cual no consideramos procedente la divisi6n en dos del Nivel I
de Perico', ya que no hay argumentos de ningún tipo que lo justifiquen,
debiendo considerarse como un todo, tal y como aquél lo estableci6, y en
último extremo, eliminando los útiles an6malos, indicios de la remoci6n de
las capas superficiales, fenómeno normal en todos los yacimientos, considerarlo como prueba de la implantaci6n de las primeras cerámicas sobre una
base mesolltica netamente geométrica, por lo que podrla ser el modelo del
Protoneolítico de Pericot y nuestro, habida cuenta de la confirmaci6n de la
existencia de cerámicas correspondientes al Neolítico, tales como la gradinada
ya publicada y la cardial encontrada en las últimas excavaciones", lo cual
se interpreta por otros investigadores como prueba de la coetaneidad de
este nivel (Cocina rrr de Fortea) con el mundo representado por Sarsa
y Or, aceptando las tradicionales ideas de la escuela valenciana de arqueología, lo cual plantea hoy en día profundos problemas sobre invasi6n, aculturación o convergencia, que frecuentemente les hace incurrir en manifiestas
contradicciones, aunque sobre ello trataremos extensamente a continuación.
(67) La Labor ... vid. opus cit, nota 64.
•
[page-n-58]
IN DIC E
DE LOS PRINCIPALES
GRUPOS TlPOI..OGICOS
COCINA IV
DE
LA CUEVA DE. lA COCINA
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de E·¡ y E-lIa, procedenles de la campaña de 1945.
[page-n-59]
eL MESQLITICO EN VAI.J!loiCU.
59
Por olra parte, la elecci6n de esta zona como representativa a nivel ergológico, especialmente por lo que respecta a la evoluci6n tipológica del material lít ico, tampoco la consideramos acertada, V, por supuesto, de ninguna
manera representat iva; para demostrarlo nos ha bastado consultar los diarios
de la excavación que realizó el S.I.P. bajo la d irección d e Pericot, en los cuales
la precisi6n con que fueron dibujados los materiales V realizado su inventario
provisiona l por E. Plá y J. Alcácer nos permite las indicaciones que siguen,
referidas a lodas las capas de la zona de 1943, dividida en 5 sectores, y las
dos primeras de 1942 a través de la consulta directa al material lítico conservado en el S.I.P. de la Diputación Provincial de Valencia.
El cuadro evolutivo determinado por Fortea (fi9 15) comparado con los
establecidos por nosotros (figs. 16 y 17), presenta las siguientes sim ilitudes
y diferencias:
los raspadores, mal representados en Cocina 1 d esaparecen en Coci na 11,
,
sufriendo un brusco aumento en Cocina 111, para descender a proporción
idéntica que la de Cocina I en Cocina IV. las capas 1 y 2 de 1942 t ienen raspadores en proporción insignif icante, 1 ejemplar en ambas, mientras que en
las 9 capas de 1943 muestran una buena representación en el nivel inferior,
seguido de una gradual disminución hasta alcanzar idéntica proporción que
la de 1942, por lo que ambas muestras se complementan, del mismo modo
que discrepan de la presentada por Fortea, por lo que no tiene ningún sentido afirmar la "recuperación del pulso paleolítico". Sabemos por Or y Sarsa
que durante el Neolít ico I son prácticamente inexistentes los raspadores, que
únicamente vuelven a encontrarse durante el Eneolltico en pequeña proporción, y la mayor parte de las veces como frentes de cuchillos de proporciones
regulares. l os que se encuentran durante el MesoHtico con geométricos son
más b ien microrraspadores, debido a sus pequeñas dimensiones, y su progresiva disminución hasta desaparecer no hace sino acentuar la tendencia comenzada a part ir del Mesolítico 1, caso si mi lar al d e los buriles.
l os buriles, por el contrario, muestran la misma tendencia tanto en la
muestra utilizada por Forlea como en la nuestra, y a partir de una discreta
presencia en la muestra de 1943, y pobre en la de Fortea desaparecen en
ésta y casi desaparecen en aquélla, aunque permaneciendo en número reducid¡simo. En general su número casi siempre suele ser inferior al de los raspadores, y la tendencia idéntica, encaminada a su progresiva disminuci6n para
desaparecer definitivamente a principios del Neolítico 1, y ya nunca volverse
a tallar, por lo que no se encuentra ninguno durante el Neol(t ico y Eneolltico,
de lo que se debe tomar buena nota con el f in de· evitar confusionismos al
interpretar determinadas industrias, como recientemente se ha puesto de
manifiesto, sirviendo de ejemplo la inexacta clasificación como buriles de
ciertos sílex procedentes de la Cava de la Sarsa, que de ninguna manera se
deben considerar como tal.
[page-n-60]
60
1 . APARICIO
CUEVA
DE
LA
COCINA
Excavación 1943. Sectores A-B-C.O-E. Cuadro Cuantitativo
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LA COCINA
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Excavación 1943. Sectores A-B-C-D-E. Cuadro de porcentajes
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Mlel"Oburllu
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TRIANGUWS ............
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TOTAL .........
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43'12 •
473 •
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[page-n-61]
61
EL MBSOUTICO 2N V,o\U!NClA
DE
CUEVA
LA
COCINA
Excavación 1942. Rincón del S.E. Zona A-a..c.O
Cuadro cuantitativo y de porcentajes
-........
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10'71
44'23
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SS
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-
1'17
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-
-
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-
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0'96
0'54
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-
.. ....
78'56
2
El bisel doble no se incluye en la suma por ser fndice téc::nico, se encuentra
sobre un segmento y sobre un trapecio.
fl6, 17
[page-n-62]
62
,. APARI CIO
l os dorsos y bordes rebajados p lantean tanto el problema de que se trata
de una técnica v, en general, los geométricos, inclu idos los trapecios, se
fabrican con ella. como la decisión a tomar en muchas formas intermed ias.
así, por ejemplo, las que describe Fortea como "Iaminita apuntada con espina
central (tipo Cocina) ", próximas a veces a los segmentos o a los dorsos
rebajados rect ilineos. l os segmentos, que se fabrican con esta técnica, obligan a no ut ilizar con excesivo rigor los datos deducidos de fa cuantificación
de estos t ipos. puesto q ue, como tipos técnicos que son se debfan eliminar
o bien ut ilizarlos en otras evaluaciones, contabilizando así todos los t ipos
fabricados con dicha técnica (trapecios, triángulos, segmentos, medias lunas,
etcétera), comprensible si se considera que únicamente incorporándole el
ejemplo que presentamos, el segmento, su porcentaje puede ser superior al
72 % o inferior al 5 % según que se utilicen o no aquéllos. Para nosotros,
pues, su número y porcentaje a efectos comparativos es sumamente relativo,
limitándonos a indicar que las muestras utilizadas por Fortea y por nosotros
son totalmente d iferentes, estando bien representados en la base de la d e
1943, y descendiendo paulatinamente hasta un número práct icamente insignifican te en la de 1942 si unificamos las dos capas, y desapareciendo totalmente
en las tres capas superiores de 1943, caso contrario a lo que se refleja en el
cuadro de Fortea, donde la mayor proporci6n se alcanza con Cocina 111 y IV,
para alcanzar cotas insignificantes en 11 y l. Caso aparte merece su cuantifica,
ci6n desde el Gravet iense hasta el final del Mesolltico 1 en que su presencia
exclusiva bajo la forma de hojas u hoj itas de borde o dorso rebajado, como
parte integrante de armaduras complejas, exige su equiparaci6n con raspadores y buriles, formando así la tríada básica de todo el Paleolltico Super ior
,
y Mesofitico 1 queriendo sust ituir hoy las antiguas clasificaciones industriales
a través de los "f6siles directores" por otras derivadas de los índices obtenidos al establecer comparaciones y cálculos de porcentajes entre los tres.
las 'runcaduras oblicuas retocadas, normalmente en la parte d istal de
hojas regulares rotas por flexi6n, con el lado proxi mal transversal o perpendicular al eje de la pieza, que más bien hay que considerar como trapecios
de base horizontal cuando los lados para lelos no son excesivamente largos,
y que en algunos casos incluso presentan la misma base retocada, sugieren
la posibilidad de que cuando se presentan en el extremo de hojas largas no
se trate sino de una de las fa ses intermed ias del proceso de fabricaci6n de
los trapecios de base horizonta l natural o retocada. Tanto en un caso como
en otro, y dado que en el cuadro de Fortea no f iguran, no podemos establecer comparaciones, únicamente indicar que contabilizamos 8 en las dos primeras capas de 1942, lo que da un % sumamente precar io. y que todos lo
son sobre hojas de poco espesor y reducidas dimensiones, completamente
alejadas de las 'runcaduras y de los gruesos y robustos trapecios de base
recta del EneoHtko 1.
[page-n-63]
EL MBSOLlnCO EN VAt.BNClA
6J
las hojas únicamente las hemos contabilizado en el conjunto de 1943, no
pudiendo compararlas tampoco con las de 1945 por no haberlo reflejado
Fortea en su cuadro. En el nuestro se observa un paulatino aumento desde
la capa basal (9.-) con % superior a la media hasta la mitad del nivel en que
alcanzan una proporción considerable, superior a la de los restantes tipos,
para descender inmediatamente y volver a ascender en las dos primeras capas,
aunque este ascenso sea insignificante por mantenerse muy por debajo de la
media. De ninguna manera aceptamos estas proporciones, que creemos alejadas de la realidad, por cuanto sabemos que su número es considerable en
otros yacimientos similares, tales como Albufera de Anna, Cueva Zorra y
Estany d'Almenara, lo que está de acuerdo con su abundancia durante todo el
Neolítico, por lo que la anomalía la achacamos a la azarosa disposición del
material arqueológico en los sedi mentos, pudiendo y debiendo establecerse
porcentajes y estadlsticas representativas cuando las áreas excavadas sean
lo suf icientemente amplias (por lo menos la mitad del yacimiento) y el número de úti les apropiado de acuerdo con las normas que presiden la confección de estadísticas, sa lvo que las utilicemos como mera referencia y no
como "articulo de fe".
Las hojas de muesca, nombre tradicional que conviene mantener porque
lo consideramos suficientemente extendido y aceptado, aunque al estar constru idas las muescas mediante retoques simples o profundos, frecuentemente
invasores, les cuadrarla mejor el nombre de escotaduras, que se pretendió
reservar para las muescas conseguidas mediante retoques, manten iendo aquél
para las fabricadas mediante una única extracción, las consideramos como
auténticos "fósiles directores" del Mesolítico 111, B y C, ya que únicamente las
hemos encontrado en este momento, jX)r lo que van asociadas indudablemente a trapecios y triángulos con apéndice lateral tipo Cocina. Numerosos
indicios permiten suponer que son la fase previa para la confección de los
geométricos, existiendo otros en contra, derivados de la propia morfología
de algunas hojas, asl como también del tamaño y forma de los geométricos
y de algunos microburiles, sin embargo, muchas de ellas se encuentran en
fases diversas de la fabricación de aquéllos jX)r [o que no ofrecen ninguna
duda, aparte de que otras pueden ser consideradas como útiles en sí, debiendo
quedar establecida claramente la ambivalencia.
la comparación nos permite ver que si en el cuadro de Fortea su número
,
y creciente porcentaje desciende paulatinamente desde Cocina 1 donde su
número es importante, hasta Cocina IV donde es más bien escasa su presencia, con projX)rción idéntica a la de 1942, de ninguna manera ofrece paralelos con la de 1943, donde arrancando de idéntica proporción en la base,
única coincidencia, mantiene un porcentaje nivelado, muy próximo al medio
incluso en las capas altas, donde aunque en los jX)rcentajes hay un ligero
descenso no asi en su número, que aumenta considerablemente debido al
[page-n-64]
.
J . APARICIO
aumento general de todos los tipos que consideramos repre~entat jvos, caso
sim ilar al de los geométricos.
Para nosotros las hojas de muesca única o múltiples, denticuladas en el
segundo caso, constituyen un auténtico stock junto a trapecios. triángulos
con apénd ice lateral y microburi les, debiendo encontrarse aquéllas siempre
que aparezcan trapecios y triángulos t ipo Cocina, y estos últimos más micro-
buriles siempre que haBemos hojas de muesca con t ipología precisa. especialmente las estranguladas por oponerse dos escotaduras.
las hojas de muesca se encuentran, pues, según los hallazgos de 1943,
en gran proporción en todo el depósito. igual q ue los geométricos, presentes
por lo tanto mientras los geométricos se fabrican con la técnica del microburil.
de ah! que no se encuentren a partir del Neolrtico I o Antiguo, cuyos geométricos hemos indicado repetidas veces como no se fabrican con dicha técnica, que debe desaparecer a lo largo del Protoneol!tico, de la misma manera
que deben hacerlo las hojas de muesca.
l os microburites no hay duda que son los desechos de la talla de tos
geométricos que se fabrican con la "técnica del microburil", dicha técnica se
implanta durante el Parpallense, creemos que para la fabricación de las hojas
de escotadura ; se conserva durante el Magdaleniense IV para fabricar los
escalenos (Parpalló y Volcán), y después del "impasse" del Mesolítico I vuelve
a renacer durante el Mesolftico 11, continuando a lo largo del 111 para desaparecer durante o al final del Protoneolítico. Aún cuando no se encuentren,
basta la presencia de ápices o picantes triédricos sobre los geométricos para
testificar su empleo, de ahí que la escasez o ausencia de éstos en las capas
bajas de 1945 no confunde, puesto que Fortea afi rma la presencia del ápice
triédrico.
El número de microburiles es prácticamente insignificante en Cocina 1,
extraordinario en Cocina 11, discreto en Cocina 111 y pobre d e nuevo en
Coci na IV. Comparado con lo de 1942, Cocina IV presenta idéntica proporción
que la capa 1.& aunque habida cuenta que Cocina IV comprende hasta la
capa 3.& del nivel en cuest ión la comparación hay que hacerla con los materiales de las capas 1.& y 2.& que hemos contab ilizado, quedando establecida
así una diferencia abrumadora a favor de la segunda, que presenta una considerable proporci6n de microburiJes. En 1943 las dos capas del fondo no
proporcionaron ni uno solo y es a partir de la 7.& cuando aparecen en insignificante número y proporci6n para ir aumentando constantemente hasta la
capa 1.& en que alcanzan número y proporci6n notables; como vemos evolución totalmente d istinta a la utilizada por Fortea.
Durante todo el Mesotitico 111, especialmente d urante las fases B y C, ya
que de la A tenemos todavía pocos datos, los microburiles deben apare<:er
ya que van unidos a los trapecios y triángu los de apéndice lateral, como
desechos de su talla, no siendo tan seguro la fabricaci6n de segmentos con
[page-n-65]
EL MESOLITlCO BN V.u.BNCU
65
esta técnica, por lo que se deben encontrar desde las capas bajas de Cocina
en el momento en que aparecen los trapecios, e l no hallarlos, como sucede
en las capas 8,A y 9,- de 1943, justo en el momento en que la proporción de
trapecios es considerable puede estar en relación al bajo número de útiles
que se ha llaron en las mismas, debido a la escasa intensidad de habitación
en la cavidad o en la zona en cuestión, lo que no propició la pérdida o abandono de los mismos, Su persistencia queda supeditada a la de la técnica en
cuestión, que se debió mantener durante todo o parte del Protoneolltico, no
e ncontrándose ni uno solo entre la considerable masa de útiles líticos neolíticos procedentes de la Cova de 1'0r, a pesar de que se recogieron restos
silíceos mucho más diminutos que éstos, por lo que hay que descartar su
inadvertencia, así como tampoco se ha observado ningún ápice triédrico en
los frecuentes trapecios del Neolitico Ant iguo, por lo que la conclusión es
obligada : en un momento indeterminado del Protoneolítico, o bien al final
del mismo, los útiles geométricos q ue perviven empiezan a fabricarse con
técnica distinta a la del microburil , la cua l nunca más vuelve a ser empleada,
por lo que es lógica su consecuente desaparición de los conjuntos líticos,
l os geométricos, considerados globalmente, constituyen los porcenta jes
más altos tanto e n el cuadro de Fortea como en los nuestros, debido a que son
los útiles más numerosos, variando la seriación estratigráfica de los mismos,
Así, mientras su número asciende ligeramente e n Cocina II con relación a
Cocina 1, desciende nofablemente en Cocina 111 y IV, según los hallazgos
de 1945, mientras que los porcentajes descienden de I a 11, ascienden en la 111
y descienden a la mitad en IV, En 1942 el número de los hallazgos en ambas
capas f ue considerable, muy superior a todos los contabil izados en 1945,
desde Cocina I a la IV, y solamente en dos de las primeras capas; de ellas,
la dos poseía el mayor número, con sign ificativa diferencia, aunque su porcentaje fuera, notablemente también, muy inferior. En 1943 el número de
geométricos es abrumador con respecto a los utilizados por Fortea, con un
ascenso numérico progresivo, con algunas intermitencias desde la base hasta
la superficie, alcanzando en la capa 1,- su máximo número, que sobrepasa
en más del doble a los hallados en todo E-I; sin embargo, los porcentajes no
siguen este mismo ritmo creciente, sino que sufren variaciones interm itentes
sin guardar un orden aparente, aunque sin diferencias significativas de la
media establecida; su mayor proporción se alcanza en las capas 2,-, 3,- y 9,( úl tima) por dicho orden, mientras que las cotas más bajas en la 5,- y 7,-, la
1,- se mantiene por encima de la media sin ser la primera, a pesar de serlo
en cuanto al número,
la diferencia tan abrumadora que presenta e l número de geométricos
procedentes de los sectores excavados en 1943, en comparaci6n con los del
sector E-I excavado en 1945 y util izados por Fortea, es elocuente ejemplo de
que este sector de ninguna manera se puede considerar representativo de
,
[page-n-66]
..
J. APAR ICIO
la evoluci6n industrial y cultural de Cocina. ni siquiera con carácter sectorial
porque su estratigrafía no es de fiar debido a lo manifestado por Pericot, lo
que viene corroborado por los ejemplos que presentamos, ya que las dos
capas que utilizamos de 1942 vienen a confirmar cuanto decimos sobre los
geométricos de 1943.
los primeros geométricos aparecen en la Reg ión Valenciana, por lo que
sabemos actualmente, durante el Magdalen iense IV, son los escalenos carac·
terlsticos hallados en Parpall6, Volcán y posiblemente Mal1aetes; durante el
Mesalítico J no se encuentran y vuelven a fabricarse a partir del Mesalítico 11,
en forma de triángulos y pequeños segmentos. decreciendo sensiblemente
su número seguramente en el Meso!ítico 111 A. y desde el B enriqueciéndose
e;
con la agregación de trapecios, y triángulos tipo Cocina en el
tipos todos
que deben continuar durante el Protoneolítico hasta un momento indeterminado en que cambia la técnica, abandonándose la de "microburil" usada
hasta entonces y utilizando otra nueva para la fabricación de trapecios y
segmentos, que son los únicos t ipos que subsisten y encontramos durante el
Neolítico I o Antiguo, junto a alguna media luna, aunque escasa.
El análisis pormenorizado de los geométricos da clara constancia de las
anornalras estratigráficas en cuanto a la repartición de los út iles, y de lo
arriesgado que es establecer secuencias con carácter representativo a base de
la excavación de zonas de área reducida en relación con la tota lidad de la
del yacimiento. Diversas circunstancias pueden modificar la intensidad de
hab itación de cualquier cavidad, b ien por reducción numérica de la comunidad humana que la ocupase permanentemente, bien por reducción del período
de habitación en su f recuentación estacional, o por ambas causas a la vez,
en cuyo caso el número de objetos será mucho menor y las posibilidades de
que en un área reducida estén representados todos los t ipos también Jo será;
si a esto añadimos el que las cavidades de gran superficie ofrecen diferencias
topográficas, acusadas en cuanto a la comodidad para la real ización de las
mú ltiples actividades de la vida cotidiana, y que estas diferencias se modifican
necesariamente con el transcurso del tiempo, debido al ca mbio insensible y
progresivo que se produce como consecuencia del constante d epósito de
sedi mentos, así como por las variaciones climáticas y estructurales independ ientes de la acción antrop6gena, lógico es concluir que zonas intensamente
ocupadas durante cierto período de t iempo pudieron dejar de serlo en el
período siguiente y así sucesivamente, lo que unido a lo anterior condiciona
necesaria y absolutamente la disposición de los úti les entre los sedimentos,
aparte d e que los existentes son los extraviados o desechados, lo cual fundamenta nuestra afirmación anterior de la necesidad absoluta de que la muestra proceda de por lo menos algo más de la mitad de la total idad del depósito.
en defecto de su agotamiento y aún, para mayor seguridad, que d istintos
[page-n-67]
EL MESOUTlCO EN VAU!NCIA
61
espacios no contiguos repartidos por toda la cavidad sean preferidos a un
conjunto unitario.
la distinta proporción de los segmentos hallados en las tres zonas comparadas corrobora todo lo dicho. Numéricamente en 1945 hay un ascenso
desde O en Cocina I hasta 8 en Cocina 111, para d escender a la mitad en Cocina IV, lo que se refleja así también en los porcentajes; la falta de segmentos
en Cocina 1 nos parecería ilógica si hiciésemos caso omiso a las razones expuestas, aparte de que por estar próximo al Mesolltico 11, cuando triángulos
y segmentos son los geométricos exclusivos, deberla tener los si entre ambos
no estuviera el Mesolítico 111 A con poquísimos geométricos; mientras que en
Cocina IV, en relación interna Fortea resalta el predominio de los segmentos
y medias lunas sobre los otros t ipos, cuando en realidad se trata de cuatro
ejemplares únicamente sobre tres trapecios y dos triángulos. En 1942 de la
capa primera a la segunda hay un aumento considerable que dobla, e incluso
sobrepasa el 50 "/o, constituyendo ellos solos más del 50"/0 de la totalidad
de la industria, mientras que en 1945 su proporción es poco significativa con
relación al total ; unificadas las dos capas aún se aproxima mucho al 50 "/o y
con relación al conjunto industrial su porcentaje es elevado. Sorprendente y
parad6jicamente en la capa ". de 1943 no se debieron hallar puesto que no
se contabilizó ninguno, las causas únicamente pueden estar en las descritas,
como ya hemos expuesto apoyándonos en esta carencia.
l os segmentos son los primeros útiles que se fabrican como d erivación
de las hojitas de dorso rebajado curvo, cuyas formas intermedias son diflciles
de clasificar; a partir del Mesolítico 11 encontramos los primeros, disminuyen
de número durante el 111 A, Y persisten durante todo el Mesolltico 111 al final
del cual se fabrican también con la técnica del doble bisel, dual idad que persiste hasta el Neolítico 11 cuanto menos.
los trapecios, por el contrario, muestran desde Cocina 1 en donde alcan,
zan una considerable presencia, una drástica disminuci6n hasta alcanzar número y proporción insignificante en Cocina 111, para seguirle una ligerlsima
recuperación impropia de tomar en consideración ; en 1942 su número y proporci6n disminuye también drásticamente de la capa 2" a la V, donde se
hallaron en número y proporción escasa, todo lo contrario a lo que sucede
en la primera capa de 1943 donde son abundantísimos, caso contrario al proceso seguido por los segmentos.
Aparecen los trapecios con el MesoHtico 111, al cual caracterizan. y permanecen a través del Neolítico, momento en que empiezan a fabricarse algunos con técnica del doble bisel, especialmente durante el Neolítico 11, llegando
algunas ....eces a ser el retoque invasor e incluso aparec!endo algunas formas
muy próximas al "tranchet". Durante el Eneolitico I o Inicial permanece,
[page-n-68]
68
J . APARICIO
encontrándose formas de grandes dimensiones y gran robustez, d e eHos
algunos con base recta, y permanecen durante e l EneoUt ico 11 o Medio, para
desaparecer a principios o durante el Eneolítico 111 o Final.
Caracterizan los trapecios al Mesolitico 111, en sus fa ses B y C. dentro de la
corriente general europea y mediterránea que se puede etiquetar como
"tardenoide" para entendernos, aunque sin ir más allá en esta etiquetaci6n,
que únicamente debe servir como tal. Se fabr ican con la técnica d el microburil,
quedando en alguno de ellos el ápice triédrico caraderfstico.
Los triángulos con apéndice acuminado lateral, que creemos conveniente
llamar de "tipo Cocina" según lo expuesto por diversos investigadores,
carac~
terizan al MesoHt ico 111 e, momento en que aparecen por vez primera, y se
deben prolongar en el Protoneolítico, durante cuyo transcurso desaparecen
junto con hojas de muesca y microburiles, fabricándose con la técnica de
estos últimos.
Se originan por la reducción d e la base pequeña de los trapecios, encontrándose todas las formas intermedias de tal manera que, en numerosas ocasiones, es difícil su clasificaci6n, quedando la duda entre considerarlos como
talo b ien incluirlos entre los trapecios.
Actualmente la Regi6n Valenciana y territorios pr6ximos han proporcie>nado la mayor cantidad de hallazgos". seguidos de Portugal -, habiéndose
realizado alguno en el N. de Africa.
e
Teóricamente su número será decreciente a partir del Mesolltico 111
y
as! lo encontramos ref lejado en el cuadro de Fortea ,ya que desde una b uena
representación en Cocina 11 se desciende v iolentamente a un único ejemplar
en Cocina 111 y ninguno en Cocina IV, lo cual encajaría perfectamente con el
modelo propuesto por nosotros, afirmado por el proceso seguido durante 1942
con un brusco descenso desde la capa 2.- a la 1.-, aunque sin llegar a desaparecer como en 1945: sin embargo en 1943 su considerable número y proporción, pr6xima a la de los trapecios, vienen a sumarse a los ejemplos ya
aducidos sobre las irregu laridades estratigráficas en la repart ici6n de los útiles,
y Jos riesgos de su seriaci6n a part ir de muestras reducidas; de todas maneras
(M) Los de la vertiente mediterránea pueden verse en: MARTINEZ PERONA. V._La
Cueva. de las Vacas (Chiva _Valencia) .... Departamento de Historia Anti¡ua. Serie ArqueoIÓlica, numo 6. VARIA 1, págs. 37-84. Valencia, 1979.
(69) ROC HE, 1.: _Balance de un siglo de CJ[cavac.iones en los concheros de Muge •.
Ampurias, XXV III. páll. 13-43. Barcelona, 1966.
ROCHE , J .: .Le gisement m!solithique de Moia do Sebastiao, Muge. Portugal •. l.
An;:heologie. Instituto de Alfa Cultura. lisboa, 1972.
[page-n-69]
EL MBSOLlTICO EN VALENClA
.
en 1943, a pesar de su número en la capa l.·, se advierte un descenso con
respecto a las dos anteriores.
Con los triángulos se produce el mismo fenómeno que hemos expuesto
al anal izar los segmentos, su bajísima proporción en Cocina 1, siendo asimilables los argumentos que hemos desarrollado; en Cocina 11 hay un fuerte
aumento con respecto a Cocina 1, aunque bajisimo proporcional mente en relación al resto, proporción que sube considerablemente en Cocina 111 aunque
el aumento sea de una sola pieza, en Cocina IV vuelve a producirse el descenso, siendo su proporción idéntica a la de 1943 y muy próxima a la de 1942,
produciéndose aqut una de las pocas similitudes entre la muestra de Fortea
y las nuestras.
Las medias lunas son, en realidad, segmentos anchos, en que la anchura
es por lo menos la mitad de la longitud; contabilizadas por Fortea junto con
los segmentos su número es escaso y reducido en las capas superiores, caso
similar al de 1942 con un solo ejemplar en la capa 2.· y ninguno en la capa
lo" d. 1943.
Frecuentemente se confunden segmentos anchos con medias lunas, y las
formas intermedias entre ambos, como sucede con otras parejas de útiles, son
siempre diflciles en su delimitación; pero creemos que las auténticas medias
lunas, muy próximas a la mitad del círculo y con borde curvo regular, aparecen en el transcurso del Neolítico, especialmente del 11, al fina l del cual
parece genera lizarse la técnica del doble bisel en su fabricación.
L ha lladas en la Cocina no prueban nada, tanto pueden pertenecer al
as
MesoHtko como formar grupo con algunos materiales superficiales claramente eneolíl icos.
L técnica del doble bisel, aplicada en la talla de geométricos, está escasaa
mente representada tanto en Cocina IV como en la Capa 1.· de 1942, únicos
lugares en que aparece; salvo en los triángulos tipo Cocina la encontramos
sobre cualesquiera de los otros geométricos. Para nosotros comienza durante
el Mesolh ico 111 C, estando bien representada en la Covacha de Llatas, y se
prolonga durante el Protoneolítico, Neolítico y Eneolítico, creyendo que se
generaliza o impone a partir del Neolítico 11.
Una vez realizado el largo análisis anterior por los motivos que hemos
expuesto al comienzo, se impone una recapitulación de lo dicho, con el fin
de intentar, ba jo nuestro punto de vista, la estructuración ergoJ6gica y cronológica del Mesolitico 111, para el que la Cueva de la Cocina constituye el yacimiento-tipo, por lo que en resumen podríamos decir:
[page-n-70]
70
J. APARICIO
1,-En primer lugar hay que destacar el hecho de que la muestra arqueológica utilizada por Fortea, procedente de los sectores E-I y E-Ila, de ninguna
manera es representativa y válida de todo el depósito, sino que es muy par-
ticular, e incluso existen fundada s dudas, apoyadas en datos f irmes, acerca
de la integridad de las capas en dicho lugar, por lo que la sucesión ergol6gica
d eterminada en el mismo y divulgada puede conducir a un peligroso error.
2,-Partic:u larmenfe los niveles de Cocina, y de acuerdo con las muestras
que hemos utilizado nosotros, podrían quedar estructurados de la manera
siguiente:
NIVEL t .---Corresponde al mismo que determinó Pericot, con contaminación
de la parte superior por materiales seguros de época ibérica, Edad
del Bronce Valenciano y eneolítico¡ los materiales neoliticos
pueden proceder de d icha contaminación o bien ser representativos de la aparición de las primeras cerámicas durante el Proteneolítico, incluso las .peinadas, ya que, aunque se note más su
presencia durante el EneoJítico I o Inicia l, por disminución de la
cantidad y variedad de la decoración características del NeoHtico
I y IJ, durante el primero parece segura su existencia, especialmente por su asociación con cardial en el mismo fragmento según
expone María Dolores Asquerino 7!1.
Debe comenzar a mitad del sexto milenio, siendo Jíticamente
la continuidad del anterior, comenzando con un alto porcentaje
d e geométricos, que disminuyen en su proporción, para desaparecer en alguno de sus momentos los triángulos tipo Cocina,
y abandonarse la técnica del microburil en su fabricación, por
lo que desaparecen estos y las hojas de muesca. Raspadores,
buriles y dorsos rebajados se encuentran en infima o nu la proporción.
Económicamente hay un claro predominio de la fauna salvaje
sobre la domést ica, p udiendo interpretarse los restos de ésta
como los primeros especímenes introducidos durante el Proteneolít ico, o bien acompañar a los elementos contaminantes de
las capas altas, según se desprende d e los estudios que lleva
a cabo el paleontólogo Manuel Pérez Ripo1l7J.
En este ,n ivel quedarían englobados los d eterminados por For(70) ASQUERINO FERNANDEZ, M. D.: _Cova de la Sarsa (Bocaircnte, Valencia). Análisis estadístico y ti pológico de materiales sin es tratigrafía (1971-1974) •. SAGUNTUM.
Papeles del Laboratorio de ArQueologfa, 13, pág. 224. Valencia, 1978.
(71) Vid. Fortea opus cit., nota 64, pág. 70.
[page-n-71]
BL YESOUTlCO EN VALENCIA
71
tea como Cocina 111 y IV al desglosar el I de Pericot, y su momento fina l vendrta a coincidir con los primeros siglos del quinto
mi lenio, antes de quedar constituido el Neolítico I o Antiguo con
las características de la Cova de \'Or.
NIVEL II .-Corresponde al Nivel 11 de Pericot y a Cocina 11 de Fortea.
Viene caracterizado por [a presencia de triángulos con apéndice lateral tipo Cocina [íticamente, y por la presencia de plaquetas con grabados geométricos. Ha d isminuido el número de
útiles tipo paleolítico superior y junto a [os triángulos hay trapecios, segmentos, microburiles, hojas de muesca, hojas, etc.
Cronológicamente ocupa toda la primera mitad del sexto milenio y corresponde a 10 que hemos denominado MesoHtico 1J1 C.
NIVEL III.-Oividido en dos subniveles, el B y el A:
E[ B corresponde a la parte alta del nivel, caracterizado por la
fuerte proporción de algunos útiles de tipo paleoHtico superior
(raspadores, buriles, dorsos y bordes rebajados). estando todos
representados; fuerte proporci6n de geométricos con trapecios
especialmente, segmentos y triángulos, aunque no triángulos tipo
Cocina, también hojas de muesca.
Cronológicamente lo situamos desde finales del primer cuarto
del séptimo mi lenio hasta final del mismo, correspondiéndose con
nuestro mesolltico 111 B, equiparándose al Nivel 111 de Pericot,
parte alta hasta 3'50 m. de profundidad, y a Cocina I de Fortea.
El A comprende los útiles recogidos desde 3'50 m. hasta el
final, es el mismo nivel 111 de Pericof y Cocina I de Fortea, siendo
el e nlace con el momento mesolitico en que la economía básica
recolectora se agudiza, siendo fundamental a este respecto la
dependencia de fauna s malacol6gicas, bien terrestres (Helix) en
las zonas alejadas de [a costa, bien marinas en las pr6ximas, con
macroi ndustria lítica predominante sobre los escasos útiles que
desde el Mesol ít ico 11 se transmiten al 111. lo hemos denominado
Mesolítico 111 A y 1 situamos desde la segunda mitad del octavo
0
mi lenio hasta el final del primer cuarto del séptimo (fig. 18).
la industria lítica de Cocina es, para nosotros, claro ejemplo de la tercera
etapa ergoJ6gica y socio-econ6mica del Mesolítico, de clara raíz y componente
básico tardenolde, si mila r a las restantes industrias coetáneas mediterráneas,
que también tienen como úti l típico el trapecio, y menos pr6ximas a las
[page-n-72]
72
J. APARICIO
,
,
2
FI¡. II.-Materlal UUoo del Nlve1II1, capas 11 • 16, de la Cueva de la CodJIa (1qIln Pericot).
A, a 415. miO I.n.
continentales, especialmente a las francesas. tal y como observ6 agudamente
Fortea.
En este yacimiento está representada la base mesolltica que marca el
in icio d e las industrias trapezoida les, as! como la base ergológica V socioeconómica sobre la cual, a partir de mediados del sexto milenio. se des-
arrollará e l proceso neolít izado r, que cond ucirá al pleno neolítico, momento
en que la cavidad no será ocupada, o lo será con poca intensidad si las cerámicas cardia les hal ladas pertenecen a él y no al Protoneolítico. Con posterio-
ridad ocupaciones esporádicas deian escasos restos desde el Eneo[itico hasta
la Edad del Hierro, que remueven la parte a lta del depósito, mezclando sus
escasos materiales con los descritos, hecho frecuente en la mayor parte de los
yacimientos conocidos, y que nos pueden confundir irreparablemente de no
actuar con extrema circunspección a la hora de analizarlos.
6.-ESTANY GRAN O'ALMENARA (CuteUóo)
El Estany Gran es una laguna situada a 1 km. en linea recta de la linea
actual de costa, con fondo de lodos blancos o grises que alcanzan unos 2 m . de
espesor, situado entre 4 y 10 m· de profundidad en relación con la superficie,
la cual se encuentra entre 8 ó 9 m. s.n. m., por lo cual el fondo de lodos, sobre
[page-n-73]
EL MESOLlT1CO EN V,u.1!.'IIClA
73
el cual se localiZÓ el yacimiento arqueológico, se encuentra aproximadamente
al n ivel del mar .próximo 72.
Mucho más que por el material arqueológico recogido mediante las excavaciones subacuáticas, llevadas a cabo por el mismo equipo del G.I.S.E.D.
que actuó anteriormente en la Albufera de Anna, lo es por su situación junto
al Med iterráneo y a su mismo n ivel, siendo un yacimiento costero, lo cua l
conviene tener en cuenta por ser un dato de suma importancia.
l as estructuraciones cu lturales basadas en distribuciones geográficas
suelen tener el grave inconveniente de su apoyo en datos negat ivos, es decir
en la carencia de yacimientos en determinadas zonas, y como contrapartida
su presencia en otras, lo que es un evidente riesgo por lo prematuro, d ado
lo joven de nuestra ciencia y el desconocimiento de amplisimas partes de
nuestra Región, de ahí que la intensif icación de exploraciones, prospecciones
y excavaciones nos deparen constantemente sorpresas, todo lo cual tiende a
mejorar y ampliar nuestro conocimiento al f acilitarle nuevos y mejores elementos de juicio, mas siempre y cuando exista la suficiente flexibilidad menta l para incor¡:x>rar los nuevos datos y adecuar a ellos las viejas estructuraciones, con el f in de evitar las consiguientes contradicciones que se pr<>9ucen
al aceptar aquéllos y no modificar éstas.
En este sentido el yacimiento del Estany Gran ha venido a ser la sorpresa,
d ebiendo significar el revulsivo que obligara a revisar las viejas teof'ías acerca
d e la dualidad cult ura l durante el Neolítico, y por ende también durante el
Mesolltico, acerca de la existencia de dos comunidades étnica y culturalmente
d iferenciadas, una esentada en zonas próx imas a la costa sin geométricos en
sus industrias IIticas, de componente básicamente "epigravetiense", de la que
el yacimiento tipo sería Mallaetes, y otra asentada en las sierras interiores con
abundantes geométricos como út iles más caracterlst icos entre los líticos, además de poseer cerámicas "cardiales" los primeros y no poseer las los segundos
ya en época cronol6gica mente neolítica; las cuevas d e rOr, Sarsa y otras
v endrían a significar en este caso una tercera alternat iva, caracterizada por
el uso de cerámicas card iales y geométricos en el mismo t iempo y lugar, con
lo cual las comunidades d iferenciadas vendrían a ser tres para algunos investigadores:
(72) GUSl GENER, F .: .El yacimiento lacustre epipaleolJtico del Estany Gran de
Almenara •. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castciloncnse, nUm o 2, págs. 11-13.
Ca5tellÓn. 1975.
ROSSEll.Q VERG ER. V. M.: .. El medio ¡cogr.!.fico-gcol6¡ioo deis E5tanys de Almenara
y su hábi ta t arqucol6l:;ico •. Vid. opus cil. nota anterior, págs. 14-21.
10
[page-n-74]
74
J. APARICIO
1.-Las de raíz "epigravetiense".
2.-Las de rslz "geométrica".
3.-los supuestos "invasores-,
los primeros habitarían la zona costera, los segundos las serranlas, los
terceros 'ambién en zonas serranas aunque sin especificar claramente su
ubicaci6n.
los nuevos hal lazgos costeros e interiores han eliminado los pilares básicos sobre los que se apoyaba esta reconstrucción hipotética, la aparición de
cerámica cardíal en Cocina y en zonas próximas su exclusividad costera o su
aportación sobre base étnica no autóctona; el hallazgo de elementos "epigravetienses", cerámica cardial y geométricos todo junto en Villena cualquier
exclusividad; y sobre todo ello ha venido a incidir el hallazgo del Estany
Gran d'Almenara, suficiente para acabar de desmoronar definitivamente el
artificioso edificio que se pretende apuntalar con nuevas ¡ntelecciones, tales
como "préstamos", "imbricaciones", etc.
El conjunto lítico recogido en el Estany Gran, que hemos representado
en número y porcentajes en el cuadro adjunto a efectos gráficos únicamente,
ya q ue la muestra por la procedencia no puede considerarse representativa,
de manera similar a lo que acontece en la Albufera de Anna, cuyos índices
no ofrecen ninguna similitud con los de Cocina ni con los de llatas, permite
situarlo tras un análisis cualitativo en el Mesolftico 111 e, y si valorásemos los
porcentajes en un momento inicial del mismo, atendiendo al alto índice de
raspador y de borde rebajados, asl como el bajo de triángulos tipo Cocina, lo
cual se podría repetir en la Albufera de Anna, pero no lo consideramos pru·
dente aqul, entre otras razones porque en la Albufera de Anna se encuentra
el nivel que ha proporcionado los útiles en cuest i6n debajo de otro de tierras
negruzcas que es el que contiene las cerámicas, cuya pertenencia al Prolaneolftico o Neolítico I está por demostrar, mas es una evidencia que facilita la
posibilidad de dataci6n relativa para dicho nivel, que en todo caso se situaría
en el Mesolítico 111 C por la presencia de d ichos triángulos, lo cual sirve de
ejemplo para el Estany, aunque en éste si podría situarse al principio de dicho
momento, en fechas redondas alrededor del 6.000 a. de Cristo, final del Boreal
tal y como propuso Fortea n (fig. 19) .
(73) FORTEA PEREZ, J .: _Tipologfa, hábitat y crono1oa:la relativa del Estany Gra.n
de Almenan •. Vid. OPUS cit., nota anterior, pip. 22-33.
[page-n-75]
7S
EL Wl!SQUTICO EN VAUlNCJA
ESTANY GRAN O'ALMENARA. CUADRO CUANTITATIVO y DE PORCENTAJES
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7_ALBUFEIlA DE ANNA
a)
DESCUBRIMIENTO y PRIMEROS TRABAJOS
Con motivo de los primeros traba jos d e limpieza y dragado del barro de
origen orgánico y e6lico, que se había acumulado durante siglos a consecuencia de la sedimentación de los restos de la flora y fauna acuáticas, sumados
a la aportación del v iento, en este embalse artif icial y que habían llegado
casi a col marlo, se comenzaron a exhumar gran cantidad d e restos arqueológicos englobados en el barro y otros que aparecian por d eba jo del mismo,
en una capa formada por gravas y arenas.
Inmediatamente los responsables de los trabajos y las autoridades lo
comunicaron al S. I.P., el cual nos comisionó para que vigilásemos d e cerca
los trabajos y tratásemos de localizar la ubicaci6n exacta del posi ble yacimiento arqueológico, que debía estar situado por debajo de la capa de fango.
Siguiendo ras instrucciones recibidas h icimos repetidas v isitas a la zona;
recabamos información detallada de los ha llazgos e inspeccionamos cuidadosamente el traba jo de obreros y máquinas, al mismo tiempo que guardábamos
todos los objetos que aparecian abundantemente y que con gran cuidado
recogian obreros y directivos. A l mismo tiempo tratamos de formarnos una
[page-n-76]
7'
J. APAIlICIO
idea del origen de la Albufera y del proceso de colmataci6n a través de los
materiales arqueológicos, lo que nos llevó a la elaboración de una teoría que
por el momento nos parece la más aceptable y que resumimos as¡:
1.°-la gran masa de materia les cerámicos, en varios casos vasos completos, son de época medieval y aparecen, invariablemente, entre el barro
negro orgánico. Como piezas de interés hemos de señalar contrapesos de red
de pesca en cerámica y varias monedas, la más ant igua del siglo XIII. El
conj unto de la cerámica y la moneda nos permiten afirmar que el dique
artificial que embalsó el agua pudo ser construido entre los siglos X y XIII,
alcanzando tal profund idad y extensión que permitla la pesca con redes.
2.0 _ Por deba jo de la capa de barro apareda, en la mitad occidental,
una capa de arenas y gravas, especialmente observable en las rocas de la
orilla W., en ella recogimos superficialmente gran cantidad de sílex, entre
los cuales núcleos, microrraspadores, hoj itas de dorso rebajado, buriles, hojitas y lascas, también un fragmento de punta de fl echa de aletas y pedúnculo.
Provisionalmente lo fechamos, hecha exce¡:x:i6n de la punta de flecha que
puede ser Neolitica o Eneolítica, como Mesolítico.
En [a mitad nororiental afloraba, por debajo del fango, un piso de margas,
al parecer estériles y ún icamente una zona aproximadamente oval y cercana
a la actual orilla occidenta l sobresalía del agua, presentándose como una fortísima brecha calcárea que englobaba piedras y que por sus característ icas
generales juzgamos idéntica a la sedimentaci6n del poblado Eneolítico de la
Ereta del Pedregal en la cercana población de Navarrés. En este lugar únicamente encontra mos un sllex atípico y hasta el momento presente no hemos
podido localizar nada más.
El día 27 de abril del año de su limpieza, 1971, visita mos la zona junto
con José Pelejero, Colaborador del S. I.P. de la Diputación de Valencia y periodista del diario "LEVANTE", acompañando ambos a Domingo Fletcher Va lis,
Director de dicho Servicio. con el fin de darle a conocer los pormenores del
yacimiento y las conclusiones de nuestros primeros trabajos. Una vez percatado de las condiciones topográficas e hidrológicas, Domingo Fletcher nos
encomend6 y encareci6 la constante vigilancia d el embalse y de los trabajos,
pues se debía encontrar la ubicaci6n exacta del yacimiento.
la vigitancia de los traba jos y el examen minucioso de las orillas y del
fondo nos hizo recorrerlo con una barca de fondo plano, que habla sido llevada para la limpieza de un montón de barro que creímos hablan olvidado
las máquinas d el dragado. A l quitar el barro aparec i6 por debajo una abom-
[page-n-77]
m.
MESOUTlCO EN VAU!NClA
77
bada costra calcárea que sobresalía de las aguas y que intentaron rebajar a
nivel de los dos me tros de profundidad que indicaba el contrato con la empresa encargada del dragado; la dureza de dicha costra demoró los traba jos
y permitió que al pasar nosotros por las cercanías nos llamase poderosamente
la atención y varásemos la barca en su proximidad, descubriendo un yacimiento arqueológico cuya importancia científica aconseja una descripci6n
detallada (Iám. 11) .
Día 15~EI primer examen nos revel6 que la costra calcárea era una auténtica brecha formada por tierras oscuras que englobaban muchos huesos de
animales, cerámicas hechas a mano y sílex. Por debajo una capa de arenas
y gravas de tono amarillento significaban una discontinuidad estratigráfica
y en ellas solamente aparecía silex.
Inmediatamente recogimos todos los materiales esparcidos por la superficie como consecuencia del intento de rebaje mencionado y con tanta fortuna que encontramos una punta triangular con apéndice lateral del mismo
tipo que las del nivel II de la Cueva de la Cocina (Dos Aguas) y una hoja
con doble escoladura, ambas entre las tierras amarillentas, lo cual nos iba
a permitir su paralelizaci6n cronológica y cultural con el mismo nivel de dicho
yacimiento, mientras que el superior con cerámica podría ser ya Neolítico.
Pero, dado que los trabajos de dragado habían term inado y era inmediata
la construcci6n de la compuerta en el dique de contención (roto para permitir
el rnfIximo vaciado), pues el embalse se destina preferentemente al riego y
es necesario tenerlo dispuesto para tal fin, decidimos, antes de que las aguas
cubrieran totalmente el yacimiento, realizar una prospección de emergencia.
Día 16.-Nos limitamos a cribar las tierras que habían sido esparcidas al
romper la costra calcárea e intentar rebajar el mogote, a tal fin y dado que
las cubría una capa de agua de unos centímetros, chapoteando en dicho
cenagal realizamos los trabajos y a continuación damos una relación detallada de los materia les recogidos:
Silex:
3 trapecios.
2 medias lunas.
1 triángulo.
2 microburiles.
Numerosos núcleos, hojitas y lascas.
Cerámica a mano y con abundante desgrasante silíceo o calcáreo
en la masa.
Numerosos huesos, restos de la alimentación.
Plaqu itas de piedra caliza y arenisca.
[page-n-78]
78
J. APUlICIO
Lo encontrado durante este dfa confirmó las conclusiones que sacamos
el anterior.
Enteradas las autoridades locales de la importancia de los hallazgos y
ante nuestra sugerencia ordenaron la paralización de los trabajos de limpieza
en este sector para evitar el menor daño a la sucesi6n estrat igráfica y a las
posibles estructuras subsistentes en el extraordinario yacimiento arqueol6gico,
buscado en reiteradas ocasiones, puesto que el lugar presentaba óptimas
condiciones para su ubicación. pero sin encontrar nunca el menor indicio, ya
que el barro lo mantenfa oculto.
Estos primeros trabajos nos permitieron deducir que el yacimiento se en·
centraba en inmejorables condiciones de conservaci6n, pues aunque la intensa
humedad a que ha estado sometido durante siglos le haya favorecido poco
y hasta es posible que haya deteriorado alguna pieza, por otra parte lo ha
protegido de las destrucciones inherentes a los trabajos de cultivo o de los
buscadores de tesoros y aficionados sin control.
Una vez descubierto se planteó el problema de su protección y el de su
excavación. lo primero quedaba resuelto con el simple mantenimiento del
agua que lo cubre y para lo segundo se trató de que la compuerta que regula
el agua del embalse se colocase al nivel más bajo posible, con el fin de consegu ir el máximo vaciado y de esa forma tratar de dejar en seco la superficie
de excavación, aunque el sistema que con ayuda del GISED pusimos en prácrica vino a resolver este problema.
Hemos de hacer resa ltar la favorable acogida de cuantas indicaciones de
orden técnico, encaminadas al respeto y salvaguarda del yacimiento y de
sus materiales arqueológicos, formulamos, tanto por parte de las autoridades
locales, como por los miembros de la Comisión Pro-dragado, quienes recogieron numerosos restos cerámicos, vasos completos incluso y que entregaron al Servicio de Investigación Prehistórica.
b)
lOS YACIMIENTOS ARQUEOlOGICOS
la Albufera de Anna es un pequeño embalse situado a 1 Km., aproximadamente, al S-W de Anna, villa que d ista unos 70 Km. de Valencia (fig. 20).
Desde hace mucho tiempo, y como ya hemos relatado, buscábamos yacimientos arqueológicos en sus alrededores, confiando en la instalación de
nuestros antepasados prehistóricos en sus orillas, aprovechando tan favorable situación, sin que pudiéramos localizarlos, lo cual nos produda gran
[page-n-79]
EL IOISOLITICO EN VAUlNCIA
79
i
ALBUFERA de
ANNA
Esco.lo. 11 12.500
FI¡. 2G.-Plano de .. AIbufen de A.nrw.
[page-n-80]
80
J. APARICIO
extrañeza. El año 1971 las circunstancias descritas nos permitieron conocer su
ubicaci6n, as! como las causas de su, hasta entonces, extraña ausencia.
En el siglo actual y hasta los años cincuenta la A lbufera de Anna apareda
como una zona pantanosa, cubierta de juncos y carrizos, entre los que se
abrían amplios "ojales" por donde surgían las aguas de un extenso y caudaloso manantial. Resulta evidente suponer que el topónimo se le aplica por
similitud con la A lbufera de Valencia, sin que tenga nada que ver con este
tipo de accidentes geográficos.
Durante los años cincuenta y con fines turísticos comenz6 su limpieza,
extrayéndose gran cantidad de barro, lo cual permitió disponer de una extensa superficie de agua, aunque con poco fondo, si bien permitía la navegación.
En 1971 se acometió el dragado total con moderna maquinaria excavadora, extrayéndose ingentes cantidades de barro y llegando hasta la base
original del embalse. Por encargo del S. I.P. de la Diputación vigilamos los
trabajos, lo cual nos llevó al descubri miento de sus yacimientos arqueológicos, tal como hemos descrito.
los días 15 y 16 de mayo, real izamos los traba jos que nos permitieron
recoger los primeros materiales arqueológicos, por lo que en vista d e fa
cantidad y ca lidad de lo hallado, el Director del S. I.P., Domingo Fletcher
Valls, solicitó y obtuvo el oportuno permiso de la Comisaria General de
Excavaciones Arqueológicas para realizar la urgente prospecci6n del yacimiento, lo que se pudo realizar el 23 de junio del mismo año. Se cribaron
tierras en el lugar mencionado anteriormente y en la orilla, en una superficie
rocosa muy meteorizada y en cuyos agujeros, llenos de arenas y entre ellas,
se recogieron los materia les arqueológicos. Estos hallazgos dan idea de la
existencia de dos yacimientos diferentes, el del interior de la Albufera y el
de la orilla, cuyas característ icas detallaremos posteriormente.
la existencia del yacimiento arqueológico en el interior del embalse,
anteriormente cubierto de barro y hoy de agua, junto con otras observaciones efectuadas durante los trabajos de limpieza, nos permiten suponer que la
A lbufera de Anna es un embalse artificial, cuyo dique se debió construir
entre los siglos X y XIII y que se fue colmando posteriormente por las sedimentaciones de la flora y fauna acuát ica fundamentalmente y la posible
aportaci6n eólica. Entre esta sedimentaci6n se han recogido diversas monedas
y objetos cerámicos medievales, siendo de mucho interés el hallazgo de
contrapesos de redes de pesca, similares a los utilizados en la A lbufera de
Valencia actualmente, lo cual nos habla de la práctica de esta actividad en el
embalse y nos sugiere ideas sobre su profundidad antes d e su colmatación.
[page-n-81]
EL MESOLlTlCO I!N VAl.l!NCIA
81
yaclJnleDlos
Dos son los yaci mientos arqueológicos que existen en la A lbufera de
Anna, como ya hemos señalado, uno en el interior y otro en la orilla del
Loa
N_WJf.
El yadmitnto lid Inlertor
Se encuentra situado en medio del extremo S-W del embalse y superfialmente sobresa lía unos 0'50 m. como máxi mo del nivel inferior alcanzado
por las aguas al abrir la compuerta de cierre. l a capa superficial se presenta
como una autént ica brecha calcárea y los breves traba jos realizados nos han
permitido distinguir dos capas de coloraciones diferentes. Una de tierras oscuras, que es la parte que sobresalía del agua, y otra de arenas amarillentas
total mente sumergida.
En cuanto al contenido arqueol6gko de ambas, 10 único que podemos
señalar, con carácter provisional. es que la cerámica provenia de la primera.
ALBUFERA DE ANNA. CUADRO CUANTITATIVO y DE PORCENTAJES
TI P O S
Raspado""
Burilu
Bon:Iel y dol"lOS
B oj.. de mueKa
MJcrobw1Je.
N..
~
6
Codna
5
6
35'71
42'85
2
I
........,M
•
7'14
2272
I
N..
-2
TI P O S
,...
CeomttrlCOl
,.•
370
14,81
51'85
TOTAL
21
""
TnpedOt:
Triángulos
"po
TrUngulos
,.
TOTAL
FlJ. ZI
N úcleos ..... .
Hojas y hojitas ' ....... .
Hojas cresta .........•.. , ..
l ascas y lasquitas , .......... .
Piezas dudosas ... ... ........... .
,..,.
""
7
60
3
244
6
320
(74) APARICIO PEREZ, J.: .Los yacimientos prehist6ricos de la Albufen de Anna
(Valencia) •. Actas del XIU Congreso Nacional de Arqueolo¡ia. Huelva, 1973, liáiS. 191·198.
Zaraloza, 1975.
11
[page-n-82]
J . APARICIO
Los materiales arqueológicos recog idos son los siguientes (fig. 21, 22 y 23
Y lám. 111 B) ,
Silex.-Véase el cuadro de la página anterior.
Cerámica.- Fragmentos cerámicos hechos a mano y con mucho desgra·
sante silíceo o calcáreo en la masa. No se aprecian deta lles decorativos en la
superficie, debido a su estado de conservación, salvo un fragmento que pre·
senta una banda en rel ieve con pequeñas oquedades espaciadas regularmente.
Piedra.-Algunas losetas de arenisca de grano fino, en las cuales no
se han observado incisiones o pinturas.
Otros objetos.-Numerosos restos de ocre rojo. Fragmentos diminu tos de
conchas mari nas.
Huesos.-Algunos restos óseos, que han sido estudiados por el Dr. Hans
Peter Uerpmann (Alemania), quien ha hecho la siguiente clasificación provisional :
80s taurus.
Cervus elaphus.
Sus scrofa.
Capreolus capreolus o Cervus dama.
Capra hircus u Ovis aries.
El yadJulento de la orWa
Se encuentra situado en la parte central de la orilla N·W y también se
encuentra sumergido. lo que resta de este posible yacimiento se halla en el
interior de las oquedades de una amplia roca plana muy meteorizada. Estas
oquedades están rellenas de arena y e ntre ella se encuentran los materiales
arqueológicos, reducidos exclusivamente a silex, que a diferencia del silex
anterior, que suele presentar una pátina amarillenta, el encontrado aqul pre·
senta pátina lechosa un iforme e interiormente tacto harinoso propio del silex
deshidratado por exposición a la intemperie.
Dado que por toda la superficie de la losa se recogen silex, as! como en
las orillas al acumular resíduos extraídos del interior del embalse, nos limi·
tamos a considerar aqui los encontrados en dos de las oquedades que queda·
ron al descubierto al quitar la capa fangosa cubriente. l os silex encontrados
se reducen a (fig. 22, A y Bl :
[page-n-83]
BL MBSQLITI OO EN VALENCIA
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A
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FJa.
ZZ.-UtUel micos de la Albufera de Anna: A y B, yadmlento de la orilla'
e • P, yadmJenlo cid loterlol'.
•
[page-n-84]
84
1. APARICrO
2 microrraspadores.
1 hojita de dorso rebajado con truncadura distal.
1 fragmento de dorso rebajado.
1 lasca denticulada.
Numerosas hojas y lascas.
el
EXPERIMENTAClON DEL NUEVO SISTEMA, RESULTADOS
la existencia del interesantísimo yacimiento arqueológico en el inferior
del embalse aconsejaban su inmediata excavación, aunque las dificultades
que imponía su ubicación se consideraban insalvables por e l momento; sin
embargo, la colaboración ofrecida por el G.I.S.E.D. (Grupo de Investigaciones
Subacuát icas de Educación y Descanso) fue acogida con interés por el Ser·
vicio de Investigación Prehistórica de nuestra Diputación y durante los días
13 al 16 del mes de junio de 1974 se efectuaron las excavaciones costeadas
por ambos centros.
Bajo la dirección nuestra y de D. Rafael Graullera, con la colaboración
especial del Dr. D. Fernando latorre, profesor del Departamento de Historia
Antigua de la Facultad de G. e Historia de la Universidad de Va lencia, se
realizaron los trabajos en fa se experimental, cuya f inalidad exclusiva fue la
de comprobar la efectividad de una posible excavación del yacimiento con
estos nuevos sistemas, aplicando las técnicas científicas utilizadas en tierra
a las particularidades del mismo e introduciendo las modificaciones pert inen.
tes; al propio tiempo que se combrobaba el sistema de coordinación entrf>
los equipos exteriores y los subacuáticos.
la experiencia constituyó un rotundo éxito, que aconseja la futura excava·
ción del yacimiento con este sistema, lo cual será posi b le realizar en cuanto
las circunstancias lo permitan.
Del G·I.S.E.O. hay que destacar el excelente funcionamiento de su equ ipo
de trabajo y la eficaz coordinación entre todos los miembros del mismo, cuya
relación se da en el informe técnico particular.
Arqueológicamente se ha planteado la excavación como si ésta se rea lizase
en tierra firme y a tal fin se ha situado sobre el mismo yacimiento arqueoló·
gico, y completamente sumergido en las aguas, un cuadro metálico de 5 m.
de longitud por 3 m. de anchura, dividido en cuadrículas de 1 m. de lado,
lo cual da un total de 15 cuadrículas numeradas del 1 al 15, correspondientes
[page-n-85]
El.. MBSOUTlOO EN' VALENCIA.
85
a una superficie total de excavación de 15 m. cuadrados. Dicho cuadro metálico fue colocado horizontalmente con el fin de que sirviese de plano cero
para las medidas de profund idad, estableciéndose su orientación con arreglo
al Norte magnético y su exacta ¡x>Sición mediante una triangu lación con
referencia a un punto fijo y permanente de la orilla.
Con la manga de succión fue extraída una primera capa superficial de
todas las cuadrículas y pasada minuciosamente por los tamices, seguidamente
se insistió en determinadas cuadrículas con el fin de obtener una secuencia
estratigráfica que nos informase sobre la evolución cultural y cronol6gica del
yacimiento.
Fotografiada la superficie de excavación se tomaron 77 medidas de profundidad con arreglo al plano cero (O), correspondientes a 11 perfiles establecidos transversalmente en las intersecciones de las cuadrículas y en sus partes med ias, desde a-b hasta s-t, medidas que se repitieron al extraer el barro
coloidal superficia l, sin que se apreciasen diferencias.
Inmediatamente procedimos al levantamiento de la capa 1.- (C-1) en las
cuadrículas 3, 6, 9, 12, 11, 8 y 5, con este mismo orden, hecho lo cual se
tomaron las correspondientes medidas de profundidad.
Seguidamente levantamos la C-2, aunque únicamente en las cuadriculas
6 y 9, ya que la premura del tiempo así nos lo aconsejó con el fin de profund izar con mayor rapidez y poder obtener algún dato estratigrllfico, lo
que, por entonces, no se pudo conseguir. los materiales y datos obtenidos
son los siguientes (fig. 23) :
c- ,
Cuadricula J, el.-Tierra (barro) y piedras ne¡ruzcas, solamente algunas, aunque escasas, de coloraciÓ amarillenta. Sílex de variados colores, blancuzcos, nc¡ros y con pátina
n
amat'JIJenta, en total 17, entre los cuales 1 hojita con lruncalUra dlslal y 1 posible frasmento de media luna. Escasísimos restos de fauna mastoJÓgiea. Manualmente se eJltrajo:
1 cuarcila, I pctlazo de ocre rojo y 1 hueso.
Cua. 6, el.-Tierra y piedras negruzcas. Silex: 17, entre los cuales I posible microburil
y I núcleo pequeño. Varias esquirlas óseas. Manualmente se recogió: 2 silex y I loseta de
tl l"Ulisca.
Cua. 9, C-1.-TieITa y piedras negruzcas. SíleJI: 74. Varios fragmentos ceBmlCOS y pequeñas esquirlas óseas. 1 pedazo de concha marina y otro de ocre rojo.
Cua. 12, C-l.-Tierras amarillentas. Solamente proporcionÓ 24 lasqultas de silex, escasas
esquirlas de hueso y I fragmento de ocre rojo.
Cua. 11 , C-I..-Tierra similar a la anlerior. Se recogen 11 s¡¡eJ;, 11 esquirlas óseas y
1 Ira¡;llIento de ocre rojo.
Cua. 11, C·1.-Tien-a y piedras nevmcas. Silex: 59 lasquitas. Varios fra¡mcntos ceri·
mic.os. ResIQS óseos y varios pedazos de ocre rojo.
[page-n-86]
86
J . APARICIO
Cua. S, el.-Tierras )' piedras negruzcas. Silex: 1 núcleo, 1 hojita)' 1 borde rebajado o
sqmento, 9 lasquitas.
c-'
Cuadricula 6, C-2.-Muchas piedras de lamat\O$ variados y entre ellas barro negruzco.
No se excavó toda la superficie, sino parte de ella. Materiales: 129 lascas, algunas diminulas, 13 hojitas-cuchillo, 1 trapecio, 2 microlTllSpadores atfpicos, I lasca retocada , I las-
Quita con !ruDcadura distal. 3 rragmenl05 cerámicos. I IPl'D trozo de ocre rojo y otros
menon:.s. Muchas esquirlas óseas.
e ua. 9, C2.-Tierra ncgrw:ca o amarillenta se¡ún zonas. Debajo de una capa de conglomerado durísimo aparcc::e otro de barro grisáceo. Silex: 6 gruesas Jase:!s, 42 lascas y
¡asqUllas, 14 hojas y hoj itas (1 con truncatura distal oblic ua y m uesca lateral), 1 posible
I'tlcroburil. Esquirlitas de hueso y 1 gran molar de ovicrápido.
El silex tiene pá tina amarillenta o verdosa, aunque también lo haya ¡ris, negnw::o o
rosado.
EltrlltJcraf1a
Desgraciadamente el escaso t iempo empleado en estos primeros trabajos
experimentales no nos permitieron la obtenci6n de datos estratigráficos amp lios, mientras que otros traba jos de mayor urgencia nos han imposibilitado
la prosecuci6n de aquéllos, de ahí que nos encontremos en la misma situaci6n.
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[page-n-87]
EL W!SOLITIOO EN V.o\U!NClA
87
Sin embargo, a titulo de hipótesis parece entreverse que los sedimentos
superficiales arcil losos negruzcos son los que contienen las cerámicas, mientras que los arenosos amarillentos carecen de el las, lo cual deberá ser comprobado en el f uturo.
d)
CONCLUSIONES
Resulta evidente, fXlr lo expuesto, que en la Albufera de Anna existen
dos yacimientos, el de la ori lla y el del inferior. El primero corresponde al
Mesolltico I y los niveles excavados del segundo al Mesolltico III-C yal Neolít ico, respectiva mente, pudiendo suponer, fXlr la inmediata superposición,
que el nivel superficia l cerámico perteneciera al Protoneolítico.
Sobre ambos hablaremos posteriormente, por lo que no creemos oportuno
extendernos aqu! sobre ello, sin embargo, sí creemos conveniente insistir en
que la base industrial y socioecon6mica sobre la cual se iniciara y desarrollara el proceso neolitizador es única y exclusivamente la propia del Mesolítico 111, proceso que conducirá a la fase álgida y concreta del Neolltico
Ant iguo.
Con ello reafirmamos nuestros esquemas' cronol6gico
entre los pueblos y las culturas del interior, con geométricos en su componente lítico, y las costeras, sin ellos, concebida por los arque6logos valencianas en épocas en que los datos d ispon ib les la hadan factible y d igna de
consideración, pero, que hoy, a la luz de los nuevos descubrimientos, especialmente el efectuado en las l agunas de Almenara, la invalidan totalmente.
Para nosotros la A lbufera de Anna se comenzó a habitar entre el 12.000
y el 9.000/8.500 a. de C. (Mesolítico 1) ; pudo continuar la habitación durante
el Mesolftico 11, que se puede encontrar en la base del yacimiento del interior;
se continúa durante el Mesolltico 111 C y hacia el 5.500 se inicia el proceso
neolit izador, avanzado el cual se abandona el yacimiento.
[page-n-88]
88
el
R.
GRAULLBRA
ESTU DIO TECNICO DE LAS EXCAVACIONES SUBACUATICAS
l.-INMERSIONES PREVIAS
la sección Arqueológica del Gru¡:x> de Investigaciones Subacuáticas de
Educación y Descanso de Valencia, con muchos años de brillantes éxitos, se
puso, al principio de 1974 en contacto con el Museo de Prehistoria de la
Diputación Provincial de Valencia, dirigido ¡:x>r D. Domingo Fletcher, para
ofrecerse a colaborar con el S. I.P, en cuantas exploraciones y excavaciones
submarinas resultara imprescindible la participación de escafandristas autónomos.
Informados por D. José Aparicio, profesor de la Facultad de Filosofía y
letras, Departamento de Historia Antigua, y técnico del referido Servicio, de
la existencia de un importante yacimiento en aguas d e la Albufera de Anna,
se acordó participar si después del estudio prev io se decidía la conven iencia
de util izar el nuevo sistema.
El día 24 de Febrero de 1974, cinco miembros del G. I.S.E.D. se sumergieron por vez primera en las aguas tranquilas de la Albufera. Siguiendo
las indicaciones de D. José Aparicio se localizó el campo arqueológico, tomándose varias muestras. Se comprobó la transparencia del lago, si bien su fondo
estaba cubierto por una fina capa de barro, que una vez alterada tardaba
mucho tiempo en depositarse, enturbiando la visibilidad y dificultando la
orientación.
Intervinieron los escafandristas: Joaquín Francés, Javier Dobón, Manuel
lacruz, Tomás Giménez, Rafael Graultera y Rafael Pastor.
la totalidad de la laguna estaba salpicada de zonas claras donde los
"ullals" manaban agua limpia sobre un lecho de arena gruesa y blanca. Se
vieron ejemplares de barbos y pequeñas caracolas marrones; algas fi liformes
y demás plantas acuáticas. La profundidad media oscilaba entre 2 y 3 metros.
En el mes de abril se efectuó una segunda inmersión. Interviniendo esta
vez Joaquín Dominguis, Tomás Giménez y Rafael Graullera. Se tomaron medidas del campo arqueológico, resultando ser un montículo duro y destacado
de cinco metros de ancho por ocho de largo, orientado de Oeste a Este, en
este lado una grada de 40 cm. bajo 1.20 mts. de agua (Verfig. n.O 24).
2.-ESTUDIO TEORICO DEL TRABAJO Y EQUIPO TECNICO
Cuando un yacimiento arqueológico subacuático se halla agrupado en
una extensión reducida el método más práctico de excavación consiste en
[page-n-89]
EL MESOLITIOO EH VAUNCIA. BSTtnllO T1ICNlOO
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C ....d ..!c.u.,
A,:. Z4..-Elr::cavaclonu IUbIocul.tlcaa m .. Albufera de Alma, con .. pl.MlftdId6a
supufldal "1 el .ufana _p&e.do.
12
[page-n-90]
R.
GRAULLBaA
situar una cuadrícula en un sector del campo, dejando el resto como testigo
para que pueda ser empleado por otros investigadores en otras campañas
semejantes. Asf, pues, a pesar de que el campo tenia una extensi6n de 40
metros cuadrados, solamente se trabajó en 15, proyectándose una cuadriculación de tres por cinco, tomando el ancho del yacimiento por la parte
oeste, opuesta al escalón.
Intervinieron los miembros del G.I.S.E.D. siguientes: Ignacio Cuartero,
Raquel Dominguis, Germán Donderis, José lbars, Joaqufn Francés, Manuel
l acruz, Tomás Giménez, Vicente Ortiz, Juan Serra y José M. Tormo (del
CIAS) ¡ ectuó como coordinador de superficie Joaquln Dominguis y de inmersi6n Rafael Graullera¡ la fotografía submarina estuvo a cargo de Rafael Pastor.
los elementos esenciales de la excavaci6n fueron: la manga de succión
y la cuadriculación. Como material accesorio se precisaron 30 varillas de
hierro forjado para fijar las tuberías, los tamices y determinar la dureza del
suelo. Asr mismo cuerdas, boyas, tamices, placas de metacrilato numeradas y
material fotográfico (fig.24).
Se utilizaron treinta equipos de aire comprimido a 150 atm6sferas, que
fueron proporcionados por el G.I.5.E.D. Individualmente los buceadores utilizaron sus equipos personales, traje de neopreno, lentes, cinturón de lastre
y aletas.
Una balsa flotante fue utilizada como base para las tuberfas y mangueras
de la succionadora y varias embarcaciones de fondo plano fueron prestadas
por el Ayuntamiento de Anna.
J.-LA MANGA DE SUCCION
Una aplicación práctica del efecto Venturi es la Manga de Succi6n. Donde
se produce una aspiración como reacci6n de un cambio de presión ocasionado
dentro de una tuberfa donde se inyecta aire o agua a diferente presión y en
dirección contraria.
Consta principalmente de dos partes: la tuberla de aspiraci6n y la de
inyecc ión. las relaciones entre ellas están determinadas por los caudales
de aire inyectado, siendo los valores prácticos siguientes:
0 Inye«ión
12 mm.
12 mm.
20 mm.
30 mm.
50 mm.
50 mm.
o
Aspi ración Caudal: M-aire x mino Volumen : litros x mino
0'28 a 0'84 m.
50 mm.
90. 2271./min.
75 mm.
0'28 a 1'12 m.
182a 362I./m;n.
0'81
100 mm.
3'11 m,
540 a 1.080 L/min . •
1'40 a 5'60 m.
900 a 1.800 I./min.
150 mm.
4'20 a 12
m.
3.000 a 4.000 I./min.
250 mm.
5'60 a 15'6 m.
300 mm.
4.000 a 4.600 I./ min.
•
[page-n-91]
El. M6S0UTlCO EN VAlENCIA. BSTtfl)lO TECNlCO
91
El caso de la empleada en esta prospección de la Albufera de Anna, fue
la tercera.
la inyección se rea lizó por una tubería de 2" a una boquilla de 100 mm.
la manguera de 30 metros de largo estaba alimentada por un compresor de
50 C. V. d el tipo semejante a los utilizados en Obras Públicas (ver fi gura 24) .
la boquilla, provista d e llave reguladora, era del t ipo denominado Asadur
fabricado por A iscondel, d e Polidoruro de vinilo rfgido, así mismo los dos
metros siguientes, el roda y los cuatro metros f inales con su codo último.
Entre estas partes rlgldas se empalmó una manguera de lino plegable semejante a las util izadas por los bomberos, pero de 100 mm. de diámetro.
Dicha manguera f ue sujeta a una serie de flotadores que la mantenían
horizontalmente hasta los tamices insta lados en la orilla, junto al campamento.
El aire de presión conducido por tuberías de adecuada longit ud partía d el
compresor hasta la balsa, donde una llave en "T" hada la d istribución a la
boquilla o a una p istola de aire que también llegó a utilizarse como lanza para
remover el fondo apelmazado y duro.
Además de este tipo de Manga de Succión, existe otro alimentado por
agua a presión, y que se prefirió no emplear en esta ocasión.
4.-lA CUADRICUlA
las d imensiones tota les de la cuadrícula fueron tres por cinco metros. los
lados se montaron de perfil ranurado, señalado cada metro, de donde partía
una cuerda de nylon para hacer las 15 d ivisiones (fig. 24).
Se numeraron los cuadros según el orden representado en la figura. Para
ello se colocaron unas placas de metacrilato blanco numeradas y lastradas
convenientemente.
l a ut ilización de cuerdas fue muy conveniente a la hora de hacer los
barridos y rastri llados, puesto que los cantos de los perfiles rigidos habrran
imped ido excavar bajo ellos.
Por otro lado, la f orma de montículo del yacimiento requeria una mejor
adaptación del emparrillado y las cuerdas f acilitaron el acoplamiento exacto.
Dada las proporciones de la cuadrícu la, esta se montó fuera del agua,
colocándole cuatro p ies de 2'50 mIs. del mismo perfil, estos pies sólo f ueron
[page-n-92]
92
11..
GRAULLBR.l
fijados provisionalmente, para poder ser desprendidos del cuadro una vez
clavados en el fondo y nivelada la cuadrícula horizontalmente.
Para su traslado a su emplazamiento definitivo se colocaron cuatro flotadores que permitieron desplazarla sobre las aguas y que después poco a poco
f ueron sumergidos hasta posarse la cuadrícula sobre el campo arqueológico.
Con la ayuda de una maza se clavaron los cuatro pies hasta algo más de
un metro, según la consistencia del suelo.
Se quitaron los fornillos y se nivel6 el cuadro con un "nivel" de burbuja
de los utilizados en albañilería, luego se fijo definitivamente el conjunto y
se colocaron los números de cada metro cuadrado, según hemos indicado.
Con una cinta métrica se situó la distancia de la zona, de un punto en la
orilla oeste, resultando estar a 21 mts.
Tal como estaba el yacimiento antes de pasar la manga de succión se le
asignó el nivel 00, en esa forma se tomaron las primeras fotos submarinas.
S.-EL CAMPAMENTO
El dla 12 de Junio de 1974 se intalaron en la Albufera de Anna los equ ipos de aire comprimido, las tiendas de campaña, la manga de succión y el
compresor.
Se situó el campamento en la orilla oeste de la laguna, acotando la parte
ocupada con cuerdas y señales para dar mas movilidad al equipo de trabajo.
También se acotó una parte de la superficie de la Albufera correspondiente
a la vertical del yacimiento y el acceso desde la orilla con el fin de q ue
involuntariamente fuera invadida por alguna barca de alquiler o nadadores
curiosos durante los días siguientes (Lám. 111, A).
6,-1..J\ FOTOGRAFIA SUBMARINA
El reportaje fotográfico fue encomendado al buceador experimentado
Rafael Pastor,
Previamente a las inmersiones de los equipos se h icieron tomas del campo
arqueológico.
lamentablemente el estado de las aguas impid ió hacer fotografías que
dieran una idea de claridad.
[page-n-93]
EL MESOUTlCO EN VAU!NCLl. ESTUDIO TBCN ICO
93
5610 en las primeras, antes de intervenir la succionadora en el nivel 00, se
lograron fotografías que también carecen de valor por estar el campo cub ierto
de barro.
l os intentos de hacer buenas tomas resu ltaron fallidos, el fino barro
nunca terminaba por depositarse y cuando lo hacía cubrla los detalles que
podían darle valor a las fotos.
No obstante se hizo un reportaje exterior por los cámaras de NODO y .;!I
mismo Rafael Pastor.
7,-TRABAJOS REALIZADOS
Dado que era una excavación arqueol6gica submarina experimental se
estudi6 y proyect6, se prepararon los utensilios necesarios, se dieron misiones
determinadas a los buceadores y a medida que se fueron planteando los prob lemas se modificaron los esquemas para adecuarlos a las situaciones reales.
As! sucedió con la fotograf ía subacuática; la escasa transparencia del agua,
una vez removido el fondo no dejó obtener foto alguna.
Se hicieron no obstante las fo tos que perm itieron construir el mosaico
del nivel 00, sin limpiar la zona.
Un equipo tomó los niveles iniciales, utilizando una regla móvil que se
desplazaba paralelamente al lado menor. Cada medio metro se anotaron los
valores indicados por una varilla vertical.
Tras la actuaci6n por vez primera de la succionadora se comprobaron que
los niveles del "O" eran prácticamente iguales a los del "00".
Comenzó la excavación en las cuadrículas 3, 6, 9, y 12. Resultó ser más
abundante el sflex en la cuadricu la núm. 9. En el 12 surg i6 un cambio d e
coloración de negra a amarilla.
Todos estos trabajos se rea lizaron los dlas 13 y 14 de Junio; el sábado 15,
ya comprobada la forma de presentarse los ha llazgos del yaci miento, se insistió en la cuadricu la núm. 6.
El último día de la presente campaña apareció, en una cata efectuada en
el cuadro 9, un punto amari llo y una nueva capa de barro negro. Se hicieron
f otos detalladas de fa cata.
[page-n-94]
.
R.
ORAl/LLERA
Ante el escaso tiemp;l disponible se acordó interrumpir la excavación dejando la cuadrícula en el fondo para una nueva campaña. No sin antes hacer
una lectura final de los niveles alcanzados.
las gruesas piedras que no pudo recoger la succionadora fueron extraídas
a mano con la indicación del cuadro y nivel a que correspondian.
8.-PROBLEMAS PRACTICOS
Además del imponderable ya anotado de la fotografia subacuática, hemos
de destacar otros problemas surgidos por las caracferis,icas especificas de
este yacimiento.
Una succionadora alimentada por aire a presión crea una fuerza ascen~
dente igual a la de absorción que hace salir del agua a todo el conjunto de
mangueras, fuberla s e incluso al buceador poco lastrado. Se solucionó este
inconveniente sujetando varios cinturones de plomo en la boquilla d e la
tuberfa y ajustando una llave en la salida del aire a presión. De esa forma
se logr6 compensar hidrostáticamente la parte rígida de la succionadora
mientras el aire era inyectado dentro de ella.
La parte flexible de la manguera se ató cada cinco metros a un f lotador
para mantenerla horizontal y a flor del agua, evitando las curvas que en un
principio restaban eficacia al sistema aspirante.
la manguera de estas características necesita para ser mAs eficaz una
profundidad mayor de la que se trabajó, puesto que actúa por dilatación del
aire inyectado y dos metros escasos de profundidad no crean una diferencia
tan visible como si se trabajara a 10 metros en donde el volumen del aire
está duplicado. Por ello sólo se succionaron las pequeñas p iezas de silex y se
sacaron las restantes manualmente. la aspiración f ue algo irregular y con
intermitencias fuertes sacudidas y periodos de torbellinos dinámicos interiores donde se mezclaban el aire, el agua y los silex.
Al comenzar de nuevo las operaciones en la primera inmersión de la
mañana, el campo estaba totalmente cubierto por una capa de barro gris,
el mismo que se había quedado en suspensión el dfa anterior.
Cuando el calor y la luz eran abundantes, se formaban sobre el fondo unas
algas fil iformes verdes parecidas al algodón.
El mismo yacimiento estaba compuesto por p iedras de color gris, cementadas entre si y que le daban una consistencia dificil de romper con la sola
[page-n-95]
EL MIlSOLlTIOO EN VALBNCIA. ESTUDIO Tl!CNlOO
95
aspiraci6n, se utilizaron pues rasquetas manuales para soltar las piedras entre
las que se hallaban los objetos principales de esta excavaci6n.
9.-CONCLUSIONES
Como conclusión final hemos de destacar la perfecta conjunci6n entre
buceadores y arque6logos; fue la primera vez que se utilizaron las' nuevas
técnicas subacuáticas en un yacimiento de la Regi6n Valenciana y creemos
que incluso de la Península Ibérica, habiendo sido los resultados plenamente
satisfactorios, adquiriendo la necesaria experiencia para su continuidad en
el futuro 7S.
RAFAEL GRAUllERA SANZ
(75) Posteriormente y aplicando la experiencia adquirida en la A1bufera de Anna, el
G.I.S.E.D. utili~ó el método en el Estany d'Almenara bajo la supervisión arqueológica del
Servicio de Investigaciones Prehistóricas y Arqueológicas de la Diputación Provincial de
CastellÓn .
[page-n-96]
96
J. APA.ICIO
I.-C1.IEVA DEL VOLCAN DEL FARO (CuIlen . Valencia)
la Cueva del Volcán del Faro se encuentra situada en las proximidades
d el Faro de Cu lJera, en la misma orilla del Mediterráneo.
Comenzada su excavación en 1968, hasta el momento actual se han realizado nueve campañas de excavaci6n. l a primera lo f ue en el Sector N y puso
de manifiesto la existencia d e una potentísi ma sedimentaci6n de espesor
desconocido, puesto que los trabajos se interrumpieron a los 11 '25 m., por
razones técnicas y de seguridad. sin haber alcanzado el piso base. la estratigrafía de esta zona present6 niveJes magdalenienses desde 11'25 a 2'50 m"
75 cm. de t ierras estériles, y de 1'75 hasta la superficie tierras negras con
cerámicas de época eneolít ica y Edad del Bronce Valenciano (figs. 25 y 27) 76,
las restantes campañas se efectuaron en el Sector A, donde la estratigrafla
se present6 muy d iferente, distinguiéndose varios n iveles (fig. 26) de los
cuales nos interesan los sigu ientes:
NIVEL I .--Comprende las capas 1 y 2 (a y b) que ocupan toda la superficie y la capa J
del exterior. Está constituido por tierras negnw::as y marrones an::iIIosas con
abundante materia orgánica, que en superficie se presentaban revue ltas y
con útiles de épocas diferentes, ya que la ocupación del Sector N durante
el Encolltico y la Edad del Bronce Valenciano propició el vert ido de restos
malacológicos y cerámicos que, aunque en pequeña cantidad, se presentan
maclados con los propios del nivel, aunque la contaminación rue es tricta·
mcnte superficial.
Corresponde a un há.bi ta t al aire libre por hund imiento gene ralizado de
la bóveda sob re el Nivel 11, con escasos restos de fauna e industria de silex
blancutto deshidratado. Los útiles predominantes son: raspadores y micror raspadores, buriles, hojas y hojitas de borde rebajado, hojas y lascas con
abundancia (fi¡. 28).
La biblio¡raffa sobre el yacimiento es abundante, pueden consultarse:
FLETCHER VAU.S, D. y APARICIO PEREZ, 1.: _Nolicia de las excavaciones dectuadas
en la Cueva del Volcán del Faro (Cullera. Valencia)_. Archivo de Prehistoria Levantina, XII,
~gs. 7·18. Valencia, 1969.
FLETCHER VAU.S, D. y APARICIO PEREZ, J .: _BaslÓn de mando procedente de
Cullera (Valencia, Espada) •. Quartlir, t . 20, págs. 1&9-193. Bono, 1969.
APARICIO PEREZ, J. y FLETCHER VALLS, D.: _Cueva palcolltlca de .EI Volcán del
Faro (Cullcra · Valencia)_. XI Congreso Nacional de Arqueología, Mérida, 1969, ~gs. l7S· l8J.
Zaragoza, 197Q.
APARICIO PEREZ, J.: _La Cueva del Volcán del Faro (Cunera) y el Paleomesolllico
Valenciano •. Ouartar, 23/ 24. Band 1972·73, págs. 71·92. Bono, 1973.
APARICIO PEREZ, _La Cueva del Volcán del Faro (Cunera, Valencia)_. Nota ¡nronoativa
con motivo del Cincuenta Aniversario de la Fundación del S.I.P. Diputación Provincial,
m.
Valencia, 1
APARICIO PEREZ, J . e HIS. CATALA, A.: _Las Ra1ces de Cullera: Prehistoria y Protohistoria. El Museo Arqueológico_. Opto. de H.- Ant ~a, Serie arqueológica, num o 3, páginas
41·55, 71·72 y 81-42. Valencia, 1977.
.
Una sornen clasiricación de la fauna, junto a otros problemas generales, puede verse en:
DAVIDSON, l.: _Tbe animal economy or la Cueva del Volcán del Faro, CuIleru·Valencia,
Spain •. En transactions of Cave Re$earch (iroup of (ireat Britain, v. 14, núm. 1, pAgs. 23-32.
Leicester, 1972.
DAVIDSON , l.: _The Fauna from La Cueva del Volcán del Faro (CulIera·Valencia) •.
Archivo de Prchistoria Levantina, vol. XIII , págs. 7·21, Valencia, 1972.
(76)
[page-n-97]
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en el Sec. A. de la Cueva dd Vok.io (CuUera).
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EL MESOUTICO EN
V~ClA.
99
NIVEL 1I.--Sin solución de continuidad se pasa del anterior a tste, caracterimdo sedimentoló¡icamente por tierras marrón·rojizas de coloración uniforme, que ya
no cambiará hasta la máxima profundidad a lcanzada en este sector en 1915.
Del mismo nos interesan las capas 3 y 4 del interior, que alcanzan, hacia el
exterior, el limite determinado por la bóveda hundida al final de su depósi to,
bóveda que pennanec{a du rante la ocupación del mismo.
Estructuralmente se pudieron aislar y estudiar numerosos hogares superpuestos, apoyados en la pared del abrigo y delimitados perfectamente con
piedras.
Industrialmente se caracteriza por la presencia de triángulos escalenos
entre el sílex, junto a raspadores, buriles, bordes y dorsos rebajados, hojas
y hojitas.
Esta superposición estratigráfica tiene, para nosotros, un interés fundamental, porque basándonos en ella desarrollamos parte de nuestra estructuración del MesoHtico. El N ivel JI se relaciona perfectamente con el nivel
superficial del Parpal16, tipol6g icamente los escalenos son si milares (fig. 29),
y la técnica de microburil se empleó en ambos para su fabricaci6n. De ta l
manera que éste, como el del Parpall6, se adscribe al Magdaleniense IV
determinado por Pericot en la segunda cavidad 77,
En diversas ocasiones hemos manifestado que la fecha del Magdaleniense
IV no debía bajar del 12.000 a. de e, basándonos en fechas publicadas para
industrias de este periodo del vecino país francés, que lógicamente hay
que tener en cuenta, puesto que, como demostr6 Pericot y aceptamos
nosotros, el magdaleniense valenciano presenta evoluci6n sim ilar a aquél hasta
la fase IV. la única fecha conocida en España como del Magdaleniense IV, la
de la lIoseta, A, sobre madera carbonizada 71, dio 15.200 ± 412 BP, equivalente a 13.250 ± 412 Be, lo que resulta algo alta puesto que se interfiere con
las obtenidas para el Magdaleniense 111 cantábrico, 13.550 ± 700 Be para
Altamira y 13.350 ± 700 para el Juyo, fecha s que desmienten la obtenida
para el Magda leniense 111 del Parpalló, 11.846 Be, que resulta excesivamente
baja y que no aceptamos, entre otras razones porque conocemos los avatares
que sufrieron las muestras óseas utilizadas para los análisis y el largo camino
que recorrieron hasta llegar al laboratorio inglés, en primer lugar el sistema
de excavación y recogida de la fauna hace 40 años, después el embalaje, a
continuación los sucesivos almacenes por los que pasó según las d istintas
(11) PERICOT GARCIA, L.: "La Cueva dcl Parpalló. Gandía, .valencia_, Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. Madrid, 1942.
(78) BERNALDO DE QUlROS, F. y MOURE ROMANIllO, A.: .Cronología del Paleo!Jtico y el Epipaleolítico peninsulares •. el4 y Prehistoria de la Península Ibérica. Reunión 1978, pág. 24. Fundación Juan March. Serie Universitaria núm. 77, Madrid, 1978.
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[page-n-104]
104
~.
APA.ICIO
ubicaciones del Museo de Prehistoria, en uno de los cuales sufri6 la trág ica
riada que anegó Valencia en 1957 y que inundó los sótanos donde aquéllos
se encontraban; al cabo de tantos años y tantos avatares se realizan los análisis y se cree a p ie ¡unt¡lras en sus resultados sin un mlnimo de prudencia
y de cautela a la hora de su valoraci6n y comparación.
Hemos repetido en varias ocasiones 19 que las fecha s de C-14 son impor-
tantes, y que su posesión es fundamenta l, aunque sin sobrevaloradas ni
considerarlas poco menos que Artícu los de Fe. Unicamente la posesión de
series amplias nos permitirá seguridad en los juicios, debiendo valorarse
especialmente la media dentro de unos valores extremos seguros, y las aisla-
das, que se alejen del conjunto, deben ser desechadas.
En este sentido, creemos que hacia el 12.000 a. de C. termina el Magdaleniense IV, tanto en Parpall6 como en Volcán, hund iéndose la casi totalidad
de la bóveda subsistente en la segunda y continuándose la vida aqu¡ ahora
al aire libre, facilitada por el cambio climático, que incide sobre la base étnica
anterior que ve degradarse paulatinamente las bases econ6micas vitales debiendo adaptarse ergol6gicamente a la nueva situaci6n, aunque más bien
que por la invenci6n de tipos nuevos por el desuso y desaparici6n total de
los útiles típicos del Magdaleniense, y de otros, como los perforadores, que,
aunque presentes, no son exclusivos del mismo.
9.-coVA DE LES MALLAE.TES (Buta:-V.Jeada)
la Cova de les Mallaetes se encuentra situada en el macizo del Montdúber, en término de Barig, y dominando tanto el poldje de este mismo
nombre como el amplio valle cuaternario de la Valldigna. Se orienta hacia
el W. y ha sido afectada por los intensos fen6menos cársicos propios de la
zona·, que es rica en yacimientos arqueológicos de singular importancia,
tales como la Cova del Parpal16 (a unos 3 Km. en linea recta), Cova de les
Rates Penaes, de les Maravelles, Pores, Barranc Blanc, lIop, etc·, excavadas
y estudiadas por el Servicio de Investigaci6n Preh ist6rica de la Diputación
Provincial y por el Departamento de Historia Antigua de la Facultad de
Geografía e Historia de la Universidad de Valencia.
la naturaleza ca lcárea de todo el macizo y los fenómenos cársicos reseñados han condicionado extraordinariamente la formaci6n de los depósitos
sedimentol6gicos que colman las cavidades, a la vez que la acción hídrica ha
sido elemento decisivo tanto en su formaci6n como en sus posibles desman(79) Vid. opus cit., nOLa 51, pág. 121.
ROSElLO VERGER, V. M.: .EI Macizo del Monduver. Estudio seomoñoIÓllico-.
Estudios Geogrificos, XXIX, 112·113, págs. 423-474. Madrid, 1968.
(SO)
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EL IIIESOUTlm EN VALENCIA.
105
telam ientos, ya que aún hoy la pluviosidad que registra la zona presenta la
particularidad de ser sumamente elevada en contraste con otras zonas medi·
terráneas Il, todo lo cual empieza a ser objeto de crecientes estudios que
estamos intensificando por cuanto, junto a la acción antrop6gena, son factores
decisivos para explicar d iferentes anomalías que aparecen en la l6gica y
normal disposición que seria de esperar en la superposición de elementos
arqueológicos, tal y como hemos expuesto en otras ocasiones IZ y desarrolla·
remos posteriormente.
Fue excavada por el S. I.P. desde 1946 a 1949 con arreglo a las técnicas
de la éJXXa, distinguiéndose estratigráficamente la existencia de una potente
sed imentación correspondiente, culturalmente, al PaleoHtico Superior en su
mayor parte, y ya en superficie "epigravetiense" y neo-eneolltico en Intimo
contacto. las breves notas publicadas a continuación sobre estas excavacio.
nes al serian los únicos datos utilizables posteriormente ya que el estudio
ampl io y pormenorizado nunca se real izó, presentándose a su través, sin
embargo, visiones de conjunto acerca de la evolución del Paleolítico Superior
en la Región y en la Península, especialmente lo concerniente a los t iempos
postsolutrenses hasta el mismo Neolítico.
A este res()eCto era sintomático el hecho de que a partir del solutreogravetiense, fase final del Solutrense, caracterizado por la abundancia de
puntas de escotadura de tipo levantino, no se encontraba el Magdaleniense,
fenómeno que se consideraba inexplicable al no coincidir, como hubiera sido
de esperar, con la secuencia establecida en la vecina Parpalló, donde a ese
nivel le sucedían los cuatro magdalenienses determinados por Pericot". Esto
se intentó explicar por Jordá Cerdá suponiendo una evolución paralela de
grupos étnicos que únicamente utilizarían la técnica gravetiense, coincidiendo
su Epigravetiense l a con el Solutreogravetiense, el lb con el Magdaleniense
(81) ROSELLO VERGER, V. M.: .E1 li toral valcnclá. lo El medi fisic i humá_, pállinas &3.84. Valencia, 1969.
KUNOW. P.: . El Clima de Valencia y Baleares_. Cuadernos de Geografía núm. 2,
páginas 23 y 100. Valencia, 1966.
(82) APARICIO PEREZ, J., SANCHO SANTAMARIA, A. y SAN VALERO APARISI, 1.:
.Prospecciones arqueolóaicas en la eova del Uop, GandJa (Valencia) •. Saitabi, XXVI,
i>á¡ina 39. Valencia, 1976.
APARICIO PEREZ, J., SANCHO SANTAMARIA, A. y SAN VALERO APARISI, J .:
_Investiaaciones arqueoJÓ¡icas en Gandla y la $afor_. Revista _GandJa., 1m.
Vid. opus cit. nota 49, páas. 42-43.
(&3) Véanse las memorias de actividades del S.J.P. (La labor del S.LP.... ) correspondientes a los años 1946 a 1949.
Fl.ETCHER VAU.S, D.: .Estado actual del estudio del paleol!tico y mesolitico valenciano•. Revis ta de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. LXII, 3, págs. as5-57. Madrid, 1956.
(84) Vid. opus cit., nota 71.
14
[page-n-106]
106
J . APARICIQ
I y 11 , el 11 con el Magdaleniense 111 y IV, V el 111 con el Magdaleniense V
y VI francés a .
Mas como quiera que el Epigravetiense 111 de Mallaetes se encontraba
hasta con cerám icas neolfticas comenzó a desarrollarse la idea de que esta
fase industrial ocupaba tocios los t iempos comprendidos entre el final del
Pa leolhico Superior y los principios de la neolitizaci6n, con el fin de explicar
la no existencia, por aquellas fechas, de yacimientos con industrias de componente geométrico en la zona costera, especialmente en la de GancHa, así
como su abundancia en ciertas zonas interiores (Cocina), donde no se encontraba n cerámicas cardiales.
la valoración que entonces se hizo de estos datos, desde el punto de vista
más l6gico a nuestro criterio, aunque se pudiera pensar que era prematuro
por la exigüidad de los mismos, pero no tanto si se considera la necesidad de
presentar y arriesgar visiones sintéticas para la inteligibilidad del conjunto,
que necesariamente la invest igación posterior deberá modificar, desechar o
matizar de acuerdo con los nuevos descubrimientos y enfoques, lo que dependerá de su fecundidad, llevó a la consideración de la existencia de dos facetas
neolíticas M, de un neolítico marginal de montaña o o inicial", etc., etc., dualismo cultural que, sin embargo, ha sido negado redentemente por Fortea y
Jordá al afirmar : "La investigación posterior y sobre todo la excavación de la
Coveta de l'Or y de otros yacimientos neolíticos valencianos han demostrado
que no es posible sostener este dual ismo cultural"", lo cual queda su mamente confuso ya que está en manifi esta contradicción con lo afirmado y
desarrollado extensamente con anterioridad 90, que niega totalmente; a la vez
que no sabemos a que investigaciones se refiere ni a que excavaciones, por
haberse realizado ¡as de dicho yacimiento entre 1955 y 1958.
En 1970 Javier Fortea rea lizó dos rápidos sondeos con el fin de observar personalmente la secuencia estratigráfica, aclarar algunos puntos cansi(SS) JORDA CERDA, P.: _Gravet iense y Epigravetiense en la Espal'la Mediterránea •.
Publicaciones del Seminario de Arqueologfa y Numismática Aragonesa, 4, págs. 7 a 30.
Zaragota, 1954.
(86) FLETCHER VALLS, D.: _La doble faceta del NeolUico Hispano-mauritano valenciano». IV Congreso Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohis tóricas, págs. 415-417.
Madrid, 1954.
(87) Vid. opus. cit., nota 59.
(88) SAN VALERO, J .: _El Neolltico español y sus relaciones. Esquema de una tesis
doctoral_. Cuadernos de H.· Primitiva, allo 1, nCun. 1. Madrid, 1946.
SAN VALERO, J .: .EI Neolftico y la Península Hispánica». Actas y Memorias de la
S.E.A.E. y P., t . XXIII, eoad. 1-4. Madrid, 1948.
SAN VALERO, J.: .El esferoide de piedra perforado de la Cueva de la Sarsa». I"tIbliación de la Junta Municipal de Arqueología de Cartagena, l , 3 y 4. Cartagena, 1945.
(89) FORrEA PEREZ, J . y JORCA CERDA, P.: .La Cueva de Les Mallae les y los P~
blemas del Paleolltico Superior del Mediterráneo Espal'lol_. Zephyrus, XXVI, XXVII,
""¡¡na, 130. Salamanca, 1976.
(90) Vid. opus cit., nota 6, pá¡s. .5(».so.t y nota 64, pá¡. 82.
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107
EL MJ!SOLJTlCO EN VALENCIA
derados "oscuros" y obtener muestras para anál isis radiocarbónicos que luego
se han completado con otras para análisis sed imentológicos y polínicos. la
excavación, sin embargo, aunque realizada con métodos mucho más modernos y con la pericia y experiencia de su larga profesional idad, tuvo que realizarse deprisa, debiendo pasar por los tamices un volumen aproximado de
unos 14 m.l de sedimentos en 28 días de excavaciones, lo cual no debió
propiciar excesivas afinidades estratigráficas como es lógico suponer, y aunque aclararon algunos puntos otros continúan tan oscuros o q uizá más por
la valoración y extensa difusión que han tenido, refiriéndonos en esta ocasión a la prolongación y contacto del n ivel postsolutrense hasta el neo-eneolítico, cuyo esclarecimiento juzgamos de capital importancia por sus amplias
repercusiones.
Por todo lo cual es evidente que 'Ia estratigrafla de Mallaetes ha jugado
y continúa jugando aún hoy dla, quizá con mayor intensidad si cabe debido
a la amplia divulgación que ha tenido a través de los recientes y documen14 91 , un principalltados trabajos de Fortea Pérez apoyados en fecha s de
sima papel para la estructuración de todo el Paleolítico Superior y especialmente del Mesolitico y proceso neolitizador. Sin embargo, la presentación
de una única alternativa para estos dos últimos procesos, de acuerdo con
las teorlas ya formuladas de antiguo por la vieja escuela va lenciana de
arqueología n, y su aceptación incondicional a diversos niveles, lo juzgamos
un peligro por la posible deformación de 'a realidad histórica que se puede
producir, ya que la estructuración del proceso es distinta para nosotros al
valorar los datos desde otro punto de vista, de ahl que la alternativa que
propongamos a la investigación sea totalmente diferente.
e
El primer problema planteado estriba en la existencia o no de solución
de continuidad entre el Solutreogravetiense y el Epigravetiense, Mesolítico I
para nosotros. De la respuesta dada depende:
1.---la no ocupación de la cavidad por los "magdalenienses" de Parpalló.
2.-la coexistencia de dos comunidades con utillaje industrial diferente
a poca distancia (Mallaetes y Parpalló) .
(91) Vid. opus cit., nota 6, páas. 159-193 y nota 89.
(92) SAN VALERO APARISI, J.: .La Cueva de la Sana (Bocairente..valencia)_, Serie
de TTabajos Varios de.! S.I.P. nUmo 12, pá¡. n. Valencia, 1950.
JOROA CERDA, F.: _Notas sobre los comienzos del NeoUtlco eo nuestra PenLnsula_
Archivum 111, págs. 259+271. Oviedo, 19S3.
PLETCHER VALLS, D.: Vid. opus cit., notas 83 y 86.
PERICOT GARCIA, L.: Vid. opus cit. notas 63 y 65.
[page-n-108]
108
J. APARICIO
Aún cuando la solución a esta problemática se haya intenfado darla suponiendo una ocupación estacional por el mismo grupo humano. con utillaje
industrial distinto de acuerdo con las diferentes actividades desarrolladas
según la época del año", idea ya utilizada anteriormente para explicar la
dualidad de las contiguas Cueva Grande y Pequeña de la Huesa Tacaña en
VilIena '''. según el modelo establecido en Starr earr de antiguo"; el mismo
Fortea da la solución al notar estratigráficamente la existencia de un hiatus
entre ambos, concretamente referido al Estrato VII del Sector Oeste de la
excavaci6n de 1970, donde "su sedimento arcillo-sabuloso muy apretado,
con algún canto o plaqueta" se mostró totalmente estéril en el cuadro 1, 2 y 3,
apareciendo también en los dos últ imos "una linea de gruesas lajas o plan~
chas, que ocupaban más del 50 % de la extensión del estrato en los tres
cuadros"; sedimentol6gicamente no hubo variación en el cuadro 5, aunque
la aparici6n de algunos materiales idénticos a los del estrato VIII, correspon~
dientes al Solutrense evolucionado, pudieran introducir algún signo dubita~
'¡va en su valoración,
Aún cuando no se espe<:ifíca si la Ifnea de gruesas lajas o planchas corresponden a un piso estalagmítico que sellara el estrato VIII , a pesar de que
este pudo ser discontinuo, para nosotros su presencia, junto a las caracferfs~
t icas sedimentológicas generales, son pruebas suficientes de la existencia
,
de una capa estéril entre el Solutreogravetiense y el Mesolítico 1 cronológicamente correspondiente al Magdaleniense, durante el cual la cavidad no fue
utilizada, descartándose definitivamente, dado lo concluyente de este dato,
tanto la dualidad funcional sobre la misma base étnica de Davidson como la
étn ico-industrial de Jordá.
A pesar de que consideremos lógico y posible el movi miento estacional
dentro de unos Ifmites establecidos, su demostración es sumamente laboriosa
y problemático su apoyo en datos negativos exclusivamente, máxime cuando
haya que partir por precisi6n de secuencias estratigráficas meticulosas y
exactamente obtenidas, lo que no es frecuente para lo hecho con anterioridad
(93) DAVIDSON, l.: _Seasonality in Spain_. Zephyru.s, XXVI·XXVn, págs. 167-173.
Salamanca, 1976.
DAVIDSON, l.: _Les Mallaetes and MondÚver. The economi of a human irroup In prc>
historlc Spain_. Problems in e<:Qoomic and social A«.heology, ed. Durlr.worth, Londres, 1976.
(94) WALKER, M.: _Nuevas fechas por CI4 de la :wna del Vinalopó y del Segura,
S.E. de España_. Manuscrito existente en la biblioteca del S.I.P., páir. S.
(95) CLARK, J. G. D.: _Excavations at Star CaIT: AA Early Mesolithic Site a l Seamer,
near Scarborouah, Yorkshire. Cambridge, 1954, reedición 1971,
CLARK, J . G. D.: _Star Can-: A Care Study in Bioarchaelo¡y_. Addisón-Wesley Modula.l"
Publicalions, 10. US.A., 1972.
CLARK, G.: _Seasonality and interpretation of Ilthic assembla¡:es_. Estudios dcdicad05
al profesor 1.. Pericol. Institulo de Arqueología y Prehis toria. Publicaciones Eventuales,
núm. 23, págs. 1-13. Barcelona, 1973.
[page-n-109]
EL IO!SOLlTlm EN VALENCIA
109
a los tiempos actuales, dados los métodos utilizados entonces, adecuados,
sin embargo, a los fines que se planteaban en toda excavaci6n. Asi, parece
demostrado que MaJlaetes y ParpaJl6 fueron ocupados simultáneamente
durante el Solutrense · , sin que ello suponga variaci6n substancial en el
conjunto industrial, Jo que, sin duda, queda también reflejado en el resto
de los próxi mos yacimientos con niveles coetáneos cronológ ica y culturalmente, que indican una sorprendente intensidad de habitación en la zona,
tales como 110p, Maravelles, Porcs, Barranc Blanc y Rates Penaes n.
Resuelta así la cuest ión, siempre bajo nuestro criterio, queda en pie el
problema simple ya, que no básico, de la extensión del Magdaleniense por
la vertiente mediterránea de la Península Ibérica, clara en el sentido de su
normal presencia en toda ella, desde Gerona hasta Gibraltar, atestiguada
recientemente por los hallazgos del Volcán del Faro 91, Porcs lI!I, Verdelpino lOO,
Victoria, Higuerón y Tapada 101, etc., por lo que, cuando en una amplia secuencia estratigráfica falte en el lugar correspond iente, habrá que pensar en
alguna anormalidad sedimentol6gica que convendrá investigar.
Para nuestra Reg ión Valenciana y más concretamente para la zona denom inada recientemente Canea de la Safor, q ue comprende desde Barig hasta
el límite de Ol iva con Pego, ya en la provincia de Al icante, lo que las últimas
invest igaciones nos permiten extender hasta la m isma Marina Alta en aquella
última, la anorma lidad sedimentológiea se produce al encontrar repetidas
veces n iveles solutrenses en contacto d irecto con niveles neolíticos, sin que
medie entre ellos niveles estériles como en Mallaetes, donde, aparte, hay un
nivel del Mesolítico 1 o n iveles con Magda leniense y Mesolitico 1 como es
,
,
el caso del Volcán algo más al norte, y, así, lo encontramos en Maravelles y
Rates Penaes, en Uop y Pares perfectamente determinado por nosotros m ismos, y en la Cava Ampla del Cap Gros y la Cava de les Calaveres con más
inseguridad por el momento.
En una secuencia normal, de acuerdo con el esquema que hemos elaborado y defendido personalmente, al Solutreogravetiense le sucederían las
cuatro primeras fases del Magdaleniense (I-II-III-IV). y a partir del 12.000
(96) Vid. opus cil .• nOla 93.
(97) Vid. opus cit., nota 82, Gandia, 1m.
(98) Vid. opus eit., nota 76.
(99) APARICIO PEREZ, J . y SAN VALERO. APARJSI, J .: .Nuevas excavaciones y p rospecciones arqueol6¡icas en Valencia •. Departamento de Historia Antigua. Serie Arqueol~
gica, núm. S, páginas 13-21.
(lOO) Vid. opus. cit., nOla !n.
(101) FORTEA PEREZ, J . y GIMENEZ, M.: .La Cueva del Toro, nueva eslación Mala·
gucfla con arte Paleolltico_. Zcphyrus, nÚIns. 2324, págs. S-17. SaJamanca, 1973.
FORTEA PEREZ. J. y GIMENEZ, M.: _Arte paleolf tico del Mediterráneo español-. Tra·
bajos de Prehistoria, vol. 15. pág. 130. Madrid, 1978.
[page-n-110]
110
J. APARICIO
comenzaría el Mesolltico I que se prolongaría hasta el 8.500 u 8,000, y a éste
los mesoliticos 11 y 111 ya con geométricos hasta el 5.500 en que comenzaría
el proceso neollt izador a partir de una industria geométrica con técnica de
microburil para su fabricaci6n. De ahí que entre el Solutrense y el N eoHt ico I
o Antiguo, en defecto de sedimentos con dichos restos aparezcan otros esté-riles como en el caso de Mal laetes, aunque la anoma lía se presente entre el
Mesolltico I y el Neolitico Antiguo en la secuencia de esta cavidad, donde
faltan los niveles mesol iticos con geométricos y microburi les, así como el
protoneoHtico; d irecto contacto entre Solutrense y Neolítico A nt iguo en LJop,
Rafes Penaes, Maravelles y Pores, esperando confirmación en la Cova Ampla
y Calaveres.
Planteado así el problema y ante la evidente falta de los lógicos niveles
intermedios entre ambos conjuntos, bien fértiles o estériles, hemos buscado
las causas de su carencia, que no pueden ser otras que su barrido, desmantelamiento o arrastre, y descartada la acción antrop6gena por imposibilidad
manifiesta, el único medio mecánico que puede haberlo real izado es el hídrico, lo cual, si a nivel expl icativo es para nosotros la posibilidad más lóg ica
entre todas las existentes, requiere las correspondientes pruebas que lo justifiquen, pruebas que, por el momento, no existen con número y extensión
suficiente. Unicame nte podemos aducir que todas las cavidades reseñadas
han estado sujetas a intensos procesos hídricos reconstructivos, presentando
densas formaciones esta lactítico-estalagmfticas, mantos, coladas, etc .• lo que
es indicio de considerable circulación de agua fuertemente cargada de carbonato cálcico bajo un cl ima templado húmedo, cuya escorrentia debió producir los efectos supuestos; mientras que en Ca laveres se at isba, a través de
los ensayos anallticos realizados por la sedimentóloga Maria Pilar Fumana l.
que el nivel cerámico sobrepuesto al que sospechamos Solutrense o por lo
menos paleolitico no está descalcificado, prueba de que no pudo proporcionar
el carbonato cálcico necesario para convertir al infrayacente en una auténtica
brecha, debiéndose formar lógicamente en ausencia de aquél.
A este respecto es conveniente añadir que este fenómeno se debió producir necesariamente con anterioridad al Neolltíco I y con posterioridad al
Mesolitico tu, es decir durante los siglos anteriores y posteriores al 5·000 a.
de C" ya iniciado el periodo Atlántico, que se caracteriza especial mente por
el aumento de la pluviosidad bajo un clima templado cálido, cuyos valores
en la zona considerada debieron ser notables a juzgar por las características
especiales q ue tienen en la actualidad por lo que respecta a la pluviosidad,
en cuyo caso habríamos encontrado al agente protagon ista del fenómeno,
todo lo cual será objeto de intensa investigación futura de acuerdo con la
hipótesis elaborada.
[page-n-111]
m.
.YI!SOUTICO BK VAIl!NCIA
111
El segundo problema básico derivado de la estratigrafla de Mallaetes procede de la interpretaci6n dada por Fortea al hallazgo de fra gmentos cerámicos
correspondientes al Neolítico I en los sedimentos postsolutrenses, de acuerdo
con lo cual a la facies Mallaetes de su Epipaleolltico microlaminar la hacia
comenzar a partir del nivel I del Volcán del Faro, con cronología inicial subord inada a las fechas que se le d iera en este yacimiento, perpetuándose hasta
la llegada de los colonos "cardiales". Mientras que en ciertas zonas, como
la de Villena, habría una fusión del Epipaleolftioo microlaminar y el geométrico, recibiendo con esta base la neolitización.
Sobre esta interpretación escribíamos en 197B 11It: "En cuanto a la teoria
de la persistencia del llamado epigravetiense o epipaleolítico microlaminar
tipo Mallaetes, hasta la llegada de las primeras novedades neol íticas, se basa
ónicamente en el hallazgo de unos pocos fragmentos cerámicos en contacto
con materiales de aquel tipo".
El que se trata de pocos fragmentos cerámicos, así como también de pocos
materiales líticos y casi ninguno 6seo, de dara atribución al Neolítico 1, viene
determinado por la poca potencia en general que estos niveles alcanzan en
la mayor parte de los yacimientos de la zona, si exceptuamos la Cova del
Llop que excavamos personalmente 11). En todos ellos se encuentran, también,
materiales posteriores, claramente eneolíticos o de la Edad del Bronce Valenciano, e incluso cerámicas a torno. Así vemos como los niveles postsolutrenses han sido considerados prácticamente inutil izables en Maravelles y Rates
Penaes por el mismo Fortea 11M, recogiendo nosotros ótiles típicamente solutrenses en los niveles cerámicos de la Cova deis Porcs, todo Jo cual indica
claramente su remoci6n en época neolítica o posterior por la acción humana
o an imal.
Si examinamos dete nidamente la estratigrafía de la Cata Este efectuada
en Mallaetes durante 1970 por Fortea, observaremos como al haber sido destruidos los niveles mesol 1t icos por excavadores clandestinos hasta llegar al
Sol utreogravetiense, utilizó los datos obtenidos en 1949 e n los sectores l-M,
donde tres capas cubrían los 40 cms. desde el estrato I (Solutrense evolucionado con puntas escotadas según los datos de 1949) hasta el nivel superficial original, en ellos se recogieron únicamente 50 piezas, entre sílex, hueso
y cerámica decorada con acanaladuras (capa 1.&); al parecer esta cerámica
(102) APARICIO PEREZ. J.: .Pinturas ru pest res esquemáticas en los alrededores de
Santo Espiritu (Cilet y A1balat de Segart. Valencia) y la cronologla del ane rupestre• .
SAGUNTUM, Papeles del Laboratorio de Arqucologfa de Valencia, nUmo 12. páa. 55.
Sagunto. 1
m.
(100) Vid. opus. cit .• nota 99.
(104) FORTEA PEREZ. J .: _Los Complejos... •• pág, 199.
[page-n-112]
112
3. APARICIO
es la única aparecida en las tres capas de los dos sectores, y pudo pertenecer
a un enterramiento a juzgar por la mandíbula humana que se encontró en
la capa 2.- (0.20-0.30 cm.) del sector M, mas lo sintomático es la absoluta
carencia de cerámica en las capas 2.· y 3·- con materiales típicos del Mesol!·
tieo I (raspadores, buriles y dorsos reba jados) . A unos 65 cm. de esta última
capa, correspondientes a 1.15 m. del nivel original, se obtuvo la muestra n .O 6,
que dio 14.350 años 8 . C. para materia les pertenecientes al Solutrense
Superior.
la Cata Oeste, también de 1970, presenta también hechos muy sintomáticos para varios de los aspectos tratados, as! vemos como la muestra núm. 2,
tomada en la base del estrato VI a 1.20 m. de profundidad, d io la fecha
8.420 se para materiales tlpicos del Mesolltico 1. Si consideramos las diferen~
cias de nivel para los lugares de toma de ambas fechas como debidas a si m~
pIes contingencias en el depósito de los sedimentos y no a incongruencias o
anorma lidades, te6ricamente la muestra núm. 4 todavía en análisis deberá
repetir la núm. 6, aproximadamente, con lo cual entre ambas habrá un lapsus
de unos 6.000 años, lo que vendrá a confirmar la realidad del estrato VII
como estéril y por lo tanto la certeza del hiatus. En otro aspecto, la capa V,
a unos 0.30 m. más alta que la fecha núm. 2, ya proporcionó un fragmento
cerámico y de acuerdo con su proximidad se podrla tratar de la cerámica
más antigua del Med iterráneo occidental si dispusiésemos de la fecha de la
muestra núm. 3, todavía en estudio, lo cual se complicaría al comprobar que
con posterioridad a la fecha núm. 2 se encontraron piezas con retoque para~
lelo cubriente o invasor aparecidas en 1946-47 y consideradas por Fortea
como del Estrato IV, de donde procede para mayor confusión, un fragmento
cerámico ligeramente carenado y con de<:oración de línea quebrada tenuemente incisa que por comparación con otros conocidos 1115 situarlamos en
nuestro Eneolítico I 1(16, mezcla que se produce ciertamente en los estratos I a
111, donde junto a elementos claramente eneolíticos se encuentran típicas
puntas solutrenses.
Es evidente, pues, que la cerámica cardial y las otras cerámicas se encuentran accidentalmente en niveles mesolíticos, junto con materiales solutrenses,
lo cual es indicio de que durante el Neolítico o Eneolítico, con finalidad funeraria o de acondicionamiento de la habitación en determinadas zonas de la
cavidad se abrieron pozos o agujeros que llegaron a interesar hasta los niveles
(105) ASQUE.RINO FERNANDEZ, M. D.: Vid. opus. cit., nota 70, págs. 190-204.
ASQUE.RINO FERNANDEZ, M . D.: _Coveta Emparetá•. Noticiario Arqueoló&ico Hispá·
nico. Prehistoria. 3, pá&5. 111-188. Madrid, 1975.
(106) Vid. opus. cit., nola. 62.-Puede consultarse este trabajo para las subdivisiones
internas del Eneolflico y su contenido, producto de nuestras redentfsimas investipc:lo nes,
que han arrojado aliUna luz sobre esta época tan oscura.
[page-n-113]
EL MESOLITICO I!N VAU:NCIA.
IlJ
solutrenses, provocando el ascenso de materiales de esta etapa y el d escenso
de cerámica cardial y posteriores, lo que desarticu ló el n ivel estéril test igo del
hiatus entre Solutrense y Mesolit ico 1 a lo que pudieron contribuir animales
,
subterráneos (conejo, topo, rata, etc.) .
Si analizamos sumariamente la estratigrafía reflejada en los d iarios de
excavación y la correlación entre las capas de la cata efectuada en 1946 y
las excavaciones de los años 1947-48, en espera de la publicación definit iva
que preparan Jord á y Fortea, veremos como una capa superficial de t ierra
negra ocupa los primeros 50 ó 60 cm., ya calificada como Neolftico, y a conti·
nuación comenzaban tierras marr6n·rojizas hasta el mismo f ondo, llegando
el llamado Epigravetiense hasta 1.80 m. de profundidad. Pues b ien, única·
mente en este segundo tramo se encuentran útiles en ca ntidad d igna de
consideración, ya que 3 en ZI, 7 en 1946, 13 en 1947 y 2 en 1948, en la capa
superficia l de tierra negra, frente a 39, 209, 174 y 104, respect ivamente. en
la inferior de tierra roja marcan diferencias su mamente sign ificativas para
d emostrar estadísticamente la ruptura tan acusada entre una y otra, lo que
a la inversa se podría reflejar en la cerámica si realizara mos su recuento, lo
que no es posible por el momento.
l a intensidad de habitación durante el N eo--eneoJlt ico debió ser escasa, a
juzgar por la poca cantidad de cerámica recog ida, lo que contrasta con la
abundancia en los yacimientos neolíticos intensamente ocupados, CCirno Or
y Sarsa, mas, este contraste se refleja también en el resto del equipamiento
industrial, ya que si prescindiéramos de los escasos fragmentos cerámicos
cardiales seria sumamente difíci l adscribirlo al Neolltico a falta de útiles
líticos u óseos con entidad suficiente, ya que, como hemos indicado reciente·
mente 101, raspadores, buriles y dorsos reba jados no se pueden considerar
como instrumentos básicos de la industria lítica neolítica, por el hecho decisivo
de no encontrarse n i uno sólo de los dos primeros en los conjuntos industriales neollf icos conocidos, así como escasísimos de los terceros, de tal ma·
nera que la industria lítica neol ítica no puede derivar de la d el Mesolltico lo
Todo lo cual es un dato más a tener en cuenta para la nueva interpretación
que propugnamos.
la gravedad y confusión planteada desde antiguo con la equivoca interpretación de la estratigrafía de Ma Jlaetes nos han obligado a este largo y
prolijo análisis, con la pretensión de introducir las correcciones necesarias
que eliminen los posibles errores que han conducido a la situación actua l,
de ahí que fa distinta valoración dada a los datos estratigráficos, sedimen-
(107)
IS
Vid. opus. cit., nOla 49. pág. SI.
[page-n-114]
114
1 • .lp,U.leIO
tol6gicos, industria les, ecológicos y cronológicos nos permitan las conclusiones
siguientes :
1.-Que al final del Solutreogravetiense (Parpallense), fedlado hacia
el 14350 a· de C" se abandon6 la cavidad, permaneciendo deshabitada durante
todo el Magdalen iense y parte inicial del Mesolftico l.
c..
2.-Que se volvi6 a ocupar de nuevo entre el 9.000 V el 8.000 a. de
momento en que se acusa un predominio de raspadores sobre buriles frente
al predominio opuesto en la etapa inicial del Mesolltico
situarse al final del MesoHtico r (fig. 4. núm. 3).
r, debiendo,
pues,
3.-Que con posterioridad la cavidad pudo o no continuar ocupada hasta
e l Neolitico 1 mas dichos niveles han desaparecido. pudiendo ser el agente
,
causante la abundante escorrentía de las aguas bajo el cl ima húmedo y tem-
plado de l Atlántico, favorecido por el relieve cársico típico de la zona do nde
se encuentra.
4.---Que esta explicaci6n es válida para la soluci6n de la misma problemática planteada a numerosos yacim ientos de la Safor y Marina Alta, por
lo que se insistirá en esta linea de investigación.
,
5.---Que durante el Neolítico 1 Eneolitico y E. de l Bronce Valenciano la
cavidad fue ocupada con poca intensidad, aunque lo suficiente para efectuar
remociones de ciertos lugares q ue afectaron hasta los niveles solutrenses,
extrayéndose útiles desde allí y enterrando otros procedentes de la capa
superficia l con cerámica, a lo que pud ieron contribuir animales subterráneos.
6.---Que apoyándose en Mal laetes no es posible admitir la existencia de
una dualidad étnico-cultural o funcional para e l mismo grupo humano, su·
puesto usuario de Parpalló o Mallaetes estaciona lmente.
7.-Queda descartada la persistencia del Mesolhico 1 hasta el Neolltico 1
,
ya que no hay ni conti nuidad estratigráfica ni ergoJógica.
8.--Confinúa con todo su va lor tipológico la denominada facies Mallaetes
dentro de nuestro Mesolítico J, lo que desarrollaremos posteriormente.
ID.-EL COLLAO (0IIn0 • VaIeDda)
Se encuentra ubicado en las inmediaciones de Ol iva, población situada
al sur de la provincia de Valencia; únicamente lo separan unos 3 kms. de la
[page-n-115]
ID. MBSQLITlOO EN V.lL8NCUo
lJS
linea actual de costa, parte de los cuales fueron hasta hace poco extensas
marjales costeras, desecadas actualmente.
Conocido de antiguo, ha sido citado frecuentemente en la b ibliografía
como yacimiento musteriense, deb id o al atipismo de la industria recog ida
por su descubridor, Sr. Boscá Casesnoves. Desde entonces no se había hecho
ninguna exploración por el yacimiento, con el fin de precisar su situación
y cronología, por lo Que en 1975 acometimos la tarea en unión del colabora·
dor del S. I.P., Sa lvador Climent, teniendo la suerte, d espués de varias tenta·
t ivas, de su localización.
A part ir de entonces las exploraciones se sucedieron, espe<:ialmente por
parte de Salvador Criment, natural y vecino de Oliva, lo cual nos permiti6
el acopio de una ingente cant idad de út iles líticos y restos faunisticos, que
se guardan en su mayor número en el S. I.P. de la Diputación de Valencia.
Aunque no hemos ¡:x>dido realizar su recuento y estudio pieza fX)r pieza,
fX)r nuestras manos han pasado todas las procedentes del mismo, y recogidas
fX)r nosotros lógicamente, lo Que nos permite las siguientes conclusiones :
l.-El tanto por ciento mayor, Que si n duda sobrepasa el 90 %, corres·
fX)nde a úti les nucleif ormes y lascas, con muesca y en pocos casos
escotaduras, frecuentemente retocadas.
2.-Hay algunos raspadores y buriles, pero en su mayor parte atípicos.
3.-También hay algún dorso o borde rebajado.
4.-Se ha recogido un único geométrico, tratándose de un segmento con
retoques abruptos.
Estos restos se recogen por la superficie de unos antiguos campos de
cultivo, en la ladera de un cerro, ya Que el asentamiento debi6 serlo al aire
libre, y, aunque en los tal udes se observa cierta disposici6n estratigráfica de
los mater iales, no se ha efectuado n ingún sondeo Que lo confirme.
Desparramadas por la misma zona Que los sllex existen gran cantidad de
conchas marinas y terrestres, cuya existencia también se ha constatado en los
ta ludes existentes entre las distintas terrazas de los bancales, por lo que se
trata a todas luces de un auténtico conchero.
Una muestra de la fauna ma lacológica recogida fue enviada a D. Luis
Gasull, en Pa lma de Ma llorca, quien tuvo la amabi lidad de realizar, junto con
[page-n-116]
116
S. APARICIO
el Sr. Cuerda. su clasificación, a la que añadieron algunos comentarios, suma·
mente interesantes, todo lo cual reproducimos a continuación.
GASTROPODOS MARINOS
Murex brandaris lo
Murex frunculus lo
Purpura haemastoma subs. cansul lmk.
Trilon modiferus lmk.
Cerith ium vulgatum Brug.
Columbella rústica lo
Nassa reticulata lo
Purpura haemastoma lo
GASTROPODOS DE AGUA DULCE
tv':elanopsis tricarinata Brug.
GASTROPOOOS TERRESTRES
Pseudotachea splendida Drap. 1 ejemplar en mal estado, cuaternario.
LAMELlIBRANCHIOS MARINOS
Pectunculos violascense lmk.
Venus gall ina lo
Cardium glaucum Brug. f ormas costero-Iagunares.
Spondilus gaederopus lo
Cardium tubercuJatum lo
Pecten jacobaeus lo
Arca noaae L.
"Nos ha llamado mucho la atención la presencia abundante de Purp. haemastoma subs. consul lmk. especie de la que publicamos un reciente trabajo
en nuestro último Boletín núm. 16 101• Esta forma se creyó extinta desde el
tyrren iense, y fue hallada viva en Valencia. Todas están rotas, lo que hace
suponer que las comieron.
Se observan faunas de tres facies distintas, la una representada por Car·
dium glaucum Brug., Cerithium vulgatum Brug. y Nassa reticulata, abun·
dantes, propios de lagunas costeras, aguas salobres y quietas de poca profundidad. Otra representada por la mayoría de especies que es clásicamente
(108) Boletín de la Sociedad de Historia Natural de Baleares, 1971.
[page-n-117]
EL MBSOUTIOO BK VALBNCIA
117
marino-<:ostera, Por fin , otra de agua dulce con Melanopsis tricarinata Brug.,
de la que la más pr6xima localidad de Oliva es Pego, "las Aguas", y quizá
procedan de alll",
lo enviado al Sr, Gasull fue una selecci6n del abundantfsimo material
ma lacológ ico existente y recog ido, no figurando entre ellos los helix que
también son muy abundantes, pero que, debido a la fragi lidad de su caparaz6n, se destrozan fácilmente cuando ruedan por la superficie de los campos,
de ah! que no tuviéramos ninguno cuando se les envi6 la muestra, encontrándolos después cuando tomamos muestras para análisis sedimentológ icos
y pollnicos, asf como conchas para C-14, de uno de los taludes descubiertos.
Desde el punto de vista de la proporci6n destacan, junto a los hel ix las
abundantes conchas de "cardium" JOII.
los datos econ6micos y ergol6gicos nos inducen a conside rar a este yacimiento como similar a los encontrados en el Sur de Francia y en Ita lia, caracterizados por la abundancia de caracoles (escargot ¡ ~rs ), norma lmente de
helix y abundantes conchas marinas en las zonas pr6ximas al mar, con industria pobre y atipica, mereciendo el ca lificativo dado por laplace de "complejo
regresivo con denticulados" ti.,
De acuerdo con las fechas proporcionadas por el C14, y a la existencia
de conjuntos similares en el nivel superficial del Filador y basal de Cocina, lo
consideramos como típicamente representante de nuestro Mesolítico III-A,
que fechamos desde el 7.500 hasta mediados de la primera mitad del sépt imo
mi lenio,
JI.-VILLENA.
En el interior de las tierras va lencianas, al N-W de la provincia de Alicante,
se e ncuentra Villena, en cuyo término municipa l las sistemáticas exploraciones de J. M.a Soler Garda han permitido descubrir un notable y singular
conj unto de yacimientos arqueológicos, de capital importancia para la Prehistoria valenciana y peninsular.
(109) Son numerosas las relacione5 de fauna malacolÓflica reco¡ida en concheros meso
liticos en toda la cuenca del Mediterráneo, y la búsqueda de paralelos resultarfa sumamente laboriosa, por lo que prescindimos de ello, de acuerdo con la finalidad de este
t rabajo. A titulo de ejemplo, y como muestra de la diversidad y diferencias entre yacimientos rnesoliticos de ambos ext remos del Mediterráneo, puede consultarse:
PETRBOK, J.: d · esolithische Mollusken aus dcr Karquelle Aine5-Saadi am Kanne!
1
(Palastina) •. Archiv füe Molluskenkunde, t. 75 p. 23124. Francfurl a .M., 1943.
(1 10) LAPLACE , G.: .. Rcc.herehes sur !'Origine et L'Evo!u tion des complexes Leptoli thi,
ques _. Melanges d 'Archoolo¡\e et d 'Histoire, Suplements, 4, pá¡s. 308-310. Ecole Francalse
de Rome. París, 1966.
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118
1. APARICIO
Para el periodo que nos ocupa .son cinco el número de los que nos interesan, tres de ellos en lo que otrora fue amplia laguna de Vil lena. seca hoy
totalmente, y en cuyos arena les residua les se localizaron los ófiles arqueológicos, y dos pequeñas cuevas contiguas abiertas en un abrupto cerro calizo
en las proximidades del Vinalop6UJ,
Excavaciones únicamente se han realizado en las dos cuevas, que se
pudieran llamar con mayor propiedad covachas. mientras que los materiales
de los otros tres proceden de sistemáticas exploraciones superficiales con sufj·
dentes garantías de no haber seleccionado 'os útiles. Todos ellos han sido
estudiados por J. Fortea, de qu ien tomamos las cantidades citadas.
PINAR DE TARRUElLA
A 5 Kil6metros de la población y en la superficie de las arenas recogió
Soler Garcla 54 raspadores, 1 perforador atípico, 26 dorsos rebajados, 29 hojas
y lascas con muescas y denticu lados, 1 trapecio con un lado cóncavo.
Aún cuando la total ausencia de buriles es difícil de explicar, creemos que
el yacimiento se sitúa claramente en la fase final de nuestro Mesolitico I-B,
pudiendo explicarse el trapecio por la proximidad del Arenal de la Virgen.
CUEVA GRANDE DE LA HUESA TACAAA
En nivel único Soler García recogi6 en esta pequeña cavidad un conjunto
muy homogéneo de materiales arqueológicos, cuyo mayor interés lo tienen
por el contraste que ofrecen con los recogidos en la inmediata covacha de
igual denominación. De ésta proceden: 12 raspadores, 4 perforadores simples,
63 buri les, 1 raspador-buri l, 1 raclette, 8 bordes y dorsos reba jados (fig. 30 ).
En este conjunto las proporciones se invierten y nos encontramos con un
absoluto predominio de los buri les, sin que aquf pueda sospecharse algún
principio de selección y suponer la intervenci6n del azar y otros factores
como en los ha llazgos superficiales. Nos encontramos, pues, ante un yacimiento claramente perteneciente a nuestro Mesolltico I-A.
CUEVA PEQUE¡;;'A DE LA HUESA TACAAA
A escasos metros de la anterior se encuentra esta diminuta cavidad, en
cuyo reducido depósito pudo Soler recoger 6 trapecios, 2 microburiJes, varias
hojitas y lasquitas. A pesar de la exigüidad del hallazgo su contigü idad si n
(111) Vid. Dota S y del mismo A. .ViUena. Prehistoria, Monumentos_, pqs. 1-35,
Excma. Diputación de Alicante. Alicante, 1916.
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Gnmde de la H _ T-atI, 10ft. (SecaD Soler Garda) •
• • Cueva de la Mallada, • 2/3 (Se¡da VIlueca ., Cant.areU).
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120
J . APARICIO
mezcla es un dato sumamente importante que niega la contemporaneidad de
ambos conjuntos; son sucesivos y no contemporáneos como ya indic6 Soler
Garcia al adscribir e l primero a su Mesolítico I y éste al 11. Con arreglo a n uestro esquema la Cueva Pequeña quedaría incluida en el Mesolltico 111 B.
ARENAL DE LA VIRGEN
Sobre las arenas de la laguna dese<;ada localiz6 Soler este conjunto
arqueol6gico, pr6ximo como hemos indicado al del Pinar de Tarruella .
A través de sus constantes exploraciones superficiales pudo recoger lo
siguiente: 17 raspadores, 2 perforadores atípicos, 10 dorsos rebajados, hojas,
hojitas y lascas; entre los geométricos : 1 media luna con ápice triédrico,
1 media luna con doble bisel, 3 trapecios, 5 triángulos, 2 microburiles, 2 puntas
de flecha, 1 diente de hoz. De cerámica dos vasijas completas y fragmentos
gradinados o cardia les.
Es evidente, a la vista de los materiales relacionados, que nos encontramos
ante conjuntos distintos y anormalmente mezclados. la abundancia de raspadores y dorsos rebajados no encaja con los geométricos y la cerámica, asf
como tampoco con aquéllos ni con las puntas de flecha o el diente de
hoz. Hay que suponer varios niveles al yacimiento, en el cual parecía apreciarse cierta estratigrafía en varios cortes realizados por máquinas excavadoras.
Raspadores y dorsos rebajados corresponden al MesoHtico lB, y pudieran
proceder del vecino Pinar de Tarruella; geométricos y microburiles al Mesolítico 111 B o bien al Protoneolítico y formar conjunto con la cerámica gradinada
y la cardial. Puntas de flecha al Neolítico avanzado o al EneoUtico, el diente
de hoz pertenece claramente a la Edad del Bronce Valenciano.
Este yacimiento y el Pinar de Tarruella servirlan para negar la contemporaneidad del Mesolítico I y 111 si se pudiera obtener la correspondiente
estratigrafía en el primero, ya que la mezcolanza descrita inutiliza buena
parte de su aportación.
CASA DE LARA
A unos 6 kilómetros del Arenal de la Virgen se encuentra este extenso
yacimiento arqueológico, que ocupa alrededor de un kilómetro de extensi6n
sobre las mismas arenas.
Soler recogió unas 50.000 piezas, que abundaban mucho más en una
depresión del terreno donde observó la presencia de restos constructivos
(pellas de barro con improntas de cañas).
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121
EL WESOLrnCO EN VAUlNCU
El material descrito es el siguiente: 14 raspadores, 8 bordes rebajados,
10 truncaduras retocadas. Geométricos: 15 segmentos, 8 medias lunas, 8 med ias lunas de doble bisel, 74 trapecios, 28 triángu los, 9 triángulos tipo Cocina, 50 microburiles, 117 puntas de flecha, 18 d ientes de hoz típicos, 12 láminas-hoz. Cerámicas: cardial, gradinada, incisa, plástica, peinada y carenada.
Nos encontramos, evidentemente, ante un conjunto muy mezclado por
su remoc ión superficial, caso similar al de los descritos. Sin embargo, aquí
no observamos la presencia del Mesolitico 1, pues la ba ja proporción de
raspadores y dorsos no desentonaría en un conjunto geométrico como lIatas,
Cocina o Albufera de Anna.
A través del estudio de los materiales hemos de ver una clara sucesión
cultural y cronológ ica amplia, y de ninguna manera reducida y tardía como
q uería Fortea. Anterior al 5.000 es el conjunto geométrico fabricado con la
técn ica del microburil, pud iendo pertenecer tanto al Mesol ltico III-C co mo
al ProtoneoJítico por su asociación con cerámicas cardia les y grad inadas; estas
dos, junto a ciertos geométricos atestiguan la existencia de habitación d urante
el Neolítico 1, que prolongándose a través del 11 llega al Eneolítico, al que
pueden pertenecer las puntas de flecha y con seguridad las láminas-hoz; de
la Edad del BroncE' Valenciano son los d ientes de hoz y las cerámicas carenadas.
Si admitimos la continuidad de habitación ésta q ueda atestiguada en la
Casa de l ara desde mitad del sexto milenio, hacia el 5500, hasta el 1500,
aproxi madamente, antes de Cristo, es decir 4.000 años de vida in interrumpida.
Dl
SURESTE Y SUR ANDALUZ
los yacimientos excavados por los hermanos Siret y por otros estudiosos
en el Sureste para el período que nos ocupa han sido numerosos, aunque la
mayor parte de ellos han quedado inservibles para la investigación, en principio por no haber sido publicados por sus descubridores, ún icos conocedores
de estratrigrafías, materiales, e incluso exacta ubicación de las cavidades, q ue
ha o bligado a auténticos procesos policiales en alguna ocasión, como el caso
de Fortea para la Pal ica-Tollos-Serrón (fig. 31, 1, 2 y 3). que logró aclarar
después de laboriosas averiguaciones I U; otros yacimientos excavados por
los dos hermanos belgas han sido ignorados casi totalmente, a lmacenados
sus materia les en el Museo Arqueológico Naciona l, aunque últimamente
parece que por iniciativa de su director, M, Almagro Basch, se les dedica espe(112) FORTEA PEREZ, J .: . La Cueva de la Palica, Serrón (Antas). Avance al estudio
del EpipaleoUtico del S.E. peninsu1ar_. Trabajos de Prehistoria,
págs. 6V~1. Madrid, 1970.
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(SecW1 VUuec:a).
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BL MBSOLlTI
123
cial atención IU; otros yacimientos, no excavados por ellos, precisan ~u publicación, como es el caso de la Cueva de Ambrosio 114. Por todo lo cual, una zona
que se revela sumamente importante por las breves noticias y menciones de
la mayor parte de sus yacimientos y materiales, poco puede aportar a la
visión general del conjunto.
Caso similar al que ocurre en el sur de Andaluda, donde a niveles consi·
derados como "epipaleolíticos" en la base de importantes estratigraflas se les
ha prestado escasa o nula atención, como es el caso de la Cueva de Nerja 115,
mientras que otros, como Hoyo de la Mina, han quedado inservibles para su
moderna excavación, debiendo recurrir a la antigua publicación de Such,
(¡til por otra parte pero necesaria su ampliación y constatación mediante
nuevos trabajos en la cavidad.
En ambas zonas la escasez de yacimientos con geométricos es manifiesta,
siendo su causa el azar de acuerdo con lo que hemos expuesto.
Por todo lo cual (¡nicamente tratamos de aquellos yacimientos cuya estra·
' ¡grafía, materiales o dataciones pueden interesar a los fines de nuestro trabajo, de acuerdo con lo manifestado en el planteamiento del mismo.
I.-cUEVA DEL NACIMIENTO (pontona - J"n)
A(¡n cuando los materiales arqueológicos de este yacimiento no han sido
dados a conocer en número y precisión suficientes, por los presentados como
avance en el I Congreso de Historia de Andalucla por G. Rodrlguez, sabemos
de su evolución estratigráfica en lineas generales para conocer su manifiesta
importancia en el panorama actual de la investigación, no solamente por
d icha evolución en si, que se presenta similar a la de otros pocos yacimientos
conocidos del área estudiada, sino también por su situación de enlace con
Andalucía y por la secuencia cronol~ica tan sugestiva que nos ofrece.
La sedimentación, que ha sido dividida en cuatro niveles, el A cerámico
y el S, C y O sin ellas, presenta dos capas en el primero, la 1 totalmente
removida y la 2 perteneciente al Neolítico Antiguo por la fecha de C/14 de
4830 S.C., aunque no tenga cerámica con decoraciÓn cardial, pero si gradi(U3) CACHO, C.: _La Cueva de los Mon;quillos, Lubrin (Almena)_. Trabajos de Prehistoria. vol. 35. pá¡s. 81-98. Madrid, 1978.
(114) RlPOlJ.. PEREll.O, E .: _Excavaciones en cueva de Ambrosio (Vflez B laDCO, Almerla); campañas 1958·6(b. Ampurias XXIl·XXlll, págs. 31-48. Baroelona, 1960-61.
M. BOTELLA realizó excavaciones en este mismo yacimiento, antes de la destrucc:ión
del mismo, al parecer detectándose seguros niveles Auriftacienses, habiéndose divulgado
esta noticia por diversos medios, sin que conozcamos ninguna publicación al respecto.
(115) PElJ..ICBR, M.: _Eslratigrafía preruslórica de la Cueva de Nerjv. E.xcavacioDes
Arqueológicas en Espalla, XVI. Madrid, 1963.
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'2'
J. A.PARICIO
nada y plástica, siendo el principal componente de la industria IItica las hojas
y hojitas con o sin retoque. presentando como anomaHa la presencia de raspadores y buriles. la fauna abundante.
El nivel B. correspondiente a la capa 111, proporcionó abundante material
IlI ico poco variado, predominando también las hojas y hojitas, mas la presencia de medias lunas, microburiles, la carencia de cerámica y la fecha
5670 S.C. proporcionada por el C-14 son suficientes para su adscripción al
Mesolltico !ti; hay que destacar la abundancia de la fa una y los numerosos
helix.
Por otra parte el nivel e, capa IV, debe corresponder a una fase de abandono, y por lo tanto estéril, ya que a ella no se hace mención en el trabajo,
lo cual, por otra parte, vendría b ien dada la diferencia cronol6gica determinada por las fechas del C-14 entre los niveles superior e inferior.
la capa V corresponde al último nivel, al D, en la base del yacimiento,
excavado en una reducida superficie, aunque ha proporcionado fauna y una
industria lítica bastante abundante, siquiera poco diversi ficada, con raspadores, buriles y hojas con o sin reloques, lo cua l, junto con la dataci6n del
9.250 S.C. nos permiten incluirlo en nuestro Mesol¡tico I "'.
1.-AUOROQUE (Antu· Almen.)
El yacimiento de Aljoroque, más conocido como El Garcel por la famosa
obra de los Siret 111, se encuentra situado en término municipal de Anfas,
junto al cauce del río Antas, que desemboca en el Mediterráneo a unos
10 kms. al E. del yacimiento.
las excavaciones que real izara en el mismo G. Gossé pusieron al descubierto unos trescientos silos rel lenos de sedimentos y materiales heterogéneos, aunque estas excavaciones no permiten conocer la distribuci6n de
(116) Con respecto a la fauna consideramos de interés r eproduci r parte de l texto de
una c:art:a que el paleontólogo, Manuel Pérez Ripoll , ha tenido la amabilidad de remitirnos:
_estudiando la fauna, no he encontrado ninguna diferencia entre el nivel neoIJtico y el
mcsoIJtlco, hay las mismas especies, la misma moriología; no hay indicios de ser dos
estratos diferentes •... "dcl nivel neolítico un SS 'lo del tota l de los restos, son domesticados;
las especies existentes son, oveja, cerdo y cabra como domesticadas; c:lervo. corzo. jaball,
caballo y cabra como salvajes. Del nivel mesoI!lico hay un 4S " del total de restos, domesticados, la$ especies existentes son las mismas que en el anterior, sólo que no hay caballo_.
Indicaciones Que aaradecemos vivamente.
Tenernos noticias de Que han comenzado excavaciones arqueolÓjicas en es te yacimiento
realizadas por el Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense y diriaidas
por M. D. Asquerino Fernánda.
(117) SIRET, E. y L.: -Las primeras Edades del Metal en el Sudeste de Espafta •. Texto,
págs. 3-9; limlna 1. Banxlona, 1890.
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125
los útiles, ni por conjuntos ni estratigráficamente JI', sin que el intento de
P. Acasta, con el fin de obtener la secuencia estratigráfica del mismo diera
resuJtadoll'.
A través del dibujo de los materiales en srrex podemos conocer la exis·
tenda de núcleos, hojas y hojitas retocadas o no, raspadores y microrraspadores. hojas y hojitas con 'runcadura distal oblicua, pero muy especialmente
trapecios y microburiles en buena proporción, lo cual es fenómeno raro en
toda el área andaluza V no ha sido debidamente valorado (fi9. 32).
El Garee1 ha figurado siempre en la bibliografía como un yacimiento Neolitica, siendo lo más conocido el célebre vaso de fondo c6nico /l/l, aunque
sin valorar convenientemente la asociación de los t¡picos materiales neol!·
ticos con trapecios y microhuriles.
Hoy sabemos que la ausencia de geométricos y microburiles en el área
andaluza es más bien un vacío azaroso, vado que se va despejando a medida
que se intensifican las investigaciones, y a este respecto son sintomáticos
los hallazgos de "El Ochavo" 111, de la Cueva del Nacimiento y de ciertos
hal lazgos presentados al Symposium de C6rdoba todavía no publicados. Al
mismo tiempo que el N eoJlt ico anda luz se estructura ergol6gicamente a nivel
evolut ivo de forma similar al valenciano, con un Neolítico I o Antiguo carac·
terizado por la cerámica cardial y que ocupa la mayor parte del V milenio,
y un Neol1tico JI con cerámicas gradinadas, acanaladas, "almagra", etc., pero
ya sin cardial, a través del IV milenio y primeros siglos del V, tal y como ya
esbozamos en nuestro estudio de la Cova Fosca uz. A través de la última sin·
tesis del Neolítico andaluz In se aprecia bien dicha estructuración, si se como
(118) GOSSE., G.: .. A1joroque, estación neoUtica•. Arnpurias IIJ, págs. 6J.M. Bar.
celona, 1941 .
(119) ACOSTA, P.: .Eltcavaclones en el yacimiento de El Garcel (Antas, Almerfa) •. Noticiario Arqueológico Hispánico. Prehis toria, 5, págs. 189-191. Madrid, 1976.
(120) SIRET, L : ..Qucstions de Chronologie et d'Ethno¡¡:raphie l bériQUes_. T. 1, lám. JI,
núm. 57. París, 1913.
CHILDE, V. G.: . L'Au be de In civilisation europecnne •. Fia:. 123. 3. París, 1949.
llOBREGAT CONESA, E..: .Del fin del neoUtico de cerámicas impresas al comienzo
de la Edad del Bronce en la Región Valenciana. Precisiones sobre cronología absoluta_.
Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 9, páp. 3-10. Valencia, 1973.
(121) APARICIO PEREZ, l ., SANCHEZ MARTlNEZ, e., LOPEZ PAYER, M. G. Y GARCIA GARCIA, F.: _Dos Importantes yacimientos arqueológicos para la prehistoria andalma
y peninsular hallados en _La Carolina_ (laén. E$p.il.ña)_. Departamento de H.· Antigua.
Serie Arqueológica, numo 6, VARIA 1, págs. 55-70. Valencia, 1979.
(122) Vid. opus. cit., nO la "9, pág. SO.
(123) NAVARRETE ENCISO, M.· S.: _Estado actua l de la Investi¡¡:ación sobre el NeoIltico de la provincia de Granada... XlII Congreso Nacional de Arqueología. Huclva, 1973,
pállS. 267-212. Zaragou, 1975.
NAVARRETE ENCISO, M.· S.: .La Cultura de las Cuevas con cerámica decorada en
Andalucía Oriental-. Universidad de Granada. Departamento de Prehistoria. Granada, 1976.
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APARICIO
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EL WESOUTICO EN VAUNClA
127
para con la estruduraci6n del valenciano, donde se encuentra la clave de la
misma, aunque alli no fuera planteada de esta manera, aunque si en un
trabajo sintético posterior Ut,
Por lo que se intuye 8 través de los nuevos descubrimientos, y de los
antiguos como el de Aljoroque, la base ergol6gica sobre la que se produce
la neolitizaci6n es la del Mesolftico III-C, que en el área andaluza no sabemos
si posee triángu los tipo Cocina debido a los raros hallazgos hasta el momento.
En el Mesolftico 111-8 o C incluimos los hallazgos de Aljoroque, procedentes
de un hábitat al aire libre, sobre el cual se estableci6 otro posterior ya en el
Neolít ico 11, mezclándose sus materiales, lo que ha provocado los consabidos
errores.
3.-HOYO DE lA MINA (AUIap)
Este yacimiento andaluz se encuentra situado a 9 kms. al W. de Málaga
y a 1 km. de la linea adual de costa, de cuya situaci6n durante las primeras
ocupaciones del yacimiento hablaremos posteriormente,
Descubierto como tal por M. Such en 1917, durante 1918 pudo realizar su
prospección y en 1920 su publicaci6n 125, si n que se haya vuelto a traba jar
en el yacimiento, a pesar del intento de Forfea Pérez desbaratado por las
modificaciones introducidas en su estructura y en su sedimentaci6n por una
industria inmediata Il!.
A pesar de no estar hecho por un profesiona l, el trabajo de M. Such sorprende JX)r la meticu losidad de sus observaciones, y por un cierto rigor que
presidió su actividad y quedó reflejado en el trabajo, lo que todavía hoy día
mantiene su validez y es fuente segura de consulta independientemente de
su exclusividad. De ah! que lo hayamos utilizado !ntegramente, por nuestro
deseo de buscar la fuente original, siquiera matizándolo a través de la
publicación que de sus materiales hiciera Fortea Pérez m,
De la estratigrafía que describiera nos interesan los niveles infrayacentes
al N eolítico 11 superficial, aunque teniendo siempre presente que se pudieron
mezclar materiales como ya advirtiera el autor,
(124) NAVARRETE ENCISO, M.- S.: d..a CuJlura de las Cuevas con cerámica decorada
en Andaluc1a. Orienla¡'. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada. NUm. 1.
páginas 59-73. Granada. 1977.
(125) SUCH, M .: .. Avance al Estudio de la caverna _Hoyo de la Mina. en Málaaa •.
Boletín de la Sociedad Malagueña de Ciencias. Málaga, 1920.
(126) FORTEA PEREZ, J.: Vid. _los Complejos..... pág. 240.
(1m Ibídem, páginas 239-251 y 405406.
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128
J. APARICIO
Del análisis realizado nos interesa destacar que de Jos tres niveJes en
cuestión el 1, o "Nivel Mixto", que alcanzaba un espesor entre 20 y 30 cm.,
permitió observar una disminución progresiva de la cerámica desde la parte
alta a la baja hasta su total desaparición, siendo precisamente toda ella lisa,
Jo cual es un dato que apoyaría la antigua postura acerca del carácter liso de
las cerámicas del ProfoneoJítico, en cuya posibilidad llegamos a creer incluso
nosotros mismos. la industria lítica (fíg. 33) está compuesta por hojas fun~
damentalmente, observándose que son mucho más regulares en la parte alta
del nivel. que en la baja, de donde proceden también los tres únicos micro~
rraspadores, el perforador y los geométricos, conservando estos últimos el
ápice triédrico según observa Fortea Pérez, lo cual es indicio de que se fabricaron con la técnica del microburil. La fauna mastológica predominante al
inicio va siendo suplantada progresivamente a medida que se profundiza
por malacológica marina y terrestre.
A pesar de la escasez de los datos, el conjunto de los mismos ofrece mucha analogía con el modelo de cambio propuesto por nosotros para el Protoneolítico, y así, esta comunidad con régimen de vida basado casi exclusivamente en el marisqueo y recolección de moluscos terrestres (Helix), cambia
paulatinamente su economía dirigiéndola a la ganadería, mantiene el utillaje
lítico a base de hojas-cuchillo cuya talla perfecciona, introduce el perforador
como innovaci6n y elimina algunas formas geométricas, manteniendo trapecios y segmentos que agranda, aunque aún utilice la técnica del microburil en su fabricaci6n, técnica que abandonará antes del Neolltico I o Antiguo, fase no señalada en la estratigrafía de la cueva, ya que sin soluci6n de
continuidad se pasa directamente al NeoHtico 11.
Subyacente al Nivel Mixto, Such señal6 la existencia de un tercer nivel
que calificó como Paleolítico, y que dividi6 en dos pisos, el superior Tardenoisiense y el inferior o Capsiense. El primero está caracterizado por una
industria lítica con predominio total de los raspadores o microrraspadores,
siendo abundantes los dorsos rebajados y escasos los buriles, encontrándose
uno solamente y en la base del piso; los tres perforadores es evidente que
no corresponden a este nivel, ya que es un útil extraño al MesoJítico 1 tal y
,
como hemos indicado en varias ocasiones, debiendo proceder del "N ivel
Mixto", de donde pudieron caer ya que presentan clara analogía con el perforador encontrado all í y pudieran ser considerados como los precedentes
de los típicos perforadores neolíticos. El predominio de raspadores y dorsos
rebajados sobre los escasos buriles permiten incluirlo en nuestro Mesol ítico
I-B, fase final o segunda caracterizada precisamente por el descenso sintomático del índice de buril frente a los otros dos. lo que queda representado
por MaJlaetes.
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F1¡. 33.-UtUq UIlCOII de Hoyo de la Mina (RfÚD M. Sueb): 1, _Nivel Mlxto.;
2, . Pbo TarcSenolslente_; 3, d'iso CaPllmte..
17
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1 . APARICIO
El piso infe rior o Capsiense representa bien la primera fase del meso--
Htico 1 la A, por la mayor abundancia de buriles frente a los otros tipos, lo
,
cual se aviene perfectamente con la disposición estratigráfica de ambos; de
creer en la existencia del buril en "pico de loro", que Fortea acepta m, nos
encontraríamos en presencia de un Magdaleniense Fina l, al que pudieran
pertenecer también los fragmentos de supuestas azagayas, aunque el paralelismo cronol6gico de ambos minimiza el prob lema.
Sin embargo, todo lo anteriormente expuesto debe ser considerado con
reservas y esperar su futura confirmación. que se prevee lejana a juzgar
por la descripci6n de Farrea, mas frente a Jo reducido del área sondeada hay
que considerar el cuidado puesto en los trabajos y la aparente homogeneidad
de los conjuntos y de su evolución estratigráfica, todo lo cual es una garan·
tIa que seria imprudente despreciar.
la d istinta composición de la fauna del "Piso Capsiense" de este yaci·
miento con respecto a la conocida para etapas similares de yacimientos con
ubicación actual pl'óxima al mar, nos obliga a estudiar el tema con deteni·
miento, ya que frente a la base económica supuesta para el Mesolítico I· A y B,
apoyada en la recolección de moluscos terrestres casi exclusivamente, con
total predominio del Helix, aquí se evidencia una absoluta preponderancia de
fauna malacológica marina, alcanzando los Tapes decusatus el 95 'lb del
total de conchas, y el resto Cardium edule, Solen, Pecten, Ostra edule, Murex.
Haliotis, Sepias. también crustáceos y peces, lo que claramente evidencia la
proximidad del mar, donde obtenían sus recursos, corroborado por la presencia de varios cantos rodados recogidos en la playa y que expresa mente
describió Such.
Dada la lejanla de la línea de costa por descenso del nivel marino durante
el Würm final. el marisqueo señalado únicamente pudo ser realizado en fecha
reciente, cuando las aguas hubieran regresado y alcanzado poco más o menos
su nivel actual. lo que está en desacuerdo con las caracte rísticas de la industria
descrita, o bien que la lejanía no hubiese sido prohibitiva.
El segundo caso es el más probable. y si observamos la isobata de 50 m.
veremos como precisamente a 9 kms. al W. de Má laga se encuentra a unos
800 m. de la costa actual, mientras que la de 200 m. a unos 12 kms.. 10 que
nos hace suponer que la de 150 m·, correspondiente a la máxima profundidad
alcanzada por las aguas, se encuentra a unos 9 kms., que sumados a la d is·
tancia a que se encuentra la cueva totalizan 10 kms.• d istancia máxima a
(llB) FORTEA PEREZ, J .: Vid ...Los Complejos.... . p41¡1na 242.
[page-n-131]
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EN VAU!NCL\
131
que se pudo encontrar el yacimiento, lo cual elimina las dudas que pudieran
surgir en una primera impresión. Debiendo tener en cuenta que los Helix
son sumamente abundantes, aunque enmascarada dicha abundancia por la
prep:mderancia de la fauna marina.
En resumen, y bajo nuestro punto de vista, la sucesión estratigráficocultura l y cronol6gica del yacimiento se puede establecer a partir de la existencia de un Mesolítico I-A en la base, que evoluciona a un Mesolit ico 1
-8,
y de aqul se pasa ya a un Protoneolítico, careciendo de los Mesallticos 11 y 111,
por lo que hay una manifiesta discontinuidad estratigráfica que la excavación no refle jó.
4.--cuEVA DE LA VICTORIA (La c.Ia·M61IlP)
Se encuentra en las proximidades de la costa actual y ha sido objeto de
rebuscas incontroladas y de metódicas excavaciones, estas últimas a cargo
de Fortea Pérez. De las primeras proceden dos arpones con una hilera de
d ientes, en curso de publicación por el Dr. Ripoll Perell6¡ mientras que la
excavación que realizó Fortea, motivada por los hallazgos mencionados y por
la existencia de pinturas rupestres m, le permitió obtener una secuencia estratigráfica todavía no publicada "in extenso", aunque, según Fortea se pudieron
determinar "cuatro horizontes aislados, que comprueban la sucesi6n Magdaleniense superior Epipaleolltico microlaminar de raíz aziloide ... que la Victoria amplia con un nivel superior constituido por un conchero con industria
de guijarros tallados .. ., muy exigua cantidad de piezas típicas" UII.
Tanto por la posición estratigráfica, como por la somera descripci6n de
las industrias, para nosotros nos encontramos ante un Mesolltico 1 que arranca
de un Magdaleniense Medio, y posteriormente ante un Mesolltico IIloA con
industria lítica macrolltica con escasas piezas o útiles, junto con abundantes
conchas.
(129) RUBIO DlAZ. A.: .Las Pinturas Rupestres de la CUeva de la Vlcloria (La Cala,
Mála¡ a) •. Zcphyrus, XXVI·XXVII, pap. 2ll-242. Salamanca. 1976.
(130) FORTEA. PEREl, J ., y GIMENEZ GOMEZ, M.: Vid. opus. cit., nota 101.
[page-n-132]
B2
El
J. APARICIO
VISION y SINTESIS GENERAl
a.-ANTECEDBNTES mSTORICOS y PROCESO DESARROUADO POR LA INVESTlGACION.
las sfntesis son necesarias para cada momento histórico, y a pesar del
riesgo inevitable que llevan consigo estamos obligados a su elaboración con
el fin de estable<:er plataformas de despegue para la investigación posterior,
y visiones amplias para la inteligibilidad y comprensión del conjunto. Con
todos sus defectos y necesarias inconsistencias las síntesis son puntos de
apoyo y arranque obligados para los sucesivos estudios que deberán eliminar
aquéllos y reforzar las sólidas aportaciones.
En el extenso proceso que desde la segunda mitad del siglo pasado sigue
la investigación hasta llegar al momento actual, que en modo alguno debe
considerarse como la culminación del mismo y la etapa final, sino como una
más de las varias que estableceremos, y en el momento actual la última de
la larga cadena sin fin cuyos eslabones tratará de engarzar la investigaci6n
posterior, el conocimiento del Mesolítico se confunde y entrelaza con el del
Paleolrtico Superior, y los nombres de culturas hoy perfedamente situadas
en el tiempo y en el espacio, y por ambos separadas d iametralmente, se
barajan y entremezclan constantemente en un intento por reconstruir un
sencillo (por entonces) rompecabezas, cuya complejidad se desvel.Jrá más
adelante, tal ocurre con los términos Auriñadense y Capsiense como veremos.
A lo largo de todo el desarrollo del proceso hist6rico hasta el estable<:imiento y delimitación temporal y espacial del mesolítico vemos como, desde
el comienzo de la investigación hasta el momento presente, el descubrimiento
y excavación de ciertos yacimientos marcan los hitos seguidos a través del
largo re<:orrido, y hasta el posterior aquél caracteriza y da contenido a todo el
periodo intermedio.
los yacimientos valencianos han representado el principal papel en todo
el proceso, por lo que se refiere al Mesolítico peninsular y mediterráneo, y
aunque otros yacimientos foráneos han proporcionado niveles y materiales
de singular importancia no con la trascendencia y oportunidad que los valencianos, de tal manera que su conocimiento sirve para el establecimiento de
algunas de las etapas siguientes:
1.'-INICIAl
Comprende hasta 1916, fe<:ha de la publicación por Obermaier de la primera ed ición de "El Hombre fósil", y se puede caraderizar por los primeros
intentos de relacionar Africa con España, o bien negar las relaciones.
[page-n-133]
EL WBSOLlTlCO EN VALENCIA
133
las excavaciones de los Siret en el Sudeste en el último cuarto del
siglo XIX, con todos sus defectos y anormalidades, habían divulgado una
serie de yacimientos y materiales Ui que fueron casi los únicos conocidos
en tooa la España al S. de la franja cantábrica, lo que condicionó necesaria·
mente las sfntesis y los paralelismos.
Con la creación por P. Pallary en 1909 del término lberomauritánico w y
la definición que hizo del mismo, estableciendo ya sus t ipos IIticos caracte-rísticos m, quiso indicar los profundos paralelismos existentes entre las indus·
trias descubiertas por los Siret en España y las africanas, producto ambas de
una misma civilización; y aunque otros nombres fueron propuestos para
simi lares conjuntos industriales, tales como Oraniense por Breuil en 1932 y
Mouillense por Reygasse en 1941 U4, tuvieron poco eco y rápidamente cayeron
en desuso.
Posteriormente diversas voces se alzaron negando estas relaciones, entre
las cuales sobresalieron las de Gobert y Vaufrey lJI, mientras que Balout
critica en principio el término llIi, ya que aunque lo emplea por ser "el pri.
mero utilizado para designar la civilización prehistórica descubierta en los
abrigos de la MouilJah" m, propone la subst itución por Mouilliense, ro que,
como ocurrió anteriormente a Reygasse, no tuvo consecuencias. Pero Barout
f ue mucho más allá y negó el que se tratase de una misma civilización, y
aunque Fletcher Valls le advirtiera que en Valencia la investigación habla
estableddo por entonces la misma dualidad entre industrias costeras e inferiores que se encontraba en el Maghreb entre lberomauritánico y Capsiense,
lo interpretó como respondiendo a una simple "convergencia y contraste
debido a la oposición de géneros de vida en regiones fuertemente diferen·
ciadas" ut.
También en 1909 J. Morgan 1JII creaba el término Capsiense para designar a
las industrias exhumadas en las proximidades de Gafsa, a las que pronto se
le encontraron grandes semejanzas con el Auriñaciense europeo, teoría contra
(131 ) SIRET, L.: _L'Espagnc préhistorique•. Rcvue des Questions Sc:.lentifiques, pa·
&inas 41·70. BruxeUes, 1893.
(132) PALLARY, P.: _Note sur un aisement pal60litbique de la Provence d 'Oran •. BulIelin
An:héologique du Comité des Tmvaux Historiques et Sc.ieDli[iques, págs. 341-0342. 1909.
(l3J) PALLARY. P.: dnstructions pour les re:eherches préhi5toriqUe5 dans le Nord-Ouest
do I'Afrique •. Mémorle de la Société Historique Al¡trienne. t . IIJ. 1909.
(134) COETZ, Ch.: _Notes d 'arc:h60logie prébistorique nord·africalne sur un foyer ora·
nlen de la sablitre d'EI·K~r •. BulIetin de la Sociélé Pn!bistorique Fran~ise. t . XXXVIU,
pá.¡. 265. París, 1941 .
(1lS) GOBERT, E. G. el VAUFREY, R.: .Deux ¡iscments extrbnes d 'lbl!romaurusien•.
L'Anthropoloaie, t. XUI. pá.¡s. 48&-489. Parls, 1932.
(136) BALOUT, L.: _Préhistoi.re de I'Afrique du Nonf_, pá.¡s. S y 6. París, 19S5.
(137) Vid. opus cit. nota anterior, pá¡. 3J9.
(138) Ibldem., pia. 340.
(139) MORCAN, J.: _Les premiéres civilisatioru;_. P"s. 13.5-136. Lcroux. París, 1900.
[page-n-134]
134
J. APA1l1 CIO
la que aunque se alzó alguna voz discordante uo, tuvo ardientes defensores 141,
lo cual llevó el dar "a su acepci6n nord-africana (del Auriñadense) un valor
cronológicamente comparable al que por su posición estrat igráfica t enIa el
Auriñaciense francés" 142,
Estos descubrim ientos y teorías condicionaron e informaron la investigaci6n de la época, y casi todos los arqueólogos adoptaron posturas en pro o
en contra de las mismas, pero con la mirada puesta en lo africano hasta muy
tarde, y mientras Vaufrey se negaría a aceptar las influencias 141. Breuil muy
temprano aceptarla las capsienses ,.., aunque mAs adelante matizaría sus opi.
niones ]4J¡ aceptándolas también otros investigadores, entre ellos Peyrony 146,
aunque haciendo caso omiso a la advertencia lanzada por Siret en 1931 sobre
la filiación que se daba a las industrias descubiertas por él en Almerla y
Murcia 141.
la cuestión quedó planteada as! y polarizada entre estas dos alternativas
desde un principio, y hasta que no fue avanzando la investigación, yestableciéndose las características especificas de cada industria, asl como su fijación
cronológica, que solucionó definitivamente la problemática objeto de la polarización, las posturas fueron d ispares y la bibliografía abundante 1-.
(140) GOBERT, E.: .. Recherches sur le Capsicn •. Bulletin de la Société Préhistorique
Fran<;:aisc, t. VII, pág. 595. Pans, 1910.
(141) REYGASSE. M.: .Etudes de Paletbnologic maghrébine (deuxi/)'1llC sé:ric) •• Rec. des
Not. et M~oires de la Société Achéologique de Constantine, t. UII, pág. 201. 1921-22.
DEBRUGE, A.: .L'cscargotiere de Mechta e1-Arbi (Aurignacien anejen). Reprise des
fouilles en 1923 •. Rec. des Not. et Mémoires dc la Sociélé ArchtolOSique de Constantine,
t. LV, págs. lt1-I44. 1923-24.
DEBRUGE, A.: .L'[ndustrie aurignacienoe nord·afrieaine el la raee aurignaeienne de
Mochta e1·Arbb. XLVIII" Congrés de I'AFAS, pigs. 69>702. BordcalU. 1923.
COLLIE, G. L.: .Tbe AurignaciaJls ud theiT culture. lopn Musew:o Bullctin, vol. 1
nUmero 1. 1928.
(142) Vid. opus eit. oOla 6, pág. 391.
(l43) VAUFREY, R : .Les EJéphants nains des iles médilerranéenncs el la qUCStiOD des
istlunes pleistocénes•. Archives de !'InSlitut dc Pal~olologie Humainc, núm.. 6. Pans, 1929.
(144) BREUIL, H.: .. Les subdivisicms du Pal~lithique IUpériCur el lcur signification •.
Congres In tcrnational d'Anthropologie et d 'An:h~log¡e Préhistorique, actas de la XIV
session, pág. 183. Ginebra, 1912. 2- edición, 1937.
(145) Ibldem, pág. IS.
(l46) PEYRONY, D.: .Pal~lithique supérieur europ6en et africain. Rapports entre CUX •.
Revue Antbropolo¡¡:ique, mlm. 42, págs. 126-141 . Parls, J932.
PEYRONY, D. y E.: .. GiselllCnl Préhistorique de Grabillah. Bulletin de la Sociell! P~
hislorique Fran<;:aise, núm.s. 11·12. PaJis, 1941.
(147) SIRET, L.: .Clasificalion du Pa1éolith.ique dans le Sud-EsI de I'Espagne•. XV Congrés lntemational d'Antbropologie ct d'Archéol.ogie Prtbistorique. Portugal, 1930. Pans, 1931.
(148) Una completa visión y desarrollo de la problemát.iea, as( como la postura del
propio autor, puedc verse en:
PERlCOT CAReIA, L.: _Historia dc Mam.le005. 1. Prehistoria. Primcra pane. EJ PaleoI/lico y Epipalcolilico •. Teluán, 1953, págs. 259-310. Para lo quc también pueden consultarse,
además de la de L. Baloul cilada (Vid. nota 6), las si¡u.icntes:
ALMAGRO, M.: .Prehistoria dcl Norte de Afries y dcl Sahara Español •. Barcelona, 1946.
VAUFREY, R.: .Préhistoire de !'Afrique. Tome premier: Maghr-eb~. Pans, 1955.
PERIeOT, L. y TARRADELL, M.: .. Manual de Prehistoria Africana •. Madrid, 195.5.
[page-n-135]
EL MESOl.ITlOO EN VAIl!NClA
135
Todo lo cua l influyó decisivamente en la investigaci6n española, que se
vio ob ligada a ut ilizar estos esquemas, los cuales la condicionaron abiertamente hasta fechas recientes, e indirectamente parte de dichos condicionamientos todavía subyacen en los esquemas utilizados, propuestos o aceptados
por la mayor parte de los interesados en la materia, especialmente lo referente a la dualidad étn ico-cultural coetánea establecida entre poblaciones costeras e interiores, que superada en el lugar de donde se tom6 el modelo,
continúa vigente en el que se adopt6, y cuya superaci6n en el segundo es
parte de la f inalidad de nuestro trabajo.
2,'---DE 1916 A 1929, SE IMPONEN lAS TESIS AFRICANISTAS
Su punto de partida fue la publicaci6n en 1916 de una de las primeras
sintesis de la prehistoria peninsular, y no la inicial porque ésta lo fu e la
del valenciano VHanova y Piera L." que as! mismo fue una de las primeras
d e Europa; en la edici6n prfncipe de su obra L50 Obermaier se hizo eco de esta
problemática y aceptando tota lmente las tesis africanistas, y apoyándose en
los hallazgos efectuados por lo Siret en Almerla y Murcia, así como en los
de Málaga y Granada, reconoci6 que "España f ormaba durante el periodo
auriñaciense una región de tránsito entre Africa y Francia" m, todo lo cual
repetía en la segunda edición de 1925, donde segura considerando a la zona
cantábrica bajo la influencia A uriñaciense y Solutreo-Magdalen iense de
origen francés, prolongándose el Solutreo-Magdaleniense hasta la Cataluña Norte, mientras que "la parte meridional de España estaba en absoluto
bajo la influencia del Capsiense superior" w, ideas que, lógica mente, extendía al arte, "estas pinturas natura listas de l evante, que se deben sin duda a
los artistas del Capsiense, que según hemos visto antes era una civi lizaci6n
sincrónica y equ ivalente al Auriñaciense, Solutrense y Magdaleniense del
Norte de España y Francia" w.
En resumidas cuentas para Oberma ier España quedaba dividida en dos
zonas claramente diferenciadas, una en el norte, comprendiendo toda la regi6n
Cantábrica y la parte septentrional de Cataluña, que enlazaba directamente
con el A uriñaciense, Solutrense y Magdaleniense francés, mientras que el
resto era netamente Capsiense, y no ya por meras influencias o aportaciones,
sino f ormando una misma un idad étnico-cu ltural; la España europea y la
africana quedaban delimitadas. En el centro peninsular se produciría el con(149) VlLANOVA y PIERA, J.: .Origen, natunle:u y antigÜedad del hombre•. Ma·
drid , 1872.
(ISO) OBERMAIER. H.: .El Hombre Fósil-. Comisión de Investigaciones Paleontológicas
y Prehistóricas, memoria número 9. Madrid, 1916.
(1St) Ibídem, pág. 201.
(152) Ibldem, seg¡mda edición, págs. 228--229. Madrid, 1925.
(153) Ibídem, página T16.
[page-n-136]
136
:S . APARICIO
tacto y de ello darlan fe los yacimientos que según Obermaier se encontrarlan en el futuro.
Pero aún fue mucho más allá y con posterioridad al Magdaleniense,
durante el Epipaleollt ico o Capsotardenoisiense como propuso, el Capsiense
final, formado por evoluci6n del Superior, se mezclarla con el Aziliense en
Cantabria y penetrando en el país vecino daría origen al Azil io-Tardenoisiense
francés.
Oberma ier f ue maestro indiscutido de varias generaciones de arque6logos
españoles, de ah! que su estructuraci6n fuese aceptada V seguida a pie juntillas, al mismo tiempo que su magisterio se extendía a otras personalidades
coetáneas de gran relevancia, tales como Bosch Gimpera, entre otros ~.
3.·-DE 1929 A 1942. DETERMINADA POR LA EXCAVACION DEL PARPAlLO.
En 1929 se rea liz6 la primera campaña de excavaci6n en la Cova del Parpalió, continuándose los trabajos durante los dos años sucesivos hasta el
agotamiento tota l de su sedimentación, dándose a conocer su estratigrafía
y sus imJX)rtantísimos materiales varios años después w, aunque las características f undamenta les de estratigrafía y materia les se divu lgaron rápidamente. A part ir de este momento el "edificio Capsiense" debió desmoronarse
rntegra y tota lmente, puesto que la docu mentación aportada a las tesis contrarias a la sustentada JX)r Obermaier fueron definitivas y suficientes para
lograrlo.
Sin embargo, no f ue así y Oberma ier continuó manteniendo su esquema
básico, aunque tuvo que matizarlo a tenor de los hallazgos del Parpal 16,
rea lizando auténticos "ma labarismos" intelectivos para poder mantener aquélla
sin soslayar éstos.
Así, en 1932, presenta al Capsiense como una cultura hermana de las del
centro y del Oeste d e Europa, el Capsiense inferior correspondiéndose con el
Auriñaciense europeo y el superior con el Solu trense y Magdaleniense, aunque ahora, y teniendo en cuenta al Parpall6, la fran ja oriental de la Península,
hasta Gandía, aparece ocupada por las industrias europeas, continuando el
Capsiense en el centro y en el su r, donde serían Capsienses Hoyo de la Mina
(Málaga), Iznalloz (Granada). Cuevas de Vera y Vélez Blanco (Almería),
"una capa capsiense tipica entre el Sol utrense y el Magdaleniense, los cuales,
por su parte, proceden de Cataluña, todo lo cual es muestra de un variado
(154) Bose H GIMPERA, P.: .Etnología de la Península Ibérica_, págs. 11-37. Barcelona, 1932.
(155) Vid. opus cit. nota 77.
[page-n-137]
m.
WESOunCO EN VAlJ!NClA
137
trasiego de tribus, que unas veces f ueron empujadas hacia el Norte por sus
enemigos y otras hacia el Sur" 156,
En 1944, en una nueva visi6n de conjunto, tercera edici6n de la anterior,
al reproducir estos párrafos, Obermaier se muestra, no más cauto, sino
profundamente desorientado por los nuevos hallazgos, y aunque cont inúa
afirmando su extensi6n por la mitad meridional de España, reconoce que
"varios yacimientos que nosotros mismos t uvimos antes como del "capsiense
infer ior" deben ser designados simplemente como auriñacienses" y señalando
la existencia de tipos capsienses en Tirig-Albocácer (CasteI1
6n), justificando su
desorientación por "cuanto que en la zona oriental de la Península hubo
múltiples cruces de tribus y culturas; unas veces porque aquéllas subía n hacia
el norte, otras porque bajaban hacia el sur, metiéndose en un callejón sin
salida" 1J1,
Todo lo cual influy6 necesariamente en fa invest igaci6n de la época, que
tampoco supo, ni lo intent6, adoptar una postura personal ante la cuestión,
rompiendo con los esquemas al uso e interpretando directamente la documentación dispon ible, y así, Pericot, en fa misma publicación del Parpalló
todavía afirmaba fa influencia del Capsiense sobre el Solutrense Superior y
Magdaleniense directamente desde Argelia y Orán hasta Almería. A lgo antes,
en 1940, también Fletcher mantenía las influencias africanas a través de dos
invasiones u oleadas interrumpidas por el Magdaleniense en las zonas ocu padas por éste Isa; y aproximadamente por las mismas fechas señalaba A lmagro la coincidencia temporal en la llegada d e Magdaleniense y Capsiense a
la Penlnsula, y al interrumpirse aquél en su normal evolución el segundo
se extendió por toda ella influyendo sobre el Aziliense m.
Sin embargo, tres años más tarde, en 1944, se advierte en el pensamiento
de A lmagro una mayor prof undización personal en la cuestión y un intento
de romper, no del todo, con los viejos esquemas, que cont inuaban lastrando
los espír itus, y aunque valora la posibilidad d e un origen europeo para el
geometrismo, e incluso propone una derivación de los mismos d esde los
úl tiles conocidos del Paleolít ico Super ior, considerando Aziliense el n ivel
superpuesto al Magdalen iense IV del Parpalló 160, no se decide a rechazar totalmente " la hipotética llegada de gentes y corrientes africanas" 161.
(156) OBERMAlER, H.: _E l hombre prehistórico y los orígenes de la humanidad •.
Revista de Occidente. páas. 77-78. Madrid, 1932.
(157) l bldem, tercera edición, págs. 75-76. Madrid, 1944.
(158) FLETCHER VAUS, D.: _Notas sobre el Paleolftico Superior.. Ampurias. t . 1,
páp. 101·107. Barcelona, 1940.
(159) ALMAGRO BASCH, M.: «Introducción a la Arqucol08la. Las culturas prehistóricas
europeas_, pág. USo Barcelona, 1941.
(160) ALMAGRO BASCH, M.: _Los problemas del EpipaleoUtlco y MesoUtico en Es·
paña_. Ampurias, t. V, págs. 24-25. Barcelona, 1944.
(161) Ibldem, páginas 4-7.
18
[page-n-138]
138
J. APARICIO
Por las mismas fechas el mismo Bosch Gimpera continuaba sustentando
todavía las viejas tesis africanistas, a las q ue le deblan mantener unido los
viejos recuerdos y las grandes d istancias 162.
Vemos pues como, tenta pero sistemáticamente, los hallazgos del Parpall6
rompen el monolitismo de las teorías al uso, que informaron la ciencia prehistórica y la investigación en España especialmente, aunque también en
Francia, siquiera aqul con menos rigor, durante cincuenta años. Ya no será
Africa, a partir de ahora, el núcleo u hogar creador y dif usor de "civil izaciones" que en "oleadas" invaden la Penlnsula y diseminan sus innovaciones; si
acaso, lo único que nos llegará a partir de este momento serán simples "influencias", Más tarde se negara resueltamente todo lo africano, en lo cua l
parece reflejarse una cierta característ ica de nuestro carácter, que t iende hacia
un manifi esto radicalismo, o todo o nada. Pero, impensable una autoctonía e
invent iva propia, as! como una cierta capacidad de adaptación al medio con
soluciones personales, y faltos del apoyo africano, se buscará otro próximo
y se volverá la mirada hacia el Norte, siendo Francia con su Azi liense la que
lo proporcionará.
4,.-OE 1942 A 1946. EXCAVACION DE LA CUEVA DE LA COCINA
la excavación de la Cueva de la Cocina marca un nuevo hito en el des·
arrollo del proceso que tratamos de ordenar y si analizamos detenidamente la
relación de los yacim ientos que se bara jaban en la época, y que publiCÓ Obermaier en 1934 16l, referidos a la vertiente mediterránea de la Penfnsula (Ma.
ravillas, Collado y Truc.he en Va lencia: Valltorta en Castellón; San Gregori en
Tarragona; Hoyo de la M ina en Málaga; Humosa y Serrón en A lmería; Perneras, Pa lomas y Palomarico en M urcia ; y alguno de Teruel ), nos percataremos de la precariedad de los datos disponibles, y de lo aleatorio de cualquier
monta je sintét ico a su través en cualquier sentido, de tal manera que los
materiales de la Cocina resul taron trascendentales y decisivos, asl como su
disposición estratigráfica.
Con los út iles tan poco característicos y peor interpretados d e los yaci·
mientas reseñados se levantó el edificio capsiense, llenándose con ellos todo
el periodo comprendido entre el f ina l del Magdalen iense Superior y el Neo.lít ico, por lo que el hallazgo de la Cocina se consideró decisivo, planteándose
a su través, especialmente a Pericot, tres prob lemas que éste intentó resolver:
1.·
El de su desarrollo interno.
(162) BOSCH GIMPERA, P.: . La fonnación de los pueblos de Espafta_, pAginas JO.S3.
Méjico, 1944.
(163) OBERMAJER, H.: _Estudios prehistóricos en la provincia de Granada •. Anuario
del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueóloaos, Homenaje a Mélida, 1,
páa. 268. Madrid, 1934.
[page-n-139]
El.
l&l!SOUnoo
I!.N V.lLI!NCU
139
l .-
El enlace con el periodo precedente (Magdaleniense) y el subsecuente (Neolftico) .
3.·
Sus paralelos y relaciones.
El primero lo resolvi6 fácilmente atendiendo a la regular d isposici6n
estratigráfica dI'! los sedimentos y materiales, estableciendo tree; n iveles 1M,
todos los cuales tenían como denominador común la existencia de trapecios,
a lo que añadía el 111 (inferior) útiles macrollticos en la base y de tradici6n
paleolltico superior en general, el 11 (medio) triángulos con apéndice lateral
y p laquetas grabadas, y el I (superior) medias lunas y cerámicas.
El segundo venia determinado por la necesidad de aceptar una cronologfa
. corta o larga que permitiera a Cocina cubrir todo el perrodo, y aceptando la
segunda después de algunas consideraciones estableci6:
a.-EI nivel antiguo del Paleolít ico final , paralelo del Magdaleniense de
otros lugares de la Penlnsula.
b.-El nivel med io del Epipaleollfico, paralelo del Aziliense.
c.-EI superior sería ya Neolítico.
El tercer problema resultó más sencillo puesto que ya hemos expuesto
como Pericot fue siempre part idario de las tesis africanistas, por lo menos
en cuanto se refiere a las relaciones e influencias que acepta para el nivel
inferior de Cocina, aunque no su origen, que cree derivado del viejo fondo
paleolítico.
Tanto Parpalló como Cocina resultaron claves y decisivos para el conocimiento de nuestra prehistoria y aún hoy no se les ha sacado todo el f rufo
que sería de esperar de ellos, estando sujetos sus materiales y estratigrafías
todavla a revisión y estud io, mas el paso que permitieron dar fue decisivo.
5."- DE 1946 A 1968. EXCAVACION DE MAlLAETES
Otro de los yacimientos que han influido decisivamente en la estructuraci6n del Mesolltico peninsular ha sido la Cova de les MaHaetes; las excavaciones que realizara en la cavidad el Servicio de Invest igación Prehistórica
d e la Diputaci6n Provincial de Valencia desde 1946 a 1949 proporcionaron
estratigrafía y materiales suficientes para ello, tal V como hemos desarrollado
anteriormente.
Como hemos intentado d emostrar en páginas precedentes, la nueva visión
surg ida a partir de los datos proporcionados por este yaci miento valenciano
(164) peRICOT. L : Vid. opus cit. nota 61.
[page-n-140]
1'"
J. A.PARICIO
partía de un error o precipitada interpretación estratigráfica, producida al
no encontrar el hiatus o capa estéril existente entre el Solutrense y el llamado
Epigravetiense, así como al creer que éste se neolitizaba d irectamente p:>r
no ver que en los sedimentos superficiales se había producido la mezcolanza
de los materiales arqueológicos. Y esto nos lleva a la reflexión sobre una
primerfsima necesidad metodológica existente, y es el disponer de seguros
y fidedignos datos estratigráficos, sin lo cual son ociosas e inútiles las inter-
pretaciones culturales, tipol6gicas, económicas, etc., y no sólo ociosas e inú-
tiles sino peligrosisimas por la manifiesta deformación de la verdad histórica
que producen, de tal manera que pueden convertir la ciencia prehistórica en
un pasatiempo falaz y vano; de ahí que hoy día se ponga especial interés y
cuidado en la obtención de perfectas secuencias estratigráficas, como segura
base para el trabajo posterior.
El error en Maltaetes propició la creencia de que al Solutrense le sucedía,
si n soluci6n de continuidad, el "Epigravetiense", que lógicamente debía ser
contemporáneo del Magdaleniense que sucedía al Solutrense en el Parpall6,
vecino a Mallaetesi y puesto que el "Epigravetiense" llegaba directamente
hasta el Neolftico, o bien que sobre la base epigravetiense se producía la
neolitizaci6n, el desarrollo del "Epigravetiense" se producía paralelo a Cocina,
cubriendo el período intermedio entre Paleolítico y Neolítico. Todo lo demás
partía de estos dos supuestos.
F. Jordá Cerdá fue el que desarrolló, como excavador del yacimiento junto
a Pericor, las primeras teorías al respecto, que fue matizando y estructurando posteriormente, habiendo llegado hasta nuestros días sin cambios substanciales, a pesar de la publicaci6n de la gran obra de J. Fortea tantas veces
citada, lo cual no nos extraña por cuanto la debilidad de la construcción procedía de sus mismos fundamentos, en este caso los estratigráficos, y éstos no
se han cuestionado hasta el momento.
De 1946 a 1956 expuso y desarrolló Jordá su teoría, basada como hemos
dicho en su interpretaci6n de los hallazgos de Mallaetes, cuya idea central
era la persistencia de la técnica gravetiense a través del Solutrense hasta el
Neolít ico, técnica que renacía en época contemporánea al Magdaleniense
y que como industria diferenciada, a la que llamó por dicho motivo Epigravetiense, coexistía paralela al mesoJítico geométrico 16'5.
(165) JORDA CERDA, F.: _Secuencia estratigrifica del Paleolítico Levantino_. IV COIlgreso Arqueológico del Sudeste Español. Elche, 1948, págs. 104-111. Zaragoza, 1946.
JORDA CERDA. F.: _Las fonnas microlíticas y geométricas de las estaciones valencianas•. Saitabi. t. 7, págs. 14J.157. Valencia, 1949.
JORDA CERDA, F.: .. Anotaciones a los problemas del Epi¡ravctiense español_o Speleon,
ano VI, núm. IV. P4s. 349-361 . Oviedo, 1956.
JORDA CERDA, P.: Vid. opus cit. nota 85.
[page-n-141]
EL MESOUnOO EN VAU!NClA
141
En 1948 esbozaba ya la estructuración, que luego ampliaría, de lo que
siguiendo a Pericot 1" denominó Epigravetiense, cuya tipología estableció de
forma somera, dividiéndolo en tres etapas, de las cuales nos interesa resaltar
que el Epigravetiense I lo hada contemporáneo del Magdaleniense I y 11,
quien influía sobre aquél; el 11 de Jos Magdalen ienses 111, IV y V; el 111 del
final del Magdalen iense e inicios del Mesolítico, sobre el cual se produda
la neolitizaci6n.
Paralelamente, aunque con posterior cronologra en su in icio, se desarroHaba el Mesolítico 1 11 y 111 de Coci na, correspondientes a los niveles inferior
,
y medio de esta cavidad, neolitizándose el superior.
Como consecuencia de todo esto en 1949 establecía la existencia de dos
fa ses neoliticas, la costera con cardial y pocos geométricos y la interior sin
cardial y abundantes geométricos 161.
En 1954 Jordá ampliaba la estructuración de 1948, y aunque sus lineas
generales continuaban siendo las mismas, introducía algunas modificaciones,
entre las que nos interesan resaltar:
Epigravetiense I.-Comenzaba al final del Solutreogravetiense y 10 dividía en l a y lb,
el primero pose/a la punta de muesca.
Epigravetiense II .-Paralelo de! Magdaleniense III y IV.
Epigravetiense III.- Paralelo del Magdaleuiense V y VI. Distinguía ahora dos faei~
en éste, ambas co ntemporáneas, la levantina representada por Mallaetes y San
Gregari, y la cap$iense con tipos geométricos .
En este momento su idea acerca de las tesis afr icanistas había cambiado,
y afirmando el origen mediterráneo del microlitismo lo condujo a Africa
durante el Epigravetiense, creando allí el Capsiense·Oraniense, para regresar,
cargado con geométricos recibidos del Sebiliense, dura nte el Magdaleniense.
lo que mantenía todavía en 1953.
Pero, en 1955, su posición era mucho menos africanista, influ ido por su
visión sobre el solutrense ibérico, sustituyendo la idea "capsiense" por otra
puramente "geométrica" L6I, y en 1956 llega a su negación 1611, estableciendo
un paralelismo tolal entre las plaquetas del nivel medio de Cocina con otras
de niveles Azilienses franceses.
Durante este período otros investigadores se ocuparon del tema, apoyán.
dose, lógicamente, en los tres yacimientos...clave conocidos y en otros de
(166) PERl COT GARCIA, L : _Treinta años de excavaciones en Levante_. IV Congreso
Arqueológico del Sudeste Español. Elche, 1948, pá¡. 56. Zaragoza, 1949.
(167) l ORDA CERDA, F. Y ALCACER GRAU, l .: Vid. opus cit. nota 59.
(68) lORDA CERDA, F.: _El Solutrense en España y sus problemas.. Páginas 49-50.
Ovicdo, 1955.
(169) lORDA CERDA, P.: Vid. opus cit. no ta 165.
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142
J. APARICIO
menor entidad, y reflejando todavfa el peso del pasado. Pericot continuaba
aferrado el su tesis africanista, y aunque en 1948 no hiciera direda referencia
a ello, parecía aceptar una total influencia europea al creer en la existencia
de un epigravetiense paralelo del Solutrense y MagdaJeniense, tradición gra·
vetiense que encontraba incluso en las "puntas microlíticas triangulares, subtriangulares y trapezoidales" en el nivel inferior de Cocina, que para él marca
una etapa ligada "con el vago epigravetiense que domina en todo levante
a partir de la extinción de la oleada solutrense" 11'; lo que amplia en 1949
al estudiar el paleolftico del Sudeste, considerando como epigravetienses los
yacimientos clasificados como capsienses por Obermaier 171.
En los años sucesivos. Pericot fue desarrollando esta idea, y lo capsiense
vuelve a aparecer, aunque ahora incidiendo sobre la base epigravefiense
que ocupa toda la Península al retirarse hacia el N. los magdalenienses; la
expansi6n capsiense fue de S. a N., creando el Sauveterriense y el Tardenoisiense 1'Il. Dos años más tarde vuelve sobre la cuestión, con afirmaciones
claras que nos permiten seguir el hilo de su pensamiento, asl, el epigravefiense ocupa todas las tierras peninsulares que no ocuparon los magdalenienses, que según él fueron las más, citando niveles epigravetienses en Mal1aefes,
Barranc Blanch, Salma de Sant Gregori, Filador, Cocina, Hoyo de la Mina,
Palomas, Tazona, Ahumada, Tesoro, Humosa, Fuente de los Molinos, Perneras, Vermeja y Serrón; dejando entrever la posibilidad de relaci6n de
alguno de estos yacimientos con los oranienses o iberomaurifán icos del N. de
Africa 17); es d ecir, q ue este epigravetiense era contemporáneo del Magdaleniense y que sobre dicha base étnico-cuUural, posteriormente, se introdujeron grupos o "elementos norteafricanos que provisionalmente seguimos
denominando capsienses, con todas las reservas", considerando yacimientos
pertenecientes, en su totalidad o solamente algunos niveles, a su "Epigravetocapsiense", a los siguientes: Hoyo de la Mina, San Gregori, Filador, L1atas y
Cocina, por lo que respecta a la vertiente mediterránea 114.
(110) PERICOT, L.: _Treinta años de excavaciones en Levante_. CTÓnlca del IV Con¡reso
Arqueológico del Sudeste Español (Elche, 1948), pá¡. 56. Carta¡enII, 1949.
(17l) PERICOT, L.: _El Paleolitico Superior del Sudeste_o Crónica dd V Congreso
Arqueológico del Sudeste Español y del 1 Congreso Nacional de ArqueoJo¡fa (Almena 1949),
página 62. Cartagena, 1950.
(172) PERICOT, L.: _Epocas primitiva y romana •. Historia de Espatla. Editorial GaJlach. Tomo 1, pá,s. 102-104. Barcelona, 1942.
PERICOT. L.: .La España primitiva., págs. 98-111. Barcelona, 1950.
PERICOT, L.: _Nueva visión del Paleolltico Superior Espaliol y de sus relaciones con
el Sur de Francia e Italia_. Atll del I Congres$O lntemuionale di Sludl Liguri 1950, pá.
,inas 3l y 39. Bordi¡hua, 1952.
PERICOT, l..: _L'Espagne avant la conqu!te romaine_, págs. 96-97. Parll, 19S2.
PERlCOT, L.: Vid. opus. cit. nota IS.
(17l) PERlCOT. L : .El Paleol1tico y Epipaleolitico en Espat\a. IV Congreso Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohlstóricas, pip. 22·23. Madrid, 1954.
(174) PERICOT. L.: _Vid. opus. cit. nota anterior, ptp. J4.r1.
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143
Para nosotros queda perfectamente nttida, en este momento, la postura
y el pensamiento de Pericot con respecto a la estructuración del período post.
solutrense hasta la neolitizaci6n, claramente reflejado en el texto citado y extractado. El Epigravetiense en sentido estricto es contemporáneo del Magdalen iense y ocupa la mayor parte de la Penlnsuls. Sobre d icho Epigravetiense
llegan. desde e l Capsiense norteafricano, las industrias geométricas. y sobre
éstas se produce la neotitizaci6n, "sobre la cultura que reflejan estas estaciones vino a superponerse en algún momento, probablemente ya en el
cuarto milenio 8 . de C" la primera oleada neorrtica, que nosotros reconocemos
por la presencia de cerámica" m, aunque no todas se incorporen al nuevo
sistema de vida, si no que cree en la permanencia de grupos "cazadores que
.segulan viviendo de las tradiciones paleolíticas en las sierras españolas, pintando en sus abrigos con un arte ya degenerado del naturalista de otros
tiempos" 116, prestándose a la confusi6n este último párrafo citado, puesto
que pudiera hacer creer que dichos grupos podrían ser los epigravetienses,
y que en este momento estada pensando en el dualismo cultural, aunque esto
no es posible si consideramos que los yacimientos serranos son los representados por Cocina y lIatas, y a sus ocupantes se les consideraba los pintores
en la época.
y esta larga exposici6n ha venido motivada porque no encontramos e n
esta obra la referencia que a ella realiza Fortea en el sentido de q ue Pericot
expresa sus dudas acerca de la fusi6n Gravetiense y Epigraveto-capsiense en
algunas comarcas 177, lo que reflejaría su creencia en el dualismo cultural,
puesto que no hemos encontrado ni ngón comentario al respecto, y sus puntos
de vista nos parecen claros en este sentido: Epigravetiense-Epigravetocap.
siense-Neolitizaci6n, es decir evoluci6n ún ica y ¡ineal.
Fletcher Va lls también se ocupó del tema, y valorando los hallazgos de
Mallaetes y Cocina acept6 el dualismo étn iccrcultura l, lo que expuso en 1953.
aceptando también influencias o "aportaciones africanas" desde el Gravetiense 111; ideas que ampli6 en 1956 y 1958 U9 realizando la siguiente estructuraci6n:
(175) Ibídem, página 28.
(176) Ibídem, página 28.
(I77) FORTEA PEREZ, l .: _Los Complejo.s ... ~. ~ •. 33.
(178) FLETCHER VALLS, D.: _Avances y problemas de la prehistoria valenciana en
lo.s últimos veinticinco ai\o.s_. Centro de Cultura Valenciana. Cuno 1952 a 1953. Discuno
de apertura. Separata de AnalC$ del Centro de Cultura Valenciana, págs. 9-13. Valencia, 1953.
(179) FLETCHER VALLS, D.: _Estado ac tual del C$tudlo del PaleoUtico y Mesolltlco
valencianos_. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. T . CXlI, 3, págs. 869-876.
Madrid, 1956.
FLETCHER VALLS, D.: _Probl~mcs el Proges du Pal~lllhique el du Mbolithique de
la R/!gion de Va lencia (Espagne) •. Quartar, Band 7/ 8, págs. 8+90. Bonn, 19S6.
FLETCHER VALLS, D.: .. El Paleolltico y McsolJtlco valencianos_. Anales del Centro de
Cultura Valenciana, págs. 12-15. Valencia, 1958.
[page-n-144]
144
~.
APAR.IC I O
Mesolltico l valenciano.-Predccesor del verdadero mcsoJJtico. Contemporáneo del Magdalenlcnse del Parpalló, presente en Mallaetes, Barranc Blanch, Ra tes Penaes, etc.
Equivalente al Epigravetiense. Los yacimientos costeros se noolitiza n sobre esta
base, sin cambios industriales, por lo que no reeiben industrias geométricas propias
de los yacimientos serranos, aunque si abundante cerámica cardial, vla mari tima,
que no llega al interior. En este momento pudo iniciarse el «arte levantino_o
Mcwlltico Il valencianO.-Pleno mesolltico, representado por la Cueva de la Cocina y
la Covacha de Ualas. Desarrollado c::n las zonas montañosas del interior paralelamente al desarrollo del McsolJlico 1 en momentos postmagdalenienses y prenrotiticos.
Atendiendo a la cronologla dada por Perico! a los niveles de Cocina, el Mesolitico JI
se desarrollaria desde fines del VI milenio hasta fines del IV. Sobre esta base industrial se neolitixarla el interior, donde no llegarla la cerámica cardial, sino la incisa
que pudo bacerlo como extensión en tierras valencianas del llamado .Neolítico A"
o .Penibético. del Profesor San Valero.11:1.
Con respecto al Mesolítico 11 no quedaba suficientemente daro e l punto
de arranque, aunque al hacer referencia Flefcher a la contemporaneidad del
nivel basal de Cocina (Nivel III-S) con e l Magdaleniense del Parpall6 establecida por Pericot, nos parece probado que su Mesolítico 11 derivaba del 1, sin
que encontremos en las diversas exposiciones que hizo sobre la cuesti6n el
que su MesoHtico 11 fuera contemporáneo del Magdaleniense, y que por
lo tanto su Mesolítico I tuviera dos facies, la microlítica y la geométrica, tal
y como interpretó Fortea!!l. lo que no queda daro es el destino de la etnia
y cultura magdaleniense, aunque con arreglo al espíritu de la época hemos
de suponer que la creencia general fue la retirada a sus puntos de origen
europeo. Para nosotros la estructuración de Fletcher puede quedar representada gráficamente así:
Mesolitico I (Epigravetiense) _ _ _ _ _ Magdaleniense.
-5.000
McsoUtico n
(interior)
-lOOO
Neolltioo
(cera. incisa)
Neolltico
(cardial)
Con posterioridad a Fletcher, Almagro Basch se ocupó de la cuestión con
cierta extensión e intensidad, con cambios de nomenclaturas, tales como
Perigordiense tardío o Epiperigordiense por Epigravetiense, y MesoHtico por
(180) FLETCHER VALLS, D.: Vid. opus cit. nota 86.
(l8!) FORTEA PEREZ, J .: .Los Complejos ..... pág. 37.
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BL MIlSOLlTlCO EN VAlBNCIA
143
Para nosotros queda perfectamente nftida, en este momento, la postura
y el pensamiento de Pericot con respecto a la estructuración del período postsolutrense hasta la neolitización, claramente reflejado en el texto citado y extractado. El Epigravetiense en sentido estricto es contemporáneo del Magdaleniense y ocupa la mayor parte de la Penlnsula. Sobre dicho Epigravetiense
llegan, desde el Capsiense norteafricano, las industrias geométricas, y sobre
éstas se produce [a neolitización, "sobre la cultura que reflejan estas estaciones vino a superponerse en algún momento, probablemente ya en el
cuarto mitenio a. de C., la primera oleada neolítica, que nosotros reconocemos
por la presencia de cerámica" In, aunque no todas se incorporen al nuevo
sistema de vida, sino que cree en la permanencia de grupos "cazadores que
seguran viviendo de las tradiciones paleolíticas en las sierras españolas, pintando en sus abrigos con un arte ya degenerado del naturalista de otros
t iempos" 116, prestándose a la confusión este último párrafo citado, puesto
que pudiera hacer creer que dichos grupos podrfan ser los epigravetienses,
y que en este momento estaría pensando en el dualismo cultural, aunque esto
no es posible si consideramos que los yacimientos serranos son los representados por Cocina y lIatas, y a sus ocupantes se les consideraba los pintores
en la época.
y esta larga exposición ha venido motivada porque no encontramos en
esta obra la referencia que a ella realiza Forfea en el sentido de que Pericot
expresa sus dudas acerca de la fusión Gravetiense y Epigraveto-capsiense en
algunas comarcas 171, lo que reflejaría su creencia en el dualismo cultural,
puesto que no hemos encontrado ningún comentario al respecto, y sus puntos
de vista nos parecen claros en este sentido: Epigravetiense-Epigravetocapsiense-Neolitización, es decir evolución única y lineal.
Fletcher Valls también se ocupó del tema, y valorando los hallazgos de
Mallaetes y Cocina aceptó el dualismo étnico-cultural, lo que expuso en 1953,
aceptando también influencias o "aportaciones africanas" desde el Gravet iense 111; ideas que amplió en 1956 y 1958 119 realizando la siguiente estructuración:
(175) Ibfdem, página 28.
(176) lbfdem, página 28.
(l77) FORTEA PEREZ, J .: d.os Complejos ..... Pág. 33.
(178) FLETCHER VALLS, D.: _Avances y problemas de la prehisloria valenciana en
los úlrimos veinticinco lIños _. Centro de Cultura Valenciana. Curso 1952 a 1953. Discurso
de aperlura. Separata de Anales del Centro de Cultura Valenciana, págs. 9--13. Valencia, 1953.
(179) FLETCHER VALLS, D.: _Estado aclual del estudio del Paloolltico y Mesoll!ico
valencianos_o Revista dc Archivo!;, Bibliotecas y Museos. T. CXII, 3, págs. 869-876.
Madrid , 1956.
FLETCHER VALLS, D.: .Problémes et Progh du Paloolithique el du M~solithique de
la R~gion de Valencia (Espagne)_. Quartar, Band 7/8, págs. 84-90. Bonn, 1956.
FLETCHER VALLS, D.: _El PaleoUlioo y Mesolftico valencianos_o Anales del Centro de
Cullura Valenciana, págs. 12-15. Valencia, 1958.
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1#
J . APARI C IO
MesoUtico J valenciano.-Predecesor del verdadero mesolitico. Contemportlleo del Magdalenlense del ParpallÓ, presente en Mallaeles. Barranc S lanch, Rales Penaes, e lc.
Equivalente al Epigravetiense. Los yacimientos costeros se neolitiun $Obre esta
base, sin cambios indus triales, por lo que no reciben industrias ¡eométricas propias
de los yaci mie ntos serranos. aunque 51 abundante cerámica !:anUal, VÍa marftima,
que no llega al interior. En este m om en to pudo iniciarse el ..anc levantino •.
Mesolftico 11 valeneiano.-Pleno mesolltico, representado por la Cueva de la Cocina y
la Covacha de Ua tas. Desarrollado cn las zonas montanosas del interior paralelamente al desarrollo del Mcsolitico 1 en momentos poslmagdalenienSC5 y preneolit icos.
Atendiendo a la cronología dada por Perico! a los niveles de Cocina, el Meso[(tlco l[
se desarrollarla desde fines del VI mi lenio has ta fines del IV. Sobre esta base industrial se noolitizarfa el interior, donde no llegarla la cerámica cardial, sino la incisa
quc pudo hacerlo como extensión en tierras va le ncianas del llamado .Neolitico A.
o _Penibético» del Profcsor San Valcro» 11l.
Con respecto al Mesolít ico 11 no quedaba sufici entemente claro el punto
de arranque, aunque al hacer referencia Fletcher a la contemporaneidad del
nivel basal de Cocina (Nivel UI-8) con el Magdaleniense del Parpalló establecida por Pericot, nos parece probado que su Mesolítico U derivaba del 1 sin
,
que encontremos en las diversas exposiciones que hizo sobre la cuestión el
que su Mesolítico It fuera contemporáneo del Magda leniense, y que por
lo tanto su Mesolítico I tuviera dos facies, la microlitica y la geométrica. tal
y como interpretó Fortea 111, l o que no queda claro es el destino de la etnia
y cultura magdaleniense, aunque con arreglo al espíritu de la época hemos
de suponer que la creencia general fue la retirada a sus puntos de origen
europeo. Para nosotros la estructuración de Fletcher puede quedar representada gráficamente así:
Mesolltico 1 (Epigravetiense) - - - - - Masdaleniense.
-5.000
MesolJtico n
(i nte rior)
.ª
!
-3.000
Neolltico
(cera. incisa)
NeoUtico
(ardía!)
Con posterioridad a Fletcher. A lmagro Basch se ocupó de la cuestión con
cierta extensión e intensidad, con camb ios de nomenclaturas, ta les como
Perigordiense tardío o Epiperigordiense por Epigravetiense, y Mesolít ico por
(180) FLETCHER VAll.S, D.: Vid. opus d I. DOta 86.
(181) FORTEA PEREZ, J.: _Los Complejos.... . pág. 37.
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EL J.IESOLlTlOO EN VALENCIA
145
Epipaleoll'ico; aunque substancialmente desarrollando las 'eorlas de Jos
excavadores e investigadores diredos de los yacimientos; aceptando la contemporaneidad del Epiperigordiense con el Magdaleniense, as! lo era su
MesoHtico mediterráneo 1, mientras que el 11 estaba caracterizado por el n ivel
medio de Cocina, paralelo del Aziliense, que en la misma publicación sincroniza con el Tardenoisiense, mientras que el nivel inferior de Cocina lo hace
con el Sauveterriense cuando anteriormente lo había paralelizado con el
Magdaleniense V y VIII!. En rea lidad esto obedecía a la exigüidad e inconsistencia de los datos disponibles, que, a pesar de los notables avances, propiciaban necesarios subjetivismos para su interpretación.
6,"-A PARTIR DE 1968, EXCAVACION DEl VOlCAN
Hasta, aproximadamente, una década después, ningún nuevo estudio de
importancia vino a sumarse a los precedentes y a modificar la cuesti6n,
hasta 1971, fecha de la publicaci6n de Cocina por Fortea, y, especialmente,
a 1973, fecha de edici6n de "los Complejos ..... , obra aparecida con posterioridad a la excavaci6n del Volcán, yacimiento que marca esta época en el
proceso desarrollado y que influy6 con la suficiente intensidad en la segunda
para que la determinara en cierta medida, aunque qued6 mediat izada con
mucha mayor intensidad por la excavaci6n de Mallaetes.
la obra de Fortea resulta una va liosísima aportación a la cuesti6n, siquiera
mucho más por ofrecer nuevos materiales, desconocidos hasta el momento,
de forma estructurada con arreglo a las actua les metodologías al uso, metodología que aplica a todos los útiles de los viejos materiales y yacimientos
en la med ida que le fueron accesibles, que por sus aspectos doctrina les, ya
que las novedades que introduce en los viejos esquemas, que acepta en lineas
generales, desarrollándolos y matizándolos con nuevos refuerzos, no afectan
a partes fundamentales de los mismos.
De su voluminosa obra podríamos resumir sus conclusiones generales
asi: tomando como punto de partida la fase final del Magdaleniense, dist ingue dos lineas de evoluci6n o de desarrollo industrial, bajo las denominaciones de Epipa/eolit ico micro/aminar y geométrico.
El primero lo subdivide en dos facies diferentes, el de t ipo San GreJori
y el de Ma Jlaetes; aquél se desarrollaría desde la mitad del décimo milenio
hasta el octavo, recibiendo influencias sauveterroides en pleno VI milenio
(Filador VI). y posteriormente influencias tardenoides o sauveterroides con
trapecios al fin del VI milenio (Filador 11). Filador I seria contemporáneu de
(182) ALMAGRO BASCH, M.: Vid. opus. cit. nota 4, págs. 19.>197, 208, 280, 301, 29S y 319.
19
[page-n-148]
146
J. APAIlICIO
la base estratigráfica de Cocina 1 hacia mitad del VI milenio, y a partir de
,
aquí seria Cocina quien continuarla la evolución, aunque muy personalmente
y llegando a ser el centro difusor de ideas y técnicas. Cocina 11 se desarrollada
desde el fin del VI milenio hasta la primera mitad del V. Cocina 111 seria ya
Neolft ico (por su cronologfa y no culturalmente) y Cocina IV correspondería
al Eneolltico. Estos últimos los describe como un Epipaleolftico neoeneolitizado interior, montañoso, de Alicante a l~r ida .
Por otra parte, el Epipaleolítico microlaminar facies Mallaetes lo hace
comenzar del nivel I del Volcán del Faro y subordinado a las fechas que se le
den a éste, mientras que considera, por las cerámicas encontradas en los
niveles superiores, que el Epipaleolítico microlaminar se perpetúa hasta la
llegada de los colonos "cardiales". Mientras que en ciertas zonas, como la de
Villena, habria una fusión del Epipa leolftico microlaminar y el geométrico,
recibiendo con esta base la neolitización.
En resumidas cuentas venia a aceptar, después de un largo proceso, las
viejas ideas acerca de la existencia de un llamado epigravetiense más o menos
costero, l6gicamente sin geométricos, y un mesolitico interior, relegado a tas
montañas, con base industrial netamente geométrica.
En resumen, podemos decir, que las rupturas con el esquema anterior son
las siguientes:
1. -EI "Epigravetiense", llamado ahora "Complejo microlaminar tipo MaJlaetes o Sant Gregori", ya no se hace contemporáneo al Magdaleniense de Parpall6, sino sucesivo.
2.- Abandono total y definitivo de la tesis africanista, incluso de cualqu ier relación, que se encuentran ahora en la Francia atlántica.
3.-Valoración de los hallazgos estratigráficos de Filador, que se situan
con anterioridad a Cocina.
4.- Persistencia del "substratum" mesoHtico geométrico hasta e l EneoIrtico en ciertas zonas.
5.-Fijación cronológica absoluta por co mparación con industrias paralelas
semejantes.
b.-Aceptación de la un idad cultural del "epipaleoHtico" de todo el medi·
terráneo español.
El mismo año, 1973, publicamos nosotros un breve resumen de las excava·
ciones que, ba jo nuestra dirección, realizara el S.I.P. de la Diputación de
Valencia desde 1968 a 1971, acompañado de una escueta visión del Pa leo-
[page-n-149]
EL WSOUTlCO EN VAU!NCU
147
mesolltico valenciano tomando como base la estratigraffa del Volcán 11.1, en
la cual negábamos taxativamente la contemporaneidad del Magdaleniense
con el Mesolltico I (Epigravetiense), mientras que afirmábamos su posterioridad; más, de acuerdo con la superposici6n sobre el Magdaleniense IV
del Volcán sin soluci6n de continuidad, lo que era indicio de permanencia
étnica y evoluci6n cultural autóctona bajo condicionantes ambienta les, insistimos en la sucesión.
Pero, por entonces, nuestro pensamiento y nuestra visi6n acerca de la
cuestión no estaban todavía claros, de ah! que preocupados, como en su día
lo estuvo Pericot, por cubrir los tiempos intermedios entre el Mesolltico I y
el Neolítico lo hiciéramos con los niveles de Cocina, que también utiliz6 aquél
situándolos entre el Magdaleniense y el Neolítico; lo que nos llevó a la
aceptaci6n de unas fechas sumamente altas para este yacimiento, puesto que
debido al e nvejecimiento del Magdaleniense, para el IV establecimos como
tope inferior el 12.000 a. de e., y aunque nuestro Mesolítico I llegara hasta
el 9.500 por entonces, nos quedaban 5.000 afies por cubrir con Cocina hasta
el Neolítico I o Antiguo, o 4.000 si le restábamos los mil de diferencia hasta
el 5.500, fecha en que ya por entonces hadamos comenzar el Protoneolftico
que luego hemos caracterizado y desarrollado, lo que nos parecla excesivo.
Hoy, al cabo de seis años de aquella publicaci6n, nuestra visión de la
cuesti6n se ha ido ampliando con los sucesivos hallazgos y estudios, renovando y cambiando algunos conceptos e ideas, matizando otros, incorporando
nuevos enfoques y puntos de vista de la cuestión, parte de lo cual hemos
ya expuesto en diversas publicaciones que se han ido sucediendo a lo largo
de estos años pasados lit, y que aquí expondremos como slntesis d·!' todo
ello y del análisis pormenorizado que hemos realizado en las páginas precedentes.
b.~NCLUSIONES;
EL MESOUTICO EN lA VERTIENTE MEDITERJU.NEA. DE lA
PENINSULA IBERICA.
En el momento actual, nuestra visi6n de lo que pudiéramos llamar "cuesti6n mesolítica", relativa a la estructuración histórica, con la determinaci6n
cultural, especialmente bajo el aspecto ergol6gico, de los tiempos comprend idos entre la fa se final del Magdaleniense y el Neolitico 1 o Antiguo, puede
considerarse como la culminación (en sentido temporal y sintético) de todo
el proceso expuesto y desarrollado por la investigación precedente a lo largo
de casi un siglo de trabajos y esfuerzos.
(183) Vid. opus. cit. nola 9. Bonn, 1973.
(l84) APARICIO PEREZ, J . e HIS CATALA, A.: Vid. opus. d t. nota 76, p¡ip. 38-41.
Vid. opus. cit . nOlas 11 y 74.
[page-n-150]
148
J. APARICIO
Actualmente nuestro cometido resulta infinitamente más c6modo que el
de nuestros predecesores. ya que encuentra los puntos de apoyo o "plataformas" levantadas por ellos, así como la documentación que aportaron;
cuenta, además, con nueva metodologia, implantada en los últimos años, de
la que ellos no pudieron disponer, entre la que resulta trascendental el sis-
tema de datación a través del C-14; utilizamos los datos q ue nos proporcionan
los numerosos yacimientos que hemos descubierto en los últimos años y que
refuerzan considerablemente nuestras argumentaciones con sus aportaciones
estratigráficas y materiales.
Sin embargo, elJo no debe hacernos creer que las soluciones propuestas
son definitivas y perfectas, sino que son transitorias V perfeccionables, y que
responden a nuestra particular visión de acuerdo con los datos disponibles
en el momento actual; datos que aumentarán en el futuro y que podrán
reforzar, afirmar o negar nuestra estruduración histórica.
Superada ya la etapa en que los cambios culturales conocidos y no explicados, al ignorar las fases coyunturales que permitían estudiar el proceso y
mecanismo del cambio, se atribuían a supuestas "invasiones", cuyos agentes
procedían en nuestro caso del N. (Europa) o del S. (Africa), que sistemática mente eliminaban o expulsaban a las poblaciones autóctonas, nos
encontramos en una situaci6n en que, personalmente, creemos que al final
del Paleolltico Superior (Magdaleniense en la vertiente peninsular) los grupos
comunidades humanas se movían dentro de unos territorios o áreas de
subsistencia perfectamente delimitados y parcelados, de superf[cie determinada por la cantidad y calidad de los recursos disponibles, territorio al que
se veían constreñidos y del cual no podían apartarse sin invadir el del vecino,
pero con amplias relaciones con los grupos contiguos, a través de los cuales
no solamente circulaban objetos materiales sino también Ideas.
°
Estas relaciones debieron ser sumamente intensas entre todas las poblaciones asentadas en las tierras de la cuenca del Mediterráneo Occidental,
Vincu ladas estrechamente por circunstancias étnicas y ambientales, entre las
que se desarrolló un permanente y RECIPROCO PROCESO DE ACULTURAClON, que basta para explicar las notables similitudes ergológicas y espirituales entre todas ellas, similitudes que han sido causa de los desvelos a que
para explicar su origen y expansión se vieron sometidos tantos investigadores. Por lo que con respecto a esta cuestión nuestra postura queda clara: la
vertiente mediterránea de la Península Ibérica, y por 1 lanto nuestra Reg ión
0
Valenciana, ocupada por comunidades asentadas secularmente en ella, desarroll6 entre el 12.000 y el 5.000 a. de C. formas culturales propias y emparentadas con las desarrolladas por los restantes pueblos ribereños al Mediterráneo
[page-n-151]
EL AmSOUTlOO EN VALENCIA
141
mesolftico valenciano tomando como base la estratigraffa del VolÚln ID, en
la cual negábamos taxativamente la contemporaneidad del Magdaleniense
con el Mesolltico I (Epigravetiense), mientras que afirmábamos su posterioridad; más, de acuerdo con la superposición sobre el Magdaleniense IV
del Volcán sin solución de continuidad, lo que era indicio de permanencia
étnica y evolución cu ltura l aut6ctona bajo condicionantes ambientales, insistimos e n la sucesión.
Pero, por entonces, nuestro pensamiento y nuestra visión acerca de la
cuestión no estaban todavla claros, de ahí que preocupados, como en su día
10 estuvo Pericot, por cubrir los tiempos intermedios entre el Mesolltico I y
el Neolítico lo hiciéramos con los niveles de Cocina, que también utilizó aquél
situándolos e ntre el Magdaleniense y el Neolftico; lo que nos llevó a la
aceptación de unas fechas sumamente altas para este yacimiento, puesto que
debido al envejeci miento del Magda leniense, para el IV establecimos como
tope inferior el 12.000 a. de c., y aunque nuestro Mesolitico I llegara hasta
el 9.500 por entonces, nos quedaban 5.000 años por cubri r con Cocina hasta
el Neolítico I o Antiguo, o 4.000 si le restábamos los mil de diferenc ia hasta
el 5.500, fecha en que ya por entonces hadamos comenzar el Protoneolltico
que luego hemos caracterizado y desarrollado, lo que nos pareda excesivo.
Hoy, al cabo de seis años de aquella publicación, nuestra visi6n de la
cuestión se ha ido ampliando con los sucesivos ha llazgos y estudios, renovando y cambiando algunos conceptos e ideas, matizando otros, incorporando
nuevos enfoques y puntos de vista de la cuestión, parte de lo cual hemos
ya expuesto en diversas publicaciones que se han ido sucediendo a lo largo
de estos años pasados 114, y que aquí expondremos como slntesis d·~ todo
ello y del aná lisis pormenorizado que hemos realizado en las páginas precedentes.
b.-cONCLUSIONES: EL MESOUTlCO EN lA VERTIENTE MEDITERRANEA DE lA
PENlNSUlA IBERICA.
En el momento actual, nuestra visión de lo que pudiéramos llamar "cuestión mesolitica", relativa a la estructuración histórica, con la determinación
cultural, especialmente bajo el aspecto ergol6g ico, de los tiempos comprendidos entre la fa se final del Magdaleniense y el Neollt ico I o Antiguo, puede
considerarse como la culminación (en sentido temporal y sintético) de todo
el proceso expuesto y desarrollado por la investigación precedente a lo largo
de casi un siglo de traba jos y esfuerzos.
(183) Vid. opus. cit. nota 9. Bonn, 1973.
(134) APARICIO PEREZ, 1. e HlS CATArA. A.: Vid. opus. dI . nota 76, pá¡r. 31-41.
Vid. opus. ell. nolas 11 y 74.
[page-n-152]
148
J. APARICIO
Actualmente nuestro cometido resulta infinitamente más c6modo que el
de nuestros predecesores. ya Que encuentra los puntos de apoyo o "plataformas" levantadas JX>r ellos, así como la documentaci6n que aportaron;
cuenta, además, con nueva metodología, implantada en Jos últimos años, de
la que ellos no pudieron disponer, entre la que resulta trascendenta l el sis-
tema de dataci6n a través del C-14¡ utilizamos Jos datos que nos proporcionan
los numerosos yacimientos que hemos descubierto en los últimos años y que
refuerzan considerablemente nuestras argumentaciones con SUs aportaciones
estratigráficas y materiales.
Sin embargo, ello no debe hacernos creer que las soluciones propuestas
son definitivas y perfectas, sino que son transitorias y perfeccionables, y que
responden a nuestra particular visi6n de acuerdo con los datos disponibles
en el momento actual; datos que aumentarán en el futuro y que podrán
reforzar, afirmar o negar nuestra estructuración histórica.
Superada ya la etapa en que los cambios culturales conocidos y no expl i.
cados, al ignorar las fases coyunturales que permitfan estudiar el proceso y
mecanismo del cambio, se atribuían a supuestas "invasiones", cuyos agentes
procedían en nuestro caso del N. (Europa) o del S. (Afrka). que siste·
máticamente eliminaban o expulsaban a las poblaciones autóctonas, nos
encontramos en una situación en que, personalmente, creemos que al f inal
del Paleolltico Superior (Magdaleniense en la vertiente peninsular) los grupos
o comunidades humanas se movían dentro de unos territorios o áreas de
subsistencia perfectamente delimitados y parcelados, de superficie determinada por la cantidad y calidad de los recursos disponibles, territor io al q ue
se veian constreñ idos y del cual no podían apartarse sin invadir el del vecino,
pero con amplias relaciones con los grupos contiguos. a través de los cuales
no solamente circulaban objetos materiales si no también Ideas.
Estas relaciones d ebieron ser sumamente infensas entre todas las pobla·
dones asentadas en las tierras de la cuenca del Mediterráneo Occidental,
vinculadas estrechamente por circunstancias étnicas y ambientales, entre las
que se desarrolló un permanente y RECIPROCO PROCESO DE ACUlTURACION, que basta para explicar las notables simi litudes ergológicas y espirit ua les entre todas ellas, si militudes que han sido causa de los desvelos a que
para explicar su origen y expansi6n se vieron sometidos tantos investigadores. Por lo que con respecto a esta cuestión nuestra postura queda clara: la
vertiente med iterránea de la Península Ibérica. y por lo tanto nuestra Reg i6n
Valenciana, ocupada por comunidades asentadas secularmente en ella, desarroll6 entre el 12.000 y el 5.000 a. de C. formas culturales prop ias y emparentadas con las desarrolladas por los restantes pueblos r ibereños al Mediterráneo
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EL MESOLITlCO BN VA.U!NClA
14.
Occidental, como resultado de unas idénticas respuestas ante idénticos estImulas, lo cua l posibilita estudiar y concebir todo el ámbito costero peninsu lar
bajo un mismo modelo de desarrollo, en el cual las diferencias regionales. que
se han perpetuado hasta nuestros días, deberán ser investigadas por la part icular id iosincrasia de cada una, lo que les permite distinguirse entre si, a
pesar de quedar inmersas en f ormas superiores generalizadoras, por las part iculares microdiferencias territoria les.
Dos cuestiones que juzgamos capitales nos han preocupado intensamente,
tanto como la estructuraci6n general. y han sido los procesos de transici6n
Magdaleniense-Mesolltico I y Mesolítico III-Neolitico; la determ inación del
primero fue más sencilla en el aspecto material, presentando dificultades en
la fij aci6n de la base cultural sobre la que se real iz6 y la datación; mientras
que el segundo se pudo comprobar que era un largo proceso de casi un
milenio de duraci6n, para el que aceptamos una vieja nomenclatura: Pro' oneollt ico.
MESOLlTlCO 1
En un momento indeterminado del Dryas II-a, fase cl imática europea caracterizada por la sequla progresiva y el hundimiento generalizado de abrigos
rocosos, bajo clima g laciar y paisaje abierto por escasez arbórea, correspondiente culturalmente al desarrollo del Magdaleniense IV, sabemos que en
la parte central de la vertiente mediterránea de la Península Ibérica, comarcas
de La Safer y la Ribera Baixa, ambas en la Región Valenciana, se interrumpió,
bruscamente podrlamos llamar a la interpretación que proporciona la lectura
del registro arqueológico en las dos cavidades que lo contienen, Parpal16 y
Volcán, el normal d esarrollo que con arreg lo a las secuencias europeas establecidas por Breuil se venía produciendo en el Magdaleniense de la cueva
gandiense.
En efecto, al Solutreogravetiense o Parpallense como preferimos llamar,
le sucedían las dos primeras fases del Magdaleniense Inferior. y a éstas las
dos del Medio, determinadas por Pericot después de largos y concienzudos
estudios, que le permilieron realizar su firme estructuración, la cual ha resist ido cuantos intentos por desmontarla se han producido, por lo que continúa
en p lena vigencia.
Los ataques contra la misma se produ jeron en distintos f rentes, apoyándose uno de ellos en el hecho insólito que representaba Parpalló por su
aislamiento y lejanía a los focos de origen, sin otros lugares próximos o en
el camino intermedio. Hoy, este razonamiento resulta inviable por sí mismo,
pero. además, las circunstancias han cambiado mucho y los hallazgos recien·
tes permiten dibujar airo panorama; en efecto, no es posible va hablar del
aislamiento del Parpalló, los hallazgos del Volcán del Faro, Cava Ampla del
[page-n-154]
150
J. APARICIO
Montg6, Penya del Single, Pares, y la valoración de los de Mallaetes, yespe·
da1mente Barranc Blanc, todos en la Región Valenciana, aparte de los citados
para el sur peninsular, nos permiten lanzar la hipótesis de que al Solutrense
le sucede e l Magdaleniense en toda la vertiente mediterránea de la Península
Ibérica.
Por otra parte, hablar de la fa lta de enlace entre el Parpall6 y los focos
franceses de origen no es viable, puesto que se apoya en datos negativos
exclusivamente; la interpretación que podamos dar a Verdelpino, debido a
la inseguridad estratigráfica, necesariamente ha de ser pensando en un posi·
ble Magdaleniense o Mesolftico I para sus niveles basales, con lo cual ya no
es tanto el vaclo, pero, además, si pensamos que en todo CasteIJ6n y Valle
del Ebro, incluida Tarragona, más Barcelona, no se ha señalado ningún yacimiento perteneciente al Paleolltico Superior creemos que está todo d icho: el
vado existente se debe más a circunstancias fortuitas inherentes a la explora~
ci6n que a una auténtica carencia. De ahf que creamos que a medida que se
intensifiquen las exploraciones nuevos yacimientos con niveles magdalen ienses colmarán el vado existente entre Valencia, Gerona y los focos franceses.
Nuestra afirmación de que la interrupci6n de la normal evoluci6n magdaleniense se realiz6 al final del IV período, únicamente la juzgamos válida
para Valencia, por el momento, de acuerdo con los datos del Volctm y Parpal16,
aunque no para la Sara Gran d'en Carreres, donde materiales y dataci6n
(9.520 BC.) indican su normal presencia alli hasta el Magdalen iense VI, favorecida por las particulares circunstancias climáticas; mientras que en el sur
peninsular algunos materia les aparecidos también son leves indicios de una
larga permanencia.
Por lo tanto, la fecha tope elegida por nosotros, 12.000 a. de C., únicamente está en función de los hallazgos de Parpa1l6 y Volcán, as! como
apoyada en dafaciones para conjuntos peninsulares y extrapeninsuJares integrables en el Mesolftico 1, por lo que pudiera ser válida para la mayor parte
de la vertiente mediterránea española, aunque no en su fatalidad por la
posible existencia de nichos ecológicos con sus particularidades cl imáticas
que hayan favorecido la persistencia del Magdaleniense.
Aún cuando la fecha dada al Magdaleniense 111 del Parpall6 W pudiera
(185) SHOTTON, F. w., WlLUAMS, R. E. G. and JOHNSON, A. s.: _Radiocarbón 1975_.
Birminiham Unive:rsity Radioc:arbón Dates IX, ptas. m·21l.
APARICIO PEREZ, J .: d~ Gruta del Hortus y d Muste:riensc en la Re¡¡::ión Valenc:iana_.
A. P. 1.. XIV, pái. ll. Valencia, 1975. Conviene advertir Que el cuadro núm. 111 de: la
pá¡¡:ina 14 incluye: fechas del Parpalló dadas en aiiO$ D.P. y a. de C., se~ los casos, sin
indicación al respec to, lo que: puede: producir e:rror ele interpretación.
AUdAGRO GORBEA, M.: _(..14, J976. Nuevas fechas para la Prehistoria y la An¡ueolo¡¡:fa ele la Pen1nsula_. Trabajos de Prehistoria, 33. páa;. 307. Madrid, 1976.
[page-n-155]
m.
IlBSOLlTlOD EN VM.l!NCIA
ISI
parecer que contradice nuestra teoda, no es posible creer en dicha contra·
dicci6n, a pesar de la coherencia aparente de las dataciones obtenidas, si
reflexionamos acerca de los avatares que sufrieron las muestras utilizadas
para los análisis de C~14, huesos procedentes de las excavaciones de Pericot,
sometidos casi durante cincuenta años a frecuentes manipulaciones como
consecuencia de los sucesivos traslados de local y la incidencia de la trágica
riada del cincuenta y siete que anegó de agua y barro el almacén donde se
encontraban.
Por otra parte, las fechas obtenidas para conjuntos del Magdaleniense
Inferior o Inicial cantábrico, correspondientes al Magdaleniense 111 de la
estructuraci6n clásica, son dispares, habiendo algunas sumamente altas, como
las de la Riera de los niveles 10 y 11, 15.210 BC y 14.470 Be, respectivamente;
otras que parecen algo bajas, como las de Tito Bustil/o, 12.850 y 12.400 Be,
aunque de la primera se dude sobre su pertenencia al ',1 o al IV y de la
segunda al 1110 Superior; una de las de Altamira da 11.950 Be, muy próxima
a la del Parpall6 ciertamente; sin embargo, las que parecen mejor centradas
y existe mayor unanimidad en su aceptación son la de Altamira con 13.550 BC
y la del Juyo con 13. 350 Be lIIi.
En Francia las existentes son muy bajas y, al parecer, coherentes entre sr,
en Aquitania laugerie Haute Est da 12.020 Be y la Grotfe de Ouruthy
12.230 BC; en Midi·Pyrenées Canecaude 11 12.280 BC; en RhOne.Alpes la
Croz.e 12.900 se y 12.380 BC; sin embargo, en varios de estos yacimientos
son contradictorias con otras dataciones, especialmente con algunas del Magdaleniense IV, que proporcionan las mismas fechas o, incluso, superiores 1".
El MagdaJeniense IV está falto de dataciones en la Penlnsula, e independientemente de las dos dataciones citadas para Tito Bustillo, que pudieran
corresponder al mismo, la única conocida lo es la de la lloseta A, con 13.250
Be, alta a todas luces la. Habiéndose establecido la transición Magdaleniense
"inferior"-"superior" hacia 15.000 años BP lit.
En Francia hay también dataciones sumamente altas para el Magdaleniense IV, así Grappin en el Franco-Condado ha proporcionado dos, con
13.820 se y 13.370 se, respectivamente; la Colombiere en Rhone-Alpes
13.550 Be; mientras que las restantes tienden a descender, la misma Colom~
(186) VId.. opUS. cit. nota 78.
(117) DE-UBRI ...S. G., GUIU.IER, M. T., EVIN, l ., THOMMERET, J . el THOMMERET, Y.: eDatatlons ab$Olues des dép6l$ quatemaires et des shes pn!historiques par la
mét hode du Carbone 14_. La Pn!hl5toire Franyaise, t. l ., págs. 1511.1513. Parls, 1
976.
(188) Vid. OPUJ. cit. nota 78.
(189) STRAUS. L. G., CLARK., G. .... Y GONZALEZ, M. R.: .Cronologl"a de las Industrias
dd Wünn lardlo y del Holoceno lempnmo en Cantabria: Contribuciones del proyecto
PaleoecolóPco de la Riera_. C-14 y Prehistoria... cit. nota 78, pá,. 41.
[page-n-156]
I52
J . 4PAalCIO
biére ha proporcionado la serie mayor con otras cuatro fechas, aparte de la
citada, que se escalonan así: 12.750 Be. 12.200 se, 11.440 Be V 9.800 BC;
también la citada Grotte de Duruthy ha proporcionado dos fechas para este
período, 11 .890 se V 11.560 se, y en la misma Aqu itania La Madeleine ha
dado 11 .490 BC. Existiendo, aparte de la citada de La Colombiére. dos fechas
muy bajas, la de Sto Jean de Verges (Midi-Pyrénées) con 10.810 Be y la de
la Adaouste (Provence) también con 10.810 BC, que se contradicen con otras
del Magdaleniense Superior no,
De acuerdo con lo expuesto, y con nuestra opinión acerca de la aceptaci6n
de las fechas de C-14, en el sentido de que hay que esperar a tener series muy
amplias, con el fin de valorar exclusivamente la media, eliminando las extremas como anómalas, no aceptamos la baja datación dada al Magdaleniense
111 del Parpalló, fase que creemos se d ebe situar, aproxi madamente, entre la
primera mitad del XIV milenio y la mitad del XIII; mientras que el Magda.
leniense IV pudo llegar hasta el 12.000-11.800, aproximadamente.
A partir de ese momento se deja de fabricar la industria ósea, y algOn
tipo de la lítica, y sin solución de continuidad se pasa al período sigu iente,
que es el que denominamos Mesolitico 1, equivalente culturalmente al llamado
Epiauriñaciense, Epiperigordiense, Epigravetiense y últ imamente Epipa leo1ít ico microlaminar.
lo encontramos estratificado en el Sector A del Volcán del Faro, inmediatamente encima del último nivel magdaleniense, y entre los bloques procedentes del hundimiento total de la bóveda del abrigo en este sector al f inal del
Magdaleniense IV, fenómeno generalizado en numerosas yacimientos d el M idi
francés 191; por lo tanto corresponde a un asentamiento al aire libre, al amparo
del roquedo o pared caliza subsistente, de ahí que la casi total idad de los
sílex recogidos tengan intensa pátina lechosa, presentando muchos de ellos
su interior con textura harinosa o yesosa, ambas características como consecuencia de la intensa deshidratación por dilatada exposición a la intemperie.
Sedimentológicamente habla una dara ruptura entre ambos niveles, frente a
la t ierra marrón rojiza del magdaleniense, Nivel 11, la del I era muy negra
en la superficie y marrón oscura en la base, presentando, además, numerosas
brechas por intensa calcificaci6n. Con respecto a la fauna también se not6
una clara ruptura, y frente a la abundancia de los grandes mamíferos en
el 11, ahora se notaba un evidente predominio de roedores y animales de
pequeño tamaño, así como helix, lo que se precisará en el futuro a través
del pormenorizado estudio de la misma.
(190) Vid. opus. cit. nota 187.
(191) ESCALON DE FONTON, M.: .Stratigraphles, effondrcmenlS, c1imatologie des
gisemen!s pn!:rusloriques du Sud de la Fractt. du Wilrm III l I 'Hol~ne • . Bulletin de
la Associalion Francaise pour ¡'Elude du Ouatemaire, 1971..... 8.0 ARnés. mimo29. Paris. 1971.
[page-n-157]
EL KBSOUnCO EN VAUlNClA
153
Es notorio que el cambio no fue étnico, sino meramente ergol6gico por
condicionantes económicos, y éstos bajo presión climática, la cual debió influir
mediante la instalaci6n del clima mediterráneo desde estas fechas tempranas,
con acentuación de la sequía, que en el Midí comenz6 a sentirse a partir del
Dryas II·a, aumentando progresivamente hasta el Dryas 111, momento en que
alli se produce la desaparición del bosque, reemplazado por la garriga, así
como la desaparición de la gran fauna; proceso similar al que suponemos
para la Región Valenciana, y en general para toda la vertiente mediterránea
de la Pen!nsula Ibérica, salvo algunas excepciones, aunque aqui debi6 producirse antes, puesto que el avance debió ser en el sentido de la latitud,
es decir de S. a N.
Para nosotros, el útil se crea ante las necesidades que impone el medio
ambiente, de tal manera que al cesar aquéllas dejarán de fabricarse éstos, y
si los útiles magdalenienses típicos sustituyen a los solutrenses, y ambos
tienen una evidente aplicación cinegética, al deteriorarse ésta, especialmente
la de los grandes mamiferos, dejarán de fabricarse aquéllos. Pero, esto no
ocurrirá con los útiles de la vida cotidiana, que continúa, de tal manera que
industrialmente el cambio se detecta por la desaparición de los útiles óseos
típicos del Magda leniense.
Por otra parte, el ascenso de la temperatura perm itirá el abandono de
las cuevas como forma de habitación generalizada, puesto que hasta el mo-mento presente no conocemos ningún yacimiento al aire libre perten&:lentc
al Paleolitico Superior en nuestra región, pero, durante el Mesolitico I creemos
que estos asentamientos son mayoritarios, de tal manera que las comunidades
adquieren una mayor movilidad dentro de su territorio al cesar la dependencia que les imponía la ubicación de las cavidades.
En las primeras estructuraciones que real izamos el final del Mesolltico I
Jo situábamos entre el 9.500 y el 9.000, aunque posteriormente diversas
consideraciones, entre las cuales ciertas fechas de C·14, como la de Mallaetes
para el Mesolltico I (Epigravetiense antiguo), nos han hecho bajar dicho
tope hasta el 8.500.
A través de este largo perfodo la industria Iftica ha sufrido diversas
variaciones, especialmente concernientes a las proporciones de los útiles pro-pios del mismo (aparte de otras muchas, que el estado actual de la investiga·
ción no puede determinar), que en lineas generales permiten establecer una
progresiva disminución del número de los buriles, por el que crece el número
y proporci6n de los raspadores, as! como la d isminuci6n del tamaño de las
piezas hasta las series microllticas. Por el momento los datos disponibles nos
20
[page-n-158]
154
J.
APARICIO
permiten establecer las siguientes caracterlsticas generales para el Mesolítico 1:
1.-lugar de habitaci6n con preferencia al aire libre; en determinados
casos se busca la protecci6n de algún roquedo o pequeño abrigo; en
otros, aunque son los menos, se instalan en cuevas o abrigos.
2.--I..os útiles Hticos predominantes son los siguientes:
-
Raspadores. con tendencia al aumento, especialmente los de
pequeñas dimensiones (microrraspadores) .
-
Buriles variados, en número decreciente hasta casi desaparecer o
quedar reducidos a proporci6n insignificante.
-
Hojas y hojitas de dorso y borde reba jado.
3.-Oesaparecen los perforadores y no se encuentra ningún tipo de punta,
salvo las de dorso o borde rebajado.
4. -Ausencia casi total de industria 6sea, salvo algún punz6n.
5.-Entre la fa una mastol6gica claro predominio de los animales de pequeñas d imensiones (oryctolagus cuniculos) .
6.-Entre la fauna malacol6gica presencia absoluta y abundante de helix
para los yacimientos alejados de la costa; mezclados con restos mari~
nos en los próximos a ella.
7.-Su área de expansi6n ocupa toda la vertiente med iterránea de la
Penlnsula Ibérica, y bajo otras denominaciones también se encuentra
en la mayor parte de las vertientes mediterráneas de todos los países
ribereños al mismo.
B.-En los países donde se implant6 el Magdaleniense la ruptura se
duce tanto en el utillaje industrial como en lo econ6mico.
pr~
Climáticamente se han debido producir diversos y profundos cambios,
pero faltos de estudios adecuados, tanto sedimentol6gicos como de la fauna
y polínicos, no nos es posible conocer la evolución del paisaje y de los fac~
ta res climáticos que lo han provocado a través de todo el período. Por el
momento los únicos datos disponibles son los deducibles de los análisis de la
[page-n-159]
EL MBSOUnCO EN VAlENCIA
155
fauna la y del polen Itl efectuados en Verdelpinoi a través del primero no
se ha podido extraer ninguna deducci6n climática por ser especies que
pudieran v ivir actualmente, incluso la microfauna, lo único de interés ha sido
la neta separación entre los niveles N-3 y N-4, es decir entre el Neolltico y
el Paleolltico, con fauna doméstica en el primero y totalmente salvaje en el
segundo, lo que es otro indicio de la ruptura, que también señala el dia·
grama poHnico en forma de h iatus entre 115.105 cms., con abundancia de
p inos, Buxus y Ulmus, Filiáceas y Cyperáceas, avellano y Artemisia en la parte
inferior, lo que indica "ligero recalentamiento" y "gran aumento de la hume·
dad" según la A., en contraposición al superior con especies "ind icadoras de
condiciones climáticas más cálidas" y, en general, con predominio de las
herbáceas sobre las arbóreas; en contraposición la vegetación inferior, no
sujeta a la influencia humana, a la superior, si influenciada por el rég imen
económico agrfcola del Neolltico.
Evidentemente, poco es para tan largo periodo, y aunque el cuadro-cra.
nol6gico cultural que hemos elaborado (fig. 37) incluye las secuencias climá·
tieas establecidas para el Midi de Francia IN, somos conscientes que no es
posible aplicarlas por el momento y al pie de la letra al Mediterráneo español,
y mucho menos con carácter de uniformidad.
Es, pues, únicamente a través de la industria y de sus porcentajes eon Id
que establecemos la existencia de dos fases dentro del Mesolltieo 1, el Mese>Utieo I·A y el I-B, recurriendo a los ordinales y a las letras, y no al nombre
de los yacimientos mAs característicos por las causas expuestas anteriormente.
El Mesolltico I-A se desarrollaría entre el final del Magda leniense IV
(12.()()()"11.800) y, aproximadamente, el 10.000, final del Pre-AllerOd, roomento en que el Mediterráneo ha ascendido ya a-lOO m. El Meso1ítico I-B
desde el 10.000 hasta el 8.500, cuando el Mediterráneo ha alcanzado el nivel
actual y parece acentuarse la sequía y la progresión de la vegetación mediterránea. Tipol6gicamente la distinción se establece en la relación raspadorburil, predominando los segundos, o bien con proporción equilibrada, en el
A, y con aumento progresivo y sensible de los primeros en contraste con la
sistemática disminución de los segundos hasta casi desaparecer en el B. El
tercer elemento de la "trilogía", los dorsos rebajados, están presentes en
buen número, aunque por el momento no sepamos en qué relaci6n con los
otros, ni su evolución a través de todo el periodo. Es frecuente la aparición
(192) MORALES MUt'l'IZ, A.: _Análisis faunÍ$ticos de Verdelpino (Cuenca)~. Apendice J,
pip. tiUl. Vid. opus cit. nota 57. Madrid, 1m.
(193) LOPEZ GARCIA, P.: .Análisis pollnico de Ven1eIpino (Cuenca)., Apendice 11,
pl.gs. 82.&3. Vid. opus cit. nota 57. Madrid, 1m.
(194) Vid. opus cit. nota 12.
[page-n-160]
156
J. APAaICIO
FIJ. 34.-Mapa de la vutlente medltclTánea de la PeQ.{nsula IbtrlQ. con la .ltuaclón de
loa )'Ildmlenlo. pertenecientes al MuoUtlco ' : 1, Cal Cob; Z, MonUro de Cbarralu; 3,
Zatoy.; 4, Co.lalena; !I, Sant Gre¡orl; 6, L'AnD)'; 7, Mallada; 1, Campln, Salou; ' . Ladera.
de Santa Bárbara; ID, Verdelplno¡ 11, El Praet; 12, CueYa Rubia Alta; 13, BJanqulur del
Ganorero; 14, Barbero; 1', Barranco del Lobo; 16, Albufera de Anna; 17, CoveJa Vlclorla:
18, CovalellH: 19, Earranc Fondo; 20, Fuente de la Arena; 21, VolePt del Faro; U , Pinar
TalT1.lcUa: 23. Cueva Grande Huesa Tacañll; 24, Manadu; 25, Camp de Sant Antonl;
26, ParOda Sall; 71, Capuni; 28, B. de la Encanlll.¡ 29, En Pardo: 30, NaclmIento;
31, Ambro.lo; 32, SeITÓD; 33, Hoyo de la MJna.
[page-n-161]
EL MBSOUTJCO EN VALENCIA
lS7
en las capas superficiales de los yacimientos del B de algún geométrico, lo
que nosotros interpretamos como los primeros incorporados a los conjuntos
líticos e n el momento de tránsito al Mesolltico 11, salvo que se deban considerar como contaminaci6n o intrusi6n.
l os yacimientos que adscribimos al Mesolitico I-A (fig. 34) fntegramente,
o bien alguno de sus niveles, son los siguientes: Cal Coix con las reservas
que hemos expuesto; también con reservas el Montico de Charratu, aqur
aumentadas, lo hacemos en base al problemático equilibrio raspador-buril;
Camping Salou en Tarragona I!IS, aunque por la tipología lítica, debido a la
rareza de los buriles deberfamos incluirlo en el Mesolítico 1-8, salvo por la
fecha de C-14, 11.380 BC., hecha sobre conchas, lo cual induce a sospechar
si no será excesivamente alta; niveles IV, V y VI de Verdelpino, con la confirmaci6n de las fechas de C-14, 12.020 y 10.980 BC: Barranco del l obo
(Chella, Valencia) 196; Coveta Victoria (Estubeny, Valencia), yacimiento
inédito, en las inmediaciones del pequeño abrigo y al amparo de un roquedo
hemos recogido gran cantidad de industria Iftica, con tlpicos buri les de muy
buena fadura, raspadores y dorsos rebajados; Covatelles (Real de Montroy) ,
yacimiento similar al anterior por situación y materiales: Volcán del Faro,
Nivel I del Sector A; Cueva Grande de la Huesa Tacaña: Camp de Sant Antoni
(Oliva, Valencia), yaci miento al aire libre que excavamos en su tota lidad Ifl,
en nivel único recogimos gran cantidad de útiles líticos, con buriles de extraordinaria fadura : Partida del Salt (Oliva, Valencia), yacimiento próximo y en
todo si milar al anterior !JI; Capurri (Ol iva ), en este yacimiento los abundantes silex deshidratados recogidos [o fueron diseminados por una amplia
ladera, por lo que a pesar de su homogeneidad (solamente buriles, raspadores, dorsos rebajados) albergábamos ciertas dudas acerca de su adscripción
cultural, máxime cuando creíamos que procedían del desmantelamiento de
una antigua cavidad hoy totalmente irreconocible, lo que se ha confirmado
por el hallazgo de dos extraordinarias puntas de muesca en restos de la antigua sedimentación; y el "Piso Capsiense" de Hoyo de la Mina.
Al Mesolítico 1 pertenecería n: niveles inferior y medio de Zatoya, avalado
-8
por las fechas de C-14, 9.890 BC y 9.530 BC, respectivamente; con reservas
(195) VlLASECA ANGUERA, S.: _El Conc:hero del Camping Salou (Cabo de Salou, provincia de Tarragona)•. Trabajos de Prehis toria. mimo 28, págs. 6J.92. Madrid, 1971.
(196) FLETCHER VALLS, D. y APARICIO PEREZ, J .: _Exploraciones arqueológicas en
el Barr.mco del Lobo, Chella (Valencia) •. Xl Congreso Nacional de Arqueologla (Ml!rida,
19(9), pá¡s. 265-270. Zaragoza. 1970.
(197) APARICIO PEREZ, J . y SAN VALERO APARISI. J .: _Nuevas eJ(cavaciones y
prospecciones arQucolÓl:ticas en Valencia •. Serie Arqueológica, numo 5, páp. 41-45. Valen·
cia, 1m.
APAR ICIO PEREZ, J ., SAN VALERO APARlSI. J . y MARTINEZ PERONA, J. V.:
_Ac:tividades arQuool6¡icas duran te cl bienio 1971·1978 •. Serie Arqueo1Ó1lca, numo 6, pá·
ginas 217-218. Valencia, 1979.
(198) I bldem, pies. 218-219.
[page-n-162]
158
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[page-n-163]
1S9
el nivel I de Costalena. en suposición a la correcta y normal d isposición estrat igráfica; Sant Gregori en todos sus niveles. debiendo estudiarse industrialmente en conjunto por su total homogeneidad, los dos segmentos represen-
tan la probable "Hegada" de los primeros geométricos en los momentos fina les
de la ocupaci6n del yacimiento ."; L'Areny, caso similar al anterior, aunque
aqul el trapecio es una clara intrusión. mientras que los microburHes son muy
dudosos XIO; Mallada 101 ; Blanquisar de l Garro tero (Navarrés) . yacimiento que
se describe en el capitu lo dedicado al arte; Cueva del Barbero (Navarrés ).
yacimiento que también se describe en el capitulo dedicado al arte por contener grabados fu siformes; A lbufera de Anna, el yaci miento de la orilla ;
Cova del Barrane Fondo (Játiva), en cuya sedimentación subsistente hemos
realizado varios sondeos con el fin de obtener la secuencia estratigráfica que
hacen preveer los hallazgos en la escombrera (fig. 35), aunque si n éxito
por el momento al encontrarse todo revuelto hasta el fondo en los lugares
elegidos·; Pinar de Tarruella; Mallaetes, apoyada por la fecha de C-14,
8.420 Be; En Pardo (Benisil i, Alicante), el nivel inferior, separado del neolítico por una capa estéril según lIobregat Conesa1O.I; Nacimiento. la capa V
del Sector D, también ava lado por la datación de C-14, 9.250 BC, y el "Piso
Tardenoisiense" de Hoyo de la Mina. También deberíamos incluir el nivel 6 de
la Cava del Filador, yacimiento que estudiaremos a cont inuación, a pesar de
la presencia del microburil, ya que su componente IItico a base de raspadores,
bordes y dorsos reba jados así lo aconsejan; así como los yacimientos al a ire
libre del Morra l de Perpinyá y MoH de la Bleda en la Provincia de Tarragona 21M.
únicos yacimientos que ofrecen un conjunto industria l homogéneo y no contam inado entre los nurnerosisimos estudiados por Vilaseca y Vallespí como
"talleres de si/ex al aire libre"·, para los que propugnamos una nueva revisión, tanto del concepto en sí como del materia l, con el fin de rea lizar su
(199) VlLASECA ANG UERA. S.: _L'estació taller de sUo. de Sto Gregori •. Memorias
de la Academia de Ciencias y Artes, vol. 23, núm. 21 , págs. 415-439. Barcelooa, 1934.
(2(0) VIlASECA ANGUERA, S.: . la estación taller de silex de l'Areny (Vilanova d'Escomaibou) •. Trabajos del Instituto Espaiiol de Prehistoria, núm. IJI, Madrid, 1961 .
(201) VllAsECA, 5. y CANTARELL, 1.: . la Cava de la Mallada de Cabra·Feixeb . Am·
purias, V XVIJ·XVIIl, págs. 141-157. Barcelona, 1956.
.
(202) APARICIO PEREZ, J.: «Trabajos de Prehistoria. 11. La Cova del Barrl..Dc Fondo •.
Actas del XIV Congreso Naeional de ArqueologJa (Vitoria, 1975), págs. 141·150. Zara·
goza, 1977.
(203) LLOBREGAT CONEsA, E .: .Nuevos enfoques para el es tudio del Neolítico al
Hierro en la Región Valenciana •. Papeles del Laboratorio de ArQueologia de la Universidad
de Valencia, núm. 11 , pág. 123. Valencia, 1975.
la primera noticia en: TARRADELL MATEU, M.: _Noticia de las recientes excavaciones
del Laboratorio de Arqueologla de la Universidad de Valencia.. X Congreso Nacional de
Arqueologia (Mahón, 1967), págs. 183-186. Zaragou, 1969.
El inventario del material Utioo de .:ste nivel en: FORTEA.: .Los Complejos.... . páginas
22 1-222.
(204) VILASECA ANGUERA., S.: . Las es taciones del Morral de Perpinyi y el Moti de la
Bleda (Gulamlts, Bajo Priorato) •. Caesaraugusla, v. ll-14, págs. 7-34. Zaragoza, 1969-10.
(2Q5) Vid. opus. cit. DOlas 24 y 42, respectivamente.
[page-n-164]
160
S. APARICIO
expurgación y consecuente separación por conjuntos diferenciados culturalmente, si ello es posible todavía.
Otros muchos yacimientos conocemos aún en nuestra Región Valenciana,
la mayor parte al aire libre. aunque la escasez de material o la imposibilidad
de rea lizar su estudio nos impida su adscripción a cualquiera de las fases
establecidas para nuestro Mesolitico l. pudiendo citar los siguientes: ladera
de Santa Bárbara (ViJlavieja, Nules) XlI; El Praet (liria). que se puede adscribir. con las reservas hechas, al 1-8 por la aparente falta de buriles lD1; Rubia
Alta y Fuente de la Arena, ambos descritos en el apartado del arte; Barranc
de la Encantá (Beniarrés, Alicante) -; el Olivar de la Paella (les Montanyetes, Ol iva) .; pudiendo citar también, aunque con mayores dudas, e l Rac6
de Nando y e l Abrigo 2.° del Single de la Ermita, ambos estudiados en el
capitulo dedicado al arte.
Con respecto a otros yacimientos del área, estudiados por Fortea, no es
posible llegar a conclusiones válidas debido a la exigüidad de los conjuntos
Ilticos o a la confusi6n y desorden estratigráfico, tal es el caso del Abrigo
del Barranco de los Grajos, yacimiento que describiremos en el apartado
del arte; Cueva de la Truche o del Turche (Buñol, Valencia) 210; Rates Penaes
(R610va, Valencia), con los niveles postsolutrenses totalmente removidos
junto con los superiores del Solutrense 111; caso similar al de Maravelles
(Gandía, Valencia) 21l, próxima a la anterior y a la del Barranc Blanc (R6tova,
Valencia), que no posee niveles postsolutrenses, mezclándose los solutreogravetienses con los restos del nivelo niveles magdalenienses desapared-
(206) Materiales Que pudimos va en el Museo de Bumana araclas a la amabilidad de
su director, N . Mesado.
(207) Estos materiales han sido reco¡idos por J . M.- Mont~ana, reoonstructor del S.I.P.,
a través de numerous y constantes exploraciones superficiales, en una de las cuales parti·
cipamos personalmente.
(208 ) .La Labor del S.I.P. y su Musco en el pasado ario 1976 •. Diputación Provincial de
Valencia, 1m, pág. 66.
(209) Este yacimiento, como todos los citados y estudiados de Oliva, salvo el del
Collado, rue descubierto por Salvador Climent, con Quien preparamos la carta arqueológica de la zona.
(210) BREUIL, H., _Travaux en Espagne_. L'Anthropologie, t. 25, pá¡inas 247·252.
Parls, 1924.
JIMENEZ NAVARRO, E. y SAN VALERO APARlSI, 1.: d ..ocalldades con piedra tallada
en la re¡ión dc BufloJ (Valencia)_. Ampurias, v. V, págs. 289.292. Barcelona, 1943.
(211) .. La Labor del S.I.P. y su Museo en el pasado año de 1951-, pág. 32. Valencia, 19S2.
Vid. opus cit. nota 10, págs. 861-862.
Vid. FulJola, opus cit. nota 213, pág. 228.
(212) PU BALLESTER, E .: ..Cova de les Maravelles (GandJa)_. A.. P. L., 11, págs. 19I·202.
Valencia, 1946 .
• La Labor del S.J.P. y $U Museo en el pasado ai\o 1953_, páa. 37. Valencia, 1954.
FLETCHER VAll.S, D.: Vid. opus cit. Dota lO, págs. A62.a63.
Vid. FulIoJa, opus cil. nota si¡uienle, págs. 226-m.
[page-n-165]
EL lO!SOUTICO EN V.uJ!NClA
161
dos m; Freginal de la Font Majar (Torremanzanas, Alicante). estudiada por
Vilaseca 214 y descubierta y dada a conocer por el P. Belda 21$, en cuyo nivel
inferior aparecen algunos elementos geoméfricos, que permit irlan incluir a
este nivel en nuestro MeSolftico 11 ; todo lo cual se acentúa en el caso de los
materiales procedentes de las viejas excavaciones de Siret, ya que si exceptua_
mos La Palica-Serr6n, reexcavada por Fortea 216, que tiene materiales y datos
suficientes para inclu irla en el Mesol ítico I-B, no ocurre lo mismo con la de
Ambrosio por no conocerse sus materiales, salvo la existencia de un nivel
"epipaleolítico" 211; y por todo lo expuesto en Ahumada (Ifre, Murcia ) ; Palomas (rv'.orata, Murcia); Tazona (Totana, Murcia) ; Vermeja (Cartagena, Murcia), en el nivel superior, y El Serr6n-Tollos (Antas, Almería) , Mientras que
el resto de los yacimientos estudiados presentan todavía mayor ambigüedad,
MESOllTlCO 11
A través del proceso seguido por la investigaci6n hemos visto como una
vez superada la "visi6n capsiense" los t iempos comprendidos entre el Magdaleniense y el Neolít ico se intentaron ocupar con Cocina, y con Cocina y
Mallaetes posteriormente, incluso, nosotros mismos, una vez que establecimos la situaci6n y los lim ites cronológicos de nuestro Mesolltico 1 creímos
,
que entre éste y el Neolít ico habría que colocar a Cocina, siendo más tarde
cuando nos apercib imos que entre ambos faltaba un período que no se encontraba ni en los yacimientos de componente trapezoida l ni en los del Mesol ítico 1, sino que correspondía a los primeros t iempos d el geometrismo y que
por lo tanto la secuencia completa aquí se desarrollaba de la misma manera
que en el Midi francés, de tal modo que antes de la fase trapezoidal (Mesolítico III ) o "tardenoide" para entendernos debía de encontrarse una fase
"sauveterroide" .
Dicha fase "sauveterroide" se encuentra perfectamente representada en
(213) Vid .• La Labor del S.l.P .• citada en nOla 21t, pág. 35 Y la citada en la nota anterior.
También Flctcher en opus cit. nota lO, págs. 857..s60.
LAPLACE, G.; Vid. opus cit. nota 110, pág. 124.
FULLQLA PERICOT, J. M.·; _Las industrias lIticas de1 PaleoUtico Superior Ibérico_.
Serie de Trabajos Varios del SJ.P., núm. 60, págs. 172-223.
(214) VILASECA AN GUE RA , S.; _Las puntas de dorso rebajado de Jos talleres Uticos
tarraconenses •. Boletín Arqueológico, año XLIX, págs. 84-96. Tarragona, 1949.
(215) BELDA, J.: .Un yacimiento de material lItico en Torremanzanas•. Actas y Memorias de la Sociedad Espaftola de Antropología, Etnografía y Prehistoria, v. XIX, páginas
126-128. Madrid, 1944.
(216) FORTEA PEREZ, J .: _La cueva de la Palica. Serrón (Antas). Avance al estudio
del EpipalC
(217) Vid. opus cit. nota 114.
21
[page-n-166]
16'
~.
APARI CIO
los niveles V a 111 d e Filador 111, cuyo comienzo situamos hacia el 8.500. de
acuerdo con la fecha establecida para el fina l del Mesolitico 1 representado
,
aquí por el nivel V I. El momento terminal o de paso al que hemos
denomi~
nado Mesolítico III·A, también representado en Fi lador por los dos niveles
superiores, el I y el 1 , se debi6 producir hacia el 7.500, por lo que todo el
1
Mesolltico 11 q uedaría dentro del Dryas 111.
Esta fase climát ica está caracterizada en el Midi por el clima en general
inestable y revuelto, con humedad moderada, produciéndose alli la degrada·
ci6n del bosque templado a vegetación med iterránea.
l a economla d el período es imposible reconstruirla por la falta de datos,
únicamente sabemos de la abundancia de caracoles en todos los n iveles de
Filador, casi exclusivamente He[ix, aunque su presencia es frecuente V normal en [os yacimientos med iterráneos españoles, ya desde el Paleolítico en
[os valencianos que hemos excavado personalmente, aunque aqui enmascarada su existencia por los restos de la fauna masto[6gica, que hacía con
frecuencia despreciar aquéllos entre los arque61ogos de la vieja escuela, mas
hoy se anota su presencia y se recogen totalmente, considerándolos como
un documento más, aunque f altan entre los conjuntos de las antiguas excavaciones. Su hallazgo en los yacimientos del Mesolitico I se vería normal si no
f uera por la escasez de [a fauna mastol6gica, [o que hace mucho más significativa su presencia, aparte de su extraordinaria abundancia en otros yacimientos como en el Camping Salou. Durante el Mesolitico pudo aumentar
su consu mo ya generalizado. En los yacimientos próximos a la costa, puesto
que el mar alcanzó en este momento el nivel actual, el marisqueo debió constituir una segura y abundante f uente aliment icia.
Ergol6gicamente se producen cambios substanciales, especialmente de tipo
técnico, resucitándose la vieja técnica de "microburil" para la construcci6n de
geométricos que invadirán la industria. Dicha técnica se "inventó" en el Parpallense para [a fabricación de las puntas de muesca yen el Magdalen iense IV
se continuó utilizando con el fin de construir los primeros geométricos conocidos, los triángulos escalenos; durante el Mesolít ico I no se utiliza y es ahora,
en el 11, cuando de nuevo se vuelve a implantar, fabricándose triángulos y
segmentos. que son los únicos geométricos que se conocen en este período.
(218) VlLASECA ANGUE RA, S.: _Avance a1 estudio de la cueva del Filador de Mar·
galef (Provincia de Tarragona) •. Archivo Español de Arqucoloafa, núm. TI, págs. 347·361.
Madrid, 1949.
VlLASECA ANGUERA, S.: _Cua tro dias en la ..Cueva del Filador. (Mar::aleO •. La Préhistoirc. Probll:mes et tendenccs, págs. 476-489. Pans, 1968.
FORTEA PEREZ, J .: .[.0$ Complejos ..... págs. 3J.S.3SO.
[page-n-167]
EL MESOLlTlCO EN VALENCIA
163
FlII:. 36.-Mapa de la vertlenle mecHlelTánea de la penm.u1a IWrtca con la situación de
yadmlenlM perteneclenlu al MelOlftlco JI; 1, Fllador, y JlI·A: 1, FlIador; 2, Cova Foaea;
3, Auud d 'AlmaalOra; 4, Cocina; !I, Colladn; 6, Victoria.
[page-n-168]
.64
J. APARICIO
Es éste un hecho generalizado a todos los paises ribereños del Mediterráneo occidental, como tantos otros, y que responde a causas económicas,
aunque por el momento sea muy difícil dilucidarlas en algunas zonas por
la falta de datos. aunque en otras, como por ejemplo Italia, se realicen nota-
bles progresos en este sentido.
Su origen creemos que es ocioso buscarlo en ningún lugar determinado,
y de acuerdo con nuestro criterio expuesto se debió producir al mismo tiempo
en todos los países del área, de ahí que lo de "sauveterriense" aplicado deba
entenderse únicamente en sentido descriptivo; por lo demás, creemos que
el término que mejor le conviene es el de MesoHtlco, con el ordinal 11 en este
caso, de acuerdo con lo expuesto repetidamente.
Líticamente, pues, se constata la presencia de raspadores, cuyo número
cont inúa descendiendo progresivamente según la tendencia general, lo cual
se acentúa más en los buriles; tos bordes y dorsos rebajados en si también
parecen descender, aunque en realidad como técnica no es real el descenso, sino aparente. puesto que se aplica, junto con la de microburil, en la
construcci6n de los geométricos, triángulos y segmentos, ya que en realidad
estos son dorsos en ángulo o curvos rebajados, o abatidos, como prefieren
algunos tipologistas.
Desgraciadamente poseemos pocos yacimientos donde se encuentre este
periodo (figs. 36 y 3), ya que si exceptuamos Filador únicamente ha sido
señalada su presencia en Sant Benet y Coma d'lnfern, aparte de que pudiera
encontrarse en yacimientos superficiales de amplio espectro, como por ejemplo la Casa de l ara.
MESOllTICO 111
A pesar de una cierta abundancia de yacimientos encasillables en este
periodo es el más dificil de estructurar, especialmente la primera fase del
mismo, as! como la final o Protoneolítico por asistirse aquí a la introducci6n
de novedades ergol6gicas como consecuencia del nuevo sistema económico
que se implanta paulatinamente a su través, de ahl que debamos estudiar
separadamente los periodos establecidos, A, B, C y Protoneolitico de acuerdo
con nuestro criterio repetidamente expuesto.
MESOLITICO lIl·A
Se inicia a partir del 7.500 y se corresponde con el período climático denominado Pre-boreaJ, que finaliz6 hacia el 6.500 y que se caracteriza, también
en el Midi, por la sequía progresiva que hace desaparecer el bosque, reem-
[page-n-169]
EL MBSOLITIOO EN VALl!HClA
165
plazado por la garriga, escaseando los lugares de aguada, lo que lleva consigo la desaparici6n o enrarecimiento de la gran fauna, generalizándose las
caracoleras (escargotiérs) o concheros.
La dificultad con este período partía de su incorporación al Mesolit ico 11
o al 111. ya que en Filador se presenta en los niveles altos del yacimiento
como continuador de los inferiores, y en Cocina en los bajos como arranque
de los superiores. y faltos de datos amplios y seguros sobre su componente
industrial geométrico dudábamos sobre su adscripción a cualquiera de ambos,
decidiéndonos por el segundo atendiendo a su disposici6n estratigráfica
únicamente, elección meramente subjetiva que no creemos que deba preocuparnos más, si consideramos que es una etiquetación con la simple finalidad de facilitar nuestro entendimiento.
Ergol6gicamente el periodo parece caracterizado por la drástica disminuci6n de raspadores, buriles y dorsos rebajados, como culminación del proceso
,
que parece iniciarse a partir de finales del Mesolftico 1 y que ahora, como
consecuencia de lo que se ha llamado "invasión del substrato o infrasubstrato", quedan reducidos a proporci6n insignificante, sin desaparecer claro
está.
la industria diferenciada por Pericof en el nivel III-A de Cocina, y que
describi6 él mismo, caracteriza el periodo, y de la relación que da podemos
reseñar, considerando con reservas las nomenclaturas confusas (que hemos
colocado entre asteriscos) , los útiles siguientes: en cuarcita grandes discos
raspadores, raederas, "hachitas-hendidores", cepillos; en caliza los mismos;
en silex numerosos cepillos, raspadores sobre hoja y sobre núcleo, disquitos
raspadores y pequeños raspadores cónicos o piramidales y en trompa, "hachitas". hendidores (alguno d iscoidal), buriles laterales y alguno central,
hojas con retoques, "puntas musteroides o solutroides"; placas con pintura.
Aunque en el lugar mejor caracterizado es en [os niveles 11, I y Superficial de la Cova del Filador, características que parecen desarrollarse a partir
del 111, como consecuencia de la invasi6n del "infrasubstrato" sobre la totalidad
del conjunto Ihico, así en el 111 hay un descenso notable de 105 dorsos y
bordes rebajados (a 3'7 %), asi como de los geométricos (al 7'9 %). mientras que se observa un notable aumento de los microburiles (55 "fo), lo que
está en manifiesta contradicción con la reducción de los geométricos (aunque esto interpretado por la probable funci onalidad secundaria de aquéllos)
JIt,
(219) FORrEA PEREZ, J .: _Los Complejos... _, págs. J4&.349.
[page-n-170]
'66
J. ,'-P .... leIO
Uticarnente hay en los n iveles 11·' y Superficial de Filador raspadores (40) ,
buriles (5). bordes rebajados (5). microburiles (7), entre los q ue pudiéramos
llamar útiles propiamente, y como tipos del "infrasubstrato" el absoluto predominio de los denticulados, caracterizándose estos niveles por la mayor
cantidad de silex, con lascas, piezas nucleiformes, etc., que suponen el 50
"fe,
de todo el conjunto industrial, siendo dificil en ellas poder decidir sobre la
intencionalidad de su fabricación o si fue meramente accidental o dese<:ho,
aunque la opinión es que fueron utilizadas como tal.
A pesar de todo no es posibe fijar un índice completo de los útiles líticos
totales que entran en la composición del complejo IItico del Mesolítico III-A,
puesto que en el Collado se ha hallado un segmento, y en los niveles pro-
fundos de Cocina también se hallaron trapecios, por lo que habrá que esperar más adelante para poder establecerlo, una vez que d ispongamos de
nuevas series estratigráficas.
Aparte, pues, del Nivel III-A de Cocina y de los Niveles 11, I y Superficial
de Filador, lo creemos encontrar (fjg. 36) en un nivel calificado como "acerámico" en Fosca, fechado en 6.930 BC. y descrito como un conjunto industrial que "presenta una mezcla de tJtiles macrollticos con una serie microlaminar y escasos geométricos"; el Nivel 11 del Assud d'Almassora; el Collado
y posiblemente el nivel superior de la Cueva de la Victoria. Con ciertas
reservas pud iera incluirse en un momento inidal de este periodo el Covacho
de la Polvorosa (Dos Aguas), muy pr6x imo a la Cueva de la Cocina, aunque
también pudiera pertenecer al Mesolitico 11, debiendo esperar a la dataci6n
de C-14 anunciada para pronunciarse UI.
Niveles con industria lítica de esta natura leza y con caracterlsticas econ6micas similares han sido señalados en numerosos lugares del Mediterráneo
Occidental, y asl en la Cauna d'Arques (Aude, Francia) se pudo aislar y
anal izar una pequeña caracolera de 7 ml fechada hacia el 6.970 Be. %11, Y algo
(220) d.a Labor del S.I.P. y su Museo en el pasado allo 1978_, pá¡. 60. Va.leDCia, 1979.
Otros yacimientos podriamos citar, sin embargo, la inconsistencia de los datos disp<>
nibles nos hace desistir de ello, de lo que son buenos ejemplos la Cova d 'en Mollel de
Seriftá (Coromlnu Plaoellel, J . M.-: .. El Mcsolltico de la.... , Anales del Instituto de Estudios Gerundenses, año MCMXLVIII, separata) y la Cova del Solá del Pep de I'Hospitalet
de l'Infaol (V1luec:a Anpcn, S.: d..a COva ...., Butlle ti Centre Excursionista de Catalunya,
núm. 511. Barcelona, 1938).
(221) SACCHI, D.: _Datage C14 d'un gisement mésolithlque: des Corbiércs: La Cauno
d 'ArQues_. Bullelin de: la Soeiélé PrehistoriQue: Fran~se. Comptes Rendues de Seances
MensueIles, t . 69, (ase. 8, pág. 229. París, 1972.
SACCHI, D.: _Que:IQues considérations sur I'Epipa1&1lithiQue e:1 le Mésolithique des
Pyrénées frano;aises _. Cabien d'Anthropolo¡ie el d 'Ecologie Huma.ine. JI, ().4), pág. 92. 1974.
SACCHI , D.: ..Chronolo¡:ie: absolue de QueJQues industries préhistoriQucs du Languedoc
Occidental, du 14me au 7me miUenaire avant I'ere chrétienne •. Bullelin de la Société
~edocienne de: Geographie, t. 8. fase, 3-4, pázs. 306. MOlllpeUler, 1974.
SACCHI , D.: .. Les industries dalécs du Pal&llithlque $uperieur , l 'EpipaleoUthlQue,
dans le bassin de I'Aude •. Conzrés PréhistoriQuc de: France, XX· session. Provence, 1974,
págs. SSJ.59. París, 1976.
[page-n-171]
EL MESOLITICO EN VALENCIA
167
se.
similar en la Baume Fontbregoua (Var, Francia), fechada en el 7.460
m,
con evidente predominio de HeJix y constataci6n de su uso culinario en
ambos yacimientos; tanto en la Francia mediterránea como en la atlántica
han sido señalados de antiguo niveles con Helix m,
En Ital ia pudieran incluirse en este período los yaci mientos, o parte de
ellos, d enominados por l aplace como "complejos regresivos con dent icu lados",
caracterizados, a través de los útiles de los yacimientos estud iados, por la
existencia de pocos buriles y raspadores, escasas truncaduras, puntas y hojas
de dorso rebajado, algunos geométricos y. sobre todo. por un gran número
de denticulados. que normalmente sobrepasan el SO % de la totalidad n., para
lo que citamos como ejemplo el nivel 3 de Praia a Mare, datado radioca rbónicamente en 6.785 Be m.
Econ6micamente es destacable la presencia de abundantes helix en los
yaci mientos alejados de la costa actual, puesto que el mar había ya alcanzado
el nivel que conocemos, y helix, junto con abundantes conchas marinas, en
los próximos a ella, es decir. en aquéllos en que la distancia compensa el
esfuerzo o energía desarrollados para su acarreo al lugar de habitación; de
lo que se deduce que el consumo de la carne de estos moluscos deb ió formar
parte importante de la dieta alimenticia, alternando con el consumo d e carne
procedente de la caza de fauna mastol6gica. En Coc ina se han señalado helix;
así como en Filador; tamb ién en el Assud d 'A lmassora, aunque aqul junto a
cardium abundante y algún pectúnculo; en Fosca no lo sabemos todavía, aunque deben ser helix, y en el Collado la relacionada más helix.
Sin embargo, la sola presencia de abundantes conchas de moluscos marinos
o terrestres no perm ite la inclusi6n del nivelo yacimiento en este período•
. p uesto que ya hemos dicho como en los yacimientos paleolít icos valencianos
son f recuentes y abu ndantes los helix, mientras que en Francia caracoleras
(escargol iéres) se encuentran ya en el Valorgiense final y especialmente
durante el Montandiense, equivalente a nuestro Mesolhico 11, y en Filador
(222) COURTIN , J .; _Datatio n au C I4 d u Mésoli thique de la Baume Fo ntbrégoua á
Salernes (Var) •• Bulletin de la Société Préhistorique Franc;:aise, Comptes Renducs &.:ances
Mensuelles, 4, págs. 99·100. París, 1913.
(223) COUSTE, R. et MALVES I N-FABRE, G.; .. Une grolle á escar¡otiére dans la région
d 'Arudi (Basses Pyrénées) •. Prime r Congreso Internacional del Pirineo del Instituto de
Estudios Pirenaicos. San Sebastián, 1950. (Separata). Zaragoza, 1952.
LAPLACE-JAURESCHE, G.: d ..es couches á escargots des cavcmes pyn!néennes et le
probléme de I'Arisien de Piette •. Bullelin de la Société Préhi sto rique Francaisc, 1. 1,
págs. 199-211 . Paris, 1953.
MEROC, L : d..es couches á escargots de la Spugo de Gantiés·les· Bains (Haute-Caronne)• .
Bulletin de la Société d 'Etudes e t de Recherches Préhistoriques des Eyzies, 7, págs. 1·5, 1957.
(224) Vid. opus cit. nota 110.
(225) CAR DI NI , L : .,Praia aMare. Relazione degli .sc:avi 1957·1970, deU 'Zsti tuto I taliano
di Paleontoloaia Umana_. Bulletlino di Paletnologia Italiana, vol. 79, págs. 31·59. Roma, 1970.
[page-n-172]
168
J. APARICIO
ya hemos visto corno son abundantes, siendo frecuentes en el Castelnoviense
aunque en menor cantidad, y no se encuentran nunca durante el Neolitico
y periodos posteriores. En el Norte de Africa tanto durante el Capsiense
Típico como en el Superior. En Francia también los concheros a base de restos
marinos comienzan durante el VaJorgiense final y Monfandiense, generali·
zándose a partir del Castelnoviense.
En este aumento del consumo de moluscos se advierte una intensifica-
ción de las actividades meramente recolectoras, debiéndose completar la dieta
al iment icia con productos vegetales silvestres y carne de la escasa fauna
identificada, panorama que se atisba y se concreta a partir de los pocos
datos todavía disponibles, pero que facil itan la comprensión del fenómeno
que se iniciará y desarrollará un milenio después, y que ahora tiene como
causa inmediata la intensa sequla del Preboreal, que debió esquilmar la
población cinegética animal, lo que dificultó extraordinariamente el fácil aprovisionamiento proteínico de fases anteriores, obligando a la acentuación del
consumo de estos moluscos.
MESOLlTICO Ul·S y C
Entre el 6.800·6.700 y el 6.000 hemos situado el primero de los dos
períodos, el B, aproximadamente coincidente con el Boreal, de clima más
húmedo que el anterior, aunque seco al final en el MidL Y entre el 6.000 V
el 5.500 el e, correspondiente a los primeros tiemJX)s del Atfántico, largo
período muy húmedo V templado cálido.
ErgoJ6gicamente ambos perrodos se caracterizan por la permanencia y
profusión de los útiles geométricos fabricados con técnica de microburil, especia lmente de los trapecios, por lo que esta industria se podría nominar como
de tiJX) tardenoide a efectos descriptivos exclusivamente; junto a ellos triángulos y segmentos, que perviven desde el Mesolltico 11, momento en que
comienza su fabricación, y que se perpetuarán, especial mente los segundos
a través de todo el Neolítico. Aparecen las hojas de muesca, a veces denticuladas, V en ciertos casos casi completamente estranguladas, lo que propicia
la aparición de los trapecios, que no derivan de triángulos ni segmentos,
aunque tampoco los originan como supone Fortea, quien ha establecido
series evolutivas completas U6 que para nosotros no responden a la realidad,
por cuanto ignoran que triángulos V segmentos son anteriores a Jos trapecios y coexisten con éstos desde los niveles basa (es de Cocina, siendo de
ellos de quien derivan (os JX>steriores y no de los trapecios, que es lo más
(226)
Vid. tabla 16 en FORTEA, J.: &l.os Complejos ..... pta. 414.
[page-n-173]
11011
a.c.
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[page-n-174]
170
1. APARICIO
lógico por otra parte, sin necesidad de forzar las relaciones para que de éstos
puedan derivar aquéllos.
líticamente lo que d iferencia a ambos periodos es la existencia en el
e de
lo que llamamos triángu los tipo Cocina, que son los triángulos con apéndice
lateral, a veces con ápice sumamente acuminado, caracterlsticos de este yacimiento, aunque también se encuentren en Portugal especialmente m, así
como entre las industrias Hticas coetáneas del Norte de Africa m y en otros
lugares mediterráneos. Forlea lo define como "triángulo con dos lados c6n-
cavos, tipo Cocina", tratándose de un "triángulo isósceles o escaleno en los
que la uni6n de sus lados c6ncavos f orman un apéndice o pedúnculo" zzp.
Para nosotros, sin embargo, su origen es incierto y vario, pudiendo derivar
de los trapecios mediante el estrechamiento progresivo de la base pequeña,
tal y como hemos expuesto anteriormente, ya que se encuentran todas las
formas intermedias, y algunas piezas resulta verdaderamente dificil su clasificación por la misma estrechez de dicha base, mas siempre queda la duda
de si no serán simples triángulos con el vértice progresivamente alargado,
o laminitas apuntadas t ipo Cocina, que en numerosas ocasiones son segmentos, cuyo pequeño apéndice lateral se pudo ir alargando, y en real idad se
• encuentran también formas intermedias. En todo caso aparecen en el Nivel 11
de Cocina según Pericot y caracterizan nuestro Mesolítico III-C, junto con las
plaquetas grabadas que se describirán en el apartado del arte.
Son numerosos los yacimientos del Mesolitico 111-8 y C conocidos en la
vertiente mediterránea de la Península (fig. 3), concentrándose especialmente
en la Región Valenciana (fig. 5), vertiente y región en la que se concentran los
hallazgos más numerosos de triángulos tipo Cocina, como puede verse en la
figura 3.
Al Mesolftico 111-8 adscribimos los siguientes: Nivel IV o superior de la
Cueva de Zatoya, al que debe corresponder la datación del 6.200 Be. obtenida
en el Nivel 11 o Medio; también pudiera considerarse de este momento el trapecio y el microburil de Montico 111, aunque tan escaso número impide cua lquier consideración, máxime cuando son superficiales y junto con los frag(227) Vid. opus. cit. nota iD.
ROCHE, J.: _Les amas coquillier (concheiros) mésolithiques de Muge (portugal)~. Fundamenta, Reihe A, Band 3, Teil VII , págs. 72·107. Ktiln, 1972.
Groupe d'Etude de )'Epipaleolithique-Mesolithique (G.E.E.M.)._Epipaléolilhique-Mesolithique. Les microlithes géometriques~. Bulletin de la Société Préhistorique Fran~ise.
Etudes el Travaux, t. 66, págs. 357-358. París, 1969.
En esle trabajo a los triángulos tipo Cocina se les denomina triángulos de Muge, denominación que Fortea (Los Complejos ... pág. 99) propone quede reservada para su variedad
alargada, manteniendo aquel término, lo que nosolros consideramos muy acertado.
(228) TIXlER, J .: _Typologie de J'Epipaléolilhique du Maghrcb~. Memoires du Centre
de Recherches Antropologiques, Prehis toriques et Ethnographiques, 11, pág. 133. París, 1963.
(229) FORTEA PEREZ, J.: _Los Complej05 ... ~, pág. 99.
[page-n-175]
17J
mentos cerámicos tanto se pueden considerar como restos de un nivel desmantelado o como una simple intrusión esporádica; Patau, con todas las dudas
que plantea la estratigrafia de este yacimiento y su interpretación UD; con muchas más reservas Cocinilla del Obispo m, Do- Clotilde m, Valltorta W y VerdeJpino: capas 3 -a 5 de lIatas: Nivel 111 8 de Cocina; El Rincón (Anna) 1M;
Abrigo de Pedro Mas (Ayora, Valencia), que es el que figura en el mapa
de la figura 3 como Negra, correspondiendo al Abrigo vecino a la Cueva
Negra de Alpera que señalara Breuil m y que estudió Fartea como Abrigo
de la Cueva Negra 1l6, que hemos prospectado con posterioridad a la confecci6n de dicha figura, lo cual nos obliga a ciertas redificaciones que justifica-
remos en el apartado del arte, pudiendo adelantar que los materiales superficiales recogidos son claramente eneoliticos: con muchlsimas reservas Parpall6, citado meramente como referencia ante el hallazgo de geométricos
superficiales, seguros restos del desmantelamiento de las capas superficiales,
como ocurre en tantis;mos yacimientos: Casa de lara m y Arenal de la Virgen 1lI según lo expuesto: cueva Pequeña de la Huesa Tacaña: con ciertas
reservas en lagrimal lJll y Aljoroque.
Al Mesolltico lII-C pertenecerían (fig. 3): Botiquerla deis Moros, capas
, a 5, corroborado por la dataci6n radiocarbónica del 5.600 se.: con reservas
el Nivel 11 de Costa lena, en raz6n a la superposici6n con respe<:to al Nivel 111,
ya Neolítico I o Antiguo: Serdá, en raz6n a un geométrico que se podría
considerar como un triángulo tipo Cocina, caso idéntico al del Sol de la Piñera.
aunque aquf lo es claramente-: Estany d'Almenara ; Cueva de las Vacas
(230) VILASECA. S. y VllASECA DE PAU.EJA, L : .La Cova del Patou (MODtrol¡. P~
vincia de TalTl.¡ona)_. Instituto de Estudios Tarraconenses .Ramón BereDl\ler IV • . Serie
Arqueoló¡ica, núm. 30. TalTl.gona, 1933.
(231) Vid. opus d I. nota 60, págs. I&.ZS y FORTEA PEREZ, J .: .L05 Complejos ...• ,
pá¡s. 39]..395.
(2.32) ALMAGRO BASCH, M .: .UD nuevo grupo de pinturas rupestres de AIban'acln
La cueva de dofta Clotilde_. Teruel, núm. 1, págs. 91-116. Teruel, 1949.
FORTEA PEREZ, J.: .L05 Complejos ...• , pip. 395-96.
(233) Sobre los yadmientos IHieos de la vaUtorta y su pl'Qblemática trataremos en el
aparlado dd arte.
(234) Vid. opus dI. nota 197, págs. 52·$4.
(235) BREUlL, H.: .Les pcintun::s rupestres d 'Espagne. VII. Nouvelles roches peintes
de la région d'Alpera Wbacete)•. L'Anthropologie, núm. 26, t>á¡s. 330-331 . Pans, 1915.
(236) FORTEA PEREZ, J .: -t.os Complejos... _, pág. 391(237) SOLER GARCIA, J . At.-: . EI poblado de la Casa de I.ara_. Vilh::na, n.· S. 1955.
SOLER GARCIA, J . M.· : Vid. opus cit. nota 111, pág. 24-26.
SOLER GARCtA, J . M.- : .EI poblamiento prehistórico del término villenense_. Villena, núm. 7. 1957.
SOLER GARCIA, J . M.· : d..a Casa de Lara, de Villena (Aliea.nte). Poblado de llanura
oon cerámica cardial_. Saitabi, XI, págs. 193-200. Valencia, 1961 .
FORTEA PEREZ, J.: .Los Complejos... _, P45. JIU.,l9I.
(218) SOLER GARCIA, J . M.· : .EI Arenal de la Vir¡en y d NeoUtioo Cardial de la
Comarca Villenense_. ViJlena, núm. IS. 1965.
FORTEA PEREZ, J .: d.os Complejos... _, pá¡s. 3n-38J.
(239) Vid. opus ej¡. nota S, págs. '7-55.
(240) FORTEA PEREZ, J .: -tAlS Complejos.... , pá¡. -402.
[page-n-176]
172
S. APARICIO
(Chiva, Valencia) MI; Nivel 11 de Cocina según Pericot; capas 1.- y 2.- de
lIatas; Cueva Zorra (Bicorp), que se estudiará en el apartado del arte; Albu·
fera de Anna, yacimiento del interior; Casa de lara y posiblemente Arenal
de la Virgen, aunque con reservas, de ahí que no hayamos hecho menci6n
a ello al tratar del yacimiento; nivel B o capa 111 del Nacimiento, datada en
el 5.670 Be.; pudiéndose encontrar también en Aljoroque con las reservas
apuntadas.
Otros yacimientos que han proporcionado geométricos, o útiles con ellos
relacionados, podemos citar, aunque si n precisi6n acerca de su adscripci6n
a uno u otro periodo, debido a la escasez del materia l recogido, generalmente
en superficie, en esta situaci6n se encuentra la Ceja, yacimiento al aire libre
en las proximidades de la Cueva de la Cocina XI, que será descrito en el
apartado del arte; la Cueva Santa (Calles), que proporcionó un microburil
en exploración superlicial l4J¡ Casa de los Valientes (Siete Aguas) 244, etc.
Económicamente tanto el Mesolltico III·B como el e son casi completamente desconocidos por la escasez de estudios de la fauna recogida en los
yacimientos a ellos adscritos: ast, los datos de Verdelpino no son utilizables:
lo del Nacimiento poco aporta, salvo la posibilidad de la caza de ciervo,
corzo, jabalt y cabra; pudiendo decir algo parecido de los restos de ciervo,
corzo, jabatí y cabra identificados entre los restos de la Albufera de Anna,
coincidencia con la anterior meramente casual a nuestro parecer; los grandes
yacimientos, como Cocina, están faltos de los correspondientes estudios, que
se realizan actua lmente por M. Pérez Ripoll, estudios que se deberán inten·
sificar necesariamente.
Si suponemos a los útiles geométricos una final idad cinegética hay que
suponer también una intensificación de esta actividad a partir del Mesolítico
III-B, debido a su generalización y proliferación, lo que podríamos completar
con los datos deducidos del estudio del arte rupestre levantino, una vez que
la investigación acepte plenamente su datación mesol ít ica, desde el I al II[·C,
lo que pudiera llevar consigo la delimitación cronológica de cada uno de los
estilos, pudiendo entonces utilizar completamente la inconmensurable masa
de datos que nos ofrecen las pinturas de nuestros abrigos.
Nosotros estamos plenamente convencidos de la adscripción mesolítica de
varios de los estilos identificados, ro que expondremos seguidamente, de ahí
(241) Vid. opus cit. nota 63.
(242) La Labor del S.I.P. y su Museo en el pasado a.IIo 19711, págs. /iO-61. Valencia, 1979.
(2.0) Vid. opus cil. DOla 197, cila segunda, pág. 243.
(244) Superlicwmenle D. luan BoI!a. recogió 2 núcleos, 2 dudosos buriles, 1 microrras pador y 1 trapecio.
[page-n-177]
173
que en este momento, atendiendo a los datos que nos proporcionan los materiales ergol6gicos y las pinturas, ocupe un lugar destacado en las actividades
la caza de cabras, ciervos, corzos, jabalíes. y en menor proporción, q uizá
reservado a los primeros tiempos del mesolítico, toros y caballos; también
las actividades recolectoras debieron desempeñar un papel fundamental,
según la costumbre ya secular de aprovechar al máximo los recursos natu·
rales, y se continuó recogiendo y consumiendo helix, vegetales diversos,
miel, etc., actividad esta última que debió ser desempeñada por las mujeres si
va loramos las actitudes reconocidas en varios abrigos pintados, mientras que
la actividad cinegética estaría reservada a los hombres. Por lo tanto, división
del trabajo dentro de una sociedad cuyas características se podrlan esbozar y
desarrollar si hiciésemos libre uso de la inagotable masa documental que constituye el arte rupestre levantino, documentación tambjén testimonial de otros
muchos aspectos de la Cultura desarrollada en la Región Valenciana y en la
mayor parte de la vertiente mediterránea durante el MesoHtico, sin embargo,
por el momento ello no es posible.
PROTONEOLITICO
En 1973 escribimos: "los análisis de C-14 en la Coveta de l'Or)15 dan una
fecha en torno a la mitad del V milenio a. de C. (aunque hay que tener en
cuenta que aqur nos aparece ya el Neolítico plenamente introducido y habrta
que aceptar con Pericot una fase protoneolítica, de la que sería claro representante el nivel superior de Cocina y que podría llegar hasta la mitad del VI
milenio a. de C. si tenemos en cuenta las fechas obtenidas para el Neolítico
antiguo de Francia)":Mi.
En efecto, en 1949 Pericot se preguntaba: "¿Hubo una etapa protoneoHtica en levante, con cerámica lisa o rayada, anterior a la llegada de la cultura
hispanomauritlmica con cerámica ricamente decorada?" 24', que según lo ex-
(245) SCHUBART, H . y PASCUAL PEREZ, V.: _Datación pOr el C-14 de los estratos
con cerámica cardial de la Coveta dc l'Or•. A.P.L XI, págs. 45 a SI . Valencia, 1966.
Estas fechas fueron 4.670 BC. y 4.315 BC., posteriormente se han incorporado las Ices
siguientes: 4.770 BC., 4.680 BC. y 4.030 BC., que vienen a fundamentar mucho más la estructuración del NeoJltlco valenciano, véase:
FLETCHER VALLS, D. y PU BALLESTER, E ,: .Cincuenta ai\os de actividades del
S. l . P. (1927·1977)10. Trabajos Vacios de] S.J.P., núm. 51, pág. 80. Valenc:la, 1m.
MARTl OLIVER, D.: _Cova de l'Or (Benianés, Alicante). Nuevos datos sobre el Neolltico
del Este peninsularlt C-14 y Prehistoria de la Península Ibérica. Reunión 1978. Fundación
J uan March. Serie Univenitaria. núm. 77, págs. 57-60. Madrid. 1978.
(246) DELlBRJAS, e., GUlLLlER, M. T., EVIN, J., THOMMERET, J . et Y.: .Dalallons
absolue$ des d~pOts post.glaciaires el des gisements pre el protohJstorlQIJC$ par la m~thode
du Carbone 14_. La Prihistoire Francaise, t. 11, págs. 879-&3. Pans, 1976.
(247) PERlCOT GARCIA, L : Prólogo a _La Covacha de Uala$lt. Vb.se:
JORDA CERDA, F. y ALCACER GRAU, J .: .. La CQvacha de Uatas_. Serie de Trabajos
Varios del S.J.P., núm. 11 , pág. 8. Valencia, 1949.
[page-n-178]
174
J. APARICIO
puesto por el sabio investigador se correspondería con el nivel superior de la
Cueva de la Cocina, cuando supone que empiezan a llegar Jos primeros
elementos neolíticos.
Para Pericot, pues, la neol itizaci6n se producia a partir de la base étnica
y ergo[ógica del mesolitico geométrico, para lo que citaba como ejemplo la
estratigrafia de Cocina, de ahí que aceptara la existencia de una fase precar·
d ial, puesto que por entonces la cerámica conocida era escasa y no se habran
identificado todavla los fragmentos gradinados que suelen acampaiiar a los
conjuntos cardiales, V mucho menos los fragmentos cardiales que han aparecido en las recientes excavaciones.
Para nosotros, sin embargo, lo que nos interesa resaltar es el hecho de
que Pericot se fijara en esta asociaci6n microlitos geométricos-cerámica. considerándolo como la base ergol6gica de la neolitización, anterior a los conjuntos del Neolftico Antiguo de Or y Sarsa, y claro exponente del fenómeno
neolitizador, lo que distinguió con la nomenclatura claramente diferendadora
de Protoneolltico.
En 1977 nuestra idea sobre el fenómeno neolitizador o neolitización a
seas se concretó mucho más y sentamos firmes bases teóricas sobre las que
apoyar la investigación futura-.
A pesar de que las pruebas estratigráficas no sean abundantes, puesto
que en Cocina se reducen a unas pocas cerámicas en los niveles superficiales.
y aunque d ichas cerámicas son cardiales se encuentran junto a otras de la
Edad del Bronce Valenciano, e incluso a torno de la Edad del Hierro y posteriores, lo que indica la remoción de estos mínimos niveles superficiales,
de ahí que la cardial pueda ser una intrusión y no deba ser considerada como
prueba; las cerámicas lisas de la Covacha de lIatas ya hemos demostrado
como son ajenas al conjunto lítico, por lo que se pueden descartar; la Balma
de J'Espluga (Sant Quirze de Safaja, Barcelona) no ha sido todavia publicada, sin embargo, a través de los datos suministrados por Forfea 149 conocemos la existencia de dos niveles inferiores, el VII y el VI, con una industria
similar a la de nuestro Mesolitico III-A, aunque con un hacha pulida de
basalto, sobre ellos el nivel V contenía cerámicas lisas y los niveles sobre
el IIJ cerámica cardial, sin que sepamos que contiene el 111, aunque parece
deducirse que la misma industria que el VII y el VI, lo cua l plantea fundadas
dudas acerca de la pureza de los niveles y permite suponer una posible
remoción de los mismos, lo que unido a la inconsistencia de los datos por la
041> Vid. opus cit. DOta 49, páp. 4().49.
Vid. _Los Complejos...•• pá¡:s. 472-473.
(249)
[page-n-179]
m.
MI!SOUY1CO EN VAl.BNCLl
17'
falta de su publicación pormenorizada deja en suspenso cualquier considera·
ción ; sobre Verdelpino ya hemos expuesto nuestros puntos de vista con la
suficiente amplitud, p:II' lo que queda fundamentada su exclusi6n para esta
cuesti6n.
Acerca de la Cueva del lagrimal de Villena, con cerámicas lisas (algunas
incisas ) sobre un conjunto Ihico de tipo mesolltico, cerámicas que se man·
tenian hasta niveles eneoliticos, ya opinábamos como era necesario un detenido estudio de la industria Htica, a pesar de lo cual la cerámica no tenia
ninguna relaci6n con el mismo, entre el que podría ser una intrusi6n, perdiendo, además, todo valor al no superponérsele niveles con cerámica cardial.
Sin embargo, en la Albufera de Anna un nivel cerámico se superpone
directamente al del Mesolltico III·C, con netas diferencias sedimentol6gicas,
aunque el número y caracteristicas de los útiles sean todavla escasos para
establecer deducciones amplias al respecto, a pesar de q ue el análisis de la
fauna haya dado "cervus elaphus", "sus scrofa" y "capreolus capreolus" o
"cervus dama" entre las especies salvajes, y "bas taurus", "capra hircus" u
"avis aries" entre las domésticas, lo que es ciertamente sintomático y d igno
de tenerse en cuenta.
Pero, la evoluci6n estratigráfica representada en 80tiquerla deis Moros
es una sólida prueba acerca del proceso seguido por la neol itizaci6n a partir
de la base geométrica, y sobre un nivel del Mesolftico 1II.c (capas 1 a 5),
fechado en 5.600 (capa 2), se superponen los niveles o capas 6 a 8 con la
misma industria lítica aunque con cerámicas cardiales, que son suficientes
para atestiguar una dieta a base de cereales y vegeta les de cierta importancia,
lo que permite suponer alguna forma de cultivo y pensar en una agricu ltura
inicial, no asf ganaderla todavía porque el estudio de los restos 6seos ha
permitido conocer que proceden todos de animales salvajes, lo q ue nos hace
suponer que la habitaci6n en esta cavidad no se prolong6 con posterioridad
al 5.000.
También lo hemos creído encontrar en el "Nivel Mixto" de Hoyo de la
Mina, a pesar de las reservas que la estratigrafia de este yacimiento plantea,
sin embargo, es sintomático que en la parte baja del nivel no exista cerá·
mica, que aumenta progresivamente hasta la superficie del mismo, siendo
toda ella lisa; en la parte baja la industria litica está caracterizada por la presencia de los microrraspadores, el perforador y los geométricos fabricados
con la técnica del microburil, as! como por hojas, ras cuales se presentan
mucho más regulares en la parte a lta del nivel, constituyendo aqui la tota lidad
de la industria lítica; la fauna malacol6gica (terrestre y marina) de la parte
[page-n-180]
17.
:J• .lP. . . CIO
baja, es sustituida a medida que se asciende por mastol6gica, lo cual es tambibn muy aleccionador, y aunque la cerámica sea toda ella lisa es sintomático que se encuentre aqui el reflejo del modelo de cambio que hemos propuesto para el Profoneolitico: nuevas formas económicas, de recolección a
ganadería; utillaje Iftica con hojas-cuchillo cuya talla se perfecciona, introduciéndose los perforadores como innovación y manteniendo trapecios y
segmentos que fabrican con la técnica de microburil, técnica que se abandonará posteriormente.
Estos son, por el momento, los ejemplos y datos que apoyan nuestra
hip6tesis formulada y mantenida, sin embargo. a nivel te6rico el fen6meno
de la neolitización lo plantearlamos de la manera siguiente: entendida la
neolitizaci6n como el proceso socio-econ6mico a través del cual se pasa de
una economla depredadora a otra productora, este proceso se puede entender realizado bien de forma gradual sobre la base mesoUtica periodizada, bien
de forma fatal y repentina, lo que supone una auténtica "invasión" étnica y
cultural, es decir un pueblo o pueblos que por vla marltima se trasladan en
masa instalándose en nuestras tierras, a cuyos pobladores eliminaron o desplazaron de ciertas zonas, conviviendo con ellos en otras al ocupar toda la
vertiente; quiérase o no esta segunda es la alternativa mantenida por los
que no aceptan el ProtoneoUtico definido y concebido por nosotros en la
forma expresada.
Desechada la vla del Mesolltico I como una de las tres sobre la que se
produciría la neolitización, y desechada la uinvasora" por elementales razones
lógicas e históricas, a nuestro parecer únicamente subsiste la propuesta por
nosotros siguiendo antiguas concepciones, y puesto que en [os yacimientos
plenamente neollticos como Or y Sarsa, por citar a los más caracterlsticos, el
Neolltico nos aparece ya totalmente establecido, la fase de transición hay
que buscarla en otros yacimientos, de ahí los datos que hemos aportado
anteriormente.
El ProtoneoHtico es, para nosotros, el perrodo a través del cual se desarrolla todo el proceso neolitizador, que se inicia sobre la base ergol6gica
y socioecon6mica del Mesolítico III-C, hacia el 5.500, ya comenzado el Atlántico, secuencia climática caracterizada por fuerte humedad y temperatura templado-cálida, lo que debió favorecer extraordinariamente el desarrollo de la
flora y de la fauna, básicos en el nuevo sistema económico.
No disponiendo de una secuencia completa ergol6gica y socioecon6mica,
como ya hemos visto a través de Jos datos disponibles y expuestos, hemos
reconstruido a nivel teórico el modelo de fase transitoria, que juzgamos
[page-n-181]
BL MI!SOl.lTlCO EN VALENCIA
171
necesario repet ir aquí : "en el aspecto económico la aparición, junto a las
especies animales salvajes, de los primeros especímenes domésticos, cuya
proporción iría aumentando paulat inamente hasta igualarlos y posteriormente
superar los, para definitivamente suplantarlos casi por completo a t ravés de
lo que se desprende de l'Or; en el mismo aspecto, el hallazgo de las primeras
semi llas de vegetales cu ltivados (con toda probabil idad cereales). que pu·
diera ser en principio una única especie, a la que se le itian incorporando
otras hasta alcanzar la diversidad de l'Or; en el aspecto ergol6g ico la aparición de determinados útiles 6seos, que se irían diversi f icando y aumentando
en número pau latinamente, así como los primeros instrumentos agrícolas de
piedra pulimentada ; técn icamente la desaparición de la llamada "técnica de
microburil" para la fabricación de los útiles geométricos, asf como las hojas
estrangu ladas o de doble escotadura opuesta, como fase previa para la confección de aquéllos.
Factib le o no una etapa neolít ica precerámica, en este momento aparecerían los primeros rec ipientes cerámicos, de acuerdo con las nuevas necesidades impuestas por agricultura y ganadería".
y sobre este último aspecto nos gustaría insistir una vez más, ya que
aunque es indudab le que podemos encontrar un Neolítico pre-cerám ico,
puesto que primero es la necesidad y luego el útil, y para su caracterización
basta el régi men económico basado en la agricultura o ganadería, a nuestro
personal criterio es d ifíci l que un conjunto industrial con una cierta representación cerámica no suponga unas bases económicas agrícolas y ganaderas
amplias, máxime cuando es su principal componente, ya que la consideramos
concebida y fabricada ante las necesidades impuestas por el nuevo tipo de
al imentación, derivado fundamentalmente de los cereales.
Sobre el tipo de cerámica inicial no hay datos f irmes, en pnnclplo se
pensó en cerámicas lisas, a lo sumo con senci llas decoraciones incisas, y ya
hemos visto como de acuerdo con Cocina y Botiquería deberían ser card iales
y gradinadas, por otro lado Hoyo de la Mina, Lagrimal y Ba lma de l'Espluga
las t ienen lisas, si n que por el momento se pueda resolver esta cuestión,
d ebiendo esperar a la obtención de nuevos datos y documentos más seguros.
Con el Neolít ico I o Antiguo se in icia un nuevo periodo que no es objeto
de estud io en este trabajo.
e)
CONSIDERACION.E 5 FINALES
A lo largo de las páginas precedentes hemos realizado la estructuración
y vertebración de todo el proceso histórico que bajo condicionantes ecol62J
[page-n-182]
178
1. APARICIO
g kos, y de acuerdo con el grado técnico a lcanzado . protagonizó la población
asentada en la vertiente mediterránea de la Peninsula Ibérica.
Entre el 12.000 y el 4.8(X)-4.600 hemos enmarcado los "acontecimientos"
que la interpre tación de la documentación histórica d isponible y analizada
nos ha permitido:SO,
Dichos "acontecimientos" se reducen a cambios en el utillaje industrial,
con abandono de ciertos utensilios, introducción de otros, adopción de nuevas
té<:n icas de fabricación y, en determ inados casos, simple alteración de las
proporciones de algunos útiles; todo ello apoyado en tenues datos climáticos,
considerados como determinantes al influir sobre la economfa, y ésta decisiva
a la hora de programar aquéllos; también se han util izado los datos que nos
perm iten rehacer su economía, aspecto lan funda mental en la vida cotid iana
de las poblaciones, que debi6 ocupar parte esencial de sus actividades, in·
fluyendo en los mecanismos del cambio industrial; del resto d e su vida colí·
d iana, d e su organ ización social, religiosidad, etc., nada o casi nada, si
exceptuamos las tenues deducciones que nos hemos atrevido a esbozar a partir
de sus manifestaciones art!sticas.
Valorándolo todo hemos
el momento es dificil poder
global O como la s!ntesis d e
los periodos tratados. Sobre
realizado su periodización (fig. 37 ). aunque por
concebir a todo el MesoHtico como una Cultura
varias Culturas, correspondientes a cada uno de
esto e l futuro tiene la palabra.
Para ello hemos ana lizado minuciosamente toda la documentación h is·
t6rica (yacimientos arqueológ icos ) disponible, as! como todo el proceso
seguido por la investigaci6n desde fina les del siglo pasado, elaborando
nuestra s!ntesis actual que pretende establecer una nueva "plataforma" hacia
el futuro.
(250) Ya impresa esta parlt.\ llegan a nues tras man05 dos nuevos trabajos, uno de ellos
del Grupo de Trabajo de Prehistoria Cantábrica (_C hronoslratig raphie et «ologie d\!S
cultures du PaJéolith ique final en Espagne can tabrique_. Colloques intemat ionaux C.N.R.S.
numo 27 1. La fin des tcmps glaciaires en Europe, págs. 71.3-719. Talencc, 1977), donde se presen tan todas las datacionClJ dispcmibles para el Paleo\l tico final de la España cantábrica,
aunque sin n in~na novedad con respecto a las publicadas en la Reunión de 1978 t!n
Mad rid; única mente q uisiéramos insistir en las altas fec;has para el Ma¡:dalenien5e Supe.
r ior de Tito Bustmo, como apoyo de lodo lo que hemos escrito sobre ello anteriormente.
Con respecto a la s¡ntesis q ue para el País Vasco meridional realiu l . Barandiari n
(_Azilien et post·azilien dans le Pays basque méridionah. Vid. opus ci t. supra , págs. 721·732),
nos Interes.a resaltar como al tratar del Montico de Charntu y de Zatoya scfiala las d ife·
rencias, especialmente las del primero, con las de los yacimientos de la vertiente atlántica.
Por otra pa rte, N. Soler ha publicado bren:s notas sobre Can Crispins, Sant 8end y
Coma d' l nfern (Butllet! Inronnatiu de l'lnstitut de Prehistoria I Arqueologia de la Diputa·
ción Provincial de Barcelona, 30 maig-agasl 1979, págs. 166 y 174. Barcelona, 1979); sobre el
primero ha reali:tado la rec tific:ación que comentamos anterionnente, el se¡undo 10 hace
ahora Auril'iacie.nse y al tercero le mantiene la antigua adscripción.
[page-n-183]
v
MEDlODIA DE FRANCIA
Toda la vertiente mediterránea francesa, el Mediodía o Midi francés, con
el languedoc y la Provenza, quedan incluidas plenamente en el área estudiada, presentando fuertes dudas el Valle del Ródano, el Jura y el Franco-
Condado, as! como el Jura Meridional y los Alpes del Norte, reg iones todas
estas últimas de la cuenca del Ródano, aunque extremadamente continentales
la mayor parte de ellas, e incluso con clima ciertamente alpino algunas; de
todas maneras no deja de ser sintomático que en el Jura meridional y en los
Alpes del Norte se hayan señalado claras influencias mediterráneas a través
del Ródano tanto en el arte como en las industrias del Paleolítico Superior,
que evolucionan hacia un Romanello-Aziliense 15l ; influencias que, más atenuadas, también parecen seña larse en el J ura y en el Franco-Condado mi
aunque no se hayan precisado y concretado para el Mesolítico, señalándose
únicamente una muy temprana azilinización en el Delfinado m.
Sin embargo, las zonas mejor estudiadas y más claramente mediterráneCls
son las estrictamente litorales, de clima actual mediterráneo, comprendiendo
el Rosell6n y el languedoc, Occidental y Oriental, y la Provenza, tanto la
litoral como la Alta, inclu ida la Vaucluse en esta última, y, por 10 tanto, prescindiendo de las otras regiones de la cuenca del Ródano, especialmente de
la región referida estrictamente al valle del mismo por la escasez de los datos
d isponi bles.
El Rosell6n y el languedoc Occidental han sido y están siendo intensa y
(251) DESBROSSE, R.: -l..es civilisations du Pa!éolithique s upéricur dans le Jura méridional et dans les Alpes du Nord_. La Préhistoire Fram;aise, t. 1, págs. 1197-1213. París, 1976.
(252) DESBROSSE, R.: d..es civilisations du Paléoli thiquc supérieur dans le Jura et en
Franche-Comté_. Opus cit. nota anterior, pág. 1356.
(253) BINTZ, P.: _Les civilisations de l'EpipaJoolithique et du Mésolithiq ue dans lcs
Alpes du Nord et le Jura méridionab. Opus cit. nota anterior, pág. 1407.
Una uc:ieut.. sÚJtesis para el Valle del Ródano cs la de CQMBIER, J.: _Facies el chronologie du Paléolithique final et de l'Azilien dans le sillan rhodaniens. Colloques internationaux C.N.R.S. n .O nl.-La fin des templO glaeiaires en Europe, págs. 259-265. Pans, 1979:
que nos llega cuando esta parte se encuentra ya en proceso de impresión, aunque no af\ade
ningún dato positivo a 10 expuesto.
[page-n-184]
180
J. APARICIO
met6dicamente estudiados por D. Sacchi desde el centro de investigaciones
("DepOt de fouilles o laborafoire de Préhisfoire et de Palethnologie") insfa lado en Carcassonne, habiendo publicado numerosas sintesis acerca de [as
investigaciones y del conocimiento del Paleomesolit ico de la zona lSI, que
tiene como eje central la depresión del A ude (Bassin de l'Aude).
A través de las investigaciones de Sacchi se puede comprobar como el
Magdaleniense sigue alli su evolución normal hasta la fase VI, así en Bize
(cuevas Grande y Pequeña), en la Crouzade y en Belvis, en esta última
datado en 10.320 S.c., encontrándose también en los yacimientos al aire
libre de Fontlaurier y " Aragnon¡ perduración que creemos debida a particulares circunstancias climáticas, como señalábamos en la Bora Gran, aunque
aquí pudiera entrar también en juego el fen6meno de la latitud.
Mas, a partir de este momento dos industrias diferenciadas aparecen, la
ca lificada como Epimagdaleniense y la estrictamente Aziliense. la primera ha
sido señalada en la Grofte Gazel, encima de un nivel del Magdaleniense IV
datado en 13.120 S.c., aunque convenientemente separados por una capa
calcitica, habiendo sido fechado en 8.810 y 8.130 S.C., caracterizándose industrialmente por la persistencia de los mismos útiles líticos que en el Magdaleniense IV, mientras que la industria ósea ha desaparecido totalmente; económicamente se señala la ausencia de la gran fauna y su sust itución por miCrofauna, especialmente pequeños mamíferos, entre los cuales el más común
y abundante es el conejo, señalando como agente el cambio radical del clima
que afectó a la reg i6n hacia el 10.000 a. de C.
Paradójicamente el Aziliense también ha sido señalado en la Regi6n, precisamente en la Petit Grotte de Size y en la Crouzade, más cercanas al mar
que Gazel y a la misma latitud aproximadamente, aunque ciertos niveles y
(254) Aparte de las obras citadas en la nota 221 , CQnsúltensc, entre otras, las siguientes:
TRAVAUX DE L'EQUIPE DE RECHERCHE DU C.N.R.S. num o 46: d.a Préhistoirc du
Midl de la France du Paléolithique Supérieur 11. l'Age du 8ronz.e Final (E ta t d'avancement
des Recherches en 1975 y en 1977), págs. 7-3 (fig. 1) y 7·9, respec tivamen te. En es tos dos
trabajos puede encontrarse la mayor parte de la bibliografía del autor sobre el tema.
S¡\CCHI , D.: . ¡\pe~u sur les civilisations du Paléolith lque Supérieur dans le Bassin de
J'Aude el en Rousillon_. Bullelin de la Socié!é d'Eludes Scienlifiques de l'Aude, t. LXXVI,
pá¡¡s. 81·105. Limoux, 1976.
Véase del mis mo au lOr. .Le Paléolithique Supérieur et l' Epipaléolilhiq ue_. Livret-guide
de j'c''(cursion C·2. Pro\'cnce el Langucdoc médilerranéen, siles paléolithiques el néolithi·
queso ~30 septembre 1976. IX eme. ConJ;M de I'Union Intcrnationale des Sciences Próhistoriques et Prolohistoriques, págs. 242·246 (GroUe Tournal o Grnnd Grolle de Bize),
pá¡:s. 2"6-251 (petit GroUe de Bize), págs. 171·279 (Gaz.el), págs. 28ó-292 (Canecaude n,
págs. 306-312 (Belvis).
-t,es civilisations de I'Epipaléolithique el du Mésolithique en Languedoc occidental
(Uassin de l'Aude) et en RousillonlO. La Préhistoire Fran~isc, t. 1, págs. 1390-1397. Parls, 1976.
Una rccientisima sintesis es la de BARBAZA, M.: _L'Aude Pré historiquc. Inventaire des
Gisements Préhistoriques de la feuille de CaccassolUle au l/ t(t().IXX)OlO. Alacina 9, págs. 11·14.
Careassonnc:, 1
979.
[page-n-185]
fIL MBSOUnCO EN VALENCIA
181
materiales seña lados como azilienses ofrezcan fundadas dudas para Sacch i;
sin embargo, y dada la composici6n lítica de dichas industrias, con fuerte
proporci6n de buriles, así como abundante fauna, parece posible señalar
aqul una prioridad ciertamente temporal para las industrias azilienses que
p udieron prolongarse hasta el 9.000, a part ir de cuyo momento sería sust i·
tuido por el Epimagda len iense al acentuarse las d iferencias cl imáticas, lo que
enrareci6 def initivamente la gran fauna.
l as f ases sucesivas hasta el Neolít ico están mal conocidas por falta de
datos, aunque al Epimagdaleniense parece sucederle una industria de t ipo
sauveterriense, con triángulos y segmentos, así en Gazel y en la Crouzade;
mientras que la Caune d 'Arques, que ya hemos citado 255, es indicio de la
existencia del Mesollt ico 111 A nuestro; mientras que industrias de tipo tard e·
noide son raras y poco convincentes, habiéndose adscr ito a este momento
la serie IItk a recogida por Guilaine en los niveles superiores del "porche" de
Gazel1!6.
El resto del M idi ha sido repetidamente estudiado por M. Esca l6n de
Font6n, qUien ha elaborado d iversas slntesis generales 257, ocupándose tam-
(2SS) Vid. opus cit . nota 221 , primera cita.
(256) GU I.LAINE, J.: .Un horizon .. mésolithique_ ré<:ent a la ¡rotte Guet, en Languodoc •. Vid. opus cil. no ta 3, págs. 53-59.
GU ILAINE, J .: _Polntes triangulaires du Mesolithique languedocien •. Est udios dedicados
al profeso r Dr. Luis Pericot . Publicaciones Eventuales, mimo 23, págs. noM. Instituto de
Arqucologla y Prehis toria de la Universidad de Barcelona , 1973.
(257) TRAVAUX DE L'EQUIPE DE RECHERCHE DU C.N.R.5. mim o 46: d...a Prehi.stoire du Midi de la Frn nce, du Paléolithique Supérieur a l'Age du Brome Final (e ta t
d 'avanccmenl des rechcn:hes en 1977)., págs. 13-16. Marsella, 1
m. En este trabajo puede
encontrarse toda la bibliogra[fa desde 1973 a 1976.
Vid. opus cit. nota 12.
Anteriormente habia publicado, entre otros, los siguientes:
_Quclqucs ci\'Hisati ons médi terrané nnes du Paloolit hique S upérieur au Mésollthique •.
Mcmoircs de la Société Préhistorique Fran..aise, t. V., págs. 118-134. Le Man!, 1960. En es te
trabajo Escalon parale liza e incl uye bajo la denominación de RomanelJiense a las ind ust rias
de Romane lll, La Marcouli ne y Sant Gregori ent re otros, dándole carácter de _civilización •.
_Du Paléolithique Supérieur au Mésoli thique dans le Midi méditerranéen •. Extrait du
Bulle tin de la Société Préhis torique Francaise, t . LXlU, núm. 1, págs. 66-180: Parla, 1966.
Las sfntesis más recientes y documentadas de este in vestigador son:
.Les civilisations de l'Epipaloolit hique ct du Mésolithique en Provence li!toraJe •. La
Prchistoire Fruncaisc, t . 1, págs. 1367-1378. Paris, 1976.
• Les clvilisatiollS de I'Epipaléolithique el du MésolilhiQue en LanlfUedoc orientale •.
Opus cit. supra, pá¡s. 1382·1389.
.. La cons ti tution de l'EpipaléolilhiQue et du Mésoli thiQue dana le Midi de la Franceo.
Les civilisalions du 8" au 5· miUenairc: avant notre ére en Europeo: paléoenvironnement,
stroctures d 'habltat , outillages, «:Onomie. IX Co~ de la U.I .S.P. el P" colloque X.IX,
págs. 53-70. Niu, 1976.
[page-n-186]
182
~.
APARICIO
b ién actualmente del tema G. Onoratini
251,
aunque este último trabaja espe-
cialmente la parte litoral de la Provenza Oriental, y M. livBche en La Vaucluse 2S9; mientras que una reciente síntesis de J. G. Rozoy con respecto a
toda Francia no aporta nada nuevo sobre el Midi, al que trata con poca profundidad y apoyado en las síntesis anteriores lI!O.
El panorama en esta amplia zona parece sumamente compl icado, debido
a la creciente tendencia de Escal6n a multiplicar las nomenclaturas en base a
la existencia de d if erencias más o menos substanciales en los conjuntos industriales conocidos, lo que ha motivado la nominación o catalogación de casi
tantas modalidades cultura les como yacimientos existentes en la zona, o poco
menas, y esto, ciertamente, nos parece sumamente exagerado; lo cual le ha
llevado a la eliminación de nomenclaturas que anteriormente utilizó pród igamente, como Romanell iense :MI, sustituida ahora por otras derivadas de los
nombres epónimos de los auténticos yaci mientos franceses; de ahí que sigamos opinando y manteniendo la absoluta necesidad de simp lif icar y unif icar
las nomenclaturas al uso, con el fin de evitar la creciente confusión que plantea el uso indiscri minado del nombre local, por muy importante que a cada
uno nos parezca el nuestro; lo cual amenaza con extenderse, según el ejemplo
francés, ante la creciente extensión de los sent imientos nacionalistas y localistas.
Dist ingue Escalan tres puntos d e partida o arranque para el Mesol ifico
(EpipaleoHtico) en el M idi: la del Magdaleniense VI
que afectaría al interior del pals en el languedoc y en la Provenza Occidental; la del Magdaleniense "bas-rhodan ien" en la Cuenca del Ródano; y en la zona mediterránea
de Provenza Oriental el Tardi-gravetiense o Bouveriense.
e,
En el primero, el Magdaleniense VI
e,
con raspadores cortos, segmentos
(258) ONORATINI, G.: Vid. opus ci l. nota anterior, primera ci ta, págs. 16.20. En es te
trabaj o se con tiene toda la bibliografla del autor desde 1975.
Las dos úl timas slnlesis de ambos autores son:
ESCALON DE FONTON, M., BONIFAY, M. F. et ONORATINI, G.: _Les Industries de
filiation magdalénienne dans le Sud·Est de la France. leut pasitions géo-chronologiqucs et
les faunes •. Vid. opus cit. Dota 253, págs. 269.286.
ONORATJNI, G.: d.es industries de la tradition gravelienne dan s le Sud·Est de la France
el en Ligure •. Ibldem., págs. 287·295.
(259) LIVACHE, M.: _Les civilisations de l'Epipaléolithique et du Mésolit hique en
Hau te.Provence et dans le Vauduse •. La Préhistoire Franr;a ise. t. J, págs. 137\1.1381.
Paris. 1976.
(260) ROZOY , 1. G.: _Les dernicrs chasseurs.. Bulletin de la Société Archéologique
Champenoise, núm. especial juin 1978, págs. T1Q.3U1. Charleville. 1978.
(261) ESCALON DE FONTON. M.: _Le romaneUien de la Baume de Valorgues SalntQuentin·la·Poterie (Gard) •. La Préhistoire, problémes el tendences, págs. 165-174. Paris, 1%8.
ESCALON DE FONTON, M.: .La queslion des diflérenls {aclés de l'Azilien el du Romanellien •. Estudios dedicados al profesor Dr. Luis Pericot. Publicaciones Eventuales n.O D,
pá¡s. 85-100. Barcelona. 1973.
[page-n-187]
EL KBSOLITICO EN VAU!NClJ.
183
de circulo, microburiles, triángulos y trapecios de Couze, durante el AllerOd
(10.000-8.500) se transformaría en Aziliense, y junto a los útiles de tradici6n
Magda leniense (raspador redondo grande, hoja magdaleniense, gran segmento y buri l) se introducirían puntas azilienses, microrraspadores redondos
o unguiformes y arpones aplanados.
Este último, a su vez. evolucionaría hacia el Sauveterriense, dividido en
tres periodos, el antiguo tendría triángulos, segmentos y puntas de Sauveterre ; el medio, junto a los anteriores, puntas de Tardenois, llegando hasta
el fin del Pre-boreal (6.500). donde bajo relativa sequía se encuentran abundantes caracoles; por último, el superior conserva el utillaje anterior menos
segmentos, apareciendo los trapecios y sobre esta base se implanta el cardial.
Con respecto a la Cuenca del Ródano, indica simplemente como las culturas med iterráneas han podido efectuar su expansi6n de forma precoz hacia
el norte a causa del recalentamiento y de la progresi6n del clima mediterráneo
después del tardigraciar, sin más precisiones de acuerdo con lo que señalábamos anteriormente. En cambio, en la zona litoral de la Cuenca, intensamente investigada, se ha caracterizado una industria, el Valorgiense, derivada
del Magdaleniense y contemporánea del Aziliense. En el Valorgiense antiguo
abundan los raspadores pequeños y cortos, unguiformes y redondeados; no
hay puntas azilienses ni arpones y pocos o raros buriles. las dataciones obtenidas mediante el C-14 para el Valorgiense oscilan desde el 10.1 10 hasta el
9.080 y se acomodan bien a los tipos líticos, a pesar de que se interfieran con
otras obtenidas para el Magdaleniense final.
El Valorgiense da lugar al Montandiense a principios del Dryas 111 (8.500 ),
nombre loca l el segundo aplicado a industrias de tipo sauveterroide, en que
sobre la base étnica y cultural anterior se incorporan geométricos (triángulos
y segmentos) y microburiles; apareciendo como útiles d iscordantes los buriles, especialmente los de ángulo sobre truncadura, siendo importante la proporci6n de denticu lados. las dataciones C-14 entre 7.830 y 7.030.
A su vez e l Montandiense. hacia el 6.500, incorpora trapecios variados y
abundantes, los cuales caracterizan un nuevo conjunto industrial que Escalon
denomina Castelnoviense y que en realidad es una industria de tipo tardenoide. Sobre esta base, a partir del Montandiense final comienza el proceso
neolitizador, que ya hemos visto como aqui alcanza dataciones sumamente
antiguas.
En la Provenza Oriental se parte de un Perigordiense V C. denominado
NoailJiense, el cual evoluciona al Areniense (Arene Candide) y d urante el
80IIing (12.000-11.500) al Epi·areniense, el cual posee abundantes raspa·
[page-n-188]
.84
J . APARICIO
dores cortos y unguiformes, así como microgravettes. El Epi·areniense se
paraleliza con el Romanell iense de la costa oriental de Italia.
Sin embargo, al parecer la síntesis de Escalon presenta puntos débiles y
aspectos contradictorios que ponen en duda su sistematizaci6n. así el Abrí
de la Marcouline en la parte litoral de la Provenza Oriental f ue considerado
como Aziliense en 1951 l6J y como Romanelliense en 1960 l6J; en Vaucluse.
en el yacimiento de Berniceau, se hal16 una industria que fue considerada
como Magdaleniense, aunque no por la industria ósea, que no poseía. distinguiéndose en lo lítico buri les como dominantes, raspadores, dorsos y per·
foradores. pero que no evolucion6 al Valorgiense o Romanelliense sino al
Aziliense típico 2601; mientras que en el abrigo de Eden-Roc, también en Vaucluse, se ha señalado en la base una industria con raspadores, buriles (mitad
que raspadores ) y dorsos rebajados que ha sido considerada como Epimagdalen iense o Proto-Aziliense~.
Abundando en los ejemplos citaremos, ¡:x>r último, la estrat igrafía del
yacimiento de l ongefraye, entre Jos límites del Alfo l oira y la Provenza Oriental, casi en el contacto de la divisoria de aguas, donde el nivel inferior, con
industria similar a la de nuestro MesoHtico J A, ha sido fechado en el lO.nO
B.C., y sobre él otros con industrias tardenoides similares a las de nuestro
MesoJltico 111 B y C fechados en 6.490 B.e., 6.470 B.C. y 6.270 B.C., asf como
un nivel Protoneolítico en 5.370 B.e. *.
Como conclusión de esta apretada sintesis, y siempre ba jo nuestro punto
de vista, queremos indicar como, a pesar de la evidente confusión que hemos
criticado, y a pesar de los datos contradictorios, en el Mediodía francés se
encuentra un Mesolft ico similar al español y con una evolución pareja.
Part iendo de un Magdaleniense Superior o Fina l según las zonas, y en lo
cual influyó necesar iamente la superior latitud y las particularidades climáticas de cada área en concreto, que propiciaron el enrareci miento o permanencia de las seculares bases econ6micas cinegéticas, se entró, en fechas que
pueden oscilar entre el 11.000 y el 9.500 segú n zonas, en una nueva etapa
(262) ESCALON DE FONTON, M.: _Un ¡isement Azilicm _ C_ssis (B.-du·R.) •. Bulletln
du Mus6um d'Hisloire Nalurelle de Marsei11e, t . XI, págs. 157·163. Marsella, 1951.
(263) Vid. nola 257.
(264) ONORATINI, G.: .Le sile Magdalénien supérier d e 8emiceau lI. Puymeras (V_u·
c1usc:) •. Bulle' in de la Sociélé Préhis torique Fran~ise , t . 74, C.R.S.M., núm. 6, pligs. 166-172.
Pans, 1m.
(26S) ONORATlNI , G.• PACCARD, M. et DUMAS, CH.: . L'abri sous roche d'Ede n-Roe
a Vaison·la·Romaine (Vauc1use). Note préliminaire •. Bullelin de la Soeiéte Préhlslorique
Francaisc, t . 74, e.R.S.M., pigs. 52~. Paris, 1m.
(266) PHILIB ERT, D.: d...e gisc:ment préhistorique de Lonaetraye (Haute-Loire). Note
PTdiminaire•. Revista de Scienze preis toriche, XXVllI, 2. págs. 0-430. Fireme, 1973.
[page-n-189]
EL MllSOLlnCO EN VALENCIA
185
que aqui también se caracterizará por la dependencia de la microfauna y la
recolecci6n en el aspecto ec0n6mico, y por la desaparición de los útiles 6seos
característicos del Magdaleniense en el industrial.
En ciertas partes la mutaci6n se realiza al Mesolítico I A, Y en otras al
Aziliense, no estando claramente determinadas ambas todav!a, aunque desde
el 9.500 hasta el 8.500 se puede considerar a todo el M idi dentro de nuestro
Mesolltico I B. Por lo tanto, proponemos la subst ituci6n de las diversas nomenclaturas utilizadas ind iscriminadamente, tales como Romanell iense, Valorgiense, Epimagda leniense, etc., por nuestro Mesolltico 1, A o B según la
antigüedad y la proporci6n en la relaci6n raspador-buril, as! como en la mayor
o menor dependencia de la caza o la recolecci6n.
Proponiendo, también, la sustituci6n de las nomenclaturas sucesivas por las
nuestras, as! Monfandiense y Sauveterriense por Mesolltico 11 , y Castelnoviense .por Mesolitico 111.
Apreciándose, también, la existencia de un Protoneolltico que, con las
características del conocido en España, se encuentra aqul, produciéndose la
neolitizaci6n a partir del 5.500 cuanto menos, sobre la base étnica y ergol6gica del Mesolitico 1II y por lo tanto de forma si mi lar al modelo seguido en
todo el Mediterrá neo Occidental según nuestro criterio.
"
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[page-n-191]
VI
ITALIA
Tradicionalmente se ha venido negando la existencia del Mesalítico en
Ital ia, basándose en que las industrias gravetienses se prolongaban durante
todo el periodo hasta enlazar con el Neolitico. Fenómeno que también se ha
pretendido y pretende para la Penínsu la Ibérica, tal y como hemos visto.
En la Campania el primer signo de un cambio de la economía se cans·
lata en un periodo anterior al 10.000 a. de C. Entre el 10.000 y el 8.000 la
recolección se afinna gradualmente mientras se manifiestan algunos episodios
en los que adquiere especial importancia la caza de pájaros. A partir del
8 . de C. es la recolecci6n la que se convierte en el principal medio de
8.000
subsistencia e incluso la pesca se desarrolla extraordinariamente-,
Para determinados investigadores hace unos 8.000 años existieron en
Italia dos t ipos de comunidades, unas con economía basada en la recolección
de moluscos V otras en la caza . Industria lmente, entre el 9.000 V 8.000 BP.
se constata también una modificación en la industria Jltica que según
afirman no fue general, sino que afect6 únicamente a determinados vaci·
mientas, mientras que en los otros persisten las industrias tipo Paleolítico
Superior sin sufrir modificaciones que cambien su fisonornra
*.
Sin embargo, las investigaciones realizadas en la vertiente adriática del
N.E. han permitido la obtenci6n de una secuencia estratigráfico-cultural válida
para toda la zona estudiada, mostrando una evoluci6n única y linea l desde
el Epigravetiense hasta el Neolitico, con una fase intermed ia sauveterriense
V otra tardenoisiense, lógicamente con esa misma disposición. Q ueda indi·
vidualizado en la base un complejo epigravetiense con una fase antigua, otra
media V la tercera reciente. la primera se caracterizarla por la presencia d e
(267) TOZZI , C.: .11 Mesoli tico della Camparua•. Aui della XVU Reunione Seientlfica
ddl'lnstituto Italiano di Preis toria e Protostoria in Campania, U-16 o uobre 1974, P'a. 45.
Firenu, 1976.
(268) RADMlllI, M., CREMONESI, G. y TOZZI, C.: Vid. opus elt. nOla 8, pá,. 71.
[page-n-192]
188
J . APAR I C I O
puntas de cara plana, puntas con dorso y con escotadura; la segunda por la
difusión de útiles con dorso y truncadura; la tercera por su componente
geométrico con segmentos y triángulos fabr icados mediante la técnica del
microburil. Dejando aparte las variaciones locales el resto de los útiles son
los tlpicos, raspadores y buriles, menos numerosos éstos que aquéllos V en
progresiva disminución.
las industrias de los complejos sa uveterroides y tardenoides presentan un
componente similar al de la Europa Occidental y su disposición estratigráfica.
así como su evolución es idéntica: segmentos y triángulos en los primeros,
trapecios y romboides en los segundos. Iniciándose sobre esta base la neo!i-
tización.
El área de difusión de los tres complejos parece distinta según BrogHo,
y mientras el primero se extendería por toda Ita lia, islas incluidas, el segundo
únicamente lo haría por el norte de la Península con probable penetración
al S. de los Apeninos, en la Toscans, mientras que el resto de Italia estaría
ocupado por industrias con denticulados y las de tradición epigravetiense »9.
Desde el punto de vista exclusivamente tipológ ico y de estructuras industria les Ita lia, desde el Valle del Po hasta la Sicilia, quedada incluida para
laplace llO dentro de su Tardigravetiense itálico, denominación, como es
sabido, aplicada a industrias o complejos industriales con puntas de dorso
de raíz Gravetiense, que a partir del Auriñaciense caracterizarían las industrias italianas contemporáneas del Solutrense y Magdaleniense, a las que convendría aplicar el término de Epigravetiense, como propuso Palma di Cesnola 171, mas las fechas de C-14 obtenidas hasta el momento indican unas
dataciones sumamente tardías y de ah! la nomenclatura aplicada.
los útiles fabricados con té<;:nica gravetiense, más la presencia de raspadores, buriles y su mutua relación, serían los elementos caracterlsticos del
Epigravetiense itálico para laplace, sin que la aparición de geométricos abundantes, triángulos y segmentos en las facies sauveterroides, y trapecios y
romboides en las fardeno ides posteriores, sean elementos determinantes y
deslacables; llegando aquél hasta el mismo Neolltico.
(269) BROGLlO, A.: .Le passage du Paléolilhiquc Suptricur au Néolilh1que dans la
Riaion Wlltlie-Trenlin·Fnouh. L'Epipaléolithique médilerranten. Actes du CoUoque d 'AiJ,:·
en·Provence, luin 1972, páa. 15. Parts, 1975.
(270) LAPLACE, G.: Vid. opus cit. nota 110, pá¡.s. ll1.Jl2.
(m) PAUtA DI CESNOLA, A.: .11 Pa1eolitico della PuPia (Glaclmeotl, pe:riodl, problemiJ • • Memorie del Museo Civico di Stori. Nalura1e di Verona, v. XV, páa. 75.
Verona, 1961.
[page-n-193]
liL
lü!SOunco
EN VAUiNClA.
189
Bajo nuestro punto de vista, en su triple división en Tardigravetiense
antiguo, evolucionado y final, asl como en su tardigravetiense final siciliano,
se incluyen arbitrariamente yacimientos muy diversos, presentando un panorama histórico-cultural a nivel evolutivo y geográfico sumamente confuso,
por el excesivo y preponderante papel concedido a la tipología cuantitativa
frente a la selectiva.
Sin embargo, últimamente el mismo Brogl io m seña la ya la profunda modif icaci6n que sufren en el VII milen io BC. las industrias Tardigravetienses,
ca lificadas ya como "complejos sa uveterroides y tardenoides", con caracterlsticas propias y extensión JX>r casi toda la penlnsula, aunque, por el momento, el Valle del Po y el earso triest ino sean las zonas con mayor abundancia de yacimientos, señalándose expresamente "la cassure entre les Complexes épigravetiens et les Complexes sauveterroides-tardenoides" 11l.
Pero, insistiendo todavfa más en esta cuestión, resalta también el preponderante y exclusivo papel concedido a la industria lltica para la estructuración
de la evol ución cultural de las poblaciones, olv idando expresamente aspectos
tan fundamentales y decisivos como el medio ambiente y la economía, a
nuestro modo de ver mucho más imJX>rtantes que aquélla, puesto que en la
evol ución global de una cultura la industria debe representar un papel proporcionado al auténticamente real, y no el fundamental, siendo éste, entre
otros, uno de los defectos básicos del método de laplace, según nuestro
criterio.
Todo lo cual, junto a la carencia de un amplio estudio de conjunto, que
proporcione reunido el innumerable material existente. disperso en numerosas publicaciones, d ificultan la elaboración de slntesis ante la falta de la
necesaria documentaci6n, que de ninguna manera proporciona la obra de
laplace, de ahí que las sintesis totales %14 o parciales m contribuyan muy poco
(172) DROGUO, A.: oVEpipaltlOlilhlque de la VaU~ du P6. Les civilisalions du 11" au se
millenaire avanl nOlre ~re en Europe: Paléoenvironnemen t, structures d1t.abitat outlllage,
tconomies.. CoUoque XIX. IX' Congrb de la U.I .S.P. et P., págs. 9-31. Niu, 1976.
(Z7J) Vid. opus cit. supra. pi¡:. 11 .
(174) Vid. opus cil. notas 8 y 423.
CREMONESI, G .• RADMILLI. A. M. y TOZZI, C.: .A proposito del Mesolltico in Italia•.
Atti della Societá T05C&na di Scienu Nalurali. Serie A. v. LXXX, págs. lIJ6.120. Pisa, 1973.
(175) BERNABO BREA, L.: _Yacimientos paleollticos del sudeste de Sicilia_. Ampu r ias, XII, págs. 115-144. Barcelona, 1950.
PALMA DI CESNOLA, A.: _Contribu ti alla conoscenza delle industrie epigraveUiane
neU'ltalia ttntro-meridionale_. Rivista di Scienze Prehistoriche, v. XVlI, fase. 1.... Flrenze,
'962.
Vid. opus cit. nota 171 , págs. 1-84.
TOZZI, C.: .11 Mesolitico deUa Campan!a_. Aul della XVII Riunione Scientifica
ddl 'lnstituto Italiano di Preistoria e Protestoria in Camp4n.ia. 13-16 ollobre, 1974, pi!:s. 33-49.
Firenze, 1976.
TOZZI, C.: .11 passa¡gio del PaleoUtlco al Neotitico sul versante adrlatlco deUa penisola
Italiana. Aspetti economicl e culturaIl. Abruzro, rivista dell'btituto di Studi Abruuesi.
Anno XV. n. 1-2·3, ptas. .59-81. Roma, 1m.
[page-n-194]
.90
1 . A' •• JeIO
a clarificar el panorama del Mesolítico ¡'aliano, complicado ahora mucho más
por las terminologías diversas utilizadas localmente. fa les como RomaneIliense, Epi o Tardigravetiense, Bertoniense o simplemente "industrias de
tradici6n Paleolltico Superior", con las cuales se cubren los tiempos com·
prendidos entre el 12.000 V el 5.000, período q ue se presenta ciertamente
confuso en su estructuraci6n general, y mucho más a partir de finales del
,
auténtico "RomaneUiense", nuestro Mesolftico 1 interpretándose la presencia
de geométricos como intrtJsi6n esporádica en las fases tardías de aquéllos.
Contribuye a la confusión la anormalidad estratigráfica de algunos yaci.
mientos, cuyos heterogéneos materiales son presentados como conjuntos-tipo
para épocas determinadas, Jo que también ha ocurrido en ciertos yacimientos
de la Penlnsula Ibérica analizados por nosotros, como ejemplo de la perduración de conjuntos industriales del Paleolítico Superior hasta época eneolítica,
de la misma manera que ha ocurrido en Colombare di Negrar, donde se ha
considerado normal la mezcolanza de buriles, raspadores y dorsos rebajados,
que por otra parte se encontraban en igual proporción fuera de las estructuras, junto con puntas de flecha, y foJiáceos para su fabricación, de clara
ad.!¡CriJXión eneolitica m. lo cual se agrava, porque es menos tolerable, cuando
se clasifican defectuosamente ciertos útiles, señalándose la normal y abundante representación de buriles en conjuntos eneoliticos, por ejemplo m, lo
cual es f enómeno frecuente que suelen repet ir numerosos prehistoriadores,
como ya hemos advertido en determinadas ocasiones.
Sin embargo, para nosotros la estructuración del Mesolítico ital iano es
similar al del Mediterráneo Español, produciéndose el despegue a partir
del 12,000 a. de C. como propuso ToU i, apoyándose en datos propios y en
otros procedentes de pa ises mediterráneos, entre los cuales los nuestros m,
la base, como en el español o francés, no puede ser la del Magdaleniense,
sino industrias de ralz gravetiense, de ahí que la d iferenciación se estab lezca
a través de la economía y, así, Tozzi señala como en la gruta la Porta el consumo d e moluscos marinos y terrestres constitu ye un capítulo importante en
la dieta alimenticia, con predominio de unos u otros según los niveles, lo
que está en relación con el nivel marino indudablemente, y si las fechas para
el nivel A 11, 6.660 y 7.860
parecen ciertamente bajas para industrias
ca lif icadas ampliamente como de tradición Paleolitico Superior, hay que tener
en cuenta que el nivel A 111, inferior, quedaría perfectamente encuadrado en
las f echas propuestas por nosotros ~ra el Mesolltico 1.
se.
(276) PERETTO, C. y RONCHITEUI, A. M.: di vil1aaaio preistorieo delle Colombare
d.i N~ (Ve«ma). l . L'industria litica della capanna n.O h . RJvlsta di Scienzc Preistofiche, XXVIH , 2, pAII. 431-493. Fireme, 1973.
(277) BAIUCH, B. E.: .11 eomplesso indUS lriale della stazione di Polada alla luce dei
plú rccenli dati-, Bullelino di Pale lnologia haliana. v. 80, pálS. 77·182. Roma, 1971.
(278) Vid. nota 275, cuarta cita.
[page-n-195]
I!l.
Al.I!.SOUnoo
I!N 'YAU!NCIA
191
Caso si milar ocurre con el nivel 111 de la gruta del Mezzogiorno, 7.370 V
5.590 se., aunque la d iferencia tan notable de años haya de ser tenida en
cuenta, asi como la variedad de los útiles que son incluidos bajo la deno.minaci6n de Nindustrias de tradici6n Paleolítico Superior" por los investiga·
dores italianos, según lo que hemos expuesto; repitiéndose esto en el nivel
VII, fechado en 7.580 y 8.830 se., aunque aquJ la diferencia sea menos
significativa; económicamente hay predominio de moluscos terrestres (helix)
en los niveles profundos V marinos en los superiores. En la gruta Erica, sin
embargo, las fechas son acordes con los útiles V e<;en6micamente se produce
el mismo fenómeno en cuanto a la recolección, con substitución paulatina
V progresiva de los helix preponderantes en la base por moluscos marinos,
que complementan la dieta proteínica él base de jabalí, rebeco, zorro, gato
salvaje, liebre, ciervo V cabra, en época fechada en 10.450, 9.775 V 9.740 se.
Aunque la estratigrafía que mejor ilustra el cambio econ6mico es la de
la gruta de la Cala, donde a partir de una industria del Epigravetiense evolu·
cionado, fechada en 14.370 se., junto con fauna mastol6gica exclusivamente
(Nivel N) , se pasa a otra época con industria similar, aunque junto a la
macrofauna aparecen los primeros moluscos, fechada en 12.790 se. (Nivel M).
V él partir de aqul a otros periodos sucesivos con industria del Epigravetiense
fina l y con economla que sufre la disminución progresiva de la fauna masto.
lógica y el aumento hasta el predominio de moluscos y microfauna, desde
el 10.400 al 8.440 Be. (Niveles L a F) m.
Debido, pues, a la confusión existente es difícil acometer un intento de
slntesis básica, aunque como ya hemos indicado las estratigrafías conocidas
para el Norte de Italia son sumamente orientadoras y la estructuración obtenida a su través es posible extenderla a toda la Penínsu la Italiana·, en la
que existen numerosos yacimientos que justifican y documentan nuestra
(279) Ibldem.
PALMA DI CESNOLA, A.: .GIi scavi nelle ¡roue di Marina di Camerota (Salerno)
durante ¡ll annl 1965-67_. Aui XI e XlI Riunione Scientifica deU'I .I .P.P., Firenze 11· 12,
febbraio 1967·1974. Firenz:e, 1976.
PALMA DI C.ESNOlA, A.: .L'.Epigravettiano di Grotta della Cala a Marina di Camerota
(Salerno). 1: L'induslria lItica ed ossea e la cronol~a assoluta dell'.Eplgravettianno evolulo•.
Rivista di Scieme Prehistoriche, v. XXXIII, 1, pá¡s. 3-108. Firenze, 1978.
Para la Cala véase, ademts, MARTINI, F.: _Grotta dclla CaJa. Slral! P-P •. Archivo di
Tipolo¡ia Analldca, n.O 5, P'as. 37-162. Siena, 1m.
(280) Aparte de las obras de Broglio citadas en las notas Ub y m, VÚ5e:
BROGLIO, A.: _CTOnologia deUe cullure del paleoliüco superiore, ddl'epipaleolilico e
del neolltico della Valle Padana•. 8ollettino del Centro CaInuno di Studi Preistoricl, v. VIII,
""¡s. 4741). Capo di Ponte, 1972.
BROGLlO, A.: _L'éplpaleolithique de la Vallée de I'Adi¡e •. L'Anthropolo¡le, t . 77 n.- 1·2,
págs. 5-34. Paris. 1973.
BAGOLlNI, B. Y otros: .Colbricon escavi 1973-1974) •. Prehistoria Alpina. Musco Tridentino di Sclenze Naturali. v. 11 , pá,s. 201-215. Trento, 1975.
[page-n-196]
\92
afir~aci6n,
J. APARI CIO
entre los que citaremos para el Mesolítico I el de PiancavaUo, con
pocos buriles. muchos raspadores, truncaduras V dorsos, fechados hacia el
final del Mesolitico ¡1I1; Acqua Filusa, fechado en 11 .810 BC. 1Il Y paralelizado
con el nivel inferior de $. Teodo ro, que a 2 Kms. de la costa actual, en las
proximidades de Mesina, no ha proporcionado fauna malacológica dada la
lejania del mar por entonces, y cuyo nivel inferior se cree contemporáneo
del Magdaleniense. siendo el Superior plenamente mesolltico w; también
levanzo, con industria de buriles, raspadores y raros bordes y dorsos reba·
jados. fechada en el 9.230
fechado en 10.150
se."'.
se l:M;
así como el nivel inferior de Praia aMare.
Al Mesolít 1co I le suceden en Ifa lia industrias de tipo sauveferroide y fardenoide como se ha demostrado en la cuenca del Po, es decir nuestros MesoIfticos JI y 111 , lo que indudablemente ocurre también en toda Italia, tanto
en la peninsular como en la insular, y así en la misma Praia a Mare el nivel 2
t iene segmentos, triángulos y microburiles, con cuatro fechas. 8.900, 8.350,
8.170 y 7.070 se., el 3 segmentos, microburiles y abundantes elementos del
substrato, con dataci6n en el 6.785 se., es decir que d espués de aquel Mesolítico t, y superada una capa estéril de O'SO m. se pasa al MesoJitico 11 final y
d~ éste al Mesolitico 111 A ¡ en el Paso della Comunella también se han recogido trapecios y triángulos junto a raspadores y buriles
Habiendo pro/:)(xcionado geométricos, y útiles con ellos intimamen'e relacionados, otros muchos, entre los cuaJes el de Mole/la di Sabandia m, donde en completa
remoción se han señalado buriles (13'4 ~). raspadores (9'3 ~). puntas de
dorso rebajado (12'5%). hojas (21'7%). geométricos (3'2%, con segmentos,
triángulos y 1 trapecio). así como 51 microburiles; en la cueva Corruggi
triángulos, segmentos, trapecios y microburiles junto a buriles, raspadores y
dorsos, económicamente trochus. patetas y heJix lII; en la Sperlinga, donde
como ejemplo de la confusión que hemos señalado, el autor indica la existencia de industria de "tiJX) Paleolítico Superior" en el Estrato 111, donde junto
a buriles (6'3 "fol. raspadores (3'7 "fol. puntas (15'2%) y hojas (14 %) de
*.
(281)
Alpina.
(282)
Ri ... ista
GUERRESCHI , A.: oL'Epigra ... ettiano di Pianca ... allo (Pordenone) •. Prehistoria
Museo Tridentino di Scienze Naturali, v. 11 . ptas. 2SS-293. Trento, 1975.
BIANCHINI, G, y GAMBASSIN I, P.: eAcqua Fitusa: aH sea ... ! e l'industria litica •.
di Scienze Preisloriche, .... XXVIII, 1, págs. l-SS. Flrenze. 1973.
(283) VIGLIARDJ, A.: .L'induslria lítica della ¡rolla "di S. Teodoro, in pro ... incia di
Messina •. Riyista de Scienze Preistoriehe, .... XXlIl, fase. 1, págs. 33-144. Firenze, 19611.
(284) GRAZIOSI , P.: eL'ane preistorica in Italia •. páa. 52. Flrenz.e, 1973.
(285) Vid. opus cit. nota 225.
(286) CREMASCHl, M. y CASTELLETII, L.: ~Deposho mesolitleo del Puso della Comu·
pella (RCiaiO E.), Appennino Tosco-Emiliano •. Prehistoria Alpina. Museo Tridentino di
Scieme Nawrali, v. 11 , pá¡s. 133-154. Trento, 1975.
(287) TEY, M.: _Un !JÍacimepto epigravettiano nell'AafO Pontino a Molel1a di Sabandia
(latina) •. Ri Yista di Scienze Preistoriche, v. XXVIII, 1, páas. 107·132. Firenze, 1973.
(2.81) BERNABO BREA, L.: d..a Cueva Corrupi en el lenitorio de Paehino •. Ampunas, v. X.I, páp. 1·24. Barcelona, 1949.
[page-n-197]
EL MI!SOUTICO EN VALENCIA
193
~orso reba jado, hay geométricos en proporción del 22'2 % (triángulos, me.
dias lunas y 1 trapecio), así como microburi les, conjunto industrial que se
enc.uenlra en los estratos 11 y 1 junto con cerámicas del estilo de Diana y
,
S. Ippolito, respectivamente, aunque hay indicios para suponer la remoción
de los niveles-.
También geométricos y microburiles han sido señalados en otros yacimientos, as! en la gruta Ortucchio segmentos y triángu los, mientras que a
3 m. de profundidad la industria de tradición del Paleolítico Superior ha sido
datada en 10.669 BC., lo que sugiere sucesión desde el Mesolltico I al 11;
y esto parece repetirse en Addaura; en Maritza geométricos y microburiles;
en Romanelli segmentos, 1 triángulo y microburiles ; en Torre Testa trapecios,
segmentos, triángulos y microburiles m; raspadores, buriles, bordes y dorsos
reba jados, microburiles, triángulos y segmentos en las capas bajas de Azzurra,
y microburiles, triángulos, segmentos y trapecios en las altas, donde predomina la recolección de moluscos, lo que parece repetirse también en Trincea
y Ciclami; en Capo d'Acqua microburiles, a los que se juntan segmentos y
triángulos en Ripoli 2111.
Todo lo cual reafirma nuestra estructuración del Mesolltico italiano, de
tal manera que bajo nuestro punto de vista, hacia el 12.000 a. de C, y sobre
base ergológica epigrave' iense, y económica dependiente de la caza de fauna
mastológica, los camb ios climáticos provocan el enrarecimiento progresivo
,
de esta última a través de todo el Mesolítico 1 por lo que las poblaciones
deben recurrir a la recole<:ci6n de productos diversos, entre los que se evi·
dencian con mayor nit idez los moluscos terrestres (helix).
Hacia el 8.500 junto a los hel ix apare<:erán conchas marinas en los yací·
mientas próximos a la costa actual, puesto que a partir de este momento el
mar alcanza el nivel conocido, y paulatinamente aumentará su consumo
hasta igualar y superar al de productos terrestres, únicos consumidos en t ierra
adentro; en proporción inversa desciende la presencia d e restos mastológicos,
reducidos a pequeños roedores y pájaros; industrialmente se produce [a
drástica reducción de út iles t ipo PaleoHtico Superior, especialmente de buriles, apareciendo abundantes microlitos geométricos, segmentos y triángulos,
(289) BIDDITTU, l .: _Industria Utica e {auna dclla Spcrlinga_. BulIellino di Palctnologia Italiana, v. SO, págs. 64-76, Roma, 1971 .
(290) CREMONESI , G.: _Nuovi Tinveniment i del Paleolitico superiore e Mesolilico a
Tol'TC Testa (Brindisi) •. Rivista di Scienze Preistoriche, v. XXXIII, 1, págs. 109-159.
Firenzc, 197&.
(291) Vid. opus dt. nota 8.
RADMILLI, A. M.: _Considerazioni su! mesolitico italiano_ Annali dell 'Unlversiti di
Ferrara (Nuova Serie). Scz.ione XV. Paleontología Umana e Paletnoloai., v. 1, n. 3, pá.
ginas 29-43. Ferrara, 1960.
25
[page-n-198]
'"
S. APARICIO
fabr icados con técnica de microburil. Este período d urará unos mil años, hasta
el 7.500, y proponemos q ue se le denomine Mesolltico 11 a e fectos de uni.
f icación terminológ ica.
A partir del 7.500 se produce un claro predom in io o invasi6n del substrato
industrial, y una acentuaci6n todavía más significativa de las actividades
recolectoras. al comienzo del Mesolítico 111 , que a las características industriales anteriores añade ahora la presencia d istintiva de trapecios y otros
geométricos particulares, como los romboides, pud iéndose distinguir, por el
momento, dos etapas, la A y la B, siendo la segunda la que se neol itiza ría
a partir de med iados del sexto milenio.
-
[page-n-199]
VII
MAGHREB
la parte de Africa del Norte conocida como Maghreb se encuentra mucho
mlts unida, por razones geográficas, ambientales y culturales a los países
med iterráneos europeos que al resto del cont inente africano, como es de
dominio común. De ah! que desde el inicio de los estudios de prehistoria se
buscara insistentemente e l origen y los paralelos de las "culturas" de la Penín_
su la Ibérica, e incluso ita lianas y europeas en general. entre las conocidas
tempranamente en el septentrión de este vasto continente, lo que dio lugar
a todo el proceso seguido por la investigación que hemos intentado ordenar
y analizar anteriormente.
Desde el Cabo Bon y el Golfo de Gabes en Tónez hasta el litoral atlántico
marroqui se extiende un vastísimo territorio muy mal conocido a pesar d e
las intensas investigaciones de la escuela francesa de prehistoriadores en
Túnez, Argelia y Marruecos, y en mucha menor medida d e la española en la
zona del Protectorado y Sahara Español; en el mismo se incluyen necesaria·
mente tanto las zonas que vierten aguas al Mediterráneo, como las zonas
endorreicas entre éstas y el Sahara propiamente (chotts), debiendo incluir
tamb i~ n la franja atlántica marroqur por razones estrictamente culturales, a l
señalarse la intensa y extensa existencia de yacimientos iberomauritánicos.
El caos iniejal que provoc6 la supervaloración del Capsiense, y que d io
lugar a la confusi6n subsigu iente, ha quedado superado y la estructuración
actual, hábilmente expuesta por G. Camps recientemente m, permiten abrigar
la esperanza de mayores y mejores precisiones en el futuro, ya que deter·
minados periodos todavla están muy mal conocidos como veremos.
(292) CAMPS, G.: d.n Industries épipa1&1lithique5 du Ma;hreb et du Sahan. ¡eptentrional_. L'Epipat&llilhique Médih:rran6en. CoJloque IntemaUonal. Ah-aa-ProveDce, lulo
1972, pálS. tU-1l7. Pans, 1975.
También puede consultarse:
CAMPS, G.: ~les civllilations préhistoriques de !'Afriquc du Nord et du Sabara_.
Pms, 1974.
[page-n-200]
'96
J . APARICIO
Indudablemente [a latitud y las d istintas particularidades ambientales con
respecto a los paises europeos han debido influir intensamente en la necesaria diferenciación industrial, de ahí que sea imposible encontrar idénticos
conjuntos líticos, óseos, artísticos, etc., como veremos; al mismo tiempo que,
como en el caso italiano. y aquí más acentuado, la base no es la del Paleolítico
Superior españolo francés.
'BEROMAURITANICO
Actualmente la visión del Jberomauritánico se ha transformado radical·
mente, y no solamente en el aspecto cronol6gico ha dejado de ser datado
como industria postcapsiense, sino que a través de las dataciones del C·14
se ha confirmado como la industria que a partir del A'er;ense cubre toda la
duración del Paleolítico Superior, siendo contemporáneo, por lo tanto, del
Auriñaciense-Perigordiense·Gravetiense, Solutrense y Magdalen iense euro.
peos
2M.
Se extiende desde el Cabo Bon en Túnez, al sur del cual no se ha encon·
Irado todavía, hasta Marruecos atlántico, donde se encuentra en la franja
litoral exclusivamente; también ha sido señalado en la zona litoral exclusiva·
mente en Argelia central y oriental, mientras que en el Marruecos oriental
y en la reg ión de Orán, además de encontrarse en la franja litoral, penetra
ampliamente por el interior de las tierras, lo que es posible que se haga
extensivo a toda el érea.
la que se ha llamado civilización lberomauritánica es conocida casi única·
mente por la sola industria lítica sacada de hojitas generalmente malformadas,
al parecer debido a la pequeñez de los riñones de silex que se encuentran en
el litoral. los tipos presentes están encabezados por las hojitas de borde
(293) CAMPS, G.: .Tableau chmnologique de la prehistolre recent du noro de ¡'Afrlque_.
BuUelln de la Sociélé Prehistorique Frantaise, l. LXV. fase. 2, pá¡s. 609-622. Pa r!!, 1968.
CAMPS, G ., DELIBRtAS, G. et THOMMERET, J .: .Chmnologie des ci'lilisalions prohisloriqucs du Nord de J'Amque d'apres le Radiocarbone •. Ubyca, t . XX I, pá¡s. 6>90.
Alger, 1973.
CAM PS, G., DELIBRIAS, G. el THOMMERET, J .: .Chronologie des cI'Iilisalions préhistoriqucs du Nord de l'Afrique d'apJ'ts le Radiocarbone.. Travllux du Laboraloi re d 'An·
thropolo¡le &: de Prehistoire des Pays de la Mediterran6e Occidenlale. Ab-en·Pro'lcnce, 1974.
CAMPS, G.: _Tableau chrooologique de la Préhisloire récenl du Non! de ¡'Afrique.
Oeuxiéme synth~sc des datalions absolues obtenues par le carbone 14•. Bulletin de la
Sociélé Prehislorique Francaisc, t. 71. Eludes el Travaux, fase. 1. págs. 261-278. Pans. 1974.
ROCH!!, J .: _l. Grotle des Pigeom (Taforall, Provincc d'Oujda). Notes sur les acdvitb
de chantien (1972) •. Bulletin d'Archeolo¡ie Marocaine, t . IX. pá¡s. 14HSO. Raba!, 1m.
Us nuevas fechas en:
DEUBRIAS. G. el ROCHE, 1.: _Datations absolues de I'Epipaléolilhlque marocain •.
BulIetin d 'An:heolo¡ie Marocaine, t. X, págs. 11·26. Rabal, 1976.
[page-n-201]
llJ. W8S0UnCO 8N VALENCL\
197
rebajado, que se han interpretado como armaduras o elementos líticos de
instrumentos o armas compuestas; sobrepasan siempre el 45 "fa del utillaje
y alcanzan a veces el 85 %. Hay también piezas escotadas o denticuladas y
microrraspadores. Los buriles son escasos (del 2 al 3 %), y más los perfora·
dores y las piezas truncadas y retocadas (1 %,).
Los microlitos geométricos son raros y se presentan bajo la forma de seg.
mentas; en cambio hay numerosos microburiles, que, por el contrario, no se
apl ica n en la fabricación de aquéllos, sino en las de las puntas de la Mouillah.
Ha sido d ividido en tres fases : la arcaica, anterior al 11 .000 Be., que es
la que se corresponderfa con el Paleolltico Superior europeo; la clásica ocupa·
rla el XI y X milenios, correspondiéndose con nuestro Mesolltico I A; mientras que la fase evolucionada es la más interesante, aunque es la menos
conocida, y es la que se ha pretendido que enlace con el Neolltico, aunque
parece imposible si, entre otras razones, tenernos en cuenta que las fechas
disponibles no superan el VIII milenio, correspondiéndose, para nosotros, con
el Mesolít ico I S, Y enlazando con las industrias de componente geométrico.
INDUSTRIAS DE COMPONENTE GEOMETRICO
Preferimos esta denominación en vez de la tradicionalmente utilizada
teniendo en cuenta la extensión del Capsiense por el Maghreb y los problemas que el mismo plantea. En efecto, los prematuros y nutridos hallazgos
de los yacimientos caps ienses hicieron considerar sus conjuntos lIticos como
tfpicos del período mesolltico en el Norte de Africa, aparte de su extensión
temporal y espacial hasta el s. de Francia e Italia, no solamente durante el
Mesolltico sino también durante el Auriñaciense.
Sin embargo. hoy día se sabe la escasa extensión territorial del Capsiense
tlpico, encerrado en un semiclrculo de apenas 100 kms. de radio al sur de
Tébessa y con centro en Tamerza 194, y algo más el Capsiense superior después de las últimas investigaciones:m, por lo que resulta arriesgado establecer
comparaciones estadísticas con estas industrias como representativas del
Mesolftico maghrebí, toda vez que faltan por conocer inmensas zonas que
hoy todavía se presentan en blanco.
Si a esto añadimos que muchísimos de los yacimientos conocidos, y a
través de los cuales se estructuraron los t iempos mesollticos en el Norte de
A frica, fueron deficientemente excavados y peor interpretados, fácilmente
(294) Vid. opus d I. nota 292, primera cita,
(295) Vicl. OptU cil. supra. pá,. VI.
pá,. 95.
[page-n-202]
198
J. "PAJUeIO
deduciremos la dificultad en realizar una estructuración minuciosa y válida
para la zona, que hoy por hoy se presenta poco conocida V en cierto modo
controvertida.
Nosotros, y de acuerdo con lo manifestado repetidamente, creemos que
en el Maghreb se produce un desarrollo paralelo al de los restantes paises
ribereños al Mediterráneo Occidental, siquiera aqul mucho más adelantado
como consecuencia de la latitud, y a partir del Ateriense-Musteriense se produce el cambio climático que dará lugar a la aparici6n del Mesolltico I (Iberomauritlln ico). entre el 25.000 y el 20.000 a. de C.
Hacia el 8.()()O..B.500 los geométricos invaden la industria, y hasta el
7.000-7.500, d urante el MesoJltico 11, dominan los segmentos y tr iángulos
fabricados con la técnica de microburi l, técnica que se conoce ya durante
todo el Mesolltico 1, siendo el Capsiense Tlpico la mejor conocida de las indus·
trias que se desarrollaron en el territorio, por ahora insuficientemente
conocido.
Entre e l 7.000.7.500 y el 5.500 la industria IItica incorpora trapecios junto
los triángu los V segmentos, apareciendo IIbundantes hojas escotadas e
incluso estranguladas junto con aquéllos, mientras que algún triángulo alarga
su vértice lateral al modo de los triángu los tipo Cocina, todo esto según los
datos obtenidos de los niveles correspondientes al Capsiense Superior, Que
por otra parte son casi los únicos disponibles.
11
Sobre esta base industrial, V la económica que se infiere del estudio de los
concheros capsienses. se produce la neolitización, fenómeno paralelo al de
los restantes países de la cuenca del Mediterráneo Occidental.
[page-n-203]
VIII
EL ARTE DE LA PROVINCIA MEDITERRANEA
Si en el aspecto industrial hemos intentado demostrar como se producen
"respuestas" culturales semejantes entre todas las poblaciones de los paises
r ibereños al Mediterráneo Occidental, lo que da Jugar a una evolución sin-
crónica, por lo que ha sido posible presentar una estructuración similar d el
proceso, con mayor fundamento las similitudes y semejanzas se deben encontrar entre las man ifestaciones no estrictamente materiales, y en este caso las
artísticas ocupan un lugar destacado.
Unidas las poblaciones por fuertes lazos étnicos V culturales. sus manifestaciones espirituales necesariamente han de ser semejantes, V en este
sentido se ha popularizado el térm ino de provincia med iterránea" que creara
Graziosi en 1956 para el arte de la
zona~.
y si estas relaciones se establecieron para el arte pa leolítico Hispanoaquitano, pronto se vio que se prolongaban a través de todo el arte mesolítico, siendo también el mismo Graziosi Quien estableció las semejanzas e
influencias para ambos m: "para la provincia mediterránea, en la cual el eSQue·
matismo y el geometrismo pueden constituir en ciertos Jugares o mejor en
ciertos yacimientos, la casi totalidad de las obras gráficas existentes o el mayor
porcentaje, según los niveJes, lo cual no quiere decir, como Jo hemos hecho
resaltar, que el realismo esté descartado en esta provincia, ya que por el
contrario tenemos lugares, como por ejemplo levanzo, donde no encontra·
mos sino figuras realistas. Pero incluso este realismo nos o frece caracteres
de estilo particu lar que se repiten con notable constancia, tanto los unos
como los otros, en los d iferentes centros mediterráneos de este a rte"~.
(296) CRA2.IOSl, P.: _L'Arte delrAntica Elá. della Pielra_. Firenze, 1956.
CRAZIOSI , P.: . L 'Art paleolilhique de la _province médilerrancenne_ el ses
influences dans les temps posl-paléolitruques_. Prehislorie Art or the Westem Med.ih:rranean
and the Sahara. Viki n¡ Fund Publication in Anthropology, number Thirty- Nlne, pá¡s. ls.44.
Barcelona, 1964.
(298) Vid. opus ell. supra, pá¡_ 36.
(291)
[page-n-204]
200
1. APARICIO
Graziosi cita como características fundamenta les del arte rea lista :
1)
Perfil simple del an imal, sin detal les del interior, salvo el ojo o la
nariz a veces. 2) L toros tienen, en la mayor parte de los casos conocidos
os
hasta el momento, un solo cuerno dirigido hacia delante, con perfil abierto.
3) Algunas veces, las patas se representan una por par y se terminan en
punta sin pezuña. Identificando muestras de este arte en los paises sigu ientes:
España: Pileta y Ardales (Má laga). Parpa ll6 (Valencia) .
Francia : Ponl du Gard (Nimes). Baume-latrone (Gard), Ebbou y Bayol
(Ardéche ) .
Ital ia: Barma Grande (Grima ldi), Arene Candide (Finare ligure), Palesi nl (Tlvoli, Roma). Monopoli y Romanelti (Pouilles). l evanzo (Islas Egadi,
5iciJia). Addaura y Niscem i (Palermo, Sicilia), Ramito (Papasidero, Cesenza) 299.
Pero Graziosi fue mucho más allá y encontró también notables semejanzas
en las expresiones no figurativas : "en la provincia mediterránea, vemos desarrollarse, al lado de figuras naturalistas, expresiones de un arte estilizado,
geométrico o, incluso, abstracto" D.
"las f iguras esquemáticas o geométricas mediterráneas muestran indudablemente un aire común de la cual no se pueden excluir las figuras grabadas sobre huevos de avestruz del capsiense norteafr icano".
"Parece evidente que el arte paleolitico mediterráneo, aunque mostrando
en si mismo dos tendencias muy d iferentes, la una naturalista, la otra geomé-trica y esquemática, constituye un algo muy definido aún en su mismo
polimorfismo. En efecto, podemos encontrar las dos tendencias, presentes
en el mismo momento y en el mismo yacimiento (Monopoli, ParpaIl6)".
"Esto nos obliga a considerar la coexistencia, al menos durante un cierto
período, de las dos expresiones que, por otra parte, parecen excluirse. lo
que no impide, segú n los momentos y los lugares, a una u otra de ellas, la
naturalista (levanzo, Addaura) o la esquemát ica (Romanell i) poder manifestarse separadamente ... Todo lo cual demuestra que el arte naturalista med iterráneo ha continuado desarrollándose después del f in del arte francocantábrico. Si miramos hacia el Africa del Norte, nos encontramos en el
(299) Ibldem. págs. 36 y 38.
(300) lbldem. pág. 35.
[page-n-205]
EL MESOUnCO EN VAU!NCIA
201
inagotable repertorio d el arte ru pestre africano fases de arte que nos ofrecen
elementos estillsticos que repiten, en ciertos casos de forma patente, algunos
caracteres del arte paleolítico mediterráneo" 301.
Con respecto al arte levantino su postura también es clara: "Parece evidente que, tanto en el arte de Addaura como en el levantino, se encuentra
un espiritu y un dinamismo que les son comunes y que los d iferencian claramente del arte antropomorfo franco-cantábrico.
No se puede descartar, por el momento, la posibi lidad de que descubri·
mientas futuros puedan mostrarnos, a través de las formas de transición, un
parentesco entre este arte antropomorfo mediterráneo paleoJitico y el de
l evante" XQ.
los crecientes y espectaculares hallazgos que se suceden en Italia, avalados hoy día por las numerosas fechas de C· 14 en relación con los mismos,
especialmente con las muestras de arte mobiliar, de lo que existe ya un
notable conjunto JIIJ, permiten reforzar aquellas prematuras afirmaciones y
en este sentido ya se pronunció Pericot en 1964: "Tanto el arte del Parpalló
como el arte rupestre levantino presentan evidentes paralelos con el arte del
sudeste de Francia y con el que aparece en Ita lia y Sicilia, estando a su vez
toda esta provincia en relación estilística con el Norte de Africa"-.
Además de Graziosi otros investigadores italianos aceptan las semejanzas
y en este sentido Palma di Cesnola se muestra partidario del reconocimiento
de alguna afinidad durante el Pa leolítico Superior, extendiendo el concepto
de Provincia mediterránea a todo el Paleolítico JOS¡ también Vigliardi a la
plaqueta con animales grabados y gran cantidad de motivos geométricos de
la misma cavidad le encuentra notables relaciones con Parpall6. afirmando
su total pertenencia al arte de la "provincia mediterránea de Graziosi" lO6¡
mientras que el bisonte de l ustignano, inciso en un canto aplanado, "mostra
una serie di caralteri che lo avvicinano direttamente all'area franco-cantabrica,
e precisamente alle opere dello st ile IV di leroi-Gourhan (visione prospettica
delle zampe anteriori, raffigurazioni d el le estremita delle zampe rapporto
(301) Ibfdcm. plig. 39.
(302) Ibfdem . pá¡¡:. 43.
(303) GRAlIOSI, P.: .L'ArIC Preistorica in Italia •. pá¡s. 9-69. Sansoni editor~ . Fircnw,
1973.
(304) PERICOT, L : .. Sobre algunO$ problemas del arte rupestre del Levante e$pai\ol •.
Vid. opus dt. nota m , pá¡¡:s. 151·158.
(JOS) PALMA DI CESNOlA., A.: .. La $Coperta di arte mobiliare romanelliana nella
Groua del Cavallo (Uluzzo, I..ea:c) •. Rivista di Scieme Preistoriche, v. XXVII . 1. pá¡¡:s. 51·56.
Firenze, 1m.
(306) VJGUARD I, A.: _Le indsioni su pictra romanellianc: della Grolta del Ca\'allo
(Uluzzo, Lecce) •. Vid. opus cit. supra. ~gs. 57·115. Firenzc:, 1m.
26
[page-n-206]
202
J. APARICIO
ventre·zampe posteriori) ',. Non mancano fuftavia certi 'ralt; che caratterizzano
molte manifesfazion i artis'iche della provincia medi'erranea, como I'essenzia·
lita e la plasficita del d isegno o la debeJe presenza di particolare all'interno
del profilo", encontrándose también afinidades estilísticas generales. aunque
limitadas, con representac iones parietales de los bóvidos de Niscemi. Ramito y
Levanzo JII1.
En reciente visión desde el lado español, abarcando la totalidad de los
hallazgos de la vertiente mediterránea, Fortea Pérez trata estilistkamenfe la
datación de los once yacimientos con arte rupestre hispano-aquitano d e la
España med iterránea, apoyándose también en los hallazgos industriales
pr6ximos. Señala un despegue a partir del Solutrense medio de los modelos
atlánticos para configurar "un ciclo artístico coherente, con sentido estillstico
propio", afirmando que "la gran personalidad de este arte encuentra su con·
firmaci6n en la idiosincrasia de su cultura".
Creyendo observar una creciente progresi6n hacia el realismo d urante
todo el Magdaleniense, así como una aceleraci6n de la vertiente geométrica
y abstracta. Viéndose claro el realismo ya en el ParpaJl6, más en Pileta y
especialmente en El Niño, lo cual lo acerca extraordinariamente a las res·
tantes representaciones de la provincia mediterránea de Graziosi, según afirma, creyendo, incluso, que la cierva de StoGregori es el último testimonio, ha.
biendo d espués un vacio hasta un poco antes de la neolitizaci6n, momento
en q ue aparece un arte mueb le y parieta l de signo lineal geométrico, sobre
el que se superpone el arte levantino-.
Sin embargo, ideas en contrario se han man ifestado y Pericot y RipoU
argumentan que "la isla de levanzo plantea muchos interrogantes, y aunq ue
sus figuras humanas son abundantes, no guardan relaci6n, en principio, con
las de levante" JOJ.
y si con respecto al arte mediterráneo de Francia, Ita lia y España parece
haber unanimidad de criterios en relaci6n a su identidad, son más problemáticas sus relaciones y similitudes con el norteafricano, y frente a las tesis
sustentadas por Graziosi y otros investigadores, de acuerdo con las viejas
ideas de Boule y Breuil. se oponen las de H. lhote, afirmando como q ue
NOtros autores han establecido relaciones de estilo con ta l y cual figura
(307) BARTOLI , G., GALlBERTI , A. Y GORINI. P.: .OggeUi d 'arte mobiliarc rinvenuti
nelIc province di Grossclo e Pisa_o Rivista di Scie~ Prelsloriche, V XXXII, 1·2, pég. 212.
.
Fire~e, 1m.
(JOB) FORTEA PEREZ, J .: Vid. opus cil. nota 101 , págs. 99-149.
(3051) PERICOr, L. y RIPOLL, E.: . Apéndice. Correspondencia entre Brcuil y los
prof. Perico! y RipolI antes del Simposium•. Vid. opus cil. nota
pég. 260.
m,
[page-n-207]
El. ,\IESOLITJCO E," VALENCIA
""
elegida en los conjuntos, desgajándola del contexto, lo que es poco peligroso,
puesto que es siempre posible, en un conjunto definido, encontrar caracteres
existentes en un afro, sin que haya por eso semejanzas. Si, en ciertos casos,
no se pueden negar las filiaciones artls' icas, no es preciso hacer una ley de
esta filiación y es evidente que cada centro de arte prehist6rico debe ser
estudiado en su contexto arqueológico.
Con respecto al arte del sur oran~s, que no puede ser comparado, ni con
el de la provincia franco
v ista de las normas artfs'icas, sino también en sus móviles" 310, negativa Que ya
defendió paradójicamente Obermaier. Lhofe niega relaciones con las pinturas
de los "Cabezas Redondas" del Sáhara y en relación a las bovidianas presenta
argumentos que contradicen y niegan los esgri midos para asegurar la simili ·
tud de toros y arcos con los del Levante español, lo q ue extiende a las de
época caballuna JII.
Sin embargo, los posteriores hallazgos aportaron nuevos datos y Ripoll
Perelló se incli na por un posible contacto de las f iguras seminaturalistas de
Addaura con el arte saharianolll. Aunque, evidentemente, los argumentos
de Lhote, valorados desde nuestros puntos d e vista cobran vigor, ya que la
mayor parte de las representaciones del arte africano comparado se encuentran fuera y sumamente alejadas, espacial y temporalmente, de las mediterráneas, por lo que creemos que se debe descartar toda posible relación.
l as semejanzas hay que buscarlas enfre aquellas manifestaciones artísticas
en relaci6n con industrias similares y contemporáneas, por lo cual hay que
ver el arte correspondiente al lberomauritano y al Capsiense, tanto al Típico
como al Superior. Para H. Camps-Fabrer, que ha estudiado d etenidamente
la cuest ión, el desarrollo del arte abstracto se podría intentar explicar como el
desbordamiento hacia el Oeste de la civilización romane Iliense, argumentando que si la evolución ind ustria l se debe esencialmente a las adaptaciones
sucesivas a med ios diferentes a medida que retroceden los glaciares, los
orlgenes temporales y espaciales serán d iferentes, ya que el recalentamiento
se debió producir d e S. a N., alcanzando primero el S. de Italia y posteriormente la Baja Provenza y el l anguoooc, para llegar mucho más tarde al S.W.
(lIO) LHOTE, 11.: _S ur les ropports entn:: les cent res d 'art pn!hlstorique d 'Europc
(provillCe franco-cantabrique el Levant espagnol) el celul du Sahara_. Vid. opus cit.
nota 'NI , ¡mI. 216.
(311) Vid. opus cil. supra, págs. 215-223.
(3t2) RlPOLL PERELLO, E'. .: _Acerca del problema de los orígenes del arle levantino_.
Valeamoniea Sympasium. Actes du Symposium Intemational d 'Art Prtttistorique. p;f¡¡i·
nas 57-68. Capo di Ponte, 1970.
[page-n-208]
,o.
J. APARICIO
de Francia. creyendo que después del romanel\o-aziliense el arte se rarifica y
desaparece casi completamente hasta el Castelnoviense, en que aparece
tímidamente JU,
Esta afirmación entra en contradicción con la inexistencia, aparente,
de obras de arte durante el lberomauritánico. por lo menos de arte mueble.
lo que se justificaría, según H. Camps Fabrer. por la enfrada en el Maghreb
de una nueva élnia, "Différents des hommes de Mechta el Arbí. des
Méditerranéens pén~trent au Maghreb dans les steppes du Sud.Est, vers
ou méme avanl le VIII"'- millénaire av. J.C. et, dés les premiers momen' s
de leur établissemenf dans le Sud tunisien, l'Afrique du Nord va connaitre
un certain essor artistique qui se propagera plus ou mo;ns rapídemen' dans
les régions de Tébessa. de Sélif el de liaret. Des le Capsien typique, les
oeuvres d'art sont déja présentes: elles évolueront et se multiplieront au
cours du Capsien superieur" 314. Entrada que negarla las similitudes anteriores,
oponiéndose a la tesis mantenida por nosotros, por lo menos desde el punto
de vista étnico, aunque ya veremos como hay formas artísticas durante el
lberomauritánico, si atendemos a la adscripción cronol6gica de las mismas.
Mas, por otra parte, si la existencia de objetos artísticos, motivos decorativos o pinturas y grabados rupestres similares refuerzan la tesis de un área
con una comunidad espiritual y material Intimamenle relacionada, la no existencia no puede ser esgrimida como argumento en contrario, ya que como
afirma la misma H. Camps Fabrer ciertas facies del Capsiense Superior ignoran
prácticamente la decoración sobre huevos de avestruz, sin dejar, por ello,
de ser capsienses lIS; lo cual refuerza la idea ya tradicional de la prudencia
necesaria al manejar datos negativos.
En Afdca del Norte, y en relación con las industrias capsienses se encuentran abundantes muestras de arte mobiliar sobre hueso, huevos de avestruz
y p iedra. El primero se reduce a simples trazos paralelos sobre los bordes o
el fuste de los útiles. El representado sobre huevos de avestruz, por el contrario, comprende motivos decorativos esencialmente geométricos muy variados, mucho más complejos y armoniosos a partir del superior en ciertas zonas
de su territorio, mas, a pesar de que se intuya la probable existencia de
decoraciones figurativas, posiblemente animales, los motivos geométricos son
los predominantes, y una sola representaci6n animal. En p iedra ca liza se
(313) CAMPS-FABRER , H.: .Comparaison entre I'Art mobilier ~lpal6)lilhique de
l'Europe méridionale el de ¡'Afriquc du Non!.. Travaux du Laboratoire d '¡\nthropologic
de Préhi$loire el d 'Elhnologie des Pays de la Meditcrraotc Occidcntalc, pág. S. Aix-en·
Provcnce, 1715.
(314) Ibídem, págs. 1-9.
(31S) Ibfdem, páJ. 9.
[page-n-209]
EL MESQLlTICO ES VALENCIA
esculpieron algunas figuritas, que constituyen una no ....edad, y se grabaron
moti ....os geométricos similares a los de los hue ....os, en los cuales Camps.
encuentra rasgos fundamentales del arte mobiliar epipaleoHtico de las riberas
del Norte del Mediterráneo l".
Aunque, como es ob....io, las comparaciones no deben hacerse únicamente
entre objetos muebles, sino también con representaciones geométricas y
figurati ....as del arte parietal, y así, aunque se puedan establecer paralelos
derivati ....os desde el arte lineal geométrico del Parpall6, y contemporáneos
con las plaquetas de Cocina o Fi lador por lo que respecta a la Peninsu la
Ibérica, también se pueden y deben establecer con el arte lineal geométrico
parietal, que existe con abundancia aislade. o entre las representaciones
figurativas, aunque enmascarado por la espectacularidad de éstas, qUe normalmente acaparan todas las atenciones.
l as semejanzas e intimas relaciones detectadas desde antiguo en el arte
mediterráneo, que motivaron la creaci6n de la popular "provincia mediterránea", aunque también suscitaron contro....ersias dispares, es indudable, bajo
nuestro punto de vista, que partían de unas seguras evidencias, mas también
es cierto que lo haclan apoyándose en un error básico, causa de la problemática suscitada, y era, utilizando un símil popular, que colocaban a todo el
arte mediterráneo junto, en una especie de "caj6n de sastre",
Hoy, es necesario y posible separar cronológicamente cada una de las
formas artísticas detectadas, al mismo tiempo que es posible adscribirlas a
unas determinadas formas culturales, de ta l manera que podemos señalar
como a partir de un arte paleolitico, extendido y profundamente arraigado
por la parte mediterránea de Francia y Espana, asl como por toda Italia, al
parecer excluido el Maghreb, de estilo hispano-aquitano, aunque con formas y
soluciones propias creadas por los pueblos mediterráneos como hemos repetido insistentemente, se pasa a formas artísticas mesoliticas idénticas unas y
diferentes las otras en Italia, el Maghreb y España, aunque las diferencias no
sean totales, sino que todavía se atisben rasgos comunes y un cierto esplritu
particular uniforme.
Excluida Francia, donde no conocemos un auténtico y suficiente arte
mesolltico, únicamente trataremos en ciertos aspectos del arte mesolitico en
Ital ia, del fusiforme en toda la cuenca y con mucha mayor extensi6n del arte
mediterráneo español, especialmente del Arte Rupestre levantino,
De Italia únicamente nos interesa resaltar como el arte mesolltico, el corres,
pondiente al Mesolít ico 1 es continuación del que se encuentra durante todo
(316) Ibfdem., p4.¡s. 9-11.
[page-n-210]
206
1. A.PARICIO
el Paleolifico Superior, cuyo acervo se enriquece constantemente tanto en
arle mueble como parietal llJ , y en este sentido e l arte parietal de levanzo,
a l que Graziosi comparó con el h ispano-aqui'ano, se puso en relación con la
industria del segundo nivel arqueol6gico JI', en el cual se encontró una pla.
queta con un bóvido inc iso en evidente relación formal y est ilíst ica con las
figuraciones parietales JI', estrato que ha sido datado mediante el C-14 en
9.230 BC. lZO; el bisonte y el león grabados sobre una plaqueta de caliza del
Riparo Tagliente ha sido datado en 10.090 BC. lll¡ mientras que ya en 1961,
al publ icarse las representaciones f iguradas (cuadrúpedos, cierva. bóv idos,
fel ino y jabalí) de la Gratta Romanelli, junto a otras geométricas (especial.
mente serpentiformes o "nastriformes" como prefieren los ita lianos) que
eran las más divulgadas, se publicaron numerosas fechas de C-14 en relaci6n
con representaciones de diversos yacim ientos italianos, quedando encuadradas las de Romanelli entre el 10.010 y el 7.820
las del Ramito entre el
9.550 y el 8.300
y las de Ugento del 11 .920 al 10.220
su, todo lo cual
apoya nuestra estructuraci6n y afirmaciones.
se.
se.,
ec.
lo de Addaura podrla marcar el momento en que este arte, esencia lmente
animal!stico, da paso a la f igura humana, y las representaciones antropomorfas protagonizan las escenas y pasan a desempeñar el papel principal,
fen6meno para lelizable a n ivel cronológico y conceptual con el levantino,
a pesar de las d iferencias estilisticas que se puedan establecer entre ambos.
(317) Vid. opus cit. notas 296 y 303.
(311) GRAZIOSI, P.: _Le piUun: e i gmffili preistorici deU ·isola. di l.cvanw ncJl'Arci·
pda¡o delle Egadi (Sicilia) •. Rivista di Seieme Preis toriche, v. V, rase. 1-4, págs. 14].
Firenu, 1
950.
] 19) GRAZIOSI , P.: .Levanw. Piuure e indsioni., páas. 61-62. Sansoni editon:.
Fircnu, 1962.
(320) Sobre esta fecha de el4 conviene advertir como anteriormente Grnz.iosi habla
publicado la de 9.694 BP. (Vid. opus dt. supra, pág. 67 Y lám. ]) y opus ci t. nota
pál. 42), m ientras Que posterionncnte el mismo Grnz.iosi publiCÓ la Que damos (v id. opus
ci t. nota 30], páa. 52). Consultado por nosotros, Gruiosi tuvo la amabilidad dI! cont estarnos, en carta del 24-11I·79 lo siguiente: . Cib dipende da una diffen:n te valutazione deí
due laboratori, Quello di Pisa e qudlo di Roma in cui furono analiu.ati i campioni di
ca rbone.
La prima volla JI responso di Pisa fu di 9.694± 110 da olaL Succesi ... amente, cssendo
sorti deí dubbi su l'esatezza di Questa data, fu (alta (círca 10 annl dopo) I'analisi degli
stessi campionl D laboratorio di Roma e il risultato fu 11.180± 120 da oagl.
el
Pu r troppo quando conoscemmo i nuovi risultati del controJlo, JI libro su Levanzo era
lIia Slato publicato e Quindi esso porta una data troppo recente.
Ouella di cul va tenuto conto e QueJla di 11.180•• Aclaración de suma im portancia que
aaradecemO$ vivamente al profesor Grnz.iosi.
(321) LEONARDI, P.: «Bisonte graffito e incisioni Hneari e geometrlche del depos ito
eplgraveuiano del Riparo Ta¡liente nei Lessi ni (Yerona)•. Ri ... ista di Seicnu: Preistoriche,
.... XXVII, 2, ptas. 2.2>247. Frrenu:, 1972LEONARDJ, P.: .Gravures womorphes, g~ml:triQues et Iinéaires épigraveUiennes du
Riparo Taaliente dans les MonIS Lcssini pres de Vérone (Italic) •. Conarés Préhis torique
de France, XX· session, Provencc, 1974, páas. ]43-352. Pam, 1976.
(l22) ORNELLA ACANFORA, M.: _Figuruioni Inedite dclla Groua Romanelli (Presentuione PreUminare)•. Bullettino di Paletnologia Italiana, Nuova Serie XVIII, V . 76,
p6¡:s. 7,(:)7. Roma, 1967.
m,
[page-n-211]
EL MESOUnCO EN VALI!NClA
Al
INCISIONES FUSIFORMES
Entre el gran conjunto de las manifestaciones artísticas d e la "provincia
mediterránea" destacan, en el tema que nos ocupa y para la tesis que defendemos, las incisiones o grabados rupestres fusiformes, que d enominamos
así por el hecho de presentar mucho más ancha la parte central que los
extremos, ya que su geometrismo y consiguiente esquematismo responden
a una abstracci6n producto de una disposici6n mental y espiritua l similar.
Conoc id os desde antiguo en nuestra Reg ión, así como también en diversos
lugares del Mediterráneo Occidental, no habían sido valorados en toda su
dimensión y alcance, ni mucho menos se hablan estab lecido las mú lt iples
relaciones mater iales y, sobre todo, espirituales que atestiguan entre todas
las poblaciones d el área, hasta que en 1977 publicamos nuestra primera
visión sintética sobre la cuestión w, lo que hemos repet ido poster iormente m,
presentando comunicaci6n sobre ello al IX Congreso de la Unión Internaciona l de Ciencias Prehistóricas y Protohist6ricas que se celebr6 el año 1976
en Niza m.
EXTENSION
l as incisiones o grabados rupestres fusiformes, en el estado actual de su
investigación los conocemos extendidos por diversos lugares del Mediterrá·
neo Occidental, faltando en otros, aunque con la suficiente extensión como
para suponer que en el f uturo nuevos hallazgos colmarán los vacios existentes
y establecerán la necesaria continu idad territorial que suponemos. En la ver·
tiente mediterránea de la Penlnsu la Ibérica únicamente han sido señalados
(323) APARICIO PEREZ, J .: .Incisiones rupestres fusiformes en la ·Cuenca del Mediterráneo Occidental_. Trabajos de Prehistoria, v. 34, págs. 3U-326. Madrid, 1977.
(324) APARICIO PEREZ, J .: _Grabados rupestres prehistóricos en los Abrigos de Mossc.n
Ricardo. Tabcmes dc Valldillna (Valencia) •. Revista D.Y.A. n." 4, págs. 35-40. Valencia, 1979.
APARICIO PEREZ, J .: _Grabados rupestres fusiformes en In Cuenca del Mediterráneo
Occidental: Extensión. Caraeteristieas. Signifkado y Cronologla•. QuarHir, Band 29/ 30,
P!iRS. 133·138. Bonn, 1979.
(325) APAR ICIO PEREZ, J.: Vid. opus cit. nota I.
En curso de impresión el libro conocemos la eJeisrencia de grabados fusltormes en 11'1
Gruta de Badanj, Hcrzégovina (YuRoslavia), yacimien to ubicado en la garganta del no
Brcgava, Que desemboca en el Ad ri¡'ilico a pocos kms. de la cavidad. Se encuentran sobre
una superficie previamente pulida y con disposición vertical u oblicua, siendo algunos
de considerable lon¡ritud; el hecho más sobresaliente es Que se eneont raron cubiertos
por la sedimentación arqueológ ica, cuya excavación permitió el acopio de un considerable Jote de utiJes con claro predominio de raspadores, buriles escasos y poco tfpicos,
dorsos y bordes rebajados, asf como algunos segmentos, todo lo que nos hace suponer
su pertenencia al Mesolftico I B final. Resul ta anómala la comparación con muestras del
arte Hispano-aQuitano, as! como el desconocimiento de su existencia en la Re¡i6n Valenciana y en otras partes del Mediterráneo (vid. BASLER, D.: .Le PaléolithiQue fina l en
Herzé¡ovine_. Colloques intematlon3W: C.N.R.S. núm. 171. la fin des temps alacialres en
E.urope, págs. 345-355. Paris, 1979). También su conocimiento sugiere la extensión de los
l(miles hasla la vertiente mediterrinea yugoslava, lo Que habrá Que considerar en el futuro.
[page-n-212]
J . APA R I C I O
en la Región Valenciana y todavía no en e l resto, achacando esto tanto al
azar co mo a la mayor intensidad y siste mática d e las investigaciones q ue se
realizan alll; as! como en el Norte de Africa y por toda Italia desde liguria
y lombardra hasta la misma Sici lia (fig. 38) .
a)
REGION VALENCIANA (ESPAÑA)
I,-COVA DE LES RATES PENAES (Rólova)
Se encuentra situada en un pequeño barranco que desagua en e l rio
Vernisa por su margen izquierda. l a cueva consta de varias sa las un idas por
estrechos pasillos, siendo la más profunda d e grandes d imensiones y a lmacenando agua en su interior.
los grabados se encuentran en dos lugares, unos a la derecha d e la
entrada, incisos profundamente sobre una capa esta lagmlt ica, parle d e la
cua l ha sido destru ida por los agentes atmosféricos, y con ella, posiblemente,
algunas inc isiones; otros en una cova ch~ próxima a la boca, en la misma rampa
de acceso a la cavidad.
En la cueva se han real izado excavaciones arqueológicas, que han mostrado la ex iste ncia de una potente sed imentación d e unos 2 m. de espesor
máx imo. las 9 capas levantadas nos permiten conocer "g rosso modo" lo
siguiente : la primera capa (0'00-0'20 m.) es de aportación reciente con
maleriales d iversos; las seis sig uientes (0'20-1'40) contienen mezclados
materiales neolíticos, entre los cua les cerámica card ial, con otros líticos d e
clara fil iación paleo-mesolitica; el resto, hasta el fondo (1 '40-2'00 m.L contiene útiles exclusivamente paleolíticos, pudiéndose d istingu ir e n las capas
profundas de tipo claramente Solutrense, que ya se encuentran desde la
capa IV (0'60-0'72 m.).
Es interesante el hallazgo en la capa 7.- (1 '18-1 '40 m.l de una loseta con
lineas incisas de claro parentesco con Jos grabados exteriores, lo cual podría
ser un dato de sumo interés, ya que si es arriesgado señalar la relaci6n de
fase cultural estratigráfica con los grabados exteriores, para lo cual el ún ico
fundamento seria la proximidad, la loseta podrfa ser su nexo de unión lJ6.
l..-PENYA ROTIA (Rólo".)
la Penya Rotja es un alargado y e levado acantilada situado en la orilla
izquierda del río Vern isa, que lame la base del mismo. Su aspecto rojizo es
causa del topón imo aplicado.
(126) La Labor deJ S.I .P. y su Maaeo en el pasado año 1951, págs. 32·35. Vlllenei.a, 1952.
GURllEA CRESPO, V. y PENALBA FAUS, l .! _Exploraciones en la comarca de GancUa_.
Archivo de Prehistoria l...evancina, IJI , pA¡s. 5-7. Valencia, 1952.
[page-n-213]
~
<)<;)
o
~
..
Fig. 38.-Mapa del Mediterráneo Occidental con la sUuación de los grabados rupestres
rusifonnes conocidos actualmente: l. Región Valenciana. 2, Balzl Rossi. 3. Como. 4, Cosenza.
S, Novara de SlcIl1a. 6. Palenno. 1, Carint . 8. So. Vito lo Capo. 9. Trapani. 10. Kef-el·Baroud.
[page-n-214]
210
J . "PARICIO
Se encuentra ub icado en el término municipal de R6tova (Valencia) y a
igual d istancia de las conocidas cuevas valencianas del Barranc 8lanc y Rafes
Penaes, situadas en sus proximidades.
Su orientación W. ha favorecido la ocupación humana, de la cual eran
conocidos restos muy perdidos de pinturas rupestres d e color rojo y dificil
identificación, aunque lo más sobresaliente es la existencia de un sinnúmero
de grabados rupestres de tipo fusiforme en mon6tonas series de dos, tres
o más unidades, realizados mediante profundas y amplias incisiones que en
algunos casos llegan a alcanzar el medio centímetro de profundidad (lám. IV).
En 1972 descubrimos en la parte N-W del abrigo, una potentísima sedi-
mentación arqueológica, que posiblemente ocupÓ el abrigo en toda su longitud, pero que debi6 ser desmantelada por las aguas del río que hoy lame su
base. tal y como hace suponer el corte vertical de d ichos sedimentos y la
existencia en el cauce de grandes bloques calcáreos con restos de aquéllos.
la sedimentaci6n restante ofrece [a particularidad de poseer en [a superficie una gruesa costra calcárea, que la ha protegido tanto de [os agentes
atmosféricos como de la acci6n humana y en el corte existente junto al
cauce se observa la presencia de abundante material arqueolÓgico, silex,
huesos y especialmente carbones. todo perfectamente estratificado,
las excavaciones que hemos realiz8do en años sucesivos nas han permitido conocer que sobre los niveles musterienses, que ocupan la mayor parte
de la sedimentaci6n, tanto en extensión como en profundidad, existe un
nivel superficial en el que hemos distinguido dos capas. la inferior reposa
directamente sobre la brecha musteriense y ha proporcionado poquísimos
materiales, existiendo la sospecha de que se formara en un momento anti·
gua del Paleolítico Superior, m ientras que la superior la adscribimos al MesoHtico I JJ7, lo cual es un dato a tener en cuenta al establecer la cronología de
los grabados fusiformes.
3.-ABRIGOS DE MOSSEN RICARDO (Tabern.u de
ValJdI~)
los Abrigos de Mossen Ricardo son dos pequeñas covachas abiertas en
calizas del Albense-Cenomanense y situadas en el ~raje denom inado Racó
de les Fontetes de Canlús, formando parte de un conjunto de varias covachas
conocidas como Covetes de Cantús m.
(l27) Vid. opus cit. nota 197, págs. 23-26 y .210. respectivamente.
(lZ8) APARICIO PEREZ, J.: Vid. OPlU ci t. nota 323.
[page-n-215]
EL ltI!SOLlTlCO EN VAU!NCIA
2: 11
Para su descripción nosotros los conocemos como Abrigo I y 11. El 11 tiene
b m. de profundidad por unos 3 de anchura, siendo el I un poco mayor.
El I t iene dos zonas con grabados, una a la derecha de la entrada, Panel A, y
otra a la izquierda, Panel B. El 11 tiene un solo panel al fondo (lám. 5).
ABRIGO 1: Panel A.--Se encue ntra a la derecha, en el mismo arco de la entrada, sobre
una superfieie caliza muy lisa y abrillantada por roce o frotación inte nsa,
lo cual es una característica que se suele repetir, aunque no sepamos si lo
fue en la época de confección de los grabados y con dicha finalidad o
posteriormente.
Consta de l2 trazos, ¡enera1mente de aspec to fusiforme, es decir más
anchos hacia el centro y estrechos en los extremos, sobre todo los que
alcanzan el medio eentlmetro o más de profundidad, habiendo otros de
incisión tenue que no tom an aspecto fusifonne.
La sección es, normalmente, triangular y su disposición suele se r anár·
quica, a veces entrecruzándose, aunque es frecuente encontrarlos pareados
o en ¡ropas de tres o más unidades y e n contados casos se advierte un
intento de formar alguna combinación .
. Su posición es venical u oblicua, mas raramente horizontal. El mayor
mide 0'16 de largo por 0'005 m. tic ancho; el menor 0'025)(0'002 y el más ancho
de todos 0'008.
Panel B.-COnsta de unos 75 trazos dispuestos en una superficie bastante
uniforme y abrillantada en parte, a la izquierda del abrigo. Sus caracterfsticas son similares a las descritas paca el panel anterior.
El trazo de mayor longitud alcanu los 26 cm. y el más ancho mide
O'23SxO'OlI m.
ABRIGO II: Ya hemos dicho que consta de un soto panet situado a la izquierda del
abrigo, en supelficie caliza uniforme aunque no brillante. Las características
generales son las descritas y éste presenta la particularidad de que varios
trazos están combinados, ellis tiendo ta posibilidad de que formen alguna
representación zoomorfa o antropomorfa que de momento no hemos podido
interpretar.
4'-<:UEVA DEL BARBERO (Navarréa)
Es un gigantesco abrigo situado en la margen izquierda del río Escalona,
afluente del Júcar, en el cual desemboca después de recorrer la Sierra de
Enguera con el nombre de Río Grande y ta jar transversalmente la ali neaci6n
montañosa que sirve a aquél de cauce Por su margen derecha. El paraje,
ubicado en el término municipal de Navarrés, se conoce con el nombre de
Boquera del Escalona.
El interior del abrigo, desprovisto de cualquier sedimentación y utilizado
como aprisco, es de poca profundidad, de tal manera que está sometido a
iluminación intensa durante todo el día. En su parte izquierda posee dos
superficies rocosas de naturaleza caliza, pr6ximas y a diferente altura, muy
lisas y resbaladizas, abrillantadas por el roce, donde se encuentran las incisiones fusiformes, más numerosas en la parte superior.
Ya que el interior está desprovisto de cualquier sedimentaci6n, nuestras
exploraciones se dirigieron a la" ladera inmediata, que en inclinada pendiente
[page-n-216]
212
J . APARICIO
desciende hasta la m isma orilla del rio, encontrando por toda ella gran cant idad de silex, que pasan del millar y entre los que destacan :
M icrorraspadores.
Dorsos reba jados.
Hojas y hojitas.
Núcleos.
b)
NORTE DE AFRICA
I.-KEF·EL-BAROUD (Den SlImane. Marruecos)
l os grabados de Kef-el·Baroud (fig. 39) se encuentran en sendas su per-
ficies subhorizontales, uno de ellos al amparo de un saliente rocoso, y ambos
a 40 y 100 m" respectivamente, de la gruta principal del sitio, cavidad cuya
excavación ha proporcionado materiales encuadrables desde un EneoHt ico
antiguo hasta la Edad del Hierro.
Hay d iversos grabados fusiformes en ambos lugares, en uno de ellos
con la superficie previamente pul ida y con trazos de sección en V tan abierta
como prof unda JJII,
l.--GRVTA DE BtR GRAN (TrlpolItam.. Ubla)
Aunque excede de los límites geográficos a que nos hemos circunscrito
hay q ue señalar la not icia dada por G. Mann ino llO acerca del hallazgo de
trazos lineales en este lugar, trazos q ue indica similares a los d e la Grotta
de i Punlal i en el Riparo Armetta ¡ semejanzas q ue también establece Graziosi
con los del Romito lll, tomando ambos tos datos de U. Paradisi w .
(329) WAI U,Y, ALAlN DE: «l.e s ite du Kef.eI·Baroud (réajon de Ben SUmane) •. BuUetin
d 'An:ht:o]ogie Marocaine, t. IX, págs. ]9-102. Rabat, 1971.
(]30) MANNINO, G,: .Scoperle e scavi preistorid in I talia durante il 196-'-. Rivis ta di
Sclcnze Prcistoriche, v. XIX, págs, 302-303. Firenze, 1964.
(331) GRAZIOSI, P.: . Signes linéaires grav~ dans l'abrl du Romito (Catabre) •. Miscelánea en Homenaje al Abate H. BreuU (ISn.I96I), t. 1, págs. 457-466. Barcelona, 1964.
Vid . opus til. supra, pág. 301.
(332) PARADISI , U,: .. Le incisioni rupestri di Bir Ghan rrripolita nla) •. Annall del1'IsU·
lulO Orientale di Napoli. Nuova Serie, v. XI, págs. 1-10. 1963.
Ponemos de manifies to nues tras dudas acerca de la similitud de estos crabados con los
FUSI.FORMES nuestros, ya que la calificación de .¡¡rabados capsienscs. que se les da
asf IlO3 lo haoe sospechar, toda ve:t que este tipo de rrabados ofn:oen notables diferencias
con aq~Uos.
[page-n-217]
EL Ml!SOUTIOO E.'I VALBNCI A
e)
2Il
ITALIA
I..-BALZI ROSSI (CrlrnaldJ. Uprla Italiana)
Circunstancias forfuitas han conducido, en los últimos años W al descubri·
miento de numerosos grabados de tipo fusiforme en los siguientes Jugares:
Grotta del Caviglione, Fessura Mocchi a, Grotta d i Florestano, en un abrigo
al E. del Riparo Mocchi y en un pequeño n icho al lado contrario (W. ). Grotta
de; Fanciulli, Riparo l orenzi y Bombrini, de los que se han estudiado los
siguientes :
GroHa del Fanclulli.--Contiene unos 20 signos en la pared W .
Grotta di Floreltano.--los signos lineales están a la altura del suelo actual
por haberse rellenado con sed imentos del Riparo Mocchi.
Pequeño nlc.ho.-Contiene unos 30 signos irregulares parcial mente cubierlOS de concreciones.
Pequeño abrigo.-Mide 2'SO m. de alto, 0'60 m. de ancho y 2'50 m. de
largo, siendo el que contiene mayor nú mero de signos.
Grotta del Caviglione.--Contiene algunos centenares de signos y un
équido.
Con respecto a las característ icas generales de los grabados incisos en
Barzi ROssi se indica que ros signos están grabados tenuemente o con incisión
pro~unda entre 1 6 2 cm. y su criterio de asociaci6n va unido a la geomorfologia de la pared, siendo el mot ivo dominante la f isura orlada de trazos
paralelos o algo divergentes. El équido está grabado finamente y cortado
verticalmente por 4 trazas profundos paralelos y espaciados.
Cronológicamente los han situado en la "primera parte del ciclo evolutivo
del arle paleolftico, abstracción en el origen con tendencia gradual al realismo" ; adscribiéndolos al "Auriñaco-grave'iense en sentido amplio"~.
(333) CRAZIOSI , P.: _GH scavi dcll'Isti lUto Italiano di Paleontologia Umana al Ballj
Rossi •. Rivista Ingauna e Inlemclia. v. 14, págs. 129-140. Bordighera, 1939,
BARRAL, L et SIMONE, S.: .Découvcrte de gravurcs rupes trcS pa.léollthiques alU
Rachers Rou gC$ •. Archcologia, núm. 44, pág. 87. Pans, 1972.
RI POLL PERELLO, E.: .Grabados paleolíticos en Balzi Rossi (Liguria)., Ampurias,
t. XXXI.xxxn, p:jas. 231..232, Barcelona, 1969·70.
VICINO. G. et SIMONE, S.: _Les gravures rupestres paléolilhiques des Bah;; Ros$i
(Grimaldi. Lilluric italicnne).. Préhis toirc Ari~geoise, t. XXVII, pág, 39. Tarascon-sur·
Ariege, 1972.
VICINO, G,: .Scoperta di indsioni rupes tri paleoJitichc ai Bab.i RO:iSi• • Rivlsta Studi
Uguri, XXXV IIl, núm. 1, págs. 5-26. Bordighera, 1m.
VICINO, G.: .rnci5ioni rupcstri paleolitiche a.l Balzi Rossi •. Rivisla Ingauna e Inlemelia,
anno XXV I , nUms, 1-4, p:igs. SI-56. Bordighern, 1973.
(334) Vid. nora an lenor última cita.
[page-n-218]
•
FIl• • ..-laddoDet Npalra fuIltormes: 1, Buco dd1a Sabbla di Ctvlhote (Como. Italia).
Z, Kef-d·Baroud (Manuec:o.). Amtto., calco -obre lotoar-fla.
[page-n-219]
EL
J.lE:SOLlnco
EN V.uJ!NCIA
215
los consideran similares a los del Ramito, Romanelli, Racchio, Buco della
Sabbia d i Civitate.
2......BUCO DELLA SABe.IA DI CIVITATE (Corno. LombanlP)
Es una pequeña cavidad en las prox imidades de linate. Orientada al S-E
aprovecha una grieta vertical de la formaci6n caliza de la ladera meridional
del Monte Cornizzólo y a sus pies se extiende la amplísima panorámica de
la cubeta lacustre de la Brianza nor-oriental. Cerca se encuentra un lugar de
fácil aguada.
las incisiones, que se encontraron en varios puntos del interior, aunque
especialmente en una pequeña oquedad de dificil acceso, parecen corresponder a un sólo ciclo cronol6gico-cultural según el A. m, de acuerdo con
su uniformidad estiHstico-tecnol6gica. Forman un conjunto de lineas muy
sutifes, próximas y normalmente paralelas entre si o ligeramente convergentes, en posici6n vertical y en lugar oscuro (fig. 39).
En la pequeña oquedad hay motivos ajedrezados, cuadrangulares, en y o
en forma de tridente, asl como grupos de tres incisiones paralelas o incurvadas. También se ha distinguido lo que el autor llama mezzi nodi gordiani,
constituido por un entrelazado de dos lineas paralelas, y un motivo antropomorfo en la oquedad.
la mayor parte de las inCISiones, salvo un pequeño conjunto sobre una
formación calcárea firme, se encuentran sobre la pared caliza que por efecto
de la humedad se halla fuertemente alterada y en estado pastoso, presenta ndo aquéllas una incisi6n muy sutil y superficial por lo q ue se descart6 el
empleo de útiles de cobre o bronce, admitiéndose el burilo la hojita de silex.
Para el A. la presencia de elementos gráficos formales e informales hace
creer en una manifestaci6n mágico-religiosa, en las que los segundos tenderían a la preparación mágica del ambiente, 10 cual es un fenómeno propio
del área "franco-ibérica".
Cronologla.-los únicos restos arqueológicos encontrados en su interior
corresponden a un enterramiento neo-eneolhico y el A estudia su posición
altimétrica con respecto a los grabados para ind icar q ue éstos se debieron
ejecutar antes que la pérdida de aquéllos, sirviendo por lo tanfo de térm ino
(335) CORNAGGIA CASTIGUONI, o.: .t.e incisionl parletali del Buco deUa Sabbla
di Civitate (Como) •. Ani VII Riunionc Sdcntifique Istituto IIn!iano Preistoria e ProlO$toria, págs. 45-57. Firenze, 1963.
[page-n-220]
216
J. APARICIO
"ante quem", ya que considera que las representaciones de bsta época son
siempre figurativas y están a plena luz, al contrario que aquéllas siempre
en lugares recónditos y oscuros, por lo cual los atribuye al hombre del Pa leoIItico Superior y los pone en relación con los de Romane!!i.
Para el Prof. Graziosi estas incisiones son simi lares a las descubiertas por
el Dr. Mann ino en la Montagnola de S. Rosalla (Palermo).
3.-PIANVALLE (Como. LombanUII;
Sobre roca de arenisca se ha señalado la existencia de grabados varios,
entre los cuales de claro tipo FUSIFORME 116•
• .-ABRlGO DEL ROMlTO (Papa. ldero. ColelWl. Calabria)
En esta cavidad han sido localizados dos grandes bloques con signos
lineales, uno de ellos tiene dos bóvidos grabados en relación con varias
incisiones y el segundo está materialmente lleno de ellos. Ambos se encontraron enterrados por la sedimentación arqueológica m.
l as incisiones son simples trazos lineales, cercanos los unos a los otros y
recubriendo extensamente la superficie del segundo bloque ; aparentemente
están sin orden, superponiéndose, cruzándose; el trazo es profundo y de
,;ección triangular o en V, genera lmente en posición ,paralela o convergente.
Sobre su significado Graziosi les supone una intención muy definida y
un fin particular, aunque no figurativo, quizá con un valor por si mismos o
bien un significado puramente simbólico y abstracto.
Sobre su cronología destaca que en el primer bloque la figura del gran
bóvido es posterior a algunos signos lineales que existen en el mismo y que
aquél atraviesa, aunque el pequeño bóvido sería contemporáneo y también
anterior al otro. El depósito arqueológico que recubría el segundo bloque
contenla industrias clasificadas como pertenecientes al Paleolítico Superior.
5_RIPARO DELLA SPERLINGA DI S. BASILIO (Novara dJ Slctlla)
Es un abrigo rocoso que se abre en un acant ilado a mitad del monte de
S. Basilio, cerca de Novara (Sicilia), estando orientado al E. En la pared al N.
(336) R ICeI, F.: _Nota su PianvaUe_. Rivista Archeologica ddl 'andca provincia e diocesi
di Como. Fascicolo núms. 156-157, anni 1974-75, pállS. 73-94. Como, 1976.
(3m GRAZ IOSI, P.: .Nuove incisioni rupestri di ti po paleolilico in Calabria _. Rivisla
di Sc.ienze Preistoriche, XVII, págs. 139-145. Firenze, 1962..
GRAZIOSI, P.: .. D6;ouverte d e If1lvure$ rupest res de Iype pal&llithique dans l'abri du
Romito (lIa1ia)_. L'Anthropologie, t. 66, nÚIDs. J.4, pá¡s. 262-.26/1. Pans, 1962.
Vid. opus cit. nOla 331.
[page-n-221]
a..
MESOUTlCO eN VAUNCIA
217
del abrigo se descubrieron incisiones verticales o ligeramente oblicuas de
diversa profundidad.
Se han considerado pertenecientes a l Pa leolítico Superior o al EpipaleolItico. ya que estaban ocultas y cub iertas por nive les Neollticos con cerá mica
card iar, debajo de los cuales se excavó un n ivel con materia les epipaleolíticos
que no tapaba los grabados.
Fueron estudiados por G. Mannino, qUien los pone en relaci6n con los
otros hallados en Sicilia 1)1.
6.-MONTAGNOLA DE S. ROSALlA (palenno. SIcUIa)
Está situada a 5 Km. del centro de PaJermo y es de naturaleza calcárea .
Se abre n en elle unas 10 grutas de origen marino, de las cuales solamente
cuatro tienen incisiones rupestres y están situadas en su vertiente merid iona l.
Unicamente tiene nombre una de e llas, la de S. Rosa lla y las otras se situan
en relación con ella lJ9 (fig. 40) .
1.-Grufa de S. Rosalía.--Es una amplia cámara d e 53 m. d e larga, 10 m.
de ancha y entre 5 y 7 de alta . El piso es de roca y en muchos puntos hay
una gran capa estalagmltica . Contiene siete grupos de incisiones, 2 en el
pavimento rocoso, a la izquierda y a la derecha de la entrada, los otros 5 inmediatamente d espués d el muro de ingreso. El número total de incisiones es
de 120 y están a plena luz.
2.-la segunda gruta está a 20 m. a la izquierda de la anterior. Contiene
dos grupos de incisiones, uno a la derecha, a unos dos metros d el suelo y el
otro a l 'SO m. a la derecha y también a dos metros del suelo. Ambos comprenden 17 incisiones y también están a p lena luz.
3.-la tercera d ista 50 6 60 m. de la anterior. Es una cavidad pequeña
con las incisiones a plena luz.
(338) MANN INO, G.: . NuO\·c incisioni ru~ 1n In una grotta de Pino Mul etta •. Ras·
scgna Speleolo¡iea Italiana , num o 4. Como, 1900.
MANNTNO, G.: .Nuo\·e ineisioni rupcs lri scoperle in Sicili... Gi&1io di Rocc:ia, núm. 16.
PaJenno, 1962.
MANN INO, G.: .Nuovc: incisioni rupeslri scopc:rte in Sicllia_. Rivisla Scicnu Preis-
lanche, XVII,
~8S.
147-159. Firenu, 1962.
CAVALlER, M .: 011 riparo dell. Sperlinga di S. Basilio (Novara di Sicllia) •. Bullettino
di Paletnologla Itaü.:tna. Nuova Serie. XXII, v. 80, págs. 7~. Ro ma, 1971.
(339) Vid. opus cit. supra.
21
[page-n-222]
218
J . "PAlu e l O
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(Palenno). 3, Grulla RIIcchlo (S. Vilo lo c.pO). (Serón G. MannIno).
[page-n-223]
EL
WESQunoo
EN VAlENCIA
219
4. -la cuarta, situada a unos 20 m. a la izquierda de la anterior, dista
cerca de un centenar de metros de la primera. Es la más pequeña del grupo y
tiene 76 incisiones a plena luz.
5.-se han encontrado también cuatro grupos de incisiones en las proximidades de la gruta de S. Rosalla, en la pared rocosa exterior, con un número total de 40.
Suman todas las incisiones de este conjunto la cifra de 266 y no se reproduce figura alguna. Son lineas simples, verticales y rectas (a lguna vez sinuosas ) y con dimensiones entre 4 y 43 crns. Como características de la incisi6n
se citan: surco uniforme, neto, profundo y de secci6n triangular ; la anchura
del surco suele superar el cm, Unicamente en la 4 e.xiste la figura de un
cérvido, N inguna cont iene yacimiento arqueológico,
1.-GRUTAS DE LA ISOLlDA (S. Vilo lo Capo. SIcUla)
Constituyen un conjunto de cinco grutas, de las cuales únicamente tres
t ienen incisiones y se abren en un acantilado calcáreo miocénico)lO.
l ,-Es un corredor rectilíneo de una docena de metros con piso rocoso.
Es de difícil acceso por encontrarse a 5 6 6 m. de altura su boca de entrada.
Tiene una docena de incisiones sobre la pared izqu ierda.
2.-También es de difici l acceso, pues está la boca a una altura de unos
5 m. Contiene cerca de un centenar de incisiones.
3.-Es la denominada GROTTA RACCHIO, que consta de dos partes distintas, el vestíbulo, de unos 10 m. de ancho por 5 m. de profundidad, situado
a plena luz, y una sala interna.
Sus incisiones forman cuatro grupos, dos de ellos situados a derecha e
izquierda, respectivamente, del vano de ingreso, constando de 50 unidades
uno y de 14 el otro. Son líneas rectas, verticales u oblicuas, de unos 16 mm.
de longitud, con surco uniforme, profundo y de sección triangular, solamente
unas pocas tienen el surco muy superficial (fig, 40),
Un tercer grupo lo forman incisiones de surco muy superficial con d iseño
confuso y algunas, sobrepuestas a éstas, forman una figura pectiniforme,
teniendo otras aspecto similar. Están situadas a unos 3 m. de las de la
entrada.
(340) l bidem.
[page-n-224]
220
J. APARICIO
El cuarto grupo está al inicio de la sala interior y tiene representados
dos ciervos cuyos paralelos y semejanzas se encuentran, especialmente. con
los de las islas de levanzo )fl.
Con respecto al significado del conjunto de la ISOllDA G. Mannino l4:
sUJX>ne que puedan representar azagayas o b ien ser símbolos puestos a la
entrada para impedir el ingreso de espíritus mal ignos B la gruta.
Con respecto a su cronología no se pronuncia, aunque destaca el que
siempre se encuentren, en posible relación con ellos, industrias de f inales de l
PaleoHtico Superior y principios del Mesolitico y a tal fin señala que Vaufrey
encontr6 y excavó en la sala inferior de la Grotta Racchio una sedimentación
arqueológica que le proporcionó un conjunto industrial similar al d e MangiBpane, formado por 49 puntas de dorso rebajado, 51 raspadores, 3 buriles
late rales, 3 escotaduras, 1 raspador con escotadura, 1 punz6n, 35 hojas y
iaseas diversas; 1 punz6n de hueso. Ninguna cerámica. lo cual indic6 que
debía ser considerado como Paleolítico final MJ.
a..-cROTTA DE MASTRICCHIA (Capael. Palermo.
S~)
Señálase q ue en la pared izquierda de la cavidad existen grabados tenues,
similares a ciertos grabados de la Grotta Racchi o .M4.
9.-GROTTA DEI PUNTALI (Rlparo Anndta 1, n. 111. Carlnl. hIenao. SkIUa)
Contiene unas 200 incisiones lineales y numerosas cúpulas, todas en lugar
perfectamente iluminado. Algunas de las incisiones se relacionan con las de
Bir Ghan citadas en este trabajo JoU.
tO..-GRonA DEUA . ZA MINICA_ (Torreta. Numo. Sk:Wa)
Contiene numerosas incisiones linea les a la derecha de la entrada y como
dato interesantlsimo recubiertas por un depósito del Paleolltico Superior~.
(341) Vid. opus eil. notas 318 y 319, y adem:1s:
GRAZIOS I, P.: .Nuovi ¡ raffiti parietali della Grolta di Levanzo •. Rlvlsta di Sclenze
Preis toriehe. v. VIII. 34. págs. 12l-137. Firenze, 19S3.
GRAZIOSI , P.: .Pietra graffila paleolitica e ciltoli dip in tl della Grolta di Lcvanzo
(Epdi) •. Rivista di Scienze Preistoriehe. v. IX, págs. 79.as. Firenze, 1954.
(342) Vid. opus cit . no ta 338.
(341) VAUFREY. R.: .Le Paléoli thique ltauen_. Archives de l'Institut de PaléontoJogie
H umaine, mémoi re nUmo 1, págs. 149-150. París, 192B.
(344) Vid. opus ci t . nota 330.
(345) Ibldem.
(346) Ibldem.
LEONARDI. P.: «l...c$ inc:isions pl'é-Ieptolit iques du Riparo Ta¡liente (Vl!!rone) et de
Terra Amata (Nice) en relalion au problbne de la naissence de ¡'Art.. Altl della Acca·
demia Nal:ionale dei Lineei. Memorie, serie VIII, v. XIII, 3, págs. 350104. Roma, 1976.
Se representan grabados fusifomle$ de esta cavidad y dc Balzi Rossi, <:ampar1ndolos
con divcrsos y hctcrogl!!neos grabados procedentes de yacimientos italianos.
[page-n-225]
EL ldESOUlICO EN VALENCIA
221
II....-NICCHIO Al. N. DELIA .ZA MINICA.
Está ubicado a unos 150 m. al N. de la anterior. Se han encontrado unas
100 incisiones lineales y una pequeña figura de ciervo, así como dos f iguras
pintadas en negro sobre ellas lCl .
I2.-GROTTA DEI VITELLI (Trllpanl. SlcUla)
Se ha señalado la existencia de unas 20 incisiones de tipo fusiforme 541 .
U.-GROTrICINA DE S. CIR.O (Tnpa.nl)
lo único que sabemos es que se han hallado incisiones del tipo que
estudiamos MIl.
14.-GROTTA MICELI y ROCCA RUMENA (TrapanJ)
En la primera se ha indicado la existencia de unas 50 incisiones y en la
segunda diversos grupos de ellas lSO.
CARACTERISTICAS
las características particulares que presentan los grabados descritos son
las siguientes:
los de Kef-el-Baroud son de secci6n en V.
En Balzi Rossi la incisi6n es tenue o profunda entre 1 62 cm.
El Buco della Sabbia di Civitate presenta líneas sutiles, pr6ximas, paralelas o convergentes, en posici6n vertical y en lugar oscuro. Predominan las
incisiones fusiformes, aunque hay otros motivos en menor número (ajedrezados, cuadrangulares, en Y o en tridente).
En el Riparo della $perlinga di S. Basil io las incisiones son verticales o un
poco oblicuas y la profundidad variable.
las del Ramito son profundas, de secci6n triangular o en V y en posici6n
paralela o convergente, aparentemente sin orden.
las 266 incisiones de la Montagnola de S. Rosalla son simples, verticales
y normalmente rectas, de surco uniforme, profundo y de secci6n triangular,
(347) Vid. opw dI. nola JlO.
(348) I bldcm.
(349) I bldcm.
(JSO) Ibldem.
[page-n-226]
222
J.
APARI C I O
sobrepasando. normalmente, el cm. de anchura. Solamente hay representado
un cérvido en la número 4. Todas están a plena luz y algunas a derecha e
izquierda del vano de entrada.
las de la Gratta Racch io están a plena luz y son rectas, verticales u ob licuas,
de unos 16 cm. de long itud; surco uniforme, profundo y de sección triang u la~. También contiene dos ciervos y varias incisiones superficiales.
En la Cova de les Rafes Penaes son rectas o ligeramente oblicuas, vert i·
cales, pa ra lelas o algo convergentes, de surco profundo. A p lena luz.
las de la Penya Rafja t ienen profunda la incisiÓn y son, como las anteriores, recIas o ligeramente oblicuas, verticales, paralelas o convergentes en
series de dos, tres o más unidades. A plena luz.
En Mossen Ricardo presenta n sección triangular y en posici6n vertical
algo oblicua, en series, también, de dos, tres o más unidades aunque hay
algunos q ue se entrecruzan. Sobre superficie abrillantada. A p lena luz.
la superficie de la Cueva del Barbero también se presenla pu lida y
abrillantada, sometida a inlensa iluminación. l as incisiones son rectas, profundas, convergentes y en grupos de dos, tres o más unidades.
De acuerdo con lo anterior se pueden establecer como caracteríslicas más
generalizadas las sig uientes :
1.°-Situaci6 n a p lena luz.
2.°-5urco profundo, normalmente con sección en V.
3.0-Posici6n predominante la vertical o ligeramente oblicua, salvo cuando
se han e jecutado sobre bóveda o p iso.
4 .0_Anchos en la parte media y progresivamente estrecha.d os hasta los
ápices, de ah! e l calificativo de FUSIFORMES.
S IGNI FICADO
Sobre lo que signifiquen, sobre el móvil que impulsó al hombre prehis.
16rico a su representaci6n es muy d ifícil pronunciarse. No descarlamos totalmente la posibi lidad de un sentido artístico, puesto que en arte mob iliar hay
representaciones puramente linea les, geométricas V por lo tanto esquematismos V abstracciones en yacimientos pa leolít icos y mesolít icos, e incluso hoy
[page-n-227]
mismo existen estilos y gustos que van en este sentido: sin embargo, es
dificil aceptar una fina lidad puramente estética.
l os del Bucco de lla Sabbia di Civitate han sido interpretados con final idad
mágico-reHgiosa, tendiendo a la preparación mágica del ambiente.
A los del Ramito, Graziosi les supone una finalidad no figurativa, con un
posible significado por sr mismos o puramente simb6lico y abstracto.
Para explicar el signi ficado de las incisiones de las grutas de la lsolida,
G. Mannino ha supuesto que puedan representar azagayas o bien a modo de
slmbolos a la entrada para impedir el ingreso de espíritus malignos.
Vemos, pues, que se les ha dado ya todas las interpretaciones posibles,
desde la pura utilidad práct ica a un sentido mágico, si mbólico, abstracto y
religioso, sin descartar la posible finalidad estética. Desgraciadamente d e ahí
es imposible pasar y todas las interpretaciones, por subjetivas, son veroslmiles y viables.
Para nosotros su verdadero interés se centra en el hecho de su difusión
p:;>r la cuenca del Mediterráneo occidental, y a nivel de interpretación g lobal
respondiendo a una disposición espiritual similar.
CRONOWGIA
Existen fundadas esperanzas de poder situar, con bastante aprOXimación,
la época de los mismos, en unos casos p:;>r similitud con plaquetas grabadas
con la misma temát ica, en otros por encontrarse en grandes bloques pétreos
desprendidos de la b6veda y enterrados por sedimentos arqueológicos posteriores, y en un tercer caso por existir en la cavidad o en sus proximidades
yacimiento arqueológico de posible relación.
l os de Balzi Rossi han sido considerad os como pertenecientes al ciclo
Auriñaco-gravetiense en sentido amplio.
Teniendo en cuenta la existencia de materiales neo-eneolíticos en e l Buceo
della Sabbia di Civitate, los grabados han sido considerados del Paleolít ico
Superior.
la existencia de n iveles con cerámica cardial cubriendo los grabados y otro
mesolítico sin taparlos ha permitido indicar el Paleolitico Superior o el Epipaleolitico como la época de su ejecUCión en el Riparo delta Sperlinga di
S. Basilio.
[page-n-228]
".
~.
APARICIO
En el Ramito se consideran contemporáneos de un pequeño b6vido y
anteriores al grande q ue tos cruza. la industria del depósito que los recubría
pertenece al Paleolítico Superior.
El conjunto arqueológico recogido en la Grotta Racchio V compuesto por
49 puntas de d orso reba jado, 51 raspadores, 3 buriles laterales, 3 escotaduras.
1 raspador con escotadura, 1 perforador, 35 hojas y lascas entre el silex, ha
sido considerado como Pa feoHt ico f inal.
Las sedimentaciones de la "Za M inica" también se encontraron recubierfa s por sedimentaciones del Paleolítico Superior.
El yaci miento de Rafes Penaes contiene materia les d esde el Solutrense
hasta el Neolítico antiguo (cardial).
la Penya Rafja de R6tova ya ha sido descrita sabiendo que la gran masa
sedimentaria corresponde al Musteriense V en la superficial hay ind icios A uriñacienses V del Mesolítico 1.
l os materiales arqueológicos recog idos en la puerta de la Cueva del Barbero los hemos adscrito al Mesolitico 1, consistiendo en: m icrorraspadores,
dorsos rebajados, hojas, hojitas y núcleos.
Nosotros, de acuerdo con las caracteristicas d escritas V la tendencia de
las fechas aplicadas, opinamos que el conjunto de los grabados par ietales
f usiformes pertenecen al mismo ciclo cronol6gico-cultural, correspondiente,
de acuerdo con las característ icas del Paleolltico italiano, al f inal del Paleolítico Superior continental, equivalente al M esoHtico I marltimo de los países
r ibereños d el Mediterráneo occidental.
B)
EL ARTE RUPESTRE LEVANTINO
El año 1903 se puede afirmar que corresponde al del "nacimiento" d el
Arte Rupestre l evantino, V a Juan Cabré Aguil6 se le debe considerar como
su legit imo descubridor al hallar las pinturas de Calapafá en la provincia de
TerueL Juan Cabré no solamente las vi6 o descubri6 sino q ue, percatándose
de su manif iesta importancia, las d io a conocer y d ivu lg6 extensamente, dedicándose met6dica y sistemáticamente al estud io del Arte Rupestre, y en 1915
publicaba la primera visi6n de conjunto sobre el m ismo en la obra "El arte
rupestre en España", con la cual se iniciaba una nueva etapa fecunda e importantísima por la cantidad de hallazgos dedicados al tema » 1.
(351) CABRE AGUlLO, J.: . EI arte rupest.T"e en Espa~a •. Comisión de Inve5tipcioncs
Pa.leonloló¡icas y Prehistóricas. Memoria núm. 1. Madrid, 1915.
[page-n-229]
EL MESOUTICO EN VAl..E!'CIA
m
Aún cuando los primeros hallazgos no se realizaron en tierras de nuestra
región, sino en zonas circundantes a la misma como lérida y Teruel lSl, A lba·
cete (Alpera y Minateda) lSJ y Murcia (Monte Arabí en Veda) JS4, y solamente
a partir de 191 2 se d io a conocer el primer abrigo con pinturas, el de Torto·
sillas en Ayora m, pronto comenzaron a aparecer los grandes con juntos y
en 1917 se daban a la publicidad los de Morella la Vella »6, en 1917 y 1919
la Val1torta (CasteI!6n) 151, en 1924 la Araña (Bicorp. Valencia) 151, en 1935
la Gasulla W y durante los años sucesivos los de Dos Aguas lIO, Alcoy JII I, etc..
10 cual puso de manifiesto como la zona central de la vertiente med iterránea
de la Pen[nsula Ibérica era la zona nuclear del Arte Rupestre l evantino y que
en nuestra Región, especialmente en las provincias de Castellón V Valencia.
se encontraban los principales y más importantes conjuntos.
A principios de la última década la impresión general era que no se podía
ir más lejos y que la mayor parte o quizá la totalidad estaba ya descubierto.
sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario y los últimos y sensa·
cionales hallazgos en Bicorp, Navarrés y Quesa en Valencia l6l. Ayna y Nerpio
(3S2) BREUlL. H. y CARTAILHAC. E.; _NouvelJ es cavernes a pcintures décou\'crles
dans I'Angon, la Catalogne el les Cantabres •. L'Anthropologie, págs. 371-73. Parrs. 1908.
CABRE, J. y VIDIEll.A; _Las pinturas rupestres del ténnino de Cretas •. Bolelln de
Historia y Goograffa del Bajo AragÓn. 1\107.
(353) BREUlL. H., SERRANO GOMEZ, P. y CABRE AGUU.o, J .: .Les pci nlOrcs rupestres d 'Espagne. IV.- l.es abris del Bosque a Alpera (Albaoete)•. L'Anthropologit:, XXIlI,
págs. S:z9.S62. Parfs, 1912.
BREUJL, H.: _Les pcintures rupe.stres de la Peninsule l berique. XI.-Les roc.ht'$ peintes
de M..inateda (Albacele)•. L'Anthropologie XXX, págs. I·SO. Parls, 1920.
(354) ZUAZO PALACIOS, L .Villa de Montealegre y su Cerro de los Santos •. Pá¡. VII .
Madrid, 1915.
(35S) Vid. OPUS cll. nota JSJ, primera eila.
(356) HERNANDEZ PACHECO, E.: .ExeursiÓn de investigación Prehis tórica a Morell:u.
Bolelln de la Real Sociedad Española de Historia Natural, XVIII. Madrid, 1917.
(3S7) DEL ARCO, L : _Descubrimiento de pinturas rupestres en el balTllnco de la
Valltorta (CasteIlÓn) •. BoletEn de la Real Academia de la Historia, t . LXXXI, pá¡. S.
Madrid, 1917.
OBERMAIER, H . Y WERNERT, P.: _Las pinturas rupestres del Barranco de V.lllorla
(Cas tellón) •. Comisión de Inves tigaciones PaleontolÓgicas y Prehl$tÓrieas. Memoria num o 23.
Madrid, 1919.
(358) HERNANDEZ PACHECO, E.: .Las pinturas prehistóricas de las Cuevas de la
Araña (Valencia). EvoluciÓn del arte rupestre en España.. Combión de ¡n"estipclones
Prehistóricas y Protohistóricas, memoria numo 34. Madrid, 1924.
(359) PORCAR, J .• OBERMAIER, H. y BREUIL, H.: _Exeavaciones en la Cueva Remigia
(Castellón) •. Memorias de la Junta Superior de Excavaciones, num o 136. Madrid, 1935.
(360) JORDA CERDA, P. Y ALCACER, J .: _Las pinturas rupestres de Dos AilIaS (Valen·
cia) •. Serie Trabajos Varios del S.I.P., núm. IS. Valencia, 1951.
(361) REY PASTOR. A.: .Jijona (Alicante). Cuevas de la Saraa •. Noticiario Arqueológico Hispánico, 1, I-J, pág. 25. Madrid, 1952.
(362) APARICIO PEREZ, J .: _Yacimientos e invcstigaciones arqueológicas en la Comarca
enillerina (Valencia. Espal\a). 2.-Nuevos abrigos con pinturas rupestrt5 en Navun!s,
Ouesa y Bicorp•. Enguera, número extraordinario. Enguera, 1m.
APARICIO PEREZ, J .: _Nuevas pinturas rupestres en la provincia de Valencia •. XV Con·
greso Nacional de Arqueología (Lugo. 1977), págs. 399-403. Zaragoza, 1979.
29
[page-n-230]
22.
J. APARICI O
en A tbacete ltl, asl como otros muchos 36f, son claros indicios de que todavía
no está dicha la última pa labra y que en el f uturo nuevas e importantes sor-
presas se han de producir, lo cual resulta perfectamente comprensible para
los que "a golpes d e a lpargata" recorremos nuestras serranías y nos apercibimos de los cientos y cientos de kilómetros (no asuste la cifra) de abrigos
rupestres todavía por visitar y explorar, debido a 'o intrincado y abrupto de
los para jes donde se encuentran, perfectamente familiares para nuestros antepasados, que nos d ejaron en ellos muestras d e una sorprendente sensibilidad
artística y espiritual.
CRONOWGIA
Desde el primer momento un único aspecto, en relaci6n con este arte.
fue el q ue levant6 acaloradas polémicas y que suscitó enconadas controversias, incluso de tipo personal, entre los investigadores, el re lativo a la cronologia q ue se le debía dar, puesto que al no contar con las facilidades otorgadas por un yacimiento como e l Parpall6 .para su predecesor, la cuestión
se presentaba extremadamente ardua. Dos puntos de vista diametra lmente
opuestos polarizaron los esfuerzos, uno de ellos defendía la tesis de la edad
paleolltica de las pinturas levantinas, el otro su dataci6n postpa leolltica, concretamente mesolítica. Pa ladines de la primera postura fueron Breu il ." Obermaier .... y Bosch Gimpera )67, tres grandes maestros indudablemente, por lo
que parecía que la cuesti6n, quizá por e l principio d e autoridad, iba a quedar
taniada, sin embargo no fue así, la firme oposición d e Cabré" y Eduardo
(363) Vid. opus cit. nOla 382.
SANTOS, SAMUEL DE LOS y ZORNOZA. B.: .. Nuevas aportaciones al estudio de la
pin tura rupestre levantina en [a zona de Nerpio (A1baccte)_. XII I Congreso Nacional de
Arqucolo¡¡la (Huelva, 1973), pág. 203-218. Zaragoza, 1975.
VI RAS, R. e t ALONSO, A.: .. L'abri de Los Toros, Las Bojadillas. Nerpio (Albacete) •.
P~histoire Ar iégcoi.sc. t. XXXIII , págs. 95-114. Tarascon-sur-Ariegc, 1978.
(364) DAMS, LYA & MARCEL: d ...es nouvcaux sites .!I. pt:lntuI'C$ rupestres du Levant
Espagnol dans les provinces d 'Albacele el de Murcia_. Bullet!n Soeiet6 Royal e Beige d'An·
thropologie & Pr6histoire, 81, págs. 29·38. BruxeUcs. 1970.
BBLTRAN MARTINBZ, A.: _Arte rupestre levant ino (Adiciones, 1968-1978). Monogr3f1as
del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Univers idad de Zaragoza, núm. 21.
ZaragO'l:a. 1979. Publicado también en CAESARAUGUSTA, nums. 41-48, págs. 5-38. Zara·
goza, 1979.
(365) BRBUlL, H .: _L'Ase des cavemcs et roehes orntes de Franee et d'Espagne_. Revue
Arch60logique, XIX , pág. 21S. París, 1912.
Vid . opus cit. nota 309.
(366) Vid. opus ch. nota 150.
(367) BOseH GIMPERA. P.: _Tbe Cbronology of Roek Paintin&s in Spain and North
Africa_. The Art Bulleti n, XXXJI. New York, 1950.
BOSCH GIMPERA, P.: d.e problcrne de la chronolo¡¡ie de l'art rupestre de r Est de
I'Bspap:ne el l'Afrique_. Actes du Congres Panafricain de ~histoirc, JI. Argel, 1952.
BOSCH GIMPERA, P.: . La Chronologie de I'Art Rupes lre seminaturaliste el Schéma·
tique de la Péninsule Ibérique_. La Préhisloire, problémes el lendences, págs. 71-75.
París, 1963.
(368) Vid. opus cit. nota 351.
[page-n-231]
EL MESOL ITlCO EN VALENCIA
227
Hernéndez Pacheco l6f a la que se sumaron posteriormente Martínez SantaO lalla mi y A lmagro J71 , aportando argumentaciones sólidas y coherentes de
acuerdo con los datos del momento, no permitieron el progreso y la aceptación de aquellas ideas y poco a poco cayeron en d esuso, imponiéndose la
datación mesol ítica.
Actua lmente la opinión más extendida cont inúa siendo la segunda, manlenida y sustentada por Beltrán m y Ripol ll1l, herederos intelectuales de los
v iejos maestros, mientras que desde hace varios años Jordá Cerdá Jl~ , invest igador alcoyano, ha rad icalizado sus puntos de vista y mantiene una bajlsima
datación, que en fechas recientes ha situado en torno al año mil antes d e
Cristo; por su parte, Fortea Pérez 315, discípulo del anterior e invest igador del
mesolít ico mediterráneo, trata de armonizar las dos tendencias colocándose
en una postura intermedia como veremos.
Pero, hoy, nosotros mismos, encabezamos una nueva corriente en que,
en resu midas cuentas, volvemos a resucitar la teoría sustentada por los viejos
maestros si el estado actual de la investigación fuera el mismo que en su
época, y por lo tanto las fechas que nosotros le aplicarlamos hoy corres(369) Vid. opus cit. nota 358.
HERNANDEZ PACHECO, E.: .,Prehistoria del Solar Hispano_. Págs. 3414-1 y 518053 1.
Madrid, 1959.
(370) MA.RTINEZ SANTA-OI...AUA, J .: _Neues über priihistoricbe Felsmalen!ien aus
Frankreich, Spanien un Morokko_. IPEK, XV·XVI. Berlfn, 1941.
(371) AUdAGRO BASCH, M.: .,[..as pinturas rupestres levantinas_. Madrid, 1954.
ALMAGRO BASeH, M.: .Arte rupestre naturalista del Levante espafiol_. Historia de
España de Menéndez Pidal, t. 1, v. 1, pág. 443.
Ib¡dem en Ars Hispaniae, V. l . Madrid, 1947.
AUdAGRO BASeH, M.: .La cronología del arte levant ino de Espai\a_. VI Con¡rcso
ArqueolÓiico dc:l Sudeste (Alcoy, 1951), págs. 67-80. Car1agena, 1951.
(372) BELTRAN MARTI NEZ, A.: . Ar1e Rupestre Levantino_. Monograffas ArqueolÓgicas del Departamento de Prehis toria y Arqueología de la Universidad de Zara¡:o1:a,
núm . •. Zaragou., 1968.
BELTRAN MARTINEZ, A.: _Acerca de la eronolog¡a de la pintu ra rupestre levantina_o
Symposium ¡ntema tional d 'art préh.istoriQuc. pág. 87. Capo di Ponte, 1970.
BELTRAN MART1NEZ, A.: _El problema de la cronologfa del arte ru pestre esquemático español». e aesarnugusta, 39-40, pág. 5. Zaragoza, 1975-76.
BELTRAN MARTlNEZ, A.: .EI Ar1e Rupestre Levantino •. His toria 16, 11 . lO pág. 91.
,
Madrid, lm .
(373) RIPOLL PERELLO, E.: _Arte rupestre_. 1 Symposiu m de Prehistoria de la Pen¡nsula I~rica, págs. 23..44. Pamplona, 1960.
RI POLL PERELLO, E.: _Para una cronología relativa de las pin turas rupestres del
Leva nte espai\ob. Festschrift fü r Lolhar Zotz, págs .457-465. Donn, 1960.
RlPOLL PERELLO, E.: .Para una cronología relativa del arte levantino espallol •. Vid.
opus cit. nota 296, págs. 167-175.
Vid. opus cit . no ta 312.
RlPOLL PERELLO, E.: _Cuestiones en tomo a la c:ronologfa del arte rupestre postpaleolltico en la Penfnsula l ~riC:¡I». Simposio de Arte Ru pestre (BarceJona, 1966), páginas 16>192. Barcelona, 1968.
RlPOLL PERELLO, E.: _Acerca de los problemas de los orlgenes del ar1e levantino».
Valcamonk:a Symposium, págs. 57 y ss. Capo di Ponte, 1970.
(37.) Vid. opus cit. nota 378.
(375) Vid. opus cit. nota 381.
[page-n-232]
J. APARICIO
ponderían a las que se aplicaban al Paleolítico de entonces y únicamente por
esta circunstancia se podría decir que abogábamos por una dataci6n paleolít ica l'H. En realidad la idea que sustentamos y defendemos, únicamente compartida que sepamos por la investigadora belga lya Dams m, es acorde y
coherente con nuestra estructuraci6n del Mesolítico med iterráneo.
En diversas ocasiones hemos tratado sobre ello, siendo éste un tema
sumamente debatido y embrollado, lo cual creemos que está motivado porque,
fa ltos de rigurosos criterios estratigráficos, queda supeditada la valoraci6n
única y exclusivamente a los propios criterios subjetivos de cada investigador,
de tal manera que, unas veces, se utilizan argumentos estilísticos para establecer sucesiones cronol6gicas; otras, superposiciones más o menos dudosas,
y cuando no análisis pormenorizados de series de útiles, objetos, actitudes,
indumentaria, etc., con el fin de establecer comparaci6n con los proporcionados por la arqueología, asf como la ut ilizaci6n de los datos que proporcionan los hallazgos arqueológicos en sus inmediaciones.
Aunque todos estos métodos son convenientes y su aplicaci6n puede conseguir a largo plazo la soluci6n del problema, el utilizarlos con ideas ya
preconcebidas, la falta de f lexibilidad en su aplicaci6n y el rigor con que se
ejecuta son causas fundamentales que explican su escaso éxito y las opiniones
tan dispares.
y no se crea que el problema de la cronología del arte rupestre levant ino, por manido, debe ser despreciado, sino que es importantísimo y urgente
dedicarse insistentemente a tratar de situarlo correctamente en el tiempo,
buscando los hábitats de la poblaci6n que lo concibi6, ejecut6 y utiliz6, ya
que ofrece una inconmensurable e inagotable masa documental para conocerla, lo cual es algo único que pocas veces se repite y que, junto al estudio
ergol6gico, estructural, ambiental y econ6mico a través de los restos materiales, puede permitirnos estructurar un cuadro completo y veraz de la vida
de nuestros antepasados en un momento determinado de su t rayectoria h ist6rica, fin último y principal al que se d irige la actividad del historiador y
acerca de lo cual tratamos de llamar la atenci6n, no pareciéndonos baldío
(376) APARICIO PEREZ, J .: Vid. opus cit. nola 102, p¡\p. 31067.
DAMS, LYA & MARCEL: "L'ar! rupeslrc Mésolilhlque du Levanl Espagnol_.
Bullelln Sociéle Royale BeIge d'Anthropologie &: Préhisloin::, 80, pá¡s. 87-95. Bruxelles, 1969_
OAMS, LYA &: MARCEL: "PréhiSloric rock.arl of Ihe Spanish Levanh. London
Ncws 6896, págs. 43-49. London, 1973.
DAMS, LYA &: MARCEL: "Spanish rock...art depicting honey-galheriDI during tbe Meso.
lithic_. Nalure 5617, v. 268, págs. 2zs.l3O. London, 1m.
DAMS, LYA: .Be6 and honey-huntmg scenes in lbe Mesolilhic rock·art or Easlem
Spaín_. Bee World 59 (2), págs. 405.53. 1978.
(377)
[page-n-233]
EL IroIBSOLITICO EN V.u.J!NCIA
cualquier intento por conseguirlo, ya que todos ofrecen alternativas y abren
perspectivas que pueden ayudar a las investigaciones posteriores.
No hay problema en cuanto a la dataci6n paleolltica para el arte Hispanoaquitano¡ su hallazgo estratigráfico o cubierto por sedimentos disip6 las
dudas. Sin embargo, el arte naturalista levantino, superada ya una primera
etapa en que se crey6 también paleolítico. como manifestación de la población
peninsular mediterránea capsiense coetánea, fue considerado con cierta una·
nimidad como de época mesolít ica, reservándose el Neollt ico (fig. 41) yel
Bronce para el esquemático, aceptado como de época posterior. Sin embargo,
los estudios últimos de Jordá Cerdá, y de Fortea Pérez en menor grado, han
trastornado este esquema, rebajando considerablemente las fechas y, por lo
tanto, su adscripción cultural, mientras que otros investigadores continúan
aceptando el anterior, con 10 que se produce un desfase de varios milenios.
Para JordA CerdA 311, el problema se reduce, simplemente, a interpretar
los objetos, las figuras y las escenas¡ hecho 10 cual le basta con poner aqué.
Ilos en relación con útiles arqueol6gicos supuestamente parecidos; estudiar
las segundas analizando los elementos que las integran y adscribiéndolas a
la etapa cultural que aquéllos cree que pertenecen, a la par que lo representado puede tener su propio valor cronológico; mientras que las terceras se
ponen en relaci6n con supuestas actividades económicas y sociales prehist6ricas.
la conclusión fina l, el postular un origen dentro del Eneolltico o Bronce I
para el arte rupestre levantino naturalista, con apogeo entre el 1500 y el
700 a. de C.
(J78) JORDA CERDA, F.: _Sobre posibles relaciones del arte levantino Espal'loh•. Mlscelánea en Homenaje al Abate Breuil, t. l. págs. 467-472. Barcelona, 1964; .Los tocados de
plumas en el arte rupestre levantino _. Zephyrus, XXI·XXII, págs. 35-72. Salamanca, 1971 ;
.Bastones de cavar, layas)' arados en el arte rupestre levanlino•. Munlbe, XIII. nums. 2-3,
págs. 241-248. San SebastiAn, 1971; _Sobre la cronolog1a del arte rupestre levantino •.
XXI Congreso Nacional de Arqueología. Jaén. 1971. págs. 8S-1IX). Za ragoUl. 1973; _Formas
de vIda económ1c:a en el Arle Rupesl.re Levantino». Zcphyrus, XXV, págs. 209-223. Salamanca. 1974¡ d.a sociedad en el Arte Rupestre Levantino•. L Aniversario de la fundación
del Laboratorio de Arqucología. 1924-1974. Papcles del Laboratorio de Arqucolollla de Valencia, 11 , pAgs. 159-184. Valencia, 1975; .. Las puntas de flecha en el arle levantino». Crónica
del XIII Congreso Nacional de Arqueologla, Hue/va, 1973, págs. 219·226. Zaragoza, 1975,
.La Pella del Escrito (VilIar dd Humo, Cuenca) )' el cullo al toro». Cuadernos de pre·
historia y ArqllCOlogfa Castellonense, 2, págs. 7-10. Castellón. 1975.
JORDA CERDA. F. Y FORTEA PEREZ, J .: .. El Paleol/tico Superior)' Epipalcolltleo del
Mcdiferráneo Espafiol en d cuadro del Meditcmineo Occidental_. U.I.S.P.P. IX eonsrés.
Colloque JI. Chronolo¡ie et Synchronisme dans la Préhistoi re circum·méditerranéennc,
pág. 1IS. Niu. 1976.
JORDA CERDA, F.: _Historia del Anc Hispánico_. Ed. Alhambra. l , págs. lJJ.I44. Madrid, 1971.
[page-n-234]
J . APAklCIO
[page-n-235]
EL UesoUTICO EN VAU!NClA
231
Pero, si es de sobra conocida la dificu ltad de transcriJXi6n gráfica de
muchas de las pinturas, unas veces por impericia del artista, otras por anomaHas del soporte, también por deterioro posterior, y tenemos en cuenta
la precipitación con que se han debido hacer algunos calcos, lo cual habrá
motivado el completar figuras, el rellenar vados o perfilar lineas sinuosas,
comprenderemos los peligros y dificultades a que se han de ver sometidos
los anál isis de microdetalles y más aún su interpretación. Y esto como problema de base.
En segundo lugar, y aún suponiendo que la representación sea correcta,
nos encontramos ante el grave problema de establecer paralelos con útiles
arqueológicos de época determinada, lo cual es muy aleatorio y depende
casi exclusivamente del subjetivi smo del ana lista. A título d e ejemplo podrlamas citar el de las puntas de flecha, entre las que las lanceoladas o foliformes,
las de aletas y pedúnculo, asf como ras de una sola aleta alargada, han sido
puestas en relaciÓn por Jordá Cerdá con las d e época eneolítica y Edad del
Bronce los dos primeros t ipos y con las de anzuelo o arpón de la Edad del
Hierro las terceras, mientras que para otros investigadores se podrían relacionar los tres con las del Solutrense Superior de la costa mediterránea, o
creer que las de una aleta son si mples microlitos geométricos como han propuesto diversas investigadores ,etc. Otro de los elementos analizados son los
tocados de plumas, cuyos paralelos se han encontrado en el Próximo Oriente
a través del Mediterráneo, pero que también se podrían encontrar en el
Nuevo Mundo, puestos a comparar, en épocas pre y postcolombinas.
la afirmaci6n de que el caballo no parece llegar antes del siglo XII a. de C.
es un concepto que tradicional mente se ha venido utilizando sin un previo
análisis crítico que, de realizarse, haría caer aquél por su base, ya que únicamente se sustenta en datos negativos que no existen. Hay poqursimos estudios de la fauna holocena recogida en los yacimientos arqueol6gicos d el
área, pero aún as! se han identificado restos de equus en algunos de ellos »9.
(379) APARICIO PEREZ. J.: Vid. opus dI. nota 51.
En este libro reco¡remos noticias sobre J¡¡ existencia del caballo en Jos yacimlenlos de
la Edad del Bronce si¡ruientes: Castellet del Porquet, Cova del Cavall, Castlllarejo de los
Moros, Cabew Redondo y Cerro del Real.
Para épocas anteriores se han recogido restos en la Cava del Barrane Fondo de Játiva,
)'aei miento con materiales neolilicos y mcsolíticos, véasc: APARICIO PEREZ, J .: Opus.
cit. nOla 202.
También ellOislen res lOS con sc¡ruridad, según nos comunicll el p:¡lcontólogo señor Pérez
Ripoll, en los niveles ncolflieos de la COVll de I'Or (Bemarrés. Alicante).
Fuera del área en cuestión, y entre otros ejemplos, podemos citar el de la Cueva de la
Vaquera, en Seaovia, con moderada presencia de eqllllS en todos sus niveles, fechados
mediante CI4 entre 1.100 y 3.700 a . de C.; véase: ZAMORA CANELLADA, A.: d~lIOcavacionC5
de la Cueva de la Vaquera. TOrTeiglesias (Segovia) •. Publicaciones históricas de la ElIOcclentls ima Diputación Provincial de Scgovia. Segovia, 1976.
También indica l . BARANDlARAN (vid. opus cit. nota 393, páa. 111) como en zonas
apanadas Plldo mantenerse el caballo en estado salvaje hasta fecha5 taro las, y ser cazado
[page-n-236]
232
J. APARICIO
Por otra parte, si el estudio de las actividades manifestadas por f iguras
y escenas nos podrla permitir conocer mejor la sociedad y la economra de
la poblaci6n que las representó, querer a través de ellas prefigurar un modelo
socioecon6mico y trasladarlo a una supuesta época prehistórica donde aquél
se encuentre, aunque de la misma no se tengan, o sean escasos, materiales
de d icha actividad. es en extremo expuesto.
A todo lo cual se agrega el que, como es evidente, todas las figuras representadas en un mismo conjunto no t ienen porque ser coetáneas, como ha
sido expuesto insistentemente, ni siquiera, incluso, aquellas que parecen
pertenecer a un estilo mismo, sino que debe haber una gradaci6n cronol6gica,
y qu izá lo que en términos paleográficos se pudiera llamar interpolación,
pudiendo considerar como tal al jinete de l a Gasulla, que vendría a fal sear
el conjunto de no actuar con extrema prudencia al efectuar su análisis~.
Encontrándose otros en la misma situación.
Forfea Pérez aborda la cuestión a través de la estratigrafía cromática, estableciendo para lelos con el arte mueble mesoJítico y estudiando los conjuntos
IIticos de probable relación con los abrigos. Cronológicamente concluye que
el arte rupestre naturalista tendría que ser necesariamente posterior al 5.000,
y el linea l geométrico inmediatamente anterior :1111.
l as superposiciones cromáticas y forma les es evidente que no se pueden
ni deben negar, siempre y cuando se vea claramente dicha superposición y
no obedezca a pura imaginación. Sin embargo, las superposiciones conocidas
lo son siempre sobre esquematismos del llamado arte lineal geométrico, que
no tiene nada que ver con el arte esquemático propiamente dicho, siendo
el repinte del toro de Cantos de la Visera, transformado en ciervo y sobre
una zancuda esquemática, un hecho aislado que lo pudo ser en cualquier
momento.
Por otra parte, lo que nos interesa destacar de Cantos de la Visera no es
la existencia de superposiciones sobre la figura reticulada y las líneas sinuosas u onduladas paralelas y verticales (fig. 42), sino la misma existencia d e
éstas y su relaci6n con el toro. Creemos que el intentar comparar las con otras
por lo tanlo, sin necesidad de suponerlo doméstico, Indica ndo como han aparecido rcst05
de _equus. en Botlquería deis Moros con anterioridad al ProtoneolUico; citando hallazg05
¡imilares de S. Corchón en la Cueva Lóbrega de Torrecilla de Cameros.
(l8O) RlPOLL PERELLO, E.: _Representación de un jine te en las pinturas ropestres
del "Cin¡le de la Gasulla" (Caste1lón)_. Zephyrus, XIJ1 , pág. 91. Salamanca, 1962.
(381) FORTEA PEREZ, 1.: _Algunas aportaciones a los problemas del Arle Lc:vltnl;no_.
Zephyn¡s, pá¡s. mm, Salamanca, 1974, y .. En tomo a la cronolQlla relativa del inicio
del arte levantino (avance sobre las pinturas ropeslres de la Cocina) •. L Anivenario d e la
Fundación del Laboratorio de Arqueologfa, 1924-1974. Papeles del Laboratorio de Arqucologia
de Valencia, núm. 11, ptp. 185-197. Valencia, 1975.
[page-n-237]
EL MESOLlTlCO EN VALENCIA
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B. rqnesmladonu dnuoau de la Cueq cid NIAo.
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2J3
[page-n-238]
J . APARICIO
procedentes del arte mueble es un acierto, y, lógicamente, hay que ir a buscar dichas representaciones donde existan, y así establecerlamos comparación
con las de Cocina rr y con las del Parpall6. Aunque sabemos que las del Parno por eso debemos dejar de hacerlo,
palió son anteriores al 12.000 a. de
porque suponer a priori una fecha nos parecería acientífico, y las afirmaciones
de que las manifestaciones más antiguas no puedan ser anteriores al b.500 u
8.000, meramente subjetivas.
c.,
Cuando desde el punto de vista estilístico, pues, realizamos la comparaci6n, resalta inmed iatamente la gran identidad formal entre las representaciones de Cantos de la Visera y numerosas placas grabadas parpallonenses
-entre otras muchas, la 479 y 464 del Magdal eniense IV (fig. 43-44)-, mientras que presentan notables diferencias con las de Cocina (fig. 45), tanto
que la única simil itud se le puede buscar única y exclusivamente a nivel
conceptual, lo cual es un hecho que destaca a simple vista y puede ser comprobado en cualquier momento. De ahí a derivar que el arte levantino representado en las paredes de los abrigos rupestres de la vertiente peninsular
med iterránea desde lérida a Murcia procede directamente del paleolítico
Hispano-aquitano, un paso, que damos.
Mas, puestos en esta tesitura, y en busca de argumentos con que afianzarla, el primer problema que nos asalta es: ¿cómo explicar el paso brusco
de un arte mueble a un arte parietal?
En real idad, la idea de hacer derivar el arte levantino del viejo arte paleolítico no es nueva y ha estado en boga en cierto momento; lo que no son
útiles qu izás son los argumentos esgrimidos en la época.
Es evidente, y ello lo podemos observar diariamente, que la cu ltura no procede a saltos y no ca mbia de la noche a la mañana; de ahí que habrfa que
buscar las pruebas que justificasen o confirmasen dicho cambio. y d ichas
pruebas las podemos encontrar en la Cueva del Niño (Ayna) )1.2, en la Hoz
y los Casares lIJ, en Montsiá 314 y en Alquézar 3&5. Por un lado, su cercanfa a
(382) ALMAGRO GORBEA, M.: d.a Cueva del Ni80 (Albaccte) y la Cue ... a de la Griega
(Sego ... ia). Dos yacimientos de arte rupestre recientemente descubiertos en la Peninsula
Iberica •. Trabajos de Prehistoria, .... 28 (Nueva Serie), págs. 9-62, Madrid, 1971.
(lSJ) CABRE, J .: d.as cuevas de los Casares y de la Hm_. Archivo Espaf\ol de Arqueología, nUm. JO. Madrid, 1\134.
(384) RIPOLL, E.: . Pinturas de tipo paleolltico en la Sierra del Montsili-. Miscelánea
en Homenaje al A. Breuil, l. n. págs. 297·JOS. Barcelona, 1965.
RlPOU. PERELLO, E.: .Une peinture de type paléolilhiQue sur le ¡inoral méditerranéen
de Tan-agonc: (Espagne) _. Rivista di Scienze Preistorlcbe, v. XIX, 1-4, págs. 189-1\14.
Flrenze. 1964.
Cl8S) Rcc::ientemente se han dado noticias acerca del hallazgo en el Barranc del Vero,
en Colonao CAsque), en la sierra al N. de A1Quwr, de varias cavidades con representaciones
artísticas formando un conjunto de singular importancia por la amplia variedad temática,
[page-n-239]
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I!L IoIESOLlTICO EN V.uJ!NCIA
FI¡. 4.!1.-P1acu ¡rabadu de la Cueva de la Cocina.
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238
J. APARICIO
los focos de arte levantino, folal en la primera, indica que hay una Iradición
de pintura parietal muy desarrollada, que por otro lado, y más concretamente
en el primer caso, va acompañada de una gran similitud 0, al menos, una
aproximaci6n en cuanto a la temática y al estilo entre ambos ' ipos, tal como
se puso de relieve en el Symposium de Santander 316. Mientras que una se-
gunda etapa la constituirían numerosas representaciones naturalistas ya al aire
libre; así, por ejemplo, los toros de la Cocini lla del Obispo, como quería Almagro Basch m, junto a la gran mujer de la Gasulla y al gran toro de la Araña,
como propuso Beltrán 335.
Si, además de lodo lo expuesto, volvemos sobre las plaquetas del Parpalió, un nuevo argumento vendrá a sumarse a los ya señalados, al analizar
las estadísticas establecidas por lIongueras Campañá '", observando como el
último momento conocido de ocupación de la cueva, el Magdaleniense IV,
coincide con un aumento máximo de representaciones zoomorfas y geométricas sobre el total de caras pintadas. De acuerdo con lo cual, ¿es lógico
suponer que en un momento de apogeo se corte brusca y violentamente esta
singular trayectoria artística para no renacer sino al cabo de siete mil años
(según la cronología de Fortea) o diez mil (según la de Jordá)?
estilística y cronológica; 2 cavidades contienen pinturas esquemáticas, otra dos ciervos de
estilo levantino, y eJ abrigo de mayores dimensiones, cueva ya segun Beltrán, 4 figuras de
caballo en rojo, manos en negativo en rojo y negro, asl como un posible antropomorfo,
de claro estilo hispano-aquitano, señalándose también la existencia, en esta ultima cavidad,
de un depósito sedimentológico con materiales del Paleolftico Superior. Si consideramos
que se encuentra todo dentro de un radio menor de un km., comprenderemos, tod av ía más,
su gran interés para la tesis que defendemos. Véase: Memoria 1978 del Institut d'Arqucologla y Pre historia, pág. 15. Universitat de Barcelona, asl como:
BELTRAN MARTlNEZ, A.: Opus cit. nota 364, pág. 22.
(386) GRAZIOSI, en el coloquio sobre la comunicación _Descubrimic nto de una CUC"a
con arte rupestre paleolftico en la provincia de Albacete_, indicaba: . Las figuras vistas
tienen tendencia hacia el arte levantino, como en la cueva de Montsiá. En la época de
Breuil se habla de una relación entre estos dos artes, y ahora yo creo que es la hOI'a de
hacer marcha atrás ... El arte levantino ha podido desarrollarse a partir del arte cuate r·
nario. Creo que es algo importante que vale la pena ser investigado •. Véase: Santander
Symposium, Actas del Symposium Internacional de Arte Prehis tórico, pág. 499. San·
tander, 1972.
(387) ALMAGRO BASCH , M.: .Manual de H istoria Universal •. 1. Prehistoria, pág. 28.
Espasa·Calpc. Madrid, 1960.
(388) BELTRAN MARTINEZ, A.: _Deba t su r l'Art rupestre de la Penjnsula Ibérica el
de France•. Valcamonica Symposium. Actes du Symposium International d'Art Pré historique, págs. 110-111. Capo di Ponte, 1970.
En este trabajo se pronuncia por un comienzo del Arte Levantino a partir del 9.000 a .
de C., idea que ha abandonado, valorando positivamente la cronologfa del 5.000 dada por
Fortea, y rechazando tajantemente nuestras dataciones, que conoce, a pesar de lo cual
indica Que e n los últimos diez años no han habido grandes variaciones (vid. opus cit.
nOla 3(4).
Un recien te hallazgo ha sido también situado e n este momento, recordando antiguas
estructuraciones de Porear, aunque con dataciones absolutas excesivamente bajas , véase:
MESADO OUVER, N.: _Las pinturas rupestrcs del "Barranc dc1 Pou d'en Travcr" (Ares
del Maestre) •. Penyagolosa, 1I- época, mim. 2, noviembre. Castellón de la Plana, 1979.
(389) LLONGUERAS CAMPAt'l""A, M.: _Gráficos estadisticos sobre las placas de la
Cueva del Parpalló (Gandla. Valencia).. Santander Symposium. Actas del Symposium
Internacional de Arte Prehistórico, págs. 393-484. Santander, 1972.
[page-n-243]
EL t.lESOLlTICO EN VAU!NCIA
239
No aceptamos este corte brusco de ninguna manera, ya que queda fuera
de la lógica más elemental, y sí creemos que continúa su propia trayectoria
artística en las formas lineal-geométrica y naturalista, tanto sobre soporte
mueble como parietal, de lo cual existen pruebas que expondremos.
la trayectoria artlst ica del Parpall6 se corta hacia el 12.000 a. de C., mo_
mento coincidente con el Magdaleniense IV, por abandono de la cavidad o
por desmantelamiento de sus estratos superiores debido a fen6menos diversos
de orden meteorológico o humano, lo que se repite en el Volcán del Faro 390,
aunque aquí al Magdaleniense IV siga el Mesolítico 1, como simple cambio
de las estructuras socioecon6micas y ergológicas sobre la misma base étnica,
y debido a circunstancias meramente ecológicas, tal y como hemos expuesto.
Ver el Parpal!6 como fen6meno único e irrepetible no es procedente y
en el futuro se puede demostrar lo contrario, ya que si consideramos que
aparte de estos dos yacimientos, y de Mallaetes, en mayor grado, y en menor
Rafes Penaes, Barranc Sranc o Meravelles, no se han excavado otros yacimientos en la provincia de Valencia, y ninguno en Alicante o Castell6n, comprenderemos lo expuesto de lanzar afirmaciones y conjeturas a base de datos
que tampoco existen.
c.,
Desde aquella fecha, 12.000 a. de
hasta mitad del VI milenio, momento en que creemos que sobre una base industrial mesolitica se introducen
ya las primeras cerámicas, como muestra de una agricultura o ganadería
incipiente, a 10 que hemos denominado Protoneolltico, transcurren, según
nuestro criterio tres fases industriales que, bajo el nombre genérico de MesoHtico, hemos subdividido en 1, 11 y 111; la primera engloba a las industrias
sin geométricos, mientras que las dos segundas a las de componente geométrico, produciéndose el cambio hacia el 8.500.
Pues bien, en el Nivel 11 de Sto Gregori, que encuadramos en un momento
final del Mesolltico 1, se hal16 una cierva grabada sobre una plaqueta (fig. 46),
que, salvando leves diferencias de est ilo, quizás impuestas por el soporte,
puede ponerse en relaci6n con las representaciones parietales sin ninguna
duda )91.
(390) APARICIO PEREZ, J .: Vi4 opus dI. nalas 9 y 11.
(391) VILASECA ANGUERA, S.: Vid. opus cit. nota 179.
Estillstlcamente es interesante recoger la opinión de lord' Cerdá, para quien: . Este
paralelo crooolÓjico entre el nivel 11 de Sant Gregori y los niveles solutrenses espaftoles
se confirmaba en parte por la semejama que de estilo y técnica presenta la plaquila de
la cierva ¡rabada de Sant Gregori, con la loseta del ParpalJó, perteneclente al Solutrense
Medio, que representa a una cierva amamantando a un cervatillo_o Véase: JORDA
CERDA, F.: _Sobre la edad solutrensc de algunas pinturas de la Cueva de la Pileta
(Málap)_. Zephyrus, VI, pág. 134. Salamanca, 1955. Opinión muy direrente a la sustentada
[page-n-244]
".
J . APARI C IO
[page-n-245]
EL MESOLITIOO EN VAUlNCIA
241
En el Nivel 11 del Filador, que nosotros situaríamos en la primera mitad
del Mesolítico 11, se encontró una plaqueta grabada con estilo lineal.geométrico (fig. 47), más próxima al arte de Parpalló que al de Cocina m.
Es evidente y lógico suponer que los habitats de los pintores levantinos
debieron estar en las proximidades de los abrigos pintados y no a decenas
de kilómetros, porque suponerlo sería descabellado, y en esto creo que estaremos todos de acuerdo. Sin embargo, estos abrigos o covachas, en la mayor
parte de los casos, no fueron ocupados directamente, quizá por dificultades
de ubicación, orientación, etc., o JX>r su mismo carácter mágico-religioso o
lo que se les quiera sUJX>ner. Ocupándose los de los alrededores. Pero, des·
graciadamente, dichos lugares no fueron ocupados únicamente por los pintores, sino que lo fueron en otras muchas épocas también, encontrándose
materiales hasta de época romana; de ahí que haya abundante argumentación de la que hacer uso según cada criterio particular. Si a esto añadimos
que, ni aún poniéndose de acuerdo en cuanto a la designación de una
determinada industria, lo habría en cuanto a la fijación de la cronología de
ésta, comprenderemos lo difícil que ha resultado llegar a un acuerdo unánime,
y como consecuencia el caos más absoluto que ha obligado a muchos investigadores a considerar poco menos que tabú el abordar este tema.
YACIMIENTOS EN LAS PROXIMIDADES
Veamos, pues, una vez llegados a este punto de nuestro razonamiento,
q ué yacimientos arqueológicos se han d escubierto en las proximidades de
alguno de los abrigos pintados.
En orden cronológico hay que señalar que las más viejas industrias reco.
gidas hasta el momento lo son musterienses, y como tal se han clasificado la
del abrigo de L Eudoviges, en el Cerro Felio de Alacón 39.1; El Pudía l, en
a
Ladruñá n :l94, y en los estratos profundos de la Cueva del Niño, en Ayna 395;
pOr FORTEA posterionnente, vid. opus cit. nOla 101, segunda cila, pág, 149.
Acerca de la decoración interior, SOLEDAD CORCHON indica Que _el tema de los trazos
pareados en series muy numerosas es frccuente en el Cantábrico en representaciones figurativas mobiliares desde el Magdale niense IIl.IV hasta el Magdalcnicnse final _.
Véase: CORCHON, MARIA S.: .El tema de los trazos pareados en el arte mueble •.
Zephyrus, XXV, p. 202, nota a pie de página. Salamanca, 1974.
(392) VILASECA ANGUERA, S.: Vid. opus eit. nota 218.
(393) BARANDIARAN, l.: _El Abrigo de Eudoviges (Alaron. Teruel). Noticia Prelimina r •.
Miscelánea ArQucológica ded icada al Profesor Antonio Beltrán, págs. 29-47. Zaragoza, 1975.
BARANDIARAN, 1.: .Yacimiento musteriense del Covacho de Eudoviges (Teruel) •. Ta·
bona - 3, págs. 7-111. La Laguna, 1978.
El Musteriense ha sido calificado como de [ades Quina, Musteriense Charentoide; mientras que lo superficial pOstpaleolltico de la E. del Bronce, inmediatamente anterior al
Hierro 1, igual (cchación que se propone para sus pinturas de _estilo decadente_ y ta rd ío.
(394) RIPOLL, E.: .Los abrigos pintados de los alrededores de Santolca (Teruel) •. MonografíilS de Arte Rupestre. Arte Levantino, núm. 1, págs. 25-26. Barcelona, 1967.
(395) HIGSS, E. S., DAVIDSON, I. y BERNALDO DE QUIROS, F.: .. Excavaciones en la
Cueva del Niño (Ayna. Albacete) •. Noticiario Arqueológico Hispánico. Prehistoria, S, páginas 93-96. Madrid, 1976.
31
[page-n-246]
242
J . APARI CIO
Fla. 47.-Plaqueta del abrlco del FUadol'.
[page-n-247]
EL
wuounc:o
EN
VA1E.~CU.
243
en término de Akoy, donde se ubica la Sarga, son numerosos los yacimientos
musterienses señalados ·, así como en Minateda y Monte Arabl, por lo que
sabemos.
En cuanto al PaleoH
tico Superior no existe, por el mome nto, ningún yacimiento en las proximidades de las pinturas.
las industrias U
ticas recogidas en las proximidades o en los mismos yacimientos de El Mortero y el Tlo Fra ile (Alac6n), El PudiaJ (ladruñán) , Val del
Charco del Agua Amarga (Alcañ iz). Barranco de Calapatá (Cretas), Las
Caldas del Salbime y Els Secans (Mazale6n), Prado del Navazo y Las Ba lsilIas (Albarracln), es evidente que, a pesar de la falta de elementos geométricos, no tienen entidad suficiente para obtener a su través conclusiones
cronol6gico-culturales de ningún tipo, por la exigüidad de los materiales. en
unos casos; otras, por la pérdida de los mismos, y las más, por fa lta de est udios, tanto de los materiales como de Jos yacimientos, con métodos actuales
y con claros conocimientos de tipología, siquiera creamos que se puedan
exceptuar los dos últimos, ya que nos parece acertada la opin i6n de Almagro m¡ mientras que algunos yacimientos de la Valltorta ofrecen materiales
de tipologla parecida a la del Mesol ltico.
Pero, aparte de los yaci mientos citados sin geométricos, existen otros, en
las proximidades de abrigos con arte rupestre, que merecen comentario aparte.
COVA DE LA MALLADA (PcrUló. T~l
Se encuentra a un tiro de piedra de las pinturas rupestres levantinas de
Cabra-Feixet, y con sus 34 raspadores, 17 buriles, 48 dorsos y bordes rebajados, asf como un raspador-buril. ofrece una clara tipologla del Mesolítico I )9t.
RACO DE NANDO (8enaNI. CulcUÓQ)
Recientemente se han vuelto a publicar las pinturas de este abrigo, así
como los materia les encontrados al pie de las mismas 19f. la presencia de
microrraspadores y dorsos reba jados abogan por una dataci6n preneoHtica,
porque si de algo estamos seguros, a través del estud io del material de l'Or
(J96) APARICIO PEREZ. J .: .EI yaclm ic:n to de "las fuentes" (Navarrés. Valencia) )' el
Muslcriense en la Re¡p.ón Valenciana (España)_. Ouartiir , 25. págs. 25-51. Bonn. 1974.
(397) ALMAGRO BASCH, M.: Vid. opus cil. nota 160.
(J98) VIl.ASECA, S.: Vid . opus cit . nOla 201.
(J99) GONZALEZ PRATS, A.: .EI Complejo Rupestre del "Riu de MontUor'· •. Zephynu •
.x.xV, pép. 259-280. Salamanca, 1974.
[page-n-248]
244
J . APARICIO
q ue hemos realizado, es la total ausencia de cualquier tipo de raspador, así
como también de buriles y, sobre todo. microburiles entre el material lítico
neolrtico G; lo cual se repite en la Sarsa por lo que sabemos d e lo publicado 0101.
De ahí que dentro de esta datación preneol ítica nos inclinamos a considerarlos
como del Mesolítico 1.
CUEVA DE lA ARARA (Dh:orp. Valenda)
Con ocasión de los trabajos realizados recientemente para su cierre, se
utilizaron algunos grandes bloques pétreos de las inmediaciones, entre los
cuales y deba jo de ellos se conservaban restos de la antigua sedimentaci6n
arq ueológica.
Junto a cerámicas hechas a mano, pud imos recoger material lítico diverso.
V aparfe de lascas y hojas, algunas con retoques y muescas, hay que destacar
un trapecio con un lado retocado cóncavo, claramente d el Mesolítico 111, así
como tres buriles de clara tipología paleolitica o del Mesolít ico 1 (fig. 48) .
Conjunto que hemos incrementado con restos de un vaso colador, 1 punta
de flecha pedunculada, dos trapecios, microrraspadores, d orsos reba jados y
1 microburil de Krukowski.
BI.ANQUISAR DEL GARROFERO (Navamét. Vale:nc:IlI)
El descubrimiento y posterior cierre de los Abrigos de Voro y del Garrofero, con pinturas rupestres de tipo levantino, de las que preparamos su
publicación, nos obligó a la exploraci6n de los alrededores, encontrando muy
cerca del segundo restos liticos en la superficie de un campo, entre los que
destacan, aparte de hojas y lascas, algunas con retoques, buriles y ra spa~
dores (f;9. 49) : enca jando, por lo tanto, dentro de nuestro Mesolítico l.
CUEVA RUBIA ALTA (Blcorp. Valendli)
Recientemente se ha descubierto un importante conjunto d e p inturas ru ~
pestres de tipo levantino y esquemáticas en la zona del Buitre (Bicorp) . Con
(400) La técnica de microburi¡ se utiliza en la RegiÓn Valenciana a part ir del Solu trc nse
Final, por lo Que sabemos actualmente, con el fin de fabricar las puntas de escotadllnl.;
permanece durante el Magdaleniense IV destinada a la talla de los escalenos y se utiliza
intensamente durante el Mesolílico 1I y 1II, quedando el microburil como desecho de
talla de la lran variedad geométrica; sin embargo, no aparece ni uno sÓlo en Or, Sarsa,
Barranc Fondo, clC., 1.0 cual es indicio bastante claro de que su.s geomé tricos se fabrican
con otra técnica distinta a la del microburil. De ah! lo acertado de la idea expuesta por
Almagro Basc:h acerca de la no existencia de microburiles en el NeoIJtico, (Vtase nota 160,
pigina 5).
(401) SAN VALERO APARISI, J .: .. La Cueva de la Sarsa (Boc:airente. Valencia)•. Serie
de Trabajos Varios del S.I.P. núm. 12. Valencia, 1950.
ASQUERI NO FERNANDEZ, M.a D.: «Cava de la Sarsa (Bocairente. Valencia). Análisis
estadístico y tipológico de materiales sin estratigrafía, (1971·1974) •. Saguntum. Pape les del
Laboratorio de Arqueología, 13 páp;. 99.225. Valencia, 1978.
[page-n-249]
"L MESOLITlCO EN VALENCiA
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Flg. 4fI.-lndultria Utlca de la Cueva de la Araña.
245
[page-n-250]
J . ... P.... ICIO
FIc".
49..-lnduatrlll Utlca del Blanqubu del Garrofero (Nanrn!1 . Valmda).
[page-n-251]
IL IOISOLITlCO I!K VAlJlNCIA
2A1
ocasión de la preparación de su cierre, exploramos los alrededores en busca
de los seguros habitats que suponíamos en las proximidades, localizando en
este abrigo, a varios metros sobre el cauce actual del Barranco Moreno, una
pequeña sedimentación y, en superficie, diversos silex b lancuzcos, completamente deshidratados, entre los que destacan dos raspadores y un buril,
aparte de varias hojas (fig. SO) .
A pesar de lo reducido del material, lo creemos perteneciente al MesoIrtico 1.
ABR.lGO DEL BARRANCO DE LA FUENTE DE LA ARENA (Al pera. A.lb.eele)
l a exploración de este barranco en busca de la Cueva Negra que señaló
Cabré «1.1, y que hemos comprobado que se encuentra en el término de Ayora
y, 'Por lo tanto, en la provincia de Valencia, nos llevó a este pequeño abrigo,
que contiene una delgada sedimentación arqueológica, en cuya superficie
recogimos cerámicas a mano. A partir de un pequeño cerco de piedras que la
contiene, encontramos sílex con gran profusión, entre el cual sobresale un
microrraspador doble (fig. SO) .
Se encuentra próximo a las cuevas del Queso y de la Vieja y también debe
estarlo de las existentes en los Carasoles d el Bosque que señalara Breuil
aunque todavía no hemos podido localizar estas últimas.
4GJ
CUEVA RUBIA. BAJA (Bleorp. Valencia)
Está situada a unos 100 m. de la del mismo nombre citada anter iormente,
a un par de metros del cauce del barranco. En la superficie de una fina capa
negruzca hemos encontrado sílex atípicos, que adscribimos a un momento
mesolftico sin mayor precisión (fig. SO).
BAJt!lANCO DE LOS GRAJOS (Cleo. Murcla)
Al pie de un abrigo cercano a otros con pinturas rupestres de t ipo levantino se excavó un yacimiento arqueológico, cuyos d os n iveles superficiales
(1 y 11, respect ivamente) proporcionaron 3 raspadores, 15 bordes y dorsos
rebajados entre el material l!tico, junto con cerámica cardial, todo fechado
en 5.220 se, mediante C-14: mientras que los niveles 111 y IV proporCionaban
(402) CABRE, J.: Vid. opus ch. nota 351.
(403) BREUIL, H.: .Les peintures rupestres schétnatiques de la Péninsule I bérique, IV:
Sudest el l'Est de " Espaane-, pjas. 63-64. Lagny-sur-Mame, 19)5: _Les peintures rupestres
d'Espa¡ne, VII: Nouvelles roches peintes de la Ji&jon d'A.lpera (Albacete)_. L'AnthropolOSie,
nllm. 26, piss. lJO..lJl. Pans, 1915.
[page-n-252]
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2cm.
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O.e'l:l=-.2 cm.
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Ffa:. 5CI.-M.lertala IfUco. de la Cueva Rubla Alta (A) , Baja (8) y FlXIlte de
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la ArtnII (C).
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[page-n-253]
249
10 raspadores, 15 buriles y 7 bordes y dorsos rebajados, sin cerámica, fechado
por el mismo sistema en 3.170
Be. -.
Para Forfea Pérez, la cerámica pudo ser una intrusión y no corresponder
al contexto lítico, mientras que la segunda fecha no es buena, al parecer
por escasez de materia orgánica. según transcribe Almagro Gorbea recogiendo comentarios de su excavOOor, señor Walker.
En cuanto al MesoHtico 11 y /JI (con geométricos). se encuenlra en numerases yacimientos junto a ciertos abrigos con pintu ras rupestres; as! en la
Cocinilla del Obispo y Doña Clatilde, en A lbarracín ; Cueva de la Cocina,
en Dos Aguas ; Roca deis Moros, en Cagul, y en numerosos yacimientos d e
la Valltorta 405; mientras que otros yacimientos ofrecen las particularidades
siguientes:
CUEVA ZORRA (Bleorp. Valencia)
M uy próxima a la Rub ia Alta y Baja citadas, se encuentra la Cueva Zorra,
a pequeña distancia de varios de los abrigos pintados del Buitre.
35 microburiles, 2 triángulos con apénd ice latera l, 5 trapecios, 2 segmen·
tos, 3 fragmentos de medias lunas, 1 microrraspador e infinidad de hojas y
lasquitas indican su clara pertenencia al Mesolífico '" (fig. 51) .
ABRIGO DE PEDRO MAS (Ayora. Valenc:U)
Se encuentra en el Barranco Hondo, en la vertiente W. del Mugr6n de
Almansa y en las proximidades de la ciudad ibérica de Meca. Es un pequeño
(404) ALMAGRO CORBEA, M.: _C-14, 1974. Cincuenta nuevas fechas para la J:n'ehistoria y la arqueoloafa peninsular •. Trabajos de Prehis toria, v. 31 (Nueva Serie). Pág. 282.
Madrid, 1974; FORTEA PEREZ, J .: Véase nota 6, págs. 237·239. Se paraleliu la industria
Iftica con la de La Mallada.
(40S) La presencia de microburilcs es un dato decisivo de acuerdo con nuestro criterio
expuesto anterionnente. Véase:
MALUQUER DE MOTES, J.: _Las industrias con microburilcs de la VaHtorta •. Ampu·
rias, 1, págs. 103-112. Barcelona , 1939.
Recientemente se han estudiado las series líticas recogidas minuciosamente en lultu(Cl;
diversos de es ta amplia lOna, creyendo ver en ellas una gran homogeneidad, a pesar de
la macolanu. con cerámicas a mano, Jo que ha detenninado su datación a fines del IV
milenio, datación que se supone para todas las fonnas artfstlcas aHf desarrolladas, viejo
error en e1 que se vuelve a caer reiteradamente. Véase: DE VAL, MARIA JOSE: .Vaci.
mientos !jtieos de superficie en el Barranco de la Valltorta (Castellón). Cuadernos de
Prehistoria y Arqueologia Castellonense, núm. 4, págs. 45-77. CasteIlón de la Plana, 1979.
Error que se empieza a extender pe1igrosarnente, de lo que es buen ejemplo el intento
ti
de relacionar lndiscriminad,uncnle los haUaxgos acluales Y d3tados de Cova Fosca con
las pinluras cercanas de La Gasulla (Vid. OLARIA, C. y GUSl, F.: .Cueva fosca : Nuevas
fechas de C-14 para el neolftico medilernnco de la Península Ibllrica.. C-14 y Prehistoria
de la Pen(nSula Ib6rica. Reunión, 1978, págs. 61.63. Fundación Juan March. Serie Unh'crsitaria, núm. n. Madrid, 1978). Véase también MESADO OLIVER, N., en nOla 388.
[page-n-254]
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IfUca de Cueno Zorra (Blcorp • Va!encla).
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[page-n-255]
El. MESOLlTlCO
Etl
VA.LENCIA
251
abrigo que contiene numerosas pinturas rupestres esquemáticas, al p ie del
cual existe sedimenta<:i6n arqueológica que proporcionó diversos materiales,
entre ellos un trapecio-.
En reciente visita se han podido recoger útiles líticos y un fragmento cerá·
mico en superficie, que hacen sospechar en un habitáculo del Neotit ico final
o Eneolítico Inicial. Se pudo comprobar lo discutible de algunas de las reproducciones de Breuil, en aspectos tanto morfológicos como coloristas, por lo
que en breve acometeremos su estudio completo.
ABRIGO SEGUNDO DEL CJNGLE DE LA ERMITA (Mbocáur. c.,tellÓn)
En un covacho que conserva restos de pinturas rupestres levant inas se
excav6 una débil sedi mentación que proporcion6 un reducido conjunto de
útiles líticos, cuya deficiente representación gráfica no permite diferenciar
convenientemente, aunque, si hemos de creer a su investigador «lI, se com·
pone de microrraspadores, dorsos rebajados, microburiles y algún geométrico. Su posterior ocupación durante el Eneotítico o la Edad del Bronce dejó
restos en superficie también insignificantes.
LA CEJA (DoI A¡ru¡o.s. Valene!a)
Es un yacimiento al aire libre en una zona llana cerca de la fuente del
mismo nombre, próximo también al cauce del Júcar, a la Cueva de la Cocina
y al conjunto pict6rico de Dos Aguas-.
Como el cercano yacimiento de la Polvorosa éste también fue descubierto
¡:x>r el equipo que excavaba la Cueva de la Cocina en 1978 bajo la dirección
de J. Fortea, proporcionando la exploración superficial el siguiente materia l
arqueológico:
lascas y esquirlas de sílex, algunas de cuarcita.
Raspadores.
Microburiles.
Trapecios.
Hojas escotadas.
(406) BREUlL, H.: Véase nota 402, págs. 65 y 330-332, respectivamente; FORTEA
PEREZ, J .: Véase nota 6, págs. 391·392.
(407) GUSI GENER, F.: _Un taller de sile:t bajo abrigo en la 2.- cavidad del Cinglc
de la Ennita (Albocácer)•. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 2, pági.
nas 3%3. Castellón, 1975.
(408) _La Labor del S.I.P. y su Museo en el pasado ~o 1978•. Págs. 60-61. Valencia, 1979.
[page-n-256]
J . APARICIO
N ingún dato más se pudo obtener a través de la breve nota publicada en
la obra reseñada, salvo que la presencia de trape<:ios, junto a hojas escotadas
y microburiles es argumento para situar el conjunto IUico durante el MesoIItico '" B o C, es decir entre el 6.500 y el 5.500 aproximadamente.
COVACHO DE LA POLVOROSA (Dos Aguq. V.leoda)
El Covacha de la Polvorosa se encuentra situado en la margen izqu ierda
del Barranco Falón, junto a la confluencia con el Barranco de la Ventana, y
pr6x imo al abrigo del mismo nombre, abrigo que contiene las conocidas pinturas rupestres que forman el conjunto tan divulgado d e Dos Aguas junto al
Abrigo del Ciervo y el de la Pareja.
Se descubrió en 1977 con motivo de las excavaciones que realizaba en el
mismo el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputac ión de Valencia.
bajo la dirección de J. Fortea Pérez 409.
Se trata de un pequeño abrigo de cinco metros de ancho por tres y medio
de profundidad y un metro veinte centfmetros de altura media .
la exploración superficial reveló que contenla un depósito con superf icie irregular de 2'60 m. x 170 m., alcanzándose un espesor de 0'30 m. de
profundidad máx ima.
El sondeo realizado permitió la obtención de la estratigraffa siguiente :
ESTRATO A :
Arenas roj izas. Un icamenfe proporcionó var ias lascas de sílex.
ESTRATO 81 :
Arqueológicamente resultó estéril, aunque se detectó la existencia de cenizas.
ESTRATO 82 :
Arenas rojizas con bolsadas carbonosas.
Se recogi6 el siguiente material arqueológico:
1 microburil.
2 raspadores.
lascas y restos de fauna.
ESTRATO O:
(409)
Arenas arcillosas y bolsadas carbonosas, recogiéndose lo siguiente:
2 raspadores.
1 microburil.
Ibldem, pág. 60.
[page-n-257]
EL MESOLITICO EN VALENCIA
253
1 segmento con retoque abrupto.
Hojas y lascas.
Resina seca; corteza de pino; helix nemoralis y esquirlas
óseas, algunas de ellas quemadas.
Debido a la escasez de los útiles recogidos es muy problemática la adscripci6n cultural del conjunto, debiendo esperar a los oportunos análisis de
C-14 realizados a partir de las muestras carbonosas obtenidas. Debido a su
proximidad a la Cueva de la Cocina, se hace difícil pensar en la utilizaci6n de
esta reducida cavidad al mismo tiempo que aquélla, por lo que se podría
pensar en su ocupaci6n en épocas en que Cocina no estuvo habitada por
ofrecer deficientes condiciones de habitaci6n, al estar expuesta a la inundaci6n por su bajo nivel con respecto al cauce del barranco que discurre por su
misma puerta, en cuyo caso la dataci6n de este conjunto deberla ser anterior
al Mesolit ico 111 A, pudiendo situarse durante el 11; y si pudiésemos valorar
el predom inio de los raspadores habría que pensar en un momento antiguo
del mismo, lo que nos llevará a unas fechas desde el 8.500 al 7.000 a. de C.
El Arte levantino, a diferencia del Arte Paleolít ico que se puede afirmar
que ocupa toda la Península Ibérica, se encuentra especialmente sobre
el Sistema Ibérico en su vertiente mediterránea, pasando por el norte al otro
lado del Ebro en lérida y Tarragona, extendiéndose hoy hasta Huesca; por el
sur llega hasta los Sistemas Bético y Sub-bético, en las provincias de A lmería,
Murcia, A lbacete y Alicante; por el W. el límite viene determinado por la
linea que establece la divisoria de aguas en las provincias de Teruel y Cuenca,
sin que sepamos que se traspase dicha línea en ningún caso. En el centro de
esta amplia zona se encuentran nuestras tres provincias, Castel16n, Valencia y
Alicante, concentrándose en las dos primeras las principales muestras del
mismo.
Una de las características señaladas ha sido la lejanla del mar y el que los
pintores viven, en sentido figurado, de espaldas al mismo. Independientemente de que podrlamos utilizar esta afirmaci6n como argumento Cronológico, por la lejanía de la linea actual de costa varios kil6metros mar adentro
durante el Paleollt ico Superior y Mesolítico 1, en sentido real no se puede
mantener esta afirmaci6n por cuanto en Castell6n, Tarragona y Alicante hay
algunas representaciones pr6ximas al mismo, en todo caso lo máximo que
permite la existencia de lugares apropiados para ello, sin que creamos que
esté dicha la última palabra sobre ello y en el f uturo alguna sorpresa nos está
reservada por el extenso territorio todavía por explorar.
[page-n-258]
J. APAIUCIO
En efecto, desde antiguo es conocido el Abrigo de la Joquera en Sorriol
(Castell6n ) solamente a 14 Kms. del mar, mientras que recientemente se ha
señalado la existencia de un notable conj unto en Tarragona 410, as! como en
Alicante, yaci miento que describimos a continuación:
BENlRRAMA (ValI de Gallinera. Macant)
A través de varios artlculos aparecidos en la prensa valenciana conocemos
el reciente hallazgo de un abrigo con pinturas rupestres en el término de
Benirrama, descubrimiento rea lizado por el Centre d 'Estudis Contestans, quien
ha rea lizado un estudio preliminar de las pinturas para su publicación en las
series que ed ita el S.I.P. de la Diputación Provincial de Valencia 4ll.
El abrigo, que presenta extremas dificultades de acceso, contiene d os
tipos de pint uras según las notas de prensa, "unas más naturalistas con arqueros provistos de carca j y flechas, y varias figuras femeninas; otras esquemáticas, con figuras humanas de marcado carácter fálico".
A l parecer se ha buscado el lugar de habitación utilizado por los pintores,
que se ha supuesto próximo, sin que hasta el momento haya tenid o éxito la
búsqueda.
Estas p inturas tienen, bajo nuestro punto de vista, un interés especial, ya
que, independientemente de la importancia del conjunto por el número de
las representaciones o por la perfecc ión d e las mismas, son las segu ndas
conocidas en la provinc ia de Alicante, puesto que hasta el momento únicamente se conoc!an las de la Sarga, y además ubicadas en zona relativamente
próximas al mar, del que únicamente las separan unos trece kilómetros en
línea recta, nuevo argumento en contra d e la teoría de su situación en zonas
monta ñosas alejadas de la costa y de la dualidad cultural durante el Mesollt ico.
En cuanto a la interpretación dada a las representaciones no nos atrevemos
a opinar, toda vez que no hemos pod id o estudiarlas, aunque a través de la
documentación gráfica de 105 periódicos podemos observar figura s que se
pueden encuadrar en nuestras fases tercera y cuarta. los hombres con cabeza
de "lobo" no son sino hombres con tocado particular que ha sido mal inter(410) GRUP ESPELEOLOGIC D'Ull.DECONA DEL C.C.R. y OTROS: .L'An Prchistorie:
d 'Ulldecona_. Centre Excursionista de: Catalunya. Ban:c:lona, 1975.
VIRAS, R., MIQUEL, D. y OTROS: .El conjunto rupestre de Ja Serra de la Pietat (Ulldl)cona. Ta rragona)•. Speleon, Monografía 1. V Simposium de Espeleoloaia, págs. 115-151.
VIRAS, R.: .EI abrigo V de la Serra de: la Pietat (Ulldecona . Tarragona)•. Cuadernos
de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 4, pá,s. 21-43. Caste1l6n de la Plana, 1m.
(411) ABAD, M.: .Las pintuns rupestres de Benl·rama serán protea:idas-. Las Provincias, martes 30 de octubre. Valencia, 1979.
[page-n-259]
EL UI.lSOi.lTlCO E.'I! VAl.ENC1A
255
Pf'etado, 10 que también creemos que se ha h~ho al considerar "fál icas"
determinadas rePf'esentadones que pudieran ser objeto de dist inta inlerpretación.
La búsqueda y hallazgo del yacimiento arqueológico en sus proximidades
podría ayudar a solucionar varios de los Pf'oblemas fundamentales que se
p lantean a la preh istoria valenciana, según hemos expuesto.
Debiendo añadir la existencia de restos en los abrigos de la Penya Roja
de R610va, en las cercanías de Gandía, al conjunto de las representaciones
pict6ricas ya conocidas en las proximidades del mar.
FASES
Sin embargo, la casi total idad del mismo se encuentra en las abruptas e
intrincadas serranías valencianas del interior, en oquedades abiertas en roca
caliza generalmente, aunque también las hay en el rodeno o arenisca roja,
oquedades de gran long itud y escasa profundidad que r~iben el nombre
de abrigos rupestres por su carácter d e simple covacha, sin que se les haya
encontrado nunca en cueva o gruta como al Hispano-aquitano. De esta manera sus pinturas quedan expuestas a todas las inclemencias del tiempo, sol,
fria y calor, lluvia, etc.; y por haber sido reiteradamente ut ilizados como
apriscos naturales frecuentados constantemente JX>r animales y hombres, de
tal manera que bajo este cúmulo de circunstancias adversas resulta un autént ico milagro el que hayan podido llegar hasta nosotros con el frescor y la
viveza que mantienen las recientemente descubiertas. Hoy podemos afirmar
que la acci6n de la Natura leza ha sido en general benigna, pero que la actual
acción humana es el principal enemigo y la más grave amenaza contra estas
muestras insuperables del legado histórico-artístico de nuestros antepasados.
Sobre estos lienzos rocosos está representado la casi totalidad del arte
valenciano postpaleollt ico, desde el levantino en sus diferentes estilos hasta
el esquemático neo-eneoHtico, que se pudiera considerar como un estilo más
dentro del anterior, De tal manera que los mismos lugares, los mismos frisos
rocosos, se han utilizado reiteradamente durante unos 10.000 años, por lo
que es lógico suponer que ras diferencias estilfsticas serán notables y, antes
de analizar la temática y el signif icado, convendrá que establezcamos los
probables estilos y su cronología. Aunque, conviene aclarar, que esta circunstancia no se da en todos los lugares, ya que hay abrigos con pocas representaciones, otros más r icos pero de un sólo estilo, y únicamente los grandes
conjuntos como los de La Araña, Dos Aguas, Valltorta, etc., pueden proporcionarnos la información necesaria.
[page-n-260]
1. APAIUCJO
En este sentido la Cueva de la Araña ocupa un lugar destacado, descu·
bierfa en 1920, durante el mismo año fue estudiada por un equipo dirig ido
por Eduardo Hernández Pacheco, entre el que figuraba e l excelente d ibu·
jante M. Benitez Mellado, lo que d io lugar a la publicaci6n de una notable
obra m, en la cual se realiza ya, a nuestro parecer, un perfecto análisis de
los d iversos est ilos detectados en e l gran friso pintado de la cueva en cues·
ti6n, estilos que consideramos, matizados con arreglo a los conocimientos de
hoy dla, absolutamente representativos y válidos para todo el arte pos' paleolít ico. Distingue Hernández Pacheco las fases sigu ientes:
Primera fase. -Representada por el gran toro silueteado y relleno con
trazos.
Seg unda fa se.--figura humana de gran tamaño ejecutada con tinta plana .
Tercera fase .-figuras humanas, de an imales así como objetos diversos
V signos emparentados con los paleolíticos,
Cuarta fase .-Complejas escenas en las q ue intervienen fig uras humanas
V animales, unos V otros en general de pequeño tamaño.
Quinta fase .-Figuras humanas y anima les con rasgos exagerados y partes desproporcionadas. En líneas genera les se o bserva clara degeneraci6n
artlstica.
Sexta fase.-figuras de arquero de "estilo en extremo degenerado V convencional" y "animales toscos e indeterm inables".
Basá ndose en esta in icial estructuración, o a través de sus propios anál isis,
Ripoll y Beltr'n han realizado las propias, que en esencia se corresponden
unas con otras, y ambos coinciden con Hernández Pecheco, sin introducir
novedades salvo en la terminología y en la crono logla absoluta, probablemente baja 413.
As! la fase A (naturalista) de Ripoll V Beltrán, corresponde a la primera
de Hernández Pacheco; la B (estilizada estática) de Ripoll con la plena de
Beltrán, equivalentes a la segunda y tercera de H. Pacheco; la e (estilizada
d inámica) del primero con la de desarrollo del segundo, y ambos con la
cuarta del tercero; la D, considerada como fase de transici6n a la pintura
esquemát ica por Ripoll es similar a la IV o final de Beltrán, correspondiéndose
con la qu inta y sexta de aquél gran precursor.
(412) Vid. opus cit. nola 356.
(413) Vid. opus <:h . nOlas 372 y 313.
[page-n-261]
EL MESOUTICO 10.'11 VALENCIA
257
De acuerdo con lo establecido por Hernández Pacheco y con nuestra propia estructuraci6n del Mesolitico, creemos que el esquema evolutivo del
arte rupestre levantino se desarrolló de la manera siguiente:
PR IMERA FASE.-Se corresponde con el Mesolítico I y con la primera y segunda fase determinadas en la Araña. En una primera etapa (12.000-10.000)
se pintarían únicamente ani ma les de grandes proporciones, estáticos, y en la
segunda animales más pequeños con algo de movimiento y figuras humanas
de gran tamaño.
SEGUNDA FASE.-Se corresponde con la tercera de la Araña V se desarroll6 durante el Mesolítico 11.
TERCERA FASE.-Cuarta de la Araña. Hombres y animales de pequeño tamaño, en escenas complejas de caza, lucha, recolecci6n, etc. Se corresponde
con el Mesolltico 111.
CUARTA FASE.-Quinfa de la Araña. Desarrollada durante el Protoneolítico.
QUINTA FASE.-Corresponde a la sexta de la Araña y se desarrolla durante
el Neolítico y el Eneolítico. En resumidas cuentas esta quinta fase representa
al Arte Rupestre Esquemático.
Estilíst icamente vemos que hay una man ifiesta evolución de las formas,
y del natural ismo inicial. tanto en la representaci6n de animales como de
seres humanos. heredado del viejo arte original paleolítico, pasamos a través
de la paulatina reducci6n del tamaño de las f iguras a su simplifjcaci6n. y al
creciente interés por la representación de escenas en un evidente impresionismo, en cuyo momento lo importante ya no será la representación en si, sino
en relación con las demás, lo que el conjunto signifique o represente, de ahí
que se haya hablado de movimiento y vida, ritmo y expresión espi ritual. Desde
este momento de máximo apogeo se t iende paulatinamente a la creciente
esquematización, convirtiéndose en una pintura de carácter simbólico y abstracto. En el momento de máx imo a¡::ogeo se ha señalado un claro sentido
de la composición, en la cual parece tenerse en cuenta el tamaño de las
f iguras, las .proporciones de las partes del cuerpo, la colocación de aquéllas,
etcétera.
En cuanto a los temas vemos q ue f iguras humanas y ani males aparecen
aisladas en las fases primera y segunda, en la tercera predom inan las escenas
sobre la f igura aislada, y en la cuarta se vuelve a la figura aislada. l os an;3J
[page-n-262]
J . APARICIO
ma les representados corresponden a la fauna propia de la zona ba jo el clima
actual, así: ciervos, cabras monteses, toros, jabal fes, équidos, corzos, zorro,
gamuza, cánidos, aves, etc.; idéntica representación que en el Arte Pa leolltico
si exceptuamos a los caballos.
Aunq ue las representaciones humanas no han sido nunca plenamente realistas se observa una gradación estilística con tendencia a la progresiva d isminuci6n de tamaño y esquematizaci6n desde la fase primera hasta la quinta.
Suelen aparecer desnudos, a veces con el sexo exagerado. Frente a su estática actitud durante las dos primeras fases, destacan las variadas posiciones
en la tercera, de acuerdo con la actividad desarrollada (ojeo, persecuci6n,
rececho, lucha, caza, carrera, etc.). Se representan con cuidado los adornos
corpora les (gorros, casquetes, colgantes, penachos, ataduras para el pelo,
braza letes, cinturones, falde llines, "jarreteras") . Hay tres casos de hombres
enmascarados o hech iceros.
las mu jeres también se representan, aunque en menor proporción que
los hombres y se diferencian por los pechos, que suelen llevar al descubierto,
fa ldas genera lmente acampanadas, nalgas prominentes, etc.
las escenas, en su mayor parte, son cinegéticas, aunque también hay
luchas, desfiles, "ajusticiamientos", danza, recolección.
Entre las armas representadas destaca e l arco, que puede ser grande y de
triple curva, o sólo reflejos o semirreflejos, o pequeño y sencillo; flecha con
punta aguzada o con aleta lateral (posible geométrico). y posible pluma u
hoja terminal para estabilizarla. Otros útiles representados son: el carcaj, cestos
y bolsos, bastones, hondas, trampas, lazos, cuerdas, escalas, palos, etc.
Sobre su significación mucho se ha hablado y escrito como para el arte
paleolltico, así se le ha dado un valor mágico en relaci6n con la caza, la
muerte, la fecundidad, etc,; religioso; e l de simples exvotos; historicista y
conmemorativo, etc., etc.
CONCLUSIONES
A través de la anterior exposición se observa como en los abrigos que
contienen las pinturas, y e n mayor número en otros próximos, existen industrias adscribibles tanto al Mesolítico I como al 11 y al 111, e incluso con cerámica d e tipo Neolítico, Eneolítico o d e la Edad del Bronce, sin que exista
una constante absoluta que nos lleve a conclusiones firm es y estables, que,
por otra parte, serán imposibles d e obtener haciendo uso únicamente de
estos datos.
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EL MESOUnCO EN VAl.ENCIA
259
Pero, si combinamos los estrictos datos arqueológicos con los estiHsticos
y con aÑ lisis pormenorizados de las p inturas, podremos llegar a conclusiones más pr6ximas a la realidad de los hechos. aunque para ello es preciso :
a.-fiel reproducci6n de las pinturas.
b. -Precisos análisis y estudios tipol6gicos de las industrias.
Con respecto al primer punto el corpus general que se viene elaborando
es una esperanza de cara al f uturo. El segundo adolece de un grave defecto
desde tiempo ha, y es la despreocupación genera l en la descripci6n minuciosa y correcta representaci6n gráfica, por triviales que puedan pare<:er los
útiles. mot ivado, unas veces, 'por la falta de conocimientos tipol6gicos siquiera
elementales, lo que lleva frecuentemente a describir como b uril cua lq uier
pieza apuntada, incluso por reconocidos prehistoriadores; otras (que en parte
da lugar 8 lo anterior). por incursión en el campo propio de esta ciencia de
numerosos aficionados que, salvo honrosas excepciones, traspasan los limites
a que debe ajustarse su colaboración.
Todos estos problemas, sumados a la pérdida de numerosos conjuntos
industriales, relegan la soluci6n al futuro, siempre y cuando se cumplan los
dos requisitos que hemos indicado. De ahí que las estructuraciones crono16gico-estillsticas deban apuntarse como mera posibilidad, por lo cual nosotros, de acuerdo con nuestro criterio expuesto y con los datos valorados.
planteamos, en parte todavia como hipótesis de trabajo, lo siguiente :
1.·-Que el arte Hispano-aquitano. de larga e intensa tradici6n en la vertiente mediterránea de la Penlnsula Ibérica, no desaparece al final del Magdaleniense IV, sino que origina el Arte Naturalista l evant ino.
2.·- Que este arte, entre el 12.000 y el VI milen io, evoluciona por efecto
de su prop ia dinámica interna, dando lugar a los diversos estilos preconizados
por RipoJl. Beltrán, Almagro y Hernández Pacheco.
3!-Que su propia evoluci6n estilística, más los cambios sociales y rel igiosos que se debieron producir al implantarse la economla neolítica. le
condujeron hacia un esquematismo y una abstracci6n creciente, para morir
al f inal del Eneolitico y principios de la Edad del Bronce.
4!-Que se perpetúa tanto el lineal geométrico como el formal.
S!-Que el soporte continúa siendo. como en el Paleolítico, lo parietal y
lo mueble.
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J . APARICIO
6.--Que SUS paralelos hay que buscarlos, como tantos otros, en las tierras
ribereñas del Mediterráneo occidenta l.
C)
El ARTE ESQUEMATICO
Oculto por la exhuberancia del Arte Parpa llonés y del Arte Rupestre l evantino, el Arte Esquemático ha pasado desapercibido y se te ha dedicado
muy poca atenci6n en nuestra Regi6n, si n embargo, su importancia es maní·
fiesfa, y aunque no alcance el gran desarrollo que alcanza en Anda[ucía,
especialmente en toda Sierra Morena desde Jaén hasta Extremadura, cada
día se d etectan nuevos y más interesantes conjuntos.
Su origen se encuentra en el viejo Arte Pa[eolltico para el figurativo y
el no f igurativo, el primero por la evidente esquemafizaci6n a que se tiende
en las representaciones ani ma les, y que será una de las caracterfsticas cons·
tantes del arte mediterráneo en general a partir de las puras representaciones
naturalistas, y a través de las distintas f ases que hemos señalado para el Arte
levantino alcanzará su máxima esquematizoci6n durante [a qu inta fase, corres·
pondiente al N eolítico y Eneolítico, en que se consigue ya un total y puro
simbolismo.
El no figurativo t iene su origen en el lineal geométrico parpallonés, q ue
se continúa ininterrumpidamente a través de todo el levantino, y vemos
frecuentes representaciones linea l·geométricas, esquemáticas y abstractas en
todas las fases señaladas para el mismo, siendo durante la quinta fase cuando
encontramos los simbolismos más def inidos y seriados, que aparecen, además,
sobre cerámicas y huesos. las figuraciones conocidas en lo parietal p ueden
verse representadas, siendo las más frecuentes los cérvidos y cápridos, en que
la cornamenta es el único signo distintivo; la f igu ra humana llega al máximo
de estilización y abstracci6n apareciendo [os d enominados "ramiformes", en
los que e[ eje central representa el cuerpo y los apéndices adyacentes los
miembros, en muchos casos múltiples, y dentro de éstos ros ecu lados alean·
zan especial significaci6n, por encontrarse sus para lelos grabados sobre hueso,
cua ndo han adquirido ya un indudable significado rel igioso.
l a introducción de agricu ltura y ganaderla no influye solamente en el
aspecto socio--económ ico, sino también en el espiritual, introduciéndose con·
cepciones cosmológicas y religiosas que tendrán su manif estaci6n en el arte
tradicional, el cual , siguiendo [a trayectoria que le impone su mismo dina·
mismo incorpora las nuevas creencias y las comunica a través de las formas
artíst icas autóctonas.
[page-n-265]
t::L Mt::SOLlTlCO E." VALENCIA
D)
26 1
EL ARTE LINEAL GEOMETRICO DE COCINA
En el nivel 11 determinado p:lr Pericot en las excavaciones que realizó el
Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación Provincial de Valencia
y que aquél d irigió, aparecieron las únicas muestras de lo que puede consi·
derarse un arte ciertamente singular. El so¡:x>rte lo const ituyen, como en Par·
pa lió, losetas, pero que aquí no se presentan tan regulares y con superficie
tan apropiada como en la cueva gandiense, éstas están algo rodadas, y la
"silueta es ovalada o trapezoidal alargada y con frecuencia irregulares", tal
y como [as describió Pericot, quien, con la experiencia q ue le proporcionó el
Parpall6 se dedicó a lavar y revisar todas las piedras que salian y cu yas su per·
ficies consideraba apropiadas 414.
Aunque no le acompañ6 éxito tan sensacional como allá, localizó 35 pla·
q uetas grabadas, algunas p:lr las dos caras, tola lizando 38 las superficies
utilizadas. En general el grabado es tenue y de tip:l lineal q ue se combina en
forma más o menos geométrica, de ahí lo de lineal·geométrico q ue le hemos
apl icado.
L mot ivos son poco variados, pudiendo calificarse de monótonos: series
os
de rayas paralelas. q ue se organizan en zonas, y éstas a su vez forman com·
binaciones con otras zonas de distinta orientac i6n; a veces las rayas paralelas seriadas arrancan de un haz de líneas paralelas centrales; otras veces
su posición es tota lmente anárquica y únicamente en una ocasión entre la
confusión d e lineas en d istintas d irecciones parece entreverse una figuración zoomorfa .
El nivel 11 de Pericot corresponde a nuestro Mesolftico 111
el 6.000 y el 5.500 a. de C.
e, datado entre
No es p:lsible relacionarlo con el arte parietal contemporáneo, de concepción, técnica y estilo total mente diferente, y aunque tampoco guarda ninguna relación directa con el arte par·pallonés por motivos de estilo y temática,
por el soporte hay que suponerlo derivado de aquél, y si la temática no es
si milar hay que considerar que han pasado varios milenios y ésta puede
considerarse surgida como forma evolutiva de aquélla.
Otras losetas aparecieron con restos de pintura, aunque salvo simples
manchas n inguna representación forma l pudo ser identificada, d ebiendo considerarlas como posibles paletas para preparar el color, ya q ue abundantes
restos del mismo fueron hallados entre los sedimentos.
(414) Vid. opus dI. nota 63.
[page-n-266]
262
J . APARI C l n
Al terminar la excavación del nivel 11 fueron localizados restos de p in·
turas de estilo levantino en la pared de la cavidad, sugiriéndose que pudieran
haber sido pintadas al final del Mesolltico JII B o principios del 111 C. dato de
sumo interés que requiere un adecuado estudio.
[page-n-267]
IX
CONCLUSIONES GENERALES
El estudio del Mesolltico q ue finalizamos ha sido realizado partiendo de
un supuesto básico o hipótesis de trabajo: que las poblaciones asentadas
secularmente en las tierras ribereñas al Mediterráneo. desde [a divisoria de
aguas como límite tierra adentro, se encontraban unidas por firmes lazos
étnicos y culturales, de tal manera que bajo condicionante ecol6gicos similares debieron desarrollar respuestas idénticas durante los ·siete mil años de
duraci6n que hemos asignado al Mesolítico.
El pormenorizado estudio anaHtico de los yacimientos arqueológicos de
la vertiente mediterránea española ~IS nos ha permitido realizar la vertebra(415) Ya impresa la parte anterior se han publicado dos lrabajos que conviene recoger
aquf, uno de ellos presenta la estratigrafia oblenida en la Cucva del Padre Areso (AMOR
BECUIRlSTAIN, MARIA.: _Cata eslcatigráfica en la Cueva del Padre Areso (Bi¡ilezal)_.
Tra~o5 de Arqueología Navarra, 1. Diputación Foral de Navarra, págs. n.90. Pamplona,
1979), situada también sobre un anuente del Salazar, como ocurria con Zaloya, aunque
aquéUa más al sur. A pesar de la escasez del material recogido se ha podido detenninar
la existencia de cuatro niveles, con mesolltico sin geométricos en la base (Nivel IV), tres
niveles hasta la superficie con geométricos y microburiles mezclados con cerámicas varia·
das; entre la fauna cabra u oveja y algún cérvido.
El otro trabajo es un estudio sedimentológico de la Cueva de la Cocina (FUMANAL, P.:
_Estudio sedimentológico de la Cueva de la Cocina_. Saitabi, XXVln , págs. 161-180. Valen·
cia, 1978), únicamente de los niveles A a F segün las últimas excavaciones de Fortea, cuya
cronología acepta la autora; detenninando que en el Sel;:tor F (2.(0).1.800 a. de C.) el depósito se fonna a principios del Sub-boreal, bajo clima seco de pals subárido, con escasa
cobertura vegeta!; a! final humedad intensa con [onnación de toba, lo que determina el
encharcamiento de la superficie y la proliferación de una cubierta vegetal. Esta hipótesl$
entra en contradicción con la manifiesta y pertinn sequla que se constata durante toda
la duración del Sub-boreal.
La sedimentación de los sectores E y D son indicios de sendas fases de inundación
aunque con menor fuerza y capacidad de carga que en F, lo cual evidencia un clima
mediternlneo parecido al actual; mientras que en C y A se produciria un fuerte incre·
mento de la humedad con lavado de materiales, lo cuaJ también ocuITÍa, contradictoria·
mente, dentro del Sub-borea1.
El análisis sedimento lógico, que juzgamos correcto dada la seriedad cientlfica de la
autora, presenta contradicciones, a nuestro parecer, únicamente por adscribirlo a un
periodo impropio. Para nosotros el nivel P se pudo fonnar durante el Pre-bor'ea!, y principios del Boreal, durante el cual se señala un corto episodio de intensa humedad; E y D
al final del Boreal y C y A a! principio del Atlántico; a lo que se adecua perfectamente.
Otros dos trabajos vienen a enriquCQer nuestro conocimiento del paleolítico and.aluJ:,
uno de ellos confirma la existencia de paJeolltico en la Cueva del Higuerón, especialmente
del Magd.aleniense, vtase LOPEZ, P. y CACHO, C.: d.a Cucva del Higuer6n (Málaaa):
estudio de sus materiales_. Trabajos de Prehistoria, V . 36, :Pá¡s. 11-24. Madrid, 1979.
Mientras que el seaundo anade un nuevo yacimiento paleolJtico a los conocidos en
la misma provincia, vtase: RUIZ GONZALEZ, B y LEIVA RIOJANO, J . A.: _El taller de
sllelt paleolltico de El CholTO (El Burgo. Málaga) •. MainaU. Estudios de Arqueología
Malaguefia, 1, págs. S-"I1. Málaaa, 1979.
[page-n-268]
264
J. APARICIO
ción y estructuraci6n de todo el proceso, proceso que también hemos seguido
en los restantes paIses, aunque de manera mucho más somera, encontrando
un proceso evolutivo similar, tanto industrial como cultura lmente, dentro de
un mismo marco cronológico.
los condicionantes ecológicos o "desafíos del medio", provocados por los
cambios climát icos inicialmente, y actuando sobre un soporte geográf ico
idéntico, darán lugar a una misma cubierta vegetal, la cual, a su vez, deter~
minará la fauna, también deter:minada, tanto la micro como la macrofauna,
aunque especialmente la primera, por el clima, todo lo cual condicionará el
tipo y la cantidad de los recursos económicos d isponibles por las poblaciones,
que deberán adaptar o renOVar no solamente todo o parte de su utillaje indus·
trial o acervo ergol6gico, sino, incluso en algunas ocasiones sus mismas
estructuras sociales.
Este determinismo ecológico que propugnamos no es compartido por todos
los investigadores, V en sentido negativo, poniendo en duda la relación
causa-efecto entre cambio climático y cambio industrial, se han manifestado
modernamente laville, Tixier, le Tensorer, etc. 416, negando que se evidencien
cambios funcionales estacionales; en esta linea también se han pronunciado
Carbonell y Estevez 417, para los que ambientes diferentes producen la misma
respuesta y respuestas distintas se encuentran en los mismos ambientes.
Contra la primera postura se opone e[ simple razonamiento de que la no
aceptación del determinismo ecológico supondría el considerar como motivaciones del cambio industrial la mera casualidad o el capricho humano, mientras que la segunda es absolutamente válida, aunque no se opone n i impide
a que el MISMO AMBIENTE PRODUZCA lAS MISMAS RESPUESTAS.
El proceso de evolución y cambio industrial que se produce durante toda
la prehistoria hay que entenderlo en el sentido de progreso continuado, es
dec ir que los nuevos útiles, sustitutivos de los anteriores, lo son en tanto
en cuanto suponen una mayor y mejor funcionalidad, es decir una superior
adaptación a la fundón que motivó su creación y fabricación, y que el proceso depurativo que condujo a [a creaci6n del útil perfecto no lo fue guiado
por una fuerza ciega V arbitraria, sino que intervinieron dos factores decisivos, el primero estimulante, que fue la necesidad que imponran los condicionantes ecológicos, el segundo determ inante, que fue el grado técnico alcan.
zado, a part ir del cual fue posible introducir los cambios V modificaciones
oJX)rtunas.
(416) LAVILLE. H.: .Rclations: climat·indus tries, limites d 'interprCla tio n. b) Influence
du climat sur la composition des outillageu. Approche eco1oaique de I'Hommc Fossilc.
Supplement Bulleti AFEO. núm. 47. págs. 131-137. París, 1m.
(417) CARBONEu., E. 1 ESTEVEZ, J.: .. Avan~ de la teoria de la bldirea:ió • . Cyp~la , 11,
I»IS. 1-5. Girona, 1976.
[page-n-269]
265
EL WllSOUnOO EN VALENCIA
Por otra parte, las respuestas idént icas que propugnamos hay que considerarlas en sentido generalizador, es decir en cuanto a las tendencias amplias
que se manifiestan en un mismo t iempo y en lugares distintos, y no solamente en el aspecto ergol6gico o industrial, sino en todos los aspectos de la
vida humana,
Otra cuesti6n es la valoración de las "respuestas" dadas en los distintos
lugares y por las diversas poblaciones, así como en el establecimiento de su
identidad o semejanzas, para lo que se parte de los distintos puntos de
vista de cada investigador, es decir de un criterio ya de por sí subjetivo, y,
sobre lodo, por la falta o escasez de datos y la precariedad de los existentes;
en este sentido ya hemos puesto de relieve como la comparaci6n exclusiva
de industrias europeas con industrias capsienses para establecer relaciones
con el Norte de Africa, descendiendo a detaJles minuciosos en la comparación, no es válido por la escasa representalividad de aquéllas para un territorio tan extenso, máxime cuando se parte de datos no del todo fiables tanto
para Europa como para Africa, a lo que se añade el que muchas de las mues_
tras utilizadas tampoco sean representativas, lo que expresó claramente Barriére con respeclo "á la variabilité des 'lb, Cel1e-ci peut etre due a de multiples facteurs, les couches de gisements, n'étant que des las de détritus, ne
traduisent pas exactement l'image de I'outillage, d'oú I'existence de "sauls"
brusques du graphiques. la foui lle a éte partielle aussi les % peuvent- ils ne
traduire que des localisations accidentelles ou volontaires" 411, sobre lo que
puede servir de ejemplo las extremas d ificultades que encuentra G, Straus
para realizar las subdivisiones internas del Solutrense cantábrico debido a
la extrema variabil idad entre los diferentes yacimientos excavados, a lo que
contribuye las deficiencias del método de excavación aplicado en la mayor
parte de los mismos, debiendo recurrir al C-14 para conseguir algún resultado
viable, y criticando las subdivisiones realizadas a través de los tipos de
puntas, lo que es poco fiable debido a su indiscriminada aparición
.1',
Sin embargo, es evidente que entre el 12.000 y el 10.000 se producen
cambios substanciales que inciden fundamentalmente en las estructuras económicas de las poblaciones del Mediterráneo Occidental. acompañadas en la
mayor parte de 105 lugares de paulatinas y profundas modificaciones industriales, cambios y mod ificaciones que se prolongan a lo largo de unos 7.000
años hasta la plena introducción de lo que conocemos por Neolltico, pero
que en cierto modo se debe entender como la cu lminación o el resultado de
(4U) BARRieRE, C.: _Rouffignac. L'An:.heologie •. Travau" de !' Institut d'Art Préhis,
torique, XVI, pág. 15. TouJouse.
(419) CUY STRAUS, L : .Variabilité dans les ind ustries solutrécnnes de ¡'Espagne
cantabrique•. Bulle!in de la Sodét~ Préhistorique Francais, t. 75, ras. 9, páas. 276-280.
París, 1978.
34
[page-n-270]
266
J.
APARI C IO
todo O parte del proceso anterior; que ambas estén en relación causa~efecto
asl lo creemos nosotros V juzgamos suficientes los datos existentes para
aceptarlo.
Otros investigadores también creen en esta relación. o por lo menos la
sospechan, y asl Camps reconociendo que la fase crítica del lberomauritánico
se sitúa entre el 10.000 y el 8.000, detectada por todo el Maghreb hasta la
Cirenaica, cree d if íci l aceptar que no guarde relación con la fase climática
conocida en Europa como oscilación de AllerOd (9.800-8.500), caracterizada
por la estabil ización con la consiguiente mejoría general. aunque reconoce
que no puede afirmarlo debido a no saber si afectó al N. de Africa como
consecuencia de la fa lta de análisis de fauna y f lora, de ah! que no se pueda n
establecer paralelos absolutos entre la crisis técnica V la oscilación climática
como causa y efecto subsiguientes 420; mientras que l aplace se muestra ter~
minante y explkito: "Si I'on admet que chaque complexe industriel répresente
la réponse d' un groupe humain donné, c'est-a-dire parvenue a un certain
stade d 'évolut ion technique, a un mil ieu naturel donné, il semble bien que
les modif icat ions du milieu doivent se tracluire par des mod ifications corrélatives de la struct ure du complexe" UI. "Pour expliquer ces fai ts, nous avons
d'abord souligné que ces mutations brusques se présentaient comme des
mouvements adaptifs rapides en correlations avec des oscitlations climat iques
perturbatrices du biotope" 421.
M ientras que en las poblaciones donde se creía que no se modificaba su
componente industrial, tal es el caso de Italia w, por ejemplo, también se
señalaba la existencia de profundas alteraciones que motivaban un evidente
cambio que se manifestaba "Dal punto di vista economico per le ragion i che
sono state esporte prima sembra evidente che le popolazioni che praticarono
la caccia ag li uccelli di passo e a quelli stanziali nella Puglia, che erano ded ite
aJla pesca, alla caccia agli uccelli ed alla caltura dei p iccoJi animali nella
Marsica avevano un sistema di vi'a a tendenza sedentaria. le genti che
abitarono la groUa la Porta e la Grotta Addaura quando si f ormarono i depo-
(420) Vid. opus cit. nota 292, páa:. 9l.
(421) Vid. opus cit. nota IlO, pág. 329.
(422) Ibldern, pág. 132.
(423) Ya impreso el capUulo VI, dedicado al MesoUt ico italiano, 1Ie¡:a. a. nuestras ma.nos
el trabajo de BARTOLOMEl, G., BROGLIO, A. et PALMA DI CESNOLA, A.: _Chronos·
trati¡Nlphie et tcologie de ¡'Epigra.vcttien en ltalie_. Col1oques intemationaux C.N.R.5.
núm. 271 , págs. 297·324. París, 1979, afirmándose en la pág. Jf/110 si¡uiente: _En outre, nous
reu~nons que les complelle5 sauveterroides el tardenoldes reconnus dans le Val Padana,
dans le kartl el en Toscane, ne peuvent ~tre engIobb dans I'Epiaravellien, en ralson des
dirfúcnces marquées d 'ordre typologique el structural. En conséquence, la limite supé.
rleu.re de J'Eplgravettien, proposée par G. Laplace, devra.it tgaJemen t ~tre pr6eiséc_, lo
cual coincide plenamente con lo que hemos expuesto e inlerpretado personalmente.
[page-n-271]
EL MESOUTlCO EN VAU!NCIA
267
si!i superiori erano orma; d ivenu!e pressoché sedenfarie perché la loro economia era orma i basafa quasi esdusivamen!e sulla raccol fa dei molu.schi 4101.
En la Reg i6n Valenciana d icho cambio comenzó hacia el 12.000 a. de
Cristo, momento en que se interrumpe la normal evolución ergológica del
Magdalen iense IV, comenzando e l período q ue hemos denominado Mesolítico 1, d ividido en dos fases, A y B, la A alcanzaría hasta el 10.000, y la
B hasta el 8.500. Esta estructuración es válida pa ra toda la vertiente med iterránea d e la Penínsu la Ibérica, aunque hay que considerar q ue en alg una
zona, como o::!n la Selva (Gerona), las part icularidades climáticas locales hayan
posibi litado la cont inuidad y normal evoluci6n magdaleniense hasta la
fa se VI (9.500).
Idénticas características y circunstancias se repiten en el Mid i francé s,
aunque aqul son más numerosos los lugares donde se haya prolongado el
magda leniense por influencia de la superior latitud. El té nnino Mesolítico 1
vendría a sustituir al de Epimagda leniense, Va lorgiense, Romanelliense, etc.
En Italia se produce caso análogo al español, aunque co,! la d iferencia
q ue la base es mucho más indiferenciada por no encontrarse Solulrense o
Magdaleniense, mas el Mesol itico I aparece nítidamente, pudiendo substituir
al Tard igrave'iense, Bertoniense, Romanelliense, etc.
El Maghreb presenta, por el contrario, prioridad cronológica, y el Mesa.
lít ico I debió comenzar bastante antes según las fecha s conocidas para el
lberomauritán ico, término local Que puede ser comprend ido bajo el que
proponemos a efectos de unificaci6n.
Para justificarlo presentamos, en el cuadro de la figura 52, con finalidad
comparativa, los úti les más representativos de las d iversas industrias d iferenciadas en cada uno de los pa íses estudiados, así los útiles "valorgienses" del
Mid i proceden de la Baume de Valorges oW, Jos d el Epimagdaleniense de
Gaze l '26; de Italia para el Tard igravetiense hemos representado útiles de
Ponte d i Ve ia, Grotla C 4P, para el Romanell iense de la Groffa Romanelli 411 y
pa ra e l Mesol it ico de la Grotta la Porta d i Positano m; para el Ibero mauri tano
(424) Vid. opus ci t . nOla 291, pág. 46.
(425) Vid. opus dI. nO! as 257 y 261.
(426) Vid. opus ei t. no ta 254.
('*27) BROG LIO, A.. LAPLACE, G. y ZORZI , F.: . 1 deposil i Qua ternari del Ponte di
Vda. Le i lldIJS l rie~. Mem orie del Museo Civieo di 5toria Na lurale di Vcro na , v. Xl,
págs. 325-367. Vcrona, 1961.
(428) Vid. o pus d t . nOla 143, pág. 12, figura TI.
(429) RADM1U.. I, A. M., TONGIQRGI, E.: . Gli scavi nella &rolla La Porta d i Posilano.
Contributo alla conoscel17.8 del mcsolilico ilaliano~. Rivis ta di Scicnze Prcistoriche, v. XHI,
págs. 91·109. Fi rcJUC, 1958.
[page-n-272]
'68
1. APARICIO
del Maghreb útiles de la Grotta Rassel, Courbet-Marine y T~foralt 0'1; mientras
que de la Penfnsula Ibérica hemos representado útiles de Maltaetes In ,
A través de lo reproducido se JX>drá observar como los útiles más representativos son: raspadores, especialmente los microrraspadores: buriles,
abundando mucho más los de ángulo sobre rotura o 'runcadura, aunque haya
diedros, si bien estos últimos son más abundantes en los ,primeros tiempos,
enrareciéndose paulatinamente. aunque es tendencia general de este grupo:
y las hojas y hojitas de borde y dorso rebajado. En algún caso aparecen
microburiles, si b ien con bajo índice, lo cual hay que entender como la
permanencia de una técnica que se implanta varios milenios antes y que en
algunas zonas persiste con la fina lidad de fabricar dorsos o bordes rebajados.
En cuanto a su cronología, podemos ver en e l cuadro que hemos elaoo..
rada (fig. 53) la correspondencia de algunas dataciones conocidas, así
como la coherencia entre las mismas, ya que si exceptuamos las altas fechas
para laforalt, que indican temprano origen para el Mesolitico I del Maghreb
como hemos expuesto, todas se sitúan dentro de unos límites extremos, que
son los del 12.000 y el 8.500 según nuestro criterio. l as fecha s extremas, que
exceden de los topes, máximo y mínimo, propuestos, hay que valorarlas de
manera diferente, las altas son numerosas y coherentes entre sí, además de
que vienen a cubrir el vado existente entre e l Mesolítico y el Ateriense (Mus.
teriense norteafricano), por lo que es conveniente y oportuno darles un mar·
gen de credibilidad; las bajas, por e l contrario, son menos numerosas y presentan una total falta de coherencia, por lo que es presumible su anormalidad,
de ahí que se deban eliminar 432.
Entre el 8.500 y el 7.500 hemos situado el Mesolitico O, momento en que
econ6micamente parece haberse impuesto la recolecci6n sobre la caza en
todas las poblaciones del área, conociéndose especialmente a través de los
restos de cocina el inlenso consumo de moluscos te rrestres (heJix especial.
(430) Vid. opus cit. nota 292, segunda cila, págs. 65, 71 y 74.
BRAHIM.I, C.: .L'Ibéromaurisien Ii uoral de la Région d'A1ger_. Mémoires du C.R.A.P.B.,
XIII , pág. 56. París, 1970.
(431) FORTEA PEREZ, J .: . L·EpipaléolithiQue du Iiuora! ml!diterran~ espa¡nol_.
Colloque intemational Abt-en·Provenee, junio. 1972. L'EplpaléollthiQue médilerranéen, página 65. Parfs, 1975.
(432) Vid. opus eil. nota 293.
AMARA, A.: _Le gisement Es-Sayar (Bon Sallda-Algérie)_. Ubyca, t . XXV, pág. 67.
Alller, 1
m.
HEDDOUCHE, A.EX .: d..e gisemen t epipaleolithiQue d'El.()n~r (Bou-Saada. Al gérie)_.
Vid. opus cit. supra, pflas. 81-82.
Para las datacioncs de yacimientos franceses vid. opus cil. nota 246 y
SCHVOERER, M., BORDIER. CH., EVIN, J. ct DELIBRIAS, G.: .Chronologie absoluc
de la fin des ICttlps g1aclaires. Recensement el prtsentation des datatlons se rapportant
l des sltes frtrn;ais_. Colloqucs intem.ationaux C.N.R.S., mlrn. 271. La fin des lemps alaciaires en Europe, páp. 2141. Paris, 1979.
[page-n-273]
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..... .
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[page-n-274]
[page-n-275]
270
J. APARICIO
mente). y de éstos más moluscos marinos en los yacimientos actualmente
cosleros; se enrarece la caza de grandes animales. que parece ser sustituida
por los pequeños espedmenes (Iagomorfos. pájaros, pequeños roedores. etc.).
En la industria subsisten los raspadores, los buriles y los dorsos y bordes
rebajados, pero aquéllos en proporción sensiblemente inferior a los de la etapa
anterior; mientras que los últimos arquean el dorso o lo apuntan dando lugar
a la presencia masiva de geométricos, triángulos y segmentos que caracte-
rizan el período, fabricados mediante fa técnica del microburil, que renace
entre las poblaciones que la habían abandonado y se intensifica en las que
la mantenían. En el cuadro de la figura 55 se pueden constatar nuestras afirmaciones, cotejándose el estrecho paralelismo entre los útiles del Montandiense francés, representado por útiles del Abri Cornille el Inferior 4ll, el
Medio del Abri des Boeufs en Ventabren ').1, y el Superior de Fas-Sur Mer 4lS,
con los del Sauveterriense italiano de Romagnano 1114l6, del Capsiense típico
de El Outed 411 en el Maghreb, y para la Península Ibérica útiles del Filador tII.
las dataciones que hemos reunido en el cuadro de la figura 54 requieren
un comentario detallado; para la España mediterránea no disponemos de
ninguna, por desgracia; de Francia hemos reunido las pocas que conocemos
para el Montandiense, fechas que se adecuan perfectamente y sirven de
pauta para la delimitación del período; las italianas las hemos separado d el
conjunto conocido por ellas mismas, debido a la confusión entre los aulores
italianos a la hora de establecer la diferenciación de estos conjuntos industriales, tal y como hemos expuesto; mientras que las correspondientes al
Capsiense Típico presentan graves problemas. ya que no encaja ninguna
de ellas en el tiempo deli mitado, lo cual se agrava cuando las comparamos
con las fechas obtenidas para el Capsiense Superior, teóricamente posterior
si hacemos abstracción del C-14, mas contemporáneo con las facies tebessien
y setéfien, aunque más reciente si nos atenemos a ciertas dataciones de la
facies meridional. pero si tenemos en cuenta la escasa representativ idad del
capsiense por su localismo, de acuerdo con lo expuesto, y el que más del
50 % de las fechas expuestas corresponden a un mismo yacimiento, por lo
que hay que pensar en anomalías estratigráf icas o en deficiencias de las muestras ot o de las excavaciones, etc, el problema se minimiza, debiendo dejar
(433) Vid. o pus cit. nota 257. cuarta cita, págs. 143-147.
(434) Vid. opus cit. nota 257, quinta cita, pág. 1.372.
(435) Ibldcm.
(436) Vid. opus ci t. nota 272. págs. 28-30.
(437) Vid. opus cit. nota 292. segunda cita, pág. 107.
(438) Vid. Fortea: d..os Complejos ...s, págs. 339, 341 Y 343.
(09) A este respe<:IO es muy conveniente conocer las conclusiones a qut! liCia J . EVIN:
_R,efl exions générales el données nouvelles sur la ehronologie absolue Cl4 des industries
de la fin du Paléolithique Suptrieur el du déb\ll du MésolithiquclO. Colloques Interna·
lio naulI C.N.R.S. núm. 271. La fin des lemps g1aciairu e n Europe, pass. )2·13. Par:ls. 1979.
[page-n-276]
271
l!L MESOLITl CO l!N "'''LENC lA
MESOUTICO
11.
I TAL I A
M I DI
Dataciones C-14. B.C.
M AG HR E B
8.370-P.
8.3O().Ro.
8.12O-G.
8.030-1.
7.9JO.R.
7.88().Rm.
7,860.Po.
7.&5().Ma.
7.83(}.L.
7.82().R.
7.744-L
7,630.Rm .
7.620-F.
7.4l:O-F.
7S4().Rm.
6.89O-R.
6.4JO.R.
6.4(1).R
6.2»R.
6.l5().R .
6.(O).R .
S.9roO.
5.900-0.
5.9OJ.R.
5.810-R.
5.6S0-B..F.
5.4.50-0.
5.14().G.
4.980-D.F.
4.750-0.
7.470-Rm.
7A2G-I.
LEYEN DA
G~
F~
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Gramari
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E l Ouled
D.F. =: Dorlal Fa kheT
G- Guentis
O-
P. ID E RI CA
[page-n-277]
272'
J. APARJCIO
la solución en suspenso hasta que nueva documentación permita disponer
.
de nuevos datos.
El Mesoiftico 111, bajo 'cuya denominaci6n pretendemos unificar las diver~
ses nomenclaturas utilizadas en los distintos parsas, tales como Castelnc>o
viense, Tardenoisiense, Capsiense Superior, etc. comienza con una fase inicial, el Mesolftico 111 A, que se podrla calificar como intensamente depresiva,
localizada en Francia y España con cierta seguridad, y caracterizada indus-trialmente por el aspecto tosco de la macroindustria generalizada, al lado de
la cual permanecen raspadores, buriles, geométricos y microburiles, aunque,
al parecer, en escasa proporción; económicamente hay una acentuación nota~
ble de la recolección. Al A le siguen el B y C, caraderizados industrialmente
en todos los paises por la presencia de trapecios junto a los geométricos carac~
terlsticos del MesoJltico 11, y la presencia. especialmente en Espaf\a y alguno
en el Maghreb, de triángu los con apéndice lateral tipo Cocina en la fase C,
conómicamente per~
generalizándose las hojas .escotadas y estrC!nguladas. E
sisfen las estructuras del Mesolftico 11.
En el cuadro 56 hemos representado los conjuntos industriales más carac~
terfsticos y afines de cada pafs; para el Castelnoviense útiles de CMteauneuf~
les Martigues" y para la fase depresiva del Mesolitico 111 A de la Caune
d'Arques 441, de Romagnano 111 para el Tardenoisiense italiano 40, mientras
que para el Capsiense Superior hemos representado útiles del Site 51 de
Garaet el Tarf, Koudiat Kifen y Medjez 11 +u, completándolo con útiles de
Filador para el MesoUtico 111 A y de Cocina para el 111 B y C por lo que respecta
a la Penfnsula Ibérica 444.
A través de lo representado se puede observar un claro predominio de
los geométricos, especialmente de los trapecios, sobre el resto de la industria,
entre la que todavfa subsisten raspadores, algún buril y dorso rebajado,
aunque en mlnima proporción.
En cuanto al cuadro de fechas de la figura 57 creemos que proporciona
secuencias sumamente coherentes entre si y con la totalidad, aunque algunas,
especialmente del Maghreb quedan excesivamente bajas, eneuadrándose me.
jor en un Protoneolilico o Neolftico I (Antiguo).
(+tU)
(441)
(442)
(443)
(444)
Vid.
Vid.
Vid.
Vid.
Vid.
opus cit. nota m , cuarta dta, p6a:. 1372.
opus cit. nota 221, cuarta cita, . .,. 557.
Opu.5 dt. nota 280, páv. 56.
opus cit. nota 292, segunda cita.
Fortea, _Los Complejos •••• , páas. 343 y 355 • 368.
[page-n-278]
L MEDITERRAN
A.
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~1~4~A
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[page-n-279]
[page-n-280]
MESOLlTICO 111.
MI DI
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IT ALI A
Dataclones C-14. 8.C.
MAGHRBB
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F. Tebessieo F. Sét~fien F. Meridio
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7.230-R.
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7.121).Ma.
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6.92S-Ma•
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6.58().AD.
6,600.Mj.
6.660-Po.
6.4SO-Me.
6.5JO.Mj.
6.395-AD.
6.32G-Mj.
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6.250-A.
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P. IBBRICA
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S.940-Mo.
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S.820-Mo.
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6.200-Z.
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5.730-Mj.
5.660-Mj.
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5.590-Mo.
5.575-CH.
5.41().C.H,
5.670-N.
5.601).8 .
S.620-Mj.
S.535-AD.
S.5JO.R.
5.JSO.Re.
S.JSO.Ab.
5.3S0-K.
S.lJO.A.D.
S.3IO-A.D.
S.32O-CH.
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S.lJO.Mj.
S.J30.Mj.
S.350-R.
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S.2s0.Mj.
5.25G.Mj.
5.160-Ab.
S.1~Ab.
5.140-A.D.
5.l20-Ab.
S.0'70-Mo.
S.os<>c.
5.030-M.
S.II5O-Ab.
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S.05O-B.
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4.290-M.
3.4.50-8.
3.170-B.
LEYENDA
G.
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A= L'Aldene
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M.
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c = Covoloni
A= A=.
dello Ste.
Ain Dokkara.
AD
Me = El Mekta.
Ro= RelllaT.
R'= R'tana.
Ab = Dra. Mta el Abiod.
K= Khan¡uet el MouhaAd.
A= Ain Naga.
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B=
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El Mermouta.
Sebkhet en Noual.
Medjez.
Ain Boucberit.
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..... 57
F eFosca.
V."Verde1·
piDo.
N = Naclmfe:n-
too
B '" BodQ.uert"a.
Z = Zatoya.
[page-n-281]
274
1. APARICIO
Bajo nuestro punto de vista creemos que los datos son concluyentes V
que la manifiesta unidad mediterránea que propugnamos queda demostrada
a todos los niveles V de acuerdo con nuestra estructuración expuesta para el
Mesolfticoi esperamos que la prosecuci6n de las investigaciones la asegure
y desarrolle con mayor amplitud e intensidad.
[page-n-282]
x
INDICES
Al INDICE GEOGRAFICO
ACQUA FITUSA: 192, 269.
ADAOUSTE, La: 152.
ADDAURA: 193, 200, 201, 203. 206, 266.
ADRIATICO, Mar: 13, 187. 7J!1 .
AFlUCA.: Véase Norte de AfriCl.
AGUAS, Lu, partida: 117.
AHUMADA: 142, 161.
AIN BOUCHERIT:
nJ.
ANNA: 78, 171.
ANTAS: 124, 161.
AmAS, do: 124.
APENlNOS: 188.
AQUlTANIA: 151, 152ARAGNON, L ': 180.
ARAGON, m : JO.
AItAIlA, La: 225, 233, 244, 245, 255. 256, 257.
AlN DOKXAR.4.: 273.
AllBREDA, L': 26.
AJN NACA:
ARDALE8: 200.
ARD2CHE: 200.
ARENAL DE LA VIRGEN: 22, 35, 11 8. IZO,
m.
,uX·EN-PROVENCE: 7.
ALACANT: Véase Al ica nte.
ALACON: 241 , 243.
ALBACETE, provincia: 34, 225, 226, 238.
247, 253.
ALBARRACIN: 243, 249.
ALBOCACER: 137, 251.
..\LBUFERA DE ANNA: 22, 34, 35, 63, 13.
14, 75 a 95, 121, 156, 159, 172, 175.
ALBUFERA DE VALE NCIA: 80.
.\l.CAAIZ: 243.
A!.COY: 2Z5, 243.
ALDENE. L': Z1l.
ALEMANIA: 82.
ALICANTE, Pn:lvtnda: 109, 117, 146, 160.
161, 231. 239, 253, 254.
AUOROQUE : 22, 124 a 127, 171 , 172.
..u.MANSA: 249.
ALMASSORA: Vease Atmnora.
ALMAZORA: 40.
ALMERIA, provincia: 124, 134, 13S. 136, 137.
138, 161,253.
ALPERA: 225. 247.
ALPES: 13.
ALPES DEL NORTE: 179.
ALQUEZAIt: 234.
ALTA PROVENZA: 179.
ALTAMIRA, Cueva de: 99. ISI.
ALTO WIRA: 184.
AMBROS IO , Cueva: 123, 156, 161.
AMPLA DEL CAP GROS , Cowo: 109, 110,
i".
ANDALUCIA: 123, 260.
ANDILLA: 41 .
171 , 172,
ARENE CANDIDE: 183, 200.
ARENY, L': 1.56, 159.
ARES DEL MAESTRE: 36.
ARGELIA: 137, 195, 196.
ARMA. DELLO STEPANIN:
ARMETTA, Rlparo: 212, 220,
ASQUE: 214.
ASSUD D'ALMASSORA: 40 a 41 , 163, 166.
167.
ATlAS, cordillera: 15.
AUDE: 26, 166, 180.
AYNA.: 225, 2.34, 241.
AYORA: l7I , 225, 247, 249.
A.ZZt1RltA: 193.
nJ.
BAJA PROVENZA: 203.
BALMA. DE MONTCLUS: 24.
BAlSIUAS, La.: 243.
BALZI ROSSI : 209, 213, 220, 221 , 223.
BADAN}, Gruta: 2f1l.
BARBERO, Cueva del: 35, 1.56, 159. 211 a
212, 222, 224.
BARCELONA, dudad: JSO.
BA.R.CELONA.. proviDcla: 174.
BARIG: 104, 109.
BARMA. GRANDE: 200.
BARRANC BLANC, Con del: 35. 104, 109.
142. 144, 150. 160. 210, 239.
BAlUlANC FONDO, Cova del: 35. 1.56. 153.
159. 231. 244.
BASSIN DE L'AUDE: 180.
[page-n-283]
276
S . APARI C IO
MUME DE VALORGES: 267, 269.
BAUME-LATRONE: 200.
BAYOL: 200.
BELVIS: 180.
BENASAL: 243.
BENIARRES: 160, 231.
BENIRRAMA: 254.
BENISlU: 159.
DEN SUMANE: 212.
BERNICEAU: 184.
BICORP: 172,225. 244, 247,249, 250.
SIR GRAN: 212.
RIZE, Crand Gtou. de: ISO.
BIZE, hUt Crolte de: 180.
BLANQUlSAR DEL GAJUlOFERO: 156,
159, 244, 246.
BOEUFS, Abrl dea: 270.
BOMBRlNI , R.Iparo: 213.
BOQUERA DEL ESCAWNA: 211.
DORA GRAN D'EN CARRERES: 23, 24 a
25,26,27, ISO, 180.
BORRIOL: 254.
BORTAL FAKHER: 271BOTIQVERIA DELS MOROS: 22, 28, 31 •
33, 171, 175, 177, ID, 273.
BREGAVA, río: '1!!1.
BRIANZA. NOR.()RIENTAL: 21S.
BUCO DEliA SABBIA DI CIVITATE:
214, 215 a 216, 221, 223.
BUITRE, El: 244, 249.
BUROL: 160.
BURGOS, provtnda: 28.
CABALLON, Sierra del: 52.
CABEZO REDONDO: 231.
CABO DON: 195, 196.
CABRA·FEIXET: 243.
CAlDAS DEL SALBIME, tu: 24].
CALA, Gruta de la: 269.
CALA, La: pob1acl.6n: 131.
CALABRL\: 216.
CAlAPATA, Barranoo de: 224, 243.
CAlAVERES, Con de lea: 109, 110.
CAL COIX: 23, 25, 21, 156, 157.
CALLES, pobladÓD: 172.
CAMPANIA: 187.
CAMP DE SANT AmON.: 35, 156, 157.
CAMPING SALOU: 122, 157, 162, UD.
CANAL DE SICILlA: 17.
CAN CRISPINS: 23, 178.
CANECAUDE 11: 151.
CANTABRIA: Véase Reglón Cantáb rica.
CANTOS DE lA VISERA: 232, 233, 234.
CAPACl: 220.
CAPO D'ACQUA: 1113.
CAPURRI: 35, 156, 157.
CARASOLES DEL BOSQUE: 247.
CARINI: 2O\l, 220.
CARSO TRIESTlNO: 189.
CARTAGENA: 161.
CASA DE IARA: 22, 35, UO, 121, 164, 171 ,
172.
CASA DE LOS VALIENTES: 172.
CASARES, Los: 234.
CASTELLET DEL PORQUET: 231.
CASTELLON, provincia: 36, 72, 137, 138,
ISO, 225, 239, 243, 251 , 253, 254.
CASTlUARElO DE LOS MOROS: 23 1.
CATALU¡QA: 26.
CATALURA NORTE: ll5.
CATALUlQ'A SUR: 26.
CAUNA U 'ARQUES: 166, 181, n2 , n 3.
CAVALL, Cova del: 231.
CAVIGLtONE, Grolla del: 213.
CEJA, La: 172, 151, 2S2.
CERRO FEUO: 241.
CERRO DEL REAL: 231.
CIClAMJ: 193.
CIERVO, Abrlro del: 252.
CIEZA: 247,
CIRENAICA: 266.
COCINA, Cueva de la: 21 , 22, 32, 33, 34, 35,
42, 44, 45,48, 51 a 72, 74, 77, 106, 111 , 121.
138, 1311, 140, 141 , 142, 143, 144, 145, 146,
147, 161, 163, 165, 166, 167. 168, 170, 171,
112, 173, 174, 117, 205, 234, 231, 241 , 249,
251, 253, 261, 263, 272.
COCINIUA DEL OBISPO: 22, 171 , 238, 2411.
COGUL: 249.
COLONGO: 231.
COLUMNATA: 269.
COLOMBIERE, La: 151, 152.
COLOMBARE DI NEGRAR: 190.
COLlADO, El: Véase Collao, El:
COLLAO: 35, 41 , 114 a 117, 138, 163, 166,
167,
COMA D'lNFERN: 22, 23, 14, 27 , 164, 178.
COMO: 209, 214, 216.
CONCA DE LA SAFOR: lOO, 114, 1411.
CONDADO DE TREVI¡QO: 28.
CONTINENTE AUSTRAUANO: 17.
CORNILLE, Abrl: 2611, 270, 273,
CORN.lZZOLO, Mon te: 215.
CORRUGGI, Cueva: 192.
COSENZA: lOO, 209, 216.
COSTALENA: 22, 156, 1511, 171.
COUBERT-MA.RINE: 268,
COVATEU.ES, ID: 35, 156, 157.
COVETES DE CANTUS: 210.
COVOLONI: 273,
CRETAS: 243.
CROUZADE: 180, 181.
CROZE, La: 15t.
CUENCA, provincia: 34, YI, 253.
CUENCA DEL EBRO: 28.
CUENCA DEL PO: 13, 188, 189, 1112, 266.
CUENCA DEL RODANO: Vtase Valle del
Ródano.
CUEVA NEGRA, Abrlgo de la: 22, 171.
CUE VA SANTA DE CALLES: 22, 172.
CUE VAS DE VERA, poblacló n: 136.
CULLERA: 16, 96, '11, 98.
CRATEAUNEUF-LES-MARTlGUES: 272,
273.
CRAVES, Cueva de: 28.
[page-n-284]
m..
CHEUA: 157.
CH INCHON, Abrl: 119.
CHIVA: In.
GARAET ET TARE: n2.
GARCEL. El: Véase Aljoroquc.
GARD: 200.
DELFI NADO: 119.
DORA CLOTILDE, CUevII de: 22, 171. 249.
DOS AGUAS: SI. 53, 77, 166, 225, 249, 251.
252, 255.
DURUTHY, Grotte: 151, 152.
EBBOU: 200.
EBRO, no: 30, JI, 253.
EOEN·ROC: 184.
EGADI, bias: 200.
EL-ONCOR: 269.
ENCANTA, Barranc de la: 156, 160.
ENCJES, Le•• Le. Planu: 24.
EN PARDO, Cova d': 35, 156, 159.
ERETA DEL PEDREGAL: 76.
ERICA, Grula: 191,269.
ESCALONA, no: 211.
ESPARA: 13, 99, 132, IJJ, 135, 137, 138. 185.
2OO ,~, ~.~ , zro,n~
ESPLUGA, BaJma de 1': 174, 177.
ESSAYAR: 269.
ESTANY D'ALMENARA: 22, 34, J5, 52. 63.
7Z a 75, 87, 95, 171 .
ESTRECHO DE GIBRALTAR: Il, 15. 16, 17,
,'".
ESTUBENY: 157.
EUDOVIGES, AbrlCO de ~ : 241.
EUROPA: 135. 143, 169, 265. 266.
EUROPA OCCIDENTAL: 188.
EXTREMADURA: 260.
FALON, Bammco: 252.
FANCIULU, Grol18 del: 21J.
FARO DE CULI...ERA: 96.
FERROVIA, Grolla de la: 1fI}.
FESSURA MOCCHI: 213.
FIlADOR, Coya dC'!: 22, 23, 24. n , 117,
145. J46, 159, 162, 163, 164, 165,
167, 205, 241, 242, no, n2.
FlNALE L1GURE: 200.
FLORESTANO, Grol18 di: 213.
FONTBREGONA, Baume: 167, 269, ni,
FONTLAURIER: 180.
FORAT DE L'AIRE CALENT: 35.
FOSCA, Cova: 35, 36, 39, 40, 125, 163,
167, 249,
FOS·SUR·MER: zro.
FRANCIA: 13. 135. 138, 146, 151. 166,
168, 173, 182, 197, lOO, 201, 202, 204,
n3.
zro, 272.
277
KESOUTlCO EN VAUlNClA
142,
166,
GARROFERO, Abrtao del: 244.
GASULlA, La: 225, 232, 238, 249.
GAZEL: 180, 181 , 267 , 1fI}.
GENOVESI, Grolla del: 119.
GERONA, provincia: 21. 26. 109. 150, 267.
GIOVANNA, Grotla: 269.
GOLFO DE GABES: 195.
GOLFO DE VALENCIA: 16.
GRAJOS, Abrlro del Bal'nlRCO de lo.: 160.
247, 249.
GRAMARI: 171, 273.
GRANADA, provincia: 135. 136.
GRANDE DE LA HUESA TACA¡Q-A, Cueva:
lOS, 118, 119, 156, 157.
GRAPPIN: 151.
GRIMALDI: 200, 213.
GUE/\''TIS: 271.
GUEM'ARA: 269.
IlAMEL, El: 1fI}.
HAOUlTA, El: 1fI}.
HERZEGOVINA: 207.
HIGUERON, Cueva del: 109, 263.
HONDO, Barranco: 249.
HOYO DE LA MINA: 123, 127 a 131. 136,
138, 142, 156, 157, 159. 175, m .
HOZ, Cueva de la: 234.
HUESA TACA¡Q-A: 35.
HUESCA, provlnda: 28. ID.
HUMOSA, Cueva: 138. 142.
IFRE, poblad6n: 161 .
IRATI, río: JO.
ISOLA SANTA: nI.
ISOUDA, Grulu de la: 219 a 220, 223.
ISTRES: 269.
ITALIA: 13, 117, 164. In a 1M, 197, 200.201.
202, 203, 205. 2f11. 213. 214, 266. 267. 269,
nI , nJ.
IZNAu.oZ: 136.
273.
166.
J67.
I..\EN, provincia: 123,260.
IATIVA: Véase Xátiva.
lEAN DE VERGES, SI.: 152.
JOQUERA , Abrl¡-o de la: 254.
ruCAR, río: 37,211 , 251 .
"URA: 179.
JURA MERIDIONAL: 179.
JUYO, Cueva del: 99, 151.
205,
FRANCIA ATlANTJCA: 167.
FRANCIA MEDJTERRANEA: Vuse Midi.
FRANCO·CONDADO: 151, 179.
FREGINAL DE LA FONT MAJOR, 161.
FUENTE DE lA. ARENA, Abrigo del
Bal'nlnco de la: 156, 160, 247, 243.
FUENTE DE LOS MOLINOS: 142.
GAFSA, poblacl6n: ID.
GANDIA: SI, lOó, 136, 160, 255.
KEF·EL-BAROUD: 209, 212, 214. 221 .
KllANGUET EL MOUlLUD:
KOUDIAT KIFEN: 272.
n3.
lADERA DE STA. BARBARA: 156, 160.
LADRURAN: 241, 243.
LAGRIMAL, Cuen del: 22, 171 , 175, m .
LAGUNA DE VlLLRNA: tl8.
LAGUNAS DE AIMENARA: V~ Eslany
d'A.lDx:nara.
[page-n-285]
27.
J . APARI C IO
IANGtJEDOC: 179, J82, 2IJJ.
LANGlIEDOC OCCIDENTAL: 179.
IANCUEDOC ORIENTAL: 179.
LAUCERlE HAUTE EST.: 151 .
LER1DA. provlndal: 146, 225, 234, 253.
LEVANTE ESPAAOL: 15, IlS, 142, 201, 202,
203.
LEVANZO: 192, 199, 200, 202, 206, 220, 271 .
USI": 212.
UGURIA: 2011.
UNATE: 21S.
UIUA: Vb5e Uiria.
LOBO, Barnoco del: 35, 156, 157.
LOBREGA, Cueva: m.
LOMBARDIA: 208. 216.
LONCUE., Baume: 271.
LONGETRAYE: 184.
LORENZI, Rlparo: 213.
LUSTIGNANO: 201.
UATAS, Concha de: 22, 35, 41 a 51 , (/l, 74 ,
121, 142, 143, 144, 171 , m , 174.
U.IRIA: 160.
lLOP. Cov. del: 35, 1M. 109, 110, 111 .
UOSETA A. La: 99, !SI .
MADALElNE: 2/1},
MADELEINE, La: 152.
MADONNA: 271 , Z13.
MAGHRE.B: 133, ' " a .91, 204 , 205, 266, 267 ,
268 , UD, 211,
m,
273.
MAlAGA, dudad: 130.
MALAGA, provinda: 1Z7, 135, 136, 138, 200.
MALLADA, Cueva de la: 119, l56, 159, 243.
MALLAETES, Con de la: 21 , 29, 34, 35,
66, 73, 104 a 114, 106, 107, 109, 110,
lII , 113, 114, 128, 139, 140, 141, 142, 143.
144, 145. 146, 150. 153. 156. 159, 161. 239.
268, UIJ.
MAlLORCA, 11111: 17.
MANGIAPANE: 220.
MARAVELLES, coy. de In: 35, 52, lO., 109,
110, lit , 13!, 160, 239.
MARAVIUAS, Cueva de lo: Véa~ Mara·
velles, Cova de les.
MAROOULINE, Abrl de la: 184.
MAlUNA ALTA , _ : 109, 114.
MARITZA: 193.
MARRUECOS: 195, 196, 212, 214.
MARSICA: 266.
MARTES, Slern de: 52.
MARTIGUES: 7.
MASTRlCCHIA, Grotta de: m .
MATAIlRARA, no: 31.
MAZALEON: 31, 243.
MECA: 249.
MECHTA EL ARBI: 204.
MEDIODIA DE FRANCIA: Véase Midi.
MEDITERRANEO, mar. 34, 73, 96, 117, 124,
155, 190, 195, 205, 231.
MEDITERRANEO OCCIDENTAL: 7, 8, 13,
14, 18, 112, 148, 149, 164 , 166, 185, 198, 199,
m, 209, 224, 260, 263, 265.
MEDJEZ 11: m, 773.
MEXTA, El: 773.
MEKTA EL AoIOD, »ni: 773.
MERMOUTA, El: 773.
MESINA: 192.
MEZZOGIORNO, Gruta del: 191 .
MICELI, Grotta: 2'Z1.
MIDI: 13, 15, 152, 153, 155, 161 , 162, 164,
167. 168, 179 a loS, 267 , 2fIJ, 271 , 273.
MIDI-PYRENEES: 151 , 152.
MUARES, $ : 40.
MINATEDA: 225, 243.
MOCCHI, RI~ro: 213.
MOLELlA DI SABANDIA: 192.
MOU DE LA BLEDA: 159.
MOLLET DE SER.lAA, Con d 'en: 166.
MONOPOU: 200.
MONTAGNOLA DE S. ROSALlA: 2]6, 111
a 119, 221.
MONTANYETES, Les, partida: 160.
MONTCLUS, Baume de: 273.
MONrDUBER: 104.
MONTE ARADI: 225, 243.
MONTGO, Con del: Vé ase Ampla del Cap
Gros, Cova.
MONTICO DE CHAR.RATU: 22, 18 a 30, 31.
156, 157, 170, 171.
MONTSIA: 234, 238.
MORATAUA: 161.
MOREUA LA VELLA: 225.
MORENO, Barranco: 247.
MORRAL DE PERPINYA: 159.
MORTERO, El: 243.
MOSSEN RICARDO, AbrllOJl de: 110 a 111,
222.
MOUIUAH , AbrllOJl de la: 133.
MOURRE POUlSSOU: 773.
MUGRON , Monte: 249.
MURCIA, provincia: 134, 135, 138, 161. 225,
234, 247, 253.
NACIMIENTO, Cueva del: 22 , 113 a 114,
125, 156, 159, 172, 2fIJ, 273.
NAVARRES: 76, 159, 211, 225, 244, 246.
NEGRA, Cuen: 247.
NEGRA, Ab~ pnblmo • la Coya .. . de
Meca: 22, 171.
NERJA, Cueva de: 123.
NERPIO: 225.
NICCHIA GAMBA: 269.
NIMES: 200.
NI¡QO, Cueva de El: 202, 233, 234, 241.
NISCEMJ: lOO, 202.
NIZA: 7, 2fI1.
NORTE DE AFRlCA: 13, 15, 68, 132, US,
138, 141. 142, 148, 168, 170, 195, 197, 200,
201, 204, 208, 212, 265, 266.
NORTE DE ESPA!QA: US.
NORTE DE ITALIA: 191.
NOVARA DI SIClUA: 209, 216.
NUEVO MUNDO: 231 .
NULES, 160.
[page-n-286]
279
OCHAVO, El: 125.
OUVA: 109, 114, 115,117, 157, 160.
OUVAR DE lA PAEllA: 160.
OR, Cova de 1': 10, 32, 33, 15, 39, SI , 52, 57,
59, 6.5, 71, 73, 106, 113, 173, 174, 176, 111,
230, 231,243, 244.
ORAN: 137, J96.
ORTUCCHIO, Gruu.: 269.
PROVENZA: 1S2. 170. 179, 1&2.
PROVENZA LITORAL: 179.
PROVENZA ORIENTAL: 179, 1&2. laJ. 184.
PROXIMO ORIENTE: 231 .
PUDtAL, El: 241, 243.
FUGUA: 266.
PUNTA, La: 269, 171 .
PUNTALI, Gl:'Otta del: 2n, 22:1,
OUTED, El: 110, 171.
PACIFICO, 0cUa0: 17.
PADRE ARESO , Cuna del: 263.
PAGUCCI, GI:'OUa: 269.
PALERMO: 200, 209, 216, 217, 218, 220.
PAUCA, Cueva de la: 121, 161.
PAlAIA DE MALLORC,,": 115.
PALOMARlCO, Cueva del: 138.
PALOMAS, Cueva de fU: 138, 142, 161.
PAPASIDERO: lOO, 216.
PAREJA, Abrl¡;o de la: 252.
PARPALLO, Cova del: 22, 29, 35, 64, 66, 99,
lOO, 1()4, 105, 107, 109, 114, 136, 137, 138,
139, 140, 144, 146, 149, ISO. 152, 171 , 200.
201, 202 , 205. 226, 234, 235, 236, 238, 239.
241 , 261.
PARTIDA DEL SALT: 35, 156, 157.
PASO DELtA COMUNEUA: 192.
PATOU: 22, 111 .
PEDRO MAS, Abrl¡o de: 171 , 249, 1!I1.
PECO: 109, 117.
PENINSULA IBERrCA: 10, 13, 15, 11 a l7a ,
51 , 95, 105, 136, 137, 138, 139, 142, 143,
m,
178, 187, 190, 195, 205, 225, 26&,
270, 271, m , Z73.
'}fIJ,
PENINSUlA ITALIANA: VEase Italia.
PENYA DEL SINGLE: ISO.
PENYA ROlA: 35, 208, m , 224, 255.
PEQUEJilA DE lA HUESA TACARA: 22,
lOS, lIa a no, 171.
PERELLO: 243.
PERNERAS: 138, 142.
PIANCAVALLO: 192.
PIANVAU.E: 216.
PILETA, Cueva de la: lOO, 202:
PINAR DE TARRUEUA: 35, 118, 120, 1.56.
,,,.
PIRINEOS: 26.
PISA: 206.
POLDJE DE BARlG: 104.
POLESINJ: 200.
POLVOROSA, Covacho de la: 166, 251. 1!12:,
2!3.
PONT DU GARD: 200.
PONTE DU VElA: 267.
PONTONES: 123.
roRCS , Cova dc~J.: 35, 104. lOO, 110, 111 , ISO.
PORTA, La: 190, 2h6, 267, 171 , 173.
PORTUGAL: 68, 170.
POUIu.ES: 200.
PRADO DEL NAVAZO: 243.
PRAET. El: 1.56, 160.
PRAIA A MAR.E: 167, 192.
PROTECTORADO ESPAROL, .\atJpo: 195.
QUESA: 225.
QUESO, Cuev. ckl: 247.
ILUIAH:
Z13 .
RACCHIO: 215, 218. 219. 220. 222, 2Z4.
RACO DE LES FONTETES DE CAN'I1J8:
210.
RACO DE PiANDO: 160, 243, 244.
RASSEL, GroUa: 268, 269.
RATES PENAES, Cova de In: 35, 104. 109.
110. 111. 144, 160. 208, 210, 222. 224, 239.
REAL DE MONTROY: 157.
RECLA U VIVER: 27.
REGION CANTABRlCA: 135, 136.
REGION VALENCIANA:
21 , 26, 13 a IZI,
34, 35, 66, 68, 73, 95, 105, lOO, 133, 148, 149,
a,
ISO, 153, 160, 170,
244, 260, 267.
m,
7!J1 , 208, 209. Z25,
REINO DE VALENCIA: 8.
RELllAl: 171 , 273.
REUS: 21.
R'FANA : 173.
RHON&ALPES, 15t.
RIBERA BAIXA: 149.
RIBERA DEL JUCAR: 52.
R1EllA, Cuna de la: 151.
RJNCON. EJ: 22, 171.
RJO GRANDE: 211 .
RlOJA, La: 27.
RIPOU: 193.
ROC D'EMBERTRAND. Le: 273.
ROCA DELS MOROS: 22, 249.
ROCCA RUMENA: 221.
ROUAND, Grotta: 2/IJ.
ROMA: lOO, 206.
ROMAGNANO 1lI: 270, 271 , 272.
ROMANEU.I: 193, 200, 206, 215. 216, 267.
269,271 .
ROMITO: lOO, 202, 206, 215. 216, 221 , 223.
224, lHJ, 271.
' RONCAL, Valle del: JO.
RONCESVALLES: JO.
ROSELLON: 179.
ROTOVA: 160, 208, 210, 224, 255.
RUBIA ALTA, Cueva: 35, 156, 160. 244, 247,
248, 249.
RUBIA BAJA, Cueva: 35, 247, 248, 249.
SAFOR: Véase Conea de la:
S-'ftAllA: 195, 200.
SAllARA ESPA1QOL, .\aUpo: 195'.
SAlAZAR. rio: lO, 263.
SAN BASlUO, monte: 216.
SAN CIRO, Croltk:bla de: 221.
[page-n-287]
280
J . APARI C IO
SAN TEODORO: 192.
SAN VITO LO CAPO: 209, 2111, 219.
SANT BENET: 22. 23,
164, 178.
SANT FEUV DE GUlXOLS: 23.
SANT GREGOR1: 29, 138. 141 , 142, 145, 146.
n,
156. 159, 202, 239, 240.
SANT OUlRZE DE SAFAJA: 174.
SANTA ROSALlA, Gruta de: 217, 219.
SANTANDER, pobladól1: 238.
SARGA, La: 243, 254.
SARSA, Co1Ia de la: !S, 51, 52, 51, 59, 73.
IIJ, 174, 176, 244.
SEBKHET EN NOU..u.: 273.
SECANS, Eb: 243.
SEGOVIA, prorincla: 231.
SELVA, La: 25, 26, 267.
SERnA: 22, 171 .
SERlNYA: 23.
SERRON, Cueva del: 121, 122, 138, 142, 156,
161.
SETIF: 204.
SICILlA: 13. ISII , 200, 201 . 208, 217. 219. 220.
221.
SIERRA DE ENGUERA: 211.
SIER.RA MORENA: 260.
SIETE AGUAS, población: 172.
SINGLE DE lA ERMITA, Abri¡1:l 2,0 del :
160,251.
SISTEMA BETlCO: 253.
SISTEMA IBERlCO: 253.
SISTEMA SVB-BETICO: 253.
SOL DE LA Plti:lElL\: 22, 171.
SOlA DEL PEP DE L'HOSPITALET DE
L'INFANT, Con del: 166.
SPERLINGA: 192.
5PERLING" DI S. BASIUO, RJparo deU.:
216, 22 1, 223.
STARR CARR: 108.
SUR ANDALUZ: 121 a 131 .
SUR DE FRANCIA: 23, 117.
SURESTE ANDALUZ: 121 a 131, 133, 142.
TABERNES DE VAlLDIGNA: 210.
T.-\FORALT: 268, 2m.
TAGLlENTE, Rlparo: 206, 269.
TAMAR HAT: 269.
TAMERZA: 197.
TAPADA, Cueva: 109.
TARAZONA: 142. 161.
TARRAGONA, provtncL.: 23, 26, n, 33, 34,
138, ISO, 157. 159, 243, 253, 254.
TEBESSA: 197. 204.
TERUEL, proviDcla: 31, 138, 224, 225, 253.
TESORO, Cueva del: 142.
TlARET: 204.
TlO FRAILE, El: 243.
TlRIC: 137.
TITO BUSTllJ..O: 151, 178.
TlVOLl: 200.
TOu.oS, Cueva. de Io.: 121 , 161.
TORRECILlA DE CAMEROS: 232.
TORREMANZANAS, 161.
TORRETA: 220.
TORRE TESTA: 193.
TORTOSlUAS, Abrla:o de: 225.
TOSCANA: 188, 266.
TOTANA: 161.
TRAPANl: 209, 221 .
TRlNCEA: 193.
TRIPOLlTANIA: 212.
TRUCHE, Cova de la: 133, 160.
TUNEZ: 13, 195, 196.
TURCHE. Cueva del: Vt ase Truc he.
UGENTO: 206. 269.
VACAS. Cueva de 181: 22. 171.
VAL DEL CHAltCO DEL AGUA AMARGA:
243.
VALENCIA, provincia: 8, 15,41 . 51, 53. 96.
104, 114. 116, 133, ISO. 157. 158. 160. 171 ,
112, 200, 210, 225, 239, 244. 246. 241. 249.
2.50, 251, 252. 253.
VALENCIA. ciudad: 18, 104.
VALL DE GAU,INERA: 254.
VAlJ..DIGNA: 104.
VAu.E DEL EBRO: 17 a 33, ISO.
VALLE DEL RODANO: 119, 182. 133.
VAu.E DEL PO: Véase Cuenca del Po.
VALLTORTA: 22, 138, 11 1, 22.5,243, 249. 255.
VAQUERA, Cueva de la: 231.
VAR: 161.
VASCONIA ATlANTICA: n .
VASCONL\ MEDITERRANEA: 21.
VAUCLUSE, La: 179, 182, 134.
VELEZ BLANCO: 136.
VENTABREN: 270.
VENTANA, Abrla:o de la: 252.
VENTANA, e • .-nnco de la: 252.
VERDELPINO, Abrl¡o de: 22, 34, 17 a 40.
109. ISO. 155. 156. 157, 111 , 112. 115. ~.
273.
VERO. DI PRADIS, Grona: 269.
VERMEJA, Cueva: 142. 161.
VERNISA, no: 208.
VERO, 8ananc del: 234.
VERTIENTE A11ANTICA DE LA PENIN·
SULA IBERlCA: 13.
VERTIENTE MEDITERRANEA DE
FRANCIA: 21.
VERTIENTE MEDITERIlANEA DE LA
PENINSULA IBERlCA: 8, 13.21. 22, 31,
33. 109, 138. 142, 147, 148. 149, ISO, 153,
154. 155, 156, 163, 170, '1IJ1, 253, 259. 263.
261, 270.
VICTORIA, Coveta: 35. 156, 157.
VICTORIA, Cueva de la: 109, 131. 163. 166.
VIEJA, Cueva de la: 241.
VIUAR DEL ARZOBISPO, Comarca de:
41.
VILlAVIEJA: 160.
VIUENA: 14. 108, 111, 111 a 121 , 146. 175.
VINALQPO, no: 118.
VJTELU. Grolta cid: 221.
VOLCAN DEL FARO, Cova del: 16, 35. 64.
66. 96 a 104, 109. 111 , 145, 146, 147. 149,
ISO, 152, 156, 1S7.
[page-n-288]
HL IdI!SOUTIOO EN VAU!NCIA
281
VORO , Abrta;o de: 244.
ZA MlNICA, Grotta delJ.: 220, 224.
XATJVA: 158. 231.
ZARAGOZA, pl'OYiDc:Y: 32.
ZATOYA, Cuen de: 22, 28, JO a 31 , 156. 151.
YECLA: 225.
ZATOYA, no: 30, 263.
YUGOSLAVIA: 2C11 .
ZONA CATAlANA: 21, 26 a 'l7, 136.
ZORRA, Cueva: 22, 35, 63, 172, 249, 2.50.
36
170, 173, 1if}, 27].
[page-n-289]
282
1. APAR I C IO
B) INDICE DE PERSONAS
ACOSTA., P.: 125.
M.CACER GRAV, J .: 41 , 42, 46, 41, 49, 50,
59.
ALMAGRO BAseH, M.: 9, 24, 121, 137, 144,
m , 23a, 244. 259.
ALMAGRO GORBEA, M.: 249.
ALTUNA ECHAVE, J .: 33.
APARICIO PEREZ. J .: 88.
APElJANlZ, J. M.o: 11.
ASQUERlNO FERNANDEZ. M." D.: 70.
CASuu., 1-: 115, 117.
GIMEN.EZ, T ,: 88, 90.
GOBERT, E. G .: 133.
GOSSE, Gol 124.
CRAtJU.ERA SANZ, R.: 84. 88, 90.
GRAZIOSI , P.: 199, 200, 201, 202, 206. 212.
216.
CUlLAINE, J.: 181.
HERNANDEZ PACHECO, H.: 2t1, 256, 257.
259.
BALOUT, L: 15, 16, 133.
BARANDIARAN MAEZTU, ' .: 30,31, 32. 33.
BARRIERE, C.: 265.
BELDA, J .: 161.
BELTRAN MARTlNEZ, .4..: 28, 27:1, 238.
256, 259.
BENlTEZ MELlADO, M.: 256.
BONIFAY, E .: 17.
BOSCA CASESNOVES, A.: lIS.
BOSCH GIMPERA, P .: 136, 138, 226.
BOTIA, J .: 172.
BOULE, M.: 2m..
BREUJL, H.: 133. 134, 149, 171, 202, 226,
238, 247, 251 .
DROGUO, .4..: 183, 139.
CABRE ACUILO, J .: 224, 226. 247.
CAMPS, G.: 16, 195, 266.
CAMPS-FABRER, R .: 203, 204, 205.
CANTARELL. J.: 119.
CARBONELL, E.: 264.
CLlMENT M.UlO, S.: J 15.
CUARTERO, l .: 90.
CVEltDA, I.: 116.
DAMS. Lya: 228.
DAVIDSON, 1.: 108.
DOBON, 1.: 88.
DOMINGUIS, J .: 88, 90.
DOMINGUIS, R .: 90.
DONDERIS, G.: 90.
ESCALON DE FONTON, M.: 15, 19, 181,
182, 183.
ESTEVEZ, J .: 264.
FERNANDEZ-MIRANDA, M.: J7.
FLETCHER VALLS, D.: 11, 76, SO, 88, 133,
137, 14J, 144,
FORTEA PEREZ, J .; lO, 21. XI, 33, 34, 41.
42, 4a, 52, 54, SS, 56, ~, 58, 59, 62, 63,
64, 65, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 74, lOó, 107,
108, 111 , 112, llJ, 11 8, 121, 122, m , 128,
lJO, 131 , 140, 14J, 144, 145, 160, 161, 168,
170, 171 , 174, 201 , 202, 227, 229,232, 238,
249,251,252.
FRANCES, J .: 88, 90.
FUMANAL CARCIA, M.· p ,: 110.
IBARS, J .: 90.
JORDA CERDA, P.: 29, 41 . 46, 47. 49, SO.
lOS, lOó, 108, IIJ, 140, 142, m. 229. 231.
"9.
LACRUZ, M.: 88, 90.
lAPlACE, G.: 10. 117, 167. 188, 189. 266.
LATORIlE NUEVALOS, P.: 84.
LAVILLE, H ol 264.
LEROJ-GOURHAN, A.: 201.
LE TENSORER, J . M.: 264.
LHOTE, H.: 202, 203.
LlVACHE, M.: 132.
LLOBREGAT CONESA, E.: 159.
LLONGUERAS CAMPMIlA, M .: 238.
MALUQUER DE MOTES, J .: 24.
MANNINO, G.: 212.216,217, 220, 223.
MARTINEZ SANTA..()l..Al.LA, J .: m .
MESADO OLlVER, N.: 160.
MONTARANA CUCIA., J . M.a: 160.
MORGAN, J .: 133.
MOURE ROMANlU.O, J . A.: 37.
OBERMA.ER, H.: 132, 135, 136. 1J7, 138.
142, 2OJ, 226.
ONORATINI, C .: 182.
ORTIZ, V.: 90.
PALMA DI CESNOLA, A.: 188, 201.
PALLARY, P.: IJJ.
PARADISI, U.: 212.
PASTOR, R .: 88, 90, 92, 9J.
P ELEJERO FERRE.R., J ,: 76.
PEREZ RIPOU., M.: 70, 124, 172. 231.
PERlCOT GARCIA, 1-: 9, 15, 16,29.5 1.52.
54, 56,~, 59, 66. 70, 71 , 99. lOS, IJ7, IJ9,
140, 141 , 142, 14J, 144, 147. 149, 151, 165,
170, 172, 17J, 174, 201, 202. 2.61.
PEYRONY, D.: 134.
PLA BAU..ESTER, E,: 59.
PORCAR, J. B ,: 238.
REYCASSE, M .: 133.
RIPOU. PEREUO, E.:
256, 259.
m, 202,
2OJ, 227,
[page-n-290]
E!.L MI!SOLlTlCO EN Vlll!NCu.
RlURO, P.: 25.
RODRIGUEZ, G.: 12.1.
ROZOY, J. G.: 182.
SACCHI, D.: 26, ISO.
SAN VALERO APARiSI, J .: IS, 144.
SERRA, J .: 90.
SIIlET, H~ 121, 124. 133.
SIRET, L: 134, 135, 161.
SOLEDAD CORCHON, M .: 241.
SOLER GARCIA, J . N .-: 9, 117, 118, 119, 120.
SOLER MASFERRER, N.: 2.1, 24.
STRAUS, G.: 26.5.
SUCH, M.: 12.1, ll7, 128, 130.
283
TlXlEJt. J . P.: 264.
TORMO, J . M.- : 90.
roDI, C.: 190.
UERPMANN, Dr. Ham Peler: 82.
VAUESPI PEltEZ. E. J .: 28, 159.
VAUFREY, R.: 133, 134. 220.
VEIlNET, J . L: 17.
VlGUARDJ, A.: 201.
VlLANOVA y PIEIlA, J .: 135.
VILASECA ANGUERA, s,: 21 , 27, 29. 34.
119, 122, 159. 161.
wALKER, M.: 249.
[page-n-291]
28'
J . APARIC IO
C} INOICE DE INSTITUCIONES y ENTIDADES
AYUNTAMIENTO DE ANNA: 90.
INSTITUTO ROCASOLANO: 36.
CENTRE D'ESTUDlS CONTESTANS: 254.
C.IA.s.: 90.
COMISAlUA CENEltAL DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS: 80.
COMISION PRO-DRAGADO ALBUFERA
DE ANNA: 78.
CONFERENCIA INTERNACIONAL DE
AFRICANISTAS (Dakar, 1951): 15.
I CONGRESO ARQtIEOLOGIOO DEL MA·
RRUECOS ESPA¡QOL (Tetuán, 1954): 16.
I CONGRESO DE HISTORIA DE ANDALUCIA: 123.
IX CONGRESO INTERNACIONAL DE lA
U.I.S.P.P.: 1, 207.
XX CONGRESO PREHISTORlCO DE
FRANCIA: 7.
LABORATOIRE DE PREHISTOIRE ET
DE PALETHNOLOCIE DE CARCASSON.
NE: 180.
LEVANTE, DIario: 76.
DE PARTAMENTO DE HISTORIA ANTI·
GUA DE LA FACULTAD DE CEOGRA·
FIA E H1STORIA. DE LA UNlVEllSI.
DAD DE VALENCIA: 84. 88, 104.
DEPARTAMENTO DE PREHISTORIA DE
LA UNIVERS IDAD COMPLUTENSE: 124.
DEPOT DE FOUlLLES DE CARCASSONNE: Ver Laboratoire de Priblstolre et
de PaldhooJoate.
MUSEO ARQVEOLOGICO NACIONAL:
121.
MUSEO DE BURRIANA: 160.
MUSEO DE PREIUSTORIA DE LA DIPU·
TACION PROVINCIAL DE VALENCIA:
Véase Servido de In vest igación Prehis·
tórica.
NODO, Revilla clnemalo, rárka: 93.
SERVICIO DE INVESTIGACIONES AR·
QUEOLOCICAS DE LA DIPUTACION
DE. GERONA: 26.
SERVICIO DE INVESTlGACION PREHISTORICA (S.toP.) DE LA DIPUTA·
CION DE VALENCIA: 34, 41 S2, 53, S9.
7S, 76, 78, 80, 84. 88, 104. lOS , lIS, 139,
146, 160, 252, 254, 261.
SERV1CIO DE INVESTIGACIONES PREHISTOR1CAS y ARQ1JEOLOCICAS DE
LA DIPUTACION DE CASTELLON: 36.
95.
ESCUELA VALENCIANA DE ARQUEOLO-
SYMPOSITJM DE CORDOBA: 12S.
C IA.: 34, 57.107.
TELEDYNE. ISOTOPE5: 36.
CRUPO DE INVESTIGACIONES SUBACVATlCAS DE EDUCACION y DESCANSO (C .• .s.E.D.): 73. 78, 84, SS, 90, 9j.
UNIVERSIDAD DE VALENC IA: 34.
[page-n-292]
I!L MESOLlTlCO EN VALENCIA
285
D) INDICE DE MATERIAS
ABRUPTO: Véase Retoque abrupto.
ACCION ANTROPOGENA: 105, 110, 111.
ACCION HIDRlCA: 104, 110.
ACULTURACION: ~ , 148.
ADORNOS CORPORALES: 258.
AGRICULTURA: 10, 11 , 33, 78, lIS , 155, 175,
m, 239, 260.
AJUAR FVNERA.RlO: 42.
AJUSTICIAMIENTOS: 258.
ALBENSE-CENOMANENSE: 210.
ALGAS, 88, 94.
ALGQDON: 94.
ALIMENTACION: 33, 77, 161, 167, 168, 175,
m,I90.
ALMAGRA, decoración cerámIca: 125.
ALLEROD: 15, 19, 41, 183,266.
ANAUSIS RADIOCARBONICOS: Véase
Radiocarbono.
ANIMALES DOMESTlCOS: 117.
APICE TRlEDRICO: Véase Picante tri ...
'-
drico.
ARBOLES, arbóreo: 149, 155.
ARCO: 203, 258.
AREAS DE SUBSISTENCIA: 148.
ARENA , arenu arenal: 75, 76, 77, SO, 87,
88, 11 8, 120,252.
ARENIENSE: 183.
ARGARICO: 10.
ARMADURAS: 62, 197.
ARPONES APIANADOS: 183.
ARPONES CON DOBLE HILERA DE
DIENTES: 26.
ARPONES CON UNA HILERA DE DIEN·
TES: 131.
ARTE, arUstlco: 143, 159, 160, 170, 171 ,
172, 178, 199 a 262.
ARTE ABSTRACTO: 200, 202, 2
ARTE AFRICANO: 16,201,202,203.
ARTE ESQUEMATICO: 199, 200, 202, 222,
229, 232, 244, 251, 254, 255, 256, 257, 258,
259, 260.
ARTE FRANCQ.CANTABRICO: Véase Arte
Hispano-aquitano.
ARTE HISPANO-AQUlTANO: 199,200,201.
203,205 , 206, N1, 229, 234.
2.~.~ .
?.59.
ARTE LINEAL GEOMETRICO: 199, 200.
202, 205, 212, 232, 235, 236, 237, 238, 239,
24 1,242,259,260, 261 a 262.
ARTE MEDITERRANEO: 205.
ART E MESOLlTICO: 199, 205.
ARTE NATURALISTA: 200, 239, 256, 260.
ARTE PALE OLlTICO: 199, lOO, 201, 205,
m, 234, 253, 257, 258, 260.
ARTE PARIE TAL: 234,238, 239, 261.
ARTE SAHARIA NO: 203.
ARTE MOBILlAR: 201, 202, 204, 205, 206,
232, 234.
ARTE RUPES"J'R.E LEVANTINO: 16, 135,
172, 173, 201 , 202, 205, 206, 224 a 260, 262.
ARTE SICILIANO: 16.
ARTEMISIA, 155.
ARVICOIA, 113.
ATADURAS PARA EL PELO: 258.
ATERlENSE: 196, 198, 268.
A11.ANTICO, penodo ciimático: 13, 33, 110,
114, 168, 176, 261.
AURltil"ACIENSE: 132, 133, 134, 135, 136. 137.
178, 188, 196, 197,213,223,224.
AVELLANO: 155.
AVES: 258.
AVESTRUZ: 200, 204.
AZAGAYAS DE HUESO: 38, 39, 130,
m.
no,
AZILIENSE: ID, 24, 136, 137, 138, 139, 141.
179, 180, 181, 183, 184, 185.
AZIWIDE: ID, 30, 131.
AZUD: 40,
AZUELAS: 38.
BARBO, pez: 88.
BASTONES: 258.
BERTONIENSE: lOO, 267.
BISONTE: 201, 206.
BOLSOS: 258.
DOLLING: 183.
BORDE ABATIDO: Véase Borde rebajado.
BORDE REBAJADO: 24, 32, 44, 45, 48, 58,
60, 61, 62, 71, 74, 75, 81. 86, 99, 102, 103,
115, 118, 121, 159, 164, 165, 166, 192, 193,
N1, 243, 247, 249, 268, 270.
BOREAL, periodo cUmáUco: 30, 33, 74, 168,
169,262.
BOS PRIMIGENIUS: 173, 200, 203, 232, 238,
256,258.
BOS TAURUS: 82, 175.
BOSQUE TEMPLADO: 15, 153, 162, 163.
DOUVERlENSE: 182.
BOVlDOS: 202, 206, 216, 224.
BRAZALETES: 258.
BRONCE: 215.
BRONCE 1: 10.
DRONCE VALENCIANO, Edad d el: 40,41.
42, 51, 70, 96, 111, 114, 120. 121, 169, 174,
229, 231, 251, 258, 259,
B UEY: Véase Bos taurus.
BURILES: 23, 24, 25, 31, 32, 38, 39, 44, 45,
48, 58, 59, 60, 61, 62, 70, 71 , 75, 76, 81, 96,
99, 102, 103, 112. 113. 114. 115. 118, 124,
128, 130, 153, 154, 155, 157, 160, 164, 165,
166, 167, 181, 183, 184, 188, 190, 192, 193,
197, N1, 215, 220, 224, 213, 244, 217, 249,
259, 268, 170, V2,
BURILES CENTRALES: 23.
BURILES DE ANGUW SOBRE ROTURA:
23, 30, 268,
[page-n-293]
286
J. APARICIO
BURILES DE ANGULO SOBRE TRUNCA·
DURA: 23, JO, 183, 268.
BURILES DE CUARZO: 25.
BURILES DIEDROS: 31, 37, 268.
BURIL .PICO DE LORO.: 130.
BUXUS: 1.55.
C14: Véase Radiocarbono.
CABALLO: Véase Equus.
CABRA: 24, 191 , 260, 262.
CABRA DOMESTICA: Véase Capra hircus.
CABRA MONTES: Véase Capra ibe:c.
CALCITA, ca!dUeo: Véase Ca roona lo cá l·
cico.
CALCOLITICO: 23.
CANIDOS: 258.
CANTOS RODADOS: 40, IJO.
CAlQA.S: 120.
CAPRA. HlRCUS: 82, 175.
CAPRA. IBEX: JO, 172, 173, 258.
CAPREOLl1S CAPREOLUS: 82, 172, 173.
m, 191, 258.
CAPSIENSE: 13, 16, 128, 129, 130, 132, 133,
134, 135, 136, 137, 138, 141, 142, 143, 157,
161. 195, 197, 200, 203, 270.
CAPSIENSE SUPERJOR: 168, 197, 198, 203,
204,270, m .
CAPSIENSE TlPICO: 168, 198, 203, 204, 270.
CAPSOTARDENOISIENSE: 136.
CARACOlAS: 88.
CARACOLERAS: Véase Concheros.
CARACOLES: 117, 162.
CARBONATO CALCICO: liD, 180.
CARBONES: 40, 252, 253.
CARCAJ: 254, 258.
CARDIUM: 37, 40, 41 , 116, 117, 130, 167.
CARRIZOS: 80.
CASQUETES: 258.
CASTELNOVIENSE: 168, 183, 185, 204, 272.
CAZA: 153, 167, 168, 172, 173, 184, 185, 187,
193,257,258, 266, 268, Z1O.
CAZADOR, c:azadora: 10.
CENIZAS: 40, 252.
CEPIl~OS: Véase Raspadore$ nucleiformes.
CERAMlCA: lO, 31 , 36, 37, 38, 39, 40, 41 , 42,
43, SI, 51, 54, 56, 57, 70, 74, 76, 77, 81, 82,
SS, 86, 87, 96, 106, 111, 112, 113, 114, 120,
124, 125, 128, 139, 143, 146, 158. 171 , m ,
174, 175, 176, 177, 192, 230, 244, 249, 251,
258, 260, 263.
CERAMICA A TORNO: tU , 174.
CERAMlCA CAMPANlENSE: 51, 56, 57.
CERAMlCA CARDIAL: 32, 33, 51, 54, 57,
70, 72, 73, 74, 111 , 112, 113, 120, 121, 123,
125, 141, 144, 146, 174, 175, 177,217, 224,
247.
CERAMICA GRADINADA: 52, 57, 120, 121 ,
123, 125, 174, 177.
CERAMICA IBERJCA: 25.
CERAMlCA IMPRESA: 32, 37.
CERAMlCA INCISA: 37, 43, 121, 144, 175.
CERAMICA MEDIEVAL: 76, SO.
CERAMICA PEINADA: 54, 57, 70, 121.
CERAMICA PUSTICA: 121 , 123.
CEREALES: 33, 175, 177.
CERVIDOS: Véase Cervus.
CERVUS: 30,82, 172, 173, 175, 191,202, 206.
219, 220, 221, 230, 232, 238, 239, 240, 258,
260, 262.
CERVUS DAMA: 82, 175.
CESTOS: 258.
CIERVO: Véase Cervus.
CINEGETICO: Véase Caza.
CINTURONES: 258.
CLIMA, cUmátlco: 25, 26, 66, 1(M, 110, 114.
ISO, 153, 154, 155, 162, 164, 168, 176, 178,
180, 181, 184, 193, 198, 263, 264, 266, 267.
CLIMA ALPINO: 179.
CUMA GLACIAR: 15, 149.
,
CLIMA MEDITERRANEO: 13, 15, 153, 179.
183,263.
CLIMA MEDITERRANEO CONTINENTAL: '11.
COBRE: 215.
COLGANTES: 258.
COLGANTES DE CONCHA: 40.
COLUMBEU.A RUSTICA: 38, 40, 116.
COMPLEJO REGRESIVO CON DENTICUlADOS: 117, 167.
CONCHAS: 37, 38, 131 , 157.
CONCHAS MARINAS: 37, 38, 40, 82, 85 .
m, m , 167, 193.
CONCHEROS: 40, lIS, 117, Ill , 165, 166,
168, 198.
CONEJO: Véase Oryctola¡us cuniculos.
CONTRAPESOS CERAMICOS DE RED:
76, SO.
CONVERGENCIA: 57, 133.
CORZO: Véase Capreo1us capreolus.
COSTAS, CCHltero: 40, 41. 42, 52, 71 , 72, 73.
74, 87, lIS, 116, 117, 127, 130, m, 133,
141 , 144, 146, 149, 162, 167, 192, 193, 231.
253, 254, Z1O.
CRISIS: 11.
CRONOLOGIA, cronoIÓ¡lc:o: 34, 36, 40. 41.
SI. 54, 57, 77, 114, 115, 121, 124, 131, 134,
139, 144, 146, 155, 172, 178, ISO, 188, 192.
196, 202, 204, 210, 215. 216, 220 , 223, 224,
226, 227, 228, 232. 238, 239, 241, 243, 253,
256, 259, 263, 264, 267, 268. 270. 272, 273.
CUADRUPEDOS: 206.
CUARCITA: Véase Uliles de ...
CUARZO: 25.
CUCHIu.o DE HIERRO: 56.
CUCHILLOS DE SILEX: 25, 32, 57, 59, 86.
128, 176.
CUERDAS: 258.
CULTIVO: Véase Agricultura.
CULTURA HISPANO-MAURlTANIC\: 173.
CULTURA IBER.ICA: 70.
CULTURA NEOUTlCA: Véase Neolltico.
CVPERACEAS: 155.
CYPREA: 40.
[page-n-294]
El. MBSOUTIOO BN VAlSNCU.
DANZA: 258.
DATACJON: V~ase Cronología.
DECORACJON CERAMlCA: 82, 111. 112,
m, m.
DENTICUlADOS: J2, 166, 167, 183, 1M , 1!J7.
DESFILES: 258.
DESGRASANTE CERAMICO: 31 , n . 82.
DIENTES DE HOZ: 120, 121.
DIETA ALIMENTICIA: Véase Alimenta·
ciÓn.
OOBLE BISEL: 33, 42, 44 , 45, 48, 54, 57.
58, 61 , 67, €D, 120, 121.
DOl'tlESTICACION: m .
OORSOS REBAJADOS: 24, 28, 32, 37, 38.
39, 44, 45, 48 ,60, 61. 62. 70.71, 75, 81, 84.
99, 102. 103, 112. 1Il, lIS. 118, 120. 128.
155, 151, 159, 164, 165, 184, 188, 190. 192,
193, 207, 212, 220, 224. 243. 244. 247, 249,
251,268, 270.
DRYAS I1-a: 149, 153.
DRYAS 111: 13, 153, 162, I€D, 183.
DUALISMO ETNlco.cmTtJR..U.: 7J. ~ ,
106, 108, 114, 133, 13S, 143, 254.
ECOLOGIA, ecol6¡r1co: 27, J7. 114, ISO.
239, 263, 264.
ECONOMIA, econó mico: 24, 70, 71,104,
128, 130, 140, 14J, 153. 154, ISS, 162,
166, 167, 168, 172, 173. 176, m. 118,
184, 185, 187, 189, 190, 191, 192, 19J,
228, 229, 232, 239. 259, 260. 264, 265,
267, 268, 272.
ECUMENISMO MEDITERRANEO: 8,
274.
ELEMENTOS DE HOZ:
m ,
117,
164,
180,
198,
266,
204.
n , 38. 39.
ENEOLITlCO: 10, 23, 38, 42, 54, 57, 59, €D,
70, 72, 76, 96, lOS , 107, 111. 112, 114, 120,
m , 146, ¡€D, 190, 212, 229, 231 , 251, 257,
258, 259, 260.
ENEOLlTlCO 1: 62, 67, 70, 112, I€D.
ENEOLlTlCO JI: 68, 169.
ENEOLlTlCO 11]: 68, 169.
ENTERRAM IENTOS: 42, SI, 56, 112. 215.
EPIARENIENSE: 183, 184.
EPIAURIRACIENSE: 152.
EPIAZILIENSE: 30.
EPIGRAVETIENSE: 10, 7J. 74. lOS, 106, 107,
111 , 113, 140, 141. 142, 143, 144, 146, 147,
152, 153, 187, 188, 190, 191, 193, 266.
EPIGRAVETOCAPSIENSE: 142, 143.
EPIMAGDALENIENSE: ID, 180. 181, 184,
1&5. 267.
EPIPALEOLlTICO: 9. 10, 23. 24. 123. 136,
139, 145, 146, 161, 182, 217, 223.
EPIPALEOUTICO GEOMETRICO: 111 ,
145, 146.
EPIPALEOLlTICO MICROLAMINAR: ID,
111 , 131 , 145, 146, 152.
EPIPERlGORDIENSE: 144, 145, IS2.
EPISOLUl'RENSE: 10.
EPOCA IBERlCA: Véase Cultura lbi:rlca.
EQUlDOS: Véase Equus.
EQUUS: 30, 173, 213, 231, 232, 238, 258.
287
ERGOLOGIA, eqoIó&lco: 27, 34, 41 , 57, 59,
70, 72, 104, 114, 117, 125, 127, 147, 143, 153,
162, 164, 165, 168, 173, 174, 176. m , 1&5,
1.93, 223, 239, 264, 265, 267.
ESCAlAS: 258.
ESCALENOS: 23, 24, 64, 66, 99, 103, 162, 244.
ESCARGOTIERS: vtase Concheros.
ESPIRITUALIDAD, uplrUual: 199.
ESQUIRLAS DE SILEX: J 7, 33, 40.
ESTACIONES DEL ARO: 30.
ETNIA: 42, 73, 74, 87, 104, lOS, 108, 114,
135, 142, 143, 144, 147, 148, 153, 174, 176,
183, 1&5, 199, 204, 239, 263.
EXPRESIONES FIGURATIVAS: 200, 204.
205, 2 16, 260.
FALDAS: 258.
FALDELLINES: 258.
FAUCO: 254, 155.
FAUNA: 23, 24, 26, 30, 31 , 33, 36, 70, 75, 77,
ao, &5, 96, 99, 115, 117, 124, 130. 1S2, 153,
154, 155, 168, 172, 175, 176, In, 180, 18t ,
264,266.
FAUNA MAIACOLOGICA MARINA: 16, J7,
33, 40, 41 , 7 1, 82, lIS, 116, 128, 130, m ,
175, 190, 191. 192, 270.
FAUNA MALACOLOGICA TERRESTRE:
41 , 71, lIS , 116, 128, 175, 190, 191, 192, 193,
268.
FAUNA MASTOLOGICA: &5, 128, 152, 154.
162, 165, 167, 176, 191, 193.
FECUNDIDAD: 258.
FELINOS: 206,
FELIS CATTUS: 191.
FEMENINO lA): Véase Mujeres.
FIBROLlTA: 52.
FIGURAS, NATURALISTAS: 200, 254. 256.
257.
FILlACEAS: 155.
FLORA: 26, 7S, 80, 176, 266.
FUNERARIO: Véase Enlerramlento.
GAMO: Vtase Cervus dama.
GAMUZA: 258.
GANADERlA: 11 , 33,128, 175, 176, In, 239,
260.
GARRIGA: 153, 165.
GATO SALVAJE: Véase Fclls cattlls.
GEOLOGIA, geológico: 38.
GEOMETRICOS: 24,32, 37, 39, 40, 44, 45,
48, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 64, 65. 66, 67, 69,
10, 7J, 14, 75, 81, 87, 110, lIS, 120, 121 ,
123, 125, 128, 141 , 14J, 144, 146, 151, 159,
161, 162, 165, 166. 167, 168, 171 , 172, 174,
m, m. 183, 188, 190, 192, 19J, 194, 197.
198, 231. 239, 243, 244, 249, 251, 258, 263.
270, 272,
GLACIARES: 203.
('.oR.ROS: 258.
GRABADOS FUSIFORMES: Véase I ncisiones fusifonnes.
GRAVETIENSE: 10, I ~, 140, 142, 143, 169,
188, 196, 213, 223.
[page-n-295]
288
J.
APARI CIO
GREGORENSE: 10, 62.
GRUPOS E TNICOS: Véase E lnia.
GUIJARROS TALL\DQS: lll .
HABITACION, habItat: 40, 96, 109, 112, 113,
121, 127, 153, 154, 167, 228, 247, 251, 253,
254,266.
HACHAS: 52, 174.
HECHICEROS: 258.
HELIX ' p.: 36, 40, 41 , 71, 117, 124, 128, lJO,
131, 152, 154, 162, 167, 173, 191, 192, 193,
253, 268.
HENDIDORES DE CALIZA: 40, 165.
HERBACEAS: 155.
HIERRO, Edad del: 72, 169, 174,212,231.
HOCES: Véase Lám inas·hoz.
HOGARES: 40, 99.
HOJAS: lO, 23, 28, JO, 37, 38, 39, 41 , 42.
44, 45, 48, 52, 60. 62, 63, 71, 81, 86, 96, 99,
120, 124, 125, 128, 175, 176, 183, 192, 21 2,
220, 224, 244, 247, 249, 253.
HOJAS DE MUESCA: 31, 32, 44, 45, 48, 52.
58,60,61,63,64,68,70,71,75,81, 118, 168.
HOJAS CON ESCOTADURA: 38,54,64, 193,
220,224,25 1,252.272.
HOJAS CRESTA: 81.
HOJAS DENTICUlADAS: 38, 58, 64, 118,
168.
HOJAS ESTRANGULADAS: 31, 64, 77, 168.
m, 198, 272.
HOJAS RETOCADAS: 23, JO, 124, 125, 165.
HOJITAS: 10,30,37,38, 39, 76, n, 8 1, 86,
99, 118, 120, 124, 125, 196, 212, 215, 268.
HOJITAS DE BORDE REBAJADO: 23, 24,
25, 28, lO, 62, 86, 96, 154, 196, 268.
HOJITAS DE OORSO REBAJADO: 23, 24,
25, lO, 62, 67, 76, 154, 167, 268,
HOJITAS CON DORSO Y TRUNCADURA
DISTAL OBLICUA: 23, 24, 84.
HOJITAS CON TRUNCADURA DISTAL
OBLICUA: .30, 61, 62, 75, 85, 86, 121 , 125,
167,
HOJITAS RETOCADAS: lO, 124.
HOLOCENO ANTICUO: .30.
HOMBRE/S: 173, 254, 255, m, 258,
HONDAS: 258.
HUEVOS DE AVESTRUZ: 200,204,205.
IBEROMAURlTANICO: 15, 16, 19, 13l, 142,
195, 196 a 197,203, 204, 266, 267,
IMPRONTAS DE CAAA: 120.
INCISIONES FUSIFORME5: 159, 205, 207
."'.
INDICES C/B: 40, 128, 155, 157, 185.
INDUSTRIA UTICA: Véase Utiles de sl]ex.
INDUSTRIA MICROLlTICA: 23.
INDUSTRIA OSEA: 184.
lNVASION/ Q , Invasores: 57, 74, 137, 138.
148, 165 , 176.
JABALI: Véase Sus scrofa .
JAR.R.ETERAS: 258,
JUNCOS: 80.
KARST, Cár.leo: 104, 114.
LAGOMORFOS: 770.
LACUNAS COSTERAS: 116,
lAMINAS: lO.
LAMINAS.HOZ: 121.
IAMIN ITAS: 10.
LAMINITAS DE BORDE ABATIDO: Véase
Hojitas de borde rebajado.
LAMINITAS DE BORDE ABATIDO TIPO
COCINA: 58, 62.
LAPAS: Véase PateJas.
LASCAS : 23, 25, 37, 38, 40, 76, 77, 81, 84, 86.
96, lIS, 120, 166, 220, 224, 244,251, 252,
253.
LASCAS RETOCADAS: 23, liS, 244.
LASQUITAS: 81, SS, 86, 118, 249.
LAZOS: 258.
LEaN, animal : 206,
LEPUS CAPENSIS: 191.
LIEBRE: Véase Lepus capensis.
LUCRAS: 258,
MACROINDUSTRIA LlTlCA: Véase Utilcs
macrolfticos.
MADERA: 99,
MACDALENlENSE: lO, JI , 15, J6, 21. 23,
24, 25, 26, 38, 96, 104, lOS, 108, 109, 114,
1.30, m , 135, 136, 137, 138, 139, 140, 141,
142, 143, 144, 145, 146. 147, 148, 149, ISO,
151, 152, 153, 154, 160, 16 1, 180, 182, 183.
184, 185, 188, 190, 192, 196, 202. 267,
MACDALENIENSE 1: lOS, lOó, lOO, 141.
MACDALENIENSE 11: lOS, lOó, 109, 141,
MACDALE NlE NSE 111: 99, lOó, lOO, 141.
ISO, 151, 152,
MACDALENIENSE IV: 26, 39, 40, 64, 66,
99, lOO, 104, lOó, 109, 137, 141, 147, 149,
ISO, 151, 152, 155, 162, ISO, 238, 239, 244.
259, 267.
MAGDALENIENS E V: 106, 141, 145.
MACDALENIENSE VI·b: 15, 24, 26, lOó.
141. 145, ISO, 180, 267.
MACDALENlENSE VI-<:: 182.
MALLAETENSE: lO,
MAR , marftlmo, marino: 15, 16, 17, 19, 41,
73, 117, 1.30, 162, 167, 176, 180,
190, 192, 193, 253, 254, 255.
MAIlISQUEO: 128, 162.
MARJAL, mao;Ja les: liS.
MEDIAS LUNAS: 33, 37, 44, 45, 48, SO, 52,
54,58,61,62,66,67,69,
SS, 120, 121 ,
124, 139, 193, 249.
MEDIO AMBIENTE: 25, 153, 189, 196, 2{)3,
228, 264, 266.
MESOLITICO: 35, 36, 52, 69, 71, 73, 76, 99,
107, 132, 139, 141, 144, 146, 162, 172, 173.
175, 178, 179, 182, 184, 187, 190, 193, 197,
220, 226, 21:1, 228. 229. 239, 243, 247, 263,
n,
268, 274.
[page-n-296]
EL MESOLITICO EN VALENCIA
MESOLITICO 1: 9, 11 , 25, n , 28, lO, 31, 39,
39,40,59, 62, 64, 66, 87, 107, 108, lOO, 110,
m , m , 114, 118, 120, m, 124, 128, 130,
m , 141. 144, 147, 149 a 161 , 162, 165, 169,
176, 184, 185, 190, 192, 193, 197, 198, 205,
207, 210, 224, 239, 243, 244, 247, 253, m ,
258, 2h7, 268, 2m.
MESOLlTlCO 11: 9, n , 51 , 64, 66, 67, 71 ,
87, 1t0, 120, 1lI , 141 , 144.157, 161 a 164,
166, 167, 168, 169, 185, 192, 193, 198, 239,
241 , 244, 249, 253, 257, 258, 268, 271, m,
MESOUTlCO 111: 28, 31 , 33, 36, 40, 41 , 51.
63, 64,66, 67, 68, 69, 71 , 74, 87, 1t0, 117,
120, 121, 124. In, 131.141, 149. 161, 162,
164, 173, 174, 175, 176, 181, 18-1, 185, 192,
193, 239, 244, 249, 252, 253, 257. 258, 2h1,
2h2, Tl2 , V3.
MESOUTICO CON GEOMETRlCOS: 22,
25, 33, 39, 57, 59, 110, 140, 146.
MESOUTICO MEDITERRANEO 1: 145.
MICROBURILES: 24, 30, 31, 32, 37, 39, 40,
44, 45, 48, 52, 54, 58, 60, 61, 63, 64, 65, 68,
70, 71. 75, n, 81, 85, 86, 110, 11 8, 120, 121 ,
124, 125, 159, 165, 166, 170. 172, 183, 192,
193, 197, 244, 249, 251, 252, 263, 268. V2.
MICROBURlL DE KRUKOWSKI: 244.
MICROFAUNA: 152, ISS, 180, 185, 191, 264.
MICROGRAVETI'ES: 184.
MICROLlTOS: 24, 153, 174.
MICROPERFORADORES: 25.
MICRORRASPADOKES: 30, 59, 76, 84, 86.
102, lOO, 125, 128. 154, 165, 175, 183, 197.
212, 224, 243, 244, 247, 249, m, 268,
MIEL: In.
MOLUSCOS: 187, 191, 193, 2h7.
MOLUSCOS MARINOS: Véase Fauna mala.
cológica marina.
MOLUSCOS TERRESTRES: Véase Fauna
malacológica terrestres.
MONEDAS: 76, 80.
MONTANDIENSE: 167, 168, 183, 185, 270.
MOUlLLENSE: 1l3.
MUERTE: 258.
MUJER/ES: 173, 254, 258.
MUSTERIENSE: 26, 114, 198, 224, 241 , 243,
268.
MUSTERIENSE NORTEAFRICANO:
Véase Ateriense.
NALGAS: 258.
NATICA: 40.
NAVEGACION: 16, 17,80.
NEOUTlCO: 7, lO, 11, 15, 16, 2h, 32, 35,
36, 37, 51, 54, 56, 57, 59, 63, 67, 69, 72,
73,76, n, 87, 105, 107, 109, 111 , m , m,
120, 125, 138, 139, 140, 144, 146, 147, 149,
155, 161 , 167, 168, 169, 173, 176, \81. 187,
188, 197, 217, 224, 229, 244, 251, 257, 258.
259,265.
NEOLITICO A: 144.
NEOLlTICO ANTIGUO: Véase Neolítico I.
NEOLlTlCO .PENmETICO_: Véase NeoJllico A.
37
289
NEOLITICO 1: 10,28,33,36,39,57,59, 64,
65, 66, 70,71,74,87,110,111,114,121,123,
125, 128, 131, 147, 169, 171 , 173, 174, m,
l72.
NEOLlTlCO 11: lO, 36, 38, 39, 40, 57, 67,
69,70, 121 , 125, 127, 128, 169.
NEOLlTlZACION, neolltbador: 7, 11 , 23,
33,72,87, 106, 107, 110, 111, In , 141, 143,
144, 146, 174, 175, 176, 183, 185, las, 194,
21)2.
NEOUTICO PRE-CERAMICO: In.
NOAILLIENSE: 183.
NlJCLEOS DE SILEX: 28, lO, 31, 76, 77,
81, 85, 86, 125, 212, 224.
NUCLEOS PRlSMATlCOS: 30.
OCRE: 82, 85, 86.
OCULADOS: 260.
OCUPACION ESTACIONAL: lOS, 264.
OJEO: 258.
ORANIENSE: 133, 141 , 142.
ORYCTOLAGUS CUNICULOS: 24, 113, 154.
180.
OVEJA: Véase Ovis aries.
OVICAPRlDO: 86.
OVIS ARIES: 82, 175, 262.
PAJAROS: 187, 193, 266, I1fJ.
PALETAS DE PIEDRA: 2h1.
PALOS: 258:
PALEOLlTICO INFERIOR: 16.
PALEOUTICO MEDIO: 16.
PALEOLITICO SUPERIOR: 7, lO, 15, 16,
28, 35, 36, 351, 40, 51, 62, 71 , lOS, 106, 107,
110, 128, 132, ll7, m, 140, 148. 150. 153,
179, 187, 190, 191 , 192, 193, 196, 197, 201.
206, 210, 216, 217, 220, 223,224, 228. 238,
243, 253, 262.
PALEQMESOLlTICO: 8, 180.
PARPAU.ENSE: 64, 114, 149, 162, 169.
PATElAS: 192.
PATINA: 82, 85, 86, 152.
PECTEN .p.: 37, 116.
PECTUNCULUS: 40, 116, 167.
PElLAS DE BARRO: 120.
PENACHOS: 258.
PERFORADOR NEOUTICO: 37, 39.
PERFORADOR DE SILEX: lO, 75, 104, 118,
120, 128, 154, 175, 176, 184, 197, 220, 224.
PERIGORDIENSE: 144, 183, 196.
PESCA: 76, 187, 266.
PICANTE TRlEDRlCO: 64, 65, 68, 120, 128.
PINOS: 155.
PINTURA: 82, 165, 172.
PINTURAS RUPESTRES: Ill, 173, 210, 231.
238, 249, 251, 252, 254.
PLANTAS ACUATICAS: 88.
PLAQUETAS DE PIEDRA: 77, 82, 85. 141.
PLAQUETAS DE PIEDRA DECORADAS:
54, 71, 1351, 165, 201, 206, 208, 235, 236,
237, 240, 241, 242, 2h1.
PLEISTOCENO: 2h.
POBLACION, poblaclones: 178, 189, 193, 205,
228, 229, 232, 263. 264. 266, 268, VO.
[page-n-297]
1. APAR1 CTO
POLEN: 107, 117, 154, 1S5.
POLINESIOS: 17.
PRE-AU.EROD: 19. 1S5, 169.
PRE-HOREAL: JO, 164, 163, 169, 183, 262.
PRECIPITACIONES: 26, lOS , 110.
PROTEINAS, protdnlco: 163, 191.
PROTOARPONES: 26.
PR~~ENSE: 1M,
PROTONEQUTICO: 28, 33, 57, 64, 65, 66,
68, 69, 70, 72, 74, 87, 110, 120, 121 , 128, 131,
147, 149, 164, 169, 173 a 177, 1&4, 185, 239,
247, 249, 251, 252, 253, 268, 270. m.
PRO'fO.VALORGIENSE: 15.
PUNTA PEDUNCUlADA PERlGORDIENSE: 37, 39.
PUNTAS AZILIENSES: 183.
PUNTAS CON DORSO Y TRUNCADURA:
".
PUNTAS DE ANZUELO: Véase Puntas de
arpón.
PUNTAS DE ARPON: 23 1.
PUNTAS DE BORDE REBAJADO: 23, 24,
'54.
P UNTAS DE CARA PlANA: 188.
PUNTAS DE DORSO REBAJADO: 23, 24,
154, 167, 188, 192.
PUNTAS DE ESCOTADURA DE TIPO
LEVANTI NO: lOS, 141 , 157, 162, 188, 244.
PUNTAS DE FLECHA DE PEDUNClJLO y
ALETAS DE SILEX: 25, 51, 76, 231.
PUNTAS DE FLECHA DE S ILEX: 38, 52,
57. 120, 121, 190, 231, 244, 258.
PUNTAS DE LA MOUlLIAH: 197.
PUNTAS DE MUESCA: V~ Puntas de
escotadura de tipo levantino.
PUNTAS DE SAUVETERIlE: 1&3.
PUNTAS DE TARDENOIS: 183.
P UNTAS SOLt11'RENSES: 112, 1M.
PUNZONES DE HlJESO: 38, 39, 52, 54, 154.
RACLE'ITE: 118.
RADIOCARBONO: 24,
n,
28, 30, 31, 33, 36,
37, 38, 39, 99, 104, 107, lI2, 124, 143, 151,
m, 153, 157, 159, 166, 171 . 173, 180, 183,
191 , 192, 193, 196, 201, 206, 247, 249, 253,
265, 269,
271, 273.
RAEDERAS: 25, 165.
RANGIFER TARANDUS: 25.
RASPADORES: 23, 24, 25, lO, 31, 32, 37, 38,
39, 44, 45, 48, 51, 58, 59, 60, 61, 62, 70, 71,
74, 75, 81, 96, 99, 102, lI2, IIJ, 114, 115,
m , 120, 121, 124, 125, 128, 153, 154, 1SS,
157, 159, 164, 165, 166, 167, 182, 183, 1M,
188, 190, 192, 193, 1II1, 220, 224, 243, 244,
m.
247, 249, 251 , 252, 253, 268.
RASPAOOJtES.BURlLES: 24, 118, 243.
RASPADORES DE CUARZO: 25.
no,
no,
RASPADORES DOBLES: 24.
RASPADORES NUCLEIFORMES: 28, lO,
31, 165.
RASPADORES SUB-CIRC1JLAIlES: 30.
RATA: Véase Arvfeola.
IlEALISMO, arte: 199, 200, 202, 213.
REBECO: Véase Rupicapra Rupicapra.
RECECHO: 258.
RECOLECCI0N: l&S , 187, 193, 194, 199, m ,
253, 2il7, 263, m .
REGRESION MARINA: 16, 17, 18.
RELIGION, rdlclo.Jdad: 178, 223, 241 , 258.
259, 260.
RENO: Véase Rangifer Tarandus.
REPRESENTACIONES ANTROPOMOR_
FAS: 201, 206, 2 11 , 213, 215, 238, 254, 256,
257, 2S8, 260.
REPRESENTACIONES ZOOMORFAS: 211 .
216, 219, VO, n i. 222. 224, 232, 2l8, 239.
140,256, 'JS1, 251, 260, 261.
RESINA: 253.
RESTOS CONSTRUCTIVOS: 120.
RESTOS RUMANOS: 42.
RESTOS OSEOS: 33, 77, 82, 85, 86, 99, 151.
175.
,...
RETOQUE ABRUPTO: lO, 44. 48, lIS. 140.
RETOQUE INVASOR: 67. 112.
ROEDORES: 152, 193,
ROMANEU.JENSE: l O, 179, 182, 1&4. Hll,
190,2h7 .
ROMBOIDES: 188, 194.
RUPICAPRA RUPICAPRA: 191.
no.
SAUVETERRJENSE: 23, 27, 142, 145, 164,
181, 183, I&S, 187,
no.
SAUVETERR.OIDE: 145, 161 , 183, 188. 189,
192, 266.
SEBIUENSE: 141 .
SEDIMENTOS, adlmeratolop, .edlmeDta.
d6n: 24, 40, 51, 63, 66, 75, 87, 99, 104, lOS,
107, 108, 109, 110, 112, 117, 123, 124, 127,
136, 139, 140, 152, 154, 159, 175, 2tJ1, 208,
210, 211, 213, 2 16, 220, 223, 224, 229, 238,
244,247,251,261,263.
SEGMENTOS: 36, 37, 44, 45 , 48, SO, 52, 58,
61, 62, 64, 66, 67, 69, 71, 75, 81 , 86, 115,
121 , 128, 159, 162, 164, 166, 168, 176, 181.
182, 183, 188, 192, 193, 197, 198, '1111, 249 ,
253, 270.
SEMIUAS: 177.
SEQUIA: 149, 153, 164, 183, 263.
SILEX: 25, 37, 38, 85, 86, 93, 94.
SILOS: 124.
SOCIEDAD/SOCIAL: 173, 178,229, 232, 239,
259, 260, 264.
n,
SOCIOECONOMIA,lOdoeaoQÓm:Ico:
36,
42,71 , 72, t>1.
SOLU'IllENSE: lO, 21, 23, 26, lOS, 108. 109,
110, 111 , 112, IIJ, 114, IJS, 136, 137, 140,
141 , 142, 143, ISO, 160, 169, 188, 196, 202,
208, 224,231. 239, 244, 265, 267.
SOLtrr'RE.()..GRAVETIENSE: lOS, lOO, 108,
109, 111 , 114, 141 , 149, 160.
StIB-BOIlEAL! 262.
8VBSmENCIA: 17.
SUS SCllOFA: JO, 82, 172, m, 175, 191 , 206,
N .
[page-n-298]
SI. MBSOUtlOO llN VALENCIA.
TALPA EUROPAEA.: 113.
TARDE NOIDE: JI, 68, 71, 145, 161, 168, 18t,
1&3, 184, 188, 159, 192, 266.
TARDE NOISI ENS E: 123, 129, 136, 142, 145,
159, 187, m.
TARDIGRAVEn ENSE: 182, 188, 189, 190,
"'7.
T ECNICA DE MlCROBUJUL: 64, 65, 66, 68,
70, 99, 110, 121, 123, 162, 164, 168, 175, 176.
171, 188, 194, 198, 244, 268, Z70.
T ECNICA GRAVETl ENSE : Véase Retoque
abrup to.
TEMPERATURA: 26, 15J, 176.
TERRAZAS FLUVIALES: 40.
TINTA PLANA: 256.
TOCADO: 254.
TOCADOS DE PLUMAS: 23 1.
TOPO: Véase Tal pa europaea.
'rORO: Véase Bos primigenius.
TRABAJO: 173.
TRAMPAS: 258.
. TRANCHETS_: 67.
TRANSGRESION MARINA: 16.
TRAPECIOS DE BASE CONCAVA: J I.
TRAPECIOS DE COUZE: 1&3.
TRAPECIOS: lO, J I, J2, 36, J7, 44, 45, 48.
49, 54, 58, 60, 61, 62, 63, 64, 65.66, 67, 68,
71, 75, TI , 81, 86, 118, 120, 121 , 125, 128,
139, 159, 166, 168, 170, 176, 1&3. 188, 192,
19J, 194, 198, 244, 249, 251, 252, m.
TRIANGULOS: J I, 32, 33, 36, 37, 44, 45, 48,
49, SO, 52, 54, SI, 58, 60, 61, 62, 66, 67, lIJ,
71,75, 77, 81, 120, 121, 162, 164, 168, 181,
1&3, 188, 192, 19J, 198, Z70.
TRlANGULOS CON APEND'CE LATERAL: V&se Trlingulos tipo Cocina,
TRJANGtJLOS TIPO COCINA: 22, 32, 44,
45, 48, 51, 54, 58, 60, 61, 63, 64, 66, 68,
69, 70, 71. 74, 7S, 77, 81, 121 , 117, 139, 170,
171, 198, 249, m .
291
TROCHVS: 192.
TRUNCADUJlAS RETOCADAS: Véase Hojitas con truncadura distal oblicua.
TYRRENIENSE: 116.
ULMUS: 155.
ULTIMA GLAClACION: Vtasc: Wür m.
URO: Véase 80s primigeniu.s.
mlLES DE CUARCITA: 85, 165, 251.
UTlLES LITJCOS: Véase Uliles de sllcx.
UTlLES MACROUTlCOS: 36, 54, 71 . 139.
m.
miLES N UCLElFORM ES: l IS, \66,
UTILES DE PIEDRA PULIMENTADA: JB,
52, 174, 171.
UTILES DE SILEX: lB. lO, 32, 33, .36, J9,
40, 4t, 46, 47, 48, S2, 54, SS, 56, 57, 58.
59, 60, 61, 72, 7J, 74, 7S, 76, 77, 81, 82,
83 , 85, 86, 96, 99, 102, 111 , 113, li S, 124,
125, 126, 128, 129, 157, 158, 166. 175, 180,
187, 189, 196, 1ff1, 208, 210, 212, 220, 243,
244, 245, 246, 247, 248, 249, 250. 25 1.
UTILES OSEOS: 24, 30, J7 , 38, 52. 54, 111 ,
113, 153, 154, 158, m, 180, 185.
VALORGIENSE: 167, 168, 1&3, 184, 185, 267.
VASO COLADOR: 244.
VASOS CARENADOS: 42, 43, 112, 121 .
VASOS CERAMICOS: 33, 76, 120, 125.
VEGETACION MEDITERRAN EA: 15, ISS.
162.
VEGETAlES: m, 263, 264.
VEGETALES CULTIVADOS: 171.
VULPES VUlPES: 191, 258.
WORM: 16, 17, 130, IlIJ.
ZANCUDAS: 232.
ZORRO: V&.se Vulpea vulpes.
[page-n-299]
292
J . APARICIO
f ) INDICE DE FIGURAS
.....
Fig. I.-Mapa del Mediterráneo Occidental con los IImih!S de ID Cuenca o', o..
Fi¡. 2.- Mapa del Medilern!.nco Occidental con la probable morfología costera
al máximo de la regresión wiirmiensc sobre la isobata de - ISO m.
o..
Fig. l .- Mapa de la Ve rtiente Med iterránea de la Pcnfnsula Ibc!rica con la situación de los yacimientos pertenecientes al Mesolftico con geométricos
Flg. 4.-Conjuntos Ifti<:os representativos del Montico de Charratu, Mallaetcs,
O"
O"
Parpall6 y San! Gregori
o..
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O".H
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o.....
'o'
...
...
Fil. S.-Mapa de la Región Valenciana con la si tua ción de los yacimientos est u.
diados en el texto
Fig. 6--Cerámicas de la Covacha de Llatas o.. ...
Fi,. 7.-Cuadro cuantitativo y de porcentajes de los Illile! l/ticos de la Cova·
cha de Llatas ... ... ... ... ... .. .
Fla. 8.-ldem. ... ... ... ... ... .. . ... ... ...
...
Fig. 9.-Utll« !ltlcos de la Covacha de Datas ." ... .. . ... .. .
Fig. Io.- Idem. ... ... ... ...
...
...
...
Fia:. II .-Trapeclos y triángulos de la Covacha de Llatas ... ...
Fia:. 12.--COvacha de Datas, segmentos, medias lunas y triánllulos ... ...
Fig. Il.-Planta y aludo de la Cueva de la Coci na con la situación de las lonas
excavadas hasta 1945 ... ... ... ... ... ... ... ... .. . ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Fia:. 14.-Cueva de la Cocina, materiallltico de los niveles I a IV ... ...
...
Fia:. 15.-Cue...:! de la Cocina. Cuadro cuantitativo y de porcentajes .segUn J . Fo rlca
Fia. 16.-Cueva de la Cocina. Sectores A-B..c..J>..E. Cuad ro cuantitativo y de por·
centaj~ ... ... ... ... ... ... ... .. . ... ... ... ... ... ...
... ... ... ...
Fil. 17.-Cueva de la Cocina. Rincón del S.E. Zonas A·B-CD. Cuad ro c uantitativo
y de porcen tajes ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Fil. 18.-Cueva de la Cocina , ..Hiles !iticos de las capas inferiores ... ... ... ... ... .
Fill· 19.-Estany Gran d 'Almenara. Cuadro euantitatil'o y de porcentajes ... ... ...
Fia. 2O.-Plano de la Albufera de Anna ... ...
... ... ... ... ... ... ...
Fill. 21.-Albufcra de Anna. Cuadro cuantitativo y de porcentajes .. . ... ... ... ... ...
Fia· 22.-Albufera de Anna, útiles líticos ... ... .. .
... ... ... ... ... .
Fig. 2J.- A1bufera de Anna, útiles lIticos recogidos en las exca\'aelones subacutUieas
Fil. 24.-Alburera de Anna, dibujo esquemático del sistema de excavació n ... ... ...
Fia:. 2S.-VoIClin del Faro. Corte estratigráfico en el Sec. N. ... ... ... ... ...
Fia:. 26.-Volcán del Faro. Corte estratigráfico e n el Sec. A. ... ... ... ... ...
Fij. V .-Volcán del Faro. Planta con las zonas excavadas ... ...
Fij. lB.-Volcán del Faro. Utiles Ifticos del Nivel 1 e n el Sector A ... ... ... . .. ... .
Fij. 29.-ConJuntos ¡¡tkos representativos del Magdaleniense IV del Volcán y
Parpalló ......... ... .......... .. ... ................... ...... .... ' ... ... ... ... ...
Fia. 3O.--COnjuntos lItkos representativos de la Cueva Grande de la Huesa Tacafla
y de la Cueva de la Mallada. ... ... ... .. . ... .
. .. ". ... ...
Fl¡. 31.-Utiles I1tkos de El ScrTón y del Camping Salou .. . ...
FIg. 32.- Aljo roque. Utiles Iftkos ... ...
... ... ... ... ... ...
... ... ... ...
Fig. 33.-Hoyo de la Mina. Utiles líticos
... ... ... ... ... .. .
Fig. 34.- Mapa de la Vertiente Medi terránea de la Penlnsula I ~rka con la sltua·
ción de los yacimientos del Mesolft ico J ... •.• ..• ..• ... ... •.. ••• ... ... ...
FIl. !5.-Cova. del B arranc Fondo. Utiles Uti cos, cerámicos )' óseos ... ...
Fig. 36.- Mapa de la Vertiente Mcditerr.!.nea de lo Penlnsula Ibérica con la situa·
ción de yacimientos del Mesolftico JI ...
... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Fig. 37.-Cuadro cronol6¡ico-cultural y climático para la Reglón Valenciana desde
principios del Paleolftico Superior hasta mediados de la Edad de.! Bronce
VAlenciano ... ... ... ... ... ... ... ...
...
... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Fi¡. 38.-Mapa del Mediterráneo Occidental con la situación de los ¡rabados
ru pestres fusiformcs conocidos ...
... ... ... ... ... ...
...... ... ...
Fia· 39.-Reproducción de ¡¡rabadas fusifonnes de Italia y MarnJccos ... ... ... ...
Fig. 4O.-ReproducciÓn de grabados fusifonnes sicilianos ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Fia· 41.-Fra¡mento cerámico de I'Or eon ciervos esquemáticos incisos ... ... ...
o. .
...
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...
14
1
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35
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153
163
169
209
114
218
230
[page-n-300]
293
EL K8S0Unoo I!M VAl.l!NCU
Fi, . • 2.--Representacio0e5 Ilnea1·ceo.mtrica.s de Cantos de la Vi.senI y de la
Cueva del Nifto ............... ............... ... ............
Fil. U-Plaquetas ¡nlbadas de la Cova del Parpalló ...
.......... ....... .
FiJ:. 44.--Plaquetas ¡rabadas de la Cova del P&fPalló ............................. .
Fi¡:. 4S.-Plaquetas ¡rabadas de la Cueva de la Cocina .......................... .
FiC. 46.-Plaqueta con cierva ¡rabada de Sant Grecori ..
Fil. 47..-Plaqueta del abri¡:o del. Filador ...... ... ................................ .
Fl,. 48.-Vtila IltiCO$ de la Cueva de la ~ ................................... .
Fi,. 49.-Vtiles lftic:ol del Blanqwsar del. Garrofero ............................. .
FI,. SO.-Utiles Ilticos de la Cueva Rubia Alta, Baja y Fuente de la Arena ..... .
FiJ:. 51 .--Utiles IItleos de la Cueva Zorra ............................................ .
Fi,. Sl.-cu.adro comparativo de los conjuntos industriales del Mesolflico 1 paralelizables tipoló¡:ica y cronológicamente ... ....... ............. . ........ .
Fil. 53.-Dataciones de C-I. para el Mesolftico 1 Mediterráneo ................. .
Fil. 54.-Dataclnnes de C-14 para el Mesolltico lJ Medltem!.neo ...... ... .. ...... .
Fil. SS.-cu.adro comparativo de los conjuntos industriaJes del Mesollllco 11
paralelizables tipológica y cronológicamente ... .. . .... ..
Fi, . .56.--C'uadro comparativo de los conjuntos Industriales del Mesolltico In
paralelizables tipológica y cronológicamente ...... ... ... .... ... ..... .. .
Fi,. 57.-Dataclones de C-14 para el Mesolltico III Mediterrineo ...... ... ....... ..
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ID
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266/ 261
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"3
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J . APARICIO
F) INDICE DE . lAMINAS
lÁm .
I.-tJtiles lltleos y ratos maIaoolÓ¡lcos del Assud d·Almassora.
Lim. I1.-Panorámka de la Albufera de Anna con la situación del yacimiento emcQJIdo.
Lam. IlI.-A1burera de Anna con la lOna acotada para las exeavaclooes, y Iltiles lftic:lc»
recosidos.
Lám. IV .-Penya Roja. Grabados fusifonnes .
Lám. V.-Mossen Ricardo. Grabados fuslformes.
[page-n-302]
IL KBSOLlnOO IN YAU!NCIA
Gl INDICE GENERAL
I. -INTROOUCCION ... ... ... ..• .. . ... ... ... ... ... ... .. . ... ...
7
" .-EL NOMBRE .•. ... ... ... . .. ... . .. ... ... ... ... ... ..• .. . ...
9
III.-AMBITO. COMUN ICACIONES y MORFOLOGIA COSTERA ...
13
IV.- PENINSULA IBERICA ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ..• ...
21
A.-Gerona ... ... ... ... ... ... ... .. . ... ... ... ... .. . ...
1.--Sant Benet ...... ". ... ... ... ... ... ... ... . ..
2.--COma d' lnfern ... ... .. . ... ... ... ... .. . ... ...
3.-Bora Gran d'en Carreres .....................
4.--Ca1 Coix ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. .
Consideraciones sobre la zona catalana ... ...
...
...
...
_..
...
'..
21
23
24
24
25
26
B. -Valle del Ebro ... ... .. . ... ... ... ... ... ... .. . .. . .. . ...
1.--Montico de Charratu ... ... .. . ... ... ... ... ... ...
Estrat igrafia ........................ .. ...... , ...
2.-Cueva de Za'oya ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
3.-80tiquerra deis Moros ... ... ... ... ... ... ... ... ...
C.- Región Va lenciana y Zonas limítrofes ... ... ... ... ...
1.---Cov8 Fosca •.. ... '.. ... ". ..• •. . ... ... ... ... ...
2.-Abrigo de Verdelpino ... ... ... ... ... ... ... ... ...
3.-Assud d ' Alrnassora ... ... .. . ... ... ... ... ... ... ...
4.-Covacha de listas (Andilla. Valencia) ... ... ... ...
5.---Cueva de la Cocina (Dos Aguas. Valencia ) ...
6.-Estany Gran d' Almenara ... ... .. . ... ... ... .. .
7.-Albufera de Anna ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
a.-Oescubrimiento y primeros trabajos ... ... ...
b.-los Yacimintos Arqueológ icos .. . ... ... ... ...
c.-Experimentación del nuevo sistema: Resul·
27
28
28
30
31
33
36
37
40
41
51
72
75
75
78
lados ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. ...
B4
d.--Conclusiones ... ... ". ... ... ... ... ... ... ...
e. -Estudio Técn ico de las Excavaciones Subacuil·
ticas ...... ....................... ...... ' ...
8.---Cueva del Volcán del Faro (Cullera . Valencia )
9.--COva de les Ma llaetes (Barig. Va lencia) ... ... ...
10.-E1 Collao (Oliva. Valencia) ... ... ... ... ... ... ...
- Gastrópodos Marinos ... ... ... ... ... ... ... ...
- Gastrópodos de agua dulce ". ... ... ... ... ...
- Gastr6podos terrestres .. . ... ... ... .. . ..... .
- lame llibranch ios marinos ... ... ... ... ... ... ...
11 .-Villena (Alicante ) ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
- Pinar de Tarruel1a ......... ". ... ... ... ... ...
- Cueva Grande de la Huesa Tacaña ... .. . .. . ...
- Cueva Pequeña de la Huesa TacaPia ... .........
87
88
96
104
114
116
116
116
116
117
118
118
118
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296
1. APARICIO
P'gs.
- Arenal de la Virgen ............ '" ".
- Casa de lara ." ' ... ' .. " ........ . ....... " ...
D.-Sureste y Sur Andaluz
1.-Cueva del Nacimiento (Pontones. Jaén) .. o..
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2.-Aljoroque (Antas. Almería) . '.. ... ... . .. ...
3.--Hoyo de la Mina (Má laga) ...
4.-Cueva de la Victoria (la Ca la. Málaga) o.. ...
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E.-Visi6n y Slnfesis General
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120
120
121
123
124
127
131
".
132
o..
a.-Antecedentes Hist6ricos y proceso desarrollado por
la investigaci6n
b.--Conclusiones: El Mesofitico en la Vertiente Mediterráneo de la Península Ibérica
132
- Mesolítico I '.. ... '.. ... ... ... ... ..' ... ... ...
- Mesolltico 1I .......... .. ' .. .............. ' ...
- Mesolítico 111 •••• ••••••••••••
- Mesolltico 111 A .. ................ ........... '
- Mesolítico 111 B y C . .. .. . ... o • • • • • • • ' ' . ' •••
- Protoneolltico ..... ' ' .......... ' ..... , ...... o.'
c.-Consideraciones finales ...... , ....•..... ' .. ' ... o..
149
161
164
164
168
173
1n
V. -MEDIODIA EN FRANCIA ... ... ... ... ... ... •.. ... •.. ... •..
179
Vio-ITALIA ... ... ... ... ..• ... ... .. • ... ... ..• ... ... .. . ... ... •..
187
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VII.-MAGHREB ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. . •.. ...
-
147
195
lberomauritánico .................... ' ......... o • • • • ' •••
'ndustrias de Componente Geométrico ... .,. •.. ..• ...
196
197
VIIJ.- EL ARTE DE LA PROVINCIA MEDITERRANEA ... ... ... •.. ...
199
A.-lncisiones Fusi formes ..... ' ... ... ... ... ... ... ... ... ...
- Extensión ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ..'
a .-Región Valenciana (España) .............. ' ...
1.-{:ova de les Rates Penaes (Rótova) ......
2.-Penya Roja ... ... ... ... ...
3.-Abrigos de Mossén Ricardo (l abernes de
Valldigna) ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
_ Abrigo I ... ... ... ... ... ... ... ...
- Abrigo 11 ... ... ... .. . ... .. . ... ......
4.-Cueva del Barbero (Navarrés) ........ ,
b.-Norte de Africa ... ... ... . .. ... ... .. .... ,.. .. .
1.-Kef~e l·Baroud (Ben SI imane. Marruecos)
2.-Gruta de Bir Ghan (Tripolitania. libia) . ..
c.-ltalia .. ' ......... .. ..... .. .. , ... ... ... ... .. . ...
1.--Balzi Rossi (Grima ldi. liguria ita liana). ..
- Grotta del Fanciulli ... .. . .. . ... ... . ..
- Grotta dei Floresfano .,.
- Pequeño nicho ... .. . . .. ... ... ... . ..
207
207
208
208
208
oO,
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...
...
210
210
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212
213
213
213
213
213
[page-n-304]
297
EL MIlSOLlTIOO EN VALl!NClA
P'gl.
- Pequeño abrigo ... ... ... ... . .. ... ...
- Grotta dei Caviglione ... ... ... ... ...
2.--8uco d etla Sabbia di Civitate (Como.
L
ombard ía) ... ... ... .. . .. . . .. ... ... .. .
3.-Pianvalle (Como. Lombardia) ... ... ... . ..
4.-Abrigo d el Romito (Papasidero. Cosenza .
Calabria) ... ... ... ... ... .. . ... ... ... ...
5.-Riparo della Sperlinga d i S. Basilio (Nevara d i Sidlia ) ... ... ... . .. ... ... ... ...
6. -Montagnola de S. Rosalía (Palermo. Si·
cilia) .................. .. .............
7.-Grutas de la lsolida (S. Vito lo Capo.
Sidlia) ... ... ... ... ... ... ... .. . .. . ... ...
8.-Grotta de Mastricchia (Capad . Palermo,
Si'ili.) ................. .. .. ... . ........
B.--EI
C.-El
O.-EI
9.-Grotta dei Puntali (Riparo Armetta " 11 , 111.
Carini. Palermo. Sicilia) ... ... ... ... ... ...
10.-Grotta della "Za Minica" (Torreta. Paler·
mo. Sicilia) ... .. . ... . .. ... ... ...
11 .-Nicchio al N. del la "Za Minica" ...
12.-Grotta dei Viteli (Trapani. Sici lia)
13.-Grottid na de S. Ciro (Trapani) ...
14.-Grotta Miceli y Rocca Rumena (Trapani)
Características... ... ... ... ... ... ... .. ..... . ......
Significado ... ... ... ... ... ... ... ... ... . . .........
Cronología ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Arte Rupestre levantino ... ... ... ... ... .. . . .. .. .
Cronología.. . ... ... ... ... ... ... ... ... . .. ... ... ...
Yacimientos en las proximidades ... ... .. . .. . ... ...
Fases ........ . .............................. o..
Conclusiones ... ... ... ... ... ... ...
Arte Esquemático ... .. . ... ... ... ...
Arte lineal·Geométrico de Cocina... .. .
IX.--CONClUSIONES GENERAlES .............. ' ... '.'
X.- INDICES ........................... •....... • .... . , ...
A.-Indice Geográfico... ... ... . .. ... ... ... •.. ... ... ...
B.-Indice de Personas ... . .. ... ... ... ... ... ... ... ... .. . ...
C.-Indice de Instituciones y Ent idades .... .. o.. ... ... ... ...
D. -Indice de Materias... ... ... ... .. . ... ... . .. ... •.. ... ...
E. -Indice de Figuras .. .. .................... o . . . . . o', ...
F. - Indice de láminas ... .. .
. .. o . . . . . . . . o., . . . •••
G.-Indice General ........... . ....................... o Oo,
213
213
215
216
216
216
217
219
_
220
220
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221
221
221
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275
275
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285
292
294
295
[page-n-305]
LAMINAS
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[page-n-307]
J o APARICIO PEREZ -
E l Mesolllico en Valen ci a
Azud d O
Allllasso ra.
LAM.I
[page-n-308]
l.AM. 11
[page-n-309]
J . APARI CIO PER EZ _
I~I
MesuJi IJco en Va le ncia
I..AM. III
Albuferu. de Annll: A, zona acol ada dumnlc 1 c:<<:a"ado nel subae,"t1JcIlI.
:.,
8 , , 1Ie'( rcco¡:IdOI 111 descubrir el yaclmle n lO.
[page-n-310]
IAM. IV
,
,
/~ ..
Grabados rUlle.tr", ru slro rmn de 111 Penya Roja.
•
[page-n-311]
J . APAR ICIO PEREZ _ El Muolillco e n Va le ncia
Gmbados rupeSlres fusUo nncs de Mouen Ri ca rdo.
LAM. V
[page-n-312]
,
•
•
,
,
[page-n-313]