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OCTAV I O GIL
FARRES
(Madrid)
Extracción de pintura!> murale!> céltica!>
En el mes de Septiembre de 1950 concluyó la cuarta campaña
de excavaciones que con si ngu la r acierto viene dirigie ndo el docto r
T aracen:! en el pobl ado céltico del «A'lIo de 13 Cruz» (Co rtes) , y cuyo
pa troci nio corresponde a la Institución Príncipe de Viana (Diputació n Foral de Navarra) .
Al fin ali za r dicho mes, la parle excavada comprend ía una supe r.
fic ie de un lotal de seiscientos met ros cuadrados, con una profundi.
dad, de ccrca de seis metrOS con un to la1 de ocho nivel es de poblados
super.puestos Que rara vez coinciden en ;planta. Adem ás, nuevos
trabajos iniciados en Ma yo Ú'ltimo co mprenden otro tanto de superficie, hab iéndose excavado por co mpleto los cuat ro primeros niveles .
En presencia de estos datos podemos afirmar que I:t obra rcalizi1d:1
alcanza yi1 los 7.200 metros cuad rados, o sea casi dos terdos de un:1
hectárea, extensión inigua lada en cualquier otra excavación español:!
:lclu:!] en curso.
Medii1do Septiembre se comenzó la excavación del estrato «BJ},
el cuarto contando desde 'la cumbre del tell y el de mayor riqueza
de ha ll azgos. Por anomalía no explicable en aquel momento, era una
rei1l idad la carencia de materia les cerámicos, hasta que Re pudo ob.serva r que el enlace de los suel os descubiertos con los respectivos
dCl lo anteriormente excavado acusaba 1a diferencia de unos 40 ceno
tímetros, :t"1 mismo tiempo q ue los muros de una y ot ra. fase eXC:l·
vatoria c hocaba n en lugar de seguir formando habitaciones; ell o
daba a entender la existcncia de un ni.vel «B 2. no existente en el
primer sector.
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O. GlL FAR RES
Latente es ta novedosa preocupación, y y3 casi excavado el /occ lor
,propuesto, se decidió operar en el ángulo N . E ., cuyo pequeño desnivel de tierra auguraba pobres hallazgos y lal \'CZ ninguna vivienda.
Sin emba rgo, fu é en este sectOr donde se .produjo la mayor so rpresa. Comenzó a ap arecer un murele muy bajo, luego su corrC9pondiente sucio seguía horizontal, en luga r de ta inclinaci6n ascendente que hasta entonces se había acusado, pro porcionando un
desnivel· Que iba en aumento en dirección al centro del cerro y por
ell o lie luvO la fortuna de descombrar dos amplias habitaciones cuadradas, las mayores de este tipo descubiertas h:lSta la fecha .
Ambas son contiguas y están separadas en la aClwllidad por una
doble pared, común, pero en 13 época de su construcci6n. consistía'l
en d08 muros independientes, prel,udio del sistcma Que fuego ~e
huía costumbre en los ,países de habla vasca, Estas habit3cio nes
ofre cen s3[idas haci a el su r y puertas de co municaci6n con o tras
cám3ras (aun no excavadas), hacia el norte. En la habitaci6n occidental apareci6 cebada Quemada en cantidad superior al medio
metro cúbico, pero lo verdaderamente extraordinario {ué el hallazgo
en ambas de pinturas parietales.
Has ta dicho momento, el único dato Que poseía mos de pintura
mur:r]. consistía en un fragmento de unos sie te centímetrOi de longitud , hallado en el interior de una habitación en la campaña pasad.! .
Presentaba engobe bl anco y dos cintas- encarnadas paralelas, por
todo adorno. En. principio se sospechó fuera resto de alguna v3sija ,
pues también han ap:lfecido de gran tamaño y pintadas, secadas
simp lemente itl situ. Pero la flojed ad excesiva de la tierra Que componía el trozo, así como su superficie enteramente plana, nos indujo
a pensar ya en la existencia de pintuf3s murales .
Lo descubierto en Septiembre último es rea1mente extr30rdinario.
Desde el suelo hasta unos 40 centímetros de ahura aparooen las p:lredes con el acostumbrado baño de engobe blanquecino y,. encim:l,
pinturas geométricas agr upadas de tres e n trcs, Que se sitúan en
la zona superior del mismo. En la habitaci6n oriental se extienden
por tres muros y en la occidental por el de~ norte, en elta.do contiguo
a ,la anterior. No habiéndose publicado todavía la .Memori:l:t correspondiente a esta excav3ción omito deliberadamente dibujos y fotografías de las mismas.
Los muros en Que cabalgan las ,pinturas citadas se forman de
adobes, o simplemente de tapi31, como en lo restante del tell, dificul!:lndo en gran m3ncra Qa labor excavatoria. En las habitaciones co-
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EXTRACCION DE PINTURAS MURALES
3
rrientes que, en general, constituyen viviendas mo nocelulares. las
caras exteriores de 105 adobes no prese ntan ninguna parlicularidad
especial , satvo una especie de espolvoreado blanquecino , muy lenue.
resullado de la desco mposK:ión de las pa jas empleadas en la confecció n de ,Jos adobes; proced imiento seguido hasta nuestros días. En
otras más l ujosas suele ex hibirse un baño de estuco, hasta el presente
sólo en la parte baja , formando una franja de 30 a 40 cerllímetros
de anchura, baño realmente constit\lído po r una lechada de ca'!! que
se mezcla de antemano con a'lguna materia colorante, proporcionando en cada caso una to nal idad negra , gris oscura o cl 3ra y bl:mca .
La ¡poca duración de este complemento se comprueba par el h3113Zg0
de numeros:!s cap3S superpuestas de coJores diferentes.
En .la ocasión presen te, en tre la p ared propiamente dicha y el
baño existía un a zona de ceniza de un centímetro de grosor, acaso
emp'~ada para evitar movim ientos a la capa de p intut:l que, incluso ,
h,r apa recido recom puest a en varios luga res. En rea1 idad su consistencia es tan débil que sorprende su perduración. No creo que esta
ceniza sea resto de un primit ivo tabique de materia vegetal, pues
de haber1!e quemado su contracción hab ría producid o indefectiblemente la caída de la pintura. Po r o tro lado. la aparición de lanta
cebada quemada hace ¡pensar en un incendio, pero tampoco se acusa
en las paredes . Lo más probable es que, de haberse producido, atacaría exclusivamente a la techumbre que caería al sueiQ junta mento
con 'las parles altas de las paredes. sepultando las pinturas. S610 así
puede comprenderse que éstas se haya n librado de la destrucción.
Descubiert3S las pinturas y sacadas las .pertinentes fo tografías y
dibujos, se presentaba el grave prob'Jema de su extracción. Presorvarias de la intemperie y esperar hasta la próxima campaña auponí:!
i~ dud :!ble mcnte su pérdida irremediable. Eqtonces se pensó sacarlas
po r el procedimien to empleado con 1as pinturas murales rornánic,ls
y góticas, pero este sistema, aplicable con éxito en paredes consistent es y cuya dureza no se ve ¡perjudicada al contacl.o do 10s paños
engomados, no p odí:J. utilizarse en este caso. ya que solamente la
ad herenci a de la tela podía ocasiona r la caída de una ()3rte o de todo
un grupo pictórico y su desmenuzamiento defin itivo. Elte trabajo se
habría realizado, desde luego, p o r personal especializado, pero como
coincid ía con el término de la campaña y, en consec uencia . su ab.1ndono temporal, así co mo con 1a aparición de las lluvias. que. por
cierto llegaron y torrencialmente el mismo día de su extracción , tuve
-Vl-
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4
O . GIL PAR RES
que pensar en un procedimiento rápido y acord e con los medios de
Que dispon ía en aquellos momentos.
Por .es tas circunstancias y obligado por la premura de tiempo
me vi ob ligado a ext raerlas sin personal ajeno y ateniéndome siempre
al principio de Que lodo lo Que imagi nase había de .evi tar el contacto co n las pintura& en evitación de mayores incO fl\'cnicntcs.
Dcspuéf¡ de dar muchas vuelta s a'~ asunto se me ocu rrió confec.
cionar unas cajas de madera e n las que t:!p3 y fondo enlrasen a
torn ill o:l fin de uti.Jiza rlas en principio como simpl es marcos . RC31iz3da una extracción con lodo éxi to, como cnS:lyO, se me :lUtorizó
la .e.,
si.guientc de concluída la excavación con la única pero cficacísima
ayu da de nuestro capataz de trabajos arQueol6gicos don Esteba n
Zubiet :L
H e aq uí, en síntesis, e~ proceso de extracci6n: Primero delimi.
tamos cada gr upo por su ex terio r, con uno de los marcos, y a co n·
tinuaeión lo vamos destacando del resto de la pared, por sus cuatro
cos tados, a punta de cuchill o , de modo que Quede única mente unido
po r su fOndo. Cuando .la profund idad alc~ n zada es idénti ca :t la
anch'ura de1 marco, remetemos éste, Quedando ya las pinturas ence·
rradas en la caja (Lám. 1). Como ,puede suponerse, el riesgo
principal del prOced imie nto ideado radica en la posibilidad de un
desg3jamiento del b loque resaltado, pero po r for tuna [a compacidad
del 3dobc, o del tapial, convierte toda la tier ra de la p3red en una
masa continua . Inmediatamente rellenamos con tierra el hueco c.'tca·
vado pc;>r bajo de la base de ~ a caj3, para evitar movimien tos de la
mi sma, )'0'1 Que aho ra viene una de las fa ses más peligros3s respecto
del bloq ue: su liberación total dC'~ gr ueso de la pared . Aunque no
lo parezca, ésta es la 13bor más delicada, pues la acci6n del cuchi\lo
se deja sent ir mucho m:ís que antes en el alma del bloq ue y pu ede
Ocasio nar su rotur3. Po r ello procuntmOs actu3T siempre en senti do
p3r:I'l elo al marco, pues aunque resul la el procedimiento más difi ·
cul toso es también el Que afecta menos al interio r de h caj3. Al tér·
mino de esta tarea, 310rnilla mos el fondo de la misma, verticalmente,
CO n las pinturas tod avía itl situ '1, acto seguido , ya podemos tr:IS\3·
darla de .Iugar y situa rla horizonta lmente. Los intersticios ocasion3 '
'les se rellena n con arena y piedras para evi tar movimientos peligroso)
y 'uego cu brimos la su perficie pin tada con hojas de papel fin o; si
hay lug3r, el ámbi to existente hasta la lapa lo ocupamos t3mbién con
arena fina , que no co nt ¡gue rayar las pinturas . Su leve peso en nada
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EXTRACCION DE PINTURAS MURAI.ES
afecta a la conservación de éstas y, en cambio, es de gran utilidad
para asegurarnos una inmovilidad ab8ohaa.
Si no recuerdo mal, los bloq'ue8 extraídos suman sietc, debiendo
añadir dos cajas más con fragmentps caídos o con o tros cuyas pinturas no merecían el laborioso trabajo de su extracción a punta de
cuchillo. Asentados en gruesas capas de arena fina y cubiertos tamo
.
bién con hojas de ,papel Que luego soportan nueva capa de arena
pud imos colocar varias series en cada caja si n Que el peso de las superiores se acusara en las de abajo por ir todos los fragmentos embebidos en la arena de su propio asiento.
Vo'lv iendo al sistcma de extracción, sólo me Queda por decir que,
a pesar de 1:1 dificuhades ya enunciadas, resulta rclati.vamente prác8
ti co y muy económico; adem:í8, en aquellas ci rcunstancias apremiantes era el único Que consideré viable. Si, como creo, aparecen
nuevas pinturas en las habitaciones contiguas, habrá llegado el
momento de intenlar otros procedimientos Que tal vez sirvan par3
encontrar un sistema definitivo Que sea cómodo y eficaz.
-,.-
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GIL FARRES. - " Plnturas eilUcas"'
Dlv~rsas
LA~L
' MeS de la extracción de pintura. mural~s célticas
(Fotograffas del autor )
L
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OCTAV I O GIL
FARRES
(Madrid)
Extracción de pintura!> murale!> céltica!>
En el mes de Septiembre de 1950 concluyó la cuarta campaña
de excavaciones que con si ngu la r acierto viene dirigie ndo el docto r
T aracen:! en el pobl ado céltico del «A'lIo de 13 Cruz» (Co rtes) , y cuyo
pa troci nio corresponde a la Institución Príncipe de Viana (Diputació n Foral de Navarra) .
Al fin ali za r dicho mes, la parle excavada comprend ía una supe r.
fic ie de un lotal de seiscientos met ros cuadrados, con una profundi.
dad, de ccrca de seis metrOS con un to la1 de ocho nivel es de poblados
super.puestos Que rara vez coinciden en ;planta. Adem ás, nuevos
trabajos iniciados en Ma yo Ú'ltimo co mprenden otro tanto de superficie, hab iéndose excavado por co mpleto los cuat ro primeros niveles .
En presencia de estos datos podemos afirmar que I:t obra rcalizi1d:1
alcanza yi1 los 7.200 metros cuad rados, o sea casi dos terdos de un:1
hectárea, extensión inigua lada en cualquier otra excavación español:!
:lclu:!] en curso.
Medii1do Septiembre se comenzó la excavación del estrato «BJ},
el cuarto contando desde 'la cumbre del tell y el de mayor riqueza
de ha ll azgos. Por anomalía no explicable en aquel momento, era una
rei1l idad la carencia de materia les cerámicos, hasta que Re pudo ob.serva r que el enlace de los suel os descubiertos con los respectivos
dCl lo anteriormente excavado acusaba 1a diferencia de unos 40 ceno
tímetros, :t"1 mismo tiempo q ue los muros de una y ot ra. fase eXC:l·
vatoria c hocaba n en lugar de seguir formando habitaciones; ell o
daba a entender la existcncia de un ni.vel «B 2. no existente en el
primer sector.
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O. GlL FAR RES
Latente es ta novedosa preocupación, y y3 casi excavado el /occ lor
,propuesto, se decidió operar en el ángulo N . E ., cuyo pequeño desnivel de tierra auguraba pobres hallazgos y lal \'CZ ninguna vivienda.
Sin emba rgo, fu é en este sectOr donde se .produjo la mayor so rpresa. Comenzó a ap arecer un murele muy bajo, luego su corrC9pondiente sucio seguía horizontal, en luga r de ta inclinaci6n ascendente que hasta entonces se había acusado, pro porcionando un
desnivel· Que iba en aumento en dirección al centro del cerro y por
ell o lie luvO la fortuna de descombrar dos amplias habitaciones cuadradas, las mayores de este tipo descubiertas h:lSta la fecha .
Ambas son contiguas y están separadas en la aClwllidad por una
doble pared, común, pero en 13 época de su construcci6n. consistía'l
en d08 muros independientes, prel,udio del sistcma Que fuego ~e
huía costumbre en los ,países de habla vasca, Estas habit3cio nes
ofre cen s3[idas haci a el su r y puertas de co municaci6n con o tras
cám3ras (aun no excavadas), hacia el norte. En la habitaci6n occidental apareci6 cebada Quemada en cantidad superior al medio
metro cúbico, pero lo verdaderamente extraordinario {ué el hallazgo
en ambas de pinturas parietales.
Has ta dicho momento, el único dato Que poseía mos de pintura
mur:r]. consistía en un fragmento de unos sie te centímetrOi de longitud , hallado en el interior de una habitación en la campaña pasad.! .
Presentaba engobe bl anco y dos cintas- encarnadas paralelas, por
todo adorno. En. principio se sospechó fuera resto de alguna v3sija ,
pues también han ap:lfecido de gran tamaño y pintadas, secadas
simp lemente itl situ. Pero la flojed ad excesiva de la tierra Que componía el trozo, así como su superficie enteramente plana, nos indujo
a pensar ya en la existencia de pintuf3s murales .
Lo descubierto en Septiembre último es rea1mente extr30rdinario.
Desde el suelo hasta unos 40 centímetros de ahura aparooen las p:lredes con el acostumbrado baño de engobe blanquecino y,. encim:l,
pinturas geométricas agr upadas de tres e n trcs, Que se sitúan en
la zona superior del mismo. En la habitaci6n oriental se extienden
por tres muros y en la occidental por el de~ norte, en elta.do contiguo
a ,la anterior. No habiéndose publicado todavía la .Memori:l:t correspondiente a esta excav3ción omito deliberadamente dibujos y fotografías de las mismas.
Los muros en Que cabalgan las ,pinturas citadas se forman de
adobes, o simplemente de tapi31, como en lo restante del tell, dificul!:lndo en gran m3ncra Qa labor excavatoria. En las habitaciones co-
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EXTRACCION DE PINTURAS MURALES
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rrientes que, en general, constituyen viviendas mo nocelulares. las
caras exteriores de 105 adobes no prese ntan ninguna parlicularidad
especial , satvo una especie de espolvoreado blanquecino , muy lenue.
resullado de la desco mposK:ión de las pa jas empleadas en la confecció n de ,Jos adobes; proced imiento seguido hasta nuestros días. En
otras más l ujosas suele ex hibirse un baño de estuco, hasta el presente
sólo en la parte baja , formando una franja de 30 a 40 cerllímetros
de anchura, baño realmente constit\lído po r una lechada de ca'!! que
se mezcla de antemano con a'lguna materia colorante, proporcionando en cada caso una to nal idad negra , gris oscura o cl 3ra y bl:mca .
La ¡poca duración de este complemento se comprueba par el h3113Zg0
de numeros:!s cap3S superpuestas de coJores diferentes.
En .la ocasión presen te, en tre la p ared propiamente dicha y el
baño existía un a zona de ceniza de un centímetro de grosor, acaso
emp'~ada para evitar movim ientos a la capa de p intut:l que, incluso ,
h,r apa recido recom puest a en varios luga res. En rea1 idad su consistencia es tan débil que sorprende su perduración. No creo que esta
ceniza sea resto de un primit ivo tabique de materia vegetal, pues
de haber1!e quemado su contracción hab ría producid o indefectiblemente la caída de la pintura. Po r o tro lado. la aparición de lanta
cebada quemada hace ¡pensar en un incendio, pero tampoco se acusa
en las paredes . Lo más probable es que, de haberse producido, atacaría exclusivamente a la techumbre que caería al sueiQ junta mento
con 'las parles altas de las paredes. sepultando las pinturas. S610 así
puede comprenderse que éstas se haya n librado de la destrucción.
Descubiert3S las pinturas y sacadas las .pertinentes fo tografías y
dibujos, se presentaba el grave prob'Jema de su extracción. Presorvarias de la intemperie y esperar hasta la próxima campaña auponí:!
i~ dud :!ble mcnte su pérdida irremediable. Eqtonces se pensó sacarlas
po r el procedimien to empleado con 1as pinturas murales rornánic,ls
y góticas, pero este sistema, aplicable con éxito en paredes consistent es y cuya dureza no se ve ¡perjudicada al contacl.o do 10s paños
engomados, no p odí:J. utilizarse en este caso. ya que solamente la
ad herenci a de la tela podía ocasiona r la caída de una ()3rte o de todo
un grupo pictórico y su desmenuzamiento defin itivo. Elte trabajo se
habría realizado, desde luego, p o r personal especializado, pero como
coincid ía con el término de la campaña y, en consec uencia . su ab.1ndono temporal, así co mo con 1a aparición de las lluvias. que. por
cierto llegaron y torrencialmente el mismo día de su extracción , tuve
-Vl-
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O . GIL PAR RES
que pensar en un procedimiento rápido y acord e con los medios de
Que dispon ía en aquellos momentos.
Por .es tas circunstancias y obligado por la premura de tiempo
me vi ob ligado a ext raerlas sin personal ajeno y ateniéndome siempre
al principio de Que lodo lo Que imagi nase había de .evi tar el contacto co n las pintura& en evitación de mayores incO fl\'cnicntcs.
Dcspuéf¡ de dar muchas vuelta s a'~ asunto se me ocu rrió confec.
cionar unas cajas de madera e n las que t:!p3 y fondo enlrasen a
torn ill o:l fin de uti.Jiza rlas en principio como simpl es marcos . RC31iz3da una extracción con lodo éxi to, como cnS:lyO, se me :lUtorizó
la .e.,
ayu da de nuestro capataz de trabajos arQueol6gicos don Esteba n
Zubiet :L
H e aq uí, en síntesis, e~ proceso de extracci6n: Primero delimi.
tamos cada gr upo por su ex terio r, con uno de los marcos, y a co n·
tinuaeión lo vamos destacando del resto de la pared, por sus cuatro
cos tados, a punta de cuchill o , de modo que Quede única mente unido
po r su fOndo. Cuando .la profund idad alc~ n zada es idénti ca :t la
anch'ura de1 marco, remetemos éste, Quedando ya las pinturas ence·
rradas en la caja (Lám. 1). Como ,puede suponerse, el riesgo
principal del prOced imie nto ideado radica en la posibilidad de un
desg3jamiento del b loque resaltado, pero po r for tuna [a compacidad
del 3dobc, o del tapial, convierte toda la tier ra de la p3red en una
masa continua . Inmediatamente rellenamos con tierra el hueco c.'tca·
vado pc;>r bajo de la base de ~ a caj3, para evitar movimien tos de la
mi sma, )'0'1 Que aho ra viene una de las fa ses más peligros3s respecto
del bloq ue: su liberación total dC'~ gr ueso de la pared . Aunque no
lo parezca, ésta es la 13bor más delicada, pues la acci6n del cuchi\lo
se deja sent ir mucho m:ís que antes en el alma del bloq ue y pu ede
Ocasio nar su rotur3. Po r ello procuntmOs actu3T siempre en senti do
p3r:I'l elo al marco, pues aunque resul la el procedimiento más difi ·
cul toso es también el Que afecta menos al interio r de h caj3. Al tér·
mino de esta tarea, 310rnilla mos el fondo de la misma, verticalmente,
CO n las pinturas tod avía itl situ '1, acto seguido , ya podemos tr:IS\3·
darla de .Iugar y situa rla horizonta lmente. Los intersticios ocasion3 '
'les se rellena n con arena y piedras para evi tar movimientos peligroso)
y 'uego cu brimos la su perficie pin tada con hojas de papel fin o; si
hay lug3r, el ámbi to existente hasta la lapa lo ocupamos t3mbién con
arena fina , que no co nt ¡gue rayar las pinturas . Su leve peso en nada
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EXTRACCION DE PINTURAS MURAI.ES
afecta a la conservación de éstas y, en cambio, es de gran utilidad
para asegurarnos una inmovilidad ab8ohaa.
Si no recuerdo mal, los bloq'ue8 extraídos suman sietc, debiendo
añadir dos cajas más con fragmentps caídos o con o tros cuyas pinturas no merecían el laborioso trabajo de su extracción a punta de
cuchillo. Asentados en gruesas capas de arena fina y cubiertos tamo
.
bién con hojas de ,papel Que luego soportan nueva capa de arena
pud imos colocar varias series en cada caja si n Que el peso de las superiores se acusara en las de abajo por ir todos los fragmentos embebidos en la arena de su propio asiento.
Vo'lv iendo al sistcma de extracción, sólo me Queda por decir que,
a pesar de 1:1 dificuhades ya enunciadas, resulta rclati.vamente prác8
ti co y muy económico; adem:í8, en aquellas ci rcunstancias apremiantes era el único Que consideré viable. Si, como creo, aparecen
nuevas pinturas en las habitaciones contiguas, habrá llegado el
momento de intenlar otros procedimientos Que tal vez sirvan par3
encontrar un sistema definitivo Que sea cómodo y eficaz.
-,.-
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GIL FARRES. - " Plnturas eilUcas"'
Dlv~rsas
LA~L
' MeS de la extracción de pintura. mural~s célticas
(Fotograffas del autor )
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