Fuente Flores (Requena, Valencia). Nuevos datos sobre el poblamiento y la economía del Neo-eneolítico valenciano
Joaquim Juan Cabanilles
Rafael Martínez Valle
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVID (Valencia, 1988)
JOAQUIM JUAN CABANILLES
RAFAEL MARTINEZ VALLE
(Valencia)
FUENTE FLORES (REQUENA, VALENCIA). NUEVOS DATOS
SOBRE EL POBLAMIENTO Y LA ECONOMIA
DEL NEO-ENEOLITICO VALENCIANO
l. ANTECEDENTES
En el año 1985, .en la partida de Fuente Flores (Requena, Valencia), se realizaban
trabajos de mejoras y ampliación de la red de acequias, se abrían nuevas zanjas y otras
eran ensanchadas. Una de estas zanjas alcanzó los niveles arqueológicos de un
yacimiento prehistórico hasta ese momento desconocido.
Con independencia a los trabajos citados, el hallazgo también casual por es~s
mismas fechas, en un camino de la misma partida, de un árbol arrancado que conservaba en sus raíces tierras adheridas entre las que aparecía abundante material arqueológico, fue lo que puso a uno de nosotros (R. M. V.) .en la pista del yacimiento en
cuestión. Tras una prospección de los terrenos inmediatos, se logró descubrir el lugar
de procedencia de los materiales, un campo de aproximadamente 500 m 2 en esos
momentos inculto y colonizado por los carrizos, en el que la apertura de zanjas hábía
dejado al descubierto una gran cantidad principalmente de fragmentos cerámicos y de
restos óseos.
Examinados en su día los materiales y el propio paraje del yacimiento, y dado el
innegable interés que todo ello presenta para la actual investigación, hemos creído
oportuno, estimulados por la dirección del Museo de Prehistoria de Valencia, ofrecer
una primera valoración del hallazgo en las páginas de este volumen del Archivo de
Prehistoria Levantina.
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Fig. l.-Localización del yacimiento.
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II. SITUACION Y CARACTERISTICAS DEL YACIMIENTO
El yacimiento de Fuente Flores se encuentra en el término municipal de Requena
(Valencia), en la comarca de la Plana de Requena-Utiel, y en la partida del mismo
nombre. Dista unos 3 Km. del casco urbano de la población (fig. 1).
Su situación topográfica, de acuerdo con la hoja 720 (Requena) del Servicio
Geográfico del Ejército, Madrid, 1960, escala 1:25.000, es de 39° 29' 32" de latitud Norte
y de 2° 33' 30" de longitud Este.
La comarca de la Plana constituye una altiplanicie localizada entre la Meseta y los
sistemas Ibérico y Prebético, formada en su conjunto por materiales Neogeno-cuaternarios delimitados por relieves de altura superior a los 1.100 m., de origen Jurásico y
Cretácico. Los ríos Cabriel y Magro drenan su extensión virtiendo aguas al Júcar.
El yacimiento se ubica en la vega del río Magro, a una altura de 680 m. s.n.m.
(coincidente con la altura media de la comarca), en un medio totalmente llano cuyo
elemento más definidor serían las terrazas fluviales.
Los restos arqueológicos fueron hallados en una extensión de 12m 2 , junto a una
zanja de 60 cm. de profundidad por 70 cm. de anchura. Acompañando a los materiales
aparecieron algunas lajas de hasta 70 cm. de longitud de roca arenisca que probablemente tuvieron relación con estructuras constructivas. La parcial inundación de la
zanja, motivada por la existencia de numerosas surgencias en las inmediaciones del
yacimiento, nos ha impedido localizar en el corte el estrato fértil que podría situarse a
50 cm. de profundidad aproximada. El grado constante de humedad que como consecuencia de una inundación permanente soporta el yacimiento unido a un sustrato
arenoso, ha provocado una conservación diferencial de los distintos vestigios, al punto
de que los restos óseos y de materia vegetal -por ejemplo- aparecen en óptimo
estado, mientras que la cerámica se destruye por exfoliación con mucha facilidad.
Con todo, la entidad de los materiales -como seguidamente veremos-, los probables restos de elementos constructivos, el propio emplazamiento, etc., abogan claramente porque nos encontramos ante un yacimiento de tipo poblado que nos remite, en
principio, a un momento cultural del Neo-eneolítico valenciano.
III. LOS TESTIMONIOS ARQUEOLOGICOS: LAS EVIDENCIAS
INDUSTRIALES
El conjunto de los hallazgos verificados en Fuente Flores están constituidos por
diferentes muestras de industrias humanas, concretamente cerámica, piedra tallada,
piedra pulida y hueso y madera trabajados; por otros vestigios de carácter no industrial, especialmente barro cocido y restos de materia vegetal; y por abundantes restos
óseos faunísticos que podríamos considerar fiables evidencias económicas y cuyo
tratamiento se realiza aparte en otro capítulo del presente trabajo.
Hay que subrayar de nuevo que los diferentes testimonios arqueológicos provienen
de una zona localizada del yacimiento, no conociéndose, a falta de una sistemática
prospección, la total extensión de éste. Esto hace que en todos los casos la muestra
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Fig. 2.--cerámica.
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recuperada sea parcialmente representativa, aspecto con el que habrá que contar a lo
largo de los diferentes momentos expositivos del trabajo.
A señalar, por último, que todos los materiales aquí presentados se encuentran
depositados en el Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia.
l. Los materiales
1.1. La cerámica
La muestra cerámica recuperada en Fuente Flores asciende a un total de 235
fragmentos, todos ellos correspondientes a vasos elaborados a mano y sin ningún tipo
de decoración. Su detalle es el siguiente:
- 195 fraga. de cuerpo atípicos.
- 3 frags. de cuerpo con lengüeta.
- 1 frag. de cuerpo con mamelón.
- 1 frag. de cuerpo con carena.
- 28 fraga. de borde.
- 5 fraga. de bases.
- 2 frags. de lengüeta.
La mayor parte de estos fragmentos son de pequeñas dimensiones, razón por la cual
raramente proporcionan la forma completa de los vasos. No obstante, la singularidad
de los perfiles permite reconocer en bastantes ocasiones el tipo específico de recipiente, tal como más adelante detallamos.
La característica principal de esta cerámica es la gran homogeneidad técnica que
presenta. Las pastas son generalmente de tonos oscuros, en la gama de los grises,
incluyendo abundante desgrasante constituido por granos de caliza, cuarzo y calcita, a
veces de buen tamaño; su textura es poco compacta, mayormente exfoliable, desmenuzándose fácilmente en los dedos. La cocción es en casi todos los casos reductora. Las
superficies externa e interna suelen ser del mismo color de la pasta, constatándose
algunas tonalidades más claras en la gama de los marrones; ambas superficies se
presentan normalmente bastante erosionadas, dejando al descubierto la pasta interna
y habiendo prácticamente desaparecido en ellas las trazas de cualquier tratamiento o
acabado, aunque cuando éste es visible se reduce a un simple espatulado o alisado. El
grosor de las paredes de los vasos oscila entre un mínimo de 0'59 cm. y un máximo de
1'88 cm.
Las cualidades de la pasta y el estado de conservación de las superficies, pues, da a
la cerámica de Fuente Flores una apariencia de tosquedad y poco cuidado en su
elabo ,~ación y tratamiento.
Como ya hemos indicado, se trata en todos los casos de cerámicas lisas, con
ausencia de decoración, a no ser que en este sentido puedan interpretarse algunos de
los pequeños mamelones constatados en unos pocos fragmentos (fig. 3, núm. 2; fig. 4,
núm. 2). Los elementos de prensión son escasos y poco variados, estando reducidos a
algunas lengüetas macizas de disposición horizontal (fig. 3, núms. 1 y 3; fig. 4, núms. 3
y 10), siempre junto al borde, y tal vez a algunos de los pequeños mamelones aludidos.
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Fig. S.-Cerámica.
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3cm.
Fig. 4.-Cerámica.
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En cuanto a la tipología, los perfiles correspondientes a aquellos fragmentos de
mayores proporciones que conservan el borde o alguna otra característica peculiar
nos remiten a un variado repertorio formal compuesto por vasos de paredes rectas principalmente--, vasos de cuerpo globular -alguno con cuello insinuado-, cuencos,
escudillas, platos, fuentes y vasos carenados. Su repartición cuantitativa es la siguiente:
- 11 frags. correspondientes a vasos de paredes rectas (fig. 3, núms. 2 y 5; fig. 4,
núms. 1, 6 a 9 y 13 a 15).
- 4 frags. de cuenco (fig. 2, núms. 2 a 4; fig. 4, núm. 12).
- 2 frags. de vasos de cuerpo globular (fig. 3, núm. 3; fig. 4, núm. 5).
- 2 frags. de posibles platos (fig. 3, núm. 4; fig. 4, núm. 4).
- 2 frags. de fuentes o cazuelas (fig. 3, núms. 1 y 7).
- 1 frag. de fuente (fig. 2, núm. 1).
- 1 frag. de vaso carenado (fig. 4, núm. 11).
1.2. La piedra tallada
Las evidencias de esta industria constituyen un pequeño pero significativo lote con
el sílex como materia prima casi exclusiva. Aparte del sílex se han contabilizado
algunos escasos cantos rodados fracturados y piezas de caliza silícea y cuarcita con
probables trazas de lascado; esto es lo que ha hecho que se tomaran en consideración
en este apartado, aunque su incidencia en el utillaje retocado es prácticamente nula,
tal como puede apreciarse en el cuadro l.
Respecto al sílex, distintas variedades han sido empleadas en Fuente Flores para la
talla. El tipo más usual corresponde a un sílex de aspecto calizo, opaco, mate o con
muy poco brillo, pero de grano generalmente fino y con tonalidades de color en la
gama del gris y del marrón. Le sigue en importancia un sílex de textura más cristalina,
siempre de grano fino y traslúcido en diverso grado (según el espesor e impurezas de la
pieza), con coloración también en la gama del gris y el marrón, pero sin llegar a la
calidad de los típicos melados. Un tipo especial lo constituye el sílex que hemos
llamado «patinado», caracterizado por ofrecer una pátina blanca superficial-a veces
un cierto grado de desilificación-, que recubre parcial o totalmente una matriZ
interna casi siempre de tonalidad más clara, bien observable al trasluz en aquellos
casos en que la alteración superficial es intensa. La última variedad remarcable
corresponde a un sílex blanco normalmente traslúcido, en ocasiones transparente, en
otras menos y con fuerte brillo, adquiriendo así un aspecto aporcelanado; cuando se
presenta con una textura más granulosa y un tinte marronáceo, este sílex puede
recordar al cuarzo ahumado.
Sobre la incidencia de estos diferentes sílex en el utillaje retocado, los tipos calizo
y cristalino no ofrecen una preferencia constatable por algún grupo preciso de piezas,
repartiéndose homogéneamente por todo el espectro tipológico; los sílex «patinado» y
blanco de tipo cuarzo, en cambio, parecen ser más exclusivos de puntas de flecha y
piezas laminares.
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Materia
prima
Sllex
9
Caliza silícea
Material
Material
Producto
bruto
Utillaje
bruto
Lasca
34
18
77
7
4
Material
2
Frag. lasca
To.tal
Cuarcita
general
bruto
Utillaje
7
Utillaje
1
1
62
89
Hoja
1
1
Frag. hoja
9
9
5
6
11
Astilla
23
2
Esquirla
35
Hojita
Frag. hojita
Chunk
1
27
35
4
Núcleo
1
3
Total
181
1
5
3
43
8
1
8
1
242
Cuadro l.-Tipos de soportes y productos de talla según su distinta cualificación (material brutoutillaje) y su materia prima.
Con estas variedades de sílex, principalmente, y con las otras materias mencionadas (caliza silícea y cuarcita), se corresponde, pues, el conjunto de los materiales de
talla recogidos en Fuente Flores, constituidos por:
- 3 núcleos.
- 5 chunks (fraga. de materia prima amorfos).
- 234 productos y desechos de troceado (material bruto).
- 45 piezas retocadas y con señales de uso (utillaje o material retocado).
Respecto a los núcleos, dos de ellos son de extracción de hojas, trabajados en el
señalado sílex blanco de tipo cuarzo. Uno es prismático (fig. 5, núm. 1), con un solo
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Fig. 5.- Piedra tallada.
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flanco o frente de extracción parcialmente astillado y con el plano de percus10n
ligeramente preparado (suaves facetas); el otro es piramidal (fig. 5, núm. 2), con el
frente de extracción extendido a todo el contorno y pudiendo constituir, por su tamaño
y determinadas características de las extracciones (ausencia en algunas de ellas del
negativo del bulbo), una cúspide eliminada en la rectificación de este tipo de núcleos.
El tercer núcleo, también prismático para la talla de hojitas (fig. 5, núm. 3), es de sílex
cristalino y de reducido tamaño, con un solo frente de extracciones al que se le opone
un flanco con el córtex conservado, y un plano de percusión liso, preparado por una
clara extracción.
Los productos brutos de talla, bien soportes o desechos propios del troceado, están
representados por:
- 43 lascas enteras.
- 81 frags. de lasca.
- 5 frags. de hojita.
- 25 astillas.
- 35 esquirlas (productos inferiores a 1 cm 2 ).
Destaca en este conjunto la precariedad de soportes laminares brutos y el grado de
fragmentación existente, esto último bastante acorde con lo que suele suceder en la
mayor parte de yacimientos de superficie (emplazamientos al aire libre), sujetos más
intensamente a las acciones mecánicas del trabajo agrícola y a mayores desplazamientos de los materiales. Incidiría también en este hecho la práctica fracturación que
afecta al utillaje laminar (ver cuadro 1).
Pese a lo reducido de la muestra y a las condiciones de recogida de los materiales,
el número de astillas y esquirlas (desechos propios de talla o retoque), así como la
presencia de núcleos, chunks y lascas en bruto, abogarían por la existencia de un
trabajo de talla realizado en el mismo emplazamiento del poblado.
El utillaje retocado o con señales de utilización (ver cuadro 2) lo integran 45 piezas,
encontrándose solamente 2 de ellas trabajadas en materiales distintos al sílex: una en
caliza silícea y otra en cuarcita. Se trata de una cantidad bastante exigua de útiles,
pero cubriendo un amplio espectro tipológico. En base al agrupamiento en familias
tipológicas es como hemos realizado su recuento y descripción.
Los raspadores están representados por 2 piezas, constituyendo el·4'44% del total
del utillaje. Ambos están elaborados sobre lasca, siendo uno de ellos circular y espeso
(probable,.núcleo o fragmento nuclear discoide reutilizado), con la arista del frente
machac!ltla y astillada, afectando asimismo el astillamiento a la cara inferior (fig. 6,
núm. 1). El otro es un raspador más típico, mostrando una truncadura en el extremo
opu~sto al frente (fig. 6, núm. 2).
Como 'buril (fig. 6, núm. 3) hemos clasificado una lasca fracturada en los dos
extremos con una faceta lateral que parte de la fractura proximal (en el sentido de la
talla). Esta única pieza constituye ~1 2'22 % del utillaje retocado.
También una única pieza se .ha considerado como hojita con borde abatido (fig. 6,
núm. 6), al ofrecer un dorso lateral continuo conformado por retoque abrupto inverso.
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Fig. 6.- Piedra tallada.
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Las muescas y denticulados, en número de 5, representan el11'11% del utillaje. De
acuerdo con el tipo de soporte, se reseñan una lasca con muesca (fig. 6, núm. 4, ésta de
caliza silícea) y otra con denticulación (fig. 6, núm. 5); y asimismo tres hojas con
idénticos caracteres diferenciados: una con muesca (fig. 6, núm. 7) y dos con denticulación (fig. 6, núm. 8; fig. 7, núm. 12). Una de las hojas denticuladas (fig. 7, núm. 12)
presenta dos pequeñas muescas directas destacando un diente, pareciendo insinuar un
típico «diente de hov•; sin embargo, se opondría a esta adscripción tipológica la falta
del lustre funcional y el hecho de que la muesca superior parece tener un carácter
accidental, deducido por su factura más fresca que contrasta con la de la otra muesca
inferior y la del soporte en general, al ser éste del tipo de sílex que hemos caracterizado como «patinado••.
El :carácter de truncaduras lo presentan 2 lascas que suponen un porcentaje del
4'44 %. En una de ellas (fig. 6, núm. 9), la truncadura es de tendencia oblicua, y en la
otra recta (fig. 7, núm. 1); en ambos casos el retoque conformador es abrupto directo.
En la segunda pieza se observa un retoque plano marginal bilateral, bifacial a tramos,
que en su reencuentro con la truncadura en el borde derecho da la impresión de
producir un pequeño apuntamiento o «bec••.
Las puntas de flecha, con 10 piezas, constituyen el grupo tipológico mejor representado en Fuentes Flores, alcanzando el 22'22 % del utillaje. Con arreglo a su morfología
se clasifican del siguiente modo:
- 4 foliformes (fig. 6, núms. 10,11, 12 y 13).
- 1 foliforme de base ensanchada (fig. 6, núm. 15).
- 3 romboidales (fig. 6, núm. 14; fig. 7, núms. 2 y 3).
- 1 de aletas rectas (fig. 7, núm. 4).
- 1 fragmento (fig. 6, núm. 16).
Entre las foliformes hay un ejemplar fracturado en los dos extremos (fig. 6, núm.
11), pero su adscripción tipológica no ofrece dudas, pudiendo constituir un subtipo
alargado; otro ejemplar es de apariencia más tosca e irregular (fig. 6, núm. 12), también
de tendencia alargada, y otro más presenta una leve denticulación en uno de los
bordes (fig. 6, núm. 13).
La foliforme de base ensanchada (fig. 6, núm. 15), fracturada distalmente, constituye un tipo especial dentro de esta misma categoría, y con formas más esbeltas y más
finamente retocadas aparece con relativa profusión en los ajuares de las cuevas de
enterramiento múltiple del importante núcleo neo-eneolítico que constituyen las comarcas valencianas del Comtat-Alcoia y la Vall d' Albaida.
Las puntas romboidales, una variante de las foliformes propiamente dichas, no
ofrecen caracteres particulares, a no ser la leve asimetría de uno de los ejemplares (fig. 7,
núm. 3).
Las otras dos piezas corresponden a un fragmento no precisable tipológicamente
(fig. 6, núm. 16), y a otro que, pese a su estado, no es demasiado forzado catalogar entre
las puntas de aletas rectas (fig. 7, núm. 4).
En cuanto a la tecnología, todo este pequeño lote de puntas de flecha presenta un
retoque plano cubriente bifacial, carácter que normalmente impide reconocer el tipo
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Fig. 7.-Piedra tallada.
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12
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de soporte, aunque es probable que si exceptuamos un solo ejemplar (fig. 6, núm. 11), el
resto haya sido elaborado sobre lasca. Tipométricamente, y en las piezas enteras, la
longitud máxima observada es de 3'10 cm. y la mínima de 1'68 cm.; se trata, pues, de un
conjunto de puntas de dimensiones bastante reducidas.
Las hojas y hojitas retocadas son el segundo grupo tipológico en importancia
numérica (6 efectivos) y porcentual (suponen un índice del 13'33 %). Presentan como
rasgo común la fracturación norma~ente accidental de uno o ambos extremos,
tratándose en la mayoría de casos de verdaderos fragmentos en su estricta consideración (1). Dada la disparidad de caracteres existentes en cada pieza, y puesto que lo
permite su pequeño número, ofrecemos una descripción individual de cada una de
ellas, señalando las dimensiones en los dos únicos casos en que no se trata de
fragmentos sensu stricto:
-
-
-
Hoja con fractura proximal y leve acortamiento distal (fig. 7, núm. 11). Presenta un retoque simple, de
tendencia plana y de aspecto escamoso-escaleriforme, marginal, parcial directo, localizado distalmente
en el lado izquierdo; se observan señales de uso en ambos bordes y por ambas caras. Dimensiones: 9'20 x
1'20 x 0'46 cm.
Fragmento medial de hoja con retoque plano de aspecto escamoso-astillado·escaleriforme, marginal,
continuo (en el fragmento), directo, bilateral (fig. 7, núm. 6).
Fragmento medial de hoja con retoque simple, muy marginal, casi continuo (en el fragmento), directo,
localizado en el lado izquierdo; tiene señales de uso en el borde opuesto (fig. 7, núm. 5).
Fragmento medial de hoja con retoque simple de aspecto escamoso-escaleriforme, profundo, continuo (en
el fragmento), directo, bilateral (fig. 7, núm. 7); el modo simple del retoque viene conferido más por el
espesor de la pieza (una hoja prismática), que por la intesidad real en que éste afecta al volumen del
borde.
Fragmento proximal de hojita con retoque simple, profundo, muy parcial (en el fragmento), directo,
localizado en el lado derecho (fig. 7, núm. 8).
Hojita con fractura distal (fig. 7, núm. 9). Presenta un retoque simple de tendencia plana, profundo,
continuo, directo, localizado en el borde derecho. Dimensiones: 1'77 x 0'66 x 0'27 cm.
Como visión sintética de este conjunto, y atendiendo a las características del
soporte y del retoque, hemos confeccionado el siguiente cuadro valorativo:
Retoque
M o®
Amplitud
Tipo
Soporte
Marginal
Muy
marginal
Profundo
Simple
Simple
(plano)
Plano
Sumario
Escamoso
Hoja
2
1
1
2
1
1
1
3
2
1
1
Hojita
2
(1) Entendemos por «fragmentoe» en sentido estricto y en su aplicación a soportes laminares (útiles o no), aquellas piezas de indudable talla
laminar pero que en su estado de conservación la longitud es lriempre inferior al doble de la anchura.
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1
1
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Fig. S.-Piedra tallada.
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3cm.
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Continuando con los restantes grupos tipológicos, la única pieza de hoz constatada
(2'22 %) corresponde a un pequeño fragmento de hoja con intensa pátina brillante
bifacial (lustre de cereales) localizada en el borde derecho (fig. 7, núm. 10). Formalmente, podría entrar en la categoría de los ((elementos de hoz» (2), presentando el borde
con lustre atacado por una denticulación marginal probablemente de uso.
Como piezas bifaces catalogamos un grupo de soportes, normalmente lascas, que
presentan como característica común una serie de retoques o extracciones planas
bifaciales, más o menos invasoras, pudiendo en algún caso también cubrir toda una
cara (fig. 8, núms. 1, 2, 5 y 7). Se trata con seguridad de verdaderos esbozos de puntas
de flecha, a menudo con claras fracturas de conformación, formas foliáceas más o
menos insinuadas, gruesas secciones, caracteres de talla discernibles (talón, ondas de
percusión, extremidades distales...), etc., y que por estos rasgos de tosquedad y de
evidente inacabado son del todo diferenciables de las puntas de flecha propiamente
dichas. Su número es de 4 (una es un fragmento), y su índice del 8'88 %.
Las piezas astilladas, todas sobre lascas o fragmentos, son relativamente abundantes (5 efectivos), constituyendo un porcentaje del11'11% (fig. 8, núms. 3, 8 y 9; fig. 9,
núms. 2 y 6). Las extracciones o astillamientos son en todos los casos bilaterales, y en
mayor medida de disposición unifacial-bifacial. La relativa entidad de estas piezas,
más que a una voluntariedad funcional, y puesto que el retoque astillado suele
responder en muchas ocasiones a causas accidentales, podría deberse a los lógicos
mecanismos de alteración a que se encuentran sujetos los yacimientos de superficie,
tal como repetidamente hemos apuntado.
A un grupo de varios hemos remitido un fragmento de lasca con retoque continuo
muy marginal (fig. 8, núm. 4), un fragmento probablemente de hoja con retoque plano
inverso (fig. 9, núm. 4), un fragmento de lasca con retoque plano bifaz en un borde (fig. 8,
núm. 6), un fragmento de lasca con retoque plano unifacial (fig. 9, núm. 5) y una
aparente raedera espesa, con retoque inverso escaleriforme, fabricada sobre una lasca
de cuarcita (fig. 9, núm. 1). A excepción de la primera y última piezas señaladas, las
tres restantes podrían tratarse también de primeros esbozos o fragmentos originados
en el proceso de elaboración de puntas de flecha. En total, los varios suman 5 piezas
que proporcionan un índice del 11'11 %.
Por último, hemos tomado también en consideración en este apartado del utillaje, y
contabilizadas conjuntamente con los restantes grupos tipológicos, una hoja y dos
hojitas con simples señales de utilización (retoque no sistemático), que VIenen a
representar un porcentaje del 6'66% (fig. 9, núms. 3, 7 y 8).
(2) Los «elementos de hoz» han sido def"midoa y contextualizadoa en nuestro ámbito de estudio por B. MARTI: • Cova de I'Or (Benianéa,
Alicante). Vol. 1». Trabajos Varioa del Servicio de Investigación Prehistórica, núm. 61. Valencia. 1977, p4¡a. 8&-90, habiendo marcado claramente
las distancias moño-técnicas y cronológico-culturale. que loa separan de los característicos «dientes de hoz» del Bronce Valenciano.
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Fig. 9.-Piedra tallada.
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Número
Grupos y variantes tipológicas
%
RASPADORES
2
4'44
BURILES
1
2'22
HOJITAS BORDE ABATIDO
1
2'22
MUESCAS Y DENTICULADOS
Lasca con muesca
Lasca con denticulación
Hoja/hojita con muesca
Hoja/hojita éon denticulación
5
1
1
1
2
11'11
TRUNCADURAS
2
4'44
10
4
1
3
1
1
22'22
8'88
2'22
6'66
2'22
2'22
PUNTAS DE FLECHA
Foliformes
Foliformes base ensanchada
Romboidales
Aletas rectas
Fragmentos
2'22
2'22
2'22
4'44
HOJAS/HOJITAS RETOCADAS
Hojas retoque marginal
Hojas retoque muy marginal
Hojas retoque profundo
Hojita retoque profundo
6
2
1
1
2
13'33
4'44
2'22.
2'22
4'44
PIEZAS DE HOZ
1
2'22
PIEZAS BIFACES
4
8'88
PÍEZAS ASTILLADAS
5
11'11
VARIOS
5
11'11
PIEZAS SE:l'rALES DE USO
Hojas
Hojitas
3
1
2
6'66
2'22
4'44
TOTALES
45
Cuadro 2.-Recuento de] utiJJaje
-199-
100
[page-n-200]
J. JUAN Y R. MARTINEZ
20
1
2
o
Fig. 10.- Piedra pulida.
5cm.
[page-n-201]
FUENTE FLORES
21
1.3. La piedra pulida
Unicamente se han encontrado elaboradas con esta tecnología dos piezas que por
sus perfiles corresponden a un hacha y a una azuela. Ambas han sido trabajadas en el
mismo tipo de roca, de un color grisáceo-azulado, y asimismo presentan fuertes
astillamientos producto, probablemente, del rodamiento u otras acciones debidas al
laboreo agrícola.
El hacha (fig. 10, núm. 1) ofrece una silueta trapezoidal, con el filo y el talón redondeados y en buena
parte afectados por los astillamientos, así como parte de las caras. La longitud máxima de la pieza es de 6'20
cm. y la longitud del filo -o anchura máxima-, de 5'46 cm.; la anchura del talón es de 2'69 cm. y el espesor
11 mitad del útil, de 2'11 cm. La sección transversal es elíptica. La superficie externa no destruida por los
astillamientos está completamente pulida, pero ofreciendo un brillo apagado, casi mate.
La azuela (fig. 10, núm. 2) también presenta una silueta trapezoidal, con el filo recto y el talón
ligeramente redondeado. Los astillamientos, bastante acusados, prácticamente sólo afectan al filo por su
cara inferior. La longitud de la pieza es de 5'69 cm. y la del filo de 4'68 cm. (también anchura máxima); la
anchura del talón, 1'83, y el espesor en la parte media, de 1'96 cm. La sección es de tendencia plano-convexa.
El pulido cubre toda la superficie, siendo el brillo más intenso que en el caso del hacha.
1.4. El hueso trabajado.
Frente a la abundancia de restos de fauna recogidos en Fuente Flores, la muestra
de hueso trabajado es relativamente escasa, constituida en su mayor parte por punzones y fragmentos de éstos. El examen atento de las piezas permite reconocer los
procedimientos empleados en su elaboración, apreciándose como constantes las trazas
de seccionados longitudinales, las estrías de abrasión y el buen acabado producido por
un pulido más o menos intenso.
La clasificación y descripción de cada pieza, señalando la parte ósea y la especie de
procedencia cuando ello es posible, es la siguiente:
-
-
-
Punzón sobre ulna derecha de Linx pardina (lince). Muestra señales de abrasión en la epífisis proximal
(proceso coronoideo y superficies lateral, medial y proximal del Olécranon) y en la diáfisis. Leve fractura
a la altura del tercio distal. Longitud: 11'72 cm. Fíg. 11, núm. 5.
Punzón sobre metatarso de Ovis aries (oveja). Conserva la epífisis distal. Corresponde a la mitad del
metatarso seccionado longitudinalmente. Longitud: 6'70 cm. Fíg. 11, núm. l.
Fragmento distal de punzón (extremo apuntado) sobre diáfisis de tibia de ovicáprido. Fíg. 11, núm. 3.
Fragmento proximal de probable punzón (extremo no apuntado) sobre metatarso de ovicáprido. Conserva
la eplisis proximal, correspondiendo igualmente a la mitad del metatarso seccionado longitudinalmente.
Fig. 11, núm. 2.
Fragmento proximal de probable punzón sobre hueso no reconocible.
Fragmento proximal de posible 11varilla)) o aguja plana. El grado de abrasión impide una identificación
segura, pudiendo tratarse de un fragmento proximal de metapodio de especie no precisable. Fig. 11, núm. 4.
Fragmento de 11pieza fusiforme)) (3) sobre asta de Cervus elaphus (ciervo). Fig. 11, núm. 6.
Fragmento proximal de metacarpo derecho de Cervus elaphus con profunda incisión central, probablemente correspondiente al proceso de s~ccionado longitudinal del hueso.
(3) Denominación propuesta para este tipo de piezas por E. VENTO: «Ensayo de clasificación sistemática de la industria ósea neolltica. La
Cova de I'Or (Benilll'ris, Alacant). Excavaciones antiguas». Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia-Saguntum, 19. Valencia, 1985,
págs. 31-83.
-201-
[page-n-202]
J. JUAN Y R. MARTINEZ
22
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o
3cm.
1
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7
6
5
Fig. 11.-Hueso y madera
trab~ados.
- 202-
·-
[page-n-203]
23
FUENTE FLORES
1.5. Otros vestigios
Además de los materiales industriales anteriormente reseñados, debemos recalcar
una vez más que en la misma zanja denunciadora del yacimiento de Fuente Flores
apareció un cierto número de lajas y placas fragmentadas de arenisca que, como antes
avanzábamos, pudieran ponerse en relación con las probables estructuras constructivas del poblado.
También como elemento constructivo o como parte de algún tipo de soporte para
recipientes habría que considerar el hallazgo de un ciclindro de barro cocido fragmentado, de sección subcircular, que presenta la superficie externa regularizada y alisada
y uno de los extremos también perceptiblemente regularizado.
Por otro lado, un fragmento de canto rodado de ar~nisca, parcialmente ennegrecido
y cuarteado por acción del fuego, podría haber formado parte c:Ie alguna estructura de
hogar.
Sin embargo, uno de los hallazgos más interesantes efectuados en Fuente Flores
corresponde a los numerosos restos de materia vegetal, carbonizados y no, conservados en buena parte -sobre todo en el segundo caso- gracias al medio turboso del
yacimiento. Sobresalen entre ellos los que parecen dos fragmentos de utensilios no
determinables (tal vez restos de mangos), uno de los cuales se encuentra trabajado en
madera de encina, presentando una perforación intencional en un extremo (fig. 11,
núms. 7 y 8).
El análisis antracológico de los restos vegetales no trabajados, realizado por Elena
Grau Almero, muestra que gran parte de las muestras examinadas, no carbonizadas,
proceden de la corteza exterior de Pinus sp. El resto, 75 fragmentos, carbonizados y no
carbonizados, pertenece al xilema secundario o madera de cuatro taxones diferentes:
Pinus halepensis (pino carrasco), Pinus nigra subsp. salzmannii (pino negral), Quercus
ilex (encina/carrasca) y Quercus faginea subsp. valentina (quejigo). Sus cuantificaciones y porcentajes se detallan en el cuadro siguiente:
Taxones
Número
Pinus halepensis
9
%
12
Pinus nigra
16
21'30
Quercus ilex
35
46'60
Quercus faginea
15
20
TOTAL
75
100
Este tipo de vestigios, además de aportar datos valiosos sobre la vegetación
circundante en el momento de vida del yacimiento, permiten algunas conjeturas sobre
- 203-
[page-n-204]
24
J. JUAN Y R. MARTINEZ
el carácter de su presencia en el mismo. ¿Se trata de restos de material combustible
empleado en los hogares? Los fragmentos carbonizados podrían en cierta forma respaldar esta proposición. ¿O tal vez se trata de restos de posibles construcciones? Los
fragmentos no carbonizados, en cambio, podrían ir en esta dirección. Además, no
habría que descartar la posibilidad de una industria con base en la madera orientada a
la fabricación de utensilios y otros tipos de objetos, tal como revelan los fragmentos
trabajados mencionados con anterioridad. Es cierto que todas estas proposiciones
podrían ser plausibles a la vez, y sólo la excavación del yacimiento permitirá despejar
las incógnitas planteadas.
2. Valoración de conjunto
Empezando por la cerámica, ya hemos visto con anterioridad las características de
la muestra recogida en Fuente Flores: alto grado de fragmentación, mala conservación
y reducido tamaño de los fragmentos (lo que hace que sean pocas las formas reconstruibles, aunque no reconocibles), ausencia de decoraciones, etc. Centrándonos en la
tipología morfológica de los vasos, inducida a partir de los fragmentos que conservan
el borde y una mayor proporción del cuerpo o galbo, el grupo mayoritario en este
yacimiento lo conforman aquellos reeipientes de paredes rectas no determinables en
principio, pudiendo corresponder a vasijas de cuerpo cilíndrico o troncocónico, y de
los que ofrecemos los simples perfiles en la fig. 4. Esta clase de recipientes están bien
documentados desde el Neolítico antiguo, y en contextos del Eneolítico, según J.
Bernabeu (4), parecen ser más abundantes durante las fases inicial y plena.
Más escasos son los vasos de cuerpo globular (fig. 3, núm. 3; fig. 4, núm. 5), formas
catalogables entre las ollas y que tienen claros precedentes en las culturas neolíticas
locales (5). Perfiles parecidos -al que presenta cuello y borde diferenciado (fig. 4, núm.
5), con seguridad una ollita identificable con el tipo 57 de Bernabeu (6), se reconocen
entre los materiales cerámicos del poblado del Atareó de Belgida (7) y de Les Jovades
de Cocentaina (8); en el primer caso, se trata de un contexto campaniforme, mientras
que en el segundo no hay documentada esta especie cerámica. El anterior autor (9)
señala que las ollas son relativamente escasas durante el Eneolítico inicial y pleno,
cobrando mayor desarrollo en el Horizonte Campaniforme de Transición (H.C.T.) (10).
(4) J . BERNABEU: «EE vaso campaniforme en el Pala Valenciano». Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehiotórica, núm. 80.
V al encía, 1984.
(6) MARTI: Op.. cit. nota 2.
(6) BERNABEU: Op. cit. nota 4.
(7) M. JORNET: •Prehistoria de Bélgida, L Hallaqoe .eneolfticoe». Archivo de Prehistoria Levantina,! (1928). Valencia, 1929, pq.. 91-100,
fig. 3, núm. 6.
(8) J . LI. PASCUAL: «Les Jovadee (Cocentaina). Notee pera l'eatudi del poblament eneolftic a la conca del riu d' Alcoi». En «El Eneolftico en
el Pafs Valenciano», Instituto de Eatudioe Juan Gil-Albert. Colección Patrimonio, ó. Alicante. 1986, pq.. 73-87, fig. 9.
(9) BERNABEU: Op. cit. nota 4, pég. 97.
(10) Para las recientes IIÍ8tenl8.tUaciones del Eneolftioo V alenci&~~o, consultar:
E. PLA, B. MARTI y J . BERNABEU: «La Ereta del Pedregal (Nav81'1"6s, Valencia) y loa inicios de la Edad del Bronce». XVI Congreso
Nacional de Arqueología (Murcia-Cartagena, 1982). Zarag02a, 1983. pága. 23&-248.
J . BERNABEU: ccEI EneoUtico valenciano: ¿Horizonte cultural o cronológico?». En «El Eneoiltioo en el Pafs Valenciano», Instituto de
Estudios Juan Gil-Albert, Colección Patrimonio, 6. Alicante, 1986, péga. 9-14.
BERNABEU: Op. cit. nota 4.
-204-
[page-n-205]
FUENTE FLORES
25
Los cuencos, por su parte, no están mal representados en Fuente Flores, habiéndose
podido efectuar la reconstrucción de algunos de ellos (fig. 2, núms. 2, 3 y 4). Todos son
cuencos profundos (IP > 50 cm.), de las variantes hamiesférica y globular, formas muy
extendidas en el espacio y el tiempo que se encuentran desde el Neolítico a la Edad del
Bronce (11).
Un solo fragmento podría corresponder a una escudilla (fig. 3, núm. 8), por su perfil
sencillo y abierto y borde no destacado. Las escudillas, con algunos antecedentes en el
Neolítico inicial, son más bien características de sus etapas finales, constatándose en
la fase Ereta 1 (Neolítico final), perdurando en las fases Ereta II y m (Eneolítico
inicial-pleno y H.C.T., respectivamente), aunque rarificándose en la segunda de ellas
(H.C.T.) (12).
Sin embargo, las formas más singulares constatadas en Fuente Flores son las que
corresponden a fuentes y platos (fig. 2, núm. 1; fig. 3, núm. 4). La tendencia observada
desde el Neolítico antiguo y medio es a sustituir los recipientes profundos por los
planos, característica que ya aparece bien documentada durante el Neolítico final (13).
Esto conllevará que los grupos dominantes cerámicos en el Eneolítico, en paralelo con
otras áreas peninsulares, sean estos platos, fuentes y escudillas, con sus diversas
variantes, acompañados en mayor o menor medida de cuencos, cazuelas, ollas y orzas
(14), algunos de cuyos tipos ya hemos visto en Fuente Flores. Si bien la tendencia
anteriormente enunciada puede ser reconocida, el repertorio de formas planas, en
especial platos y fuentes, es aún bastante escaso en contextos del Eneolítico valenciano y, por consiguiente, mal conocido en sus aspectos tipológicos, evolutivos y de
filiación. La gran fuente reconstruida en la fig. 1 (al igual que los perfiles núm. 4 de la
fig. 3 y 4 de la fig. 4), tiene pocos paralelos formales directos en nuestro ámbito de
estudio, y sólo de lejos podría emparentarse con alguna de las fuentes o platos del
singular poblado de Les Moreres de Crevillent (15). Aunque presenta un borde que
podríamos considerar engrosado y levemente remarcado al exterior, difícilmente puede paralelizarse con las fuentes de borde engrosado y saliente del anterior yacimiento
de Les Moreres, o con los mismos tipos de vasos documentados en otros contextos del
Eneolítico peninsular, por ejemplo del poblado granadino de los Castillejos de Montefrío (16); asimismo, tampoco ofrece parangón con los tipos 1, 22, 23, 24 ó 25 de
(11) BERNABEU: Op. cit. nota 4, pág. 96.
(12) BERNABEU: Op. cit. nota 4, pág. 96.
Para la secuencia de la Ereta:
E. PLA, B. MARTI y J. BERNABEU: «Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia). Campañas de excavación 1976-1979>•. Noticiario
Arqueológico Hispánico, 15. Madrid, 1983, págs. 41-68.
PLA, MARTI y BERNABEU: Op. cit. nota 10.
(13) J. BERNABEU: ••La evolución del Neolítico en el País Valenciano. Aportaciones al estudio de las culturas neolfticas en el extremo
occidental del Mediterráneo». Revista del Instituto de Estudios Alicantinos, núm. 37. Alicante, 1982, págs. 85-137.
(14) BERNABEU: •El Eneolftico... », op. cit. nota 10.
(15) A. GONZALEZ PRATS: <
Valenciano», Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, Colección Patrimonio, 5. Alicante, 1986, págs. 89-99.
(16) A. ARRIBAS y F. MOUNA: «El poblado de "Los Castillejos" en las Peñas de los Gitanos (Montefrlo, Granada). El corte 1 (campai\a de
1971)>>. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, Serie Monográfica, 3. Granada, 1978.
A. ARRIBAS y F. MOLINA: «Nuevas aportaciones al inicio de la metalurgia en la Península Ibérica. El poblado de los Castillejos de
Montefrlo (Granada)>>. En
-206-
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26
J. JUAN Y R. MARTINEZ
Bernabeu (17), correspondientes a los pocos platos o fuentes de borde saliente o de
borde engrosado del propio Eneolítico valenciano. Con todo, es innegable que la
tipología de la fuente en consideración responde en su concepto a una idea común con
los casos señalados. Al respecto, Bernabeu se decanta enteramente porque estas
formas cerámicas son indicadoras de contactos o influencias llegadas desde las vecinas
culturas eneolíticas o calcolíticas del Sudeste peninsular (18). Cabría añadir, en
definitiva, que tal vez haya que contar con autóctonos replanteamientos tipológicos de
este tipo de vajilla, que la ef'unera base documental actual apenas permite perfilar.
En cuanto a la cronología, las fuentes de borde engrosado y saliente, a tenor de lo
que revela la estratigrafía del poblado de los Castillejos, serían significativas en el
marco andaluz de las primeras etapas eneolíticas (cobre antiguo y pleno, según las
denominaciones de la zona), al iniciar su presencia en la fase 111 (pre-campaniforme) y
alcanzar su apogeo en la Fase IV (campaniforme inicial) de dicho poblado (19). Una
cronología parecida, pues, puede suponerse para la aparición y desarrollo de estas
formas cerámicas en el ámbito valenciano, que deben caracterizar de este modo
nuestro Eneolítico inicial y pleno.
Por otro lado, tipológicamente entre las fuentes y las cazuelas se encuentran otros
dos perfiles señalados en la figura 3 (núms. 1 y 7). El núm. 1 corresponde a una vasija
de cuerpo de tendencia troncocónica y lengüeta adosada junto al borde, presentando
éste el labio adelgazado internamente, y donde el arranque de la base puede percibirse
en el extremo inferior de la pared interna. El único paralelo para esta forma lo hemos
encontrado probablemente en el poblado de la Macolla de Villena (donde tampoco se
tiene constancia de cerámica campaniforme), en un vaso de características similares
incluyendo las lengüetas de prensión, pero con éstas perforadas verticalmente (20).
Más problemas presentaría la inclusión del recipiente de Fuente Flores en el tipo 33 de
Bernabeu, referido a las verdaderas cazuelas troncocónicas, con un mayor índice de
profundidad y adscritas únicamente de momento al H.C.T. (21). El fragmento núm. 7,
pese a su reducido tamaño, también podría corresponder a un vaso de paredes troncocónicas (fuente o cazuela?), presentando un borde ligeramente engrosado y con labio
plano. Estas características de engrosamiento y aplanado del labio, dando lugar a una
variante tipológica concreta, se observan en algunas fuentes de cuerpo no carenado
del poblado de los Castillejos, proporcionando algunos perfiles emparentables con el
caso de Fuente Flores (22).
Por último, y en esta consideración de la cerámica, faltaría referirse a un fragmento que, a pesar de su mala conservación, posiblemente pueda corresponder al cuerpo de
un vaso carenado (fig. 4, núm. 11). Este tipo de vasos empieza a documentarse desde las
(17) BERNABEU: Op. cit. nota 4.
(18) BERNABEU: «El Eneolftico ... ~. op. cit. nota 10, pág. 13.
(19) ARRIBAS y MOUNA: Op. cit. nota 16, 1979.
(20) J . M. SOLER: «El Eneolftico en Villena~. Departamento de Historia Antigua de la Universidad de Valencia, Serie Arqueológica, 7.
Valencia, 1981. páp. 14-31, fig. 12, núm. 1.
(21) BERNABEU: Op. cit. nota 4, pág. 95.
.
(22) ARRIBAS y MOUNA: Op. cit. nota 16, 1978, pág. 90 y fig. 76, núma. 677 y 580.
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FUENTE FLORES
27
primeras fases del Neolítico final, formando con las escudillas en calota el binomio
más típico de la producción cerámica de este estadio cultural y estando presentes
durante todo su desarrollo (23); su perduración en el Eneolítico es segura, prefigurando desde aquí, con las especies campaniformes del H.C.T., las características formas
del Bronce valenciano (24). En claros contextos pre-campaniformes del Neo-eneolítico
valenciano, encontramos vasos con carena insinuada en el poblado de Les Jovades
(25), y con carena bien marcada en el de Les Moreres (26); asimismo, hay algún
ejemplar documentado en el poblado de la Casa de Lara de Villena (27), aunque las
peculiares características de este yacimiento impiden una exacta fijación cultural.
Extrapolando un poco los datos, en los Castillejos de Montefrío aparecen los vasos
carenados en la Fase 111 (Cobre antiguo), en forma de finos vasitos con carena baja que
recuerdan a las idénticas tacitas de Les Moreres y a otras similares con decoración
esgrafiada de los primeros momentos del Neolítico final valenciano (28). Todo parece
indicar, pues, que los vasos carenados, introducidos y desarrollados en el neolítico
final, perdurarán con mayor o menor entidad durante todo el Eneolítico, volviendo a
cobrar una marcada significación, como ya hemos apuntado, en el Bronce valenciano.
Pasando al apartado de la industria lítica, poco es lo que puede decirse respecto de
los escasos vestigios de piedra pulida encontrados en Fuente Flores, si no es que
hachas y azuelas fabricadas en esta tecnología constituyen prácticamente una constante en todos los yacimientos valencianos y peninsulares desde los inicios del Neolítico hasta la generalización del metal.
Por lo que se refiere a la piedra tallada, y especialmente al utillaje, en Fuente
Flores, al igual que en el resto de las estaciones valencianas equiparables, las puntas
de flecha y las hojas y hojitas retocadas se muestran como los grupos tipológicos
dominantes. Un dato remarcable para las puntas de flecha es el predominio de los tipos
que podemos considerar simples (foliformes y romboidales) y la ausencia de las formas
con pedúnculo y aletas bien marcadas. Por lo que sabemos de algunas notas publicadas sobre la secuencia de la Ereta del Pedregal (29) y los estudios en materia lítica
actualmente en curso para este yacimiento, la generalización aquí de las puntas con
pedúnculo y aletas tiene efecto en las fases más avanzadas (EP-ID), correspondientes a
momentos claramente campaniformes; este mismo hecho ha sido observado en otras
áreas peninsulares (30). En relación con la fabricación de las puntas de flecha y el
reavivado de los bordes cortantes de determinadas hojas y hojitas, hay que señalar la
importancia adquirida ahora por el retoque plano, prácticamente ausente en las
(23)
(24)
(26)
(26)
(27)
BERNABEU: Op. cit. nota 13.
BERNABEU: Op. cit. nota 4, pág. 96.
PASCUAL: Op. cit. nota 8, fig. 9.
GONZALEz PRATS: Op. cit. nota 16, fig. 1, núms. 2 y 6.
J. M. SOLER: •La Casa de Lara. Villena (Alicante). Poblado de llanura con cerámica cardial>>. Saítabi, XI. valencia, 1961. págs. 193·200,
Lám.I.
(28) BERNABEU: Op. cit. nota 13.
(29) D. FLETCHER. E. PLAy E. A. LLOBREGAT: «La Ereta del Pedregal (Navarrés. Valencia)». Excavaciones Arqueológicas en España.
42. Madrid, 1964.
(30) A. CAVA: «La industria lítica en los dólmenes del País Vasco meridional>>. Veleia, l. Vitoria. 1984, págs. 51-146.
-207-
[page-n-208]
J. JUAN Y R. MARTINEZ
28
primeras etapas neolíticas (31). También en relación con las puntas de flecha hay que
considerar el buen porcentaje de las que hemos denominado piezas bifaces, probables
esbozos de aquéllas en su proceso de elaboración. Piezas de estas características, poco
valoradas en su conjunto y hasta cierto punto habiendo pasado desapercibidas, existen
en mayor o menor proporción en todos los yacimientos de superficie del Neo-eneolítico
valenciano; han sido determinadas, además de en la Ereta -donde aparecen en
grandes cantidades-, en el poblado del Puntal sobre la Rambla Castellarda de Uíria
(32) y en Les Jovadas (33), y pueden reconocerse en las ilustraciones de reseñas de
yacimientos como la Font de la Carrasca de Cuila (34), Cova Roja de Benassal (35) y el
poblado de la Macolla de Villena (36), entre otros.
Otra peculiaridad observable en el utillaje de Fuente Flores, teniendo en cuenta lo ·
reducido de la muestra, es la presencia de algunas típicas piezas de lo que puede
considerarse como el sustrato industrial (raspadores sobre lasca, buril, hojita de
dorso), poco o nada frecuentes en las fases iniciales del Neolítico . (37). Es todavía
prematuro pronunciarse sobre el real significado de estas «pervivencias», en términos
de valorar el peso de la tradición epipaleolítica, ligado al tema de la dualidad cultural
observada en los comienzos del Neolítico, etc., dado que todo ello, como antes hemos
apuntado, se encuentra en una fase inicial de estudio. Menos problemas de interpretación plantean las piezas adscribibles al infrasustrato (muescas y denticulados, astillados ...), abundantes en todos los yacimientos de superficie, y cuya fuerte proporción
también aquí -relativamente hablando-, cabría atribuir en parte y del mismo modo a
las propias características físicas del emplazamiento.
Otro aspecto a destacar en Fuente Flores es la ausencia de microlitos geométricos
y de grandes truncaduras sobre hoja, más o menos presentes en yacimientos del mismo
tipo (Ereta, Les Jovades, Font dé la Carrasca). Ello ha de deberse más que a particularidades de índole cultural, a las propias circunstancias de recuperación de los materiales. Finalmente, la existencia de piezas talladas en otras materias distintas al sílex,
principalmente cuarcitas, es un hecho bastante corriente en contextos neo-eneolíticos,
habiendo sido también citadas en yacimientos como Rambla Castellarda, Cova Roja o
la Macolla.
En cuanto al hueso trabajado, la muestra de esta industria recogida en Fuente
Flores ofrece una buena visión de lo que parece ser la tónica general en los yacimientos de esta etapa: en primer lugar, la pérdida de la variedad tipológica que caracterizaba al Neolítico, especialmente a sus fases más antiguas (38), y tanto en útiles como en
(31) J . JUAN.CABANlLLES: «El utillaje neolftico en sílex del litoral mediterráneo peninsular». Papeles del Laboratorio de Arqueologfa de
Valencia&guntum, 18. Valencia, 1984, págs. 49-102.
·
(32) J . APARICIO, J . V. MARTINEZ y J . SAN VALERO: «El Puntal sobre la Rambla Castellarda y el poblamiento eneol!tico en la Región
.
Valenciana». Saitabi, XXVU. Valencia, 1977, pága. 37~.
(33) PASCUAL: Op. cit. nota 8.
(34) A. GONZALEZ PRATS: «El poblado calcolítico de la Font de la Carrasca (Cuila, Castellón)». Archivo de Prehistoria Levantina, XVI.
Valencia, 1981, pétL 141·158.
(36) A. GONZALEZ PRATS: «Carta Arqueolótica del Alto Maestra2go~. Trabajos Varios del Servicio de Investitación Prehistórica, núm. 63.
Valencia, 19'19, páp. 30-32. '
(38) SQI.Jm, Op. cit. nota
(37) JUAN-CABANILLES: Op. cit. nota 31.
(38) VENTO: Op. cit. nota 3.
20:
-208-
[page-n-209]
FUENTE FLORES
29
elementos de adorno; en segundo lugar, y en relación con lo anterior, la práctica
reducción de la manufactura a un grupo de utensilios muy precisos como son los
punzones. Ciertamente, este tipo de piezas son las predominantes en Fuente Flores, y
otro tanto ocurre por lo que sabemos en la Ereta del Pedregal y yacimientos afines. Si
la mayor parte de punzones de Fuente Flores pueden ser catalogados como «útiles» en
su sentido funcional, hay algunos de ellos que podrían entrar en la categoría de los
«adornos». Se trata, por una parte, del punzón elaborado sobre metapodio de ovicáprido conservando la epífisis (fig. 11, núm. 1), tipo muy bien documentado en el Neolítico
y que, en opinión de E. Vento, en base a las particulares características técnicas de
estas piezas y a ciertas constataciones etnográficas, cabría considerar como pasadores,
es decir, agujas de adorno para el cabello (39). De todas maneras, es cierto que no debe
descartarse su polivalencia funcional. Por otra parte, habría el pequeño fragmento
proximal de punzón de sección plana (fig. 11, núm. 4), clasificable entre los alfileres o
varillas aplanadas que tanta significación revisten en los ajuares de las cuevas
sepulcrales, y cuya funcionalidad sería idéntica a la de los pasadores (40). Volviendo al
tema de los punzones sobre metapodios de ovicápridos, como hemos dicho uno de los
elementos típicos de la industria ósea neolítica, hay que señalar que en esta variedad
están escasamente representados en la Ereta del Pedregal, siendo característicos en
este yacimiento los punzones elaborados sobre tibias y húmeros de conejo que, según
Pla, Martí y Bernabeu, parecen reemplazar a los primeros, invirtiéndose la relación
existente en los yacimientos neolíticos (41). No podemos actualmente pronunciarnos
sobre la generalidad de este hecho, por lo que parece bien patente en la Ereta, puesto
que los punzones sobre tibia de conejo están ausentes en la serie de Fuente Flores, y
tal vez haya que considerar en estas valoraciones las reales disponibilidades y uso de
la materia prima en base a la ecuación fauna constatada-partes seleccionadas para su
transformación según los distintos yacimientos. Fuera de los punzones, el otro tipo
constatado en Fuente Flores corresponde a un fragmento de pieza fusiforme, fabricada
sobre asta de ciervo, que en la bibliografía ha recibido también la denominación de
espátula. Estas piezas son escasas en la industria ósea específicamente neolítica (42), y
su aparición parece ir ligada a momentos avanzados de la etapa; el que se encuentren
abundantemente en la Ereta podría confirmar esta apreciación, así como el que su
generalización sea prácticamente eneolítica.
Para finalizar esta valoración de los materiales, habría que referirse a los interesantes hallazgos efectuados en Fuente flores de algunos objetos trabajados en madera
(fig. 11, núms. 7 y 8), cuya interpretación se nos escapa de momento; interesantes por
su excepcionalidad en nuestro ámbito de estudio e incluso el propio peninsular. Tal
(39) VENTO: Op. cit. nota 3, pág. 69.
(40) J. R. GARCIA DEL TORO: ceLas llamadas varillas de hueso de los enterramientos humanos colectivos del Eneolítico del Levante
español: Tipologia morfotécnica e hipótesis funcional». En «El Eneolitico en el Pals Valenciano», lllBtituto de Estudios Juan Gil·Albert.
Colección Patrimonio, 5. Alicante, 1986, págs. 167-164.
(41) PLA, MARTI y BERNABEU: Op. cit. nota 12, 1983, pág. 55.
(42) VENTO: Op. cit. nota 3.
-209-
[page-n-210]
30
J. JUAN Y R. MARTINEZ
vez, la progresiva disminución del volumen y la diversidad del material óseo observada
en el transcurso del Neolítico esté en relación, como ya ha sido muchas veces
apuntado (43), con la sustitución del hueso por la madera en la manufactura de útiles y
otros implementos del ajuar doméstico. Las peculiares características de Fuente
Flores han permitido la conservación además de los objetos trabajados de numerosos
restos de materia vegetal. Es por esto que la necesaria excavación del yacimiento
puede proporcionar en el futuro una inestimable información sobre el carácter de la
aludida sustitución de materias primas y su real significado.
IV. LAS EVIDENCIAS ECONOMICAS: LOS RESTOS DE FAUNA
Una parte muy significativa de los testimonios arqueológicos proporcionados por
Fuente Flores la representan los restos faunísticos correspondientes tanto a especies
domésticas como salvajes. La entidad de la muestra, así como la relativa escasez de
datos que poseemos sobre la economía en general de las poblaciones neo-eneolíticas,
ha hecho que hayamos dedicado un apartado específico a su estudio y valoración.
l. Características de la muestra
Un total de 1.123 restos óseos componen la muestra estudiada. De ellos, 588 han
sido identificados, lo que representa un 52'5% del total; el resto son pequeñas astillas
de diáfisis producidas en muchos casos en el momento de la exhumación.
Los criterios biométricos empleados son los propuestos por A.V.D. Driesch (44). Los
trabajos que hemos seguido para la determinación de las edades por el desgaste dental,
así como otros aspectos metodológicos serán expuestos más adelante.
En el cuadro general de la página siguiente damos cuenta del número de especies
identificadas y su distribución según el número de restos (N.R.), número mínimo de
individuos (N.M.I.) y peso expresado en gramos (P.).
2. Análisis de los restos óseos: estudio de las especies
En este apartado .pasamos a analizar los restos óseos distribuidos por especies y
partes corporales. Hemos cuantificado asimismo los restos que muestran algún tipo de
señales, sean de origen antrópico: incisiones de descarnado y despiece (1) y marcas de
fractura directa (F), o animal representadas por los distintos tipos de señales que los
carnívoros imprimen tras el roído de los huesos (C). La base metodológica empleada
procede del trabajo de M. Pérez Ripoll sobre las marcas de carnicería en los restos
óseos (45).
(43) B. MARTI, V. PASCUAL, M. D. GALLART, P. LOPEZ, M. PEREZ. J. D. ACU~A y F. ROBLES: «Cova de I'Or (Beniarrés, Alicante).
Vol. IT». Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehiatórica, nÚIII. 66. Valencia, 1980, pág. 140.
VENTO: Op. cit. nota 3, pág. 81.
(44) A. V. D. DRIESCH: «A Guide to the me88U1'81llent of animal bones from archaeological sitas». Peabody Muaewn of Archaeology and
Ethnology. Hardvard Univenity, 19'76.
(45) M. PEREZ RIPOLL: «Evolución de la fauna prehistórica en el Mediterrl.neo español. Metodología, técnicas de troceado y su
interpretación arqueológica». Tesis Doctoral (inMita). Valencia, 1987.
-210-
[page-n-211]
FUENTE FLORES
31
p
%
15'6
781
2'7
7'8
11'1
3'9
39'2
3.228
690
24
4.723
11'1
2'3
16'1
7
13'7
13.811
47'9
6
3
6
2
1
2
1
1
1
1
11'7
5'8
11'7
3'9
1'9
3'9
1'9
1'9
1'9
1'9
32'8
5.398
4.352
27
386
18
22
77
8
1
2
10.291
18'7
15
NR
%
NMI
Ovicápridos indeterminados
Ovis Aries
Capra Hircus
Bos Taurus
Sus Domesticus
Canis Familiaris
TOTAL DOMESTICOS
69
27
5
64
53
8
226
11'7
4'5
0'8
10'8
9
1'3
38'1
8
(3)
(2)
4
6
2
20
Equus Caballus
195
33'1
Cervus Elaphus
Bos Primigenius
Orictolagus Cuniculus
Sus Scropha
Linx Pardina
Aves indeterminadas
Capreolus Capreolus
Felis Silvestris
Lepus Capensis
Emys Orvicularis
TOTAL SILVESTRES
100
30
18
9
3
3
2
1
1
1
168
17
5'1
1'3
1'5
0'5
0'5
0'3
0'1
0'1
0'1
26'5
TOTAL ABSOLUTO
588
Especie
24
%
1'3
0'2
35'2
28.825
2.1. El caballo (Equus caballus)
En el cuadro siguiente mostramos la repartición de los restos de esta especie por
partes corporales:
NR
Cráneo
Maxilar
Mandíbula
Dientes ais.
Vértebras
Costillas
Escápula
Húmero
Radio
Ulna
5
4
5
35
10
10
4
10
14
8
- 211 -
1
F
e
1
1
4
5
2
2
1
2
5
[page-n-212]
J. JUAN Y R. MARTINEZ
32
NR
Carpo
Metacarpo
Pelvis
Fémur
Tibia
Pátela
Tarso
Metatarso
Astrágalo
Calcáneo
Sesamoideos
Falanges
6
10
8
12
9
2
3
9
5
5
3
18
TOTAL
195
1
F
2
1
1
1
1
1
2
e
2
1
7
1
1
2
19
7
20
El estudio de las edades de muerte (46) de los caballos de Fuente Flores aporta los
siguientes datos:
- potros (menos de dos años): 3 individuos.
-juveniles (de dos a cinco años): 1 individuo.
- adultos (de cinco a diez años): 2 individuos.
- seniles (mayores de diez años): 1 individuo.
El consumo de 4 individuos subadultos insinúa una utilización de los caballos como
fuente de alimentación sin que, a su vez, puedan descartarse otros empleos secundarios.
Las señales de carnicería halladas en el 9'7 % de sus restos apoyan la afirmación de
este consumo de caballos.
Las características físicas de los caballos de Fuente Flores serían similares a las de
otros yacimientos coetáneos del Sur y Este de la Península, su altura media a la cruz
(47) es de 140'3 cm., talla inferior a la de los ejemplares de Zambujal (48) y por encima
de la media obtenida en Cerro de la Encina (49). Al igual que en este yacimiento, los
caballos de Fuente Flores muestran unas extremidades gráciles adaptadas a los suelos
endurecidos.
(46) Se¡ún criterios empleados por J. ALTUNA en «Hiatoria de la domesticación en el Pala VlliiCO! desde ..U. origenee a la Romanización~.
Munibe, 82. San Sebastilin, 1980, págs. 9-163.
(47) Para ello hemos utilizado Jos factores de Kieeewalter, aplicados a doe metacarpos y un metatarso conservados en eu longitud total.
(48) J. BOESSNECH y A. V. D. DRIESCH: «Castro do Zambujal die faunBJt. Studien Uber Fruhe Tierlmoehenfande von der lberiechen
Halbineel, 6. Munchen. 1976.
(49) A. V. D. DRIESCH: Apéndice 1 a «Excavaciones en el poblado de la Edad del Bronce del Cerro de la Encina. Monachil, Granada».
Excavaciones Arqueológicae en Espada, 81. Madrid. 1974, págs. 16J.l57.
-212-
[page-n-213]
FUENTE FLORES
33
OSTEOMETRIA.
Cráneo
74'2
30
27
Anchura máxima cóndilos occipitales: 75
Anchura máxima foramen Magnun:
33
Altura máxima foramen Magnun:
28'6
Maxilar
LP2P4:
LM1M3:
LPrP2
LPrP3:
LPrP4:
LPrM1:
LPrM2:
LPrM3:
84
69'7
7'7
10'7
11'7
10'3
11'8
12'8
12'3
11'2
11'6
+
70
++
D:
Mandíbula
Molares Sup.
L:
A:
LPr:
+++
P4
27'4
26'6
12'2
P3
28'6
24'4
14
P4
26'6
25
P2
24
23
D:
11
10'9
12'8
++
++
++
++
Molares lnf.
LP2P4:
83'6
D:
++
L:
A:
M1-2
22'2
13
M3
29'3
11'2
P2
30'2
14'3
M3
32'9
11'6
M2
24'8
13'2
M3
28'6
11'4
D:
++
+
+
+
+
+
Anchura Sup. Art. Cr.: 85'6
Anchura Sup. Art. Cau.:
80'7
80
79'3
76'3
73'7
73'2
68
70'2
76'6
70'3
74
65'7
78'6
69'6
73'6
66'3
Escápula
LP:
LS:
AS:
Atlas
85'3
53'5
82'8
49'3
46
76'5
46'4
40
Húmero
Ad:
AT:
73
71'6
71'4
68'2
72
71
67
81
71'8
67'4
72'4
Radio
Ap:
AS:
Ad:
77'7
68'2
70'4
67
Ulna
EmO:
EPA:
APC:
57'4
41'6
63
47'8
63'4
42'3
40'6
58'8
38'4
-213-
76'6
68'8
71'6
[page-n-214]
J . JUAN Y R. MARTINEZ
34
Pelvis
53'4
57'1
57
e;;
LA:
~
Sexo:
55'2
(j
o-
54'4
54'7
e!
cJf
Fémur
EC:
Ad:
57'8
50'5
50
53
51
(85)
(83)
Astrágalo
Tibia
LM:
Ap:
Ad:
63
AmD:
Calcáneo
108'2
LM:
52
AM:
Metacarpo
LM:
Ap:
Ad:
AmO:
(350)
82'5
62'7
37'7
HM:
AM:
LmT:
ASO:
89
67
Pátela
LM:
97'9
46
AM:
43'5
46'3
54'9
58'7
57'8
49
54'2
56'5
53'6
48'1
220
44'6
42'8
29'1
215
44'8
42'3
30'6
A
77'6
53'8
35'6
43'9
A
77'8
49
33'2
41'2
37'8
50
50'5
54'1
53'2
69
68'5
48
49'4
43'3
28'4
30
43'8
Metatarso
LM:
Ap:
45'4
Ad:
Falange 1
p
LM:
70
47'4
Ap:
AmD:
29'7
37'1
Ad:
Falange II
46'4
LM:
50'3
Ap:
AmO: 41
44'8
Ad:
267
46
45
(42)
A
82
50'9
32
42
71'7
46'8
31
38'8
42'8
51
43'3
45'9
p
44'3
43'2
36
38'7
p
p
78
49
30
39'6
A
80'3
48'7
32'9
44'4
73
48'6
29'9
39'4
Falange III
LM: 57'2
AM: 70
HP:
LD:
40
50
-214-
59'8
71'4
41
51'4
A
72'6
46'8
30'9
40
50'2
49'2
[page-n-215]
FUENTE FLORES
35
2.2. Los ovicápridos
La repartición de sus restos por partes corporales es la siguiente:
NR
1
e
F
Mandíbula
Dientes
Vértebras
Costillas
Escápula
Húmero
Radio
Pelvis
Fémur
Tibia
5
39
1
12
2
1
2
1
1
5
1
1
1
1
1
1
TOTAL
69
2
4
Por el estudio del desgaste dental (50) hemos constatado la presencia de 8 individuos que fueron sacrificados con las siguientes edades:
1 neonato.
1 con 15-18 meses.
6 adultos.
OSTEOMETRIA.
Mand{bula
LM1M3:
HaM1:
Tibia
Ap:
48'6
22
46'2
19'7
Molares aislados
LM3:
23'3
AM3:
8'5
22
7'5
21'7
7'8
23'8
8'4
39
(60) J . M. EWBANK, D. W. PIULIPSON y R. D. WHITEHOUSE: ..Sheep in the Iron Age: a method of study». Proceedinp of the Prehiatoric
Society, 30, 1986, páp. 423-426.
-215-
[page-n-216]
J. JUAN Y R. MARTINEZ
36
2.3. La oveja (Ovis aries)
La repartición de restos distribuidos por partes corporales es la siguiente:
NR
1
1
3
3
1
3
1
4
2
1
1
Vértebras
Escápula
Húmero
Radio
illna
Metacarpo
Fémur
Tibia
Metatarso
Astrágalo
Calcáneo
Falanges
27
F
e
5
TOTAL
1
2
3
1
1
1
6
La escasez de restos impide cualquier tipo de consideración acerca de las características específicas de estas ovejas; no obstante, sus medidas coinciden con las de
ejemplares contemporáneos de otros yacimientos.
2.4. La cabra (Capra hircus)
Sus restos son menos frecuentes que los de la oveja, tal y como se observa en el
cuadro inferior.
NR
1
F
e
Cuerno
Radio
Metacarpo
Astrágalo
1
1
1
2
1
TOTAL
5
2
-216-
1
[page-n-217]
37
FUENTE FLORES
OSTEOMETRIA.
Astrágalo
LML:
LMm:
Clavija córnea
DMB:
DmB:
23'7
17'8
EL:
Ad:
28'2
26'1
15'6
19
2.5. El ciervo (Cervus elaphus)
El ciervo es la tercera especie en cuanto a número de restos. Su distribución según
partes corporales es la siguiente:
NR
Cráneo
Cuerno
Mandíbula
Dientes
Vértebras
Costillas
Escápulas
Húmero
Radio
Ulna
Carpo
Metacarpo
Fémur
Tibia
Tarso
Metatarso
Astrágalo
Calcáneo
Falanges
TOTAL
1
F
e
2
2
2
3
9
4
4
10
10
7
1
3
2
5
1
3
1
2
2
1
3
6
1
1
3
10
2
3
8
3
2
2
2
3
1
2
10
100
3
15
7
16
Respecto a las edades de muerte en esta especie, hemos aislado 5 individuos, 4 de
ellos con desgaste medio en los tres prismas del M3, es decir, adultos y otro ejemplar
subadulto de una edad aproximada de tres años.
2.6. Los bóvidos (Bos taurus y Bos primigenius)
La distinción entre los bóvidos domésticos y su agriotipo silvestre realizable sobre
criterios biométricos, pierde fiabilidad en muestras de escasos restos. Como ése es
-217-
[page-n-218]
J. JUAN Y R. MARTINEZ
38
nuestro caso y ante la posibilidad de la existencia en el poblado de animales castrados
de grari tamaño, hemos clasificado como pertenecientes a uros aquellos restos que
superaban ampliamente las medidas de los bueyes de otros yacimientos contemporáneos.
A continuación mostramos la distribución de restos en ambas especies:
Bos taurus
Bos primigenius
NR
Cuerno
Maxilar
Mandíbula
Dientes
Vértebras
Costillas
Escápula
Húmero
Radio
Ulna
Carpo
Metacarpo
Pelvis
Fémur
Pátela
Metatarso
Astrágalo
Calcáneo
Falanges
1
e
F
NR
F
e
1
1
2
1
1
1
16
7
10
1
2
4
1
1
2
2
1
6
5
1
58
1
3
1
1
1
1
2
2
1
2
1
1
1
1
2
2
1
5
TOTAL
1
1
1
1
1
1
1
1
4
2
4
3
30
2
4
2
Sabemos de la muerte (51) de 4 bóvidos domésticos con las siguientes edades: 1
individuo de 18 meses, 2 adultos y otro de edad muy avanzada. La osteometría de sus
restos es la que se muestra a continuación.
OSTEOMETRIA de Bos taurus.
Cuerno
DMB:
DmB:
CB:
33'3
30'9
100
Mandíbula
LP2P4:
HaM1:
(51)
39'7
40
15'4
LM3:
AM3:
(51) ALTUNA: Op. cit. nota 46.
-218-
35
15'7
[page-n-219]
FUENTE FLORES
Escápula
LMP:
LS:
AS:
80'7
66'2
60'8
52'3
Metacarpo
Ad:
Astrágalo
LML:
Ap:
EL:
Ad:
Radio
AP:
AS:
Ad:
Metatarso
Ad:
69'8
64'6
39'8
46'3
Falange 11
LM:
Ap:
40
32'5
27'3
29'2
AmD:
Ad:
77'4
57
59'4
35'1
28'3
24'3
31'2
49
64'2
Calcáneo
LM:
AM:
64
58'6
35'4
40'2
37'4
28'2
23
24'3
39
(40)
Falange 1
LMPe:
Ap:
38'2
32
AmD:
Ad:
25'6
52
25'2
20'6
24'6
Respecto a Bos primigenius, conocemos la edad de muerte de tres individuos, dos
adultos con desgaste medio en el M3 superior y otro con desgaste pronunciado en este
mismo molar que pertenecería a un ejemplar de más edad. Los restos medibles del uro
son los siguientes:
OSTEOMETRIA de Bos primigenius.
Maxilar
Mandíbula
LP2P4:
63'6
LM3:
(87)
LM1M3: 92
AM3:
Epistropheus
A. Sup. Art. Craneal:
A. Min. cuerpo Vert.:
Húmero
Ad:
AT:
Metacarpo
Ad:
111'5
102'4
75
93'6
50
Ulna
EmO:
EPA:
110
45
18
106
117
60
Pelvis
76'8
97
Metatarso
LM:
275
Ap:
64'3
74'1
Ad:
-219-
LA:
Pátela
LM:
AM:
101'2
(77)
(62)
86'9
[page-n-220]
J. JUAN Y R. MARTINEZ
40
Falange 11 .
Falange 1
LMPe:
Ap:
Ad:
AmD:
67'4
32
30'7
27'5
70'2
40'9
33'7
34
Falange 111
48'4
40'4
38'7
31'8
LM:
Ap:
Ad:
AmD:
(86)
(63)
LDS:
Ldo:
Restos de uro aparecen en la mayor parte de los yacimientos en que hemos basado
nuestras comparaciones. A partir de la longitud de un metatarso hemos calculado la
altura a la cruz de un ejemplar de Fuente Flores (52), obteniendo una talla de 1'52 m. a
la cruz, alzada similar o incluso superior a la de otros uros postglaciares como el
publicado por Altuna (53) hallado en la sierra del Gibujo que, siendo de sexo cJ' como
el nuestro, dio una altura a la cruz de 1'48 m.
2.7. Los suidos (Sus domesticus y Sus scropha)
A continuación mostramos la repartición de restos en ambas especies:
Bos domesticus
NR
Cráneo
Maxilar
Mandíbula
Dientes
Vértebras
Costillas
Escápula
Húmero
Radio
Metacarpo
Fémur
Tibia
Calcáneo
Falanges
4
5
2
19
2
7
4
3
TOTAL
53
1
F
Sus scropha
e
NR
1
F
1
e
1
1
2
1
1
1
1
1
3
1
2
2
1
2
2
1
1
1
5
9
2
1
3
2
2
3
(52) La altura ha aido calculada empleando loa factores de Fock y Matolcsi.
(53) J. ALTUNA: <~Hallazgo de un Uro (Bos primigeni.u) en la Sierra del Gibujo (Aiava). Eatudio de au esqueleto y de la fauna asociada al
mismO». Munibe, 26. San Sebaatián, 1974, págs. 27-51.
-220-
[page-n-221]
41
FUENTE FLORES
Respecto a las edades de muerte tenemos datos acerca del consumo de un individuo
neonato, ooo de un año, un tercero de 19-23 meses, dos adultos y un senil (54). En lo que
se refi.eré a los jabalíes, sabemos de la muerte de un ejemplar adulto macho por el
hallazgo de un canino superior de gran tamaño. Asimismo, dieron muerte a un
ejemplar de dos años.
OSTEOMETRIA de los suidos.
Sus domesticus.
Maxilar
LM1M3: 69'6
LM3:
34'6
AM3:
20
Mandíbula
LM3:
30
AM3:
15
Metacarpo IV
Ap:
12'6
Sus scropha.
Húmero
Ad:
53
42'4
AT:
35
20
36'8
33'3
17'3
Escápula
AmC:
26
Falange 1
LMPe:
Ap:
AmD:
Ad:
14'8
23
(31'5)
40'5
19'8
14'8
18'1
Fémur
Ap:
Ad:
49'4
40
Tibia
AmD:
Ad:
Radio
Ap:
(37)
(79)
(53)
2.8. El perro (Canis familiaris).
Ocho restos de perro se han recogido en el yacimiento, corresponden a un mínimo
de dos individuos, uno adulto y otro que falleció antes de cumplir los ocho meses
(metacarpo con la epífisis distal no fusionada) (55). Estos restos son: un fragmento de
cráneo, uno de mandl'bula, dos caninos, un húmero, dos metatarsos y un metaéarpo.
Los restos mensurables son los siguientes:
Mandíbula
LM1:
AM1:
20'6
7'7
Húmero
Ap:
Dp:
23'5
Metatarso
LM:
11
58'9
V
48
31'3
(64) ALTUNA: Op. cit. nota 46.
(55) l. A. SILVER: •La determinación de la edad en los animalae domésticos». En «Ciencia en
-221-
Arqueologla~.
Madrid. 1980, págs. 289-307.
[page-n-222]
J . JUAN Y R. MARTINEZ
42
Corresponden a ejemplares de tamaño mediano-pequeño similares a los de Cova de
l'Or (56) o Cabezo Redondo (57).
2.9. El conejo (Orictolagus cuniculus).
Su distribución de restos es la que a continuación mostramos:
NR
Mandíbula
Escápula
Húmero
Ulna
Pelvis
Fémur
Tibia
Metatarso
Calcáneo
1
2
1
1
7
1
3
1
1
TOTAL
18
Los restos medibles son los siguientes:
Mandíbula
LP2M3:
Pelvis
LA:
AA:
Tibia
LM:
Ap:
Ad:
14
Húmero
Ad:
7
6'8
7'2
7'2
90
14'8
11'5
10'4
Ulna
EPA:
APC:
9'2
8'4
7'6
11'5
7'8
7'6
Fémur
LM:
Ap:
Ad:
5'5
7'7
7'4
6'6
8
7'7
8'4
7'3
7'6
4'9
8'4
7'7
Calcáneo
LM:
81'8
13'6
Escápula
LMP:
LS:
AS:
AmC:
22'5
13'2
(118) M. PEREZ RJPOLL: «La fauna dP vertebrados». En MARTI et alii: Op. cit. nota 43, págs. 193-295.
(117) A. V. D. DRIESCH y J . BOESSNEC'Jo: : «Die Fauna des Cabezo Redondo bei ViUena, Alicante». Studien Uber Fruhe Tierknochenfunde
von der lberiachen Halbineel, l. Munchen. 1969.
·
-222-
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FUENTE FLORES
43
2.10. Otras especies.
A continuación, enumeraremos los restos de las especies que cuentan con una
menor representación numérica.
El corzo (Capreolus capreolus): Cuerna derecha que muestra mordeduras de carnívoro en su extremo distal, por debajo de la roseta, en la zona de unión con el cráneo y
un fragmento proximal de radio no medible.
La liebre (Lepus capensis): Fragmento de escápula con las siguientes medidas:
LP: 10
LS: 9
AS: 9'1
AmC: 5'2
Se trata de un ejemplar de pequeño tamaño. La identificación de este resto como
perteneciente a liebre se ha hecho en base tanto a criterios morfológicos como
biométricos.
El lince (Linx pardina): Metatarso IV, calcáneo y ulna transformada en punzón.
Solamente el calcáneo ha resultado medible:
LM: 49
AM: 21'1
El gato montés (Felis siluestris): Un húmero de las siguientes medidas:
LM: 101'1
Ap: 16'6
Ad: 19'6
AmD: 7
Este resto muestra finas incisiones en la porción superior de la diáfisis a ambos
lados de la línea tricipital y en la zona de inserción del músculo tríceps braquial. Esta
precisa localización en zonas de inserción muscular, así como las características de las
incisiones: cortas, paralelas y de sentido oblícuo, sugieren un descarnado del hueso en
clara relación con el consumo del animal.
El galápago europeo (Emys orbicularis): Fragmento de caparazón óseo correspondiente a los escudos proneural y periferal.
Asimismo, han aparecido tres restos. de aves que por no conservar las epífisis no
han podido ser identificados.
3. Las bases de subsistencia de origen animal en Fuente Flores
El hecho de que la muestra de restos que presentamos no proceda de una excava. ción en extensión nos obliga a tomar con ciertas reservas cualquier tipo de interpretación que sobre las bases de subsistencia del poblado podamos avanzar. Ello porque no
podemos negar la posibilidad de que existiera en el yacimiento una dispersión diferencial de restos óseos para alguna especie, tal y como en el Cerro de la Encina (58) se
(68) DRIESCH: Op. cit. nota 49.
-223-
[page-n-224]
44
J. JUAN Y R. MARTINEZ
observó con los restos de caballo, y que ·como consecuencia valoremos excesivamente
la importancia de un determinado animal. No obstante, el número de restos identificados, así como la peculiaridad de la muestra nos animan a arriesgar algunas afirmaciones.
Para ello nos basaremos en el peso de los huesos, como elemento más representativo de la biomasa animal, en las edades de muerte y en las señales de origen antrópico
presentes en los huesos cuyos porcentajes mostramos a continuación (59).
Incisiones de
carnicer{a %
Caballo
Ciervo
Uro
Bóvidos Dom.
Cerdo
Jabalí
Ovicápridos
Maroos de fractura
%
9'7
15
3'5
7
13'3
5'1
6'6
3'4
1'5
33'3
2'9
22'2
Como observamos en la fig. 12, casi el 50% del peso total de huesos corresponde a
los caballos, especie sobre la que se ejerció una importante presión consumidora
confirmada por la presencia en el yacimiento de los restos de cuatro individuos
subadultos frente a tres adultos, así como por las marcas de carnicería presentes en
casi el 10 % de los restos de esta especie. A continuación, el ciervo y el uro aparecen
como las especies más consumidas, suponiendo el conjunto de caballos, ciervos y uros
más del 80 % del potencial anímal consumido. El resto corresponde a los bóvidos
domésticos, especie en la que algunos ejemplares llegan a edad avanzada, circunstancia que al igual que en el caso del caballo podría ser indicadora de una explotación
secundaria; a los ovicápridos, entre los que predomina la oveja y a los suidos.
Los altos porcentajes de restos de caballos que encontramos en Fuente Flores
contrastan con los bajos índices que la especie muestra en yacimientos que podemos
considerar más o menos contemporáneos; tanto valencianos, caso de la Ereta del
Pedregal (60), como de otras áreas peninsulares y en especial la andaluza y portuguesa, caso de Terrera Ventura m (61), Papa Uvas (62), Cerro de la Virgen 1 (63),
(119) Poreentajes referidos de forma individual a los reatos de cada especie.
(60) Comunicación penonal de M. Pérez Ripoll.
(61) A. V. D. DRIESCH y A. MORALES: «Loe reatoe animales del yacimiento de Terrera Ventura. Tabernas. Almerfu. Cuadernoe de
Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, 4. Madrid, 1976, P'gs. 16-34.
(62) A. MORALES: uRestoa 6eeos del yacimiento de Papa Uvas». Apéndice U en «Papa Uvu 11.». Excavaciones Arqueológicas en Eepaila,
149. Madrid, 1966, pép. 347·860.
(63) A. V. D. DRIESCH: uOstaoarebaolo¡iache Untarsucbun¡en auCiberischen Halbinael». Studien Uber Frube TlerlmocbenCunde von der
Iberischen Halbinsel, 3. Munchen, 1972.
- 224-
[page-n-225]
FUENTE FLORES
50
Fig. 12.-Gráfica de la distribución por especies según el peso de los huesos.
Castillejos (64), Cerro de las Cabezas (65) o Zambujal (66). Tras la explicación de este
hecho subyace la problemática de la domesticación del caballo en épocas anteriores al
Eneolítico campaniforme, momento a partir del cual sus restos son frecuentes en
algunos yacimientos, como es el caso del Cerro de la Virgen 11 y m o en el poblado
argárico del Cerro de la Encina.
Si los altos índices de presencia de una especie en un yacimiento, como en nuestro
caso el caballo, pueden ser indicio de domesticación, aspecto bastante discutible,
probablemente podamos hablar de caballos domésticos en Fuente Flores. Encontraría
más base esta afirmación: que la de una caza especializada de caballos silvestres,
niáxime si tenemos en cuenta que durante períodos anteriores, en el Levante peninsular) el caballo nunca ha soportado una presión exagerada ni por parte de los últimos
pueblos plenamente cazadores ni por los primeros portadores de una economía productora (67). Pero si admitimos la posible presencia de caballos domésticos en Fuente
Flores, queda por explicar el contraste existente entre los espectros faunísticos de este
yacimiento y otros contemporáneos. De momento y hasta que la excavación del
yacimiento no aporte nuevos restos que confirmen o rebatan nuestras afirmaciones, la
única explicación posible se hallaría en aceptar distintos niveles de especialización
ganadera condicionados tanto por las circunstancias ambientales como por factores de
otra índole que de momento no podemos valorar justamente.
A modo de conclusión, podemos afirmar que en Fuente Flores se explota un ampHo
espectro de especies animales. Si aceptamos la posibilidad de que los caballos estén
domesticados, la biomasa correspondiente a especies silvestres se situaría en torno al
(64) H. P. UERPMANN: «Informe sobre loa reatos óseos faunlsticoa del corte núm. 1 del poblado de loa Caatillejoe en lu Peliu de loa
Gitanos. Monte&ío, Granada». En ARRIBAS y MOIJNA: Op. cit. nota 16, 1978, págs. 153·168.
(65) F. H. HAIN: «Kupferzeitliche Tierknochenfunde aus Valencina de la Concepción, Sevill..,., Studien uber Tierknochenfunde von dar
Iberiachen Halbinael, 8. Munchen, 1982.
(66) BOESSNECK y DRIESCH: Op. cit. nota 48.
(67) PEREZ RIPOLL: Op. cit. nota 56.
- 225-
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46
J. JUAN Y R. MARTINEZ
40 %, alto porcentaje que, según Uerpman (68), podría ser indicio de actividades
agrícolas. Así, la cacería de ciervos, uros, corzos y jabalíes tendría por finalidad la
protección de los campos de cultivo.
Del estudio de las marcas de los huesos se deduce un aprovechamiento tanto de la
carne del animal como de la piel; en el caso del caballo, las incisiones aparecidas en el
extremo distal de los metapodios estarían en relación con este último fm. En el resto
de las especies se da un predominio de las señales en relación con la desarticulación de
los miembros. Un elemento común a todas las especies es la fracturación del hueso en
un punto medio de la diáfisis, fracturación de la que en algunos casos han quedado
claras señales del impacto.
Respecto al paleoambiente, la presencia de ciervos, corzos y jabalíes aboga por la
existencia de masas forestales mixtas con claros en los que encontrarían su medio
favorable los uros y las liebres. En estos claros, los pastos crecerían gracias a la altura
del entorno y al grado de humedad propio de la vega del río, dando facilidades para el
desarrollo de una ganadería de bóvidos y probablemente de caballos.
V. FUENTE FLORES EN EL MARCO CULTURAL Y CRONOLOGICO
DEL NEO-ENEOLITICO VALENCIANO
Fuente Flores se enmarca en una zona, la extensa comarca interior de RequenaUtiel, donde hasta hace poco los vestigios más antiguos de ocupación humana había
que remitir a la Cultura del Bronce Valenciano. Diversos yacimientos y materiales de
esta etapa eran en cierta forma conocidos (69), aunque en el primer caso sin excavar
sistemáticamente ni en el segundo sin estudiar y publicar convenientemente (70).
Actualmente, empero, las continuadas tareas de prospección en la comarca están
empezando a llenar el vacío documental que se constataba para las fases anteriores al
Bronce Valenciano. Algún yacimiento correspondiente a momentos probablemente
epipaleolíticos ha sido recientemente localizado; y el caso de Fuente Flores, así como
de otros hallazgos superficiales de características parecidas y de algunas cuevas de
carácter sepulcral, están poniendo de relieve la existencia de una importante implantación neo-eneolítica.
Centrándonos en Fuente Flores, hay que señalar en primer lugar que el tipo de
emplazamiento del poblado responde a los rasgos más comunes determinados de
(68) H. P . UERPMANN: ccL'elevap néolithique en Méditerranée occidentale». Colloquelntemational del1natitut de Recherches Méditerra·
nées. Parío, 1976, págs. 87·94.
(69) J . APARICIO y F. LATORRE: ccCetálogo-ruía del Muoeo Arqueol6gico de Requena (Valencia, Eapaila)». Departamento de Hiotoria
Anl.i1JU8 de la Universidad de Valencia, Serie Arqueol6gica, núm. l . Requena, 1977.
(70) Unicamente hay una somera noticia sobre alrunos r8ltol vegetales recogidos en los yacimientos de la Cardoeilla y de la Peladilla
publicados por M. HOPF: «Vegetales prehist6ricos de la comarca de Requena (Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, XIII. Valencia,
1972, págs. 61-64.
-226-
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FUENTE FLORES
47
continuo para los asentamientos neo-eneolíticos valencianos (71): situación en tierras
bajas, en terrazas fluviales cerca de los cursos de agua, etc. Además Fuente Flores se
encuentra en un medio de inundación permanente, recordando en este aspecto a
poblados situados en antiguas tierras pantanosas como la Ereta del Pedregal de
Navarrés y la Casa de Lara de Villena. Sin embargo, no podemos avanzar nada en
concreto por ahora sobre el tipo de las estructuras de habitación, el tipo de poblado en
sí. Las lajas puestas al descubierto en el yacimiento podrían indicar ciertas formas de
construcciones en piedra, acercándose en este sentido más al caso de la Ereta que a
otros poblados caracterizados por los silos, fosas y fondos de cabaña excavados en el
suelo (Les Jovades de Cocentaina, por ejemplo). Es plausible pensar que el medio en
que se ubica Fuente Flores aconsejara la utilización de apropiadas estructuras en
piedra, necesarias al menos para aislar el habitat del fondo turboso en que se asienta.
Por otro lado, el encuadre cronológico y cultural de Fuente Flores participa de los
mismos problemas que en la actualidad presenta la sistematización. del Neo-eneolítico
Valenciano. A aclarar que con el término «Neo-eneolítico» nos referimos a esos
momentos todavía de límites poco precisos, poco definidos y articulados estratigráficamente, que atañen al Neolítico final en su fase más reciente de desarrollo y a las
primeras etapas «propiamente eneolíticas» anteriores a la aparición del vaso campaniforme. En el sentido apuntado, pues, es como hemos utilizado dicho término y seguiremos utilizando en el transcurso de esta exposición.
Efectivamente, la inclusión de Fuente Flores entre el Neolítico final 1 individualizado por J. Bernabeu (72) y el llamado Horizonte Campaniforme de Transición (73), no
ofrece ningún tipo de dudas, teniendo en cuenta la ausencia d~ materiales representativos en este yacimiento que puedan atribuirse a cualquiera de las dos fases señaladas:
cerámicas esgrafiadas, platos de ala plana, etc., por una parte y cerámicas campaniformes y otros objetos característicos del ajuar que suele acompañarlas (brazaletes de
arquero, puñales de lengüeta, botones de perforación en V, etc.), por otra. Excluidas
estas dos fases, quedaría por considerar el tramo secuencial entre ambas constituido
por el Neolítico final 11 y el Eneolítico inicial-pleno.
Continuando con la periodización propuesta por Bernabeu (74), matizadora en
parte de la anteriormente expuesta por B. Martí para el conjunto del Neolítico
(71) M. T ARRADELL: c
1959). Zaragoza, 1961, págs. 86-91.
M. TARRADELL: «El País Valenciano del Neolítico· a la Iberización. Ensayo de síntesis». Anales de la Universidad de Valencia, XXXVI.
Curso 1962-63, Cuaderno U. Valencia, 1963.
E. A. LLOBREGAT: «Del rm del Neolftico de cerámicas impresas al comienzo de la Edad del Bronce en la Región Valenciana». Papeles
del laboratorio de Arqueología de Valencia, 9. Valencia, 1973, págs. 3-10.
E. A. LLOBREGAT: «Nuevos enfoques para el estudio del período del Neolftico al Hierro en la .Región Valenciana•. Papeles del
Laboratorio de Arqueología de Valencia, 11. Valencia, 1976, págs. 110.140.
B. MARTI: ~El Eneolftico•. En ccNnestra Historia», vol. l. Valencia, 1980, págs. 122·160.
BERNABEU: Op. cit. nota 4, págs. 1()4.106.
'
.
(72) BERNABEU: Op. ciL nota 13.
(73) J. BERNABEU: ceLos elementos de adorno en el Eneolftico valenciano». Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia-Saguntum,
· 14. Valencia, 1979, págs. 100.126.
·
BERNABEU: Op. ciL nota 4.
(74) BERNABEU: Op. ciL. nota 13.
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48
J. JUAN Y R. MARTINEZ
Valenciano (75) y basada principalmente en la evolución de las decoraciones y las
formas cerámicas, el Neolítico final II, identificado en los niveles inferiores del
poblado de la Ereta (fase Ereta I) y tal vez también en el nivel II de la Cova de les
Cendres de Moraira (sondeo 1974), se caracterizaría por la desaparición de los elementos más singulares de la fase anterior (cerámiGas esgrafiadas y platos de ala plana) y
por el predominio absoluto de las cerámicas lisas, con las escudillas en calota y vasos
carenados, que ya se documentaban en el Neolítico final 1, como tipos cerámicos más
significativos; también serían representativos de este momento los grandes vasos con
cuello corto y fondo cónico indicadores probablemente de relaciones con la «Cultura
de Almería».
Por lo que se refiere al Eneolítico inicial-pleno, este estadio estaría localizado
estratigráficamente en los niveles medios de la Ereta (fase Ereta II) (76), y por ahora
sería difícil separar en él ambos momentos evolutivos (inicial y pleno). Sin embargo,
amparándose en lo que revela la secuencia del poblado granadino de los Castillejos de
Montefrío, en la tradicional subdivisión del horizonte Millares y en las recientes
excavaciones de la Cova de les Cendres, Bernabeu ha entrevisto la posibilidad de
diferenciar las primeras etapas del Eneolítico Valenciano en unos términos parecidos
a los formulados para el área andaluza: el Eneolítico pleno podría aislarse de una fase
inicial por la aparición en aquél de las especies campaniformes más antiguas, es decir,
el campaniforme marítimo y puntillado-geométrico (77). Aunque los datos con que se
cuenta para apoyar esta propuesta son aún demasiado débiles, no deja de ser una
observación sugestiva que habrá que tener en cuenta a la hora de futuras estructuraciones del período que estamos considerando. En cuanto a materiales, con la fase
Ereta II, tomada en su conjunto, habría que relacionar una parte significativa de los
ajuares proporcionados por las numerosas cuevas de enterramiento múltiple valencianas, en particular determinados tipos de puntas de flecha, grandes hojas retocadas o
no, objetos como los ídolos oculados, además de una buena parte del extenso repertorio de elementos de adorno en piedra o en hueso (78); la cerámica de esta fase no
aporta elementos demasiado individualizadores con respecto a la etapa anterior (Neolítico fmal II), a no ser la novedad que podrían constituir los característicos platos o
fuentes con borde diferenciado o indicado que, al igual que muchos de los objetos de
ajuar de las cuevas sepulcrales, parecen indicar influencias provenientes del Sudeste
peninsular.
Dentro del anterior esquema, pues, habría que situar el momento representado por
Fuente Flores. Determinados materiales de este yacimiento abogarían en principio y
(76) B. MARTI: «El Neolftico de la Península Ibérica. Eetado actual de loe problemas relativos al procetOO de neolitización y evolución de Iaa
culturas neolfticaaa. Papelea del Laboratorio de Arqueologfa de Valencia-Saguntum, 13. Valencia, 1978, páp. 69-98.
(76) PLA, MARTI y BERNABEU: Op. cit. nota 10.
(77) BERNABEU: «El Eneolftico...». Op. cit. nota 10.
Ver tambi6n:
E. VENTO: uCampanüorme incieo y campanüorme impreso en la Cova de lee Cendres (Teulada, Alacant)». En «El Eneolftico en el Pafs
Valenciano•, Instituto de Eetudios Juan Gil-Albert, Colección Patrimonio, 6. Alicante, 1986, págs. 119-129.
(78) E. PLA: «La covacha de Ribera (Cullera, Valencia)>>. Archivo de Prehistoria Levantina, VIl Valencia, 1968. págs. 2S-ó4.
BERNABEU: «Los elementos ... ». Op. <'it ~ntn 73.
-228-
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FUENTE FLORES
49
como ya hemos apuntado en un anterior epígrafe, por una cronología relativamente
temprana en la secuencia neo-eneolítica entrevista; nos referimos a los abundantes
recipientes cerámicos de paredes rectas, bien documentados desde el Neolítico antiguo, y especialmente a los probables fragmentos de un vaso carenado y de una
escudilla en calota. La tipología de las puntas de flecha, casi exclusivamente de formas
consideradas simples (foliformes y romboidales), podrían asimismo abundar en esta
atribución. Por otra parte, habría que considerar el aire más puramente «eneolítico»,
por lo tanto un poco más avanzado, que revisten formas cerámicas como platos y
fuentes. Al respecto conviene recordar que los recipientes de este tipo empiezan a
documentarse en la secuencia del poblado de los Castillejos en su fase 111 (Cobre
antiguo), alcanzando la máxima representación en la fase IV (Cobre pleno). Los
restantes materiales de Fuente Flores no proporcionan por ellos mismos suficientes
precisiones cronológicas, si no es la ausencia entre ellos -aunque hay que tener en
cuenta una vez más la parcialidad de la muestra- de los elementos más significativos
de aquellos ajuares funerarios adscribibles más directamente al pleno Eneolítico.
A la vista de lo expuesto, y dentro de la provisional y particular secuencia del Neoeneolítico Valenciano, Fuente Flores podría remitirse de algún modo al momento
representado por la fase 1 de la Ereta (Neolítico finalll), recubriendo probablemente
también los comienzos de la fase Ereta 11 (Eneolítico inicial), sin llegar a la culminación de dicha fase (Eneolítico pleno). Esto con los datos actualmente disponibles.
Desde este punto, Fuente Flores se relacionaría ostensiblemente, además de con la
Ereta, con otros poblados de características similares, especialmente la Macolla de
Villena y Les Jovades de Coceñtaina, entre otros.
En términos de cronología absoluta, el encuadre propuesto nos lleva al segundo
tercio del m milenio a. C., es decir, a unas fechas comprendidas entre el2700/2800 y el
2500/2400 a. C.
Quedaría, para finalizar, hacer una pequeña valoración de algunos de los aspectos
económicos y medio-ambientales revelados por Fuente Flores. Y a se ha incidido en el
epígrafe correspondiente en la cuestión del caballo, la especie que ofrece un mayor
volumen de restos y que tal vez, en parte por este motivo, haya que considerar la
posibilidad de su domesticación. La misma posibilidad ha sido planteada, fuera del
marco valenciano, para los escasos pero significativos restos de caballo hallados en el
poblado de los Castillejos ya desde su fase 11 (Neolítico final), en base a que su
presencia no encaja con el ambiente ecológico que demuestran los otros animales
salvajes atestiguados en el yacimiento (79). Y en términos parecidos se han valorado
los vestigios de caballo reconocidos en la Ereta del Pedregal, atendiendo a su menor
tamaño en relación con las mismas especies paleolíticas documentadas (80). Estos
datos, en definitiva, podrían refrendar la idea de una domesticación del caballo con
(79) ARRIBAS y MOUNA: Op. cit. nota 16, 1979, pág. 16.
(80) B. MARTI: «El nai:rement de !'agricultura en el Pafs Valencia. Del Neolftic ai'Edat del Bronze». Universitat de Valllncia, Secretariat de
Publicacions, Sane Cultura Universitllria Popular, l. Valllncia, 1983, pág. 81.
-229-
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J. JUAN Y R. MARTINEZ
60
anterioridad a la llegada de las poblaciones del Vaso Campaniforme, momento en que
suponía W. Schüle había que fijar tal hecho.
La explotación del caballo en Fuente Flores está indudablemente ligada al consumo de carne, como así denotan las abundantes marcas de carnicería existentes en sus
huesos. De todos modos, y considerando la presencia de algunos individuos de edad
avanzada, no habría que descartar otros empleos secundarios de este animal, probablemente como bestia de carga. Esta misma utilización, y por idénticas razones de
individuos adultos constatados, podría haberse hecho de los bóvidos domésticos, si
bien dicho tipo de explotación, para este caso concreto, ya contaría con posibles
precedentes desde el Neolítico antiguo (81).
Más problemático sería el uso de bueyes y caballos como animales de tiro, ligados a
faenas agrícolas, especialmente la labranza. Actualmente no se tienen pruebas evidentes de la utilización del arado en contextos neo-eneolíticos del ámbito peninsular, pero
basándose en su existencia en algunas culturas europeas del ill milenio a. C. y en lo
que revelan determinadas figuraciones del arte rupestre atribuibles a este período,
sería razonable pensar que este instrumento agrícola fuera ya conocido también aquí
en unas fechas similares (82). En esta línea de probabilidad, B. Martí ha pensado en un
tipo de arado arcaico, con reja vertical y sin pie, y en el buey como fuerza de tracción
más indicada atendiendo a sus peculiares características físicas (mayor potencia que
el caballo para actuar en unos terrenos de cultivo poco preparados y con mayores
dificultades de explotación) y a los problemas derivados del atalaje (83). .
Otro aspecto significativo a remarcar es el de los bajos valores que muestra en
Fuente Flores el grupo de los ovicápridos. Si en los inicios del Neolítico cabras y
ovejas constituían la base esencial de una importante economía ganadera --complementada casi a partes iguales con una agricultura cerealística-, la tónica general
observada es la de una gradual pérdida de significación de estas especies en el
transcurso del Neolítico, alcanzando las cotas más bajas de representación en el Neoeneolítico (siempre proporcionalmente hablando y con respecto al Neolítico antiguo).
Esta tendencia la reflejan con claridad la mayoría de los yacimientos neo-eneolíticos
con fauna estudiada, siendo ilustrativos los casos continuamente repetidos de la Ereta
y los Castillejos. Igualmente; y a la par que disminuyen los valores de los ovicápridos,
hay que hacer constar el hecho también generalizado -y Fuente Flores no constituye
una excepción- de un aumento substancial de las especies silvestres conforme discurre el Neolítico. Este aumento de los animales cazados ha sido interpretado corrientemente como el síntoma de una agricultura cada vez más firme, constituyendo una
prueba indirecta de tal orientación económica.
Todo parece indicar, pues, y en ello inciden los datos indirectos aludidos de índole
faunística proporcionados por Fuente Flores, que la base de subsistencia en el Neo-
(81) PEREZ RIPOLL: Op. cit. nota 56.
(82) MARTI: Op. cit. nota 80.
(83) MARTI: Op. cit. nota 80, págs. 77 y 81-83.
-230-
[page-n-231]
FUENTE FLORES
51
eneolítico peninsular se encuentra principalmente en la agricultura, auxiliada por
una pequeña cabaña de animales domésticos de distinto signo y entidad según los
variados ambientes de desarrollo. En nuestro caso, es evidente que esta ganadería de
apoyo descansa en los bóvidos y en menor medida en los ovicápridos y suidos, a los que
cabría añadir los équidos si consideramos la posibilidad de su condición doméstica.
Paradójicamente, los indicios directos de agricultura en Fuente Flores son por
ahora bastante pobres; y ante la ausencia de macrorrestos vegetales y análisis polínicos determinantes, así como del característico instrumental de molienda, esta actividad sólo queda atestiguada por un pequeño fragmento de armadura de hoz definida por
su perceptible pátina brillante (lustre de cerales).
Recordando el entorno vegetal en que se enmarcaría Fuente Flores, los datos
cualitativos y cuantitativos obtenidos del análisis antracológico efectuado por Elena
Grau Almero de los restos leñosos hallados en el yacimiento apuntan a una vegetación
formada por especies de la asociación Quercetum ilicis galloprouinciale quercetosum
fagineae, cl;lracterística del piso mesomediterráneo superior, compuesta por especies
como Quercus ilex (carrasca), Quercus faginea (quejigo), Pinus nigra (pino negral),
Acer opalus ssp. granatensis (arce), Amelanchier oualis (guillomo), etc. La estructuración de estos taxones arbóreos en importantes masas forestales vendría indicada
especialmente por la presencia en el yacimiento de corzo, y en cierta medida por otras
especies silvestres como el ciervo y el jabalí. En este medio entrevisto, la acción
antrópica sería inevitable y dejada sentir con mayor intensid~d en las inmediaciones
del poblado, donde existirían abundantes claros destinados a los campos de cultivo y al
pastoreo de los animales domésticos.
Hemos abierto en el transcurso de las páginas precedentes un amplio panorama de
discusión para los aún precarios datos aportados por Fuente Flores, y sólo la futura
excavación del yacimiento permitirá profundizar en muchas de las cuestiones planteadas.
-231-
[page-n-232]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVID (Valencia, 1988)
JOAQUIM JUAN CABANILLES
RAFAEL MARTINEZ VALLE
(Valencia)
FUENTE FLORES (REQUENA, VALENCIA). NUEVOS DATOS
SOBRE EL POBLAMIENTO Y LA ECONOMIA
DEL NEO-ENEOLITICO VALENCIANO
l. ANTECEDENTES
En el año 1985, .en la partida de Fuente Flores (Requena, Valencia), se realizaban
trabajos de mejoras y ampliación de la red de acequias, se abrían nuevas zanjas y otras
eran ensanchadas. Una de estas zanjas alcanzó los niveles arqueológicos de un
yacimiento prehistórico hasta ese momento desconocido.
Con independencia a los trabajos citados, el hallazgo también casual por es~s
mismas fechas, en un camino de la misma partida, de un árbol arrancado que conservaba en sus raíces tierras adheridas entre las que aparecía abundante material arqueológico, fue lo que puso a uno de nosotros (R. M. V.) .en la pista del yacimiento en
cuestión. Tras una prospección de los terrenos inmediatos, se logró descubrir el lugar
de procedencia de los materiales, un campo de aproximadamente 500 m 2 en esos
momentos inculto y colonizado por los carrizos, en el que la apertura de zanjas hábía
dejado al descubierto una gran cantidad principalmente de fragmentos cerámicos y de
restos óseos.
Examinados en su día los materiales y el propio paraje del yacimiento, y dado el
innegable interés que todo ello presenta para la actual investigación, hemos creído
oportuno, estimulados por la dirección del Museo de Prehistoria de Valencia, ofrecer
una primera valoración del hallazgo en las páginas de este volumen del Archivo de
Prehistoria Levantina.
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J. JUAN Y R. MARTINEZ
2
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Fig. l.-Localización del yacimiento.
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FUENTE FLORES
3
II. SITUACION Y CARACTERISTICAS DEL YACIMIENTO
El yacimiento de Fuente Flores se encuentra en el término municipal de Requena
(Valencia), en la comarca de la Plana de Requena-Utiel, y en la partida del mismo
nombre. Dista unos 3 Km. del casco urbano de la población (fig. 1).
Su situación topográfica, de acuerdo con la hoja 720 (Requena) del Servicio
Geográfico del Ejército, Madrid, 1960, escala 1:25.000, es de 39° 29' 32" de latitud Norte
y de 2° 33' 30" de longitud Este.
La comarca de la Plana constituye una altiplanicie localizada entre la Meseta y los
sistemas Ibérico y Prebético, formada en su conjunto por materiales Neogeno-cuaternarios delimitados por relieves de altura superior a los 1.100 m., de origen Jurásico y
Cretácico. Los ríos Cabriel y Magro drenan su extensión virtiendo aguas al Júcar.
El yacimiento se ubica en la vega del río Magro, a una altura de 680 m. s.n.m.
(coincidente con la altura media de la comarca), en un medio totalmente llano cuyo
elemento más definidor serían las terrazas fluviales.
Los restos arqueológicos fueron hallados en una extensión de 12m 2 , junto a una
zanja de 60 cm. de profundidad por 70 cm. de anchura. Acompañando a los materiales
aparecieron algunas lajas de hasta 70 cm. de longitud de roca arenisca que probablemente tuvieron relación con estructuras constructivas. La parcial inundación de la
zanja, motivada por la existencia de numerosas surgencias en las inmediaciones del
yacimiento, nos ha impedido localizar en el corte el estrato fértil que podría situarse a
50 cm. de profundidad aproximada. El grado constante de humedad que como consecuencia de una inundación permanente soporta el yacimiento unido a un sustrato
arenoso, ha provocado una conservación diferencial de los distintos vestigios, al punto
de que los restos óseos y de materia vegetal -por ejemplo- aparecen en óptimo
estado, mientras que la cerámica se destruye por exfoliación con mucha facilidad.
Con todo, la entidad de los materiales -como seguidamente veremos-, los probables restos de elementos constructivos, el propio emplazamiento, etc., abogan claramente porque nos encontramos ante un yacimiento de tipo poblado que nos remite, en
principio, a un momento cultural del Neo-eneolítico valenciano.
III. LOS TESTIMONIOS ARQUEOLOGICOS: LAS EVIDENCIAS
INDUSTRIALES
El conjunto de los hallazgos verificados en Fuente Flores están constituidos por
diferentes muestras de industrias humanas, concretamente cerámica, piedra tallada,
piedra pulida y hueso y madera trabajados; por otros vestigios de carácter no industrial, especialmente barro cocido y restos de materia vegetal; y por abundantes restos
óseos faunísticos que podríamos considerar fiables evidencias económicas y cuyo
tratamiento se realiza aparte en otro capítulo del presente trabajo.
Hay que subrayar de nuevo que los diferentes testimonios arqueológicos provienen
de una zona localizada del yacimiento, no conociéndose, a falta de una sistemática
prospección, la total extensión de éste. Esto hace que en todos los casos la muestra
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4
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6cm.
Fig. 2.--cerámica.
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'
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FUENTE FLORES
5
recuperada sea parcialmente representativa, aspecto con el que habrá que contar a lo
largo de los diferentes momentos expositivos del trabajo.
A señalar, por último, que todos los materiales aquí presentados se encuentran
depositados en el Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia.
l. Los materiales
1.1. La cerámica
La muestra cerámica recuperada en Fuente Flores asciende a un total de 235
fragmentos, todos ellos correspondientes a vasos elaborados a mano y sin ningún tipo
de decoración. Su detalle es el siguiente:
- 195 fraga. de cuerpo atípicos.
- 3 frags. de cuerpo con lengüeta.
- 1 frag. de cuerpo con mamelón.
- 1 frag. de cuerpo con carena.
- 28 fraga. de borde.
- 5 fraga. de bases.
- 2 frags. de lengüeta.
La mayor parte de estos fragmentos son de pequeñas dimensiones, razón por la cual
raramente proporcionan la forma completa de los vasos. No obstante, la singularidad
de los perfiles permite reconocer en bastantes ocasiones el tipo específico de recipiente, tal como más adelante detallamos.
La característica principal de esta cerámica es la gran homogeneidad técnica que
presenta. Las pastas son generalmente de tonos oscuros, en la gama de los grises,
incluyendo abundante desgrasante constituido por granos de caliza, cuarzo y calcita, a
veces de buen tamaño; su textura es poco compacta, mayormente exfoliable, desmenuzándose fácilmente en los dedos. La cocción es en casi todos los casos reductora. Las
superficies externa e interna suelen ser del mismo color de la pasta, constatándose
algunas tonalidades más claras en la gama de los marrones; ambas superficies se
presentan normalmente bastante erosionadas, dejando al descubierto la pasta interna
y habiendo prácticamente desaparecido en ellas las trazas de cualquier tratamiento o
acabado, aunque cuando éste es visible se reduce a un simple espatulado o alisado. El
grosor de las paredes de los vasos oscila entre un mínimo de 0'59 cm. y un máximo de
1'88 cm.
Las cualidades de la pasta y el estado de conservación de las superficies, pues, da a
la cerámica de Fuente Flores una apariencia de tosquedad y poco cuidado en su
elabo ,~ación y tratamiento.
Como ya hemos indicado, se trata en todos los casos de cerámicas lisas, con
ausencia de decoración, a no ser que en este sentido puedan interpretarse algunos de
los pequeños mamelones constatados en unos pocos fragmentos (fig. 3, núm. 2; fig. 4,
núm. 2). Los elementos de prensión son escasos y poco variados, estando reducidos a
algunas lengüetas macizas de disposición horizontal (fig. 3, núms. 1 y 3; fig. 4, núms. 3
y 10), siempre junto al borde, y tal vez a algunos de los pequeños mamelones aludidos.
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Fig. S.-Cerámica.
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FUENTE FLORES
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17
3cm.
Fig. 4.-Cerámica.
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15
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8
En cuanto a la tipología, los perfiles correspondientes a aquellos fragmentos de
mayores proporciones que conservan el borde o alguna otra característica peculiar
nos remiten a un variado repertorio formal compuesto por vasos de paredes rectas principalmente--, vasos de cuerpo globular -alguno con cuello insinuado-, cuencos,
escudillas, platos, fuentes y vasos carenados. Su repartición cuantitativa es la siguiente:
- 11 frags. correspondientes a vasos de paredes rectas (fig. 3, núms. 2 y 5; fig. 4,
núms. 1, 6 a 9 y 13 a 15).
- 4 frags. de cuenco (fig. 2, núms. 2 a 4; fig. 4, núm. 12).
- 2 frags. de vasos de cuerpo globular (fig. 3, núm. 3; fig. 4, núm. 5).
- 2 frags. de posibles platos (fig. 3, núm. 4; fig. 4, núm. 4).
- 2 frags. de fuentes o cazuelas (fig. 3, núms. 1 y 7).
- 1 frag. de fuente (fig. 2, núm. 1).
- 1 frag. de vaso carenado (fig. 4, núm. 11).
1.2. La piedra tallada
Las evidencias de esta industria constituyen un pequeño pero significativo lote con
el sílex como materia prima casi exclusiva. Aparte del sílex se han contabilizado
algunos escasos cantos rodados fracturados y piezas de caliza silícea y cuarcita con
probables trazas de lascado; esto es lo que ha hecho que se tomaran en consideración
en este apartado, aunque su incidencia en el utillaje retocado es prácticamente nula,
tal como puede apreciarse en el cuadro l.
Respecto al sílex, distintas variedades han sido empleadas en Fuente Flores para la
talla. El tipo más usual corresponde a un sílex de aspecto calizo, opaco, mate o con
muy poco brillo, pero de grano generalmente fino y con tonalidades de color en la
gama del gris y del marrón. Le sigue en importancia un sílex de textura más cristalina,
siempre de grano fino y traslúcido en diverso grado (según el espesor e impurezas de la
pieza), con coloración también en la gama del gris y el marrón, pero sin llegar a la
calidad de los típicos melados. Un tipo especial lo constituye el sílex que hemos
llamado «patinado», caracterizado por ofrecer una pátina blanca superficial-a veces
un cierto grado de desilificación-, que recubre parcial o totalmente una matriZ
interna casi siempre de tonalidad más clara, bien observable al trasluz en aquellos
casos en que la alteración superficial es intensa. La última variedad remarcable
corresponde a un sílex blanco normalmente traslúcido, en ocasiones transparente, en
otras menos y con fuerte brillo, adquiriendo así un aspecto aporcelanado; cuando se
presenta con una textura más granulosa y un tinte marronáceo, este sílex puede
recordar al cuarzo ahumado.
Sobre la incidencia de estos diferentes sílex en el utillaje retocado, los tipos calizo
y cristalino no ofrecen una preferencia constatable por algún grupo preciso de piezas,
repartiéndose homogéneamente por todo el espectro tipológico; los sílex «patinado» y
blanco de tipo cuarzo, en cambio, parecen ser más exclusivos de puntas de flecha y
piezas laminares.
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FUENTE FLORES
Materia
prima
Sllex
9
Caliza silícea
Material
Material
Producto
bruto
Utillaje
bruto
Lasca
34
18
77
7
4
Material
2
Frag. lasca
To.tal
Cuarcita
general
bruto
Utillaje
7
Utillaje
1
1
62
89
Hoja
1
1
Frag. hoja
9
9
5
6
11
Astilla
23
2
Esquirla
35
Hojita
Frag. hojita
Chunk
1
27
35
4
Núcleo
1
3
Total
181
1
5
3
43
8
1
8
1
242
Cuadro l.-Tipos de soportes y productos de talla según su distinta cualificación (material brutoutillaje) y su materia prima.
Con estas variedades de sílex, principalmente, y con las otras materias mencionadas (caliza silícea y cuarcita), se corresponde, pues, el conjunto de los materiales de
talla recogidos en Fuente Flores, constituidos por:
- 3 núcleos.
- 5 chunks (fraga. de materia prima amorfos).
- 234 productos y desechos de troceado (material bruto).
- 45 piezas retocadas y con señales de uso (utillaje o material retocado).
Respecto a los núcleos, dos de ellos son de extracción de hojas, trabajados en el
señalado sílex blanco de tipo cuarzo. Uno es prismático (fig. 5, núm. 1), con un solo
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Fig. 5.- Piedra tallada.
3
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FUENTE FLORES
11
flanco o frente de extracción parcialmente astillado y con el plano de percus10n
ligeramente preparado (suaves facetas); el otro es piramidal (fig. 5, núm. 2), con el
frente de extracción extendido a todo el contorno y pudiendo constituir, por su tamaño
y determinadas características de las extracciones (ausencia en algunas de ellas del
negativo del bulbo), una cúspide eliminada en la rectificación de este tipo de núcleos.
El tercer núcleo, también prismático para la talla de hojitas (fig. 5, núm. 3), es de sílex
cristalino y de reducido tamaño, con un solo frente de extracciones al que se le opone
un flanco con el córtex conservado, y un plano de percusión liso, preparado por una
clara extracción.
Los productos brutos de talla, bien soportes o desechos propios del troceado, están
representados por:
- 43 lascas enteras.
- 81 frags. de lasca.
- 5 frags. de hojita.
- 25 astillas.
- 35 esquirlas (productos inferiores a 1 cm 2 ).
Destaca en este conjunto la precariedad de soportes laminares brutos y el grado de
fragmentación existente, esto último bastante acorde con lo que suele suceder en la
mayor parte de yacimientos de superficie (emplazamientos al aire libre), sujetos más
intensamente a las acciones mecánicas del trabajo agrícola y a mayores desplazamientos de los materiales. Incidiría también en este hecho la práctica fracturación que
afecta al utillaje laminar (ver cuadro 1).
Pese a lo reducido de la muestra y a las condiciones de recogida de los materiales,
el número de astillas y esquirlas (desechos propios de talla o retoque), así como la
presencia de núcleos, chunks y lascas en bruto, abogarían por la existencia de un
trabajo de talla realizado en el mismo emplazamiento del poblado.
El utillaje retocado o con señales de utilización (ver cuadro 2) lo integran 45 piezas,
encontrándose solamente 2 de ellas trabajadas en materiales distintos al sílex: una en
caliza silícea y otra en cuarcita. Se trata de una cantidad bastante exigua de útiles,
pero cubriendo un amplio espectro tipológico. En base al agrupamiento en familias
tipológicas es como hemos realizado su recuento y descripción.
Los raspadores están representados por 2 piezas, constituyendo el·4'44% del total
del utillaje. Ambos están elaborados sobre lasca, siendo uno de ellos circular y espeso
(probable,.núcleo o fragmento nuclear discoide reutilizado), con la arista del frente
machac!ltla y astillada, afectando asimismo el astillamiento a la cara inferior (fig. 6,
núm. 1). El otro es un raspador más típico, mostrando una truncadura en el extremo
opu~sto al frente (fig. 6, núm. 2).
Como 'buril (fig. 6, núm. 3) hemos clasificado una lasca fracturada en los dos
extremos con una faceta lateral que parte de la fractura proximal (en el sentido de la
talla). Esta única pieza constituye ~1 2'22 % del utillaje retocado.
También una única pieza se .ha considerado como hojita con borde abatido (fig. 6,
núm. 6), al ofrecer un dorso lateral continuo conformado por retoque abrupto inverso.
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Fig. 6.- Piedra tallada.
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FUENTE FLORES
13
Las muescas y denticulados, en número de 5, representan el11'11% del utillaje. De
acuerdo con el tipo de soporte, se reseñan una lasca con muesca (fig. 6, núm. 4, ésta de
caliza silícea) y otra con denticulación (fig. 6, núm. 5); y asimismo tres hojas con
idénticos caracteres diferenciados: una con muesca (fig. 6, núm. 7) y dos con denticulación (fig. 6, núm. 8; fig. 7, núm. 12). Una de las hojas denticuladas (fig. 7, núm. 12)
presenta dos pequeñas muescas directas destacando un diente, pareciendo insinuar un
típico «diente de hov•; sin embargo, se opondría a esta adscripción tipológica la falta
del lustre funcional y el hecho de que la muesca superior parece tener un carácter
accidental, deducido por su factura más fresca que contrasta con la de la otra muesca
inferior y la del soporte en general, al ser éste del tipo de sílex que hemos caracterizado como «patinado••.
El :carácter de truncaduras lo presentan 2 lascas que suponen un porcentaje del
4'44 %. En una de ellas (fig. 6, núm. 9), la truncadura es de tendencia oblicua, y en la
otra recta (fig. 7, núm. 1); en ambos casos el retoque conformador es abrupto directo.
En la segunda pieza se observa un retoque plano marginal bilateral, bifacial a tramos,
que en su reencuentro con la truncadura en el borde derecho da la impresión de
producir un pequeño apuntamiento o «bec••.
Las puntas de flecha, con 10 piezas, constituyen el grupo tipológico mejor representado en Fuentes Flores, alcanzando el 22'22 % del utillaje. Con arreglo a su morfología
se clasifican del siguiente modo:
- 4 foliformes (fig. 6, núms. 10,11, 12 y 13).
- 1 foliforme de base ensanchada (fig. 6, núm. 15).
- 3 romboidales (fig. 6, núm. 14; fig. 7, núms. 2 y 3).
- 1 de aletas rectas (fig. 7, núm. 4).
- 1 fragmento (fig. 6, núm. 16).
Entre las foliformes hay un ejemplar fracturado en los dos extremos (fig. 6, núm.
11), pero su adscripción tipológica no ofrece dudas, pudiendo constituir un subtipo
alargado; otro ejemplar es de apariencia más tosca e irregular (fig. 6, núm. 12), también
de tendencia alargada, y otro más presenta una leve denticulación en uno de los
bordes (fig. 6, núm. 13).
La foliforme de base ensanchada (fig. 6, núm. 15), fracturada distalmente, constituye un tipo especial dentro de esta misma categoría, y con formas más esbeltas y más
finamente retocadas aparece con relativa profusión en los ajuares de las cuevas de
enterramiento múltiple del importante núcleo neo-eneolítico que constituyen las comarcas valencianas del Comtat-Alcoia y la Vall d' Albaida.
Las puntas romboidales, una variante de las foliformes propiamente dichas, no
ofrecen caracteres particulares, a no ser la leve asimetría de uno de los ejemplares (fig. 7,
núm. 3).
Las otras dos piezas corresponden a un fragmento no precisable tipológicamente
(fig. 6, núm. 16), y a otro que, pese a su estado, no es demasiado forzado catalogar entre
las puntas de aletas rectas (fig. 7, núm. 4).
En cuanto a la tecnología, todo este pequeño lote de puntas de flecha presenta un
retoque plano cubriente bifacial, carácter que normalmente impide reconocer el tipo
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14
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Fig. 7.-Piedra tallada.
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1
12
f1
[page-n-195]
15
FUENTE FLORES
de soporte, aunque es probable que si exceptuamos un solo ejemplar (fig. 6, núm. 11), el
resto haya sido elaborado sobre lasca. Tipométricamente, y en las piezas enteras, la
longitud máxima observada es de 3'10 cm. y la mínima de 1'68 cm.; se trata, pues, de un
conjunto de puntas de dimensiones bastante reducidas.
Las hojas y hojitas retocadas son el segundo grupo tipológico en importancia
numérica (6 efectivos) y porcentual (suponen un índice del 13'33 %). Presentan como
rasgo común la fracturación norma~ente accidental de uno o ambos extremos,
tratándose en la mayoría de casos de verdaderos fragmentos en su estricta consideración (1). Dada la disparidad de caracteres existentes en cada pieza, y puesto que lo
permite su pequeño número, ofrecemos una descripción individual de cada una de
ellas, señalando las dimensiones en los dos únicos casos en que no se trata de
fragmentos sensu stricto:
-
-
-
Hoja con fractura proximal y leve acortamiento distal (fig. 7, núm. 11). Presenta un retoque simple, de
tendencia plana y de aspecto escamoso-escaleriforme, marginal, parcial directo, localizado distalmente
en el lado izquierdo; se observan señales de uso en ambos bordes y por ambas caras. Dimensiones: 9'20 x
1'20 x 0'46 cm.
Fragmento medial de hoja con retoque plano de aspecto escamoso-astillado·escaleriforme, marginal,
continuo (en el fragmento), directo, bilateral (fig. 7, núm. 6).
Fragmento medial de hoja con retoque simple, muy marginal, casi continuo (en el fragmento), directo,
localizado en el lado izquierdo; tiene señales de uso en el borde opuesto (fig. 7, núm. 5).
Fragmento medial de hoja con retoque simple de aspecto escamoso-escaleriforme, profundo, continuo (en
el fragmento), directo, bilateral (fig. 7, núm. 7); el modo simple del retoque viene conferido más por el
espesor de la pieza (una hoja prismática), que por la intesidad real en que éste afecta al volumen del
borde.
Fragmento proximal de hojita con retoque simple, profundo, muy parcial (en el fragmento), directo,
localizado en el lado derecho (fig. 7, núm. 8).
Hojita con fractura distal (fig. 7, núm. 9). Presenta un retoque simple de tendencia plana, profundo,
continuo, directo, localizado en el borde derecho. Dimensiones: 1'77 x 0'66 x 0'27 cm.
Como visión sintética de este conjunto, y atendiendo a las características del
soporte y del retoque, hemos confeccionado el siguiente cuadro valorativo:
Retoque
M o®
Amplitud
Tipo
Soporte
Marginal
Muy
marginal
Profundo
Simple
Simple
(plano)
Plano
Sumario
Escamoso
Hoja
2
1
1
2
1
1
1
3
2
1
1
Hojita
2
(1) Entendemos por «fragmentoe» en sentido estricto y en su aplicación a soportes laminares (útiles o no), aquellas piezas de indudable talla
laminar pero que en su estado de conservación la longitud es lriempre inferior al doble de la anchura.
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16
1
4
1
1
1
5
ro-®-~
D
1
Fig. S.-Piedra tallada.
•
o
3cm.
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•
m
~
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FUENTE FLORES
17
Continuando con los restantes grupos tipológicos, la única pieza de hoz constatada
(2'22 %) corresponde a un pequeño fragmento de hoja con intensa pátina brillante
bifacial (lustre de cereales) localizada en el borde derecho (fig. 7, núm. 10). Formalmente, podría entrar en la categoría de los ((elementos de hoz» (2), presentando el borde
con lustre atacado por una denticulación marginal probablemente de uso.
Como piezas bifaces catalogamos un grupo de soportes, normalmente lascas, que
presentan como característica común una serie de retoques o extracciones planas
bifaciales, más o menos invasoras, pudiendo en algún caso también cubrir toda una
cara (fig. 8, núms. 1, 2, 5 y 7). Se trata con seguridad de verdaderos esbozos de puntas
de flecha, a menudo con claras fracturas de conformación, formas foliáceas más o
menos insinuadas, gruesas secciones, caracteres de talla discernibles (talón, ondas de
percusión, extremidades distales...), etc., y que por estos rasgos de tosquedad y de
evidente inacabado son del todo diferenciables de las puntas de flecha propiamente
dichas. Su número es de 4 (una es un fragmento), y su índice del 8'88 %.
Las piezas astilladas, todas sobre lascas o fragmentos, son relativamente abundantes (5 efectivos), constituyendo un porcentaje del11'11% (fig. 8, núms. 3, 8 y 9; fig. 9,
núms. 2 y 6). Las extracciones o astillamientos son en todos los casos bilaterales, y en
mayor medida de disposición unifacial-bifacial. La relativa entidad de estas piezas,
más que a una voluntariedad funcional, y puesto que el retoque astillado suele
responder en muchas ocasiones a causas accidentales, podría deberse a los lógicos
mecanismos de alteración a que se encuentran sujetos los yacimientos de superficie,
tal como repetidamente hemos apuntado.
A un grupo de varios hemos remitido un fragmento de lasca con retoque continuo
muy marginal (fig. 8, núm. 4), un fragmento probablemente de hoja con retoque plano
inverso (fig. 9, núm. 4), un fragmento de lasca con retoque plano bifaz en un borde (fig. 8,
núm. 6), un fragmento de lasca con retoque plano unifacial (fig. 9, núm. 5) y una
aparente raedera espesa, con retoque inverso escaleriforme, fabricada sobre una lasca
de cuarcita (fig. 9, núm. 1). A excepción de la primera y última piezas señaladas, las
tres restantes podrían tratarse también de primeros esbozos o fragmentos originados
en el proceso de elaboración de puntas de flecha. En total, los varios suman 5 piezas
que proporcionan un índice del 11'11 %.
Por último, hemos tomado también en consideración en este apartado del utillaje, y
contabilizadas conjuntamente con los restantes grupos tipológicos, una hoja y dos
hojitas con simples señales de utilización (retoque no sistemático), que VIenen a
representar un porcentaje del 6'66% (fig. 9, núms. 3, 7 y 8).
(2) Los «elementos de hoz» han sido def"midoa y contextualizadoa en nuestro ámbito de estudio por B. MARTI: • Cova de I'Or (Benianéa,
Alicante). Vol. 1». Trabajos Varioa del Servicio de Investigación Prehistórica, núm. 61. Valencia. 1977, p4¡a. 8&-90, habiendo marcado claramente
las distancias moño-técnicas y cronológico-culturale. que loa separan de los característicos «dientes de hoz» del Bronce Valenciano.
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18
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•
•
•
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1
1
1
Fig. 9.-Piedra tallada.
•
7
o
3cm.
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FUENTE FLORES
19
Número
Grupos y variantes tipológicas
%
RASPADORES
2
4'44
BURILES
1
2'22
HOJITAS BORDE ABATIDO
1
2'22
MUESCAS Y DENTICULADOS
Lasca con muesca
Lasca con denticulación
Hoja/hojita con muesca
Hoja/hojita éon denticulación
5
1
1
1
2
11'11
TRUNCADURAS
2
4'44
10
4
1
3
1
1
22'22
8'88
2'22
6'66
2'22
2'22
PUNTAS DE FLECHA
Foliformes
Foliformes base ensanchada
Romboidales
Aletas rectas
Fragmentos
2'22
2'22
2'22
4'44
HOJAS/HOJITAS RETOCADAS
Hojas retoque marginal
Hojas retoque muy marginal
Hojas retoque profundo
Hojita retoque profundo
6
2
1
1
2
13'33
4'44
2'22.
2'22
4'44
PIEZAS DE HOZ
1
2'22
PIEZAS BIFACES
4
8'88
PÍEZAS ASTILLADAS
5
11'11
VARIOS
5
11'11
PIEZAS SE:l'rALES DE USO
Hojas
Hojitas
3
1
2
6'66
2'22
4'44
TOTALES
45
Cuadro 2.-Recuento de] utiJJaje
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20
1
2
o
Fig. 10.- Piedra pulida.
5cm.
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21
1.3. La piedra pulida
Unicamente se han encontrado elaboradas con esta tecnología dos piezas que por
sus perfiles corresponden a un hacha y a una azuela. Ambas han sido trabajadas en el
mismo tipo de roca, de un color grisáceo-azulado, y asimismo presentan fuertes
astillamientos producto, probablemente, del rodamiento u otras acciones debidas al
laboreo agrícola.
El hacha (fig. 10, núm. 1) ofrece una silueta trapezoidal, con el filo y el talón redondeados y en buena
parte afectados por los astillamientos, así como parte de las caras. La longitud máxima de la pieza es de 6'20
cm. y la longitud del filo -o anchura máxima-, de 5'46 cm.; la anchura del talón es de 2'69 cm. y el espesor
11 mitad del útil, de 2'11 cm. La sección transversal es elíptica. La superficie externa no destruida por los
astillamientos está completamente pulida, pero ofreciendo un brillo apagado, casi mate.
La azuela (fig. 10, núm. 2) también presenta una silueta trapezoidal, con el filo recto y el talón
ligeramente redondeado. Los astillamientos, bastante acusados, prácticamente sólo afectan al filo por su
cara inferior. La longitud de la pieza es de 5'69 cm. y la del filo de 4'68 cm. (también anchura máxima); la
anchura del talón, 1'83, y el espesor en la parte media, de 1'96 cm. La sección es de tendencia plano-convexa.
El pulido cubre toda la superficie, siendo el brillo más intenso que en el caso del hacha.
1.4. El hueso trabajado.
Frente a la abundancia de restos de fauna recogidos en Fuente Flores, la muestra
de hueso trabajado es relativamente escasa, constituida en su mayor parte por punzones y fragmentos de éstos. El examen atento de las piezas permite reconocer los
procedimientos empleados en su elaboración, apreciándose como constantes las trazas
de seccionados longitudinales, las estrías de abrasión y el buen acabado producido por
un pulido más o menos intenso.
La clasificación y descripción de cada pieza, señalando la parte ósea y la especie de
procedencia cuando ello es posible, es la siguiente:
-
-
-
Punzón sobre ulna derecha de Linx pardina (lince). Muestra señales de abrasión en la epífisis proximal
(proceso coronoideo y superficies lateral, medial y proximal del Olécranon) y en la diáfisis. Leve fractura
a la altura del tercio distal. Longitud: 11'72 cm. Fíg. 11, núm. 5.
Punzón sobre metatarso de Ovis aries (oveja). Conserva la epífisis distal. Corresponde a la mitad del
metatarso seccionado longitudinalmente. Longitud: 6'70 cm. Fíg. 11, núm. l.
Fragmento distal de punzón (extremo apuntado) sobre diáfisis de tibia de ovicáprido. Fíg. 11, núm. 3.
Fragmento proximal de probable punzón (extremo no apuntado) sobre metatarso de ovicáprido. Conserva
la eplisis proximal, correspondiendo igualmente a la mitad del metatarso seccionado longitudinalmente.
Fig. 11, núm. 2.
Fragmento proximal de probable punzón sobre hueso no reconocible.
Fragmento proximal de posible 11varilla)) o aguja plana. El grado de abrasión impide una identificación
segura, pudiendo tratarse de un fragmento proximal de metapodio de especie no precisable. Fig. 11, núm. 4.
Fragmento de 11pieza fusiforme)) (3) sobre asta de Cervus elaphus (ciervo). Fig. 11, núm. 6.
Fragmento proximal de metacarpo derecho de Cervus elaphus con profunda incisión central, probablemente correspondiente al proceso de s~ccionado longitudinal del hueso.
(3) Denominación propuesta para este tipo de piezas por E. VENTO: «Ensayo de clasificación sistemática de la industria ósea neolltica. La
Cova de I'Or (Benilll'ris, Alacant). Excavaciones antiguas». Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia-Saguntum, 19. Valencia, 1985,
págs. 31-83.
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Fig. 11.-Hueso y madera
trab~ados.
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23
FUENTE FLORES
1.5. Otros vestigios
Además de los materiales industriales anteriormente reseñados, debemos recalcar
una vez más que en la misma zanja denunciadora del yacimiento de Fuente Flores
apareció un cierto número de lajas y placas fragmentadas de arenisca que, como antes
avanzábamos, pudieran ponerse en relación con las probables estructuras constructivas del poblado.
También como elemento constructivo o como parte de algún tipo de soporte para
recipientes habría que considerar el hallazgo de un ciclindro de barro cocido fragmentado, de sección subcircular, que presenta la superficie externa regularizada y alisada
y uno de los extremos también perceptiblemente regularizado.
Por otro lado, un fragmento de canto rodado de ar~nisca, parcialmente ennegrecido
y cuarteado por acción del fuego, podría haber formado parte c:Ie alguna estructura de
hogar.
Sin embargo, uno de los hallazgos más interesantes efectuados en Fuente Flores
corresponde a los numerosos restos de materia vegetal, carbonizados y no, conservados en buena parte -sobre todo en el segundo caso- gracias al medio turboso del
yacimiento. Sobresalen entre ellos los que parecen dos fragmentos de utensilios no
determinables (tal vez restos de mangos), uno de los cuales se encuentra trabajado en
madera de encina, presentando una perforación intencional en un extremo (fig. 11,
núms. 7 y 8).
El análisis antracológico de los restos vegetales no trabajados, realizado por Elena
Grau Almero, muestra que gran parte de las muestras examinadas, no carbonizadas,
proceden de la corteza exterior de Pinus sp. El resto, 75 fragmentos, carbonizados y no
carbonizados, pertenece al xilema secundario o madera de cuatro taxones diferentes:
Pinus halepensis (pino carrasco), Pinus nigra subsp. salzmannii (pino negral), Quercus
ilex (encina/carrasca) y Quercus faginea subsp. valentina (quejigo). Sus cuantificaciones y porcentajes se detallan en el cuadro siguiente:
Taxones
Número
Pinus halepensis
9
%
12
Pinus nigra
16
21'30
Quercus ilex
35
46'60
Quercus faginea
15
20
TOTAL
75
100
Este tipo de vestigios, además de aportar datos valiosos sobre la vegetación
circundante en el momento de vida del yacimiento, permiten algunas conjeturas sobre
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24
J. JUAN Y R. MARTINEZ
el carácter de su presencia en el mismo. ¿Se trata de restos de material combustible
empleado en los hogares? Los fragmentos carbonizados podrían en cierta forma respaldar esta proposición. ¿O tal vez se trata de restos de posibles construcciones? Los
fragmentos no carbonizados, en cambio, podrían ir en esta dirección. Además, no
habría que descartar la posibilidad de una industria con base en la madera orientada a
la fabricación de utensilios y otros tipos de objetos, tal como revelan los fragmentos
trabajados mencionados con anterioridad. Es cierto que todas estas proposiciones
podrían ser plausibles a la vez, y sólo la excavación del yacimiento permitirá despejar
las incógnitas planteadas.
2. Valoración de conjunto
Empezando por la cerámica, ya hemos visto con anterioridad las características de
la muestra recogida en Fuente Flores: alto grado de fragmentación, mala conservación
y reducido tamaño de los fragmentos (lo que hace que sean pocas las formas reconstruibles, aunque no reconocibles), ausencia de decoraciones, etc. Centrándonos en la
tipología morfológica de los vasos, inducida a partir de los fragmentos que conservan
el borde y una mayor proporción del cuerpo o galbo, el grupo mayoritario en este
yacimiento lo conforman aquellos reeipientes de paredes rectas no determinables en
principio, pudiendo corresponder a vasijas de cuerpo cilíndrico o troncocónico, y de
los que ofrecemos los simples perfiles en la fig. 4. Esta clase de recipientes están bien
documentados desde el Neolítico antiguo, y en contextos del Eneolítico, según J.
Bernabeu (4), parecen ser más abundantes durante las fases inicial y plena.
Más escasos son los vasos de cuerpo globular (fig. 3, núm. 3; fig. 4, núm. 5), formas
catalogables entre las ollas y que tienen claros precedentes en las culturas neolíticas
locales (5). Perfiles parecidos -al que presenta cuello y borde diferenciado (fig. 4, núm.
5), con seguridad una ollita identificable con el tipo 57 de Bernabeu (6), se reconocen
entre los materiales cerámicos del poblado del Atareó de Belgida (7) y de Les Jovades
de Cocentaina (8); en el primer caso, se trata de un contexto campaniforme, mientras
que en el segundo no hay documentada esta especie cerámica. El anterior autor (9)
señala que las ollas son relativamente escasas durante el Eneolítico inicial y pleno,
cobrando mayor desarrollo en el Horizonte Campaniforme de Transición (H.C.T.) (10).
(4) J . BERNABEU: «EE vaso campaniforme en el Pala Valenciano». Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehiotórica, núm. 80.
V al encía, 1984.
(6) MARTI: Op.. cit. nota 2.
(6) BERNABEU: Op. cit. nota 4.
(7) M. JORNET: •Prehistoria de Bélgida, L Hallaqoe .eneolfticoe». Archivo de Prehistoria Levantina,! (1928). Valencia, 1929, pq.. 91-100,
fig. 3, núm. 6.
(8) J . LI. PASCUAL: «Les Jovadee (Cocentaina). Notee pera l'eatudi del poblament eneolftic a la conca del riu d' Alcoi». En «El Eneolftico en
el Pafs Valenciano», Instituto de Eatudioe Juan Gil-Albert. Colección Patrimonio, ó. Alicante. 1986, pq.. 73-87, fig. 9.
(9) BERNABEU: Op. cit. nota 4, pég. 97.
(10) Para las recientes IIÍ8tenl8.tUaciones del Eneolftioo V alenci&~~o, consultar:
E. PLA, B. MARTI y J . BERNABEU: «La Ereta del Pedregal (Nav81'1"6s, Valencia) y loa inicios de la Edad del Bronce». XVI Congreso
Nacional de Arqueología (Murcia-Cartagena, 1982). Zarag02a, 1983. pága. 23&-248.
J . BERNABEU: ccEI EneoUtico valenciano: ¿Horizonte cultural o cronológico?». En «El Eneoiltioo en el Pafs Valenciano», Instituto de
Estudios Juan Gil-Albert, Colección Patrimonio, 6. Alicante, 1986, péga. 9-14.
BERNABEU: Op. cit. nota 4.
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FUENTE FLORES
25
Los cuencos, por su parte, no están mal representados en Fuente Flores, habiéndose
podido efectuar la reconstrucción de algunos de ellos (fig. 2, núms. 2, 3 y 4). Todos son
cuencos profundos (IP > 50 cm.), de las variantes hamiesférica y globular, formas muy
extendidas en el espacio y el tiempo que se encuentran desde el Neolítico a la Edad del
Bronce (11).
Un solo fragmento podría corresponder a una escudilla (fig. 3, núm. 8), por su perfil
sencillo y abierto y borde no destacado. Las escudillas, con algunos antecedentes en el
Neolítico inicial, son más bien características de sus etapas finales, constatándose en
la fase Ereta 1 (Neolítico final), perdurando en las fases Ereta II y m (Eneolítico
inicial-pleno y H.C.T., respectivamente), aunque rarificándose en la segunda de ellas
(H.C.T.) (12).
Sin embargo, las formas más singulares constatadas en Fuente Flores son las que
corresponden a fuentes y platos (fig. 2, núm. 1; fig. 3, núm. 4). La tendencia observada
desde el Neolítico antiguo y medio es a sustituir los recipientes profundos por los
planos, característica que ya aparece bien documentada durante el Neolítico final (13).
Esto conllevará que los grupos dominantes cerámicos en el Eneolítico, en paralelo con
otras áreas peninsulares, sean estos platos, fuentes y escudillas, con sus diversas
variantes, acompañados en mayor o menor medida de cuencos, cazuelas, ollas y orzas
(14), algunos de cuyos tipos ya hemos visto en Fuente Flores. Si bien la tendencia
anteriormente enunciada puede ser reconocida, el repertorio de formas planas, en
especial platos y fuentes, es aún bastante escaso en contextos del Eneolítico valenciano y, por consiguiente, mal conocido en sus aspectos tipológicos, evolutivos y de
filiación. La gran fuente reconstruida en la fig. 1 (al igual que los perfiles núm. 4 de la
fig. 3 y 4 de la fig. 4), tiene pocos paralelos formales directos en nuestro ámbito de
estudio, y sólo de lejos podría emparentarse con alguna de las fuentes o platos del
singular poblado de Les Moreres de Crevillent (15). Aunque presenta un borde que
podríamos considerar engrosado y levemente remarcado al exterior, difícilmente puede paralelizarse con las fuentes de borde engrosado y saliente del anterior yacimiento
de Les Moreres, o con los mismos tipos de vasos documentados en otros contextos del
Eneolítico peninsular, por ejemplo del poblado granadino de los Castillejos de Montefrío (16); asimismo, tampoco ofrece parangón con los tipos 1, 22, 23, 24 ó 25 de
(11) BERNABEU: Op. cit. nota 4, pág. 96.
(12) BERNABEU: Op. cit. nota 4, pág. 96.
Para la secuencia de la Ereta:
E. PLA, B. MARTI y J. BERNABEU: «Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia). Campañas de excavación 1976-1979>•. Noticiario
Arqueológico Hispánico, 15. Madrid, 1983, págs. 41-68.
PLA, MARTI y BERNABEU: Op. cit. nota 10.
(13) J. BERNABEU: ••La evolución del Neolítico en el País Valenciano. Aportaciones al estudio de las culturas neolfticas en el extremo
occidental del Mediterráneo». Revista del Instituto de Estudios Alicantinos, núm. 37. Alicante, 1982, págs. 85-137.
(14) BERNABEU: •El Eneolftico... », op. cit. nota 10.
(15) A. GONZALEZ PRATS: <
(16) A. ARRIBAS y F. MOUNA: «El poblado de "Los Castillejos" en las Peñas de los Gitanos (Montefrlo, Granada). El corte 1 (campai\a de
1971)>>. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, Serie Monográfica, 3. Granada, 1978.
A. ARRIBAS y F. MOLINA: «Nuevas aportaciones al inicio de la metalurgia en la Península Ibérica. El poblado de los Castillejos de
Montefrlo (Granada)>>. En
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26
J. JUAN Y R. MARTINEZ
Bernabeu (17), correspondientes a los pocos platos o fuentes de borde saliente o de
borde engrosado del propio Eneolítico valenciano. Con todo, es innegable que la
tipología de la fuente en consideración responde en su concepto a una idea común con
los casos señalados. Al respecto, Bernabeu se decanta enteramente porque estas
formas cerámicas son indicadoras de contactos o influencias llegadas desde las vecinas
culturas eneolíticas o calcolíticas del Sudeste peninsular (18). Cabría añadir, en
definitiva, que tal vez haya que contar con autóctonos replanteamientos tipológicos de
este tipo de vajilla, que la ef'unera base documental actual apenas permite perfilar.
En cuanto a la cronología, las fuentes de borde engrosado y saliente, a tenor de lo
que revela la estratigrafía del poblado de los Castillejos, serían significativas en el
marco andaluz de las primeras etapas eneolíticas (cobre antiguo y pleno, según las
denominaciones de la zona), al iniciar su presencia en la fase 111 (pre-campaniforme) y
alcanzar su apogeo en la Fase IV (campaniforme inicial) de dicho poblado (19). Una
cronología parecida, pues, puede suponerse para la aparición y desarrollo de estas
formas cerámicas en el ámbito valenciano, que deben caracterizar de este modo
nuestro Eneolítico inicial y pleno.
Por otro lado, tipológicamente entre las fuentes y las cazuelas se encuentran otros
dos perfiles señalados en la figura 3 (núms. 1 y 7). El núm. 1 corresponde a una vasija
de cuerpo de tendencia troncocónica y lengüeta adosada junto al borde, presentando
éste el labio adelgazado internamente, y donde el arranque de la base puede percibirse
en el extremo inferior de la pared interna. El único paralelo para esta forma lo hemos
encontrado probablemente en el poblado de la Macolla de Villena (donde tampoco se
tiene constancia de cerámica campaniforme), en un vaso de características similares
incluyendo las lengüetas de prensión, pero con éstas perforadas verticalmente (20).
Más problemas presentaría la inclusión del recipiente de Fuente Flores en el tipo 33 de
Bernabeu, referido a las verdaderas cazuelas troncocónicas, con un mayor índice de
profundidad y adscritas únicamente de momento al H.C.T. (21). El fragmento núm. 7,
pese a su reducido tamaño, también podría corresponder a un vaso de paredes troncocónicas (fuente o cazuela?), presentando un borde ligeramente engrosado y con labio
plano. Estas características de engrosamiento y aplanado del labio, dando lugar a una
variante tipológica concreta, se observan en algunas fuentes de cuerpo no carenado
del poblado de los Castillejos, proporcionando algunos perfiles emparentables con el
caso de Fuente Flores (22).
Por último, y en esta consideración de la cerámica, faltaría referirse a un fragmento que, a pesar de su mala conservación, posiblemente pueda corresponder al cuerpo de
un vaso carenado (fig. 4, núm. 11). Este tipo de vasos empieza a documentarse desde las
(17) BERNABEU: Op. cit. nota 4.
(18) BERNABEU: «El Eneolftico ... ~. op. cit. nota 10, pág. 13.
(19) ARRIBAS y MOUNA: Op. cit. nota 16, 1979.
(20) J . M. SOLER: «El Eneolftico en Villena~. Departamento de Historia Antigua de la Universidad de Valencia, Serie Arqueológica, 7.
Valencia, 1981. páp. 14-31, fig. 12, núm. 1.
(21) BERNABEU: Op. cit. nota 4, pág. 95.
.
(22) ARRIBAS y MOUNA: Op. cit. nota 16, 1978, pág. 90 y fig. 76, núma. 677 y 580.
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FUENTE FLORES
27
primeras fases del Neolítico final, formando con las escudillas en calota el binomio
más típico de la producción cerámica de este estadio cultural y estando presentes
durante todo su desarrollo (23); su perduración en el Eneolítico es segura, prefigurando desde aquí, con las especies campaniformes del H.C.T., las características formas
del Bronce valenciano (24). En claros contextos pre-campaniformes del Neo-eneolítico
valenciano, encontramos vasos con carena insinuada en el poblado de Les Jovades
(25), y con carena bien marcada en el de Les Moreres (26); asimismo, hay algún
ejemplar documentado en el poblado de la Casa de Lara de Villena (27), aunque las
peculiares características de este yacimiento impiden una exacta fijación cultural.
Extrapolando un poco los datos, en los Castillejos de Montefrío aparecen los vasos
carenados en la Fase 111 (Cobre antiguo), en forma de finos vasitos con carena baja que
recuerdan a las idénticas tacitas de Les Moreres y a otras similares con decoración
esgrafiada de los primeros momentos del Neolítico final valenciano (28). Todo parece
indicar, pues, que los vasos carenados, introducidos y desarrollados en el neolítico
final, perdurarán con mayor o menor entidad durante todo el Eneolítico, volviendo a
cobrar una marcada significación, como ya hemos apuntado, en el Bronce valenciano.
Pasando al apartado de la industria lítica, poco es lo que puede decirse respecto de
los escasos vestigios de piedra pulida encontrados en Fuente Flores, si no es que
hachas y azuelas fabricadas en esta tecnología constituyen prácticamente una constante en todos los yacimientos valencianos y peninsulares desde los inicios del Neolítico hasta la generalización del metal.
Por lo que se refiere a la piedra tallada, y especialmente al utillaje, en Fuente
Flores, al igual que en el resto de las estaciones valencianas equiparables, las puntas
de flecha y las hojas y hojitas retocadas se muestran como los grupos tipológicos
dominantes. Un dato remarcable para las puntas de flecha es el predominio de los tipos
que podemos considerar simples (foliformes y romboidales) y la ausencia de las formas
con pedúnculo y aletas bien marcadas. Por lo que sabemos de algunas notas publicadas sobre la secuencia de la Ereta del Pedregal (29) y los estudios en materia lítica
actualmente en curso para este yacimiento, la generalización aquí de las puntas con
pedúnculo y aletas tiene efecto en las fases más avanzadas (EP-ID), correspondientes a
momentos claramente campaniformes; este mismo hecho ha sido observado en otras
áreas peninsulares (30). En relación con la fabricación de las puntas de flecha y el
reavivado de los bordes cortantes de determinadas hojas y hojitas, hay que señalar la
importancia adquirida ahora por el retoque plano, prácticamente ausente en las
(23)
(24)
(26)
(26)
(27)
BERNABEU: Op. cit. nota 13.
BERNABEU: Op. cit. nota 4, pág. 96.
PASCUAL: Op. cit. nota 8, fig. 9.
GONZALEz PRATS: Op. cit. nota 16, fig. 1, núms. 2 y 6.
J. M. SOLER: •La Casa de Lara. Villena (Alicante). Poblado de llanura con cerámica cardial>>. Saítabi, XI. valencia, 1961. págs. 193·200,
Lám.I.
(28) BERNABEU: Op. cit. nota 13.
(29) D. FLETCHER. E. PLAy E. A. LLOBREGAT: «La Ereta del Pedregal (Navarrés. Valencia)». Excavaciones Arqueológicas en España.
42. Madrid, 1964.
(30) A. CAVA: «La industria lítica en los dólmenes del País Vasco meridional>>. Veleia, l. Vitoria. 1984, págs. 51-146.
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J. JUAN Y R. MARTINEZ
28
primeras etapas neolíticas (31). También en relación con las puntas de flecha hay que
considerar el buen porcentaje de las que hemos denominado piezas bifaces, probables
esbozos de aquéllas en su proceso de elaboración. Piezas de estas características, poco
valoradas en su conjunto y hasta cierto punto habiendo pasado desapercibidas, existen
en mayor o menor proporción en todos los yacimientos de superficie del Neo-eneolítico
valenciano; han sido determinadas, además de en la Ereta -donde aparecen en
grandes cantidades-, en el poblado del Puntal sobre la Rambla Castellarda de Uíria
(32) y en Les Jovadas (33), y pueden reconocerse en las ilustraciones de reseñas de
yacimientos como la Font de la Carrasca de Cuila (34), Cova Roja de Benassal (35) y el
poblado de la Macolla de Villena (36), entre otros.
Otra peculiaridad observable en el utillaje de Fuente Flores, teniendo en cuenta lo ·
reducido de la muestra, es la presencia de algunas típicas piezas de lo que puede
considerarse como el sustrato industrial (raspadores sobre lasca, buril, hojita de
dorso), poco o nada frecuentes en las fases iniciales del Neolítico . (37). Es todavía
prematuro pronunciarse sobre el real significado de estas «pervivencias», en términos
de valorar el peso de la tradición epipaleolítica, ligado al tema de la dualidad cultural
observada en los comienzos del Neolítico, etc., dado que todo ello, como antes hemos
apuntado, se encuentra en una fase inicial de estudio. Menos problemas de interpretación plantean las piezas adscribibles al infrasustrato (muescas y denticulados, astillados ...), abundantes en todos los yacimientos de superficie, y cuya fuerte proporción
también aquí -relativamente hablando-, cabría atribuir en parte y del mismo modo a
las propias características físicas del emplazamiento.
Otro aspecto a destacar en Fuente Flores es la ausencia de microlitos geométricos
y de grandes truncaduras sobre hoja, más o menos presentes en yacimientos del mismo
tipo (Ereta, Les Jovades, Font dé la Carrasca). Ello ha de deberse más que a particularidades de índole cultural, a las propias circunstancias de recuperación de los materiales. Finalmente, la existencia de piezas talladas en otras materias distintas al sílex,
principalmente cuarcitas, es un hecho bastante corriente en contextos neo-eneolíticos,
habiendo sido también citadas en yacimientos como Rambla Castellarda, Cova Roja o
la Macolla.
En cuanto al hueso trabajado, la muestra de esta industria recogida en Fuente
Flores ofrece una buena visión de lo que parece ser la tónica general en los yacimientos de esta etapa: en primer lugar, la pérdida de la variedad tipológica que caracterizaba al Neolítico, especialmente a sus fases más antiguas (38), y tanto en útiles como en
(31) J . JUAN.CABANlLLES: «El utillaje neolftico en sílex del litoral mediterráneo peninsular». Papeles del Laboratorio de Arqueologfa de
Valencia&guntum, 18. Valencia, 1984, págs. 49-102.
·
(32) J . APARICIO, J . V. MARTINEZ y J . SAN VALERO: «El Puntal sobre la Rambla Castellarda y el poblamiento eneol!tico en la Región
.
Valenciana». Saitabi, XXVU. Valencia, 1977, pága. 37~.
(33) PASCUAL: Op. cit. nota 8.
(34) A. GONZALEZ PRATS: «El poblado calcolítico de la Font de la Carrasca (Cuila, Castellón)». Archivo de Prehistoria Levantina, XVI.
Valencia, 1981, pétL 141·158.
(36) A. GONZALEZ PRATS: «Carta Arqueolótica del Alto Maestra2go~. Trabajos Varios del Servicio de Investitación Prehistórica, núm. 63.
Valencia, 19'19, páp. 30-32. '
(38) SQI.Jm, Op. cit. nota
(37) JUAN-CABANILLES: Op. cit. nota 31.
(38) VENTO: Op. cit. nota 3.
20:
-208-
[page-n-209]
FUENTE FLORES
29
elementos de adorno; en segundo lugar, y en relación con lo anterior, la práctica
reducción de la manufactura a un grupo de utensilios muy precisos como son los
punzones. Ciertamente, este tipo de piezas son las predominantes en Fuente Flores, y
otro tanto ocurre por lo que sabemos en la Ereta del Pedregal y yacimientos afines. Si
la mayor parte de punzones de Fuente Flores pueden ser catalogados como «útiles» en
su sentido funcional, hay algunos de ellos que podrían entrar en la categoría de los
«adornos». Se trata, por una parte, del punzón elaborado sobre metapodio de ovicáprido conservando la epífisis (fig. 11, núm. 1), tipo muy bien documentado en el Neolítico
y que, en opinión de E. Vento, en base a las particulares características técnicas de
estas piezas y a ciertas constataciones etnográficas, cabría considerar como pasadores,
es decir, agujas de adorno para el cabello (39). De todas maneras, es cierto que no debe
descartarse su polivalencia funcional. Por otra parte, habría el pequeño fragmento
proximal de punzón de sección plana (fig. 11, núm. 4), clasificable entre los alfileres o
varillas aplanadas que tanta significación revisten en los ajuares de las cuevas
sepulcrales, y cuya funcionalidad sería idéntica a la de los pasadores (40). Volviendo al
tema de los punzones sobre metapodios de ovicápridos, como hemos dicho uno de los
elementos típicos de la industria ósea neolítica, hay que señalar que en esta variedad
están escasamente representados en la Ereta del Pedregal, siendo característicos en
este yacimiento los punzones elaborados sobre tibias y húmeros de conejo que, según
Pla, Martí y Bernabeu, parecen reemplazar a los primeros, invirtiéndose la relación
existente en los yacimientos neolíticos (41). No podemos actualmente pronunciarnos
sobre la generalidad de este hecho, por lo que parece bien patente en la Ereta, puesto
que los punzones sobre tibia de conejo están ausentes en la serie de Fuente Flores, y
tal vez haya que considerar en estas valoraciones las reales disponibilidades y uso de
la materia prima en base a la ecuación fauna constatada-partes seleccionadas para su
transformación según los distintos yacimientos. Fuera de los punzones, el otro tipo
constatado en Fuente Flores corresponde a un fragmento de pieza fusiforme, fabricada
sobre asta de ciervo, que en la bibliografía ha recibido también la denominación de
espátula. Estas piezas son escasas en la industria ósea específicamente neolítica (42), y
su aparición parece ir ligada a momentos avanzados de la etapa; el que se encuentren
abundantemente en la Ereta podría confirmar esta apreciación, así como el que su
generalización sea prácticamente eneolítica.
Para finalizar esta valoración de los materiales, habría que referirse a los interesantes hallazgos efectuados en Fuente flores de algunos objetos trabajados en madera
(fig. 11, núms. 7 y 8), cuya interpretación se nos escapa de momento; interesantes por
su excepcionalidad en nuestro ámbito de estudio e incluso el propio peninsular. Tal
(39) VENTO: Op. cit. nota 3, pág. 69.
(40) J. R. GARCIA DEL TORO: ceLas llamadas varillas de hueso de los enterramientos humanos colectivos del Eneolítico del Levante
español: Tipologia morfotécnica e hipótesis funcional». En «El Eneolitico en el Pals Valenciano», lllBtituto de Estudios Juan Gil·Albert.
Colección Patrimonio, 5. Alicante, 1986, págs. 167-164.
(41) PLA, MARTI y BERNABEU: Op. cit. nota 12, 1983, pág. 55.
(42) VENTO: Op. cit. nota 3.
-209-
[page-n-210]
30
J. JUAN Y R. MARTINEZ
vez, la progresiva disminución del volumen y la diversidad del material óseo observada
en el transcurso del Neolítico esté en relación, como ya ha sido muchas veces
apuntado (43), con la sustitución del hueso por la madera en la manufactura de útiles y
otros implementos del ajuar doméstico. Las peculiares características de Fuente
Flores han permitido la conservación además de los objetos trabajados de numerosos
restos de materia vegetal. Es por esto que la necesaria excavación del yacimiento
puede proporcionar en el futuro una inestimable información sobre el carácter de la
aludida sustitución de materias primas y su real significado.
IV. LAS EVIDENCIAS ECONOMICAS: LOS RESTOS DE FAUNA
Una parte muy significativa de los testimonios arqueológicos proporcionados por
Fuente Flores la representan los restos faunísticos correspondientes tanto a especies
domésticas como salvajes. La entidad de la muestra, así como la relativa escasez de
datos que poseemos sobre la economía en general de las poblaciones neo-eneolíticas,
ha hecho que hayamos dedicado un apartado específico a su estudio y valoración.
l. Características de la muestra
Un total de 1.123 restos óseos componen la muestra estudiada. De ellos, 588 han
sido identificados, lo que representa un 52'5% del total; el resto son pequeñas astillas
de diáfisis producidas en muchos casos en el momento de la exhumación.
Los criterios biométricos empleados son los propuestos por A.V.D. Driesch (44). Los
trabajos que hemos seguido para la determinación de las edades por el desgaste dental,
así como otros aspectos metodológicos serán expuestos más adelante.
En el cuadro general de la página siguiente damos cuenta del número de especies
identificadas y su distribución según el número de restos (N.R.), número mínimo de
individuos (N.M.I.) y peso expresado en gramos (P.).
2. Análisis de los restos óseos: estudio de las especies
En este apartado .pasamos a analizar los restos óseos distribuidos por especies y
partes corporales. Hemos cuantificado asimismo los restos que muestran algún tipo de
señales, sean de origen antrópico: incisiones de descarnado y despiece (1) y marcas de
fractura directa (F), o animal representadas por los distintos tipos de señales que los
carnívoros imprimen tras el roído de los huesos (C). La base metodológica empleada
procede del trabajo de M. Pérez Ripoll sobre las marcas de carnicería en los restos
óseos (45).
(43) B. MARTI, V. PASCUAL, M. D. GALLART, P. LOPEZ, M. PEREZ. J. D. ACU~A y F. ROBLES: «Cova de I'Or (Beniarrés, Alicante).
Vol. IT». Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehiatórica, nÚIII. 66. Valencia, 1980, pág. 140.
VENTO: Op. cit. nota 3, pág. 81.
(44) A. V. D. DRIESCH: «A Guide to the me88U1'81llent of animal bones from archaeological sitas». Peabody Muaewn of Archaeology and
Ethnology. Hardvard Univenity, 19'76.
(45) M. PEREZ RIPOLL: «Evolución de la fauna prehistórica en el Mediterrl.neo español. Metodología, técnicas de troceado y su
interpretación arqueológica». Tesis Doctoral (inMita). Valencia, 1987.
-210-
[page-n-211]
FUENTE FLORES
31
p
%
15'6
781
2'7
7'8
11'1
3'9
39'2
3.228
690
24
4.723
11'1
2'3
16'1
7
13'7
13.811
47'9
6
3
6
2
1
2
1
1
1
1
11'7
5'8
11'7
3'9
1'9
3'9
1'9
1'9
1'9
1'9
32'8
5.398
4.352
27
386
18
22
77
8
1
2
10.291
18'7
15
NR
%
NMI
Ovicápridos indeterminados
Ovis Aries
Capra Hircus
Bos Taurus
Sus Domesticus
Canis Familiaris
TOTAL DOMESTICOS
69
27
5
64
53
8
226
11'7
4'5
0'8
10'8
9
1'3
38'1
8
(3)
(2)
4
6
2
20
Equus Caballus
195
33'1
Cervus Elaphus
Bos Primigenius
Orictolagus Cuniculus
Sus Scropha
Linx Pardina
Aves indeterminadas
Capreolus Capreolus
Felis Silvestris
Lepus Capensis
Emys Orvicularis
TOTAL SILVESTRES
100
30
18
9
3
3
2
1
1
1
168
17
5'1
1'3
1'5
0'5
0'5
0'3
0'1
0'1
0'1
26'5
TOTAL ABSOLUTO
588
Especie
24
%
1'3
0'2
35'2
28.825
2.1. El caballo (Equus caballus)
En el cuadro siguiente mostramos la repartición de los restos de esta especie por
partes corporales:
NR
Cráneo
Maxilar
Mandíbula
Dientes ais.
Vértebras
Costillas
Escápula
Húmero
Radio
Ulna
5
4
5
35
10
10
4
10
14
8
- 211 -
1
F
e
1
1
4
5
2
2
1
2
5
[page-n-212]
J. JUAN Y R. MARTINEZ
32
NR
Carpo
Metacarpo
Pelvis
Fémur
Tibia
Pátela
Tarso
Metatarso
Astrágalo
Calcáneo
Sesamoideos
Falanges
6
10
8
12
9
2
3
9
5
5
3
18
TOTAL
195
1
F
2
1
1
1
1
1
2
e
2
1
7
1
1
2
19
7
20
El estudio de las edades de muerte (46) de los caballos de Fuente Flores aporta los
siguientes datos:
- potros (menos de dos años): 3 individuos.
-juveniles (de dos a cinco años): 1 individuo.
- adultos (de cinco a diez años): 2 individuos.
- seniles (mayores de diez años): 1 individuo.
El consumo de 4 individuos subadultos insinúa una utilización de los caballos como
fuente de alimentación sin que, a su vez, puedan descartarse otros empleos secundarios.
Las señales de carnicería halladas en el 9'7 % de sus restos apoyan la afirmación de
este consumo de caballos.
Las características físicas de los caballos de Fuente Flores serían similares a las de
otros yacimientos coetáneos del Sur y Este de la Península, su altura media a la cruz
(47) es de 140'3 cm., talla inferior a la de los ejemplares de Zambujal (48) y por encima
de la media obtenida en Cerro de la Encina (49). Al igual que en este yacimiento, los
caballos de Fuente Flores muestran unas extremidades gráciles adaptadas a los suelos
endurecidos.
(46) Se¡ún criterios empleados por J. ALTUNA en «Hiatoria de la domesticación en el Pala VlliiCO! desde ..U. origenee a la Romanización~.
Munibe, 82. San Sebastilin, 1980, págs. 9-163.
(47) Para ello hemos utilizado Jos factores de Kieeewalter, aplicados a doe metacarpos y un metatarso conservados en eu longitud total.
(48) J. BOESSNECH y A. V. D. DRIESCH: «Castro do Zambujal die faunBJt. Studien Uber Fruhe Tierlmoehenfande von der lberiechen
Halbineel, 6. Munchen. 1976.
(49) A. V. D. DRIESCH: Apéndice 1 a «Excavaciones en el poblado de la Edad del Bronce del Cerro de la Encina. Monachil, Granada».
Excavaciones Arqueológicae en Espada, 81. Madrid. 1974, págs. 16J.l57.
-212-
[page-n-213]
FUENTE FLORES
33
OSTEOMETRIA.
Cráneo
74'2
30
27
Anchura máxima cóndilos occipitales: 75
Anchura máxima foramen Magnun:
33
Altura máxima foramen Magnun:
28'6
Maxilar
LP2P4:
LM1M3:
LPrP2
LPrP3:
LPrP4:
LPrM1:
LPrM2:
LPrM3:
84
69'7
7'7
10'7
11'7
10'3
11'8
12'8
12'3
11'2
11'6
+
70
++
D:
Mandíbula
Molares Sup.
L:
A:
LPr:
+++
P4
27'4
26'6
12'2
P3
28'6
24'4
14
P4
26'6
25
P2
24
23
D:
11
10'9
12'8
++
++
++
++
Molares lnf.
LP2P4:
83'6
D:
++
L:
A:
M1-2
22'2
13
M3
29'3
11'2
P2
30'2
14'3
M3
32'9
11'6
M2
24'8
13'2
M3
28'6
11'4
D:
++
+
+
+
+
+
Anchura Sup. Art. Cr.: 85'6
Anchura Sup. Art. Cau.:
80'7
80
79'3
76'3
73'7
73'2
68
70'2
76'6
70'3
74
65'7
78'6
69'6
73'6
66'3
Escápula
LP:
LS:
AS:
Atlas
85'3
53'5
82'8
49'3
46
76'5
46'4
40
Húmero
Ad:
AT:
73
71'6
71'4
68'2
72
71
67
81
71'8
67'4
72'4
Radio
Ap:
AS:
Ad:
77'7
68'2
70'4
67
Ulna
EmO:
EPA:
APC:
57'4
41'6
63
47'8
63'4
42'3
40'6
58'8
38'4
-213-
76'6
68'8
71'6
[page-n-214]
J . JUAN Y R. MARTINEZ
34
Pelvis
53'4
57'1
57
e;;
LA:
~
Sexo:
55'2
(j
o-
54'4
54'7
e!
cJf
Fémur
EC:
Ad:
57'8
50'5
50
53
51
(85)
(83)
Astrágalo
Tibia
LM:
Ap:
Ad:
63
AmD:
Calcáneo
108'2
LM:
52
AM:
Metacarpo
LM:
Ap:
Ad:
AmO:
(350)
82'5
62'7
37'7
HM:
AM:
LmT:
ASO:
89
67
Pátela
LM:
97'9
46
AM:
43'5
46'3
54'9
58'7
57'8
49
54'2
56'5
53'6
48'1
220
44'6
42'8
29'1
215
44'8
42'3
30'6
A
77'6
53'8
35'6
43'9
A
77'8
49
33'2
41'2
37'8
50
50'5
54'1
53'2
69
68'5
48
49'4
43'3
28'4
30
43'8
Metatarso
LM:
Ap:
45'4
Ad:
Falange 1
p
LM:
70
47'4
Ap:
AmD:
29'7
37'1
Ad:
Falange II
46'4
LM:
50'3
Ap:
AmO: 41
44'8
Ad:
267
46
45
(42)
A
82
50'9
32
42
71'7
46'8
31
38'8
42'8
51
43'3
45'9
p
44'3
43'2
36
38'7
p
p
78
49
30
39'6
A
80'3
48'7
32'9
44'4
73
48'6
29'9
39'4
Falange III
LM: 57'2
AM: 70
HP:
LD:
40
50
-214-
59'8
71'4
41
51'4
A
72'6
46'8
30'9
40
50'2
49'2
[page-n-215]
FUENTE FLORES
35
2.2. Los ovicápridos
La repartición de sus restos por partes corporales es la siguiente:
NR
1
e
F
Mandíbula
Dientes
Vértebras
Costillas
Escápula
Húmero
Radio
Pelvis
Fémur
Tibia
5
39
1
12
2
1
2
1
1
5
1
1
1
1
1
1
TOTAL
69
2
4
Por el estudio del desgaste dental (50) hemos constatado la presencia de 8 individuos que fueron sacrificados con las siguientes edades:
1 neonato.
1 con 15-18 meses.
6 adultos.
OSTEOMETRIA.
Mand{bula
LM1M3:
HaM1:
Tibia
Ap:
48'6
22
46'2
19'7
Molares aislados
LM3:
23'3
AM3:
8'5
22
7'5
21'7
7'8
23'8
8'4
39
(60) J . M. EWBANK, D. W. PIULIPSON y R. D. WHITEHOUSE: ..Sheep in the Iron Age: a method of study». Proceedinp of the Prehiatoric
Society, 30, 1986, páp. 423-426.
-215-
[page-n-216]
J. JUAN Y R. MARTINEZ
36
2.3. La oveja (Ovis aries)
La repartición de restos distribuidos por partes corporales es la siguiente:
NR
1
1
3
3
1
3
1
4
2
1
1
Vértebras
Escápula
Húmero
Radio
illna
Metacarpo
Fémur
Tibia
Metatarso
Astrágalo
Calcáneo
Falanges
27
F
e
5
TOTAL
1
2
3
1
1
1
6
La escasez de restos impide cualquier tipo de consideración acerca de las características específicas de estas ovejas; no obstante, sus medidas coinciden con las de
ejemplares contemporáneos de otros yacimientos.
2.4. La cabra (Capra hircus)
Sus restos son menos frecuentes que los de la oveja, tal y como se observa en el
cuadro inferior.
NR
1
F
e
Cuerno
Radio
Metacarpo
Astrágalo
1
1
1
2
1
TOTAL
5
2
-216-
1
[page-n-217]
37
FUENTE FLORES
OSTEOMETRIA.
Astrágalo
LML:
LMm:
Clavija córnea
DMB:
DmB:
23'7
17'8
EL:
Ad:
28'2
26'1
15'6
19
2.5. El ciervo (Cervus elaphus)
El ciervo es la tercera especie en cuanto a número de restos. Su distribución según
partes corporales es la siguiente:
NR
Cráneo
Cuerno
Mandíbula
Dientes
Vértebras
Costillas
Escápulas
Húmero
Radio
Ulna
Carpo
Metacarpo
Fémur
Tibia
Tarso
Metatarso
Astrágalo
Calcáneo
Falanges
TOTAL
1
F
e
2
2
2
3
9
4
4
10
10
7
1
3
2
5
1
3
1
2
2
1
3
6
1
1
3
10
2
3
8
3
2
2
2
3
1
2
10
100
3
15
7
16
Respecto a las edades de muerte en esta especie, hemos aislado 5 individuos, 4 de
ellos con desgaste medio en los tres prismas del M3, es decir, adultos y otro ejemplar
subadulto de una edad aproximada de tres años.
2.6. Los bóvidos (Bos taurus y Bos primigenius)
La distinción entre los bóvidos domésticos y su agriotipo silvestre realizable sobre
criterios biométricos, pierde fiabilidad en muestras de escasos restos. Como ése es
-217-
[page-n-218]
J. JUAN Y R. MARTINEZ
38
nuestro caso y ante la posibilidad de la existencia en el poblado de animales castrados
de grari tamaño, hemos clasificado como pertenecientes a uros aquellos restos que
superaban ampliamente las medidas de los bueyes de otros yacimientos contemporáneos.
A continuación mostramos la distribución de restos en ambas especies:
Bos taurus
Bos primigenius
NR
Cuerno
Maxilar
Mandíbula
Dientes
Vértebras
Costillas
Escápula
Húmero
Radio
Ulna
Carpo
Metacarpo
Pelvis
Fémur
Pátela
Metatarso
Astrágalo
Calcáneo
Falanges
1
e
F
NR
F
e
1
1
2
1
1
1
16
7
10
1
2
4
1
1
2
2
1
6
5
1
58
1
3
1
1
1
1
2
2
1
2
1
1
1
1
2
2
1
5
TOTAL
1
1
1
1
1
1
1
1
4
2
4
3
30
2
4
2
Sabemos de la muerte (51) de 4 bóvidos domésticos con las siguientes edades: 1
individuo de 18 meses, 2 adultos y otro de edad muy avanzada. La osteometría de sus
restos es la que se muestra a continuación.
OSTEOMETRIA de Bos taurus.
Cuerno
DMB:
DmB:
CB:
33'3
30'9
100
Mandíbula
LP2P4:
HaM1:
(51)
39'7
40
15'4
LM3:
AM3:
(51) ALTUNA: Op. cit. nota 46.
-218-
35
15'7
[page-n-219]
FUENTE FLORES
Escápula
LMP:
LS:
AS:
80'7
66'2
60'8
52'3
Metacarpo
Ad:
Astrágalo
LML:
Ap:
EL:
Ad:
Radio
AP:
AS:
Ad:
Metatarso
Ad:
69'8
64'6
39'8
46'3
Falange 11
LM:
Ap:
40
32'5
27'3
29'2
AmD:
Ad:
77'4
57
59'4
35'1
28'3
24'3
31'2
49
64'2
Calcáneo
LM:
AM:
64
58'6
35'4
40'2
37'4
28'2
23
24'3
39
(40)
Falange 1
LMPe:
Ap:
38'2
32
AmD:
Ad:
25'6
52
25'2
20'6
24'6
Respecto a Bos primigenius, conocemos la edad de muerte de tres individuos, dos
adultos con desgaste medio en el M3 superior y otro con desgaste pronunciado en este
mismo molar que pertenecería a un ejemplar de más edad. Los restos medibles del uro
son los siguientes:
OSTEOMETRIA de Bos primigenius.
Maxilar
Mandíbula
LP2P4:
63'6
LM3:
(87)
LM1M3: 92
AM3:
Epistropheus
A. Sup. Art. Craneal:
A. Min. cuerpo Vert.:
Húmero
Ad:
AT:
Metacarpo
Ad:
111'5
102'4
75
93'6
50
Ulna
EmO:
EPA:
110
45
18
106
117
60
Pelvis
76'8
97
Metatarso
LM:
275
Ap:
64'3
74'1
Ad:
-219-
LA:
Pátela
LM:
AM:
101'2
(77)
(62)
86'9
[page-n-220]
J. JUAN Y R. MARTINEZ
40
Falange 11 .
Falange 1
LMPe:
Ap:
Ad:
AmD:
67'4
32
30'7
27'5
70'2
40'9
33'7
34
Falange 111
48'4
40'4
38'7
31'8
LM:
Ap:
Ad:
AmD:
(86)
(63)
LDS:
Ldo:
Restos de uro aparecen en la mayor parte de los yacimientos en que hemos basado
nuestras comparaciones. A partir de la longitud de un metatarso hemos calculado la
altura a la cruz de un ejemplar de Fuente Flores (52), obteniendo una talla de 1'52 m. a
la cruz, alzada similar o incluso superior a la de otros uros postglaciares como el
publicado por Altuna (53) hallado en la sierra del Gibujo que, siendo de sexo cJ' como
el nuestro, dio una altura a la cruz de 1'48 m.
2.7. Los suidos (Sus domesticus y Sus scropha)
A continuación mostramos la repartición de restos en ambas especies:
Bos domesticus
NR
Cráneo
Maxilar
Mandíbula
Dientes
Vértebras
Costillas
Escápula
Húmero
Radio
Metacarpo
Fémur
Tibia
Calcáneo
Falanges
4
5
2
19
2
7
4
3
TOTAL
53
1
F
Sus scropha
e
NR
1
F
1
e
1
1
2
1
1
1
1
1
3
1
2
2
1
2
2
1
1
1
5
9
2
1
3
2
2
3
(52) La altura ha aido calculada empleando loa factores de Fock y Matolcsi.
(53) J. ALTUNA: <~Hallazgo de un Uro (Bos primigeni.u) en la Sierra del Gibujo (Aiava). Eatudio de au esqueleto y de la fauna asociada al
mismO». Munibe, 26. San Sebaatián, 1974, págs. 27-51.
-220-
[page-n-221]
41
FUENTE FLORES
Respecto a las edades de muerte tenemos datos acerca del consumo de un individuo
neonato, ooo de un año, un tercero de 19-23 meses, dos adultos y un senil (54). En lo que
se refi.eré a los jabalíes, sabemos de la muerte de un ejemplar adulto macho por el
hallazgo de un canino superior de gran tamaño. Asimismo, dieron muerte a un
ejemplar de dos años.
OSTEOMETRIA de los suidos.
Sus domesticus.
Maxilar
LM1M3: 69'6
LM3:
34'6
AM3:
20
Mandíbula
LM3:
30
AM3:
15
Metacarpo IV
Ap:
12'6
Sus scropha.
Húmero
Ad:
53
42'4
AT:
35
20
36'8
33'3
17'3
Escápula
AmC:
26
Falange 1
LMPe:
Ap:
AmD:
Ad:
14'8
23
(31'5)
40'5
19'8
14'8
18'1
Fémur
Ap:
Ad:
49'4
40
Tibia
AmD:
Ad:
Radio
Ap:
(37)
(79)
(53)
2.8. El perro (Canis familiaris).
Ocho restos de perro se han recogido en el yacimiento, corresponden a un mínimo
de dos individuos, uno adulto y otro que falleció antes de cumplir los ocho meses
(metacarpo con la epífisis distal no fusionada) (55). Estos restos son: un fragmento de
cráneo, uno de mandl'bula, dos caninos, un húmero, dos metatarsos y un metaéarpo.
Los restos mensurables son los siguientes:
Mandíbula
LM1:
AM1:
20'6
7'7
Húmero
Ap:
Dp:
23'5
Metatarso
LM:
11
58'9
V
48
31'3
(64) ALTUNA: Op. cit. nota 46.
(55) l. A. SILVER: •La determinación de la edad en los animalae domésticos». En «Ciencia en
-221-
Arqueologla~.
Madrid. 1980, págs. 289-307.
[page-n-222]
J . JUAN Y R. MARTINEZ
42
Corresponden a ejemplares de tamaño mediano-pequeño similares a los de Cova de
l'Or (56) o Cabezo Redondo (57).
2.9. El conejo (Orictolagus cuniculus).
Su distribución de restos es la que a continuación mostramos:
NR
Mandíbula
Escápula
Húmero
Ulna
Pelvis
Fémur
Tibia
Metatarso
Calcáneo
1
2
1
1
7
1
3
1
1
TOTAL
18
Los restos medibles son los siguientes:
Mandíbula
LP2M3:
Pelvis
LA:
AA:
Tibia
LM:
Ap:
Ad:
14
Húmero
Ad:
7
6'8
7'2
7'2
90
14'8
11'5
10'4
Ulna
EPA:
APC:
9'2
8'4
7'6
11'5
7'8
7'6
Fémur
LM:
Ap:
Ad:
5'5
7'7
7'4
6'6
8
7'7
8'4
7'3
7'6
4'9
8'4
7'7
Calcáneo
LM:
81'8
13'6
Escápula
LMP:
LS:
AS:
AmC:
22'5
13'2
(118) M. PEREZ RJPOLL: «La fauna dP vertebrados». En MARTI et alii: Op. cit. nota 43, págs. 193-295.
(117) A. V. D. DRIESCH y J . BOESSNEC'Jo: : «Die Fauna des Cabezo Redondo bei ViUena, Alicante». Studien Uber Fruhe Tierknochenfunde
von der lberiachen Halbineel, l. Munchen. 1969.
·
-222-
[page-n-223]
FUENTE FLORES
43
2.10. Otras especies.
A continuación, enumeraremos los restos de las especies que cuentan con una
menor representación numérica.
El corzo (Capreolus capreolus): Cuerna derecha que muestra mordeduras de carnívoro en su extremo distal, por debajo de la roseta, en la zona de unión con el cráneo y
un fragmento proximal de radio no medible.
La liebre (Lepus capensis): Fragmento de escápula con las siguientes medidas:
LP: 10
LS: 9
AS: 9'1
AmC: 5'2
Se trata de un ejemplar de pequeño tamaño. La identificación de este resto como
perteneciente a liebre se ha hecho en base tanto a criterios morfológicos como
biométricos.
El lince (Linx pardina): Metatarso IV, calcáneo y ulna transformada en punzón.
Solamente el calcáneo ha resultado medible:
LM: 49
AM: 21'1
El gato montés (Felis siluestris): Un húmero de las siguientes medidas:
LM: 101'1
Ap: 16'6
Ad: 19'6
AmD: 7
Este resto muestra finas incisiones en la porción superior de la diáfisis a ambos
lados de la línea tricipital y en la zona de inserción del músculo tríceps braquial. Esta
precisa localización en zonas de inserción muscular, así como las características de las
incisiones: cortas, paralelas y de sentido oblícuo, sugieren un descarnado del hueso en
clara relación con el consumo del animal.
El galápago europeo (Emys orbicularis): Fragmento de caparazón óseo correspondiente a los escudos proneural y periferal.
Asimismo, han aparecido tres restos. de aves que por no conservar las epífisis no
han podido ser identificados.
3. Las bases de subsistencia de origen animal en Fuente Flores
El hecho de que la muestra de restos que presentamos no proceda de una excava. ción en extensión nos obliga a tomar con ciertas reservas cualquier tipo de interpretación que sobre las bases de subsistencia del poblado podamos avanzar. Ello porque no
podemos negar la posibilidad de que existiera en el yacimiento una dispersión diferencial de restos óseos para alguna especie, tal y como en el Cerro de la Encina (58) se
(68) DRIESCH: Op. cit. nota 49.
-223-
[page-n-224]
44
J. JUAN Y R. MARTINEZ
observó con los restos de caballo, y que ·como consecuencia valoremos excesivamente
la importancia de un determinado animal. No obstante, el número de restos identificados, así como la peculiaridad de la muestra nos animan a arriesgar algunas afirmaciones.
Para ello nos basaremos en el peso de los huesos, como elemento más representativo de la biomasa animal, en las edades de muerte y en las señales de origen antrópico
presentes en los huesos cuyos porcentajes mostramos a continuación (59).
Incisiones de
carnicer{a %
Caballo
Ciervo
Uro
Bóvidos Dom.
Cerdo
Jabalí
Ovicápridos
Maroos de fractura
%
9'7
15
3'5
7
13'3
5'1
6'6
3'4
1'5
33'3
2'9
22'2
Como observamos en la fig. 12, casi el 50% del peso total de huesos corresponde a
los caballos, especie sobre la que se ejerció una importante presión consumidora
confirmada por la presencia en el yacimiento de los restos de cuatro individuos
subadultos frente a tres adultos, así como por las marcas de carnicería presentes en
casi el 10 % de los restos de esta especie. A continuación, el ciervo y el uro aparecen
como las especies más consumidas, suponiendo el conjunto de caballos, ciervos y uros
más del 80 % del potencial anímal consumido. El resto corresponde a los bóvidos
domésticos, especie en la que algunos ejemplares llegan a edad avanzada, circunstancia que al igual que en el caso del caballo podría ser indicadora de una explotación
secundaria; a los ovicápridos, entre los que predomina la oveja y a los suidos.
Los altos porcentajes de restos de caballos que encontramos en Fuente Flores
contrastan con los bajos índices que la especie muestra en yacimientos que podemos
considerar más o menos contemporáneos; tanto valencianos, caso de la Ereta del
Pedregal (60), como de otras áreas peninsulares y en especial la andaluza y portuguesa, caso de Terrera Ventura m (61), Papa Uvas (62), Cerro de la Virgen 1 (63),
(119) Poreentajes referidos de forma individual a los reatos de cada especie.
(60) Comunicación penonal de M. Pérez Ripoll.
(61) A. V. D. DRIESCH y A. MORALES: «Loe reatoe animales del yacimiento de Terrera Ventura. Tabernas. Almerfu. Cuadernoe de
Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, 4. Madrid, 1976, P'gs. 16-34.
(62) A. MORALES: uRestoa 6eeos del yacimiento de Papa Uvas». Apéndice U en «Papa Uvu 11.». Excavaciones Arqueológicas en Eepaila,
149. Madrid, 1966, pép. 347·860.
(63) A. V. D. DRIESCH: uOstaoarebaolo¡iache Untarsucbun¡en auCiberischen Halbinael». Studien Uber Frube TlerlmocbenCunde von der
Iberischen Halbinsel, 3. Munchen, 1972.
- 224-
[page-n-225]
FUENTE FLORES
50
Fig. 12.-Gráfica de la distribución por especies según el peso de los huesos.
Castillejos (64), Cerro de las Cabezas (65) o Zambujal (66). Tras la explicación de este
hecho subyace la problemática de la domesticación del caballo en épocas anteriores al
Eneolítico campaniforme, momento a partir del cual sus restos son frecuentes en
algunos yacimientos, como es el caso del Cerro de la Virgen 11 y m o en el poblado
argárico del Cerro de la Encina.
Si los altos índices de presencia de una especie en un yacimiento, como en nuestro
caso el caballo, pueden ser indicio de domesticación, aspecto bastante discutible,
probablemente podamos hablar de caballos domésticos en Fuente Flores. Encontraría
más base esta afirmación: que la de una caza especializada de caballos silvestres,
niáxime si tenemos en cuenta que durante períodos anteriores, en el Levante peninsular) el caballo nunca ha soportado una presión exagerada ni por parte de los últimos
pueblos plenamente cazadores ni por los primeros portadores de una economía productora (67). Pero si admitimos la posible presencia de caballos domésticos en Fuente
Flores, queda por explicar el contraste existente entre los espectros faunísticos de este
yacimiento y otros contemporáneos. De momento y hasta que la excavación del
yacimiento no aporte nuevos restos que confirmen o rebatan nuestras afirmaciones, la
única explicación posible se hallaría en aceptar distintos niveles de especialización
ganadera condicionados tanto por las circunstancias ambientales como por factores de
otra índole que de momento no podemos valorar justamente.
A modo de conclusión, podemos afirmar que en Fuente Flores se explota un ampHo
espectro de especies animales. Si aceptamos la posibilidad de que los caballos estén
domesticados, la biomasa correspondiente a especies silvestres se situaría en torno al
(64) H. P. UERPMANN: «Informe sobre loa reatos óseos faunlsticoa del corte núm. 1 del poblado de loa Caatillejoe en lu Peliu de loa
Gitanos. Monte&ío, Granada». En ARRIBAS y MOIJNA: Op. cit. nota 16, 1978, págs. 153·168.
(65) F. H. HAIN: «Kupferzeitliche Tierknochenfunde aus Valencina de la Concepción, Sevill..,., Studien uber Tierknochenfunde von dar
Iberiachen Halbinael, 8. Munchen, 1982.
(66) BOESSNECK y DRIESCH: Op. cit. nota 48.
(67) PEREZ RIPOLL: Op. cit. nota 56.
- 225-
[page-n-226]
46
J. JUAN Y R. MARTINEZ
40 %, alto porcentaje que, según Uerpman (68), podría ser indicio de actividades
agrícolas. Así, la cacería de ciervos, uros, corzos y jabalíes tendría por finalidad la
protección de los campos de cultivo.
Del estudio de las marcas de los huesos se deduce un aprovechamiento tanto de la
carne del animal como de la piel; en el caso del caballo, las incisiones aparecidas en el
extremo distal de los metapodios estarían en relación con este último fm. En el resto
de las especies se da un predominio de las señales en relación con la desarticulación de
los miembros. Un elemento común a todas las especies es la fracturación del hueso en
un punto medio de la diáfisis, fracturación de la que en algunos casos han quedado
claras señales del impacto.
Respecto al paleoambiente, la presencia de ciervos, corzos y jabalíes aboga por la
existencia de masas forestales mixtas con claros en los que encontrarían su medio
favorable los uros y las liebres. En estos claros, los pastos crecerían gracias a la altura
del entorno y al grado de humedad propio de la vega del río, dando facilidades para el
desarrollo de una ganadería de bóvidos y probablemente de caballos.
V. FUENTE FLORES EN EL MARCO CULTURAL Y CRONOLOGICO
DEL NEO-ENEOLITICO VALENCIANO
Fuente Flores se enmarca en una zona, la extensa comarca interior de RequenaUtiel, donde hasta hace poco los vestigios más antiguos de ocupación humana había
que remitir a la Cultura del Bronce Valenciano. Diversos yacimientos y materiales de
esta etapa eran en cierta forma conocidos (69), aunque en el primer caso sin excavar
sistemáticamente ni en el segundo sin estudiar y publicar convenientemente (70).
Actualmente, empero, las continuadas tareas de prospección en la comarca están
empezando a llenar el vacío documental que se constataba para las fases anteriores al
Bronce Valenciano. Algún yacimiento correspondiente a momentos probablemente
epipaleolíticos ha sido recientemente localizado; y el caso de Fuente Flores, así como
de otros hallazgos superficiales de características parecidas y de algunas cuevas de
carácter sepulcral, están poniendo de relieve la existencia de una importante implantación neo-eneolítica.
Centrándonos en Fuente Flores, hay que señalar en primer lugar que el tipo de
emplazamiento del poblado responde a los rasgos más comunes determinados de
(68) H. P . UERPMANN: ccL'elevap néolithique en Méditerranée occidentale». Colloquelntemational del1natitut de Recherches Méditerra·
nées. Parío, 1976, págs. 87·94.
(69) J . APARICIO y F. LATORRE: ccCetálogo-ruía del Muoeo Arqueol6gico de Requena (Valencia, Eapaila)». Departamento de Hiotoria
Anl.i1JU8 de la Universidad de Valencia, Serie Arqueol6gica, núm. l . Requena, 1977.
(70) Unicamente hay una somera noticia sobre alrunos r8ltol vegetales recogidos en los yacimientos de la Cardoeilla y de la Peladilla
publicados por M. HOPF: «Vegetales prehist6ricos de la comarca de Requena (Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, XIII. Valencia,
1972, págs. 61-64.
-226-
[page-n-227]
FUENTE FLORES
47
continuo para los asentamientos neo-eneolíticos valencianos (71): situación en tierras
bajas, en terrazas fluviales cerca de los cursos de agua, etc. Además Fuente Flores se
encuentra en un medio de inundación permanente, recordando en este aspecto a
poblados situados en antiguas tierras pantanosas como la Ereta del Pedregal de
Navarrés y la Casa de Lara de Villena. Sin embargo, no podemos avanzar nada en
concreto por ahora sobre el tipo de las estructuras de habitación, el tipo de poblado en
sí. Las lajas puestas al descubierto en el yacimiento podrían indicar ciertas formas de
construcciones en piedra, acercándose en este sentido más al caso de la Ereta que a
otros poblados caracterizados por los silos, fosas y fondos de cabaña excavados en el
suelo (Les Jovades de Cocentaina, por ejemplo). Es plausible pensar que el medio en
que se ubica Fuente Flores aconsejara la utilización de apropiadas estructuras en
piedra, necesarias al menos para aislar el habitat del fondo turboso en que se asienta.
Por otro lado, el encuadre cronológico y cultural de Fuente Flores participa de los
mismos problemas que en la actualidad presenta la sistematización. del Neo-eneolítico
Valenciano. A aclarar que con el término «Neo-eneolítico» nos referimos a esos
momentos todavía de límites poco precisos, poco definidos y articulados estratigráficamente, que atañen al Neolítico final en su fase más reciente de desarrollo y a las
primeras etapas «propiamente eneolíticas» anteriores a la aparición del vaso campaniforme. En el sentido apuntado, pues, es como hemos utilizado dicho término y seguiremos utilizando en el transcurso de esta exposición.
Efectivamente, la inclusión de Fuente Flores entre el Neolítico final 1 individualizado por J. Bernabeu (72) y el llamado Horizonte Campaniforme de Transición (73), no
ofrece ningún tipo de dudas, teniendo en cuenta la ausencia d~ materiales representativos en este yacimiento que puedan atribuirse a cualquiera de las dos fases señaladas:
cerámicas esgrafiadas, platos de ala plana, etc., por una parte y cerámicas campaniformes y otros objetos característicos del ajuar que suele acompañarlas (brazaletes de
arquero, puñales de lengüeta, botones de perforación en V, etc.), por otra. Excluidas
estas dos fases, quedaría por considerar el tramo secuencial entre ambas constituido
por el Neolítico final 11 y el Eneolítico inicial-pleno.
Continuando con la periodización propuesta por Bernabeu (74), matizadora en
parte de la anteriormente expuesta por B. Martí para el conjunto del Neolítico
(71) M. T ARRADELL: c
M. TARRADELL: «El País Valenciano del Neolítico· a la Iberización. Ensayo de síntesis». Anales de la Universidad de Valencia, XXXVI.
Curso 1962-63, Cuaderno U. Valencia, 1963.
E. A. LLOBREGAT: «Del rm del Neolftico de cerámicas impresas al comienzo de la Edad del Bronce en la Región Valenciana». Papeles
del laboratorio de Arqueología de Valencia, 9. Valencia, 1973, págs. 3-10.
E. A. LLOBREGAT: «Nuevos enfoques para el estudio del período del Neolftico al Hierro en la .Región Valenciana•. Papeles del
Laboratorio de Arqueología de Valencia, 11. Valencia, 1976, págs. 110.140.
B. MARTI: ~El Eneolftico•. En ccNnestra Historia», vol. l. Valencia, 1980, págs. 122·160.
BERNABEU: Op. cit. nota 4, págs. 1()4.106.
'
.
(72) BERNABEU: Op. ciL nota 13.
(73) J. BERNABEU: ceLos elementos de adorno en el Eneolftico valenciano». Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia-Saguntum,
· 14. Valencia, 1979, págs. 100.126.
·
BERNABEU: Op. ciL nota 4.
(74) BERNABEU: Op. ciL. nota 13.
-227-
[page-n-228]
48
J. JUAN Y R. MARTINEZ
Valenciano (75) y basada principalmente en la evolución de las decoraciones y las
formas cerámicas, el Neolítico final II, identificado en los niveles inferiores del
poblado de la Ereta (fase Ereta I) y tal vez también en el nivel II de la Cova de les
Cendres de Moraira (sondeo 1974), se caracterizaría por la desaparición de los elementos más singulares de la fase anterior (cerámiGas esgrafiadas y platos de ala plana) y
por el predominio absoluto de las cerámicas lisas, con las escudillas en calota y vasos
carenados, que ya se documentaban en el Neolítico final 1, como tipos cerámicos más
significativos; también serían representativos de este momento los grandes vasos con
cuello corto y fondo cónico indicadores probablemente de relaciones con la «Cultura
de Almería».
Por lo que se refiere al Eneolítico inicial-pleno, este estadio estaría localizado
estratigráficamente en los niveles medios de la Ereta (fase Ereta II) (76), y por ahora
sería difícil separar en él ambos momentos evolutivos (inicial y pleno). Sin embargo,
amparándose en lo que revela la secuencia del poblado granadino de los Castillejos de
Montefrío, en la tradicional subdivisión del horizonte Millares y en las recientes
excavaciones de la Cova de les Cendres, Bernabeu ha entrevisto la posibilidad de
diferenciar las primeras etapas del Eneolítico Valenciano en unos términos parecidos
a los formulados para el área andaluza: el Eneolítico pleno podría aislarse de una fase
inicial por la aparición en aquél de las especies campaniformes más antiguas, es decir,
el campaniforme marítimo y puntillado-geométrico (77). Aunque los datos con que se
cuenta para apoyar esta propuesta son aún demasiado débiles, no deja de ser una
observación sugestiva que habrá que tener en cuenta a la hora de futuras estructuraciones del período que estamos considerando. En cuanto a materiales, con la fase
Ereta II, tomada en su conjunto, habría que relacionar una parte significativa de los
ajuares proporcionados por las numerosas cuevas de enterramiento múltiple valencianas, en particular determinados tipos de puntas de flecha, grandes hojas retocadas o
no, objetos como los ídolos oculados, además de una buena parte del extenso repertorio de elementos de adorno en piedra o en hueso (78); la cerámica de esta fase no
aporta elementos demasiado individualizadores con respecto a la etapa anterior (Neolítico fmal II), a no ser la novedad que podrían constituir los característicos platos o
fuentes con borde diferenciado o indicado que, al igual que muchos de los objetos de
ajuar de las cuevas sepulcrales, parecen indicar influencias provenientes del Sudeste
peninsular.
Dentro del anterior esquema, pues, habría que situar el momento representado por
Fuente Flores. Determinados materiales de este yacimiento abogarían en principio y
(76) B. MARTI: «El Neolftico de la Península Ibérica. Eetado actual de loe problemas relativos al procetOO de neolitización y evolución de Iaa
culturas neolfticaaa. Papelea del Laboratorio de Arqueologfa de Valencia-Saguntum, 13. Valencia, 1978, páp. 69-98.
(76) PLA, MARTI y BERNABEU: Op. cit. nota 10.
(77) BERNABEU: «El Eneolftico...». Op. cit. nota 10.
Ver tambi6n:
E. VENTO: uCampanüorme incieo y campanüorme impreso en la Cova de lee Cendres (Teulada, Alacant)». En «El Eneolftico en el Pafs
Valenciano•, Instituto de Eetudios Juan Gil-Albert, Colección Patrimonio, 6. Alicante, 1986, págs. 119-129.
(78) E. PLA: «La covacha de Ribera (Cullera, Valencia)>>. Archivo de Prehistoria Levantina, VIl Valencia, 1968. págs. 2S-ó4.
BERNABEU: «Los elementos ... ». Op. <'it ~ntn 73.
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como ya hemos apuntado en un anterior epígrafe, por una cronología relativamente
temprana en la secuencia neo-eneolítica entrevista; nos referimos a los abundantes
recipientes cerámicos de paredes rectas, bien documentados desde el Neolítico antiguo, y especialmente a los probables fragmentos de un vaso carenado y de una
escudilla en calota. La tipología de las puntas de flecha, casi exclusivamente de formas
consideradas simples (foliformes y romboidales), podrían asimismo abundar en esta
atribución. Por otra parte, habría que considerar el aire más puramente «eneolítico»,
por lo tanto un poco más avanzado, que revisten formas cerámicas como platos y
fuentes. Al respecto conviene recordar que los recipientes de este tipo empiezan a
documentarse en la secuencia del poblado de los Castillejos en su fase 111 (Cobre
antiguo), alcanzando la máxima representación en la fase IV (Cobre pleno). Los
restantes materiales de Fuente Flores no proporcionan por ellos mismos suficientes
precisiones cronológicas, si no es la ausencia entre ellos -aunque hay que tener en
cuenta una vez más la parcialidad de la muestra- de los elementos más significativos
de aquellos ajuares funerarios adscribibles más directamente al pleno Eneolítico.
A la vista de lo expuesto, y dentro de la provisional y particular secuencia del Neoeneolítico Valenciano, Fuente Flores podría remitirse de algún modo al momento
representado por la fase 1 de la Ereta (Neolítico finalll), recubriendo probablemente
también los comienzos de la fase Ereta 11 (Eneolítico inicial), sin llegar a la culminación de dicha fase (Eneolítico pleno). Esto con los datos actualmente disponibles.
Desde este punto, Fuente Flores se relacionaría ostensiblemente, además de con la
Ereta, con otros poblados de características similares, especialmente la Macolla de
Villena y Les Jovades de Coceñtaina, entre otros.
En términos de cronología absoluta, el encuadre propuesto nos lleva al segundo
tercio del m milenio a. C., es decir, a unas fechas comprendidas entre el2700/2800 y el
2500/2400 a. C.
Quedaría, para finalizar, hacer una pequeña valoración de algunos de los aspectos
económicos y medio-ambientales revelados por Fuente Flores. Y a se ha incidido en el
epígrafe correspondiente en la cuestión del caballo, la especie que ofrece un mayor
volumen de restos y que tal vez, en parte por este motivo, haya que considerar la
posibilidad de su domesticación. La misma posibilidad ha sido planteada, fuera del
marco valenciano, para los escasos pero significativos restos de caballo hallados en el
poblado de los Castillejos ya desde su fase 11 (Neolítico final), en base a que su
presencia no encaja con el ambiente ecológico que demuestran los otros animales
salvajes atestiguados en el yacimiento (79). Y en términos parecidos se han valorado
los vestigios de caballo reconocidos en la Ereta del Pedregal, atendiendo a su menor
tamaño en relación con las mismas especies paleolíticas documentadas (80). Estos
datos, en definitiva, podrían refrendar la idea de una domesticación del caballo con
(79) ARRIBAS y MOUNA: Op. cit. nota 16, 1979, pág. 16.
(80) B. MARTI: «El nai:rement de !'agricultura en el Pafs Valencia. Del Neolftic ai'Edat del Bronze». Universitat de Valllncia, Secretariat de
Publicacions, Sane Cultura Universitllria Popular, l. Valllncia, 1983, pág. 81.
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anterioridad a la llegada de las poblaciones del Vaso Campaniforme, momento en que
suponía W. Schüle había que fijar tal hecho.
La explotación del caballo en Fuente Flores está indudablemente ligada al consumo de carne, como así denotan las abundantes marcas de carnicería existentes en sus
huesos. De todos modos, y considerando la presencia de algunos individuos de edad
avanzada, no habría que descartar otros empleos secundarios de este animal, probablemente como bestia de carga. Esta misma utilización, y por idénticas razones de
individuos adultos constatados, podría haberse hecho de los bóvidos domésticos, si
bien dicho tipo de explotación, para este caso concreto, ya contaría con posibles
precedentes desde el Neolítico antiguo (81).
Más problemático sería el uso de bueyes y caballos como animales de tiro, ligados a
faenas agrícolas, especialmente la labranza. Actualmente no se tienen pruebas evidentes de la utilización del arado en contextos neo-eneolíticos del ámbito peninsular, pero
basándose en su existencia en algunas culturas europeas del ill milenio a. C. y en lo
que revelan determinadas figuraciones del arte rupestre atribuibles a este período,
sería razonable pensar que este instrumento agrícola fuera ya conocido también aquí
en unas fechas similares (82). En esta línea de probabilidad, B. Martí ha pensado en un
tipo de arado arcaico, con reja vertical y sin pie, y en el buey como fuerza de tracción
más indicada atendiendo a sus peculiares características físicas (mayor potencia que
el caballo para actuar en unos terrenos de cultivo poco preparados y con mayores
dificultades de explotación) y a los problemas derivados del atalaje (83). .
Otro aspecto significativo a remarcar es el de los bajos valores que muestra en
Fuente Flores el grupo de los ovicápridos. Si en los inicios del Neolítico cabras y
ovejas constituían la base esencial de una importante economía ganadera --complementada casi a partes iguales con una agricultura cerealística-, la tónica general
observada es la de una gradual pérdida de significación de estas especies en el
transcurso del Neolítico, alcanzando las cotas más bajas de representación en el Neoeneolítico (siempre proporcionalmente hablando y con respecto al Neolítico antiguo).
Esta tendencia la reflejan con claridad la mayoría de los yacimientos neo-eneolíticos
con fauna estudiada, siendo ilustrativos los casos continuamente repetidos de la Ereta
y los Castillejos. Igualmente; y a la par que disminuyen los valores de los ovicápridos,
hay que hacer constar el hecho también generalizado -y Fuente Flores no constituye
una excepción- de un aumento substancial de las especies silvestres conforme discurre el Neolítico. Este aumento de los animales cazados ha sido interpretado corrientemente como el síntoma de una agricultura cada vez más firme, constituyendo una
prueba indirecta de tal orientación económica.
Todo parece indicar, pues, y en ello inciden los datos indirectos aludidos de índole
faunística proporcionados por Fuente Flores, que la base de subsistencia en el Neo-
(81) PEREZ RIPOLL: Op. cit. nota 56.
(82) MARTI: Op. cit. nota 80.
(83) MARTI: Op. cit. nota 80, págs. 77 y 81-83.
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eneolítico peninsular se encuentra principalmente en la agricultura, auxiliada por
una pequeña cabaña de animales domésticos de distinto signo y entidad según los
variados ambientes de desarrollo. En nuestro caso, es evidente que esta ganadería de
apoyo descansa en los bóvidos y en menor medida en los ovicápridos y suidos, a los que
cabría añadir los équidos si consideramos la posibilidad de su condición doméstica.
Paradójicamente, los indicios directos de agricultura en Fuente Flores son por
ahora bastante pobres; y ante la ausencia de macrorrestos vegetales y análisis polínicos determinantes, así como del característico instrumental de molienda, esta actividad sólo queda atestiguada por un pequeño fragmento de armadura de hoz definida por
su perceptible pátina brillante (lustre de cerales).
Recordando el entorno vegetal en que se enmarcaría Fuente Flores, los datos
cualitativos y cuantitativos obtenidos del análisis antracológico efectuado por Elena
Grau Almero de los restos leñosos hallados en el yacimiento apuntan a una vegetación
formada por especies de la asociación Quercetum ilicis galloprouinciale quercetosum
fagineae, cl;lracterística del piso mesomediterráneo superior, compuesta por especies
como Quercus ilex (carrasca), Quercus faginea (quejigo), Pinus nigra (pino negral),
Acer opalus ssp. granatensis (arce), Amelanchier oualis (guillomo), etc. La estructuración de estos taxones arbóreos en importantes masas forestales vendría indicada
especialmente por la presencia en el yacimiento de corzo, y en cierta medida por otras
especies silvestres como el ciervo y el jabalí. En este medio entrevisto, la acción
antrópica sería inevitable y dejada sentir con mayor intensid~d en las inmediaciones
del poblado, donde existirían abundantes claros destinados a los campos de cultivo y al
pastoreo de los animales domésticos.
Hemos abierto en el transcurso de las páginas precedentes un amplio panorama de
discusión para los aún precarios datos aportados por Fuente Flores, y sólo la futura
excavación del yacimiento permitirá profundizar en muchas de las cuestiones planteadas.
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