Hábitat, marco radiométrico y producción artesanal durante el final del Neolítico y el Horizonte Campaniforme en el corredor de Montesa (Valencia). Los yacimientos de Quintaret y Corcot
Oreto García Puchol
Lluís Molina Balaguer
Fernando Cotino Villa
Josep Lluís Pascual Benito
Teresa Orozco Köhler
Salvador Pardo Gordó
Yolanda Carrión Marco
Guillem Pérez Jordà
Maria Clausi Sifre
Luis Gimeno Martínez
[page-n-159]
Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXX, Valencia, 2014, p. 159-211
Oreto GARCÍA PUCHOL a, Lluís MOLINA BALAGUER b, Fernando COTINO VILLA c,
Josep Lluís PASCUAL BENITO d, Teresa OROZCO KÖHLER b, Salvador PARDO GORDÓ b,
Yolanda CARRIÓN MARCO e, Guillem PÉREZ JORDÀ f,
María CLAUSÍ SIFRE c y Luís GIMENO MARTÍNEZ c
Hábitat, marco radiométrico y producción artesanal
durante el final del Neolítico y el Horizonte
Campaniforme en el corredor de Montesa (Valencia).
Los yacimientos de Quintaret y Corcot
RESUMEN: El propósito principal de este artículo reside en la descripción e interpretación del registro arqueológico
correspondiente al Neolítico final y al Horizonte Campaniforme documentado en los yacimientos de Quintaret
(Montesa, Valencia) y Corcot (l’Alcúdia de Crespins, Valencia). Las estructuras aquí reconocidas corresponden a fosas
y silos, de cuyo relleno procede un interesante conjunto de materiales. Las dataciones radiométricas obtenidas sitúan
el desarrollo de los yacimientos al menos entre el último siglo del IV milenio y los siglos centrales del III milenio cal
AC. Cabe destacar la recuperación de varios vasos campaniformes de estilo regional en la estructura Q138 de Quintaret,
así como la documentación en otras estructuras de un elevado número de restos de la fábrica de perlas de collar sobre
lignito y caliza, que evidencian la existencia en el lugar de áreas de actividad relacionadas con estas artesanías.
PALABRAS CLAVE: Neolítico final, Campaniforme, silos, cuentas de lignito y caliza, C14.
Settlement, radiocarbon dates and craft productions during Late Neolithic and Bell Beaker periods
in the ‘corredor de Montesa’ (Valencia, Spain). The sites of Quintaret and Corcot
ABSTRACT: In this paper we present the results related to the excavation works conducted in Late Neolithic and
Bell Beaker sites of Quintaret (Montesa, Valencia) and Corcot (l’Alcúdia de Crespins, Valencia), both in the middle
valley of Canyoles river. The sites, neighboring each other, offer a quite different volume of information (Quintaret: 51
structures; Corcot: 4 structures). 14C dates allow us to define the occupation of this area of the valley along the first half
of the III millennium cal BC. The presence of bell beaker ceramic in archaeological record of Quintaret is limited to just
one structure (Q138), where at least 7 different vessels have been identified. Other prominent point of the record is the
identification of remains related with the production of stone beads. The whole sequence of production is represented,
and also some tools used in the process have been recovered, putting in evidence the existence of some workshop areas.
KEY WORDS: Late Neolithic, Bell Beaker, storage pits, lignite and limestone beads, C14.
a Investigadora Programa Ramón y Cajal.
Departament de Prehistòria i Arqueologia, Universitat de València.
Oreto.garcia@uv.es
b Departament de Prehistòria i Arqueologia, Universitat de València.
Lluis.Molina@uv.es | Teresa.orozco@uv.es | Salvador.pardo@uv.es
c Global Geomática, Valencia.
fcotino@gmail.com
Recibido: 28/03/2014. Aceptado: 05/05/2014.
d
e
f
Museu de Prehistòria de València - SIP.
joseplluis.pascual@dival.es
Universidad Nacional a Distancia (UNED), Valencia.
Yolanda.carrion@uv.es
G.I. Arqueobotánica. IH, CCHS, CSIC.
Guillem.perez@uv.es
[page-n-160]
160
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
1. PRESENTACIÓN
Las intervenciones arqueológicas desarrolladas por técnicos de la empresa Global Geomática S.L., con motivo
del proyecto del Nuevo Acceso de Alta Velocidad Levante-Madrid-Castilla la Mancha-Región de Murcia
(tramo Moixent-l’Alcúdia de Crespins), han proporcionado nuevos datos sobre las ocupaciones humanas
del final del Neolítico y el Horizonte Campaniforme en el denominado corredor de Montesa (comarca de La
Costera, Valencia). Este espacio conforma un valle encajado entre la Serra d’Enguera y el macizo del Caroig al
N y la Serra Grossa al S, línea de confluencia de los sistemas Ibérico y Bético. El río Cànyoles, afluente del río
Xúquer, constituye el curso de agua destacado en su discurrir desde el SO al NE por el valle de Montesa. Este
valle resulta el principal corredor de comunicación entre el litoral valenciano y el interior de la meseta, aspecto
bien reflejado por la frecuencia de yacimientos arqueológicos de variada cronología documentados en gran
medida al amparo del reciente trazado de la alta velocidad. Un aspecto que tiene su trascendencia directa en la
confluencia diacrónica de ejes vertebradores de comunicación de relevancia, como el paso de la Vía Augusta o
el trazado del Ave que nos ocupa, y tendría también su reflejo en las redes de comunicación establecidas entre
las comunidades prehistóricas. Los resultados aquí presentados corresponden al tramo de la obra comprendido
entre los términos municipales de Moixent y l’Alcúdia de Crespins (fig. 1).
Los trabajos previos de prospección realizados en junio de 2009 en la denominada área de Quintaret
permitieron identificar la existencia de 2 silos cuyos materiales referían una atribución prehistórica neolítica,
confirmada por los trabajos de excavación realizados posteriormente en el año 2012, que además aportaron
evidencias sobre estructuras y materiales del Bronce final, épocas ibérica, romana y andalusí, y otros
restos estructurales de cronología posterior. A unos 3 km en línea recta, las intervenciones de seguimiento
arqueológico efectuadas en la denominada área de Corcot, desde enero de 2012, propiciaron también la
detección de estructuras prehistóricas y de cronología ibérica.
El propósito de este trabajo reside en describir e interpretar los hallazgos en ambas áreas correspondientes
a las ocupaciones del Neolítico final y del Horizonte campaniforme, apoyándonos para ello en la entidad
numérica de las fosas y silos documentados –un número notable de estructuras en Quintaret (51), reducido
en Corcot (4)–, y el interés del registro arqueológico recuperado. Las dataciones radiométricas obtenidas
permiten acotar que esta zona del curso medio del Cànyoles estaría ocupada al menos entre el último siglo
del IV milenio y los siglos centrales del III milenio cal AC.
Fig. 1. Mapa de localización de Quintaret y Corcot.
APL XXX, 2014
[page-n-161]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
161
La parcialidad de la excavación, siguiendo las directrices marcadas por el trazado de la obra, no permite
hacernos una idea de la extensión del espacio ocupado, si bien las pautas de distribución son similares
a otros registros conocidos en el territorio valenciano de similar cronología: en el fondo de los valles y
cercanos a cursos de agua. Las concentraciones observadas en algunos puntos (valle del Serpis) remiten a
ocupaciones durante largos períodos de tiempo dando así lugar a extensas áreas con vestigios de habitación
reconocidos sobre todo por la existencia de silos y fosas. Entre los hallazgos destacados avanzamos la
exclusiva concentración de vasos campaniformes en la estructura Q138 de Quintaret, así como los restos
relacionados con la artesanía in situ de perlas de collar sobre lignito y caliza que confirman la existencia en
el lugar de áreas de taller, de las que procederían el millar aproximado de cuentas y restos de la cadena de
producción localizados en el relleno de varias fosas de este mismo yacimiento (Q006, Q226, Q228, Q229,
Q230, Q231 y Q261).
2. LAS ESTRUCTURAS PREHISTÓRICAS DE QUINTARET Y CORCOT
(F. Cotino Vila, O. García Puchol y M. Clausí Sifre)
Tras la detección de materiales durante los trabajos previos de prospección, se procedió al seguimiento
arqueológico del decapado del área afectada por los desmontes de la obra (unos 31.500 m2), lo cual permitió
la identificación de numerosas estructuras de adscripción prehistórica e histórica que fueron seguidamente
excavadas. El registro de la información se realizó mediante las fichas normalizadas para tal fin y los datos
analíticos se incorporaron a una base de datos informatizada que permitió su tratamiento posterior. A estos
efectos se ha desarrollado una aplicación sobre GvSig que permite la gestión del conjunto de la información.
El registro planimétrico se efectuó combinando técnicas de topografía clásica con fotogrametría y láser
escáner3D, obteniéndose como resultados plantas ortofotográficas y modelos tridimensionales de las
estructuras.
Con el fin de recuperar vestigios paleobotánicos y otros restos de interés de reducido tamaño, se procedió
al tamizado con agua de una muestra del relleno de las estructuras (20 litros). Este muestreo fue ampliado
en función de la naturaleza y características de los restos hallados. La muestra biótica (carbones y en menor
medida semillas) no ha sido abundante pero permite realizar una serie de puntualizaciones interesantes
de carácter económico y ambiental. Por el contrario, no se han recuperado restos óseos, ni tan siquiera
pequeños restos entre las muestras flotadas (tampoco en las estructuras de época histórica), lo cual apunta
hacia un problema de conservación relacionado con la naturaleza del sustrato geológico.
2.1. Fosas y silos prehistóricos en Quintaret
El yacimiento de Quintaret se halla en el término municipal de Montesa, a poco más de 2 km al SE del
casco urbano de esta población. El lugar queda ubicado en la parte alta de una suave colina que ofrece una
posición de dominio visual de un tramo importante del valle de Montesa en paralelo al margen izquierdo
del río Cànyoles, que discurre a unos 1.000 m del área de la intervención. El Barranc de la Mentirola al O y
el Barranc del Toll hacia el E delimitan geomorfológicamente el área. Desde el punto de vista geológico se
encuentra en una formación del Mioceno medio-superior, Helvetiense-Tortoniense (TM. Margas blancas y
grises). Dichas margas son amarillas y blancas en superficie mientras que en profundidad pasan a ser gris,
verdosas y negruzcas. Los trabajos de excavación se iniciaron en enero de 2012 bajo la dirección de los
arqueólogos Fernando Cotino Villa y María Clausí Sifre. Las estructuras prehistóricas localizadas –acotadas
lógicamente al trazado de la vía férra– se distribuyen principalmente en la zona alta de la colina (“área de
la viña”) y hacia el Barranc del Toll, sobre todo al N pero también al S de la traza de la vía (fig. 2, A y B).
La prospección arqueológica permitió detectar dos estructuras tanto al N como al S del área intervenida,
APL XXX, 2014
[page-n-162]
162
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Q230
Q231
Q228
Q229
Q242
Q024
Q007
Q006
N
Q282
Q283
Q030
Q138
20
Q088 Q090
Q082
Q092
Q089
Q079 Q081 Q083
Q091
Q075
Q084
Q086
Q078 Q080
Q085
Q064 Q071 Q074
Q070 Q072
Q067
Q125
Q069
Q062 Q068
Q077
40
60
80
100 m.
Q263
Q066
Q065
Q223
Q063
Q060
Q197
Q193
Q061
Q059
Q054 Q055 Q057
Q190
Q058
Q175
Q171
Q164
Q162
Q157
0
Q007
N
20
40
60
80
100 m.
Q024
Q081
Q071
Q079
Q074
Q075
Q138
Q083
Q082
Q078
Q085
Q086
Q073
Q125
Q084
Q067 Q062
Q077
Q068
Q072
Q060 Q061 Q069
Q059
Q070
Q055
Q054
Q171
Q282
Q030
Q088 Q090
Q092
Q080 Q089
Q091
Q066
Q065
Q064
Q063
Q006
Q263
Q223
Q197
Q165
Q193
Q190
Q175
Q164
Q162
Q157
N
20
0
40
60
Q230
Q231
80
100 m.
Q228
Q229
Q242
Q007
Q024
Q006
N
Q282
Q283
Q030
Q138
Q088
Q090
Q082
Q092
Q089
Q083
Q091
Q075 Q079 Q081 Q084
Q086
Q078 Q080
Q085
Q064 Q071 Q074
Q070 Q072
Q067
Q125
Q069
Q062 Q068
Q077
20
40
60
80
100 m.
Q263
Q066
Q065
Q223
Q063
Q060
Q197
Q193
Q061
Q059
Q054 Q055 Q057
Q190
Q058
Q175
Q171
Q164
Q162
Q157
0
N
20
40
60
80
100 m.
Q230
Q231
Q242
Q007
Q024 Q006
Q282
N
Q283
20
40
60
80
100 m.
Fig. 2. A y B, planimetría de la excavación en Quintaret.
APL XXX, 2014
Q228
Q229
Q226
Q225
[page-n-163]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
163
lo que sugiere que la dispersión de las mismas se extiende por una amplia zona, tanto hacia el río como en
dirección N a la traza. El abancalado efectuado a lo largo de diversas épocas ha afectado en gran medida a
la conservación de estos restos, sobre todo, y de forma más marcada, en las partes intermedias de la colina.
Las estructuras prehistóricas corresponden a silos (perfil conservado con paredes rectas o convergentes)
y fosas o cubetas (bien de planta circular de paredes abiertas, o que ofrecen plantas irregulares o de difícil
asignación debido a su estado de conservación). Los rellenos son uniformes, limos y arcillas con fragmentos
de marga (tap) con mayor o menor proporción de materia orgánica. Se han identificado 51 estructuras con
materiales que permiten su directa asignación prehistórica, además de otras 12 posibles, sin materiales, no
incluidas en este trabajo. Se han clasificado como silos/fosas y cubetas 49 de las estructuras, de tamaño y
conservación desigual. Los diámetros máximos fluctúan entre 2,40 y 0,70 m, mientras que las profundidades
varían entre 1,70 y 0,07 m, lo que da cuenta de la variabilidad observada (fig. 3, 4 y 5; tabla 1). Dos de las
N
N
N
S
S
S
O
E
O
E
O
Q006
N
E
O
S
Q058
Q064
N
Q007
O
E
N
N
S
S
S
O
E
UE 152
Q024
Q061
E
O
S
N
NO
Q065
SE
N
O
Q030
N
S
E
NE
SO
E
O
S
Q062
Q054
N
N
S
Q066
S
NO
SO
O
SE
NE
E
O
E
Q055
Q063
Q067
Fig. 3. Secciones de las
estructuras localizadas
en Quintaret.
APL XXX, 2014
[page-n-164]
164
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
estructuras, Q193 y Q197, obedecen a unas características distintas. Se trata de dos fosas seccionadas por el
trazado de un camino actual, de grandes proporciones (más de 3,5 m de dimensión máxima) y morfología
irregular. Excavadas en el subsuelo, la profundidad conservada es de 0,51 y 0,29 m respectivamente. Los
materiales prehistóricos recuperados son escasos, aspecto que dificulta su interpretación más allá de advertir
su probable función como áreas de actividad.
N
S
N
N
O
N
E
O
N
S
O
E
E
O
Q068
E
S
S
S
Q079
Q074
N
E
O
S
N
N
S
E
E
E
O
N
O
O
Q069
Q085
S
Q080
S
N
S
Q086
E
O
Q075
NE
N
Q076
O
SO
E
NO
Q072
N
N
NE
E
N
S
O
S
O
N
O
E
E
Q089
N
S
E
E
O
Q073
Q078
Fig. 4. Secciones de las estructuras localizadas en Quintaret.
APL XXX, 2014
S
S
Q083
Q071
N
Q088
O
Q077
O
E
Q082
UE 122
SO
S
SE
UE 121
S
E
Q081
S
O
S
E
SE
Q070
N
N
O
NO
O
Q084
E
Q090
[page-n-165]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
N
N
NE
SO
NO
SE
SO
NE
Q091
NO
Q263
SE
N
N
S
E
N
S
UE 1400
NE
SO
E
O
S
O
S
O
E
SE
NO
Q229
Q190
Q164
N
S
E
O
E
O
S
N
O
S
165
E
UE 1400
Q092
Q230
Q165
N
S
NO
SE
SO
NE
NO
Q231
Q197
NO
SE
NNE
SSO
NE
SO
SE
NO
E
SE
Q167
Q125
NO
S
O
N
Q283
Q193
SE
NO
C020
SE
UE 1156
UE 1155
SO
NE
N
SO
NE
SO
NE
S
NE
SO
UE 1156
UE 1155
Q138
Q168
N
E
NO
SE
SO
NE
Q242
S
N
S
O
Q223
N
E
O
N
S
O
S
E
S
N
C022
Q252
Q226
N
W
OE
Q169
Q157
C021
S
O
E
E
W
UE 1501
UE 1644
W
Q162
Q261
Q175
Q228
C023
Fig. 5. Secciones de las estructuras localizadas en Quintaret y Corcot.
APL XXX, 2014
[page-n-166]
166
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Tabla 1. Características morfométricas de las estructuras localizadas en Quintaret y Corcot.
Estructura
UE
Planta
Sección
L
A
Ø Boca/Sup.
Ø Máximo
Ø Base
Prof.
Q006
19, 20
circular
troncocónica
Q007
213, 214
circular
recta
99
148
148
118
125
125
113
23
Q024
210, 209
circular
recta
Q030
185, 186
ovalada
recta
161
161
147
24
92
92
87
24
Q054
73, 74
circular
abierta
87
87
Q055
75, 300, 76
circular
recta
116
116
113
37
Q061
90, 89, 326, 331
circular
troncocónica
155
230
230
170
Q063
97, 98
circular
recta
132
132
128
23
Q064
330, 332, 316
circular
globular
140
140
130
85
Q065
328, 331, 332
circular
recta
150
150
135
35
Q066
315, 233, 329
circular
globular
120
120
101
74
Q067
100, 99
circular
abierta
Q068
101, 102
circular
recta
Q069
103, 104, 327
circular
abierta
Q070
105, 106
circular
recta
Q071
107, 108
circular
abierta
Q075
28, 20
circular
globular
Q078
123, 124
circular
troncocónico
Q079
125, 126
circular
troncocónico
Q080
133, 134
circular
circular
Q081
135, 136
oval
recta
Q082
127, 128
circular
abierta
Q083
145, 146
circular
irregular
Q084
147, 148
circular
globular
99
Q085
149, 150
circular
recta
230
Q086
155, 156
circular
recta
120
Q088
163, 164
circular
troncocónico
125
Q089
165, 166
circular
troncocónica
Q090
168, 712, 167
oval
abierta
Q091
169, 170
circular
Q092
171, 172
Q125
141, 142
Q138
Q157
20
90
90
90
11
134
134
119
64
97
97
82
30
110
110
95
16
120
120
96
18
130
173
173
65
127
132
132
48
94
106
106
44
106
106
88
11
100
100
82
18
100
100
91
12
97
97
77
35
99
80
52
240
240
54
120
113
37
160
160
37
130
136
136
36
147
147
120
24
abierta
115
115
98
32
circular
abierta
147
147
126
26
oval
globular
113
147
147
76
22, 23, 823, 826
circular
globular
121
122
122
65
1087, 1088
circular
globular
124
127
127
49
Q162
1091, 1092
oval
recta
91
91
63
25
Q164
1095, 1096
oval
abierta
68
68
Q165
1399, 1400
irregular
abierta
165
165
106
49
Q175
1312, 1313
circular
abierta
93
93
73
22
APL XXX, 2014
20
[page-n-167]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
167
Tabla 1 (cont.)
Estructura UE
Planta
Sección
Q190
1397, 1398
circular
troncocónico
L
A
Ø Boca/Sup.
Ø Máximo
Ø Base
Prof.
61
61
60
49
Q193
1401, 1402
irregular abierta
370
135
296
51
Q197
1411, 1412
irregular abierta
350
200
Q223
1650, 1651
circular
recta
126
126
292
20
108
47
Q226
1123, 1124
circular
globular
120
120
106
78
Q228
1127, 1128, 1161 circular
troncocónico
Q229
1129, 1130, 1162 circular
globular
127
127
106
135
90
90
73
47
Q230
1131, 1132
circular
globular
Q231
1133, 1134
circular
globular
110
110
78
64
101
101
82
42
Q242
1155, 1156
circular
globular
108
Q261
1500,1501
circular
circular
110
108
77
48
110
108
6
Q263
1298,1299
circular
circular
120
Q283
1230,1231
circular
circular
155
120
112
26
155
147
12
C020
137,138,145,146
circular
globular
65
97
97
106
C021
139, 140
circular
C022
141, 142
circular
troncocónico
98
120
120
74
recto
87
87
72
50
C023
143, 144
ciruclar
globular
90
112
112
52
2.2. Las estructuras prehistóricas de Corcot
El área conocida como Corcot queda ubicada a 1,2 km del casco urbano de l’Alcúdia de Crespins. La excavación
comenzó en enero de 2012, bajo la dirección de los arqueólogos Fernando Cotino Villa y María Clausí Sifre.
En la parte más meridional del área de intervención, tras el decapado de una zona donde previamente se
habían localizado, entre otros, unos pocos restos posiblemente prehistóricos (sílex), fueron documentadas y
excavadas un total de cuatro estructuras prehistóricas (C020, C021, C022 y C023). Éstas se han clasificado
como silos atendiendo a las características de su perfil. Se encuentran conservados parcialmente, con la
excepción del silo C020. Se trata en este caso de una estructura de forma globular que se conserva completa
y ofrece la particularidad de situarse en el interior de una fosa irregular excavada desde donde a su vez se
excavaría el silo, que muestra una gran laja que pudo haber servido de tapadera (fig. 5 y 6, y tabla 1). Todas las
estructuras se encuentran excavadas en una depresión conformada por un sustrato margoso y a escasos metros
de un cambio hacia una interfaz rocosa (pudingas y conglomerados fuertemente cimentados). Al igual que
sucede en Quintaret, apenas se conserva materia orgánica, con la excepción de restos carbonizados de plantas
y semillas y algún resto malacológico. Entre el material arqueológico recuperado predominan los restos de
cerámica a mano, siendo esporádica la presencia de sílex u otros materiales.
2.3. Marco radiométrico
El estudio de los restos paleobotánicos recuperados en el transcurso de la intervención arqueológica ha
guiado, ante la ausencia de restos faunísticos, la selección de muestras de vida corta susceptibles de ser
datadas. En la medida de lo posible hemos preferido muestras de semillas que puedan ser resultado directo
de las actividades antrópicas en el lugar. Finalmente han podido datarse un total de 4 muestras, dos por
APL XXX, 2014
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168
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Fig. 6. Planimetría de la excavación en Corcot.
cada yacimiento (tabla 2). En Quintaret han sido fechadas dos estructuras singulares por su contenido: la
estructura con materiales cerámicos campaniformes Q138 (UE 053) y uno de los silos que concentra restos
de la manufactura de cuentas de collar de lignito y caliza, Q228 (UE 1161). En Corcot las muestras datadas
proceden de dos de las cuatro estructuras prehistóricas documentadas: C020 (UE 145) y C023 (UE 143).
Los resultados proporcionados por el laboratorio Beta Analytic Radiocarbon Dating Laboratory muestran
un rango cronológico que cubre los últimos años del IV hasta mediados del III milenio cal AC. A partir
de las dataciones disponibles podemos apuntar que el área de Quintaret ofrece evidencias de ocupación
prolongadas en el tiempo (desde finales del IV y que alcanzan la mitad del III milenio cal AC), mientras
que para Corcot (sobre dos muestras de estructuras inmediatas) estas ocupaciones quedan ubicadas en el
segundo cuarto del III milenio cal AC.
Tabla 2. Dataciones radiocarbónicas AMS sobre muestras singulares obtenidas en Quintaret y Corcot (laboratorio
Beta-analythics). Calibración realizada con el programa OxCal v4.2.3 (Bronk Ramsey, 2009); r.5; curva IntCal13
(Reimer et al., 2013).
Yacimiento Procedencia
Material
ID muestra
Fecha C14
Error
2 s cal BC
13C/14C
Quintaret
Q138 UE 826
Vicia Sativa
Quintaret
Q228 UE 1161 Hordeum vulgare
Beta-348075
4010
30
2617-2468
-22.4
Beta-348076
4370
30
3089-2907
-22.9
Corcot
Corcot
C020 UE 145
Semilla leguminosa Beta-348070
4130
30
2870-2583
-23.1
C023 UE 143
Semilla leguminosa Beta-348071
4110
30
2865-2575
-23.0
APL XXX, 2014
[page-n-169]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
169
3. ANÁLISIS PALEOBOTÁNICO
(Y. Carrión Marco y G. Pérez Jordà)
El análisis paleobotánico de los restos vegetales recuperados en las excavaciones de Quintaret y Corcot
cubre una amplia secuencia cronológica desde época prehistórica a contemporánea. En Quintaret se ha
analizado un total de 1.384 fragmentos de carbón de los que 468 proceden de 25 estructuras prehistóricas
diferentes; por el contrario, en Corcot sólo se han podido extraer tres carbones de una única muestra,
correspondiente a la estructura C021. El número de muestras que han aportado materiales carpológicos es
también muy reducido. El total de materiales estudiados se reduce a seis restos identificables. En el caso
de Quintaret, sólo dos muestras han ofrecido resultados (aportando un total de dos restos). Las otras cuatro
evidencias proceden de tres estructuras diferentes excavadas en Corcot.
3.1. Resultados antracológicos
El yacimiento de Quintaret ha ofrecido muestras de carbón procedentes de rellenos de estructuras excavadas,
que asociamos fundamentalmente a desechos de combustión de estructuras de hogar generalmente no
localizadas in situ. La mayor parte del combustible utilizado procede de madera de acebuche, lentisco y
Quercus perennifolio (carrasca o coscoja), sumando entre los 3 más del 65% del carbón analizado (tabla
3 y fig. 7). Parece, pues, que en esta fase se explotan sistemáticamente las formaciones arbustivas de las
márgenes del valle, sin estar representados taxones de ribera o de otros ambientes ecológicos, es decir,
que la recolección es muy local. Es posible que la presencia de acebuche esté sobrerrepresentada con
respecto a otros taxones, así como que existieran, sin duda, formaciones de mayor riqueza no reflejadas
aquí. Destaca un elevado número de carbones que han quedado indeterminables o determinados en el rango
de Angiosperma; la causa es el estado de conservación y/o tamaño de los fragmentos de carbón, ya que en
muchas muestras, el escaso material recuperado aparecía además rodado, cegado por el sedimento, etc.,
posiblemente como resultado de una deposición menos inmediata que la de otros conjuntos que presentan
un mejor estado de conservación.
Las estructuras que han ofrecido los mejores conjuntos de carbón son: Q077, Q087 y Q175; en las tres se
ha determinado prácticamente un 100% de Olea europaea, con la salvedad de que un alto porcentaje de las
identificaciones queda “a confirmar” (cf.) a causa de alteraciones anatómicas en la madera. En estos casos
se debe a que gran parte de los fragmentos estaban vitrificados (fig. 8), lo que ha llevado a la desaparición
de algunos de los criterios anatómicos de determinación del carbón (Théry-Parisot, 1998: 206-212). La
vitrificación se suele producir por una combustión reductora, en estructuras cerradas con poca entrada de
oxígeno, o en estructuras abiertas que han sido reutilizadas en las que el carbón queda sedimentado entre
gruesas capas de cenizas (Carrión Marco, 2005). De esta forma, se impide la liberación de los gases y
sustancias producidos durante el proceso, que quedan en el carbón y acaban cegando su estructura en mayor
o menor grado. También se baraja como causa de este fenómeno el uso de madera verde, lo que a su vez
explicaría la presencia frecuente de grietas radiales, que se producen con la combustión o el secado rápido
de la madera verde o con un alto contenido en agua, de forma que los tejidos se contraen bruscamente y se
agrietan (Théry-Parisot, 2001). La presencia de este fenómeno parece indicar la relación de estos carbones
con estructuras de combustión cerradas o con varios niveles de aportes de leña.
Las otras dos estructuras que han aportado un volumen de muestra destacable son Q138 y Q228,
si bien, con una composición taxonómica diferente, siendo más ricas en especies, y dominando el
espectro Pistacia y Quercus perennifolio (tabla 3). Todas estas estructuras corresponden a rellenos de
silos que funcionaron como basureros, de modo que las diferencias hay que buscarlas en las estructuras
de combustión de origen de los restos, que desconocemos, para entender que se produzcan vertidos de
diversa naturaleza.
APL XXX, 2014
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170
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
TOTAL
Indeterminado
Angiosperma
Corteza
Quercus sp.
Quercus perennifolio
cf. Pistacia sp.
Pistacia sp.
*73
Pistacia lentiscus
Q054
Pistacia cf. rebinthus
6
*185
Yacimiento Hecho
cf. Olea europaea
19
Q030
Olea europaea
Q006
Ficus carica
UE
Erica sp.
Tabla 3. Restos antracológicos recuperados en las estructuras calcolíticas de Quintaret y Corcot.
Quintaret
Q061
89
Q061
315
Q069
1
2
2
3
3
103
6
56
2
9
1
1
1
1
5
6
2
1
1
121
37
Q078
*123
5
Q079
*125
Q083
*145
Q084
*147
Q087
713
Q088
163
Q089
*165
1
Q090
*167
Q091
*169
Q092
*171
Q138
823
14
13
2
Q138
826
Q175
42
57
1
1
3
1
1
2
2
1
8
3
2
1
19
11
13
4
4
2
37
8
2
2
5
43
4
3
80
26
1
1
6
13
3
2
14
2
3
9
2
50
8
2
146
67
6
5
35
3
58
9
2
0,4
31,2
14,3
1,3
1,1
7,5
0,6
12,4
1,9
0,4
6
1
2
1,7
1
2
3
1
1
3
2
* Estructuras que contienen escaso carbón y en mal estado de conservación.
APL XXX, 2014
2
2
n
139
6
2
%
C021
3
15
1134
Total
3
2
1132
Q231
3
1
1
1161
Q230
2
7
1
1
*1401
Q228
60
1
*1397
Q193
7
1
1
1312
Q190
16
1
6
7
Q077
Corcot
5
56
*30
Q066
2
3
*97
Q066
12
2
326
Q063
6
4
76
468
10,9 16,2
51
100
1
3
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
Erica sp.
Ficus carica
Olea europaea
Pistacia
171
Quercus perennifolio
Fig. 7. Representación de los diferentes taxones dentro de la muestra antracológica recuperada en las estructuras
calcolíticas de Quintaret.
Fig. 8. A, plano transversal de Ficus carica procedente de Q057 (x80); B, plano transversal de Olea europaea vitrificado
recogido en Q077 (x350).
Por lo que respecta a la escasa muestra recuperada en Corcot, los tres restos reconocidos (un carbón de
Olea europaea, otro de Pistacia sp. y el último de una angiosperma) en nada modifican la visión ofrecida
por los datos de Quintaret.
El conjunto de especies leñosas silvestres identificado en las diversas fases de Quintaret es coherente
con la presencia de formaciones termófilas termo o mesomediterráneas, con un rico estrato arbustivo (con
labiadas, leguminosas, romero, jaras, brezos, lentisco, acebuche, etc.) y algunos elementos arbóreos, mucho
más escasos, entre los que destaca la carrasca (si bien no se puede distinguir de la especie arbustiva, la
coscoja, parece probable que ambas estarían presentes, ya que comparten nicho ecológico). Pese a que
APL XXX, 2014
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172
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
existen escasos datos paleobotánicos para estas cronologías en la zona de estudio, conocemos la existencia
de restos de lentisco dentro de dos silos localizados en el yacimiento de Casa Garrido Nord II, en Moixent,
que viene a corroborar parte de los datos obtenidos (García Borja et al., 2009).
La documentación de estas especies en el carbón de Quintaret se vincula a las formaciones vegetales que
conforman el entorno cercano al yacimiento. Sin embargo, no debemos descartar la presencia de un abanico
mucho más amplio de especies formando parte de estas formaciones, ya que su ausencia se puede deber
únicamente a que éstas no hubieran sido explotadas o a cuestiones tafonómicas, como la conservación diferencial
de los restos. Por ejemplo, la vegetación de ribera está mal representada en casi todas las fases de la secuencia.
En este caso, es probable que las formaciones de ripisilva no se hubieran explotado de forma intensiva en
ningún momento de ocupación; teniendo en cuanta que la zona excavada se localiza en una pequeña elevación
sobre el valle –a mitad de camino entre el fondo del mismo y las formaciones montañosas que lo enmarcan por
el N–, parece que el área de captación de leña se encontraba sistemáticamente en las propias laderas y no en el
fondo del valle. El mismo comentario puede hacerse extensivo respecto a las formaciones de pinares. Para el
período que nos ocupa, estas formaciones ya se muestran dominantes en los entornos montañosos de la comarca
(García Borja et al., 2011), sin embargo, en el registro de Quintaret sólo se documenta su presencia (y siempre de
manera muy tímida) a partir de la fase ibérica del yacimiento. De esta manera, su ausencia del registro, debería
vincularse con un interés por parte de las comunidades humanas implicadas por una explotación sistemática de
las formaciones vegetales localizadas en el entorno inmediato del yacimiento.
3.2. Estudio carpológico
El conjunto aportado por ambos yacimientos es ciertamente exiguo (tabla 4 y fig. 9), con un repertorio de
especies muy reducido y que se limita fundamentalmente a restos de leguminosas. Mayoritariamente son
fragmentos que no es posible determinar ni tan sólo a nivel de género y únicamente en dos casos ha sido
posible confirmar las especies, un haba (Vicia faba) y una veza (Vicia sativa). Las leguminosas son un
género que está presente desde el inicio de la neolitización, a mitad del VI milenio cal AC, pero es cierto
que su presencia siempre es mucho menor que la de los cereales. Resulta difícil pensar que la actividad
agraria de estas comunidades esté centrada de forma fundamental en la producción de legumbres, ya que
el registro de todos los yacimientos del III milenio cal AC que hay tanto en el País Valenciano como en
la Península Ibérica, inciden en remarcar la importancia de la producción de cereales. Hay que pensar en
factores accidentales que hayan acabado motivando la formación de este registro carpológico. La presencia
de una cariópside de cebada (Hordeum vulgare) confirma la actividad cerealícola. Lamentablemente, se
encuentra muy alterada, por lo que es imposible determinar si pertenece a la variedad vestida o a la desnuda.
Las dos especies de leguminosas documentadas, las habas y las vezas, son cultivos que ya aparecen a
mitad del VI milenio en la Cova de les Cendres (Buxó, 1991) y que han seguido presentes en el registro en
los distintos yacimientos valencianos del IV y III milenio cal AC (Pérez Jordà, 2005).
Tabla 4. Restos carpológicos recuperados en las estructuras calcolíticas de Quintaret y Corcot.
Yacimiento Hecho UE
Quintaret
Hordeum vulgare Vicia cf. sativa Vicia faba Leguminosa frag. Chenopodium sp.
826
Q228
1161
C020
137
C020
145
C021
139
1
14
C023
Corcot
Q138
143
1
15
APL XXX, 2014
1
1
12
1
54
1
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
1
173
2
3
4
5
Fig. 9. Restos carpológicos calcolíticos. Quintaret: 1, Hordeum vulgare; 2, Vicia cf. sativa. Corcot: 3, Vicia faba; 4,
Vicia cf. sativa; 5, Chenopodium sp. Escalas a 1 mm.
Chenopodium, otro de los elementos reconocidos, es un género que incluye especies que se desarrollan
como malas hierbas de campos de cultivo, fundamentalmente abonados o ricos en materia orgánica, lo
que podría relacionarse tanto con la presencia de huertos como con campos de secano o baldíos utilizados
para pastar por el ganado. De hecho es muy habitual su presencia en ámbitos dedicados a la estabulación
de ovicápridos, ya que son grandes consumidores de estas especies y al defecar depositan sus semillas sin
alterar entre sus excrementos.
Los datos recuperados en ambos yacimientos no permiten ir más allá de confirmar por tanto el peso
de la producción de cereales y de leguminosas. No es posible entrar en valoraciones sobre el peso que los
distintos cereales y leguminosas tienen en la agricultura de esta comunidad. El registro existente hasta la
actualidad señala entre los cereales un predominio claro de los trigos desnudos y de la cebada desnuda,
mientras que la cebada vestida tiene una presencia más irregular y los trigos vestidos han estado ausentes
entre el V y el IV milenio, para reaparecer en el III milenio, especialmente en la parte final (Pérez Jordà,
2013). La información sobre las leguminosas es menos clara, ya que no parecen detectarse unas tendencias
claras entre los distintos cultivos (habas, guijas, guisantes, lentejas y vezas). Todos estos granos serían
almacenados en los silos que caracterizan estos poblados entre el V y finales del III milenio cal AC.
4. LA CERÁMICA PREHISTÓRICA
(L. Molina Balaguer)
En las actuaciones llevadas a cabo en el yacimiento de Quintaret se han recuperado un total de 4176
fragmentos cerámicos a mano, distribuidos entre 65 estructuras. Mayoritariamente, el material aparece
muy alterado, ofreciendo una gran fragilidad, por lo ha sido necesario aplicar una disolución consolidante
(paraloid) en buena parte del conjunto. Para el estudio de los materiales hemos seguido la metodología que,
desde hace ya varias décadas, viene desarrollándose por el equipo de trabajo de la Universitat de València,
y que está definido especialmente para colecciones neolíticas (Bernabeu, 1989; Bernabeu y Guitart, 1993;
Bernabeu y Orozco, 1994; García Borja, 2004a; Molina, 2006; Bernabeu et al., 2009).
A partir de la revisión de la cerámica a mano recuperada podemos asumir que la colección de Quintaret
responde a dos grandes momentos cronológicos: el primero, más reciente, nos remite a un horizonte de
Bronce final y/o Hierro Antiguo, dentro ya del primer milenio cal AC.; el segundo, prehistórico, que
debemos situar durante el Calcolítico a partir de las dataciones C14 obtenidas, desde finales del IV
milenio y a lo largo de la primera mitad del III milenio cal AC.
APL XXX, 2014
[page-n-174]
174
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Dentro de este segundo momento se sitúa el grueso del conjunto de materiales. El lote de fragmentos
vinculados a estructuras de esta fase asciende a 3.790 individuos, repartidos de manera bastante desigual
(tabla 5), ya que tres estructuras concentran cerca de 2.000 restos. Dos de ellas (Q228 y Q138) han sido
datadas y marcan un rango de funcionamiento del asentamiento cercano al medio milenio, en fechas
calibradas. No obstante, es probable que estas ocupaciones no puedan ser leídas desde una óptica de
absoluta continuidad en el poblamiento. Junto a este lote, las cuatro estructuras procedentes del yacimiento
de Corcot que han aportado cerámica a mano, incorporan un lote de 394 fragmentos.
Como suele ser habitual en las industrias cerámicas del Neolítico Final/Calcolítico, las variables morfológicas
delatan una industria extremadamente monótona. Los labios redondeados representan más del 80% de los casos,
seguidos en incidencia por los planos. Los casos de labios engrosados (en su inmensa mayoría externos) se sitúan
en el 8,36% de la colección. Este porcentaje asciende hasta el 10% si dejamos de lado la estructura Q138, la
única con evidencias de cerámica campaniforme. Corcot (con las reservas que ofrece dada su escasa muestra), no
aporta ningún caso de labio engrosado en su colección. Teniendo presentes las dataciones radiométricas, debemos
reconocer que se abren ciertas dudas sobre el valor cronológico de este índice como elemento para seriar las
colecciones cerámicas del momento en el contexto regional, dada su conducta errática.
En semejante proporción que de labios engrosados se documenta la presencia de bordes diferenciados
(10,2%), si bien su distribución se limita a tres estructuras (tabla 5), indicador de su escasa incidencia para
la definición de la industria cerámica. Este aspecto nos remite a un conjunto formado mayoritariamente por
recipientes de perfiles sencillos –globulares, hemisféricos, cilíndricos o troncocónicos–, sin rupturas de los
mismos. Estas formas se asocian tanto a bases redondeadas como aplanadas, presentes ambas en el registro
recuperado. Cuando aparecen elementos de prensión, estos se limitan a algún cordón (vid. infra), pero sobre
todo mamelones y lengüetas, en algunos casos perforados. Únicamente hemos documentado dos ejemplos
de asas –una de cinta y otra anular–, ambas dos recuperadas en la estructura Q125.
Estas variables tienen su reflejo, a nivel tipológico, en el escaso impacto que tienen los grupos
caracterizados por las rupturas de perfil (tabla 6). Así, tanto en la Clase A como en la B (recipientes planos y
de profundidad media, respectivamente), los únicos casos que documentamos de estas variables no comportan
bordes diferenciados (Grupo 3.II, Grupo 7.I). Se trata en ambos casos –vaso 7 (fig. 10) y vaso 101 (fig.
11)– de recipientes cilíndricos que, en el caso del plato del Grupo 3 (vaso 101), une los dos cuerpos del
recipiente por una carena muy suave. Más allá de estos casos, únicamente podemos destacar la importancia
de la asociación de recipientes de la Clase A con los labios engrosados (Grupo 5), incluyendo los únicos casos
de engrosamiento doble e interno. Sólo hemos podido vincular un recipiente de esta clase con la presencia
de elementos de prensión (vaso 52: fig. 11), una lengüeta perforada más concretamente. Por el contrario, los
elementos de prensión aparecen más frecuentemente asociados a los recipientes de la Clase B (cuencos) y
Clase C (recipientes profundos). Dentro de esta última Clase, se impone la presencia del Grupo 13 (ollas),
con más de la mitad de los casos. Ésta es una tónica habitual dentro de las colecciones del Neolítico final/
Calcolítico (Bernabeu y Orozco, 1994; García Borja 2004a). Este peso condiciona la presencia de los otros
grupos, limitados a un papel secundario. Dentro de la colección de Quintaret llama la atención la escasa
importancia del grupo de los contenedores, con una única evidencia –vaso 9 (fig. 10): Grupo 14.II–, por debajo
de aquello que se aprecia en otras colecciones de esta misma cronología. No obstante, dentro de la clase de
recipientes que no ha sido posible asignar (Clase F), tenemos algunos casos de vasos de buen tamaño que
podrían engrosar los grupos correspondientes a recipientes de almacén (Grupos 14 y 15).
La simpleza formal presente en el conjunto se hace extensiva al componente decorativo de la colección
(tabla 7). Si dejamos a un lado las evidencias procedentes de Q138, que se analizarán a continuación, sólo
podemos mencionar la presencia de cordones lisos (dos fragmentos del mismo vaso en Q075: fig. 11) e
incisiones asociadas a un vaso de Q184 (vaso 167: fig. 11).
Q138 es una de las estructuras que ha aportado un mayor volumen de restos cerámicos, con 571
fragmentos correspondientes a un mínimo de 28 vasos. El elemento individualizador de la misma ha sido
la constatación en su registro de materiales decorados de tradición campaniforme. El lote asciende a 25
APL XXX, 2014
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175
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
Quintaret
-
57
1
1
Total
t.15
t. 11
t. 5
Elementos
prensión
t. 3
t. 0
1
t. 1
Informes
Carenas
t. 4.1
Bases
t. 3
t. 1
t. 2
t. 1
t. 0
t. 6
t. 5
Labios
t. 4
t. 3
UE
t. 2
Hecho
t. 1
Yacim.
Bordes
Tabla 5. Características morfológicas del conjunto de fragmentos de cerámica a mano recuperados en las estructuras
calcolíticas de Quintaret y Corcot. Clave: Labios: t.1, redondeado; t.2, plano; t.3, biselado; t.4, engrosado interno; t.5,
engrosado externo; t.6, engrosado doble. Bordes: t.0, no diferencado; t.1, recto/reentrante; t.2, saliente. Bases: t.1, cóncava;
t.3, convexa/en ónfalo; t.4.1, aplanada. Elementos de prensión: t.0, arranque no clasificable; t.1, cordón; t.3, mamelón; t.5,
lengüeta; t.11, asa de cinta; t.15, asa anular. Para la descripción de los tipos, ver p. ej. Bernabeu et al., 2009.
2
Q006
19
11
11
Q007
213
14
14
Q055
75
Q056
77
2
9
2
9
1
Q061
89
56
1
44
Q063
97
3
2
4
Q064
32
8
2
15
Q064
316
1
2
Q065
31
8
Q065
328
Q066
30
Q066
315
898
2
957
1
2
220
27
64
5
2
1
47
67
56
6
6
2
1
1
108
9
9
2
1
1
2
47
51
1
233
Q066
1
2
11
203
5
4
3
22
1
4
1
Q067
99
Q068
101
5
Q069
104
1
Q070
105
Q071
107
1
Q072
109
1
Q075
28
12
Q076
113
1
111
12
78
84
1
11
12
11
1
12
6
11
2
4
1
2
11
1
13
1
18
1
19
4
119
19
1
100
2
2
4
2
1
1
Q080
133
127
Q083
145
1
2
1
1
34
23
5
18
135
Q082
7
2
80
22
1
Q081
1
32
19
4
123
125
71
5
Q078
Q079
2
4
Q084
147
Q085
155
1
1
33
20
21
Q086
155
2
2
7
9
Q087
147
7
7
1
34
APL XXX, 2014
[page-n-176]
176
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Total
Elem.
prensión
Informes
Carenas
t.15
t. 11
t. 5
t. 0
7
8
6
6
14
1
3
4
81
Q120
139
1
Q122
129
2
Q124
137
Q125
141
Q131
718
Q138
22
Q138
22/23
Q138
823
30
2
19
6
2
Q138
826
6
1
4
2
1
Q157
8
1087
10
2
1
3
14
178
4
1
1
1
34
1
1
62
5
1
2
2
434
25
15
Q162
1091
Q184
1419
Q193
1401
20
Q197
1411
1
Q223
1651
Q226
2
1124
3
2
7
16
2
Q228
1128
1161
16
Q229
1130
1
1
Q228
3
1
40
1
28
1
6
387
4
2
6
55
55
Q229
1162
Q230
1132
5
5
Q231
1134
2
2
Q242
1156
1
22
1
1
52
5
Q261
1501
7
Q263
1299
35
Q283
1231
C020
145
7
C021
139
12
C022
141
10
C023
Corcot
t. 3
2
1
t. 1
3
26
t. 4.1
171
t. 3
Q092
Q120
t. 1
169
t. 2
167
Q091
t. 1
Q090
1
t. 0
165
t. 6
163
Q089
t. 5
Q088
t. 4
Quintaret
t. 3
Hecho
t. 2
Yacim.
t. 1
UE
Bases
Labios
Bordes
Tabla 5 (cont.)
143
APL XXX, 2014
1
3
21
7
4
87
14
6
187
6
75
3
1
1
2
1
1
1
[page-n-177]
177
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
Grupo 2
1
1
I
1
1
C20
C21
C22
Q231
Q230
Q138
2
Q229
1
1
Q226
1
2
Q184
3
1
3
1
1
1
1
1
Q125
1
Q91
4
1
Q82
1
1
Q79
Q64
1
Grupo 1
Q75
Q63
Clase A total:
Tipologia
Q65
Q.61
Tabla 6. Tipología cerámica. Sólo aparecen representadas las estructuras con material clasificable. Q138: los paréntesis
hacen referencia a la parte del conjunto de vasos con decoración campaniforme. Definición de los grupos tipológicos:
Clase A (recipientes planos): G1, escudillas; G2, platos y fuentes de perfil sencillo; G3, platos y fuentes con ruptura de
perfil (II, carenado); G5, platos y fuentes de labio engrosado (I, interno; II, externo; III, doble). Clase B (recipientes de
profundidad media): G6, cuencos de perfil sencillo (I, hemisférico; II, globular; III, con labio diferenciado); G7, cuencos
de perfil compuesto (I, cilíndricos). Clase C (recipientes profundos): G9, vasos de perfil compuesto (I, carenados; III,
perfil en S); G12, cántaros/recipientes con cuello; G13, ollas (I, globular; III, con borde diferenciado); G14, contenedores
(II, cilíndrico); G15, orzas y tinajas (II, ovoide). Clase D (formas especiales): G18, microvasos. Clase F: recipientes no
clasificables. Para una descripción detallada de los grupos y sus variables definitorias, ver p. ej. Bernaeu et al., 2009.
2
1
1
1
1
1
II
1
1
Grupo 3
1
1
Grupo 5
2
2
I
1
II
1
III
1
1
Clase B total:
5
2
1
1
1
3 (1)
1
Grupo 6
4
2
1
1
1
3 (1)
1
I
3
1
1
1
1
II
1
1
III
1
2 (1)
1
Grupo 7
1
I
1
Clase C total:
6
2
1
1
2
7 (2)
Grupo 9
2 (2)
I
1 (1)
III
1 (1)
Grupo 12
1
Grupo 13
2
2
1
I
1
2
1
III
1
Grupo 14
1
II
1
Grupo 15
1
II
1
Clase D total:
1
Grupo 18
2
1
1
2
1
2
1
3
1
1
3
1
Clase F total:
12
1
5
3
7
1
1
1
10
1
2
1
1
1
10 (4)
8
4
Total vasos
25
2
11
4
13
2
2
2
12
2
3
3
2
2
26 (7)
10
6
1
APL XXX, 2014
[page-n-178]
178
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Fig. 10. Materiales cerámicos procedentes de la estructura Q061.
APL XXX, 2014
[page-n-179]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
179
Fig. 11. Materiales cerámicos de Quintaret. Procedencia: Q184, vaso 167; Q125, vasos 119 y 121; Q082, vaso 150;
Q229, vaso 182; Q230, vaso 180; Q064, vasos 57, 52, 55 y 58; Q075, vasos 100, 101, 103 y 105; Q063, vaso 159.
APL XXX, 2014
[page-n-180]
180
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Tabla 7. Restos cerámicos decorados.
Hecho
UE
Relieves Impresiones
cordón liso
Incisiones
Total
inc. + imp.
Frags. decorados
Frags. lisos
Total
frag.
%
n
%
2
2
n
1,68
117
93,31
119
Q075
28
Q138
823
5
23
23
23
4,8
448
95,11
471
Q138
826
2
2
2
2
6,25
30
93,75
32
Q184
1419
2
2
2
20
8
80
10
fragmentos, que han podido adscribirse a un mínimo de siete vasos (fig. 12). Todos ellos pueden incluirse
dentro del estilo regional (Bernabeu, 1984; Juan-Cabanilles, 2005). La técnica de la incisión está presente
en todos ellos, tratándose siempre de incisiones finas y profundas, nunca acanalados. Acompañando a esta
técnica se documenta en menor medida (siete fragmentos) también la impresión.
En aquellos casos más completos, donde se puede seguir el desarrollo de la decoración, apreciamos
buena parte del elenco de soluciones que definen el mencionado estilo regional: bandas complejas a base
de la superposición de diferentes motivos incisos, esencialmente series de paralelas y reticulados (caso
Fig. 12. Cerámicas con decoración campaniforme de Q138.
APL XXX, 2014
[page-n-181]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
181
del vaso 28), o intercalando dichos motivos incisos con otros impresos que, en algún caso (vasos 26 y 31)
pretenden crear un efecto de pseudoexcisión a través de la disposición de las impresiones. Pese a que la
documentación es muy limitada, cabe destacar la búsqueda de la originalidad en cada una de las bandas
desarrolladas, que en ningún caso se repiten exactamente.
El límite inferior de la serie decorativa culmina bien haciendo llegar las bandas hasta la misma base
del recipiente (vaso 28) o mediante el recurso a un friso de triángulos que cuelgan de la última banda y
que cubren el recipiente hasta casi la base (vaso 26). Posiblemente el vaso 32 responda al mismo recurso
decorativo, si bien su limitada conservación impide mayor precisión.
Todos los recipientes, excepto uno, han aparecido muy fragmentados dentro del registro de la estructura.
La única excepción –y no sólo dentro de esta estructura, sino para todo el yacimiento– la constituye el vaso
26, del que se conserva cerca del 50% del mismo, en dos fragmentos que aparecieron juntos. El tamaño y
la entidad del recipiente obligaron a extraerlo en un bloque para, posteriormente, ser llevado al laboratorio
donde se procedió a una “excavación” más controlada del mismo. Este trabajo confirmó que el recipiente
no se arrojó completo a la estructura, como testimonia la presencia de piedras y fragmentos de otros
recipientes en contacto con la pared interna del mismo. Parece, pues, que deberíamos descartar cualquier
depósito intencional, pareciendo la opción más probable su amortización como deshecho, una vez que se
hubiera roto en otro contexto. El recipiente corresponde a un vaso de perfil en S bastante marcado (Clase C,
Grupo 9.III), y de un tamaño nada desdeñable (diámetro de boca: 21 cm; altura: 19 cm).
Pese al general estado de fragmentación, se han podido identificar a nivel tipológico varios de los
recipientes con decoración campaniforme (tabla 6). Junto al recipiente nº 26, la vajilla campaniforme
reconocible incluye un cuenco globular (vaso 31) y dos recipientes de perfil en S (vasos 28 y 40), que
podrían responder a cuencos o a recipientes más profundos, de la Clase C. El primero de ellos muestra el
recurso a la carena para marcar la ruptura del perfil.
Acompañando a los materiales campaniformes, la cerámica lisa recuperada en Q138 ofrece una
interesante variedad tipológica (tabla 6 y fig. 13). Ollas, tinajas, cuencos y alguna escudilla conforman el
repertorio formal del conjunto, donde destaca el peso que muestran los recipientes de la Clase C. Especial
mención merecen las dos tinajas con borde exvasado, forma poco usual dentro del Calcolítico, y que
parecen anunciar los modelos tipológicos que documentamos posteriormente en la Edad del Bronce. En
este sentido cabe ser destacado un cierto cambio en la tecnología cerámica que ofrece Q138 respecto al
resto de la colección del yacimiento. Si los recipientes correspondientes al campaniforme regional suelen
caracterizarse (y Quintaret no es una excepción) por el gusto por las superficies oscuras, bien cuidadas
(bruñidas o espatuladas), este interés se hace extensivo al resto del conjunto cerámico, con pastas igualmente
reductoras bien cuidadas y densas. Este aspecto tecnológico contrasta con el resto de la colección procedente
del resto de estructuras calcolíticas. En ellas advertimos con claridad los patrones de producción propios de
este período y que ya hemos comentado en otra ocasión (Molina y Clop, 2011): cerámicas con pastas mal
cuidadas, poco densas, cocidas a temperaturas bajas en atmósferas poco controladas, que suelen darles un
característico color amarillento.
Esta diferenciación en la forma de hacer, sugiere la hipótesis de desligar la ocupación correspondiente a
Q138 del resto de las estructuras que hemos adscrito al Calcolítico. En este sentido, el hecho de que Q138
aparezca aislada respecto a las áreas donde se concentran la mayoría de las estructuras prehistóricas podría
ser explicado desde la óptica de dos ocupaciones diferenciadas en el tiempo, tal y como parecen corroborar
las fechas radiocarbónicas obtenidas. No obstante, tal y como ya hemos reiterado, las limitaciones impuestas
por el área de afectación de los trabajos y la escasez de muestras susceptibles de ser datadas, limitan nuestra
capacidad de concreción a este nivel.
El registro campaniforme en la comarca cuenta con diversas menciones. Junto a la referencia de
materiales de esta clase en Cova del Barranc Fondo de Xàtiva (Pla, 1972) y noticias de hallazgos puntuales o
descontextualizados, como es el caso del Castell de Moixent (Martínez García y Cháfer, 1998), los referentes
fundamentales los encontramos en sendas cavidades con el mismo nombre: la Cova Santa; una situada en
APL XXX, 2014
[page-n-182]
182
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Fig. 13. Materiales cerámicos lisos de Q138.
Vallada y la otra en la Font de la Figuera (fig. 14). Ambas fueron objeto de intervención arqueológica a
finales de los años 70. En el caso del yacimiento de Vallada (Martí, 1981), se documentaron una serie de
enterramientos entre cuyos ajuares se identificó un pequeño cuenco con decoración campaniforme. Más
confusa y compleja, la secuencia del yacimiento de la Font de la Figuera (Aparicio, San Valero y Martínez
Perona, 1979; 1983 y 1984), aporta un importante lote de materiales cerámicos campaniformes, algunos
de los cuales ofrecen interesantes semejanzas con algunos de los restos recuperados en Quintaret (véase la
decoración del vaso 31 y el fragmento nº 3, fig. 14).
APL XXX, 2014
[page-n-183]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
183
Fig. 14. Evidencias campaniformes en la Canal de Montesa. 1, Cova Santa de Vallada (a partir de Martí, 1981); 2-4,
Cova Santa de la Font de la Figuera.
A excepción de un pequeño fragmento procedente de Cova Santa de la Font de la Figuera (Bernabeu,
1984: Lám. 6) que podría pertenecer a un vaso impreso, el conjunto de las evidencias disponibles dentro
de este entorno remiten a recipientes decorados dentro del estilo regional. Las informaciones, tanto a nivel
valenciano como en el ámbito peninsular sugieren que la sucesión de estilos se produjo de una manera
bastante rápida, lo que dificulta tanto la secuenciación como la delimitación cronológica del fenómeno de
difusión de la especie cerámica (Bernabeu y Molina, 2011).
5. LOS ADORNOS DE QUINTARET.
LA FABRICACIÓN DE CUENTAS DISCOIDALES DE CALIZA Y DE LIGNITO
(J. L. Pascual Benito)
El conjunto de adornos recuperado en Quintaret, aunque poco variado si lo comparamos con los de otros
yacimientos coetáneos, resulta de notable interés por remitir gran parte de él a una fábrica in situ de cuentas de
materia mineral, concretamente caliza y lignito, un hecho poco frecuente en el registro arqueológico. Frente a
los centenares de estas cuentas (sumadas las piezas enteras, sus fragmentos y sus esbozos), el resto de adornos
se reduce a cinco ejemplares: un colgante sobre piedra verde y cuatro sobre soporte malacológico.
En siete de las estructuras o hechos de Quintaret se ha documentado un numeroso conjunto de materiales
que muestran la existencia en el yacimiento de un taller, como hemos dicho, dedicado a la fabricación de
cuentas de collar discoidales sobre caliza y lignito. Tales estructuras presentan una distribución desigual,
encontrándose cinco de ellas concentradas en el sector oriental de la superficie excavada, donde la estructura
Q228 es la que más vestigios contiene –el 85% de los restos de caliza y el 56% de los de lignito respecto
al total– y en la que se documentan todas las etapas del proceso de fabricación, además de utensilios líticos
APL XXX, 2014
[page-n-184]
184
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
aptos para la perforación de las cuentas, percutores de piedra y un gran alisador de piedra abrasiva para
facetarlas, por lo que se puede deducir que el área de la actividad de elaboración de adornos se encontraría
cercana a la misma. Como se ha visto anteriormente, esta estructura cuenta con una datación radiocarbónica
que sitúa la actividad de elaboración de cuentas de collar a finales del IV e inicios del III milenio cal AC.
Los materiales recuperados corresponden a todas las fases de fabricación de las cuentas, desde los
fragmentos de materia prima hasta los productos totalmente acabados. Tales restos ascienden a un total de
2.927, de los que 1.520 son de caliza y 1.407 de lignito (tabla 8). Por orden, y en relación con el proceso de
fábrica, se distinguen las siguientes categorías descriptivas:
Materia prima. Las materias primas a partir de las que se elaboran las cuentas son caliza y lignito, ambas
con una dureza de entre 2,35 y 4 en la escala de Mosh, por lo que pueden considerarse materiales blandos
y de fácil labrado. Se trata de pequeñas plaquetas de forma irregular con las superficies generalmente lisas
en el caso del lignito (fig. 15, 15) y rugosas en la caliza (fig. 15, 1-2). La caliza es de textura fina y color
blanco y, en menor proporción, gris claro; el lignito es de color negro. Las dimensiones de estos fragmentos
naturales oscilan entre 8 y 35,5 mm de anchura máxima y los espesores se sitúan entre 3 y 7,5 mm. Las
plaquitas de caliza contabilizadas suman 342 efectivos y proceden de dos estructuras, aunque excepto un
resto, se concentran en Q228. Las de lignito son 186 plaquitas y se distribuyen en cuatro estructuras, si bien
la mayor parte también proceden de Q228.
Preformas. A partir de las plaquitas naturales de materia prima descritas se confeccionaban las preformas.
Son placas con las dos superficies lisas. El alisado de estas superficies, en los casos que no lo estuvieran
de forma natural, se efectuaba mediante abrasión unidireccional según se observa en muchas de ellas.
Tabla 8. Elementos de adorno y restos del proceso de fabricación recuperados en las estructuras de Quintaret.
Q006
Q228
Materia prima bruta
1
341
Preformas
Caliza
Q226
2
345
21
17
1
Preforma en proceso de perforación
Preforma perforada
13
5
1
2
8
19
10
3
6
386
11
8
358
27
3
19
12
1298
136
40
137
30
51
21
Materia prima bruta
Preformas
Preforma en proceso de perforación
3
1
4
Preforma fragmentada por la perforación
Cuenta acabada fragmentada
3
4
1
418
28
5
1520
6
3
3
13
186
3
64
142
2
1
2
2
4
2
10
19
13
8
1
1
530
35
Fragmentos laminares recientes > 5 mm
34
33
9
Cuenta acabada
Fragmentos de preformas < 5 mm
22
267
2
Preforma perforada
Total
18
16
1
Q263
342
70
1
Fragmentos de preformas < 5 mm
Total caliza
Q231
184
1
Cuenta acabada
Lignito
Q230
18
Preforma fragmentada por la perforación
Cuenta acabada fragmentada
Q229
374
949
17
18
Total lignito
4
1
791
89
23
38
461
1407
TOTAL
5
13
2089
225
63
66
466
2927
APL XXX, 2014
48
9
9
83
[page-n-185]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
185
Fig. 15. Restos de fabricación y cuentas de collar sobre caliza y lignito de Quintaret.
El contorno se conseguía mediante percusión que deja los bordes abruptos. En función de la morfología
de su contorno y del número de lados rectilíneos se distinguen preformas triangulares, cuadrangulares/
trapezoidales, pentagonales, subcirculares e irregulares. Confeccionadas en caliza se han documentado un
total de 387 preformas en seis estructuras (fig. 15, 3-6) y en lignito 142 en cinco estructuras (fig. 15, 16-17).
Sus tamaños oscilan entre 5 y 17 mm de anchura y 0,9 y 4 mm de espesor, si bien la mayoría presentan unas
dimensiones similares, cercanas a las de las preformas con la perforación iniciada.
Fragmentos de preformas de tamaño inferior a 5 mm. Producto de la confección de las preformas a
partir de la materia prima son pequeños fragmentos con ambas superficies planas de tamaño inferior a 5
mm. Se han documentado 418 de caliza procedentes de seis estructuras y 949 de lignito en cinco estructuras.
Preformas con inicio de perforación. Preformas con la perforación iniciada se han documentado 18
de caliza, 12 localizada en una cara (fig. 15, 7) y 6 por las dos caras (fig. 15, 8), procedentes de dos y una
estructuras respectivamente. De lignito existen en una estructura dos preformas con perforación iniciada en
una cara (fig. 15, 18-19). Sus tamaños oscilan entre 5 y 8,2 mm de anchura y 1,2 y 3 mm de espesor para
las calizas y de 7 a 15 y 1,5 a 2 mm para los lignitos.
Preformas fragmentadas por la perforación. Las preformas fragmentadas al efectuar la perforación son
numerosas, 267 de ellas son de caliza (fig. 15, 9), de las que 161 solo presentan el inicio de la perforación
en una cara y 106 en las dos caras. De lignito son 19 preformas fragmentadas (fig. 15, 20-22), 11 con la
perforación iniciada en una cara y 8 por las dos caras.
Preformas perforadas. Preformas en las que se ha llegado a unir la perforación efectuada a partir de las
dos caras hay 22 de caliza (fig. 15, 10-11) y cuatro de lignito (fig. 15, 23-24). Sus dimensiones se encuentran
entre 5 y 8,3 mm de anchura máxima y 1 a 2,4 mm de espesor para las de caliza, y entre 10 y 7 mm y 1 y
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
2,4 mm para las de lignito. Solo en dos casos de caliza la perforación tiene un tamaño diminuto producto
del contacto de los dos conos de perforación bilaterales (fig. 15, 10). Las perforaciones del resto de piezas
son totalmente circulares y su diámetro es del mismo tamaño que el de las cuentas acabadas.
Cuentas acabadas. Cuentas discoidales acabadas se han documentado 67 de caliza en cinco estructuras
(fig. 15, 12-14), de las que 34 se encuentran fragmentadas, y 22 de lignito en tres estructuras (fig. 15, 2527), 13 de ellas fragmentadas. Las cuentas fragmentadas corresponden en la mayor parte de los casos a
fragmentos de la mitad de la cuenta y pueden haberse producido por las operaciones de calibrado o durante
el proceso de excavación. Las cuentas acabadas presentan un tamaño bastante regular, estando las de caliza
entre 3 y 6,2 mm de diámetro y entre 1,4 y 2 mm de espesor, mientras que las de lignito oscilan entre 3,1 y
4,6 mm de diámetro y 1 y 1,9 mm de espesor. Solo tres cuentas procedentes de la estructura Q228 escapan
a la calibración regular que presentan la mayoría, siendo su tamaño notablemente superior, una de caliza
de 11 x 5 mm (fig. 15, 12) y dos de lignito de 8,5 x 2,5 y 8,5 x 2 mm respectivamente (fig. 15, 25). La
calibración posiblemente se efectuó de forma colectiva, ensartando numerosas cuentas en un hilo para su
regularización y pulido final, tal como se observa en abundantes ejemplos etnográficos y se ha comprobado
mediante la experimentación. Además se han contabilizado 83 fragmentos laminares de lignito de escaso
espesor y una longitud superior a los 5 mm que corresponden a fracturas recientes, posiblemente producidas
durante el proceso de excavación.
Además de las cuentas de collar discoidales de caliza y de lignito, en la estructura Q228 de Quintaret se
han documentado algunos adornos acabados fabricados con otros materiales:
- Un colgante de piedra verde con vetas marrones de contorno ovalado y sección plana con perforación
en el extremo de menor espesor. Sus dimensiones son de 16,2 x 9,8 x 2,7 mm y el diámetro de la perforación
de 1 mm (fig. 16, 1).
- Dos Gibberula miliaria de 5,3 x 3,5 y 5 x 3 mm con perforación irregular que afecta a la última vuelta
y al natis (fig. 16, 2-3).
- Dos Antalis sp. de pequeño tamaño, 11,5 x 3 y 8 x 2,5 mm (fig. 16, 4-5).
Entre los restos malacológicos de origen marino existen otras conchas perforadas pero que por sus
grandes dimensiones, la ausencia de intencionalidad antrópica en las perforaciones y lo observado en otros
yacimientos en las conchas de esa especie, no parecen estar relacionados con el adorno. Se trata de dos
valvas de Glycymeris sp. de gran tamaño con el natis perforado por erosión natural, una de ellas fósil,
procedentes de las estructuras Q138 y Q013, y una valva de Spondylus gaederopus de la estructura Q064
con una gran perforación junto al labio producida por un litófago. En otras estructuras se documentan una
valva entera y diecinueve fragmentos de Glycymeris sp., cuatro pequeños fragmentos de valva de cardíido
indeterminado y otro de pectínido, todos ellos sin señales de manipulación antrópica.
Fig. 16. Otros adornos
documentados en Quintaret.
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
187
Asimismo existe una concha de Theodoxus fluviatilis infantil procedente de la estructura Q228, especie
que frecuentemente ha sido utilizada para confeccionar adornos, pero en este caso la ausencia de perforación
y su pequeño tamaño, 4 x 3 mm, descartarían tal fin. También se documentó en la estructura Q101 una
concha entera de Theodoxus valentinus, un endemismo valenciano cuya área de distribución actual es muy
reducida, en el tramo inicial del Riu Verd y el Barranc de Misana, y que fue descrito en el Riu dels Sants
de l’Alcúdia de Crespins, donde fue muy abundante hasta finales del siglo pasado (Martínez-Ortí y Robles,
2003: 182) y de la que no se ha atestiguado su utilización en adornos.
Tampoco se detecta el empleo como adorno de los diversos ejemplares de Melanopsis tricarinata. Su
presencia en el yacimiento, al igual que los Theodoxus y de algún fragmento de bivalvo de agua dulce,
debe estar relacionada con la proximidad al mismo de un manantial. El resto de malacofauna documentada
es continental terrestre, con presencia de Pseudotachea splendida, Sphincterochila candidissima, Otala
punctata, Iberus gualterianos alonensis, Teba pisana, Rumina decollata, Hohenwartiana disparata y Jaminia
quadridens que, por su escaso número, deben formar parte del relleno de las estructuras por causas naturales.
A modo de valoración, cabe referir cómo las cuentas de collar, especialmente las discoidales, son
uno de los adornos mejor documentados en los yacimientos prehistóricos. Durante la prehistoria reciente
valenciana estos adornos se han confeccionado con materiales muy diversos, tanto de origen abiótico como
biótico. Entre las materias minerales más utilizadas se encuentran la caliza, el lignito y el esquisto, y, en
menor cantidad, diversos minerales de color verde y rojo, y otros de tonalidades grises y marrones de tacto
jabonoso. Asimismo son abundantes las cuentas fabricadas a partir de conchas marinas, en menor número
de hueso y, de forma esporádica, de cerámica. Entre los objetos recuperados en Quintaret, el colgante
oval descrito resulta peculiar, dado que es el primero de esta morfología sobre piedra verde reconocido
en yacimientos valencianos. Con esa materia, de la que desconocemos las fuentes de aprovisionamiento,
se documentan algunos colgantes triangulares, rectangulares y trapezoidales en escaso número durante el
Neolítico final/Calcolítico en unas pocas cuevas de enterramiento y en el poblado de la Ereta de Pedregal
(Navarrés), donde también se constata su fabricación, al menos de los de forma triangular (Pascual Benito,
1998). Por su parte, los adornos sobre pequeñas conchas marinas son abundantes en ambientes funerarios,
siendo destacables por su relativa proximidad las 144 Gibberula miliaria perforadas provenientes del Avenc
dels Dos Forats (Carcaixent) (Pascual Benito, 2010: 194).
Respecto a las materias primas presentes en Quintaret, en el País Valenciano los adornos de caliza, sobre
todo las cuentas discoidales, se conocen en numerosos yacimientos. El origen local de esta materia prima,
dada su abundancia en todo el territorio, no alberga dudas. En menor número de yacimientos se constata
la presencia de adornos de lignito. Con carbón fósil se fabricaron cuentas discoidales y, en menor número,
cuentas cilíndricas, en oliva, bitroncocónicas y troncocónicas. Las cuentas discoidales de lignito se han
documentado en trece yacimientos, once de los cuales corresponden a cuevas de enterramiento colectivo y
dos a poblados, Ereta del Pedregal y La Vital (Gandia) (Pascual Benito, 1998b, 2011).
En la distribución geográfica de los yacimientos con cuentas de lignito se observa cierta concentración en
el curso alto y medio de los ríos Serpis y Vinalopó, alrededor de la sierra de Mariola, zona donde se localizan
también numerosas formaciones naturales de lignito. El resto son hallazgos aislados que se sitúan, uno, en el
curso bajo del Serpis, otro en la Canal de Navarrés y tres en la desembocadura del Xúquer (Pascual Benito,
1998b). El yacimiento más próximo a Quintaret donde se constatan cuentas de lignito es Avenc dels Dos
Forats, con más de dos centenares de cuentas discoidales (Pascual Benito, 2012: fig. 23, 9-26).
Se ha señalado cómo la presencia de abundantes depósitos de lignito en zonas cercanas a los yacimientos
con adornos confeccionados con ese material apunta hacia un origen local de las fuentes de abastecimiento.
Es el caso del curso medio y alto del Serpis, donde se observa una importante concentración tanto de adornos
como de depósitos naturales de lignito, algunos de ellos explotados en época histórica. Las formaciones de
lignito de las que se tiene noticia más cercanas a Quintaret se localizan a poco más de 10 km, en el Barranc del
Poll (Xàtiva), en una zona situada en las faldas del Puig de Santa Anna, donde el botánico Cavanilles describe
el carbón como “terso y pesado presentando la consistencia y brillantez del azabache”, se encontraría muy
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188
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
fragmentado y en vetas poco gruesas, mencionando, además, que ya era explotado en el siglo XVIII por su
descubridor, un cerrajero de Xàtiva que lo empleaba en su fragua (La Roca, 1997: 447; Casanova, 2009: 269271). La proximidad de esta formación con la Llosa de Ranes ha hecho que en alguna ocasión se atribuya a esta
localidad y descrita como una “formación lacustre representada por capas algo inclinadas de calizas y margas
azuladas, alternando con vetas de lignito” (Sanz, 1875: 214). Algo más alejadas se conocen formaciones de
lignito en Alzira (Roselló, 1995: 203), si bien no puede descartarse la presencia de formaciones de este mineral
en zonas más próximas a Quintaret que hayan pasado inadvertidas en tiempos modernos por ser de menor
entidad que las citadas y, por tanto, de nulo interés en época industrial.
Los yacimientos en los que se documenta la fabricación de cuentas discoidales no son muy abundantes.
En materias duras minerales destaca Ereta del Pedregal donde existen diversos restos que constatan
la elaboración in situ de cuentas de diversos tipos, entre ellas las discoidales a partir de tres minerales
diferentes: piedra verde, con la presencia de preformas, algunas de ellas con la perforación iniciada, y de
cuentas acabadas (Pascual Benito, 1998a: fig. III.109, 1-9); caliza, con varias preformas perforadas y cuentas
acabadas (Pascual Benito, 1998a: fig. III.109, 10-21); y lignito, con una preforma cuadrada perforada y dos
pequeños fragmentos de placa de escaso espesor con estrías de abrasión en ambas caras (Pascual Benito,
1998b: fig. 1). Fuera del ámbito geográfico valenciano destaca la numerosa y variada documentación sobre
la confección de cuentas de variscita, discoidales y de otros tipos, procedente de las minas neolíticas de
Gavà, donde el mineral verde se trabajaba en la propia zona minera (Villalba et al., 1986; Noain, 1999;
Borrell y Estrada, 2009). Son más numerosas las evidencias de fabricación de cuentas discoidales desde el
Neolítico antiguo a partir de fragmentos de valvas de cardíidos, las cuales se distribuyen por toda la fachada
mediterránea peninsular (Pascual Benito, 2005).
En territorio valenciano, los yacimientos donde se observa la fabricación de otros tipos de adornos son
también escasos y las evidencias de productos en proceso de fabricación se limitan solo a una, dos o tres
piezas. Así, en Ereta del Pedregal contamos con una cuenta cilíndrica y un colgante triangular de piedra verde
(Pascual Benito, 1998a: fig. III.114, 31 y III.138, 6); en Les Jovades (Cocentaina), con un colgante acanalado
de hueso y con un colgante rectangular y otro trapezoidal de esquisto (Pascual Benito, 1998a: fig. III-136,
15, III.140, 11 y III.142, 1); en Barranc de la Frontera (Bocairent), con un colgante trapezoidal de piedra
indeterminada (Pascual Benito, 1998a: fig. III.142, 1); en Puntal sobre la Rambla Castellarda (Llíria), con un
colgante oval de caliza (Pascual Benito, 1998a: fig. III.144, 9); y en La Vital, con dos colgantes arciformes
sobre concha y un colgante rectangular de piedra verde (Pascual Benito, 2011: figs. 15.5, 28-30, 15.7 y 15.8).
De estas evidencias se deduce que resulta habitual la fabricación de determinados tipos de adorno en ambientes
domésticos del Neolítico final y el Calcolítico. Sin embargo lo que no resulta habitual es encontrarnos con el
testimonio de todo el proceso productivo de la confección de adornos como ocurre en Quintaret.
Esta producción artesanal de collares plantea algunos interrogantes. En primer lugar desconocemos si
se trataba de una producción doméstica o de una especialización artesanal de algún o algunos miembros de
la comunidad y, por tanto, si existían individuos o familias diferenciadas en lo social y en lo económico. El
hecho de que el yacimiento se encuentre desmantelado en superficie y los hallazgos se hayan encontrado
en posición secundaria no ayuda a indagar sobre esta cuestión. Tampoco sabemos si se trataba de una
producción para el consumo familiar, local o si se destinaba al intercambio con otras comunidades y, de ser
así, cómo se articularía la gestión de ese intercambio, los propios artesanos o los líderes del grupo, y cuál era
el alcance y motivo de ese intercambio. El tipo de materia prima empleada en la confección de los collares –
de origen local y por lo tanto de fácil obtención–, un modo de hacer que no requiere grandes conocimientos
técnicos y el hecho de que en otros asentamientos coetáneos y cercanos se detecte la fabricación de estos
adornos, inclina la balanza hacia un tipo de artesanía doméstica destinada al consumo de la misma unidad
familiar que los produce, o al consumo dentro de la propia comunidad.
En definitiva, el contenido material que nos han ofrecido estas estructuras de Quintaret puede considerarse
excepcional, al contar con una abundante documentación que nos permite conocer con detalle el proceso de
fabricación de unos adornos que se cuentan entre los más abundantes de la prehistoria reciente valenciana.
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
189
6. MOLINOS, PULIDORES Y HACHAS: EL CONJUNTO LÍTICO DE QUINTARET
(T. Orozco Köhler)
Aunque los útiles pulimentados suelen ser un elemento común en los registros arqueológicos neolíticos y
calcolíticos regionales, en Quintaret su presencia es muy escasa (tabla 9), limitándose a una esquirla, dos
fragmentos distales y un hacha, fracturada (fig. 17), recuperadas formando parte del relleno de las estructuras
negativas. El hacha, de silueta triangular, presenta un desgaste importante en el filo, y una fractura completa
en la zona medial –anterior a la deposición en la estructura Q079– que la inutilizó completamente, obteniendo
dos fragmentos. Ninguno de ambos fragmentos muestra huellas de reutilización en otro trabajo (p. ej. como
percutor), hecho que, atendiendo a la dureza del soporte lítico, suele ser frecuente en otros yacimientos
valencianos (Orozco, 2000), y también se documenta sobre otra pieza pulimentada de Quintaret.
El fragmento de filo recuperado en el relleno de Q064 presenta algunas características que hablan de la
historia de la pieza. Tanto el espesor de dicho fragmento como las fracturas lateral y transversal indican que
correspondía a un útil de filo cortante (hacha) de grandes dimensiones. La presencia en una de las caras de
un surco amplio, poco profundo, sobre la superficie pulida debe relacionarse con el enmangue de la pieza.
No obstante, la localización de este surco (próxima al filo), su desviación en relación al eje transversal de
la pieza y el embotamiento en la zona derecha del filo (fig. 18) permite suponer que, tras la fractura, este
pequeño fragmento fue enmangado y continuó en uso, si bien destinado a tareas de percusión o golpeteo.
Los útiles pulimentados se relacionan, de manera general, con el trabajo de la madera, aunque pueden
ser utilizados en tareas muy diversas. No se han recuperado en este yacimiento las habituales piezas
pulimentadas de pequeño tamaño (azuelas, escoplos) destinadas a trabajos de carpintería, tan frecuentes
en otros yacimientos valencianos del III milenio AC. Para su confección, en el ámbito mediterráneo suele
emplearse de manera preferente rocas de naturaleza ígnea y metamórfica (Orozco, 2000). En el pequeño
conjunto estudiado, la litología utilizada como soporte corresponde a diabasas. Se trata de un litotipo
de origen ígneo, del que hay diferentes asomos rocosos en la zona valenciana, normalmente asociados
a sedimentos triásicos, cuya utilización en el utillaje pulimentado ya se reconoce desde los primeros
horizontes neolíticos. Las intensas tareas extractivas llevadas a cabo, especialmente a lo largo del siglo XX,
conllevan importantes modificaciones de estos afloramientos y su entorno, que enmascaran los indicios
de una explotación prehistórica; en algunos casos se ha llegado al agotamiento total del recurso (Orozco,
1998). Los emplazamientos más cercanos a Quintaret donde se localizan afloramientos de diabasas se
muestran en la figura 19. Aunque los datos iniciales no permiten relacionar estos útiles con un asomo
determinado, la proximidad a este recurso lítico pudo haber sido un criterio para su elección.
El material dedicado a la molturación y trituración se presenta muy fragmentado en Quintaret.
Este utillaje se compone de un elemento inferior denominado molino o muela que se caracteriza
por una superficie de trabajo pasiva, plana, que suele ir ahondándose con el uso, de manera que en
bastantes ocasiones puede presentarse ligeramente cóncava. Las dimensiones y la forma de estas
piezas suelen presentar una alta variabilidad en los yacimientos neolíticos y calcolíticos valencianos,
si bien frecuentemente muestran un alto grado de fragmentación, lo que impide valorar estos rasgos.
Hemos agrupado en la categoría de los molinos aquellas piezas y, sobre todo, fragmentos que presentan
superficies de tendencia plana o ligeramente cóncavas, en las que se aprecian cúpulas de piqueteado
y un pulido posterior, resultado del trabajo de fricción (tabla 10). En el conjunto de Quintaret se
han recuperado varios molinos íntegros (Q228, Q075, Q231) que muestran la variedad de formas y
dimensiones de estas piezas (fig. 20).
Las manos de molino, también llamadas moletas, son el elemento activo. Son las piezas con la que se
realiza la molturación, a través de un movimiento de vaivén. De tamaño menor que el elemento pasivo,
pueden asirse con una o dos manos, dependiendo de sus dimensiones. Las manos elaboradas sobre soportes
líticos suelen ser elementos muy poco transformados: en pocas ocasiones son piezas talladas o recortadas,
y en bastantes ocasiones se utilizan cantos rodados, del tamaño deseado. La fricción que desarrollan
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
7
213
1
89
7
8
Q064
316
1
Q064
332
Q065
328
Q075
28
1
Q079
123
1
1
Q080
133
2
1
Q081
135
Q084
147
Q085
155
1
Q088
163
1
Q125
141
Q138
823
Q138
826
Q157
1087
Q193
1401
Q197
1411
Q223
1651
Q226
1124
1
Q228
1128
2
Q228
1161
Q230
1132
Q231
1134
2
1
Q061
1
1
Q007
Canto
19
Percutor
Q006
Mat. abrasivo
/ pulidor
Mano
de molino
Hecho UE
Molino
(o frag.)
Tabla 9. Relación de la industria pulimentada
recuperada en Quintaret. Las dimensiones
(LM= longitud máxima, AM = anchura máxima,
EM= espesor máximo) se expresan en mm.
1
1
2
1
1
2
Fig. 17. Hacha pulimentada recuperada en la estructura Q064.
La fractura es anterior a la deposición, y no se reconocen
marcas que indiquen la reutilización de los fragmentos.
1
1
4
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
Fig. 18. Fragmento distal o filo de hacha, reutilizado como
maza (elemento de percusión, enmangado). Se aprecia
el surco para el enmangue en una cara del fragmento. La
flecha indica la zona desgastada por este trabajo.
produce unas marcas que se aprecian a simple vista: zonas de la superficie con un pulido más intenso o,
en ocasiones, estrías. En determinados casos se pueden encontrar marcas de piqueteado en alguna parte
de la pieza, lo que indicaría un uso –simultáneo o sucesivo– en trabajos de fricción y percusión.
Las litologías empleadas en el instrumental de molienda corresponden a materiales de naturaleza
sedimentaria: calcarenitas, microconglomerados, calizas esparíticas y micríticas son las que tienen mayor
presencia. Estos tipos de rocas conforman los relieves del entorno más cercano a Quintaret, por lo que
son de fácil obtención, y son materiales muy versátiles para este utillaje, ya que su acondicionamiento
no resulta excesivamente costoso. El empleo de rocas sedimentarias para este utillaje, que habitualmente
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
191
Fig. 19. Mapa de localización de emplazamientos de diabasas. 1, situación de Quintaret; 2, Cerro del cuchillo (Almansa);
3, Quesa; 4, Lloc Nou de Fenollet; 5, depresión del Vinalopó.
Tabla 10. Relación del utillaje de molienda, abrasivos y elementos líticos recuperados en Quintaret. Las dimensiones
se expresan en mm, y corresponden al eje mayor, menor y espesor de la pieza.
Hecho UE
Tipo
LM
AM
EM
Q064
32
Frag. distal
hacha
58
69,5 46,6
Q066
30
Esquirla
45,4 39
Q079
125
Hacha
146
7,7
66,5 42,8
Mat. prima
Superficie
Comentario
Diabasa
Pulida
Surco poco profundo en una cara.
Reutilizado como maza
Pulida y
piqueteada
Forma triangular. Talón apuntado
Diabasa
Diabasa
Fig. 20. Los molinos o muelas que se han
recuperado en Quintaret muestran variedad de
formas y dimensiones: 1, pieza recuperada en
Q228; 2, pieza procedente de Q231; 3, molino
recuperado en Q075.
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192
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
pueden obtenerse en las cercanías del yacimiento, suele ser una constante en los conjuntos líticos estudiados
de yacimientos neolíticos y calcolíticos (Orozco, 2000, 2004, 2011). Únicamente una mano o moleta
del conjunto, que también muestra marcas de percusión en un extremo, se ha elaborado sobre diabasa.
También resulta destacable, en cuanto al soporte, un fragmento de mano de molino recuperado en Q084 y
fabricado sobre granito, material que procede de dominios geológicos alejados de este territorio. Se trata
de una litología utilizada ampliamente en el instrumental de molienda de los conjuntos de la zona central
peninsular (Blasco, Baena y Ríos, 2007-8). El alto grado de alteración de la pieza recuperada en Quintaret
hace necesario un análisis más detallado de su composición, actualmente en curso, que permitirá ahondar
en posibles contactos con otras zonas peninsulares.
Algunos materiales líticos se han clasificado, directamente, como percutores (tabla 10). Bajo esta
denominación se agrupan piezas líticas de morfología diversa que presentan, al menos en un extremo, una
superficie piqueteada o pequeños levantamientos. Para estos útiles son las huellas del trabajo efectuado lo
que permite su catalogación, puesto que –por lo general– no suelen presentar una preparación determinada
del soporte. De forma puntual también se han recuperado materiales líticos que no corresponden a las
categorías citadas, como es el caso de algún canto rodado que no presenta marcas visibles.
Otros instrumentos que aparecen en Quintaret y pueden haber formado parte de procesos de elaboración
variados se definen por las litologías empleadas como soporte, que presentan propiedades erosivas, y se han
agrupado bajo la etiqueta de abrasivos o pulidores, utilizando este último término cuando nos encontramos
ante una pieza completa (tabla 10). Por lo general se han recuperado fragmentos informes, que en ocasiones
pueden mostrar alguna marca de trabajo, como superficies planas, ranuras o surcos, pero es sobre todo
su naturaleza la que permite su clasificación. Las litologías de propiedades abrasivas recuperadas en este
yacimiento corresponden a areniscas, de granulometría variada y coloración diversa. Hay que considerar
que el tamaño y la homogeneidad del grano influye en la calidad del pulido. El trabajo erosivo se realiza con
un movimiento de fricción, y puede realizarse en seco, o también aplicando agua. Algunos de los procesos
en los que pueden participar estos instrumentos consisten en rebajar, pulir, afilar superficies, entre otros. Sin
embargo, no es posible precisar sobre qué materiales se utilizaron.
Conseguir estos soportes no entraña dificultad puesto que las areniscas aparecen en algunas zonas del
valle del Cànyoles, por lo que su obtención pudo realizarse directamente por la comunidad establecida
en Quintaret. Destaca en el conjunto el pulidor recuperado en Q228, de grandes dimensiones (fig. 21)
en cuya superficie activa, que presenta una ligera concavidad (-14 mm), no se aprecian de forma clara
surcos o ranuras. Además de las dimensiones, resulta de enorme interés constatar la naturaleza de esta
pieza, elaborada sobre arenisca ferruginosa, cuyo ámbito litogénico no corresponde al entorno cercano al
yacimiento, lo que contribuye a acentuar su singularidad.
Tal como se ha indicado, el conjunto de útiles pulimentados es exiguo, lo que limita las conclusiones
que puedan extraerse sobre estas piezas. Tanto la pieza fragmentada en dos, como el fragmento distal
reaprovechado son –o han formado parte de– hachas de tamaño notable. La escasez de ejemplares no puede
relacionarse con una falta de soportes líticos ya que, como se indicó con anterioridad, en comarcas cercanas
se localizan diversas fuentes de materia prima, a las que pueden añadirse otros diapiros de diabasas que
aparecen a lo largo del territorio valenciano, especialmente en el área sur. La valoración de este litotipo por
parte de las comunidades prehistóricas queda patente al observar en Quintaret, al igual que en muchos otros
yacimientos, las reutilizaciones de útiles sobre diabasa (Orozco, 2000, 2004, 2011).
En cuanto al utillaje de molienda, habitualmente representado en contextos habitacionales, cabe destacar
la abundancia de elementos y la alta fragmentación del registro estudiado. Si atendemos a la distribución
de piezas o fragmentos en relación a las estructuras excavadas, destaca la acumulación que se localiza
en Q061; en este caso la cantidad es el rasgo que marca diferencias frente a otras estructuras. Asimismo,
destacan por su integridad las piezas procedente de Q228, concretamente de la UE 1161, que corresponden
a un molino y un pulidor de grandes dimensiones; en este caso podemos suponer que estos materiales tienen
alguna relación con las múltiples evidencias de la elaboración de cuentas recuperadas en esta estructura.
APL XXX, 2014
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
193
Fig. 21. Pulidor sobre arenisca ferruginosa
procedente del relleno de Q228. Aunque la
superficie activa es aplanada, muestra una ligera
concavidad en relación a los bordes de la pieza.
Y si bien no podemos valorar el papel del molino en relación a los adornos, el pulidor –confeccionado
sobre una arenisca de grano muy fino y homogéneo, coloquialmente conocida como rodeno o piedra de
afilar– sí pudo formar parte del proceso de producción de estos ornamentos, aunque no podamos estimar en
qué fase fue utilizado, como tampoco si se empleó para un pulido o desbaste en seco o con agua. Pese a la
variedad de rocas con propiedades abrasivas que aparecen en los relieves cercanos a Quintaret, este pulidor
corresponde a una arenisca del triásico inferior (Bundsandstein), sedimentos que en tierras valencianas
se localizan en el dominio ibérico, al N del corredor del Cànyoles. Ello indica una selección cuidada del
material lítico y un transporte, que pudo haberse llevado a cabo por este grupo humano. La deposición en la
misma estructura de estos elementos permite establecer una asociación, y suponer que fueron empleados en
alguna de las etapas del trabajo destinado a la fabricación o transformación de cuentas de collar.
7. PRODUCCIÓN Y CONSUMO DE PIEDRA TALLADA
(O. García Puchol)
La presencia de útiles y restos líticos tallados, resultado de las actividades relacionadas con su fabricación y
uso, entre los restos contenidos en las estructuras excavadas, permite plantear hipótesis relativas a los medios
y modos de producción de estas sociedades del IV y III milenio cal AC. Un número moderado de restos
(1.806) procede de las estructuras de Quintaret, en tanto que apenas 2 objetos provienen de las estructuras
de Corcot. Los materiales recuperados en el primer yacimiento manifiestan las características propias de los
conjuntos líticos del final del Neolítico y Calcolítico con la presencia de láminas de cuidada factura y puntas
de flecha de retoque bifacial como elementos comunes (García Puchol, 2005; Juan-Cabanilles, 2008). Su
aparición, amortizando estas estructuras de almacenaje, nos informa sobre las actividades llevadas a cabo
en las inmediaciones de las mismas, tanto a partir del análisis de las características de su composición,
como de su relación con las restantes evidencias que conforman los rellenos.
Conviene subrayar la desigual repartición de objetos líticos entre las diferentes estructuras, tal como
reflejan las tablas 11 a 15. Únicamente 4 estructuras contienen más de 50 objetos tallados y una de ellas
destaca sobremanera con un total de 1.229 restos (Q128). La explicación viene del cribado con agua de
la totalidad del sedimento al coincidir con la concentración de cuentas de collar y restos de su fabricación
(buena parte de estos restos son microlascas y esquirlas –1.017–).
El sílex es la materia prima utilizada, observándose cierta variabilidad en función del tipo de soporte/
útil buscado. Una variedad marrón/beige traslúcida de grano medio y que presenta numeras fisuras resulta
común, generalmente sobre lascas y algún núcleo de talla expeditiva. Al mismo tiempo encontramos
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Tabla 11. Clasificación de los restos de talla documentados en Quintaret.
Q7
UE
Q24
Q55
Q61
Q63
Q64
213
209-10
75
89
97
32
Lasca
3
3
4
Frag. lasca
4
2
7
Frag. lámina
1
Frag. indeterminado
5
Esquirla/microlasca
2
Sílex tabular
1
315
101
3
1
2
1
2
3
1
4
1
9
3
8
6
4
3
30
Q68
1
45
1
13
4
1
3
1
7
5
2
23
TOTAL
328
6
15
Q66
1
1
14
31
9
2
4
Frag. núcleo
Q65
16
17
6
2
14
Tabla 12. Clasificación de los restos de talla documentados en Quintaret.
Q72 Q75 Q78 Q79
Lasca
Q80
Q82
Q85 Q88 Q89
109
28
123
133
127
155
163
165
2
UE
2
2
2
125
20
2
2
1
Frag. lasca
26
1
1
1
Lámina
1
Q138
141
823
2
Frag. núcleo
Q125
79
1
Frag. lámina
Q90
167 712
12
5
1
2
5
4
3
1
1
1
6
1
36
13
10
9
Tableta
Frag. indeterminado
1
46
2
Esquirla/microlasca
2
1
Cúpula térmica
3
2
4
4
2
3
3
1
3
2
2
Sílex tabular
1
1
Nódulo
1
TOTAL
3
100
6
4
6
6
2
15
5
2
69
32
Tabla 13. Clasificación de los restos de talla documentados en Quintaret y Corcot.
Quintaret
Q147 Q193 Q197 Q226 Q228 Q229 Q230
UE
Lasca
84
1401
1411
1130
1132
21
6
2
1243 1298/99
1
61
10
6
C20 C22
2
8
Frag. lámina
137
8
Frag. núcleo
2
Esquirla/microlasca
8
1
87
10
2
1017
1
Cúpula térmica
141
1
2
Frag. indeterminado
APL XXX, 2014
Corcot
1161
2
1
Frag. lasca
TOTAL
Q263
1124
31
5
57
16
1
5
1
18
9
1
2
1
11
1205
1
33
1
1
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195
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
Q89
Q88
Q84
Q79
Q78
Q75
Q68
Q66
Q65
Q64
Q61
Q55
Q7
Tabla 14. Clasificación del utillaje retocado recuperado en Quintaret.
UE 213 75 89 32 31 30 101 28 123 125 147 163 165
Perforadores/taladros
Perforador
Lascas ret. simple/inv.
1
Lasca ret. marginal
1
Lasca ret. irregular
Lascas borde abatido
Láms. ret. simple/inv.
1
1
1
1
1
Lasca borde abatido
1
Lám. ret. marginal
3
Lám. ret. muy marg./su
1
1
1
Lám. ret. irregular
1
Lám. ret. invasor
2
Muescas y denticulados Lasca con muesca
1
1
1
3
Lámina muesca
1
Lasca denticulada
1
Lámina denticulada
Puntas de flecha
1
Romboidal
1
Pedúnculo y aletas
1
Pedúnculo y aletas inc.
1
Fragmento
1
1
Esbozo
Piezas astilladas
1
1
1
1
1
TOTAL
1
1
10
3
2
1
1
Microburiles
1
4
2
9
2
1
1
2
1
materiales de calidad que responden a distintas variedades principalmente representadas sobre piezas
laminares, con retoque o no. En este caso apenas contamos con restos relacionados con la talla in situ por lo
que debemos suponer que presumiblemente llegan al yacimiento elaborados. El grado de alteración de los
materiales también es variable como resultado bien de actividades antrópicas (alteraciones térmicas debido
al contacto directo con el fuego), o bien de procesos postdeposicionales tales como la aparición de pátinas
blancas que afectan parcialmente al conjunto.
En Quintaret se han clasificado un total de 1.730 restos de talla, la mayoría de los cuales son fragmentos
indeterminados (275) y sobre todo esquirlas (1.120). Entre los productos de talla predominan las lascas y
fragmentos de lascas (112 y 167 respectivamente). Los productos laminares, algunos de ellos de cuidada
factura y tamaño considerable (superan los 150 mm de anchura máxima) son escasos (19). Un conjunto
laminar de pequeño tamaño se concentra en la estructura 228, coincidiendo con una mayor proporción de
restos y la presencia de alguna pieza alargada y estrecha a modo de perforador. Se ha documentado un total
de 19 núcleos, fragmentados, de morfología informe y con restos de extracciones de lascas.
En consonancia, el material retocado recuperado también es escaso (76 objetos) (tablas 14 y 15, fig. 22).
Destacan numéricamente el conjunto de piezas astilladas (21), concentradas principalmente en las estructuras
Q228 y Q229 (15) (fig. 22, 1 a 3). Las características de estas piezas serían indicativas, de un uso –entre otros–
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Tabla 15. Clasificación del utillaje retocado recuperado en Quintaret.
Q125 Q138
UE
Raspadores
823
Q228
Q229
Q229
Q230 Q164
1161
1130
1162
1132
6
141
1
1095
1
Perforadores/taladros
Perforador
Lascas retoque simple
Lasca retoque irregular
Muescas y denticulados
Lasca con muesca
1
2
2
Lasca denticulada
1
Lámina denticulada
Diente hoz
Geométricos
1
1
Fragmento
Puntas de flecha
Trapecio retoque abrupto
1
Romboidal
1
Foliácea
Pedúnculo y aletas incip.
1
1
Esbozo
2
Piezas astilladas
1
11
4
1
Diversos
TOTAL
1
3
3
25
6
1
1
1
a modo de cuña/cincel (de la Peña, 2011). La concentración mencionada, coincidente con las estructuras que
han deparado los restos de un taller de cuentas sobre caliza y lignito, sugiere su relación directa con el proceso
de recorte de estos materiales. La presencia en estas estructuras de pequeñas piezas a modo de perforadores
también podría ser relacionada con el proceso de perforación de estas cuentas (fig. 22, 4 a 6). Mencionaremos
además una punta de flecha romboidal (fig. 22, 15), dos esbozos de punta de flecha (fig. 22, 19) y un trapecio
fragmentado (fig. 22, 18). El contenido lítico evoca así la presencia de objetos ligados a diferentes actividades,
cuyo nexo común sería su relación con las tareas asociadas a una unidad doméstica.
Otros objetos destacados del conjunto recuperado serían las láminas con retoque marginal y con retoque
invasor (fig. 22, 13), bien representadas en la estructura Q61. Un fragmento de lámina con retoque invasor
de esta estructura muestra una tenue pátina brillante (lustre de cereales).
Las muescas y denticulados sobre lasca o láminas suponen 13 objetos. Una mención especial merece
una pieza fragmentada con el retoque característico de los dientes de hoz (no se observa lustre de cereal)
entre los objetos líticos de la estructura Q138. Recuperado en la única estructura que ha deparado materiales
campaniformes de estilo regional, corroboraría su adscripción a esta etapa del Campaniforme final inmediata
a la Edad del Bronce, cuando se convierten en el útil lítico tallado destacado.
Un total de 8 puntas de flecha (más 3 esbozos) se han localizado repartidas en diferentes estructuras.
Encontramos piezas de cuidada factura junto a ejemplos de ejecución irregular (fig. 22, 8 y 15). Uno de los
esbozos ofrece signos evidentes de la práctica del tratamiento térmico, aspecto común en otros yacimientos
de esta cronología en el área. Sobre la morfología cabe apuntar su variabilidad, reflejada en la clasificación
de formas romboidales, foliáceas y de pedúnculo y aletas. En este último caso no se ha clasificado ningún
ejemplar de pedúnculo y aletas desarrolladas propio de momentos campaniformes (Juan-Cabanilles, 2008),
lo que podría deberse a lo reducido de la muestra.
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
197
Fig. 22. Utillaje retocado recuperado en Quintaret. 1 a 3, piezas astilladas (Q228); 4 a 6, microperforadores (Q228);
7, frag. lámina retoque invasor (Q68); 8, frag. punta de flecha (Q66); 9, frag. lámina retoque marginal (Q66); 10,
frag. lámina retoque invasor (Q75); 11, frag. lámina con muescas (Q75); 12, frag. lámina retoque invasor (Q61); 13,
perforador (Q61); 14, frag. placa sílex tabular con retoque bifacial (Q230); 15, punta de flecha romboidal (Q65); 16,
microburil (Q66); 17, microburil (Q75); 18, frag. trapecio asimétrico (Q228).
Entre los geométricos contamos con un fragmento de trapecio, asimétrico de base cóncava, y un fragmento
no determinado, ambos en la estructura Q228 (fig. 22, 18). Sin que podamos establecer una relación directa
con estas piezas, al menos con los ejemplos conocidos de otros yacimientos sincrónicos estudiados hasta
la fecha, hemos clasificado dos microburiles (Q066 y Q075), ambos distales y sobre láminas de mediano
tamaño (fig. 22, 16 y 17). La presencia de microburiles en conjuntos del IV y III milenio se corrobora en
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
otros yacimientos valencianos tales como Niuet y Punxó (García Puchol y Molina, 1999). Mencionaremos
finalmente el hallazgo de un fragmento de placa de sílex tabular con retoques bifaciales en la estructura
Q230 (fig. 22, 14), así como dos fragmentos informes sobre este material en la estructura Q024.
Como hemos podido comprobar, el registro de Quintaret ofrece ejemplos concretos de la relación directa
del contenido de los rellenos y las actividades llevadas a cabo en las inmediaciones de las estructuras. El
caso más elocuente viene referido por la concentración de las estructuras Q228 y Q229, cuyos rellenos
incorporan diferentes vestigios relativos a la actividad artesanal vinculada a la fabricación de cuentas de
collar junto con distintas piezas líticas (piezas astilladas, perforadores) que podemos relacionar con su
elaboración. Junto a ellos, otras piezas como la punta de flecha y esbozos recuperados indicarían actividades
relacionadas con su fabricación y/o abandono en un espacio doméstico. En la mayoría de los casos, sin
embargo, el número de restos no permite realizar más apreciaciones. De cualquier modo, y analizados en
su conjunto, los materiales líticos de Quintaret son coincidentes con el equipamiento característico de los
registros de esta cronología en el ámbito regional.
8. VALORACIÓN ESPACIAL, CONTEXTUAL Y FUNCIONAL DE LAS ESTRUCTURAS
DE ALMACENAMIENTO EN EL CONTEXTO DEL IV Y III MILENIO CAL AC
(O. García Puchol y S. Pardo Gordó)
Las estructuras prehistóricas de Quintaret y Corcot conforman un típico contexto prehistórico de hábitats
neolíticos al aire libre caracterizados por la profusión de silos y fosas, aspecto que les ha conferido el
apelativo en la bibliografía de poblados de silos (Gómez Puche et al., 2004; Soler, 2013). Se ubican en las
inmediaciones de cursos de agua, frecuentemente en áreas de interfluvio, ocupando grandes extensiones
donde se observan concentraciones de estructuras excavadas (en algunos casos identificadas como viviendas
–Niuet, Arenal, La Vital–), y con la presencia de fosos segmentados que podrían delimitar el espacio del
poblado. En otros ejemplos, como Les Jovades o los aquí presentados, Quintaret y Corcot, sólo disponemos
de información referida a fosas y silos. Buena parte de los trabajos realizados obedecen a intervenciones de
urgencia que han contemplado generalmente excavaciones parciales siguiendo las directrices de las obras
efectuadas. Su situación en zonas de alto potencial agrícola ha condicionado también un desigual estado de
conservación en función del grado de transformación del terreno y de las prácticas agrícolas allí efectuadas.
Desde los años 1990 se han publicado una serie de registros datados en el IV y III milenio cal AC que
sirven de referencia para contextualizar los datos aquí publicados. Buena parte de los mismos se ubican
en los valles del Serpis, desde su cabecera (Les Jovades –Bernabeu et al., 1993–, Niuet –Bernabeu et al.,
1994–, Benàmer –Torregrosa, Jover y López Seguí, 2011–, Punxó –García Puchol, Barton y Bernabeu,
2008–) hasta su desembocadura (La Vital –Pérez Jordà et al., 2011–), en el vecino valle del río Albaida
(Colata –Gómez Puche et al., 2004–), o en el valle del Vinalopó (La Torreta-El Monastil –Jover Maestre,
2010–). Otros interesantes conjuntos publicados ofrecen registros de ocupaciones neolíticas prolongadas
en el tiempo, desde el Neolítico antiguo y que pueden alcanzar el Neolítico final (cf. Tossal de les Basses,
Alicante –Rosser y Fuentes, 2007– o Costamar, Oropesa, Castellón –Flors, 2009–, y también el yacimiento
mencionado de Benàmer –Torregrosa, Jover y López Seguí, 2011–).
Los datos manejados de todos ellos son parciales aunque permiten, en mayor o menor medida, una
aproximación a las características de estos poblados desde una perspectiva espacial, económica y social.
Sobre sus dimensiones se han realizado cálculos a partir de la distribución de las estructuras conocidas y el
marco cronológico abarcado. Les Jovades ocupa el área mayor hasta la fecha, con un cálculo de dispersión
de las estructuras en torno a las 25 ha que cubrirían un amplio período de tiempo entre el IV y el III milenio
cal AC. Para La Vital este cálculo se sitúa cerca de las 7 ha y una duración de unos 300 años. El tamaño
mínimo calculado mediante el procedimiento Convex Hull o mínima envolvente para Quintaret se situaría
alrededor de 3 ha, referido a una cronología de unos 500 años. En cualquier caso se trata de estimaciones
condicionadas por la extensión del área excavada y que requieren casi siempre más precisión cronológica
APL XXX, 2014
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
199
debido al bajo número de dataciones disponibles (sólo La Vital presenta un marco radiométrico programado
sobre buena parte de la superficie excavada atendiendo a criterios espaciales y estratigráficos). Los datos y
análisis que presentamos a continuación se han realizado a partir de los datos de Quintaret dado el escaso
número de estructuras prehistóricas en Corcot (4).
8.1. El espacio habitado
Tal como hemos podido comprobar en la presentación del yacimiento, el estado de conservación de las
estructuras de Quintaret no es óptimo, aspecto que dificulta cualquier tentativa relativa a su interpretación
en el espacio. La altura media conservada de fosas y silos se sitúa en 46 cm, con un máximo de 170 cm
y un mínimo de 11 cm. La conservación diferencial de las profundidades de silos/fosas en una misma
área reflejaría la existencia de estructuras de tamaño variable y cuya función como silos no puede ser
siempre corroborada. Con la excepción de dos estructuras de morfología desigual cortadas por un camino
(Q193 y Q197), el resto obedece a fosas circulares con distintos perfiles (troncocónico, globular, cóncavo)
que hemos considerado silos cuando disponemos de un criterio claro para su asignación (paredes rectas o
que cierran), y la comparación de la profundidad conservada respecto a las estructuras inmediatas. Ante
la ausencia de evidencias claras referidas a restos de viviendas, hemos tratado de retener otras variables
materiales y de localización con el fin de determinar si las estructuras conservadas tendrían una relación
directa con la presencia en las inmediaciones de espacios de habitación.
Con este objetivo hemos realizado un análisis de conglomerados (cluster analysis en terminología anglosajona)
centrado en identificar cuáles son las agrupaciones de silos óptimas a partir de su localización geográfica, y si
la distribución de éstas pueden ser correlacionadas con la presencia de material arqueológico asociado a las
actividades domésticas tales como los molinos/manos y los fragmentos de barro cocido, algunos de ellos con
improntas, que podrían relacionarse directamente con las áreas de hábitat. Entre los diferentes procedimientos
existentes para la realización del análisis de conglomerados nos hemos decantado por un método de agrupamiento
no jerárquico o de partición, el método K-means, utilizando el software R (R Core Team, 2013).
La utilización del análisis K-means requiere realizar dos pasos fundamentales:
a) Dividir el conjunto de datos analizado en n grupos y calcular el centro de gravedad de cada agrupación
resultante. En nuestro caso hemos dividido las estructuras negativas en 2 grupos y hemos repetido el proceso
incrementando el tamaño en 1 hasta llegar a un total de 30 grupos.
b) En segundo lugar se reasigna cada silo al grupo más cercano (cuya distancia al centroide sea menor). En
nuestro caso hemos realizado 100 iteraciones de este procedimiento por cada uno de los 30 casos programados.
Una vez realizado el test K-means, hemos representado los resultados en un gráfico donde observamos
un fuerte descenso en el valor de la suma de los cuadrados en torno a los 4 grupos y una estabilización de
la curva alrededor de los 14 grupos (fig. 23, a).
No obstante, como se remarca en la bibliografía estadística, la selección de un número alto de clusters
puede llegar a representar datos incomprensibles (o complejos en su interpretación), mientras que la
elección de un número reducido de conglomerados suele conllevar la generación de grupos heterogéneos
y artificiales. Con todo ello nos hemos decantado por la utilización de un valor intermedio, 8 grupos, para
tratar de mitigar los problemas remarcados.
La agrupación final de los silos una vez realizado el K-means es la siguiente (fig. 23, b): el grupo 1 está
formado por las estructuras Q054, Q055, Q162, Q164 y Q157. Las estructuras Q075, Q066, Q065, Q064,
Q063, Q067, Q071, Q070, Q069, Q068 y Q061 forman el grupo 2. Por otro lado el grupo 3 está formado
por las estructuras Q082, Q083, Q079, Q078, Q080, Q081, Q084, Q085, Q086 y Q0125. La solitaria
estructura Q175 forma el grupo 4. Mientras que las estructuras Q065 y Q0190 forman el grupo 5, aunque
las estructuras documentadas en el corte del camino (Q193 y Q197) no se han contemplado en el análisis
K-means, éstas podrían formar parte de este cluster. El grupo 6 lo conforman las estructuras Q138, Q030,
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200
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
A
Relación Clusters − Suma cuadrados
20
Suma de los cuadrados
15
10
5
0
2
4
6
8
10
B
12
14
16
18
Número de Clusters
20
22
24
26
28
30
Relación gr
4313850
GRUPO 8
4313800
Coordenadas Y
GRUPO 7
GRUPO 6
4313750
GRUPO 3
GRUPO 2
4313700
GRUPO 5
GRUPO 1
GRUPO 4
4313650
705600
705800
Coordenadas X
706000
Fig. 23. Resultados del test K-means.
Q088, Q089, Q090, Q091 y Q092. El séptimo grupo está formado por los silos Q223, Q261, Q263, Q024,
Q007, Q006 y Q283. Finalmente el grupo 8 se sitúa en la parte noreste de la excavación y lo forman las
estructuras Q242, Q231, Q230, Q229, Q228 y Q226.
Si nos atenemos al patrón de distribución espacial de La Vital, estas estructuras se asociarían con
unidades de habitación/espacios domésticos de actividad. En nuestro caso únicamente las estructuras
Q193 y Q197 responderían a un criterio distinto de la observación general de fosas y silos (fosas de
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
201
dimensiones mayores), si bien la escasez de materiales recuperados y sus características impiden efectuar
más apreciaciones. Como ya hemos anotado, la presencia de barro cocido y de piezas de molienda en los
silos/fosas podría considerarse un buen indicador de la presencia cercana de estos espacios domésticos.
A este respecto, la mayoría de los grupos determinados confirman la presencia de indicios de actividad
doméstica y constructiva formando parte del relleno de algunas de las estructuras. Algunos de los casos
más elocuentes vendrían conformados por el grupo 2 (la estructura Q61 concentra 15 útiles de molienda y
55 restos de barro cocido con improntas), el grupo 3 con diversas piezas de molino repartidas entre varias
de sus estructuras, el grupo 7 (con molinos y fragmentos de barro cocido en varias de los contenedores
excavados) y el grupo 8 (área donde se detecta una concentración de barro cocido, útiles de molienda,
pulidores, asociado todo ello a restos de fabricación de cuentas de collar de caliza y lignito –Q228–).
8.2. Producción y consumo
La presencia de contenedores de grano u otros productos perecederos de capacidad variable referidos al
hábitat del IV y III milenio cal AC en el territorio valenciano ha sido caracterizada en diversos trabajos
(Pascual Benito, 2003; Gómez Puche et al., 2004; Pérez Jordà, Bernabeu y Gómez Puche, 2011). Apenas
contamos con evidencias directas en el registro de Quintaret sobre el contenido de los mismos, básicamente
cereales si atendemos a los patrones reconocidos de forma generalizada. A partir del cálculo de la capacidad
de estos contenedores se han realizado análisis comparativos que arrojan alguna luz sobre la estructura
social de estas sociedades del IV y III milenio cal AC. Dos trabajos reflejan los cálculos realizados en
diferentes yacimientos (Missena, Jovades, Colata, Vital y Arenal), si bien es cierto que no todos ellos
disponen de un marco radiométrico preciso que permita discernir si la variabilidad acordada puede tener
una lectura diacrónica alternativa (Bernabeu et al., 2006; Pérez Jordà, Bernabeu y Gómez Puche, 2011).
Los resultados de esta contrastación otorgan una mayor capacidad de almacenaje a yacimientos como Les
Jovades (desde mediados del IV y presumiblemente hasta mediados del III milenio cal AC) y La Vital
(segundo tercio del III milenio cal AC). En cualquier caso, lo que resulta más revelador es la existencia
en estos dos yacimientos de grandes estructuras de almacenaje que superan los 10.000 litros (Pérez Jordà,
Bernabeu y Gómez Puche, 2011). El test K-means practicado en La Vital refiere la existencia de al menos
10 agrupaciones de estructuras en el área excavada que comprenderían fosas y silos relacionados en buena
parte de los casos con estructuras de habitación identificados como fondos de cabaña (Gómez Puche, Carrión
Marco y Pérez Jordà, 2011). Los cálculos ofrecen una capacidad de almacenaje variable entre los distintos
grupos, dos de los cuales superan los 20.000 litros mientras que los restantes ofrecen unas cifras a distancia
y también variables (predominan en todos los casos los silos hasta los 1.500 litros). Estos datos han sido
interpretados como el reflejo de la existencia de una acumulación desigual de excedentes entre las distintas
unidades familiares (Pérez Jordà, Bernabeu y Gómez Puche, 2011). En La Vital es posible además acotar
la cronología a la duración calculada del poblado (unos 300 años) durante el Calcolítico precampaniforme
y Campaniforme con evidencias claras de metalurgia. Esta acumulación desigual tendría su reflejo en las
tumbas individuales en silos con ajuares distintivos documentadas en el interior del poblado.
Analizar la capacidad de almacenaje de las estructuras de Quintaret en los términos expuestos no nos
ha parecido aconsejable. El grado de desmantelamiento del nivel de ocupación del yacimiento, si tenemos
en cuenta además la escasa profundidad generalizada de las estructuras documentadas (p. ej., media de 46
cm frente a los 92 cm de La Vital), desaconsejaba el cálculo de la capacidad en litros de las estructuras que
podíamos considerar claramente como silos de almacenamiento. Por ello, y con el fin de poder realizar
estimaciones en este sentido, hemos procedido a evaluar la comparación del diámetro máximo de las
estructuras clasificadas como tales en aquellos yacimientos con información detallada publicada (Jovades,
Arenal, Colata y Vital). De este modo hemos representado gráficamente la distribución de esta medida entre
los distintos yacimientos (fig. 24).
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Arenal
350
300
250
200
150
100
50
10
Jovades
0
10
Quintaret
20
30
diámetros silos
350
300
250
200
150
100
50
5
Colata
350
300
250
200
150
100
50
0
0
10
10
20
Vital
20
30
40
30
50
0
10
20
30
40
número de silos
Fig. 24. Relación del diámetro máximo de las estructuras de los yacimientos de Vital, Colata, Quintaret, Jovades y Arenal.
Los gráficos resultado ofrecen una imagen similar a la mostrada en relación con la capacidad de
estos conjuntos, es decir, dos yacimientos sobresalen con la presencia de unas pocas estructuras que
superan los 300 cm de diámetro máximo (Jovades y Vital), mientras que Quintaret se aproxima a los
datos proporcionados por Colata, donde unas pocas estructuras superan los 250 cm. En el caso de Colata
estas estructuras se sitúan sobre los 4.500 litros de capacidad, similar a la estructura Q061 de Quintaret
(estructura bien conservada que alcanza unas medidas de diámetro de boca de 150 cm, diámetro máximo
230 cm y una profundidad de 170 cm), frente a las capacidades en torno a los 12.000 litros calculadas en
Jovades y Vital para aquellos contenedores de mayor tamaño.
Si los datos presentados fuesen representativos del conjunto de la población podríamos señalar
determinados aspectos relevantes. En primer lugar, La Vital permite plantear que la mayor capacidad de
acumulación de determinadas unidades coincide en este yacimiento con el Calcolítico, en la primera mitad
del III milenio cal AC. Una de las estructuras de gran tamaño de Les Jovades (estructura 129) ofrece dos
dataciones sobre agregados de carbón que podrían retrotraer esta capacidad diferencial de acumulación
a mediados del IV milenio cal AC (en cualquier caso este dato requiere mayor precisión cronológica).
Quintaret y Colata muestran por su parte una imagen también variable del tamaño de las estructuras
conservadas, de modo que aquellas de mayores dimensiones tendrían capacidades en torno a los 5.000
litros. Sin embargo, y aun cuando las escasas dataciones efectuadas no permiten más precisión, ambos
iniciarían su existencia en los siglos finales del IV milenio cal AC, y en el caso de Quintaret se prolongaría
hasta mediados del siguiente milenio (Campaniforme). Arenal corresponde a un registro del campaniforme
regional (aspecto coincidente con la fase reciente de Quintaret) con estructuras de almacenaje que no
muestran signos distintivos de acumulaciones diferenciales. Tampoco los enterramientos individuales
excavados se distinguen por la presencia de ajuares especiales como sí pudimos ver en La Vital.
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
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La imagen que cabría dibujar con los datos actuales traduce, de un lado, variabilidad en el seno de
los yacimientos, pero también entre yacimientos. Con la cautela debida a la parcialidad generalizada de
los datos manejados cabe plantearse si somos capaces de encontrar estas mismas pautas de producción y
consumo desigual en otros aspectos que reflejan el comportamiento social y la organización de estos grupos
tales como el papel de las artesanías especializadas en la división social del trabajo, las implicaciones de la
aparición de la metalurgia y su extensión, y el análisis del comportamiento funerario.
9. QUINTARET EN EL CONTEXTO COMARCAL Y REGIONAL
DESDE EL NEOLÍTICO FINAL AL HORIZONTE CAMPANIFORME
(L. Molina Balaguer)
Los datos aportados por los trabajos llevados a cabo en los yacimientos de Quintaret y Corcot complementan
aquellos disponibles respecto a la parte alta del valle del Cànyoles. Fruto tanto de recogidas superficiales
(p. ej. Molina y McClure, 2004) como de excavaciones de urgencia (García Borja et al., 2009), se han
reconocido diversos enclaves al aire libre en los términos de Moixent y la Font de la Figuera (Mas del
Fondo, La Calera, Casa Fossino, Casa Garrido Nord II) que remiten a la existencia de un poblamiento
en llano a lo largo de un genérico Neolítico final/Calcolítico (IV-III milenio cal AC). Con estas nuevas
informaciones podemos incorporar a la misma dinámica la parte más baja del valle –correspondiente a
los términos de Montesa y l’Alcúdia de Crespins–, aquella que se abre a la llamada Costera de Ranes.
Así, la imagen que podemos hacernos del paisaje del valle del Cànyoles a partir del IV milenio cal AC
correspondería a un entorno plenamente antropizado, con una importante presencia de asentamientos más o
menos estables ocupando las zonas llanas, tanto del río como de la cuenca del Pla de les Alcusses.
Esta ocupación, como se ha puesto de manifiesto en múltiples ocasiones (Pla, 1972; Aparicio, San
Valero y Martínez Perona, 1979, 1983, 1984; Molina y McClure, 2004; García Borja y Molina, 2006),
podemos retrotraerla a los primeros momentos del Neolítico. Cova del Barranc Fondo (Xàtiva) y Cova
Santa de la Font de la Figuera (como enclaves más significativos y mejor conocidos) aportan materiales
correspondientes al Neolítico cardial, dentro del VI mileno cal AC. A esta presencia humana pueden
asociarse algunas de las manifestaciones de arte rupestre esquemáticas que se conocen en la zona y,
especialmente, aquellas que evocan el arte macroesquemático documentadas en el área del Bosquet,
en Moixent (Hernández y CEC, 1984; Hernández y Martí, 2000-2001). La situación estratégica de la
comarca la convierte en nudo natural de comunicaciones de primera magnitud entre la llanura costera
valenciana, el altiplano de la meseta manchega y el cordón montañoso de las sierras béticas que se
desarrollan a lo largo del límite de las provincias de Murcia y Albacete. La evidencia de materiales
correspondientes a este primer Neolítico jalonando todo el arco que va desde las comarcas centrales
valencianas hasta el área granadina –Cueva de los Secos, Yecla (Soler, 1988), Cueva del Niño, Ayna
(Martí, 1988), Abrigo del Pozo, Calasparra (Martínez Sánchez, 1994), Abrigo Grande II del Barranco de
los Grajos, Cieza (Walker y Cuenca, 1977), etc.–, ponen en evidencia el funcionamiento de esta vía de
comunicación ya en estos momentos (García Atiénzar, 2011).
Pese a ello, los datos actualmente disponibles sólo nos permiten confirmar la existencia de un poblamiento
estable en el valle del Cànyoles a partir del IV milenio cal AC. El registro comarcal correspondiente al V
milenio, hasta la fecha se limita a los datos aportados por Cova del Barranc Fondo de Xàtiva, donde se cita
la presencia de especies cerámicas peinadas y esgrafiadas (Martí et al., 1980: 151 y 154).
De la misma manera que ocurre en amplias zonas de la península, en las comarcas valencianas se aprecia,
a lo largo del IV milenio cal AC un fuerte impulso en las evidencias de un poblamiento estable ligado a
asentamientos al aire libre que ocupan zonas llanas y que pueden llegar a tener notables extensiones (fig. 25).
Aunque la existencia de poblados al aire libre puede retrotraerse a los mismos momentos iniciales del Neolítico,
los asentamientos que documentamos a partir del Neolítico final responden a un modelo característico que
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Fig. 25. Localización de Quintaret y Corcot con relación a los principales yacimientos citados en el texto.
ha quedado ligado al concepto de “poblados de silos” (Gómez Puche et al., 2004) por la abundante cantidad
de estructuras de este tipo que se documentan. Tradicionalmente, en las comarcas centro-meridionales
valencianas, este tipo de sentamientos, definidos por la existencia constante de estructuras negativas –silos,
cubetas y, en menor medida, fosos y “fondos de cabaña”–, representaba el modelo básico de ocupación de
los grupos humanos desde mediados del IV milenio cal AC. Sin embargo, en la actualidad sabemos que este
modelo podría tener su punto de arranque en el milenio anterior, a tenor de los datos aportados por yacimientos
como Benàmer y Alt del Punxó, en Muro d’Alcoi (Torregrosa, Jover y López Seguí, 2011; García Puchol,
Barton y Bernabeu, 2008) o Tossal de les Basses, Alacant (Rosser y Fuentes, 2007).
En el caso de la comarca de La Costera, la información arqueológica actual no permite conocer los
tiempos de este proceso de ocupación del valle. Corcot y Quintaret son los únicos yacimientos de hábitat
datados en la comarca hasta la fecha. De igual manera, la mayoría de los emplazamientos al aire libre
documentados son fruto de recogidas superficiales sin identificación de estructuras asociadas. La excavación
de dos silos en Casa Garrido Nord II, Moixent (García Borja et al., 2009), sin embargo, reflejaría que el
patrón de asentamiento definido por los dos yacimientos aquí estudiados se repite en la parte alta del valle.
Con las limitaciones expresadas, podemos suponer que, desde algún momento del IV milenio cal AC (muy
posiblemente hacia sus finales), las ocupaciones agrícolas van extendiéndose por las zonas llanas de la
comarca, tanto en el valle del Cànyoles como en el Pla de les Alcusses (fig. 25).
Como ocurriera durante el Neolítico antiguo, estas ocupaciones tienen su continuación geográfica al
otro lado del puerto de Almansa, a lo largo de las estribaciones de la meseta manchega hasta enlazar con la
zona andaluza (Fernández, Simón y Mas, 2002; García Atiénzar y De Miguel, 2009; García Atiénzar, 2010,
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
205
2011). Ocupaciones que nos permiten igualmente enlazar tanto con el importante núcleo de asentamientos
que se desarrolla hacia el S, en la cubeta de Villena –Macolla, Casa de Lara, Arenal de la Virgen, etc. (Soler,
1981)– como con los que se extienden hacia el N, en la zona de la Canal de Navarrés, donde destaca la Ereta
del Pedregal (entre otros: Fletcher, Pla y Llobregat, 1964; Juan-Cabanilles, 1994 y 2008).
Volviendo al ámbito comarcal, la consolidación del poblamiento en las zonas llanas se complementa
con un desarrollo del uso de múltiples cavidades que circundan el valle como espacios funerarios. De esta
manera, la dinámica poblacional documentada en la comarca, tal y como se sugería en un reciente trabajo
(García Borja y Pascual, 2010: 307) puede equipararse a aquella descrita en las comarcas vecinas de La
Safor, Vall d’Albaida y Alcoià/Comtat (Barton et al., 2004; Bernabeu et al., 2006; Pérez Jordà et al., 2011).
Es difícil abstraerse de relacionar este proceso de consolidación de un poblamiento estable en toda la
comarca con el cada vez más amplio repertorio de abrigos con arte rupestre (levantino y esquemático) que
se conocen en la zona (Guillem y Martínez Valle, 2012). De esta manera, se establecería una relación entre
la dinámica poblacional descrita y una conciencia de apropiación del paisaje, plasmada a través de este tipo
de manifestaciones, tal y como apuntan estos autores (ibíd.: 42). En este sentido, la asociación de estilos
diferentes y la concentración de manifestaciones en determinados entornos podría también interpretarse
desde una óptica del interés de estas comunidades por perpetuar esa apropiación integrando manifestaciones
más antiguas, como sería el caso del conjunto de la zona del Bosquet (McClure, Molina y Bernabeu, 2008).
El modelo descrito se prolonga durante la fase campaniforme, como atestiguan los datos de Quintaret.
Aunque no especialmente abundantes, las evidencias campaniformes son consistentes con una continuidad
del proceso de asentamiento a nivel comarcal (Cova del Barranc Fondo, Cova Santa de la Font de la
Figuera, Cova Santa de Vallada). La noticia de cerámicas de esta especie en la loma del castillo de Moixent
(Martínez García y Cháfer, 1998) podría sugerir que ya en estos momentos de la segunda mitad del III
milenio cal AC empieza a producirse una transformación del patrón de poblamiento con un traslado de
las ocupaciones hacia puntos elevados. Esta dinámica es el preámbulo a la densa red de asentamientos
en altura que se documenta durante la Edad del Bronce (García Borja, 2004b; García Borja y Pascual,
2010). La reciente datación obtenida en la Mola d’Agres (Aguilera et al., 2012), junto a la identificación de
cerámicas campaniformes en este yacimiento, parecen corroborar este momento de dualidad en las formas
de ocupación, en consonancia con un posible cambio en las estructuras sociopolíticas de estas comunidades
(López Padilla, 2006; Bernabeu y Molina, 2011).
10. VALORACIÓN
Los resultados obtenidos en la excavación de urgencia de Quintaret y Corcot nos adentran en las formas
de vida de las comunidades humanas del Neolítico final/Calcolítico que residían en el valle del Cànyoles
a finales del IV y a lo largo del III milenio cal AC. Aunque determinadas carencias del registro –léase la
falta de restos faunísticos o la escasa muestra carpológica– y las propias características de los trabajos
–obligados a circunscribirse al área de afectación de las obras del trazado del AVE– cercenan nuestra
capacidad interpretativa, la visión global del conjunto remite a la existencia de una comunidad humana
con una clara vocación agrícola –evidente a través de la importancia de las estructuras de almacenaje
subterráneas y la notable presencia de molinos de mano–, que desarrolla además toda una serie de
artesanías, destinadas tanto a las necesidades subsistenciales del grupo –producción cerámica, talla
lítica–, como a las necesidades sociales –producción de cuentas de collar–. Además, el registro es reflejo
de la existencia de redes de contactos (plasmados en la procedencia más o menos lejana de determinadas
litologías identificadas) que permiten imbricar esta comunidad dentro de los circuitos de relaciones e
intercambios a nivel comarcal y supracomarcal. Las características presentadas son coincidentes con los
rasgos reconocidos en las comarcas vecinas y que definen el mundo del Neolítico final y el Calcolítico
de las comarcas centrales valencianas.
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206
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
No disponemos de información directa sobre las estructuras de hábitat que, con toda seguridad, se
distribuían en la misma área donde hemos encontrado las estructuras negativas presentadas. Los recientes
datos aportados por La Vital (Pérez Jordà et al., 2011) ponen en evidencia esa asociación entre espacios
de almacén y zonas de habitación, dentro de un modelo definido por la baja densidad de éstas últimas en
el espacio. La presencia en diversas estructuras de restos de barro cocido, en muchos casos con una de
sus superficies claramente aplanada, podría relacionarse con estructuras de hábitat construidas mediante
el recurso a materiales relativamente efímeros –madera, barro, paja–, en la línea de los datos que aportan
yacimientos como La Vital, Niuet y otros.
En este sentido, tanto en Quintaret como en Corcot, el conjunto del registro recuperado debe interpretarse
mayoritariamente como los restos de actividades cotidianas, basura que colmata las estructuras de almacén
una vez han quedado amortizadas.
El rango cronológico disponible para ambos yacimientos refleja un período aproximado de 500 años,
centrado en la primera mitad del III milenio cal AC. Dado el registro disponible, la valoración de la intensidad
de las ocupaciones no resulta fácil. Con todo, parece probable, dadas las características que suponemos a
las formas de ocupación del espacio, que existiera una cierta dinámica de desplazamiento de los grupos
domésticos. Así no sería descabellado, dada su proximidad, que ambos yacimientos se vincularan al mismo
grupo humano. Motivos de higiene, amortización de las estructuras de hábitat, puesta en explotación de
nuevas parcelas, explicarían una dinámica de movimiento de los asentamientos, limitado dentro de un
entorno donde se mantendría el grueso de las actividades de subsistencia.
Los recientes datos publicados en La Vital indican la existencia de actividades metalúrgicas en
momentos precampaniformes (a partir del primer cuarto del III milenio cal AC). En Quintaret, la presencia
de vestigios metalúrgicos no puede confirmarse por el momento. Ciertos indicios como la documentación
de unos pocas “bolitas” en la estructura Q061 deben esperar al resultado de los análisis pertinentes para
corroborar que no se trata de inclusiones relacionadas con la presencia de estructuras históricas en sus
inmediaciones. En cualquier caso, la documentación de la actividad no resultaría extraña, si nos atenemos
a los datos de La Vital (Pérez Jordà et al., 2011). Un aspecto discordante en cambio sería la ausencia en el
área excavada de enterramientos individuales de carácter distintivo en el seno de la comunidad, un hecho
que sí documentamos en La Vital ya desde momentos precampaniformes.
Hasta donde hemos podido constatar, Q138 marca el final de las ocupaciones prehistóricas en el
entorno estudiado. Tal y como hemos referido anteriormente, parece cada vez más claro que, desde la
óptica del poblamiento, asistimos a un momento de dualidad en las formas de ocupación del territorio.
Junto a una perduración del modelo de asentamientos más o menos abiertos, extensivos, situados en zonas
llanas, cada vez más reconocemos la existencia de enclaves en altura que prefiguran el modelo propio de
la Edad del Bronce, en la línea de lo que se constata en las comarcas más meridionales (López Padilla,
2006). Los datos de Ereta del Pedregal nos permiten también advertir, para este entorno geográfico,
el inicio del uso de la piedra como elemento constructivo en una cronología coincidente en parte con
Quintaret (Juan-Cabanilles, 2008).
Tabla 16. Dataciones campaniformes sobre muestras singulares de vida corta en el territorio valenciano.
Quintaret
Beta-348075
Vicia sativa
4010±30
2569-2486
2617-2468 Inédita
La Vital
Beta-229791
Hueso humano
3920±50
2475-2310
2569-2214
*
La Vital
Beta-222443
Hueso humano
3830±40
2388-2202
2458-2148
*
Mola d'Agres
Beta-286988
Triticum aestivum-durum
3790±40
2286-2146
2401-2046
**
Arenal de la Costa
Beta-228894
Hordeum vulgare var. nudum
3700±40
2141-2030
2202-1972
*
* Pérez Jordà et al., 2011 ** Aguilera et al., 2012
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
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La fecha que aporta la estructura Q138 debe ser leída desde la óptica de un proceso de aceptación y
desarrollo de las tradiciones campaniformes muy veloz. Si bien el elenco de dataciones disponibles en
el ámbito valenciano sobre muestras de vida corta es ciertamente exiguo (tabla 16), los datos sugieren
que el margen de desarrollo del fenómeno se ajusta a aquello que documentamos en el conjunto de la
península, donde el grueso de las dataciones (sobre vida corta) remite a mediados del III milenio cal AC
el punto de arranque de las evidencias campaniformes en el registro arqueológico. Pese a que todos los
materiales recuperados pertenecen a recipientes incisos, la fecha de Q138 se muestra más elevada que
aquéllas ofrecidas por La Vital para contextos cerrados con presencia exclusiva de especies marítimas. Se
repite así la situación que evidenciamos en otras regiones, como la meseta, en lo referente a la convivencia
de los diferentes estilos campaniformes –véase el enterramiento múltiple del fondo 139 del Camino de las
Yeseras (Liesau et al., 2008), por poner sólo un ejemplo–. Este hecho no hace más que confirmar el grado
de incerteza que aún planea sobre el registro Calcolítico en el ámbito del País Valenciano.
AGRADECIMIENTOS
Las investigaciones presentadas se han llevado a cabo en el marco del proyecto “MESO COCINA: los últimos cazarecolectores y el paradigma de la neolitización en el Mediterráneo occidental (HAR2012-33111)”, Ministerio de
Economía y Competividad, Gobierno de España.
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXX, Valencia, 2014, p. 159-211
Oreto GARCÍA PUCHOL a, Lluís MOLINA BALAGUER b, Fernando COTINO VILLA c,
Josep Lluís PASCUAL BENITO d, Teresa OROZCO KÖHLER b, Salvador PARDO GORDÓ b,
Yolanda CARRIÓN MARCO e, Guillem PÉREZ JORDÀ f,
María CLAUSÍ SIFRE c y Luís GIMENO MARTÍNEZ c
Hábitat, marco radiométrico y producción artesanal
durante el final del Neolítico y el Horizonte
Campaniforme en el corredor de Montesa (Valencia).
Los yacimientos de Quintaret y Corcot
RESUMEN: El propósito principal de este artículo reside en la descripción e interpretación del registro arqueológico
correspondiente al Neolítico final y al Horizonte Campaniforme documentado en los yacimientos de Quintaret
(Montesa, Valencia) y Corcot (l’Alcúdia de Crespins, Valencia). Las estructuras aquí reconocidas corresponden a fosas
y silos, de cuyo relleno procede un interesante conjunto de materiales. Las dataciones radiométricas obtenidas sitúan
el desarrollo de los yacimientos al menos entre el último siglo del IV milenio y los siglos centrales del III milenio cal
AC. Cabe destacar la recuperación de varios vasos campaniformes de estilo regional en la estructura Q138 de Quintaret,
así como la documentación en otras estructuras de un elevado número de restos de la fábrica de perlas de collar sobre
lignito y caliza, que evidencian la existencia en el lugar de áreas de actividad relacionadas con estas artesanías.
PALABRAS CLAVE: Neolítico final, Campaniforme, silos, cuentas de lignito y caliza, C14.
Settlement, radiocarbon dates and craft productions during Late Neolithic and Bell Beaker periods
in the ‘corredor de Montesa’ (Valencia, Spain). The sites of Quintaret and Corcot
ABSTRACT: In this paper we present the results related to the excavation works conducted in Late Neolithic and
Bell Beaker sites of Quintaret (Montesa, Valencia) and Corcot (l’Alcúdia de Crespins, Valencia), both in the middle
valley of Canyoles river. The sites, neighboring each other, offer a quite different volume of information (Quintaret: 51
structures; Corcot: 4 structures). 14C dates allow us to define the occupation of this area of the valley along the first half
of the III millennium cal BC. The presence of bell beaker ceramic in archaeological record of Quintaret is limited to just
one structure (Q138), where at least 7 different vessels have been identified. Other prominent point of the record is the
identification of remains related with the production of stone beads. The whole sequence of production is represented,
and also some tools used in the process have been recovered, putting in evidence the existence of some workshop areas.
KEY WORDS: Late Neolithic, Bell Beaker, storage pits, lignite and limestone beads, C14.
a Investigadora Programa Ramón y Cajal.
Departament de Prehistòria i Arqueologia, Universitat de València.
Oreto.garcia@uv.es
b Departament de Prehistòria i Arqueologia, Universitat de València.
Lluis.Molina@uv.es | Teresa.orozco@uv.es | Salvador.pardo@uv.es
c Global Geomática, Valencia.
fcotino@gmail.com
Recibido: 28/03/2014. Aceptado: 05/05/2014.
d
e
f
Museu de Prehistòria de València - SIP.
joseplluis.pascual@dival.es
Universidad Nacional a Distancia (UNED), Valencia.
Yolanda.carrion@uv.es
G.I. Arqueobotánica. IH, CCHS, CSIC.
Guillem.perez@uv.es
[page-n-160]
160
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
1. PRESENTACIÓN
Las intervenciones arqueológicas desarrolladas por técnicos de la empresa Global Geomática S.L., con motivo
del proyecto del Nuevo Acceso de Alta Velocidad Levante-Madrid-Castilla la Mancha-Región de Murcia
(tramo Moixent-l’Alcúdia de Crespins), han proporcionado nuevos datos sobre las ocupaciones humanas
del final del Neolítico y el Horizonte Campaniforme en el denominado corredor de Montesa (comarca de La
Costera, Valencia). Este espacio conforma un valle encajado entre la Serra d’Enguera y el macizo del Caroig al
N y la Serra Grossa al S, línea de confluencia de los sistemas Ibérico y Bético. El río Cànyoles, afluente del río
Xúquer, constituye el curso de agua destacado en su discurrir desde el SO al NE por el valle de Montesa. Este
valle resulta el principal corredor de comunicación entre el litoral valenciano y el interior de la meseta, aspecto
bien reflejado por la frecuencia de yacimientos arqueológicos de variada cronología documentados en gran
medida al amparo del reciente trazado de la alta velocidad. Un aspecto que tiene su trascendencia directa en la
confluencia diacrónica de ejes vertebradores de comunicación de relevancia, como el paso de la Vía Augusta o
el trazado del Ave que nos ocupa, y tendría también su reflejo en las redes de comunicación establecidas entre
las comunidades prehistóricas. Los resultados aquí presentados corresponden al tramo de la obra comprendido
entre los términos municipales de Moixent y l’Alcúdia de Crespins (fig. 1).
Los trabajos previos de prospección realizados en junio de 2009 en la denominada área de Quintaret
permitieron identificar la existencia de 2 silos cuyos materiales referían una atribución prehistórica neolítica,
confirmada por los trabajos de excavación realizados posteriormente en el año 2012, que además aportaron
evidencias sobre estructuras y materiales del Bronce final, épocas ibérica, romana y andalusí, y otros
restos estructurales de cronología posterior. A unos 3 km en línea recta, las intervenciones de seguimiento
arqueológico efectuadas en la denominada área de Corcot, desde enero de 2012, propiciaron también la
detección de estructuras prehistóricas y de cronología ibérica.
El propósito de este trabajo reside en describir e interpretar los hallazgos en ambas áreas correspondientes
a las ocupaciones del Neolítico final y del Horizonte campaniforme, apoyándonos para ello en la entidad
numérica de las fosas y silos documentados –un número notable de estructuras en Quintaret (51), reducido
en Corcot (4)–, y el interés del registro arqueológico recuperado. Las dataciones radiométricas obtenidas
permiten acotar que esta zona del curso medio del Cànyoles estaría ocupada al menos entre el último siglo
del IV milenio y los siglos centrales del III milenio cal AC.
Fig. 1. Mapa de localización de Quintaret y Corcot.
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
161
La parcialidad de la excavación, siguiendo las directrices marcadas por el trazado de la obra, no permite
hacernos una idea de la extensión del espacio ocupado, si bien las pautas de distribución son similares
a otros registros conocidos en el territorio valenciano de similar cronología: en el fondo de los valles y
cercanos a cursos de agua. Las concentraciones observadas en algunos puntos (valle del Serpis) remiten a
ocupaciones durante largos períodos de tiempo dando así lugar a extensas áreas con vestigios de habitación
reconocidos sobre todo por la existencia de silos y fosas. Entre los hallazgos destacados avanzamos la
exclusiva concentración de vasos campaniformes en la estructura Q138 de Quintaret, así como los restos
relacionados con la artesanía in situ de perlas de collar sobre lignito y caliza que confirman la existencia en
el lugar de áreas de taller, de las que procederían el millar aproximado de cuentas y restos de la cadena de
producción localizados en el relleno de varias fosas de este mismo yacimiento (Q006, Q226, Q228, Q229,
Q230, Q231 y Q261).
2. LAS ESTRUCTURAS PREHISTÓRICAS DE QUINTARET Y CORCOT
(F. Cotino Vila, O. García Puchol y M. Clausí Sifre)
Tras la detección de materiales durante los trabajos previos de prospección, se procedió al seguimiento
arqueológico del decapado del área afectada por los desmontes de la obra (unos 31.500 m2), lo cual permitió
la identificación de numerosas estructuras de adscripción prehistórica e histórica que fueron seguidamente
excavadas. El registro de la información se realizó mediante las fichas normalizadas para tal fin y los datos
analíticos se incorporaron a una base de datos informatizada que permitió su tratamiento posterior. A estos
efectos se ha desarrollado una aplicación sobre GvSig que permite la gestión del conjunto de la información.
El registro planimétrico se efectuó combinando técnicas de topografía clásica con fotogrametría y láser
escáner3D, obteniéndose como resultados plantas ortofotográficas y modelos tridimensionales de las
estructuras.
Con el fin de recuperar vestigios paleobotánicos y otros restos de interés de reducido tamaño, se procedió
al tamizado con agua de una muestra del relleno de las estructuras (20 litros). Este muestreo fue ampliado
en función de la naturaleza y características de los restos hallados. La muestra biótica (carbones y en menor
medida semillas) no ha sido abundante pero permite realizar una serie de puntualizaciones interesantes
de carácter económico y ambiental. Por el contrario, no se han recuperado restos óseos, ni tan siquiera
pequeños restos entre las muestras flotadas (tampoco en las estructuras de época histórica), lo cual apunta
hacia un problema de conservación relacionado con la naturaleza del sustrato geológico.
2.1. Fosas y silos prehistóricos en Quintaret
El yacimiento de Quintaret se halla en el término municipal de Montesa, a poco más de 2 km al SE del
casco urbano de esta población. El lugar queda ubicado en la parte alta de una suave colina que ofrece una
posición de dominio visual de un tramo importante del valle de Montesa en paralelo al margen izquierdo
del río Cànyoles, que discurre a unos 1.000 m del área de la intervención. El Barranc de la Mentirola al O y
el Barranc del Toll hacia el E delimitan geomorfológicamente el área. Desde el punto de vista geológico se
encuentra en una formación del Mioceno medio-superior, Helvetiense-Tortoniense (TM. Margas blancas y
grises). Dichas margas son amarillas y blancas en superficie mientras que en profundidad pasan a ser gris,
verdosas y negruzcas. Los trabajos de excavación se iniciaron en enero de 2012 bajo la dirección de los
arqueólogos Fernando Cotino Villa y María Clausí Sifre. Las estructuras prehistóricas localizadas –acotadas
lógicamente al trazado de la vía férra– se distribuyen principalmente en la zona alta de la colina (“área de
la viña”) y hacia el Barranc del Toll, sobre todo al N pero también al S de la traza de la vía (fig. 2, A y B).
La prospección arqueológica permitió detectar dos estructuras tanto al N como al S del área intervenida,
APL XXX, 2014
[page-n-162]
162
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Q230
Q231
Q228
Q229
Q242
Q024
Q007
Q006
N
Q282
Q283
Q030
Q138
20
Q088 Q090
Q082
Q092
Q089
Q079 Q081 Q083
Q091
Q075
Q084
Q086
Q078 Q080
Q085
Q064 Q071 Q074
Q070 Q072
Q067
Q125
Q069
Q062 Q068
Q077
40
60
80
100 m.
Q263
Q066
Q065
Q223
Q063
Q060
Q197
Q193
Q061
Q059
Q054 Q055 Q057
Q190
Q058
Q175
Q171
Q164
Q162
Q157
0
Q007
N
20
40
60
80
100 m.
Q024
Q081
Q071
Q079
Q074
Q075
Q138
Q083
Q082
Q078
Q085
Q086
Q073
Q125
Q084
Q067 Q062
Q077
Q068
Q072
Q060 Q061 Q069
Q059
Q070
Q055
Q054
Q171
Q282
Q030
Q088 Q090
Q092
Q080 Q089
Q091
Q066
Q065
Q064
Q063
Q006
Q263
Q223
Q197
Q165
Q193
Q190
Q175
Q164
Q162
Q157
N
20
0
40
60
Q230
Q231
80
100 m.
Q228
Q229
Q242
Q007
Q024
Q006
N
Q282
Q283
Q030
Q138
Q088
Q090
Q082
Q092
Q089
Q083
Q091
Q075 Q079 Q081 Q084
Q086
Q078 Q080
Q085
Q064 Q071 Q074
Q070 Q072
Q067
Q125
Q069
Q062 Q068
Q077
20
40
60
80
100 m.
Q263
Q066
Q065
Q223
Q063
Q060
Q197
Q193
Q061
Q059
Q054 Q055 Q057
Q190
Q058
Q175
Q171
Q164
Q162
Q157
0
N
20
40
60
80
100 m.
Q230
Q231
Q242
Q007
Q024 Q006
Q282
N
Q283
20
40
60
80
100 m.
Fig. 2. A y B, planimetría de la excavación en Quintaret.
APL XXX, 2014
Q228
Q229
Q226
Q225
[page-n-163]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
163
lo que sugiere que la dispersión de las mismas se extiende por una amplia zona, tanto hacia el río como en
dirección N a la traza. El abancalado efectuado a lo largo de diversas épocas ha afectado en gran medida a
la conservación de estos restos, sobre todo, y de forma más marcada, en las partes intermedias de la colina.
Las estructuras prehistóricas corresponden a silos (perfil conservado con paredes rectas o convergentes)
y fosas o cubetas (bien de planta circular de paredes abiertas, o que ofrecen plantas irregulares o de difícil
asignación debido a su estado de conservación). Los rellenos son uniformes, limos y arcillas con fragmentos
de marga (tap) con mayor o menor proporción de materia orgánica. Se han identificado 51 estructuras con
materiales que permiten su directa asignación prehistórica, además de otras 12 posibles, sin materiales, no
incluidas en este trabajo. Se han clasificado como silos/fosas y cubetas 49 de las estructuras, de tamaño y
conservación desigual. Los diámetros máximos fluctúan entre 2,40 y 0,70 m, mientras que las profundidades
varían entre 1,70 y 0,07 m, lo que da cuenta de la variabilidad observada (fig. 3, 4 y 5; tabla 1). Dos de las
N
N
N
S
S
S
O
E
O
E
O
Q006
N
E
O
S
Q058
Q064
N
Q007
O
E
N
N
S
S
S
O
E
UE 152
Q024
Q061
E
O
S
N
NO
Q065
SE
N
O
Q030
N
S
E
NE
SO
E
O
S
Q062
Q054
N
N
S
Q066
S
NO
SO
O
SE
NE
E
O
E
Q055
Q063
Q067
Fig. 3. Secciones de las
estructuras localizadas
en Quintaret.
APL XXX, 2014
[page-n-164]
164
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
estructuras, Q193 y Q197, obedecen a unas características distintas. Se trata de dos fosas seccionadas por el
trazado de un camino actual, de grandes proporciones (más de 3,5 m de dimensión máxima) y morfología
irregular. Excavadas en el subsuelo, la profundidad conservada es de 0,51 y 0,29 m respectivamente. Los
materiales prehistóricos recuperados son escasos, aspecto que dificulta su interpretación más allá de advertir
su probable función como áreas de actividad.
N
S
N
N
O
N
E
O
N
S
O
E
E
O
Q068
E
S
S
S
Q079
Q074
N
E
O
S
N
N
S
E
E
E
O
N
O
O
Q069
Q085
S
Q080
S
N
S
Q086
E
O
Q075
NE
N
Q076
O
SO
E
NO
Q072
N
N
NE
E
N
S
O
S
O
N
O
E
E
Q089
N
S
E
E
O
Q073
Q078
Fig. 4. Secciones de las estructuras localizadas en Quintaret.
APL XXX, 2014
S
S
Q083
Q071
N
Q088
O
Q077
O
E
Q082
UE 122
SO
S
SE
UE 121
S
E
Q081
S
O
S
E
SE
Q070
N
N
O
NO
O
Q084
E
Q090
[page-n-165]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
N
N
NE
SO
NO
SE
SO
NE
Q091
NO
Q263
SE
N
N
S
E
N
S
UE 1400
NE
SO
E
O
S
O
S
O
E
SE
NO
Q229
Q190
Q164
N
S
E
O
E
O
S
N
O
S
165
E
UE 1400
Q092
Q230
Q165
N
S
NO
SE
SO
NE
NO
Q231
Q197
NO
SE
NNE
SSO
NE
SO
SE
NO
E
SE
Q167
Q125
NO
S
O
N
Q283
Q193
SE
NO
C020
SE
UE 1156
UE 1155
SO
NE
N
SO
NE
SO
NE
S
NE
SO
UE 1156
UE 1155
Q138
Q168
N
E
NO
SE
SO
NE
Q242
S
N
S
O
Q223
N
E
O
N
S
O
S
E
S
N
C022
Q252
Q226
N
W
OE
Q169
Q157
C021
S
O
E
E
W
UE 1501
UE 1644
W
Q162
Q261
Q175
Q228
C023
Fig. 5. Secciones de las estructuras localizadas en Quintaret y Corcot.
APL XXX, 2014
[page-n-166]
166
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Tabla 1. Características morfométricas de las estructuras localizadas en Quintaret y Corcot.
Estructura
UE
Planta
Sección
L
A
Ø Boca/Sup.
Ø Máximo
Ø Base
Prof.
Q006
19, 20
circular
troncocónica
Q007
213, 214
circular
recta
99
148
148
118
125
125
113
23
Q024
210, 209
circular
recta
Q030
185, 186
ovalada
recta
161
161
147
24
92
92
87
24
Q054
73, 74
circular
abierta
87
87
Q055
75, 300, 76
circular
recta
116
116
113
37
Q061
90, 89, 326, 331
circular
troncocónica
155
230
230
170
Q063
97, 98
circular
recta
132
132
128
23
Q064
330, 332, 316
circular
globular
140
140
130
85
Q065
328, 331, 332
circular
recta
150
150
135
35
Q066
315, 233, 329
circular
globular
120
120
101
74
Q067
100, 99
circular
abierta
Q068
101, 102
circular
recta
Q069
103, 104, 327
circular
abierta
Q070
105, 106
circular
recta
Q071
107, 108
circular
abierta
Q075
28, 20
circular
globular
Q078
123, 124
circular
troncocónico
Q079
125, 126
circular
troncocónico
Q080
133, 134
circular
circular
Q081
135, 136
oval
recta
Q082
127, 128
circular
abierta
Q083
145, 146
circular
irregular
Q084
147, 148
circular
globular
99
Q085
149, 150
circular
recta
230
Q086
155, 156
circular
recta
120
Q088
163, 164
circular
troncocónico
125
Q089
165, 166
circular
troncocónica
Q090
168, 712, 167
oval
abierta
Q091
169, 170
circular
Q092
171, 172
Q125
141, 142
Q138
Q157
20
90
90
90
11
134
134
119
64
97
97
82
30
110
110
95
16
120
120
96
18
130
173
173
65
127
132
132
48
94
106
106
44
106
106
88
11
100
100
82
18
100
100
91
12
97
97
77
35
99
80
52
240
240
54
120
113
37
160
160
37
130
136
136
36
147
147
120
24
abierta
115
115
98
32
circular
abierta
147
147
126
26
oval
globular
113
147
147
76
22, 23, 823, 826
circular
globular
121
122
122
65
1087, 1088
circular
globular
124
127
127
49
Q162
1091, 1092
oval
recta
91
91
63
25
Q164
1095, 1096
oval
abierta
68
68
Q165
1399, 1400
irregular
abierta
165
165
106
49
Q175
1312, 1313
circular
abierta
93
93
73
22
APL XXX, 2014
20
[page-n-167]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
167
Tabla 1 (cont.)
Estructura UE
Planta
Sección
Q190
1397, 1398
circular
troncocónico
L
A
Ø Boca/Sup.
Ø Máximo
Ø Base
Prof.
61
61
60
49
Q193
1401, 1402
irregular abierta
370
135
296
51
Q197
1411, 1412
irregular abierta
350
200
Q223
1650, 1651
circular
recta
126
126
292
20
108
47
Q226
1123, 1124
circular
globular
120
120
106
78
Q228
1127, 1128, 1161 circular
troncocónico
Q229
1129, 1130, 1162 circular
globular
127
127
106
135
90
90
73
47
Q230
1131, 1132
circular
globular
Q231
1133, 1134
circular
globular
110
110
78
64
101
101
82
42
Q242
1155, 1156
circular
globular
108
Q261
1500,1501
circular
circular
110
108
77
48
110
108
6
Q263
1298,1299
circular
circular
120
Q283
1230,1231
circular
circular
155
120
112
26
155
147
12
C020
137,138,145,146
circular
globular
65
97
97
106
C021
139, 140
circular
C022
141, 142
circular
troncocónico
98
120
120
74
recto
87
87
72
50
C023
143, 144
ciruclar
globular
90
112
112
52
2.2. Las estructuras prehistóricas de Corcot
El área conocida como Corcot queda ubicada a 1,2 km del casco urbano de l’Alcúdia de Crespins. La excavación
comenzó en enero de 2012, bajo la dirección de los arqueólogos Fernando Cotino Villa y María Clausí Sifre.
En la parte más meridional del área de intervención, tras el decapado de una zona donde previamente se
habían localizado, entre otros, unos pocos restos posiblemente prehistóricos (sílex), fueron documentadas y
excavadas un total de cuatro estructuras prehistóricas (C020, C021, C022 y C023). Éstas se han clasificado
como silos atendiendo a las características de su perfil. Se encuentran conservados parcialmente, con la
excepción del silo C020. Se trata en este caso de una estructura de forma globular que se conserva completa
y ofrece la particularidad de situarse en el interior de una fosa irregular excavada desde donde a su vez se
excavaría el silo, que muestra una gran laja que pudo haber servido de tapadera (fig. 5 y 6, y tabla 1). Todas las
estructuras se encuentran excavadas en una depresión conformada por un sustrato margoso y a escasos metros
de un cambio hacia una interfaz rocosa (pudingas y conglomerados fuertemente cimentados). Al igual que
sucede en Quintaret, apenas se conserva materia orgánica, con la excepción de restos carbonizados de plantas
y semillas y algún resto malacológico. Entre el material arqueológico recuperado predominan los restos de
cerámica a mano, siendo esporádica la presencia de sílex u otros materiales.
2.3. Marco radiométrico
El estudio de los restos paleobotánicos recuperados en el transcurso de la intervención arqueológica ha
guiado, ante la ausencia de restos faunísticos, la selección de muestras de vida corta susceptibles de ser
datadas. En la medida de lo posible hemos preferido muestras de semillas que puedan ser resultado directo
de las actividades antrópicas en el lugar. Finalmente han podido datarse un total de 4 muestras, dos por
APL XXX, 2014
[page-n-168]
168
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Fig. 6. Planimetría de la excavación en Corcot.
cada yacimiento (tabla 2). En Quintaret han sido fechadas dos estructuras singulares por su contenido: la
estructura con materiales cerámicos campaniformes Q138 (UE 053) y uno de los silos que concentra restos
de la manufactura de cuentas de collar de lignito y caliza, Q228 (UE 1161). En Corcot las muestras datadas
proceden de dos de las cuatro estructuras prehistóricas documentadas: C020 (UE 145) y C023 (UE 143).
Los resultados proporcionados por el laboratorio Beta Analytic Radiocarbon Dating Laboratory muestran
un rango cronológico que cubre los últimos años del IV hasta mediados del III milenio cal AC. A partir
de las dataciones disponibles podemos apuntar que el área de Quintaret ofrece evidencias de ocupación
prolongadas en el tiempo (desde finales del IV y que alcanzan la mitad del III milenio cal AC), mientras
que para Corcot (sobre dos muestras de estructuras inmediatas) estas ocupaciones quedan ubicadas en el
segundo cuarto del III milenio cal AC.
Tabla 2. Dataciones radiocarbónicas AMS sobre muestras singulares obtenidas en Quintaret y Corcot (laboratorio
Beta-analythics). Calibración realizada con el programa OxCal v4.2.3 (Bronk Ramsey, 2009); r.5; curva IntCal13
(Reimer et al., 2013).
Yacimiento Procedencia
Material
ID muestra
Fecha C14
Error
2 s cal BC
13C/14C
Quintaret
Q138 UE 826
Vicia Sativa
Quintaret
Q228 UE 1161 Hordeum vulgare
Beta-348075
4010
30
2617-2468
-22.4
Beta-348076
4370
30
3089-2907
-22.9
Corcot
Corcot
C020 UE 145
Semilla leguminosa Beta-348070
4130
30
2870-2583
-23.1
C023 UE 143
Semilla leguminosa Beta-348071
4110
30
2865-2575
-23.0
APL XXX, 2014
[page-n-169]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
169
3. ANÁLISIS PALEOBOTÁNICO
(Y. Carrión Marco y G. Pérez Jordà)
El análisis paleobotánico de los restos vegetales recuperados en las excavaciones de Quintaret y Corcot
cubre una amplia secuencia cronológica desde época prehistórica a contemporánea. En Quintaret se ha
analizado un total de 1.384 fragmentos de carbón de los que 468 proceden de 25 estructuras prehistóricas
diferentes; por el contrario, en Corcot sólo se han podido extraer tres carbones de una única muestra,
correspondiente a la estructura C021. El número de muestras que han aportado materiales carpológicos es
también muy reducido. El total de materiales estudiados se reduce a seis restos identificables. En el caso
de Quintaret, sólo dos muestras han ofrecido resultados (aportando un total de dos restos). Las otras cuatro
evidencias proceden de tres estructuras diferentes excavadas en Corcot.
3.1. Resultados antracológicos
El yacimiento de Quintaret ha ofrecido muestras de carbón procedentes de rellenos de estructuras excavadas,
que asociamos fundamentalmente a desechos de combustión de estructuras de hogar generalmente no
localizadas in situ. La mayor parte del combustible utilizado procede de madera de acebuche, lentisco y
Quercus perennifolio (carrasca o coscoja), sumando entre los 3 más del 65% del carbón analizado (tabla
3 y fig. 7). Parece, pues, que en esta fase se explotan sistemáticamente las formaciones arbustivas de las
márgenes del valle, sin estar representados taxones de ribera o de otros ambientes ecológicos, es decir,
que la recolección es muy local. Es posible que la presencia de acebuche esté sobrerrepresentada con
respecto a otros taxones, así como que existieran, sin duda, formaciones de mayor riqueza no reflejadas
aquí. Destaca un elevado número de carbones que han quedado indeterminables o determinados en el rango
de Angiosperma; la causa es el estado de conservación y/o tamaño de los fragmentos de carbón, ya que en
muchas muestras, el escaso material recuperado aparecía además rodado, cegado por el sedimento, etc.,
posiblemente como resultado de una deposición menos inmediata que la de otros conjuntos que presentan
un mejor estado de conservación.
Las estructuras que han ofrecido los mejores conjuntos de carbón son: Q077, Q087 y Q175; en las tres se
ha determinado prácticamente un 100% de Olea europaea, con la salvedad de que un alto porcentaje de las
identificaciones queda “a confirmar” (cf.) a causa de alteraciones anatómicas en la madera. En estos casos
se debe a que gran parte de los fragmentos estaban vitrificados (fig. 8), lo que ha llevado a la desaparición
de algunos de los criterios anatómicos de determinación del carbón (Théry-Parisot, 1998: 206-212). La
vitrificación se suele producir por una combustión reductora, en estructuras cerradas con poca entrada de
oxígeno, o en estructuras abiertas que han sido reutilizadas en las que el carbón queda sedimentado entre
gruesas capas de cenizas (Carrión Marco, 2005). De esta forma, se impide la liberación de los gases y
sustancias producidos durante el proceso, que quedan en el carbón y acaban cegando su estructura en mayor
o menor grado. También se baraja como causa de este fenómeno el uso de madera verde, lo que a su vez
explicaría la presencia frecuente de grietas radiales, que se producen con la combustión o el secado rápido
de la madera verde o con un alto contenido en agua, de forma que los tejidos se contraen bruscamente y se
agrietan (Théry-Parisot, 2001). La presencia de este fenómeno parece indicar la relación de estos carbones
con estructuras de combustión cerradas o con varios niveles de aportes de leña.
Las otras dos estructuras que han aportado un volumen de muestra destacable son Q138 y Q228,
si bien, con una composición taxonómica diferente, siendo más ricas en especies, y dominando el
espectro Pistacia y Quercus perennifolio (tabla 3). Todas estas estructuras corresponden a rellenos de
silos que funcionaron como basureros, de modo que las diferencias hay que buscarlas en las estructuras
de combustión de origen de los restos, que desconocemos, para entender que se produzcan vertidos de
diversa naturaleza.
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170
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
TOTAL
Indeterminado
Angiosperma
Corteza
Quercus sp.
Quercus perennifolio
cf. Pistacia sp.
Pistacia sp.
*73
Pistacia lentiscus
Q054
Pistacia cf. rebinthus
6
*185
Yacimiento Hecho
cf. Olea europaea
19
Q030
Olea europaea
Q006
Ficus carica
UE
Erica sp.
Tabla 3. Restos antracológicos recuperados en las estructuras calcolíticas de Quintaret y Corcot.
Quintaret
Q061
89
Q061
315
Q069
1
2
2
3
3
103
6
56
2
9
1
1
1
1
5
6
2
1
1
121
37
Q078
*123
5
Q079
*125
Q083
*145
Q084
*147
Q087
713
Q088
163
Q089
*165
1
Q090
*167
Q091
*169
Q092
*171
Q138
823
14
13
2
Q138
826
Q175
42
57
1
1
3
1
1
2
2
1
8
3
2
1
19
11
13
4
4
2
37
8
2
2
5
43
4
3
80
26
1
1
6
13
3
2
14
2
3
9
2
50
8
2
146
67
6
5
35
3
58
9
2
0,4
31,2
14,3
1,3
1,1
7,5
0,6
12,4
1,9
0,4
6
1
2
1,7
1
2
3
1
1
3
2
* Estructuras que contienen escaso carbón y en mal estado de conservación.
APL XXX, 2014
2
2
n
139
6
2
%
C021
3
15
1134
Total
3
2
1132
Q231
3
1
1
1161
Q230
2
7
1
1
*1401
Q228
60
1
*1397
Q193
7
1
1
1312
Q190
16
1
6
7
Q077
Corcot
5
56
*30
Q066
2
3
*97
Q066
12
2
326
Q063
6
4
76
468
10,9 16,2
51
100
1
3
[page-n-171]
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
Erica sp.
Ficus carica
Olea europaea
Pistacia
171
Quercus perennifolio
Fig. 7. Representación de los diferentes taxones dentro de la muestra antracológica recuperada en las estructuras
calcolíticas de Quintaret.
Fig. 8. A, plano transversal de Ficus carica procedente de Q057 (x80); B, plano transversal de Olea europaea vitrificado
recogido en Q077 (x350).
Por lo que respecta a la escasa muestra recuperada en Corcot, los tres restos reconocidos (un carbón de
Olea europaea, otro de Pistacia sp. y el último de una angiosperma) en nada modifican la visión ofrecida
por los datos de Quintaret.
El conjunto de especies leñosas silvestres identificado en las diversas fases de Quintaret es coherente
con la presencia de formaciones termófilas termo o mesomediterráneas, con un rico estrato arbustivo (con
labiadas, leguminosas, romero, jaras, brezos, lentisco, acebuche, etc.) y algunos elementos arbóreos, mucho
más escasos, entre los que destaca la carrasca (si bien no se puede distinguir de la especie arbustiva, la
coscoja, parece probable que ambas estarían presentes, ya que comparten nicho ecológico). Pese a que
APL XXX, 2014
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172
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
existen escasos datos paleobotánicos para estas cronologías en la zona de estudio, conocemos la existencia
de restos de lentisco dentro de dos silos localizados en el yacimiento de Casa Garrido Nord II, en Moixent,
que viene a corroborar parte de los datos obtenidos (García Borja et al., 2009).
La documentación de estas especies en el carbón de Quintaret se vincula a las formaciones vegetales que
conforman el entorno cercano al yacimiento. Sin embargo, no debemos descartar la presencia de un abanico
mucho más amplio de especies formando parte de estas formaciones, ya que su ausencia se puede deber
únicamente a que éstas no hubieran sido explotadas o a cuestiones tafonómicas, como la conservación diferencial
de los restos. Por ejemplo, la vegetación de ribera está mal representada en casi todas las fases de la secuencia.
En este caso, es probable que las formaciones de ripisilva no se hubieran explotado de forma intensiva en
ningún momento de ocupación; teniendo en cuanta que la zona excavada se localiza en una pequeña elevación
sobre el valle –a mitad de camino entre el fondo del mismo y las formaciones montañosas que lo enmarcan por
el N–, parece que el área de captación de leña se encontraba sistemáticamente en las propias laderas y no en el
fondo del valle. El mismo comentario puede hacerse extensivo respecto a las formaciones de pinares. Para el
período que nos ocupa, estas formaciones ya se muestran dominantes en los entornos montañosos de la comarca
(García Borja et al., 2011), sin embargo, en el registro de Quintaret sólo se documenta su presencia (y siempre de
manera muy tímida) a partir de la fase ibérica del yacimiento. De esta manera, su ausencia del registro, debería
vincularse con un interés por parte de las comunidades humanas implicadas por una explotación sistemática de
las formaciones vegetales localizadas en el entorno inmediato del yacimiento.
3.2. Estudio carpológico
El conjunto aportado por ambos yacimientos es ciertamente exiguo (tabla 4 y fig. 9), con un repertorio de
especies muy reducido y que se limita fundamentalmente a restos de leguminosas. Mayoritariamente son
fragmentos que no es posible determinar ni tan sólo a nivel de género y únicamente en dos casos ha sido
posible confirmar las especies, un haba (Vicia faba) y una veza (Vicia sativa). Las leguminosas son un
género que está presente desde el inicio de la neolitización, a mitad del VI milenio cal AC, pero es cierto
que su presencia siempre es mucho menor que la de los cereales. Resulta difícil pensar que la actividad
agraria de estas comunidades esté centrada de forma fundamental en la producción de legumbres, ya que
el registro de todos los yacimientos del III milenio cal AC que hay tanto en el País Valenciano como en
la Península Ibérica, inciden en remarcar la importancia de la producción de cereales. Hay que pensar en
factores accidentales que hayan acabado motivando la formación de este registro carpológico. La presencia
de una cariópside de cebada (Hordeum vulgare) confirma la actividad cerealícola. Lamentablemente, se
encuentra muy alterada, por lo que es imposible determinar si pertenece a la variedad vestida o a la desnuda.
Las dos especies de leguminosas documentadas, las habas y las vezas, son cultivos que ya aparecen a
mitad del VI milenio en la Cova de les Cendres (Buxó, 1991) y que han seguido presentes en el registro en
los distintos yacimientos valencianos del IV y III milenio cal AC (Pérez Jordà, 2005).
Tabla 4. Restos carpológicos recuperados en las estructuras calcolíticas de Quintaret y Corcot.
Yacimiento Hecho UE
Quintaret
Hordeum vulgare Vicia cf. sativa Vicia faba Leguminosa frag. Chenopodium sp.
826
Q228
1161
C020
137
C020
145
C021
139
1
14
C023
Corcot
Q138
143
1
15
APL XXX, 2014
1
1
12
1
54
1
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
1
173
2
3
4
5
Fig. 9. Restos carpológicos calcolíticos. Quintaret: 1, Hordeum vulgare; 2, Vicia cf. sativa. Corcot: 3, Vicia faba; 4,
Vicia cf. sativa; 5, Chenopodium sp. Escalas a 1 mm.
Chenopodium, otro de los elementos reconocidos, es un género que incluye especies que se desarrollan
como malas hierbas de campos de cultivo, fundamentalmente abonados o ricos en materia orgánica, lo
que podría relacionarse tanto con la presencia de huertos como con campos de secano o baldíos utilizados
para pastar por el ganado. De hecho es muy habitual su presencia en ámbitos dedicados a la estabulación
de ovicápridos, ya que son grandes consumidores de estas especies y al defecar depositan sus semillas sin
alterar entre sus excrementos.
Los datos recuperados en ambos yacimientos no permiten ir más allá de confirmar por tanto el peso
de la producción de cereales y de leguminosas. No es posible entrar en valoraciones sobre el peso que los
distintos cereales y leguminosas tienen en la agricultura de esta comunidad. El registro existente hasta la
actualidad señala entre los cereales un predominio claro de los trigos desnudos y de la cebada desnuda,
mientras que la cebada vestida tiene una presencia más irregular y los trigos vestidos han estado ausentes
entre el V y el IV milenio, para reaparecer en el III milenio, especialmente en la parte final (Pérez Jordà,
2013). La información sobre las leguminosas es menos clara, ya que no parecen detectarse unas tendencias
claras entre los distintos cultivos (habas, guijas, guisantes, lentejas y vezas). Todos estos granos serían
almacenados en los silos que caracterizan estos poblados entre el V y finales del III milenio cal AC.
4. LA CERÁMICA PREHISTÓRICA
(L. Molina Balaguer)
En las actuaciones llevadas a cabo en el yacimiento de Quintaret se han recuperado un total de 4176
fragmentos cerámicos a mano, distribuidos entre 65 estructuras. Mayoritariamente, el material aparece
muy alterado, ofreciendo una gran fragilidad, por lo ha sido necesario aplicar una disolución consolidante
(paraloid) en buena parte del conjunto. Para el estudio de los materiales hemos seguido la metodología que,
desde hace ya varias décadas, viene desarrollándose por el equipo de trabajo de la Universitat de València,
y que está definido especialmente para colecciones neolíticas (Bernabeu, 1989; Bernabeu y Guitart, 1993;
Bernabeu y Orozco, 1994; García Borja, 2004a; Molina, 2006; Bernabeu et al., 2009).
A partir de la revisión de la cerámica a mano recuperada podemos asumir que la colección de Quintaret
responde a dos grandes momentos cronológicos: el primero, más reciente, nos remite a un horizonte de
Bronce final y/o Hierro Antiguo, dentro ya del primer milenio cal AC.; el segundo, prehistórico, que
debemos situar durante el Calcolítico a partir de las dataciones C14 obtenidas, desde finales del IV
milenio y a lo largo de la primera mitad del III milenio cal AC.
APL XXX, 2014
[page-n-174]
174
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Dentro de este segundo momento se sitúa el grueso del conjunto de materiales. El lote de fragmentos
vinculados a estructuras de esta fase asciende a 3.790 individuos, repartidos de manera bastante desigual
(tabla 5), ya que tres estructuras concentran cerca de 2.000 restos. Dos de ellas (Q228 y Q138) han sido
datadas y marcan un rango de funcionamiento del asentamiento cercano al medio milenio, en fechas
calibradas. No obstante, es probable que estas ocupaciones no puedan ser leídas desde una óptica de
absoluta continuidad en el poblamiento. Junto a este lote, las cuatro estructuras procedentes del yacimiento
de Corcot que han aportado cerámica a mano, incorporan un lote de 394 fragmentos.
Como suele ser habitual en las industrias cerámicas del Neolítico Final/Calcolítico, las variables morfológicas
delatan una industria extremadamente monótona. Los labios redondeados representan más del 80% de los casos,
seguidos en incidencia por los planos. Los casos de labios engrosados (en su inmensa mayoría externos) se sitúan
en el 8,36% de la colección. Este porcentaje asciende hasta el 10% si dejamos de lado la estructura Q138, la
única con evidencias de cerámica campaniforme. Corcot (con las reservas que ofrece dada su escasa muestra), no
aporta ningún caso de labio engrosado en su colección. Teniendo presentes las dataciones radiométricas, debemos
reconocer que se abren ciertas dudas sobre el valor cronológico de este índice como elemento para seriar las
colecciones cerámicas del momento en el contexto regional, dada su conducta errática.
En semejante proporción que de labios engrosados se documenta la presencia de bordes diferenciados
(10,2%), si bien su distribución se limita a tres estructuras (tabla 5), indicador de su escasa incidencia para
la definición de la industria cerámica. Este aspecto nos remite a un conjunto formado mayoritariamente por
recipientes de perfiles sencillos –globulares, hemisféricos, cilíndricos o troncocónicos–, sin rupturas de los
mismos. Estas formas se asocian tanto a bases redondeadas como aplanadas, presentes ambas en el registro
recuperado. Cuando aparecen elementos de prensión, estos se limitan a algún cordón (vid. infra), pero sobre
todo mamelones y lengüetas, en algunos casos perforados. Únicamente hemos documentado dos ejemplos
de asas –una de cinta y otra anular–, ambas dos recuperadas en la estructura Q125.
Estas variables tienen su reflejo, a nivel tipológico, en el escaso impacto que tienen los grupos
caracterizados por las rupturas de perfil (tabla 6). Así, tanto en la Clase A como en la B (recipientes planos y
de profundidad media, respectivamente), los únicos casos que documentamos de estas variables no comportan
bordes diferenciados (Grupo 3.II, Grupo 7.I). Se trata en ambos casos –vaso 7 (fig. 10) y vaso 101 (fig.
11)– de recipientes cilíndricos que, en el caso del plato del Grupo 3 (vaso 101), une los dos cuerpos del
recipiente por una carena muy suave. Más allá de estos casos, únicamente podemos destacar la importancia
de la asociación de recipientes de la Clase A con los labios engrosados (Grupo 5), incluyendo los únicos casos
de engrosamiento doble e interno. Sólo hemos podido vincular un recipiente de esta clase con la presencia
de elementos de prensión (vaso 52: fig. 11), una lengüeta perforada más concretamente. Por el contrario, los
elementos de prensión aparecen más frecuentemente asociados a los recipientes de la Clase B (cuencos) y
Clase C (recipientes profundos). Dentro de esta última Clase, se impone la presencia del Grupo 13 (ollas),
con más de la mitad de los casos. Ésta es una tónica habitual dentro de las colecciones del Neolítico final/
Calcolítico (Bernabeu y Orozco, 1994; García Borja 2004a). Este peso condiciona la presencia de los otros
grupos, limitados a un papel secundario. Dentro de la colección de Quintaret llama la atención la escasa
importancia del grupo de los contenedores, con una única evidencia –vaso 9 (fig. 10): Grupo 14.II–, por debajo
de aquello que se aprecia en otras colecciones de esta misma cronología. No obstante, dentro de la clase de
recipientes que no ha sido posible asignar (Clase F), tenemos algunos casos de vasos de buen tamaño que
podrían engrosar los grupos correspondientes a recipientes de almacén (Grupos 14 y 15).
La simpleza formal presente en el conjunto se hace extensiva al componente decorativo de la colección
(tabla 7). Si dejamos a un lado las evidencias procedentes de Q138, que se analizarán a continuación, sólo
podemos mencionar la presencia de cordones lisos (dos fragmentos del mismo vaso en Q075: fig. 11) e
incisiones asociadas a un vaso de Q184 (vaso 167: fig. 11).
Q138 es una de las estructuras que ha aportado un mayor volumen de restos cerámicos, con 571
fragmentos correspondientes a un mínimo de 28 vasos. El elemento individualizador de la misma ha sido
la constatación en su registro de materiales decorados de tradición campaniforme. El lote asciende a 25
APL XXX, 2014
[page-n-175]
175
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
Quintaret
-
57
1
1
Total
t.15
t. 11
t. 5
Elementos
prensión
t. 3
t. 0
1
t. 1
Informes
Carenas
t. 4.1
Bases
t. 3
t. 1
t. 2
t. 1
t. 0
t. 6
t. 5
Labios
t. 4
t. 3
UE
t. 2
Hecho
t. 1
Yacim.
Bordes
Tabla 5. Características morfológicas del conjunto de fragmentos de cerámica a mano recuperados en las estructuras
calcolíticas de Quintaret y Corcot. Clave: Labios: t.1, redondeado; t.2, plano; t.3, biselado; t.4, engrosado interno; t.5,
engrosado externo; t.6, engrosado doble. Bordes: t.0, no diferencado; t.1, recto/reentrante; t.2, saliente. Bases: t.1, cóncava;
t.3, convexa/en ónfalo; t.4.1, aplanada. Elementos de prensión: t.0, arranque no clasificable; t.1, cordón; t.3, mamelón; t.5,
lengüeta; t.11, asa de cinta; t.15, asa anular. Para la descripción de los tipos, ver p. ej. Bernabeu et al., 2009.
2
Q006
19
11
11
Q007
213
14
14
Q055
75
Q056
77
2
9
2
9
1
Q061
89
56
1
44
Q063
97
3
2
4
Q064
32
8
2
15
Q064
316
1
2
Q065
31
8
Q065
328
Q066
30
Q066
315
898
2
957
1
2
220
27
64
5
2
1
47
67
56
6
6
2
1
1
108
9
9
2
1
1
2
47
51
1
233
Q066
1
2
11
203
5
4
3
22
1
4
1
Q067
99
Q068
101
5
Q069
104
1
Q070
105
Q071
107
1
Q072
109
1
Q075
28
12
Q076
113
1
111
12
78
84
1
11
12
11
1
12
6
11
2
4
1
2
11
1
13
1
18
1
19
4
119
19
1
100
2
2
4
2
1
1
Q080
133
127
Q083
145
1
2
1
1
34
23
5
18
135
Q082
7
2
80
22
1
Q081
1
32
19
4
123
125
71
5
Q078
Q079
2
4
Q084
147
Q085
155
1
1
33
20
21
Q086
155
2
2
7
9
Q087
147
7
7
1
34
APL XXX, 2014
[page-n-176]
176
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Total
Elem.
prensión
Informes
Carenas
t.15
t. 11
t. 5
t. 0
7
8
6
6
14
1
3
4
81
Q120
139
1
Q122
129
2
Q124
137
Q125
141
Q131
718
Q138
22
Q138
22/23
Q138
823
30
2
19
6
2
Q138
826
6
1
4
2
1
Q157
8
1087
10
2
1
3
14
178
4
1
1
1
34
1
1
62
5
1
2
2
434
25
15
Q162
1091
Q184
1419
Q193
1401
20
Q197
1411
1
Q223
1651
Q226
2
1124
3
2
7
16
2
Q228
1128
1161
16
Q229
1130
1
1
Q228
3
1
40
1
28
1
6
387
4
2
6
55
55
Q229
1162
Q230
1132
5
5
Q231
1134
2
2
Q242
1156
1
22
1
1
52
5
Q261
1501
7
Q263
1299
35
Q283
1231
C020
145
7
C021
139
12
C022
141
10
C023
Corcot
t. 3
2
1
t. 1
3
26
t. 4.1
171
t. 3
Q092
Q120
t. 1
169
t. 2
167
Q091
t. 1
Q090
1
t. 0
165
t. 6
163
Q089
t. 5
Q088
t. 4
Quintaret
t. 3
Hecho
t. 2
Yacim.
t. 1
UE
Bases
Labios
Bordes
Tabla 5 (cont.)
143
APL XXX, 2014
1
3
21
7
4
87
14
6
187
6
75
3
1
1
2
1
1
1
[page-n-177]
177
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
Grupo 2
1
1
I
1
1
C20
C21
C22
Q231
Q230
Q138
2
Q229
1
1
Q226
1
2
Q184
3
1
3
1
1
1
1
1
Q125
1
Q91
4
1
Q82
1
1
Q79
Q64
1
Grupo 1
Q75
Q63
Clase A total:
Tipologia
Q65
Q.61
Tabla 6. Tipología cerámica. Sólo aparecen representadas las estructuras con material clasificable. Q138: los paréntesis
hacen referencia a la parte del conjunto de vasos con decoración campaniforme. Definición de los grupos tipológicos:
Clase A (recipientes planos): G1, escudillas; G2, platos y fuentes de perfil sencillo; G3, platos y fuentes con ruptura de
perfil (II, carenado); G5, platos y fuentes de labio engrosado (I, interno; II, externo; III, doble). Clase B (recipientes de
profundidad media): G6, cuencos de perfil sencillo (I, hemisférico; II, globular; III, con labio diferenciado); G7, cuencos
de perfil compuesto (I, cilíndricos). Clase C (recipientes profundos): G9, vasos de perfil compuesto (I, carenados; III,
perfil en S); G12, cántaros/recipientes con cuello; G13, ollas (I, globular; III, con borde diferenciado); G14, contenedores
(II, cilíndrico); G15, orzas y tinajas (II, ovoide). Clase D (formas especiales): G18, microvasos. Clase F: recipientes no
clasificables. Para una descripción detallada de los grupos y sus variables definitorias, ver p. ej. Bernaeu et al., 2009.
2
1
1
1
1
1
II
1
1
Grupo 3
1
1
Grupo 5
2
2
I
1
II
1
III
1
1
Clase B total:
5
2
1
1
1
3 (1)
1
Grupo 6
4
2
1
1
1
3 (1)
1
I
3
1
1
1
1
II
1
1
III
1
2 (1)
1
Grupo 7
1
I
1
Clase C total:
6
2
1
1
2
7 (2)
Grupo 9
2 (2)
I
1 (1)
III
1 (1)
Grupo 12
1
Grupo 13
2
2
1
I
1
2
1
III
1
Grupo 14
1
II
1
Grupo 15
1
II
1
Clase D total:
1
Grupo 18
2
1
1
2
1
2
1
3
1
1
3
1
Clase F total:
12
1
5
3
7
1
1
1
10
1
2
1
1
1
10 (4)
8
4
Total vasos
25
2
11
4
13
2
2
2
12
2
3
3
2
2
26 (7)
10
6
1
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178
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Fig. 10. Materiales cerámicos procedentes de la estructura Q061.
APL XXX, 2014
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
179
Fig. 11. Materiales cerámicos de Quintaret. Procedencia: Q184, vaso 167; Q125, vasos 119 y 121; Q082, vaso 150;
Q229, vaso 182; Q230, vaso 180; Q064, vasos 57, 52, 55 y 58; Q075, vasos 100, 101, 103 y 105; Q063, vaso 159.
APL XXX, 2014
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180
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Tabla 7. Restos cerámicos decorados.
Hecho
UE
Relieves Impresiones
cordón liso
Incisiones
Total
inc. + imp.
Frags. decorados
Frags. lisos
Total
frag.
%
n
%
2
2
n
1,68
117
93,31
119
Q075
28
Q138
823
5
23
23
23
4,8
448
95,11
471
Q138
826
2
2
2
2
6,25
30
93,75
32
Q184
1419
2
2
2
20
8
80
10
fragmentos, que han podido adscribirse a un mínimo de siete vasos (fig. 12). Todos ellos pueden incluirse
dentro del estilo regional (Bernabeu, 1984; Juan-Cabanilles, 2005). La técnica de la incisión está presente
en todos ellos, tratándose siempre de incisiones finas y profundas, nunca acanalados. Acompañando a esta
técnica se documenta en menor medida (siete fragmentos) también la impresión.
En aquellos casos más completos, donde se puede seguir el desarrollo de la decoración, apreciamos
buena parte del elenco de soluciones que definen el mencionado estilo regional: bandas complejas a base
de la superposición de diferentes motivos incisos, esencialmente series de paralelas y reticulados (caso
Fig. 12. Cerámicas con decoración campaniforme de Q138.
APL XXX, 2014
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
181
del vaso 28), o intercalando dichos motivos incisos con otros impresos que, en algún caso (vasos 26 y 31)
pretenden crear un efecto de pseudoexcisión a través de la disposición de las impresiones. Pese a que la
documentación es muy limitada, cabe destacar la búsqueda de la originalidad en cada una de las bandas
desarrolladas, que en ningún caso se repiten exactamente.
El límite inferior de la serie decorativa culmina bien haciendo llegar las bandas hasta la misma base
del recipiente (vaso 28) o mediante el recurso a un friso de triángulos que cuelgan de la última banda y
que cubren el recipiente hasta casi la base (vaso 26). Posiblemente el vaso 32 responda al mismo recurso
decorativo, si bien su limitada conservación impide mayor precisión.
Todos los recipientes, excepto uno, han aparecido muy fragmentados dentro del registro de la estructura.
La única excepción –y no sólo dentro de esta estructura, sino para todo el yacimiento– la constituye el vaso
26, del que se conserva cerca del 50% del mismo, en dos fragmentos que aparecieron juntos. El tamaño y
la entidad del recipiente obligaron a extraerlo en un bloque para, posteriormente, ser llevado al laboratorio
donde se procedió a una “excavación” más controlada del mismo. Este trabajo confirmó que el recipiente
no se arrojó completo a la estructura, como testimonia la presencia de piedras y fragmentos de otros
recipientes en contacto con la pared interna del mismo. Parece, pues, que deberíamos descartar cualquier
depósito intencional, pareciendo la opción más probable su amortización como deshecho, una vez que se
hubiera roto en otro contexto. El recipiente corresponde a un vaso de perfil en S bastante marcado (Clase C,
Grupo 9.III), y de un tamaño nada desdeñable (diámetro de boca: 21 cm; altura: 19 cm).
Pese al general estado de fragmentación, se han podido identificar a nivel tipológico varios de los
recipientes con decoración campaniforme (tabla 6). Junto al recipiente nº 26, la vajilla campaniforme
reconocible incluye un cuenco globular (vaso 31) y dos recipientes de perfil en S (vasos 28 y 40), que
podrían responder a cuencos o a recipientes más profundos, de la Clase C. El primero de ellos muestra el
recurso a la carena para marcar la ruptura del perfil.
Acompañando a los materiales campaniformes, la cerámica lisa recuperada en Q138 ofrece una
interesante variedad tipológica (tabla 6 y fig. 13). Ollas, tinajas, cuencos y alguna escudilla conforman el
repertorio formal del conjunto, donde destaca el peso que muestran los recipientes de la Clase C. Especial
mención merecen las dos tinajas con borde exvasado, forma poco usual dentro del Calcolítico, y que
parecen anunciar los modelos tipológicos que documentamos posteriormente en la Edad del Bronce. En
este sentido cabe ser destacado un cierto cambio en la tecnología cerámica que ofrece Q138 respecto al
resto de la colección del yacimiento. Si los recipientes correspondientes al campaniforme regional suelen
caracterizarse (y Quintaret no es una excepción) por el gusto por las superficies oscuras, bien cuidadas
(bruñidas o espatuladas), este interés se hace extensivo al resto del conjunto cerámico, con pastas igualmente
reductoras bien cuidadas y densas. Este aspecto tecnológico contrasta con el resto de la colección procedente
del resto de estructuras calcolíticas. En ellas advertimos con claridad los patrones de producción propios de
este período y que ya hemos comentado en otra ocasión (Molina y Clop, 2011): cerámicas con pastas mal
cuidadas, poco densas, cocidas a temperaturas bajas en atmósferas poco controladas, que suelen darles un
característico color amarillento.
Esta diferenciación en la forma de hacer, sugiere la hipótesis de desligar la ocupación correspondiente a
Q138 del resto de las estructuras que hemos adscrito al Calcolítico. En este sentido, el hecho de que Q138
aparezca aislada respecto a las áreas donde se concentran la mayoría de las estructuras prehistóricas podría
ser explicado desde la óptica de dos ocupaciones diferenciadas en el tiempo, tal y como parecen corroborar
las fechas radiocarbónicas obtenidas. No obstante, tal y como ya hemos reiterado, las limitaciones impuestas
por el área de afectación de los trabajos y la escasez de muestras susceptibles de ser datadas, limitan nuestra
capacidad de concreción a este nivel.
El registro campaniforme en la comarca cuenta con diversas menciones. Junto a la referencia de
materiales de esta clase en Cova del Barranc Fondo de Xàtiva (Pla, 1972) y noticias de hallazgos puntuales o
descontextualizados, como es el caso del Castell de Moixent (Martínez García y Cháfer, 1998), los referentes
fundamentales los encontramos en sendas cavidades con el mismo nombre: la Cova Santa; una situada en
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182
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Fig. 13. Materiales cerámicos lisos de Q138.
Vallada y la otra en la Font de la Figuera (fig. 14). Ambas fueron objeto de intervención arqueológica a
finales de los años 70. En el caso del yacimiento de Vallada (Martí, 1981), se documentaron una serie de
enterramientos entre cuyos ajuares se identificó un pequeño cuenco con decoración campaniforme. Más
confusa y compleja, la secuencia del yacimiento de la Font de la Figuera (Aparicio, San Valero y Martínez
Perona, 1979; 1983 y 1984), aporta un importante lote de materiales cerámicos campaniformes, algunos
de los cuales ofrecen interesantes semejanzas con algunos de los restos recuperados en Quintaret (véase la
decoración del vaso 31 y el fragmento nº 3, fig. 14).
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
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Fig. 14. Evidencias campaniformes en la Canal de Montesa. 1, Cova Santa de Vallada (a partir de Martí, 1981); 2-4,
Cova Santa de la Font de la Figuera.
A excepción de un pequeño fragmento procedente de Cova Santa de la Font de la Figuera (Bernabeu,
1984: Lám. 6) que podría pertenecer a un vaso impreso, el conjunto de las evidencias disponibles dentro
de este entorno remiten a recipientes decorados dentro del estilo regional. Las informaciones, tanto a nivel
valenciano como en el ámbito peninsular sugieren que la sucesión de estilos se produjo de una manera
bastante rápida, lo que dificulta tanto la secuenciación como la delimitación cronológica del fenómeno de
difusión de la especie cerámica (Bernabeu y Molina, 2011).
5. LOS ADORNOS DE QUINTARET.
LA FABRICACIÓN DE CUENTAS DISCOIDALES DE CALIZA Y DE LIGNITO
(J. L. Pascual Benito)
El conjunto de adornos recuperado en Quintaret, aunque poco variado si lo comparamos con los de otros
yacimientos coetáneos, resulta de notable interés por remitir gran parte de él a una fábrica in situ de cuentas de
materia mineral, concretamente caliza y lignito, un hecho poco frecuente en el registro arqueológico. Frente a
los centenares de estas cuentas (sumadas las piezas enteras, sus fragmentos y sus esbozos), el resto de adornos
se reduce a cinco ejemplares: un colgante sobre piedra verde y cuatro sobre soporte malacológico.
En siete de las estructuras o hechos de Quintaret se ha documentado un numeroso conjunto de materiales
que muestran la existencia en el yacimiento de un taller, como hemos dicho, dedicado a la fabricación de
cuentas de collar discoidales sobre caliza y lignito. Tales estructuras presentan una distribución desigual,
encontrándose cinco de ellas concentradas en el sector oriental de la superficie excavada, donde la estructura
Q228 es la que más vestigios contiene –el 85% de los restos de caliza y el 56% de los de lignito respecto
al total– y en la que se documentan todas las etapas del proceso de fabricación, además de utensilios líticos
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184
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
aptos para la perforación de las cuentas, percutores de piedra y un gran alisador de piedra abrasiva para
facetarlas, por lo que se puede deducir que el área de la actividad de elaboración de adornos se encontraría
cercana a la misma. Como se ha visto anteriormente, esta estructura cuenta con una datación radiocarbónica
que sitúa la actividad de elaboración de cuentas de collar a finales del IV e inicios del III milenio cal AC.
Los materiales recuperados corresponden a todas las fases de fabricación de las cuentas, desde los
fragmentos de materia prima hasta los productos totalmente acabados. Tales restos ascienden a un total de
2.927, de los que 1.520 son de caliza y 1.407 de lignito (tabla 8). Por orden, y en relación con el proceso de
fábrica, se distinguen las siguientes categorías descriptivas:
Materia prima. Las materias primas a partir de las que se elaboran las cuentas son caliza y lignito, ambas
con una dureza de entre 2,35 y 4 en la escala de Mosh, por lo que pueden considerarse materiales blandos
y de fácil labrado. Se trata de pequeñas plaquetas de forma irregular con las superficies generalmente lisas
en el caso del lignito (fig. 15, 15) y rugosas en la caliza (fig. 15, 1-2). La caliza es de textura fina y color
blanco y, en menor proporción, gris claro; el lignito es de color negro. Las dimensiones de estos fragmentos
naturales oscilan entre 8 y 35,5 mm de anchura máxima y los espesores se sitúan entre 3 y 7,5 mm. Las
plaquitas de caliza contabilizadas suman 342 efectivos y proceden de dos estructuras, aunque excepto un
resto, se concentran en Q228. Las de lignito son 186 plaquitas y se distribuyen en cuatro estructuras, si bien
la mayor parte también proceden de Q228.
Preformas. A partir de las plaquitas naturales de materia prima descritas se confeccionaban las preformas.
Son placas con las dos superficies lisas. El alisado de estas superficies, en los casos que no lo estuvieran
de forma natural, se efectuaba mediante abrasión unidireccional según se observa en muchas de ellas.
Tabla 8. Elementos de adorno y restos del proceso de fabricación recuperados en las estructuras de Quintaret.
Q006
Q228
Materia prima bruta
1
341
Preformas
Caliza
Q226
2
345
21
17
1
Preforma en proceso de perforación
Preforma perforada
13
5
1
2
8
19
10
3
6
386
11
8
358
27
3
19
12
1298
136
40
137
30
51
21
Materia prima bruta
Preformas
Preforma en proceso de perforación
3
1
4
Preforma fragmentada por la perforación
Cuenta acabada fragmentada
3
4
1
418
28
5
1520
6
3
3
13
186
3
64
142
2
1
2
2
4
2
10
19
13
8
1
1
530
35
Fragmentos laminares recientes > 5 mm
34
33
9
Cuenta acabada
Fragmentos de preformas < 5 mm
22
267
2
Preforma perforada
Total
18
16
1
Q263
342
70
1
Fragmentos de preformas < 5 mm
Total caliza
Q231
184
1
Cuenta acabada
Lignito
Q230
18
Preforma fragmentada por la perforación
Cuenta acabada fragmentada
Q229
374
949
17
18
Total lignito
4
1
791
89
23
38
461
1407
TOTAL
5
13
2089
225
63
66
466
2927
APL XXX, 2014
48
9
9
83
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
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Fig. 15. Restos de fabricación y cuentas de collar sobre caliza y lignito de Quintaret.
El contorno se conseguía mediante percusión que deja los bordes abruptos. En función de la morfología
de su contorno y del número de lados rectilíneos se distinguen preformas triangulares, cuadrangulares/
trapezoidales, pentagonales, subcirculares e irregulares. Confeccionadas en caliza se han documentado un
total de 387 preformas en seis estructuras (fig. 15, 3-6) y en lignito 142 en cinco estructuras (fig. 15, 16-17).
Sus tamaños oscilan entre 5 y 17 mm de anchura y 0,9 y 4 mm de espesor, si bien la mayoría presentan unas
dimensiones similares, cercanas a las de las preformas con la perforación iniciada.
Fragmentos de preformas de tamaño inferior a 5 mm. Producto de la confección de las preformas a
partir de la materia prima son pequeños fragmentos con ambas superficies planas de tamaño inferior a 5
mm. Se han documentado 418 de caliza procedentes de seis estructuras y 949 de lignito en cinco estructuras.
Preformas con inicio de perforación. Preformas con la perforación iniciada se han documentado 18
de caliza, 12 localizada en una cara (fig. 15, 7) y 6 por las dos caras (fig. 15, 8), procedentes de dos y una
estructuras respectivamente. De lignito existen en una estructura dos preformas con perforación iniciada en
una cara (fig. 15, 18-19). Sus tamaños oscilan entre 5 y 8,2 mm de anchura y 1,2 y 3 mm de espesor para
las calizas y de 7 a 15 y 1,5 a 2 mm para los lignitos.
Preformas fragmentadas por la perforación. Las preformas fragmentadas al efectuar la perforación son
numerosas, 267 de ellas son de caliza (fig. 15, 9), de las que 161 solo presentan el inicio de la perforación
en una cara y 106 en las dos caras. De lignito son 19 preformas fragmentadas (fig. 15, 20-22), 11 con la
perforación iniciada en una cara y 8 por las dos caras.
Preformas perforadas. Preformas en las que se ha llegado a unir la perforación efectuada a partir de las
dos caras hay 22 de caliza (fig. 15, 10-11) y cuatro de lignito (fig. 15, 23-24). Sus dimensiones se encuentran
entre 5 y 8,3 mm de anchura máxima y 1 a 2,4 mm de espesor para las de caliza, y entre 10 y 7 mm y 1 y
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186
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
2,4 mm para las de lignito. Solo en dos casos de caliza la perforación tiene un tamaño diminuto producto
del contacto de los dos conos de perforación bilaterales (fig. 15, 10). Las perforaciones del resto de piezas
son totalmente circulares y su diámetro es del mismo tamaño que el de las cuentas acabadas.
Cuentas acabadas. Cuentas discoidales acabadas se han documentado 67 de caliza en cinco estructuras
(fig. 15, 12-14), de las que 34 se encuentran fragmentadas, y 22 de lignito en tres estructuras (fig. 15, 2527), 13 de ellas fragmentadas. Las cuentas fragmentadas corresponden en la mayor parte de los casos a
fragmentos de la mitad de la cuenta y pueden haberse producido por las operaciones de calibrado o durante
el proceso de excavación. Las cuentas acabadas presentan un tamaño bastante regular, estando las de caliza
entre 3 y 6,2 mm de diámetro y entre 1,4 y 2 mm de espesor, mientras que las de lignito oscilan entre 3,1 y
4,6 mm de diámetro y 1 y 1,9 mm de espesor. Solo tres cuentas procedentes de la estructura Q228 escapan
a la calibración regular que presentan la mayoría, siendo su tamaño notablemente superior, una de caliza
de 11 x 5 mm (fig. 15, 12) y dos de lignito de 8,5 x 2,5 y 8,5 x 2 mm respectivamente (fig. 15, 25). La
calibración posiblemente se efectuó de forma colectiva, ensartando numerosas cuentas en un hilo para su
regularización y pulido final, tal como se observa en abundantes ejemplos etnográficos y se ha comprobado
mediante la experimentación. Además se han contabilizado 83 fragmentos laminares de lignito de escaso
espesor y una longitud superior a los 5 mm que corresponden a fracturas recientes, posiblemente producidas
durante el proceso de excavación.
Además de las cuentas de collar discoidales de caliza y de lignito, en la estructura Q228 de Quintaret se
han documentado algunos adornos acabados fabricados con otros materiales:
- Un colgante de piedra verde con vetas marrones de contorno ovalado y sección plana con perforación
en el extremo de menor espesor. Sus dimensiones son de 16,2 x 9,8 x 2,7 mm y el diámetro de la perforación
de 1 mm (fig. 16, 1).
- Dos Gibberula miliaria de 5,3 x 3,5 y 5 x 3 mm con perforación irregular que afecta a la última vuelta
y al natis (fig. 16, 2-3).
- Dos Antalis sp. de pequeño tamaño, 11,5 x 3 y 8 x 2,5 mm (fig. 16, 4-5).
Entre los restos malacológicos de origen marino existen otras conchas perforadas pero que por sus
grandes dimensiones, la ausencia de intencionalidad antrópica en las perforaciones y lo observado en otros
yacimientos en las conchas de esa especie, no parecen estar relacionados con el adorno. Se trata de dos
valvas de Glycymeris sp. de gran tamaño con el natis perforado por erosión natural, una de ellas fósil,
procedentes de las estructuras Q138 y Q013, y una valva de Spondylus gaederopus de la estructura Q064
con una gran perforación junto al labio producida por un litófago. En otras estructuras se documentan una
valva entera y diecinueve fragmentos de Glycymeris sp., cuatro pequeños fragmentos de valva de cardíido
indeterminado y otro de pectínido, todos ellos sin señales de manipulación antrópica.
Fig. 16. Otros adornos
documentados en Quintaret.
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
187
Asimismo existe una concha de Theodoxus fluviatilis infantil procedente de la estructura Q228, especie
que frecuentemente ha sido utilizada para confeccionar adornos, pero en este caso la ausencia de perforación
y su pequeño tamaño, 4 x 3 mm, descartarían tal fin. También se documentó en la estructura Q101 una
concha entera de Theodoxus valentinus, un endemismo valenciano cuya área de distribución actual es muy
reducida, en el tramo inicial del Riu Verd y el Barranc de Misana, y que fue descrito en el Riu dels Sants
de l’Alcúdia de Crespins, donde fue muy abundante hasta finales del siglo pasado (Martínez-Ortí y Robles,
2003: 182) y de la que no se ha atestiguado su utilización en adornos.
Tampoco se detecta el empleo como adorno de los diversos ejemplares de Melanopsis tricarinata. Su
presencia en el yacimiento, al igual que los Theodoxus y de algún fragmento de bivalvo de agua dulce,
debe estar relacionada con la proximidad al mismo de un manantial. El resto de malacofauna documentada
es continental terrestre, con presencia de Pseudotachea splendida, Sphincterochila candidissima, Otala
punctata, Iberus gualterianos alonensis, Teba pisana, Rumina decollata, Hohenwartiana disparata y Jaminia
quadridens que, por su escaso número, deben formar parte del relleno de las estructuras por causas naturales.
A modo de valoración, cabe referir cómo las cuentas de collar, especialmente las discoidales, son
uno de los adornos mejor documentados en los yacimientos prehistóricos. Durante la prehistoria reciente
valenciana estos adornos se han confeccionado con materiales muy diversos, tanto de origen abiótico como
biótico. Entre las materias minerales más utilizadas se encuentran la caliza, el lignito y el esquisto, y, en
menor cantidad, diversos minerales de color verde y rojo, y otros de tonalidades grises y marrones de tacto
jabonoso. Asimismo son abundantes las cuentas fabricadas a partir de conchas marinas, en menor número
de hueso y, de forma esporádica, de cerámica. Entre los objetos recuperados en Quintaret, el colgante
oval descrito resulta peculiar, dado que es el primero de esta morfología sobre piedra verde reconocido
en yacimientos valencianos. Con esa materia, de la que desconocemos las fuentes de aprovisionamiento,
se documentan algunos colgantes triangulares, rectangulares y trapezoidales en escaso número durante el
Neolítico final/Calcolítico en unas pocas cuevas de enterramiento y en el poblado de la Ereta de Pedregal
(Navarrés), donde también se constata su fabricación, al menos de los de forma triangular (Pascual Benito,
1998). Por su parte, los adornos sobre pequeñas conchas marinas son abundantes en ambientes funerarios,
siendo destacables por su relativa proximidad las 144 Gibberula miliaria perforadas provenientes del Avenc
dels Dos Forats (Carcaixent) (Pascual Benito, 2010: 194).
Respecto a las materias primas presentes en Quintaret, en el País Valenciano los adornos de caliza, sobre
todo las cuentas discoidales, se conocen en numerosos yacimientos. El origen local de esta materia prima,
dada su abundancia en todo el territorio, no alberga dudas. En menor número de yacimientos se constata
la presencia de adornos de lignito. Con carbón fósil se fabricaron cuentas discoidales y, en menor número,
cuentas cilíndricas, en oliva, bitroncocónicas y troncocónicas. Las cuentas discoidales de lignito se han
documentado en trece yacimientos, once de los cuales corresponden a cuevas de enterramiento colectivo y
dos a poblados, Ereta del Pedregal y La Vital (Gandia) (Pascual Benito, 1998b, 2011).
En la distribución geográfica de los yacimientos con cuentas de lignito se observa cierta concentración en
el curso alto y medio de los ríos Serpis y Vinalopó, alrededor de la sierra de Mariola, zona donde se localizan
también numerosas formaciones naturales de lignito. El resto son hallazgos aislados que se sitúan, uno, en el
curso bajo del Serpis, otro en la Canal de Navarrés y tres en la desembocadura del Xúquer (Pascual Benito,
1998b). El yacimiento más próximo a Quintaret donde se constatan cuentas de lignito es Avenc dels Dos
Forats, con más de dos centenares de cuentas discoidales (Pascual Benito, 2012: fig. 23, 9-26).
Se ha señalado cómo la presencia de abundantes depósitos de lignito en zonas cercanas a los yacimientos
con adornos confeccionados con ese material apunta hacia un origen local de las fuentes de abastecimiento.
Es el caso del curso medio y alto del Serpis, donde se observa una importante concentración tanto de adornos
como de depósitos naturales de lignito, algunos de ellos explotados en época histórica. Las formaciones de
lignito de las que se tiene noticia más cercanas a Quintaret se localizan a poco más de 10 km, en el Barranc del
Poll (Xàtiva), en una zona situada en las faldas del Puig de Santa Anna, donde el botánico Cavanilles describe
el carbón como “terso y pesado presentando la consistencia y brillantez del azabache”, se encontraría muy
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
fragmentado y en vetas poco gruesas, mencionando, además, que ya era explotado en el siglo XVIII por su
descubridor, un cerrajero de Xàtiva que lo empleaba en su fragua (La Roca, 1997: 447; Casanova, 2009: 269271). La proximidad de esta formación con la Llosa de Ranes ha hecho que en alguna ocasión se atribuya a esta
localidad y descrita como una “formación lacustre representada por capas algo inclinadas de calizas y margas
azuladas, alternando con vetas de lignito” (Sanz, 1875: 214). Algo más alejadas se conocen formaciones de
lignito en Alzira (Roselló, 1995: 203), si bien no puede descartarse la presencia de formaciones de este mineral
en zonas más próximas a Quintaret que hayan pasado inadvertidas en tiempos modernos por ser de menor
entidad que las citadas y, por tanto, de nulo interés en época industrial.
Los yacimientos en los que se documenta la fabricación de cuentas discoidales no son muy abundantes.
En materias duras minerales destaca Ereta del Pedregal donde existen diversos restos que constatan
la elaboración in situ de cuentas de diversos tipos, entre ellas las discoidales a partir de tres minerales
diferentes: piedra verde, con la presencia de preformas, algunas de ellas con la perforación iniciada, y de
cuentas acabadas (Pascual Benito, 1998a: fig. III.109, 1-9); caliza, con varias preformas perforadas y cuentas
acabadas (Pascual Benito, 1998a: fig. III.109, 10-21); y lignito, con una preforma cuadrada perforada y dos
pequeños fragmentos de placa de escaso espesor con estrías de abrasión en ambas caras (Pascual Benito,
1998b: fig. 1). Fuera del ámbito geográfico valenciano destaca la numerosa y variada documentación sobre
la confección de cuentas de variscita, discoidales y de otros tipos, procedente de las minas neolíticas de
Gavà, donde el mineral verde se trabajaba en la propia zona minera (Villalba et al., 1986; Noain, 1999;
Borrell y Estrada, 2009). Son más numerosas las evidencias de fabricación de cuentas discoidales desde el
Neolítico antiguo a partir de fragmentos de valvas de cardíidos, las cuales se distribuyen por toda la fachada
mediterránea peninsular (Pascual Benito, 2005).
En territorio valenciano, los yacimientos donde se observa la fabricación de otros tipos de adornos son
también escasos y las evidencias de productos en proceso de fabricación se limitan solo a una, dos o tres
piezas. Así, en Ereta del Pedregal contamos con una cuenta cilíndrica y un colgante triangular de piedra verde
(Pascual Benito, 1998a: fig. III.114, 31 y III.138, 6); en Les Jovades (Cocentaina), con un colgante acanalado
de hueso y con un colgante rectangular y otro trapezoidal de esquisto (Pascual Benito, 1998a: fig. III-136,
15, III.140, 11 y III.142, 1); en Barranc de la Frontera (Bocairent), con un colgante trapezoidal de piedra
indeterminada (Pascual Benito, 1998a: fig. III.142, 1); en Puntal sobre la Rambla Castellarda (Llíria), con un
colgante oval de caliza (Pascual Benito, 1998a: fig. III.144, 9); y en La Vital, con dos colgantes arciformes
sobre concha y un colgante rectangular de piedra verde (Pascual Benito, 2011: figs. 15.5, 28-30, 15.7 y 15.8).
De estas evidencias se deduce que resulta habitual la fabricación de determinados tipos de adorno en ambientes
domésticos del Neolítico final y el Calcolítico. Sin embargo lo que no resulta habitual es encontrarnos con el
testimonio de todo el proceso productivo de la confección de adornos como ocurre en Quintaret.
Esta producción artesanal de collares plantea algunos interrogantes. En primer lugar desconocemos si
se trataba de una producción doméstica o de una especialización artesanal de algún o algunos miembros de
la comunidad y, por tanto, si existían individuos o familias diferenciadas en lo social y en lo económico. El
hecho de que el yacimiento se encuentre desmantelado en superficie y los hallazgos se hayan encontrado
en posición secundaria no ayuda a indagar sobre esta cuestión. Tampoco sabemos si se trataba de una
producción para el consumo familiar, local o si se destinaba al intercambio con otras comunidades y, de ser
así, cómo se articularía la gestión de ese intercambio, los propios artesanos o los líderes del grupo, y cuál era
el alcance y motivo de ese intercambio. El tipo de materia prima empleada en la confección de los collares –
de origen local y por lo tanto de fácil obtención–, un modo de hacer que no requiere grandes conocimientos
técnicos y el hecho de que en otros asentamientos coetáneos y cercanos se detecte la fabricación de estos
adornos, inclina la balanza hacia un tipo de artesanía doméstica destinada al consumo de la misma unidad
familiar que los produce, o al consumo dentro de la propia comunidad.
En definitiva, el contenido material que nos han ofrecido estas estructuras de Quintaret puede considerarse
excepcional, al contar con una abundante documentación que nos permite conocer con detalle el proceso de
fabricación de unos adornos que se cuentan entre los más abundantes de la prehistoria reciente valenciana.
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
189
6. MOLINOS, PULIDORES Y HACHAS: EL CONJUNTO LÍTICO DE QUINTARET
(T. Orozco Köhler)
Aunque los útiles pulimentados suelen ser un elemento común en los registros arqueológicos neolíticos y
calcolíticos regionales, en Quintaret su presencia es muy escasa (tabla 9), limitándose a una esquirla, dos
fragmentos distales y un hacha, fracturada (fig. 17), recuperadas formando parte del relleno de las estructuras
negativas. El hacha, de silueta triangular, presenta un desgaste importante en el filo, y una fractura completa
en la zona medial –anterior a la deposición en la estructura Q079– que la inutilizó completamente, obteniendo
dos fragmentos. Ninguno de ambos fragmentos muestra huellas de reutilización en otro trabajo (p. ej. como
percutor), hecho que, atendiendo a la dureza del soporte lítico, suele ser frecuente en otros yacimientos
valencianos (Orozco, 2000), y también se documenta sobre otra pieza pulimentada de Quintaret.
El fragmento de filo recuperado en el relleno de Q064 presenta algunas características que hablan de la
historia de la pieza. Tanto el espesor de dicho fragmento como las fracturas lateral y transversal indican que
correspondía a un útil de filo cortante (hacha) de grandes dimensiones. La presencia en una de las caras de
un surco amplio, poco profundo, sobre la superficie pulida debe relacionarse con el enmangue de la pieza.
No obstante, la localización de este surco (próxima al filo), su desviación en relación al eje transversal de
la pieza y el embotamiento en la zona derecha del filo (fig. 18) permite suponer que, tras la fractura, este
pequeño fragmento fue enmangado y continuó en uso, si bien destinado a tareas de percusión o golpeteo.
Los útiles pulimentados se relacionan, de manera general, con el trabajo de la madera, aunque pueden
ser utilizados en tareas muy diversas. No se han recuperado en este yacimiento las habituales piezas
pulimentadas de pequeño tamaño (azuelas, escoplos) destinadas a trabajos de carpintería, tan frecuentes
en otros yacimientos valencianos del III milenio AC. Para su confección, en el ámbito mediterráneo suele
emplearse de manera preferente rocas de naturaleza ígnea y metamórfica (Orozco, 2000). En el pequeño
conjunto estudiado, la litología utilizada como soporte corresponde a diabasas. Se trata de un litotipo
de origen ígneo, del que hay diferentes asomos rocosos en la zona valenciana, normalmente asociados
a sedimentos triásicos, cuya utilización en el utillaje pulimentado ya se reconoce desde los primeros
horizontes neolíticos. Las intensas tareas extractivas llevadas a cabo, especialmente a lo largo del siglo XX,
conllevan importantes modificaciones de estos afloramientos y su entorno, que enmascaran los indicios
de una explotación prehistórica; en algunos casos se ha llegado al agotamiento total del recurso (Orozco,
1998). Los emplazamientos más cercanos a Quintaret donde se localizan afloramientos de diabasas se
muestran en la figura 19. Aunque los datos iniciales no permiten relacionar estos útiles con un asomo
determinado, la proximidad a este recurso lítico pudo haber sido un criterio para su elección.
El material dedicado a la molturación y trituración se presenta muy fragmentado en Quintaret.
Este utillaje se compone de un elemento inferior denominado molino o muela que se caracteriza
por una superficie de trabajo pasiva, plana, que suele ir ahondándose con el uso, de manera que en
bastantes ocasiones puede presentarse ligeramente cóncava. Las dimensiones y la forma de estas
piezas suelen presentar una alta variabilidad en los yacimientos neolíticos y calcolíticos valencianos,
si bien frecuentemente muestran un alto grado de fragmentación, lo que impide valorar estos rasgos.
Hemos agrupado en la categoría de los molinos aquellas piezas y, sobre todo, fragmentos que presentan
superficies de tendencia plana o ligeramente cóncavas, en las que se aprecian cúpulas de piqueteado
y un pulido posterior, resultado del trabajo de fricción (tabla 10). En el conjunto de Quintaret se
han recuperado varios molinos íntegros (Q228, Q075, Q231) que muestran la variedad de formas y
dimensiones de estas piezas (fig. 20).
Las manos de molino, también llamadas moletas, son el elemento activo. Son las piezas con la que se
realiza la molturación, a través de un movimiento de vaivén. De tamaño menor que el elemento pasivo,
pueden asirse con una o dos manos, dependiendo de sus dimensiones. Las manos elaboradas sobre soportes
líticos suelen ser elementos muy poco transformados: en pocas ocasiones son piezas talladas o recortadas,
y en bastantes ocasiones se utilizan cantos rodados, del tamaño deseado. La fricción que desarrollan
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
7
213
1
89
7
8
Q064
316
1
Q064
332
Q065
328
Q075
28
1
Q079
123
1
1
Q080
133
2
1
Q081
135
Q084
147
Q085
155
1
Q088
163
1
Q125
141
Q138
823
Q138
826
Q157
1087
Q193
1401
Q197
1411
Q223
1651
Q226
1124
1
Q228
1128
2
Q228
1161
Q230
1132
Q231
1134
2
1
Q061
1
1
Q007
Canto
19
Percutor
Q006
Mat. abrasivo
/ pulidor
Mano
de molino
Hecho UE
Molino
(o frag.)
Tabla 9. Relación de la industria pulimentada
recuperada en Quintaret. Las dimensiones
(LM= longitud máxima, AM = anchura máxima,
EM= espesor máximo) se expresan en mm.
1
1
2
1
1
2
Fig. 17. Hacha pulimentada recuperada en la estructura Q064.
La fractura es anterior a la deposición, y no se reconocen
marcas que indiquen la reutilización de los fragmentos.
1
1
4
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
Fig. 18. Fragmento distal o filo de hacha, reutilizado como
maza (elemento de percusión, enmangado). Se aprecia
el surco para el enmangue en una cara del fragmento. La
flecha indica la zona desgastada por este trabajo.
produce unas marcas que se aprecian a simple vista: zonas de la superficie con un pulido más intenso o,
en ocasiones, estrías. En determinados casos se pueden encontrar marcas de piqueteado en alguna parte
de la pieza, lo que indicaría un uso –simultáneo o sucesivo– en trabajos de fricción y percusión.
Las litologías empleadas en el instrumental de molienda corresponden a materiales de naturaleza
sedimentaria: calcarenitas, microconglomerados, calizas esparíticas y micríticas son las que tienen mayor
presencia. Estos tipos de rocas conforman los relieves del entorno más cercano a Quintaret, por lo que
son de fácil obtención, y son materiales muy versátiles para este utillaje, ya que su acondicionamiento
no resulta excesivamente costoso. El empleo de rocas sedimentarias para este utillaje, que habitualmente
APL XXX, 2014
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
191
Fig. 19. Mapa de localización de emplazamientos de diabasas. 1, situación de Quintaret; 2, Cerro del cuchillo (Almansa);
3, Quesa; 4, Lloc Nou de Fenollet; 5, depresión del Vinalopó.
Tabla 10. Relación del utillaje de molienda, abrasivos y elementos líticos recuperados en Quintaret. Las dimensiones
se expresan en mm, y corresponden al eje mayor, menor y espesor de la pieza.
Hecho UE
Tipo
LM
AM
EM
Q064
32
Frag. distal
hacha
58
69,5 46,6
Q066
30
Esquirla
45,4 39
Q079
125
Hacha
146
7,7
66,5 42,8
Mat. prima
Superficie
Comentario
Diabasa
Pulida
Surco poco profundo en una cara.
Reutilizado como maza
Pulida y
piqueteada
Forma triangular. Talón apuntado
Diabasa
Diabasa
Fig. 20. Los molinos o muelas que se han
recuperado en Quintaret muestran variedad de
formas y dimensiones: 1, pieza recuperada en
Q228; 2, pieza procedente de Q231; 3, molino
recuperado en Q075.
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192
O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
pueden obtenerse en las cercanías del yacimiento, suele ser una constante en los conjuntos líticos estudiados
de yacimientos neolíticos y calcolíticos (Orozco, 2000, 2004, 2011). Únicamente una mano o moleta
del conjunto, que también muestra marcas de percusión en un extremo, se ha elaborado sobre diabasa.
También resulta destacable, en cuanto al soporte, un fragmento de mano de molino recuperado en Q084 y
fabricado sobre granito, material que procede de dominios geológicos alejados de este territorio. Se trata
de una litología utilizada ampliamente en el instrumental de molienda de los conjuntos de la zona central
peninsular (Blasco, Baena y Ríos, 2007-8). El alto grado de alteración de la pieza recuperada en Quintaret
hace necesario un análisis más detallado de su composición, actualmente en curso, que permitirá ahondar
en posibles contactos con otras zonas peninsulares.
Algunos materiales líticos se han clasificado, directamente, como percutores (tabla 10). Bajo esta
denominación se agrupan piezas líticas de morfología diversa que presentan, al menos en un extremo, una
superficie piqueteada o pequeños levantamientos. Para estos útiles son las huellas del trabajo efectuado lo
que permite su catalogación, puesto que –por lo general– no suelen presentar una preparación determinada
del soporte. De forma puntual también se han recuperado materiales líticos que no corresponden a las
categorías citadas, como es el caso de algún canto rodado que no presenta marcas visibles.
Otros instrumentos que aparecen en Quintaret y pueden haber formado parte de procesos de elaboración
variados se definen por las litologías empleadas como soporte, que presentan propiedades erosivas, y se han
agrupado bajo la etiqueta de abrasivos o pulidores, utilizando este último término cuando nos encontramos
ante una pieza completa (tabla 10). Por lo general se han recuperado fragmentos informes, que en ocasiones
pueden mostrar alguna marca de trabajo, como superficies planas, ranuras o surcos, pero es sobre todo
su naturaleza la que permite su clasificación. Las litologías de propiedades abrasivas recuperadas en este
yacimiento corresponden a areniscas, de granulometría variada y coloración diversa. Hay que considerar
que el tamaño y la homogeneidad del grano influye en la calidad del pulido. El trabajo erosivo se realiza con
un movimiento de fricción, y puede realizarse en seco, o también aplicando agua. Algunos de los procesos
en los que pueden participar estos instrumentos consisten en rebajar, pulir, afilar superficies, entre otros. Sin
embargo, no es posible precisar sobre qué materiales se utilizaron.
Conseguir estos soportes no entraña dificultad puesto que las areniscas aparecen en algunas zonas del
valle del Cànyoles, por lo que su obtención pudo realizarse directamente por la comunidad establecida
en Quintaret. Destaca en el conjunto el pulidor recuperado en Q228, de grandes dimensiones (fig. 21)
en cuya superficie activa, que presenta una ligera concavidad (-14 mm), no se aprecian de forma clara
surcos o ranuras. Además de las dimensiones, resulta de enorme interés constatar la naturaleza de esta
pieza, elaborada sobre arenisca ferruginosa, cuyo ámbito litogénico no corresponde al entorno cercano al
yacimiento, lo que contribuye a acentuar su singularidad.
Tal como se ha indicado, el conjunto de útiles pulimentados es exiguo, lo que limita las conclusiones
que puedan extraerse sobre estas piezas. Tanto la pieza fragmentada en dos, como el fragmento distal
reaprovechado son –o han formado parte de– hachas de tamaño notable. La escasez de ejemplares no puede
relacionarse con una falta de soportes líticos ya que, como se indicó con anterioridad, en comarcas cercanas
se localizan diversas fuentes de materia prima, a las que pueden añadirse otros diapiros de diabasas que
aparecen a lo largo del territorio valenciano, especialmente en el área sur. La valoración de este litotipo por
parte de las comunidades prehistóricas queda patente al observar en Quintaret, al igual que en muchos otros
yacimientos, las reutilizaciones de útiles sobre diabasa (Orozco, 2000, 2004, 2011).
En cuanto al utillaje de molienda, habitualmente representado en contextos habitacionales, cabe destacar
la abundancia de elementos y la alta fragmentación del registro estudiado. Si atendemos a la distribución
de piezas o fragmentos en relación a las estructuras excavadas, destaca la acumulación que se localiza
en Q061; en este caso la cantidad es el rasgo que marca diferencias frente a otras estructuras. Asimismo,
destacan por su integridad las piezas procedente de Q228, concretamente de la UE 1161, que corresponden
a un molino y un pulidor de grandes dimensiones; en este caso podemos suponer que estos materiales tienen
alguna relación con las múltiples evidencias de la elaboración de cuentas recuperadas en esta estructura.
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
193
Fig. 21. Pulidor sobre arenisca ferruginosa
procedente del relleno de Q228. Aunque la
superficie activa es aplanada, muestra una ligera
concavidad en relación a los bordes de la pieza.
Y si bien no podemos valorar el papel del molino en relación a los adornos, el pulidor –confeccionado
sobre una arenisca de grano muy fino y homogéneo, coloquialmente conocida como rodeno o piedra de
afilar– sí pudo formar parte del proceso de producción de estos ornamentos, aunque no podamos estimar en
qué fase fue utilizado, como tampoco si se empleó para un pulido o desbaste en seco o con agua. Pese a la
variedad de rocas con propiedades abrasivas que aparecen en los relieves cercanos a Quintaret, este pulidor
corresponde a una arenisca del triásico inferior (Bundsandstein), sedimentos que en tierras valencianas
se localizan en el dominio ibérico, al N del corredor del Cànyoles. Ello indica una selección cuidada del
material lítico y un transporte, que pudo haberse llevado a cabo por este grupo humano. La deposición en la
misma estructura de estos elementos permite establecer una asociación, y suponer que fueron empleados en
alguna de las etapas del trabajo destinado a la fabricación o transformación de cuentas de collar.
7. PRODUCCIÓN Y CONSUMO DE PIEDRA TALLADA
(O. García Puchol)
La presencia de útiles y restos líticos tallados, resultado de las actividades relacionadas con su fabricación y
uso, entre los restos contenidos en las estructuras excavadas, permite plantear hipótesis relativas a los medios
y modos de producción de estas sociedades del IV y III milenio cal AC. Un número moderado de restos
(1.806) procede de las estructuras de Quintaret, en tanto que apenas 2 objetos provienen de las estructuras
de Corcot. Los materiales recuperados en el primer yacimiento manifiestan las características propias de los
conjuntos líticos del final del Neolítico y Calcolítico con la presencia de láminas de cuidada factura y puntas
de flecha de retoque bifacial como elementos comunes (García Puchol, 2005; Juan-Cabanilles, 2008). Su
aparición, amortizando estas estructuras de almacenaje, nos informa sobre las actividades llevadas a cabo
en las inmediaciones de las mismas, tanto a partir del análisis de las características de su composición,
como de su relación con las restantes evidencias que conforman los rellenos.
Conviene subrayar la desigual repartición de objetos líticos entre las diferentes estructuras, tal como
reflejan las tablas 11 a 15. Únicamente 4 estructuras contienen más de 50 objetos tallados y una de ellas
destaca sobremanera con un total de 1.229 restos (Q128). La explicación viene del cribado con agua de
la totalidad del sedimento al coincidir con la concentración de cuentas de collar y restos de su fabricación
(buena parte de estos restos son microlascas y esquirlas –1.017–).
El sílex es la materia prima utilizada, observándose cierta variabilidad en función del tipo de soporte/
útil buscado. Una variedad marrón/beige traslúcida de grano medio y que presenta numeras fisuras resulta
común, generalmente sobre lascas y algún núcleo de talla expeditiva. Al mismo tiempo encontramos
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Tabla 11. Clasificación de los restos de talla documentados en Quintaret.
Q7
UE
Q24
Q55
Q61
Q63
Q64
213
209-10
75
89
97
32
Lasca
3
3
4
Frag. lasca
4
2
7
Frag. lámina
1
Frag. indeterminado
5
Esquirla/microlasca
2
Sílex tabular
1
315
101
3
1
2
1
2
3
1
4
1
9
3
8
6
4
3
30
Q68
1
45
1
13
4
1
3
1
7
5
2
23
TOTAL
328
6
15
Q66
1
1
14
31
9
2
4
Frag. núcleo
Q65
16
17
6
2
14
Tabla 12. Clasificación de los restos de talla documentados en Quintaret.
Q72 Q75 Q78 Q79
Lasca
Q80
Q82
Q85 Q88 Q89
109
28
123
133
127
155
163
165
2
UE
2
2
2
125
20
2
2
1
Frag. lasca
26
1
1
1
Lámina
1
Q138
141
823
2
Frag. núcleo
Q125
79
1
Frag. lámina
Q90
167 712
12
5
1
2
5
4
3
1
1
1
6
1
36
13
10
9
Tableta
Frag. indeterminado
1
46
2
Esquirla/microlasca
2
1
Cúpula térmica
3
2
4
4
2
3
3
1
3
2
2
Sílex tabular
1
1
Nódulo
1
TOTAL
3
100
6
4
6
6
2
15
5
2
69
32
Tabla 13. Clasificación de los restos de talla documentados en Quintaret y Corcot.
Quintaret
Q147 Q193 Q197 Q226 Q228 Q229 Q230
UE
Lasca
84
1401
1411
1130
1132
21
6
2
1243 1298/99
1
61
10
6
C20 C22
2
8
Frag. lámina
137
8
Frag. núcleo
2
Esquirla/microlasca
8
1
87
10
2
1017
1
Cúpula térmica
141
1
2
Frag. indeterminado
APL XXX, 2014
Corcot
1161
2
1
Frag. lasca
TOTAL
Q263
1124
31
5
57
16
1
5
1
18
9
1
2
1
11
1205
1
33
1
1
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195
Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
Q89
Q88
Q84
Q79
Q78
Q75
Q68
Q66
Q65
Q64
Q61
Q55
Q7
Tabla 14. Clasificación del utillaje retocado recuperado en Quintaret.
UE 213 75 89 32 31 30 101 28 123 125 147 163 165
Perforadores/taladros
Perforador
Lascas ret. simple/inv.
1
Lasca ret. marginal
1
Lasca ret. irregular
Lascas borde abatido
Láms. ret. simple/inv.
1
1
1
1
1
Lasca borde abatido
1
Lám. ret. marginal
3
Lám. ret. muy marg./su
1
1
1
Lám. ret. irregular
1
Lám. ret. invasor
2
Muescas y denticulados Lasca con muesca
1
1
1
3
Lámina muesca
1
Lasca denticulada
1
Lámina denticulada
Puntas de flecha
1
Romboidal
1
Pedúnculo y aletas
1
Pedúnculo y aletas inc.
1
Fragmento
1
1
Esbozo
Piezas astilladas
1
1
1
1
1
TOTAL
1
1
10
3
2
1
1
Microburiles
1
4
2
9
2
1
1
2
1
materiales de calidad que responden a distintas variedades principalmente representadas sobre piezas
laminares, con retoque o no. En este caso apenas contamos con restos relacionados con la talla in situ por lo
que debemos suponer que presumiblemente llegan al yacimiento elaborados. El grado de alteración de los
materiales también es variable como resultado bien de actividades antrópicas (alteraciones térmicas debido
al contacto directo con el fuego), o bien de procesos postdeposicionales tales como la aparición de pátinas
blancas que afectan parcialmente al conjunto.
En Quintaret se han clasificado un total de 1.730 restos de talla, la mayoría de los cuales son fragmentos
indeterminados (275) y sobre todo esquirlas (1.120). Entre los productos de talla predominan las lascas y
fragmentos de lascas (112 y 167 respectivamente). Los productos laminares, algunos de ellos de cuidada
factura y tamaño considerable (superan los 150 mm de anchura máxima) son escasos (19). Un conjunto
laminar de pequeño tamaño se concentra en la estructura 228, coincidiendo con una mayor proporción de
restos y la presencia de alguna pieza alargada y estrecha a modo de perforador. Se ha documentado un total
de 19 núcleos, fragmentados, de morfología informe y con restos de extracciones de lascas.
En consonancia, el material retocado recuperado también es escaso (76 objetos) (tablas 14 y 15, fig. 22).
Destacan numéricamente el conjunto de piezas astilladas (21), concentradas principalmente en las estructuras
Q228 y Q229 (15) (fig. 22, 1 a 3). Las características de estas piezas serían indicativas, de un uso –entre otros–
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Tabla 15. Clasificación del utillaje retocado recuperado en Quintaret.
Q125 Q138
UE
Raspadores
823
Q228
Q229
Q229
Q230 Q164
1161
1130
1162
1132
6
141
1
1095
1
Perforadores/taladros
Perforador
Lascas retoque simple
Lasca retoque irregular
Muescas y denticulados
Lasca con muesca
1
2
2
Lasca denticulada
1
Lámina denticulada
Diente hoz
Geométricos
1
1
Fragmento
Puntas de flecha
Trapecio retoque abrupto
1
Romboidal
1
Foliácea
Pedúnculo y aletas incip.
1
1
Esbozo
2
Piezas astilladas
1
11
4
1
Diversos
TOTAL
1
3
3
25
6
1
1
1
a modo de cuña/cincel (de la Peña, 2011). La concentración mencionada, coincidente con las estructuras que
han deparado los restos de un taller de cuentas sobre caliza y lignito, sugiere su relación directa con el proceso
de recorte de estos materiales. La presencia en estas estructuras de pequeñas piezas a modo de perforadores
también podría ser relacionada con el proceso de perforación de estas cuentas (fig. 22, 4 a 6). Mencionaremos
además una punta de flecha romboidal (fig. 22, 15), dos esbozos de punta de flecha (fig. 22, 19) y un trapecio
fragmentado (fig. 22, 18). El contenido lítico evoca así la presencia de objetos ligados a diferentes actividades,
cuyo nexo común sería su relación con las tareas asociadas a una unidad doméstica.
Otros objetos destacados del conjunto recuperado serían las láminas con retoque marginal y con retoque
invasor (fig. 22, 13), bien representadas en la estructura Q61. Un fragmento de lámina con retoque invasor
de esta estructura muestra una tenue pátina brillante (lustre de cereales).
Las muescas y denticulados sobre lasca o láminas suponen 13 objetos. Una mención especial merece
una pieza fragmentada con el retoque característico de los dientes de hoz (no se observa lustre de cereal)
entre los objetos líticos de la estructura Q138. Recuperado en la única estructura que ha deparado materiales
campaniformes de estilo regional, corroboraría su adscripción a esta etapa del Campaniforme final inmediata
a la Edad del Bronce, cuando se convierten en el útil lítico tallado destacado.
Un total de 8 puntas de flecha (más 3 esbozos) se han localizado repartidas en diferentes estructuras.
Encontramos piezas de cuidada factura junto a ejemplos de ejecución irregular (fig. 22, 8 y 15). Uno de los
esbozos ofrece signos evidentes de la práctica del tratamiento térmico, aspecto común en otros yacimientos
de esta cronología en el área. Sobre la morfología cabe apuntar su variabilidad, reflejada en la clasificación
de formas romboidales, foliáceas y de pedúnculo y aletas. En este último caso no se ha clasificado ningún
ejemplar de pedúnculo y aletas desarrolladas propio de momentos campaniformes (Juan-Cabanilles, 2008),
lo que podría deberse a lo reducido de la muestra.
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
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Fig. 22. Utillaje retocado recuperado en Quintaret. 1 a 3, piezas astilladas (Q228); 4 a 6, microperforadores (Q228);
7, frag. lámina retoque invasor (Q68); 8, frag. punta de flecha (Q66); 9, frag. lámina retoque marginal (Q66); 10,
frag. lámina retoque invasor (Q75); 11, frag. lámina con muescas (Q75); 12, frag. lámina retoque invasor (Q61); 13,
perforador (Q61); 14, frag. placa sílex tabular con retoque bifacial (Q230); 15, punta de flecha romboidal (Q65); 16,
microburil (Q66); 17, microburil (Q75); 18, frag. trapecio asimétrico (Q228).
Entre los geométricos contamos con un fragmento de trapecio, asimétrico de base cóncava, y un fragmento
no determinado, ambos en la estructura Q228 (fig. 22, 18). Sin que podamos establecer una relación directa
con estas piezas, al menos con los ejemplos conocidos de otros yacimientos sincrónicos estudiados hasta
la fecha, hemos clasificado dos microburiles (Q066 y Q075), ambos distales y sobre láminas de mediano
tamaño (fig. 22, 16 y 17). La presencia de microburiles en conjuntos del IV y III milenio se corrobora en
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
otros yacimientos valencianos tales como Niuet y Punxó (García Puchol y Molina, 1999). Mencionaremos
finalmente el hallazgo de un fragmento de placa de sílex tabular con retoques bifaciales en la estructura
Q230 (fig. 22, 14), así como dos fragmentos informes sobre este material en la estructura Q024.
Como hemos podido comprobar, el registro de Quintaret ofrece ejemplos concretos de la relación directa
del contenido de los rellenos y las actividades llevadas a cabo en las inmediaciones de las estructuras. El
caso más elocuente viene referido por la concentración de las estructuras Q228 y Q229, cuyos rellenos
incorporan diferentes vestigios relativos a la actividad artesanal vinculada a la fabricación de cuentas de
collar junto con distintas piezas líticas (piezas astilladas, perforadores) que podemos relacionar con su
elaboración. Junto a ellos, otras piezas como la punta de flecha y esbozos recuperados indicarían actividades
relacionadas con su fabricación y/o abandono en un espacio doméstico. En la mayoría de los casos, sin
embargo, el número de restos no permite realizar más apreciaciones. De cualquier modo, y analizados en
su conjunto, los materiales líticos de Quintaret son coincidentes con el equipamiento característico de los
registros de esta cronología en el ámbito regional.
8. VALORACIÓN ESPACIAL, CONTEXTUAL Y FUNCIONAL DE LAS ESTRUCTURAS
DE ALMACENAMIENTO EN EL CONTEXTO DEL IV Y III MILENIO CAL AC
(O. García Puchol y S. Pardo Gordó)
Las estructuras prehistóricas de Quintaret y Corcot conforman un típico contexto prehistórico de hábitats
neolíticos al aire libre caracterizados por la profusión de silos y fosas, aspecto que les ha conferido el
apelativo en la bibliografía de poblados de silos (Gómez Puche et al., 2004; Soler, 2013). Se ubican en las
inmediaciones de cursos de agua, frecuentemente en áreas de interfluvio, ocupando grandes extensiones
donde se observan concentraciones de estructuras excavadas (en algunos casos identificadas como viviendas
–Niuet, Arenal, La Vital–), y con la presencia de fosos segmentados que podrían delimitar el espacio del
poblado. En otros ejemplos, como Les Jovades o los aquí presentados, Quintaret y Corcot, sólo disponemos
de información referida a fosas y silos. Buena parte de los trabajos realizados obedecen a intervenciones de
urgencia que han contemplado generalmente excavaciones parciales siguiendo las directrices de las obras
efectuadas. Su situación en zonas de alto potencial agrícola ha condicionado también un desigual estado de
conservación en función del grado de transformación del terreno y de las prácticas agrícolas allí efectuadas.
Desde los años 1990 se han publicado una serie de registros datados en el IV y III milenio cal AC que
sirven de referencia para contextualizar los datos aquí publicados. Buena parte de los mismos se ubican
en los valles del Serpis, desde su cabecera (Les Jovades –Bernabeu et al., 1993–, Niuet –Bernabeu et al.,
1994–, Benàmer –Torregrosa, Jover y López Seguí, 2011–, Punxó –García Puchol, Barton y Bernabeu,
2008–) hasta su desembocadura (La Vital –Pérez Jordà et al., 2011–), en el vecino valle del río Albaida
(Colata –Gómez Puche et al., 2004–), o en el valle del Vinalopó (La Torreta-El Monastil –Jover Maestre,
2010–). Otros interesantes conjuntos publicados ofrecen registros de ocupaciones neolíticas prolongadas
en el tiempo, desde el Neolítico antiguo y que pueden alcanzar el Neolítico final (cf. Tossal de les Basses,
Alicante –Rosser y Fuentes, 2007– o Costamar, Oropesa, Castellón –Flors, 2009–, y también el yacimiento
mencionado de Benàmer –Torregrosa, Jover y López Seguí, 2011–).
Los datos manejados de todos ellos son parciales aunque permiten, en mayor o menor medida, una
aproximación a las características de estos poblados desde una perspectiva espacial, económica y social.
Sobre sus dimensiones se han realizado cálculos a partir de la distribución de las estructuras conocidas y el
marco cronológico abarcado. Les Jovades ocupa el área mayor hasta la fecha, con un cálculo de dispersión
de las estructuras en torno a las 25 ha que cubrirían un amplio período de tiempo entre el IV y el III milenio
cal AC. Para La Vital este cálculo se sitúa cerca de las 7 ha y una duración de unos 300 años. El tamaño
mínimo calculado mediante el procedimiento Convex Hull o mínima envolvente para Quintaret se situaría
alrededor de 3 ha, referido a una cronología de unos 500 años. En cualquier caso se trata de estimaciones
condicionadas por la extensión del área excavada y que requieren casi siempre más precisión cronológica
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
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debido al bajo número de dataciones disponibles (sólo La Vital presenta un marco radiométrico programado
sobre buena parte de la superficie excavada atendiendo a criterios espaciales y estratigráficos). Los datos y
análisis que presentamos a continuación se han realizado a partir de los datos de Quintaret dado el escaso
número de estructuras prehistóricas en Corcot (4).
8.1. El espacio habitado
Tal como hemos podido comprobar en la presentación del yacimiento, el estado de conservación de las
estructuras de Quintaret no es óptimo, aspecto que dificulta cualquier tentativa relativa a su interpretación
en el espacio. La altura media conservada de fosas y silos se sitúa en 46 cm, con un máximo de 170 cm
y un mínimo de 11 cm. La conservación diferencial de las profundidades de silos/fosas en una misma
área reflejaría la existencia de estructuras de tamaño variable y cuya función como silos no puede ser
siempre corroborada. Con la excepción de dos estructuras de morfología desigual cortadas por un camino
(Q193 y Q197), el resto obedece a fosas circulares con distintos perfiles (troncocónico, globular, cóncavo)
que hemos considerado silos cuando disponemos de un criterio claro para su asignación (paredes rectas o
que cierran), y la comparación de la profundidad conservada respecto a las estructuras inmediatas. Ante
la ausencia de evidencias claras referidas a restos de viviendas, hemos tratado de retener otras variables
materiales y de localización con el fin de determinar si las estructuras conservadas tendrían una relación
directa con la presencia en las inmediaciones de espacios de habitación.
Con este objetivo hemos realizado un análisis de conglomerados (cluster analysis en terminología anglosajona)
centrado en identificar cuáles son las agrupaciones de silos óptimas a partir de su localización geográfica, y si
la distribución de éstas pueden ser correlacionadas con la presencia de material arqueológico asociado a las
actividades domésticas tales como los molinos/manos y los fragmentos de barro cocido, algunos de ellos con
improntas, que podrían relacionarse directamente con las áreas de hábitat. Entre los diferentes procedimientos
existentes para la realización del análisis de conglomerados nos hemos decantado por un método de agrupamiento
no jerárquico o de partición, el método K-means, utilizando el software R (R Core Team, 2013).
La utilización del análisis K-means requiere realizar dos pasos fundamentales:
a) Dividir el conjunto de datos analizado en n grupos y calcular el centro de gravedad de cada agrupación
resultante. En nuestro caso hemos dividido las estructuras negativas en 2 grupos y hemos repetido el proceso
incrementando el tamaño en 1 hasta llegar a un total de 30 grupos.
b) En segundo lugar se reasigna cada silo al grupo más cercano (cuya distancia al centroide sea menor). En
nuestro caso hemos realizado 100 iteraciones de este procedimiento por cada uno de los 30 casos programados.
Una vez realizado el test K-means, hemos representado los resultados en un gráfico donde observamos
un fuerte descenso en el valor de la suma de los cuadrados en torno a los 4 grupos y una estabilización de
la curva alrededor de los 14 grupos (fig. 23, a).
No obstante, como se remarca en la bibliografía estadística, la selección de un número alto de clusters
puede llegar a representar datos incomprensibles (o complejos en su interpretación), mientras que la
elección de un número reducido de conglomerados suele conllevar la generación de grupos heterogéneos
y artificiales. Con todo ello nos hemos decantado por la utilización de un valor intermedio, 8 grupos, para
tratar de mitigar los problemas remarcados.
La agrupación final de los silos una vez realizado el K-means es la siguiente (fig. 23, b): el grupo 1 está
formado por las estructuras Q054, Q055, Q162, Q164 y Q157. Las estructuras Q075, Q066, Q065, Q064,
Q063, Q067, Q071, Q070, Q069, Q068 y Q061 forman el grupo 2. Por otro lado el grupo 3 está formado
por las estructuras Q082, Q083, Q079, Q078, Q080, Q081, Q084, Q085, Q086 y Q0125. La solitaria
estructura Q175 forma el grupo 4. Mientras que las estructuras Q065 y Q0190 forman el grupo 5, aunque
las estructuras documentadas en el corte del camino (Q193 y Q197) no se han contemplado en el análisis
K-means, éstas podrían formar parte de este cluster. El grupo 6 lo conforman las estructuras Q138, Q030,
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
A
Relación Clusters − Suma cuadrados
20
Suma de los cuadrados
15
10
5
0
2
4
6
8
10
B
12
14
16
18
Número de Clusters
20
22
24
26
28
30
Relación gr
4313850
GRUPO 8
4313800
Coordenadas Y
GRUPO 7
GRUPO 6
4313750
GRUPO 3
GRUPO 2
4313700
GRUPO 5
GRUPO 1
GRUPO 4
4313650
705600
705800
Coordenadas X
706000
Fig. 23. Resultados del test K-means.
Q088, Q089, Q090, Q091 y Q092. El séptimo grupo está formado por los silos Q223, Q261, Q263, Q024,
Q007, Q006 y Q283. Finalmente el grupo 8 se sitúa en la parte noreste de la excavación y lo forman las
estructuras Q242, Q231, Q230, Q229, Q228 y Q226.
Si nos atenemos al patrón de distribución espacial de La Vital, estas estructuras se asociarían con
unidades de habitación/espacios domésticos de actividad. En nuestro caso únicamente las estructuras
Q193 y Q197 responderían a un criterio distinto de la observación general de fosas y silos (fosas de
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
201
dimensiones mayores), si bien la escasez de materiales recuperados y sus características impiden efectuar
más apreciaciones. Como ya hemos anotado, la presencia de barro cocido y de piezas de molienda en los
silos/fosas podría considerarse un buen indicador de la presencia cercana de estos espacios domésticos.
A este respecto, la mayoría de los grupos determinados confirman la presencia de indicios de actividad
doméstica y constructiva formando parte del relleno de algunas de las estructuras. Algunos de los casos
más elocuentes vendrían conformados por el grupo 2 (la estructura Q61 concentra 15 útiles de molienda y
55 restos de barro cocido con improntas), el grupo 3 con diversas piezas de molino repartidas entre varias
de sus estructuras, el grupo 7 (con molinos y fragmentos de barro cocido en varias de los contenedores
excavados) y el grupo 8 (área donde se detecta una concentración de barro cocido, útiles de molienda,
pulidores, asociado todo ello a restos de fabricación de cuentas de collar de caliza y lignito –Q228–).
8.2. Producción y consumo
La presencia de contenedores de grano u otros productos perecederos de capacidad variable referidos al
hábitat del IV y III milenio cal AC en el territorio valenciano ha sido caracterizada en diversos trabajos
(Pascual Benito, 2003; Gómez Puche et al., 2004; Pérez Jordà, Bernabeu y Gómez Puche, 2011). Apenas
contamos con evidencias directas en el registro de Quintaret sobre el contenido de los mismos, básicamente
cereales si atendemos a los patrones reconocidos de forma generalizada. A partir del cálculo de la capacidad
de estos contenedores se han realizado análisis comparativos que arrojan alguna luz sobre la estructura
social de estas sociedades del IV y III milenio cal AC. Dos trabajos reflejan los cálculos realizados en
diferentes yacimientos (Missena, Jovades, Colata, Vital y Arenal), si bien es cierto que no todos ellos
disponen de un marco radiométrico preciso que permita discernir si la variabilidad acordada puede tener
una lectura diacrónica alternativa (Bernabeu et al., 2006; Pérez Jordà, Bernabeu y Gómez Puche, 2011).
Los resultados de esta contrastación otorgan una mayor capacidad de almacenaje a yacimientos como Les
Jovades (desde mediados del IV y presumiblemente hasta mediados del III milenio cal AC) y La Vital
(segundo tercio del III milenio cal AC). En cualquier caso, lo que resulta más revelador es la existencia
en estos dos yacimientos de grandes estructuras de almacenaje que superan los 10.000 litros (Pérez Jordà,
Bernabeu y Gómez Puche, 2011). El test K-means practicado en La Vital refiere la existencia de al menos
10 agrupaciones de estructuras en el área excavada que comprenderían fosas y silos relacionados en buena
parte de los casos con estructuras de habitación identificados como fondos de cabaña (Gómez Puche, Carrión
Marco y Pérez Jordà, 2011). Los cálculos ofrecen una capacidad de almacenaje variable entre los distintos
grupos, dos de los cuales superan los 20.000 litros mientras que los restantes ofrecen unas cifras a distancia
y también variables (predominan en todos los casos los silos hasta los 1.500 litros). Estos datos han sido
interpretados como el reflejo de la existencia de una acumulación desigual de excedentes entre las distintas
unidades familiares (Pérez Jordà, Bernabeu y Gómez Puche, 2011). En La Vital es posible además acotar
la cronología a la duración calculada del poblado (unos 300 años) durante el Calcolítico precampaniforme
y Campaniforme con evidencias claras de metalurgia. Esta acumulación desigual tendría su reflejo en las
tumbas individuales en silos con ajuares distintivos documentadas en el interior del poblado.
Analizar la capacidad de almacenaje de las estructuras de Quintaret en los términos expuestos no nos
ha parecido aconsejable. El grado de desmantelamiento del nivel de ocupación del yacimiento, si tenemos
en cuenta además la escasa profundidad generalizada de las estructuras documentadas (p. ej., media de 46
cm frente a los 92 cm de La Vital), desaconsejaba el cálculo de la capacidad en litros de las estructuras que
podíamos considerar claramente como silos de almacenamiento. Por ello, y con el fin de poder realizar
estimaciones en este sentido, hemos procedido a evaluar la comparación del diámetro máximo de las
estructuras clasificadas como tales en aquellos yacimientos con información detallada publicada (Jovades,
Arenal, Colata y Vital). De este modo hemos representado gráficamente la distribución de esta medida entre
los distintos yacimientos (fig. 24).
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Arenal
350
300
250
200
150
100
50
10
Jovades
0
10
Quintaret
20
30
diámetros silos
350
300
250
200
150
100
50
5
Colata
350
300
250
200
150
100
50
0
0
10
10
20
Vital
20
30
40
30
50
0
10
20
30
40
número de silos
Fig. 24. Relación del diámetro máximo de las estructuras de los yacimientos de Vital, Colata, Quintaret, Jovades y Arenal.
Los gráficos resultado ofrecen una imagen similar a la mostrada en relación con la capacidad de
estos conjuntos, es decir, dos yacimientos sobresalen con la presencia de unas pocas estructuras que
superan los 300 cm de diámetro máximo (Jovades y Vital), mientras que Quintaret se aproxima a los
datos proporcionados por Colata, donde unas pocas estructuras superan los 250 cm. En el caso de Colata
estas estructuras se sitúan sobre los 4.500 litros de capacidad, similar a la estructura Q061 de Quintaret
(estructura bien conservada que alcanza unas medidas de diámetro de boca de 150 cm, diámetro máximo
230 cm y una profundidad de 170 cm), frente a las capacidades en torno a los 12.000 litros calculadas en
Jovades y Vital para aquellos contenedores de mayor tamaño.
Si los datos presentados fuesen representativos del conjunto de la población podríamos señalar
determinados aspectos relevantes. En primer lugar, La Vital permite plantear que la mayor capacidad de
acumulación de determinadas unidades coincide en este yacimiento con el Calcolítico, en la primera mitad
del III milenio cal AC. Una de las estructuras de gran tamaño de Les Jovades (estructura 129) ofrece dos
dataciones sobre agregados de carbón que podrían retrotraer esta capacidad diferencial de acumulación
a mediados del IV milenio cal AC (en cualquier caso este dato requiere mayor precisión cronológica).
Quintaret y Colata muestran por su parte una imagen también variable del tamaño de las estructuras
conservadas, de modo que aquellas de mayores dimensiones tendrían capacidades en torno a los 5.000
litros. Sin embargo, y aun cuando las escasas dataciones efectuadas no permiten más precisión, ambos
iniciarían su existencia en los siglos finales del IV milenio cal AC, y en el caso de Quintaret se prolongaría
hasta mediados del siguiente milenio (Campaniforme). Arenal corresponde a un registro del campaniforme
regional (aspecto coincidente con la fase reciente de Quintaret) con estructuras de almacenaje que no
muestran signos distintivos de acumulaciones diferenciales. Tampoco los enterramientos individuales
excavados se distinguen por la presencia de ajuares especiales como sí pudimos ver en La Vital.
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
203
La imagen que cabría dibujar con los datos actuales traduce, de un lado, variabilidad en el seno de
los yacimientos, pero también entre yacimientos. Con la cautela debida a la parcialidad generalizada de
los datos manejados cabe plantearse si somos capaces de encontrar estas mismas pautas de producción y
consumo desigual en otros aspectos que reflejan el comportamiento social y la organización de estos grupos
tales como el papel de las artesanías especializadas en la división social del trabajo, las implicaciones de la
aparición de la metalurgia y su extensión, y el análisis del comportamiento funerario.
9. QUINTARET EN EL CONTEXTO COMARCAL Y REGIONAL
DESDE EL NEOLÍTICO FINAL AL HORIZONTE CAMPANIFORME
(L. Molina Balaguer)
Los datos aportados por los trabajos llevados a cabo en los yacimientos de Quintaret y Corcot complementan
aquellos disponibles respecto a la parte alta del valle del Cànyoles. Fruto tanto de recogidas superficiales
(p. ej. Molina y McClure, 2004) como de excavaciones de urgencia (García Borja et al., 2009), se han
reconocido diversos enclaves al aire libre en los términos de Moixent y la Font de la Figuera (Mas del
Fondo, La Calera, Casa Fossino, Casa Garrido Nord II) que remiten a la existencia de un poblamiento
en llano a lo largo de un genérico Neolítico final/Calcolítico (IV-III milenio cal AC). Con estas nuevas
informaciones podemos incorporar a la misma dinámica la parte más baja del valle –correspondiente a
los términos de Montesa y l’Alcúdia de Crespins–, aquella que se abre a la llamada Costera de Ranes.
Así, la imagen que podemos hacernos del paisaje del valle del Cànyoles a partir del IV milenio cal AC
correspondería a un entorno plenamente antropizado, con una importante presencia de asentamientos más o
menos estables ocupando las zonas llanas, tanto del río como de la cuenca del Pla de les Alcusses.
Esta ocupación, como se ha puesto de manifiesto en múltiples ocasiones (Pla, 1972; Aparicio, San
Valero y Martínez Perona, 1979, 1983, 1984; Molina y McClure, 2004; García Borja y Molina, 2006),
podemos retrotraerla a los primeros momentos del Neolítico. Cova del Barranc Fondo (Xàtiva) y Cova
Santa de la Font de la Figuera (como enclaves más significativos y mejor conocidos) aportan materiales
correspondientes al Neolítico cardial, dentro del VI mileno cal AC. A esta presencia humana pueden
asociarse algunas de las manifestaciones de arte rupestre esquemáticas que se conocen en la zona y,
especialmente, aquellas que evocan el arte macroesquemático documentadas en el área del Bosquet,
en Moixent (Hernández y CEC, 1984; Hernández y Martí, 2000-2001). La situación estratégica de la
comarca la convierte en nudo natural de comunicaciones de primera magnitud entre la llanura costera
valenciana, el altiplano de la meseta manchega y el cordón montañoso de las sierras béticas que se
desarrollan a lo largo del límite de las provincias de Murcia y Albacete. La evidencia de materiales
correspondientes a este primer Neolítico jalonando todo el arco que va desde las comarcas centrales
valencianas hasta el área granadina –Cueva de los Secos, Yecla (Soler, 1988), Cueva del Niño, Ayna
(Martí, 1988), Abrigo del Pozo, Calasparra (Martínez Sánchez, 1994), Abrigo Grande II del Barranco de
los Grajos, Cieza (Walker y Cuenca, 1977), etc.–, ponen en evidencia el funcionamiento de esta vía de
comunicación ya en estos momentos (García Atiénzar, 2011).
Pese a ello, los datos actualmente disponibles sólo nos permiten confirmar la existencia de un poblamiento
estable en el valle del Cànyoles a partir del IV milenio cal AC. El registro comarcal correspondiente al V
milenio, hasta la fecha se limita a los datos aportados por Cova del Barranc Fondo de Xàtiva, donde se cita
la presencia de especies cerámicas peinadas y esgrafiadas (Martí et al., 1980: 151 y 154).
De la misma manera que ocurre en amplias zonas de la península, en las comarcas valencianas se aprecia,
a lo largo del IV milenio cal AC un fuerte impulso en las evidencias de un poblamiento estable ligado a
asentamientos al aire libre que ocupan zonas llanas y que pueden llegar a tener notables extensiones (fig. 25).
Aunque la existencia de poblados al aire libre puede retrotraerse a los mismos momentos iniciales del Neolítico,
los asentamientos que documentamos a partir del Neolítico final responden a un modelo característico que
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
Fig. 25. Localización de Quintaret y Corcot con relación a los principales yacimientos citados en el texto.
ha quedado ligado al concepto de “poblados de silos” (Gómez Puche et al., 2004) por la abundante cantidad
de estructuras de este tipo que se documentan. Tradicionalmente, en las comarcas centro-meridionales
valencianas, este tipo de sentamientos, definidos por la existencia constante de estructuras negativas –silos,
cubetas y, en menor medida, fosos y “fondos de cabaña”–, representaba el modelo básico de ocupación de
los grupos humanos desde mediados del IV milenio cal AC. Sin embargo, en la actualidad sabemos que este
modelo podría tener su punto de arranque en el milenio anterior, a tenor de los datos aportados por yacimientos
como Benàmer y Alt del Punxó, en Muro d’Alcoi (Torregrosa, Jover y López Seguí, 2011; García Puchol,
Barton y Bernabeu, 2008) o Tossal de les Basses, Alacant (Rosser y Fuentes, 2007).
En el caso de la comarca de La Costera, la información arqueológica actual no permite conocer los
tiempos de este proceso de ocupación del valle. Corcot y Quintaret son los únicos yacimientos de hábitat
datados en la comarca hasta la fecha. De igual manera, la mayoría de los emplazamientos al aire libre
documentados son fruto de recogidas superficiales sin identificación de estructuras asociadas. La excavación
de dos silos en Casa Garrido Nord II, Moixent (García Borja et al., 2009), sin embargo, reflejaría que el
patrón de asentamiento definido por los dos yacimientos aquí estudiados se repite en la parte alta del valle.
Con las limitaciones expresadas, podemos suponer que, desde algún momento del IV milenio cal AC (muy
posiblemente hacia sus finales), las ocupaciones agrícolas van extendiéndose por las zonas llanas de la
comarca, tanto en el valle del Cànyoles como en el Pla de les Alcusses (fig. 25).
Como ocurriera durante el Neolítico antiguo, estas ocupaciones tienen su continuación geográfica al
otro lado del puerto de Almansa, a lo largo de las estribaciones de la meseta manchega hasta enlazar con la
zona andaluza (Fernández, Simón y Mas, 2002; García Atiénzar y De Miguel, 2009; García Atiénzar, 2010,
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
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2011). Ocupaciones que nos permiten igualmente enlazar tanto con el importante núcleo de asentamientos
que se desarrolla hacia el S, en la cubeta de Villena –Macolla, Casa de Lara, Arenal de la Virgen, etc. (Soler,
1981)– como con los que se extienden hacia el N, en la zona de la Canal de Navarrés, donde destaca la Ereta
del Pedregal (entre otros: Fletcher, Pla y Llobregat, 1964; Juan-Cabanilles, 1994 y 2008).
Volviendo al ámbito comarcal, la consolidación del poblamiento en las zonas llanas se complementa
con un desarrollo del uso de múltiples cavidades que circundan el valle como espacios funerarios. De esta
manera, la dinámica poblacional documentada en la comarca, tal y como se sugería en un reciente trabajo
(García Borja y Pascual, 2010: 307) puede equipararse a aquella descrita en las comarcas vecinas de La
Safor, Vall d’Albaida y Alcoià/Comtat (Barton et al., 2004; Bernabeu et al., 2006; Pérez Jordà et al., 2011).
Es difícil abstraerse de relacionar este proceso de consolidación de un poblamiento estable en toda la
comarca con el cada vez más amplio repertorio de abrigos con arte rupestre (levantino y esquemático) que
se conocen en la zona (Guillem y Martínez Valle, 2012). De esta manera, se establecería una relación entre
la dinámica poblacional descrita y una conciencia de apropiación del paisaje, plasmada a través de este tipo
de manifestaciones, tal y como apuntan estos autores (ibíd.: 42). En este sentido, la asociación de estilos
diferentes y la concentración de manifestaciones en determinados entornos podría también interpretarse
desde una óptica del interés de estas comunidades por perpetuar esa apropiación integrando manifestaciones
más antiguas, como sería el caso del conjunto de la zona del Bosquet (McClure, Molina y Bernabeu, 2008).
El modelo descrito se prolonga durante la fase campaniforme, como atestiguan los datos de Quintaret.
Aunque no especialmente abundantes, las evidencias campaniformes son consistentes con una continuidad
del proceso de asentamiento a nivel comarcal (Cova del Barranc Fondo, Cova Santa de la Font de la
Figuera, Cova Santa de Vallada). La noticia de cerámicas de esta especie en la loma del castillo de Moixent
(Martínez García y Cháfer, 1998) podría sugerir que ya en estos momentos de la segunda mitad del III
milenio cal AC empieza a producirse una transformación del patrón de poblamiento con un traslado de
las ocupaciones hacia puntos elevados. Esta dinámica es el preámbulo a la densa red de asentamientos
en altura que se documenta durante la Edad del Bronce (García Borja, 2004b; García Borja y Pascual,
2010). La reciente datación obtenida en la Mola d’Agres (Aguilera et al., 2012), junto a la identificación de
cerámicas campaniformes en este yacimiento, parecen corroborar este momento de dualidad en las formas
de ocupación, en consonancia con un posible cambio en las estructuras sociopolíticas de estas comunidades
(López Padilla, 2006; Bernabeu y Molina, 2011).
10. VALORACIÓN
Los resultados obtenidos en la excavación de urgencia de Quintaret y Corcot nos adentran en las formas
de vida de las comunidades humanas del Neolítico final/Calcolítico que residían en el valle del Cànyoles
a finales del IV y a lo largo del III milenio cal AC. Aunque determinadas carencias del registro –léase la
falta de restos faunísticos o la escasa muestra carpológica– y las propias características de los trabajos
–obligados a circunscribirse al área de afectación de las obras del trazado del AVE– cercenan nuestra
capacidad interpretativa, la visión global del conjunto remite a la existencia de una comunidad humana
con una clara vocación agrícola –evidente a través de la importancia de las estructuras de almacenaje
subterráneas y la notable presencia de molinos de mano–, que desarrolla además toda una serie de
artesanías, destinadas tanto a las necesidades subsistenciales del grupo –producción cerámica, talla
lítica–, como a las necesidades sociales –producción de cuentas de collar–. Además, el registro es reflejo
de la existencia de redes de contactos (plasmados en la procedencia más o menos lejana de determinadas
litologías identificadas) que permiten imbricar esta comunidad dentro de los circuitos de relaciones e
intercambios a nivel comarcal y supracomarcal. Las características presentadas son coincidentes con los
rasgos reconocidos en las comarcas vecinas y que definen el mundo del Neolítico final y el Calcolítico
de las comarcas centrales valencianas.
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O. García Puchol, L. Molina, F. Cotino, J. L. Pascual, T. Orozco, S. Pardo, Y. Carrión, G. Pérez Jordà, M. Clausí y L. Gimeno
No disponemos de información directa sobre las estructuras de hábitat que, con toda seguridad, se
distribuían en la misma área donde hemos encontrado las estructuras negativas presentadas. Los recientes
datos aportados por La Vital (Pérez Jordà et al., 2011) ponen en evidencia esa asociación entre espacios
de almacén y zonas de habitación, dentro de un modelo definido por la baja densidad de éstas últimas en
el espacio. La presencia en diversas estructuras de restos de barro cocido, en muchos casos con una de
sus superficies claramente aplanada, podría relacionarse con estructuras de hábitat construidas mediante
el recurso a materiales relativamente efímeros –madera, barro, paja–, en la línea de los datos que aportan
yacimientos como La Vital, Niuet y otros.
En este sentido, tanto en Quintaret como en Corcot, el conjunto del registro recuperado debe interpretarse
mayoritariamente como los restos de actividades cotidianas, basura que colmata las estructuras de almacén
una vez han quedado amortizadas.
El rango cronológico disponible para ambos yacimientos refleja un período aproximado de 500 años,
centrado en la primera mitad del III milenio cal AC. Dado el registro disponible, la valoración de la intensidad
de las ocupaciones no resulta fácil. Con todo, parece probable, dadas las características que suponemos a
las formas de ocupación del espacio, que existiera una cierta dinámica de desplazamiento de los grupos
domésticos. Así no sería descabellado, dada su proximidad, que ambos yacimientos se vincularan al mismo
grupo humano. Motivos de higiene, amortización de las estructuras de hábitat, puesta en explotación de
nuevas parcelas, explicarían una dinámica de movimiento de los asentamientos, limitado dentro de un
entorno donde se mantendría el grueso de las actividades de subsistencia.
Los recientes datos publicados en La Vital indican la existencia de actividades metalúrgicas en
momentos precampaniformes (a partir del primer cuarto del III milenio cal AC). En Quintaret, la presencia
de vestigios metalúrgicos no puede confirmarse por el momento. Ciertos indicios como la documentación
de unos pocas “bolitas” en la estructura Q061 deben esperar al resultado de los análisis pertinentes para
corroborar que no se trata de inclusiones relacionadas con la presencia de estructuras históricas en sus
inmediaciones. En cualquier caso, la documentación de la actividad no resultaría extraña, si nos atenemos
a los datos de La Vital (Pérez Jordà et al., 2011). Un aspecto discordante en cambio sería la ausencia en el
área excavada de enterramientos individuales de carácter distintivo en el seno de la comunidad, un hecho
que sí documentamos en La Vital ya desde momentos precampaniformes.
Hasta donde hemos podido constatar, Q138 marca el final de las ocupaciones prehistóricas en el
entorno estudiado. Tal y como hemos referido anteriormente, parece cada vez más claro que, desde la
óptica del poblamiento, asistimos a un momento de dualidad en las formas de ocupación del territorio.
Junto a una perduración del modelo de asentamientos más o menos abiertos, extensivos, situados en zonas
llanas, cada vez más reconocemos la existencia de enclaves en altura que prefiguran el modelo propio de
la Edad del Bronce, en la línea de lo que se constata en las comarcas más meridionales (López Padilla,
2006). Los datos de Ereta del Pedregal nos permiten también advertir, para este entorno geográfico,
el inicio del uso de la piedra como elemento constructivo en una cronología coincidente en parte con
Quintaret (Juan-Cabanilles, 2008).
Tabla 16. Dataciones campaniformes sobre muestras singulares de vida corta en el territorio valenciano.
Quintaret
Beta-348075
Vicia sativa
4010±30
2569-2486
2617-2468 Inédita
La Vital
Beta-229791
Hueso humano
3920±50
2475-2310
2569-2214
*
La Vital
Beta-222443
Hueso humano
3830±40
2388-2202
2458-2148
*
Mola d'Agres
Beta-286988
Triticum aestivum-durum
3790±40
2286-2146
2401-2046
**
Arenal de la Costa
Beta-228894
Hordeum vulgare var. nudum
3700±40
2141-2030
2202-1972
*
* Pérez Jordà et al., 2011 ** Aguilera et al., 2012
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Neolítico final y Horizonte Campaniforme en los yacimientos de Quintaret y Corcot
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La fecha que aporta la estructura Q138 debe ser leída desde la óptica de un proceso de aceptación y
desarrollo de las tradiciones campaniformes muy veloz. Si bien el elenco de dataciones disponibles en
el ámbito valenciano sobre muestras de vida corta es ciertamente exiguo (tabla 16), los datos sugieren
que el margen de desarrollo del fenómeno se ajusta a aquello que documentamos en el conjunto de la
península, donde el grueso de las dataciones (sobre vida corta) remite a mediados del III milenio cal AC
el punto de arranque de las evidencias campaniformes en el registro arqueológico. Pese a que todos los
materiales recuperados pertenecen a recipientes incisos, la fecha de Q138 se muestra más elevada que
aquéllas ofrecidas por La Vital para contextos cerrados con presencia exclusiva de especies marítimas. Se
repite así la situación que evidenciamos en otras regiones, como la meseta, en lo referente a la convivencia
de los diferentes estilos campaniformes –véase el enterramiento múltiple del fondo 139 del Camino de las
Yeseras (Liesau et al., 2008), por poner sólo un ejemplo–. Este hecho no hace más que confirmar el grado
de incerteza que aún planea sobre el registro Calcolítico en el ámbito del País Valenciano.
AGRADECIMIENTOS
Las investigaciones presentadas se han llevado a cabo en el marco del proyecto “MESO COCINA: los últimos cazarecolectores y el paradigma de la neolitización en el Mediterráneo occidental (HAR2012-33111)”, Ministerio de
Economía y Competividad, Gobierno de España.
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