Sobre dunas, playas y calas. Los pescadores prehistóricos de la Cueva de Nerja (Málaga) y su expresión arqueológica en el tránsito Pleistoceno-Holoceno
Joan Emili Aura Tortosa
Jesús Francisco Jordá Pardo
Manuel Pérez Ripoll
María José Rodrigo García
[page-n-9]
ARCHWO DE PREIIISTOR1A lEVANTINA
Vol. XXJV (Valencia, 2001 )
J.E. A URA T ORTOSA*, J. 10RDÁ PARDO* *, M. P ÉREZ RJPOLL*
M .8 J.
R ODRJGO ÜARCÍA
*
Y
SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS.
LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA (MÁLAGA)
Y SU EXPRESIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL TRÁNSITO
PLEISTOCENO-HOLOCENO***
R esume n : Este texto describe los cambios observados en las asociaciones paJeofaunísticas de edad finipleistocena y holocena de la Cueva de Nerja (Málaga). Sus trayectorias pueden ser relacionadas más con una reorientación en las formas de gestión de los recursos que con las variaciones paleogeográfícas, originadas en las oscilaciones eustáticas.
A bstrae/: Data obtainedfrom Cueva de Nerja (Málaga) archaeological deposits are used to outline the
principal environmental and economic aspects during the Late Glacial and the Early
Holocene times. Changes on fauna/ assemblages are probably /inked more lo subsistence strategies than to the Tardiglacial deglaciation.
Se pretende retomar algunas consideraciones sobre los cambios observados en las asociaciones paleofaunísticas recuperadas en los depósitos arqueológicos de edad finip leistocena y
holocena de la Cueva de Nerja (Málaga). Una parte de esta documentación ha servido para correlacionar las variaciones del nivel del mar con las trayectorias recorridas por algunas especies de
malacofauna marina englobada en estos niveles. Igualmente, ha sido utllizada para analizar Las
consecuencias que este proceso tuvo para los grupos humanos que habitaron un entorno cam• Oept. de Pn:hist6ria i d'Arqucologia. Universilatde Val~ncia.
•• Depto. de Prehistoria e Historia Antigua. UNED. Madrid.
••• Este texto fue redactado para formar parte del Memorial Moría Pilar Fumonal Geoarqueologia i Quaternari Litoral,
Univcrsitat de Valencia, Val~neia, 1999. Circunstancias diversas del proceso de edición impidieron su inclusión en ese volumen, a
pesar del interés de sus editores.
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J.E. A URA TORTOSA,
J . JORDÁ PARDO,
M. PÉREZ
RIPOLL Y
M.• J.
RODRIGO GAJtd A
biante, en la escala del tiempo arqueológico (AURA, JORDÁ y RODRJGO, 1989; A URA y PÉREZ,
1992).
Este planteamiento puede resultar, aparentemente, tautológico: por un lado, las muestras de
origen antrópico son utilizadas para medir los cambios bioclimáticos y en la paleogeografia costera y, por otro, para argumentar que estas variaciones testimonian utfa reorientación en la forma
de gestión de los recursos durante el tránsito Pleistoceno-Holoccno más que una simple respuesta adaptativa por parte de los grupos humanos ante estos cambios; lo cierto es, que, en último término, remite a una de las cuestiones tradicionales de la investigación arqueológica: la interacción de los humanos con su medio y la consecuente valoración de cómo interactúan los procesos de cambio bioclimático y cultural.
En este caso, ambos procesos pueden considerarse interrelacionados, por su coincidencia
temporal y sus ritmos de manifestación. Esta circunstancia establece un enlace equívoco entre
ambos a la hora de delimitar su relación causal y preeminencia. En este sentido, la posición adoptada en el texto asume que:
1) A lo largo de la historia humana existieron condiciones bioclimáticas interglaciares y
variaciones eustáticas de alcance similar a las descritas en el tránsito Pleistoceno-Holoceno, sin
que en ningún caso conozcamos contextos arqueológicos comparables, independientemente de
la valoración histórica y socio-cultural que puedan merecer. Ciertamente, estas circunstancias
fueron contemporáneas de poblaciones anteriores a las anatómicamente actuales, lo que podría
reforzar los argumentos en contra de las tesis que han defendido que los cambios en la subsistencia deben ser entendidos como respuestas adaptativas frente a los eventos bioclimáticos
- sin considerar por tanto que la subsistencia este ligada a la tecnología y a decisiones sobre las
formas de implantación territorial y de interacción entre grupos, implicaciones que deben de ser
solventadas en contextos socio-culturales.
2) La valoración, en términos evolutivos, de un segmento temporal tan limitado (ca. 12.5008.500 BP) no puede obviar, ni la interacción entre medio natural y formas humanas de organización (tecnología, economía, demografia y sistemas de socialización), ni cómo se organizaron
estas relaciones en los momentos precedentes, ni cuales fueron las trayectorias resultantes.
3) A pesar de lo anecdótico del ejemplo analizado, las ocupaciones humanas de la Cueva de
Nerja, no conviene olvidar que existe una amplia literatura arqueológica que insiste en señalar
que es precisamente durante este proceso de cambio bioclimático cuando se reconocen síntomas
de rápida transformación en la tecnología, en las formas de gestionar el medio -en su sentido más
inmediato, pero también a través de los diferentes ambientes que ahora quedan testimoniados en
variadas asociaciones paleofaunísticas y paleobotánicas- , asi como en las variaciones que en las
formas de asentamiento y en los sistemas de interacción social que se asocian a las variables
anteriores -descritas en otras áreas aunque, por ahora, no es nuestro caso-. Este proceso, que
hemos descrito lineal y genéricamente, se vincula con cambios demográficos e incrementos de
la complejidad socio-cultural, y se produjo con un rango de globalidad similar a La del evento
bioclimático que lo contextualiza: con expresiones desiguales y diversas (BJNFORD, 1968;
FLANNERY, 1969; CLARKE, 1976; BAILEY y PARKINGTON, 1987; STRAUS y ERJKSE 1998, entre
N,
otros).
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SOBRE DUNAS, PLAYAS YCALAS. WS PESCADORES PREHJSTÓRJCOS DE LA CUEVA DE NERJA
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l. SOBRE LAS MUESTRAS UTILIZADAS EN ESTE TRABAJO
Cueva de Nerja sigue siendo uno de los yacimientos arqueológicos más meridionales del
continente europeo, ofreciendo una de las secuencias más largas, y también más complejas, de
Andalucía. Esta complejidad está ligada a las características del yacimiento - una gt!li1 cavidad
con muestras de arte parietal y mobiliar paleolítico y neolítico (SANCIIIDRIÁN, 1994), unos potentes depósitos arqueológicos distribuidos en varias de sus salas que abarcan desde el Paleolitico
superior al Calcolítico y que engloban variadas muestras de rituales funerarios: con atribuciones
solutrenses, cpipaleolfticas, neolíticas y calcolíticas-, pero también a las diferentes campañas y
equipos implicados en su investigación que, además, han referenciado sus trabajos de forma
desigual (1).
Las diversas muestras arqueológicas obtenidas a lo largo de cuarenta años de trabajos intermitentes han permitido ensamblar una de las escasas secuencias del Pleistoceno superior finalHoloceno de Anda luda apoyada sobre datos litoestratigráficos (JORDÁ PAlillO, 1986b y 1992),
paleobotánicos (BADAL, 1990), paleofaunísticos (BOESSNECK y DRIESCI I, 1980; diversos trabajos
en: JoRDA PARDO, 1986 y PELLICER y MORALES, 1995; así como los citados en este texto), radiométricos (JORDÁ PARDO, 1986; PELLICER y AGOSTA, ] 986; JORDÁ, AURA y JORDÁ, 1990; AURA et
al., 1998) y estudios sobre variados conjuntos de materiales arqueológicos (PELLICER, 1963;
NAVARRETE, 1976; PELLICER y ACOSTA, 1986 y 1997, JORDÁ, 1986b; AURA, 1986 y 1995;
GONZÁLEZ-TABLAS, 1986; ADÁN, 1988; SANCHIDRlÁN, 1994; RODANÉS, 1997; CAVA, 1997; AURA
et al., 1998) que han venido a contextua! izar una secuencia arqueológica sobre la que se han realizado lecturas diversas: contradictorias en algunos casos y excesivamente preliminares y esquemáticas en otros. Desafortunadamente, estas circunstancias han tenido una repercusión muy
negativa sobre un yacimiento que por sus características debería ser una referencia fundamental
para la arqueología de las regiones mediterráneas.
Particularmente, se han presentado hipótesis alternativas sobre las características e integridad de su registro a la hora de evaluar algunos episodios transicionales (cf. PELLICER y AcoSTA,
1986; ZILI IÁO, 1993; BERNABEU, PÉREZ y MARTiNEz, 1999) y se ha cuestionado la validez de la
evidencia fa unística de Nerja (MORALES et al., 1995; MORA L ROSELLÓ y HERNÁNDEZ, 1998),
ES,
tanto por su procedencia al tratarse de una cueva y no de un yacimiento al aire libre -desde luego,
seria interesante valorar los datos proporcionados por este tipo de yacimientos, cuando se conozcan-, como en lo referente a la interpretación de sus resultados, aunque éstos puedan ser integrados en algunas trayectorias generales descritas para el ámbito mediterráneo peninsular (AURA
y PÉREZ, 1992 y 1995; YlLLAVERDE y MARTÍNEZ, 1992 y 1995) (2).
(1) El resumen de los trabajos y equipos implicados puede consuharsc en JORDÁ (1986a}, PEWCER y ACOSTA (1986 y 1997).
PELLICE!t y MORAU:S ( 1995) y diversos trabajos en SANCHIDRIÁN y SIMÓN ( 1998).
(2) Independientemente de cómo evaluemos los cambios diacrónicos de las paleofaunas registradas en Ncrja, resulta relevanle la contextualización arqueológica, estratigráfica y radiométrica que se realiza en unos (MORALES eJ al., 1995; MoRALES, Roseu.ó
y HERNÁNDEZ, 1998) y otros de los trabajos citados (AURA y PEREZ. 1992 y 1995; AU el al., 1998) -tanto en lo refc:rentc al yaciRA
miento estricto de Cueva de Nelja como en relación al problema analizado- . Además, el tamailo y composición de las muestras
manejadas en cada caso revela importantes diferencias en los procedimientos de recuperación del material paleofaunístico, como
acertadamente se ha concluido (HERNÁNDEZ, 1995), lo que también debería haber interferido en su valoración.
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J.E. AURA TORTOSA, J. JORDÁ PARDO, M.
P~REZ
RtPOLL Y M.• J. RODRIGO GARC(A
Los datos que se describen a continuación fueron recuperados durante las campafias de
excavación dirigidas por el prof. Francisco Jordá entre 1979 y 1987. Proceden únicamente de dos
de las salas externas denominadas de la Mina y del Vestíbulo que, en origen, conformaban una
amplia boca que daba acceso al interior de la cavidad, delimitando uo arco de algo más de 30 m
de longitud y en cuya parte externa debe extenderse un potente yacimiento arqueológico, con un
grado de integridad desconocido y actualmente sellado por las obras de infraestructura realizadas para permitir el acceso de los visitantes a la cueva. Ambas salas, que no son las únicas que
contienen depósitos arqueológicos, tienen una superficie que ronda los 200 m1 en cada caso a
techo de los depósitos que Jas colmatan, aunque su extensión es mayor a medida que se profundiza (JORDÁ PARDO, 1986a). Los sedimentos obtenidos fueron cribados con agua a presión y flotados a través de tamices de 10, 5 y 1 mm (BÉCARES y JoRDA PARDO, 1986).
La comparación de las secuencias litoestratigráíicas obtenidas en ambas salas revela importantes coincidencias en los procesos que intervienen en su formación, pero también una desigual
expresión de los mismos, tal y eomo ya se ha señalado en diferentes trabajos (JORDÁ PARDO,
1986b y 1992).
La de la Mina ofrece una secuencia bastante completa entre el 4.000 y el 12.500 BP y un
tramo basal situado a muro de las capas con industrias magdalenienses, de dificil caracterización
arqueológica, que se ha correlacionado con los niveles con ocupaciones del Paleolítico superior
inicial de la sala del Vestíbulo (JORDÁ PARDO, 1986b y 1992; JORDÁ CERDÁ, 1984 y 1986b;
JORDÁ, AURA y JORDÁ, 1990).
La sala del Vestíbulo es la que ofrece la secuencia arqueológica más completa, aunque inte~
rrumpida por procesos erosivos que en algunos episodios llegan a marcar hiatos deposicionaJes
cercanos a los 5.000 años (fig. 1). Los depósitos del área excavada abarcan el segmento comprendido entre el 24.000 y 6.000 BP. Posiblemente, las formaciones columnares y la propia paJeotopografia de esta sala han favorecido que los procesos erosivos de alta energía reconocidos
en la sala de la Mina no hayan desmantelado algunos paquetes de esta sala, favoreciendo una
mejor conservación de la secuencia paleolitica. Igualmente, la distorsión detectada en la sala de
Algunos ejemplos pueden ser ilustrativos al respecto. Los restos de mamíferos englobados en niveles con industrias atribuidas
al Epipaleolítico y Paleolitico superior se distribuyen en 688 efectivos parn el corte NM80 (= Nerja-Mina, con una superficie de 6
m') y 1.547 para el corte NT82 (• Ncrja-Torca: 12 m' ), totalizando 2.235 efectivos, de los que se identifican anatómica y taxonómica mente 609: el 27,25% del total de NR (MORALES y MARTfN, 1995: Tablas S y 7, cuyos recuentos no coinciden con los resultados
globales otrecidos en la Tabla 20).
Por nuestra parte, en el primero de los trabajos rcfcrcnciados manejamos 2 muestras: NM capas 16-13 (• Ncrja-Mina), asociada a industrias del Magdalcnicnsc superior y Epipaleolítico, estaba formada por 2.514 restos identificados que hablan sido recuperados sobre una extensión de 11 m'; y NV capas 7-4 (= Nerja-Vcstibulo), vinculadas a un contexto arqueológico similar, constituida por 2.013 restos con atribución taxonómica, procedentes del sondeo de 1 m', cuadrícula C-4 (AuRA y PI\Rf.Z., 1992). En el caso
de NM no se incluían los restos procedentes de las capas situadas a muro de los depósitos con industrias magdalenienscs: NM-17 a
NM-19, que previsiblemente si lo estaban en la agrupación genérica de Paleolhico de la publicación referenciada anterionneote
(MORALES y MARTíN, 1995).
Estas diferencias son aun mayores si hacemos intervenir los datos manejados en este trabajo (c/Tablas 1, 3 y 4) y especialmente en lo referente a los conjuntos de ictiofauna y malacofauna. Así de NM80 proceden 56 restos ictiológicos de los niveles paleol!ticos y cpipaleollticos (Rosw.ó, MORALES y CA~AS, 1995: Tabla 2), mientras que nuestros recuentos alcanzan los 2.086 restos,
obtenidos a partir de una columna de 1 m' para esta misma sala y niveles (c/Tabla 3 de este trabajo); no obstante, existe un conj unto de materiales en fase de estudio por C.G. Rodríguez Santana (PF.I.t.tCF.R y ACOSTA 1997: 149). En lo que respecta a la malacofauna, en los niveles paleolítios y epipaleollticos se identifican 1.968 ejemplares (SERRANO et al., 1995), mientras que nuestros recuentos parn esta misma sala ascienden a 3.484 (JORDÁ PARDO, 1986c).
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SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRJCOS DE LA CUEVA DE NERJA
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Fig. l.- Correlación de las secuencias Utoestratigráficas obtenidas en las salas de la Mina y del
Vestíbulo de la Cueva de Nerja.
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J. E. AURA TORTOSA, J. JORDÁ PARDO, M. P ÉREZ RIPOLL Y M." J. RODRIGO GARCÍA
la Mina, por la acción combinada de erosiones y fosas excavadas desde los niveles neolíticos,
que llegan a afectar incluso hasta los niveles magdalenienses en algún sector, no alcanza en la
Sala del Vestíbulo esa profundidad.
La mayor parte de los datos manejados en este trabajo se obtuvieron en las campañas de
excavación llevadas a cabo en la sala del Vestíbulo entre J982 y 1987. En lo que se refiere a esta
saJa, a lo largo de estas campañas se excavaron un total de 10,5 m 3 de depósitos con industrias
del Paleolítico superior y Epipaleolitico, afectando a una extensión media de 4 m 2 por unidad
estratigráfica, con casos extremos en algo más de 2m2 y algo más de 6m2 • Se trata por tanto de
un muestreo que, en este caso, asumimos que es significativo -que no definitivo- de los contenidos del yacimiento arqueológico.
2. ENTORNO PALEOGEOGRÁFICO Y VARIACIONES BIOCLIMÁTICAS
La Cueva de Nerja se abre en la vertiente sur de la Sierra de la Almijara, a 158m de altitud
sobre el nivel de mar, del que apenas dista 1.000 m. E l yacimiento se sitúa justo unos metros por
encima del cambio de pendiente que da paso a una estrecha llanura costera. De espaldas a la
cueva, el relieve es escarpado y con desniveles considerables, alcanzando cotas por encima de
los 1.500 m de altitud a unos 6 km de distancia del yacimiento (fig. 2). Al sur, se abre una superficie plana y basculada hacia el mar, cortada por barrancos que en su tramo final dan Jugar a
pequeñas playas de cantos, gravas y arenas (JoRDA PARDO, 1986b).
El reflejo de los cambios biocümáticos y paleogeográficos, producidos en el lapso temporal
durante el cual se sedimentaron los depósitos arqueológicos de la cavidad puede ser analizado
incorporando a la información aportada por las asociaciones paleobotánicas y paleofaunisticas,
los datos disponibles sobre las características y extensión de la plataforma sumergida por las
variaciones eustáticas.
En general, la lectura que permiten las asociaciones paleofaunísticas recuperadas de esta
cronología es fundamentalmente paleoeconómica, dado su nivel de selección antrópica
(AGUIRRE, 1989), aunque tampoco se puede obviar que en nuestro ámbito los humanos fueron el
principal agente tafonómico, tras la extinción de los hlénidos en el Cuaternario reciente
(PALMQVIST et al., 1999). En este sentido, la macro y mesofauna muestra tan sólo una tendencia
que puede ser correlacionada más con la paleogeografia del entorno de la cavidad que con las
condiciones bioclimáticas. Nos referimos a que la práctica totalidad de restos pertenencientes a
Equus sp y Bos primigenius, así cómo una buena parte de los de Cervus elaphus, se concentran
en los depósitos anteriores al último máximo glacial, cuando la llanura costera disponía de una
extensión mayor y, potencialmente, constituía un hábitat más favorable para estas especies
(PÉREZ RIPOLL, 1997).
En la dirección contraria, la fauna marina - moluscos, peces, aves y mamiferos- se concentran en los depósitos de fines del Pleistoceno y del Holoceno, cuando la línea de costa ocupaba
una posición intermedia, más o menos, entre la del último máximo glacial y la actual, posición
que se alcanzaría en torno al 6.000 BP, si tenemos en cuenta paralelos cercanos (HoFFMAN y
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SOBRE DUNAS, PLAYAS YCALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
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Fig. 2.- Perfil topográfico que muestra la posición de la Cueva de Nerja en relación con la linea de
costa actual y las elevaciones de la Sierra de la Almijara.
ScHULZ, 1987). Tanto la avifauna ligada al medio marino, con la cita de Pinguinus impennis
(BOESSNECK y DRIESCH 1980; EASTHAM, 1986; HERNÁNDEZ, 1995), como la ictiofauna, con la
,
identificación de Melanogramus aeg/efinus (RODRIGO, 1991) y alguna especie malacológica
atlántica (JORDÁ PARDO, 1986c; SERRANO et al., 1995), coinciden en indicar unas condiciones
más frías que las actuales. Este carácter más atlántico de la costa oriental andaluza tardiglacial
está reflejado también por los depósitos de foraminíferos del mar de Alborán. que señalan una
pulsación de fauna fría entre el 12.000-10.000 BP, con presencia de Neogloboquadrina
pachiderma {PUJOL y VERGNAUD, 1989).
Conjuntos como la microfauna suelen ser diagnósticos a la hora de trazar las variaciones
bioclimáticas, aunque en el caso de Nelja los restos disponibles no proceden de un muestreo sistemático, sino de su recuperación en criba. A pesar de estos condicionantes, P. Guu..LEM {1997)
ha identificado Apodemus jlavico//is en prácticamente la totalidad de los depósitos pleistocenos
de la sala del Vestíbulo. Esta especie está ligada a condiciones eurosiberianas y no se documenta en Nerja a partir del final del Tardiglacial.
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J .E. AURA TORTOSA, J. JOROÁ PARDO, M. PÉREZ RIPOLL Y M.•
J.
RODRIGO ÜARCÍA
La dinámica de las asociaciones paleobotánicas, obtenida a partir de los resultados de los
análisis antracológicos realizados en la columna obtenida en la Sala del Vestíbulo, plantea un
descenso de los pisos biocümáticos deJa cJiserie altitudinal durante el Pleistoceno (BADAL, 1990,
1995 y 1998). Así, las condiciones bioclimáticas de tipo termomediterráneo, similares a las
actuales, no parecen establecerse hasta el Epipaleolitico (ca. 10.500 BP). Durante el último máximo glacial, las asociaciones vegetales indican unas condiciones mesomediterráneas en el entorno de la cueva y supramediterráneas entre los 500-1.000 m de altitud (BADAL, 1998).
La última transgresión marina consituyó uno de .los cambios paleogeográficos más drástiéos
en latitudes como la nuestra. El perfil topográfico de Jos fondos marinos en el meridiano de la
cueva y los peñtles sísmicos obtenidos para la plataforma continental en el área de Málaga indican la existencia de depósitos arenosos de playa sobrepuestos a las superficies de erosión de la
plataforma; estos depósitos están vinculados a terrazas erosivas a las profundidades de -90, -80,
-73,-60, 47,-33,-20,-15 y-10M (HERNÁNDEZ-MOLINA et al., 1994).
En la figura 3 se ofrece una hipótesis de reconstrucción de las oscilaciones marinas más relevantes elaborada a partir de los trabajos referenciados (HERNÁNDEZ-MOLINA et al., 1994). En
tomo al 20.000 BP, cuando la cueva registra las ocupaciones solutrenses, la línea de costa se
situaba, apoximadamente, a-120m (fig. 3a). En el inicio de la última transgresión, ca. 14.000
BP, esta posición babia alcanzado los -90 m, siempre respecto de la línea de costa actual. En
ambas situaciones quizás existió una franja de formaciones dunares, con arenas y fangos, de unos
4 km de anchura y con una pendiente media que rondaría el 4 %. En el primero de los casos, la
cueva se situaba a 278 m sobre el nivel del mar, del que distaba algo más de 5 km. Sobre este
sustrato de arenas y gravas ha situado E. BADAL ( 1998) el hábitat idóneo para el Pinus pinea, del
que los cazadores de la Cueva de Nerja obtuvieron los piñones, pero no su leña.
Una nueva ruptura a -73 m ha sido situada en ca. 12.500 BP (HERNÁNDEZ-MOLINA et al.,
1994), precisamente coincidiendo con el umbral en en el que se situan las evidencias de explotación de los recursos marinos por parte de los ocupantes de la Cueva de Nerja (fig. 3b). La línea
de costa se situaba ahora a unos 4 km de la cueva y su sustrato arenoso-fangoso permitió la recolección de especies como Tapes decussatus y Cerastoderma edule, por citar las más significativas (JORDÁ PARDO, 1986c; AURA, JORDÁ y RODRIGO, 1989). Por último, entre ca. 10.000 y 7.000
BP las rupturas señaladas vendrían a indicar sucesivas reducciones de esta franja arenosa hasta
alcanzar el nivel del mar los paleoacantilados en los óvalos y calas (fig. 3c y 3d); circunstrancia
que ya se habria producido en algunos tramos al retrabajarse desde el incio del Holoceno los
esquistos alpujárrides, así como los materiales pliocenos y pleistocenos que los jalonan, como
sería el caso del acantilado de travertino de Maro (JORDÁ PARDO, 1992).
3. EL REGISTRO FAUNÍSTICO
La clasificación de los conjuntos paleofaunísticos obtenidos en la sala del Vestíbulo está
prácticamente concluida. Por ello, será esta serie la que concentre buena parte de la discusión.
Para la sala de la Mina, los datos preliminares publicados para el conjunto de mamíferos y aves
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SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA I) E NERJA
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J.E. A URA TOR1'0 SA1 J. J OROÁ PARDO, M.
PÉREZ RIPOLL Y
M." J.
RODRIGO ÜARCIA
resultan incompletos (PÉREZ RlPOLL, 1986; EASTHAM, 1986; AURA y PÉREZ, 1992 ), por lo que
su referencia no será relevante.
En lo referente a la malacofauna, se maneja la información publicada para ambas salas
(JoRDÁ PARDO, 1986c), aunque igualmente está en curso de revisión la totalidad de restos del
Vestíbulo. Los datos sobre la ictiofauna proceden de sendas columnas de referencia de 1 m2 para
cada sala.
Su estudio indica que la mayor parte de estos conjuntos paleofaunisticos tuvo un origen
antrópico -reconocimiento de marcas, pautas de fracturación, exposición al fuego, selección de
partes esqueléticas... (PÉREZ RrPOLL, 1992)-, aunque puntualmente existen evidencias de aportes
no antrópicos y que pueden vincularse a rapaces y hiénidos, en los momentos más antiguos de
la secuencia.
3.1. MAMÍFEROS
La excavación de la sala del Vestíbulo ha proporcionado cerca de 20.000 restos de mamíferos, de los que algo más del 75% ha podido ser determinado a nivel de especie. Los datos manejados en este texto no incluyen el nivel neolítico (NV2) ni el meso lítico (NV3), datado en 7.240
BP. Este último, testimonial al estar intercalado entre sendos procesos erosivos, presenta importantes intrusiones de su inmediato superior, por lo que la descripción ajustada de sus componentes aconseja un tratamiento específico.
Los restos de los níveles de edad pleistocena y holocena utilizados se han agrupado en dos
bloques con el objeto de centrar la discusión en el tema que nos ocupa (Tabla 1). Conviene recordar que los datos litoestratigráficos sitúan entre ambas agrupaciones una ruptura clara (JORDÁ
PARDO, 1986b), que la información radiométrica expresa en un hiato deposicionaJ, o simplemente en la erosión de los depósitos previamente sedimentados, que tiene una duración cercana
a los 5.000 años (JORDÁ, A URA y JORDÁ, 1990) (fig. 1).
Por un lado, se han acumulado los restos englobados en Jos niveles atribuidos al Paleolítico
e
superior inicial (NV13-NVll) que reci_ ntemente han sido relacionados más con las industrias
gravetienses que con las auriñacienses (AuRA et al., 1998), a los obtenidos en los níveles con
industrias solutrenses (NV10-NV8). Se trata, por tanto, de los restos asociados a las ocupaciones datadas en ca. 24.000-17.500 BP.
Sobre este depósito, y separado por una cicatriz erosiva neta, la secuencia continúa con los
niveles que contienen industrias atribuidas al Magdaleniense superior mediterráneo con arpones
(NV7-NV5) que a techo muestra una nueva cicatriz erosiva rellenada por un depósito antropogénico (NV4), al que hemos denominado comunmente como conchero (JoRDA PARDO, 1986b).
Las ocupaciones magdalenienses de esta sala han sido datadas entre 12.500-1 1.500 BP, mientras
que para la base del conchero epimagdaleniense disponemos de una datación que nos lo sitúa en
torno al 11.000-10.500 BP; su techo no debe estar situado más allá de ca. 9.500 BP, a juzgar por
la evolución de los conjuntos arqueológicos que contiene (JORDÁ, AuRA y JORDÁ, 1990; AuRA et
al., 1998).
-18-
[page-n-19]
SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREIIISTÓR1COS DE LA CUEVA DE NERJA
CUEVA DE NERJA
Sala del Vestíbulo
Ovis aries
Sus domesticus
Equus sp.
Bos primigenius
Capra pyrenaica
Cervus elaphus
Capreolus capreolus
Sus sc1vpha
Lynx pardina
Fe/is silvestris
Hyaena sp.
Delphinus delphis
Monachus monachus
Oryctolagus cuniculus
Lepus sp.
Restos no identificados
Total NR
NVI3-NV8
(ca 24.000-17.500 BP)
%r
o
o
20
3
2.756
293
1
2
9
12
2
0,64
0,09
88,96
9,45
0,03
0,06
0,29
0,38
0,06
NV7-NV4
(ca 12.500-9.500 BP)
2
3
1
19
%r
0,06
o
o
1.344
50
88,83
3,3
o
o
44
2,9
1,05
0,46
16
7
o
o
0,79
2,57
2.885
12
39
4.361
1
843
tt .335
6.723
o
o
o
o
5.349
o
Tabla 1.- Distribución por especies de macro y mcsomamiferos (N R) contabilizados en la Sala del
Vestíbulo.
Conviene aclarar, para evitar lecturas lineales de los datos contenidos en la tabla l, que la
extensión excavada para cada una de las agrupaciones arqueológicas reconocidas y acumuladas
según los criterios expuestos no es homogénea. Esta desigualdad se debe a la excavación de una
serie de banquetas y testigos, dejados en las excavaciones realizadas en la década de los años
sesentá, y que en buena parte de su extensión habían alcanzado el techo de los niveles solutrenses (AuRA et al., 1998).
Ambas agrupaciones coinciden en destacar algunas pautas observadas en diferentes yacimientos paleolíticos y epipaleolíticos de la región mediterránea peninsular (VlLLAVERDE y
MARTINEZ, 1992 y 1995; AURA y P ÉREZ, 1992 y 1995). Nos referimos a la configuración de un
patrón faunístico dominado por una especie de ungulado, Capra pyrenaica en este caso, complementada, a lo largo de toda la secuencia, por un importante conjunto de restos de lagomorfos.
Esta especie está acompañada de un cortejo de mamíferos que sí muestran alguna variación diacrónica de interés.
En la agrupación inferior destaca la concentración de restos en dos especies, la ya mencionada Capra pyrenaica y Cervus e/aphus, pues el resto de especies no alcanza siquiera valores
cercanos a la unidad en el índice rcstringuido de macro y mesomamíferos, excluyendo los lagomorfas (Tabla L, columna % r). La presencia de Bos primigenius y Equus sp, así como los valores alcanzados por Cervus elaphus, ya han sido valorados en un apartado anterior en relación con
-19-
[page-n-20]
20
J. E. AURA TORTOSA, J. JORDÁ PARDO, M. PÉREZ RrPOI.L Y M." J. RODRIGO GARClA
los cambios paleogeográficos. Otros datos relevantes son la ausencia de mamíferos marinos y la
presencia, testimonial, de coprolitos de Hyaena sp. en una de las cubetas de la colada basal de
esta saJa.
En el conjunto correspondíente a los niveles finipleistocenos y holocenos se incluyen cinco
restos de fauna doméstica que tienen un carácter intrusivo en el techo del conchero y proceden,
con total seguridad, del nivel neolítico (NV2) (3). Respecto de la agrupación anterior, destaca la
práctica desaparición de los grandes ungulados, Bos primigenius y Equus sp, y una cierta redistribución de la frecuencia obtenida por Cervus e/aphus en la unidad inferior entre cuatro especies: el propio Cervus elaphus y los emergentes Sus scropha, Lynx pardina y Monachus monachus. La presencia de mamíferos marinos es significativa y, sobre todo, sintomática de las trayectorias que analizaremos a continuación (PÉREZ RlPOLL y RAGA, 1998). De hecho, la suma de
restos de Monachus y Delphinus nos Jos situa, tanto por NR como por NMl, por delante de
Cervus elaphus.
3.2. lCTIOFAUNA
El total de restos de fauna marina recuperada en las excavaciones dírigidas por Jordá constituyen, fáci lmente, un registro único: por su cronología, su número y su diversidad (c:;(Iistado de
especies Tabla 2) y viene a ampliar las muestras conocidas basta ahora (BoESSNECK y DRIESCH,
1980; ROSELLÓ, MORALES y CAÑAS, 1995).
Un primer dato relevante es la práctica total ausencia de restos ictiológicos en los niveles
premagdalenienses. El segundo, es la diferencia del tamaño de las muestras proporcionadas por
ambas salas y su misma distribución específica. Como trayectorias cot,nunes se aprecia un cierto incremento de C/upeidae y Labridae a medida que nos adentramos en el Holoceno y un recorrido inverso para Scombridae (Tabla 3). Las mayores diferencias se encuentran en los valores
que alcanzan Belonidae y, sobre todo, Gadidae en la sala del Vestíbulo y Mugillidae y Sparidae
en la de la Mina. La cita de Accipenser sturio en Jos niveles magdalenieoses del Vestíbulo, tam-
(3) La numeración correlativa de las 8 mucslras ncolhicas, mesollticas y epipaleolíticas utilizada en un trabajo reciente puede
inducir a errores, puesto que la denominación u1ilizada coincide con la de las unidades estratigráficas y los conjuntos arqueológicos
reconocidos en esta sala: "NV3 y NV4 se atribuyen al Mesolilico reciente. NV3, sin embargo, incorporo cerámicas de estilo epicardial y animales domésticos. La parte inferior de NV3 ha sido datada en 7.240 bp (Ly-5217). Las unidades NV5 á NV8 corresponden
al Mesolltico antiguo, sin restos de cerámica o animales domésticos. Tan sólo NV8 ha sido datada en 10.860 bp (Ly-5216)"
(BERNADEU, PÉitEZ RlPOt..L v MARTiNEZ, 1999: 591). NV3 y NV4 (la cursiva es nuestra) proceden de la unidad estratigráfica, NV3,
con industrias atribuíbles al Mesolitico, pero se encuentra "intercalado entre sendos procesos erosivos (y) presenta importantes intrusiones de su inmediato superior, por lo que la descripción ajustada de sus componemes aconseja un lratamiento especifico" (if eslc
mismo trabajo). En cuanto al resto de muestras mencionadas, NV4 a NV8 com."Sponde a otras tantas suddivisioncs arqueológicas de
la un idad estratigráfica NV4, que engloba industrias Epimagdalenicnses /Epipaleolítico microlaminar y está datada en su base en
10.860 BP(UBAR-153).
Las faunas de nuestras unidades NV5 a NV7 contienen industrias del Magdalcniense superior con arpones y están datados,
respectivamente, en: 11.930 (UBAR-154), 12.190 (UBAR-1 55) y 12.130 (UBAR-156); por último, NV8 englobaba industrias solutrenses, disponiéndose de tres dotaciones para techo, parte media y base: 17.940 (UBAR-98), 15.990 (U.BAR- 157) y 18.420 (UBAR158) (AURA el al.. 1998). Evidentemente, los conjuntos procedentes de las unidades NVS a NV8 no se utili7.an en e l trabajo mencionado (BERNABEU, PÉREZ Rrrou. y MARTiNEZ, 1999), puesto que su composición y cronología excede los límites del problema analizado.
-20-
[page-n-21]
SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
Acipenseridae
Accipenser sturio
Sciaenidae
Argynosomus regius
Clupeidae
Sardinel/a aurita
Sardina pi/chardus
Sparidae
Boops boops
Den/ex sp
Diplodus sp
Diplodus vu/garis
Diplodus sargus
Lithognatus mormyrus
Oblada me/anura
Pagellus eurythinus
Pagellus bogaraveo
Pagrus pagrus
Pagrus sp
Sarpasalpa
Sparus aurata
Spondylosoma cantharus
Sparidae sp
Belonidae
Belone belone
Gadidae
Merlangius mer/angus
Pollachius pollachius
Melanogramus aeglefinus
Phycis phycis
S erranidae
Sen·amts scriba
Serranus cabrilla
Dicentrarchus labrax
Carangidae
Trachums trachunts
21
Scombridae
Scomber scombrus
Scomber japonicus
Sphyraenidae
Sphyraena sp
Mugilidae
C/te/011 labrosus
Mugil sp
Scorpaenidae
Sco1¡1aenidae sp
Triglidae
7iyg la sp
LabridJle
Labrus mero/a
Labros bergylta
Tabla 2.- Jctiofauna. Listado de especies identificadas (muestras obtenidas en las excavaciones
Jordá).
bién está documentada en la sala de la Mina aunque no en esta muestra; junto con los Mugillidae
y alguna especie más puede ser indicativa de la existencia de medios costeros restringidos, con
estuarios y albuferas entre las desembocaduras de los ríos en ca. 12.500-11.000 BP (JORDÁ
PA RDO,
1992).
Estas diferencias son observaciones realizadas sobre un muestreo, aunque simétrico en este
caso por proceder de sendas columnas de 1 m2 • Pero, conviene avanzar, que una situación similar se producirá al comparar la roalacofauna de las ocupaciones de la Mina y del Vestíbulo englobada en níveles arqueológicamente contemporáneos.
Un catálogo tan diverso transmite la idea de una explotación igualmente diversa del com.plejo y altamente estructurado medio marino: desde áreas de sustrato arenoso (pe: los tríglidos)
o estuarino (pe: Mugilidae), a las praderas de Posidonia (pe: algunas especies de Serranidae y
Sparidae) y los sutratos rocosos (pe: algunas especies de lábridos, espáridos y escorpénidos); por
no mencionar el carácter migratorio de algunos gádidos y cscómbridos que llegan a fomar grandes bancos y sólo se aproximan a la costa, preferentemente, en época de freza (WtTHEHEAD et
al., 1986)
Indudablemente, incorporar a esta discusión una descripción más ajustada de las trayectorias recorridas por las diferentes especies, su hábitat, su etología, o el estudio sobre la evolución
- 2l-
[page-n-22]
22
J.E. AURA TORTOSA, J. JORDÁ PARDO, M. P~REZ RtPOLL Y M .• J. RODRIGO GARCIA
CUEVA DE NERJA
Sala del Vestíbulo
Accipenseridae
Clupeidae
Belonidae
Gadidae
Serranidae
Carangidae
Scienidae
Sparidae
Labridae
Scombridae
Sphyraenidae
Mugilidae
Scorpenidae
NV7-NV5
NV4
NV13-NV8
(ca 24.000-17.500 BP) (ca 12.500- 11.500 BP) (ca. 10.700-9.500 BP)
1.03
o
o
o
7,69
46,15
11,78
12,98
0,33
12, 11
5,78
0,21
68,7
o
o
o
o
0,3
o
13,33
10,47
1,05
o
92,85
78,14
83,4
NMJ9-NMl7
NM I6-NM14
NM13
(ante 17.500 BP)
Total determinados
o
47,26
6,34
7,27
0,03
0,8
0,03
( 12.500-1 1.500 BP)
(ca. 10.500-7.500 BP?)
o
o
0,18
3,51
0,61
0,65
o
o
o
0,06
o
2,83
3,05
8, 18
10,98
7,69
30,76
o
o
o
7,69
o
o
0,07
Total Restos: 7.243
CUEVA DE NERJA
Sala de la Mina
Clupeidae
Belonidae
Gadidae
Serranidae
Carangidae
o
0,43
Sparidae
o
o
45,5
47,83
Labridae
o
0,12
0,21
Scombridae
o
o
o
o
Scienidae
Mugilidae
Triglidae
Total detenninados
12,86
o
28,87
33,81
0,73
o
76,17
70,65
TotaJ NR: 2.086
Tabla 3.- Ictiofauna. Distribución por familias del NR contabilizados en las muestras procedentes
de la Sala de la Mina y del Vestíbulo.
- 22-
[page-n-23]
SOBRE DUNAS, PLAYAS YCALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
23
de las tallas, permitiría comprender mejor la evolución diacrónica en relación con los cambios
en La línea de costa o las mismas diferendas entre las muestras procedentes de ambas salas. Estas
cuestiones y otras de indudable interés, como son las técnicas de pesca desarrolladas para capturar especies tan diversas como la sardina y el abadejo, el esturión o la breca, deberán esperar
un trabajo específico.
3.3.AVES
Todos los trabajos publicados sobre las aves de la Cueva de Nerja coinciden en situar un
importante conjunto de especies marinas en los niveles del Paleolítico final y Epipaleolftico de
las salas de la Mina y de la Torca, ca. 17.000-10.500 BP (BOESSNECKy DRIESCH, 1980; EASTHAM,
1986; HERNÁNDEZ, 1995). En el caso de los restos recuperados en las excavaciones dirigidas por
Jordá, ya se ha mencionado que la serie estudiada por EASTHAM (1986) para la sala de la Mina
está incompleta, pues procedía de la mitad, aproximadamente, de la superficie excavada en esta
sala. La obtenida en la sala del Vesb'bulo sí podrá ayudar a trazar las trayectorias diacrónicas de
este tipo de recursos a lo largo de la secuencia paleolítica, pero sus resultados definitivos todavía no están disponibles. Los datos publicados coinciden en destacar que anátidas y aves marinas son más abundantes a partir de 12.500 BP, documentándose la utilización de sus partes
esqueléticas para la obtención de matrices sobre los que fabricar las puntas finas dobles, consideradas como anzuelos rectos (AURA y PÉREZ HERRERO, 1998: fig. 2. 12).
3.4. MALACOFAUNA
De entre las numerosas clases de invertebrados recuperadas en las muestras analizadas
(Gastrophoda, Scaphopoda, Bivalvia, Cepha/opoda, Crustacea y Echinoidea) algunas son de
dificil cuantificación y otras de cuestionable procedencia antrópica. Nos referimos a que, durante el proceso de limpieza y preparación de algunas especies ictiológicas, reconocimos restos de
Crustacea y Echinoidea que habían constituido parte de la dieta de estos ejemplares y que por
su estado y partes representadas podrían conformar un patrón de restos muy fragmentado, similar al hallado en las muestras recuperadas en contexto arqueológico.
No es este el caso de los conjuntos malacológicos. En ambas salas se han recuperado importantes series, pero sin duda es la del Vestíbulo, con sus más de 12.500 ejemplares para una
columna de 1 m2 y algo más de 3 profundidad, la que previsiblemente permitirá fijar una de las
secuencias malacológicas más sólidas tras su estudio completo. En este texto hemos reducido la
relación de especies identificadas a los tres grupos más significativos: malacofauna continental,
marina de sustrato arenoso y marina de sustrato rocoso, aunque los listados completos pueden
ser consultados en las publicaciones originales (JORDÁPARDO, 1983 y 1986c).
Al igual que en el caso de los mamí.{eros, los valores alcanzados por las diferentes especies
proceden de muestras desiguales, tanto por la superficie excavada para cada sala y el desigual
-23-
[page-n-24]
24
J .E.
AUR.A T ORTOSA, J. JORDÁ PARDO, M.
PÉREZ RIPOLL Y M.•
J. R ODRIGO ÜARCfA
espesor de las capas, como por la existencia de algunos niveles en la sala del Vestíbulo que no
se han conservado en la de la Mina.
Las trayectorias diacrónicas de ambas series muestran algunas coincidencias interesantes.
Así, el recorrido seguido por la malacofauna continental se puede decir que es inverso al trazado por la marina (Tabla 4).
En el Vestíbulo, si exceptuamos los ejemplares utilizados como ornamento (COTINO y
SOLER, 1998), la presencia de malacofauna marina se constata desde el techo de los niveles solutrenses - al igual que ocurre con algunos restos de ictiofauna- , aunque debido al contacto erosivo con el nivel magadaleniense superpuesto persisten ciertas dudas sobre si esta fauna madna
procede del paquete superior, datado en ca. 12.500-1 1.500 BP, o si, por el contrario, marca el inicio de la explotación de los recursos marinos en Nerja (AuRA, 1995) (4). En todo caso, la malacofauna marina identificada en los niveles anteriores al 12.500 BP, supone tan sólo el 1,8 % del
total de la recuperada en esta columna.
La especies marinas son las que concentran el mayor número efectivos, más del 75% sobre
el total de ambas salas. Su distribución entre especies propias de sustrato arenoso-fangoso y
especies de sustrato rocoso muestra una inversión diacrónica clara en la sala de la Mina, circunstancia que en su día ya fue relacionada con la inundación progresiva de las playas hasta
alcanzar los paleoacantilados durante el tránsito Pleistoceno-Holoceno (AURA, JoRDA y
R oDRIGO, 1989). En la del Vestíbulo, esta tendencia se observa muy matizada por los altos valores alcanzados por Mytilus edulis, que dan al conjunto de especies de sustrato rocoso valores
muy superiores (Tabla 4).
4. ELEMENTOS PARA UNA CONTEXTUALIZACIÓN ARQUEOLÓGICA
Cueva de Nerja fue ocupada de manera recurrente a lo largo de miles de años, llegando a
conformar un registro complejo organizado en diferentes salas y, suponemos, en un desconocido espacio externo, delante de la gran boca de acceso a la cavidad. Las trayectorias descritas en
el epígrafre anterior sugieren una obviedad: el yacimiento registra cambios diacrónicos significativos, tanto por las variaciones en el número de especies como por la diferencias en la densidad de acumulación de restos. Esta observación constituye en si misma una estrategia para investigar cuestiones de indudable interés arqueológico: su relación con los cambios bioclimáticos, su
implicación en la duración y ritmo de ocupación o el uso del yacimiento.
Los cambios bioclimáticos, pero fundamentalmente las oscilaciones eustáticas, han servido
como argumento fundamental a la hora de explicar el umbral cronológico en el que se produjo
la explotación del medio marino, vinculando el inicio de las actividades de caza, pesca y reco"lección de especies marinas con la transgresión tardiglacial y el consecuente acercamiento de la
(4) La exposición de los cortes originados en las excavaciones de lps años 60, sin ningún tipo de protección, también ha podido ocasionar puntulcs contaminaciones de fauna marina eo los depósitos anteriores al 12.500 BP. A pesar de que antes de proceder
a su excavación procedimos a su limpieza y refrescado, no es totalmente descartable el que se hayan producido pequeños desplomes
o intrusiones originadas por la acdón de pequeños roedores.
- 24-
[page-n-25]
SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
CUEVA DE NERJA
Sala del Vestfbulo (C-4)
Pote/la sp
Monodonta sp
T. haemastomo
Mylilus edulis
Total sus/rato rocoso
Tapes decussotus
Pectenmaximus
Cerastoderma edule
Total sustrato arenoso
Total marina
Melanopsis sp
Rumínna decollata
lbems alonensis
He/ice/la sp
NV13-NV8
(ca 24.000-17.500 BP)
%
NV7-NV5
(ca 12.500-11.500 BP)
%
NV4
(ca.I0.700-9.500 BP)
%
24
0,93
71
15,7
o
o
o
o
o
o
o
o
274
13
2,92
O,l3
o
o
125
149
33
1
32
66
214
11
12
2316
4,89
5,83
1,29
0,03
1,25
2,58
8,37
0,43
0,46
90,68
271
342
14
1
64
79
421
20
2
7
2
59,95
75,66
3,09
0,22
14,15
17,47
93,14
4,42
0,44
1,54
0,44
8577
8864
3
36
16
55
8919
32
2
408
15
91,47
94,53
0,03
0,38
0,17
0,58
95,12
0,34
0,21
4,35
0,15
91,58
31
6,85
457
4,87
o
Total continental
2339
TOTAL
2554
CUEVA DE NERJA
Sala de la Mina
Pote/la sp
Monodonta turbina/o
T. haemastomo
Mytílus edulís
Total sustrato rocoso
Topes decussatus
Pectenmaximus
Cerastoderma edule
Total sustrato arenoso
Total marina
Melonopsis sp
Rumínna decollata
Jberus alonensis
He/ice/la unifasciata
Total continental
TOTAL
25
452
9376
NM19-NMI7
(ante 17.500 BP)
%
NMI6-NMI4
(ca 12.500-11.500 BP)
%
NMI3
(ca.10.500-7.500 BP?)
%
80
15
4
282
381
974
JI
11 5
1100
1481
70
3,68
0,69
0,18
12,98
17,54
44,8
0,5
5,29
50,64
68,18
3,22
3,03
23,15
2,39
130
11
9,96
0,84
o
o
737
878
46
26
40
112
990
S
42
267
1
56,47
67,27
3,52
1,99
3,06
8,58
75,86
0,38
3,21
20,45
0,07
24,1
3
1
0,59
o
o
o
o
o
o
l
7
0,59
4,16
o
o
3
10
11
l
12
144
1,78
5,95
6,54
0,59
7,14
85,71
o
o
503
52
157
93,45
691
31,81
315
2172
31,81
nos
168
66
Tabla 4.- Malacofauoa. Relación del NMl de las especies seleccionadas.
- 25-
[page-n-26]
26
J.E. AURA TORTOSA, J. JORDÁ
PARDO,
M. P EREZ RIPOLL Y M.• J.
RODRIGO GARCIA
línea de costa al yacimiento (MORALES, R osELLÓ y H ERNÁNDEZ, 1998). La lógica de esta inferencia es incuestionable. Pero, quizás convenga contextualizarla con el fin de evaluarla desde
diferentes ángulos.
Existen algunos datos sobre los depósitos arqueológicos depositados en la sala del Vestíbulo,
no estrictamente tipológicos, que pueden ser incorporados a esta discusión. En primer lugar, conviene precisar que las unidades litoestratigráficas agrupadas en los dos bloques cronológicoarqueológicos que hemos utilizado en este trabajo tienen un espesor similar, aunque no una duración temporal equivalente, por lo que existen diferencias, que puntualmente pueden ser importantes, en lo que se refiere a su génesis, velocidad de sedimentación y procesos postdeposicionales que los han afectado (JORDÁ PARDO, 1986b y 1992). Estas diferencias litoestratigráficas
coinciden -que no explican- con un registro arqueológico que muestra ciertas pautas distintivas;
tal. y como era predecible, insistimos, porque el yacimiento difícilmente funcionó igual a lo largo
del segmento temporal estudiado. Estas diferencias tienen una lectura sencilla en su vertiente
cuantitativa y bastante más compleja a la hora de insertarlas en cuestiones histórico-arqueológicas o socio-culturales.
Las figuras 4 y 5 muestran el número de efectivos recuperados de diferentes categorías
arqueológicas por cada 100 aiíos de supuesta duración de ocupación humana de la cavidad, en la
escala del tiempo arqueológico y sirviéndonos de la secuencia radiométrica disponible (JoRDÁ,
AURA y J ORDÁ, 1990; AuRA et al., 1998). Independientemente del valor de La muestra (5), se
aprecian diferencias importantes en todas las categorías consideradas y particularmente, en lo
que se refiere a lascas, macroútiles -en la que, independientemente de sus dimensiones, se han
englobado todos los objetos que tienen como soporte un canto o bloquf>-, industria ósea y elementos de adorno. En general, se puede concluir que la densidad de evidencias es mayor en los
depósitos más recientes (6). Otra cuestión diferente es explorar si este incremento está vinculado a ocupaciones de mayor duración, más estables, o si por el contrario el origen de este registro puede ser explicado a partir de ocupaciones cortas y recurrentes (7).
Estas pautas diferenciadas coinciden con algunas variaciones en la obtención de materias
primas y algún rasgo tecnológico que tiene una clara transformación diacrónica. Las industrias
lfticas de Nerja están elaboradas mayoritariamente sobre sílex. Los productos de talla presentan
desiguales frecuencias de córtex pudiendo diferenciar, macroscópicamente, lo que hemos deno-
(S) Sin pretender extendemos sobre esta cuestión, se pueden plantear al menos 2 reservas importantes, pero que en todo caso
no deben impedimos su valoración:
a) las muestras proceden de una extensión reducida respecto de la supuesta superficie total del yacimiento;
b) la com:spondencia de esta observación con lo ocurrido en otros sectores y salas, dados los cambios laterales de densidad de
materiales que son comunes en los yacimientos arqueológicos en cueva, son de dificil evaluación.
(6) A la hora de enjuiciar los valores que ofrecen las diferentes categorlas de materiales, conviene recordar la superficie excavada. Igualmente, recomendamos la obtención de lndices similares para yacimientos paleollticos-epipaleollticos e incluso poblados
estables de la prehistoria reciente (cf AURA, 1995: 162). Es cierto que las pautas de abandono y reciclaje operan en contextos culturales diferentes y dificilmcnte comparables, sobre todo en lo que respecta a la acción de los cánidos domésticos sobre los restos de
fauna, pero los resultados pueden ser sugerentes.
(7) Puntualmente, se han controlado algunos momentos de indudadble desocupación humana, sin que por el momento podamos establecer mayores precisiones. La presencia de coprolitos de ffyaena sp en la capa NV 13 asociados a piezas esqueléticas de
Equus sp en posición anatómica y de individuos neonatos de M. myatis-blythii y M. scrheibersii en los niveles NV8, NV3 y NV2,
marcan momentos de desocupación antrópica, al menos durante la primavera y el verano en este último caso (GUILLEM, 1997).
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SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
27
80
•
O
70
MSM-EMM
PSI-SOL
60
50
40
30
20
I
JO
o
Nócleos
Lascas
Hojas
U retocado
Fig. 4.- Número de efectivos recuperados de diferentes categorías arqueológicas por cada 100 aftos
de supuesta duración de ocupación humana de la Cueva de Nerja.
2,5
T'"""--- - - - - - - -- ------.
. MSM-EMM
O PSI-SOL
2
1,5
[
0,5
Fig. 5.- Número de efectivos recuperados de diferentes categorías
arqueológicas por cada 100 afios de
supuesta duración de la ocupación
humana de la Cueva de Nerja.
1
o +--~'L---+-----~----~
Macroótiles
!.ósea
Adorno
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J.E. AURA TORTOSA, J. JOROÁ PARDO, M.
28
PEREZ RIPOLL Y
M." J.
R ODRIGO ÜARCÍA
minado como córtex fresco y córtex rodado. Esta caracterización puede ser relacionada con la
forma de aprovisionamiento: obtenido en posición primaria en el primer caso y en depósitos
secundarios en el segundo. La figura 6a muestra las frecuencias de presencia de estas dos categorías de córtex respecto del total de productos de taUa, excluyendo esquirlas y fragmentos.
La mayor presencia, relativa, de productos que presentan un córtex fresco, se concentra en
el tramo basal de la sala del Vestíbulo (ca. 24.000-17.500 BP), coincidiendo con los mayores
módulos tipométricos de la industria. La figura 7 muestra la longitud media de lascas y hojas
retocadas (MR) y sin retocar (MNR). El tamaño de las soportes laminares que han sido retocados de los niveles con industrias del Paleolitico superior inicial y Solutrense duplica, como
media, el de las hojas magdalenienses y epipaleolíticas; obtenidas, mayoritariamente, a partir de
pequeños cantos recogidos en posición secundaria. Igual de interesante resulta el que por primera
vez se aprecian signos de estabilidad a lo largo de toda la secuencia -en la longitud de lascas y
hojas no retocadas- y el que la longitud media de las hojas retocadas de la agrupación
Magdaleniense-Epipaleolítica sea menor que el de las no retocadas (fig. 7).
Materias primas de la calidad y tamaño de las empleadas en el tramo basal de la secuencia
del Vestfbulo no fueron detectadas por nosotros en el entorno inmediato del yacimiento, ni tampoco los pequeños cantos rodados que por su morfología deben de proceder de depósitos fluvia-
~ ~------------------~
+ MSM-EMM
90
80
D!'Sl-SOL
20
70
60
!5
50
40
10
30
5
I
20
10
0 +----------+--------~
Córtcx
fresco
+ MSl\•1-EMlvl
O PSI-SOl.
Córtex
o
rod
J+CR
Fig. 6a.- Frecuencias de presencia de las dos
categorías de córtex respecto del total de
productos de talla.
Otra~
Fig. 6b.- Frecuencias de presencia de materias
primas, excluyendo el sílex.
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SOBRE DUNAS. PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
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70
•
60
Lascas~
~ Lasca~MNR
Hojas ~IR
A
Hojas MNR
•
50
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20
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•
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•
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30
MS!'..i
SOL
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•
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10
o
PSI
Fig. 7.- Longitud media de lascas y hojas retocadas (MR) y sin retocar (MNR).
les y/o marinos. Sin embargo, el estudio mineralógico y cristalográfico de las muestras procedentes de estos niveles concluye en indicar una alta coincidencia con los resultados obtenidos
para las muestras recogidas en los afloramientos de Periana, Alfamate o Zafarraya (GIRALT,
1994), asociados en el primer caso a un taller calcolítico y distantes más de 25 km de Cueva de
Nerja.
Además del sllex, puntualmente, se utilizaron otras rocas que también ofrecen variaciones
interesantes, a pesar de su escaso número de efectivos. En la figura 6b se muestra cómo se distribuyen estas materias primas a lo largo de la secuencia, apreciándose que la mayor parte de productos (MR+ MNR) de materias primas como el cristal de roca y elja~pe (n=95), particularmente
una variedad de coloración amarilla, se concentre en los niveles anteriores al 12.500 BP. Esta
variedad es muy similar, al menos macroscópicamente, al reconocido por M. Martínez Andreu
( 1989) en algunos yacimientos del Magdaleniense superior final de Murcia, está presente en las
series solutrenscs de Cueva Ambrosio -colección F. Motos depositada en el SI P de Valencia- y
es posible rastrearlo también en yacimientos valencianos (pe: la Cova del Parpalló). En la dirección contraria, los productos de talla obtenidos sobre caliza y diferentes rocas metamórficas de
carácter local (8) tienen una cierta entidad (n= 172), precisamente, a partir de esta fecha:
12.500 BP (fig. 6b).
La valoración arqueológica de estas tendencias configura un complejo entrelazado de varia-
(8) Sobre cantos aplanados. posiblemente recogidos en la misma playa.
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J.E. A URA TORTOSA,
J. JORDÁ
PARDO,
M.
PEREZ RIPOLL Y M." J. RODRIGO GARCÍA
bies que permiten investigar los cambios, aparentemente sencillos, en las actividades desarrolladas en el yacimiento, y desde el yacimiento. Particularmente, algunos rasgos de los equipos liticos pueden ser utilizados para delimitar estas observaciones. Así, resulta significativa la desproporción observada entre niveles antiguos y recientes en las categorías de lascas y macroútiles, si
los comparamos con el resto de variables del utiJiaje lítico (figs. 4 y 5). El valor alcanzado por
las primeras en los niveles MSM-EMM no parece estar vinculado, exclusivamente, a las fases
de preparación de núcleos para la producción de hojas-hojitas, puesto que los índices que ofrecen este tipo de soportes es inferior al de los niveles PSI-SOL (9). La producción de lascas y la
densidad de macroútiles -así como su diversidad: retocadores, percutores, pulidores, cantos
tallados y cantos pintados o con restos de ocre- , puede ser indicativa de un incremento de las
actividades de fabricación y reparación de los equipos de piedra y hueso, pero también con el
desarrollo y/o aumento de las tareas de procesado de determinados recursos durante las fases más
recientes (cjCLARKE, 1976). Los datos sobre la industria ósea y los elementos de adorno, mayoritariamente fabricados sobre ejemplares de malacofauna (COTINO y SOLER, 1998), también
registran diferencias (fig. 5).
Estos rasgos coinciden con lo que podemos denominar como un incremento de la estereotipación del utillaje lítico retocado, manifestado en que la diversidad de morfotipos es mayor en
las unidades con industrias del PSI y Solutrense, en las que el número de útiles retocados es sensiblemente menor, respecto de las upidades que engloban industrias magdalenienses y epipaleolíticas, en las que el incremento de efectivos recuperados no está acompañada de una similar
diversidad de morfotipos retocados. Esta tendencia puede complementar una observación anterior: el que en los conjuntos magdalenienses y epipaleolíticos la longitud de las hojas sobre las
que se han fabricado morfotipos retocados sea menor que la de las hojas sin retocar (fig. 7), cuyo
origen puede ser vinculado con el reavivado de los útiles y, especialmente, con aquellos cuya
parte activa se dispone transversalmente sobre el eje técnico y morfológico de los soportes - raspadores, truncaduras y en menor medida buriles.
Los cambios observados en las materias primas -en las formas de captación y en el uso,
marginal, de algunos tipos de materias-, así como en la densidad desigual de diferentes categorías de materiales arqueológicos -con incrementos de aquellas que hemos relacionado con tareas de fabricación y mantenimiento de equipos líticos y óseos y con actividades de procesad
Las tendencias a fabricar un utillaje progresivamente más estereotipado -con indicios de reavivado y reciclaje (1 0)- establecen diferencias entre las ocupaciones datadas en ca. 24.000-17.500
BP y las de edad 12.500-8.500 BP. La lectura de este proceso entrelaza cuestiones complejas que
vinculan de forma estrecha el uso y función del yacimiento, las actividades desarrolladas en y
(9) La captación de materias primas es diferente y tiene una expresión tecnológica y tipométrica explicable probablemente
desde el uso que se hace de la cavidad en estos momentos. Esta situación ha podido ocasionar patrones de residuos de producción
diferentes. Desde luego podemos hacer intervenir la posibilidad de que productos laminares elaborados aquí fueran transportados y
utilizados en otros lugares. Por la misma lógica, podriamos pensar que los elevados nam de los niveles más antiguos se correspondén con una situación de uso aplazado y no de próducci6n laminar en el yacimiento. Los llam de la agrupación inferior (PSI·SOL)
son 58,33 para el MR y 24,89, para el MNR; para la agrupación superior (MSM-EMM) resultan 46 y 13,58 respectivamente.
( IO)lntcncionadamente no estamos vinculando estos términos con conceptos como expedient y curoted(BARTON, 1998). aunque su po1cncialidad para investigar estas cuestiones es indudable (Vlti.AVF.ROE, AURJ\ y BARTON, 1998).
-30-
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SOBRE DUNAS, PLAYAS YCALAS. LOS PESCADORES PREIIISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
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desde Cueva de Nerja y su integración en los sistemas regionales -expresada arqueológicamente en la tecnología, la susbsistencia, la interacción y formas de socialización (11)-.
Nuestra percepción de esta trayectoria es que las unidades que engloban industrias del
Paleolítico superior inicial y Solutrense en el yacimiento de Cueva de Ne¡ja reflejan ocupaciones recurrentes, previsiblemente cortas y localizadas, por ahora, en la sala del Vestíbulo ( 12). En
el resto de salas se desconoce su presencia, nunca llegaron a conformarse depósitos arqueológicos de esta edad o se han visto afectados por procesos erosivos ( 13) (JORDÁ PARDO, 1986b y
1992). Independientemente de estas circunstancias, el yacimiento magdaleniense-epipaleolítico
se ha conservado en la totalidad de salas y sectores, ofreciendo en todas las situaciones las mayores densidades de ocupación. Un simple cálculo del volumen de sedimentos arqueológicos contenidos en las tres salas que por ahora contienen industrias magdalenienses y epi paleolíticas ofrecería resultados por encima de los 500 m3 de depósitos para estos momentos.
Se da la circunstancia, además, de que estas unidades finipleistocenas y holocenas muestran
una importante diversidad de especies, causada por la presencia de recursos marinos.
Particularmente, la malacofauna ha servido para correlacionar sus variaciones diacrónicas con el
ascenso del nivel del mar, por ser sensible a registrar estos cambios dada la estructuración de sus
hábitats (Tabla 4). En Nerja cada una de las salas que contiene depósitos con industrias del
Magdaleniense superior, arqueológicamente contemporáneos por tanto, ofrece el dominio de una
especie diferente: Mytilus sp en la sala del Vestíbulo, Tapes decussatus en la de La Mina y Pate/la
sp en la de la Torca (JoRDÁ PARDO, 1983 y 1986c; SERRANO et al., 1995); diferencias que también se registran en La ictiofauna.
Explorar el significado de estas diferencias requiere una reposada contextualización arqueológica pero indudablemente abre múltiples interrogantes: es resultado de una simple distribución aleatoria, es indicativa de cambios diacrónicos relacionados con el ascenso del nivel del
mar o se trata de ocupaciones diferenciadas -salas de tamaño, topografia y orientación desigual,
son ocupadas estacional y/o alternativamente en función de estas variables, o simplemente por
criterios de salubridad- . Al respecto conviene recordar que coincidiendo con la formación de
estos potentes depósitos, se sigue utilizando la cueva como santuario parietal, se documenta un
arte inciso sobre soportes muebles -
(JI) Como ya hemos reiterado en trabajos anteriores, una de las principales dificultades para evaluar Cueva de Ncrja es la esca-
sa información disponible sobre los yacimientos interiores y, potencialmente, integrados en su mismo territorio económico y social.
Entre 1983 y 1996 redactamos tres propuestas para investigar estas cuestiones, sin que en ningún caso fueron consideradas. En cualquier caso, el resultado es que en la costa de Andalucía oriental se ban conservado yacimientos linipleistocenos vinculados con la
explotación de los recursos marinos, mientras que desconocemos totalmente las situaciones arqueológicas de la vecina media monta/la o de las cuencas interiores. Una situación completamente inversa a la registrada en el País Valenciano (AURA, 1995: 159 y ss).
(12) Esta consideración no sólo está apoyada en los datos cuantitativos manejados, también encuentra apoyos en datos tafonómicos (cfnota 7) y en las ca. actcrísticas sedimentarias de estos niveles. A partir de la parte media de NV8 y hasta prácticamente
r
NV 13 se observó una continua sucesión de laminaciones de gravas, arenas y arcillas, que puntualmente incluían restos de materia
orgánica, separadas por intercalaciones de cortezas estalagmiticas incipientes, alteradas y sin contiunuidad lateral (JOROÁ PARDO,
1986b y 1992).
(13) En la sala de la Mina sólo se conservaban niveles del primero de los momentos y con pocos efectivos (JoROA, 1984 y
1986b), se~alándose la presencia puntual de algún morfotipo caractcrlstico del Solutrcogravetiense (CAVA, 1997: 347). En la de la
Torca la excavación parece alcanzar los niveles con industrias magdalenienses, sin llegar a agotar el yacimiento arqueológico de esta
sala (PELLICER y ACOSTA, 1997).
-31-
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J.E. A URA TORTOSA, J. JORDÁ
PARDO,
M. PÉREZ
RIPOI.L Y M.• J. RODRIGO GARciA
se fabrica una industria ósea con morfotipos propios - no sólo los arpones, también las micropuntas dobles que hemos denominado anzuelos rectos- y se realizan inhumaciones (GARc!A
SÁNCHEZ, 1982; ÜONZÁLEZ· TABLAS, 1990; AURA, ÜONZÁLEZ-TABLAS y BROBELL, 1998). No se
trata, por tanto, de un yacimiento marginal que podamos equiparar, de manera simple y lineal,
con los pequeños yacimientos en abrigo-cueva que son tan frecuentes en estos momentos (e/ nota
15).
5. VALORACIÓN FINAL
Cie1tamente, la morfología de la plataforma y talud continental sobre el que se ubica la
Cueva de Nerja han permitido la conservación de un yacimiento arqueológico que contiene cambios diacrónicos en las formas de utilización de los recursos prácticamente inéditos en e l resto
del ámbito mediterráneo, si exceptuamos algunos yacimientos de la bahía de Málaga (SucH,
1920; FORTEA, 1973; AURA, JORDÁ y RODRIGO, 1989).
Los cambios bioclimáticos y paleogeográficos detectados muestran, con bastante claridad,
que el territorio de captación inmediato para los habitantes de la Cueva de Nerja nunca tuvo una
disposición radial desde e l yacimiento, pues siempre estuvo condicionado por la posición cambiante de la línea de costa y los relieves de la sierra Almijara (AURA, JORDÁ y RoDRIGO, 1989).
Durante los episodios en que se depositaron las unidades con industrias del Paleolítico superior
inicial y Solutrense la Llanura costera emergida tuvo un importante valor, tanto como vial de
comunicación como por su condición de hábitat preferente para algunas especies de ungulados
y coníferas (PÉREZ RIPOLL, 1997; BADAL,J 998). A partir de fines del Pleistoceno y e l Holoceno
inferior, las calas y acantilados se convirtieron en áreas de obtención de un importante conjunto
de recursos marinos. En ambas situaciones, la caza de la cabra montés, complementada con los
lagomorfos, fue una estrategia de explotación común.
Estas dos situaciones pueden ser correlacionadas con la evolución de la malacofauna marina, pero también con la continental. En Nerja la recolección de moluscos continentales, como
complemento de la caza de mamiferos, se data en los niveles que engloban industrias del
Paleolítico superior inic ial y del Solutrense (JORDÁ PARDO, 1986c: 169).
Ahora bien, podría pensarse, a juzgar por el importante catálogo de especies marinas que se
registra a partir de 12.500 BP, que durante e l primer tramo de las ocupaciones humanas, entre
24.000 -12.500 BP, se produjo un cambio paleogeográfico mayor que el que nuestra hipotésis de
reconstrucción indica (fig. 3). ¿Fue Nerja un yacimiento interior durante el último máximo glacial? Si nuestras proyecciones son ciertas, durante este episodio la línea de costa nunca estuvo
situada a una distancia muy superior a los 5-6 km respecto de la cavidad, y en el momento en
que se documenta una explotación significativa de este medio la costa debia situarse a unos 3-4
km de la cueva (AURA, JORDÁ y RODRIGO, 1989).
Distancias mucho mayores se han descrito para la circulación de materias primas y ornamentos durante el Paleolltico superior e incluso para restos de fauna marina sin función ornamental (14). Cabe pensar, como alternativa a lo anterior, que los ocupantes de la cavidad explo- 32-
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SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
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taron esa plataforma emergida, pero no el medio marino. Lo inquietante es que existen testimonios de la presencia de recursos marinos englobados en ocupaciones musterienses en el sur
peninsular, caso de las cavidades de Gibraltar (Waechter, 1964), sin que esos primeros testimonios hayan tenido continuidad en los registros posteriores, como sería el caso de Las unidades con
las que se inkia la ocupación de Cueva de Nerja (cfnota 14). Independientemente de esta consideración, convendría disponer de un estudio actual sobre la formación de los yacimientos de
Gibraltar para valorar más ajustadamente el origen y las características de estos conjuntos
(BARTON, 1998).
En el caso de Nerja y sin pretender ser reiterativos -pues al fin y al cabo se trata de un yacimiento aislado, dado el nivel de información disponible sobre el Paleolítico superior de
Andalucía (SANCHIDRIÁN et al., 1996; cfnota 11)- la utilización de los recursos marinos está contextualizada por algunos rasgos que establecen un contenido y una dirección al ser integrados en
las trayectorias diacrónicas (AURA y PÉREZ, 1992 y 1995; YILLAVERDE y MARTÍNEZ, 1992 y 1995;
VIL VERDE, A URA y BARTON, 1998; AURA et al., 1998b)
LA
En Jos trabajos citados se ha argumentado que los cambios en la composición de las asociaciones paleofaunísticas finipleistocenas y holocenas coinciden en configurar una reorientación
económica, expresada en la explotación de un mayor número de recursos y ambientes, contextuatizada por un incremento del número de yacimientos y también por la densidad de categorías
arqueológicas recuperadas ( 15).
Esta diversificación ligada en Nerja a la obtención de recursos marinos, pero expresada también en Jos yacimientos interiores (VILLAVERDE y MARTíNEz, 1995; A uRA y PÉREZ, 1995), plantea algunas incógnitas sobre sus implicaciones en el proceso que trunca las trayectorias evolutivas de los últimos cazadores holocenos: el proceso de neolitización. Cambios económicos similares a los descritos en Nerja han sido reconocidos en al menos dos yacimientos mediterráneos:
(14) Es el caso de la Cova de Santa Muira, por citar un yacimiento en el que trabajamos actualmente, distante unos 30 km de
la costa actual y que hasta la focha ha ofrecido restos de Mugillidae y Sparidae y malacofauna marina, con especies sin valor ornamental reconocido. Otro ejemplo de documentación de restos ictiológicos de especies marinas y/o salobres se ha descrito en el cercano yacimiento del Tossal de la Roca, aunque con un menor número de efectivos y cautelas sobre posibles interferencias de carácter tafonómico (CACHo et al., 1995: 63-65). Eso si, la cronología de los niveles que incluyen estos restos de fauna marina es tardiglacial y holoccna.
Estas referencias y su cronologfa nos remite a una cuestión de dificil solución y que requiere técnicas de muestreo no aplicadas hasta la focha en nuestro ámbito: la arqueologia submarina del Pleistoceno final y Holoocno.
· No nos referimos tan sólo a la probable documentación de yacimientos anteriores al tránsito Pleistoceno-Holoecno que documenten la utilización de los recursos marinos, sino a la posibilidad de que estos yacimientos sean concluyentes sobre la forma en que
se utilizaron estos recursos en momentos pre-tardiglaciales. Sobre la base de refe.rencias diversas, atestiguamos que cuando disponemos de información sobre yacimientos litorales, también disponemos de datos sobre la presencia, puntual., de este tipo de recursos en yacimientos alejados de sus lugares de obtención. El no disponer de datos sobre las fases iniciales del Paleolítico superior nos
impide valorar el papel de este tipo de recursos, pero también si su gestión y consumo inmediatos, en los yacimientos a pie de playa
actualmente sumergidos, los convierten en invisibles en los yacimientos alejados de la costa.
( 15) En un trabajo anterior relacionamos la constatación de que en la mayoria de yacimientos con industrias del Magdaleniense
superior se encuentran similares equipos industriale.~ -aunque con frecuencias relativas que configuran una importante diversidad de
situaciones- con la posibjlidad de que este tipo de registros fuera resultado de ocupaciones recurrentes, originadas por grupos de
pequcilo tamaño que recorren las tierras bajas litorales y los valles a media altura (Aura, 1992 y 1995: 167). Esta situación, de ser
cierta, no impide el que puedan ex.istir yacimientos con las caractcrfsticas descritas para Nerja, dado que la ajustada descripción de
este tipo de yacimieotos-eon una mayor estabilidad residencial o signos de un uso más intensivo de Jos recursos de su entorno- no
constituye un objetivo finalista; lo realmente significativo es llegar a comprender su inserción en la estrategia regional y su transcendencia evolutiva, si es que realmente la tuvo.
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34
J.E. A URA TORTOSA, J. JORDÁ PARDO, M. P~REZ RIPoLL Y M." J. R ODRIGO GARd
A
Franchthi y Grotta deli'Uzzo, sirviendo en ambos casos para argumentar una mayor estabilidad
en la ocupación de estos yacimientos que es considerada como una pre-adaptaci6n desarrollada
por los grupos cazadores-pescadores holocenos y que vendría a favorecer una rápida asimilación
de la agricultura primitiva (JACOBSEN, 1981; P IPERNO, 1985). Esta situación podría establecer
diferencias entre los grupos de cazadores-pescadores costeros y los cazadores de las tierras interiores, a la hora de configurar el ritmo de asimilación de los elementos tecnoeconómicos neolíticos (B ERNABEU, AURA Y BADAL, 1993).
Lo ocurrido en Nerja no parece avalar que esta pre-adaptación llegara a alcanzar el horizonte cronológico de la Neolitización. Como en tantos otros yacimientos que poseen secuencias largas infrapuestas al primer neolítico, existen dificultades importantes a la hora de delimitar las intrusiones y mezclas que, por procesos naturales o antrópicos, llegan a configurar
contextos arqueológicos transicionales, más aparentes que reales (BERNABEU, PéRF.Z R tPOLL Y
MARTÍNEZ, 1999). En Nerja, este episodio se e ncuentra afectado por varios procesos erosivos
que tienen una expresión desigual en las distintas salas. Sólo en la del Vestíbulo, y con muchas
más dificultades en la de la Mina, hemos reconocido morfotipos característicos del
Epipaleolftico geométrico - algún trapecio, microburil y hojitas de dorso-, que únicamente en
el primero de los casos parece englobarse en un contexto que tiene una cierta entidad estratigráfica: delimitada por sendos contactos erosivos con los niveles situados a muro y techo, pero
con importantes intrusiones neolíticas -presencia de cerámica, elementos de adorno y restos de
ovicápridos domésticos- .
Sobre esta base resulta dificil plantear que las trayectorias descritas para las ocupaciones con
industrias del Magdaleoiense superior y Epi paleolítico micro laminar alcanzaran el horizonte cronológico de la Neolitización y que por tanto, el incremento del número de recursos originado por
la explotación de los recursos marinos y contextualizado por los rasgos arqueológicos descritos,
tuviera alguna transcendencia en el proceso de neolitización, en la linea de lo expresado en párrafos anteriores. Lo cual nos lleva a concluir que la utilización de recursos marinos se generaliza
en el Magdaleniense y Epipaleolítico microlaminar y se constata también en el Neolítico, combinada con la explotación de agriotipos domésticos, sin que podamos ser demasiado concluyentes sobre lo ocurrido durante el Epipaleolítico geométrico-Mesolftico, dada la integridad de los
contextos arqueológicos de este momento.
Sorprendentemente, los mecanismos que guiaron esta repentina adaptación al medio marino no estaban activados en las primera fases de ocupación del yacimiento (24.000-17.500 BP),
cuando los grupos humanos fabricaron, utilizaron y abandonaron una amplia variedad de categarfas arqueológicas en la Cueva de Nerja. Todo apunta a que cazaron cérvidos, bóvidos o équidos y también recolectaron pifiones en las formaciones donares emergidas, aportando al yacimiento materias primas empleadas para la elaboración de sus equipos líticos desde afloramientos localizados a más de 25 km del yacimiento. Pero no dejaron evidencias de la explotación de
los recursos marinos en un momento en que la línea de costa debía estar situada a una distancia
de 5-6 km respecto del yacimiento.
Y es que, quizás, las dunas no les dejaban ver el mar.
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SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
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ARCHWO DE PREIIISTOR1A lEVANTINA
Vol. XXJV (Valencia, 2001 )
J.E. A URA T ORTOSA*, J. 10RDÁ PARDO* *, M. P ÉREZ RJPOLL*
M .8 J.
R ODRJGO ÜARCÍA
*
Y
SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS.
LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA (MÁLAGA)
Y SU EXPRESIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL TRÁNSITO
PLEISTOCENO-HOLOCENO***
R esume n : Este texto describe los cambios observados en las asociaciones paJeofaunísticas de edad finipleistocena y holocena de la Cueva de Nerja (Málaga). Sus trayectorias pueden ser relacionadas más con una reorientación en las formas de gestión de los recursos que con las variaciones paleogeográfícas, originadas en las oscilaciones eustáticas.
A bstrae/: Data obtainedfrom Cueva de Nerja (Málaga) archaeological deposits are used to outline the
principal environmental and economic aspects during the Late Glacial and the Early
Holocene times. Changes on fauna/ assemblages are probably /inked more lo subsistence strategies than to the Tardiglacial deglaciation.
Se pretende retomar algunas consideraciones sobre los cambios observados en las asociaciones paleofaunísticas recuperadas en los depósitos arqueológicos de edad finip leistocena y
holocena de la Cueva de Nerja (Málaga). Una parte de esta documentación ha servido para correlacionar las variaciones del nivel del mar con las trayectorias recorridas por algunas especies de
malacofauna marina englobada en estos niveles. Igualmente, ha sido utllizada para analizar Las
consecuencias que este proceso tuvo para los grupos humanos que habitaron un entorno cam• Oept. de Pn:hist6ria i d'Arqucologia. Universilatde Val~ncia.
•• Depto. de Prehistoria e Historia Antigua. UNED. Madrid.
••• Este texto fue redactado para formar parte del Memorial Moría Pilar Fumonal Geoarqueologia i Quaternari Litoral,
Univcrsitat de Valencia, Val~neia, 1999. Circunstancias diversas del proceso de edición impidieron su inclusión en ese volumen, a
pesar del interés de sus editores.
- 9-
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10
J.E. A URA TORTOSA,
J . JORDÁ PARDO,
M. PÉREZ
RIPOLL Y
M.• J.
RODRIGO GAJtd A
biante, en la escala del tiempo arqueológico (AURA, JORDÁ y RODRJGO, 1989; A URA y PÉREZ,
1992).
Este planteamiento puede resultar, aparentemente, tautológico: por un lado, las muestras de
origen antrópico son utilizadas para medir los cambios bioclimáticos y en la paleogeografia costera y, por otro, para argumentar que estas variaciones testimonian utfa reorientación en la forma
de gestión de los recursos durante el tránsito Pleistoceno-Holoccno más que una simple respuesta adaptativa por parte de los grupos humanos ante estos cambios; lo cierto es, que, en último término, remite a una de las cuestiones tradicionales de la investigación arqueológica: la interacción de los humanos con su medio y la consecuente valoración de cómo interactúan los procesos de cambio bioclimático y cultural.
En este caso, ambos procesos pueden considerarse interrelacionados, por su coincidencia
temporal y sus ritmos de manifestación. Esta circunstancia establece un enlace equívoco entre
ambos a la hora de delimitar su relación causal y preeminencia. En este sentido, la posición adoptada en el texto asume que:
1) A lo largo de la historia humana existieron condiciones bioclimáticas interglaciares y
variaciones eustáticas de alcance similar a las descritas en el tránsito Pleistoceno-Holoceno, sin
que en ningún caso conozcamos contextos arqueológicos comparables, independientemente de
la valoración histórica y socio-cultural que puedan merecer. Ciertamente, estas circunstancias
fueron contemporáneas de poblaciones anteriores a las anatómicamente actuales, lo que podría
reforzar los argumentos en contra de las tesis que han defendido que los cambios en la subsistencia deben ser entendidos como respuestas adaptativas frente a los eventos bioclimáticos
- sin considerar por tanto que la subsistencia este ligada a la tecnología y a decisiones sobre las
formas de implantación territorial y de interacción entre grupos, implicaciones que deben de ser
solventadas en contextos socio-culturales.
2) La valoración, en términos evolutivos, de un segmento temporal tan limitado (ca. 12.5008.500 BP) no puede obviar, ni la interacción entre medio natural y formas humanas de organización (tecnología, economía, demografia y sistemas de socialización), ni cómo se organizaron
estas relaciones en los momentos precedentes, ni cuales fueron las trayectorias resultantes.
3) A pesar de lo anecdótico del ejemplo analizado, las ocupaciones humanas de la Cueva de
Nerja, no conviene olvidar que existe una amplia literatura arqueológica que insiste en señalar
que es precisamente durante este proceso de cambio bioclimático cuando se reconocen síntomas
de rápida transformación en la tecnología, en las formas de gestionar el medio -en su sentido más
inmediato, pero también a través de los diferentes ambientes que ahora quedan testimoniados en
variadas asociaciones paleofaunísticas y paleobotánicas- , asi como en las variaciones que en las
formas de asentamiento y en los sistemas de interacción social que se asocian a las variables
anteriores -descritas en otras áreas aunque, por ahora, no es nuestro caso-. Este proceso, que
hemos descrito lineal y genéricamente, se vincula con cambios demográficos e incrementos de
la complejidad socio-cultural, y se produjo con un rango de globalidad similar a La del evento
bioclimático que lo contextualiza: con expresiones desiguales y diversas (BJNFORD, 1968;
FLANNERY, 1969; CLARKE, 1976; BAILEY y PARKINGTON, 1987; STRAUS y ERJKSE 1998, entre
N,
otros).
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SOBRE DUNAS, PLAYAS YCALAS. WS PESCADORES PREHJSTÓRJCOS DE LA CUEVA DE NERJA
11
l. SOBRE LAS MUESTRAS UTILIZADAS EN ESTE TRABAJO
Cueva de Nerja sigue siendo uno de los yacimientos arqueológicos más meridionales del
continente europeo, ofreciendo una de las secuencias más largas, y también más complejas, de
Andalucía. Esta complejidad está ligada a las características del yacimiento - una gt!li1 cavidad
con muestras de arte parietal y mobiliar paleolítico y neolítico (SANCIIIDRIÁN, 1994), unos potentes depósitos arqueológicos distribuidos en varias de sus salas que abarcan desde el Paleolitico
superior al Calcolítico y que engloban variadas muestras de rituales funerarios: con atribuciones
solutrenses, cpipaleolfticas, neolíticas y calcolíticas-, pero también a las diferentes campañas y
equipos implicados en su investigación que, además, han referenciado sus trabajos de forma
desigual (1).
Las diversas muestras arqueológicas obtenidas a lo largo de cuarenta años de trabajos intermitentes han permitido ensamblar una de las escasas secuencias del Pleistoceno superior finalHoloceno de Anda luda apoyada sobre datos litoestratigráficos (JORDÁ PAlillO, 1986b y 1992),
paleobotánicos (BADAL, 1990), paleofaunísticos (BOESSNECK y DRIESCI I, 1980; diversos trabajos
en: JoRDA PARDO, 1986 y PELLICER y MORALES, 1995; así como los citados en este texto), radiométricos (JORDÁ PARDO, 1986; PELLICER y AGOSTA, ] 986; JORDÁ, AURA y JORDÁ, 1990; AURA et
al., 1998) y estudios sobre variados conjuntos de materiales arqueológicos (PELLICER, 1963;
NAVARRETE, 1976; PELLICER y ACOSTA, 1986 y 1997, JORDÁ, 1986b; AURA, 1986 y 1995;
GONZÁLEZ-TABLAS, 1986; ADÁN, 1988; SANCHIDRlÁN, 1994; RODANÉS, 1997; CAVA, 1997; AURA
et al., 1998) que han venido a contextua! izar una secuencia arqueológica sobre la que se han realizado lecturas diversas: contradictorias en algunos casos y excesivamente preliminares y esquemáticas en otros. Desafortunadamente, estas circunstancias han tenido una repercusión muy
negativa sobre un yacimiento que por sus características debería ser una referencia fundamental
para la arqueología de las regiones mediterráneas.
Particularmente, se han presentado hipótesis alternativas sobre las características e integridad de su registro a la hora de evaluar algunos episodios transicionales (cf. PELLICER y AcoSTA,
1986; ZILI IÁO, 1993; BERNABEU, PÉREZ y MARTiNEz, 1999) y se ha cuestionado la validez de la
evidencia fa unística de Nerja (MORALES et al., 1995; MORA L ROSELLÓ y HERNÁNDEZ, 1998),
ES,
tanto por su procedencia al tratarse de una cueva y no de un yacimiento al aire libre -desde luego,
seria interesante valorar los datos proporcionados por este tipo de yacimientos, cuando se conozcan-, como en lo referente a la interpretación de sus resultados, aunque éstos puedan ser integrados en algunas trayectorias generales descritas para el ámbito mediterráneo peninsular (AURA
y PÉREZ, 1992 y 1995; YlLLAVERDE y MARTÍNEZ, 1992 y 1995) (2).
(1) El resumen de los trabajos y equipos implicados puede consuharsc en JORDÁ (1986a}, PEWCER y ACOSTA (1986 y 1997).
PELLICE!t y MORAU:S ( 1995) y diversos trabajos en SANCHIDRIÁN y SIMÓN ( 1998).
(2) Independientemente de cómo evaluemos los cambios diacrónicos de las paleofaunas registradas en Ncrja, resulta relevanle la contextualización arqueológica, estratigráfica y radiométrica que se realiza en unos (MORALES eJ al., 1995; MoRALES, Roseu.ó
y HERNÁNDEZ, 1998) y otros de los trabajos citados (AURA y PEREZ. 1992 y 1995; AU el al., 1998) -tanto en lo refc:rentc al yaciRA
miento estricto de Cueva de Nelja como en relación al problema analizado- . Además, el tamailo y composición de las muestras
manejadas en cada caso revela importantes diferencias en los procedimientos de recuperación del material paleofaunístico, como
acertadamente se ha concluido (HERNÁNDEZ, 1995), lo que también debería haber interferido en su valoración.
- 11-
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12
J.E. AURA TORTOSA, J. JORDÁ PARDO, M.
P~REZ
RtPOLL Y M.• J. RODRIGO GARC(A
Los datos que se describen a continuación fueron recuperados durante las campafias de
excavación dirigidas por el prof. Francisco Jordá entre 1979 y 1987. Proceden únicamente de dos
de las salas externas denominadas de la Mina y del Vestíbulo que, en origen, conformaban una
amplia boca que daba acceso al interior de la cavidad, delimitando uo arco de algo más de 30 m
de longitud y en cuya parte externa debe extenderse un potente yacimiento arqueológico, con un
grado de integridad desconocido y actualmente sellado por las obras de infraestructura realizadas para permitir el acceso de los visitantes a la cueva. Ambas salas, que no son las únicas que
contienen depósitos arqueológicos, tienen una superficie que ronda los 200 m1 en cada caso a
techo de los depósitos que Jas colmatan, aunque su extensión es mayor a medida que se profundiza (JORDÁ PARDO, 1986a). Los sedimentos obtenidos fueron cribados con agua a presión y flotados a través de tamices de 10, 5 y 1 mm (BÉCARES y JoRDA PARDO, 1986).
La comparación de las secuencias litoestratigráíicas obtenidas en ambas salas revela importantes coincidencias en los procesos que intervienen en su formación, pero también una desigual
expresión de los mismos, tal y eomo ya se ha señalado en diferentes trabajos (JORDÁ PARDO,
1986b y 1992).
La de la Mina ofrece una secuencia bastante completa entre el 4.000 y el 12.500 BP y un
tramo basal situado a muro de las capas con industrias magdalenienses, de dificil caracterización
arqueológica, que se ha correlacionado con los niveles con ocupaciones del Paleolítico superior
inicial de la sala del Vestíbulo (JORDÁ PARDO, 1986b y 1992; JORDÁ CERDÁ, 1984 y 1986b;
JORDÁ, AURA y JORDÁ, 1990).
La sala del Vestíbulo es la que ofrece la secuencia arqueológica más completa, aunque inte~
rrumpida por procesos erosivos que en algunos episodios llegan a marcar hiatos deposicionaJes
cercanos a los 5.000 años (fig. 1). Los depósitos del área excavada abarcan el segmento comprendido entre el 24.000 y 6.000 BP. Posiblemente, las formaciones columnares y la propia paJeotopografia de esta sala han favorecido que los procesos erosivos de alta energía reconocidos
en la sala de la Mina no hayan desmantelado algunos paquetes de esta sala, favoreciendo una
mejor conservación de la secuencia paleolitica. Igualmente, la distorsión detectada en la sala de
Algunos ejemplos pueden ser ilustrativos al respecto. Los restos de mamíferos englobados en niveles con industrias atribuidas
al Epipaleolítico y Paleolitico superior se distribuyen en 688 efectivos parn el corte NM80 (= Nerja-Mina, con una superficie de 6
m') y 1.547 para el corte NT82 (• Ncrja-Torca: 12 m' ), totalizando 2.235 efectivos, de los que se identifican anatómica y taxonómica mente 609: el 27,25% del total de NR (MORALES y MARTfN, 1995: Tablas S y 7, cuyos recuentos no coinciden con los resultados
globales otrecidos en la Tabla 20).
Por nuestra parte, en el primero de los trabajos rcfcrcnciados manejamos 2 muestras: NM capas 16-13 (• Ncrja-Mina), asociada a industrias del Magdalcnicnsc superior y Epipaleolítico, estaba formada por 2.514 restos identificados que hablan sido recuperados sobre una extensión de 11 m'; y NV capas 7-4 (= Nerja-Vcstibulo), vinculadas a un contexto arqueológico similar, constituida por 2.013 restos con atribución taxonómica, procedentes del sondeo de 1 m', cuadrícula C-4 (AuRA y PI\Rf.Z., 1992). En el caso
de NM no se incluían los restos procedentes de las capas situadas a muro de los depósitos con industrias magdalenienscs: NM-17 a
NM-19, que previsiblemente si lo estaban en la agrupación genérica de Paleolhico de la publicación referenciada anterionneote
(MORALES y MARTíN, 1995).
Estas diferencias son aun mayores si hacemos intervenir los datos manejados en este trabajo (c/Tablas 1, 3 y 4) y especialmente en lo referente a los conjuntos de ictiofauna y malacofauna. Así de NM80 proceden 56 restos ictiológicos de los niveles paleol!ticos y cpipaleollticos (Rosw.ó, MORALES y CA~AS, 1995: Tabla 2), mientras que nuestros recuentos alcanzan los 2.086 restos,
obtenidos a partir de una columna de 1 m' para esta misma sala y niveles (c/Tabla 3 de este trabajo); no obstante, existe un conj unto de materiales en fase de estudio por C.G. Rodríguez Santana (PF.I.t.tCF.R y ACOSTA 1997: 149). En lo que respecta a la malacofauna, en los niveles paleolítios y epipaleollticos se identifican 1.968 ejemplares (SERRANO et al., 1995), mientras que nuestros recuentos parn esta misma sala ascienden a 3.484 (JORDÁ PARDO, 1986c).
- 12-
[page-n-13]
SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRJCOS DE LA CUEVA DE NERJA
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Fig. l.- Correlación de las secuencias Utoestratigráficas obtenidas en las salas de la Mina y del
Vestíbulo de la Cueva de Nerja.
- 13-
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14
J. E. AURA TORTOSA, J. JORDÁ PARDO, M. P ÉREZ RIPOLL Y M." J. RODRIGO GARCÍA
la Mina, por la acción combinada de erosiones y fosas excavadas desde los niveles neolíticos,
que llegan a afectar incluso hasta los niveles magdalenienses en algún sector, no alcanza en la
Sala del Vestíbulo esa profundidad.
La mayor parte de los datos manejados en este trabajo se obtuvieron en las campañas de
excavación llevadas a cabo en la sala del Vestíbulo entre J982 y 1987. En lo que se refiere a esta
saJa, a lo largo de estas campañas se excavaron un total de 10,5 m 3 de depósitos con industrias
del Paleolítico superior y Epipaleolitico, afectando a una extensión media de 4 m 2 por unidad
estratigráfica, con casos extremos en algo más de 2m2 y algo más de 6m2 • Se trata por tanto de
un muestreo que, en este caso, asumimos que es significativo -que no definitivo- de los contenidos del yacimiento arqueológico.
2. ENTORNO PALEOGEOGRÁFICO Y VARIACIONES BIOCLIMÁTICAS
La Cueva de Nerja se abre en la vertiente sur de la Sierra de la Almijara, a 158m de altitud
sobre el nivel de mar, del que apenas dista 1.000 m. E l yacimiento se sitúa justo unos metros por
encima del cambio de pendiente que da paso a una estrecha llanura costera. De espaldas a la
cueva, el relieve es escarpado y con desniveles considerables, alcanzando cotas por encima de
los 1.500 m de altitud a unos 6 km de distancia del yacimiento (fig. 2). Al sur, se abre una superficie plana y basculada hacia el mar, cortada por barrancos que en su tramo final dan Jugar a
pequeñas playas de cantos, gravas y arenas (JoRDA PARDO, 1986b).
El reflejo de los cambios biocümáticos y paleogeográficos, producidos en el lapso temporal
durante el cual se sedimentaron los depósitos arqueológicos de la cavidad puede ser analizado
incorporando a la información aportada por las asociaciones paleobotánicas y paleofaunisticas,
los datos disponibles sobre las características y extensión de la plataforma sumergida por las
variaciones eustáticas.
En general, la lectura que permiten las asociaciones paleofaunísticas recuperadas de esta
cronología es fundamentalmente paleoeconómica, dado su nivel de selección antrópica
(AGUIRRE, 1989), aunque tampoco se puede obviar que en nuestro ámbito los humanos fueron el
principal agente tafonómico, tras la extinción de los hlénidos en el Cuaternario reciente
(PALMQVIST et al., 1999). En este sentido, la macro y mesofauna muestra tan sólo una tendencia
que puede ser correlacionada más con la paleogeografia del entorno de la cavidad que con las
condiciones bioclimáticas. Nos referimos a que la práctica totalidad de restos pertenencientes a
Equus sp y Bos primigenius, así cómo una buena parte de los de Cervus elaphus, se concentran
en los depósitos anteriores al último máximo glacial, cuando la llanura costera disponía de una
extensión mayor y, potencialmente, constituía un hábitat más favorable para estas especies
(PÉREZ RIPOLL, 1997).
En la dirección contraria, la fauna marina - moluscos, peces, aves y mamiferos- se concentran en los depósitos de fines del Pleistoceno y del Holoceno, cuando la línea de costa ocupaba
una posición intermedia, más o menos, entre la del último máximo glacial y la actual, posición
que se alcanzaría en torno al 6.000 BP, si tenemos en cuenta paralelos cercanos (HoFFMAN y
- 14-
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SOBRE DUNAS, PLAYAS YCALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
15
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km
Fig. 2.- Perfil topográfico que muestra la posición de la Cueva de Nerja en relación con la linea de
costa actual y las elevaciones de la Sierra de la Almijara.
ScHULZ, 1987). Tanto la avifauna ligada al medio marino, con la cita de Pinguinus impennis
(BOESSNECK y DRIESCH 1980; EASTHAM, 1986; HERNÁNDEZ, 1995), como la ictiofauna, con la
,
identificación de Melanogramus aeg/efinus (RODRIGO, 1991) y alguna especie malacológica
atlántica (JORDÁ PARDO, 1986c; SERRANO et al., 1995), coinciden en indicar unas condiciones
más frías que las actuales. Este carácter más atlántico de la costa oriental andaluza tardiglacial
está reflejado también por los depósitos de foraminíferos del mar de Alborán. que señalan una
pulsación de fauna fría entre el 12.000-10.000 BP, con presencia de Neogloboquadrina
pachiderma {PUJOL y VERGNAUD, 1989).
Conjuntos como la microfauna suelen ser diagnósticos a la hora de trazar las variaciones
bioclimáticas, aunque en el caso de Nelja los restos disponibles no proceden de un muestreo sistemático, sino de su recuperación en criba. A pesar de estos condicionantes, P. Guu..LEM {1997)
ha identificado Apodemus jlavico//is en prácticamente la totalidad de los depósitos pleistocenos
de la sala del Vestíbulo. Esta especie está ligada a condiciones eurosiberianas y no se documenta en Nerja a partir del final del Tardiglacial.
-15-
[page-n-16]
16
J .E. AURA TORTOSA, J. JOROÁ PARDO, M. PÉREZ RIPOLL Y M.•
J.
RODRIGO ÜARCÍA
La dinámica de las asociaciones paleobotánicas, obtenida a partir de los resultados de los
análisis antracológicos realizados en la columna obtenida en la Sala del Vestíbulo, plantea un
descenso de los pisos biocümáticos deJa cJiserie altitudinal durante el Pleistoceno (BADAL, 1990,
1995 y 1998). Así, las condiciones bioclimáticas de tipo termomediterráneo, similares a las
actuales, no parecen establecerse hasta el Epipaleolitico (ca. 10.500 BP). Durante el último máximo glacial, las asociaciones vegetales indican unas condiciones mesomediterráneas en el entorno de la cueva y supramediterráneas entre los 500-1.000 m de altitud (BADAL, 1998).
La última transgresión marina consituyó uno de .los cambios paleogeográficos más drástiéos
en latitudes como la nuestra. El perfil topográfico de Jos fondos marinos en el meridiano de la
cueva y los peñtles sísmicos obtenidos para la plataforma continental en el área de Málaga indican la existencia de depósitos arenosos de playa sobrepuestos a las superficies de erosión de la
plataforma; estos depósitos están vinculados a terrazas erosivas a las profundidades de -90, -80,
-73,-60, 47,-33,-20,-15 y-10M (HERNÁNDEZ-MOLINA et al., 1994).
En la figura 3 se ofrece una hipótesis de reconstrucción de las oscilaciones marinas más relevantes elaborada a partir de los trabajos referenciados (HERNÁNDEZ-MOLINA et al., 1994). En
tomo al 20.000 BP, cuando la cueva registra las ocupaciones solutrenses, la línea de costa se
situaba, apoximadamente, a-120m (fig. 3a). En el inicio de la última transgresión, ca. 14.000
BP, esta posición babia alcanzado los -90 m, siempre respecto de la línea de costa actual. En
ambas situaciones quizás existió una franja de formaciones dunares, con arenas y fangos, de unos
4 km de anchura y con una pendiente media que rondaría el 4 %. En el primero de los casos, la
cueva se situaba a 278 m sobre el nivel del mar, del que distaba algo más de 5 km. Sobre este
sustrato de arenas y gravas ha situado E. BADAL ( 1998) el hábitat idóneo para el Pinus pinea, del
que los cazadores de la Cueva de Nerja obtuvieron los piñones, pero no su leña.
Una nueva ruptura a -73 m ha sido situada en ca. 12.500 BP (HERNÁNDEZ-MOLINA et al.,
1994), precisamente coincidiendo con el umbral en en el que se situan las evidencias de explotación de los recursos marinos por parte de los ocupantes de la Cueva de Nerja (fig. 3b). La línea
de costa se situaba ahora a unos 4 km de la cueva y su sustrato arenoso-fangoso permitió la recolección de especies como Tapes decussatus y Cerastoderma edule, por citar las más significativas (JORDÁ PARDO, 1986c; AURA, JORDÁ y RODRIGO, 1989). Por último, entre ca. 10.000 y 7.000
BP las rupturas señaladas vendrían a indicar sucesivas reducciones de esta franja arenosa hasta
alcanzar el nivel del mar los paleoacantilados en los óvalos y calas (fig. 3c y 3d); circunstrancia
que ya se habria producido en algunos tramos al retrabajarse desde el incio del Holoceno los
esquistos alpujárrides, así como los materiales pliocenos y pleistocenos que los jalonan, como
sería el caso del acantilado de travertino de Maro (JORDÁ PARDO, 1992).
3. EL REGISTRO FAUNÍSTICO
La clasificación de los conjuntos paleofaunísticos obtenidos en la sala del Vestíbulo está
prácticamente concluida. Por ello, será esta serie la que concentre buena parte de la discusión.
Para la sala de la Mina, los datos preliminares publicados para el conjunto de mamíferos y aves
- 16-
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SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA I) E NERJA
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18
J.E. A URA TOR1'0 SA1 J. J OROÁ PARDO, M.
PÉREZ RIPOLL Y
M." J.
RODRIGO ÜARCIA
resultan incompletos (PÉREZ RlPOLL, 1986; EASTHAM, 1986; AURA y PÉREZ, 1992 ), por lo que
su referencia no será relevante.
En lo referente a la malacofauna, se maneja la información publicada para ambas salas
(JoRDÁ PARDO, 1986c), aunque igualmente está en curso de revisión la totalidad de restos del
Vestíbulo. Los datos sobre la ictiofauna proceden de sendas columnas de referencia de 1 m2 para
cada sala.
Su estudio indica que la mayor parte de estos conjuntos paleofaunisticos tuvo un origen
antrópico -reconocimiento de marcas, pautas de fracturación, exposición al fuego, selección de
partes esqueléticas... (PÉREZ RrPOLL, 1992)-, aunque puntualmente existen evidencias de aportes
no antrópicos y que pueden vincularse a rapaces y hiénidos, en los momentos más antiguos de
la secuencia.
3.1. MAMÍFEROS
La excavación de la sala del Vestíbulo ha proporcionado cerca de 20.000 restos de mamíferos, de los que algo más del 75% ha podido ser determinado a nivel de especie. Los datos manejados en este texto no incluyen el nivel neolítico (NV2) ni el meso lítico (NV3), datado en 7.240
BP. Este último, testimonial al estar intercalado entre sendos procesos erosivos, presenta importantes intrusiones de su inmediato superior, por lo que la descripción ajustada de sus componentes aconseja un tratamiento específico.
Los restos de los níveles de edad pleistocena y holocena utilizados se han agrupado en dos
bloques con el objeto de centrar la discusión en el tema que nos ocupa (Tabla 1). Conviene recordar que los datos litoestratigráficos sitúan entre ambas agrupaciones una ruptura clara (JORDÁ
PARDO, 1986b), que la información radiométrica expresa en un hiato deposicionaJ, o simplemente en la erosión de los depósitos previamente sedimentados, que tiene una duración cercana
a los 5.000 años (JORDÁ, A URA y JORDÁ, 1990) (fig. 1).
Por un lado, se han acumulado los restos englobados en Jos niveles atribuidos al Paleolítico
e
superior inicial (NV13-NVll) que reci_ ntemente han sido relacionados más con las industrias
gravetienses que con las auriñacienses (AuRA et al., 1998), a los obtenidos en los níveles con
industrias solutrenses (NV10-NV8). Se trata, por tanto, de los restos asociados a las ocupaciones datadas en ca. 24.000-17.500 BP.
Sobre este depósito, y separado por una cicatriz erosiva neta, la secuencia continúa con los
niveles que contienen industrias atribuidas al Magdaleniense superior mediterráneo con arpones
(NV7-NV5) que a techo muestra una nueva cicatriz erosiva rellenada por un depósito antropogénico (NV4), al que hemos denominado comunmente como conchero (JoRDA PARDO, 1986b).
Las ocupaciones magdalenienses de esta sala han sido datadas entre 12.500-1 1.500 BP, mientras
que para la base del conchero epimagdaleniense disponemos de una datación que nos lo sitúa en
torno al 11.000-10.500 BP; su techo no debe estar situado más allá de ca. 9.500 BP, a juzgar por
la evolución de los conjuntos arqueológicos que contiene (JORDÁ, AuRA y JORDÁ, 1990; AuRA et
al., 1998).
-18-
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SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREIIISTÓR1COS DE LA CUEVA DE NERJA
CUEVA DE NERJA
Sala del Vestíbulo
Ovis aries
Sus domesticus
Equus sp.
Bos primigenius
Capra pyrenaica
Cervus elaphus
Capreolus capreolus
Sus sc1vpha
Lynx pardina
Fe/is silvestris
Hyaena sp.
Delphinus delphis
Monachus monachus
Oryctolagus cuniculus
Lepus sp.
Restos no identificados
Total NR
NVI3-NV8
(ca 24.000-17.500 BP)
%r
o
o
20
3
2.756
293
1
2
9
12
2
0,64
0,09
88,96
9,45
0,03
0,06
0,29
0,38
0,06
NV7-NV4
(ca 12.500-9.500 BP)
2
3
1
19
%r
0,06
o
o
1.344
50
88,83
3,3
o
o
44
2,9
1,05
0,46
16
7
o
o
0,79
2,57
2.885
12
39
4.361
1
843
tt .335
6.723
o
o
o
o
5.349
o
Tabla 1.- Distribución por especies de macro y mcsomamiferos (N R) contabilizados en la Sala del
Vestíbulo.
Conviene aclarar, para evitar lecturas lineales de los datos contenidos en la tabla l, que la
extensión excavada para cada una de las agrupaciones arqueológicas reconocidas y acumuladas
según los criterios expuestos no es homogénea. Esta desigualdad se debe a la excavación de una
serie de banquetas y testigos, dejados en las excavaciones realizadas en la década de los años
sesentá, y que en buena parte de su extensión habían alcanzado el techo de los niveles solutrenses (AuRA et al., 1998).
Ambas agrupaciones coinciden en destacar algunas pautas observadas en diferentes yacimientos paleolíticos y epipaleolíticos de la región mediterránea peninsular (VlLLAVERDE y
MARTINEZ, 1992 y 1995; AURA y P ÉREZ, 1992 y 1995). Nos referimos a la configuración de un
patrón faunístico dominado por una especie de ungulado, Capra pyrenaica en este caso, complementada, a lo largo de toda la secuencia, por un importante conjunto de restos de lagomorfos.
Esta especie está acompañada de un cortejo de mamíferos que sí muestran alguna variación diacrónica de interés.
En la agrupación inferior destaca la concentración de restos en dos especies, la ya mencionada Capra pyrenaica y Cervus e/aphus, pues el resto de especies no alcanza siquiera valores
cercanos a la unidad en el índice rcstringuido de macro y mesomamíferos, excluyendo los lagomorfas (Tabla L, columna % r). La presencia de Bos primigenius y Equus sp, así como los valores alcanzados por Cervus elaphus, ya han sido valorados en un apartado anterior en relación con
-19-
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20
J. E. AURA TORTOSA, J. JORDÁ PARDO, M. PÉREZ RrPOI.L Y M." J. RODRIGO GARClA
los cambios paleogeográficos. Otros datos relevantes son la ausencia de mamíferos marinos y la
presencia, testimonial, de coprolitos de Hyaena sp. en una de las cubetas de la colada basal de
esta saJa.
En el conjunto correspondíente a los niveles finipleistocenos y holocenos se incluyen cinco
restos de fauna doméstica que tienen un carácter intrusivo en el techo del conchero y proceden,
con total seguridad, del nivel neolítico (NV2) (3). Respecto de la agrupación anterior, destaca la
práctica desaparición de los grandes ungulados, Bos primigenius y Equus sp, y una cierta redistribución de la frecuencia obtenida por Cervus e/aphus en la unidad inferior entre cuatro especies: el propio Cervus elaphus y los emergentes Sus scropha, Lynx pardina y Monachus monachus. La presencia de mamíferos marinos es significativa y, sobre todo, sintomática de las trayectorias que analizaremos a continuación (PÉREZ RlPOLL y RAGA, 1998). De hecho, la suma de
restos de Monachus y Delphinus nos Jos situa, tanto por NR como por NMl, por delante de
Cervus elaphus.
3.2. lCTIOFAUNA
El total de restos de fauna marina recuperada en las excavaciones dírigidas por Jordá constituyen, fáci lmente, un registro único: por su cronología, su número y su diversidad (c:;(Iistado de
especies Tabla 2) y viene a ampliar las muestras conocidas basta ahora (BoESSNECK y DRIESCH,
1980; ROSELLÓ, MORALES y CAÑAS, 1995).
Un primer dato relevante es la práctica total ausencia de restos ictiológicos en los niveles
premagdalenienses. El segundo, es la diferencia del tamaño de las muestras proporcionadas por
ambas salas y su misma distribución específica. Como trayectorias cot,nunes se aprecia un cierto incremento de C/upeidae y Labridae a medida que nos adentramos en el Holoceno y un recorrido inverso para Scombridae (Tabla 3). Las mayores diferencias se encuentran en los valores
que alcanzan Belonidae y, sobre todo, Gadidae en la sala del Vestíbulo y Mugillidae y Sparidae
en la de la Mina. La cita de Accipenser sturio en Jos niveles magdalenieoses del Vestíbulo, tam-
(3) La numeración correlativa de las 8 mucslras ncolhicas, mesollticas y epipaleolíticas utilizada en un trabajo reciente puede
inducir a errores, puesto que la denominación u1ilizada coincide con la de las unidades estratigráficas y los conjuntos arqueológicos
reconocidos en esta sala: "NV3 y NV4 se atribuyen al Mesolilico reciente. NV3, sin embargo, incorporo cerámicas de estilo epicardial y animales domésticos. La parte inferior de NV3 ha sido datada en 7.240 bp (Ly-5217). Las unidades NV5 á NV8 corresponden
al Mesolltico antiguo, sin restos de cerámica o animales domésticos. Tan sólo NV8 ha sido datada en 10.860 bp (Ly-5216)"
(BERNADEU, PÉitEZ RlPOt..L v MARTiNEZ, 1999: 591). NV3 y NV4 (la cursiva es nuestra) proceden de la unidad estratigráfica, NV3,
con industrias atribuíbles al Mesolitico, pero se encuentra "intercalado entre sendos procesos erosivos (y) presenta importantes intrusiones de su inmediato superior, por lo que la descripción ajustada de sus componemes aconseja un lratamiento especifico" (if eslc
mismo trabajo). En cuanto al resto de muestras mencionadas, NV4 a NV8 com."Sponde a otras tantas suddivisioncs arqueológicas de
la un idad estratigráfica NV4, que engloba industrias Epimagdalenicnses /Epipaleolítico microlaminar y está datada en su base en
10.860 BP(UBAR-153).
Las faunas de nuestras unidades NV5 a NV7 contienen industrias del Magdalcniense superior con arpones y están datados,
respectivamente, en: 11.930 (UBAR-154), 12.190 (UBAR-1 55) y 12.130 (UBAR-156); por último, NV8 englobaba industrias solutrenses, disponiéndose de tres dotaciones para techo, parte media y base: 17.940 (UBAR-98), 15.990 (U.BAR- 157) y 18.420 (UBAR158) (AURA el al.. 1998). Evidentemente, los conjuntos procedentes de las unidades NVS a NV8 no se utili7.an en e l trabajo mencionado (BERNABEU, PÉREZ Rrrou. y MARTiNEZ, 1999), puesto que su composición y cronología excede los límites del problema analizado.
-20-
[page-n-21]
SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
Acipenseridae
Accipenser sturio
Sciaenidae
Argynosomus regius
Clupeidae
Sardinel/a aurita
Sardina pi/chardus
Sparidae
Boops boops
Den/ex sp
Diplodus sp
Diplodus vu/garis
Diplodus sargus
Lithognatus mormyrus
Oblada me/anura
Pagellus eurythinus
Pagellus bogaraveo
Pagrus pagrus
Pagrus sp
Sarpasalpa
Sparus aurata
Spondylosoma cantharus
Sparidae sp
Belonidae
Belone belone
Gadidae
Merlangius mer/angus
Pollachius pollachius
Melanogramus aeglefinus
Phycis phycis
S erranidae
Sen·amts scriba
Serranus cabrilla
Dicentrarchus labrax
Carangidae
Trachums trachunts
21
Scombridae
Scomber scombrus
Scomber japonicus
Sphyraenidae
Sphyraena sp
Mugilidae
C/te/011 labrosus
Mugil sp
Scorpaenidae
Sco1¡1aenidae sp
Triglidae
7iyg la sp
LabridJle
Labrus mero/a
Labros bergylta
Tabla 2.- Jctiofauna. Listado de especies identificadas (muestras obtenidas en las excavaciones
Jordá).
bién está documentada en la sala de la Mina aunque no en esta muestra; junto con los Mugillidae
y alguna especie más puede ser indicativa de la existencia de medios costeros restringidos, con
estuarios y albuferas entre las desembocaduras de los ríos en ca. 12.500-11.000 BP (JORDÁ
PA RDO,
1992).
Estas diferencias son observaciones realizadas sobre un muestreo, aunque simétrico en este
caso por proceder de sendas columnas de 1 m2 • Pero, conviene avanzar, que una situación similar se producirá al comparar la roalacofauna de las ocupaciones de la Mina y del Vestíbulo englobada en níveles arqueológicamente contemporáneos.
Un catálogo tan diverso transmite la idea de una explotación igualmente diversa del com.plejo y altamente estructurado medio marino: desde áreas de sustrato arenoso (pe: los tríglidos)
o estuarino (pe: Mugilidae), a las praderas de Posidonia (pe: algunas especies de Serranidae y
Sparidae) y los sutratos rocosos (pe: algunas especies de lábridos, espáridos y escorpénidos); por
no mencionar el carácter migratorio de algunos gádidos y cscómbridos que llegan a fomar grandes bancos y sólo se aproximan a la costa, preferentemente, en época de freza (WtTHEHEAD et
al., 1986)
Indudablemente, incorporar a esta discusión una descripción más ajustada de las trayectorias recorridas por las diferentes especies, su hábitat, su etología, o el estudio sobre la evolución
- 2l-
[page-n-22]
22
J.E. AURA TORTOSA, J. JORDÁ PARDO, M. P~REZ RtPOLL Y M .• J. RODRIGO GARCIA
CUEVA DE NERJA
Sala del Vestíbulo
Accipenseridae
Clupeidae
Belonidae
Gadidae
Serranidae
Carangidae
Scienidae
Sparidae
Labridae
Scombridae
Sphyraenidae
Mugilidae
Scorpenidae
NV7-NV5
NV4
NV13-NV8
(ca 24.000-17.500 BP) (ca 12.500- 11.500 BP) (ca. 10.700-9.500 BP)
1.03
o
o
o
7,69
46,15
11,78
12,98
0,33
12, 11
5,78
0,21
68,7
o
o
o
o
0,3
o
13,33
10,47
1,05
o
92,85
78,14
83,4
NMJ9-NMl7
NM I6-NM14
NM13
(ante 17.500 BP)
Total determinados
o
47,26
6,34
7,27
0,03
0,8
0,03
( 12.500-1 1.500 BP)
(ca. 10.500-7.500 BP?)
o
o
0,18
3,51
0,61
0,65
o
o
o
0,06
o
2,83
3,05
8, 18
10,98
7,69
30,76
o
o
o
7,69
o
o
0,07
Total Restos: 7.243
CUEVA DE NERJA
Sala de la Mina
Clupeidae
Belonidae
Gadidae
Serranidae
Carangidae
o
0,43
Sparidae
o
o
45,5
47,83
Labridae
o
0,12
0,21
Scombridae
o
o
o
o
Scienidae
Mugilidae
Triglidae
Total detenninados
12,86
o
28,87
33,81
0,73
o
76,17
70,65
TotaJ NR: 2.086
Tabla 3.- Ictiofauna. Distribución por familias del NR contabilizados en las muestras procedentes
de la Sala de la Mina y del Vestíbulo.
- 22-
[page-n-23]
SOBRE DUNAS, PLAYAS YCALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
23
de las tallas, permitiría comprender mejor la evolución diacrónica en relación con los cambios
en La línea de costa o las mismas diferendas entre las muestras procedentes de ambas salas. Estas
cuestiones y otras de indudable interés, como son las técnicas de pesca desarrolladas para capturar especies tan diversas como la sardina y el abadejo, el esturión o la breca, deberán esperar
un trabajo específico.
3.3.AVES
Todos los trabajos publicados sobre las aves de la Cueva de Nerja coinciden en situar un
importante conjunto de especies marinas en los niveles del Paleolítico final y Epipaleolftico de
las salas de la Mina y de la Torca, ca. 17.000-10.500 BP (BOESSNECKy DRIESCH, 1980; EASTHAM,
1986; HERNÁNDEZ, 1995). En el caso de los restos recuperados en las excavaciones dirigidas por
Jordá, ya se ha mencionado que la serie estudiada por EASTHAM (1986) para la sala de la Mina
está incompleta, pues procedía de la mitad, aproximadamente, de la superficie excavada en esta
sala. La obtenida en la sala del Vesb'bulo sí podrá ayudar a trazar las trayectorias diacrónicas de
este tipo de recursos a lo largo de la secuencia paleolítica, pero sus resultados definitivos todavía no están disponibles. Los datos publicados coinciden en destacar que anátidas y aves marinas son más abundantes a partir de 12.500 BP, documentándose la utilización de sus partes
esqueléticas para la obtención de matrices sobre los que fabricar las puntas finas dobles, consideradas como anzuelos rectos (AURA y PÉREZ HERRERO, 1998: fig. 2. 12).
3.4. MALACOFAUNA
De entre las numerosas clases de invertebrados recuperadas en las muestras analizadas
(Gastrophoda, Scaphopoda, Bivalvia, Cepha/opoda, Crustacea y Echinoidea) algunas son de
dificil cuantificación y otras de cuestionable procedencia antrópica. Nos referimos a que, durante el proceso de limpieza y preparación de algunas especies ictiológicas, reconocimos restos de
Crustacea y Echinoidea que habían constituido parte de la dieta de estos ejemplares y que por
su estado y partes representadas podrían conformar un patrón de restos muy fragmentado, similar al hallado en las muestras recuperadas en contexto arqueológico.
No es este el caso de los conjuntos malacológicos. En ambas salas se han recuperado importantes series, pero sin duda es la del Vestíbulo, con sus más de 12.500 ejemplares para una
columna de 1 m2 y algo más de 3 profundidad, la que previsiblemente permitirá fijar una de las
secuencias malacológicas más sólidas tras su estudio completo. En este texto hemos reducido la
relación de especies identificadas a los tres grupos más significativos: malacofauna continental,
marina de sustrato arenoso y marina de sustrato rocoso, aunque los listados completos pueden
ser consultados en las publicaciones originales (JORDÁPARDO, 1983 y 1986c).
Al igual que en el caso de los mamí.{eros, los valores alcanzados por las diferentes especies
proceden de muestras desiguales, tanto por la superficie excavada para cada sala y el desigual
-23-
[page-n-24]
24
J .E.
AUR.A T ORTOSA, J. JORDÁ PARDO, M.
PÉREZ RIPOLL Y M.•
J. R ODRIGO ÜARCfA
espesor de las capas, como por la existencia de algunos niveles en la sala del Vestíbulo que no
se han conservado en la de la Mina.
Las trayectorias diacrónicas de ambas series muestran algunas coincidencias interesantes.
Así, el recorrido seguido por la malacofauna continental se puede decir que es inverso al trazado por la marina (Tabla 4).
En el Vestíbulo, si exceptuamos los ejemplares utilizados como ornamento (COTINO y
SOLER, 1998), la presencia de malacofauna marina se constata desde el techo de los niveles solutrenses - al igual que ocurre con algunos restos de ictiofauna- , aunque debido al contacto erosivo con el nivel magadaleniense superpuesto persisten ciertas dudas sobre si esta fauna madna
procede del paquete superior, datado en ca. 12.500-1 1.500 BP, o si, por el contrario, marca el inicio de la explotación de los recursos marinos en Nerja (AuRA, 1995) (4). En todo caso, la malacofauna marina identificada en los niveles anteriores al 12.500 BP, supone tan sólo el 1,8 % del
total de la recuperada en esta columna.
La especies marinas son las que concentran el mayor número efectivos, más del 75% sobre
el total de ambas salas. Su distribución entre especies propias de sustrato arenoso-fangoso y
especies de sustrato rocoso muestra una inversión diacrónica clara en la sala de la Mina, circunstancia que en su día ya fue relacionada con la inundación progresiva de las playas hasta
alcanzar los paleoacantilados durante el tránsito Pleistoceno-Holoceno (AURA, JoRDA y
R oDRIGO, 1989). En la del Vestíbulo, esta tendencia se observa muy matizada por los altos valores alcanzados por Mytilus edulis, que dan al conjunto de especies de sustrato rocoso valores
muy superiores (Tabla 4).
4. ELEMENTOS PARA UNA CONTEXTUALIZACIÓN ARQUEOLÓGICA
Cueva de Nerja fue ocupada de manera recurrente a lo largo de miles de años, llegando a
conformar un registro complejo organizado en diferentes salas y, suponemos, en un desconocido espacio externo, delante de la gran boca de acceso a la cavidad. Las trayectorias descritas en
el epígrafre anterior sugieren una obviedad: el yacimiento registra cambios diacrónicos significativos, tanto por las variaciones en el número de especies como por la diferencias en la densidad de acumulación de restos. Esta observación constituye en si misma una estrategia para investigar cuestiones de indudable interés arqueológico: su relación con los cambios bioclimáticos, su
implicación en la duración y ritmo de ocupación o el uso del yacimiento.
Los cambios bioclimáticos, pero fundamentalmente las oscilaciones eustáticas, han servido
como argumento fundamental a la hora de explicar el umbral cronológico en el que se produjo
la explotación del medio marino, vinculando el inicio de las actividades de caza, pesca y reco"lección de especies marinas con la transgresión tardiglacial y el consecuente acercamiento de la
(4) La exposición de los cortes originados en las excavaciones de lps años 60, sin ningún tipo de protección, también ha podido ocasionar puntulcs contaminaciones de fauna marina eo los depósitos anteriores al 12.500 BP. A pesar de que antes de proceder
a su excavación procedimos a su limpieza y refrescado, no es totalmente descartable el que se hayan producido pequeños desplomes
o intrusiones originadas por la acdón de pequeños roedores.
- 24-
[page-n-25]
SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
CUEVA DE NERJA
Sala del Vestfbulo (C-4)
Pote/la sp
Monodonta sp
T. haemastomo
Mylilus edulis
Total sus/rato rocoso
Tapes decussotus
Pectenmaximus
Cerastoderma edule
Total sustrato arenoso
Total marina
Melanopsis sp
Rumínna decollata
lbems alonensis
He/ice/la sp
NV13-NV8
(ca 24.000-17.500 BP)
%
NV7-NV5
(ca 12.500-11.500 BP)
%
NV4
(ca.I0.700-9.500 BP)
%
24
0,93
71
15,7
o
o
o
o
o
o
o
o
274
13
2,92
O,l3
o
o
125
149
33
1
32
66
214
11
12
2316
4,89
5,83
1,29
0,03
1,25
2,58
8,37
0,43
0,46
90,68
271
342
14
1
64
79
421
20
2
7
2
59,95
75,66
3,09
0,22
14,15
17,47
93,14
4,42
0,44
1,54
0,44
8577
8864
3
36
16
55
8919
32
2
408
15
91,47
94,53
0,03
0,38
0,17
0,58
95,12
0,34
0,21
4,35
0,15
91,58
31
6,85
457
4,87
o
Total continental
2339
TOTAL
2554
CUEVA DE NERJA
Sala de la Mina
Pote/la sp
Monodonta turbina/o
T. haemastomo
Mytílus edulís
Total sustrato rocoso
Topes decussatus
Pectenmaximus
Cerastoderma edule
Total sustrato arenoso
Total marina
Melonopsis sp
Rumínna decollata
Jberus alonensis
He/ice/la unifasciata
Total continental
TOTAL
25
452
9376
NM19-NMI7
(ante 17.500 BP)
%
NMI6-NMI4
(ca 12.500-11.500 BP)
%
NMI3
(ca.10.500-7.500 BP?)
%
80
15
4
282
381
974
JI
11 5
1100
1481
70
3,68
0,69
0,18
12,98
17,54
44,8
0,5
5,29
50,64
68,18
3,22
3,03
23,15
2,39
130
11
9,96
0,84
o
o
737
878
46
26
40
112
990
S
42
267
1
56,47
67,27
3,52
1,99
3,06
8,58
75,86
0,38
3,21
20,45
0,07
24,1
3
1
0,59
o
o
o
o
o
o
l
7
0,59
4,16
o
o
3
10
11
l
12
144
1,78
5,95
6,54
0,59
7,14
85,71
o
o
503
52
157
93,45
691
31,81
315
2172
31,81
nos
168
66
Tabla 4.- Malacofauoa. Relación del NMl de las especies seleccionadas.
- 25-
[page-n-26]
26
J.E. AURA TORTOSA, J. JORDÁ
PARDO,
M. P EREZ RIPOLL Y M.• J.
RODRIGO GARCIA
línea de costa al yacimiento (MORALES, R osELLÓ y H ERNÁNDEZ, 1998). La lógica de esta inferencia es incuestionable. Pero, quizás convenga contextualizarla con el fin de evaluarla desde
diferentes ángulos.
Existen algunos datos sobre los depósitos arqueológicos depositados en la sala del Vestíbulo,
no estrictamente tipológicos, que pueden ser incorporados a esta discusión. En primer lugar, conviene precisar que las unidades litoestratigráficas agrupadas en los dos bloques cronológicoarqueológicos que hemos utilizado en este trabajo tienen un espesor similar, aunque no una duración temporal equivalente, por lo que existen diferencias, que puntualmente pueden ser importantes, en lo que se refiere a su génesis, velocidad de sedimentación y procesos postdeposicionales que los han afectado (JORDÁ PARDO, 1986b y 1992). Estas diferencias litoestratigráficas
coinciden -que no explican- con un registro arqueológico que muestra ciertas pautas distintivas;
tal. y como era predecible, insistimos, porque el yacimiento difícilmente funcionó igual a lo largo
del segmento temporal estudiado. Estas diferencias tienen una lectura sencilla en su vertiente
cuantitativa y bastante más compleja a la hora de insertarlas en cuestiones histórico-arqueológicas o socio-culturales.
Las figuras 4 y 5 muestran el número de efectivos recuperados de diferentes categorías
arqueológicas por cada 100 aiíos de supuesta duración de ocupación humana de la cavidad, en la
escala del tiempo arqueológico y sirviéndonos de la secuencia radiométrica disponible (JoRDÁ,
AURA y J ORDÁ, 1990; AuRA et al., 1998). Independientemente del valor de La muestra (5), se
aprecian diferencias importantes en todas las categorías consideradas y particularmente, en lo
que se refiere a lascas, macroútiles -en la que, independientemente de sus dimensiones, se han
englobado todos los objetos que tienen como soporte un canto o bloquf>-, industria ósea y elementos de adorno. En general, se puede concluir que la densidad de evidencias es mayor en los
depósitos más recientes (6). Otra cuestión diferente es explorar si este incremento está vinculado a ocupaciones de mayor duración, más estables, o si por el contrario el origen de este registro puede ser explicado a partir de ocupaciones cortas y recurrentes (7).
Estas pautas diferenciadas coinciden con algunas variaciones en la obtención de materias
primas y algún rasgo tecnológico que tiene una clara transformación diacrónica. Las industrias
lfticas de Nerja están elaboradas mayoritariamente sobre sílex. Los productos de talla presentan
desiguales frecuencias de córtex pudiendo diferenciar, macroscópicamente, lo que hemos deno-
(S) Sin pretender extendemos sobre esta cuestión, se pueden plantear al menos 2 reservas importantes, pero que en todo caso
no deben impedimos su valoración:
a) las muestras proceden de una extensión reducida respecto de la supuesta superficie total del yacimiento;
b) la com:spondencia de esta observación con lo ocurrido en otros sectores y salas, dados los cambios laterales de densidad de
materiales que son comunes en los yacimientos arqueológicos en cueva, son de dificil evaluación.
(6) A la hora de enjuiciar los valores que ofrecen las diferentes categorlas de materiales, conviene recordar la superficie excavada. Igualmente, recomendamos la obtención de lndices similares para yacimientos paleollticos-epipaleollticos e incluso poblados
estables de la prehistoria reciente (cf AURA, 1995: 162). Es cierto que las pautas de abandono y reciclaje operan en contextos culturales diferentes y dificilmcnte comparables, sobre todo en lo que respecta a la acción de los cánidos domésticos sobre los restos de
fauna, pero los resultados pueden ser sugerentes.
(7) Puntualmente, se han controlado algunos momentos de indudadble desocupación humana, sin que por el momento podamos establecer mayores precisiones. La presencia de coprolitos de ffyaena sp en la capa NV 13 asociados a piezas esqueléticas de
Equus sp en posición anatómica y de individuos neonatos de M. myatis-blythii y M. scrheibersii en los niveles NV8, NV3 y NV2,
marcan momentos de desocupación antrópica, al menos durante la primavera y el verano en este último caso (GUILLEM, 1997).
-26-
[page-n-27]
SOBRE DUNAS, PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
27
80
•
O
70
MSM-EMM
PSI-SOL
60
50
40
30
20
I
JO
o
Nócleos
Lascas
Hojas
U retocado
Fig. 4.- Número de efectivos recuperados de diferentes categorías arqueológicas por cada 100 aftos
de supuesta duración de ocupación humana de la Cueva de Nerja.
2,5
T'"""--- - - - - - - -- ------.
. MSM-EMM
O PSI-SOL
2
1,5
[
0,5
Fig. 5.- Número de efectivos recuperados de diferentes categorías
arqueológicas por cada 100 afios de
supuesta duración de la ocupación
humana de la Cueva de Nerja.
1
o +--~'L---+-----~----~
Macroótiles
!.ósea
Adorno
-27-
[page-n-28]
J.E. AURA TORTOSA, J. JOROÁ PARDO, M.
28
PEREZ RIPOLL Y
M." J.
R ODRIGO ÜARCÍA
minado como córtex fresco y córtex rodado. Esta caracterización puede ser relacionada con la
forma de aprovisionamiento: obtenido en posición primaria en el primer caso y en depósitos
secundarios en el segundo. La figura 6a muestra las frecuencias de presencia de estas dos categorías de córtex respecto del total de productos de taUa, excluyendo esquirlas y fragmentos.
La mayor presencia, relativa, de productos que presentan un córtex fresco, se concentra en
el tramo basal de la sala del Vestíbulo (ca. 24.000-17.500 BP), coincidiendo con los mayores
módulos tipométricos de la industria. La figura 7 muestra la longitud media de lascas y hojas
retocadas (MR) y sin retocar (MNR). El tamaño de las soportes laminares que han sido retocados de los niveles con industrias del Paleolitico superior inicial y Solutrense duplica, como
media, el de las hojas magdalenienses y epipaleolíticas; obtenidas, mayoritariamente, a partir de
pequeños cantos recogidos en posición secundaria. Igual de interesante resulta el que por primera
vez se aprecian signos de estabilidad a lo largo de toda la secuencia -en la longitud de lascas y
hojas no retocadas- y el que la longitud media de las hojas retocadas de la agrupación
Magdaleniense-Epipaleolítica sea menor que el de las no retocadas (fig. 7).
Materias primas de la calidad y tamaño de las empleadas en el tramo basal de la secuencia
del Vestfbulo no fueron detectadas por nosotros en el entorno inmediato del yacimiento, ni tampoco los pequeños cantos rodados que por su morfología deben de proceder de depósitos fluvia-
~ ~------------------~
+ MSM-EMM
90
80
D!'Sl-SOL
20
70
60
!5
50
40
10
30
5
I
20
10
0 +----------+--------~
Córtcx
fresco
+ MSl\•1-EMlvl
O PSI-SOl.
Córtex
o
rod
J+CR
Fig. 6a.- Frecuencias de presencia de las dos
categorías de córtex respecto del total de
productos de talla.
Otra~
Fig. 6b.- Frecuencias de presencia de materias
primas, excluyendo el sílex.
- 28-
[page-n-29]
SOBRE DUNAS. PLAYAS Y CALAS. LOS PESCADORES PREHISTÓRICOS DE LA CUEVA DE NERJA
29
70
•
60
Lascas~
~ Lasca~MNR
Hojas ~IR
A
Hojas MNR
•
50
.m
20
O'
•
A
o
•
~
-a-
EMM
30
MS!'..i
SOL
lJ
r.\
•
-o
10
o
PSI
Fig. 7.- Longitud media de lascas y hojas retocadas (MR) y sin retocar (MNR).
les y/o marinos. Sin embargo, el estudio mineralógico y cristalográfico de las muestras procedentes de estos niveles concluye en indicar una alta coincidencia con los resultados obtenidos
para las muestras recogidas en los afloramientos de Periana, Alfamate o Zafarraya (GIRALT,
1994), asociados en el primer caso a un taller calcolítico y distantes más de 25 km de Cueva de
Nerja.
Además del sllex, puntualmente, se utilizaron otras rocas que también ofrecen variaciones
interesantes, a pesar de su escaso número de efectivos. En la figura 6b se muestra cómo se distribuyen estas materias primas a lo largo de la secuencia, apreciándose que la mayor parte de productos (MR+ MNR) de materias primas como el cristal de roca y elja~pe (n=95), particularmente
una variedad de coloración amarilla, se concentre en los niveles anteriores al 12.500 BP. Esta
variedad es muy similar, al menos macroscópicamente, al reconocido por M. Martínez Andreu
( 1989) en algunos yacimientos del Magdaleniense superior final de Murcia, está presente en las
series solutrenscs de Cueva Ambrosio -colección F. Motos depositada en el SI P de Valencia- y
es posible rastrearlo también en yacimientos valencianos (pe: la Cova del Parpalló). En la dirección contraria, los productos de talla obtenidos sobre caliza y diferentes rocas metamórficas de
carácter local (8) tienen una cierta entidad (n= 172), precisamente, a partir de esta fecha:
12.500 BP (fig. 6b).
La valoración arqueológica de estas tendencias configura un complejo entrelazado de varia-
(8) Sobre cantos aplanados. posiblemente recogidos en la misma playa.
-29-
[page-n-30]
30
J.E. A URA TORTOSA,
J. JORDÁ
PARDO,
M.
PEREZ RIPOLL Y M." J. RODRIGO GARCÍA
bies que permiten investigar los cambios, aparentemente sencillos, en las actividades desarrolladas en el yacimiento, y desde el yacimiento. Particularmente, algunos rasgos de los equipos liticos pueden ser utilizados para delimitar estas observaciones. Así, resulta significativa la desproporción observada entre niveles antiguos y recientes en las categorías de lascas y macroútiles, si
los comparamos con el resto de variables del utiJiaje lítico (figs. 4 y 5). El valor alcanzado por
las primeras en los niveles MSM-EMM no parece estar vinculado, exclusivamente, a las fases
de preparación de núcleos para la producción de hojas-hojitas, puesto que los índices que ofrecen este tipo de soportes es inferior al de los niveles PSI-SOL (9). La producción de lascas y la
densidad de macroútiles -así como su diversidad: retocadores, percutores, pulidores, cantos
tallados y cantos pintados o con restos de ocre- , puede ser indicativa de un incremento de las
actividades de fabricación y reparación de los equipos de piedra y hueso, pero también con el
desarrollo y/o aumento de las tareas de procesado de determinados recursos durante las fases más
recientes (cjCLARKE, 1976). Los datos sobre la industria ósea y los elementos de adorno, mayoritariamente fabricados sobre ejemplares de malacofauna (COTINO y SOLER, 1998), también
registran diferencias (fig. 5).
Estos rasgos coinciden con lo que podemos denominar como un incremento de la estereotipación del utillaje lítico retocado, manifestado en que la diversidad de morfotipos es mayor en
las unidades con industrias del PSI y Solutrense, en las que el número de útiles retocados es sensiblemente menor, respecto de las upidades que engloban industrias magdalenienses y epipaleolíticas, en las que el incremento de efectivos recuperados no está acompañada de una similar
diversidad de morfotipos retocados. Esta tendencia puede complementar una observación anterior: el que en los conjuntos magdalenienses y epipaleolíticos la longitud de las hojas sobre las
que se han fabricado morfotipos retocados sea menor que la de las hojas sin retocar (fig. 7), cuyo
origen puede ser vinculado con el reavivado de los útiles y, especialmente, con aquellos cuya
parte activa se dispone transversalmente sobre el eje técnico y morfológico de los soportes - raspadores, truncaduras y en menor medida buriles.
Los cambios observados en las materias primas -en las formas de captación y en el uso,
marginal, de algunos tipos de materias-, así como en la densidad desigual de diferentes categorías de materiales arqueológicos -con incrementos de aquellas que hemos relacionado con tareas de fabricación y mantenimiento de equipos líticos y óseos y con actividades de procesad
BP y las de edad 12.500-8.500 BP. La lectura de este proceso entrelaza cuestiones complejas que
vinculan de forma estrecha el uso y función del yacimiento, las actividades desarrolladas en y
(9) La captación de materias primas es diferente y tiene una expresión tecnológica y tipométrica explicable probablemente
desde el uso que se hace de la cavidad en estos momentos. Esta situación ha podido ocasionar patrones de residuos de producción
diferentes. Desde luego podemos hacer intervenir la posibilidad de que productos laminares elaborados aquí fueran transportados y
utilizados en otros lugares. Por la misma lógica, podriamos pensar que los elevados nam de los niveles más antiguos se correspondén con una situación de uso aplazado y no de próducci6n laminar en el yacimiento. Los llam de la agrupación inferior (PSI·SOL)
son 58,33 para el MR y 24,89, para el MNR; para la agrupación superior (MSM-EMM) resultan 46 y 13,58 respectivamente.
( IO)lntcncionadamente no estamos vinculando estos términos con conceptos como expedient y curoted(BARTON, 1998). aunque su po1cncialidad para investigar estas cuestiones es indudable (Vlti.AVF.ROE, AURJ\ y BARTON, 1998).
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desde Cueva de Nerja y su integración en los sistemas regionales -expresada arqueológicamente en la tecnología, la susbsistencia, la interacción y formas de socialización (11)-.
Nuestra percepción de esta trayectoria es que las unidades que engloban industrias del
Paleolítico superior inicial y Solutrense en el yacimiento de Cueva de Ne¡ja reflejan ocupaciones recurrentes, previsiblemente cortas y localizadas, por ahora, en la sala del Vestíbulo ( 12). En
el resto de salas se desconoce su presencia, nunca llegaron a conformarse depósitos arqueológicos de esta edad o se han visto afectados por procesos erosivos ( 13) (JORDÁ PARDO, 1986b y
1992). Independientemente de estas circunstancias, el yacimiento magdaleniense-epipaleolítico
se ha conservado en la totalidad de salas y sectores, ofreciendo en todas las situaciones las mayores densidades de ocupación. Un simple cálculo del volumen de sedimentos arqueológicos contenidos en las tres salas que por ahora contienen industrias magdalenienses y epi paleolíticas ofrecería resultados por encima de los 500 m3 de depósitos para estos momentos.
Se da la circunstancia, además, de que estas unidades finipleistocenas y holocenas muestran
una importante diversidad de especies, causada por la presencia de recursos marinos.
Particularmente, la malacofauna ha servido para correlacionar sus variaciones diacrónicas con el
ascenso del nivel del mar, por ser sensible a registrar estos cambios dada la estructuración de sus
hábitats (Tabla 4). En Nerja cada una de las salas que contiene depósitos con industrias del
Magdaleniense superior, arqueológicamente contemporáneos por tanto, ofrece el dominio de una
especie diferente: Mytilus sp en la sala del Vestíbulo, Tapes decussatus en la de La Mina y Pate/la
sp en la de la Torca (JoRDÁ PARDO, 1983 y 1986c; SERRANO et al., 1995); diferencias que también se registran en La ictiofauna.
Explorar el significado de estas diferencias requiere una reposada contextualización arqueológica pero indudablemente abre múltiples interrogantes: es resultado de una simple distribución aleatoria, es indicativa de cambios diacrónicos relacionados con el ascenso del nivel del
mar o se trata de ocupaciones diferenciadas -salas de tamaño, topografia y orientación desigual,
son ocupadas estacional y/o alternativamente en función de estas variables, o simplemente por
criterios de salubridad- . Al respecto conviene recordar que coincidiendo con la formación de
estos potentes depósitos, se sigue utilizando la cueva como santuario parietal, se documenta un
arte inciso sobre soportes muebles -
(JI) Como ya hemos reiterado en trabajos anteriores, una de las principales dificultades para evaluar Cueva de Ncrja es la esca-
sa información disponible sobre los yacimientos interiores y, potencialmente, integrados en su mismo territorio económico y social.
Entre 1983 y 1996 redactamos tres propuestas para investigar estas cuestiones, sin que en ningún caso fueron consideradas. En cualquier caso, el resultado es que en la costa de Andalucía oriental se ban conservado yacimientos linipleistocenos vinculados con la
explotación de los recursos marinos, mientras que desconocemos totalmente las situaciones arqueológicas de la vecina media monta/la o de las cuencas interiores. Una situación completamente inversa a la registrada en el País Valenciano (AURA, 1995: 159 y ss).
(12) Esta consideración no sólo está apoyada en los datos cuantitativos manejados, también encuentra apoyos en datos tafonómicos (cfnota 7) y en las ca. actcrísticas sedimentarias de estos niveles. A partir de la parte media de NV8 y hasta prácticamente
r
NV 13 se observó una continua sucesión de laminaciones de gravas, arenas y arcillas, que puntualmente incluían restos de materia
orgánica, separadas por intercalaciones de cortezas estalagmiticas incipientes, alteradas y sin contiunuidad lateral (JOROÁ PARDO,
1986b y 1992).
(13) En la sala de la Mina sólo se conservaban niveles del primero de los momentos y con pocos efectivos (JoROA, 1984 y
1986b), se~alándose la presencia puntual de algún morfotipo caractcrlstico del Solutrcogravetiense (CAVA, 1997: 347). En la de la
Torca la excavación parece alcanzar los niveles con industrias magdalenienses, sin llegar a agotar el yacimiento arqueológico de esta
sala (PELLICER y ACOSTA, 1997).
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J.E. A URA TORTOSA, J. JORDÁ
PARDO,
M. PÉREZ
RIPOI.L Y M.• J. RODRIGO GARciA
se fabrica una industria ósea con morfotipos propios - no sólo los arpones, también las micropuntas dobles que hemos denominado anzuelos rectos- y se realizan inhumaciones (GARc!A
SÁNCHEZ, 1982; ÜONZÁLEZ· TABLAS, 1990; AURA, ÜONZÁLEZ-TABLAS y BROBELL, 1998). No se
trata, por tanto, de un yacimiento marginal que podamos equiparar, de manera simple y lineal,
con los pequeños yacimientos en abrigo-cueva que son tan frecuentes en estos momentos (e/ nota
15).
5. VALORACIÓN FINAL
Cie1tamente, la morfología de la plataforma y talud continental sobre el que se ubica la
Cueva de Nerja han permitido la conservación de un yacimiento arqueológico que contiene cambios diacrónicos en las formas de utilización de los recursos prácticamente inéditos en e l resto
del ámbito mediterráneo, si exceptuamos algunos yacimientos de la bahía de Málaga (SucH,
1920; FORTEA, 1973; AURA, JORDÁ y RODRIGO, 1989).
Los cambios bioclimáticos y paleogeográficos detectados muestran, con bastante claridad,
que el territorio de captación inmediato para los habitantes de la Cueva de Nerja nunca tuvo una
disposición radial desde e l yacimiento, pues siempre estuvo condicionado por la posición cambiante de la línea de costa y los relieves de la sierra Almijara (AURA, JORDÁ y RoDRIGO, 1989).
Durante los episodios en que se depositaron las unidades con industrias del Paleolítico superior
inicial y Solutrense la Llanura costera emergida tuvo un importante valor, tanto como vial de
comunicación como por su condición de hábitat preferente para algunas especies de ungulados
y coníferas (PÉREZ RIPOLL, 1997; BADAL,J 998). A partir de fines del Pleistoceno y e l Holoceno
inferior, las calas y acantilados se convirtieron en áreas de obtención de un importante conjunto
de recursos marinos. En ambas situaciones, la caza de la cabra montés, complementada con los
lagomorfos, fue una estrategia de explotación común.
Estas dos situaciones pueden ser correlacionadas con la evolución de la malacofauna marina, pero también con la continental. En Nerja la recolección de moluscos continentales, como
complemento de la caza de mamiferos, se data en los niveles que engloban industrias del
Paleolítico superior inic ial y del Solutrense (JORDÁ PARDO, 1986c: 169).
Ahora bien, podría pensarse, a juzgar por el importante catálogo de especies marinas que se
registra a partir de 12.500 BP, que durante e l primer tramo de las ocupaciones humanas, entre
24.000 -12.500 BP, se produjo un cambio paleogeográfico mayor que el que nuestra hipotésis de
reconstrucción indica (fig. 3). ¿Fue Nerja un yacimiento interior durante el último máximo glacial? Si nuestras proyecciones son ciertas, durante este episodio la línea de costa nunca estuvo
situada a una distancia muy superior a los 5-6 km respecto de la cavidad, y en el momento en
que se documenta una explotación significativa de este medio la costa debia situarse a unos 3-4
km de la cueva (AURA, JORDÁ y RODRIGO, 1989).
Distancias mucho mayores se han descrito para la circulación de materias primas y ornamentos durante el Paleolltico superior e incluso para restos de fauna marina sin función ornamental (14). Cabe pensar, como alternativa a lo anterior, que los ocupantes de la cavidad explo- 32-
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taron esa plataforma emergida, pero no el medio marino. Lo inquietante es que existen testimonios de la presencia de recursos marinos englobados en ocupaciones musterienses en el sur
peninsular, caso de las cavidades de Gibraltar (Waechter, 1964), sin que esos primeros testimonios hayan tenido continuidad en los registros posteriores, como sería el caso de Las unidades con
las que se inkia la ocupación de Cueva de Nerja (cfnota 14). Independientemente de esta consideración, convendría disponer de un estudio actual sobre la formación de los yacimientos de
Gibraltar para valorar más ajustadamente el origen y las características de estos conjuntos
(BARTON, 1998).
En el caso de Nerja y sin pretender ser reiterativos -pues al fin y al cabo se trata de un yacimiento aislado, dado el nivel de información disponible sobre el Paleolítico superior de
Andalucía (SANCHIDRIÁN et al., 1996; cfnota 11)- la utilización de los recursos marinos está contextualizada por algunos rasgos que establecen un contenido y una dirección al ser integrados en
las trayectorias diacrónicas (AURA y PÉREZ, 1992 y 1995; YILLAVERDE y MARTÍNEZ, 1992 y 1995;
VIL VERDE, A URA y BARTON, 1998; AURA et al., 1998b)
LA
En Jos trabajos citados se ha argumentado que los cambios en la composición de las asociaciones paleofaunísticas finipleistocenas y holocenas coinciden en configurar una reorientación
económica, expresada en la explotación de un mayor número de recursos y ambientes, contextuatizada por un incremento del número de yacimientos y también por la densidad de categorías
arqueológicas recuperadas ( 15).
Esta diversificación ligada en Nerja a la obtención de recursos marinos, pero expresada también en Jos yacimientos interiores (VILLAVERDE y MARTíNEz, 1995; A uRA y PÉREZ, 1995), plantea algunas incógnitas sobre sus implicaciones en el proceso que trunca las trayectorias evolutivas de los últimos cazadores holocenos: el proceso de neolitización. Cambios económicos similares a los descritos en Nerja han sido reconocidos en al menos dos yacimientos mediterráneos:
(14) Es el caso de la Cova de Santa Muira, por citar un yacimiento en el que trabajamos actualmente, distante unos 30 km de
la costa actual y que hasta la focha ha ofrecido restos de Mugillidae y Sparidae y malacofauna marina, con especies sin valor ornamental reconocido. Otro ejemplo de documentación de restos ictiológicos de especies marinas y/o salobres se ha descrito en el cercano yacimiento del Tossal de la Roca, aunque con un menor número de efectivos y cautelas sobre posibles interferencias de carácter tafonómico (CACHo et al., 1995: 63-65). Eso si, la cronología de los niveles que incluyen estos restos de fauna marina es tardiglacial y holoccna.
Estas referencias y su cronologfa nos remite a una cuestión de dificil solución y que requiere técnicas de muestreo no aplicadas hasta la focha en nuestro ámbito: la arqueologia submarina del Pleistoceno final y Holoocno.
· No nos referimos tan sólo a la probable documentación de yacimientos anteriores al tránsito Pleistoceno-Holoecno que documenten la utilización de los recursos marinos, sino a la posibilidad de que estos yacimientos sean concluyentes sobre la forma en que
se utilizaron estos recursos en momentos pre-tardiglaciales. Sobre la base de refe.rencias diversas, atestiguamos que cuando disponemos de información sobre yacimientos litorales, también disponemos de datos sobre la presencia, puntual., de este tipo de recursos en yacimientos alejados de sus lugares de obtención. El no disponer de datos sobre las fases iniciales del Paleolítico superior nos
impide valorar el papel de este tipo de recursos, pero también si su gestión y consumo inmediatos, en los yacimientos a pie de playa
actualmente sumergidos, los convierten en invisibles en los yacimientos alejados de la costa.
( 15) En un trabajo anterior relacionamos la constatación de que en la mayoria de yacimientos con industrias del Magdaleniense
superior se encuentran similares equipos industriale.~ -aunque con frecuencias relativas que configuran una importante diversidad de
situaciones- con la posibjlidad de que este tipo de registros fuera resultado de ocupaciones recurrentes, originadas por grupos de
pequcilo tamaño que recorren las tierras bajas litorales y los valles a media altura (Aura, 1992 y 1995: 167). Esta situación, de ser
cierta, no impide el que puedan ex.istir yacimientos con las caractcrfsticas descritas para Nerja, dado que la ajustada descripción de
este tipo de yacimieotos-eon una mayor estabilidad residencial o signos de un uso más intensivo de Jos recursos de su entorno- no
constituye un objetivo finalista; lo realmente significativo es llegar a comprender su inserción en la estrategia regional y su transcendencia evolutiva, si es que realmente la tuvo.
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J.E. A URA TORTOSA, J. JORDÁ PARDO, M. P~REZ RIPoLL Y M." J. R ODRIGO GARd
A
Franchthi y Grotta deli'Uzzo, sirviendo en ambos casos para argumentar una mayor estabilidad
en la ocupación de estos yacimientos que es considerada como una pre-adaptaci6n desarrollada
por los grupos cazadores-pescadores holocenos y que vendría a favorecer una rápida asimilación
de la agricultura primitiva (JACOBSEN, 1981; P IPERNO, 1985). Esta situación podría establecer
diferencias entre los grupos de cazadores-pescadores costeros y los cazadores de las tierras interiores, a la hora de configurar el ritmo de asimilación de los elementos tecnoeconómicos neolíticos (B ERNABEU, AURA Y BADAL, 1993).
Lo ocurrido en Nerja no parece avalar que esta pre-adaptación llegara a alcanzar el horizonte cronológico de la Neolitización. Como en tantos otros yacimientos que poseen secuencias largas infrapuestas al primer neolítico, existen dificultades importantes a la hora de delimitar las intrusiones y mezclas que, por procesos naturales o antrópicos, llegan a configurar
contextos arqueológicos transicionales, más aparentes que reales (BERNABEU, PéRF.Z R tPOLL Y
MARTÍNEZ, 1999). En Nerja, este episodio se e ncuentra afectado por varios procesos erosivos
que tienen una expresión desigual en las distintas salas. Sólo en la del Vestíbulo, y con muchas
más dificultades en la de la Mina, hemos reconocido morfotipos característicos del
Epipaleolftico geométrico - algún trapecio, microburil y hojitas de dorso-, que únicamente en
el primero de los casos parece englobarse en un contexto que tiene una cierta entidad estratigráfica: delimitada por sendos contactos erosivos con los niveles situados a muro y techo, pero
con importantes intrusiones neolíticas -presencia de cerámica, elementos de adorno y restos de
ovicápridos domésticos- .
Sobre esta base resulta dificil plantear que las trayectorias descritas para las ocupaciones con
industrias del Magdaleoiense superior y Epi paleolítico micro laminar alcanzaran el horizonte cronológico de la Neolitización y que por tanto, el incremento del número de recursos originado por
la explotación de los recursos marinos y contextualizado por los rasgos arqueológicos descritos,
tuviera alguna transcendencia en el proceso de neolitización, en la linea de lo expresado en párrafos anteriores. Lo cual nos lleva a concluir que la utilización de recursos marinos se generaliza
en el Magdaleniense y Epipaleolítico microlaminar y se constata también en el Neolítico, combinada con la explotación de agriotipos domésticos, sin que podamos ser demasiado concluyentes sobre lo ocurrido durante el Epipaleolítico geométrico-Mesolftico, dada la integridad de los
contextos arqueológicos de este momento.
Sorprendentemente, los mecanismos que guiaron esta repentina adaptación al medio marino no estaban activados en las primera fases de ocupación del yacimiento (24.000-17.500 BP),
cuando los grupos humanos fabricaron, utilizaron y abandonaron una amplia variedad de categarfas arqueológicas en la Cueva de Nerja. Todo apunta a que cazaron cérvidos, bóvidos o équidos y también recolectaron pifiones en las formaciones donares emergidas, aportando al yacimiento materias primas empleadas para la elaboración de sus equipos líticos desde afloramientos localizados a más de 25 km del yacimiento. Pero no dejaron evidencias de la explotación de
los recursos marinos en un momento en que la línea de costa debía estar situada a una distancia
de 5-6 km respecto del yacimiento.
Y es que, quizás, las dunas no les dejaban ver el mar.
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