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Este libro se editó con motivo de la
exposición temporal «Prehistoria y
Cómic», inaugurada en junio de 2016.
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
Presidente
Jorge Rodríguez Gramage
Animaciones 3D
Ángel Sánchez Molina
Audiovisuales
Grabación, edición y montaje
Render Comunicación, SL
Empresas colaboradoras de la producción
Diputado de Cultura
Xavier Rius i Torres
Diseño gráfico de la exposición
Vanesa Mora Casanova
MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
Diseño del material impreso
Marc Granell Artal
Directora
Helena Bonet Rosado
Jefe de la Unidad de Difusión, Didáctica y
Exposiciones
Santiago Grau Gadea
EXPOSICIÓN
Proyecto expositivo
Museo de Prehistoria de Valencia
Comisariado
Helena Bonet Rosado
Álvaro Pons Moreno
Equipo de trabajo
Francisco Chiner Vives
Eva Ferraz García
Santiago Grau Gadea
Vanesa Mora Casanova
Begoña Soler Mayor
Con la colaboración de
Josep Lluís Pascual Benito
Bernat Martí Oliver
Alfred Sanchis Serra
Diseño, instalación y montaje
Francisco Chiner Vives
Imagen del cartel y cubierta del catálogo
Paco Roca
Didáctica
Laura Fortea Cervera
Eva Ripollés Adelantado
Ayudante de montaje
Amadeo Moliner Blay
Fondos expuestos
Museo de Prehistoria de Valencia
Colección Helena Bonet Rosado
Emmanuel Roudier
Miguel Quesada
Antonio Fraguas «Forges»
Mikel Begoña e Iñaki Martínez «Iñaket»
Ortifus
Mireia Pérez
Philuc
Museo Arqueológico Municipal Camil
Visedo Moltó de Alcoi
Impresión del material de difusión
Imprenta Provincial de la Diputación de
Valencia
Transporte de la obra
TTI
Seguros
Muñiz y Asociados. Generali Seguros
Traducciones inglés y francés
Lambe & Nieto
Marc Tiffagom
Producción
Museo de Prehistoria de Valencia
Reinadecorazones Espacios para el Ocio y
la Cultura
PUBLICACIÓN
Proyecto editorial y coordinación
Museo de Prehistoria de Valencia
Agradecimientos
Cecilio Alonso Alonso
Emili Aura Tortosa
Jorge Iván Arguiz
Suresh Ariaratnam
Gilles Bourgarel
Adam Brockbank
Maggie Calt
Chantal Chéret
Lora Fountain & Associates
Judit Foz Povill
Gloria García
Manuel Gozalbes Fernández de Palencia
Manel Granell
Ben Haggarty
Tanino Liberatore
Cristina Rihuete
Jose María Segura Martí
Museu Arqueològic Son Fornés
Dude Comics
Editorial Toxosoutos
El Patio editorial
Grupo Planeta
Nota de los editores
Los autores y los editores de este libro
comunican a los derechohabientes de las
ilustraciones o de otro tipo de imágenes
no encontradas, que pueden ponerse en
contacto con la editorial para acreditar su
propiedad intelectual o de otra índole.
Contacto: Museo de Prehistoria de Valencia,
tel: 963 883 627 y gestio.exposicio@dival.es.
Equipo de edición
Joaquín Abarca Pérez
ISBN: 978-84-7795-762-1
Autores de los artículos
Helena Bonet Rosado
Ernestina Badal García
Santiago Grau Gadea
Antoni Guiral Conti
Vicky Menor Cuenca
Didier Pasamonik
Álvaro Pons Moreno
Pedro Porcel Torrens
Emmanuel Roudier
Gonzalo Ruiz Zapatero
Begoña Soler Mayor
Joaquín Soler Navarro
© de los textos: los autores, 2016.
Traducción al valenciano y corrección
Unitat de Normalització Lingüística de la
Diputació de València
Diseño y maquetación
Marc Granell Artal
Impresión
Pentagraf
DL: V 1292-2016
© de las imágenes: los autores, 2016.
© de la edición: Museo de Prehistoria de
Valencia. Diputación de Valencia, 2016.
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presentación
Helena Bonet Rosado
Prehistoria y cómic: La magia de la imagen
Helena Bonet Rosado
Primero la ciencia… después, la ficción
Ernestina Badal García y Joaquín Soler Navarro
Ilustración prehistórica y tebeo de prehistoria:
¿Caminos divergentes o convergentes?
Gonzalo Ruiz Zapatero
La prehistoria en el tebeo infantil
Antoni Guiral Conti
BARBAS, GARROTES Y DINOSAURIOS:
LOS CAVERNÍCOLAS DE PAPEL
Pedro Porcel Torrens
Prehistoria en los cómics americanos
Álvaro Pons Moreno
ENTRE PEDAGOGÍA Y PARODIA, LA PREHISTORIA EN
EL CÓMIC FRANCÓFONO
Didier Pasamonik
¡GRACIAS LUCY!
Begoña Soler Mayor
El cómic como recurso didáctico para el
aprendizaje de la prehistoria en los museos
Santiago Grau Gadea
Conversaciones con Emmanuel Roudier
Helena Bonet Rosado
Catálogo de selección de cómics
Vicky Menor Cuenca
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Antoni Guiral Conti
Qué curioso. A la que indagas un poco, descubres que los cavernícolas no
han sido personajes demasiado habituales en el tebeo infantil español, y
menos aun en el humorístico, tema central de este texto. Cómics ambientados en la prehistoria ha habido unos cuantos en la historieta de nuestro
país, pero la mayoría pertenecen al género de aventuras.
¿Razones? Difíciles de dirimir. En esencia, nuestro tebeo infantil se ha
concentrado básicamente o en el protagonismo de animales antropomorfizados o en las desventuras humorísticas de la gente de la calle, con
ambientaciones más o menos contemporáneas. Quizá el tema no era el
más adecuado, si tenemos en cuenta la censura previa y oficial por la que
pasaron los tebeos en el largo franquismo. Lo digo por la teórica presencia
de elementos que podrían concitar escenas más o menos violentas, habida
cuenta del ambiente primitivo. Tal vez los cavernícolas no inspiraban a
nuestros creadores, aunque cabe decir que la sencillez ambiental de esta
temática no exigía una gran documentación gráfica que, por otro lado,
tampoco existe. También podría ser que la prehistoria nunca haya sido
un tema excesivamente popular (salvo casos aislados o coyunturales), y
me refiero por ejemplo al cine o a la literatura. Y no es que la historieta
humorística española no se haya dedicado a ella. De hecho, muchas series
de éxito han visitado la prehistoria; sin ir más lejos, Mortadelo y Filemón,
Zipi y Zape o el Pulgarcito de Jan. Y, por supuesto, el tema ha dado mucho
de sí en secciones de chistes gráficos, pero ahora y aquí se trata de hablar
de historietas.
Por tanto, vayamos al grano sin el ánimo de ser exhaustivos, sino de concentrarnos en algunas de las más destacadas sagas de humor ambientadas
en la prehistoria y aparecidas en tebeos de humor hispanos.
Anacronismos
y absurdos
De entrada, cabe decir que si alguien busca referencias científicas en el
terreno del cómic de humor español infantil y juvenil, que se olvide. Si el
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LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
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humor, sobre todo durante el franquismo, se vio
obligado a alejarse de la historia real, también lo
hizo con la prehistoria. Es lógico. Hablamos de
caricaturizar situaciones y personajes, y aunque
sea factible, reconozcamos que desatar un gag
tiempos como la Edad de Piedra, la de los Metales, la de Bronce o la del Hierro no es tarea fácil
si queremos otorgarle visos de credibilidad. Por
lo tanto, nuestro humor hizo lo más evidente y,
también seguramente, lo más interesante desde
un punto de vista soiológico: reflejar nuestra
sociedad tamizada por el entorno e inundar de
anacronismos los argumentos. Los personajes de
estas series hablan, expresándose de forma muy
parecida a como lo hacíamos en la España de cada
década en la que fueron publicadas. Introducen
muchos elementos de la actualidad del momento,
tanto genéricos como específicos, y, por tanto,
generan expresiones que rayan en el surrealismo.
No debe pasarnos por alto algo que ya he comentado: la mayoría de estas sagas prehistóricas fueron
publicadas en tiempos de censura. Traducido, significa que, como la mayor parte del resto de series
humorísticas (y realistas), bucean en un universo
ficticio que puede referirse al contemporáneo, pero
manteniendo casi siempre las distancias críticas.
De alguna manera, nuestros historietistas y humoristas gráficos conformaron espacios abiertos a un
surrealismo que implica irracionalidad e imaginación pero también, en este caso, la búsqueda de
un universo libre, un espacio donde el absurdo ha
de sustituir a la realidad por imperativos legales.
Un espacio, pues, idóneo para la caricaturización
de la prehistoria
1
.
Martz Schmidt (1922-1998) ya era un veterano
cuando concibió la serie prehistórica Troglodito,
en 1957, para la revista de Editorial Bruguera Pulgarcito (en su segunda etapa, inaugurada a finales
de 1946)
2
.
La ternura
de Troglodito
Sección de chistes dedicada a los
trogloditas. El DDT, n.º 642, 1963,
obra de Gosset, que se convertiría en
un especialista de este subgénero.
1
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Antoni Guiral Conti
Tras iniciarse en revistas como Nicolás o Florita, a finales de la década de los
años cuarenta, aterrizó en Bruguera en 1950, donde crearía, en 1953, a su primer personaje popular, el protagonista de El doctor Cataplasma. El suyo era un
grafismo heredero pero algo distinto al habitual de la primera escuela Bruguera.
De formación académica, Martz Schmidt estaba también muy bien dotado para
la caricatura; sus personajes resultaban vívidos, hiperactivos y muy expresivos,
y era capaz de sintetizar los ambientes pero retratándolos con una naturalidad
envidiable. Tenía, además, una gran facilidad para la puesta en escena y sabía
encajar perfectamente la narración en historietas de una sola página. Cuando
llega Troglodito, en 1957, ya posee ese matiz estilístico que le define: la síntesis
de su trazo y una capacidad innata para la elocuencia de sus personajes, adobada con un tratamiento muy moderno y bastante rompedor para su época.
Troglodito, aunque ambientada en alguna parte de la prehistoria, es, en realidad, un trasunto de la realidad contemporánea. Lo es en cuanto el entorno
doméstico que delimita (un padre de familia, su mujer, una tía solterona y
dos hijos), pertenece claramente al de la familia de clase media española de
finales de los años cincuenta. El hombre de la casa trabaja (caza animales
para comer), las mujeres realizan tareas hogareñas y cocinan y los niños,
libres sin el condicionamiento aquí de la escuela (en una de las historietas
el protagonista se lamenta precisamente de que aún no exista), corretean
libres y salvajes por un entorno agreste. Por supuesto, viven en una cueva
unifamiliar y el ambiente, salvaje y primitivo, está lleno de dinosaurios de
todo pelaje y condición. Troglodito es un hombre bajito y regordete, de largos
pelos y barba, ataviado con pieles y poseedor de un garrote especialmente
grande (o sea, caricaturiza la visión que tenemos de un homínido). Sus desventuras transcurren en una teórica Edad de Piedra, llena de dinosaurios
poco verídicos y robustos, y obtusos hombres de las cavernas. Y están llenas
de anacronismos, en el sentido de rememorar objetos, entidades o situaciones contemporáneas que apenas aparecen pero, en cambio, son citadas a
menudo. Eso sí, Troglodito es una serie tierna. Los gags son amables, aunque
ingeniosos, y los personajes, sobre todo los dos niños pero también los animales antediluvianos, son tratados por Martz Schmidt con un afecto especial.
Troglodito es una de las primeras sagas prehistóricas, entendidas como serie
de continuidad, de la historieta de humor en España. No aportó, curiosamente, imitadores, al menos de forma inmediata. Quizá fuera porque la
serie sobrevivió apenas dos años. O tal vez porque, a pesar de su ternura, no
dejaba de ser, en algunos momentos, una suave sátira del entorno familiar.
No fue publicada de forma semanal, aunque aparecía en una revista de esta
periodicidad, Pulgarcito, una cabecera de Bruguera adscrita sobre todo a las
series cotidianas y en la que, por tanto, se convirtió en una rara avis. Por las
2
Página de Troglodito, de Martz Schmidt,
aparecida en el n.º 1.394 de Pulgarcito.
Enero de 1958.
razones que fueran, Martz Schmidt abandonó Troglodito en una época en
la que, además de sus colaboraciones para Bruguera (en 1959, por ejemplo,
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LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
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Antoni Guiral Conti
llegaría otra de sus grandes sagas, El profesor Tragacanto y su clase, que es
de espanto), ejercía también la pintura y la publicidad. Una lástima, aunque
en años posteriores algunas de sus entregas serían reeditadas en diversas
cabeceras de Editorial Bruguera, por lo que es posible rastrearlas entre los
años sesenta y ochenta. Tampoco disponemos de reediciones en forma de
libro de la serie, seguramente porque su corta vida no le permitió alcanzar ni
de lejos el estrellato en Bruguera. En todo caso, Troglodito queda como una
hermosa isla llena de posibilidades en el mar de las colaboraciones como
historietista del gran Martz Schmidt.
Hug, un troglodita con
todas las de la ley
Jordi Gosset es un autor modesto y discreto, tanto que ni siquiera sabemos
exactamente el año en que nació, y conseguir una foto suya es poco menos
que imposible. Pero queda su obra. De hecho, Gosset fue uno de los humoristas gráficos que empezó a publicar en Bruguera en 1957, cuando junto a
creadores como Raf, Segura o Ibáñez pasó a formar parte de su plantilla de
colaboradores gracias, en parte, a que Cifré, Conti, Escobar, Eugenio Giner y
Peñarroya habían dejado la editorial para fundar su propia editorial (D.E.R.)
y revista (Tío Vivo). Bruguera buscaba nuevos autores, y encontró en Gosset
a uno de ellos. Después de realizar diversas secciones para las revistas de la
casa, concibió alguna serie (Lironcio, Don Pepe), hasta que, en 1964, creó
Facundo da la vuelta al mundo, una de sus sagas más famosas. A finales del
año siguiente, sería publicada la primera entrega de la otra de sus grandes
series, esta vez ambientada en la prehistoria: Hug, el Troglodita
3
.
Aunque, de hecho, esa primera historieta fuera publicada en el Almanaque
para 1966 de Tío Vivo (1965)*, aquel hombre primitivo y melenudo que sólo
asoma ojos, nariz y boca de su rostro no regularizó su presencia semanal hasta
mayo de 1966, más concretamente a partir del n.º 269 de la segunda etapa de
Tío Vivo. No puede ser casual que su presencia obedezca al momento en que
esta cabecera amplía páginas -de 20 a 36-, con la consiguiente aparición de
nuevas series, como El agente 0077, de Torá o Pepe Gotera y Otilio, chapuzas
a domicilio, de Ibáñez. Lo que, tal vez, podría haber quedado como una
historieta anecdótica y única para un almanaque, adquiere por tanto espacio propio y semanal, recuperando para los tebeos de humor de Bruguera
una serie de ambientación prehistórica, tras la ya citada y bastante fugaz
aparición del Troglodito, de Martz Schmidt en 1957. Ambientada, como se
asegura en la propia serie, en el período Cuaternario -sin especificar si en la
época geológica del Pleistoceno o del Holoceno-, coincide con la aparición
del Homo sapiens, uno de cuyos más peculiares representantes será, sin
duda, Hug, bien apodado el Troglodita, ya que responde perfectamente a
dos de las definiciones que de esta palabra aporta el diccionario de la Real
Academia Española: ‘que habita en cavernas' y ‘muy comedor'.
* Por entonces, cabecera que pertenece a Editorial Bruguera.
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LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
3
Portada del n.º 483 de Tío Vivo, 1970,
con una historieta de Hug, el troglodita,
de Gosset.
Hug vive en un mundo pretérito, salvaje, abrupto, volcánico y desertizado,
donde pululan aquellos animales vertebrados conocidos como dinosaurios,
con géneros reconocibles -aunque originarios de épocas y lugares muy
diversos- como los diplodocus, los pterodáctilos o los mamuts, a los que
Gosset une variedades como las de los pepesaurios o los vegetarianosaurios.
Nuestro protagonista comparte cueva con un gusano que acostumbra a
quejarse de su inquilino humano y, por lo menos durante el primer periodo
de la serie, se muestra como un Homo sapiens de cerebro y clarividencia
considerables, hasta el punto de que destaca por sus labores de inventor.
93
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Antoni Guiral Conti
Pero Hug es ya un hombre social, consciente de pertenecer a una tribu con
la que comparte cultura, tradiciones y espacio físico. Por aquello de que
el hombre es como es, y por no contradecir a los antropólogos, la tribu de
Hug anda siempre enfrentada a otros clanes significativamente adjetivados
por Gosset con nombres referidos a tribus urbanas de los años cincuenta y
sesenta -Los Beatles, Los Ye-Yes, Los Beatniks-, plantas -Los Chumberas-,
ciencias -Los Agrónomos y Los Tecnológicos-, alimentos -Los Gourmets y
Los Vegetarianos- o niveles del coeficiente intelectual -Los Tarugos y Los
Sabiondos-. No deja de ser significativo que cuando Hug parta hacia la
zona donde se supone que habita la civilización, se dirija siempre hacia el
Norte, y más concretamente a Europarok; significativo en cuanto que en
aquella España todavía franquista, Europa era, por lo menos para algunos,
el modelo de civilización occidental que había que imitar.
La inteligencia la
pone Pitákoras
Poco a poco, Gosset va definiendo no sólo las principales características
de su criatura, sino el entorno que la cobija. Hug va convirtiéndose en un
ser cada vez más primitivo en toda su extensión, más básico; pierde su capacidad para inventar, evidencia su torpeza tanto física como intelectual,
no sabe leer -capacidad que recuperará con el tiempo-, vaguea y, de tanto
en tanto, cansado de su dieta vegetariana de nabos, tubérculos y lechugas,
intenta cazar algún que otro dinosaurio para ingerir las proteínas que tanto necesita. Gosset concibe también algunos personajes secundarios que
irán apareciendo regularmente en la serie, como el pintor cubista Pikasso
o Pitákoras, como Hug afirma, «el percebe intelectual de la tribu», que
acabará por convertirse en coprotagonista de la serie, hasta el punto de
que sus inventos serán el motor de muchas de sus historietas. A pesar de
los intentos de Pitákoras para que prevalezca la inteligencia por encima de
la fuerza bruta, los mamporros, carreras y caídas serán el pan nuestro de
cada día para Hug, quien, como suele sucederle a todos los personajes de
Bruguera, está marcado por el mal fario.
Gosset, un dibujante de estilo sencillo y minimalista capaz de dar vida a
sus personajes con muy pocos trazos, utiliza en Hug, el troglodita los habituales recursos del gag para, sin aportar técnicas excesivamente originales,
conferir a la serie un espíritu muy coherente que pasa, básicamente, por la
espléndida definición de la personalidad de su protagonista principal. Torpe
hasta decir basta, ingenuo en ocasiones e infeliz de cuna, Hug protagoniza
anécdotas que, gracias a la sencilla pero contundente caracterología de esta
criatura, conectan con lectores de todas las edades. Perfecto conocedor
del tempo narrativo para el desarrollo del gag, Gosset utiliza una puesta
en escena sencilla en apariencia, pero dotada de una inteligencia intuitiva,
resultado sin duda de su experiencia como humorista.
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LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
Otra de las constantes de la serie son sus referencias al siglo xx. Los personajes aluden a él como algo real aunque lejano en el tiempo futuro y, como
ya sucediera con la serie televisiva Los Picapiedra, Gosset recicla elementos
de la actualidad para aplicarlos al mundo primitivo, como lo demuestra la
existencia de dinosaurios-autobús, orugas-metro, periódicos -El Pedrusco, hecho de piedra, por supuesto-, o la presencia de timos inmobiliarios,
agencias de viaje y hasta de un sastre que persigue a Hug para cobrar sus
facturas. Hug, el troglodita ocupó la portada de la cabecera Tío Vivo entre
1969 y 1971, y continuó publicándose en diversas revistas hasta el cierre
de Editorial Bruguera en 1986, en ocasiones como Hugh, el troglodita -con
hache- o con el título de Los trogloditas, serie aparecida en Pulgarcito y Tío
Vivo que contaba con el protagonismo conjunto de Hug y de Pitákoras. En
1987, tras adquirir Ediciones B el fondo editorial de Bruguera, Gosset volvió
a escribir y a dibujar nuevas aventuras de Hugh, el troglodita -con hache de
nuevo-, esta vez en la revista Súper Mortadelo.
Es esta una serie que forma parte por derecho propio tanto de la crónica sentimental de muchos españoles como del legado cultural de nuestra historieta
humorística. Y, como suele ocurrir en nuestra industria de la historieta con
los clásicos, no ha sido reeditada, a excepción del tomo n.º 31 de Clásicos del
Humor de Salvat (2009), una colección vendida exclusivamente en quioscos
y, lamentablemente, descatalogada
4
.
Casi al mismo tiempo que Hug, el troglodita, nace otra serie de ambientación
cavernaria, pero bastante distinta: Altamiro de la cueva, obra del guionista
Carles Bech (1914-1999) y del dibujante Joan Bernet Toledano (1924-2009),
aparecida en la cabecera más clásica de la historieta española, TBO, en 1965
5
.
A pesar de la presencia en el mercado de 1965 de tebeos infantiles y juveniles
como Pulgarcito, Tío Vivo o el recientemente aparecido Din Dan por parte
de Bruguera, y de Pumby o Jaimito por parte de Editorial Valenciana, TBO
mantenía todavía el liderazgo en cuanto a ventas y popularidad se refiere.
Fue precisamente ese año cuando la cabecera de Ediciones TBO aportaría
algunas novedades a su contenido. Manteniendo series y secciones clásicas
como La familia Ulises (Bech y Benejam), Los Grandes Inventos de TBO (Sabatés), Historias ejemplares (Batllori Jofré) o Visiones de Hollywood (Liza),
en TBO empezarían a colaborar por entonces creadores de la talla de Iranzo
(en la vertiente caricaturesca del creador de El Cachorro), Pañella, C. Ibor
(firma por entonces de Cubero), Raf (muy activo también en Bruguera) y
Fraper. La única serie incorporada a TBO en 1965 fue Altamiro de la cueva,
que disfrutaría de una excelente recepción entre sus lectores y que se publicó
de forma regular hasta 1975.
Altamiro, el
cavernícola ingenioso
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Antoni Guiral Conti
4
Primera página de una de las historietas
de Los trogloditas, también de Gosset.
Pulgarcito, n.º 2.596, 1981.
El protagonista de Altamiro de la
cueva, de Bech y Bernet Toledano,
siempre dispuesto a echar una mano.
TBO 2000, n.º 2.013, 1973.
Altamiro de la cueva parte de unos parámetros muy básicos, pero, a la vez, muy
aditivos. De entrada, Bernet Toledano era un profesional con mucho bagaje,
que había iniciado su carrera a principios de los años cuarenta, habiendo colaborado en diversas revistas infantiles y humorísticas, como Nicolás, Selecciones
de Humor del DDT o PZ, amén de ejercer de animador en el largometraje Los
sueños de Tay-Pi. El suyo era un grafismo sencillo y agradable, de personajes
estilizados y con un excelente dominio de la puesta en escena. Sin duda, era
el dibujante ideal para Altamiro de la cueva y para los guiones de Carles Bech,
escritor y guionista que, desde 1963, era responsable de los guiones de La
familia Ulises, y que en TBO firmaba una sección de relatos y realizaba una
larga lista de colaboraciones como escritor de diversas historietas.
5
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LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
97
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Bech plantea una sociedad tribal perfectamente organizada. Están mancomunados en una villa llena de cuevas unifamiliares y muy cómodas, y cada
uno de los personajes ostenta un cargo concreto. Es más, estamos ya en una
economía agrícola y trashumante, un entorno relativamente cálido a pesar
del momento prehistórico en el que está ambientado. Y es que el universo
de Altamiro es plácido. Los cavernícolas trabajan, comen, beben y viven con
cierta comodidad, no hay encontronazos excesivos con animales antediluvianos, más bien al contrario, han aprendido a utilizar animales de granja o
de labor para sus propios fines. Y la convivencia es bastante apacible.
Altamiro empieza siendo una especie de artista, pintor, escultor, decorador
de interiores, que poco a poco va revelándose como un hombre ingenioso,
capaz no sólo de mantener la paz entre los suyos cuando surge algún altercado,
sino de generar inventos que hacen la vida más atractiva a toda la tribu, como
los pendientes, la mantequilla o el matamoscas. En una historieta, incluso,
se inventa la palabra tebeo, para definir ‘cuentos que se ven', que Altamiro
dibuja para los niños. Bech y Bernet Toledano rodean a su protagonista de un
largo elenco de secundarios, prácticamente todos los vecinos de la aldea, a los
que el guionista bautiza con nombres significativos y singulares: Pedrusco,
Peñón, Escayola, Marmolín, Cantalapiedra, Piedraluenga, Guijarro, Peñasco
o Rocadura. Los anacronismos están presentes, pero siempre a partir de
objetos o conceptos adaptados a la prehistoria.
De hecho, Altarmiro de la cueva es una serie más para sonreír que para reír; los
hechos están descritos desde una vertiente muy anecdótica y, en ocasiones, no son
más que meros pasajes que Bech utiliza para generar una especie de pedagogía
adaptada a la filosofía de TBO. No se trata de historietas de carreras y mamporros,
sino de argumentos más cotidianos que reflejan el día a día de los habitantes de
aquellas cavernas. La serie fue publicada durante algún tiempo en una página
de cuatro tiras, reservando la tira inferior a otro autor y a otro personaje, hasta
que a partir de cierto momento se plantea como una página completa.
Por tanto, podríamos decir que Altamiro de la cueva era más bien una serie
didáctica, que proponía a sus lectores un entorno apacible en el que los
problemas podían solucionarse con el diálogo. Muy en la línea de TBO.
Vuelve Gosset:
Roquita
Gosset no abandonó su querencia por la prehistoria. De hecho, posee el récord
de ser el humorista gráfico español que más series le ha dedicado. Y es que el
entorno prehistórico alentó la presencia de otra saga de Gosset, Roquita, que
desde 1979 sería publicada en las revistas de Bruguera Zipi y Zape, Súper Zipi
y Zape y Zipi y Zape Especial. Roquita, que habitaba las peligrosas tierras del
período Cuaternario, y que vivía junto a su esforzada madre, era una niña de
unos ocho años, menuda e inteligente, morena y con gafas -un símbolo de las
buscadas arbitrariedades históricas de la serie-, que vestía con un taparrabos
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LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
de piel roja y llevaba un hueso decorativo en la parte superior del pelo
6
. Su
madre, morena también y con dos huesos a modo de ornamento en su cabellera, era una mujer fuerte, de complexión amplia, semejante a la de Obélix -la
complexión, no la madre-. Roquita posee un alto coeficiente intelectual, sí, pero
también es algo rebelde e inquieta, amén de egoísta. Odia la sopa -como Mafalda- pero le encantan los plátanos. Es algo maniática y arbitraria en su actitud,
y la mayor parte del tiempo, sencillamente, se aburre. Su madre se pasa el día
cuidando de la cueva en la que viven y cocinando, a expensas de los caprichos
de su única y amada hija. Sus aventuras, en ocasiones, giran en torno a su perro,
Pocaspulgas, un can muy holgazán dotado de la capacidad de hablar, que es el
principal objetivo de las bromas y trucos que genera la avispada protagonista.
99
Una entrega de Roquita, de Gosset.
Zipi y Zape, n.º 367, 1979.
6
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Antoni Guiral Conti
Como ya hiciera en Hug, el troglodita, Gosset aplica a Roquita un entorno
antediluviano lleno de referencias al siglo xx. Pero, a diferencia de su otra
serie cavernícola, plantea ésta como un producto más infantil, centrado en
las veleidades de su mudable protagonista. En realidad, y sobre todo en su
segunda etapa aparecida en Ediciones B, ésta sería una serie bastante popular
entre los lectores, al menos entre los más pequeños. Porque Roquita, como
queda dicho, es un personaje claramente destinado a los consumidores más
menudos de tebeos, aquellos que leían revistas con edades situadas entre
los 6 y los 10 años, lo que diferencia la serie de otras concebidas por Gosset,
más dirigidas a lectores preadolescentes. Por tanto, Gosset destila aquí un
humor más sencillo y directo, exento de ironías y dobles lecturas, y lo hace
con un grafismo algo más sintético que en Hug, el troglodita, perdiendo algo
de nervio en el trazo para favorecer unas figuras más concretas, consciente
sin duda de que se estaba dirigiendo a un público infantil.
La serie desaparecería, inicialmente, cuando Bruguera cerró sus puertas en
1986, pero, como ya queda dicho, en la década de los años noventa, reaparecería en Súper Zipi y Zape y Zipi y Zape Extra, revistas de Ediciones B, esta
vez con el título de Roquita y Roco.
Especiales
prehistóricos
Las pocas series humorísticas cavernícolas del tebeo español infantil y juvenil
encontrarían un complemento, por un lado, en las diversas secciones de chistes gráficos que estas albergaban y, por otro, en algunos números especiales.
Por ejemplo, la revista Mortadelo Especial, surgió en 1975 por parte de Editorial
Bruguera como una fase del éxito tanto de la serie de Ibáñez como de la revista
Mortadelo (1970). La estructura de Mortadelo Especial aportaba la singularidad
de que cada número estaba dedicado en teoría (y así lo expresaba su portada) a
un tema distinto. El en teoría se debe a que, en realidad, tan sólo las historietas
de Mortadelo y Filemón o de Sir Tim O'Theo (Raf), alguna sección o un cómic
de grafismo realista atendían a esa temática. Mortadelo Especial dedicó a la
prehistoria sus números 47 (1978) y 191 (1985), y a los cavernícolas el n.º 124
(1982). En ellos, destaca por encima de todo El vivir en una cueva no es cosa
que sea nueva, una historieta de dos páginas realizada por Raf (1928-1997),
que siempre confeccionaba una sección dedicada al tema de cada número de
Mortadelo Especial. En este caso, el talento de Raf bromea con algunos de los
tópicos del hombre de las cavernas y sus usos y costumbres, generando algunas referencias anacrónicas a objetos y máquinas del siglo xx. Curiosamente,
ninguna de las historietas de Mortadelo y Filemón de estos tres números fue
realizada por Ibáñez: Viaje al pasado (nº 47) y ¡Cazar a un cavernícola! (n.º 124)
fueron dibujadas por Casanyes, por entonces uno de los más diestros imitadores del maestro, mientras que A la caza del Chotta (nº 191), realizada por Jesús
de Cos y Juan M. Muñoz, no es más que la publicación de seis páginas de una
historieta apócrifa de larga extensión de los agentes de la T.I.A.
7
[page-n-104]
101
LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
No se crean que nos hemos olvidado de Gosset, ya que su relación con la
Y más Gosset, sí
historieta de la prehistoria no acaba con Hug, el Troglodita o Roquita. En
1986, fenecida Editorial Bruguera y antes de que un año después Ediciones
B recuperase su filosofía y su fondo editorial, hubo algunos intentos por
reverdecer el mercado del tebeo infantil. Empresas como Intermagen (propiedad del historietista Josep Maria Beà) con la revista Caníbal, Ediciones
Junior con Guai! (con Ibáñez como principal reclamo) y Compañía General
de Ediciones, con Bichos y Garibolo, lo intentaron, sin demasiada suerte.
De hecho, muchos de los humoristas de Bruguera se desperdigaron en estas
cabeceras, sobre todo en Guai! y Garibolo. Gosset colaboró en ellas, y más
concretamente en Garibolo propondría, en 1986, su nueva saga prehistórica:
Burrus and Sapiens.
Publicada con una estructura más liviana de cuatro tiras por página, y en
historietas de tres páginas, Burrus and Sapiens era, de hecho, una especie de
continuidad de Hug, el troglodita. De nuevo, Gosset ofrece su grafismo más
austero pero igualmente expresivo, en una saga protagonizada por Pepedrusco, el Burrus, un cavernícola de cortas luces, y por un sabio muy parecido a
Pitákoras, el Sapiens, que como su referente va tocado de un birrete (muestra
de su sapiencia), y que se dedica a fabricar inventos que tardarían algunos
siglos en llegar para que el pobre Pepedrusco los pruebe, y con ello se genere
la consabida crisis de la viñeta final. Gosset recupera en Burrus and Sapiens
a los gusanos que hablan y reflexionan sobre la estupidez de los humanos, y
en alguna entrega incorpora a su querido Hug como personaje secundario
8
.
No me gustaría acabar este texto sin hacer una referencia a un personaje
cavernícola muy singular, que en realidad no es el protagonista absoluto de
la serie en la que aparece (pero casi), y que forma parte de la excelsa tradición
de la historieta chilena. O sea que, por un momento, vamos a desviarnos del
tebeo español, aunque mantengamos el mismo idioma de origen.
Me refiero a Mampato, una clásico muy popular de la historieta de Chile, un
país con una gran tradición en este medio que, por desgracia, es bastante
desconocida en España
9
. Mampato fue creada por Eduardo Armstrong
(1932-1973) en 1968, e inicialmente dibujada por Óscar Vega (1945-2007), para
pasar muy pronto a las manos de un grande del cómic chileno, Themo Lobos
(1928-2912), que se encargaría también de los guiones. Mampato (Patricio, en
realidad**) es un chaval de entre 10 a 13 años, perteneciente a la clase media
chilena, un chico inquieto dotado de una inteligencia extraordinaria, que en
su primera aventura se ve inmerso por casualidad en un mundo alienígena.
Gracias a la pericia del protagonista, la aventura llega a buen término, y es
** Mampato surge del diminutivo Pato de Patricio, la pequeña estatura del protagonista y al hecho de
que en Chile se llama «mampato» a los ponis.
Un cavernícola
chileno
[page-n-105]
7
Dos páginas de una sección de Raf, dedicada a los cavernícolas, publicadas en el n.º 124 de Mortadelo Especial, 1982.
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Antoni Guiral Conti
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LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
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Antoni Guiral Conti
Primera página de una entrega de Burrus and
Sapiens, otra serie cavernícola de Gosset.
Garibolo, n.º 2, 1986.
entonces, cuando un extraterrestre del que se hace amigo, Xse, le regala un
cinto espacio-temporal, un dispositivo que permitirá a Mampato viajar a través del tiempo. Mampato sería publicada en la revista del mismo título entre
1968 y 1977, para ser posteriormente recopiladas sus entregas en formato
de libros hasta el día de hoy. Entre 1986 y 1993 fue reeditada en la revista de
Themo Lobos, Cucalón, y en 1996 fue publicada en formato de comic book.
En uno de sus primeros viajes por el tiempo, Mampato arriba a la prehistoria,
donde conocerá a Ogú, un hombre de las cavernas. Este animoso y amistoso
troglodita de cuerpo peludo se convertirá, desde entonces, en compañero
inseparable del protagonista, con el que comparte diversas aventuras en
distintas épocas de nuestra historia, viajando a lugares como Persia, la isla
8
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LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
105
de Pascua, el Chile de la Reconquista, la prehistoria (de nuevo) o la Atlántida.
Ogú es un hombre primitivo, sí, pero con una gran capacidad para adaptarse
y un hambre canina, que no rehúye (más bien al contrario) el enfrentamiento
físico, y que está casado con tres mujeres y tiene varios hijos. Habla de manera
muy primitiva (sus diálogos se reproducen tal y como habla) y a pesar de ser
un prehistórico de carácter infantil, puede tornarse una bestia terrible cuando alguno de sus amigos está en peligro. Como evidencia de la popularidad
de este personaje, digamos que en 2002 se estrenó la película de dibujos
animados Ogú y Mampato en Rapa Nui (dirigida por Alejandro Rojas Téllez).
Themo Lobos es uno de los nombres básicos de la historieta chilena. Publicó
en periódicos y revistas como La Nación, El Péneca, Barrabases, El Pingüino,
Mampato, Cucalón o La Tercera. Ha creado diversos personajes muy populares
en su país como, aparte de Mampato y Ogú, Máximo Chambónez, Ferrilo,
Nick Obre o Alaraco. Como historietista, posee una especial habilidad para
el dibujo caricaturesco con que genera personajes dúctiles y expresivos,
integrados en una narrativa que ejerce con soltura.
El tiempo (aunque sea prehistórico) y el espacio se nos acaban. Espero que hayan
disfrutado leyendo las vicisitudes de estos cavernícolas de tebeo tanto como
yo describiéndolas. Como han visto, no son muchos los que están con nombre
propio, pero están para quedarse en la historia (o prehistoria) de los cómics.
Portada del n.º 23 de la revista chilena
Cucalón, 1987, con Mampato y Ogú en
primer término.
9
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Este libro se editó con motivo de la
exposición temporal «Prehistoria y
Cómic», inaugurada en junio de 2016.
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
Presidente
Jorge Rodríguez Gramage
Animaciones 3D
Ángel Sánchez Molina
Audiovisuales
Grabación, edición y montaje
Render Comunicación, SL
Empresas colaboradoras de la producción
Diputado de Cultura
Xavier Rius i Torres
Diseño gráfico de la exposición
Vanesa Mora Casanova
MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
Diseño del material impreso
Marc Granell Artal
Directora
Helena Bonet Rosado
Jefe de la Unidad de Difusión, Didáctica y
Exposiciones
Santiago Grau Gadea
EXPOSICIÓN
Proyecto expositivo
Museo de Prehistoria de Valencia
Comisariado
Helena Bonet Rosado
Álvaro Pons Moreno
Equipo de trabajo
Francisco Chiner Vives
Eva Ferraz García
Santiago Grau Gadea
Vanesa Mora Casanova
Begoña Soler Mayor
Con la colaboración de
Josep Lluís Pascual Benito
Bernat Martí Oliver
Alfred Sanchis Serra
Diseño, instalación y montaje
Francisco Chiner Vives
Imagen del cartel y cubierta del catálogo
Paco Roca
Didáctica
Laura Fortea Cervera
Eva Ripollés Adelantado
Ayudante de montaje
Amadeo Moliner Blay
Fondos expuestos
Museo de Prehistoria de Valencia
Colección Helena Bonet Rosado
Emmanuel Roudier
Miguel Quesada
Antonio Fraguas «Forges»
Mikel Begoña e Iñaki Martínez «Iñaket»
Ortifus
Mireia Pérez
Philuc
Museo Arqueológico Municipal Camil
Visedo Moltó de Alcoi
Impresión del material de difusión
Imprenta Provincial de la Diputación de
Valencia
Transporte de la obra
TTI
Seguros
Muñiz y Asociados. Generali Seguros
Traducciones inglés y francés
Lambe & Nieto
Marc Tiffagom
Producción
Museo de Prehistoria de Valencia
Reinadecorazones Espacios para el Ocio y
la Cultura
PUBLICACIÓN
Proyecto editorial y coordinación
Museo de Prehistoria de Valencia
Agradecimientos
Cecilio Alonso Alonso
Emili Aura Tortosa
Jorge Iván Arguiz
Suresh Ariaratnam
Gilles Bourgarel
Adam Brockbank
Maggie Calt
Chantal Chéret
Lora Fountain & Associates
Judit Foz Povill
Gloria García
Manuel Gozalbes Fernández de Palencia
Manel Granell
Ben Haggarty
Tanino Liberatore
Cristina Rihuete
Jose María Segura Martí
Museu Arqueològic Son Fornés
Dude Comics
Editorial Toxosoutos
El Patio editorial
Grupo Planeta
Nota de los editores
Los autores y los editores de este libro
comunican a los derechohabientes de las
ilustraciones o de otro tipo de imágenes
no encontradas, que pueden ponerse en
contacto con la editorial para acreditar su
propiedad intelectual o de otra índole.
Contacto: Museo de Prehistoria de Valencia,
tel: 963 883 627 y gestio.exposicio@dival.es.
Equipo de edición
Joaquín Abarca Pérez
ISBN: 978-84-7795-762-1
Autores de los artículos
Helena Bonet Rosado
Ernestina Badal García
Santiago Grau Gadea
Antoni Guiral Conti
Vicky Menor Cuenca
Didier Pasamonik
Álvaro Pons Moreno
Pedro Porcel Torrens
Emmanuel Roudier
Gonzalo Ruiz Zapatero
Begoña Soler Mayor
Joaquín Soler Navarro
© de los textos: los autores, 2016.
Traducción al valenciano y corrección
Unitat de Normalització Lingüística de la
Diputació de València
Diseño y maquetación
Marc Granell Artal
Impresión
Pentagraf
DL: V 1292-2016
© de las imágenes: los autores, 2016.
© de la edición: Museo de Prehistoria de
Valencia. Diputación de Valencia, 2016.
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presentación
Helena Bonet Rosado
Prehistoria y cómic: La magia de la imagen
Helena Bonet Rosado
Primero la ciencia… después, la ficción
Ernestina Badal García y Joaquín Soler Navarro
Ilustración prehistórica y tebeo de prehistoria:
¿Caminos divergentes o convergentes?
Gonzalo Ruiz Zapatero
La prehistoria en el tebeo infantil
Antoni Guiral Conti
BARBAS, GARROTES Y DINOSAURIOS:
LOS CAVERNÍCOLAS DE PAPEL
Pedro Porcel Torrens
Prehistoria en los cómics americanos
Álvaro Pons Moreno
ENTRE PEDAGOGÍA Y PARODIA, LA PREHISTORIA EN
EL CÓMIC FRANCÓFONO
Didier Pasamonik
¡GRACIAS LUCY!
Begoña Soler Mayor
El cómic como recurso didáctico para el
aprendizaje de la prehistoria en los museos
Santiago Grau Gadea
Conversaciones con Emmanuel Roudier
Helena Bonet Rosado
Catálogo de selección de cómics
Vicky Menor Cuenca
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Antoni Guiral Conti
Qué curioso. A la que indagas un poco, descubres que los cavernícolas no
han sido personajes demasiado habituales en el tebeo infantil español, y
menos aun en el humorístico, tema central de este texto. Cómics ambientados en la prehistoria ha habido unos cuantos en la historieta de nuestro
país, pero la mayoría pertenecen al género de aventuras.
¿Razones? Difíciles de dirimir. En esencia, nuestro tebeo infantil se ha
concentrado básicamente o en el protagonismo de animales antropomorfizados o en las desventuras humorísticas de la gente de la calle, con
ambientaciones más o menos contemporáneas. Quizá el tema no era el
más adecuado, si tenemos en cuenta la censura previa y oficial por la que
pasaron los tebeos en el largo franquismo. Lo digo por la teórica presencia
de elementos que podrían concitar escenas más o menos violentas, habida
cuenta del ambiente primitivo. Tal vez los cavernícolas no inspiraban a
nuestros creadores, aunque cabe decir que la sencillez ambiental de esta
temática no exigía una gran documentación gráfica que, por otro lado,
tampoco existe. También podría ser que la prehistoria nunca haya sido
un tema excesivamente popular (salvo casos aislados o coyunturales), y
me refiero por ejemplo al cine o a la literatura. Y no es que la historieta
humorística española no se haya dedicado a ella. De hecho, muchas series
de éxito han visitado la prehistoria; sin ir más lejos, Mortadelo y Filemón,
Zipi y Zape o el Pulgarcito de Jan. Y, por supuesto, el tema ha dado mucho
de sí en secciones de chistes gráficos, pero ahora y aquí se trata de hablar
de historietas.
Por tanto, vayamos al grano sin el ánimo de ser exhaustivos, sino de concentrarnos en algunas de las más destacadas sagas de humor ambientadas
en la prehistoria y aparecidas en tebeos de humor hispanos.
Anacronismos
y absurdos
De entrada, cabe decir que si alguien busca referencias científicas en el
terreno del cómic de humor español infantil y juvenil, que se olvide. Si el
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LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
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humor, sobre todo durante el franquismo, se vio
obligado a alejarse de la historia real, también lo
hizo con la prehistoria. Es lógico. Hablamos de
caricaturizar situaciones y personajes, y aunque
sea factible, reconozcamos que desatar un gag
tiempos como la Edad de Piedra, la de los Metales, la de Bronce o la del Hierro no es tarea fácil
si queremos otorgarle visos de credibilidad. Por
lo tanto, nuestro humor hizo lo más evidente y,
también seguramente, lo más interesante desde
un punto de vista soiológico: reflejar nuestra
sociedad tamizada por el entorno e inundar de
anacronismos los argumentos. Los personajes de
estas series hablan, expresándose de forma muy
parecida a como lo hacíamos en la España de cada
década en la que fueron publicadas. Introducen
muchos elementos de la actualidad del momento,
tanto genéricos como específicos, y, por tanto,
generan expresiones que rayan en el surrealismo.
No debe pasarnos por alto algo que ya he comentado: la mayoría de estas sagas prehistóricas fueron
publicadas en tiempos de censura. Traducido, significa que, como la mayor parte del resto de series
humorísticas (y realistas), bucean en un universo
ficticio que puede referirse al contemporáneo, pero
manteniendo casi siempre las distancias críticas.
De alguna manera, nuestros historietistas y humoristas gráficos conformaron espacios abiertos a un
surrealismo que implica irracionalidad e imaginación pero también, en este caso, la búsqueda de
un universo libre, un espacio donde el absurdo ha
de sustituir a la realidad por imperativos legales.
Un espacio, pues, idóneo para la caricaturización
de la prehistoria
1
.
Martz Schmidt (1922-1998) ya era un veterano
cuando concibió la serie prehistórica Troglodito,
en 1957, para la revista de Editorial Bruguera Pulgarcito (en su segunda etapa, inaugurada a finales
de 1946)
2
.
La ternura
de Troglodito
Sección de chistes dedicada a los
trogloditas. El DDT, n.º 642, 1963,
obra de Gosset, que se convertiría en
un especialista de este subgénero.
1
[page-n-93]
90
Antoni Guiral Conti
Tras iniciarse en revistas como Nicolás o Florita, a finales de la década de los
años cuarenta, aterrizó en Bruguera en 1950, donde crearía, en 1953, a su primer personaje popular, el protagonista de El doctor Cataplasma. El suyo era un
grafismo heredero pero algo distinto al habitual de la primera escuela Bruguera.
De formación académica, Martz Schmidt estaba también muy bien dotado para
la caricatura; sus personajes resultaban vívidos, hiperactivos y muy expresivos,
y era capaz de sintetizar los ambientes pero retratándolos con una naturalidad
envidiable. Tenía, además, una gran facilidad para la puesta en escena y sabía
encajar perfectamente la narración en historietas de una sola página. Cuando
llega Troglodito, en 1957, ya posee ese matiz estilístico que le define: la síntesis
de su trazo y una capacidad innata para la elocuencia de sus personajes, adobada con un tratamiento muy moderno y bastante rompedor para su época.
Troglodito, aunque ambientada en alguna parte de la prehistoria, es, en realidad, un trasunto de la realidad contemporánea. Lo es en cuanto el entorno
doméstico que delimita (un padre de familia, su mujer, una tía solterona y
dos hijos), pertenece claramente al de la familia de clase media española de
finales de los años cincuenta. El hombre de la casa trabaja (caza animales
para comer), las mujeres realizan tareas hogareñas y cocinan y los niños,
libres sin el condicionamiento aquí de la escuela (en una de las historietas
el protagonista se lamenta precisamente de que aún no exista), corretean
libres y salvajes por un entorno agreste. Por supuesto, viven en una cueva
unifamiliar y el ambiente, salvaje y primitivo, está lleno de dinosaurios de
todo pelaje y condición. Troglodito es un hombre bajito y regordete, de largos
pelos y barba, ataviado con pieles y poseedor de un garrote especialmente
grande (o sea, caricaturiza la visión que tenemos de un homínido). Sus desventuras transcurren en una teórica Edad de Piedra, llena de dinosaurios
poco verídicos y robustos, y obtusos hombres de las cavernas. Y están llenas
de anacronismos, en el sentido de rememorar objetos, entidades o situaciones contemporáneas que apenas aparecen pero, en cambio, son citadas a
menudo. Eso sí, Troglodito es una serie tierna. Los gags son amables, aunque
ingeniosos, y los personajes, sobre todo los dos niños pero también los animales antediluvianos, son tratados por Martz Schmidt con un afecto especial.
Troglodito es una de las primeras sagas prehistóricas, entendidas como serie
de continuidad, de la historieta de humor en España. No aportó, curiosamente, imitadores, al menos de forma inmediata. Quizá fuera porque la
serie sobrevivió apenas dos años. O tal vez porque, a pesar de su ternura, no
dejaba de ser, en algunos momentos, una suave sátira del entorno familiar.
No fue publicada de forma semanal, aunque aparecía en una revista de esta
periodicidad, Pulgarcito, una cabecera de Bruguera adscrita sobre todo a las
series cotidianas y en la que, por tanto, se convirtió en una rara avis. Por las
2
Página de Troglodito, de Martz Schmidt,
aparecida en el n.º 1.394 de Pulgarcito.
Enero de 1958.
razones que fueran, Martz Schmidt abandonó Troglodito en una época en
la que, además de sus colaboraciones para Bruguera (en 1959, por ejemplo,
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LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
91
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92
Antoni Guiral Conti
llegaría otra de sus grandes sagas, El profesor Tragacanto y su clase, que es
de espanto), ejercía también la pintura y la publicidad. Una lástima, aunque
en años posteriores algunas de sus entregas serían reeditadas en diversas
cabeceras de Editorial Bruguera, por lo que es posible rastrearlas entre los
años sesenta y ochenta. Tampoco disponemos de reediciones en forma de
libro de la serie, seguramente porque su corta vida no le permitió alcanzar ni
de lejos el estrellato en Bruguera. En todo caso, Troglodito queda como una
hermosa isla llena de posibilidades en el mar de las colaboraciones como
historietista del gran Martz Schmidt.
Hug, un troglodita con
todas las de la ley
Jordi Gosset es un autor modesto y discreto, tanto que ni siquiera sabemos
exactamente el año en que nació, y conseguir una foto suya es poco menos
que imposible. Pero queda su obra. De hecho, Gosset fue uno de los humoristas gráficos que empezó a publicar en Bruguera en 1957, cuando junto a
creadores como Raf, Segura o Ibáñez pasó a formar parte de su plantilla de
colaboradores gracias, en parte, a que Cifré, Conti, Escobar, Eugenio Giner y
Peñarroya habían dejado la editorial para fundar su propia editorial (D.E.R.)
y revista (Tío Vivo). Bruguera buscaba nuevos autores, y encontró en Gosset
a uno de ellos. Después de realizar diversas secciones para las revistas de la
casa, concibió alguna serie (Lironcio, Don Pepe), hasta que, en 1964, creó
Facundo da la vuelta al mundo, una de sus sagas más famosas. A finales del
año siguiente, sería publicada la primera entrega de la otra de sus grandes
series, esta vez ambientada en la prehistoria: Hug, el Troglodita
3
.
Aunque, de hecho, esa primera historieta fuera publicada en el Almanaque
para 1966 de Tío Vivo (1965)*, aquel hombre primitivo y melenudo que sólo
asoma ojos, nariz y boca de su rostro no regularizó su presencia semanal hasta
mayo de 1966, más concretamente a partir del n.º 269 de la segunda etapa de
Tío Vivo. No puede ser casual que su presencia obedezca al momento en que
esta cabecera amplía páginas -de 20 a 36-, con la consiguiente aparición de
nuevas series, como El agente 0077, de Torá o Pepe Gotera y Otilio, chapuzas
a domicilio, de Ibáñez. Lo que, tal vez, podría haber quedado como una
historieta anecdótica y única para un almanaque, adquiere por tanto espacio propio y semanal, recuperando para los tebeos de humor de Bruguera
una serie de ambientación prehistórica, tras la ya citada y bastante fugaz
aparición del Troglodito, de Martz Schmidt en 1957. Ambientada, como se
asegura en la propia serie, en el período Cuaternario -sin especificar si en la
época geológica del Pleistoceno o del Holoceno-, coincide con la aparición
del Homo sapiens, uno de cuyos más peculiares representantes será, sin
duda, Hug, bien apodado el Troglodita, ya que responde perfectamente a
dos de las definiciones que de esta palabra aporta el diccionario de la Real
Academia Española: ‘que habita en cavernas' y ‘muy comedor'.
* Por entonces, cabecera que pertenece a Editorial Bruguera.
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LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
3
Portada del n.º 483 de Tío Vivo, 1970,
con una historieta de Hug, el troglodita,
de Gosset.
Hug vive en un mundo pretérito, salvaje, abrupto, volcánico y desertizado,
donde pululan aquellos animales vertebrados conocidos como dinosaurios,
con géneros reconocibles -aunque originarios de épocas y lugares muy
diversos- como los diplodocus, los pterodáctilos o los mamuts, a los que
Gosset une variedades como las de los pepesaurios o los vegetarianosaurios.
Nuestro protagonista comparte cueva con un gusano que acostumbra a
quejarse de su inquilino humano y, por lo menos durante el primer periodo
de la serie, se muestra como un Homo sapiens de cerebro y clarividencia
considerables, hasta el punto de que destaca por sus labores de inventor.
93
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94
Antoni Guiral Conti
Pero Hug es ya un hombre social, consciente de pertenecer a una tribu con
la que comparte cultura, tradiciones y espacio físico. Por aquello de que
el hombre es como es, y por no contradecir a los antropólogos, la tribu de
Hug anda siempre enfrentada a otros clanes significativamente adjetivados
por Gosset con nombres referidos a tribus urbanas de los años cincuenta y
sesenta -Los Beatles, Los Ye-Yes, Los Beatniks-, plantas -Los Chumberas-,
ciencias -Los Agrónomos y Los Tecnológicos-, alimentos -Los Gourmets y
Los Vegetarianos- o niveles del coeficiente intelectual -Los Tarugos y Los
Sabiondos-. No deja de ser significativo que cuando Hug parta hacia la
zona donde se supone que habita la civilización, se dirija siempre hacia el
Norte, y más concretamente a Europarok; significativo en cuanto que en
aquella España todavía franquista, Europa era, por lo menos para algunos,
el modelo de civilización occidental que había que imitar.
La inteligencia la
pone Pitákoras
Poco a poco, Gosset va definiendo no sólo las principales características
de su criatura, sino el entorno que la cobija. Hug va convirtiéndose en un
ser cada vez más primitivo en toda su extensión, más básico; pierde su capacidad para inventar, evidencia su torpeza tanto física como intelectual,
no sabe leer -capacidad que recuperará con el tiempo-, vaguea y, de tanto
en tanto, cansado de su dieta vegetariana de nabos, tubérculos y lechugas,
intenta cazar algún que otro dinosaurio para ingerir las proteínas que tanto necesita. Gosset concibe también algunos personajes secundarios que
irán apareciendo regularmente en la serie, como el pintor cubista Pikasso
o Pitákoras, como Hug afirma, «el percebe intelectual de la tribu», que
acabará por convertirse en coprotagonista de la serie, hasta el punto de
que sus inventos serán el motor de muchas de sus historietas. A pesar de
los intentos de Pitákoras para que prevalezca la inteligencia por encima de
la fuerza bruta, los mamporros, carreras y caídas serán el pan nuestro de
cada día para Hug, quien, como suele sucederle a todos los personajes de
Bruguera, está marcado por el mal fario.
Gosset, un dibujante de estilo sencillo y minimalista capaz de dar vida a
sus personajes con muy pocos trazos, utiliza en Hug, el troglodita los habituales recursos del gag para, sin aportar técnicas excesivamente originales,
conferir a la serie un espíritu muy coherente que pasa, básicamente, por la
espléndida definición de la personalidad de su protagonista principal. Torpe
hasta decir basta, ingenuo en ocasiones e infeliz de cuna, Hug protagoniza
anécdotas que, gracias a la sencilla pero contundente caracterología de esta
criatura, conectan con lectores de todas las edades. Perfecto conocedor
del tempo narrativo para el desarrollo del gag, Gosset utiliza una puesta
en escena sencilla en apariencia, pero dotada de una inteligencia intuitiva,
resultado sin duda de su experiencia como humorista.
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95
LA PREHISTORIA EN EL TEBEO INFANTIL
Otra de las constantes de la serie son sus referencias al siglo xx. Los personajes aluden a él como algo real aunque lejano en el tiempo futuro y, como
ya sucediera con la serie televisiva Los Picapiedra, Gosset recicla elementos
de la actualidad para aplicarlos al mundo primitivo, como lo demuestra la
existencia de dinosaurios-autobús, orugas-metro, periódicos -El Pedrusco, hecho de piedra, por supuesto-, o la presencia de timos inmobiliarios,
agencias de viaje y hasta de un sastre que persigue a Hug para cobrar sus
facturas. Hug, el troglodita ocupó la portada de la cabecera Tío Vivo entre
1969 y 1971, y continuó publicándose en diversas revistas hasta el cierre
de Editorial Bruguera en 1986, en ocasiones como Hugh, el troglodita -con
hache- o con el título de Los trogloditas, serie aparecida en Pulgarcito y Tío
Vivo que contaba con el protagonismo conjunto de Hug y de Pitákoras. En
1987, tras adquirir Ediciones B el fondo editorial de Bruguera, Gosset volvió
a escribir y a dibujar nuevas aventuras de Hugh, el troglodita -con hache de
nuevo-, esta vez en la revista Súper Mortadelo.
Es esta una serie que forma parte por derecho propio tanto de la crónica sentimental de muchos españoles como del legado cultural de nuestra historieta
humorística. Y, como suele ocurrir en nuestra industria de la historieta con
los clásicos, no ha sido reeditada, a excepción del tomo n.º 31 de Clásicos del
Humor de Salvat (2009), una colección vendida exclusivamente en quioscos
y, lamentablemente, descatalogada
4
.
Casi al mismo tiempo que Hug, el troglodita, nace otra serie de ambientación
cavernaria, pero bastante distinta: Altamiro de la cueva, obra del guionista
Carles Bech (1914-1999) y del dibujante Joan Bernet Toledano (1924-2009),
aparecida en la cabecera más clásica de la historieta española, TBO, en 1965
5
.
A pesar de la presencia en el mercado de 1965 de tebeos infantiles y juveniles
como Pulgarcito, Tío Vivo o el recientemente aparecido Din Dan por parte
de Bruguera, y de Pumby o Jaimito por parte de Editorial Valenciana, TBO
mantenía todavía el liderazgo en cuanto a ventas y popularidad se refiere.
Fue precisamente ese año cuando la cabecera de Ediciones TBO aportaría
algunas novedades a su contenido. Manteniendo series y secciones clásicas
como La familia Ulises (Bech y Benejam), Los Grandes Inventos de TBO (Sabatés), Historias ejemplares (Batllori Jofré) o Visiones de Hollywood (Liza),
en TBO empezarían a colaborar por entonces creadores de la talla de Iranzo
(en la vertiente caricaturesca del creador de El Cachorro), Pañella, C. Ibor
(firma por entonces de Cubero), Raf (muy activo también en Bruguera) y
Fraper. La única serie incorporada a TBO en 1965 fue Altamiro de la cueva,
que disfrutaría de una excelente recepción entre sus lectores y que se publicó
de forma regular hasta 1975.
Altamiro, el
cavernícola ingenioso
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96
Antoni Guiral Conti
4
Primera página de una de las historietas
de Los trogloditas, también de Gosset.
Pulgarcito, n.º 2.596, 1981.
El protagonista de Altamiro de la
cueva, de Bech y Bernet Toledano,
siempre dispuesto a echar una mano.
TBO 2000, n.º 2.013, 1973.
Altamiro de la cueva parte de unos parámetros muy básicos, pero, a la vez, muy
aditivos. De entrada, Bernet Toledano era un profesional con mucho bagaje,
que había iniciado su carrera a principios de los años cuarenta, habiendo colaborado en diversas revistas infantiles y humorísticas, como Nicolás, Selecciones
de Humor del DDT o PZ, amén de ejercer de animador en el largometraje Los
sueños de Tay-Pi. El suyo era un grafismo sencillo y agradable, de personajes
estilizados y con un excelente dominio de la puesta en escena. Sin duda, era
el dibujante ideal para Altamiro de la cueva y para los guiones de Carles Bech,
escritor y guionista que, desde 1963, era responsable de los guiones de La
familia Ulises, y que en TBO firmaba una sección de relatos y realizaba una
larga lista de colaboraciones como escritor de diversas historietas.
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Bech plantea una sociedad tribal perfectamente organizada. Están mancomunados en una villa llena de cuevas unifamiliares y muy cómodas, y cada
uno de los personajes ostenta un cargo concreto. Es más, estamos ya en una
economía agrícola y trashumante, un entorno relativamente cálido a pesar
del momento prehistórico en el que está ambientado. Y es que el universo
de Altamiro es plácido. Los cavernícolas trabajan, comen, beben y viven con
cierta comodidad, no hay encontronazos excesivos con animales antediluvianos, más bien al contrario, han aprendido a utilizar animales de granja o
de labor para sus propios fines. Y la convivencia es bastante apacible.
Altamiro empieza siendo una especie de artista, pintor, escultor, decorador
de interiores, que poco a poco va revelándose como un hombre ingenioso,
capaz no sólo de mantener la paz entre los suyos cuando surge algún altercado,
sino de generar inventos que hacen la vida más atractiva a toda la tribu, como
los pendientes, la mantequilla o el matamoscas. En una historieta, incluso,
se inventa la palabra tebeo, para definir ‘cuentos que se ven', que Altamiro
dibuja para los niños. Bech y Bernet Toledano rodean a su protagonista de un
largo elenco de secundarios, prácticamente todos los vecinos de la aldea, a los
que el guionista bautiza con nombres significativos y singulares: Pedrusco,
Peñón, Escayola, Marmolín, Cantalapiedra, Piedraluenga, Guijarro, Peñasco
o Rocadura. Los anacronismos están presentes, pero siempre a partir de
objetos o conceptos adaptados a la prehistoria.
De hecho, Altarmiro de la cueva es una serie más para sonreír que para reír; los
hechos están descritos desde una vertiente muy anecdótica y, en ocasiones, no son
más que meros pasajes que Bech utiliza para generar una especie de pedagogía
adaptada a la filosofía de TBO. No se trata de historietas de carreras y mamporros,
sino de argumentos más cotidianos que reflejan el día a día de los habitantes de
aquellas cavernas. La serie fue publicada durante algún tiempo en una página
de cuatro tiras, reservando la tira inferior a otro autor y a otro personaje, hasta
que a partir de cierto momento se plantea como una página completa.
Por tanto, podríamos decir que Altamiro de la cueva era más bien una serie
didáctica, que proponía a sus lectores un entorno apacible en el que los
problemas podían solucionarse con el diálogo. Muy en la línea de TBO.
Vuelve Gosset:
Roquita
Gosset no abandonó su querencia por la prehistoria. De hecho, posee el récord
de ser el humorista gráfico español que más series le ha dedicado. Y es que el
entorno prehistórico alentó la presencia de otra saga de Gosset, Roquita, que
desde 1979 sería publicada en las revistas de Bruguera Zipi y Zape, Súper Zipi
y Zape y Zipi y Zape Especial. Roquita, que habitaba las peligrosas tierras del
período Cuaternario, y que vivía junto a su esforzada madre, era una niña de
unos ocho años, menuda e inteligente, morena y con gafas -un símbolo de las
buscadas arbitrariedades históricas de la serie-, que vestía con un taparrabos
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de piel roja y llevaba un hueso decorativo en la parte superior del pelo
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. Su
madre, morena también y con dos huesos a modo de ornamento en su cabellera, era una mujer fuerte, de complexión amplia, semejante a la de Obélix -la
complexión, no la madre-. Roquita posee un alto coeficiente intelectual, sí, pero
también es algo rebelde e inquieta, amén de egoísta. Odia la sopa -como Mafalda- pero le encantan los plátanos. Es algo maniática y arbitraria en su actitud,
y la mayor parte del tiempo, sencillamente, se aburre. Su madre se pasa el día
cuidando de la cueva en la que viven y cocinando, a expensas de los caprichos
de su única y amada hija. Sus aventuras, en ocasiones, giran en torno a su perro,
Pocaspulgas, un can muy holgazán dotado de la capacidad de hablar, que es el
principal objetivo de las bromas y trucos que genera la avispada protagonista.
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Una entrega de Roquita, de Gosset.
Zipi y Zape, n.º 367, 1979.
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Como ya hiciera en Hug, el troglodita, Gosset aplica a Roquita un entorno
antediluviano lleno de referencias al siglo xx. Pero, a diferencia de su otra
serie cavernícola, plantea ésta como un producto más infantil, centrado en
las veleidades de su mudable protagonista. En realidad, y sobre todo en su
segunda etapa aparecida en Ediciones B, ésta sería una serie bastante popular
entre los lectores, al menos entre los más pequeños. Porque Roquita, como
queda dicho, es un personaje claramente destinado a los consumidores más
menudos de tebeos, aquellos que leían revistas con edades situadas entre
los 6 y los 10 años, lo que diferencia la serie de otras concebidas por Gosset,
más dirigidas a lectores preadolescentes. Por tanto, Gosset destila aquí un
humor más sencillo y directo, exento de ironías y dobles lecturas, y lo hace
con un grafismo algo más sintético que en Hug, el troglodita, perdiendo algo
de nervio en el trazo para favorecer unas figuras más concretas, consciente
sin duda de que se estaba dirigiendo a un público infantil.
La serie desaparecería, inicialmente, cuando Bruguera cerró sus puertas en
1986, pero, como ya queda dicho, en la década de los años noventa, reaparecería en Súper Zipi y Zape y Zipi y Zape Extra, revistas de Ediciones B, esta
vez con el título de Roquita y Roco.
Especiales
prehistóricos
Las pocas series humorísticas cavernícolas del tebeo español infantil y juvenil
encontrarían un complemento, por un lado, en las diversas secciones de chistes gráficos que estas albergaban y, por otro, en algunos números especiales.
Por ejemplo, la revista Mortadelo Especial, surgió en 1975 por parte de Editorial
Bruguera como una fase del éxito tanto de la serie de Ibáñez como de la revista
Mortadelo (1970). La estructura de Mortadelo Especial aportaba la singularidad
de que cada número estaba dedicado en teoría (y así lo expresaba su portada) a
un tema distinto. El en teoría se debe a que, en realidad, tan sólo las historietas
de Mortadelo y Filemón o de Sir Tim O'Theo (Raf), alguna sección o un cómic
de grafismo realista atendían a esa temática. Mortadelo Especial dedicó a la
prehistoria sus números 47 (1978) y 191 (1985), y a los cavernícolas el n.º 124
(1982). En ellos, destaca por encima de todo El vivir en una cueva no es cosa
que sea nueva, una historieta de dos páginas realizada por Raf (1928-1997),
que siempre confeccionaba una sección dedicada al tema de cada número de
Mortadelo Especial. En este caso, el talento de Raf bromea con algunos de los
tópicos del hombre de las cavernas y sus usos y costumbres, generando algunas referencias anacrónicas a objetos y máquinas del siglo xx. Curiosamente,
ninguna de las historietas de Mortadelo y Filemón de estos tres números fue
realizada por Ibáñez: Viaje al pasado (nº 47) y ¡Cazar a un cavernícola! (n.º 124)
fueron dibujadas por Casanyes, por entonces uno de los más diestros imitadores del maestro, mientras que A la caza del Chotta (nº 191), realizada por Jesús
de Cos y Juan M. Muñoz, no es más que la publicación de seis páginas de una
historieta apócrifa de larga extensión de los agentes de la T.I.A.
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No se crean que nos hemos olvidado de Gosset, ya que su relación con la
Y más Gosset, sí
historieta de la prehistoria no acaba con Hug, el Troglodita o Roquita. En
1986, fenecida Editorial Bruguera y antes de que un año después Ediciones
B recuperase su filosofía y su fondo editorial, hubo algunos intentos por
reverdecer el mercado del tebeo infantil. Empresas como Intermagen (propiedad del historietista Josep Maria Beà) con la revista Caníbal, Ediciones
Junior con Guai! (con Ibáñez como principal reclamo) y Compañía General
de Ediciones, con Bichos y Garibolo, lo intentaron, sin demasiada suerte.
De hecho, muchos de los humoristas de Bruguera se desperdigaron en estas
cabeceras, sobre todo en Guai! y Garibolo. Gosset colaboró en ellas, y más
concretamente en Garibolo propondría, en 1986, su nueva saga prehistórica:
Burrus and Sapiens.
Publicada con una estructura más liviana de cuatro tiras por página, y en
historietas de tres páginas, Burrus and Sapiens era, de hecho, una especie de
continuidad de Hug, el troglodita. De nuevo, Gosset ofrece su grafismo más
austero pero igualmente expresivo, en una saga protagonizada por Pepedrusco, el Burrus, un cavernícola de cortas luces, y por un sabio muy parecido a
Pitákoras, el Sapiens, que como su referente va tocado de un birrete (muestra
de su sapiencia), y que se dedica a fabricar inventos que tardarían algunos
siglos en llegar para que el pobre Pepedrusco los pruebe, y con ello se genere
la consabida crisis de la viñeta final. Gosset recupera en Burrus and Sapiens
a los gusanos que hablan y reflexionan sobre la estupidez de los humanos, y
en alguna entrega incorpora a su querido Hug como personaje secundario
8
.
No me gustaría acabar este texto sin hacer una referencia a un personaje
cavernícola muy singular, que en realidad no es el protagonista absoluto de
la serie en la que aparece (pero casi), y que forma parte de la excelsa tradición
de la historieta chilena. O sea que, por un momento, vamos a desviarnos del
tebeo español, aunque mantengamos el mismo idioma de origen.
Me refiero a Mampato, una clásico muy popular de la historieta de Chile, un
país con una gran tradición en este medio que, por desgracia, es bastante
desconocida en España
9
. Mampato fue creada por Eduardo Armstrong
(1932-1973) en 1968, e inicialmente dibujada por Óscar Vega (1945-2007), para
pasar muy pronto a las manos de un grande del cómic chileno, Themo Lobos
(1928-2912), que se encargaría también de los guiones. Mampato (Patricio, en
realidad**) es un chaval de entre 10 a 13 años, perteneciente a la clase media
chilena, un chico inquieto dotado de una inteligencia extraordinaria, que en
su primera aventura se ve inmerso por casualidad en un mundo alienígena.
Gracias a la pericia del protagonista, la aventura llega a buen término, y es
** Mampato surge del diminutivo Pato de Patricio, la pequeña estatura del protagonista y al hecho de
que en Chile se llama «mampato» a los ponis.
Un cavernícola
chileno
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Dos páginas de una sección de Raf, dedicada a los cavernícolas, publicadas en el n.º 124 de Mortadelo Especial, 1982.
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Primera página de una entrega de Burrus and
Sapiens, otra serie cavernícola de Gosset.
Garibolo, n.º 2, 1986.
entonces, cuando un extraterrestre del que se hace amigo, Xse, le regala un
cinto espacio-temporal, un dispositivo que permitirá a Mampato viajar a través del tiempo. Mampato sería publicada en la revista del mismo título entre
1968 y 1977, para ser posteriormente recopiladas sus entregas en formato
de libros hasta el día de hoy. Entre 1986 y 1993 fue reeditada en la revista de
Themo Lobos, Cucalón, y en 1996 fue publicada en formato de comic book.
En uno de sus primeros viajes por el tiempo, Mampato arriba a la prehistoria,
donde conocerá a Ogú, un hombre de las cavernas. Este animoso y amistoso
troglodita de cuerpo peludo se convertirá, desde entonces, en compañero
inseparable del protagonista, con el que comparte diversas aventuras en
distintas épocas de nuestra historia, viajando a lugares como Persia, la isla
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de Pascua, el Chile de la Reconquista, la prehistoria (de nuevo) o la Atlántida.
Ogú es un hombre primitivo, sí, pero con una gran capacidad para adaptarse
y un hambre canina, que no rehúye (más bien al contrario) el enfrentamiento
físico, y que está casado con tres mujeres y tiene varios hijos. Habla de manera
muy primitiva (sus diálogos se reproducen tal y como habla) y a pesar de ser
un prehistórico de carácter infantil, puede tornarse una bestia terrible cuando alguno de sus amigos está en peligro. Como evidencia de la popularidad
de este personaje, digamos que en 2002 se estrenó la película de dibujos
animados Ogú y Mampato en Rapa Nui (dirigida por Alejandro Rojas Téllez).
Themo Lobos es uno de los nombres básicos de la historieta chilena. Publicó
en periódicos y revistas como La Nación, El Péneca, Barrabases, El Pingüino,
Mampato, Cucalón o La Tercera. Ha creado diversos personajes muy populares
en su país como, aparte de Mampato y Ogú, Máximo Chambónez, Ferrilo,
Nick Obre o Alaraco. Como historietista, posee una especial habilidad para
el dibujo caricaturesco con que genera personajes dúctiles y expresivos,
integrados en una narrativa que ejerce con soltura.
El tiempo (aunque sea prehistórico) y el espacio se nos acaban. Espero que hayan
disfrutado leyendo las vicisitudes de estos cavernícolas de tebeo tanto como
yo describiéndolas. Como han visto, no son muchos los que están con nombre
propio, pero están para quedarse en la historia (o prehistoria) de los cómics.
Portada del n.º 23 de la revista chilena
Cucalón, 1987, con Mampato y Ogú en
primer término.
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