
Sobre el Eneolítico y la Edad del Bronce en el término del municipio de Artana (la Plana Baixa, Castellón) a través de una “deessa” esculturada y dos cavidades: La Masadeta y Els Castellets
Norbert Mesado Oliver
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ARCHIVO Da PREiflSTORIA LEVANTfNA
Vol. XXJV (Valencia, 2001)
NORBERTO M ESADO ÜLIVER
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SOBRE EL ENEOLÍTICO Y LA EDAD DEL BRONCE EN TÉRMINO DEL
MUNICIPIO DE ARTANA (LA PLANA BAIXA, CASTELLÓN) A TRAVÉS DE
UNA "DEESSA" ESCULTURADA Y DOS CAVIDADES:
LA MASADETA Y ELS CASTELLETS
l. INTRODUCCIÓN
E l estudio del Eneolítico en la comarca de la Plana Baixa queda reducido, en la bibliografia
arqueológica, al singular yacimiento de Villa Filomena (Vila-real) (1) y a la sima del Racó de la
Tirana (Artana) (2). El hallazgo casual de la primera estación, acaecido al roturar en 1922 unos
terrenos junto al Millars, en término de Vila-real, propiciaría trabajos de salvamento que, como
recoge el Dr. D. Francisco Esteve Gálvez, se llevaron con excesiva premura y una falta absoluta de método científico, terminando por extraviarse, con el tiempo, el material encontrado, salvo
el recuperado después por el propio Esteve Gálvez. Tuvo mayor suerte la cavidad del Racó de la
Tirana, puesto que su excavación, realizada en 1925, se llevó con método por nuestro amigo D.
Juan Tomas Marti ante la presencia del propio Esteve Gálvez.
Poco más sabremos, hasta que a fmes de la década de los cincuenta recogíamos en las laderas del cerro del CasteU de La Vilavella y en un campo contiguo (El Racó de Focs) algunas puntas llticas de flecha con aletas y dos fragmentos de vaso campaniforme (3); y en 1975, previo los
permisos oficiales pertinentes, excavábamos, conjuntamente con J.L. Viciano, la menuda cavidad de Els Castellets, con enterramientos múltiples pertenecientes al Bronce de Transición,
igualmente en término del municipio de Artana
• Muscu Arqueologic Comarcal de la Plana Baixa - Burriana.
(1) Feo. Esteve Gálvez: "Cerámica de cuerdas en la Plana de Castellón". Tirada a parte de la Crónica del IV Congreso
Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas (Madrid, 1954), pág.544. Zaragoza, 1956.
(2) Feo. Esteve Gálve-.t: "La cueva sepulcral del Racó de la Tirana (Artana, Cnstcllón)". Pyrenae, 3, págs. 33 a 43. Instituto de
Arqueología y Prehistoria. Universidad de Barcelona, 1967.
(3) J. Vicent Cavaller: "Arqueología". Articulo inserto eo la obra "La Vilavella", por C. Domingo Pércz ct nlii. Lám. U.
Valencia, 1977.
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Fig. 1.- " Deessa" de la Vall d ' Artana. Vistn posterior con anterioridad a su restauración.
Fig. 2.- La " Deessa" de la Vall d ' Arta na tras su restauración. Vista frontal.
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También a don Juan Tomás i Martí se debe el hallazgo y conservación en su domicilio de
Artana, hasta su fallecimiento en 1978, de una singular escultura de tipo ancoriforme (fig. 1
),
encontrada hacia 1922 en la partida de "Les MaUades", la cual delimita con L Rapida en las cera
canías de la cavidad de La Masadeta, pieza ya estudiada en 1932 por el propio Esteve, aunque
inédita, hasta que con su restauración en 1997 por la Dirección General de Patrimonio Artístico
de la Generalitat Valenciana (fig. 2), fue presentada en los actos del "XXX Aniversari del Museu
Arqueologic Comarcal de la Plana Baixa - Burriana" (4).
Por tal conjunción de novedades, damos a conocer seguidamente la pieza esculturada y las
dos cavidades - "La Masadeta" y "Els Castellets"- , ampliando el conocimiento que basta ahora
teníamos del horizonte Eneolítico y del Bronce en este sector de Sierra Espadán tan cercano al
Mediterráneo.
ll. LA "DEESSA" DE LA VALLD'ARTANA
Entre las importantes piezas arqueológicas que D. Juan Tomas i Martf poseía, destacaba, por
su enorme curiosidad, una escultura de piedra calcárea común en Las riberas de la Rambla, el
cauce que centra el paisaje de este valle interno perteneciente al municipio de Artana. Pero aunque sepamos con certeza que la estatua es de este término, hay discrepancia en cuanto a su punto
de origen (5).
Se trata de una figura antropomorfa, esquemática, esculpida en piedra toba. Sobre una base
prismática se alza un cuerpo del que nacen dos pares de brazos simétricos que curvan en media
luna hacia lo alto, enmarcando una masa discoidal que se defme como la cabeza de esta singular pieza. Sus caras son lisas, aunque acusan la rusticidad de este tipo de piedra porosa, no apreciándose sef!ales del instrumental de su artífice. Su eje vertical alcanza una altura de 52 cm., siendo su ancho de unos 14 cm. (fig. 3). Es, por ello, la escultura mueble Eneolitica más grande que
conocemos en la Peninsula, puesto que las piezas ancoriformes, sobre hueso, que más paralelos
acusan, son el idolillo de los Blanquizares de Lébor (Totana), con unos 53 mm. de altura, y el de
la Cova de la Barcella (Torremanzaoas), con 38 mm. (6). Estas dos figuri llas serian para Almagro
de origen troyano-cicládico, perteneciendo al "Tipo IJ" de su clasificación, que denomina "cruciformes", aunque dentro del subgrupo de los "ramiformes", siendo en su opinión. estas últimas
piezas, "de la fase más tardia del tipo" (7).
(4) N. Mesado y M. Roca: "L'Idol Eneotiúc d'Artana (La Plana Baixa). Tractament de conscrvació i rcstauració aplica!".
Conscrvació i Restauració del Patrimoni Históric Valencia. Coordinació, J. Ll. Gil i Cabrera. Direcció Territorial. Castelló, 1997.
Dicho trabajo seria reproducido de nuevo, con el título " La Deessa EneoiJtiea de la VaU d' Artana", por la Socictat d' Amics de la
Serra Espadé, en su bolet!o "Camp de 1' Espadar", 2. Agost de 1998, con el aditamento del dibujo frontal de la escultura realizado
por Estcve Gálvez en 1925.
(S) Su fotografia ha sido divulgada por la propia Consclleria de Cultura conjuntamente con otras postales que muestran los
bienes culturales que la Generalitat Valenciana ha ido restaurando.
(6) M. Borrego, F. Sala y J. Trelis: "La «Cova de la Barcella» (ToJTeiJlllliZ8Ilas, Alicante)". Catálogo de Fondos del Museo
Arqueológico (lV), pág. 145, l. Diputación Provincial. Alicante, 1992.
(7) M. Almagro: "Elldolo de Cbillarón y la tipología de los ídolos del Bronce 1 Hispano". Trabajos de Prehistoria, XXll, pág.
23. Madrid, 1966.
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Fig. 3.- Pla no frontal y sección vertical de la " Dccssa" de Artana.
Según relato del propio don Juan Tomás Martí, nuestra escu ltura procedía de la partida de
'·Les Mallades". ubicada a poniente de ese importante cerro ibérico denominado El Solaig. Se
trata de una zona del término del municipio Artana con yacimientos del tercer milenio antes de
Cristo, lugar de origen - Les Mallades- que igualmente recuerda D. José Herrero, excelente
amigo de "Juanito Coloma", mote cariñoso con el que todos conocíamos a don Juan. Por ello
extraña que el propio Estcve Gá lvez, en un original que amablemente nos ha facilitado, datado
en diciembre de 1932, apunte que la pieza fue recogida junto a la ''Cova del Teniente", y por ello
cerca del término de ules; pero igualmente anota que había sido encontrada por D. Vicent
Tomás i Marti. hem1ano de D. Juao, en La Rapita, alto monte que se ubica al NE del pueblo,
junto a Les Penyes Aragoneses, topónimo La Rapita- que habla a las claras de un "ermitatge
musulma fortificat'' (A icover), aunque el ídolo o "deessa" en cuestión bien poco va a tener que
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ver con la religión de Mahoma. El hecho es que el Dr. Esteve Gálvez, no encontrando en la
Rapita restos prehistóricos siguió indagando, y un buen día supo por don Juan Martí Portalés que
tan singular figura fue encontrada, como se ha dicho, junto a la Cova del Teniente, donde Esteve
detectó un menudo covacho con restos humanos y cuentas de collar, a escasos metros de esas dos
magníficas piedras caballeras con pocetas en sus cimas, claro signo de ritos esotéricos (8).
Pero como tantas veces le oímos relatar a don Juan Tomás que la pieza procedía de la partida de Les Mallades, por otro lado cercana al cerro de La Rápita, es de creer que la "deessa" no
proceda de los alrededores de la Cova del Teniente. Lo que sí que todos coinciden es que tras su
descubrimiento, roturando unos bancales, se puso sobre un ribazo en espera de ir a por una cabalgadura para su más cómodo traslado; pero cuando se volvió para recogerla, algún transeúnte, o
animal, la había derribado, rompiéndose al caer los dos brazuelos derechos, rotura que fue restaurada empastando, simplemente con yeso, los brazos. Y así perduraría hasta el año 1997, puesto que tras su adquisición por el Magnífico Ayuntamiento de la Ciudad de Burriana a los herederos de don J. Tomás i Martí, la ConseJleria de Cultura se hizo cargo de su repristinación (9).
Hoy podemos contemplar tan destacado haJlazgo arqueológico en una de las salas del Museu
Arqueologic Comarcal de la Plana Baixa, siendo, sin duda, una de las piezas capitales del tercer
milenio a. de C.
Comentario
Dentro del Arte Esquemático Bneolítico, de un claro y contundente simbolismo, van a ser
los idoliformes los ideogramas más novedosos y representativos, figuras desconocidas en nuestra Península con anterioridad (y posterioridad) a la eclosión de esta foránea manifestación cultural de raíz mediterránea, cuya dispersión no excluye el País Valenciano, puesto que raras son
las estaciones con Arte Naturaüsta que no dispongan, en la periferia de tales representaciones,
de alguno de sus pictogramas. Más raras serán las manifestaciones muebles, la mayoría sobre
hueso, que venían haciendo acto de presencia al sur del río Xúquer (lO), y dejando sin ellas la
zona norte, hasta que la casualidad dio con ese gran idolifonne, esculturado sobre piedra, que
hoy se conoce como la "Deessa d 'Artana". Dentro, pues, de su esquematismo ancoriforme, de
brazos en eje semicircular, abiertos hacia lo alto (simbolismo en los antropomorfos de petición
u oración), tendremos que buscar sus paralelos. Son éstos variados y plurales; pero vamos a fijarnos en los representados en la fig. 4, por creerlos suficientes. Su dispersión cubre una gran área
geográfica, la cual, desde Sierra Morena ascenderá en arco hasta cubrir el País Valenciano y
alcanzar el Alto Aragón.
Los idoliformes sobre huesos L
argos, con decoración pintada o incisa -el "Tipo IV" de
(8) J. Llídó Herrero: "Huellas del Espíritu en la Prehistória Castellonense". Universitat Jaume 1 y Servicio de Publicaciones
de la Diputacióo Provincial. Castellóo, 1999.
N. Mesado y J.LI. Viciaoo: "Petroglifos en el septentrión del Pars Valenciano". A.P.L., vol. XXI, pág. 233. Valencia, 1994.
(9) La estatua había perdido la mayor parte de los dos brazos del lado izquierdo, y el exoeso de yeso ocultaba y defonnaba los
derechos. También presentaba pérdida del extremo derecho de la base.
(JO) J. Oemabcu: "La Cova del Garrofcr (Ontinycnt, Valencia)". A. P. L., vol. XVI, pág. 86. S.l.P. Valencia, 1981.
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Almagro-, como el magnifi co ejemplar de la Ereta de Navarrés, o los de la Cueva de la Pastora
de Alcoi, o los de Almizaraque, sus circulares ojos radiados van a quedar centrando repetidos circulas concéntricos con el objeto de "hipnotizar", creemos, a quienes fijamente los contemplan.
ldoliforrnes muy cercanos a estos aculados, igualmente radiados, comportan los recipientes de
la sepultura n° 15 de Los Millares (11 ), vasos rituales, para La muerte, que también incluyen una
decoración de ciervos machos entre hembras, signo de la renovación y por ello de la vida naciente. El ciervo "es el heraldo de la luz que guia hacia la claridad diurna". También por su alta cornamenta, que muda periódicamente, este animal "se compara a menudo con el árbol de la vida"
( 12), signo siempre de renovación ciclica, fecundidad y longevidad (13);junto a ellos tendremos
los grandes aculados, los "oj os de búho" o " lechuza", animal que "por no afrontar la luz del día
es símbolo de obscuridad", expresando en Egipto "el frío, la noche y la muerte". Tenddamos,
pues, en estos recipientes de los Millares, fabricados y decorados expresamente para acompañar
despojos humanos, el simbolismo de la propia vida.
Similares aculados los veremos repetirse en los ídolos-placa, elementos igualmente funerarios en su mayoría, cuyos ojos soliformes quedan enmarcados por "cejas" y separados por un
tabique vertical que desciende hasta alcanzar, o cortar, varias líneas horizontales bajo las cuales
puede apreciarse una decoración repetitiva en fajas, con teorías de triángulos levemente incisos,
ideograma del vestido de tales deidades. En la secuencia gráfica que hemos citado (fig. 4), podemos ver cómo en los idoliforrnes procedentes del SO los ojos quedan enmarcados por "cejas"
semicirculares (recordemos que el búho real ibérico presenta sobre sus ojos plumas alzadas en
arco), mientras los valencianos hallados en Penya Escrita (Tárbena) (14) o la Vall de Toliu (Gilet)
(15) (n° 7 y 8), o incluso el oscense de Barfaluy (Bárcabo) ( 16) (n° 9), tienen recto el encuadre
superciliar, aunque no faltan los aculados protegidos por un semicírculo solamente, ahora posible representación de la bóveda craneana como veremos en el abrigo del Castell de Vilafamés
(n° 12) (17) y la Roca deis Cirerals de Ares (n° 10) ( 18), ambos en Castellón; o el calificado de
"excelente ejemplar'' hallado en el Abric l del Barranc de Famorca (n° 11) ( 19), figuraciones
igualmente cercanas, aunque ahora sin ojos, al idoliforme encontrado en la Galería de la Partició
(Castellón), paralelizado por Sarriá con los del Peñón del Águila y el Reboso del Chorrillo, estos
ya aculados (20). Tales representaciones, en el SE, llegan a metamorfosearse puesto que se trans-
( 11) Luis Siret: "Orientales y Occidentales en Espaila en los tiempos prehistóricos". Colección Siret de Arqueología, l. Arráez
Editores, pág. 115, figs. 12 y 13. Almeria, 1994.
(12) J. Chevalier y A. Gbeerbrant: uDiecionario de los símbolos". Edit. Herder. Barcelona, 1986.
(13) J.L Morales: "Diccionario de Iconología y Simbología". Ediciones Taurus, S.A. Madrid, 1986.
(14) M. Hemández, P. Ferrcr y E. Catala: "Arte rupestre en Alicante". Banco de Alicante, fig. 400, n• l. Alicante, 1988.
(15) N. Mesado: "El Eneolitico en Villafamés (Castellón)". Pcnyagolosa, 10. Excma. Diputación. Castellón, 1973.
(16) Vte. Baldellou: "Los Covachos Pintados de la Partida de Barfaluy". Parques Culturales de Aragón. Diputación General
de Aragón. Zarago7.a, 1992.
( 17) A. Beltrán: "Las pinturas esquemáticas y abstractas del Castillo de Villafamés (Castellón)'". Tirada a parte de
«Caesaraugusta» y "MonograOas Arqueológicas", 5. Zaragoza, 1968.
( 18) R. Viñas, E. Sarriá y F. Monzonis: "Nuevas manifestaciones de Arte Rupestre en el Maestrazgo". C.P.A.C., n• 6, pág. 113
y fig. 10. Castcllón, 1981.
( 19) Op. cit., nota 14, pág. 291.
(20) E. Sarriá: "Las pinturas esquemáticas de la CJ81erla de la Partició (Morella la Vella, Castellón)". Bajo Aragón, Prehistoria,
VII-VIII, 1986-87, pág. 207, Og. 3. Zaragoza, 1988.
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Fig. 4.- Conjunto de pintoras rupestres con oculados.
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Fig. 6.- Detalle de la cabeza del ídolo de la fig. S.
de la Cabeza, Valencina de la
Concepción, SeviiJa.
Fig. 7.- Ídolo placa procedente del Cerro de la
Cabeza, Sevilla.
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formarán en una figura antrópica sin perder los atributos de los oculados puros, caso de los representados en Cantos de la Visera, Vacas de Retamoso y Los Órganos (fig. 4, n° 4, 5 y 6), éste último ya con un cuerpo bitriangular y grandes ojos mínimamente radiados, recordándonos los de
Las placas de los sepulcros colectivos. Otra sobresaliente estatuilla, ahora de hueso, es la encontrada en el pozo n° 1, a casi 8 m. de profundidad, en el yacimiento sevillano del Cerro de la
Cabeza (Valencina de la Concepción), hoy en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla (fig.
5). Se trata de ''uno de los yacimientos arqueológicos de la Edad del Cobre de mayor importancia de todo el Mediod1a Peninsular" (21). Lo conforman un conjunto de estructuras formadas por
tholos, zanjas, silos y pozos profundos, los cuales estaban colmatados por los detritus de un hábitat entre los que "en algunas ocasiones se hallan también restos humanos, sin que podamos pensar por ello que se hayan utilizado como lugar habitual de enterramiento" (22), idea que convendrla aplicar al yacimiento de Villa Filomena, exponente en nuestro País, junto con los poblados de Les Moreres, Ereta del Pedregal y Arenal de la Costa, del impacto cultural campaniforme. Los restos humanos encontrados en Villa Filomena formaban parte del conglomerado antrópico que rellenaba los silos de esta estación, cuya necrópolis habrá que ubicar en los plurales
covachos colgados de los acantilados que abre el Millars en este tramo del ermitorio de la Virgen
de Gracia de Vila-real, en el que hace asiento esta singular estación arqueológica.
Entre los detritus del Cerro de la Cabeza destacan una pluralidad de idolillos sobre hueso.
Existen igualmente sobre piedra y cerámica. De todos ellos sobresaldrá, como hemos dicho, el
encontrado en el Pozo 1°. Su estilización y excelente morfología realista, si exceptuamos la cabeza, es un buen trasunto de las estatuillas cicládicas del Egeo, influencia ya apuntada por
Fernández y Oliva "puesto que la idea es la misma" (23). También para Almagro las pequeñas
piezas ancoriformes de Lébor y Barcella (variantes de su Tipo ll) tendrlan origen en el
Mediterráneo Oriental (Troya ll, 2400/2300 a.C.), paralelos que también señala para su Tipo I o
"tipo El Garcel", como Jo deben tener los propios "idolos violín", incluyendo igualmente la
pequeña escultura sobre piedra de la Cova de la Pastora, más cercana al Tipo VID en el que
Almagro incluye el ídolo de Almizaraque (24), a no ser que la pieza valenciana sea una adiposa
venus paleolftica, "reciclada".
Pero la pieza de Valencina de la Concepción difiere de tales paralelos por su impactante
cabeza (fig. 6) con su par de ojos circulares en huecorrelieve, enmarcados por los arcos ciliares
y los otros dos, ahora dobles, que en semicirculo y desde la base de la nariz (tenidos, creemos
que impropiamente, por "líneas de tatuaje facial" (25)), cubren las mejillas, elementos que
{21) F. Femández G6mez y D. Oliva Alonso: "Los ídolos calcolíticos del Cerro de la Cabe7,.a (Yaleocina de la Concepción,
SeviUa)". Madrider Mitteilungcn, 21, págs. 20/44. Heidelberg, 1980.
(22) Op. cit. nota 20, pág. 25.
(23) Op. cit. nota 20, pág. 38.
(24) Op. cit. nota 6, pág. 27.
(25) Si la idea de este tipo de faz esquemática derivara de las caras de las aves nocturnas tipo búho, las l.lneas que presentan a
ambos lados del extremo basal de la banda vertical o nariz, serían los plumones a modo de bigotes que tiene, sobre todo, el búho ibérico. Tal representación, por lo anotado con anterioridad, iría ligada a la muerte y no simbolizarla, como ha venido citándose, la divinización de la fertilidad de la tierra; pero si nos fijamos en los ideogramas n" 1, 7, 8 y 9, tales paralelas podrlan representar los brazos de la idea primaria, como parece seguro, cuanto menos, en la pintura rupestre cercana a Sagunto (fig. 4, n• 8).
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Fig. 8.- ldolüormes de la Cova de la BarceDa, Barranc del Garrofer y Vall d' Artana.
siguen recordándonos los pictogramas-ídolos de la fig. 4, idea que perdura igualmente en las placas de pizarra. como podremos observar en la encontrada en el destruido tholos del Cerro de la
Cabeza, cuyos "ojos soles" aparecen radiados por unas pestañas levogiras para acentuar, más si
cabe, su poder hipnótico (fig. 7). Si observamos la acumulación de los idolífonnes de la fig. 4,
será fácil ver cómo Los "motivos primarios" (ojos, banda vertical o nariz y arcos ciliares y mandibulares) de este tipo de faz, aparecen en todos ellos - también en los ídolos placa-, así como
en aquellas figuras (n° 4, 5 y 6) que tienden, con claridad, hacia un proceso de "humanizar" la
propia divinidad que puedan representar, y cuya mayor metamorfosis la alcanzan los idolillos,
sobre huesos largos, de Valencina de la Concepción, con una cronología absoluta que ronda c1
2000 a.C., yacimiento sin campaniforme. Idoliformes, éstos, tan iguales a Jos de Marroquíes
Altos y Torre del Campo de Jaén, que se cree puedan pertenecer a "una misma mano" (26). Se
trata del "Tipo X" de Almagro, que Jos supone "de origen cretense más que cicládico" y corresponderían al Minoico Último m, cerca del 2000 antes de Jesucristo (27). Para Femández y Oliva
estas estatuillas de marfil, con Jos brazos siempre cruzados sobre sus cinturas "confundjdos uno
con otro", son muy frecuentes en las necrópolis de las islas Cícladas, con algunas diferencias de
detalle, pero la idea, dicen, "es la misma" (28). Tales diferencias estarían, sobre todo, en sus ros-
(26) Op. cit, nota 20, pág. 37.
(27) Op. cit. nota 6, págs. 29 y 39.
(28) Op. cit. nota 20, pág. 37.
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tras, así como en la posición de los antebrazos que, en los idolifonnes cicládicos siempre se
superponen individualizados y no confundidos como en las piezas andaluzas. Otra diferencia
estaría en los sexos, pues mientras tales figurillas hispanas son claramente masculinas, las del
Mediterráneo Oriental son femeninas, entroncándose por ello con la idea de la diosa madre vinculada con la ferti lidad. Y es que nuestro mar ha sido en todo tiempo, como apostilla FemándezMiranda, más que una barrera una autentica "autopista" (29), recordándonos la genial frase de
Platón: "nosotros, los que vivimos desde Fáside a las Columnas de Heracles, habitamos en una
minúscula porción (del mundo), agrupados en tomo al mar como hormigas o ranas alrededor de
una charca" (30).
Se trata de un grupo de idoliforrnes e n los que "impone su mirada fija, penetrante e impenetrable", con su "estatismo y mutismo" (31), cuyo mensaje e idea s igue siendo la misma que
milenios después recogeran las deidades de los pantocrators románicos que prodigará el cristianismo, aunque los dioses eneolíticos no "tendrán su continuación en las etapas prehistóricas
siguientes" (32), un hecho más (y ahora muy importante) que apuntala cuanto defendemos: que
la Edad del Cobre bien poco tiene que ver con la del Bronce, puesto que ambos horizontes no
han tenido préstamos cultuaJes psíquicos, de tal modo que el conjunto de tradiciones, creencias
y costumbres propias de las clases populares eneolíticas no van a poderse rastrear, cuanto menos,
en el País Valenciano, hecho que sólo puede tener una lectura: que el denominado Bronce
Valenciano nada tiene que ver con cuanto entendemos como un Eneolftico tardío: el H.C.T.
Es dificil saber, de dónde y por qué vía alcanza la Deessa de Artana nuestra comarca.
También ha podido labrarse aquí, puesto que existe toba, pero con ello se trata de dar cuerpo
material para que sea venerada, a una idea cultual llegada con el Eneolítico, extinguiéndose tras
él, puesto que nada parangonable podemos atribuir a la Edad del Bronce, hecho que pone de evidencia cuanto hemos dicho: la disparidad de ambas culturas, aunque se s igan utilizando como
sepulcros las cuevas, y no creemos que eUo se deba considerar "com una pervivencia de perlodes anteriors" (33). Nada semejante conocemos en el mundo de los Millares, el asentamiento que
con mayor fuerza ha podido catapultar una Cultura.
La singular escultura del término de Artana nos ha llegado s in decoración alguna, aunque no
dudamos que en origen la tuvo, estando, posiblemente, revocada y pintada. En tal sentido tendríamos un buen paralelo en la figura rupestre alicantina del Abric li de Garrofers, con dos pares
de brazos alzados, cabeza aculada y tocada con plumas, o tal vez radiada al estilo de las simbólico-expresionistas de Petracos, figurilla cuya base en "coxis" poco difiere, por su perfil, de la
castellonense (fig. 8, n° 2).
En la fig. 9 hemos agrupado varios "ramifonnes", tanto pintados como incisos, que hay que
darles, también, un significado cultual, en su mayoría con los "brazos" superior alzados en acti-
(29) M. FemAndez-Mitanda: "Secuencia cultural de la Prehistoña de Mallorca". Biblioteca Prachistoñca Hispana, Vol. XV,
pág. 333. Madñd, 1978.
(30) Platón: "Fedón", 109.6
(31) Op. cit. nota 20, pág. 43.
(32) Op. cit. nota 20, pág. 43.
(33) J.l... Simón: "t..es soeietats delll mil.lcnni a.C. al Montgó". Aguaits, n• 13-14, pág. 162. lnstitut d' Estudis Comarcals de
la Mañna Alta. Xllbia, 1998.
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Fig. 9.- Conjunto de pinturas y grabados rupestres con figuras antropomorfas con los brazos
levantados.
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Fig. 10.- Diversos idoliformes del Sureste, seglin Jordá.
tud de oración, siendo curioso los paralelos entre la pintura de Los Guindos (n° 1) y la inscultura de Casagranja (n° 2), puesto que ambas representaciones sostienen a dos cruciformes menores (34). Al publicar la de Cantavieja, escribimos: " ... se trata de ideogramas que aúnan el gran
poder (interpretado por los múltiples brazos-ramas) de una deidad que alza en brazos a su
hijo ...".
No menos singulares son los parecidos de la pintura de Las Palomas, el grabado castellonense de Bruixes y el ideograma, trazado con pigmento blanco, del Mas del Cingle, triada con
las ramas superiores (en tridente) en actitud orante (n° 3, 4 y 5) (35); así como el parecido de
nuestra monumental escultura con dos de las representaciones de los Estrechos del Rio Martín
(n° 12 y 13), pinturas ubicadas a más de 30m. de altura sobre el cauce del río, "en la parte superior de un cantil que rebasa los 40 m." y que Beltrán define como un "santuario colgado sobre el
abismo" (36). Hay, pues, sobre una geografía extensa, un mismo lenguaje cultual representado
por unos ideogramas "similares" inexistentes con anterioridad, nacidos de otros, posiblemente
más arcaicos (fig. 7, excepto los de Lébor y Totana), hecho inequívoco de una misma Cultura de
gran personalidad, la Eneolítica, como su registro mueble, plural, refleja. Su propia pervivencia
a lo largo de todo un horizonte habla, con creces, de su compacteidad.
(34) M.G. López y M. Soria: "El Arte Rupestre en Sierra Morena OrienUll", fig. 58. La Carolina, 1988.
,
N. Mesado y J.L. Viciano: "Petroglifos co el Septentrión del País Valenciano". A.P. L., vol. XXJ, fig. 19, n• 1, y págs 255/6.
SIP. Valencia, 1994.
(35) En el cantil derecho de la desembocadura del barranco del Mas del Cinglc, en Ares, elliste un grupo de cuatro antropomorfos del más puro esquematismo. El central, que es el que hemos reproducido, mide 37 cm. de altura, estando a 1,85 m. del suelo.
Uno de los laterales fue publicado por Villas, Sarriá y Mon;¡:onís (C.P.A.C. n• 6, pág. 108, fig. S-derecha).
(36) A. Beltrán: "El arte rupestre aragonés. Aportaciones de las pinturas prehistóricas de Albalate del Armbispo y Esllldilla",
pág. 133. lbetCaja. Zaragoza, 1989.
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NORBERTO MESADO ÜUVER
ID. LA COVA DE LA MASADETA O DE LA RÁPITA
A fines del año 1990 ingresaba en el Museo Arqueológico Comarcal de la Plana Baixa, un
destacado lote de materiales, preferentemente Eneolíticos, procedente de unas excavaciones
clandestinas realizadas en la Cova de la Masadeta, del término municipal de Artana (la Plana
Baixa).
Situación
La Plana de Castellón forma un gran arco que por cuerda tiene, en un recorrido de 40 kilómetros, el Mediterráneo. Su campo queda partido por el Millars, el cual sirve para separar la zona
norte de la Plana (porción de la Plana Alta), de la sur (porción de la Plana Baixa), llanada delimitada por su interior - o poniente- por un cerco orográfico perteneciente a La Serra del Desert
de les Palmes (Plana Norte) y a la Serra d'Espada (Plana Sur). Este último sector va a quedar
conectado con La interna Vall d ' Artana por un tramo de 5 km. de La carretera de Soneja aNules,
paso natural que bordea por mediodia el gran cerro de El Solaig, asiento de un importante emplazamiento ibérico con niveles Coloniales, que enseñorea toda la comarca (37). Si nos acercamos
al pueblo de Artana por este vial (fig. 11 ), tras rebasar "El Collao" perderemos de vista la Plana
y entraremos en la "Vall d 'Artana", advirtiendo antes de alcanzarla, a mano derecha, su
Cementerio. Junto a él tiene nacimiento un camino que desciende hacia la huerta del Pinar y Les
Penyes Aragoneses, por cuyo pie tiene salida a la Plana, ya en término de Onda, la Rambla,
pedregoso cauce con nacimiento en la confluencia de los barrancos de Castro y de Eslida. Les
Penyes, majestuosas paisajisticamente, han sido heridas por una impactante cantera, pese al
esfuerzo de unos pocos (38); pero para dar con la Cova de la Masadeta no hace falta alcanzar
estas extracciones puesto que una vez rebasado el Campo Santo es conveniente tomar, dirección
SE, el Azagador de La Gitana, que vadeando la hoya de "El Pinar" remonta la cuesta faldeando
el tossal de La Rapita para adentrarse por su collado en busca de la partida de "La Viña de
Piquer", ya en la vertiente E de la sierra. Pero la Cova de la Masadeta queda aún en la vertiente
de mediodía de este collado, a escasos metros del azagador, y a unos LO m. de su carena. Aquí,
con suerte, si es que no vamos acompañados por quien la conozca, abierta al O, advertiremos,
semicamuflada entre crecidos romeros, aliagas y con un degradado algarrobo en su misma boca,
nuestra cavidad, así como el cono deyectivo de las extracciones térreas clandestinas llevadas a
cabo en ella. También se la denominará de "la Rapita" según el "Catálogo Espeleológico del País
Valenciano", quien la sitúa "subiendo a La Rápita, a unos 2,5 km. al NE de la población y a unos
438 m. de altitud"; y puntualiza: "De su interior se ha extraido tierra en gran cantidad" (3'9). Por
este detalle conoceremos que las remociones son anteriores a 1982. Aquí el paisaje acusa viejos
(37) D. Fletcher y N. Mesado: "El poblado ibérico de El Solaig (Bechi, Castcllón). S.T.V. n• 33. Valencia, 1967.
(38) Op. cit. nota 4 : "Camp de !'Espadar", 2.
(39) Catálogo Espeleológico del País Valenciano. Federació valenciana d'espeleologia, Tomo 11, pág. 107. Valencia, 1982.
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SOBRE EL ENEOLfTICO Y LA EDAD DEL BRONCE EN TÉRMINO DEL MUNICIPIO DE ARTANA
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Fig. U .- Ubicación de las cavidades de Masadeta (punto superior) y CasteUets (punto inferior) en
la Hoja N° 640 -"SEGORBE"- del l .G.C.
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Fig. 12.- Cova de la Masadeta.
abancalamientos por ribazo, con tocones de algarrobos, ladera de monte hoy colonizada por el
pino carrasco cuyo dueño es D. Enrique Llidó. El propio cerro del Castillo de Artana queda a
230° de la cueva, estando la cumbre de La Rapita, de 466 m.s.n.m., a 340°, únicos puntos significativos de este paisaje de Espadán que divisaremos desde la cavicbd. Coordenadas: Latitud, 39°
54 ' 05 ", Longitud, 3° 27' 05" del meridiano de Madrid (40).
La boca de la "Cova de la Masadeta" o "Rapita" (fig. 12) mide 95 cm. de ancha por 1,50 m.
de alta, rebasada la cual descenderemos buzadamente 3,15 m. Tras su recorrido hallaremos una
(40) Hoja N" 640 .·'SEGORBE"· D.G.J.G.C. l" Ed. 1952.
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SOBRE EL E EOLiTICO Y LA EDAD DEL BRONCE EN TÉRMINO DEL MUNICIPIO DE ARTANA
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COVA DE LA MASA OETA
AATANA plana balu
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Fig. 13.- Planta y sección vertic.a l de la Cova de la Masadeta.
sala cuyo eje central-de O a E- alcanza 10,70 m., siendo su anchura, de N a S, de 9,30 m. (fig.
13). Hoy, a causa de las excavaciones practicadas sobre el tercio lateral derecho (entrando), su
suelo desciende bruscamente, en particular en su perímetro NE, ya que una especie de angosto
cubículo buzado prolonga unos 3 m. más dicho sector, el cual sufrió las rebuscas incontroladas
de su excavación, en particular las áreas "W" y "Z", cuyo roquedal elástico, procedente de la
bóveda, fue asentado formando talud, mientras la tierra rojiza se cemfa en el exterior en busca
del material arqueológico más significativo. La cota más baja alcanzada, respecto de la boca de
la cavidad, se sitúa en el interior del cub!culo NE (punto "Z"), siendo de unos -6 m.
Según relato de A. Lázaro, el materiaJ cerámico de Masadeta (en concreto dos recipientes y
otros tiestos) fueron recogidos en el "Sector W" de la cavidad a 1 m. de hondo, perteneciendo
culturalmcnte a un Bronce muy avanzado (41); mientras el material Eneolitico se extrajo de la
cota más profunda, como hemos comentado nuestro "Sector Z".
(4 1) N. Mesado: "Los movimientos cuhuralc:s de la Edad del Bronce y el Mediterráneo como vla de llegada". S.T. V. o• 96 (ver
S.J.P. Valencia, 1998.
~Masadeta").
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Desgraciadamente, como viene ocurriendo con demasiada frecuencia, cuando un lote de
materiales es extraído violentamente de su lecho arqueológico sin otra documentación, se le
priva de algo tan importante como pueda ser su vínculo con el contexto cultural íntegro, por
cuanto sólo va a servir ya para su propia valoración crono-cultu.ral.
En 1990 también ingresaban en el "Museu Etnologic del Termet- Vila-real", materiales
arqueológicos procedentes de Masadeta; figurando otras piezas, concretamente extensos collares
y un brazalete de arquero, en colección particular.
Inventario del registro mueble
Material lítico - sílexPuntas de flecha (fig. 14)
1- Punta de flecha foliácea. Retoque bifacial cubriente. Sílex negro. Altura, 28 mm.
2- Punta de flecha foliácea. Retoque cubriente irregular con el reverso plano presentando reserva
central. Sílex blanco-t,>risáceo. Altura, 26 mm.
3- Punta de flecha foliácea. Retoque irregular cubriente. Sílex blanco. Altura, 27 mm.
4- Punta de flecha romboidal. Retoque corto bifacial, con reserva central. Silex laminar blanco.
Altura, 31 mm.
5- Punta de flecha de tendencia romboidal con aletas incipientes. Retoque invasor y bordes aserrados. Presenta reserva central. Sílex negro. Altura, 26 mm.
6- Punta de flecha romboidal, exenta, por rotura, de su extremo distal. Retoque plano. Reserva central en ambas caras. Sílex blanco. Altura, 26 mm.
7- Punta de flecha de tendencia foliaceoromboidal. Retoque plano, cubriente. Sílex blanco. Altura,
29mm.
8- Punta de flecha romboidal. Retoque plano. Caras con reserva central. Presenta una melladura en
su perfil derecho. Sílex blanco. Altura, 42 mm. (fig. 15, n° 1).
9- Punta de flecha triangular y largo pedúnculo de borde aserrado. Retoque cubriente. Exenta de su
extremo distal. Sílex grisáceo-melado. Altura, 27 mm.
10- Punta de flecha triangular. Retoque plano irregular. Sílex blanco-grisáceo. Altura, 20 mm.
ll- Punta de flecha triangular isoscélica, con aletas incipientes y apéndice. Presenta un retoque marginal regular. Con reserva dorsal en ambas caras y bordes aserrados. Exenta, por rotura, de ambos
extremos. Sílex negro mate. Altura, 34 mm.
12- Punta de flecha triangular con aletas incipientes y ancho pedúnculo que ha perdido por rotura proximal. Retoque plano marginal. Bordes de tendencia aserrada. Presenta reserva central en ambas
caras. Sílex blanco. Altura, 27 mm.
13- Punta de flecha ·triangular, con gran pedúnculo. Retoque plano, irregular, cubriente. Bordes aserrados. Sílex blanco. Altura, 41 mm.
14- Punta de flecha triangular, con aletas incipientes y ancho pedúnculo. Presenta reserva en sus
caras. Sílex grisáceo. Altura, 32 mm.
15- Punta de flecha triangular. Aletas incipientes y ancho pedúnculo triangular con el ápice redondeado. Retoque cubriente irregular. Sílex rosado. Altura, 32 mm.
16- Punta de flecha triangular, con aletas incipientes y ancho pedúnculo. Sílex blancuzco. Altlml, 29 mm.
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Fig. 14.- Cova de la Masadcta. Conjunto de las puntas de flecha, de sílex, depositadas en el
M.A.C.P.B.
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Fig. 15.- Cova de la Masadeta. Fotografía de los ej emplares más destacados de las puntas de flecha
de la fi g. precedente.
17- Punta de flecha triangular, con un pedúnculo falto de su extremo proximal. Presenta un retoque,
cubriente, irregular. Sílex blanco. Altura. 22 mm.
18- Punta de flecha triangular con pedúnculo. Exenta de su extremo proximal. Presenta un retoque
plano, irregular. Sílex blanco. Altura, 39 mm .
19- Punta de fl echa triangular con pedúnculo corto, igualmente triangular. Presenta un retoque
cubriente sobre la cara bulbar. Bordes asen·ados. Sílex blanco. Altura, 2 1 mm.
20- Punta de fl echa triangular con ancho pedúnculo, acusando el inicio de sus aletas. Presenta un retoque plano irregular, cubrienre. Sílex negruzco. Altura, 38 mm. (ñg. 15, n° 2).
2 1- Punta de fl echa triangular, con corto y ancho pedúnculo. Presenta un retoque plano sobre su cara
bu lbar, siendo su reverso plano. Tiene los bordes aserrados. Sílex amarfilado. Altura, 27 mm. (fig.
15, n° 3).
22- Punta de flecha triangular, con un pedúnculo triangular, corto. Retoque marginal con reserva central. Bordes aserrados. Sílex blanco. Altura, 27 mm. (fig. 15, nu 4).
23- Punta de fl echa losángica, con un pedúnculo triangular muy corto. Tierle aletas en "espolón". Su
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labra es cubriente, aunque bastante anárquica, presentando nervaduras en ambas caras. Sílex
blanco. Altura, 40 mm. (fig. 15, n° 5).
24- Punta de flecha triangular, con pedúnculo falto de su extremo. Presenta aletas incipientes irregulares. De labra irregular, cubriente. Sílex negro. Altura, 38 mm. (fig. 15, n° 6).
25- Punta de flecha triangular, estrecha, con pedúnculo de perfil casi vertical. Presenta un fuerte retoque bastante regular en la zona lateral izquierda de su cara dorsal, siendo anárquico en el resto.
Exenta por rotura de su punta distal. Bordes aserrados. Aletas irregulares apuntadas. Sílex
negruzco. Altura, 35 mm. (fig. 15, n° 7).
26- Punta de flecha triangular con pedúnculo y aletas arponadas. Retoque regular en la cara dorsal
izquierda, e irregular en el resto. Presenta rotura djstal y punta izquierda de la aleta. Sílex blanco-grisáceo. Altura, 37 mm. (fig. 15, n° 9).
Hojas (fig. 16)
1- Gran lámina con su tercio distal, de sección triangular, curvo, siendo el central y proximal de sección poligonal. Bordes biselados muy cortantes. Las escasas melladuras que presenta parecen
recientes. Sílex gris. Altura, t 55 mm. (fig. 17, n° 1).
2- Lámina de sección trapezoidal ligeramente curva. Su envés presenta un perfilado con un retoque
débil que se hace continuo en su tercio distal, que es, a veces, alterno. Sílex blancogrisáceo.
Altura, 133 mm. (fig. 17, n° 2).
3- Lámina de sección trapezoidal, que podemos considerar de eje vertical. Presenta un retoque, bastante compacto, en parte de su perfil izqujerdo; siendo paralelo, con perfil aserrado, en el derecho. Su extremo distal, recto, presenta un frente de raspador. Altura, 103 mm. (fig. l7, n° 3).
4- Lámina estrecha de sección trapezoidal. Sobre sus biselados bordes presenta un retoque débil.
Exenta de su extremo distal. Sílex blanco. Altura, 63 mm.
5- Lámina fragmentada, exenta de su extremo distal, de sección trapezoidal. Presenta un débil retoque continuo. Silex banco. Altura, 60 mm.
6- Parte superior de una lámina delgada, de filos cortantes, que curva su zona distal. Sílex blanco.
Altura, 68 mm.
Hojitas (fig. 18)
1- Hojita de sección triangular. Sílex, blancogrisáceo.
2- Extremo distal de una boja cuchillo con retoque en su perfil izquierdo. Sección trapezoidal. Silex
blanco.
3- Extremo distal de una hoja de sección triangular. Sílex blanco.
4- Extremo distal de una hoja estrecha de sección poligonal. Sílex, blanco grisáceo.
5- Extremo distal de una hojita cucrullo de sección trapezoidal. Sílex negruzco.
6- Zona proximal de un cuchillito de sección trapezoidal. Sílex blancogrisáceo.
7- Parte proximal de un cuchillito. Sílex melado.
8- Porción media de una hojita cuchillo de sección trapezoidal. Presenta dentado su perftl izquierdo.
Sílex blancuzco.
9- Zona medja de una hojita cuchlllo de sección triangular. Sílex grisáceo.
10- Zona media de un cuchillito de sección trapezoidal. Silex blanco.
11- Porción proximal de una hoja cuchillo de sección distal trapezoidal. Sílex blanco.
12- Zona media de una hoja cuchillo con escotaduras en ambos biseles. Sílex grisáceo.
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Fig. 16.- Cova de la Masadeta. Hojas-cuchillo de silex.
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Fig. 17.- Cova de la Masadeta. Fotografías de las láminas no 1, 2 y 3 de la figura precedente.
13- Extremo distal de una hoja cuchi llo, de sección trapezoida l, con el borde izquierdo microdentado.
Sílex blanco.
14- Lámina central de sección media triangular, presentando el córtex en su plano superior derecho.
Sílex blanco.
15- Zona central de una delgada hoja de secció n trapezoidal. Sílex blanco.
16- Zona proximal de una delgada hoja cuchillo de sección trapezoidal. Sílex blanco.
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Fig. 18.- Cova de la Masadeta. Fragmentos de hojas líticas.
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17- Extremo proximal de una hoja cuchillo. Sílex grisáceo.
18- Hoja de sección media trapezoidal, con perfiles muy cortantes. Sflex blanco.
19 y 20- Hojitas de sección trapezoidal. Sílex grisáceos.
2 1- Extremo proximal de una lámina. Sílex, blancuzco.
22- Frente distal redondeado, con retoque espeso. Sílex blanco-grisáceo.
23- Hojita de sección trapezoidal. Conserva el cortex en su mesa derecha. Sílex blanco-melado.
24- Fragmento distal de una hojita apuntada. Sílex grisáceo.
25- Fragmento de una lámina de sección trapezoidal. Sílex blanco.
26- Trapecio sobre la porción media de una hojita de sección traper.widal. Presenta rotura en su extremo superior, teniendo retocados sus lados convergentes. Sílex blanco.
27- Fragmento indeterminado sobre zona medial de una hojita cuchillo. Tiene retoque tanto en su perfil oblicuo como en el superior. Sílex blanco.
28- Posible trapecio de sección triangular.
Metal (fig. 19, n° 1 y 2)
1- Grao punta de tipo Palmeta cuya hoja es de perfil ligeramente ojival, presentando un prolongado
pedúnculo de lados ügeramente curvos que rematan, extremo proximal, e n una esferulita aplanada. Mientras la sección del enmangue es de tendencia rectangular, la hoja es plana con perfiles
biselados. Pudo tratarse de una hoja de puñaVcuchillo, o ser una especie de lanceta quirúrgica,
aunque tampoco puede negarse su función como punta de dardo o jabalina. Presenta melladuras
en el tercio s uperior. Altura, J45 mm. (fig. 20).
Analizada la pieza por los Servicios Técnicos de la Universidad de Alicante, gentileza que debemos a J.L. Simón García, ha dado como resultado un cobre muy arsenicado "propio del
Calcolltico final o Campaniforme" (42).
2- Pequeña barrita-punzón, de sección cuadrada. Altura, 24 mm.
Piedra (fig. 19, n° 3/12 y 18)
3- Fragmento distal de una azuela de piedra blanca. Presenta un filo regular, curvo, cortante. Altura,
28 mm.
4- Fragmento distal de una azuela de piedra blanca. Presenta un filo ligeramente oblicuo. Altura, 30
mm.
5, 6 y 7- Modelos de formas y taladros de las 21 cuentas de rodonita, ingresadas en el M.A.C.P.B.
8- Modelo de una de las 2003 cuentas de caliza blanca i,ngresadas en el M.A.C. P.B.
9- Modelo de una de las 3 cuentas de piedra verde (posiblemente calaíta) ingresadas en el M.A.C.P.B.
1O. Cuenta discoidea, requemada, posiblemente de ámbar.
Hueso
11 - Extremo distal aguzado, hecho sobre un fragmento diafisario.
(42) N• de análisis, Cl448: Fe 0.10, Cu 93.3 1, Zn 0.33, As 6.16, Sn 0.13, Sb 0.04, Pb 0.08. Carta personal de fecha 3 de abril
de 1998.
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Fig. 19.- Cova de la Masadeta. Material diverso.
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Fig. 20.- Cova de la M asadeta. Fotografia de la punta d e tipo Palmela.
12- Extremo distal aguzado, sobre fragmento diafisario.
Gasterópodos marinos (fig. 19, 0° 13/ 16)
13- Concha de "Luria lurida", perforada para ser usada como colgante.
14- Concha de "Conus mediterraneus", perforada.
15- Concha de "Trivia pulex" con doble perforación.
16- Fragmento de "Pectúnculus gaditanus" con un extremo muy aguzado. Por rotura y pérdida desconocemos su otro extremo. La pieza aparece rebajada por abrasión y Juego pulida.
Mineral (fig. 19,
0°
17)
17- Diminuta forma cristalina -dodecaedro- posiblemente de casiterita.
Toba (fig. 19,
0°
18)
18- Piedra caliza, muy porosa, de forma lenticular y con ambos extremos apuntados. Eje central, 20
cm.
Cerámica (fig. 21)
Conjuntamente con el material Eneolítico reseñado, ingresaron dos recipientes restaurados (un vaso
geminado y un tul'ipiforme "comprimido" (43), y 112 fragmentos, mayormente pertenecientes a zonas
ventrales, catorce de los cuales, por su grosor y ancha curvatura, responderían a recipientes de gran volumen, conteniendo sus pastas gruesos desengrasantes, por lo común rodenos, que pudieron proceder de Jos
cercanos alfares del cerro de Santa Barbara (La Vilavella), el cual comporta eJ mayor de Jos poblados del
"Bronce de Transición" de la Plana Baixa, apenas a 7 Km. de .la Cova de la Masadeta (44). Otro& setenta
y ocho fragmentos, entre 2 y 8 cm. de eje, tiene unos tabiques de unos 5 mm., comportando una superficie mate, alisada, de coloración negruzco-castaño, coligando un desengrasante mejor tratado que el de los
(43) Op. cit. nota 41, pág. 205 y fig. 141.
(44) Op. cit. nota 37.
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Fig. 21.- Cova de la Masadeta. Secciones de las cerámicas de la Edad del Bronce.
fragmentos precedentes. No faltan, aunque muy escasos (4 fragmentos), los barros altomedievales. De
entre las pastas prehistóricas hemos seleccionado aquellos bordes bucales más significativos. Presentan
superficies espatuladas los fragmentos pertenecientes a los tabiques hiperboloides de las tulipas, cuyos
diámetros bucales son iguales o mayores que el de las escoras ( n° 1, 2 y 3). Como podemos apreciar en la
figura mencionada, son formas muy avanzadas que pueden incluso haber rebasado la bisagra del año l 000
a.C., cronología que igualmente apuntará el becbo que entre este lote cerámico no exista ni un solo tiesto
decorado; aunque tampoco se denuncian las bases planas, lo que obligaría a no rebajar en exceso esta
fecha. Su presencia aquí estaría relacionada con el p ropio hábitat del valle, en el que existen asentam.ientos del Bronce ( 45).
Comentario
Si damos una mirada retrospectiva a cuantos yacimientos eneolíticos se conocen en las cer-
(45) D. Juan Tomás i Martí poseía abundantes molinos barquiformes ("moles") recogidos en los oteros que circundan la Yall
d' Altana, hábitats que había descubierto y "bautizado" (era autodidacta), como pertenecientes al "home de la moleta''. Todos ellos
"perecieron" con la demolición de su vieja casona tras el accidente mortal que sufrió en uno de estos cerros, pudiéndose recuperar
(por compra a sus herederos) la escultura eneolítica que hemos comentado en la primera parte de este trabajo.
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canías de Masadeta, tendremos que citar, en primer lugar, el hipogeo del Racó de la Tirana que
en 1925 excavó don Juan Tomás y don Felipe Sales, trabajo que se daría a conocer en 1967 (46).
Se trata de una sima de 13 m. de caída, con una única sala-galería que hacia el O tiene anchuras
de 5 m. y alturas de más de 1Om., cegándose la fractura bruscamente por coladas entre un suelo
de bloques elásticos cuyo recorrido en planta alcanza los 33 m., siendo la profundidad máxima
de - 17,4 m. (47). Arqueológicamente caben destacar sus dos cistas, denominadas en la pubHcación "sepulcros", conteruendo un total de tres inruviduos inhumados, despojos que se encontraron dispersos y "casi pulverizados" (48). Tal arquitectura funeraria en el interior de una sima
sigue siendo única en nuestro País, aunque por ser mayoría las excavaciones clandestinas bien
pudiera haber pasado desapercibida; tampoco consta su existencia en Masadeta, aunque dada la
total inexperiencia de su excavador y la gran cantidad de rocas extraídas, tampoco puede afirmarse. Respecto a los ajuares de Tirana podemos Hstar 5 puntas de flecha sobre sílex (1 romboidal, 2 triangulares con grueso apéndice, y otras 2 triangulares con aletas), sobresaliendo la
hallada en el "Segundo sepulcro", una'' hermosa punta(...) con robustas aletas y corta espiga"
que Esteve sitúa en "un Eneolitico muy avanzado, próximamente contemporáneo del Vaso campaniforme de tipo internacional" (49), puntas que invariablemente repite la cercana estación de
Villa Filomena.
El " Primer sepulcro" contiene, además, 1 hacha de basalto, 2 punzones de hueso, 1 larga
espátula de hueso, 1 estilete, l microlito trapezoidal, 1 fragmento distal de una boja con fuertes
retoque marginales y frente de raspador, y 1 tubillo sobre tibia de animal; conteniendo el
"Segundo sepulcro", 1 pequefio trozo de cerámica, 1 grueso punzón, 1 lámina oval de sílex con
el ápice rectificado por un "ancho retoque lamelar", una gruesa cuenta cilíndrica, de collar, ligeramente abombada, de caliza, y 116 cuentas discoidales sobre concha, y otras 8 labradas sobre
pizarra.
Observamos, pues, la parquedad de Tirana frente a la diversificación de los elementos
Eneoliticos del ajuar procedente de Masadeta. Sus bellos cuchillos líticos no existen en el primer
yacimiento, así como tampoco las hojas tipo Palmeta, o las cuentas tubulares sobre diversas
materias, no seftalándose en Tirana ru la rodoruta, ru los caracolillos marinos (fig. 22), hecho
extrafio si tenemos en cuenta los 15 km. que la separan del Mediterráneo; aunque ello pueda
deberse a un hecho casual dado el elevado número de inhumados en Masadeta frente a los sólo
tres individuos de la sima de Tirana, la cual tampoco ha registrado hábitats posteriores, pese a lo
cual ambas cavidades tuvieron un uso cronológicamente paralelo, cuanto menos durante la fase
Campaniforme. Ninguna de las dos han señalado los botones piramidales de hueso con perforación en V, tan propios del Campaniforme y presentes en La Plana en los sepulcros de la Joquera
(50). En Tirana, por la singularidad de las cistas de ambos enterramientos, diríase que los indi-
(46) Op. ciL nota 2, págs. 33/44.
(47) L.apiaz n• 19, Setembre 1990, págs. 9 y 10. Revista del Centro Excursionista de Valencia.
(48) Op. cit. nota 2, pág. 35.
(49) Op. ciL nota 2, págs. 39 y 42.
(50) Esteve Gálve-z, feo.: " Los sepulcros de <
Barcelona, 1965.
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Fig. 22.- Cova de la Masadeta. Fotografía del conjunto de cuentas Eneolíticas depositadas en el
M.A.C.P.B.
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viduos pudieron pertenecer a un mismo clan famil iar, aunque Esteve da prioridad cronológica al
Primer sepulcro por pervivir en él algunas formas arcaicas (puntas de flecha en losange y triangular pedunculada, y el microlito trapezoidal), pieza ésta última que igualmente encontramos en
Masadeta. Pero es sin discusión en la Plana el yacimiento de "Villa Filomena" La estación
Eneolítica más sobresaliente de cuantas tenemos noticia, aunque por tratarse de excavaciones
antiguas perdiose el magisterio de tan singular yacimiento emplazado a canto del Millars, casi
junto al ermitorio de Nuestra Señora de Gracia. "El Maset d' Afaita Morts" (seudónimo como
vulgarmente se conocía la "Villa Filomena" por ser este el oficio de su dueiio), tributaba, en
1922, al roturar su suelo: 27 silos con detritus de hábitat y en alguno de ellos restos humanos. El
Dr. Esteve Gálvez, a quien debemos, una vez más, un riguroso resumen de cuanto se encontró
(51), reconoce que tales depósitos estaban cubiertos originariamente "por un túmulo" destruido
en 1917. En unos se recogieron "huesos de animales y tiestos de burda cerámica"; otros estaban
"revueltos y profanados", siendo muy pocos los intactos (52). Al listar los hallazgos, junto con
los restos antropológicos y faunísticos, nos dice que tales silos contenían punzones, espátulas,
agujas de hueso, hojas de sllex, hachas de piedra pulimentada, y más de doscientas cuentas de
collar "discoidales o cilindricas" de concha, hueso, pizarra negra, caliza blanca, amarillenta o
rojiza (posiblemente rodonita), y con más frecuencia de calaíta; otras cuentas eran prismáticotriangulares, estando perforadas en sentido transversal, más cuatro colgantes labrados en hueso,
marfil o asta de ciervo. Al referirse a las "bellas" puntas de flecha, labradas sobre sílex, anota
que "repiten siempre una forma evolucionada y tardía, con larga espiga y fuertes aletas", materiales que en gran parte recogió junto con fragmentos de cerámica campaniforme, señalándose
la "cerámica de cuerdas", novedad entonces en el Eneolitico español (53), cuyos restos pertenecerían a unos doce recipientes. Y mientras tales vasos los relaciona con sus homólogos del Rin
y Gran BretaHa, los colgantes, en forma de creciente, con una perforación media, van a tener
paralelos en el Mediterráneo occidental y la misma Italia (54).
Entre el ajuar recuperado notamos a faltar los objetos de cobre más propios del H.C.T., caso
de los puftales de lengüeta y las puntas de tipo Palmela. Esteve fecha Villa Filomena hacia el
1800 a. C., basándose en La corriente internacional de tal vaso campaniforme que pasa a denominar de "tipo internacional cordado", para distinguirlo del "internacional puntillado" (55),
igualmente recogido en esta estación vila-realense.
El "túmulo" que cubría las cavidades subterráneas pudo ser un "tell", y es lógico que Jos
detritos de su población, con el paso del tiempo, fueran colmatando los propios silos. En tal sentido recoge el yacimiento Martí, que no duda calificar de hábitat abierto (56), e igualmente lo
baría con bastante anterioridad el mismo Esteve GáJvez, indicando que los silos de Villa
Filomena " formaron parte de verdaderos poblados" (57), con paralelos en Les Jovades
(S I) Op. cit nota
(52) Op. cit. nota
(53) Op. cit. nota
(54) Op. cit. nota
(55) Op. cit. nota
1, págs. 543-557.
1, pág. 543.
1, pag. 545.
1, pág. 551.
1, pág. 552.
(56) Mani Oliver, B.: uEI Eneolitico", en "Nuestra Historia" l. pág. 139. Mas Jvars, Valencia 1980.
(57) Estevc Oálve7., Feo.: "La cueva sepulcral dci"Calvari d ' Amposta". Pyrenae, 2, pág. 46. Universidad de Barcelona, 1966.
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NORBERTO MESADO ÜUVER
(Cocentaina), Figuera Reona (Elx), Camí de 1' Alfo gas, Caseta del General y 1'Atareó (La ValJ
d ' Albaida), o La MacolJa (Villena), entre otros, todos asentados junto a corrientes de agua o
zonas húmedas (58). En el contexto mueble, de Villa Filomena, tendríamos, cuanto menos en La
Plana, el denominado "ajuar campaniforme", aunque notemos a faltar los típicos objetos metálicos o auténticos "fósiles directores", caso de las Palmelas, los punzones de sección cuadrada, y
los puñales de lengüeta, los dos primeros presentes en la Cova de la Masadeta, aunque falta en
esta la cerámica campaniforme, los huesos -o colgantes- decorados con acanalados, y Jos botones con perforación en V, exentos también de VilJa Filomena; pero ya vimos cómo en opinión de
Simón García la punta de Palmela "presenta una elevación de As muy típica de momentos antiguos dentro de la metalurgia, propios del Calcolítico final o Campaniforme"; igualmente la elevada proporción de cuentas tubulares de rodonita, así como las puntas de sílex con aletas, está
dictándonos un Eneolítico de Transición.
La Cova de la Masadeta entra de pleno en las cavidades de enterramiento múltiple (recordemos que pese a tener, sólo, una zona excavada, y no haberse recogido todas las piezas dentales, el número de las recuperadas asciende a más de 250 piezas, lo que asegura que estamos en
presencia de un elevado porcentaje de individuos inhumados en este hipogeo serrano contigüo a
la Plana, hecho característico de nuestra prehistoria valenciana, aunque no tanto de su septentrión en donde sí que van a ser abundantes los enterramientos de uno o dos individuos en cavidades muy pequeñas, cuyo mejor ejemplo, por excavadas, serían las cuevecillas de la Roca del
Corb de Culla (59).
Las hojas-cuchillo
Las "armaduras de hoz" de Masadeta, según la definición de Juan Cabanilles (60), se avienen bien con las piezas de eje recto, aquellas que presentan un perfil percutido-compacto, caso
de la n° 3 y 5 de Masadeta. No así con los grandes cuchillos, de perfil virgen, extremadamente
cortantes, cuyos extremos distales son curvos, por cuanto la denominación tradicional de "cuchillos" iría mejor a su propio uso, puesto que son excelentes para cortar, asi como para raer y separar la carne de los huesos, aunque raramente presentan señales de uso, pudiendo haber sido fabricados, simplemente, para acompafiar la muerte. Por sus tamaños, las dos piezas mayores de
Masadeta pueden paralelizarse con las encontradas en La Ereta del Pedregal, Cova de La Pastora,
Cova de La Barcella, Covacha sepulcral de Xiva, Cova del Negre, Torre del Mal Paso, etc.
Las pequeñas piezas dentadas que vendrán luego, tan populares en el Bronce, inservibles sin
un mango tipo Mas de Menente, se deben a aquella perdida tecnología para la obtención de otra
(58) B. Marti: "El naixement de l'agricultura en el País Valencia. Del Ncolític a I'Edat del Bronze". Universitat de Valencia.
Secretaria! de Publicacióos, pag. 60. Valencia, 1983.
(59) N. Mesado y J.L. Viciano: "Els hipogeus Eneolític de la Roca del Corb (Culla, Castelló)". Separata de "lmatge de Cuila:
Estudis rccollits en el 750é Aniversari de la Carta de Població (1244- 1994), vol. l. Culla, 1994. Citamos la "separata" - ya cor:regida- dados los graves errores cometidos en la transcripción publicada en el volumen citado.
(60) J. Juan Cabanilles: "La hoz de la Edad del Bronce del «Mas de Menente» (Alcoi, Alacant). Aproximación a su tecnologla y conte.do cultural". Lucentum, IV, págs. 37/53. Anales de la Universidad de Alicante, 1985.
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tipología lítica, puesto que es en este horizonte nuevo cuando la fundición alcanza la gran mayoría de sus asentamientos. La técnica de la talla de estas grandes hojas-cuchillo es exclusiva del
Eneolítico, hecho fundamental para comprender la rotura cultural, aunque sea una faceta más,
que se produce tras el Eneolítico, horizonte que no puede enraizar con la Edad del Bronce, ni
cultural ni cronológicamente, puesto que como apuntará Simón-García "no tenim dades que
assenyalen elements de la forma, la manera, i el moment en el qua! s'implanten les maneres de
viure de I'Edat del Bronze" (61).
Y es que la talla del sílex llega a su cenit durante el Eneolítico y se hunde, irreversiblemente, durante el horizonte cultural posterior, momento con una dieta de base agrícola frente a la
Eneolitica que fue mayormente cinegética, como sus fósiles directores nos seftalan: puntas Lfticas de flecha y largos cuchillos de sílex, la gran mayoría sin pátina, para el Eneolitico; y molinos barquiformes y dientes de hoz, raramente sin pátina, para la Edad del Bronce. Y es que
ambas culturas (incidimos nuevamente en ello), nada van a tener en común puesto que no hay
en la segunda, herencia de la primera, ni en lo anímico, aunque en ambas se entierre en hipogeos subterráneos o puedan usarse los mismos recursos naturales, como son las conchillas marinas
entre otros elementos menos significativos.
Puntas de flecha
En general las 26 puntas que hemos listado presentan similar retoque, con predominio de
una labra regular en sus perfiles izquierdos y anárquica en los derechos, estando mejor dentados
los primeros que los segundos. También advertiremos que la mayor parte de las piezas presentan un retoque parcial en sus mesas, hecho que pudiera deberse a la delgadez de la materia prima
empleada, o a la inexperiencia del tallador. En todo caso se tiende a una mayor perfección cuando la pieza es más compleja (n° 11, 22, 23, 25 y 26), mientras que en aquellas formas simples (n°
1, 2, 3, 4 , 6, 7, 1O ...) el retoque plano y la forma de las propias puntas es más irregular. Hay tres
flechas (n° 12, 13 y 14, posiblemente también la 9) que pudieran estar invertidas, puesto que sus
incipientes aletas así parecen indicarlo; pero hemos dado prioridad a sus zonas mayores, aunque
también pudieron usarse indistintamente. Se trata de las denominadas "romboidales saliciformes
de aletas inversas" (62), que se consideran de "carácter primitivo" puesto que en la Cova d 'En
Pardo aparecen en UD nivel con cerámicas esgrafiadas; así como en el siguiente, ya sin ellas (63).
En lineas generales las puntas de flecha de Masadeta, salvo las mejores, sobre una misma matriz
laminar, parecen pertenecer a UD mismo artesano; aunque ninguna de ellas la podemos catalogar
de excelente pese a sobresalir las n° 23 y 26, definidoras de un "armamento campaniforme",
cariz de todo el contexto material más destacado de la cueva, el cual debe damos la cronología
del yacimiento.
(61 ) Op. cit. nota 32, pág. 170.
(62) J.A. Soler Dlo.z: "La <
Aguaits, n• 13-14, 140. lnstitut d ' Estudis Comarcals de la Marina Alta. Xabia, 1997.
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NoRBERTO MEsADO OuvER
Trapecios
Aunque bien escasos, muchas veces conteniendo una sola pieza -<:omo obedeciendo a una
práctica ritual- , los trapecios suelen estar presentes entre los ajuares funerarios del tercer milenio. Según Vicens serían "elementos con clara tradición de culturas anteriores" (64), aunque no
se vea el modo, ni material ni cuJturalmente, de unir el Eneolítico con el Mesolítico, obviando
una Cultura inmigrada, intercalada, de la magnitud de la Neolitica. En Masadeta tenemos dos
ejemplares confeccionados sobre sendos fragmentos de hojas, uno de sección trapezoidal y el
segundo de sección triangular (fig. 18, n° 26 y 28); otro ejemplar procede del cercano enterramiento l 0 del Racó de La Tirana (65).
Entre el ajuar recuperado en Masadeta (ya lo hemos advertido), notamos a faltar los típicos
botones de hueso con perforación en V, tan comunes entre los ajuares con cerámica campaniforme,
como podemos observar en la cueva sepulcral del "Calvari d ·Amposta" (66), botones, esta vez
decorados con circuliHos grafitados, presentes igualmente en la Plana Alta en el segundo sepulcro
de La Joquera, cuyas piezas las sitúa Esteve-Gálvez "en un Eoeolítico muy avanzado" (67).
Puntas de tipo Palmela
En la provincia de Castellón, además de la que registra Masadeta, tendremos puntas de flecha metálicas en "El Cingle de l'Ermita" (Albocácer). La pieza, de forma ojival muy corta y
largo pedúnculo (próxima al tipo B2 de Delibes), fue recogida en un nivel superficial conjuntamente con un cuchillo de sílex, de sección trapezoidal, de 150 mm. de longitud. Ambos objetos,
evidentemente Eneoliticos, habrían quedado "atrapados" entre una industria litica de taller, escasamente significativa, que se cree "neo-eneolítica" (68), aunque no lejos de la recogida por
Oonzález-Prats en la Font de la Carrasca (Cuila), que hay que situar "entre varios fenómenos tecnológicos" puesto que junto a una industria de "microlitos geométricos" hay "gruesos foliáceos"
y "las típicas puntas de flecha de cuidada factura". Tal contexto es también parangonable al cercano del poblado de "La Font Roja". Por ello G.P. fecha provisionalmente La Font de La Carrasca
"entre fines del m y comienzos del II milenio a.C., en consonancia con la fecha absoluta obtenida para el nivel VI de La Ereta del Pedregal" (69), yacimiento con algunos fragmentos de cuencos campaniformes incisos (70).
(63) Op. cit. nota 55, pág. 140.
(64) J.M. Vicens: "Estudio Arqueológico del Barranc del Sint (Aicoi)". Lucentum, VII-VIII, pág. 60. A.V.A.P.A.H. Alicante,
1988-89.
(65) Op. cit. nota 2, pág. 41.
•
(66) Op. cit. nota SI.
(67) Estcvc Gálvez, Feo.: "Los sepulcros de la Joquera, cerca de Castellón". Pyrenae, 1, pág. 49, 6g. S. Universidad de
Barcelona, 1965.
(68) Gusi Jencr, Feo.: "Un taller de snex bajo abrigo en la 2" cavidad del CiAgle de la Ennita (Aibocácer)". C.P.A.C. n° 2, pág.
50. Excma. Diputación. Castellón, 1975.
(69) A. González Prats: "El poblado calcolitico de la Font de la Carrasca (Cuila, Castellón)''. A.P.L., vol. XVI, pág. 154.
Valencia, 1981 .
(70) B. Martl: "La Cova Santa (Vallada, Valencia)". A.P.L., vol. XVI, pág. 190. Valencia, 1981.
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Fig. 23.- Coveta del Tossal de les Forques, Borriol. Material funerario.
Fig. 24.- Coveta del Tossal de les Forques. Fotografia de la punta de tipo Palmeta.
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Procedente de una covacha, al O del menudo "cingle" contiguo a la carena del poblado ibé-
rico de Les Forques, Borriol (71), D. Juan Serafín recogía, en 1973, del cono deyectivo de esta
pequefia cavidad, hoy impracticable por el desprendimiento de su bóveda de una gran roca, una
punta lanceolada de tipo Palmeta, comportando un largo pedúnculo de sección rectangular, pjeza
que hoy guarda el propio Museo Murucipa1 de Borriol. De la misma boca de este abrigo rupestre recogíamos, días después de conocer dicho hallazgo, un punzón de cobre arsenicado, de sección media cuadrada y extremo circular; un colgante rectangular de pizarra negra, y algunos restos de huesos humanos, por cuanto no hay duda de que la cavidad, en la bisagra del IITIII milenio a.C., fue sepulcral, y posiblemente, por los escasos restos encontrados en el cono deyectivo,
de una sola inhumación (fig. 23 y 24).
Boscb Giro pera, en 1924, daba noticia de otra punta de tipo Palmela hallada en La Serratella
(L' Alt Maestrat), encontrada por el burrianense D. Manuel Peris Fuentes en la "Cova del
Barranquet Fondo". Bosch la califica de "una punta de dart de bronce", en forma de boja y con
un nervio central que se prolonga formando la espiga, que es delgada y bastante larga, pieza
recogida -"segons sembla"- entre cerámica a mano de superficie pulida, sin ornamentar (72).
Recientemente esta Palmela ha vuelto a ser publicada, atribuyéndose a la Colección Senent, anotando que sería de cobre y que el pedúnculo es de sección rectangular (73).
Otra punta de "tendencia romboidal", se halla depositada en el Museo Arqueológico
Comarcal de la Plana Baixa (74). Procede del denominado Pla de la Pitja (La Pobla Tornesa), un
extenso poblado de piedemonte que domina la entrada al "Pla de l'Arc", corredor del interior
castellonense que comunica la propia Plana con el llano de Sant Mateu (el Baix Maestrat) y sus
bifurcaciones hacia els Ports, el Ebro y el Mediterráneo. Entre areniscas triásicas bay un material lítico del cual destaca, por mayoritario, una industria microlitica propia del Mesolitico, aunque existen igualmente láminas calcolíticas y cerámicas lisas de dificil adscripción por la pequeñez de los fragmentos rodados. Esta pieza, confeccionada sobre una delgada lámina de cobre,
sería, "al menos", de inicios del U milenio (75).
También en el "Museu Etnologic del Termet" (Vila-real), ubicado en el complejo del ermitorio de la Virgen de Gracia, junto al Millars, podemos apreciar, en su Sala U, otras cinco
Palmelas (fig. 25), expuestas entre una plural metalistería tanto prehistórica como medieval,
entre la que existen, también, cinco puntas metálicas de arpón, de sección medial cruciforme,
atribuibles a un Protohistórico Orientalizaote, metales mayormente adquiridos por et
Ayuntamiento junto con un destacado lote de cerámicas restauradas, tanto de un Bronce tardío
como ibéricas (76).
(71) J. Bta. Porcar: "La Cultura Ibera a Borrlol, 1 B.S.C.C., tomo XN, págs. 490/499. Castell6, 1933.
".
(72) P. Boscb Gimpera: "Eis problemes arqueologics de la Província de Castell6". S.C.C., "Prehistoria", Lám. VI, 7. CasteU6n,
1924.
(73) J. Rovira i Port: "Una punta metAJ.üca dejavclina de tipus "palmeta" proceden! de la Serratella (1' Alt Mestrat)". Q.P.A.C.,
n• 16, págs. 265-166. Castell6, 1995.
(74) ).L. Simón: "La Metalurgia Prehistórica Valenciana". S.T.V. n• 93, pág. 169 y fig. IOI , n• 11. S.I.P. Valencia, 1998.
(75) Op. cit nota 68, pág. 334.
(76) J.M.• Doñatc: "Gabinete Arqueológico, Guia ilustrada, 4". llustrísimo Ayuntamiento. Delegación Municipal de Cultura.
Vila-real, 1991.
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Fig. 25.- Silueta de las puntas de tipo Palmela depositadas en el Museu Etnologic de Vila-reaL
Hoy, diciembre de 1998, la catalogación y guía de este museo, debida a D. J. Ma. Doñate,
no sirve, pues han sido reestructuradas las salas, retirándose las grandes vitrinas en donde como
puede verse en la fotografia de la propia contraportada de la Guía, figuraba la adquisición realizada por el Ayuntamiento de Vila-real, especialmente la denominada VITRINA N° 10. Doñate al
referirse a estas piezas arqueológicas, escribe: la vitrina "Contiene materiales diversos rescatados por el Ayuntamiento y procedentes del área de la Comunidad Valenciana. Pertenecen a las
culturas Ibérica y del Bronce Valenciano". En realidad se trata de un importante lote de variados
objetos prehistóricos adquiridos por el Municipio en 1988 a un aficionado a la arqueología, un
tal D. Vte. Ferrer, vecino de Valencia, siendo posible que el material proceda del entorno del
Camp de Llíria, piezas que podemos ver en las fotografias de la cubierta y contraportada, y en
las págs. 1, 2, 3, 5, 1O 11, 13, 15, 20, 23 y 25 de la Guía citada. Entre este material extrañan
,
tanto las Palmelas como las cinco puntas de flecha de bronce, con arponcillo, puntas metálicas
desconocidas, al igual que las Palmetas, en esta zona liriana, por cuanto podrían no ser de aquí.
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NORBERTO
MESAOO ÜLJYER
Las Palmelas acaban de ser publicadas por Simón-García, como procedentes: dos de ellas, de la
Cova de La Masadeta (77) (fig. 25, n° 3 y 2) y el resto (78) (fig. 25 n° 1, 2 y 4) se las supone de
un yacimiento desconocido deArtana., pudiendo tratarse, seguimos citando a Simón-García, "del
Racó de la Tirana, la Penya del Migdia o de la Llometa del Fondo" (79). Como Doñate asegura
(80), el lote de las puntas tipo Palmeta no procede deArtana puesto que fue adquirido a V.F. conjuntamente con el resto de la metalistería y recipientes (81).
Otra punta de jabalina, o de tipo Palmela, publica Martí procedente de La Cova Santa (82),
yacimiento con "un mínimo de cuatro individuos adultos y tres jóvenes o niños" inhumados.
Entre su ajuar de sílex destacan cinco puntas de flecha con pedúnculo y aletas incipientes, y otras
tres foliáceas, comportando un retoque plano, bifacial, cubriente; un hacha pulida, quince colgantes sobre concha; un botón piramidal con perforación en V; y, entre varios cuencos lisos, existen dos fragmentos de cerámica "del estilo del vaso campaniforme", hallados fuera del sector
donde se depositaron los restos humanos, pero respondiendo al contexto de los ajuares recuperados, "de finales del eneólítico y principios de la Edad del Bronce" (83).
José María Soler, al excavar la cueva Occidental del Peñón de la Zorra (Villena), una cavidad de solo 4m2 , dio con algunos huesos humanos "muy alterados y removidos", un dentalium,
fragmentos de un cuenco hemisférico, dos cuentas de calaíta en forma de tonelete, una punta de
flecha triangular, con incipientes aletas, y un arete de plata. También al excavar la Cueva Oriental
del mismo peñón, una covacha de techo muy bajo y escasa profundidad, hallaba, iniciado el cribado de tierras, otro arete de plata y un "extraordinario ajuar metálico" constituido por un puñal
de lengüeta y dos puntas foliáceas de larga espiga, que, por su forma y gran tamaño (l5'5 y 16'5
cm.), son, de las valencianas, las más cercanas a la que hemos publicado de Masadeta. Restos
esqueletales, descompuestos y revueltos, pertenecientes a una sola persona inhumada, junto con
otros huesos de carnívoros "probablemente zorras que destrozarían el enterramiento", más 14
vértebras de pez y tres pequeñas lascas de silex confirmarán, también, que la cavidad era sepulcral. E l armamento de esta segunda cueva es, sin discusión, típicamente campaniforme, aunque
para Bemabeu el arete de plata no tiene precedentes en esta etapa, creyéndolo argárico (84),
puesto que su uso queda descartado durante el calcolítico (85). Pese a ello, como el mismo
Montero anotará, "Los elementos campaniformes aparecen basta los momentos iniciales del
(77) Op. cit nota 68, fig. 102, n• 1 y 2.
(78) Op. cil. nota 68, fig. 102, n• 11-14.
(79) Op. cit. nota 68, pág. 176.
(80) Op. cit. nota 70.
(81) Algunas de las cerámicas ibéricas compradas por el Ayuntamiento de Vila-real, ya fueron publicadas sin indicar que no
proceden de este término. C. Aranegui: "Historia de la cerámica valenciana", tomo 1, págs. 80 y 91. Vicens Garcia Editores. Paterna,
1987.
(82) Op. cit. nota 64, págs. 159/196.
(83) Op. cit. nota 64, pág. 184.
(84) J.M' Soler: "El Eneolitico en Villena (Alicante)". Departamento de Historia Antigua. Facultad de Gerografia e Historia.
Serie Arqueologia, n° 7, pág. 104. Valencia, 1981.
Joan Bemabeu: "El vaso campaniforme en el País Valenci.ano". S.T. V. n°. 80. S.(.P. Valenci: , 1984.
a
(85) Ignacio Montero: "El origen de la metalurgia en el Sureste Peninsular". Historia. Colección Investigación. Instituto de
Estudios Almerienses, pág. 264. Almería, 1994.
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período argárico" (86). En ambos covachas del Pefión de la Zorra estaríamos ante una intrusión
argárica - los aretes de plata- que serian cronológicamente ;-aunque no culturalmente- definitorios, puesto que no los creemos posteriores a la deposición de los ajuares campaniformes de
ambas cavidades. En cualquier caso como la plata no antecede, según Schule, al Argar B, su
metalurgia habría de datarse entre los siglos XII y IX a.C. (87), puesto que si realmente tales aretes fuesen del Horizonte Campaniforme, y por ello sin constituir una intrusión cultural Argárica,
estaríamos, como cita Montero, ante la plata manufacturada más primitiva de la Península, hecho
que sería, cuanto menos, anómalo.
Otra Palmeta, de ancha boja y robusto vástago rectangular, de 10'5 cm. de altura, halla
Aparicio en la Sima de la Pedrera (Polinya de la Ribera), importante yacimiento con enterramientos múltiples, con un ajuar compuesto por una vajilla campaniforme. Tal pieza se acompaña de un puñal de lengUeta, un punzón biapuntado de sección cuadrada (o lezna de tipo
"Fontbouisse") (88), una cuenta tubular de rodonita, 139 cuentas discoidales, varios caracolillos
marinos perforados, dos botones circulares con perforación en V, y una punta de flecha de sllex
tallada bifacialmente, con pronunciadas aletas y un pequeño pedúnculo perdido. Estariamos,
pues, en presencia de un perfecto ajuar campaniforme avalado por los propios recipientes, aunque notemos a faltar algunos elementos como los brazaletes de arquero (89).
Es evidente que en nuestro País tal tipo de armamento metálico (puñales de lengüeta y
Palmetas), es escaso (en Castellón no nococemos ni un solo ejemplar de puñal), como también
lo es el propio vaso campaniforme. Ello pudiera deberse a la falta de una metalurgia indígena,
técnica que no alcanza la zona valenciana hasta la Edad del Bronce. La fabricación de las
Palmetas es la misma que La de los puñales de lengüeta (90), puesto que sus pedicelos, por lo
general largos, bao sido obtenidos por el achaflanamiento y estrangulamiento de la zona proximal de una platinita de cobre con un martilleo directo, lo que provoca su sección pararrectangular, mientras la hoja sufre una percusión vertical por ambas caras y un afilado periférico en el
que se combina la percusión con la abrasión, configurando una mesa aplanada aunque de tendencia lenticular. Son piezas foráneas como lo demostraría el hecho de que siendo mayoritarias,
las autóctonas sobre sílex, las de aletas y pedúnculo ("auténticos fós iles-gula de la cultura del
vaso campaniforme" (9 1)), éstas; son minoría entre las metálicas (92).
Las puntas tipo Palmeta serían acronológicas puesto que "una punta de cobre oval pedun-
(86) Op. cit nota 77, pág. 63.
(87) Ruiz Mata: "1 Iuelva: un foco temprano de actividad metalúrgica durante el Bronce Final". Tanessos, Arqueología, pág.
218. Protohistoria del Bajo Guadalquivir. Edil. AUSA. Sabadell, 1989.
(88) M. Louis, D. Pcyrolle et J. Amal: "Les fonds de cabanes enéolitbiqucs de Fontbouisse. Comune de Villevieille (Gard)".
Gallia, V, pág. 31 . 1947.
(89) J. Aparicio: "Sima de la Pedrera (Benicull, Poliñá del Júcar) (Valencia)". A.P.L., vol. XV, págs. 69/91. S.I.P. Valencia,
1978.
(90) G. Delibcs: "El vaso campanifonne en la Meseta Norte Española". Studia Archaeologica, 46, pág. 102. Departamento de
Prehistoria y Arqueologfa, Universidad de Valladolid, 1977.
(91) Op. cit. nota 82, pág. 119.
(92) Simón-Gan:ia, en trabajo reciente, estudia y analiza la totalidad de la metalistería prehistórica valenciana, por cuanto remitimos a este estudio a cuantos estén interesados en las puntas tipo Palmela que hasta el momento han sido encontradas (op. cit. nota
67).
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culada, próxima a los tipos Palmela" ha sido encontrada en el yacimiento turolense de la Hoya
Quemada, con un solo nivel, cuyas fechas absolutas cubren desde el 1600 al 131 O a.C. (93), y
son igualmente "normales" en las estaciones valencianas de la Edad del Bronce, incluso en cronologías muy bajas, aunque ahora empezarán a proliferar las de aletas metálicas (el "Tipo 2" de
Simón-García) como parece señalar un yacimiento tan tardío como el de Orpesa la Vella, que
incluye ya cerámicas orientalizaotes (94); pero parecen firmes Las conclusiones a las que llega
Leona, puesto que las estilizadas hojas foliáceas (que Simón-García incluye en el "Tipo 1"),
serian exclusivas del Eneolítico (cuanto menos valenciano); mientras Las de pequeño tamaño, de
tendencia lenticular (incluidas igualmente por Simón-García en el "Tipo 1), serían más definitorias de la Edad del Bronce (95), como Masadeta y Castellets confirmarían.
Los collares (fig. 22)
Son significativas en Masadeta, por su elevado número, las cuentas recuperadas, muchas de
L cuales lo fueron tras un segundo cribado de las tierras extraídas del covacho, tierras que foras
maban, a partir de su boca, un acusado cono deyectivo. Con ellas A. Lázaro fue recuperando
cuantos restos humanos encontraba.
Las cuentas depositadas en el Museu Arqueologic de la Plana Baixa, atendiendo a su materia y forma, son las siguientes:
Gasterópodos
Luria /urida, 1 ejemplar; Conus mediterraneus, 1 ejemplar; Trivia pu/ex, 4 ejemplares;
Gibberula miliaria, 6 ejemplares; y Tricolia pulla, 1 ejemplar. Existe, también, un diminuto caracol fósil, de morfología espiraliforme cónica.
Tales conchillas, salvo el ejemplar petrificado, aparecen con profusión en la costa marina del
término municipal de Burriana, la más cercana a Masadeta. En tal sector, de unos 1O km., aún
hoy pueden contabilizarse 210 especies de moluscos, algunos de singular belleza (Charonia
nodifera, Dolium galea, Acanthocardia aculeata, Mitra zonata, Murex truncujus, Muricopsis
cristata, Ocenebra erinacea, Cancellaria cancel/ata, o el Aporrhais pespelecani, entre otros)
(96), que nunca, o muy raramente, los vemos engarzados como cuentas o colgantes en los collares Eneolíticos, los cuales repiten incansablemente unas mismas piezas, ''baratija" que pudiera
deberse a un canon marcado por la propia moda en el mundo del ornamento Eneolftico, cuya
(93) M.• Nieves Juste: "El poblamiento de la Edad del Bronce y primera Edad del Kierro en Mora de Rubielos (Tcruel)".
Monograf".as Aqueológicas del S.A.E.T., 3. Pág. 85. Teruel, 1990.
Jesús V. Picazo: "La Edad del Bronce en el Sur del Sistema Ibérico Turolense, 1: Los materiales cerámicos". Monografías
Arqueológicas del S.A.E.T., 7. Págs. 43 y 109. Teruel, 1993.
Ambos trabajos sólo citan la punta de flecha metálica "tipo «Palmeta»" s.ln dar su gráfico, por lo que desconocemos algo tan
importante como es la longitud y fonna de la pie-.l'.a.
(94) Feo. Gusi: "Las sociedades metalúrgicas". En «Historia de Caste116n, 1». Levante de Castellón, 1994.
(95) J. V. Lenna: "Los orígenes de la metalurgia en el Pais Valenciano" A.P.L., vol XVI, págs.l29-140, fig. l. Valencia, 1981.
(96) J. Andrés Gamís: "Los moluscos de nuestra costa". Burriana en su Historia, 11, págs. 545/554. Magnifico Ayuntamiento.
Burriana, 1990.
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materia prima emplea recursos naturales próximos, de muy escaso valor, aunque la propia artesanía prehistórica, como el "arte", tiene que ser estudiada, y comprendida, en función de la realidad social del horizonte cultural que la produjo.
Cuentas líticas
Discoidales de yeso cristalizado amelado, 7 piezas.
Tubulares de rodonita, 2 1 piezas. La mayor llega a los 22 mm., por 8 mm. de diámetro.
Presentan muy tina la superficie, pero nunca alcanzan, por la propia piedra, su pulido. Poseen
una perforación bipolar cónica.
Discoidales de calcita, 2003 piezas. En su gran mayoría se encuentran en proceso de descomposición. Sus diámetros suele tener entre 5 y 6 mm., por 3 de grosor; pero igualmente puede
alcanzar algo más de un solo mm . Cuando su grosor es poco, la perforación por tornele de arquillo es siempre de sección paralela.
Bicón icas de calcita, 1 ejemplar.
Fig. 26.- Cova de la Masadeta. Cr áneo Eneolitico.
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Discoidales de caliza dolomítica: negras 353 ejemplares, grisáceas, 171. Las negras no suelen presentar alteración, y mayormente conservan pulimentadas sus caras.
Tubulares de mármol verde, pulido, 1 ejemplar.
Discoideas de mármol verde, pulido, 2 ejemplares.
Discoidales de calaíta (?), 3 piezas.
Cuentas de hueso
Tubito realizado a partir de una sección de fémur de un pequeño mamífero, posiblemente
hurón.
El total de nuestras cuentas de collar asciende a 2577 piezas; existiendo en el Museo
Municipal de Vtla-real un collar formado por unas 1500 piezas; mientras el número ~e las cuentas de la colección Lázaro, rebasa las 7500. Masadeta, pues, como minimo, habría tributado (sin
estar íntegramente excavada) alrededor de doce mil cuentas, dando una elevada proporción de
las confeccionadas con las calizas que configuran el paisaje geológico de la propia Plana, hecho
que hablaría de un taller local.
Son escasas las confeccionadas con mármoles importados, los cuales conservan su pulido original, caso de las cuentas verdosas, posiblemente procedentes de canteras almerienses. Y caso de
ser de resina fósil la cuenta discoidal mayor, tendría paralelos con el colgante de ámbar de la Cova
del Uidoner de Cocentaina, y con el grano de collar de la Cova de la Pastora de Alcoi (97).
Prácticamente en todos los ejemplares de fonila tubular, o las discoidales gruesas, incluyendo la bicónica, la acción del tomete en sus bases ha dejado una sección de entrada ligeramente cónica.
La totalidad del material Eneolitico reseñado, incluyendo los restos humanos recuperados,
entre los que destaca una bóveda craneal casi completa (fig. 26), procede del cubículo más profundo de Masadeta: punto "Z" de la fig. 13, lugar óptimo para este tipo de enterramientos colectivos; mientras. las cerámicas de esta cavidad, al parecer sin otro contexto, pertenecen al Bronce
de Transición y fueron halladas en las cercanías de su boca: punto "W", pudiendo proceder de
un hábitat temporal. El hecho de que Masadeta sea un excelente punto para ocultarse pudo ser la
causa, en un periodo de inestabilidad como éste, de su ocupación; aunque tendrían que excavarse sus niveles, caso de que existan, para poder asegurar cuanto comentamos.
IV. ELS CASTELLETS D'ARTANA
Situación
Si el Tossal de la Rapita, con la cueva de La Masadeta, está en el lado derecho del vial que
(97) J. L. Pascual-Benito: "Les coves sepulcmls de I'A1berri (Cocentaina)". Saguntum, 21, pág. 155. P.L.A.V. Valencia, 1987-88.
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SOBRE EL ENEOÜrJCO Y LA EDAD DEL BRONCE EN TÉRMINO DEL MUNICIPIO DE ARTANA
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desde la Plana nos adentra en Espadán; Els Castellets, con su hipogeo funerario, está en su lado
opuesto. Por ello, en el momento de iniciar el ascenso al "Collao d ' Artana" tomaremos el camino de "AigOes Vives" por el que iremos remontando el barranco de Cuchareros hasta su tramo
inicial, que por estar encajado entre los piedemontes de "El Puntal" y "La Scrra" recibe el topónimo de "Barranc del Racó", cerca del término del municipio de N ules (fig. 11 ). En todo este
recorrido tendremos a la derecha "La Serra", tentáculo de Espadán que cierra por levante el valle
de Artana, proyectando a su vez varios cabezos que fenecen con "cingles" de caliza oxidada, llamativos paredones rojizos que, de mayor a menor y de NE a SO, reciben los nombre de "La
Penya de Migdia" (462 m.s.n.m.), "La Penya Colmenar" (483 m.), " La Penya Roja" (518 m.) y
"Eis Castellets" (443 m.), asentamiento este último de un pobladillo de la Edad del Bronce, el
cual corona la cota mayor de este muñón calizo, por cuyos restos murarios, prehistóricos, denominose con tal topónimo, recordando el tentáculo del cercano cerro del Solaig con igual nombre
y el mismo horizonte cultural en su cima.
El ascenso a esta última cota del término municipal de Artana se hace dificultosa por el
abandono de unos bancales degradados que comportaron algarrobos, siendo hoy dominio de un
monte bajo de compactada garriga, con predominio de aliagas, zarzales y romeros; aunque el
pino rodeno empieza a colonizar su suelo.
El poblado
Si alcanzarnos la cota del roquedal más alto, puesto que varios peñascos de estratificación
vertical enseñorean el paisaje, advertiremos cuatro pequeños pero potentes abancalamientos
escalonados que derraman hacia el E, cortados en su sector S por un largo "cingle" que llega a
tener unos 30m. de altura (fig. 27). La pequeña terraza superior, casi circular, y núcleo del poblado, tiene un diámetro de unos 15m.; pero si este asentamiento alcanzaba los cortos bancales contiguos llegaría a los 34 m. de eje mayor. En cualquier caso la superficie total no rebasaba los 200
m1• El solo hecho de haber encontrado (pese a ser desconocido el yacimiento) medio molino barquiforme y apenas una docena de bastos fragmentos cerámicos, y no advertirse rastro de las
cabaflas (aunque la superficie del pobladillo fue aprovechada para fines agrícolas), babia claro
del escaso número de habitantes que comportó. Tan sólo en el leve colladito que une la plataforma superior con el resto de La Serra, sector de poniente, y allí donde daba comienzo la muralla, podemos ver, aún "in situ", dos grandes calizas hincadas. El resto de los muros-ribazo están
apeados y deformados por las labores practicadas para la contención de tierras con fines agrícolas.
El dominio visual desde tal cota es óptimo, puesto que el Mediterráneo, a unos 14 km., se
divisa desde Jos 60°, término de Benicassim, hasta los 125°, término de Nules, abanico cuaternario con las ciudades de Vi la-real, Almassora, Castelló, Alqueries, Burriana y Nules.
En vida del propio pobladillo de Els Castellets veríanse los y~cimientos coetáneos de " Els
Castellets 1 Solaig", "Sant Antoni" (Betxí), "Santa Barbara" (La Vilavella) y, a lo lejos, delimitando por el N la Plana, tras el curso del Millars, "El Tossal Gros" y "Les Serretes" (Castelló).
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Fig. 27.- Apunte d e la planta del pobladillo de Els Castellcts, Artana, con la situución de l.a
covacha sepulcral.
El covacbo sepulcral
Al alcanzar el "cingle" de Els Castellets, y en su punto más bajo, a dos metros el suelo, se
abre un pequeño abrigo que sirvió como lugar de enterramiento múltiple del pobladillo superior.
Aquí, abierto hacia el SO, tendremos nuestros yacimiento que hemos denominado, por no cooocérsele topónimo, "La Coveta dels Castellets" (fig. 28 y 29).
Se trata de una diaclasa con dirección NE-SO, abierta, como hemos dicho, en la base más
oriental de estos crestones. Arqueológicamente el abrigo fue descubierto por nuestro amigo José
L. Viciano Agramunt, el año 1972.
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Fig. 28.- Fotogra fia de Els Castellets con la scñali.z ación de su covac ha scpulcrul.
Al socaire de este frente de peñascos, laderas de mediodía, la garriga enser1orea hoy un paisaje abierto al MediterTáneo el cual desciende bastante buzado al Barranc del Racó, que de las
cercanías de Font de Cabres, en la falda NE del "Puntal" (692 m.s.n.m.), recoge aguas de toda
esta vertiente serrana que por ponjente configura La Plana. La cavidad está a una altura de un
centenar de rnetros sobre el mentado barranco que, aguas a bajo, alcanza la partida de Aigües
Vives y su fuente, en las cercanías de la Cova del Teniente en donde Esteve-Gálvez señala restos de otros enterramientos eneolíticos (98). Las coordenadas de Els Castcllets, son: latitud, 39"
52' 30"; longitud, 3° 27' (99).
(98) r. E\lc\c üdh ct : ~El ídolo cncolíuco de Altana". XXX \ mvcrsan del \l u~cu Arqueolog1c Comarcal de la !'lana BaJ\8.
Papers. 20. Magrulic AJUI110111cnt. Bumana. 1999.
(99) D.G.I.C.
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Fig. 29.- La covacha sepulcral d e Els C astellcts. Detalle de su exterior.
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Fig. 30.- Planta de la covacha sepulcral con la situación de sus hallazgos.
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Fig. 31.- Sección NE-SO d e la covacba sepulcral de Els CasteUets, con su señalización
estratigráfica.
El abrigo tiene una profundidad de 3,1O m. por 0,95 m. de ancho y una altura de 1,70 m.
(fig. 30), siendo irregular su suelo calizo dado que contiene pocetas que rebasan los 30 cm. de
profundidad. La tierra que cubría este Jecho, sin restos arqueológicos, era de coloración amarillenta, sobre la que se asentaba otra, pulvurulenta, de unos 50 cm. de potencia media, de color
negro. Pese a su cuidadoso cribado sólo fue encontrada un pequeña cuenta discoidal que, conjuntamente con el extremo distal de una punta de flecha, de sílex, con retoque cubriente, pudieran ser testigos de alguna deposición antigua, aunque nos inclinamos a pensar que se trata de pie~
zas recicladas y poseídas por su valor profiláctico, como después comentamos. El resto del escaso ajuar recuperado, salvo las intrusiones de cronología posterior, lo evaluamos como perteneciente al pobladillo de la Edad del Bronce que corona la cota mayor del cerro, cuyos muertos
fueron enterrados en este covacho ubicado en la propia raíz oriental de este tentáculo de "La
Serra".
Un hecho significativo es que la totalidad de las piezas dentales encontradas en cualquier
punto del abrigo (236 enteras más 53 fragmentos) proceden del interior del covacho, puesto que
el cribado del lecho externo, contiguo a las rocas que conñguraron su opérculo, no dio resto alguno, detalle que afmnaría tanto la existencia de un cerramiento fabricado con rocas como la singular pobreza de un ajuar que habría quedado alterado en el propio vaso funerario, el cual datamos en un Bronce evolucionado que venimos denominando "de Transición", el propio de esta
geografia del Septentrión valenciano.
En su entrada, una gran roca asentada horizontalmente sobre otras menores hace hoy de
umbral, y pertenecería al basamento del mentado muro de cierre. Otra de sus rocas aparece caída
hacia el exterior (fig. 32). Con seguridad, pues, como la mayoría de las cavidades sepulcrales que
conocemos (1 00), tras la deposición de los cadáveres sus bocas eran precintadas con una pared
de rocas con el objeto de delimitar el mundo de los muertos.
(lOO) Op. cit. nota 53.
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Fig. 32.- ista interior de la covacha sepulcral d e Els Castellcts, con la señalización, en primer
término, de sus rocas-opérculo.
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Fig. 33.- Lecho del vaso sepulcral con la ubicación del ajuar rec uper ado.
Restos "in situ", o por lo menos procedentes de su nivel deposicional primario, serían una
calota humana y los fragmentos principales de huesos largos, muy troceados (tig. 33), estando
revueltos el resto de los despojos bu manos, en especial las piezas dentales, puesto que igual estaban sobre las rocas del propio vaso funerario como debajo, e incluso aprisionadas entre ellas,
hecho que apunta a que estamos en presencia de un ajuar muy alterado, como nos lo avala la
pequeña moneda de cobre recogida en una de las cotas más hondas del abrigo, y una punta de
tipo Palmela que se halló compactada entre dos rocas que parecían cercar los restos del cráneo
(fig. 34). Cáscaras de almendras en los fondos de pequeñas madrigueras ya cegadas, aseguran,
también, el desplazamiento de las deposiciones de los ajuares, hecho común en cuantos enten·amientos prehistóricos, en abrigo de poca potencia, vienen siendo estudiados. Y puesto que el
genuino vaso sepulcral de esta cavidad sólo mide 100 x 95 cm., los enterramientos se irían suce-
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Fig. 34.- Lecho del vaso sepulcral con la calota humana y la Palmcla " in situ".
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diendo con el tiempo que permaneció habitado el pobladillo de Els Castellets, y con cada nueva
deposición se alterarlan las precedentes por la escasa capacidad del propio lecho sepulcral, seguramente un ritual que se vuelve a repetir en el cercano covacho del cerro de Botifarra de la Vall
d'Uixó, que, como único aj uar, tributó un arete de bronce binario (Cu/Sn).
El ajuar (fig. 35)
Piedra
. -Extremo distal del cuerpo de una punta de flecha. Retoque plano, cubriente, bifacial. Presenta el
ápice perdido, y comporta una superficie muy meteorizada. Altura, 16 mm. (n° 5).
-Cuenta discoidea de caliza blanca con perforación central. Diámetro, 4 mm.; altura, 3 mm. (n° 4).
Metal
-Extremo de un posible punzón de sección cuadrada. Longitud, 22 mm.; grosor, 2 mm. (n° 1).
-Punta de flecha fo liácea, laminar, de tipo Palmela, con ambas caras lisas y extremo distal redondeado. Es de cobre arsenicado. Altura, 61 mm.; grosor del pedúnculo, 2 mm. (n° 2).
-Planchuela de bronce binario (Cu/Sn) cuyo perfil en T recuerda La cabeza de un bóvido, exenta, por
rotura y pérdida, de su rama derecha. Altura, 35 mm.; grosor, 2 mm. (n° 3).
-Moneda muy erosionada - un real vellón- perteneciente a los Reyes Católicos. Diám. 14 mm. {101)
(n° 8).
Hueso
-Pieza tubular adelgazada por abrasión. Altura, 18 mm. Diám. 13 mm. (n° 6).
Restos humanos
-Los principales huesos largos recuperados, alterados por lo revuelto del paquete arqueológico, aparecieron, como la calota, tanto sobre el lecho funerario como clavados entre los resquicios de las medianas rocas del interior del abrigo. Su estudio no ha podido llevarse a cabo, puesto que desconocemos su
actual paradero ( 102).
Cerámica seleccionada
Los restos cerámicos recuperados en el hipogeo - 24 fragmentos a mano y dos torneados, éstos de
cariz ibérico-, son muy pequeños. Hemos seleccionado 4 pequeños tiestos (fig. 35, conjunto n° 7). De ellos
dos pertenecen a recipientes de borde bucal exvasado, y el resto a vasos de cuerpo cerrado, uno de los cuales presenta una carena comprimida sobre cuyo diámetro máximo anclaba La base de un asa (n° 7).
La diversidad de calidades de unas pastas rodadas y fragmentadas hace sospechar que este conjunto
cerámico no proceda de recipientes depositados en el covacho funerario; más bien parece recogido entre
(lO l) " La moneda de Els Castellcts (Artana) me dice Mateu y Llopis que es de Fernando el Católico, pero moneda ((bastante
rara», es decir, poco frecuente". Carta particular de D. Domingo Fletcher, de fecha 10-10-75.
( 102) Los principales restos humanos de este abrigo, entre los cuales sobresalía una e-alota, conjuntamente con otros procedentes de la Roca deis Corbs, Cuila, fueron llevados en 1975 al SIP y recogidos para su estudio por la investigadora madrileña M.O.
Garralda, materiales cuyo paradero hoy desconocemos.
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Fig. 35.- Els CasteUets. Material recuperado en el covacho funerario.
los detritus del propio poblado de Els Castellets y depositado en el abrigo, conjuntamente con las personas inhumadas, tal vez con el valor simbólico de un ajuar funerario, ofrenda que, de ser cierta, hablarla de
la extrema pobreza de esta sociedad rupestre puesto que las tumbas, con sus ritos post mortem, son un fiel
reflejo del "estatus" socioeconómico y ••religioso" que las hace posible.
Comentario
Mientras las cuevas de enterramiento múltiple vienen citándose como "uno de los elementos más característicos de la Prehistoria del País Valenciano" (103), no proliferarán, aún dentro
(103) EJ. Lópe' ., M.A. Oarcla y J.R. Oncga: "La cova deJ Cantal (Biar, Alicante)". Lucentum, LX-X, pág.43. Alicante, 1990-91.
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NORBEitTO MESAOO ÚLIVER
de él, en su zona más septentrional. Ya Tarradell hacía notar la pobreza de los hipogeos
Eneolíticos en Castellón (104), concretamente en El Maestrazgo, L 'Aicalatén y Els Ports, con
una orografia importante, hermanándose los enterramientos colectivos Eneolíticos del resto del
País Valenciano con los del Bajo Aragón más cercanos al Ebro. El número de individuos sepultados en una misma cavidad, pues, estaría más en función de la propia geografia (deudora de su
propia economía), que del ritual de cada horizonte cultural y cronológico, como señalarán, tanto
para los inicios del no milenio a.C. como para su final, Masadeta y Castellets, hipogeos a canto
de una ubérrima comarca: la propia Plana de Castellón, en la que se asentaba como hábitat eneolitico más destacado "Villa Filomena", única estación de llanura (aunque sobre el acantilado del
Millars) que dio abundantes fragmentos de vaso campaniforme, testigo de su alto "estatus"
socio-cultural, cerámicas que no incluían las plurales cárcavas sepulcrales abiertas en las pudingas cuaternarias de los cajeros del río contiguas al poblado, cuyos ajuares funerarios, hoy extraviados, repiten las tan populares puntas de flecha con aletas y pedúnculo halladas en los silos de
Villa Filomena. Del grupo de tales cárcavas de erosión sólo conocemos un ajuar compuesto por
una punta de flecha, de aletas, con retoque plano cubriente; un borde de cerámica grosera; y 141
cuentas, de las cuales 137 son discoidales, de caliza, y sólo 4, prácticamente tubulares, lo son de
rodonita. Pero lo que más interesa señalar es, pese a la pequeñez del abrigo (su planta apenas
alcanza los 7 m2), el elevado número de personas inhumadas: "El total de individuos identificados, entre niños y adultos, alcanza el número de once" ( 105), computándose por ello entre los
hipogeos colectivos, al igual que ocurre en Masadeta, característica de un Horizonte propio de
un "estatus" ligado a importantes paisajes de llano o a corredores que los comunican, viales por
los que va a fluir La propia expansión de un, para nosotros, poblamiento nuevo portador de cambios tecnológicos y ergológicos importantes (de cuyo bagaje - y ello es anímicamente destacable-- parece se excluyan los idoliformes óseos (106)), que pudiera explicar el aumento demográfico que sufren ahora tales paisaJes, hecho que no hemos detectado en el "hinterland" castellonense con una orografia dificil sin apenas espacios abiertos capaces y con unos corredores encajados, paisajes en los que su dureza tectónica va a dictar un modo de vida más primaria y por
ello de subsistencia, en los que son plurales los enterramientos eneolíticos de uno o dos individuos en oquedades sólo aptas para alimañas..
Por esto es importante señalar en La Plana Jos enterramientos colectivos de Masadeta y
Castellets, puesto que es innegable que el abrigo segundo, pese a ser minúsculo, sirvió de panteón, o casa de los muertos, a quienes fallecían en el encumbrado pobladillo del Bronce, hecho
que se creia extrafio en el País, puesto que lo general es que los covachos o simples grietas de
las proximidades de tales poblados alberguen restos de uno o dos individuos.
Otro hecho a destacar es la clara disensión que existe en la paJeopatología de quienes fueroo enterrados en ambas cavidades del término castellonense de Artana (véase el artículo de B.
CloqueU, F. Rodes y J.B. Martí en este mismo volumen del APL}, por cuanto hay que deducir
( 104) M. TarradcU : "El País Valenciano, del neolítico a la lbcrización". A.U.V. XXXVI, pág. 113. Valencia, 1963.
(105) C. Olaria: "Covacbo del rio Millars (Almassora, Plana Baixa)". C.P.A.C., 15, pág. 423. Castcllón, 1993.
(106) Op. cit. nota 9, pág. 90.
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que estamos ante gentes con una dieta alimentaria, y por ello cultural, bien diferente; producto,
la Eneolitica, de una alimentación basada en la caza y recolección silvestre, y la del Bronce en
una alimentación derivada, en buena parte, de las plantas cultivadas en la que las harinas borneadas y glucósidos debieron de formar parte importante de la nueva dieta.
Otro hecho a destacar, derivado del elevado número de caries en Castellets, es que las piezas atacadas por úlceras no eran extraídas ''pre mortem", pese al dolor que causan, y su práctica
ausencia en Las piezas eneollticas no debe atribuirse a este hecho (107), sino a la dieta antes citada. Ello asegura, más si cabe, la pluralidad de ambas etnias y la profundidad cronológica que las
separa, por cuanto en modo alguno habría habido una "tradición" generadonal en nuestro Pa{s,
como continuamente se incide, hecho que se subraya en el artículo arriba citado, ya que "Todo
orienta hacia poblaciones diferentes...".
Los tan diminutos taladros de la gran mayoría de las cuentas discoidales encontradas en
Masadeta, son consecuencia de la técnica alcanzada en la confección de los hilos y, por ello, de
las telas.
Tanto Masadeta como el nicho de Castellets fueron espacios naturales elegidos con un fin
funerario, no pudiendo determinar, por razones obvias, si en ellos se practicaron inhumaciones
primarias o sirvieron, simplemente, de osarios. En cambio puede afirmarse que ambos contenedores fueron auténticos panteones funerarios de sus respectivos hábitats, aunque no hayamos
detectado el de Masadeta. Tal hecho no significa, precisamente, que haya existido entre ambos
horizontes crono-culturales una tradición, puesto que el esconder la muerte, por su inquietante
verdad, es inherente a cualquier cultura.
Llama, pues, la atención, cómo pequeños núcleos rupestres de la Edad del Bronce (tanto en
Castellets como en Botifarra sólo detectamos un molino barquiforme) posean en sus laderas una
sola cavidad sepulcral utilizada como panteón tribal, hecho más bien anómalo en tal Horizonte.
Basándonos en el ajuar más significativo de Masadeta, diríamos que su Eneolítico pertenece ya al H.C.T., por cuanto descartamos una larga secuencia cronocultural pese a existir algunas
piezas (trapecios, puntas líticas de aletas invertidas y grandes cuchillos) que parecen apuntar a
momentos cuJturales más antiguos, hecho que creemos ocurre en el resto de los escasos enclaves eneolíticos de la comarca. Las largas secuencias que con frecuencia se citan al estudiar otros
yacimiento valencianos, nacen más del querer enraizarlos con un "antes" y un "después" cultural, que de los propios contextos ergológicos extremos, siempre difíciles de etiquetar. Y es que
los registros culturales estratigráficos aparecen constantemente rotos por biatus de una gran profundidad cronológica, silencios que atañen a aquellos estadios culturales en formación en los que
debiera depurarse la tradición en su fluir hacia la modernidad, que es la que define las Culturas.
Tales vacíos obligan a ser cautos y a escrutar con paciencia cualquier alteración o modificación
de aquello que creemos "tradicional". Basándonos únicamente en los ajuares Eneolíticos recuperados en Masadeta, diríamos que estamos ante una estación tipica del H.C.T., hecho que ocurre, también, en el resto de los materiales y yacimientos Eneoliticos de la comarca, dos de ellos
(107) Feo. Piqueras et alii: "Estudio del material dentario", pág. 432. En C. Olaria: "Covacho de enterramiento colectivo en el
rlo Millars (Almassora, La Plana Alta)". C. P
.A.C., 15, págs. 421/436. Diputación Provincial. CasteUón, 1993.
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- los poblados del Castell de la Vilavella y ViUa Filomena- con auténtico campaniforme (el elemento foráneo más signjficativo del nuevo horizonte) no parece conveniente relacionar con un
ajuar funerario, puesto que Jos covachas de los cantiles del Millar, contiguos a esta segunda estación, con enterramientos en los que se incorporan puntas de aletas de sílex, es dificil de creer que
no pertenezcan a la propia necrópolis del yacimiento, puesto que se concentran aqui y no en el
resto de la crecida brecha que en la Plana abre el río, igualmente con cárcavas de erosión sobre
un conglomerado de pudingas, y, pese a ello, no tributaron con su expolio vaso campaniforme
(108). Por ello, su no existencia en yacimientos que ergológicamente debieran comportarlo (los
que reiteran aquellas piezas que se conocen como "fósiles guia"), no es motivo para creerlos más
antiguos que aquellos otros (tan escasos por otro Lado) que lo detectan.
Hay que aceptar que, en los yacimientos meticulosamente excavados, los Horizontes
Culturales que albergan se suelen presentar " maduros", como producto de corrientes foráneas,
como es el caso del Neolítico, y aun sus "fases" más puntuales (el Neolítico Cardial "tipo Or" y
el Inciso "tipo Fosca") las creemos más propias de etnias plurales que de su propia evolución
interna. Si, como señalamos por vez primera (1 09), quienes decoran la cerámica cardial pintan
l.os grandes temas rupestres del área Contestana Alicantina, su mundo cultural nada va a tener en
común con quienes decoran con la incisión mayoritaria su cerámka y pintan escenas narrativas
en las balmas de su paisaje ( 11 0). Ambos estilos, totalmente antagónicos puesto que son resultado de conceptos culturales discordantes, son sólo producto del plural mundo Neolítico, y cuando en una misma estación se imbrican, el segundo solapa al primero, siendo estilisticamente
imposible hacer derivar el arte naturalista, del simbólico-expresionista tipo Petracos.
Por dar un solo ejemplo, recordemos, en su fase prehistórica, la Cova del Montgó (La
Marina Alta), con secuencias Paleolíticas, Neolíticas, Eneolíticas (campaniformes) y del Bronce,
que, pese a presentarse culturalmente puntuales, están sirviendo para valorar "una ocupació que
en l' estat de la investigació es remunta al Paleolític Superior" ( 111 ), y es que el atrapar determinados yacimientos diversos horizontes crono-culturales no obliga a atribuir a sus moradores una
misma cadena genético-cultural. Simplemente sus horizontes están superpuestos por las propias
características del paisaje y las excelencias, igualmente fisicas, de unos singulares abrigos. Los
propios registros ergológicos que definen las culturas, los denominados "fósiles guía", no responderán a una tradición sino a una novedad cultural, o lo que es lo mismo: a otros modos socioeconómicos (y por ello artísticos y cultuales) que sólo podemos explicar por la llegada, ñsica, de
otras gentes. También es cierto que en todo momento del devenir de la humanidad existen unos
problemas que el hombre, aplicando simplemente la lógica, soluciona del mismo modo. Y en el
campo del adorno personal, tanto en la prehistoria como en nuestros días nos hemos valido, por
ejemplo, de un mismo tipo de conchillas marinas, y no se nos ocurrirá pensar que los largos
( 108) Op. cit. nota 50. Separata., pág. 276.
(109) N. Mesado y J.L. Viciano: "Los grabados <
(110) N. Mesado: "La Cova del Mas d"en Llorens y el Arte Prehistórico del Barranco de Gasulla". A.P.L., vol. XVI, pág. 302.
SIP. Valencia, 198 l.
(111) Op. cit. nota 32.
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collares "hippys", fabricados con ellas, responden a una tradición cultural "amb profundes arrels
des del Neolític". Y es que la presencia de determinados elementos -ahora secundarios- en el
registro material de un yacimiento, carecen de peso a la hora de evaluar sus propias raíces. Toda
dinámica evolutiva de los grupos humanos del pasado, como ya hemos comentado, aparece
siempre seccionada, incluso, por vacios cronológicos profundos. En el momento actual, una propuesta de dinámica cultural que permita una periodización fluida, y por ello sin roturas, sigue
siendo inviable por el hecho de no haberse encontrado, pese a lo mucho excavado, un solo yacimiento con una secuencia generacional sin traumas. Y es que todo yacimiento, como escribe
Martf, oftecerá "grandes diferencias según sea su atribución Eneolítica o del Bronce Valenciano,
resultando dificil precisar los horizontes intermedios" (112).
Frente al elevado número de cuentas recogidas en Masadeta procedentes de collares múltiples (posible ostentación social), sólo una de ellas ha tributado Els Castellets, prueba de que no
puede usarse, "per se", como collar. Tampoco conocemos ningún enterramiento de la Edad del
Bronce que las haya dado en cantidad, como de otros abalorios que puedan ser signos de ostentación funeraria "puesto que no existe un modo uniforme de enterrar a los muertos, porque tampoco son uniformes las creencias religiosas" (113). Por ello, como apuntan Apellániz y
Fernández Medrano, cuando tales piezas son muy escasas entre los ajuares funerarios pueden
tener un valor profiláctico ante males y enfermedades, puesto que el propio adorno tendría la
probable función de defensa ante un medio hostil (114). El mismo simbolismo pudo tener el
extremo distal de la punta de flecha de sílex, claramente eneoiitica, recogida en Els Castellets,
meteorizada en extremo, erosión que no habría tenido que proceder de un enterramiento
Eneolítico tradicional, por cuanto pudo haber formado parte, como la cuenta, de los pequeños
abalorios -con su reiteración morfológica- que en vida pudo llevar encima, como amuleto, alguna de las personas inhumadas en el covacho de Els Castellets, por lo que parece que estemos ante
una sociedad que usa insignificantes piezas que recicla con un valor simbólico, como viene ocurriendo en otros enterramientos de la Edad del Bronce en la provincia de Castellón, caso de aquellos en los que sólo existe un único fragmento cerámico, a veces taladrado, para ser usado como
colgante. Así ocurre en la Roca del Corb (115}, Racó de la Tirana ( 116) o el Covacho de la Mare
de Déu de Gracia (117), cuyos respectivos excavadores inciden en esta idea.
Algo similar ocurre en la Cova del Cantal (Biar, Alicante). Se trata de una cueva de enterramientos múltiples perteneciente al Eneolítico, que se sigue usando durante la fase
Campaniforme y también durante la Edad del Bronce. Ha tributado 34 puntas de flecha de sílex,
(112) Op. cit. nota 64, pág.J89.
(IJ 3) J. M." Luzón: "Imperio y Religión. Del mundo romano al prerrománico". En «Historia del Anc Espailol)), vol. n. pág.
51. Plaoeta-Lunwerg Editores S.A. Bareelona, 1997.
(114) J.M. Apcllániz y D. Fcmández-Mcdrano: uEI sepulcro de galería segmentada de la Chabola de la Hechicera (Eivillar,
Álava). Excavación y restauración". E.A.A .• 9, págs. 14-221. Vitoria, 1978.
C. L. Pérez-Arrondo y C. Lópc:t de Calle: "Aportaciones al estudio de las Culturas en el Valle del Ebro. 1: Elementos de adorno". Historia/3, pág. 143. Instituto de Estudios Riojanos. Logro. lo, 1986.
i
( 115) Op. cit. nota 53, pág. 206.
( 116) Op. cit. nota 2, págs. 38 y 40.
( 117) C. Olaria: "Covacho de enterramiento colectivo en el Riu MiUars (Almassora, La Plana Alta)". C.P.A.C., 15, págs.
4211
425. Castellón, 1993.
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de las que cinco son de aletas desarrolladas y pedúnculo; 1 puiial de lengüeta (fósil director, destacado, del Campaniforme); y 1 punzón biapuntado, de sección cuadrada, de bronce; habiéndose registrado, de nuevo, una cuenta de collar de piedra verde (118).
También en otra cueva alicantina, la Cova del Negre, del término de Cocentaina, pese a su
rico ajuar lítico tan sólo se habría detectado un grano discoidal, aunque la mayor parte del material recuperado procede de rebuscas clandestinas. Se trata de un pequeño covacho con dos personas adultas inhumadas, en el que van a destacar sus soberbias puntas de flecha de aletas y
pedúnculo, con retoque plano, bifacial, cubriente, dos de cuyos ejemplares rebasan los 7 cm. de
altura por lo que se trataría de piezas de gran valor fabricadas para amortajar a los difuntos, formas mayoritarias que conviven con otras, tanto losángicas como foliáceas. También fueron recogidas dos hojas-cuchillo, una de filos vírgenes, de 13 cm. de altura, y la segunda, un fragmento
medial de 8,5 cm., con la típica percusión compacta en su perfll derecho. En metal hay un punzón biapuntado, de sección cuadrada, y en cerámica destaca un fragmento de borde, de tendencia cerrada, de vaso campaniforme de estilo marítimo, así como en piedra blanca un botón piramidal con perforación en V ( 119).
En la Cueva de la Torre del Mal Paso, Castellnovo, los enterramientos formaban seis
"paquetes funerarios", estando los ajuares dispersos, pero en sus proximidades, por lo que Jordá
supuso que la cueva poseía "segundos enterramientos" . De las 40 puntas de flecha, de sílex,
encontradas, 14 poseen aletas y pedúnculo, recogiéndose abundantemente en el Sector E, que es
el de la entrada, mientras las romboidales y foliformes se encontraron con preferencia en el resto
de los sectores, hallándose los materiales de piedra pulimentada, también, en el Sector E, por
cuanto Jordá cree que el material contiguo a la boca de la cavidad, sería, pese al elevado número de puntas de flecha con aletas, "algo más antiguo que los del resto de la cueva". Del Sector D
proceden las dos únicas cuentas discoideas de collar, encontradas en las capas ¡a y 43 •
Pese a la parquedad de tales cuentas discoidales en alguna de estas cuevas, lo normal es,
durante el tercer milenio, contenerlas en abundancia, proliferación que apuntaría hacia una moda
que, aunque no con tanta fuerza, observamos durante la Edad del Bronce, desapareciendo luego,
por cuanto es evidente su escaso valor cronológico ( 120).
De las hojas cuchillo procedentes de la Cueva de la Torre del Mal Paso, destaca, por su longitud (185 mm.), una sin retoque. Y no existe, pese a la importancia de la cueva, cerámica campaniforme; pero un gran fragmento de vaso, procedente del Sector E, comporta una decoración
incisa formada por una guirnalda escoltada por sendas líneas de puntos (121). Pese a este elemento cerámico (de posible antigüedad) la concentración de las puntas barbadas fecharían buena
parte de su contexto mueble (cuanto menos el de la entrada) en la fase de transición. En cualquier caso hay que recordar que Fletcher, al estudiar la covacha sepulcral de la ladera del Castillo
(1 18) E.J. Lóp.ez, M.A. García y J.R.. Ortega: "La Cova del Cantal (Biar, Alicante)". Lucentum, IX-X, pág. 25. Alicante, 1990-
9.1.
( 11 9) J.L. Pascual Benito: "Les coves sepulcrals de 1' Albcrri {Coccntaina). El poblament de la Vall Mitjana del riu d. Alcoi
durant el 10 mil.lenari BC". Saguntum, 21, págs. 109/ 167. P.L.A.V. Valencia, 1987/88.
(120) Op. cit. nota 102, pág. 144.
( 121) F. Jordá Cerdá: "Los enterramientos de la Cueva de la Torre del Mal Paso (Castellnovo - Castellón de la Plana)". A.P.L.>
vol. VIJ, pág. 89, !ig. 18. Valencia, 1958.
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de Xiva, con su variada gama de puntas de flecha procedentes de un mismo nivel, apuntará que
tal pluralidad "no puede inducimos a creer que hubo distintos momentos de enterramiento"
{122). Esta covacha destaca por sus bellas láminas-cuchillo, de sílex (motivo por el cual los
hemos paralelizado con los de Masadeta), y su largo punzón de cobre, elementos propios del
EneoUtico. También recoge Fletcher, en el mismo trabajo, la indicación de Castillo Yurrita: " ... el
vaso campaniforme lleva a todas partes donde va el conocimiento o cuanto menos la presencia
del cobre" ( 123) puesto que "Metal y vaso campaniforme son dos elementos de un mismo fenómeno" ( 124). Y es que, pese a la gran escasez de vaso campaniforme en CasteUón (también en
el resto del País), punzones y Palmelas de cobre, así como las cuentas tubulares de rodonita (125)
y las puntas de sílex barbadas, están pregonando su propio horizonte cultural, exista o no la cerámica que lo personaliza, puesto que si ésta fue sólo una moda avalada por el prestigio de poseer
un ajuar campaniforme (Harrison), habría zonas deprimidas que pudieran no haber tenido acceso a ella, y en modo alguno habría podido ser "un fenómeno unitario, ni durante todo el período, ni en todo el territorio europeo", pudiéndose dar el caso que "un yacimiento con elementos
campaniformes y otro sin ellos sean contemporáneos" (126). Y es que seguimos, tras más de cuarenta años, sin "encontrar la verdadera causa del poco arraigo del vaso campaniforme en nuestra región" ( 127), a no ser que sea la misma del también tao parco arraigo de los monumentos
dolménicos, en cuyo caso vaso campaniforme y dólmenes pertenecerían, como en el S peninsular se certifica (especialmente en la zona cuprífera delAlgarve), a un estatus socioeconómico elevado, síntoma, cuanto menos, de una jerarquía social de prestigio, auténticas elites dominantes
impropias de una geografía, la nuestra, con ausencia de huellas de minería prehistórica, pobreza
que quedará también patente en la gran parquedad de los poblados calcolíticos, hecho que prueba su poco arraigo y posible nomadismo; y la permuta, casi total, de los monumentos funerarios
por las covachas naturales, otro signo que evidenciará el escaso número de individuos sin un
poder ciánico de concentración. Los propios hábitats, aqui, comportan una singular economía
cinegética de subsistencia, otro rasgo que avala un hecho tribal deficiente.
Los tipos de Palmela procedentes de la Meseta Norte, todas ellas de tarnaflo menor (como
en general lo son las encontradas en las grutas artificiales de las cercan las de Palmella, al SE de
Lisboa), son para Delibes "casi exclusivas de la metalurgia hispana de la Edad del Cobre, propias del horizonte del vaso campaniforme", aunque aflade "y aún, en ocasiones; posteriores"
(128). En el País Valenciano tenemos puntas metálicas perfectamente estratigrafiadas en poblados de la Edad del Bronce, caso de La Muntanyeta de Cabrera (129), el asentamiento más sig-
(122) D. F1ctcher Va1ls: "La covacha sepulcral de la ladera del castillo (Chiva)". A.P.L., vol. VI, 16. Valencia, 1957.
(123) Op. cit. nota 52, pág. 24.
(1 24) A. del Castillo: "El Neoeneolítico". En <
Madrid, 1954.
(125) J. V. Lcrma y J. Bemabeu: "La coveta del monte Picayo (Sagunto, Valencia)". A.P.L., vol. XV, pág. 45. Valencia, 1978.
(126) Op. cit. nota 85, pág. 63.
(127) Op. cit. nota 42, pág. 25.
( 128) Op. cit. nota 83, pág. 108.
(129) D. Fletchcr y E. Pla: "El poblado de la Edad del Bronce de la Montanyeta de Cabrera (Vcdat de Torrcnt, Valencia)".
S.T.V. n• 18. SlP. Valencia, 1956.
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Mrs,, oo Ouvt:R
Fig. 36.- Els Cermanells (Rafelbunyol, I'Horta). Materiales hallados por l nocencio Sarrión.
Foto S IP.
nificativo, culturalmente, de cuantos podemos incluir en el Bronce Medio. el cual ha tributado
seis puntas de flecha/jabalina, de cobre, de las que al menos tres serían de tipo lanceolado, puesto que existe una de aletas y las otros dos aparecen muy deformadas por la oxidación. De estas
tres, dos, por sus escotaduras laterales, podremos incluirlas en el tipo B de Delibes, habiendo
sido encontrada la mayor, de 9,4 cm., en la superficie del Sector IV de este yacimiento. Pese a
sus variados perfiles las tendremos presentes en casi todos los niveles, lo que indicaría que cultural y cronológicamente perviven juntas. Variada tipología que igualmente recoge el pobladillo
de Els Germanells, Rafelbunyol, armas encontradas por lnocencio Sarrión en 1963, junto con
otras piezas (tig. 36), entre las cenizas de un hogar. Observamos, también aquí, dos puntas del
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tipo 8 de Delibes (n° 3 y 4), otra del tipo A (n° l) y, nuevamente, un solo ejemplar con aletas
(n° 2).
También el poblado de La Muntanya Assolada (Aizira), ha dado dos puntas de esta tipología, una de las cuales, con un largo pedúnculo, es igual a la B l de la clasificación de Delibes;
mientras el estirado perfil ojival de la segunda, es más propio de las piezas valencianas ( 130).
También las señalará, entre otros poblados, el ruvel fundacional de la gran "Habitación 1" de La
Liorna de Betxí (Paterna), igualmente de hoja alargada; y el nivel U, con tres piezas, una de hoja
estirada, pero sin escotaduras, y otras dos del tipo B de Delibes. Igualmente el Nivel II de la
Habitación Ili ba dado cuatro ejemplares, uno de los cuales presenta fuertes aletas (131), viéndose de nuevo la convivencia cronocultural que indicamos pese al elevado porcentaje de las puntas fo liáceas, aletiformes que con el tiempo parecen imponerse por más efectivas, como sería el
caso de las encontradas en un yacimiento tan tardío como el de Orpesa la Vella (132), con cerámicas orientalizantes entre las indígenas (133), única tipología que habría sido fabricada en el
País Valenciano como demuestra el molde recogido en el pobladillo de El Gargao (Vilamarxant)
(134) y cuya pervivencia, cuanto menos formal, alcanza incluso la Cultura Ibérica (135).
V. A MODO DE COLOFÓN
En las cavidades de La Masadeta y Els CasteHets, la primera por tratarse de excavaciones
clandestinas y la segunda por haber sufrido con el paso de los años una fuerte remoción natural,
solamente podemos asegurar su uso colectivo como panteones funerarios, ignorando si fueron
simples osarios o si se practicaron, como en el caso del Racó de la Tirana, enterramientos primarios. Igualmente desconocemos si en la Cova de la Masadeta se practicó algún enterramiento
del H.C.T sobre otros Calcoliticos a los que pudieran pertenecer los largos cuchillos o los trapecios, puesto que "La característica más destacable del ritual de enterramientos campaniforme es
el abandono del enterramiento colectivo y su progresiva sustitución por el enterramiento individual" (136), hecho que pudiera deberse al elevado estatus social de la persona inhumada, puesto que "los personajes más relevantes incorporan en sus ajuares los elementos propios de su condición y del momento" (137). Igualmente cabría la posibi lidad de que en un covacho de enterramiento tradicional (CaJcolítico) se fuesen incorporando nuevos elementos culturales -caso de las
puntas de Palmela- sin haber asumido sus gentes el novedoso progreso del hecho campaniforme
(130) B. Martl Oliver: "La Muntanya Assolada (Alzira, Valencia)". Luccntum, ll, pág. 61, fig. 14. 3. Alicante, 1983.
(131) M.• Jesús de Pedro: "La Liorna de Betxl (Paterna, Valencia). Un poblado de la Edad del Bronce". S.T.V. n• 94, fig.~. 27,
48 y 107. S.I.P. Valencia, 1998.
(132) F'. Gusi: "Las sociedades metalúrgicas". En «Historia de Castellón», vol. l. Prensa Valenciana -"Levante". Castellón,
1992.
(133) O. Clausell: "Nuevos hallazgos fenicios en la J>rovincia de Castellón". Q.P.A.C., vol. 16, pág. 97 y 98. S. LA. P. Castellón,
1995.
(1;34) J. V. Martlnez Pcrona: "Carta arqueológica de Pcdralba y Bugarra". A. P. L., vol. XJV. Valencia, 1975.
(135) Op. cit. nota 68, pág. 378.
(136. Op. cit. nota 108, pág. 351.
(137) Op. cit. nota 95, pág. 361.
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OuvER
(138), que lo creemos, más que una simple novedad ergológica de prestigio, producto de la llegada de una nueva Cultura puesto que "las ideas sólo pueden ser difundidas a través de agentes
humanos, siendo necesario que éstos se establezcan en un lugar determinado" (139), retomando
con ello las viejas hipótesis lideradas mayormente por Castillo Yurrita ( 140)~ puesto que es indiscutible que con el campaniforme se pluraliza una sociedad de metalúrgicos y, hecho curioso, de
expertos talladores de sílex cuya técnica alcanza en las puntas de aletas de la Cova del Negre de
1'Alberri su máxima perfección, sociedad que debió de introducirse en los territorios valencianos "a finales dellll m ilenio a.C. e inicios del siguiente" (141), hecho innovador sin precedentes puesto que la fundición ''supone un proceso de transformación de los elementos naturales"
dado que "el objeto en sí mismo no basta" (142), estatus que es bien dificil que alcance por ella
misma nuestra sociedad Calcolitica peninsular.
Es seguro que el pobladillo de Els Castellets, que como todos los de este sector de La Plana
pertenece a un Bronce de Transición, utilizó el covacho de la base de su "cingle" para sepultar a
sus muertos, hecho escasamente prodigado en nuestra Comunidad, puesto que en tal horizonte
cultural, lo normal es que los sepulcros contengan uno o dos individuos, muchas veces simples
despojos vertidos en alguna de las grietas de los acantilados de los propios poblados como simples escombros, hecho indicativo de un escaso (o nulo) culto a la muerte, en contrapartida al
hecho Eneolítico con su elevado culto a ella, que a veces incluye en sus enterramientos, al sur
del río Xúquer, los millarenses idolillos-falange, prueba de creencias en una proyección de ultratumba, idoliformes que para Bernabeu estarían ausentes del H.C.T. (143), aunque hay que recordar el magnifico ejemplar de los niveles "campaniformes" de La Ereta del Pedregal (144); y,
ahora, la gran "deessa" esculturada hallada en el entorno de La Rápita, ese cerro que, conjuntamente con Les Penyes Aragoneses, destaca en el paisaje del término de Artana; territorio en el
que el Rdo. J. Llidó Herrero ha encontrado petroglifoides (145), testigos de la sacralización de
este majestuoso enclave a través del tiempo. Parece, pues, que un significativo hábitat Eneolítico
(posiblemente borrado por el secular cultivo de secano), asentose en el piedemonte próximo,
enterrando a sus muertos en la cavidad de La Masadeta o La Rápita. Tal sacralización a través
de culturas y religiones diversas - posible síntoma de la fuerza telúrica de estos crestones rocosos- nos hace recordar la Cova del Cavall (antes de "Alimaymon") de Villar del Arzobispo (els
Serrans), a la que acudían en romería "de todas naciones y creencias", por lo que Calixto m, con
bula dada en Roma, la mandó cerrar a "cal y canto"1 relato que recoge Escolano (1560-1618) en
su "Década primera de la Historia de la insigne y coronada G udad y Reino de Valencia".
Burriana, julio de 1999.
(138) Op. cit. nota 101, pág. 35l.
( 139) J. Sureda: "Historias y fabulaciones de milenios sin historia". En <>. Vol. 1, pág. 400. "Los orígenes. Prehistoria y prime~:as civili7..aciones". Plancta/Lunwcrg. Barcelona, 1997.
(140) A. Del Castillo: ''La Cultura del Vaso Campaniforme. (Su origen y Clltensión en Europa)". Universidad de Barcelona,
1928.
(141) Op. cit. nota 108, pág. 334 y 350.
(. 42) Op. cit. nota 117, pág. 283.
1
(143) Op. cit. nota 9, pág. 99.
()44) Op. cit. nota IÓS, pág. 351.
( 145) Op. cit. nota 7.
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ARCHIVO Da PREiflSTORIA LEVANTfNA
Vol. XXJV (Valencia, 2001)
NORBERTO M ESADO ÜLIVER
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SOBRE EL ENEOLÍTICO Y LA EDAD DEL BRONCE EN TÉRMINO DEL
MUNICIPIO DE ARTANA (LA PLANA BAIXA, CASTELLÓN) A TRAVÉS DE
UNA "DEESSA" ESCULTURADA Y DOS CAVIDADES:
LA MASADETA Y ELS CASTELLETS
l. INTRODUCCIÓN
E l estudio del Eneolítico en la comarca de la Plana Baixa queda reducido, en la bibliografia
arqueológica, al singular yacimiento de Villa Filomena (Vila-real) (1) y a la sima del Racó de la
Tirana (Artana) (2). El hallazgo casual de la primera estación, acaecido al roturar en 1922 unos
terrenos junto al Millars, en término de Vila-real, propiciaría trabajos de salvamento que, como
recoge el Dr. D. Francisco Esteve Gálvez, se llevaron con excesiva premura y una falta absoluta de método científico, terminando por extraviarse, con el tiempo, el material encontrado, salvo
el recuperado después por el propio Esteve Gálvez. Tuvo mayor suerte la cavidad del Racó de la
Tirana, puesto que su excavación, realizada en 1925, se llevó con método por nuestro amigo D.
Juan Tomas Marti ante la presencia del propio Esteve Gálvez.
Poco más sabremos, hasta que a fmes de la década de los cincuenta recogíamos en las laderas del cerro del CasteU de La Vilavella y en un campo contiguo (El Racó de Focs) algunas puntas llticas de flecha con aletas y dos fragmentos de vaso campaniforme (3); y en 1975, previo los
permisos oficiales pertinentes, excavábamos, conjuntamente con J.L. Viciano, la menuda cavidad de Els Castellets, con enterramientos múltiples pertenecientes al Bronce de Transición,
igualmente en término del municipio de Artana
• Muscu Arqueologic Comarcal de la Plana Baixa - Burriana.
(1) Feo. Esteve Gálvez: "Cerámica de cuerdas en la Plana de Castellón". Tirada a parte de la Crónica del IV Congreso
Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas (Madrid, 1954), pág.544. Zaragoza, 1956.
(2) Feo. Esteve Gálve-.t: "La cueva sepulcral del Racó de la Tirana (Artana, Cnstcllón)". Pyrenae, 3, págs. 33 a 43. Instituto de
Arqueología y Prehistoria. Universidad de Barcelona, 1967.
(3) J. Vicent Cavaller: "Arqueología". Articulo inserto eo la obra "La Vilavella", por C. Domingo Pércz ct nlii. Lám. U.
Valencia, 1977.
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NORBERTO M L~AI>O ÜUVER
Fig. 1.- " Deessa" de la Vall d ' Artana. Vistn posterior con anterioridad a su restauración.
Fig. 2.- La " Deessa" de la Vall d ' Arta na tras su restauración. Vista frontal.
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También a don Juan Tomás i Martí se debe el hallazgo y conservación en su domicilio de
Artana, hasta su fallecimiento en 1978, de una singular escultura de tipo ancoriforme (fig. 1
),
encontrada hacia 1922 en la partida de "Les MaUades", la cual delimita con L Rapida en las cera
canías de la cavidad de La Masadeta, pieza ya estudiada en 1932 por el propio Esteve, aunque
inédita, hasta que con su restauración en 1997 por la Dirección General de Patrimonio Artístico
de la Generalitat Valenciana (fig. 2), fue presentada en los actos del "XXX Aniversari del Museu
Arqueologic Comarcal de la Plana Baixa - Burriana" (4).
Por tal conjunción de novedades, damos a conocer seguidamente la pieza esculturada y las
dos cavidades - "La Masadeta" y "Els Castellets"- , ampliando el conocimiento que basta ahora
teníamos del horizonte Eneolítico y del Bronce en este sector de Sierra Espadán tan cercano al
Mediterráneo.
ll. LA "DEESSA" DE LA VALLD'ARTANA
Entre las importantes piezas arqueológicas que D. Juan Tomas i Martf poseía, destacaba, por
su enorme curiosidad, una escultura de piedra calcárea común en Las riberas de la Rambla, el
cauce que centra el paisaje de este valle interno perteneciente al municipio de Artana. Pero aunque sepamos con certeza que la estatua es de este término, hay discrepancia en cuanto a su punto
de origen (5).
Se trata de una figura antropomorfa, esquemática, esculpida en piedra toba. Sobre una base
prismática se alza un cuerpo del que nacen dos pares de brazos simétricos que curvan en media
luna hacia lo alto, enmarcando una masa discoidal que se defme como la cabeza de esta singular pieza. Sus caras son lisas, aunque acusan la rusticidad de este tipo de piedra porosa, no apreciándose sef!ales del instrumental de su artífice. Su eje vertical alcanza una altura de 52 cm., siendo su ancho de unos 14 cm. (fig. 3). Es, por ello, la escultura mueble Eneolitica más grande que
conocemos en la Peninsula, puesto que las piezas ancoriformes, sobre hueso, que más paralelos
acusan, son el idolillo de los Blanquizares de Lébor (Totana), con unos 53 mm. de altura, y el de
la Cova de la Barcella (Torremanzaoas), con 38 mm. (6). Estas dos figuri llas serian para Almagro
de origen troyano-cicládico, perteneciendo al "Tipo IJ" de su clasificación, que denomina "cruciformes", aunque dentro del subgrupo de los "ramiformes", siendo en su opinión. estas últimas
piezas, "de la fase más tardia del tipo" (7).
(4) N. Mesado y M. Roca: "L'Idol Eneotiúc d'Artana (La Plana Baixa). Tractament de conscrvació i rcstauració aplica!".
Conscrvació i Restauració del Patrimoni Históric Valencia. Coordinació, J. Ll. Gil i Cabrera. Direcció Territorial. Castelló, 1997.
Dicho trabajo seria reproducido de nuevo, con el título " La Deessa EneoiJtiea de la VaU d' Artana", por la Socictat d' Amics de la
Serra Espadé, en su bolet!o "Camp de 1' Espadar", 2. Agost de 1998, con el aditamento del dibujo frontal de la escultura realizado
por Estcve Gálvez en 1925.
(S) Su fotografia ha sido divulgada por la propia Consclleria de Cultura conjuntamente con otras postales que muestran los
bienes culturales que la Generalitat Valenciana ha ido restaurando.
(6) M. Borrego, F. Sala y J. Trelis: "La «Cova de la Barcella» (ToJTeiJlllliZ8Ilas, Alicante)". Catálogo de Fondos del Museo
Arqueológico (lV), pág. 145, l. Diputación Provincial. Alicante, 1992.
(7) M. Almagro: "Elldolo de Cbillarón y la tipología de los ídolos del Bronce 1 Hispano". Trabajos de Prehistoria, XXll, pág.
23. Madrid, 1966.
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Fig. 3.- Pla no frontal y sección vertical de la " Dccssa" de Artana.
Según relato del propio don Juan Tomás Martí, nuestra escu ltura procedía de la partida de
'·Les Mallades". ubicada a poniente de ese importante cerro ibérico denominado El Solaig. Se
trata de una zona del término del municipio Artana con yacimientos del tercer milenio antes de
Cristo, lugar de origen - Les Mallades- que igualmente recuerda D. José Herrero, excelente
amigo de "Juanito Coloma", mote cariñoso con el que todos conocíamos a don Juan. Por ello
extraña que el propio Estcve Gá lvez, en un original que amablemente nos ha facilitado, datado
en diciembre de 1932, apunte que la pieza fue recogida junto a la ''Cova del Teniente", y por ello
cerca del término de ules; pero igualmente anota que había sido encontrada por D. Vicent
Tomás i Marti. hem1ano de D. Juao, en La Rapita, alto monte que se ubica al NE del pueblo,
junto a Les Penyes Aragoneses, topónimo La Rapita- que habla a las claras de un "ermitatge
musulma fortificat'' (A icover), aunque el ídolo o "deessa" en cuestión bien poco va a tener que
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SO ORE EL ENEOLÍTICO Y LA EDAD DEL BRONCE EN TÉRMINO DEL MUNICIPIO DE ARTANA
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ver con la religión de Mahoma. El hecho es que el Dr. Esteve Gálvez, no encontrando en la
Rapita restos prehistóricos siguió indagando, y un buen día supo por don Juan Martí Portalés que
tan singular figura fue encontrada, como se ha dicho, junto a la Cova del Teniente, donde Esteve
detectó un menudo covacho con restos humanos y cuentas de collar, a escasos metros de esas dos
magníficas piedras caballeras con pocetas en sus cimas, claro signo de ritos esotéricos (8).
Pero como tantas veces le oímos relatar a don Juan Tomás que la pieza procedía de la partida de Les Mallades, por otro lado cercana al cerro de La Rápita, es de creer que la "deessa" no
proceda de los alrededores de la Cova del Teniente. Lo que sí que todos coinciden es que tras su
descubrimiento, roturando unos bancales, se puso sobre un ribazo en espera de ir a por una cabalgadura para su más cómodo traslado; pero cuando se volvió para recogerla, algún transeúnte, o
animal, la había derribado, rompiéndose al caer los dos brazuelos derechos, rotura que fue restaurada empastando, simplemente con yeso, los brazos. Y así perduraría hasta el año 1997, puesto que tras su adquisición por el Magnífico Ayuntamiento de la Ciudad de Burriana a los herederos de don J. Tomás i Martí, la ConseJleria de Cultura se hizo cargo de su repristinación (9).
Hoy podemos contemplar tan destacado haJlazgo arqueológico en una de las salas del Museu
Arqueologic Comarcal de la Plana Baixa, siendo, sin duda, una de las piezas capitales del tercer
milenio a. de C.
Comentario
Dentro del Arte Esquemático Bneolítico, de un claro y contundente simbolismo, van a ser
los idoliformes los ideogramas más novedosos y representativos, figuras desconocidas en nuestra Península con anterioridad (y posterioridad) a la eclosión de esta foránea manifestación cultural de raíz mediterránea, cuya dispersión no excluye el País Valenciano, puesto que raras son
las estaciones con Arte Naturaüsta que no dispongan, en la periferia de tales representaciones,
de alguno de sus pictogramas. Más raras serán las manifestaciones muebles, la mayoría sobre
hueso, que venían haciendo acto de presencia al sur del río Xúquer (lO), y dejando sin ellas la
zona norte, hasta que la casualidad dio con ese gran idolifonne, esculturado sobre piedra, que
hoy se conoce como la "Deessa d 'Artana". Dentro, pues, de su esquematismo ancoriforme, de
brazos en eje semicircular, abiertos hacia lo alto (simbolismo en los antropomorfos de petición
u oración), tendremos que buscar sus paralelos. Son éstos variados y plurales; pero vamos a fijarnos en los representados en la fig. 4, por creerlos suficientes. Su dispersión cubre una gran área
geográfica, la cual, desde Sierra Morena ascenderá en arco hasta cubrir el País Valenciano y
alcanzar el Alto Aragón.
Los idoliformes sobre huesos L
argos, con decoración pintada o incisa -el "Tipo IV" de
(8) J. Llídó Herrero: "Huellas del Espíritu en la Prehistória Castellonense". Universitat Jaume 1 y Servicio de Publicaciones
de la Diputacióo Provincial. Castellóo, 1999.
N. Mesado y J.LI. Viciaoo: "Petroglifos en el septentrión del Pars Valenciano". A.P.L., vol. XXI, pág. 233. Valencia, 1994.
(9) La estatua había perdido la mayor parte de los dos brazos del lado izquierdo, y el exoeso de yeso ocultaba y defonnaba los
derechos. También presentaba pérdida del extremo derecho de la base.
(JO) J. Oemabcu: "La Cova del Garrofcr (Ontinycnt, Valencia)". A. P. L., vol. XVI, pág. 86. S.l.P. Valencia, 1981.
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Almagro-, como el magnifi co ejemplar de la Ereta de Navarrés, o los de la Cueva de la Pastora
de Alcoi, o los de Almizaraque, sus circulares ojos radiados van a quedar centrando repetidos circulas concéntricos con el objeto de "hipnotizar", creemos, a quienes fijamente los contemplan.
ldoliforrnes muy cercanos a estos aculados, igualmente radiados, comportan los recipientes de
la sepultura n° 15 de Los Millares (11 ), vasos rituales, para La muerte, que también incluyen una
decoración de ciervos machos entre hembras, signo de la renovación y por ello de la vida naciente. El ciervo "es el heraldo de la luz que guia hacia la claridad diurna". También por su alta cornamenta, que muda periódicamente, este animal "se compara a menudo con el árbol de la vida"
( 12), signo siempre de renovación ciclica, fecundidad y longevidad (13);junto a ellos tendremos
los grandes aculados, los "oj os de búho" o " lechuza", animal que "por no afrontar la luz del día
es símbolo de obscuridad", expresando en Egipto "el frío, la noche y la muerte". Tenddamos,
pues, en estos recipientes de los Millares, fabricados y decorados expresamente para acompañar
despojos humanos, el simbolismo de la propia vida.
Similares aculados los veremos repetirse en los ídolos-placa, elementos igualmente funerarios en su mayoría, cuyos ojos soliformes quedan enmarcados por "cejas" y separados por un
tabique vertical que desciende hasta alcanzar, o cortar, varias líneas horizontales bajo las cuales
puede apreciarse una decoración repetitiva en fajas, con teorías de triángulos levemente incisos,
ideograma del vestido de tales deidades. En la secuencia gráfica que hemos citado (fig. 4), podemos ver cómo en los idoliforrnes procedentes del SO los ojos quedan enmarcados por "cejas"
semicirculares (recordemos que el búho real ibérico presenta sobre sus ojos plumas alzadas en
arco), mientras los valencianos hallados en Penya Escrita (Tárbena) (14) o la Vall de Toliu (Gilet)
(15) (n° 7 y 8), o incluso el oscense de Barfaluy (Bárcabo) ( 16) (n° 9), tienen recto el encuadre
superciliar, aunque no faltan los aculados protegidos por un semicírculo solamente, ahora posible representación de la bóveda craneana como veremos en el abrigo del Castell de Vilafamés
(n° 12) (17) y la Roca deis Cirerals de Ares (n° 10) ( 18), ambos en Castellón; o el calificado de
"excelente ejemplar'' hallado en el Abric l del Barranc de Famorca (n° 11) ( 19), figuraciones
igualmente cercanas, aunque ahora sin ojos, al idoliforme encontrado en la Galería de la Partició
(Castellón), paralelizado por Sarriá con los del Peñón del Águila y el Reboso del Chorrillo, estos
ya aculados (20). Tales representaciones, en el SE, llegan a metamorfosearse puesto que se trans-
( 11) Luis Siret: "Orientales y Occidentales en Espaila en los tiempos prehistóricos". Colección Siret de Arqueología, l. Arráez
Editores, pág. 115, figs. 12 y 13. Almeria, 1994.
(12) J. Chevalier y A. Gbeerbrant: uDiecionario de los símbolos". Edit. Herder. Barcelona, 1986.
(13) J.L Morales: "Diccionario de Iconología y Simbología". Ediciones Taurus, S.A. Madrid, 1986.
(14) M. Hemández, P. Ferrcr y E. Catala: "Arte rupestre en Alicante". Banco de Alicante, fig. 400, n• l. Alicante, 1988.
(15) N. Mesado: "El Eneolitico en Villafamés (Castellón)". Pcnyagolosa, 10. Excma. Diputación. Castellón, 1973.
(16) Vte. Baldellou: "Los Covachos Pintados de la Partida de Barfaluy". Parques Culturales de Aragón. Diputación General
de Aragón. Zarago7.a, 1992.
( 17) A. Beltrán: "Las pinturas esquemáticas y abstractas del Castillo de Villafamés (Castellón)'". Tirada a parte de
«Caesaraugusta» y "MonograOas Arqueológicas", 5. Zaragoza, 1968.
( 18) R. Viñas, E. Sarriá y F. Monzonis: "Nuevas manifestaciones de Arte Rupestre en el Maestrazgo". C.P.A.C., n• 6, pág. 113
y fig. 10. Castcllón, 1981.
( 19) Op. cit., nota 14, pág. 291.
(20) E. Sarriá: "Las pinturas esquemáticas de la CJ81erla de la Partició (Morella la Vella, Castellón)". Bajo Aragón, Prehistoria,
VII-VIII, 1986-87, pág. 207, Og. 3. Zaragoza, 1988.
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Fig. 4.- Conjunto de pintoras rupestres con oculados.
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Fig. 6.- Detalle de la cabeza del ídolo de la fig. S.
de la Cabeza, Valencina de la
Concepción, SeviiJa.
Fig. 7.- Ídolo placa procedente del Cerro de la
Cabeza, Sevilla.
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formarán en una figura antrópica sin perder los atributos de los oculados puros, caso de los representados en Cantos de la Visera, Vacas de Retamoso y Los Órganos (fig. 4, n° 4, 5 y 6), éste último ya con un cuerpo bitriangular y grandes ojos mínimamente radiados, recordándonos los de
Las placas de los sepulcros colectivos. Otra sobresaliente estatuilla, ahora de hueso, es la encontrada en el pozo n° 1, a casi 8 m. de profundidad, en el yacimiento sevillano del Cerro de la
Cabeza (Valencina de la Concepción), hoy en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla (fig.
5). Se trata de ''uno de los yacimientos arqueológicos de la Edad del Cobre de mayor importancia de todo el Mediod1a Peninsular" (21). Lo conforman un conjunto de estructuras formadas por
tholos, zanjas, silos y pozos profundos, los cuales estaban colmatados por los detritus de un hábitat entre los que "en algunas ocasiones se hallan también restos humanos, sin que podamos pensar por ello que se hayan utilizado como lugar habitual de enterramiento" (22), idea que convendrla aplicar al yacimiento de Villa Filomena, exponente en nuestro País, junto con los poblados de Les Moreres, Ereta del Pedregal y Arenal de la Costa, del impacto cultural campaniforme. Los restos humanos encontrados en Villa Filomena formaban parte del conglomerado antrópico que rellenaba los silos de esta estación, cuya necrópolis habrá que ubicar en los plurales
covachos colgados de los acantilados que abre el Millars en este tramo del ermitorio de la Virgen
de Gracia de Vila-real, en el que hace asiento esta singular estación arqueológica.
Entre los detritus del Cerro de la Cabeza destacan una pluralidad de idolillos sobre hueso.
Existen igualmente sobre piedra y cerámica. De todos ellos sobresaldrá, como hemos dicho, el
encontrado en el Pozo 1°. Su estilización y excelente morfología realista, si exceptuamos la cabeza, es un buen trasunto de las estatuillas cicládicas del Egeo, influencia ya apuntada por
Fernández y Oliva "puesto que la idea es la misma" (23). También para Almagro las pequeñas
piezas ancoriformes de Lébor y Barcella (variantes de su Tipo ll) tendrlan origen en el
Mediterráneo Oriental (Troya ll, 2400/2300 a.C.), paralelos que también señala para su Tipo I o
"tipo El Garcel", como Jo deben tener los propios "idolos violín", incluyendo igualmente la
pequeña escultura sobre piedra de la Cova de la Pastora, más cercana al Tipo VID en el que
Almagro incluye el ídolo de Almizaraque (24), a no ser que la pieza valenciana sea una adiposa
venus paleolftica, "reciclada".
Pero la pieza de Valencina de la Concepción difiere de tales paralelos por su impactante
cabeza (fig. 6) con su par de ojos circulares en huecorrelieve, enmarcados por los arcos ciliares
y los otros dos, ahora dobles, que en semicirculo y desde la base de la nariz (tenidos, creemos
que impropiamente, por "líneas de tatuaje facial" (25)), cubren las mejillas, elementos que
{21) F. Femández G6mez y D. Oliva Alonso: "Los ídolos calcolíticos del Cerro de la Cabe7,.a (Yaleocina de la Concepción,
SeviUa)". Madrider Mitteilungcn, 21, págs. 20/44. Heidelberg, 1980.
(22) Op. cit. nota 20, pág. 25.
(23) Op. cit. nota 20, pág. 38.
(24) Op. cit. nota 6, pág. 27.
(25) Si la idea de este tipo de faz esquemática derivara de las caras de las aves nocturnas tipo búho, las l.lneas que presentan a
ambos lados del extremo basal de la banda vertical o nariz, serían los plumones a modo de bigotes que tiene, sobre todo, el búho ibérico. Tal representación, por lo anotado con anterioridad, iría ligada a la muerte y no simbolizarla, como ha venido citándose, la divinización de la fertilidad de la tierra; pero si nos fijamos en los ideogramas n" 1, 7, 8 y 9, tales paralelas podrlan representar los brazos de la idea primaria, como parece seguro, cuanto menos, en la pintura rupestre cercana a Sagunto (fig. 4, n• 8).
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Fig. 8.- ldolüormes de la Cova de la BarceDa, Barranc del Garrofer y Vall d' Artana.
siguen recordándonos los pictogramas-ídolos de la fig. 4, idea que perdura igualmente en las placas de pizarra. como podremos observar en la encontrada en el destruido tholos del Cerro de la
Cabeza, cuyos "ojos soles" aparecen radiados por unas pestañas levogiras para acentuar, más si
cabe, su poder hipnótico (fig. 7). Si observamos la acumulación de los idolífonnes de la fig. 4,
será fácil ver cómo Los "motivos primarios" (ojos, banda vertical o nariz y arcos ciliares y mandibulares) de este tipo de faz, aparecen en todos ellos - también en los ídolos placa-, así como
en aquellas figuras (n° 4, 5 y 6) que tienden, con claridad, hacia un proceso de "humanizar" la
propia divinidad que puedan representar, y cuya mayor metamorfosis la alcanzan los idolillos,
sobre huesos largos, de Valencina de la Concepción, con una cronología absoluta que ronda c1
2000 a.C., yacimiento sin campaniforme. Idoliformes, éstos, tan iguales a Jos de Marroquíes
Altos y Torre del Campo de Jaén, que se cree puedan pertenecer a "una misma mano" (26). Se
trata del "Tipo X" de Almagro, que Jos supone "de origen cretense más que cicládico" y corresponderían al Minoico Último m, cerca del 2000 antes de Jesucristo (27). Para Femández y Oliva
estas estatuillas de marfil, con Jos brazos siempre cruzados sobre sus cinturas "confundjdos uno
con otro", son muy frecuentes en las necrópolis de las islas Cícladas, con algunas diferencias de
detalle, pero la idea, dicen, "es la misma" (28). Tales diferencias estarían, sobre todo, en sus ros-
(26) Op. cit, nota 20, pág. 37.
(27) Op. cit. nota 6, págs. 29 y 39.
(28) Op. cit. nota 20, pág. 37.
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tras, así como en la posición de los antebrazos que, en los idolifonnes cicládicos siempre se
superponen individualizados y no confundidos como en las piezas andaluzas. Otra diferencia
estaría en los sexos, pues mientras tales figurillas hispanas son claramente masculinas, las del
Mediterráneo Oriental son femeninas, entroncándose por ello con la idea de la diosa madre vinculada con la ferti lidad. Y es que nuestro mar ha sido en todo tiempo, como apostilla FemándezMiranda, más que una barrera una autentica "autopista" (29), recordándonos la genial frase de
Platón: "nosotros, los que vivimos desde Fáside a las Columnas de Heracles, habitamos en una
minúscula porción (del mundo), agrupados en tomo al mar como hormigas o ranas alrededor de
una charca" (30).
Se trata de un grupo de idoliforrnes e n los que "impone su mirada fija, penetrante e impenetrable", con su "estatismo y mutismo" (31), cuyo mensaje e idea s igue siendo la misma que
milenios después recogeran las deidades de los pantocrators románicos que prodigará el cristianismo, aunque los dioses eneolíticos no "tendrán su continuación en las etapas prehistóricas
siguientes" (32), un hecho más (y ahora muy importante) que apuntala cuanto defendemos: que
la Edad del Cobre bien poco tiene que ver con la del Bronce, puesto que ambos horizontes no
han tenido préstamos cultuaJes psíquicos, de tal modo que el conjunto de tradiciones, creencias
y costumbres propias de las clases populares eneolíticas no van a poderse rastrear, cuanto menos,
en el País Valenciano, hecho que sólo puede tener una lectura: que el denominado Bronce
Valenciano nada tiene que ver con cuanto entendemos como un Eneolftico tardío: el H.C.T.
Es dificil saber, de dónde y por qué vía alcanza la Deessa de Artana nuestra comarca.
También ha podido labrarse aquí, puesto que existe toba, pero con ello se trata de dar cuerpo
material para que sea venerada, a una idea cultual llegada con el Eneolítico, extinguiéndose tras
él, puesto que nada parangonable podemos atribuir a la Edad del Bronce, hecho que pone de evidencia cuanto hemos dicho: la disparidad de ambas culturas, aunque se s igan utilizando como
sepulcros las cuevas, y no creemos que eUo se deba considerar "com una pervivencia de perlodes anteriors" (33). Nada semejante conocemos en el mundo de los Millares, el asentamiento que
con mayor fuerza ha podido catapultar una Cultura.
La singular escultura del término de Artana nos ha llegado s in decoración alguna, aunque no
dudamos que en origen la tuvo, estando, posiblemente, revocada y pintada. En tal sentido tendríamos un buen paralelo en la figura rupestre alicantina del Abric li de Garrofers, con dos pares
de brazos alzados, cabeza aculada y tocada con plumas, o tal vez radiada al estilo de las simbólico-expresionistas de Petracos, figurilla cuya base en "coxis" poco difiere, por su perfil, de la
castellonense (fig. 8, n° 2).
En la fig. 9 hemos agrupado varios "ramifonnes", tanto pintados como incisos, que hay que
darles, también, un significado cultual, en su mayoría con los "brazos" superior alzados en acti-
(29) M. FemAndez-Mitanda: "Secuencia cultural de la Prehistoña de Mallorca". Biblioteca Prachistoñca Hispana, Vol. XV,
pág. 333. Madñd, 1978.
(30) Platón: "Fedón", 109.6
(31) Op. cit. nota 20, pág. 43.
(32) Op. cit. nota 20, pág. 43.
(33) J.l... Simón: "t..es soeietats delll mil.lcnni a.C. al Montgó". Aguaits, n• 13-14, pág. 162. lnstitut d' Estudis Comarcals de
la Mañna Alta. Xllbia, 1998.
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Fig. 9.- Conjunto de pinturas y grabados rupestres con figuras antropomorfas con los brazos
levantados.
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Fig. 10.- Diversos idoliformes del Sureste, seglin Jordá.
tud de oración, siendo curioso los paralelos entre la pintura de Los Guindos (n° 1) y la inscultura de Casagranja (n° 2), puesto que ambas representaciones sostienen a dos cruciformes menores (34). Al publicar la de Cantavieja, escribimos: " ... se trata de ideogramas que aúnan el gran
poder (interpretado por los múltiples brazos-ramas) de una deidad que alza en brazos a su
hijo ...".
No menos singulares son los parecidos de la pintura de Las Palomas, el grabado castellonense de Bruixes y el ideograma, trazado con pigmento blanco, del Mas del Cingle, triada con
las ramas superiores (en tridente) en actitud orante (n° 3, 4 y 5) (35); así como el parecido de
nuestra monumental escultura con dos de las representaciones de los Estrechos del Rio Martín
(n° 12 y 13), pinturas ubicadas a más de 30m. de altura sobre el cauce del río, "en la parte superior de un cantil que rebasa los 40 m." y que Beltrán define como un "santuario colgado sobre el
abismo" (36). Hay, pues, sobre una geografía extensa, un mismo lenguaje cultual representado
por unos ideogramas "similares" inexistentes con anterioridad, nacidos de otros, posiblemente
más arcaicos (fig. 7, excepto los de Lébor y Totana), hecho inequívoco de una misma Cultura de
gran personalidad, la Eneolítica, como su registro mueble, plural, refleja. Su propia pervivencia
a lo largo de todo un horizonte habla, con creces, de su compacteidad.
(34) M.G. López y M. Soria: "El Arte Rupestre en Sierra Morena OrienUll", fig. 58. La Carolina, 1988.
,
N. Mesado y J.L. Viciano: "Petroglifos co el Septentrión del País Valenciano". A.P. L., vol. XXJ, fig. 19, n• 1, y págs 255/6.
SIP. Valencia, 1994.
(35) En el cantil derecho de la desembocadura del barranco del Mas del Cinglc, en Ares, elliste un grupo de cuatro antropomorfos del más puro esquematismo. El central, que es el que hemos reproducido, mide 37 cm. de altura, estando a 1,85 m. del suelo.
Uno de los laterales fue publicado por Villas, Sarriá y Mon;¡:onís (C.P.A.C. n• 6, pág. 108, fig. S-derecha).
(36) A. Beltrán: "El arte rupestre aragonés. Aportaciones de las pinturas prehistóricas de Albalate del Armbispo y Esllldilla",
pág. 133. lbetCaja. Zaragoza, 1989.
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NORBERTO MESADO ÜUVER
ID. LA COVA DE LA MASADETA O DE LA RÁPITA
A fines del año 1990 ingresaba en el Museo Arqueológico Comarcal de la Plana Baixa, un
destacado lote de materiales, preferentemente Eneolíticos, procedente de unas excavaciones
clandestinas realizadas en la Cova de la Masadeta, del término municipal de Artana (la Plana
Baixa).
Situación
La Plana de Castellón forma un gran arco que por cuerda tiene, en un recorrido de 40 kilómetros, el Mediterráneo. Su campo queda partido por el Millars, el cual sirve para separar la zona
norte de la Plana (porción de la Plana Alta), de la sur (porción de la Plana Baixa), llanada delimitada por su interior - o poniente- por un cerco orográfico perteneciente a La Serra del Desert
de les Palmes (Plana Norte) y a la Serra d'Espada (Plana Sur). Este último sector va a quedar
conectado con La interna Vall d ' Artana por un tramo de 5 km. de La carretera de Soneja aNules,
paso natural que bordea por mediodia el gran cerro de El Solaig, asiento de un importante emplazamiento ibérico con niveles Coloniales, que enseñorea toda la comarca (37). Si nos acercamos
al pueblo de Artana por este vial (fig. 11 ), tras rebasar "El Collao" perderemos de vista la Plana
y entraremos en la "Vall d 'Artana", advirtiendo antes de alcanzarla, a mano derecha, su
Cementerio. Junto a él tiene nacimiento un camino que desciende hacia la huerta del Pinar y Les
Penyes Aragoneses, por cuyo pie tiene salida a la Plana, ya en término de Onda, la Rambla,
pedregoso cauce con nacimiento en la confluencia de los barrancos de Castro y de Eslida. Les
Penyes, majestuosas paisajisticamente, han sido heridas por una impactante cantera, pese al
esfuerzo de unos pocos (38); pero para dar con la Cova de la Masadeta no hace falta alcanzar
estas extracciones puesto que una vez rebasado el Campo Santo es conveniente tomar, dirección
SE, el Azagador de La Gitana, que vadeando la hoya de "El Pinar" remonta la cuesta faldeando
el tossal de La Rapita para adentrarse por su collado en busca de la partida de "La Viña de
Piquer", ya en la vertiente E de la sierra. Pero la Cova de la Masadeta queda aún en la vertiente
de mediodía de este collado, a escasos metros del azagador, y a unos LO m. de su carena. Aquí,
con suerte, si es que no vamos acompañados por quien la conozca, abierta al O, advertiremos,
semicamuflada entre crecidos romeros, aliagas y con un degradado algarrobo en su misma boca,
nuestra cavidad, así como el cono deyectivo de las extracciones térreas clandestinas llevadas a
cabo en ella. También se la denominará de "la Rapita" según el "Catálogo Espeleológico del País
Valenciano", quien la sitúa "subiendo a La Rápita, a unos 2,5 km. al NE de la población y a unos
438 m. de altitud"; y puntualiza: "De su interior se ha extraido tierra en gran cantidad" (3'9). Por
este detalle conoceremos que las remociones son anteriores a 1982. Aquí el paisaje acusa viejos
(37) D. Fletcher y N. Mesado: "El poblado ibérico de El Solaig (Bechi, Castcllón). S.T.V. n• 33. Valencia, 1967.
(38) Op. cit. nota 4 : "Camp de !'Espadar", 2.
(39) Catálogo Espeleológico del País Valenciano. Federació valenciana d'espeleologia, Tomo 11, pág. 107. Valencia, 1982.
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SOBRE EL ENEOLfTICO Y LA EDAD DEL BRONCE EN TÉRMINO DEL MUNICIPIO DE ARTANA
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Fig. U .- Ubicación de las cavidades de Masadeta (punto superior) y CasteUets (punto inferior) en
la Hoja N° 640 -"SEGORBE"- del l .G.C.
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Fig. 12.- Cova de la Masadeta.
abancalamientos por ribazo, con tocones de algarrobos, ladera de monte hoy colonizada por el
pino carrasco cuyo dueño es D. Enrique Llidó. El propio cerro del Castillo de Artana queda a
230° de la cueva, estando la cumbre de La Rapita, de 466 m.s.n.m., a 340°, únicos puntos significativos de este paisaje de Espadán que divisaremos desde la cavicbd. Coordenadas: Latitud, 39°
54 ' 05 ", Longitud, 3° 27' 05" del meridiano de Madrid (40).
La boca de la "Cova de la Masadeta" o "Rapita" (fig. 12) mide 95 cm. de ancha por 1,50 m.
de alta, rebasada la cual descenderemos buzadamente 3,15 m. Tras su recorrido hallaremos una
(40) Hoja N" 640 .·'SEGORBE"· D.G.J.G.C. l" Ed. 1952.
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COVA DE LA MASA OETA
AATANA plana balu
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Fig. 13.- Planta y sección vertic.a l de la Cova de la Masadeta.
sala cuyo eje central-de O a E- alcanza 10,70 m., siendo su anchura, de N a S, de 9,30 m. (fig.
13). Hoy, a causa de las excavaciones practicadas sobre el tercio lateral derecho (entrando), su
suelo desciende bruscamente, en particular en su perímetro NE, ya que una especie de angosto
cubículo buzado prolonga unos 3 m. más dicho sector, el cual sufrió las rebuscas incontroladas
de su excavación, en particular las áreas "W" y "Z", cuyo roquedal elástico, procedente de la
bóveda, fue asentado formando talud, mientras la tierra rojiza se cemfa en el exterior en busca
del material arqueológico más significativo. La cota más baja alcanzada, respecto de la boca de
la cavidad, se sitúa en el interior del cub!culo NE (punto "Z"), siendo de unos -6 m.
Según relato de A. Lázaro, el materiaJ cerámico de Masadeta (en concreto dos recipientes y
otros tiestos) fueron recogidos en el "Sector W" de la cavidad a 1 m. de hondo, perteneciendo
culturalmcnte a un Bronce muy avanzado (41); mientras el material Eneolitico se extrajo de la
cota más profunda, como hemos comentado nuestro "Sector Z".
(4 1) N. Mesado: "Los movimientos cuhuralc:s de la Edad del Bronce y el Mediterráneo como vla de llegada". S.T. V. o• 96 (ver
S.J.P. Valencia, 1998.
~Masadeta").
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Desgraciadamente, como viene ocurriendo con demasiada frecuencia, cuando un lote de
materiales es extraído violentamente de su lecho arqueológico sin otra documentación, se le
priva de algo tan importante como pueda ser su vínculo con el contexto cultural íntegro, por
cuanto sólo va a servir ya para su propia valoración crono-cultu.ral.
En 1990 también ingresaban en el "Museu Etnologic del Termet- Vila-real", materiales
arqueológicos procedentes de Masadeta; figurando otras piezas, concretamente extensos collares
y un brazalete de arquero, en colección particular.
Inventario del registro mueble
Material lítico - sílexPuntas de flecha (fig. 14)
1- Punta de flecha foliácea. Retoque bifacial cubriente. Sílex negro. Altura, 28 mm.
2- Punta de flecha foliácea. Retoque cubriente irregular con el reverso plano presentando reserva
central. Sílex blanco-t,>risáceo. Altura, 26 mm.
3- Punta de flecha foliácea. Retoque irregular cubriente. Sílex blanco. Altura, 27 mm.
4- Punta de flecha romboidal. Retoque corto bifacial, con reserva central. Silex laminar blanco.
Altura, 31 mm.
5- Punta de flecha de tendencia romboidal con aletas incipientes. Retoque invasor y bordes aserrados. Presenta reserva central. Sílex negro. Altura, 26 mm.
6- Punta de flecha romboidal, exenta, por rotura, de su extremo distal. Retoque plano. Reserva central en ambas caras. Sílex blanco. Altura, 26 mm.
7- Punta de flecha de tendencia foliaceoromboidal. Retoque plano, cubriente. Sílex blanco. Altura,
29mm.
8- Punta de flecha romboidal. Retoque plano. Caras con reserva central. Presenta una melladura en
su perfil derecho. Sílex blanco. Altura, 42 mm. (fig. 15, n° 1).
9- Punta de flecha triangular y largo pedúnculo de borde aserrado. Retoque cubriente. Exenta de su
extremo distal. Sílex grisáceo-melado. Altura, 27 mm.
10- Punta de flecha triangular. Retoque plano irregular. Sílex blanco-grisáceo. Altura, 20 mm.
ll- Punta de flecha triangular isoscélica, con aletas incipientes y apéndice. Presenta un retoque marginal regular. Con reserva dorsal en ambas caras y bordes aserrados. Exenta, por rotura, de ambos
extremos. Sílex negro mate. Altura, 34 mm.
12- Punta de flecha triangular con aletas incipientes y ancho pedúnculo que ha perdido por rotura proximal. Retoque plano marginal. Bordes de tendencia aserrada. Presenta reserva central en ambas
caras. Sílex blanco. Altura, 27 mm.
13- Punta de flecha ·triangular, con gran pedúnculo. Retoque plano, irregular, cubriente. Bordes aserrados. Sílex blanco. Altura, 41 mm.
14- Punta de flecha triangular, con aletas incipientes y ancho pedúnculo. Presenta reserva en sus
caras. Sílex grisáceo. Altura, 32 mm.
15- Punta de flecha triangular. Aletas incipientes y ancho pedúnculo triangular con el ápice redondeado. Retoque cubriente irregular. Sílex rosado. Altura, 32 mm.
16- Punta de flecha triangular, con aletas incipientes y ancho pedúnculo. Sílex blancuzco. Altlml, 29 mm.
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Fig. 14.- Cova de la Masadcta. Conjunto de las puntas de flecha, de sílex, depositadas en el
M.A.C.P.B.
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Fig. 15.- Cova de la Masadeta. Fotografía de los ej emplares más destacados de las puntas de flecha
de la fi g. precedente.
17- Punta de flecha triangular, con un pedúnculo falto de su extremo proximal. Presenta un retoque,
cubriente, irregular. Sílex blanco. Altura. 22 mm.
18- Punta de flecha triangular con pedúnculo. Exenta de su extremo proximal. Presenta un retoque
plano, irregular. Sílex blanco. Altura, 39 mm .
19- Punta de fl echa triangular con pedúnculo corto, igualmente triangular. Presenta un retoque
cubriente sobre la cara bulbar. Bordes asen·ados. Sílex blanco. Altura, 2 1 mm.
20- Punta de fl echa triangular con ancho pedúnculo, acusando el inicio de sus aletas. Presenta un retoque plano irregular, cubrienre. Sílex negruzco. Altura, 38 mm. (ñg. 15, n° 2).
2 1- Punta de fl echa triangular, con corto y ancho pedúnculo. Presenta un retoque plano sobre su cara
bu lbar, siendo su reverso plano. Tiene los bordes aserrados. Sílex amarfilado. Altura, 27 mm. (fig.
15, n° 3).
22- Punta de flecha triangular, con un pedúnculo triangular, corto. Retoque marginal con reserva central. Bordes aserrados. Sílex blanco. Altura, 27 mm. (fig. 15, nu 4).
23- Punta de fl echa losángica, con un pedúnculo triangular muy corto. Tierle aletas en "espolón". Su
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labra es cubriente, aunque bastante anárquica, presentando nervaduras en ambas caras. Sílex
blanco. Altura, 40 mm. (fig. 15, n° 5).
24- Punta de flecha triangular, con pedúnculo falto de su extremo. Presenta aletas incipientes irregulares. De labra irregular, cubriente. Sílex negro. Altura, 38 mm. (fig. 15, n° 6).
25- Punta de flecha triangular, estrecha, con pedúnculo de perfil casi vertical. Presenta un fuerte retoque bastante regular en la zona lateral izquierda de su cara dorsal, siendo anárquico en el resto.
Exenta por rotura de su punta distal. Bordes aserrados. Aletas irregulares apuntadas. Sílex
negruzco. Altura, 35 mm. (fig. 15, n° 7).
26- Punta de flecha triangular con pedúnculo y aletas arponadas. Retoque regular en la cara dorsal
izquierda, e irregular en el resto. Presenta rotura djstal y punta izquierda de la aleta. Sílex blanco-grisáceo. Altura, 37 mm. (fig. 15, n° 9).
Hojas (fig. 16)
1- Gran lámina con su tercio distal, de sección triangular, curvo, siendo el central y proximal de sección poligonal. Bordes biselados muy cortantes. Las escasas melladuras que presenta parecen
recientes. Sílex gris. Altura, t 55 mm. (fig. 17, n° 1).
2- Lámina de sección trapezoidal ligeramente curva. Su envés presenta un perfilado con un retoque
débil que se hace continuo en su tercio distal, que es, a veces, alterno. Sílex blancogrisáceo.
Altura, 133 mm. (fig. 17, n° 2).
3- Lámina de sección trapezoidal, que podemos considerar de eje vertical. Presenta un retoque, bastante compacto, en parte de su perfil izqujerdo; siendo paralelo, con perfil aserrado, en el derecho. Su extremo distal, recto, presenta un frente de raspador. Altura, 103 mm. (fig. l7, n° 3).
4- Lámina estrecha de sección trapezoidal. Sobre sus biselados bordes presenta un retoque débil.
Exenta de su extremo distal. Sílex blanco. Altura, 63 mm.
5- Lámina fragmentada, exenta de su extremo distal, de sección trapezoidal. Presenta un débil retoque continuo. Silex banco. Altura, 60 mm.
6- Parte superior de una lámina delgada, de filos cortantes, que curva su zona distal. Sílex blanco.
Altura, 68 mm.
Hojitas (fig. 18)
1- Hojita de sección triangular. Sílex, blancogrisáceo.
2- Extremo distal de una boja cuchillo con retoque en su perfil izquierdo. Sección trapezoidal. Silex
blanco.
3- Extremo distal de una hoja de sección triangular. Sílex blanco.
4- Extremo distal de una hoja estrecha de sección poligonal. Sílex, blanco grisáceo.
5- Extremo distal de una hojita cucrullo de sección trapezoidal. Sílex negruzco.
6- Zona proximal de un cuchillito de sección trapezoidal. Sílex blancogrisáceo.
7- Parte proximal de un cuchillito. Sílex melado.
8- Porción media de una hojita cuchillo de sección trapezoidal. Presenta dentado su perftl izquierdo.
Sílex blancuzco.
9- Zona medja de una hojita cuchlllo de sección triangular. Sílex grisáceo.
10- Zona media de un cuchillito de sección trapezoidal. Silex blanco.
11- Porción proximal de una hoja cuchillo de sección distal trapezoidal. Sílex blanco.
12- Zona media de una hoja cuchillo con escotaduras en ambos biseles. Sílex grisáceo.
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Fig. 16.- Cova de la Masadeta. Hojas-cuchillo de silex.
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Fig. 17.- Cova de la Masadeta. Fotografías de las láminas no 1, 2 y 3 de la figura precedente.
13- Extremo distal de una hoja cuchi llo, de sección trapezoida l, con el borde izquierdo microdentado.
Sílex blanco.
14- Lámina central de sección media triangular, presentando el córtex en su plano superior derecho.
Sílex blanco.
15- Zona central de una delgada hoja de secció n trapezoidal. Sílex blanco.
16- Zona proximal de una delgada hoja cuchillo de sección trapezoidal. Sílex blanco.
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Fig. 18.- Cova de la Masadeta. Fragmentos de hojas líticas.
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17- Extremo proximal de una hoja cuchillo. Sílex grisáceo.
18- Hoja de sección media trapezoidal, con perfiles muy cortantes. Sflex blanco.
19 y 20- Hojitas de sección trapezoidal. Sílex grisáceos.
2 1- Extremo proximal de una lámina. Sílex, blancuzco.
22- Frente distal redondeado, con retoque espeso. Sílex blanco-grisáceo.
23- Hojita de sección trapezoidal. Conserva el cortex en su mesa derecha. Sílex blanco-melado.
24- Fragmento distal de una hojita apuntada. Sílex grisáceo.
25- Fragmento de una lámina de sección trapezoidal. Sílex blanco.
26- Trapecio sobre la porción media de una hojita de sección traper.widal. Presenta rotura en su extremo superior, teniendo retocados sus lados convergentes. Sílex blanco.
27- Fragmento indeterminado sobre zona medial de una hojita cuchillo. Tiene retoque tanto en su perfil oblicuo como en el superior. Sílex blanco.
28- Posible trapecio de sección triangular.
Metal (fig. 19, n° 1 y 2)
1- Grao punta de tipo Palmeta cuya hoja es de perfil ligeramente ojival, presentando un prolongado
pedúnculo de lados ügeramente curvos que rematan, extremo proximal, e n una esferulita aplanada. Mientras la sección del enmangue es de tendencia rectangular, la hoja es plana con perfiles
biselados. Pudo tratarse de una hoja de puñaVcuchillo, o ser una especie de lanceta quirúrgica,
aunque tampoco puede negarse su función como punta de dardo o jabalina. Presenta melladuras
en el tercio s uperior. Altura, J45 mm. (fig. 20).
Analizada la pieza por los Servicios Técnicos de la Universidad de Alicante, gentileza que debemos a J.L. Simón García, ha dado como resultado un cobre muy arsenicado "propio del
Calcolltico final o Campaniforme" (42).
2- Pequeña barrita-punzón, de sección cuadrada. Altura, 24 mm.
Piedra (fig. 19, n° 3/12 y 18)
3- Fragmento distal de una azuela de piedra blanca. Presenta un filo regular, curvo, cortante. Altura,
28 mm.
4- Fragmento distal de una azuela de piedra blanca. Presenta un filo ligeramente oblicuo. Altura, 30
mm.
5, 6 y 7- Modelos de formas y taladros de las 21 cuentas de rodonita, ingresadas en el M.A.C.P.B.
8- Modelo de una de las 2003 cuentas de caliza blanca i,ngresadas en el M.A.C. P.B.
9- Modelo de una de las 3 cuentas de piedra verde (posiblemente calaíta) ingresadas en el M.A.C.P.B.
1O. Cuenta discoidea, requemada, posiblemente de ámbar.
Hueso
11 - Extremo distal aguzado, hecho sobre un fragmento diafisario.
(42) N• de análisis, Cl448: Fe 0.10, Cu 93.3 1, Zn 0.33, As 6.16, Sn 0.13, Sb 0.04, Pb 0.08. Carta personal de fecha 3 de abril
de 1998.
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Fig. 19.- Cova de la Masadeta. Material diverso.
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Fig. 20.- Cova de la M asadeta. Fotografia de la punta d e tipo Palmela.
12- Extremo distal aguzado, sobre fragmento diafisario.
Gasterópodos marinos (fig. 19, 0° 13/ 16)
13- Concha de "Luria lurida", perforada para ser usada como colgante.
14- Concha de "Conus mediterraneus", perforada.
15- Concha de "Trivia pulex" con doble perforación.
16- Fragmento de "Pectúnculus gaditanus" con un extremo muy aguzado. Por rotura y pérdida desconocemos su otro extremo. La pieza aparece rebajada por abrasión y Juego pulida.
Mineral (fig. 19,
0°
17)
17- Diminuta forma cristalina -dodecaedro- posiblemente de casiterita.
Toba (fig. 19,
0°
18)
18- Piedra caliza, muy porosa, de forma lenticular y con ambos extremos apuntados. Eje central, 20
cm.
Cerámica (fig. 21)
Conjuntamente con el material Eneolítico reseñado, ingresaron dos recipientes restaurados (un vaso
geminado y un tul'ipiforme "comprimido" (43), y 112 fragmentos, mayormente pertenecientes a zonas
ventrales, catorce de los cuales, por su grosor y ancha curvatura, responderían a recipientes de gran volumen, conteniendo sus pastas gruesos desengrasantes, por lo común rodenos, que pudieron proceder de Jos
cercanos alfares del cerro de Santa Barbara (La Vilavella), el cual comporta eJ mayor de Jos poblados del
"Bronce de Transición" de la Plana Baixa, apenas a 7 Km. de .la Cova de la Masadeta (44). Otro& setenta
y ocho fragmentos, entre 2 y 8 cm. de eje, tiene unos tabiques de unos 5 mm., comportando una superficie mate, alisada, de coloración negruzco-castaño, coligando un desengrasante mejor tratado que el de los
(43) Op. cit. nota 41, pág. 205 y fig. 141.
(44) Op. cit. nota 37.
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Fig. 21.- Cova de la Masadeta. Secciones de las cerámicas de la Edad del Bronce.
fragmentos precedentes. No faltan, aunque muy escasos (4 fragmentos), los barros altomedievales. De
entre las pastas prehistóricas hemos seleccionado aquellos bordes bucales más significativos. Presentan
superficies espatuladas los fragmentos pertenecientes a los tabiques hiperboloides de las tulipas, cuyos
diámetros bucales son iguales o mayores que el de las escoras ( n° 1, 2 y 3). Como podemos apreciar en la
figura mencionada, son formas muy avanzadas que pueden incluso haber rebasado la bisagra del año l 000
a.C., cronología que igualmente apuntará el becbo que entre este lote cerámico no exista ni un solo tiesto
decorado; aunque tampoco se denuncian las bases planas, lo que obligaría a no rebajar en exceso esta
fecha. Su presencia aquí estaría relacionada con el p ropio hábitat del valle, en el que existen asentam.ientos del Bronce ( 45).
Comentario
Si damos una mirada retrospectiva a cuantos yacimientos eneolíticos se conocen en las cer-
(45) D. Juan Tomás i Martí poseía abundantes molinos barquiformes ("moles") recogidos en los oteros que circundan la Yall
d' Altana, hábitats que había descubierto y "bautizado" (era autodidacta), como pertenecientes al "home de la moleta''. Todos ellos
"perecieron" con la demolición de su vieja casona tras el accidente mortal que sufrió en uno de estos cerros, pudiéndose recuperar
(por compra a sus herederos) la escultura eneolítica que hemos comentado en la primera parte de este trabajo.
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canías de Masadeta, tendremos que citar, en primer lugar, el hipogeo del Racó de la Tirana que
en 1925 excavó don Juan Tomás y don Felipe Sales, trabajo que se daría a conocer en 1967 (46).
Se trata de una sima de 13 m. de caída, con una única sala-galería que hacia el O tiene anchuras
de 5 m. y alturas de más de 1Om., cegándose la fractura bruscamente por coladas entre un suelo
de bloques elásticos cuyo recorrido en planta alcanza los 33 m., siendo la profundidad máxima
de - 17,4 m. (47). Arqueológicamente caben destacar sus dos cistas, denominadas en la pubHcación "sepulcros", conteruendo un total de tres inruviduos inhumados, despojos que se encontraron dispersos y "casi pulverizados" (48). Tal arquitectura funeraria en el interior de una sima
sigue siendo única en nuestro País, aunque por ser mayoría las excavaciones clandestinas bien
pudiera haber pasado desapercibida; tampoco consta su existencia en Masadeta, aunque dada la
total inexperiencia de su excavador y la gran cantidad de rocas extraídas, tampoco puede afirmarse. Respecto a los ajuares de Tirana podemos Hstar 5 puntas de flecha sobre sílex (1 romboidal, 2 triangulares con grueso apéndice, y otras 2 triangulares con aletas), sobresaliendo la
hallada en el "Segundo sepulcro", una'' hermosa punta(...) con robustas aletas y corta espiga"
que Esteve sitúa en "un Eneolitico muy avanzado, próximamente contemporáneo del Vaso campaniforme de tipo internacional" (49), puntas que invariablemente repite la cercana estación de
Villa Filomena.
El " Primer sepulcro" contiene, además, 1 hacha de basalto, 2 punzones de hueso, 1 larga
espátula de hueso, 1 estilete, l microlito trapezoidal, 1 fragmento distal de una boja con fuertes
retoque marginales y frente de raspador, y 1 tubillo sobre tibia de animal; conteniendo el
"Segundo sepulcro", 1 pequefio trozo de cerámica, 1 grueso punzón, 1 lámina oval de sílex con
el ápice rectificado por un "ancho retoque lamelar", una gruesa cuenta cilíndrica, de collar, ligeramente abombada, de caliza, y 116 cuentas discoidales sobre concha, y otras 8 labradas sobre
pizarra.
Observamos, pues, la parquedad de Tirana frente a la diversificación de los elementos
Eneoliticos del ajuar procedente de Masadeta. Sus bellos cuchillos líticos no existen en el primer
yacimiento, así como tampoco las hojas tipo Palmeta, o las cuentas tubulares sobre diversas
materias, no seftalándose en Tirana ru la rodoruta, ru los caracolillos marinos (fig. 22), hecho
extrafio si tenemos en cuenta los 15 km. que la separan del Mediterráneo; aunque ello pueda
deberse a un hecho casual dado el elevado número de inhumados en Masadeta frente a los sólo
tres individuos de la sima de Tirana, la cual tampoco ha registrado hábitats posteriores, pese a lo
cual ambas cavidades tuvieron un uso cronológicamente paralelo, cuanto menos durante la fase
Campaniforme. Ninguna de las dos han señalado los botones piramidales de hueso con perforación en V, tan propios del Campaniforme y presentes en La Plana en los sepulcros de la Joquera
(50). En Tirana, por la singularidad de las cistas de ambos enterramientos, diríase que los indi-
(46) Op. ciL nota 2, págs. 33/44.
(47) L.apiaz n• 19, Setembre 1990, págs. 9 y 10. Revista del Centro Excursionista de Valencia.
(48) Op. cit. nota 2, pág. 35.
(49) Op. ciL nota 2, págs. 39 y 42.
(50) Esteve Gálve-z, feo.: " Los sepulcros de <
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1
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NORBER M ESADO ÜLI VER
TO
Fig. 22.- Cova de la Masadeta. Fotografía del conjunto de cuentas Eneolíticas depositadas en el
M.A.C.P.B.
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viduos pudieron pertenecer a un mismo clan famil iar, aunque Esteve da prioridad cronológica al
Primer sepulcro por pervivir en él algunas formas arcaicas (puntas de flecha en losange y triangular pedunculada, y el microlito trapezoidal), pieza ésta última que igualmente encontramos en
Masadeta. Pero es sin discusión en la Plana el yacimiento de "Villa Filomena" La estación
Eneolítica más sobresaliente de cuantas tenemos noticia, aunque por tratarse de excavaciones
antiguas perdiose el magisterio de tan singular yacimiento emplazado a canto del Millars, casi
junto al ermitorio de Nuestra Señora de Gracia. "El Maset d' Afaita Morts" (seudónimo como
vulgarmente se conocía la "Villa Filomena" por ser este el oficio de su dueiio), tributaba, en
1922, al roturar su suelo: 27 silos con detritus de hábitat y en alguno de ellos restos humanos. El
Dr. Esteve Gálvez, a quien debemos, una vez más, un riguroso resumen de cuanto se encontró
(51), reconoce que tales depósitos estaban cubiertos originariamente "por un túmulo" destruido
en 1917. En unos se recogieron "huesos de animales y tiestos de burda cerámica"; otros estaban
"revueltos y profanados", siendo muy pocos los intactos (52). Al listar los hallazgos, junto con
los restos antropológicos y faunísticos, nos dice que tales silos contenían punzones, espátulas,
agujas de hueso, hojas de sllex, hachas de piedra pulimentada, y más de doscientas cuentas de
collar "discoidales o cilindricas" de concha, hueso, pizarra negra, caliza blanca, amarillenta o
rojiza (posiblemente rodonita), y con más frecuencia de calaíta; otras cuentas eran prismáticotriangulares, estando perforadas en sentido transversal, más cuatro colgantes labrados en hueso,
marfil o asta de ciervo. Al referirse a las "bellas" puntas de flecha, labradas sobre sílex, anota
que "repiten siempre una forma evolucionada y tardía, con larga espiga y fuertes aletas", materiales que en gran parte recogió junto con fragmentos de cerámica campaniforme, señalándose
la "cerámica de cuerdas", novedad entonces en el Eneolitico español (53), cuyos restos pertenecerían a unos doce recipientes. Y mientras tales vasos los relaciona con sus homólogos del Rin
y Gran BretaHa, los colgantes, en forma de creciente, con una perforación media, van a tener
paralelos en el Mediterráneo occidental y la misma Italia (54).
Entre el ajuar recuperado notamos a faltar los objetos de cobre más propios del H.C.T., caso
de los puftales de lengüeta y las puntas de tipo Palmela. Esteve fecha Villa Filomena hacia el
1800 a. C., basándose en La corriente internacional de tal vaso campaniforme que pasa a denominar de "tipo internacional cordado", para distinguirlo del "internacional puntillado" (55),
igualmente recogido en esta estación vila-realense.
El "túmulo" que cubría las cavidades subterráneas pudo ser un "tell", y es lógico que Jos
detritos de su población, con el paso del tiempo, fueran colmatando los propios silos. En tal sentido recoge el yacimiento Martí, que no duda calificar de hábitat abierto (56), e igualmente lo
baría con bastante anterioridad el mismo Esteve GáJvez, indicando que los silos de Villa
Filomena " formaron parte de verdaderos poblados" (57), con paralelos en Les Jovades
(S I) Op. cit nota
(52) Op. cit. nota
(53) Op. cit. nota
(54) Op. cit. nota
(55) Op. cit. nota
1, págs. 543-557.
1, pág. 543.
1, pag. 545.
1, pág. 551.
1, pág. 552.
(56) Mani Oliver, B.: uEI Eneolitico", en "Nuestra Historia" l. pág. 139. Mas Jvars, Valencia 1980.
(57) Estevc Oálve7., Feo.: "La cueva sepulcral dci"Calvari d ' Amposta". Pyrenae, 2, pág. 46. Universidad de Barcelona, 1966.
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NORBERTO MESADO ÜUVER
(Cocentaina), Figuera Reona (Elx), Camí de 1' Alfo gas, Caseta del General y 1'Atareó (La ValJ
d ' Albaida), o La MacolJa (Villena), entre otros, todos asentados junto a corrientes de agua o
zonas húmedas (58). En el contexto mueble, de Villa Filomena, tendríamos, cuanto menos en La
Plana, el denominado "ajuar campaniforme", aunque notemos a faltar los típicos objetos metálicos o auténticos "fósiles directores", caso de las Palmelas, los punzones de sección cuadrada, y
los puñales de lengüeta, los dos primeros presentes en la Cova de la Masadeta, aunque falta en
esta la cerámica campaniforme, los huesos -o colgantes- decorados con acanalados, y Jos botones con perforación en V, exentos también de VilJa Filomena; pero ya vimos cómo en opinión de
Simón García la punta de Palmela "presenta una elevación de As muy típica de momentos antiguos dentro de la metalurgia, propios del Calcolítico final o Campaniforme"; igualmente la elevada proporción de cuentas tubulares de rodonita, así como las puntas de sílex con aletas, está
dictándonos un Eneolítico de Transición.
La Cova de la Masadeta entra de pleno en las cavidades de enterramiento múltiple (recordemos que pese a tener, sólo, una zona excavada, y no haberse recogido todas las piezas dentales, el número de las recuperadas asciende a más de 250 piezas, lo que asegura que estamos en
presencia de un elevado porcentaje de individuos inhumados en este hipogeo serrano contigüo a
la Plana, hecho característico de nuestra prehistoria valenciana, aunque no tanto de su septentrión en donde sí que van a ser abundantes los enterramientos de uno o dos individuos en cavidades muy pequeñas, cuyo mejor ejemplo, por excavadas, serían las cuevecillas de la Roca del
Corb de Culla (59).
Las hojas-cuchillo
Las "armaduras de hoz" de Masadeta, según la definición de Juan Cabanilles (60), se avienen bien con las piezas de eje recto, aquellas que presentan un perfil percutido-compacto, caso
de la n° 3 y 5 de Masadeta. No así con los grandes cuchillos, de perfil virgen, extremadamente
cortantes, cuyos extremos distales son curvos, por cuanto la denominación tradicional de "cuchillos" iría mejor a su propio uso, puesto que son excelentes para cortar, asi como para raer y separar la carne de los huesos, aunque raramente presentan señales de uso, pudiendo haber sido fabricados, simplemente, para acompafiar la muerte. Por sus tamaños, las dos piezas mayores de
Masadeta pueden paralelizarse con las encontradas en La Ereta del Pedregal, Cova de La Pastora,
Cova de La Barcella, Covacha sepulcral de Xiva, Cova del Negre, Torre del Mal Paso, etc.
Las pequeñas piezas dentadas que vendrán luego, tan populares en el Bronce, inservibles sin
un mango tipo Mas de Menente, se deben a aquella perdida tecnología para la obtención de otra
(58) B. Marti: "El naixement de l'agricultura en el País Valencia. Del Ncolític a I'Edat del Bronze". Universitat de Valencia.
Secretaria! de Publicacióos, pag. 60. Valencia, 1983.
(59) N. Mesado y J.L. Viciano: "Els hipogeus Eneolític de la Roca del Corb (Culla, Castelló)". Separata de "lmatge de Cuila:
Estudis rccollits en el 750é Aniversari de la Carta de Població (1244- 1994), vol. l. Culla, 1994. Citamos la "separata" - ya cor:regida- dados los graves errores cometidos en la transcripción publicada en el volumen citado.
(60) J. Juan Cabanilles: "La hoz de la Edad del Bronce del «Mas de Menente» (Alcoi, Alacant). Aproximación a su tecnologla y conte.do cultural". Lucentum, IV, págs. 37/53. Anales de la Universidad de Alicante, 1985.
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tipología lítica, puesto que es en este horizonte nuevo cuando la fundición alcanza la gran mayoría de sus asentamientos. La técnica de la talla de estas grandes hojas-cuchillo es exclusiva del
Eneolítico, hecho fundamental para comprender la rotura cultural, aunque sea una faceta más,
que se produce tras el Eneolítico, horizonte que no puede enraizar con la Edad del Bronce, ni
cultural ni cronológicamente, puesto que como apuntará Simón-García "no tenim dades que
assenyalen elements de la forma, la manera, i el moment en el qua! s'implanten les maneres de
viure de I'Edat del Bronze" (61).
Y es que la talla del sílex llega a su cenit durante el Eneolítico y se hunde, irreversiblemente, durante el horizonte cultural posterior, momento con una dieta de base agrícola frente a la
Eneolitica que fue mayormente cinegética, como sus fósiles directores nos seftalan: puntas Lfticas de flecha y largos cuchillos de sílex, la gran mayoría sin pátina, para el Eneolitico; y molinos barquiformes y dientes de hoz, raramente sin pátina, para la Edad del Bronce. Y es que
ambas culturas (incidimos nuevamente en ello), nada van a tener en común puesto que no hay
en la segunda, herencia de la primera, ni en lo anímico, aunque en ambas se entierre en hipogeos subterráneos o puedan usarse los mismos recursos naturales, como son las conchillas marinas
entre otros elementos menos significativos.
Puntas de flecha
En general las 26 puntas que hemos listado presentan similar retoque, con predominio de
una labra regular en sus perfiles izquierdos y anárquica en los derechos, estando mejor dentados
los primeros que los segundos. También advertiremos que la mayor parte de las piezas presentan un retoque parcial en sus mesas, hecho que pudiera deberse a la delgadez de la materia prima
empleada, o a la inexperiencia del tallador. En todo caso se tiende a una mayor perfección cuando la pieza es más compleja (n° 11, 22, 23, 25 y 26), mientras que en aquellas formas simples (n°
1, 2, 3, 4 , 6, 7, 1O ...) el retoque plano y la forma de las propias puntas es más irregular. Hay tres
flechas (n° 12, 13 y 14, posiblemente también la 9) que pudieran estar invertidas, puesto que sus
incipientes aletas así parecen indicarlo; pero hemos dado prioridad a sus zonas mayores, aunque
también pudieron usarse indistintamente. Se trata de las denominadas "romboidales saliciformes
de aletas inversas" (62), que se consideran de "carácter primitivo" puesto que en la Cova d 'En
Pardo aparecen en UD nivel con cerámicas esgrafiadas; así como en el siguiente, ya sin ellas (63).
En lineas generales las puntas de flecha de Masadeta, salvo las mejores, sobre una misma matriz
laminar, parecen pertenecer a UD mismo artesano; aunque ninguna de ellas la podemos catalogar
de excelente pese a sobresalir las n° 23 y 26, definidoras de un "armamento campaniforme",
cariz de todo el contexto material más destacado de la cueva, el cual debe damos la cronología
del yacimiento.
(61 ) Op. cit. nota 32, pág. 170.
(62) J.A. Soler Dlo.z: "La <
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NoRBERTO MEsADO OuvER
Trapecios
Aunque bien escasos, muchas veces conteniendo una sola pieza -<:omo obedeciendo a una
práctica ritual- , los trapecios suelen estar presentes entre los ajuares funerarios del tercer milenio. Según Vicens serían "elementos con clara tradición de culturas anteriores" (64), aunque no
se vea el modo, ni material ni cuJturalmente, de unir el Eneolítico con el Mesolítico, obviando
una Cultura inmigrada, intercalada, de la magnitud de la Neolitica. En Masadeta tenemos dos
ejemplares confeccionados sobre sendos fragmentos de hojas, uno de sección trapezoidal y el
segundo de sección triangular (fig. 18, n° 26 y 28); otro ejemplar procede del cercano enterramiento l 0 del Racó de La Tirana (65).
Entre el ajuar recuperado en Masadeta (ya lo hemos advertido), notamos a faltar los típicos
botones de hueso con perforación en V, tan comunes entre los ajuares con cerámica campaniforme,
como podemos observar en la cueva sepulcral del "Calvari d ·Amposta" (66), botones, esta vez
decorados con circuliHos grafitados, presentes igualmente en la Plana Alta en el segundo sepulcro
de La Joquera, cuyas piezas las sitúa Esteve-Gálvez "en un Eoeolítico muy avanzado" (67).
Puntas de tipo Palmela
En la provincia de Castellón, además de la que registra Masadeta, tendremos puntas de flecha metálicas en "El Cingle de l'Ermita" (Albocácer). La pieza, de forma ojival muy corta y
largo pedúnculo (próxima al tipo B2 de Delibes), fue recogida en un nivel superficial conjuntamente con un cuchillo de sílex, de sección trapezoidal, de 150 mm. de longitud. Ambos objetos,
evidentemente Eneoliticos, habrían quedado "atrapados" entre una industria litica de taller, escasamente significativa, que se cree "neo-eneolítica" (68), aunque no lejos de la recogida por
Oonzález-Prats en la Font de la Carrasca (Cuila), que hay que situar "entre varios fenómenos tecnológicos" puesto que junto a una industria de "microlitos geométricos" hay "gruesos foliáceos"
y "las típicas puntas de flecha de cuidada factura". Tal contexto es también parangonable al cercano del poblado de "La Font Roja". Por ello G.P. fecha provisionalmente La Font de La Carrasca
"entre fines del m y comienzos del II milenio a.C., en consonancia con la fecha absoluta obtenida para el nivel VI de La Ereta del Pedregal" (69), yacimiento con algunos fragmentos de cuencos campaniformes incisos (70).
(63) Op. cit. nota 55, pág. 140.
(64) J.M. Vicens: "Estudio Arqueológico del Barranc del Sint (Aicoi)". Lucentum, VII-VIII, pág. 60. A.V.A.P.A.H. Alicante,
1988-89.
(65) Op. cit. nota 2, pág. 41.
•
(66) Op. cit. nota SI.
(67) Estcvc Gálvez, Feo.: "Los sepulcros de la Joquera, cerca de Castellón". Pyrenae, 1, pág. 49, 6g. S. Universidad de
Barcelona, 1965.
(68) Gusi Jencr, Feo.: "Un taller de snex bajo abrigo en la 2" cavidad del CiAgle de la Ennita (Aibocácer)". C.P.A.C. n° 2, pág.
50. Excma. Diputación. Castellón, 1975.
(69) A. González Prats: "El poblado calcolitico de la Font de la Carrasca (Cuila, Castellón)''. A.P.L., vol. XVI, pág. 154.
Valencia, 1981 .
(70) B. Martl: "La Cova Santa (Vallada, Valencia)". A.P.L., vol. XVI, pág. 190. Valencia, 1981.
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Fig. 23.- Coveta del Tossal de les Forques, Borriol. Material funerario.
Fig. 24.- Coveta del Tossal de les Forques. Fotografia de la punta de tipo Palmeta.
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Procedente de una covacha, al O del menudo "cingle" contiguo a la carena del poblado ibé-
rico de Les Forques, Borriol (71), D. Juan Serafín recogía, en 1973, del cono deyectivo de esta
pequefia cavidad, hoy impracticable por el desprendimiento de su bóveda de una gran roca, una
punta lanceolada de tipo Palmeta, comportando un largo pedúnculo de sección rectangular, pjeza
que hoy guarda el propio Museo Murucipa1 de Borriol. De la misma boca de este abrigo rupestre recogíamos, días después de conocer dicho hallazgo, un punzón de cobre arsenicado, de sección media cuadrada y extremo circular; un colgante rectangular de pizarra negra, y algunos restos de huesos humanos, por cuanto no hay duda de que la cavidad, en la bisagra del IITIII milenio a.C., fue sepulcral, y posiblemente, por los escasos restos encontrados en el cono deyectivo,
de una sola inhumación (fig. 23 y 24).
Boscb Giro pera, en 1924, daba noticia de otra punta de tipo Palmela hallada en La Serratella
(L' Alt Maestrat), encontrada por el burrianense D. Manuel Peris Fuentes en la "Cova del
Barranquet Fondo". Bosch la califica de "una punta de dart de bronce", en forma de boja y con
un nervio central que se prolonga formando la espiga, que es delgada y bastante larga, pieza
recogida -"segons sembla"- entre cerámica a mano de superficie pulida, sin ornamentar (72).
Recientemente esta Palmela ha vuelto a ser publicada, atribuyéndose a la Colección Senent, anotando que sería de cobre y que el pedúnculo es de sección rectangular (73).
Otra punta de "tendencia romboidal", se halla depositada en el Museo Arqueológico
Comarcal de la Plana Baixa (74). Procede del denominado Pla de la Pitja (La Pobla Tornesa), un
extenso poblado de piedemonte que domina la entrada al "Pla de l'Arc", corredor del interior
castellonense que comunica la propia Plana con el llano de Sant Mateu (el Baix Maestrat) y sus
bifurcaciones hacia els Ports, el Ebro y el Mediterráneo. Entre areniscas triásicas bay un material lítico del cual destaca, por mayoritario, una industria microlitica propia del Mesolitico, aunque existen igualmente láminas calcolíticas y cerámicas lisas de dificil adscripción por la pequeñez de los fragmentos rodados. Esta pieza, confeccionada sobre una delgada lámina de cobre,
sería, "al menos", de inicios del U milenio (75).
También en el "Museu Etnologic del Termet" (Vila-real), ubicado en el complejo del ermitorio de la Virgen de Gracia, junto al Millars, podemos apreciar, en su Sala U, otras cinco
Palmelas (fig. 25), expuestas entre una plural metalistería tanto prehistórica como medieval,
entre la que existen, también, cinco puntas metálicas de arpón, de sección medial cruciforme,
atribuibles a un Protohistórico Orientalizaote, metales mayormente adquiridos por et
Ayuntamiento junto con un destacado lote de cerámicas restauradas, tanto de un Bronce tardío
como ibéricas (76).
(71) J. Bta. Porcar: "La Cultura Ibera a Borrlol, 1 B.S.C.C., tomo XN, págs. 490/499. Castell6, 1933.
".
(72) P. Boscb Gimpera: "Eis problemes arqueologics de la Província de Castell6". S.C.C., "Prehistoria", Lám. VI, 7. CasteU6n,
1924.
(73) J. Rovira i Port: "Una punta metAJ.üca dejavclina de tipus "palmeta" proceden! de la Serratella (1' Alt Mestrat)". Q.P.A.C.,
n• 16, págs. 265-166. Castell6, 1995.
(74) ).L. Simón: "La Metalurgia Prehistórica Valenciana". S.T.V. n• 93, pág. 169 y fig. IOI , n• 11. S.I.P. Valencia, 1998.
(75) Op. cit nota 68, pág. 334.
(76) J.M.• Doñatc: "Gabinete Arqueológico, Guia ilustrada, 4". llustrísimo Ayuntamiento. Delegación Municipal de Cultura.
Vila-real, 1991.
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Fig. 25.- Silueta de las puntas de tipo Palmela depositadas en el Museu Etnologic de Vila-reaL
Hoy, diciembre de 1998, la catalogación y guía de este museo, debida a D. J. Ma. Doñate,
no sirve, pues han sido reestructuradas las salas, retirándose las grandes vitrinas en donde como
puede verse en la fotografia de la propia contraportada de la Guía, figuraba la adquisición realizada por el Ayuntamiento de Vila-real, especialmente la denominada VITRINA N° 10. Doñate al
referirse a estas piezas arqueológicas, escribe: la vitrina "Contiene materiales diversos rescatados por el Ayuntamiento y procedentes del área de la Comunidad Valenciana. Pertenecen a las
culturas Ibérica y del Bronce Valenciano". En realidad se trata de un importante lote de variados
objetos prehistóricos adquiridos por el Municipio en 1988 a un aficionado a la arqueología, un
tal D. Vte. Ferrer, vecino de Valencia, siendo posible que el material proceda del entorno del
Camp de Llíria, piezas que podemos ver en las fotografias de la cubierta y contraportada, y en
las págs. 1, 2, 3, 5, 1O 11, 13, 15, 20, 23 y 25 de la Guía citada. Entre este material extrañan
,
tanto las Palmelas como las cinco puntas de flecha de bronce, con arponcillo, puntas metálicas
desconocidas, al igual que las Palmetas, en esta zona liriana, por cuanto podrían no ser de aquí.
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NORBERTO
MESAOO ÜLJYER
Las Palmelas acaban de ser publicadas por Simón-García, como procedentes: dos de ellas, de la
Cova de La Masadeta (77) (fig. 25, n° 3 y 2) y el resto (78) (fig. 25 n° 1, 2 y 4) se las supone de
un yacimiento desconocido deArtana., pudiendo tratarse, seguimos citando a Simón-García, "del
Racó de la Tirana, la Penya del Migdia o de la Llometa del Fondo" (79). Como Doñate asegura
(80), el lote de las puntas tipo Palmeta no procede deArtana puesto que fue adquirido a V.F. conjuntamente con el resto de la metalistería y recipientes (81).
Otra punta de jabalina, o de tipo Palmela, publica Martí procedente de La Cova Santa (82),
yacimiento con "un mínimo de cuatro individuos adultos y tres jóvenes o niños" inhumados.
Entre su ajuar de sílex destacan cinco puntas de flecha con pedúnculo y aletas incipientes, y otras
tres foliáceas, comportando un retoque plano, bifacial, cubriente; un hacha pulida, quince colgantes sobre concha; un botón piramidal con perforación en V; y, entre varios cuencos lisos, existen dos fragmentos de cerámica "del estilo del vaso campaniforme", hallados fuera del sector
donde se depositaron los restos humanos, pero respondiendo al contexto de los ajuares recuperados, "de finales del eneólítico y principios de la Edad del Bronce" (83).
José María Soler, al excavar la cueva Occidental del Peñón de la Zorra (Villena), una cavidad de solo 4m2 , dio con algunos huesos humanos "muy alterados y removidos", un dentalium,
fragmentos de un cuenco hemisférico, dos cuentas de calaíta en forma de tonelete, una punta de
flecha triangular, con incipientes aletas, y un arete de plata. También al excavar la Cueva Oriental
del mismo peñón, una covacha de techo muy bajo y escasa profundidad, hallaba, iniciado el cribado de tierras, otro arete de plata y un "extraordinario ajuar metálico" constituido por un puñal
de lengüeta y dos puntas foliáceas de larga espiga, que, por su forma y gran tamaño (l5'5 y 16'5
cm.), son, de las valencianas, las más cercanas a la que hemos publicado de Masadeta. Restos
esqueletales, descompuestos y revueltos, pertenecientes a una sola persona inhumada, junto con
otros huesos de carnívoros "probablemente zorras que destrozarían el enterramiento", más 14
vértebras de pez y tres pequeñas lascas de silex confirmarán, también, que la cavidad era sepulcral. E l armamento de esta segunda cueva es, sin discusión, típicamente campaniforme, aunque
para Bemabeu el arete de plata no tiene precedentes en esta etapa, creyéndolo argárico (84),
puesto que su uso queda descartado durante el calcolítico (85). Pese a ello, como el mismo
Montero anotará, "Los elementos campaniformes aparecen basta los momentos iniciales del
(77) Op. cit nota 68, fig. 102, n• 1 y 2.
(78) Op. cil. nota 68, fig. 102, n• 11-14.
(79) Op. cit. nota 68, pág. 176.
(80) Op. cit. nota 70.
(81) Algunas de las cerámicas ibéricas compradas por el Ayuntamiento de Vila-real, ya fueron publicadas sin indicar que no
proceden de este término. C. Aranegui: "Historia de la cerámica valenciana", tomo 1, págs. 80 y 91. Vicens Garcia Editores. Paterna,
1987.
(82) Op. cit. nota 64, págs. 159/196.
(83) Op. cit. nota 64, pág. 184.
(84) J.M' Soler: "El Eneolitico en Villena (Alicante)". Departamento de Historia Antigua. Facultad de Gerografia e Historia.
Serie Arqueologia, n° 7, pág. 104. Valencia, 1981.
Joan Bemabeu: "El vaso campaniforme en el País Valenci.ano". S.T. V. n°. 80. S.(.P. Valenci: , 1984.
a
(85) Ignacio Montero: "El origen de la metalurgia en el Sureste Peninsular". Historia. Colección Investigación. Instituto de
Estudios Almerienses, pág. 264. Almería, 1994.
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período argárico" (86). En ambos covachas del Pefión de la Zorra estaríamos ante una intrusión
argárica - los aretes de plata- que serian cronológicamente ;-aunque no culturalmente- definitorios, puesto que no los creemos posteriores a la deposición de los ajuares campaniformes de
ambas cavidades. En cualquier caso como la plata no antecede, según Schule, al Argar B, su
metalurgia habría de datarse entre los siglos XII y IX a.C. (87), puesto que si realmente tales aretes fuesen del Horizonte Campaniforme, y por ello sin constituir una intrusión cultural Argárica,
estaríamos, como cita Montero, ante la plata manufacturada más primitiva de la Península, hecho
que sería, cuanto menos, anómalo.
Otra Palmeta, de ancha boja y robusto vástago rectangular, de 10'5 cm. de altura, halla
Aparicio en la Sima de la Pedrera (Polinya de la Ribera), importante yacimiento con enterramientos múltiples, con un ajuar compuesto por una vajilla campaniforme. Tal pieza se acompaña de un puñal de lengUeta, un punzón biapuntado de sección cuadrada (o lezna de tipo
"Fontbouisse") (88), una cuenta tubular de rodonita, 139 cuentas discoidales, varios caracolillos
marinos perforados, dos botones circulares con perforación en V, y una punta de flecha de sllex
tallada bifacialmente, con pronunciadas aletas y un pequeño pedúnculo perdido. Estariamos,
pues, en presencia de un perfecto ajuar campaniforme avalado por los propios recipientes, aunque notemos a faltar algunos elementos como los brazaletes de arquero (89).
Es evidente que en nuestro País tal tipo de armamento metálico (puñales de lengüeta y
Palmetas), es escaso (en Castellón no nococemos ni un solo ejemplar de puñal), como también
lo es el propio vaso campaniforme. Ello pudiera deberse a la falta de una metalurgia indígena,
técnica que no alcanza la zona valenciana hasta la Edad del Bronce. La fabricación de las
Palmetas es la misma que La de los puñales de lengüeta (90), puesto que sus pedicelos, por lo
general largos, bao sido obtenidos por el achaflanamiento y estrangulamiento de la zona proximal de una platinita de cobre con un martilleo directo, lo que provoca su sección pararrectangular, mientras la hoja sufre una percusión vertical por ambas caras y un afilado periférico en el
que se combina la percusión con la abrasión, configurando una mesa aplanada aunque de tendencia lenticular. Son piezas foráneas como lo demostraría el hecho de que siendo mayoritarias,
las autóctonas sobre sílex, las de aletas y pedúnculo ("auténticos fós iles-gula de la cultura del
vaso campaniforme" (9 1)), éstas; son minoría entre las metálicas (92).
Las puntas tipo Palmeta serían acronológicas puesto que "una punta de cobre oval pedun-
(86) Op. cit nota 77, pág. 63.
(87) Ruiz Mata: "1 Iuelva: un foco temprano de actividad metalúrgica durante el Bronce Final". Tanessos, Arqueología, pág.
218. Protohistoria del Bajo Guadalquivir. Edil. AUSA. Sabadell, 1989.
(88) M. Louis, D. Pcyrolle et J. Amal: "Les fonds de cabanes enéolitbiqucs de Fontbouisse. Comune de Villevieille (Gard)".
Gallia, V, pág. 31 . 1947.
(89) J. Aparicio: "Sima de la Pedrera (Benicull, Poliñá del Júcar) (Valencia)". A.P.L., vol. XV, págs. 69/91. S.I.P. Valencia,
1978.
(90) G. Delibcs: "El vaso campanifonne en la Meseta Norte Española". Studia Archaeologica, 46, pág. 102. Departamento de
Prehistoria y Arqueologfa, Universidad de Valladolid, 1977.
(91) Op. cit. nota 82, pág. 119.
(92) Simón-Gan:ia, en trabajo reciente, estudia y analiza la totalidad de la metalistería prehistórica valenciana, por cuanto remitimos a este estudio a cuantos estén interesados en las puntas tipo Palmela que hasta el momento han sido encontradas (op. cit. nota
67).
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culada, próxima a los tipos Palmela" ha sido encontrada en el yacimiento turolense de la Hoya
Quemada, con un solo nivel, cuyas fechas absolutas cubren desde el 1600 al 131 O a.C. (93), y
son igualmente "normales" en las estaciones valencianas de la Edad del Bronce, incluso en cronologías muy bajas, aunque ahora empezarán a proliferar las de aletas metálicas (el "Tipo 2" de
Simón-García) como parece señalar un yacimiento tan tardío como el de Orpesa la Vella, que
incluye ya cerámicas orientalizaotes (94); pero parecen firmes Las conclusiones a las que llega
Leona, puesto que las estilizadas hojas foliáceas (que Simón-García incluye en el "Tipo 1"),
serian exclusivas del Eneolítico (cuanto menos valenciano); mientras Las de pequeño tamaño, de
tendencia lenticular (incluidas igualmente por Simón-García en el "Tipo 1), serían más definitorias de la Edad del Bronce (95), como Masadeta y Castellets confirmarían.
Los collares (fig. 22)
Son significativas en Masadeta, por su elevado número, las cuentas recuperadas, muchas de
L cuales lo fueron tras un segundo cribado de las tierras extraídas del covacho, tierras que foras
maban, a partir de su boca, un acusado cono deyectivo. Con ellas A. Lázaro fue recuperando
cuantos restos humanos encontraba.
Las cuentas depositadas en el Museu Arqueologic de la Plana Baixa, atendiendo a su materia y forma, son las siguientes:
Gasterópodos
Luria /urida, 1 ejemplar; Conus mediterraneus, 1 ejemplar; Trivia pu/ex, 4 ejemplares;
Gibberula miliaria, 6 ejemplares; y Tricolia pulla, 1 ejemplar. Existe, también, un diminuto caracol fósil, de morfología espiraliforme cónica.
Tales conchillas, salvo el ejemplar petrificado, aparecen con profusión en la costa marina del
término municipal de Burriana, la más cercana a Masadeta. En tal sector, de unos 1O km., aún
hoy pueden contabilizarse 210 especies de moluscos, algunos de singular belleza (Charonia
nodifera, Dolium galea, Acanthocardia aculeata, Mitra zonata, Murex truncujus, Muricopsis
cristata, Ocenebra erinacea, Cancellaria cancel/ata, o el Aporrhais pespelecani, entre otros)
(96), que nunca, o muy raramente, los vemos engarzados como cuentas o colgantes en los collares Eneolíticos, los cuales repiten incansablemente unas mismas piezas, ''baratija" que pudiera
deberse a un canon marcado por la propia moda en el mundo del ornamento Eneolftico, cuya
(93) M.• Nieves Juste: "El poblamiento de la Edad del Bronce y primera Edad del Kierro en Mora de Rubielos (Tcruel)".
Monograf".as Aqueológicas del S.A.E.T., 3. Pág. 85. Teruel, 1990.
Jesús V. Picazo: "La Edad del Bronce en el Sur del Sistema Ibérico Turolense, 1: Los materiales cerámicos". Monografías
Arqueológicas del S.A.E.T., 7. Págs. 43 y 109. Teruel, 1993.
Ambos trabajos sólo citan la punta de flecha metálica "tipo «Palmeta»" s.ln dar su gráfico, por lo que desconocemos algo tan
importante como es la longitud y fonna de la pie-.l'.a.
(94) Feo. Gusi: "Las sociedades metalúrgicas". En «Historia de Caste116n, 1». Levante de Castellón, 1994.
(95) J. V. Lenna: "Los orígenes de la metalurgia en el Pais Valenciano" A.P.L., vol XVI, págs.l29-140, fig. l. Valencia, 1981.
(96) J. Andrés Gamís: "Los moluscos de nuestra costa". Burriana en su Historia, 11, págs. 545/554. Magnifico Ayuntamiento.
Burriana, 1990.
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SOBRE EL. ENEOI..ÍTICO Y LA EDAD DEL. BRONCE EN TÉRMIN O DEL. M UNICIPIO DE ARTA A
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materia prima emplea recursos naturales próximos, de muy escaso valor, aunque la propia artesanía prehistórica, como el "arte", tiene que ser estudiada, y comprendida, en función de la realidad social del horizonte cultural que la produjo.
Cuentas líticas
Discoidales de yeso cristalizado amelado, 7 piezas.
Tubulares de rodonita, 2 1 piezas. La mayor llega a los 22 mm., por 8 mm. de diámetro.
Presentan muy tina la superficie, pero nunca alcanzan, por la propia piedra, su pulido. Poseen
una perforación bipolar cónica.
Discoidales de calcita, 2003 piezas. En su gran mayoría se encuentran en proceso de descomposición. Sus diámetros suele tener entre 5 y 6 mm., por 3 de grosor; pero igualmente puede
alcanzar algo más de un solo mm . Cuando su grosor es poco, la perforación por tornele de arquillo es siempre de sección paralela.
Bicón icas de calcita, 1 ejemplar.
Fig. 26.- Cova de la Masadeta. Cr áneo Eneolitico.
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Discoidales de caliza dolomítica: negras 353 ejemplares, grisáceas, 171. Las negras no suelen presentar alteración, y mayormente conservan pulimentadas sus caras.
Tubulares de mármol verde, pulido, 1 ejemplar.
Discoideas de mármol verde, pulido, 2 ejemplares.
Discoidales de calaíta (?), 3 piezas.
Cuentas de hueso
Tubito realizado a partir de una sección de fémur de un pequeño mamífero, posiblemente
hurón.
El total de nuestras cuentas de collar asciende a 2577 piezas; existiendo en el Museo
Municipal de Vtla-real un collar formado por unas 1500 piezas; mientras el número ~e las cuentas de la colección Lázaro, rebasa las 7500. Masadeta, pues, como minimo, habría tributado (sin
estar íntegramente excavada) alrededor de doce mil cuentas, dando una elevada proporción de
las confeccionadas con las calizas que configuran el paisaje geológico de la propia Plana, hecho
que hablaría de un taller local.
Son escasas las confeccionadas con mármoles importados, los cuales conservan su pulido original, caso de las cuentas verdosas, posiblemente procedentes de canteras almerienses. Y caso de
ser de resina fósil la cuenta discoidal mayor, tendría paralelos con el colgante de ámbar de la Cova
del Uidoner de Cocentaina, y con el grano de collar de la Cova de la Pastora de Alcoi (97).
Prácticamente en todos los ejemplares de fonila tubular, o las discoidales gruesas, incluyendo la bicónica, la acción del tomete en sus bases ha dejado una sección de entrada ligeramente cónica.
La totalidad del material Eneolitico reseñado, incluyendo los restos humanos recuperados,
entre los que destaca una bóveda craneal casi completa (fig. 26), procede del cubículo más profundo de Masadeta: punto "Z" de la fig. 13, lugar óptimo para este tipo de enterramientos colectivos; mientras. las cerámicas de esta cavidad, al parecer sin otro contexto, pertenecen al Bronce
de Transición y fueron halladas en las cercanías de su boca: punto "W", pudiendo proceder de
un hábitat temporal. El hecho de que Masadeta sea un excelente punto para ocultarse pudo ser la
causa, en un periodo de inestabilidad como éste, de su ocupación; aunque tendrían que excavarse sus niveles, caso de que existan, para poder asegurar cuanto comentamos.
IV. ELS CASTELLETS D'ARTANA
Situación
Si el Tossal de la Rapita, con la cueva de La Masadeta, está en el lado derecho del vial que
(97) J. L. Pascual-Benito: "Les coves sepulcmls de I'A1berri (Cocentaina)". Saguntum, 21, pág. 155. P.L.A.V. Valencia, 1987-88.
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SOBRE EL ENEOÜrJCO Y LA EDAD DEL BRONCE EN TÉRMINO DEL MUNICIPIO DE ARTANA
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desde la Plana nos adentra en Espadán; Els Castellets, con su hipogeo funerario, está en su lado
opuesto. Por ello, en el momento de iniciar el ascenso al "Collao d ' Artana" tomaremos el camino de "AigOes Vives" por el que iremos remontando el barranco de Cuchareros hasta su tramo
inicial, que por estar encajado entre los piedemontes de "El Puntal" y "La Scrra" recibe el topónimo de "Barranc del Racó", cerca del término del municipio de N ules (fig. 11 ). En todo este
recorrido tendremos a la derecha "La Serra", tentáculo de Espadán que cierra por levante el valle
de Artana, proyectando a su vez varios cabezos que fenecen con "cingles" de caliza oxidada, llamativos paredones rojizos que, de mayor a menor y de NE a SO, reciben los nombre de "La
Penya de Migdia" (462 m.s.n.m.), "La Penya Colmenar" (483 m.), " La Penya Roja" (518 m.) y
"Eis Castellets" (443 m.), asentamiento este último de un pobladillo de la Edad del Bronce, el
cual corona la cota mayor de este muñón calizo, por cuyos restos murarios, prehistóricos, denominose con tal topónimo, recordando el tentáculo del cercano cerro del Solaig con igual nombre
y el mismo horizonte cultural en su cima.
El ascenso a esta última cota del término municipal de Artana se hace dificultosa por el
abandono de unos bancales degradados que comportaron algarrobos, siendo hoy dominio de un
monte bajo de compactada garriga, con predominio de aliagas, zarzales y romeros; aunque el
pino rodeno empieza a colonizar su suelo.
El poblado
Si alcanzarnos la cota del roquedal más alto, puesto que varios peñascos de estratificación
vertical enseñorean el paisaje, advertiremos cuatro pequeños pero potentes abancalamientos
escalonados que derraman hacia el E, cortados en su sector S por un largo "cingle" que llega a
tener unos 30m. de altura (fig. 27). La pequeña terraza superior, casi circular, y núcleo del poblado, tiene un diámetro de unos 15m.; pero si este asentamiento alcanzaba los cortos bancales contiguos llegaría a los 34 m. de eje mayor. En cualquier caso la superficie total no rebasaba los 200
m1• El solo hecho de haber encontrado (pese a ser desconocido el yacimiento) medio molino barquiforme y apenas una docena de bastos fragmentos cerámicos, y no advertirse rastro de las
cabaflas (aunque la superficie del pobladillo fue aprovechada para fines agrícolas), babia claro
del escaso número de habitantes que comportó. Tan sólo en el leve colladito que une la plataforma superior con el resto de La Serra, sector de poniente, y allí donde daba comienzo la muralla, podemos ver, aún "in situ", dos grandes calizas hincadas. El resto de los muros-ribazo están
apeados y deformados por las labores practicadas para la contención de tierras con fines agrícolas.
El dominio visual desde tal cota es óptimo, puesto que el Mediterráneo, a unos 14 km., se
divisa desde Jos 60°, término de Benicassim, hasta los 125°, término de Nules, abanico cuaternario con las ciudades de Vi la-real, Almassora, Castelló, Alqueries, Burriana y Nules.
En vida del propio pobladillo de Els Castellets veríanse los y~cimientos coetáneos de " Els
Castellets 1 Solaig", "Sant Antoni" (Betxí), "Santa Barbara" (La Vilavella) y, a lo lejos, delimitando por el N la Plana, tras el curso del Millars, "El Tossal Gros" y "Les Serretes" (Castelló).
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Fig. 27.- Apunte d e la planta del pobladillo de Els Castellcts, Artana, con la situución de l.a
covacha sepulcral.
El covacbo sepulcral
Al alcanzar el "cingle" de Els Castellets, y en su punto más bajo, a dos metros el suelo, se
abre un pequeño abrigo que sirvió como lugar de enterramiento múltiple del pobladillo superior.
Aquí, abierto hacia el SO, tendremos nuestros yacimiento que hemos denominado, por no cooocérsele topónimo, "La Coveta dels Castellets" (fig. 28 y 29).
Se trata de una diaclasa con dirección NE-SO, abierta, como hemos dicho, en la base más
oriental de estos crestones. Arqueológicamente el abrigo fue descubierto por nuestro amigo José
L. Viciano Agramunt, el año 1972.
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Fig. 28.- Fotogra fia de Els Castellets con la scñali.z ación de su covac ha scpulcrul.
Al socaire de este frente de peñascos, laderas de mediodía, la garriga enser1orea hoy un paisaje abierto al MediterTáneo el cual desciende bastante buzado al Barranc del Racó, que de las
cercanías de Font de Cabres, en la falda NE del "Puntal" (692 m.s.n.m.), recoge aguas de toda
esta vertiente serrana que por ponjente configura La Plana. La cavidad está a una altura de un
centenar de rnetros sobre el mentado barranco que, aguas a bajo, alcanza la partida de Aigües
Vives y su fuente, en las cercanías de la Cova del Teniente en donde Esteve-Gálvez señala restos de otros enterramientos eneolíticos (98). Las coordenadas de Els Castcllets, son: latitud, 39"
52' 30"; longitud, 3° 27' (99).
(98) r. E\lc\c üdh ct : ~El ídolo cncolíuco de Altana". XXX \ mvcrsan del \l u~cu Arqueolog1c Comarcal de la !'lana BaJ\8.
Papers. 20. Magrulic AJUI110111cnt. Bumana. 1999.
(99) D.G.I.C.
"!:.cgorbc", IIOJ3 640. 1" edic. \l adnd. 1952.
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Fig. 29.- La covacha sepulcral d e Els C astellcts. Detalle de su exterior.
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Fig. 30.- Planta de la covacha sepulcral con la situación de sus hallazgos.
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Fig. 31.- Sección NE-SO d e la covacba sepulcral de Els CasteUets, con su señalización
estratigráfica.
El abrigo tiene una profundidad de 3,1O m. por 0,95 m. de ancho y una altura de 1,70 m.
(fig. 30), siendo irregular su suelo calizo dado que contiene pocetas que rebasan los 30 cm. de
profundidad. La tierra que cubría este Jecho, sin restos arqueológicos, era de coloración amarillenta, sobre la que se asentaba otra, pulvurulenta, de unos 50 cm. de potencia media, de color
negro. Pese a su cuidadoso cribado sólo fue encontrada un pequeña cuenta discoidal que, conjuntamente con el extremo distal de una punta de flecha, de sílex, con retoque cubriente, pudieran ser testigos de alguna deposición antigua, aunque nos inclinamos a pensar que se trata de pie~
zas recicladas y poseídas por su valor profiláctico, como después comentamos. El resto del escaso ajuar recuperado, salvo las intrusiones de cronología posterior, lo evaluamos como perteneciente al pobladillo de la Edad del Bronce que corona la cota mayor del cerro, cuyos muertos
fueron enterrados en este covacho ubicado en la propia raíz oriental de este tentáculo de "La
Serra".
Un hecho significativo es que la totalidad de las piezas dentales encontradas en cualquier
punto del abrigo (236 enteras más 53 fragmentos) proceden del interior del covacho, puesto que
el cribado del lecho externo, contiguo a las rocas que conñguraron su opérculo, no dio resto alguno, detalle que afmnaría tanto la existencia de un cerramiento fabricado con rocas como la singular pobreza de un ajuar que habría quedado alterado en el propio vaso funerario, el cual datamos en un Bronce evolucionado que venimos denominando "de Transición", el propio de esta
geografia del Septentrión valenciano.
En su entrada, una gran roca asentada horizontalmente sobre otras menores hace hoy de
umbral, y pertenecería al basamento del mentado muro de cierre. Otra de sus rocas aparece caída
hacia el exterior (fig. 32). Con seguridad, pues, como la mayoría de las cavidades sepulcrales que
conocemos (1 00), tras la deposición de los cadáveres sus bocas eran precintadas con una pared
de rocas con el objeto de delimitar el mundo de los muertos.
(lOO) Op. cit. nota 53.
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Fig. 32.- ista interior de la covacha sepulcral d e Els Castellcts, con la señalización, en primer
término, de sus rocas-opérculo.
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Fig. 33.- Lecho del vaso sepulcral con la ubicación del ajuar rec uper ado.
Restos "in situ", o por lo menos procedentes de su nivel deposicional primario, serían una
calota humana y los fragmentos principales de huesos largos, muy troceados (tig. 33), estando
revueltos el resto de los despojos bu manos, en especial las piezas dentales, puesto que igual estaban sobre las rocas del propio vaso funerario como debajo, e incluso aprisionadas entre ellas,
hecho que apunta a que estamos en presencia de un ajuar muy alterado, como nos lo avala la
pequeña moneda de cobre recogida en una de las cotas más hondas del abrigo, y una punta de
tipo Palmela que se halló compactada entre dos rocas que parecían cercar los restos del cráneo
(fig. 34). Cáscaras de almendras en los fondos de pequeñas madrigueras ya cegadas, aseguran,
también, el desplazamiento de las deposiciones de los ajuares, hecho común en cuantos enten·amientos prehistóricos, en abrigo de poca potencia, vienen siendo estudiados. Y puesto que el
genuino vaso sepulcral de esta cavidad sólo mide 100 x 95 cm., los enterramientos se irían suce-
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Fig. 34.- Lecho del vaso sepulcral con la calota humana y la Palmcla " in situ".
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diendo con el tiempo que permaneció habitado el pobladillo de Els Castellets, y con cada nueva
deposición se alterarlan las precedentes por la escasa capacidad del propio lecho sepulcral, seguramente un ritual que se vuelve a repetir en el cercano covacho del cerro de Botifarra de la Vall
d'Uixó, que, como único aj uar, tributó un arete de bronce binario (Cu/Sn).
El ajuar (fig. 35)
Piedra
. -Extremo distal del cuerpo de una punta de flecha. Retoque plano, cubriente, bifacial. Presenta el
ápice perdido, y comporta una superficie muy meteorizada. Altura, 16 mm. (n° 5).
-Cuenta discoidea de caliza blanca con perforación central. Diámetro, 4 mm.; altura, 3 mm. (n° 4).
Metal
-Extremo de un posible punzón de sección cuadrada. Longitud, 22 mm.; grosor, 2 mm. (n° 1).
-Punta de flecha fo liácea, laminar, de tipo Palmela, con ambas caras lisas y extremo distal redondeado. Es de cobre arsenicado. Altura, 61 mm.; grosor del pedúnculo, 2 mm. (n° 2).
-Planchuela de bronce binario (Cu/Sn) cuyo perfil en T recuerda La cabeza de un bóvido, exenta, por
rotura y pérdida, de su rama derecha. Altura, 35 mm.; grosor, 2 mm. (n° 3).
-Moneda muy erosionada - un real vellón- perteneciente a los Reyes Católicos. Diám. 14 mm. {101)
(n° 8).
Hueso
-Pieza tubular adelgazada por abrasión. Altura, 18 mm. Diám. 13 mm. (n° 6).
Restos humanos
-Los principales huesos largos recuperados, alterados por lo revuelto del paquete arqueológico, aparecieron, como la calota, tanto sobre el lecho funerario como clavados entre los resquicios de las medianas rocas del interior del abrigo. Su estudio no ha podido llevarse a cabo, puesto que desconocemos su
actual paradero ( 102).
Cerámica seleccionada
Los restos cerámicos recuperados en el hipogeo - 24 fragmentos a mano y dos torneados, éstos de
cariz ibérico-, son muy pequeños. Hemos seleccionado 4 pequeños tiestos (fig. 35, conjunto n° 7). De ellos
dos pertenecen a recipientes de borde bucal exvasado, y el resto a vasos de cuerpo cerrado, uno de los cuales presenta una carena comprimida sobre cuyo diámetro máximo anclaba La base de un asa (n° 7).
La diversidad de calidades de unas pastas rodadas y fragmentadas hace sospechar que este conjunto
cerámico no proceda de recipientes depositados en el covacho funerario; más bien parece recogido entre
(lO l) " La moneda de Els Castellcts (Artana) me dice Mateu y Llopis que es de Fernando el Católico, pero moneda ((bastante
rara», es decir, poco frecuente". Carta particular de D. Domingo Fletcher, de fecha 10-10-75.
( 102) Los principales restos humanos de este abrigo, entre los cuales sobresalía una e-alota, conjuntamente con otros procedentes de la Roca deis Corbs, Cuila, fueron llevados en 1975 al SIP y recogidos para su estudio por la investigadora madrileña M.O.
Garralda, materiales cuyo paradero hoy desconocemos.
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Fig. 35.- Els CasteUets. Material recuperado en el covacho funerario.
los detritus del propio poblado de Els Castellets y depositado en el abrigo, conjuntamente con las personas inhumadas, tal vez con el valor simbólico de un ajuar funerario, ofrenda que, de ser cierta, hablarla de
la extrema pobreza de esta sociedad rupestre puesto que las tumbas, con sus ritos post mortem, son un fiel
reflejo del "estatus" socioeconómico y ••religioso" que las hace posible.
Comentario
Mientras las cuevas de enterramiento múltiple vienen citándose como "uno de los elementos más característicos de la Prehistoria del País Valenciano" (103), no proliferarán, aún dentro
(103) EJ. Lópe' ., M.A. Oarcla y J.R. Oncga: "La cova deJ Cantal (Biar, Alicante)". Lucentum, LX-X, pág.43. Alicante, 1990-91.
;
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de él, en su zona más septentrional. Ya Tarradell hacía notar la pobreza de los hipogeos
Eneolíticos en Castellón (104), concretamente en El Maestrazgo, L 'Aicalatén y Els Ports, con
una orografia importante, hermanándose los enterramientos colectivos Eneolíticos del resto del
País Valenciano con los del Bajo Aragón más cercanos al Ebro. El número de individuos sepultados en una misma cavidad, pues, estaría más en función de la propia geografia (deudora de su
propia economía), que del ritual de cada horizonte cultural y cronológico, como señalarán, tanto
para los inicios del no milenio a.C. como para su final, Masadeta y Castellets, hipogeos a canto
de una ubérrima comarca: la propia Plana de Castellón, en la que se asentaba como hábitat eneolitico más destacado "Villa Filomena", única estación de llanura (aunque sobre el acantilado del
Millars) que dio abundantes fragmentos de vaso campaniforme, testigo de su alto "estatus"
socio-cultural, cerámicas que no incluían las plurales cárcavas sepulcrales abiertas en las pudingas cuaternarias de los cajeros del río contiguas al poblado, cuyos ajuares funerarios, hoy extraviados, repiten las tan populares puntas de flecha con aletas y pedúnculo halladas en los silos de
Villa Filomena. Del grupo de tales cárcavas de erosión sólo conocemos un ajuar compuesto por
una punta de flecha, de aletas, con retoque plano cubriente; un borde de cerámica grosera; y 141
cuentas, de las cuales 137 son discoidales, de caliza, y sólo 4, prácticamente tubulares, lo son de
rodonita. Pero lo que más interesa señalar es, pese a la pequeñez del abrigo (su planta apenas
alcanza los 7 m2), el elevado número de personas inhumadas: "El total de individuos identificados, entre niños y adultos, alcanza el número de once" ( 105), computándose por ello entre los
hipogeos colectivos, al igual que ocurre en Masadeta, característica de un Horizonte propio de
un "estatus" ligado a importantes paisajes de llano o a corredores que los comunican, viales por
los que va a fluir La propia expansión de un, para nosotros, poblamiento nuevo portador de cambios tecnológicos y ergológicos importantes (de cuyo bagaje - y ello es anímicamente destacable-- parece se excluyan los idoliformes óseos (106)), que pudiera explicar el aumento demográfico que sufren ahora tales paisaJes, hecho que no hemos detectado en el "hinterland" castellonense con una orografia dificil sin apenas espacios abiertos capaces y con unos corredores encajados, paisajes en los que su dureza tectónica va a dictar un modo de vida más primaria y por
ello de subsistencia, en los que son plurales los enterramientos eneolíticos de uno o dos individuos en oquedades sólo aptas para alimañas..
Por esto es importante señalar en La Plana Jos enterramientos colectivos de Masadeta y
Castellets, puesto que es innegable que el abrigo segundo, pese a ser minúsculo, sirvió de panteón, o casa de los muertos, a quienes fallecían en el encumbrado pobladillo del Bronce, hecho
que se creia extrafio en el País, puesto que lo general es que los covachos o simples grietas de
las proximidades de tales poblados alberguen restos de uno o dos individuos.
Otro hecho a destacar es la clara disensión que existe en la paJeopatología de quienes fueroo enterrados en ambas cavidades del término castellonense de Artana (véase el artículo de B.
CloqueU, F. Rodes y J.B. Martí en este mismo volumen del APL}, por cuanto hay que deducir
( 104) M. TarradcU : "El País Valenciano, del neolítico a la lbcrización". A.U.V. XXXVI, pág. 113. Valencia, 1963.
(105) C. Olaria: "Covacbo del rio Millars (Almassora, Plana Baixa)". C.P.A.C., 15, pág. 423. Castcllón, 1993.
(106) Op. cit. nota 9, pág. 90.
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que estamos ante gentes con una dieta alimentaria, y por ello cultural, bien diferente; producto,
la Eneolitica, de una alimentación basada en la caza y recolección silvestre, y la del Bronce en
una alimentación derivada, en buena parte, de las plantas cultivadas en la que las harinas borneadas y glucósidos debieron de formar parte importante de la nueva dieta.
Otro hecho a destacar, derivado del elevado número de caries en Castellets, es que las piezas atacadas por úlceras no eran extraídas ''pre mortem", pese al dolor que causan, y su práctica
ausencia en Las piezas eneollticas no debe atribuirse a este hecho (107), sino a la dieta antes citada. Ello asegura, más si cabe, la pluralidad de ambas etnias y la profundidad cronológica que las
separa, por cuanto en modo alguno habría habido una "tradición" generadonal en nuestro Pa{s,
como continuamente se incide, hecho que se subraya en el artículo arriba citado, ya que "Todo
orienta hacia poblaciones diferentes...".
Los tan diminutos taladros de la gran mayoría de las cuentas discoidales encontradas en
Masadeta, son consecuencia de la técnica alcanzada en la confección de los hilos y, por ello, de
las telas.
Tanto Masadeta como el nicho de Castellets fueron espacios naturales elegidos con un fin
funerario, no pudiendo determinar, por razones obvias, si en ellos se practicaron inhumaciones
primarias o sirvieron, simplemente, de osarios. En cambio puede afirmarse que ambos contenedores fueron auténticos panteones funerarios de sus respectivos hábitats, aunque no hayamos
detectado el de Masadeta. Tal hecho no significa, precisamente, que haya existido entre ambos
horizontes crono-culturales una tradición, puesto que el esconder la muerte, por su inquietante
verdad, es inherente a cualquier cultura.
Llama, pues, la atención, cómo pequeños núcleos rupestres de la Edad del Bronce (tanto en
Castellets como en Botifarra sólo detectamos un molino barquiforme) posean en sus laderas una
sola cavidad sepulcral utilizada como panteón tribal, hecho más bien anómalo en tal Horizonte.
Basándonos en el ajuar más significativo de Masadeta, diríamos que su Eneolítico pertenece ya al H.C.T., por cuanto descartamos una larga secuencia cronocultural pese a existir algunas
piezas (trapecios, puntas líticas de aletas invertidas y grandes cuchillos) que parecen apuntar a
momentos cuJturales más antiguos, hecho que creemos ocurre en el resto de los escasos enclaves eneolíticos de la comarca. Las largas secuencias que con frecuencia se citan al estudiar otros
yacimiento valencianos, nacen más del querer enraizarlos con un "antes" y un "después" cultural, que de los propios contextos ergológicos extremos, siempre difíciles de etiquetar. Y es que
los registros culturales estratigráficos aparecen constantemente rotos por biatus de una gran profundidad cronológica, silencios que atañen a aquellos estadios culturales en formación en los que
debiera depurarse la tradición en su fluir hacia la modernidad, que es la que define las Culturas.
Tales vacíos obligan a ser cautos y a escrutar con paciencia cualquier alteración o modificación
de aquello que creemos "tradicional". Basándonos únicamente en los ajuares Eneolíticos recuperados en Masadeta, diríamos que estamos ante una estación tipica del H.C.T., hecho que ocurre, también, en el resto de los materiales y yacimientos Eneoliticos de la comarca, dos de ellos
(107) Feo. Piqueras et alii: "Estudio del material dentario", pág. 432. En C. Olaria: "Covacho de enterramiento colectivo en el
rlo Millars (Almassora, La Plana Alta)". C. P
.A.C., 15, págs. 421/436. Diputación Provincial. CasteUón, 1993.
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- los poblados del Castell de la Vilavella y ViUa Filomena- con auténtico campaniforme (el elemento foráneo más signjficativo del nuevo horizonte) no parece conveniente relacionar con un
ajuar funerario, puesto que Jos covachas de los cantiles del Millar, contiguos a esta segunda estación, con enterramientos en los que se incorporan puntas de aletas de sílex, es dificil de creer que
no pertenezcan a la propia necrópolis del yacimiento, puesto que se concentran aqui y no en el
resto de la crecida brecha que en la Plana abre el río, igualmente con cárcavas de erosión sobre
un conglomerado de pudingas, y, pese a ello, no tributaron con su expolio vaso campaniforme
(108). Por ello, su no existencia en yacimientos que ergológicamente debieran comportarlo (los
que reiteran aquellas piezas que se conocen como "fósiles guia"), no es motivo para creerlos más
antiguos que aquellos otros (tan escasos por otro Lado) que lo detectan.
Hay que aceptar que, en los yacimientos meticulosamente excavados, los Horizontes
Culturales que albergan se suelen presentar " maduros", como producto de corrientes foráneas,
como es el caso del Neolítico, y aun sus "fases" más puntuales (el Neolítico Cardial "tipo Or" y
el Inciso "tipo Fosca") las creemos más propias de etnias plurales que de su propia evolución
interna. Si, como señalamos por vez primera (1 09), quienes decoran la cerámica cardial pintan
l.os grandes temas rupestres del área Contestana Alicantina, su mundo cultural nada va a tener en
común con quienes decoran con la incisión mayoritaria su cerámka y pintan escenas narrativas
en las balmas de su paisaje ( 11 0). Ambos estilos, totalmente antagónicos puesto que son resultado de conceptos culturales discordantes, son sólo producto del plural mundo Neolítico, y cuando en una misma estación se imbrican, el segundo solapa al primero, siendo estilisticamente
imposible hacer derivar el arte naturalista, del simbólico-expresionista tipo Petracos.
Por dar un solo ejemplo, recordemos, en su fase prehistórica, la Cova del Montgó (La
Marina Alta), con secuencias Paleolíticas, Neolíticas, Eneolíticas (campaniformes) y del Bronce,
que, pese a presentarse culturalmente puntuales, están sirviendo para valorar "una ocupació que
en l' estat de la investigació es remunta al Paleolític Superior" ( 111 ), y es que el atrapar determinados yacimientos diversos horizontes crono-culturales no obliga a atribuir a sus moradores una
misma cadena genético-cultural. Simplemente sus horizontes están superpuestos por las propias
características del paisaje y las excelencias, igualmente fisicas, de unos singulares abrigos. Los
propios registros ergológicos que definen las culturas, los denominados "fósiles guía", no responderán a una tradición sino a una novedad cultural, o lo que es lo mismo: a otros modos socioeconómicos (y por ello artísticos y cultuales) que sólo podemos explicar por la llegada, ñsica, de
otras gentes. También es cierto que en todo momento del devenir de la humanidad existen unos
problemas que el hombre, aplicando simplemente la lógica, soluciona del mismo modo. Y en el
campo del adorno personal, tanto en la prehistoria como en nuestros días nos hemos valido, por
ejemplo, de un mismo tipo de conchillas marinas, y no se nos ocurrirá pensar que los largos
( 108) Op. cit. nota 50. Separata., pág. 276.
(109) N. Mesado y J.L. Viciano: "Los grabados <
SIP. Valencia, 198 l.
(111) Op. cit. nota 32.
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collares "hippys", fabricados con ellas, responden a una tradición cultural "amb profundes arrels
des del Neolític". Y es que la presencia de determinados elementos -ahora secundarios- en el
registro material de un yacimiento, carecen de peso a la hora de evaluar sus propias raíces. Toda
dinámica evolutiva de los grupos humanos del pasado, como ya hemos comentado, aparece
siempre seccionada, incluso, por vacios cronológicos profundos. En el momento actual, una propuesta de dinámica cultural que permita una periodización fluida, y por ello sin roturas, sigue
siendo inviable por el hecho de no haberse encontrado, pese a lo mucho excavado, un solo yacimiento con una secuencia generacional sin traumas. Y es que todo yacimiento, como escribe
Martf, oftecerá "grandes diferencias según sea su atribución Eneolítica o del Bronce Valenciano,
resultando dificil precisar los horizontes intermedios" (112).
Frente al elevado número de cuentas recogidas en Masadeta procedentes de collares múltiples (posible ostentación social), sólo una de ellas ha tributado Els Castellets, prueba de que no
puede usarse, "per se", como collar. Tampoco conocemos ningún enterramiento de la Edad del
Bronce que las haya dado en cantidad, como de otros abalorios que puedan ser signos de ostentación funeraria "puesto que no existe un modo uniforme de enterrar a los muertos, porque tampoco son uniformes las creencias religiosas" (113). Por ello, como apuntan Apellániz y
Fernández Medrano, cuando tales piezas son muy escasas entre los ajuares funerarios pueden
tener un valor profiláctico ante males y enfermedades, puesto que el propio adorno tendría la
probable función de defensa ante un medio hostil (114). El mismo simbolismo pudo tener el
extremo distal de la punta de flecha de sílex, claramente eneoiitica, recogida en Els Castellets,
meteorizada en extremo, erosión que no habría tenido que proceder de un enterramiento
Eneolítico tradicional, por cuanto pudo haber formado parte, como la cuenta, de los pequeños
abalorios -con su reiteración morfológica- que en vida pudo llevar encima, como amuleto, alguna de las personas inhumadas en el covacho de Els Castellets, por lo que parece que estemos ante
una sociedad que usa insignificantes piezas que recicla con un valor simbólico, como viene ocurriendo en otros enterramientos de la Edad del Bronce en la provincia de Castellón, caso de aquellos en los que sólo existe un único fragmento cerámico, a veces taladrado, para ser usado como
colgante. Así ocurre en la Roca del Corb (115}, Racó de la Tirana ( 116) o el Covacho de la Mare
de Déu de Gracia (117), cuyos respectivos excavadores inciden en esta idea.
Algo similar ocurre en la Cova del Cantal (Biar, Alicante). Se trata de una cueva de enterramientos múltiples perteneciente al Eneolítico, que se sigue usando durante la fase
Campaniforme y también durante la Edad del Bronce. Ha tributado 34 puntas de flecha de sílex,
(112) Op. cit. nota 64, pág.J89.
(IJ 3) J. M." Luzón: "Imperio y Religión. Del mundo romano al prerrománico". En «Historia del Anc Espailol)), vol. n. pág.
51. Plaoeta-Lunwerg Editores S.A. Bareelona, 1997.
(114) J.M. Apcllániz y D. Fcmández-Mcdrano: uEI sepulcro de galería segmentada de la Chabola de la Hechicera (Eivillar,
Álava). Excavación y restauración". E.A.A .• 9, págs. 14-221. Vitoria, 1978.
C. L. Pérez-Arrondo y C. Lópc:t de Calle: "Aportaciones al estudio de las Culturas en el Valle del Ebro. 1: Elementos de adorno". Historia/3, pág. 143. Instituto de Estudios Riojanos. Logro. lo, 1986.
i
( 115) Op. cit. nota 53, pág. 206.
( 116) Op. cit. nota 2, págs. 38 y 40.
( 117) C. Olaria: "Covacho de enterramiento colectivo en el Riu MiUars (Almassora, La Plana Alta)". C.P.A.C., 15, págs.
4211
425. Castellón, 1993.
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de las que cinco son de aletas desarrolladas y pedúnculo; 1 puiial de lengüeta (fósil director, destacado, del Campaniforme); y 1 punzón biapuntado, de sección cuadrada, de bronce; habiéndose registrado, de nuevo, una cuenta de collar de piedra verde (118).
También en otra cueva alicantina, la Cova del Negre, del término de Cocentaina, pese a su
rico ajuar lítico tan sólo se habría detectado un grano discoidal, aunque la mayor parte del material recuperado procede de rebuscas clandestinas. Se trata de un pequeño covacho con dos personas adultas inhumadas, en el que van a destacar sus soberbias puntas de flecha de aletas y
pedúnculo, con retoque plano, bifacial, cubriente, dos de cuyos ejemplares rebasan los 7 cm. de
altura por lo que se trataría de piezas de gran valor fabricadas para amortajar a los difuntos, formas mayoritarias que conviven con otras, tanto losángicas como foliáceas. También fueron recogidas dos hojas-cuchillo, una de filos vírgenes, de 13 cm. de altura, y la segunda, un fragmento
medial de 8,5 cm., con la típica percusión compacta en su perfll derecho. En metal hay un punzón biapuntado, de sección cuadrada, y en cerámica destaca un fragmento de borde, de tendencia cerrada, de vaso campaniforme de estilo marítimo, así como en piedra blanca un botón piramidal con perforación en V ( 119).
En la Cueva de la Torre del Mal Paso, Castellnovo, los enterramientos formaban seis
"paquetes funerarios", estando los ajuares dispersos, pero en sus proximidades, por lo que Jordá
supuso que la cueva poseía "segundos enterramientos" . De las 40 puntas de flecha, de sílex,
encontradas, 14 poseen aletas y pedúnculo, recogiéndose abundantemente en el Sector E, que es
el de la entrada, mientras las romboidales y foliformes se encontraron con preferencia en el resto
de los sectores, hallándose los materiales de piedra pulimentada, también, en el Sector E, por
cuanto Jordá cree que el material contiguo a la boca de la cavidad, sería, pese al elevado número de puntas de flecha con aletas, "algo más antiguo que los del resto de la cueva". Del Sector D
proceden las dos únicas cuentas discoideas de collar, encontradas en las capas ¡a y 43 •
Pese a la parquedad de tales cuentas discoidales en alguna de estas cuevas, lo normal es,
durante el tercer milenio, contenerlas en abundancia, proliferación que apuntaría hacia una moda
que, aunque no con tanta fuerza, observamos durante la Edad del Bronce, desapareciendo luego,
por cuanto es evidente su escaso valor cronológico ( 120).
De las hojas cuchillo procedentes de la Cueva de la Torre del Mal Paso, destaca, por su longitud (185 mm.), una sin retoque. Y no existe, pese a la importancia de la cueva, cerámica campaniforme; pero un gran fragmento de vaso, procedente del Sector E, comporta una decoración
incisa formada por una guirnalda escoltada por sendas líneas de puntos (121). Pese a este elemento cerámico (de posible antigüedad) la concentración de las puntas barbadas fecharían buena
parte de su contexto mueble (cuanto menos el de la entrada) en la fase de transición. En cualquier caso hay que recordar que Fletcher, al estudiar la covacha sepulcral de la ladera del Castillo
(1 18) E.J. Lóp.ez, M.A. García y J.R.. Ortega: "La Cova del Cantal (Biar, Alicante)". Lucentum, IX-X, pág. 25. Alicante, 1990-
9.1.
( 11 9) J.L. Pascual Benito: "Les coves sepulcrals de 1' Albcrri {Coccntaina). El poblament de la Vall Mitjana del riu d. Alcoi
durant el 10 mil.lenari BC". Saguntum, 21, págs. 109/ 167. P.L.A.V. Valencia, 1987/88.
(120) Op. cit. nota 102, pág. 144.
( 121) F. Jordá Cerdá: "Los enterramientos de la Cueva de la Torre del Mal Paso (Castellnovo - Castellón de la Plana)". A.P.L.>
vol. VIJ, pág. 89, !ig. 18. Valencia, 1958.
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de Xiva, con su variada gama de puntas de flecha procedentes de un mismo nivel, apuntará que
tal pluralidad "no puede inducimos a creer que hubo distintos momentos de enterramiento"
{122). Esta covacha destaca por sus bellas láminas-cuchillo, de sílex (motivo por el cual los
hemos paralelizado con los de Masadeta), y su largo punzón de cobre, elementos propios del
EneoUtico. También recoge Fletcher, en el mismo trabajo, la indicación de Castillo Yurrita: " ... el
vaso campaniforme lleva a todas partes donde va el conocimiento o cuanto menos la presencia
del cobre" ( 123) puesto que "Metal y vaso campaniforme son dos elementos de un mismo fenómeno" ( 124). Y es que, pese a la gran escasez de vaso campaniforme en CasteUón (también en
el resto del País), punzones y Palmelas de cobre, así como las cuentas tubulares de rodonita (125)
y las puntas de sílex barbadas, están pregonando su propio horizonte cultural, exista o no la cerámica que lo personaliza, puesto que si ésta fue sólo una moda avalada por el prestigio de poseer
un ajuar campaniforme (Harrison), habría zonas deprimidas que pudieran no haber tenido acceso a ella, y en modo alguno habría podido ser "un fenómeno unitario, ni durante todo el período, ni en todo el territorio europeo", pudiéndose dar el caso que "un yacimiento con elementos
campaniformes y otro sin ellos sean contemporáneos" (126). Y es que seguimos, tras más de cuarenta años, sin "encontrar la verdadera causa del poco arraigo del vaso campaniforme en nuestra región" ( 127), a no ser que sea la misma del también tao parco arraigo de los monumentos
dolménicos, en cuyo caso vaso campaniforme y dólmenes pertenecerían, como en el S peninsular se certifica (especialmente en la zona cuprífera delAlgarve), a un estatus socioeconómico elevado, síntoma, cuanto menos, de una jerarquía social de prestigio, auténticas elites dominantes
impropias de una geografía, la nuestra, con ausencia de huellas de minería prehistórica, pobreza
que quedará también patente en la gran parquedad de los poblados calcolíticos, hecho que prueba su poco arraigo y posible nomadismo; y la permuta, casi total, de los monumentos funerarios
por las covachas naturales, otro signo que evidenciará el escaso número de individuos sin un
poder ciánico de concentración. Los propios hábitats, aqui, comportan una singular economía
cinegética de subsistencia, otro rasgo que avala un hecho tribal deficiente.
Los tipos de Palmela procedentes de la Meseta Norte, todas ellas de tarnaflo menor (como
en general lo son las encontradas en las grutas artificiales de las cercan las de Palmella, al SE de
Lisboa), son para Delibes "casi exclusivas de la metalurgia hispana de la Edad del Cobre, propias del horizonte del vaso campaniforme", aunque aflade "y aún, en ocasiones; posteriores"
(128). En el País Valenciano tenemos puntas metálicas perfectamente estratigrafiadas en poblados de la Edad del Bronce, caso de La Muntanyeta de Cabrera (129), el asentamiento más sig-
(122) D. F1ctcher Va1ls: "La covacha sepulcral de la ladera del castillo (Chiva)". A.P.L., vol. VI, 16. Valencia, 1957.
(123) Op. cit. nota 52, pág. 24.
(1 24) A. del Castillo: "El Neoeneolítico". En <
(125) J. V. Lcrma y J. Bemabeu: "La coveta del monte Picayo (Sagunto, Valencia)". A.P.L., vol. XV, pág. 45. Valencia, 1978.
(126) Op. cit. nota 85, pág. 63.
(127) Op. cit. nota 42, pág. 25.
( 128) Op. cit. nota 83, pág. 108.
(129) D. Fletchcr y E. Pla: "El poblado de la Edad del Bronce de la Montanyeta de Cabrera (Vcdat de Torrcnt, Valencia)".
S.T.V. n• 18. SlP. Valencia, 1956.
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Fig. 36.- Els Cermanells (Rafelbunyol, I'Horta). Materiales hallados por l nocencio Sarrión.
Foto S IP.
nificativo, culturalmente, de cuantos podemos incluir en el Bronce Medio. el cual ha tributado
seis puntas de flecha/jabalina, de cobre, de las que al menos tres serían de tipo lanceolado, puesto que existe una de aletas y las otros dos aparecen muy deformadas por la oxidación. De estas
tres, dos, por sus escotaduras laterales, podremos incluirlas en el tipo B de Delibes, habiendo
sido encontrada la mayor, de 9,4 cm., en la superficie del Sector IV de este yacimiento. Pese a
sus variados perfiles las tendremos presentes en casi todos los niveles, lo que indicaría que cultural y cronológicamente perviven juntas. Variada tipología que igualmente recoge el pobladillo
de Els Germanells, Rafelbunyol, armas encontradas por lnocencio Sarrión en 1963, junto con
otras piezas (tig. 36), entre las cenizas de un hogar. Observamos, también aquí, dos puntas del
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tipo 8 de Delibes (n° 3 y 4), otra del tipo A (n° l) y, nuevamente, un solo ejemplar con aletas
(n° 2).
También el poblado de La Muntanya Assolada (Aizira), ha dado dos puntas de esta tipología, una de las cuales, con un largo pedúnculo, es igual a la B l de la clasificación de Delibes;
mientras el estirado perfil ojival de la segunda, es más propio de las piezas valencianas ( 130).
También las señalará, entre otros poblados, el ruvel fundacional de la gran "Habitación 1" de La
Liorna de Betxí (Paterna), igualmente de hoja alargada; y el nivel U, con tres piezas, una de hoja
estirada, pero sin escotaduras, y otras dos del tipo B de Delibes. Igualmente el Nivel II de la
Habitación Ili ba dado cuatro ejemplares, uno de los cuales presenta fuertes aletas (131), viéndose de nuevo la convivencia cronocultural que indicamos pese al elevado porcentaje de las puntas fo liáceas, aletiformes que con el tiempo parecen imponerse por más efectivas, como sería el
caso de las encontradas en un yacimiento tan tardío como el de Orpesa la Vella (132), con cerámicas orientalizantes entre las indígenas (133), única tipología que habría sido fabricada en el
País Valenciano como demuestra el molde recogido en el pobladillo de El Gargao (Vilamarxant)
(134) y cuya pervivencia, cuanto menos formal, alcanza incluso la Cultura Ibérica (135).
V. A MODO DE COLOFÓN
En las cavidades de La Masadeta y Els CasteHets, la primera por tratarse de excavaciones
clandestinas y la segunda por haber sufrido con el paso de los años una fuerte remoción natural,
solamente podemos asegurar su uso colectivo como panteones funerarios, ignorando si fueron
simples osarios o si se practicaron, como en el caso del Racó de la Tirana, enterramientos primarios. Igualmente desconocemos si en la Cova de la Masadeta se practicó algún enterramiento
del H.C.T sobre otros Calcoliticos a los que pudieran pertenecer los largos cuchillos o los trapecios, puesto que "La característica más destacable del ritual de enterramientos campaniforme es
el abandono del enterramiento colectivo y su progresiva sustitución por el enterramiento individual" (136), hecho que pudiera deberse al elevado estatus social de la persona inhumada, puesto que "los personajes más relevantes incorporan en sus ajuares los elementos propios de su condición y del momento" (137). Igualmente cabría la posibi lidad de que en un covacho de enterramiento tradicional (CaJcolítico) se fuesen incorporando nuevos elementos culturales -caso de las
puntas de Palmela- sin haber asumido sus gentes el novedoso progreso del hecho campaniforme
(130) B. Martl Oliver: "La Muntanya Assolada (Alzira, Valencia)". Luccntum, ll, pág. 61, fig. 14. 3. Alicante, 1983.
(131) M.• Jesús de Pedro: "La Liorna de Betxl (Paterna, Valencia). Un poblado de la Edad del Bronce". S.T.V. n• 94, fig.~. 27,
48 y 107. S.I.P. Valencia, 1998.
(132) F'. Gusi: "Las sociedades metalúrgicas". En «Historia de Castellón», vol. l. Prensa Valenciana -"Levante". Castellón,
1992.
(133) O. Clausell: "Nuevos hallazgos fenicios en la J>rovincia de Castellón". Q.P.A.C., vol. 16, pág. 97 y 98. S. LA. P. Castellón,
1995.
(1;34) J. V. Martlnez Pcrona: "Carta arqueológica de Pcdralba y Bugarra". A. P. L., vol. XJV. Valencia, 1975.
(135) Op. cit. nota 68, pág. 378.
(136. Op. cit. nota 108, pág. 351.
(137) Op. cit. nota 95, pág. 361.
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OuvER
(138), que lo creemos, más que una simple novedad ergológica de prestigio, producto de la llegada de una nueva Cultura puesto que "las ideas sólo pueden ser difundidas a través de agentes
humanos, siendo necesario que éstos se establezcan en un lugar determinado" (139), retomando
con ello las viejas hipótesis lideradas mayormente por Castillo Yurrita ( 140)~ puesto que es indiscutible que con el campaniforme se pluraliza una sociedad de metalúrgicos y, hecho curioso, de
expertos talladores de sílex cuya técnica alcanza en las puntas de aletas de la Cova del Negre de
1'Alberri su máxima perfección, sociedad que debió de introducirse en los territorios valencianos "a finales dellll m ilenio a.C. e inicios del siguiente" (141), hecho innovador sin precedentes puesto que la fundición ''supone un proceso de transformación de los elementos naturales"
dado que "el objeto en sí mismo no basta" (142), estatus que es bien dificil que alcance por ella
misma nuestra sociedad Calcolitica peninsular.
Es seguro que el pobladillo de Els Castellets, que como todos los de este sector de La Plana
pertenece a un Bronce de Transición, utilizó el covacho de la base de su "cingle" para sepultar a
sus muertos, hecho escasamente prodigado en nuestra Comunidad, puesto que en tal horizonte
cultural, lo normal es que los sepulcros contengan uno o dos individuos, muchas veces simples
despojos vertidos en alguna de las grietas de los acantilados de los propios poblados como simples escombros, hecho indicativo de un escaso (o nulo) culto a la muerte, en contrapartida al
hecho Eneolítico con su elevado culto a ella, que a veces incluye en sus enterramientos, al sur
del río Xúquer, los millarenses idolillos-falange, prueba de creencias en una proyección de ultratumba, idoliformes que para Bernabeu estarían ausentes del H.C.T. (143), aunque hay que recordar el magnifico ejemplar de los niveles "campaniformes" de La Ereta del Pedregal (144); y,
ahora, la gran "deessa" esculturada hallada en el entorno de La Rápita, ese cerro que, conjuntamente con Les Penyes Aragoneses, destaca en el paisaje del término de Artana; territorio en el
que el Rdo. J. Llidó Herrero ha encontrado petroglifoides (145), testigos de la sacralización de
este majestuoso enclave a través del tiempo. Parece, pues, que un significativo hábitat Eneolítico
(posiblemente borrado por el secular cultivo de secano), asentose en el piedemonte próximo,
enterrando a sus muertos en la cavidad de La Masadeta o La Rápita. Tal sacralización a través
de culturas y religiones diversas - posible síntoma de la fuerza telúrica de estos crestones rocosos- nos hace recordar la Cova del Cavall (antes de "Alimaymon") de Villar del Arzobispo (els
Serrans), a la que acudían en romería "de todas naciones y creencias", por lo que Calixto m, con
bula dada en Roma, la mandó cerrar a "cal y canto"1 relato que recoge Escolano (1560-1618) en
su "Década primera de la Historia de la insigne y coronada G udad y Reino de Valencia".
Burriana, julio de 1999.
(138) Op. cit. nota 101, pág. 35l.
( 139) J. Sureda: "Historias y fabulaciones de milenios sin historia". En <
(140) A. Del Castillo: ''La Cultura del Vaso Campaniforme. (Su origen y Clltensión en Europa)". Universidad de Barcelona,
1928.
(141) Op. cit. nota 108, pág. 334 y 350.
(. 42) Op. cit. nota 117, pág. 283.
1
(143) Op. cit. nota 9, pág. 99.
()44) Op. cit. nota IÓS, pág. 351.
( 145) Op. cit. nota 7.
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