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ALEJANDRO MARCOS POUS
(Córdoba)
INSCRIPCION CORDOBESA DE UN AQUILIFER
1. Hallada en 1971, en la calle de la Hoguera, Córdoba, durante
las obras de un conocido restaurante, lugar bastante próximo a la
Mezquita-Catedral. Ingresó en el Museo Arqueológico registrándose
con el número 27.725. En el mismo lugar se conserva otra 4lscripción
hallada en igual ocasión, y ya publicada (1).
2. La inscripción está incisa en la cara anterior de una losa apaisada, de mármol blanco con grano fino, de 62'5 cm. de ancho, 44 de
altura (« 2 x 1' 5 pies romanos) y 6 de grueso. Falta parte de la esquina
inferior derecha, con rotura que no parece antigua. Los cantos superior e inferior se baJJan ahora algo pulidos; los cantos laterales presentan un rebaje vertical. El reverso tiene una superficie lisa con dos
cazoletas circulares, de distinto diámetro, que sirvieron para el apoyo
y giro del espigón del quicial en dos épocas distintas.
3. Un marco, de sencillas molduras, limita el campo epigráfico.
Las zonas izquierda y derecha de la superficie de la losa se haJJan
actualmente rebajadas de arriba a abajo incluyendo las molduras late• - Para eue.Uonea de Derecho Romano y eobre elej6rclto en Hiapania me be baaado en 1aa eue-
lentea ohru:
A. D'ORS PEREZ PEIX: «Derecho privado romano», 3.• edicl6o, Pamplona, 1977.
J. M . ROLDAN HERVAS: «HiapaDia y el ejército 1'01118D0», S•l•m•nca, 197.(.
P . LE ROUX: td.'arm4 romaine etl'orpniaation dea proW1cea iWriquee d'Au¡uat Al'invuion de
-'09», Parle, 1982.
(1) J . MElLADO y J. M. VILA: «UDa inecripci6n romana hallada en C6rdobP, Habll, 3, Sevilla,
1972, pq.. 321·32.(, lim. XX.
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2
A. MARCOS POUS
rales y algunas letras. La moldura inferior horizontal falta también
ahora quedando aquí la superficie a la misma profundidad que la del
campo. Toda la pieza se halla alisada, incluso en las molduras y zonas
rebajadas, lo cual indica que la losa se reutilizó, posiblemente como
pavimento, después de sufrir los aludidos rebajes.
Parece que en la primera utilización fue quicialera, en dos fases
cronológicas. Luego se recortó la losa para convertirla en título sepulcral. Después, en tiempos medievales o modernos se reutilizó como
pavimento. De notarse que por lo general, en otros casos, el uso como
quicio es posterior a la función epigráfica.
4. El texto se distribuye en nueve líneas, en un campo epigráfico
de 49 por 31'5 cm. Debido a los citados rebajes y al alisado, algunas
letras de comienzo y final de línea eetán perdidas o se distinguen poco.
El texto dice así:
M·SEP'TICIVS·C·F.pAP
AQVIÜFER·Sffii·ET·M·SAB[NA]E
~OÑ.rVBERNALI·SVAE·ET·M·SE:f[TICI]Q
M·LmERTO·MARTIALI·FILIO·NATVRALI·(ANN]X
• •• •
ET·MENSVM·Vll
•
H·S·S·S·V·T·L
POST·EORVM·OBrrvM
HOC·MONIMENTVM·HERED[EM]
• ••
NON ·SEQVETVR •
M(arcus) Septicius C(ai) f(üius), Pap(rria),/ aquilifer, sibi et
Sabinae/, contubernali suae, et M(arco) Septicio/ M(arci) liberto Martiali, filio nattu'ali, ann.(orum) XI et mensum VII/. H(ic) s(úi) s(unt), s(it)
v(obis) t(erra) l(evis)l Post eorum obitum hoc rrumimentum heredem
non sequetur.
5. Una línea incisa vertical, casi en el centro, y otra horizontal casi
a media altura, dividen el texto en cuartos; otras dos líneas verticales
dividen los cuartos inferiores. Tales líneas serían de alguna utilidad
para la ordinatio del texto.
La altura de las letras varía en los sucesivos renglones, disminuyendo de 1.1 a 1.4; luego aumenta en 1.6 para disminuir algo a continuación; alturas medias: 1.1, 38/ 39 mm.; 1.2, 26/ 27 mm.; 1.3, 20 mm.; línea
4, 15 mm.; 1.5, 17/17 mm.; 1.6, 31 mm.; l. 7, 25 mm.; 1.8, 15/17 mm.; 1.9,
16/ 21 mm. La T rebasa un poquito la caja por arriba en 1.1 y 4, bastante más en 1.5 y 8 y escasamente en 1.9; también la S de 1.9 es más
alta. En l. 4.5 y 8.9 se diría que actuó la mano de otro lapicida
menos cuidadoso.
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lNSCRIPCION CORDOBESA DE UN AQUILIPER
\
\
3
Las letras poseen proporción cuadrada de buena época imperial
romana, menos en la línea 1, de proporción más alta y estrecha por el
deseo de destacar, en un espacio no muy largo y en letras lo más
grande posible, el nombre del comitente con su condición de ciudadano romano.
Los signos de interpunción son regulares, colocados en su lugar
lógico y a media altura; no se ven entre las dos primeras y dos últimas
letras de línea 6. En las tres primeras líneas tiene forma de punto de
tres picos; a partir del final de L3 algunos son de forma angular; en
línea 9 adquiere el aspecto de un caprichoso grafismo.
6. La longitud de cada renglón es variable. El ordinator partió el
texto en dos grande secciones: r.1-5 y r.6-9, con una línea horizontal
de la que quedan los citados restos. Dentro de cada sección repartió el
texto de manera que la primera contuviera los datos personales. El
texto general se ordena en tomo al eje central, señalado con una fma
línea vertical, de forma que cada renglón tenga un número aproximado de caracteres a uno y otro lado del eje; digo aproximado, ya que
no se cumplió con rigor el propósito, y, además, tampoco el eje vertical ·
se halla en el centro exacto. Parece que el ordinator o los lapicidas no
trabajaron con gran rigor.
a. Omitiendo la línea 6 (abreviaturas de fofmulas) los renglones
más largos corresponden a la primera parte del texto, menos su remate
en 1.5. Aunque a simple vista, en la fotografía y en el dibujo, se aprecien las diferencias de longitud, añado unos datos numéricos:
Lfnea mm.
lndice 1
Núni. ·de orden
1
465
95'87
1, 0
6
457
94'22
2. o
3
455
93'81
3. 0
4
455
93'81
4, 0
2
450
92'78
5, 0
7
415
85'56
6. 0
8
411
84'74
7,0
9
270
55'67
8. 0
5
245
50'51
9, 0
El úu1ice lo he calculado multiplicando por 100 la longitud que
ocupan los caractéres incisos y dividiendo el resultado por la longitud
(o anchura) del campo epigráfico (485 mm.). Los datos numéricos confinnan la impresión visual: salvo la línea 6, los renglones de mayor longitud son los que contienen los nombres personales.
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A. MARCOS POUS
b. He deseado conocer también el espaciamiento de letras y
caracteres por renglones, recurriendo al cálculo de la lognitud de 1O
espacios (que llamo módulo} y a un tndice 2, que es el resultado, o
cociente, de dividir el tndice 1 por el número total de espacios de
caracteres del renglón (casi siempre varios signos de interpunción se
toman por un sólo carácter):
M6dulo de 1O caracteres
L(nea mm. Núm. de orden Indioe 2
6
350
1. 0
7'85
1
290
2. 0
5'99
7
270
3. o
5'34
9
225
4. 0
4'63
8
200
5, 0
4'23
4'03
2
195
6. 0
0
5
190
7.
3'60
3
175
8. 0
3'47
4
150
9. o
3'12
Se observa que módulo e índice, en le presente caso, coinciden,
que es lo normal. A excepción de las líneas 1 y 6, se deduce la diferencia de espaciamiento entre la primera parte del texto y la segunda: la
primera (lineas 2, 3, 4, 5) en los últimos puestos de la serie, con letras
más apretadas, y la segunda (líneas 7, 8, 9) con mayor holgura de
letras.
c. Quisiera comparar, en un cuadro de conjunto, diversos datos
numéricos, reducidos al número de orden de los renglones, referidos a
la altura de letras, índice 1 de longitud de renglones e índice 2 de espaciamiento de letras. ·Pretendo observar si existen relaciones lógicas
entre todos estos datos:
a. Orden de longitud b. Orden de espaciamiento c. Orden por
L(nea de reglones según
según !ndice 2
altura
(ndice 1
Decreciente Creciente
de letras
l. O
2.o
t. o
8.o
1
5.o
s.o
4.o
2
3.o
2.o
3.o
8.o
5.o
3
4.o
l. O
9.o
4
9.o
9.o
7.o
3.o
7.o
5
l,o
2.o
9.o
2.o
6
6.o
3.o
7.o
4.o
7
7.o
5.o
5.o
8.o
8
8.o
6,0
4.o
6.o
9
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INBCRIPCION CORDOBESA DB UN AQUJLD'BR
6
--r---------.-· ----·--···-----------··-·------·--------1
ie
¡u
,,o
1
-371-
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8
A. MARCOS POUS
Se nota, comparando las respectivas columnas, que en esta ins- ·
cripción no existe completa correlación entre los distintos datos numéricos de cada renglón. Pero queda claro la primacía dada a lalfnea 1 y
la línea 6, una en razón del propio cotenido del texto, que se quiso
resaltar, y otra debido a razones estético-formales de composición
tipográfica. Para las líneas 2, 3 y 4 se aprecia en todas las columnas
una progresión (o regresión) parecida: cada renglón se acorta un poco,
a la vez que las letras se espacian menos y disminuye la altura de la
letra. La línea 6 se acorta (y centra) por causas compositivas tipográficas estético-formales, con letra baja (aunque menos que en el renglón
anterior) y algo más espaciada, pero no mucho a pesar del espacio disponible, para no contrastar demasiado con los últimos renglones ya
incisos de la primera parte del texto. En la segunda parte del texto
(líneas 6, 7, 8, 9) la longitud de renglones se acorta sucesivamente pero
la regresión no .posee paralelismo en las columnas b y e, ya ·que la
última línea (línea 9) tiene letras menos bajas y algo más espaciada.
s
que en el renglón anterior (línea 8), fenómeno idéntico al que ocurría
con el último renglón de la primera parte del texto (cfr. línea 6 con
línea 4) y que deberá atribuirse más allapicida que al ordinator.
7. El ordinator · preparó una composición tipográfica bastante
excelente, pero ellapicida no estuvo a la misma altura. Las líneas rectas de ejes verticales no están bien calculadas y por ello no dividen el
campo· en porciones iguales, con lo cual é'&recen de utilidad y, en
efecto, parece que no se las tuvo en cuenta. Las letras mejor cuidadas
pertenecen a las líneas 1, 2, 3, 6 y parte de la 7; compárense como
prueba (aparte del efecto general), por ejemplo, el trazado de B, Ry V
de las líneas indicadas con las del resto. Se diría que la atención inicial
dellapicida, con el consiguiente cuidado de la letra, disminuye hacia la
mitad de cada una de las dos secciones del texto, o bien, que a partir
de ese momento y lugar otro operario, menos hábil, continuó el trabajo de incisión; debido al cansancio, con su menor atención, o debido
a una segunda mano, no se cierran ya los bucles de B y R (contra lo que
ocurría en los comienzos de cada parte del texto), la V se incurva un
poco y la mayoría de las T sobrepasan la caja por arriba. (A propósito
de B, R, etc. deseo hacer una observación marginal: estas diferencias
paleográficas no obedecen a épocas diversas como en ocasiones se
ha señalado).
Laiínea 5 salió descentrada al cansado lapicida o a su sustituto (o
posible segunda mano), no sólo respecto al mal centrado eje vertical;
quizá grabó después el numeral. También descentrada se halla la línea
8 del mismo lapicida inhábil, con ~ curiosa peculiaridad aquí de que el
1
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INSCRIPCION CORDOBESA DB UN AQUILIFBR
\
7
texto de ese renglón se halla bien distribuido respecto de los mal calculados tres ejes verticales, como se comprueba contando las letras,
que forman grupos de 4-6-6-4, para conseguir una simetría; la existencia de esos ejes podría explicarse, tal vez, por el deseo de no incurrir
en el error de la línea 5, pero volvió a fallar al no advertir la equivocada
situación de los ejes. Probablemente se le volvió a recriminar al distraído lapicida, quien ya centró, por fin, la última línea exactamente,
pero quizá de mala gana y nervioso a juzgar por la diversidad de altura
y proporción de las letras, desbarajustadas, y por el extralio grafismo
como signo de interpunción.
8. El contenido del texto, se puede agrupar en dos secciones,
correspondientes a las mismas de su presentación externa, ya analizada, separadas por la línea horizontal mencionada. La primera comprende indicaciones referidas a las tres personas que cita el texto,
aunque la idea principal que en él se desarrolla se centra más en la
sepultura que en las personas. Resumidamente dice así: «Marcos Septicio, aquilífero (erigió esta sepultura), para si mismo, para su mujer
Sabina y para su hijo M. Septicio Marcial de 10 años y 7 meses». La
segunda sección empieza con usuales fórmulas.funerarias y concluye
con la expresión de otra fórmula, no rara, respecto a la transmisión de
la propiedad y uso de la tumba.
Resulta evidente que el texto se incidió al fallecer el hijo, viviendo
todavia los padres. De las fól'Dl.ulas de la segunda parte se deduce también que los padres pensaban ser sepultados en esa misma tumba a su
fallecimiento y que, de momento, no tenían otro hijo, ni quizás lo esperaban ya, tal vez por la edad (no indicada) de la madre. No se dejó
espacio para incluir, en ún futuro, datos acerca del fallecimiento de los
padres, ni se pretendió.
9. El gentilicio del padre (y del hijo) Septiciu8 (2) resulta francamente raro en Hispania, quizás único; por lo menos, no lo encuentro en
los indicas del CIL ll ni en los de J. Vives. Entre las ~ersonas con ese
antropónimo destaca Septicius Clarus, también militar, con buena
hoja de servicios, amigo del emperador, que llegó a prefecto del pretorio bajo Adriano, aunque luego cayó en desgracia (3). Derivado de ese
nomen es el cognomen Septicianus, asimismo poco frecuente y documentado casi sólo en Italia (4). El radical sept- puede estar en relación
(2) No me ha sido uequible en Córdoba la obra de W. SCHULZE: «Zur Geachic:hte latelnilcher
Ei¡ennamen», 2.• edición, Berifn, 1933.
(3) Hilt. Auc., «Hadu 9, 6; 11, 3, y 16, 2.
' (4) l . KAJANTO: d'he Letin Cognomina», Hekinki, 1962, ~· 166.
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8
A. MARCOS POUS
con el número siete, que es lo corriente, pero existe también el adjetivo septicus (de origen griego, raro en latín, del que dificilmente se formarían nombres personales, dado su significado) y septiciana,
aplicado a cierta libra de peso romana (probablemente, derivado de las
saepta o septa romanas).
Marcus Septicius, el aquilifer, era ciudadano romano, a pesar de no
consignar los tria nomina, ya que la ausencia de cognomen es propia de
la época de Augusto prolongándose bastante b~o Tiberio, Calígula y
Claudio, con una serie de ejemplos en inscripciones legionarias (5). Se
asegura su condición de ciudadano por la mención de la tribu, Papiria.
La posesión de la ciudadanía indica que no militaba en unidades de
auxüia sino en una legión, a menos que estuviera ya licenciado, situación que no consta en la lápida. El nomen Septicius parece orientarnos
hacia Italia como patria suya o tal vez de sus antepasados biológicos o
legales. Igualmente podría señalar el mismo origen la tribu, pero no se
descarta Hispania por la inscripción en la Papiria de ciudadanos
(muchos de ellos mílites) preferentemente en Emérita (6) y algo menos
documentados en Astigi (Ecija), ambas colonias augusteas.
La esposa tiene aquí un solo nombre, Sabina, que es un cognomen
de origen étnico, itálico, pero muy difundido también en otras regiones
del mundo romano (Hispania incluída), más entre libres que entre
esclavos y libertos (7). Sobre su condición de contubemalis trato
más adelante.
El cognomen Martialis, hijo del aquilífero, no es nada raro en Hispania, aunque su mayor presencia se documenta en el Norte de Mrica
(casi la mitad de los registrados en todo el mundo romano), referido a
personas de condición libre y menos del lO % a esclavos y libertos (8).
Al ser hijo natural (condición expresada en la lápida) su cognomen
podría, hipotéticamente, conesponder a algún antropónimo de la
madre; pero como liberto de su padre (dato también consignado en el
texto) debe llevar los antropónimós de su patrono; en tal caso conoceríamos así también el cognomen del padre (Martialis), nombre muy a
propósit.o para un sold~do y para un hijo de soldado que solía también
alistarse en la legión. Luego veremos cómo además el hijo natural era
esclavo de su padre.
(6) G. FORNI: «11 redutamento delle legioni da AUCU~to a Dioc:ledano>t, Milano-Roma, 1968,
pép. 60 y ea. (citado por LE ROUX, op. cit. al principio).
(6) G. FORNI: «La tribll. Papiria di Augusta Emerita>t, en Auptta Emerita. Actu del Simposio
Internacional conmemorativo del Bimilenario de M6rida (10.20 noviembre de 1976), Madrid, 1976,
pqe. SS-(2.
(7) KAJANTO, op. cit. en la nota 4, pqe. 20, 30, 61 y 186.
(8) KAJANTO, op. cit. en la nota, 4, pq. 212; cfr. ~· 18, 20, SO, 64, 66 y 76.
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INSCRIPCION CORDOBESA DE UN AQUILIFER
9
10. Los caracteres paleográficos son propios del primer siglo del
Imperio. La cola de la Q extendiéndose bajo las dos letra siguientes se
ve ya en época de Claudio. La ausencia de la fórmula D·M (o D·M·S) y
el encabezamiento con los antropónimos en nominativo constituyen
norma hasta los Flavios (69 ss. d. de C.). El no consignar el cognomen
nos llevaría a la época augustea, pero este uso puede prolongarse a
veces hasta Claudio (41-54). Si bienlafórmulaH·S·E· (aquíH·S·S·) ya
se halla en la primera mitad del siglo Id. de C., el añadido S·T·T·L
(aquí S.Y·T·L) se documenta desde el segundo tercio del mismo siglo
(aproximadamente desde el 30 al 60 en adelante). Las indicaciones
abreviadas acerca de disposiciones testamentarias (aquí con ótra fórmula no abreviada) empiezan en la segunda mitad del siglo I de la Era
(9). Combinando, pues, los expresados criterios cronológicos, el epígrafe del aquüifer sería anterior a los Flavios y al gobierno de Nerón
(54-68), tal vez entre el 30 y el 50; tomando como fechas finales el
comienzo del uso de las siglas S·V·T·L (10), desde el30 d. C. aproximadamente, la aparición de Q con cola larga, que nos lleva a Claudio
(41-54), las indicaciones testamentarias (desde± 50) y la carencia de
cognomen (hasta Claudio en algún caso), tendríamos una fecha en
tomo al 50, algo antes o poco después.
11. Como aquüifer sería M. Septicio un soldado escogido (11)
ascendido probablemente desde la tropa hasta un cargo equivalente a
oficial o suboficial distinguido (12). El águila, como bien se sabe, era la
principal enseña de la legión (13), conservada religiosamente en una
capilla del campamento (precedente de nuestra «sala de banderas)))
recibía una especie de culto, celebrándose anualmente un dies natalis
(9) Utllea criterioe cronol6gicoa (en parte de FORNI, op. cit. en la note 6), en LE ROUX, op. cit. al
principio, páp. 24-28.
(10) Pero un veterano de la leg. XX con h.u.t.t.l., ae data por FORNI, (op. cit. en la nota 6, pág. 36)
y por LE ROUX (op. cit. al principio, pág. 60), remitiendo a RE, xn, 1976, en 6poca auguatea¡ habra
unidadea de esta legión, por lo menos en el 6 d. C., en el Dzyricum.
(11) Una idea de un aqullifer llevando el asta rematada por el águila puede damoa la conocida
estela del Mmlach·Germaniaches Zentralmuaeum, da Maguncia, representando el aquilifer de la
legión XIV, con aua condecoraciones, escudo, etc., reproducida en muchas publicac!onea.
(12) Su graduaciclo mllftar ea diacutida, cfr. J. HARMAND: d }arm6e etle aoldaURome de 107 A
60 avant notre •re», Paria, 1967, páp. 846 y 88.
(18) A. VON DOMASZEWSKI: «Die Fahnen im .r&Diacben Heere», Abhandl. d. Archiol.·
Epi¡rah. 8eJninJra d. Univ. Wien, Viena, 1886 (reimpreso, con otroa tz'a~oa, en «AW.Itn zur r6mla·
chan Heerer¡eachichte~t, Darmatadt, 1972); S. REINACH, a. v. silna militari4, en CH. DAREMBERG
y E . SAGLIO: «Diétlonnaire dea AntlquiUa Grecquea et Romainea», Pw, 1877· 1919, IV, 1.• parte.
• · 1809·1884; R. CAGNATy V. CHAPOT: «Manuel d'Arch6ologie Romaine», 2, Paria, 1920, páp.
848 y 88. y llp. 466 y aa.¡ y M. MARlN: dnatitucionea militarea romanas», Madrid, 1966, pá¡a. 380·
888.
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10
A. MARCOS POUS
aquüae (14). Se conocen en Hispania algunas inscripciones de portadores de enseñas militares (signifer, vexilifer, aquüifer) o de imágenes
imperiales (imaginifer) en legiones y auxilia (15), pero hasta ahora
teníamos la mención de un solo aquüifer, de la legión n, fechable en la
primera mitad del siglo I. d. C. (16).
Llama la atención el hecho, singula.rísimo, de que al grado de aquilifer no siga en la inscripción cordobesa la mención a la unidad militar a
la que pertenecía, dato normal y casi obligado en las inscripciones de
legionarios (incluso veteranos) y soldados de auxüia.
Los legionarios mientras estuvieran en servicio activo no tenían
acceso al conubium, es decir, no podían ducere uxorem, casarse con
efectos legales, como si no poseyera,n la ciudadanía romana o como si
casaran con esclava o peregrina. Sin embargo algunos contraían matrimonio no conforme a derecho (matrimonium iniustu.m) y la esposa no
era propiamente uxor o coñiux sino contubemalis (17), aunque a veces
en inscripciones se la cite como coniux o uxor. Por esta razón aparece
aquí Sabina como contubemalis. El matrimonio ilegítimo no producía
los efectos jurídicos del legítimo y, así, el hijo tampoco es legítimo
como bien indica el epígrafe que publicamos. La esposa, Sabina, podía
haber nacido libre o ser liberta o esclava; su condición social en el caso
de ser libre no impedía su situación de contubemalis al casar con un
legionario en activo; por los indicios que aduzco luego me parece que
seria esclava.
12. ¿Qué hacía el aquüifer Septicio en Córdoba y a qué legión pertenecía? Para responder a esta pregunta el mayor inconveniente procede de la falta de datos (tan normales y frecuentes en las
inscripciones de miembros del ejército) acerca de la unidad militar,
años de servicio, recompensas, etc. que siguen a la mención del grado.
En este sentido el texto del epígrafe es anormal, pero ha de tenerse en
cuenta que no se trata del epitafio del aquüifer sino del de su hijo, o
mejor, de la futura sepultura familiar construida en la ocasión del óbito
del hijo, lo cual atenúa la anormalidad de la carencia de más circunstancias del curriculum del legionario. Pero explicado lo anterior la pregunta permanece.
(U) MencioDado en algunu lnacripcionea de Vlllal.ra: eJ.L., n, 2652; el.L., n, 265¿; ROLDAN
HERVAS, inaeripci6n ntbn. ~;LE ROUX, inaeripcl6n núm. 247.
(16) ROLDAN HERVAS, op. cit. en la nota al principio, JXU•im: LE ROUX, op. clt. en la mlama
nota, pauim.
(16) e J .L ., n , 26b; ROLDAN HERVAS, inaeripclóo nóm. 601; LE ROUX, inaeripcl6o n6m.
49.
(17) Aleo uí como «compañera de tienda»; ~ ea tambim ellegiOD&rio que vive con
otro. en la mlama tienda. V!d. E. RUGGIERO: 4CDI.sionario epigr. di antich. rom.• • · v.; HARMAND,
op. cit. en la nota 12, ~a. 383-386.
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INSCRIPCION CORDOBESA DE UN AQUILIFER
11
Córdoba era cabeza de una provincia senatorial pacífica, inerme,
sin especiales problemas internos y externos de seguridad que
reclamaran la presencia del ejército; la mayor parte del ejército
romano en Hispania estuvo, desde Augusto, en el Norte. Por otra
parte había en Córdoba, se suele repetir, unidades de las legiones ll y
X. En las monedas augusteas cordobesas con enseñas militares aparece en el asta central un águila (mirando hacia la izquierda) como aludiendo a una sola legión (18); pero en algunas raras piezas se indican a
cada lado del pie del asta del águila los citados numerales legionarios o
a veces V y X. En una moneda cordobesa, que he visto, de Claudio
(¿falsa?) con águila a la derecha, aparecen los número X y Xll, o mejor,
X[I] y Xll; pero la XI(Claudia) se hallaba en Dalmacia hasta el 70 d . C.;
parece impensable la restitución X[V] (Apollinaris) que antes de pasar
a Oriente estuvo en el Danubio (Carnuntum) hasta Ner6n, ni la X[X]
(Valeria Vu:trix) en Hispania por lo menos entre 26 y 19 a. de C. y ya en
el Dlyricum por lo menos en el6 d. de C. Si no fuera por una corrosión
del metal en la moneda tendríamos X, la X Gemina, la cesariana de
Munda, luego en el_ Norte de Hispania, b~o Augusto y hasta Ner6n,
momento en que es destinada a Camuntum en el 63, para regresar en
el 68 a Hispania, casi desguarnecida entonces, bajando pronto a la
Bética por si era necesario defenderla en el 69 del procurador de las
Mauritanias (partidario de Otón), y destinada fuera de Hispania en el
70, alRhin. Pero la época de la guerra civil {68-70) en que la X Gemina
se hallaba en la Bética no es la de Claudio a la que corresponde la rara
moneda y nuestro epígrafe. La XII (Fulminata) consta en Capadocia
pero no en Hispania (19).
Quizás fuerzas estacionadas en la Bética participaran en la anexión y pacificación de Mauritania Tingitana, b~o Calígula y Claudio (20),
entre el40 y el 50 d. C. o er 40 y el44. Si de la Península, con centro en la Bética, se enviaron a Mauritania occidental' algunas tropas
éstas podrían pertenecer a la VI Vu:trix o a la X Gemina, que entonces
se hallaban en Hispania ciertamen~ (aunque en el Norte), pero de esa
participación no hay seguridad y menos de su presencia en la Bética,
en esa circunstancia, de las legiones 'm encionadas en la moneda cordobesa de Claudio bastante dudosa. Sabemos con certeza, en cambio,
(18) Segón F. CHAVES TRISTAN: «La Córdoba bi.apano-romana y 11W1 monedu~t, Sevilla, 1977,
p4g. 96, eeoa aJcnoa militares no ae referirían a ninguna legión concreta: aer!an «1111 homeneje a tantas
legionea como deefilaron por la cludadll.
(19) Me balO en J. M. ROLDAN HERVAS y P . LE ROUX, op. cita. en la nota del principio, para
loa deatinoa y fechu de laa legiones citadas.
(20) Dio Coa. LIX, 26 y 9.6; &eL «Calig.• IV, 2.
-377-
[page-n-378]
12
A. MARCOS POUS
que la Bética fue encargada de abastecer de trigo a las unidades militares que combatían en Maurita.nia en época de Claudio (21). Una inscripción de Volubilis documenta la presencia allí de un soldado de la
legión X Gemina, estacionada en Hispania, y puede fecharse en tiempos de Claudio, como algunos prefieren, o en el69, como otros pretenden (22). Se interprete todo esto de una u otra manera, es cierto que
también en las provincias senatoriales, como la Bética, inermes,
podían residir algunas unidades militares (2:t) con distintas misiones
de paz o de alarma frente a otras provincias, etc. Dentro de la Bética
pudo Córdoba jugar un cierto papel respecto a esas unidades, por lo
menos se sabe que en el siglo siguiente se hallaba en Córdoba un alto
mando de las fuerzas navales del Estrecho (24). En teoría, por tanto, el
aquüifer M. Septicio podía pertenecer a alguna de las unidades con
misión en Córdoba.
Pero lo dicho es válido en el supuesto de que nuestro aquilifer se
hallara en servicio activo. La situación de activo parece deducirse del
hecho que sólo al término de su servicio militar, al adquirir la condición de veterano, podía el legionario licenciado legalizar su matrimonio, convirtiendo el contubemium en matrimonium iustum. El que su
mujer figure todavía como contubenalis en el epígrafe parece indicar
que el aquillfero no se había aún licenciado.
13. Por otra parte cabe tal vez otra solución. Podría pensarse que
M. Septicio tomara por mujer una esclava, SabiDa, que sería precisamente esclava suya (25). En tal caso, el hijo de ambos, como fruto de la
unión de .hombre libre con esclava, sigue la condición de la madre, es
decir, nace esclavo. Como dominus de la madre esclava este soldado es
también dominus de su hijo. Así el aquilifer resultaba dueño y padre de
su hijo esclavo. En la inscripción del Museo de Córdoba aparece como
padre y patrono, lo cual indicaría que el hijo fue durante un tiempo
esclavo de su padre quien luego lo libertó. Esto, explica, creo, que el
hijo en el texto del epígrafe curiosamente sea, respecto a su padre, hijo
natural a la vez que liberto suyo.
En esta hipótesis mientras Sabina permanecería en su condición
de esclava, no podía dejar de seguir siendo contubernial de M. Septi-
(21) IM Col. LX, 2U.
(22) Vid. LE ROUX, op. cit. en la nota del priDcipio, pq. 97 y notas 91 a 9.¡ ROLDAN HERVAS,
op. cit. en la nota del principio, pág. 207.
(23) E. Rll'TERLlNG: «Mi..itary forcea iD the aenatorial provincea», J . Rom. StucL, xvn, 1927,
páp. 28-32 (citado por LE ROUX. op. cit. en la nota del principio, pág. 93, m1m. 73).
(2•) Cl.L., n. 222•; LE ROUX, op. cit. en la nota del principio, pq. 167.
(25) Loale¡ionarioa podían tener esclavos a au servicio, aegún documentan algunas inacripcionea.
-378-
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14
A. MARCOS POUS
cordobés, o por cualquier otra causa que se nos escapa. Sabina continuaría en su condición de esclava (por raro que actualmente nos
parezca), situación quizá ventajosa para M. Septicio. Como otros veteranos en diversas ciudades podía aspirar en la vida civil a un cargo en
la administración provincial o municipal en la capital de la Bética. Por
el gentilicio, él o un antepasado suyo procedfa de Italia. Por su inscripción en la tribu Papiria, él o un antepasado suyo se había establecido
en el territorio de Mérida (o en el de Astigi).
Como hipótesis más verosímil me inclino a pensar que un Septicius
fue reclutado como legionario en Italia, para participar en la guerra
civil, con César, y luego en las operaciones en el N. O. peninsular en
época augustea y ya como veterano se estableció en Augusta Emerita
cambiando su tribu por la Papiria, como está documentado en otros
muchos casos análogos, hacia el año 25 a. C., fecha de la fundación de
la colonia; veterano en torno a los 40 años, reclutado hacia los 19-21
años, pudo haber nacido en Italia en tomo al 65 a. de C. El reclutamiento de itálicos para las guerras de España era notable. Probablemente perteneció a la legión X Gemina. Un hijo suyo, otro Septicio,
Caius Septicius, siguió la profesión militar de su padre (hecho frecuentísimo y bien conocido) en la misma legión X; nacido hacia 28-25 a . C.,
reclutado entre el8 y el5 a. C. y veterano en 12-16 d. C. Un hijo, probablemente no el primogénito el de nuestro epígrafe, Marcus Septicius, nació hacia el cambio de era o pocos años después (1 a 5 d. C.),
alistado en 19-25 d. C., veterano hacia el 40 ó 45 d. C., lo cual concuerda con la datación propuesta para la inscripción.
Según las monedas veteranos preferentemente de las legiones V y
X poblaron Mérida en su fundación. La V se va de Hispania hacia el16
a. C., por ello me inclino por la X como legión en que sirvieron los tres
Septicios. El Marcus Septicius, ya veterano, establecido en Colonia
Patricia, pudo ser aquilifer de la legión X Gemina.
Al término del pr.esente trabajo sólo queda por señalar que, aparte
de los datos descriptivos, cuestiones sobre los caracteres externos y la
ordinatio, hemos ido proponiendo hipótesis tras hipótesis, discutiéndolas, rechazando y aceptando, para quedamos con las que nos parecen más probables. Quiero decir con ello que, ante la falta de datos
seguros, nos hemos apoyado en elementos laterales, indirectos, produciendo las hipótesis que nos parecen más verosímiles, dentro de
nuestra poca experiencia en asuntos militares romanos.
-380-
[page-n-380]
INSCRIPCION CORDOBESA DE UN AQUILJJI'ER
18
cio, aunque éste ya no se hallara en servicio activo. Ahora, a nuestra
mentalidad actual, nos parece lógico y humano que libertara a su
esposa y esclava lo más pronto posible, pero ciertamente la liberación
no tuvo lugar antes del nacimiento del hijo de ambos. Si Sabina era ya
liberta al incidirse la inscripción (condición no expresada en la lápida)
el aquüifer se hallaba todavía en servicio activo, pues hasta que no se
licenciara no podía legalizar su matrimonio. Pero si Sabina continuaba
sindo esclava, el aquüifer podía, teóricamente, tanto estar en activo
como ser ya veterano.
·
Las incertidumbres respecto a la carrera militar de M. Septicio y a
la condición de Sabina proceden de la, en apariencia, anormalidad del
texto de la inscripción, que en otros referidos a militares nos proporcionan regularmente información acerca del origo, unidad de pertenencia, grado y situación, aftos de servicio, recompensas, etc. Pero la
aparente anormalidad no es tanta si atendemos a que no nos hallamos
ante el epitafio de un legionario o de su mujer sino ante el de su hijo (a
quien se caracteriza suficientemente) y ante el título de una tumba
para sepultarse luego en ella la famma, según antes hemos ya recordado.
.
14. Tal vez por otro camino es posible obtener alguna luz. Así, a
favor de la situación de veterano del aquüifer cabe una reflexión sobre
el hecho (indicado en el epígrafe y ya observado) que construyera para
sí y su familia una sepultura en Córdoba. Esto sugiere que en sus cálculos para el futuro pensaba no moverse de Córdoba y terminar aquí
sus días. Si estuviera M. Septicio en activo sería el aquilífero de una
legión con cabeza permanente en Córdoba, en campamento fijo con su
capilla para las insignias legionarias, etc., pues se trataría del portador
de la enseña principal de una entera legión, no de la enseña de una unidad menor. Carecemos de cualquier dato acerca del asentamiento permanente en Córdoba de una legión en tiempos julicrclaudios, al
contrario. Lo dicho antes acerca de las posibles legiones, o unidades
de ellas, que pudieran habér pasado por Córdoba ocasionalmente no
favorece la idea de la existencia aquí de un asentamiento permanente
de alguna legión que estaba por el Norte peninsular. Pudiera pensarse
en una misión permanente de M. Septicio en la capital de la Bética
(como otros casos conocidos, p. e., en Tarraco), pero parece raro que se
confiara permanentemente al aquüifer en activo de una legión. En
resumen la estancia permanente en Córdoba de M. Septicio resulta de
difícil justificación si este legionario se hallaba en activo.
Lo más probable es que el aquüifer M. Septicio fuera un veterano
que a su licenciamiento se estableciera en Córdoba, por haber servido
un tiempo en esta capital (y haberle gustado), por ser Sabina de origen
- 379 -
[page-n-381]
MARCOS.- Inscrlpción cordobesa
LAM. I
·Inscripción romana de mármol blanco.
Reverso de la inscripción romana.
-381-
[page-n-382]
LAM. lJ
MARCOS.-l nseripción cor dobesa
...
.
.
-382-
.
.•.
: ·,
'
"\.~
[page-n-383]
ALEJANDRO MARCOS POUS
(Córdoba)
INSCRIPCION CORDOBESA DE UN AQUILIFER
1. Hallada en 1971, en la calle de la Hoguera, Córdoba, durante
las obras de un conocido restaurante, lugar bastante próximo a la
Mezquita-Catedral. Ingresó en el Museo Arqueológico registrándose
con el número 27.725. En el mismo lugar se conserva otra 4lscripción
hallada en igual ocasión, y ya publicada (1).
2. La inscripción está incisa en la cara anterior de una losa apaisada, de mármol blanco con grano fino, de 62'5 cm. de ancho, 44 de
altura (« 2 x 1' 5 pies romanos) y 6 de grueso. Falta parte de la esquina
inferior derecha, con rotura que no parece antigua. Los cantos superior e inferior se baJJan ahora algo pulidos; los cantos laterales presentan un rebaje vertical. El reverso tiene una superficie lisa con dos
cazoletas circulares, de distinto diámetro, que sirvieron para el apoyo
y giro del espigón del quicial en dos épocas distintas.
3. Un marco, de sencillas molduras, limita el campo epigráfico.
Las zonas izquierda y derecha de la superficie de la losa se haJJan
actualmente rebajadas de arriba a abajo incluyendo las molduras late• - Para eue.Uonea de Derecho Romano y eobre elej6rclto en Hiapania me be baaado en 1aa eue-
lentea ohru:
A. D'ORS PEREZ PEIX: «Derecho privado romano», 3.• edicl6o, Pamplona, 1977.
J. M . ROLDAN HERVAS: «HiapaDia y el ejército 1'01118D0», S•l•m•nca, 197.(.
P . LE ROUX: td.'arm4 romaine etl'orpniaation dea proW1cea iWriquee d'Au¡uat Al'invuion de
-'09», Parle, 1982.
(1) J . MElLADO y J. M. VILA: «UDa inecripci6n romana hallada en C6rdobP, Habll, 3, Sevilla,
1972, pq.. 321·32.(, lim. XX.
-367-
[page-n-368]
2
A. MARCOS POUS
rales y algunas letras. La moldura inferior horizontal falta también
ahora quedando aquí la superficie a la misma profundidad que la del
campo. Toda la pieza se halla alisada, incluso en las molduras y zonas
rebajadas, lo cual indica que la losa se reutilizó, posiblemente como
pavimento, después de sufrir los aludidos rebajes.
Parece que en la primera utilización fue quicialera, en dos fases
cronológicas. Luego se recortó la losa para convertirla en título sepulcral. Después, en tiempos medievales o modernos se reutilizó como
pavimento. De notarse que por lo general, en otros casos, el uso como
quicio es posterior a la función epigráfica.
4. El texto se distribuye en nueve líneas, en un campo epigráfico
de 49 por 31'5 cm. Debido a los citados rebajes y al alisado, algunas
letras de comienzo y final de línea eetán perdidas o se distinguen poco.
El texto dice así:
M·SEP'TICIVS·C·F.pAP
AQVIÜFER·Sffii·ET·M·SAB[NA]E
~OÑ.rVBERNALI·SVAE·ET·M·SE:f[TICI]Q
M·LmERTO·MARTIALI·FILIO·NATVRALI·(ANN]X
• •• •
ET·MENSVM·Vll
•
H·S·S·S·V·T·L
POST·EORVM·OBrrvM
HOC·MONIMENTVM·HERED[EM]
• ••
NON ·SEQVETVR •
M(arcus) Septicius C(ai) f(üius), Pap(rria),/ aquilifer, sibi et
Sabinae/, contubernali suae, et M(arco) Septicio/ M(arci) liberto Martiali, filio nattu'ali, ann.(orum) XI et mensum VII/. H(ic) s(úi) s(unt), s(it)
v(obis) t(erra) l(evis)l Post eorum obitum hoc rrumimentum heredem
non sequetur.
5. Una línea incisa vertical, casi en el centro, y otra horizontal casi
a media altura, dividen el texto en cuartos; otras dos líneas verticales
dividen los cuartos inferiores. Tales líneas serían de alguna utilidad
para la ordinatio del texto.
La altura de las letras varía en los sucesivos renglones, disminuyendo de 1.1 a 1.4; luego aumenta en 1.6 para disminuir algo a continuación; alturas medias: 1.1, 38/ 39 mm.; 1.2, 26/ 27 mm.; 1.3, 20 mm.; línea
4, 15 mm.; 1.5, 17/17 mm.; 1.6, 31 mm.; l. 7, 25 mm.; 1.8, 15/17 mm.; 1.9,
16/ 21 mm. La T rebasa un poquito la caja por arriba en 1.1 y 4, bastante más en 1.5 y 8 y escasamente en 1.9; también la S de 1.9 es más
alta. En l. 4.5 y 8.9 se diría que actuó la mano de otro lapicida
menos cuidadoso.
-368-
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lNSCRIPCION CORDOBESA DE UN AQUILIPER
\
\
3
Las letras poseen proporción cuadrada de buena época imperial
romana, menos en la línea 1, de proporción más alta y estrecha por el
deseo de destacar, en un espacio no muy largo y en letras lo más
grande posible, el nombre del comitente con su condición de ciudadano romano.
Los signos de interpunción son regulares, colocados en su lugar
lógico y a media altura; no se ven entre las dos primeras y dos últimas
letras de línea 6. En las tres primeras líneas tiene forma de punto de
tres picos; a partir del final de L3 algunos son de forma angular; en
línea 9 adquiere el aspecto de un caprichoso grafismo.
6. La longitud de cada renglón es variable. El ordinator partió el
texto en dos grande secciones: r.1-5 y r.6-9, con una línea horizontal
de la que quedan los citados restos. Dentro de cada sección repartió el
texto de manera que la primera contuviera los datos personales. El
texto general se ordena en tomo al eje central, señalado con una fma
línea vertical, de forma que cada renglón tenga un número aproximado de caracteres a uno y otro lado del eje; digo aproximado, ya que
no se cumplió con rigor el propósito, y, además, tampoco el eje vertical ·
se halla en el centro exacto. Parece que el ordinator o los lapicidas no
trabajaron con gran rigor.
a. Omitiendo la línea 6 (abreviaturas de fofmulas) los renglones
más largos corresponden a la primera parte del texto, menos su remate
en 1.5. Aunque a simple vista, en la fotografía y en el dibujo, se aprecien las diferencias de longitud, añado unos datos numéricos:
Lfnea mm.
lndice 1
Núni. ·de orden
1
465
95'87
1, 0
6
457
94'22
2. o
3
455
93'81
3. 0
4
455
93'81
4, 0
2
450
92'78
5, 0
7
415
85'56
6. 0
8
411
84'74
7,0
9
270
55'67
8. 0
5
245
50'51
9, 0
El úu1ice lo he calculado multiplicando por 100 la longitud que
ocupan los caractéres incisos y dividiendo el resultado por la longitud
(o anchura) del campo epigráfico (485 mm.). Los datos numéricos confinnan la impresión visual: salvo la línea 6, los renglones de mayor longitud son los que contienen los nombres personales.
-369-
[page-n-370]
A. MARCOS POUS
b. He deseado conocer también el espaciamiento de letras y
caracteres por renglones, recurriendo al cálculo de la lognitud de 1O
espacios (que llamo módulo} y a un tndice 2, que es el resultado, o
cociente, de dividir el tndice 1 por el número total de espacios de
caracteres del renglón (casi siempre varios signos de interpunción se
toman por un sólo carácter):
M6dulo de 1O caracteres
L(nea mm. Núm. de orden Indioe 2
6
350
1. 0
7'85
1
290
2. 0
5'99
7
270
3. o
5'34
9
225
4. 0
4'63
8
200
5, 0
4'23
4'03
2
195
6. 0
0
5
190
7.
3'60
3
175
8. 0
3'47
4
150
9. o
3'12
Se observa que módulo e índice, en le presente caso, coinciden,
que es lo normal. A excepción de las líneas 1 y 6, se deduce la diferencia de espaciamiento entre la primera parte del texto y la segunda: la
primera (lineas 2, 3, 4, 5) en los últimos puestos de la serie, con letras
más apretadas, y la segunda (líneas 7, 8, 9) con mayor holgura de
letras.
c. Quisiera comparar, en un cuadro de conjunto, diversos datos
numéricos, reducidos al número de orden de los renglones, referidos a
la altura de letras, índice 1 de longitud de renglones e índice 2 de espaciamiento de letras. ·Pretendo observar si existen relaciones lógicas
entre todos estos datos:
a. Orden de longitud b. Orden de espaciamiento c. Orden por
L(nea de reglones según
según !ndice 2
altura
(ndice 1
Decreciente Creciente
de letras
l. O
2.o
t. o
8.o
1
5.o
s.o
4.o
2
3.o
2.o
3.o
8.o
5.o
3
4.o
l. O
9.o
4
9.o
9.o
7.o
3.o
7.o
5
l,o
2.o
9.o
2.o
6
6.o
3.o
7.o
4.o
7
7.o
5.o
5.o
8.o
8
8.o
6,0
4.o
6.o
9
-370-
[page-n-371]
INBCRIPCION CORDOBESA DB UN AQUJLD'BR
6
--r---------.-· ----·--···-----------··-·------·--------1
ie
¡u
,,o
1
-371-
[page-n-372]
8
A. MARCOS POUS
Se nota, comparando las respectivas columnas, que en esta ins- ·
cripción no existe completa correlación entre los distintos datos numéricos de cada renglón. Pero queda claro la primacía dada a lalfnea 1 y
la línea 6, una en razón del propio cotenido del texto, que se quiso
resaltar, y otra debido a razones estético-formales de composición
tipográfica. Para las líneas 2, 3 y 4 se aprecia en todas las columnas
una progresión (o regresión) parecida: cada renglón se acorta un poco,
a la vez que las letras se espacian menos y disminuye la altura de la
letra. La línea 6 se acorta (y centra) por causas compositivas tipográficas estético-formales, con letra baja (aunque menos que en el renglón
anterior) y algo más espaciada, pero no mucho a pesar del espacio disponible, para no contrastar demasiado con los últimos renglones ya
incisos de la primera parte del texto. En la segunda parte del texto
(líneas 6, 7, 8, 9) la longitud de renglones se acorta sucesivamente pero
la regresión no .posee paralelismo en las columnas b y e, ya ·que la
última línea (línea 9) tiene letras menos bajas y algo más espaciada.
s
que en el renglón anterior (línea 8), fenómeno idéntico al que ocurría
con el último renglón de la primera parte del texto (cfr. línea 6 con
línea 4) y que deberá atribuirse más allapicida que al ordinator.
7. El ordinator · preparó una composición tipográfica bastante
excelente, pero ellapicida no estuvo a la misma altura. Las líneas rectas de ejes verticales no están bien calculadas y por ello no dividen el
campo· en porciones iguales, con lo cual é'&recen de utilidad y, en
efecto, parece que no se las tuvo en cuenta. Las letras mejor cuidadas
pertenecen a las líneas 1, 2, 3, 6 y parte de la 7; compárense como
prueba (aparte del efecto general), por ejemplo, el trazado de B, Ry V
de las líneas indicadas con las del resto. Se diría que la atención inicial
dellapicida, con el consiguiente cuidado de la letra, disminuye hacia la
mitad de cada una de las dos secciones del texto, o bien, que a partir
de ese momento y lugar otro operario, menos hábil, continuó el trabajo de incisión; debido al cansancio, con su menor atención, o debido
a una segunda mano, no se cierran ya los bucles de B y R (contra lo que
ocurría en los comienzos de cada parte del texto), la V se incurva un
poco y la mayoría de las T sobrepasan la caja por arriba. (A propósito
de B, R, etc. deseo hacer una observación marginal: estas diferencias
paleográficas no obedecen a épocas diversas como en ocasiones se
ha señalado).
Laiínea 5 salió descentrada al cansado lapicida o a su sustituto (o
posible segunda mano), no sólo respecto al mal centrado eje vertical;
quizá grabó después el numeral. También descentrada se halla la línea
8 del mismo lapicida inhábil, con ~ curiosa peculiaridad aquí de que el
1
-372-
[page-n-373]
INSCRIPCION CORDOBESA DB UN AQUILIFBR
\
7
texto de ese renglón se halla bien distribuido respecto de los mal calculados tres ejes verticales, como se comprueba contando las letras,
que forman grupos de 4-6-6-4, para conseguir una simetría; la existencia de esos ejes podría explicarse, tal vez, por el deseo de no incurrir
en el error de la línea 5, pero volvió a fallar al no advertir la equivocada
situación de los ejes. Probablemente se le volvió a recriminar al distraído lapicida, quien ya centró, por fin, la última línea exactamente,
pero quizá de mala gana y nervioso a juzgar por la diversidad de altura
y proporción de las letras, desbarajustadas, y por el extralio grafismo
como signo de interpunción.
8. El contenido del texto, se puede agrupar en dos secciones,
correspondientes a las mismas de su presentación externa, ya analizada, separadas por la línea horizontal mencionada. La primera comprende indicaciones referidas a las tres personas que cita el texto,
aunque la idea principal que en él se desarrolla se centra más en la
sepultura que en las personas. Resumidamente dice así: «Marcos Septicio, aquilífero (erigió esta sepultura), para si mismo, para su mujer
Sabina y para su hijo M. Septicio Marcial de 10 años y 7 meses». La
segunda sección empieza con usuales fórmulas.funerarias y concluye
con la expresión de otra fórmula, no rara, respecto a la transmisión de
la propiedad y uso de la tumba.
Resulta evidente que el texto se incidió al fallecer el hijo, viviendo
todavia los padres. De las fól'Dl.ulas de la segunda parte se deduce también que los padres pensaban ser sepultados en esa misma tumba a su
fallecimiento y que, de momento, no tenían otro hijo, ni quizás lo esperaban ya, tal vez por la edad (no indicada) de la madre. No se dejó
espacio para incluir, en ún futuro, datos acerca del fallecimiento de los
padres, ni se pretendió.
9. El gentilicio del padre (y del hijo) Septiciu8 (2) resulta francamente raro en Hispania, quizás único; por lo menos, no lo encuentro en
los indicas del CIL ll ni en los de J. Vives. Entre las ~ersonas con ese
antropónimo destaca Septicius Clarus, también militar, con buena
hoja de servicios, amigo del emperador, que llegó a prefecto del pretorio bajo Adriano, aunque luego cayó en desgracia (3). Derivado de ese
nomen es el cognomen Septicianus, asimismo poco frecuente y documentado casi sólo en Italia (4). El radical sept- puede estar en relación
(2) No me ha sido uequible en Córdoba la obra de W. SCHULZE: «Zur Geachic:hte latelnilcher
Ei¡ennamen», 2.• edición, Berifn, 1933.
(3) Hilt. Auc., «Hadu 9, 6; 11, 3, y 16, 2.
' (4) l . KAJANTO: d'he Letin Cognomina», Hekinki, 1962, ~· 166.
-373-
[page-n-374]
8
A. MARCOS POUS
con el número siete, que es lo corriente, pero existe también el adjetivo septicus (de origen griego, raro en latín, del que dificilmente se formarían nombres personales, dado su significado) y septiciana,
aplicado a cierta libra de peso romana (probablemente, derivado de las
saepta o septa romanas).
Marcus Septicius, el aquilifer, era ciudadano romano, a pesar de no
consignar los tria nomina, ya que la ausencia de cognomen es propia de
la época de Augusto prolongándose bastante b~o Tiberio, Calígula y
Claudio, con una serie de ejemplos en inscripciones legionarias (5). Se
asegura su condición de ciudadano por la mención de la tribu, Papiria.
La posesión de la ciudadanía indica que no militaba en unidades de
auxüia sino en una legión, a menos que estuviera ya licenciado, situación que no consta en la lápida. El nomen Septicius parece orientarnos
hacia Italia como patria suya o tal vez de sus antepasados biológicos o
legales. Igualmente podría señalar el mismo origen la tribu, pero no se
descarta Hispania por la inscripción en la Papiria de ciudadanos
(muchos de ellos mílites) preferentemente en Emérita (6) y algo menos
documentados en Astigi (Ecija), ambas colonias augusteas.
La esposa tiene aquí un solo nombre, Sabina, que es un cognomen
de origen étnico, itálico, pero muy difundido también en otras regiones
del mundo romano (Hispania incluída), más entre libres que entre
esclavos y libertos (7). Sobre su condición de contubemalis trato
más adelante.
El cognomen Martialis, hijo del aquilífero, no es nada raro en Hispania, aunque su mayor presencia se documenta en el Norte de Mrica
(casi la mitad de los registrados en todo el mundo romano), referido a
personas de condición libre y menos del lO % a esclavos y libertos (8).
Al ser hijo natural (condición expresada en la lápida) su cognomen
podría, hipotéticamente, conesponder a algún antropónimo de la
madre; pero como liberto de su padre (dato también consignado en el
texto) debe llevar los antropónimós de su patrono; en tal caso conoceríamos así también el cognomen del padre (Martialis), nombre muy a
propósit.o para un sold~do y para un hijo de soldado que solía también
alistarse en la legión. Luego veremos cómo además el hijo natural era
esclavo de su padre.
(6) G. FORNI: «11 redutamento delle legioni da AUCU~to a Dioc:ledano>t, Milano-Roma, 1968,
pép. 60 y ea. (citado por LE ROUX, op. cit. al principio).
(6) G. FORNI: «La tribll. Papiria di Augusta Emerita>t, en Auptta Emerita. Actu del Simposio
Internacional conmemorativo del Bimilenario de M6rida (10.20 noviembre de 1976), Madrid, 1976,
pqe. SS-(2.
(7) KAJANTO, op. cit. en la nota 4, pqe. 20, 30, 61 y 186.
(8) KAJANTO, op. cit. en la nota, 4, pq. 212; cfr. ~· 18, 20, SO, 64, 66 y 76.
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INSCRIPCION CORDOBESA DE UN AQUILIFER
9
10. Los caracteres paleográficos son propios del primer siglo del
Imperio. La cola de la Q extendiéndose bajo las dos letra siguientes se
ve ya en época de Claudio. La ausencia de la fórmula D·M (o D·M·S) y
el encabezamiento con los antropónimos en nominativo constituyen
norma hasta los Flavios (69 ss. d. de C.). El no consignar el cognomen
nos llevaría a la época augustea, pero este uso puede prolongarse a
veces hasta Claudio (41-54). Si bienlafórmulaH·S·E· (aquíH·S·S·) ya
se halla en la primera mitad del siglo Id. de C., el añadido S·T·T·L
(aquí S.Y·T·L) se documenta desde el segundo tercio del mismo siglo
(aproximadamente desde el 30 al 60 en adelante). Las indicaciones
abreviadas acerca de disposiciones testamentarias (aquí con ótra fórmula no abreviada) empiezan en la segunda mitad del siglo I de la Era
(9). Combinando, pues, los expresados criterios cronológicos, el epígrafe del aquüifer sería anterior a los Flavios y al gobierno de Nerón
(54-68), tal vez entre el 30 y el 50; tomando como fechas finales el
comienzo del uso de las siglas S·V·T·L (10), desde el30 d. C. aproximadamente, la aparición de Q con cola larga, que nos lleva a Claudio
(41-54), las indicaciones testamentarias (desde± 50) y la carencia de
cognomen (hasta Claudio en algún caso), tendríamos una fecha en
tomo al 50, algo antes o poco después.
11. Como aquüifer sería M. Septicio un soldado escogido (11)
ascendido probablemente desde la tropa hasta un cargo equivalente a
oficial o suboficial distinguido (12). El águila, como bien se sabe, era la
principal enseña de la legión (13), conservada religiosamente en una
capilla del campamento (precedente de nuestra «sala de banderas)))
recibía una especie de culto, celebrándose anualmente un dies natalis
(9) Utllea criterioe cronol6gicoa (en parte de FORNI, op. cit. en la note 6), en LE ROUX, op. cit. al
principio, páp. 24-28.
(10) Pero un veterano de la leg. XX con h.u.t.t.l., ae data por FORNI, (op. cit. en la nota 6, pág. 36)
y por LE ROUX (op. cit. al principio, pág. 60), remitiendo a RE, xn, 1976, en 6poca auguatea¡ habra
unidadea de esta legión, por lo menos en el 6 d. C., en el Dzyricum.
(11) Una idea de un aqullifer llevando el asta rematada por el águila puede damoa la conocida
estela del Mmlach·Germaniaches Zentralmuaeum, da Maguncia, representando el aquilifer de la
legión XIV, con aua condecoraciones, escudo, etc., reproducida en muchas publicac!onea.
(12) Su graduaciclo mllftar ea diacutida, cfr. J. HARMAND: d }arm6e etle aoldaURome de 107 A
60 avant notre •re», Paria, 1967, páp. 846 y 88.
(18) A. VON DOMASZEWSKI: «Die Fahnen im .r&Diacben Heere», Abhandl. d. Archiol.·
Epi¡rah. 8eJninJra d. Univ. Wien, Viena, 1886 (reimpreso, con otroa tz'a~oa, en «AW.Itn zur r6mla·
chan Heerer¡eachichte~t, Darmatadt, 1972); S. REINACH, a. v. silna militari4, en CH. DAREMBERG
y E . SAGLIO: «Diétlonnaire dea AntlquiUa Grecquea et Romainea», Pw, 1877· 1919, IV, 1.• parte.
• · 1809·1884; R. CAGNATy V. CHAPOT: «Manuel d'Arch6ologie Romaine», 2, Paria, 1920, páp.
848 y 88. y llp. 466 y aa.¡ y M. MARlN: dnatitucionea militarea romanas», Madrid, 1966, pá¡a. 380·
888.
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10
A. MARCOS POUS
aquüae (14). Se conocen en Hispania algunas inscripciones de portadores de enseñas militares (signifer, vexilifer, aquüifer) o de imágenes
imperiales (imaginifer) en legiones y auxilia (15), pero hasta ahora
teníamos la mención de un solo aquüifer, de la legión n, fechable en la
primera mitad del siglo I. d. C. (16).
Llama la atención el hecho, singula.rísimo, de que al grado de aquilifer no siga en la inscripción cordobesa la mención a la unidad militar a
la que pertenecía, dato normal y casi obligado en las inscripciones de
legionarios (incluso veteranos) y soldados de auxüia.
Los legionarios mientras estuvieran en servicio activo no tenían
acceso al conubium, es decir, no podían ducere uxorem, casarse con
efectos legales, como si no poseyera,n la ciudadanía romana o como si
casaran con esclava o peregrina. Sin embargo algunos contraían matrimonio no conforme a derecho (matrimonium iniustu.m) y la esposa no
era propiamente uxor o coñiux sino contubemalis (17), aunque a veces
en inscripciones se la cite como coniux o uxor. Por esta razón aparece
aquí Sabina como contubemalis. El matrimonio ilegítimo no producía
los efectos jurídicos del legítimo y, así, el hijo tampoco es legítimo
como bien indica el epígrafe que publicamos. La esposa, Sabina, podía
haber nacido libre o ser liberta o esclava; su condición social en el caso
de ser libre no impedía su situación de contubemalis al casar con un
legionario en activo; por los indicios que aduzco luego me parece que
seria esclava.
12. ¿Qué hacía el aquüifer Septicio en Córdoba y a qué legión pertenecía? Para responder a esta pregunta el mayor inconveniente procede de la falta de datos (tan normales y frecuentes en las
inscripciones de miembros del ejército) acerca de la unidad militar,
años de servicio, recompensas, etc. que siguen a la mención del grado.
En este sentido el texto del epígrafe es anormal, pero ha de tenerse en
cuenta que no se trata del epitafio del aquüifer sino del de su hijo, o
mejor, de la futura sepultura familiar construida en la ocasión del óbito
del hijo, lo cual atenúa la anormalidad de la carencia de más circunstancias del curriculum del legionario. Pero explicado lo anterior la pregunta permanece.
(U) MencioDado en algunu lnacripcionea de Vlllal.ra: eJ.L., n, 2652; el.L., n, 265¿; ROLDAN
HERVAS, inaeripci6n ntbn. ~;LE ROUX, inaeripcl6n núm. 247.
(16) ROLDAN HERVAS, op. cit. en la nota al principio, JXU•im: LE ROUX, op. clt. en la mlama
nota, pauim.
(16) e J .L ., n , 26b; ROLDAN HERVAS, inaeripclóo nóm. 601; LE ROUX, inaeripcl6o n6m.
49.
(17) Aleo uí como «compañera de tienda»; ~ ea tambim ellegiOD&rio que vive con
otro. en la mlama tienda. V!d. E. RUGGIERO: 4CDI.sionario epigr. di antich. rom.• • · v.; HARMAND,
op. cit. en la nota 12, ~a. 383-386.
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INSCRIPCION CORDOBESA DE UN AQUILIFER
11
Córdoba era cabeza de una provincia senatorial pacífica, inerme,
sin especiales problemas internos y externos de seguridad que
reclamaran la presencia del ejército; la mayor parte del ejército
romano en Hispania estuvo, desde Augusto, en el Norte. Por otra
parte había en Córdoba, se suele repetir, unidades de las legiones ll y
X. En las monedas augusteas cordobesas con enseñas militares aparece en el asta central un águila (mirando hacia la izquierda) como aludiendo a una sola legión (18); pero en algunas raras piezas se indican a
cada lado del pie del asta del águila los citados numerales legionarios o
a veces V y X. En una moneda cordobesa, que he visto, de Claudio
(¿falsa?) con águila a la derecha, aparecen los número X y Xll, o mejor,
X[I] y Xll; pero la XI(Claudia) se hallaba en Dalmacia hasta el 70 d . C.;
parece impensable la restitución X[V] (Apollinaris) que antes de pasar
a Oriente estuvo en el Danubio (Carnuntum) hasta Ner6n, ni la X[X]
(Valeria Vu:trix) en Hispania por lo menos entre 26 y 19 a. de C. y ya en
el Dlyricum por lo menos en el6 d. de C. Si no fuera por una corrosión
del metal en la moneda tendríamos X, la X Gemina, la cesariana de
Munda, luego en el_ Norte de Hispania, b~o Augusto y hasta Ner6n,
momento en que es destinada a Camuntum en el 63, para regresar en
el 68 a Hispania, casi desguarnecida entonces, bajando pronto a la
Bética por si era necesario defenderla en el 69 del procurador de las
Mauritanias (partidario de Otón), y destinada fuera de Hispania en el
70, alRhin. Pero la época de la guerra civil {68-70) en que la X Gemina
se hallaba en la Bética no es la de Claudio a la que corresponde la rara
moneda y nuestro epígrafe. La XII (Fulminata) consta en Capadocia
pero no en Hispania (19).
Quizás fuerzas estacionadas en la Bética participaran en la anexión y pacificación de Mauritania Tingitana, b~o Calígula y Claudio (20),
entre el40 y el 50 d. C. o er 40 y el44. Si de la Península, con centro en la Bética, se enviaron a Mauritania occidental' algunas tropas
éstas podrían pertenecer a la VI Vu:trix o a la X Gemina, que entonces
se hallaban en Hispania ciertamen~ (aunque en el Norte), pero de esa
participación no hay seguridad y menos de su presencia en la Bética,
en esa circunstancia, de las legiones 'm encionadas en la moneda cordobesa de Claudio bastante dudosa. Sabemos con certeza, en cambio,
(18) Segón F. CHAVES TRISTAN: «La Córdoba bi.apano-romana y 11W1 monedu~t, Sevilla, 1977,
p4g. 96, eeoa aJcnoa militares no ae referirían a ninguna legión concreta: aer!an «1111 homeneje a tantas
legionea como deefilaron por la cludadll.
(19) Me balO en J. M. ROLDAN HERVAS y P . LE ROUX, op. cita. en la nota del principio, para
loa deatinoa y fechu de laa legiones citadas.
(20) Dio Coa. LIX, 26 y 9.6; &eL «Calig.• IV, 2.
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que la Bética fue encargada de abastecer de trigo a las unidades militares que combatían en Maurita.nia en época de Claudio (21). Una inscripción de Volubilis documenta la presencia allí de un soldado de la
legión X Gemina, estacionada en Hispania, y puede fecharse en tiempos de Claudio, como algunos prefieren, o en el69, como otros pretenden (22). Se interprete todo esto de una u otra manera, es cierto que
también en las provincias senatoriales, como la Bética, inermes,
podían residir algunas unidades militares (2:t) con distintas misiones
de paz o de alarma frente a otras provincias, etc. Dentro de la Bética
pudo Córdoba jugar un cierto papel respecto a esas unidades, por lo
menos se sabe que en el siglo siguiente se hallaba en Córdoba un alto
mando de las fuerzas navales del Estrecho (24). En teoría, por tanto, el
aquüifer M. Septicio podía pertenecer a alguna de las unidades con
misión en Córdoba.
Pero lo dicho es válido en el supuesto de que nuestro aquilifer se
hallara en servicio activo. La situación de activo parece deducirse del
hecho que sólo al término de su servicio militar, al adquirir la condición de veterano, podía el legionario licenciado legalizar su matrimonio, convirtiendo el contubemium en matrimonium iustum. El que su
mujer figure todavía como contubenalis en el epígrafe parece indicar
que el aquillfero no se había aún licenciado.
13. Por otra parte cabe tal vez otra solución. Podría pensarse que
M. Septicio tomara por mujer una esclava, SabiDa, que sería precisamente esclava suya (25). En tal caso, el hijo de ambos, como fruto de la
unión de .hombre libre con esclava, sigue la condición de la madre, es
decir, nace esclavo. Como dominus de la madre esclava este soldado es
también dominus de su hijo. Así el aquilifer resultaba dueño y padre de
su hijo esclavo. En la inscripción del Museo de Córdoba aparece como
padre y patrono, lo cual indicaría que el hijo fue durante un tiempo
esclavo de su padre quien luego lo libertó. Esto, explica, creo, que el
hijo en el texto del epígrafe curiosamente sea, respecto a su padre, hijo
natural a la vez que liberto suyo.
En esta hipótesis mientras Sabina permanecería en su condición
de esclava, no podía dejar de seguir siendo contubernial de M. Septi-
(21) IM Col. LX, 2U.
(22) Vid. LE ROUX, op. cit. en la nota del priDcipio, pq. 97 y notas 91 a 9.¡ ROLDAN HERVAS,
op. cit. en la nota del principio, pág. 207.
(23) E. Rll'TERLlNG: «Mi..itary forcea iD the aenatorial provincea», J . Rom. StucL, xvn, 1927,
páp. 28-32 (citado por LE ROUX. op. cit. en la nota del principio, pág. 93, m1m. 73).
(2•) Cl.L., n. 222•; LE ROUX, op. cit. en la nota del principio, pq. 167.
(25) Loale¡ionarioa podían tener esclavos a au servicio, aegún documentan algunas inacripcionea.
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cordobés, o por cualquier otra causa que se nos escapa. Sabina continuaría en su condición de esclava (por raro que actualmente nos
parezca), situación quizá ventajosa para M. Septicio. Como otros veteranos en diversas ciudades podía aspirar en la vida civil a un cargo en
la administración provincial o municipal en la capital de la Bética. Por
el gentilicio, él o un antepasado suyo procedfa de Italia. Por su inscripción en la tribu Papiria, él o un antepasado suyo se había establecido
en el territorio de Mérida (o en el de Astigi).
Como hipótesis más verosímil me inclino a pensar que un Septicius
fue reclutado como legionario en Italia, para participar en la guerra
civil, con César, y luego en las operaciones en el N. O. peninsular en
época augustea y ya como veterano se estableció en Augusta Emerita
cambiando su tribu por la Papiria, como está documentado en otros
muchos casos análogos, hacia el año 25 a. C., fecha de la fundación de
la colonia; veterano en torno a los 40 años, reclutado hacia los 19-21
años, pudo haber nacido en Italia en tomo al 65 a. de C. El reclutamiento de itálicos para las guerras de España era notable. Probablemente perteneció a la legión X Gemina. Un hijo suyo, otro Septicio,
Caius Septicius, siguió la profesión militar de su padre (hecho frecuentísimo y bien conocido) en la misma legión X; nacido hacia 28-25 a . C.,
reclutado entre el8 y el5 a. C. y veterano en 12-16 d. C. Un hijo, probablemente no el primogénito el de nuestro epígrafe, Marcus Septicius, nació hacia el cambio de era o pocos años después (1 a 5 d. C.),
alistado en 19-25 d. C., veterano hacia el 40 ó 45 d. C., lo cual concuerda con la datación propuesta para la inscripción.
Según las monedas veteranos preferentemente de las legiones V y
X poblaron Mérida en su fundación. La V se va de Hispania hacia el16
a. C., por ello me inclino por la X como legión en que sirvieron los tres
Septicios. El Marcus Septicius, ya veterano, establecido en Colonia
Patricia, pudo ser aquilifer de la legión X Gemina.
Al término del pr.esente trabajo sólo queda por señalar que, aparte
de los datos descriptivos, cuestiones sobre los caracteres externos y la
ordinatio, hemos ido proponiendo hipótesis tras hipótesis, discutiéndolas, rechazando y aceptando, para quedamos con las que nos parecen más probables. Quiero decir con ello que, ante la falta de datos
seguros, nos hemos apoyado en elementos laterales, indirectos, produciendo las hipótesis que nos parecen más verosímiles, dentro de
nuestra poca experiencia en asuntos militares romanos.
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INSCRIPCION CORDOBESA DE UN AQUILJJI'ER
18
cio, aunque éste ya no se hallara en servicio activo. Ahora, a nuestra
mentalidad actual, nos parece lógico y humano que libertara a su
esposa y esclava lo más pronto posible, pero ciertamente la liberación
no tuvo lugar antes del nacimiento del hijo de ambos. Si Sabina era ya
liberta al incidirse la inscripción (condición no expresada en la lápida)
el aquüifer se hallaba todavía en servicio activo, pues hasta que no se
licenciara no podía legalizar su matrimonio. Pero si Sabina continuaba
sindo esclava, el aquüifer podía, teóricamente, tanto estar en activo
como ser ya veterano.
·
Las incertidumbres respecto a la carrera militar de M. Septicio y a
la condición de Sabina proceden de la, en apariencia, anormalidad del
texto de la inscripción, que en otros referidos a militares nos proporcionan regularmente información acerca del origo, unidad de pertenencia, grado y situación, aftos de servicio, recompensas, etc. Pero la
aparente anormalidad no es tanta si atendemos a que no nos hallamos
ante el epitafio de un legionario o de su mujer sino ante el de su hijo (a
quien se caracteriza suficientemente) y ante el título de una tumba
para sepultarse luego en ella la famma, según antes hemos ya recordado.
.
14. Tal vez por otro camino es posible obtener alguna luz. Así, a
favor de la situación de veterano del aquüifer cabe una reflexión sobre
el hecho (indicado en el epígrafe y ya observado) que construyera para
sí y su familia una sepultura en Córdoba. Esto sugiere que en sus cálculos para el futuro pensaba no moverse de Córdoba y terminar aquí
sus días. Si estuviera M. Septicio en activo sería el aquilífero de una
legión con cabeza permanente en Córdoba, en campamento fijo con su
capilla para las insignias legionarias, etc., pues se trataría del portador
de la enseña principal de una entera legión, no de la enseña de una unidad menor. Carecemos de cualquier dato acerca del asentamiento permanente en Córdoba de una legión en tiempos julicrclaudios, al
contrario. Lo dicho antes acerca de las posibles legiones, o unidades
de ellas, que pudieran habér pasado por Córdoba ocasionalmente no
favorece la idea de la existencia aquí de un asentamiento permanente
de alguna legión que estaba por el Norte peninsular. Pudiera pensarse
en una misión permanente de M. Septicio en la capital de la Bética
(como otros casos conocidos, p. e., en Tarraco), pero parece raro que se
confiara permanentemente al aquüifer en activo de una legión. En
resumen la estancia permanente en Córdoba de M. Septicio resulta de
difícil justificación si este legionario se hallaba en activo.
Lo más probable es que el aquüifer M. Septicio fuera un veterano
que a su licenciamiento se estableciera en Córdoba, por haber servido
un tiempo en esta capital (y haberle gustado), por ser Sabina de origen
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MARCOS.- Inscrlpción cordobesa
LAM. I
·Inscripción romana de mármol blanco.
Reverso de la inscripción romana.
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LAM. lJ
MARCOS.-l nseripción cor dobesa
...
.
.
-382-
.
.•.
: ·,
'
"\.~
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