Secuencia de ocupación y análisis territorial del poblado ibérico de El Xarpolar (Vall d'Alcalà, Alacant)
Ignacio Grau Mira
Iván Amorós López
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXX, Valencia, 2014, p. 239-261
Ignasi GRAU MIRA a e Iván AMORÓS LÓPEZ a
Secuencia de ocupación y análisis territorial
del poblado ibérico de El Xarpolar
(Vall d’Alcalà, Alacant)
RESUMEN: El Xarpolar es un oppidum ibérico de mediano tamaño del dominio montañoso de la región
central de la Contestania. En este trabajo realizamos un examen detallado del registro material y un estudio
espacial empleando datos de carácter geoespacial y herramientas de cartografía digital, LiDAR y SIG. El
poblado presenta una amplia secuencia de ocupación, que va desde el Hierro Antiguo, hasta Época Ibérica
final, momento este último en que el enclave parece cobrar importancia. El análisis territorial muestra un
enclave estratégico para el control de la circulación a escala comarcal y especialmente en la conexión del
valle de Alcoi con la costa. Esta función estratégica debió adquirir importancia en época tardoibérica, en el
contexto de la implantación romana en la región.
PALABRAS CLAVE: Época Ibérica, Contestania, oppidum, SIG, análisis espacial.
Settlement sequence and landscape analysis of the Iberian site of ‘El Xarpolar’
(Vall d’Alcalà, Alicante, Spain)
ABSTRACT: The settlement of El Xarpolar is the typical oppidum of medium size of the mountainous
domain of the central region of the Contestania. In this paper we carried out a detailed examination of
the archaeological record and a spatial analysis using geospatial data and digital cartography, LiDAR
and GIS. The analysis allows us to propose a large sequence of occupation, from the Early Iron Age until
the Late Iberian period. Spatial analysis indicates that we have a strategic location for the control of the
movement to regional scale and especially in connection the Mediterranean coast with the Valley of Alcoi.
This strategic function acquired importance in Late Iberian Period, 2nd–1st cents. BC, in the context of the
Roman control of the region.
KEY WORDS: Iberian Iron Age, Contestania, Oppidum, GIS, Spatial Analysis.
a Àrea d’Arqueologia, Universitat d’Alacant.
ignacio.grau@ua.es | ivan.amoros@ua.es
Recibido: 09/12/2013. Aceptado: 02/04/2014.
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1. PRESENTACIÓN
El Xarpolar es un asentamiento de altura y fortificado que se emplaza en la unidad geográfica articulada
por el valle del río Serpis, al norte de la provincia de Alicante, ya cerca de la divisoria con la Marina Alta
(fig. 1). Es conocido desde la década de 1920, cuando se daba a conocer precisamente por L. Pericot (1928)
en el primer número de Archivo de Prehistoria Levantina. Casi noventa años después, contamos con un
buen número de estudios parciales y valoraciones generales, pero carecemos de un estudio de detalle del
sitio arqueológico y todo el repertorio material. Precisamente cubrir ese vacío con la caracterización de El
Xarpolar y valorar su papel en la dinámica del poblamiento y articulación territorial en las montañas del
norte de Alicante es el propósito de este trabajo.
Los estudios previos han puesto el acento en lo destacado de un repertorio material que remite a una
secuencia de ocupación dilatada y en la importancia de este oppidum en el control de las comunicaciones
entre la costa y las comarcas del interior alicantino. Ese papel estratégico parece reforzarse en época
ibérica final. Precisamente esos puntos guiarán el trabajo que se desarrolla en las siguientes líneas. Para
ello proponemos un estudio que consta de tres partes, a saber, el estudio del repertorio material, el análisis
morfológico del poblado y el estudio espacial que integre el oppidum en el paisaje. Para el análisis territorial
proponemos metodología de carácter geoespacial basada en cartografía digital, LiDAR (Light Detection
and Ranging) y SIG.
Fig. 1. Localización de El Xarpolar y otros asentamientos ibéricos citados en el texto. 1, El Xarpolar; 2, Castell de
Perputxent; 3, La Covalta; 4, Ermita de Planes; 5, Castell de Cocentaina; 6, El Pitxòcol; 7, Solaneta de Tollos; 8, La
Serreta; 9, El Puig; 10, Castellar d’Alcoi; 11, Castellar d’Oliva; 12, Segària.
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2. HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN
Las primera referencia sobre El Xarpolar es una autorización firmada por el propietario de los terrenos,
Feliciano Lucas Seguí, el día 3 de junio de 1923 por la que autoriza a su descubridor, Fernando Ponsell
“para que pueda efectuar estudio y excavaciones de carácter arqueológico” (Segura y Cortell, 1984: 42).
Desconocemos las circunstancias de estas exploraciones, aunque según describe Luis Pericot se trató
únicamente de “algunas sencillas catas” en una de las habitaciones de las numerosas que se observan
en el poblado (Pericot, 1928: 157). Los objetos hallados en la excavación serían ofrecidos en venta a la
Diputación Provincial de Valencia en 1927 (Segura y Cortell, 1984: 43) constituyendo una de las primeras
colecciones de lo que sería el futuro Museo de Prehistoria de Valencia. A partir de ese momento, Fernando
Ponsell se convierte en colaborador habitual del Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia y, por
lo que se desprende de la correspondencia entre Isidro Ballester, director de dicha institución y Fernando
Ponsell, no debe descartarse que se llevaran a cabo más actuaciones en el yacimiento durante esos años.
Este primer lote de materiales depositados en el SIP fue presentado por L. Pericot en la citada publicación
de 1928. Ese conjunto de materiales, que ahora revisamos, es posiblemente fruto de una recogida selectiva
ya que se trata principalmente de piezas completas y en muchos casos muy singulares. En su artículo, Pericot
describe los materiales con los que data el poblado en el s. III a.C. Así mismo, tratará de dar una primera
interpretación acerca de la ubicación del yacimiento destacando la importancia que la Vall de Gallinera “hubo
de tener como vía comercial en los siglos del apogeo ibérico, y a través de ella debieron circular muchas de
las influencias que la cultura griega, desde la costa y en especial desde la cercana factoría de Hemeroscopeion,
ejerció sobre la indígena” (Pericot, 1928: 157). También en estos años se hará referencia al poblado en unas
notas de Isidro Ballester (1929: 19-21) en la que básicamente reafirma lo dicho por Pericot.
Durante los siguientes años no encontramos más referencias al poblado ibérico de El Xarpolar hasta la
publicación del libro Alcoy. Geología. Prehistoria de Camilo Visedo (1959), donde lo caracteriza como uno
de los asentamientos importantes de la zona en época ibérica y destacando de nuevo la importancia de su
ubicación en las relaciones de las poblaciones del interior con la costa (Visedo, 1959: 73-74). En estos años
se reaviva el interés por el sitio y en 1965 se llevó a cabo una pequeña campaña de excavación por parte del
Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia, dirigido por Miquel Tarradell en colaboración
con Vicente Pascual, en esos momentos director del Museo Arqueológico de Alcoi y en la que participarán
también Milagro Gil-Mascarell y Enrique Llobregat. Esta campaña tiene lugar entre los días 2 y 6 de julio y
el desarrollo de los trabajos está descrito por Vicente Pascual en el diario de excavaciones depositado en el
Museo de Alcoi por el que sabemos que se trató de un pequeño sondeo en el que se pusieron al descubierto
tres departamentos. Ese mismo verano se llevaron a cabo excavaciones por parte del mismo equipo en
la cercana Cova d’en Pardo entre los días 14 y 29 de junio. Tras la finalización de esta primera fase de
trabajos de campo, Miquel Tarradell manifiesta a Vicente Pascual su interés por continuar los trabajos al
final del verano tanto en la Cova d’en Pardo como en El Xarpolar, lo que conocemos por la correspondencia
conservada en el Museo de Alcoi. Finalmente se realizó una segunda campaña en la cueva entre el 16 de
septiembre y el 30 de octubre al final de la cual tenían previsto excavar unos días en El Xarpolar, pero con
motivo de las lluvias los trabajos fueron pospuestos a finales de noviembre, aunque no conocemos mucho
más de esta segunda campaña en el poblado.
Los materiales de esta campaña fueron depositados en el Museo de Alcoi y ahora también presentamos
en este trabajo. Los resultados de esta breve campaña no fueron publicados, salvo una breve nota de Miquel
Tarradell (1969) en la que amplía la cronología del yacimiento desde el s. IV a.C. por la presencia de
cerámica ática, hasta el s. I a.C., por la aparición de cerámicas campanienses y monedas. De la misma
opinión es Enrique Llobregat que incluye El Xarpolar en su Contestania Ibérica (1972: 51-52). A partir de
este momento El Xarpolar no ha sido objeto de intervenciones importantes, exceptuando los trabajos por
parte del Museo de Alcoi que, ante el progresivo deterioro del yacimiento y las acciones clandestinas de los
expoliadores, elabora la topografía y planimetría del sitio en 1987.
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Desde los años 60 El Xarpolar ha sido incluido en diversos estudios de carácter más amplio como el
estudio de las cerámicas pintadas (Nordström, 1973), las cerámicas de origen griego (Rouillard, 1991;
García y Grau, 1997), el análisis del material numismático (Mateu, 1967; Ripollés, 1982; Mellado y
Garrigós, 2008), materiales metálicos como una falcata (Quesada, 1997: 770) y algunos instrumentos
agrícolas de hierro (Pla, 1968; Moratalla, 1994).
Con la información disponible se incluye El Xarpolar en el estudio del poblamiento ibérico en la Marina
Alta (Castelló, 1993), ampliándose la cronología del yacimiento a época orientalizante entre los ss. VIIVI a.C. (Castelló y Espí, 2000: 113-116). El Xarpolar también se incluye en la tesis doctoral de uno de
nosotros (Grau Mira, 2002: 304-305) en la que se realiza una revisión de los materiales y su valoración en
el marco del poblamiento comarcal. Sin embargo, las evidencias materiales y su estudio territorial no se
han abordado de forma monográfica hasta la fecha, objetivo que precisamente pretende el presente trabajo.
3. MORFOLOGÍA DEL OPPIDUM
El Xarpolar es el típico oppidum de mediano tamaño del dominio montañoso de la región central de la
Contestania, que se extiende por el norte de Alicante y el sur de Valencia. Se trata de poblados enriscados
que aprovechan de forma muy precisa las condiciones quebradas del paisaje, delatando que las poblaciones
ibéricas tenían un preciso conocimiento del entorno y lo aprovecharon para fines estratégicos.
En el caso concreto que nos ocupa, nos encontramos con una elevada meseta de altura en el extremo
occidental de la Serra de la Foradà, en un solar que cubre aproximadamente 1,29 ha y con una altura que
oscila entre los 902 m en el punto más elevado del poblado y los 885 en su cota inferior.
Para el análisis morfométrico y la correcta caracterización topográfica hemos empleado una metodología
basada en datos de campo y su combinación con cartografía digital, datos LiDAR y proceso de datos
mediante SIG, que conviene comentar sucintamente.
El levantamiento topográfico se ha realizado mediante la modelización digital de datos espaciales LiDAR
de alta resolución. El LiDAR aerotransportado (Light Detection and Ranging) es un sistema basado en un
sensor láser que se instala en aviones o helicópteros. Esta tecnología permite obtener una gran densidad
de puntos de cota con precisión superior a los 15 cm en altura. En concreto hemos trabajado a partir del
vuelo LiDAR del año 2009 de la Comunidad Valenciana integrado en el Plan Nacional de Observación
del Territorio de España. Estos datos fueron tomados con un escáner ALS50, sobrevolando a una altura
promedio de 1.300 m. La frecuencia de escaneo fue de 32,3 Hz, con precisiones obtenidas con un error
medio de 0,03 m. La densidad promedio de los puntos es de 1 pto/m2.
Para crear el MDT (Modelo Digital del Terreno) hemos interpolado los puntos del último pulso, es
decir, eliminando los puntos de vegetación y demás objetos que no pertenecen a la base del terreno. La
nube de 14.953 puntos fue interpolada en el programa ArcGIS 9.3 para crear un TIN (Triangulated Irregular
Network), del que después se obtuvo el MDT con una resolución de 0,4 m (fig. 2, A).
Este modelo se ha combinado con el alzado topográfico realizado a mediados de los ochenta por el personal
del Museu d’Alcoi, que una vez digitalizado se ha incorporado a una base de curvas de nivel de 1 m creada a
partir del MDT (fig. 2, B). La combinación de estos datos nos permite analizar el solar del poblado y su entorno.
Especialmente importante es la valoración de las pendientes que enmarcan el poblado, por cuanto son
un elemento crucial para asegurar su inaccesibilidad, y por tanto facilitar su defensa. Para ello hemos
elaborado un mapa clinométrico con cuatro franjas de pendientes: 0-20o, 20o-45o, 45o-65o y 65o-90o (fig. 2,
C). Como se puede observar, el poblado se asienta en un rellano aplanado con una ligera inclinación hacia
el noroeste que nunca alcanza los 20o, mientras que en su perímetro se encuentra un reborde de pendientes
acentuadas que definen claramente el perímetro habitado y donde se construyó la muralla de cierre del
poblado. Estos desniveles alcanzan valores de entre 25o a 35o en los flancos oeste y sur del poblado y
se agudizan en el flanco este con niveles de 30o y 45o. El flanco norte es absolutamente inaccesible con
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Fig. 2. Morfología del oppidum de El Xarpolar. A, modelo digital del terreno; B, planta con las estructuras identificadas
(elaboración propia a partir de la planta del Museu d’Alcoi); C, mapa de pendientes.
farallones subverticales de entre 75o y 90o y que forman un precipicio de varias decenas de metros. Este
acantilado de roca no sólo defiende el flanco norte-noreste, por donde no se necesita muralla, sino que
además otorga al poblado la apariencia de inexpugnable para quien lo contemple desde el norte; también
el flanco oriental muestra la inaccesibilidad del lugar. En otro lugar (Grau y Segura, 2013: 61-62), hemos
señalado esta pauta recurrente de existencia de farallones en la mayor parte de los oppida de la comarca.
La defensa natural y la percepción de aislamiento que les proporciona el roquedo sin duda es un factor de
localización relevante para los iberos de la región. Esta pauta contribuyó sin duda a hacer de estos oppida
hitos del paisaje que balizarían el espacio.
Las formas y anomalías topográficas que muestra la cartografía de detalle, nos permite comentar algunos
rasgos formales del lugar (fig. 2 y 3). En la mitad sur del poblado se documenta una serie de 4 terrazas en
sentido norte-sur que discurren paralelas a la muralla. Tienen una longitud de 45-50 m y están separadas por
unos 9-10 m. Probablemente son parte de un acondicionamiento del espacio habitado, como plataformas
sobre las que edificar las viviendas. Otro grupo de plataformas de aterrazamiento, apenas pronunciadas en
el terreno, se identifican al norte de la estructura excavada en 1965; siguen una dirección suroeste-noreste.
En la parte central del poblado, inmediatamente al sur de la edificación excavada, se reconoce una nueva
anomalía, en este caso en forma de una amplia topografía irregular lineal y que se cruzan en ángulo recto,
que pueden hacer pensar en la existencia de otras estructuras de acondicionamiento. Sobre estas anomalías
lineales se reconocen departamentos y construcciones parcialmente enterrados que dibujan un caserío
compacto y denso por toda la superficie de la meseta.
Con los datos disponibles podemos caracterizar El Xarpolar como un poblado de dimensiones medianas,
en torno a 1,3 ha construido en una meseta de altura con una ligera inclinación hacia el oeste-noroeste.
En este solar se debió construir un caserío agrupado en el espacio intramuros disponible. Únicamente se
reconoce claramente los restos excavados de una estructura cuadrangular dividida en tres departamentos
de aproximadamente 10 x 4 m, construida con sólidos muros perimetrales de aproximadamente 50 cm de
grosor. Otros departamentos son parcialmente visibles en superficie.
Estas construcciones se hallaban claramente enmarcadas por límites naturales reforzados por una espesa
muralla de lienzo sencillo. No se identifican restos de torres y tampoco se reconoce con claridad el acceso.
En definitiva, el modelo de poblado debió ser muy semejante al de los oppida de La Covalta (Vall de Pla,
1971) y El Puig (Grau y Segura, 2013: fig. 3.1).
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Fig. 3. Vistas desde distintos puntos cardinales del modelo digital del terreno.
4. LA SECUENCIA DE OCUPACIÓN A TRAVÉS DEL REPERTORIO MATERIAL
4.1. Cerámica de importación
Los primeros indicios de la ocupación del sitio vendrían dados por la existencia de ánforas de importación
fenicias de la serie Ramon 10.0.0.0 de la que apenas contamos con algunos fragmentos informes y carenas
del hombro, lo que impide conocer el tipo concreto (Castelló y Espí, 2000: 114); estos materiales se datarían
entre los ss. VII y VI a.C.
Algo más numerosos son los vestigios de importaciones de época plena. Correspondientes al s. IV a.C.
son los fragmentos de cerámica ática de figuras rojas y barniz negro. En la colección del SIP se encuentra
una base de bol con decoración de ruedecillas y palmetas, correspondiente a un cuenco de barniz negro (fig.
4, 2). En la colección del Museu d’Alcoi encontramos un borde de crátera de campana de figuras rojas (fig.
7, 1), un borde vuelto al interior (fig. 7, 2) y una base de bol de barniz negro (fig. 7, 7).
Con cronología del s. III a.C. son dos pequeños cuencos de cerámica púnico-ebusitana, uno de ellos
con el borde anguloso (fig. 4, 3), y otro con el borde ligeramente curvado (fig. 4, 6), que encuentran sus
paralelos en las producciones de esta centuria (Ramon, 2012: 596, fig. 7).
En cerámica Campaniense A, entre fines del s. III y el s. II a.C., contamos con un borde de L27 (fig. 7,
6) y dos bordes de L36 (fig. 7, 3 y 4). En cerámica beoide de mediados del s. II y primera mitad del s. I a.C.,
encontramos una pátera L5 (fig. 4, 1), un cuenco de borde muy exvasado (fig. 7, 10), un borde L5 y una base
(fig. 7, 5 y 9) y un borde de L4 (fig. 7, 11).
Por último, de este mismo tipo de producciones de barniz negro es la base y tercio inferior en el que
se aprecia el arranque de dos asas de una copa de asas verticales del tipo Montagna-Pasquinucci 127/
Morel 3120 (fig. 7, 8), de procedencia etrusca central y oriental que se difundió entre los ss. III-II a.C.
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Fig. 4. Cerámicas de la colección del SIP.
(Montagna-Pasquinucci, 1972: 400-401), más bien en esta segunda centuria (Morel, 1981: 248). En
nuestro entorno está presente en los contextos fundacionales de Valentia a partir del 138 a.C. (Marín y
Ribera, 2000: 95, lám. 3), en Caudete de las Fuentes (Mata, 1991: fig. 16, 11) o en la fase 2b del anfiteatro
de Cartagena datada en el s. II (Pérez Ballester, 2000: lám. 2).
Este conjunto de piezas de vajilla de mesa importada se completaría con un cubilete de paredes finas, que
carece de borde (fig. 4, 14) y que posiblemente pertenecería a la forma Mayet II, datado hacia el s. II a.C.
La vajilla de mesa tardoibérica se acompañaría de algunos fragmentos de ánforas importadas, con un
borde de ánfora del tipo Campos Numantinos o Ramon T-9.1.1.1 (fig. 6, 10) y dos fragmentos de asas de
ánforas itálicas (fig. 6, 11 y 12)
4.2. Cerámica ibérica
Transporte y almacenaje
- Ánforas, tipo A.I.1 de Mata y Bonet. Encontramos un lote de bordes de ánforas ibéricas con perfiles
diversos (fig. 6, 1-9) donde predominan los de perfil almendrado (fig. 6, 2; 6, 4; 6, 5; 6, 9), propios de los
ss. III y II a.C. como se documenta en el alfar del Alcavonet (Grau Mira, 1998-99). Junto a éstos aparecen
bordes de perfil recto (fig. 6, 3) o cuadrangular (fig. 6, 6-7), propios de repertorios del s. IV a.C. de la zona
como en El Puig de Alcoi (Grau y Segura, 2013: 155-159).
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Fig. 5. Metales (nº 1 a 10); fusayolas (nº 11 a 17); cerámicas con decoración compleja del Museu d’Alcoi (nº 18) y del
SIP (nº 19 a 22). La pieza nº 22 tiene una escala aproximada.
- Tinajas, tipo A.I.2. En El Xarpolar no aparecen demasiado representados los grandes recipientes de
almacenaje, posiblemente porque al carecer de piezas completas, ciertos bordes que asociamos a piezas de
mediano y pequeño tamaño pudieron corresponder a grandes vasos. Aparece un borde engrosado recto de
tinaja (fig. 6, 27) que debe corresponder al tipo A.I.2.1. Otro borde es exvasado y posiblemente corresponde
al tipo tinaja sin hombro y con cuello indicado A.I.2.2 (fig. 6, 28). Aparece un asa trífida (fig. 6, 41) que
debe corresponder a una tinaja.
Almacenaje y despensa
- Tinajillas. Corresponden al tipo A.II.2.2 de Mata y Bonet. Se trata de pequeños recipientes de perfil
bitroncocónico ligeramente oval, sin asas y el borde ligeramente exvasado, con labios generalmente
moldurados, aunque también hay labios rectos. En la colección del SIP encontramos dos ejemplares de
este tipo, uno de ellos completo y decorado con bandas (fig. 4, 16) y otro con la superficie deteriorada
y sin muestras de decoración (fig. 4, 17). Los restantes ejemplares se reconocen por una serie de bordes
moldurados (fig. 6, 33-36) y exvasados simples (fig. 6, 37-38) de piezas de mediano tamaño.
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Fig. 6. Cerámicas de la colección del Museu Arqueològic d’Alcoi.
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Fig. 7. Cerámicas de la colección del Museu Arqueològic d’Alcoi.
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- Lebes, tipo A.II.6. Los recipientes abiertos con amplias bocas son poco frecuentes en el repertorio,
únicamente identificamos un borde con arranque de cuerpo de este tipo de vasos (fig. 6, 30).
- Kálathos, tipo A.II.7.2. Este tipo de vaso está representado por un recipiente que se conserva casi entero, pues
falta el tercio inferior. El borde es moldurado y tiene las paredes de tendencia ligeramente troncocónica; posee
decoración geométrica compleja (fig. 4, 18). Este tipo de vasos está muy bien representado en los contextos
del s. III de La Serreta (Grau Mira, 2002: 74-75) y se constata su producción local en el alfar del Alcavonet
(Grau Mira, 1998-99). Aparece el tercio superior de un segundo ejemplar con el labio plano y el cuerpo de
tendencia cilíndrica (fig. 6, 29), así como la base cóncava de un vaso de este tipo (fig. 6, 40).
- Urnas de orejetas. Se documentan dos orejetas de al menos dos piezas diferentes (figs. 6, 31 y 7, 49). Este
tipo de piezas son propias del periodo ibérico antiguo e inicios del pleno, ss. V-IV a.C.
Vajilla de mesa
- Botella, tipo A.III.1.1. Encontramos una pieza casi completa que carece de borde que corresponde a una
botella de forma globular, con cuello abocinado (fig. 4, 15). Está decorada con bandas, filetes y segmentos
de círculo crecientes. Son piezas que aparecen perfectamente enmarcadas cronológicamente en el s. IV a.C.
con paralelos idénticos en El Puig de Alcoi (Grau y Segura, 2013: fig. 5.53, G), o la Bastida de les Alcusses
(Mata y Bonet, 1992: fig. 10). Otros bordes de recipientes de boca cerrada y estrecha (fig. 7, 52 y 56) pueden
corresponder a botellas con un perfil más difícil de reconocer.
- Jarritos, tipo A.III.2 de Mata y Bonet. En la colección del SIP se encuentran dos pequeños jarritos de perfil
de tendencia globular, con cuello destacado, boca amplia y circular así como un asa desde la boca hasta el
cuerpo (fig. 4, 12 y 13); la mayor presenta una clara separación entre el cuello y el borde. Posiblemente nos
encontramos con sendas imitaciones de las típicas jarritas bitroncocónicas con un asa y nervios en relieve
en la carena, datadas fundamentalmente en el s. II a.C. y propias del área ampuritana realizadas en cerámica
gris. Esta jarritas ampuritanas aparecen en el País Valenciano junto con otras de calidad distinta que se
interpretan como producción local que imita aquella (Aranegui, 1975: 368).
- Platos, tipo A.III.8 de Mata y Bonet. Sin duda son las piezas más frecuentes entre el repertorio de El
Xarpolar, aunque la mayor parte de las piezas se encuentran fragmentadas. Se reconocen varios subtipos:
- Platos de ala. Se trata de platos abiertos que muestran un perfil de bordes divergentes y abiertos con el
borde sencillo que se exvasa en forma de ala plana. Contamos con un ejemplar completo que posee el
cuerpo poco profundo y de tendencia carenada (fig. 4, 8) y algunos bordes (fig. 7, 40 y 41). La mayor parte
de estos platos remiten a contextos próximos del s. IV a.C. como el de El Puig de Alcoi (Grau y Segura,
2013: fig. 162, 5 y 83). Paralelos algo más alejados son los ejemplares del tipo P2 de El Cigarralejo, del
primer cuarto del s. IV a.C. (Cuadrado, 1972: P1, t. XXIII; P2, t. XXV), o de la Bastida de les Alcusses
(Bonet y Vives-Ferrándiz, 2011: 160, fig. 22).
- Platos con el borde curvo vuelto al exterior. Se trata de cuencos de perfil curvo que se caracterizan por poseer
un borde exvasado curvo, que recuerdan a los perfiles de la forma L36 de campaniense A. Contamos con un
ejemplar completo (fig. 7, 47) y algunos bordes asociados a este tipo (fig. 7, 13 y 17-23).
- Páteras de borde ligeramente reentrante aparecen en tamaños grande y pequeño; algunas pintadas con
filetes y otras sin decoración (fig. 4, 4 y 5; fig. 7, 24-34 y 45). Los perfiles son variados, algunos presentan
bordes muy reentrantes, mientras otros presentan un ligero engrosamiento que hace inclinar el labio hacia
el interior. Algunas páteras se aproximan a los perfiles de las piezas campanienses de la forma L5/7 (fig. 7,
46) o L55 (fig. 7, 38 y 39).
- Vasos caliciformes, tipo A.III.4. Encontramos dos ejemplares elaborados en cerámica gris uno de ellos con
un perfil bastante achatado que suele corresponder a las formas más antiguas (fig. 4, 9) (Sala, 1997: 115) y
otro es un ejemplar de menor tamaño con un perfil más estilizado (fig. 4, 11).
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- Finalmente, es destacable un recipiente de pasta anaranjada y tamaño muy reducido que podríamos
catalogar como un microvaso (fig. 4, 10).
Cocina
- La cerámica de cocina está muy bien representada con cuatro tapaderas enteras de tamaño mediano y
pequeño (fig. 4, 20-23) y al menos otros cinco ejemplares fragmentarios (fig. 6, 20-26). Estas tapaderas
se acompañan de siete bordes de ollas de mediano tamaño (fig. 6, 13-19), frecuentes en los repertorios
domésticos ibéricos de todas las épocas.
Varios
- Cubilete de cerámica a mano (fig. 4, 19). Se trata de un cubilete de gruesas paredes de forma cilíndrica
y base plana que configura un caso de reducidas dimensiones y aspecto robusto. Se trata de algunos
recipientes de uso doméstico modelados a mano siguiendo una tradición secular que alcanza el s. IV a.C.
en la comarca, como probaría la existencia de una vaso idéntico en El Puig de Alcoi (Grau y Segura, 2013:
143, fig. 5.63, 286/09).
- Tapón (fig. 7, 55). Encontramos una pieza cilíndrica con una protuberancia que corresponde a un tapón
de cerámica.
- Ungüentario, tipo A.IV.2.2 de Mata y Bonet (fig. 7, 48). Aparece un fragmento de pie robusto de un
ungüentario estilizado de tipo fusiforme posiblemente correspondiente al tipo B de Cuadrado (1977-78:
389-404), sin que podamos precisar su forma debido al estado fragmentario.
- Botella con pitorro vertedor (fig. 7, 57). Se trata de un recipiente de cerámica común ibérica de pasta
rosada. Se encuentra fragmentado y se conserva únicamente el tercio superior, con el cuerpo globular del
que parte un cuello cilíndrico acabado en un borde exvasado. La particularidad de este recipiente es que
cuenta con un pitorro vertedor a la altura del hombro, con la finalidad de verter líquidos. Este tipo de vasos
no son muy abundantes y únicamente podemos aludir su semejanza a los recipientes con pitorro para verter
líquidos que aparecen en el ámbito catalán, como en Ampurias (Aranegui, 1975: lám. I, 1).
- Fusayolas, tipo A.V.8 de Mata y Bonet. Se trata de siete de estos objetos elaborados en cerámica cuyo uso
está relacionado con el trabajo textil. Las encontramos con diversos perfiles presentando algunas de ellas
cabeza (fig. 5, 11, 14 y 17) mientras que otras son acéfalas (fig. 5, 12, 13, 15 y 16).
Las cerámicas con decoración compleja
En El Xarpolar se encontraron cinco fragmentos correspondientes a recipientes de gran tamaño, tipo tinajas,
de dos vasos distintos a juzgar por las características de sus pastas y en ambos se identifican decoraciones
zoomorfas de equinos. Cuatro fragmentos fueron recuperados en las excavaciones de los años 20; los dos mejor
conservados fueron publicados (Pericot, 1928: fig. 1 y 2) y muestran fragmentos de patas y el tercio inferior
de caballos rodeados por motivos vegetales (fig. 5, 19 y 22). Dos fragmentos muy deteriorados presentan
motivos vegetales reconocibles, como zarcillos, espirales y hojas rellenas de reticulados y uno de ellos una
pata de equino (fig. 5, 20 y 21). El quinto fragmento corresponde a la parte superior de una tinaja con hombro
y presenta la cabeza de un caballo con el característico ojo circular de los caballos de La Serreta (fig. 5, 18).
Cuenta con riendas que cruzan el cuello y los restos de un posible prometopidion o frontalera frente a la testuz.
Estas piezas, aunque muy fragmentadas y deterioradas, dan cuenta del uso de vasos de prestigio en el
poblado posiblemente mostrando escenas de parada de caballerías, quizá con sus correspondientes jinetes, en
una serie temática muy bien reconocida entre las decoraciones del ámbito de La Serreta (Grau Mira, 2006).
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Secuencia de ocupación y análisis territorial del poblado ibérico de El Xarpolar
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4.3. El repertorio numismático
El conjunto de monedas ha sido tratado de forma pormenorizada en diversas publicaciones (Mateu, 1967;
Ripollés, 1982; Mellado y Garrigós, 2008) y a ellas remitimos al lector interesado. Sin embargo, señalamos
los rasgos principales por la información cronológica que aportan. Contamos con 10 monedas de bronce.
Dos de ellas pertenecen a cecas propiamente ibéricas, como son un as de Cástulo con una datación de
165-80 a.C. y un as de Saiti perteneciente a la segunda mitad del s. II a.C. En cuanto a las emisiones
propiamente romanas se identifican claramente 8 ases republicanos, 7 de ellos del tipo Jano bifronte datadas
a mediados del s. II a.C. (Mellado y Garrigós, 2008: 212). Estas piezas aportan un marco cronológico
bastante coherente que se situaría entre la segunda mitad del s. II y los inicios del s. I a.C. y señalarían la
primera introducción de los usos de las monedas entre las comunidades ibéricas de la zona, preferentemente
a partir de la zona interior de Saitabi (Ripollés, 2007) y de la costa, donde las monedas romanas son
predominantes posiblemente debido a la ubicación intermedia de El Xarpolar entre el litoral y las tierras del
interior (Mellado y Garrigós, 2008: 212).
4.4. Estudio del repertorio metálico
El estudio de los elementos metálicos se aborda a partir de la clasificación de los distintos objetos metálicos
con las limitaciones del mal estado de conservación, lo que nos impide en muchos casos adscribir los
fragmentos a un objeto o herramienta determinados. Se trata de un conjunto formado por 59 objetos, 46 de
ellos depositados en el Museo de Alcoi y 13 en el SIP.
Hierro
- Armas. En esta primera categoría encontramos una falcata ibérica, dividida en dos fragmentos, a la que le
falta parte de la empuñadura y con un estado de conservación bastante deficiente. Presenta una longitud de 61
cm y una anchura de 6,5 cm al inicio de la hoja. Esta arma fue incluida en el amplio estudio de armamento
ibérico de F. Quesada (1997: 844) quien propone una datación genérica entre el s. IV y el s. I a.C.
- Útiles plurifuncionales. Encontramos una posible aguja espartera o saquera (fig. 5, 8) con sección
cuadrangular y 140 mm de longitud. En esta categoría cabría incluir también la punta de un objeto de filo
cortante (fig. 8, 26), seguramente perteneciente a un cuchillo de 122 mm de longitud así como un cuchillo
afalcatado (fig. 8, 30) con remache en la empuñadura y 120 mm de longitud.
- Útiles agrícolas. Las herramientas agrícolas fueron incluidas por J. Moratalla (1994: 122) en su estudio
de los útiles de la comarca, clasificándolas en dos grandes grupos según se empleasen en la preparación
de los terrenos para el cultivo o en la recolección de la cosecha. Dentro del primer grupo incluiríamos un
legón de 200 mm de longitud por 110 mm de anchura utilizado para tareas de remoción y nivelación de la
tierra, normalmente en regadío (fig. 8, 23). También encontramos una azada estrecha (fig. 5, 2) de 170 mm
de longitud por 28 mm de anchura en el filo. Por último, encontramos una laya (fig. 5, 7) de pala estrecha y
alargada y enmangue tubular con unas dimensiones de 100 mm de largo por 17 mm de anchura en la pala.
- Los útiles relacionados con la recolección son un podón (fig. 5, 1) con una longitud de 210 mm, una
anchura de 73 y un grosor máximo en la hoja de 7 mm. Le falta un pequeño fragmento en su extremo
y presenta hoja curva y enmangue tubular por lo que suponemos que sería una herramienta de bastante
longitud relacionada con el cultivo de árboles y arbustos, tanto para tareas de poda como de recolección.
Finalmente, encontramos la hoja de unas tijeras (fig. 8, 24) con una longitud de 170 m, una anchura de 29 mm
y un grosor de 3 mm relacionadas con prácticas de esquilado del ganado ovino. Estas herramientas, aunque
escasas, nos ofrecen un panorama funcional muy interesante, habida cuenta de la gran especialización de
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Fig. 8. Metales de la colección del Museu Arqueològic d’Alcoi.
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los útiles para los distintos trabajos del campo. Así encontramos representadas las funciones de trabajo en
los grandes conjuntos de labores agropecuarias reconocidas en el campo ibérico: el trabajo en campos de
secano, tierras de regadío y la ganadería ovina para el aprovechamiento de la lana.
- Útiles artesanos. Entre este tipo de herramientas encontramos lo que podría tratarse de un compás (fig. 8,
14) de sección cuadrangular, en forma de “V” y con unas medidas de 76 mm de longitud, una anchura de
37 mm y 6 mm de grosor. Este tipo de instrumento está muy relacionado con el trabajo de la madera, siendo
utilizado para dibujar circunferencias y también para transportar medidas relativas (Tortajada, 2012: 295).
- Elemento de sujeción. Finalmente, hemos incluido también en este grupo un objeto bastante singular
como es la argolla articulada en la parte central y con dos grandes anillos en sus extremos, con una longitud
máxima de 250 mm y 25 de grosor que L. Pericot interpretó como un instrumento de prisión, una argolla
o dogal para aprisionar el cuello (Pericot, 1928: 158), objeto ciertamente único en los repertorios ibéricos.
- Elementos de construcción o carpintería. Dentro de este grupo hemos incluido una serie de clavos de diferentes
tamaños y formas (fig. 8, 1; 8, 2; 8, 28-29) así como dos anillas, una de ellas de sección cuadrangular, un
diámetro de 32 mm y un grosor de 5 mm (fig. 8, 4) mientras que la otra está compuesta por dos fragmentos de
hierro de sección cuadrangular enlazados de 37 mm de longitud y 4 mm de grosor (fig. 8, 7).
- Elementos domésticos. En este tipo encontramos una varilla de hierro de sección cuadrangular con un
extremo doblado formando dos ángulos rectos y que ha sido interpretada en otros poblados como una llave
(fig. 8, 16) (Grau y Reig, 2002-2003: 113). Una segunda llave con el mango doblado y cuatro dientes en el
extremo fue publicada por Pericot (1928: 158, lám. II, 3). Estos elementos, sin ser abundantes, sí aparecen
en los oppida del área valenciana, como la Bastida de les Alcusses o La Serreta.
- Fragmentos u objetos indeterminados. Dentro de esta categoría incluiríamos toda una serie de objetos
correspondientes a varillas o láminas de hierro que no nos ha sido posible identificar ni adscribir a una
forma concreta por su estado fragmentario (fig. 8, 3; 8, 5-6; 8, 8; 8, 15; 8, 18-20; 8, 25; 8, 27; 8, 44-50)
Bronce
- Fíbulas. Encontramos un fragmento de parte del arco en forma de puente laminar curvo de una fíbula de
doble resorte con un tamaño de 39 x 22 mm y un grosor de 3 mm. Un segundo ejemplar se documenta por
un fragmento de arco en forma de rombo de un puente laminar curvo con repujados circulares superficiales
y unas dimensiones de 55 x 14 x 1,8 mm de una fíbula tipo Alcores (fig. 8, 32) de lo que se deduce que le
falta la mitad, pues suelen estar formadas por dos rombos y la aguja. Se data, aunque no sin dificultades, en
torno a medidos del s. VII a.C. siendo previas a las del tipo Acebuchal (Torres, 2002: 198-199).
- Elementos ornamentales. Dentro de esta categoría cabría incluir un anillo (fig. 5, 5) con sección de
tendencia circular, diámetro exterior de 26 mm y grosor de 5 mm. Dos anillas circulares de sección también
circular (fig. 8, 33 y 34) que presentan 20 mm de diámetro y dos de grosor así como un fragmento de anilla
circular (fig. 8, 10) de 56 mm de longitud y un grosor de 2,5 mm. Finalmente, es destacable la existencia de
dos apliques con forma de concha (fig. 5, 6 y fig. 8, 37) con unas dimensiones de 30 mm de diámetro con
un desgaste en la parte central.
- Útiles plurifuncionales. En esta categoría encontramos dos agujas, una de ellas (fig. 5, 9) de sección
circular, algo doblada y con el ojo fragmentado que presenta una longitud de 140 mm y un grosor de 3 mm.
La otra presenta una perforación circular en la cabeza y unas dimensiones de 83 mm de largo, 4 mm de
ancho y 2 mm de grosor (fig. 8, 35).
- Ponderales. El repertorio del poblado incluye tres ponderales, dos de los cuales fueron publicados en el
estudio sobre los ponderales de la región contestana (Grau y Moratalla, 2003-2004: 36-37). Uno de ellos de
perfil bitroncocónico y orificio central que presenta 20 mm de diámetro en la base, una altura de 17 mm y un
peso de 35 g (fig. 5, 10). Otro de forma troncocónica y perforación central circular a partir de la cual surgen
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4 incisiones radiales en su cara menor, así como una serie de muescas en un lateral y en torno al orificio
central en la cara mayor. Presenta un diámetro de 31 mm en la parte más ancha, 27 mm en la más estrecha,
una altura de 21 mm y un peso de 107,07 g (fig. 8, 36). Finalmente, documentamos un tercero de forma
troncocónica que presenta un orificio en la cara plana mayor y un agujero relleno de plomo en la superficie,
transformación posiblemente destinada a reajustar el peso de la pieza. Presenta un diámetro de 21 mm en la
parte inferior, 18 mm en la superior, una altura de 15 mm y un peso de 35,48 g (fig. 8, 39). Estas dos últimas
piezas poseen un contexto arqueológico algo más fiable, ya que en el diario de campo de la excavación se
afirma que se localizaron acompañados por un contexto de cerámicas ibéricas, vajillas de barniz negro y
dos ases republicanos del tipo Jano Bifronte, elementos que nos remiten a un contexto de mediados del s. II
a.C. (Grau y Moratalla, 2003-2004: 37). En estos momentos del ibérico final parece constatarse un sistema
metrológico en la Contestania basado en un valor aproximado a los 7 gramos (Grau y Moratalla, 20032004: 49) en el que encajarían los tres ponderales de El Xarpolar con un mínimo margen de error.
- Fragmentos u objetos indeterminados. Documentamos un fragmento de plancha de bronce con dos
perforaciones, una rectangular y otra circular con un pasador central de hierro (fig. 8, 9); es posible que se
trate de la parte pasiva de un broche de cinturón, aunque no podamos aseverarlo con certeza. Una segunda
pieza es una placa de bronce con perforación circular en un extremo (fig. 8, 17), un fragmento de placa
de bronce con indicios de dos remaches en su parte interior (fig. 8, 13), una plaquita de bronce con los
extremos doblados hacia el interior en los que aparecen dos pequeñas perforaciones circulares (fig. 8, 21),
dos pequeños fragmentos de varilla (fig. 8, 12 y 22) y un fragmento de plancha enroscada (fig. 8, 31) con
una longitud de 62 mm, una anchura de 18 mm y un grosor de 2 mm.
Plomo
Únicamente contamos con dos elementos elaborados con dicho metal, por una parte un fragmento con forma
de prisma de base triangular del que desconocemos su funcionalidad y que presenta unas medidas de 19
mm de longitud, 11 mm de anchura y un grosor de 8 mm (fig. 8, 11). Por otra parte encontramos un resto de
transformación del metal, en este caso un goterón (fig. 8, 43) fruto del trabajo del plomo mediante el calor.
Podemos concluir el predominio de los elementos de hierro con 37 piezas (62,71%) utilizado básicamente
para la elaboración de herramientas funcionales debido a su dureza y a su relativa abundancia, a pesar de
que el territorio donde se ubica El Xarpolar es un área con escasos recursos metalíferos. El segundo metal
en cuanto a su presencia en el repertorio es el bronce con 20 objetos (33,9%) utilizado principalmente
como elemento ornamental o en objetos que no requieren una especial resistencia del material. Finalmente,
encontramos dos elementos de plomo (3,39%) cuya presencia es prácticamente testimonial. Estos
porcentajes se encuentran en la línea de los de otros poblados de la zona contestana y edetana (Grau y Reig,
2002-2003: 127).
4.5. Valoración general del repertorio
Los materiales cerámicos nos permiten proponer una secuencia de ocupación de amplio marco temporal,
desde sus inicios en época orientalizante, hasta su fin en época tardía. En ese sentido, se corroboran las
propuestas anteriormente realizadas (Castelló y Espí, 2000; Grau Mira, 2002), aunque ahora podemos
precisar con detalle el encuadre cronológico.
Los inicios del enclave se situarían hacia los ss. VII-VI a.C. a juzgar por la presencia de cerámicas
fenicias y algunas piezas metálicas como las fíbulas de doble resorte o la del tipo Alcores. Los vestigios
correspondientes a época ibérica antigua, entre los ss. VI-V a.C., son también muy escasos y se identificarían
a partir de algunos tipos cerámicos como las urnas de orejetas o los cuencos de borde curvo en cerámica
gris, tipo P2 de El Oral, fósiles directores de esta fase (Sala, 1997).
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A partir de época plena aumentan los testimonios cerámicos, con algunas piezas del s. IV a.C. como
son la vajilla ática y los vasos ibéricos como la botella globular o los platos de ala. Otras piezas son propias
del repertorio del s. III a.C. como el kálathos de borde moldurado y decoración geométrica compleja. Pero
la mayor parte de las piezas se pueden datar genéricamente en época plena y perdurando en la fase tardía,
como los recipientes de almacenamiento y la vajilla de mesa.
El registro cerámico datado en los ss. II-I a.C. es el mejor representado, pues a él pertenecen la mayor parte
de las importaciones; en torno al 80% de la vajilla foránea es campaniense, sin incluir los cubiletes de paredes
finas y las jarritas. En correspondencia con este elenco de importaciones, buena parte de las cerámicas ibéricas
deben corresponder a esta fase, aunque la escasa elocuencia cronológica de las tinajillas, páteras o platos no
permita corroborarlo. Únicamente algunas piezas, como el kálathos de ala plana, o los platos de imitación de
campaniense, pueden atribuirse sin duda a la época tardía. El final de la ocupación no puede llevarse más allá
de mediados del s. I a.C. pues carecemos de vestigios que nos lleven hacia aquella época, como la cerámica
terra sigillata. El repertorio monetario corroboraría la importancia del periodo ibérico final representado en
El Xarpolar, especialmente hacia la segunda mitad del s. II a.C. De ello se deduce la importancia de esta fase
tardía en el asentamiento, momento muy escasamente conocido en el contexto comarcal.
5. EL XARPOLAR EN SU ENTORNO TERRITORIAL
El oppidum ibérico de El Xarpolar se ubica en el extremo oriental de la cubeta del río Serpis o de Alcoi, el
eje vertebrador del territorio y al que desaguan toda una serie de cursos menores. Esta unidad geográfica
está caracterizada por la existencia de un paisaje montañoso de carácter quebrado, con orientaciones en
sentido SO-NE, entre las que se localizan valles más o menos amplios. La compartimentación del paisaje
es la que va a dar lugar a un modelo territorial característico y bien definido para época ibérica (Grau Mira,
2002) y que vamos a describir sucintamente.
5.1. Patrón de asentamiento
El modelo de ocupación del territorio se caracteriza por la existencia de unidades de valle, en este caso
la Vall d’Alcalà, donde se disponen una serie de asentamientos de estructura jerarquizada. El primer tipo
sería el propio oppidum de El Xarpolar que es el centro rector del territorio. Se ubica en un emplazamiento
estratégico que favorece el dominio del territorio y el control de las comunicaciones y además posee
importantes defensas naturales a las que se añaden fortificaciones construidas.
El Xarpolar se acompañaría por una serie de poblados dispersos por las tierras bajas que conformarían un
sistema de poblamiento integrado. Las comarcas montañosas de L’Alcoià y El Comtat han ofrecido evidencias
de estos sitios rurales que se clasificarían en dos tipos: asentamientos de pequeño y mediano tamaño, en torno
a unos 1000 m2, que constituyen núcleos dispersos de carácter familiar, o asentamientos de tamaño mediano,
posiblemente formados por la agregación de diversas casas en unidades de aldea de unos 5000-8000 m2 (Grau
Mira, 2002: 242-246). En el caso concreto del territorio de El Xarpolar, este sistema de poblamiento rural es muy
mal conocido y apenas se intuye por escasas evidencias dispersas en algunos lugares. Esta zona de la comarca
no ha sido objeto de prospecciones sistemáticas y únicamente se han realizado exploraciones y reconocimientos
superficiales en algunas parcelas de cultivo próximas a caminos y poblaciones (Faus et al., 1987).
Hasta el momento sólo encontramos algunas evidencias dispersas en el entorno de las laderas al norte
y al sur de la Serra de la Foradà (fig. 9), donde se ubica El Xarpolar. Entre las primeras, cabe citar dos
dispersiones en la partida de Els Llombos, denominadas Llombos 1 y 2, muy próximas a la Cova d’en Pardo,
donde también se localizan algunas evidencias ibéricas (Verdú, 2012); lo escarpado de estos terrenos ofrece
capacidades bajas de uso agrícola. Al sur, donde se emplazan las tierras de cultivo más accesibles desde el
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Fig. 9. Vista desde el oeste del entorno territorial de El Xarpolar. En trama oscura se identifica el área de captación de
la isócrona de 1 hora que se muestra en la parte inferior con las capacidades de uso agrícola. 1, Cova d’en Pardo; 2,
Llombos-1; 3, Llombos-2; 4, Corral de Jover; 5, La Criola; 6, Cova de l’Agüela.
poblado de altura, en el entorno de la Vall d’Alcalà, también encontramos dos dispersiones cerámicas que
pueden atestiguar asentamientos campesinos en la zona, ocupando tierras con capacidades medias para el
uso agrícola. Uno se trata del Corral de Jover, junto al estrecho que separa la Vall de Planes y la de Alcalà
(Faus et al., 1987: 15). El segundo es el de La Criola, en las proximidades de esta alquería del término de
Beniaia (Faus et al., 1987: 22).
Estas evidencias dibujan un panorama semejante al conocido en otros territorios ibéricos de
la comarca, es decir, la localización de núcleos campesinos dependientes que completarían las
posibilidades de explotación agrícola desde el propio poblado, cuyo emplazamiento enriscado dificulta
dicha actividad. En efecto, al observar la localización de estos núcleos se observa que se sitúan en el
reborde del entorno más accesible del poblado y que presumiblemente es el área de explotación directa
del mismo (fig. 9). Es decir, complementarían la explotación agrícola del territorio en los espacios más
alejados del poblado y de mayor dificultad de acceso.
5.2. Control estratégico del espacio
El Xarpolar encuentra su razón de ser en las extraordinarias condiciones estratégicas para el dominio visual
del paisaje. En efecto, emplazado en un cerro de altura, es fácilmente defendible pero sobre todo ofrece
las posibilidades de controlar los accesos al valle del Serpis, las comunicaciones interiores y las redes de
intervisibilidad con la mayoría de los oppida de la comarca. Domina el territorio del extremo occidental
de la Vall d’Alcalá y el contacto con la Vall de Planes, su continuación natural hacia el oeste. Asimismo,
controla perfectamente el acceso de la Vall de Gallinera, el corredor que en sentido este-oeste comunica la
comarca de El Comtat con la costa de la Marina Alta por la zona de Pego.
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El análisis SIG de la visibilidad ha permitido cartografiar con detalle las particularidades de la cuenca
visual desde el poblado. Las técnicas geomáticas se han completado con la comprobación en el campo
y la contrastación directa de las líneas visuales que no aparecen bien reflejadas en la cartografía de la
visibilidad. Este cálculo de visibilidad se ha realizado con un MDT de todo el espacio comarcal (fig. 10),
aproximadamente 50 x 34 km con una resolución de celdas de 20 m. La visibilidad se ha calculado desde
veinte puntos de observación en el perímetro del poblado a unas distancias entre 12 y 24 m y en el punto
más elevado del poblado, para asegurarnos que se cubrían todas las direcciones.
La visibilidad se ha trazado teniendo en cuenta las distancias medias y largas. La primera de ellas
contempla el control visual directo hasta los 8.000 m, que permite la identificación estratégica de grupos
desplazándose por el territorio (aparece en gris oscuro en la fig. 10). La distancia larga (en blanco punteado
en la fig. 10) alcanza hasta los 30 km y no ofrece posibilidades tan eficaces de control estratégico del
espacio y de los grupos desplazándose, pero permite el establecimiento de conexiones visuales básicas que
permitan una red de comunicación entre oppida, especialmente entre los próximos que se sitúan a 10-15
km, por lo que creemos interesante tenerla en cuenta.
La visibilidad hacia el norte establece un control visual sobre la Vall de Gallinera, corredor que enlaza
las tierras del interior con la llanura litoral. Cabe la posibilidad de que en este estrecho valle bajo dominio
visual directo se ubique un asentamiento subordinado de carácter agrícola. No obstante, las dificultades en
el acceso a este valle desde El Xarpolar nos inducen a pensar que el área de explotación agrícola del poblado
se situaría al sur, en la Vall d’Alcalà. Pero sin duda controla el corredor de comunicación de Gallinera que
supone la conexión del valle del Serpis con la zona costera por la zona de Pego-Oliva. Cabe señalar que
controla el espacio interior del corredor, pero no existe conexión visual directa con el área costera. También
hacia el norte, en una distancia mayor, muestra un contacto visual directo con el oppidum vecino del Castell
de Perputxent aunque no con el territorio de este oppidum.
La visibilidad hacia el sur se encuentra limitada por la Serra d’Almudaina y la Serra d’Alfaro,
dominando sin embargo, todo el sector occidental de la Vall d’Alcalà. El acceso al poblado es mucho
más fácil desde estas tierras del sur, por lo que sería en este valle donde se ubicaría su territorio político y
económico. Así mismo existe un contacto visual directo con el pequeño poblado de altura de la Solaneta
de Tollos, que forma parte de la estructura territorial de la Vall de Seta presidida por el oppidum de
El Pitxòcol, con lo que se puede certificar las posibilidades de comunicación visual con ese territorio.
También a través de la Vall d’Alcalà discurriría una vía de comunicación hacia la costa a través de la Vall
d’Ebo, acceso que se controla perfectamente en la distancia media.
El dominio visual hacia el oeste es muy amplio, tanto en la media como en la larga distancia, aunque
esta última no permita distinguir contingentes humanos o cualquier otro elemento con nitidez. No obstante,
en esta larga distancia sí que es posible distinguir algunos límites del valle del río de Alcoi tales como la
Serra del Benicadell, la Serra de Mariola o incluso la Serra del Carrascal de la Font Roja hacia el suroeste.
Y lo que es más importante, también se establece contacto visual con los principales oppida como la
Ermita de Planes, La Covalta, el Castell de Cocentaina, El Castellar o La Serreta (Grau Mira, 2002).
Esta preferencia en la orientación del dominio visual permite deducir que El Xarpolar se integraría
estrechamente en esa estructura de poblamiento que conforman los valles del Alcoià-Comtat en época
ibérica y que constituyó un territorio común, integrando la totalidad de la comarca y presidido por La
Serreta, en el s. III a.C. Con posterioridad al colapso de este espacio político a fines del s. III, El Xarpolar
mantuvo las conexiones visuales con los oppida tardíos de la comarca.
La visibilidad desde El Xarpolar hacia el oriente está muy limitada por macizos montañosos que parecen
marcar un límite entre la estructura de poblamiento del Alcoià-Comtat respecto al sistema territorial de
la zona costera, donde se situarían los poblados de El Castellar en Oliva o Segària en Ondara, por citar
sólo algunos de relevancia (Castelló, 1993). Sin embargo, se controlan los accesos en la media distancia,
hasta aproximadamente 10 km, lo que permite la anticipación y la movilización de un destacamento que
bloquease una incursión hostil, o bien comunicase al resto de poblados la llegada de un peligro.
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Fig. 10. Visibilidad desde El Xarpolar. En gris oscuro, hasta 8 km de radio; en blanco punteado, sin limitación. 1, El
Xarpolar; 2, Castell de Perputxent; 3, La Covalta; 4, Ermita de Planes; 5, Castell de Cocentaina; 6, Solaneta de Tollos;
7, Castellar d’Alcoi; 8, La Serreta.
Queremos destacar, por último, el dominio visual que se establece hacia la zona de la Valleta d’Agres,
perfectamente controlada, aunque a la larga distancia. Este corredor es especialmente relevante en la
configuración de los corredores de comunicación de época ibérica final y lo inicios del dominio romano. La
importancia de este corredor reside en que se trata del único valle que permite el acceso de carruajes a la
comarca, transporte rodado que se impuso en época romana y que condicionó la estructura territorial y de
los corredores de comunicación.
5.3. El espacio simbólico: la sacralización del confín
En el sector oriental de la Vall d’Alcalà se ubica la Cova de l’Agüela (fig. 9, 6) que ha sido catalogada en base a
sus características y a su repertorio material, fundamentalmente cerca de un centenar de vasos caliciformes,
como una cueva-santuario (Amorós, 2012) que tendría seguramente importantes connotaciones simbólicas
para la comunidad que habitaba El Xarpolar.
El papel territorial que pudo haber jugado la Cova de l’Agüela ha sido analizado detalladamente en
trabajos recientes (Grau y Amorós, 2013), pero incluimos aquí sus rasgos principales. La vinculación de
esta cavidad con el territorio político de El Xarpolar es muy clara, pues se sitúa en la unidad geográfica
de la Vall d’Alcalà, por donde se extiende el territorio del poblado, justo en un reborde periférico de este
espacio natural. También debemos valorar su situación equidistante con el poblado de la Solaneta de Tollos,
un asentamiento secundario dependiente de El Pitxòcol, lo que la pone en relación con el espacio político
de este último, emplazado en la Vall de Seta y por tanto en una situación en el límite entre ambos territorios.
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Esta pauta liminal se constata en el caso de otras cuevas-santuario del área central de la Contestania
así como la relación con importantes vías de comunicación de época ibérica. El momento de mayor
frecuentación de estas cavidades, ss. V y IV a.C., coincide con la fase de configuración y consolidación
de los territorios políticos ibéricos que de este modo se verían sancionados con la ubicación de un espacio
sacro en sus límites (Grau y Amorós, 2013).
La ubicación de lugares sacros en la periferia del territorio local, o en los límites entre los espacios
apropiados por dos oppida nos permite también adentrarnos en el campo ideológico de las comunidades
ibéricas. Nos encontramos con rituales en cuya práctica se definen por el alejamiento decidido de los
espacios de vida cotidiana en el poblado y su entorno agrícola para adentrarse en las tierras boscosas e
incultas. Esta pauta se condice bien con los ritos de iniciación propuestos para estas cavidades (González
y Chapa, 1993) y que se traslucen en otros aspectos de la materialidad y ubicación de las cuevas rituales
(Grau y Amorós, 2013).
6. VALORACIONES FINALES
Para finalizar este trabajo, queremos hacer una valoración global de los rasgos predominantes de la
historia de ocupación del sitio y su papel en el territorio. Iniciando con el primer aspecto, debemos
señalar el inicio de la ocupación durante el Hierro Antiguo (ss. VII-VI a.C.) con una clara vocación
de control del territorio y de las importantes vías de comunicación que enlazan las tierras del interior
con el litoral. Relacionamos esta ocupación con el momento de apertura de las comunidades locales
al intercambio con el mundo fenicio, según delata la existencia de materiales de importación de esta
filiación. Este mismo modelo es el que va a mantenerse durante todo el período ibérico antiguo (finales
del s. VI-s. V a.C.) y durante el s. IV a.C.
En el s. III a.C. se produce un cambio importante en la configuración territorial de toda el área
comarcal de los valles de Alcoi con el surgimiento de un nuevo rango jerárquico, la ciudad de La Serreta,
que dominara a los restantes poblados. Este proceso supone la agregación de los territorios locales,
quedando El Xarpolar, junto a los demás oppida de esta zona, subordinado al núcleo principal de La
Serreta. Este modelo territorial que integraría toda la comarca tiene una de sus principales evidencias
territoriales en el establecimiento de una densa red de intercomunicaciones entre los oppida, entre la que
El Xarpolar juega una papel decisivo en el control del sector oriental del valle y su conexión a la costa.
Esta unidad geopolítica dominada por La Serreta desaparece con la conquista romana del territorio y
el abandono de esta ciudad a fines del s. III a.C. Durante el Ibérico Final (ss. II-I a.C.), en los inicios del
dominio romano, se vuelve a la compartimentación del territorio en valles bien definidos y articulados por la
continuidad de algunos oppida entre los que se encuentra El Xarpolar, como muestra el repertorio analizado.
La pervivencia de la estructura territorial ibérica en los tiempos de la conquista e implantación romana
de la región nos lleva a suponer que la estrategia del poder imperial se basa en actitudes permisivas ante
la población local, pero también en las necesidades de controlar el espacio indígena, tanto para facilitar
el desarrollo de los intercambios, como para bloquear las vías de comunicación en caso de necesidad.
Tal papel lo pudieron ejercer en la zona alcoyana algunos oppida tardíos, como El Xarpolar, en
los que se atestigua una fuerte revitalización de la ocupación en época tardoibérica, principalmente
durante el s. II a.C. En efecto, el repertorio cerámico recuperado, las monedas atestiguadas, o la frecuente
presencia de ánforas itálicas que se observa en la superficie del poblado nos indica la importancia del
oppidum de El Xarpolar en ese momento decisivo del final del iberismo y los inicios de la dominación
romana. Desgraciadamente, este periodo crucial es ampliamente desconocido en las tierras alcoyanas,
como en general en amplias áreas del territorio valenciano y requiere de nuevas aportaciones científicas
que contribuyan a caracterizar el periodo.
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I. Grau Mira e I. Amorós López
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto HAR2012-37003-C03-02 del MINECO y con una ayuda del
Vicerrectorado de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Universidad de Alicante destinada a la formación
de doctores.
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXX, Valencia, 2014, p. 239-261
Ignasi GRAU MIRA a e Iván AMORÓS LÓPEZ a
Secuencia de ocupación y análisis territorial
del poblado ibérico de El Xarpolar
(Vall d’Alcalà, Alacant)
RESUMEN: El Xarpolar es un oppidum ibérico de mediano tamaño del dominio montañoso de la región
central de la Contestania. En este trabajo realizamos un examen detallado del registro material y un estudio
espacial empleando datos de carácter geoespacial y herramientas de cartografía digital, LiDAR y SIG. El
poblado presenta una amplia secuencia de ocupación, que va desde el Hierro Antiguo, hasta Época Ibérica
final, momento este último en que el enclave parece cobrar importancia. El análisis territorial muestra un
enclave estratégico para el control de la circulación a escala comarcal y especialmente en la conexión del
valle de Alcoi con la costa. Esta función estratégica debió adquirir importancia en época tardoibérica, en el
contexto de la implantación romana en la región.
PALABRAS CLAVE: Época Ibérica, Contestania, oppidum, SIG, análisis espacial.
Settlement sequence and landscape analysis of the Iberian site of ‘El Xarpolar’
(Vall d’Alcalà, Alicante, Spain)
ABSTRACT: The settlement of El Xarpolar is the typical oppidum of medium size of the mountainous
domain of the central region of the Contestania. In this paper we carried out a detailed examination of
the archaeological record and a spatial analysis using geospatial data and digital cartography, LiDAR
and GIS. The analysis allows us to propose a large sequence of occupation, from the Early Iron Age until
the Late Iberian period. Spatial analysis indicates that we have a strategic location for the control of the
movement to regional scale and especially in connection the Mediterranean coast with the Valley of Alcoi.
This strategic function acquired importance in Late Iberian Period, 2nd–1st cents. BC, in the context of the
Roman control of the region.
KEY WORDS: Iberian Iron Age, Contestania, Oppidum, GIS, Spatial Analysis.
a Àrea d’Arqueologia, Universitat d’Alacant.
ignacio.grau@ua.es | ivan.amoros@ua.es
Recibido: 09/12/2013. Aceptado: 02/04/2014.
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I. Grau Mira e I. Amorós López
1. PRESENTACIÓN
El Xarpolar es un asentamiento de altura y fortificado que se emplaza en la unidad geográfica articulada
por el valle del río Serpis, al norte de la provincia de Alicante, ya cerca de la divisoria con la Marina Alta
(fig. 1). Es conocido desde la década de 1920, cuando se daba a conocer precisamente por L. Pericot (1928)
en el primer número de Archivo de Prehistoria Levantina. Casi noventa años después, contamos con un
buen número de estudios parciales y valoraciones generales, pero carecemos de un estudio de detalle del
sitio arqueológico y todo el repertorio material. Precisamente cubrir ese vacío con la caracterización de El
Xarpolar y valorar su papel en la dinámica del poblamiento y articulación territorial en las montañas del
norte de Alicante es el propósito de este trabajo.
Los estudios previos han puesto el acento en lo destacado de un repertorio material que remite a una
secuencia de ocupación dilatada y en la importancia de este oppidum en el control de las comunicaciones
entre la costa y las comarcas del interior alicantino. Ese papel estratégico parece reforzarse en época
ibérica final. Precisamente esos puntos guiarán el trabajo que se desarrolla en las siguientes líneas. Para
ello proponemos un estudio que consta de tres partes, a saber, el estudio del repertorio material, el análisis
morfológico del poblado y el estudio espacial que integre el oppidum en el paisaje. Para el análisis territorial
proponemos metodología de carácter geoespacial basada en cartografía digital, LiDAR (Light Detection
and Ranging) y SIG.
Fig. 1. Localización de El Xarpolar y otros asentamientos ibéricos citados en el texto. 1, El Xarpolar; 2, Castell de
Perputxent; 3, La Covalta; 4, Ermita de Planes; 5, Castell de Cocentaina; 6, El Pitxòcol; 7, Solaneta de Tollos; 8, La
Serreta; 9, El Puig; 10, Castellar d’Alcoi; 11, Castellar d’Oliva; 12, Segària.
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Secuencia de ocupación y análisis territorial del poblado ibérico de El Xarpolar
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2. HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN
Las primera referencia sobre El Xarpolar es una autorización firmada por el propietario de los terrenos,
Feliciano Lucas Seguí, el día 3 de junio de 1923 por la que autoriza a su descubridor, Fernando Ponsell
“para que pueda efectuar estudio y excavaciones de carácter arqueológico” (Segura y Cortell, 1984: 42).
Desconocemos las circunstancias de estas exploraciones, aunque según describe Luis Pericot se trató
únicamente de “algunas sencillas catas” en una de las habitaciones de las numerosas que se observan
en el poblado (Pericot, 1928: 157). Los objetos hallados en la excavación serían ofrecidos en venta a la
Diputación Provincial de Valencia en 1927 (Segura y Cortell, 1984: 43) constituyendo una de las primeras
colecciones de lo que sería el futuro Museo de Prehistoria de Valencia. A partir de ese momento, Fernando
Ponsell se convierte en colaborador habitual del Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia y, por
lo que se desprende de la correspondencia entre Isidro Ballester, director de dicha institución y Fernando
Ponsell, no debe descartarse que se llevaran a cabo más actuaciones en el yacimiento durante esos años.
Este primer lote de materiales depositados en el SIP fue presentado por L. Pericot en la citada publicación
de 1928. Ese conjunto de materiales, que ahora revisamos, es posiblemente fruto de una recogida selectiva
ya que se trata principalmente de piezas completas y en muchos casos muy singulares. En su artículo, Pericot
describe los materiales con los que data el poblado en el s. III a.C. Así mismo, tratará de dar una primera
interpretación acerca de la ubicación del yacimiento destacando la importancia que la Vall de Gallinera “hubo
de tener como vía comercial en los siglos del apogeo ibérico, y a través de ella debieron circular muchas de
las influencias que la cultura griega, desde la costa y en especial desde la cercana factoría de Hemeroscopeion,
ejerció sobre la indígena” (Pericot, 1928: 157). También en estos años se hará referencia al poblado en unas
notas de Isidro Ballester (1929: 19-21) en la que básicamente reafirma lo dicho por Pericot.
Durante los siguientes años no encontramos más referencias al poblado ibérico de El Xarpolar hasta la
publicación del libro Alcoy. Geología. Prehistoria de Camilo Visedo (1959), donde lo caracteriza como uno
de los asentamientos importantes de la zona en época ibérica y destacando de nuevo la importancia de su
ubicación en las relaciones de las poblaciones del interior con la costa (Visedo, 1959: 73-74). En estos años
se reaviva el interés por el sitio y en 1965 se llevó a cabo una pequeña campaña de excavación por parte del
Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia, dirigido por Miquel Tarradell en colaboración
con Vicente Pascual, en esos momentos director del Museo Arqueológico de Alcoi y en la que participarán
también Milagro Gil-Mascarell y Enrique Llobregat. Esta campaña tiene lugar entre los días 2 y 6 de julio y
el desarrollo de los trabajos está descrito por Vicente Pascual en el diario de excavaciones depositado en el
Museo de Alcoi por el que sabemos que se trató de un pequeño sondeo en el que se pusieron al descubierto
tres departamentos. Ese mismo verano se llevaron a cabo excavaciones por parte del mismo equipo en
la cercana Cova d’en Pardo entre los días 14 y 29 de junio. Tras la finalización de esta primera fase de
trabajos de campo, Miquel Tarradell manifiesta a Vicente Pascual su interés por continuar los trabajos al
final del verano tanto en la Cova d’en Pardo como en El Xarpolar, lo que conocemos por la correspondencia
conservada en el Museo de Alcoi. Finalmente se realizó una segunda campaña en la cueva entre el 16 de
septiembre y el 30 de octubre al final de la cual tenían previsto excavar unos días en El Xarpolar, pero con
motivo de las lluvias los trabajos fueron pospuestos a finales de noviembre, aunque no conocemos mucho
más de esta segunda campaña en el poblado.
Los materiales de esta campaña fueron depositados en el Museo de Alcoi y ahora también presentamos
en este trabajo. Los resultados de esta breve campaña no fueron publicados, salvo una breve nota de Miquel
Tarradell (1969) en la que amplía la cronología del yacimiento desde el s. IV a.C. por la presencia de
cerámica ática, hasta el s. I a.C., por la aparición de cerámicas campanienses y monedas. De la misma
opinión es Enrique Llobregat que incluye El Xarpolar en su Contestania Ibérica (1972: 51-52). A partir de
este momento El Xarpolar no ha sido objeto de intervenciones importantes, exceptuando los trabajos por
parte del Museo de Alcoi que, ante el progresivo deterioro del yacimiento y las acciones clandestinas de los
expoliadores, elabora la topografía y planimetría del sitio en 1987.
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I. Grau Mira e I. Amorós López
Desde los años 60 El Xarpolar ha sido incluido en diversos estudios de carácter más amplio como el
estudio de las cerámicas pintadas (Nordström, 1973), las cerámicas de origen griego (Rouillard, 1991;
García y Grau, 1997), el análisis del material numismático (Mateu, 1967; Ripollés, 1982; Mellado y
Garrigós, 2008), materiales metálicos como una falcata (Quesada, 1997: 770) y algunos instrumentos
agrícolas de hierro (Pla, 1968; Moratalla, 1994).
Con la información disponible se incluye El Xarpolar en el estudio del poblamiento ibérico en la Marina
Alta (Castelló, 1993), ampliándose la cronología del yacimiento a época orientalizante entre los ss. VIIVI a.C. (Castelló y Espí, 2000: 113-116). El Xarpolar también se incluye en la tesis doctoral de uno de
nosotros (Grau Mira, 2002: 304-305) en la que se realiza una revisión de los materiales y su valoración en
el marco del poblamiento comarcal. Sin embargo, las evidencias materiales y su estudio territorial no se
han abordado de forma monográfica hasta la fecha, objetivo que precisamente pretende el presente trabajo.
3. MORFOLOGÍA DEL OPPIDUM
El Xarpolar es el típico oppidum de mediano tamaño del dominio montañoso de la región central de la
Contestania, que se extiende por el norte de Alicante y el sur de Valencia. Se trata de poblados enriscados
que aprovechan de forma muy precisa las condiciones quebradas del paisaje, delatando que las poblaciones
ibéricas tenían un preciso conocimiento del entorno y lo aprovecharon para fines estratégicos.
En el caso concreto que nos ocupa, nos encontramos con una elevada meseta de altura en el extremo
occidental de la Serra de la Foradà, en un solar que cubre aproximadamente 1,29 ha y con una altura que
oscila entre los 902 m en el punto más elevado del poblado y los 885 en su cota inferior.
Para el análisis morfométrico y la correcta caracterización topográfica hemos empleado una metodología
basada en datos de campo y su combinación con cartografía digital, datos LiDAR y proceso de datos
mediante SIG, que conviene comentar sucintamente.
El levantamiento topográfico se ha realizado mediante la modelización digital de datos espaciales LiDAR
de alta resolución. El LiDAR aerotransportado (Light Detection and Ranging) es un sistema basado en un
sensor láser que se instala en aviones o helicópteros. Esta tecnología permite obtener una gran densidad
de puntos de cota con precisión superior a los 15 cm en altura. En concreto hemos trabajado a partir del
vuelo LiDAR del año 2009 de la Comunidad Valenciana integrado en el Plan Nacional de Observación
del Territorio de España. Estos datos fueron tomados con un escáner ALS50, sobrevolando a una altura
promedio de 1.300 m. La frecuencia de escaneo fue de 32,3 Hz, con precisiones obtenidas con un error
medio de 0,03 m. La densidad promedio de los puntos es de 1 pto/m2.
Para crear el MDT (Modelo Digital del Terreno) hemos interpolado los puntos del último pulso, es
decir, eliminando los puntos de vegetación y demás objetos que no pertenecen a la base del terreno. La
nube de 14.953 puntos fue interpolada en el programa ArcGIS 9.3 para crear un TIN (Triangulated Irregular
Network), del que después se obtuvo el MDT con una resolución de 0,4 m (fig. 2, A).
Este modelo se ha combinado con el alzado topográfico realizado a mediados de los ochenta por el personal
del Museu d’Alcoi, que una vez digitalizado se ha incorporado a una base de curvas de nivel de 1 m creada a
partir del MDT (fig. 2, B). La combinación de estos datos nos permite analizar el solar del poblado y su entorno.
Especialmente importante es la valoración de las pendientes que enmarcan el poblado, por cuanto son
un elemento crucial para asegurar su inaccesibilidad, y por tanto facilitar su defensa. Para ello hemos
elaborado un mapa clinométrico con cuatro franjas de pendientes: 0-20o, 20o-45o, 45o-65o y 65o-90o (fig. 2,
C). Como se puede observar, el poblado se asienta en un rellano aplanado con una ligera inclinación hacia
el noroeste que nunca alcanza los 20o, mientras que en su perímetro se encuentra un reborde de pendientes
acentuadas que definen claramente el perímetro habitado y donde se construyó la muralla de cierre del
poblado. Estos desniveles alcanzan valores de entre 25o a 35o en los flancos oeste y sur del poblado y
se agudizan en el flanco este con niveles de 30o y 45o. El flanco norte es absolutamente inaccesible con
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Secuencia de ocupación y análisis territorial del poblado ibérico de El Xarpolar
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Fig. 2. Morfología del oppidum de El Xarpolar. A, modelo digital del terreno; B, planta con las estructuras identificadas
(elaboración propia a partir de la planta del Museu d’Alcoi); C, mapa de pendientes.
farallones subverticales de entre 75o y 90o y que forman un precipicio de varias decenas de metros. Este
acantilado de roca no sólo defiende el flanco norte-noreste, por donde no se necesita muralla, sino que
además otorga al poblado la apariencia de inexpugnable para quien lo contemple desde el norte; también
el flanco oriental muestra la inaccesibilidad del lugar. En otro lugar (Grau y Segura, 2013: 61-62), hemos
señalado esta pauta recurrente de existencia de farallones en la mayor parte de los oppida de la comarca.
La defensa natural y la percepción de aislamiento que les proporciona el roquedo sin duda es un factor de
localización relevante para los iberos de la región. Esta pauta contribuyó sin duda a hacer de estos oppida
hitos del paisaje que balizarían el espacio.
Las formas y anomalías topográficas que muestra la cartografía de detalle, nos permite comentar algunos
rasgos formales del lugar (fig. 2 y 3). En la mitad sur del poblado se documenta una serie de 4 terrazas en
sentido norte-sur que discurren paralelas a la muralla. Tienen una longitud de 45-50 m y están separadas por
unos 9-10 m. Probablemente son parte de un acondicionamiento del espacio habitado, como plataformas
sobre las que edificar las viviendas. Otro grupo de plataformas de aterrazamiento, apenas pronunciadas en
el terreno, se identifican al norte de la estructura excavada en 1965; siguen una dirección suroeste-noreste.
En la parte central del poblado, inmediatamente al sur de la edificación excavada, se reconoce una nueva
anomalía, en este caso en forma de una amplia topografía irregular lineal y que se cruzan en ángulo recto,
que pueden hacer pensar en la existencia de otras estructuras de acondicionamiento. Sobre estas anomalías
lineales se reconocen departamentos y construcciones parcialmente enterrados que dibujan un caserío
compacto y denso por toda la superficie de la meseta.
Con los datos disponibles podemos caracterizar El Xarpolar como un poblado de dimensiones medianas,
en torno a 1,3 ha construido en una meseta de altura con una ligera inclinación hacia el oeste-noroeste.
En este solar se debió construir un caserío agrupado en el espacio intramuros disponible. Únicamente se
reconoce claramente los restos excavados de una estructura cuadrangular dividida en tres departamentos
de aproximadamente 10 x 4 m, construida con sólidos muros perimetrales de aproximadamente 50 cm de
grosor. Otros departamentos son parcialmente visibles en superficie.
Estas construcciones se hallaban claramente enmarcadas por límites naturales reforzados por una espesa
muralla de lienzo sencillo. No se identifican restos de torres y tampoco se reconoce con claridad el acceso.
En definitiva, el modelo de poblado debió ser muy semejante al de los oppida de La Covalta (Vall de Pla,
1971) y El Puig (Grau y Segura, 2013: fig. 3.1).
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Fig. 3. Vistas desde distintos puntos cardinales del modelo digital del terreno.
4. LA SECUENCIA DE OCUPACIÓN A TRAVÉS DEL REPERTORIO MATERIAL
4.1. Cerámica de importación
Los primeros indicios de la ocupación del sitio vendrían dados por la existencia de ánforas de importación
fenicias de la serie Ramon 10.0.0.0 de la que apenas contamos con algunos fragmentos informes y carenas
del hombro, lo que impide conocer el tipo concreto (Castelló y Espí, 2000: 114); estos materiales se datarían
entre los ss. VII y VI a.C.
Algo más numerosos son los vestigios de importaciones de época plena. Correspondientes al s. IV a.C.
son los fragmentos de cerámica ática de figuras rojas y barniz negro. En la colección del SIP se encuentra
una base de bol con decoración de ruedecillas y palmetas, correspondiente a un cuenco de barniz negro (fig.
4, 2). En la colección del Museu d’Alcoi encontramos un borde de crátera de campana de figuras rojas (fig.
7, 1), un borde vuelto al interior (fig. 7, 2) y una base de bol de barniz negro (fig. 7, 7).
Con cronología del s. III a.C. son dos pequeños cuencos de cerámica púnico-ebusitana, uno de ellos
con el borde anguloso (fig. 4, 3), y otro con el borde ligeramente curvado (fig. 4, 6), que encuentran sus
paralelos en las producciones de esta centuria (Ramon, 2012: 596, fig. 7).
En cerámica Campaniense A, entre fines del s. III y el s. II a.C., contamos con un borde de L27 (fig. 7,
6) y dos bordes de L36 (fig. 7, 3 y 4). En cerámica beoide de mediados del s. II y primera mitad del s. I a.C.,
encontramos una pátera L5 (fig. 4, 1), un cuenco de borde muy exvasado (fig. 7, 10), un borde L5 y una base
(fig. 7, 5 y 9) y un borde de L4 (fig. 7, 11).
Por último, de este mismo tipo de producciones de barniz negro es la base y tercio inferior en el que
se aprecia el arranque de dos asas de una copa de asas verticales del tipo Montagna-Pasquinucci 127/
Morel 3120 (fig. 7, 8), de procedencia etrusca central y oriental que se difundió entre los ss. III-II a.C.
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Fig. 4. Cerámicas de la colección del SIP.
(Montagna-Pasquinucci, 1972: 400-401), más bien en esta segunda centuria (Morel, 1981: 248). En
nuestro entorno está presente en los contextos fundacionales de Valentia a partir del 138 a.C. (Marín y
Ribera, 2000: 95, lám. 3), en Caudete de las Fuentes (Mata, 1991: fig. 16, 11) o en la fase 2b del anfiteatro
de Cartagena datada en el s. II (Pérez Ballester, 2000: lám. 2).
Este conjunto de piezas de vajilla de mesa importada se completaría con un cubilete de paredes finas, que
carece de borde (fig. 4, 14) y que posiblemente pertenecería a la forma Mayet II, datado hacia el s. II a.C.
La vajilla de mesa tardoibérica se acompañaría de algunos fragmentos de ánforas importadas, con un
borde de ánfora del tipo Campos Numantinos o Ramon T-9.1.1.1 (fig. 6, 10) y dos fragmentos de asas de
ánforas itálicas (fig. 6, 11 y 12)
4.2. Cerámica ibérica
Transporte y almacenaje
- Ánforas, tipo A.I.1 de Mata y Bonet. Encontramos un lote de bordes de ánforas ibéricas con perfiles
diversos (fig. 6, 1-9) donde predominan los de perfil almendrado (fig. 6, 2; 6, 4; 6, 5; 6, 9), propios de los
ss. III y II a.C. como se documenta en el alfar del Alcavonet (Grau Mira, 1998-99). Junto a éstos aparecen
bordes de perfil recto (fig. 6, 3) o cuadrangular (fig. 6, 6-7), propios de repertorios del s. IV a.C. de la zona
como en El Puig de Alcoi (Grau y Segura, 2013: 155-159).
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Fig. 5. Metales (nº 1 a 10); fusayolas (nº 11 a 17); cerámicas con decoración compleja del Museu d’Alcoi (nº 18) y del
SIP (nº 19 a 22). La pieza nº 22 tiene una escala aproximada.
- Tinajas, tipo A.I.2. En El Xarpolar no aparecen demasiado representados los grandes recipientes de
almacenaje, posiblemente porque al carecer de piezas completas, ciertos bordes que asociamos a piezas de
mediano y pequeño tamaño pudieron corresponder a grandes vasos. Aparece un borde engrosado recto de
tinaja (fig. 6, 27) que debe corresponder al tipo A.I.2.1. Otro borde es exvasado y posiblemente corresponde
al tipo tinaja sin hombro y con cuello indicado A.I.2.2 (fig. 6, 28). Aparece un asa trífida (fig. 6, 41) que
debe corresponder a una tinaja.
Almacenaje y despensa
- Tinajillas. Corresponden al tipo A.II.2.2 de Mata y Bonet. Se trata de pequeños recipientes de perfil
bitroncocónico ligeramente oval, sin asas y el borde ligeramente exvasado, con labios generalmente
moldurados, aunque también hay labios rectos. En la colección del SIP encontramos dos ejemplares de
este tipo, uno de ellos completo y decorado con bandas (fig. 4, 16) y otro con la superficie deteriorada
y sin muestras de decoración (fig. 4, 17). Los restantes ejemplares se reconocen por una serie de bordes
moldurados (fig. 6, 33-36) y exvasados simples (fig. 6, 37-38) de piezas de mediano tamaño.
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Fig. 6. Cerámicas de la colección del Museu Arqueològic d’Alcoi.
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Fig. 7. Cerámicas de la colección del Museu Arqueològic d’Alcoi.
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- Lebes, tipo A.II.6. Los recipientes abiertos con amplias bocas son poco frecuentes en el repertorio,
únicamente identificamos un borde con arranque de cuerpo de este tipo de vasos (fig. 6, 30).
- Kálathos, tipo A.II.7.2. Este tipo de vaso está representado por un recipiente que se conserva casi entero, pues
falta el tercio inferior. El borde es moldurado y tiene las paredes de tendencia ligeramente troncocónica; posee
decoración geométrica compleja (fig. 4, 18). Este tipo de vasos está muy bien representado en los contextos
del s. III de La Serreta (Grau Mira, 2002: 74-75) y se constata su producción local en el alfar del Alcavonet
(Grau Mira, 1998-99). Aparece el tercio superior de un segundo ejemplar con el labio plano y el cuerpo de
tendencia cilíndrica (fig. 6, 29), así como la base cóncava de un vaso de este tipo (fig. 6, 40).
- Urnas de orejetas. Se documentan dos orejetas de al menos dos piezas diferentes (figs. 6, 31 y 7, 49). Este
tipo de piezas son propias del periodo ibérico antiguo e inicios del pleno, ss. V-IV a.C.
Vajilla de mesa
- Botella, tipo A.III.1.1. Encontramos una pieza casi completa que carece de borde que corresponde a una
botella de forma globular, con cuello abocinado (fig. 4, 15). Está decorada con bandas, filetes y segmentos
de círculo crecientes. Son piezas que aparecen perfectamente enmarcadas cronológicamente en el s. IV a.C.
con paralelos idénticos en El Puig de Alcoi (Grau y Segura, 2013: fig. 5.53, G), o la Bastida de les Alcusses
(Mata y Bonet, 1992: fig. 10). Otros bordes de recipientes de boca cerrada y estrecha (fig. 7, 52 y 56) pueden
corresponder a botellas con un perfil más difícil de reconocer.
- Jarritos, tipo A.III.2 de Mata y Bonet. En la colección del SIP se encuentran dos pequeños jarritos de perfil
de tendencia globular, con cuello destacado, boca amplia y circular así como un asa desde la boca hasta el
cuerpo (fig. 4, 12 y 13); la mayor presenta una clara separación entre el cuello y el borde. Posiblemente nos
encontramos con sendas imitaciones de las típicas jarritas bitroncocónicas con un asa y nervios en relieve
en la carena, datadas fundamentalmente en el s. II a.C. y propias del área ampuritana realizadas en cerámica
gris. Esta jarritas ampuritanas aparecen en el País Valenciano junto con otras de calidad distinta que se
interpretan como producción local que imita aquella (Aranegui, 1975: 368).
- Platos, tipo A.III.8 de Mata y Bonet. Sin duda son las piezas más frecuentes entre el repertorio de El
Xarpolar, aunque la mayor parte de las piezas se encuentran fragmentadas. Se reconocen varios subtipos:
- Platos de ala. Se trata de platos abiertos que muestran un perfil de bordes divergentes y abiertos con el
borde sencillo que se exvasa en forma de ala plana. Contamos con un ejemplar completo que posee el
cuerpo poco profundo y de tendencia carenada (fig. 4, 8) y algunos bordes (fig. 7, 40 y 41). La mayor parte
de estos platos remiten a contextos próximos del s. IV a.C. como el de El Puig de Alcoi (Grau y Segura,
2013: fig. 162, 5 y 83). Paralelos algo más alejados son los ejemplares del tipo P2 de El Cigarralejo, del
primer cuarto del s. IV a.C. (Cuadrado, 1972: P1, t. XXIII; P2, t. XXV), o de la Bastida de les Alcusses
(Bonet y Vives-Ferrándiz, 2011: 160, fig. 22).
- Platos con el borde curvo vuelto al exterior. Se trata de cuencos de perfil curvo que se caracterizan por poseer
un borde exvasado curvo, que recuerdan a los perfiles de la forma L36 de campaniense A. Contamos con un
ejemplar completo (fig. 7, 47) y algunos bordes asociados a este tipo (fig. 7, 13 y 17-23).
- Páteras de borde ligeramente reentrante aparecen en tamaños grande y pequeño; algunas pintadas con
filetes y otras sin decoración (fig. 4, 4 y 5; fig. 7, 24-34 y 45). Los perfiles son variados, algunos presentan
bordes muy reentrantes, mientras otros presentan un ligero engrosamiento que hace inclinar el labio hacia
el interior. Algunas páteras se aproximan a los perfiles de las piezas campanienses de la forma L5/7 (fig. 7,
46) o L55 (fig. 7, 38 y 39).
- Vasos caliciformes, tipo A.III.4. Encontramos dos ejemplares elaborados en cerámica gris uno de ellos con
un perfil bastante achatado que suele corresponder a las formas más antiguas (fig. 4, 9) (Sala, 1997: 115) y
otro es un ejemplar de menor tamaño con un perfil más estilizado (fig. 4, 11).
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- Finalmente, es destacable un recipiente de pasta anaranjada y tamaño muy reducido que podríamos
catalogar como un microvaso (fig. 4, 10).
Cocina
- La cerámica de cocina está muy bien representada con cuatro tapaderas enteras de tamaño mediano y
pequeño (fig. 4, 20-23) y al menos otros cinco ejemplares fragmentarios (fig. 6, 20-26). Estas tapaderas
se acompañan de siete bordes de ollas de mediano tamaño (fig. 6, 13-19), frecuentes en los repertorios
domésticos ibéricos de todas las épocas.
Varios
- Cubilete de cerámica a mano (fig. 4, 19). Se trata de un cubilete de gruesas paredes de forma cilíndrica
y base plana que configura un caso de reducidas dimensiones y aspecto robusto. Se trata de algunos
recipientes de uso doméstico modelados a mano siguiendo una tradición secular que alcanza el s. IV a.C.
en la comarca, como probaría la existencia de una vaso idéntico en El Puig de Alcoi (Grau y Segura, 2013:
143, fig. 5.63, 286/09).
- Tapón (fig. 7, 55). Encontramos una pieza cilíndrica con una protuberancia que corresponde a un tapón
de cerámica.
- Ungüentario, tipo A.IV.2.2 de Mata y Bonet (fig. 7, 48). Aparece un fragmento de pie robusto de un
ungüentario estilizado de tipo fusiforme posiblemente correspondiente al tipo B de Cuadrado (1977-78:
389-404), sin que podamos precisar su forma debido al estado fragmentario.
- Botella con pitorro vertedor (fig. 7, 57). Se trata de un recipiente de cerámica común ibérica de pasta
rosada. Se encuentra fragmentado y se conserva únicamente el tercio superior, con el cuerpo globular del
que parte un cuello cilíndrico acabado en un borde exvasado. La particularidad de este recipiente es que
cuenta con un pitorro vertedor a la altura del hombro, con la finalidad de verter líquidos. Este tipo de vasos
no son muy abundantes y únicamente podemos aludir su semejanza a los recipientes con pitorro para verter
líquidos que aparecen en el ámbito catalán, como en Ampurias (Aranegui, 1975: lám. I, 1).
- Fusayolas, tipo A.V.8 de Mata y Bonet. Se trata de siete de estos objetos elaborados en cerámica cuyo uso
está relacionado con el trabajo textil. Las encontramos con diversos perfiles presentando algunas de ellas
cabeza (fig. 5, 11, 14 y 17) mientras que otras son acéfalas (fig. 5, 12, 13, 15 y 16).
Las cerámicas con decoración compleja
En El Xarpolar se encontraron cinco fragmentos correspondientes a recipientes de gran tamaño, tipo tinajas,
de dos vasos distintos a juzgar por las características de sus pastas y en ambos se identifican decoraciones
zoomorfas de equinos. Cuatro fragmentos fueron recuperados en las excavaciones de los años 20; los dos mejor
conservados fueron publicados (Pericot, 1928: fig. 1 y 2) y muestran fragmentos de patas y el tercio inferior
de caballos rodeados por motivos vegetales (fig. 5, 19 y 22). Dos fragmentos muy deteriorados presentan
motivos vegetales reconocibles, como zarcillos, espirales y hojas rellenas de reticulados y uno de ellos una
pata de equino (fig. 5, 20 y 21). El quinto fragmento corresponde a la parte superior de una tinaja con hombro
y presenta la cabeza de un caballo con el característico ojo circular de los caballos de La Serreta (fig. 5, 18).
Cuenta con riendas que cruzan el cuello y los restos de un posible prometopidion o frontalera frente a la testuz.
Estas piezas, aunque muy fragmentadas y deterioradas, dan cuenta del uso de vasos de prestigio en el
poblado posiblemente mostrando escenas de parada de caballerías, quizá con sus correspondientes jinetes, en
una serie temática muy bien reconocida entre las decoraciones del ámbito de La Serreta (Grau Mira, 2006).
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4.3. El repertorio numismático
El conjunto de monedas ha sido tratado de forma pormenorizada en diversas publicaciones (Mateu, 1967;
Ripollés, 1982; Mellado y Garrigós, 2008) y a ellas remitimos al lector interesado. Sin embargo, señalamos
los rasgos principales por la información cronológica que aportan. Contamos con 10 monedas de bronce.
Dos de ellas pertenecen a cecas propiamente ibéricas, como son un as de Cástulo con una datación de
165-80 a.C. y un as de Saiti perteneciente a la segunda mitad del s. II a.C. En cuanto a las emisiones
propiamente romanas se identifican claramente 8 ases republicanos, 7 de ellos del tipo Jano bifronte datadas
a mediados del s. II a.C. (Mellado y Garrigós, 2008: 212). Estas piezas aportan un marco cronológico
bastante coherente que se situaría entre la segunda mitad del s. II y los inicios del s. I a.C. y señalarían la
primera introducción de los usos de las monedas entre las comunidades ibéricas de la zona, preferentemente
a partir de la zona interior de Saitabi (Ripollés, 2007) y de la costa, donde las monedas romanas son
predominantes posiblemente debido a la ubicación intermedia de El Xarpolar entre el litoral y las tierras del
interior (Mellado y Garrigós, 2008: 212).
4.4. Estudio del repertorio metálico
El estudio de los elementos metálicos se aborda a partir de la clasificación de los distintos objetos metálicos
con las limitaciones del mal estado de conservación, lo que nos impide en muchos casos adscribir los
fragmentos a un objeto o herramienta determinados. Se trata de un conjunto formado por 59 objetos, 46 de
ellos depositados en el Museo de Alcoi y 13 en el SIP.
Hierro
- Armas. En esta primera categoría encontramos una falcata ibérica, dividida en dos fragmentos, a la que le
falta parte de la empuñadura y con un estado de conservación bastante deficiente. Presenta una longitud de 61
cm y una anchura de 6,5 cm al inicio de la hoja. Esta arma fue incluida en el amplio estudio de armamento
ibérico de F. Quesada (1997: 844) quien propone una datación genérica entre el s. IV y el s. I a.C.
- Útiles plurifuncionales. Encontramos una posible aguja espartera o saquera (fig. 5, 8) con sección
cuadrangular y 140 mm de longitud. En esta categoría cabría incluir también la punta de un objeto de filo
cortante (fig. 8, 26), seguramente perteneciente a un cuchillo de 122 mm de longitud así como un cuchillo
afalcatado (fig. 8, 30) con remache en la empuñadura y 120 mm de longitud.
- Útiles agrícolas. Las herramientas agrícolas fueron incluidas por J. Moratalla (1994: 122) en su estudio
de los útiles de la comarca, clasificándolas en dos grandes grupos según se empleasen en la preparación
de los terrenos para el cultivo o en la recolección de la cosecha. Dentro del primer grupo incluiríamos un
legón de 200 mm de longitud por 110 mm de anchura utilizado para tareas de remoción y nivelación de la
tierra, normalmente en regadío (fig. 8, 23). También encontramos una azada estrecha (fig. 5, 2) de 170 mm
de longitud por 28 mm de anchura en el filo. Por último, encontramos una laya (fig. 5, 7) de pala estrecha y
alargada y enmangue tubular con unas dimensiones de 100 mm de largo por 17 mm de anchura en la pala.
- Los útiles relacionados con la recolección son un podón (fig. 5, 1) con una longitud de 210 mm, una
anchura de 73 y un grosor máximo en la hoja de 7 mm. Le falta un pequeño fragmento en su extremo
y presenta hoja curva y enmangue tubular por lo que suponemos que sería una herramienta de bastante
longitud relacionada con el cultivo de árboles y arbustos, tanto para tareas de poda como de recolección.
Finalmente, encontramos la hoja de unas tijeras (fig. 8, 24) con una longitud de 170 m, una anchura de 29 mm
y un grosor de 3 mm relacionadas con prácticas de esquilado del ganado ovino. Estas herramientas, aunque
escasas, nos ofrecen un panorama funcional muy interesante, habida cuenta de la gran especialización de
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Fig. 8. Metales de la colección del Museu Arqueològic d’Alcoi.
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los útiles para los distintos trabajos del campo. Así encontramos representadas las funciones de trabajo en
los grandes conjuntos de labores agropecuarias reconocidas en el campo ibérico: el trabajo en campos de
secano, tierras de regadío y la ganadería ovina para el aprovechamiento de la lana.
- Útiles artesanos. Entre este tipo de herramientas encontramos lo que podría tratarse de un compás (fig. 8,
14) de sección cuadrangular, en forma de “V” y con unas medidas de 76 mm de longitud, una anchura de
37 mm y 6 mm de grosor. Este tipo de instrumento está muy relacionado con el trabajo de la madera, siendo
utilizado para dibujar circunferencias y también para transportar medidas relativas (Tortajada, 2012: 295).
- Elemento de sujeción. Finalmente, hemos incluido también en este grupo un objeto bastante singular
como es la argolla articulada en la parte central y con dos grandes anillos en sus extremos, con una longitud
máxima de 250 mm y 25 de grosor que L. Pericot interpretó como un instrumento de prisión, una argolla
o dogal para aprisionar el cuello (Pericot, 1928: 158), objeto ciertamente único en los repertorios ibéricos.
- Elementos de construcción o carpintería. Dentro de este grupo hemos incluido una serie de clavos de diferentes
tamaños y formas (fig. 8, 1; 8, 2; 8, 28-29) así como dos anillas, una de ellas de sección cuadrangular, un
diámetro de 32 mm y un grosor de 5 mm (fig. 8, 4) mientras que la otra está compuesta por dos fragmentos de
hierro de sección cuadrangular enlazados de 37 mm de longitud y 4 mm de grosor (fig. 8, 7).
- Elementos domésticos. En este tipo encontramos una varilla de hierro de sección cuadrangular con un
extremo doblado formando dos ángulos rectos y que ha sido interpretada en otros poblados como una llave
(fig. 8, 16) (Grau y Reig, 2002-2003: 113). Una segunda llave con el mango doblado y cuatro dientes en el
extremo fue publicada por Pericot (1928: 158, lám. II, 3). Estos elementos, sin ser abundantes, sí aparecen
en los oppida del área valenciana, como la Bastida de les Alcusses o La Serreta.
- Fragmentos u objetos indeterminados. Dentro de esta categoría incluiríamos toda una serie de objetos
correspondientes a varillas o láminas de hierro que no nos ha sido posible identificar ni adscribir a una
forma concreta por su estado fragmentario (fig. 8, 3; 8, 5-6; 8, 8; 8, 15; 8, 18-20; 8, 25; 8, 27; 8, 44-50)
Bronce
- Fíbulas. Encontramos un fragmento de parte del arco en forma de puente laminar curvo de una fíbula de
doble resorte con un tamaño de 39 x 22 mm y un grosor de 3 mm. Un segundo ejemplar se documenta por
un fragmento de arco en forma de rombo de un puente laminar curvo con repujados circulares superficiales
y unas dimensiones de 55 x 14 x 1,8 mm de una fíbula tipo Alcores (fig. 8, 32) de lo que se deduce que le
falta la mitad, pues suelen estar formadas por dos rombos y la aguja. Se data, aunque no sin dificultades, en
torno a medidos del s. VII a.C. siendo previas a las del tipo Acebuchal (Torres, 2002: 198-199).
- Elementos ornamentales. Dentro de esta categoría cabría incluir un anillo (fig. 5, 5) con sección de
tendencia circular, diámetro exterior de 26 mm y grosor de 5 mm. Dos anillas circulares de sección también
circular (fig. 8, 33 y 34) que presentan 20 mm de diámetro y dos de grosor así como un fragmento de anilla
circular (fig. 8, 10) de 56 mm de longitud y un grosor de 2,5 mm. Finalmente, es destacable la existencia de
dos apliques con forma de concha (fig. 5, 6 y fig. 8, 37) con unas dimensiones de 30 mm de diámetro con
un desgaste en la parte central.
- Útiles plurifuncionales. En esta categoría encontramos dos agujas, una de ellas (fig. 5, 9) de sección
circular, algo doblada y con el ojo fragmentado que presenta una longitud de 140 mm y un grosor de 3 mm.
La otra presenta una perforación circular en la cabeza y unas dimensiones de 83 mm de largo, 4 mm de
ancho y 2 mm de grosor (fig. 8, 35).
- Ponderales. El repertorio del poblado incluye tres ponderales, dos de los cuales fueron publicados en el
estudio sobre los ponderales de la región contestana (Grau y Moratalla, 2003-2004: 36-37). Uno de ellos de
perfil bitroncocónico y orificio central que presenta 20 mm de diámetro en la base, una altura de 17 mm y un
peso de 35 g (fig. 5, 10). Otro de forma troncocónica y perforación central circular a partir de la cual surgen
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4 incisiones radiales en su cara menor, así como una serie de muescas en un lateral y en torno al orificio
central en la cara mayor. Presenta un diámetro de 31 mm en la parte más ancha, 27 mm en la más estrecha,
una altura de 21 mm y un peso de 107,07 g (fig. 8, 36). Finalmente, documentamos un tercero de forma
troncocónica que presenta un orificio en la cara plana mayor y un agujero relleno de plomo en la superficie,
transformación posiblemente destinada a reajustar el peso de la pieza. Presenta un diámetro de 21 mm en la
parte inferior, 18 mm en la superior, una altura de 15 mm y un peso de 35,48 g (fig. 8, 39). Estas dos últimas
piezas poseen un contexto arqueológico algo más fiable, ya que en el diario de campo de la excavación se
afirma que se localizaron acompañados por un contexto de cerámicas ibéricas, vajillas de barniz negro y
dos ases republicanos del tipo Jano Bifronte, elementos que nos remiten a un contexto de mediados del s. II
a.C. (Grau y Moratalla, 2003-2004: 37). En estos momentos del ibérico final parece constatarse un sistema
metrológico en la Contestania basado en un valor aproximado a los 7 gramos (Grau y Moratalla, 20032004: 49) en el que encajarían los tres ponderales de El Xarpolar con un mínimo margen de error.
- Fragmentos u objetos indeterminados. Documentamos un fragmento de plancha de bronce con dos
perforaciones, una rectangular y otra circular con un pasador central de hierro (fig. 8, 9); es posible que se
trate de la parte pasiva de un broche de cinturón, aunque no podamos aseverarlo con certeza. Una segunda
pieza es una placa de bronce con perforación circular en un extremo (fig. 8, 17), un fragmento de placa
de bronce con indicios de dos remaches en su parte interior (fig. 8, 13), una plaquita de bronce con los
extremos doblados hacia el interior en los que aparecen dos pequeñas perforaciones circulares (fig. 8, 21),
dos pequeños fragmentos de varilla (fig. 8, 12 y 22) y un fragmento de plancha enroscada (fig. 8, 31) con
una longitud de 62 mm, una anchura de 18 mm y un grosor de 2 mm.
Plomo
Únicamente contamos con dos elementos elaborados con dicho metal, por una parte un fragmento con forma
de prisma de base triangular del que desconocemos su funcionalidad y que presenta unas medidas de 19
mm de longitud, 11 mm de anchura y un grosor de 8 mm (fig. 8, 11). Por otra parte encontramos un resto de
transformación del metal, en este caso un goterón (fig. 8, 43) fruto del trabajo del plomo mediante el calor.
Podemos concluir el predominio de los elementos de hierro con 37 piezas (62,71%) utilizado básicamente
para la elaboración de herramientas funcionales debido a su dureza y a su relativa abundancia, a pesar de
que el territorio donde se ubica El Xarpolar es un área con escasos recursos metalíferos. El segundo metal
en cuanto a su presencia en el repertorio es el bronce con 20 objetos (33,9%) utilizado principalmente
como elemento ornamental o en objetos que no requieren una especial resistencia del material. Finalmente,
encontramos dos elementos de plomo (3,39%) cuya presencia es prácticamente testimonial. Estos
porcentajes se encuentran en la línea de los de otros poblados de la zona contestana y edetana (Grau y Reig,
2002-2003: 127).
4.5. Valoración general del repertorio
Los materiales cerámicos nos permiten proponer una secuencia de ocupación de amplio marco temporal,
desde sus inicios en época orientalizante, hasta su fin en época tardía. En ese sentido, se corroboran las
propuestas anteriormente realizadas (Castelló y Espí, 2000; Grau Mira, 2002), aunque ahora podemos
precisar con detalle el encuadre cronológico.
Los inicios del enclave se situarían hacia los ss. VII-VI a.C. a juzgar por la presencia de cerámicas
fenicias y algunas piezas metálicas como las fíbulas de doble resorte o la del tipo Alcores. Los vestigios
correspondientes a época ibérica antigua, entre los ss. VI-V a.C., son también muy escasos y se identificarían
a partir de algunos tipos cerámicos como las urnas de orejetas o los cuencos de borde curvo en cerámica
gris, tipo P2 de El Oral, fósiles directores de esta fase (Sala, 1997).
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A partir de época plena aumentan los testimonios cerámicos, con algunas piezas del s. IV a.C. como
son la vajilla ática y los vasos ibéricos como la botella globular o los platos de ala. Otras piezas son propias
del repertorio del s. III a.C. como el kálathos de borde moldurado y decoración geométrica compleja. Pero
la mayor parte de las piezas se pueden datar genéricamente en época plena y perdurando en la fase tardía,
como los recipientes de almacenamiento y la vajilla de mesa.
El registro cerámico datado en los ss. II-I a.C. es el mejor representado, pues a él pertenecen la mayor parte
de las importaciones; en torno al 80% de la vajilla foránea es campaniense, sin incluir los cubiletes de paredes
finas y las jarritas. En correspondencia con este elenco de importaciones, buena parte de las cerámicas ibéricas
deben corresponder a esta fase, aunque la escasa elocuencia cronológica de las tinajillas, páteras o platos no
permita corroborarlo. Únicamente algunas piezas, como el kálathos de ala plana, o los platos de imitación de
campaniense, pueden atribuirse sin duda a la época tardía. El final de la ocupación no puede llevarse más allá
de mediados del s. I a.C. pues carecemos de vestigios que nos lleven hacia aquella época, como la cerámica
terra sigillata. El repertorio monetario corroboraría la importancia del periodo ibérico final representado en
El Xarpolar, especialmente hacia la segunda mitad del s. II a.C. De ello se deduce la importancia de esta fase
tardía en el asentamiento, momento muy escasamente conocido en el contexto comarcal.
5. EL XARPOLAR EN SU ENTORNO TERRITORIAL
El oppidum ibérico de El Xarpolar se ubica en el extremo oriental de la cubeta del río Serpis o de Alcoi, el
eje vertebrador del territorio y al que desaguan toda una serie de cursos menores. Esta unidad geográfica
está caracterizada por la existencia de un paisaje montañoso de carácter quebrado, con orientaciones en
sentido SO-NE, entre las que se localizan valles más o menos amplios. La compartimentación del paisaje
es la que va a dar lugar a un modelo territorial característico y bien definido para época ibérica (Grau Mira,
2002) y que vamos a describir sucintamente.
5.1. Patrón de asentamiento
El modelo de ocupación del territorio se caracteriza por la existencia de unidades de valle, en este caso
la Vall d’Alcalà, donde se disponen una serie de asentamientos de estructura jerarquizada. El primer tipo
sería el propio oppidum de El Xarpolar que es el centro rector del territorio. Se ubica en un emplazamiento
estratégico que favorece el dominio del territorio y el control de las comunicaciones y además posee
importantes defensas naturales a las que se añaden fortificaciones construidas.
El Xarpolar se acompañaría por una serie de poblados dispersos por las tierras bajas que conformarían un
sistema de poblamiento integrado. Las comarcas montañosas de L’Alcoià y El Comtat han ofrecido evidencias
de estos sitios rurales que se clasificarían en dos tipos: asentamientos de pequeño y mediano tamaño, en torno
a unos 1000 m2, que constituyen núcleos dispersos de carácter familiar, o asentamientos de tamaño mediano,
posiblemente formados por la agregación de diversas casas en unidades de aldea de unos 5000-8000 m2 (Grau
Mira, 2002: 242-246). En el caso concreto del territorio de El Xarpolar, este sistema de poblamiento rural es muy
mal conocido y apenas se intuye por escasas evidencias dispersas en algunos lugares. Esta zona de la comarca
no ha sido objeto de prospecciones sistemáticas y únicamente se han realizado exploraciones y reconocimientos
superficiales en algunas parcelas de cultivo próximas a caminos y poblaciones (Faus et al., 1987).
Hasta el momento sólo encontramos algunas evidencias dispersas en el entorno de las laderas al norte
y al sur de la Serra de la Foradà (fig. 9), donde se ubica El Xarpolar. Entre las primeras, cabe citar dos
dispersiones en la partida de Els Llombos, denominadas Llombos 1 y 2, muy próximas a la Cova d’en Pardo,
donde también se localizan algunas evidencias ibéricas (Verdú, 2012); lo escarpado de estos terrenos ofrece
capacidades bajas de uso agrícola. Al sur, donde se emplazan las tierras de cultivo más accesibles desde el
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Fig. 9. Vista desde el oeste del entorno territorial de El Xarpolar. En trama oscura se identifica el área de captación de
la isócrona de 1 hora que se muestra en la parte inferior con las capacidades de uso agrícola. 1, Cova d’en Pardo; 2,
Llombos-1; 3, Llombos-2; 4, Corral de Jover; 5, La Criola; 6, Cova de l’Agüela.
poblado de altura, en el entorno de la Vall d’Alcalà, también encontramos dos dispersiones cerámicas que
pueden atestiguar asentamientos campesinos en la zona, ocupando tierras con capacidades medias para el
uso agrícola. Uno se trata del Corral de Jover, junto al estrecho que separa la Vall de Planes y la de Alcalà
(Faus et al., 1987: 15). El segundo es el de La Criola, en las proximidades de esta alquería del término de
Beniaia (Faus et al., 1987: 22).
Estas evidencias dibujan un panorama semejante al conocido en otros territorios ibéricos de
la comarca, es decir, la localización de núcleos campesinos dependientes que completarían las
posibilidades de explotación agrícola desde el propio poblado, cuyo emplazamiento enriscado dificulta
dicha actividad. En efecto, al observar la localización de estos núcleos se observa que se sitúan en el
reborde del entorno más accesible del poblado y que presumiblemente es el área de explotación directa
del mismo (fig. 9). Es decir, complementarían la explotación agrícola del territorio en los espacios más
alejados del poblado y de mayor dificultad de acceso.
5.2. Control estratégico del espacio
El Xarpolar encuentra su razón de ser en las extraordinarias condiciones estratégicas para el dominio visual
del paisaje. En efecto, emplazado en un cerro de altura, es fácilmente defendible pero sobre todo ofrece
las posibilidades de controlar los accesos al valle del Serpis, las comunicaciones interiores y las redes de
intervisibilidad con la mayoría de los oppida de la comarca. Domina el territorio del extremo occidental
de la Vall d’Alcalá y el contacto con la Vall de Planes, su continuación natural hacia el oeste. Asimismo,
controla perfectamente el acceso de la Vall de Gallinera, el corredor que en sentido este-oeste comunica la
comarca de El Comtat con la costa de la Marina Alta por la zona de Pego.
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El análisis SIG de la visibilidad ha permitido cartografiar con detalle las particularidades de la cuenca
visual desde el poblado. Las técnicas geomáticas se han completado con la comprobación en el campo
y la contrastación directa de las líneas visuales que no aparecen bien reflejadas en la cartografía de la
visibilidad. Este cálculo de visibilidad se ha realizado con un MDT de todo el espacio comarcal (fig. 10),
aproximadamente 50 x 34 km con una resolución de celdas de 20 m. La visibilidad se ha calculado desde
veinte puntos de observación en el perímetro del poblado a unas distancias entre 12 y 24 m y en el punto
más elevado del poblado, para asegurarnos que se cubrían todas las direcciones.
La visibilidad se ha trazado teniendo en cuenta las distancias medias y largas. La primera de ellas
contempla el control visual directo hasta los 8.000 m, que permite la identificación estratégica de grupos
desplazándose por el territorio (aparece en gris oscuro en la fig. 10). La distancia larga (en blanco punteado
en la fig. 10) alcanza hasta los 30 km y no ofrece posibilidades tan eficaces de control estratégico del
espacio y de los grupos desplazándose, pero permite el establecimiento de conexiones visuales básicas que
permitan una red de comunicación entre oppida, especialmente entre los próximos que se sitúan a 10-15
km, por lo que creemos interesante tenerla en cuenta.
La visibilidad hacia el norte establece un control visual sobre la Vall de Gallinera, corredor que enlaza
las tierras del interior con la llanura litoral. Cabe la posibilidad de que en este estrecho valle bajo dominio
visual directo se ubique un asentamiento subordinado de carácter agrícola. No obstante, las dificultades en
el acceso a este valle desde El Xarpolar nos inducen a pensar que el área de explotación agrícola del poblado
se situaría al sur, en la Vall d’Alcalà. Pero sin duda controla el corredor de comunicación de Gallinera que
supone la conexión del valle del Serpis con la zona costera por la zona de Pego-Oliva. Cabe señalar que
controla el espacio interior del corredor, pero no existe conexión visual directa con el área costera. También
hacia el norte, en una distancia mayor, muestra un contacto visual directo con el oppidum vecino del Castell
de Perputxent aunque no con el territorio de este oppidum.
La visibilidad hacia el sur se encuentra limitada por la Serra d’Almudaina y la Serra d’Alfaro,
dominando sin embargo, todo el sector occidental de la Vall d’Alcalà. El acceso al poblado es mucho
más fácil desde estas tierras del sur, por lo que sería en este valle donde se ubicaría su territorio político y
económico. Así mismo existe un contacto visual directo con el pequeño poblado de altura de la Solaneta
de Tollos, que forma parte de la estructura territorial de la Vall de Seta presidida por el oppidum de
El Pitxòcol, con lo que se puede certificar las posibilidades de comunicación visual con ese territorio.
También a través de la Vall d’Alcalà discurriría una vía de comunicación hacia la costa a través de la Vall
d’Ebo, acceso que se controla perfectamente en la distancia media.
El dominio visual hacia el oeste es muy amplio, tanto en la media como en la larga distancia, aunque
esta última no permita distinguir contingentes humanos o cualquier otro elemento con nitidez. No obstante,
en esta larga distancia sí que es posible distinguir algunos límites del valle del río de Alcoi tales como la
Serra del Benicadell, la Serra de Mariola o incluso la Serra del Carrascal de la Font Roja hacia el suroeste.
Y lo que es más importante, también se establece contacto visual con los principales oppida como la
Ermita de Planes, La Covalta, el Castell de Cocentaina, El Castellar o La Serreta (Grau Mira, 2002).
Esta preferencia en la orientación del dominio visual permite deducir que El Xarpolar se integraría
estrechamente en esa estructura de poblamiento que conforman los valles del Alcoià-Comtat en época
ibérica y que constituyó un territorio común, integrando la totalidad de la comarca y presidido por La
Serreta, en el s. III a.C. Con posterioridad al colapso de este espacio político a fines del s. III, El Xarpolar
mantuvo las conexiones visuales con los oppida tardíos de la comarca.
La visibilidad desde El Xarpolar hacia el oriente está muy limitada por macizos montañosos que parecen
marcar un límite entre la estructura de poblamiento del Alcoià-Comtat respecto al sistema territorial de
la zona costera, donde se situarían los poblados de El Castellar en Oliva o Segària en Ondara, por citar
sólo algunos de relevancia (Castelló, 1993). Sin embargo, se controlan los accesos en la media distancia,
hasta aproximadamente 10 km, lo que permite la anticipación y la movilización de un destacamento que
bloquease una incursión hostil, o bien comunicase al resto de poblados la llegada de un peligro.
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Fig. 10. Visibilidad desde El Xarpolar. En gris oscuro, hasta 8 km de radio; en blanco punteado, sin limitación. 1, El
Xarpolar; 2, Castell de Perputxent; 3, La Covalta; 4, Ermita de Planes; 5, Castell de Cocentaina; 6, Solaneta de Tollos;
7, Castellar d’Alcoi; 8, La Serreta.
Queremos destacar, por último, el dominio visual que se establece hacia la zona de la Valleta d’Agres,
perfectamente controlada, aunque a la larga distancia. Este corredor es especialmente relevante en la
configuración de los corredores de comunicación de época ibérica final y lo inicios del dominio romano. La
importancia de este corredor reside en que se trata del único valle que permite el acceso de carruajes a la
comarca, transporte rodado que se impuso en época romana y que condicionó la estructura territorial y de
los corredores de comunicación.
5.3. El espacio simbólico: la sacralización del confín
En el sector oriental de la Vall d’Alcalà se ubica la Cova de l’Agüela (fig. 9, 6) que ha sido catalogada en base a
sus características y a su repertorio material, fundamentalmente cerca de un centenar de vasos caliciformes,
como una cueva-santuario (Amorós, 2012) que tendría seguramente importantes connotaciones simbólicas
para la comunidad que habitaba El Xarpolar.
El papel territorial que pudo haber jugado la Cova de l’Agüela ha sido analizado detalladamente en
trabajos recientes (Grau y Amorós, 2013), pero incluimos aquí sus rasgos principales. La vinculación de
esta cavidad con el territorio político de El Xarpolar es muy clara, pues se sitúa en la unidad geográfica
de la Vall d’Alcalà, por donde se extiende el territorio del poblado, justo en un reborde periférico de este
espacio natural. También debemos valorar su situación equidistante con el poblado de la Solaneta de Tollos,
un asentamiento secundario dependiente de El Pitxòcol, lo que la pone en relación con el espacio político
de este último, emplazado en la Vall de Seta y por tanto en una situación en el límite entre ambos territorios.
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Esta pauta liminal se constata en el caso de otras cuevas-santuario del área central de la Contestania
así como la relación con importantes vías de comunicación de época ibérica. El momento de mayor
frecuentación de estas cavidades, ss. V y IV a.C., coincide con la fase de configuración y consolidación
de los territorios políticos ibéricos que de este modo se verían sancionados con la ubicación de un espacio
sacro en sus límites (Grau y Amorós, 2013).
La ubicación de lugares sacros en la periferia del territorio local, o en los límites entre los espacios
apropiados por dos oppida nos permite también adentrarnos en el campo ideológico de las comunidades
ibéricas. Nos encontramos con rituales en cuya práctica se definen por el alejamiento decidido de los
espacios de vida cotidiana en el poblado y su entorno agrícola para adentrarse en las tierras boscosas e
incultas. Esta pauta se condice bien con los ritos de iniciación propuestos para estas cavidades (González
y Chapa, 1993) y que se traslucen en otros aspectos de la materialidad y ubicación de las cuevas rituales
(Grau y Amorós, 2013).
6. VALORACIONES FINALES
Para finalizar este trabajo, queremos hacer una valoración global de los rasgos predominantes de la
historia de ocupación del sitio y su papel en el territorio. Iniciando con el primer aspecto, debemos
señalar el inicio de la ocupación durante el Hierro Antiguo (ss. VII-VI a.C.) con una clara vocación
de control del territorio y de las importantes vías de comunicación que enlazan las tierras del interior
con el litoral. Relacionamos esta ocupación con el momento de apertura de las comunidades locales
al intercambio con el mundo fenicio, según delata la existencia de materiales de importación de esta
filiación. Este mismo modelo es el que va a mantenerse durante todo el período ibérico antiguo (finales
del s. VI-s. V a.C.) y durante el s. IV a.C.
En el s. III a.C. se produce un cambio importante en la configuración territorial de toda el área
comarcal de los valles de Alcoi con el surgimiento de un nuevo rango jerárquico, la ciudad de La Serreta,
que dominara a los restantes poblados. Este proceso supone la agregación de los territorios locales,
quedando El Xarpolar, junto a los demás oppida de esta zona, subordinado al núcleo principal de La
Serreta. Este modelo territorial que integraría toda la comarca tiene una de sus principales evidencias
territoriales en el establecimiento de una densa red de intercomunicaciones entre los oppida, entre la que
El Xarpolar juega una papel decisivo en el control del sector oriental del valle y su conexión a la costa.
Esta unidad geopolítica dominada por La Serreta desaparece con la conquista romana del territorio y
el abandono de esta ciudad a fines del s. III a.C. Durante el Ibérico Final (ss. II-I a.C.), en los inicios del
dominio romano, se vuelve a la compartimentación del territorio en valles bien definidos y articulados por la
continuidad de algunos oppida entre los que se encuentra El Xarpolar, como muestra el repertorio analizado.
La pervivencia de la estructura territorial ibérica en los tiempos de la conquista e implantación romana
de la región nos lleva a suponer que la estrategia del poder imperial se basa en actitudes permisivas ante
la población local, pero también en las necesidades de controlar el espacio indígena, tanto para facilitar
el desarrollo de los intercambios, como para bloquear las vías de comunicación en caso de necesidad.
Tal papel lo pudieron ejercer en la zona alcoyana algunos oppida tardíos, como El Xarpolar, en
los que se atestigua una fuerte revitalización de la ocupación en época tardoibérica, principalmente
durante el s. II a.C. En efecto, el repertorio cerámico recuperado, las monedas atestiguadas, o la frecuente
presencia de ánforas itálicas que se observa en la superficie del poblado nos indica la importancia del
oppidum de El Xarpolar en ese momento decisivo del final del iberismo y los inicios de la dominación
romana. Desgraciadamente, este periodo crucial es ampliamente desconocido en las tierras alcoyanas,
como en general en amplias áreas del territorio valenciano y requiere de nuevas aportaciones científicas
que contribuyan a caracterizar el periodo.
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AGRADECIMIENTOS
Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto HAR2012-37003-C03-02 del MINECO y con una ayuda del
Vicerrectorado de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Universidad de Alicante destinada a la formación
de doctores.
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