La villa de Cornelius
Rosa Albiach Descals
José Luis de Madaria Escudero
2006
, 175 p.
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LA VILLA
DE
CORNELIVS
Valencia
MMVI
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Prólogo
Desde la ventanilla de los modernos trenes que recorren el Corredor Mediterráneo puede contemplarse algún vestigio del viejo camino que recorrió Hércules, sobre sendas ibéricas, en busca del jardín de las Hespérides. Lo que en su día se conoció
como la ruta Heraclea y que definitivamente pasaría a denominarse Vía Augusta, en memoria del emperador que impulsó definitivamente su trazado hace más de 2000 años, constituyó la mayor vía de comunicación de la península ibérica con más
de 1.500 km que unían los Pirineos con la antigua Gades, la actual Cádiz. Más de 425 km atravesaban la Comunidad Valenciana por ciudades como: Saguntum, Valentia, Saetabis, etc. Una verdadera arteria que facilitaba el paso de los ejércitos y servía de
acicate al comercio de las diferentes zonas hispánicas entre sí y con la metrópoli romana a la que todavía en la actualidad se
dice “conducen todos los caminos”.
Las grandes construcciones de la antigüedad han abierto la puerta y servido de referencia a modernas carreteras y trazados
de ferrocarril de altas prestaciones. El statumen y rudus de las calzadas romanas se ha transformado en carril, balasto y traviesas polivalentes. Sin embargo, el objetivo sigue siendo el mismo: acortar las distancias que separan a los hombres, agrandar su
espacio de referencia.
Las obras de construcción de la línea de AVE Madrid-Castilla la Mancha-Comunidad Valenciana, que lleva a cabo el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) han supuesto el reciente descubrimiento del yacimiento romano de Els Alters, situado en las inmediaciones de la población valenciana de Énova. El paso del ferrocarril contribuye al incremento de la riqueza arqueológica con nuevos hallazgos.
Para preservar Els Alters ha sido necesario que el Ministerio de Fomento y Adif modificaran el proyecto de plataforma de vía sobre una traza de 230 m y construyeran un doble viaducto que, además de mantener su estricta finalidad ferroviaria, rescatara
de la senda del olvido una muestra representativa de nuestra historia. Las grandes obras civiles están experimentando una profunda transformación de sensibilización y respeto con el medio en el que se construyen, y esta transformación se percibe en
la importancia que han adquirido los hallazgos arqueológicos, en el respeto por su excavación, la manera de potenciarlos, conservarlos y estudiarlos.
Entre los objetivos de Adif no sólo se encuentra el de unir destinos mediante vías férreas de comunicación, sino que su responsabilidad en el plano social se amplía al ámbito cultural mediante el impulso de proyectos culturales y de protección del medio
ambiente de significada relevancia. Este organismo público no sólo trabaja para plantear obras de ingeniería de interés general
con la más alta tecnología, sino que es capaz de impulsar proyectos arqueológicos y culturales de gran envergadura para el
beneficio de nuestra comunidad.
La presente monografía de la intervención arqueológica en Els Alters constituye una forma de trabajo y de investigación coordinada y eficaz. La excavación arqueológica ha permitido sacar a la luz y poder analizar una villa romana de época imperial: su
vida, sus costumbres, su forma de trabajo y hasta las creencias religiosas de las personas que dejaron su imperecedera huella
en el terreno. Pero en este caso, no solamente ha concluido el trabajo con el desarrollo de la investigación científica del yacimiento, sino que se ha hecho un inmenso esfuerzo de ingeniería civil, al modificar ciertos parámetros de la infraestructura ferroviaria para conseguir que este lugar, testigo de la vida en la región hace casi 2000 años, perviva y se conserve para las generaciones futuras.
La modernización de las comunicaciones, las nuevas obras de ingeniería no están reñidas con el conocimiento de la historia, sino que en buena medida son su consecuencia y ayudan a profundizar en sus nuevos descubrimientos. El continuado paso
del hombre crea el sendero: el hombre pasa, el camino permanece.
Antonio González Marín
Presidente de Adif
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José Luis de Madaria Escudero. Dirección Territorial de Cultura de Valencia.
David Vizcaíno. Arqueólogo
“De vegades, encara que pugui semblar impossible, les coses es
fan i surten be, malgrat la deixadesa d'uns, la manca de mà esquerra d'altres, la incapacitat per a governar assenyadament. Les gelosies o la ineptitud, malgrat el no fer ni el deixar fer, malgrat les manies personals, el no veure més enllà del nas, malgrat la gasiveria, la
mandra, malgrat tots el defectes de la raça humana pou insondable. Malgrat tot això, de vegades les coses surten, no bé sino molt
bé. Perfectes”
Josep Mª Nolla i Brufau
La lectura de esta frase lapidaria en la publicación, excelente, de la Villa Romana de Vilauba nos ha generado siempre
una cierta inquietud e incluso una incredulidad respecto a su contenido. Todo ello hasta que el equipo de investigación
de la Villa Romana de Els Alters inicia su camino como tal, momento a partir del cual, la frase pasó a ocupar un lugar de
privilegio en nuestras peores pesadillas de almohada. No sólo empezamos a comprenderla en su integridad sino que
comenzó a verse multiplicada por fenómenos nuevos como las prisas, las presiones de la promotora y constructora, los
organismos oficiales o los enemigos, declarados o no.
El presente volumen pretende recoger tanto los resultados científicos de una excavación como, en cierta manera, la
forma que un equipo de investigación –que no se encuentra en posesión de la verdad absoluta, ni pretende tenerla–
abordó un problema que hasta la actualidad no se había producido en la Provincia de Valencia; la excavación de manera urgente de una villa romana casi completa y afectada de manera grave por una infraestructura actual.
El devenir de la Villa romana de Els Alters se inició, de manera dramática, en el año 1993 cuando se realizó una
prospección arqueológica para la redacción del Estudio Informativo del Proyecto de Tren de Alta Velocidad de
Levante en su tramo Xàtiva-Alzira (Variante Manuel-L'Enova). La prospección arqueológica no detectó la existencia
del yacimiento arqueológico y consecuentemente no generó ningún tipo de actuación en la zona. Respecto a la
aparición de restos arqueológicos en el lugar, aunque escasas, eran suficientemente significativas dada su naturaleza de hallazgo epigráfico. Sobre dichas inscripciones, recuperadas en el siglo XIX, remitían de manera clara a la
ubicación correcta del yacimiento, “en una pared al lado del cementerio” (Corell, J. 1994). No es objetivo de este
equipo el plantear dudas malvadas sobre la prospección arqueológica, no obstante, este caso debería servir como
reflexión para situaciones similares que se puedan producir en el futuro. Parece oportuno mencionar, quizás de
manera corporativista, las dificultades de realizar una prospección en plena huerta valenciana con las transformaciones, remociones, aportes y características propias de dicho espacio que ha producido innumerables quebraderos de cabeza a equipos de investigación donde el número de prospectores no era pequeño (García Prósper, E.
Et alii. 2006).
Pese a todo, la resolución de la Secretaria General de Medio Ambiente, por la que se formulaba declaración de impacto
ambiental sobre el documento complementario del estudio informativo del “Proyecto de la Línea de Alta Velocidad
Madrid-Castilla La Mancha-Comunidad Valenciana- Región de Murcia, tramo Madrid-Albacete/Valencia, subtramo JátivaBenifaió” contempló la necesidad de realizar una nueva prospección arqueológica de forma paralela a la redacción del
proyecto de construcción. La empresa encargada de redactar dicho proyecto no realizó una nueva prospección del trazado previsto e incorporó un refundido de los resultados obtenidos en 1993. Este hecho que podría parecer menor
supuso la incapacidad de tomar medidas con anterioridad al inicio de las obras y, por consiguiente, trasladó a la fase de
ejecución de proyecto el problema arqueológico.
La conjunción de este cúmulo de casualidades negativas tuvo su explosión definitiva tras la aparición de restos
romanos en superficie durante las labores de desbroce de la plataforma ferroviaria. El arqueólogo encargado del
seguimiento arqueológico comunicó el hallazgo, lo que supuso la paralización cautelar de las obras por parte de la
Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana. Con posterioridad a dicha paralización se realizó, en el área del
yacimiento, una gran zanja para la reposición de la acequia de Rafelguaraf. Dicha zanja, por desgracia acompañará
siempre a la historia y a la cartografía de esta excavación arqueológica.
Actualmente, desde las diferentes administraciones, se persigue como objetivo la valoración de las afecciones que
se puedan producir sobre el Patrimonio Cultural en las fases previas de cualquier proyecto y una vez valoradas
dichas afecciones, como premisa principal, intentar eliminar o minimizar la afección. La arqueología busca por
todos los medios no tener que llegar a efectuar excavaciones arqueológicas de urgencia, ya que llegar a este extremo supone la necesidad de destrucción del registro arqueológico. Este pliego de intenciones viene perfectamente
recogido en el Convenio Europeo sobre la Protección del Patrimonio Arqueológico, hecho en La Valetta el 16 de
enero de 1992 y especialmente en su artículo 3,a,ii donde los países firmantes deben asegurar que las excavaciones y prospecciones arqueológicas se realicen de una manera científica y con la obligación en cualquier caso de
que no utilicen métodos destructivos de investigación siempre que sea posible (Consejo de Europa. 1992. Convenio europeo para la Protección del Patrimonio Arqueológico de Europa. LaValette (Malta) www.coe.int).
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Tras una primera evaluación técnica se establece la prioridad de efectuar una excavación arqueológica en extensión en la
“parte baja” del yacimiento. Esta zona contaba con una superficie aproximada de 3000 m2, así como, con la presencia de
las estructuras y los niveles arqueológicos de mayor entidad dentro de toda la zona afectada por la construcción de la plataforma ferroviaria. El estudio arqueológico se completaría en la zona intermedia de la plataforma o “parte alta”, donde se
localizaban estructuras con características constructivas que diferían con respecto a las del núcleo principal. Por otro lado,
esta zona, se veía afectada por instalaciones de derivación de riego, por lo que quedó recogida dentro del estudio
arqueológico, delimitando una zona de intervención de 300 m2 marcada por el trazado y la afección de las instalaciones.
Esta medida suponía generar el mayor estudio arqueológico, en cuanto a presupuesto y extensión de la zona de
intervención, realizado hasta la fecha en la Comunidad Valenciana, además, contaba con un handicap importante al
exigir el promotor su ejecución en un plazo no superior a cinco meses. Para ello fue necesario generar un equipo de
investigación con experiencia y las suficientes garantías científicas cuya elección pretendió reunir diferentes cualidades y capacidades que deberían compaginarse para el correcto desarrollo de los trabajos. Con esas premisas se
encargó a un equipo técnico formado por Rosa Albiach, Aquilino Gallego, Elisa García Prósper y David Vizcaino
redactar y dirigir un proyecto arqueológico de intervención valorado que fue aceptado y autorizado por la Conselleria
de Cultura.
El resultado del trabajo de campo ha permitido la documentación exhaustiva de uno de los mayores asentamientos rurales de época romana excavados hasta el momento, del que este libro es no más que el punto de partida de una investigación que no pretendemos finalizar con esta monografía. Uno de los objetivos iniciales de esta intervención arqueológica era poder hacer partícipe a la comunidad científica de los resultados arqueológicos en un tiempo razonable.
La magnitud del proyecto, ha dado la oportunidad, no solo de realizar la excavación del área o núcleo central de la
villa romana de Els Alters, si no también de desarrollar nuevos medios aplicados a la arqueología. Dentro de estos
medios, el uso y la experimentación con herramientas no convencionales destinadas a la mejora de la capacidad
de documentar e interpretar a posteriori el registro arqueológico, supone uno de los campos de trabajo aplicados.
Es por esta razón que en la presente monografía, además de las aportaciones científicas del proyecto, se presentan
distintos trabajos cuyos resultados valoramos como muy positivos dentro del conjunto de la intervención. El uso de
la técnica GPR, como método de registro no destructivo, o el levantamiento fotogramétrico de la Villa, abren una
perspectiva diferente a la hora de planificar y gestionar intervenciones de características similares a la nuestra.
Por otro lado, la puesta en marcha de estudios y trabajos interdisciplinares pretenden completar el estudio del medio
natural y así poder entender la Villa romana dentro de su ámbito de ocupación y comprender un poco mejor la manera
de vivir de nuestros antepasados y quizás poder aprender algo más de Rodine, sierva de Publio Cornelio Iuniani.
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LA VILLA
DE
CORNELIVS
(L'ÈNOVA, VALENCIA)
Rosa Albiach Descals y José L. de Madaria
(coords.)
Textos de
Rosa Albiach, Josep Blasco, Isabel Caruana, Joan Cátala, Rosario Cebrián, Joseph Corell, Sonia De Haro, José L. De Madaria,
Carles Ferrer, Aquilino Gallego, Elisa García, Xavier Gómez, Ricardo González, Celia Guillén, Jordi Juan, Nuria Lledó, Ana Martí,
Estefanía Martí, Antonio Mas, Josep Lluís Pascual, Trinidad Pasíes, Pau Pérez, Manuel Polo, Miquel Rosselló, Antonio Sáez,
Maria D. Sánchez, Alfred Sanchis, Sebastián Varea y David Vizcaíno
Dibujos de
Josep Blasco, David Cardo, Isabel Caruana, Mar Hernández, Juan March, Antonio Sáez y Luis M. Torres
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La edición del presente libro La villa de Cornelius que versa sobre la villa romana de Els
Alters (l'Enova, Valencia) ha sido realizada con motivo de la excavación arqueológica del
año 2004 y su posterior estudio.
Promotor
ENTE PÚBLICO GESTOR DE INFRAESTRUCTURAS FERROVIARIAS G.I.F.
MINISTERIO DE FOMENTO
Constructora
EMPRESA JÁTIVA UTE (PLODER-ROVER ALCISA)
Edición de contenidos
ROSA ALBIACH, AQUILINO GALLEGO y ELISA GARCÍA-PRÓSPER
Equipo técnico
ROSA ALBIACH, PAU ARMENGOL, ISABEL CARUANA, CARLA FLORS, AQUILINO GALLEGO,
ELISA GARCÍA-PRÓSPER, CELIA GUILLÉN, JOSEPH M. OTAL, ANTONIO SÁEZ y DAVID
VIZCAÍNO
Planimetría
JOSEP BLASCO, DAVID CARDO, MAR HERNÁNDEZ, JUAN MARCH y LUIS M. TORRES
Topografía
GLOBAL MEDITERRÁNEA S.L.
Inventario de materiales
ROSA ALBIACH, EVA BRAVO, ISABEL CARUANA, CARLA FLORS, AQUILINO GALLEGO y
ELISA GARCÍA-PRÓSPER
Dibujo de materiales
ISABEL CARUANA, ANTONIO SÁEZ y LUIS M. TORRES
Documentación gráfica
ROSA ALBIACH, PAU ARMENGOL, JOSEP BLASCO, ISABEL CARUANA, JOAN CÁTALA,
ROSARIO CEBRIÁN, JOSEPH CORELL, SONIA DE HARO, JOSÉ LUIS DE MADARIA, CARLES FERRER, AQUILINO GALLEGO, ELISA GARCÍA, XAVIER GÓMEZ, RICARDO GONZÁLEZ,
CELIA GUILLÉN, JORDI JUAN, NURIA LLEDÓ, ANA MARTÍ, ESTEFANÍA MARTÍ, ANTONIO
MAS, JOSEPH M. OTAL, JOSEP LLUÍS PASCUAL, TRINIDAD PASÍES, PAU PÉREZ, MANUEL
POLO, MIQUEL ROSSELLÓ, ANTONIO SÁEZ, Mª DOLORES SÁNCHEZ, ALFRED SANCHIS,
SEBASTIÁN VAREA y DAVID VIZCAÍNO
Agradecimientos
Ente Público Gestor de Infraestructuras Ferroviarias G.I.F.
Dirección General de Patrimonio. Consellería de Cultura
Servei d'Investigació Prehistòrica. Museu de Prehistoria. Diputació de València
Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Valencia
Servicio Arqueológico Municipal de Valencia
Ayuntamiento de L'Enova
Museo de Xàtiva
Servicio de Arqueología del Ayuntamiento de Xàtiva
Servicio Arqueológico Municipal de Alzira
Museu Tèxtil de Tarrassa
Vicent Escriva, Magdalena Monraval, Laurence Krougly, María Barberán, Vicente Berenguer,
Sonia Cañada, Sergio Clemente, Alicia Gimeno, Alejandro Gimeno Sara Gil, Pierre Guerin,
Joaquim Juan Cabanilles, Iván Linares, Nuria Martínez, Helena Ruíz, Chelo Olmos, Herminia
Piquer, Juan Salazar y José Vicente Sendra.
Depósito Legal: V-1912-2006
Imprime: Textos i Imatges, S.A. (Xirivella)
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ÍNDICE DE CONTENIDOS
I / EL PAISAJE Y EL TERRITORIO
I. 1.- La situación de la villa en su entorno. R. Albiach, A. Gallego y E. García-Prósper _________________________13
I. 2.- La geomorfología. C. Ferrer ___________________________________________________________________14
I. 3.- El paisaje vegetal. S. De Haro _________________________________________________________________17
I. 4.- Estudio arqueozoológico. A. Sanchis ____________________________________________________________19
I. 5.- El paisaje y la unidad de producción. R. González Villaescua ________________________________________28
II / LA EVOLUCIÓN DE LA VILLA
II. 1.- La fundación de la villa. R. Albiach, A.Gallego y E. García-Prósper ____________________________________41
II.1.1.- Pars Urbana _________________________________________________________________________42
Zona central y septentrional: peristylum y tablinum ______________________________________________42
Zona meridional: fauces trasero, cubicula, cubiculum y oecus ______________________________________44
Zona oriental: edicula, hortus y la vajilla de época imperial ________________________________________46
Zona occidental: fauces oeste, los baños y los materiales del nivel de fundación ______________________55
II.1.2.- Pars Rustica _________________________________________________________________________58
II.1.2.1.- Identificación de fibras textiles en depósitos de signinum. J. J. Treserres _________________60
II.1.2.2.- La interpretación del proceso de producción del lino y del esparto.
R. Albiach, A. Gallego y E. García-Prósper _________________________________________60
II.1.3.- Pars Fructuaria ______________________________________________________________________61
II.1.4.- La necrópolis ________________________________________________________________________64
II.1.5.- Las inscripciones romanas. J. Corell y X. Gómez ___________________________________________64
II. 2.- Las reformas en la villa. R. Albiach, A. Gallego y E. García-Prósper ___________________________________70
II.2.1.- Pars Urbana ________________________________________________________________________72
Un templete de culto doméstico _____________________________________________________________72
Las reformas en las habitaciones de la zona meridional ___________________________________________74
Las habitaciones del área occidental __________________________________________________________77
El corredor oeste __________________________________________________________________________78
El área termal _____________________________________________________________________________79
II.2.2.- Pars Rustica _________________________________________________________________________81
La construcción de una nueva balsa __________________________________________________________81
II.2.3.- Pars Fructuaria ______________________________________________________________________82
Una ampliación de las estancias en la terraza superior ____________________________________________82
II.2.4.- Los materiales de vidrio. Mª D. Sánchez de Prado _________________________________________86
II.2.5.- El material lapídeo utilizado en el programa decorativo y epigráfico. R.Cebrián __________________93
II.2.6.- Las manufacturas de hueso. J. Ll. Pascual Benito __________________________________________97
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II. 3.- Un cambio de uso en la villa. Perduración R. Albiach, A.Gallego y E. García-Prósper ___________________101
II.3.1.- Pars Urbana _______________________________________________________________________103
Zona central: el patio ______________________________________________________________________103
Zona oriental: el jardín _____________________________________________________________________103
Zona meridional: el pasillo sur, las habitaciones 3, 4, 5 y 6, habitaciones 14 y 15,
el porche y la habitación 12 ________________________________________________________________103
Zona occidental: El corredor oeste, las habitaciones del área occidental y
el área de las antiguas termas ______________________________________________________________105
El incendio ______________________________________________________________________________106
II.3.2.- Pars Rustica ________________________________________________________________________107
Las antiguas balsas de producción ___________________________________________________________107
Una fosa-basurero ________________________________________________________________________107
II.3.3.- Pars Fructuaria _____________________________________________________________________107
II.3.4.- Las cerámicas de los niveles de abandono. M. Rosselló ____________________________________108
II.3.5.-Los hallazgos monetarios. N. Lledó y A. Sáez _____________________________________________113
II. 4.-El abandono de la villa y la ocupación puntual R. Albiach, A.Gallego y E. García-Prósper ________________126
II.4.1.- El fin de la villa _____________________________________________________________________128
El derrumbe de tejados y paredes ___________________________________________________________128
Los silos ________________________________________________________________________________128
Las fosas basurero y zanjas de expolio ________________________________________________________129
La zona de uso agrícola ____________________________________________________________________129
El área de enterramiento ___________________________________________________________________130
II.4.2.- Los testimonios medievales en la zona. J. Cátala _________________________________________131
II.4.3.- La necrópolis islámica. Paleobiología y ritual funerario. M. Polo y E. García-Prósper ______________134
III / TRABAJOS VARIOS Y VALORACIONES
III.1.- El proyecto de excavación y la metodología de trabajo. R. Albiach, A. Gallego y E. García-Prósper _________145
III.2.- Aplicación de la fotogrametría terrestre digital. J. Blasco, S. Varea y P. Pérez __________________________146
III.3.- La aplicación del georradar. A. Mas ____________________________________________________________149
III.4.- Intervenciones de restauración.T. Pasies _______________________________________________________151
III.5.- Materiales restaurados en laboratorio. A. Martí y E. Martí __________________________________________152
III.6.- Intervención arqueológica en el Estribo 1 UIC. C. Guillén _________________________________________154
III.7.- Síntesis y valoración de la villa de Cornelius. R. Albiach ___________________________________________157
BIBLIOGRAFÍA ___________________________________________________________________________________163
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I. 1.- LA SITUACIÓN DE LA VILLA EN SU ENTORNO
Rosa Albiach Descals. Servei d'Investigació Prehistórica. Museu de Prehistòria. Diputació de Valencia.
Aquilino Gallego Úbeda. Arqueólogo.
Elisa García-Prósper. Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana.
Cuando el fundador de la villa decidió construir su hacienda lo hizo contemplando una serie de criterios paisajísticos, estratégicos y económicos fundamentalmente. Escogió una amplia extensión de terreno que comprendía abundantes tierras aptas para
el cultivo con un área montañosa rica en flora, fauna y recursos hídricos, además de salubre y resguardada de los vientos, tal
como aconsejaba Marco Terencio Varrón (116-27 aC) en su libro Rerum rusticarum I, 11-13 que habían de ser las condiciones
ante la elección de un paraje apto para una villa.
Esta propiedad le garantizaba la explotación y disfrute de una amplia área a escasas millas de la ciudad de Saetabis, actual Játiva,
además de cierta próximidad a la Via Augusta que permitía estar conectado con el principal enlace comercial y cultural de Hispania, que unía Roma con Gades (Cádiz) por la costa.
En la suave pendiente ofrecida por la ladera de un cerro erigió la villa dotándola de pars urbana, pars rustica y pars fructuaria, como describía en el siglo I dC Lucius Iunius Moderatus Columella (De res rustica, I, 4, VI) que debía ser una villa. Proyectó la construcción de una gran residencia de planta itálica con unas instalaciones para el procesado del lino y unas dependencias para alojar a los libertos y esclavos así como cella para el almacenaje y las tareas agropecuarias. Fue creada como una gran explotación
además de ser un lugar donde él y su familia tuvieron una residencia temporal, acogieron a sus visitas y atendieron a la clientela.
Vista aérea de la villa de Cornelius y su entorno
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Alrededor de este fundus había centenares de metros de terreno conformados por un glacis de poca pendiente con depósitos
sedimentarios de limos, arcillas y arenas que crearon unos suelos de fondo aptos para la plantación. Este espacio quedaba libre del riesgo de inundación y disponía de buenas condiciones climáticas tanto de insolación como de ausencia de heladas
así como de recursos hídricos superficiales y subterráneos, documentados por el hallazgo de un pozo.
El resto de su propiedad, ager, abarcaba una zona montañosa con bosque para la caza donde había ciervos, corzos, jabalíes,
cabras hispánicas y aves silvestres, además de la existencia de caballos y perros para la ayuda en las cacerías. También había
zonas de pasto para ganado de explotación agropecuaria como bóvidos, ovicápridos y cerdos. La vegetación dominante de
este territorio era el carrascal, predominando en las zonas más altas de las sierras el pino negro y el roble, lo que nos indica la
existencia de unas temperaturas más frescas así como unas condiciones de humedad ambiental y precipitaciones más elevadas que las actuales. Los lugares más próximos a los lechos de los ríos estarían ocupados por una llanura fértil con alamedas,
fresnos y olmos.
Esta propiedad quedaba integrada dentro de una estructura agraria centuriada que tenía una orientación aproximada a NG-36ºE con un valor
métrico del módulo de 710 m. Se encontraba en una de las cuadrículas
centuriales y en la prolongación del mismo decumano que la necrópolis
de Les Foies (Manuel) datada entre mediados del siglo II e inicios del III.
Los antecedentes de ocupación y hábitat en el lugar donde se situó
esta villa se remontan a época ibérica. En un pequeño altozano situado al suroeste de la villa durante las prospecciones previas a la excavación de esta villa se hallaron materiales cerámicos pertenecientes a la
Época Ibérica.
La situación estratégica de Saetabis, entre la costa y el interior, ya desde
época ibérica como Saiti le permitió ser un importante centro de administración que además acuñaba moneda. Los romanos la ocuparon y
establecieron aquí uno de sus lugares de control y gobierno territorial. El
auge económico de la ciudad, con derecho latino, fue muy próspero ya
desde los primeros años de ocupación, y la calidad de sus producciones
de lino fue renombrada ya por Catulo (XII, 14) en la primera mitad del
siglo I a.C. porque servía para fabricar telas sumamente apreciadas. Su
ubicación junto a la Via Augusta y la obtención del estatuto de municipio romano no hicieron más que acrecentar esta óptima situación, viéndose ampliada también a su territorium. En este sentido, la villa de Els
Alters fue creada en el siglo I dC en clara relación con una creciente demanda del lino que estaba favorecida por la amplia red de comunicaciones con mercados ya consolidados y otros nuevos que ayudaban a la
comercialización de la gran producción que de ella se obtenía.
Mapa de las tierras valencianas con la situación de la villa según el libro
Romans i visigots.
I. 2.- LA GEOMORFOLOGÍA
Carles Ferrer. Servei d'Investigació Prehistòrica. Museu de Prehistòria Diputació de València
INTRODUCCIÓN
El yacimiento arqueológico de la villa romana de Els Alters se encuentra situado en el término municipal de L'Ènova (0º 28' 24''W
– 39º 2' 31''N), a los pies de un promontorio de muy baja altura que mira desde poniente al Pla de Rafelguaraf, valle anexo a la
Ribera Alta que drena el Barranc de Bartxeta. Los relieves junto a los que se halla forman parte de la orla montañosa que delimita
la Ribera por el sur, frontera natural con la Costera que muy cerca de aquí atraviesa el río Albaida para acceder a la cuenca del Xúquer, formando un paso que es clave en las comunicaciones norte/sur de las comarcas centrales valencianas desde época antigua.
EL MARCO TECTÓNICO Y GEOMORFOLÓGICO
La Ribera Alta, enclavada en el extremo más meridional de las estructuras tectónicas ibéricas y cerca de la zona de contacto con
el Prebético, está constituida por la depresión de la cuenca baja del río Xúquer y rodeada de un relieve montañoso compuesto
principalmente de materiales cretácicos, elevados y plegados durante los esfuerzos compresivos antetortonianos (IGME, 1982).
Al sur, estos relieves están constituidos por dos grandes unidades litológicas separadas por un eje de fracturación N-S, línea de debilidad remarcada por el paso del Albaida antes citado. En el conjunto montañoso que se extiende a occidente predominan los
afloramientos extrusivos de arcillas y yesos triásicos (Santa Anna y Port de Carcer). El sector oriental, donde se ubica el yacimiento, se caracteriza por la presencia de estructuras anticlinales de baja altitud que forman ejes simples NW-SE. Pliegues formados
por calizas cretácicas a las que se suman, a techo y en contacto discordante, areniscas terciarias. Buen ejemplo de ello son las
montañas que se extienden al SE de Carcaixent y las lomas de L'Ènova-Manuel, que constituyen los flancos, unidos a los relieves
de la Penya Roja, que delimitan el Pla de Rafelguaraf (Foto 1, Fig. 1).
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I. 2.- LA GEOMORFOLOGÍA
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Los relieves inmediatos al yacimiento, que hemos dado
en llamar Serra de L'Ènova-Manuel, están formados por
una línea de cumbres, lomas más o menos redondeadas,
que siguen el eje de orientación ibérica (Fig. 2). Destacan,
de NW a SE, los picos de la Serra de Valiente (128 m),
Creu (100 m), Lloma Redona (183 m) y Pla dels Llosars
(152 m). Esta alineación culmina en el paso del Collado
(110 m), que permite un fácil acceso desde L'Ènova al
municipio de Bartxeta, y sirve de límite entre este conjunto de relieves y el formado por el de la Penya Roja. Junto
a la Creu, muy cerca del yacimiento arqueológico, se abre
otro collado, el del Port del Sapo, que con una altitud de
81 m (30 por encima del llano), facilita la comunicación
entre la Ribera y la plana de Xàtiva.
El Pla de Rafelguaraf está constituido por abanicos y glacis
de edad pliopleistocena para Ruiz (1998) y del Pleistoceno superior para el IGME (Merseguer, 1957). Para nosotros el valle posee formaciones de diversos momentos
del Cuaternario, pero predomina un conjunto de abanicos
aluviales y piedemontes que, por su tono rubefacto y por
el hecho de que en ocasiones muestran la formación de horizontes cálcicos, interpretamos como afectados por procesos edáficos característicos de suelos rojos mediterráneos del Pleistoceno superior. Ello es coherente con lo propuesto por Ibáñez (1992) que al estudiar el nivel de relleno principal del Albaida, coincidente con el del Pla, lo identificó con un nivel G2-T2, que datado en formaciones
edáficas situadas aguas arriba en la misma cuenca, dio como resultado fechas en torno al 100-120 ka de antigüedad (Fumanal y
Carmona, 1995). Estos sedimentos afloran preferentemente en toda la orla sedimentaria que se sitúa a los pies de los relieves principales, especialmente al noreste, donde las montañas alcanzan mayor altitud y forman grandes abanicos; así como en los relieves
aislados de Tossal Nou y Alteró de Giner, donde también se identifican costras cubriendo margas arenosas de color ocre que forman
parte del sustrato geológico terciario y que explican su preservación como lomas en el llano. Desde estos medios, y hasta las partes
más bajas, se han formado glacis holocenos de muy escasa potencia, sobre la formación pleistocena erosionada o/y hundida (subsidencia?), que culminan en cubetas, medios sedimentarios dominados por los aportes fluviales, en ocasiones decantados (Fig. 2).
Foto 1. El Pla de Rafelguaraf con los relieves de Carcaixent al fondo desde el Port del Sapo.
En primer término la vaguada (transformada) que forma un pequeño abanico aluvial al llegar al
valle. Tras los cipreses, a la derecha, se haya la villa de Els Alters, más al fondo se distinguen los
núcleos urbanos de Tossal Nou y Rafelguaraf.
Fig. 1. Esquema geomorfológico del entorno del Pla de Rafelguaraf.
El Pla, drenado por el Barxeta, recibe los aportes procedentes tanto de la Serra de
Manuel-l'Ènova, como los de les Penyes Rojes (a oriente) y los de les Serres situadas al
Este de Carcaixent, de donde proceden los abanicos representados al Noreste.
Fig. 2. Esquema geomorfológico del entorno de Pla Els Alters.
La figura muestra las relaciones del asentamiento con el medio físico inmediato. Los suaves relieves suroccidentales, el piedemonte pleistoceno y los flujos hídricos en el llano.
Los grandes abanicos aluviales que se forman al noreste del valle hacen converger la pendiente hacia el suroeste, junto al núcleo
de Rafelguaraf, en las proximidades del llano ubicado frente a Els Alters (a menos de 2 km), donde el gran colector del valle, el
Barranc de Barxeta, concentra los flujos de varios de sus tributarios principales procedentes del Este (Font del Perelló, Vicentino,
de Guerilla, Barranquet,..).
Los aportes meridionales, procedentes de la Serra de L'Ènova, no son concentrados en el valle, sino que conforman flujos en
manto que se dirigen hacia el norte, hasta alcanzar el cauce del barranco en la partida de Les Marjaletes. Topónimo de gran significación geomorfológica, ya que parece designar un antiguo humedal. Las formaciones edáficas en este espacio son todas de
carácter antropogénico: suelos hidromorfos asociados al cultivo del arroz, que ocultan los rasgos naturales del medio. Ello nos
impide delimitar la superficie del marjal con exactitud. Con todo, podemos proponer que probablemente ocuparía una reducida
área situada por debajo de los 42 m de altitud a occidente de Rafelguaraf.
Desde Rafelguaraf hasta el río Xúquer se extiende el glacis de baja pendiente denominado Castelló-Pobla Llarga (Mateu, 1983). Pero
aquí los flujos hídricos no se dirigen hacia el río, ya que tanto éste como el Albaida presentan un llano de inundación de geometría cón-
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cava (Mateu, 1980), de modo que se constituyen en barreras para el drenaje que hacen que las escorrentías se dirijan hacia el noreste.
Efectivamente, el Barranc de Barxeta adopta esta dirección, y circula paralelo al Xúquer, actuando como verdadero yazoo que recoge las
escorrentías que no puede absorber (o desborda) el cauce principal (Mateu, 1983), y no desemboca en este río hasta alcanzar Alzira,
una vez atravesados los llanos de Pobla Llarga y Carcaixent.
EL MEDIO FÍSICO INMEDIATO AL
YACIMIENTO
Como ya se ha señalado el yacimiento se ubica en
el piedemonte septentrional de un pequeño promontorio de calizas arenosas del Cretácico (de hasta 60 m por encima del asentamiento). El sustrato
sedimentario está constituido por limos, arcillas y
arenas de color pardo rojizo y pardo anaranjado
que interpretamos como piedemonte del Pleistoceno medio – superior, sobre el que se formó un
suelo durante el Holoceno (Foto 2). Con posterioridad a la fase de ocupación de la villa romana se
depositó un sedimento de rasgos similares, de escasas decenas de centímetros, que sella las estructuras. En cambio lateral hacia poniente y levante se
extienden sendos abanicos aluviales constituidos
por aportes sedimentarios más recientes que se
Foto 2. Sustrato geológico del yacimiento arqueológico. Sobre sedimentos de piedemonte / glacis del pleistoceno
superponen a los pleistocenos, aunque a cotas
(de color rojo intenso) se forma un suelo holoceno (nivel superior de color pardo) sobre el que se asienta la villa.
más bajas ya que los han erosionado en parte. Se
trata de los abanicos del Port del Sapo y de la Lloma del Baladre, que aunque no poseen cauce reconocible en el llano, vierten sus aguas por sendas vaguadas que quedan marcadas por las someras incurvaciones que sigue la acequia
de L'Ènova (Fig. 2). El primero posee una cuenca de muy reducidas dimensiones, de algo más de 1.250 m2. El segundo alcanza los 6
km2 de cuenca y genera flujos superficiales de considerable volumen durante los periodos de lluvias de elevada intensidad horaria.
El contacto de los piedemonte y abanicos con el glacis holoceno en las inmediaciones del yacimiento se produce a través de un
escarpe de origen antrópico (construcción de la acequia Comuna de L'Ènova y de un camino), favorecido por la previa existencia
de una pendiente más pronunciada en la zona de transición.
A los pies del yacimiento se ha identificado este glacis de menor pendiente, constituido por depósitos pleistocenos cubiertos por
una muy somera capa de sedimentos similares pero de edad holocena. Estos fueron aportados por flujos hídricos, preferentemente en manto, poco o nada organizados. Aquí, la presencia en el llano del promontorio del Tossal Nou, provoca que los efímeros flujos hídricos que generan las vertientes se dirijan hacia el norte, y una vez atravesado el pequeño relieve giren hacia el NE,
en dirección a la partida de Les Marjaletes, para desembocar en el Barxeta, atravesando partidas denominadas Secà o Oliveres,
que parecen indicar un dominio edáfico preferentemente seco.
Como ya se ha indicado, los suelos del llano están cubiertos por sedimentos grises depositados en un ambiente reductor (hidromorfo). La geometría de estos depósitos, que forma parte de bancales, nos permite interpretarlos como suelos antropogénicos formados por el desarrollo del cultivo del arroz forzado, y no como suelos formados en un medio encharcado de forma natural, algo
ya observado por Cavanilles (1797, 1997) y Courtot (1970).
LAS CONDICIONES AMBIENTALES DE ÉPOCA ROMANA
Diversas investigaciones llevadas a cabo en las cuencas del Túria y Xúquer ponen en evidencia sus rasgos paleoambientales
y paleohidrológicos durante los últimos milenios. La tendencia general ha sido hacia la acreción y el aluvionamiento en las
cuencas fluviales principales. En la cuenca baja del Túria, Carmona (1990) señala un claro aumento de la actividad sedimentaria del río en época altoimperial, con un incremento de los aportes fluviales, de carácter energético, resultado de inundaciones recurrentes, que modifican la geometría y el medio sedimentario en el que se ubica la ciudad de Valencia. Estos rasgos,
que posiblemente tengan su origen en procesos dinámicos y climáticos iniciados en época ibérica (Ferrer y Blázquez, 1999 y
Ferrer, 2005) perdurarán hasta que en época tardorromana cambie la tendencia dinámica. En este momento se observa la
formación de suelos en los depósitos aluviales, lo que denota el cese del aporte sedimentario, o lo que es lo mismo, una mejora de las condiciones ambientales, especialmente de humedad. Durante el periodo medieval, especialmente a partir de época musulmana se ha documentado un retorno a las condiciones ambientales del cambio de Era, dando lugar a procesos de
aluvionamiento y acreción muy intensos, tanto en la cuenca del Túria como en la del Xúquer (Butzer et al. 1983).
Así pues, debemos pensar en unas condiciones ambientales para época romana similares a las actuales, con distribución de precipitaciones de carácter muy estacional y escorrentías con altos picos pero de carácter efímero. Ello nos lleva a proponer que los
barrancos que nutren el Barxeta permanecerían secos, como hoy, la mayor parte del año, especialmente los más próximos al yacimiento, que apenas poseen cuenca de drenaje. El barranco, con flujo perenne, estaría poco incidido, dado el aporte recurrente
de sedimentos, que procedentes de las vertientes, ocuparían las partes más bajas del llano. Ello pudo favorecer sin duda el mantenimiento del pequeño humedal de Les Marjaletes, que por otro lado poseería carácter estacional, ya que se hallaría sometido
a aterramiento y a importantes fluctuaciones del nivel freático que lo sostenía.
Además de lo dicho, en relación con la cuestión del agua, resultan relevantes dos aspectos: por un lado la proximidad al flujo perenne que
aporta el río Albaida, y por otro el hecho de que el área dispone de importantes recursos hídricos subterráneos, que además de constituir una
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probable fuente de agua, explican la presencia del humedal en las proximidades del yacimiento. Como es sabido, la Séquia de L'Ènova, que
parte del assut de Torre d'En Lloris, circula cerca del borde exterior (más bajo) del asentamiento, en el punto de contacto del piedemonte
con el glacis. Se ha propuesto que la citada infraestructura es de origen musulmán (Furió i Martinez, 2000; Sanchís, 1995), aunque es sin duda sugerente su posible relación con el asentamiento romano (Sanchís, 1995). Al respecto es preciso señalar que la citada acequia sigue la
curva de nivel de los 50 m, cortando algunas estructuras de época romana, y que es por tanto posterior al menos en este punto.
Por su parte, el mapa geológico de Alcira (Merseguer, 1957) identifica la existencia de dos acuíferos: uno profundo, sobre areniscas terciarias, y otro en los depósitos cuaternarios. Pozos abiertos en el primer reservorio poseían en 1957 niveles piezométricos de menos de
los 20 metros de profundidad (tres en L'Ènova y tres
en Rafelguaraf). El acuífero superficial detrítico, que se
nutre de las aguas del anterior y de los aportes superficiales de su cuenca, posee niveles muy variables,
tanto en profundidad como en composición. Se explotaba a finales de los años 50 a través de pozos con
niveles de agua situados en torno a los 10 metros de
profundidad (cuatro en Ènova y doce en Rafelguaraf).
Foto 3. Imagen de la zona excavada. En primer término aparece la habitación 16, balsa de decantación y al
fondo el canal que la nutre. Se han documentado en su interior rellenos asociados a flujos hídricos, pero por su
disposición, transversal a la red de drenaje, debe ser interpretado como una acequía o canal antropogénico.
Con todo, no es posible determinar con certeza cual
es el origen del agua utilizada en los procesos productivos de la villa, aunque parece más probable el
uso del agua subterránea. En cambio podemos afirmar que el canal descrito en las excavaciones arqueológicas y que ha sido asociado a las balsas de la
zona de talleres (habitación 16 y siguientes – Foto 3
– ver página 59), se halla totalmente descontextualizado de la red de drenaje local, ya que se orienta
transversalmente a este eje y posee una pendiente
opuesta a la del espacio que ocupa (NW-SE). Se trata pues de un canal claramente antropogénico.
UN COMENTARIO FINAL
El lugar elegido para la construcción de la villa rústica romana no es casual. Un estudio somero del paisaje muestra que se ubica en
un espacio sobreelevado, a umbría de un collado, Port del Sapo, de fácil acceso (menos de 30 m de desnivel) que comunica la comarca de la Ribera con la Costera. No lo encontramos inmediatamente a la salida de este paso, ocupada por un abanico aluvial
activo durante el Holoceno y que se asocia a las barranqueras que descienden por este sector, sino en un espacio libre del riesgo
de inundación, entre este abanico y el que construyen los barrancos procedentes de la Lloma del Baladre, más potente, a levante.
Un criterio determinante para la localización del asentamiento parece haber estado en el aprovechamiento agrario de este sector
del Valle de Rafelguaraf, en relación tal vez con la disponibilidad de importantes recursos hídricos subterráneos. La selección del
piedemonte para construir las estructuras de habitación y talleres, además de liberar los suelos de fondo de valle más adecuados
para el cultivo y de estar exento del riesgo de inundación, tiene unas claras connotaciones de carácter bioclimático. No hemos
realizado un estudio de este tipo, que exigiría un análisis prolongado de las condiciones microclimáticas de este espacio, pero
podemos plantearnos la existencia de unas condiciones microambientales óptimas, con buenas condiciones de insolación y ausencia de riesgo de heladas derivadas de las típicas inversiones térmicas de valle invernales.
I. 3.- EL PAISAJE VEGETAL
Sonia de Haro Pozo. Universitat de València
Para conocer el paisaje vegetal del entorno de la villa romana de Els Alters se ha procedido a analizar y a identificar los restos de carbón
vegetal que se han recuperado durante el proceso excavación del yacimiento arqueológico. Ello es posible ya que la combustión de la
madera no destruye totalmente su estructura interna, sino que suele quedar el trazo de los distintos tipos de células que la componen, las cuales son la clave para la identificación vegetal a nivel de familia, género o especie de cada fragmento de carbón analizado.
LAS MUESTRAS ANTRACOLÓGICAS
La recuperación de las muestras de carbón para su posterior análisis es de vital importancia para obtener resultados fiables y con
ello una buena interpretación. En la villa romana de Els Alters se ha utilizado para la recuperación del material antracológico la
técnica del tamizado en seco con tamices de maya de 2 mm. En total se han analizado 539 fragmentos de carbón recuperados
en las siguientes unidades estratigráficas:
SECTOR A: 1024/ A, 1079/A, 1178, 1258/A, 1592.
SECTOR B: 1004/B, 1164/HB 16, 1285/HB 10b, 1299 corredor sur, 1412, 1146
SECTOR C: 1004, 1144, 1146, 1208, 1210, 1342, 1344, 1344/HB 6 hogar, 1341, 1316, donde las UE 1004 y 1208 corresponden a niveles de destrucción, las UE 1144, 1342 y 1344 pertenecen a niveles de ocupación y las UE 1146, 1316 y 1341
forman parte de niveles de relleno.
I. 3.- EL PAISAJE VEGETAL
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LA IDENTIFICACIÓN DE LAS MUESTRAS
Para poder realizar la identificación vegetal, cada fragmento de carbón se ha fracturado con los dedos en tres planos (transversal, longitudinal tangencial y longitudinal radial) y se han examinado directamente en un microscopio óptico de reflexión, pudiéndose observar así las características anatómicas que lo definen.
En este caso se han identificado 7 taxones que pertenecen a diferentes formaciones vegetales:
· Pinus nigra- Pinus sylvestris (Pino negro y/o Pino silvestre). Las características anatómicas de estas dos especies son prácticamente idénticas y aunque se han realizado numerosos estudios sobre su anatomía, hoy por hoy a través del microscopio es
muy difícil diferenciarlas.
El pino negro forma pinares en zonas mesomediterraneas entre los 500 y los 1000m El pino silvestre vive en zonas supramediterráneas por en cima de los 800 m .
· Quercus sp. caducifolio (roble/quejigo). Los Quercus caducifolios se pueden diferenciar fácilmente de los Quercus de hoja perenne, aunque afinar la identificación a nivel de especie es muy difícil ya que las características anatómicas de estas son muy parecidas.
· Juglans sp.(noguera) que pertenecen al bosque caducifolio
· Quercus sp. perennifolio (Encina, Carrasca, Coscoja, Alcornoque). El mismo problema de identificación que tienen los pinos de
montaña, existe entre algunas especies del género Quercus.. Este es un obstáculo importante ya que son especies determinantes en la dinámica de la vegetación mediterránea, que el antracoanálisis todavía no ha podido resolver.
· Juniperus sp.(Enebro). Los enebros y sabinas (Juniperus sp.) pueden crecer en el piso termomediterráneo si se trata del la
especie Juniperus oxicedrus o Juniperus phernicea o en pisos mesomediterráneos o incluso supramediterráneos si se trata de
la especie Juniperus communis, Juniperus thurifera o o Juniperus sabina..Para su identificación se toma como referencia el
número de células de los radios leñosos.
· Pinus halepensis (Pino blanco). El pino blanco es una de las especies más abundantes en la mayor parte del territorio valenciano en toda Maquia / garriga termomediterrània,
· Ulmus sp.(olmo). El olmo crece de forma aislada o formando olmedas en lugares húmedos como en bordes de barrancos o
en las proximidades del cursos de agua permanente.
· Ceratonia silicua (Algarrobo) Crece en terrenos soleados, secos y pedregosos en altitudes inferiores a los 500 m formando
parte de matorrales y maquias. Cultivado como especie frutal
· Olea europaea (Olivo/ Acebuche/Acebuche). El Acebuche es una planta que vive en el piso termomediterráneo que forma
parte de la maquia litoral. Su variedad cultivada tiene una mayor expansión debido a su cultivo.
RESULTADOS CUALITATIVOS Y CUANTITATIVOS
Para la cuantificación de las muestras de carbón se ha utilizado el números de fragmentos identificados de cada taxón.
Si tenemos en cuenta los resultados cualitativos podemos apreciar en las Tablas 1, 2 y 3 que en el sector A el taxón más
representativo es el Olivo/ Acebuche y Quercus sp.perennifolio. En el sector B el taxón más abundante es el enebro, Quercus
sp. perennifolio, aunque también destaca la representación del Quercus sp. Caducifolio y en el sector C, más heterogéneo
en cuanto resultados cuantitativos destacan el Juniperus sp. y Quercus sp. Perennifolio.
Los resultados cuantitativos del análisis aún nos pueden dar más información. Aunque hay que tener en cuenta en este caso que
tanto en el sector A como en el sector B las muestras de carbón son insuficientes para poder interpretar los resultados cuantitativos
obtenidos, aunque si hay que decir que a nivel cualitativo en el sector A destaca los 9 fragmentos identificados en la UE 1024 de
nogal (Juglans sp.). En el sector B todas las UUEE han dado un resultado monoespecifico, destacando Quercus sp.perennifolio de
la UE 1412, los fragmentos de Juniperus sp. en las UUEE 1285 y 1299, y los dos fragmentos de Pinus halepensis de la UE 1164.
El sector C, además de haberse analizado un número mayor de fragmentos de carbón, también se han identificado un número
mayor de taxones. Destaca sobre todo los fragmentos de carbón de enebro en las UE 1004, 1144, 1208, 1342 y 1344 y los
fragmentos de carbón de Quercus sp. caducifolio y de Quercus perennifolio de las UE 1004 y 1146. El Olivo/ Acebuche aparece representada en las UE 1146, 1316 y 1341. En la UE 1440 hay que mencionar la identificación de Olmo (Ulmus sp.)
En la UE 1344 se han recuperado 49 fragmentos de carbones concentrados en un hogar. El último fuego que se encendió en
la estructura fue con madera de pino negro y / o pino silvestre.
Els Alters (Sector A)
Taxones/ UUEE
1024
Juglans sp.
Olea europaea
1079
1258
1592
6
1
1178
3
1
Els Alters (Sector B)
9
Pinus halepensis
3
Pinus nigra- Pinus sylvestris
2
Total fragmentos
12
6
3
1
I. 3.- EL PAISAJE VEGETAL
1299
1
3
1
1412
2
Quercus sp. perennifolio
Tabla 1: Resultados del análisis antracológico de Els Alters (Serctor A), donde se relaciona
el número de fragmentos identificados en cada UE con los taxones identificados.
18
1164
1285
3
Pinus halepensis
1
5
1004
Juniperus sp.
2
Quercus sp. perennifolio
Taxones/ UUEE
1
Total fragmentos
1
8
2
8
Tabla 2: Resultados del análisis antracológico de Els Alters (Serctor B), donde se relaciona
el número de fragmentos identificados en cada UE con los taxones identificados.
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Els Alters (Sector C)
1004
1144
1146
1208
1210
Juniperus sp.
1316
1341
12
1342
1344
56
1344hogar
1440
49
Ceratonia siliqua
5
69
2
49
13
1
11
10
Olea europaea
23
33
Pinus halepensis
Pinus nigra- Pinus sylvestris
Quercus caducifolio
100
53
Quercus perennifolio
1
5
60
112
15
144
1
1
Ulmus sp.
Total fragmentos
11
23
1
13
6
56
69
Tabla 3: Resultados del análisis antracológico de Els Alters (Serctor C), donde se relaciona el número de fragmentos identificados en cada UE con los taxones identificados.
INTERPRETACIÓN DE LOS RESULTADOS
En primer lugar los resultados del análisis que se ha realizado a los fragmentos recuperados al yacimiento arqueológico Els
Alters ofrecen información etnobotánica , ya que algunas de las UUEE analizadas del sector C forman parte de niveles de
derrumbe como la UE 1004 y 1208 donde abundan los fragmentos de carbón de Enebro (Juniperus sp.), Quercus sp.
Caducifolio (roble, quejigo). Por lo que es muy probable que estas maderas se utilizaran utilizada en la construcción de edificios. Por otra parte, en los niveles de ocupación en el sector C, se han identificado Quercus sp.perennifolio y Enebro. En los
niveles de relleno destaca la identificación de olivo / acebuche y algarrobo, que no aparecen ni en los niveles de destrucción
ni en los niveles de ocupación.
Aunque el número de carbones analizados en los niveles de ocupación en el conjunto de la villa todavía es insuficiente para realizar una interpretación ecológica, si que es cierto que los taxones identificados dan indicios sobre el paisaje vegetal de la zona.
La mayor parte de los taxones identificados pertenecen a la serie Rubio longifoliae-Querceto rotundifoliae-sigmentum caracterizada por formar en su etapa madura bosques densos con un estrato arbóreo dominado por la carrasca, acompañada en el estrato arbustivo por la coscoja y por enebro. Según los resultados la formación vegetal dominante de este territorio seria un carrascal , ya que Quercus sp. perennifolio (carrasca, coscoja, alcornoque) es uno de los taxons mejor representado entre las distintas
UUEE analizadas. A pesar de eso, la presencia de enebros en niveles de ocupación nos indica que este carrascal no se encuentra en su etapa madura si no que presenta una cierta degradación.
La identificación de taxones que en conjunto pertenecerían a un paisaje de maquia o garriga como Pinus halepensis (Pino blanco), nos hace pensar que existirían zonas donde ya se havia acomodado una vegetación que formaría parte de una etapa sustitutiva de la vegetación potencial, probablemente como consecuencia de la acción humana,
La identificación del taxón Pinus nigra-Pinus sylvestris, nos indica que a las cotas más altas de las sierras que limitan esta comarca donde ya predomina el piso mesomediterráneo, la formación vegetal predominado seria un pinar con un estrato arbóreo
dominado por el pino negro.
A las sombras de estas mismas montañas se formaría un bosque caducifolio como lo demuestra los fragmentos de carbón identificados de Quercus caducifolio (Roble), que nos indican que en estos sitios habían unas temperaturas frías y unas condiciones
de humedad ambiental y precipitaciones elevadas.
El río Júcar, es el principal eje de la red de drenaje de la comarca de la Ribera Alta, además de los numerosos barrancos y ramblas característicos de los paisajes mediterráneos. a los lugares más próximos al lecho del río estaría ocupada por una llanura fértil ocupada por alamedas y fresnos y olmos.
Esperamos que en próximas campañas arqueológicas se recuperen las muestras necesarias de carbón vegetal para poder
continuar esta investigación y completar la los resultados tanto en el campo de la etnobotànica como en el campo ecológico propiamente dicho.
I. 4. ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO
Alfred Sanchis Serra. Servei d'Investigació Prehistòrica (Gabinet de Fauna Quaternària). Museu de Prehistòria.
Diputació de València.
La excavación arqueológica llevada a cabo en la villa romana de Els Alters ha deparado un importante conjunto de efectivos faunísticos. Contamos con restos a lo largo de toda la secuencia, siendo destacados en la fase Romano-imperial (siglos I y II dC) y
sobre todo en momentos tardo-antiguos (siglos IV al VI dC).
Estas acumulaciones óseas, al situarse en un medio rural, además de aportarnos información sobre las prácticas alimenticias de
los pobladores de la villa (propietarios y trabajadores), nos hablan del modelo pecuario desarrollado en el fundus, así como del
aprovechamiento del entorno natural circundante a través de prácticas cinegéticas, la recolección de moluscos y la pesca. Otros
materiales ponen de manifiesto la existencia de circuitos comerciales entre la costa y la propia villa.
I. 4.- ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO
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Los conjuntos presentan un origen deposicional variado, apareciendo contenidos en rellenos de fosas y silos -que actúan como
vertederos domésticos-, en la preparación de algunos pavimentos y sobre todo formando parte de niveles de amortización,
correspondiendo en este último caso a acopios de sedimentos procedentes de zonas cercanas, lo que explica la aparición de
animales más o menos completos que rara vez son consumidos (caballos, perros, etc.) y que con frecuencia se entierran en el
exterior de la zona de hábitat.
Debido a las limitaciones de espacio, dado el carácter colectivo de la obra, los datos se presentan de forma global, aunque nuestra intención es darlos a conocer de manera exhaustiva en una próxima publicación.
METODOLOGÍA
La aparición de huesos de reducidas dimensiones así como de pequeños mamíferos, en la fase de clasificación, ponen de manifiesto el carácter fiable de la muestra, relativizando una posible conservación diferencial de la misma. Este hecho puede resultar
positivo a la hora de minimizar la pérdida tafonómica a la ejercida, tan sólo, por la mano del hombre, antes (procesado carnicero), durante y con posterioridad al enterramiento de los restos. Del mismo modo, es fundamental valorar el papel ejercido por
perros y roedores sobre los desechos de consumo antrópicos.
Los materiales tienen en general un estado de conservación bastante bueno, presentando en pocos casos señales de carbonatación debido al contacto con el agua, o de corrosión, producida por la acción de los ácidos contenidos en las raíces de las plantas. La acción directa del fuego representa una parte poco importante sobre el total del conjunto analizado, lo que implica una
mejor conservación del depósito original.
Se ha seguido la metodología habitual durante la fase de clasificación de los materiales, estableciendo atribuciones a la categoría de especie, zona anatómica y lado corporal a través de las zonas de diagnóstico correspondientes, llegando en caso contrario, a la asignación de género o familia (Morales, 1988). Se han utilizado para tal fin las colecciones de referencia del Museo
de Prehistoria de la Diputación de Valencia, depositadas en su Gabinet de Fauna Quaternària. Los elementos no identificados
corresponden a esquirlas de pequeño tamaño pertenecientes a fragmentos de diáfisis y a cuerpos de costillas, todos ellos de
difícil asignación. Fuera de los indeterminados, hemos creado dos categorías: macromamíferos y mesomamíferos, donde quedan agrupados aquellos restos de imposible determinación específica con un tamaño apreciable. Los équidos han podido ser
clasificados cuando hemos hallado denticiones o huesos largos completos, y en caso contrario sus restos se han agrupado bajo
la nomenclatura Equus sp. En los ovicaprinos, un gran número de denticiones de adultos han formado parte del grupo genérico, mientras que una proporción menor del total sí que ha sido asignada a las ovejas y cabras (Boessneck, 1980). En este
sentido, la presencia de la cabra montés ha dificultado aun más la tarea. En los suidos, el problema se ha centrado en la diferenciación entre la forma doméstica (Sus domesticus) y la silvestre (Sus scrofa), sobre todo en una muestra tan fracturada.
Pensamos que la mayoría de restos corresponden al cerdo, pero muchos nos plantean dudas. Por ello, preferimos incluirlos en
la categoría Sus sp.
La cuantificación de los materiales se ha realizado estableciendo el número de restos (NR) y el número mínimo de individuos
(NMI), obteniendo porcentajes de cada uno de ellos (Klein y Cruz-Uribe, 1984). Para el cálculo de éste último se han utilizado
principalmente las denticiones, completando los datos con el estudio del esqueleto postcraneal, correspondiendo al hueso más
representado de cada especie separado por lados corporales. La edad, el tamaño o el sexo de los individuos ha completado su
número.
El establecimiento de las edades de muerte es un tema básico a la hora de estudiar la gestión de los recursos faunísticos. Para
ello, se han tenido en cuenta las secuencias de erupción dental y el grado de desgaste de las mismas, así como el estudio de
la fusión epifisaria (Silver, 1980), adoptando según el caso la metodología correspondiente (Mariezkurrena, 1983; Purdue, 1983;
Noddle, 1974; Payne, 1973; 1982; Bull y Payne, 1982; Tomé y Vigne, 2003). Se ha seguido la propuesta de Morales y Liesau
(1995), sintetizada recientemente por Fernández (2003) en su trabajo sobre la Galicia romana, a la hora de convertir los datos
referentes a las edades en cohortes.
Los restos de fauna pueden tener orígenes distintos, perteneciendo, por tanto, a diversos grupos tafonómicos. Para la conformación de estos últimos se ha seguido a Gautier (1987), atendiendo al estado de conservación de los restos, su representatividad
anatómica y sus contextos estratigráficos. Se han establecido tres grandes grupos: los restos de consumo antrópico, las evidencias de manufacturas y los restos de esqueletos parciales o completos. Entre éstos, la presencia/ausencia de ciertos elementos
esqueléticos nos puede informar acerca de aspectos relacionados con el procesado carnicero o en general con todos los procesos de actuación humana.
Los conjuntos faunísticos relacionados con la alimentación humana, con frecuencia, presentan alteraciones de desarticulación,
descarnado, fracturas y señales de fuego. En este sentido, las propuestas de Binford (1981) o Blasco (1982) nos han permitido estudiar los huesos afectados por la acción de agentes pre y postdeposicionales.
La biometría se ha vuelto imprescindible a la hora de realizar comparaciones entre especies similares en diferentes fases o bien
para sexar a los individuos determinados. Se ha seguido el método de A. von D. Driesch (1976). Otro aspecto relacionado con
la caracterización de las cabañas ganaderas, es la estimación de la altura en la cruz de los ejemplares, para ver si se producen
variaciones en sus tamaños en diferentes períodos, tratándose de cambios vinculados a posibles mejoras en las técnicas de control de las poblaciones para incrementar su rentabilidad económica. Numerosos investigadores han elaborado métodos de cálculo de las alturas de los animales a través del empleo de factores, destacando los de Teichert (1969; 1975) para el ganado
ovino y porcino; los de Schramm (1967) para el caprino; los de Matolcsi (1970) para el bovino; los de Kieselwalter (1888) para
el equino; los de Harcourt (1974) y Clark (1995) para los perros, y los de Godynicki (1965) para el ciervo.
La estimación del sexo resulta difícil, sobre todo cuando la muestra está lo suficientemente fragmentada, como es el caso. En su
determinación lo ideal es combinar los criterios métricos y morfológicos (Chaix y Méniel, 2001).
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ESTUDIO DE LAS ESPECIES Y VALORACIÓN DE SU IMPORTANCIA RELATIVA
Fase Romano-imperial. La muestra está formada por un total de 850 restos, de los que 772 pertenecen a especies de vertebrados y 78 a especies malacológicas. En la fauna de vertebrados, el porcentaje de restos identificados es del 51,93%,
mientras que el de indeterminados llega hasta el 33,03%. El grupo de macro/meso alcanza el 15,01%. Observamos el predominio absoluto de las especies domésticas (45,46% según NR y 81,65% según el NMI) sobre las silvestres (6,47/18,34).
Especies de vertebrados
NR (%)
NMI (%)
Equus caballus
6 (0,77)
1 (0,91)
Equus sp.
2 (0,25)
1 (0,91)
Equus asinus
12 (1,55)
2 (1,83)
71 (9,19)
11 (10,09)
152 (19,68)
28 (25,68)
Ovicaprino
73 (9,45)
23 (21,10)
Ovis aries
8 (1,03)
5 (4,58)
Capra hircus
19 (2,46)
10 (9,17)
Oryctolagus cuniculus
4 (0,51)
4 (3,66)
Gallus gallus
3 (0,38)
3 (2,75)
Canis familiaris
1 (0,12)
1 (0,91)
351 (45,46)
89 (81,65)
Rumina decollata
12 (15,38)
Cervus elaphus
40 (5,18)
11 (10,09)
Otala punctata
16 (20,51)
Capreolus capreolus
1 (0,12)
1 (0,91)
Cryptomphalus aspersus
14 (17,94)
Capra pyrenaica
2 (0,25)
2 (1,83)
Iberus alonensis
Vulpes vulpes
1 (0,12)
1 (0,91)
Total gasterópodos terrestres
44 (56,41)
Bos taurus
Sus sp.
Total domésticos
Especies malacológicas
NR (%)
2 (2,56)
Meles meles
1 (0,12)
1 (0,91)
Glycymeris violascens
13 (16,66)
Ansaridae
2 (0,25)
2 (1,83)
Ostrea edulis
8 (10,25)
Avifauna indeterminada
2 (0,25)
1 (0,91)
Cerastoderma edule
2 (2,56)
Mauremys caspica
1 (0,12)
1 (0,91)
Acanthocardia tuberculata
2 (2,56)
Total silvestres
50 (6,47)
20 (18,34)
Pecten maximus
1 (1,28)
Macromamífero indet.
30 (3,88)
-
Spondylus gaederopus
Mesomamífero indet.
86 (11,13)
-
Total bivalvos marinos
255 (33,03)
-
Indeterminados
2 (2,56)
772 (100)
109 (100)
Total
78 (100)
Indeterminados
Total
Tab. 1. Fase Romano-imperial. Distribución de las especies de vertebrados según el NR, el
NMI y sus porcentajes relativos.
6 (7,69)
32 (41,02)
Tab. 2. Fase Romano-imperial. Distribución de las especies malacológicas según el NR y sus porcentajes relativos.
La especie mejor representada, según el NR, es el cerdo (19,68), seguido de las ovejas y cabras, que junto a los ovicaprinos indefinidos representan el 12,95%. Se confirma durante esta fase un mayor número de cabras que de ovejas, manteniéndose una proporción de 2/1 a favor de las primeras. Por detrás, se sitúan los bovinos (9,19%) y los ciervos (5,18%). La presencia de otras especies
domésticas es más bien marginal y esporádica (equinos, gallinas, pollos, conejos y perros). Algo parecido ocurre con el resto de especies silvestres distintas al ciervo, como el corzo, la cabra montés, el zorro, el tejón, el galápago leproso y algunas aves no identificadas.
La lectura del NMI matiza algunas cosas. Así, la suma de los individuos indentificados de cabras, ovejas y ovicaprinos en general (34,85%), supera al de los cerdos (25,68%), y reafirma la mayor importancia de las cabras (9,17%) respecto a las ovejas
(4,58%). Esto pone de manifiesto cierta igualdad en la presencia de ambas cabañas (ovicaprinos y cerdos). Bovinos y ciervos
adquieren total paridad como tercer grupo representado.
Entre los restos malacológicos se constata la presencia de gasterópodos terrestres y de bivalvos de origen marino, con valores generales muy próximos, aunque con cierta preponderancia para los primeros. Entre los gasterópodos destaca Otala punctata (20,51%) y en
segundo término Cryptomphalus aspersus (17,94%). En tercer lugar aparece Rumina decollata (15,38%). Entre los restos marinos, es
de mencionar la presencia de Glycymeris violascens (16,66%), de Ostrea edulis (10,25%) y de Spondylus gaederopus (7,69%).
Fase Tardo-antigua. La muestra la conforman un total de 7274 restos, de los que 6800 pertenecen a especies de vertebrados y 474 a especies malacológicas. La fauna de vertebrados presenta un porcentaje de restos identificados del
49,84%, con un 31,55% de indeterminados, y un 18,55% del grupo de macro/meso.
Durante esta fase, los restos de especies domésticas continúan siendo los más importantes (80,54% según el NMI, y algo
menores atendiendo al NR). Según este último parámetro, los ovicaprinos junto a las ovejas y cabras determinadas representan el grupo más importante (15,34%), con los suidos en segundo término (8,89%), pero con valores muy próximos
a los de los ciervos (8,45%), que ocupan el tercer lugar. A continuación los bovinos (7,86%).
Según el NMI, el grupo de los ovicaprinos (20,93%) de nuevo presenta un mayor porcentaje de cabras (7,20%) que de
ovejas (6,17%), aunque con menores diferencias, con los cerdos por detrás (17,16%), mientras que ciervos (12,24%) y
bovinos (12,12%) se sitúan en tercer puesto con valores muy parejos. Se atestigua una presencia reducida de equinos
(5,36%) y cierta entidad en la de conejos (4,11%), gallos (3,66%) y perros (3,54%). El resto de especies silvestres mantienen unos valores escasos, aunque mostrando una mayor diversificación de sus taxones (lince, gato silvestre, aves, saurios y peces) en relación con la fase precedente.
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Especies de vertebrados
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NR (%)
NMI (%)
Equus caballus
32 (0,47)
12 (1,37)
Equus sp.
59 (0,86)
29 (3,31)
Equus asinus
11 (0,16)
6 (0,68)
Bos taurus
535 (7,86)
106 (12,12)
Sus sp.
605 (8,89)
150 (17,16)
Ovicaprino
791 (11,63)
183 (20,93)
Ovis aries
131 (1,92)
54 (6,17)
Capra hircus
122 (1,79)
63 (7,20)
Oryctolagus cuniculus
85 (1,25)
36 (4,11)
Gallus gallus
78 (1,14)
32 (3,66)
Canis familiaris
184 (2,70)
31 (3,54)
Especies malacológicas
4 (0,05)
2 (0,22)
Rumina decollata
59 (12,44)
2637 (38,77)
704 (80,54)
Otala punctata
160 (33,75)
575 (8,45)
107 (12,24)
Cryptomphalus aspersus
Capreolus capreolus
9 (0,13)
6 (0,68)
Theba pisana
1 (0,22)
Capra pyrenaica
13 (0,19)
9 (1,02)
Iberus alonensis
9 (1,89)
Gallidae
Total domésticos
Cervus elaphus
NR (%)
23 (4,85)
Lepus granatensis
1 (0,01)
1 (0,11)
Total gasterópodos terrestres
Felis silvestris
2 (0,02)
2 (0,22)
Charonia rubicunda
Lynx pardina
1 (0,01)
1 (0,11)
Total gasterópodos marinos
Vulpes vulpes
108 (1,58)
8 (0,91)
Glycymeris violascens
Gyps fulvus
2 (0,02)
2 (0,22)
Ostrea edulis
21 (4,43)
Columbidae
3 (0,04)
3 (0,34)
Acanthocardia tuberculata
17 (3,58)
Alectoris rufa
7 (0,10)
5 (0,57)
Cerastoderma edule
6 (1,26)
Mauremys caspica
3 (0,04)
3 (0,34)
Spondylus gaederopus
1 (0,22)
Lacerta lepida
1 (0,01)
1 (0,11)
Cardites antiquata
1 (0,22)
Avifauna indeterminada
23 (0,33)
16 (1,83)
Cardidae
4 (0,84)
Ictiofauna indeterminada
4 (0,05)
3 (0,34)
Total bivalvos marinos
Corvidae
1 (0,01)
1 (0,11)
Potomida littoralis
4 (0,84)
753 (11,07)
168 (19,22)
Unionidae
3 (0,632)
Total silvestres
252 (53,16)
1 (0,22)
1 (0,22)
148 (31,22)
198 (41,77)
2 (0,02)
2 (0,22)
Total bivalvos dulceacuícolas
7 (1,47)
193 (2,83)
-
Melanopsis tricarinata
1 (0,22)
Mesomamífero indet.
1069 (15,72)
-
Total gasterópodos dulceacuícolas
Indeterminados
2146 (31,55)
-
Indeterminados
13 (2,74)
6800 (100)
874 (100)
Total
474 (100)
Canidae
Macromamífero indet.
Total
Tab. 3. Fase Tardo-antigua. Distribución de las especies de vertebrados según el NR, el
NMI y sus porcentajes relativos.
1 (0,22)
Tab. 4. Fase Tardo-antigua. Distribución de las especies malacológicas según el NR y sus porcentajes relativos.
Por lo que respecta a los moluscos, los gasterópodos terrestres son los más representados (Otala punctata, 33,75%), seguidos por los bivalvos marinos (Glycymeris violascens, 31,22%). Se observa, de nuevo, un gran abanico de especies, sobre
todo por la aparición de los de hábitats dulceacuícolas.
Valoraciones. Los ovicaprinos, los bovinos y los equinos mantienen una representación estable en las dos fases culturales.
Los conejos, los gallos, los perros y los ciervos también, aunque con un pequeño aumento en la tardía. En cambio, los cerdos
experimentan un destacado retroceso en la fase tardo-antigua.
En los moluscos, es importante mencionar el incremento significativo, durante la fase tardía, de Otala punctata
y de Glycymeris violascens, y el descenso, también destacado, de Cryptomphalus aspersus, Ostrea edulis y
Spondylus gaederopus. Otras especies, se mantienen
uniformes aunque con pequeñas variaciones (Rumina
decollata, Iberus alonensis, Acanthocardia tuberculata
y Cerastoderma edule).
Los equinos (Equus caballus, Equus asinus e indefinidos). En general, mantienen una presencia bastante
marginal en la villa. Estas especies no son criadas por su
carne, aunque en ocasiones se aprovechan algunos
individuos, sobre todo aquellos de edad juvenil muertos
por enfermedad o accidente, lo que explica la aparición
de algunos huesos fracturados y de incisiones carniceras sobre ellos. Las marcas de serrado sobre sus restos
nos señalan una posible utilización de los mismos en la
manufactura de algunos elementos. En el caballo, las
alteraciones están más presentes en época Romanoimperial, descendiendo mucho su número en momen-
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I. 4.- ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO
Fig. 1. Partes distales de huesos largos de caballo (metatarso y tibia) que han sido serradas. Tanto
estas zonas, como las diáfisis resultantes, son utilizadas en la elaboración de manufacturas. Els
Alters (fase Romano-imperial).
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tos tardíos. Esta tendencia se invierte en el caso de los asnos, que en momentos imperiales comportan escasos valores, aumentando en época Tardo-antigua. Los huesos con señales de fuego corresponden a elementos anatómicos marginales que fueron
arrojados al fuego (falanges o metapodios). Son mínimos los indicios acerca de la actuación de perros.
Las edades de sacrificio están dominadas por los adultos, con pocos restos de animales más jóvenes, observándose cierta arbitrariedad en la representación de los elementos anatómicos.
De los caballos, tan sólo hemos podido calcular la altura en la cruz de un ejemplar de la fase tardía, con un resultado de 145,18
cm, similar a la de los de la villa italiana de Settefinestre -143,2/146,6 cm- (King, 1985) y a la de los de Vilauba (Girona) –151,8
cm- (Molist, 1999).
Estos animales eran enterrados, en la mayoría de los casos, fuera de las zonas de hábitat. De algunos pocos se aprovechaba su
carne, huesos o piel y la mayoría eran utilizados en la villa para la monta, la carga o el transporte. Ambas especies necesitan
forraje abundante y bastantes cuidados, con pastos amplios.
Los bovinos (Bos taurus). Es la tercera especie más representada en la
fase Romano-imperial, mientras que en época Tardo-antigua, pierde este
puesto a favor del ciervo. Este descenso de la importancia de los bovinos,
contrasta con lo observado en la villa de Vilauba (Molist, 1999), donde
estos animales experimentan un aumento progresivo desde el alto imperio hasta época visigoda. Esto mismo se confirma en la villa del Alto de la
Cárcel (Mariezkurrena y Altuna, 1994). En las villae francesas de SaintPierre-Les-Laurons (Leguilloux, 1989) y de Saint-Michel à la Garde
(Columeau, 1989) los bóvinos son la especie principal.
Las edades de sacrificio de estos animales en la fase imperial, nos hablan
del predominio de los adultos (algunos de los cuales pudieron llegar a la
senectud) y presencia más marginal de animales más jóvenes. Esto se confirma en momentos tardíos.
La estimación de las alturas en la cruz nos informa de la inexistencia de
diferencias de tamaño entre fases, lo que indica cierta estabilidad en los
rebaños. Las hembras con alturas entre 112 y 124 cm, y los machos entre
119 y 131 cm, que cuadran con las de los individuos de la villa del Alto de
la Cárcel (Navarra) –110,5/120,4 cm- (Mariezkurrena y Altuna, 1994), y
con los de Settefinestre –129,71 cm- (King, 1985). Los ejemplares de Els
Alters presentan unas alturas más propias de los morfotipos indígenas, aunque algunos de los más grandes podrían pertenecer a aquellos introducidos por los romanos y que se constatan en otras zonas del imperio
(Fernández, 2003).
Las partes esqueléticas representadas corresponden a restos del procesado carnicero, sin diferencias entre fases, con porcentajes similares de alteración de un período a otro (25%). En época Romano-imperial, se constata una baja fracturación, pero con abundantes señales de incisiones de
desarticulación y descarnado. En momentos tardíos, aumentan las fractuFig. 2. Fragmento distal de húmero de bovino. Algunos animales adulras, produciéndose una intensificación del procesado carnicero, con predotos y seniles, después de dejar de ser útiles como fuerza de trabajo, son
minio de los huesos largos (húmero, fémur, tibia y metapodios), presencia
sacrificados para aprovechar su carne. Els Alters (fase Tardo-antigua).
de elementos craneales y fracturación de vértebras y costillas. La proporción de falanges es baja si la relacionamos con los valores de los huesos
largos, abriendo la posibilidad de que en un primer procesado carnicero
estas partes marginales fueran desechadas en otros lugares. Se han arrojado al fuego aquellos despojos correspondientes a elementos anatómicos marginales y de escaso aprovechamiento alimenticio.
Los bovinos pueden aportar leche, producir terneros, fuerza de tracción, tiro y estiércol. Del mismo modo, después del sacrificio,
se pueden aprovechar las cornamentas, los tendones, las pezuñas, los huesos y la piel. En la villa, los bovinos fueron utilizados
en vida como fuerza de trabajo (tiro) o tracción, y algunos de los cuales, después de dejar de ser útiles, se sacrificaron para aprovechar su carne y otros elementos. Una pequeña parte de la cabaña (juveniles) se destinó para carne.
Los suidos (Sus sp.). Especie principal, junto a los ovicaprinos, durante la fase Romano-imperial. En momentos tardíos desciende su importancia, cediendo su lugar de privilegio a los ovicaprinos. Este modelo se repite en la villa de Vilauba (King, 1988;
Molist, 1999) y en la del Alto de la Cárcel (Mariezkurrena y Altuna, 1994). En las villas romanas de Galicia, los ovicaprinos igualan en representación a los suidos (más del gusto itálico) y normalmente los superan, planteando un sistema alimentario similar al de los núcleos indígenas prerromanos. Fernández vincula este hecho con la identidad de los trabajadores de la villa, que
con toda probabilidad serían indígenas con sus propios gustos culinarios (Fernández, 2003). En cambio, en la villa francesa de
Mountmaurin (S I-IV dC) los cerdos son la especie más consumida (Poulain-Josien, 1983).
Las edades de sacrificio en la fase imperial, están dominadas por los adultos de 2-3 años y también por los subadultos. Los infantiles no están representados. En la fase tardía se repite lo mismo, aunque los juveniles suplantan a los subadultos.
El sexo aporta un NR bajo, aunque hemos confirmado una mayor presencia de machos que de hembras. Sólo disponemos de
un animal donde ha sido calculada la altura en la cruz (91,83 cm) por lo que no podemos observar variaciones en diferentes
etapas. Esta estimación es algo superior a la de los cerdos del Alto de la Cárcel –80,4 cm- (Mariezkurrena y Altuna, 1994), y
coincidente con las máximas de Settefinestre (King, 1985).
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Los restos esqueléticos nos informan de un procesado carnicero muy intenso en la fase imperial, con pocos huesos largos enteros y gran cantidad de incisiones de descarnado, desarticulación y fragmentación de los paquetes cárnicos, para tratar de conseguir trozos susceptibles de ser cocinados. El mismo modelo se repite en la fase tardía. Son frecuentes los molares, los metapodios y los fragmentos articulares de los huesos largos. En la fase Tardo-antigua observamos un perfil similar. La mayoría de unidades anatómicas aparecen representadas: fragmentos del cráneo y pequeños huesos junto a despojos culinarios (fragmentos
de diáfisis y de epífisis de los huesos largos).
Las alteraciones presentes sobre los huesos de suidos son las que cabe esperar sobre una especie vinculada fundamentalmente a la obtención de carne y derivados. Los valores son bastante uniformes entre la época imperial y la tardía. Las fracturas e incisiones son numerosas, claro ejemplo del procesado carnicero. La aparición de elementos óseos con marcas de
fuego aumenta en momentos tardíos, lo puede hablar de la preferencia de asar la carne a la brasa. Las señales de denticiones de perros sobre los huesos nos indican que con frecuencia actuaban en los basureros o que eran alimentados con los
desperdicios del hombre.
El modelo de explotación de la cabaña porcina se basa en la obtención de carne a través del sacrificio de ejemplares (machos)
de 2-3 años y de subadultos, repitiéndose en la fase posterior, aunque con más juveniles que subadultos.
El cerdo, en un sistema semiextensivo, y por su condición de omnívoro, puede ser alimentado durante gran parte del año con
desperdicios humanos. No resulta costoso su mantenimiento y su alimentación es bastante sencilla.
Los ovicaprinos (Ovis aries, Capra hircus e indefinidos). Es otro de los grupos importantes en la economía de la villa, siendo el más destacado en la fase Romano-imperial. En este período, las cabras doblan en número a las ovejas, panorama que se
mantiene en la fase tardía, aunque reduciéndose las diferencias respecto a momentos anteriores. El entorno de la villa influye,
sin duda, a la hora de mantener una explotación de ovinos o de caprinos. Así, en la villa de Vilauba (Molist, 1999) y en las gallegas (Fernández, 2003) predominan las ovejas.
Las edades de sacrificio de las cabras, en la fase imperial, están dominadas por los adultos de 2-3 años y por cohortes de más
edad. También se constatan los juveniles. En la fase tardía, de nuevo los adultos de 2-3 años destacan, con incremento de los
animales adultos de 3-6 años. Las ovejas, en ambas fases, están representadas por adultos de 2-3 años, mientras que en las
cabras las edades de sacrificio se retrasan (a partir de los 3 años).
La información respecto a la distribución de sexos es bastante parcial. En las ovejas hemos observado la presencia de machos,
aunque esto hay que valorarlo con cierta cautela. Se obtienen datos similares en las cabras.
Las ovejas presentan alturas entre 55,6 y 62,6 cm en la fase Tardo-antigua, muy parecidas a las de los ejemplares del Alto de la
Cárcel –54,5/60,6 cm- (Mariezkurrena y Altuna, 1994), y algo menores que las de Settefinestre –67,7/72,5 cm- (King, 1985).
En la fase imperial contamos con cabras que miden entre los 65 y 71 cm. En época tardía se amplia el número de individuos,
sin producirse variaciones en las tallas respecto a la fase precedente, y predominan, de nuevo, las alturas entre 65 y 70 cm.
Los restos esqueléticos están muy relacionados con un intenso procesado carnicero, visible en ambas fases (con abundancia de
fracturas e incisiones). En la fase Romano-imperial son característicos los elementos aislados, con mayor representación de hemimandíbulas y radios. Las falanges no están representadas y cabe la posibilidad de que estos elementos se depositaran en otros
lugares. En la fase Tardo-antigua gran presencia de hemimandíbulas y de molares, así como de tibias, metapodios, radios y húmeros; valores más bajos para el fémur, mientras que las falanges de nuevo están infrarrepresentadas.
Los valores determinados de fracturas e incisiones responden al aprovechamiento de las cohortes de juveniles y adultos-jóvenes. Los porcentajes son bastante uniformes en todos los períodos, lo que viene a demostrar que una parte de las ovejas y
cabras de la villa son criadas con la intención de obtener carne. Las señales de fuego sobre los restos nos hablan de la forma
de preparación de ésta. Los perros actuaron sobre estos restos en los vertederos.
El modelo de explotación de las ovejas es el mismo en las dos fases: enfocado, por un lado, a la obtención de carne (machos
de 2-3 años) y por otro, a la producción lanera (hembras de más de 5 años). En la cabra los sacrificios se retrasan, por lo que
pensamos que el principal recurso es la producción láctea (leche, queso). Los individuos subadultos y juveniles se destinarían a
producir carne.
El alimento más importante de las ovejas es el pasto natural y los restos de la siega del cereal o de otros cultivos (lino). Las
cabras necesitan menos cuidados y se adaptan mejor a las zonas escarpadas.
Gallos y gallinas (Gallus gallus). Estas aves de corral tienen una reducida presencia en época imperial, aumentando su papel
en la tardía. El grupo de edad dominante es el de los adultos, con mayores valores para los machos. Destacan los huesos largos (tibiotarso, radio, ulna, húmero y tarsometatarso). Las fracturas no están presentes y las incisiones son escasas. Vinculamos
la presencia de estos galliformes a la producción de huevos hasta los 3-4 años. Los machos son sacrificados por su carne.
El perro (Canis familiaris). Adquiere un papel de cierta importancia en la fase tardía, con mayores valores que en la precedente. Destacan los ejemplares adultos, aunque unos cuantos jóvenes están representados y los relacionamos con muertes prematuras o accidentes de caza.
En la villa, durante la fase tardo-antigua, contamos con dos estimaciones (47,7 y 54,7 cm), pudiendo corresponder a dos tipos
de perro. Esta posible diversificación de la especie se confirma en otras villas. En el Alto de la Cárcel aparecen individuos braquimélicos de 27 cm de altura (Mariezkurrena y Altuna, 1994), mientras que en Settefinestre se encuentran representados cuatro
tallas diferentes –38,4, 47,9, 53,3 y 62,2 cm- (King, 1985).
Diferentes elementos esqueléticos aparecen representados, vinculados a enterramientos realizados por el hombre. Estos huesos
presentan pocas alteraciones.
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El perro, en la villa, es utilizado como ayudante en la caza, como mascota, en la
custodia de rebaños, en la protección de los campos contra los ungulados, y su
piel se emplea de forma muy puntual. Estos animales pueden ser alimentados
con las sobras de las comidas.
El ciervo (Cervus elaphus). Especie muy cazada en época imperial y que
aumenta su presencia en la fase tardo-antigua. Este venado se convierte en
el recurso silvestre más importante, destacando en ambas fases los adultos,
con más machos que hembras. En época imperial, observamos un patrón
similar en la villa del Alto de la Cárcel (Mariezkurrena y Altuna, 1994), con un
claro contraste en su fase tardía, cuando la importancia del ciervo disminuye.
En cambio, en Els Alters aumenta respecto a la fase anterior. En otras villas
estudiadas (Vilauba) el ciervo tiene un escaso papel (Molist, 1999).
Respecto a las alturas, sólo tenemos información sobre dos ejemplares de
la fase tardía, con 110 y 116 cm respectivamente. Los ejemplares de
Settefinestre (King, 1985) son algo más grandes –124,7 cm-.
Se denota en la fase Romano-imperial un intenso procesado carnicero, con
representación de gran parte de las unidades anatómicas, todas ellas muy
fragmentadas. Destacan los elementos apendiculares posteriores (tibia y
metatarso). En la fase tardía los valores de los huesos largos son también
los mayores. Éstos presentan fracturas en las zonas articulares y también
sobre la zona media de las diáfisis.
No existen prácticamente variaciones temporales en el tratamiento dado a
los ciervos. Se trata de un animal cazado -en parte- por su carne, por lo que
resulta normal que sean abundantes las fracturas e incisiones carniceras. La
presencia de marcas de denticiones de perros sobre sus huesos parece
indicarnos que los despojos originados también eran aprovechados para
alimentarlos. La falta de elementos quemados parece mostrar, por un lado,
que el ciervo no era preparado a la brasa, sino hervido, ya que necesita de cocciones prolongadas para que su carne adquiera
la ternura suficiente. Por otro lado, cabe la posibilidad de que los huesos no se tiraran al fuego porque eran apreciados como
materia prima en algunas manufacturas.
Fig. 3. Fragmento distal de húmero de ciervo. En el detalle se pueden
apreciar diversas incisiones transversales de desarticulación producidas
durante el procesado carnicero del animal. Els Alters (fase Tardo-antigua).
Se constata también la aparición de algunas señales de serrado sobre los huesos, y de restos de
astas, ya sean de desmogue (recogidas después
de la época de muda de los machos) o de matanza, muy apreciadas ambas como materia prima.
El ciervo es cazado por su carne, por sus huesos y
por sus astas, fundamentalmente aquellos individuos de más de dos años que ya presentan un
peso corporal importante. El hábitat del ciervo es
amplio, aunque prefiere las zonas limítrofes entre el
bosque y los espacios abiertos.
El corzo (Capreolus capreolus). Presencia muy
puntual en ambas fases. Los adultos parecen los más
representados, todos ellos con restos muy fragmentados (elementos apendiculares). Las fracturas e inciFig. 4. Hemimandíbula de corzo perteneciente a un individuo adulto. Este cérvido está presente en
siones están presentes, lo que denota un procesado
ambas fases, aunque es durante la tardía cuando se hace más frecuente. Els Alters (fase Tardo-antigua).
carnicero similar al practicado sobre los ciervos. Los
elementos con señales de exposición al fuego corresponden a zonas anatómicamente marginales que fueron arrojadas al mismo por su escaso valor cárnico o como materia prima.
El corzo se cazaba por su carne y astas. Su hábitat ideal es el bosque, siendo mucho más ubiquista que el ciervo, con preferencia
por las zonas de ombría.
La cabra montés (Capra pyrenaica). Contamos con escasos restos en las dos fases. Todos ellos pertenecen a animales que
sobrepasan la edad juvenil, pero no tenemos mucha información sobre la distribución de sexos (se han determinado 2 machos).
Son abundantes los miembros apendiculares, donde se manifiestan incisiones carniceras.
La cabra montés es cazada después de la etapa juvenil, principalmente por su carne y quizá también por sus clavijas córneas o
sus vainas. El medio idóneo de este cáprido son las zonas altas y escarpadas de roquedo.
Félidos (Felis silvestris y Lynx pardina). Presencia poco relevante de estos animales. El gato silvestre está representado con
algunos elementos apendiculares aislados, que pertenecen a dos ejemplares de la fase Tardo-antigua; uno subadulto y el otro
probablemente ya había llegado a la edad adulta. Un resto presenta alteraciones antrópicas de desollado, y otro, señales de fuego
y de actuación de cánidos. El lince se documenta en la fase Tardo-antigua con un elemento apendicular perteneciente a un individuo que supera la edad juvenil. Se trata de especies capturadas para obtener su piel y quizá para aprovechar su carne. El método de captura de ambas pudo ser el trampeo.
El tejón (Meles meles). Presencia muy puntual de estos mustélidos. El ejemplar determinado en la fase Romano-imperial supera la edad juvenil, y está representado por unos pocos elementos apendiculares aislados. Especie capturada para la obtención
de su piel, acción que pudo llevarse a cabo también a través de trampas.
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El zorro (Vulpes vulpes). Presencia algo más relevante de estos animales, sobre todo por la aparición de individuos semicompletos. Observamos
cierta arbitrariedad respecto a las edades de muerte. Las fracturas no tienen un claro origen antrópico, pero sí las incisiones de desollado, lo que
demuestra que fue capturado por su piel, quizá también empleando trampas. Sus restos fueron depositados en un vertedero, por lo que resultó fácil
la actuación de perros. Las zonas próximas a la villa parecen ser un biotopo ideal para estos animales.
Lagomorfos (Oryctolagus cuniculus y Lepus granatensis). Hemos
otorgado el estatus doméstico al conejo debido a su abundancia respecto
a la liebre. Esta última está representada por un único elemento apendicular en la fase Tardo-antigua, perteneciente a la cohorte de los adultos. Esto
puede indicar la preferencia por el conejo, o también, que las liebres no
eran muy abundantes en las cercanías de la villa. Estos lepóridos son capturados por su carne y tal vez por su piel.
El conejo mantiene valores escasos durante la fase Romano-imperial, con
mayor presencia en momentos posteriores. En las dos, se constata el predominio de adultos, siendo los huesos largos las partes más representadas.
Las fracturas son mínimas y las incisiones carniceras están presentes. Los
huesos quemados abren la posibilidad de una forma de cocción a la brasa.
El hecho de que la especie doméstica y la silvestre sean la misma, hace
difícil conocer su estatus. En todo caso, en época romana ya se conoce la
cría de conejos en recintos denominados leporaria, basada en ejemplares
capturados mediante trampas o hurones.
Los conejos son criados y/o capturados por su carne y pelo, y todos son
sacrificados cuando han adquirido un peso adecuado.
Fig. 5. Metacarpo de cabra montés. Su presencia en la villa nos indica la existencia de zonas montañosas y de relieves abruptos. Els
Alters (fase Tardo-antigua).
Aves silvestres. Los dos ejemplares de buitre leonado (Gyps fulvus)
corresponden a individuos adultos, mientras que entre las perdices
(Alectoris rufa) se documentan tanto animales adultos como juveniles.
Estas aves están representadas por huesos largos completos.
En el caso del buitre, su aparición durante la fase tardía es puntual. Ocupa
zonas de orografía abrupta y se vincula a lugares con abundante ganado,
donde aprovecha la carroña para su alimentación. Las perdices y palomas
son esporádicas en la muestra. Ocupan zonas de matorral, de bosque-bajo
mediterráneo y cultivos de cereal. Estas especies son capturadas por su
carne y puede que por sus plumas y huevos.
Reptiles (Quelonia y Sauria). En la fase Romano-imperial aparece un individuo de galápago leproso (Mauremys caspica), y tres en momentos tardíos, conservándose tan sólo las partes más duras (plaquetas). Este galápago
se documenta en las vertientes de los ríos, zonas de aguas estancadas y
corrientes con caudales no muy fuertes. Es posible que se recogiera su
caparazón y se utilizara como juguete de los niños o para ser empleado en
manufacturas, ya que no es un animal apto para el consumo humano.
Respecto al lagarto ocelado (Lacerta lepida), un solo ejemplar se constata
en la fase Tardo-antigua, y tal vez fue capturado para aprovechar su piel.
Moluscos. La malacofauna terrestre es la más abundante en ambas fases,
destacando Otala punctata y Cryptomphalus aspersus, especímenes ambos
de consumo antrópico habitual. Las especies dulceacuícolas son minoritarias
y parece que no eran tan apreciadas como las terrestres. Rumina decollata
adquiere en ambas fases valores significativos, aunque su presencia se debe
a poblaciones naturales y no a restos de consumo antrópico.
Fig. 6. Fragmento distal de tarsometatarso de buitre leonado. Su aparición en la villa parece ser un hecho aislado, aunque no es extraño verlo
en lugares con abundante ganado. Els Alters (fase Tardo-antigua).
La aparición de moluscos marinos en la villa nos hace pensar en la existencia de circuitos comerciales con la costa. En la fase imperial, las más consumidas son las ostras (Ostrea edulis), mientras que posteriormente son
las almendras de mar (Glycymeris violascens). En el caso de Glycymeris
violascens y de Spondylus gaederopus, después de su consumo, sus valvas fueron arrojadas al fuego. La aparición de estos
moluscos marinos se ha constatado también en algunas villas catalanas (Casas et al., 1995), lo que nos indica que eran muy
apreciados, siendo su consumo frecuente.
GRUPOS TAFONÓMICOS PRESENTES EN LA MUESTRA
Siguiendo la metodología propuesta por Gautier (1987), se han distinguido, sobre una muestra total de 8124 restos, tres grupos tafonómicos distintos: el mayoritario es el perteneciente a los restos de especies susceptibles de aportar carne, o productos
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secundarios (leche y lana) o de emplearse en diversos usos (tiro, transporte, monta, etc.); un segundo grupo compuesto por
restos y/o esqueletos más o menos completos de equinos y perros, y que normalmente no han sido consumidos (NR 297), y
un tercero es el formado por elementos utilizados como materia prima en la elaboración de algunas manufacturas (NR 21), que
corresponden a fragmentos de clavijas córneas, mayoritariamente de ovicaprinos, a astas de ciervo, y sobre todo a huesos largos de especies de talla media y grande.
ELS ALTERS: DESARROLLO DE UN MODELO PECUARIO Y DE EXPLOTACIÓN DEL ENTORNO
En el País Valenciano, los estudios de conjuntos de fauna procedentes de villas romanas son casi inéditos. Tan sólo contamos
con unos pocos materiales de la villa romana de Silla, donde se constata la aparición del ciervo, junto a las especies ganaderas
habituales (Sanchis, 2004). En Cataluña, ya nos hemos referido a la villa de Vilauba (Molist, 1999), donde se ha puesto en práctica una excelente metodología, obteniendo buenos resultados, y a la de Torre Andreu (Caselles, 1993), lamentablemente con
un conjunto faunístico bastante escaso. En el resto de la Península, destacan los trabajos de la villa del Alto de la Cárcel
(Mariezkurrena y Altuna, 1994), y de las villae a mare gallegas estudiadas por Fernández (2003). En Francia contamos con una
bibliografía más extensa; ejemplo de ello son los estudios de fauna de las villas de Mountmaurin (Poulain-Josien, 1983;
Leguilloux, 1989), Saint-Michèle à la Garde (Columeau, 1989; Leguilloux, 1989), Saint-Pierre-Les-Laurons (Leguilloux, 1989;
1990b), La Pousaraque (Columeau, 1997a), Les Soires (Columeau, 1997b) y Costebelle (Leguilloux, 1990a). En Italia, el estudio realizado por King de los materiales de Settefinestre sigue siendo un referente (King, 1985).
Els Alters, en su fase inicial, funciona como un asentamiento rural especializado en la producción del lino, correspondiendo los
restos de fauna, de este momento, a desechos alimenticios de los trabajadores y propietarios. A partir del S. IV dC, cuando el
trabajo del lino desaparece, los restos óseos responden a las estrategias de autoabastecimiento de los pobladores de la villa, que
desde este momento funciona como una residencia rural autosuficiente. Así, de un período a otro, puede apreciarse un aumento en los efectivos faunísticos, con mayor importancia de las especies silvestres y una gran diversificación de las mismas respecto a la fase anterior.
A lo largo del funcionamiento de la villa, se constata un modelo pecuario fundamentado en tres especies principales (ovicaprinos, suidos y bovinos), que se completa con los equinos y perros por un lado, y por los conejos y aves domésticas por otro. La
tríada principal, se mantiene estable durante las dos fases: entre los ovicaprinos, la cabra tiene siempre mayor presencia (sobre
todo en la fase Romano-imperial), con un modelo basado en la obtención de leche y en menor medida de carne. Las ovejas
presentan un tipo de explotación más diversificado, en torno a la carne y la lana. Los cerdos tienen un papel más destacado en
la fase imperial, y en ambas son sacrificados por su carne y derivados. Los bovinos se emplean básicamente como fuerza de trabajo, y algunos de los más jóvenes se sacrifican por su carne.
Los equinos y los perros se emplean en tareas diversas, y no relacionamos su aparición con el consumo de su carne. Los gallos
y gallinas, junto a los conejos, representan un complemento en el aporte de carne y de otras proteínas (huevos) a la dieta.
Las actividades cinegéticas y de recolección representan una parte importante de la economía de este enclave rural. El ciervo es
una de las principales especies que aportan carne a la dieta, así como otros productos secundarios vinculados a las manufacturas. Esta especie cumple, junto a los cerdos, el papel de principal aporte de carne, supliendo la pérdida en esta producción que
experimentan ovicaprinos y bovinos, al estar enfocada su cría a la obtención de diversos recursos (carne, lana, leche y fuerza de
trabajo). La presencia de este animal parece vincularse al medio sobre el que está emplazado cada asentamiento, ya que en la
villa de Torre Andreu (Lleida), el ciervo representa un porcentaje muy bajo respecto al total de la fauna, interpretándose como
un recurso poco importante y de escaso aporte a la dieta (Caselles, 1993). Finalmente, su carácter opcional, puede explicar sus
valores marginales en enclaves con entornos muy propicios para su desarrollo (Molist, 1999).
Junto al ciervo, se encuentra un grupo de especies que también se cazan por su carne, como el corzo, la cabra montés, la liebre, las perdices y los palomos, que son obtenidas también mediante prácticas de caza de tipo presencial. Otro grupo estaría
formado por animales como el zorro, el lince, el gato montés, el tejón, el buitre y los reptiles, que vinculamos más a la explotación de otros recursos como sus pieles. Estos taxones se obtienen a través del uso preferente del trampeo.
Además de la caza en sentido amplio, otra serie de recursos nos informan de la práctica de la recolección. Por un lado, de moluscos terrestres en las zonas próximas a la villa, y por otro, de moluscos fluviales en el cercano río Albaida.
El papel ejercido por la caza en los enclaves rurales de época romana ha tenido diversas interpretaciones. En general, la
aparición de especies silvestres se ha vinculado a actividades lúdicas propias de grupos sociales altos (Fernández, 2003).
Por nuestra parte, pensamos que la obtención de recursos a través de la caza responde a una clara intención de aumentar
el aporte de carne mediante la explotación del entorno. El hecho de que pueda albergar especies cinegéticas, así como la
cantidad de carne obtenida a través de la ganadería tradicional, tendrán mucho que ver en el papel ejercido por la caza en
la economía de la villa.
Leguilloux (1989) ha observado variaciones en las estrategias de explotación de los animales silvestres en las villas galo-romanas del VAR. En las grandes villas tardías, se documenta un elevado porcentaje de animales silvestres, mientras que en los pequeños enclaves rurales alto-imperiales, los valores son bajos. Para esta autora, la explicación puede ser de índole cronológica, o
quizá responda a razones de tipo social, ya que vincula el incremento de los aportes silvestres a las actitudes de ocio de los grandes propietarios. Refiriéndonos a Els Alters, la continuidad en la presencia de estos aportes en ambas fases, nos indica que tanto
los propietarios como los trabajadores optaron por la puesta en práctica de estas actividades.
Las especies silvestres también nos informan de las características del paleopaisaje de Els Alters: nos hablan de la existencia de
zonas boscosas y montañosas en sus proximidades (Serra del Buixcarró y Serra Grossa), así como cursos de agua, y lugares con
pastos aptos para el ganado. La importancia de los recursos silvestres, entre los paquetes de fauna, nos hace pensar en una
explotación continua del entorno inmediato, más que en esporádicas incursiones por zonas más alejadas.
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Un tercer grupo de recursos está formado por los moluscos marinos, que sugieren ciertos contactos con las zonas de costa
(Cullera, Denia...). Estos moluscos resultan idóneos a la hora de diversificar la dieta y para ser empleados como cebo.
El papel de la pesca, tanto fluvial como marina, queda desdibujado, al contar con un número de restos escaso que no han podido ser asignados a especies y medios concretos.
Como conclusión, podemos decir que diversos factores intervienen en el modelo de explotación animal desarrollado en estos
asentamientos rurales: por un lado, la situación de la villa respecto a su entorno y el tipo de clima, y por otro, las prestaciones
de las especies (Molist, 1999), aunque también hay que valorar la relación entre este tipo de recursos y otras prácticas productivas (por ejemplo agrícolas). Lo que se plantea del todo complicado, es establecer (a partir de los datos que aporta la fauna)
qué parte de la producción animal estaba vinculada a otras posibles actividades comerciales.
Es factible hablar de cierta variabilidad en la representación de especies en estos establecimientos, menos visible en el mundo
urbano (Valentia) donde los modelos se van a supeditar mucho al mercado y a la disponibilidad de recursos de sus habitantes
(Sanchis, 2002; 2003).
Agradecimientos:
Quiero expresar mi gratitud a Inocencio Sarrión por sus consejos durante la fase de clasificación de los materiales.
Las fotografías han sido realizadas por Ivan Fumadó. El tratamiento informático de las mismas se debe a Manuel Gozalbes.
I. 5.- EL PAISAJE Y LA UNIDAD DE PRODUCCIÓN
Ricardo González Villaescusa. Professeur d'Archéologie des Mondes Antiques. Université de Reims
All I'm thinkin' about Brown eyed girl, I turned my back on you,
now it's lonely…
Bruce Springsteen
EL PAISAJE ACTUAL
La villa romana de Els Alters se encuentra situada en el piedemonte de la Sierra de Valiente, ligera elevación que en este espacio supera cuanto apenas los 130 m sobre el nivel del mar y que tiene una orientación ibérica. Esta sierra representa la divisoria de aguas entre el curso del río Albaida y el barranco de Barxeta, ambos subsidiarios del Xúquer. Del otro lado de la sierra, en su pendiente sur, se encuentra el llano de inundación del Albaida presidido en su margen derecha por el promontorio
del Puig (309 m).
La unidad paisajística que interesa es surcada por el barranco de Barxeta. El trazado de este barranco permite identificar dos unidades de suelos claramente discernibles, ya que en su margen izquierda encontramos suelos grises de carácter hidromorfo formados en un ambiente reductor, sin oxígeno, claramente diferenciados de los que se aprecian en la margen derecha del mismo,
pardos rojizos o anaranjados.
La margen derecha se caracteriza por un parcelario ajedrezado, sin orientación dominante, que se compartimenta en bloques de
cultivo desiguales y de tamaño variable; mientras que la margen izquierda del Barxeta se encuentra organizada, hasta las estribaciones de la sierra de Valiente por un estilo parcelario visiblemente caracterizable, estructurado por largas alineaciones de caminos que
compartimentan bloques de cultivo con
forma de grandes bandas orientadas hacia el
noreste. La orientación de estos caminos es
variable, y está comprendida entre los 29º al
este del norte geográfico (NG-29ºE) de la
carretera CV-41 (= C-3320, dependiendo de
la edición del mapa) y vía de comunicación
que pone en contacto Manuel con la Pobla
Llarga y con Xàtiva, que limita el espacio organizado por esta unidad morfológica por el
oeste; y los 45º (NG-45ºE) de algunos de los
caminos de servicio rural que forman parte
de este sistema parcelario. La totalidad del
espacio organizado por este parcelario es de
unas 492 hectáreas. Una vez definido el bloque de cultivo en una larga banda de 1,7 km,
por la más grande, y de 1,4 por la más corta
y oriental, próxima a Rafelguaraf. En el interior
de los bloques de cultivo las parcelas se disponen, las más de las veces, de forma perFigura 1.
pendicular y ofreciendo sus lados más cortos
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hacia los ejes laterales; normalmente se encuentran flanqueadas a ambos lados por los ejes principales que los
delimitan que en ocasiones repiten un módulo metrológico de 123 m = 3 cuerdas (122,85 m) del sistema de
medidas tradicional valenciano (fig. 1). Esta unidad paisajística homogénea desde el punto de vista edafológico y
de la morfología agraria parece representar la mitad aproximadamente de una misma unidad técnica que conforma el terrazgo de las tierras regadas por las aguas de la
acequia de Ènova. Esta acequia toma sus aguas en el río
Albaida, muy cerca de la pedanía de Torre d'en Lloris,
rodea la sierra de Valiente por la cota de 50 m snm, a la
altura de Manuel, siguiéndola hasta alcanzar el alteró del
Giner, y regar las tierras de Rafelguaraf (fig. 2).
Los principales ejes del parcelario descrito tienen una
fuerte relación con los brazales que toman aguas de la
acequia de Ènova, partiendo de ésta en la cota de 50
m, y descendiendo por todo el llano hasta alcanzar prácticamente el barranco de Barxeta (en torno a 38 y 36 m
snm), donde desaguan la mayoría de ellos u otros de
orden terciario o cuaternario.
Figura 2.
ANÁLISIS REGRESIVO DEL PAISAJE
A partir de los elementos descritos del paisaje actual intentaremos identificar aquellos rasgos del paisaje histórico que nos ayuden a reconstruir el marco físico en que se encontraba la villa romana, los espacios productivos que pudo explotar, los cultivos
y algunos de los procesos de trabajo relacionados con éstos.
En apoyo de este análisis haremos intervenir el hallazgo entre las estructuras de la villa de Els Alters de dos grandes cubetas que fueron interpretadas desde el primer momento como depósitos para el enriado del lino como veremos más adelante. Los análisis realizados que han identificado fibras de ambas plantas textiles permiten confirmar dichas hipótesis (véase en esta misma publicación).
La agricultura practicada hoy o en el pasado reciente es notablemente distinta. Hoy predominan los cítricos, concretamente el
naranjo, lo cual es algo reciente en términos históricos. Monocultivo que a mediados del siglo XIX era otro bien diferente. La producción de arroz de los nueve lugares que riegan de las aguas de la acequia de Ènova en tiempos de Cavanilles (Rafelguaraf,
Berfull, Tossalet o Tossalnou, Ènova Sans, Abad, Torreta, Faldeta y Manuel) representa aproximadamente el 90% de la producción agraria total (Cavanilles 1795, tomo I, 203).
Podemos resaltar algunas cuestiones relevantes en la descripción del paisaje que hace el autor de finales del siglo XVIII: “Allí, trastornado el
órden de las cosas, se ven campos quatro pies mas altos que el camino real convertidos en lagunas artificiales, que llegan hasta las mismas
habitaciones; la tierra de suyo firme, transformada en pantanos; (…)”. Interesa destacar el hecho de que la tierra descrita en tiempos de
Cavanilles se encontraba permanentemente o durante largos periodos inundada para el cultivo del arroz a pesar de que no se tratara de
marjales naturales. Lo cual explica los rasgos de hidromorfía presentes en los suelos de La Hondonada, a pesar de no ser pantanosos como
pone de manifiesto el análisis sedimentológico (véase en esta misma publicación). Sin embargo, el término que designa la unidad del paisaje, la hondonada, rodeada por relieve permite deducir las razones que hacían fácil convertir una tierra que fuera “de suyo firme” en un
medio apto para el cultivo del arroz, especialmente a partir de las transformaciones en el sistema de cultivo producidas en el siglo XVIII.
El nexo explícito que une ambos cultivos, el del arroz desde época medieval hasta el siglo XX, y el del lino en la antigüedad, lo
encontramos en el mismo Cavanilles (1795, 205-206) cuando nos habla de la conveniencia de sustituir el insano cultivo del
arroz por otros productos menos nocivos para los pobladores de la zona.
“La experiencia hizo ver que los campos de arroz podian dar otras cosechas; las huertas que desde San
Felipe se extiende hasta el rio, sirviéron ántes para arroces que corrompian la atmósfera; hoy se ven plantadas de moreras y cubiertas de trigos, maices, lino y hortalizas.”
Y, a pesar del tiempo transcurrido y el abandono del cultivo del lino, encontramos algún vestigio del mismo en la cartografía de
la zona. Por ejemplo el camí de la casa Linares, a dos kilómetros al sur de la ciudad de Xàtiva, al sur de la sierra del Castell, o
el Hort de Llinares, cerca del camino de Albalat, en Alzira. Sin olvidar que el cultivo del lino también está presente en la zona en
época andalusí, en clara relación con la fabricación del también célebre papel de Xàtiva musulmana.
Tal relación se debe a las necesidades agrológicas concomitantes de ambos cultivos que puede extenderse a otra planta textil
como es el cáñamo como se pone de manifiesto en la Tabla 1.
Con evidente excepción de la permeabilidad y buen drenaje que exigen los suelos para plantar el lino, frente a los suelos del
arroz que requieren de una gran impermeabilidad para poder crear un medio acuático, el resto de las características son comunes. En resumen, ambos cultivos precisan de importantes aportes y reservas de agua en medios mediterráneos, de hecho, sin
ese aporte suplementario es imposible su cultivo. Los suelos profundos y la tierra arcillosa son recomendables además de una
gran fertilidad que puede exigir abonos suplementarios por el agotamiento de la tierra tras su cultivo reiterado. Asimismo, todos
ellos necesitan de espacios despejados, abundante insolación y temperatura cálida en el momento de la floración. Coincidencias
que hacen de estas plantas que sean cultivos intercambiables en medios físicos semejantes como, de hecho, se pone de manifiesto en su uso histórico y en su dispersión en las comarcas de la Costera y de la Ribera.
I.5.- EL PAISAJE Y LA UNIDAD DE PRODUCCIÓN
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Especie
Lino
Lino
Lino
Lino
Lino
Lino
Lino
Lino
Cáñamo
Arroz
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Referencia
Clément 1981, 689-692
Suelo
Necesidades hídricas
InsolaciónEquus
(…) tierras profundas
Suelos con buenas
y permeables
reservas hídricas
Hay 1978
Todo suelo normal bien
Necesita de pleno sol
drenado, con composición
para la floración.
caliza o no, en espacios
despejados.
FAVORY, F; GIRARDOT, J J; 700 mm por 100 a 120 días de vegetación
ZANNIER, M P (1995)
Plinio, XVIII, 165
Tierra arcillosa, grasa: in pingui terra pues necesita más nutrición que
otras plantas.
Columela, II, 10, 17
(…) como su producto no sea grande en el país en que vives, y el precio
del lino no convide, no se ha de sembrar, pues es en extremo dañosa al
terreno, que ha de ser muy pingüe y medianamente húmedo. Hace alusión al importante valor de cambio que tiene este producto.
Paladio, XI, 2
(…) absorbe las reservas del suelo. Pero si se desea, se sembrará en un
lugar muy feraz y moderadamente húmedo.
Buxó 1997, 236
(…) el lino no puede desarrollarse sin un suministro artificial de agua en
áreas de precipitación anual inferior a un promedio de 450 mm.
Piqueras 1991, 248
(…) requiere suelos
(…) en las regiones
fértiles (…) con el
mediterráneas precisa
inconveniente de que
del riego.
agota rápidamente
el suelo y esquilma
las tierras donde
se planta.
Piqueras 1991, 248
(…) suelos frescos y de (…) en regiones mediterráneas
mucho fondo
ha precisado casi siempre
de la ayuda del
riego para su normal vegetación.
Mateu 1987, 53-66
(…) suelos que retengan (…) necesita de
Lugar ventilado,
el agua (impermeables, abundante agua,
temperatura cálida
arcillas)
especialmente cuando y abundante luz.
(…) necesita de
se cultiva en secano,
fertilización extra del
siendo imposible su
suelo por medio de
cultivo sin aportes
“abonos verdes”,
extras de agua.
cultivos (habas o
rábanos) que se
roturan y mezclan
con la tierra para
nitrogenarlos.
Tabla 1: Necesidades agrológicas del lino, del cáñamo y del arroz según diversos autores
Las cartografías del cultivo del lino y del cáñamo en el País Valenciano, así como el del arroz, se pueden superponer sin demasiados problemas: en el siglo XVI se cultivaba lino en las huertas de la Plana de Castellón, Xàtiva y Orihuela. A finales del XVIII el
cáñamo lo encontramos en las huertas anteriores y el lino en la huerta de Valencia y la vega del Segura (Piqueras 1991, 255256). En cuanto al arroz, igualmente en Valencia, Xàtiva, Castellón, Orihuela (Mateu 1987, 18-21). En definitiva, se trata de fértiles huertas urbanas a orillas de ríos que alimentan importantes sistemas de riego y en ocasiones con marjales que proveen la
abundancia de agua que requieren las especies de que se trata.
Sin embargo, el vínculo entre el lino y la ciudad de Xàtiva trasciende el período antiguo, encontrándolo de nuevo en época medieval cristiana y moderna. Un producto que hace que esta ciudad sea afamada más allá de las fronteras de al-Andalus es el papel
citado por Al-Idrisi (Dozy, De Goeje 1866, 192). Inventado en China, el papel llega a Europa occidental como consecuencia de
la expansión del Islam en Oriente, a mediados del siglo VIII, por medio de la ruta de la seda. Una de las etapas de esta expansión será la ciudad de Samarcanda con abundantes aguas y sistemas de regadío del río Zaravchan (Gentelle 2003, 173-231) y
campos de lino y cáñamo, cuyas fibras sirven desde antiguo como materia prima para la producción del papel. Éstas pueden
identificarse por medio de la visión microscópica de los primitivos papeles producidos en al-Andalus (Sicluna et al 1998, 21-24).
Fue Agustí Ventura (1990, 123-125) quien identificó esta “continuidad histórica” al poner en relación la producción andalusí de
papel con el cultivo del lino del que se hacen eco los autores antiguos.
Un último argumento a favor de la intercambiabilidad de estos cultivos lo aporta otra ciudad célebre por su producción de lino
en la antigüedad, Sulmo, la actual Sulmona. Esta ciudad que Plinio (Nat. Hist. XIX, 13) también cita por su afamada producción
de lino, conocerá en época bajomedieval el cultivo del cáñamo (Mattioco y Wonterghem 1995, 200), cuyos lienzos, según su
finura y calidad podían sustituir al lino. Sobre este ejemplo volveremos más adelante.
Observadas estas coincidencias, es posible hacer una propuesta de los espacios productivos que pudieron cultivarse con lino en
torno a la antigua Saetabis, partiendo de la descripción que hiciera Cavanilles de los arrozales de Xàtiva a finales del siglo XVIII).
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“(…) se hubo de prohibir entre el rio Albayda y San Felipe, permitiéndole solo en las cercanías del Puig, y
en los lugares de Albóy, Genovés, Lloc Nou de Fenollét, Barcheta y Torre de Lloris. (…).”
Cabría corregir esta extensión teniendo en cuenta los lugares que albergaron tradicionalmente arrozales hasta el siglo XVIII
(Partidas de Arenales, Puig, Foies y Benifurt, todas ellas en las inmediaciones del Puig y a una distancia de 3,3 km al noreste de
la ciudad, cf. Mateu 1987, 22; Sanchis Deusa 1978, 67-72); sin embargo, el emplazamiento de la villa de Els Alters como la de
Benifaraig (a 16 km de distancia al norte de Saetabis), provistas de balsas de enriado, permite suponer que el cultivo del lino
en la antigüedad pudo extenderse por el máximo espacio que alcanza también el arroz en el siglo XVIII.
LA PRODUCCIÓN DE LINO Y ESPARTO EN LA ANTIGÜEDAD
El lino (Linum usitatissimum) es una especie herbácea y anual (Langer, Hill 1987, 288-293; Agroinformación S.L. 2005). Sus
tallos tienen entre 50 y 120 cm de altura, culminan por flores de color blanco o azul. El fruto tiene forma de cápsula con diez
semillas. Fue utilizado desde la antigüedad, como reproducen algunas pinturas egipcias, para la producción de fibra textil procedente del tallo y para producir aceite procedente del prensado y escaldado de la semilla o linaza.
Los climas húmedos y suaves son aptos para los linos utilizados en la producción de fibra, mientras que los templados y cálidos
son más adecuados para los linos de semilla pues toleran mejor la sequía y el calor. Su cultivo requiere un ambiente fresco,
húmedo; su óptimo rendimiento corresponde a regiones que posean un régimen de lluvias de unos 760 mm, uniformemente
distribuido durante el año. Por debajo de estas precipitaciones, puede funcionar con un mínimo de unos 400-450 mm durante todo el ciclo, aunque no puede fallar en el lapso de tiempo que transcurre desde diez días antes de los primeros botones florales hasta quince días después del final de la floración. En el hemisferio norte el periodo vegetativo se produce entre la siembra, en los meses de abril o mayo florece, y pocos días antes de la cosecha de agosto. También se puede cultivar lino de invierno que suele sembrarse en otoño, entre noviembre y diciembre y cosecharse en febrero. Paladio recomienda la siembra del lino
en esta estación, entre octubre y el siete de diciembre, y recuerda que hay agricultores que lo siembran en el mes de febrero,
aunque desaconseja esta práctica (Tratado de Agricultura, III, 22; XI, 2; XII, I; XIII, I.). Mientras que Columela (II, 10,17) recomienda la siembra entre mediados de septiembre y el seis de diciembre.
Es un cultivo muy exigente con un periodo vegetativo corto por lo que esquilma los suelos rápidamente, provocando alternativas largas no inferiores a 4 años y aconsejables de 6 o 7 años, sucediendo a un cereal o a la roturación de una pradera, lo que
permite que el campo conserve un fondo de fertilidad.
El tallo tiene una médula central rodeada de haces fibrosos, compuestos principalmente de celulosa que le confiere resistencia,
flexibilidad y suavidad. Cuando se siembra con el fin de aprovechar el lino para el textil, se hace con una mayor densidad, lo que
produce una ramificación más alta, casi hasta los 120 cm. Se arrancan los tallos cuando caen las inflorescencias y antes de la
maduración de las semillas, lo cual impide su utilización para aceite, pero la semilla verde se usa como complemento proteínico del forraje para el ganado. La semilla se extrae mediante el proceso del ripiado, que consiste en la separación de la semilla
(baga o linaza), útil para el sembrado posterior y para su elaboración como forraje.
Para extraer la fibra se procede al enriado en balsas o en agua corriente de un riachuelo. Consiste en la putrefacción controlada,
sumergiendo los tallos entre 8 y 10 días. Durante ese tiempo, los microorganismos actúan sobre los tejidos blandos de los tallos
que los eliminan y posteriormente por un golpeo mecánico, agramado, se separa la fibra de la celulosa, que será la que posteriormente será hilada y tejida. El enriado se realizaba colocando piedras por encima de los haces para que no flotaran, tal y como
lo describe Plinio para la antigüedad (H. N. XIX, 3, 17.), durante 2 o 3 semanas, tras lo cual se secaba en la era y se guardaba
para su elaboración en el invierno.
Con estas necesidades climáticas se plantea una duda que ya hemos podido manifestar anteriormente. El cultivo y producción
del lino en la antigüedad en el caso de Sulmo, la ciudad actual de Sulmona en los Abruzzos italianos, requería de un regadío
que ha sido identificado por E. Mattioco y F. Wonterghem (1995) en una región con precipitaciones que rondan los 1.000 mm
anuales. En este caso disponemos de datos definitivos sobre la existencia de un regadío a través de los textos, la epigrafía y la
arqueología (Mattioco, Wonterghem 1995; González Villaescusa 2002, 269-270; 2004).
Mes
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
Media
Precipitaciones
68
44,2
59,8
53,8
49,5
25,7
6,3
14,1
58,5
120,9
108
84,3
693,1
Temperatura
10,2
11,3
13
15,3
19
23
26,7
26,8
24
18,9
13,8
10,6
17,7
Tabla 2: Estación de Xàtiva, El Realengo, 8 296
76 m snm Lat.: 39º03'30'' N Long.: 0º25'17'' W Período: 1961-1990
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Si nos atenemos a los valores climáticos normales de la estación de Xàtiva (INM 2000) de la Tabla 2 podemos extraer conclusiones importantes sobre el sistema de cultivo utilizado en la antigüedad. Si consideramos las condiciones óptimas de cultivo del lino
los 693 mm anuales de Xàtiva se revelan insuficientes. Si, por otra parte, tenemos en cuenta la posibilidad de que los mínimos
imprescindibles durante el ciclo vegetativo del lino (400-450 mm durante todo el periodo), puede parecer que exista, incluso, un
excedente hídrico. Igualmente, podríamos pensar que la práctica del cultivo de un lino de invierno podría ser la estrategia agrícola que haría viable la producción de lino textil. Sin embargo, si hacemos una reconstrucción de las dos hipótesis (lino de invierno
o de verano) situando en el ciclo anual los 110 o 120 días de ciclo vegetativo los resultados pueden ser otros bien diferentes.
Si se trata de una cosecha anual de verano, lo normal es que la siembra se realice entre los meses de marzo y mayo según la
zona. Tomando como el mes de siembra a mediados del mes central, abril, el ciclo se extendería hasta los primeros 10 días del
mes de agosto. En ese tiempo las precipitaciones de la estación de Xàtiva suman un total de 149,4 mm, cantidad del todo insuficiente y que requeriría de un suplemento de riego de 250 mm para alcanzar el mínimo estrictamente necesario. La fase crítica del cultivo, cuando mayor necesidad hídrica tiene la planta, recaería prácticamente en todo el mes de julio y parte del de agosto, lo que hace aun más deficitarias las precipitaciones en el momento del stress vegetativo estival.
Por otra parte, si se trata de la opción de lino de invierno, el ciclo vegetativo se extiende entre mediados de noviembre y los primeros 10 días de marzo. En ese tiempo las precipitaciones suman 304,5 mm que requieren de un suplemento de 95 mm de
agua. Así, los datos no parecen ofrecer demasiadas dudas, la zona es deficitaria en recursos hídricos para el cultivo del lino en
cualquiera de las circunstancias y teniendo en cuenta las necesidades de agua más exiguas. Parece imposible imaginar el cultivo del lino en la zona de la antigua Saetabis sin una técnica de aporte de agua suplementario y sin que se trate de un cultivo
de invierno, sistema de cultivo que parece ser importado por púnicos y griegos en la Magna Grecia (Gleba 2004, 33)
El esparto no plantea este tipo de problemas. Se trata de una gramínea espontánea propia de ambientes montañosos esteparios, fríos en invierno y cálidos en verano, característicos de la cercana Sierra de Valiente y, más al este, la sierra del Mondúber.
Una vez recogido, el esparto es mojado una primera vez para ablandarlo y posteriormente sigue un proceso de estirado que elimina las fibras en mal estado o viejas y se forman haces de diferentes longitudes que son puestos en remojo o amerado en
grandes balsas para su posterior picado y trabajo (Cucó 1985, 90-92; Soler 1990-1991).
La proximidad de las balsas a la pars urbana de la villa podría plantear el problema de la generación de malos olores como consecuencia del tratamiento del lino o del esparto. A Paladio no parece importarle demasiado la proximidad ya que en un pasaje
(I, XXXI) recuerda que “deberá haber cerca de la casa de labranza [circa villam] dos estanques [piscinae] excavados en el suelo
o vaciados en piedra, que sea fácil llenar de agua de fuente o de lluvia, de modo que uno de ellos sirva para el ganado y aves
acuáticas, el otro valga para mojar varas, cueros, altramuces y lo que suele poner en remojo la gente del campo”. Cierto es que
no se refiere en momento alguno al enriado del lino pero la presencia del cuero podría ser perfectamente equiparable.
A la elaboración del lino no es ajeno el registro documental y material referente al territorio de la antigua Saetabis. Desde el
punto de vista arqueológico ya se ha mencionado la villa de Benifaraig en Alberic (Ripollés 1992) que disponía de dos balsas
muy semejantes a las que se excavaron en la villa de Els Alters. Mención aparte merecería el horno de cerámica de los siglos I
y II d.C., hallado en Castelló de la Ribera y que buena parte de la producción cerámica que producía era de pesas, ponderales,
para telares que, indirectamente, puede ponerse en relación este hallazgo con la producción de lienzos de lino de Saetabis.
Salvo estos hallazgos, las alusiones más directas las encontramos entre los autores clásicos que hablaron de las excelencias de
los pañuelos y lienzos de lino de la ciudad. En la primera mitad del siglo I a.C. Catulo habla de los pañuelos que le envían Fabulo
y Veranio (XXV, 7”. Gracio Falisco en el poema Cynegetikon (40-41) entre el 30 a.C. y el 8 d.C., opina que los suaves linos de
Saetabis son poco apropiados para la confección de redes de caza. Más tarde, Plinio en su Historia Natural, (XIX, 9) afirma que
la calidad del lino de esta ciudad merece el tercer puesto en Europa. Y por último Silio Itálico da una visión del orgullo que sentían los Saetabitanos por sus productos frente a los tejidos árabes y los comparaba por su calidad o por su trabajo (¿?) al lino de
Pelusium en el delta de Nilo (Bellum Punicum, 372-375).
Además del uso habitual para lienzos, vestidos (lino) y la cordelería e instrumental agrícola (esparto), ambos textiles eran imprescindibles en la construcción de las naves y aparejos asociados, no solamente para el velamen, jarcias o cabos; sino también para
calafatear o cerrar las juntas del maderamen de las naves con estopa (las fibras más cortas que no podían ser hiladas) y brea
para mantenerlas estancas.
LA ESTRUCTURA DE LOS CAMPOS: LA PERTICA SUCRO-SAETABIS
La primera observación de esta estructuración del territorio (fig. 3) fue realizada a nivel microrregional, en el contexto de una primera aproximación a las formas agrarias de Carcaixent y su entorno. La intención era establecer los criterios para delimitar las
zonas de protección arqueológica especial del Plan General de Ordenación Urbana (González Villaescusa 1996).
Una primera aproximación al parcelario de esta zona puso en evidencia la existencia de una posible parcelación de época romana que sólo se detecta claramente al este de una línea que coincide con el límite habitual de las inundaciones del Xúquer. Hay
un segundo límite que llegaría hasta zonas más altas, pero sólo se ha producido en circunstancias excepcionales, como en el
caso de la riada de 1982, cuando la rotura y derrumbe de la presa de Tous aumentó sensiblemente el caudal del agua. Ambos
límites pudieron plasmarse sobre el plano gracias a los trabajos de fotointerpretación realizados tras las devastadoras inundaciones de 1982 y 1987 (La Roca, Carmona 1983; Carmona, Segura 1989).
La “desaparición” de esta parcelación al oeste de esta línea no se entendía como el indicio de su inexistencia, sino que era la
consecuencia de la deposición de aluviones del Xúquer en periodos históricos, que enmascararon la parcelación más antigua, y
sobre la cual se generaron nuevas formas de organización de los espacios agrarios. Los sondeos realizados por P. Carmona en
el yacimiento de Benivaire Alt prueban que, con posterioridad al siglo III d.C., la zona pasó por períodos en que se transformó
en un área con ambiente hidromorfo (Carmona, Fumanal 1984). La parcelación que afecta a esta zona corresponde a una mor-
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fología que fue interpretada como posterior a la conquista cristiana, aunque faltan análisis más exhaustivos (González Villaescusa
2002, fig. 61). Por otra parte, los yacimientos antiguos o medievales que se localizan en este espacio se encuentran en ocasiones bajo depósitos de aluviones de hasta 2,5 m de potencia. Estos depósitos están formados por un proceso de agradación
secular en este sector del Xúquer, convertido en una cubeta de decantación de sedimentos a lo largo de época medieval y
moderna, y dando lugar a una llanura aluvial convexa (Mateu 1983; 1991).
Figura 3.
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Por el contrario, las formas supuestamente antiguas se apreciaban mejor en torno al barranco de Barxeta donde “deberían
sobresalir alters pleistocenos donde se ubicarían estos y otros
asentamientos más antiguos. Así lo sugiere la carta arqueológica (…)” en palabras de J. Mateu (1991, 159).
En uno de esos escarpes se encuentran las formas que dieron
la pista para identificar la estructura agraria que nos ocupa. Al
este de Carcaixent, el Camí del Rajolar, de poco más de 2 km
de largo, atraviesa un cruce de caminos ortogonal, denominado
en la cartografía els quatre camins. El camino paralelo es la CV41 que pasa por Cogullada y llega hasta la altura del significativo topónimo del Huerto de la Calzada, que se encuentra a 400
metros de otro topónimo de idénticas características, La Calzada.
La estructura centuriada tiene una orientación aproximada a
NG-36ºE con un valor métrico del módulo de 710 m y una
extensión norte sur de unos 50 km. Desde el sur de Saetabis
(5 km) hasta el sur de la ciudad de Valencia, cerca de la actual
Catarroja. De este a oeste su extensión es menor debido a la
limitación por el oeste que suponen las estribaciones montañosas interiores (Sierra de Alèdua) y por el este de los límites
de la antigua albufera o de las elevaciones de la sierra del
Mondúber. Lo que deja apenas un corredor de 10 km de
ancho en algunos sectores y de 20 km en los sectores más
anchos. La orientación cardinal de la pertica coincide aproximadamente con la del corredor y vía natural que pone en
comunicación Valencia con el interior, en el camino hacia la
meseta y, por añadidura, con el trazado de la Vía Augusta, por
lo que podemos hablar de una estructura parcelaria ligada a
esta vía de comunicación.
Figura 4.
Los vestigios parcelarios isoclinos con NG-36ºE se
encuentran principalmente por debajo de la hisoipsa de
300 m snm; por encima se rarifican, siendo muy difícil
apreciarlos más allá de la cota de 600 m. En los suelos
hidromorfos desecados dentro de los límites de la antigua
albufera se aprecian en menor medida aunque con mayor
intensidad que lo hacían los vestigios de los sistemas centuriados de Valencia A o B (González Villaescusa 2002, fig.
63, 65 y 67) lo que no debe interpretarse como una intervención antigua dentro de los límites del lago. También se
aprecian manifestaciones parcelarias de esta estructura al
norte del río Magro en la zona de Montroi y Real de
Montroi.
Pueden distinguirse dos grandes zonas, definidas por el curso
del río Xúquer. Al norte existe una buena conservación de ejes
largos, especialmente cardines, de entre los que destaca el
que pasa por Alcàsser. También se conservan trazas en torno
a la N-340 en el tramo comprendido entre Alcàsser y Alginet.
Al sur del Xúquer los vestigios son fragmentarios, menos largos pero con una mayor densidad. Llaman la atención los restos conservados en torno al barranco de Barxeta (donde se
incluye la zona analizada en 1996 y un posterior análisis de
1998 en torno a Alzira). En este sector, los restos son especialmente fragmentarios, pudiéndose interpretar como una
conservación de tipo relicto. Entre el barranco de Barxeta y el
Xúquer se aprecia el vacío ya observado en 1996, aunque a
la izquierda del río e inmediatamente contiguo a él se conservan importantes ejes cardinales, aunque fuera del ámbito de
influencia de los meandros propios de esta parte del curso del
río. Algunos restos en el llano del Cànyoles coinciden con un
tramo conservado de la carretera N-340.
En el tramo que interesa para el fin de este artículo se ha realizado una fotointerpretación sobre ampliaciones de fotografías aéreas a escala aproximada 1:15.000, extrayéndose las ali-
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Figura 5.
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neaciones isoclinas con la orientación de 36º al este del norte geográfico (fig. 4). El sector analizado tiene una dimensión aproximada
de 12 km de este a oeste por 18 de norte a sur, y unos 216 km2, formando un rectángulo comprendido entre las poblaciones de
Algemesí, por el norte y Barxeta por el sur; Gavarda por el oeste y Barxeta por el este.
Como se ha dicho anteriormente la densidad de tramas se encuentra principalmente siguiendo el trazado del barranco de Barxeta,
en su confluencia con el barranco de Casella, la de este con el Xúquer, la desembocadura del Verd y, finalmente, la del río Magro, formando un eje ligeramente inclinado noreste-suroeste. De norte a sur el primer espacio se encuentra en el camí de les Canals, a la
orilla derecha del Magro y a escasos 900 m de su confluencia con el Xúquer. Este camino sigue la orientación de la pertica y en él
se apoyan varios ejes perpendiculares que conforman cierta masa parcelaria cerca de la partida de Massasseli. En la orilla derecha del
Xúquer un eje de cierta relevancia, coincidente con el camino de Albal sigue, aunque deformado, la orientación dominante y organiza algunos pequeños espacios de parcelario isoclino. Lo más importante es que al borde de ese camino se encontró y excavó en
1982 la necrópolis rural de Tisneres, fechada entre mediados del siglo II y finales del III d.C. (González Villaescusa 2001, 256-264).
Más al sur, a orillas del Xúquer y próximo a Alzira, encontramos una gran extensión de caminos isoclinos con el sistema centuriado. Se encuentran en la margen izquierda del barranco de Casella, que en su último tramo constituye una anomalía rectilínea
(duplicada por el camino que sigue su trazado), por la forma como desemboca en el Xúquer, con la misma orientación de los
decumani del sistema Sucro-Saetabis. Se trata de una extensión de 397 has que constituyen un sinfín de huertos (Horts de
Tena, Canal, Llidoner, Sanahuja, Botella…) en la zona llamada Vilella Alta, Baja y Materna; este último es uno de los pocos topónimos latinos conservados en la zona. En ese espacio y en el cruce teórico de dos ejes del sistema parcelario, se encuentra el
yacimiento de Molí de Fus a orillas del Barxeta, con materiales del siglo I d.C.
Siguiendo el cauce del barranco se encuentran los ejes próximos a Carcaixent, ya descritos, sobre los que podemos añadir que
se produce el efecto contrario al que se ha podido observar hasta ahora, pues la buena conservación de largos ejes intermediarios de la estructura está en contradicción con la conservación de masa parcelaria en el interior de ellos. En este caso, las parcelas que se conservan entre ambos ejes se orientan de forma coherente en todos los casos pero no con la orientación de la centuriación. Sin embargo, tanto la iglesia de Carcaixent, fundada en el XVI, quizá en el emplazamiento de algún asentamiento más
antiguo a juzgar por los hallazgos en su subsuelo, como la ermita de Ternils, que indica restos romanos, bajo estructuras medievales islámicas o medievales (Pedro 1988), se encuentran bien relacionados con la retícula teórica, en el cruce de dos ejes.
Finalmente, otro sector donde la conservación de vestigios
parcelarios es relativamente abundante tiene una interpretación difícil. Se trata de la hondonada, a los pies de la Sierra de
Valiente y en las inmediaciones de la villa de Els Alters donde
se identifican numerosas alineaciones que aproximadamente
siguen la orientación a NG-36ºE. Sin embargo muy probablemente se trate de un “rejuvenecimiento” del parcelario antiguo, conservando la orientación pero adoptando una métrica
y composición formal medievales o modernas (figs. 1 y 5). La
villa de Els Alters también se encuentra en el ángulo de una
de las cuadrículas centuriales, y en la prolongación del mismo
decumano (fig. 4) que la necrópolis de les Foies datada entre
mediados del siglo II y el principio de la siguiente centuria
(González Villaescusa 2001, 282-285).
Conviene profundizar en la relación de isoclinia que mantiene
una de las estructuras arquitectónicas de la villa con la estructura centuriada, al igual que la proximidad de esta estructura a
un eje teórico de la retícula. La edificación de la villa tiene una
Figura 6.
orientación dominante a NG-21ºE, 15 grados de diferencia
con la retícula centuriada (NG-36º E). En el mundo rural romano, solo en muy contadas ocasiones, la centuriación y la villa romana comparten orientación. Sin embargo los elementos morfogenéticos, las formas virtuales no plasmadas en el suelo, como un eje de una centuriación, condicionan la orientación de construcciones o elementos del paisaje creados, en ocasiones, unos siglos más tarde. La excavación de las estructuras arquitectónicas de la villa no parece haber puesto de relieve la plasmación física de ningún eje, sin embargo, el templo doméstico de pequeñas dimensiones (2x2 metros) tiene una orientación de NG-33ºE, solamente tres grados de diferencia con la estructura centuriada, que resulta completamente incoherente con el resto de elementos arquitectónicos de la explotación rural. El paramento
noreste del templo se encuentra a 60 metros en línea recta del trazado de un decumano principal de la centuriación (circunstancia que tendrá que ser considerada en eventuales excavaciones posteriores); mientras que el paramento noroeste se encuentra a escasos 5 metros del trazado teórico de un kardo que subdividiría internamente la centuria en cuatro parte iguales o quadrifinia (fig. 6). Evidentemente, este eje no fue documentado en excavación, y su existencia, incluso virtual, está por demostrar,
al tratarse de un sistema de subdivisión interna de los cuadros centuriales que no ha podido verficarse en el análisis morfológico; no se trata, pues, más que de la constatación del hecho que en el futuro puede reinterpretarse a la luz de nuevos hallazgos.
En esta misma idea, merece traerse a colación, aunque tan solo como ilustrador de la función cumplida en la agrimensura de
los campos por parte de las sepulturas (González Villaescusa 2001, 134, 450, fig. 23) y de los templos (Chouquer, Favory 2001,
fig. 145 donde se recoge la ilustración del manuscrito Gudianus).
CONSIDERACIONES FINALES
La villa de Els Alters se encuentra en el límite de una unidad paisajística homogénea con suelos diferenciados, morfología agraria específica y un terrazgo formado por una acequia de probable origen medieval o post antiguo a juzgar por la relación que
mantiene con las estructuras de la villa. Este espacio debió de ser cultivado con lino en la antigüedad aunque con bastante certeza no se trata de un monocultivo extensivo. Se han manejado las variables disponibles (suelos, sistemas agrarios, necesidades
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agrológicas y condiciones ambientales) pero otros métodos y restos (carpología, palinología…) contribuirán a definir mejor esos
cultivos alternativos e incluso dominantes que restan por determinar. Recientemente A. Ferdière (2003) ha podido demostrar
para la Gallia el importante desarrollo de una producción de objetos manufacturados destinados al mercado en la que invertirían los propietarios de los dominios señoriales.
La necesidad de riego del lino en las condiciones ambientales de la zona pone el acento en una cuestión que sigue preocupando la investigación de los espacios agrarios, ya que es muy posible que en la región existiera un riego de época antigua. Es poco
probable su definición pues las estructuras irrigadas posteriores, medievales y modernas, deben camuflar ampliamente los eventuales restos y argumentos positivos que subsistieran desde antiguo.
El terrazgo de la villa es poco definible ante la ausencia de prospecciones sistemáticas que permitieran cotejar el espacio y definir los
terrazgos de otras unidades productivas adyacentes. Sin embargo hemos podido integrar la villa en una estructura agraria de tipo centuriado que no puede desligarse del municipio de Saetabis, donde debían estar adscritos los bienes raíces de esta propiedad.
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PLANTA INICIAL. SEGUNDA MITAD DEL SIGLO I D.C. A INICIOS DEL SIGLO III D.C.
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II. 1.- LA FUNDACIÓN DE LA VILLA
R. Albiach, A. Gallego y E. García Prósper
La evolución urbanística de la villa tuvo varios momentos bien diferenciados a lo largo de su existencia que se iniciaron con su
construcción a finales del siglo I dC. En la ladera de un cerro se edificó una amplia residencia, pars urbana, con un patio central
que permitía airear e iluminar toda la casa. Las instalaciones de la zona rústica, pars rustica, constaban de un canal y dos balsas
para desarrollar el procesado de los cultivos de lino y esparto. Por último, un poco separadas se situaron las dependencias para
guardar aperos, los establos, los almacenes de grano y las instalaciones para tareas artesanales.
Una reforma general asociada a ampliaciones y cambios en las instalaciones productivas con una nueva balsa y dependencias,
así como a la creación de espacios más suntuosos y la inclusión de un templete votivo en el jardín se produjo entre finales del
siglo II e inicios del III dC.
A mediados del IV dC se realizó un cambio de uso de la villa reutilizándose las instalaciones y las dependencias con nuevos fines
productivos y creándose nuevos ámbitos hasta que en el segundo cuarto del siglo V se dió el fin de la actividad en ella con el
abandono y derrumbe del edificio. A pesar de ello, en la zona occidental de la villa hubo actividad esporádica hasta mediados
del siglo VI y finalmente el cultivo y riego continuado de este uso espacio se prolongó durante la Antigüedad Tardía. Con posterioridad, fue área de necrópolis durante los siglos XI y XII.
La construcción de la villa precisó de unas tareas previas de acondicionamiento del espacio. Como la ladera presentaba un desnivel natural se crearon dos terrazas anexas pero a diferentes cotas. En la inferior se situó la villa y en la superior algunas de sus
instalaciones de trabajo. El desnivel que existía entre las dos terrazas oscilaba entre 0, 34 m en la parte este y 1,31 m en la
oeste, lo cual se pudo valorar con la Zanja 2 (año 2003) y el Sondeo 1 (año 2004) que distaban 54 m aproximadamente. Por
tanto, la topografía del terreno presentaba un claro desnivel que desde la terraza superior situada más al sur, iba disminuyendo
de manera gradual hasta llegar a la terraza inferior donde se ubicó la casa en un área aproximada de 2.800 m2.
Los trabajos anteriores a la edificación de la villa precisaron de una nivelación del terreno y un gran aporte de tierra. El nivel de
tierra existente en la zona era un estrato de deposición natural que se formó con anterioridad a la ocupación romana. Era de textura arcillosa y limosa, de color rojo y carente de material cerámico. Para regularizar el espacio antes de construir se aportó una
tierra de las mismas características que la del estrato geológico, por lo que provendría de las proximidades.
La Zanja 3 (año 2003) afectó a gran parte de la villa, pero nos mostró un corte estratigráfico muy clarificador de cómo pudo desarrollarse el proceso de terraplenado y nivelación de este espacio. El hallazgo durante la excavación de algunos de los desagües de las
instalaciones completaron el conocimiento de esos momentos previos a la edificación de la villa. La realización de tres sondeos en
diferentes habitaciones con el fin de documentar las técnicas constructivas de los muros y sus cimientos aportaron más información
sobre este aterrazamiento además de proporcionarnos varios fragmentos de terra sigillata hispanica que establecieron la datación
para el inicio de la villa.
La casa tenía en su centro un amplio patio porticado con una alberca alrededor del cual se distribuyeron las habitaciones.
Contaba con un jardín junto a la casa y unas termas. Su puerta principal estaba en el lado noreste, además de contar con un
acceso directo al jardín con un templo de culto doméstico, una comunicación con el área termal y un paso hacia el sur para llegar al porche junto al cual estaban las balsas al aire libre para los trabajos con las fibras del lino y del esparto.
Los muros perimetrales de la casa se han hallado en su totalidad excepto en el lado norte, aunque el cierre del fundus lo desconocemos. Sabemos que el flanco meridional finalizaba con las instalaciones de trabajo que se adaptaban a la orografía del
terreno, estaban a cotas más inferiores que las dependencias de la terraza superior y porque se realizó un sondeo (Sondeo 1)
para corroborarlo. Esta cata de comprobación se hizo en el ángulo sureste, con unas medidas de 3,95 x 4,60 m y 1,14 m de
profundo, registrándose varios niveles de tierra carentes de estructuras y de material cerámico.
La continuidad de la villa por la zona septentrional era evidente porque la planta de la casa quedaba seccionada por el norte. El
hallazgo de estructuras debajo de la acequia d'Enova y los resultados de los trabajos del Georadar en el camino rural anexo mostraron la prolongación de las construcciones hacia el norte aunque no se sabe con exactitud el límite. Pero sobre todo, si partimos de la apreciación de simetría para la planta de la casa desde el patio central e hipotéticamente traspasamos las medidas
de las habitaciones de la parte sur hacia la norte, la casa todavía continuaría unos metros más, y aquí estaba el acceso principal.
El límite oriental se encontró en la habitación noreste que sobresalía a modo de construcción angular y compartía vistas con al
jardín. El muro del porticado del peristilo establecía el cierre por este lado pero con un acceso al huerto o jardín. La extensión
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de este gran espacio ajardinado no se ha delimitado por lo que estaría más hacia el este. Planteamos la posibilidad de un acceso secundario por este flanco porque la entrada al templete sí se hacía desde oriente.
El cierre de la casa por la zona occidental se ha establecido en la zona termal situada al noreste, quedando por saber el límite
de la zona de trabajo hacia el oeste.
Los epígrafes votivos y funerarios hallados en la villa nombran a P. Cornelio Iuniani como persona a la que le ofrecen y a la vez
dedica inscripciones como lo atestiguan las menciones de los libertos Rhodine, Vib(ius) Eutychus e Inve[—-] y los esclavos Leonas
y Natalis. La datación de estas inscripciones tiene un margen cronológico entre los siglos II y III dC, período en que P.C. Iuniani
fue dueño de la villa.
En la ciudad de Saetabis se encontró una inscripción honorífica tallada sobre un pedestal para poner una estatua ecuestre que
Publio Cornelio Iuniani le dedicó a su hermano, Marco Granio Superstes en época antonina (69-193) cuando ya había muerto.
Los materiales cerámicos hallados en los niveles de fundación situaban durante el último cuarto del siglo I, probablemente entre
los años 65 y 75 dC, el momento de construcción de la villa.
El hallazgo de una inscripción votiva que le dedicó el liberto Vib(ius) Eutychus por su salud se ha datado entre finales del siglo
II e incios del III dC por lo que en este momento todavía vivía aunque estaba enfermo.
Con todo, si tenemos en consideración la cronología relativa que nos aportan estos materiales y tomamos las fechas con cierto
margen, durante el último cuarto del siglo I P.C. Iuniani construyó la villa, a lo largo del siglo II le dedicó en Saetabis una escultura ecuestre a su hermano y en la segunda mitad del siglo II el liberto Vibio le dedicó un ara votiva para mejorar su salud.
II. 1.1.- PARS URBANA
La parte noble o pars urbana de la casa presentaba una planta urbanística que seguía el modelo itálico. Se desarrollaba alrededor de un patio central a partir del cual se abrían las diferentes estancias y espacios de la villa, beneficiándose del aire fresco y
de la entrada de luz. A este respecto Vitrubio hacía una referencia al hecho de procurar que todos los edificios estuviesen bien
iluminados, abriéndose las ventanas a donde se puediese ver el cielo, siendo sumamente necesaria en los triclinios y demás
habitaciones, así como en los tránsitos, bajadas y escaleras (Vitubio lib. 6, 9).
El acceso principal, si bien estaba fuera de los límites de la cata arqueológica, estaría ubicado en el mismo eje de simetría que
el patio de modo que cuando se accedía a la casa se contemplaba de frente el patio porticado y los accesos de algunas de las
habitaciones principales.
Desde un punto de vista constructivo, tanto las técnicas, como los materiales y las medidas se ajustan perfectamente a los cánones y modos itálicos.
Los muros de la casa tenían los cimientos y zócalos de piedra pero el alzado era de tapial de tierra. Los cimientos estaban realizados con piedras irregulares de tamaño medio y pequeño dispuestos en hiladas y trabados con tierra. Su ancho superaba
unos diez centímetros por cada lado a los zócalos y su unión se realizaba mediante una lechada de cal que permitía la horizontalidad a la primera hilada del zócalo. Sus dimensiones oscilaban entre 0,50 y 0,53 m. Estaban construidos con la técnica
de opus vittatum, superponiendo hiladas con sillarejos de mediano tamaño, amalgamados con mortero de cal, arena y gravas.
El alzado de los muros no se ha conservado in situ en ningún caso pero a juzgar por el tipo de derrumbe documentado en la
villa que está caracterizado por un estrato de tierra arcillosa muy compacta de color rojo junto a latteres, tegulae e imbrex, consideramos que estaban construidos con la técnica del tapial de tierra.
Los accesos a las estancias tenían umbrales de mármol en su mayoría con una o dos quicialeras dependiendo del tipo de puerta,
aunque la mayoría sostenían solo una hoja. Las dimensiones de los vanos eran entre 1 y 1,72 m y los umbrales entre 1 y 1,42 m.
El hallazgo de derrumbe de pavimento sobre los suelos de dos estancias y en un tramo de pasillo evidenció la existencia de una
primera planta en la zona situada sobre los lados sur y oeste del peristilo.
ZONA CENTRAL Y SEPTENTRIONAL
• PERISTYLVM - EL PATIO
El patio era el centro y articulación de toda la casa. Tenía una planta cuadrangular unas dimensiones de 11,30 x 11,30 m. Su
área central era a cielo abierto y los laterales estaban cubiertos por un pasillo porticado que era el lugar de tránsito y acceso a
las habitaciones.
En el centro había un gran estanque ovalado delimitado por unos muretes o barandillas bajas que permitían una visibilidad y un
contacto más directo con las estancias. En origen estaban decorados con pinturas murales, visibles todavía en algun tramo de
alzado. Los intersticios entre los diferentes muros entorno a la alberca estarían ocupados por columnas de mármol que descansaban sobre los basamentos cuadrados de piedra caliza que se han conservado. Estos eran los puntos de apoyo y sustento del
porticado articulado en cuatro corredores con cubierta de tejas planas y curvas dispuestas a una vertiente. El hallazgo de la única
basa y parte del fuste inmediato, realizado en mármol y reutilizado en un muro de mediados del IV, nos ha permitido acercarnos a conocer como podría ser la columnata de este cuatripórtico.
El área abierta del patio estaba pavimentada de opus caementicium del que sólo se han conservado unas estrechas franjas junto
a las barandillas, en el resto se conservaba la preparación del mismo hecha con un nivel de gravas y tierra. La disposición de
esta solera no era completamente horizontal, se apreciaba una ligera pendiente hacia el centro, en dirección al estanque, permitiendo la recogida de agua en el mismo.
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El peristilo porticado de la zona residencial.
El estanque era una estructura hidráulica con un remate en su lado septentrional a modo de pequeña exedra que lamentablemente no se ha conservado completamente, impidiendo esta circunstancia entender con claridad la disposición del mismo.
Las paredes exteriores de la balsa estaban recubiertas con plaquetas de mármol de las que tan sólo había evidencia en uno
de sus lados. En el extremo meridional del patio, sobre el eje del estanque, se conservaban restos de un pequeño muro de
características estructurales similares a la barandilla. Mantenía correspondencia funcional y decorativa con el estanque, ya que
al igual que éste, tenía el paramento exterior recubierto con placas de mármol. Los paramentos interiores del estanque no se
conservaban en su totalidad habiéndose perdido parte del revestimiento interior de mortero de cal con fragmentos de cerámica machacada, opus signinum, tanto de las paredes como de la base y su unión a media caña. En el extremo norte se halló
la canal de desagüe del estanque que se dirigía hacia el oeste, seguramente para derramar en la cloaca general de la villa.
Enmarcando el patio se define un espacio porticado de 222 m2 articulado con cuatro corredores y con cubierta dispuesta a un
agua. Este techado recaía sobre unos pilares de piedra caliza con basamentos de 0,70 x 0,71 m.
• TABLINUM
El tablinum de las casas romanas se encontraba situado entre la zona central del atrio y el peristilo, en un área central e intermedia, guardando su intimidad con puertas abatibles. Aquí, el propietario de la vivienda solía despachar los asuntos cotidianos
con personas poco allegadas. Las cuestiones más próximas al propietario así como las resoluciones más privadas o transcendentales se llevaban a cabo en el gran salón de reuniones u oecus.
En la villa de Els Alters, la parte septentrional de la casa ha sido excavada en un pequeña parte por encontrarse fuera de la zona
de excavación. El porticado septentrional se ha documentado parcialmente al igual que las estancias que se abrían hacia este lado.
El pavimento del pasillo porticado se extendía hacia el norte más allá del ancho del cuatripórtico circundante, ocupando un espacio central. Este amplio espacio septentrional quedaba enmarcado por el este con un muro de mampostería irregular trabada
con mortero de cal que se prolongaba hacia el norte y cerraba la estancia.
El conjunto presentaba una distribución diferente al resto del porticado con un contacto hacia el norte abierto a una amplia estancia que se ajustaba a la disposición habitual para el tablino en las casa romanas.
No se ha dispuesto de más datos que reforzaran esta interpretación pero no se descartan nuevas valoraciones en futuros estudios.
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ZONA MERIDIONAL
• FAUCES-EJE TRASERO
La trasera de la casa, lindante con la balsa grande de la pars rustica, se solucionó urbanísticamente con la creación de un espacio de corredor y deambulatorio que comunicaba distintas partes de la villa.
Hacia el este se accedía al hortus o jardín de la casa, por el oeste llegaba al amplio porche y hacia el sur todo este pasillo tenía
un contacto directo con la balsa grande cuyos muros no superaban los 0,70 m de altura, siendo así un área de tránsito y uso en
relación con el trabajo en esta balsa.
Por debajo de este corredor se instaló la cloaca general de la edificación que se iniciaba en el ángulo sureste del muro
perimetral de la casa. Esta cloaca recogía tanto las aguas que desde su tejado vertían los canelones como las residuales
del piso superior e inferior. Se hizo de mortero hidráulico con la técnica de opus signinum y se documentó un largo trecho que discurría por todo este pasillo, posteriormente atravesaba longitudinalmente el porche, seguía por el pasillo occidental que separaba la casa de la zona termal, pasaba junto a las letrinas y se dirigía hacia el norte quedando fuera del
área de excavación.
Este recorrido manifiesta la correcta planificación de esta villa que situó el desagüe general en zonas de tránsito o bien de uso
doméstico pero nunca por el interior de la parte residencial. La longitud excavada de esta cloaca fue de 19,30 m y su ancho
documentado de 0,42 m.
Este pasillo interpretamos que estaría cubierto tan solo por el voladizo del tejado que sobresaldría del cierre de la trasera de la
casa ubicado en su segundo piso.
• CUBICULA
Un conjunto de tres estancias, H-3, H-4 y H-5, situadas en el ángulo sureste de la casa conformaban uno de los dormitorios principales de la casa. Con esta ubicacón gozaban de unas condiciones de luz, aire y buenas vistas al jardín.
Su acceso se realizaba por el porticado accediéndose a una primera estancia, H-3, que era la antecámara o vestíbulo del dormitorio, H-4, al que accedía por una amplia puerta. Esta cámara de descanso tenía en su lado oeste acceso a una pequeña habitación complementaria, H-5, a modo de vestidor.
El conjunto del dormitorio situado al sureste de la casa con un pavimento de losetas de mármol, opus sectile, de Buixcarró.
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El porticado del patio daba acceso a la pequeña estancia o vestíbulo, H-3. El umbral de la puerta era de mármol, con unas medidas de 0,35 x 1 m y conservaba un quicio en el lado sur. Las medidas de la habitación eran de 3,39 x 3,75 m. El pavimento
que se ha conservado de esta antesala pertenece a una fase posterior de reforma. Por su lado sur comunicaba con el dormitorio, H-4, a través de un umbral de mármol con dos quicios. El ancho del vano de acceso tenía 0,50 x 1,40 m, encajando una
amplia puerta de dos hojas. Las medidas de este cubiculum eran de 4,76 x 6,24 m y presentaba una pavimentación de opus
sectile o placas de mármol de diferentes medidas y colores formando combinaciones. El rodapié también era de mármol como
el suelo, que provenían de las canteras de Buixcarró y presentaba los tres tonos de las diferentes vetas del mármol que se conocen en la cantera. Añadía baldosas de mármol negro y otras granates creando una composición geométrica y cromática que delataban la mano de un verdadero experto.
Encima del zócalo de marmol la pared oriental conservaba un revestimiento de estuco pintado. La decoración de pintura mostraba un fondo de tono anaranjado sobre el que se plasmaban líneas y trazos de color negruzco.
A juzgar por la disposición y composición del suelo marmóreo la estancia se dividía en dos ambientes. El más grande lo constituían dos terceras partes del pavimento donde una disposición ajedrezada creaba un amplio espacio de salón y, al fondo, una
franja rectangular de amplias placas enmarcaba el lugar para ubicar el lecho de descanso.
Desde esta zona, por un umbral de mármol de 0,52 x 1,38 m se pasaba a una estancia reducida de 2,65 x 4,10 m, H- 5, interpretada como un vestidor.
Esta estancia auxiliar que completaba el conjunto de las cvbicvla no conservaba su pavimento original debido a un expolio durante la Antigüedad Tardía, lo que permitió realizar un registro completo del sistema de cimiento utilizado en los muros de la fase
original de la villa así como confirmar su datación.
El hecho de que el dormitorio poseyera un vestíbulo y un vestidor así como la suntuosidad mostrada por los diferentes
umbrales, pavimento, paramentos y sus revestimientos conservados en estas habitaciones, nos indican la adscripción a
un área de descanso utilizada muy probablemente por los propietarios de la casa ya que entre todas las cubicvla este
era el mejor conjunto.
• CUBICULUM
Junto al dormitorio descrito se hallaba una pequeña estancia, H-6, con acceso directo al patio.
Conservaba en la zona de la entrada un primer umbral que asomaba por debajo del actual pavimento por lo que el suelo de
este momento no se pudo documentar. Las medidas de esta estancia eran de 3,14 x 4,37 m.
En su interior se halló un fragmento de placa de marmol que presentaba una decoración de racimos de uva y hojas de parra en
bajorrelieve con unas dimensiones de 21,7 x [32] x 3,7 cm. Podría formar parte de un friso o a una orla de enmarque de revestimiento parietal.
Sabemos que la villa perduró en su uso hasta mediados del siglo V dC pero cabe la posibilidad de que pudiese pertenecer a
esta estancia. Aunque no es posible determinar con seguridad la funcionalidad que tuvo esta habitación por haber sido completamente reformada, su ubicación anexada al gran dormitorio descrito y su obertura privilegiada de acceso directo al peristilo, nos
permiten la licencia de pensar en una habitación infantil situada junto a la de los padres.
El hallazgo en esta estancia de grandes bloques de pavimento de opus signinum sobre el nivel de abandono y sobre el suelo
proporcionó una valiosa información sobre el nivel superior de la casa, porque pudo saberse que en este lado de la casa hubo
una planta superior.
• OECUS
Continuando en la zona sur de la casa y justo en el eje central de la villa había una estancia, H-15, que era la más grande de
toda la vivienda. Desde ésta se accedía a otra habitación, H-14, con la que mantenía una relación directa.
Lo más característico de estancia grande, H-15, era que presentaba la particularidad de poseer dos vanos de acceso desde la
galería porticada, uno en cada estremo de su fachada. Esta circunstancia, junto con su localización en el eje axial del patio, nos
hace considerarla como una de las habitaciones más importantes de la villa. Desgraciadamente su estado de conservación era
muy deficiente, habiendo desaparecido su pavimento del que únicamente se conservaba a nivel de nucleus en una pequeña
zona adosada al muro septentrional.
Junto a esta habitación se encuentraba otra de tamaño más reducido, H-14, cuyo acceso debía estar en la habitación que acabamos de describir porque que no conservaba ningún vano y el muro que compartía con H-15 estaba arrasados hasta el cimiento. El pavimento sólo se ha conservado en las uniones con los muros ya que la estancia estaba muy deteriorada. Este suelo de
mortero de cal con gravas, opus caementicium, conservaba apenas unos centímetros de mortero.
La interpretación con respecto al uso de ambos espacios se ha ajustado a los datos obtenidos durante la excavación y a la información general del resto de las estructuras de la villa, siempre teniendo en cuenta que partimos de una planta urbanística con
un canon muy itálico y que estamos ante una gran explotación dedicada a actvidades agrarias que requerían dedicación a sus
transacciones comerciales y estado de cuentas.
En este sentido, y teniendo en cuenta por un lado la relación directa que hay entre ambos espacios, así como la situación privilegiada de la H-15 en pleno centro de la pars urbana de la villa, todo parece indicar se tratase de un gran sala de recepción u
oecus, mientras que la habitación aledaña fuera una especie de archivo o despacho anexo al principal.
El hallazgo de una inscripción votiva de mármol de Buixcarró dedicada al dueño de la villa Cornelio Iuniani por su salud, invocando a Júpiter, dedicada por el liberto Vibio Eutico, nos indica la sala donde se ubicó esta pieza era un espacio apreciado y distinguido por el dueño al mismo tiempo que visitado por gente.
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Las estancias situadas al sur del patio central.
Esta ara se encontraba situada en el interior de la estancia H-15 y era una pieza tallada por tres caras para no ser vista exenta
porque las molduras de la cornisa y de la base aparecen en la cara anterior y en las laterales, pero no en la cara posterior, lo que
indicaba que iba adosada a la pared. Suponemos que estaba ubicada junto al acceso occidental donde se halló y puesta en una
hornacina practicada en el muro porque se localizó en una posición que denotaba haber caído de cierta altura.
ZONA ORIENTAL
El lado este del porticado se comunicaba con dos espacios que ocupaban este flanco de la casa. En el noreste había una habitación y en el este una amplia zona de hortus o jardín que ocupaba todo el lateral exterior de la casa.
• EDICULA - ESTANCIA
La habitación situada en el ángulo noreste de la casa, H-7, fue destruida en parte por la Zanja 3 (año 2003) pero deducimos
que tendría su acceso por la zona del peristilo que quedó destruida.
Las medidas de la estancia eran de 6,26 x 6,40 m y estaba enmarcada por unos paramentos de mampostería trabados con mortero de
cal entre los cuales destacaba el muro oriental o exterior porque conservaba incrustada la impronta de un fuste y probablemente otro. El
paramento sur solamente conservaba su cimiento ya que el alzado fue expoliado durante la Antigüedad Tardía. El pavimento de la estancia era de de mortero de cal con gravas, opus caementicium, y se extendía por toda la habitación, conservándose en buenas condiciones.
Nada de lo documentado en ella nos ha indicado cuál fue el uso que tuvo por lo que su interpretación la hemos ha aproximado después de valorar sus características constructivas y su ubicación respecto de la planta del conjunto residencial. Podría tratarse de una estancia para el relax y goze del jardín en verano, bien situada por tener, al menos, tres oberturas directas a la entrada de sol y aire: una hacia el interior en contacto directo con el patio porticado y otras dos hacia el exterior, con vanos que daban
al jardín. En esta zona, los fustes de columna son indicativos de que esta estancia tenía, al menos, un muro con columnas de
posible acceso directo al hortus.
Como ya ha sido avanzado, una de las cuestiones más importantes que ha aportado la excavación de esta estancia a la interpretación de todo el conjunto ha sido la del conocimiento del perímetro de la casa. Sus paramentos norte, sur y este eran límite y creaban un retranqueo en la planta de igual modo que las cubicula del sureste, dando un aspecto exterior en la visual de
la fachada oriental de dos cuerpos de flanqueo lateral.
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• HORTUS -JARDÍN
El lado oriental de la casa estaba ocupado por un amplio hortus o jardín al cual se accedía desde la casa por el patio porticado.
Cruzado este umbral se accedía directamente a la parte norte del jardín, H-1, y de ésta se llegaba a la parte sur, H-2. La separación entre ambas, si la hubo, no la hemos podido establecer porque una zanja excavada en la tierra durante la Antigüedad
Tardía recorre la posible zona limítrofe. Con el trancurrir del uso en la villa si que hubo una diferente utilización del espacio, con
un área de culto y otra de vertido de materiales pertenecientes a reformas y vajilla, pero durante este primer momento tan solo
se aprecia una gran área sin soportes para la descarga de una techumbre ni muros en superficie, la ausencia de derrumbe de
tejas y de pavimento, por lo que no hubo ninguna cubieta ni porche.
Vista general del hortus situado al este de la villa.
Este paso estaba situado en el tramo norte del muro oriental del porticado que al mismo tiempo era uno de los cierres perimetrales de la vivienda. Este vano tenía una medidas de 0,45 x 1,28 m y conservaba un sillar en la parte norte con un quicio indicando la existencia de una puerta con una sola hoja que abriría hacia el norte. La técnica de construcción de este muro, también utilizada en otras zonas de la casa, estaba basada en la unión de sillares y piedras trabadas con mortero de cal y su peculiaridad residía en el acabado que tenía su alzado por el exterior. Tras enlucir de argamasa la pared sobre ésta se marcaban líneas incisas que buscaban seguir el contorno de los sillares, resultando un lienzo en el que visualmente resaltaban las marcas de
los sillarejos que lo conformaban.
El espacio H-1 presentaba un primer nivel donde se documentaron las tierras que nivelaron el espacio, con restos de rubefacción en algunos puntos así como la presencia de leña quemada. Se excavó una superficie de 7,09 x 10,60 m aunque era mayor
porque se prolongaba por debajo del corte de la excavación hacia el este. Estos indícios que han perdurado de los primeros
momentos de la villa nos llevan a presuponer que durante la construcción de la casa esta zona pudo servir de lugar de uso
doméstico y parada en el descanso, ya que no había material cerámico ni indicios estratigráficos que nos indicasen otro tipo de
ocupación. En la zona sureste de H-1 existía una mayor acumulación de tierras que rellenaron espacios de los que se había
extraído tierra para la construcción de los tapiales de la casa o bien había un desnivel natural y fueron llenados por acción antrópica. Se realizaron dos sondeos para poder documentar su profundidad.
Sobre este nivel inicial se acopió tierra para conformar el suelo del jardín adquiriendo el aspecto de una amplia superficie a cielo
abierto y con suelo de tierra, esperando saber en un futuro, tras los análisis polínicos y carpológicos de este nivel de tierra, cuales fueron las plantas que adornaron y perfumaron este ambiente.
La zona de jardín situada más al sur, H-2, era la continuación de la H-1 como área de jardín abierto, sin cubierta ni pavimento.
El nivel de tierra del jardín presentaba (UE 1146) abundante cantidad de material cerámico de uso doméstico y de construc-
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ción, sobre todo revestimiento de pintura mural. La creación de este relleno se interpreta como aportaciones de materiales procedentes de la rotura y cambio de algunos objetos cerámicos de uso cotidiano y de la reformas de las estancias del edificio. Así
se fue creando en esta área de jardín un nivel regularizado que en su mayor parte contiene un conjunto de materiales correspondientes al momento altoimperial del uso de la villa, centrado en el siglo II, aunque algún fragmento de los siglos III y IV están
indicándonos la continuidad del uso en esta zona.
LA VAJILLA DE ÉPOCA IMPERIAL (R. Albiach, I. Caruana, A. Gallego, E. García-Prósper)
La perduración en la ocupación de la villa hasta mediados del siglo V dC conllevó la renovación de la vajilla y recipientes de almacenaje, de igual modo que se produjeron otros cambios en la villa. Este material cerámico desechado se enterró en una zona
del hortus y el azar permitió que se pudiese descubrir en esta excavación.
El panorama cerámico que se ha podido ver en el nivel (UE 1146) hallado en el jardín presentaba mayoritariamente cerámica
común oxidante y cerámica reductora de cocina, que aportaban un repertorio de formas muy variado. En segundo lugar, abundaban los fragmentos de ánfora Dressel 2/4 y de terra sigillata hispánica, con las formas más habituales que aparecen en la
península ibérica, siendo las formas lisas las Dragendorff 15/17 y 27 y en menor medida las 24/25, 18, y 35, y las formas decoradas Drag. 29 y 37. También era de señalar la abundancia de cerámicas africanas de cocina sobre todo Hayes 23B, 197 y una
gran variedad de tapaderas.
El conjunto cerámico estudiado, presentado por producciones, ha resultado el siguiente:
Cerámicas comunes (Láminas 1 a 4): la pasta era muy depurada, con desgrasante muy fino, casi inapreciable, y el color tenía
tonos que iban del beige al marrón. Tenemos repertoriada gran cantidad de formas cerradas, sobre todo de jarras (Lámina
1) de diferentes tamaños, algunas de ellas decoradas con trazos pintados (nº 543). Había una gran variedad de cuencos
(Lámina 2) representados con formas de perfil en “S”, bordes engrosados en el exterior, bordes reentrantes, algunos con el
borde recto, algún cuenco carenado, otros ejemplos de fuente grande con asa horizontal con diferentes tipos de borde y un
par de ejemplares de ollas oxidantes. Se documentaron dos tipos diferentes de morteros, unos en ala e incrustaciones de
pequeñas piedras en su interior (nº 340) y otros con acanaladuras en su parte interna. También se localizaron imitaciones
de cerámica de cocina africana de la forma Hayes 23B (nº 550) y de terra sigillata de la forma la Ritterling 5 (nº 347).
Lámina 1.
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Lámina 2.
Lámina 3.
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Así mismo, había grandes contenedores de producción local, con un tipo de pasta compacta con abundante desgrasante
calcáreo de pequeño y mediano tamaño, con muchas vacuolas, y el color de la pasta iba en degradación del marrón al
naranja, siendo normalmente la superficie amarillenta por un posible engobe. Se han documentado dos tipos diferentes:
uno consistente en grandes recipientes de base plana, con bordes exvasados y rectos, las paredes bastante gruesas y elementos de sujeción que consisten en un asa horizontal (nº 552) y un mamelón (nº 553) en disposición también horizontal, y un gran recipiente de paredes curvas y borde moldurado, saliente y plano (nº 554). Algunas de estas piezas eran similares a las que se hallaron en los hornos de producción excavados en 1989 en la Estación del Ferrocarril de la Generalita
Valenciana de la vecina localidad de Villanueva de Castellón (Valencia).
Lámina 4.
Cerámicas reductoras de cocina (Láminas 5 y 6): la pasta variaba de gris oscuro a azulado, muy depurada y con desgrasante calcáreo de pequeño tamaño. Como hemos mencionado con anterioridad en la villa se usó un amplio repertorio de formas, especialmente en cuanto a las ollas y las tapaderas. En general los bordes de las ollas estaban engrosados al exterior
y algunos tenían una pequeña acanaladura interior de apoyo para la tapadera, aunque también había un ejemplar de borde
saliente. La mayoría de piezas poseían muchas acanaladuras en la superficie exterior y otras también en la interior. Las tapaderas presentaban desde bordes rectos a los ligeramente engrosados, e incluso con acanaladuras en la parte interior del
borde. Había también cazuelas de paredes exvasadas y bordes engrosados en el interior, siendo en un caso la base plana
(nº 356) y un ejemplar de jarra (nº 357).
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Lámina 5.
Lámina 6.
Ánforas (Lámina 7): La variedad tipológica de las ánforas halladas fue reducida, destacando las Dressel 2/4 que eran las más
abundantes, presentando diversidad de bordes (nº 358 y 361)
y los característicos pivotes macizos (nº 359) y unas pastas muy
depuradas, de tonos anaranjados y la superficie exterior más
clara. Existía un ejemplar de la forma Beltrán II B (nº 362) de procedencia Bética. En este mismo panorama se documentaron dos
tapones de ánfora de tipo piriforme o Vegas 61 (nº 364). Se
encontró un fragmento de borde de Dressel 1 y otro de
Lamboglia 2 (nº 363).
Terra Sigillata Hispánica (Láminas 8 a 10): Se hallaron tanto formas lisas como decoradas, siendo las más abundantes las lisas. La
mayoría de las piezas procedían de los talleres riojanos de Tricio,
aunque también había varios ejemplares de Bronchales. Las formas lisas documentadas fueron las siguientes: las que aparecían
en mayor número eran los platos Drag. 15/17 (nº 521 y 367) y
los cuencos o copas Drag. 27 (nº 519 y 520), seguidos por los
cuencos Drag. 24/25 (nº 522 y 523), las copa Drag. 35 (nº 524
y 525) y Ritterling 8 (nº 368) y el plato Drag. 18. La pieza decorada era un cuenco Drag. 29 (nº 369) que presentaba una decoración de metopas. Entre el borde y el friso superior tenía dos bandas y el friso metopado poseía unos motivos de círculos concéntricos separados por elementos verticales de puntas de flecha y
una flor de siete pétalos en la parte superior. De la forma de cuenco Drag. 37a (nº 527 y 371) poseemos dos ejemplos. El primero
era un fragmento de borde y parte de cuerpo que estaba decorado en su friso superior con motivos sucesivos de círculos ondulados enmarcando círculos concéntricos y separados por motivos
verticales. El segundo era un fragmento de base que en su friso
inferior tenía una decoración de círculos concéntricos que envolvían una roseta de siete pétalos en el centro. Por último, había un
cuenco de la forma Drag. 30. De los ejemplares de Bronchales
destacaba un cuenco Drag. 37 (nº 526) de pasta anaranjada y
decorado con un friso de círculos concéntricos segmentados. Entre
Lámina 7.
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las piezas recuperadas se encontraron dos sellos de Tricio y cuatro grafitos, siendo los sellos los siguientes: ...SEGITR... (nº 531) de
Segivs Tritiensis y IIXOF EPA·T (nº 532) de Valerivs Paternvs (Mayet, 1974) y (Escrivá, 1989). Respecto a los grafitos tenemos tres
incompletos (nº 529, 530 y 370) con grafía latina y un cuarto (nº 528) completo que probablemente pertenece también a los talleres de Tricio ya que los signos incisos eran iguales a los que aparecen representados en algunos de los moldes de este taller (Roca
y Fernández, 2003).
Lámina 8.
Lámina 9.
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Lámina 10.
Terra Sigillata Sudgálica (Lámina 11): Fueron escasas las piezas de esta producción gálica halladas en esta unidad estratigráfica. La
mayoría pertenecían a fragmentos informes, algunos del cuerpo de platos Drag. 15/17 y el resto se correspondía a las formas del
cuenco Drag. 27 (nº 365) y el plato Drag. 18 (nº 518) que tenía un sello en su interior en el que se puede leer I·EI EC MN.
Lámina 11.
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Importaciones africanas (Lámina 12): Se pudieron diferenciar dos grupos, las cerámicas de cocina y la vajilla fina de mesa.
Respecto a las cerámicas de cocina, las formas más representadas eran las de la cazuela Hayes 23B o Lamboglia 10 a (nº
372) y la olla Hayes 197 (nº 360, 345 y 342), estando presentes en menor medida las cazuelas Hayes 181 y Lamboglia
9 a. Se pudo ver que las tapaderas importadas ofrecen una gran variedad tipológica, estando representadas las formas Ostia
III.332 (nº 373), O. II.302, O.I.18, O.I.261 y O.I.262 (nº 339). En cuanto a la vajilla fina de mesa, las producciones de terra
sigillata clara de la variedad A eran los ejemplares de platos Lamboblia 4/36b (nº 374). Tan solo había un borde y una
base de terra sigillata clara C de la fuente Hayes 50 (nº 569) y dos fragmentos de cuerpo de terra sigillata clara D de una
fuente Hayes 59.
Lámina 12.
Varios (Lámina 13): Aparecieron algunos fragmentos de vasos para beber de paredes finas entre los que se encontraba
un cubilete Mayet XXXIV de cáscara de huevo (nº 568). También se hallaron numerosos fragmentos de lucernas de tipologías diversas de volutas, aletas laterales y de disco. Los motivos decorativos representados consistían en un león (nº
534) y un posible conejo, y una corona de hojas de olivo con una palma en el centro (nº 348). Otras piezas a destacar
serían varios pondus de cerámica de sección troncopiramidal (nº 484) que parece que estuvieron expuestos a la acción
del fuego. También se encontraron seis tejuelos de cerámica (nº 375), de diferentes tamaños, hechos sobre fragmentos
de ánforas.
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Lámina 13.
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Lámina 14.
Metal: los objetos metálicos aparecidos en este nivel eran un fragmento curvado de hoja de hierro (nº 538) de un elemento cortante, posiblemente un podón, y dos varillas (nº 536 y 537) muy finas de bronce que tienen la sección circular y los
extremos acabados en punta.
ZONA OCCIDENTAL
Al oeste del peristilo se construyeron tres ámbitos intercomunicados H-9, H10A y H10B, pudiendo haber sido uno de ellos como
un triclinium.
La estancia H-10B estaba situada en el ángulo suroeste del patio porticado y el acceso se hacía a través de un gran vano con
unas dimensiones de 0,58 x 1,72 m.
Estaba delimitada por muros conservados a nivel de zócalo cuya factura era de opus vittatum pero no se ha conservado el pavimento original debido a la reforma posterior.
La Zanja 3 (año 2003) destruyó la parte norte de esta habitación por lo que desconocemos si tenía contacto con la habitación
contigua, H-10A.
La función que tuvo la desconocemos aunque su considerable tamaño, su buena ubicación y la suntuosidad con que se reformó su suelo con un mosaico polícromo con motivos animales nos llevan a la interpretación de un posible triclinium.
La habitación contigua hacia el norte, H-10A, tenía unas características constructivas similares pero la pavimentación era sencilla, opus caementicium, y no presenta una horizontalidad perfecta como consecuencia del peso del derrumbe de la techumbre
que había producido un acusado desnivel visible en la parte central de la estancia.
El paso a esta habitación se hacía por medio de dos vanos. Uno de ellos tenía entrada desde el porticado y el otro abría al pasillo oeste de la casa que conectaba con las dependencias termales. Recayente a este corredor había una ventana de la que se
conservaba parte del vano, ligeramente elevado respecto a la cota de pavimento.
Esta era la única habitación de la residencia que conectaba con el corredor oeste y con las termas, por tanto su funcionalidad
se relacionaba con una estancia de tránsito hacia el área termal así como a las letrinas del corredor oeste.
La estancia situada más al norte, H- 9, tenía unas dimensiones de 4,34 m x 4,83 m. El pavimento correspondiente a el momento inicial no se ha conservado porque había un opus tesselatum construido en el momento de reformas. El acceso principal desde
la galería porticada se hacía a través de un vano estrecho con umbral de mármol. De la misma forma, el acceso que había el sur
desde esta habitación a la contigua, H-10A, se hacía por medio de otro vano también revestido por un umbral de mármol.
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El hallazgo de grandes bloques de opus signinum recuperados en la excavación del derrumbe de esta estancia, podrían indicar la existencia de una segunda planta en esta parte de la villa. A este respecto, cabe indicar que era habitual construir los forjados con los mismos materiales y técnicas empleados en la planta baja, por lo que podía haber pavimentos de opus caementicium, signinum o incluso tesselatum en la planta superior, sin tener porque coincidir con el estilo y técnica empleada en el nivel inferior (Adam, J.P: 1996).
• FAUCES. CORREDOR OESTE
Dentro de la planta general de la villa el fauces o pasillo oeste separaba dos espacios importantes en la zona residencial, que
eran el patio con sus habitaciones y el área termal, aislando así la residencia de vapores y evitando humedades.
Por el sur conectaba con el porche de la pars rustica y su lado este tenía acceso mediante un vano a uno de los salones
de la casa, H-10A, interpretado anteriormente como estancia de tránsito. Hacia el oeste, comunicaría con una de las habitaciones de la zona termal. Por el norte conducía a unas letrinas y su continuidad septentrional se desconoce al igual que
en el resto de la villa.
Era un corredor descubierto y amplio que permitía una óptima aireación y luminosidad. Además fue el espacio idóneo donde
se podría haber emplazado, al menos, una escalera de acceso a la planta superior. El ancho de este pasillo era de 4,03 m y su
longitud excavada llegaba a 1,40 m. Estaba pavimentado con una suelo de opus caementicium muy mal conservado y tan sólo
documentado junto al muro de cierre de una de las habitaciones de las termas, H-11.
En la interpretación de la completa funcionalidad de este pasillo quedarían elementos por valorar ya que su planta fue uno de
los espacios que más sufrió las transformaciones que se desarrollaron en esta villa a inicios del siglo III dC.
• LOS BAÑOS
Dentro del esquema espacial de la villa los baños privados o termas se situaban en la zona más noroccidental, creando un
recinto unitario con sus diferentes salas interrelacionadas. Quedaba integrado en el conjunto arquitectónico de la pars urbana pero separado de ella por medio de un corredor o pasillo en su extremo oriental, que delimitaba el ámbito residencial
del de ocio.
Los balnea se incorporan a esta arquitectura rural formando parte del núcleo residencial de la villa porque los inquilinos de
estos establecimientos agropecuarios no querían prescindir durante sus visitas a sus villae de los baños diarios en estos recintos creados para estas sesiones.
No se ha podido conocer la planta completa del momento de su construcción ya que las reformas posteriores modificaron parte
de sus ámbitos, y además la construcción de la Acequia Comuna de Énova y un camino rural han impedido tener un mayor
conocimiento de este conjunto.
Las termas estaban orientadas hacia poniente siguiendo las indicaciones de Vitrubio (Arch. lib. 5,10) para aprovechar al máximo
el calor y la luz solar.
En el momento fundacional de la villa, a finales del I dC, los balnea eran de dimensiones más pequeñas que en un momento
posterior, contabilizándose cuatro estancias. Estas habitaciones estaban conectadas entre sí por medio de vanos con una luz de
una hoja para albergar una puerta, con umbrales de piezas rectangulares de mármol de Buixcarró, algunos con quicios o chumaceras. Los muros estaban realizados con sillares de mediano tamaño, trabados con mortero de cal, que se conservaban a la
altura del zócalo.
El acceso a esta área termal se realizaría desde el corredor oeste. La primera habitación, H-11, estaba situada en el lateral sureste de los baños y era una estancia de planta rectangular, con unas dimensiones de 3,35 x 7,74 m. El pavimento estaba hecho
con ladrillos cerámicos de forma romboidal, con unas medidas aproximadas de 6 x 6 cm, trabados con mortero de cal y dispuestos “en cuadros sobre su punta” opus reticulatum (Adam, J.P: 1996, 143). En cuanto a la adscripción funcional de esta
estancia se puede decir que se utilizaría como vestuario o apodyterium.
Desde el norte de esta habitación se accedía por medio de un umbral de mármol de 0,60 x 1 m a otra estancia contigua,
H-18, que solo conservaba sus muros sur y oeste ya que su cierre por el este quedó anulado por reformas posteriores y su
límite norte estaba fuera de la cata, con unas dimensiones conservadas de 3,45 x 7,71 m. Su pavimento era de mortero de
opus signinum y solamente pudo apreciarse en el corte estratigráfico que dejó la excavación de una fosa tardía porque lo
cubría otro suelo perteneciente a un momento de reforma. El uso que tuvo en su día esta sala lo asociamos a un espacio
templado o tepidarium, conclusión a la que llegamos tras valorar su ubicación respecto del conjunto de las termas, su situación más alejada del calor que llegaba del horno o praefurnium así como por deducirse que tuvo esta mismo función tras
las reformas del siglo III dC.
Otra de las estancias, H-19, estaba ubicada al oeste de las anteriores y su conexión sería por el norte, aunque las transformaciones posteriores no han permitido la documentación de este acceso. La planta de esta habitación era cuadrangular y
tenía unas dimensiones de 6,75 m2. Sobre el muro septentrional había una rampa, de opus caementicium, con unión de
media caña que funcionaría con un pavimento no conservado. Bajo éste, se situaba el sistema de hipocaustum, que permitía la circulación del aire caliente. Éste consistía en una serie de columnillas de ladrillos circulares, suspensurae. Aunque
no disponemos de la totalidad de estos pilares las huellas que han dejado en el suelo nos informan que constaría de 30
soportes circulares de entre 21-21,5 cm. de diámetro. Éstos no son equidistantes entre sí y se encuentran separados entre
32 y 40cm. La altura oscilaría entre 18 y 20 cm teniendo en cuenta que cada ladrillo tenía un grosor de 6 cm aproximadamente y la cota del pavimento de la sala. Por lo tanto, en esta primera etapa esta habitación era el caldarium o bañera de
agua caliente, que recibía el calor por el sistema de hipocaustum y el agua caliente por un conducto que tenía situado en
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su ángulo noroeste, junto a la rampa para apoyar la espalda que estaba embellecida con una serie de cuatro columnillas.
La profundidad de esta balsa se ha calculado que sería aproximadamente de 0,50 m.
Junto al caldarium se encontraba otro espacio, H-21, de planta cuadrada y con unas dimensiones de 7,8 m2 donde solo
faltaba el muro norte. Hacia el oeste lindaba con el pozo que suministraba de agua al complejo termal y su paramento meridional servía de conducción del aire caliente que provenía del horno o praefurnium. Esta dependencia conservaba también
evidencias del sistema de hipocaustum en la que se encontraron varias piletas de la suspensura in situ. Una de ellas, de
siete ladrillos, alcanzaba una altura de 46 cm, cota que marcaría el inicio donde estaría el pavimento que coincidía a su vez
con una altura aproximada al zócalo de los muros. Así pues, esta habitación no tendría una función de balsa y podría relacionarse con un espacio creado para sauna vinculado al caldarium y muy cerca del horno de las termas. La comunicación
con la sala caliente se haría a través de un vano abierto en la parte central del muro medianero.
Si bien el horno de este momento no se ha documentado, aunque se tiene constancia de donde podría estar, si contamos
con la existencia de un pozo que sumistraba de agua a las termas y estaba situado junto al conducto del aire caliente. Este
pozo estaba excavado en la tierra y tenía una planta rectangular de 2,30 x 1,00 m. La estructura interna se mantenía sin
revestimiento de mampostería por tratarse de niveles arcillosos y el último tramo de entre 1,80 y 1,95 m se revistió con
paramentos de pequeños sillares trabajados por la cara exterior y trabados con mortero de cal. La última hilada estaba construida de ladrillos macizos dispuestos en hileras horizontales y trabados con la misma argamasa. Toda esta construcción iba
revestida de un mortero con cenizas para evitar las pérdidas de agua. Del brocal tan solo se ha conservado un sillar de caliza en la parte oriental.
LOS MATERIALES DEL NIVEL DE FUNDACIÓN (R. Albiach, I. Caruana, A. Gallego, E. García-Prósper)
La realización de una serie de sondeos excavados por debajo de los pavimentos de algunas de las estancias permitieron documentar los estratos de nivelación (UE 1156) cuyo aporte corrigió el suave buzamiento que describía el terreno escogido para la
construcción de la casa de la villa. Los materiales arqueológicos recuperados han aportado un terminus post quem datado entre
el 65 y el 75 d.C para el inicio de la construcción de la villa.
El sondeo realizado en la estancia asociada al oecus, H15, estaba situado a lo largo del muro oriental y por debajo de la
preparación del pavimento. Permitió documentar que el estrato de nivelación corrige el buzamiento natural de la ladera, con
una inclinación sur-norte, mediante un aterrazamiento con aporte de carácter antrópico. Los materiales cerámicos repertoriados en este estrato presentaban un mayor porcentaje de cerámicas comunes y de cocina que aportaban un variado panorama, las ánforas estaban escasamente representadas y destacaba la presencia de terra sigillata hispánica y las importaciones de cocina africana.
La cerámica común oxidante tenía la pasta depurada, de color beige y con desgrasante fino. El material documentado correspondía a formas cerradas (jarros, jarras y jarritas). Los jarros eran de bases planas y talonadas con pasta muy depurada anaranjada y con mica plateada. Una jarra presentaba un borde cóncavo ligeramente reentrante estrechándose el cuello y dejando un
saliente para apoyar la tapadera.
Entre las cerámicas reductoras de cocina se documentaron formas pertenecientes a cazuelas, destacando dos fragmentos con
base plana. También un fragmento de borde vuelto perteneciente a una olla con paredes globulares.
Con respecto a las ánforas destacaba un fragmento de borde de ánfora ibérica, muy rodado con pasta amarillo-anaranjada y
borde engrosado en el exterior. No es de extrañar la presencia de algún fragmento de material ibérico en la villa porque como
ya se ha comentado en las proximidades hay un pqueño asentamiento de Época Ibérica.
La vajilla de mesa presentaba barniz negro con un fragmento de ala curva correspondiente a un plato de forma indeterminada.
La pasta era ocre, muy depurada y el desgrasante contenía mica plateada. La terra sigillata hispánica. pertenecía a una forma
abierta correspondiente a un fragmento indeterminado. La importación africana en este sondeo era un fragmento de cerámica
de cocina un borde de Lamb 10 B/Hayes 23 A (nº 094).
El sondeo de la estancia del apoditerium, H-11, se realizó por debajo del pavimento de opus reticulatum. El estrato que
había por debajo aportó material cerámico, entre el que destacaban formas de terra sigillata hispánica con una cronología
entre los años 65 y 75 d.C. La cerámica común oxidante correspondía a jarritas entre las que se inventariaron una base
anular y un asa de sección circular así como dos bordes redondeados y cuello recto. La pasta de todas ellas era depurada,
anaranjada y con desgrasante calcáreo. Un fragmento de cerámica reductora de cocina con borde vuelto pertenecía a una
olla con ranura interna para acoplar la tapadera. Un fragmento de borde vuelto de “pico de pato” perteneciente a una tinajilla ibérica. Un fragmento informe de pasta beige claro y superficie tratada con engobe rojizo perteneciente al disco con
decoración de círculos concéntricos, que tenía un pequeño orifico de ventilación sobre el disco. Un fragmento de un asa
geminada perteneciente a un ánfora DR 2/4. Un fragmento de dolium de base plana y arranque de pared con restos de
cordón aplicado. La vajilla de mesa incluía un fragmento vaso para beber de peredes finas sin forma y de tipo indeterminado. La terra sigillata sudgalica mostraba dos fragmentos correspondientes a formas abiertas lisas. Una de ellas era una
base anular y arranque de pared y la otra pertenecía a un borde de la forma Drag. 30 (nº 099). Las formas de terra sigillata hispánica eran abiertas y correspondían a dos bordes del tipo Drag. 24/25, uno de ellos (nº 098) con líneas incisas
bajo el borde y tres fragmentos de la Drag. 27.
En la habitación, H-14, conectada con el oecus, se realizó otro sondeo junto a dos de los muros. Permitió documentar el tipo
de cimiento realizado con piedras de tamaño medio-pequeño dispuestas “a hueso” y trabadas con tierra. A su vez, la excavación
del estrato de nivelación visible en el sondeo, aportó unos materiales entre los que destacan varios fragmentos sin forma de
terra sigillata hispánica que confirmaban la cronología aportada por los sondeos anteriores.
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II. 1.2.- PARS RUSTICA
Recordando las enseñanzas de Vitrubio sabemos que la magnitud de la casa de campo debería estar en proporción con las
tierras de cultivo que posee y las cosechas que se obtienen (Vitrubio, Lib. VI, 9). En la villa de Els Alters se evidenció esta idea
dado que contamos con una gran pars urbana que refleja y justifica las dimensiones de la pars rústica que cuenta con unas
instalaciones de gran capacidad donde se desarrollaba el proceso de transformación de un cultivo que requiere grandes extensiones de terreno.
La zona elegida para realizar la actividad del procesado del lino fue al sur de la casa. Constaba de un conjunto de instalaciones relacionadas y comunicadas entre sí que se inicaba con un canal, una balsa para decantar el agua, otra de grandes
dimensiones para macerar y un amplio patio anexo donde acopiar los cultivos.
El análisis microscópico del mortero de la balsa más grande, realizado por Jordi Juan Treserras, mostró la presencia de fibras
de lino y esparto, lo que unido a su gran tamaño y a las menciones de los autores clásicos sobre las excelencias de los tejidos de lino de Saetabis, nos evidenció la producción del linum en esta villa. Aquí era cultivado y obtenida su fibra que al
menos se transformaba en las madejas y ovillos necesarios para el hilado. Desconocemos si se desarrollaba en la villa el
siguiente paso en la manufactura de los tejidos, aunque pensamos que lo más probable era que se tejiesen en los talleres
de la ciudad de Saetabis. El hallazgo de recientes estructuras de producción en la terraza superior de la villa tal vez puedan
ampliar, tras su futuro estudio, esta cuestión.
En menor medida, el esparto asilvestrado recogido en sus montañas, era tratado en esta balsa y su completa manufactura,
muy posiblemente, se llevaba a cabo en la villa.
Tras el cultivo y recolección del lino, el proceso de transformación para su posterior uso requería una infraestructura mínima, donde el uso del agua era imprescindible dado que la pudrición de la planta era el paso previo para la extracción de
la materia prima.
La comprensión de la relación e interacción de estas estructuras se iniciaría por el oeste con la entrada de agua por el canal,
pasando de aquí a la balsa honda donde se decantarían las partículas de áridos y minerales, y desde aquí pasaba a la balsa
grande que era el lugar donde se sumergían en agua los tallos vegetales.
Las balsas para el procesado del lino y el esparto.
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En la vertiente occidental de la cata arqueológica se localizaba parte del canal que traía el agua desde el oeste. Estaba excavado en un estrato de formación natural y composición arcillosa, y tenía una sección en “U”. Mantenía una orientación oesteeste, con una ligera pendiente hacia el este, y con unas dimensiones de 24,70 m de longitud y 3 m de anchura, quedando su continuidad por debajo del corte oeste, desde donde suponemos que llegaría al origen de su suministro, posiblemente un pozo que captaba aguas subterráneas.
La primera balsa en contacto con el canal, a la que le pasaba directamente el agua por una obertura practicada en su
muro oeste, era una estructura de planta rectangular con unas medidas de 3,23 x 7,65 m, y una profundidad entre 1,08
y 1'12 m. Se encontraba delimitada por muros de mampostería irregular trabados con mortero de cal, y su interior estaba enlucido con revestimiento hidráulico de opus signinum, con una unión de media caña. Tenía un desagüe en su lado
oeste, y tras las lluvias acaecidas durante el proceso de excavación pudimos comprobar su rapidez para liberar las aguas.
El acceso al interior se realizaba por una escalera de sillares de piedra caliza de grandes dimensiones situada en el ángulo sureste.
Adosada a su lado oriental estaba la segunda balsa y la comunicación entre ambas se realizaba a través de un rebaje en
el muro compartido. Era de planta rectangular con unas medidas conservadas de 37, 57 x 5, 71 m y una profundidad de
al menos 0,70 m, que han quedado en su alzado. Estaba preparada para la contención de líquidos porque poseía también un revestimiento de características hidráulicas creadas por un mortero de cal mezclado con pequeños fragmentos de
cerámica, técnica del opus signinum, que tenía adherida por su interior una capa de carbones y cenizas mezclados con
cal que revestían los muros hechos de piedras irregulares y algún sillar trabados con mortero. Se observaba ese mismo
material en el pavimento tan solo conservado en la zona central y norte del interior de la balsa y en el rodapié, en forma
de cuarto de medio círculo, por todo el trazado. La preparación de este suelo era un lecho de piedras irregulares, cantos
rodados, fragmentos de material de construcción y cerámicos trabados con tierra.
Esta balsa ocupaba gran parte de la zona meridional de la villa, conservando tan solo tres paramentos, destacando el norte por
ser el de mayor anchura de los hallados en toda la villa, con 0,80 m, debido a que separaba y aislaba la zona residencial de
la de trabajo. El muro situado más al
sur fue destruido por la construcción
de una acequia durante la época contemporánea pero la excavación junto
a la acequia ha demostrado que el
límite de la balsa no iba más allá de
ésta. Respecto a su desagüe no se ha
hallado ningún punto de evacuación y
la base de la balsa tan solo muestra
una inclinación de un par de centímetros hacia su centro. Planteamos que
el agua utilizada en el proceso de
pudrición de las fibras pasase de
nuevo a la balsa pequeña porque su
vaciado sería muy rápido ya que la
cota del suelo de la balsa grande estaba al mismo nivel que el punto de
contacto con la balsa pequeña.
En ella se ponían ordenadamente los
haces de lino tierno mientras poco a
poco se iba llenando de agua. Para que
se mantuviesen hundidos y evitar que
flotasen suponemos que, al igual que
se hace en la actualidad, pondrían piedras sobre ellos, o algún objeto pesado.
Al norte de este conjunto había un
amplio espacio pavimentado que era
un patio a cielo abierto utilizado para las
tareas de acopio y secado de las fibras.
La balsa de decantación para el procesado del lino
El análisis carpológico de las semillas
que se han localizado en la tierra
inmediatamente superpuesta al
suelo de la balsa, de la cual se ha
realizado la flotación de 25 a 30 kilos
de tierra obtenida del nivel (UE
1149) de amortización de la estructura, no han aportado materiales que
puedan evidenciar restos de su fase
de producción. No obstante, agradecemos a Guillém Pérez los resultados de su trabajo.
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II.1.2.1.- IDENTIFICACIÓN DE FIBRAS TEXTILES EN DEPÓSITOS DE SIGNINUM
Jordi J. Tresserras (1, 2) y Juan Carlos Matamala (2)
(1) SERP, Dept.Prehistòria, Història Antiga i Arqueologia, Facultat de Geografia i Història, Universidad de Barcelona, Montalegre, 6-8, E-08001Barcelona. jjuan@ub.edu
(2) Fundació Bosch Gimpera, Universitat de Barcelona, Palau de les Heures, Pg. Vall d'Hebron, 171, E-08035-Barcelona, jcmatamala@ub.edu
Las investigaciones realizadas en la villa romana de Cornelius o Els Alters (L'Ènova, València) para la identificación de la funcionalidad
de un depósito de signinum de grandes dimensiones se centraron en la obtención de muestras de residuos en varios puntos de la
superficie del mismo para el estudio de indicadores microscópicos con el objetivo de tratar de obtener información sobre las actividades realizadas.
En los últimos años, la aplicación de este tipo de estudios en la interpretación de la funcionalidad de los depósitos en yacimientos
arqueológicos ha permitido la identificación de actividades asociadas especialmente con el almacenamiento y el procesado de productos como vino, aceite, salazones y fibras textiles (Beltran de Heredia et al 2006; Carrilero, et al. 1995; Comas & Tresserras 2002;
Tresserras 1997, 1998, 2000; Tresserras & Matamala 2004; Tyree 1994 entre otros).
Las muestras estudiadas corresponden a sedimentos sobre la superficie activa del signinum. En total se analizaron cuatro muestras
para el estudio de indicadores microscópicos.
Para la obtención de resultados se ha efectuado diferentes técnicas para la identificación de residuos: observación microscópica combinada en lupa binocular, microscopía óptica con contraste de fase de Zernike y microscopía electrónica de barrido con microanalizador de rayos X (EDS) incorporado (Tresserras, 1997, 1998, 2000; Juan-Tresserras & Matamala 2004).
Las muestras se observaron previamente en un binocular para el estudio de la estructura y composición de las mismas. Las muestras
se recogieron con la ayuda de un instrumento de laboratorio con la doble función de raspador y cucharilla y se depositaron en un
contenedor estéril para iniciar el proceso para la observación de indicadores microscópicos (tejido parenquimático, fitolitos, almidones,
fibras, minerales,...).
Tras este procesado, las muestras reservadas al estudio microscópico se tamizaron en una criba de 250 µm. La fracción superior se
destinó a la observación por binocular. La fracción inferior se depositó en vasos de Berzelius, bajo una campana extractora, en una
solución de peróxido de hidrógeno (H2O2) al 33%, entre 12 y 24 horas.
Posteriormente se efectuaron una serie de aclarados con agua destilada y se procedió a eliminar los carbonatos mediante el uso de
ácido acético glacial (CH3COOH). Tras la desaparición de la reacción se repitieron los aclarados con agua destilada.
La muestra se volvió a tamizar en un cedazo de 50 µm. La fracción superior, entre 250 y 50 µm, se reservó para el estudio de la fracción de arenas que, algunas veces, suele presentar algunos esqueletos de sílice y formas alargadas. La fracción inferior permaneció en
una solución de agua destilada y hexametafosfato sódico, eliminándose las arcillas por sedimentación, según la Ley de Stokes, obteniéndose la fracción limosa (50-2 µm) que es la que concentra la mayor parte de los fitolitos y almidones.
Las muestras se estudiaron por microscopía óptica con un modelo Olympus BH2, combinando el estudio con nícoles paralelos y nícoles cruzados, técnica de gran utilidad para el estudio de las fibras y los gránulos de almidón.
Paralelamente se procedió a la observación del residuo por microscopía electrónica de barrido (MEB) para complementar el estudio.
El microscopio utilizado fue un modelo Cambridge S-120, con microanalizador incorporado, de los Servicios Científicos Técnicos de la
Universidad de Barcelona.
En dos de las muestras se caracterizaron fibras que tras su comparación con la colección de referencia correspondían a lino (Linum
usitatissimum L.). Para su caracterización se emplearon las técnicas propuestas por Körber-Grohe (1988). La presencia de restos de
tejido epidérmico parece confirmar que las fibras pueden corresponder a restos de un proceso de enriado.
Los hallazgos más abundantes de fibras de lino documentadas en la Península Ibérica corresponden especialmente a época ibérica,
asociadas a estructuras de tratamiento como las piletas de la instalación textil del yacimiento del Coll del Moro (Gandesa, Terra Alta,
Tarragona), en el interior de las cuales se conservaron restos microscópicos de tallos y fibras de lino (Linum usitatissimum) y en menor
medida de cáñamo (Cannabis sativa) (Alonso y Juan-Tresserras, 1994), o bien asociados a restos de actividades textiles como fusayolas (Juan-Tresserras 2000). El lino cultivado en la Península es en general un lino de invierno que se adapta con facilidad a cualquier suelo, con tallos gruesos, altos y ramificados.
A diferencia del caso del poblado ibérico del Coll de Moro, donde las investigaciones actuales apuntan a asociar las fibras identificadas con el proceso de teñido, en el depósito de la villa romana de Els Alters se obtendría posiblemente una de las primeras evidencias del enriado, propio de instalaciones especializadas.
A pesar de las evidencias de la presencia de lino en dos de las cuatro muestras analizadas no se descarta que las estructuras pudieran tener otra funcionalidad asociadas con las actividades agroprecuarias.
II.1.2.2.- LA INTERPRETACIÓN DEL PROCESO DE PRODUCCIÓN DEL LINO Y EL ESPARTO
R. Albiach, A. Gallego, E. García-Prósper.
El cultivo y manufactura del lino seguían una serie de pautas de las que nos ha quedado constancia por los autores clásicos y la posterior historiografía. La fertilidad de los suelos de Hispania para la producción del lino fue mencionada ya por Polybio (III, 144 ) y por
Tito Livio (XXII, 46) (Daremberg, 1918), y una amplia información sobre la tradición de este cultivo y los lugares de producción así
como los períodos de siembra y recogida y el desarrollo de su procesado, queda recogida en compendios contemporáneos
(Enciclopedia Universal, 1916).
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Los dos productos naturales que conocemos por el análisis de las fibras que
se trabajaban en la villa son el lino
(linum usitatissimum) y el esparto
(stipa tenacísima), el primero se cultivaba en las tierras de la villa y el otro se
recogía de sus montañas.
El proceso de elaboración del lino debe
plantearse desde el origen, es decir, con
la preparación de amplias extensiones
de tierra que se encontraban alrededor
de la villa. Gran parte del ager estaría
dedicado a este cultivo que comenzaría
su plantación entre los meses de Abril y
Mayo, momento en que se siembra a
“voleo” y se cubren las semillas con
una fina capa de tierra, con la ayuda de
un rastrillo plano.
Dado que se trata de un cultivo de regadío, el proceso requiere abundante agua
para garantizar el crecimiento de la planta.
Meses después, a lo largo del verano, se
procedía a la cosecha tal vez agrupándose los tallos en haces como se hace en
la actualidad. Se dejaban secar con toda
probabilidad en el propio campo, considerando que dos semanas sería un
periodo suficiente. Una vez secos, se
procedía a la separación del tallo y la
semilla, proceso de desgranado.
Posteriormente, y de forma paulatina,
se trasladarían los manojos a la balsa,
colocándose poco a poco a lo largo de
la balsa grande, pisándolos para compactarlos, a la vez que de manera gradual iría entrando el agua desde la
balsa de decantación hasta cubrirlos.
Para ayudar al proceso de pudrición
controlada, linum macerare, sobre las
haces se pondría peso por medio de
Las balsas de macerado del lino.
piedras u otros objetos, que evitarían
su flotación. Pasadas un par de semanas, se retiraban y pasaban a secarse al aire libre en la era, situada al oeste de la villa donde se localizó una gran superficie pavimentada junto a la zona de las balsas.
Tras este proceso se iniciaba una fase de transformación más elaborada que también se realizaba en la villa, consistente en separar
las partes leñosas de las fibras. Para ello, se requeriría de herramientas confeccionadas en su mayor parte de madera o bien con
algún elemento de metal como púas para peinar y alisar la fibra. De todo ello, se extraía la fibra y la estopa, de menor calidad, ambas
pasaban a hilarse con un fuso o instrumento longitudinal de hueso o madera que tenía un tope o fusayola. El hilo poco a poco se
pasaba por la devanadora para confeccionar madejas que posteriormente se lavarían para blanquearlas. Una vez secas, se preparaban en ovillos que ya pasaban a comercializarse para el trabajo en los telares que estarían instalados en la ciudad de Saetabis.
Si atendemos a la tradición histórica, se puede apuntar, que el desarrollo del trabajo del campo estaría elaborado mayoritariamente por hombres, sin embargo, durante el proceso del hilado la contribución femenina adquiriría un mayor protagonismo.
Respecto a la elaboración de los linos setabenses, que llegaban más allá de las fronteras de Hispania y cuya fama nos es conocida por
diferentes autores clásicos como Plinio (XVIII, 165), Catulo (Carmina XII, 14,17), Gratio (Cynegetika, XL) y Silio Italico (Guerras Púnicas,
III), además de los procesados en esta villa, habría otros centro dedicados a esta producción. El hallazgo de unas balsas de características
similares en el cercano término de Benifaraig podría apuntar a otro enclave, como ya propuso en su día el autor (Ripollés P.P. 1992) .
II. 1.3.- PARS FRUCTUARIA
Las dependencias destinadas a la salvaguarda del grano y del ganado, a los aperos de labranza y otras herramientas relacionadas con las
actividades que se realizaban en las balsas contiguas así como instalaciones para la transformación de productos agrícolas, se situaron en
dos áreas. Una de ellas tenía las estancias al sur de las balsas y el resto de las estructuras estaban localizadas en la terraza superior.
La primera zona ocupaba una superficie de 195 m2 con un conjunto de dos estancias dispuestas sucesivamente. Estaban situadas
perpendicularmente a las balsas y al sur de las mismas. Las dimensiones conservadas de las estancias eran de 3,20 x 3,50 m y 2,88
x 7,25 m, careciéndose de su planta completa. Consideramos que en estas construcciones se desempeñaban funciones propias de
almacenaje asociadas al trabajo del procesado del lino y del esparto, pudiéndose guardar en ellas herramientas y otros enseres.
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La cronología de éstas vendría dada por los distintos rellenos de amortización de las fosas que había debajo de los niveles de
construcción, sobre las que se erigieron algunos de estos cimientos. La situación de estas estructuras y el hecho de estar excavadas en el nivel de tierra estéril podrían indicar que fueron realizadas para la extracción de la arcilla destinada a la construcción
de los muros de la casa. Los estratos que amortizan estas fosas, uno de ellos UE 1363, dan una cronología de la primera mitad
del S. II d. C. Por lo tanto, el momento de construcción de estos cimientos se situaría en un periodo inmediatamente posterior
a la fundación de la villa, atendiendo a las crecientes necesidades que se creaban en la pars rústica.
Situado a unos 80 metros al sur de la vivienda, en la terraza superior, había un camino construido directamente sobre el terreno natural. Éste discurría en dirección sureste-noroeste y se documentó solamente en su zona central, por lo tanto, no podemos
definir su anchura total. Estaba hecho con una capa de tierra arenosa mezclada con abundantes gravas, piedras y pequeños fragmentos cerámicos así como fragmentos de materiales de construcción tegulae y adobes. Presentaba un tramo con un leve hundimiento hacia la parte central perteneciente a una carrilada creada por el paso continuado del transporte rodado. Este camino
era uno de los ejes de interrelación entre las diferentes áreas dentro de la hacienda.
Cronológicamente esta vía se creó en un momento inmediatamente posterior a la fundación de la villa, concretamente a principios del S. II d. C. Los materiales cerámicos recuperados en la excavación de este camino, UE 2062, correspondían a producciones cerámicas que se detallarán a continuación, entre las que destacaba un mayor porcentaje de cerámicas comunes oxidantes
y reductoras de cocina frente a la vajilla fina de mesa, representada por Paredes Finas y sobre todo piezas de terra sigillata hispanica. También había importaciones de cerámica africana de cocina.
Cerámica común oxidante: La pasta era depurada, de color beige y con desgrasante fino. El repertorio documentado correspondía a formas cerradas y abiertas. Con respecto a las primeras, destacaban las jarras y las jarritas: entre las jarras, aparecían bases
anilladas y un borde engrosado de sección redondeada con rebaje interior y cuello indicado. De las jarritas había un fragmento
de asa acintada con acanaladura y depresión interna y alisada.
Con referencia a las formas abiertas aparecían repertoriados cuencos y ollas. De los cuencos destacaban bases anulares de sección triangular y dos fragmentos con borde indiferenciado. Mientras que de las ollas cabe señalar que había de dos tipos: unas
de borde con engrosamiento externo y sección redondeada, y otras representadas por una fragmento de borde saliente con
ranura superior para encajar una tapadera.
Cerámica reductora de cocina: La pasta de estas piezas cerámicas variaba del gris oscuro al azulado, era depurada y con desgrasante calcáreo de pequeño tamaño.
Se documentaron formas pertenecientes a ollas y cazuelas. Con respecto a las primeras, se pudieron enumerar un abanico de diferentes tipos de bordes: bordes planos, ligeramente salientes, bordes de sección cuadrangular; bordes salientes
con cuello estrangulado y borde biselado de sección redondeado, borde exvasado de paredes delgadas y bordes salientes
de sección almendrada. De entre las cazuelas, el repertorio era menor con 3 bordes rectos, biselados y con engrosamiento interior.
Ánforas: Las ánforas documentadas en esta unidad pertenecían al tipo Dressel 2/4. La pasta en todas ellas era bastante depurada, de color anaranjado, desgrasante fino y abundante y exterior con restos de engobe amarillento.
No se encontraron completas, conservándose de todas ellas los 4 bordes y 6 fragmentos de asa de sección geminada.
Este tipo de ánforas abarcan un horizonte cronológico que va desde el siglo I d.C hasta el III d.C.
Paredes Finas: De este tipo tan solo se recuperaron dos fragmentos de borde correspondientes a la forma Mayet XX.
Terra Sigillata Hispánica: Las formas de TSH documentadas pertenecían a formas lisas: dos bordes correspondientes al plato
Drag. 15/17 y a la copa forma Drag. 27.
Estas formas aportan una cronología que va desde finales del siglo I, hasta la primera mitad del II d.C.
Importaciones africanas: En su totalidad, las importaciones africanas correspondían a cerámica de cocina, careciendo las importaciones de vajilla fina de mesa. En este sentido, cabe destacar la existencia de dos fragmentos de borde correspondientes a una
tapadera con la forma Ostia II 302 y a una cazuela Lamb.10 A/ Hayes 23 B. También se documentaron dos bordes de cazuela
de la forma Hayes 197/ Ostia III, 267.
De todas ellas, la forma Ostia II, 302 dió una cronología desde finales del siglo I hasta la primera mitad del II d.C.
Metal
Los objetos de metal hallados en este nivel eran un fragmento de 1 frag. varilla bronce (nº 420) de forma curvada y de sección
redondeada, con una longitud conservada de 5-9 cm long. Con toda probabilidad pertenezca a una pulsera.
Tanto las formas de TSH (Drag. 15/17 y Drag. 27) como la Ostia II, 302 de cerámica africana de cocina establecieron una cronología desde finales del siglo I hasta la mitad del siglo II d.C.
El estudio estratigráfico y cerámico nos ha permitido saber que este camino estuvo en uso no más allá de unas décadas. Sobre
él, se aportaron dos niveles sucesivos de tierras, UUEE 2060 y 2061, que lo amortizaron y nivelaron el terreno para construir
unas dependencias de las cuales se han conservado dos muros que articulaban tres amplias habitaciones. Desconocemos el
uso que tuvieron estas estancias porque los niveles asociados a ellas fueron destruidos por unas construcciones posteriores. A
pesar de ello, consideramos que tuvieron una utilidad agropecuaria.
Estos estratos dieron una cronología del S. II d. C. Se recuperaron materiales cerámicos que correspondían en un mayor porcentaje de cerámicas comunes oxidantes y reductoras de cocina, frente a la vajilla fina de mesa, que tan sólo estaba representada
por importaciones africanas.
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Cerámica común oxidante: La pasta era depurada, de color beige y con desgrasante fino. El repertorio documentado correspondía a formas cerradas y abiertas. Con respecto a las primeras, destacaban las jarras, de las que solamente se han conservado
dos asas acintadas con depresión superior y una también inferior, y tres fragmentos de base anular. Respecto a las formas abiertas aparecieron varios fragmentos de borde olla con ala horizontal.
Cerámica de cocina itálica: rojo pompeyano: Representado por un pequeño fragmento de base correspondiente a una cazuela,
con barniz de color granate y la pasta rojiza con desgrasante de origen volcánico.
Cerámica reductora de cocina: La pasta de estas piezas cerámicas variaba del gris oscuro al azulado, era depurada y con desgrasante calcáreo de pequeño tamaño.
Se documentaron formas pertenecientes a ollas y cazuelas. Con respecto a las primeras, destacaban varios tipos a partir de la
serie de bordes: borde saliente y apuntado con engrosamiento externo de sección redondeada, bordes exvasados, borde saliente con cuello estrangulado de sección cuadrangular, y por último, una base plana con umbo central perteneciente a un ollita. De
entre las cazuelas el repertorio era menor, documentándose bordes rectos y biselados, con engrosamiento interior.
Ánforas: Las ánforas documentadas en esta unidad pertenecían al tipo Dressel 2/4. La pasta en todas ellas era bastante depurada, de color anaranjado, desgrasante fino y abundante y en el exterior conservaba restos de engobe amarillento.
No se encontraron completas, conservándose de todas ellas 4 fragmentos de asa de sección geminada.
Este tipo de ánforas abarca un horizonte cronológico que va desde el siglo I d.C hasta el III d.C.
Dolium: Aparece solamente representado en esta producción un fragmento de borde con engrosamiento externo y pasta anaranjada con abundante desgrasante calcáreo.
Importaciones africanas: Con respecto a este tipo de materiales se pueden diferenciar dos grupos: la cerámica fina de mesa y
la cerámica de cocina. Al primer grupo pertenecía un borde de cuenco Terra Sigillata Africana –A de la variante Salomonson A
9b (producción A2), que aportaba una cronología desde finales del siglo I hasta la mitad del siglo II d.C; dos fragmentos de TSA
A2 correspondientes a una base anular con doble acanaladura interna de forma abierta y también un informe correspondiente
a una forma abierta indeterminada.
La cerámica africana de cocina estaba representada por un fragmento de borde de cazuela, forma Lamb.10 A/ Hayes 23 B.
UE 2061
Cerámica común oxidante: La pasta era depurada, de color beige y con desgrasante fino. El
repertorio documentado correspondía a formas
cerradas, destacando las jarras, de las que nos
ha llegado solamente un asa acintada con
depresión central.
Cerámica reductora de cocina: La pasta de estas
piezas cerámicas variaba del gris oscuro al azulado, era depurada y con desgrasante calcáreo de
pequeño tamaño.
Se documentaron formas pertenecientes a ollas,
cazuelas, tapaderas y jarras. Con respecto a las
primeras, aparecieron diferentes tipos de ollas:
olla con borde ligeramente saliente engrosado al
exterior, con una pasta depurada de color gris
oscuro con desgrasante calcáreo y micáceo de
tamaño pequeño, con borde vertical de sección
almendrada con cuello estrangulado, con borde
saliente con engrosamiento externo y ranura
superior, presentando cuello estrangulado, con
borde exvasado de paredes finas sin engrosamiento alguno, y con borde saliente con cuello
estrangulado de sección cuadrangular y paredes
rectas y verticales. De entre las cazuelas, el repertorio era menor, documentándose un borde recto
con engrosamiento interior. Con respecto a las
tapaderas se documentó un borde saliente plano
hasta la horizontal con paredes curvadas. En
cuanto a las jarras había asas verticales de sección
circular y depresión interior.
Ánforas: El fragmento de asa de sección geminada hallada en esta unidad y perteneciente al tipo
Dressel 2/4 tenía una pasta bastante depurada,
de color anaranjado, desgrasante fino y abundante y en el exterior conservaba restos de engobe
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marrón claro. También había un fragmento de arranque de asa de sección ovalada con pasta poco depurada, con desgrasante
predominante de cuarzo, y un borde ligeramente saliente con pared vertical.
Importaciones africanas: Con respecto a este tipo de materiales se pudieron diferenciar dos grupos: la cerámica fina de mesa y
la cerámica de cocina. Al primer grupo pertenecía una base de forma indeterminada de Terra Sigillata Africana –A. La cerámica
africana de cocina estaba representada por un fragmento de borde de plato-tapadera, forma Ostia III-/ Hayes 196.
Hueso trabajado
Los objetos de hueso trabajado hallados en este nivel fueron dos piezas completas correspondientes a dos punzones de hueso
con una longitud que oscila entre 7,6 y 7,8 cm, con una sección circular cuyo grosor era 0,5 cm.
Vidrio
Los objetos de vidrio aparecidos en este estrato correspondían a un fragmento de base cóncava de vidrio, un fragmento de vidrio
informe en el que se aprecia un mamelón aplicado, un fragmento de vidrio en cuyo interior se aprecia un pequeño resalte, un
fragmento informe de vidrio, un fragmento informe de vidrio con pequeño resalte en la parte media y un fragmento de borde
de vidrio con ala.
II.1.4.- LA NECRÓPOLIS
El descubrimiento de 3 inscripciones de carácter funerario durante el S. XIX en la partida del actual cementerio de Énova, localizadas en la actualidad en la iglesia parroquial de la localidad, planteaban como propuesta de ubicación para la necrópolis romana de la villa los alrededores del actual cementerio de la localidad.
El hallazgo durante la excavación de 5 inscripciones funerarias que fueron reaprovechadas en diferentes estructuras en la villa
durante los Ss. IV- V d. C. aumentaba su número y nos acercaba con más precisión al lugar donde estaría situado el cementerio
romano, en una pequeña elevación a unos 30 metros al suroeste de la villa.
La localización de la necrópolis romana en esta loma coincidiendo con el cementerio contemporáneo de la localidad así como
el hallazgo de un cementerio islámico al noroeste de la villa, nos lleva a reflexionar sobre la memoria histórica de este lugar de
ocupación que ha perdurado y la costumbre de enterrar en este paraje prolongando su uso hasta la actualidad.
El estudio de las inscripciones nos ha permitido saber que esta necrópolis romana estaría en uso desde finales del S. I d. C. hasta
al menos el S. III d. C.
El lugar de enterramiento de los ocupantes de la villa entre los siglos IV y V suponemos que coincidiría pero no se han hallado
datos por el momento.
II. 1.5.- LAS INSCRIPCIONES ROMANAS
Josep Corell – Xavier Gómez [Universitat de València]
L'Ènova, situada a unos 8 km al noreste de Xàtiva, se halla en la comarca de la Ribera Alta, una llanura aluvial formada por el Xúquer
(Sucro) y su afluente, el río Magre. El clima, suave, es típicamente mediterráneo. La Via Augusta atravesaba la comarca y, cruzando
el Xúquer, probablemente a la altura de Alzira, iba a buscar Saetabis. Otra vía, secundaria, usada ya en época ibérica, seguía el valle
del Magre y comunicaba la Ribera Alta con las ciudades iberorromanas de Saetabis y Edeta. El hecho de que la comarca estuviera
bien comunicada y presentara unas condiciones óptimas para la agricultura propició la instalación de numerosas villae (Martínez
Pérez 1984: 174-193; Serrano-García 1987; Serrano-Fernández 1994) y explica la profusión de inscripciones que se han hallado.
Según Plinio (nat. 3, 19-20), el Sucro separaba a los Edetani, que habitaban al norte del río, de los Contestani, quienes ocupaban el sur. El mismo río servía, probablemente, en época romana de límite entre el conventus Tarraconensis, al norte, y el conventus Carthaginensis, al sur. Basándonos, pues, tanto en la noticia pliniana como en el estudio de las características epigráficas,
consideramos que la parte septentrional de la Ribera Alta debía de pertenecer al territorium de Valentia. En cambio, la parte
meridional, en la que se halla L'Ènova, formaría parte sin duda del territorium de Saetabis. Según esta hipótesis, en nuestras
publicaciones hemos incluido las inscripciones de la parte septentrional de la Ribera Alta en el territorium de Valentia (IRVT 123131), mientras que hemos asignado las de la parte meridional al territorium de Saetabis (IRST2 81-98).
En este trabajo nos ocupamos, no sólo de las inscripciones últimamente descubiertas en la villa romana de L'Ènova, sino de
todas las que ha proporcionado este municipio, dado que la mayor parte de las inscripciones, si no todas, proceden de la citada villa. En efecto, ocho han aparecido en las excavaciones de emergencia que se han practicado (nº 1, 2, 6, 7, 8, 9, 10, 11);
otras tres, conocidas desde hace mucho tiempo, se encontraron en un campo contiguo al cementerio, esto es, precisamente
donde ha aparecido la villa (nº 3, 4, 5). El nº 12 apareció el año 2000 en el suelo de la iglesia. No sería extraño que procediera igualmente de la villa. Solo el nº 13, un instrumentum domesticum conocido desde 1837, procede de un lugar impreciso,
situado «entre los pueblos de Énova y Manuel» (Anónimo 1880: 10).
Entre las trece inscripciones hay dos votivas (nº 1, 2), siete sepulcrales (nº 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9), una de las cuales es griega (nº
7); tres de carácter desconocido (nº 10, 11, 12) y un instrumentum domesticum (nº 13). Se trata, pues, de un conjunto epigráfico bastante numeroso y variado. En el País Valenciano no hay apenas casos semejantes al de la villa de L'Ènova. Por una parte,
es cierto que la villa del Puig la supera en número de inscripciones, pero todas son sepulcrales (cf. IRSAT pp. 531-547). Por otra
parte, la Muntanyeta dels Estanys de Almenara ha proporcionado más inscripciones (entre las cuales hay dos votivas) que
L'Ènova. Se debe tener en cuenta, sin embargo, que en la Muntanyeta dels Estanys, además de la villa romana, existía un santuario desde época ibérica (cf. IRSAT pp. 555-585).Ya no hallamos otro caso comparable al de la villa de L'Ènova.
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En el conjunto epigráfico resalta P. Cornelius Iunianus. Éste tenía esclavos: Leonas (nº 4), Natalis (nº 5) y, probablemente, JUmhtovç (nº
7); libertos: Rhodine (nº 6), Eutychus, quien dedica a Júpiter un ara por la salud de su amo (nº 2); y probablemente también [—-] C. l.
Inve[—-] (nº 8). Puesto que todas las inscripciones han aparecido en la villa, hay base suficiente para pensar que P. Cornelius Iunianus
era el propietario. El mismo Iunianus figura como dedicante en un pedestal ecuestre (el único conocido en Xàtiva) que erige en homenaje a su hermano, M. Granius M. f. Gal. Superstes, quien ejerció omnes honores en Saetabis (IRST2 6). Parece que Superstes y Iunianus
eran hermanos por parte de madre solamente, ya que llevan gentilicios diferentes. Además, Iunianus debía de ser hermano también de
un tal C. Cornelius C. f. Iunianus ex Hispania citeriore Saetabistanus, al cual se dedica una inscripción de Roma (CIL VI 16247) –Ricci
1992: 111 nº H.a, 07 identifica erróneamente P. Cornelius Iunianus con C. Cornelius Iunianus de la inscripción de Roma-. Observemos
asimismo que P. Cornelius Iunianus debía de estar emparentado con los Iunii de Saetabis. Probablemente su madre pertenecía a los
Iunii, ilustre gens de la ciudad que figura en no pocas inscripciones (IRST2 7, 8, 9, 30, 34, 35). Consta que los Cornelii, la gens más
numerosa e influyente de Saetabis, habían emparentado con los Iunii, otra poderosa familia de la ciudad (IRST2 6, 9). Se trata, pues, de
un personaje rico y bien relacionado, ya que procedía de una de las gentes más influyentes de la aristocracia local.
Presentamos a continuación las trece inscripciones: en primer lugar, las votivas; siguen las sepulcrales y, a continuación, las de
carácter desconocido; finalmente figura el instrumentum domesticum.
1. INSCRIPCIÓN VOTIVA. Ara de arenisca ocre. Ha aparecido dividida en cinco fragmentos que no encajan bien. En la cornisa presenta pulvini circulares y frontón triangular en relieve. En la parte superior, un foculus circular que conserva señales de haber sido
usado. Debajo del ábaco, caveto, listel y caveto. El fuste presenta la cara anterior y las laterales (las únicas originales) alisadas. El
campo epigráfico no está enmarcado.
Apareció en el interior de un edículo de planta rectangular,
probablemente un templete (Habitación 1), en un área
sin techo y ajardinada, ubicada en el ala oriental de la villa.
Se conserva en el Servei d'Investigació Prehistòrica (SIP).
Dimensiones: a) los fragmentos de la cornisa: (18) x 27
x 27; b) el fuste: (14) x 15 x (7).
Letras: l. 1: 3; l. 2-3: 2,5.
Inédita.
Herculi
Invicto •
------?
A Hércules Invicto … (?)
Interpunción triangular. La escritura es bastante cuidada.
El texto tiende a seguir un eje de simetría.
Nº 1
El culto a Hércules estaba muy extendido por toda la
Península Ibérica (García Bellido 1963: 70-153; idem
1967: 152ss; Vázquez Hoys 1977: 37ss.; Oria 1989;
eadem 1996). Hércules es una de les divinidades más
veneradas en Hispania, superada solo por Júpiter y
Marte. Los dedicantes son generalmente romanos o
indígenas romanizados. En el País Valenciano, aparece
documentado, además, en Montaverner (IRST2 79), Ilici
(IRILADT 2), Valentia (IRVT 5) y Alfarb (IRVT 125). Cabe
resaltar que, de los diversos epítetos atribuidos a
Hércules, Invictus es el más frecuente (Humbert, en
DAGR III, 126, 128; Hanck, en RE VIII, 581; Oria 1996:
59-62). Es posible que la inscripción esté completa. En
la inscripción de Alfarb, dedicada también a Hercules
Invictus (IRVT 125), tampoco figura el dedicante.
Por la paleografía y el contexto arqueológico general, se
puede datar en el s. II dC.
2. INSCRIPCIÓN VOTIVA. Ara de mármol de Buixcarró, con
base y cornisa. En la cornisa presenta pulvini circulares y
frontón semicircular, y entre los pulvini, un foculus cuadrado; bajo el ábaco, cyma recta; en la base, cyma recta
y faja. Las molduras de la cornisa y de la base aparecen
en la cara anterior y en las laterales, pero no en la cara
posterior, lo que indica que iba adosada a la pared. La
cara anterior está pulida; las laterales, alisadas; la posterior, desbastada. Presenta pequeños desperfectos en los
ángulos inferior izquierdo y superior derecho; también
presenta grietas en la cara anterior y en las laterales. El
campo epigráfico no está enmarcado.
Nº 2
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Apareció en el ala meridional de la villa, en una habitación grande y centrada respecto del atrio. Se supone que esta estancia
(Habitación 15) correspondía al tablinum.
Se conserva en el SIP (Els Alters H15 1085).
Dimensiones: 40 x 23 x 23.
Letras: l. 1: 3,5-4; l. 2: 3-3,5; l. 3-4: 2-2,5; l. 5: 3.
Inédita.
5
I(ovi) O(ptimo) M(aximo)
pro salute Corneli
Iuniani
Vib(ius) Eutychus
A Júpiter Óptimo Máximo, por la salud de Cornelio Juniano. Vibio Eutico.
No hay signos de interpunción. La escritura es libraria. El texto sigue un eje de simetría en las l. 1 y 5; mientras que las l. 2-4
van alineadas a la izquierda. El nombre del dedicante se grabó en el zócalo. Las A no tienen asta transversal.
El gentilicio Vibius, frecuente en la Península Ibérica
(Abascal 1994: 247-248), aparece, en el País
Valenciano, en otra inscripción de Edeta (IRET 145). El
cognomen Eutychus es bastante frecuente sobre todo
entre esclavos y libertos (Pape-Benseler 1959: 427428; Solin 1982: 801-806; Lozano 1998: 390).
Por el tipo de monumento y la paleografía, se puede
datar entre finales del s. II y principios del III.
3. I NSCRIPCIÓN SEPULCRAL. Bloque de mármol de
Buixcarró. Está parcialmente recubierto por el revestimiento de estuco de la pared en la que está encastado.
El campo epigráfico, sin enmarcar, está muy erosionado
en la parte derecha.
Villanueva la vio en L'Ènova, «harto maltratada por haber
servido de lavadero». El uso de la inscripción como losa
para lavar explica su desgaste. «Estas dos lápidas (nº 3
y 5) fueron encontradas en un campo hace ya más de
40 años, en la pared del Cementerio», Sucías. «De
época romana son tres pedres que trobaren en la partida del Cementeri», Sanchis Martínez. Se refiere a los nº
3, 4 y 5.
Nº 3
Se conserva encastada en la fachada de la iglesia de
L'Ènova, a la derecha de la puerta principal, a 2 m del suelo.
Dimensiones: (42) x (55) x ?.
Letras: r .1: 6,5; l. 2-3: 6; l. 4: 5,5.
Villanueva 1803-52: 4, 122; CIL II 3653; Sucías ms. 1911: 2, 318; Sanchis Sivera 1920: nº 71; Sarthou-Martínez ca. 1920: 510;
ILER 4615; Ventura 1975: 239-40; IRST 73; HEp 1996: 933; Corell-Gómez 2004: nº 1. Cf. Wiegels 1985: 130; Sanchis Martínez
1995: 39.
T(itus) (?) Licinius [- f(ilius)]
Gal(eria tribu) • Priscus
[L]icinia≥ M≥(arci) • f(ilia) •
Marcella uxo[r]
Tito (?) Licinio Prisco, hijo de ..., de la tribu Galeria. Licinia Marcela, hija de Marco, su esposa.
… Licinius … / Gal Priscus / icini… I I E / Marcella uxo… (Villanueva); 1 T • Licinius (CIL, Ventura;); 4 [L]icini[a - - - f.] (CIL);
[L]icini[a] - - - f(ilia) (o fecit) (Ventura).
Interpunciones triangulares. La escritura está grabada profundamente y es muy cuidada. El texto tendía, probablemente, a seguir
un eje de simetría.
El gentilicio Licinius es uno de los más frecuentes en el País Valenciano. En el territorium de Saetabis sólo aparece en esta inscripción y en otra de Carcaixent (IRST2 95), donde, probablemente, tenían villae diversos miembros de esta poderosa gens. El
cognomen Priscus es frecuente en el País Valenciano. El cognomen Marcella es frecuente en todo el Imperio.
Por el tenor del texto y la paleografía, se puede datar en la primera mitad del s. I dC.
4. INSCRIPCIÓN SEPULCRAL. Bloque de mármol de Buixcarró. La cara anterior está pulida; la posterior es tosca. El remate, en forma
de campana, y el orificio que presenta en el centro se deben a su reaprovechamiento «en la fuente de la iglesia», Ventura.
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«De época romana son tres pedres que trobaren en la
partida del Cementeri», Sanchis Martínez. Se refiere a los
nº 3, 4 y 5.
Se conserva en el huerto de la casa abadía.
Dimensiones: (57) x 30 x 12.
Letras: 3.
Ventura 1975: 240-241; IRST 74; AE 1994: 1070; CorellGómez 2004: nº 2. Cf. Sanchis Martínez 1995: 39.
Leonas
P(ubli) Cor≥ne(li)
[Iuniani • ser(vus)] (?)
[an(norum) —- • h(ic) • s(itus) • e(st)] (?)
Leonas, esclavo de Publio Cornelio Juniano (?), de …
años, está aquí enterrado.
No se ve ningún signo de interpunción. La escritura es
cuidada. El texto sigue un eje de simetría. Las l. 3-4 han
desaparecido probablemente por erosión.
El cognomen Leonas es bien conocido (Solin 1982:
1056; Lozano 1998: 393).
Nº 4
Por la paleografía y sobre todo por las otras inscripciones en
que figura Iunianus, se puede datar hacia finales del s. II.
5. INSCRIPCIÓN SEPULCRAL. Ara de mármol de Buixcarró, con base y cornisa. En el coronamiento, pulvini circulares y frontón; bajo
el ábaco, cyma recta y filete. En la base, una combinación complicada de molduras. El campo epigráfico no está enmarcado.
Antes del 1911 ya se hallaba encastada «en la frontera
de la torre o campanario», Sucías. «Estas dos lápidas [nº
3 y 5] fueron encontradas en un campo hace ya más de
40 años, en la pared del Cementerio», Sucías. «De
época romana son tres pedres que trobaren en la partida del Cementeri. Una d'aquestes pedres [nº 5] en un
camp que fou propietat de l'avi de les «Escolanes»»,
Sanchis Martínez (se refiere a los nº 3, 4 y 5).
Se conserva encastada en la fachada de la iglesia, a la
izquierda de la puerta principal, a 2,17 m. del suelo.
Dimensiones: 41 x 28 x ?
Letras: 3-2'5.
Sucías ms. 1911: 2, 318; Sarthou-Martínez ca. 1920:
510; Ventura 1975: 240; Gamer 1989: 287; IRST 75;
Corell-Gómez 2004: nº 3. Cf. Sanchis Martínez 1995: 39.
Natalis
P(ubli) • Corn(eli)
Iuniani • ser(vus)
an(norum) • LX • h(ic) • s(itus) • e(st)
Natal, esclavo de Publio Cornelio Juniano, de 60 años,
aquí está enterrado.
Nº 5
Interpunciones triangulares. La escritura está profundamente grabada y es buena. La ordinatio sigue un eje de
simetría.
El cognomen Natalis es conocido en todo el Imperio (Kajanto 1965: 290; Abascal 1994: 436).
Por la paleografía y sobre todo por las otras inscripciones en que figura Iunianus, se puede datar hacia el final del s. II.
6. INSCRIPCIÓN SEPULCRAL. Ara de mármol de Buixcarró, con base y cornisa. En el coronamiento, pulvini y frontón; bajo el ábaco,
listel, caveto, listel, bocel, listel y cyma recta; en la base, cyma recta, listel y cyma recta. La cara anterior está pulida; las laterales
y la posterior, alisadas. Presenta molduras en las cuatro caras, lo que es indicio de su carácter exento. El pulvinus de la derecha
está maltrecho; también se observan grietas verticales en la cara anterior. El campo epigráfico no está enmarcado.
Apareció reutilizada en el basamento de una estructura hidráulica de la villa.
Se conserva en el SIP.
Dimensiones: 124 x 60 x 49.
Letras: l. 1: 4; l. 2-3: 3,5; l. 4: 3.
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Sanchis Martínez 2004: 6. Cf. Diario Express-Valencia 64-2004; T. Albeldín en Levante EMV 12-4-2004.
Rhodine • P(ubli) • C(orneli) • Iuniani • liber(ta) •
an(norum) • XXVI • h(ic) • s(ita) • et
sit • tibi • ter(ra) • levis
Rodine, liberta de Publio Cornelio Juniano, de 26 años,
está aquí sepultada. Que la tierra te sea leve.
3 his et (Sanchis).
Interpunciones triangulares con el vértice hacia abajo.
Rhodine, cognomen atestiguado por doquier (Solin
1982: 1104; Lozano 1998: 397), aparece también en
la Vilavella (IRSAT 494). La fórmula STTL es frecuente
en el sur del País Valenciano (cf. IRILADT p. 351).
Por la paleografía y sobre todo por las otras inscripciones en
que figura Iunianus, se puede datar hacia el final del s. II.
Nº 6
7. INSCRIPCIÓN SEPULCRAL GRIEGA. Placa de mármol blanco, rota en tres fragmentos. Las caras anterior y posterior están pulidas; las laterales, sin trabajar. El campo
epigráfico está enmarcado por una faja; tiene la forma
de tabula ansata, y en la parte superior se observan
restos de decoración con motivos que resulta imposible
identificar.
Apareció en la habitación 18 de la villa, reutilizada en el
pavimento.
Se conserva en el SIP.
Dimensiones: (20) x (22) x 2,5.
Letras: l. 1: 3; l. 2-3: 2,5; l. 3: 2,3.
Inédita.
JUmhtovç [- - -]
w|de ejtav[fh]
ej≥niautw'≥[n]
dekaok≥[twv]
Hímeto ... aquí está enterrado. Tenía dieciocho años.
No presenta signos de interpunción. La escritura es bastante cuidada. El texto está alineado a la izquierda.
Nº 7
El nombre JUmhttovç, escrito aquí JUmhtovç, está
documentado en otras dos inscripciones de Hispania
(Lozano 1998: 392) y es frecuente en el Imperio
(Pape-Benseler 1884: 1580; Solin 1982: 635; LGPN IIII B s.v.). La simplificación de la tau es muy frecuente
en época tardía y se debe a la influencia de la koiné. Al
final de la l. 1 figuraba seguramente el patronímico, que
debía de ser corto (unas cuatro letras) o estar abreviado, ya que el espacio restante en la laguna es escaso.
Los suplementos de las l. 2-4 son casi seguros. La
forma verbal ejtavfh es muy frecuente en las inscripciones sepulcrales griegas. En una inscripción de Roma
posterior al 94 dC encontramos una expresión semejante a la que figura en las l. 3-4 (IGVR III, nº 1336, c,
col. I,1). Las inscripciones griegas son bastante raras
tanto al País Valenciano como en el resto de Hispania
(de Hoz 1997). En Ilici se ha encontrado una (IRILADT
47), dos en Lucentum (IRILADT 61, 81) y otras dos en
Saguntum (IRSAT 285, 314).
Por la paleografía, se puede datar en el s.
Nº 8
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II.1.- LA FUNDACIÓN DE LA VILLA
II
dC.
8. INSCRIPCIÓN SEPULCRAL. Fragmento interior de un bloque
de caliza ocre. La cara anterior está alisada; la posterior es
tosca; la cara izquierda, parcialmente original, está alisada.
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Apareció reutilizada en un muro de la habitación 12.
Se conserva en el SIP.
Dimensiones: (18) x (33) x 26.
Letras: 5.
Inédita.
------?
C≥(ai) • l(ibertus/-a ?) • Inve[- - -]
------?
… Inve-…, liberto/a de Gayo.
Interpunciones triangulares con el vértice hacia abajo. La
escritura es cuidada.
El cognomen era con toda probabilidad Inventus /-a,
bien documentado. En cambio, Inventianus y
Inventinus no solo no aparecen en Hispania, sino que
son extremadamente raros (Kajanto 1965: 298;
Abascal 1994: 390).
Por la paleografía, se podria datar en el s. I dC.
Nº 9
9. INSCRIPCIÓN SEPULCRAL. Placa de mármol de Buixcarró,
rota en sus cuatro lados. Las caras anterior y posterior
están pulidas.
Apareció reutilizada, en una cloaca, que pasa por la
habitación 13.
Se conserva en el SIP (Els Alters 1415).
Dimensiones: (16) x (18) x 2-2,5.
Letras: l. 2: 3; l. 3: 2,2.
Inédita.
------?
[- - -]+++E[- - - ?]
[- - - a]nn(orum) • p(lus) • m(inus) [- - - ?]
[- - -]ssius • L(uci) • [- - -]
-----… de más o menos … años, …—sio … de Lucio, …
Nº 10
Interpunciones en forma de virgula. La tercera + de la l.
1 puede ser I o T. La escritura es descuidada e insegura. La M es abierta; las S, estrechas y asimétricas. Las
letras presentan refuerzos.
La fórmula asindética plus minus aparece aquí por vez
primera en el País Valenciano, pero es bien conocida en
el resto de la Península Ibérica (CIL II, p. 1177, 1193).
En la l. 3 [- - -]ssius tiene que corresponder a un gentilicio. La letra siguiente es probablemente una L, seguida de una interpunción.
Por la paleografía, se podría datar entre finales del s. II y
principios del III.
10. INSCRIPCIÓN DE CARÁCTER DESCONOCIDO. Ara de mármol de Buixcarró. Sólo se conserva la parte superior. En
la cornisa presenta pulvini y frontón; bajo el ábaco, listel
y cyma recta. La cara anterior está pulida; las laterales y
la posterior, alisadas. Del campo epigráfico, sin enmarcar, sólo quedan 11 cm; no se ve letra alguna.
Apareció reutilizada en un muro tardorromano de la villa.
Se conserva en el SIP.
Dimensiones: (40) x (60) x 55.
Inédita.
Por el tipo de monumento, se puede datar en los s. II-III.
Nº 11
11. INSCRIPCIÓN DE CARÁCTER DESCONOCIDO. Ara de caliza
ocre, cortada por arriba. Todas las caras están alisadas.
En la base presenta cyma inversa en las cuatro caras.
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Apareció reutilizada junto a la habitación 1 al lado del
templete.
Se conserva en el SIP.
Dimensiones: (42) x 41 x 43.
Inédita.
Por el tipo de monumento, se puede datar en los s. II-III.
12. INSCRIPCIÓN DE CARÁCTER DESCONOCIDO. Ara de mármol de Buixcarró, con base y cornisa. Está rota por arriba
y ha perdido, en gran parte, la cara anterior. En la parte
superior quedan restos de una cyma recta. En la base
presenta cyma inversa delante y en las caras laterales.
Apareció hacia el 2000 al realizar obras en el suelo de
la iglesia.
Se conserva en el Ayuntamiento.
Dimensiones: (65) x 44 x (34).
Inédita.
Por el tipo de monumento, se puede datar en los s. s. II-III.
13. INSTRUMENTUM DOMESTICUM. Sello de plomo. Se halla
muy deteriorado.
Nº 12
Se encontró el año 1837 «entre los pueblos de Énova y
Manuel, junto al cráneo del cadáver contenido en un
antiguo sepulcro», Anónimo. Fue donado por Josep
Gregori Fuster a la Universitat de València.
Se conserva en la Universitat de València.
Dimensiones: 8 cm. de diámetro.
Anònim, en MSAV 1880: 10, làm. 2; CIL II 6246,4; IRST
76; Corell-Gómez 2004: nº 4.
L(ucius) • Lucil(ius) • f(ecit)
Lo ha hecho Lucio Lucilio.
Nº 13
En el anverso y debajo de la inscripción, un sapo mirando hacia arriba. En el reverso, una mujer sedente, tal vez
Fortuna, con el cetro en la izquierda; la mano derecha,
extendida hacia delante, ha desaparecido.
Se trata, sin duda, de un sello, porque las letras están en
relieve. En una de las inscripciones más antiguas de Saguntum aparece un L. Lucilius (IRSAT 82). Si tenemos en cuenta que los
Lucilii, en Hispania, sólo están documentados cinco veces más y que en el País Valenciano no aparecen más, resulta probable
bien la identificación, bien el parentesco entre ellos. Cabe resaltar que en ambos casos el personaje no lleva cognomen.
Por la ausencia de cognomen y la elegancia de la escritura, se puede datar hacia finales del s. I aC (según Hübner, «litterae sunt
optimae aut liberae r. p. aut saec. I»).
II. 2.- LAS REFORMAS EN LA VILLA
R. Albiach, A. Gallego, E. García-Prósper.
Las mejoras que dotaron al conjunto de mayor relevancia arquitectónica y ornamental enmarcada en un proceso de embellecimiento y riqueza constructiva en toda la villa denotaron el poder, el prestigio y la situación social del dueño de la residencia. En
estos momentos Publio Cornelio Iuniani ya descansaría en paz pero sus descendientes o herederos bien pudieron continuar esta
empresa, aunque no se descarta la posibilidad de nuevos dueños aunque epigraficamente no hubo evidencias.
La manufactura del lino fue dando riqueza y fama a la ciudad de Saetabis, y por consiguiente, también favoreció a la producción de
la villa, que se permitió una ampliación y reforma general que afectó tanto a la pars rustica, como a la fructuaria y a la urbana.
El momento de reformas consideramos que se produjo durante el primer tercio del siglo III, ya que una serie de datos arqueológicos y sus valoraciones nos han llevado a concluir sobre estas transformaciones. El conjunto de placas de mármol que revestían el peristilo han sido datadas entre el último tercio del siglo II e inicios del III. Por otra parte, la nueva pavimentación de tres
estancias con solados de opus teselatum decorados con motivos policromos, nos inducen a esta cronología, sobre todo, teniendo en cuenta los estudios que se conocen de otros mosaicos policromos de época romana. Además, el ara votiva hallada en el
interior de un templete de culto doméstico, también ha sido datada entre finales del siglo II e inicios del III.
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II.2.- LAS REFORMAS EN LA VILLA
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LA PLANTA DE LAS REFORMAS INICIO DEL SIGLO III D.C. A MEDIADOS DEL SIGLO IV D.C.
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La nueva apertura de vanos y el cerramiento de otros, nos ha reflejado una nueva estructuración del espacio, otorgando mayor
intimidad a las habitaciones y salones entorno al patio y creando más independencia en el conjunto termal y en la zona de las
instalaciones productivas.
Toda esta reforma de la villa se manifiesta en la zona de trabajo con una ampliación que consistió en la construcción de una
nueva balsa adosada al muro perimetral de la casa por el oeste. Entendemos que el aumento de las instalaciones de la pars
rústica, es reflejo de este enriquecimiento.
II. 2.1.- PARS URBANA
En este momento de reformas en la villa se van a mantener sus límites y accesos, salvo el occidental que será ampliado. La ornamentación que embellecerá la casa, tanto a nivel mural como de pavimentos, corrobora el enriquecimiento general que se aprecia en toda la villa.
La zona del patio mantuvo la misma planta del momento de su construcción. Atendiendo a los hallazgos arqueológicos se pude
decir que en este momento se realizó una nueva decoración arquitectónica consistente en revestir parte de sus paredes con placas de mármol trabajado. El descubrimiento de dos de ellas, reutilizadas en niveles del siglo V, nos ha permitido conocer parte del
programa decorativo. Se trataba de dos bajorrelieves donde uno representaba un capitel de hojas de ábaco decorado con motivos
vegetales y el otro era un friso con racimos de uva y hojas de parra. El estudio de este material lapídeo ciñe la cronología a la primera mitad del III.
Por otra parte, los accesos desde el patio a las distintas habitaciones y demás espacios de la casa, permanecieron inalterados
salvo aquel que comunicaba directamente con la pars rustica H-13. Este cerramiento que aislaba la residencia de la zona de trabajo nos induce a pensar que en este momento existió una pretensión de crear mayor intimidad en la parte noble ajena a las
labores domésticas y de producción.
La habitación situada al noreste del patio H-7 perduró en su planta y pavimentación, aunque muy posiblemente se repintaron
sus paredes y cambiaron su mobiliario.
El jardín y el templete de culto doméstico.
• UN TEMPLETE DE CULTO DOMÉSTICO
Al sur de la estancia noreste H-7 continuó la amplia zona de jardín H-1 y H-2 aunque se produjo un importante cambio en el
primer espacio que pasó a ser una zona de recogimiento y plegaria. Así, en la parte central de la H-1 se construyó un pequeño templo de planta cuadrangular. Tenía unas medidas de 1,20 x 1,48 m con un acceso por el este, y conservaba un alzado de
0,40 m. Sus muros eran de fragmentos de tejas y ladrillos, tegula y lateres, trabados con mortero, y el ancho de éstos era de
0,45 a 0,52 m.
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II.2.- LAS REFORMAS EN LA VILLA
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El templete de culto doméstico situado en el jardín.
Tanto su interior como el exterior tenían un revestimiento de estuco pintado con colores. La decoración que se ha podido documentar en sus paredes exteriores consistía en un fondo blanco con una banda ancha de color rojo en las esquinas y otras paralelas más delgadas hechas de una línea vertical anaranjada y otra oblicua de color rojo, documentándose también un segundo
momento de repintado. En su interior se pudieron ver restos de pintura roja en uno de sus ángulos.
Detalle del revestimiento exterior con pintura mural del templete.
II.2.- LAS REFORMAS EN LA VILLA
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En el interior de esta estructura había, en su ángulo suroeste, dos pequeñas balsas hechas con mortero de cal. La situada más
al sur estaba completa pero la otra estaba rota en su lado norte por una fosa del siglo V. Las medidas de la balsa entera eran de
0,28 x 0,42 m y conservaban un alzado de 0,36 m. La balsa rota tenía unas medidas de 0,43 x 0,22 x 0,40 m. Así mismo, se
localizaron fragmentos aislados del pavimento del interior del templete que era, al igual que las balsas, de mortero de cal y estaba bastante deteriorado, conservando escasos mm de espesor. Su localización permitió conocer la profundidad o cota de base
desde el umbral de acceso, siendo ésta de 0,12 m. La excavación de estas dos balsetas permitió reconocer que en un primer
momento tan solo hubo una balsa que más tarde se compartimentó en dos menores. La existencia de estas balsetas se ha relacionado con el proceso del culto desarrollado en este templete y con el acto de las libaciones que se llevarían a cabo. El futuro
estudio de las muestras de tierra tomadas de las balsas podría darnos más información.
El busto de mármol que representa al dios Hercules de joven.
Las pequeñas balsas para libaciones del interior del templete.
Al respecto de los objetos en relación con el culto que se veneraba en este templete, tuvimos la gran fortuna de que fueron olvidados en su interior y cubiertos por el derrumbe de sus paredes, de modo que el hallazgo de este conjunto cerrado fue un documeto único que nos informó sobre las preferencias religiosas de sus habitantes. Tan sólo lo alteró la creación de un silo a finales del siglo
V que produjo una pérdida de algunos fragmentos de los objetos. Las piezas eran un busto de mármol blanco correspondiente a un
joven que en su cabeza lleva una piel de león. Se halló fragmentado en tres trozos, conservándose la parte de la cara y el pelo.
Estaba acompañado de un ara votiva con inscripción realizada en piedra arenisca local de las canteras de La Terrerosa, en
Barxeta. También estaba fragmentada y le faltaba una parte, aunque se han podido pegar cinco de los trozos que han permitido conocer su foculus de 20 cm diámetro que estaba ennegrecido por las cremaciones votivas, y el remate del ara era en cornisa con pulvini circulares y frontón, con unas medidas de 24 x 26 cm. Esta ara votiva ha sido datada entre finales del siglo II e
inicios del III. Otro fragmento de la misma piedra arenisca que tenía una inscripción se encontró junto a los anteriores y, aunque no unía directamente, se ha interpretado como el fuste de esta ara. La inscripción estaba dedicada a Hércules el invencible, Herculi Invicto, y creemos que le faltaría una parte de la continuación del texto.
El resto de objetos del templete eran tres lucernas y cinco monedas de bronce. Las lámparas de aceite eran diferentes y tan
solo una se conservaba entera con tipología de canal similar a Deneauve IXA, Dressel –Lamboglia 5A.5 siendo posiblemente de
producción local y con decoración con lineas oblícuas en el disco. Otra de las lucernas era una importación africana con decoración de hojas de olivo en su margo y de la tercera tan solo ha conservado su asa con engobe amarillento.
En clara relación con esta estructura y los objetos de culto encontrados en su interior se hallaron un ara y un sillar situados junto
al acceso. El ara de caliza era de planta cuadrangular con cyma inversa en las cuatro caras y la superficie alisada, estando cortada por la parte superior. Sus medidas eran de 41 x 44 cm de base, 31 x 34 cm en la parte superior, y una altura conservada
de 42 cm. El sillar situado junto a esta ara era también de caliza, con una superficie enmarcada con una cenefa recta, y unas
medidas de 44 x 38 x 20 cm.
Con todo, consideramos que en este pequeño templete dedicado al culto de Hercules se desarrollaría un ritual en el que se quemaban
plantas y frutos, y muy posiblemente se practicaban libaciones asociadas a las balsas pequeñas situadas en su ángulo interior del suroeste.
La interpretación que hemos aproximado de todo este conjunto del templete como lugar de culto doméstico ubicado en el jardín de la casa
será completada en un futuro estudio arqueobotánico que se realizará sobre este hortus y el templete y la reconstrucción de todo ello, dentro del Proyecto Internacional “Cultural landscapes of the past: recovering crop fields and gardens in archaeological parks of Europe”.
• LAS REFORMAS EN LAS HABITACIONES DE LA ZONA MERIDIONAL
La habitación señorial para el descanso H-4 situada al sureste y asistida por otras dos estancias, el vestíbulo H-3 y el vestidor H5, mantuvo su excelente pavimentación de mármol de Buixcarró y reformó su vestíbulo con un nuevo suelo de mosaico policromo. Esta antesala este tenía unas teselas de pequeño tamaño, 10 mm, eran de piedras de colores y estaban combinadas decorando un dibujo geométrico y vegetal. La trama decorativa consistía en cuadrados de 22 x 22 cm que contenían flores y estaban
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enmarcados por cenefas hechas de una sucesión de triángulos. Todo este conjunto ornamental estaba delimitado por un marco
de doble línea paralela. El fondo del conjunto era blanco, las cenefas de color gris y las flores eran amarillo ocre y rojo.
El mosaico del vestíbulo del dormitorio del sureste.
En cuanto a la habitación que funcionaría como vestidor, H-5, desconocemos si tuvo reformas ya que su pavimento fue expoliado durante la Antigüedad Tardía.
En todo este conjunto, se constató la construcción de un nuevo muro que revestía el cierre por el sur y así aislaba de la filtración de las humedades emanadas de la balsa grande de la pars rustica.
La pequeña estancia H-6 que tenía acceso directo desde el patio fue reformada, al menos, en cuanto a su pavimentación que
se hizo de opus signinum, del cual se ha conservado casi toda su preparación y gran parte de su extensión. En esta estancia
era de destacar la situación de este suelo a una cota más elevada que el umbral, seguramente intentando evitar la entrada de
agua desde la zona del inmediato porticado del patio. Aunque por los restos recuperados de este momento no es posible determinar con seguridad el carácter de esta habitación, seguimos considerando, que se trataría de un dormitorio, al igual que planteamos en el momento de su construcción. El hallazgo de diversos fragmentos de gran tamaño de pavimento de opus signinum sobre el suelo de la habitación nos indicaron la existencia de un piso superior de la casa.
El uso de la habitación H-15 se mantuvo durante este periodo, y si bien no se conservaron pavimentos y mobiliario que evocaran esas reformas y embellecimiento en la habitación, el hallazgo de una estela votiva entre el derrumbe de la cubierta de la
estancia, fue el ejemplo de la importancia que tuvo esta habitación para el amo de la villa.
Esta pequeña ara se halló próxima a uno de los accesos y junto al muro de separación con las cubicula de la zona este, y en
el momento del hallazgo presentaba una posición invertida mostrando su basamento. Esta pieza era de mármol de Buixcarró
de color beige, estaba completa y se distinguían tres cuerpos: el superior tenía dos pulvini enmarcando un frontón, el del medio
estaba destinado a alojar el campo epigráfico y el inferior, o basamento, estaba moldurado y también tenía epigrafía. La inscripción estaba compuesta por cinco líneas, cuatro en la parte media y la quinta sobre el zócalo.
PRO SALV-
I(ovi) O(ptimo) M(aximo)
I(ovi)
pro salu-
TE CORNELI
te Corneli Iuniani
IOM
IVNIANI
[….] IB EVTICHVS
Vib(ius) Eut ychus
A Júpiter Óptimo Máximo por la salud
de Cornelio Iunianio Vibio Eutico
Vibio
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Estela votiva aparecida bajo el derrumbe de la techumbre del oecus.
La ausencia de molduras en la cara opuesta al campo epigráfico así como el acabado poco cuidado de la superficie, indicaban
que la estela estaba concebida para apreciarse por tres de sus lados. Su posición invertida en el momento del hallazgo, así como
el distinto tratamiento de las superficies nos hacen pensar en una ubicación elevada, posiblemente colocada en una hornacina
o vano, en el alzado del muro caído.
Aparentemente la estancia contigua H-14 no fue reformada, sin embargo, ello no impidió pensar que las funciones desempeñadas fueran las mismas que durante la fase de fundación de la villa y estuvieran estrechamente relacionadas con las desempeñadas en la habitación H-15 dada su directa conexión.
En el ángulo suroeste de la casa se realizó una reforma que amplió la pars urbana en detrimento de la rustica. Así, se crearon dos
nuevos ámbitos que confomaban un espacio semicubierto por un porche H-13 y una habitación H-12. Así también, el tabicado del
vano de acceso que comunicaba directamente con el cuatripórtico aisló esta zona con respecto a las dependencias privadas, creando una mayor independencia. De igual modo, el pasillo que comunicaba los salones con las termas se vió reducido en su anchura.
Escultura de mármol que representa un équido al que le muerde el lomo un felino.
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Junto a las habitaciones H-14, H-10b y H-12 se creó un área semicubierta, H-13 que ocupaba una superficie de 9,82 x 9,50 m. Tenía
un pavimento que se conservaba parcialmente junto a los muros y que correspondía a una lechada de mortero de cal que funcionaba como superficie pisable sin ningún tipo de tratamiento aparente. La ausencia de tegulae e imbrex en el derrumbe invitaba a pensar que la parte norte de este ámbito estaba protegida por una cubierta perecedera creando un espacio semiabierto. Así mismo, el
hallazgo de dos basamentos cuadrados donde apoyaban los soportes que sustentaban la cubierta, confirmaba esta hipótesis. Esta
estancia se definió como el único punto documentado que ponía en contacto la zona de trabajo y la noble a través del acceso al patio.
El porche junto a las balsas de producción al sur de la villa.
Una nueva habitación se situó al oeste del espacio semicubierto H-13 y al sur de las termas. Esta estancia tenía unas dimensiones aproximadas de 6,12 x 5,95 m, estaba enmarcada por muros de piedra a nivel de zócalo que todavía conservaban una
serie de marcas que dibujaban un falso despiece. El pavimento de esta nueva habitación era de opus caementicium, preservado únicamente en la zona central y en una estrecha franja adosada al umbral situado al este. Los accesos a la habitación se
realizaban a través de sendos vanos provistos de umbrales de mármol. El primero de ellos permitía la comunicación con la habitación 11 de la zona termal mientras que el segundo daba paso al porche.
• LAS HABITACIONES DEL ÁREA
OCCIDENTAL
A espaldas del ámbito 13 se encontraba la
estancia H-10B considerada como una de
las principales de la parte noble de la villa.
A pesar de la mala conservación de las
estructuras se documentó parte de un
pavimento compuesto por teselas de
pequeño tamaño 0,8 mm, polícromo con
los colores blanco, gris-azulado y amarillo,
con una decoración compuesta por una
sucesión de círculos, unidos por motivos
vegetales consistente en una posible palmera o papiro. En el centro de uno de
ellos había un motivo vegetal, un trébol de
cuatro hojas, y en el otro se observaba un
pajarillo de perfil del que tan solo se conservaba el tercio superior de la figura.
No hay suficientes elementos de juicio
para interpretar la posible función o funciones que desempeñaría esta habita-
Un detalle del mosaico con motivos vegetales y animales.
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ción. A nuestro juicio, y a tenor de los datos arqueológicos, consideramos que sería uno de los salones más elegantes y apreciados, con al parecer, uno de los mejores pavimentos de la casa.
La habitación contigua, H.-10A, apenas experimentó cambios que pudieran afectar a la ornamentación. Siguió siendo la única estancia
que comunicaba el porticado del patio con el pasillo oeste y las termas. Sin embargo, se cerraron al menos dos vanos, una ventana que
recaía sobre el corredor oeste, y el acceso que daba comunicación con la estancia situada la norte H-9. Este último tabicado, estaba
hecho con piedras sin trabajar, ladrillos y demás elementos constructivos, trabados con mortero de cal. La falta de alineación con respecto a los muros originales se solucionaba por medio de tres capas de enfoscado y enlucido con que decoraron la estancia.
Puede decirse que las refacciones documentadas en esta habitación son consecuencia de las transformaciones que se produjeron en la estancia contigua H-9 y que manifestaban un interés por destacarla por encima del resto.
El mosaico policromo con motivos geométricos y vegetales.
En efecto, en esta estancia H-9, con unas dimensiones conservadas de 9,50 x 9,82 m, se documentaron cambios que afectaron
tanto a la distribución del espacio como a la ornamentación de la misma. Ya se ha comentado que la comunicación con la habitación contigua H-10 se cegó, y posteriormente se enlucieron las paredes de ambas habitaciones. Adosado a éste muro medianero se construyó un banco corrido conformado por mampuestos irregulares, trabados con mortero de cal y escueto cimiento.
Desde un punto de vista estético, esta habitación se vió embellecida por la construcción de un pavimento de opus tesselatum,
que se adosaba a los muros de cierre y al banco corrido. El suelo estaba compuesto por teselas de pequeño tamaño 0,8 mm.,
polícromas de color amarillo, rojo, azul y blanco cuya disposición conformaba un programa decorativo compuesto por una serie
de casetones rodeados por pequeñas cenefas con motivos geométricos. Todo ello enmarcado a su vez por otra cenefa de dimensiones mayores. Los cuadros centrales presentaban motivos florales y geométricos repartidos alternativamente a lo largo de toda
la superficie. Se apreció que en la parte conservada no existían trazas de un medallón central aunque también hay que mencionar que las dimensiones totales de la habitación se desconocen al verse afectada por la Acequia Comuna de Énova.
Teniendo en cuenta la excelente ubicación de la estancia, con directa comunicación con el patio, la riqueza en la decoración, con mosaicos como pavimento, y la presencia de al menos un banco corrido, tal vez pudiera corresponder a un triclinium de la villa a pesar de no contar con la totalidad de la estancia ya que estaba afectada por la mencionada acequia.
• FAUCES - EL CORREDOR OESTE
La fase de remodelación de la villa también afectó a este pasillo viéndose reducida su anchura con la construcción de un
nuevo muro que indicaba un cambio en la articulación del espacio. Esta remodelación vendría condicionado sobre todo
por la necesidad de ampliar las habitaciones de la zona termal que se adosaban a este muro. Respecto a su contacto con
la parte residencial, no se apreciaban cambios destacables en conexión con el pasillo.
Este corredor estaba pavimentado con una preparación de opus caementicium que sólo se conservaba en el enlace con
los enlucidos de los muros. Estaba provisto de un umbral, por el lado sur, que daba paso al ámbito H-13 y dos accesos por
el centro, transitando a las estancias H-11 y H-10A. En esta última, conviene recordar el cegamiento de una ventana que
daba a este pasillo. La posible explicación de este cerramiento podría atender a la nueva construcción de unas letrinas.
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La parte septentrional del pasillo estaba subdividida en dos espacios por medio de un muro. Al este del paramento, el
corredor se estrechaba quedando al otro lado una pequeña dependencia que ha sido identificada como unas latrinae. A
este pequeño espacio se accedía por medio de un umbral y estaba equipado con un banco directamente ubicado sobre
la cloaca para permitir la rápida y efectiva evacuación. Este banco, con claro tratamiento hidráulico de opus signinum, estaba rodeado por una pequeña canaleta de aguas limpias ligeramente elevada sobre el pavimento. La pavimentación de
estos servicios era de losas de cerámica. Las características constructivas de estas letrinas de Els Alters, recuerdan a las excavadas en la villa romana de Torre Llauder en Mataró.
Las letrinas situadas en el pasillo oeste
• EL ÁREA TERMAL
En esta época se construyeron nuevos espacios que le daban una mayor funcionalidad con respecto a la etapa fundacional y
aumentaban su tamaño, sobre todo por el oeste. Se creó una planta más completa compuesta de seis habitaciones, algunas
de ellas con pavimento de mármol.
Teniendo en cuenta las distintas dependencias del conjunto podemos aproximar un itinerario que nos ayudará a comprender el uso
que tuvieron en su día. En este sentido, el recorrido se iniciaba por la H-11, que continuaba siendo el vestuario o apodyterium, y
cuyo acceso se efectuaba desde tres vanos. Uno de ellos, el situado al este, daba paso desde el corredor oriental. Otro, por el sur
y a través de un umbral de mármol, comunicaba con la estancia 12. El tercero daba directamente a la zona de las termas H-18.
Tanto la H-11 como la H-18 se vieron beneficiadas por la reducción en anchura del pasillo oeste, quedando ampliado de este
modo el tamaño de ambas. Como consecuencia de estas reformas la habitación 11 resultaba un espacio de planta rectangular
de unos 42 m2, que siguió utilizando el suelo de opus reticulatum del momento de construcción de la villa. Con la construcción de la habitación H-12, el muro medianero permitió la realización de una media caña de opus caementicium sobre la línea
de unión del solado con este muro de cierre meridional.
Desde el apodyterium se accedía por medio de un vano a la H-18. Era una gran estancia, con unas dimensiones conservadas
de 31,25 m2, que poseía revestimientos de mármol en el zócalo de las paredes y en el solado. Estas placas eran piezas usadas con anterioridad para otros fines dado que algunas presentaban diferentes decoraciones molduradas, sin continuidad con
la placa contigua, y en ocasiones la decoración se encontraba boca abajo, en contacto con la preparación. Todas éstas puede
que formasen parte de la ornamentación de la primera fase, ahora reutilizadas como suelos, pero de ello no tenemos evidencias. O tal vez se trató de la reutilización de piezas de otra construcción ajena a la casa porque sabemos que en estas fechas ya
no vivía Publio Cornelio Iuniani. Esta dependencia termal la seguimos identificando con el tepidarium, al igual que en la primera fase. Este gran solado llevaba una pendiente hacia una atarjea abierta en el muro oriental, que explicaría la necesidad de evacuar el agua procedente de la condensación hacia la canalización de las letrinas. En la preparación del pavimento, que era de
opus caementicium, se descubrió reutilizada una inscripción sepulcral con caracteres en griego que cronológicamente se adscribe a principios del S. II d. C.
Desde esta estancia, hacia el oeste, se accedía a dos pequeñas salas que articulaban tanto el paso hacia el caldarium y la H21 como hacia las dependencias situadas al norte. También conservaban pavimentos de placas de mármol en bastante mal
estado de conservación.
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Vista general del conjunto termal reformado.
El caldarium o sala caliente, H-19, al igual que el sudatorium o H-21 siguieron teniendo las mismas características estructurales
de la fase fundacional conservándose los restos del sistema de hipocaustum o calefacción, aunque se realizaron en ellas algunas
reformas. Dentro del sudatorium se construyeron dos tabiques en sus cierres norte y oeste adosándose éste último a una de las
paredes del pozo. Estos estaban construidos con ladrillos dispuestos a soga.
El recorrido por el conjunto termal continuaba por la H-20, situada en el lateral sur. Estaba constituida por un muro absidial y
presentaba un revestimiento hidráulico de opus signinum en las paredes y en el pavimento. Al norte de la sala se encontraba
una banqueta para sentarse realizada de
ladrillos rectangulares. La unión entre el
pavimento de esta habitación con el
banco se resolvió por medio de una
media caña de opus signinum de 13-15
cm. Tenía un agujero de desagüe situado
en la parte de la pared que era una tubería de plomo que desembocaba en una
canal con unas dimensiones de 0,30 x
10,20 m que llevaba una pendiente esteoeste. Sus paredes estaban hechas de
hiladas de piedras irregulares trabadas
con mortero de cal y revestidas de enlucido. La base y la tapadera eran de tegulae.
Considerando los elementos constructivos que contenía, y si atendemos a que
en la mayoría de los balnea el alveus se
situaba en el interior del elemento absidial (Castanyer, P y Tremolada, J. 1999),
se trataría de una piscina o alveus para
tomar baños de agua fría.
El pozo continuó siendo la fuente de
abastecimiento para este conjunto termal.
Un detalle de la inscripción reutilizada en la sala templada, tepidarium.
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La sala caliente, caldarium, la fría, frigidarium, la sauna, sudatorium y el pozo.
II. 2.2.- PARS RUSTICA
• LA CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA BALSA
En el momento se decidió
emprender las reformas en la
casa y en las instalaciones de trabajo construidos a finales del S. I,
éstas parece que se realizaron al
unísono en ambas partes. Así, en
la balsa grande se reforzó y aisló
de humedades su muro norte,
creando un añadido de mortero
de cal con gravas que recreció el
ancho del paramento en 0,13 m.
Complementando el conjunto de
las dos balsas y el canal, se añadió
una nueva balsa, situada al suroeste de la villa. Las dimensiones conservadas de la balsa eran de unas
de 5,66 x 10,50 m. Faltaban sus
límites norte y oeste porque fueron destruidos por la Zanja del año
2003 y el ángulo noroeste por una
fosa
realizada
durante
la
Antigüedad Tardía.
La nueva balsa construida al oeste de la villa.
Esta construcción estaba provista
de un pavimento de opus signinum que llevaba cenizas y carbo-
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nes, con unión de media caña que se adosaba al muro perimetral oeste. Con la construcción de esta nueva balsa hubo que tabicarse la entrada a la villa que había por este lado. En el zócalo del muro meridional de la balsa se abría una atarjea que servía de
entrada para el agua que desde el canal, y por medio de una posible conducción no conservada, llegaba a la balsa. La creación
de ésta la relacionamos con un apoyo a la actividad productiva que ya se realizaba en la villa, aunque futuros análisis de su mortero lo podrán determinar con precisión.
La ubicación de esta nueva balsa sobre el patio de trabajo redujo las dimensiones del espacio, resultando una superficie de 60
m2, H-17, que quedaba situada al sur de las termas. Aunque esta zona se redujo en sus dimensiones norte-sur aumentó su extensión hacia el oeste, lo cual se pudo documentar por el hallazgo de un pavimento hecho con mortero de cal bastante consistente
que conservaba 5 x 8 m. Este siguió siendo un espacio sin cubierta ya que en toda su extensa superficie no fue hallado ningún
soporte que sustentara una techumbre, de igual modo que en el nivel de derrumbe de la villa no había tegulae e imbrice.
II. 2.3.- PARS FRUCTUARIA
• UNA AMPLIACIÓN DE LAS ESTANCIAS EN LA TERRAZA SUPERIOR
Las construcciones para almacenaje de aperos y actividades agropecuarias del periodo anterior siguen en uso en esta etapa. Tan
solo se creó un nuevo conjunto en la zona suroeste de la terraza superior. Allí se construyó un grupo de siete estancias que se
superponían a las anteriores y seguían la misma orientación. De entre ellas destacaba la más amplia por haber conservado algunas evidencias sobre su uso. Los muros que delimitaban los diferentes ámbitos estaban construidos con mampostería de piedras calizas trabadas con mortero de cal, y su anchura variable oscilaba entre los 50 y 68 cm.
En su extremo sureste había parte de una estancia de unos 19,5 m2, de planta cuadrangular, que no conservaba los límites meridional ni oriental. El pavimento era de mortero de cal, con escasos centímetros de espesor. Sobre el muro occidental se abrió
un vano que daba paso directamente a la habitación contigua, de mayores dimensiones.
Ésta tenía una superficie de 51 m2, con un pavimento similar al anterior. Presentaba un suave buzamiento hacia el interior donde
había una depresión circular cuyo diámetro era de 2,60 m, y tenía un agujero en el centro de 31 cm. Estas huellas descritas en
la zona central sería donde se ubicaba la base de una prensa para la transformación de productos agrícolas. La realización continuada de estas actividades en las dos estancias descritas hizo que se repavimentasen de manera habitual. Ambos suelos estaban construidos sobre varias capas de preparaciones y nivelaciones, destacando los estratos UUEE 2054 y 2057.
Finalmente, del resto de las otras cinco estancias documentadas no sabemos las dimensiones completas ya que tan solo se
excavó una pequeña parte. Lo evidente era que había interconexión entre ellas, así como un límite por el este y una continuidad hacia el norte y el sur.
En su lateral este se localizaron dos muros de sillares de mediano tamaño trabados con mortero de cal que conservaban su alzado de zócalo. Tenían unas orientaciones suoeste-noreste y formaban parte de este conjunto de despendencias.
Las estancias de producción artesanal situadas en la terraza superior.
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En cuanto a la cronología del conjunto se puede decir que el estudio cerámico de los niveles de preparación de los pavimentos
estaba en un horizonte cronológico del S. III dC que coincide con el momento de reformas generales en la villa. Estos materiales corresponden en un mayor porcentaje a cerámicas comunes oxidantes y reductoras de cocina aunque destacaba la presencia tanto de terra sigillata hispánica como las importaciones africanas de cocina y sigillata.
UE 2057
Cerámica común oxidante: La pasta era depurada, de color beige y con desgrasante fino. El repertorio documentado correspondía a
formas cerradas (jarras y botellas) y abiertas (ollas, cazuelas, morteros y cuencos). Con respecto a las jarras había bordes planos con
moldura exterior y asas acintadas con doble acanaladura que salían del cuello. Pertenecientes a las botellas había un borde saliente
engrosado en el exterior.
Con respecto a las ollas cabe señalar un borde plano vuelto al exterior y otro saliente plano de sección apuntada. De las
cazuelas se documentó un borde vuelto al exterior y labio aplanado de extremo redondeado. Los morteros estaban representados por un borde vertical y labio plano. Los cuencos repertoriados correspondían a un borde redondeado con pequeño engrosamiento que se prolongaba por el cuerpo y en cuyo extremo se disponía una decoración a ruedecilla. Por último
había un borde almendrado que correspondía a una imitación de la forma Hayes 197 de cerámica africana de cocina.
Cerámica reductora de cocina: Se hallaron formas pertenecientes a ollas y cazuelas. Con respecto a las primeras destacaba
un borde vuelto al exterior con cuello estrangulado, con labio ligeramente redondeado y sección apuntada (nº 228), un borde
vuelto al exterior con labio pendiente de sección triangular y un borde recto con engrosamiento externo (nº 230), un borde
vertical con engrosamiento externo de sección redondeada (nº 231), un borde saliente de sección apuntada (nº 232), un
borde exvasado sin engrosamiento (nº 233), un borde saliente almendrado, un borde saliente con engrosamiento interior en
el cuello (nº 234), un borde aplanado con engrosamiento exterior (nº 235) y un borde vertical con engrosamiento externo
de sección triangular (nº 236).
De entre las cazuelas, el repertorio era menor. Había un borde recto con engrosamiento interior (nº 237).
Por último, apuntar una tapadera con borde discontinuo indiferenciado, saliente al exterior y con paredes oblícuas (nº 238)
y dos bordes de jarrita de boca trilobulada con asas de sección cuadrangular y acanaladura en su parte interna saliendo el
asa del borde. También perteneciente a otra jarrita había una base plana con pie indicado (nº 239).
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Ánforas: Las ánforas documentadas en esta unidad
pertenecían al tipo Dressel 2/4. Se hallaron dos asas
de sección geminada.
Paredes finas: De este tipo tan solo se recuperaron
dos fragmentos de borde correspondientes a la
forma Mayet XL y otros dos bordes de Mayet XXI.
Terra Sigillata Hispánica: Las formas de TSH documentadas pertenecíann a una forma abierta correspondiente a
una base y también un borde de la forma Mezquiriz 6.
Importaciones africanas: En su totalidad, las importaciones africanas correspondían a la cerámica de cocina y a la vajilla fina de mesa. Formando parte del primer grupo había un borde de cazuela de la forma
Hayes 197/ Ostia III, 267 (nº 242), un borde perteneciente a la forma Lamb 10 A/Hayes 23 B (nº 243),
un borde de Lamb 9 A/Hayes 181, otro borde de la
forma Lamb. 10 B/Hayes 23 A, un borde de Ostia III,
332 /Hayes, 196 (nº 244 y 246) y por último otro
borde perteneciente a la forma Ostia I, 264 (nº 245).
De todas ellas, la forma Ostia II, 302 aportaba una cronología desde finales del siglo I hasta la primera mitad
del II d.C.
Respecto a la Terra Sigillata Africana-A, aparecieronn
representadas las siguientes formas: un borde de
Hayes 3b/Lamb4/36ª con decoración a barbotina a
base de hojas lanceladas (nº 241); un borde de la
forma Salomonson A 9a; un borde de Lamboglia
3c/Hayes 16 que aportaba a este estrato una cronología de la segunda mitad del siglo II e inicios del III d.C.
UE 2054
Cerámica común oxidante: El repertorio documentado correspondía a formas cerradas como botellas
con borde engrosado al exterior y cuello recto (nº
257) y dos bocales forma Vegas 44 con borde
saliente de sección triangular y rebaje interno.
También aparecieron asas de sección acintada, algunas con nervio central, y otras con acanaladura en la
parte superior. Apuntar la abundancia de bases anulares también pertenecientes a diferentes formas
cerradas.
Cerámica reductora de cocina: Se documentaron
formas pertenecientes a tapaderas, ollas y cazuelas.
Con respecto a las primeras destacaban abundantes
bordes de forma plana y cóncava (nº 247). Otro tipo
presenta era el borde plano, ligeramente engrosado
en el exterior (nº 248). Con respecto a las cazuelas
se señalan aquellas que presentaban el borde reentrante y engrosado en el interior (nº 249). Entre las
ollas inventariadas destacaban las de borde saliente
de sección cuadrangular en cuya parte superior se
describía una ranura para colocar la tapadera (nº
250), las de borde saliente almendrado, borde
saliente con engrosado al exterior y apuntado (nº
251), borde aplanado con engrosamiento exterior y
paredes rectas (nº 252), borde vertical de sección
almendrada, borde saliente engrosado al interior y
paredes rectas (nº 253), borde exvasado con cuello
estrangulado y paredes abombadas, y borde saliente (nº 254).
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Los materiales cerámicos del momento de reformas.
Con respecto a las formas abiertas destacaban dos
bordes de cuenco de la forma Vegas 8 de borde vuelto y paredes abombadas.
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Por último, señalar un fragmento de borde
con arranque de asa de jarrita, ligeramente saliente, con paredes rectas y el asa de
sección circular con acanaladura inferior
(nº 281).
Ánforas: Las ánforas documentadas en
esta unidad pertenecían al tipo Dressel
2/4, concretamente tres fragmentos de
borde, y a la forma Dr. 20 con un asa de
sección circular y engobe amarillento.
Paredes finas: De estos vasos para beber
había un borde perteneciente a la forma
Vegas 25 y dos bordes de la forma Mayet
XXI.
Terra Sigillata Hispánica: Las producciones
de TSH documentadas pertenecían a varios
bordes de las formas Drag.27, Drag.13 y
Drag.37.
Importaciones africanas: Las importaciones africanas de cocina eran abundantes.
Había un borde de Ostia III, 332 /Hayes,
196 (nº 258), un borde de la forma Ostia
II, 302 (nº 259), una fragmento de borde
de la forma Ostia III, 267 /Hayes, 197, otro
borde correspondiente a Lamb 10
A/Hayes 23 B (nº 260) y por último un
borde perteneciente a la forma Lamb. 10
B/Hayes 23 A; (nº 261).
Respecto a la Terra Sigillata Africana-A aparecieron
representadas las siguientes formas: dos bordes de
Hayes 3b/Lamb4/36a con decoración a barbotina a
base de hojas lanceladas; un borde de la forma
Lamboglia 2A/Hayes 9ª; dos bordes de Lamboglia
3a/Hayes 14a; un fragmento informe de la forma
Carandini, 1976, fig.2 con decoración a ruedecilla; una
variante Salomonson A9a con decoración a ruedecilla
también informe. Destacaba un fragmento de borde de
Terra Sigillata A/D, forma Hayes 32/OSTIA I que aportaba una cronología de primera mitad del siglo III d.C.
Metal
Los objetos de metal eran pequeños elementos
como un fragmento de aplique de bronce ornamental con motivos florales de uso indeterminado con
una longitud máxima de 7 cm. y una arandela de
bronce con los extremos anudados sobre si mismo.
Hueso trabajado
Entre este tipo de material destacaba una aguja
completa con cabeza en forma de piña con una longitud de 10 cm, un fragmento de cabeza de aguja
con sección circular, dos fragmentos de aguja de
coser y otros dos fragmentos de aguja con cabeza
en forma de piña.
Vidrios
El material de vidrio estaba compuesto por dos fragmentos de base plana de vidrio de recipientes diferentes, un fragmento de base anillada, un fragmento de borde de cuenco con paredes verticales con
borde sin diferenciar y una acanaladura por debajo
del mismo y otro fragmento informe con decoración
incisa de trazos verticales enmarcados en su parte
inferior por una horizontal.
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II.2.4.- LOS MATERIALES DE VIDRIO
Mª Dolores Sánchez de Prado. Universidad de Alicante
LA VILLA DE ELS ALTERS: LOS MATERIALES DE VIDRIO
Las excavaciones llevadas a cabo en este yacimiento han puesto al descubierto los restos de una gran villa, construida hacia
fines del siglo I d.C., que perduraría, tras diversas remodelaciones, hasta época bajoimperial. Esta amplia cronología ha permitido recuperar un gran volumen de material, del que una pequeña parte la constituyen recipientes vítreos, que formarían parte del servicio de mesa, así como los restos de lo que fueron, en origen, grandes paneles de vidrio para el cerramiento de vanos.
Las vasijas de vidrio presentan un estado muy fragmentado, lo cual se debe, fundamentalmente, a la fragilidad de la propia materia. Se trata de un conjunto muy reducido, unos 75 fragmentos, de los que tan sólo unos 46 presentan forma o
algún motivo decorativo que ha permitido su clasificación. Han sido sus características técnicas –elaboración por medio
del soplado libre y un gran porcentaje de vidrio incoloro-, y tipológicas -para lo que seguimos, esencialmente, el estudio
de C. Isings (1957)-, las que nos han permitido llevar a cabo su análisis, resultando una subdivisión en dos conjuntos
diferenciados, esencialmente, por la cronología. El grupo más numeroso es el adscrito a la fase altoimperial de la villa,
denominado Els Alters I, encontrándo, además, un reducido número de recipientes de características diferentes, que
forma el conjunto Els Alters II.
La Fase I engloba el mayor porcentaje de los recipientes recuperados, algunos procedentes del nivel superficial (Fig. 1,1-5), así
como de una intervención previa en el área del yacimiento (Fig. 1,11-12). Además, destacan los materiales de las unidades estratigráficas relacionadas con ciertas repavimentaciones -UUEES 2054, 2056, 2057, 2061-, que marcarían el final de esta fase, y en
las que fueron amortizados diversos ejemplares, caracterizados, en general, por estar realizados en vidrio incoloro, salvo alguno
de coloración verde-azulada (Fig. 2,1-2), y por corresponder a formas abiertas, fundamentalmente cuencos y vasos, generalmente lisos o con sencillas decoraciones (Fig. 2,3-8).
Relacionados con el conjunto El Alters I, encontramos, además, una serie de recipientes que, aunque aparecieron amortizados
en algunos de los niveles tardíos de la villa –UUEES 1054, 1072 y 1164-, se adscriben, claramente, a esta fase, ofreciendo formas y características muy similares a los tipos anteriores (Figs. 3,1-2 y 4; 4,1).
Por otra parte, bajo la denominación Els Alters II hemos englobado aquellas piezas que resultan características de la vajilla de
vidrio, que, a partir del siglo IV d.C., parece imponerse como servicio de mesa. Se trata, esencialmente, de un reducido número
de vasos y cuencos bajos realizados en un vidrio de color verdoso, con cierta tonalidad amarillenta, que proceden, en general,
de los rellenos que amortizaban estructuras anteriores o niveles de abandono –UUEES 1036 y 1164- (Fig. 4,2-3 y 5-6), añadiéndose a ellos algún otro fragmento procedente del nivel superficial o de las zanjas efectuadas en la intervención previa a la
excavación (Fig. 1,6 y 13-14).
Finalmente, es interesante señalar la presencia de los restos de lo que fueran grandes paneles de vidrio plano, que serían utilizados para el cerramiento de vanos y que aparecen, en general, muy fragmentados en algunos de los niveles adscritos a la Fase
II (Figs. 3,3 y 5; 4,4; 5,1-2), así como en el nivel superficial (Fig. 1,7).
ESTUDIO DEL RECIPIENTE DE VIDRIO
Como se ha señalado, la excavación de esta villa ha proporcionado un reducido lote de vasijas, pudiéndose individualizar unas
41, de las que un 78 % corresponden a tipos adscritos a época altoimperial, caracterizados por una gran diversidad de formas
y una alta calidad técnica, lo cual no hace sino resaltar el escaso porcentaje, un 22 %, de los recipientes vítreos en época tardía,
que ofrecen cierta simplicidad y pobreza técnica, lo que les proporciona una aparente homogeneidad.
Els Alters I
Se trata de un lote, que presenta una técnica de fabricación, el soplado libre, y unas características formales muy similares, destacando el gran porcentaje de vidrio incoloro, que alcanza el 51,2 %, sobre el de color verde-azulado, un 26,8 %. Tipológicamente, encontramos algunos recipientes cerrados, como botellas o ungüentarios, y sobre todo, formas abiertas, como vasos, copas o cuencos.
En cuanto a las formas cerradas, las excavaciones tan sólo han proporcionado un fragmento de borde plegado al interior, de
color azul claro (Figs. 1,1; 6,1), que puede relacionarse con un recipiente de cuerpo prismático (Isings 50), que fue usado
frecuentemente como contenedor de líquidos, ya que, el espesor de sus paredes y la solidez de sus asas, junto a su gran
estabilidad, lo hacía idóneo para su transporte y almacenamiento. Este tipo aparece hacia el segundo tercio del siglo I d.C.,
continuando hasta fines del II, fabricándose mediante el soplado libre o en molde (Caldera de Castro, 1994-95, 119), lo que,
dado el pequeño fragmento recuperado, no podemos determinar. La botella prismática gozará de gran popularidad, como
demuestra su difusión por toda la Península (vid. Sánchez de Prado, 2004, 85 s.). Otro tipo de contenedor documentado es
el tipo ungüentario, aunque en este caso destinado habitualmente a la conservación de perfumes y ungüentos, por lo que
suelen mostrar largos y estrechos cuellos a fin de impedir la rápida evaporación del contenido. Su hallazgo se reduce a la
parte inferior o depósito de un recipiente, de forma elipsoidal, realizado en vidrio azul claro, que podría relacionarse con el
tipo Isings 28 (Figs. 1,11; 6,2), encontrando otro fragmento, del que se conserva la boca, de borde plegado al interior, y parte
del cuello cilíndrico (Figs. 1,2; 6,3), en vidrio incoloro, que corresponde a un ungüentario de candelero (tipo Isings 82A1).
Se trata de formas características encuadradas entre la segunda mitad del siglo I y primera mitad del II d.C. (vid. Sánchez de
Prado, 2004, 87; Bonnet, 1997, 47, AV V122).
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Fig. 1: UE 1004A: 1, Botella (Is. 50). 2, Ungüentario (Is. 82A1). 3, Cuenco (Is. 85b). UE 1004B: 4, Vaso (Is. 34). UE 1004C: 5,
Copa (Is. 86). 6, Vaso (Is. 109). 7, Vidrio plano. 8-10, Teselas. Zanja 1: 11, Ungüentario (Is. 28). Limpieza Corte N: 12, Vaso (Is.
21). Zanja 2: 13, cuenco (Is. 116). 14, Cuenco (Is. 115).
En cuanto a las formas abiertas, hay que señalar el hallazgo de numerosos cuencos y vasos, entre los que encontramos
alguna forma conocida desde los momentos iniciales del soplado. Se trata de recipientes que muestran un borde tubular,
como un tipo de cuenco (Isings 44), del que se ha recuperado tan sólo un ejemplar, realizado en vidrio azul claro (Figs.
2,1; 6,4), coloración que caracterizará los ejemplares a partir de la segunda mitad del siglo I d.C. El tipo alcanzará gran
popularidad en época flavia, estando en uso hasta inicios del siglo II d.C. (Isings, 1957, 60), siendo, en la Península, los
hallazgos muy numerosos (Price, 1981, 514; Sánchez de Prado, 2004, 90, fig. 4,1-3).
El recipiente vítreo se va a ir convirtiendo, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo I d.C., en una pieza fundamental en el servicio de mesa, alcanzando cada vez más popularidad, como se demuestra por la gran diversidad de tipos que
va ofreciendo esta industria. Entre ellos hay que destacar la producción de un vaso alto, de gran elegancia y exquisitez, realizado en vidrio incoloro, que suele aparecer decorado con simples líneas horizontales incisas (tipo Isings 21), aunque existe una variedad que ofrece una bella y cuidada decoración tallada, denominada panal de abeja (Isings, 1957, 37 s.), típica de época flavia y primera mitad del siglo II d.C., de procedencia oriental (Paolucci, 1997, 63, fig. 28). Aunque no conocemos ningún ejemplar de esta lujosa variedad, si se ha documentado el vaso decorado con finas líneas talladas (Figs. 3,4;
6,9). Con el tipo se relacionan, además, dos fragmentos de pies altos que ofrecen el detalle de la base añadida (Figs. 1,12;
3,2), como en alguna pieza documentada en Segobriga (Cuenca) (Sánchez de Prado, 2004, fig. 4,8) o en Conimbriga
(Portugal) (Alarçao, 1976, pl. XXXIX, 145).
En estos momentos, el vidrio soplado, que puede llegar a mostrar una extrema delgadez en sus paredes, pronto alternará o llegará a sustituir a las vasijas de metal, a las que frecuentemente imita, como demuestra la aparición de nuevos tipos de vasos, que
siguen prototipos metálicos. Se trata de piezas frecuentemente elaboradas en vidrio incoloro, que muestran gran calidad y transparencia, lo que les hará competir con los costosos ejemplares realizados en cristal de roca. Pero esa misma característica les confiere una extraordinaria fragilidad, lo que explica que, entre el vidrio recuperado, encontremos diversas bases, sin duda la parte más
resistente de la pieza, que muestran un reducido diámetro, correspondiendo a formas, encuadradas entre fines del siglo I y el II d.C.
Por una parte, encontramos bases anilladas (Figs. 1,4; 2,6), que podrían relacionarse con vasos de diseños cilíndricos (tipo Isings
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34) (Fig. 6,10), dada su similitud con otros hallazgos procedentes de Aventicum (Suiza) (Bonnet, 1997, 28, AV V45). Por otra, son
restos de bases planas, que muestran el arranque de la pared hacia fuera (Fig. 2,5) y que se han relacionado, tanto en Baetulo
(Barcelona) como en Conimbriga (Flos, 1987, fig. 54, 339-340; Alarçao, 1976, pl. XLI, 192), con el vaso decorado con depresiones
(Isings 32) (Fig. 6,11), aunque, en otros casos, se asimilan al tipo Isings 34, anteriormente señalado (Xusto, 2001, fig. 48, c-d).
Fig. 2: UE 2056: 1, Cuenco (Is. 44). 2, Cuenco (Is. 85b). UE 2054: 3, Cuenco (Is. 85b). 4, Cuenco tallado (Is. 96). 5, Vaso (Is. 32). 6, Vaso (Is. 34). UE 2057: 7, Cuenco (Is. 85b).
UE 2061: 8. Cuenco (Is. 85b)
A partir de fines del siglo II d.C. se va a popularizar un cuenco de forma cilíndrica, liso o decorado con un sencillo cordón, caracterizado por presentar en su base un doble anillo, generalmente identificado con la forma Isings 85b (1957, 102), que se mantendrá hasta inicios del III. En la villa de Els Alters destaca el elevado número de fragmentos recuperados, unos 9, ya que fue
uno de los más comúnmente utilizados en esos momentos, lo que nos ha permitido constatar las diversas variantes del tipo. A
pesar de caracterizarse por ser una producción elaborada en vidrio incoloro, encontramos un ejemplar realizado en color verdeazulado (Fig. 2,2), como otras piezas procedentes de Murcia y del vertedero del Pasaje Cobos (Tarragona) (Price, 1981, 476,
fig. 15,134). En su mayoría, estos cuencos han sido recuperados en unidades relacionadas con las remodelaciones detectadas
al final de la Fase I, aunque también hemos encontrado alguno amortizado en niveles de la Fase II. Tipológicamente, podemos
distinguir tres variantes según el exvasamiento del borde. Una primera representada por un tipo que ofrece el borde reentrante, identificado claramente con la forma Isings 85b, del que hemos documentado un ejemplar, que presenta un fino hilo, en
relieve, a modo de decoración (Figs. 2,8; 6,6). Una intermedia englobaría los cuencos que presentan un pequeño borde saliente, lisos (Figs. 2,3; 3,1; 6,7). Finalmente, la tercera incluye aquellos de borde oblicuo y perfil sinuoso que pueden ofrecer, o no,
a modo de decoración, un sencillo cordón en relieve (Figs. 2,2 y 7; 4,1; 6,8). Además, con el tipo se relaciona una base que
muestra el característico doble anillo, procedente del nivel superficial (Fig. 1,3). Se trata de formas bien representadas en contextos de fines del siglo II e inicios del III d.C., como demuestra su numerosa presencia entre el vidrio que formaba parte del
cargamento del pecio Oeste de las Embiez I, en el Sur de Francia (Foy et al. 2005, 122, fig. 1, 1-2), así como entre el material
procedente de la villa de Baños de Riocaldo (Orense) (Xusto, 2001, 297), donde encontramos ejemplares muy similares a cualquiera de nuestras variantes (Xusto, 2001, fig. 49), al igual que en Conimbriga, (Alarçao, 1976, pl. XL, 165-169) o en la villa de
San Cucufate (Portugal) (Nolen, 1988, 24). A estos hallazgos se suman otros señalados por Price (1981, 478 s.) u otras piezas procedentes de El Molinete (Cartagena) y Segobriga (Sánchez de Prado, 2004, fig. 4, 4-5). Los numerosos hallazgos de
este tipo y sus múltiples variantes, demuestran su amplia área de difusión, habiéndose planteado la existencia de varios centros
productores (Foy et al. 2005, 122 s.), lo que explicaría su diversidad. En definitiva, estos cuencos de vidrio generalmente incoloro, lisos o decorados, también denominados “copa Airlie” y “copa Valdoca” (Alarçao, 1976, 186; Ortiz, 2001, 150), dados los
primeros y más significativos de los hallazgos, se datan hacia la segunda mitad del siglo II d.C., pudiéndose señalar una concentración durante el período antonino, perdurando durante la primera mitad de la centuria siguiente (Xusto, 2001, 302).
A este mismo momento nos remite un fragmento de cuenco, igualmente elaborado en vidrio incoloro (Fig. 2,4), que ofrece una
decoración tallada. Se trata de un lujoso recipiente destinado para beber vino de cierta calidad, siendo un objeto de prestigio
que sería copiado, incluso, por modelos metálicos en plata (Paolucci, 1997, 66 s., figs. 31-32). Son cuencos (tipo Isings 96),
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decorados con tallados ovales y circulares dispuestos en todo su registro (Fig. 6,5). Se trata de una decoración tallada denominada grano de arroz, que alcanzará gran difusión en Occidente en el siglo III d.C. (Paolucci, 1997, 99 ss.). Al igual que otras
excepcionales piezas, este tipo se documenta principalmente en núcleos de cierta entidad (Price, 1981, 470 s.; Ortiz, 2001, 170;
Sánchez de Prado, 2004, 91, fig. 4,13-14), destacando los ejemplares completos recuperados en la ciudad de Cartagena
(Sánchez de Prado, 1999, fig. 3,2) o en la necrópolis de Tisneres (Alcira, Valencia) (González, 2001, fig. 73, 6).
Fig. 3: UE 1054: 1. Cuenco (Is. 85b). 2: Vaso (Is. 21). 3. Vidrio plano. UE 1072: 4. Vaso tallado (Is. 21). 5: Vidrio plano.
La popularización del vidrio soplado conllevó la diversificación formal, que, en estos momentos, que cabe situar entre fines
del siglo II y III d.C., se caracterizarán por la gran calidad conseguida en las producciones realizadas en vidrio incoloro. En
este contexto se enmarca el hallazgo de un fragmento de copa (tipo Isings 86), de la que tan sólo se conserva la parte
inferior (Figs. 1,5; 6,12), aunque hemos podido identificarla dada su semejanza con otros ejemplares similares, como una
pieza de El Molinete (Sánchez de Prado, 1999, fig. 2,7), que ofrece una decoración de hilos con formas onduladas, conocida como serpentiforme. Generalmente el hallazgo del pie o algún fragmento con esta decoración sirve para atestiguar su
presencia, documentándose, nuevamente, en el pecio Oeste de las Embiez I (Foy et al. 2005, fig. 1,8), así como en
Riocaldo (Xusto, 2001, fig. 50a), Conimbriga, donde se localizaron algunos fragmentos en las canalizaciones del foro flavio (Alarçao, 1976, pl. XLI, 183-188) o en la villa de San Cucufate (Nolen, 1988, 22-24), pudiéndose añadir otros hallazgos (Price, 1981, 490 s.).
Els Alters II.
Frente al gran porcentaje de vidrio adscrito a la Fase I, ahora el recipiente vítreo apenas supone el 22 % del total recuperado, y
es que las excavaciones de los diversos niveles, adscritos a la Antigüedad Tardía, han proporcionado un escaso número de piezas, de las que se han podido identificar unas 9. A pesar de ello, presentan unas características muy homogéneas. Técnicamente
se trata de vidrio realizado por medio del soplado, sin decoración, que suele presentar un color verde amarillento, con abundantes burbujas y estrías interiores. Tipológicamente, nos vamos a encontrar, fundamentalmente, con vasos y platos o cuencos
bajos. Son sencillas piezas que forman parte de una vajilla de vidrio de fácil adquisición, pues debía fabricarse en zonas muy
próximas al consumidor, y bajo coste, destinada al uso cotidiano. Serán formas muy características entre los siglos IV y V d.C. en
gran parte del Mediterráneo Occidental, perdurando, incluso, en épocas posteriores.
Uno de los tipos más comunes en el servicio de mesa tardío, será el vaso que presenta un pie anular formado al plegar la pared
del mismo (Isings 109) (Fig. 6,13). De ese modo, la parte inferior se estrecha dando la apariencia de un vástago, que será, una
vez fragmentada la pieza, el que nos sirva como indicativo de su presencia, documentada entre los materiales procedentes tanto
del nivel superficial, como de una de las unidades adscritas a la Fase II (Figs. 1,6; 4,5). En la Península, los hallazgos son diversos y numerosos, tanto en contexto de hábitat como en necrópolis (vid. Sánchez de Prado, 2004, 95 ss.), pudiendo citar su
presencia entre el vidrio recogido en las excavaciones del basurero de Vila-roma (Tarragona), fechado en el siglo V d.C. (Benet
y Subias, 1989, fig. 185, 9.35), así como en la villa de Los Baños de la Reina (Calpe, Alicante), cuyo material se encuadra entre
los siglos IV y V d.C. (Sánchez de Prado, 2001, 97 ss., fig. 2, 8). Por otra parte, el tipo aparece formando parte del ajuar de la
tumba 5 de la necrópolis I de El Albir (Alfaz del Pí, Alicante) (Morote, 1990, 44, fig. 2), donde se encontró asociado a una moneda de mediados del siglo IV d.C., así como en la necrópolis de la Boatella (Valencia) (Soriano, 1989, fig. 7, 1).
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En cuanto a los vasos, encontramos un fragmento informe que puede relacionarse con un tipo de diseño elipsoidal (Isings 96) (Fig.
6,14), que suele mostrar una gran variedad formal, técnica o decorativa, constituyendo uno de los tipos más habituales en contextos tardíos (Sánchez de Prado, 2004, 93 ss.). El fragmento presenta una tonalidad verde-amarillenta, así como dos bandas de finas
líneas incisas (Fig. 4,6). Corresponde a un tipo que alcanza una gran expansión a partir del siglo IV d.C., sobre todo en su segunda
mitad, continuando en el siglo V, momento en el que adopta la característica coloración verde olivácea o amarillenta (Foy, 1995,
192 s., Forma 3). En la Península resulta un hallazgo muy frecuente, siendo habitual, tanto liso como decorado, en yacimientos de
época bajoimperial, pudiendo destacar el alto porcentaje de este tipo de recipiente en las villas de Los Baños de la Reina o en la
de El Albir (Sánchez de Prado, 2004, fig. 5, 5-6). Al mismo tiempo, hay que destacar su presencia como parte de los ajuares funerarios del momento, lo cual queda constatado en la misma necrópolis de El Albir (Sánchez de Prado, 2004, 99, fig.7, 16).
Pero, quizá, la pieza más característica de estos momentos es un plato o cuenco bajo (Fig. 6,16), generalmente identificado con el
tipo Isings 116 (1957, 143 ss.), aunque sus múltiples variantes han llevado a algunos autores a considerar que esta tipología no refleja exactamente la forma (Ortiz, 2001, 328), que está muy bien documentada, por otra parte, en Conimbriga, donde se han llegado
a recuperar unos 300 fragmentos (Alarçao, 1976, 193 ss., pl. XLII, 203-224), destacando los que presentan líneas talladas e hilos blancos fundidos en su superficie (Foy, 2001, Forma 21). El tipo se encuentra abundantemente a partir de la segunda mitad del siglo IV
y, sobre todo, en la centuria siguiente, cuando se encuadran la mayoría de los ejemplares penínsulares (Ortiz, 2001, 329), como los
de la villa de Los Baños de la Reina, donde este cuenco constituye el 41,4% de los hallazgos (Sánchez de Prado, 2001, 103). El tipo
perdurará durante el siglo VI d.C. e incluso se adentra en el VII, como demuestra su presencia en ciertos niveles bizantinos documentados en Cartagena (vid. Sánchez de Prado, 2004, 97). Entre el vidrio de Els Alters II encontramos esta forma, realizada en un vidrio
de calidad mediocre, que queda atestiguada por los hallazgos de un borde (Fig. 4,3), así como parte de una base (Fig. 1,13).
Fig. 4: UE 1164: 1. Cuenco (Is. 85b). 2. Copa (Is. 111). 3. Cuenco (Is. 116). 4. Vidrio plano. UE 1036: 5. Vaso (Is. 109). 6. Cuenco (Is. 96). 7-10. Teselas.
Además, vamos a encontrar alguna forma representada por un solo hallazgo, siendo el caso de un borde plegado al exterior
(Figs. 1,14; 6,17), que corresponde a un tipo (Isings 115), documentado escasamente tanto entre el vidrio de Los Baños de la
Reina (Sánchez de Prado, 2001, 103, fig. 3,4), como en el basurero tarraconense de Vila-roma (Benet y Subias, 1989, 9.209.22). En el Sureste francés, esta forma se documenta tan sólo en el último tercio del siglo IV, no pareciendo que perdure más
allá de la segunda mitad del siglo V d.C. (Foy, 1995, 196, Forma 9), lo que explicaría su esporádica presencia en estos contextos. Igualmente, es el caso de un tipo de copa (Isings 111) (Fig. 6,15), atestiguado por el hallazgo de la parte superior de un
recipiente, de borde ligeramente reentrante y perfil sinuoso (Fig. 4,2), que suele caracterizarse por presentar un alto pie con vástago (Foy, 1995, forma 23a). Aunque la forma aparece a partir del siglo IV d.C., suele ser un hallazgo minoritario todavía en estos
momentos, popularizándose a partir del siglo VI d.C. (Foy, 1995, 207; Sánchez de Prado, 2004, 95 s.).
EL VIDRIO Y LA ARQUITECTURA
Las excavaciones llevadas a cabo en esta villa han permitido constatar el habitual y frecuente uso que llegó a hacerse del vidrio
para soluciones arquitectónicas. Es por ello que trataremos de dos funcionalidades que se otorgaron al vidrio en época romana. Por una parte, el vidrio se introducirá como una eficaz solución para el cerramiento de vanos, tanto en edificios públicos,
principalmente termas, como en edificios privados. Por otra, la moda, conocida desde época helenística, de enriquecer los pavimentos de mosaico con teselas de vidrio de diferentes colores, se introduce en Occidente a partir de fines del siglo II d.C.
El vidrio de ventana.
La producción del vidrio plano para uso arquitectónico comienza en el Imperio de Occidente a principios del siglo I a.C. En la
Península, aunque hay testimonios de su uso durante el siglo I d.C., no se generalizará hasta el II, habiéndose documentado su
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producción en el yacimiento de Torre Llauder (Mataró, Barcelona) (Ribas, 1972, 175), remitiendo a este momento, igualmente,
los hallazgos de vidrio de ventana proporcionados por algunos conjuntos termales de la provincia de Zaragoza (Ortiz y Paz, 1997,
440 ss.). Su empleo será propio del Imperio de Occidente hasta el siglo IV d.C. (Ortiz, 2001, 352).
Respecto al método de fabricación, el vidrio de ventana podía realizarse por medio de dos procedimientos. Uno es la técnica del
fundido en molde, consistente en verter vidrio en una superficie tosca, con una base de arena, para ser trabajado en forma recta,
indicando el canto ondulado un trabajo de fundición. Así, los paneles de vidrio resultantes eran planos y de grosor variable, con
los cantos redondeados, pulidos al fuego. La presencia de arena explica la apariencia granulosa del reverso, mientras que el estiramiento por medio de pinzas es el origen de ciertas marcas en sus ángulos. El otro, es el soplado de cilindros, que serían cortados longitudinalmente y se estirarían, posteriormente, con ayuda de ciertas herramientas tras meterlos nuevamente en el
horno, donde el calor los abría (Ortiz, 2001, 350).
En la villa de Els Alters se han recuperado numerosos fragmentos de vidrio plano, procedente, en general, de unidades adscritas a la
Fase II (Figs. 1,7; 3,3 y 5; 4,4; 5,1-2). Se trata de trozos de paneles, que suelen presentar grosores variables, entre 0,7 cm en el borde,
hasta 0,3/0,2 hacia el centro, y los bordes redondeados y pulidos. En cuanto a las dimensiones, dada la fragmentación de las piezas,
es imposible determinarlas. Todos ellos ofrecen dos caras diferentes, el anverso fino y ligeramente irregular, en el que, en ocasiones,
se perciben las marcas de las herramientas al estirar el panel (Figs. 3,3; 5,2), mientras que el reverso es plano y rugoso (Fig. 3,5), por
lo que parecen haber sido realizados por medio del fundido. En cuanto a su adscripción cronológica, hay que tener en cuenta que,
salvo un fragmento aislado recuperado en la UE 2056, el resto procede de unidades de la Fase II, en las que, por otra parte, encontramos materiales de la fase anterior, lo cual dificulta determinar el momento exacto de su utilización. Tampoco el análisis de su técnica de fabricación aporta referencias determinantes, pues, como recoge Ortiz (2001, 350), a pesar de que se ha planteado que la
técnica del fundido en molde correspondería a época altoimperial, durante Bajoimperio el vidrio plano debió obtenerse tanto por
medio del fundido como por el soplado en cilindros, siendo difícil precisar cuando empezó a usarse el segundo método.
En definitiva, aunque el vidrio plano se conoce desde el siglo I d.C., la mayoría de los hallazgos en la Península remiten a un
período encuadrado entre los siglos II y IV d.C., siendo significativa su ausencia en conjuntos del siglo V d.C., como el proporcionado por el basurero tarraconense de Vila-roma (Benet y Subias, 1989). Es así que, posiblemente, la utilización de estos paneles en la villa de Els Alters parece remitir a la Fase I, la de mayor esplendor, siendo su progresivo abandono lo que explicaría su
amortización en los niveles de la fase siguiente, ya como material residual.
Fig. 5: UE 1086: 1-2. Vidrio plano.
Las teselas
Finalmente, hay que señalar la recuperación de un importante conjunto de teselas. En total la excavación ha proporcionado un lote
constituido por unas 1.698 piezas, la mayoría de las cuales, unas 1.574, proceden del Sector A. En general se trata de elementos
que han aparecido sueltos y, a veces, de forma aislada, aunque hay que señalar, en algún caso, el hallazgo de pequeños conjuntos adheridos a una base de mortero, claro indicio de su pertenencia a un mosaico. En cuanto a la gama de colores, éstos son muy
variados, siendo mayoritariamente azules o verdes, aunque también las hay amarillas, grises y transparentes. Dado el gran número
de piezas, sólo hemos reproducido aquellas localizadas en las unidades estudiadas, que alcanzan el número de 7. Todas ellas son
de color azul cobalto opaco, procedentes tanto del nivel superficial como de un relleno adscrito a la fase II (Figs. 1,8-10; 4,7-10).
Presentan formas aproximadamente cúbicas y superficies planas, con dimensiones variables entre 1,2/0,7 x 0,7/0,6 cm.
Las teselas debieron fabricarse al realizarse barras de vidrio fundido, que serían cortadas con un cincel, de ahí la irregularidad de sus
fracturas y tamaños diferentes (Ortiz, 2001, 354). En cuanto a su funcionalidad, en la mayoría de los casos, incierta, es interesan-
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te plantear la posibilidad de que se trate de un material destinado al reciclado, por lo que suele encontrarse en gran número en
algunos talleres de vidrio, dada la dificultad de conseguir el vidrio opaco. Así aparecen en el basurero de Vila-roma, donde se ha
constatado un pequeño taller de soplado (Benet y Subias, 1989, 343 ss.), o en el de Sainte-Menehould (Marne, Francia), fechado
entre fines del siglo III y el IV d.C., donde se localizó un importante conjunto (Foy y Nenna, 2001, 58). Aunque hay que valorar esa
posibilidad, lo cierto es que, en general, estos elementos suelen presentar una funcionalidad arquitectónica y ornamental, al componer mosaicos polícromos que decorarían las estancias, aunque pudieron servir, también, para decoraciones parietales. Sobre ello,
hay que señalar que la mayoría de los mosaicos, que contienen teselas de vidrio, se datan en la Península entre época tardoconstantiniana y fines del siglo IV o principios del V d.C. (Ortiz, 2001, 355). Aunque el área excavada de la villa no ha permitido la exhumación de ningún mosaico polícromo in situ, el hallazgo tan elevado de teselas de vidrio nos lleva a plantear su existencia, siendo,
posiblemente, los avatares sufridos por el uso posterior dado a estas instalaciones lo que provocara su deterioro o pérdida.
IV. CONCLUSIONES
Las excavaciones llevadas a cabo en Els Alters nos han permitido aproximarnos al conocimiento de los variados usos que el vidrio
tuvo durante época romana, siendo entonces cuando se produjeron dos grandes avances para la industria del vidrio. Por una
parte la invención del soplado, que resultó una verdadera revolución que transformaría un proceso de producción, al conseguir
una mayor rapidez en la fabricación del objeto, así como su abaratamiento y, por tanto, popularización. Por otra, el uso del vidrio
para cerramientos de vanos, una gran innovación destinada a conseguir, en este caso, una mejora en la calidad de vida.
Fig. 6: Repertorio vítreo de la Fase I: Contenedores: 1. Is. 50; 2. Is. 28; 3. Is. 82A1; Cuencos: 4. Is. 44; 5. Is. 96; 6-8. Is.
85b; Vasos: 9. Is. 21; 10. Is. 34; 11. Is. 32; Copas: 12. Is. 86. Fase II: Vasos: 13. Is. 109; 14. Is. 96; Copas: 15. Is. 111; Cuencos:
16. Is. 116; 17. Is. 115.
En cuanto a los recipientes, el vidrio, por su transparencia, su fácil limpieza y su rápida reutilización, se ha mostrado tradicionalmente como el material más idóneo para la conservación de alimentos, al no alterar su sabor. El conjunto Alters I incluye una
gran variedad de formas (Fig. 6,1-12), elaboradas, fundamentalmente, en dos coloraciones. Así, aunque, encontramos alguna
pieza realizada en vidrio verde-azulado, generalmente contenedores, como la botella o los ungüentarios, y algún cuenco, es decir
vajilla de uso común, la mayoría son piezas elaboradas en vidrio incoloro, que constituirían parte de la vajilla fina, dada la alta
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calidad, transparencia y delgadez de las paredes que presentan estos ejemplares. Entre ellos podemos destacar algunos tan significativos como los cuencos decorados con tallados ovales y circulares o con hilos en relieve, así como los vasos altos tallados
con finas incisiones, en definitiva una gran variedad de recipientes destinados para beber, posiblemente buenos vinos.
En cuanto a la cronología proporcionada por este primer conjunto, hay que señalar la presencia de la botella prismática que aparece hacia el segundo tercio del siglo I d.C., siendo significativa la ausencia de un recipiente tan común como el cuenco de costillas,
habitual durante el siglo I, hasta que conoce su declive en época flavia. Todos estos indicios nos permiten corroborar el inicio de esta
fase hacia el 60/70 d.C. A partir de ese momento el recipiente comúnmente usado será aquel elaborado en vidrio incoloro, correspondiendo, fundamentalmente, a vasos y cuencos, que vamos a encontrar amortizados en algunos niveles de repavimentación, indicativos de ciertas reformas llevadas a cabo. Serán esos materiales, sobre todo el cuenco tipo Isings 85b o Isings 96, los que nos
están marcando que tales remodelaciones se llevaron a cabo en algún momento situado durante la primera mitad del siglo III d.C.
A lo largo de esa centuria, parece mantenerse el mismo repertorio, hasta que, en un momento determinado se produjo un
importante cambio en el uso de la villa. Tal cambio, que podría situarse hacia mediados del siglo IV d.C., vendría constatado por
la aparición de una producción de mediocre calidad y bajo coste, de líneas muy sencillas elaborada posiblemente en talleres de
carácter regional, como alguno documentado en la provincia de Alicante (Sánchez de Prado, 2004, 101), dedicados a realizar
recipientes muy simples caracterizados por una coloración verde-amarillenta, cuyo interior aparece lleno de burbujas e impurezas, resultado del uso cada vez más elevado del vidrio reciclado en el proceso de elaboración. En general, se trata de un repertorio muy funcional (Fig. 6, 13-17), constituido por platos o cuencos bajos, de mayor o menor profundidad y funcionalidad doble,
sirviendo tanto para beber como para comer, o vasos de variados diseños, algunos de cierta altura, que, en estos momentos,
comenzarán a desarrollar un vástago, que terminará convirtiéndose en una peana, adoptando ya la forma de copas, características del siglo VI d.C., y cuya ausencia, nos sirve como referencia para establecer el final de esta etapa.
En definitiva, los hallazgos de Els Alters II remiten a una vajilla de mesa de uso cotidiano, en la que falta cualquier producción
de lujo, que encuadramos entre la segunda mitad del siglo IV y todo el V d.C. Su baja calidad nos revela la forma de vida de
estas sencillas gentes, a la vez que su escaso repertorio nos indica que debió tratarse de un reducido grupo con bajo poder
adquisitivo, que utilizarían parcialmente las instalaciones de la antigua villa, convertida ahora en un asentamiento de carácter rural.
II.2.5. EL MATERIAL LAPÍDEO UTILIZADO EN EL PROGRAMA DECORATIVO Y EPIGRÁFICO
Rosario Cebrián Fernández. Parque Arqueológico de Segóbriga
Saetabis debió alcanzar un importante desarrollo económico debido a la explotación de sus recursos naturales, entre los que se
encontraba el apreciado lino mencionado en los textos de algunos autores antiguos y la comercialización de la caliza extraída de
las canteras de Buixcarró. La villa de Els Alters (L'Ènova) contó, entre sus instalaciones, con grandes balsas utilizadas para la extracción de la fibra del lino. Su propietario, Publius Cornelius Iunianus, perteneció a la elite local de Saetabis y tuvo una posición
económica acomodada. La epigrafía hallada en la villa permite conocer los nombres de algunos de los siervos y libertos, que
participaron en las actividades artesanales desarrolladas en la explotación y que residieron en ella.
El programa decorativo documentado en la excavación de Els Alters evidencia la presencia de elementos suntuosos como suelos de mosaico, revestimientos de marmor y esculturas, que fueron utilizados por su propietario como exponente de lujo y riqueza. A mediados del siglo II d. C. la villa se encontraba ya en pleno funcionamiento y su actividad continuó hasta la mitad del siglo
V d. C. a juzgar por los contextos cerámicos. A lo largo de este tiempo, se llevaron a cabo ciertas reformas en la zona residencial, con nuevas pavimentaciones de los suelos y cambios en la decoración de las paredes.
EL MATERIAL LAPÍDEO
La cercanía de las canteras de Buixcarró (Serra Grossa) a la villa de Els Alters permitió contar con una piedra noble de origen local para
acometer el programa decorativo de su zona residencial y la talla de soportes epigráficos. Una de las estancias de la vivienda (habitación 4) se pavimentó con losas de Buixcarró y, probablemente, en las paredes del peristylum debemos situar los distintos elementos
de decoración arquitectónica documentados en la excavación y realizados en esta caliza, tales como un capitel de pilastra y un fragmento de friso decorado con hojas de vid. También las columnas que sustentaron el patio porticado se tallaron en Buixcarró, al igual
que los umbrales de acceso a las distintas estancias de la vivienda. Por otro lado, en las termas de la villa aparece el marmor
Saetabitano en el suelo y paredes de una de las estancias (habitación 18), aunque la utilización de placas de revestimiento parietal
en la ejecución del pavimento y la presencia en el mortero de preparación de tres fragmentos de una placa de mármol blanco con
inscripción griega demuestran que no se trata del suelo original y que, por tanto, corresponde a una de las reformas posteriores.
La caliza extraída de las canteras de Buixcarró presenta una apariencia marmórea y unas excelentes cualidades para su pulido.
Se caracteriza por tener pequeñas venas de color rojo, que se distribuyen por su superficie formando una malla y presenta tonalidades rosadas, amarillas y blanquecinas. En época romana, tuvo un uso frecuente como revestimiento de paredes (placas,
pequeñas molduras e incluso relieves escultóricos), pavimentos y soportes epigráficos. Al mismo tiempo, se utilizó para la elaboración de basas, fustes de columnas, capiteles, arquitrabes, dinteles y jambas.
La dispersión de esta caliza por ciudades del Conventus Carthaginensis, Tarraconensis y Caesaraugustanus confirma que su comercialización superó el ámbito estrictamente local. En época de Augusto, el foro de Ilici contó con un pedestal en forma de columna dedicado
al emperador por Caius Maecius Celer y tallado en la caliza de Buixcarró. Antes del año 4 d. C. aparece también en el espacio público de
Saetabis en un pedestal dedicado a Caius Caesar. Un poco más tarde, lo encontramos en una placa dedicada a Druso, hijo de Germánico,
en Saguntum. Por tanto, en los primeros años del siglo I d. C. el Buixcarró formaba ya parte de una red comercial que distribuía sus productos por algunas ciudades hispanas, que comenzaban a acometer los programas decorativos de sus espacios públicos y en donde sus
elites hacían uso de la epigrafía para honrar a los emperadores y como forma de auto-representación y mostrar su rango social.
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Junto al Buixcarró, se utilizó la piedra caliza y arenisca de producción local para la elaboración de algunos soportes epigráficos y
sillares utilizados en la construcción de un edículo dedicado a Hércules. Hay canteras de caliza gris en la propia ciudad de Xàtiva,
concretamente en la misma montaña donde se sitúa el Castell. El aprovisionamiento de la piedra arenisca se localiza en el lugar
conocido como La Terrerosa, en la partida de la Cova Negra en el término municipal de Barxeta. A lo largo de toda la cantera se
pueden seguir las huellas de la explotación de la piedra en hileras, de dimensiones uniformes, junto con el típico escalonamiento dejado tras la extracción de cada fila de bloques, que parece corresponder a restos de extracción antigua.
Los mármoles de importación están presentes en la villa de Els Alters en la realización de elementos escultóricos (entre otros, retrato de Hércules), una placa con inscripción griega y un fragmento de capitel corintio, tallados en mármol blanco. El mármol de importación de tonalidades grises aparece en la composición del suelo de la habitación 4, donde se combina con placas de Buixcarró.
EL PROGRAMA DECORATIVO
La utilización de la decoración arquitectónica en ambientes privados se convirtió a partir del siglo I y, sobre todo, durante el siglo II d. C.
en una expresión del poder económico y social de su propietario. Publius Cornelius Iunianus no pasó por alto esta idea y empleó materiales nobles para la ornamentación de los distintos ambientes de su residencia suburbana. La distribución de su espacio privado se articuló a través de un peristylum o patio porticado, en cuyo centro había un estanque. Los suelos de las estancias nobles de la vivienda se
cubrieron con mosaicos bícromos y marmor. En las paredes del peristilo debieron situarse placas marmóreas, que recrearon un verdadero espacio arquitectónico. La zona residencial contó, además, con una instalación termal, decorada también con marmor.
Los elementos de la decoración arquitectónica de la villa son escasos y proceden de los estratos de abandono de las estancias
de la vivienda y del área industrial. Son excepción una basa de columna de orden toscano, dos placas de revestimiento parietal
realizadas en Buixcarró y una flor de ábaco de un capitel corintio tallado en mármol blanco. Junto a estos elementos, se recuperaron en la excavación pequeñas cornisas, listeles y placas molduradas pertenecientes a la ornamentación de las paredes.
El pavimento de la habitación 4, identificada con un cubiculum de la vivienda y con acceso directo desde el patio porticado, era
un sectile formado por 13 hiladas, dispuestas en diagonal, de placas cuadradas de Buixcarró y algunas filas de mármol gris de
importación, de 29,8 cm de lado. El cuadro formado por este diseño estuvo rodeado por tres/cuatro hiladas de placas rectangulares de distintas dimensiones (93 x 30 cm, 72 x 23 cm, 60 x 23 cm), también talladas en Buixcarró, hasta alcanzar las paredes por tres de sus lados. Al fondo de la estancia se colocaron cuatro placas de Buixcarró, de 98 x 63/66 cm.
Fig. 1. Flor de ábaco de un capitel exento tallado en mármol blanco. Sus dimensiones reducidas permiten suponer que formó parte de las columnas del peristilo de la
vivienda de Els Alters.
Fig. 2. Capitel de pilastra elaborado en la caliza de Buixcarró. A partir del siglo I d.C.
se generaliza en el ámbito privado el uso del marmor como elemento ornamental de
paredes y suelos.
El otro suelo que utilizó el marmor Saetabitano lo encontramos en la habitación 18 de las termas. El enlosado estaba muy deteriorado en el momento de su excavación pero donde no se han conservado las placas quedan sus improntas en el mortero de
preparación. En él se insertaron tres fragmentos de una placa de mármol blanco con inscripción griega (04/1212) empleados
como calzos para horizontalizar y facilitar la aireación del mortero. Esta inscripción, decorada con una tabula ansata, puede
fecharse en época de Trajano-Adriano atendiendo a criterios formales. Por otro lado, dos de las placas del suelo presentan la
talla de una cyma recta, que evidencian una utilización anterior en un revestimiento parietal. Por tanto, nos encontramos ante
una repavimentación del suelo de la estancia que debió producirse a partir del siglo III d. C. sí además tenemos en cuenta las
distintas medidas de las placas utilizadas en su ejecución. Las paredes de esta habitación conservan in situ el inicio del zócalo
del revestimiento marmóreo (UE 1251) realizado con placas de la caliza de Buixcarró.
El espacio central de la vivienda estuvo formado por un peristilo de cuatro columnas, cuyos apoyos están constituidos por cubos
de piedra caliza. Las columnas de este pórtico se elaboraron en caliza de Buixcarró rosa. En la excavación se halló una basa toscana formada por un toro (37 cm de diámetro) que se une a un fuste liso, de 33 cm de diámetro, mediante un listel y un chaflán inverso. Presenta una superficie rugosa, probablemente porque la columna fue revestida de una capa de mortero estucado y pintado. Junto a esta basa, se localizaron dos fragmentos de tambores de columnas, de 33/34 cm de diámetro. El único
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elemento que puede relacionarse con los capiteles de estas columnas es un fragmento hallado en un nivel superficial (04/1001)
que se corresponde con la parte superior de un capitel corintio exento, tallado en mármol blanco y que conserva la flor de ábaco.
Sus dimensiones son 8,5 x 11,1 x [14] cm. (fig. 1).
La ornamentación original de la villa incluyó elementos de decoración parietal que, tal vez, debemos situar en el peristylum de la
vivienda. Por un lado, se ha documentado un capitel de pilastra que tiene unas dimensiones de 23,8 x 26,8 x 5,5 cm y que fue
tallado en caliza de Buixcarró en su tonalidad beige (04/1164). La cara posterior está desbastada y no presenta orificios para su
anclaje metálico a la pared. El capitel de tipo corintizante presenta una corona inferior de hojas de acanto y los caulículos salen desde
aquí hasta el ábaco con dos terminaciones espiraliformes, que convergen en el centro donde aparece una hoja lanceolada. El ábaco
está decorado con una flor y en el calathos se sitúa una hoja rematada con un botón circular (fig. 2). Este tipo de capitel, con motivo liriforme y simplificación de los elementos vegetales, se fecha a partir del último tercio del siglo II d. C y principios del III d. C.
En la habitación 6 de la vivienda se halló un
fragmento de placa que presenta una decoración vegetal en bajorrelieve (04/1344).
Fue tallada en Buixcarró rosa, tiene unas
dimensiones de 21,7 x [32] x 3,7 cm y la
parte posterior de la placa está alisada. Está
decorada con racimos de uva y hojas de
parra, enmarcada por dos cimas rectas (fig.
3). La pieza pudo corresponder a un friso o
a una orla de enmarque de revestimiento
parietal. El paralelo más cercano lo encontramos en Algorós, cerca de Ilici (nº inventario
17433 del MAN), fechado entre el siglo II y
el IV d. C. El motivo de los roleos de vides
está también presente en la decoración de
dos aras funerarias halladas en Vilamarxant y
Riba-roja de Túria (CIL II2/14, 109 y 115),
elaboradas en piedra caliza de Buixcarró. La
cronología de las aras se sitúa entre finales
del siglo I y principios del II d. C.
Junto a estos elementos, se han recuperado
en la excavación una veintena de fragmentos
Fig. 3. Friso u orla de enmarque de un revestimiento parietal tallado en Buixcarró. La talla de motivos vegede crustae molduradas (UUEE 1178-1179),
tales y animales en placas marmóreas está ampliamente documentado. En el área valenciano, lo encontraalgunas de las cuales pueden corresponder a
mos en Saguntum e Ilici.
fustes de pilastras, y pequeñas cornisas que
presentan la talla de un listel, una cima recta
y un caveto. Todas estas piezas están elaboradas en la caliza de Buixcarró. A pesar de las dificultades para contextualizar estas
piezas en el interior del espacio privado de la villa, todas ellas acreditan una lujosa ornamentación marmórea.
LOS SOPORTES EPIGRÁFICOS
Las inscripciones halladas en Els Alters nos proporcionan
los nombres de algunos de los esclavos y libertos de
Cornelius Iunianus. Atestiguan que también los estratos
inferiores de la población estaban interesados en dejar
memoria epigráfica de su existencia, siguiendo los hábitos
de sus dueños y patronos. Así lo hicieron los libertos
Rhodine, Vib(ius) Eutychus e Inve[—-], que se unen a otros
dos esclavos de Iunianus ya conocidos por la epigrafía
hallada en L'Ènova: Leonas y Natalis.
La piedra utilizada en la realización de los soportes epigráficos fue la misma que se empleó en la construcción y ornamentación de la villa. La caliza de Buixcarró está presente en
la ejecución de dos aras (UUEE 1085 y 2011), una placa
(UE 1415) y un ara votiva dedicada a Júpiter (UE 1086). La
piedra caliza de producción local se documenta en la talla de
un bloque con inscripción funeraria (UE 1328) y en lo que
podría corresponder a un zócalo de un monumento epigráfico. Por último, la arenisca fue el material empleado en la
elaboración de un ara dedicada a Hércules (UE 1144).
La familia de Iunianus debió contar con un mausoleo de
cierta monumentalidad, en el que fueron enterrados sus
miembros. En su interior, se situarían también las tumbas de
sus libertos y esclavos, una práctica muy habitual en época
romana. Los soportes funerarios documentados en la excavación de Els Alters presentan una amplia tipología: dos aras,
Fig. 4. Ara dedicada a Hércules. La cara superior presenta focus con huellas de fuego. El
focus o foculus constituye la parte del ara destinada a recibir las ofrendas realizadas a los
dioses. El coronamiento de este ara presenta pulvini cilíndricos y frontón triangular.
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dos placas y un fragmento de bloque. La cronología
de las inscripciones nos lleva a finales del siglo II y
primera mitad del siglo III d. C, con la excepción de
la placa con inscripción griega que debemos situar
en la primera mitad del II d.C.
El empleo de las aras en las necrópolis de
Saetabis se atestigua a partir del siglo II d. C. En
todos los casos, se trata de aras monolíticas con
zócalo y coronamiento moldurados, que presentan pulvini cilíndricos y frontón triangular. En la
ciudad también se conoce la existencia de un ara
ossuaria, caracterizada por poseer una cavidad
en su parte superior destinada a guardar las cenizas del difunto.
La epigrafía votiva de la villa refleja el estatus social
de su propietario. Por un lado, está presente el
culto oficial con la mención a Júpiter, representante de la religión y el culto público de Roma, invocado además con la denominación estatal de Iovi
Optimo Maximo. Por otro, la existencia de un ara
Fig. 5.
dedicada a Hércules en la villa de Cornelius
Iunianus continúa con la tradición de culto a esta
divinidad en la romanizada Saetabis desde época republicana. La presencia del retrato de este dios en el anverso de algunas
series monetales de la ciudad, junto con la mención a [Herc]uli en una inscripción cincelada sobre un dintel, que debió situarse
en la entrada al templo consagrado a esta divinidad, parece confirmar el culto local a Hércules en Saetabis.
Sólo el ara dedicada a Herculi invicto (04/1144) se encontró en su lugar original, un espacio de la villa destinado al culto.
Apareció en el interior de una estructura de planta cuadrada junto al retrato del dios, tallado en mármol blanco y que formó parte
de una estatua de dimensiones reducidas. Al exterior se localizó un zócalo de monumento epigráfico y un sillar con anatyrosis,
ambos realizados en piedra caliza.
El altar está roto en 6 fragmentos, que pertenecen al texto epigráfico y a la cara superior del monumento, con focus circular
y coronamiento con pulvini cilíndricos y frontón triangular en bajorrelieve. Está realizado en piedra arenisca local y las dimensiones de su cara superior son 27 x [22] cm. El focus, de 20 cm de diámetro, presenta huellas de fuego. La traza de combustión conservada se localiza sólo alrededor del focus, lo que evidencia su utilización como quemador de perfumes y la
necesaria colocación de un recipiente en su interior para el fuego. La cronología del ara de Hércules se sitúa en la segunda
mitad del siglo II d. C. (fig. 4, 5 y 6)
En el nivel de derrumbe de la habitación 15, con acceso directo desde el peristilo de la vivienda, se localizó la segunda ara votiva. En esta ocasión, la dedicación es a Júpiter (04/1086) realizada en caliza de Buixcarró rosa. Las dimensiones del soporte son
41 x 23,5 x 23 cm. El soporte presenta la talla de las molduras del zócalo y del coronamiento en tres de sus caras mientras que
la cara posterior aparece desbastada, ya que debió colocarse, originalmente, junto a una pared. Presenta focus cuadrado con
superficie desbastada, pulvini cilíndricos y frontón semicircular. La forma del monumento y el tipo de letra, tendente a la cursiva,
aconsejan una cronología de la primera mitad del siglo III d. C.
VALORACIÓN FINAL
La villa de Els Alters fue uno más de
los asentamientos que se situaron en
el territorio de Saetabis para explotar
sus recursos naturales pero también
para servir de residencia a su propietario, Publius Cornelius Iunianus. Su
nombre aparece como dedicante en
un pedestal ecuestre que se erigió en
el foro de la ciudad en época antonina (CIL II 3624). El monumento
honró la memoria de su hermano
Marcus Granius Superstes cuando ya
había muerto y se elaboró en un bloque de caliza de Buixcarró, de 89 x
57,4 x 173,5 cm.
La mayor parte de los elementos de
decoración arquitectónica hallados en
la excavación de esta villa corresponden a una de las reformas que debió
producirse en ella en la primera mitad
del siglo III d.C. La decoración pavi-
Fig. 6.
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mental y parietal de algunas de las estancias de la vivienda y de las termas atestiguan una cierta necesidad de utilizar el marmor
como elemento ornamental pero empleando materiales amortizados, entre los que se incluyen una inscripción griega y placas de
un revestimiento anterior. La existencia de elementos reutilizados de la propia decoración de la villa en las repavimentaciones de
estas estancias evidencia un cierto retroceso económico de sus propietarios a partir del siglo III d. C, aunque continuó su vida.
La presencia masiva del Buixcarró en el programa ornamental, epigráfico e incluso arquitectónico, al usarse en la ejecución de
los umbrales, evidencia el empleo de un material de apariencia marmórea sin tener que recurrir a los costosos mármoles importados. No olvidemos que esta caliza fue para Saetabis la piedra local, ampliamente utilizada en la arquitectura y en la elaboración de monumentos epigráficos. El reconocimiento del valor ornamental de la caliza de Buixcarró por parte de las clases sociales más elevadas había comenzado en los primeros años del siglo I d.C. cuando algunos pedestales de estatua con inscripción
se situaron en los foros de ciudades como Saguntum e Ilici.
II.2. 6.- LAS MANUFACTURAS DE HUESO
Josep Lluís Pascual Benito. Servei d'Investigació Prehistórica. Museu de Prehistoria de Valencia.
En las excavaciones de la villa romana de Els Alters se han documentado una serie de manufacturas fabricadas con materia dura
animal que pueden proporcionarnos información sobre algunos aspectos de la vida de sus habitantes. El conjunto suma un total
de 49 piezas –48 de hueso y una de marfil- y se compone de nueve punzones, cuatro agujas de coser, dieciséis alfileres para
el cabello, un posible stylo, tres piezas de bisagra, una ficha de juego, una placa decorada y un cilindro de marfil, correspondiendo el resto a fragmentos mediales o distales de fustes de objetos apuntados. En general, el estado de conservación del conjunto es bueno pero la mayor parte se encuentra fragmentado. Tan solo se han recuperado completos dos alfileres, una aguja, una
bisagra y cuatro punzones, de los que dos se encontraron fragmentados.
La mayor parte de la industria ósea de Alters presenta la totalidad de su superficie trabajada, generalmente pulida, con un acabado cuidado que ha eliminado todos los rasgos que podían delatarnos la procedencia anatómica del soporte. Si bien sus tamaños indican la elección de huesos largos de mesomamíferos como materia prima, tan solo en cuatro piezas puede asegurarse
que fueron empleadas porciones diafisarias de metapodios de bóvidos. Gran parte de ellos conservan señales que nos muestran algunos detalles técnicos empleados en su fabricación. Así, las cabezas de algunos alfileres se elaboraron mediante abrasión sobre una superficie lisa de grano fino que ha producido pequeños planos facetados en toda su superficie, mientras la regularización de los fustes se efectuaron mediante raspados transversales con un utensilio con filo, perceptibles a partir de las estrechas facetas longitudinales que muestran algunos de ellos. La incisión y el torneado también fueron empleadas en la decoración de algunas cabezas de alfiler, y el torneado en las cinco piezas cilíndricas.
En la actualidad resulta imposible precisar su lugar de producción, pero es muy probable que todas estas manufacturas óseas
fueran adquiridas en un mercado urbano, donde se ubicaban los talleres para abastecer el consumo local y comarcal. Aunque
en las fuentes escritas existen escasas referencias sobre el trabajo del hueso, la investigación arqueológica ha detectado la existencia de talleres fijos y de talleres ambulantes. En las ciudades romanas estos talleres se encontraban integrados en la trama
artesanal urbana, ubicándose en algunos casos junto a los ebanistas, a los que surtían artesanos especializados en el moldurado del hueso. Entre los artesanos que trabajaban el hueso existían ciertas diferencias, pues los que lo torneaban requerían una
cualificación profesional y un equipamiento material superior a los que tallaban y facetaban las agujas. Los primeros utilizaban
sobre todo los metapodios para fabricar elementos torneados y bisagras, mientras los segundos se servían de radios, húmeros
y tibias para la fabricación de agujas, alfileres, punzones y otros elementos (Beal, 1984), en ambos casos huesos largos procedente del ganado bovino y equino que serian fáciles de obtener en los mataderos y carnicerías locales.
En Alters, la industria ósea recuperada se reparte durante toda la existencia de la villa, siendo destacable la desproporción existente entre el número de objetos de época imperial –14 entre la segunda mitad del I y el III- y los correpondientes a la fase tardía –27 para el siglo IV y primera mitad del V-, al igual que sucede con los restantes materiales.
LAS AGUJAS DE COSER (Acus)
Las cuatro agujas de coser documentadas corresponden al mismo tipo, con
el ojo de la perforación rectangular y el fuste algo mas ancho en la base, disminuyendo desde allí progresivamente hasta pasada la perforación donde se
vuelve paralelo. En dos ejemplares con la base recta de sección triangular, la
perforación fue confeccionada a partir de dos perforaciones circulares separadas, que posteriormente fueron unidas eliminado el tabique entre ellas con
un cincel. En las otras dos agujas, la perforación solo muestra señales del cincel metálico; una de ellas, de base ligeramente cónica y facetada, presenta la
punta biselada, quizás porque fue afilada así tras haberse roto, siendo la única
que se conserva entera con una longitud de 78,5 mm. Las dimensiones del
ojo oscilan entre 5 y 6,9 mm. de alto y de 2 a 3 de ancho, mientras la anchura máxima en la base se sitúa entre 6 y 4,9 mm.
Las agujas de coser son utensilios que desde sus inicios en el Paleolítico Superior
no han sufrido cambios formales hasta la actualidad. En época romana las agujas de coser o acus se confeccionaban con hueso o metal, siendo un elemento
frecuente en ambientes domésticos. Las agujas de perforación rectangular y base
cónica se han documentado en numerosos yacimientos distribuidos por todo el
Imperio con una cronología larga que abarca desde el siglo I hasta el V.
Fig 1. Agujas de coser.
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En Alters las agujas aparecen en contextos pertenecientes a los siglos III, IV y V. Considerando sus dimensiones y el calibre de
los ojos habría que relacionarlas con el cosido de tejidos de trama ancha y flexible como el lino, la lana o el esparto, e incluso
con tiras de cuero
LOS PUNZONES (Subulae)
Hemos considerado punzones a nueve piezas alargadas con fuste de sección circular, excepto en uno
que es oval iregular, y bordes convergentes hacia la
punta, con un diámetro máximo en la base entre 4,7
y 6 mm., salvo el oval de 9,2 x 7 mm. Las bases son
ligeramente cónicas en cinco casos, plana en otro e
irregular con facetas de abrasión en el último. Las
puntas, en los ejemplares que las conservan, se
encuentran afiladas, excepto en un caso que se presenta roma, producto del desgaste de uso. Las longitudes de los punzones enteros son de 76, 79, 98
y 122,5 mm.
Este tipo de productos son clasificados frecuentemente dentro de los alfileres (Avila, 1968; Béal,
1984; López Ferrer, 1993; Casas et al. 1995)
aunque otros investigadores los incluyen entre
los punzones (Tabar y Unzu, 1985). En nuestro
caso consideramos que existen suficientes rasgos
diferenciadores entre los dos tipos, tanto en la
Fig 2. Punzones.
ausencia de cabeza como en la morfología del
fuste, además de observar en algunos ejemplares
desgastes de uso en la punta que nada tiene que ver con la funcionalidad que se asigna a los alfileres.
Este tipo de punzones presentan en Alters una amplia cronología. Los de base cónica se documentan a mediados del siglo I y
durante los siglos II, VI y V, mientras el de base plana y el de base irregular facetada aparecieron en un contexto del siglo II.
LOS ALFILERES DE CABELLO (acus crinalis)
Se trata del tipo mejor representado en Els Alters donde se
ha recuperado un conjunto de
dieciséis ejemplares. Son piezas con la cabeza diferenciada
del fuste, de sección circular u
oval, ligeramente fusiforme en
la mayor parte de los casos,
con la zona más ancha en el
tercio distal, desde donde disminuye hacia la punta por una
parte y hacia la base de la
cabeza por otra, dejando una
especie de cuello que hace
que destaque más la cabeza.
Este engrosamiento del fuste
podría ser funcional, destinado
Fig 3. Alfileres.
a sujetar mejor el alfiler. En
menos casos hay fustes de bordes convergentes que se separan de la cabeza mediante una moldura o una plataforma.
Los alfileres de hueso de cabeza diferenciada tienen sus precedentes a partir del Neolítico (Pascual, 1998) aunque es en época
romana cuando más abundan, consecuencia de la complejidad que llegan a alcanzar los peinados femeninos de ese momento.
Los alfileres, de formas, materiales y dimensiones variadas, forman parte del adorno personal femenino y eran utilizados para
diversas funciones relacionadas con los cabellos (acus crinalis) como separarlos (acus discriminalis), peinarlos, perfumarlos o
tintarlos, pero sobre todo se usaban para recoger el pelo largo y sujetar trenzas y moños. Algunos alfileres también servían para
sujetar determinadas prendas del vestuario, como velos y redes sobre la cabeza. En algunos casos existen testimonios de su utilización por la posición de los alfileres de hueso en contextos funerarios, como ocurre en la tumba 2 del cementerio de Orriols
de los siglos III-IV d.C., donde apareció junto a la cabeza del esqueleto (Albiach y Soriano, 1996, 133).
En función de la forma de la cabeza, los alfileres de Alters se han agrupado en seis tipos.
Alfileres de cabeza esférica
De los cinco ejemplares recuperados, solo uno se conserva entero con 71,2 mm., midiendo los fragmentados entre 38 y 73,2
mm. En todos ellos, la cabeza esférica presenta facetas de abrasión, encontrándose en uno ligeramente apuntada en su extremo distal, con diámetro comprendido entre 8 y 6,5 mm. Cuatro presentan el fuste fusiforme con 5,3 y 3,9 mm. de diámetro
máximo, y en otro el fuste es más fino, de bordes paralelos con un grosor uniforme de 3 mm.
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En Alters uno de estos alfileres es de época imperial, mientras que otros dos –entre ellos el de fuste recto- se hallaron en un
contexto de los siglos IV-V.
Los alfileres de cabeza esférica son uno de los tipos mas frecuentes y de mayor dispersión tanto en la península Ibérica como en otras partes del Imperio, documentándose desde finales del siglo I al IV (Llecha, 1993, 34; Martín, 2000, 207; Tabar y Unzu, 1985, 203)
Alfiler de cabeza esférica cubierta de oro
Mención aparte merece un alfiler entero de 62 cm. de longitud, cuya cabeza esférica, facetada y ligeramente apuntada en su
extremo distal, más una pequeña porción del fuste se encuentran forrados con una fina lámina de oro. El diámetro de la cabeza es de 5 mm. y el máximo del fuste fusiforme de 3,2 mm. Esta interesante pieza procede del jardín situado fuera del templete, donde existen materiales que cubren toda la vida de la villa, desde el siglo I a mediados del V.
El único paralelo peninsular que podemos hacer referencia es una aguja de hueso con cabeza revestida de oro procedente de
Segobriga y que se expone en su Museo, hallada en la campaña de 1999 en un edificio construido en época Flavia, pero que al
proceder de un nivel superficial no posee datos cronológicos, según comunicación personal de Rosario Cebrián. Los alfileres de
hueso cubiertos con finas láminas de oro se han documentado en otras regiones del Imperio, asignándoles una función relacionada con el vestido, como elementos de sujección de túnicas y capas (MacGregor, 1985, 70). De ser así, dado el pequeño tamaño
de la pieza de Alters, se relacionaría mejor con una prenda de menor peso como puede ser un velo o una redecilla.
Alfileres de cabeza ovoide
Existen dos ejemplares fragmentados con la cabeza de forma oval, más alta que ancha, y sección circular u oval, de 5 y 7,5 mm.
de diámetro por 8 y 13 mm. de altura, con el fuste fusiforme de sección circular y un diámetro máximo de 3,8 y 4,5 mm. En el
de cabeza más grande el fuste presenta un estrechamiento en la zona distal que hace que destaque más la cabeza.
En Alters la cronología de estos alfileres es del siglo III para el de cabeza más pequeña y de mediados del V para el de mayores dimensiones.
Los alfileres de cabeza ovoide son también un tipo muy frecuente y extendido por todo el Imperio con una amplia cronología
comprendida entre los siglos I al V (Tabar y Unzu, 1985, 203)
Alfiler de cabeza cilíndrica
El único ejemplar de Alters, datado en el siglo IV, presenta la cabeza cilíndrica con el extremo cónico, de sección exagonal por
las facetas de abrasión, con 6,9 mm. de diámetro y 9 de altura. El fuste es ligeramente parabólico de sección oval con una anchura máxima de 5,3 mm.
Alfileres de morfología semejante se documentan en Hispania asociados a materiales de los siglos I al IV.
Alfileres de cabeza en forma de piña lisa
Los tres ejemplares documentados poseen la cabeza en forma de piña con un diámetro ligeramente inferior al del fuste, de bordes convergentes. La cabeza asienta sobre el extremo del fuste plano. Una de ellas está decorada con dos molduras simples en
el extremo distal del fuste y la otra con una especie de disco. Llama la atención el desigual tamaño de estas piezas, con diámetros de cabeza y fuste de 4 y 3,5 mm., 4,9 y 5 mm. y 10 y 10,2 mm. respectivamente. Solo la más pequeña se encuentra entera con una longitud de 59,2 mm., conservando la más robusta 85 mm.
La pieza mediana se data con claridad en el siglo V, situándose el contexto de la más grande entre los siglos II-V.
Alfileres con cabeza similar, denominados también “cabeza de cebolla”, han sido documentados en contextos de los siglos I al
III, si bien la unión fuste cabeza que encontramos en Alters no es la más frecuente para este tipo de remate, pues la mayoría
de ejemplares peninsulares poseen el fuste fusiforme.
Alfileres de cabeza en forma de piña decorada
Otros dos alfileres presentan también la cabeza en forma de piña, pero a diferencia de los anteriores las cabezas se encuentran
decoradas mediante incisiones reticuladas y su anchura es superior a la del fuste. Por otra parte, en uno de ellos, la piña reposa sobre una moldura y una acanaladura, y en el otro con la pìña de forma alargada, estilizada, reposa sobre una moldura y tres
acanaladuras. Ambos alfileres presentan el fuste de sección oval y bordes convergentes desde la base. Las dimensiones de la
cabeza son de 16,5 mm. de altura por 9,2 mm. de diámetro en la pieza fragmentada, y de 23 por 8 en la entera, y los diámetros máximos del fuste de 4,5 y 6,6 mm. respectivamente. La pieza entera con cabeza de piña alargada mide 101 mm. de largo,
y su contexto la data en los siglos IV-V, mientras la otra es de comienzos del siglo III.
El tema que adorna estos alfileres pudo estar dotado de un valor simbólico, toda vez que la piña es un signo de inmortalidad
asociado a varias divinidades romanas. Se documentan en diverso puntos del Imperio desde el siglo II hasta el IV, apareciendo
en el Sur de las Galias y en Hispania sobre todo en contextos del siglo III.
Alfileres de cabeza decorada fragmentada
Con la cabeza decorada pero fragmentada se han documentado dos alfileres. Uno, hallado en contexto de principios del siglo
III, tiene fuste de bordes convergentes y conserva una moldura estrecha entre dos acanaladuras, semejantes a las que tienen las
de cabeza de piña decorada. El otro, del siglo IV, con fuste muy fino (3 mm.) de bordes paralelos, presenta en un extremo algo
más ancho y una decoración entre dos analaduras de cuatro incisiones en aspa que cubren todo el perímetro.
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STILO
Un posible punzón para escritura, fragmentado en su extremo apuntado, de 51 mm. de longitud,
con la cabeza de sección cruciforme con los bordes dentados, de 9,3 mm. de altura y 5,2 de anchura. Fuste de sección circular, decorado con dos acanaladuras en el punto de inflexión de los bordes,
que son divergentes desde la base de la cabeza y después paralelos con 4,2 mm. de diámetro máximo. Su cronología es del siglo II.
Generalmente en los stylus el extremo distal es aplanado para poder alisar las tablillas enceradas,
pero hemos optado por clasificarlo así por el fuste, que presenta una morfología diferente a la de
los alfileres, punzones y husos.
FRAGMENTOS DE APUNTADOS INDETERMINADOS
Existen trece fragmentos de fuste que pueden pertenecer a diversos tipos de objetos apuntados:
punzones, agujas, alfileres o husos. Se trata de tres fragmentos distales con la punta afilada y diez
fragmentos mediales, de los cuales seis presentan los lados convergentes y cuatro fusiformes. De
estos últimos, en tres casos podrían corresponder a fustes de alfiler y en otro -que conserva una longitud 71,7 mm- al fuste de un huso, dado el amplio engrosamiento -7 mm. de diámetro- que presenta su desarrollo cerca del extremo fragmentado.
PLACA DECORADA
Fig 4. Posible stylo.
Dos fragmentos de una placa de hueso de forma subrectangular, con un lado pequeño recto y los
lados mayores, uno convexo suavemente dentado y el otro cóncavo-convexo. Presenta una cara
decorada, con una profunda incisión a lo largo del perímetro, paralela al borde a modo de marco y un motivo figurativo en el
que se combina la incisión ancha y profunda con otra muy fina, y que, a pesar de su estado fragmentario y de la erosión parcial
de la superficie, puede interpretarse como un pez. La cara opuesta es lisa y presenta en parte de un borde una zona de tejido
esponjoso. La longitud y anchura conservadas son de 72,2 y 39 mm. respectivamente y el espesor oscila entre l,9 y 3 mm.
Fig 5. Placa ósea con decoración incisa de un pez. Anverso y reverso.
Se trata de una pieza hallada en un contexto del
siglo IV y primera mitad del V, de la que desconocemos su funcionalidad. Placas de hueso decoradas
de forma generalmente rectangular han sido frecuentemente utilizadas para decorar pequeñas
cajas y arcones de madera, si bien la placa de Els
Alters no presenta ningún elemento que permita
afirmar esa función. El tema decorativo, un pez, es
uno de los símbolos más utilizados en la iconografía paleocristiana, pues representa la figura de Cristo.
LOS ELEMENTOS DE BISAGRA
Se han documentado tres piezas cilíndricas confeccionadas a partir de metatarsos de Bos, con la
superficie exterior torneada para darle forma
completamente circular y con una perforación
lateral centrada efectuada con taladro metálico.
Esta técnica de fabricación, bien documentada en
época romana, se observa en las piezas de Els
Alters por la notable diferencia que presentan el
grosor de las paredes que oscila entre 7,5 y 2,5
mm., y en las bandas de finas estrías paralelas
muy regulares que se observan por toda la superficie exterior del fragmento quemado, consecuencia del torneado. Las dimensiones de los
Fig 6. Piezas de bisagra.
tres elementos son uniformes con alturas de
36,5, 35 y 34,5 mm. y un diámetro exterior comprendido entre 29 y 30 mm., mientras el diámetro de la perforación lateral en los dos ejemplares que la conservan es de
8,1 y 9,5 mm.
Los tres cilindros de alters pertenecen a la fase tardía de la villa, hallados en contextos del IV, IV-V y primera mitad del V respectivamente
Los cilindros con perforación lateral, que durante mucho tiempo fueron interpretados como fragmentos de flautas, son piezas de las que
se conoce bien su función. Se empleaban en serie para la fabricación de bisagras para puertas de mobiliario. Se montaban en columna
unidos mediante piezas de madera cilíndricas machihembradas que se embutían en su interior, y la perforación lateral servia para insertar un vástago metálico, de madera o de hueso, con el fin de unir los goznes de forma alterna con el marco y con la puerta.
Se trata de un sistema de cierre ampliamente documentado por todo el Imperio, utilizado en diversos tipos de cajas, arcones,
armarios, contraventanas, y otros tipos de muebles, incluso en sarcófagos (Beal, 1984, 32; MacGregor, 1985, 203; Carretero,
1999, 60). Las numerosas piezas de este tipo documentadas en el Sur de las Galias muestran varios calibres, unos para mobi-
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liario de pequeño tamaño con diámetros inferiores a 20 mm., mayoritarios en Lyon, y otros para piezas mayores con diámetros comprendidos entre 21 y 31,5 mm. en Nîmes (Beal, 1984). De dimensiones ligeramente menores son las piezas documentadas en ambientes domésticos de Complutum, entre 25 a 31 mm. de altura y 25 a 28 de diámetro, con una cronología
del I al V d. C. (VV.AA., 1998, 223). En las villas rurales del norte de Cataluña, la mayor parte de bisagras de hueso corresponden a armarios o cofres de pequeño tamaño (Casas et al., 1995, 120). Sin embargo, los tres cilindros de Alters, de calibres
semejantes, pudieron pertenecer a bisagras similares, que por su diámetro se destinarían a puertas de al menos tres centímetros de espesor.
LA FICHA DE JUEGO
Se trata de una pieza cilíndrica torneada a partir de un metapodio, posiblemente de Bos,
de 26,4 cm. de altura por 26 de diámetro, con decoración incisa de tres lineas paralelas
junto a la base. La parte superior semisférica presenta una decoración moldurada a base
de círculos concéntricos alrededor de un vástago cilíndrico de 8 mm. de diámetro. Para
hacer la pieza maciza, el interior de la diáfisis fue rellenado con dos fragmentos de hueso
que encajan perfectamente en el hueco. La base se encuentra alisada. El contexto en que
fue recuperada corresponde al siglo IV y primera mitad del V.
Piezas similares documentadas en Barcino y en Halicarnaso han sido interpretadas como
Latrunculus (Beltrán de Heredia, 2001, fig. 15), una de las tres categorías de fichas que
se utilizan para jugar al Ludus Latrunculorum, un juego de reflexión con movimientos
similares a los de las damas y del ajedrez, muy difundido en el mundo romano, especialmente entre los soldados.
Las numerosas fichas de juego, generalmente discoidales, documentadas en los yacimientos romanos testimonia que la aficción por los juegos de tablero se encontraba muy
extendida en el ámbito doméstico para ocupar
el tiempo libre
LA PIEZA CILÍNDRICA DE MARFIL
Un cilindro macizo de marfil torneado, de 19
mm. de altura por 15 de diámetro, con un vástago de 5,3 mm. de diámetro en el centro de
la cara superior, fragmentado, y decoración de
un círculo y un punto central en la base.
Desconocemos la funcionalidad de esta pieza
de lujo, también hallado en un contexto del
siglo IV y primera mitad del V, aunque podría
Fig 7. Ficha de juego. Vistas cenital, lateral y basal
tratarse de otra ficha de juego dada su semejanza morfológica con la descrita anteriormente, sin descartar otros posibles usos como el de tapón de algún pequeño recipiente de
tocador femenino.
Fig 8. Cilindro de marfil. Vista lateral y de la base
II. 3.- UN CAMBIO DE USO EN LA VILLA. PERDURACIÓN
R. Albiach, A. Gallego, E. García-Prósper.
En todo el conjunto de la villa se documentaron nuevas construcciones, materiales cerámicos y numismáticos que denotaban
un cambio en el uso de esta unidad de producción. Estos se observaron a nivel urbanístico y arquitectónico porque, aprovechando la antigua planta, se crearon nuevas estructuras con factura muy diferente y se reutilizaron materiales, experimentándose así
una nueva actividad en la casa tanto a nivel productivo como comercial.
La creación de nuevas estancias y la compartimentación de otras se realizó con mampuestos de piedras irregulares trabadas con
tierra que reaprovechaban en ocasiones fragmentos de estelas e inscripciones funerarias, por lo que se reflexiona que esta propiedad pudo ser vendida o abandonada por los antiguos dueños.
A la vez, el aspecto general de las diferentes habitaciones de la pars urbana manifestó un declive en cuanto a su mantenimiento y aspecto estético. La factura de las nuevas construcciones, reaprovechando antiguos elementos constructivos trabados con
tierra, daba a entender que una nueva ocupación con escaso poder adquisitivo habitó estas instalaciones con diferentes costumbres y modo de vida. Un ejemplo de esto fue, mayoritariamente, el recrecido de los muros y el tabicado de algunos vanos, construidos con antiguos fragmentos de dolia, tegulae y elementos pétreos como tambores de columna o estelas funerarias.
Estas transformaciones también quedaron manifiestas en la pars rustica donde el uso de las balsas para llevar a cabo la manufactura del lino y el esparto dejó de efectuarse ya que dentro de la balsa más grande se construyeron dos muros paralelos con
piedras y tierra, que manifestaban la incompatibilidad de estas estructuras con el uso del agua. Al mismo tiempo, la balsa contigua fue tabicada en el punto de contacto con el canal que le aprovisionaba de agua.
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LA PLANTA DE LA PERDURACIÓN. MEDIADOS DEL SIGLO IV D.C. A SEGUNDO CUARTO DEL SIGLO V D.C.
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Por su parte, la pars fructuaria se vió ampliada con nuevas habitaciones construidas tanto junto a la villa de igual modo que ocurrió en
la terraza superior, evidenciándose una mayor necesidad de almacenaje de productos que responderían a una actividad agropecuaria.
A lo largo de la segunda mitad del siglo IV dC fue cuando se produjo este cambio de igual modo que se ha registrado en otros
asentamientos rurales valencianos. Evidencias de su fe cristiana no han podido ser documentadas aunque en este momento la
ciudad de Saetabi era ya una sólida sede episcopal valenciana.
II. 3.1.- PARS URBANA
ZONA CENTRAL
• EL PATIO
Aparentemente, el patio siguió siendo un espacio abierto con su gran balsa en funcionamiento y rodeado de los cuatro corredores ya descritos. Este deambulatorio continuó actuando como espacio de distribución y acceso a las estancias de la pars urbana y a la zona de jardín, tal y como se apreciaba en la mayoría de los umbrales de marmol que siguieron siendo el punto de
comunicación. El hallazgo de un tambor de columna reutilizado en un nuevo muro, evidenció que las columnas que sustentaron dicho porticado eran piezas lisas hechas con marmol de Buixcarró, con un diámetro de 0,37 m. De igual modo, esta reutilización nos hizo ver que se fueron abandonando, poco a poco, algunas zonas de la casa y, en un momento dado, parte de esta
cubierta cayó tal vez por la falta de mantenimiento o abandono definitivo.
ZONA ORIENTAL
• EL JARDIN
La zona oriental de la casa siguió correspondiendo a la zona abierta de jardín aunque el templete de culto situado en él, y que fue
centro del mismo durante más de un siglo, dejó de usarse y se destruyó en el incio de esta nueva etapa. Las monedas encontradas en el derrumbe del interior del templete eran cinco y estaban bastante gastadas. Había un Ae 4 de Constancio II 348-361, otro
de Constancio II, un Constantino II o Constante posterior al 348 que es una imitación o reacuñación, una cuarta de Constancio II
o Constante del 347-348 acuñada a Antioquía y finalmente una de Constancio II entre el 352-355 posiblemente acuñada en Roma.
Se trataba pués, de un conjunto que nos situaba más allá de mediados del siglo IV, momento que coincide con esta nueva fase
de uso de la villa.
El abandono del templo así como la ausencia de nuevas construcciones en la casa en relación al desarrollo de este culto nos
llevaron a considerar que sus ocupantes pudieron profesar otro tipo de devoción doméstica para la que no se precisaba este
tipo de edificios. En estos momentos había un desarrollo del cristianismo en el obispado de Saetabi, y aunque a nivel rural se
tienen pocas evidencias de esta difusión, podemos pensar en la posibilidad de que estos habitantes de la villa profesen la fe
cristiana aunque no se halló ninguna evidencia material. Así mismo, la reutilización de fragmentos de inscripciones latinas en las
nuevas construcciones de la casa podrian corroborar esta teoría o bien atender a razones del simple aprovechamiento del material constructivo sólido más próximo.
El jardín, a lo largo de este periodo, seguirá siendo un área abierta, con pavimento de tierra, sin ninguna nueva compartimentación, pero que tal vez más descuidado al igual que ocurre con gran parte de la villa.
El nivel de tierra de esta amplia área lo conforma un estrato (UE 1208) que contiene un alto volumen de materiales que le dan
una cronología del último momento de uso y del momento de abandono de la casa, con las cerámicas más modernas en torno
a mediados del siglo V dC.
En el ángulo noroeste del templete del jardín se localizó una fosa (UE 1317) que rompía parte de la estructura (UE 1069) y
estaba rellenada (UE 1316) con material de fines del siglo V o primera mitad del VI. El derrumbe de las paredes de la balsa
templete así como los alzados de los muros que enmarcan este espacio por el norte y oeste, se localizaba en la parte superior de este nivel, el cual fue alterado a finales del siglo V-inicios del VI por la acción antrópica que hizo también tres fosas o
silos (UUEE 1319, 1433) en la zona y removió la estratigrafía a la búsqueda de materiales de construcción, como demuestra
el expolio del muro norte.
ZONA MERIDIONAL
• EL PASILLO SUR
El espacio situado en la zona sur de la casa, entre la balsa grande y las habitaciones del sureste de la vivienda, siguió con su trazado longitudinal y su comunicación con la pars rustica y el jardín. La cloaca que encubría bajo su superficie el canal para recoger las aguas pluviales y residuales de la casa, fue reforzada en su lado meridional con un paramento de piedras trabadas con
tierra y una cubierta de lajas calcáreas de color gris claro. Al mismo tiempo, se rehizo la parte trasera del muro la balsa de producción con un revestimiento de mortero con gravas, se deduce que con la intención de crear unas condiciones mejores de aislamiento de las posibles emanaciones de la cloaca.
El momento en que se reforma la cloaca, se cubre y nivela con tierra su superficie. Este relleno de tierra marrón grisácea tenía
escasos restos de cerámica pero que aportaron cronología del momento de la reforma con los fragmentos de cerámica paleocristiana gris datada entre los siglos IV y V.
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• LAS HABITACIONES 3, 4, 5 Y 6
Dentro de la parte residencial de la casa las estancias situadas al sur del patio mantuvieron su planta. El suelo del vestíbulo continuó conservando el mosaico policromo aunque fue parcheado en algunos puntos y con su uso y escaso mantenimiento perdió gran parte de sus teselas. El paso al dormitorio perduró con su amplio umbral de mármol que daba acceso al pavimento de
mármol. El estado de sus placas fue deteriorándose por el poco cuidado así como por algún fuego que se hizo sobre él. De igual
modo, se mantuvieron las decoraciones de las paredes con estuco y pintura. La estancia auxiliar que completaba este conjunto
también perduró en su uso aunque su suelo fue expoliado completamente en este momento. El nivel de tierra que quedó tras
su sustracción contenía varios fragmentos de cerámica paleocristiana naranja datables entre los siglos IV y V.
La estancia, H 6, con acceso directo al patio preservó su pavimento de opus signinum pero se produjo un cambio en su uso, evidenciado por el carácter doméstico de los restos documentados. Así, el último nivel sobre el suelo presentaba un hogar en el ángulo SE de la habitación afectando pavimento y a su preparación, y también había parte de una piedra de molino en la zona SO.
La reutilización de la estancia H-6 con la creación de un hogar.
• HABITACIONES 14 y 15
Junto a estas estancias, al oeste, se situaba la habitación con dos accesos al patio. En estos momentos su pavimento fue
expoliado por completo y se construyó en uno de sus laterales una pequeña canalización que reutilizaba materiales de
construcción y que desaguaba hacia el patio. La habitación contigua, en antigua relación con ésta, presentaba un nuevo
pavimento del cual se conservaban cuatro piezas: una tegulae, una placa marmórea y elementos latericios de cerámica,
todos trabadas con tierra.
• EL PORCHE
En la parte trasera de estas habitaciones se encontraba el porche. En estos momentos se le incluyó una nueva construcción
consistente en un pequeño muro construido con materiales reutilizados, trabados con tierra y adosado al paramento de la habitación que se encontraba al oeste del porche. La presencia de este muro con respecto al resto del espacio evidencia la creación de una pequeña compartimentación en el ángulo donde se ubicó.
Por otro lado, la canalización general que venía desde el sur de la casa y atravesaba el porche con dirección hacia el norte y
seguía a lo largo del corredor oeste de la casa. Formando parte de su nueva cubierta se halló un fragmento de inscripción sepulcral de mármol de Buixcarró donde se podía leer la fórmula asíndética plus minus y que se trata del único ejemplo conocido,
por el momento, en las tierras valencianas.
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• LA HABITACIÓN 12
Dentro de esta estancia, en el ángulo S.E, se construyó una pequeña estructura de forma cuadrangular, hecha con materiales
reutilizados entre los que destacaban un basamento, un fuste de columna y un fragmento de inscripción funeraria. Dentro de la
misma habitación, junto al muro oeste, resaltaba la presencia de dos pequeños agujeros rectangulares, reforzados con fragmentos de tegulae clavados en la preparación del pavimento y destinados probablemente a sujetar parte del equipamiento que tuviera la habitación en relación con los soportes de postes de madera.
La compartimentación del espacio con nuevas estructuras que reutilizan elementos arquitectónicos en la habitación suroeste.
ZONA OCCIDENTAL
• EL CORREDOR OESTE
La canalización que venía desde el porche siguió discurriendo a lo largo del pasillo con clara pendiente hacia el norte. A su paso
por esta zona, la cloaca estaba construida con piedras medianas sin trabajar, trabadas con tierra y con cubierta de piedras.
Este pasillo continuó teniendo la misma funcionalidad que en épocas anteriores, separando parte de las habitaciones de la pars
urbana y de la antigua área termal.
• LAS HABITACIONES DEL ÁREA OCCIDENTAL
Con respecto al grupo de habitaciones situadas al oeste del patio se documentaron algunas transformaciones. En este sentido,
en la habitación 10A, se detectaron dos pequeñas hogueras sobre el pavimento de opus signinum, además de una pequeña
fosa excavada en el mismo solado.
En la habitación contigua, H-10B, destacaba el expolio del pavimento de opus tessellatum. En el muro límite con el corredor oeste
se documentó una refacción consistente en un parcheado de piedras poco escuadradas junto a un basamento de arenisca de
color verdoso y una base de cerámica común que sirvieron para la reparación de un desperfecto en el zócalo de este muro.
Por último, se realizó el cierre del vano que recaía en el patio, tratándose de una de las aberturas más amplias de la pars urbana. El hallazgo de una moneda en la trabazón del tabicado nos aportó una cronología del siglo V d.C y por consiguiente, previa
al momento del derrumbe de la techumbre.
• EL ÁREA DE LAS ANTIGUAS TERMAS
En esta etapa, las termas habían dejado de tener la funcionalidad para la que fueron creadas pero siguieron utilizándose para
otros fines de carácter artesanal.
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La creación de una prensa en la sala templada de los baños.
La mayor parte de los trabajos se concentraron en dos espacios dentro del recinto, en la habitación 18 y en el tránsito hacia las
salas con el sistema de hipocaustum.
En la estancia 18, antiguo sala templada, se construyó una fosa de grandes dimensiones que rompió el pavimento de mármol preexistente y su preparación. En el interior de la misma se colocó una pila de mármol, reaprovechada de esta misma
sala, y junto a ella, sobre la preparación del pavimento, se hicieron dos agujeros de poste. Estos escasos elementos conservados nos recuerdan la infraestructura necesaria para el desarrollo de las actividades propias del prensado de productos agrícolas, torcularium, que precisaban de una cubeta y de una estructura de madera apoyada sobre postes. Las placas de mármol que pavimentaban esta H 18 fueron arrancadas y no sabemos si reutilizadas en la propia villa dado que no se han localizado en el área excavada.
Al oeste de esta habitación se hizo otra pequeña fosa que cortó el pavimento y en el fondo tenía un sillar. Junto a la fosa había
dos agujeros de poste, similares a los anteriores. Este conjunto de elementos, serían parte del complejo artesanal, sirviéndose
del sillar como base para sustentar algún elemento que iría asociado a la disposición de los postes.
Otro de los indicativos que evidenciaron esta nueva funcionalidad del área termal se vió reflejado en varios puntos. La estructura absidial utilizada antaño como piscina de agua fría siguió conteniendo líquidos aunque con otra funcionalidad. Al canal de su
desagüe se añadió una teja situada muy próxima al punto de salida, dispuesta verticalmente, encajada en la canal, de manera
que impedía la salida del agua. De este modo, se tuvo una balsa para contención de líquidos y se controlaba su evacuación
desde el exterior, en su desagüe.
Una transformación significativa se llevó a cabo en el antiguo caldarium consistente en la eliminación del pavimento, así como
el parcheado con teja en parte del muro oeste. La eliminación de este solado respondió a la pretensión de conseguir un aumento en la capacidad de la sala, creándose así una nueva balsa para una mayor cantidad de líquido.
Por último, en la habitación 11, antiguo apodyterium, se construyó una pequeña canalización hecha a base de piedras pequeñas sin trabajar, trabadas con tierra y con clara pendiente hacia el norte. Esta no conservaba la cubierta y era muy semejante a
la hallada en la habitación 15.
EL INCENDIO
Durante esta nueva ocupación se documentó un nivel de incendio que afectó a diversas habitaciones de la zona sudoeste
de la antigua área residencial. Las relaciones estratigráficas y el hallazgo de materiales cerámicos además de cinco antoninianos permitieron establecer una datación relativa para este hecho a mediados del siglo IV d.C. Estas monedas, aunque propias del S.III d.C, estuvieron en curso a lo largo del siglo IV d.C en que hubo una escasez de emisiones monetales. Este acontecimiento acaecido al inicio de la nueva ocupación no afectó a la continuidad en la villa aunque esta zona se abandonó tras
el incendio.
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De acuerdo con la extensión y alcance de este nivel era posible que el foco comenzara en la zona del porche, dado que el estrato de
carbones y cenizas ocupaba gran parte de este espacio, extendiéndose a las habitaciones contiguas. En este sentido, tanto en la estancia nº 12 como en la nº 11, se detectó este mismo incendio aunque ocupando parte de las estancias y coincidiendo con los accesos
entre estas dos habitaciones. Por otro lado, en la habitación 14, situada al este del foco, también se documentó el mismo fenómeno.
II. 3.2.- PARS RUSTICA
• LAS ANTIGUAS BALSAS DE PRODUCCIÓN
La perduración del conjunto de balsas con su proyección inicial llegó hasta finales del siglo IV cuando se realizaron algunas
construcciones en su interior y hubo cambios en su uso.
El canal de abastecimiento siguió siendo el punto de llegada de un amplio caudal que continuó aportando agua a la villa y el
amplio vano de recepción hacia la antigua balsa de decantación se tabicó. El cimiento construído junto la desembocadura del
canal con la balsa sería la base de sustentación de una estructura de madera que suministraba más controladamente el agua.
La balsa menor continuó conteniendo agua, y muestra de ello era la reparación y recrecido del paramento septentrional así
como la perduración de su revestimiento hidráulico, aunque el conducto de entrada de agua pasó a ser otro. La comunicación
con la balsa más grande todavía se realizaba a través del rebaje en el muro este que se había deteriorado por el uso y fue
reparado en un momento posterior usando ladrillos de barro cocido con líneas incisas en espiga.
En la zona central de la balsa grande se construyeron dos muros que discurrían en paralelo. Tenían una longitud de 19,11 m y
16,23 m con un ancho de 0,39 y 0,70 m. Su altura conservada, de tan solo una hilada de piedras, era de 0,23 m y entre ellos
había una distancia de 0,86 m. La factura irregular hecha con piedras trabadas con tierra evidenciaba la imposibilidad de su uso
en relación con el agua ya que la consistencia de éstos no lo permitía, se desharían al contacto con el agua.
La interpretación de la utilidad que tuvieron estos muros nos es desconocida aunque dado el uso tan diferente que pasa a tener
la villa podría tener relación acorde con sus estancias, más centrada en actividades domésticas, agropecuarias y artesanales.
La amortización de esta balsa se dató en el segundo cuarto del siglo V d.C con un material cerámico que consitía en fragmentos de terra sigillata clara D y ánforas tardía de los siglos V y VI d.C. Durante la última fase de los trabajos de excavación estos
muros tardíos fueron desmontados para obtener una mejor visión de conjunto de la balsa del momento altoimperial.
• UNA FOSA-BASURERO
En el ángulo sureste de la excavación se localizó una fosa de planta irregular aunque tendente a circular, excavada en la tierra
estéril. Su relleno de amortización estaba conformado por una tierra verdosa con fragmentos de material de construcción, cerámicos y restos de fauna y malacología, con datación en un momento tardorromano. Este pudo ser uno de los puntos de vertido de los residuos domésticos que se situó anexo a las balsas y cerca de la casa, que ya no era residencia de sus dueños sino
solo lugar de producción y vivienda de sus trabajadores.
II. 3.3.- PARS FRUCTUARIA
Las estancias, departamentos e
instalaciones pertenecienes a la
pars fructuaria que fueron ampliamente usados en relación a la
producción y transformación del
lino, así como para el uso doméstico y pecuario de la villa, ahora
pasaron, en gran parte, a estar en
desuso ya que se limitaron las
áreas de funcionalidad de la villa al
cuerpo central de la casa deshabitándose, en general, las zonas de
almacenaje más aisladas.
Junto al lado norte del gran
canal, y discurriendo en paralelo,
se registró un derrumbe de bloques de piedras calizas que conservaban cierta alineación, con
una orientación este-oeste. Se
trataría de un pretil o pared lateral de contención ante los
momentos de subida y descontrol del nivel del agua, dado que
el canal tenía un uso contínuo.
Uno de los paramentos de las estancias de almacenaje de la terraza superior que reutiliza una estela funeraria.
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En la terraza superior se abandonaron las estancias de almacenaje y se construyeron otras tres nuevas en su lateral este. Para
su edificación se hicieron muros de piedra y tejas reutilizadas trabados con tierra. Un caso especial era uno de los paramentos
porque incluía en su lienzo un fragmento de estela funeraria de piedra caliza de la fase imperial.
II.3.4.- LAS CERÁMICAS DE LOS NIVELES DE ABANDONO
Miquel Rosselló Mesquida
Los materiales aquí estudiados son únicamente una muestra, creemos que lo suficientemente representativa del período, pero
no se ha tenido la oportunidad de abordar un estudio exhaustivo de todo el material, por lo que este trabajo debe considerarse como un estudio parcial a modo de avance.
Los materiales provienen del momento final de la villa como tal, niveles de derrumbe y abandono, amortización de silos, principalmente, si bien, igualmente, hay algunos escasos pero significativos materiales propios del siglo VI que apuntan a que el lugar,
a pesar de estar en su mayor parte desmantelado y abandonado, fue esporádicamente frecuentado, parece que relacionado con
actividades de tipo agropecuario.
LAS PRODUCCIONES CERÁMICAS
Cerámica Fina de Mesa
Sigillata Africana Clara.
Si bien se reconocen fragmentos de Sigillata Africana Clara en su producción A y fragmentos informes de C, la mayoría de la
Sigillata Africana Clara de estos niveles finales de abandono está representada por la producción D.
El conjunto documentado no es muy amplio cuantitativamente y es poco variado reduciéndose a siete tipos (Hayes 32/58, 59,
61, 67, 91, indet.). Se documentan los platos/fuentes tipos Hayes 58B; 59A, variante de pared decorada y 59B, variante de pared
lisa; Hayes 61, núm. 21 variante caracterizada por un borde inclinado hacia el interior que marca un ángulo bien marcado y diferenciado al exterior de la pared; Hayes 61, variante Waagé, 1948, IX, 831 u caracterizada por un borde grueso y vertical diferenciado en la pared exterior por una arista pronunciada; la escudilla Hayes 67 con labio a penas engrosado asimilable a la variante 67 nn. 1, 4, 9, y la variante nn. 5-6, 17, 28 de labio engrosado y pendiente; también se ha podido reconocer un pequeño
fragmento del ala perteneciente a un mortero tipo Hayes 91A-B; un pequeño borde de gran plato o fuente que vagamente
recuerda a la Hayes 77, sin embargo, presenta un barniz rojizo lustroso que no permite asimilarlo a la producción E de la forma
Hayes 77.
Asimismo, se han recuperado pequeños fragmentos de fondos con decoración estampada de palmeta y motivo circular dentado, estilo A ii-iii; palmeta de estilo A ii (Hayes, 1972).
Sigillata Clara Lucente.
Se han reconocido algunos fragmentos de esta producción gala, concretamente varios fragmentos de cuerpo con decoración a ruedecilla, casi con toda seguridad pertenecientes al bol tipo Lamb. 1/3B, con marcada carena. Un pie , también perteneciente al tipo Lamb. 1/3
B. La copa tipo Lamb. 4/36 con decoración a ruedecilla en el ala, forma poco habitual en contextos valencianos, que tiene su precedente en una forma análoga producida en sigillata clara B (Atlante, 1981: 5. Bourgeois, Mayet, 1991: 368-369).
Sigillata Paleocristiana Gris.
De esta producción gala tardía documentamos un cuenco con borde redondeado, con paralelos con el tipo VLR 2.31, si bien el
ejemplo de Tarraco en barniz anaranjado (TED'A, 1989: 162-163); una escudilla o copa forma Rigoir 2 con ala decorada a ruedecilla; y un fragmento de cuerpo con decoración estampillada de forma indeterminada.
Sigillata Hispánica Tardía.
La sigillata tardía de producción hispánica (Mezquíriz, 1961. Mayet, 1984) está presente con dos tipos de cuencos o copas, la
copa de paredes curvas y borde sin diferenciar tipo Ritterling 8; copa Dragendorff 37 de cuello ancho, paredes marcadamente
divergentes y borde liso sin diferenciar.
Lucernas
Aunque algunas parecen residuales, una con margo decorado con hojas de olivo, es propia de contextos del siglo III y IV; al
igual que la otra, de pasta beige verdosa, probablemente un ejemplar evolucionado del tipo Dr. 30/Deneauve VIIIB decorada
con glóbulos o perlas, presente en estratigrafías del siglo IV y primera mitad del V (Anselmino, 1982: 160-161; Neuru, 1980:
198, tipo L.1).
Cerámica Africana de Cocina
Las formas documentadas son las comunes y mayoritariamente exportadas en todo el Mediterráneo occidental, las cazuelas, altas
y bajas, y los platos/tapaderas de bordes cenicientos, más o menos engrosados (Atlante, 1981. Aquilué, 1994).
Cazuela baja tipo Lamboglia 10A/Hayes 23B. Cazuela tipo Ostia III, 108, alta de borde almendrado y atrofiado con respecto al
tipo, cronológicamente precedente, Ostia III, 267, y con la típica ranura para tapadera adaptada.
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Platos / tapaderas, Ostia I, 262, con el borde muy desarrollado y destacado, pendiente y vuelto al exterior; Ostia II, 332, de borde
apenas diferenciado y Ostia I, 261.
También aparece una cazuela que presenta unas características técnicas de la cerámica de cocina africana y tiene paralelos con
la forma FCW casserole 6.4 (Fulford, Peacock, 1984: fig. 67).
Producciones ya del siglo VI son las cazuelas africanas de borde engrosado al interior tipo FCW casserole 12.1 (Fulford, Peacock,
1984: fig. 68).
Cerámica Oriental de Cocina
Se han documentado dos ejemplares de ollas del área de Jordania-Palestina. Son ollas o jarras de cuello cilíndrico con borde
recto a penas diferenciado o levemente engrosado, con pequeñas asas que salen del borde, se caracteriza por una pasta granulosa pero fina, de color marrón rojizo, con algunos puntos blancos de cal de pequeño tamaño y presenta la superficie exterior de un color grisáceo oscuro muy característico.
Cerámica de Cocina Indeterminada
El porcentaje más elevado de la cerámica destinada al fuego es de origen indeterminado, mayoritariamente de probable origen
local/regional, destacando cazuelas y ollas.
Dentro del grupo de las cazuelas destaca un tipo de paredes convergentes y borde invasado sin diferenciar o levemente engrosado, habitualmente con finas estrías al exterior por debajo del borde, de características técnicas muy homogéneas, pasta granulosa de color marrón rojiza, a veces gris quemada, cuarzo, puntos de cal, superficie exterior marrón oscuro o grisácea.
Otras cazuelas documentadas de bordes vueltos al exterior, deben ser producciones foráneas y que se caracterizan, principalmente, por la presencia de mica dorada (fina y poco abundante), puntos de cal y cuarzo, con pastas marrón rojizas o beige grisáceas.
Cazuelas de bordes invasados más o menos engrosados, con pastas marrón rojizas o anaranjadas, con puntos de cal.
Cazuelas tipológicamente similares pero caracterizadas por la presencia de cristales de cuarzo rojo (jacintos de Compostela).
En pasta gris reductora también se documenta alguna cazuela.
Los ejemplares de la UE 1086 Pórtico Norte, en un caso con decoración incisa de meandros, son típicas del siglo VI.
Lámina 1.
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Por lo que se refiere a las ollas, se documentan ejemplares de borde vuelto al exterior con pequeñas asas que nacen del mismo borde;
ollas de borde vuelto al exterior sin asas o que no se han conservado debido al estado de fragmentación que presenta la mayoría del
material recuperado; ollas de borde recto; ollas de borde moldurado. A estos bordes de ollas se les puede asociar bases planas.
Probablemente relacionadas con las ollas, se documentan escasas tapaderas.
Todas presentan generalmente pastas de tonalidad marrón rojiza y superficies exteriores grisáceas o cenicientas; algunos ejemplares con pasta totalmente gris reducida.
Cerámica a Mano/Torneta
Cazuela alta tipo RHW 7.1; cazuela baja tipo RHW 7.2; cazuela baja tipo RHW 8.2 (Reynolds, 1993).
De origen indeterminado, borde reentrante de cazuela pasta beige, a veces con el exterior grisáceo, puntos de cal; fragmentos de cuerpo con mamelones semilunares.
Cerámica Común Oxidante
El más numeroso grupo formado por producciones de pastas heterogéneas, si bien hay que destacar un importante conjunto caracterizado por pastas finas y depuradas, de color beige, en cuyo repertorio tipológico destacan producciones para
labores auxiliares de cocina o domésticas, lebrillos, morteros, cuencos, cuencos carenados, jarras, fuentes, paropsis, etc.
Abundan los morteros, de bordes redondeados y con ala o visera más o menos desarrollada. Con pastas marrón o anaranjada, puntos de cal visibles, duras, recubrimiento exterior color crema o blanquecino; pastas beige rosadas o grises; base
con piedras trituradoras de tipo volcánico incrustadas en el fondo interno. Por último alguna pieza por sus características y
el grosor de sus paredes, pensamos que también pueda tratarse de un mortero.
Los cuencos, muy abundantes y de variada tipología; cuencos o copas carenadas; decorado con pintura roja; decorado con incisiones interiores postcocción; decorado con banda exterior de digitaciones y borde ondulado, este último quizás ya del siglo VI y
quizás de origen africano (este tipo de decoración aparece en ciertas producciones africanas del siglo VI, ver principalmente fig.
62, 13-14 de Fulford, Peacock, 1984).
Jarros o jarras, también muy abundantes y de variada tipología, y algún fragmento de cuerpo con decoración incisa de meandros de una jarra o anforita.
Lámina 2.
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Platos o fuentes. Grandes jarras o tinajas y lebrillos.
Ollas de almacenaje, generalmente de pastas beige o rosadas, depuradas, sin trazas de haber ido al fuego.
Cuencos o fuentes con asas horizontales (paropsis), de pastas beiges o anaranjadas, finas y depuradas. Dos tipos principales, recipientes hemiesféricos de bordes invasados engrosados y asas de sección circular; recipientes de perfil en “S” de
bordes exvasados y asas de sección cuadrangular.
Por último destacar un tubo vertedor, perteneciente a un cuenco, y un vaso o cubilete, de paredes exteriores con gallones
verticales y base plana.
Cerámica Ebusitana
Grandes cuencos, pasta beige y abundante mica plateada. Un pequeño borde con decoración incisa de líneas paralelas, perteneciente con toda probabilidad a un cuenco con tubo vertedor tipo RE 901a (Ramón, 1986).
Varios
Se documentan tejuelos recortados de recipientes cerámicos e incluso de tejas planas o ladrillos, los diámetros entre 4,5
– 5,4 cm. son los más abundantes.
Ánforas
Los recipientes anfóricos son bastante escasos en los niveles de amortización de la villa.
Aparte de las ánforas claramente residuales, como numerosos ejemplares de Dressel 2-4, se han identificado producciones
africanas, orientales, béticas y lusitanas.
Ánforas africanas tipos Keay XXV B, XXV Q y Keay XXV var. 2 ; ánforas fusiformes de pequeñas dimensiones Spatheion tipo1
(Bonifay, 2004: fig. 67).
Ánfora bética tipo Keay XIII C. Ánforas lusitanas, Keay XVI. Ánforas del Mediterráneo oriental, Late Roman Amphorae 3 / Keay LIV bis.
De procedencia indeterminada es una pequeña anforita (8 cm. de diámetro boca) de borde apenas sin diferenciar y asas de sección circular que nacen por debajo del borde; presenta una pasta marrón rojiza y se perciben algunas láminas de mica dorada.
Lámina 3.
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COMENTARIO CERÁMICO Y CRONOLOGÍA
Dentro de la cerámica fina o vajilla de mesa están representadas las principales producciones de sigillatas tardoantiguas producidas
en la cuenca del Mediterráneo occidental. La producción de origen africano es la mejor representada. La comercialización de la SCAD
tendrá una amplia difusión en la cuenca mediterránea occidental durante los siglos IV y V, convirtiéndose en una de las cerámicas más
abundantes dentro de las vajillas finas tardoantiguas, motivo por el cual se ha convertido en un inestimable referente cronológico. Los
tipos presentes en el yacimiento de Els Alters son los habituales en contextos del siglo IV y perduran hasta la primera mitad del siglo
V. La forma Hayes 58B es típica del siglo IV, si bien parece que empezó a producirse en el último decenio del siglo III (Atlante, 1981:
82). El tipo Hayes 59, presente en su variante lisa (B) y decorada (A), es una forma típica del siglo IV y primeros decenios del V y,
concretamente para la variante B, Hayes da una cronología del 320-420 (Hayes, 1972: 100). La forma Hayes 61 si bien empieza a
producirse alrededor del 325 es un tipo con multitud de variantes, y se continúa fabricando en la segunda mitad del siglo V. Las características de nuestros ejemplares remiten a finales del siglo IV y primera mitad del siglo V, y concretamente la variante Waagé, 1948,
IX, 831u parece que es propia de la primera mitad del siglo V (Bonifay, 2004: 171, var. A/B2). La escudilla Hayes 67 también tiene
una cronología amplia, comenzando su producción en la segunda mitad del siglo IV, si bien, será una forma típica principalmente del
siglo siguiente (Atlante, 1981: 88-89). Lo mismo ocurre con el mortero Hayes 91A-B, que quizás inicia su producción en el siglo IV
(Atlante, 1981: 106), pero que fundamentalmente se documenta en estratigrafías del siglo V (Hayes, 1972: 144), si bien el propio
Hayes (1980) modificó la cronología inicial adelantando su fabricación, recientemente se ha propuesto (Bonifay, 2004: 177-179) retomar el siglo V como fecha de aparición de este tipo, entre los años 400-420 para las variantes A y B. Por lo que respecta a la dudosa Hayes 77 o símil, hay pocas evidencias cronológicas, en el caso de que pudiéramos asimilarla a esta forma, proponiéndose el siglo
V (Atlante, 1981: 120). Asimismo, se han recuperado pequeños fragmentos de fondos con decoración estampada de palmeta y motivo circular dentado, estilo A ii-iii; palmeta de estilo A ii (Hayes, 1972), ambos delimitados cronológicamente entre el 350 y el 450. Por
otra parte, están ausentes formas que empiecen su producción en la segunda mitad del siglo V.
La cerámica Lucente, también conocida como “céramique à enduit brillant”, “metallisée”, “glanztonüberzug” o “céramiques tardives à revêtement argileux”, se caracteriza por un revestimiento o barniz de color marrón oscuro metalescente, con irisaciones. La
arcilla es de color amarillo-anaranjado, poco dura y fractura recta, poco cortante.
No es una producción muy distribuida fuera de su ámbito de fabricación y en Hispania aparece principalmente en lugares costeros, siempre en pocas cantidades, rarificándose a medida que se avanza hacia el sur.
Su producción parece abarcar desde finales del siglo III hasta mediados del siglo V, y es una producción principalmente del siglo
IV y primera mitad del V.
En Ampurias su presencia es muy rara en estratos de la segunda mitad del siglo III (Roure et al., 1988: 69), estando presente,
aunque siempre minoritaria, en estratos de todo el siglo IV. Su continuidad, al menos hasta mediados de la siguiente centuria,
está demostrada por los hallazgos del taller de Portout que fabrica en la primera mitad del siglo V y sus productos llegan a
Hispania, tal como han demostrado las excavaciones del vertedero de Vila-roma en Tarraco (TED'A, 1989: 176-179) y la cisterna de Sa Mesquida en Calvià-Mallorca (Orfila y Cau, 1994: 268-270) y más al sur, en Belo (Bourgeois, Mayet, 1991: 368-369).
En Valencia es una producción escasamente evidenciada en los numerosos y bien datados niveles de destrucción de finales del
siglo III (Burriel, Rosselló, 2000: 178), y al igual que el resto de yacimientos hispanos su máxima difusión parece que se produce en la segunda mitad del siglo IV y primera mitad del siglo V (Pascual et al., 1997).
Las llamadas Dérivées-des-Sigillées Paléochrétiennes (DSP), también llamadas Sigillatas Paleocristianas, Terra Sigillata Gris y
Anaranjada Estampada, Sigillatas Gálicas Tardías, se fabricaron desde finales del siglo IV o, más probablemente a partir de inicios
del siglo V, hasta finales del VI en la zona sur de la Galia, en el área languedociana, con centro en Narbona; el área provenzal, con
centro en Marsella y el área atlántica o aquitana, con centro en Burdeos. Cada una de estas áreas tiene estilos decorativos y repertorios formales característicos. Los talleres de Provenza y Narbona, los más activos, exportaron al Mediterráneo occidental. La DSP
aparece abundante y claramente en yacimientos bien datados a partir del siglo V en la zona de Francia y se ha propuesto una
fecha del 400 al 450 para el período de producción del grupo languedociense y sus imitaciones, y una cronología a partir de
mediados del siglo V hasta la segunda mitad del VI y principios del VII para el grupo provenzal. Su difusión es bastante reducida
en comparación con otras importaciones de cerámica fina, difundiéndose principalmente por el Mediterráneo, especialmente por
la franja costera noroccidental, si bien se han encontrado vasos en el N. de África y en la Grecia continental. Por el norte, se exportaron también a Suiza. El repertorio formal que llega a las costas del mediterráneo occidental es bastante limitado, destacando principalmente las copas y boles, y en menor medida los platos, siendo los morteros y las formas cerradas mucho más raras.
En Valencia la DSP no aparece en niveles de la segunda mitad/finales del siglo IV (Blasco et al., 1994; Burriel, Rosselló, 2000)
y es una producción que empieza a detectarse a partir del segundo cuarto del siglo V (Marín, Ribera, 1999), y especialmente en
la segunda mitad de este mismo siglo, llegando hasta la mitad del siglo VI (Pascual et al., 1997).
Por lo que se refiere a las cerámicas a mano/torneta, se han podido reconocer las producciones RHW 7 y RHW 8 que se caracterizan por la presencia de láminas de mica dorada y otras características técnicas (Reynolds, 1993).
Según Reynolds el origen de la producción HW 7 estaría en el sur de la provincia de Alicante o Murcia. Su distribución se concentra principalmente en yacimientos costeros alrededor de Alicante hasta Denia (Reynolds, 1993: 151), si bien recientemente
ésta se ha ampliado a otros lugares como Cullera (Rosselló, 2005) y Valencia (Burriel, Rosselló, 2000).
En cuanto a su cronología Reynolds (1993: 152) propone una fecha preferente entre mediados del siglo III y mediados del siglo
IV. Por nuestra parte apuntar que en la ciudad de Valentia no se detecta esta producción cerámica en el nivel de destrucción de
inicios del último tercio del siglo III (270-280), nivel ampliamente documentado en la ciudad y datado con precisión (Pascual et
al., 1997: 183-184; Ribera, 2000). Del mismo modo comentar su aparición en un contexto de la primera mitad del siglo V en
las excavaciones de la Almoina, en el nivel de destrucción de un edificio público bajoimperial (Marín y Ribera, 1999). Se trata
principalmente de una producción típica del siglo IV y que con seguridad llega hasta el primer tercio del siglo V, al menos en la
zona valenciana (Burriel, Rosselló, 2000).
A partir del siglo V, y en contextos cerámicos con presencia de DSP gris y ARS típica del siglo V, aparece otra producción a
mano/torneta (HW 8) parece que de origen murciano (Reynolds, 1993: 152-153). Se documenta en la ciudad de Valencia en
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contextos del siglo V, rellenos por encima del nivel de destrucción de un edificio público bajoimperial de la Almoina (Marín,
Ribera, 1999); en un contexto de mediados del siglo V en la villa romana de l'Horta Vella de Bétera (Jiménez et al., e.p.); y en
un contexto similar en Cullera (Rosselló, 2005: 42).
Por otra parte, nos parece muy significativa la ausencia de otra producción a mano/torneta, muy abundante y típica en contextos de mediados del siglo V en adelante, como son las llamadas cerámicas de Lípari (Fulford, Peacock, 1984).
La cerámica de cocina oriental está representada por dos ollas, o jarras según denominación de algunos autores (Uscatescu, 1996),
de la zona Jordano-Palestina. Están presentes en zonas litorales pero son poco habituales en zonas interiores. Nuestros ejemplares
tienen paralelos con tipos similares de Tarragona (TED'A, 1989: fig. 98,8), Marsella (CATHMA, 1991: fig. 21), Toulon (Berato et al.,
1986: fig. 25,33 ), Cartagena (Murcia, Martínez, 2003: fig. 8, 69), Santa Pola (Reynolds, 1993: 145, lám. 64, 869. MISC. 13 ), Xàbia
(Bolufer, 1994: fig. 4,2) y Valencia (Rosselló, Ribera, e.p.: cerámica de cocina nº 7; Ribera, Rosselló, e.p.: fig. 11, 6544-5).
Por lo que respecta a las ánforas, a pesar de su escasez, hay que destacar los ejemplares africanos del tipo Keay XXV que, a pesar
de fabricarse ya en la segunda mitad del siglo IV, son típicos principalmente del siglo V (Keay, 1984: 184; TED'A, 1989: 274-276),
y lo mismo se puede decir del ánfora tipo Spatheion, cuya cronología se centra en la primera mitad del siglo V (Bonifay, 2004: 125).
En cuanto al contenido de estos envases parece que transportaron conservas de pescado o aceite de oliva (Remolà, 2000: 133).
Los envase hispanos están representados por producciones béticas y lusitanas. El ánfora bética tipo Keay XIII C se documenta principalmente en contextos del siglo V (Remolà, 2000: 176), si bien ya empieza a producirse en el siglo IV, y su contenido era el aceite bético. Las ánforas lusitanas Keay XVI transportaban salazones y derivados, y tienen una amplia difusión principalmente en el siglo
IV, estando presentes, al menos, hasta mediados del siglo V (Remolà, 2000: 189). Del Mediterráneo oriental, contamos con dos
ejemplares del pequeño envase Late Roman Amphorae 3 / Keay LIV bis, producidos en el área occidental de la actual Turquía y
cuyo probable contenido era el vino. En occidente se constata principalmente en contextos del siglo V (Remolà, 2000: 209).
Analizados los materiales más significativos desde un punto de vista cronológico, proponemos una fecha para los niveles de
abandono de la villa romana de Els Alters de l'Énova, de la primera mitad del siglo V, preferentemente en el primer tercio.
II.3.5.- LOS HALLAZGOS MONETARIOS
Nuria Lledó Cardona y Antonio Sáez Landete
INTRODUCCIÓN
Las excavaciones llevadas a cabo en la villa romana de Els Alters (L'Ènova, Valencia) durante los meses de marzo-junio de 2004
recuperaron 55 monedas, que catalogamos al final del artículo. La práctica totalidad de estos hallazgos (49 piezas) pertenecen
al período en que la villa estuvo ocupada (siglos I-VI), y sólo un pequeño porcentaje son piezas extraviadas en frecuentaciones
del área cuando el asentamiento ya había sido abandonado (toda la información arqueológica de la villa citada en el texto ha
sido proporcionada por los técnicos y directores de la excavación, a quienes se la agradecemos). Es por ello que las monedas
recuperadas nos permiten acercarnos a la evolución del uso monetario en el yacimiento durante sus seis siglos de ocupación,
informándonos, como veremos, de factores como el ritmo de alimentación de la misma (que depende de la propia evolución
del yacimiento y de la política monetaria de Roma en cada período) o la procedencia de las monedas que llegaron a la villa
durante los períodos en los que la ceca de Roma no monopolizó la producción.
Debemos señalar que el estudio numismático se basa en la fecha de acuñación de los hallazgos, porque el análisis de los estratos en los que aparecen las monedas, como explicaremos con posterioridad, no aporta prácticamente ninguna información general, y sólo proporciona algunos datos puntuales destacados que subrayaremos más adelante.
EVOLUCIÓN Y CARACTERÍSTICAS DEL APROVISIONAMIENTO DE LA VILLA ROMANA DE ELS ALTERS
Los hallazgos monetarios de la villa de Els Alters nos permiten señalar un rasgo fundamental de su aprovisionamiento, en el que
debemos enmarcar el resto de las características del mismo: los hallazgos recuperados en el yacimiento nos permiten afirmar
que estuvo inserto durante toda su ocupación en los circuitos de abastecimiento monetario del Imperio, pues reflejan en todo
momento el desarrollo de la política monetaria de Roma en general y de la Tarraconense mediterránea en particular. Las figuras
1-3 (al final del texto, como el resto de figuras) nos permiten observar esta circunstancia. En la fig. 2, que recoge los índices de
monedas por año de los hallazgos encontrados en Els Alters, podemos observar que el perfil de hallazgos de la villa está en función de la evolución de la producción de las cecas imperiales, aunque mediatizado en ciertos momentos por las circunstancias
particulares de la villa. Así, la figura refleja las dos características principales de dicha evolución:
a) la estabilidad del aprovisionamiento durante el período altoimperial, sin episodios inflacionistas, propio del conjunto del
Imperio, que aparece con claridad en Els Alters. Estos índices no reflejan el volumen real de aprovisionamiento en ningún yacimiento, y nos informan básicamente de la estabilidad del mismo. No reflejan el volumen del circulante porque existen una
serie de circunstancias que infrarrepresentan los hallazgos altoimperiales en el conjunto de yacimientos del período, entre los
que destacan dos: en primer lugar, la coyuntura de estabilidad socio-política por la que atravesaba el Imperio en general y la
villa en particular, que reduce los estratos de abandono, relleno y colmatación existentes en ellos, estratos que concentran la
práctica totalidad de los hallazgos numismáticos de excavación; en segundo lugar porque, como consecuencia del cambio de
sistema monetario en el Imperio, a finales de la década de los años 60 del siglo III fueron retirados de la circulación los bronces altoimperiales que aún estaban en uso (Barrandon et al., 1981) de los que una gran parte eran del siglo II; ello reduce
el número de ejemplares de esta centuria que han podido llegar hasta nosotros.
Por tanto, los hallazgos recuperados en este período no dan idea del aprovisionamiento real en la villa, pero sí documentan
la estabilidad por la que atravesó, así como diferentes características propias de la evolución de la villa en los diferentes subperíodos, que relataremos al ocuparnos individualmente de los mismos.
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b) los repuntes inflacionistas bajoimperiales, evidentes en el perfil de hallazgos de la villa, en especial los dos más importantes, los experimentados en el Imperio dentro del período 253-284 y 337-364, también con las particularidades que señalaremos al comentar los
mismos, como el hecho de que este último momento inflacionista, aunque testimoniado en Els Alters, no presentó en ella la intensidad característica del mismo, lo que indicaría un fuerte descenso de la actividad de la villa en la segunda mitad del siglo IV.
La figura 3 permite comparar la evolución de los hallazgos de Els Alters con el conjunto de hallazgos romano-imperiales de
las áreas rurales de la Tarraconense y observar el gran paralelismo entre los dos perfiles que dibujan ambas áreas, indicando
una total inserción de la villa en los circuitos monetarios que aprovisionaron a la Tarraconense mediterránea durante todo el
período romano-imperial. Debemos inferir, a su vez, que la villa participó durante todo el período imperial de las corrientes
comerciales del área tarraconense mediterránea.
En este marco general de plena integración de la villa en los circuitos monetarios romano-imperiales debemos situar el resto
de rasgos de su circulación monetaria:
- El conjunto de hallazgos monetarios señalan como inicio de su ocupación el último tercio del siglo I, en consonancia con el
resto de testimonios arqueológicos. Ello viene determinado por las piezas más antiguas del conjunto de hallazgos, las monedas julio-claudias y flavias. Las primeras, presentes en Els Alters, lo están en porcentajes muy inferiores a los propios del período julio-claudio, lo que indica que la villa no estaría ocupada aún durante el mismo. Son las monedas flavias las que presentan ya índices normales para su período de emisión que, junto a la presencia de piezas julio-claudias en un pequeño número, situarían la ocupación de la villa, posiblemente, a finales del siglo I d. C.
- Debemos señalar la ausencia de ejemplares ibéricos entre los hallazgos del yacimiento, en consonancia con lo que ocurre en las
áreas rurales de la Tarraconense mediterránea. Así, la pervivencia de la circulación de monedas ibéricas durante los dos primeros
siglos está atestiguada con claridad en los ámbitos urbanos de la provincia (Lledó, 2004, 605), mientras que en los ámbitos rura-
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les son muy escasas ya en los estratos arqueológicos de inicios del período imperial (Lledó, 2004, 605 y 617). Esta diferencia se
explica, posiblemente, por la menor necesidad de numerario en las áreas rurales, que haría más selectiva la recepción de moneda.
- Los habitantes de la villa disfrutarían de un uso monetario importante desde su ocupación hasta, al menos, el siglo IV. Podemos
deducir este extremo a partir de diferentes indicios. Por un lado, el volumen de los hallazgos, 55 piezas, un número relativamente elevado para tratarse de un sólo yacimiento. Esto refleja la relevancia de la villa, constatada también por las características generales de su estructura. El conjunto de hallazgos es a la vez un testimonio más del arraigo del uso monetario en el
área rural de la tarraconense mediterránea.
- También en este sentido, la presencia en la villa de diversas monedas con valores fraccionarios, inferiores al as, del siglo I (fig.
6), momento en que estos se emitieron de forma generalizada, demuestra que la villa estaba bien monetizada, utilizando la
moneda propia de los pequeños intercambios cotidianos, los únicos que podían pagarse con este tipo de piezas de pequeño valor.
- Los hallazgos monetarios denotan un claro retroceso del la villa durante la segunda mitad del siglo IV. Aunque en el índice
alcanzado en este período se documenta un incremento (fig. 2), reflejando la gran inflación que experimentó todo el
Imperio en este momento (vid. las reformas numismáticas de este período en Burnett, 1987, 133), dicho incremento es
más débil que el registrado en el resto del litoral tarraconense (fig. 3). Si lo comparamos con el aumento que documentan
los yacimientos rurales de la tarraconense mediterránea (fig. 3), observamos que es inferior al que experimentan éstos y a
los índices del Imperio en general. Esto nos indica que, a mediados del s. IV, en la vida de Els Alters se dio en este momento un claro retrotraimiento. La villa no quedó abandonada pero su actividad experimentó un debilitamiento importante.
También en esta dirección apuntan el resto de indicios arqueológicos, que documentan un fuerte cambio en el uso de gran
parte de la villa, construyéndose, en el espacio de las termas de la misma, un torculario, por otro lado de gran tosquedad
técnica. Este empobrecimiento queda pues perfectamente reflejado en la debilidad con la que el asentamiento acusó la
fuerte inflación del período 337-364.
- Aunque los hallazgos monetarios posteriores al siglo IV son prácticamente inexistentes, debemos considerar que la villa continuó utilizando moneda durante el resto de su ocupación, hasta el siglo VI. La ocupación de Els Alters se mantuvo durante
la Antigüedad tardía, con un hábitat continuado hasta mediados del siglo V y frecuentaciones puntuales durante el siglo
siguiente, pero sus niveles de actividad no fueron comparables a los que experimentó la villa en época altoimperial. No obstante, no debemos deducir de ellos que la villa dejara de utilizar moneda en estos siglos. La casi total ausencia de hallazgos
de debe fundamentalmente a que la alimentación monetaria cesó casi por completo desde el año 408, momento a partir
del cual se aceleró la desestructuración político-administrativa del Imperio romano de Occidente, produciéndose el cese casi
total, aunque no absoluto, del aprovisionamiento monetario de la Península (Pereira et al., 1974, 301-302). Pero la arqueología, y las fuentes clásicas en algunos casos, testimonian que la mayor parte de los principales enclaves tarraconenses
(Barcino, Tarraco, Saguntum, Portus Ilicitanus, Carthago Noua) mantuvieron un dinamismo socio-económico destacado
durante el siglo V; la demanda de numerario que generaron las abundantes actividades económicas de estas ciudades fue
cubierta, según demuestran los contextos arqueológicos y tesoros formados en los siglos V y VI, mediante monedas acuñadas en el siglo IV e incluso en momentos anteriores, así como por piezas foráneas, básicamente de origen norteafricano, y
algunas emisiones peninsulares (Marot, 2000-2001), documentándose también un uso monetario en sus respectivas áreas
rurales, si bien más reducido. Debemos considerar así que en la villa de Els Alters, durante la Antigüedad tardía, la moneda
continuaría inserta en las actividades transaccionales de sus moradores, como indicaría el propio hallazgo de una emisión de
Teodosio de los años 408-435 (nº 49) recuperado en la villa.
- La procedencia de las piezas del período 337-364 (fig. 4), en el que más activas estuvieron las cecas del Imperio al margen
de Roma, demuestran que, al menos durante la etapa bajoimperial, la villa de Els Alters estuvo inserta en la corriente de alimentación monetaria tarraconense meridional, caracterizada por el predominio de los talleres orientales y de Roma, frente a
los talleres occidentales en general y galos en particular que parecen dominar el aprovisionamiento tarraconense septentrional
(sobre estas dos corrientes, vid. Lledó, 2004, 610-611).
HALLAZGOS MÁS DESTACADOS
Queremos destacar tres de los hallazgos numismáticos de la villa que presentan un interés especial:
- Sestercio de Nerón, tipo DECVRSIO (nº 2). Esta pieza posee un interés fundamentalmente tipológico, al tratarse de un ejemplar muy bien conservado y poseer un tipo de reverso de gran belleza. Presenta éste a Nerón con barba y coraza, y con manto
flotando al viento, montando caballo a derecha y sosteniendo lanza; a su lado cabalga un soldado, con vexillum sobre el hombro derecho. El ejemplar pertenece a la tercera emisión de Nerón de la ceca de Roma.
- Ae4 del siglo IV reacuñado (nº 44). Contamos en el yacimiento con un hallazgo monetario muy interesante. Se trata de una
pieza de imitación reacuñada en el siglo IV, sobre un ejemplar anterior, posiblemente una emisión de la familia de Constantino.
La reacuñación se realizó también como una pieza constantiniana, de Consatancio II, Constantino II o Constante, con el tipo
FEL TEMP REPARATIO. En la moneda es aún visible parte del anverso de la pieza que sirvió como cospel para la reacuñación,
pudiendo observarse una cabeza de emperador y parte de la leyenda (DN CON[…]). La técnica de la reacuñación es muy
tosca, de trazos muy esquemáticos, lo que denota su carácter no oficial. La pieza es sumamente interesante, testimoniando el
fenómeno de imitación de monedas oficiales del siglo IV, en especial del período 337-364, cuando la inflación fue tan acusada que se hizo perentorio incrementar el circulante, lo cual se consiguió en buena medida acudiendo, a la imitación de las acuñaciones oficiales (Bastien, 1985).
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- Ejemplar bracteado medieval (nº 50). Esta pieza es un ejemplar de gran rareza entre los hallazgos de la península Ibérica.
Se trata de una moneda de ar de muy pequeño módulo, con un peso también muy reducido (0,11 g) cuya característica
principal es su carácter bracteado, es decir, el estar acuñada sólo por una de las caras del cospel. La moneda posee una cronología medieval, tal vez del siglo XII, tratándose de una emisión de tipología religiosa propia de este momento y procedente del área centroeuropea.
LOS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS DE LOS HALLAZGOS MONETARIOS
En un principio, conocer el estrato de pérdida de una moneda recuperada en una excavación, como ocurre en el yacimiento que nos ocupa, puede proporcionar una información muy importante, pues nos indica el período en el que se extravió
la moneda y, con él, cuánto tiempo está en uso, en qué área se perdió, etc., de forma que, conociendo la composición
numismática de un estrato se puede obtener una radiografía de la masa monetaria circulante en el momento en el que
éste se formó. Sin embargo, en la práctica, casi ningún contexto puede considerarse válido, es decir, que pueda considerarse que la moneda recuperada en él se perdió en el momento en que éste se constituyó. La bibliografía inglesa, la que
más profundamente ha tratado este aspecto numismático, señala la dificultad de establecer contextos válidos, siendo necesario, para que lo sean, ser estratos formados con rapidez y estar compuestos por material arqueológico no amortizado,
esto es, en uso cuando el estrato se formó o en un momento inmediatamente anterior (Collins 1974, 183). Es fundamental el establecimiento correcto del momento de pérdida del hallazgo para elaborar una interpretación válida del circulante.
En la realidad arqueológica de los yacimientos, prácticamente ningún contexto reúne estas condiciones, pues casi todos los
estratos de los que queda constancia son estratos de relleno, amortización y destrucción, compuestos en su práctica totalidad por materiales removidos y amortizados.
Los contextos arqueológicos de la villa de Els Alters no son una excepción; las monedas proceden de 22 unidades estratigráficas, pero sólo 5 pueden considerarse fiables, todas ellas, como suele ser habitual en todos los yacimientos, del período bajoimperial. A pesar de las escasa unidades válidas, podemos obtener información relevante:
- UE 1144 (fiabilidad muy elevada). Esta unidad, sumamente interesante, responde al último nivel de uso del larario de la villa,
datado en la última parte del siglo IV. En ella se hallaron las siguientes piezas:
AUTORIDAD EMISORA
Constantino II o Constante
Ae 4. Constantino II, Constancio II o Constante
Ae 4. Constancio II
Ae 4. Constancio II
Ae 4. Constancio II
CRONOLOGÍA
347-348
Post. 348
352-355
348-361
348-361
Nº
41
44
45
47
48
Se recuperaron, pues, como refleja el cuadro, 5 monedas contemporáneas al momento de formación del estrato. Debemos
advertir que este conjunto no es característico de los conjuntos de pérdidas esporádicas en un estrato, que siempre incluye
piezas bastante anteriores al momento de cierre del mismo, pues el uso de las monedas se prolongaba en la Antigüedad
durante un largo período de tiempo (Casey, 1974, 38; id., 1986, 90; Harl, 1996, 1-2; Ripollès, 2002, 195-196). El hecho de
que las 5 piezas recuperadas en el último momento de uso del templete sean 5 monedas contemporáneas a dicho momento, junto con la naturaleza del estrato, como vimos, un larario, podrían indicar que la pérdida de estas piezas no fuera casual
sino que fueran depositadas en relación al carácter religioso del lugar en el que aparecen o que, debido a una pródiga frecuentación en el lugar, se produjeran en él pérdidas constantes; en este caso, el hecho de que no existan monedas anteriores al momento final de ocupación se explicaría por una frecuente limpieza del área, que permitiría recuperar únicamente las
últimas monedas extraviadas.
- UE 1341 y UE 1606 (fiabilidad media/elevada): la primera corresponde al relleno de la cloaca general de la casa, coincidiendo con el momento en que deja de usarse la villa como tal, a mediados del siglo IV. Aunque se trata de un estrato de relleno, las monedas en él recuperadas parecen testimoniar el uso contemporáneo a la formación del estrato, pues dos de ellas,
dos Ae 4, se acuñaron en ese período, entre el 347-350 (números 40 y 42 del catálogo), apareciendo de hecho poco gastadas, indicando que se extraviaron en el momento de la realización del relleno y confirmando a la vez la datación que los materiales cerámicos proporcionan a éste; la moneda restante es un antoniniano de Claudio II (nº 27), bastante gastado, cuyo tipo
es frecuente en los contextos del siglo IV debido a la profusión con que éste se acuñó; también podría ser éste el caso del
antoniniano de Galieno (nº 20) que apareció, muy gastado, en la UE 1606, un derrumbe de una de las habitaciones de la
villa datada en torno a la mitad del s. IV.
- UE 1160 y UE 1519 (fiabilidad media/elevada): estas dos unidades se formaron en un momento inmediatamente anterior al
estudiado supra, correspondiendo al nivel de incendio que precedió al derrumbe documentado en la villa a mediados del s.
IV. Los estratos deben datarse por tanto en la primera parte del s. IV. En ellos encontramos 5 antoninianos (números 17, 22,
23, 26 y 33). Los hallazgos reflejan, pues, el circulante de la villa anterior al derrumbe de mediados del IV, donde, según los
mismos, las monedas de esta centuria serían escasas, predominando los antoninianos de la centuria anterior. Esta composición monetaria es frecuente en las unidades del primer tercio del siglo IV, en el que las monedas acuñadas en esta centuria
aún no se habían incorporado de forma estable a la circulación de la Tarraconense, por el período de tiempo que tardaban en
llegar a la Península las distintas emisiones y porque la masa anterior en circulación, en especial los numerosos antoninianos,
disminuía la presencia porcentual de las nuevas emisiones.
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- Para finalizar, queremos destacar una unidad estratigráfica que posee una fiabilidad menor a las anteriores (media), por lo
que sólo podemos considerar la información que proporciona como indicativa, pero con suficiente probabilidad como para
ser señalada: se trata de la UE 1343, un estrato de uso del último momento de ocupación estable de la villa, que debemos datar en torno a mediados del siglo V; las monedas que en él aparecen podrían haber estado en uso a finales del
siglo IV- primera mitad del s. V, aunque no es posible eliminar una cierta posibilidad de que alguna de ellas sea una intrusión. Las piezas recuperadas son 3 antoninianos (números 29, 31 y 32), todos con un grado de desgaste elevado. Como
decíamos al estudiar los hallazgos por su fecha de emisión, tras el cese del aprovisionamiento a la Península a principios
del siglo V, la villa debió de seguir utilizando las abundantes monedas del último tercio del siglo III y las acuñaciones del
siglo IV, y tal vez, como parece indicar este estrato, las primeras en especial, más numerosas que las del siglo IV como consecuencia de la desaceleración económica de la villa en esta última.
Fig. 1. Evolución de los hallazgos monetarios de Els Alters.
Fig. 2. Evolución del índice de monedas/año de Els Alters.
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Fig. 3. Comparación entre la evolución del índice de monedas/año de los hallazgos monetarios de Els Alters y del área rural de la Tarraconense. Los índices de la
Tarraconense están tomados de Lledó, 2004; los índices de Els Alters aparecen multiplicados por 10 para facilitar la comparación de la evolución de los perfiles.
Fig. 4. Procedencia por áreas de los hallazgos determinados del período
337-364 recuperados en la villa de Els Alters.
Fig. 5. Procedencia por cecas de los hallazgos determinados del período 337-364 recuperados en la
villa de Els Alters.
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Fig. 6. Denominaciones de los hallazgos altoimperiales de la villa de Els Alters..
CATÁLOGO
El catálogo, ordenado cronológicamente, sigue la siguiente estructura:
- Número de orden de la moneda, en correspondencia con la imagen. Cronología de la moneda. Ceca de emisión.
Denominación. Metal. Referencia bibliográfica
Peso (en gramos). Posición de cuños (en horas). Grado de desgaste. Unidad Estratigráfica en la que apareció la moneda (UE)
Alguno de los campos puede estar ausente si no es posible determinarlo.
Agradecemos profundamente a Pere Pau Ripollès los consejos proporcionados en la catalogación.
- 1. Augusto. 27 a. C.-14 d. C. Patricia. Semis. Ae. RPC, 130
4,52 g. 9 h. Bastante gastada. UE 1208. Sector C. Junto a basamento exterior del templete.
- 2. Nerón. Ca. 64 d. C. Roma. Sestercio. Ae. RIC I, 172
27,94 g. 6 h. Gastada. UE 1004. Sector C
- 3. Nerón. ca. 66. Lugdunum. As. Ae. RIC I, 534
10,82 g. 6 h. Bastante gastada. UE 1004. Sector B.
- 4. Período julio-claudio. 27 a. C.- 41 d. C? Provincial? As partido. Ae
7,47 g. Posiblemente muy gastada. UE 1534
- 5. Período julio-claudio? 27 a. C.- 41 d. C? Provincial? Cuadrante. Ae
2,16 g. Muy gastada. UE 1258. Sector A
- 6. Domiciano. 81 d. C. Roma. As. Ae. RIC II, 238
12,87 g. 5 h. Bastante gastada. UE 1001
- 7. Trajano. 98-117. Roma. As. Ae
10,55 g. 7 h. Bastante gastada. UE 1004. Sector A
- 8. Trajano. 98-117. Sestercio. Ae
22,90 g. Bastante gastada. UE 1208. Sector C
- 9. Adriano. 125-128. Roma. Sestercio. Ae. RIC II, 634 ó 635
23,45 g. 5 h. Muy gastada. UE 1086
- 10. Adriano. 134-138. Sestercio. Ae. RIC II, 970
28,13g. 11 h. Bastante gastada. UE 1086. Hab. 1007-1010
- 11. Antonino Pío. 138-161. As. Ae
9,58 g. 6 h. Muy gastada. UE 1079. Sector A.
- 12. Marco Aurelio divinizado (reinado de Cómodo). 180-192. Roma. Sestercio. Ae. RIC III, 654
23,87 g. 6 h. Bastante gastada. UE 1208. Sector C. Tierra gris. Contacto C-1 y C-2
- 13. Marco Aurelio o Cómodo. 180-193. Dupondio. Ae
9,62 g. 11 h. Muy gastada. UE 1451. Sector B. Hab. 14
- 14. Julia Mamea (reinado de Alejandro Severo). 222-235. Sestercio. Ae. RIC IV, II, 708
21,70 g. 1 h. Bastante gastada. UE 1101. Sector B. Hab. 14.
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- 15. Gordiano. 238-244. Sestercio. Ae
17,81 g. 1 h. Muy gastada. UE 1451. Sector B. Hab. 14
- 16. Galieno (reinado conjunto con Valeriano). 253-260. As. Roma. Ae. RIC V, I, 265
9,61 g. 6 h. Poco gastada. UE 1093. Sector B.
- 17. Salonina (reinado conjunto de Valeriano y Galieno) 253-260. Roma. Antoniniano. Ae RIC V, I, 29
2,99 g. 6 h. Gastada. UE 1519. Sector B. Hab. 13.
- 18. Salonino (reinado conjunto de Valeriano y Galieno). 258-259. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 26
3,53 g. 7 h. Gastada. UE 1004
- 19. Galieno (reinado en solitario). 267-268. Antoniniano. Ae
1,85 g. 4 h. Muy gastada. UE 2004. Sector B
- 20. Galieno. 253-268. Antoniniano. Ae
2,30 g. 6 h. Bastante/muy gastada. UE 1606. Pasillo oeste
- 21. Galieno. 253-268. Antoniniano. Ae
3,55 g. Gastada/bastante gastada. UE 1343
- 22. Galieno (reinado en solitario). 260-268. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 585 (variante: marca en el campo derecho)
2,96 g. 6 h. Poco gastada. UE 1160. Sector B
- 23. Galieno (reinado en solitario). 260-268. Roma. Antoniniano. Ae. CUNETIO 1303.
2,90 g. 12 h. Gastada. UE 1519. Sector B. Hab. 13
- 24. Salonina (reinado de Galieno en solitario). 260-268. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 25.
3,49 g. 11 h. Poco gastada. UE 1018
- 25. Galieno o Claudio II. 253-270. Antoniniano. Ae
2,68 g. 6 h. Gastada. UE 1151. Sector B.
- 26. Claudio II. 268-270. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 53
1,97 g. 6 h. Gastada. UE 1160. Sector B.
- 27. Claudio II. 268-270. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 48
3,55 g. 6 h. Bastante gastada. UE 1341
- 28. Claudio II. 268-270. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 48
2,50 g. 12 h. Bastante gastada. UE 1106. Sector B
- 29. Claudio II. 268-270. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 86 u 87
2,10 g. 5 h. Muy gastada. UE 1343
- 30. Claudio II (póstuma). Post 270. Antoniniano. Ae. Imitación
1,44 g. UE 1151
- 31. Claudio II (póstuma). Post 270. Antoniniano. Ae
1,74 g. 12 h. Bastante gastada. UE 2004. Sector B
- 32. Claudio II. Póstuma. Post 270. Antoniniano. Ae. Imitación
2,33 g. 6 h. Bastante gastada. UE 1343. C-5.
- 33. Probo. 276-282. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, II, 200.
3,98 g. 12 h. Bastante gastada. UE 1519. Sector B Hab. 13
- 34. Diocleciano. Ca. 303. Carthago. Radiado. Ae. RIC VI, 37a
2,56 g. 12 h. Poco gastada/gastada. UE 1086
- 35. Constantino I. 315-316. Arelate. Nummus. Ae. RIC VII, 56 (variante -la leyenda de reverso de la pieza catalogada es SOLI
INVIC-TO COMITI y no SOLI INV-I-CTO COMITI-)
2,74 g. 12 h. Poco gastada. UE 1334. Sector B. Balsa Patio
- 36. Constantino I. 318-320. Nummus. Ae
3,09 g. 6 h. Muy gastada. UE 1004. Sector B.
- 37. Constantino I. 313-337. Nummus. Ae
3,52 g. 11 h. UE 1001
- 38. Crispo. 321. Arelate. Nummus. Ae. RIC VII, 244 - En este tipo existe una errata, pues la leyenda de reverso no es VOT
V, como figura en el catálogo, sino VOT X.2,38. 6 h. Poco gastada. UE 1344
- 39. Constantino II, Constancio II o Constante. 340. Nicomedia. Ae 4. Ae
1,11 g. 10 h. Gastada/bastante gastada. UE 1086. Sector B. Hab. B-9
- 40. Constantino I divinizado (reinado de Constantino II). 347-348. Ae 4. Ae
0,85 g. 12 h. Poco gastada/gastada. UE 1341
II.3.- UN CAMBIO DE USO EN LA VILLA. PERDURACIÓN
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- 41. Constancio II o Constante. 347-348. Antioquia. Ae4. Ae. RIC VIII, 113 o 115
1,35 g. 5 h. Bastante gastada. UE 1144.
- 42. Constantino I divinizado (reinado de Constantino II). 347-350. Constantinopla. Ae 4. Ae. RIC VIII, 37
1,49 g. 7 h. Poco gastada/gastada. UE 1341
- 43. Constante. 348-350. Roma. Ae3. Ae. RIC VIII, 109.
6,56 g. 3 h. Gastada. UE 1086. Sector B. Hab B-9
- 44. Constancio II, Constantino II o Constante. Post. 348. Ae4. Ae. Imitación. Reacuñación.
1,30. 1 h. Gastada. UE 1144.
- 45. Constancio II. 352-355. Roma? Ae4. Ae. RIC VIII, 272?
2,25 g. 7 h. Bastante gastada. UE 1144.
- 46. Constancio II? 348-361. Ae4. Ae
1,80 g. 6 h. Muy gastada. UE 1004. Sector C
- 47. Constancio II. 348-361. Ae 4. Ae
2,72 g. 4 h. Bastante gastada. UE 1144. Sector C.
- 48. Constancio II. 348-361. Ae 4. Ae
1,85 g. 6 h. Bastante gastada. UE 1144. Sector C.
- 49. Aelia Placidia (reinado de Teodosio II). 408-435. Constantinopla. Ae 3. Ae
5,15 g. 12 h. Gastada. UE 1284. Sector B. Moneda en vano cegado. En 1104. M. 106 (mosaico)
- 50. Período medieval. S. XII? Centroeuropea. Ar
0,11 g. UE 1004. Sector C.
- 51. Felipe IV. Valencia. Diner. Ae
0,76 g. 5 h. Muy gastada. UE 1001
- 52. 1ª República. Gobierno provisional. 1868. 5 céntimos. Ae
4,03 g. Sin contexto
- 53. Incierta. Ae
2,22 g. Muy gastada. UE 1149. Junto a registro
- 54. Incierta. Ae
2,53 g. Muy gastada. UE 1085. Sector A
- 55. Incierta. Ae
1,57 g. UE 1151.
II. 4.- EL ABANDONO DE LA VILLA Y LA OCUPACIÓN PUNTUAL
R. Albiach, A. Gallego, E. García-Prósper.
Tras un largo siglo de reutilización de la villa, los datos arqueológicos nos evidencian que durante el primer tercio del siglo V dC
finalizó la actividad general en ella produciéndose posteriormente el desplome de gran parte de la techumbre, perfectamente
documentado gracias al hallazgo de los derrumbes de las cubiertas y de los muros de las edificaciones. Este fenómeno se observó mayoritariamente en la zona porticada del patio y en las habitaciones de sus lados sur y oeste.
Con posterioridad a este suceso, se abrió un nuevo episodio que abarcó varias centurias de ocupación puntual en determinadas zonas donde pequeños atisbos de vida y actividad se desarrollaron sobre todo en la zona occidental de la villa.
La visión del peristilo y las habitaciones se emboscó por el conjunto de tejas que los cubrían, las balsas quedaron en desuso a
partir de este momento, mientras que el antiguo canal que aprovisionaba de agua a la zona de trabajo de la villa se mantuvo
visible y en buen uso. El frigidarium de las termas, abastecido por el gran canal, fue utilizado con una nueva actividad hasta
mediados del siglo VI dC.
Se excavaron silos para almacenar grano y se realizaron largas zanjas de expolio que atravesaban de este a oeste la superficie
de la casa con el fin de obtener materiales para nuevas construcciones, de la misma forma que se documentaron varias fosas
basurero de grandes dimensiones.
En una fase posterior, y a lo largo de la Antigüedad Tardía, la zona anexa al gran canal se transformó en un campo de cultivo caracterizado por la construcción de dos acequias de riego perpendiculares a este canal y abastecidas por él. En el interior del canal se construyó con sillares de arenisca una estructura relacionada con el sistema hidráulico de impulso y distribución del agua.
Tras estos últimos usos agrícolas la zona pasó a tener una nueva concepción como lugar de enterramiento durante los siglos XI y XII.
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LA PLANTA DEL ABANDONO. MEDIADOS DEL SIGLO V D.C. ANTIGÜEDAD TARDÍA. NECRÓPOLIS ISLÁMICA
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II.4.1.- EL FIN DE LA VILLA
• EL DERRUMBE DE TEJADOS Y PAREDES
El espacio que ocupaba el patio y las habitaciones que lo rodeaban, fueron cubiertos por el derrumbe de la techumbre y paredes de la casa.
Este nivel de hundimiento estaba compuesto por una tierra areno-arcillosa de color rojizo, (UE 1086), procedente del tapial de
los muros y abundante material de construcción, tegulae e imbrex, procedentes del tejado. Este panorama se encontraba en
todo el pórtico y en las estancias que se abrían alrededor del patio, a excepción de los ámbitos abiertos y semiabiertos como
el jardín, el pasillo sur, el porche, el corredor oeste y la pars rustica. En cuanto al área termal alternaron la cubierta de tejas con
soluciones abovedadas.
En el derrumbe del techo se encontraron mayoritariamente tejas planas, tegulae, de forma rectangular y con un resalte en
los lados largos de la pieza. Éstas se disponían horizontalmente y sobre su unión se colocaba una teja curva o imbrice para
impermeabilizar, que también se han documentado pero en menor número. Aunque la proporción de estas tejas curvas era
menor, su escasa presencia tal vez se debiera a un aprovechamiento de las mismas por la población islámica que habitaba
en las inmediaciones.
La excavación de este nivel aportó interesantes datos tales como la disposición de la techumbre en la zona del porticado que
tenía una única inclinación hacia la balsa central. Además, pudo documentarse la presencia de una segunda altura por la existencia de un suelo fragmentado, de opus signinum, hallado sobre el suelo de dos habitaciones de la planta baja.
Así mismo, se recuperaron fragmentos de vidrio pertenecientes a las ventanas, que han sido estudiados por Sánchez de
Prado en este mismo libro, así como, numeroso material cerámico que ha permitido aportar una datación para el derrumbe en la segunda mitad del siglo V d.C estudiado por Rosselló Mesquida, y cuya aportación también se encuentra en esta
publicación.
Vista general del derrumbe de la techumbre de la zona occidental de la casa.
• LOS SILOS
La primera actividad documentada en la villa con posterioridad al derrumbe de la cubierta fue la construcción de silos que se
extendían a lo largo de toda la superficie excavada. Se encontraron 17, de los cuales 9 se agrupaban en la zona oeste de la villa
y el resto estaban dispersos por la zona central y este de la misma. Eran estructuras excavadas en la tierra, de planta circular y
sección en U, con un diámetro que oscilaba entre 0,50 y 1,67 m y una profundidad entre 0,70 y 1,20 m. La función de estas
estructuras era la de almacenar grano, y dada su dispersión, en ocasiones serviría para esconder parte de la producción.
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En dos de los silos se encontró la peculiaridad de la existencia de dos piedras circulares planas colocadas en el centro de su
fondo, verticalmente, y falcadas en la base mediante pequeñas piedras y otros materiales de construcción. Esta colocación intencionada indujo a pensar con la compartimentación del espacio dentro del silo.
Un conjunto de silos situados en la parte noroeste de la excavación.
Los materiales cerámicos que amortizaron estas estructuras nos ayudaron a determinar una cronología relativa para el momento
de construcción ya que carecemos de otros elementos para su datación absoluta. De este modo quedó establecido su momento de construcción entre mediados V d.C, momento de último uso de la villa, e inicios del siglo VI en que se amortizan los silos.
En general, los rellenos que inutilizaban estos silos presentaban características similares consistentes en una tierra negra con
abundancia de carbones y fauna, mucha de ella quemada, todo ello acompañado de fragmentos cerámicos y piedras de mediano y pequeño tamaño.
• LAS FOSAS BASURERO Y ZANJAS DE EXPOLIO
Al mismo tiempo que se construyeron los silos, en la zona central de la casa se hicieron fosas para enterrar materiales y desechos
orgánicos y también se realizaron grandes zanjas para el expolio para conseguir materiales de construcción.
Las primeras eran de gran tamaño y, en ocasiones, ocupaban gran parte de una habitación. Sus rellenos estaban conformados
por una tierra de textura areno-arcillosa con la característica coloración oscura producida por la descomposición de la materia
orgánica. De entre el material cerámico recuperado destacaba la presencia de fauna mezclada con abundantes fragmentos de
mortero y enlucido, así como diversos trozos de cerámica de cocina e importaciones africanas estudiadas por Rosselló Mesquida
en el trabajo que se incluye en este libro.
Las zanjas de expolio halladas fueron dos y eran de forma alargada. Éstas atravesaban varias estancias y rompían sus muros.
Tenían unas dimensiones entre 6 y 9 m. de longitud, con una anchura de 2,5 m. y 1 m. de profundidad. La tierra que las rellenaba era areno-arcillosa y con poco material cerámico y de construcción.
• LA ZONA DE USO AGRÍCOLA
El extremo oeste de la villa fue utilizado con posterioridad al momento de creación y amortización de los silos como una
zona de uso agrícola. Hemos documentado un espacio de 400 m2 que se prolongaría hacia el oeste y el norte por debajo de la cata arqueológica.
Para poner en explotación esta zona se reutilizaron viejas estructuras de época imperial, y, al mismo tiempo, se hicieron otras nuevas
con el fin de crear un sistema de regadío caracterizado por la presencia de acequias que recibían el agua desde el canal grande.
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Una construción colocada en el interior del canal favorecía la elevación de las aguas y facilitaría su derivación hacia las
canalizaciones para poder regar los campos colindantes. El conjunto conservado consistía en dos alineaciones de piedras
dispuestas de forma paralela, construidas a base de bloques de arenisca trabados con tierra arcillosa y piedras pequeñas.
Junto a estos dos muretes, hacia el oeste, había un basamento hecho de sillares y piedras reutilizadas, entre las que destaca una estela funeraria. Además, un gran cimiento de piedra caliza situado al este de los muros, completaba esta estructura hidráulica.
Los restos de una construcción hidráulica situada en el interior del canal.
Este sistema suministraba el agua a las dos acequias situadas al norte del gran canal. Estaban distribuidas de forma paralela, con una orientación norte-sur y una pendiente hacia la parte septentrional. La distancia entre ellas era de 8 a 9 m. El
agua que discurría por ellas derivaba hacia los campos colindantes para su riego. Estaban construidas con hormigón de cal,
tanto en las paredes como en su base, y restos de sillares y fragmentos de dolium reutilizados. La superficie cultivada se
prolongaba por debajo de los cortes oeste y norte de la excavación, evidenciándose que la zona de riego era mayor. Ambas
canalizaciones se construyeron sobre los estratos de amortización de la villa y también sobre los rellenos de los silos datados a finales del siglo V.
Al este de la zona descrita, se construyó un tercer canal, excavado en la tierra, que desde el gran canal dirigía sus aguas hacia
el alveus del área termal. Esta agua quedaba retenida en la piscina y no sabemos con que uso se emplearía, si sería de igual
modo para el riego o para alguna actividad artesanal porque no disponemos de elementos que puedan verificar esta reutilización. Lo que se pudo determinar era hasta que momento estuvieron en uso tanto la piscina como el gran canal. Aunque este
último tenía un nivel de colmatación compuesto por un amplio conjunto de materiales de época imperial, la presencia de cerámicas de los siglos V y VI sitúan el momento final. El conjunto cerámico, (UE 1085), recuperado en esta estructura absidial aporta una cronología de mediados del siglo VI d. C, estudiada por Rosselló Mesquida en su capítulo.
• EL ÁREA DE ENTERRAMIENTO
La ocupación puntual y la explotación agrícola de esta parte de la antigua villa finalizó a lo largo del siglo VI. Con posterioridad
a este momento no se documentó ningún vestigio de continuidad.
Sin embargo, será en época islámica cuando, de nuevo, la zona vuelva a tener presencia humana, aunque sea en forma de
enterramiento. Esta necrópolis se ubicó en el extremo oeste de donde estuvo la hacienda y no muy lejos del lugar donde vivieron y trabajaron estos hombres y mujeres allí enterrados, una alquería de los siglos XI-XII, tal y como ha corfirmado la datación
radiocarbónica realizada a partir de los restos óseos antropológicos estudiados. La prospección superficial de los alrededores de
la villa llevada a cabo antes del inico de la excavación mostró la presencia de material islámico al norte del cementerio actual
de l'Enova, al este de donde se halló posteriormente esta necrópolis.
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II.4.2. LOS TESTIMONIOS MEDIEVALES EN LA ZONA
Joan Català i Cebrià
MARCO TERRITORIAL DE L'ÉNOVA, EXTENSIÓN Y ORÍGENES
El antiguo territorio de l'Énova parece ser que era un remoto distrito castral, mucho más extenso que el término municipal actual, que
desde el Bronce Valenciano hasta la época romana tendría los siguientes límites: al sur confrontaba con el término particular de la ciudad de Saetabis; por el oeste confinaba con la antigua demarcación castral de Castelló de Xàtiva, cuyo castillo se encontraba en la cima
de el Castellet de Castelló, erróneamente conocido com el “Castellet de Senyera” (Martínez Pérez, 1984), actuando la Via Augusta o
Carretera de Xàtiva como frontera; por el este incluiría toda la Serra del Realenc, por donde limitaba con otro posible territorio castral, el
de la Valldigna; y por el norte llegaría hasta Alzira y el Xúquer, la frontera natural que separó la Edetania y la Contestania, y las provincias
tarraconense y cartaginense, un río hasta donde llegaba el antiguo Término General de la Saiti ibérica, la Saetabis romana y la Sáteba
musulmana, la poderosa ciudad a la cual pertenecían todos estos distritos castrales menores emplazados al sur del Xúquer.
Probablemente a partir de los Reinos de Taifas musulmanes, esta demarcación se redujo por el norte a causa de la independencia de
la floreciente ciudad de Alzira, retrocediendo entonces la frontera setabense, y enovense, desde Alzira hasta La Pobla Llarga, una nueva
línea fronteriza que seccionaba este término municipal por la mitad y que iba desde su actual casco urbano hasta el extremo norte de
la pertenencia de El Realenc, quedando el término de Carcaixent a la parte de Alzira, según describe una concordia de términos entre
las ciudades de Xàtiva y Alzira de 1323 (Pergamino 11/7). Es decir, que este distrito castral de l'Énova comprendió, hasta la abolición de
los antiguos Furs valencians: toda la heredad de El Realenc, junto con sus montañas; todo el término de Rafelguaraf, con los antiguas
alquerías de El Tossalet, Berfull, Palmella (ahora El Riurrau) y El Rafalet (ahora La Parda); todo el término de l'Énova, con las alquerías
de Sanç y Sant Vicent; parte del término de Manuel, con las alquerías de l'Abat, Torreta, Faldeta y La Riba; parte del término de Sant
Joan de l'Énova, con la alquería de Vilanova; y parte del término de La Pobla Llarga, con las alquerías de Vistabella y Montflorit.
Esta primitiva demarcación estuvo controlada desde la prehistoria por los sucesivos poblados fortificados y recintos defensivos
que se instalaron en lo más alto de la Serra de l'Énova, una estratégica elevación que se alza junto a l'Estret de Manuel, la salida del Riu d'Albaida a la llanura del Xúquer, la via natural más cómoda para conectar las montañas meridionales valencianas con
esta inmensa planicie. Estos centros de control territorial de altura han sido los siguientes:
El asentamiento más antiguo, el Castellet de Sanç, se remonta a la Edad del Bronce y se situaba en el alto del mismo nombre, fácilmente identificable por haberse emplazado en su cumbre un enorme depósito redondo de aguas potables, cuya construcción arrasaría sus
últimos vestigios; en la etapa ibérica el poblado principal, el Alt de Valiente, se ubicaba en la cima contigua, más cercana al pueblo de
Manuel, donde hay instalada una granja (García y Serrano, 1986); a la época romana pertenecen unos restos que se descubrieron en
la cumbre del primer alto, donde parece ser que se conservó, después del típico desencastillamiento, un recinto defensivo, que sería la
base de la fortificación que en época musulmana se conocía como el Castell de l'Énova, en época medieval cristiana como el Castellnou,
y últimamente sus ruínas recibían el nombre de Castellet de Sanç, por estar situado justamente arriba de este barrio de l'Énova.
Límites del antiguo término castral de l'Énova, que seguramente rigieron desde los Reinos de Taifas árabes hasta la abolición de los Furs valencians.
TÉRMINO GENERAL DE XÀTIVA
A- Término castral de L'Énova
B- Término castral de Castelló
C- Término castral de Sumacàrcer
D- Término particular de Xàtiva
E- Término castral de La Valldigna
1- Castillo de l'Énova
2- Castillo de Castelló
3- L'Énova
4- Manuel
5- Rafelguaraf
6- Castelló
7- Senyera
8- Sant Joan
9- La Llosa de Ranes
10- La Torre d'En Lloris
11- Barxeta
TÉRMINO GENERAL DE ALZIRA
12- La Pobla Llarga
13- Gavarda
14- Alberic
15- Cogullada
16- Benimuslem
17- Carcaixent
18- La Barraca
Además de esta noble villa de Els Alters y de las conocidas lápidas procedentes de la misma, se han encontrado, en este antiguo distrito castral de l'Énova, diferentes restos arqueológicos de la época romana, como un sello del siglo I aC (Corell, 1994); unas canteras d'extracción de mármol, les Pedreres dels Quatre Camins; o unos surcos en las rocas producidos por el paso de ruedas de carros,
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conocidos como les Carrilades del Colla(d)o (Catalá y Sànchis, 2001). También la toponimia refleja esta intensa romanización; así
tenemos el mismo nombre de Énova (correctamente con acento cerrado, pero oficializado erróneamente Ènova, con acento abierto), que proviene del latín janua, ‘puerta' (Coromines, 1995); y dos topónimos tardorromanos hoy desaparecidos, Palmella, diminutivo del latín palma (Morabati, 1415), localizado junto a El Riurrau, barrio de Rafelguaraf; y Sac Biyens (Martínez, 1934), deformación
arabizada de Sanct Vicents o ‘Sant Vicent' (Coromines, 1995), topónimo inubicado del término de l'Énova que podría localizarse, como
explicaremos al final, en esta villa romana, la cual se situa en la partida de Els Alters, concretamente en la zona de Les Paretetes, un
paraje cuyo nombre hubiera designado más correctamente su ubicación y hubiera reflejado mucho mejor su denominación popular.
L'ÉNOVA MUSULMANA
El Término General de Xàtiva, y por tanto el distrito castral enovense, llamado ahora Aljama de Yánuba, sería conquistado, no
mediante capitulación, sino por las armas de árabes y de tribus bereberes del norte de África el 712, sólo un año después de
su entrada en la península. Una de las principales familias invasoras procedentes de Arabia, los Mufáwis, noble estirpe de orígen
yemenita, además de dominar los cargos públicos de la ciudad de Xàtiva durante los cinco siglos de presencia musulmana en
ella, se reservó la propiedad exclusiva de este distrito castral de l'Énova (Rubiera y De Epalza, 1987).
Durante el Emirato Dependiente (712-756), que no
llegó a perdurar medio siglo, esta tribu de los
Mufáwis, descendientes de una arraigada cultura
pecuaria, centraría sus intereses sobre todo en la
ganadería, actividad a la que se dedicaría en un principio la mayor parte de la población nativa. Estos
autóctonos, seguramente de creencias paganas y
cristianas, no tardarían mucho en abrazar el islam,
los primeros porque eran perseguidos y los segundos porque, aunque la práctica de su fe era permitida, estaban obligados a pagar unos impuestos adicionales que se eximían con la conversión, la cual
permitía un interesante ascenso social.
Riu d'Albaida y azud de la Séquia Comuna de l'Énova, junto al lugar de la Torre d'En Lloris. Al
fondo la cara posterior de la Serra de l'Énova.
Durante el Emirato Independiente (756-929) empezarían a construirse las primeras acequias, primeramente en los distritos colindantes, tanto el de Castelló
de Xàtiva, que tomaba sus aguas del Riu d'Albaida,
como el de la propia Xàtiva, que captaba las suyas del
Riu dels Sants de Canals (González, 1999). Estos sistemas de riegos posiblemente fueron diseñados por
los expertos agricultores egipcios que habían llegado
a estas tierras el año 743, en una posterior oleada de
colonos que arraigó por estas tierras (Soler, 1998).
Durante el Califato de Córdoba (929-1031), los poseedores de l'Énova, la familia de los Mufáwis, viendo el benificio que comportaba la agricultura de regadío en las tierras limítrofes, decidirían abrir, desde una cota más alta del Riu d'Albaida, un sistema
de riego propio, la Séquia Comuna de l'Énova, un canal que abastece estas tierras, topográficamente un poco más elevadas que
las de Castelló. Esta nueva acequia se convertió en el eje central de una gran prosperidad, reflejada en la aparición de nuevas
colonias agrícolas junto a su trazado, como pudieran ser las de Faldeta, Torreta y L'Abat, en el municipio de Manuel; Sanç y Sant
Vicent, en la propia l'Énova; Berfull i El Rafalet, en el término de Rafelguaraf; o Vistabella y Montflorit, en el término de La Pobla
Llarga. Algunos de estos asentamientos serían antiguos rahales, una palabra árabe que significaba originariamente ‘redil', pero
que pasó a designar estas nuevas explotaciones de regadío que solían tener como denominador común su pertenencia a la aristócratas, como eran los descendientes de los Mufáwis, una estirpe de raza árabe que daría nombre al pueblo contiguo de
Rafelguaraf, antiguamente Rafalgárab, que significa ‘Rahal (del) árabe'. Estos rahales particulares se contraponían, al menos por
esta zona, a la alquería, del árabe qarîya, ‘finca agraria', otro tipo de explotación más popular y cooperativista que cotizaba directamente al estado islámico y que se caracterizaba normalmente por estar cultivada por clanes familiares, los cuales ponían nombre a estas propiedades utilizando el nombre de su clan, precedido del prefijo árabe beni-, que significaba ‘hijos de' o ‘descendientes de'.
Durante las Taifas (1031-1244), pese a la general fragmentación territorial, la sociedad de este Término General de la Sáteba
musulmana, donde se incluía l'Énova, alcanzó su máximo apogeo. En el ámbito cultural florecieron, por ejemplo, la escuela del
acreditado sabio Jáfar Mufáwis, fallecido en el 1021, o el distinguido poeta de la Corte de Denia, Ibn Khalsa el Ciego, nacido en
l'Énova. En la agricultura se introdujeron nuevos cultivos como la morera y el arroz, bases de la elaboración industrial de la seda y
el papel, respectivamente, productos que dieron gran renombre a Xàtiva, pionera de la fabricación papelera en Europa, unos cultivos estos que sustituyeron a otros tan arraigados com el del lino, que tanta fama proporcionó a la Saetabis romana y sus prestigiosos pañuelos, alabados por el poeta Valerio Catulo (Ventura, 1972). A este esplendor le sucedió una progresiva decadencia que
empezó con el caos que supuso la irrupción en el poder de las sectas almorávides y almohades, intolerantes fanáticos religiosos
que expulsarían a los reducidos grupos de mozárabes y judíos que quedarían en la ciudad de Xàtiva y que, además, dividieron sus
territorios, convirtiéndolos en frágiles reinos. Más tarde su situación económica se agravó con las fuertes obras de defensa que se
acometieron para preservarse de las hostilidades de los reinos cristianos del norte a los que debían pagar enormes sumas para
no ser invadidos, cantidades que dejaron arruinados, económica y militarmente, a estos pequeños reinos que acabaron sucumbiendo, en este caso concreto, el 22 de mayo de 1244, cuando encontramos a un tal “Almofois” o ‘Al-Mufáwis', seguramente descendiente de nuestros conocidos Mufáwis, pactando con el rey Jaime I el sometimiento de Xàtiva (Soldevilla, 1971).
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L'ÉNOVA CRISTIANA, GÉNESIS Y PRIMEROS DOCUMENTOS HISTÓRICOS
Aunque un sector de la población musulmana, seguramente el más poderoso, huyó a consecuencia de la conquista, la mayor
parte de la misma permaneció en estas tierras cotizando al nuevo reino cristiano y cohabitando con los invasores, inicialmente
minoritarios. Al principio esta convivencia estuvo repleta de continuas y violentas tensiones, y como prueba de ello tenemos una
expulsión que decretó Jaume I a los cuatro años de ocupación, en 1248, año en que aparece, por primera vez en el Llibre del
Repartiment (la principal fuente de información cristiana), el territorio del Castell de l'Énova o “Término de Yénova”, como se le
denominaba en las primeras donaciones (Cabanes y Ferrer, 1979), un distrito castral que se repartió entre 1248 y 1249, justo
en el momento de esta expulsión islámica que, como veremos, sólo fue parcial.
Este valioso documento nos proporciona datos muy interesantes
sobre la cantidad de tierra entregada y sobre el orígen de sus nuevos dueños. Así vemos que en el primitivo territorio de l'Énova, de
las 210 jovades o yugadas (7.560 hanegadas) que irrigaba originariamente la Séquia Comuna de l'Énova, aparecen repartidas en este
documento unas 105 jovades o 3.780 hanegadas, es decir, la
mitad, y también constan unas 5 jovades más o 180 hanegadas
que se precisa que son de secano, las cuales se plantaron de viña,
cultivo que los cristianos parece que pretendieron potenciar.
En el Llibre del Repartiment no se registran los nombres del grupo
humano más humilde, el de los colonos, pero sí se especifican en
este distrito castral de l'Énova 20 linajes, seguramente de caballeros más o menos acomodados, que por sus apellidos podemos
saber que 13 eran originarios de Cataluña (Belloch, Català,
Cloquer, Esteve, Girona, Granell, Mollà, Monroig, Nargó, Pallarés,
Rosselló, Sarrovira y Torralba); 4 procedían de la antigua franja catalana de la actual provincia de Huesca (Bardají, Entenza, Magaix y
Monzó); 2 provenían Aragón (Borau y Tarazona); y 1 de la
Occitania francesa (Gallach).
La inexperiencia agrícola de estos caballeros (más pronto guerreros
que labradores), la escasa densidad inicial de colonos cristianos y la
intensa movilidad demográfica musulmana a causa de su parcial
expulsión, serían las causas principales de un despoblamiento rural
acusado, como evidencia una licencia de 1264 “otorgada a Alfonso
de Murcia (Alfonso X de Castilla) para tener en su alquería de
Énova, llamada rahal Sac Biyens, doce sarracenos con sus familias
para las labores del campo”.
Castell de Xàtiva, centro militar al que se sometían todos los castillos del
Terme General de Xàtiva.
Este documento es un reflejo claro de aquella situación. Al contrario
de los colonos cristianos que rechazan a la población mudéjar, los
señores feudales la protegen porque les interesa esta mano de obra
económica para explotar sus posesiones. Como consecuencia de ello resultó la siguiente distribución poblacional, los musulmanes
quedaron relegados, hasta su expulsión definitiva de 1609, en los rahales señoriales periféricos, la mayoría de los cuales adoptaron
nuevos nombres cristianos en detrimento de los originales árabes; y la población cristiana se concentró en los núcleos principales,
en este caso en el lugar de l'Énova, la capital castral que aparece en la mayoría de documentos medievales como l'Énova dels cristians, en alusión a este hecho de no estar poblada por musulmanes, y no a remotas devociones cristianas preislámicas que, aunque existirían, habrían desaparecido siglos atrás.
La demarcación de este antiguo distrito de l'Énova
parece ser que fue respetada por los cristianos; continuaba poseyendo para el control de su territorio su
propio castillo, conocido ahora como Castellnou,
seguramente en referencia a una remodelación
efectuada después de las hostilidades de la conquista. Así mismo, l'Énova seguía englobada dentro del
Término General de Xàtiva, ciudad que tenía dividido su territorio en cuatro circunscripciones o quarters, uno de los cuales era el de l'Énova, lugar que
era considerado por los setabenses como una aldea
de su ciudad (Ventura, 1985).
Esta antigua preponderancia que ejerció l'Énova
sobre su territorio hasta la supresión de los derechos
forales valencianos se reflejaba en muchos aspectos, como por ejemplo que aquí se instaló la primeCúspide del Castell de l'Énova (después Castellnou y más tarde Castellet de Sanç) vista desde la
ra iglesia cristiana del territorio, posiblemente fundacima del Calvari de l'Énova.
da en 1296 y regentada entonces por “Pedro Ilare”,
seguramente ‘Pere d'Éller' (Sànchis, 1922); o que el
conjunto de todas sus alquerías se conocieron
durante la Edad Media con el nombre popular y aglutinante de Les Énoves. Todavía hoy la acequia que riega este territorio, la
Séquia Comuna de l'Énova, además de llevar su nombre, tiene su sede en este lugar.
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Cabe remarcar también que la demarcación de l'Énova continuó siendo, como en civilizaciones anteriores, un territorio perteneciente
a clases acomodadas, concretamente adjudicado en esta etapa medieval cristiana a señores feudales que solían residir, también como
en épocas pasadas, en la ciudad de Xàtiva. Sin embargo, de este régimen señorial se salvó, como hemos visto, el lugar de l'Énova,
pueblo libre de realengo o perteneciente al rey, con su término particular propio, el cual, debido a la poderosa presión señorial circundante, hubo de sufrir continuos recortes, decreciendo notablemente su antigua extensión.
ELS ALTERS MEDIEVAL, POSIBLE IDENTIFICACIÓN Y EPÍLOGO
Volviendo al tema demográfico, gracias a los morabatins, un impuesto creado por Jaume I, que se cobraban cada siete años y
que se han conservado en el Arxiu del Regne de València, sección del Mestre Racional, tenemos noticia de la lista nominal de
contribuyentes más antigua del territorio de l'Énova, el morabatí de 1373, año en que ya habían establecidas 84 famílias cristianas en el lugar de l'Énova, de las cuales sólo persistían dos linajes, Esteve y Gallach, de los veinte apellidos que figuraron 124
años antes en el Llibre del Repartiment de 1249.
En este listado poblacional de 1373 aparece un personaje, En Faldeta, que parece ser logró alcanzar una posición social
destacada en esta zona, ya que en un morabatí posterior de 1421 figura como propietario de la alquería de Faldeta, hoy
en término de Manuel, y además, poseía otra pertenencia, Lo Mas d'En Faldeta, otra alquería o rahal donde ese año de
1421 ya no cotiza nadie porque, según indica el documento “Es derruit, com no'y habita ningu”. Esta segunda alquería,
según el órden de exposición geográfica que sigue este morabatí, se encontraba situada justo después de l'Énova, es decir,
que podría ser perfectamente el lugar donde se ha encontrado la villa romana y los asentamientos posteriores contiguos.
En el territorio castral de l'Énova se habían logrado localizar todas las alquerías documentadas (ardua tarea porque algunos
años se omitían alquerías o porque las mismas cambiaban de nombre continuamente) a excepción de este Mas d'En
Faldeta (1421), pero casi con total seguridad, el descubrimiento de estos restos nos haya desvelado su ubicación. Además,
esta alquería es seguramente la misma que otra que también ignorábamos su ubicación, el anteriormente citado Rahal de
Sac Biyens o de Sant Vicent (1264), posiblemente un topónimo tardorromano relacionado con la poderosa figura de San
Vicente Mártir, un nombre que, a pesar de estar entonces bastante consolidado como nos demuestra su supervivencia a la
dominación musulmana, cambiaría y pasaría a denominarse Mas d'En Faldeta debido a la costumbre de aquella época de
bautizar las alquerías con el nombre o apellido de sus propietarios, en este caso el de Faldeta.
Con el tiempo, los restos derruídos de este núcleo habitado generarían el topónimo de Les Paretetes, el nombre actual de este
paraje, seguramente en alusión a los restos de las bases de las paredes de sus edificaciones, las cuales acabarían por desaparecer como consecuencia de los nuevos abancalamientos que comportó la expansión del regadío de finales del siglo XIX.
Un elemento que nos corrobora la individualidad de esta alquería, que nosotros llamaremos Sant Vicent, es que poseía su propia derivación de riego procedente del canal principal de la Séquia Comuna, el Braçal de la Figuereta, una acequia que nace
justame delante del Cementerio Municipal y que riega unas 7 jovades o 252 hanegadas, seguramente la extensión que tendría
el territorio de esta alquería en la etapa árabe cuando se inició el regadío en esta zona.
Su población sería musulmana, al menos desde 1264 (cuando Alfonso X de Castilla la repobló con las “doce familias sarracenas” antes mencionadas), hasta principios del siglo XV que se desocupó, como parece indicarnos la nota anexa del morabatí de
1421, siguiendo la tónica generalizada de aquella época de abandonar los núcleos rurales pequeños en beneficio de otros cercanos más grandes, como sucedió en los casos próximos del Rafalet de les Foies, en término de Manuel, o el Rafalet de la
Parda, en término de Rafelguaraf, deshabitados por las mismas fechas.
II.4.3. LA NECRÓPOLIS ISLÁMICA. PALEOBIOLOGÍA Y RITUAL FUNERARIO
Manuel Polo Cerdá1 y Elisa García Prósper2.
1
Lab. Antropología Forense y Paleopatología. Facultat de Medicina. Universitat de Valencia.
2
Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana.
LA NECRÓPOLIS Y SU TOPOGRAFÍA
Con motivo de las excavaciones arqueológicas efectuadas en la Villa romana de Els Alters (Énova) se halló parte de una necrópolis en el sector noroeste. El sector donde se documentaron los enterramientos se sitúa en el extremo occidental de la excavación y abarca unas dimensiones de 9 x 4,4 m., si bien los mismos se extendían más allá del sondeo efectuado. Se documentaron un total de 15 tumbas individuales y restos óseos aislados, disponiéndose las primeras a un metro de distancia entre ellas
y correspondiendo a fosas simples, estrechas y alargadas. Con toda probabilidad estos enterramientos formen parte de un conjunto funerario más amplio y estén situados a escasa distancia de algún núcleo poblacional, tal vez una alquería islámica, situada a cierta distancia del área excavada pero no documentada. Casos similares se han detectado en yacimientos próximos como
la necrópolis islámica de la Villa romana de Benifaraig, en proceso de excavación en la actualidad, o el caso de la necrópolis islámica de Sant Joan de L'Enova.
La ubicación de estas inhumaciones coincide de alguna forma con la necrópolis romana de la villa, que si bien no se sabe con
exactitud su emplazamiento, hay indicios de que se encuentre en los alrededores del actual cementerio de L'Enova.
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Si observamos la planta de la necrópolis (Fig.1) llama la atención la presencia del canal que formaba parte de la pars fructuaria
de la villa, que actúa con toda probabilidad como uno de los límites del área cementerial, desconociéndose si continuarían tanto
al otro lado de esta estructura como hacia el actual cementerio de la localidad. El hecho de que la mayoría de las tumbas se
concentren en una zona donde el estrato geológico tiende a la horizontalidad, no es una mera coincidencia si se observa que
tan solo tres inhumaciones se ubican en la zona donde el sedimento describe un ligero talud siendo más incómodo excavar las
tumbas en pendiente.
Desde un punto de vista estratigráfico, los enterramientos
se encuentran excavados en dos estratos, uno natural de
arcillas y otro de tipo antrópico de textura areno-arcillosa,
con inclusiones cerámicas de épocas anteriores. El
momento funerario se vio sellado por un nivel de tierra
limosa destinada para el cultivo. Esta transformación agrícola propició una alteración y una gran afectación de los
enterramientos.
CRONOLOGÍA
De acuerdo con el ritual funerario, la posición de los
esqueletos, la ausencia de ajuares, el aprovechamiento
del espacio cementerial, etc..., la cronología es compatible
con un periodo medieval de rito islámico. Con el fin de
corroborar estas aproximaciones, se tomó una muestra de
hueso para obtener una datación radiocarbónica. El análisis se ha efectuado en el Laboratori de Datació per
Radiocarboni de la Universitat de Barcelona, y los resultados ponen de manifiesto que la cronología calibrada es
de 1019-1186 D.C.
Fig. 1. Planta de la necrópolis islámica de Els Alters (Enova).
OBJETIVOS
Las objetivos trazados en este conjunto funerario han sido: estudio del ritual y de gestos funerarios, análisis tafonómico-conservativo, estudio bioantropológico y antropométrico de la población, análisis paleodemográfico, estudio de indicadores de estrés
ocupacional en relación al género, aproximación a la paleodieta y al estado nutricional a través del estudio dental, estudio de las
evidencias de enfermedad (paleopatología), así como el análisis de variantes anatómicas epigenéticas.
MATERIAL
Se han estudiado un total de 27 unidades estratigráficas, de las cuales 15 corresponden a esqueletos individualizados y 12 a restos óseos aislados o descontextualizados y sin conexión anatómica. Se ha obtenido un número mínimo (NMI) de 29 individuos.
La distribución muestral es bastante homogénea para la variable sexo: los varones representan el 37.9 %, las mujeres el 27.6 % y
los indeterminados el 34.50 %. La muestra individualizada ha sido la mejor estudiada y la que ha permitido obtener mayor información. A todos los efectos, la muestra para que se han correlacionado las estadísticas biológicas es a una n=14, que representa
la distribución de esqueletos individualizados. Aunque el NMI es bueno, cercano a 30, la muestra real para análisis poblacional es
baja, pero bien distribuida desde el punto de vista sexual. No obstante, ello dificulta la comparación de estos resultados con otras
poblaciones mejor representadas.
METODOLOGÍA
Durante la recuperación de los esqueletos se efectuó una toma de datos en una hoja de registro de arqueología funeraria y
bioantropología, donde se documentó: tipo de enterramiento, posición del esqueleto, orientación y grados, análisis de gestos
funerarios, medio donde tuvo lugar la descomposición del cadáver, evidencias de mortaja e indumentaria asociada, análisis tipológico de la fosa, análisis del ajuar asociado, descripción del relleno de la fosa, análisis biométrico de salvamento, estimaciones
de edad, sexo y estatura, así como observaciones paleopatológicas y anatómicas preliminares.
La metodología empleada en el laboratorio ha sido distinta según el objetivo trazado. Para el estudio bioantropológico y antropométrico se han empleado los Standards for Data Collection from Human Skeletal Remains de Buikstra y Ubelaker (1994) y los Data
collection procedures for forensic skeletal material de la University of Tennessee de Moore-Jansen et al. (1994), mientras que para
el estudio de restos óseos infantiles se ha empleado el manual de Fazekas y Kosa (1978). Para las estimaciones de edad y sexo
se han empleado las propuestas del Worksop of European Anthropologists (1980) y el manual de Campillo y Subirà (2004), complementado con las pautas de análisis discriminante propuestas por Alemán et al. (1997). Para el estudio paleodontológico se ha
empleado una ficha modificada del protocolo propuesto por Chimenos et al. (1999). Para el análisis de gestos funerarios y ritual
funerario se han tenido en cuenta las propuestas de Duday et al. (1990), el manual de Mallegni y Rubini (1994) y la propuesta
de Polo et al. (2004). Para el estudio de marcadores estrés ocupacional y variantes anatómicas epigenéticas se han empleado los
atlas de Capasso et al.. (1999) y Pastor et al. (2001). Para el estudio paleopatológico se han utilizado las recomendaciones de la
Paleopathology Association (1991), la enciclopedia de Aufderheide y Rodríguez-Martín (1998), así como el manual de Campillo
(2001). Por último, para el estudio de indicadores paleonutricionales y patología dental se han empleado las propuestas de PérezPérez (1996) y Polo (2000, 2001).
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RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Ritual y gestos funerarios
La primera aproximación antropológica de campo puso de
manifiesto que todos los enterramientos corresponden a
inhumaciones primarias, gesto que indica que el cadáver
se coloca en el lugar de la deposición definitiva, donde se
lleva a cabo la descomposición del cuerpo, de modo que
los huesos permanecen en conexión anatómica (Mallegni
y Rubini, 1994; Polo et al., 2004).
Las tumbas son estructuras excavadas en la tierra, de
forma rectangular, y muy ajustadas a la anatomía del
cadáver. No se han documentado restos de señalización
que pudieran indicar la presencia del enterramiento, salvo
en un caso donde la cabecera de una de las tumbas presentaba una serie de cantos. Tal vez se trate de un apoyo
para evitar que el difunto se desplazara de su posición original. Un caso similar se ha documentado en la necrópolis islámica de la Puerta de Toledo en Zaragoza (Galve y
Benavente, 1989).
La presencia de cerámica de época romana en el relleno
de las inhumaciones no es extraño teniendo en cuenta la
proximidad de la villa, y que el canal que actúa como uno
de los límites de la zona de enterramiento, esté amortizado con materiales cerámicos propios del momento de la
Antigüedad Tardía (ss. V y VI d.C).
La disposición general de los esqueletos es de decúbito lateral derecho con el cráneo orientado hacia el Este,
Fig. 2. Gestos funerarios característicos del ritual islámico.
las extremidades superiores pegadas al cuerpo, y las
inferiores extendidas o semiflexionadas (Fig. 2). Se
observan ligeras variaciones sobre todo a nivel de brazos, que con toda seguridad responden a movimientos gravitacionales del cuerpo después de su descenso, escapando al control de los que realizan la inhumación.
La orientación es idéntica en cada uno de los casos documentados (S.O-N.E). A través del análisis de gestos funerarios se documentó que la descomposición del cadáver en todos los casos, salvo en uno, se realizó en medio colmatado, estando los esqueletos amortajados de pies, rodillas y manos (Duday y cols, 1990).
La organización de la tumbas indica una planificación y una organización del espacio funerario preestablecido con toda probabilidad
fuera del núcleo de hábitat. Asimismo, la austeridad de los enterramientos sin objeto de ostentación, responde con toda seguridad a
la prescripción islámica de enterramiento. Así pues, el hecho de que todos los cráneos conservados estén girados hacia el Este nutre
aun más esta hipótesis.
Tafonomía e índice de conservación esquelética
Se ha analizado el índice de conservación esquelética (IC) de todo el conjunto. A pesar de los problemas metodológicos que
plantea su aplicación, se considera un buen indicador numérico del grado de conservación de los restos óseos, el cual es directamente dependiente de la tipología del terreno y de todos los procesos tafoedáficos a los que ha sido sometida la necrópolis
(Campillo, 2001). El índice completo de un esqueleto es 100, pero se acepta como un buen IC aquel que es >50. Los resultados del IC en la necrópolis de Els Alters indican que el 60 % de los esqueletos presentan un IC >50 %. Ello permite estimar
que la muestra es optima para su análisis bioantropológico. No existen diferencias significativas de IC para el sexo.
Paleodemografía
La colección está representada por una muestra poblacional adulta. El escaso número de individuos infantojuveniles no permite establecer apreciaciones sobre estos estratos poblacionales. Por el contrario, la población adulta se distribuye muy bien desde
el punto de vista sexual y permite aproximarnos a su esperanza media de vida. Debido al escaso número muestral no podemos
establecer una tabla de vida, pero sí una distribución de mortalidad.
Los resultados paleodemográficos (Tabla 1) indican que para la población adulta la supervivencia es superior a los 40 años. Si
atendemos a la mortalidad según el sexo, la distribución es inversamente proporcional al incremento de edad. De manera, que
fallecen más mujeres en edad adulta joven, y sin embargo, para los varones la esperanza de vida en ese intervalo es mayor,
pudiendo ser cercano al doble. Este aspecto ya se ha descrito en otras poblaciones islámicas como es el caso de las necrópolis
sevillanas de las calles Lerena y Mercado de Triana (en Sevilla capital) de los siglos X-XII (López et al., 2001). Son muchas las
causas que justifican una menor supervivencia en la mujeres adultas jóvenes (bien pudieran ser complicaciones derivadas del
parto y de la lactancia, deficiencias nutricionales, etc…). No obstante, si cotejamos los datos demográficos con el análisis de marcadores de estrés ocupacional, se objetiva un mayor número de marcadores en las mujeres de 21-40 años, es decir, la sobrecarga física es mayor en estas edades.
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Para la población adulta madura los resultados de supervivencia son ligeramente superiores, si los comparamos con otras poblaciones medievales no islámicas (López-Martínez, 2002). Estamos de acuerdo en que la mortalidad femenina en estas poblaciones debió ser mayor durante la etapa adulta joven (21-40 años), sobretodo por complicaciones derivadas de embarazos prematuros en matrimonios muy tempranos.
TUMBAS INDIVIDUALIZADAS
Neonato
Infantil I (0-6 años)
Infantil II (7-12 años)
Juvenil (13-20 años)
Adulto joven (21-40 años)
Adulto maduro (41-60 años)
Senil (>60 años)
RESTOS ÓSEOS AISLADOS
Infantil I (0-6 años)
Infantil II (7-12 años)
Juvenil (13-20 años)
Adulto joven (21-40 años)
Adulto maduro (41-60 años)
Senil (>60 años)
TOTAL
Nº
15
0
1
0
0
6
6
2
14
0
0
2
8
4
0
29
%
100
0
6.6
0
0
40
40
13.3
100
0
0
14.3
57.1
28.6
0
100
V
7
0
0
0
0
2
4
1
4
0
0
0
2
2
0
11
%
46.6
0
0
0
0
13.3
26.6
6.6
28.6
0
0
0
14.3
14.3
0
37.93
M
7
0
0
0
0
4
2
1
1
0
0
0
1
0
0
8
%
46.6
0
0
0
0
26.6
13.3
6.6
7.1
0
0
0
7.1
0
0
27.60
I
1
0
1
0
0
0
0
0
9
0
0
2
5
2
0
10
%
6.6
0
6.6
0
0
0
0
0
64.3
0
0
14.3
35.7
14.3
0
34.50
Tabla. 1. Distribución de mortalidad en la necrópolis islámica de Els Alters. V (varones), M (mujeres), I (indeterminados).
Antropometría
Se sometió la colección osteológica a un análisis antropométrico craneal y postcraneal. Se tomaron 43 medidas craneales, a partir de las cuales se obtuvieron los correspondientes índices craneales. El análisis craneométrico no ha permitido obtener gran
información. En todo caso podemos afirmar que la población presenta rasgos discretos del tipo caucasoide mediterráneo grácil,
expresando un carácter predominantemente mixto, acorde con la situación demográfica del periodo al que se adscribe la necrópolis. Los datos craneométricos no son estadísticamente significativos, pues no se han podido obtener más de 4-5 valores por
índice en el mejor de los casos. El índice cefálico indica la predominancia del carácter tipológico craneal mixto con una predominancia de dolicocráneos. El índice orbitario indica predominancia de cráneos hipsiconques (órbitas altas). El índice mandibular apunta mandíbulas de tipo dolicognatas (estrechas y largas) y braquignatas (anchas y cortas).
Con respecto al esqueleto postcraneal, se tomaron 66 medidas, a partir de las cuales se obtuvieron los correspondientes índices.
Los resultados arrojan que las clavículas son robustas y anchas, que el índice glenoideo está dentro de la normalidad, que el índice diafisario del húmero indica una predomina de euribraquia, que el índice de platolenia del cúbito (aplanamiento transversal) indica un predominio de la eurolenia (dándose casos de hiperurolenia o redondeamiento en las mujeres), que el índice pilástrico femoral indica una pilastra pequeña, que el índice de platimería femoral indica claramente un predominio de hiperplatimería-platimería
en las mujeres (este aspecto antropométrico se ha relacionado con posturas acuclilladas y con estrés físico asociado a desniveles,
pero también se ha atribuido a poblaciones deficientemente alimentadas), y que el índice cnemico tibial indica un
predominio de la mesocnemia y la euricnemia.
La estatura de la población se ha valorado siguiendo las
tablas y ecuaciones regresivas de Trotter y Gleser,
Manouvrier y Rollet. En los adultos, la estatura media para
los varones oscila entre 160-172 cm, siendo 166 cm la
media poblacional. En las mujeres, las estaturas oscilan
entre 149-159, siendo 154 cm la media poblacional. Los
resultados obtenidos son muy similares a los patrones de
estatura hallados en otras necrópolis islámicas, como es
el caso de las de Sevilla (ss. XI-XII), donde la media para
los varones es igualmente 166 cm, y para las mujeres
155 cm (López et al., 2001).
Variantes anatómicas epigenéticas
Se ha estudiado la incidencia de variantes anatómicas de
carácter epigenético presentes en la población con el fin de
valorar el grado de endogamia. Se denominan epigenéticos
porque hacen referencia a que la expresión de estos vendría dada por factores genéticos, a los que se unen factores
ambientales (Pastor et al., 2001). En definitiva, este análisis
permite caracterizar a la población y poder cotejarla con
otras de la misma cronología y ámbito geográfico.
Fig. 3. Variante anatómica rotuliana (emarginata).
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Se han documentado las siguientes variantes: os trigonum astragalino (1 caso), rótula emarginata (1 caso) (Fig. 3), incisura superoexterna rotuliana (4 casos), apertura septal olecraniana (3 casos), foramen mastoideum (1 caso), hueso inca o interparietal
(1 caso), hueso worniano en asterion (1 caso). Los resultados ponen de manifiesto el elevado dimorfismo sexual de algunas
variantes anatómicas. La apertura septal olecraniana y las variantes craneales observadas solo se han observado en la población
femenina. Por el contrario, las variantes postcraneales localizadas en miembros inferiores solo han sido documentadas en varones (rótula emarginata, os trigonium o la incisura superoexterna rotuliana). Por frecuencias son inversamente proporcionales,
destacan la incisura superoexterna rotuliana en los varones (4 casos) y la apertura septal olecraniana en las mujeres (3 casos).
Paleopatología
Se han documentado 52 evidencias de enfermedad en la serie masculina y 41 en la serie femenina. Todos los esqueletos presentaban patologías de escasa entidad clínica, predominando las de tipo degenerativo o relacionadas con la actividad repetitiva
(artrosis, osteocondritis), salvo un individuo afecto de hiperostosis esquelética difusa idiopática (DISH).
Destaca la elevada incidencia de cribra orbitalia (53,3 %), indicador de anemia ferropénica y déficit nutricional (Polo et al.., 2001,
2002, 2003). Esta incidencia es muy similar a la observada en otras poblaciones islámicas mediterráneas como las de Sevilla
(López et al., 2001), donde la incidencia es del orden del 55-60 % de la población observada. Por el contrario, resulta llamativa la baja incidencia documentada (cercana a un 2 %) en otras necrópolis islámicas valencianas como la de la plaza de la
Almoina de Valencia (Puchalt, 1990), ya en el ámbito urbano. Estos datos sugieren la estrecha relación de este indicador de
salud con desarrollos económicos deficitarios y su menor impacto en las sociedades urbanas.
Se han documentado tres traumatismos (21,4 %) con larga supervivencia, todos ellos de miembros superiores: dos fracturas
distales de cúbito tipo Colles y un caso de diagnóstico complicado correspondiente a una deformidad de cabeza de húmero
derecho con acortamiento de miembro (Fig. 4) que podría sugerir patología traumática, aunque nos inclinamos por que se trate
de una patología vascular debida a una necrosis avascular de cabeza humeral, desconocemos si de origen traumático previo.
La patología degenerativa e inflamatoria articular (artrosis y artritis) es importante y se ha documentado en todos los esqueletos
adultos observados, pues se trata de una población adulta-joven y madura. Predomina a nivel axial la espondiloartrosis. Muchas
de estas patologías tienen una estrecha relación con actividades de sobrecarga o esfuerzo, especialmente en las mujeres. Este
dato se ve nuevamente confirmado con la presencia de fusiones vertebrales, nódulos de Schmorl y hernias discales posterocentrales complicadas, especialmente en las mujeres.
Las osteocondritis se ha documentado en cinco casos (35,7 %), también con un claro predominio en la mujer. Se trata de una
necrosis aséptica y secuestro de un fragmento de cartílago condral. La localización predominante ha sido en la primera falange
del primer dedo del pie, seguida de la cavidad cotiloidea, destacando un caso muy llamativo de osteocondritis disecante en
ambos cóndilos femorales de una mujer (Fig. 5). En todo caso, este tipo de patologías están estrechamente ligadas a microtraumatismos repetidos y posturas forzadas (acuclillamiento en actividades agricultoras) muy directamente relacionadas con el trabajo o las ocupaciones diarias (Rodríguez y Martín, 1997).
Fig. 4. Fractura-aplastamiento de cabeza de
húmero derecho con acortamiento de miembro.
Fig. 5. Osteocondritis disecante de rodilla.
Se ha documentado un caso de patología reumática de origen incierto, concretamente un D.I.S.H. o hiperostosis esquelética
difusa idiomática (7.14 %), también llamada hiperostosis anquilosante vertebral, enfermedad de Forestier o de Rotes-Querol
(V.V.A.A., 1996). La enfermedad se ha manifestado con una fusión anterior y lateral derecha de los cuerpos vertebrales T4-T12,
ambos inclusive (Fig. 6). Existe una hipercifosis dorsal con motivo de la fusión y asocia manifestaciones no vertebrales: cavida-
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des inflamatorias en cótilos y articulación gleno-humeral, así como osteítis en isquion. Esta patología se asocia en un 25-50 %
de casos a diabetes mellitus. El caso observado corresponde a un varón de más de 50 años de edad, luego es probable que sí
padeciera complicaciones glucémicas.
Con respecto a la patología infecciosa, se han documentado dos casos de periostitis tibioperonea con ligera afectación, probablemente más relacionada con microtraumatismos repetidos de tipo laboral más que a noxas infecciosas. Más llamativo es un
caso grave de sinusitis maxilar bilateral en una mujer mayor de 50 años, la cual presenta un aumento del tamaño de ambos
senos maxilares con una aposición de tejido granular y reactivo en su interior (Fig. 7), lo que apunta hacia este diagnóstico
(Becker y cols. 1986).
Fig. 6. D.I.S.H. o hiperostosis esquelética difusa idiomática.
Fig. 7. Sinusitis maxilar en una mujer mayor
de 50 años.
Se ha documentado un caso de espina bífida oculta o raquisquisis. Es el más común de los defectos congénitos que afectan a
la columna vertebral, que consiste en una apertura del arco neural a nivel de la primera vértebra sacra, y se ha atribuido a un
origen hereditario. Se ha observado un caso en una mujer de 35-38 años. No tiene trascendencia clínica, a diferencia de los
casos presentes en niños. Se puede presentar hasta en un 14 % de la población, como es el caso de la necrópolis tardorromana de Prat de la Riba en Tarragona (Baxarías, 2002).
Finalmente, se ha observado un caso de patología estrechamente relacionada con el estrés ocupacional o sobreesfuerzo, es el
caso de la miositis osificante traumática. Se trata de una lesión del músculo cuádriceps en un fémur izquierdo de un varón de
30-35 años. También se ha llamado hematoma o enfermedad de los caballistas (Campillo, 2001). Otro ejemplo similar se ha
descrito en la mencionada necrópolis islámica de la plaza de la Almoina de Valencia (Puchalt, 1990).
Género y trabajo. Indicadores de estrés ocupacional
Se han estudiado algunos de los marcadores osteológicos atribuibles al estrés ocupacional, diferenciando los de origen entesopático, de otros que tienen un origen patológico y que se han relacionado clásicamente a actividades laborales, como son algunos tipos de artrosis, la miositis osificante traumática, etc...Debido a la plasticidad ósea, las inserciones musculoligamentosas pueden sufrir procesos inflamatorios locales o metabólicos. Las lesiones entesopáticas son atribuidas a una hiperactividad muscular
y es fácil su observación en restos óseos arqueológicos, pudiendo establecerse una estrecha relación con determinadas actividades laborales, por eso, se han conceptualizado en bioantropología como indicadores paleocupacionales, muy útiles para caracterizar la biomecánica repetida de las poblaciones antiguas (Galera y Garralda, 1993).
En la muestra estudiada se han analizado 9 indicadores en cintura escapular y miembros superiores, y 14 en cintura pélvica y
miembros inferiores. El estudio descriptivo se ha efectuado según el sexo, la edad (adultos = 20-40 años, maduros = >41 años)
y la lateralidad. Todos los indicadores están asociados a movimientos biomecánicos conocidos y que en algunos casos se pueden atribuir a trabajos repetitivos conocidos (Capasso et al.. 1999; Herrerín, 2004). Se han estudiado los siguientes indicadores
en miembros superiores y cintura escapular en relación a trabajos más o menos específicos: sindesmosis costal (labradores y
campesinos), ligamento costoclavicular (labradores y campesinos), músculo bíceps braquial (sastres y tejedores), músculo supinador (sastres y tejedores), tríceps braquial (herreros y leñadores), corredera bicipital marcada (labradores y campesinos), hipertrofia humeral (diverso origen laboral), músculo pectoral mayor (variado origen), hipertrofia flexora de las falanges (campesinos).
Los resultados son muy significativos (Tabla 2), pues ponen de manifiesto un mayor desarrollo del trabajo en brazos en los varones (32:9). La lateralidad predominante es la derecha. Los marcadores más significativos son aquellos atribuidos a trabajos relacionados con las tareas agrícolas. Muy probablemente, los hombres desarrollaran trabajos de labrado y recolección de productos agrícolas, sin descartar trabajos de tipo artesanal. Los indicadores observados en miembros inferiores y cintura pélvica son
más inespecíficos. No obstante, algunos de ellos se atribuyen a posturas de squating o acuclillamiento (Castellana y Malgosa,
1991). Se vuelve a dar una predominancia e incremento ligeramente a favor de los varones (27:22), pero no tan significativo
como en los miembros superiores. Se vuelve a repetir la lateralidad derecha, pero predominan las posturas acuclilladas en las
mujeres. En definitiva, todos los indicadores se presentan en mayor número en los varones (59:31) con respecto a las muje-
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res, luego son aquellos los más involucrados en tareas que suponen un estrés ocupacional. La lateralidad derecha (56:34) es
predominante para los varones, así como su topografía tanto en brazos como piernas. Existe pues, una clara diferenciación del
trabajo según el sexo, en todas aquellas tareas en las que los brazos están más involucrados.
Ya se ha citado en el apartado de paleopatología la presencia de enfermedades relacionadas con el estrés o sobreesfuerzo ocupacional, destacando la miositis osificante y la artrosis, las cuales se distribuyen por igual entre los varones y las mujeres.
Finalmente, se ha documentado en el esqueleto de una mujer con una edad entre 43-58 años, la presencia de varias oquedades retrosinfisales púbicas atribuibles a marcas antiguas de partos.
D
I
Varones
Maduro
D
I
1
0
0
1
0
1
0
0
2
5
1
0
0
0
0
0
0
0
1
2
2
1
3
2
1
1
2
0
1
13
0
0
5
2
2
1
3
0
1
14
3
1
3
3
1
2
2
0
3
18
1
0
5
2
2
1
3
0
0
14
1
0
1
0
0
0
0
0
0
2
0
0
0
0
0
0
0
0
1
1
0
0
1
1
0
0
0
0
1
3
0
1
0
0
0
2
0
0
0
3
1
0
2
1
0
0
0
0
1
5
0
1
0
0
0
2
0
0
1
4
4
1
8
5
3
3
5
0
3
32
1
1
2
1
0
2
0
0
2
9
0
2
0
1
0
0
1
1
1
0
0
2
1
0
9
14
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
1
0
2
4
2
1
0
1
1
0
0
0
1
0
0
1
1
0
8
21
1
1
0
0
0
1
1
0
1
0
0
1
1
1
8
22
2
3
0
2
1
0
1
1
2
0
0
3
2
0
17
35
1
1
0
0
0
1
1
0
1
0
0
2
2
1
10
24
0
0
0
1
0
1
0
0
2
1
1
3
0
1
10
12
0
0
0
0
0
0
1
0
0
0
0
1
0
0
2
3
2
1
0
0
0
1
0
0
0
0
0
2
0
0
6
9
0
3
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
0
0
4
7
2
1
0
1
0
2
0
0
2
1
1
5
0
1
16
21
0
3
0
0
0
0
1
0
0
0
0
2
0
0
6
10
3
4
0
2
1
1
2
1
3
0
0
5
4
1
27
59
2
4
0
1
0
2
1
0
2
1
1
7
0
1
22
31
Indicador
Miembros superiores Cintura
escapular
Sindesmosis costal
L. costoclavicular
M. bíceps braquial radial
M. supinador cubital
M. tríceps braquial cubital
Corredera bicipital
Hipertrofia humeral
M. pectoral mayor
Hipertrofia flex. Falanges
Subtotal
Miembros inferiores
Pelvis
E. tuberosidad isquiática
E. Ligamento redondo
F. supracondilares fem.
Faceta de Poirier
Faceta de Charles
Línea áspera femoral
Trocanter mayor
Lig. rotuliano en rótula
Lig. Rotuliano tibial
M. sóleo
Retroversión tibial
F. acuclillamiento tibiales
F. acuclillamiento astragal.
E. tendón de Aquiles
Subtotal
Total indicadores
Adulto
Total
D
I
Adulto
D
I
Mujeres
Maduro
D
I
Total
D
I
V
M
Total
Tabla 2. Análisis estadístico descriptivo de indicadores de estrés ocupacional.
Patología dental y paleodieta
Se han estudiado un total 207 dientes definitivos pertenecientes a 15 individuos, de los que 173 estaban in situ y 34 aislados. Siguiendo
el parámetro “sexo” la muestra conservada es muy homogénea, correspondiendo 100 dientes a varones, 106 a mujeres y una pieza
de sexo indeterminado. Esto ha permitido establecer con cierta fiabilidad los parámetros de patología dental y desgaste oclusal.
Se han observado 33 piezas con caries que corresponden a 10 individuos, y que representan el 15.90 % de la muestra (Fig.
8). Según el sexo, las mujeres presentan mayor número de caries (n= 23, 11.1 %) que en los varones ( n= 10, 4.83 %). Esta
diferencia es significativa estadísticamente. Por otra parte, solo se han observado 3 abscesos periapicales (1.72 %) en dos individuos. Esta patología es muy escasa en la muestra estudiada, al igual que sucede en la necrópolis islámica de la Almoina de
Valencia (Puchalt, 1990). Su mínima incidencia puede responder al gran desgaste oclusal presente en todas las piezas dentarias, atribuible a una dieta muy abrasiva, lo que motiva un exceso de saliva, con gran poder anticariógeno y “preventiva” de la
incidencia de procesos infecciosos bucales. Todos los casos se han observado en varones.
Con respecto a la incidencia de líneas de hipoplasia del esmalte, 26 piezas dentarias las tienen, lo que representa un 12.5 %.
Las piezas más afectadas son caninos, incisivos laterales y molares, tanto maxilares como mandibulares, aunque con un predominio maxilar no significativo. Según el sexo, la hipoplasia afecta por igual a varones que a mujeres, estando presente en 7/15
individuos. Las edades medias de aparición de estos defectos es durante la primera infancia, en tres momentos muy precisos:
durante los 6 primeros meses (debido problemas de salud durante el inicio de la lactancia), entre los 3.5 y 4.5 años (debido
al cese de la lactancia materna en muchos casos) y entre 6-8 años (fundamentalmente atribuibles a fenómenos patológicos
infecciosos o deficiencias nutricionales estacionales, por ejemplo, una hambruna puntual).
El 17.33 % de las piezas dentarias presentan grados ligeros-moderados de sarro, afectando a 10 individuos. No existen diferencias de incidencia según el sexo.
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La mayor parte de los individuos padecían algún tipo de enfermedad periodontal o piorrea en grado moderado (grado 2) o grave
(grado 3). Así, el 30.60 % de los dientes in situ presentan pérdidas de soporte dentario comprendidas entre los 3 y los 6 mm,
mientras el 13.80 % presentan pérdidas muy graves, superiores a 6 mm. En definitiva, la periodontitis era una enfermedad generalizada que afectaba a todo el grueso de la población adulta, sin distinción de sexo o edad. Esta alta incidencia también pone
de relieve la abrasividad de la dieta y la presencia de contaminantes alimentarios externos, relacionados con una mala preparación del alimento, así como a una más que clara deficiencia en la higiene bucodental.
Se trata de una población con una alta incidencia de pérdidas dentales antemortem (31 % de alveolos observables). Esto está
directamente atribuido a deficiencias de higiene bucodental, a dietas abrasivas y al elevado número de periodontitis. Existe una
clara incidencia de más casos en los varones con respecto a las mujeres (50:29), dato relacionado con la mayor supervivencia
de los primeros. En cuanto a las piezas dentales que más se han perdido destacan los molares (17.4 %), sin distinción de sexo.
Grado
I
C
PM
M
Total
0
N
0
0
1
0
1
%
0.00
0.00
0.48
0.00
0.48
1
N
3
4
6
12
25
%
1.44
1.93
2.89
5.79
12.05
2
N
4
2
5
9
20
%
1.93
0.96
2.41
4.34
9.64
3
N
5
2
5
3
15
%
2.41
0.96
2.41
1.44
7.22
4
N
16
7
15
3
41
%
7.72
3.38
7.24
1.44
19.78
5
N
2
7
4
8
21
%
0.96
3.38
1.93
3.86
10.13
6
N
7
7
9
4
27
%
3.38
3.38
4.34
1.93
13.03
7
N
12
5
7
9
33
%
5.79
2.41
3.38
4.34
15.92
8
N
6
2
4
10
22
%
2.89
0.96
1.93
4.83
10.61
Tabla 3. Distribución del grado de desgaste oclusal en función del tipo de pieza.
El desgaste oclusal es una evidencia directa del tipo de alimento consumido. Cuanto más duro y abrasivo es éste, mayor desgaste coronal se produce. El grado predominante para la muestra estudiada es el tipo 4, que representa cerca del 20 % (n=
41 dientes) del volumen total de piezas conservadas (Tabla 3). Este grado es el más frecuente en incisivos, caninos y premolares, por el contrario en los molares conservados el grado 1 es el más frecuente. El grado 4 de desgaste se corresponde con
una exposición moderada de dentina, lo que viene a indicar que la dieta era moderadamente abrasiva y con gran cantidad de
impurezas (Fig. 8). Por otra parte, se ha estudiado la pérdida de altura de la corona (en mm) en función de la pieza dentaria y
la edad. Se han analizado las piezas 36, 37, 46 y 47 y se ha comprobado que el patrón de pérdida de altura de corona sigue
patrones muy similares para todos los molares, ya sean mandibulares o maxilares, existiendo una mayor pérdida de altura en
las mujeres con respecto a los hombres para igual edad. Así mismo, se ha cuantificado el grado de biselamiento oclusal, observándose una mayor pérdida dentaria de las cúspides vestibulares con respecto a las linguales (Gráfica 1). Este hecho, nos habla
de la movilidad paramasticatoria, directamente involucrada con el proceso de ingesta alimentaria y confirma que la dieta mayoritaria en la población era abrasiva, y predominantemente vegetal y rica en hidratos de carbono. Estos fenómenos ya han sido
observados en otras necrópolis islámicas del entorno geográfico como las del Tossal de Manises Alicante o de la Vall d´Uixó en
Castellón (Cloquell et al., 1996; Polo et al., 2000).
Fig. 8. Caries interdentales en maxilar y desgaste oclusal.
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Gráfica 1. Macrodesgaste oclusal en la pieza 46.
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III.1.- El PROYECTO DE EXCAVACIÓN Y LA METODOLOGÍA
DE TRABAJO
Rosa Albiach Descals. Aquilino Gallego Úbeda. Elisa García-Prósper.
El proyecto de excavación arqueológica del año 2004 fue creado para la realización de los trabajos de documentación de los
restos de la villa romana aparecida tras la obertura de una zanja durante las intervenciones del año 2003.
La actuación arqueológica del 2004 se desarrolló entre los meses de marzo y junio, centrando todos los recursos en un
área de 2.376 m2 dentro del margen que ocupaba la plataforma del tren de alta velocidad. Se encontraba situada junto a
la acequia de Rafelguaraf y un camino rural anexo que pasaba junto al actual cementerio de la localidad de l'Enova ubicado al oeste de la villa.
Con este proyecto se pretendía conseguir una completa valoración del yacimiento determinando la extensión del conjunto, su
cronología, la interpretación espacial y funcional de los restos así como la entidad de los mismos.
Para ello se tuvo que conjugar y establecer un equilibrio entre el presupuesto asignado a esta intervención y los diferentes recursos técnicos y materiales necesarios en el desarrollo de esta excavación arqueológica, para que en el plazo establecido de 4
meses se pudiera conseguir los objetivos propuestos para la misma.
Se creó un equipo técnico formado por 40 operarios, 3 dibujantes, 1 topógrafo, 1 auxiliar de laboratorio, 5 técnicos-arqueólogos, 3 directores y 1 coordinador. Cada uno tuvo su función dentro del esquema organizativo del trabajo establecido en el proyecto de intervención.
El coordinador era la persona que serviría de nexo de unión entre las necesidades de la excavación y la empresa, y también entre
la empresa, dirección de la excavación y la Dirección General de Patrimonio. Los directores se encargaron de establecer la organización de la excavación y un exhaustivo registro arqueológico junto con los técnicos trabajaron con los directores en esta documentación y valoración de los restos.
A lo largo de la excavación el equipo director realizó tres informes y una memoria final sobre el estado de los hallazgos con documentación arqueológica y gráfica.
Se establecieron tres fases de actuación arqueológica para el correcto desarrollo del trabajo de excavación. En la primera fase el
planteamiento se inició con la prospección y conocimiento del entorno arqueológico de la villa. Al sureste se documentó un
pequeño asentamiento iberorromano en un altozano. Al noroeste de la zona de excavación se hallaron restos cerámicos de
época medieval islámica.
Al inicio de la excavación se limpiaron, ordenaron y clasificaron los materiales arqueológicos que había en las instalaciones junto
a la villa y que provenian de las zanjas y sondeos realizados en el año 2003 bajo una dirección anterior a nuestro proyecto. Al
mismo tiempo se llevaron a cabo las tareas de acondicionamiento de la excavación mediante la extracción con medios mecánicos de la tierra vegetal y su posterior limpieza con medios manuales.
En la segunda fase se desarrolló la excavación manual del área prevista, realizándose una división zonal del yacimiento entre una
Parte Alta o terraza superior donde estaba la Zanja 2 practicada en la intervención del año 2003 y los sondeos 1, 2, 3 y 4 y una
Parte Baja o terraza inferior en la que estaba la zona de excavación y hubo tres sectores A, B y C. En cada sector hubo un director, dos técnicos y un dibujante, junto a 15 operarios.
La metodología aplicada fue la de excavación secuencial por capas naturales y en área abierta, utilizando el método de trabajo
cronoestratigráfico de E.C. Harris, usándose fichas de registro para los estratos y las estructuras y las fichas antropológicas de
campo. La documentación planimérica la realizaron cuatro técnicos dibujantes especializados mediante la aplicación informática
autocad junto con un topógrafo que se encargó del levantamiento topográfico para así poder incluir, en el futuro, la villa y toda
su información arqueológica dentro de un sistema de información geográfica, SIG. El registro arqueológico se completó con técnicas en fotogrametría terrestre para la documentación planimétrica y altimétrica y se obtuvieron modelos 3D a partir de los cuales se generaron ortofotos, plantas, alzados y visita virtual teniendo así una documentación con muy buenas precisiones métricas y una toma de datos en campo rápida. Por otro lado, dicha información se vio enriquecida con el aporte de un informe de
prospección con georadar realizado en el camino sito junto a la acequia de Rafelguaraf que con una extensión de 300 m2 los
resultados confirmaron la extensión de la villa hacia el norte.
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Por último, un equipo de restauración limpió, consolidó y extrajo los pavimentos de opus sectile o placas de mármol y de opus
tessellatum o teselas y las pinturas murales pertenecientes a algunas de las principales habitaciones de la villa. Estos restos arquitectónicos así como todo el conjunto de materiales recuperados durante la intervención arqueológica de 2004 se depositaron
en el Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia según disposición de la Conselleria de Cultura, Educación y Deportes.
En una tercera fase, y con el fin de redactar y documentar ampliamente la memoria científica final y realizar esta publicación, se contó
con la colaboración de ciencias y disciplinas auxiliares que completaron la interpretación histórica del yacimiento y su entorno.
Los trabajos interdisciplinares se agruparon en un primer bloque de estudio del paisaje con análisis de la sedimentología y geomorfología para poder saber las formaciones de los sedimentos, la antracología o estudio de los carbones para establecer la vegetación de la época, los estudios de fauna para conocer las especies de animales que habitaban y la carpología o estudio de las
semillas. El segundo grupo de estudios sirvió para datar los conjuntos arqueológicos y la evolución de la villa, con la realización
del inventario y dibujo de los materiales cerámicos de una selección de conjuntos, la numismática o estudio de las monedas, el
vidrio, la epigrafía, los elementos arquitectónicos y la bioantropología-paleopatología. Además hubo labores de conservación preventiva y una restauración de los materiales, fotografía aérea y filmación del proceso de excavación.
Otro momento de intervención arqueológica se llevó a cabo durante el mes de agosto de 2004 bajo la dirección de David
Vizcaíno. Se realizó un seguimiento del desmonte de la acequia de Rafelguaraf que supuso la excavación de una zanja de 3 m
de anchura para la instalación de un tubo destinado a la canalización de agua para riego. La actuación consistió en la eliminación de la acequia con medios mecánicos y la excavación y limpieza de las estructuras que aparecieron debajo de la misma. Una
vez finalizados los trabajos arqueológicos se procedió a la cubrición de las estructuras con geotextil.
Entre los meses de octubre y diciembre de 2005 se realizó otra intervención arqueológica ESTRIBO 1 UIC en la villa dirigida por
Celia Guillén. Ésta vino motivada por la propuesta de sobreelevar la plataforma del AVE mediante un puente en el tramo que
atravesaba la villa. Tras el desarrollo de una prospección previa se detectó en la zona al sureste de la villa la presencia de estructuras pertenecientes a actividades de procesado, de la cual se ha excavado una superficie aproximada de 217 m2.
III. 2. APLICACIÓN DE LA FOTOGRAMETRÍA TERRESTRE DIGITAL
Josep Blasco i Senabre, Sebastián Varea y Pau Pérez. Global Mediterránea S.L.
En el yacimiento arqueológico “ Els Alters “, se han empleado las últimas y más novedosas técnicas en fotogrametría terrestre
para la documentación tanto planimétrica como altimétrica. Se han obteniendo modelos 3D a partir de lo los cuales se han generado ortofotos, plantas, alzados y visita virtual obteniendose una documentación con muy buenas precisiones métricas y una
toma de datos en campo rápida.
Seguidamente pasamos a explicar sucintamente la metodología aplicada en esta excavación:
LA FOTOGRAMETRÍA
La fotogrametría es la ciencia por la cual podemos obtener datos sobre la forma y dimensiones de un objeto a partir de fotografías. La información tridimensional se obtiene a partir mínimo de un par de fotografías (visión estereoscópica).
La finalidad de la fotogrametría es poder medir directamente en el soporte fotográfico y en consecuencia poder obtener los objetos a escala.
La restitución son las operaciones matemáticas a partir de las cuales obtenemos la geometría del objeto en estudio.
La fotogrametría imita la visión humana, nuestros ojos ven un mismo objeto bajo un ángulo diferente, es decir con un desfase
lateral al que denominamos paralaje, esta paralaje es la que permite a nuestro cerebro reconstruir la realidad que captan nuestros ojos en tres dimensiones a partir de dos imágenes planas que son las que capta cada uno de
nuestros ojos. Aplicando esta idea podemos
reconstruir a partir de dos fotografías la realidad
representada en ellas en tres dimensiones.
OBTENCIÓN DE ORTOFOS
Cuando obtenemos las fotografías la posición del
aparato es desconocida e influye sobre la forma
de la imagen obtenida, existiendo por ello pequeñas diferencias de posición que hacen que la imagen no sea conforme con el objeto proyectado
sobre un plano. Para pasar de la imagen objeto a
la del plano es necesario aplicar una semejanza,
que no es mas que una transformación matemática de espacio que combina una traslación 3d y
un escalado que es lo que llamamos homotecia.
146
Ortofoto mosaico.
III. 2.- APLICACIÓN DE LA FOTOGRAMETRÍA TERRESTRE DIGITAL
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La realización de esta transformación
nos permite obtener una fotografía
rectificada u ortofoto, en la cual podemos efectuar medidas absolutas
conociendo el valor exacto de estas.
OBTENCIÓN DE MODELOS 3D
Obviamente a partir de una ortofoto
no podemos obtener la Z, solamente
podemos obtener las dos dimensiones representadas en ella. Para poder
obtener la tercera coordenada necesitamos añadir como mínimo una
segunda fotografía la cual estará tomada bajo un ángulo diferente que
corresponde a un desplazamiento del
aparato. Matemáticamente la reconsVisión en 3D de parte de las Termas.
trucción del modelo es muy compleja
utilizándose ecuaciones linealizadas
que sólo son validas en algunos casos,
y es necesario garantizar que el plano del aparato y el plano del objeto sean casi paralelos y además, que los ángulos de rotación sean normales, esto es, sean pequeños.
METODOLOGÍA
En nuestro caso hemos utilizado una cámara digital de ocho millones de megapíxeles la cual tenemos perfectamente calibrada,
esto es, sabemos las aberraciones y distorsiones de la lente utilizada en la tomas.
En campo, en la toma, atenderemos a:
Informe de control: Se toman puntos de apoyos con estación, medidas de control y desplomes.
Cobertura fotográfica: Realizamos una toma alrededor del objeto a representar con un solape de más del 50%, con tomas
para orientación y texturas.
Pares estereoscópicos: Los pares se realizan utilizando el caso normal o convergente.
También debemos observar que la geometría de la cámara sea constante, obtener una luminosidad homogénea y seleccionar
el tamaño de foto más grande y estable disponible. En cuanto a la organización de las tomas se realizaran los esquemas apropiados y datos de cada toma.
PROCESO DIGITAL DEL MODELO
La metodología para la realización digital del modelo es la siguiente:
- Identificar los puntos de referencia elegidos cuya posición se conoce en cada una de las fotografías y cuyos datos terreno conocemos.
III. 2.- APLICACIÓN DE LA FOTOGRAMETRÍA TERRESTRE DIGITAL
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- Correlacionarlos numéricamente.
- Proporcionar al sistema los datos terreno. Cuando estos puntos se conocen en posición relativa, el modelo obtenido estará también en datos relativos y si los datos están referidos a un sistema absoluto estarán respecto a éste.
De esta forma el modelo lo tenemos en tres dimensiones desplazándonos virtualmente por éste teniendo cualquier punto medido en el modelo correlacionándolo con los datos reales del terreno.
El fichero de puntos se puede importar a cualquier Sistema de Información Geográfica o sistemas de explotación de Modelos
Digitales del Terreno pudiéndose construir modelos VRML (realidad virtual).
LAS PRECISIONES
La precisión depende del tipo o modelo de cámara empleada,
de la calidad de restitución, de la observancia del operador y de
las condiciones de la toma.
En nuestro caso es muy importante la calibración de la cámara que nos permite determinar las correcciones que deben aplicarse sobre la fotografía.
Las distorsiones van a tener como principal efecto modificar los
datos imagen de los distintos puntos de la imagen y más concretamente los que se sitúan sobre los bordes de la toma.
El centro del fotograma está afectado exiguamente por las distorsiones lo que se explica debido a la definición de éste,
pudiéndose observar por los valores correctivos a aplicar ( ver
gráfico).
Orientación interna: Generalmente no plantea problemas
particulares, solamente cuando en los pares no aparece definido un punto en ambos, esto requerirá algunas correcciones suplementarias para la especificación de los parámetros
y puesta en escala, para esta orientación que se realiza sobre cuatro puntos las divergencias no son muy significativas.
Orientación relativa: La orientación relativa se realizó de manera sistemática por medio de la correlación de la imagen. Al utiliza un
gran número de puntos se nos permitió reducir la paralaje vertical máxima alrededor de 0.15 píxeles.
Tales resultados permiten la creación de modelos estereoscópicos fiables, esto se comprobó con la introducción de los puntos
de control y unión.
Orientación Absoluta: En esta etapa se establece la relación entre los datos del centro de la perspectiva, coordenadas de la imagen y
terreno de los puntos a restituir validando el levantamiento taquimétrico y la calidad de los datos obtenidos por restitución.
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III. 2.- APLICACIÓN DE LA FOTOGRAMETRÍA TERRESTRE DIGITAL
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Todos los puntos resultantes de la restitución poseen su precisión propia, por lo tanto su influencia es diferente en la orientación
de cada par, la precisión final del modelo es menor que para los pares calculados independientemente, analizando los resultados
obtenemos que en altimetría los errores cuadráticos medios varían 0.5 a 1 cm y en planimetría el error máximo es de 0.5 cm.
Con los datos de precisiones anteriormente explicados y los resultados obtenidos pensamos que la arqueología es un buen
campo para la aplicación de la fotogrametría terrestre digital y la exportación de los datos obtenidos a Modelos 3D y ortofotos
son un buen método para la documentalización de una excavación de estas características.
III.3. LA APLICACIÓN DEl GEORRADAR
Antonio Mas Atienza
El presente estudio corresponde a la prospección geofísica no
destructiva realizada mediante la técnica GPR (Ground
Penetrating Radar, Geophysical Survey System Inc.) por la
empresa INGEODAR S.L. en el mes de Junio de 2004 y Junio de
2005, en el Término Municipal de L'Ènova (Valencia). La prospección efectuada se encuentra dentro de la zona de afección
de la traza del tren de alta velocidad en el tramo Xàtiva-L'Ènova.
La aplicación de la técnica GPR como método de prospección
no destructivo viene precedida por la excavación arqueológica
realizada en la zona de actuación, mediante la cual se han localizado los restos arqueológicos de una Villa Romana.
De esta manera el enclave de la 1ª actuación se corresponde
con el camino adyacente a la Acequia de Rafelguaraf, que limita por el norte a la excavación arqueológica y la 2ª actuación con
la posición que ocupan dos zapatas de la plataforma de AVE,
que limita por el sur a la excavación arqueológica. Mediante el
empleo de la técnica GPR se pretende, de forma rápida y no
destructiva, determinar si los restos arqueológicos hallados en la excavación tienen continuidad al otro lado de la acequia y en
la posición teórica de las zapatas proyectadas o si por el contrario estos restos ya fueron destruidos anteriormente o no existe
ningún tipo de continuidad estructural asociada a la Villa Romana.
La 1ª zona a prospectar tiene una extensión inferior a 300 m2 correspondientes a la superficie de un camino con una ligera
curva, de longitud 64.50m y ancho de 4m. La 2ª zona a prospectar tiene una extensión de 600 m? correspondientes a la superficie de tres cuadriláteros regulares que abarcan la posición definida de las zapatas proyectadas. Se opta por utilizar como metodología más apropiada para la detección GPR la generación de MODELOS TRIDIMENSIONALES DEL SUBSUELO (MTS) a partir
de secciones GPR paralelas y perpendiculares entre sí (mallas). La generación de dichos modelos tridimensionales del subsuelo facilita el análisis y la interpretación de los registros obtenidos en campo, aportando mayor objetividad en la elaboración de
las conclusiones generadas de la prospección geofísica no destructiva.
El equipo GPR empleado corresponde a una Unidad Central Sir-2000, antena de 400Mhz más odómetro para normalizar la distancia de las secciones GPR y cable de transferencia de 30m de la comercial GSSI. Previo a la toma de registros, se estable la
necesidad de realizar la calibración de la onda electromagnética recibida. Esta calibración, realizada mediante la Unidad Central
GPR, se establece mediante una serie de parámetros que permiten modular la onda electromagnética recibida y obtener con
precisión el registro obtenido.
III. 3.- LA APLICACIÓN DEL GEORRADAR
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La obtención de MTS se realiza mediante procesos de laboratorio a partir de las diferentes secciones GPR obtenidas en campo.
La aplicación informática empleada para este fin es RADAN 6.0 GSSI.
Los modelos tridimensionales creados ofrecen continuidad espacial en todas las mallas de secciones GPR realizadas, interpolando los valores de amplitud de las secciones contiguas. Se emplean para este cometido algoritmos con los que priorizar con qué
valores de amplitud de onda recibida en las secciones GPR se debe interpolar, dando mayor peso a los valores de amplitud de
onda cuando su unión en las diferentes secciones genera una disposición geométrica lineal.
Siendo así, resulta imprescindible el uso de una única calibración de la onda electromagnética recibida para la ejecución de la
totalidad del trabajo. El empleo de diferentes calibraciones implicaría variaciones en los valores de amplitud obtenidos provocando interpolaciones erróneas, y por tanto, resultados de menor calidad.
Obtenidos los Modelos Tridimensionales
del Subsuelo (MTS) de las mallas iniciales,
y mediante el análisis e interpretación de
estos modelos por secciones de planos,
se observan variaciones de la amplitud de
onda recibida coincidentes en alineación y
profundidad con restos arqueológicos de
la excavación existente.
Se muestran estas variaciones de amplitud de onda recibida (con mayor intensidad de color en la imagen) en forma de
paralelismos y configurando ángulos rectos entre sí. Esta configuración de alineaciones pone de manifiesto la existencia y
coincidencia de éstas con muros pertenecientes a la Villa Romana así como la existencia de otros restos arqueológicos indefinidos mostrados en el MTS como agrupaciones de mismas amplitudes de onda (con mayor intensidad de color en la imagen).
Posteriormente a la 1ª actuación GPR, se procede a realizar la excavación arqueológica de esta 1ª zona constatando la coincidencia y existencia de los registros GPR obtenidos con muros existentes en la Villa Romana.
En las imágenes que aparecen a la derecha del texto se muestra el resultado final de los MTS generados para la 1ª actuación
GPR y en las imágenes que aparecen en la parte inferior del texto muestran los MTS generados para la 2ª actuación GPR.
Imágenes en las que se muestran las posibilidades de la aplicación informática utilizada, a la hora de analizar el MTS generado a partir de las secciones GPR.
La aplicación informática RADAN 6.0 permite la visualización de los MTS generados a partir de cortes en estos MTS según la dirección de los ejes coordenados definidas en campos.
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III. 3.- LA APLICACIÓN DEL GEORRADAR
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En la imagen que aparece a continuación, se muestra la composición de las detecciones GPR efectuadas hasta la fecha en el yacimiento arqueológico objeto de estudio. Se muestra la coincidencia
en paralelismo y perpendicularidad de las anomalías lineales registradas mediante GPR con los muros que aparecen en la excavación,
denotando la continuidad de este yacimiento en el terreno colindante a la excavación.
III.4.- INTERVENCIONES DE
RESTAURACIÓN
Dirección Técnica: Dra. Trinidad Pasíes Oviedo
Técnicos: Carolina Mai, Mª Amparo Peiró, Irene Rodríguez,
Betlem Martínez, Ana Adrián y Vanessa Lozano
La ubicación del yacimiento dentro del tramo del tren de alta
velocidad en construcción ocasionó la necesidad de realizar
diversos tratamientos de urgencia que incluían, entre otros, los
procesos de extracción de algunos elementos descubiertos en la
villa. Las situaciones con las que nos encontramos fueron muy
diversas, especialmente en cuanto al tipo de material, el grado de
deterioro y las características de las distintas intervenciones. En
concreto los trabajos se centraron en las siguientes zonas:
Mosaicos opus tessellatum polícromos (UE 1307, 1281,
1421): pavimentando tres distintas estancias de la villa aparecieron varios fragmentos teselados dispersos que se hallaban,
en general, muy deteriorados, con deformaciones provocadas
por raíces, zonas de quemados, problemas a causa de los altos
niveles de humedad, concreciones insolubles ocultando la superficie original y grandes pérdidas por la presencia de fosas y el mal
estado de conservación de los morteros preparatorios.
Antes de acometer la extracción se realizó un cuidadoso tratamiento de limpieza: una primera fase de tipo mecánico en seco con aspiración, bisturí y pequeños cepillos metálicos de cerda muy fina. Posteriormente se continuó con el apoyo de medios físicos (agua destilada y jabón New-Des). Se realizaron después los calcos a tamaño real sobre papel acetato, donde se reseñaron una a una todas las
teselas así como los principales daños.
Las telas de arranque (dos capas de gasa
hidrófila) se adhirieron a la superficie
seca con una resina sólida de acetato de
polivinilo (K-60 en alcohol etílico al 25%)
que no sólo aceleraba el proceso de
secado sino que evitaba el aporte de
agua que, a causa de los altísimos índices
de humedad, podían reblandecer las
colas. Completado el secado, se dibujaron las líneas divisorias de las secciones y
se numeran y marcan las líneas de unión
de las mismas para facilitar el posterior
montaje. La separación se realizó con la
ayuda de espadas metálicas de diferentes
longitudes. Las distintas secciones fueron
protegiéndose con malla de fibra de
vidrio, acomodándose sobre planchas de
madera y cama de corcho para su traslado al Museo de Prehistoria de Valencia,
donde se colocaron en unas cajas expresamente diseñadas para albergarlas.
III. 4.- INTERVENCIONES DE RESTAURACIÓN
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Pintura mural (UE 1568)
asociada a un zócalo de
mármol (UE 1567): pequeño fragmento de pintura
mural sobre zócalo de piedra
(medidas aproximadas de la
pintura: 120 x 25 cm.) con un
fuerte estrato de concreción
insoluble adherida a la película pictórica que impedía ver
los motivos decorativos. Se
realizó la limpieza con empacos de pasta de celulosa y
carbonato de amonio al 20%
y posterior desalinización con
sepiolita sobre papel tissue y
agua destilada, descubriéndose bandas de varios colores y
algún indicio de marmoleado
pintado. El zócalo de mármol
se limpió con cepillos suaves,
agua destilada y detergente
neutro al 10%. Una vez consolidada la superficie pictórica (impregnaciones de Paraloid B72 al 10% en acetona) se procedió con el arranque, protegiéndose primero la pintura con papel japonés y gasa de algodón adherida con resina polivinílica K-60. Para conformar un bloque rígido que mantuviera el fragmento intacto se aplicó un estrato de espuma de poliuretano. Extraída la
pieza fue debidamente embalada e inmovilizada en una caja especial. El mismo proceso fue llevado a cabo con el
zócalo de mármol.
Estucos con policromía en el templete (UE 1373): templete cuadrado recubierto interna y externamente de estucos
de vivas policromías. El delicado estado de conservación impedía que pudiese reconocerse la superficie original, por lo
que fue necesario llevar a cabo un proceso de consolidación y limpieza para ir descubriendo al menos algunas partes
con decoraciones pictóricas. Se realizaron algunas catas de limpieza en la zona exterior que parecía menos deteriorada
(empacos de pasta de papel, agua destilada y New-Des) acompañados de limpieza mecánica con bisturí e hisopos de
algodón hidrófilo. Finalmente se realizó la consolidación superficial con Paraloid B-72.
Pavimento opus sectile polícromo (UE 1438): en una gran estancia de la zona oriental (6'10 x 4'63 m.) se descubrió un pavimento de mármoles polícromos que dibujaba un sencillo diseño geométrico combinando piezas cortadas en
formatos cuadrados, triangulares y rectangulares de diversos tamaños y colores. La gran mayoría de los mármoles estaban muy fragmentados y deteriorados, ocultos además bajo una costra calcárea. Para llevar a cabo la extracción se realizó la limpieza de toda la superficie, el dibujo y plano de las secciones de corte, el engasado de protección (doble capa
de gasa y adhesivo Mowilith DMC2 al 40%), el posterior siglado y, finalmente, el arranque placa a placa sobre una base
de poliestireno estrusionado que servía de cama de amortiguación y de soporte para las piezas una vez extraídas.
Todos los trabajos realizados han permitido sin duda la recuperación de un interesantísimo conjunto arqueológico que,
esperamos, pueda concluirse lo antes posible con los procesos definitivos de restauración que sirvan para crear conciencia sobre la importancia de la conservación de nuestro patrimonio histórico.
III. 5. MATERIALES RESTAURADOS EN LABORATORIO
Ana Mª. Martí Casabuena y Estefanía Martí Casabuena. Restauradoras.
La degradación de las piezas depende en gran parte del terreno de la excavación. El Terreno arenoso es muy permeable al agua,
la conservación depende de la acidez del agua circulante. El Terreno arcilloso es impermeable al agua, ciertas arcillas ácidas son
corrosivas. En el Terreno pedregoso su conservación depende de la acidez, permeabilidad y aireación.
Juegan un papel importante en la conservación de las piezas los siguientes factores:
1. El Ph básico es el único que conserva en estado óptimo las piezas, por tanto el PH ácido y el alcalino degradan.
2. El grado de aireación del terreno y la presión que ejerce sobre los restos arqueológicos.
3. Los movimientos del agua.
4. Los microorganismos: bacterias, hongos, líquenes...
5. Clima y variaciones estacionales, destacando Temperatura y Humedad del terreno.
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III. 5.- MATERIALES RESTAURADOS EN LABORATORIO
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Al llevar acabo una excavación y sacar a la luz los restos arqueológicos, sufren un shock y comienzan a degenerarse, deben transportarse al laboratorio de restauración, sometiéndolos a condiciones de temperatura y humedad parecidas a las que se encontraban y, conforme se aclimaten, llegar a las condiciones de conservación adecuadas.
PROCESO DE RESTAURACIÓN DE CERAMICA Y PIEDRA
La cerámica y el material pétreo sufre una carbonatación al evaporarse el agua que conservaba el terreno, las sales se quedan
en el interior de la pieza provocando fisuras en la pasta cerámica o la piedra; por ello, es necesaria una desalinización de la pieza
para evitar dicho proceso. El estado de conservación de las piezas es bueno.
1. Limpieza mecánica: baño en agua con L A 22 (ácido cítrico rebajado) al 3%.
2. Limpieza química: ácido clorhídrico rebajado al 5% en las concreciones calcáreas.
3. Baño en agua desmineralizada para la eliminación de sales solubles.
4. Secado en estufa a 105ºC o por oreo.
5. Montaje de los fragmentos que componen la pieza cerámica con Nitrato de celulosa.
PROCESO DE RESTAURACIÓN DEL METAL
Los Metales se degradan con mayor facilidad que otros materiales como la cerámica.
El ácido clorhídrico de la atmósfera y el anhídrido sulfúrico están en suspensión en el aire y se depositan en los objetos, al llover se crea la lluvia ácida cristalizando éstas sales que corroen las superficies de las piezas, provocando reacciones químicas y
pátinas verdosas. El estado de conservación de las piezas metálicas es óptimo pues conserva el núcleo metálico, destacando
focos de cloruros activos, deformaciones y concreciones.
1. Eliminación de concreciones terrosas y calcáreas. Tratamiento de focos de cloruros. Limpieza mecánica con papeta de bicarbonato de sodio en agua más frotamiento, con lápices de fibra de vidrio, bisturí y/o microtorno. Neutralización.
2. Baños inhibidor de la corrosión, (benzotriazol al 3% en alcohol), durante tres días.
3. Secado por oreo sobre papel secante.
4. Protección con Paraloid B-72 al 5% en acetona más 1% de B.T.A. aplicado por inmersión.
5. Protección final con cera microcristalina Cosmolloid 80 diluida en white spirit.
PROCESO DE RESTAURACIÓN DEL HUESO
1. Limpieza mecánica: con bisturí, hisopo humedecido en Alcohol o Acetona.
2. Encolado del hueso con Nitrato de Celulosa
PROCESO DE RESTAURACIÓN DEL VIDRIO
1. Se observa proceso de desvitrificación. El criterio a seguir es la mínima intervención.
2. Limpieza mecánica: pincel y bisturí para incrustaciones.
3. Limpieza química: hisopo con alcohol y acetona al 50%.
4. La consolidación con Paraloid B-72 al 5% en acetona mediante inmersión.
5. Secado por oreo.
6. Encolado con cianocrilato.
Una vez restaurado el objeto deben controlarse las condiciones ambientales, manteniendo las piezas alejadas de la suciedad
superficial. La iluminación debe ser fría y la temperatura entre 18-25ºC. La humedad relativa: < 45% excepto metales < 30%.
III. 5.- MATERIALES RESTAURADOS EN LABORATORIO
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III. 6.- INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL ESTRIBO 1 UIC
Celia Guillén Fernández. Arqueóloga
La decisión de salvaguardar la Villa conllevó la propuesta de sobreelevar la plataforma del AVE mediante un puente en el tramo
que la atravesaba.
Tras el desarrollo de una prospección previa, mediante la técnica del GPR, se detectó la presencia de estructuras en el subsuelo de la zona y, en consecuencia, se realizó un proyecto de intervención arqueológica contemplando la excavación en extensión
en el lugar afectado por las obras de instalación del estribo sur del puente.
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III. 6.- INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL ESTRIBO 1 UIC
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Esta intervención comenzó el día 20 de octubre de 2005. En primer lugar se realizó el rebaje de la tierra de cultivo mediante
la acción mecánica hasta una profundidad aproximada de 50 centímetros. La aparición de un conjunto de muros, algunos de
ellos ya detectados por el georadar, dio comienzo a la excavación manual que finalizó el 14 de diciembre de 2005.
Localizada en el suroeste del límite de la excavación efectuada en la villa en el año 2004, concretamente en la pars rustica, la
zona de intervención tenía una superficie aproximada de 217 m2
La finalización de esta excavación coincidió con el momento de la edición de este libro, por lo que los resultados arqueológicos
que presentamos son tan solo un avance.
FASE INICIAL
Los restos correspondientes a esta época se ubicaban
principalmente en la zona oeste de la cata, enclavada
en la pars rústica de la villa.
Los primeros niveles localizados evidenciaron que
la zona estaría destinada a usos residuales, delimitándose varias fosas de diversas morfologías excavadas en el nivel de tierra estéril. Sus rellenos estaban compuestos por tierra arcilllo-arenosa mezclada con abundantes cenizas, o simplemente vertidos de ceniza, y algunos fragmentos cerámicos de
producción común y terra sigillata. Este tipo de
fosas también fue documentado en la pars rustica
de la villa durante la anterior campaña, (Fig.4).
Directamente sobre ellas, entre mediados y finales
del siglo I dC, se perfilaron las primeras estructuras. Su
situación respecto a la villa y su tipología hacen pensar que se trataba de un área dedicada a actividades
artesanales, aunque los materiales localizados no permitían conocer su uso concreto, habrá que esperar a
los análisis de morteros, muestras de tierra recogidas
y estudios de conjunto para aclarar esta cuestión.
Fig.1.- Vista general de la intervención.
El resto más significativo era un hipocausto enmarcado dentro del espacio que formaban, al oeste y sur, dos cimientos en pésimo estado de conservación, debido a su expolio, y a que el límite sur fue reutilizado como cimiento de un muro de una fase tardía. Ambos respondían al mismo tipo de fábrica, siendo estructuras longitudinales de doble paramento de mampostería de piedras calizas informes de
diversos tamaños trabadas con tierra. Se desconoce su límite norte, aunque probablemente se hallase ubicado bajo otra estructura, por
otro lado, el muro este, arrasado, se delimitaba por las señales en el pavimento que mostraban por donde discurriría.
Fig. 2.- Primera fase de hipocausto, destacando los restos de lo que sería el límite este.
Fig.3.- Praefurnio.
En esta primera fase, el hipocausto tenía unas dimensiones de 2.84 x 2.78 m de lado. La suspensura estaba formada por pequeños pilares cuadrados de 20 x 20.5 x 4 cm dispuestos en hiladas paralelas sobre un suelo de mortero de cal con una preparación de cantos rodados y piedras informes, similar a la fábrica utilizada también en las balsas situadas en la villa. La boca o entrada que se abría hacia el praefurnio la formaban dos arcos situados en paralelo.
El praefurnio, o zona de fuego que transmitía el aire caliente al hipocausto, era una estructura cuadrangular, estrechándose en
la zona sur, donde se ubicaba el acceso de comunicación con la suspensura. Estaba realizado con piedras calizas irregulares trabadas en seco. Se apreciaban algunas reformas, un tanto toscas, como la efectuada con la reutilización de fragmentos de dolia,
lo que da muestra de su perdurabilidad en el tiempo.
III. 6.- INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL ESTRIBO 1 UIC
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La ubicación del hipocausto y praefurnio dentro del
ámbito artesanal podría indicar que sería utilizado
como horno y no como sistema de calefacción.
Junto a él funcionarían unas superficies irregulares
de mortero de cal con una hilada de pequeños agujeros, algunos con canaletas de decantación, excavadas en la tierra y de diferentes dimensiones, localizadas en el extremo occidental de la cata.
Fig.4 a y b.- superficies de mortero.
Al este del horno se localizaban gran cantidad de
estructuras de las que, en su mayoría, tan sólo se
conservaban los cimientos, muy arrasados por un
potente relleno inicial de tierra de cultivo. Estos presentaban un mismo tipo de fábrica, con anchuras
variables, estructuras longitudinales de doble paramento de mampostería de piedras calizas de diversos tamaños trabadas con arcilla. Todos estos
cimientos formaban nueve habitaciones de las que
no tenemos una visión clara debido a su deficiente
estado de conservación y a las reducidas dimensiones de la cata intervenida. Lo que si se comprobó
era que pertenecían a un mismo momento constructivo, al estar trabados al unísono y situados
directamente sobre el nivel de tierra estéril.
Junto a las estructuras descritas se documentó una
balsa, UUEE 11056, de morfología rectangular, con
unas dimensiones de 1.18 m de anchura por 2.14 m
de longitud. Las paredes estaban fabricadas de piedras
informes trabadas con mortero, cuyo aspecto irregular
indicaba que estarían directamente apoyadas sobre la
tierra. El interior estaba revestido por una capa de argamasa que impermeabilizaba el muro, mediante una
película de cenizas y carbones. Su pavimento fabricado
de mortero mezclado con abundante material cerámico machacado, pero no triturado, de diez centímetros
de espesor, le conferiría una gran dureza y resistencia.
En su mitad oeste se ubicaba un pequeño desnivel de
forma circular para facilitar su limpieza.
Fig 5. Balsa 11056.
En la zona noreste se ubicaba una canal fabricada
con material reutilizado, sus paredes estaban elaboradas con piedras calizas de diversos tamaños, algunas
de ellas ligeramente trabajadas, y la base con tegulae.
En este periodo el hipocausto se amplió conservando su anchura de 2.84 m, pero se extendió hacia el sureste hasta alcanzar
una longitud de unos 6 m. Por lo tanto se siguieron manteniendo los mismos límites, excepto el este, del cual se evidenció su
nueva situación por los escasos restos localizados de su cimiento.
La suspensura estaba reparada y ampliada con pilares circulares de 21 cm de diámetro y 4 cm de espesor, con una altura máxima conservada de 35 cm. Los arcos de la entrada fueron reforzados con un pilar central y adobes dispuestos a panderete a
modo de sujeción. No ha perdurado ninguna evidencia del suelo al que daba sustento la suspensura, pero la gran cantidad de
losas de barro cocido entre el derribo presuponen que estaría formado por este material.
Todo este conjunto formaría parte de un sistema de industria artesanal de la que esperamos poder ofrecer más datos en la
memoria final de esta intervención, en fase de redacción. Los análisis de mortero pertenecientes a la balsa de macerado de la
pars rustica excavada en 2004, mostraron fibras de lino y esparto, por lo que se pudo saber que esta villa estuvo dedicada a la
producción del lino. Como hipótesis de trabajo, planteamos la posibilidad de que estas estructuras estuvieran en relación con
ese proceso de producción.
FASE REFORMA
Entre mediados y finales del siglo II dC se reestructuró completamente el espacio, de igual modo que ocurrió con la villa.
Se amortizó el hipocausto, creándose un nuevo edificio aprovechando los cimientos anteriores. Los muros UUEE 11002
y 11014 conservaban parte de su alzado y estaban situados en paralelo creando una gran nave. Estaban realizados con
piedras calizas de mediano tamaño trabadas con mortero compuesto por un alto porcentaje de cal, presentando sus caras
exteriores ligeramente trabajadas, otorgándole un aspecto homogéneo.
Una nueva balsa, UE 11065, se construyó en la esquina noroeste del estribo. Tenía unas dimensiones aproximadas de 4.50
x 3.20 m de lado y sus paredes estaban hechas con piedras calizas trabadas con mortero, pero, a diferencia de la anterior,
su solera presentaba tan sólo este material, sin cerámica mezclada, y con media caña entre este y sus paredes interiores.
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Todo indica que aunque la zona se reestructure, e
incluso se transforme su utilización, sigue siendo un
espacio artesanal y de almacenaje, de ahí la balsa
de trabajo y la distribución espacial en varias estancias. Su orientación y tipología coinciden con los
restos localizados en el suroeste de la villa, correspondientes a las habitaciones de la pars fructuaria,
lo que las enmarca dentro de una misma estructura y ámbito de trabajo.
A la espera de la conclusión de los estudios interdisciplinares que nos puedan aportar datos sobre
su utilización, solamente podemos concluir que
este conjunto perduró hasta el siglo IV dC, momento en el que cambia de uso la villa.
Fig. 7 Reparaciones hipocausto.
Fig.8.- Alzado UE 11002, al fondo UE 11014.
III. 7.- SÍNTESIS Y VALORACIÓN DE LA VILLA DE CORNELIVS
Rosa Albiach Descals. Museu de Prehistòria de València.
La excavación de urgencia de Els Alters (L'Enova, Valencia) fue realizada durante los meses de marzo a junio del año 2004 y dió
como resultado una gran villa romana. Antes de la intervención sus dimensiones y secuencia estratigráfica se pudieron aproximar
por la visión que nos facilitaron los cortes creados por una zanja que atravesaba el yacimiento hecha durante una actuación en el
año 2003. El esfuerzo invertido en llevar a término la excavación ya se demostró en su día, a pesar de las intensas lluvias que
hubo esa primavera, y se cumplieron los trabajos en el plazo establecido, presentando la correspondiente Memoria con la documentación científica y gráfica.
El presente libro es el resultado del trabajo realizado con posterioridad a lo descrito donde los diversos autores han dedicado mucho
tiempo y han demostrado un interés en el avance de su conocimiento. El contenido incluye la presentación de la villa, el estudio
de sus diferentes partes, la interpretación y la valoración de lo estudiado hasta ahora así como un conjunto de trabajos complementarios que han atendido a aspectos del paisaje, el territorio, la economía, el comercio y la evolución histórica de este yacimiento,
consiguiendo una visión amplia de la villa con unas estimaciones que a día de hoy son muchas aunque no suficientes.
El título del libro La villa de Cornelius viene dado porque sabemos que uno de los propietarios de la villa fue Publius Cornelius
Iunianus. Los hallazgos epigráficos de la excavación han evidenciado que era un personaje rico y bien relacionado procedente de
las gentes más influyentes de la aristocracia local, los Cornelii y los Iunii. Su residencia habitual estaría en la ciudad de Saetabis,
situada a unos cinco kilómetros de la localidad de l'Enova, donde dedicó una inscripción honorífica sobre un pedestal ecuestre
a su hermano Marco Granio Superstes, cuando éste ya había muerto, en época antonina (96-193). Otro de sus hermanos vivó
en Roma donde se halló una inscripción que le hacía mención C. Cornelius C. f. Iunianus ex Hispània citeriore Saetabistanus.
El momento en que se decidió construir esta villa lo situamos entre los años 65 y 75 dC a partir de la cronología que nos proporcionaron los materiales cerámicos aparecidos en los niveles de fundación relacionados con las zanjas de construcción de
los muros y las nivelaciones previas a la proyección urbanística. Los hallazgos numismáticos también señalaron como inicio de
la villa el último cuarto del siglo I dC. Durante este periodo gobernaba el imperio desde Roma la dinastía de los flavios, iniciada con el emperador Tito Flavio Vespasiano (69-79 dC). Dentro del territorium de Saetabis se encontraba el fundus de
Cornelius cuyo ámbito jurisdiccional era el convento jurídico Tarraconensis con sede en Tarraco, capital de la Provincia
Tarraconensis de Hispania.
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La finalidad con que fue concebida estaba en relación con la explotación de unas tierras para obtener amplios beneficios, además de
poder contar una gran residencia donde pasar temporadas. El producto elegido fue el lino, cuyo éxito estaba garantizado ya que desde
época romana republicana existían talleres en Saetabis que tejían con este hilo telas de excelente calidad, muy afamadas en el imperio
romano y mencionadas en diversos textos clásicos de la época como Plinio (Historia Natural XVIII, 165; XIX, 9), Catulo (Carmina XII,
14,17), Gratio (Cynegetikon , XL-XLI) y Silio Italico (Bellum Punicum, 372-375). Sabemos que ésta fue la actividad de producción por las
instalaciones para su procesado halladas en la villa y por los análisis del mortero de sus balsas que mostraron fibras de lino y de esparto.
Los terrenos adquiridos para instalar la villa incluían tierras aptas para el cultivo que quedaban libres del riesgo de inundación y
contaban con recursos hídricos subterráneos para su riego y una buenas condiciones climáticas tanto de insolación como de
ausencia de heladas. La finca abarcaría también una zona de montes donde la vegetación predominante era el carrascal y en los
puntos más elevados el pino negro y el roble, usados en la construcción de la casa y como leña para combustión. Estas montañas constituían un hábitat idóneo para las especies de explotación silvestre encontradas como los ciervos, jabalís, tejones, cabras
hispánicas y aves silvestres, además de caballos y perros que acompañaban a las cacerías. En la zonas de pastos se alimentaron
las especies de explotación doméstica como los bóvidos que ayudaban en las tareas de arado y transporte, y los ovicaprinos y cerdos empleados en la alimentación complementada con el consumo de especies marinas de ostras y pechinas.
Vista general de la villa.
En la suave pendiente de la ladera anexa a estos campos construyeron la casa y las instalaciones de producción y almacenaje,
ajustándose a la división que en el siglo I mencionaba el gaditano Columela: Modus autem membrorumque numerus aptetur
universo consepto, et dividatur in tres partes, urbanam, rusticam et fructuariam (Lucius Iunius Moderatus Columella, De re rustica I, 4, VI).
En una superficie aproximada de 3.000 m2 se encontró la residencia, excepto gran parte de su lado norte que quedaba bajo
un camino rural. Tenía una planta itálica con un peristilo central, habitaciones a su alrededor, un jardín y unos baños. La entrada principal estaría por el norte, aunque se encontraron accesos secundarios por el este y el oeste. En la parte trasera de la casa,
el sur, se pusieron las instalaciones de procesado del lino y del esparto así como el resto de estancias para el almacenaje y el
desarrollo de actividades artesanales y agropecuarias.
La villa tuvo cuatro siglos de existencia desde su edificación hasta la caída de su techo y paredes. La propiedad de Publius
Cornelius Iunianus debió finalizar a finales del siglo II o inicios del III dC cuando se emprendió una gran reforma en la villa
que desconocemos si la realizó su familia o bien cambió de manos. Lo que parece plausible es que la villa se convierte en
el lugar de residencia habitual de los dueños dado que se realiza una gran reforma muy ostentosa además de cerrar vanos
impidiendo el acceso directo de la residencia a la zona de trabajo. Esta reforma le confirió un aspecto más suntuoso a la
casa que fue revestida con nuevas ornamentaciones de mármol y pavimentos policromos de mosaico. Se añadió un templo
doméstico de culto a Hercules en el jardín y en la zona de producción se construyó una nueva balsa y un conjunto de estancias para el almacenaje. La continuidad de la explotación y procesado del lino tras esta reforma no ha podido confirmarse
en la zona de las balsas de procesado porque no existe evidencia que indique algún cambio. Las excavaciones de 2005 y
sus estudios en curso están evidenciando que el horno construido al inicio de la villa y que suponemos en relación con el
proceso de producción del lino fue amortizado en el momento de las reformas y sobre el se construyó una gran nave seguramente como almacén de productos. Los futuros análisis de mortero tal vez puedan especificar si se continuó la producción del lino o hubo una nueva explotación y comercialización de productos. A mediados del siglo IV se apreció un cambio
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en el uso de las estructuras aunque su ocupación se prolongó hasta la segunda mitad del siglo V, pero dando un uso completamente distinto a sus dependencias. En este siglo de perduración la situación general del imperio estaba alterada y éste se
encontraba dividido desde la muerte del emperador Flavio Teodosio I en el año 395, entre el imperio de Oriente y el de
Occidente, pero la villa sobrevivió con actividad productiva y comercial aunque degradándose en su estructura.
La planificación topográfica y urbanística de la villa fue muy metódica e higiénica. Se realizó un acondicionamiento previo del
espacio para construir la casa que precisó del rebaje y aporte de tierras así como de la correcta ubicación de los desagües.
La cloaca general de la casa partía de la trasera y discurría por debajo de este eje, atravesaba el área de porche y continuaba por el pasillo que comunicaba con los baños. Este trazado ocupaba el subsuelo de áreas abiertas, nunca de estancias privadas, y al mismo tiempo sin pavimentos suntuosos buscando las facilidades para realizar reparaciones en caso de obstrucciones. El corredor dejaba las termas aisladas de la casa evitando el contacto con los vapores y las humedades que se generaban diariamente. Detrás de todo este conjunto se ubicó la zona de trabajo y almacenaje que contaba con mucho espacio
y abundante agua.
Los cimientos de la casa se hicieron, tras excavar amplias zanjas, con piedras irregulares trabadas con tierra y sobre ellos se
pusieron los zócalos de opus vittatum o pequeños sillares dispuestos en hileras horizontales trabados con mortero de cal. El
alzado de los muros se hizo de tapial de tierra y la cubierta, a una o dos vertientes, era de tejas planas, tegulae, y curvas,
imbrices, en su unión para evitar filtraciones de agua. Las paredes se revistieron con estucos pintados al fresco y los suelos
se pavimentaron con mortero de cal combinado con gravas, opus caementicium, o con fragmentos de cerámica triturada,
opus signinum. Las estancias más apreciadas, personal o socialmente, tenían suelos de losetas variadas de mármol, opus
sectile, o de mosaico polícromo, opus tessellatum, decorado con motivos geométricos, vegetales y animales. Los umbrales
eran de mármol de Buixcarró proveniente de las canteras próximas situadas en Barx, como la mayor parte de las piezas marmóreas existentes en la casa.
La residencia tuvo un piso superior en, al menos, dos de sus lados, oeste y sur, aunque la parte norte de la casa también lo tendría. El acceso a esta planta se realizaba desde la escalera ubicada en el pasillo oeste y suponemos que también se haría desde
alguna habitación de la casa, seguramente desde la pavimentada con el mosaico mejor conservado porque tiene restos de un
basamento. Tanto el pasillo trasero como el occidental no tenían techumbre, de igual modo que una parte del porche, el jardín
y el patio del área de trabajo, deducido por la ausencia de tejas en los niveles de abandono así como por la inexistencia de
soportes de sustentación.
La proyección de la planta arquitectónica inicial de la villa se planificó a partir del peristilo en cuyo centro tenía un gran estanque
y un patio a cielo abierto que permitía la entrada de luz y aire fresco en la casa. A su alrededor estaba el porticado con cubierta a un agua apoyada en columnas de mármol que daban acceso a las habitaciones de la casa, de las cuales una parte han sido
identificadas. En el ángulo sureste, un conjunto de tres estancias comunicadas constituía uno de los dormitorios principales de
la casa. La entrada era un vestíbulo con pavimento de mosaico policromado que daba paso a un dormitorio espacioso con un
suelo de losas de mármol y desde aquí se accedía a un pequeño vestidor. Junto a éstas había una habitación con acceso directo al peristilo que se ha asociado a un dormitorio infantil.
Este dormitorio principal descrito tenía en su lado oriental un amplio jardín con pinos y rosáceas, flora que sería vista desde sus
ventanas, de igual modo que ocurría con la habitación noreste de la casa, posiblemente un estivalia con columnas alternas en
sus muros, creando una estancia abierta al jardín. Una de las prácticas religiosas de la villa se realizaba en el templo doméstico
que se construyó en este hortus entre finales del siglo II e inicios del siglo III dC. Estaba dedicado al dios Hércules el invencible,
como atestigua el texto de una inscripción hallada en su interior junto a un busto del dios realizado en mármol blanco, que
corresponde a una pieza importada y todavía está en fase de estudio, como algunos otros objetos.
Al oeste de la zona de descanso estaba la estancia más grande de la casa, la única que tenía dos accesos y estaba ubicada en
el eje central, de modo que en cuanto se entraba por el peristilo, justo en frente, estaba esta estancia asociada a un oecus o
salón de recepción utilizado para reuniones sociales y de trabajo. En su interior apareció un ara votiva con una inscripción que
le dedicó el liberto Eutico al dueño de la casa Cornelius por su salud, implorando al dios Júpiter. Por su lado oeste, y solamente desde el interior, se pasaba a otra estancia que relacionamos con el archivo para sus documentos. En el lado occidental del
peristilo había tres habitaciones asociadas al comedor o triclinium con un suelo de mosaico policromo con figuras geométricas
combinadas con motivos vegetales, un posible dormitorio con escasos restos de pavimento de mosaico entre los que destaca
un motivo animal y una sala central de tránsito que era el único punto de acceso a la zona de termas.
El baño diario para la higiene personal y como paso previo a un banquete era una práctica habitual en la sociedad romana, constituyendo las termas uno de los lugares de reunión durante los encuentros sociales. Las villas contaban con baños privados y los
de la de Cornelius tenían una primera sala para vestuario o apodyterium que daba paso a un área templada o tepidarium para
la práctica de masajes y descanso, la siguiente era el caldarium o estancia provista de una piscina de agua caliente con cámara
subterránea o hipocaustum donde se retenía el vapor para mantenerla caldeada, y junto a ésta estaba la sauna o sudatorium
también con hipocaustum, y finalmente la piscina fría o frigidarium. El hallazgo de un pozo en este conjunto resolvió parte de
una de las cuestiones más interesantes sobre el abastecimiento del agua en la villa. Claramente, éste proveía de agua a los baños,
que precisaban una gran cantidad, pero lo interesante ha sido comprobar que se recurrió a la obtención subterránea de recursos hídricos. Junto a este pozo se hallaría el praefurnium u horno donde se calentaba el agua para la sala caliente y se obtenía
vapor para el hipocaustum, aunque solamente se excavó parte del conducto de paso para el vapor.
El área de trabajo y producción de la villa se concentró en la parte trasera de la casa. El conjunto de instalaciones constaba de
un canal que aportaba el agua, una balsa de decantación y otra mayor para el macerado. El hallazgo de fibras de lino y esparto
entre los fragmentos de mortero de esta última fueron el indicativo para conocer la génesis de la producción en la villa. Este procesado requirió una serie de pautas y tareas iniciadas con el cultivo del lino y la recogida del esparto.
El lino era una especie cultivada que requería el riego continuado con abundante agua y tras la siembra en primavera precisaba
un esfuerzo para la siega en verano. Con posterioridad a la separación de las semillas de lino de sus tallos éstas se guardarían
para la siguiente siembra, que suponemos anual porque era la práctica que se reconoce como usual al desmineralizar con exce-
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so la tierra. La elaboración de aceite de linaza con las semillas se conoce desde la antigüedad pero aquí no tenemos evidencias
de que forme parte del proceso de producción.
Los campos para la cosecha del lino estaban al noreste, a los pies de la casa, frente a su puerta principal, existiendo una
amplia extensión apta para el cultivo que ha perdurado en su fertilidad hasta la actualidad con la explotación de diferentes
productos como el arroz en Época Moderna y hoy en día los naranjos. La procedencia del agua venía desde el oeste, pero
su punto de suministro lo desconocemos aunque se sabe de la existencia de una densa corriente subsuperficial que discurre por este lado en dirección sur-norte y, tal vez, ésta pudo ser su fuente de suministro. Los tallos se sumergían en el agua
de la balsa de macerado para conseguir la pudrición de las fibras y separar de ellas la parte leñosa de la más fibrosa. La posterior devanación de las fibras las convertía en madejas y, según el proceso conocido por comparación etnológica, eran blanqueadas en agua caliente con cenizas y posteriormente secadas, de lo cual no hay constancia, a no ser que nos la proporcionen los estudios del conjunto artesanal hallado durante las excavaciones del año 2005 en el que se localizó un hipocaustum. El tejido de los paños se realizaría en los talleres de la ciudad de Saetabis dado que las urbes concentraban éstas actividades de producción y comercialización de los productos resultantes como toallas, camisones, blusas y telas en general,
destacadas por ser finas y proporcionar frescor, y estar enmarcadas entre las tres mejores de Europa y compararse en calidad a las de Pelusium en Egipto.
Las montañas que había tras la casa, al sur, así como los montes aledaños serían la base de aprovisionamiento del esparto usado
en la producción de la villa, proceso en el que tan solo se invertía el tiempo de su recolección en la montaña, la inmersión para
ablandarlo y una posterior manipulación.
El gran tamaño de la balsa grande con 37,5 x 6 x 0,70 m ha sido el mejor punto de partida para aproximarnos a una valoración
de la producción que podría haber en la villa ya que entendemos que estas medidas eran directamente proporcionales al volumen de la cosecha y recolección.
En general, los objetos cerámicos, vítreos y de hueso hallados en la villa se corresponden con los que circulan en la órbita comercial del imperio, a excepción de las manufacturas locales que se ciñen a una difusión regional. Los hallazgos numismáticos corroboran la inclusión de la villa, durante toda su ocupación, en los circuitos de abastecimiento que reflejaban la política monetaria
de Roma y también de la Provincia Tarraconensis, a la que pertenece la villa, como ya hemos visto.
Las diversas estancias relacionadas con las tareas de almacenaje, actividades domésticas y agropecuarias así como establos y
prensas se encontraron tan solo en pequeños sondeos.
El cementerio donde iban descansando en paz los habitantes de esta villa estuvo en sus proximidades, sobre una pequeña
colina a unos 30 m aproximadamente al oeste de la casa, lugar que ha continuado utilizándose como necrópolis por los habitantes de la localidad de l'Enova hasta la actualidad. Los esclavos y libertos que trabajaron en la villa cultivando los campos
de lino y recogiendo el esparto de las montañas para realizar el procesado de ambos así como el desarrollo del resto de actividades agropecuarias y domésticas diarias, debieron ser muchos más de los que conocemos por la epigrafía encontrada. Los
esclavos inmortalizados en las inscripciones eran Leonas y Natalis y los libertos Rhodine, Vib(ius) Eutychus i Inve[—-]].
Mencionamos sus nombres como un homenaje a su trabajo y su vida en la villa propiedad de Publius Cornelius Iunianus
donde, parece ser, fueron considerados por su dueño, como se deduce de las dedicatorias epigráficas, a pesar de carecer de
derechos y patrimonio.
La epigrafía lapidaria y votiva ha sido datada entre los siglos II y III dC por lo que las evidencias de los ocupantes de esta villa
durante los siglos IV y V dC no han sido documentada en inscripciones pero si por los materiales cerámicos y numismáticos que
usaron así como por la impronta que su devenir imprimió en la arquitectura y el urbanismo de la villa, y que nosotros hemos
intentado desvelar. Una nueva actividad productiva y comercial se desarrolló desde mediados – finales del siglo IV dC en relación con tareas agropecuarias que precisaron la construcción de un mayor número de estancias para el almacenaje. Antiguas
habitaciones se dividieron con nuevos muros hechos con piedras irregulares y fragmentos reutilizados de tegulae, imbrice, dolia,
piezas de mármol e inscripciones funerarias. La escasez de medios con respecto a las etapas anteriores era muy evidente así
como el escaso cuidado y mantenimiento de la estructura general de la casa, sin embargo, se ha constatado un cierto nivel de
adquisición e intercambio comercial evidenciado con la llegada a la villa de productos del norte de África y Oriente. La relación
con la ciudad de Saetabi, que se ha convertido en una sólida sede episcopal valenciana y al mismo tiempo seguirá siendo núcleo
redistribuidor de productos, debió ser estrecha tanto por ser posible residencia del dueño como por abastecer de enseres y creencias al ámbito rural, aunque evidencias de fe cristiana no se han registrado en la villa. La actividad general finalizó durante el
primer tercio del siglo V dC cuyo abandono conllevó el derrumbe de los techos y muros que sellaron y preservaron el conjunto
de materiales de estos últimos momentos de uso.
Un nuevo episodio de ocupación puntual en determinadas zonas de la villa se desarrolló a lo largo de la Antigüedad Tardía con
pequeños atisbos de vida y actividad sobre todo en la zona occidental. Se excavaron silos para almacenar grano y se realizaron
largas zanjas de expolio que atravesaban de este a oeste la superficie de la casa con el fin de obtener materiales para nuevas
construcciones, de la misma forma que se documentaron varias fosas basurero de grandes dimensiones. Se creó un campo de
cultivo con dos acequias de riego en la zona anexa al canal y en su interior se construyó una estructura relacionada con un sistema hidráulico de impulso y distribución del agua.
Tras estos últimos usos agrícolas, la zona situada junto a la colina de enterramiento romano pasó a albergar nuevas inhumaciones entre los siglos XI y XII. El estudio de sus patologías ha mostrado el desgaste en piernas y brazos de estos trabajadores del
campo que fueron los habitantes del enclave que, más al oeste, mostraba restos cerámicos en superficie de lo que fue una de
las alquerías que tuvo la zona.
También los hallazgos de prospección superficial nos señalaron que en una pequeña colina al suroeste, un reducido asentamiento fue la primera presencia en la zona asociada a un probable cultivo por parte de los íberos ya desde los siglos III-II aC , y en
los alrededor de la villa había dispersión de piezas romanas republicanas de los siglos II-I aC, y del cambio de era.
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La reflexión sobre la presencia humana en esta zona hay que relacionarla, claramente, con el paisaje óptimo y los recursos hídricos abundantes, ya que a lo largo de los siglos hemos visto que el trabajo agrícola ha sido la pauta que ha movido la transformación y explotación de esta tierra. Desde el siglo III aC hasta el siglo XII dC hemos podido hacer un seguimiento, en mayor o
menor grado, de esta actuación hasta que una acequia atravesó la villa romana y la necrópolis islámica. Esta nueva canalización,
de probable origen medieval cristiano, evidenciaba una nueva distribución del espacio pero al mismo tiempo una continuidad
del trabajo de estas tierras, de igual modo que lo indicaba la documentación general sobre la localidad recogida en el Llibre
del Repartiment. El cultivo de arrozales durante el siglo XVIII mencionado por Cavanilles ha demostrado la adaptación y capacidad del paisaje para acoger diferentes cultivos, incluso precisando abundante agua, y esta idoneidad de la tierra ha perdurado
hasta la actualidad con la explotación de naranjos. Lo cual nos permite, en retrospectiva, valorar que si estas tierras han sido capaces de transformarse, más o menos acertadamente, a lo largo de tantos siglos en tan variados cultivos que incluso precisaban
agua en abundancia, por la misma razón podemos creer que se pudo cultivar con éxito el lino y hacer fructífera esta villa.
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LA VILLA
DE
CORNELIVS
Valencia
MMVI
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Prólogo
Desde la ventanilla de los modernos trenes que recorren el Corredor Mediterráneo puede contemplarse algún vestigio del viejo camino que recorrió Hércules, sobre sendas ibéricas, en busca del jardín de las Hespérides. Lo que en su día se conoció
como la ruta Heraclea y que definitivamente pasaría a denominarse Vía Augusta, en memoria del emperador que impulsó definitivamente su trazado hace más de 2000 años, constituyó la mayor vía de comunicación de la península ibérica con más
de 1.500 km que unían los Pirineos con la antigua Gades, la actual Cádiz. Más de 425 km atravesaban la Comunidad Valenciana por ciudades como: Saguntum, Valentia, Saetabis, etc. Una verdadera arteria que facilitaba el paso de los ejércitos y servía de
acicate al comercio de las diferentes zonas hispánicas entre sí y con la metrópoli romana a la que todavía en la actualidad se
dice “conducen todos los caminos”.
Las grandes construcciones de la antigüedad han abierto la puerta y servido de referencia a modernas carreteras y trazados
de ferrocarril de altas prestaciones. El statumen y rudus de las calzadas romanas se ha transformado en carril, balasto y traviesas polivalentes. Sin embargo, el objetivo sigue siendo el mismo: acortar las distancias que separan a los hombres, agrandar su
espacio de referencia.
Las obras de construcción de la línea de AVE Madrid-Castilla la Mancha-Comunidad Valenciana, que lleva a cabo el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) han supuesto el reciente descubrimiento del yacimiento romano de Els Alters, situado en las inmediaciones de la población valenciana de Énova. El paso del ferrocarril contribuye al incremento de la riqueza arqueológica con nuevos hallazgos.
Para preservar Els Alters ha sido necesario que el Ministerio de Fomento y Adif modificaran el proyecto de plataforma de vía sobre una traza de 230 m y construyeran un doble viaducto que, además de mantener su estricta finalidad ferroviaria, rescatara
de la senda del olvido una muestra representativa de nuestra historia. Las grandes obras civiles están experimentando una profunda transformación de sensibilización y respeto con el medio en el que se construyen, y esta transformación se percibe en
la importancia que han adquirido los hallazgos arqueológicos, en el respeto por su excavación, la manera de potenciarlos, conservarlos y estudiarlos.
Entre los objetivos de Adif no sólo se encuentra el de unir destinos mediante vías férreas de comunicación, sino que su responsabilidad en el plano social se amplía al ámbito cultural mediante el impulso de proyectos culturales y de protección del medio
ambiente de significada relevancia. Este organismo público no sólo trabaja para plantear obras de ingeniería de interés general
con la más alta tecnología, sino que es capaz de impulsar proyectos arqueológicos y culturales de gran envergadura para el
beneficio de nuestra comunidad.
La presente monografía de la intervención arqueológica en Els Alters constituye una forma de trabajo y de investigación coordinada y eficaz. La excavación arqueológica ha permitido sacar a la luz y poder analizar una villa romana de época imperial: su
vida, sus costumbres, su forma de trabajo y hasta las creencias religiosas de las personas que dejaron su imperecedera huella
en el terreno. Pero en este caso, no solamente ha concluido el trabajo con el desarrollo de la investigación científica del yacimiento, sino que se ha hecho un inmenso esfuerzo de ingeniería civil, al modificar ciertos parámetros de la infraestructura ferroviaria para conseguir que este lugar, testigo de la vida en la región hace casi 2000 años, perviva y se conserve para las generaciones futuras.
La modernización de las comunicaciones, las nuevas obras de ingeniería no están reñidas con el conocimiento de la historia, sino que en buena medida son su consecuencia y ayudan a profundizar en sus nuevos descubrimientos. El continuado paso
del hombre crea el sendero: el hombre pasa, el camino permanece.
Antonio González Marín
Presidente de Adif
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José Luis de Madaria Escudero. Dirección Territorial de Cultura de Valencia.
David Vizcaíno. Arqueólogo
“De vegades, encara que pugui semblar impossible, les coses es
fan i surten be, malgrat la deixadesa d'uns, la manca de mà esquerra d'altres, la incapacitat per a governar assenyadament. Les gelosies o la ineptitud, malgrat el no fer ni el deixar fer, malgrat les manies personals, el no veure més enllà del nas, malgrat la gasiveria, la
mandra, malgrat tots el defectes de la raça humana pou insondable. Malgrat tot això, de vegades les coses surten, no bé sino molt
bé. Perfectes”
Josep Mª Nolla i Brufau
La lectura de esta frase lapidaria en la publicación, excelente, de la Villa Romana de Vilauba nos ha generado siempre
una cierta inquietud e incluso una incredulidad respecto a su contenido. Todo ello hasta que el equipo de investigación
de la Villa Romana de Els Alters inicia su camino como tal, momento a partir del cual, la frase pasó a ocupar un lugar de
privilegio en nuestras peores pesadillas de almohada. No sólo empezamos a comprenderla en su integridad sino que
comenzó a verse multiplicada por fenómenos nuevos como las prisas, las presiones de la promotora y constructora, los
organismos oficiales o los enemigos, declarados o no.
El presente volumen pretende recoger tanto los resultados científicos de una excavación como, en cierta manera, la
forma que un equipo de investigación –que no se encuentra en posesión de la verdad absoluta, ni pretende tenerla–
abordó un problema que hasta la actualidad no se había producido en la Provincia de Valencia; la excavación de manera urgente de una villa romana casi completa y afectada de manera grave por una infraestructura actual.
El devenir de la Villa romana de Els Alters se inició, de manera dramática, en el año 1993 cuando se realizó una
prospección arqueológica para la redacción del Estudio Informativo del Proyecto de Tren de Alta Velocidad de
Levante en su tramo Xàtiva-Alzira (Variante Manuel-L'Enova). La prospección arqueológica no detectó la existencia
del yacimiento arqueológico y consecuentemente no generó ningún tipo de actuación en la zona. Respecto a la
aparición de restos arqueológicos en el lugar, aunque escasas, eran suficientemente significativas dada su naturaleza de hallazgo epigráfico. Sobre dichas inscripciones, recuperadas en el siglo XIX, remitían de manera clara a la
ubicación correcta del yacimiento, “en una pared al lado del cementerio” (Corell, J. 1994). No es objetivo de este
equipo el plantear dudas malvadas sobre la prospección arqueológica, no obstante, este caso debería servir como
reflexión para situaciones similares que se puedan producir en el futuro. Parece oportuno mencionar, quizás de
manera corporativista, las dificultades de realizar una prospección en plena huerta valenciana con las transformaciones, remociones, aportes y características propias de dicho espacio que ha producido innumerables quebraderos de cabeza a equipos de investigación donde el número de prospectores no era pequeño (García Prósper, E.
Et alii. 2006).
Pese a todo, la resolución de la Secretaria General de Medio Ambiente, por la que se formulaba declaración de impacto
ambiental sobre el documento complementario del estudio informativo del “Proyecto de la Línea de Alta Velocidad
Madrid-Castilla La Mancha-Comunidad Valenciana- Región de Murcia, tramo Madrid-Albacete/Valencia, subtramo JátivaBenifaió” contempló la necesidad de realizar una nueva prospección arqueológica de forma paralela a la redacción del
proyecto de construcción. La empresa encargada de redactar dicho proyecto no realizó una nueva prospección del trazado previsto e incorporó un refundido de los resultados obtenidos en 1993. Este hecho que podría parecer menor
supuso la incapacidad de tomar medidas con anterioridad al inicio de las obras y, por consiguiente, trasladó a la fase de
ejecución de proyecto el problema arqueológico.
La conjunción de este cúmulo de casualidades negativas tuvo su explosión definitiva tras la aparición de restos
romanos en superficie durante las labores de desbroce de la plataforma ferroviaria. El arqueólogo encargado del
seguimiento arqueológico comunicó el hallazgo, lo que supuso la paralización cautelar de las obras por parte de la
Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana. Con posterioridad a dicha paralización se realizó, en el área del
yacimiento, una gran zanja para la reposición de la acequia de Rafelguaraf. Dicha zanja, por desgracia acompañará
siempre a la historia y a la cartografía de esta excavación arqueológica.
Actualmente, desde las diferentes administraciones, se persigue como objetivo la valoración de las afecciones que
se puedan producir sobre el Patrimonio Cultural en las fases previas de cualquier proyecto y una vez valoradas
dichas afecciones, como premisa principal, intentar eliminar o minimizar la afección. La arqueología busca por
todos los medios no tener que llegar a efectuar excavaciones arqueológicas de urgencia, ya que llegar a este extremo supone la necesidad de destrucción del registro arqueológico. Este pliego de intenciones viene perfectamente
recogido en el Convenio Europeo sobre la Protección del Patrimonio Arqueológico, hecho en La Valetta el 16 de
enero de 1992 y especialmente en su artículo 3,a,ii donde los países firmantes deben asegurar que las excavaciones y prospecciones arqueológicas se realicen de una manera científica y con la obligación en cualquier caso de
que no utilicen métodos destructivos de investigación siempre que sea posible (Consejo de Europa. 1992. Convenio europeo para la Protección del Patrimonio Arqueológico de Europa. LaValette (Malta) www.coe.int).
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Tras una primera evaluación técnica se establece la prioridad de efectuar una excavación arqueológica en extensión en la
“parte baja” del yacimiento. Esta zona contaba con una superficie aproximada de 3000 m2, así como, con la presencia de
las estructuras y los niveles arqueológicos de mayor entidad dentro de toda la zona afectada por la construcción de la plataforma ferroviaria. El estudio arqueológico se completaría en la zona intermedia de la plataforma o “parte alta”, donde se
localizaban estructuras con características constructivas que diferían con respecto a las del núcleo principal. Por otro lado,
esta zona, se veía afectada por instalaciones de derivación de riego, por lo que quedó recogida dentro del estudio
arqueológico, delimitando una zona de intervención de 300 m2 marcada por el trazado y la afección de las instalaciones.
Esta medida suponía generar el mayor estudio arqueológico, en cuanto a presupuesto y extensión de la zona de
intervención, realizado hasta la fecha en la Comunidad Valenciana, además, contaba con un handicap importante al
exigir el promotor su ejecución en un plazo no superior a cinco meses. Para ello fue necesario generar un equipo de
investigación con experiencia y las suficientes garantías científicas cuya elección pretendió reunir diferentes cualidades y capacidades que deberían compaginarse para el correcto desarrollo de los trabajos. Con esas premisas se
encargó a un equipo técnico formado por Rosa Albiach, Aquilino Gallego, Elisa García Prósper y David Vizcaino
redactar y dirigir un proyecto arqueológico de intervención valorado que fue aceptado y autorizado por la Conselleria
de Cultura.
El resultado del trabajo de campo ha permitido la documentación exhaustiva de uno de los mayores asentamientos rurales de época romana excavados hasta el momento, del que este libro es no más que el punto de partida de una investigación que no pretendemos finalizar con esta monografía. Uno de los objetivos iniciales de esta intervención arqueológica era poder hacer partícipe a la comunidad científica de los resultados arqueológicos en un tiempo razonable.
La magnitud del proyecto, ha dado la oportunidad, no solo de realizar la excavación del área o núcleo central de la
villa romana de Els Alters, si no también de desarrollar nuevos medios aplicados a la arqueología. Dentro de estos
medios, el uso y la experimentación con herramientas no convencionales destinadas a la mejora de la capacidad
de documentar e interpretar a posteriori el registro arqueológico, supone uno de los campos de trabajo aplicados.
Es por esta razón que en la presente monografía, además de las aportaciones científicas del proyecto, se presentan
distintos trabajos cuyos resultados valoramos como muy positivos dentro del conjunto de la intervención. El uso de
la técnica GPR, como método de registro no destructivo, o el levantamiento fotogramétrico de la Villa, abren una
perspectiva diferente a la hora de planificar y gestionar intervenciones de características similares a la nuestra.
Por otro lado, la puesta en marcha de estudios y trabajos interdisciplinares pretenden completar el estudio del medio
natural y así poder entender la Villa romana dentro de su ámbito de ocupación y comprender un poco mejor la manera
de vivir de nuestros antepasados y quizás poder aprender algo más de Rodine, sierva de Publio Cornelio Iuniani.
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LA VILLA
DE
CORNELIVS
(L'ÈNOVA, VALENCIA)
Rosa Albiach Descals y José L. de Madaria
(coords.)
Textos de
Rosa Albiach, Josep Blasco, Isabel Caruana, Joan Cátala, Rosario Cebrián, Joseph Corell, Sonia De Haro, José L. De Madaria,
Carles Ferrer, Aquilino Gallego, Elisa García, Xavier Gómez, Ricardo González, Celia Guillén, Jordi Juan, Nuria Lledó, Ana Martí,
Estefanía Martí, Antonio Mas, Josep Lluís Pascual, Trinidad Pasíes, Pau Pérez, Manuel Polo, Miquel Rosselló, Antonio Sáez,
Maria D. Sánchez, Alfred Sanchis, Sebastián Varea y David Vizcaíno
Dibujos de
Josep Blasco, David Cardo, Isabel Caruana, Mar Hernández, Juan March, Antonio Sáez y Luis M. Torres
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La edición del presente libro La villa de Cornelius que versa sobre la villa romana de Els
Alters (l'Enova, Valencia) ha sido realizada con motivo de la excavación arqueológica del
año 2004 y su posterior estudio.
Promotor
ENTE PÚBLICO GESTOR DE INFRAESTRUCTURAS FERROVIARIAS G.I.F.
MINISTERIO DE FOMENTO
Constructora
EMPRESA JÁTIVA UTE (PLODER-ROVER ALCISA)
Edición de contenidos
ROSA ALBIACH, AQUILINO GALLEGO y ELISA GARCÍA-PRÓSPER
Equipo técnico
ROSA ALBIACH, PAU ARMENGOL, ISABEL CARUANA, CARLA FLORS, AQUILINO GALLEGO,
ELISA GARCÍA-PRÓSPER, CELIA GUILLÉN, JOSEPH M. OTAL, ANTONIO SÁEZ y DAVID
VIZCAÍNO
Planimetría
JOSEP BLASCO, DAVID CARDO, MAR HERNÁNDEZ, JUAN MARCH y LUIS M. TORRES
Topografía
GLOBAL MEDITERRÁNEA S.L.
Inventario de materiales
ROSA ALBIACH, EVA BRAVO, ISABEL CARUANA, CARLA FLORS, AQUILINO GALLEGO y
ELISA GARCÍA-PRÓSPER
Dibujo de materiales
ISABEL CARUANA, ANTONIO SÁEZ y LUIS M. TORRES
Documentación gráfica
ROSA ALBIACH, PAU ARMENGOL, JOSEP BLASCO, ISABEL CARUANA, JOAN CÁTALA,
ROSARIO CEBRIÁN, JOSEPH CORELL, SONIA DE HARO, JOSÉ LUIS DE MADARIA, CARLES FERRER, AQUILINO GALLEGO, ELISA GARCÍA, XAVIER GÓMEZ, RICARDO GONZÁLEZ,
CELIA GUILLÉN, JORDI JUAN, NURIA LLEDÓ, ANA MARTÍ, ESTEFANÍA MARTÍ, ANTONIO
MAS, JOSEPH M. OTAL, JOSEP LLUÍS PASCUAL, TRINIDAD PASÍES, PAU PÉREZ, MANUEL
POLO, MIQUEL ROSSELLÓ, ANTONIO SÁEZ, Mª DOLORES SÁNCHEZ, ALFRED SANCHIS,
SEBASTIÁN VAREA y DAVID VIZCAÍNO
Agradecimientos
Ente Público Gestor de Infraestructuras Ferroviarias G.I.F.
Dirección General de Patrimonio. Consellería de Cultura
Servei d'Investigació Prehistòrica. Museu de Prehistoria. Diputació de València
Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Valencia
Servicio Arqueológico Municipal de Valencia
Ayuntamiento de L'Enova
Museo de Xàtiva
Servicio de Arqueología del Ayuntamiento de Xàtiva
Servicio Arqueológico Municipal de Alzira
Museu Tèxtil de Tarrassa
Vicent Escriva, Magdalena Monraval, Laurence Krougly, María Barberán, Vicente Berenguer,
Sonia Cañada, Sergio Clemente, Alicia Gimeno, Alejandro Gimeno Sara Gil, Pierre Guerin,
Joaquim Juan Cabanilles, Iván Linares, Nuria Martínez, Helena Ruíz, Chelo Olmos, Herminia
Piquer, Juan Salazar y José Vicente Sendra.
Depósito Legal: V-1912-2006
Imprime: Textos i Imatges, S.A. (Xirivella)
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ÍNDICE DE CONTENIDOS
I / EL PAISAJE Y EL TERRITORIO
I. 1.- La situación de la villa en su entorno. R. Albiach, A. Gallego y E. García-Prósper _________________________13
I. 2.- La geomorfología. C. Ferrer ___________________________________________________________________14
I. 3.- El paisaje vegetal. S. De Haro _________________________________________________________________17
I. 4.- Estudio arqueozoológico. A. Sanchis ____________________________________________________________19
I. 5.- El paisaje y la unidad de producción. R. González Villaescua ________________________________________28
II / LA EVOLUCIÓN DE LA VILLA
II. 1.- La fundación de la villa. R. Albiach, A.Gallego y E. García-Prósper ____________________________________41
II.1.1.- Pars Urbana _________________________________________________________________________42
Zona central y septentrional: peristylum y tablinum ______________________________________________42
Zona meridional: fauces trasero, cubicula, cubiculum y oecus ______________________________________44
Zona oriental: edicula, hortus y la vajilla de época imperial ________________________________________46
Zona occidental: fauces oeste, los baños y los materiales del nivel de fundación ______________________55
II.1.2.- Pars Rustica _________________________________________________________________________58
II.1.2.1.- Identificación de fibras textiles en depósitos de signinum. J. J. Treserres _________________60
II.1.2.2.- La interpretación del proceso de producción del lino y del esparto.
R. Albiach, A. Gallego y E. García-Prósper _________________________________________60
II.1.3.- Pars Fructuaria ______________________________________________________________________61
II.1.4.- La necrópolis ________________________________________________________________________64
II.1.5.- Las inscripciones romanas. J. Corell y X. Gómez ___________________________________________64
II. 2.- Las reformas en la villa. R. Albiach, A. Gallego y E. García-Prósper ___________________________________70
II.2.1.- Pars Urbana ________________________________________________________________________72
Un templete de culto doméstico _____________________________________________________________72
Las reformas en las habitaciones de la zona meridional ___________________________________________74
Las habitaciones del área occidental __________________________________________________________77
El corredor oeste __________________________________________________________________________78
El área termal _____________________________________________________________________________79
II.2.2.- Pars Rustica _________________________________________________________________________81
La construcción de una nueva balsa __________________________________________________________81
II.2.3.- Pars Fructuaria ______________________________________________________________________82
Una ampliación de las estancias en la terraza superior ____________________________________________82
II.2.4.- Los materiales de vidrio. Mª D. Sánchez de Prado _________________________________________86
II.2.5.- El material lapídeo utilizado en el programa decorativo y epigráfico. R.Cebrián __________________93
II.2.6.- Las manufacturas de hueso. J. Ll. Pascual Benito __________________________________________97
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II. 3.- Un cambio de uso en la villa. Perduración R. Albiach, A.Gallego y E. García-Prósper ___________________101
II.3.1.- Pars Urbana _______________________________________________________________________103
Zona central: el patio ______________________________________________________________________103
Zona oriental: el jardín _____________________________________________________________________103
Zona meridional: el pasillo sur, las habitaciones 3, 4, 5 y 6, habitaciones 14 y 15,
el porche y la habitación 12 ________________________________________________________________103
Zona occidental: El corredor oeste, las habitaciones del área occidental y
el área de las antiguas termas ______________________________________________________________105
El incendio ______________________________________________________________________________106
II.3.2.- Pars Rustica ________________________________________________________________________107
Las antiguas balsas de producción ___________________________________________________________107
Una fosa-basurero ________________________________________________________________________107
II.3.3.- Pars Fructuaria _____________________________________________________________________107
II.3.4.- Las cerámicas de los niveles de abandono. M. Rosselló ____________________________________108
II.3.5.-Los hallazgos monetarios. N. Lledó y A. Sáez _____________________________________________113
II. 4.-El abandono de la villa y la ocupación puntual R. Albiach, A.Gallego y E. García-Prósper ________________126
II.4.1.- El fin de la villa _____________________________________________________________________128
El derrumbe de tejados y paredes ___________________________________________________________128
Los silos ________________________________________________________________________________128
Las fosas basurero y zanjas de expolio ________________________________________________________129
La zona de uso agrícola ____________________________________________________________________129
El área de enterramiento ___________________________________________________________________130
II.4.2.- Los testimonios medievales en la zona. J. Cátala _________________________________________131
II.4.3.- La necrópolis islámica. Paleobiología y ritual funerario. M. Polo y E. García-Prósper ______________134
III / TRABAJOS VARIOS Y VALORACIONES
III.1.- El proyecto de excavación y la metodología de trabajo. R. Albiach, A. Gallego y E. García-Prósper _________145
III.2.- Aplicación de la fotogrametría terrestre digital. J. Blasco, S. Varea y P. Pérez __________________________146
III.3.- La aplicación del georradar. A. Mas ____________________________________________________________149
III.4.- Intervenciones de restauración.T. Pasies _______________________________________________________151
III.5.- Materiales restaurados en laboratorio. A. Martí y E. Martí __________________________________________152
III.6.- Intervención arqueológica en el Estribo 1 UIC. C. Guillén _________________________________________154
III.7.- Síntesis y valoración de la villa de Cornelius. R. Albiach ___________________________________________157
BIBLIOGRAFÍA ___________________________________________________________________________________163
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I. 1.- LA SITUACIÓN DE LA VILLA EN SU ENTORNO
Rosa Albiach Descals. Servei d'Investigació Prehistórica. Museu de Prehistòria. Diputació de Valencia.
Aquilino Gallego Úbeda. Arqueólogo.
Elisa García-Prósper. Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana.
Cuando el fundador de la villa decidió construir su hacienda lo hizo contemplando una serie de criterios paisajísticos, estratégicos y económicos fundamentalmente. Escogió una amplia extensión de terreno que comprendía abundantes tierras aptas para
el cultivo con un área montañosa rica en flora, fauna y recursos hídricos, además de salubre y resguardada de los vientos, tal
como aconsejaba Marco Terencio Varrón (116-27 aC) en su libro Rerum rusticarum I, 11-13 que habían de ser las condiciones
ante la elección de un paraje apto para una villa.
Esta propiedad le garantizaba la explotación y disfrute de una amplia área a escasas millas de la ciudad de Saetabis, actual Játiva,
además de cierta próximidad a la Via Augusta que permitía estar conectado con el principal enlace comercial y cultural de Hispania, que unía Roma con Gades (Cádiz) por la costa.
En la suave pendiente ofrecida por la ladera de un cerro erigió la villa dotándola de pars urbana, pars rustica y pars fructuaria, como describía en el siglo I dC Lucius Iunius Moderatus Columella (De res rustica, I, 4, VI) que debía ser una villa. Proyectó la construcción de una gran residencia de planta itálica con unas instalaciones para el procesado del lino y unas dependencias para alojar a los libertos y esclavos así como cella para el almacenaje y las tareas agropecuarias. Fue creada como una gran explotación
además de ser un lugar donde él y su familia tuvieron una residencia temporal, acogieron a sus visitas y atendieron a la clientela.
Vista aérea de la villa de Cornelius y su entorno
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Alrededor de este fundus había centenares de metros de terreno conformados por un glacis de poca pendiente con depósitos
sedimentarios de limos, arcillas y arenas que crearon unos suelos de fondo aptos para la plantación. Este espacio quedaba libre del riesgo de inundación y disponía de buenas condiciones climáticas tanto de insolación como de ausencia de heladas
así como de recursos hídricos superficiales y subterráneos, documentados por el hallazgo de un pozo.
El resto de su propiedad, ager, abarcaba una zona montañosa con bosque para la caza donde había ciervos, corzos, jabalíes,
cabras hispánicas y aves silvestres, además de la existencia de caballos y perros para la ayuda en las cacerías. También había
zonas de pasto para ganado de explotación agropecuaria como bóvidos, ovicápridos y cerdos. La vegetación dominante de
este territorio era el carrascal, predominando en las zonas más altas de las sierras el pino negro y el roble, lo que nos indica la
existencia de unas temperaturas más frescas así como unas condiciones de humedad ambiental y precipitaciones más elevadas que las actuales. Los lugares más próximos a los lechos de los ríos estarían ocupados por una llanura fértil con alamedas,
fresnos y olmos.
Esta propiedad quedaba integrada dentro de una estructura agraria centuriada que tenía una orientación aproximada a NG-36ºE con un valor
métrico del módulo de 710 m. Se encontraba en una de las cuadrículas
centuriales y en la prolongación del mismo decumano que la necrópolis
de Les Foies (Manuel) datada entre mediados del siglo II e inicios del III.
Los antecedentes de ocupación y hábitat en el lugar donde se situó
esta villa se remontan a época ibérica. En un pequeño altozano situado al suroeste de la villa durante las prospecciones previas a la excavación de esta villa se hallaron materiales cerámicos pertenecientes a la
Época Ibérica.
La situación estratégica de Saetabis, entre la costa y el interior, ya desde
época ibérica como Saiti le permitió ser un importante centro de administración que además acuñaba moneda. Los romanos la ocuparon y
establecieron aquí uno de sus lugares de control y gobierno territorial. El
auge económico de la ciudad, con derecho latino, fue muy próspero ya
desde los primeros años de ocupación, y la calidad de sus producciones
de lino fue renombrada ya por Catulo (XII, 14) en la primera mitad del
siglo I a.C. porque servía para fabricar telas sumamente apreciadas. Su
ubicación junto a la Via Augusta y la obtención del estatuto de municipio romano no hicieron más que acrecentar esta óptima situación, viéndose ampliada también a su territorium. En este sentido, la villa de Els
Alters fue creada en el siglo I dC en clara relación con una creciente demanda del lino que estaba favorecida por la amplia red de comunicaciones con mercados ya consolidados y otros nuevos que ayudaban a la
comercialización de la gran producción que de ella se obtenía.
Mapa de las tierras valencianas con la situación de la villa según el libro
Romans i visigots.
I. 2.- LA GEOMORFOLOGÍA
Carles Ferrer. Servei d'Investigació Prehistòrica. Museu de Prehistòria Diputació de València
INTRODUCCIÓN
El yacimiento arqueológico de la villa romana de Els Alters se encuentra situado en el término municipal de L'Ènova (0º 28' 24''W
– 39º 2' 31''N), a los pies de un promontorio de muy baja altura que mira desde poniente al Pla de Rafelguaraf, valle anexo a la
Ribera Alta que drena el Barranc de Bartxeta. Los relieves junto a los que se halla forman parte de la orla montañosa que delimita
la Ribera por el sur, frontera natural con la Costera que muy cerca de aquí atraviesa el río Albaida para acceder a la cuenca del Xúquer, formando un paso que es clave en las comunicaciones norte/sur de las comarcas centrales valencianas desde época antigua.
EL MARCO TECTÓNICO Y GEOMORFOLÓGICO
La Ribera Alta, enclavada en el extremo más meridional de las estructuras tectónicas ibéricas y cerca de la zona de contacto con
el Prebético, está constituida por la depresión de la cuenca baja del río Xúquer y rodeada de un relieve montañoso compuesto
principalmente de materiales cretácicos, elevados y plegados durante los esfuerzos compresivos antetortonianos (IGME, 1982).
Al sur, estos relieves están constituidos por dos grandes unidades litológicas separadas por un eje de fracturación N-S, línea de debilidad remarcada por el paso del Albaida antes citado. En el conjunto montañoso que se extiende a occidente predominan los
afloramientos extrusivos de arcillas y yesos triásicos (Santa Anna y Port de Carcer). El sector oriental, donde se ubica el yacimiento, se caracteriza por la presencia de estructuras anticlinales de baja altitud que forman ejes simples NW-SE. Pliegues formados
por calizas cretácicas a las que se suman, a techo y en contacto discordante, areniscas terciarias. Buen ejemplo de ello son las
montañas que se extienden al SE de Carcaixent y las lomas de L'Ènova-Manuel, que constituyen los flancos, unidos a los relieves
de la Penya Roja, que delimitan el Pla de Rafelguaraf (Foto 1, Fig. 1).
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I. 2.- LA GEOMORFOLOGÍA
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Los relieves inmediatos al yacimiento, que hemos dado
en llamar Serra de L'Ènova-Manuel, están formados por
una línea de cumbres, lomas más o menos redondeadas,
que siguen el eje de orientación ibérica (Fig. 2). Destacan,
de NW a SE, los picos de la Serra de Valiente (128 m),
Creu (100 m), Lloma Redona (183 m) y Pla dels Llosars
(152 m). Esta alineación culmina en el paso del Collado
(110 m), que permite un fácil acceso desde L'Ènova al
municipio de Bartxeta, y sirve de límite entre este conjunto de relieves y el formado por el de la Penya Roja. Junto
a la Creu, muy cerca del yacimiento arqueológico, se abre
otro collado, el del Port del Sapo, que con una altitud de
81 m (30 por encima del llano), facilita la comunicación
entre la Ribera y la plana de Xàtiva.
El Pla de Rafelguaraf está constituido por abanicos y glacis
de edad pliopleistocena para Ruiz (1998) y del Pleistoceno superior para el IGME (Merseguer, 1957). Para nosotros el valle posee formaciones de diversos momentos
del Cuaternario, pero predomina un conjunto de abanicos
aluviales y piedemontes que, por su tono rubefacto y por
el hecho de que en ocasiones muestran la formación de horizontes cálcicos, interpretamos como afectados por procesos edáficos característicos de suelos rojos mediterráneos del Pleistoceno superior. Ello es coherente con lo propuesto por Ibáñez (1992) que al estudiar el nivel de relleno principal del Albaida, coincidente con el del Pla, lo identificó con un nivel G2-T2, que datado en formaciones
edáficas situadas aguas arriba en la misma cuenca, dio como resultado fechas en torno al 100-120 ka de antigüedad (Fumanal y
Carmona, 1995). Estos sedimentos afloran preferentemente en toda la orla sedimentaria que se sitúa a los pies de los relieves principales, especialmente al noreste, donde las montañas alcanzan mayor altitud y forman grandes abanicos; así como en los relieves
aislados de Tossal Nou y Alteró de Giner, donde también se identifican costras cubriendo margas arenosas de color ocre que forman
parte del sustrato geológico terciario y que explican su preservación como lomas en el llano. Desde estos medios, y hasta las partes
más bajas, se han formado glacis holocenos de muy escasa potencia, sobre la formación pleistocena erosionada o/y hundida (subsidencia?), que culminan en cubetas, medios sedimentarios dominados por los aportes fluviales, en ocasiones decantados (Fig. 2).
Foto 1. El Pla de Rafelguaraf con los relieves de Carcaixent al fondo desde el Port del Sapo.
En primer término la vaguada (transformada) que forma un pequeño abanico aluvial al llegar al
valle. Tras los cipreses, a la derecha, se haya la villa de Els Alters, más al fondo se distinguen los
núcleos urbanos de Tossal Nou y Rafelguaraf.
Fig. 1. Esquema geomorfológico del entorno del Pla de Rafelguaraf.
El Pla, drenado por el Barxeta, recibe los aportes procedentes tanto de la Serra de
Manuel-l'Ènova, como los de les Penyes Rojes (a oriente) y los de les Serres situadas al
Este de Carcaixent, de donde proceden los abanicos representados al Noreste.
Fig. 2. Esquema geomorfológico del entorno de Pla Els Alters.
La figura muestra las relaciones del asentamiento con el medio físico inmediato. Los suaves relieves suroccidentales, el piedemonte pleistoceno y los flujos hídricos en el llano.
Los grandes abanicos aluviales que se forman al noreste del valle hacen converger la pendiente hacia el suroeste, junto al núcleo
de Rafelguaraf, en las proximidades del llano ubicado frente a Els Alters (a menos de 2 km), donde el gran colector del valle, el
Barranc de Barxeta, concentra los flujos de varios de sus tributarios principales procedentes del Este (Font del Perelló, Vicentino,
de Guerilla, Barranquet,..).
Los aportes meridionales, procedentes de la Serra de L'Ènova, no son concentrados en el valle, sino que conforman flujos en
manto que se dirigen hacia el norte, hasta alcanzar el cauce del barranco en la partida de Les Marjaletes. Topónimo de gran significación geomorfológica, ya que parece designar un antiguo humedal. Las formaciones edáficas en este espacio son todas de
carácter antropogénico: suelos hidromorfos asociados al cultivo del arroz, que ocultan los rasgos naturales del medio. Ello nos
impide delimitar la superficie del marjal con exactitud. Con todo, podemos proponer que probablemente ocuparía una reducida
área situada por debajo de los 42 m de altitud a occidente de Rafelguaraf.
Desde Rafelguaraf hasta el río Xúquer se extiende el glacis de baja pendiente denominado Castelló-Pobla Llarga (Mateu, 1983). Pero
aquí los flujos hídricos no se dirigen hacia el río, ya que tanto éste como el Albaida presentan un llano de inundación de geometría cón-
I. 2.- LA GEOMORFOLOGÍA
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cava (Mateu, 1980), de modo que se constituyen en barreras para el drenaje que hacen que las escorrentías se dirijan hacia el noreste.
Efectivamente, el Barranc de Barxeta adopta esta dirección, y circula paralelo al Xúquer, actuando como verdadero yazoo que recoge las
escorrentías que no puede absorber (o desborda) el cauce principal (Mateu, 1983), y no desemboca en este río hasta alcanzar Alzira,
una vez atravesados los llanos de Pobla Llarga y Carcaixent.
EL MEDIO FÍSICO INMEDIATO AL
YACIMIENTO
Como ya se ha señalado el yacimiento se ubica en
el piedemonte septentrional de un pequeño promontorio de calizas arenosas del Cretácico (de hasta 60 m por encima del asentamiento). El sustrato
sedimentario está constituido por limos, arcillas y
arenas de color pardo rojizo y pardo anaranjado
que interpretamos como piedemonte del Pleistoceno medio – superior, sobre el que se formó un
suelo durante el Holoceno (Foto 2). Con posterioridad a la fase de ocupación de la villa romana se
depositó un sedimento de rasgos similares, de escasas decenas de centímetros, que sella las estructuras. En cambio lateral hacia poniente y levante se
extienden sendos abanicos aluviales constituidos
por aportes sedimentarios más recientes que se
Foto 2. Sustrato geológico del yacimiento arqueológico. Sobre sedimentos de piedemonte / glacis del pleistoceno
superponen a los pleistocenos, aunque a cotas
(de color rojo intenso) se forma un suelo holoceno (nivel superior de color pardo) sobre el que se asienta la villa.
más bajas ya que los han erosionado en parte. Se
trata de los abanicos del Port del Sapo y de la Lloma del Baladre, que aunque no poseen cauce reconocible en el llano, vierten sus aguas por sendas vaguadas que quedan marcadas por las someras incurvaciones que sigue la acequia
de L'Ènova (Fig. 2). El primero posee una cuenca de muy reducidas dimensiones, de algo más de 1.250 m2. El segundo alcanza los 6
km2 de cuenca y genera flujos superficiales de considerable volumen durante los periodos de lluvias de elevada intensidad horaria.
El contacto de los piedemonte y abanicos con el glacis holoceno en las inmediaciones del yacimiento se produce a través de un
escarpe de origen antrópico (construcción de la acequia Comuna de L'Ènova y de un camino), favorecido por la previa existencia
de una pendiente más pronunciada en la zona de transición.
A los pies del yacimiento se ha identificado este glacis de menor pendiente, constituido por depósitos pleistocenos cubiertos por
una muy somera capa de sedimentos similares pero de edad holocena. Estos fueron aportados por flujos hídricos, preferentemente en manto, poco o nada organizados. Aquí, la presencia en el llano del promontorio del Tossal Nou, provoca que los efímeros flujos hídricos que generan las vertientes se dirijan hacia el norte, y una vez atravesado el pequeño relieve giren hacia el NE,
en dirección a la partida de Les Marjaletes, para desembocar en el Barxeta, atravesando partidas denominadas Secà o Oliveres,
que parecen indicar un dominio edáfico preferentemente seco.
Como ya se ha indicado, los suelos del llano están cubiertos por sedimentos grises depositados en un ambiente reductor (hidromorfo). La geometría de estos depósitos, que forma parte de bancales, nos permite interpretarlos como suelos antropogénicos formados por el desarrollo del cultivo del arroz forzado, y no como suelos formados en un medio encharcado de forma natural, algo
ya observado por Cavanilles (1797, 1997) y Courtot (1970).
LAS CONDICIONES AMBIENTALES DE ÉPOCA ROMANA
Diversas investigaciones llevadas a cabo en las cuencas del Túria y Xúquer ponen en evidencia sus rasgos paleoambientales
y paleohidrológicos durante los últimos milenios. La tendencia general ha sido hacia la acreción y el aluvionamiento en las
cuencas fluviales principales. En la cuenca baja del Túria, Carmona (1990) señala un claro aumento de la actividad sedimentaria del río en época altoimperial, con un incremento de los aportes fluviales, de carácter energético, resultado de inundaciones recurrentes, que modifican la geometría y el medio sedimentario en el que se ubica la ciudad de Valencia. Estos rasgos,
que posiblemente tengan su origen en procesos dinámicos y climáticos iniciados en época ibérica (Ferrer y Blázquez, 1999 y
Ferrer, 2005) perdurarán hasta que en época tardorromana cambie la tendencia dinámica. En este momento se observa la
formación de suelos en los depósitos aluviales, lo que denota el cese del aporte sedimentario, o lo que es lo mismo, una mejora de las condiciones ambientales, especialmente de humedad. Durante el periodo medieval, especialmente a partir de época musulmana se ha documentado un retorno a las condiciones ambientales del cambio de Era, dando lugar a procesos de
aluvionamiento y acreción muy intensos, tanto en la cuenca del Túria como en la del Xúquer (Butzer et al. 1983).
Así pues, debemos pensar en unas condiciones ambientales para época romana similares a las actuales, con distribución de precipitaciones de carácter muy estacional y escorrentías con altos picos pero de carácter efímero. Ello nos lleva a proponer que los
barrancos que nutren el Barxeta permanecerían secos, como hoy, la mayor parte del año, especialmente los más próximos al yacimiento, que apenas poseen cuenca de drenaje. El barranco, con flujo perenne, estaría poco incidido, dado el aporte recurrente
de sedimentos, que procedentes de las vertientes, ocuparían las partes más bajas del llano. Ello pudo favorecer sin duda el mantenimiento del pequeño humedal de Les Marjaletes, que por otro lado poseería carácter estacional, ya que se hallaría sometido
a aterramiento y a importantes fluctuaciones del nivel freático que lo sostenía.
Además de lo dicho, en relación con la cuestión del agua, resultan relevantes dos aspectos: por un lado la proximidad al flujo perenne que
aporta el río Albaida, y por otro el hecho de que el área dispone de importantes recursos hídricos subterráneos, que además de constituir una
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I. 2.- LA GEOMORFOLOGÍA
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probable fuente de agua, explican la presencia del humedal en las proximidades del yacimiento. Como es sabido, la Séquia de L'Ènova, que
parte del assut de Torre d'En Lloris, circula cerca del borde exterior (más bajo) del asentamiento, en el punto de contacto del piedemonte
con el glacis. Se ha propuesto que la citada infraestructura es de origen musulmán (Furió i Martinez, 2000; Sanchís, 1995), aunque es sin duda sugerente su posible relación con el asentamiento romano (Sanchís, 1995). Al respecto es preciso señalar que la citada acequia sigue la
curva de nivel de los 50 m, cortando algunas estructuras de época romana, y que es por tanto posterior al menos en este punto.
Por su parte, el mapa geológico de Alcira (Merseguer, 1957) identifica la existencia de dos acuíferos: uno profundo, sobre areniscas terciarias, y otro en los depósitos cuaternarios. Pozos abiertos en el primer reservorio poseían en 1957 niveles piezométricos de menos de
los 20 metros de profundidad (tres en L'Ènova y tres
en Rafelguaraf). El acuífero superficial detrítico, que se
nutre de las aguas del anterior y de los aportes superficiales de su cuenca, posee niveles muy variables,
tanto en profundidad como en composición. Se explotaba a finales de los años 50 a través de pozos con
niveles de agua situados en torno a los 10 metros de
profundidad (cuatro en Ènova y doce en Rafelguaraf).
Foto 3. Imagen de la zona excavada. En primer término aparece la habitación 16, balsa de decantación y al
fondo el canal que la nutre. Se han documentado en su interior rellenos asociados a flujos hídricos, pero por su
disposición, transversal a la red de drenaje, debe ser interpretado como una acequía o canal antropogénico.
Con todo, no es posible determinar con certeza cual
es el origen del agua utilizada en los procesos productivos de la villa, aunque parece más probable el
uso del agua subterránea. En cambio podemos afirmar que el canal descrito en las excavaciones arqueológicas y que ha sido asociado a las balsas de la
zona de talleres (habitación 16 y siguientes – Foto 3
– ver página 59), se halla totalmente descontextualizado de la red de drenaje local, ya que se orienta
transversalmente a este eje y posee una pendiente
opuesta a la del espacio que ocupa (NW-SE). Se trata pues de un canal claramente antropogénico.
UN COMENTARIO FINAL
El lugar elegido para la construcción de la villa rústica romana no es casual. Un estudio somero del paisaje muestra que se ubica en
un espacio sobreelevado, a umbría de un collado, Port del Sapo, de fácil acceso (menos de 30 m de desnivel) que comunica la comarca de la Ribera con la Costera. No lo encontramos inmediatamente a la salida de este paso, ocupada por un abanico aluvial
activo durante el Holoceno y que se asocia a las barranqueras que descienden por este sector, sino en un espacio libre del riesgo
de inundación, entre este abanico y el que construyen los barrancos procedentes de la Lloma del Baladre, más potente, a levante.
Un criterio determinante para la localización del asentamiento parece haber estado en el aprovechamiento agrario de este sector
del Valle de Rafelguaraf, en relación tal vez con la disponibilidad de importantes recursos hídricos subterráneos. La selección del
piedemonte para construir las estructuras de habitación y talleres, además de liberar los suelos de fondo de valle más adecuados
para el cultivo y de estar exento del riesgo de inundación, tiene unas claras connotaciones de carácter bioclimático. No hemos
realizado un estudio de este tipo, que exigiría un análisis prolongado de las condiciones microclimáticas de este espacio, pero
podemos plantearnos la existencia de unas condiciones microambientales óptimas, con buenas condiciones de insolación y ausencia de riesgo de heladas derivadas de las típicas inversiones térmicas de valle invernales.
I. 3.- EL PAISAJE VEGETAL
Sonia de Haro Pozo. Universitat de València
Para conocer el paisaje vegetal del entorno de la villa romana de Els Alters se ha procedido a analizar y a identificar los restos de carbón
vegetal que se han recuperado durante el proceso excavación del yacimiento arqueológico. Ello es posible ya que la combustión de la
madera no destruye totalmente su estructura interna, sino que suele quedar el trazo de los distintos tipos de células que la componen, las cuales son la clave para la identificación vegetal a nivel de familia, género o especie de cada fragmento de carbón analizado.
LAS MUESTRAS ANTRACOLÓGICAS
La recuperación de las muestras de carbón para su posterior análisis es de vital importancia para obtener resultados fiables y con
ello una buena interpretación. En la villa romana de Els Alters se ha utilizado para la recuperación del material antracológico la
técnica del tamizado en seco con tamices de maya de 2 mm. En total se han analizado 539 fragmentos de carbón recuperados
en las siguientes unidades estratigráficas:
SECTOR A: 1024/ A, 1079/A, 1178, 1258/A, 1592.
SECTOR B: 1004/B, 1164/HB 16, 1285/HB 10b, 1299 corredor sur, 1412, 1146
SECTOR C: 1004, 1144, 1146, 1208, 1210, 1342, 1344, 1344/HB 6 hogar, 1341, 1316, donde las UE 1004 y 1208 corresponden a niveles de destrucción, las UE 1144, 1342 y 1344 pertenecen a niveles de ocupación y las UE 1146, 1316 y 1341
forman parte de niveles de relleno.
I. 3.- EL PAISAJE VEGETAL
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LA IDENTIFICACIÓN DE LAS MUESTRAS
Para poder realizar la identificación vegetal, cada fragmento de carbón se ha fracturado con los dedos en tres planos (transversal, longitudinal tangencial y longitudinal radial) y se han examinado directamente en un microscopio óptico de reflexión, pudiéndose observar así las características anatómicas que lo definen.
En este caso se han identificado 7 taxones que pertenecen a diferentes formaciones vegetales:
· Pinus nigra- Pinus sylvestris (Pino negro y/o Pino silvestre). Las características anatómicas de estas dos especies son prácticamente idénticas y aunque se han realizado numerosos estudios sobre su anatomía, hoy por hoy a través del microscopio es
muy difícil diferenciarlas.
El pino negro forma pinares en zonas mesomediterraneas entre los 500 y los 1000m El pino silvestre vive en zonas supramediterráneas por en cima de los 800 m .
· Quercus sp. caducifolio (roble/quejigo). Los Quercus caducifolios se pueden diferenciar fácilmente de los Quercus de hoja perenne, aunque afinar la identificación a nivel de especie es muy difícil ya que las características anatómicas de estas son muy parecidas.
· Juglans sp.(noguera) que pertenecen al bosque caducifolio
· Quercus sp. perennifolio (Encina, Carrasca, Coscoja, Alcornoque). El mismo problema de identificación que tienen los pinos de
montaña, existe entre algunas especies del género Quercus.. Este es un obstáculo importante ya que son especies determinantes en la dinámica de la vegetación mediterránea, que el antracoanálisis todavía no ha podido resolver.
· Juniperus sp.(Enebro). Los enebros y sabinas (Juniperus sp.) pueden crecer en el piso termomediterráneo si se trata del la
especie Juniperus oxicedrus o Juniperus phernicea o en pisos mesomediterráneos o incluso supramediterráneos si se trata de
la especie Juniperus communis, Juniperus thurifera o o Juniperus sabina..Para su identificación se toma como referencia el
número de células de los radios leñosos.
· Pinus halepensis (Pino blanco). El pino blanco es una de las especies más abundantes en la mayor parte del territorio valenciano en toda Maquia / garriga termomediterrània,
· Ulmus sp.(olmo). El olmo crece de forma aislada o formando olmedas en lugares húmedos como en bordes de barrancos o
en las proximidades del cursos de agua permanente.
· Ceratonia silicua (Algarrobo) Crece en terrenos soleados, secos y pedregosos en altitudes inferiores a los 500 m formando
parte de matorrales y maquias. Cultivado como especie frutal
· Olea europaea (Olivo/ Acebuche/Acebuche). El Acebuche es una planta que vive en el piso termomediterráneo que forma
parte de la maquia litoral. Su variedad cultivada tiene una mayor expansión debido a su cultivo.
RESULTADOS CUALITATIVOS Y CUANTITATIVOS
Para la cuantificación de las muestras de carbón se ha utilizado el números de fragmentos identificados de cada taxón.
Si tenemos en cuenta los resultados cualitativos podemos apreciar en las Tablas 1, 2 y 3 que en el sector A el taxón más
representativo es el Olivo/ Acebuche y Quercus sp.perennifolio. En el sector B el taxón más abundante es el enebro, Quercus
sp. perennifolio, aunque también destaca la representación del Quercus sp. Caducifolio y en el sector C, más heterogéneo
en cuanto resultados cuantitativos destacan el Juniperus sp. y Quercus sp. Perennifolio.
Los resultados cuantitativos del análisis aún nos pueden dar más información. Aunque hay que tener en cuenta en este caso que
tanto en el sector A como en el sector B las muestras de carbón son insuficientes para poder interpretar los resultados cuantitativos
obtenidos, aunque si hay que decir que a nivel cualitativo en el sector A destaca los 9 fragmentos identificados en la UE 1024 de
nogal (Juglans sp.). En el sector B todas las UUEE han dado un resultado monoespecifico, destacando Quercus sp.perennifolio de
la UE 1412, los fragmentos de Juniperus sp. en las UUEE 1285 y 1299, y los dos fragmentos de Pinus halepensis de la UE 1164.
El sector C, además de haberse analizado un número mayor de fragmentos de carbón, también se han identificado un número
mayor de taxones. Destaca sobre todo los fragmentos de carbón de enebro en las UE 1004, 1144, 1208, 1342 y 1344 y los
fragmentos de carbón de Quercus sp. caducifolio y de Quercus perennifolio de las UE 1004 y 1146. El Olivo/ Acebuche aparece representada en las UE 1146, 1316 y 1341. En la UE 1440 hay que mencionar la identificación de Olmo (Ulmus sp.)
En la UE 1344 se han recuperado 49 fragmentos de carbones concentrados en un hogar. El último fuego que se encendió en
la estructura fue con madera de pino negro y / o pino silvestre.
Els Alters (Sector A)
Taxones/ UUEE
1024
Juglans sp.
Olea europaea
1079
1258
1592
6
1
1178
3
1
Els Alters (Sector B)
9
Pinus halepensis
3
Pinus nigra- Pinus sylvestris
2
Total fragmentos
12
6
3
1
I. 3.- EL PAISAJE VEGETAL
1299
1
3
1
1412
2
Quercus sp. perennifolio
Tabla 1: Resultados del análisis antracológico de Els Alters (Serctor A), donde se relaciona
el número de fragmentos identificados en cada UE con los taxones identificados.
18
1164
1285
3
Pinus halepensis
1
5
1004
Juniperus sp.
2
Quercus sp. perennifolio
Taxones/ UUEE
1
Total fragmentos
1
8
2
8
Tabla 2: Resultados del análisis antracológico de Els Alters (Serctor B), donde se relaciona
el número de fragmentos identificados en cada UE con los taxones identificados.
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Els Alters (Sector C)
1004
1144
1146
1208
1210
Juniperus sp.
1316
1341
12
1342
1344
56
1344hogar
1440
49
Ceratonia siliqua
5
69
2
49
13
1
11
10
Olea europaea
23
33
Pinus halepensis
Pinus nigra- Pinus sylvestris
Quercus caducifolio
100
53
Quercus perennifolio
1
5
60
112
15
144
1
1
Ulmus sp.
Total fragmentos
11
23
1
13
6
56
69
Tabla 3: Resultados del análisis antracológico de Els Alters (Serctor C), donde se relaciona el número de fragmentos identificados en cada UE con los taxones identificados.
INTERPRETACIÓN DE LOS RESULTADOS
En primer lugar los resultados del análisis que se ha realizado a los fragmentos recuperados al yacimiento arqueológico Els
Alters ofrecen información etnobotánica , ya que algunas de las UUEE analizadas del sector C forman parte de niveles de
derrumbe como la UE 1004 y 1208 donde abundan los fragmentos de carbón de Enebro (Juniperus sp.), Quercus sp.
Caducifolio (roble, quejigo). Por lo que es muy probable que estas maderas se utilizaran utilizada en la construcción de edificios. Por otra parte, en los niveles de ocupación en el sector C, se han identificado Quercus sp.perennifolio y Enebro. En los
niveles de relleno destaca la identificación de olivo / acebuche y algarrobo, que no aparecen ni en los niveles de destrucción
ni en los niveles de ocupación.
Aunque el número de carbones analizados en los niveles de ocupación en el conjunto de la villa todavía es insuficiente para realizar una interpretación ecológica, si que es cierto que los taxones identificados dan indicios sobre el paisaje vegetal de la zona.
La mayor parte de los taxones identificados pertenecen a la serie Rubio longifoliae-Querceto rotundifoliae-sigmentum caracterizada por formar en su etapa madura bosques densos con un estrato arbóreo dominado por la carrasca, acompañada en el estrato arbustivo por la coscoja y por enebro. Según los resultados la formación vegetal dominante de este territorio seria un carrascal , ya que Quercus sp. perennifolio (carrasca, coscoja, alcornoque) es uno de los taxons mejor representado entre las distintas
UUEE analizadas. A pesar de eso, la presencia de enebros en niveles de ocupación nos indica que este carrascal no se encuentra en su etapa madura si no que presenta una cierta degradación.
La identificación de taxones que en conjunto pertenecerían a un paisaje de maquia o garriga como Pinus halepensis (Pino blanco), nos hace pensar que existirían zonas donde ya se havia acomodado una vegetación que formaría parte de una etapa sustitutiva de la vegetación potencial, probablemente como consecuencia de la acción humana,
La identificación del taxón Pinus nigra-Pinus sylvestris, nos indica que a las cotas más altas de las sierras que limitan esta comarca donde ya predomina el piso mesomediterráneo, la formación vegetal predominado seria un pinar con un estrato arbóreo
dominado por el pino negro.
A las sombras de estas mismas montañas se formaría un bosque caducifolio como lo demuestra los fragmentos de carbón identificados de Quercus caducifolio (Roble), que nos indican que en estos sitios habían unas temperaturas frías y unas condiciones
de humedad ambiental y precipitaciones elevadas.
El río Júcar, es el principal eje de la red de drenaje de la comarca de la Ribera Alta, además de los numerosos barrancos y ramblas característicos de los paisajes mediterráneos. a los lugares más próximos al lecho del río estaría ocupada por una llanura fértil ocupada por alamedas y fresnos y olmos.
Esperamos que en próximas campañas arqueológicas se recuperen las muestras necesarias de carbón vegetal para poder
continuar esta investigación y completar la los resultados tanto en el campo de la etnobotànica como en el campo ecológico propiamente dicho.
I. 4. ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO
Alfred Sanchis Serra. Servei d'Investigació Prehistòrica (Gabinet de Fauna Quaternària). Museu de Prehistòria.
Diputació de València.
La excavación arqueológica llevada a cabo en la villa romana de Els Alters ha deparado un importante conjunto de efectivos faunísticos. Contamos con restos a lo largo de toda la secuencia, siendo destacados en la fase Romano-imperial (siglos I y II dC) y
sobre todo en momentos tardo-antiguos (siglos IV al VI dC).
Estas acumulaciones óseas, al situarse en un medio rural, además de aportarnos información sobre las prácticas alimenticias de
los pobladores de la villa (propietarios y trabajadores), nos hablan del modelo pecuario desarrollado en el fundus, así como del
aprovechamiento del entorno natural circundante a través de prácticas cinegéticas, la recolección de moluscos y la pesca. Otros
materiales ponen de manifiesto la existencia de circuitos comerciales entre la costa y la propia villa.
I. 4.- ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO
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Los conjuntos presentan un origen deposicional variado, apareciendo contenidos en rellenos de fosas y silos -que actúan como
vertederos domésticos-, en la preparación de algunos pavimentos y sobre todo formando parte de niveles de amortización,
correspondiendo en este último caso a acopios de sedimentos procedentes de zonas cercanas, lo que explica la aparición de
animales más o menos completos que rara vez son consumidos (caballos, perros, etc.) y que con frecuencia se entierran en el
exterior de la zona de hábitat.
Debido a las limitaciones de espacio, dado el carácter colectivo de la obra, los datos se presentan de forma global, aunque nuestra intención es darlos a conocer de manera exhaustiva en una próxima publicación.
METODOLOGÍA
La aparición de huesos de reducidas dimensiones así como de pequeños mamíferos, en la fase de clasificación, ponen de manifiesto el carácter fiable de la muestra, relativizando una posible conservación diferencial de la misma. Este hecho puede resultar
positivo a la hora de minimizar la pérdida tafonómica a la ejercida, tan sólo, por la mano del hombre, antes (procesado carnicero), durante y con posterioridad al enterramiento de los restos. Del mismo modo, es fundamental valorar el papel ejercido por
perros y roedores sobre los desechos de consumo antrópicos.
Los materiales tienen en general un estado de conservación bastante bueno, presentando en pocos casos señales de carbonatación debido al contacto con el agua, o de corrosión, producida por la acción de los ácidos contenidos en las raíces de las plantas. La acción directa del fuego representa una parte poco importante sobre el total del conjunto analizado, lo que implica una
mejor conservación del depósito original.
Se ha seguido la metodología habitual durante la fase de clasificación de los materiales, estableciendo atribuciones a la categoría de especie, zona anatómica y lado corporal a través de las zonas de diagnóstico correspondientes, llegando en caso contrario, a la asignación de género o familia (Morales, 1988). Se han utilizado para tal fin las colecciones de referencia del Museo
de Prehistoria de la Diputación de Valencia, depositadas en su Gabinet de Fauna Quaternària. Los elementos no identificados
corresponden a esquirlas de pequeño tamaño pertenecientes a fragmentos de diáfisis y a cuerpos de costillas, todos ellos de
difícil asignación. Fuera de los indeterminados, hemos creado dos categorías: macromamíferos y mesomamíferos, donde quedan agrupados aquellos restos de imposible determinación específica con un tamaño apreciable. Los équidos han podido ser
clasificados cuando hemos hallado denticiones o huesos largos completos, y en caso contrario sus restos se han agrupado bajo
la nomenclatura Equus sp. En los ovicaprinos, un gran número de denticiones de adultos han formado parte del grupo genérico, mientras que una proporción menor del total sí que ha sido asignada a las ovejas y cabras (Boessneck, 1980). En este
sentido, la presencia de la cabra montés ha dificultado aun más la tarea. En los suidos, el problema se ha centrado en la diferenciación entre la forma doméstica (Sus domesticus) y la silvestre (Sus scrofa), sobre todo en una muestra tan fracturada.
Pensamos que la mayoría de restos corresponden al cerdo, pero muchos nos plantean dudas. Por ello, preferimos incluirlos en
la categoría Sus sp.
La cuantificación de los materiales se ha realizado estableciendo el número de restos (NR) y el número mínimo de individuos
(NMI), obteniendo porcentajes de cada uno de ellos (Klein y Cruz-Uribe, 1984). Para el cálculo de éste último se han utilizado
principalmente las denticiones, completando los datos con el estudio del esqueleto postcraneal, correspondiendo al hueso más
representado de cada especie separado por lados corporales. La edad, el tamaño o el sexo de los individuos ha completado su
número.
El establecimiento de las edades de muerte es un tema básico a la hora de estudiar la gestión de los recursos faunísticos. Para
ello, se han tenido en cuenta las secuencias de erupción dental y el grado de desgaste de las mismas, así como el estudio de
la fusión epifisaria (Silver, 1980), adoptando según el caso la metodología correspondiente (Mariezkurrena, 1983; Purdue, 1983;
Noddle, 1974; Payne, 1973; 1982; Bull y Payne, 1982; Tomé y Vigne, 2003). Se ha seguido la propuesta de Morales y Liesau
(1995), sintetizada recientemente por Fernández (2003) en su trabajo sobre la Galicia romana, a la hora de convertir los datos
referentes a las edades en cohortes.
Los restos de fauna pueden tener orígenes distintos, perteneciendo, por tanto, a diversos grupos tafonómicos. Para la conformación de estos últimos se ha seguido a Gautier (1987), atendiendo al estado de conservación de los restos, su representatividad
anatómica y sus contextos estratigráficos. Se han establecido tres grandes grupos: los restos de consumo antrópico, las evidencias de manufacturas y los restos de esqueletos parciales o completos. Entre éstos, la presencia/ausencia de ciertos elementos
esqueléticos nos puede informar acerca de aspectos relacionados con el procesado carnicero o en general con todos los procesos de actuación humana.
Los conjuntos faunísticos relacionados con la alimentación humana, con frecuencia, presentan alteraciones de desarticulación,
descarnado, fracturas y señales de fuego. En este sentido, las propuestas de Binford (1981) o Blasco (1982) nos han permitido estudiar los huesos afectados por la acción de agentes pre y postdeposicionales.
La biometría se ha vuelto imprescindible a la hora de realizar comparaciones entre especies similares en diferentes fases o bien
para sexar a los individuos determinados. Se ha seguido el método de A. von D. Driesch (1976). Otro aspecto relacionado con
la caracterización de las cabañas ganaderas, es la estimación de la altura en la cruz de los ejemplares, para ver si se producen
variaciones en sus tamaños en diferentes períodos, tratándose de cambios vinculados a posibles mejoras en las técnicas de control de las poblaciones para incrementar su rentabilidad económica. Numerosos investigadores han elaborado métodos de cálculo de las alturas de los animales a través del empleo de factores, destacando los de Teichert (1969; 1975) para el ganado
ovino y porcino; los de Schramm (1967) para el caprino; los de Matolcsi (1970) para el bovino; los de Kieselwalter (1888) para
el equino; los de Harcourt (1974) y Clark (1995) para los perros, y los de Godynicki (1965) para el ciervo.
La estimación del sexo resulta difícil, sobre todo cuando la muestra está lo suficientemente fragmentada, como es el caso. En su
determinación lo ideal es combinar los criterios métricos y morfológicos (Chaix y Méniel, 2001).
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I. 4.- ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO
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ESTUDIO DE LAS ESPECIES Y VALORACIÓN DE SU IMPORTANCIA RELATIVA
Fase Romano-imperial. La muestra está formada por un total de 850 restos, de los que 772 pertenecen a especies de vertebrados y 78 a especies malacológicas. En la fauna de vertebrados, el porcentaje de restos identificados es del 51,93%,
mientras que el de indeterminados llega hasta el 33,03%. El grupo de macro/meso alcanza el 15,01%. Observamos el predominio absoluto de las especies domésticas (45,46% según NR y 81,65% según el NMI) sobre las silvestres (6,47/18,34).
Especies de vertebrados
NR (%)
NMI (%)
Equus caballus
6 (0,77)
1 (0,91)
Equus sp.
2 (0,25)
1 (0,91)
Equus asinus
12 (1,55)
2 (1,83)
71 (9,19)
11 (10,09)
152 (19,68)
28 (25,68)
Ovicaprino
73 (9,45)
23 (21,10)
Ovis aries
8 (1,03)
5 (4,58)
Capra hircus
19 (2,46)
10 (9,17)
Oryctolagus cuniculus
4 (0,51)
4 (3,66)
Gallus gallus
3 (0,38)
3 (2,75)
Canis familiaris
1 (0,12)
1 (0,91)
351 (45,46)
89 (81,65)
Rumina decollata
12 (15,38)
Cervus elaphus
40 (5,18)
11 (10,09)
Otala punctata
16 (20,51)
Capreolus capreolus
1 (0,12)
1 (0,91)
Cryptomphalus aspersus
14 (17,94)
Capra pyrenaica
2 (0,25)
2 (1,83)
Iberus alonensis
Vulpes vulpes
1 (0,12)
1 (0,91)
Total gasterópodos terrestres
44 (56,41)
Bos taurus
Sus sp.
Total domésticos
Especies malacológicas
NR (%)
2 (2,56)
Meles meles
1 (0,12)
1 (0,91)
Glycymeris violascens
13 (16,66)
Ansaridae
2 (0,25)
2 (1,83)
Ostrea edulis
8 (10,25)
Avifauna indeterminada
2 (0,25)
1 (0,91)
Cerastoderma edule
2 (2,56)
Mauremys caspica
1 (0,12)
1 (0,91)
Acanthocardia tuberculata
2 (2,56)
Total silvestres
50 (6,47)
20 (18,34)
Pecten maximus
1 (1,28)
Macromamífero indet.
30 (3,88)
-
Spondylus gaederopus
Mesomamífero indet.
86 (11,13)
-
Total bivalvos marinos
255 (33,03)
-
Indeterminados
2 (2,56)
772 (100)
109 (100)
Total
78 (100)
Indeterminados
Total
Tab. 1. Fase Romano-imperial. Distribución de las especies de vertebrados según el NR, el
NMI y sus porcentajes relativos.
6 (7,69)
32 (41,02)
Tab. 2. Fase Romano-imperial. Distribución de las especies malacológicas según el NR y sus porcentajes relativos.
La especie mejor representada, según el NR, es el cerdo (19,68), seguido de las ovejas y cabras, que junto a los ovicaprinos indefinidos representan el 12,95%. Se confirma durante esta fase un mayor número de cabras que de ovejas, manteniéndose una proporción de 2/1 a favor de las primeras. Por detrás, se sitúan los bovinos (9,19%) y los ciervos (5,18%). La presencia de otras especies
domésticas es más bien marginal y esporádica (equinos, gallinas, pollos, conejos y perros). Algo parecido ocurre con el resto de especies silvestres distintas al ciervo, como el corzo, la cabra montés, el zorro, el tejón, el galápago leproso y algunas aves no identificadas.
La lectura del NMI matiza algunas cosas. Así, la suma de los individuos indentificados de cabras, ovejas y ovicaprinos en general (34,85%), supera al de los cerdos (25,68%), y reafirma la mayor importancia de las cabras (9,17%) respecto a las ovejas
(4,58%). Esto pone de manifiesto cierta igualdad en la presencia de ambas cabañas (ovicaprinos y cerdos). Bovinos y ciervos
adquieren total paridad como tercer grupo representado.
Entre los restos malacológicos se constata la presencia de gasterópodos terrestres y de bivalvos de origen marino, con valores generales muy próximos, aunque con cierta preponderancia para los primeros. Entre los gasterópodos destaca Otala punctata (20,51%) y en
segundo término Cryptomphalus aspersus (17,94%). En tercer lugar aparece Rumina decollata (15,38%). Entre los restos marinos, es
de mencionar la presencia de Glycymeris violascens (16,66%), de Ostrea edulis (10,25%) y de Spondylus gaederopus (7,69%).
Fase Tardo-antigua. La muestra la conforman un total de 7274 restos, de los que 6800 pertenecen a especies de vertebrados y 474 a especies malacológicas. La fauna de vertebrados presenta un porcentaje de restos identificados del
49,84%, con un 31,55% de indeterminados, y un 18,55% del grupo de macro/meso.
Durante esta fase, los restos de especies domésticas continúan siendo los más importantes (80,54% según el NMI, y algo
menores atendiendo al NR). Según este último parámetro, los ovicaprinos junto a las ovejas y cabras determinadas representan el grupo más importante (15,34%), con los suidos en segundo término (8,89%), pero con valores muy próximos
a los de los ciervos (8,45%), que ocupan el tercer lugar. A continuación los bovinos (7,86%).
Según el NMI, el grupo de los ovicaprinos (20,93%) de nuevo presenta un mayor porcentaje de cabras (7,20%) que de
ovejas (6,17%), aunque con menores diferencias, con los cerdos por detrás (17,16%), mientras que ciervos (12,24%) y
bovinos (12,12%) se sitúan en tercer puesto con valores muy parejos. Se atestigua una presencia reducida de equinos
(5,36%) y cierta entidad en la de conejos (4,11%), gallos (3,66%) y perros (3,54%). El resto de especies silvestres mantienen unos valores escasos, aunque mostrando una mayor diversificación de sus taxones (lince, gato silvestre, aves, saurios y peces) en relación con la fase precedente.
I. 4.- ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO
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Especies de vertebrados
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Página 22
NR (%)
NMI (%)
Equus caballus
32 (0,47)
12 (1,37)
Equus sp.
59 (0,86)
29 (3,31)
Equus asinus
11 (0,16)
6 (0,68)
Bos taurus
535 (7,86)
106 (12,12)
Sus sp.
605 (8,89)
150 (17,16)
Ovicaprino
791 (11,63)
183 (20,93)
Ovis aries
131 (1,92)
54 (6,17)
Capra hircus
122 (1,79)
63 (7,20)
Oryctolagus cuniculus
85 (1,25)
36 (4,11)
Gallus gallus
78 (1,14)
32 (3,66)
Canis familiaris
184 (2,70)
31 (3,54)
Especies malacológicas
4 (0,05)
2 (0,22)
Rumina decollata
59 (12,44)
2637 (38,77)
704 (80,54)
Otala punctata
160 (33,75)
575 (8,45)
107 (12,24)
Cryptomphalus aspersus
Capreolus capreolus
9 (0,13)
6 (0,68)
Theba pisana
1 (0,22)
Capra pyrenaica
13 (0,19)
9 (1,02)
Iberus alonensis
9 (1,89)
Gallidae
Total domésticos
Cervus elaphus
NR (%)
23 (4,85)
Lepus granatensis
1 (0,01)
1 (0,11)
Total gasterópodos terrestres
Felis silvestris
2 (0,02)
2 (0,22)
Charonia rubicunda
Lynx pardina
1 (0,01)
1 (0,11)
Total gasterópodos marinos
Vulpes vulpes
108 (1,58)
8 (0,91)
Glycymeris violascens
Gyps fulvus
2 (0,02)
2 (0,22)
Ostrea edulis
21 (4,43)
Columbidae
3 (0,04)
3 (0,34)
Acanthocardia tuberculata
17 (3,58)
Alectoris rufa
7 (0,10)
5 (0,57)
Cerastoderma edule
6 (1,26)
Mauremys caspica
3 (0,04)
3 (0,34)
Spondylus gaederopus
1 (0,22)
Lacerta lepida
1 (0,01)
1 (0,11)
Cardites antiquata
1 (0,22)
Avifauna indeterminada
23 (0,33)
16 (1,83)
Cardidae
4 (0,84)
Ictiofauna indeterminada
4 (0,05)
3 (0,34)
Total bivalvos marinos
Corvidae
1 (0,01)
1 (0,11)
Potomida littoralis
4 (0,84)
753 (11,07)
168 (19,22)
Unionidae
3 (0,632)
Total silvestres
252 (53,16)
1 (0,22)
1 (0,22)
148 (31,22)
198 (41,77)
2 (0,02)
2 (0,22)
Total bivalvos dulceacuícolas
7 (1,47)
193 (2,83)
-
Melanopsis tricarinata
1 (0,22)
Mesomamífero indet.
1069 (15,72)
-
Total gasterópodos dulceacuícolas
Indeterminados
2146 (31,55)
-
Indeterminados
13 (2,74)
6800 (100)
874 (100)
Total
474 (100)
Canidae
Macromamífero indet.
Total
Tab. 3. Fase Tardo-antigua. Distribución de las especies de vertebrados según el NR, el
NMI y sus porcentajes relativos.
1 (0,22)
Tab. 4. Fase Tardo-antigua. Distribución de las especies malacológicas según el NR y sus porcentajes relativos.
Por lo que respecta a los moluscos, los gasterópodos terrestres son los más representados (Otala punctata, 33,75%), seguidos por los bivalvos marinos (Glycymeris violascens, 31,22%). Se observa, de nuevo, un gran abanico de especies, sobre
todo por la aparición de los de hábitats dulceacuícolas.
Valoraciones. Los ovicaprinos, los bovinos y los equinos mantienen una representación estable en las dos fases culturales.
Los conejos, los gallos, los perros y los ciervos también, aunque con un pequeño aumento en la tardía. En cambio, los cerdos
experimentan un destacado retroceso en la fase tardo-antigua.
En los moluscos, es importante mencionar el incremento significativo, durante la fase tardía, de Otala punctata
y de Glycymeris violascens, y el descenso, también destacado, de Cryptomphalus aspersus, Ostrea edulis y
Spondylus gaederopus. Otras especies, se mantienen
uniformes aunque con pequeñas variaciones (Rumina
decollata, Iberus alonensis, Acanthocardia tuberculata
y Cerastoderma edule).
Los equinos (Equus caballus, Equus asinus e indefinidos). En general, mantienen una presencia bastante
marginal en la villa. Estas especies no son criadas por su
carne, aunque en ocasiones se aprovechan algunos
individuos, sobre todo aquellos de edad juvenil muertos
por enfermedad o accidente, lo que explica la aparición
de algunos huesos fracturados y de incisiones carniceras sobre ellos. Las marcas de serrado sobre sus restos
nos señalan una posible utilización de los mismos en la
manufactura de algunos elementos. En el caballo, las
alteraciones están más presentes en época Romanoimperial, descendiendo mucho su número en momen-
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I. 4.- ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO
Fig. 1. Partes distales de huesos largos de caballo (metatarso y tibia) que han sido serradas. Tanto
estas zonas, como las diáfisis resultantes, son utilizadas en la elaboración de manufacturas. Els
Alters (fase Romano-imperial).
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tos tardíos. Esta tendencia se invierte en el caso de los asnos, que en momentos imperiales comportan escasos valores, aumentando en época Tardo-antigua. Los huesos con señales de fuego corresponden a elementos anatómicos marginales que fueron
arrojados al fuego (falanges o metapodios). Son mínimos los indicios acerca de la actuación de perros.
Las edades de sacrificio están dominadas por los adultos, con pocos restos de animales más jóvenes, observándose cierta arbitrariedad en la representación de los elementos anatómicos.
De los caballos, tan sólo hemos podido calcular la altura en la cruz de un ejemplar de la fase tardía, con un resultado de 145,18
cm, similar a la de los de la villa italiana de Settefinestre -143,2/146,6 cm- (King, 1985) y a la de los de Vilauba (Girona) –151,8
cm- (Molist, 1999).
Estos animales eran enterrados, en la mayoría de los casos, fuera de las zonas de hábitat. De algunos pocos se aprovechaba su
carne, huesos o piel y la mayoría eran utilizados en la villa para la monta, la carga o el transporte. Ambas especies necesitan
forraje abundante y bastantes cuidados, con pastos amplios.
Los bovinos (Bos taurus). Es la tercera especie más representada en la
fase Romano-imperial, mientras que en época Tardo-antigua, pierde este
puesto a favor del ciervo. Este descenso de la importancia de los bovinos,
contrasta con lo observado en la villa de Vilauba (Molist, 1999), donde
estos animales experimentan un aumento progresivo desde el alto imperio hasta época visigoda. Esto mismo se confirma en la villa del Alto de la
Cárcel (Mariezkurrena y Altuna, 1994). En las villae francesas de SaintPierre-Les-Laurons (Leguilloux, 1989) y de Saint-Michel à la Garde
(Columeau, 1989) los bóvinos son la especie principal.
Las edades de sacrificio de estos animales en la fase imperial, nos hablan
del predominio de los adultos (algunos de los cuales pudieron llegar a la
senectud) y presencia más marginal de animales más jóvenes. Esto se confirma en momentos tardíos.
La estimación de las alturas en la cruz nos informa de la inexistencia de
diferencias de tamaño entre fases, lo que indica cierta estabilidad en los
rebaños. Las hembras con alturas entre 112 y 124 cm, y los machos entre
119 y 131 cm, que cuadran con las de los individuos de la villa del Alto de
la Cárcel (Navarra) –110,5/120,4 cm- (Mariezkurrena y Altuna, 1994), y
con los de Settefinestre –129,71 cm- (King, 1985). Los ejemplares de Els
Alters presentan unas alturas más propias de los morfotipos indígenas, aunque algunos de los más grandes podrían pertenecer a aquellos introducidos por los romanos y que se constatan en otras zonas del imperio
(Fernández, 2003).
Las partes esqueléticas representadas corresponden a restos del procesado carnicero, sin diferencias entre fases, con porcentajes similares de alteración de un período a otro (25%). En época Romano-imperial, se constata una baja fracturación, pero con abundantes señales de incisiones de
desarticulación y descarnado. En momentos tardíos, aumentan las fractuFig. 2. Fragmento distal de húmero de bovino. Algunos animales adulras, produciéndose una intensificación del procesado carnicero, con predotos y seniles, después de dejar de ser útiles como fuerza de trabajo, son
minio de los huesos largos (húmero, fémur, tibia y metapodios), presencia
sacrificados para aprovechar su carne. Els Alters (fase Tardo-antigua).
de elementos craneales y fracturación de vértebras y costillas. La proporción de falanges es baja si la relacionamos con los valores de los huesos
largos, abriendo la posibilidad de que en un primer procesado carnicero
estas partes marginales fueran desechadas en otros lugares. Se han arrojado al fuego aquellos despojos correspondientes a elementos anatómicos marginales y de escaso aprovechamiento alimenticio.
Los bovinos pueden aportar leche, producir terneros, fuerza de tracción, tiro y estiércol. Del mismo modo, después del sacrificio,
se pueden aprovechar las cornamentas, los tendones, las pezuñas, los huesos y la piel. En la villa, los bovinos fueron utilizados
en vida como fuerza de trabajo (tiro) o tracción, y algunos de los cuales, después de dejar de ser útiles, se sacrificaron para aprovechar su carne y otros elementos. Una pequeña parte de la cabaña (juveniles) se destinó para carne.
Los suidos (Sus sp.). Especie principal, junto a los ovicaprinos, durante la fase Romano-imperial. En momentos tardíos desciende su importancia, cediendo su lugar de privilegio a los ovicaprinos. Este modelo se repite en la villa de Vilauba (King, 1988;
Molist, 1999) y en la del Alto de la Cárcel (Mariezkurrena y Altuna, 1994). En las villas romanas de Galicia, los ovicaprinos igualan en representación a los suidos (más del gusto itálico) y normalmente los superan, planteando un sistema alimentario similar al de los núcleos indígenas prerromanos. Fernández vincula este hecho con la identidad de los trabajadores de la villa, que
con toda probabilidad serían indígenas con sus propios gustos culinarios (Fernández, 2003). En cambio, en la villa francesa de
Mountmaurin (S I-IV dC) los cerdos son la especie más consumida (Poulain-Josien, 1983).
Las edades de sacrificio en la fase imperial, están dominadas por los adultos de 2-3 años y también por los subadultos. Los infantiles no están representados. En la fase tardía se repite lo mismo, aunque los juveniles suplantan a los subadultos.
El sexo aporta un NR bajo, aunque hemos confirmado una mayor presencia de machos que de hembras. Sólo disponemos de
un animal donde ha sido calculada la altura en la cruz (91,83 cm) por lo que no podemos observar variaciones en diferentes
etapas. Esta estimación es algo superior a la de los cerdos del Alto de la Cárcel –80,4 cm- (Mariezkurrena y Altuna, 1994), y
coincidente con las máximas de Settefinestre (King, 1985).
I. 4.- ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO
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Los restos esqueléticos nos informan de un procesado carnicero muy intenso en la fase imperial, con pocos huesos largos enteros y gran cantidad de incisiones de descarnado, desarticulación y fragmentación de los paquetes cárnicos, para tratar de conseguir trozos susceptibles de ser cocinados. El mismo modelo se repite en la fase tardía. Son frecuentes los molares, los metapodios y los fragmentos articulares de los huesos largos. En la fase Tardo-antigua observamos un perfil similar. La mayoría de unidades anatómicas aparecen representadas: fragmentos del cráneo y pequeños huesos junto a despojos culinarios (fragmentos
de diáfisis y de epífisis de los huesos largos).
Las alteraciones presentes sobre los huesos de suidos son las que cabe esperar sobre una especie vinculada fundamentalmente a la obtención de carne y derivados. Los valores son bastante uniformes entre la época imperial y la tardía. Las fracturas e incisiones son numerosas, claro ejemplo del procesado carnicero. La aparición de elementos óseos con marcas de
fuego aumenta en momentos tardíos, lo puede hablar de la preferencia de asar la carne a la brasa. Las señales de denticiones de perros sobre los huesos nos indican que con frecuencia actuaban en los basureros o que eran alimentados con los
desperdicios del hombre.
El modelo de explotación de la cabaña porcina se basa en la obtención de carne a través del sacrificio de ejemplares (machos)
de 2-3 años y de subadultos, repitiéndose en la fase posterior, aunque con más juveniles que subadultos.
El cerdo, en un sistema semiextensivo, y por su condición de omnívoro, puede ser alimentado durante gran parte del año con
desperdicios humanos. No resulta costoso su mantenimiento y su alimentación es bastante sencilla.
Los ovicaprinos (Ovis aries, Capra hircus e indefinidos). Es otro de los grupos importantes en la economía de la villa, siendo el más destacado en la fase Romano-imperial. En este período, las cabras doblan en número a las ovejas, panorama que se
mantiene en la fase tardía, aunque reduciéndose las diferencias respecto a momentos anteriores. El entorno de la villa influye,
sin duda, a la hora de mantener una explotación de ovinos o de caprinos. Así, en la villa de Vilauba (Molist, 1999) y en las gallegas (Fernández, 2003) predominan las ovejas.
Las edades de sacrificio de las cabras, en la fase imperial, están dominadas por los adultos de 2-3 años y por cohortes de más
edad. También se constatan los juveniles. En la fase tardía, de nuevo los adultos de 2-3 años destacan, con incremento de los
animales adultos de 3-6 años. Las ovejas, en ambas fases, están representadas por adultos de 2-3 años, mientras que en las
cabras las edades de sacrificio se retrasan (a partir de los 3 años).
La información respecto a la distribución de sexos es bastante parcial. En las ovejas hemos observado la presencia de machos,
aunque esto hay que valorarlo con cierta cautela. Se obtienen datos similares en las cabras.
Las ovejas presentan alturas entre 55,6 y 62,6 cm en la fase Tardo-antigua, muy parecidas a las de los ejemplares del Alto de la
Cárcel –54,5/60,6 cm- (Mariezkurrena y Altuna, 1994), y algo menores que las de Settefinestre –67,7/72,5 cm- (King, 1985).
En la fase imperial contamos con cabras que miden entre los 65 y 71 cm. En época tardía se amplia el número de individuos,
sin producirse variaciones en las tallas respecto a la fase precedente, y predominan, de nuevo, las alturas entre 65 y 70 cm.
Los restos esqueléticos están muy relacionados con un intenso procesado carnicero, visible en ambas fases (con abundancia de
fracturas e incisiones). En la fase Romano-imperial son característicos los elementos aislados, con mayor representación de hemimandíbulas y radios. Las falanges no están representadas y cabe la posibilidad de que estos elementos se depositaran en otros
lugares. En la fase Tardo-antigua gran presencia de hemimandíbulas y de molares, así como de tibias, metapodios, radios y húmeros; valores más bajos para el fémur, mientras que las falanges de nuevo están infrarrepresentadas.
Los valores determinados de fracturas e incisiones responden al aprovechamiento de las cohortes de juveniles y adultos-jóvenes. Los porcentajes son bastante uniformes en todos los períodos, lo que viene a demostrar que una parte de las ovejas y
cabras de la villa son criadas con la intención de obtener carne. Las señales de fuego sobre los restos nos hablan de la forma
de preparación de ésta. Los perros actuaron sobre estos restos en los vertederos.
El modelo de explotación de las ovejas es el mismo en las dos fases: enfocado, por un lado, a la obtención de carne (machos
de 2-3 años) y por otro, a la producción lanera (hembras de más de 5 años). En la cabra los sacrificios se retrasan, por lo que
pensamos que el principal recurso es la producción láctea (leche, queso). Los individuos subadultos y juveniles se destinarían a
producir carne.
El alimento más importante de las ovejas es el pasto natural y los restos de la siega del cereal o de otros cultivos (lino). Las
cabras necesitan menos cuidados y se adaptan mejor a las zonas escarpadas.
Gallos y gallinas (Gallus gallus). Estas aves de corral tienen una reducida presencia en época imperial, aumentando su papel
en la tardía. El grupo de edad dominante es el de los adultos, con mayores valores para los machos. Destacan los huesos largos (tibiotarso, radio, ulna, húmero y tarsometatarso). Las fracturas no están presentes y las incisiones son escasas. Vinculamos
la presencia de estos galliformes a la producción de huevos hasta los 3-4 años. Los machos son sacrificados por su carne.
El perro (Canis familiaris). Adquiere un papel de cierta importancia en la fase tardía, con mayores valores que en la precedente. Destacan los ejemplares adultos, aunque unos cuantos jóvenes están representados y los relacionamos con muertes prematuras o accidentes de caza.
En la villa, durante la fase tardo-antigua, contamos con dos estimaciones (47,7 y 54,7 cm), pudiendo corresponder a dos tipos
de perro. Esta posible diversificación de la especie se confirma en otras villas. En el Alto de la Cárcel aparecen individuos braquimélicos de 27 cm de altura (Mariezkurrena y Altuna, 1994), mientras que en Settefinestre se encuentran representados cuatro
tallas diferentes –38,4, 47,9, 53,3 y 62,2 cm- (King, 1985).
Diferentes elementos esqueléticos aparecen representados, vinculados a enterramientos realizados por el hombre. Estos huesos
presentan pocas alteraciones.
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El perro, en la villa, es utilizado como ayudante en la caza, como mascota, en la
custodia de rebaños, en la protección de los campos contra los ungulados, y su
piel se emplea de forma muy puntual. Estos animales pueden ser alimentados
con las sobras de las comidas.
El ciervo (Cervus elaphus). Especie muy cazada en época imperial y que
aumenta su presencia en la fase tardo-antigua. Este venado se convierte en
el recurso silvestre más importante, destacando en ambas fases los adultos,
con más machos que hembras. En época imperial, observamos un patrón
similar en la villa del Alto de la Cárcel (Mariezkurrena y Altuna, 1994), con un
claro contraste en su fase tardía, cuando la importancia del ciervo disminuye.
En cambio, en Els Alters aumenta respecto a la fase anterior. En otras villas
estudiadas (Vilauba) el ciervo tiene un escaso papel (Molist, 1999).
Respecto a las alturas, sólo tenemos información sobre dos ejemplares de
la fase tardía, con 110 y 116 cm respectivamente. Los ejemplares de
Settefinestre (King, 1985) son algo más grandes –124,7 cm-.
Se denota en la fase Romano-imperial un intenso procesado carnicero, con
representación de gran parte de las unidades anatómicas, todas ellas muy
fragmentadas. Destacan los elementos apendiculares posteriores (tibia y
metatarso). En la fase tardía los valores de los huesos largos son también
los mayores. Éstos presentan fracturas en las zonas articulares y también
sobre la zona media de las diáfisis.
No existen prácticamente variaciones temporales en el tratamiento dado a
los ciervos. Se trata de un animal cazado -en parte- por su carne, por lo que
resulta normal que sean abundantes las fracturas e incisiones carniceras. La
presencia de marcas de denticiones de perros sobre sus huesos parece
indicarnos que los despojos originados también eran aprovechados para
alimentarlos. La falta de elementos quemados parece mostrar, por un lado,
que el ciervo no era preparado a la brasa, sino hervido, ya que necesita de cocciones prolongadas para que su carne adquiera
la ternura suficiente. Por otro lado, cabe la posibilidad de que los huesos no se tiraran al fuego porque eran apreciados como
materia prima en algunas manufacturas.
Fig. 3. Fragmento distal de húmero de ciervo. En el detalle se pueden
apreciar diversas incisiones transversales de desarticulación producidas
durante el procesado carnicero del animal. Els Alters (fase Tardo-antigua).
Se constata también la aparición de algunas señales de serrado sobre los huesos, y de restos de
astas, ya sean de desmogue (recogidas después
de la época de muda de los machos) o de matanza, muy apreciadas ambas como materia prima.
El ciervo es cazado por su carne, por sus huesos y
por sus astas, fundamentalmente aquellos individuos de más de dos años que ya presentan un
peso corporal importante. El hábitat del ciervo es
amplio, aunque prefiere las zonas limítrofes entre el
bosque y los espacios abiertos.
El corzo (Capreolus capreolus). Presencia muy
puntual en ambas fases. Los adultos parecen los más
representados, todos ellos con restos muy fragmentados (elementos apendiculares). Las fracturas e inciFig. 4. Hemimandíbula de corzo perteneciente a un individuo adulto. Este cérvido está presente en
siones están presentes, lo que denota un procesado
ambas fases, aunque es durante la tardía cuando se hace más frecuente. Els Alters (fase Tardo-antigua).
carnicero similar al practicado sobre los ciervos. Los
elementos con señales de exposición al fuego corresponden a zonas anatómicamente marginales que fueron arrojadas al mismo por su escaso valor cárnico o como materia prima.
El corzo se cazaba por su carne y astas. Su hábitat ideal es el bosque, siendo mucho más ubiquista que el ciervo, con preferencia
por las zonas de ombría.
La cabra montés (Capra pyrenaica). Contamos con escasos restos en las dos fases. Todos ellos pertenecen a animales que
sobrepasan la edad juvenil, pero no tenemos mucha información sobre la distribución de sexos (se han determinado 2 machos).
Son abundantes los miembros apendiculares, donde se manifiestan incisiones carniceras.
La cabra montés es cazada después de la etapa juvenil, principalmente por su carne y quizá también por sus clavijas córneas o
sus vainas. El medio idóneo de este cáprido son las zonas altas y escarpadas de roquedo.
Félidos (Felis silvestris y Lynx pardina). Presencia poco relevante de estos animales. El gato silvestre está representado con
algunos elementos apendiculares aislados, que pertenecen a dos ejemplares de la fase Tardo-antigua; uno subadulto y el otro
probablemente ya había llegado a la edad adulta. Un resto presenta alteraciones antrópicas de desollado, y otro, señales de fuego
y de actuación de cánidos. El lince se documenta en la fase Tardo-antigua con un elemento apendicular perteneciente a un individuo que supera la edad juvenil. Se trata de especies capturadas para obtener su piel y quizá para aprovechar su carne. El método de captura de ambas pudo ser el trampeo.
El tejón (Meles meles). Presencia muy puntual de estos mustélidos. El ejemplar determinado en la fase Romano-imperial supera la edad juvenil, y está representado por unos pocos elementos apendiculares aislados. Especie capturada para la obtención
de su piel, acción que pudo llevarse a cabo también a través de trampas.
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El zorro (Vulpes vulpes). Presencia algo más relevante de estos animales, sobre todo por la aparición de individuos semicompletos. Observamos
cierta arbitrariedad respecto a las edades de muerte. Las fracturas no tienen un claro origen antrópico, pero sí las incisiones de desollado, lo que
demuestra que fue capturado por su piel, quizá también empleando trampas. Sus restos fueron depositados en un vertedero, por lo que resultó fácil
la actuación de perros. Las zonas próximas a la villa parecen ser un biotopo ideal para estos animales.
Lagomorfos (Oryctolagus cuniculus y Lepus granatensis). Hemos
otorgado el estatus doméstico al conejo debido a su abundancia respecto
a la liebre. Esta última está representada por un único elemento apendicular en la fase Tardo-antigua, perteneciente a la cohorte de los adultos. Esto
puede indicar la preferencia por el conejo, o también, que las liebres no
eran muy abundantes en las cercanías de la villa. Estos lepóridos son capturados por su carne y tal vez por su piel.
El conejo mantiene valores escasos durante la fase Romano-imperial, con
mayor presencia en momentos posteriores. En las dos, se constata el predominio de adultos, siendo los huesos largos las partes más representadas.
Las fracturas son mínimas y las incisiones carniceras están presentes. Los
huesos quemados abren la posibilidad de una forma de cocción a la brasa.
El hecho de que la especie doméstica y la silvestre sean la misma, hace
difícil conocer su estatus. En todo caso, en época romana ya se conoce la
cría de conejos en recintos denominados leporaria, basada en ejemplares
capturados mediante trampas o hurones.
Los conejos son criados y/o capturados por su carne y pelo, y todos son
sacrificados cuando han adquirido un peso adecuado.
Fig. 5. Metacarpo de cabra montés. Su presencia en la villa nos indica la existencia de zonas montañosas y de relieves abruptos. Els
Alters (fase Tardo-antigua).
Aves silvestres. Los dos ejemplares de buitre leonado (Gyps fulvus)
corresponden a individuos adultos, mientras que entre las perdices
(Alectoris rufa) se documentan tanto animales adultos como juveniles.
Estas aves están representadas por huesos largos completos.
En el caso del buitre, su aparición durante la fase tardía es puntual. Ocupa
zonas de orografía abrupta y se vincula a lugares con abundante ganado,
donde aprovecha la carroña para su alimentación. Las perdices y palomas
son esporádicas en la muestra. Ocupan zonas de matorral, de bosque-bajo
mediterráneo y cultivos de cereal. Estas especies son capturadas por su
carne y puede que por sus plumas y huevos.
Reptiles (Quelonia y Sauria). En la fase Romano-imperial aparece un individuo de galápago leproso (Mauremys caspica), y tres en momentos tardíos, conservándose tan sólo las partes más duras (plaquetas). Este galápago
se documenta en las vertientes de los ríos, zonas de aguas estancadas y
corrientes con caudales no muy fuertes. Es posible que se recogiera su
caparazón y se utilizara como juguete de los niños o para ser empleado en
manufacturas, ya que no es un animal apto para el consumo humano.
Respecto al lagarto ocelado (Lacerta lepida), un solo ejemplar se constata
en la fase Tardo-antigua, y tal vez fue capturado para aprovechar su piel.
Moluscos. La malacofauna terrestre es la más abundante en ambas fases,
destacando Otala punctata y Cryptomphalus aspersus, especímenes ambos
de consumo antrópico habitual. Las especies dulceacuícolas son minoritarias
y parece que no eran tan apreciadas como las terrestres. Rumina decollata
adquiere en ambas fases valores significativos, aunque su presencia se debe
a poblaciones naturales y no a restos de consumo antrópico.
Fig. 6. Fragmento distal de tarsometatarso de buitre leonado. Su aparición en la villa parece ser un hecho aislado, aunque no es extraño verlo
en lugares con abundante ganado. Els Alters (fase Tardo-antigua).
La aparición de moluscos marinos en la villa nos hace pensar en la existencia de circuitos comerciales con la costa. En la fase imperial, las más consumidas son las ostras (Ostrea edulis), mientras que posteriormente son
las almendras de mar (Glycymeris violascens). En el caso de Glycymeris
violascens y de Spondylus gaederopus, después de su consumo, sus valvas fueron arrojadas al fuego. La aparición de estos
moluscos marinos se ha constatado también en algunas villas catalanas (Casas et al., 1995), lo que nos indica que eran muy
apreciados, siendo su consumo frecuente.
GRUPOS TAFONÓMICOS PRESENTES EN LA MUESTRA
Siguiendo la metodología propuesta por Gautier (1987), se han distinguido, sobre una muestra total de 8124 restos, tres grupos tafonómicos distintos: el mayoritario es el perteneciente a los restos de especies susceptibles de aportar carne, o productos
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secundarios (leche y lana) o de emplearse en diversos usos (tiro, transporte, monta, etc.); un segundo grupo compuesto por
restos y/o esqueletos más o menos completos de equinos y perros, y que normalmente no han sido consumidos (NR 297), y
un tercero es el formado por elementos utilizados como materia prima en la elaboración de algunas manufacturas (NR 21), que
corresponden a fragmentos de clavijas córneas, mayoritariamente de ovicaprinos, a astas de ciervo, y sobre todo a huesos largos de especies de talla media y grande.
ELS ALTERS: DESARROLLO DE UN MODELO PECUARIO Y DE EXPLOTACIÓN DEL ENTORNO
En el País Valenciano, los estudios de conjuntos de fauna procedentes de villas romanas son casi inéditos. Tan sólo contamos
con unos pocos materiales de la villa romana de Silla, donde se constata la aparición del ciervo, junto a las especies ganaderas
habituales (Sanchis, 2004). En Cataluña, ya nos hemos referido a la villa de Vilauba (Molist, 1999), donde se ha puesto en práctica una excelente metodología, obteniendo buenos resultados, y a la de Torre Andreu (Caselles, 1993), lamentablemente con
un conjunto faunístico bastante escaso. En el resto de la Península, destacan los trabajos de la villa del Alto de la Cárcel
(Mariezkurrena y Altuna, 1994), y de las villae a mare gallegas estudiadas por Fernández (2003). En Francia contamos con una
bibliografía más extensa; ejemplo de ello son los estudios de fauna de las villas de Mountmaurin (Poulain-Josien, 1983;
Leguilloux, 1989), Saint-Michèle à la Garde (Columeau, 1989; Leguilloux, 1989), Saint-Pierre-Les-Laurons (Leguilloux, 1989;
1990b), La Pousaraque (Columeau, 1997a), Les Soires (Columeau, 1997b) y Costebelle (Leguilloux, 1990a). En Italia, el estudio realizado por King de los materiales de Settefinestre sigue siendo un referente (King, 1985).
Els Alters, en su fase inicial, funciona como un asentamiento rural especializado en la producción del lino, correspondiendo los
restos de fauna, de este momento, a desechos alimenticios de los trabajadores y propietarios. A partir del S. IV dC, cuando el
trabajo del lino desaparece, los restos óseos responden a las estrategias de autoabastecimiento de los pobladores de la villa, que
desde este momento funciona como una residencia rural autosuficiente. Así, de un período a otro, puede apreciarse un aumento en los efectivos faunísticos, con mayor importancia de las especies silvestres y una gran diversificación de las mismas respecto a la fase anterior.
A lo largo del funcionamiento de la villa, se constata un modelo pecuario fundamentado en tres especies principales (ovicaprinos, suidos y bovinos), que se completa con los equinos y perros por un lado, y por los conejos y aves domésticas por otro. La
tríada principal, se mantiene estable durante las dos fases: entre los ovicaprinos, la cabra tiene siempre mayor presencia (sobre
todo en la fase Romano-imperial), con un modelo basado en la obtención de leche y en menor medida de carne. Las ovejas
presentan un tipo de explotación más diversificado, en torno a la carne y la lana. Los cerdos tienen un papel más destacado en
la fase imperial, y en ambas son sacrificados por su carne y derivados. Los bovinos se emplean básicamente como fuerza de trabajo, y algunos de los más jóvenes se sacrifican por su carne.
Los equinos y los perros se emplean en tareas diversas, y no relacionamos su aparición con el consumo de su carne. Los gallos
y gallinas, junto a los conejos, representan un complemento en el aporte de carne y de otras proteínas (huevos) a la dieta.
Las actividades cinegéticas y de recolección representan una parte importante de la economía de este enclave rural. El ciervo es
una de las principales especies que aportan carne a la dieta, así como otros productos secundarios vinculados a las manufacturas. Esta especie cumple, junto a los cerdos, el papel de principal aporte de carne, supliendo la pérdida en esta producción que
experimentan ovicaprinos y bovinos, al estar enfocada su cría a la obtención de diversos recursos (carne, lana, leche y fuerza de
trabajo). La presencia de este animal parece vincularse al medio sobre el que está emplazado cada asentamiento, ya que en la
villa de Torre Andreu (Lleida), el ciervo representa un porcentaje muy bajo respecto al total de la fauna, interpretándose como
un recurso poco importante y de escaso aporte a la dieta (Caselles, 1993). Finalmente, su carácter opcional, puede explicar sus
valores marginales en enclaves con entornos muy propicios para su desarrollo (Molist, 1999).
Junto al ciervo, se encuentra un grupo de especies que también se cazan por su carne, como el corzo, la cabra montés, la liebre, las perdices y los palomos, que son obtenidas también mediante prácticas de caza de tipo presencial. Otro grupo estaría
formado por animales como el zorro, el lince, el gato montés, el tejón, el buitre y los reptiles, que vinculamos más a la explotación de otros recursos como sus pieles. Estos taxones se obtienen a través del uso preferente del trampeo.
Además de la caza en sentido amplio, otra serie de recursos nos informan de la práctica de la recolección. Por un lado, de moluscos terrestres en las zonas próximas a la villa, y por otro, de moluscos fluviales en el cercano río Albaida.
El papel ejercido por la caza en los enclaves rurales de época romana ha tenido diversas interpretaciones. En general, la
aparición de especies silvestres se ha vinculado a actividades lúdicas propias de grupos sociales altos (Fernández, 2003).
Por nuestra parte, pensamos que la obtención de recursos a través de la caza responde a una clara intención de aumentar
el aporte de carne mediante la explotación del entorno. El hecho de que pueda albergar especies cinegéticas, así como la
cantidad de carne obtenida a través de la ganadería tradicional, tendrán mucho que ver en el papel ejercido por la caza en
la economía de la villa.
Leguilloux (1989) ha observado variaciones en las estrategias de explotación de los animales silvestres en las villas galo-romanas del VAR. En las grandes villas tardías, se documenta un elevado porcentaje de animales silvestres, mientras que en los pequeños enclaves rurales alto-imperiales, los valores son bajos. Para esta autora, la explicación puede ser de índole cronológica, o
quizá responda a razones de tipo social, ya que vincula el incremento de los aportes silvestres a las actitudes de ocio de los grandes propietarios. Refiriéndonos a Els Alters, la continuidad en la presencia de estos aportes en ambas fases, nos indica que tanto
los propietarios como los trabajadores optaron por la puesta en práctica de estas actividades.
Las especies silvestres también nos informan de las características del paleopaisaje de Els Alters: nos hablan de la existencia de
zonas boscosas y montañosas en sus proximidades (Serra del Buixcarró y Serra Grossa), así como cursos de agua, y lugares con
pastos aptos para el ganado. La importancia de los recursos silvestres, entre los paquetes de fauna, nos hace pensar en una
explotación continua del entorno inmediato, más que en esporádicas incursiones por zonas más alejadas.
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Un tercer grupo de recursos está formado por los moluscos marinos, que sugieren ciertos contactos con las zonas de costa
(Cullera, Denia...). Estos moluscos resultan idóneos a la hora de diversificar la dieta y para ser empleados como cebo.
El papel de la pesca, tanto fluvial como marina, queda desdibujado, al contar con un número de restos escaso que no han podido ser asignados a especies y medios concretos.
Como conclusión, podemos decir que diversos factores intervienen en el modelo de explotación animal desarrollado en estos
asentamientos rurales: por un lado, la situación de la villa respecto a su entorno y el tipo de clima, y por otro, las prestaciones
de las especies (Molist, 1999), aunque también hay que valorar la relación entre este tipo de recursos y otras prácticas productivas (por ejemplo agrícolas). Lo que se plantea del todo complicado, es establecer (a partir de los datos que aporta la fauna)
qué parte de la producción animal estaba vinculada a otras posibles actividades comerciales.
Es factible hablar de cierta variabilidad en la representación de especies en estos establecimientos, menos visible en el mundo
urbano (Valentia) donde los modelos se van a supeditar mucho al mercado y a la disponibilidad de recursos de sus habitantes
(Sanchis, 2002; 2003).
Agradecimientos:
Quiero expresar mi gratitud a Inocencio Sarrión por sus consejos durante la fase de clasificación de los materiales.
Las fotografías han sido realizadas por Ivan Fumadó. El tratamiento informático de las mismas se debe a Manuel Gozalbes.
I. 5.- EL PAISAJE Y LA UNIDAD DE PRODUCCIÓN
Ricardo González Villaescusa. Professeur d'Archéologie des Mondes Antiques. Université de Reims
All I'm thinkin' about Brown eyed girl, I turned my back on you,
now it's lonely…
Bruce Springsteen
EL PAISAJE ACTUAL
La villa romana de Els Alters se encuentra situada en el piedemonte de la Sierra de Valiente, ligera elevación que en este espacio supera cuanto apenas los 130 m sobre el nivel del mar y que tiene una orientación ibérica. Esta sierra representa la divisoria de aguas entre el curso del río Albaida y el barranco de Barxeta, ambos subsidiarios del Xúquer. Del otro lado de la sierra, en su pendiente sur, se encuentra el llano de inundación del Albaida presidido en su margen derecha por el promontorio
del Puig (309 m).
La unidad paisajística que interesa es surcada por el barranco de Barxeta. El trazado de este barranco permite identificar dos unidades de suelos claramente discernibles, ya que en su margen izquierda encontramos suelos grises de carácter hidromorfo formados en un ambiente reductor, sin oxígeno, claramente diferenciados de los que se aprecian en la margen derecha del mismo,
pardos rojizos o anaranjados.
La margen derecha se caracteriza por un parcelario ajedrezado, sin orientación dominante, que se compartimenta en bloques de
cultivo desiguales y de tamaño variable; mientras que la margen izquierda del Barxeta se encuentra organizada, hasta las estribaciones de la sierra de Valiente por un estilo parcelario visiblemente caracterizable, estructurado por largas alineaciones de caminos que
compartimentan bloques de cultivo con
forma de grandes bandas orientadas hacia el
noreste. La orientación de estos caminos es
variable, y está comprendida entre los 29º al
este del norte geográfico (NG-29ºE) de la
carretera CV-41 (= C-3320, dependiendo de
la edición del mapa) y vía de comunicación
que pone en contacto Manuel con la Pobla
Llarga y con Xàtiva, que limita el espacio organizado por esta unidad morfológica por el
oeste; y los 45º (NG-45ºE) de algunos de los
caminos de servicio rural que forman parte
de este sistema parcelario. La totalidad del
espacio organizado por este parcelario es de
unas 492 hectáreas. Una vez definido el bloque de cultivo en una larga banda de 1,7 km,
por la más grande, y de 1,4 por la más corta
y oriental, próxima a Rafelguaraf. En el interior
de los bloques de cultivo las parcelas se disponen, las más de las veces, de forma perFigura 1.
pendicular y ofreciendo sus lados más cortos
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hacia los ejes laterales; normalmente se encuentran flanqueadas a ambos lados por los ejes principales que los
delimitan que en ocasiones repiten un módulo metrológico de 123 m = 3 cuerdas (122,85 m) del sistema de
medidas tradicional valenciano (fig. 1). Esta unidad paisajística homogénea desde el punto de vista edafológico y
de la morfología agraria parece representar la mitad aproximadamente de una misma unidad técnica que conforma el terrazgo de las tierras regadas por las aguas de la
acequia de Ènova. Esta acequia toma sus aguas en el río
Albaida, muy cerca de la pedanía de Torre d'en Lloris,
rodea la sierra de Valiente por la cota de 50 m snm, a la
altura de Manuel, siguiéndola hasta alcanzar el alteró del
Giner, y regar las tierras de Rafelguaraf (fig. 2).
Los principales ejes del parcelario descrito tienen una
fuerte relación con los brazales que toman aguas de la
acequia de Ènova, partiendo de ésta en la cota de 50
m, y descendiendo por todo el llano hasta alcanzar prácticamente el barranco de Barxeta (en torno a 38 y 36 m
snm), donde desaguan la mayoría de ellos u otros de
orden terciario o cuaternario.
Figura 2.
ANÁLISIS REGRESIVO DEL PAISAJE
A partir de los elementos descritos del paisaje actual intentaremos identificar aquellos rasgos del paisaje histórico que nos ayuden a reconstruir el marco físico en que se encontraba la villa romana, los espacios productivos que pudo explotar, los cultivos
y algunos de los procesos de trabajo relacionados con éstos.
En apoyo de este análisis haremos intervenir el hallazgo entre las estructuras de la villa de Els Alters de dos grandes cubetas que fueron interpretadas desde el primer momento como depósitos para el enriado del lino como veremos más adelante. Los análisis realizados que han identificado fibras de ambas plantas textiles permiten confirmar dichas hipótesis (véase en esta misma publicación).
La agricultura practicada hoy o en el pasado reciente es notablemente distinta. Hoy predominan los cítricos, concretamente el
naranjo, lo cual es algo reciente en términos históricos. Monocultivo que a mediados del siglo XIX era otro bien diferente. La producción de arroz de los nueve lugares que riegan de las aguas de la acequia de Ènova en tiempos de Cavanilles (Rafelguaraf,
Berfull, Tossalet o Tossalnou, Ènova Sans, Abad, Torreta, Faldeta y Manuel) representa aproximadamente el 90% de la producción agraria total (Cavanilles 1795, tomo I, 203).
Podemos resaltar algunas cuestiones relevantes en la descripción del paisaje que hace el autor de finales del siglo XVIII: “Allí, trastornado el
órden de las cosas, se ven campos quatro pies mas altos que el camino real convertidos en lagunas artificiales, que llegan hasta las mismas
habitaciones; la tierra de suyo firme, transformada en pantanos; (…)”. Interesa destacar el hecho de que la tierra descrita en tiempos de
Cavanilles se encontraba permanentemente o durante largos periodos inundada para el cultivo del arroz a pesar de que no se tratara de
marjales naturales. Lo cual explica los rasgos de hidromorfía presentes en los suelos de La Hondonada, a pesar de no ser pantanosos como
pone de manifiesto el análisis sedimentológico (véase en esta misma publicación). Sin embargo, el término que designa la unidad del paisaje, la hondonada, rodeada por relieve permite deducir las razones que hacían fácil convertir una tierra que fuera “de suyo firme” en un
medio apto para el cultivo del arroz, especialmente a partir de las transformaciones en el sistema de cultivo producidas en el siglo XVIII.
El nexo explícito que une ambos cultivos, el del arroz desde época medieval hasta el siglo XX, y el del lino en la antigüedad, lo
encontramos en el mismo Cavanilles (1795, 205-206) cuando nos habla de la conveniencia de sustituir el insano cultivo del
arroz por otros productos menos nocivos para los pobladores de la zona.
“La experiencia hizo ver que los campos de arroz podian dar otras cosechas; las huertas que desde San
Felipe se extiende hasta el rio, sirviéron ántes para arroces que corrompian la atmósfera; hoy se ven plantadas de moreras y cubiertas de trigos, maices, lino y hortalizas.”
Y, a pesar del tiempo transcurrido y el abandono del cultivo del lino, encontramos algún vestigio del mismo en la cartografía de
la zona. Por ejemplo el camí de la casa Linares, a dos kilómetros al sur de la ciudad de Xàtiva, al sur de la sierra del Castell, o
el Hort de Llinares, cerca del camino de Albalat, en Alzira. Sin olvidar que el cultivo del lino también está presente en la zona en
época andalusí, en clara relación con la fabricación del también célebre papel de Xàtiva musulmana.
Tal relación se debe a las necesidades agrológicas concomitantes de ambos cultivos que puede extenderse a otra planta textil
como es el cáñamo como se pone de manifiesto en la Tabla 1.
Con evidente excepción de la permeabilidad y buen drenaje que exigen los suelos para plantar el lino, frente a los suelos del
arroz que requieren de una gran impermeabilidad para poder crear un medio acuático, el resto de las características son comunes. En resumen, ambos cultivos precisan de importantes aportes y reservas de agua en medios mediterráneos, de hecho, sin
ese aporte suplementario es imposible su cultivo. Los suelos profundos y la tierra arcillosa son recomendables además de una
gran fertilidad que puede exigir abonos suplementarios por el agotamiento de la tierra tras su cultivo reiterado. Asimismo, todos
ellos necesitan de espacios despejados, abundante insolación y temperatura cálida en el momento de la floración. Coincidencias
que hacen de estas plantas que sean cultivos intercambiables en medios físicos semejantes como, de hecho, se pone de manifiesto en su uso histórico y en su dispersión en las comarcas de la Costera y de la Ribera.
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Especie
Lino
Lino
Lino
Lino
Lino
Lino
Lino
Lino
Cáñamo
Arroz
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Referencia
Clément 1981, 689-692
Suelo
Necesidades hídricas
InsolaciónEquus
(…) tierras profundas
Suelos con buenas
y permeables
reservas hídricas
Hay 1978
Todo suelo normal bien
Necesita de pleno sol
drenado, con composición
para la floración.
caliza o no, en espacios
despejados.
FAVORY, F; GIRARDOT, J J; 700 mm por 100 a 120 días de vegetación
ZANNIER, M P (1995)
Plinio, XVIII, 165
Tierra arcillosa, grasa: in pingui terra pues necesita más nutrición que
otras plantas.
Columela, II, 10, 17
(…) como su producto no sea grande en el país en que vives, y el precio
del lino no convide, no se ha de sembrar, pues es en extremo dañosa al
terreno, que ha de ser muy pingüe y medianamente húmedo. Hace alusión al importante valor de cambio que tiene este producto.
Paladio, XI, 2
(…) absorbe las reservas del suelo. Pero si se desea, se sembrará en un
lugar muy feraz y moderadamente húmedo.
Buxó 1997, 236
(…) el lino no puede desarrollarse sin un suministro artificial de agua en
áreas de precipitación anual inferior a un promedio de 450 mm.
Piqueras 1991, 248
(…) requiere suelos
(…) en las regiones
fértiles (…) con el
mediterráneas precisa
inconveniente de que
del riego.
agota rápidamente
el suelo y esquilma
las tierras donde
se planta.
Piqueras 1991, 248
(…) suelos frescos y de (…) en regiones mediterráneas
mucho fondo
ha precisado casi siempre
de la ayuda del
riego para su normal vegetación.
Mateu 1987, 53-66
(…) suelos que retengan (…) necesita de
Lugar ventilado,
el agua (impermeables, abundante agua,
temperatura cálida
arcillas)
especialmente cuando y abundante luz.
(…) necesita de
se cultiva en secano,
fertilización extra del
siendo imposible su
suelo por medio de
cultivo sin aportes
“abonos verdes”,
extras de agua.
cultivos (habas o
rábanos) que se
roturan y mezclan
con la tierra para
nitrogenarlos.
Tabla 1: Necesidades agrológicas del lino, del cáñamo y del arroz según diversos autores
Las cartografías del cultivo del lino y del cáñamo en el País Valenciano, así como el del arroz, se pueden superponer sin demasiados problemas: en el siglo XVI se cultivaba lino en las huertas de la Plana de Castellón, Xàtiva y Orihuela. A finales del XVIII el
cáñamo lo encontramos en las huertas anteriores y el lino en la huerta de Valencia y la vega del Segura (Piqueras 1991, 255256). En cuanto al arroz, igualmente en Valencia, Xàtiva, Castellón, Orihuela (Mateu 1987, 18-21). En definitiva, se trata de fértiles huertas urbanas a orillas de ríos que alimentan importantes sistemas de riego y en ocasiones con marjales que proveen la
abundancia de agua que requieren las especies de que se trata.
Sin embargo, el vínculo entre el lino y la ciudad de Xàtiva trasciende el período antiguo, encontrándolo de nuevo en época medieval cristiana y moderna. Un producto que hace que esta ciudad sea afamada más allá de las fronteras de al-Andalus es el papel
citado por Al-Idrisi (Dozy, De Goeje 1866, 192). Inventado en China, el papel llega a Europa occidental como consecuencia de
la expansión del Islam en Oriente, a mediados del siglo VIII, por medio de la ruta de la seda. Una de las etapas de esta expansión será la ciudad de Samarcanda con abundantes aguas y sistemas de regadío del río Zaravchan (Gentelle 2003, 173-231) y
campos de lino y cáñamo, cuyas fibras sirven desde antiguo como materia prima para la producción del papel. Éstas pueden
identificarse por medio de la visión microscópica de los primitivos papeles producidos en al-Andalus (Sicluna et al 1998, 21-24).
Fue Agustí Ventura (1990, 123-125) quien identificó esta “continuidad histórica” al poner en relación la producción andalusí de
papel con el cultivo del lino del que se hacen eco los autores antiguos.
Un último argumento a favor de la intercambiabilidad de estos cultivos lo aporta otra ciudad célebre por su producción de lino
en la antigüedad, Sulmo, la actual Sulmona. Esta ciudad que Plinio (Nat. Hist. XIX, 13) también cita por su afamada producción
de lino, conocerá en época bajomedieval el cultivo del cáñamo (Mattioco y Wonterghem 1995, 200), cuyos lienzos, según su
finura y calidad podían sustituir al lino. Sobre este ejemplo volveremos más adelante.
Observadas estas coincidencias, es posible hacer una propuesta de los espacios productivos que pudieron cultivarse con lino en
torno a la antigua Saetabis, partiendo de la descripción que hiciera Cavanilles de los arrozales de Xàtiva a finales del siglo XVIII).
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“(…) se hubo de prohibir entre el rio Albayda y San Felipe, permitiéndole solo en las cercanías del Puig, y
en los lugares de Albóy, Genovés, Lloc Nou de Fenollét, Barcheta y Torre de Lloris. (…).”
Cabría corregir esta extensión teniendo en cuenta los lugares que albergaron tradicionalmente arrozales hasta el siglo XVIII
(Partidas de Arenales, Puig, Foies y Benifurt, todas ellas en las inmediaciones del Puig y a una distancia de 3,3 km al noreste de
la ciudad, cf. Mateu 1987, 22; Sanchis Deusa 1978, 67-72); sin embargo, el emplazamiento de la villa de Els Alters como la de
Benifaraig (a 16 km de distancia al norte de Saetabis), provistas de balsas de enriado, permite suponer que el cultivo del lino
en la antigüedad pudo extenderse por el máximo espacio que alcanza también el arroz en el siglo XVIII.
LA PRODUCCIÓN DE LINO Y ESPARTO EN LA ANTIGÜEDAD
El lino (Linum usitatissimum) es una especie herbácea y anual (Langer, Hill 1987, 288-293; Agroinformación S.L. 2005). Sus
tallos tienen entre 50 y 120 cm de altura, culminan por flores de color blanco o azul. El fruto tiene forma de cápsula con diez
semillas. Fue utilizado desde la antigüedad, como reproducen algunas pinturas egipcias, para la producción de fibra textil procedente del tallo y para producir aceite procedente del prensado y escaldado de la semilla o linaza.
Los climas húmedos y suaves son aptos para los linos utilizados en la producción de fibra, mientras que los templados y cálidos
son más adecuados para los linos de semilla pues toleran mejor la sequía y el calor. Su cultivo requiere un ambiente fresco,
húmedo; su óptimo rendimiento corresponde a regiones que posean un régimen de lluvias de unos 760 mm, uniformemente
distribuido durante el año. Por debajo de estas precipitaciones, puede funcionar con un mínimo de unos 400-450 mm durante todo el ciclo, aunque no puede fallar en el lapso de tiempo que transcurre desde diez días antes de los primeros botones florales hasta quince días después del final de la floración. En el hemisferio norte el periodo vegetativo se produce entre la siembra, en los meses de abril o mayo florece, y pocos días antes de la cosecha de agosto. También se puede cultivar lino de invierno que suele sembrarse en otoño, entre noviembre y diciembre y cosecharse en febrero. Paladio recomienda la siembra del lino
en esta estación, entre octubre y el siete de diciembre, y recuerda que hay agricultores que lo siembran en el mes de febrero,
aunque desaconseja esta práctica (Tratado de Agricultura, III, 22; XI, 2; XII, I; XIII, I.). Mientras que Columela (II, 10,17) recomienda la siembra entre mediados de septiembre y el seis de diciembre.
Es un cultivo muy exigente con un periodo vegetativo corto por lo que esquilma los suelos rápidamente, provocando alternativas largas no inferiores a 4 años y aconsejables de 6 o 7 años, sucediendo a un cereal o a la roturación de una pradera, lo que
permite que el campo conserve un fondo de fertilidad.
El tallo tiene una médula central rodeada de haces fibrosos, compuestos principalmente de celulosa que le confiere resistencia,
flexibilidad y suavidad. Cuando se siembra con el fin de aprovechar el lino para el textil, se hace con una mayor densidad, lo que
produce una ramificación más alta, casi hasta los 120 cm. Se arrancan los tallos cuando caen las inflorescencias y antes de la
maduración de las semillas, lo cual impide su utilización para aceite, pero la semilla verde se usa como complemento proteínico del forraje para el ganado. La semilla se extrae mediante el proceso del ripiado, que consiste en la separación de la semilla
(baga o linaza), útil para el sembrado posterior y para su elaboración como forraje.
Para extraer la fibra se procede al enriado en balsas o en agua corriente de un riachuelo. Consiste en la putrefacción controlada,
sumergiendo los tallos entre 8 y 10 días. Durante ese tiempo, los microorganismos actúan sobre los tejidos blandos de los tallos
que los eliminan y posteriormente por un golpeo mecánico, agramado, se separa la fibra de la celulosa, que será la que posteriormente será hilada y tejida. El enriado se realizaba colocando piedras por encima de los haces para que no flotaran, tal y como
lo describe Plinio para la antigüedad (H. N. XIX, 3, 17.), durante 2 o 3 semanas, tras lo cual se secaba en la era y se guardaba
para su elaboración en el invierno.
Con estas necesidades climáticas se plantea una duda que ya hemos podido manifestar anteriormente. El cultivo y producción
del lino en la antigüedad en el caso de Sulmo, la ciudad actual de Sulmona en los Abruzzos italianos, requería de un regadío
que ha sido identificado por E. Mattioco y F. Wonterghem (1995) en una región con precipitaciones que rondan los 1.000 mm
anuales. En este caso disponemos de datos definitivos sobre la existencia de un regadío a través de los textos, la epigrafía y la
arqueología (Mattioco, Wonterghem 1995; González Villaescusa 2002, 269-270; 2004).
Mes
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
Media
Precipitaciones
68
44,2
59,8
53,8
49,5
25,7
6,3
14,1
58,5
120,9
108
84,3
693,1
Temperatura
10,2
11,3
13
15,3
19
23
26,7
26,8
24
18,9
13,8
10,6
17,7
Tabla 2: Estación de Xàtiva, El Realengo, 8 296
76 m snm Lat.: 39º03'30'' N Long.: 0º25'17'' W Período: 1961-1990
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Si nos atenemos a los valores climáticos normales de la estación de Xàtiva (INM 2000) de la Tabla 2 podemos extraer conclusiones importantes sobre el sistema de cultivo utilizado en la antigüedad. Si consideramos las condiciones óptimas de cultivo del lino
los 693 mm anuales de Xàtiva se revelan insuficientes. Si, por otra parte, tenemos en cuenta la posibilidad de que los mínimos
imprescindibles durante el ciclo vegetativo del lino (400-450 mm durante todo el periodo), puede parecer que exista, incluso, un
excedente hídrico. Igualmente, podríamos pensar que la práctica del cultivo de un lino de invierno podría ser la estrategia agrícola que haría viable la producción de lino textil. Sin embargo, si hacemos una reconstrucción de las dos hipótesis (lino de invierno
o de verano) situando en el ciclo anual los 110 o 120 días de ciclo vegetativo los resultados pueden ser otros bien diferentes.
Si se trata de una cosecha anual de verano, lo normal es que la siembra se realice entre los meses de marzo y mayo según la
zona. Tomando como el mes de siembra a mediados del mes central, abril, el ciclo se extendería hasta los primeros 10 días del
mes de agosto. En ese tiempo las precipitaciones de la estación de Xàtiva suman un total de 149,4 mm, cantidad del todo insuficiente y que requeriría de un suplemento de riego de 250 mm para alcanzar el mínimo estrictamente necesario. La fase crítica del cultivo, cuando mayor necesidad hídrica tiene la planta, recaería prácticamente en todo el mes de julio y parte del de agosto, lo que hace aun más deficitarias las precipitaciones en el momento del stress vegetativo estival.
Por otra parte, si se trata de la opción de lino de invierno, el ciclo vegetativo se extiende entre mediados de noviembre y los primeros 10 días de marzo. En ese tiempo las precipitaciones suman 304,5 mm que requieren de un suplemento de 95 mm de
agua. Así, los datos no parecen ofrecer demasiadas dudas, la zona es deficitaria en recursos hídricos para el cultivo del lino en
cualquiera de las circunstancias y teniendo en cuenta las necesidades de agua más exiguas. Parece imposible imaginar el cultivo del lino en la zona de la antigua Saetabis sin una técnica de aporte de agua suplementario y sin que se trate de un cultivo
de invierno, sistema de cultivo que parece ser importado por púnicos y griegos en la Magna Grecia (Gleba 2004, 33)
El esparto no plantea este tipo de problemas. Se trata de una gramínea espontánea propia de ambientes montañosos esteparios, fríos en invierno y cálidos en verano, característicos de la cercana Sierra de Valiente y, más al este, la sierra del Mondúber.
Una vez recogido, el esparto es mojado una primera vez para ablandarlo y posteriormente sigue un proceso de estirado que elimina las fibras en mal estado o viejas y se forman haces de diferentes longitudes que son puestos en remojo o amerado en
grandes balsas para su posterior picado y trabajo (Cucó 1985, 90-92; Soler 1990-1991).
La proximidad de las balsas a la pars urbana de la villa podría plantear el problema de la generación de malos olores como consecuencia del tratamiento del lino o del esparto. A Paladio no parece importarle demasiado la proximidad ya que en un pasaje
(I, XXXI) recuerda que “deberá haber cerca de la casa de labranza [circa villam] dos estanques [piscinae] excavados en el suelo
o vaciados en piedra, que sea fácil llenar de agua de fuente o de lluvia, de modo que uno de ellos sirva para el ganado y aves
acuáticas, el otro valga para mojar varas, cueros, altramuces y lo que suele poner en remojo la gente del campo”. Cierto es que
no se refiere en momento alguno al enriado del lino pero la presencia del cuero podría ser perfectamente equiparable.
A la elaboración del lino no es ajeno el registro documental y material referente al territorio de la antigua Saetabis. Desde el
punto de vista arqueológico ya se ha mencionado la villa de Benifaraig en Alberic (Ripollés 1992) que disponía de dos balsas
muy semejantes a las que se excavaron en la villa de Els Alters. Mención aparte merecería el horno de cerámica de los siglos I
y II d.C., hallado en Castelló de la Ribera y que buena parte de la producción cerámica que producía era de pesas, ponderales,
para telares que, indirectamente, puede ponerse en relación este hallazgo con la producción de lienzos de lino de Saetabis.
Salvo estos hallazgos, las alusiones más directas las encontramos entre los autores clásicos que hablaron de las excelencias de
los pañuelos y lienzos de lino de la ciudad. En la primera mitad del siglo I a.C. Catulo habla de los pañuelos que le envían Fabulo
y Veranio (XXV, 7”. Gracio Falisco en el poema Cynegetikon (40-41) entre el 30 a.C. y el 8 d.C., opina que los suaves linos de
Saetabis son poco apropiados para la confección de redes de caza. Más tarde, Plinio en su Historia Natural, (XIX, 9) afirma que
la calidad del lino de esta ciudad merece el tercer puesto en Europa. Y por último Silio Itálico da una visión del orgullo que sentían los Saetabitanos por sus productos frente a los tejidos árabes y los comparaba por su calidad o por su trabajo (¿?) al lino de
Pelusium en el delta de Nilo (Bellum Punicum, 372-375).
Además del uso habitual para lienzos, vestidos (lino) y la cordelería e instrumental agrícola (esparto), ambos textiles eran imprescindibles en la construcción de las naves y aparejos asociados, no solamente para el velamen, jarcias o cabos; sino también para
calafatear o cerrar las juntas del maderamen de las naves con estopa (las fibras más cortas que no podían ser hiladas) y brea
para mantenerlas estancas.
LA ESTRUCTURA DE LOS CAMPOS: LA PERTICA SUCRO-SAETABIS
La primera observación de esta estructuración del territorio (fig. 3) fue realizada a nivel microrregional, en el contexto de una primera aproximación a las formas agrarias de Carcaixent y su entorno. La intención era establecer los criterios para delimitar las
zonas de protección arqueológica especial del Plan General de Ordenación Urbana (González Villaescusa 1996).
Una primera aproximación al parcelario de esta zona puso en evidencia la existencia de una posible parcelación de época romana que sólo se detecta claramente al este de una línea que coincide con el límite habitual de las inundaciones del Xúquer. Hay
un segundo límite que llegaría hasta zonas más altas, pero sólo se ha producido en circunstancias excepcionales, como en el
caso de la riada de 1982, cuando la rotura y derrumbe de la presa de Tous aumentó sensiblemente el caudal del agua. Ambos
límites pudieron plasmarse sobre el plano gracias a los trabajos de fotointerpretación realizados tras las devastadoras inundaciones de 1982 y 1987 (La Roca, Carmona 1983; Carmona, Segura 1989).
La “desaparición” de esta parcelación al oeste de esta línea no se entendía como el indicio de su inexistencia, sino que era la
consecuencia de la deposición de aluviones del Xúquer en periodos históricos, que enmascararon la parcelación más antigua, y
sobre la cual se generaron nuevas formas de organización de los espacios agrarios. Los sondeos realizados por P. Carmona en
el yacimiento de Benivaire Alt prueban que, con posterioridad al siglo III d.C., la zona pasó por períodos en que se transformó
en un área con ambiente hidromorfo (Carmona, Fumanal 1984). La parcelación que afecta a esta zona corresponde a una mor-
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fología que fue interpretada como posterior a la conquista cristiana, aunque faltan análisis más exhaustivos (González Villaescusa
2002, fig. 61). Por otra parte, los yacimientos antiguos o medievales que se localizan en este espacio se encuentran en ocasiones bajo depósitos de aluviones de hasta 2,5 m de potencia. Estos depósitos están formados por un proceso de agradación
secular en este sector del Xúquer, convertido en una cubeta de decantación de sedimentos a lo largo de época medieval y
moderna, y dando lugar a una llanura aluvial convexa (Mateu 1983; 1991).
Figura 3.
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Por el contrario, las formas supuestamente antiguas se apreciaban mejor en torno al barranco de Barxeta donde “deberían
sobresalir alters pleistocenos donde se ubicarían estos y otros
asentamientos más antiguos. Así lo sugiere la carta arqueológica (…)” en palabras de J. Mateu (1991, 159).
En uno de esos escarpes se encuentran las formas que dieron
la pista para identificar la estructura agraria que nos ocupa. Al
este de Carcaixent, el Camí del Rajolar, de poco más de 2 km
de largo, atraviesa un cruce de caminos ortogonal, denominado
en la cartografía els quatre camins. El camino paralelo es la CV41 que pasa por Cogullada y llega hasta la altura del significativo topónimo del Huerto de la Calzada, que se encuentra a 400
metros de otro topónimo de idénticas características, La Calzada.
La estructura centuriada tiene una orientación aproximada a
NG-36ºE con un valor métrico del módulo de 710 m y una
extensión norte sur de unos 50 km. Desde el sur de Saetabis
(5 km) hasta el sur de la ciudad de Valencia, cerca de la actual
Catarroja. De este a oeste su extensión es menor debido a la
limitación por el oeste que suponen las estribaciones montañosas interiores (Sierra de Alèdua) y por el este de los límites
de la antigua albufera o de las elevaciones de la sierra del
Mondúber. Lo que deja apenas un corredor de 10 km de
ancho en algunos sectores y de 20 km en los sectores más
anchos. La orientación cardinal de la pertica coincide aproximadamente con la del corredor y vía natural que pone en
comunicación Valencia con el interior, en el camino hacia la
meseta y, por añadidura, con el trazado de la Vía Augusta, por
lo que podemos hablar de una estructura parcelaria ligada a
esta vía de comunicación.
Figura 4.
Los vestigios parcelarios isoclinos con NG-36ºE se
encuentran principalmente por debajo de la hisoipsa de
300 m snm; por encima se rarifican, siendo muy difícil
apreciarlos más allá de la cota de 600 m. En los suelos
hidromorfos desecados dentro de los límites de la antigua
albufera se aprecian en menor medida aunque con mayor
intensidad que lo hacían los vestigios de los sistemas centuriados de Valencia A o B (González Villaescusa 2002, fig.
63, 65 y 67) lo que no debe interpretarse como una intervención antigua dentro de los límites del lago. También se
aprecian manifestaciones parcelarias de esta estructura al
norte del río Magro en la zona de Montroi y Real de
Montroi.
Pueden distinguirse dos grandes zonas, definidas por el curso
del río Xúquer. Al norte existe una buena conservación de ejes
largos, especialmente cardines, de entre los que destaca el
que pasa por Alcàsser. También se conservan trazas en torno
a la N-340 en el tramo comprendido entre Alcàsser y Alginet.
Al sur del Xúquer los vestigios son fragmentarios, menos largos pero con una mayor densidad. Llaman la atención los restos conservados en torno al barranco de Barxeta (donde se
incluye la zona analizada en 1996 y un posterior análisis de
1998 en torno a Alzira). En este sector, los restos son especialmente fragmentarios, pudiéndose interpretar como una
conservación de tipo relicto. Entre el barranco de Barxeta y el
Xúquer se aprecia el vacío ya observado en 1996, aunque a
la izquierda del río e inmediatamente contiguo a él se conservan importantes ejes cardinales, aunque fuera del ámbito de
influencia de los meandros propios de esta parte del curso del
río. Algunos restos en el llano del Cànyoles coinciden con un
tramo conservado de la carretera N-340.
En el tramo que interesa para el fin de este artículo se ha realizado una fotointerpretación sobre ampliaciones de fotografías aéreas a escala aproximada 1:15.000, extrayéndose las ali-
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Figura 5.
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neaciones isoclinas con la orientación de 36º al este del norte geográfico (fig. 4). El sector analizado tiene una dimensión aproximada
de 12 km de este a oeste por 18 de norte a sur, y unos 216 km2, formando un rectángulo comprendido entre las poblaciones de
Algemesí, por el norte y Barxeta por el sur; Gavarda por el oeste y Barxeta por el este.
Como se ha dicho anteriormente la densidad de tramas se encuentra principalmente siguiendo el trazado del barranco de Barxeta,
en su confluencia con el barranco de Casella, la de este con el Xúquer, la desembocadura del Verd y, finalmente, la del río Magro, formando un eje ligeramente inclinado noreste-suroeste. De norte a sur el primer espacio se encuentra en el camí de les Canals, a la
orilla derecha del Magro y a escasos 900 m de su confluencia con el Xúquer. Este camino sigue la orientación de la pertica y en él
se apoyan varios ejes perpendiculares que conforman cierta masa parcelaria cerca de la partida de Massasseli. En la orilla derecha del
Xúquer un eje de cierta relevancia, coincidente con el camino de Albal sigue, aunque deformado, la orientación dominante y organiza algunos pequeños espacios de parcelario isoclino. Lo más importante es que al borde de ese camino se encontró y excavó en
1982 la necrópolis rural de Tisneres, fechada entre mediados del siglo II y finales del III d.C. (González Villaescusa 2001, 256-264).
Más al sur, a orillas del Xúquer y próximo a Alzira, encontramos una gran extensión de caminos isoclinos con el sistema centuriado. Se encuentran en la margen izquierda del barranco de Casella, que en su último tramo constituye una anomalía rectilínea
(duplicada por el camino que sigue su trazado), por la forma como desemboca en el Xúquer, con la misma orientación de los
decumani del sistema Sucro-Saetabis. Se trata de una extensión de 397 has que constituyen un sinfín de huertos (Horts de
Tena, Canal, Llidoner, Sanahuja, Botella…) en la zona llamada Vilella Alta, Baja y Materna; este último es uno de los pocos topónimos latinos conservados en la zona. En ese espacio y en el cruce teórico de dos ejes del sistema parcelario, se encuentra el
yacimiento de Molí de Fus a orillas del Barxeta, con materiales del siglo I d.C.
Siguiendo el cauce del barranco se encuentran los ejes próximos a Carcaixent, ya descritos, sobre los que podemos añadir que
se produce el efecto contrario al que se ha podido observar hasta ahora, pues la buena conservación de largos ejes intermediarios de la estructura está en contradicción con la conservación de masa parcelaria en el interior de ellos. En este caso, las parcelas que se conservan entre ambos ejes se orientan de forma coherente en todos los casos pero no con la orientación de la centuriación. Sin embargo, tanto la iglesia de Carcaixent, fundada en el XVI, quizá en el emplazamiento de algún asentamiento más
antiguo a juzgar por los hallazgos en su subsuelo, como la ermita de Ternils, que indica restos romanos, bajo estructuras medievales islámicas o medievales (Pedro 1988), se encuentran bien relacionados con la retícula teórica, en el cruce de dos ejes.
Finalmente, otro sector donde la conservación de vestigios
parcelarios es relativamente abundante tiene una interpretación difícil. Se trata de la hondonada, a los pies de la Sierra de
Valiente y en las inmediaciones de la villa de Els Alters donde
se identifican numerosas alineaciones que aproximadamente
siguen la orientación a NG-36ºE. Sin embargo muy probablemente se trate de un “rejuvenecimiento” del parcelario antiguo, conservando la orientación pero adoptando una métrica
y composición formal medievales o modernas (figs. 1 y 5). La
villa de Els Alters también se encuentra en el ángulo de una
de las cuadrículas centuriales, y en la prolongación del mismo
decumano (fig. 4) que la necrópolis de les Foies datada entre
mediados del siglo II y el principio de la siguiente centuria
(González Villaescusa 2001, 282-285).
Conviene profundizar en la relación de isoclinia que mantiene
una de las estructuras arquitectónicas de la villa con la estructura centuriada, al igual que la proximidad de esta estructura a
un eje teórico de la retícula. La edificación de la villa tiene una
Figura 6.
orientación dominante a NG-21ºE, 15 grados de diferencia
con la retícula centuriada (NG-36º E). En el mundo rural romano, solo en muy contadas ocasiones, la centuriación y la villa romana comparten orientación. Sin embargo los elementos morfogenéticos, las formas virtuales no plasmadas en el suelo, como un eje de una centuriación, condicionan la orientación de construcciones o elementos del paisaje creados, en ocasiones, unos siglos más tarde. La excavación de las estructuras arquitectónicas de la villa no parece haber puesto de relieve la plasmación física de ningún eje, sin embargo, el templo doméstico de pequeñas dimensiones (2x2 metros) tiene una orientación de NG-33ºE, solamente tres grados de diferencia con la estructura centuriada, que resulta completamente incoherente con el resto de elementos arquitectónicos de la explotación rural. El paramento
noreste del templo se encuentra a 60 metros en línea recta del trazado de un decumano principal de la centuriación (circunstancia que tendrá que ser considerada en eventuales excavaciones posteriores); mientras que el paramento noroeste se encuentra a escasos 5 metros del trazado teórico de un kardo que subdividiría internamente la centuria en cuatro parte iguales o quadrifinia (fig. 6). Evidentemente, este eje no fue documentado en excavación, y su existencia, incluso virtual, está por demostrar,
al tratarse de un sistema de subdivisión interna de los cuadros centuriales que no ha podido verficarse en el análisis morfológico; no se trata, pues, más que de la constatación del hecho que en el futuro puede reinterpretarse a la luz de nuevos hallazgos.
En esta misma idea, merece traerse a colación, aunque tan solo como ilustrador de la función cumplida en la agrimensura de
los campos por parte de las sepulturas (González Villaescusa 2001, 134, 450, fig. 23) y de los templos (Chouquer, Favory 2001,
fig. 145 donde se recoge la ilustración del manuscrito Gudianus).
CONSIDERACIONES FINALES
La villa de Els Alters se encuentra en el límite de una unidad paisajística homogénea con suelos diferenciados, morfología agraria específica y un terrazgo formado por una acequia de probable origen medieval o post antiguo a juzgar por la relación que
mantiene con las estructuras de la villa. Este espacio debió de ser cultivado con lino en la antigüedad aunque con bastante certeza no se trata de un monocultivo extensivo. Se han manejado las variables disponibles (suelos, sistemas agrarios, necesidades
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agrológicas y condiciones ambientales) pero otros métodos y restos (carpología, palinología…) contribuirán a definir mejor esos
cultivos alternativos e incluso dominantes que restan por determinar. Recientemente A. Ferdière (2003) ha podido demostrar
para la Gallia el importante desarrollo de una producción de objetos manufacturados destinados al mercado en la que invertirían los propietarios de los dominios señoriales.
La necesidad de riego del lino en las condiciones ambientales de la zona pone el acento en una cuestión que sigue preocupando la investigación de los espacios agrarios, ya que es muy posible que en la región existiera un riego de época antigua. Es poco
probable su definición pues las estructuras irrigadas posteriores, medievales y modernas, deben camuflar ampliamente los eventuales restos y argumentos positivos que subsistieran desde antiguo.
El terrazgo de la villa es poco definible ante la ausencia de prospecciones sistemáticas que permitieran cotejar el espacio y definir los
terrazgos de otras unidades productivas adyacentes. Sin embargo hemos podido integrar la villa en una estructura agraria de tipo centuriado que no puede desligarse del municipio de Saetabis, donde debían estar adscritos los bienes raíces de esta propiedad.
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PLANTA INICIAL. SEGUNDA MITAD DEL SIGLO I D.C. A INICIOS DEL SIGLO III D.C.
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II. 1.- LA FUNDACIÓN DE LA VILLA
R. Albiach, A. Gallego y E. García Prósper
La evolución urbanística de la villa tuvo varios momentos bien diferenciados a lo largo de su existencia que se iniciaron con su
construcción a finales del siglo I dC. En la ladera de un cerro se edificó una amplia residencia, pars urbana, con un patio central
que permitía airear e iluminar toda la casa. Las instalaciones de la zona rústica, pars rustica, constaban de un canal y dos balsas
para desarrollar el procesado de los cultivos de lino y esparto. Por último, un poco separadas se situaron las dependencias para
guardar aperos, los establos, los almacenes de grano y las instalaciones para tareas artesanales.
Una reforma general asociada a ampliaciones y cambios en las instalaciones productivas con una nueva balsa y dependencias,
así como a la creación de espacios más suntuosos y la inclusión de un templete votivo en el jardín se produjo entre finales del
siglo II e inicios del III dC.
A mediados del IV dC se realizó un cambio de uso de la villa reutilizándose las instalaciones y las dependencias con nuevos fines
productivos y creándose nuevos ámbitos hasta que en el segundo cuarto del siglo V se dió el fin de la actividad en ella con el
abandono y derrumbe del edificio. A pesar de ello, en la zona occidental de la villa hubo actividad esporádica hasta mediados
del siglo VI y finalmente el cultivo y riego continuado de este uso espacio se prolongó durante la Antigüedad Tardía. Con posterioridad, fue área de necrópolis durante los siglos XI y XII.
La construcción de la villa precisó de unas tareas previas de acondicionamiento del espacio. Como la ladera presentaba un desnivel natural se crearon dos terrazas anexas pero a diferentes cotas. En la inferior se situó la villa y en la superior algunas de sus
instalaciones de trabajo. El desnivel que existía entre las dos terrazas oscilaba entre 0, 34 m en la parte este y 1,31 m en la
oeste, lo cual se pudo valorar con la Zanja 2 (año 2003) y el Sondeo 1 (año 2004) que distaban 54 m aproximadamente. Por
tanto, la topografía del terreno presentaba un claro desnivel que desde la terraza superior situada más al sur, iba disminuyendo
de manera gradual hasta llegar a la terraza inferior donde se ubicó la casa en un área aproximada de 2.800 m2.
Los trabajos anteriores a la edificación de la villa precisaron de una nivelación del terreno y un gran aporte de tierra. El nivel de
tierra existente en la zona era un estrato de deposición natural que se formó con anterioridad a la ocupación romana. Era de textura arcillosa y limosa, de color rojo y carente de material cerámico. Para regularizar el espacio antes de construir se aportó una
tierra de las mismas características que la del estrato geológico, por lo que provendría de las proximidades.
La Zanja 3 (año 2003) afectó a gran parte de la villa, pero nos mostró un corte estratigráfico muy clarificador de cómo pudo desarrollarse el proceso de terraplenado y nivelación de este espacio. El hallazgo durante la excavación de algunos de los desagües de las
instalaciones completaron el conocimiento de esos momentos previos a la edificación de la villa. La realización de tres sondeos en
diferentes habitaciones con el fin de documentar las técnicas constructivas de los muros y sus cimientos aportaron más información
sobre este aterrazamiento además de proporcionarnos varios fragmentos de terra sigillata hispanica que establecieron la datación
para el inicio de la villa.
La casa tenía en su centro un amplio patio porticado con una alberca alrededor del cual se distribuyeron las habitaciones.
Contaba con un jardín junto a la casa y unas termas. Su puerta principal estaba en el lado noreste, además de contar con un
acceso directo al jardín con un templo de culto doméstico, una comunicación con el área termal y un paso hacia el sur para llegar al porche junto al cual estaban las balsas al aire libre para los trabajos con las fibras del lino y del esparto.
Los muros perimetrales de la casa se han hallado en su totalidad excepto en el lado norte, aunque el cierre del fundus lo desconocemos. Sabemos que el flanco meridional finalizaba con las instalaciones de trabajo que se adaptaban a la orografía del
terreno, estaban a cotas más inferiores que las dependencias de la terraza superior y porque se realizó un sondeo (Sondeo 1)
para corroborarlo. Esta cata de comprobación se hizo en el ángulo sureste, con unas medidas de 3,95 x 4,60 m y 1,14 m de
profundo, registrándose varios niveles de tierra carentes de estructuras y de material cerámico.
La continuidad de la villa por la zona septentrional era evidente porque la planta de la casa quedaba seccionada por el norte. El
hallazgo de estructuras debajo de la acequia d'Enova y los resultados de los trabajos del Georadar en el camino rural anexo mostraron la prolongación de las construcciones hacia el norte aunque no se sabe con exactitud el límite. Pero sobre todo, si partimos de la apreciación de simetría para la planta de la casa desde el patio central e hipotéticamente traspasamos las medidas
de las habitaciones de la parte sur hacia la norte, la casa todavía continuaría unos metros más, y aquí estaba el acceso principal.
El límite oriental se encontró en la habitación noreste que sobresalía a modo de construcción angular y compartía vistas con al
jardín. El muro del porticado del peristilo establecía el cierre por este lado pero con un acceso al huerto o jardín. La extensión
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de este gran espacio ajardinado no se ha delimitado por lo que estaría más hacia el este. Planteamos la posibilidad de un acceso secundario por este flanco porque la entrada al templete sí se hacía desde oriente.
El cierre de la casa por la zona occidental se ha establecido en la zona termal situada al noreste, quedando por saber el límite
de la zona de trabajo hacia el oeste.
Los epígrafes votivos y funerarios hallados en la villa nombran a P. Cornelio Iuniani como persona a la que le ofrecen y a la vez
dedica inscripciones como lo atestiguan las menciones de los libertos Rhodine, Vib(ius) Eutychus e Inve[—-] y los esclavos Leonas
y Natalis. La datación de estas inscripciones tiene un margen cronológico entre los siglos II y III dC, período en que P.C. Iuniani
fue dueño de la villa.
En la ciudad de Saetabis se encontró una inscripción honorífica tallada sobre un pedestal para poner una estatua ecuestre que
Publio Cornelio Iuniani le dedicó a su hermano, Marco Granio Superstes en época antonina (69-193) cuando ya había muerto.
Los materiales cerámicos hallados en los niveles de fundación situaban durante el último cuarto del siglo I, probablemente entre
los años 65 y 75 dC, el momento de construcción de la villa.
El hallazgo de una inscripción votiva que le dedicó el liberto Vib(ius) Eutychus por su salud se ha datado entre finales del siglo
II e incios del III dC por lo que en este momento todavía vivía aunque estaba enfermo.
Con todo, si tenemos en consideración la cronología relativa que nos aportan estos materiales y tomamos las fechas con cierto
margen, durante el último cuarto del siglo I P.C. Iuniani construyó la villa, a lo largo del siglo II le dedicó en Saetabis una escultura ecuestre a su hermano y en la segunda mitad del siglo II el liberto Vibio le dedicó un ara votiva para mejorar su salud.
II. 1.1.- PARS URBANA
La parte noble o pars urbana de la casa presentaba una planta urbanística que seguía el modelo itálico. Se desarrollaba alrededor de un patio central a partir del cual se abrían las diferentes estancias y espacios de la villa, beneficiándose del aire fresco y
de la entrada de luz. A este respecto Vitrubio hacía una referencia al hecho de procurar que todos los edificios estuviesen bien
iluminados, abriéndose las ventanas a donde se puediese ver el cielo, siendo sumamente necesaria en los triclinios y demás
habitaciones, así como en los tránsitos, bajadas y escaleras (Vitubio lib. 6, 9).
El acceso principal, si bien estaba fuera de los límites de la cata arqueológica, estaría ubicado en el mismo eje de simetría que
el patio de modo que cuando se accedía a la casa se contemplaba de frente el patio porticado y los accesos de algunas de las
habitaciones principales.
Desde un punto de vista constructivo, tanto las técnicas, como los materiales y las medidas se ajustan perfectamente a los cánones y modos itálicos.
Los muros de la casa tenían los cimientos y zócalos de piedra pero el alzado era de tapial de tierra. Los cimientos estaban realizados con piedras irregulares de tamaño medio y pequeño dispuestos en hiladas y trabados con tierra. Su ancho superaba
unos diez centímetros por cada lado a los zócalos y su unión se realizaba mediante una lechada de cal que permitía la horizontalidad a la primera hilada del zócalo. Sus dimensiones oscilaban entre 0,50 y 0,53 m. Estaban construidos con la técnica
de opus vittatum, superponiendo hiladas con sillarejos de mediano tamaño, amalgamados con mortero de cal, arena y gravas.
El alzado de los muros no se ha conservado in situ en ningún caso pero a juzgar por el tipo de derrumbe documentado en la
villa que está caracterizado por un estrato de tierra arcillosa muy compacta de color rojo junto a latteres, tegulae e imbrex, consideramos que estaban construidos con la técnica del tapial de tierra.
Los accesos a las estancias tenían umbrales de mármol en su mayoría con una o dos quicialeras dependiendo del tipo de puerta,
aunque la mayoría sostenían solo una hoja. Las dimensiones de los vanos eran entre 1 y 1,72 m y los umbrales entre 1 y 1,42 m.
El hallazgo de derrumbe de pavimento sobre los suelos de dos estancias y en un tramo de pasillo evidenció la existencia de una
primera planta en la zona situada sobre los lados sur y oeste del peristilo.
ZONA CENTRAL Y SEPTENTRIONAL
• PERISTYLVM - EL PATIO
El patio era el centro y articulación de toda la casa. Tenía una planta cuadrangular unas dimensiones de 11,30 x 11,30 m. Su
área central era a cielo abierto y los laterales estaban cubiertos por un pasillo porticado que era el lugar de tránsito y acceso a
las habitaciones.
En el centro había un gran estanque ovalado delimitado por unos muretes o barandillas bajas que permitían una visibilidad y un
contacto más directo con las estancias. En origen estaban decorados con pinturas murales, visibles todavía en algun tramo de
alzado. Los intersticios entre los diferentes muros entorno a la alberca estarían ocupados por columnas de mármol que descansaban sobre los basamentos cuadrados de piedra caliza que se han conservado. Estos eran los puntos de apoyo y sustento del
porticado articulado en cuatro corredores con cubierta de tejas planas y curvas dispuestas a una vertiente. El hallazgo de la única
basa y parte del fuste inmediato, realizado en mármol y reutilizado en un muro de mediados del IV, nos ha permitido acercarnos a conocer como podría ser la columnata de este cuatripórtico.
El área abierta del patio estaba pavimentada de opus caementicium del que sólo se han conservado unas estrechas franjas junto
a las barandillas, en el resto se conservaba la preparación del mismo hecha con un nivel de gravas y tierra. La disposición de
esta solera no era completamente horizontal, se apreciaba una ligera pendiente hacia el centro, en dirección al estanque, permitiendo la recogida de agua en el mismo.
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El peristilo porticado de la zona residencial.
El estanque era una estructura hidráulica con un remate en su lado septentrional a modo de pequeña exedra que lamentablemente no se ha conservado completamente, impidiendo esta circunstancia entender con claridad la disposición del mismo.
Las paredes exteriores de la balsa estaban recubiertas con plaquetas de mármol de las que tan sólo había evidencia en uno
de sus lados. En el extremo meridional del patio, sobre el eje del estanque, se conservaban restos de un pequeño muro de
características estructurales similares a la barandilla. Mantenía correspondencia funcional y decorativa con el estanque, ya que
al igual que éste, tenía el paramento exterior recubierto con placas de mármol. Los paramentos interiores del estanque no se
conservaban en su totalidad habiéndose perdido parte del revestimiento interior de mortero de cal con fragmentos de cerámica machacada, opus signinum, tanto de las paredes como de la base y su unión a media caña. En el extremo norte se halló
la canal de desagüe del estanque que se dirigía hacia el oeste, seguramente para derramar en la cloaca general de la villa.
Enmarcando el patio se define un espacio porticado de 222 m2 articulado con cuatro corredores y con cubierta dispuesta a un
agua. Este techado recaía sobre unos pilares de piedra caliza con basamentos de 0,70 x 0,71 m.
• TABLINUM
El tablinum de las casas romanas se encontraba situado entre la zona central del atrio y el peristilo, en un área central e intermedia, guardando su intimidad con puertas abatibles. Aquí, el propietario de la vivienda solía despachar los asuntos cotidianos
con personas poco allegadas. Las cuestiones más próximas al propietario así como las resoluciones más privadas o transcendentales se llevaban a cabo en el gran salón de reuniones u oecus.
En la villa de Els Alters, la parte septentrional de la casa ha sido excavada en un pequeña parte por encontrarse fuera de la zona
de excavación. El porticado septentrional se ha documentado parcialmente al igual que las estancias que se abrían hacia este lado.
El pavimento del pasillo porticado se extendía hacia el norte más allá del ancho del cuatripórtico circundante, ocupando un espacio central. Este amplio espacio septentrional quedaba enmarcado por el este con un muro de mampostería irregular trabada
con mortero de cal que se prolongaba hacia el norte y cerraba la estancia.
El conjunto presentaba una distribución diferente al resto del porticado con un contacto hacia el norte abierto a una amplia estancia que se ajustaba a la disposición habitual para el tablino en las casa romanas.
No se ha dispuesto de más datos que reforzaran esta interpretación pero no se descartan nuevas valoraciones en futuros estudios.
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ZONA MERIDIONAL
• FAUCES-EJE TRASERO
La trasera de la casa, lindante con la balsa grande de la pars rustica, se solucionó urbanísticamente con la creación de un espacio de corredor y deambulatorio que comunicaba distintas partes de la villa.
Hacia el este se accedía al hortus o jardín de la casa, por el oeste llegaba al amplio porche y hacia el sur todo este pasillo tenía
un contacto directo con la balsa grande cuyos muros no superaban los 0,70 m de altura, siendo así un área de tránsito y uso en
relación con el trabajo en esta balsa.
Por debajo de este corredor se instaló la cloaca general de la edificación que se iniciaba en el ángulo sureste del muro
perimetral de la casa. Esta cloaca recogía tanto las aguas que desde su tejado vertían los canelones como las residuales
del piso superior e inferior. Se hizo de mortero hidráulico con la técnica de opus signinum y se documentó un largo trecho que discurría por todo este pasillo, posteriormente atravesaba longitudinalmente el porche, seguía por el pasillo occidental que separaba la casa de la zona termal, pasaba junto a las letrinas y se dirigía hacia el norte quedando fuera del
área de excavación.
Este recorrido manifiesta la correcta planificación de esta villa que situó el desagüe general en zonas de tránsito o bien de uso
doméstico pero nunca por el interior de la parte residencial. La longitud excavada de esta cloaca fue de 19,30 m y su ancho
documentado de 0,42 m.
Este pasillo interpretamos que estaría cubierto tan solo por el voladizo del tejado que sobresaldría del cierre de la trasera de la
casa ubicado en su segundo piso.
• CUBICULA
Un conjunto de tres estancias, H-3, H-4 y H-5, situadas en el ángulo sureste de la casa conformaban uno de los dormitorios principales de la casa. Con esta ubicacón gozaban de unas condiciones de luz, aire y buenas vistas al jardín.
Su acceso se realizaba por el porticado accediéndose a una primera estancia, H-3, que era la antecámara o vestíbulo del dormitorio, H-4, al que accedía por una amplia puerta. Esta cámara de descanso tenía en su lado oeste acceso a una pequeña habitación complementaria, H-5, a modo de vestidor.
El conjunto del dormitorio situado al sureste de la casa con un pavimento de losetas de mármol, opus sectile, de Buixcarró.
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El porticado del patio daba acceso a la pequeña estancia o vestíbulo, H-3. El umbral de la puerta era de mármol, con unas medidas de 0,35 x 1 m y conservaba un quicio en el lado sur. Las medidas de la habitación eran de 3,39 x 3,75 m. El pavimento
que se ha conservado de esta antesala pertenece a una fase posterior de reforma. Por su lado sur comunicaba con el dormitorio, H-4, a través de un umbral de mármol con dos quicios. El ancho del vano de acceso tenía 0,50 x 1,40 m, encajando una
amplia puerta de dos hojas. Las medidas de este cubiculum eran de 4,76 x 6,24 m y presentaba una pavimentación de opus
sectile o placas de mármol de diferentes medidas y colores formando combinaciones. El rodapié también era de mármol como
el suelo, que provenían de las canteras de Buixcarró y presentaba los tres tonos de las diferentes vetas del mármol que se conocen en la cantera. Añadía baldosas de mármol negro y otras granates creando una composición geométrica y cromática que delataban la mano de un verdadero experto.
Encima del zócalo de marmol la pared oriental conservaba un revestimiento de estuco pintado. La decoración de pintura mostraba un fondo de tono anaranjado sobre el que se plasmaban líneas y trazos de color negruzco.
A juzgar por la disposición y composición del suelo marmóreo la estancia se dividía en dos ambientes. El más grande lo constituían dos terceras partes del pavimento donde una disposición ajedrezada creaba un amplio espacio de salón y, al fondo, una
franja rectangular de amplias placas enmarcaba el lugar para ubicar el lecho de descanso.
Desde esta zona, por un umbral de mármol de 0,52 x 1,38 m se pasaba a una estancia reducida de 2,65 x 4,10 m, H- 5, interpretada como un vestidor.
Esta estancia auxiliar que completaba el conjunto de las cvbicvla no conservaba su pavimento original debido a un expolio durante la Antigüedad Tardía, lo que permitió realizar un registro completo del sistema de cimiento utilizado en los muros de la fase
original de la villa así como confirmar su datación.
El hecho de que el dormitorio poseyera un vestíbulo y un vestidor así como la suntuosidad mostrada por los diferentes
umbrales, pavimento, paramentos y sus revestimientos conservados en estas habitaciones, nos indican la adscripción a
un área de descanso utilizada muy probablemente por los propietarios de la casa ya que entre todas las cubicvla este
era el mejor conjunto.
• CUBICULUM
Junto al dormitorio descrito se hallaba una pequeña estancia, H-6, con acceso directo al patio.
Conservaba en la zona de la entrada un primer umbral que asomaba por debajo del actual pavimento por lo que el suelo de
este momento no se pudo documentar. Las medidas de esta estancia eran de 3,14 x 4,37 m.
En su interior se halló un fragmento de placa de marmol que presentaba una decoración de racimos de uva y hojas de parra en
bajorrelieve con unas dimensiones de 21,7 x [32] x 3,7 cm. Podría formar parte de un friso o a una orla de enmarque de revestimiento parietal.
Sabemos que la villa perduró en su uso hasta mediados del siglo V dC pero cabe la posibilidad de que pudiese pertenecer a
esta estancia. Aunque no es posible determinar con seguridad la funcionalidad que tuvo esta habitación por haber sido completamente reformada, su ubicación anexada al gran dormitorio descrito y su obertura privilegiada de acceso directo al peristilo, nos
permiten la licencia de pensar en una habitación infantil situada junto a la de los padres.
El hallazgo en esta estancia de grandes bloques de pavimento de opus signinum sobre el nivel de abandono y sobre el suelo
proporcionó una valiosa información sobre el nivel superior de la casa, porque pudo saberse que en este lado de la casa hubo
una planta superior.
• OECUS
Continuando en la zona sur de la casa y justo en el eje central de la villa había una estancia, H-15, que era la más grande de
toda la vivienda. Desde ésta se accedía a otra habitación, H-14, con la que mantenía una relación directa.
Lo más característico de estancia grande, H-15, era que presentaba la particularidad de poseer dos vanos de acceso desde la
galería porticada, uno en cada estremo de su fachada. Esta circunstancia, junto con su localización en el eje axial del patio, nos
hace considerarla como una de las habitaciones más importantes de la villa. Desgraciadamente su estado de conservación era
muy deficiente, habiendo desaparecido su pavimento del que únicamente se conservaba a nivel de nucleus en una pequeña
zona adosada al muro septentrional.
Junto a esta habitación se encuentraba otra de tamaño más reducido, H-14, cuyo acceso debía estar en la habitación que acabamos de describir porque que no conservaba ningún vano y el muro que compartía con H-15 estaba arrasados hasta el cimiento. El pavimento sólo se ha conservado en las uniones con los muros ya que la estancia estaba muy deteriorada. Este suelo de
mortero de cal con gravas, opus caementicium, conservaba apenas unos centímetros de mortero.
La interpretación con respecto al uso de ambos espacios se ha ajustado a los datos obtenidos durante la excavación y a la información general del resto de las estructuras de la villa, siempre teniendo en cuenta que partimos de una planta urbanística con
un canon muy itálico y que estamos ante una gran explotación dedicada a actvidades agrarias que requerían dedicación a sus
transacciones comerciales y estado de cuentas.
En este sentido, y teniendo en cuenta por un lado la relación directa que hay entre ambos espacios, así como la situación privilegiada de la H-15 en pleno centro de la pars urbana de la villa, todo parece indicar se tratase de un gran sala de recepción u
oecus, mientras que la habitación aledaña fuera una especie de archivo o despacho anexo al principal.
El hallazgo de una inscripción votiva de mármol de Buixcarró dedicada al dueño de la villa Cornelio Iuniani por su salud, invocando a Júpiter, dedicada por el liberto Vibio Eutico, nos indica la sala donde se ubicó esta pieza era un espacio apreciado y distinguido por el dueño al mismo tiempo que visitado por gente.
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Las estancias situadas al sur del patio central.
Esta ara se encontraba situada en el interior de la estancia H-15 y era una pieza tallada por tres caras para no ser vista exenta
porque las molduras de la cornisa y de la base aparecen en la cara anterior y en las laterales, pero no en la cara posterior, lo que
indicaba que iba adosada a la pared. Suponemos que estaba ubicada junto al acceso occidental donde se halló y puesta en una
hornacina practicada en el muro porque se localizó en una posición que denotaba haber caído de cierta altura.
ZONA ORIENTAL
El lado este del porticado se comunicaba con dos espacios que ocupaban este flanco de la casa. En el noreste había una habitación y en el este una amplia zona de hortus o jardín que ocupaba todo el lateral exterior de la casa.
• EDICULA - ESTANCIA
La habitación situada en el ángulo noreste de la casa, H-7, fue destruida en parte por la Zanja 3 (año 2003) pero deducimos
que tendría su acceso por la zona del peristilo que quedó destruida.
Las medidas de la estancia eran de 6,26 x 6,40 m y estaba enmarcada por unos paramentos de mampostería trabados con mortero de
cal entre los cuales destacaba el muro oriental o exterior porque conservaba incrustada la impronta de un fuste y probablemente otro. El
paramento sur solamente conservaba su cimiento ya que el alzado fue expoliado durante la Antigüedad Tardía. El pavimento de la estancia era de de mortero de cal con gravas, opus caementicium, y se extendía por toda la habitación, conservándose en buenas condiciones.
Nada de lo documentado en ella nos ha indicado cuál fue el uso que tuvo por lo que su interpretación la hemos ha aproximado después de valorar sus características constructivas y su ubicación respecto de la planta del conjunto residencial. Podría tratarse de una estancia para el relax y goze del jardín en verano, bien situada por tener, al menos, tres oberturas directas a la entrada de sol y aire: una hacia el interior en contacto directo con el patio porticado y otras dos hacia el exterior, con vanos que daban
al jardín. En esta zona, los fustes de columna son indicativos de que esta estancia tenía, al menos, un muro con columnas de
posible acceso directo al hortus.
Como ya ha sido avanzado, una de las cuestiones más importantes que ha aportado la excavación de esta estancia a la interpretación de todo el conjunto ha sido la del conocimiento del perímetro de la casa. Sus paramentos norte, sur y este eran límite y creaban un retranqueo en la planta de igual modo que las cubicula del sureste, dando un aspecto exterior en la visual de
la fachada oriental de dos cuerpos de flanqueo lateral.
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• HORTUS -JARDÍN
El lado oriental de la casa estaba ocupado por un amplio hortus o jardín al cual se accedía desde la casa por el patio porticado.
Cruzado este umbral se accedía directamente a la parte norte del jardín, H-1, y de ésta se llegaba a la parte sur, H-2. La separación entre ambas, si la hubo, no la hemos podido establecer porque una zanja excavada en la tierra durante la Antigüedad
Tardía recorre la posible zona limítrofe. Con el trancurrir del uso en la villa si que hubo una diferente utilización del espacio, con
un área de culto y otra de vertido de materiales pertenecientes a reformas y vajilla, pero durante este primer momento tan solo
se aprecia una gran área sin soportes para la descarga de una techumbre ni muros en superficie, la ausencia de derrumbe de
tejas y de pavimento, por lo que no hubo ninguna cubieta ni porche.
Vista general del hortus situado al este de la villa.
Este paso estaba situado en el tramo norte del muro oriental del porticado que al mismo tiempo era uno de los cierres perimetrales de la vivienda. Este vano tenía una medidas de 0,45 x 1,28 m y conservaba un sillar en la parte norte con un quicio indicando la existencia de una puerta con una sola hoja que abriría hacia el norte. La técnica de construcción de este muro, también utilizada en otras zonas de la casa, estaba basada en la unión de sillares y piedras trabadas con mortero de cal y su peculiaridad residía en el acabado que tenía su alzado por el exterior. Tras enlucir de argamasa la pared sobre ésta se marcaban líneas incisas que buscaban seguir el contorno de los sillares, resultando un lienzo en el que visualmente resaltaban las marcas de
los sillarejos que lo conformaban.
El espacio H-1 presentaba un primer nivel donde se documentaron las tierras que nivelaron el espacio, con restos de rubefacción en algunos puntos así como la presencia de leña quemada. Se excavó una superficie de 7,09 x 10,60 m aunque era mayor
porque se prolongaba por debajo del corte de la excavación hacia el este. Estos indícios que han perdurado de los primeros
momentos de la villa nos llevan a presuponer que durante la construcción de la casa esta zona pudo servir de lugar de uso
doméstico y parada en el descanso, ya que no había material cerámico ni indicios estratigráficos que nos indicasen otro tipo de
ocupación. En la zona sureste de H-1 existía una mayor acumulación de tierras que rellenaron espacios de los que se había
extraído tierra para la construcción de los tapiales de la casa o bien había un desnivel natural y fueron llenados por acción antrópica. Se realizaron dos sondeos para poder documentar su profundidad.
Sobre este nivel inicial se acopió tierra para conformar el suelo del jardín adquiriendo el aspecto de una amplia superficie a cielo
abierto y con suelo de tierra, esperando saber en un futuro, tras los análisis polínicos y carpológicos de este nivel de tierra, cuales fueron las plantas que adornaron y perfumaron este ambiente.
La zona de jardín situada más al sur, H-2, era la continuación de la H-1 como área de jardín abierto, sin cubierta ni pavimento.
El nivel de tierra del jardín presentaba (UE 1146) abundante cantidad de material cerámico de uso doméstico y de construc-
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ción, sobre todo revestimiento de pintura mural. La creación de este relleno se interpreta como aportaciones de materiales procedentes de la rotura y cambio de algunos objetos cerámicos de uso cotidiano y de la reformas de las estancias del edificio. Así
se fue creando en esta área de jardín un nivel regularizado que en su mayor parte contiene un conjunto de materiales correspondientes al momento altoimperial del uso de la villa, centrado en el siglo II, aunque algún fragmento de los siglos III y IV están
indicándonos la continuidad del uso en esta zona.
LA VAJILLA DE ÉPOCA IMPERIAL (R. Albiach, I. Caruana, A. Gallego, E. García-Prósper)
La perduración en la ocupación de la villa hasta mediados del siglo V dC conllevó la renovación de la vajilla y recipientes de almacenaje, de igual modo que se produjeron otros cambios en la villa. Este material cerámico desechado se enterró en una zona
del hortus y el azar permitió que se pudiese descubrir en esta excavación.
El panorama cerámico que se ha podido ver en el nivel (UE 1146) hallado en el jardín presentaba mayoritariamente cerámica
común oxidante y cerámica reductora de cocina, que aportaban un repertorio de formas muy variado. En segundo lugar, abundaban los fragmentos de ánfora Dressel 2/4 y de terra sigillata hispánica, con las formas más habituales que aparecen en la
península ibérica, siendo las formas lisas las Dragendorff 15/17 y 27 y en menor medida las 24/25, 18, y 35, y las formas decoradas Drag. 29 y 37. También era de señalar la abundancia de cerámicas africanas de cocina sobre todo Hayes 23B, 197 y una
gran variedad de tapaderas.
El conjunto cerámico estudiado, presentado por producciones, ha resultado el siguiente:
Cerámicas comunes (Láminas 1 a 4): la pasta era muy depurada, con desgrasante muy fino, casi inapreciable, y el color tenía
tonos que iban del beige al marrón. Tenemos repertoriada gran cantidad de formas cerradas, sobre todo de jarras (Lámina
1) de diferentes tamaños, algunas de ellas decoradas con trazos pintados (nº 543). Había una gran variedad de cuencos
(Lámina 2) representados con formas de perfil en “S”, bordes engrosados en el exterior, bordes reentrantes, algunos con el
borde recto, algún cuenco carenado, otros ejemplos de fuente grande con asa horizontal con diferentes tipos de borde y un
par de ejemplares de ollas oxidantes. Se documentaron dos tipos diferentes de morteros, unos en ala e incrustaciones de
pequeñas piedras en su interior (nº 340) y otros con acanaladuras en su parte interna. También se localizaron imitaciones
de cerámica de cocina africana de la forma Hayes 23B (nº 550) y de terra sigillata de la forma la Ritterling 5 (nº 347).
Lámina 1.
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Lámina 2.
Lámina 3.
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Así mismo, había grandes contenedores de producción local, con un tipo de pasta compacta con abundante desgrasante
calcáreo de pequeño y mediano tamaño, con muchas vacuolas, y el color de la pasta iba en degradación del marrón al
naranja, siendo normalmente la superficie amarillenta por un posible engobe. Se han documentado dos tipos diferentes:
uno consistente en grandes recipientes de base plana, con bordes exvasados y rectos, las paredes bastante gruesas y elementos de sujeción que consisten en un asa horizontal (nº 552) y un mamelón (nº 553) en disposición también horizontal, y un gran recipiente de paredes curvas y borde moldurado, saliente y plano (nº 554). Algunas de estas piezas eran similares a las que se hallaron en los hornos de producción excavados en 1989 en la Estación del Ferrocarril de la Generalita
Valenciana de la vecina localidad de Villanueva de Castellón (Valencia).
Lámina 4.
Cerámicas reductoras de cocina (Láminas 5 y 6): la pasta variaba de gris oscuro a azulado, muy depurada y con desgrasante calcáreo de pequeño tamaño. Como hemos mencionado con anterioridad en la villa se usó un amplio repertorio de formas, especialmente en cuanto a las ollas y las tapaderas. En general los bordes de las ollas estaban engrosados al exterior
y algunos tenían una pequeña acanaladura interior de apoyo para la tapadera, aunque también había un ejemplar de borde
saliente. La mayoría de piezas poseían muchas acanaladuras en la superficie exterior y otras también en la interior. Las tapaderas presentaban desde bordes rectos a los ligeramente engrosados, e incluso con acanaladuras en la parte interior del
borde. Había también cazuelas de paredes exvasadas y bordes engrosados en el interior, siendo en un caso la base plana
(nº 356) y un ejemplar de jarra (nº 357).
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Lámina 5.
Lámina 6.
Ánforas (Lámina 7): La variedad tipológica de las ánforas halladas fue reducida, destacando las Dressel 2/4 que eran las más
abundantes, presentando diversidad de bordes (nº 358 y 361)
y los característicos pivotes macizos (nº 359) y unas pastas muy
depuradas, de tonos anaranjados y la superficie exterior más
clara. Existía un ejemplar de la forma Beltrán II B (nº 362) de procedencia Bética. En este mismo panorama se documentaron dos
tapones de ánfora de tipo piriforme o Vegas 61 (nº 364). Se
encontró un fragmento de borde de Dressel 1 y otro de
Lamboglia 2 (nº 363).
Terra Sigillata Hispánica (Láminas 8 a 10): Se hallaron tanto formas lisas como decoradas, siendo las más abundantes las lisas. La
mayoría de las piezas procedían de los talleres riojanos de Tricio,
aunque también había varios ejemplares de Bronchales. Las formas lisas documentadas fueron las siguientes: las que aparecían
en mayor número eran los platos Drag. 15/17 (nº 521 y 367) y
los cuencos o copas Drag. 27 (nº 519 y 520), seguidos por los
cuencos Drag. 24/25 (nº 522 y 523), las copa Drag. 35 (nº 524
y 525) y Ritterling 8 (nº 368) y el plato Drag. 18. La pieza decorada era un cuenco Drag. 29 (nº 369) que presentaba una decoración de metopas. Entre el borde y el friso superior tenía dos bandas y el friso metopado poseía unos motivos de círculos concéntricos separados por elementos verticales de puntas de flecha y
una flor de siete pétalos en la parte superior. De la forma de cuenco Drag. 37a (nº 527 y 371) poseemos dos ejemplos. El primero
era un fragmento de borde y parte de cuerpo que estaba decorado en su friso superior con motivos sucesivos de círculos ondulados enmarcando círculos concéntricos y separados por motivos
verticales. El segundo era un fragmento de base que en su friso
inferior tenía una decoración de círculos concéntricos que envolvían una roseta de siete pétalos en el centro. Por último, había un
cuenco de la forma Drag. 30. De los ejemplares de Bronchales
destacaba un cuenco Drag. 37 (nº 526) de pasta anaranjada y
decorado con un friso de círculos concéntricos segmentados. Entre
Lámina 7.
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las piezas recuperadas se encontraron dos sellos de Tricio y cuatro grafitos, siendo los sellos los siguientes: ...SEGITR... (nº 531) de
Segivs Tritiensis y IIXOF EPA·T (nº 532) de Valerivs Paternvs (Mayet, 1974) y (Escrivá, 1989). Respecto a los grafitos tenemos tres
incompletos (nº 529, 530 y 370) con grafía latina y un cuarto (nº 528) completo que probablemente pertenece también a los talleres de Tricio ya que los signos incisos eran iguales a los que aparecen representados en algunos de los moldes de este taller (Roca
y Fernández, 2003).
Lámina 8.
Lámina 9.
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Lámina 10.
Terra Sigillata Sudgálica (Lámina 11): Fueron escasas las piezas de esta producción gálica halladas en esta unidad estratigráfica. La
mayoría pertenecían a fragmentos informes, algunos del cuerpo de platos Drag. 15/17 y el resto se correspondía a las formas del
cuenco Drag. 27 (nº 365) y el plato Drag. 18 (nº 518) que tenía un sello en su interior en el que se puede leer I·EI EC MN.
Lámina 11.
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Importaciones africanas (Lámina 12): Se pudieron diferenciar dos grupos, las cerámicas de cocina y la vajilla fina de mesa.
Respecto a las cerámicas de cocina, las formas más representadas eran las de la cazuela Hayes 23B o Lamboglia 10 a (nº
372) y la olla Hayes 197 (nº 360, 345 y 342), estando presentes en menor medida las cazuelas Hayes 181 y Lamboglia
9 a. Se pudo ver que las tapaderas importadas ofrecen una gran variedad tipológica, estando representadas las formas Ostia
III.332 (nº 373), O. II.302, O.I.18, O.I.261 y O.I.262 (nº 339). En cuanto a la vajilla fina de mesa, las producciones de terra
sigillata clara de la variedad A eran los ejemplares de platos Lamboblia 4/36b (nº 374). Tan solo había un borde y una
base de terra sigillata clara C de la fuente Hayes 50 (nº 569) y dos fragmentos de cuerpo de terra sigillata clara D de una
fuente Hayes 59.
Lámina 12.
Varios (Lámina 13): Aparecieron algunos fragmentos de vasos para beber de paredes finas entre los que se encontraba
un cubilete Mayet XXXIV de cáscara de huevo (nº 568). También se hallaron numerosos fragmentos de lucernas de tipologías diversas de volutas, aletas laterales y de disco. Los motivos decorativos representados consistían en un león (nº
534) y un posible conejo, y una corona de hojas de olivo con una palma en el centro (nº 348). Otras piezas a destacar
serían varios pondus de cerámica de sección troncopiramidal (nº 484) que parece que estuvieron expuestos a la acción
del fuego. También se encontraron seis tejuelos de cerámica (nº 375), de diferentes tamaños, hechos sobre fragmentos
de ánforas.
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Lámina 13.
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Lámina 14.
Metal: los objetos metálicos aparecidos en este nivel eran un fragmento curvado de hoja de hierro (nº 538) de un elemento cortante, posiblemente un podón, y dos varillas (nº 536 y 537) muy finas de bronce que tienen la sección circular y los
extremos acabados en punta.
ZONA OCCIDENTAL
Al oeste del peristilo se construyeron tres ámbitos intercomunicados H-9, H10A y H10B, pudiendo haber sido uno de ellos como
un triclinium.
La estancia H-10B estaba situada en el ángulo suroeste del patio porticado y el acceso se hacía a través de un gran vano con
unas dimensiones de 0,58 x 1,72 m.
Estaba delimitada por muros conservados a nivel de zócalo cuya factura era de opus vittatum pero no se ha conservado el pavimento original debido a la reforma posterior.
La Zanja 3 (año 2003) destruyó la parte norte de esta habitación por lo que desconocemos si tenía contacto con la habitación
contigua, H-10A.
La función que tuvo la desconocemos aunque su considerable tamaño, su buena ubicación y la suntuosidad con que se reformó su suelo con un mosaico polícromo con motivos animales nos llevan a la interpretación de un posible triclinium.
La habitación contigua hacia el norte, H-10A, tenía unas características constructivas similares pero la pavimentación era sencilla, opus caementicium, y no presenta una horizontalidad perfecta como consecuencia del peso del derrumbe de la techumbre
que había producido un acusado desnivel visible en la parte central de la estancia.
El paso a esta habitación se hacía por medio de dos vanos. Uno de ellos tenía entrada desde el porticado y el otro abría al pasillo oeste de la casa que conectaba con las dependencias termales. Recayente a este corredor había una ventana de la que se
conservaba parte del vano, ligeramente elevado respecto a la cota de pavimento.
Esta era la única habitación de la residencia que conectaba con el corredor oeste y con las termas, por tanto su funcionalidad
se relacionaba con una estancia de tránsito hacia el área termal así como a las letrinas del corredor oeste.
La estancia situada más al norte, H- 9, tenía unas dimensiones de 4,34 m x 4,83 m. El pavimento correspondiente a el momento inicial no se ha conservado porque había un opus tesselatum construido en el momento de reformas. El acceso principal desde
la galería porticada se hacía a través de un vano estrecho con umbral de mármol. De la misma forma, el acceso que había el sur
desde esta habitación a la contigua, H-10A, se hacía por medio de otro vano también revestido por un umbral de mármol.
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El hallazgo de grandes bloques de opus signinum recuperados en la excavación del derrumbe de esta estancia, podrían indicar la existencia de una segunda planta en esta parte de la villa. A este respecto, cabe indicar que era habitual construir los forjados con los mismos materiales y técnicas empleados en la planta baja, por lo que podía haber pavimentos de opus caementicium, signinum o incluso tesselatum en la planta superior, sin tener porque coincidir con el estilo y técnica empleada en el nivel inferior (Adam, J.P: 1996).
• FAUCES. CORREDOR OESTE
Dentro de la planta general de la villa el fauces o pasillo oeste separaba dos espacios importantes en la zona residencial, que
eran el patio con sus habitaciones y el área termal, aislando así la residencia de vapores y evitando humedades.
Por el sur conectaba con el porche de la pars rustica y su lado este tenía acceso mediante un vano a uno de los salones
de la casa, H-10A, interpretado anteriormente como estancia de tránsito. Hacia el oeste, comunicaría con una de las habitaciones de la zona termal. Por el norte conducía a unas letrinas y su continuidad septentrional se desconoce al igual que
en el resto de la villa.
Era un corredor descubierto y amplio que permitía una óptima aireación y luminosidad. Además fue el espacio idóneo donde
se podría haber emplazado, al menos, una escalera de acceso a la planta superior. El ancho de este pasillo era de 4,03 m y su
longitud excavada llegaba a 1,40 m. Estaba pavimentado con una suelo de opus caementicium muy mal conservado y tan sólo
documentado junto al muro de cierre de una de las habitaciones de las termas, H-11.
En la interpretación de la completa funcionalidad de este pasillo quedarían elementos por valorar ya que su planta fue uno de
los espacios que más sufrió las transformaciones que se desarrollaron en esta villa a inicios del siglo III dC.
• LOS BAÑOS
Dentro del esquema espacial de la villa los baños privados o termas se situaban en la zona más noroccidental, creando un
recinto unitario con sus diferentes salas interrelacionadas. Quedaba integrado en el conjunto arquitectónico de la pars urbana pero separado de ella por medio de un corredor o pasillo en su extremo oriental, que delimitaba el ámbito residencial
del de ocio.
Los balnea se incorporan a esta arquitectura rural formando parte del núcleo residencial de la villa porque los inquilinos de
estos establecimientos agropecuarios no querían prescindir durante sus visitas a sus villae de los baños diarios en estos recintos creados para estas sesiones.
No se ha podido conocer la planta completa del momento de su construcción ya que las reformas posteriores modificaron parte
de sus ámbitos, y además la construcción de la Acequia Comuna de Énova y un camino rural han impedido tener un mayor
conocimiento de este conjunto.
Las termas estaban orientadas hacia poniente siguiendo las indicaciones de Vitrubio (Arch. lib. 5,10) para aprovechar al máximo
el calor y la luz solar.
En el momento fundacional de la villa, a finales del I dC, los balnea eran de dimensiones más pequeñas que en un momento
posterior, contabilizándose cuatro estancias. Estas habitaciones estaban conectadas entre sí por medio de vanos con una luz de
una hoja para albergar una puerta, con umbrales de piezas rectangulares de mármol de Buixcarró, algunos con quicios o chumaceras. Los muros estaban realizados con sillares de mediano tamaño, trabados con mortero de cal, que se conservaban a la
altura del zócalo.
El acceso a esta área termal se realizaría desde el corredor oeste. La primera habitación, H-11, estaba situada en el lateral sureste de los baños y era una estancia de planta rectangular, con unas dimensiones de 3,35 x 7,74 m. El pavimento estaba hecho
con ladrillos cerámicos de forma romboidal, con unas medidas aproximadas de 6 x 6 cm, trabados con mortero de cal y dispuestos “en cuadros sobre su punta” opus reticulatum (Adam, J.P: 1996, 143). En cuanto a la adscripción funcional de esta
estancia se puede decir que se utilizaría como vestuario o apodyterium.
Desde el norte de esta habitación se accedía por medio de un umbral de mármol de 0,60 x 1 m a otra estancia contigua,
H-18, que solo conservaba sus muros sur y oeste ya que su cierre por el este quedó anulado por reformas posteriores y su
límite norte estaba fuera de la cata, con unas dimensiones conservadas de 3,45 x 7,71 m. Su pavimento era de mortero de
opus signinum y solamente pudo apreciarse en el corte estratigráfico que dejó la excavación de una fosa tardía porque lo
cubría otro suelo perteneciente a un momento de reforma. El uso que tuvo en su día esta sala lo asociamos a un espacio
templado o tepidarium, conclusión a la que llegamos tras valorar su ubicación respecto del conjunto de las termas, su situación más alejada del calor que llegaba del horno o praefurnium así como por deducirse que tuvo esta mismo función tras
las reformas del siglo III dC.
Otra de las estancias, H-19, estaba ubicada al oeste de las anteriores y su conexión sería por el norte, aunque las transformaciones posteriores no han permitido la documentación de este acceso. La planta de esta habitación era cuadrangular y
tenía unas dimensiones de 6,75 m2. Sobre el muro septentrional había una rampa, de opus caementicium, con unión de
media caña que funcionaría con un pavimento no conservado. Bajo éste, se situaba el sistema de hipocaustum, que permitía la circulación del aire caliente. Éste consistía en una serie de columnillas de ladrillos circulares, suspensurae. Aunque
no disponemos de la totalidad de estos pilares las huellas que han dejado en el suelo nos informan que constaría de 30
soportes circulares de entre 21-21,5 cm. de diámetro. Éstos no son equidistantes entre sí y se encuentran separados entre
32 y 40cm. La altura oscilaría entre 18 y 20 cm teniendo en cuenta que cada ladrillo tenía un grosor de 6 cm aproximadamente y la cota del pavimento de la sala. Por lo tanto, en esta primera etapa esta habitación era el caldarium o bañera de
agua caliente, que recibía el calor por el sistema de hipocaustum y el agua caliente por un conducto que tenía situado en
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su ángulo noroeste, junto a la rampa para apoyar la espalda que estaba embellecida con una serie de cuatro columnillas.
La profundidad de esta balsa se ha calculado que sería aproximadamente de 0,50 m.
Junto al caldarium se encontraba otro espacio, H-21, de planta cuadrada y con unas dimensiones de 7,8 m2 donde solo
faltaba el muro norte. Hacia el oeste lindaba con el pozo que suministraba de agua al complejo termal y su paramento meridional servía de conducción del aire caliente que provenía del horno o praefurnium. Esta dependencia conservaba también
evidencias del sistema de hipocaustum en la que se encontraron varias piletas de la suspensura in situ. Una de ellas, de
siete ladrillos, alcanzaba una altura de 46 cm, cota que marcaría el inicio donde estaría el pavimento que coincidía a su vez
con una altura aproximada al zócalo de los muros. Así pues, esta habitación no tendría una función de balsa y podría relacionarse con un espacio creado para sauna vinculado al caldarium y muy cerca del horno de las termas. La comunicación
con la sala caliente se haría a través de un vano abierto en la parte central del muro medianero.
Si bien el horno de este momento no se ha documentado, aunque se tiene constancia de donde podría estar, si contamos
con la existencia de un pozo que sumistraba de agua a las termas y estaba situado junto al conducto del aire caliente. Este
pozo estaba excavado en la tierra y tenía una planta rectangular de 2,30 x 1,00 m. La estructura interna se mantenía sin
revestimiento de mampostería por tratarse de niveles arcillosos y el último tramo de entre 1,80 y 1,95 m se revistió con
paramentos de pequeños sillares trabajados por la cara exterior y trabados con mortero de cal. La última hilada estaba construida de ladrillos macizos dispuestos en hileras horizontales y trabados con la misma argamasa. Toda esta construcción iba
revestida de un mortero con cenizas para evitar las pérdidas de agua. Del brocal tan solo se ha conservado un sillar de caliza en la parte oriental.
LOS MATERIALES DEL NIVEL DE FUNDACIÓN (R. Albiach, I. Caruana, A. Gallego, E. García-Prósper)
La realización de una serie de sondeos excavados por debajo de los pavimentos de algunas de las estancias permitieron documentar los estratos de nivelación (UE 1156) cuyo aporte corrigió el suave buzamiento que describía el terreno escogido para la
construcción de la casa de la villa. Los materiales arqueológicos recuperados han aportado un terminus post quem datado entre
el 65 y el 75 d.C para el inicio de la construcción de la villa.
El sondeo realizado en la estancia asociada al oecus, H15, estaba situado a lo largo del muro oriental y por debajo de la
preparación del pavimento. Permitió documentar que el estrato de nivelación corrige el buzamiento natural de la ladera, con
una inclinación sur-norte, mediante un aterrazamiento con aporte de carácter antrópico. Los materiales cerámicos repertoriados en este estrato presentaban un mayor porcentaje de cerámicas comunes y de cocina que aportaban un variado panorama, las ánforas estaban escasamente representadas y destacaba la presencia de terra sigillata hispánica y las importaciones de cocina africana.
La cerámica común oxidante tenía la pasta depurada, de color beige y con desgrasante fino. El material documentado correspondía a formas cerradas (jarros, jarras y jarritas). Los jarros eran de bases planas y talonadas con pasta muy depurada anaranjada y con mica plateada. Una jarra presentaba un borde cóncavo ligeramente reentrante estrechándose el cuello y dejando un
saliente para apoyar la tapadera.
Entre las cerámicas reductoras de cocina se documentaron formas pertenecientes a cazuelas, destacando dos fragmentos con
base plana. También un fragmento de borde vuelto perteneciente a una olla con paredes globulares.
Con respecto a las ánforas destacaba un fragmento de borde de ánfora ibérica, muy rodado con pasta amarillo-anaranjada y
borde engrosado en el exterior. No es de extrañar la presencia de algún fragmento de material ibérico en la villa porque como
ya se ha comentado en las proximidades hay un pqueño asentamiento de Época Ibérica.
La vajilla de mesa presentaba barniz negro con un fragmento de ala curva correspondiente a un plato de forma indeterminada.
La pasta era ocre, muy depurada y el desgrasante contenía mica plateada. La terra sigillata hispánica. pertenecía a una forma
abierta correspondiente a un fragmento indeterminado. La importación africana en este sondeo era un fragmento de cerámica
de cocina un borde de Lamb 10 B/Hayes 23 A (nº 094).
El sondeo de la estancia del apoditerium, H-11, se realizó por debajo del pavimento de opus reticulatum. El estrato que
había por debajo aportó material cerámico, entre el que destacaban formas de terra sigillata hispánica con una cronología
entre los años 65 y 75 d.C. La cerámica común oxidante correspondía a jarritas entre las que se inventariaron una base
anular y un asa de sección circular así como dos bordes redondeados y cuello recto. La pasta de todas ellas era depurada,
anaranjada y con desgrasante calcáreo. Un fragmento de cerámica reductora de cocina con borde vuelto pertenecía a una
olla con ranura interna para acoplar la tapadera. Un fragmento de borde vuelto de “pico de pato” perteneciente a una tinajilla ibérica. Un fragmento informe de pasta beige claro y superficie tratada con engobe rojizo perteneciente al disco con
decoración de círculos concéntricos, que tenía un pequeño orifico de ventilación sobre el disco. Un fragmento de un asa
geminada perteneciente a un ánfora DR 2/4. Un fragmento de dolium de base plana y arranque de pared con restos de
cordón aplicado. La vajilla de mesa incluía un fragmento vaso para beber de peredes finas sin forma y de tipo indeterminado. La terra sigillata sudgalica mostraba dos fragmentos correspondientes a formas abiertas lisas. Una de ellas era una
base anular y arranque de pared y la otra pertenecía a un borde de la forma Drag. 30 (nº 099). Las formas de terra sigillata hispánica eran abiertas y correspondían a dos bordes del tipo Drag. 24/25, uno de ellos (nº 098) con líneas incisas
bajo el borde y tres fragmentos de la Drag. 27.
En la habitación, H-14, conectada con el oecus, se realizó otro sondeo junto a dos de los muros. Permitió documentar el tipo
de cimiento realizado con piedras de tamaño medio-pequeño dispuestas “a hueso” y trabadas con tierra. A su vez, la excavación
del estrato de nivelación visible en el sondeo, aportó unos materiales entre los que destacan varios fragmentos sin forma de
terra sigillata hispánica que confirmaban la cronología aportada por los sondeos anteriores.
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II. 1.2.- PARS RUSTICA
Recordando las enseñanzas de Vitrubio sabemos que la magnitud de la casa de campo debería estar en proporción con las
tierras de cultivo que posee y las cosechas que se obtienen (Vitrubio, Lib. VI, 9). En la villa de Els Alters se evidenció esta idea
dado que contamos con una gran pars urbana que refleja y justifica las dimensiones de la pars rústica que cuenta con unas
instalaciones de gran capacidad donde se desarrollaba el proceso de transformación de un cultivo que requiere grandes extensiones de terreno.
La zona elegida para realizar la actividad del procesado del lino fue al sur de la casa. Constaba de un conjunto de instalaciones relacionadas y comunicadas entre sí que se inicaba con un canal, una balsa para decantar el agua, otra de grandes
dimensiones para macerar y un amplio patio anexo donde acopiar los cultivos.
El análisis microscópico del mortero de la balsa más grande, realizado por Jordi Juan Treserras, mostró la presencia de fibras
de lino y esparto, lo que unido a su gran tamaño y a las menciones de los autores clásicos sobre las excelencias de los tejidos de lino de Saetabis, nos evidenció la producción del linum en esta villa. Aquí era cultivado y obtenida su fibra que al
menos se transformaba en las madejas y ovillos necesarios para el hilado. Desconocemos si se desarrollaba en la villa el
siguiente paso en la manufactura de los tejidos, aunque pensamos que lo más probable era que se tejiesen en los talleres
de la ciudad de Saetabis. El hallazgo de recientes estructuras de producción en la terraza superior de la villa tal vez puedan
ampliar, tras su futuro estudio, esta cuestión.
En menor medida, el esparto asilvestrado recogido en sus montañas, era tratado en esta balsa y su completa manufactura,
muy posiblemente, se llevaba a cabo en la villa.
Tras el cultivo y recolección del lino, el proceso de transformación para su posterior uso requería una infraestructura mínima, donde el uso del agua era imprescindible dado que la pudrición de la planta era el paso previo para la extracción de
la materia prima.
La comprensión de la relación e interacción de estas estructuras se iniciaría por el oeste con la entrada de agua por el canal,
pasando de aquí a la balsa honda donde se decantarían las partículas de áridos y minerales, y desde aquí pasaba a la balsa
grande que era el lugar donde se sumergían en agua los tallos vegetales.
Las balsas para el procesado del lino y el esparto.
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En la vertiente occidental de la cata arqueológica se localizaba parte del canal que traía el agua desde el oeste. Estaba excavado en un estrato de formación natural y composición arcillosa, y tenía una sección en “U”. Mantenía una orientación oesteeste, con una ligera pendiente hacia el este, y con unas dimensiones de 24,70 m de longitud y 3 m de anchura, quedando su continuidad por debajo del corte oeste, desde donde suponemos que llegaría al origen de su suministro, posiblemente un pozo que captaba aguas subterráneas.
La primera balsa en contacto con el canal, a la que le pasaba directamente el agua por una obertura practicada en su
muro oeste, era una estructura de planta rectangular con unas medidas de 3,23 x 7,65 m, y una profundidad entre 1,08
y 1'12 m. Se encontraba delimitada por muros de mampostería irregular trabados con mortero de cal, y su interior estaba enlucido con revestimiento hidráulico de opus signinum, con una unión de media caña. Tenía un desagüe en su lado
oeste, y tras las lluvias acaecidas durante el proceso de excavación pudimos comprobar su rapidez para liberar las aguas.
El acceso al interior se realizaba por una escalera de sillares de piedra caliza de grandes dimensiones situada en el ángulo sureste.
Adosada a su lado oriental estaba la segunda balsa y la comunicación entre ambas se realizaba a través de un rebaje en
el muro compartido. Era de planta rectangular con unas medidas conservadas de 37, 57 x 5, 71 m y una profundidad de
al menos 0,70 m, que han quedado en su alzado. Estaba preparada para la contención de líquidos porque poseía también un revestimiento de características hidráulicas creadas por un mortero de cal mezclado con pequeños fragmentos de
cerámica, técnica del opus signinum, que tenía adherida por su interior una capa de carbones y cenizas mezclados con
cal que revestían los muros hechos de piedras irregulares y algún sillar trabados con mortero. Se observaba ese mismo
material en el pavimento tan solo conservado en la zona central y norte del interior de la balsa y en el rodapié, en forma
de cuarto de medio círculo, por todo el trazado. La preparación de este suelo era un lecho de piedras irregulares, cantos
rodados, fragmentos de material de construcción y cerámicos trabados con tierra.
Esta balsa ocupaba gran parte de la zona meridional de la villa, conservando tan solo tres paramentos, destacando el norte por
ser el de mayor anchura de los hallados en toda la villa, con 0,80 m, debido a que separaba y aislaba la zona residencial de
la de trabajo. El muro situado más al
sur fue destruido por la construcción
de una acequia durante la época contemporánea pero la excavación junto
a la acequia ha demostrado que el
límite de la balsa no iba más allá de
ésta. Respecto a su desagüe no se ha
hallado ningún punto de evacuación y
la base de la balsa tan solo muestra
una inclinación de un par de centímetros hacia su centro. Planteamos que
el agua utilizada en el proceso de
pudrición de las fibras pasase de
nuevo a la balsa pequeña porque su
vaciado sería muy rápido ya que la
cota del suelo de la balsa grande estaba al mismo nivel que el punto de
contacto con la balsa pequeña.
En ella se ponían ordenadamente los
haces de lino tierno mientras poco a
poco se iba llenando de agua. Para que
se mantuviesen hundidos y evitar que
flotasen suponemos que, al igual que
se hace en la actualidad, pondrían piedras sobre ellos, o algún objeto pesado.
Al norte de este conjunto había un
amplio espacio pavimentado que era
un patio a cielo abierto utilizado para las
tareas de acopio y secado de las fibras.
La balsa de decantación para el procesado del lino
El análisis carpológico de las semillas
que se han localizado en la tierra
inmediatamente superpuesta al
suelo de la balsa, de la cual se ha
realizado la flotación de 25 a 30 kilos
de tierra obtenida del nivel (UE
1149) de amortización de la estructura, no han aportado materiales que
puedan evidenciar restos de su fase
de producción. No obstante, agradecemos a Guillém Pérez los resultados de su trabajo.
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II.1.2.1.- IDENTIFICACIÓN DE FIBRAS TEXTILES EN DEPÓSITOS DE SIGNINUM
Jordi J. Tresserras (1, 2) y Juan Carlos Matamala (2)
(1) SERP, Dept.Prehistòria, Història Antiga i Arqueologia, Facultat de Geografia i Història, Universidad de Barcelona, Montalegre, 6-8, E-08001Barcelona. jjuan@ub.edu
(2) Fundació Bosch Gimpera, Universitat de Barcelona, Palau de les Heures, Pg. Vall d'Hebron, 171, E-08035-Barcelona, jcmatamala@ub.edu
Las investigaciones realizadas en la villa romana de Cornelius o Els Alters (L'Ènova, València) para la identificación de la funcionalidad
de un depósito de signinum de grandes dimensiones se centraron en la obtención de muestras de residuos en varios puntos de la
superficie del mismo para el estudio de indicadores microscópicos con el objetivo de tratar de obtener información sobre las actividades realizadas.
En los últimos años, la aplicación de este tipo de estudios en la interpretación de la funcionalidad de los depósitos en yacimientos
arqueológicos ha permitido la identificación de actividades asociadas especialmente con el almacenamiento y el procesado de productos como vino, aceite, salazones y fibras textiles (Beltran de Heredia et al 2006; Carrilero, et al. 1995; Comas & Tresserras 2002;
Tresserras 1997, 1998, 2000; Tresserras & Matamala 2004; Tyree 1994 entre otros).
Las muestras estudiadas corresponden a sedimentos sobre la superficie activa del signinum. En total se analizaron cuatro muestras
para el estudio de indicadores microscópicos.
Para la obtención de resultados se ha efectuado diferentes técnicas para la identificación de residuos: observación microscópica combinada en lupa binocular, microscopía óptica con contraste de fase de Zernike y microscopía electrónica de barrido con microanalizador de rayos X (EDS) incorporado (Tresserras, 1997, 1998, 2000; Juan-Tresserras & Matamala 2004).
Las muestras se observaron previamente en un binocular para el estudio de la estructura y composición de las mismas. Las muestras
se recogieron con la ayuda de un instrumento de laboratorio con la doble función de raspador y cucharilla y se depositaron en un
contenedor estéril para iniciar el proceso para la observación de indicadores microscópicos (tejido parenquimático, fitolitos, almidones,
fibras, minerales,...).
Tras este procesado, las muestras reservadas al estudio microscópico se tamizaron en una criba de 250 µm. La fracción superior se
destinó a la observación por binocular. La fracción inferior se depositó en vasos de Berzelius, bajo una campana extractora, en una
solución de peróxido de hidrógeno (H2O2) al 33%, entre 12 y 24 horas.
Posteriormente se efectuaron una serie de aclarados con agua destilada y se procedió a eliminar los carbonatos mediante el uso de
ácido acético glacial (CH3COOH). Tras la desaparición de la reacción se repitieron los aclarados con agua destilada.
La muestra se volvió a tamizar en un cedazo de 50 µm. La fracción superior, entre 250 y 50 µm, se reservó para el estudio de la fracción de arenas que, algunas veces, suele presentar algunos esqueletos de sílice y formas alargadas. La fracción inferior permaneció en
una solución de agua destilada y hexametafosfato sódico, eliminándose las arcillas por sedimentación, según la Ley de Stokes, obteniéndose la fracción limosa (50-2 µm) que es la que concentra la mayor parte de los fitolitos y almidones.
Las muestras se estudiaron por microscopía óptica con un modelo Olympus BH2, combinando el estudio con nícoles paralelos y nícoles cruzados, técnica de gran utilidad para el estudio de las fibras y los gránulos de almidón.
Paralelamente se procedió a la observación del residuo por microscopía electrónica de barrido (MEB) para complementar el estudio.
El microscopio utilizado fue un modelo Cambridge S-120, con microanalizador incorporado, de los Servicios Científicos Técnicos de la
Universidad de Barcelona.
En dos de las muestras se caracterizaron fibras que tras su comparación con la colección de referencia correspondían a lino (Linum
usitatissimum L.). Para su caracterización se emplearon las técnicas propuestas por Körber-Grohe (1988). La presencia de restos de
tejido epidérmico parece confirmar que las fibras pueden corresponder a restos de un proceso de enriado.
Los hallazgos más abundantes de fibras de lino documentadas en la Península Ibérica corresponden especialmente a época ibérica,
asociadas a estructuras de tratamiento como las piletas de la instalación textil del yacimiento del Coll del Moro (Gandesa, Terra Alta,
Tarragona), en el interior de las cuales se conservaron restos microscópicos de tallos y fibras de lino (Linum usitatissimum) y en menor
medida de cáñamo (Cannabis sativa) (Alonso y Juan-Tresserras, 1994), o bien asociados a restos de actividades textiles como fusayolas (Juan-Tresserras 2000). El lino cultivado en la Península es en general un lino de invierno que se adapta con facilidad a cualquier suelo, con tallos gruesos, altos y ramificados.
A diferencia del caso del poblado ibérico del Coll de Moro, donde las investigaciones actuales apuntan a asociar las fibras identificadas con el proceso de teñido, en el depósito de la villa romana de Els Alters se obtendría posiblemente una de las primeras evidencias del enriado, propio de instalaciones especializadas.
A pesar de las evidencias de la presencia de lino en dos de las cuatro muestras analizadas no se descarta que las estructuras pudieran tener otra funcionalidad asociadas con las actividades agroprecuarias.
II.1.2.2.- LA INTERPRETACIÓN DEL PROCESO DE PRODUCCIÓN DEL LINO Y EL ESPARTO
R. Albiach, A. Gallego, E. García-Prósper.
El cultivo y manufactura del lino seguían una serie de pautas de las que nos ha quedado constancia por los autores clásicos y la posterior historiografía. La fertilidad de los suelos de Hispania para la producción del lino fue mencionada ya por Polybio (III, 144 ) y por
Tito Livio (XXII, 46) (Daremberg, 1918), y una amplia información sobre la tradición de este cultivo y los lugares de producción así
como los períodos de siembra y recogida y el desarrollo de su procesado, queda recogida en compendios contemporáneos
(Enciclopedia Universal, 1916).
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Los dos productos naturales que conocemos por el análisis de las fibras que
se trabajaban en la villa son el lino
(linum usitatissimum) y el esparto
(stipa tenacísima), el primero se cultivaba en las tierras de la villa y el otro se
recogía de sus montañas.
El proceso de elaboración del lino debe
plantearse desde el origen, es decir, con
la preparación de amplias extensiones
de tierra que se encontraban alrededor
de la villa. Gran parte del ager estaría
dedicado a este cultivo que comenzaría
su plantación entre los meses de Abril y
Mayo, momento en que se siembra a
“voleo” y se cubren las semillas con
una fina capa de tierra, con la ayuda de
un rastrillo plano.
Dado que se trata de un cultivo de regadío, el proceso requiere abundante agua
para garantizar el crecimiento de la planta.
Meses después, a lo largo del verano, se
procedía a la cosecha tal vez agrupándose los tallos en haces como se hace en
la actualidad. Se dejaban secar con toda
probabilidad en el propio campo, considerando que dos semanas sería un
periodo suficiente. Una vez secos, se
procedía a la separación del tallo y la
semilla, proceso de desgranado.
Posteriormente, y de forma paulatina,
se trasladarían los manojos a la balsa,
colocándose poco a poco a lo largo de
la balsa grande, pisándolos para compactarlos, a la vez que de manera gradual iría entrando el agua desde la
balsa de decantación hasta cubrirlos.
Para ayudar al proceso de pudrición
controlada, linum macerare, sobre las
haces se pondría peso por medio de
Las balsas de macerado del lino.
piedras u otros objetos, que evitarían
su flotación. Pasadas un par de semanas, se retiraban y pasaban a secarse al aire libre en la era, situada al oeste de la villa donde se localizó una gran superficie pavimentada junto a la zona de las balsas.
Tras este proceso se iniciaba una fase de transformación más elaborada que también se realizaba en la villa, consistente en separar
las partes leñosas de las fibras. Para ello, se requeriría de herramientas confeccionadas en su mayor parte de madera o bien con
algún elemento de metal como púas para peinar y alisar la fibra. De todo ello, se extraía la fibra y la estopa, de menor calidad, ambas
pasaban a hilarse con un fuso o instrumento longitudinal de hueso o madera que tenía un tope o fusayola. El hilo poco a poco se
pasaba por la devanadora para confeccionar madejas que posteriormente se lavarían para blanquearlas. Una vez secas, se preparaban en ovillos que ya pasaban a comercializarse para el trabajo en los telares que estarían instalados en la ciudad de Saetabis.
Si atendemos a la tradición histórica, se puede apuntar, que el desarrollo del trabajo del campo estaría elaborado mayoritariamente por hombres, sin embargo, durante el proceso del hilado la contribución femenina adquiriría un mayor protagonismo.
Respecto a la elaboración de los linos setabenses, que llegaban más allá de las fronteras de Hispania y cuya fama nos es conocida por
diferentes autores clásicos como Plinio (XVIII, 165), Catulo (Carmina XII, 14,17), Gratio (Cynegetika, XL) y Silio Italico (Guerras Púnicas,
III), además de los procesados en esta villa, habría otros centro dedicados a esta producción. El hallazgo de unas balsas de características
similares en el cercano término de Benifaraig podría apuntar a otro enclave, como ya propuso en su día el autor (Ripollés P.P. 1992) .
II. 1.3.- PARS FRUCTUARIA
Las dependencias destinadas a la salvaguarda del grano y del ganado, a los aperos de labranza y otras herramientas relacionadas con las
actividades que se realizaban en las balsas contiguas así como instalaciones para la transformación de productos agrícolas, se situaron en
dos áreas. Una de ellas tenía las estancias al sur de las balsas y el resto de las estructuras estaban localizadas en la terraza superior.
La primera zona ocupaba una superficie de 195 m2 con un conjunto de dos estancias dispuestas sucesivamente. Estaban situadas
perpendicularmente a las balsas y al sur de las mismas. Las dimensiones conservadas de las estancias eran de 3,20 x 3,50 m y 2,88
x 7,25 m, careciéndose de su planta completa. Consideramos que en estas construcciones se desempeñaban funciones propias de
almacenaje asociadas al trabajo del procesado del lino y del esparto, pudiéndose guardar en ellas herramientas y otros enseres.
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La cronología de éstas vendría dada por los distintos rellenos de amortización de las fosas que había debajo de los niveles de
construcción, sobre las que se erigieron algunos de estos cimientos. La situación de estas estructuras y el hecho de estar excavadas en el nivel de tierra estéril podrían indicar que fueron realizadas para la extracción de la arcilla destinada a la construcción
de los muros de la casa. Los estratos que amortizan estas fosas, uno de ellos UE 1363, dan una cronología de la primera mitad
del S. II d. C. Por lo tanto, el momento de construcción de estos cimientos se situaría en un periodo inmediatamente posterior
a la fundación de la villa, atendiendo a las crecientes necesidades que se creaban en la pars rústica.
Situado a unos 80 metros al sur de la vivienda, en la terraza superior, había un camino construido directamente sobre el terreno natural. Éste discurría en dirección sureste-noroeste y se documentó solamente en su zona central, por lo tanto, no podemos
definir su anchura total. Estaba hecho con una capa de tierra arenosa mezclada con abundantes gravas, piedras y pequeños fragmentos cerámicos así como fragmentos de materiales de construcción tegulae y adobes. Presentaba un tramo con un leve hundimiento hacia la parte central perteneciente a una carrilada creada por el paso continuado del transporte rodado. Este camino
era uno de los ejes de interrelación entre las diferentes áreas dentro de la hacienda.
Cronológicamente esta vía se creó en un momento inmediatamente posterior a la fundación de la villa, concretamente a principios del S. II d. C. Los materiales cerámicos recuperados en la excavación de este camino, UE 2062, correspondían a producciones cerámicas que se detallarán a continuación, entre las que destacaba un mayor porcentaje de cerámicas comunes oxidantes
y reductoras de cocina frente a la vajilla fina de mesa, representada por Paredes Finas y sobre todo piezas de terra sigillata hispanica. También había importaciones de cerámica africana de cocina.
Cerámica común oxidante: La pasta era depurada, de color beige y con desgrasante fino. El repertorio documentado correspondía a formas cerradas y abiertas. Con respecto a las primeras, destacaban las jarras y las jarritas: entre las jarras, aparecían bases
anilladas y un borde engrosado de sección redondeada con rebaje interior y cuello indicado. De las jarritas había un fragmento
de asa acintada con acanaladura y depresión interna y alisada.
Con referencia a las formas abiertas aparecían repertoriados cuencos y ollas. De los cuencos destacaban bases anulares de sección triangular y dos fragmentos con borde indiferenciado. Mientras que de las ollas cabe señalar que había de dos tipos: unas
de borde con engrosamiento externo y sección redondeada, y otras representadas por una fragmento de borde saliente con
ranura superior para encajar una tapadera.
Cerámica reductora de cocina: La pasta de estas piezas cerámicas variaba del gris oscuro al azulado, era depurada y con desgrasante calcáreo de pequeño tamaño.
Se documentaron formas pertenecientes a ollas y cazuelas. Con respecto a las primeras, se pudieron enumerar un abanico de diferentes tipos de bordes: bordes planos, ligeramente salientes, bordes de sección cuadrangular; bordes salientes
con cuello estrangulado y borde biselado de sección redondeado, borde exvasado de paredes delgadas y bordes salientes
de sección almendrada. De entre las cazuelas, el repertorio era menor con 3 bordes rectos, biselados y con engrosamiento interior.
Ánforas: Las ánforas documentadas en esta unidad pertenecían al tipo Dressel 2/4. La pasta en todas ellas era bastante depurada, de color anaranjado, desgrasante fino y abundante y exterior con restos de engobe amarillento.
No se encontraron completas, conservándose de todas ellas los 4 bordes y 6 fragmentos de asa de sección geminada.
Este tipo de ánforas abarcan un horizonte cronológico que va desde el siglo I d.C hasta el III d.C.
Paredes Finas: De este tipo tan solo se recuperaron dos fragmentos de borde correspondientes a la forma Mayet XX.
Terra Sigillata Hispánica: Las formas de TSH documentadas pertenecían a formas lisas: dos bordes correspondientes al plato
Drag. 15/17 y a la copa forma Drag. 27.
Estas formas aportan una cronología que va desde finales del siglo I, hasta la primera mitad del II d.C.
Importaciones africanas: En su totalidad, las importaciones africanas correspondían a cerámica de cocina, careciendo las importaciones de vajilla fina de mesa. En este sentido, cabe destacar la existencia de dos fragmentos de borde correspondientes a una
tapadera con la forma Ostia II 302 y a una cazuela Lamb.10 A/ Hayes 23 B. También se documentaron dos bordes de cazuela
de la forma Hayes 197/ Ostia III, 267.
De todas ellas, la forma Ostia II, 302 dió una cronología desde finales del siglo I hasta la primera mitad del II d.C.
Metal
Los objetos de metal hallados en este nivel eran un fragmento de 1 frag. varilla bronce (nº 420) de forma curvada y de sección
redondeada, con una longitud conservada de 5-9 cm long. Con toda probabilidad pertenezca a una pulsera.
Tanto las formas de TSH (Drag. 15/17 y Drag. 27) como la Ostia II, 302 de cerámica africana de cocina establecieron una cronología desde finales del siglo I hasta la mitad del siglo II d.C.
El estudio estratigráfico y cerámico nos ha permitido saber que este camino estuvo en uso no más allá de unas décadas. Sobre
él, se aportaron dos niveles sucesivos de tierras, UUEE 2060 y 2061, que lo amortizaron y nivelaron el terreno para construir
unas dependencias de las cuales se han conservado dos muros que articulaban tres amplias habitaciones. Desconocemos el
uso que tuvieron estas estancias porque los niveles asociados a ellas fueron destruidos por unas construcciones posteriores. A
pesar de ello, consideramos que tuvieron una utilidad agropecuaria.
Estos estratos dieron una cronología del S. II d. C. Se recuperaron materiales cerámicos que correspondían en un mayor porcentaje de cerámicas comunes oxidantes y reductoras de cocina, frente a la vajilla fina de mesa, que tan sólo estaba representada
por importaciones africanas.
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Cerámica común oxidante: La pasta era depurada, de color beige y con desgrasante fino. El repertorio documentado correspondía a formas cerradas y abiertas. Con respecto a las primeras, destacaban las jarras, de las que solamente se han conservado
dos asas acintadas con depresión superior y una también inferior, y tres fragmentos de base anular. Respecto a las formas abiertas aparecieron varios fragmentos de borde olla con ala horizontal.
Cerámica de cocina itálica: rojo pompeyano: Representado por un pequeño fragmento de base correspondiente a una cazuela,
con barniz de color granate y la pasta rojiza con desgrasante de origen volcánico.
Cerámica reductora de cocina: La pasta de estas piezas cerámicas variaba del gris oscuro al azulado, era depurada y con desgrasante calcáreo de pequeño tamaño.
Se documentaron formas pertenecientes a ollas y cazuelas. Con respecto a las primeras, destacaban varios tipos a partir de la
serie de bordes: borde saliente y apuntado con engrosamiento externo de sección redondeada, bordes exvasados, borde saliente con cuello estrangulado de sección cuadrangular, y por último, una base plana con umbo central perteneciente a un ollita. De
entre las cazuelas el repertorio era menor, documentándose bordes rectos y biselados, con engrosamiento interior.
Ánforas: Las ánforas documentadas en esta unidad pertenecían al tipo Dressel 2/4. La pasta en todas ellas era bastante depurada, de color anaranjado, desgrasante fino y abundante y en el exterior conservaba restos de engobe amarillento.
No se encontraron completas, conservándose de todas ellas 4 fragmentos de asa de sección geminada.
Este tipo de ánforas abarca un horizonte cronológico que va desde el siglo I d.C hasta el III d.C.
Dolium: Aparece solamente representado en esta producción un fragmento de borde con engrosamiento externo y pasta anaranjada con abundante desgrasante calcáreo.
Importaciones africanas: Con respecto a este tipo de materiales se pueden diferenciar dos grupos: la cerámica fina de mesa y
la cerámica de cocina. Al primer grupo pertenecía un borde de cuenco Terra Sigillata Africana –A de la variante Salomonson A
9b (producción A2), que aportaba una cronología desde finales del siglo I hasta la mitad del siglo II d.C; dos fragmentos de TSA
A2 correspondientes a una base anular con doble acanaladura interna de forma abierta y también un informe correspondiente
a una forma abierta indeterminada.
La cerámica africana de cocina estaba representada por un fragmento de borde de cazuela, forma Lamb.10 A/ Hayes 23 B.
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Cerámica común oxidante: La pasta era depurada, de color beige y con desgrasante fino. El
repertorio documentado correspondía a formas
cerradas, destacando las jarras, de las que nos
ha llegado solamente un asa acintada con
depresión central.
Cerámica reductora de cocina: La pasta de estas
piezas cerámicas variaba del gris oscuro al azulado, era depurada y con desgrasante calcáreo de
pequeño tamaño.
Se documentaron formas pertenecientes a ollas,
cazuelas, tapaderas y jarras. Con respecto a las
primeras, aparecieron diferentes tipos de ollas:
olla con borde ligeramente saliente engrosado al
exterior, con una pasta depurada de color gris
oscuro con desgrasante calcáreo y micáceo de
tamaño pequeño, con borde vertical de sección
almendrada con cuello estrangulado, con borde
saliente con engrosamiento externo y ranura
superior, presentando cuello estrangulado, con
borde exvasado de paredes finas sin engrosamiento alguno, y con borde saliente con cuello
estrangulado de sección cuadrangular y paredes
rectas y verticales. De entre las cazuelas, el repertorio era menor, documentándose un borde recto
con engrosamiento interior. Con respecto a las
tapaderas se documentó un borde saliente plano
hasta la horizontal con paredes curvadas. En
cuanto a las jarras había asas verticales de sección
circular y depresión interior.
Ánforas: El fragmento de asa de sección geminada hallada en esta unidad y perteneciente al tipo
Dressel 2/4 tenía una pasta bastante depurada,
de color anaranjado, desgrasante fino y abundante y en el exterior conservaba restos de engobe
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marrón claro. También había un fragmento de arranque de asa de sección ovalada con pasta poco depurada, con desgrasante
predominante de cuarzo, y un borde ligeramente saliente con pared vertical.
Importaciones africanas: Con respecto a este tipo de materiales se pudieron diferenciar dos grupos: la cerámica fina de mesa y
la cerámica de cocina. Al primer grupo pertenecía una base de forma indeterminada de Terra Sigillata Africana –A. La cerámica
africana de cocina estaba representada por un fragmento de borde de plato-tapadera, forma Ostia III-/ Hayes 196.
Hueso trabajado
Los objetos de hueso trabajado hallados en este nivel fueron dos piezas completas correspondientes a dos punzones de hueso
con una longitud que oscila entre 7,6 y 7,8 cm, con una sección circular cuyo grosor era 0,5 cm.
Vidrio
Los objetos de vidrio aparecidos en este estrato correspondían a un fragmento de base cóncava de vidrio, un fragmento de vidrio
informe en el que se aprecia un mamelón aplicado, un fragmento de vidrio en cuyo interior se aprecia un pequeño resalte, un
fragmento informe de vidrio, un fragmento informe de vidrio con pequeño resalte en la parte media y un fragmento de borde
de vidrio con ala.
II.1.4.- LA NECRÓPOLIS
El descubrimiento de 3 inscripciones de carácter funerario durante el S. XIX en la partida del actual cementerio de Énova, localizadas en la actualidad en la iglesia parroquial de la localidad, planteaban como propuesta de ubicación para la necrópolis romana de la villa los alrededores del actual cementerio de la localidad.
El hallazgo durante la excavación de 5 inscripciones funerarias que fueron reaprovechadas en diferentes estructuras en la villa
durante los Ss. IV- V d. C. aumentaba su número y nos acercaba con más precisión al lugar donde estaría situado el cementerio
romano, en una pequeña elevación a unos 30 metros al suroeste de la villa.
La localización de la necrópolis romana en esta loma coincidiendo con el cementerio contemporáneo de la localidad así como
el hallazgo de un cementerio islámico al noroeste de la villa, nos lleva a reflexionar sobre la memoria histórica de este lugar de
ocupación que ha perdurado y la costumbre de enterrar en este paraje prolongando su uso hasta la actualidad.
El estudio de las inscripciones nos ha permitido saber que esta necrópolis romana estaría en uso desde finales del S. I d. C. hasta
al menos el S. III d. C.
El lugar de enterramiento de los ocupantes de la villa entre los siglos IV y V suponemos que coincidiría pero no se han hallado
datos por el momento.
II. 1.5.- LAS INSCRIPCIONES ROMANAS
Josep Corell – Xavier Gómez [Universitat de València]
L'Ènova, situada a unos 8 km al noreste de Xàtiva, se halla en la comarca de la Ribera Alta, una llanura aluvial formada por el Xúquer
(Sucro) y su afluente, el río Magre. El clima, suave, es típicamente mediterráneo. La Via Augusta atravesaba la comarca y, cruzando
el Xúquer, probablemente a la altura de Alzira, iba a buscar Saetabis. Otra vía, secundaria, usada ya en época ibérica, seguía el valle
del Magre y comunicaba la Ribera Alta con las ciudades iberorromanas de Saetabis y Edeta. El hecho de que la comarca estuviera
bien comunicada y presentara unas condiciones óptimas para la agricultura propició la instalación de numerosas villae (Martínez
Pérez 1984: 174-193; Serrano-García 1987; Serrano-Fernández 1994) y explica la profusión de inscripciones que se han hallado.
Según Plinio (nat. 3, 19-20), el Sucro separaba a los Edetani, que habitaban al norte del río, de los Contestani, quienes ocupaban el sur. El mismo río servía, probablemente, en época romana de límite entre el conventus Tarraconensis, al norte, y el conventus Carthaginensis, al sur. Basándonos, pues, tanto en la noticia pliniana como en el estudio de las características epigráficas,
consideramos que la parte septentrional de la Ribera Alta debía de pertenecer al territorium de Valentia. En cambio, la parte
meridional, en la que se halla L'Ènova, formaría parte sin duda del territorium de Saetabis. Según esta hipótesis, en nuestras
publicaciones hemos incluido las inscripciones de la parte septentrional de la Ribera Alta en el territorium de Valentia (IRVT 123131), mientras que hemos asignado las de la parte meridional al territorium de Saetabis (IRST2 81-98).
En este trabajo nos ocupamos, no sólo de las inscripciones últimamente descubiertas en la villa romana de L'Ènova, sino de
todas las que ha proporcionado este municipio, dado que la mayor parte de las inscripciones, si no todas, proceden de la citada villa. En efecto, ocho han aparecido en las excavaciones de emergencia que se han practicado (nº 1, 2, 6, 7, 8, 9, 10, 11);
otras tres, conocidas desde hace mucho tiempo, se encontraron en un campo contiguo al cementerio, esto es, precisamente
donde ha aparecido la villa (nº 3, 4, 5). El nº 12 apareció el año 2000 en el suelo de la iglesia. No sería extraño que procediera igualmente de la villa. Solo el nº 13, un instrumentum domesticum conocido desde 1837, procede de un lugar impreciso,
situado «entre los pueblos de Énova y Manuel» (Anónimo 1880: 10).
Entre las trece inscripciones hay dos votivas (nº 1, 2), siete sepulcrales (nº 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9), una de las cuales es griega (nº
7); tres de carácter desconocido (nº 10, 11, 12) y un instrumentum domesticum (nº 13). Se trata, pues, de un conjunto epigráfico bastante numeroso y variado. En el País Valenciano no hay apenas casos semejantes al de la villa de L'Ènova. Por una parte,
es cierto que la villa del Puig la supera en número de inscripciones, pero todas son sepulcrales (cf. IRSAT pp. 531-547). Por otra
parte, la Muntanyeta dels Estanys de Almenara ha proporcionado más inscripciones (entre las cuales hay dos votivas) que
L'Ènova. Se debe tener en cuenta, sin embargo, que en la Muntanyeta dels Estanys, además de la villa romana, existía un santuario desde época ibérica (cf. IRSAT pp. 555-585).Ya no hallamos otro caso comparable al de la villa de L'Ènova.
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En el conjunto epigráfico resalta P. Cornelius Iunianus. Éste tenía esclavos: Leonas (nº 4), Natalis (nº 5) y, probablemente, JUmhtovç (nº
7); libertos: Rhodine (nº 6), Eutychus, quien dedica a Júpiter un ara por la salud de su amo (nº 2); y probablemente también [—-] C. l.
Inve[—-] (nº 8). Puesto que todas las inscripciones han aparecido en la villa, hay base suficiente para pensar que P. Cornelius Iunianus
era el propietario. El mismo Iunianus figura como dedicante en un pedestal ecuestre (el único conocido en Xàtiva) que erige en homenaje a su hermano, M. Granius M. f. Gal. Superstes, quien ejerció omnes honores en Saetabis (IRST2 6). Parece que Superstes y Iunianus
eran hermanos por parte de madre solamente, ya que llevan gentilicios diferentes. Además, Iunianus debía de ser hermano también de
un tal C. Cornelius C. f. Iunianus ex Hispania citeriore Saetabistanus, al cual se dedica una inscripción de Roma (CIL VI 16247) –Ricci
1992: 111 nº H.a, 07 identifica erróneamente P. Cornelius Iunianus con C. Cornelius Iunianus de la inscripción de Roma-. Observemos
asimismo que P. Cornelius Iunianus debía de estar emparentado con los Iunii de Saetabis. Probablemente su madre pertenecía a los
Iunii, ilustre gens de la ciudad que figura en no pocas inscripciones (IRST2 7, 8, 9, 30, 34, 35). Consta que los Cornelii, la gens más
numerosa e influyente de Saetabis, habían emparentado con los Iunii, otra poderosa familia de la ciudad (IRST2 6, 9). Se trata, pues, de
un personaje rico y bien relacionado, ya que procedía de una de las gentes más influyentes de la aristocracia local.
Presentamos a continuación las trece inscripciones: en primer lugar, las votivas; siguen las sepulcrales y, a continuación, las de
carácter desconocido; finalmente figura el instrumentum domesticum.
1. INSCRIPCIÓN VOTIVA. Ara de arenisca ocre. Ha aparecido dividida en cinco fragmentos que no encajan bien. En la cornisa presenta pulvini circulares y frontón triangular en relieve. En la parte superior, un foculus circular que conserva señales de haber sido
usado. Debajo del ábaco, caveto, listel y caveto. El fuste presenta la cara anterior y las laterales (las únicas originales) alisadas. El
campo epigráfico no está enmarcado.
Apareció en el interior de un edículo de planta rectangular,
probablemente un templete (Habitación 1), en un área
sin techo y ajardinada, ubicada en el ala oriental de la villa.
Se conserva en el Servei d'Investigació Prehistòrica (SIP).
Dimensiones: a) los fragmentos de la cornisa: (18) x 27
x 27; b) el fuste: (14) x 15 x (7).
Letras: l. 1: 3; l. 2-3: 2,5.
Inédita.
Herculi
Invicto •
------?
A Hércules Invicto … (?)
Interpunción triangular. La escritura es bastante cuidada.
El texto tiende a seguir un eje de simetría.
Nº 1
El culto a Hércules estaba muy extendido por toda la
Península Ibérica (García Bellido 1963: 70-153; idem
1967: 152ss; Vázquez Hoys 1977: 37ss.; Oria 1989;
eadem 1996). Hércules es una de les divinidades más
veneradas en Hispania, superada solo por Júpiter y
Marte. Los dedicantes son generalmente romanos o
indígenas romanizados. En el País Valenciano, aparece
documentado, además, en Montaverner (IRST2 79), Ilici
(IRILADT 2), Valentia (IRVT 5) y Alfarb (IRVT 125). Cabe
resaltar que, de los diversos epítetos atribuidos a
Hércules, Invictus es el más frecuente (Humbert, en
DAGR III, 126, 128; Hanck, en RE VIII, 581; Oria 1996:
59-62). Es posible que la inscripción esté completa. En
la inscripción de Alfarb, dedicada también a Hercules
Invictus (IRVT 125), tampoco figura el dedicante.
Por la paleografía y el contexto arqueológico general, se
puede datar en el s. II dC.
2. INSCRIPCIÓN VOTIVA. Ara de mármol de Buixcarró, con
base y cornisa. En la cornisa presenta pulvini circulares y
frontón semicircular, y entre los pulvini, un foculus cuadrado; bajo el ábaco, cyma recta; en la base, cyma recta
y faja. Las molduras de la cornisa y de la base aparecen
en la cara anterior y en las laterales, pero no en la cara
posterior, lo que indica que iba adosada a la pared. La
cara anterior está pulida; las laterales, alisadas; la posterior, desbastada. Presenta pequeños desperfectos en los
ángulos inferior izquierdo y superior derecho; también
presenta grietas en la cara anterior y en las laterales. El
campo epigráfico no está enmarcado.
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Apareció en el ala meridional de la villa, en una habitación grande y centrada respecto del atrio. Se supone que esta estancia
(Habitación 15) correspondía al tablinum.
Se conserva en el SIP (Els Alters H15 1085).
Dimensiones: 40 x 23 x 23.
Letras: l. 1: 3,5-4; l. 2: 3-3,5; l. 3-4: 2-2,5; l. 5: 3.
Inédita.
5
I(ovi) O(ptimo) M(aximo)
pro salute Corneli
Iuniani
Vib(ius) Eutychus
A Júpiter Óptimo Máximo, por la salud de Cornelio Juniano. Vibio Eutico.
No hay signos de interpunción. La escritura es libraria. El texto sigue un eje de simetría en las l. 1 y 5; mientras que las l. 2-4
van alineadas a la izquierda. El nombre del dedicante se grabó en el zócalo. Las A no tienen asta transversal.
El gentilicio Vibius, frecuente en la Península Ibérica
(Abascal 1994: 247-248), aparece, en el País
Valenciano, en otra inscripción de Edeta (IRET 145). El
cognomen Eutychus es bastante frecuente sobre todo
entre esclavos y libertos (Pape-Benseler 1959: 427428; Solin 1982: 801-806; Lozano 1998: 390).
Por el tipo de monumento y la paleografía, se puede
datar entre finales del s. II y principios del III.
3. I NSCRIPCIÓN SEPULCRAL. Bloque de mármol de
Buixcarró. Está parcialmente recubierto por el revestimiento de estuco de la pared en la que está encastado.
El campo epigráfico, sin enmarcar, está muy erosionado
en la parte derecha.
Villanueva la vio en L'Ènova, «harto maltratada por haber
servido de lavadero». El uso de la inscripción como losa
para lavar explica su desgaste. «Estas dos lápidas (nº 3
y 5) fueron encontradas en un campo hace ya más de
40 años, en la pared del Cementerio», Sucías. «De
época romana son tres pedres que trobaren en la partida del Cementeri», Sanchis Martínez. Se refiere a los nº
3, 4 y 5.
Nº 3
Se conserva encastada en la fachada de la iglesia de
L'Ènova, a la derecha de la puerta principal, a 2 m del suelo.
Dimensiones: (42) x (55) x ?.
Letras: r .1: 6,5; l. 2-3: 6; l. 4: 5,5.
Villanueva 1803-52: 4, 122; CIL II 3653; Sucías ms. 1911: 2, 318; Sanchis Sivera 1920: nº 71; Sarthou-Martínez ca. 1920: 510;
ILER 4615; Ventura 1975: 239-40; IRST 73; HEp 1996: 933; Corell-Gómez 2004: nº 1. Cf. Wiegels 1985: 130; Sanchis Martínez
1995: 39.
T(itus) (?) Licinius [- f(ilius)]
Gal(eria tribu) • Priscus
[L]icinia≥ M≥(arci) • f(ilia) •
Marcella uxo[r]
Tito (?) Licinio Prisco, hijo de ..., de la tribu Galeria. Licinia Marcela, hija de Marco, su esposa.
… Licinius … / Gal Priscus / icini… I I E / Marcella uxo… (Villanueva); 1 T • Licinius (CIL, Ventura;); 4 [L]icini[a - - - f.] (CIL);
[L]icini[a] - - - f(ilia) (o fecit) (Ventura).
Interpunciones triangulares. La escritura está grabada profundamente y es muy cuidada. El texto tendía, probablemente, a seguir
un eje de simetría.
El gentilicio Licinius es uno de los más frecuentes en el País Valenciano. En el territorium de Saetabis sólo aparece en esta inscripción y en otra de Carcaixent (IRST2 95), donde, probablemente, tenían villae diversos miembros de esta poderosa gens. El
cognomen Priscus es frecuente en el País Valenciano. El cognomen Marcella es frecuente en todo el Imperio.
Por el tenor del texto y la paleografía, se puede datar en la primera mitad del s. I dC.
4. INSCRIPCIÓN SEPULCRAL. Bloque de mármol de Buixcarró. La cara anterior está pulida; la posterior es tosca. El remate, en forma
de campana, y el orificio que presenta en el centro se deben a su reaprovechamiento «en la fuente de la iglesia», Ventura.
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«De época romana son tres pedres que trobaren en la
partida del Cementeri», Sanchis Martínez. Se refiere a los
nº 3, 4 y 5.
Se conserva en el huerto de la casa abadía.
Dimensiones: (57) x 30 x 12.
Letras: 3.
Ventura 1975: 240-241; IRST 74; AE 1994: 1070; CorellGómez 2004: nº 2. Cf. Sanchis Martínez 1995: 39.
Leonas
P(ubli) Cor≥ne(li)
[Iuniani • ser(vus)] (?)
[an(norum) —- • h(ic) • s(itus) • e(st)] (?)
Leonas, esclavo de Publio Cornelio Juniano (?), de …
años, está aquí enterrado.
No se ve ningún signo de interpunción. La escritura es
cuidada. El texto sigue un eje de simetría. Las l. 3-4 han
desaparecido probablemente por erosión.
El cognomen Leonas es bien conocido (Solin 1982:
1056; Lozano 1998: 393).
Nº 4
Por la paleografía y sobre todo por las otras inscripciones en
que figura Iunianus, se puede datar hacia finales del s. II.
5. INSCRIPCIÓN SEPULCRAL. Ara de mármol de Buixcarró, con base y cornisa. En el coronamiento, pulvini circulares y frontón; bajo
el ábaco, cyma recta y filete. En la base, una combinación complicada de molduras. El campo epigráfico no está enmarcado.
Antes del 1911 ya se hallaba encastada «en la frontera
de la torre o campanario», Sucías. «Estas dos lápidas [nº
3 y 5] fueron encontradas en un campo hace ya más de
40 años, en la pared del Cementerio», Sucías. «De
época romana son tres pedres que trobaren en la partida del Cementeri. Una d'aquestes pedres [nº 5] en un
camp que fou propietat de l'avi de les «Escolanes»»,
Sanchis Martínez (se refiere a los nº 3, 4 y 5).
Se conserva encastada en la fachada de la iglesia, a la
izquierda de la puerta principal, a 2,17 m. del suelo.
Dimensiones: 41 x 28 x ?
Letras: 3-2'5.
Sucías ms. 1911: 2, 318; Sarthou-Martínez ca. 1920:
510; Ventura 1975: 240; Gamer 1989: 287; IRST 75;
Corell-Gómez 2004: nº 3. Cf. Sanchis Martínez 1995: 39.
Natalis
P(ubli) • Corn(eli)
Iuniani • ser(vus)
an(norum) • LX • h(ic) • s(itus) • e(st)
Natal, esclavo de Publio Cornelio Juniano, de 60 años,
aquí está enterrado.
Nº 5
Interpunciones triangulares. La escritura está profundamente grabada y es buena. La ordinatio sigue un eje de
simetría.
El cognomen Natalis es conocido en todo el Imperio (Kajanto 1965: 290; Abascal 1994: 436).
Por la paleografía y sobre todo por las otras inscripciones en que figura Iunianus, se puede datar hacia el final del s. II.
6. INSCRIPCIÓN SEPULCRAL. Ara de mármol de Buixcarró, con base y cornisa. En el coronamiento, pulvini y frontón; bajo el ábaco,
listel, caveto, listel, bocel, listel y cyma recta; en la base, cyma recta, listel y cyma recta. La cara anterior está pulida; las laterales
y la posterior, alisadas. Presenta molduras en las cuatro caras, lo que es indicio de su carácter exento. El pulvinus de la derecha
está maltrecho; también se observan grietas verticales en la cara anterior. El campo epigráfico no está enmarcado.
Apareció reutilizada en el basamento de una estructura hidráulica de la villa.
Se conserva en el SIP.
Dimensiones: 124 x 60 x 49.
Letras: l. 1: 4; l. 2-3: 3,5; l. 4: 3.
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Sanchis Martínez 2004: 6. Cf. Diario Express-Valencia 64-2004; T. Albeldín en Levante EMV 12-4-2004.
Rhodine • P(ubli) • C(orneli) • Iuniani • liber(ta) •
an(norum) • XXVI • h(ic) • s(ita) • et
sit • tibi • ter(ra) • levis
Rodine, liberta de Publio Cornelio Juniano, de 26 años,
está aquí sepultada. Que la tierra te sea leve.
3 his et (Sanchis).
Interpunciones triangulares con el vértice hacia abajo.
Rhodine, cognomen atestiguado por doquier (Solin
1982: 1104; Lozano 1998: 397), aparece también en
la Vilavella (IRSAT 494). La fórmula STTL es frecuente
en el sur del País Valenciano (cf. IRILADT p. 351).
Por la paleografía y sobre todo por las otras inscripciones en
que figura Iunianus, se puede datar hacia el final del s. II.
Nº 6
7. INSCRIPCIÓN SEPULCRAL GRIEGA. Placa de mármol blanco, rota en tres fragmentos. Las caras anterior y posterior están pulidas; las laterales, sin trabajar. El campo
epigráfico está enmarcado por una faja; tiene la forma
de tabula ansata, y en la parte superior se observan
restos de decoración con motivos que resulta imposible
identificar.
Apareció en la habitación 18 de la villa, reutilizada en el
pavimento.
Se conserva en el SIP.
Dimensiones: (20) x (22) x 2,5.
Letras: l. 1: 3; l. 2-3: 2,5; l. 3: 2,3.
Inédita.
JUmhtovç [- - -]
w|de ejtav[fh]
ej≥niautw'≥[n]
dekaok≥[twv]
Hímeto ... aquí está enterrado. Tenía dieciocho años.
No presenta signos de interpunción. La escritura es bastante cuidada. El texto está alineado a la izquierda.
Nº 7
El nombre JUmhttovç, escrito aquí JUmhtovç, está
documentado en otras dos inscripciones de Hispania
(Lozano 1998: 392) y es frecuente en el Imperio
(Pape-Benseler 1884: 1580; Solin 1982: 635; LGPN IIII B s.v.). La simplificación de la tau es muy frecuente
en época tardía y se debe a la influencia de la koiné. Al
final de la l. 1 figuraba seguramente el patronímico, que
debía de ser corto (unas cuatro letras) o estar abreviado, ya que el espacio restante en la laguna es escaso.
Los suplementos de las l. 2-4 son casi seguros. La
forma verbal ejtavfh es muy frecuente en las inscripciones sepulcrales griegas. En una inscripción de Roma
posterior al 94 dC encontramos una expresión semejante a la que figura en las l. 3-4 (IGVR III, nº 1336, c,
col. I,1). Las inscripciones griegas son bastante raras
tanto al País Valenciano como en el resto de Hispania
(de Hoz 1997). En Ilici se ha encontrado una (IRILADT
47), dos en Lucentum (IRILADT 61, 81) y otras dos en
Saguntum (IRSAT 285, 314).
Por la paleografía, se puede datar en el s.
Nº 8
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II.1.- LA FUNDACIÓN DE LA VILLA
II
dC.
8. INSCRIPCIÓN SEPULCRAL. Fragmento interior de un bloque
de caliza ocre. La cara anterior está alisada; la posterior es
tosca; la cara izquierda, parcialmente original, está alisada.
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Apareció reutilizada en un muro de la habitación 12.
Se conserva en el SIP.
Dimensiones: (18) x (33) x 26.
Letras: 5.
Inédita.
------?
C≥(ai) • l(ibertus/-a ?) • Inve[- - -]
------?
… Inve-…, liberto/a de Gayo.
Interpunciones triangulares con el vértice hacia abajo. La
escritura es cuidada.
El cognomen era con toda probabilidad Inventus /-a,
bien documentado. En cambio, Inventianus y
Inventinus no solo no aparecen en Hispania, sino que
son extremadamente raros (Kajanto 1965: 298;
Abascal 1994: 390).
Por la paleografía, se podria datar en el s. I dC.
Nº 9
9. INSCRIPCIÓN SEPULCRAL. Placa de mármol de Buixcarró,
rota en sus cuatro lados. Las caras anterior y posterior
están pulidas.
Apareció reutilizada, en una cloaca, que pasa por la
habitación 13.
Se conserva en el SIP (Els Alters 1415).
Dimensiones: (16) x (18) x 2-2,5.
Letras: l. 2: 3; l. 3: 2,2.
Inédita.
------?
[- - -]+++E[- - - ?]
[- - - a]nn(orum) • p(lus) • m(inus) [- - - ?]
[- - -]ssius • L(uci) • [- - -]
-----… de más o menos … años, …—sio … de Lucio, …
Nº 10
Interpunciones en forma de virgula. La tercera + de la l.
1 puede ser I o T. La escritura es descuidada e insegura. La M es abierta; las S, estrechas y asimétricas. Las
letras presentan refuerzos.
La fórmula asindética plus minus aparece aquí por vez
primera en el País Valenciano, pero es bien conocida en
el resto de la Península Ibérica (CIL II, p. 1177, 1193).
En la l. 3 [- - -]ssius tiene que corresponder a un gentilicio. La letra siguiente es probablemente una L, seguida de una interpunción.
Por la paleografía, se podría datar entre finales del s. II y
principios del III.
10. INSCRIPCIÓN DE CARÁCTER DESCONOCIDO. Ara de mármol de Buixcarró. Sólo se conserva la parte superior. En
la cornisa presenta pulvini y frontón; bajo el ábaco, listel
y cyma recta. La cara anterior está pulida; las laterales y
la posterior, alisadas. Del campo epigráfico, sin enmarcar, sólo quedan 11 cm; no se ve letra alguna.
Apareció reutilizada en un muro tardorromano de la villa.
Se conserva en el SIP.
Dimensiones: (40) x (60) x 55.
Inédita.
Por el tipo de monumento, se puede datar en los s. II-III.
Nº 11
11. INSCRIPCIÓN DE CARÁCTER DESCONOCIDO. Ara de caliza
ocre, cortada por arriba. Todas las caras están alisadas.
En la base presenta cyma inversa en las cuatro caras.
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Apareció reutilizada junto a la habitación 1 al lado del
templete.
Se conserva en el SIP.
Dimensiones: (42) x 41 x 43.
Inédita.
Por el tipo de monumento, se puede datar en los s. II-III.
12. INSCRIPCIÓN DE CARÁCTER DESCONOCIDO. Ara de mármol de Buixcarró, con base y cornisa. Está rota por arriba
y ha perdido, en gran parte, la cara anterior. En la parte
superior quedan restos de una cyma recta. En la base
presenta cyma inversa delante y en las caras laterales.
Apareció hacia el 2000 al realizar obras en el suelo de
la iglesia.
Se conserva en el Ayuntamiento.
Dimensiones: (65) x 44 x (34).
Inédita.
Por el tipo de monumento, se puede datar en los s. s. II-III.
13. INSTRUMENTUM DOMESTICUM. Sello de plomo. Se halla
muy deteriorado.
Nº 12
Se encontró el año 1837 «entre los pueblos de Énova y
Manuel, junto al cráneo del cadáver contenido en un
antiguo sepulcro», Anónimo. Fue donado por Josep
Gregori Fuster a la Universitat de València.
Se conserva en la Universitat de València.
Dimensiones: 8 cm. de diámetro.
Anònim, en MSAV 1880: 10, làm. 2; CIL II 6246,4; IRST
76; Corell-Gómez 2004: nº 4.
L(ucius) • Lucil(ius) • f(ecit)
Lo ha hecho Lucio Lucilio.
Nº 13
En el anverso y debajo de la inscripción, un sapo mirando hacia arriba. En el reverso, una mujer sedente, tal vez
Fortuna, con el cetro en la izquierda; la mano derecha,
extendida hacia delante, ha desaparecido.
Se trata, sin duda, de un sello, porque las letras están en
relieve. En una de las inscripciones más antiguas de Saguntum aparece un L. Lucilius (IRSAT 82). Si tenemos en cuenta que los
Lucilii, en Hispania, sólo están documentados cinco veces más y que en el País Valenciano no aparecen más, resulta probable
bien la identificación, bien el parentesco entre ellos. Cabe resaltar que en ambos casos el personaje no lleva cognomen.
Por la ausencia de cognomen y la elegancia de la escritura, se puede datar hacia finales del s. I aC (según Hübner, «litterae sunt
optimae aut liberae r. p. aut saec. I»).
II. 2.- LAS REFORMAS EN LA VILLA
R. Albiach, A. Gallego, E. García-Prósper.
Las mejoras que dotaron al conjunto de mayor relevancia arquitectónica y ornamental enmarcada en un proceso de embellecimiento y riqueza constructiva en toda la villa denotaron el poder, el prestigio y la situación social del dueño de la residencia. En
estos momentos Publio Cornelio Iuniani ya descansaría en paz pero sus descendientes o herederos bien pudieron continuar esta
empresa, aunque no se descarta la posibilidad de nuevos dueños aunque epigraficamente no hubo evidencias.
La manufactura del lino fue dando riqueza y fama a la ciudad de Saetabis, y por consiguiente, también favoreció a la producción de
la villa, que se permitió una ampliación y reforma general que afectó tanto a la pars rustica, como a la fructuaria y a la urbana.
El momento de reformas consideramos que se produjo durante el primer tercio del siglo III, ya que una serie de datos arqueológicos y sus valoraciones nos han llevado a concluir sobre estas transformaciones. El conjunto de placas de mármol que revestían el peristilo han sido datadas entre el último tercio del siglo II e inicios del III. Por otra parte, la nueva pavimentación de tres
estancias con solados de opus teselatum decorados con motivos policromos, nos inducen a esta cronología, sobre todo, teniendo en cuenta los estudios que se conocen de otros mosaicos policromos de época romana. Además, el ara votiva hallada en el
interior de un templete de culto doméstico, también ha sido datada entre finales del siglo II e inicios del III.
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LA PLANTA DE LAS REFORMAS INICIO DEL SIGLO III D.C. A MEDIADOS DEL SIGLO IV D.C.
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La nueva apertura de vanos y el cerramiento de otros, nos ha reflejado una nueva estructuración del espacio, otorgando mayor
intimidad a las habitaciones y salones entorno al patio y creando más independencia en el conjunto termal y en la zona de las
instalaciones productivas.
Toda esta reforma de la villa se manifiesta en la zona de trabajo con una ampliación que consistió en la construcción de una
nueva balsa adosada al muro perimetral de la casa por el oeste. Entendemos que el aumento de las instalaciones de la pars
rústica, es reflejo de este enriquecimiento.
II. 2.1.- PARS URBANA
En este momento de reformas en la villa se van a mantener sus límites y accesos, salvo el occidental que será ampliado. La ornamentación que embellecerá la casa, tanto a nivel mural como de pavimentos, corrobora el enriquecimiento general que se aprecia en toda la villa.
La zona del patio mantuvo la misma planta del momento de su construcción. Atendiendo a los hallazgos arqueológicos se pude
decir que en este momento se realizó una nueva decoración arquitectónica consistente en revestir parte de sus paredes con placas de mármol trabajado. El descubrimiento de dos de ellas, reutilizadas en niveles del siglo V, nos ha permitido conocer parte del
programa decorativo. Se trataba de dos bajorrelieves donde uno representaba un capitel de hojas de ábaco decorado con motivos
vegetales y el otro era un friso con racimos de uva y hojas de parra. El estudio de este material lapídeo ciñe la cronología a la primera mitad del III.
Por otra parte, los accesos desde el patio a las distintas habitaciones y demás espacios de la casa, permanecieron inalterados
salvo aquel que comunicaba directamente con la pars rustica H-13. Este cerramiento que aislaba la residencia de la zona de trabajo nos induce a pensar que en este momento existió una pretensión de crear mayor intimidad en la parte noble ajena a las
labores domésticas y de producción.
La habitación situada al noreste del patio H-7 perduró en su planta y pavimentación, aunque muy posiblemente se repintaron
sus paredes y cambiaron su mobiliario.
El jardín y el templete de culto doméstico.
• UN TEMPLETE DE CULTO DOMÉSTICO
Al sur de la estancia noreste H-7 continuó la amplia zona de jardín H-1 y H-2 aunque se produjo un importante cambio en el
primer espacio que pasó a ser una zona de recogimiento y plegaria. Así, en la parte central de la H-1 se construyó un pequeño templo de planta cuadrangular. Tenía unas medidas de 1,20 x 1,48 m con un acceso por el este, y conservaba un alzado de
0,40 m. Sus muros eran de fragmentos de tejas y ladrillos, tegula y lateres, trabados con mortero, y el ancho de éstos era de
0,45 a 0,52 m.
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El templete de culto doméstico situado en el jardín.
Tanto su interior como el exterior tenían un revestimiento de estuco pintado con colores. La decoración que se ha podido documentar en sus paredes exteriores consistía en un fondo blanco con una banda ancha de color rojo en las esquinas y otras paralelas más delgadas hechas de una línea vertical anaranjada y otra oblicua de color rojo, documentándose también un segundo
momento de repintado. En su interior se pudieron ver restos de pintura roja en uno de sus ángulos.
Detalle del revestimiento exterior con pintura mural del templete.
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En el interior de esta estructura había, en su ángulo suroeste, dos pequeñas balsas hechas con mortero de cal. La situada más
al sur estaba completa pero la otra estaba rota en su lado norte por una fosa del siglo V. Las medidas de la balsa entera eran de
0,28 x 0,42 m y conservaban un alzado de 0,36 m. La balsa rota tenía unas medidas de 0,43 x 0,22 x 0,40 m. Así mismo, se
localizaron fragmentos aislados del pavimento del interior del templete que era, al igual que las balsas, de mortero de cal y estaba bastante deteriorado, conservando escasos mm de espesor. Su localización permitió conocer la profundidad o cota de base
desde el umbral de acceso, siendo ésta de 0,12 m. La excavación de estas dos balsetas permitió reconocer que en un primer
momento tan solo hubo una balsa que más tarde se compartimentó en dos menores. La existencia de estas balsetas se ha relacionado con el proceso del culto desarrollado en este templete y con el acto de las libaciones que se llevarían a cabo. El futuro
estudio de las muestras de tierra tomadas de las balsas podría darnos más información.
El busto de mármol que representa al dios Hercules de joven.
Las pequeñas balsas para libaciones del interior del templete.
Al respecto de los objetos en relación con el culto que se veneraba en este templete, tuvimos la gran fortuna de que fueron olvidados en su interior y cubiertos por el derrumbe de sus paredes, de modo que el hallazgo de este conjunto cerrado fue un documeto único que nos informó sobre las preferencias religiosas de sus habitantes. Tan sólo lo alteró la creación de un silo a finales del siglo
V que produjo una pérdida de algunos fragmentos de los objetos. Las piezas eran un busto de mármol blanco correspondiente a un
joven que en su cabeza lleva una piel de león. Se halló fragmentado en tres trozos, conservándose la parte de la cara y el pelo.
Estaba acompañado de un ara votiva con inscripción realizada en piedra arenisca local de las canteras de La Terrerosa, en
Barxeta. También estaba fragmentada y le faltaba una parte, aunque se han podido pegar cinco de los trozos que han permitido conocer su foculus de 20 cm diámetro que estaba ennegrecido por las cremaciones votivas, y el remate del ara era en cornisa con pulvini circulares y frontón, con unas medidas de 24 x 26 cm. Esta ara votiva ha sido datada entre finales del siglo II e
inicios del III. Otro fragmento de la misma piedra arenisca que tenía una inscripción se encontró junto a los anteriores y, aunque no unía directamente, se ha interpretado como el fuste de esta ara. La inscripción estaba dedicada a Hércules el invencible, Herculi Invicto, y creemos que le faltaría una parte de la continuación del texto.
El resto de objetos del templete eran tres lucernas y cinco monedas de bronce. Las lámparas de aceite eran diferentes y tan
solo una se conservaba entera con tipología de canal similar a Deneauve IXA, Dressel –Lamboglia 5A.5 siendo posiblemente de
producción local y con decoración con lineas oblícuas en el disco. Otra de las lucernas era una importación africana con decoración de hojas de olivo en su margo y de la tercera tan solo ha conservado su asa con engobe amarillento.
En clara relación con esta estructura y los objetos de culto encontrados en su interior se hallaron un ara y un sillar situados junto
al acceso. El ara de caliza era de planta cuadrangular con cyma inversa en las cuatro caras y la superficie alisada, estando cortada por la parte superior. Sus medidas eran de 41 x 44 cm de base, 31 x 34 cm en la parte superior, y una altura conservada
de 42 cm. El sillar situado junto a esta ara era también de caliza, con una superficie enmarcada con una cenefa recta, y unas
medidas de 44 x 38 x 20 cm.
Con todo, consideramos que en este pequeño templete dedicado al culto de Hercules se desarrollaría un ritual en el que se quemaban
plantas y frutos, y muy posiblemente se practicaban libaciones asociadas a las balsas pequeñas situadas en su ángulo interior del suroeste.
La interpretación que hemos aproximado de todo este conjunto del templete como lugar de culto doméstico ubicado en el jardín de la casa
será completada en un futuro estudio arqueobotánico que se realizará sobre este hortus y el templete y la reconstrucción de todo ello, dentro del Proyecto Internacional “Cultural landscapes of the past: recovering crop fields and gardens in archaeological parks of Europe”.
• LAS REFORMAS EN LAS HABITACIONES DE LA ZONA MERIDIONAL
La habitación señorial para el descanso H-4 situada al sureste y asistida por otras dos estancias, el vestíbulo H-3 y el vestidor H5, mantuvo su excelente pavimentación de mármol de Buixcarró y reformó su vestíbulo con un nuevo suelo de mosaico policromo. Esta antesala este tenía unas teselas de pequeño tamaño, 10 mm, eran de piedras de colores y estaban combinadas decorando un dibujo geométrico y vegetal. La trama decorativa consistía en cuadrados de 22 x 22 cm que contenían flores y estaban
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enmarcados por cenefas hechas de una sucesión de triángulos. Todo este conjunto ornamental estaba delimitado por un marco
de doble línea paralela. El fondo del conjunto era blanco, las cenefas de color gris y las flores eran amarillo ocre y rojo.
El mosaico del vestíbulo del dormitorio del sureste.
En cuanto a la habitación que funcionaría como vestidor, H-5, desconocemos si tuvo reformas ya que su pavimento fue expoliado durante la Antigüedad Tardía.
En todo este conjunto, se constató la construcción de un nuevo muro que revestía el cierre por el sur y así aislaba de la filtración de las humedades emanadas de la balsa grande de la pars rustica.
La pequeña estancia H-6 que tenía acceso directo desde el patio fue reformada, al menos, en cuanto a su pavimentación que
se hizo de opus signinum, del cual se ha conservado casi toda su preparación y gran parte de su extensión. En esta estancia
era de destacar la situación de este suelo a una cota más elevada que el umbral, seguramente intentando evitar la entrada de
agua desde la zona del inmediato porticado del patio. Aunque por los restos recuperados de este momento no es posible determinar con seguridad el carácter de esta habitación, seguimos considerando, que se trataría de un dormitorio, al igual que planteamos en el momento de su construcción. El hallazgo de diversos fragmentos de gran tamaño de pavimento de opus signinum sobre el suelo de la habitación nos indicaron la existencia de un piso superior de la casa.
El uso de la habitación H-15 se mantuvo durante este periodo, y si bien no se conservaron pavimentos y mobiliario que evocaran esas reformas y embellecimiento en la habitación, el hallazgo de una estela votiva entre el derrumbe de la cubierta de la
estancia, fue el ejemplo de la importancia que tuvo esta habitación para el amo de la villa.
Esta pequeña ara se halló próxima a uno de los accesos y junto al muro de separación con las cubicula de la zona este, y en
el momento del hallazgo presentaba una posición invertida mostrando su basamento. Esta pieza era de mármol de Buixcarró
de color beige, estaba completa y se distinguían tres cuerpos: el superior tenía dos pulvini enmarcando un frontón, el del medio
estaba destinado a alojar el campo epigráfico y el inferior, o basamento, estaba moldurado y también tenía epigrafía. La inscripción estaba compuesta por cinco líneas, cuatro en la parte media y la quinta sobre el zócalo.
PRO SALV-
I(ovi) O(ptimo) M(aximo)
I(ovi)
pro salu-
TE CORNELI
te Corneli Iuniani
IOM
IVNIANI
[….] IB EVTICHVS
Vib(ius) Eut ychus
A Júpiter Óptimo Máximo por la salud
de Cornelio Iunianio Vibio Eutico
Vibio
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Estela votiva aparecida bajo el derrumbe de la techumbre del oecus.
La ausencia de molduras en la cara opuesta al campo epigráfico así como el acabado poco cuidado de la superficie, indicaban
que la estela estaba concebida para apreciarse por tres de sus lados. Su posición invertida en el momento del hallazgo, así como
el distinto tratamiento de las superficies nos hacen pensar en una ubicación elevada, posiblemente colocada en una hornacina
o vano, en el alzado del muro caído.
Aparentemente la estancia contigua H-14 no fue reformada, sin embargo, ello no impidió pensar que las funciones desempeñadas fueran las mismas que durante la fase de fundación de la villa y estuvieran estrechamente relacionadas con las desempeñadas en la habitación H-15 dada su directa conexión.
En el ángulo suroeste de la casa se realizó una reforma que amplió la pars urbana en detrimento de la rustica. Así, se crearon dos
nuevos ámbitos que confomaban un espacio semicubierto por un porche H-13 y una habitación H-12. Así también, el tabicado del
vano de acceso que comunicaba directamente con el cuatripórtico aisló esta zona con respecto a las dependencias privadas, creando una mayor independencia. De igual modo, el pasillo que comunicaba los salones con las termas se vió reducido en su anchura.
Escultura de mármol que representa un équido al que le muerde el lomo un felino.
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Junto a las habitaciones H-14, H-10b y H-12 se creó un área semicubierta, H-13 que ocupaba una superficie de 9,82 x 9,50 m. Tenía
un pavimento que se conservaba parcialmente junto a los muros y que correspondía a una lechada de mortero de cal que funcionaba como superficie pisable sin ningún tipo de tratamiento aparente. La ausencia de tegulae e imbrex en el derrumbe invitaba a pensar que la parte norte de este ámbito estaba protegida por una cubierta perecedera creando un espacio semiabierto. Así mismo, el
hallazgo de dos basamentos cuadrados donde apoyaban los soportes que sustentaban la cubierta, confirmaba esta hipótesis. Esta
estancia se definió como el único punto documentado que ponía en contacto la zona de trabajo y la noble a través del acceso al patio.
El porche junto a las balsas de producción al sur de la villa.
Una nueva habitación se situó al oeste del espacio semicubierto H-13 y al sur de las termas. Esta estancia tenía unas dimensiones aproximadas de 6,12 x 5,95 m, estaba enmarcada por muros de piedra a nivel de zócalo que todavía conservaban una
serie de marcas que dibujaban un falso despiece. El pavimento de esta nueva habitación era de opus caementicium, preservado únicamente en la zona central y en una estrecha franja adosada al umbral situado al este. Los accesos a la habitación se
realizaban a través de sendos vanos provistos de umbrales de mármol. El primero de ellos permitía la comunicación con la habitación 11 de la zona termal mientras que el segundo daba paso al porche.
• LAS HABITACIONES DEL ÁREA
OCCIDENTAL
A espaldas del ámbito 13 se encontraba la
estancia H-10B considerada como una de
las principales de la parte noble de la villa.
A pesar de la mala conservación de las
estructuras se documentó parte de un
pavimento compuesto por teselas de
pequeño tamaño 0,8 mm, polícromo con
los colores blanco, gris-azulado y amarillo,
con una decoración compuesta por una
sucesión de círculos, unidos por motivos
vegetales consistente en una posible palmera o papiro. En el centro de uno de
ellos había un motivo vegetal, un trébol de
cuatro hojas, y en el otro se observaba un
pajarillo de perfil del que tan solo se conservaba el tercio superior de la figura.
No hay suficientes elementos de juicio
para interpretar la posible función o funciones que desempeñaría esta habita-
Un detalle del mosaico con motivos vegetales y animales.
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ción. A nuestro juicio, y a tenor de los datos arqueológicos, consideramos que sería uno de los salones más elegantes y apreciados, con al parecer, uno de los mejores pavimentos de la casa.
La habitación contigua, H.-10A, apenas experimentó cambios que pudieran afectar a la ornamentación. Siguió siendo la única estancia
que comunicaba el porticado del patio con el pasillo oeste y las termas. Sin embargo, se cerraron al menos dos vanos, una ventana que
recaía sobre el corredor oeste, y el acceso que daba comunicación con la estancia situada la norte H-9. Este último tabicado, estaba
hecho con piedras sin trabajar, ladrillos y demás elementos constructivos, trabados con mortero de cal. La falta de alineación con respecto a los muros originales se solucionaba por medio de tres capas de enfoscado y enlucido con que decoraron la estancia.
Puede decirse que las refacciones documentadas en esta habitación son consecuencia de las transformaciones que se produjeron en la estancia contigua H-9 y que manifestaban un interés por destacarla por encima del resto.
El mosaico policromo con motivos geométricos y vegetales.
En efecto, en esta estancia H-9, con unas dimensiones conservadas de 9,50 x 9,82 m, se documentaron cambios que afectaron
tanto a la distribución del espacio como a la ornamentación de la misma. Ya se ha comentado que la comunicación con la habitación contigua H-10 se cegó, y posteriormente se enlucieron las paredes de ambas habitaciones. Adosado a éste muro medianero se construyó un banco corrido conformado por mampuestos irregulares, trabados con mortero de cal y escueto cimiento.
Desde un punto de vista estético, esta habitación se vió embellecida por la construcción de un pavimento de opus tesselatum,
que se adosaba a los muros de cierre y al banco corrido. El suelo estaba compuesto por teselas de pequeño tamaño 0,8 mm.,
polícromas de color amarillo, rojo, azul y blanco cuya disposición conformaba un programa decorativo compuesto por una serie
de casetones rodeados por pequeñas cenefas con motivos geométricos. Todo ello enmarcado a su vez por otra cenefa de dimensiones mayores. Los cuadros centrales presentaban motivos florales y geométricos repartidos alternativamente a lo largo de toda
la superficie. Se apreció que en la parte conservada no existían trazas de un medallón central aunque también hay que mencionar que las dimensiones totales de la habitación se desconocen al verse afectada por la Acequia Comuna de Énova.
Teniendo en cuenta la excelente ubicación de la estancia, con directa comunicación con el patio, la riqueza en la decoración, con mosaicos como pavimento, y la presencia de al menos un banco corrido, tal vez pudiera corresponder a un triclinium de la villa a pesar de no contar con la totalidad de la estancia ya que estaba afectada por la mencionada acequia.
• FAUCES - EL CORREDOR OESTE
La fase de remodelación de la villa también afectó a este pasillo viéndose reducida su anchura con la construcción de un
nuevo muro que indicaba un cambio en la articulación del espacio. Esta remodelación vendría condicionado sobre todo
por la necesidad de ampliar las habitaciones de la zona termal que se adosaban a este muro. Respecto a su contacto con
la parte residencial, no se apreciaban cambios destacables en conexión con el pasillo.
Este corredor estaba pavimentado con una preparación de opus caementicium que sólo se conservaba en el enlace con
los enlucidos de los muros. Estaba provisto de un umbral, por el lado sur, que daba paso al ámbito H-13 y dos accesos por
el centro, transitando a las estancias H-11 y H-10A. En esta última, conviene recordar el cegamiento de una ventana que
daba a este pasillo. La posible explicación de este cerramiento podría atender a la nueva construcción de unas letrinas.
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La parte septentrional del pasillo estaba subdividida en dos espacios por medio de un muro. Al este del paramento, el
corredor se estrechaba quedando al otro lado una pequeña dependencia que ha sido identificada como unas latrinae. A
este pequeño espacio se accedía por medio de un umbral y estaba equipado con un banco directamente ubicado sobre
la cloaca para permitir la rápida y efectiva evacuación. Este banco, con claro tratamiento hidráulico de opus signinum, estaba rodeado por una pequeña canaleta de aguas limpias ligeramente elevada sobre el pavimento. La pavimentación de
estos servicios era de losas de cerámica. Las características constructivas de estas letrinas de Els Alters, recuerdan a las excavadas en la villa romana de Torre Llauder en Mataró.
Las letrinas situadas en el pasillo oeste
• EL ÁREA TERMAL
En esta época se construyeron nuevos espacios que le daban una mayor funcionalidad con respecto a la etapa fundacional y
aumentaban su tamaño, sobre todo por el oeste. Se creó una planta más completa compuesta de seis habitaciones, algunas
de ellas con pavimento de mármol.
Teniendo en cuenta las distintas dependencias del conjunto podemos aproximar un itinerario que nos ayudará a comprender el uso
que tuvieron en su día. En este sentido, el recorrido se iniciaba por la H-11, que continuaba siendo el vestuario o apodyterium, y
cuyo acceso se efectuaba desde tres vanos. Uno de ellos, el situado al este, daba paso desde el corredor oriental. Otro, por el sur
y a través de un umbral de mármol, comunicaba con la estancia 12. El tercero daba directamente a la zona de las termas H-18.
Tanto la H-11 como la H-18 se vieron beneficiadas por la reducción en anchura del pasillo oeste, quedando ampliado de este
modo el tamaño de ambas. Como consecuencia de estas reformas la habitación 11 resultaba un espacio de planta rectangular
de unos 42 m2, que siguió utilizando el suelo de opus reticulatum del momento de construcción de la villa. Con la construcción de la habitación H-12, el muro medianero permitió la realización de una media caña de opus caementicium sobre la línea
de unión del solado con este muro de cierre meridional.
Desde el apodyterium se accedía por medio de un vano a la H-18. Era una gran estancia, con unas dimensiones conservadas
de 31,25 m2, que poseía revestimientos de mármol en el zócalo de las paredes y en el solado. Estas placas eran piezas usadas con anterioridad para otros fines dado que algunas presentaban diferentes decoraciones molduradas, sin continuidad con
la placa contigua, y en ocasiones la decoración se encontraba boca abajo, en contacto con la preparación. Todas éstas puede
que formasen parte de la ornamentación de la primera fase, ahora reutilizadas como suelos, pero de ello no tenemos evidencias. O tal vez se trató de la reutilización de piezas de otra construcción ajena a la casa porque sabemos que en estas fechas ya
no vivía Publio Cornelio Iuniani. Esta dependencia termal la seguimos identificando con el tepidarium, al igual que en la primera fase. Este gran solado llevaba una pendiente hacia una atarjea abierta en el muro oriental, que explicaría la necesidad de evacuar el agua procedente de la condensación hacia la canalización de las letrinas. En la preparación del pavimento, que era de
opus caementicium, se descubrió reutilizada una inscripción sepulcral con caracteres en griego que cronológicamente se adscribe a principios del S. II d. C.
Desde esta estancia, hacia el oeste, se accedía a dos pequeñas salas que articulaban tanto el paso hacia el caldarium y la H21 como hacia las dependencias situadas al norte. También conservaban pavimentos de placas de mármol en bastante mal
estado de conservación.
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Vista general del conjunto termal reformado.
El caldarium o sala caliente, H-19, al igual que el sudatorium o H-21 siguieron teniendo las mismas características estructurales
de la fase fundacional conservándose los restos del sistema de hipocaustum o calefacción, aunque se realizaron en ellas algunas
reformas. Dentro del sudatorium se construyeron dos tabiques en sus cierres norte y oeste adosándose éste último a una de las
paredes del pozo. Estos estaban construidos con ladrillos dispuestos a soga.
El recorrido por el conjunto termal continuaba por la H-20, situada en el lateral sur. Estaba constituida por un muro absidial y
presentaba un revestimiento hidráulico de opus signinum en las paredes y en el pavimento. Al norte de la sala se encontraba
una banqueta para sentarse realizada de
ladrillos rectangulares. La unión entre el
pavimento de esta habitación con el
banco se resolvió por medio de una
media caña de opus signinum de 13-15
cm. Tenía un agujero de desagüe situado
en la parte de la pared que era una tubería de plomo que desembocaba en una
canal con unas dimensiones de 0,30 x
10,20 m que llevaba una pendiente esteoeste. Sus paredes estaban hechas de
hiladas de piedras irregulares trabadas
con mortero de cal y revestidas de enlucido. La base y la tapadera eran de tegulae.
Considerando los elementos constructivos que contenía, y si atendemos a que
en la mayoría de los balnea el alveus se
situaba en el interior del elemento absidial (Castanyer, P y Tremolada, J. 1999),
se trataría de una piscina o alveus para
tomar baños de agua fría.
El pozo continuó siendo la fuente de
abastecimiento para este conjunto termal.
Un detalle de la inscripción reutilizada en la sala templada, tepidarium.
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La sala caliente, caldarium, la fría, frigidarium, la sauna, sudatorium y el pozo.
II. 2.2.- PARS RUSTICA
• LA CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA BALSA
En el momento se decidió
emprender las reformas en la
casa y en las instalaciones de trabajo construidos a finales del S. I,
éstas parece que se realizaron al
unísono en ambas partes. Así, en
la balsa grande se reforzó y aisló
de humedades su muro norte,
creando un añadido de mortero
de cal con gravas que recreció el
ancho del paramento en 0,13 m.
Complementando el conjunto de
las dos balsas y el canal, se añadió
una nueva balsa, situada al suroeste de la villa. Las dimensiones conservadas de la balsa eran de unas
de 5,66 x 10,50 m. Faltaban sus
límites norte y oeste porque fueron destruidos por la Zanja del año
2003 y el ángulo noroeste por una
fosa
realizada
durante
la
Antigüedad Tardía.
La nueva balsa construida al oeste de la villa.
Esta construcción estaba provista
de un pavimento de opus signinum que llevaba cenizas y carbo-
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nes, con unión de media caña que se adosaba al muro perimetral oeste. Con la construcción de esta nueva balsa hubo que tabicarse la entrada a la villa que había por este lado. En el zócalo del muro meridional de la balsa se abría una atarjea que servía de
entrada para el agua que desde el canal, y por medio de una posible conducción no conservada, llegaba a la balsa. La creación
de ésta la relacionamos con un apoyo a la actividad productiva que ya se realizaba en la villa, aunque futuros análisis de su mortero lo podrán determinar con precisión.
La ubicación de esta nueva balsa sobre el patio de trabajo redujo las dimensiones del espacio, resultando una superficie de 60
m2, H-17, que quedaba situada al sur de las termas. Aunque esta zona se redujo en sus dimensiones norte-sur aumentó su extensión hacia el oeste, lo cual se pudo documentar por el hallazgo de un pavimento hecho con mortero de cal bastante consistente
que conservaba 5 x 8 m. Este siguió siendo un espacio sin cubierta ya que en toda su extensa superficie no fue hallado ningún
soporte que sustentara una techumbre, de igual modo que en el nivel de derrumbe de la villa no había tegulae e imbrice.
II. 2.3.- PARS FRUCTUARIA
• UNA AMPLIACIÓN DE LAS ESTANCIAS EN LA TERRAZA SUPERIOR
Las construcciones para almacenaje de aperos y actividades agropecuarias del periodo anterior siguen en uso en esta etapa. Tan
solo se creó un nuevo conjunto en la zona suroeste de la terraza superior. Allí se construyó un grupo de siete estancias que se
superponían a las anteriores y seguían la misma orientación. De entre ellas destacaba la más amplia por haber conservado algunas evidencias sobre su uso. Los muros que delimitaban los diferentes ámbitos estaban construidos con mampostería de piedras calizas trabadas con mortero de cal, y su anchura variable oscilaba entre los 50 y 68 cm.
En su extremo sureste había parte de una estancia de unos 19,5 m2, de planta cuadrangular, que no conservaba los límites meridional ni oriental. El pavimento era de mortero de cal, con escasos centímetros de espesor. Sobre el muro occidental se abrió
un vano que daba paso directamente a la habitación contigua, de mayores dimensiones.
Ésta tenía una superficie de 51 m2, con un pavimento similar al anterior. Presentaba un suave buzamiento hacia el interior donde
había una depresión circular cuyo diámetro era de 2,60 m, y tenía un agujero en el centro de 31 cm. Estas huellas descritas en
la zona central sería donde se ubicaba la base de una prensa para la transformación de productos agrícolas. La realización continuada de estas actividades en las dos estancias descritas hizo que se repavimentasen de manera habitual. Ambos suelos estaban construidos sobre varias capas de preparaciones y nivelaciones, destacando los estratos UUEE 2054 y 2057.
Finalmente, del resto de las otras cinco estancias documentadas no sabemos las dimensiones completas ya que tan solo se
excavó una pequeña parte. Lo evidente era que había interconexión entre ellas, así como un límite por el este y una continuidad hacia el norte y el sur.
En su lateral este se localizaron dos muros de sillares de mediano tamaño trabados con mortero de cal que conservaban su alzado de zócalo. Tenían unas orientaciones suoeste-noreste y formaban parte de este conjunto de despendencias.
Las estancias de producción artesanal situadas en la terraza superior.
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En cuanto a la cronología del conjunto se puede decir que el estudio cerámico de los niveles de preparación de los pavimentos
estaba en un horizonte cronológico del S. III dC que coincide con el momento de reformas generales en la villa. Estos materiales corresponden en un mayor porcentaje a cerámicas comunes oxidantes y reductoras de cocina aunque destacaba la presencia tanto de terra sigillata hispánica como las importaciones africanas de cocina y sigillata.
UE 2057
Cerámica común oxidante: La pasta era depurada, de color beige y con desgrasante fino. El repertorio documentado correspondía a
formas cerradas (jarras y botellas) y abiertas (ollas, cazuelas, morteros y cuencos). Con respecto a las jarras había bordes planos con
moldura exterior y asas acintadas con doble acanaladura que salían del cuello. Pertenecientes a las botellas había un borde saliente
engrosado en el exterior.
Con respecto a las ollas cabe señalar un borde plano vuelto al exterior y otro saliente plano de sección apuntada. De las
cazuelas se documentó un borde vuelto al exterior y labio aplanado de extremo redondeado. Los morteros estaban representados por un borde vertical y labio plano. Los cuencos repertoriados correspondían a un borde redondeado con pequeño engrosamiento que se prolongaba por el cuerpo y en cuyo extremo se disponía una decoración a ruedecilla. Por último
había un borde almendrado que correspondía a una imitación de la forma Hayes 197 de cerámica africana de cocina.
Cerámica reductora de cocina: Se hallaron formas pertenecientes a ollas y cazuelas. Con respecto a las primeras destacaba
un borde vuelto al exterior con cuello estrangulado, con labio ligeramente redondeado y sección apuntada (nº 228), un borde
vuelto al exterior con labio pendiente de sección triangular y un borde recto con engrosamiento externo (nº 230), un borde
vertical con engrosamiento externo de sección redondeada (nº 231), un borde saliente de sección apuntada (nº 232), un
borde exvasado sin engrosamiento (nº 233), un borde saliente almendrado, un borde saliente con engrosamiento interior en
el cuello (nº 234), un borde aplanado con engrosamiento exterior (nº 235) y un borde vertical con engrosamiento externo
de sección triangular (nº 236).
De entre las cazuelas, el repertorio era menor. Había un borde recto con engrosamiento interior (nº 237).
Por último, apuntar una tapadera con borde discontinuo indiferenciado, saliente al exterior y con paredes oblícuas (nº 238)
y dos bordes de jarrita de boca trilobulada con asas de sección cuadrangular y acanaladura en su parte interna saliendo el
asa del borde. También perteneciente a otra jarrita había una base plana con pie indicado (nº 239).
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Ánforas: Las ánforas documentadas en esta unidad
pertenecían al tipo Dressel 2/4. Se hallaron dos asas
de sección geminada.
Paredes finas: De este tipo tan solo se recuperaron
dos fragmentos de borde correspondientes a la
forma Mayet XL y otros dos bordes de Mayet XXI.
Terra Sigillata Hispánica: Las formas de TSH documentadas pertenecíann a una forma abierta correspondiente a
una base y también un borde de la forma Mezquiriz 6.
Importaciones africanas: En su totalidad, las importaciones africanas correspondían a la cerámica de cocina y a la vajilla fina de mesa. Formando parte del primer grupo había un borde de cazuela de la forma
Hayes 197/ Ostia III, 267 (nº 242), un borde perteneciente a la forma Lamb 10 A/Hayes 23 B (nº 243),
un borde de Lamb 9 A/Hayes 181, otro borde de la
forma Lamb. 10 B/Hayes 23 A, un borde de Ostia III,
332 /Hayes, 196 (nº 244 y 246) y por último otro
borde perteneciente a la forma Ostia I, 264 (nº 245).
De todas ellas, la forma Ostia II, 302 aportaba una cronología desde finales del siglo I hasta la primera mitad
del II d.C.
Respecto a la Terra Sigillata Africana-A, aparecieronn
representadas las siguientes formas: un borde de
Hayes 3b/Lamb4/36ª con decoración a barbotina a
base de hojas lanceladas (nº 241); un borde de la
forma Salomonson A 9a; un borde de Lamboglia
3c/Hayes 16 que aportaba a este estrato una cronología de la segunda mitad del siglo II e inicios del III d.C.
UE 2054
Cerámica común oxidante: El repertorio documentado correspondía a formas cerradas como botellas
con borde engrosado al exterior y cuello recto (nº
257) y dos bocales forma Vegas 44 con borde
saliente de sección triangular y rebaje interno.
También aparecieron asas de sección acintada, algunas con nervio central, y otras con acanaladura en la
parte superior. Apuntar la abundancia de bases anulares también pertenecientes a diferentes formas
cerradas.
Cerámica reductora de cocina: Se documentaron
formas pertenecientes a tapaderas, ollas y cazuelas.
Con respecto a las primeras destacaban abundantes
bordes de forma plana y cóncava (nº 247). Otro tipo
presenta era el borde plano, ligeramente engrosado
en el exterior (nº 248). Con respecto a las cazuelas
se señalan aquellas que presentaban el borde reentrante y engrosado en el interior (nº 249). Entre las
ollas inventariadas destacaban las de borde saliente
de sección cuadrangular en cuya parte superior se
describía una ranura para colocar la tapadera (nº
250), las de borde saliente almendrado, borde
saliente con engrosado al exterior y apuntado (nº
251), borde aplanado con engrosamiento exterior y
paredes rectas (nº 252), borde vertical de sección
almendrada, borde saliente engrosado al interior y
paredes rectas (nº 253), borde exvasado con cuello
estrangulado y paredes abombadas, y borde saliente (nº 254).
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II.2.- LAS REFORMAS EN LA VILLA
Los materiales cerámicos del momento de reformas.
Con respecto a las formas abiertas destacaban dos
bordes de cuenco de la forma Vegas 8 de borde vuelto y paredes abombadas.
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Por último, señalar un fragmento de borde
con arranque de asa de jarrita, ligeramente saliente, con paredes rectas y el asa de
sección circular con acanaladura inferior
(nº 281).
Ánforas: Las ánforas documentadas en
esta unidad pertenecían al tipo Dressel
2/4, concretamente tres fragmentos de
borde, y a la forma Dr. 20 con un asa de
sección circular y engobe amarillento.
Paredes finas: De estos vasos para beber
había un borde perteneciente a la forma
Vegas 25 y dos bordes de la forma Mayet
XXI.
Terra Sigillata Hispánica: Las producciones
de TSH documentadas pertenecían a varios
bordes de las formas Drag.27, Drag.13 y
Drag.37.
Importaciones africanas: Las importaciones africanas de cocina eran abundantes.
Había un borde de Ostia III, 332 /Hayes,
196 (nº 258), un borde de la forma Ostia
II, 302 (nº 259), una fragmento de borde
de la forma Ostia III, 267 /Hayes, 197, otro
borde correspondiente a Lamb 10
A/Hayes 23 B (nº 260) y por último un
borde perteneciente a la forma Lamb. 10
B/Hayes 23 A; (nº 261).
Respecto a la Terra Sigillata Africana-A aparecieron
representadas las siguientes formas: dos bordes de
Hayes 3b/Lamb4/36a con decoración a barbotina a
base de hojas lanceladas; un borde de la forma
Lamboglia 2A/Hayes 9ª; dos bordes de Lamboglia
3a/Hayes 14a; un fragmento informe de la forma
Carandini, 1976, fig.2 con decoración a ruedecilla; una
variante Salomonson A9a con decoración a ruedecilla
también informe. Destacaba un fragmento de borde de
Terra Sigillata A/D, forma Hayes 32/OSTIA I que aportaba una cronología de primera mitad del siglo III d.C.
Metal
Los objetos de metal eran pequeños elementos
como un fragmento de aplique de bronce ornamental con motivos florales de uso indeterminado con
una longitud máxima de 7 cm. y una arandela de
bronce con los extremos anudados sobre si mismo.
Hueso trabajado
Entre este tipo de material destacaba una aguja
completa con cabeza en forma de piña con una longitud de 10 cm, un fragmento de cabeza de aguja
con sección circular, dos fragmentos de aguja de
coser y otros dos fragmentos de aguja con cabeza
en forma de piña.
Vidrios
El material de vidrio estaba compuesto por dos fragmentos de base plana de vidrio de recipientes diferentes, un fragmento de base anillada, un fragmento de borde de cuenco con paredes verticales con
borde sin diferenciar y una acanaladura por debajo
del mismo y otro fragmento informe con decoración
incisa de trazos verticales enmarcados en su parte
inferior por una horizontal.
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II.2.4.- LOS MATERIALES DE VIDRIO
Mª Dolores Sánchez de Prado. Universidad de Alicante
LA VILLA DE ELS ALTERS: LOS MATERIALES DE VIDRIO
Las excavaciones llevadas a cabo en este yacimiento han puesto al descubierto los restos de una gran villa, construida hacia
fines del siglo I d.C., que perduraría, tras diversas remodelaciones, hasta época bajoimperial. Esta amplia cronología ha permitido recuperar un gran volumen de material, del que una pequeña parte la constituyen recipientes vítreos, que formarían parte del servicio de mesa, así como los restos de lo que fueron, en origen, grandes paneles de vidrio para el cerramiento de vanos.
Las vasijas de vidrio presentan un estado muy fragmentado, lo cual se debe, fundamentalmente, a la fragilidad de la propia materia. Se trata de un conjunto muy reducido, unos 75 fragmentos, de los que tan sólo unos 46 presentan forma o
algún motivo decorativo que ha permitido su clasificación. Han sido sus características técnicas –elaboración por medio
del soplado libre y un gran porcentaje de vidrio incoloro-, y tipológicas -para lo que seguimos, esencialmente, el estudio
de C. Isings (1957)-, las que nos han permitido llevar a cabo su análisis, resultando una subdivisión en dos conjuntos
diferenciados, esencialmente, por la cronología. El grupo más numeroso es el adscrito a la fase altoimperial de la villa,
denominado Els Alters I, encontrándo, además, un reducido número de recipientes de características diferentes, que
forma el conjunto Els Alters II.
La Fase I engloba el mayor porcentaje de los recipientes recuperados, algunos procedentes del nivel superficial (Fig. 1,1-5), así
como de una intervención previa en el área del yacimiento (Fig. 1,11-12). Además, destacan los materiales de las unidades estratigráficas relacionadas con ciertas repavimentaciones -UUEES 2054, 2056, 2057, 2061-, que marcarían el final de esta fase, y en
las que fueron amortizados diversos ejemplares, caracterizados, en general, por estar realizados en vidrio incoloro, salvo alguno
de coloración verde-azulada (Fig. 2,1-2), y por corresponder a formas abiertas, fundamentalmente cuencos y vasos, generalmente lisos o con sencillas decoraciones (Fig. 2,3-8).
Relacionados con el conjunto El Alters I, encontramos, además, una serie de recipientes que, aunque aparecieron amortizados
en algunos de los niveles tardíos de la villa –UUEES 1054, 1072 y 1164-, se adscriben, claramente, a esta fase, ofreciendo formas y características muy similares a los tipos anteriores (Figs. 3,1-2 y 4; 4,1).
Por otra parte, bajo la denominación Els Alters II hemos englobado aquellas piezas que resultan características de la vajilla de
vidrio, que, a partir del siglo IV d.C., parece imponerse como servicio de mesa. Se trata, esencialmente, de un reducido número
de vasos y cuencos bajos realizados en un vidrio de color verdoso, con cierta tonalidad amarillenta, que proceden, en general,
de los rellenos que amortizaban estructuras anteriores o niveles de abandono –UUEES 1036 y 1164- (Fig. 4,2-3 y 5-6), añadiéndose a ellos algún otro fragmento procedente del nivel superficial o de las zanjas efectuadas en la intervención previa a la
excavación (Fig. 1,6 y 13-14).
Finalmente, es interesante señalar la presencia de los restos de lo que fueran grandes paneles de vidrio plano, que serían utilizados para el cerramiento de vanos y que aparecen, en general, muy fragmentados en algunos de los niveles adscritos a la Fase
II (Figs. 3,3 y 5; 4,4; 5,1-2), así como en el nivel superficial (Fig. 1,7).
ESTUDIO DEL RECIPIENTE DE VIDRIO
Como se ha señalado, la excavación de esta villa ha proporcionado un reducido lote de vasijas, pudiéndose individualizar unas
41, de las que un 78 % corresponden a tipos adscritos a época altoimperial, caracterizados por una gran diversidad de formas
y una alta calidad técnica, lo cual no hace sino resaltar el escaso porcentaje, un 22 %, de los recipientes vítreos en época tardía,
que ofrecen cierta simplicidad y pobreza técnica, lo que les proporciona una aparente homogeneidad.
Els Alters I
Se trata de un lote, que presenta una técnica de fabricación, el soplado libre, y unas características formales muy similares, destacando el gran porcentaje de vidrio incoloro, que alcanza el 51,2 %, sobre el de color verde-azulado, un 26,8 %. Tipológicamente, encontramos algunos recipientes cerrados, como botellas o ungüentarios, y sobre todo, formas abiertas, como vasos, copas o cuencos.
En cuanto a las formas cerradas, las excavaciones tan sólo han proporcionado un fragmento de borde plegado al interior, de
color azul claro (Figs. 1,1; 6,1), que puede relacionarse con un recipiente de cuerpo prismático (Isings 50), que fue usado
frecuentemente como contenedor de líquidos, ya que, el espesor de sus paredes y la solidez de sus asas, junto a su gran
estabilidad, lo hacía idóneo para su transporte y almacenamiento. Este tipo aparece hacia el segundo tercio del siglo I d.C.,
continuando hasta fines del II, fabricándose mediante el soplado libre o en molde (Caldera de Castro, 1994-95, 119), lo que,
dado el pequeño fragmento recuperado, no podemos determinar. La botella prismática gozará de gran popularidad, como
demuestra su difusión por toda la Península (vid. Sánchez de Prado, 2004, 85 s.). Otro tipo de contenedor documentado es
el tipo ungüentario, aunque en este caso destinado habitualmente a la conservación de perfumes y ungüentos, por lo que
suelen mostrar largos y estrechos cuellos a fin de impedir la rápida evaporación del contenido. Su hallazgo se reduce a la
parte inferior o depósito de un recipiente, de forma elipsoidal, realizado en vidrio azul claro, que podría relacionarse con el
tipo Isings 28 (Figs. 1,11; 6,2), encontrando otro fragmento, del que se conserva la boca, de borde plegado al interior, y parte
del cuello cilíndrico (Figs. 1,2; 6,3), en vidrio incoloro, que corresponde a un ungüentario de candelero (tipo Isings 82A1).
Se trata de formas características encuadradas entre la segunda mitad del siglo I y primera mitad del II d.C. (vid. Sánchez de
Prado, 2004, 87; Bonnet, 1997, 47, AV V122).
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Fig. 1: UE 1004A: 1, Botella (Is. 50). 2, Ungüentario (Is. 82A1). 3, Cuenco (Is. 85b). UE 1004B: 4, Vaso (Is. 34). UE 1004C: 5,
Copa (Is. 86). 6, Vaso (Is. 109). 7, Vidrio plano. 8-10, Teselas. Zanja 1: 11, Ungüentario (Is. 28). Limpieza Corte N: 12, Vaso (Is.
21). Zanja 2: 13, cuenco (Is. 116). 14, Cuenco (Is. 115).
En cuanto a las formas abiertas, hay que señalar el hallazgo de numerosos cuencos y vasos, entre los que encontramos
alguna forma conocida desde los momentos iniciales del soplado. Se trata de recipientes que muestran un borde tubular,
como un tipo de cuenco (Isings 44), del que se ha recuperado tan sólo un ejemplar, realizado en vidrio azul claro (Figs.
2,1; 6,4), coloración que caracterizará los ejemplares a partir de la segunda mitad del siglo I d.C. El tipo alcanzará gran
popularidad en época flavia, estando en uso hasta inicios del siglo II d.C. (Isings, 1957, 60), siendo, en la Península, los
hallazgos muy numerosos (Price, 1981, 514; Sánchez de Prado, 2004, 90, fig. 4,1-3).
El recipiente vítreo se va a ir convirtiendo, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo I d.C., en una pieza fundamental en el servicio de mesa, alcanzando cada vez más popularidad, como se demuestra por la gran diversidad de tipos que
va ofreciendo esta industria. Entre ellos hay que destacar la producción de un vaso alto, de gran elegancia y exquisitez, realizado en vidrio incoloro, que suele aparecer decorado con simples líneas horizontales incisas (tipo Isings 21), aunque existe una variedad que ofrece una bella y cuidada decoración tallada, denominada panal de abeja (Isings, 1957, 37 s.), típica de época flavia y primera mitad del siglo II d.C., de procedencia oriental (Paolucci, 1997, 63, fig. 28). Aunque no conocemos ningún ejemplar de esta lujosa variedad, si se ha documentado el vaso decorado con finas líneas talladas (Figs. 3,4;
6,9). Con el tipo se relacionan, además, dos fragmentos de pies altos que ofrecen el detalle de la base añadida (Figs. 1,12;
3,2), como en alguna pieza documentada en Segobriga (Cuenca) (Sánchez de Prado, 2004, fig. 4,8) o en Conimbriga
(Portugal) (Alarçao, 1976, pl. XXXIX, 145).
En estos momentos, el vidrio soplado, que puede llegar a mostrar una extrema delgadez en sus paredes, pronto alternará o llegará a sustituir a las vasijas de metal, a las que frecuentemente imita, como demuestra la aparición de nuevos tipos de vasos, que
siguen prototipos metálicos. Se trata de piezas frecuentemente elaboradas en vidrio incoloro, que muestran gran calidad y transparencia, lo que les hará competir con los costosos ejemplares realizados en cristal de roca. Pero esa misma característica les confiere una extraordinaria fragilidad, lo que explica que, entre el vidrio recuperado, encontremos diversas bases, sin duda la parte más
resistente de la pieza, que muestran un reducido diámetro, correspondiendo a formas, encuadradas entre fines del siglo I y el II d.C.
Por una parte, encontramos bases anilladas (Figs. 1,4; 2,6), que podrían relacionarse con vasos de diseños cilíndricos (tipo Isings
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34) (Fig. 6,10), dada su similitud con otros hallazgos procedentes de Aventicum (Suiza) (Bonnet, 1997, 28, AV V45). Por otra, son
restos de bases planas, que muestran el arranque de la pared hacia fuera (Fig. 2,5) y que se han relacionado, tanto en Baetulo
(Barcelona) como en Conimbriga (Flos, 1987, fig. 54, 339-340; Alarçao, 1976, pl. XLI, 192), con el vaso decorado con depresiones
(Isings 32) (Fig. 6,11), aunque, en otros casos, se asimilan al tipo Isings 34, anteriormente señalado (Xusto, 2001, fig. 48, c-d).
Fig. 2: UE 2056: 1, Cuenco (Is. 44). 2, Cuenco (Is. 85b). UE 2054: 3, Cuenco (Is. 85b). 4, Cuenco tallado (Is. 96). 5, Vaso (Is. 32). 6, Vaso (Is. 34). UE 2057: 7, Cuenco (Is. 85b).
UE 2061: 8. Cuenco (Is. 85b)
A partir de fines del siglo II d.C. se va a popularizar un cuenco de forma cilíndrica, liso o decorado con un sencillo cordón, caracterizado por presentar en su base un doble anillo, generalmente identificado con la forma Isings 85b (1957, 102), que se mantendrá hasta inicios del III. En la villa de Els Alters destaca el elevado número de fragmentos recuperados, unos 9, ya que fue
uno de los más comúnmente utilizados en esos momentos, lo que nos ha permitido constatar las diversas variantes del tipo. A
pesar de caracterizarse por ser una producción elaborada en vidrio incoloro, encontramos un ejemplar realizado en color verdeazulado (Fig. 2,2), como otras piezas procedentes de Murcia y del vertedero del Pasaje Cobos (Tarragona) (Price, 1981, 476,
fig. 15,134). En su mayoría, estos cuencos han sido recuperados en unidades relacionadas con las remodelaciones detectadas
al final de la Fase I, aunque también hemos encontrado alguno amortizado en niveles de la Fase II. Tipológicamente, podemos
distinguir tres variantes según el exvasamiento del borde. Una primera representada por un tipo que ofrece el borde reentrante, identificado claramente con la forma Isings 85b, del que hemos documentado un ejemplar, que presenta un fino hilo, en
relieve, a modo de decoración (Figs. 2,8; 6,6). Una intermedia englobaría los cuencos que presentan un pequeño borde saliente, lisos (Figs. 2,3; 3,1; 6,7). Finalmente, la tercera incluye aquellos de borde oblicuo y perfil sinuoso que pueden ofrecer, o no,
a modo de decoración, un sencillo cordón en relieve (Figs. 2,2 y 7; 4,1; 6,8). Además, con el tipo se relaciona una base que
muestra el característico doble anillo, procedente del nivel superficial (Fig. 1,3). Se trata de formas bien representadas en contextos de fines del siglo II e inicios del III d.C., como demuestra su numerosa presencia entre el vidrio que formaba parte del
cargamento del pecio Oeste de las Embiez I, en el Sur de Francia (Foy et al. 2005, 122, fig. 1, 1-2), así como entre el material
procedente de la villa de Baños de Riocaldo (Orense) (Xusto, 2001, 297), donde encontramos ejemplares muy similares a cualquiera de nuestras variantes (Xusto, 2001, fig. 49), al igual que en Conimbriga, (Alarçao, 1976, pl. XL, 165-169) o en la villa de
San Cucufate (Portugal) (Nolen, 1988, 24). A estos hallazgos se suman otros señalados por Price (1981, 478 s.) u otras piezas procedentes de El Molinete (Cartagena) y Segobriga (Sánchez de Prado, 2004, fig. 4, 4-5). Los numerosos hallazgos de
este tipo y sus múltiples variantes, demuestran su amplia área de difusión, habiéndose planteado la existencia de varios centros
productores (Foy et al. 2005, 122 s.), lo que explicaría su diversidad. En definitiva, estos cuencos de vidrio generalmente incoloro, lisos o decorados, también denominados “copa Airlie” y “copa Valdoca” (Alarçao, 1976, 186; Ortiz, 2001, 150), dados los
primeros y más significativos de los hallazgos, se datan hacia la segunda mitad del siglo II d.C., pudiéndose señalar una concentración durante el período antonino, perdurando durante la primera mitad de la centuria siguiente (Xusto, 2001, 302).
A este mismo momento nos remite un fragmento de cuenco, igualmente elaborado en vidrio incoloro (Fig. 2,4), que ofrece una
decoración tallada. Se trata de un lujoso recipiente destinado para beber vino de cierta calidad, siendo un objeto de prestigio
que sería copiado, incluso, por modelos metálicos en plata (Paolucci, 1997, 66 s., figs. 31-32). Son cuencos (tipo Isings 96),
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decorados con tallados ovales y circulares dispuestos en todo su registro (Fig. 6,5). Se trata de una decoración tallada denominada grano de arroz, que alcanzará gran difusión en Occidente en el siglo III d.C. (Paolucci, 1997, 99 ss.). Al igual que otras
excepcionales piezas, este tipo se documenta principalmente en núcleos de cierta entidad (Price, 1981, 470 s.; Ortiz, 2001, 170;
Sánchez de Prado, 2004, 91, fig. 4,13-14), destacando los ejemplares completos recuperados en la ciudad de Cartagena
(Sánchez de Prado, 1999, fig. 3,2) o en la necrópolis de Tisneres (Alcira, Valencia) (González, 2001, fig. 73, 6).
Fig. 3: UE 1054: 1. Cuenco (Is. 85b). 2: Vaso (Is. 21). 3. Vidrio plano. UE 1072: 4. Vaso tallado (Is. 21). 5: Vidrio plano.
La popularización del vidrio soplado conllevó la diversificación formal, que, en estos momentos, que cabe situar entre fines
del siglo II y III d.C., se caracterizarán por la gran calidad conseguida en las producciones realizadas en vidrio incoloro. En
este contexto se enmarca el hallazgo de un fragmento de copa (tipo Isings 86), de la que tan sólo se conserva la parte
inferior (Figs. 1,5; 6,12), aunque hemos podido identificarla dada su semejanza con otros ejemplares similares, como una
pieza de El Molinete (Sánchez de Prado, 1999, fig. 2,7), que ofrece una decoración de hilos con formas onduladas, conocida como serpentiforme. Generalmente el hallazgo del pie o algún fragmento con esta decoración sirve para atestiguar su
presencia, documentándose, nuevamente, en el pecio Oeste de las Embiez I (Foy et al. 2005, fig. 1,8), así como en
Riocaldo (Xusto, 2001, fig. 50a), Conimbriga, donde se localizaron algunos fragmentos en las canalizaciones del foro flavio (Alarçao, 1976, pl. XLI, 183-188) o en la villa de San Cucufate (Nolen, 1988, 22-24), pudiéndose añadir otros hallazgos (Price, 1981, 490 s.).
Els Alters II.
Frente al gran porcentaje de vidrio adscrito a la Fase I, ahora el recipiente vítreo apenas supone el 22 % del total recuperado, y
es que las excavaciones de los diversos niveles, adscritos a la Antigüedad Tardía, han proporcionado un escaso número de piezas, de las que se han podido identificar unas 9. A pesar de ello, presentan unas características muy homogéneas. Técnicamente
se trata de vidrio realizado por medio del soplado, sin decoración, que suele presentar un color verde amarillento, con abundantes burbujas y estrías interiores. Tipológicamente, nos vamos a encontrar, fundamentalmente, con vasos y platos o cuencos
bajos. Son sencillas piezas que forman parte de una vajilla de vidrio de fácil adquisición, pues debía fabricarse en zonas muy
próximas al consumidor, y bajo coste, destinada al uso cotidiano. Serán formas muy características entre los siglos IV y V d.C. en
gran parte del Mediterráneo Occidental, perdurando, incluso, en épocas posteriores.
Uno de los tipos más comunes en el servicio de mesa tardío, será el vaso que presenta un pie anular formado al plegar la pared
del mismo (Isings 109) (Fig. 6,13). De ese modo, la parte inferior se estrecha dando la apariencia de un vástago, que será, una
vez fragmentada la pieza, el que nos sirva como indicativo de su presencia, documentada entre los materiales procedentes tanto
del nivel superficial, como de una de las unidades adscritas a la Fase II (Figs. 1,6; 4,5). En la Península, los hallazgos son diversos y numerosos, tanto en contexto de hábitat como en necrópolis (vid. Sánchez de Prado, 2004, 95 ss.), pudiendo citar su
presencia entre el vidrio recogido en las excavaciones del basurero de Vila-roma (Tarragona), fechado en el siglo V d.C. (Benet
y Subias, 1989, fig. 185, 9.35), así como en la villa de Los Baños de la Reina (Calpe, Alicante), cuyo material se encuadra entre
los siglos IV y V d.C. (Sánchez de Prado, 2001, 97 ss., fig. 2, 8). Por otra parte, el tipo aparece formando parte del ajuar de la
tumba 5 de la necrópolis I de El Albir (Alfaz del Pí, Alicante) (Morote, 1990, 44, fig. 2), donde se encontró asociado a una moneda de mediados del siglo IV d.C., así como en la necrópolis de la Boatella (Valencia) (Soriano, 1989, fig. 7, 1).
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En cuanto a los vasos, encontramos un fragmento informe que puede relacionarse con un tipo de diseño elipsoidal (Isings 96) (Fig.
6,14), que suele mostrar una gran variedad formal, técnica o decorativa, constituyendo uno de los tipos más habituales en contextos tardíos (Sánchez de Prado, 2004, 93 ss.). El fragmento presenta una tonalidad verde-amarillenta, así como dos bandas de finas
líneas incisas (Fig. 4,6). Corresponde a un tipo que alcanza una gran expansión a partir del siglo IV d.C., sobre todo en su segunda
mitad, continuando en el siglo V, momento en el que adopta la característica coloración verde olivácea o amarillenta (Foy, 1995,
192 s., Forma 3). En la Península resulta un hallazgo muy frecuente, siendo habitual, tanto liso como decorado, en yacimientos de
época bajoimperial, pudiendo destacar el alto porcentaje de este tipo de recipiente en las villas de Los Baños de la Reina o en la
de El Albir (Sánchez de Prado, 2004, fig. 5, 5-6). Al mismo tiempo, hay que destacar su presencia como parte de los ajuares funerarios del momento, lo cual queda constatado en la misma necrópolis de El Albir (Sánchez de Prado, 2004, 99, fig.7, 16).
Pero, quizá, la pieza más característica de estos momentos es un plato o cuenco bajo (Fig. 6,16), generalmente identificado con el
tipo Isings 116 (1957, 143 ss.), aunque sus múltiples variantes han llevado a algunos autores a considerar que esta tipología no refleja exactamente la forma (Ortiz, 2001, 328), que está muy bien documentada, por otra parte, en Conimbriga, donde se han llegado
a recuperar unos 300 fragmentos (Alarçao, 1976, 193 ss., pl. XLII, 203-224), destacando los que presentan líneas talladas e hilos blancos fundidos en su superficie (Foy, 2001, Forma 21). El tipo se encuentra abundantemente a partir de la segunda mitad del siglo IV
y, sobre todo, en la centuria siguiente, cuando se encuadran la mayoría de los ejemplares penínsulares (Ortiz, 2001, 329), como los
de la villa de Los Baños de la Reina, donde este cuenco constituye el 41,4% de los hallazgos (Sánchez de Prado, 2001, 103). El tipo
perdurará durante el siglo VI d.C. e incluso se adentra en el VII, como demuestra su presencia en ciertos niveles bizantinos documentados en Cartagena (vid. Sánchez de Prado, 2004, 97). Entre el vidrio de Els Alters II encontramos esta forma, realizada en un vidrio
de calidad mediocre, que queda atestiguada por los hallazgos de un borde (Fig. 4,3), así como parte de una base (Fig. 1,13).
Fig. 4: UE 1164: 1. Cuenco (Is. 85b). 2. Copa (Is. 111). 3. Cuenco (Is. 116). 4. Vidrio plano. UE 1036: 5. Vaso (Is. 109). 6. Cuenco (Is. 96). 7-10. Teselas.
Además, vamos a encontrar alguna forma representada por un solo hallazgo, siendo el caso de un borde plegado al exterior
(Figs. 1,14; 6,17), que corresponde a un tipo (Isings 115), documentado escasamente tanto entre el vidrio de Los Baños de la
Reina (Sánchez de Prado, 2001, 103, fig. 3,4), como en el basurero tarraconense de Vila-roma (Benet y Subias, 1989, 9.209.22). En el Sureste francés, esta forma se documenta tan sólo en el último tercio del siglo IV, no pareciendo que perdure más
allá de la segunda mitad del siglo V d.C. (Foy, 1995, 196, Forma 9), lo que explicaría su esporádica presencia en estos contextos. Igualmente, es el caso de un tipo de copa (Isings 111) (Fig. 6,15), atestiguado por el hallazgo de la parte superior de un
recipiente, de borde ligeramente reentrante y perfil sinuoso (Fig. 4,2), que suele caracterizarse por presentar un alto pie con vástago (Foy, 1995, forma 23a). Aunque la forma aparece a partir del siglo IV d.C., suele ser un hallazgo minoritario todavía en estos
momentos, popularizándose a partir del siglo VI d.C. (Foy, 1995, 207; Sánchez de Prado, 2004, 95 s.).
EL VIDRIO Y LA ARQUITECTURA
Las excavaciones llevadas a cabo en esta villa han permitido constatar el habitual y frecuente uso que llegó a hacerse del vidrio
para soluciones arquitectónicas. Es por ello que trataremos de dos funcionalidades que se otorgaron al vidrio en época romana. Por una parte, el vidrio se introducirá como una eficaz solución para el cerramiento de vanos, tanto en edificios públicos,
principalmente termas, como en edificios privados. Por otra, la moda, conocida desde época helenística, de enriquecer los pavimentos de mosaico con teselas de vidrio de diferentes colores, se introduce en Occidente a partir de fines del siglo II d.C.
El vidrio de ventana.
La producción del vidrio plano para uso arquitectónico comienza en el Imperio de Occidente a principios del siglo I a.C. En la
Península, aunque hay testimonios de su uso durante el siglo I d.C., no se generalizará hasta el II, habiéndose documentado su
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producción en el yacimiento de Torre Llauder (Mataró, Barcelona) (Ribas, 1972, 175), remitiendo a este momento, igualmente,
los hallazgos de vidrio de ventana proporcionados por algunos conjuntos termales de la provincia de Zaragoza (Ortiz y Paz, 1997,
440 ss.). Su empleo será propio del Imperio de Occidente hasta el siglo IV d.C. (Ortiz, 2001, 352).
Respecto al método de fabricación, el vidrio de ventana podía realizarse por medio de dos procedimientos. Uno es la técnica del
fundido en molde, consistente en verter vidrio en una superficie tosca, con una base de arena, para ser trabajado en forma recta,
indicando el canto ondulado un trabajo de fundición. Así, los paneles de vidrio resultantes eran planos y de grosor variable, con
los cantos redondeados, pulidos al fuego. La presencia de arena explica la apariencia granulosa del reverso, mientras que el estiramiento por medio de pinzas es el origen de ciertas marcas en sus ángulos. El otro, es el soplado de cilindros, que serían cortados longitudinalmente y se estirarían, posteriormente, con ayuda de ciertas herramientas tras meterlos nuevamente en el
horno, donde el calor los abría (Ortiz, 2001, 350).
En la villa de Els Alters se han recuperado numerosos fragmentos de vidrio plano, procedente, en general, de unidades adscritas a la
Fase II (Figs. 1,7; 3,3 y 5; 4,4; 5,1-2). Se trata de trozos de paneles, que suelen presentar grosores variables, entre 0,7 cm en el borde,
hasta 0,3/0,2 hacia el centro, y los bordes redondeados y pulidos. En cuanto a las dimensiones, dada la fragmentación de las piezas,
es imposible determinarlas. Todos ellos ofrecen dos caras diferentes, el anverso fino y ligeramente irregular, en el que, en ocasiones,
se perciben las marcas de las herramientas al estirar el panel (Figs. 3,3; 5,2), mientras que el reverso es plano y rugoso (Fig. 3,5), por
lo que parecen haber sido realizados por medio del fundido. En cuanto a su adscripción cronológica, hay que tener en cuenta que,
salvo un fragmento aislado recuperado en la UE 2056, el resto procede de unidades de la Fase II, en las que, por otra parte, encontramos materiales de la fase anterior, lo cual dificulta determinar el momento exacto de su utilización. Tampoco el análisis de su técnica de fabricación aporta referencias determinantes, pues, como recoge Ortiz (2001, 350), a pesar de que se ha planteado que la
técnica del fundido en molde correspondería a época altoimperial, durante Bajoimperio el vidrio plano debió obtenerse tanto por
medio del fundido como por el soplado en cilindros, siendo difícil precisar cuando empezó a usarse el segundo método.
En definitiva, aunque el vidrio plano se conoce desde el siglo I d.C., la mayoría de los hallazgos en la Península remiten a un
período encuadrado entre los siglos II y IV d.C., siendo significativa su ausencia en conjuntos del siglo V d.C., como el proporcionado por el basurero tarraconense de Vila-roma (Benet y Subias, 1989). Es así que, posiblemente, la utilización de estos paneles en la villa de Els Alters parece remitir a la Fase I, la de mayor esplendor, siendo su progresivo abandono lo que explicaría su
amortización en los niveles de la fase siguiente, ya como material residual.
Fig. 5: UE 1086: 1-2. Vidrio plano.
Las teselas
Finalmente, hay que señalar la recuperación de un importante conjunto de teselas. En total la excavación ha proporcionado un lote
constituido por unas 1.698 piezas, la mayoría de las cuales, unas 1.574, proceden del Sector A. En general se trata de elementos
que han aparecido sueltos y, a veces, de forma aislada, aunque hay que señalar, en algún caso, el hallazgo de pequeños conjuntos adheridos a una base de mortero, claro indicio de su pertenencia a un mosaico. En cuanto a la gama de colores, éstos son muy
variados, siendo mayoritariamente azules o verdes, aunque también las hay amarillas, grises y transparentes. Dado el gran número
de piezas, sólo hemos reproducido aquellas localizadas en las unidades estudiadas, que alcanzan el número de 7. Todas ellas son
de color azul cobalto opaco, procedentes tanto del nivel superficial como de un relleno adscrito a la fase II (Figs. 1,8-10; 4,7-10).
Presentan formas aproximadamente cúbicas y superficies planas, con dimensiones variables entre 1,2/0,7 x 0,7/0,6 cm.
Las teselas debieron fabricarse al realizarse barras de vidrio fundido, que serían cortadas con un cincel, de ahí la irregularidad de sus
fracturas y tamaños diferentes (Ortiz, 2001, 354). En cuanto a su funcionalidad, en la mayoría de los casos, incierta, es interesan-
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te plantear la posibilidad de que se trate de un material destinado al reciclado, por lo que suele encontrarse en gran número en
algunos talleres de vidrio, dada la dificultad de conseguir el vidrio opaco. Así aparecen en el basurero de Vila-roma, donde se ha
constatado un pequeño taller de soplado (Benet y Subias, 1989, 343 ss.), o en el de Sainte-Menehould (Marne, Francia), fechado
entre fines del siglo III y el IV d.C., donde se localizó un importante conjunto (Foy y Nenna, 2001, 58). Aunque hay que valorar esa
posibilidad, lo cierto es que, en general, estos elementos suelen presentar una funcionalidad arquitectónica y ornamental, al componer mosaicos polícromos que decorarían las estancias, aunque pudieron servir, también, para decoraciones parietales. Sobre ello,
hay que señalar que la mayoría de los mosaicos, que contienen teselas de vidrio, se datan en la Península entre época tardoconstantiniana y fines del siglo IV o principios del V d.C. (Ortiz, 2001, 355). Aunque el área excavada de la villa no ha permitido la exhumación de ningún mosaico polícromo in situ, el hallazgo tan elevado de teselas de vidrio nos lleva a plantear su existencia, siendo,
posiblemente, los avatares sufridos por el uso posterior dado a estas instalaciones lo que provocara su deterioro o pérdida.
IV. CONCLUSIONES
Las excavaciones llevadas a cabo en Els Alters nos han permitido aproximarnos al conocimiento de los variados usos que el vidrio
tuvo durante época romana, siendo entonces cuando se produjeron dos grandes avances para la industria del vidrio. Por una
parte la invención del soplado, que resultó una verdadera revolución que transformaría un proceso de producción, al conseguir
una mayor rapidez en la fabricación del objeto, así como su abaratamiento y, por tanto, popularización. Por otra, el uso del vidrio
para cerramientos de vanos, una gran innovación destinada a conseguir, en este caso, una mejora en la calidad de vida.
Fig. 6: Repertorio vítreo de la Fase I: Contenedores: 1. Is. 50; 2. Is. 28; 3. Is. 82A1; Cuencos: 4. Is. 44; 5. Is. 96; 6-8. Is.
85b; Vasos: 9. Is. 21; 10. Is. 34; 11. Is. 32; Copas: 12. Is. 86. Fase II: Vasos: 13. Is. 109; 14. Is. 96; Copas: 15. Is. 111; Cuencos:
16. Is. 116; 17. Is. 115.
En cuanto a los recipientes, el vidrio, por su transparencia, su fácil limpieza y su rápida reutilización, se ha mostrado tradicionalmente como el material más idóneo para la conservación de alimentos, al no alterar su sabor. El conjunto Alters I incluye una
gran variedad de formas (Fig. 6,1-12), elaboradas, fundamentalmente, en dos coloraciones. Así, aunque, encontramos alguna
pieza realizada en vidrio verde-azulado, generalmente contenedores, como la botella o los ungüentarios, y algún cuenco, es decir
vajilla de uso común, la mayoría son piezas elaboradas en vidrio incoloro, que constituirían parte de la vajilla fina, dada la alta
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calidad, transparencia y delgadez de las paredes que presentan estos ejemplares. Entre ellos podemos destacar algunos tan significativos como los cuencos decorados con tallados ovales y circulares o con hilos en relieve, así como los vasos altos tallados
con finas incisiones, en definitiva una gran variedad de recipientes destinados para beber, posiblemente buenos vinos.
En cuanto a la cronología proporcionada por este primer conjunto, hay que señalar la presencia de la botella prismática que aparece hacia el segundo tercio del siglo I d.C., siendo significativa la ausencia de un recipiente tan común como el cuenco de costillas,
habitual durante el siglo I, hasta que conoce su declive en época flavia. Todos estos indicios nos permiten corroborar el inicio de esta
fase hacia el 60/70 d.C. A partir de ese momento el recipiente comúnmente usado será aquel elaborado en vidrio incoloro, correspondiendo, fundamentalmente, a vasos y cuencos, que vamos a encontrar amortizados en algunos niveles de repavimentación, indicativos de ciertas reformas llevadas a cabo. Serán esos materiales, sobre todo el cuenco tipo Isings 85b o Isings 96, los que nos
están marcando que tales remodelaciones se llevaron a cabo en algún momento situado durante la primera mitad del siglo III d.C.
A lo largo de esa centuria, parece mantenerse el mismo repertorio, hasta que, en un momento determinado se produjo un
importante cambio en el uso de la villa. Tal cambio, que podría situarse hacia mediados del siglo IV d.C., vendría constatado por
la aparición de una producción de mediocre calidad y bajo coste, de líneas muy sencillas elaborada posiblemente en talleres de
carácter regional, como alguno documentado en la provincia de Alicante (Sánchez de Prado, 2004, 101), dedicados a realizar
recipientes muy simples caracterizados por una coloración verde-amarillenta, cuyo interior aparece lleno de burbujas e impurezas, resultado del uso cada vez más elevado del vidrio reciclado en el proceso de elaboración. En general, se trata de un repertorio muy funcional (Fig. 6, 13-17), constituido por platos o cuencos bajos, de mayor o menor profundidad y funcionalidad doble,
sirviendo tanto para beber como para comer, o vasos de variados diseños, algunos de cierta altura, que, en estos momentos,
comenzarán a desarrollar un vástago, que terminará convirtiéndose en una peana, adoptando ya la forma de copas, características del siglo VI d.C., y cuya ausencia, nos sirve como referencia para establecer el final de esta etapa.
En definitiva, los hallazgos de Els Alters II remiten a una vajilla de mesa de uso cotidiano, en la que falta cualquier producción
de lujo, que encuadramos entre la segunda mitad del siglo IV y todo el V d.C. Su baja calidad nos revela la forma de vida de
estas sencillas gentes, a la vez que su escaso repertorio nos indica que debió tratarse de un reducido grupo con bajo poder
adquisitivo, que utilizarían parcialmente las instalaciones de la antigua villa, convertida ahora en un asentamiento de carácter rural.
II.2.5. EL MATERIAL LAPÍDEO UTILIZADO EN EL PROGRAMA DECORATIVO Y EPIGRÁFICO
Rosario Cebrián Fernández. Parque Arqueológico de Segóbriga
Saetabis debió alcanzar un importante desarrollo económico debido a la explotación de sus recursos naturales, entre los que se
encontraba el apreciado lino mencionado en los textos de algunos autores antiguos y la comercialización de la caliza extraída de
las canteras de Buixcarró. La villa de Els Alters (L'Ènova) contó, entre sus instalaciones, con grandes balsas utilizadas para la extracción de la fibra del lino. Su propietario, Publius Cornelius Iunianus, perteneció a la elite local de Saetabis y tuvo una posición
económica acomodada. La epigrafía hallada en la villa permite conocer los nombres de algunos de los siervos y libertos, que
participaron en las actividades artesanales desarrolladas en la explotación y que residieron en ella.
El programa decorativo documentado en la excavación de Els Alters evidencia la presencia de elementos suntuosos como suelos de mosaico, revestimientos de marmor y esculturas, que fueron utilizados por su propietario como exponente de lujo y riqueza. A mediados del siglo II d. C. la villa se encontraba ya en pleno funcionamiento y su actividad continuó hasta la mitad del siglo
V d. C. a juzgar por los contextos cerámicos. A lo largo de este tiempo, se llevaron a cabo ciertas reformas en la zona residencial, con nuevas pavimentaciones de los suelos y cambios en la decoración de las paredes.
EL MATERIAL LAPÍDEO
La cercanía de las canteras de Buixcarró (Serra Grossa) a la villa de Els Alters permitió contar con una piedra noble de origen local para
acometer el programa decorativo de su zona residencial y la talla de soportes epigráficos. Una de las estancias de la vivienda (habitación 4) se pavimentó con losas de Buixcarró y, probablemente, en las paredes del peristylum debemos situar los distintos elementos
de decoración arquitectónica documentados en la excavación y realizados en esta caliza, tales como un capitel de pilastra y un fragmento de friso decorado con hojas de vid. También las columnas que sustentaron el patio porticado se tallaron en Buixcarró, al igual
que los umbrales de acceso a las distintas estancias de la vivienda. Por otro lado, en las termas de la villa aparece el marmor
Saetabitano en el suelo y paredes de una de las estancias (habitación 18), aunque la utilización de placas de revestimiento parietal
en la ejecución del pavimento y la presencia en el mortero de preparación de tres fragmentos de una placa de mármol blanco con
inscripción griega demuestran que no se trata del suelo original y que, por tanto, corresponde a una de las reformas posteriores.
La caliza extraída de las canteras de Buixcarró presenta una apariencia marmórea y unas excelentes cualidades para su pulido.
Se caracteriza por tener pequeñas venas de color rojo, que se distribuyen por su superficie formando una malla y presenta tonalidades rosadas, amarillas y blanquecinas. En época romana, tuvo un uso frecuente como revestimiento de paredes (placas,
pequeñas molduras e incluso relieves escultóricos), pavimentos y soportes epigráficos. Al mismo tiempo, se utilizó para la elaboración de basas, fustes de columnas, capiteles, arquitrabes, dinteles y jambas.
La dispersión de esta caliza por ciudades del Conventus Carthaginensis, Tarraconensis y Caesaraugustanus confirma que su comercialización superó el ámbito estrictamente local. En época de Augusto, el foro de Ilici contó con un pedestal en forma de columna dedicado
al emperador por Caius Maecius Celer y tallado en la caliza de Buixcarró. Antes del año 4 d. C. aparece también en el espacio público de
Saetabis en un pedestal dedicado a Caius Caesar. Un poco más tarde, lo encontramos en una placa dedicada a Druso, hijo de Germánico,
en Saguntum. Por tanto, en los primeros años del siglo I d. C. el Buixcarró formaba ya parte de una red comercial que distribuía sus productos por algunas ciudades hispanas, que comenzaban a acometer los programas decorativos de sus espacios públicos y en donde sus
elites hacían uso de la epigrafía para honrar a los emperadores y como forma de auto-representación y mostrar su rango social.
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Junto al Buixcarró, se utilizó la piedra caliza y arenisca de producción local para la elaboración de algunos soportes epigráficos y
sillares utilizados en la construcción de un edículo dedicado a Hércules. Hay canteras de caliza gris en la propia ciudad de Xàtiva,
concretamente en la misma montaña donde se sitúa el Castell. El aprovisionamiento de la piedra arenisca se localiza en el lugar
conocido como La Terrerosa, en la partida de la Cova Negra en el término municipal de Barxeta. A lo largo de toda la cantera se
pueden seguir las huellas de la explotación de la piedra en hileras, de dimensiones uniformes, junto con el típico escalonamiento dejado tras la extracción de cada fila de bloques, que parece corresponder a restos de extracción antigua.
Los mármoles de importación están presentes en la villa de Els Alters en la realización de elementos escultóricos (entre otros, retrato de Hércules), una placa con inscripción griega y un fragmento de capitel corintio, tallados en mármol blanco. El mármol de importación de tonalidades grises aparece en la composición del suelo de la habitación 4, donde se combina con placas de Buixcarró.
EL PROGRAMA DECORATIVO
La utilización de la decoración arquitectónica en ambientes privados se convirtió a partir del siglo I y, sobre todo, durante el siglo II d. C.
en una expresión del poder económico y social de su propietario. Publius Cornelius Iunianus no pasó por alto esta idea y empleó materiales nobles para la ornamentación de los distintos ambientes de su residencia suburbana. La distribución de su espacio privado se articuló a través de un peristylum o patio porticado, en cuyo centro había un estanque. Los suelos de las estancias nobles de la vivienda se
cubrieron con mosaicos bícromos y marmor. En las paredes del peristilo debieron situarse placas marmóreas, que recrearon un verdadero espacio arquitectónico. La zona residencial contó, además, con una instalación termal, decorada también con marmor.
Los elementos de la decoración arquitectónica de la villa son escasos y proceden de los estratos de abandono de las estancias
de la vivienda y del área industrial. Son excepción una basa de columna de orden toscano, dos placas de revestimiento parietal
realizadas en Buixcarró y una flor de ábaco de un capitel corintio tallado en mármol blanco. Junto a estos elementos, se recuperaron en la excavación pequeñas cornisas, listeles y placas molduradas pertenecientes a la ornamentación de las paredes.
El pavimento de la habitación 4, identificada con un cubiculum de la vivienda y con acceso directo desde el patio porticado, era
un sectile formado por 13 hiladas, dispuestas en diagonal, de placas cuadradas de Buixcarró y algunas filas de mármol gris de
importación, de 29,8 cm de lado. El cuadro formado por este diseño estuvo rodeado por tres/cuatro hiladas de placas rectangulares de distintas dimensiones (93 x 30 cm, 72 x 23 cm, 60 x 23 cm), también talladas en Buixcarró, hasta alcanzar las paredes por tres de sus lados. Al fondo de la estancia se colocaron cuatro placas de Buixcarró, de 98 x 63/66 cm.
Fig. 1. Flor de ábaco de un capitel exento tallado en mármol blanco. Sus dimensiones reducidas permiten suponer que formó parte de las columnas del peristilo de la
vivienda de Els Alters.
Fig. 2. Capitel de pilastra elaborado en la caliza de Buixcarró. A partir del siglo I d.C.
se generaliza en el ámbito privado el uso del marmor como elemento ornamental de
paredes y suelos.
El otro suelo que utilizó el marmor Saetabitano lo encontramos en la habitación 18 de las termas. El enlosado estaba muy deteriorado en el momento de su excavación pero donde no se han conservado las placas quedan sus improntas en el mortero de
preparación. En él se insertaron tres fragmentos de una placa de mármol blanco con inscripción griega (04/1212) empleados
como calzos para horizontalizar y facilitar la aireación del mortero. Esta inscripción, decorada con una tabula ansata, puede
fecharse en época de Trajano-Adriano atendiendo a criterios formales. Por otro lado, dos de las placas del suelo presentan la
talla de una cyma recta, que evidencian una utilización anterior en un revestimiento parietal. Por tanto, nos encontramos ante
una repavimentación del suelo de la estancia que debió producirse a partir del siglo III d. C. sí además tenemos en cuenta las
distintas medidas de las placas utilizadas en su ejecución. Las paredes de esta habitación conservan in situ el inicio del zócalo
del revestimiento marmóreo (UE 1251) realizado con placas de la caliza de Buixcarró.
El espacio central de la vivienda estuvo formado por un peristilo de cuatro columnas, cuyos apoyos están constituidos por cubos
de piedra caliza. Las columnas de este pórtico se elaboraron en caliza de Buixcarró rosa. En la excavación se halló una basa toscana formada por un toro (37 cm de diámetro) que se une a un fuste liso, de 33 cm de diámetro, mediante un listel y un chaflán inverso. Presenta una superficie rugosa, probablemente porque la columna fue revestida de una capa de mortero estucado y pintado. Junto a esta basa, se localizaron dos fragmentos de tambores de columnas, de 33/34 cm de diámetro. El único
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elemento que puede relacionarse con los capiteles de estas columnas es un fragmento hallado en un nivel superficial (04/1001)
que se corresponde con la parte superior de un capitel corintio exento, tallado en mármol blanco y que conserva la flor de ábaco.
Sus dimensiones son 8,5 x 11,1 x [14] cm. (fig. 1).
La ornamentación original de la villa incluyó elementos de decoración parietal que, tal vez, debemos situar en el peristylum de la
vivienda. Por un lado, se ha documentado un capitel de pilastra que tiene unas dimensiones de 23,8 x 26,8 x 5,5 cm y que fue
tallado en caliza de Buixcarró en su tonalidad beige (04/1164). La cara posterior está desbastada y no presenta orificios para su
anclaje metálico a la pared. El capitel de tipo corintizante presenta una corona inferior de hojas de acanto y los caulículos salen desde
aquí hasta el ábaco con dos terminaciones espiraliformes, que convergen en el centro donde aparece una hoja lanceolada. El ábaco
está decorado con una flor y en el calathos se sitúa una hoja rematada con un botón circular (fig. 2). Este tipo de capitel, con motivo liriforme y simplificación de los elementos vegetales, se fecha a partir del último tercio del siglo II d. C y principios del III d. C.
En la habitación 6 de la vivienda se halló un
fragmento de placa que presenta una decoración vegetal en bajorrelieve (04/1344).
Fue tallada en Buixcarró rosa, tiene unas
dimensiones de 21,7 x [32] x 3,7 cm y la
parte posterior de la placa está alisada. Está
decorada con racimos de uva y hojas de
parra, enmarcada por dos cimas rectas (fig.
3). La pieza pudo corresponder a un friso o
a una orla de enmarque de revestimiento
parietal. El paralelo más cercano lo encontramos en Algorós, cerca de Ilici (nº inventario
17433 del MAN), fechado entre el siglo II y
el IV d. C. El motivo de los roleos de vides
está también presente en la decoración de
dos aras funerarias halladas en Vilamarxant y
Riba-roja de Túria (CIL II2/14, 109 y 115),
elaboradas en piedra caliza de Buixcarró. La
cronología de las aras se sitúa entre finales
del siglo I y principios del II d. C.
Junto a estos elementos, se han recuperado
en la excavación una veintena de fragmentos
Fig. 3. Friso u orla de enmarque de un revestimiento parietal tallado en Buixcarró. La talla de motivos vegede crustae molduradas (UUEE 1178-1179),
tales y animales en placas marmóreas está ampliamente documentado. En el área valenciano, lo encontraalgunas de las cuales pueden corresponder a
mos en Saguntum e Ilici.
fustes de pilastras, y pequeñas cornisas que
presentan la talla de un listel, una cima recta
y un caveto. Todas estas piezas están elaboradas en la caliza de Buixcarró. A pesar de las dificultades para contextualizar estas
piezas en el interior del espacio privado de la villa, todas ellas acreditan una lujosa ornamentación marmórea.
LOS SOPORTES EPIGRÁFICOS
Las inscripciones halladas en Els Alters nos proporcionan
los nombres de algunos de los esclavos y libertos de
Cornelius Iunianus. Atestiguan que también los estratos
inferiores de la población estaban interesados en dejar
memoria epigráfica de su existencia, siguiendo los hábitos
de sus dueños y patronos. Así lo hicieron los libertos
Rhodine, Vib(ius) Eutychus e Inve[—-], que se unen a otros
dos esclavos de Iunianus ya conocidos por la epigrafía
hallada en L'Ènova: Leonas y Natalis.
La piedra utilizada en la realización de los soportes epigráficos fue la misma que se empleó en la construcción y ornamentación de la villa. La caliza de Buixcarró está presente en
la ejecución de dos aras (UUEE 1085 y 2011), una placa
(UE 1415) y un ara votiva dedicada a Júpiter (UE 1086). La
piedra caliza de producción local se documenta en la talla de
un bloque con inscripción funeraria (UE 1328) y en lo que
podría corresponder a un zócalo de un monumento epigráfico. Por último, la arenisca fue el material empleado en la
elaboración de un ara dedicada a Hércules (UE 1144).
La familia de Iunianus debió contar con un mausoleo de
cierta monumentalidad, en el que fueron enterrados sus
miembros. En su interior, se situarían también las tumbas de
sus libertos y esclavos, una práctica muy habitual en época
romana. Los soportes funerarios documentados en la excavación de Els Alters presentan una amplia tipología: dos aras,
Fig. 4. Ara dedicada a Hércules. La cara superior presenta focus con huellas de fuego. El
focus o foculus constituye la parte del ara destinada a recibir las ofrendas realizadas a los
dioses. El coronamiento de este ara presenta pulvini cilíndricos y frontón triangular.
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dos placas y un fragmento de bloque. La cronología
de las inscripciones nos lleva a finales del siglo II y
primera mitad del siglo III d. C, con la excepción de
la placa con inscripción griega que debemos situar
en la primera mitad del II d.C.
El empleo de las aras en las necrópolis de
Saetabis se atestigua a partir del siglo II d. C. En
todos los casos, se trata de aras monolíticas con
zócalo y coronamiento moldurados, que presentan pulvini cilíndricos y frontón triangular. En la
ciudad también se conoce la existencia de un ara
ossuaria, caracterizada por poseer una cavidad
en su parte superior destinada a guardar las cenizas del difunto.
La epigrafía votiva de la villa refleja el estatus social
de su propietario. Por un lado, está presente el
culto oficial con la mención a Júpiter, representante de la religión y el culto público de Roma, invocado además con la denominación estatal de Iovi
Optimo Maximo. Por otro, la existencia de un ara
Fig. 5.
dedicada a Hércules en la villa de Cornelius
Iunianus continúa con la tradición de culto a esta
divinidad en la romanizada Saetabis desde época republicana. La presencia del retrato de este dios en el anverso de algunas
series monetales de la ciudad, junto con la mención a [Herc]uli en una inscripción cincelada sobre un dintel, que debió situarse
en la entrada al templo consagrado a esta divinidad, parece confirmar el culto local a Hércules en Saetabis.
Sólo el ara dedicada a Herculi invicto (04/1144) se encontró en su lugar original, un espacio de la villa destinado al culto.
Apareció en el interior de una estructura de planta cuadrada junto al retrato del dios, tallado en mármol blanco y que formó parte
de una estatua de dimensiones reducidas. Al exterior se localizó un zócalo de monumento epigráfico y un sillar con anatyrosis,
ambos realizados en piedra caliza.
El altar está roto en 6 fragmentos, que pertenecen al texto epigráfico y a la cara superior del monumento, con focus circular
y coronamiento con pulvini cilíndricos y frontón triangular en bajorrelieve. Está realizado en piedra arenisca local y las dimensiones de su cara superior son 27 x [22] cm. El focus, de 20 cm de diámetro, presenta huellas de fuego. La traza de combustión conservada se localiza sólo alrededor del focus, lo que evidencia su utilización como quemador de perfumes y la
necesaria colocación de un recipiente en su interior para el fuego. La cronología del ara de Hércules se sitúa en la segunda
mitad del siglo II d. C. (fig. 4, 5 y 6)
En el nivel de derrumbe de la habitación 15, con acceso directo desde el peristilo de la vivienda, se localizó la segunda ara votiva. En esta ocasión, la dedicación es a Júpiter (04/1086) realizada en caliza de Buixcarró rosa. Las dimensiones del soporte son
41 x 23,5 x 23 cm. El soporte presenta la talla de las molduras del zócalo y del coronamiento en tres de sus caras mientras que
la cara posterior aparece desbastada, ya que debió colocarse, originalmente, junto a una pared. Presenta focus cuadrado con
superficie desbastada, pulvini cilíndricos y frontón semicircular. La forma del monumento y el tipo de letra, tendente a la cursiva,
aconsejan una cronología de la primera mitad del siglo III d. C.
VALORACIÓN FINAL
La villa de Els Alters fue uno más de
los asentamientos que se situaron en
el territorio de Saetabis para explotar
sus recursos naturales pero también
para servir de residencia a su propietario, Publius Cornelius Iunianus. Su
nombre aparece como dedicante en
un pedestal ecuestre que se erigió en
el foro de la ciudad en época antonina (CIL II 3624). El monumento
honró la memoria de su hermano
Marcus Granius Superstes cuando ya
había muerto y se elaboró en un bloque de caliza de Buixcarró, de 89 x
57,4 x 173,5 cm.
La mayor parte de los elementos de
decoración arquitectónica hallados en
la excavación de esta villa corresponden a una de las reformas que debió
producirse en ella en la primera mitad
del siglo III d.C. La decoración pavi-
Fig. 6.
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mental y parietal de algunas de las estancias de la vivienda y de las termas atestiguan una cierta necesidad de utilizar el marmor
como elemento ornamental pero empleando materiales amortizados, entre los que se incluyen una inscripción griega y placas de
un revestimiento anterior. La existencia de elementos reutilizados de la propia decoración de la villa en las repavimentaciones de
estas estancias evidencia un cierto retroceso económico de sus propietarios a partir del siglo III d. C, aunque continuó su vida.
La presencia masiva del Buixcarró en el programa ornamental, epigráfico e incluso arquitectónico, al usarse en la ejecución de
los umbrales, evidencia el empleo de un material de apariencia marmórea sin tener que recurrir a los costosos mármoles importados. No olvidemos que esta caliza fue para Saetabis la piedra local, ampliamente utilizada en la arquitectura y en la elaboración de monumentos epigráficos. El reconocimiento del valor ornamental de la caliza de Buixcarró por parte de las clases sociales más elevadas había comenzado en los primeros años del siglo I d.C. cuando algunos pedestales de estatua con inscripción
se situaron en los foros de ciudades como Saguntum e Ilici.
II.2. 6.- LAS MANUFACTURAS DE HUESO
Josep Lluís Pascual Benito. Servei d'Investigació Prehistórica. Museu de Prehistoria de Valencia.
En las excavaciones de la villa romana de Els Alters se han documentado una serie de manufacturas fabricadas con materia dura
animal que pueden proporcionarnos información sobre algunos aspectos de la vida de sus habitantes. El conjunto suma un total
de 49 piezas –48 de hueso y una de marfil- y se compone de nueve punzones, cuatro agujas de coser, dieciséis alfileres para
el cabello, un posible stylo, tres piezas de bisagra, una ficha de juego, una placa decorada y un cilindro de marfil, correspondiendo el resto a fragmentos mediales o distales de fustes de objetos apuntados. En general, el estado de conservación del conjunto es bueno pero la mayor parte se encuentra fragmentado. Tan solo se han recuperado completos dos alfileres, una aguja, una
bisagra y cuatro punzones, de los que dos se encontraron fragmentados.
La mayor parte de la industria ósea de Alters presenta la totalidad de su superficie trabajada, generalmente pulida, con un acabado cuidado que ha eliminado todos los rasgos que podían delatarnos la procedencia anatómica del soporte. Si bien sus tamaños indican la elección de huesos largos de mesomamíferos como materia prima, tan solo en cuatro piezas puede asegurarse
que fueron empleadas porciones diafisarias de metapodios de bóvidos. Gran parte de ellos conservan señales que nos muestran algunos detalles técnicos empleados en su fabricación. Así, las cabezas de algunos alfileres se elaboraron mediante abrasión sobre una superficie lisa de grano fino que ha producido pequeños planos facetados en toda su superficie, mientras la regularización de los fustes se efectuaron mediante raspados transversales con un utensilio con filo, perceptibles a partir de las estrechas facetas longitudinales que muestran algunos de ellos. La incisión y el torneado también fueron empleadas en la decoración de algunas cabezas de alfiler, y el torneado en las cinco piezas cilíndricas.
En la actualidad resulta imposible precisar su lugar de producción, pero es muy probable que todas estas manufacturas óseas
fueran adquiridas en un mercado urbano, donde se ubicaban los talleres para abastecer el consumo local y comarcal. Aunque
en las fuentes escritas existen escasas referencias sobre el trabajo del hueso, la investigación arqueológica ha detectado la existencia de talleres fijos y de talleres ambulantes. En las ciudades romanas estos talleres se encontraban integrados en la trama
artesanal urbana, ubicándose en algunos casos junto a los ebanistas, a los que surtían artesanos especializados en el moldurado del hueso. Entre los artesanos que trabajaban el hueso existían ciertas diferencias, pues los que lo torneaban requerían una
cualificación profesional y un equipamiento material superior a los que tallaban y facetaban las agujas. Los primeros utilizaban
sobre todo los metapodios para fabricar elementos torneados y bisagras, mientras los segundos se servían de radios, húmeros
y tibias para la fabricación de agujas, alfileres, punzones y otros elementos (Beal, 1984), en ambos casos huesos largos procedente del ganado bovino y equino que serian fáciles de obtener en los mataderos y carnicerías locales.
En Alters, la industria ósea recuperada se reparte durante toda la existencia de la villa, siendo destacable la desproporción existente entre el número de objetos de época imperial –14 entre la segunda mitad del I y el III- y los correpondientes a la fase tardía –27 para el siglo IV y primera mitad del V-, al igual que sucede con los restantes materiales.
LAS AGUJAS DE COSER (Acus)
Las cuatro agujas de coser documentadas corresponden al mismo tipo, con
el ojo de la perforación rectangular y el fuste algo mas ancho en la base, disminuyendo desde allí progresivamente hasta pasada la perforación donde se
vuelve paralelo. En dos ejemplares con la base recta de sección triangular, la
perforación fue confeccionada a partir de dos perforaciones circulares separadas, que posteriormente fueron unidas eliminado el tabique entre ellas con
un cincel. En las otras dos agujas, la perforación solo muestra señales del cincel metálico; una de ellas, de base ligeramente cónica y facetada, presenta la
punta biselada, quizás porque fue afilada así tras haberse roto, siendo la única
que se conserva entera con una longitud de 78,5 mm. Las dimensiones del
ojo oscilan entre 5 y 6,9 mm. de alto y de 2 a 3 de ancho, mientras la anchura máxima en la base se sitúa entre 6 y 4,9 mm.
Las agujas de coser son utensilios que desde sus inicios en el Paleolítico Superior
no han sufrido cambios formales hasta la actualidad. En época romana las agujas de coser o acus se confeccionaban con hueso o metal, siendo un elemento
frecuente en ambientes domésticos. Las agujas de perforación rectangular y base
cónica se han documentado en numerosos yacimientos distribuidos por todo el
Imperio con una cronología larga que abarca desde el siglo I hasta el V.
Fig 1. Agujas de coser.
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En Alters las agujas aparecen en contextos pertenecientes a los siglos III, IV y V. Considerando sus dimensiones y el calibre de
los ojos habría que relacionarlas con el cosido de tejidos de trama ancha y flexible como el lino, la lana o el esparto, e incluso
con tiras de cuero
LOS PUNZONES (Subulae)
Hemos considerado punzones a nueve piezas alargadas con fuste de sección circular, excepto en uno
que es oval iregular, y bordes convergentes hacia la
punta, con un diámetro máximo en la base entre 4,7
y 6 mm., salvo el oval de 9,2 x 7 mm. Las bases son
ligeramente cónicas en cinco casos, plana en otro e
irregular con facetas de abrasión en el último. Las
puntas, en los ejemplares que las conservan, se
encuentran afiladas, excepto en un caso que se presenta roma, producto del desgaste de uso. Las longitudes de los punzones enteros son de 76, 79, 98
y 122,5 mm.
Este tipo de productos son clasificados frecuentemente dentro de los alfileres (Avila, 1968; Béal,
1984; López Ferrer, 1993; Casas et al. 1995)
aunque otros investigadores los incluyen entre
los punzones (Tabar y Unzu, 1985). En nuestro
caso consideramos que existen suficientes rasgos
diferenciadores entre los dos tipos, tanto en la
Fig 2. Punzones.
ausencia de cabeza como en la morfología del
fuste, además de observar en algunos ejemplares
desgastes de uso en la punta que nada tiene que ver con la funcionalidad que se asigna a los alfileres.
Este tipo de punzones presentan en Alters una amplia cronología. Los de base cónica se documentan a mediados del siglo I y
durante los siglos II, VI y V, mientras el de base plana y el de base irregular facetada aparecieron en un contexto del siglo II.
LOS ALFILERES DE CABELLO (acus crinalis)
Se trata del tipo mejor representado en Els Alters donde se
ha recuperado un conjunto de
dieciséis ejemplares. Son piezas con la cabeza diferenciada
del fuste, de sección circular u
oval, ligeramente fusiforme en
la mayor parte de los casos,
con la zona más ancha en el
tercio distal, desde donde disminuye hacia la punta por una
parte y hacia la base de la
cabeza por otra, dejando una
especie de cuello que hace
que destaque más la cabeza.
Este engrosamiento del fuste
podría ser funcional, destinado
Fig 3. Alfileres.
a sujetar mejor el alfiler. En
menos casos hay fustes de bordes convergentes que se separan de la cabeza mediante una moldura o una plataforma.
Los alfileres de hueso de cabeza diferenciada tienen sus precedentes a partir del Neolítico (Pascual, 1998) aunque es en época
romana cuando más abundan, consecuencia de la complejidad que llegan a alcanzar los peinados femeninos de ese momento.
Los alfileres, de formas, materiales y dimensiones variadas, forman parte del adorno personal femenino y eran utilizados para
diversas funciones relacionadas con los cabellos (acus crinalis) como separarlos (acus discriminalis), peinarlos, perfumarlos o
tintarlos, pero sobre todo se usaban para recoger el pelo largo y sujetar trenzas y moños. Algunos alfileres también servían para
sujetar determinadas prendas del vestuario, como velos y redes sobre la cabeza. En algunos casos existen testimonios de su utilización por la posición de los alfileres de hueso en contextos funerarios, como ocurre en la tumba 2 del cementerio de Orriols
de los siglos III-IV d.C., donde apareció junto a la cabeza del esqueleto (Albiach y Soriano, 1996, 133).
En función de la forma de la cabeza, los alfileres de Alters se han agrupado en seis tipos.
Alfileres de cabeza esférica
De los cinco ejemplares recuperados, solo uno se conserva entero con 71,2 mm., midiendo los fragmentados entre 38 y 73,2
mm. En todos ellos, la cabeza esférica presenta facetas de abrasión, encontrándose en uno ligeramente apuntada en su extremo distal, con diámetro comprendido entre 8 y 6,5 mm. Cuatro presentan el fuste fusiforme con 5,3 y 3,9 mm. de diámetro
máximo, y en otro el fuste es más fino, de bordes paralelos con un grosor uniforme de 3 mm.
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En Alters uno de estos alfileres es de época imperial, mientras que otros dos –entre ellos el de fuste recto- se hallaron en un
contexto de los siglos IV-V.
Los alfileres de cabeza esférica son uno de los tipos mas frecuentes y de mayor dispersión tanto en la península Ibérica como en otras partes del Imperio, documentándose desde finales del siglo I al IV (Llecha, 1993, 34; Martín, 2000, 207; Tabar y Unzu, 1985, 203)
Alfiler de cabeza esférica cubierta de oro
Mención aparte merece un alfiler entero de 62 cm. de longitud, cuya cabeza esférica, facetada y ligeramente apuntada en su
extremo distal, más una pequeña porción del fuste se encuentran forrados con una fina lámina de oro. El diámetro de la cabeza es de 5 mm. y el máximo del fuste fusiforme de 3,2 mm. Esta interesante pieza procede del jardín situado fuera del templete, donde existen materiales que cubren toda la vida de la villa, desde el siglo I a mediados del V.
El único paralelo peninsular que podemos hacer referencia es una aguja de hueso con cabeza revestida de oro procedente de
Segobriga y que se expone en su Museo, hallada en la campaña de 1999 en un edificio construido en época Flavia, pero que al
proceder de un nivel superficial no posee datos cronológicos, según comunicación personal de Rosario Cebrián. Los alfileres de
hueso cubiertos con finas láminas de oro se han documentado en otras regiones del Imperio, asignándoles una función relacionada con el vestido, como elementos de sujección de túnicas y capas (MacGregor, 1985, 70). De ser así, dado el pequeño tamaño
de la pieza de Alters, se relacionaría mejor con una prenda de menor peso como puede ser un velo o una redecilla.
Alfileres de cabeza ovoide
Existen dos ejemplares fragmentados con la cabeza de forma oval, más alta que ancha, y sección circular u oval, de 5 y 7,5 mm.
de diámetro por 8 y 13 mm. de altura, con el fuste fusiforme de sección circular y un diámetro máximo de 3,8 y 4,5 mm. En el
de cabeza más grande el fuste presenta un estrechamiento en la zona distal que hace que destaque más la cabeza.
En Alters la cronología de estos alfileres es del siglo III para el de cabeza más pequeña y de mediados del V para el de mayores dimensiones.
Los alfileres de cabeza ovoide son también un tipo muy frecuente y extendido por todo el Imperio con una amplia cronología
comprendida entre los siglos I al V (Tabar y Unzu, 1985, 203)
Alfiler de cabeza cilíndrica
El único ejemplar de Alters, datado en el siglo IV, presenta la cabeza cilíndrica con el extremo cónico, de sección exagonal por
las facetas de abrasión, con 6,9 mm. de diámetro y 9 de altura. El fuste es ligeramente parabólico de sección oval con una anchura máxima de 5,3 mm.
Alfileres de morfología semejante se documentan en Hispania asociados a materiales de los siglos I al IV.
Alfileres de cabeza en forma de piña lisa
Los tres ejemplares documentados poseen la cabeza en forma de piña con un diámetro ligeramente inferior al del fuste, de bordes convergentes. La cabeza asienta sobre el extremo del fuste plano. Una de ellas está decorada con dos molduras simples en
el extremo distal del fuste y la otra con una especie de disco. Llama la atención el desigual tamaño de estas piezas, con diámetros de cabeza y fuste de 4 y 3,5 mm., 4,9 y 5 mm. y 10 y 10,2 mm. respectivamente. Solo la más pequeña se encuentra entera con una longitud de 59,2 mm., conservando la más robusta 85 mm.
La pieza mediana se data con claridad en el siglo V, situándose el contexto de la más grande entre los siglos II-V.
Alfileres con cabeza similar, denominados también “cabeza de cebolla”, han sido documentados en contextos de los siglos I al
III, si bien la unión fuste cabeza que encontramos en Alters no es la más frecuente para este tipo de remate, pues la mayoría
de ejemplares peninsulares poseen el fuste fusiforme.
Alfileres de cabeza en forma de piña decorada
Otros dos alfileres presentan también la cabeza en forma de piña, pero a diferencia de los anteriores las cabezas se encuentran
decoradas mediante incisiones reticuladas y su anchura es superior a la del fuste. Por otra parte, en uno de ellos, la piña reposa sobre una moldura y una acanaladura, y en el otro con la pìña de forma alargada, estilizada, reposa sobre una moldura y tres
acanaladuras. Ambos alfileres presentan el fuste de sección oval y bordes convergentes desde la base. Las dimensiones de la
cabeza son de 16,5 mm. de altura por 9,2 mm. de diámetro en la pieza fragmentada, y de 23 por 8 en la entera, y los diámetros máximos del fuste de 4,5 y 6,6 mm. respectivamente. La pieza entera con cabeza de piña alargada mide 101 mm. de largo,
y su contexto la data en los siglos IV-V, mientras la otra es de comienzos del siglo III.
El tema que adorna estos alfileres pudo estar dotado de un valor simbólico, toda vez que la piña es un signo de inmortalidad
asociado a varias divinidades romanas. Se documentan en diverso puntos del Imperio desde el siglo II hasta el IV, apareciendo
en el Sur de las Galias y en Hispania sobre todo en contextos del siglo III.
Alfileres de cabeza decorada fragmentada
Con la cabeza decorada pero fragmentada se han documentado dos alfileres. Uno, hallado en contexto de principios del siglo
III, tiene fuste de bordes convergentes y conserva una moldura estrecha entre dos acanaladuras, semejantes a las que tienen las
de cabeza de piña decorada. El otro, del siglo IV, con fuste muy fino (3 mm.) de bordes paralelos, presenta en un extremo algo
más ancho y una decoración entre dos analaduras de cuatro incisiones en aspa que cubren todo el perímetro.
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STILO
Un posible punzón para escritura, fragmentado en su extremo apuntado, de 51 mm. de longitud,
con la cabeza de sección cruciforme con los bordes dentados, de 9,3 mm. de altura y 5,2 de anchura. Fuste de sección circular, decorado con dos acanaladuras en el punto de inflexión de los bordes,
que son divergentes desde la base de la cabeza y después paralelos con 4,2 mm. de diámetro máximo. Su cronología es del siglo II.
Generalmente en los stylus el extremo distal es aplanado para poder alisar las tablillas enceradas,
pero hemos optado por clasificarlo así por el fuste, que presenta una morfología diferente a la de
los alfileres, punzones y husos.
FRAGMENTOS DE APUNTADOS INDETERMINADOS
Existen trece fragmentos de fuste que pueden pertenecer a diversos tipos de objetos apuntados:
punzones, agujas, alfileres o husos. Se trata de tres fragmentos distales con la punta afilada y diez
fragmentos mediales, de los cuales seis presentan los lados convergentes y cuatro fusiformes. De
estos últimos, en tres casos podrían corresponder a fustes de alfiler y en otro -que conserva una longitud 71,7 mm- al fuste de un huso, dado el amplio engrosamiento -7 mm. de diámetro- que presenta su desarrollo cerca del extremo fragmentado.
PLACA DECORADA
Fig 4. Posible stylo.
Dos fragmentos de una placa de hueso de forma subrectangular, con un lado pequeño recto y los
lados mayores, uno convexo suavemente dentado y el otro cóncavo-convexo. Presenta una cara
decorada, con una profunda incisión a lo largo del perímetro, paralela al borde a modo de marco y un motivo figurativo en el
que se combina la incisión ancha y profunda con otra muy fina, y que, a pesar de su estado fragmentario y de la erosión parcial
de la superficie, puede interpretarse como un pez. La cara opuesta es lisa y presenta en parte de un borde una zona de tejido
esponjoso. La longitud y anchura conservadas son de 72,2 y 39 mm. respectivamente y el espesor oscila entre l,9 y 3 mm.
Fig 5. Placa ósea con decoración incisa de un pez. Anverso y reverso.
Se trata de una pieza hallada en un contexto del
siglo IV y primera mitad del V, de la que desconocemos su funcionalidad. Placas de hueso decoradas
de forma generalmente rectangular han sido frecuentemente utilizadas para decorar pequeñas
cajas y arcones de madera, si bien la placa de Els
Alters no presenta ningún elemento que permita
afirmar esa función. El tema decorativo, un pez, es
uno de los símbolos más utilizados en la iconografía paleocristiana, pues representa la figura de Cristo.
LOS ELEMENTOS DE BISAGRA
Se han documentado tres piezas cilíndricas confeccionadas a partir de metatarsos de Bos, con la
superficie exterior torneada para darle forma
completamente circular y con una perforación
lateral centrada efectuada con taladro metálico.
Esta técnica de fabricación, bien documentada en
época romana, se observa en las piezas de Els
Alters por la notable diferencia que presentan el
grosor de las paredes que oscila entre 7,5 y 2,5
mm., y en las bandas de finas estrías paralelas
muy regulares que se observan por toda la superficie exterior del fragmento quemado, consecuencia del torneado. Las dimensiones de los
Fig 6. Piezas de bisagra.
tres elementos son uniformes con alturas de
36,5, 35 y 34,5 mm. y un diámetro exterior comprendido entre 29 y 30 mm., mientras el diámetro de la perforación lateral en los dos ejemplares que la conservan es de
8,1 y 9,5 mm.
Los tres cilindros de alters pertenecen a la fase tardía de la villa, hallados en contextos del IV, IV-V y primera mitad del V respectivamente
Los cilindros con perforación lateral, que durante mucho tiempo fueron interpretados como fragmentos de flautas, son piezas de las que
se conoce bien su función. Se empleaban en serie para la fabricación de bisagras para puertas de mobiliario. Se montaban en columna
unidos mediante piezas de madera cilíndricas machihembradas que se embutían en su interior, y la perforación lateral servia para insertar un vástago metálico, de madera o de hueso, con el fin de unir los goznes de forma alterna con el marco y con la puerta.
Se trata de un sistema de cierre ampliamente documentado por todo el Imperio, utilizado en diversos tipos de cajas, arcones,
armarios, contraventanas, y otros tipos de muebles, incluso en sarcófagos (Beal, 1984, 32; MacGregor, 1985, 203; Carretero,
1999, 60). Las numerosas piezas de este tipo documentadas en el Sur de las Galias muestran varios calibres, unos para mobi-
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liario de pequeño tamaño con diámetros inferiores a 20 mm., mayoritarios en Lyon, y otros para piezas mayores con diámetros comprendidos entre 21 y 31,5 mm. en Nîmes (Beal, 1984). De dimensiones ligeramente menores son las piezas documentadas en ambientes domésticos de Complutum, entre 25 a 31 mm. de altura y 25 a 28 de diámetro, con una cronología
del I al V d. C. (VV.AA., 1998, 223). En las villas rurales del norte de Cataluña, la mayor parte de bisagras de hueso corresponden a armarios o cofres de pequeño tamaño (Casas et al., 1995, 120). Sin embargo, los tres cilindros de Alters, de calibres
semejantes, pudieron pertenecer a bisagras similares, que por su diámetro se destinarían a puertas de al menos tres centímetros de espesor.
LA FICHA DE JUEGO
Se trata de una pieza cilíndrica torneada a partir de un metapodio, posiblemente de Bos,
de 26,4 cm. de altura por 26 de diámetro, con decoración incisa de tres lineas paralelas
junto a la base. La parte superior semisférica presenta una decoración moldurada a base
de círculos concéntricos alrededor de un vástago cilíndrico de 8 mm. de diámetro. Para
hacer la pieza maciza, el interior de la diáfisis fue rellenado con dos fragmentos de hueso
que encajan perfectamente en el hueco. La base se encuentra alisada. El contexto en que
fue recuperada corresponde al siglo IV y primera mitad del V.
Piezas similares documentadas en Barcino y en Halicarnaso han sido interpretadas como
Latrunculus (Beltrán de Heredia, 2001, fig. 15), una de las tres categorías de fichas que
se utilizan para jugar al Ludus Latrunculorum, un juego de reflexión con movimientos
similares a los de las damas y del ajedrez, muy difundido en el mundo romano, especialmente entre los soldados.
Las numerosas fichas de juego, generalmente discoidales, documentadas en los yacimientos romanos testimonia que la aficción por los juegos de tablero se encontraba muy
extendida en el ámbito doméstico para ocupar
el tiempo libre
LA PIEZA CILÍNDRICA DE MARFIL
Un cilindro macizo de marfil torneado, de 19
mm. de altura por 15 de diámetro, con un vástago de 5,3 mm. de diámetro en el centro de
la cara superior, fragmentado, y decoración de
un círculo y un punto central en la base.
Desconocemos la funcionalidad de esta pieza
de lujo, también hallado en un contexto del
siglo IV y primera mitad del V, aunque podría
Fig 7. Ficha de juego. Vistas cenital, lateral y basal
tratarse de otra ficha de juego dada su semejanza morfológica con la descrita anteriormente, sin descartar otros posibles usos como el de tapón de algún pequeño recipiente de
tocador femenino.
Fig 8. Cilindro de marfil. Vista lateral y de la base
II. 3.- UN CAMBIO DE USO EN LA VILLA. PERDURACIÓN
R. Albiach, A. Gallego, E. García-Prósper.
En todo el conjunto de la villa se documentaron nuevas construcciones, materiales cerámicos y numismáticos que denotaban
un cambio en el uso de esta unidad de producción. Estos se observaron a nivel urbanístico y arquitectónico porque, aprovechando la antigua planta, se crearon nuevas estructuras con factura muy diferente y se reutilizaron materiales, experimentándose así
una nueva actividad en la casa tanto a nivel productivo como comercial.
La creación de nuevas estancias y la compartimentación de otras se realizó con mampuestos de piedras irregulares trabadas con
tierra que reaprovechaban en ocasiones fragmentos de estelas e inscripciones funerarias, por lo que se reflexiona que esta propiedad pudo ser vendida o abandonada por los antiguos dueños.
A la vez, el aspecto general de las diferentes habitaciones de la pars urbana manifestó un declive en cuanto a su mantenimiento y aspecto estético. La factura de las nuevas construcciones, reaprovechando antiguos elementos constructivos trabados con
tierra, daba a entender que una nueva ocupación con escaso poder adquisitivo habitó estas instalaciones con diferentes costumbres y modo de vida. Un ejemplo de esto fue, mayoritariamente, el recrecido de los muros y el tabicado de algunos vanos, construidos con antiguos fragmentos de dolia, tegulae y elementos pétreos como tambores de columna o estelas funerarias.
Estas transformaciones también quedaron manifiestas en la pars rustica donde el uso de las balsas para llevar a cabo la manufactura del lino y el esparto dejó de efectuarse ya que dentro de la balsa más grande se construyeron dos muros paralelos con
piedras y tierra, que manifestaban la incompatibilidad de estas estructuras con el uso del agua. Al mismo tiempo, la balsa contigua fue tabicada en el punto de contacto con el canal que le aprovisionaba de agua.
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LA PLANTA DE LA PERDURACIÓN. MEDIADOS DEL SIGLO IV D.C. A SEGUNDO CUARTO DEL SIGLO V D.C.
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Por su parte, la pars fructuaria se vió ampliada con nuevas habitaciones construidas tanto junto a la villa de igual modo que ocurrió en
la terraza superior, evidenciándose una mayor necesidad de almacenaje de productos que responderían a una actividad agropecuaria.
A lo largo de la segunda mitad del siglo IV dC fue cuando se produjo este cambio de igual modo que se ha registrado en otros
asentamientos rurales valencianos. Evidencias de su fe cristiana no han podido ser documentadas aunque en este momento la
ciudad de Saetabi era ya una sólida sede episcopal valenciana.
II. 3.1.- PARS URBANA
ZONA CENTRAL
• EL PATIO
Aparentemente, el patio siguió siendo un espacio abierto con su gran balsa en funcionamiento y rodeado de los cuatro corredores ya descritos. Este deambulatorio continuó actuando como espacio de distribución y acceso a las estancias de la pars urbana y a la zona de jardín, tal y como se apreciaba en la mayoría de los umbrales de marmol que siguieron siendo el punto de
comunicación. El hallazgo de un tambor de columna reutilizado en un nuevo muro, evidenció que las columnas que sustentaron dicho porticado eran piezas lisas hechas con marmol de Buixcarró, con un diámetro de 0,37 m. De igual modo, esta reutilización nos hizo ver que se fueron abandonando, poco a poco, algunas zonas de la casa y, en un momento dado, parte de esta
cubierta cayó tal vez por la falta de mantenimiento o abandono definitivo.
ZONA ORIENTAL
• EL JARDIN
La zona oriental de la casa siguió correspondiendo a la zona abierta de jardín aunque el templete de culto situado en él, y que fue
centro del mismo durante más de un siglo, dejó de usarse y se destruyó en el incio de esta nueva etapa. Las monedas encontradas en el derrumbe del interior del templete eran cinco y estaban bastante gastadas. Había un Ae 4 de Constancio II 348-361, otro
de Constancio II, un Constantino II o Constante posterior al 348 que es una imitación o reacuñación, una cuarta de Constancio II
o Constante del 347-348 acuñada a Antioquía y finalmente una de Constancio II entre el 352-355 posiblemente acuñada en Roma.
Se trataba pués, de un conjunto que nos situaba más allá de mediados del siglo IV, momento que coincide con esta nueva fase
de uso de la villa.
El abandono del templo así como la ausencia de nuevas construcciones en la casa en relación al desarrollo de este culto nos
llevaron a considerar que sus ocupantes pudieron profesar otro tipo de devoción doméstica para la que no se precisaba este
tipo de edificios. En estos momentos había un desarrollo del cristianismo en el obispado de Saetabi, y aunque a nivel rural se
tienen pocas evidencias de esta difusión, podemos pensar en la posibilidad de que estos habitantes de la villa profesen la fe
cristiana aunque no se halló ninguna evidencia material. Así mismo, la reutilización de fragmentos de inscripciones latinas en las
nuevas construcciones de la casa podrian corroborar esta teoría o bien atender a razones del simple aprovechamiento del material constructivo sólido más próximo.
El jardín, a lo largo de este periodo, seguirá siendo un área abierta, con pavimento de tierra, sin ninguna nueva compartimentación, pero que tal vez más descuidado al igual que ocurre con gran parte de la villa.
El nivel de tierra de esta amplia área lo conforma un estrato (UE 1208) que contiene un alto volumen de materiales que le dan
una cronología del último momento de uso y del momento de abandono de la casa, con las cerámicas más modernas en torno
a mediados del siglo V dC.
En el ángulo noroeste del templete del jardín se localizó una fosa (UE 1317) que rompía parte de la estructura (UE 1069) y
estaba rellenada (UE 1316) con material de fines del siglo V o primera mitad del VI. El derrumbe de las paredes de la balsa
templete así como los alzados de los muros que enmarcan este espacio por el norte y oeste, se localizaba en la parte superior de este nivel, el cual fue alterado a finales del siglo V-inicios del VI por la acción antrópica que hizo también tres fosas o
silos (UUEE 1319, 1433) en la zona y removió la estratigrafía a la búsqueda de materiales de construcción, como demuestra
el expolio del muro norte.
ZONA MERIDIONAL
• EL PASILLO SUR
El espacio situado en la zona sur de la casa, entre la balsa grande y las habitaciones del sureste de la vivienda, siguió con su trazado longitudinal y su comunicación con la pars rustica y el jardín. La cloaca que encubría bajo su superficie el canal para recoger las aguas pluviales y residuales de la casa, fue reforzada en su lado meridional con un paramento de piedras trabadas con
tierra y una cubierta de lajas calcáreas de color gris claro. Al mismo tiempo, se rehizo la parte trasera del muro la balsa de producción con un revestimiento de mortero con gravas, se deduce que con la intención de crear unas condiciones mejores de aislamiento de las posibles emanaciones de la cloaca.
El momento en que se reforma la cloaca, se cubre y nivela con tierra su superficie. Este relleno de tierra marrón grisácea tenía
escasos restos de cerámica pero que aportaron cronología del momento de la reforma con los fragmentos de cerámica paleocristiana gris datada entre los siglos IV y V.
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• LAS HABITACIONES 3, 4, 5 Y 6
Dentro de la parte residencial de la casa las estancias situadas al sur del patio mantuvieron su planta. El suelo del vestíbulo continuó conservando el mosaico policromo aunque fue parcheado en algunos puntos y con su uso y escaso mantenimiento perdió gran parte de sus teselas. El paso al dormitorio perduró con su amplio umbral de mármol que daba acceso al pavimento de
mármol. El estado de sus placas fue deteriorándose por el poco cuidado así como por algún fuego que se hizo sobre él. De igual
modo, se mantuvieron las decoraciones de las paredes con estuco y pintura. La estancia auxiliar que completaba este conjunto
también perduró en su uso aunque su suelo fue expoliado completamente en este momento. El nivel de tierra que quedó tras
su sustracción contenía varios fragmentos de cerámica paleocristiana naranja datables entre los siglos IV y V.
La estancia, H 6, con acceso directo al patio preservó su pavimento de opus signinum pero se produjo un cambio en su uso, evidenciado por el carácter doméstico de los restos documentados. Así, el último nivel sobre el suelo presentaba un hogar en el ángulo SE de la habitación afectando pavimento y a su preparación, y también había parte de una piedra de molino en la zona SO.
La reutilización de la estancia H-6 con la creación de un hogar.
• HABITACIONES 14 y 15
Junto a estas estancias, al oeste, se situaba la habitación con dos accesos al patio. En estos momentos su pavimento fue
expoliado por completo y se construyó en uno de sus laterales una pequeña canalización que reutilizaba materiales de
construcción y que desaguaba hacia el patio. La habitación contigua, en antigua relación con ésta, presentaba un nuevo
pavimento del cual se conservaban cuatro piezas: una tegulae, una placa marmórea y elementos latericios de cerámica,
todos trabadas con tierra.
• EL PORCHE
En la parte trasera de estas habitaciones se encontraba el porche. En estos momentos se le incluyó una nueva construcción
consistente en un pequeño muro construido con materiales reutilizados, trabados con tierra y adosado al paramento de la habitación que se encontraba al oeste del porche. La presencia de este muro con respecto al resto del espacio evidencia la creación de una pequeña compartimentación en el ángulo donde se ubicó.
Por otro lado, la canalización general que venía desde el sur de la casa y atravesaba el porche con dirección hacia el norte y
seguía a lo largo del corredor oeste de la casa. Formando parte de su nueva cubierta se halló un fragmento de inscripción sepulcral de mármol de Buixcarró donde se podía leer la fórmula asíndética plus minus y que se trata del único ejemplo conocido,
por el momento, en las tierras valencianas.
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• LA HABITACIÓN 12
Dentro de esta estancia, en el ángulo S.E, se construyó una pequeña estructura de forma cuadrangular, hecha con materiales
reutilizados entre los que destacaban un basamento, un fuste de columna y un fragmento de inscripción funeraria. Dentro de la
misma habitación, junto al muro oeste, resaltaba la presencia de dos pequeños agujeros rectangulares, reforzados con fragmentos de tegulae clavados en la preparación del pavimento y destinados probablemente a sujetar parte del equipamiento que tuviera la habitación en relación con los soportes de postes de madera.
La compartimentación del espacio con nuevas estructuras que reutilizan elementos arquitectónicos en la habitación suroeste.
ZONA OCCIDENTAL
• EL CORREDOR OESTE
La canalización que venía desde el porche siguió discurriendo a lo largo del pasillo con clara pendiente hacia el norte. A su paso
por esta zona, la cloaca estaba construida con piedras medianas sin trabajar, trabadas con tierra y con cubierta de piedras.
Este pasillo continuó teniendo la misma funcionalidad que en épocas anteriores, separando parte de las habitaciones de la pars
urbana y de la antigua área termal.
• LAS HABITACIONES DEL ÁREA OCCIDENTAL
Con respecto al grupo de habitaciones situadas al oeste del patio se documentaron algunas transformaciones. En este sentido,
en la habitación 10A, se detectaron dos pequeñas hogueras sobre el pavimento de opus signinum, además de una pequeña
fosa excavada en el mismo solado.
En la habitación contigua, H-10B, destacaba el expolio del pavimento de opus tessellatum. En el muro límite con el corredor oeste
se documentó una refacción consistente en un parcheado de piedras poco escuadradas junto a un basamento de arenisca de
color verdoso y una base de cerámica común que sirvieron para la reparación de un desperfecto en el zócalo de este muro.
Por último, se realizó el cierre del vano que recaía en el patio, tratándose de una de las aberturas más amplias de la pars urbana. El hallazgo de una moneda en la trabazón del tabicado nos aportó una cronología del siglo V d.C y por consiguiente, previa
al momento del derrumbe de la techumbre.
• EL ÁREA DE LAS ANTIGUAS TERMAS
En esta etapa, las termas habían dejado de tener la funcionalidad para la que fueron creadas pero siguieron utilizándose para
otros fines de carácter artesanal.
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La creación de una prensa en la sala templada de los baños.
La mayor parte de los trabajos se concentraron en dos espacios dentro del recinto, en la habitación 18 y en el tránsito hacia las
salas con el sistema de hipocaustum.
En la estancia 18, antiguo sala templada, se construyó una fosa de grandes dimensiones que rompió el pavimento de mármol preexistente y su preparación. En el interior de la misma se colocó una pila de mármol, reaprovechada de esta misma
sala, y junto a ella, sobre la preparación del pavimento, se hicieron dos agujeros de poste. Estos escasos elementos conservados nos recuerdan la infraestructura necesaria para el desarrollo de las actividades propias del prensado de productos agrícolas, torcularium, que precisaban de una cubeta y de una estructura de madera apoyada sobre postes. Las placas de mármol que pavimentaban esta H 18 fueron arrancadas y no sabemos si reutilizadas en la propia villa dado que no se han localizado en el área excavada.
Al oeste de esta habitación se hizo otra pequeña fosa que cortó el pavimento y en el fondo tenía un sillar. Junto a la fosa había
dos agujeros de poste, similares a los anteriores. Este conjunto de elementos, serían parte del complejo artesanal, sirviéndose
del sillar como base para sustentar algún elemento que iría asociado a la disposición de los postes.
Otro de los indicativos que evidenciaron esta nueva funcionalidad del área termal se vió reflejado en varios puntos. La estructura absidial utilizada antaño como piscina de agua fría siguió conteniendo líquidos aunque con otra funcionalidad. Al canal de su
desagüe se añadió una teja situada muy próxima al punto de salida, dispuesta verticalmente, encajada en la canal, de manera
que impedía la salida del agua. De este modo, se tuvo una balsa para contención de líquidos y se controlaba su evacuación
desde el exterior, en su desagüe.
Una transformación significativa se llevó a cabo en el antiguo caldarium consistente en la eliminación del pavimento, así como
el parcheado con teja en parte del muro oeste. La eliminación de este solado respondió a la pretensión de conseguir un aumento en la capacidad de la sala, creándose así una nueva balsa para una mayor cantidad de líquido.
Por último, en la habitación 11, antiguo apodyterium, se construyó una pequeña canalización hecha a base de piedras pequeñas sin trabajar, trabadas con tierra y con clara pendiente hacia el norte. Esta no conservaba la cubierta y era muy semejante a
la hallada en la habitación 15.
EL INCENDIO
Durante esta nueva ocupación se documentó un nivel de incendio que afectó a diversas habitaciones de la zona sudoeste
de la antigua área residencial. Las relaciones estratigráficas y el hallazgo de materiales cerámicos además de cinco antoninianos permitieron establecer una datación relativa para este hecho a mediados del siglo IV d.C. Estas monedas, aunque propias del S.III d.C, estuvieron en curso a lo largo del siglo IV d.C en que hubo una escasez de emisiones monetales. Este acontecimiento acaecido al inicio de la nueva ocupación no afectó a la continuidad en la villa aunque esta zona se abandonó tras
el incendio.
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De acuerdo con la extensión y alcance de este nivel era posible que el foco comenzara en la zona del porche, dado que el estrato de
carbones y cenizas ocupaba gran parte de este espacio, extendiéndose a las habitaciones contiguas. En este sentido, tanto en la estancia nº 12 como en la nº 11, se detectó este mismo incendio aunque ocupando parte de las estancias y coincidiendo con los accesos
entre estas dos habitaciones. Por otro lado, en la habitación 14, situada al este del foco, también se documentó el mismo fenómeno.
II. 3.2.- PARS RUSTICA
• LAS ANTIGUAS BALSAS DE PRODUCCIÓN
La perduración del conjunto de balsas con su proyección inicial llegó hasta finales del siglo IV cuando se realizaron algunas
construcciones en su interior y hubo cambios en su uso.
El canal de abastecimiento siguió siendo el punto de llegada de un amplio caudal que continuó aportando agua a la villa y el
amplio vano de recepción hacia la antigua balsa de decantación se tabicó. El cimiento construído junto la desembocadura del
canal con la balsa sería la base de sustentación de una estructura de madera que suministraba más controladamente el agua.
La balsa menor continuó conteniendo agua, y muestra de ello era la reparación y recrecido del paramento septentrional así
como la perduración de su revestimiento hidráulico, aunque el conducto de entrada de agua pasó a ser otro. La comunicación
con la balsa más grande todavía se realizaba a través del rebaje en el muro este que se había deteriorado por el uso y fue
reparado en un momento posterior usando ladrillos de barro cocido con líneas incisas en espiga.
En la zona central de la balsa grande se construyeron dos muros que discurrían en paralelo. Tenían una longitud de 19,11 m y
16,23 m con un ancho de 0,39 y 0,70 m. Su altura conservada, de tan solo una hilada de piedras, era de 0,23 m y entre ellos
había una distancia de 0,86 m. La factura irregular hecha con piedras trabadas con tierra evidenciaba la imposibilidad de su uso
en relación con el agua ya que la consistencia de éstos no lo permitía, se desharían al contacto con el agua.
La interpretación de la utilidad que tuvieron estos muros nos es desconocida aunque dado el uso tan diferente que pasa a tener
la villa podría tener relación acorde con sus estancias, más centrada en actividades domésticas, agropecuarias y artesanales.
La amortización de esta balsa se dató en el segundo cuarto del siglo V d.C con un material cerámico que consitía en fragmentos de terra sigillata clara D y ánforas tardía de los siglos V y VI d.C. Durante la última fase de los trabajos de excavación estos
muros tardíos fueron desmontados para obtener una mejor visión de conjunto de la balsa del momento altoimperial.
• UNA FOSA-BASURERO
En el ángulo sureste de la excavación se localizó una fosa de planta irregular aunque tendente a circular, excavada en la tierra
estéril. Su relleno de amortización estaba conformado por una tierra verdosa con fragmentos de material de construcción, cerámicos y restos de fauna y malacología, con datación en un momento tardorromano. Este pudo ser uno de los puntos de vertido de los residuos domésticos que se situó anexo a las balsas y cerca de la casa, que ya no era residencia de sus dueños sino
solo lugar de producción y vivienda de sus trabajadores.
II. 3.3.- PARS FRUCTUARIA
Las estancias, departamentos e
instalaciones pertenecienes a la
pars fructuaria que fueron ampliamente usados en relación a la
producción y transformación del
lino, así como para el uso doméstico y pecuario de la villa, ahora
pasaron, en gran parte, a estar en
desuso ya que se limitaron las
áreas de funcionalidad de la villa al
cuerpo central de la casa deshabitándose, en general, las zonas de
almacenaje más aisladas.
Junto al lado norte del gran
canal, y discurriendo en paralelo,
se registró un derrumbe de bloques de piedras calizas que conservaban cierta alineación, con
una orientación este-oeste. Se
trataría de un pretil o pared lateral de contención ante los
momentos de subida y descontrol del nivel del agua, dado que
el canal tenía un uso contínuo.
Uno de los paramentos de las estancias de almacenaje de la terraza superior que reutiliza una estela funeraria.
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En la terraza superior se abandonaron las estancias de almacenaje y se construyeron otras tres nuevas en su lateral este. Para
su edificación se hicieron muros de piedra y tejas reutilizadas trabados con tierra. Un caso especial era uno de los paramentos
porque incluía en su lienzo un fragmento de estela funeraria de piedra caliza de la fase imperial.
II.3.4.- LAS CERÁMICAS DE LOS NIVELES DE ABANDONO
Miquel Rosselló Mesquida
Los materiales aquí estudiados son únicamente una muestra, creemos que lo suficientemente representativa del período, pero
no se ha tenido la oportunidad de abordar un estudio exhaustivo de todo el material, por lo que este trabajo debe considerarse como un estudio parcial a modo de avance.
Los materiales provienen del momento final de la villa como tal, niveles de derrumbe y abandono, amortización de silos, principalmente, si bien, igualmente, hay algunos escasos pero significativos materiales propios del siglo VI que apuntan a que el lugar,
a pesar de estar en su mayor parte desmantelado y abandonado, fue esporádicamente frecuentado, parece que relacionado con
actividades de tipo agropecuario.
LAS PRODUCCIONES CERÁMICAS
Cerámica Fina de Mesa
Sigillata Africana Clara.
Si bien se reconocen fragmentos de Sigillata Africana Clara en su producción A y fragmentos informes de C, la mayoría de la
Sigillata Africana Clara de estos niveles finales de abandono está representada por la producción D.
El conjunto documentado no es muy amplio cuantitativamente y es poco variado reduciéndose a siete tipos (Hayes 32/58, 59,
61, 67, 91, indet.). Se documentan los platos/fuentes tipos Hayes 58B; 59A, variante de pared decorada y 59B, variante de pared
lisa; Hayes 61, núm. 21 variante caracterizada por un borde inclinado hacia el interior que marca un ángulo bien marcado y diferenciado al exterior de la pared; Hayes 61, variante Waagé, 1948, IX, 831 u caracterizada por un borde grueso y vertical diferenciado en la pared exterior por una arista pronunciada; la escudilla Hayes 67 con labio a penas engrosado asimilable a la variante 67 nn. 1, 4, 9, y la variante nn. 5-6, 17, 28 de labio engrosado y pendiente; también se ha podido reconocer un pequeño
fragmento del ala perteneciente a un mortero tipo Hayes 91A-B; un pequeño borde de gran plato o fuente que vagamente
recuerda a la Hayes 77, sin embargo, presenta un barniz rojizo lustroso que no permite asimilarlo a la producción E de la forma
Hayes 77.
Asimismo, se han recuperado pequeños fragmentos de fondos con decoración estampada de palmeta y motivo circular dentado, estilo A ii-iii; palmeta de estilo A ii (Hayes, 1972).
Sigillata Clara Lucente.
Se han reconocido algunos fragmentos de esta producción gala, concretamente varios fragmentos de cuerpo con decoración a ruedecilla, casi con toda seguridad pertenecientes al bol tipo Lamb. 1/3B, con marcada carena. Un pie , también perteneciente al tipo Lamb. 1/3
B. La copa tipo Lamb. 4/36 con decoración a ruedecilla en el ala, forma poco habitual en contextos valencianos, que tiene su precedente en una forma análoga producida en sigillata clara B (Atlante, 1981: 5. Bourgeois, Mayet, 1991: 368-369).
Sigillata Paleocristiana Gris.
De esta producción gala tardía documentamos un cuenco con borde redondeado, con paralelos con el tipo VLR 2.31, si bien el
ejemplo de Tarraco en barniz anaranjado (TED'A, 1989: 162-163); una escudilla o copa forma Rigoir 2 con ala decorada a ruedecilla; y un fragmento de cuerpo con decoración estampillada de forma indeterminada.
Sigillata Hispánica Tardía.
La sigillata tardía de producción hispánica (Mezquíriz, 1961. Mayet, 1984) está presente con dos tipos de cuencos o copas, la
copa de paredes curvas y borde sin diferenciar tipo Ritterling 8; copa Dragendorff 37 de cuello ancho, paredes marcadamente
divergentes y borde liso sin diferenciar.
Lucernas
Aunque algunas parecen residuales, una con margo decorado con hojas de olivo, es propia de contextos del siglo III y IV; al
igual que la otra, de pasta beige verdosa, probablemente un ejemplar evolucionado del tipo Dr. 30/Deneauve VIIIB decorada
con glóbulos o perlas, presente en estratigrafías del siglo IV y primera mitad del V (Anselmino, 1982: 160-161; Neuru, 1980:
198, tipo L.1).
Cerámica Africana de Cocina
Las formas documentadas son las comunes y mayoritariamente exportadas en todo el Mediterráneo occidental, las cazuelas, altas
y bajas, y los platos/tapaderas de bordes cenicientos, más o menos engrosados (Atlante, 1981. Aquilué, 1994).
Cazuela baja tipo Lamboglia 10A/Hayes 23B. Cazuela tipo Ostia III, 108, alta de borde almendrado y atrofiado con respecto al
tipo, cronológicamente precedente, Ostia III, 267, y con la típica ranura para tapadera adaptada.
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Platos / tapaderas, Ostia I, 262, con el borde muy desarrollado y destacado, pendiente y vuelto al exterior; Ostia II, 332, de borde
apenas diferenciado y Ostia I, 261.
También aparece una cazuela que presenta unas características técnicas de la cerámica de cocina africana y tiene paralelos con
la forma FCW casserole 6.4 (Fulford, Peacock, 1984: fig. 67).
Producciones ya del siglo VI son las cazuelas africanas de borde engrosado al interior tipo FCW casserole 12.1 (Fulford, Peacock,
1984: fig. 68).
Cerámica Oriental de Cocina
Se han documentado dos ejemplares de ollas del área de Jordania-Palestina. Son ollas o jarras de cuello cilíndrico con borde
recto a penas diferenciado o levemente engrosado, con pequeñas asas que salen del borde, se caracteriza por una pasta granulosa pero fina, de color marrón rojizo, con algunos puntos blancos de cal de pequeño tamaño y presenta la superficie exterior de un color grisáceo oscuro muy característico.
Cerámica de Cocina Indeterminada
El porcentaje más elevado de la cerámica destinada al fuego es de origen indeterminado, mayoritariamente de probable origen
local/regional, destacando cazuelas y ollas.
Dentro del grupo de las cazuelas destaca un tipo de paredes convergentes y borde invasado sin diferenciar o levemente engrosado, habitualmente con finas estrías al exterior por debajo del borde, de características técnicas muy homogéneas, pasta granulosa de color marrón rojiza, a veces gris quemada, cuarzo, puntos de cal, superficie exterior marrón oscuro o grisácea.
Otras cazuelas documentadas de bordes vueltos al exterior, deben ser producciones foráneas y que se caracterizan, principalmente, por la presencia de mica dorada (fina y poco abundante), puntos de cal y cuarzo, con pastas marrón rojizas o beige grisáceas.
Cazuelas de bordes invasados más o menos engrosados, con pastas marrón rojizas o anaranjadas, con puntos de cal.
Cazuelas tipológicamente similares pero caracterizadas por la presencia de cristales de cuarzo rojo (jacintos de Compostela).
En pasta gris reductora también se documenta alguna cazuela.
Los ejemplares de la UE 1086 Pórtico Norte, en un caso con decoración incisa de meandros, son típicas del siglo VI.
Lámina 1.
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Por lo que se refiere a las ollas, se documentan ejemplares de borde vuelto al exterior con pequeñas asas que nacen del mismo borde;
ollas de borde vuelto al exterior sin asas o que no se han conservado debido al estado de fragmentación que presenta la mayoría del
material recuperado; ollas de borde recto; ollas de borde moldurado. A estos bordes de ollas se les puede asociar bases planas.
Probablemente relacionadas con las ollas, se documentan escasas tapaderas.
Todas presentan generalmente pastas de tonalidad marrón rojiza y superficies exteriores grisáceas o cenicientas; algunos ejemplares con pasta totalmente gris reducida.
Cerámica a Mano/Torneta
Cazuela alta tipo RHW 7.1; cazuela baja tipo RHW 7.2; cazuela baja tipo RHW 8.2 (Reynolds, 1993).
De origen indeterminado, borde reentrante de cazuela pasta beige, a veces con el exterior grisáceo, puntos de cal; fragmentos de cuerpo con mamelones semilunares.
Cerámica Común Oxidante
El más numeroso grupo formado por producciones de pastas heterogéneas, si bien hay que destacar un importante conjunto caracterizado por pastas finas y depuradas, de color beige, en cuyo repertorio tipológico destacan producciones para
labores auxiliares de cocina o domésticas, lebrillos, morteros, cuencos, cuencos carenados, jarras, fuentes, paropsis, etc.
Abundan los morteros, de bordes redondeados y con ala o visera más o menos desarrollada. Con pastas marrón o anaranjada, puntos de cal visibles, duras, recubrimiento exterior color crema o blanquecino; pastas beige rosadas o grises; base
con piedras trituradoras de tipo volcánico incrustadas en el fondo interno. Por último alguna pieza por sus características y
el grosor de sus paredes, pensamos que también pueda tratarse de un mortero.
Los cuencos, muy abundantes y de variada tipología; cuencos o copas carenadas; decorado con pintura roja; decorado con incisiones interiores postcocción; decorado con banda exterior de digitaciones y borde ondulado, este último quizás ya del siglo VI y
quizás de origen africano (este tipo de decoración aparece en ciertas producciones africanas del siglo VI, ver principalmente fig.
62, 13-14 de Fulford, Peacock, 1984).
Jarros o jarras, también muy abundantes y de variada tipología, y algún fragmento de cuerpo con decoración incisa de meandros de una jarra o anforita.
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Platos o fuentes. Grandes jarras o tinajas y lebrillos.
Ollas de almacenaje, generalmente de pastas beige o rosadas, depuradas, sin trazas de haber ido al fuego.
Cuencos o fuentes con asas horizontales (paropsis), de pastas beiges o anaranjadas, finas y depuradas. Dos tipos principales, recipientes hemiesféricos de bordes invasados engrosados y asas de sección circular; recipientes de perfil en “S” de
bordes exvasados y asas de sección cuadrangular.
Por último destacar un tubo vertedor, perteneciente a un cuenco, y un vaso o cubilete, de paredes exteriores con gallones
verticales y base plana.
Cerámica Ebusitana
Grandes cuencos, pasta beige y abundante mica plateada. Un pequeño borde con decoración incisa de líneas paralelas, perteneciente con toda probabilidad a un cuenco con tubo vertedor tipo RE 901a (Ramón, 1986).
Varios
Se documentan tejuelos recortados de recipientes cerámicos e incluso de tejas planas o ladrillos, los diámetros entre 4,5
– 5,4 cm. son los más abundantes.
Ánforas
Los recipientes anfóricos son bastante escasos en los niveles de amortización de la villa.
Aparte de las ánforas claramente residuales, como numerosos ejemplares de Dressel 2-4, se han identificado producciones
africanas, orientales, béticas y lusitanas.
Ánforas africanas tipos Keay XXV B, XXV Q y Keay XXV var. 2 ; ánforas fusiformes de pequeñas dimensiones Spatheion tipo1
(Bonifay, 2004: fig. 67).
Ánfora bética tipo Keay XIII C. Ánforas lusitanas, Keay XVI. Ánforas del Mediterráneo oriental, Late Roman Amphorae 3 / Keay LIV bis.
De procedencia indeterminada es una pequeña anforita (8 cm. de diámetro boca) de borde apenas sin diferenciar y asas de sección circular que nacen por debajo del borde; presenta una pasta marrón rojiza y se perciben algunas láminas de mica dorada.
Lámina 3.
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COMENTARIO CERÁMICO Y CRONOLOGÍA
Dentro de la cerámica fina o vajilla de mesa están representadas las principales producciones de sigillatas tardoantiguas producidas
en la cuenca del Mediterráneo occidental. La producción de origen africano es la mejor representada. La comercialización de la SCAD
tendrá una amplia difusión en la cuenca mediterránea occidental durante los siglos IV y V, convirtiéndose en una de las cerámicas más
abundantes dentro de las vajillas finas tardoantiguas, motivo por el cual se ha convertido en un inestimable referente cronológico. Los
tipos presentes en el yacimiento de Els Alters son los habituales en contextos del siglo IV y perduran hasta la primera mitad del siglo
V. La forma Hayes 58B es típica del siglo IV, si bien parece que empezó a producirse en el último decenio del siglo III (Atlante, 1981:
82). El tipo Hayes 59, presente en su variante lisa (B) y decorada (A), es una forma típica del siglo IV y primeros decenios del V y,
concretamente para la variante B, Hayes da una cronología del 320-420 (Hayes, 1972: 100). La forma Hayes 61 si bien empieza a
producirse alrededor del 325 es un tipo con multitud de variantes, y se continúa fabricando en la segunda mitad del siglo V. Las características de nuestros ejemplares remiten a finales del siglo IV y primera mitad del siglo V, y concretamente la variante Waagé, 1948,
IX, 831u parece que es propia de la primera mitad del siglo V (Bonifay, 2004: 171, var. A/B2). La escudilla Hayes 67 también tiene
una cronología amplia, comenzando su producción en la segunda mitad del siglo IV, si bien, será una forma típica principalmente del
siglo siguiente (Atlante, 1981: 88-89). Lo mismo ocurre con el mortero Hayes 91A-B, que quizás inicia su producción en el siglo IV
(Atlante, 1981: 106), pero que fundamentalmente se documenta en estratigrafías del siglo V (Hayes, 1972: 144), si bien el propio
Hayes (1980) modificó la cronología inicial adelantando su fabricación, recientemente se ha propuesto (Bonifay, 2004: 177-179) retomar el siglo V como fecha de aparición de este tipo, entre los años 400-420 para las variantes A y B. Por lo que respecta a la dudosa Hayes 77 o símil, hay pocas evidencias cronológicas, en el caso de que pudiéramos asimilarla a esta forma, proponiéndose el siglo
V (Atlante, 1981: 120). Asimismo, se han recuperado pequeños fragmentos de fondos con decoración estampada de palmeta y motivo circular dentado, estilo A ii-iii; palmeta de estilo A ii (Hayes, 1972), ambos delimitados cronológicamente entre el 350 y el 450. Por
otra parte, están ausentes formas que empiecen su producción en la segunda mitad del siglo V.
La cerámica Lucente, también conocida como “céramique à enduit brillant”, “metallisée”, “glanztonüberzug” o “céramiques tardives à revêtement argileux”, se caracteriza por un revestimiento o barniz de color marrón oscuro metalescente, con irisaciones. La
arcilla es de color amarillo-anaranjado, poco dura y fractura recta, poco cortante.
No es una producción muy distribuida fuera de su ámbito de fabricación y en Hispania aparece principalmente en lugares costeros, siempre en pocas cantidades, rarificándose a medida que se avanza hacia el sur.
Su producción parece abarcar desde finales del siglo III hasta mediados del siglo V, y es una producción principalmente del siglo
IV y primera mitad del V.
En Ampurias su presencia es muy rara en estratos de la segunda mitad del siglo III (Roure et al., 1988: 69), estando presente,
aunque siempre minoritaria, en estratos de todo el siglo IV. Su continuidad, al menos hasta mediados de la siguiente centuria,
está demostrada por los hallazgos del taller de Portout que fabrica en la primera mitad del siglo V y sus productos llegan a
Hispania, tal como han demostrado las excavaciones del vertedero de Vila-roma en Tarraco (TED'A, 1989: 176-179) y la cisterna de Sa Mesquida en Calvià-Mallorca (Orfila y Cau, 1994: 268-270) y más al sur, en Belo (Bourgeois, Mayet, 1991: 368-369).
En Valencia es una producción escasamente evidenciada en los numerosos y bien datados niveles de destrucción de finales del
siglo III (Burriel, Rosselló, 2000: 178), y al igual que el resto de yacimientos hispanos su máxima difusión parece que se produce en la segunda mitad del siglo IV y primera mitad del siglo V (Pascual et al., 1997).
Las llamadas Dérivées-des-Sigillées Paléochrétiennes (DSP), también llamadas Sigillatas Paleocristianas, Terra Sigillata Gris y
Anaranjada Estampada, Sigillatas Gálicas Tardías, se fabricaron desde finales del siglo IV o, más probablemente a partir de inicios
del siglo V, hasta finales del VI en la zona sur de la Galia, en el área languedociana, con centro en Narbona; el área provenzal, con
centro en Marsella y el área atlántica o aquitana, con centro en Burdeos. Cada una de estas áreas tiene estilos decorativos y repertorios formales característicos. Los talleres de Provenza y Narbona, los más activos, exportaron al Mediterráneo occidental. La DSP
aparece abundante y claramente en yacimientos bien datados a partir del siglo V en la zona de Francia y se ha propuesto una
fecha del 400 al 450 para el período de producción del grupo languedociense y sus imitaciones, y una cronología a partir de
mediados del siglo V hasta la segunda mitad del VI y principios del VII para el grupo provenzal. Su difusión es bastante reducida
en comparación con otras importaciones de cerámica fina, difundiéndose principalmente por el Mediterráneo, especialmente por
la franja costera noroccidental, si bien se han encontrado vasos en el N. de África y en la Grecia continental. Por el norte, se exportaron también a Suiza. El repertorio formal que llega a las costas del mediterráneo occidental es bastante limitado, destacando principalmente las copas y boles, y en menor medida los platos, siendo los morteros y las formas cerradas mucho más raras.
En Valencia la DSP no aparece en niveles de la segunda mitad/finales del siglo IV (Blasco et al., 1994; Burriel, Rosselló, 2000)
y es una producción que empieza a detectarse a partir del segundo cuarto del siglo V (Marín, Ribera, 1999), y especialmente en
la segunda mitad de este mismo siglo, llegando hasta la mitad del siglo VI (Pascual et al., 1997).
Por lo que se refiere a las cerámicas a mano/torneta, se han podido reconocer las producciones RHW 7 y RHW 8 que se caracterizan por la presencia de láminas de mica dorada y otras características técnicas (Reynolds, 1993).
Según Reynolds el origen de la producción HW 7 estaría en el sur de la provincia de Alicante o Murcia. Su distribución se concentra principalmente en yacimientos costeros alrededor de Alicante hasta Denia (Reynolds, 1993: 151), si bien recientemente
ésta se ha ampliado a otros lugares como Cullera (Rosselló, 2005) y Valencia (Burriel, Rosselló, 2000).
En cuanto a su cronología Reynolds (1993: 152) propone una fecha preferente entre mediados del siglo III y mediados del siglo
IV. Por nuestra parte apuntar que en la ciudad de Valentia no se detecta esta producción cerámica en el nivel de destrucción de
inicios del último tercio del siglo III (270-280), nivel ampliamente documentado en la ciudad y datado con precisión (Pascual et
al., 1997: 183-184; Ribera, 2000). Del mismo modo comentar su aparición en un contexto de la primera mitad del siglo V en
las excavaciones de la Almoina, en el nivel de destrucción de un edificio público bajoimperial (Marín y Ribera, 1999). Se trata
principalmente de una producción típica del siglo IV y que con seguridad llega hasta el primer tercio del siglo V, al menos en la
zona valenciana (Burriel, Rosselló, 2000).
A partir del siglo V, y en contextos cerámicos con presencia de DSP gris y ARS típica del siglo V, aparece otra producción a
mano/torneta (HW 8) parece que de origen murciano (Reynolds, 1993: 152-153). Se documenta en la ciudad de Valencia en
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contextos del siglo V, rellenos por encima del nivel de destrucción de un edificio público bajoimperial de la Almoina (Marín,
Ribera, 1999); en un contexto de mediados del siglo V en la villa romana de l'Horta Vella de Bétera (Jiménez et al., e.p.); y en
un contexto similar en Cullera (Rosselló, 2005: 42).
Por otra parte, nos parece muy significativa la ausencia de otra producción a mano/torneta, muy abundante y típica en contextos de mediados del siglo V en adelante, como son las llamadas cerámicas de Lípari (Fulford, Peacock, 1984).
La cerámica de cocina oriental está representada por dos ollas, o jarras según denominación de algunos autores (Uscatescu, 1996),
de la zona Jordano-Palestina. Están presentes en zonas litorales pero son poco habituales en zonas interiores. Nuestros ejemplares
tienen paralelos con tipos similares de Tarragona (TED'A, 1989: fig. 98,8), Marsella (CATHMA, 1991: fig. 21), Toulon (Berato et al.,
1986: fig. 25,33 ), Cartagena (Murcia, Martínez, 2003: fig. 8, 69), Santa Pola (Reynolds, 1993: 145, lám. 64, 869. MISC. 13 ), Xàbia
(Bolufer, 1994: fig. 4,2) y Valencia (Rosselló, Ribera, e.p.: cerámica de cocina nº 7; Ribera, Rosselló, e.p.: fig. 11, 6544-5).
Por lo que respecta a las ánforas, a pesar de su escasez, hay que destacar los ejemplares africanos del tipo Keay XXV que, a pesar
de fabricarse ya en la segunda mitad del siglo IV, son típicos principalmente del siglo V (Keay, 1984: 184; TED'A, 1989: 274-276),
y lo mismo se puede decir del ánfora tipo Spatheion, cuya cronología se centra en la primera mitad del siglo V (Bonifay, 2004: 125).
En cuanto al contenido de estos envases parece que transportaron conservas de pescado o aceite de oliva (Remolà, 2000: 133).
Los envase hispanos están representados por producciones béticas y lusitanas. El ánfora bética tipo Keay XIII C se documenta principalmente en contextos del siglo V (Remolà, 2000: 176), si bien ya empieza a producirse en el siglo IV, y su contenido era el aceite bético. Las ánforas lusitanas Keay XVI transportaban salazones y derivados, y tienen una amplia difusión principalmente en el siglo
IV, estando presentes, al menos, hasta mediados del siglo V (Remolà, 2000: 189). Del Mediterráneo oriental, contamos con dos
ejemplares del pequeño envase Late Roman Amphorae 3 / Keay LIV bis, producidos en el área occidental de la actual Turquía y
cuyo probable contenido era el vino. En occidente se constata principalmente en contextos del siglo V (Remolà, 2000: 209).
Analizados los materiales más significativos desde un punto de vista cronológico, proponemos una fecha para los niveles de
abandono de la villa romana de Els Alters de l'Énova, de la primera mitad del siglo V, preferentemente en el primer tercio.
II.3.5.- LOS HALLAZGOS MONETARIOS
Nuria Lledó Cardona y Antonio Sáez Landete
INTRODUCCIÓN
Las excavaciones llevadas a cabo en la villa romana de Els Alters (L'Ènova, Valencia) durante los meses de marzo-junio de 2004
recuperaron 55 monedas, que catalogamos al final del artículo. La práctica totalidad de estos hallazgos (49 piezas) pertenecen
al período en que la villa estuvo ocupada (siglos I-VI), y sólo un pequeño porcentaje son piezas extraviadas en frecuentaciones
del área cuando el asentamiento ya había sido abandonado (toda la información arqueológica de la villa citada en el texto ha
sido proporcionada por los técnicos y directores de la excavación, a quienes se la agradecemos). Es por ello que las monedas
recuperadas nos permiten acercarnos a la evolución del uso monetario en el yacimiento durante sus seis siglos de ocupación,
informándonos, como veremos, de factores como el ritmo de alimentación de la misma (que depende de la propia evolución
del yacimiento y de la política monetaria de Roma en cada período) o la procedencia de las monedas que llegaron a la villa
durante los períodos en los que la ceca de Roma no monopolizó la producción.
Debemos señalar que el estudio numismático se basa en la fecha de acuñación de los hallazgos, porque el análisis de los estratos en los que aparecen las monedas, como explicaremos con posterioridad, no aporta prácticamente ninguna información general, y sólo proporciona algunos datos puntuales destacados que subrayaremos más adelante.
EVOLUCIÓN Y CARACTERÍSTICAS DEL APROVISIONAMIENTO DE LA VILLA ROMANA DE ELS ALTERS
Los hallazgos monetarios de la villa de Els Alters nos permiten señalar un rasgo fundamental de su aprovisionamiento, en el que
debemos enmarcar el resto de las características del mismo: los hallazgos recuperados en el yacimiento nos permiten afirmar
que estuvo inserto durante toda su ocupación en los circuitos de abastecimiento monetario del Imperio, pues reflejan en todo
momento el desarrollo de la política monetaria de Roma en general y de la Tarraconense mediterránea en particular. Las figuras
1-3 (al final del texto, como el resto de figuras) nos permiten observar esta circunstancia. En la fig. 2, que recoge los índices de
monedas por año de los hallazgos encontrados en Els Alters, podemos observar que el perfil de hallazgos de la villa está en función de la evolución de la producción de las cecas imperiales, aunque mediatizado en ciertos momentos por las circunstancias
particulares de la villa. Así, la figura refleja las dos características principales de dicha evolución:
a) la estabilidad del aprovisionamiento durante el período altoimperial, sin episodios inflacionistas, propio del conjunto del
Imperio, que aparece con claridad en Els Alters. Estos índices no reflejan el volumen real de aprovisionamiento en ningún yacimiento, y nos informan básicamente de la estabilidad del mismo. No reflejan el volumen del circulante porque existen una
serie de circunstancias que infrarrepresentan los hallazgos altoimperiales en el conjunto de yacimientos del período, entre los
que destacan dos: en primer lugar, la coyuntura de estabilidad socio-política por la que atravesaba el Imperio en general y la
villa en particular, que reduce los estratos de abandono, relleno y colmatación existentes en ellos, estratos que concentran la
práctica totalidad de los hallazgos numismáticos de excavación; en segundo lugar porque, como consecuencia del cambio de
sistema monetario en el Imperio, a finales de la década de los años 60 del siglo III fueron retirados de la circulación los bronces altoimperiales que aún estaban en uso (Barrandon et al., 1981) de los que una gran parte eran del siglo II; ello reduce
el número de ejemplares de esta centuria que han podido llegar hasta nosotros.
Por tanto, los hallazgos recuperados en este período no dan idea del aprovisionamiento real en la villa, pero sí documentan
la estabilidad por la que atravesó, así como diferentes características propias de la evolución de la villa en los diferentes subperíodos, que relataremos al ocuparnos individualmente de los mismos.
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b) los repuntes inflacionistas bajoimperiales, evidentes en el perfil de hallazgos de la villa, en especial los dos más importantes, los experimentados en el Imperio dentro del período 253-284 y 337-364, también con las particularidades que señalaremos al comentar los
mismos, como el hecho de que este último momento inflacionista, aunque testimoniado en Els Alters, no presentó en ella la intensidad característica del mismo, lo que indicaría un fuerte descenso de la actividad de la villa en la segunda mitad del siglo IV.
La figura 3 permite comparar la evolución de los hallazgos de Els Alters con el conjunto de hallazgos romano-imperiales de
las áreas rurales de la Tarraconense y observar el gran paralelismo entre los dos perfiles que dibujan ambas áreas, indicando
una total inserción de la villa en los circuitos monetarios que aprovisionaron a la Tarraconense mediterránea durante todo el
período romano-imperial. Debemos inferir, a su vez, que la villa participó durante todo el período imperial de las corrientes
comerciales del área tarraconense mediterránea.
En este marco general de plena integración de la villa en los circuitos monetarios romano-imperiales debemos situar el resto
de rasgos de su circulación monetaria:
- El conjunto de hallazgos monetarios señalan como inicio de su ocupación el último tercio del siglo I, en consonancia con el
resto de testimonios arqueológicos. Ello viene determinado por las piezas más antiguas del conjunto de hallazgos, las monedas julio-claudias y flavias. Las primeras, presentes en Els Alters, lo están en porcentajes muy inferiores a los propios del período julio-claudio, lo que indica que la villa no estaría ocupada aún durante el mismo. Son las monedas flavias las que presentan ya índices normales para su período de emisión que, junto a la presencia de piezas julio-claudias en un pequeño número, situarían la ocupación de la villa, posiblemente, a finales del siglo I d. C.
- Debemos señalar la ausencia de ejemplares ibéricos entre los hallazgos del yacimiento, en consonancia con lo que ocurre en las
áreas rurales de la Tarraconense mediterránea. Así, la pervivencia de la circulación de monedas ibéricas durante los dos primeros
siglos está atestiguada con claridad en los ámbitos urbanos de la provincia (Lledó, 2004, 605), mientras que en los ámbitos rura-
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les son muy escasas ya en los estratos arqueológicos de inicios del período imperial (Lledó, 2004, 605 y 617). Esta diferencia se
explica, posiblemente, por la menor necesidad de numerario en las áreas rurales, que haría más selectiva la recepción de moneda.
- Los habitantes de la villa disfrutarían de un uso monetario importante desde su ocupación hasta, al menos, el siglo IV. Podemos
deducir este extremo a partir de diferentes indicios. Por un lado, el volumen de los hallazgos, 55 piezas, un número relativamente elevado para tratarse de un sólo yacimiento. Esto refleja la relevancia de la villa, constatada también por las características generales de su estructura. El conjunto de hallazgos es a la vez un testimonio más del arraigo del uso monetario en el
área rural de la tarraconense mediterránea.
- También en este sentido, la presencia en la villa de diversas monedas con valores fraccionarios, inferiores al as, del siglo I (fig.
6), momento en que estos se emitieron de forma generalizada, demuestra que la villa estaba bien monetizada, utilizando la
moneda propia de los pequeños intercambios cotidianos, los únicos que podían pagarse con este tipo de piezas de pequeño valor.
- Los hallazgos monetarios denotan un claro retroceso del la villa durante la segunda mitad del siglo IV. Aunque en el índice
alcanzado en este período se documenta un incremento (fig. 2), reflejando la gran inflación que experimentó todo el
Imperio en este momento (vid. las reformas numismáticas de este período en Burnett, 1987, 133), dicho incremento es
más débil que el registrado en el resto del litoral tarraconense (fig. 3). Si lo comparamos con el aumento que documentan
los yacimientos rurales de la tarraconense mediterránea (fig. 3), observamos que es inferior al que experimentan éstos y a
los índices del Imperio en general. Esto nos indica que, a mediados del s. IV, en la vida de Els Alters se dio en este momento un claro retrotraimiento. La villa no quedó abandonada pero su actividad experimentó un debilitamiento importante.
También en esta dirección apuntan el resto de indicios arqueológicos, que documentan un fuerte cambio en el uso de gran
parte de la villa, construyéndose, en el espacio de las termas de la misma, un torculario, por otro lado de gran tosquedad
técnica. Este empobrecimiento queda pues perfectamente reflejado en la debilidad con la que el asentamiento acusó la
fuerte inflación del período 337-364.
- Aunque los hallazgos monetarios posteriores al siglo IV son prácticamente inexistentes, debemos considerar que la villa continuó utilizando moneda durante el resto de su ocupación, hasta el siglo VI. La ocupación de Els Alters se mantuvo durante
la Antigüedad tardía, con un hábitat continuado hasta mediados del siglo V y frecuentaciones puntuales durante el siglo
siguiente, pero sus niveles de actividad no fueron comparables a los que experimentó la villa en época altoimperial. No obstante, no debemos deducir de ellos que la villa dejara de utilizar moneda en estos siglos. La casi total ausencia de hallazgos
de debe fundamentalmente a que la alimentación monetaria cesó casi por completo desde el año 408, momento a partir
del cual se aceleró la desestructuración político-administrativa del Imperio romano de Occidente, produciéndose el cese casi
total, aunque no absoluto, del aprovisionamiento monetario de la Península (Pereira et al., 1974, 301-302). Pero la arqueología, y las fuentes clásicas en algunos casos, testimonian que la mayor parte de los principales enclaves tarraconenses
(Barcino, Tarraco, Saguntum, Portus Ilicitanus, Carthago Noua) mantuvieron un dinamismo socio-económico destacado
durante el siglo V; la demanda de numerario que generaron las abundantes actividades económicas de estas ciudades fue
cubierta, según demuestran los contextos arqueológicos y tesoros formados en los siglos V y VI, mediante monedas acuñadas en el siglo IV e incluso en momentos anteriores, así como por piezas foráneas, básicamente de origen norteafricano, y
algunas emisiones peninsulares (Marot, 2000-2001), documentándose también un uso monetario en sus respectivas áreas
rurales, si bien más reducido. Debemos considerar así que en la villa de Els Alters, durante la Antigüedad tardía, la moneda
continuaría inserta en las actividades transaccionales de sus moradores, como indicaría el propio hallazgo de una emisión de
Teodosio de los años 408-435 (nº 49) recuperado en la villa.
- La procedencia de las piezas del período 337-364 (fig. 4), en el que más activas estuvieron las cecas del Imperio al margen
de Roma, demuestran que, al menos durante la etapa bajoimperial, la villa de Els Alters estuvo inserta en la corriente de alimentación monetaria tarraconense meridional, caracterizada por el predominio de los talleres orientales y de Roma, frente a
los talleres occidentales en general y galos en particular que parecen dominar el aprovisionamiento tarraconense septentrional
(sobre estas dos corrientes, vid. Lledó, 2004, 610-611).
HALLAZGOS MÁS DESTACADOS
Queremos destacar tres de los hallazgos numismáticos de la villa que presentan un interés especial:
- Sestercio de Nerón, tipo DECVRSIO (nº 2). Esta pieza posee un interés fundamentalmente tipológico, al tratarse de un ejemplar muy bien conservado y poseer un tipo de reverso de gran belleza. Presenta éste a Nerón con barba y coraza, y con manto
flotando al viento, montando caballo a derecha y sosteniendo lanza; a su lado cabalga un soldado, con vexillum sobre el hombro derecho. El ejemplar pertenece a la tercera emisión de Nerón de la ceca de Roma.
- Ae4 del siglo IV reacuñado (nº 44). Contamos en el yacimiento con un hallazgo monetario muy interesante. Se trata de una
pieza de imitación reacuñada en el siglo IV, sobre un ejemplar anterior, posiblemente una emisión de la familia de Constantino.
La reacuñación se realizó también como una pieza constantiniana, de Consatancio II, Constantino II o Constante, con el tipo
FEL TEMP REPARATIO. En la moneda es aún visible parte del anverso de la pieza que sirvió como cospel para la reacuñación,
pudiendo observarse una cabeza de emperador y parte de la leyenda (DN CON[…]). La técnica de la reacuñación es muy
tosca, de trazos muy esquemáticos, lo que denota su carácter no oficial. La pieza es sumamente interesante, testimoniando el
fenómeno de imitación de monedas oficiales del siglo IV, en especial del período 337-364, cuando la inflación fue tan acusada que se hizo perentorio incrementar el circulante, lo cual se consiguió en buena medida acudiendo, a la imitación de las acuñaciones oficiales (Bastien, 1985).
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- Ejemplar bracteado medieval (nº 50). Esta pieza es un ejemplar de gran rareza entre los hallazgos de la península Ibérica.
Se trata de una moneda de ar de muy pequeño módulo, con un peso también muy reducido (0,11 g) cuya característica
principal es su carácter bracteado, es decir, el estar acuñada sólo por una de las caras del cospel. La moneda posee una cronología medieval, tal vez del siglo XII, tratándose de una emisión de tipología religiosa propia de este momento y procedente del área centroeuropea.
LOS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS DE LOS HALLAZGOS MONETARIOS
En un principio, conocer el estrato de pérdida de una moneda recuperada en una excavación, como ocurre en el yacimiento que nos ocupa, puede proporcionar una información muy importante, pues nos indica el período en el que se extravió
la moneda y, con él, cuánto tiempo está en uso, en qué área se perdió, etc., de forma que, conociendo la composición
numismática de un estrato se puede obtener una radiografía de la masa monetaria circulante en el momento en el que
éste se formó. Sin embargo, en la práctica, casi ningún contexto puede considerarse válido, es decir, que pueda considerarse que la moneda recuperada en él se perdió en el momento en que éste se constituyó. La bibliografía inglesa, la que
más profundamente ha tratado este aspecto numismático, señala la dificultad de establecer contextos válidos, siendo necesario, para que lo sean, ser estratos formados con rapidez y estar compuestos por material arqueológico no amortizado,
esto es, en uso cuando el estrato se formó o en un momento inmediatamente anterior (Collins 1974, 183). Es fundamental el establecimiento correcto del momento de pérdida del hallazgo para elaborar una interpretación válida del circulante.
En la realidad arqueológica de los yacimientos, prácticamente ningún contexto reúne estas condiciones, pues casi todos los
estratos de los que queda constancia son estratos de relleno, amortización y destrucción, compuestos en su práctica totalidad por materiales removidos y amortizados.
Los contextos arqueológicos de la villa de Els Alters no son una excepción; las monedas proceden de 22 unidades estratigráficas, pero sólo 5 pueden considerarse fiables, todas ellas, como suele ser habitual en todos los yacimientos, del período bajoimperial. A pesar de las escasa unidades válidas, podemos obtener información relevante:
- UE 1144 (fiabilidad muy elevada). Esta unidad, sumamente interesante, responde al último nivel de uso del larario de la villa,
datado en la última parte del siglo IV. En ella se hallaron las siguientes piezas:
AUTORIDAD EMISORA
Constantino II o Constante
Ae 4. Constantino II, Constancio II o Constante
Ae 4. Constancio II
Ae 4. Constancio II
Ae 4. Constancio II
CRONOLOGÍA
347-348
Post. 348
352-355
348-361
348-361
Nº
41
44
45
47
48
Se recuperaron, pues, como refleja el cuadro, 5 monedas contemporáneas al momento de formación del estrato. Debemos
advertir que este conjunto no es característico de los conjuntos de pérdidas esporádicas en un estrato, que siempre incluye
piezas bastante anteriores al momento de cierre del mismo, pues el uso de las monedas se prolongaba en la Antigüedad
durante un largo período de tiempo (Casey, 1974, 38; id., 1986, 90; Harl, 1996, 1-2; Ripollès, 2002, 195-196). El hecho de
que las 5 piezas recuperadas en el último momento de uso del templete sean 5 monedas contemporáneas a dicho momento, junto con la naturaleza del estrato, como vimos, un larario, podrían indicar que la pérdida de estas piezas no fuera casual
sino que fueran depositadas en relación al carácter religioso del lugar en el que aparecen o que, debido a una pródiga frecuentación en el lugar, se produjeran en él pérdidas constantes; en este caso, el hecho de que no existan monedas anteriores al momento final de ocupación se explicaría por una frecuente limpieza del área, que permitiría recuperar únicamente las
últimas monedas extraviadas.
- UE 1341 y UE 1606 (fiabilidad media/elevada): la primera corresponde al relleno de la cloaca general de la casa, coincidiendo con el momento en que deja de usarse la villa como tal, a mediados del siglo IV. Aunque se trata de un estrato de relleno, las monedas en él recuperadas parecen testimoniar el uso contemporáneo a la formación del estrato, pues dos de ellas,
dos Ae 4, se acuñaron en ese período, entre el 347-350 (números 40 y 42 del catálogo), apareciendo de hecho poco gastadas, indicando que se extraviaron en el momento de la realización del relleno y confirmando a la vez la datación que los materiales cerámicos proporcionan a éste; la moneda restante es un antoniniano de Claudio II (nº 27), bastante gastado, cuyo tipo
es frecuente en los contextos del siglo IV debido a la profusión con que éste se acuñó; también podría ser éste el caso del
antoniniano de Galieno (nº 20) que apareció, muy gastado, en la UE 1606, un derrumbe de una de las habitaciones de la
villa datada en torno a la mitad del s. IV.
- UE 1160 y UE 1519 (fiabilidad media/elevada): estas dos unidades se formaron en un momento inmediatamente anterior al
estudiado supra, correspondiendo al nivel de incendio que precedió al derrumbe documentado en la villa a mediados del s.
IV. Los estratos deben datarse por tanto en la primera parte del s. IV. En ellos encontramos 5 antoninianos (números 17, 22,
23, 26 y 33). Los hallazgos reflejan, pues, el circulante de la villa anterior al derrumbe de mediados del IV, donde, según los
mismos, las monedas de esta centuria serían escasas, predominando los antoninianos de la centuria anterior. Esta composición monetaria es frecuente en las unidades del primer tercio del siglo IV, en el que las monedas acuñadas en esta centuria
aún no se habían incorporado de forma estable a la circulación de la Tarraconense, por el período de tiempo que tardaban en
llegar a la Península las distintas emisiones y porque la masa anterior en circulación, en especial los numerosos antoninianos,
disminuía la presencia porcentual de las nuevas emisiones.
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- Para finalizar, queremos destacar una unidad estratigráfica que posee una fiabilidad menor a las anteriores (media), por lo
que sólo podemos considerar la información que proporciona como indicativa, pero con suficiente probabilidad como para
ser señalada: se trata de la UE 1343, un estrato de uso del último momento de ocupación estable de la villa, que debemos datar en torno a mediados del siglo V; las monedas que en él aparecen podrían haber estado en uso a finales del
siglo IV- primera mitad del s. V, aunque no es posible eliminar una cierta posibilidad de que alguna de ellas sea una intrusión. Las piezas recuperadas son 3 antoninianos (números 29, 31 y 32), todos con un grado de desgaste elevado. Como
decíamos al estudiar los hallazgos por su fecha de emisión, tras el cese del aprovisionamiento a la Península a principios
del siglo V, la villa debió de seguir utilizando las abundantes monedas del último tercio del siglo III y las acuñaciones del
siglo IV, y tal vez, como parece indicar este estrato, las primeras en especial, más numerosas que las del siglo IV como consecuencia de la desaceleración económica de la villa en esta última.
Fig. 1. Evolución de los hallazgos monetarios de Els Alters.
Fig. 2. Evolución del índice de monedas/año de Els Alters.
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Fig. 3. Comparación entre la evolución del índice de monedas/año de los hallazgos monetarios de Els Alters y del área rural de la Tarraconense. Los índices de la
Tarraconense están tomados de Lledó, 2004; los índices de Els Alters aparecen multiplicados por 10 para facilitar la comparación de la evolución de los perfiles.
Fig. 4. Procedencia por áreas de los hallazgos determinados del período
337-364 recuperados en la villa de Els Alters.
Fig. 5. Procedencia por cecas de los hallazgos determinados del período 337-364 recuperados en la
villa de Els Alters.
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Fig. 6. Denominaciones de los hallazgos altoimperiales de la villa de Els Alters..
CATÁLOGO
El catálogo, ordenado cronológicamente, sigue la siguiente estructura:
- Número de orden de la moneda, en correspondencia con la imagen. Cronología de la moneda. Ceca de emisión.
Denominación. Metal. Referencia bibliográfica
Peso (en gramos). Posición de cuños (en horas). Grado de desgaste. Unidad Estratigráfica en la que apareció la moneda (UE)
Alguno de los campos puede estar ausente si no es posible determinarlo.
Agradecemos profundamente a Pere Pau Ripollès los consejos proporcionados en la catalogación.
- 1. Augusto. 27 a. C.-14 d. C. Patricia. Semis. Ae. RPC, 130
4,52 g. 9 h. Bastante gastada. UE 1208. Sector C. Junto a basamento exterior del templete.
- 2. Nerón. Ca. 64 d. C. Roma. Sestercio. Ae. RIC I, 172
27,94 g. 6 h. Gastada. UE 1004. Sector C
- 3. Nerón. ca. 66. Lugdunum. As. Ae. RIC I, 534
10,82 g. 6 h. Bastante gastada. UE 1004. Sector B.
- 4. Período julio-claudio. 27 a. C.- 41 d. C? Provincial? As partido. Ae
7,47 g. Posiblemente muy gastada. UE 1534
- 5. Período julio-claudio? 27 a. C.- 41 d. C? Provincial? Cuadrante. Ae
2,16 g. Muy gastada. UE 1258. Sector A
- 6. Domiciano. 81 d. C. Roma. As. Ae. RIC II, 238
12,87 g. 5 h. Bastante gastada. UE 1001
- 7. Trajano. 98-117. Roma. As. Ae
10,55 g. 7 h. Bastante gastada. UE 1004. Sector A
- 8. Trajano. 98-117. Sestercio. Ae
22,90 g. Bastante gastada. UE 1208. Sector C
- 9. Adriano. 125-128. Roma. Sestercio. Ae. RIC II, 634 ó 635
23,45 g. 5 h. Muy gastada. UE 1086
- 10. Adriano. 134-138. Sestercio. Ae. RIC II, 970
28,13g. 11 h. Bastante gastada. UE 1086. Hab. 1007-1010
- 11. Antonino Pío. 138-161. As. Ae
9,58 g. 6 h. Muy gastada. UE 1079. Sector A.
- 12. Marco Aurelio divinizado (reinado de Cómodo). 180-192. Roma. Sestercio. Ae. RIC III, 654
23,87 g. 6 h. Bastante gastada. UE 1208. Sector C. Tierra gris. Contacto C-1 y C-2
- 13. Marco Aurelio o Cómodo. 180-193. Dupondio. Ae
9,62 g. 11 h. Muy gastada. UE 1451. Sector B. Hab. 14
- 14. Julia Mamea (reinado de Alejandro Severo). 222-235. Sestercio. Ae. RIC IV, II, 708
21,70 g. 1 h. Bastante gastada. UE 1101. Sector B. Hab. 14.
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- 15. Gordiano. 238-244. Sestercio. Ae
17,81 g. 1 h. Muy gastada. UE 1451. Sector B. Hab. 14
- 16. Galieno (reinado conjunto con Valeriano). 253-260. As. Roma. Ae. RIC V, I, 265
9,61 g. 6 h. Poco gastada. UE 1093. Sector B.
- 17. Salonina (reinado conjunto de Valeriano y Galieno) 253-260. Roma. Antoniniano. Ae RIC V, I, 29
2,99 g. 6 h. Gastada. UE 1519. Sector B. Hab. 13.
- 18. Salonino (reinado conjunto de Valeriano y Galieno). 258-259. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 26
3,53 g. 7 h. Gastada. UE 1004
- 19. Galieno (reinado en solitario). 267-268. Antoniniano. Ae
1,85 g. 4 h. Muy gastada. UE 2004. Sector B
- 20. Galieno. 253-268. Antoniniano. Ae
2,30 g. 6 h. Bastante/muy gastada. UE 1606. Pasillo oeste
- 21. Galieno. 253-268. Antoniniano. Ae
3,55 g. Gastada/bastante gastada. UE 1343
- 22. Galieno (reinado en solitario). 260-268. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 585 (variante: marca en el campo derecho)
2,96 g. 6 h. Poco gastada. UE 1160. Sector B
- 23. Galieno (reinado en solitario). 260-268. Roma. Antoniniano. Ae. CUNETIO 1303.
2,90 g. 12 h. Gastada. UE 1519. Sector B. Hab. 13
- 24. Salonina (reinado de Galieno en solitario). 260-268. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 25.
3,49 g. 11 h. Poco gastada. UE 1018
- 25. Galieno o Claudio II. 253-270. Antoniniano. Ae
2,68 g. 6 h. Gastada. UE 1151. Sector B.
- 26. Claudio II. 268-270. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 53
1,97 g. 6 h. Gastada. UE 1160. Sector B.
- 27. Claudio II. 268-270. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 48
3,55 g. 6 h. Bastante gastada. UE 1341
- 28. Claudio II. 268-270. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 48
2,50 g. 12 h. Bastante gastada. UE 1106. Sector B
- 29. Claudio II. 268-270. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, I, 86 u 87
2,10 g. 5 h. Muy gastada. UE 1343
- 30. Claudio II (póstuma). Post 270. Antoniniano. Ae. Imitación
1,44 g. UE 1151
- 31. Claudio II (póstuma). Post 270. Antoniniano. Ae
1,74 g. 12 h. Bastante gastada. UE 2004. Sector B
- 32. Claudio II. Póstuma. Post 270. Antoniniano. Ae. Imitación
2,33 g. 6 h. Bastante gastada. UE 1343. C-5.
- 33. Probo. 276-282. Roma. Antoniniano. Ae. RIC V, II, 200.
3,98 g. 12 h. Bastante gastada. UE 1519. Sector B Hab. 13
- 34. Diocleciano. Ca. 303. Carthago. Radiado. Ae. RIC VI, 37a
2,56 g. 12 h. Poco gastada/gastada. UE 1086
- 35. Constantino I. 315-316. Arelate. Nummus. Ae. RIC VII, 56 (variante -la leyenda de reverso de la pieza catalogada es SOLI
INVIC-TO COMITI y no SOLI INV-I-CTO COMITI-)
2,74 g. 12 h. Poco gastada. UE 1334. Sector B. Balsa Patio
- 36. Constantino I. 318-320. Nummus. Ae
3,09 g. 6 h. Muy gastada. UE 1004. Sector B.
- 37. Constantino I. 313-337. Nummus. Ae
3,52 g. 11 h. UE 1001
- 38. Crispo. 321. Arelate. Nummus. Ae. RIC VII, 244 - En este tipo existe una errata, pues la leyenda de reverso no es VOT
V, como figura en el catálogo, sino VOT X.2,38. 6 h. Poco gastada. UE 1344
- 39. Constantino II, Constancio II o Constante. 340. Nicomedia. Ae 4. Ae
1,11 g. 10 h. Gastada/bastante gastada. UE 1086. Sector B. Hab. B-9
- 40. Constantino I divinizado (reinado de Constantino II). 347-348. Ae 4. Ae
0,85 g. 12 h. Poco gastada/gastada. UE 1341
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- 41. Constancio II o Constante. 347-348. Antioquia. Ae4. Ae. RIC VIII, 113 o 115
1,35 g. 5 h. Bastante gastada. UE 1144.
- 42. Constantino I divinizado (reinado de Constantino II). 347-350. Constantinopla. Ae 4. Ae. RIC VIII, 37
1,49 g. 7 h. Poco gastada/gastada. UE 1341
- 43. Constante. 348-350. Roma. Ae3. Ae. RIC VIII, 109.
6,56 g. 3 h. Gastada. UE 1086. Sector B. Hab B-9
- 44. Constancio II, Constantino II o Constante. Post. 348. Ae4. Ae. Imitación. Reacuñación.
1,30. 1 h. Gastada. UE 1144.
- 45. Constancio II. 352-355. Roma? Ae4. Ae. RIC VIII, 272?
2,25 g. 7 h. Bastante gastada. UE 1144.
- 46. Constancio II? 348-361. Ae4. Ae
1,80 g. 6 h. Muy gastada. UE 1004. Sector C
- 47. Constancio II. 348-361. Ae 4. Ae
2,72 g. 4 h. Bastante gastada. UE 1144. Sector C.
- 48. Constancio II. 348-361. Ae 4. Ae
1,85 g. 6 h. Bastante gastada. UE 1144. Sector C.
- 49. Aelia Placidia (reinado de Teodosio II). 408-435. Constantinopla. Ae 3. Ae
5,15 g. 12 h. Gastada. UE 1284. Sector B. Moneda en vano cegado. En 1104. M. 106 (mosaico)
- 50. Período medieval. S. XII? Centroeuropea. Ar
0,11 g. UE 1004. Sector C.
- 51. Felipe IV. Valencia. Diner. Ae
0,76 g. 5 h. Muy gastada. UE 1001
- 52. 1ª República. Gobierno provisional. 1868. 5 céntimos. Ae
4,03 g. Sin contexto
- 53. Incierta. Ae
2,22 g. Muy gastada. UE 1149. Junto a registro
- 54. Incierta. Ae
2,53 g. Muy gastada. UE 1085. Sector A
- 55. Incierta. Ae
1,57 g. UE 1151.
II. 4.- EL ABANDONO DE LA VILLA Y LA OCUPACIÓN PUNTUAL
R. Albiach, A. Gallego, E. García-Prósper.
Tras un largo siglo de reutilización de la villa, los datos arqueológicos nos evidencian que durante el primer tercio del siglo V dC
finalizó la actividad general en ella produciéndose posteriormente el desplome de gran parte de la techumbre, perfectamente
documentado gracias al hallazgo de los derrumbes de las cubiertas y de los muros de las edificaciones. Este fenómeno se observó mayoritariamente en la zona porticada del patio y en las habitaciones de sus lados sur y oeste.
Con posterioridad a este suceso, se abrió un nuevo episodio que abarcó varias centurias de ocupación puntual en determinadas zonas donde pequeños atisbos de vida y actividad se desarrollaron sobre todo en la zona occidental de la villa.
La visión del peristilo y las habitaciones se emboscó por el conjunto de tejas que los cubrían, las balsas quedaron en desuso a
partir de este momento, mientras que el antiguo canal que aprovisionaba de agua a la zona de trabajo de la villa se mantuvo
visible y en buen uso. El frigidarium de las termas, abastecido por el gran canal, fue utilizado con una nueva actividad hasta
mediados del siglo VI dC.
Se excavaron silos para almacenar grano y se realizaron largas zanjas de expolio que atravesaban de este a oeste la superficie
de la casa con el fin de obtener materiales para nuevas construcciones, de la misma forma que se documentaron varias fosas
basurero de grandes dimensiones.
En una fase posterior, y a lo largo de la Antigüedad Tardía, la zona anexa al gran canal se transformó en un campo de cultivo caracterizado por la construcción de dos acequias de riego perpendiculares a este canal y abastecidas por él. En el interior del canal se construyó con sillares de arenisca una estructura relacionada con el sistema hidráulico de impulso y distribución del agua.
Tras estos últimos usos agrícolas la zona pasó a tener una nueva concepción como lugar de enterramiento durante los siglos XI y XII.
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LA PLANTA DEL ABANDONO. MEDIADOS DEL SIGLO V D.C. ANTIGÜEDAD TARDÍA. NECRÓPOLIS ISLÁMICA
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II.4.1.- EL FIN DE LA VILLA
• EL DERRUMBE DE TEJADOS Y PAREDES
El espacio que ocupaba el patio y las habitaciones que lo rodeaban, fueron cubiertos por el derrumbe de la techumbre y paredes de la casa.
Este nivel de hundimiento estaba compuesto por una tierra areno-arcillosa de color rojizo, (UE 1086), procedente del tapial de
los muros y abundante material de construcción, tegulae e imbrex, procedentes del tejado. Este panorama se encontraba en
todo el pórtico y en las estancias que se abrían alrededor del patio, a excepción de los ámbitos abiertos y semiabiertos como
el jardín, el pasillo sur, el porche, el corredor oeste y la pars rustica. En cuanto al área termal alternaron la cubierta de tejas con
soluciones abovedadas.
En el derrumbe del techo se encontraron mayoritariamente tejas planas, tegulae, de forma rectangular y con un resalte en
los lados largos de la pieza. Éstas se disponían horizontalmente y sobre su unión se colocaba una teja curva o imbrice para
impermeabilizar, que también se han documentado pero en menor número. Aunque la proporción de estas tejas curvas era
menor, su escasa presencia tal vez se debiera a un aprovechamiento de las mismas por la población islámica que habitaba
en las inmediaciones.
La excavación de este nivel aportó interesantes datos tales como la disposición de la techumbre en la zona del porticado que
tenía una única inclinación hacia la balsa central. Además, pudo documentarse la presencia de una segunda altura por la existencia de un suelo fragmentado, de opus signinum, hallado sobre el suelo de dos habitaciones de la planta baja.
Así mismo, se recuperaron fragmentos de vidrio pertenecientes a las ventanas, que han sido estudiados por Sánchez de
Prado en este mismo libro, así como, numeroso material cerámico que ha permitido aportar una datación para el derrumbe en la segunda mitad del siglo V d.C estudiado por Rosselló Mesquida, y cuya aportación también se encuentra en esta
publicación.
Vista general del derrumbe de la techumbre de la zona occidental de la casa.
• LOS SILOS
La primera actividad documentada en la villa con posterioridad al derrumbe de la cubierta fue la construcción de silos que se
extendían a lo largo de toda la superficie excavada. Se encontraron 17, de los cuales 9 se agrupaban en la zona oeste de la villa
y el resto estaban dispersos por la zona central y este de la misma. Eran estructuras excavadas en la tierra, de planta circular y
sección en U, con un diámetro que oscilaba entre 0,50 y 1,67 m y una profundidad entre 0,70 y 1,20 m. La función de estas
estructuras era la de almacenar grano, y dada su dispersión, en ocasiones serviría para esconder parte de la producción.
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En dos de los silos se encontró la peculiaridad de la existencia de dos piedras circulares planas colocadas en el centro de su
fondo, verticalmente, y falcadas en la base mediante pequeñas piedras y otros materiales de construcción. Esta colocación intencionada indujo a pensar con la compartimentación del espacio dentro del silo.
Un conjunto de silos situados en la parte noroeste de la excavación.
Los materiales cerámicos que amortizaron estas estructuras nos ayudaron a determinar una cronología relativa para el momento
de construcción ya que carecemos de otros elementos para su datación absoluta. De este modo quedó establecido su momento de construcción entre mediados V d.C, momento de último uso de la villa, e inicios del siglo VI en que se amortizan los silos.
En general, los rellenos que inutilizaban estos silos presentaban características similares consistentes en una tierra negra con
abundancia de carbones y fauna, mucha de ella quemada, todo ello acompañado de fragmentos cerámicos y piedras de mediano y pequeño tamaño.
• LAS FOSAS BASURERO Y ZANJAS DE EXPOLIO
Al mismo tiempo que se construyeron los silos, en la zona central de la casa se hicieron fosas para enterrar materiales y desechos
orgánicos y también se realizaron grandes zanjas para el expolio para conseguir materiales de construcción.
Las primeras eran de gran tamaño y, en ocasiones, ocupaban gran parte de una habitación. Sus rellenos estaban conformados
por una tierra de textura areno-arcillosa con la característica coloración oscura producida por la descomposición de la materia
orgánica. De entre el material cerámico recuperado destacaba la presencia de fauna mezclada con abundantes fragmentos de
mortero y enlucido, así como diversos trozos de cerámica de cocina e importaciones africanas estudiadas por Rosselló Mesquida
en el trabajo que se incluye en este libro.
Las zanjas de expolio halladas fueron dos y eran de forma alargada. Éstas atravesaban varias estancias y rompían sus muros.
Tenían unas dimensiones entre 6 y 9 m. de longitud, con una anchura de 2,5 m. y 1 m. de profundidad. La tierra que las rellenaba era areno-arcillosa y con poco material cerámico y de construcción.
• LA ZONA DE USO AGRÍCOLA
El extremo oeste de la villa fue utilizado con posterioridad al momento de creación y amortización de los silos como una
zona de uso agrícola. Hemos documentado un espacio de 400 m2 que se prolongaría hacia el oeste y el norte por debajo de la cata arqueológica.
Para poner en explotación esta zona se reutilizaron viejas estructuras de época imperial, y, al mismo tiempo, se hicieron otras nuevas
con el fin de crear un sistema de regadío caracterizado por la presencia de acequias que recibían el agua desde el canal grande.
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Una construción colocada en el interior del canal favorecía la elevación de las aguas y facilitaría su derivación hacia las
canalizaciones para poder regar los campos colindantes. El conjunto conservado consistía en dos alineaciones de piedras
dispuestas de forma paralela, construidas a base de bloques de arenisca trabados con tierra arcillosa y piedras pequeñas.
Junto a estos dos muretes, hacia el oeste, había un basamento hecho de sillares y piedras reutilizadas, entre las que destaca una estela funeraria. Además, un gran cimiento de piedra caliza situado al este de los muros, completaba esta estructura hidráulica.
Los restos de una construcción hidráulica situada en el interior del canal.
Este sistema suministraba el agua a las dos acequias situadas al norte del gran canal. Estaban distribuidas de forma paralela, con una orientación norte-sur y una pendiente hacia la parte septentrional. La distancia entre ellas era de 8 a 9 m. El
agua que discurría por ellas derivaba hacia los campos colindantes para su riego. Estaban construidas con hormigón de cal,
tanto en las paredes como en su base, y restos de sillares y fragmentos de dolium reutilizados. La superficie cultivada se
prolongaba por debajo de los cortes oeste y norte de la excavación, evidenciándose que la zona de riego era mayor. Ambas
canalizaciones se construyeron sobre los estratos de amortización de la villa y también sobre los rellenos de los silos datados a finales del siglo V.
Al este de la zona descrita, se construyó un tercer canal, excavado en la tierra, que desde el gran canal dirigía sus aguas hacia
el alveus del área termal. Esta agua quedaba retenida en la piscina y no sabemos con que uso se emplearía, si sería de igual
modo para el riego o para alguna actividad artesanal porque no disponemos de elementos que puedan verificar esta reutilización. Lo que se pudo determinar era hasta que momento estuvieron en uso tanto la piscina como el gran canal. Aunque este
último tenía un nivel de colmatación compuesto por un amplio conjunto de materiales de época imperial, la presencia de cerámicas de los siglos V y VI sitúan el momento final. El conjunto cerámico, (UE 1085), recuperado en esta estructura absidial aporta una cronología de mediados del siglo VI d. C, estudiada por Rosselló Mesquida en su capítulo.
• EL ÁREA DE ENTERRAMIENTO
La ocupación puntual y la explotación agrícola de esta parte de la antigua villa finalizó a lo largo del siglo VI. Con posterioridad
a este momento no se documentó ningún vestigio de continuidad.
Sin embargo, será en época islámica cuando, de nuevo, la zona vuelva a tener presencia humana, aunque sea en forma de
enterramiento. Esta necrópolis se ubicó en el extremo oeste de donde estuvo la hacienda y no muy lejos del lugar donde vivieron y trabajaron estos hombres y mujeres allí enterrados, una alquería de los siglos XI-XII, tal y como ha corfirmado la datación
radiocarbónica realizada a partir de los restos óseos antropológicos estudiados. La prospección superficial de los alrededores de
la villa llevada a cabo antes del inico de la excavación mostró la presencia de material islámico al norte del cementerio actual
de l'Enova, al este de donde se halló posteriormente esta necrópolis.
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II.4.2. LOS TESTIMONIOS MEDIEVALES EN LA ZONA
Joan Català i Cebrià
MARCO TERRITORIAL DE L'ÉNOVA, EXTENSIÓN Y ORÍGENES
El antiguo territorio de l'Énova parece ser que era un remoto distrito castral, mucho más extenso que el término municipal actual, que
desde el Bronce Valenciano hasta la época romana tendría los siguientes límites: al sur confrontaba con el término particular de la ciudad de Saetabis; por el oeste confinaba con la antigua demarcación castral de Castelló de Xàtiva, cuyo castillo se encontraba en la cima
de el Castellet de Castelló, erróneamente conocido com el “Castellet de Senyera” (Martínez Pérez, 1984), actuando la Via Augusta o
Carretera de Xàtiva como frontera; por el este incluiría toda la Serra del Realenc, por donde limitaba con otro posible territorio castral, el
de la Valldigna; y por el norte llegaría hasta Alzira y el Xúquer, la frontera natural que separó la Edetania y la Contestania, y las provincias
tarraconense y cartaginense, un río hasta donde llegaba el antiguo Término General de la Saiti ibérica, la Saetabis romana y la Sáteba
musulmana, la poderosa ciudad a la cual pertenecían todos estos distritos castrales menores emplazados al sur del Xúquer.
Probablemente a partir de los Reinos de Taifas musulmanes, esta demarcación se redujo por el norte a causa de la independencia de
la floreciente ciudad de Alzira, retrocediendo entonces la frontera setabense, y enovense, desde Alzira hasta La Pobla Llarga, una nueva
línea fronteriza que seccionaba este término municipal por la mitad y que iba desde su actual casco urbano hasta el extremo norte de
la pertenencia de El Realenc, quedando el término de Carcaixent a la parte de Alzira, según describe una concordia de términos entre
las ciudades de Xàtiva y Alzira de 1323 (Pergamino 11/7). Es decir, que este distrito castral de l'Énova comprendió, hasta la abolición de
los antiguos Furs valencians: toda la heredad de El Realenc, junto con sus montañas; todo el término de Rafelguaraf, con los antiguas
alquerías de El Tossalet, Berfull, Palmella (ahora El Riurrau) y El Rafalet (ahora La Parda); todo el término de l'Énova, con las alquerías
de Sanç y Sant Vicent; parte del término de Manuel, con las alquerías de l'Abat, Torreta, Faldeta y La Riba; parte del término de Sant
Joan de l'Énova, con la alquería de Vilanova; y parte del término de La Pobla Llarga, con las alquerías de Vistabella y Montflorit.
Esta primitiva demarcación estuvo controlada desde la prehistoria por los sucesivos poblados fortificados y recintos defensivos
que se instalaron en lo más alto de la Serra de l'Énova, una estratégica elevación que se alza junto a l'Estret de Manuel, la salida del Riu d'Albaida a la llanura del Xúquer, la via natural más cómoda para conectar las montañas meridionales valencianas con
esta inmensa planicie. Estos centros de control territorial de altura han sido los siguientes:
El asentamiento más antiguo, el Castellet de Sanç, se remonta a la Edad del Bronce y se situaba en el alto del mismo nombre, fácilmente identificable por haberse emplazado en su cumbre un enorme depósito redondo de aguas potables, cuya construcción arrasaría sus
últimos vestigios; en la etapa ibérica el poblado principal, el Alt de Valiente, se ubicaba en la cima contigua, más cercana al pueblo de
Manuel, donde hay instalada una granja (García y Serrano, 1986); a la época romana pertenecen unos restos que se descubrieron en
la cumbre del primer alto, donde parece ser que se conservó, después del típico desencastillamiento, un recinto defensivo, que sería la
base de la fortificación que en época musulmana se conocía como el Castell de l'Énova, en época medieval cristiana como el Castellnou,
y últimamente sus ruínas recibían el nombre de Castellet de Sanç, por estar situado justamente arriba de este barrio de l'Énova.
Límites del antiguo término castral de l'Énova, que seguramente rigieron desde los Reinos de Taifas árabes hasta la abolición de los Furs valencians.
TÉRMINO GENERAL DE XÀTIVA
A- Término castral de L'Énova
B- Término castral de Castelló
C- Término castral de Sumacàrcer
D- Término particular de Xàtiva
E- Término castral de La Valldigna
1- Castillo de l'Énova
2- Castillo de Castelló
3- L'Énova
4- Manuel
5- Rafelguaraf
6- Castelló
7- Senyera
8- Sant Joan
9- La Llosa de Ranes
10- La Torre d'En Lloris
11- Barxeta
TÉRMINO GENERAL DE ALZIRA
12- La Pobla Llarga
13- Gavarda
14- Alberic
15- Cogullada
16- Benimuslem
17- Carcaixent
18- La Barraca
Además de esta noble villa de Els Alters y de las conocidas lápidas procedentes de la misma, se han encontrado, en este antiguo distrito castral de l'Énova, diferentes restos arqueológicos de la época romana, como un sello del siglo I aC (Corell, 1994); unas canteras d'extracción de mármol, les Pedreres dels Quatre Camins; o unos surcos en las rocas producidos por el paso de ruedas de carros,
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conocidos como les Carrilades del Colla(d)o (Catalá y Sànchis, 2001). También la toponimia refleja esta intensa romanización; así
tenemos el mismo nombre de Énova (correctamente con acento cerrado, pero oficializado erróneamente Ènova, con acento abierto), que proviene del latín janua, ‘puerta' (Coromines, 1995); y dos topónimos tardorromanos hoy desaparecidos, Palmella, diminutivo del latín palma (Morabati, 1415), localizado junto a El Riurrau, barrio de Rafelguaraf; y Sac Biyens (Martínez, 1934), deformación
arabizada de Sanct Vicents o ‘Sant Vicent' (Coromines, 1995), topónimo inubicado del término de l'Énova que podría localizarse, como
explicaremos al final, en esta villa romana, la cual se situa en la partida de Els Alters, concretamente en la zona de Les Paretetes, un
paraje cuyo nombre hubiera designado más correctamente su ubicación y hubiera reflejado mucho mejor su denominación popular.
L'ÉNOVA MUSULMANA
El Término General de Xàtiva, y por tanto el distrito castral enovense, llamado ahora Aljama de Yánuba, sería conquistado, no
mediante capitulación, sino por las armas de árabes y de tribus bereberes del norte de África el 712, sólo un año después de
su entrada en la península. Una de las principales familias invasoras procedentes de Arabia, los Mufáwis, noble estirpe de orígen
yemenita, además de dominar los cargos públicos de la ciudad de Xàtiva durante los cinco siglos de presencia musulmana en
ella, se reservó la propiedad exclusiva de este distrito castral de l'Énova (Rubiera y De Epalza, 1987).
Durante el Emirato Dependiente (712-756), que no
llegó a perdurar medio siglo, esta tribu de los
Mufáwis, descendientes de una arraigada cultura
pecuaria, centraría sus intereses sobre todo en la
ganadería, actividad a la que se dedicaría en un principio la mayor parte de la población nativa. Estos
autóctonos, seguramente de creencias paganas y
cristianas, no tardarían mucho en abrazar el islam,
los primeros porque eran perseguidos y los segundos porque, aunque la práctica de su fe era permitida, estaban obligados a pagar unos impuestos adicionales que se eximían con la conversión, la cual
permitía un interesante ascenso social.
Riu d'Albaida y azud de la Séquia Comuna de l'Énova, junto al lugar de la Torre d'En Lloris. Al
fondo la cara posterior de la Serra de l'Énova.
Durante el Emirato Independiente (756-929) empezarían a construirse las primeras acequias, primeramente en los distritos colindantes, tanto el de Castelló
de Xàtiva, que tomaba sus aguas del Riu d'Albaida,
como el de la propia Xàtiva, que captaba las suyas del
Riu dels Sants de Canals (González, 1999). Estos sistemas de riegos posiblemente fueron diseñados por
los expertos agricultores egipcios que habían llegado
a estas tierras el año 743, en una posterior oleada de
colonos que arraigó por estas tierras (Soler, 1998).
Durante el Califato de Córdoba (929-1031), los poseedores de l'Énova, la familia de los Mufáwis, viendo el benificio que comportaba la agricultura de regadío en las tierras limítrofes, decidirían abrir, desde una cota más alta del Riu d'Albaida, un sistema
de riego propio, la Séquia Comuna de l'Énova, un canal que abastece estas tierras, topográficamente un poco más elevadas que
las de Castelló. Esta nueva acequia se convertió en el eje central de una gran prosperidad, reflejada en la aparición de nuevas
colonias agrícolas junto a su trazado, como pudieran ser las de Faldeta, Torreta y L'Abat, en el municipio de Manuel; Sanç y Sant
Vicent, en la propia l'Énova; Berfull i El Rafalet, en el término de Rafelguaraf; o Vistabella y Montflorit, en el término de La Pobla
Llarga. Algunos de estos asentamientos serían antiguos rahales, una palabra árabe que significaba originariamente ‘redil', pero
que pasó a designar estas nuevas explotaciones de regadío que solían tener como denominador común su pertenencia a la aristócratas, como eran los descendientes de los Mufáwis, una estirpe de raza árabe que daría nombre al pueblo contiguo de
Rafelguaraf, antiguamente Rafalgárab, que significa ‘Rahal (del) árabe'. Estos rahales particulares se contraponían, al menos por
esta zona, a la alquería, del árabe qarîya, ‘finca agraria', otro tipo de explotación más popular y cooperativista que cotizaba directamente al estado islámico y que se caracterizaba normalmente por estar cultivada por clanes familiares, los cuales ponían nombre a estas propiedades utilizando el nombre de su clan, precedido del prefijo árabe beni-, que significaba ‘hijos de' o ‘descendientes de'.
Durante las Taifas (1031-1244), pese a la general fragmentación territorial, la sociedad de este Término General de la Sáteba
musulmana, donde se incluía l'Énova, alcanzó su máximo apogeo. En el ámbito cultural florecieron, por ejemplo, la escuela del
acreditado sabio Jáfar Mufáwis, fallecido en el 1021, o el distinguido poeta de la Corte de Denia, Ibn Khalsa el Ciego, nacido en
l'Énova. En la agricultura se introdujeron nuevos cultivos como la morera y el arroz, bases de la elaboración industrial de la seda y
el papel, respectivamente, productos que dieron gran renombre a Xàtiva, pionera de la fabricación papelera en Europa, unos cultivos estos que sustituyeron a otros tan arraigados com el del lino, que tanta fama proporcionó a la Saetabis romana y sus prestigiosos pañuelos, alabados por el poeta Valerio Catulo (Ventura, 1972). A este esplendor le sucedió una progresiva decadencia que
empezó con el caos que supuso la irrupción en el poder de las sectas almorávides y almohades, intolerantes fanáticos religiosos
que expulsarían a los reducidos grupos de mozárabes y judíos que quedarían en la ciudad de Xàtiva y que, además, dividieron sus
territorios, convirtiéndolos en frágiles reinos. Más tarde su situación económica se agravó con las fuertes obras de defensa que se
acometieron para preservarse de las hostilidades de los reinos cristianos del norte a los que debían pagar enormes sumas para
no ser invadidos, cantidades que dejaron arruinados, económica y militarmente, a estos pequeños reinos que acabaron sucumbiendo, en este caso concreto, el 22 de mayo de 1244, cuando encontramos a un tal “Almofois” o ‘Al-Mufáwis', seguramente descendiente de nuestros conocidos Mufáwis, pactando con el rey Jaime I el sometimiento de Xàtiva (Soldevilla, 1971).
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L'ÉNOVA CRISTIANA, GÉNESIS Y PRIMEROS DOCUMENTOS HISTÓRICOS
Aunque un sector de la población musulmana, seguramente el más poderoso, huyó a consecuencia de la conquista, la mayor
parte de la misma permaneció en estas tierras cotizando al nuevo reino cristiano y cohabitando con los invasores, inicialmente
minoritarios. Al principio esta convivencia estuvo repleta de continuas y violentas tensiones, y como prueba de ello tenemos una
expulsión que decretó Jaume I a los cuatro años de ocupación, en 1248, año en que aparece, por primera vez en el Llibre del
Repartiment (la principal fuente de información cristiana), el territorio del Castell de l'Énova o “Término de Yénova”, como se le
denominaba en las primeras donaciones (Cabanes y Ferrer, 1979), un distrito castral que se repartió entre 1248 y 1249, justo
en el momento de esta expulsión islámica que, como veremos, sólo fue parcial.
Este valioso documento nos proporciona datos muy interesantes
sobre la cantidad de tierra entregada y sobre el orígen de sus nuevos dueños. Así vemos que en el primitivo territorio de l'Énova, de
las 210 jovades o yugadas (7.560 hanegadas) que irrigaba originariamente la Séquia Comuna de l'Énova, aparecen repartidas en este
documento unas 105 jovades o 3.780 hanegadas, es decir, la
mitad, y también constan unas 5 jovades más o 180 hanegadas
que se precisa que son de secano, las cuales se plantaron de viña,
cultivo que los cristianos parece que pretendieron potenciar.
En el Llibre del Repartiment no se registran los nombres del grupo
humano más humilde, el de los colonos, pero sí se especifican en
este distrito castral de l'Énova 20 linajes, seguramente de caballeros más o menos acomodados, que por sus apellidos podemos
saber que 13 eran originarios de Cataluña (Belloch, Català,
Cloquer, Esteve, Girona, Granell, Mollà, Monroig, Nargó, Pallarés,
Rosselló, Sarrovira y Torralba); 4 procedían de la antigua franja catalana de la actual provincia de Huesca (Bardají, Entenza, Magaix y
Monzó); 2 provenían Aragón (Borau y Tarazona); y 1 de la
Occitania francesa (Gallach).
La inexperiencia agrícola de estos caballeros (más pronto guerreros
que labradores), la escasa densidad inicial de colonos cristianos y la
intensa movilidad demográfica musulmana a causa de su parcial
expulsión, serían las causas principales de un despoblamiento rural
acusado, como evidencia una licencia de 1264 “otorgada a Alfonso
de Murcia (Alfonso X de Castilla) para tener en su alquería de
Énova, llamada rahal Sac Biyens, doce sarracenos con sus familias
para las labores del campo”.
Castell de Xàtiva, centro militar al que se sometían todos los castillos del
Terme General de Xàtiva.
Este documento es un reflejo claro de aquella situación. Al contrario
de los colonos cristianos que rechazan a la población mudéjar, los
señores feudales la protegen porque les interesa esta mano de obra
económica para explotar sus posesiones. Como consecuencia de ello resultó la siguiente distribución poblacional, los musulmanes
quedaron relegados, hasta su expulsión definitiva de 1609, en los rahales señoriales periféricos, la mayoría de los cuales adoptaron
nuevos nombres cristianos en detrimento de los originales árabes; y la población cristiana se concentró en los núcleos principales,
en este caso en el lugar de l'Énova, la capital castral que aparece en la mayoría de documentos medievales como l'Énova dels cristians, en alusión a este hecho de no estar poblada por musulmanes, y no a remotas devociones cristianas preislámicas que, aunque existirían, habrían desaparecido siglos atrás.
La demarcación de este antiguo distrito de l'Énova
parece ser que fue respetada por los cristianos; continuaba poseyendo para el control de su territorio su
propio castillo, conocido ahora como Castellnou,
seguramente en referencia a una remodelación
efectuada después de las hostilidades de la conquista. Así mismo, l'Énova seguía englobada dentro del
Término General de Xàtiva, ciudad que tenía dividido su territorio en cuatro circunscripciones o quarters, uno de los cuales era el de l'Énova, lugar que
era considerado por los setabenses como una aldea
de su ciudad (Ventura, 1985).
Esta antigua preponderancia que ejerció l'Énova
sobre su territorio hasta la supresión de los derechos
forales valencianos se reflejaba en muchos aspectos, como por ejemplo que aquí se instaló la primeCúspide del Castell de l'Énova (después Castellnou y más tarde Castellet de Sanç) vista desde la
ra iglesia cristiana del territorio, posiblemente fundacima del Calvari de l'Énova.
da en 1296 y regentada entonces por “Pedro Ilare”,
seguramente ‘Pere d'Éller' (Sànchis, 1922); o que el
conjunto de todas sus alquerías se conocieron
durante la Edad Media con el nombre popular y aglutinante de Les Énoves. Todavía hoy la acequia que riega este territorio, la
Séquia Comuna de l'Énova, además de llevar su nombre, tiene su sede en este lugar.
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Cabe remarcar también que la demarcación de l'Énova continuó siendo, como en civilizaciones anteriores, un territorio perteneciente
a clases acomodadas, concretamente adjudicado en esta etapa medieval cristiana a señores feudales que solían residir, también como
en épocas pasadas, en la ciudad de Xàtiva. Sin embargo, de este régimen señorial se salvó, como hemos visto, el lugar de l'Énova,
pueblo libre de realengo o perteneciente al rey, con su término particular propio, el cual, debido a la poderosa presión señorial circundante, hubo de sufrir continuos recortes, decreciendo notablemente su antigua extensión.
ELS ALTERS MEDIEVAL, POSIBLE IDENTIFICACIÓN Y EPÍLOGO
Volviendo al tema demográfico, gracias a los morabatins, un impuesto creado por Jaume I, que se cobraban cada siete años y
que se han conservado en el Arxiu del Regne de València, sección del Mestre Racional, tenemos noticia de la lista nominal de
contribuyentes más antigua del territorio de l'Énova, el morabatí de 1373, año en que ya habían establecidas 84 famílias cristianas en el lugar de l'Énova, de las cuales sólo persistían dos linajes, Esteve y Gallach, de los veinte apellidos que figuraron 124
años antes en el Llibre del Repartiment de 1249.
En este listado poblacional de 1373 aparece un personaje, En Faldeta, que parece ser logró alcanzar una posición social
destacada en esta zona, ya que en un morabatí posterior de 1421 figura como propietario de la alquería de Faldeta, hoy
en término de Manuel, y además, poseía otra pertenencia, Lo Mas d'En Faldeta, otra alquería o rahal donde ese año de
1421 ya no cotiza nadie porque, según indica el documento “Es derruit, com no'y habita ningu”. Esta segunda alquería,
según el órden de exposición geográfica que sigue este morabatí, se encontraba situada justo después de l'Énova, es decir,
que podría ser perfectamente el lugar donde se ha encontrado la villa romana y los asentamientos posteriores contiguos.
En el territorio castral de l'Énova se habían logrado localizar todas las alquerías documentadas (ardua tarea porque algunos
años se omitían alquerías o porque las mismas cambiaban de nombre continuamente) a excepción de este Mas d'En
Faldeta (1421), pero casi con total seguridad, el descubrimiento de estos restos nos haya desvelado su ubicación. Además,
esta alquería es seguramente la misma que otra que también ignorábamos su ubicación, el anteriormente citado Rahal de
Sac Biyens o de Sant Vicent (1264), posiblemente un topónimo tardorromano relacionado con la poderosa figura de San
Vicente Mártir, un nombre que, a pesar de estar entonces bastante consolidado como nos demuestra su supervivencia a la
dominación musulmana, cambiaría y pasaría a denominarse Mas d'En Faldeta debido a la costumbre de aquella época de
bautizar las alquerías con el nombre o apellido de sus propietarios, en este caso el de Faldeta.
Con el tiempo, los restos derruídos de este núcleo habitado generarían el topónimo de Les Paretetes, el nombre actual de este
paraje, seguramente en alusión a los restos de las bases de las paredes de sus edificaciones, las cuales acabarían por desaparecer como consecuencia de los nuevos abancalamientos que comportó la expansión del regadío de finales del siglo XIX.
Un elemento que nos corrobora la individualidad de esta alquería, que nosotros llamaremos Sant Vicent, es que poseía su propia derivación de riego procedente del canal principal de la Séquia Comuna, el Braçal de la Figuereta, una acequia que nace
justame delante del Cementerio Municipal y que riega unas 7 jovades o 252 hanegadas, seguramente la extensión que tendría
el territorio de esta alquería en la etapa árabe cuando se inició el regadío en esta zona.
Su población sería musulmana, al menos desde 1264 (cuando Alfonso X de Castilla la repobló con las “doce familias sarracenas” antes mencionadas), hasta principios del siglo XV que se desocupó, como parece indicarnos la nota anexa del morabatí de
1421, siguiendo la tónica generalizada de aquella época de abandonar los núcleos rurales pequeños en beneficio de otros cercanos más grandes, como sucedió en los casos próximos del Rafalet de les Foies, en término de Manuel, o el Rafalet de la
Parda, en término de Rafelguaraf, deshabitados por las mismas fechas.
II.4.3. LA NECRÓPOLIS ISLÁMICA. PALEOBIOLOGÍA Y RITUAL FUNERARIO
Manuel Polo Cerdá1 y Elisa García Prósper2.
1
Lab. Antropología Forense y Paleopatología. Facultat de Medicina. Universitat de Valencia.
2
Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana.
LA NECRÓPOLIS Y SU TOPOGRAFÍA
Con motivo de las excavaciones arqueológicas efectuadas en la Villa romana de Els Alters (Énova) se halló parte de una necrópolis en el sector noroeste. El sector donde se documentaron los enterramientos se sitúa en el extremo occidental de la excavación y abarca unas dimensiones de 9 x 4,4 m., si bien los mismos se extendían más allá del sondeo efectuado. Se documentaron un total de 15 tumbas individuales y restos óseos aislados, disponiéndose las primeras a un metro de distancia entre ellas
y correspondiendo a fosas simples, estrechas y alargadas. Con toda probabilidad estos enterramientos formen parte de un conjunto funerario más amplio y estén situados a escasa distancia de algún núcleo poblacional, tal vez una alquería islámica, situada a cierta distancia del área excavada pero no documentada. Casos similares se han detectado en yacimientos próximos como
la necrópolis islámica de la Villa romana de Benifaraig, en proceso de excavación en la actualidad, o el caso de la necrópolis islámica de Sant Joan de L'Enova.
La ubicación de estas inhumaciones coincide de alguna forma con la necrópolis romana de la villa, que si bien no se sabe con
exactitud su emplazamiento, hay indicios de que se encuentre en los alrededores del actual cementerio de L'Enova.
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Si observamos la planta de la necrópolis (Fig.1) llama la atención la presencia del canal que formaba parte de la pars fructuaria
de la villa, que actúa con toda probabilidad como uno de los límites del área cementerial, desconociéndose si continuarían tanto
al otro lado de esta estructura como hacia el actual cementerio de la localidad. El hecho de que la mayoría de las tumbas se
concentren en una zona donde el estrato geológico tiende a la horizontalidad, no es una mera coincidencia si se observa que
tan solo tres inhumaciones se ubican en la zona donde el sedimento describe un ligero talud siendo más incómodo excavar las
tumbas en pendiente.
Desde un punto de vista estratigráfico, los enterramientos
se encuentran excavados en dos estratos, uno natural de
arcillas y otro de tipo antrópico de textura areno-arcillosa,
con inclusiones cerámicas de épocas anteriores. El
momento funerario se vio sellado por un nivel de tierra
limosa destinada para el cultivo. Esta transformación agrícola propició una alteración y una gran afectación de los
enterramientos.
CRONOLOGÍA
De acuerdo con el ritual funerario, la posición de los
esqueletos, la ausencia de ajuares, el aprovechamiento
del espacio cementerial, etc..., la cronología es compatible
con un periodo medieval de rito islámico. Con el fin de
corroborar estas aproximaciones, se tomó una muestra de
hueso para obtener una datación radiocarbónica. El análisis se ha efectuado en el Laboratori de Datació per
Radiocarboni de la Universitat de Barcelona, y los resultados ponen de manifiesto que la cronología calibrada es
de 1019-1186 D.C.
Fig. 1. Planta de la necrópolis islámica de Els Alters (Enova).
OBJETIVOS
Las objetivos trazados en este conjunto funerario han sido: estudio del ritual y de gestos funerarios, análisis tafonómico-conservativo, estudio bioantropológico y antropométrico de la población, análisis paleodemográfico, estudio de indicadores de estrés
ocupacional en relación al género, aproximación a la paleodieta y al estado nutricional a través del estudio dental, estudio de las
evidencias de enfermedad (paleopatología), así como el análisis de variantes anatómicas epigenéticas.
MATERIAL
Se han estudiado un total de 27 unidades estratigráficas, de las cuales 15 corresponden a esqueletos individualizados y 12 a restos óseos aislados o descontextualizados y sin conexión anatómica. Se ha obtenido un número mínimo (NMI) de 29 individuos.
La distribución muestral es bastante homogénea para la variable sexo: los varones representan el 37.9 %, las mujeres el 27.6 % y
los indeterminados el 34.50 %. La muestra individualizada ha sido la mejor estudiada y la que ha permitido obtener mayor información. A todos los efectos, la muestra para que se han correlacionado las estadísticas biológicas es a una n=14, que representa
la distribución de esqueletos individualizados. Aunque el NMI es bueno, cercano a 30, la muestra real para análisis poblacional es
baja, pero bien distribuida desde el punto de vista sexual. No obstante, ello dificulta la comparación de estos resultados con otras
poblaciones mejor representadas.
METODOLOGÍA
Durante la recuperación de los esqueletos se efectuó una toma de datos en una hoja de registro de arqueología funeraria y
bioantropología, donde se documentó: tipo de enterramiento, posición del esqueleto, orientación y grados, análisis de gestos
funerarios, medio donde tuvo lugar la descomposición del cadáver, evidencias de mortaja e indumentaria asociada, análisis tipológico de la fosa, análisis del ajuar asociado, descripción del relleno de la fosa, análisis biométrico de salvamento, estimaciones
de edad, sexo y estatura, así como observaciones paleopatológicas y anatómicas preliminares.
La metodología empleada en el laboratorio ha sido distinta según el objetivo trazado. Para el estudio bioantropológico y antropométrico se han empleado los Standards for Data Collection from Human Skeletal Remains de Buikstra y Ubelaker (1994) y los Data
collection procedures for forensic skeletal material de la University of Tennessee de Moore-Jansen et al. (1994), mientras que para
el estudio de restos óseos infantiles se ha empleado el manual de Fazekas y Kosa (1978). Para las estimaciones de edad y sexo
se han empleado las propuestas del Worksop of European Anthropologists (1980) y el manual de Campillo y Subirà (2004), complementado con las pautas de análisis discriminante propuestas por Alemán et al. (1997). Para el estudio paleodontológico se ha
empleado una ficha modificada del protocolo propuesto por Chimenos et al. (1999). Para el análisis de gestos funerarios y ritual
funerario se han tenido en cuenta las propuestas de Duday et al. (1990), el manual de Mallegni y Rubini (1994) y la propuesta
de Polo et al. (2004). Para el estudio de marcadores estrés ocupacional y variantes anatómicas epigenéticas se han empleado los
atlas de Capasso et al.. (1999) y Pastor et al. (2001). Para el estudio paleopatológico se han utilizado las recomendaciones de la
Paleopathology Association (1991), la enciclopedia de Aufderheide y Rodríguez-Martín (1998), así como el manual de Campillo
(2001). Por último, para el estudio de indicadores paleonutricionales y patología dental se han empleado las propuestas de PérezPérez (1996) y Polo (2000, 2001).
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RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Ritual y gestos funerarios
La primera aproximación antropológica de campo puso de
manifiesto que todos los enterramientos corresponden a
inhumaciones primarias, gesto que indica que el cadáver
se coloca en el lugar de la deposición definitiva, donde se
lleva a cabo la descomposición del cuerpo, de modo que
los huesos permanecen en conexión anatómica (Mallegni
y Rubini, 1994; Polo et al., 2004).
Las tumbas son estructuras excavadas en la tierra, de
forma rectangular, y muy ajustadas a la anatomía del
cadáver. No se han documentado restos de señalización
que pudieran indicar la presencia del enterramiento, salvo
en un caso donde la cabecera de una de las tumbas presentaba una serie de cantos. Tal vez se trate de un apoyo
para evitar que el difunto se desplazara de su posición original. Un caso similar se ha documentado en la necrópolis islámica de la Puerta de Toledo en Zaragoza (Galve y
Benavente, 1989).
La presencia de cerámica de época romana en el relleno
de las inhumaciones no es extraño teniendo en cuenta la
proximidad de la villa, y que el canal que actúa como uno
de los límites de la zona de enterramiento, esté amortizado con materiales cerámicos propios del momento de la
Antigüedad Tardía (ss. V y VI d.C).
La disposición general de los esqueletos es de decúbito lateral derecho con el cráneo orientado hacia el Este,
Fig. 2. Gestos funerarios característicos del ritual islámico.
las extremidades superiores pegadas al cuerpo, y las
inferiores extendidas o semiflexionadas (Fig. 2). Se
observan ligeras variaciones sobre todo a nivel de brazos, que con toda seguridad responden a movimientos gravitacionales del cuerpo después de su descenso, escapando al control de los que realizan la inhumación.
La orientación es idéntica en cada uno de los casos documentados (S.O-N.E). A través del análisis de gestos funerarios se documentó que la descomposición del cadáver en todos los casos, salvo en uno, se realizó en medio colmatado, estando los esqueletos amortajados de pies, rodillas y manos (Duday y cols, 1990).
La organización de la tumbas indica una planificación y una organización del espacio funerario preestablecido con toda probabilidad
fuera del núcleo de hábitat. Asimismo, la austeridad de los enterramientos sin objeto de ostentación, responde con toda seguridad a
la prescripción islámica de enterramiento. Así pues, el hecho de que todos los cráneos conservados estén girados hacia el Este nutre
aun más esta hipótesis.
Tafonomía e índice de conservación esquelética
Se ha analizado el índice de conservación esquelética (IC) de todo el conjunto. A pesar de los problemas metodológicos que
plantea su aplicación, se considera un buen indicador numérico del grado de conservación de los restos óseos, el cual es directamente dependiente de la tipología del terreno y de todos los procesos tafoedáficos a los que ha sido sometida la necrópolis
(Campillo, 2001). El índice completo de un esqueleto es 100, pero se acepta como un buen IC aquel que es >50. Los resultados del IC en la necrópolis de Els Alters indican que el 60 % de los esqueletos presentan un IC >50 %. Ello permite estimar
que la muestra es optima para su análisis bioantropológico. No existen diferencias significativas de IC para el sexo.
Paleodemografía
La colección está representada por una muestra poblacional adulta. El escaso número de individuos infantojuveniles no permite establecer apreciaciones sobre estos estratos poblacionales. Por el contrario, la población adulta se distribuye muy bien desde
el punto de vista sexual y permite aproximarnos a su esperanza media de vida. Debido al escaso número muestral no podemos
establecer una tabla de vida, pero sí una distribución de mortalidad.
Los resultados paleodemográficos (Tabla 1) indican que para la población adulta la supervivencia es superior a los 40 años. Si
atendemos a la mortalidad según el sexo, la distribución es inversamente proporcional al incremento de edad. De manera, que
fallecen más mujeres en edad adulta joven, y sin embargo, para los varones la esperanza de vida en ese intervalo es mayor,
pudiendo ser cercano al doble. Este aspecto ya se ha descrito en otras poblaciones islámicas como es el caso de las necrópolis
sevillanas de las calles Lerena y Mercado de Triana (en Sevilla capital) de los siglos X-XII (López et al., 2001). Son muchas las
causas que justifican una menor supervivencia en la mujeres adultas jóvenes (bien pudieran ser complicaciones derivadas del
parto y de la lactancia, deficiencias nutricionales, etc…). No obstante, si cotejamos los datos demográficos con el análisis de marcadores de estrés ocupacional, se objetiva un mayor número de marcadores en las mujeres de 21-40 años, es decir, la sobrecarga física es mayor en estas edades.
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Para la población adulta madura los resultados de supervivencia son ligeramente superiores, si los comparamos con otras poblaciones medievales no islámicas (López-Martínez, 2002). Estamos de acuerdo en que la mortalidad femenina en estas poblaciones debió ser mayor durante la etapa adulta joven (21-40 años), sobretodo por complicaciones derivadas de embarazos prematuros en matrimonios muy tempranos.
TUMBAS INDIVIDUALIZADAS
Neonato
Infantil I (0-6 años)
Infantil II (7-12 años)
Juvenil (13-20 años)
Adulto joven (21-40 años)
Adulto maduro (41-60 años)
Senil (>60 años)
RESTOS ÓSEOS AISLADOS
Infantil I (0-6 años)
Infantil II (7-12 años)
Juvenil (13-20 años)
Adulto joven (21-40 años)
Adulto maduro (41-60 años)
Senil (>60 años)
TOTAL
Nº
15
0
1
0
0
6
6
2
14
0
0
2
8
4
0
29
%
100
0
6.6
0
0
40
40
13.3
100
0
0
14.3
57.1
28.6
0
100
V
7
0
0
0
0
2
4
1
4
0
0
0
2
2
0
11
%
46.6
0
0
0
0
13.3
26.6
6.6
28.6
0
0
0
14.3
14.3
0
37.93
M
7
0
0
0
0
4
2
1
1
0
0
0
1
0
0
8
%
46.6
0
0
0
0
26.6
13.3
6.6
7.1
0
0
0
7.1
0
0
27.60
I
1
0
1
0
0
0
0
0
9
0
0
2
5
2
0
10
%
6.6
0
6.6
0
0
0
0
0
64.3
0
0
14.3
35.7
14.3
0
34.50
Tabla. 1. Distribución de mortalidad en la necrópolis islámica de Els Alters. V (varones), M (mujeres), I (indeterminados).
Antropometría
Se sometió la colección osteológica a un análisis antropométrico craneal y postcraneal. Se tomaron 43 medidas craneales, a partir de las cuales se obtuvieron los correspondientes índices craneales. El análisis craneométrico no ha permitido obtener gran
información. En todo caso podemos afirmar que la población presenta rasgos discretos del tipo caucasoide mediterráneo grácil,
expresando un carácter predominantemente mixto, acorde con la situación demográfica del periodo al que se adscribe la necrópolis. Los datos craneométricos no son estadísticamente significativos, pues no se han podido obtener más de 4-5 valores por
índice en el mejor de los casos. El índice cefálico indica la predominancia del carácter tipológico craneal mixto con una predominancia de dolicocráneos. El índice orbitario indica predominancia de cráneos hipsiconques (órbitas altas). El índice mandibular apunta mandíbulas de tipo dolicognatas (estrechas y largas) y braquignatas (anchas y cortas).
Con respecto al esqueleto postcraneal, se tomaron 66 medidas, a partir de las cuales se obtuvieron los correspondientes índices.
Los resultados arrojan que las clavículas son robustas y anchas, que el índice glenoideo está dentro de la normalidad, que el índice diafisario del húmero indica una predomina de euribraquia, que el índice de platolenia del cúbito (aplanamiento transversal) indica un predominio de la eurolenia (dándose casos de hiperurolenia o redondeamiento en las mujeres), que el índice pilástrico femoral indica una pilastra pequeña, que el índice de platimería femoral indica claramente un predominio de hiperplatimería-platimería
en las mujeres (este aspecto antropométrico se ha relacionado con posturas acuclilladas y con estrés físico asociado a desniveles,
pero también se ha atribuido a poblaciones deficientemente alimentadas), y que el índice cnemico tibial indica un
predominio de la mesocnemia y la euricnemia.
La estatura de la población se ha valorado siguiendo las
tablas y ecuaciones regresivas de Trotter y Gleser,
Manouvrier y Rollet. En los adultos, la estatura media para
los varones oscila entre 160-172 cm, siendo 166 cm la
media poblacional. En las mujeres, las estaturas oscilan
entre 149-159, siendo 154 cm la media poblacional. Los
resultados obtenidos son muy similares a los patrones de
estatura hallados en otras necrópolis islámicas, como es
el caso de las de Sevilla (ss. XI-XII), donde la media para
los varones es igualmente 166 cm, y para las mujeres
155 cm (López et al., 2001).
Variantes anatómicas epigenéticas
Se ha estudiado la incidencia de variantes anatómicas de
carácter epigenético presentes en la población con el fin de
valorar el grado de endogamia. Se denominan epigenéticos
porque hacen referencia a que la expresión de estos vendría dada por factores genéticos, a los que se unen factores
ambientales (Pastor et al., 2001). En definitiva, este análisis
permite caracterizar a la población y poder cotejarla con
otras de la misma cronología y ámbito geográfico.
Fig. 3. Variante anatómica rotuliana (emarginata).
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Se han documentado las siguientes variantes: os trigonum astragalino (1 caso), rótula emarginata (1 caso) (Fig. 3), incisura superoexterna rotuliana (4 casos), apertura septal olecraniana (3 casos), foramen mastoideum (1 caso), hueso inca o interparietal
(1 caso), hueso worniano en asterion (1 caso). Los resultados ponen de manifiesto el elevado dimorfismo sexual de algunas
variantes anatómicas. La apertura septal olecraniana y las variantes craneales observadas solo se han observado en la población
femenina. Por el contrario, las variantes postcraneales localizadas en miembros inferiores solo han sido documentadas en varones (rótula emarginata, os trigonium o la incisura superoexterna rotuliana). Por frecuencias son inversamente proporcionales,
destacan la incisura superoexterna rotuliana en los varones (4 casos) y la apertura septal olecraniana en las mujeres (3 casos).
Paleopatología
Se han documentado 52 evidencias de enfermedad en la serie masculina y 41 en la serie femenina. Todos los esqueletos presentaban patologías de escasa entidad clínica, predominando las de tipo degenerativo o relacionadas con la actividad repetitiva
(artrosis, osteocondritis), salvo un individuo afecto de hiperostosis esquelética difusa idiopática (DISH).
Destaca la elevada incidencia de cribra orbitalia (53,3 %), indicador de anemia ferropénica y déficit nutricional (Polo et al.., 2001,
2002, 2003). Esta incidencia es muy similar a la observada en otras poblaciones islámicas mediterráneas como las de Sevilla
(López et al., 2001), donde la incidencia es del orden del 55-60 % de la población observada. Por el contrario, resulta llamativa la baja incidencia documentada (cercana a un 2 %) en otras necrópolis islámicas valencianas como la de la plaza de la
Almoina de Valencia (Puchalt, 1990), ya en el ámbito urbano. Estos datos sugieren la estrecha relación de este indicador de
salud con desarrollos económicos deficitarios y su menor impacto en las sociedades urbanas.
Se han documentado tres traumatismos (21,4 %) con larga supervivencia, todos ellos de miembros superiores: dos fracturas
distales de cúbito tipo Colles y un caso de diagnóstico complicado correspondiente a una deformidad de cabeza de húmero
derecho con acortamiento de miembro (Fig. 4) que podría sugerir patología traumática, aunque nos inclinamos por que se trate
de una patología vascular debida a una necrosis avascular de cabeza humeral, desconocemos si de origen traumático previo.
La patología degenerativa e inflamatoria articular (artrosis y artritis) es importante y se ha documentado en todos los esqueletos
adultos observados, pues se trata de una población adulta-joven y madura. Predomina a nivel axial la espondiloartrosis. Muchas
de estas patologías tienen una estrecha relación con actividades de sobrecarga o esfuerzo, especialmente en las mujeres. Este
dato se ve nuevamente confirmado con la presencia de fusiones vertebrales, nódulos de Schmorl y hernias discales posterocentrales complicadas, especialmente en las mujeres.
Las osteocondritis se ha documentado en cinco casos (35,7 %), también con un claro predominio en la mujer. Se trata de una
necrosis aséptica y secuestro de un fragmento de cartílago condral. La localización predominante ha sido en la primera falange
del primer dedo del pie, seguida de la cavidad cotiloidea, destacando un caso muy llamativo de osteocondritis disecante en
ambos cóndilos femorales de una mujer (Fig. 5). En todo caso, este tipo de patologías están estrechamente ligadas a microtraumatismos repetidos y posturas forzadas (acuclillamiento en actividades agricultoras) muy directamente relacionadas con el trabajo o las ocupaciones diarias (Rodríguez y Martín, 1997).
Fig. 4. Fractura-aplastamiento de cabeza de
húmero derecho con acortamiento de miembro.
Fig. 5. Osteocondritis disecante de rodilla.
Se ha documentado un caso de patología reumática de origen incierto, concretamente un D.I.S.H. o hiperostosis esquelética
difusa idiomática (7.14 %), también llamada hiperostosis anquilosante vertebral, enfermedad de Forestier o de Rotes-Querol
(V.V.A.A., 1996). La enfermedad se ha manifestado con una fusión anterior y lateral derecha de los cuerpos vertebrales T4-T12,
ambos inclusive (Fig. 6). Existe una hipercifosis dorsal con motivo de la fusión y asocia manifestaciones no vertebrales: cavida-
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des inflamatorias en cótilos y articulación gleno-humeral, así como osteítis en isquion. Esta patología se asocia en un 25-50 %
de casos a diabetes mellitus. El caso observado corresponde a un varón de más de 50 años de edad, luego es probable que sí
padeciera complicaciones glucémicas.
Con respecto a la patología infecciosa, se han documentado dos casos de periostitis tibioperonea con ligera afectación, probablemente más relacionada con microtraumatismos repetidos de tipo laboral más que a noxas infecciosas. Más llamativo es un
caso grave de sinusitis maxilar bilateral en una mujer mayor de 50 años, la cual presenta un aumento del tamaño de ambos
senos maxilares con una aposición de tejido granular y reactivo en su interior (Fig. 7), lo que apunta hacia este diagnóstico
(Becker y cols. 1986).
Fig. 6. D.I.S.H. o hiperostosis esquelética difusa idiomática.
Fig. 7. Sinusitis maxilar en una mujer mayor
de 50 años.
Se ha documentado un caso de espina bífida oculta o raquisquisis. Es el más común de los defectos congénitos que afectan a
la columna vertebral, que consiste en una apertura del arco neural a nivel de la primera vértebra sacra, y se ha atribuido a un
origen hereditario. Se ha observado un caso en una mujer de 35-38 años. No tiene trascendencia clínica, a diferencia de los
casos presentes en niños. Se puede presentar hasta en un 14 % de la población, como es el caso de la necrópolis tardorromana de Prat de la Riba en Tarragona (Baxarías, 2002).
Finalmente, se ha observado un caso de patología estrechamente relacionada con el estrés ocupacional o sobreesfuerzo, es el
caso de la miositis osificante traumática. Se trata de una lesión del músculo cuádriceps en un fémur izquierdo de un varón de
30-35 años. También se ha llamado hematoma o enfermedad de los caballistas (Campillo, 2001). Otro ejemplo similar se ha
descrito en la mencionada necrópolis islámica de la plaza de la Almoina de Valencia (Puchalt, 1990).
Género y trabajo. Indicadores de estrés ocupacional
Se han estudiado algunos de los marcadores osteológicos atribuibles al estrés ocupacional, diferenciando los de origen entesopático, de otros que tienen un origen patológico y que se han relacionado clásicamente a actividades laborales, como son algunos tipos de artrosis, la miositis osificante traumática, etc...Debido a la plasticidad ósea, las inserciones musculoligamentosas pueden sufrir procesos inflamatorios locales o metabólicos. Las lesiones entesopáticas son atribuidas a una hiperactividad muscular
y es fácil su observación en restos óseos arqueológicos, pudiendo establecerse una estrecha relación con determinadas actividades laborales, por eso, se han conceptualizado en bioantropología como indicadores paleocupacionales, muy útiles para caracterizar la biomecánica repetida de las poblaciones antiguas (Galera y Garralda, 1993).
En la muestra estudiada se han analizado 9 indicadores en cintura escapular y miembros superiores, y 14 en cintura pélvica y
miembros inferiores. El estudio descriptivo se ha efectuado según el sexo, la edad (adultos = 20-40 años, maduros = >41 años)
y la lateralidad. Todos los indicadores están asociados a movimientos biomecánicos conocidos y que en algunos casos se pueden atribuir a trabajos repetitivos conocidos (Capasso et al.. 1999; Herrerín, 2004). Se han estudiado los siguientes indicadores
en miembros superiores y cintura escapular en relación a trabajos más o menos específicos: sindesmosis costal (labradores y
campesinos), ligamento costoclavicular (labradores y campesinos), músculo bíceps braquial (sastres y tejedores), músculo supinador (sastres y tejedores), tríceps braquial (herreros y leñadores), corredera bicipital marcada (labradores y campesinos), hipertrofia humeral (diverso origen laboral), músculo pectoral mayor (variado origen), hipertrofia flexora de las falanges (campesinos).
Los resultados son muy significativos (Tabla 2), pues ponen de manifiesto un mayor desarrollo del trabajo en brazos en los varones (32:9). La lateralidad predominante es la derecha. Los marcadores más significativos son aquellos atribuidos a trabajos relacionados con las tareas agrícolas. Muy probablemente, los hombres desarrollaran trabajos de labrado y recolección de productos agrícolas, sin descartar trabajos de tipo artesanal. Los indicadores observados en miembros inferiores y cintura pélvica son
más inespecíficos. No obstante, algunos de ellos se atribuyen a posturas de squating o acuclillamiento (Castellana y Malgosa,
1991). Se vuelve a dar una predominancia e incremento ligeramente a favor de los varones (27:22), pero no tan significativo
como en los miembros superiores. Se vuelve a repetir la lateralidad derecha, pero predominan las posturas acuclilladas en las
mujeres. En definitiva, todos los indicadores se presentan en mayor número en los varones (59:31) con respecto a las muje-
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res, luego son aquellos los más involucrados en tareas que suponen un estrés ocupacional. La lateralidad derecha (56:34) es
predominante para los varones, así como su topografía tanto en brazos como piernas. Existe pues, una clara diferenciación del
trabajo según el sexo, en todas aquellas tareas en las que los brazos están más involucrados.
Ya se ha citado en el apartado de paleopatología la presencia de enfermedades relacionadas con el estrés o sobreesfuerzo ocupacional, destacando la miositis osificante y la artrosis, las cuales se distribuyen por igual entre los varones y las mujeres.
Finalmente, se ha documentado en el esqueleto de una mujer con una edad entre 43-58 años, la presencia de varias oquedades retrosinfisales púbicas atribuibles a marcas antiguas de partos.
D
I
Varones
Maduro
D
I
1
0
0
1
0
1
0
0
2
5
1
0
0
0
0
0
0
0
1
2
2
1
3
2
1
1
2
0
1
13
0
0
5
2
2
1
3
0
1
14
3
1
3
3
1
2
2
0
3
18
1
0
5
2
2
1
3
0
0
14
1
0
1
0
0
0
0
0
0
2
0
0
0
0
0
0
0
0
1
1
0
0
1
1
0
0
0
0
1
3
0
1
0
0
0
2
0
0
0
3
1
0
2
1
0
0
0
0
1
5
0
1
0
0
0
2
0
0
1
4
4
1
8
5
3
3
5
0
3
32
1
1
2
1
0
2
0
0
2
9
0
2
0
1
0
0
1
1
1
0
0
2
1
0
9
14
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
1
0
2
4
2
1
0
1
1
0
0
0
1
0
0
1
1
0
8
21
1
1
0
0
0
1
1
0
1
0
0
1
1
1
8
22
2
3
0
2
1
0
1
1
2
0
0
3
2
0
17
35
1
1
0
0
0
1
1
0
1
0
0
2
2
1
10
24
0
0
0
1
0
1
0
0
2
1
1
3
0
1
10
12
0
0
0
0
0
0
1
0
0
0
0
1
0
0
2
3
2
1
0
0
0
1
0
0
0
0
0
2
0
0
6
9
0
3
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
0
0
4
7
2
1
0
1
0
2
0
0
2
1
1
5
0
1
16
21
0
3
0
0
0
0
1
0
0
0
0
2
0
0
6
10
3
4
0
2
1
1
2
1
3
0
0
5
4
1
27
59
2
4
0
1
0
2
1
0
2
1
1
7
0
1
22
31
Indicador
Miembros superiores Cintura
escapular
Sindesmosis costal
L. costoclavicular
M. bíceps braquial radial
M. supinador cubital
M. tríceps braquial cubital
Corredera bicipital
Hipertrofia humeral
M. pectoral mayor
Hipertrofia flex. Falanges
Subtotal
Miembros inferiores
Pelvis
E. tuberosidad isquiática
E. Ligamento redondo
F. supracondilares fem.
Faceta de Poirier
Faceta de Charles
Línea áspera femoral
Trocanter mayor
Lig. rotuliano en rótula
Lig. Rotuliano tibial
M. sóleo
Retroversión tibial
F. acuclillamiento tibiales
F. acuclillamiento astragal.
E. tendón de Aquiles
Subtotal
Total indicadores
Adulto
Total
D
I
Adulto
D
I
Mujeres
Maduro
D
I
Total
D
I
V
M
Total
Tabla 2. Análisis estadístico descriptivo de indicadores de estrés ocupacional.
Patología dental y paleodieta
Se han estudiado un total 207 dientes definitivos pertenecientes a 15 individuos, de los que 173 estaban in situ y 34 aislados. Siguiendo
el parámetro “sexo” la muestra conservada es muy homogénea, correspondiendo 100 dientes a varones, 106 a mujeres y una pieza
de sexo indeterminado. Esto ha permitido establecer con cierta fiabilidad los parámetros de patología dental y desgaste oclusal.
Se han observado 33 piezas con caries que corresponden a 10 individuos, y que representan el 15.90 % de la muestra (Fig.
8). Según el sexo, las mujeres presentan mayor número de caries (n= 23, 11.1 %) que en los varones ( n= 10, 4.83 %). Esta
diferencia es significativa estadísticamente. Por otra parte, solo se han observado 3 abscesos periapicales (1.72 %) en dos individuos. Esta patología es muy escasa en la muestra estudiada, al igual que sucede en la necrópolis islámica de la Almoina de
Valencia (Puchalt, 1990). Su mínima incidencia puede responder al gran desgaste oclusal presente en todas las piezas dentarias, atribuible a una dieta muy abrasiva, lo que motiva un exceso de saliva, con gran poder anticariógeno y “preventiva” de la
incidencia de procesos infecciosos bucales. Todos los casos se han observado en varones.
Con respecto a la incidencia de líneas de hipoplasia del esmalte, 26 piezas dentarias las tienen, lo que representa un 12.5 %.
Las piezas más afectadas son caninos, incisivos laterales y molares, tanto maxilares como mandibulares, aunque con un predominio maxilar no significativo. Según el sexo, la hipoplasia afecta por igual a varones que a mujeres, estando presente en 7/15
individuos. Las edades medias de aparición de estos defectos es durante la primera infancia, en tres momentos muy precisos:
durante los 6 primeros meses (debido problemas de salud durante el inicio de la lactancia), entre los 3.5 y 4.5 años (debido
al cese de la lactancia materna en muchos casos) y entre 6-8 años (fundamentalmente atribuibles a fenómenos patológicos
infecciosos o deficiencias nutricionales estacionales, por ejemplo, una hambruna puntual).
El 17.33 % de las piezas dentarias presentan grados ligeros-moderados de sarro, afectando a 10 individuos. No existen diferencias de incidencia según el sexo.
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La mayor parte de los individuos padecían algún tipo de enfermedad periodontal o piorrea en grado moderado (grado 2) o grave
(grado 3). Así, el 30.60 % de los dientes in situ presentan pérdidas de soporte dentario comprendidas entre los 3 y los 6 mm,
mientras el 13.80 % presentan pérdidas muy graves, superiores a 6 mm. En definitiva, la periodontitis era una enfermedad generalizada que afectaba a todo el grueso de la población adulta, sin distinción de sexo o edad. Esta alta incidencia también pone
de relieve la abrasividad de la dieta y la presencia de contaminantes alimentarios externos, relacionados con una mala preparación del alimento, así como a una más que clara deficiencia en la higiene bucodental.
Se trata de una población con una alta incidencia de pérdidas dentales antemortem (31 % de alveolos observables). Esto está
directamente atribuido a deficiencias de higiene bucodental, a dietas abrasivas y al elevado número de periodontitis. Existe una
clara incidencia de más casos en los varones con respecto a las mujeres (50:29), dato relacionado con la mayor supervivencia
de los primeros. En cuanto a las piezas dentales que más se han perdido destacan los molares (17.4 %), sin distinción de sexo.
Grado
I
C
PM
M
Total
0
N
0
0
1
0
1
%
0.00
0.00
0.48
0.00
0.48
1
N
3
4
6
12
25
%
1.44
1.93
2.89
5.79
12.05
2
N
4
2
5
9
20
%
1.93
0.96
2.41
4.34
9.64
3
N
5
2
5
3
15
%
2.41
0.96
2.41
1.44
7.22
4
N
16
7
15
3
41
%
7.72
3.38
7.24
1.44
19.78
5
N
2
7
4
8
21
%
0.96
3.38
1.93
3.86
10.13
6
N
7
7
9
4
27
%
3.38
3.38
4.34
1.93
13.03
7
N
12
5
7
9
33
%
5.79
2.41
3.38
4.34
15.92
8
N
6
2
4
10
22
%
2.89
0.96
1.93
4.83
10.61
Tabla 3. Distribución del grado de desgaste oclusal en función del tipo de pieza.
El desgaste oclusal es una evidencia directa del tipo de alimento consumido. Cuanto más duro y abrasivo es éste, mayor desgaste coronal se produce. El grado predominante para la muestra estudiada es el tipo 4, que representa cerca del 20 % (n=
41 dientes) del volumen total de piezas conservadas (Tabla 3). Este grado es el más frecuente en incisivos, caninos y premolares, por el contrario en los molares conservados el grado 1 es el más frecuente. El grado 4 de desgaste se corresponde con
una exposición moderada de dentina, lo que viene a indicar que la dieta era moderadamente abrasiva y con gran cantidad de
impurezas (Fig. 8). Por otra parte, se ha estudiado la pérdida de altura de la corona (en mm) en función de la pieza dentaria y
la edad. Se han analizado las piezas 36, 37, 46 y 47 y se ha comprobado que el patrón de pérdida de altura de corona sigue
patrones muy similares para todos los molares, ya sean mandibulares o maxilares, existiendo una mayor pérdida de altura en
las mujeres con respecto a los hombres para igual edad. Así mismo, se ha cuantificado el grado de biselamiento oclusal, observándose una mayor pérdida dentaria de las cúspides vestibulares con respecto a las linguales (Gráfica 1). Este hecho, nos habla
de la movilidad paramasticatoria, directamente involucrada con el proceso de ingesta alimentaria y confirma que la dieta mayoritaria en la población era abrasiva, y predominantemente vegetal y rica en hidratos de carbono. Estos fenómenos ya han sido
observados en otras necrópolis islámicas del entorno geográfico como las del Tossal de Manises Alicante o de la Vall d´Uixó en
Castellón (Cloquell et al., 1996; Polo et al., 2000).
Fig. 8. Caries interdentales en maxilar y desgaste oclusal.
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Gráfica 1. Macrodesgaste oclusal en la pieza 46.
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III.1.- El PROYECTO DE EXCAVACIÓN Y LA METODOLOGÍA
DE TRABAJO
Rosa Albiach Descals. Aquilino Gallego Úbeda. Elisa García-Prósper.
El proyecto de excavación arqueológica del año 2004 fue creado para la realización de los trabajos de documentación de los
restos de la villa romana aparecida tras la obertura de una zanja durante las intervenciones del año 2003.
La actuación arqueológica del 2004 se desarrolló entre los meses de marzo y junio, centrando todos los recursos en un
área de 2.376 m2 dentro del margen que ocupaba la plataforma del tren de alta velocidad. Se encontraba situada junto a
la acequia de Rafelguaraf y un camino rural anexo que pasaba junto al actual cementerio de la localidad de l'Enova ubicado al oeste de la villa.
Con este proyecto se pretendía conseguir una completa valoración del yacimiento determinando la extensión del conjunto, su
cronología, la interpretación espacial y funcional de los restos así como la entidad de los mismos.
Para ello se tuvo que conjugar y establecer un equilibrio entre el presupuesto asignado a esta intervención y los diferentes recursos técnicos y materiales necesarios en el desarrollo de esta excavación arqueológica, para que en el plazo establecido de 4
meses se pudiera conseguir los objetivos propuestos para la misma.
Se creó un equipo técnico formado por 40 operarios, 3 dibujantes, 1 topógrafo, 1 auxiliar de laboratorio, 5 técnicos-arqueólogos, 3 directores y 1 coordinador. Cada uno tuvo su función dentro del esquema organizativo del trabajo establecido en el proyecto de intervención.
El coordinador era la persona que serviría de nexo de unión entre las necesidades de la excavación y la empresa, y también entre
la empresa, dirección de la excavación y la Dirección General de Patrimonio. Los directores se encargaron de establecer la organización de la excavación y un exhaustivo registro arqueológico junto con los técnicos trabajaron con los directores en esta documentación y valoración de los restos.
A lo largo de la excavación el equipo director realizó tres informes y una memoria final sobre el estado de los hallazgos con documentación arqueológica y gráfica.
Se establecieron tres fases de actuación arqueológica para el correcto desarrollo del trabajo de excavación. En la primera fase el
planteamiento se inició con la prospección y conocimiento del entorno arqueológico de la villa. Al sureste se documentó un
pequeño asentamiento iberorromano en un altozano. Al noroeste de la zona de excavación se hallaron restos cerámicos de
época medieval islámica.
Al inicio de la excavación se limpiaron, ordenaron y clasificaron los materiales arqueológicos que había en las instalaciones junto
a la villa y que provenian de las zanjas y sondeos realizados en el año 2003 bajo una dirección anterior a nuestro proyecto. Al
mismo tiempo se llevaron a cabo las tareas de acondicionamiento de la excavación mediante la extracción con medios mecánicos de la tierra vegetal y su posterior limpieza con medios manuales.
En la segunda fase se desarrolló la excavación manual del área prevista, realizándose una división zonal del yacimiento entre una
Parte Alta o terraza superior donde estaba la Zanja 2 practicada en la intervención del año 2003 y los sondeos 1, 2, 3 y 4 y una
Parte Baja o terraza inferior en la que estaba la zona de excavación y hubo tres sectores A, B y C. En cada sector hubo un director, dos técnicos y un dibujante, junto a 15 operarios.
La metodología aplicada fue la de excavación secuencial por capas naturales y en área abierta, utilizando el método de trabajo
cronoestratigráfico de E.C. Harris, usándose fichas de registro para los estratos y las estructuras y las fichas antropológicas de
campo. La documentación planimérica la realizaron cuatro técnicos dibujantes especializados mediante la aplicación informática
autocad junto con un topógrafo que se encargó del levantamiento topográfico para así poder incluir, en el futuro, la villa y toda
su información arqueológica dentro de un sistema de información geográfica, SIG. El registro arqueológico se completó con técnicas en fotogrametría terrestre para la documentación planimétrica y altimétrica y se obtuvieron modelos 3D a partir de los cuales se generaron ortofotos, plantas, alzados y visita virtual teniendo así una documentación con muy buenas precisiones métricas y una toma de datos en campo rápida. Por otro lado, dicha información se vio enriquecida con el aporte de un informe de
prospección con georadar realizado en el camino sito junto a la acequia de Rafelguaraf que con una extensión de 300 m2 los
resultados confirmaron la extensión de la villa hacia el norte.
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Por último, un equipo de restauración limpió, consolidó y extrajo los pavimentos de opus sectile o placas de mármol y de opus
tessellatum o teselas y las pinturas murales pertenecientes a algunas de las principales habitaciones de la villa. Estos restos arquitectónicos así como todo el conjunto de materiales recuperados durante la intervención arqueológica de 2004 se depositaron
en el Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia según disposición de la Conselleria de Cultura, Educación y Deportes.
En una tercera fase, y con el fin de redactar y documentar ampliamente la memoria científica final y realizar esta publicación, se contó
con la colaboración de ciencias y disciplinas auxiliares que completaron la interpretación histórica del yacimiento y su entorno.
Los trabajos interdisciplinares se agruparon en un primer bloque de estudio del paisaje con análisis de la sedimentología y geomorfología para poder saber las formaciones de los sedimentos, la antracología o estudio de los carbones para establecer la vegetación de la época, los estudios de fauna para conocer las especies de animales que habitaban y la carpología o estudio de las
semillas. El segundo grupo de estudios sirvió para datar los conjuntos arqueológicos y la evolución de la villa, con la realización
del inventario y dibujo de los materiales cerámicos de una selección de conjuntos, la numismática o estudio de las monedas, el
vidrio, la epigrafía, los elementos arquitectónicos y la bioantropología-paleopatología. Además hubo labores de conservación preventiva y una restauración de los materiales, fotografía aérea y filmación del proceso de excavación.
Otro momento de intervención arqueológica se llevó a cabo durante el mes de agosto de 2004 bajo la dirección de David
Vizcaíno. Se realizó un seguimiento del desmonte de la acequia de Rafelguaraf que supuso la excavación de una zanja de 3 m
de anchura para la instalación de un tubo destinado a la canalización de agua para riego. La actuación consistió en la eliminación de la acequia con medios mecánicos y la excavación y limpieza de las estructuras que aparecieron debajo de la misma. Una
vez finalizados los trabajos arqueológicos se procedió a la cubrición de las estructuras con geotextil.
Entre los meses de octubre y diciembre de 2005 se realizó otra intervención arqueológica ESTRIBO 1 UIC en la villa dirigida por
Celia Guillén. Ésta vino motivada por la propuesta de sobreelevar la plataforma del AVE mediante un puente en el tramo que
atravesaba la villa. Tras el desarrollo de una prospección previa se detectó en la zona al sureste de la villa la presencia de estructuras pertenecientes a actividades de procesado, de la cual se ha excavado una superficie aproximada de 217 m2.
III. 2. APLICACIÓN DE LA FOTOGRAMETRÍA TERRESTRE DIGITAL
Josep Blasco i Senabre, Sebastián Varea y Pau Pérez. Global Mediterránea S.L.
En el yacimiento arqueológico “ Els Alters “, se han empleado las últimas y más novedosas técnicas en fotogrametría terrestre
para la documentación tanto planimétrica como altimétrica. Se han obteniendo modelos 3D a partir de lo los cuales se han generado ortofotos, plantas, alzados y visita virtual obteniendose una documentación con muy buenas precisiones métricas y una
toma de datos en campo rápida.
Seguidamente pasamos a explicar sucintamente la metodología aplicada en esta excavación:
LA FOTOGRAMETRÍA
La fotogrametría es la ciencia por la cual podemos obtener datos sobre la forma y dimensiones de un objeto a partir de fotografías. La información tridimensional se obtiene a partir mínimo de un par de fotografías (visión estereoscópica).
La finalidad de la fotogrametría es poder medir directamente en el soporte fotográfico y en consecuencia poder obtener los objetos a escala.
La restitución son las operaciones matemáticas a partir de las cuales obtenemos la geometría del objeto en estudio.
La fotogrametría imita la visión humana, nuestros ojos ven un mismo objeto bajo un ángulo diferente, es decir con un desfase
lateral al que denominamos paralaje, esta paralaje es la que permite a nuestro cerebro reconstruir la realidad que captan nuestros ojos en tres dimensiones a partir de dos imágenes planas que son las que capta cada uno de
nuestros ojos. Aplicando esta idea podemos
reconstruir a partir de dos fotografías la realidad
representada en ellas en tres dimensiones.
OBTENCIÓN DE ORTOFOS
Cuando obtenemos las fotografías la posición del
aparato es desconocida e influye sobre la forma
de la imagen obtenida, existiendo por ello pequeñas diferencias de posición que hacen que la imagen no sea conforme con el objeto proyectado
sobre un plano. Para pasar de la imagen objeto a
la del plano es necesario aplicar una semejanza,
que no es mas que una transformación matemática de espacio que combina una traslación 3d y
un escalado que es lo que llamamos homotecia.
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Ortofoto mosaico.
III. 2.- APLICACIÓN DE LA FOTOGRAMETRÍA TERRESTRE DIGITAL
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La realización de esta transformación
nos permite obtener una fotografía
rectificada u ortofoto, en la cual podemos efectuar medidas absolutas
conociendo el valor exacto de estas.
OBTENCIÓN DE MODELOS 3D
Obviamente a partir de una ortofoto
no podemos obtener la Z, solamente
podemos obtener las dos dimensiones representadas en ella. Para poder
obtener la tercera coordenada necesitamos añadir como mínimo una
segunda fotografía la cual estará tomada bajo un ángulo diferente que
corresponde a un desplazamiento del
aparato. Matemáticamente la reconsVisión en 3D de parte de las Termas.
trucción del modelo es muy compleja
utilizándose ecuaciones linealizadas
que sólo son validas en algunos casos,
y es necesario garantizar que el plano del aparato y el plano del objeto sean casi paralelos y además, que los ángulos de rotación sean normales, esto es, sean pequeños.
METODOLOGÍA
En nuestro caso hemos utilizado una cámara digital de ocho millones de megapíxeles la cual tenemos perfectamente calibrada,
esto es, sabemos las aberraciones y distorsiones de la lente utilizada en la tomas.
En campo, en la toma, atenderemos a:
Informe de control: Se toman puntos de apoyos con estación, medidas de control y desplomes.
Cobertura fotográfica: Realizamos una toma alrededor del objeto a representar con un solape de más del 50%, con tomas
para orientación y texturas.
Pares estereoscópicos: Los pares se realizan utilizando el caso normal o convergente.
También debemos observar que la geometría de la cámara sea constante, obtener una luminosidad homogénea y seleccionar
el tamaño de foto más grande y estable disponible. En cuanto a la organización de las tomas se realizaran los esquemas apropiados y datos de cada toma.
PROCESO DIGITAL DEL MODELO
La metodología para la realización digital del modelo es la siguiente:
- Identificar los puntos de referencia elegidos cuya posición se conoce en cada una de las fotografías y cuyos datos terreno conocemos.
III. 2.- APLICACIÓN DE LA FOTOGRAMETRÍA TERRESTRE DIGITAL
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- Correlacionarlos numéricamente.
- Proporcionar al sistema los datos terreno. Cuando estos puntos se conocen en posición relativa, el modelo obtenido estará también en datos relativos y si los datos están referidos a un sistema absoluto estarán respecto a éste.
De esta forma el modelo lo tenemos en tres dimensiones desplazándonos virtualmente por éste teniendo cualquier punto medido en el modelo correlacionándolo con los datos reales del terreno.
El fichero de puntos se puede importar a cualquier Sistema de Información Geográfica o sistemas de explotación de Modelos
Digitales del Terreno pudiéndose construir modelos VRML (realidad virtual).
LAS PRECISIONES
La precisión depende del tipo o modelo de cámara empleada,
de la calidad de restitución, de la observancia del operador y de
las condiciones de la toma.
En nuestro caso es muy importante la calibración de la cámara que nos permite determinar las correcciones que deben aplicarse sobre la fotografía.
Las distorsiones van a tener como principal efecto modificar los
datos imagen de los distintos puntos de la imagen y más concretamente los que se sitúan sobre los bordes de la toma.
El centro del fotograma está afectado exiguamente por las distorsiones lo que se explica debido a la definición de éste,
pudiéndose observar por los valores correctivos a aplicar ( ver
gráfico).
Orientación interna: Generalmente no plantea problemas
particulares, solamente cuando en los pares no aparece definido un punto en ambos, esto requerirá algunas correcciones suplementarias para la especificación de los parámetros
y puesta en escala, para esta orientación que se realiza sobre cuatro puntos las divergencias no son muy significativas.
Orientación relativa: La orientación relativa se realizó de manera sistemática por medio de la correlación de la imagen. Al utiliza un
gran número de puntos se nos permitió reducir la paralaje vertical máxima alrededor de 0.15 píxeles.
Tales resultados permiten la creación de modelos estereoscópicos fiables, esto se comprobó con la introducción de los puntos
de control y unión.
Orientación Absoluta: En esta etapa se establece la relación entre los datos del centro de la perspectiva, coordenadas de la imagen y
terreno de los puntos a restituir validando el levantamiento taquimétrico y la calidad de los datos obtenidos por restitución.
148
III. 2.- APLICACIÓN DE LA FOTOGRAMETRÍA TERRESTRE DIGITAL
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Todos los puntos resultantes de la restitución poseen su precisión propia, por lo tanto su influencia es diferente en la orientación
de cada par, la precisión final del modelo es menor que para los pares calculados independientemente, analizando los resultados
obtenemos que en altimetría los errores cuadráticos medios varían 0.5 a 1 cm y en planimetría el error máximo es de 0.5 cm.
Con los datos de precisiones anteriormente explicados y los resultados obtenidos pensamos que la arqueología es un buen
campo para la aplicación de la fotogrametría terrestre digital y la exportación de los datos obtenidos a Modelos 3D y ortofotos
son un buen método para la documentalización de una excavación de estas características.
III.3. LA APLICACIÓN DEl GEORRADAR
Antonio Mas Atienza
El presente estudio corresponde a la prospección geofísica no
destructiva realizada mediante la técnica GPR (Ground
Penetrating Radar, Geophysical Survey System Inc.) por la
empresa INGEODAR S.L. en el mes de Junio de 2004 y Junio de
2005, en el Término Municipal de L'Ènova (Valencia). La prospección efectuada se encuentra dentro de la zona de afección
de la traza del tren de alta velocidad en el tramo Xàtiva-L'Ènova.
La aplicación de la técnica GPR como método de prospección
no destructivo viene precedida por la excavación arqueológica
realizada en la zona de actuación, mediante la cual se han localizado los restos arqueológicos de una Villa Romana.
De esta manera el enclave de la 1ª actuación se corresponde
con el camino adyacente a la Acequia de Rafelguaraf, que limita por el norte a la excavación arqueológica y la 2ª actuación con
la posición que ocupan dos zapatas de la plataforma de AVE,
que limita por el sur a la excavación arqueológica. Mediante el
empleo de la técnica GPR se pretende, de forma rápida y no
destructiva, determinar si los restos arqueológicos hallados en la excavación tienen continuidad al otro lado de la acequia y en
la posición teórica de las zapatas proyectadas o si por el contrario estos restos ya fueron destruidos anteriormente o no existe
ningún tipo de continuidad estructural asociada a la Villa Romana.
La 1ª zona a prospectar tiene una extensión inferior a 300 m2 correspondientes a la superficie de un camino con una ligera
curva, de longitud 64.50m y ancho de 4m. La 2ª zona a prospectar tiene una extensión de 600 m? correspondientes a la superficie de tres cuadriláteros regulares que abarcan la posición definida de las zapatas proyectadas. Se opta por utilizar como metodología más apropiada para la detección GPR la generación de MODELOS TRIDIMENSIONALES DEL SUBSUELO (MTS) a partir
de secciones GPR paralelas y perpendiculares entre sí (mallas). La generación de dichos modelos tridimensionales del subsuelo facilita el análisis y la interpretación de los registros obtenidos en campo, aportando mayor objetividad en la elaboración de
las conclusiones generadas de la prospección geofísica no destructiva.
El equipo GPR empleado corresponde a una Unidad Central Sir-2000, antena de 400Mhz más odómetro para normalizar la distancia de las secciones GPR y cable de transferencia de 30m de la comercial GSSI. Previo a la toma de registros, se estable la
necesidad de realizar la calibración de la onda electromagnética recibida. Esta calibración, realizada mediante la Unidad Central
GPR, se establece mediante una serie de parámetros que permiten modular la onda electromagnética recibida y obtener con
precisión el registro obtenido.
III. 3.- LA APLICACIÓN DEL GEORRADAR
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La obtención de MTS se realiza mediante procesos de laboratorio a partir de las diferentes secciones GPR obtenidas en campo.
La aplicación informática empleada para este fin es RADAN 6.0 GSSI.
Los modelos tridimensionales creados ofrecen continuidad espacial en todas las mallas de secciones GPR realizadas, interpolando los valores de amplitud de las secciones contiguas. Se emplean para este cometido algoritmos con los que priorizar con qué
valores de amplitud de onda recibida en las secciones GPR se debe interpolar, dando mayor peso a los valores de amplitud de
onda cuando su unión en las diferentes secciones genera una disposición geométrica lineal.
Siendo así, resulta imprescindible el uso de una única calibración de la onda electromagnética recibida para la ejecución de la
totalidad del trabajo. El empleo de diferentes calibraciones implicaría variaciones en los valores de amplitud obtenidos provocando interpolaciones erróneas, y por tanto, resultados de menor calidad.
Obtenidos los Modelos Tridimensionales
del Subsuelo (MTS) de las mallas iniciales,
y mediante el análisis e interpretación de
estos modelos por secciones de planos,
se observan variaciones de la amplitud de
onda recibida coincidentes en alineación y
profundidad con restos arqueológicos de
la excavación existente.
Se muestran estas variaciones de amplitud de onda recibida (con mayor intensidad de color en la imagen) en forma de
paralelismos y configurando ángulos rectos entre sí. Esta configuración de alineaciones pone de manifiesto la existencia y
coincidencia de éstas con muros pertenecientes a la Villa Romana así como la existencia de otros restos arqueológicos indefinidos mostrados en el MTS como agrupaciones de mismas amplitudes de onda (con mayor intensidad de color en la imagen).
Posteriormente a la 1ª actuación GPR, se procede a realizar la excavación arqueológica de esta 1ª zona constatando la coincidencia y existencia de los registros GPR obtenidos con muros existentes en la Villa Romana.
En las imágenes que aparecen a la derecha del texto se muestra el resultado final de los MTS generados para la 1ª actuación
GPR y en las imágenes que aparecen en la parte inferior del texto muestran los MTS generados para la 2ª actuación GPR.
Imágenes en las que se muestran las posibilidades de la aplicación informática utilizada, a la hora de analizar el MTS generado a partir de las secciones GPR.
La aplicación informática RADAN 6.0 permite la visualización de los MTS generados a partir de cortes en estos MTS según la dirección de los ejes coordenados definidas en campos.
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III. 3.- LA APLICACIÓN DEL GEORRADAR
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En la imagen que aparece a continuación, se muestra la composición de las detecciones GPR efectuadas hasta la fecha en el yacimiento arqueológico objeto de estudio. Se muestra la coincidencia
en paralelismo y perpendicularidad de las anomalías lineales registradas mediante GPR con los muros que aparecen en la excavación,
denotando la continuidad de este yacimiento en el terreno colindante a la excavación.
III.4.- INTERVENCIONES DE
RESTAURACIÓN
Dirección Técnica: Dra. Trinidad Pasíes Oviedo
Técnicos: Carolina Mai, Mª Amparo Peiró, Irene Rodríguez,
Betlem Martínez, Ana Adrián y Vanessa Lozano
La ubicación del yacimiento dentro del tramo del tren de alta
velocidad en construcción ocasionó la necesidad de realizar
diversos tratamientos de urgencia que incluían, entre otros, los
procesos de extracción de algunos elementos descubiertos en la
villa. Las situaciones con las que nos encontramos fueron muy
diversas, especialmente en cuanto al tipo de material, el grado de
deterioro y las características de las distintas intervenciones. En
concreto los trabajos se centraron en las siguientes zonas:
Mosaicos opus tessellatum polícromos (UE 1307, 1281,
1421): pavimentando tres distintas estancias de la villa aparecieron varios fragmentos teselados dispersos que se hallaban,
en general, muy deteriorados, con deformaciones provocadas
por raíces, zonas de quemados, problemas a causa de los altos
niveles de humedad, concreciones insolubles ocultando la superficie original y grandes pérdidas por la presencia de fosas y el mal
estado de conservación de los morteros preparatorios.
Antes de acometer la extracción se realizó un cuidadoso tratamiento de limpieza: una primera fase de tipo mecánico en seco con aspiración, bisturí y pequeños cepillos metálicos de cerda muy fina. Posteriormente se continuó con el apoyo de medios físicos (agua destilada y jabón New-Des). Se realizaron después los calcos a tamaño real sobre papel acetato, donde se reseñaron una a una todas las
teselas así como los principales daños.
Las telas de arranque (dos capas de gasa
hidrófila) se adhirieron a la superficie
seca con una resina sólida de acetato de
polivinilo (K-60 en alcohol etílico al 25%)
que no sólo aceleraba el proceso de
secado sino que evitaba el aporte de
agua que, a causa de los altísimos índices
de humedad, podían reblandecer las
colas. Completado el secado, se dibujaron las líneas divisorias de las secciones y
se numeran y marcan las líneas de unión
de las mismas para facilitar el posterior
montaje. La separación se realizó con la
ayuda de espadas metálicas de diferentes
longitudes. Las distintas secciones fueron
protegiéndose con malla de fibra de
vidrio, acomodándose sobre planchas de
madera y cama de corcho para su traslado al Museo de Prehistoria de Valencia,
donde se colocaron en unas cajas expresamente diseñadas para albergarlas.
III. 4.- INTERVENCIONES DE RESTAURACIÓN
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Pintura mural (UE 1568)
asociada a un zócalo de
mármol (UE 1567): pequeño fragmento de pintura
mural sobre zócalo de piedra
(medidas aproximadas de la
pintura: 120 x 25 cm.) con un
fuerte estrato de concreción
insoluble adherida a la película pictórica que impedía ver
los motivos decorativos. Se
realizó la limpieza con empacos de pasta de celulosa y
carbonato de amonio al 20%
y posterior desalinización con
sepiolita sobre papel tissue y
agua destilada, descubriéndose bandas de varios colores y
algún indicio de marmoleado
pintado. El zócalo de mármol
se limpió con cepillos suaves,
agua destilada y detergente
neutro al 10%. Una vez consolidada la superficie pictórica (impregnaciones de Paraloid B72 al 10% en acetona) se procedió con el arranque, protegiéndose primero la pintura con papel japonés y gasa de algodón adherida con resina polivinílica K-60. Para conformar un bloque rígido que mantuviera el fragmento intacto se aplicó un estrato de espuma de poliuretano. Extraída la
pieza fue debidamente embalada e inmovilizada en una caja especial. El mismo proceso fue llevado a cabo con el
zócalo de mármol.
Estucos con policromía en el templete (UE 1373): templete cuadrado recubierto interna y externamente de estucos
de vivas policromías. El delicado estado de conservación impedía que pudiese reconocerse la superficie original, por lo
que fue necesario llevar a cabo un proceso de consolidación y limpieza para ir descubriendo al menos algunas partes
con decoraciones pictóricas. Se realizaron algunas catas de limpieza en la zona exterior que parecía menos deteriorada
(empacos de pasta de papel, agua destilada y New-Des) acompañados de limpieza mecánica con bisturí e hisopos de
algodón hidrófilo. Finalmente se realizó la consolidación superficial con Paraloid B-72.
Pavimento opus sectile polícromo (UE 1438): en una gran estancia de la zona oriental (6'10 x 4'63 m.) se descubrió un pavimento de mármoles polícromos que dibujaba un sencillo diseño geométrico combinando piezas cortadas en
formatos cuadrados, triangulares y rectangulares de diversos tamaños y colores. La gran mayoría de los mármoles estaban muy fragmentados y deteriorados, ocultos además bajo una costra calcárea. Para llevar a cabo la extracción se realizó la limpieza de toda la superficie, el dibujo y plano de las secciones de corte, el engasado de protección (doble capa
de gasa y adhesivo Mowilith DMC2 al 40%), el posterior siglado y, finalmente, el arranque placa a placa sobre una base
de poliestireno estrusionado que servía de cama de amortiguación y de soporte para las piezas una vez extraídas.
Todos los trabajos realizados han permitido sin duda la recuperación de un interesantísimo conjunto arqueológico que,
esperamos, pueda concluirse lo antes posible con los procesos definitivos de restauración que sirvan para crear conciencia sobre la importancia de la conservación de nuestro patrimonio histórico.
III. 5. MATERIALES RESTAURADOS EN LABORATORIO
Ana Mª. Martí Casabuena y Estefanía Martí Casabuena. Restauradoras.
La degradación de las piezas depende en gran parte del terreno de la excavación. El Terreno arenoso es muy permeable al agua,
la conservación depende de la acidez del agua circulante. El Terreno arcilloso es impermeable al agua, ciertas arcillas ácidas son
corrosivas. En el Terreno pedregoso su conservación depende de la acidez, permeabilidad y aireación.
Juegan un papel importante en la conservación de las piezas los siguientes factores:
1. El Ph básico es el único que conserva en estado óptimo las piezas, por tanto el PH ácido y el alcalino degradan.
2. El grado de aireación del terreno y la presión que ejerce sobre los restos arqueológicos.
3. Los movimientos del agua.
4. Los microorganismos: bacterias, hongos, líquenes...
5. Clima y variaciones estacionales, destacando Temperatura y Humedad del terreno.
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III. 5.- MATERIALES RESTAURADOS EN LABORATORIO
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Al llevar acabo una excavación y sacar a la luz los restos arqueológicos, sufren un shock y comienzan a degenerarse, deben transportarse al laboratorio de restauración, sometiéndolos a condiciones de temperatura y humedad parecidas a las que se encontraban y, conforme se aclimaten, llegar a las condiciones de conservación adecuadas.
PROCESO DE RESTAURACIÓN DE CERAMICA Y PIEDRA
La cerámica y el material pétreo sufre una carbonatación al evaporarse el agua que conservaba el terreno, las sales se quedan
en el interior de la pieza provocando fisuras en la pasta cerámica o la piedra; por ello, es necesaria una desalinización de la pieza
para evitar dicho proceso. El estado de conservación de las piezas es bueno.
1. Limpieza mecánica: baño en agua con L A 22 (ácido cítrico rebajado) al 3%.
2. Limpieza química: ácido clorhídrico rebajado al 5% en las concreciones calcáreas.
3. Baño en agua desmineralizada para la eliminación de sales solubles.
4. Secado en estufa a 105ºC o por oreo.
5. Montaje de los fragmentos que componen la pieza cerámica con Nitrato de celulosa.
PROCESO DE RESTAURACIÓN DEL METAL
Los Metales se degradan con mayor facilidad que otros materiales como la cerámica.
El ácido clorhídrico de la atmósfera y el anhídrido sulfúrico están en suspensión en el aire y se depositan en los objetos, al llover se crea la lluvia ácida cristalizando éstas sales que corroen las superficies de las piezas, provocando reacciones químicas y
pátinas verdosas. El estado de conservación de las piezas metálicas es óptimo pues conserva el núcleo metálico, destacando
focos de cloruros activos, deformaciones y concreciones.
1. Eliminación de concreciones terrosas y calcáreas. Tratamiento de focos de cloruros. Limpieza mecánica con papeta de bicarbonato de sodio en agua más frotamiento, con lápices de fibra de vidrio, bisturí y/o microtorno. Neutralización.
2. Baños inhibidor de la corrosión, (benzotriazol al 3% en alcohol), durante tres días.
3. Secado por oreo sobre papel secante.
4. Protección con Paraloid B-72 al 5% en acetona más 1% de B.T.A. aplicado por inmersión.
5. Protección final con cera microcristalina Cosmolloid 80 diluida en white spirit.
PROCESO DE RESTAURACIÓN DEL HUESO
1. Limpieza mecánica: con bisturí, hisopo humedecido en Alcohol o Acetona.
2. Encolado del hueso con Nitrato de Celulosa
PROCESO DE RESTAURACIÓN DEL VIDRIO
1. Se observa proceso de desvitrificación. El criterio a seguir es la mínima intervención.
2. Limpieza mecánica: pincel y bisturí para incrustaciones.
3. Limpieza química: hisopo con alcohol y acetona al 50%.
4. La consolidación con Paraloid B-72 al 5% en acetona mediante inmersión.
5. Secado por oreo.
6. Encolado con cianocrilato.
Una vez restaurado el objeto deben controlarse las condiciones ambientales, manteniendo las piezas alejadas de la suciedad
superficial. La iluminación debe ser fría y la temperatura entre 18-25ºC. La humedad relativa: < 45% excepto metales < 30%.
III. 5.- MATERIALES RESTAURADOS EN LABORATORIO
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III. 6.- INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL ESTRIBO 1 UIC
Celia Guillén Fernández. Arqueóloga
La decisión de salvaguardar la Villa conllevó la propuesta de sobreelevar la plataforma del AVE mediante un puente en el tramo
que la atravesaba.
Tras el desarrollo de una prospección previa, mediante la técnica del GPR, se detectó la presencia de estructuras en el subsuelo de la zona y, en consecuencia, se realizó un proyecto de intervención arqueológica contemplando la excavación en extensión
en el lugar afectado por las obras de instalación del estribo sur del puente.
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III. 6.- INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL ESTRIBO 1 UIC
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Esta intervención comenzó el día 20 de octubre de 2005. En primer lugar se realizó el rebaje de la tierra de cultivo mediante
la acción mecánica hasta una profundidad aproximada de 50 centímetros. La aparición de un conjunto de muros, algunos de
ellos ya detectados por el georadar, dio comienzo a la excavación manual que finalizó el 14 de diciembre de 2005.
Localizada en el suroeste del límite de la excavación efectuada en la villa en el año 2004, concretamente en la pars rustica, la
zona de intervención tenía una superficie aproximada de 217 m2
La finalización de esta excavación coincidió con el momento de la edición de este libro, por lo que los resultados arqueológicos
que presentamos son tan solo un avance.
FASE INICIAL
Los restos correspondientes a esta época se ubicaban
principalmente en la zona oeste de la cata, enclavada
en la pars rústica de la villa.
Los primeros niveles localizados evidenciaron que
la zona estaría destinada a usos residuales, delimitándose varias fosas de diversas morfologías excavadas en el nivel de tierra estéril. Sus rellenos estaban compuestos por tierra arcilllo-arenosa mezclada con abundantes cenizas, o simplemente vertidos de ceniza, y algunos fragmentos cerámicos de
producción común y terra sigillata. Este tipo de
fosas también fue documentado en la pars rustica
de la villa durante la anterior campaña, (Fig.4).
Directamente sobre ellas, entre mediados y finales
del siglo I dC, se perfilaron las primeras estructuras. Su
situación respecto a la villa y su tipología hacen pensar que se trataba de un área dedicada a actividades
artesanales, aunque los materiales localizados no permitían conocer su uso concreto, habrá que esperar a
los análisis de morteros, muestras de tierra recogidas
y estudios de conjunto para aclarar esta cuestión.
Fig.1.- Vista general de la intervención.
El resto más significativo era un hipocausto enmarcado dentro del espacio que formaban, al oeste y sur, dos cimientos en pésimo estado de conservación, debido a su expolio, y a que el límite sur fue reutilizado como cimiento de un muro de una fase tardía. Ambos respondían al mismo tipo de fábrica, siendo estructuras longitudinales de doble paramento de mampostería de piedras calizas informes de
diversos tamaños trabadas con tierra. Se desconoce su límite norte, aunque probablemente se hallase ubicado bajo otra estructura, por
otro lado, el muro este, arrasado, se delimitaba por las señales en el pavimento que mostraban por donde discurriría.
Fig. 2.- Primera fase de hipocausto, destacando los restos de lo que sería el límite este.
Fig.3.- Praefurnio.
En esta primera fase, el hipocausto tenía unas dimensiones de 2.84 x 2.78 m de lado. La suspensura estaba formada por pequeños pilares cuadrados de 20 x 20.5 x 4 cm dispuestos en hiladas paralelas sobre un suelo de mortero de cal con una preparación de cantos rodados y piedras informes, similar a la fábrica utilizada también en las balsas situadas en la villa. La boca o entrada que se abría hacia el praefurnio la formaban dos arcos situados en paralelo.
El praefurnio, o zona de fuego que transmitía el aire caliente al hipocausto, era una estructura cuadrangular, estrechándose en
la zona sur, donde se ubicaba el acceso de comunicación con la suspensura. Estaba realizado con piedras calizas irregulares trabadas en seco. Se apreciaban algunas reformas, un tanto toscas, como la efectuada con la reutilización de fragmentos de dolia,
lo que da muestra de su perdurabilidad en el tiempo.
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La ubicación del hipocausto y praefurnio dentro del
ámbito artesanal podría indicar que sería utilizado
como horno y no como sistema de calefacción.
Junto a él funcionarían unas superficies irregulares
de mortero de cal con una hilada de pequeños agujeros, algunos con canaletas de decantación, excavadas en la tierra y de diferentes dimensiones, localizadas en el extremo occidental de la cata.
Fig.4 a y b.- superficies de mortero.
Al este del horno se localizaban gran cantidad de
estructuras de las que, en su mayoría, tan sólo se
conservaban los cimientos, muy arrasados por un
potente relleno inicial de tierra de cultivo. Estos presentaban un mismo tipo de fábrica, con anchuras
variables, estructuras longitudinales de doble paramento de mampostería de piedras calizas de diversos tamaños trabadas con arcilla. Todos estos
cimientos formaban nueve habitaciones de las que
no tenemos una visión clara debido a su deficiente
estado de conservación y a las reducidas dimensiones de la cata intervenida. Lo que si se comprobó
era que pertenecían a un mismo momento constructivo, al estar trabados al unísono y situados
directamente sobre el nivel de tierra estéril.
Junto a las estructuras descritas se documentó una
balsa, UUEE 11056, de morfología rectangular, con
unas dimensiones de 1.18 m de anchura por 2.14 m
de longitud. Las paredes estaban fabricadas de piedras
informes trabadas con mortero, cuyo aspecto irregular
indicaba que estarían directamente apoyadas sobre la
tierra. El interior estaba revestido por una capa de argamasa que impermeabilizaba el muro, mediante una
película de cenizas y carbones. Su pavimento fabricado
de mortero mezclado con abundante material cerámico machacado, pero no triturado, de diez centímetros
de espesor, le conferiría una gran dureza y resistencia.
En su mitad oeste se ubicaba un pequeño desnivel de
forma circular para facilitar su limpieza.
Fig 5. Balsa 11056.
En la zona noreste se ubicaba una canal fabricada
con material reutilizado, sus paredes estaban elaboradas con piedras calizas de diversos tamaños, algunas
de ellas ligeramente trabajadas, y la base con tegulae.
En este periodo el hipocausto se amplió conservando su anchura de 2.84 m, pero se extendió hacia el sureste hasta alcanzar
una longitud de unos 6 m. Por lo tanto se siguieron manteniendo los mismos límites, excepto el este, del cual se evidenció su
nueva situación por los escasos restos localizados de su cimiento.
La suspensura estaba reparada y ampliada con pilares circulares de 21 cm de diámetro y 4 cm de espesor, con una altura máxima conservada de 35 cm. Los arcos de la entrada fueron reforzados con un pilar central y adobes dispuestos a panderete a
modo de sujeción. No ha perdurado ninguna evidencia del suelo al que daba sustento la suspensura, pero la gran cantidad de
losas de barro cocido entre el derribo presuponen que estaría formado por este material.
Todo este conjunto formaría parte de un sistema de industria artesanal de la que esperamos poder ofrecer más datos en la
memoria final de esta intervención, en fase de redacción. Los análisis de mortero pertenecientes a la balsa de macerado de la
pars rustica excavada en 2004, mostraron fibras de lino y esparto, por lo que se pudo saber que esta villa estuvo dedicada a la
producción del lino. Como hipótesis de trabajo, planteamos la posibilidad de que estas estructuras estuvieran en relación con
ese proceso de producción.
FASE REFORMA
Entre mediados y finales del siglo II dC se reestructuró completamente el espacio, de igual modo que ocurrió con la villa.
Se amortizó el hipocausto, creándose un nuevo edificio aprovechando los cimientos anteriores. Los muros UUEE 11002
y 11014 conservaban parte de su alzado y estaban situados en paralelo creando una gran nave. Estaban realizados con
piedras calizas de mediano tamaño trabadas con mortero compuesto por un alto porcentaje de cal, presentando sus caras
exteriores ligeramente trabajadas, otorgándole un aspecto homogéneo.
Una nueva balsa, UE 11065, se construyó en la esquina noroeste del estribo. Tenía unas dimensiones aproximadas de 4.50
x 3.20 m de lado y sus paredes estaban hechas con piedras calizas trabadas con mortero, pero, a diferencia de la anterior,
su solera presentaba tan sólo este material, sin cerámica mezclada, y con media caña entre este y sus paredes interiores.
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Todo indica que aunque la zona se reestructure, e
incluso se transforme su utilización, sigue siendo un
espacio artesanal y de almacenaje, de ahí la balsa
de trabajo y la distribución espacial en varias estancias. Su orientación y tipología coinciden con los
restos localizados en el suroeste de la villa, correspondientes a las habitaciones de la pars fructuaria,
lo que las enmarca dentro de una misma estructura y ámbito de trabajo.
A la espera de la conclusión de los estudios interdisciplinares que nos puedan aportar datos sobre
su utilización, solamente podemos concluir que
este conjunto perduró hasta el siglo IV dC, momento en el que cambia de uso la villa.
Fig. 7 Reparaciones hipocausto.
Fig.8.- Alzado UE 11002, al fondo UE 11014.
III. 7.- SÍNTESIS Y VALORACIÓN DE LA VILLA DE CORNELIVS
Rosa Albiach Descals. Museu de Prehistòria de València.
La excavación de urgencia de Els Alters (L'Enova, Valencia) fue realizada durante los meses de marzo a junio del año 2004 y dió
como resultado una gran villa romana. Antes de la intervención sus dimensiones y secuencia estratigráfica se pudieron aproximar
por la visión que nos facilitaron los cortes creados por una zanja que atravesaba el yacimiento hecha durante una actuación en el
año 2003. El esfuerzo invertido en llevar a término la excavación ya se demostró en su día, a pesar de las intensas lluvias que
hubo esa primavera, y se cumplieron los trabajos en el plazo establecido, presentando la correspondiente Memoria con la documentación científica y gráfica.
El presente libro es el resultado del trabajo realizado con posterioridad a lo descrito donde los diversos autores han dedicado mucho
tiempo y han demostrado un interés en el avance de su conocimiento. El contenido incluye la presentación de la villa, el estudio
de sus diferentes partes, la interpretación y la valoración de lo estudiado hasta ahora así como un conjunto de trabajos complementarios que han atendido a aspectos del paisaje, el territorio, la economía, el comercio y la evolución histórica de este yacimiento,
consiguiendo una visión amplia de la villa con unas estimaciones que a día de hoy son muchas aunque no suficientes.
El título del libro La villa de Cornelius viene dado porque sabemos que uno de los propietarios de la villa fue Publius Cornelius
Iunianus. Los hallazgos epigráficos de la excavación han evidenciado que era un personaje rico y bien relacionado procedente de
las gentes más influyentes de la aristocracia local, los Cornelii y los Iunii. Su residencia habitual estaría en la ciudad de Saetabis,
situada a unos cinco kilómetros de la localidad de l'Enova, donde dedicó una inscripción honorífica sobre un pedestal ecuestre
a su hermano Marco Granio Superstes, cuando éste ya había muerto, en época antonina (96-193). Otro de sus hermanos vivó
en Roma donde se halló una inscripción que le hacía mención C. Cornelius C. f. Iunianus ex Hispània citeriore Saetabistanus.
El momento en que se decidió construir esta villa lo situamos entre los años 65 y 75 dC a partir de la cronología que nos proporcionaron los materiales cerámicos aparecidos en los niveles de fundación relacionados con las zanjas de construcción de
los muros y las nivelaciones previas a la proyección urbanística. Los hallazgos numismáticos también señalaron como inicio de
la villa el último cuarto del siglo I dC. Durante este periodo gobernaba el imperio desde Roma la dinastía de los flavios, iniciada con el emperador Tito Flavio Vespasiano (69-79 dC). Dentro del territorium de Saetabis se encontraba el fundus de
Cornelius cuyo ámbito jurisdiccional era el convento jurídico Tarraconensis con sede en Tarraco, capital de la Provincia
Tarraconensis de Hispania.
III. 7.- SÍNTESIS Y VALORACIÓN DE LA VILLA DE CORNELIVS
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La finalidad con que fue concebida estaba en relación con la explotación de unas tierras para obtener amplios beneficios, además de
poder contar una gran residencia donde pasar temporadas. El producto elegido fue el lino, cuyo éxito estaba garantizado ya que desde
época romana republicana existían talleres en Saetabis que tejían con este hilo telas de excelente calidad, muy afamadas en el imperio
romano y mencionadas en diversos textos clásicos de la época como Plinio (Historia Natural XVIII, 165; XIX, 9), Catulo (Carmina XII,
14,17), Gratio (Cynegetikon , XL-XLI) y Silio Italico (Bellum Punicum, 372-375). Sabemos que ésta fue la actividad de producción por las
instalaciones para su procesado halladas en la villa y por los análisis del mortero de sus balsas que mostraron fibras de lino y de esparto.
Los terrenos adquiridos para instalar la villa incluían tierras aptas para el cultivo que quedaban libres del riesgo de inundación y
contaban con recursos hídricos subterráneos para su riego y una buenas condiciones climáticas tanto de insolación como de
ausencia de heladas. La finca abarcaría también una zona de montes donde la vegetación predominante era el carrascal y en los
puntos más elevados el pino negro y el roble, usados en la construcción de la casa y como leña para combustión. Estas montañas constituían un hábitat idóneo para las especies de explotación silvestre encontradas como los ciervos, jabalís, tejones, cabras
hispánicas y aves silvestres, además de caballos y perros que acompañaban a las cacerías. En la zonas de pastos se alimentaron
las especies de explotación doméstica como los bóvidos que ayudaban en las tareas de arado y transporte, y los ovicaprinos y cerdos empleados en la alimentación complementada con el consumo de especies marinas de ostras y pechinas.
Vista general de la villa.
En la suave pendiente de la ladera anexa a estos campos construyeron la casa y las instalaciones de producción y almacenaje,
ajustándose a la división que en el siglo I mencionaba el gaditano Columela: Modus autem membrorumque numerus aptetur
universo consepto, et dividatur in tres partes, urbanam, rusticam et fructuariam (Lucius Iunius Moderatus Columella, De re rustica I, 4, VI).
En una superficie aproximada de 3.000 m2 se encontró la residencia, excepto gran parte de su lado norte que quedaba bajo
un camino rural. Tenía una planta itálica con un peristilo central, habitaciones a su alrededor, un jardín y unos baños. La entrada principal estaría por el norte, aunque se encontraron accesos secundarios por el este y el oeste. En la parte trasera de la casa,
el sur, se pusieron las instalaciones de procesado del lino y del esparto así como el resto de estancias para el almacenaje y el
desarrollo de actividades artesanales y agropecuarias.
La villa tuvo cuatro siglos de existencia desde su edificación hasta la caída de su techo y paredes. La propiedad de Publius
Cornelius Iunianus debió finalizar a finales del siglo II o inicios del III dC cuando se emprendió una gran reforma en la villa
que desconocemos si la realizó su familia o bien cambió de manos. Lo que parece plausible es que la villa se convierte en
el lugar de residencia habitual de los dueños dado que se realiza una gran reforma muy ostentosa además de cerrar vanos
impidiendo el acceso directo de la residencia a la zona de trabajo. Esta reforma le confirió un aspecto más suntuoso a la
casa que fue revestida con nuevas ornamentaciones de mármol y pavimentos policromos de mosaico. Se añadió un templo
doméstico de culto a Hercules en el jardín y en la zona de producción se construyó una nueva balsa y un conjunto de estancias para el almacenaje. La continuidad de la explotación y procesado del lino tras esta reforma no ha podido confirmarse
en la zona de las balsas de procesado porque no existe evidencia que indique algún cambio. Las excavaciones de 2005 y
sus estudios en curso están evidenciando que el horno construido al inicio de la villa y que suponemos en relación con el
proceso de producción del lino fue amortizado en el momento de las reformas y sobre el se construyó una gran nave seguramente como almacén de productos. Los futuros análisis de mortero tal vez puedan especificar si se continuó la producción del lino o hubo una nueva explotación y comercialización de productos. A mediados del siglo IV se apreció un cambio
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III. 7.- SÍNTESIS Y VALORACIÓN DE LA VILLA DE CORNELIVS
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en el uso de las estructuras aunque su ocupación se prolongó hasta la segunda mitad del siglo V, pero dando un uso completamente distinto a sus dependencias. En este siglo de perduración la situación general del imperio estaba alterada y éste se
encontraba dividido desde la muerte del emperador Flavio Teodosio I en el año 395, entre el imperio de Oriente y el de
Occidente, pero la villa sobrevivió con actividad productiva y comercial aunque degradándose en su estructura.
La planificación topográfica y urbanística de la villa fue muy metódica e higiénica. Se realizó un acondicionamiento previo del
espacio para construir la casa que precisó del rebaje y aporte de tierras así como de la correcta ubicación de los desagües.
La cloaca general de la casa partía de la trasera y discurría por debajo de este eje, atravesaba el área de porche y continuaba por el pasillo que comunicaba con los baños. Este trazado ocupaba el subsuelo de áreas abiertas, nunca de estancias privadas, y al mismo tiempo sin pavimentos suntuosos buscando las facilidades para realizar reparaciones en caso de obstrucciones. El corredor dejaba las termas aisladas de la casa evitando el contacto con los vapores y las humedades que se generaban diariamente. Detrás de todo este conjunto se ubicó la zona de trabajo y almacenaje que contaba con mucho espacio
y abundante agua.
Los cimientos de la casa se hicieron, tras excavar amplias zanjas, con piedras irregulares trabadas con tierra y sobre ellos se
pusieron los zócalos de opus vittatum o pequeños sillares dispuestos en hileras horizontales trabados con mortero de cal. El
alzado de los muros se hizo de tapial de tierra y la cubierta, a una o dos vertientes, era de tejas planas, tegulae, y curvas,
imbrices, en su unión para evitar filtraciones de agua. Las paredes se revistieron con estucos pintados al fresco y los suelos
se pavimentaron con mortero de cal combinado con gravas, opus caementicium, o con fragmentos de cerámica triturada,
opus signinum. Las estancias más apreciadas, personal o socialmente, tenían suelos de losetas variadas de mármol, opus
sectile, o de mosaico polícromo, opus tessellatum, decorado con motivos geométricos, vegetales y animales. Los umbrales
eran de mármol de Buixcarró proveniente de las canteras próximas situadas en Barx, como la mayor parte de las piezas marmóreas existentes en la casa.
La residencia tuvo un piso superior en, al menos, dos de sus lados, oeste y sur, aunque la parte norte de la casa también lo tendría. El acceso a esta planta se realizaba desde la escalera ubicada en el pasillo oeste y suponemos que también se haría desde
alguna habitación de la casa, seguramente desde la pavimentada con el mosaico mejor conservado porque tiene restos de un
basamento. Tanto el pasillo trasero como el occidental no tenían techumbre, de igual modo que una parte del porche, el jardín
y el patio del área de trabajo, deducido por la ausencia de tejas en los niveles de abandono así como por la inexistencia de
soportes de sustentación.
La proyección de la planta arquitectónica inicial de la villa se planificó a partir del peristilo en cuyo centro tenía un gran estanque
y un patio a cielo abierto que permitía la entrada de luz y aire fresco en la casa. A su alrededor estaba el porticado con cubierta a un agua apoyada en columnas de mármol que daban acceso a las habitaciones de la casa, de las cuales una parte han sido
identificadas. En el ángulo sureste, un conjunto de tres estancias comunicadas constituía uno de los dormitorios principales de
la casa. La entrada era un vestíbulo con pavimento de mosaico policromado que daba paso a un dormitorio espacioso con un
suelo de losas de mármol y desde aquí se accedía a un pequeño vestidor. Junto a éstas había una habitación con acceso directo al peristilo que se ha asociado a un dormitorio infantil.
Este dormitorio principal descrito tenía en su lado oriental un amplio jardín con pinos y rosáceas, flora que sería vista desde sus
ventanas, de igual modo que ocurría con la habitación noreste de la casa, posiblemente un estivalia con columnas alternas en
sus muros, creando una estancia abierta al jardín. Una de las prácticas religiosas de la villa se realizaba en el templo doméstico
que se construyó en este hortus entre finales del siglo II e inicios del siglo III dC. Estaba dedicado al dios Hércules el invencible,
como atestigua el texto de una inscripción hallada en su interior junto a un busto del dios realizado en mármol blanco, que
corresponde a una pieza importada y todavía está en fase de estudio, como algunos otros objetos.
Al oeste de la zona de descanso estaba la estancia más grande de la casa, la única que tenía dos accesos y estaba ubicada en
el eje central, de modo que en cuanto se entraba por el peristilo, justo en frente, estaba esta estancia asociada a un oecus o
salón de recepción utilizado para reuniones sociales y de trabajo. En su interior apareció un ara votiva con una inscripción que
le dedicó el liberto Eutico al dueño de la casa Cornelius por su salud, implorando al dios Júpiter. Por su lado oeste, y solamente desde el interior, se pasaba a otra estancia que relacionamos con el archivo para sus documentos. En el lado occidental del
peristilo había tres habitaciones asociadas al comedor o triclinium con un suelo de mosaico policromo con figuras geométricas
combinadas con motivos vegetales, un posible dormitorio con escasos restos de pavimento de mosaico entre los que destaca
un motivo animal y una sala central de tránsito que era el único punto de acceso a la zona de termas.
El baño diario para la higiene personal y como paso previo a un banquete era una práctica habitual en la sociedad romana, constituyendo las termas uno de los lugares de reunión durante los encuentros sociales. Las villas contaban con baños privados y los
de la de Cornelius tenían una primera sala para vestuario o apodyterium que daba paso a un área templada o tepidarium para
la práctica de masajes y descanso, la siguiente era el caldarium o estancia provista de una piscina de agua caliente con cámara
subterránea o hipocaustum donde se retenía el vapor para mantenerla caldeada, y junto a ésta estaba la sauna o sudatorium
también con hipocaustum, y finalmente la piscina fría o frigidarium. El hallazgo de un pozo en este conjunto resolvió parte de
una de las cuestiones más interesantes sobre el abastecimiento del agua en la villa. Claramente, éste proveía de agua a los baños,
que precisaban una gran cantidad, pero lo interesante ha sido comprobar que se recurrió a la obtención subterránea de recursos hídricos. Junto a este pozo se hallaría el praefurnium u horno donde se calentaba el agua para la sala caliente y se obtenía
vapor para el hipocaustum, aunque solamente se excavó parte del conducto de paso para el vapor.
El área de trabajo y producción de la villa se concentró en la parte trasera de la casa. El conjunto de instalaciones constaba de
un canal que aportaba el agua, una balsa de decantación y otra mayor para el macerado. El hallazgo de fibras de lino y esparto
entre los fragmentos de mortero de esta última fueron el indicativo para conocer la génesis de la producción en la villa. Este procesado requirió una serie de pautas y tareas iniciadas con el cultivo del lino y la recogida del esparto.
El lino era una especie cultivada que requería el riego continuado con abundante agua y tras la siembra en primavera precisaba
un esfuerzo para la siega en verano. Con posterioridad a la separación de las semillas de lino de sus tallos éstas se guardarían
para la siguiente siembra, que suponemos anual porque era la práctica que se reconoce como usual al desmineralizar con exce-
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so la tierra. La elaboración de aceite de linaza con las semillas se conoce desde la antigüedad pero aquí no tenemos evidencias
de que forme parte del proceso de producción.
Los campos para la cosecha del lino estaban al noreste, a los pies de la casa, frente a su puerta principal, existiendo una
amplia extensión apta para el cultivo que ha perdurado en su fertilidad hasta la actualidad con la explotación de diferentes
productos como el arroz en Época Moderna y hoy en día los naranjos. La procedencia del agua venía desde el oeste, pero
su punto de suministro lo desconocemos aunque se sabe de la existencia de una densa corriente subsuperficial que discurre por este lado en dirección sur-norte y, tal vez, ésta pudo ser su fuente de suministro. Los tallos se sumergían en el agua
de la balsa de macerado para conseguir la pudrición de las fibras y separar de ellas la parte leñosa de la más fibrosa. La posterior devanación de las fibras las convertía en madejas y, según el proceso conocido por comparación etnológica, eran blanqueadas en agua caliente con cenizas y posteriormente secadas, de lo cual no hay constancia, a no ser que nos la proporcionen los estudios del conjunto artesanal hallado durante las excavaciones del año 2005 en el que se localizó un hipocaustum. El tejido de los paños se realizaría en los talleres de la ciudad de Saetabis dado que las urbes concentraban éstas actividades de producción y comercialización de los productos resultantes como toallas, camisones, blusas y telas en general,
destacadas por ser finas y proporcionar frescor, y estar enmarcadas entre las tres mejores de Europa y compararse en calidad a las de Pelusium en Egipto.
Las montañas que había tras la casa, al sur, así como los montes aledaños serían la base de aprovisionamiento del esparto usado
en la producción de la villa, proceso en el que tan solo se invertía el tiempo de su recolección en la montaña, la inmersión para
ablandarlo y una posterior manipulación.
El gran tamaño de la balsa grande con 37,5 x 6 x 0,70 m ha sido el mejor punto de partida para aproximarnos a una valoración
de la producción que podría haber en la villa ya que entendemos que estas medidas eran directamente proporcionales al volumen de la cosecha y recolección.
En general, los objetos cerámicos, vítreos y de hueso hallados en la villa se corresponden con los que circulan en la órbita comercial del imperio, a excepción de las manufacturas locales que se ciñen a una difusión regional. Los hallazgos numismáticos corroboran la inclusión de la villa, durante toda su ocupación, en los circuitos de abastecimiento que reflejaban la política monetaria
de Roma y también de la Provincia Tarraconensis, a la que pertenece la villa, como ya hemos visto.
Las diversas estancias relacionadas con las tareas de almacenaje, actividades domésticas y agropecuarias así como establos y
prensas se encontraron tan solo en pequeños sondeos.
El cementerio donde iban descansando en paz los habitantes de esta villa estuvo en sus proximidades, sobre una pequeña
colina a unos 30 m aproximadamente al oeste de la casa, lugar que ha continuado utilizándose como necrópolis por los habitantes de la localidad de l'Enova hasta la actualidad. Los esclavos y libertos que trabajaron en la villa cultivando los campos
de lino y recogiendo el esparto de las montañas para realizar el procesado de ambos así como el desarrollo del resto de actividades agropecuarias y domésticas diarias, debieron ser muchos más de los que conocemos por la epigrafía encontrada. Los
esclavos inmortalizados en las inscripciones eran Leonas y Natalis y los libertos Rhodine, Vib(ius) Eutychus i Inve[—-]].
Mencionamos sus nombres como un homenaje a su trabajo y su vida en la villa propiedad de Publius Cornelius Iunianus
donde, parece ser, fueron considerados por su dueño, como se deduce de las dedicatorias epigráficas, a pesar de carecer de
derechos y patrimonio.
La epigrafía lapidaria y votiva ha sido datada entre los siglos II y III dC por lo que las evidencias de los ocupantes de esta villa
durante los siglos IV y V dC no han sido documentada en inscripciones pero si por los materiales cerámicos y numismáticos que
usaron así como por la impronta que su devenir imprimió en la arquitectura y el urbanismo de la villa, y que nosotros hemos
intentado desvelar. Una nueva actividad productiva y comercial se desarrolló desde mediados – finales del siglo IV dC en relación con tareas agropecuarias que precisaron la construcción de un mayor número de estancias para el almacenaje. Antiguas
habitaciones se dividieron con nuevos muros hechos con piedras irregulares y fragmentos reutilizados de tegulae, imbrice, dolia,
piezas de mármol e inscripciones funerarias. La escasez de medios con respecto a las etapas anteriores era muy evidente así
como el escaso cuidado y mantenimiento de la estructura general de la casa, sin embargo, se ha constatado un cierto nivel de
adquisición e intercambio comercial evidenciado con la llegada a la villa de productos del norte de África y Oriente. La relación
con la ciudad de Saetabi, que se ha convertido en una sólida sede episcopal valenciana y al mismo tiempo seguirá siendo núcleo
redistribuidor de productos, debió ser estrecha tanto por ser posible residencia del dueño como por abastecer de enseres y creencias al ámbito rural, aunque evidencias de fe cristiana no se han registrado en la villa. La actividad general finalizó durante el
primer tercio del siglo V dC cuyo abandono conllevó el derrumbe de los techos y muros que sellaron y preservaron el conjunto
de materiales de estos últimos momentos de uso.
Un nuevo episodio de ocupación puntual en determinadas zonas de la villa se desarrolló a lo largo de la Antigüedad Tardía con
pequeños atisbos de vida y actividad sobre todo en la zona occidental. Se excavaron silos para almacenar grano y se realizaron
largas zanjas de expolio que atravesaban de este a oeste la superficie de la casa con el fin de obtener materiales para nuevas
construcciones, de la misma forma que se documentaron varias fosas basurero de grandes dimensiones. Se creó un campo de
cultivo con dos acequias de riego en la zona anexa al canal y en su interior se construyó una estructura relacionada con un sistema hidráulico de impulso y distribución del agua.
Tras estos últimos usos agrícolas, la zona situada junto a la colina de enterramiento romano pasó a albergar nuevas inhumaciones entre los siglos XI y XII. El estudio de sus patologías ha mostrado el desgaste en piernas y brazos de estos trabajadores del
campo que fueron los habitantes del enclave que, más al oeste, mostraba restos cerámicos en superficie de lo que fue una de
las alquerías que tuvo la zona.
También los hallazgos de prospección superficial nos señalaron que en una pequeña colina al suroeste, un reducido asentamiento fue la primera presencia en la zona asociada a un probable cultivo por parte de los íberos ya desde los siglos III-II aC , y en
los alrededor de la villa había dispersión de piezas romanas republicanas de los siglos II-I aC, y del cambio de era.
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La reflexión sobre la presencia humana en esta zona hay que relacionarla, claramente, con el paisaje óptimo y los recursos hídricos abundantes, ya que a lo largo de los siglos hemos visto que el trabajo agrícola ha sido la pauta que ha movido la transformación y explotación de esta tierra. Desde el siglo III aC hasta el siglo XII dC hemos podido hacer un seguimiento, en mayor o
menor grado, de esta actuación hasta que una acequia atravesó la villa romana y la necrópolis islámica. Esta nueva canalización,
de probable origen medieval cristiano, evidenciaba una nueva distribución del espacio pero al mismo tiempo una continuidad
del trabajo de estas tierras, de igual modo que lo indicaba la documentación general sobre la localidad recogida en el Llibre
del Repartiment. El cultivo de arrozales durante el siglo XVIII mencionado por Cavanilles ha demostrado la adaptación y capacidad del paisaje para acoger diferentes cultivos, incluso precisando abundante agua, y esta idoneidad de la tierra ha perdurado
hasta la actualidad con la explotación de naranjos. Lo cual nos permite, en retrospectiva, valorar que si estas tierras han sido capaces de transformarse, más o menos acertadamente, a lo largo de tantos siglos en tan variados cultivos que incluso precisaban
agua en abundancia, por la misma razón podemos creer que se pudo cultivar con éxito el lino y hacer fructífera esta villa.
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