Campesinado e historia. Consideraciones sobre las comunidades agropecuarias de la Edad del Bronce en el Corredor del Vinalopó
Francisco Javier Jover Maestre
Juan Antonio López Padilla
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. x:xrn (Valencia. 1999)
Feo. JAVIER JovER MAEsTRE* Y JuAN A. LóPEZ PADILLA**
CAMPESINADO E HISTORIA. CONSIDERACIONES SOBRE
LAS COMUNIDADES AGROPECUARIAS DE LA EDAD DEL BRONCE
EN EL CORREDOR DEL VINALOPÓ
INTRODUCCIÓN
Las reflexiones que aquí vamos a exponer se enmarcan dentro del desarrollo de un proyecto
de investigación iniciado hace ya un quinquenio y que tiene como objetivo el análisis histórico
de las sociedades de la Edad del Bronce en las comarcas del Pre~tico meridional valenciano. La
temática de la que nos ocupamos en este proyecto se inscribe en el seno de una problemática
general que se viene planteando en el campo de las ciencias sociales -y por extensión en la arqueología- como es el de la explicación y desarrollo de las primeras sociedades clasistas (Bate,
1984). Esta misma problemática ha sido tratada en diversas investigaciones que se vienen desarrollando especialmente en el sur de la Peníns ula Ibérica y que han centrado su atención en la formulación de diversas hipótesis de tipo identificatorio donde se ha propuesto el surgimiento de
sociedades clasistas prístinas (Lull y Estévez, 1986; Nocete, 1989; Arteaga, 1992; Lull y Risch,
1995). Desde nuestro planteamiento, se ha considerado necesario profundizar más en aspectos
relacionados con los aspectos culturales -fenomenología material-, establecimiento del modo de
trabajo dominante, modo de vida y formación social, siguiendo las propuestas teóricas de la
Arqueología Social Latinoamericana.
Una vez establecidos los objetivos, el trabajo con el que se iba a generar una base empírica
suficiente como para contrastar las hipótesis planteadas, se desarrolló en varias etapas de forma
sucesiva y con carácter complementario. En primer lugar, fue necesario documentar y realizar
una labor crítica de la información generada hasta ese momento en las comarcas citadas. Para ello
-con el apoyo de diversas ayudas a La investigación del Instituto de C ultura Juan Gil-Albert de
• Átu de Prehistoria. Universidad de Alicante.
•• Museo Arqueológico Provínc:ial de Alicante.
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Alicante- se realizó una labor que implicaba tanto la recopilación bibliográfica exhaustiva como
el estudio de todos los fondos materiales depositados en un amplio número de museos y colecciones museográficas. De todo ello se han publicado ya algunos resultados (Jover et alii, 1989;
López et alii, 1991 ; Jover y Segura. 1995; Jover y López. 1995; Segura y Jover, 1997).
Una vez realizada esta labor, bastante fértil teniendo en cuenta el elevado número de museos,
colecciones museográ.ficas visitados y corpus bibliográfico recopilado, se consideró necesario
desarrollar una labor de prospección intensiva que dadas las dimensiones del tenitorio en estudio,
debía centrarse en una pequeña cubeta que no superara los 400 km2 • La información previa disponible de la Cubeta de Villena motivó que centráramos la actuación en esta zona. Durante tres
años se realizaron prospecciones dirigidas, fundamentalmente, a la documentación de asentamientos adscribibles a la Edad del Bronce. Algunos de los resultados obtenidos también han sido
publicados (Jover, López y López, 1995; Jover y López, 1997).
Los datos obtenidos a raíz de las prospecciones emprendidas así como de los estudios posteriores -especialmente los obtenidos como fruto de la aplicación de diversas técnicas de arqueología espacial- fueron la base para iniciar una tercera fase de actuación que tenía como objetivo
la excavación de dos unidades de asentamiento claramente diferenciadas pero implantadas en el
mismo espacio geográfico. Por el momento se ha excavado uno de ellos -Barranco Tuerto- mientras que en el otro -Terlinques- se ha concluido ya la segunda campaña de excavaciones.
A continuación se va a exponer de forma detallada el análisis de la información generada,
tanto referida al análisis del patrón de asentamiento, como de la excavación efectuada en uno de
los asentamientos, para finalizar nuestra exposición con algunas valoraciones sobre las comunidades agrícolas en estudio.
LA INFORMACIÓN DEL TEilRITORIO: ALGUNAS PREMISAS
Los análisis tenitoriales constituyen una de las unidades básicas de observación. Los resultados que aquí presentamos deben considerarse como una aportación preliminar de carácter teórico-descriptivo que tiene como punto de partida diversas consideraciones desprendidas de la
aplicación de técnicas de análisis espacial y de datos del mismo registro material.
Sin embargo, con anterioridad a cualquier presentación de las técnicas empleadas para la
obtención de datos o los elementos de análisis manejados en la caracterización del patrón de
asentamiento, es necesario dejar claras una serie de premisas de considerable relevancia en el
desarrollo de este trabajo. La primera de ellas se refiere a la calidad de la información disponible.
Por un lado, podemos afirmar que el cauce del Vtnalopó, con una cuenca superior a los l .700 km 2
ha sido intensamente prospectado. No obstante, sólo ha sido prospectada sistemáticamente,
durante tres años, la zona de Villena (Jover, López y López, 1995) y la cabecera del Vmalopó
(Esquembre, 1997). En el Valle de Elda y de Novelda, en cambio, las prospecciones bao sido más
bien intensivas y realizadas por muchas personas de las que sólo una mínima parte eran arqueólogos con una intencionalidad clara de producir información sistematizada (Segura y Jover,
1997). A pesar de ello, podemos afumar que existe un buen nivel de conocimiento del territorio
- al menos en lo que respecta al censo y localización de yacimientos-. En relación con esta reflexión, debemos incidir en el hecho de que muy pocos de los enclaves habitados durante la Edad
del Bronce fueron ocupados con posterioridad en otros momentos históricos, con la excepción de
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algunos asentamientos de época Ibérica -El Monastil (Eida), Cabezo de la Virgen 1 (VLIIena)- y
medieval -Castell de Petrer (Petrer), Castell de Biar (Biar) y Castillo de la Mola (Novelda)-. El
problema con buena parte de éstos radica en que prácticamente han sido arrasados en su totalidad,
no pudiendo determinarse ni su extensión ni sus características, conociéndose su existencia por
la presencia de escasos restos materiales. De un total de 74 asentamientos en la cuenca Media y
Alta del Vmalopó, t1n.icamente se ha dado esta superposición ocupacional en 5, en función de las
características específicas de estos emplazamientos. Ello viene a significar que el emplazamiento
de los lugares de residencia no se ha establecido a lo largo de la historia bajo similares premisas,
aunque sí la puesta en explotación de las mejores tierras, que no son otras que los fondos cuaternarios más próximos al cauce del río Vinalopó.
Por otro lado, a pesar de haberse excavado varios asentamientos tanto del Vinalopó como de
las zonas colindantes, las escasas publicaciones y propuestas no permiten disponer de una peri<>dización con garantías o, al menos, lo suficientemente contrastada con el registro. Si admitiésemos
sin crítica la periodización más seguida por el conjunto de los investigadores, tendríamos que considerar la división tripartita tan recurrida de un Bronce antiguo, un Bronce medio y un Bronce
tardío-final (Gii-Mascarell y Enguix, 1986). Sin embargo, en estos momentos todavía no es
posible establecer ninguna diferenciación en el ámbito del registro material entre lo que tradici<>nalmente se viene considerando como Bronce antiguo y Bronce medio. Diferenciación que sí se
está en condiciones de considerar entre estas fases y el Bronce tardío, en función de las distintas
excavaciones realizadas en los yacimientos de La Homa (Aspe) (Hemández. 1994), Peña de Sax
(Sax) (Hemández, 1991 ), Cabezo Redondo (Vtllena) (Hemández. 1997) y Tabai~ (Aspe) (Molina.
1995; Hemández, c.p.). Los cambios que se pueden señalar entre el Bronce antiguo-medio y el
Bronce tardío no sólo se limitan a variaciones en la vajilla y ajuares domésticos, sino que también
se documentan acusadas modificaciones en el tamaño de las unidades habitacionales y en la
estructuración e implantación de las unidades de asentamiento sobre el territorio (Hemández y
López. 1992; Jover y Segura, 1993; Jover et alii, 1995; Segura y Jover, 1997; Hemández. 1997).
Por lo tanto, el presente trabajo ha sido afrontado considerando que se dispone de una base
de reconocimiento y prospección del territorio suficiente y que en el análisis del poblamiento se
ha de partir del hecho de que entre aproximadamente el 1900 hasta el 1100 BC (2400-1300 cal
BC) únicamente puede establecerse dos fases arqueológicas significativas:
1.- una fase que comprendería desde el 1900 hasta el 1400/1350 BC (2300 - 1600/1550 cal BC)
aproximadamente, donde se incluirían todos aquellos yacimientos -conocidos a través de informaciones de origen muy dispar (prospección superficial, excavaciones antiguas, expoliaciones)- y que
no presentan en su registro material vasos cerámicos tipificados como del Bronce tardío.
2.- una segunda fase que se desarrollaría -siguiendo a F. Molina (1978) y Gil-Mascaren
(1981 )- desde aproximadamente el 1400/1350 hasta el 1100 BC ( 1550 a 1300/1250 cal BC),
equivalente al Bronce tardío y en el que se incluirían aquellos yacimientos con cerámicas adscritas a esta fase.
LA CUBETA DE VILLENA COMO EJEMPLO DE ANÁLISIS
El corredor conocido como valle del Vioalopó constituye una unidad fisiográfica con rasgos
físicos singulares, situado en una zona de transición entre la tectónica del Dominio Ibérico y
Bético, partícipe en gran medida de la zona del Prebético Meridional valenciano (Fig. 1).
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Flgun 1.- J.«allucfóo del Corredor del VIDalop6.
A grandes rasgos, se trata de una línea de fractura que con dirección NO-SE corta las alineaciones montañosas béticas orientadas en dirección SO-NE, cuyas máximas elevaciones no
superan los 1.200 m oscilando la cota media sobre los 600 m s/n/m. La presencia del río Vmalopó
se debe precisamente a la configuración de esta línea de fractura, estructurada a base de diferentes
cubetas (Novelda, Elda, Vlllena) separadas por umbrales montañosos que, sin embargo, no llegan
nunca a interrumpir significativamente el cauce del río. Éste, con una cuenca de unos 1.700 k:m1
tiene su origen en el Racó de Bodf, en la Sierra de Marlota, presentando un flujo bastante difuso
tanto en su cabecera como en su desembocadura. Las escasas pendientes del fondo de la fosa por
la que discurre el río, unido a las afloraciones del KeUper, han favorecido la demarcación de espa-236-
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cios endorreicos y de avenamiento irregular, al menos e.n las cubetas más septentrionales donde,
fósiles o atln activas, hallamos un buen número de las mismas.
Hasta hace no mucho, por consiguiente, la geografía de la cubeta de Vtllena se caracterizó
por la abundancia de áreas endorreicas, de avenamiento irregular, en las que se acumulaba el agua
procedente de las precipitaciones de carácter torrencial que descargan sobre las sierras que
enmarcan la cubeta. Estas precipitaciones determinan la creación de algunas ramblas que en ocasiones han llegado a transportar caudales realmente apreciables, como la Rambla de la Boquera
o la Rambla del Angosto. Como se ha señalado en más de una ocasión (Matarredona, 1983; Bru,
1987), los humedales de Villena no están constituidos sólo por la gran laguna que se extendía
entre el paraje de Los Cabezos y el sistema formado por la Sierra de la Virgen y El Castellar, sino
que comprendía todo un conjunto de áreas encharcadas, comunicadas entre sí, cuya singularidad
ha quedado, al menos, recogida en la toponimia. Así, además de la laguna antes mencionada,
existió, al norte de la misma, otra más pequeña Llamada La Lagunilla, y al oeste del Cabezo del
Padre o del Molinico otra pequeña zona encharcada denominada El Balsón; al sur, alimentado
principalmente por la Rambla de la Boquera, hallamos el Hondo de Carboneras, con una superficie de cerca de 2,5 km2 de arcillas margosas, y más hacia el oeste los parajes de La Macolla, La
Rajal, Prados del Lancero y las Huertas del Carrizal, topónimos todos ellos que denotan la presencia de zonas de drenaje impreciso y embalsamiento natural de las aguas.
Frente a la acidez del paisaje actual, resuJta difícil hacerse una idea aproximada de la riqueza
bio-ecológica que tuvo esta zona hasta hace relativamente muy poco tiempo, y de lo realmente
profundo que ha resultado el impacto medioambiental generado por las actividades antrópicas en
los últimos siglos. La riqueza potencial en recursos biológicos y ecológicos de los espacios
encharcados se halla definitivamente perdida en la actualidad, y difícilmente puede hoy día reflejarse la importancia que su aprovechamiento ha tenido a lo largo de la historia en estas comarcas.
Las proposiciones observacionales que se pueden inferir del poblamiento en la cubeta de
Villena se han extraído, fundamentalmente, del estudio de un territorio superior a los 304 k:m1 que
ha sido prospectado de forma sistemática. Los datos útiles se han inferido de la aplicación de dos
técnicas de análisis espacial de base teórica: el establecimiento de los polígonos de Thiessen y el
aná]jsis del vecino más próximo, corregido en su aplicación hasta con el tercer vecino y con
diversas pruebas de significancia (Sbenoao, 1992).
La aplicación del análisis del vecino más próximo se ha considerado la técnica de carácter
teórico más apropiada para observar la concentración-dispersión del poblamiento -poblamiento
agrupado, uniforme o aleatorio-, mientras que para realizar apreciaciones sobre el territorio controlable por cada asentamiento se han trazado los polígonos de Thiessen (Hodder y Orton, 1990).
El análisis teórico descriptivo debe basarse en la caracterización de la distribución de la
muestra. En un territorio de 304 km2 se han documentado para la fase del 1900-1350 BC (2300 160011550 cal BC) un total de 21 asentamientos, ampliamente distribuidos (Fig. 2). De la aplicación de técnicas de distancia lineal, como la del vecino más pr6ximo se infiere un patrón de distribución disperso, de carácter agrupado (R=0,7821) que se mantiene aun aplicando un factor
corrector mayor, como es la distancia hasta el tercer vecino más próximo. Por tanto, existe una
cierta tendencia a la dispersión agrupada más que a la concentración en la zona geográfica tratada.
La explicación de esta tendencia puede abordarse contemplando distintas posibilidades. En
primer Jugar, la dispersión podría ser debida a que en todo el nicho ecológico existieran recursos
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naturales que pennitiesen la reproducción del ciclo económico completo en paridad de rendimientos netos totales entre los distintos agrupamientos poblacionales, posibilitando una cierta
autosuficiencia; por otro lado, también se podría considerar la existencia de un cierto sistema de
reciprocidad entre asentamientos que permitiera compensar los posibles déficits debidos a la
heterogeneidad del medio físico y a los consiguientes desequilibrios en cuanto a la disponibilidad
de recursos naturales o que, por último, existiese una división espacio-territorial del trabajo, con
una alta complejidad social que hiciera posible una estructuración organizada sobre el territorio
y una especialización laboral y productiva.
Estas apreciaciones iniciales de carácter general se pueden complementar con diversas consideraciones sobre las relaciones teóricas de los asentamientos con el espacio físico donde se
ubican, incidiendo en el territorio controlable por cada uno de elJos. Este aspecto puede ser observado cuantitativamente a través del análisis de los poUgonos de Thiessen.
La lectura que puede realizarse en relación con su distribución general muestra claras desigualdades en lo que se refiere al territorio controlable por cada uno de los asentamientos, observándose cómo algunos de los de mayor tamaño disponen de territorios muy reducidos o, al contrario, asentamientos de muy reducidas dimensiones parecen gozar de amplios territorios, con
buenas condiciones edáficas y recursos bídricos (Fig. 3).
Esta observación, sin embargo, aunque constituye una evidencia fácilmente perceptible es
incompleta en cuanto que un análisis teórico general supone otorgar el mismo valor y peso económico-poblacional a núcleos de muy diverso tamaño y ubicación en el territorio. En este sentido, para una lectura más correcta es necesario ponderar este aspecto y completar esta primera
visión general. Pero, dado el carácter de la información disponible, la única variable que podemos
contemplar es la valoración de la extensión superficial de los asentamientos, asumiendo la premisa de que existe una relación directa entre ésta y la importancia económica, poblacional y espacial de los mismos. Aunque somos conscientes de las limitaciones que impone esta variable en
su cuantificación -dados los posibles cambios relativos al aumento o disminución del tamaño de
los asentamientos a lo largo del tiempo, que no pueden ser fijados sin disponer de excavacionestambién es evidente que en la actualidad resulta la única viable para abordar este análisis.
De acuerdo, pues, con esta variable, hemos podido distinguir dos grupos:
1.- aquellos con una extensión entre 0,1 ba y 0,3 ha con una posible prolon,gada ocupación
entre aproximadamente 1.900 y 1.350 BC (2300- 1600/1550 cal BC).
2.- Asentamientos de reducidas dimensiones, inferiores a 0,1 ha. que probablemente hayan
tenido una ocupación más corta dentro de este mismo espacio cronológico.
Al establecer los poUgonos de Thiessen relacionando solamente los 7 asentamientos de
mayor tamaño -más de O, 1 ha- se obtiene una lectura que difiere sensiblemente de la anterior
(Fig. 4):
a) En primer lugar, todos los asentamientos ocupan cerros o estribaciones montañosas dispuestas a ambos lados de la banda triásica central. Ésta, que divide la cubeta de Villena en dos
zonas claramente delimitadas demarca, al mismo tiempo, varias zonas endorreicas, en cuya proximidad hallamos todos los yacimientos.
b) En la práctica, puede considerarse una equidistancia entre los asentamientos, oscilando
ésta entre los 5 y 7 km, con independencia de su ubicación en uno u otro lado de la banda triásica central. Su altura relativa sobre el territorio les proporciona. así mismo, una cuenca visual
similar, generándose una perfecta red visual entre elJos.
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Figura 4.- Polfgoaos de 'lbiesseo establecidos contemplando la variable dd ta.mafto de los aseotamleotos.
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e) La distribución de los polígonos de Thiessen muestra que las áreas de captación de cada
uno de ellos son similares y superiores a los 20 km1• Ello permite considerar que en un radio de
2,5 -3 km a su alrededor existe una amplia extensión de tierras susceptibles tanto de ser puestas
en explotación agrícola mediante un secano extensivo como de un aprovechamiento pastoril. Al
mismo tiempo, dentro de este radio, siempre se observa la presencia de recursos bídricos más
o menos constantes, bien sea por la presencia de áreas encharcadas o de ramblas de caudal
irregular.
d) Atendiendo a la clasificación del potencial uso agrícola de Jos suelos propuesta por E.
Matarredona ( 1983) para el Alto Vinalopó, se aprecia una cierta disparidad en relación con la presencia de suelos de mayor potencia edáfica dentro de las áreas de captación y territorios de explotación definidos para cada asentamiento. Así, por ejemplo, mientras que el Cabezo del Padre
cuenta con más de 8 k:m1 de suelos de buena calidad, el Cabezo de Valera 1 dispone de apenas 1
km1 de terreno de similares características. No obstante, si sumamos a éstas las tierras de menor
potencia edáfica y mayor pendiente -By C (Matarredona. 1983: 69)- todas ellas susceptibles de
uso agrícola, estas diferencias quedan un poco más atenuadas.
e) Sin embargo, existen algunos yacimientos alejados de las tierras con capacidad agrícola,
como el Peñón de la Moneda, Barranco Tuerto, Sierra del Collado 1 (Villena) o Peñón Grande 1
(Caudete) (Pérez Amoros, 1997: 123). En todos ellos se dan unas características comunes que les
diferencian del resto de asentamientos:
-Son de muy pequeño tamaño, inferior a Jos 300 m1•
-Se emplazan en altura, en lugares de dificil acceso, prácticamente emcumbrados en los
relieves periféricos de la cubeta que alcanzan las máximas cotas de altitud y altura relativa sobre
el Uano.
-Disponen de una visibilidad muy amplia, muy superior a los 60 km1, abarcando más de una
cubeta geográfica, condición de la que no gozan el resto.
-Están alejados de cursos de agua.
-No existen tierras susceptibles de explotación agrícola en el entorno inmediato ni en sus
proximidades.
De este modo, la disposición sobre el territorio de la totalidad de los asentamientos puede
interpretarse ahora de forma más completa al evaluar la distancia lineal existente entre los asentamientos de mayor tamaño. Los resultados de la aplicación del análisis del vecino más próximo
sobre los siete asentamientos más extensos muestran un patrón de distribución uniforme
(R= 1,4303), en tomo a los cuales se disponen los yacimientos más pequeHos. Por tanto, la caracterización del patrón de asentamiento a partir de la aplicación de diversas técnicas de carácter teórico nos permite evaluar que estamos ante un patrón de distribución agrupado en tomo a los asentamientos de mayor tamaño, que se implantan de modo uniforme en el territorio, guardando una
evidente equidistancia entre los mismos. Los ejemplos más claros de la proximidad entre asentamientos de pequeña extensión respecto a los de tamaño mayor podrían ser, por ejemplo, Cabezos
de Valera 2 y 1, Cabezo de la Vtrgen 1 y 2, Cabezos de la Torba 1 y 2 o Atalaya y los Cabezos
de Penalva 1 y 2 (Lám. 1).
GESTIÓN DEL ESPACIO
Como sucede en muchas otras cuencas del Prebético meridional valenciano, las primeras
sociedades productoras del Alto y Medio Vmalopó iniciaron la explotación de las áreas edáficas
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más ricas y con más alto rendimiento agócola, normalmente ubicadas en los fondos de los valles
y en el entorno de áreas eodorreicas. Este hecho, suficientemente contrastado en la cuenca del
Serpis (Bemabeu et a/ii, 1993), también explicaría la presencia de asentamientos como Casa de
Lara, La Macolla, Arenal de la Vugeo o Molí Roig en tomo a la zonas encharcadas de la cubeta
de Villena y valle de Biar, o Ledua (Novelda) y Terrazas del Pantano (Elda) a orillas del Vioalopó.
El alejamiento de los núcleos habitados de estas tierras de óptimo rendimiento agrícola en el
tránsito del m al n milenio BC no implicó, sin duda, su abandono por la puesta en explotación
de los terrenos menos húmedos y más pobres en nutrientes ubicados en el piedemonte. Esta suposición entraría inmediatamente en conflicto con las evidencias de un aumento demográfico, ya
señaladas (Martí, 1983) y de un mayor peso específico de la producción agropecuaria en la economía de los asentamjentos de inicios de la Edad del Bronce. Más bien hemos de pensar en un
aumento de la extensión de la tierra empleada en el cultivo de cereales y legumbres, coloruzaodo
nuevas tierras menos aptas con el objetivo de aumentar los rendimientos netos paralelamente al
aumento de la población. En algún caso se ha planteando la posibilidad de la introducción del
arado desde momentos indeterminados del mmilenio BC, e incluso del empleo del abono animal
en labores agrícolas, de manera que estos avances tecnológicos podrían ser el factor que permitiera la colonización de tierras menos adecuadas y de bajo rendimiento. Sin embargo, por el
momento no creemos que sea una problemática sencilla de resolver tal y como expuso M. GilMascarell ( 1992), ya que no se dispone de evidencias materiales que permitan contrastarlo.
En términos generales todo el territorio de la cubeta de ViUena es bastante homogéneo, disponiendo de tierras susceptibles de ser puestas en explotación, aunque en algunas de ellas los rendimientos sean mayores y su agotamiento sea más lento ante la mayor potencia edáfica y aporte
de nutrientes. También se dispone de abundantes recursos hídricos y de una amplia banda central
de arciJias triásicas empleadas tanto para la construcción como la producción de vasos cerámicos.
No existen filones cúpricos ni de otro tipo de minerales y quizás la única concentración significativa se reduzca a determinados recursos líticos -rocas silíceas, rocas ígneas, etc-, sobre los que
tampoco parece ejercerse ningún control ni explotación especializada.
Aunque la importancia de la agricultura y de la ganadería como base económica fundamental
de estas sociedades ya ha sido destacada (Martf, 1983; Gil-Mascarell, 1992}, todavía no se ha
propuesto un modelo de gestión de la producción agropecuaria, dentro de un espacio geográfico
concreto, para las sociedades de la Edad del Bronce en las tierras del Prebético meridional valenciano. Sin datos paleobotánicos, con deficientes e incompletas referencias acerca de las plantas
cultivadas y los modelos de gestión de la cabaña ganadera y sin referencias sobre la evolución
geológica de los suelos es muy difícil valorar de modo global la incidencia de la intensificación
en la producción agropecuaria y las repercusiones que a nivel social pudo ocasionar.
La explotación agrícola de las tierras que bordean las áreas lagunares y su entorno y las
amplias posibilidades que ofrecen para el aprovechamjento de recursos espontáneos -recolección,
caza, pesca, mantenimiento de la cabaña ganadera, etc.- deben ser, en nuestra opinión, elementos
que condicionaron la presencia de asentamientos estables en las zonas cercanas a los mismos. La
situación de estas áreas endorreicas, ubicadas en las cotas más bajas de la cubeta de Villena,
garantizaba por medio de las avenidas y desbordamientos que se ocasionarían durante la época
de lluvias, la presencia de los suelos de mayor potencia edáfica de toda el área, al tiempo que su
cercanía a los humedales permitirla unos óptimos rendimientos minimizando los riesgos en la
pérdida de cosechas.
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La importancia de estos aportes hfdricos, aunque puntuales, quedan expuestos en algunas
noticias de fines del siglo pasado en las que se da fe de las inundaciones producidas en la zona
de la antigua laguna y de la Lagunilla como consecuencia del desbordamiento de la Rambla del
Angosto (Matarredona, 1983: 78). En aquellos momentos, aproximadamente un siglo después de
su desecación, se alcanzaron casi los 3 m de profundidad y la zona encharcada se extendió por
un área de unos 10 km2•
Así mismo, no hemos de olvidar que las zonas lagunares, gracias a su diversidad biológica,
constituyeron en la antigüedad auténticas "despensas" para los grupos humanos que ocupaban su
entorno. Por los pocos datos disponibles podemos pensar en la realización de actividades predatorias como la caza de aves -avutardas, perdices, patos, fochas, etc-, reptiles -lagartos, tortugasY diversos mamíferos -ciervos, conejos, jabalíes, etc.- así como la pesca -barbos, percas- y la
recolección de huevos y fibras vegetales, tales como el esparto, el junco o lino natural. Tampoco
se puede olvidar que las áreas de matjal constituyen zonas c-an excelentes pastizales que pudieron
ser empleados en el mantenimiento de la cabaña ganadera -ovicaprinos, bóvidos, suidos-. El alto
contenido salino de estos pastos garantizaría además, un alto aprovechamiento de este forraje. En
suma, la explotación del potencial biológico generado en tomo a las zonas húmedas constituiría
un buen complemento de la dieta diaria y una excelente solución para paliar eventuales déficits
de producción provocados por la pérdida de las cosechas o por epidemias en la cabaña ganadera.
CARACTERIZACIÓN DEL PATRÓN DE ASENTAMIENTO
Los resultados del análisis presentado permiten reconocer a nivel territorial un patrón de
asentamiento entre 1900 y 1350 BC (2300 - 1600/1550 cal BC) caracterizado por la existencia
de 3 grupos de unidades de ocupación que se concreta en:
1.- Unidades de asentamiento de mayor tamaño -entre O 1 y 0,3 Ha-, ubicados en cerros o
,
crestas montañosas con una altura relativa sobre el llano inmediato entre 20 y 70 metros y diversa
cuenca visual. La disposición en el territorio de estas unidades de asentamiento es perfectamente
uniforme, casi equidistante entre ellas y ubicadas a ambos lados de la banda triásica que divide
la cubeta de Villena en dos y en relación tanto con los corredores transversales que permiten el
acceso a la misma, como próximas a los diversos humedales que caracterizan a la zona y a tierras susceptibles de ser puestas en explotación en un régimen de secano extensivo. Apenas contamos con datos acerca de la organización interna de estas unidades de asentamiento que, por el
momento, han de inferirse a partir de las escasas evidencias constructivas documentadas en
superficie. En principio, parece estar integrada por la unión de diversas unidades ocupacionales
o habitacionales, no documentándose evidencias de construcciones de carácter defensivo. El
carácter de estas unidades de asentamiento, inferido de los instrumentos de trabajo documentados
y de los restos paleocarpológicos y faunísticos registrados, permite considerar su condición agropecuaria. Se trataría de pequeñas comunidades agrícolas, probablemente de carácter familiar,
integradas por 30-60 personas cuya actividad subsistencia! estaría basada en la práctica de una
agricultura cerealista de secano -trigo y cebada, fundamentalmente- y una pequeña cabaña ganadera constituida por la trilogía propia de comunidades campesinas: ovicaprinos, cerdos y vacas.
La dieta alimenticia estaría complementada por la caza, pesca y la recolección. Cabezos de Valera
1, Cabezos de las Torbas 2, Terlinques (Lám. 2), Cabezo del Molinico, Cabezo de la Escoba y la
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Atalaya (Jover et a/ii, 1995; Pérez, 1997) son algunos de los asentamientos que podemos incluir
en esta clase.
2.- Unidades de asentamiento de pequeño tamaño -inferiores a 0,1 Ha- cuya única diferencia
con respecto al grupo anterior es su menor tamaño y su disposición agrupada en tomo a los anteriores. Se trataría también de asentamientos con una base económica de carácter agropecuario.
Es posible que su creación sea debida a la colonización de nuevas tierras ante un hipotético crecimiento demográfico en las unidades del grupo ya señalado. El número de personas que integrarían este tipo de unidades de asentamiento no superaría los 20. En otras cubetas del río
Vinalopó, como en la de Elda, es muy probable la colonización de tierras que no habían sido ocupadas hasta este momento por comunidades agropecuarias. Es el caso del conjunto de asentamientos dispuestos a los largo de la Rambla de Pu~a (Petrer) (Jover y Segura, 1995).
Asentamientos como Cabezos de VaJera 2 (Lám. 3), Cabezos de las Torbas 1, Polovar, Peñón de
los Mosquitos. Cabezos de Penalva ly 2 (Jover et a/ii, 1995), son algunos de los asentamientos
que responden a estas características.
3.- Un tercer grupo de asentamientos, mucho menos numeroso, estaría integrado por núcleos
de muy pequeño tamaño -inferiores a 300m2- , ubicados en relieves montañosos periféricos de desarrollo vertical considerable, alejados de tierras susceptibles de desarrollar actividades agrícolas y de
cursos de agua, sin fortificaciones, con una cuenca visual muy amplia y cuya actividad fundamental
no era precisamente la realización de prácticas agropecuarias. Barranco Therto, Peñón de la
Moneda o Sierra del Collado 1 son algunos de los incluidos en este apartado (Jover et alii, 1995).
BARRANCO TUERTO. HACIA UNA DEFINICIÓN DE SU FUNCIONALIDAD PROBABLE
Sobre la base de las consideraciones realizadas a partir del estudio del patrón de asentamiento y con el objetivo de contrastarlas con el registro arqueológico, se bacía necesario excavar,
al menos, un asentamiento correspondiente al primero y al tercero de los grupos establecidos. En
primer lugar, de entre los asentamientos ubicados en los relieves montañosos y encumbrados se
eligió uno -Barranco Therto (Lám. 4)- del que se consideró que podía aportar la información
requerida, sirviendo como modelo del conjunto de asentamiento de similares características.
Este núcleo de pequeñas dimensiones se encuentra ubicado sobre un crestón calizo de la
Sierra de la Villa (Villena) y jalonado por dos grandes barrancos -Barranco Ancho y 1\Jerto- que
vierten sus aguas al Valle de Biar. Sus coordenadas UTM son: 30SXH885794. Su altitud sobre el
nivel del mar es de 680-690 metros. Para acceder al mismo es necesario ascender unos 120 m con
pendientes superiores al 48 %. Sin bien el confrafuerte montañoso en el que se ubica está coronado por dos crestones calizos, el asentamiento se ubica en el de mayor altitud y con unas condiciones de habitabilidad -menor pendiente y sin riesgos de desprendimientos- y visibilidad
inmejorables. Desde el mismo se dispone de una amplia visibilidad, abarcando todo el corredor
que se dirige aBiar, y asimismo gran parte de los llanos de ViUena, superando los 60 km 2• Únicamente presenta ciertos límites al Norte y Este, ocultos por la Sierra de la Villa donde se ubica.
El yacimiento fue excavado en su extremo septentrional en el mes de mayo de 195 1 por J.M .
Soler García, pudiéndose observar, antes de iniciar el proceso de excavación en 1995, una cata
abierta de aproximadamente 3 x 4 m. En su actuación J. M. Soler (1986) excavó el interior de
una unidad babitacional de planta ovalada de la que pudo documentar los muros y en la que se
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conservaron troncos carbonizados en disposición Norte-Sur de más de 1,60 m. La estratigrafía
observada entonces era muy simple, con una potencia de escasamente unos 60 cm que conservaba casi completos varios vasos de diversa morfología.
La actuación arqueológica efectuada en 1995 ha permitido documentar que:
-Se trata de un asentamiento con tan sólo 170 m2 de extensión, enormemente afectado por
procesos erosivos naturales.
-Se han podido constatar al menos 2 fases constructivas:
La 1• fase -la más antigua- es la mejor documentada y conservada. En ella se articulan las
líneas generales que definen el yacimiento, consistente en dos ambientes o unidades habitacionales diferenciadas -a los que hemos denominado ambiente 1 y ambiente 2- levantados sobre la
roca base (Fig. 5).
El ambleote 1 es una unidad habitacional -cerrada- de unos 5,60 m en su eje Norte-Sur y
5,80 m en su eje Este-Oeste, de forma ovalada, de unos 18 m1 de espacio habitable en su interior,
situada en la parte más elevada y de menor pendiente de la plataforma caliza.
El ambleote 2 es un recinto o departamento de planta rectangular, que se ubica al sur del
ambiente 1, y fue planificado a partir del primero. Desconocemos si estaba totalmente cerrado,
aunque lo suponemos abierto por su lado oriental. El tamaño del ambiente 2, establecido a partir
de los tramos de muros conservados, es de unos 72 m1• Ambos ambientes estaban comunicados
por un vano de acceso situado en la parte sudoccidental del ambiente l .
En cuanto a las condiciones de habitabilidad, hemos de indicar que los muros que constituyen ambos ambientes se adaptan perfectamente a las curvas de nivel y que determinadas grietas
de la roca madre y algunos tramos de la superficie -especialmente en aquellos en los que el levantamiento de los muros tuvo que superar huecos y desniveles importantes- fueron salvados y regularizados mediante la creación de pavimentos y de paquetes de nivelación.
Al mismo tiempo, mientras en el ambiente 1 no existen calzas de poste -lo que indica que la
techumbre era plana o ligeramente inclinada a favor de la pendiente-, en el ambiente 2 se ha
documentado una calza cercana al muro meridional y aproximadamente en la zona media de su
trazado. De ello deducimos que probablemente la zona techada en el ambiente 2 era la que se
situaba en la parte occidental, basta la altura de la calza de poste, donde se sostendría un tronco
apoyado sobre los muros que a su vez sustentaría largueros dispuestos transversalmente a éste.
También en el ambiente 2 se construyó un pequeño banco semicircular, adosado al muro cercano
al vano de acceso al ambiente l.
Esta primera fase de ocupación en el asentamiento concluye a causa de un incendio que
supuso el derrumbe de la techumbre y de los muros. En el momento del incendio en el ambiente
1 existía un importante conjunto de productos cerámicos de diferentes tamaños, algunos de ellos
de gran capacidad, que en buena parte fueron recuperados en la excavación de José María Soler;
varias pesas de telar ovaladas con 4 perforaciones; un hacha de roca ígnea de pequeño tamaño y
un fragmento de moledera.
Por el contrario, en el ambiente 2, a excepción de algunos fragmentos de vasos cerámicos
erosionados, restos de fauna y bloques de roca ígnea en las zonas más próximas al muro meridional, no hay evidencia de haberse realizado actividades. Es posible que se trate de un espacio
para almacenar diversas materias primas o guardar el ganado.
Una vez arrasado el asentamiento, éste fue ocupado de nuevo, iniciándose una segunda fase
constructiva pobremente documentada debido al importante grado de erosión que presenta.
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CAMPESINADO E HISTORIA
Únicamente se conservan dos muros, sin que podamos definir ningún tipo de ambiente o departamento. Uno de ellos está levantado sobre el derrumbe del ambiente 2 y el otro sobre los
derrumbes del ambiente l .
En cuanto a la cronología del asentamiento, la ausencia de las fonnas características de la
fase arqueológica conocida como Bronce Tardío nos indujo a señalar su anterioridad a ese
momento (Jover y López, 1997). La fecha proporcionada por el análisis de C 14 de un fragmento
de carbón procedente, con toda probabilidad, de la techumbre del ambiente 1, ha venido a respaldar esa suposición, situando la fase más antigua del yacimiento en tomo al 3520 ± 60 BP.
BARRANCO TUERTO
Villena, Alicante 1995
Plant8 gene111l de estructuras
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l'lpra !5.- Planta general de estruduns de Barranco 'fuerto (Vlllena, Alicante).
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YlldmJento
Barranco
Tuerto
Ambiente
U.E.
Laboratorio
Fecha conv.
1
3002
Beta- 122342
3520+60 BP
Fecha cal BC l o Fecha cal BC 2a
1 10- 1750
9
1975- 1685
De acuerdo con todos los datos obtenidos, Barranco Tuerto puede considerarse una pequeña
unidad de asentamiento integrada por una unidad habitacional de planta oval -en la que se ha
documentado un área de consumo y de producción textil- a la que se le adosaba un redil o porche
techado. Su ocupación se prolongó durante gran parte de la primera mitad del n milenio BC,
siendo nuevamente ocupado después de ser destruido por un incendio.
Ahora bien, su emplazamiento en altura y la similitud en cuanto a tamaño, disposición y visibilidad respecto de otras unidades de asentamiento de la cuenca del Vinalopó -Puntal del Ginebre
(Lám. 5), Peftón de la Moneda, Sierra del Collado l y Peñón Grande 1-, permiten plantearnos
algunas posibles hipótesis respecto a la funcionalidad probable de esta clase de asentamientos.
Uno de los aspectos más repetidos y señalados en la bibliografía generada sobre estas poblaciones del Levante peninsular es la que se refiere al carácter agrícola de las unidades de asentamiento. Se ha indicado numerosas veces lo recurrente de la presencia de elementos de hoz y de
instrumentos de molienda en todos los asentamientos de la Edad del Bronce, lo que permitía
inferir una dedicación de fonna continuada a actividades agropecuarias (Enguix. 1975; Martí,
1983, Gii-MascareU, 1992).
Sin embargo, la hipótesis de que los habitantes de Barranco Tuerto y de otros asentamientos
de similares característica-. se dedicaran a labores agrícola-. es poco (por no decir que nada)
viable. Las pruebas que en nuestra opinión permiten refutar esta posibilidad son varias. En primer
lugar se ha de ponderar la inexistencia de dientes de hoz de sOex: mientras que en todos los asentamientos ubicados en los cerros del corredor -Terlinques, Polovar, Cabezos de Penal va, Cabezos
de Valera, etc.- se han hallado elementos de hoz. una vez que Barranco Tuerto ha sido excavado
en su totalidad, no se ha registrado en él ninguna evidencia de los mismos, aunque sf de restos de
taiJa. Por el momento, es una característica que podemos hacer extensible a los demás asentamientos emplazados en altura.
Por otra parte, en Barranco Tuerto se han registrado áreas de producción y de consumo, pero
no existen evidencias de áreas de almacenamiento para productos de larga duración, o de estructuras o recipientes que puedan relacionarse con éstas, siendo además los vasos cerámicos más
numerosos los de mediana-pequeña capacidad, dominando ampliamente las fonnas semiesféricas
de pequeño tamaño.
La ausencia de áreas de almacenamiento de cereales y de instrumentos relacionados con la
recolección de los mismos son pruebas directas que creemos permiten refutar la hipótesis de las
labores agrícolas como actividades dominantes en el poblado.
Contemplando, pues, otras alternativas podríamos pensar en una funcionalidad relacionada
con la ganadería. Sin embargo, en ese caso deberíamos resolver otra serie de evidentes contradicciones: en primer lugar, el único espacio que podría haber sido utilizado como redil es de
reducidas dimensiones, incapaz a todas luces de albergar una cantidad siquiera mediana de
cabezas de ganado; más bien al contrario, los escasos restos de fauna registrados nos hablan probablemente de un escasfsimo consumo de carne -casi exclusivamente de extremidades de ovicá-
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pridos y suidos- y una más que probable reducida cabaña ganadera; finalmente tampoco la zona
montañosa donde se ubican, tanto Barranto Tuerto como el resto de asentamientos en altura mencionados anteriormente, es precisamente la más adecuada para pasturar rebaños importantes. De
este modo, considerar que la funcionalidad del asentamiento que nos ocupa pudo estar relacionada de forma predominante con la cría de ganado, se nos antoja muy poco viable.
Dadas esas condiciones topográficas del entorno más inmecliato, cabría la posibiJjdad de que
fuesen asentamientos dedicados a labores cinegéticas. Sin embargo, entre los restos de fauna localizados en el asentamiento no se han registrado evidencias de especies salvajes, ni siquiera de conejos
o liebres, lo que consideramos suficientemente significativo como para descartarlos como cazaderos.
Finalmente, podría tratarse de un asentamiento dedicado a la recolección de frutos silvestres en
detenninadas estaciones del afio o a la explotación de algún otro recurso natural de tipo estacional.
Sin embargo, si así fuera, deberíamos explicar por qué todos los emplazamientos , ue responden a
q
las características de Barranco Tuerto se ubican en puntos cuidadosamente elegidos por su encumbramiento, diffcil acceso y muy amplia visibilidad y que su disposición sobre la cubeta de Villena
no sea aleatoria, sino debidamente estudiada y ordenada sobre el espacio (Jover y López, 1997).
Por todo ello, la lÍnica hipótesis que nos parece viable, al menos por el momento, es la que
considera que se trata de asentamientos dedicados fundamentalmente en origen a labores de control del territorio y vigilancia. Efectivamente, su emplazamiento en altura en puntos de dificil
acceso, con una muy amplia visibilidad, alejados de Jos recursos hídricos y de tienas susceptibles
de ser puestas en cultivo o utilizadas como pastos; la presencia en la unidad habitacional de un área
de consumo de hidratos de carbono y de carne -especialmente de extremidades de ovicápridos- así
como la ausencia de elementos de hoz y de áreas de almacenamiento, son las pruebas que nos permiten deducir que, al margen de las actividades más inmecliatamente relacionadas con la subsistencia -el vestido, el cuidado de un pequeño rebaño que proporcione algo de carne (y sobre todo
leche) y la molturación del cereal (no recolectado por ellos) para el consumo diario- su función
fundamental fue la vigilancia del territorio del que era propietaria la comunidad humana de la que
formaban parte los individuos instalados en Barranco Tuerto -tal vez no más de 4 personas-.
Esta hipótesis explicaría también la peculiar distribución de este tipo de asentamientos sobre
el territorio. En efecto, si observamos su posición sobre la cuenca del Vinalopó, observamos
cómo todos ellos se disponen en relieves montañosos periféricos del corredor, con una cuenca
visual muy amplia, -con frecuencia cubriendo más de una cubeta geográfica- equidistantes unos
de otros y creando una red visual sin dejar zonas oscuras.
Sin embargo, de estas consideraciones no creemos que deba suponerse que se trate de asentamientos con un marcado carácter coercitivo con respecto a las comunidades vecinas. Es posible
que se tratara de enclaves estratégicos que no era necesario ocupar de forma continuada, sino
solamente en momentos en que era especialmente interesante o necesario para la comunidad controlar quién accedía a los territorios de producción de los que eran propietarios.
En suma estamos ante asentamientos cuya razón de existir no estuvo relacionada con el desarrollo de actividades de carácter agropecuario o cinegético, sino en la prestación de un servicio de
vigilancia y control del territorio explotado por la comunidad, tal y como la evaluación de las
pruebas empíricas permite deducir y que no vienen mas que a corroborar de modo firme lo que ya
J. M. Soler Garcfa intuyera y anunciara tras su primera exploración del yacimiento (1986: 389).
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CONCLUSIONES. ALGUNOS APUNTES SOBRE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS
EN ESTUDIO
De acuerdo con los datos proporcionados por el análisis del patrón de asentamiento junto a
los resultados de la excavación de Barranco Tuerto creemos que deben quedar planteadas varias
cuestiones que consideramos importantes:
En primer lugar, teniendo presente el conjunto de asentamientos del curso del Vinalopó, se
ha de señalar que no existe ningún asentamiento que destaque sobre el resto en función de su
extensión superficial ni de su posición sobre el territorio, ni tampoco por su proximidad a determinados recursos naturales. La posibilidad de considerar que el territorio en estudio es de
pequeñas dimensiones -unos 1800 km2 - y por tanto que pueda existir un asentamiento de dimensiones mayores en otro lugar próximo también se ha tenido en cuenta. Se ha evaluado toda la
información existente con respecto a las unidades de asentamiento documentadas basta la fecha
en un territorio alrededor del Corredor del Vinalopó cercano a los 6.000 km1 de superficie. En
concreto, todo el territorio que supone la actual provincia de Alicante -sin tener en cuenta los
asentamientos argáricos de la Vega Baja-Camp d'Elx y Camp d' Alacant (Jover y López. 1997;
Rubio, 1987; Jover el alii, 1989; Pascual, 1990; Garcfa, 1994; Cerdá, 1994), Yecla, Caudete
(Pérez Amorós, 1997), Corredor de Almansa (Simón, 1987; Hemández y Simón, 1990;
Hemández el alii, 1994) así como las zonas meridionales de la Provincia de Valencia (Aparicio,
1977; Aparicio et alii, 1983; Ribera y Beneyto, 1994; Bemabeu el alii, 1995). Por tanto, estamos
considerando un número de asentamientos superior a los 250, cuyas dimensiones son en todos
los casos, atendiendo a la información publicada, similares a las documentadas para los yacimientos situados en la cubeta de Vtllena. pudiéndose incluso, en nuestra opinión, establecer las
mismas categorías y distribución sobre el territorio. La existencia de algunos asentamientos Ca~o del Navarro (Onteniente) o La Atalaya (Caudete)- para los que se señalan unas dimensiones en tomo a las 0,4 Ha. (algo superiores a las observadas en los yacimientos más grandes
del Corredor de Vtllena) no indica ninguna excepcionalidad respecto del resto de yacimientos.
Por tanto, el patrón de asentamiento establecido para la cubeta de Villena parece repetirse en
buena parte de las zonas señaladas.
En segundo lugar, estamos ante las primeras comunidades humanas implantadas en la zona
cuyos lugares de residencia son en todos los casos construcciones estables, edificadas a base de
muros de mampostería tomada en seco o con margas arcillosas y enlucidos para conseguir un
mayor grado de impermeabilidad y sobre todo de duración. Se trata de un cambio de considerable
trascendencia por cuanto se edifica por primera vez lugares de residencia y de actividad estables
y fijados en un lugar concreto del territorio en el que se vive, buscando disponer de mejores condiciones de habitabilidad, concebido para no tener que cambiar de emplazamiento y disponer en
tomo al mismo de campos de cultivo. De ello se deduce que estamos ante grupos humanos que
no solamente se apropian de los recursos que les ofrece el medio natural, sino que son propietarios objetivos del medio que transforman para cubrir sus necesidades de mantenimiento y reproducción.
Estamos, pues, estudiando una sociedad de comunidades campesinas de base cerealista,
caracterizada por la implantación de unidades estables de poblamiento de pequeño tamaño, asentadas alrededor de lagunas y humedales interiores, integradas a lo sumo por grupos de 30-60 personas, posiblemente de carácter familiar extenso, con pocas posibilidades de crecimiento. Este
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•
25 1
Yecimieullos del Grupo 1(m6a de 0,1 He de utlnaión)
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Yecimieutos del On~po • (enc::urnlados con rMnOS de O,o3 He de emnsl6n)
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y de los yJidmJeoto. y sus mmsloaes actuales ftladvaa.
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modo de vida campesino evitarla "... /a especialización de sus espacios naturales y de sus actividades productivas" (Toledo, 1993: 209-210) combinando una agricultura extensiva de secano y
la cría de ganado con prácticas complementarias como caza, pesca. recolección y artesanía, especialmente la relacionada con la vestimenta. en una tendencia hacia la autosuficiencia y autoabastecimiento. Como ya se ha apuntado, estaríamos ante un "mecanismo de reducción de riesgos"
(Gutiérrez, 1995) en el que el aprovechamiento de los espacios naturales con una amplia diversidad biológica aseguraría el mantenimiento y reproducción del grupo en momentos de escasez
o de peligro. Del mismo modo, los mecanismos de reciprocidad entre linajes o familias funcionarían habitualmente como forma de evitar los riesgos de déficit en la producción agrícola.
La perfecta distribución de los asentamientos sobre el territorio no debe, sin embargo, entenderse exclusivamente en función del establecimiento de un sistema de producción equilibrado
que rentabilice al máximo la gestión de los diversos recursos que el medio natural les ofrece, sino
también en relación con su sistema de reproducción y producción social. La ubicación equidistante de los enclaves mayores y la distribución en tomo suyo de los más pequeños evidencia también un expreso interés en ocupar "ordenadamente" el espacio de la comunidad. En este "orden"
equilibrado subyace la necesidad de control efectivo de un amplio territorio, que no se limita al
explotado de manera individual por cada asentamiento. La presencia de asentamientos en altura
en los relieves periféricos que delimitan la cubeta debe ser interpretado como un elemento que
contribuye a asegurar el territorio -y por ende, todos sus recursos potenciales- del que es propietaria la totalidad social.
Evidentemente todas estas unidades de asentamiento son la expresión directa del lugar de
residencia y de producción donde se llevarían a cabo toda una serie de prácticas sociales
impuestas en el seno de una sociedad para la que todavía es necesario fijar sus límites espaciales.
Estas comunidades familiares funcionarían de modo autosuficiente practicando en buena medida
el autoabastecimiento, con la excepción de la obtención de determinados recursos naturales muy
concretos, existentes en el territorio pero en puntos muy localizados, como rocas ígneas o similares, para los que necesariamente estarían fijados unos sistemas de distribución poco complejos.
Sin embargo, la necesidad de adquirir determinadas materias primas o productos como el
metal, marfil, nódulos sillimanfticos, etc, para asegurar la producción y reproducción de la
entidad social en los mismos términos -no se ha de olvidar que una parte de los instrumentos de
trabajo son de metal y de rocas metamórficas, asf como los artefactos de reproducción ideológica
son de metal y de marfil principalmente- y el hecho de que su adquisición tuvo que suponer el
establecimiento de unos sistemas de intercambio con otra sociedad -corno, por ejemplo, la argárica- permite deducir que estas comunidades tendrían que generar un plusproducto que asegurase
la posibidad de adquirir la materia prima -o productos ya manufacturados- a los centros nucleares más septentrionales del grupo argárico, donde existen vetas cúpricas, auríferas y argentíferas. Ello supone no solamente la explotación de esta sociedad por parte de la argárica en el sentido de apropiación de la plusvalfa, sino también la generación de dependencia de la primera respecto de la segunda.
Por ello, aunque de modo aparente las comunidades campesinas que ocuparon el Vinalopó
funcionasen como un ente social de carácter igualitario de tipo tribal (Vargas, 1990; Sarmiento,
1992), en esencia no lo eran, al series sustraída por otra sociedad -la argárica- una parte de su
producción. En ese sentido, los cambios de base estructural que se produjeran en el grupo argárico, identificado como una sociedad de clases (Arteaga. 1992; Lull y Riscb, 1995) repercutirían
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necesariamente en éste. De ese modo creemos que se puede explicar mejor el proceso histórico
de estas comunidades hasta el Bronce Tardfo, momento en el que se produjeron cambios significativos en las relaciones sociales de producción. La consecuencia inmediata tuvo su reflejo en
cambios en el patrón de asentamiento y en la organización del territorio: la población diseminada
en el Vinalopó se concentró en unos pocos asentamientos y el Cabezo Redondo pasó a ser el
centro socio-político de una nueva entidad social.
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Lámina l.- Cabezo de Penalva. En segund o término los Cabezos de la
Virgen 1 y 2.
Lámina 2.- Cabezo de Terlinqucs.
Lámina 3.- Cabezo de Valera 2.
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CAMPESL
NADO E HJSTORL
A
Lámina 4.- Barra nco Therto.
Lámina 5.- Puntal del Ginebre (Petrer ).
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. x:xrn (Valencia. 1999)
Feo. JAVIER JovER MAEsTRE* Y JuAN A. LóPEZ PADILLA**
CAMPESINADO E HISTORIA. CONSIDERACIONES SOBRE
LAS COMUNIDADES AGROPECUARIAS DE LA EDAD DEL BRONCE
EN EL CORREDOR DEL VINALOPÓ
INTRODUCCIÓN
Las reflexiones que aquí vamos a exponer se enmarcan dentro del desarrollo de un proyecto
de investigación iniciado hace ya un quinquenio y que tiene como objetivo el análisis histórico
de las sociedades de la Edad del Bronce en las comarcas del Pre~tico meridional valenciano. La
temática de la que nos ocupamos en este proyecto se inscribe en el seno de una problemática
general que se viene planteando en el campo de las ciencias sociales -y por extensión en la arqueología- como es el de la explicación y desarrollo de las primeras sociedades clasistas (Bate,
1984). Esta misma problemática ha sido tratada en diversas investigaciones que se vienen desarrollando especialmente en el sur de la Peníns ula Ibérica y que han centrado su atención en la formulación de diversas hipótesis de tipo identificatorio donde se ha propuesto el surgimiento de
sociedades clasistas prístinas (Lull y Estévez, 1986; Nocete, 1989; Arteaga, 1992; Lull y Risch,
1995). Desde nuestro planteamiento, se ha considerado necesario profundizar más en aspectos
relacionados con los aspectos culturales -fenomenología material-, establecimiento del modo de
trabajo dominante, modo de vida y formación social, siguiendo las propuestas teóricas de la
Arqueología Social Latinoamericana.
Una vez establecidos los objetivos, el trabajo con el que se iba a generar una base empírica
suficiente como para contrastar las hipótesis planteadas, se desarrolló en varias etapas de forma
sucesiva y con carácter complementario. En primer lugar, fue necesario documentar y realizar
una labor crítica de la información generada hasta ese momento en las comarcas citadas. Para ello
-con el apoyo de diversas ayudas a La investigación del Instituto de C ultura Juan Gil-Albert de
• Átu de Prehistoria. Universidad de Alicante.
•• Museo Arqueológico Provínc:ial de Alicante.
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234
FCO. JAVIER JOVER MAESTRE Y JUAN A. LÓPEZ PADILLA
Alicante- se realizó una labor que implicaba tanto la recopilación bibliográfica exhaustiva como
el estudio de todos los fondos materiales depositados en un amplio número de museos y colecciones museográficas. De todo ello se han publicado ya algunos resultados (Jover et alii, 1989;
López et alii, 1991 ; Jover y Segura. 1995; Jover y López. 1995; Segura y Jover, 1997).
Una vez realizada esta labor, bastante fértil teniendo en cuenta el elevado número de museos,
colecciones museográ.ficas visitados y corpus bibliográfico recopilado, se consideró necesario
desarrollar una labor de prospección intensiva que dadas las dimensiones del tenitorio en estudio,
debía centrarse en una pequeña cubeta que no superara los 400 km2 • La información previa disponible de la Cubeta de Villena motivó que centráramos la actuación en esta zona. Durante tres
años se realizaron prospecciones dirigidas, fundamentalmente, a la documentación de asentamientos adscribibles a la Edad del Bronce. Algunos de los resultados obtenidos también han sido
publicados (Jover, López y López, 1995; Jover y López, 1997).
Los datos obtenidos a raíz de las prospecciones emprendidas así como de los estudios posteriores -especialmente los obtenidos como fruto de la aplicación de diversas técnicas de arqueología espacial- fueron la base para iniciar una tercera fase de actuación que tenía como objetivo
la excavación de dos unidades de asentamiento claramente diferenciadas pero implantadas en el
mismo espacio geográfico. Por el momento se ha excavado uno de ellos -Barranco Tuerto- mientras que en el otro -Terlinques- se ha concluido ya la segunda campaña de excavaciones.
A continuación se va a exponer de forma detallada el análisis de la información generada,
tanto referida al análisis del patrón de asentamiento, como de la excavación efectuada en uno de
los asentamientos, para finalizar nuestra exposición con algunas valoraciones sobre las comunidades agrícolas en estudio.
LA INFORMACIÓN DEL TEilRITORIO: ALGUNAS PREMISAS
Los análisis tenitoriales constituyen una de las unidades básicas de observación. Los resultados que aquí presentamos deben considerarse como una aportación preliminar de carácter teórico-descriptivo que tiene como punto de partida diversas consideraciones desprendidas de la
aplicación de técnicas de análisis espacial y de datos del mismo registro material.
Sin embargo, con anterioridad a cualquier presentación de las técnicas empleadas para la
obtención de datos o los elementos de análisis manejados en la caracterización del patrón de
asentamiento, es necesario dejar claras una serie de premisas de considerable relevancia en el
desarrollo de este trabajo. La primera de ellas se refiere a la calidad de la información disponible.
Por un lado, podemos afirmar que el cauce del Vtnalopó, con una cuenca superior a los l .700 km 2
ha sido intensamente prospectado. No obstante, sólo ha sido prospectada sistemáticamente,
durante tres años, la zona de Villena (Jover, López y López, 1995) y la cabecera del Vmalopó
(Esquembre, 1997). En el Valle de Elda y de Novelda, en cambio, las prospecciones bao sido más
bien intensivas y realizadas por muchas personas de las que sólo una mínima parte eran arqueólogos con una intencionalidad clara de producir información sistematizada (Segura y Jover,
1997). A pesar de ello, podemos afumar que existe un buen nivel de conocimiento del territorio
- al menos en lo que respecta al censo y localización de yacimientos-. En relación con esta reflexión, debemos incidir en el hecho de que muy pocos de los enclaves habitados durante la Edad
del Bronce fueron ocupados con posterioridad en otros momentos históricos, con la excepción de
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algunos asentamientos de época Ibérica -El Monastil (Eida), Cabezo de la Virgen 1 (VLIIena)- y
medieval -Castell de Petrer (Petrer), Castell de Biar (Biar) y Castillo de la Mola (Novelda)-. El
problema con buena parte de éstos radica en que prácticamente han sido arrasados en su totalidad,
no pudiendo determinarse ni su extensión ni sus características, conociéndose su existencia por
la presencia de escasos restos materiales. De un total de 74 asentamientos en la cuenca Media y
Alta del Vmalopó, t1n.icamente se ha dado esta superposición ocupacional en 5, en función de las
características específicas de estos emplazamientos. Ello viene a significar que el emplazamiento
de los lugares de residencia no se ha establecido a lo largo de la historia bajo similares premisas,
aunque sí la puesta en explotación de las mejores tierras, que no son otras que los fondos cuaternarios más próximos al cauce del río Vinalopó.
Por otro lado, a pesar de haberse excavado varios asentamientos tanto del Vinalopó como de
las zonas colindantes, las escasas publicaciones y propuestas no permiten disponer de una peri<>dización con garantías o, al menos, lo suficientemente contrastada con el registro. Si admitiésemos
sin crítica la periodización más seguida por el conjunto de los investigadores, tendríamos que considerar la división tripartita tan recurrida de un Bronce antiguo, un Bronce medio y un Bronce
tardío-final (Gii-Mascarell y Enguix, 1986). Sin embargo, en estos momentos todavía no es
posible establecer ninguna diferenciación en el ámbito del registro material entre lo que tradici<>nalmente se viene considerando como Bronce antiguo y Bronce medio. Diferenciación que sí se
está en condiciones de considerar entre estas fases y el Bronce tardío, en función de las distintas
excavaciones realizadas en los yacimientos de La Homa (Aspe) (Hemández. 1994), Peña de Sax
(Sax) (Hemández, 1991 ), Cabezo Redondo (Vtllena) (Hemández. 1997) y Tabai~ (Aspe) (Molina.
1995; Hemández, c.p.). Los cambios que se pueden señalar entre el Bronce antiguo-medio y el
Bronce tardío no sólo se limitan a variaciones en la vajilla y ajuares domésticos, sino que también
se documentan acusadas modificaciones en el tamaño de las unidades habitacionales y en la
estructuración e implantación de las unidades de asentamiento sobre el territorio (Hemández y
López. 1992; Jover y Segura, 1993; Jover et alii, 1995; Segura y Jover, 1997; Hemández. 1997).
Por lo tanto, el presente trabajo ha sido afrontado considerando que se dispone de una base
de reconocimiento y prospección del territorio suficiente y que en el análisis del poblamiento se
ha de partir del hecho de que entre aproximadamente el 1900 hasta el 1100 BC (2400-1300 cal
BC) únicamente puede establecerse dos fases arqueológicas significativas:
1.- una fase que comprendería desde el 1900 hasta el 1400/1350 BC (2300 - 1600/1550 cal BC)
aproximadamente, donde se incluirían todos aquellos yacimientos -conocidos a través de informaciones de origen muy dispar (prospección superficial, excavaciones antiguas, expoliaciones)- y que
no presentan en su registro material vasos cerámicos tipificados como del Bronce tardío.
2.- una segunda fase que se desarrollaría -siguiendo a F. Molina (1978) y Gil-Mascaren
(1981 )- desde aproximadamente el 1400/1350 hasta el 1100 BC ( 1550 a 1300/1250 cal BC),
equivalente al Bronce tardío y en el que se incluirían aquellos yacimientos con cerámicas adscritas a esta fase.
LA CUBETA DE VILLENA COMO EJEMPLO DE ANÁLISIS
El corredor conocido como valle del Vioalopó constituye una unidad fisiográfica con rasgos
físicos singulares, situado en una zona de transición entre la tectónica del Dominio Ibérico y
Bético, partícipe en gran medida de la zona del Prebético Meridional valenciano (Fig. 1).
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Flgun 1.- J.«allucfóo del Corredor del VIDalop6.
A grandes rasgos, se trata de una línea de fractura que con dirección NO-SE corta las alineaciones montañosas béticas orientadas en dirección SO-NE, cuyas máximas elevaciones no
superan los 1.200 m oscilando la cota media sobre los 600 m s/n/m. La presencia del río Vmalopó
se debe precisamente a la configuración de esta línea de fractura, estructurada a base de diferentes
cubetas (Novelda, Elda, Vlllena) separadas por umbrales montañosos que, sin embargo, no llegan
nunca a interrumpir significativamente el cauce del río. Éste, con una cuenca de unos 1.700 k:m1
tiene su origen en el Racó de Bodf, en la Sierra de Marlota, presentando un flujo bastante difuso
tanto en su cabecera como en su desembocadura. Las escasas pendientes del fondo de la fosa por
la que discurre el río, unido a las afloraciones del KeUper, han favorecido la demarcación de espa-236-
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cios endorreicos y de avenamiento irregular, al menos e.n las cubetas más septentrionales donde,
fósiles o atln activas, hallamos un buen número de las mismas.
Hasta hace no mucho, por consiguiente, la geografía de la cubeta de Vtllena se caracterizó
por la abundancia de áreas endorreicas, de avenamiento irregular, en las que se acumulaba el agua
procedente de las precipitaciones de carácter torrencial que descargan sobre las sierras que
enmarcan la cubeta. Estas precipitaciones determinan la creación de algunas ramblas que en ocasiones han llegado a transportar caudales realmente apreciables, como la Rambla de la Boquera
o la Rambla del Angosto. Como se ha señalado en más de una ocasión (Matarredona, 1983; Bru,
1987), los humedales de Villena no están constituidos sólo por la gran laguna que se extendía
entre el paraje de Los Cabezos y el sistema formado por la Sierra de la Virgen y El Castellar, sino
que comprendía todo un conjunto de áreas encharcadas, comunicadas entre sí, cuya singularidad
ha quedado, al menos, recogida en la toponimia. Así, además de la laguna antes mencionada,
existió, al norte de la misma, otra más pequeña Llamada La Lagunilla, y al oeste del Cabezo del
Padre o del Molinico otra pequeña zona encharcada denominada El Balsón; al sur, alimentado
principalmente por la Rambla de la Boquera, hallamos el Hondo de Carboneras, con una superficie de cerca de 2,5 km2 de arcillas margosas, y más hacia el oeste los parajes de La Macolla, La
Rajal, Prados del Lancero y las Huertas del Carrizal, topónimos todos ellos que denotan la presencia de zonas de drenaje impreciso y embalsamiento natural de las aguas.
Frente a la acidez del paisaje actual, resuJta difícil hacerse una idea aproximada de la riqueza
bio-ecológica que tuvo esta zona hasta hace relativamente muy poco tiempo, y de lo realmente
profundo que ha resultado el impacto medioambiental generado por las actividades antrópicas en
los últimos siglos. La riqueza potencial en recursos biológicos y ecológicos de los espacios
encharcados se halla definitivamente perdida en la actualidad, y difícilmente puede hoy día reflejarse la importancia que su aprovechamiento ha tenido a lo largo de la historia en estas comarcas.
Las proposiciones observacionales que se pueden inferir del poblamiento en la cubeta de
Villena se han extraído, fundamentalmente, del estudio de un territorio superior a los 304 k:m1 que
ha sido prospectado de forma sistemática. Los datos útiles se han inferido de la aplicación de dos
técnicas de análisis espacial de base teórica: el establecimiento de los polígonos de Thiessen y el
aná]jsis del vecino más próximo, corregido en su aplicación hasta con el tercer vecino y con
diversas pruebas de significancia (Sbenoao, 1992).
La aplicación del análisis del vecino más próximo se ha considerado la técnica de carácter
teórico más apropiada para observar la concentración-dispersión del poblamiento -poblamiento
agrupado, uniforme o aleatorio-, mientras que para realizar apreciaciones sobre el territorio controlable por cada asentamiento se han trazado los polígonos de Thiessen (Hodder y Orton, 1990).
El análisis teórico descriptivo debe basarse en la caracterización de la distribución de la
muestra. En un territorio de 304 km2 se han documentado para la fase del 1900-1350 BC (2300 160011550 cal BC) un total de 21 asentamientos, ampliamente distribuidos (Fig. 2). De la aplicación de técnicas de distancia lineal, como la del vecino más pr6ximo se infiere un patrón de distribución disperso, de carácter agrupado (R=0,7821) que se mantiene aun aplicando un factor
corrector mayor, como es la distancia hasta el tercer vecino más próximo. Por tanto, existe una
cierta tendencia a la dispersión agrupada más que a la concentración en la zona geográfica tratada.
La explicación de esta tendencia puede abordarse contemplando distintas posibilidades. En
primer Jugar, la dispersión podría ser debida a que en todo el nicho ecológico existieran recursos
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naturales que pennitiesen la reproducción del ciclo económico completo en paridad de rendimientos netos totales entre los distintos agrupamientos poblacionales, posibilitando una cierta
autosuficiencia; por otro lado, también se podría considerar la existencia de un cierto sistema de
reciprocidad entre asentamientos que permitiera compensar los posibles déficits debidos a la
heterogeneidad del medio físico y a los consiguientes desequilibrios en cuanto a la disponibilidad
de recursos naturales o que, por último, existiese una división espacio-territorial del trabajo, con
una alta complejidad social que hiciera posible una estructuración organizada sobre el territorio
y una especialización laboral y productiva.
Estas apreciaciones iniciales de carácter general se pueden complementar con diversas consideraciones sobre las relaciones teóricas de los asentamientos con el espacio físico donde se
ubican, incidiendo en el territorio controlable por cada uno de elJos. Este aspecto puede ser observado cuantitativamente a través del análisis de los poUgonos de Thiessen.
La lectura que puede realizarse en relación con su distribución general muestra claras desigualdades en lo que se refiere al territorio controlable por cada uno de los asentamientos, observándose cómo algunos de los de mayor tamaño disponen de territorios muy reducidos o, al contrario, asentamientos de muy reducidas dimensiones parecen gozar de amplios territorios, con
buenas condiciones edáficas y recursos bídricos (Fig. 3).
Esta observación, sin embargo, aunque constituye una evidencia fácilmente perceptible es
incompleta en cuanto que un análisis teórico general supone otorgar el mismo valor y peso económico-poblacional a núcleos de muy diverso tamaño y ubicación en el territorio. En este sentido, para una lectura más correcta es necesario ponderar este aspecto y completar esta primera
visión general. Pero, dado el carácter de la información disponible, la única variable que podemos
contemplar es la valoración de la extensión superficial de los asentamientos, asumiendo la premisa de que existe una relación directa entre ésta y la importancia económica, poblacional y espacial de los mismos. Aunque somos conscientes de las limitaciones que impone esta variable en
su cuantificación -dados los posibles cambios relativos al aumento o disminución del tamaño de
los asentamientos a lo largo del tiempo, que no pueden ser fijados sin disponer de excavacionestambién es evidente que en la actualidad resulta la única viable para abordar este análisis.
De acuerdo, pues, con esta variable, hemos podido distinguir dos grupos:
1.- aquellos con una extensión entre 0,1 ba y 0,3 ha con una posible prolon,gada ocupación
entre aproximadamente 1.900 y 1.350 BC (2300- 1600/1550 cal BC).
2.- Asentamientos de reducidas dimensiones, inferiores a 0,1 ha. que probablemente hayan
tenido una ocupación más corta dentro de este mismo espacio cronológico.
Al establecer los poUgonos de Thiessen relacionando solamente los 7 asentamientos de
mayor tamaño -más de O, 1 ha- se obtiene una lectura que difiere sensiblemente de la anterior
(Fig. 4):
a) En primer lugar, todos los asentamientos ocupan cerros o estribaciones montañosas dispuestas a ambos lados de la banda triásica central. Ésta, que divide la cubeta de Villena en dos
zonas claramente delimitadas demarca, al mismo tiempo, varias zonas endorreicas, en cuya proximidad hallamos todos los yacimientos.
b) En la práctica, puede considerarse una equidistancia entre los asentamientos, oscilando
ésta entre los 5 y 7 km, con independencia de su ubicación en uno u otro lado de la banda triásica central. Su altura relativa sobre el territorio les proporciona. así mismo, una cuenca visual
similar, generándose una perfecta red visual entre elJos.
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Figura 4.- Polfgoaos de 'lbiesseo establecidos contemplando la variable dd ta.mafto de los aseotamleotos.
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e) La distribución de los polígonos de Thiessen muestra que las áreas de captación de cada
uno de ellos son similares y superiores a los 20 km1• Ello permite considerar que en un radio de
2,5 -3 km a su alrededor existe una amplia extensión de tierras susceptibles tanto de ser puestas
en explotación agrícola mediante un secano extensivo como de un aprovechamiento pastoril. Al
mismo tiempo, dentro de este radio, siempre se observa la presencia de recursos bídricos más
o menos constantes, bien sea por la presencia de áreas encharcadas o de ramblas de caudal
irregular.
d) Atendiendo a la clasificación del potencial uso agrícola de Jos suelos propuesta por E.
Matarredona ( 1983) para el Alto Vinalopó, se aprecia una cierta disparidad en relación con la presencia de suelos de mayor potencia edáfica dentro de las áreas de captación y territorios de explotación definidos para cada asentamiento. Así, por ejemplo, mientras que el Cabezo del Padre
cuenta con más de 8 k:m1 de suelos de buena calidad, el Cabezo de Valera 1 dispone de apenas 1
km1 de terreno de similares características. No obstante, si sumamos a éstas las tierras de menor
potencia edáfica y mayor pendiente -By C (Matarredona. 1983: 69)- todas ellas susceptibles de
uso agrícola, estas diferencias quedan un poco más atenuadas.
e) Sin embargo, existen algunos yacimientos alejados de las tierras con capacidad agrícola,
como el Peñón de la Moneda, Barranco Tuerto, Sierra del Collado 1 (Villena) o Peñón Grande 1
(Caudete) (Pérez Amoros, 1997: 123). En todos ellos se dan unas características comunes que les
diferencian del resto de asentamientos:
-Son de muy pequeño tamaño, inferior a Jos 300 m1•
-Se emplazan en altura, en lugares de dificil acceso, prácticamente emcumbrados en los
relieves periféricos de la cubeta que alcanzan las máximas cotas de altitud y altura relativa sobre
el Uano.
-Disponen de una visibilidad muy amplia, muy superior a los 60 km1, abarcando más de una
cubeta geográfica, condición de la que no gozan el resto.
-Están alejados de cursos de agua.
-No existen tierras susceptibles de explotación agrícola en el entorno inmediato ni en sus
proximidades.
De este modo, la disposición sobre el territorio de la totalidad de los asentamientos puede
interpretarse ahora de forma más completa al evaluar la distancia lineal existente entre los asentamientos de mayor tamaño. Los resultados de la aplicación del análisis del vecino más próximo
sobre los siete asentamientos más extensos muestran un patrón de distribución uniforme
(R= 1,4303), en tomo a los cuales se disponen los yacimientos más pequeHos. Por tanto, la caracterización del patrón de asentamiento a partir de la aplicación de diversas técnicas de carácter teórico nos permite evaluar que estamos ante un patrón de distribución agrupado en tomo a los asentamientos de mayor tamaño, que se implantan de modo uniforme en el territorio, guardando una
evidente equidistancia entre los mismos. Los ejemplos más claros de la proximidad entre asentamientos de pequeña extensión respecto a los de tamaño mayor podrían ser, por ejemplo, Cabezos
de Valera 2 y 1, Cabezo de la Vtrgen 1 y 2, Cabezos de la Torba 1 y 2 o Atalaya y los Cabezos
de Penalva 1 y 2 (Lám. 1).
GESTIÓN DEL ESPACIO
Como sucede en muchas otras cuencas del Prebético meridional valenciano, las primeras
sociedades productoras del Alto y Medio Vmalopó iniciaron la explotación de las áreas edáficas
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CAMPESINAOO E HISTORIA
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más ricas y con más alto rendimiento agócola, normalmente ubicadas en los fondos de los valles
y en el entorno de áreas eodorreicas. Este hecho, suficientemente contrastado en la cuenca del
Serpis (Bemabeu et a/ii, 1993), también explicaría la presencia de asentamientos como Casa de
Lara, La Macolla, Arenal de la Vugeo o Molí Roig en tomo a la zonas encharcadas de la cubeta
de Villena y valle de Biar, o Ledua (Novelda) y Terrazas del Pantano (Elda) a orillas del Vioalopó.
El alejamiento de los núcleos habitados de estas tierras de óptimo rendimiento agrícola en el
tránsito del m al n milenio BC no implicó, sin duda, su abandono por la puesta en explotación
de los terrenos menos húmedos y más pobres en nutrientes ubicados en el piedemonte. Esta suposición entraría inmediatamente en conflicto con las evidencias de un aumento demográfico, ya
señaladas (Martí, 1983) y de un mayor peso específico de la producción agropecuaria en la economía de los asentamjentos de inicios de la Edad del Bronce. Más bien hemos de pensar en un
aumento de la extensión de la tierra empleada en el cultivo de cereales y legumbres, coloruzaodo
nuevas tierras menos aptas con el objetivo de aumentar los rendimientos netos paralelamente al
aumento de la población. En algún caso se ha planteando la posibilidad de la introducción del
arado desde momentos indeterminados del mmilenio BC, e incluso del empleo del abono animal
en labores agrícolas, de manera que estos avances tecnológicos podrían ser el factor que permitiera la colonización de tierras menos adecuadas y de bajo rendimiento. Sin embargo, por el
momento no creemos que sea una problemática sencilla de resolver tal y como expuso M. GilMascarell ( 1992), ya que no se dispone de evidencias materiales que permitan contrastarlo.
En términos generales todo el territorio de la cubeta de ViUena es bastante homogéneo, disponiendo de tierras susceptibles de ser puestas en explotación, aunque en algunas de ellas los rendimientos sean mayores y su agotamiento sea más lento ante la mayor potencia edáfica y aporte
de nutrientes. También se dispone de abundantes recursos hídricos y de una amplia banda central
de arciJias triásicas empleadas tanto para la construcción como la producción de vasos cerámicos.
No existen filones cúpricos ni de otro tipo de minerales y quizás la única concentración significativa se reduzca a determinados recursos líticos -rocas silíceas, rocas ígneas, etc-, sobre los que
tampoco parece ejercerse ningún control ni explotación especializada.
Aunque la importancia de la agricultura y de la ganadería como base económica fundamental
de estas sociedades ya ha sido destacada (Martf, 1983; Gil-Mascarell, 1992}, todavía no se ha
propuesto un modelo de gestión de la producción agropecuaria, dentro de un espacio geográfico
concreto, para las sociedades de la Edad del Bronce en las tierras del Prebético meridional valenciano. Sin datos paleobotánicos, con deficientes e incompletas referencias acerca de las plantas
cultivadas y los modelos de gestión de la cabaña ganadera y sin referencias sobre la evolución
geológica de los suelos es muy difícil valorar de modo global la incidencia de la intensificación
en la producción agropecuaria y las repercusiones que a nivel social pudo ocasionar.
La explotación agrícola de las tierras que bordean las áreas lagunares y su entorno y las
amplias posibilidades que ofrecen para el aprovechamjento de recursos espontáneos -recolección,
caza, pesca, mantenimiento de la cabaña ganadera, etc.- deben ser, en nuestra opinión, elementos
que condicionaron la presencia de asentamientos estables en las zonas cercanas a los mismos. La
situación de estas áreas endorreicas, ubicadas en las cotas más bajas de la cubeta de Villena,
garantizaba por medio de las avenidas y desbordamientos que se ocasionarían durante la época
de lluvias, la presencia de los suelos de mayor potencia edáfica de toda el área, al tiempo que su
cercanía a los humedales permitirla unos óptimos rendimientos minimizando los riesgos en la
pérdida de cosechas.
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La importancia de estos aportes hfdricos, aunque puntuales, quedan expuestos en algunas
noticias de fines del siglo pasado en las que se da fe de las inundaciones producidas en la zona
de la antigua laguna y de la Lagunilla como consecuencia del desbordamiento de la Rambla del
Angosto (Matarredona, 1983: 78). En aquellos momentos, aproximadamente un siglo después de
su desecación, se alcanzaron casi los 3 m de profundidad y la zona encharcada se extendió por
un área de unos 10 km2•
Así mismo, no hemos de olvidar que las zonas lagunares, gracias a su diversidad biológica,
constituyeron en la antigüedad auténticas "despensas" para los grupos humanos que ocupaban su
entorno. Por los pocos datos disponibles podemos pensar en la realización de actividades predatorias como la caza de aves -avutardas, perdices, patos, fochas, etc-, reptiles -lagartos, tortugasY diversos mamíferos -ciervos, conejos, jabalíes, etc.- así como la pesca -barbos, percas- y la
recolección de huevos y fibras vegetales, tales como el esparto, el junco o lino natural. Tampoco
se puede olvidar que las áreas de matjal constituyen zonas c-an excelentes pastizales que pudieron
ser empleados en el mantenimiento de la cabaña ganadera -ovicaprinos, bóvidos, suidos-. El alto
contenido salino de estos pastos garantizaría además, un alto aprovechamiento de este forraje. En
suma, la explotación del potencial biológico generado en tomo a las zonas húmedas constituiría
un buen complemento de la dieta diaria y una excelente solución para paliar eventuales déficits
de producción provocados por la pérdida de las cosechas o por epidemias en la cabaña ganadera.
CARACTERIZACIÓN DEL PATRÓN DE ASENTAMIENTO
Los resultados del análisis presentado permiten reconocer a nivel territorial un patrón de
asentamiento entre 1900 y 1350 BC (2300 - 1600/1550 cal BC) caracterizado por la existencia
de 3 grupos de unidades de ocupación que se concreta en:
1.- Unidades de asentamiento de mayor tamaño -entre O 1 y 0,3 Ha-, ubicados en cerros o
,
crestas montañosas con una altura relativa sobre el llano inmediato entre 20 y 70 metros y diversa
cuenca visual. La disposición en el territorio de estas unidades de asentamiento es perfectamente
uniforme, casi equidistante entre ellas y ubicadas a ambos lados de la banda triásica que divide
la cubeta de Villena en dos y en relación tanto con los corredores transversales que permiten el
acceso a la misma, como próximas a los diversos humedales que caracterizan a la zona y a tierras susceptibles de ser puestas en explotación en un régimen de secano extensivo. Apenas contamos con datos acerca de la organización interna de estas unidades de asentamiento que, por el
momento, han de inferirse a partir de las escasas evidencias constructivas documentadas en
superficie. En principio, parece estar integrada por la unión de diversas unidades ocupacionales
o habitacionales, no documentándose evidencias de construcciones de carácter defensivo. El
carácter de estas unidades de asentamiento, inferido de los instrumentos de trabajo documentados
y de los restos paleocarpológicos y faunísticos registrados, permite considerar su condición agropecuaria. Se trataría de pequeñas comunidades agrícolas, probablemente de carácter familiar,
integradas por 30-60 personas cuya actividad subsistencia! estaría basada en la práctica de una
agricultura cerealista de secano -trigo y cebada, fundamentalmente- y una pequeña cabaña ganadera constituida por la trilogía propia de comunidades campesinas: ovicaprinos, cerdos y vacas.
La dieta alimenticia estaría complementada por la caza, pesca y la recolección. Cabezos de Valera
1, Cabezos de las Torbas 2, Terlinques (Lám. 2), Cabezo del Molinico, Cabezo de la Escoba y la
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Atalaya (Jover et a/ii, 1995; Pérez, 1997) son algunos de los asentamientos que podemos incluir
en esta clase.
2.- Unidades de asentamiento de pequeño tamaño -inferiores a 0,1 Ha- cuya única diferencia
con respecto al grupo anterior es su menor tamaño y su disposición agrupada en tomo a los anteriores. Se trataría también de asentamientos con una base económica de carácter agropecuario.
Es posible que su creación sea debida a la colonización de nuevas tierras ante un hipotético crecimiento demográfico en las unidades del grupo ya señalado. El número de personas que integrarían este tipo de unidades de asentamiento no superaría los 20. En otras cubetas del río
Vinalopó, como en la de Elda, es muy probable la colonización de tierras que no habían sido ocupadas hasta este momento por comunidades agropecuarias. Es el caso del conjunto de asentamientos dispuestos a los largo de la Rambla de Pu~a (Petrer) (Jover y Segura, 1995).
Asentamientos como Cabezos de VaJera 2 (Lám. 3), Cabezos de las Torbas 1, Polovar, Peñón de
los Mosquitos. Cabezos de Penalva ly 2 (Jover et a/ii, 1995), son algunos de los asentamientos
que responden a estas características.
3.- Un tercer grupo de asentamientos, mucho menos numeroso, estaría integrado por núcleos
de muy pequeño tamaño -inferiores a 300m2- , ubicados en relieves montañosos periféricos de desarrollo vertical considerable, alejados de tierras susceptibles de desarrollar actividades agrícolas y de
cursos de agua, sin fortificaciones, con una cuenca visual muy amplia y cuya actividad fundamental
no era precisamente la realización de prácticas agropecuarias. Barranco Therto, Peñón de la
Moneda o Sierra del Collado 1 son algunos de los incluidos en este apartado (Jover et alii, 1995).
BARRANCO TUERTO. HACIA UNA DEFINICIÓN DE SU FUNCIONALIDAD PROBABLE
Sobre la base de las consideraciones realizadas a partir del estudio del patrón de asentamiento y con el objetivo de contrastarlas con el registro arqueológico, se bacía necesario excavar,
al menos, un asentamiento correspondiente al primero y al tercero de los grupos establecidos. En
primer lugar, de entre los asentamientos ubicados en los relieves montañosos y encumbrados se
eligió uno -Barranco Therto (Lám. 4)- del que se consideró que podía aportar la información
requerida, sirviendo como modelo del conjunto de asentamiento de similares características.
Este núcleo de pequeñas dimensiones se encuentra ubicado sobre un crestón calizo de la
Sierra de la Villa (Villena) y jalonado por dos grandes barrancos -Barranco Ancho y 1\Jerto- que
vierten sus aguas al Valle de Biar. Sus coordenadas UTM son: 30SXH885794. Su altitud sobre el
nivel del mar es de 680-690 metros. Para acceder al mismo es necesario ascender unos 120 m con
pendientes superiores al 48 %. Sin bien el confrafuerte montañoso en el que se ubica está coronado por dos crestones calizos, el asentamiento se ubica en el de mayor altitud y con unas condiciones de habitabilidad -menor pendiente y sin riesgos de desprendimientos- y visibilidad
inmejorables. Desde el mismo se dispone de una amplia visibilidad, abarcando todo el corredor
que se dirige aBiar, y asimismo gran parte de los llanos de ViUena, superando los 60 km 2• Únicamente presenta ciertos límites al Norte y Este, ocultos por la Sierra de la Villa donde se ubica.
El yacimiento fue excavado en su extremo septentrional en el mes de mayo de 195 1 por J.M .
Soler García, pudiéndose observar, antes de iniciar el proceso de excavación en 1995, una cata
abierta de aproximadamente 3 x 4 m. En su actuación J. M. Soler (1986) excavó el interior de
una unidad babitacional de planta ovalada de la que pudo documentar los muros y en la que se
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conservaron troncos carbonizados en disposición Norte-Sur de más de 1,60 m. La estratigrafía
observada entonces era muy simple, con una potencia de escasamente unos 60 cm que conservaba casi completos varios vasos de diversa morfología.
La actuación arqueológica efectuada en 1995 ha permitido documentar que:
-Se trata de un asentamiento con tan sólo 170 m2 de extensión, enormemente afectado por
procesos erosivos naturales.
-Se han podido constatar al menos 2 fases constructivas:
La 1• fase -la más antigua- es la mejor documentada y conservada. En ella se articulan las
líneas generales que definen el yacimiento, consistente en dos ambientes o unidades habitacionales diferenciadas -a los que hemos denominado ambiente 1 y ambiente 2- levantados sobre la
roca base (Fig. 5).
El ambleote 1 es una unidad habitacional -cerrada- de unos 5,60 m en su eje Norte-Sur y
5,80 m en su eje Este-Oeste, de forma ovalada, de unos 18 m1 de espacio habitable en su interior,
situada en la parte más elevada y de menor pendiente de la plataforma caliza.
El ambleote 2 es un recinto o departamento de planta rectangular, que se ubica al sur del
ambiente 1, y fue planificado a partir del primero. Desconocemos si estaba totalmente cerrado,
aunque lo suponemos abierto por su lado oriental. El tamaño del ambiente 2, establecido a partir
de los tramos de muros conservados, es de unos 72 m1• Ambos ambientes estaban comunicados
por un vano de acceso situado en la parte sudoccidental del ambiente l .
En cuanto a las condiciones de habitabilidad, hemos de indicar que los muros que constituyen ambos ambientes se adaptan perfectamente a las curvas de nivel y que determinadas grietas
de la roca madre y algunos tramos de la superficie -especialmente en aquellos en los que el levantamiento de los muros tuvo que superar huecos y desniveles importantes- fueron salvados y regularizados mediante la creación de pavimentos y de paquetes de nivelación.
Al mismo tiempo, mientras en el ambiente 1 no existen calzas de poste -lo que indica que la
techumbre era plana o ligeramente inclinada a favor de la pendiente-, en el ambiente 2 se ha
documentado una calza cercana al muro meridional y aproximadamente en la zona media de su
trazado. De ello deducimos que probablemente la zona techada en el ambiente 2 era la que se
situaba en la parte occidental, basta la altura de la calza de poste, donde se sostendría un tronco
apoyado sobre los muros que a su vez sustentaría largueros dispuestos transversalmente a éste.
También en el ambiente 2 se construyó un pequeño banco semicircular, adosado al muro cercano
al vano de acceso al ambiente l.
Esta primera fase de ocupación en el asentamiento concluye a causa de un incendio que
supuso el derrumbe de la techumbre y de los muros. En el momento del incendio en el ambiente
1 existía un importante conjunto de productos cerámicos de diferentes tamaños, algunos de ellos
de gran capacidad, que en buena parte fueron recuperados en la excavación de José María Soler;
varias pesas de telar ovaladas con 4 perforaciones; un hacha de roca ígnea de pequeño tamaño y
un fragmento de moledera.
Por el contrario, en el ambiente 2, a excepción de algunos fragmentos de vasos cerámicos
erosionados, restos de fauna y bloques de roca ígnea en las zonas más próximas al muro meridional, no hay evidencia de haberse realizado actividades. Es posible que se trate de un espacio
para almacenar diversas materias primas o guardar el ganado.
Una vez arrasado el asentamiento, éste fue ocupado de nuevo, iniciándose una segunda fase
constructiva pobremente documentada debido al importante grado de erosión que presenta.
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Únicamente se conservan dos muros, sin que podamos definir ningún tipo de ambiente o departamento. Uno de ellos está levantado sobre el derrumbe del ambiente 2 y el otro sobre los
derrumbes del ambiente l .
En cuanto a la cronología del asentamiento, la ausencia de las fonnas características de la
fase arqueológica conocida como Bronce Tardío nos indujo a señalar su anterioridad a ese
momento (Jover y López, 1997). La fecha proporcionada por el análisis de C 14 de un fragmento
de carbón procedente, con toda probabilidad, de la techumbre del ambiente 1, ha venido a respaldar esa suposición, situando la fase más antigua del yacimiento en tomo al 3520 ± 60 BP.
BARRANCO TUERTO
Villena, Alicante 1995
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l'lpra !5.- Planta general de estruduns de Barranco 'fuerto (Vlllena, Alicante).
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YlldmJento
Barranco
Tuerto
Ambiente
U.E.
Laboratorio
Fecha conv.
1
3002
Beta- 122342
3520+60 BP
Fecha cal BC l o Fecha cal BC 2a
1 10- 1750
9
1975- 1685
De acuerdo con todos los datos obtenidos, Barranco Tuerto puede considerarse una pequeña
unidad de asentamiento integrada por una unidad habitacional de planta oval -en la que se ha
documentado un área de consumo y de producción textil- a la que se le adosaba un redil o porche
techado. Su ocupación se prolongó durante gran parte de la primera mitad del n milenio BC,
siendo nuevamente ocupado después de ser destruido por un incendio.
Ahora bien, su emplazamiento en altura y la similitud en cuanto a tamaño, disposición y visibilidad respecto de otras unidades de asentamiento de la cuenca del Vinalopó -Puntal del Ginebre
(Lám. 5), Peftón de la Moneda, Sierra del Collado l y Peñón Grande 1-, permiten plantearnos
algunas posibles hipótesis respecto a la funcionalidad probable de esta clase de asentamientos.
Uno de los aspectos más repetidos y señalados en la bibliografía generada sobre estas poblaciones del Levante peninsular es la que se refiere al carácter agrícola de las unidades de asentamiento. Se ha indicado numerosas veces lo recurrente de la presencia de elementos de hoz y de
instrumentos de molienda en todos los asentamientos de la Edad del Bronce, lo que permitía
inferir una dedicación de fonna continuada a actividades agropecuarias (Enguix. 1975; Martí,
1983, Gii-MascareU, 1992).
Sin embargo, la hipótesis de que los habitantes de Barranco Tuerto y de otros asentamientos
de similares característica-. se dedicaran a labores agrícola-. es poco (por no decir que nada)
viable. Las pruebas que en nuestra opinión permiten refutar esta posibilidad son varias. En primer
lugar se ha de ponderar la inexistencia de dientes de hoz de sOex: mientras que en todos los asentamientos ubicados en los cerros del corredor -Terlinques, Polovar, Cabezos de Penal va, Cabezos
de Valera, etc.- se han hallado elementos de hoz. una vez que Barranco Tuerto ha sido excavado
en su totalidad, no se ha registrado en él ninguna evidencia de los mismos, aunque sf de restos de
taiJa. Por el momento, es una característica que podemos hacer extensible a los demás asentamientos emplazados en altura.
Por otra parte, en Barranco Tuerto se han registrado áreas de producción y de consumo, pero
no existen evidencias de áreas de almacenamiento para productos de larga duración, o de estructuras o recipientes que puedan relacionarse con éstas, siendo además los vasos cerámicos más
numerosos los de mediana-pequeña capacidad, dominando ampliamente las fonnas semiesféricas
de pequeño tamaño.
La ausencia de áreas de almacenamiento de cereales y de instrumentos relacionados con la
recolección de los mismos son pruebas directas que creemos permiten refutar la hipótesis de las
labores agrícolas como actividades dominantes en el poblado.
Contemplando, pues, otras alternativas podríamos pensar en una funcionalidad relacionada
con la ganadería. Sin embargo, en ese caso deberíamos resolver otra serie de evidentes contradicciones: en primer lugar, el único espacio que podría haber sido utilizado como redil es de
reducidas dimensiones, incapaz a todas luces de albergar una cantidad siquiera mediana de
cabezas de ganado; más bien al contrario, los escasos restos de fauna registrados nos hablan probablemente de un escasfsimo consumo de carne -casi exclusivamente de extremidades de ovicá-
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pridos y suidos- y una más que probable reducida cabaña ganadera; finalmente tampoco la zona
montañosa donde se ubican, tanto Barranto Tuerto como el resto de asentamientos en altura mencionados anteriormente, es precisamente la más adecuada para pasturar rebaños importantes. De
este modo, considerar que la funcionalidad del asentamiento que nos ocupa pudo estar relacionada de forma predominante con la cría de ganado, se nos antoja muy poco viable.
Dadas esas condiciones topográficas del entorno más inmecliato, cabría la posibiJjdad de que
fuesen asentamientos dedicados a labores cinegéticas. Sin embargo, entre los restos de fauna localizados en el asentamiento no se han registrado evidencias de especies salvajes, ni siquiera de conejos
o liebres, lo que consideramos suficientemente significativo como para descartarlos como cazaderos.
Finalmente, podría tratarse de un asentamiento dedicado a la recolección de frutos silvestres en
detenninadas estaciones del afio o a la explotación de algún otro recurso natural de tipo estacional.
Sin embargo, si así fuera, deberíamos explicar por qué todos los emplazamientos , ue responden a
q
las características de Barranco Tuerto se ubican en puntos cuidadosamente elegidos por su encumbramiento, diffcil acceso y muy amplia visibilidad y que su disposición sobre la cubeta de Villena
no sea aleatoria, sino debidamente estudiada y ordenada sobre el espacio (Jover y López, 1997).
Por todo ello, la lÍnica hipótesis que nos parece viable, al menos por el momento, es la que
considera que se trata de asentamientos dedicados fundamentalmente en origen a labores de control del territorio y vigilancia. Efectivamente, su emplazamiento en altura en puntos de dificil
acceso, con una muy amplia visibilidad, alejados de Jos recursos hídricos y de tienas susceptibles
de ser puestas en cultivo o utilizadas como pastos; la presencia en la unidad habitacional de un área
de consumo de hidratos de carbono y de carne -especialmente de extremidades de ovicápridos- así
como la ausencia de elementos de hoz y de áreas de almacenamiento, son las pruebas que nos permiten deducir que, al margen de las actividades más inmecliatamente relacionadas con la subsistencia -el vestido, el cuidado de un pequeño rebaño que proporcione algo de carne (y sobre todo
leche) y la molturación del cereal (no recolectado por ellos) para el consumo diario- su función
fundamental fue la vigilancia del territorio del que era propietaria la comunidad humana de la que
formaban parte los individuos instalados en Barranco Tuerto -tal vez no más de 4 personas-.
Esta hipótesis explicaría también la peculiar distribución de este tipo de asentamientos sobre
el territorio. En efecto, si observamos su posición sobre la cuenca del Vinalopó, observamos
cómo todos ellos se disponen en relieves montañosos periféricos del corredor, con una cuenca
visual muy amplia, -con frecuencia cubriendo más de una cubeta geográfica- equidistantes unos
de otros y creando una red visual sin dejar zonas oscuras.
Sin embargo, de estas consideraciones no creemos que deba suponerse que se trate de asentamientos con un marcado carácter coercitivo con respecto a las comunidades vecinas. Es posible
que se tratara de enclaves estratégicos que no era necesario ocupar de forma continuada, sino
solamente en momentos en que era especialmente interesante o necesario para la comunidad controlar quién accedía a los territorios de producción de los que eran propietarios.
En suma estamos ante asentamientos cuya razón de existir no estuvo relacionada con el desarrollo de actividades de carácter agropecuario o cinegético, sino en la prestación de un servicio de
vigilancia y control del territorio explotado por la comunidad, tal y como la evaluación de las
pruebas empíricas permite deducir y que no vienen mas que a corroborar de modo firme lo que ya
J. M. Soler Garcfa intuyera y anunciara tras su primera exploración del yacimiento (1986: 389).
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CONCLUSIONES. ALGUNOS APUNTES SOBRE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS
EN ESTUDIO
De acuerdo con los datos proporcionados por el análisis del patrón de asentamiento junto a
los resultados de la excavación de Barranco Tuerto creemos que deben quedar planteadas varias
cuestiones que consideramos importantes:
En primer lugar, teniendo presente el conjunto de asentamientos del curso del Vinalopó, se
ha de señalar que no existe ningún asentamiento que destaque sobre el resto en función de su
extensión superficial ni de su posición sobre el territorio, ni tampoco por su proximidad a determinados recursos naturales. La posibilidad de considerar que el territorio en estudio es de
pequeñas dimensiones -unos 1800 km2 - y por tanto que pueda existir un asentamiento de dimensiones mayores en otro lugar próximo también se ha tenido en cuenta. Se ha evaluado toda la
información existente con respecto a las unidades de asentamiento documentadas basta la fecha
en un territorio alrededor del Corredor del Vinalopó cercano a los 6.000 km1 de superficie. En
concreto, todo el territorio que supone la actual provincia de Alicante -sin tener en cuenta los
asentamientos argáricos de la Vega Baja-Camp d'Elx y Camp d' Alacant (Jover y López. 1997;
Rubio, 1987; Jover el alii, 1989; Pascual, 1990; Garcfa, 1994; Cerdá, 1994), Yecla, Caudete
(Pérez Amorós, 1997), Corredor de Almansa (Simón, 1987; Hemández y Simón, 1990;
Hemández el alii, 1994) así como las zonas meridionales de la Provincia de Valencia (Aparicio,
1977; Aparicio et alii, 1983; Ribera y Beneyto, 1994; Bemabeu el alii, 1995). Por tanto, estamos
considerando un número de asentamientos superior a los 250, cuyas dimensiones son en todos
los casos, atendiendo a la información publicada, similares a las documentadas para los yacimientos situados en la cubeta de Vtllena. pudiéndose incluso, en nuestra opinión, establecer las
mismas categorías y distribución sobre el territorio. La existencia de algunos asentamientos Ca~o del Navarro (Onteniente) o La Atalaya (Caudete)- para los que se señalan unas dimensiones en tomo a las 0,4 Ha. (algo superiores a las observadas en los yacimientos más grandes
del Corredor de Vtllena) no indica ninguna excepcionalidad respecto del resto de yacimientos.
Por tanto, el patrón de asentamiento establecido para la cubeta de Villena parece repetirse en
buena parte de las zonas señaladas.
En segundo lugar, estamos ante las primeras comunidades humanas implantadas en la zona
cuyos lugares de residencia son en todos los casos construcciones estables, edificadas a base de
muros de mampostería tomada en seco o con margas arcillosas y enlucidos para conseguir un
mayor grado de impermeabilidad y sobre todo de duración. Se trata de un cambio de considerable
trascendencia por cuanto se edifica por primera vez lugares de residencia y de actividad estables
y fijados en un lugar concreto del territorio en el que se vive, buscando disponer de mejores condiciones de habitabilidad, concebido para no tener que cambiar de emplazamiento y disponer en
tomo al mismo de campos de cultivo. De ello se deduce que estamos ante grupos humanos que
no solamente se apropian de los recursos que les ofrece el medio natural, sino que son propietarios objetivos del medio que transforman para cubrir sus necesidades de mantenimiento y reproducción.
Estamos, pues, estudiando una sociedad de comunidades campesinas de base cerealista,
caracterizada por la implantación de unidades estables de poblamiento de pequeño tamaño, asentadas alrededor de lagunas y humedales interiores, integradas a lo sumo por grupos de 30-60 personas, posiblemente de carácter familiar extenso, con pocas posibilidades de crecimiento. Este
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Yecimieullos del Grupo 1(m6a de 0,1 He de utlnaión)
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y de los yJidmJeoto. y sus mmsloaes actuales ftladvaa.
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modo de vida campesino evitarla "... /a especialización de sus espacios naturales y de sus actividades productivas" (Toledo, 1993: 209-210) combinando una agricultura extensiva de secano y
la cría de ganado con prácticas complementarias como caza, pesca. recolección y artesanía, especialmente la relacionada con la vestimenta. en una tendencia hacia la autosuficiencia y autoabastecimiento. Como ya se ha apuntado, estaríamos ante un "mecanismo de reducción de riesgos"
(Gutiérrez, 1995) en el que el aprovechamiento de los espacios naturales con una amplia diversidad biológica aseguraría el mantenimiento y reproducción del grupo en momentos de escasez
o de peligro. Del mismo modo, los mecanismos de reciprocidad entre linajes o familias funcionarían habitualmente como forma de evitar los riesgos de déficit en la producción agrícola.
La perfecta distribución de los asentamientos sobre el territorio no debe, sin embargo, entenderse exclusivamente en función del establecimiento de un sistema de producción equilibrado
que rentabilice al máximo la gestión de los diversos recursos que el medio natural les ofrece, sino
también en relación con su sistema de reproducción y producción social. La ubicación equidistante de los enclaves mayores y la distribución en tomo suyo de los más pequeños evidencia también un expreso interés en ocupar "ordenadamente" el espacio de la comunidad. En este "orden"
equilibrado subyace la necesidad de control efectivo de un amplio territorio, que no se limita al
explotado de manera individual por cada asentamiento. La presencia de asentamientos en altura
en los relieves periféricos que delimitan la cubeta debe ser interpretado como un elemento que
contribuye a asegurar el territorio -y por ende, todos sus recursos potenciales- del que es propietaria la totalidad social.
Evidentemente todas estas unidades de asentamiento son la expresión directa del lugar de
residencia y de producción donde se llevarían a cabo toda una serie de prácticas sociales
impuestas en el seno de una sociedad para la que todavía es necesario fijar sus límites espaciales.
Estas comunidades familiares funcionarían de modo autosuficiente practicando en buena medida
el autoabastecimiento, con la excepción de la obtención de determinados recursos naturales muy
concretos, existentes en el territorio pero en puntos muy localizados, como rocas ígneas o similares, para los que necesariamente estarían fijados unos sistemas de distribución poco complejos.
Sin embargo, la necesidad de adquirir determinadas materias primas o productos como el
metal, marfil, nódulos sillimanfticos, etc, para asegurar la producción y reproducción de la
entidad social en los mismos términos -no se ha de olvidar que una parte de los instrumentos de
trabajo son de metal y de rocas metamórficas, asf como los artefactos de reproducción ideológica
son de metal y de marfil principalmente- y el hecho de que su adquisición tuvo que suponer el
establecimiento de unos sistemas de intercambio con otra sociedad -corno, por ejemplo, la argárica- permite deducir que estas comunidades tendrían que generar un plusproducto que asegurase
la posibidad de adquirir la materia prima -o productos ya manufacturados- a los centros nucleares más septentrionales del grupo argárico, donde existen vetas cúpricas, auríferas y argentíferas. Ello supone no solamente la explotación de esta sociedad por parte de la argárica en el sentido de apropiación de la plusvalfa, sino también la generación de dependencia de la primera respecto de la segunda.
Por ello, aunque de modo aparente las comunidades campesinas que ocuparon el Vinalopó
funcionasen como un ente social de carácter igualitario de tipo tribal (Vargas, 1990; Sarmiento,
1992), en esencia no lo eran, al series sustraída por otra sociedad -la argárica- una parte de su
producción. En ese sentido, los cambios de base estructural que se produjeran en el grupo argárico, identificado como una sociedad de clases (Arteaga. 1992; Lull y Riscb, 1995) repercutirían
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necesariamente en éste. De ese modo creemos que se puede explicar mejor el proceso histórico
de estas comunidades hasta el Bronce Tardfo, momento en el que se produjeron cambios significativos en las relaciones sociales de producción. La consecuencia inmediata tuvo su reflejo en
cambios en el patrón de asentamiento y en la organización del territorio: la población diseminada
en el Vinalopó se concentró en unos pocos asentamientos y el Cabezo Redondo pasó a ser el
centro socio-político de una nueva entidad social.
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Virgen 1 y 2.
Lámina 2.- Cabezo de Terlinqucs.
Lámina 3.- Cabezo de Valera 2.
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CAMPESL
NADO E HJSTORL
A
Lámina 4.- Barra nco Therto.
Lámina 5.- Puntal del Ginebre (Petrer ).
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