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BALTASAR RULL VILLAR
(Valencia)
Orrg~n~!> pr~hi!>tórico!> d~1 proc~!>o p~nal
El arte rupestre, primera manifestación gráfica de la historia de
la Human idad, nos ha ido dando a conocer una serie de aspectos
de la vida del hombre primitiv.o Que han contribuido en gran manera a levantar el velo de los primeros pasos de aquél sobre la tierra .
Parcela ha sta ::thora limilada la interpretación de esas escenas a nociones elementales referidas a la manera de vestir, de cazaf, de defend erse.
No sabemos Que hasla aho ra se haya hecho ningú n trabajo sobre
un aspecto lan fundamen! :!'l como la vida jurídica, Que debe c5lim3fse consusl:lflcial con la naturaleza human:l por la doble calidad Que
el hombre tiene de ser raeioo:ll y sociable. Y como juzgamos que
el lema es de un interés trascendental, hemos Querido dar ti conocer
un e nsayo nuestro sobre la materia por estimarlo como e~ mejor
homenaje Que podamos rendir a ,la memoria de Don Isidro Bailester, 3Quel ilustre hombre de ciencia Que po larizó su vida sob re la
.Hi sto ria y el Derecho .
T enemos con Don Isidro Ballester una deuda de gra titud muy
difícil de pagar. El, jurista clarividente, maestro de la jurisprudencia, abogado de vocación, tenía pasión por el estudio de la Histori :l
por una razó n de bondad cristia na, porque la Historia nOI prcscntil
·Ia vida :l distancia y libre de impurezas.
Por eso se entregó al estudio de 13 Historia y 31 del Derecho,
Que Ci la técnica que hace posible la armónica convivencia humana.
Y e n ::ambas cosas, en la Historia y cl Derech o, lo tuvimos como
maestro que guió nuestr-os pasos con sus consejos y con sus lecciones. En ambas ramas dol saber fué un:1 figur:l señera Que hon ró a
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BALTASAR RULL VILLAR
su patria . España, y más concretamente Valenci:1 , no saben lo que
han perdido al perder a Ballcster por su talento de investigador. por
su genio creador, por su vida ejemplar. El coooci6 y alent6 el cn·
sayo que hoy damos a conocer en estas págin:ls como el meior homenaj e a su rnel.Tloria. El', como )'0, estaba convencido de que no
cabe duda que, en sus in icios, la Hu ma nidad debió tener un senti·
miento primario de justicia y que sus reacciones debie ron ser inmedia tas y violenta s. L3 existencia de una legisl:lción penal supo ne un
grado muy avanzado de evolución .
En un primer estad io, la estimaci6n del hecho p unible debió ser
co mpletamente arbitraria. T oda acción por la cual una persona pudiera sentirse ofendida . debió provocar una reacción cont raria sin
sujeció n a no rmas precstnblecidas de valo ración pen ,II', no sólo en
cuanto al del ito , sino en cuanto a la pena y al grado de la misma .
Posterio rmente debió surgir la costumbre pena l para proporcionar la reacción a la acció n. Y últimamente surgiero n ulteriores limita ciones hasta sustraerse completamente de ~a esfera ind ivi d ua l' el
derecho de pen ar, estableciendo el monopolio de·la sociedad más o
menos rudimen taria.
La transformación de la arbitraried ad individ ual en normas sociales es, pues, un fenóme no de ci"ilización avanzada . de depuració n
cultural. En este momento nace la no rm a procesal. La existencia
dol rito , del! procedim ien to, supone ya una garantía. la existencia de
un juicio, es deci r : el imperio sereno de la razón compa rando premisas y ll ega ndo a consecuencias. El Derecho entonces ha sa lido ya
de la confusa nebulosa del instint-o, de la reacción en estado coloi de,
para adoptar forma s de seguri dad y de conciencia.
Se cilan con asombro, por los histOriad ores del Derecho P ena l,
fec has remo tas de legi sllación primitiva .
Se habla de! Código de Hammurabí, ,príncipe asirio, que se hace
d:l t:l r de veint e siglOfi anles de J. C. , o sea, de hace unos cU:HrO mil
:lños ; y de la6 famosas Leyes de M:mú, compend io de legislación y
de fil osofía indost:ínica , de hace tres mH años.
Todos los monum entos 'Iegislativos de Salón y Licurgo e n Grecia, y 'los de Roma, son demasiado recientes para nucs tro objeto .
Según Est rabón. Ilos lartesos , que tan brill:ln te esp lendor alcanzaron en el Sur de España bajo el reinado de Argantonio , tenían
una civilización antiquísima y leyes escritas hace seis mi~ años.
N o se aleja más el Derecho Penal conocido; y lodo él pertenece
a los dominios de la H istoria . .
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ORIGENES DEL PROCESO PENAL
3
Con an terioridad a las leyes mosaicas, no sabemos de otra cosa
que una dey nat ura l conocida por la conciencia j pero deformada
con todas las pasiones y errores propios de una época de barbarie
que va hundiéndose poco a poco, á medida que se aleja, en una os·
curid3d cada vez mayor.
Ignora mos si se ha estudiado nada acerca del Derecho Penal en
la Prehistoria; pero no cabe duda que existía.
Y, una vez m:ís, España nos da la lección y el ejemplo. Quere.
mas hoy dar cuenta , con orgullo, de que hace de diez a quince mil
años, en aquella época remotísima en que Europa entera, madre de
la civilización, se hallaba envuelta en las impenetrables sombras de
1a m:ís abso lut:1 barbarie, cuando todas las manifestaciones de la vida
eran tan rudimentarias que parece inconcebible que en tiempo alguno nuestros antepasados hubieran podido pasar por ellas, ya en
España existía un nivol moral y jurídico realmente maravilloso, y
existen pruebas gráficas de que, entre las tribus del tibio y edénico
Levante C6paño l, se aplicaba la justici"a conforme a normas y ga rantías ,procesales demostrativas de na jerarquía espiritu~l de nuestra
Patria y de su eterno magisterio tan injustamente discutido.
En el verano de 1935 tuvo lugar el descubrimiento más importante que haya registrado en ~08 últimos años la investigación hi st6.
rica: el de las pinturas rupestres de estilo naturalista, hasta esa fecha
desconocidas , que se encuentran en el barranco' de Gasulla, en el
cor3zón de la históric3 co ma rca ddt Maestr3zgo, en la provincia de .
Castel1ón .
Se debieron los primeros trab3jos de investigación 3 un mentlslOla grupo de intelectuales agrupados en la Sociedad Castellonense
de Cultura, si bien posteriormente se estudiaron a fondo por Ober.
maier, Breu~~ y Porca r (1),
Nc<:esitamos dar, aunque sea muy sucintamente, una idea del
csccn3ri o, según Obermaier.
El barranco ,d o Gasulla es una profunda e imponente hoz flan quc:lda por altos y escarp:1dos paredones,
La vista se pierde sobre bosques tupidos de encinas que sc sumergen en 'la hondura del propio barranco. Grupos pintorescos de no_
gales esconden, barranco arriba, el 'arranque do la ga rga nta , donde,
entre masas de juncos, culantrillos y helechos, nacen algunos maH, BREtJIL. H. OBERMAIER Y J, POCAR: "Excavaciones en la. Cueva
Memorlu de la Junta. Superior de Excavaciones y Antlgtleclades, número 136, Madr:ld, 193.5.
(1 )
Remlgla ",
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4
BALTASAR RULL YILLAR
nantialcs que, después de corto recorrido en pequeñas casc;:¡das.
vuelven a dCfiaparecer en la profundidad.
Este sitio encantador era, para los nó madas del cuaternario final',
un privilegiado paraíso cinegético. Allí se reunía n ,1 8 :mimalcs es'0
pant:ldizos de la meseta calcárea y árida de los al rededo res, par:1
apaciguar ,la sed en los frescos manantiales que en aquellos tiempo..
remotos formaban arroyos abundan tes. capaces de 8ocaV3r con fuerza aquel ho ndo barranco. Estos animales cncont rab3n refugio en los
bosques y matorrales cuando huían ,p erseguidos por el ho mbre primi tivo.
Sabido es Que d ichos hombres eran cazado res nómadas. Es probab le que, como en la última glaciación las con dicio nes cli matológ;·
cas eran muy desfavo rables, durante la estación fría vivirían en las
comarcas más abrigadas de la costa y duranto el vera no exten derían
sus co rrerías hasta las alturas indica das, a más de 800 metros sobre
el nivel del mar. Aquí encontraban natural habitación e n oquedades
producidas po r la erosión en las riberas del barrancO y laderas de
las montañas, e n cuyas paredes inmortalizaba n por la pintura tos
aconteci mientos de su vida errante Que cons tituía n sus preocupaciones y emociones principales.
Uno de estos abrigos, el conocido por Cueva Remigia, nos ha
legado una considerab le cantidad de pinturas y no solamente reproducciones individuales de personas o animales. sino también valí!)_
sas pintoras do grupos y escenas de la vida de nuestros antepasados
del fin al de la E ra Glaciar.
Las pinturas de la Cueva Remigia so n corsideradas de edad cuaternaria .po r sus investigadores. El admirado profesor Hugo Ober.
maier, autoridad superior en estas cuestiones, hace observar que los
hombres represen tados en estas pinturas llevan exactamente la8 mismas armas e idénticos adornos Que se encuentran junio a 'los esq ueletos en las sep ult uras del Paleolítico superior.
F~t aba te Rreuil , profesor en el I nstitulo de P aleon tología Humana de París, observa por su part~, q ue no se encuentra representado ningún animal doméstico y que no ofrcce duda quo este arle
corresponde a una época preagrícola y ,prepas lo ral Y. po r consi ·
guiente, ,prencolítica. Pertenecen, según él, al Palcd1ítico superio r.
La escuela española de Arqueología ha man tenido el criterio de
considerar C1ilas pinturas como post-paleolíticas. Sea n de uno u o tro
período , nos separa de ell as un espaciO de tiempo no in ferior a diez
o q uince nlÍol años.
-00 -
[page-n-61]
OR IGENES DEL PROCESO PENAL
s
Aquel arte se hallaba al servicio de I:ls preocupaci ones religiosas y, sobre todo. de las de índole mágica.
Las fotografías de Codi na y los calcos del gra n artista Porear.
han consegu ido las mejores reproducciones que hasta aho ra se han
hecho de las pinturas rupestres del Levante cspañot
A la gentileza de Parear debemos ~a adjunta reproducción de
una cscena existent e en la quinta cavidad de la cueva (Lám . 1" ).
Se trata de una . falange. de diez arq ueros, en parte algo dctoriorada . Los individuos leva ntan po r encima de sus cabezas sus armas, ent re la s cuales se ven tantos arcos como Rechas. Los cuerpos
son scnci llos y alargados y los pies cortos. E l últim o- arquero tiene
un d'el:ln tjlill o con fl ecos Que cubre ola part e poster ior.
A diez centímetros más abajo, y algo más :1 la derecha, se hall a
una figura humana tendida en el suelo con la ca ra hacia abajo. Parece un hombre muerto Que tiene en su p arte posterior davadas va rias Rcchas.
En presencia de esta escena, Que con ligeras va riantes se repilC
en otros lugares de la cueva , no ¡puede dudarse que se trata de la
ejecución fo rmal de una pena capital ; la primera del mundo de que
tenga mos noticia.
Este terrible castigo ,presu pone, pOr tanto, una acc ió n punible.
Como toda ley penal, viene a ser la sanción de una norma prohibitiva, deducimos, como es lógico, Que el penado violó una prohibición. En di orden de l/as conjeturas, único en el que podemos :lVeut urarnos par3' la interpretación. a base de los datos conocidos, nos
encont ramos con la s siguientes hipÓICtiis: puede tratarse de :tn
miemb ro de la propia trib u o de un extraño .a ella.
E n el primer caso hemos de recordar que se trata de pueblos cazadores. U na infracción co ntra las .re&las de b caza supo nía un alentado co ntra los alt os intereses económicos. sociales y hasta políticos
de la tribu.
C:l be supo ner, entre estas infracciones , la violación de la inmu·
nidad de algú n :mi mal sagrado (como, pOr ejemplo, el totem de 1:1
tribu), violación de los ritos o sacrificios p ara propicia.r la caza , provocando con ell o la enemistad de los espíritus o dioses protecto res;
la invasión do algún bosque o lugar sagrado o inviolable; fa conducta ¡mperita del cazador p rovocando el alejamiento de la caza,
etcétera.
Cabe el supuesto de que el penado fuera un extraño. Las otr:18
represe ntaciones de la misma escena de ejecución a que hemos a lu-
81_
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6
BALTASAR RULL VILLAR
dido, acusan notables diferencias de aspecto entre [08 agresores y su
víct ima. Podría tratarse, en este caso, de la ejecuci6n de un ,prisionero de guerra o de un cazador furtivo invasor de los terrenos señoreados por la trib u Que lo castiga, o violador del tabú de esta
misma ITibl.L
En todo caso lla ma la atención en estas escenas: la ordenada
disposición de los arqueros sometidos, co mo se aprecia, ::1. una disci plina. y su ac titud estática que elimina tooa posibilidad de inlerpretar la escena como una persecuci6n o lucha. Robustecen est:ls
observaciones la convicción de que se mlla de la culmi n ació n de
un prOceso pena l, lo cua l representa un avance ad mirable en el o ro
den jurídico.
L os arqueros elcv:m sus armas sobre 8 U S cabC'¿as en actitud de
acbmaci6n o grito de triu nfo o paso de danza sagrada. Es casi seguro que la justi<;:ia iría revestida del prestigio religioso Que !a acompañaba en todos los pueblos antiguOi (2).
(2) Sobre estas pinturas habla Obennaleren IIU "Alt.'ltehu:ell!eheJustlzp!le¡e"
Paldeuma, 1 5, pág. 193, Lel~g, 1939, publicación de la que tuvUnos notlell\
bastante t.Iempo después de haber expuesto nuestra opinión a este respecto en
"Or1genea del Proce6O Penal", en Revlllta de la Escuela de Estudios Penitenciarios, n , núm. 10, pág. 32, Madrkl, 1946. Sobre este tema ver ade.mAs nU06t.ro
articulo: "Origen prehlstortco de nuestra cultura jurki1ca". "Levante", Valencia, 29-XI- I949.
-62 -
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RULL - " Or-írenes preh lst.6rieos del proceso penal
H
LAM. 1
I
I
' /
Escena de asaeta.mlenw en una pJntum r upestre de cueva Remlgla (Ares del
Maes tre, Ca&te1l6n) (segU n Porear)
[page-n-64]
BALTASAR RULL VILLAR
(Valencia)
Orrg~n~!> pr~hi!>tórico!> d~1 proc~!>o p~nal
El arte rupestre, primera manifestación gráfica de la historia de
la Human idad, nos ha ido dando a conocer una serie de aspectos
de la vida del hombre primitiv.o Que han contribuido en gran manera a levantar el velo de los primeros pasos de aquél sobre la tierra .
Parcela ha sta ::thora limilada la interpretación de esas escenas a nociones elementales referidas a la manera de vestir, de cazaf, de defend erse.
No sabemos Que hasla aho ra se haya hecho ningú n trabajo sobre
un aspecto lan fundamen! :!'l como la vida jurídica, Que debe c5lim3fse consusl:lflcial con la naturaleza human:l por la doble calidad Que
el hombre tiene de ser raeioo:ll y sociable. Y como juzgamos que
el lema es de un interés trascendental, hemos Querido dar ti conocer
un e nsayo nuestro sobre la materia por estimarlo como e~ mejor
homenaje Que podamos rendir a ,la memoria de Don Isidro Bailester, 3Quel ilustre hombre de ciencia Que po larizó su vida sob re la
.Hi sto ria y el Derecho .
T enemos con Don Isidro Ballester una deuda de gra titud muy
difícil de pagar. El, jurista clarividente, maestro de la jurisprudencia, abogado de vocación, tenía pasión por el estudio de la Histori :l
por una razó n de bondad cristia na, porque la Historia nOI prcscntil
·Ia vida :l distancia y libre de impurezas.
Por eso se entregó al estudio de 13 Historia y 31 del Derecho,
Que Ci la técnica que hace posible la armónica convivencia humana.
Y e n ::ambas cosas, en la Historia y cl Derech o, lo tuvimos como
maestro que guió nuestr-os pasos con sus consejos y con sus lecciones. En ambas ramas dol saber fué un:1 figur:l señera Que hon ró a
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su patria . España, y más concretamente Valenci:1 , no saben lo que
han perdido al perder a Ballcster por su talento de investigador. por
su genio creador, por su vida ejemplar. El coooci6 y alent6 el cn·
sayo que hoy damos a conocer en estas págin:ls como el meior homenaj e a su rnel.Tloria. El', como )'0, estaba convencido de que no
cabe duda que, en sus in icios, la Hu ma nidad debió tener un senti·
miento primario de justicia y que sus reacciones debie ron ser inmedia tas y violenta s. L3 existencia de una legisl:lción penal supo ne un
grado muy avanzado de evolución .
En un primer estad io, la estimaci6n del hecho p unible debió ser
co mpletamente arbitraria. T oda acción por la cual una persona pudiera sentirse ofendida . debió provocar una reacción cont raria sin
sujeció n a no rmas precstnblecidas de valo ración pen ,II', no sólo en
cuanto al del ito , sino en cuanto a la pena y al grado de la misma .
Posterio rmente debió surgir la costumbre pena l para proporcionar la reacción a la acció n. Y últimamente surgiero n ulteriores limita ciones hasta sustraerse completamente de ~a esfera ind ivi d ua l' el
derecho de pen ar, estableciendo el monopolio de·la sociedad más o
menos rudimen taria.
La transformación de la arbitraried ad individ ual en normas sociales es, pues, un fenóme no de ci"ilización avanzada . de depuració n
cultural. En este momento nace la no rm a procesal. La existencia
dol rito , del! procedim ien to, supone ya una garantía. la existencia de
un juicio, es deci r : el imperio sereno de la razón compa rando premisas y ll ega ndo a consecuencias. El Derecho entonces ha sa lido ya
de la confusa nebulosa del instint-o, de la reacción en estado coloi de,
para adoptar forma s de seguri dad y de conciencia.
Se cilan con asombro, por los histOriad ores del Derecho P ena l,
fec has remo tas de legi sllación primitiva .
Se habla de! Código de Hammurabí, ,príncipe asirio, que se hace
d:l t:l r de veint e siglOfi anles de J. C. , o sea, de hace unos cU:HrO mil
:lños ; y de la6 famosas Leyes de M:mú, compend io de legislación y
de fil osofía indost:ínica , de hace tres mH años.
Todos los monum entos 'Iegislativos de Salón y Licurgo e n Grecia, y 'los de Roma, son demasiado recientes para nucs tro objeto .
Según Est rabón. Ilos lartesos , que tan brill:ln te esp lendor alcanzaron en el Sur de España bajo el reinado de Argantonio , tenían
una civilización antiquísima y leyes escritas hace seis mi~ años.
N o se aleja más el Derecho Penal conocido; y lodo él pertenece
a los dominios de la H istoria . .
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ORIGENES DEL PROCESO PENAL
3
Con an terioridad a las leyes mosaicas, no sabemos de otra cosa
que una dey nat ura l conocida por la conciencia j pero deformada
con todas las pasiones y errores propios de una época de barbarie
que va hundiéndose poco a poco, á medida que se aleja, en una os·
curid3d cada vez mayor.
Ignora mos si se ha estudiado nada acerca del Derecho Penal en
la Prehistoria; pero no cabe duda que existía.
Y, una vez m:ís, España nos da la lección y el ejemplo. Quere.
mas hoy dar cuenta , con orgullo, de que hace de diez a quince mil
años, en aquella época remotísima en que Europa entera, madre de
la civilización, se hallaba envuelta en las impenetrables sombras de
1a m:ís abso lut:1 barbarie, cuando todas las manifestaciones de la vida
eran tan rudimentarias que parece inconcebible que en tiempo alguno nuestros antepasados hubieran podido pasar por ellas, ya en
España existía un nivol moral y jurídico realmente maravilloso, y
existen pruebas gráficas de que, entre las tribus del tibio y edénico
Levante C6paño l, se aplicaba la justici"a conforme a normas y ga rantías ,procesales demostrativas de na jerarquía espiritu~l de nuestra
Patria y de su eterno magisterio tan injustamente discutido.
En el verano de 1935 tuvo lugar el descubrimiento más importante que haya registrado en ~08 últimos años la investigación hi st6.
rica: el de las pinturas rupestres de estilo naturalista, hasta esa fecha
desconocidas , que se encuentran en el barranco' de Gasulla, en el
cor3zón de la históric3 co ma rca ddt Maestr3zgo, en la provincia de .
Castel1ón .
Se debieron los primeros trab3jos de investigación 3 un mentlslOla grupo de intelectuales agrupados en la Sociedad Castellonense
de Cultura, si bien posteriormente se estudiaron a fondo por Ober.
maier, Breu~~ y Porca r (1),
Nc<:esitamos dar, aunque sea muy sucintamente, una idea del
csccn3ri o, según Obermaier.
El barranco ,d o Gasulla es una profunda e imponente hoz flan quc:lda por altos y escarp:1dos paredones,
La vista se pierde sobre bosques tupidos de encinas que sc sumergen en 'la hondura del propio barranco. Grupos pintorescos de no_
gales esconden, barranco arriba, el 'arranque do la ga rga nta , donde,
entre masas de juncos, culantrillos y helechos, nacen algunos maH, BREtJIL. H. OBERMAIER Y J, POCAR: "Excavaciones en la. Cueva
Memorlu de la Junta. Superior de Excavaciones y Antlgtleclades, número 136, Madr:ld, 193.5.
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nantialcs que, después de corto recorrido en pequeñas casc;:¡das.
vuelven a dCfiaparecer en la profundidad.
Este sitio encantador era, para los nó madas del cuaternario final',
un privilegiado paraíso cinegético. Allí se reunía n ,1 8 :mimalcs es'0
pant:ldizos de la meseta calcárea y árida de los al rededo res, par:1
apaciguar ,la sed en los frescos manantiales que en aquellos tiempo..
remotos formaban arroyos abundan tes. capaces de 8ocaV3r con fuerza aquel ho ndo barranco. Estos animales cncont rab3n refugio en los
bosques y matorrales cuando huían ,p erseguidos por el ho mbre primi tivo.
Sabido es Que d ichos hombres eran cazado res nómadas. Es probab le que, como en la última glaciación las con dicio nes cli matológ;·
cas eran muy desfavo rables, durante la estación fría vivirían en las
comarcas más abrigadas de la costa y duranto el vera no exten derían
sus co rrerías hasta las alturas indica das, a más de 800 metros sobre
el nivel del mar. Aquí encontraban natural habitación e n oquedades
producidas po r la erosión en las riberas del barrancO y laderas de
las montañas, e n cuyas paredes inmortalizaba n por la pintura tos
aconteci mientos de su vida errante Que cons tituía n sus preocupaciones y emociones principales.
Uno de estos abrigos, el conocido por Cueva Remigia, nos ha
legado una considerab le cantidad de pinturas y no solamente reproducciones individuales de personas o animales. sino también valí!)_
sas pintoras do grupos y escenas de la vida de nuestros antepasados
del fin al de la E ra Glaciar.
Las pinturas de la Cueva Remigia so n corsideradas de edad cuaternaria .po r sus investigadores. El admirado profesor Hugo Ober.
maier, autoridad superior en estas cuestiones, hace observar que los
hombres represen tados en estas pinturas llevan exactamente la8 mismas armas e idénticos adornos Que se encuentran junio a 'los esq ueletos en las sep ult uras del Paleolítico superior.
F~t aba te Rreuil , profesor en el I nstitulo de P aleon tología Humana de París, observa por su part~, q ue no se encuentra representado ningún animal doméstico y que no ofrcce duda quo este arle
corresponde a una época preagrícola y ,prepas lo ral Y. po r consi ·
guiente, ,prencolítica. Pertenecen, según él, al Palcd1ítico superio r.
La escuela española de Arqueología ha man tenido el criterio de
considerar C1ilas pinturas como post-paleolíticas. Sea n de uno u o tro
período , nos separa de ell as un espaciO de tiempo no in ferior a diez
o q uince nlÍol años.
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OR IGENES DEL PROCESO PENAL
s
Aquel arte se hallaba al servicio de I:ls preocupaci ones religiosas y, sobre todo. de las de índole mágica.
Las fotografías de Codi na y los calcos del gra n artista Porear.
han consegu ido las mejores reproducciones que hasta aho ra se han
hecho de las pinturas rupestres del Levante cspañot
A la gentileza de Parear debemos ~a adjunta reproducción de
una cscena existent e en la quinta cavidad de la cueva (Lám . 1" ).
Se trata de una . falange. de diez arq ueros, en parte algo dctoriorada . Los individuos leva ntan po r encima de sus cabezas sus armas, ent re la s cuales se ven tantos arcos como Rechas. Los cuerpos
son scnci llos y alargados y los pies cortos. E l últim o- arquero tiene
un d'el:ln tjlill o con fl ecos Que cubre ola part e poster ior.
A diez centímetros más abajo, y algo más :1 la derecha, se hall a
una figura humana tendida en el suelo con la ca ra hacia abajo. Parece un hombre muerto Que tiene en su p arte posterior davadas va rias Rcchas.
En presencia de esta escena, Que con ligeras va riantes se repilC
en otros lugares de la cueva , no ¡puede dudarse que se trata de la
ejecución fo rmal de una pena capital ; la primera del mundo de que
tenga mos noticia.
Este terrible castigo ,presu pone, pOr tanto, una acc ió n punible.
Como toda ley penal, viene a ser la sanción de una norma prohibitiva, deducimos, como es lógico, Que el penado violó una prohibición. En di orden de l/as conjeturas, único en el que podemos :lVeut urarnos par3' la interpretación. a base de los datos conocidos, nos
encont ramos con la s siguientes hipÓICtiis: puede tratarse de :tn
miemb ro de la propia trib u o de un extraño .a ella.
E n el primer caso hemos de recordar que se trata de pueblos cazadores. U na infracción co ntra las .re&las de b caza supo nía un alentado co ntra los alt os intereses económicos. sociales y hasta políticos
de la tribu.
C:l be supo ner, entre estas infracciones , la violación de la inmu·
nidad de algú n :mi mal sagrado (como, pOr ejemplo, el totem de 1:1
tribu), violación de los ritos o sacrificios p ara propicia.r la caza , provocando con ell o la enemistad de los espíritus o dioses protecto res;
la invasión do algún bosque o lugar sagrado o inviolable; fa conducta ¡mperita del cazador p rovocando el alejamiento de la caza,
etcétera.
Cabe el supuesto de que el penado fuera un extraño. Las otr:18
represe ntaciones de la misma escena de ejecución a que hemos a lu-
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dido, acusan notables diferencias de aspecto entre [08 agresores y su
víct ima. Podría tratarse, en este caso, de la ejecuci6n de un ,prisionero de guerra o de un cazador furtivo invasor de los terrenos señoreados por la trib u Que lo castiga, o violador del tabú de esta
misma ITibl.L
En todo caso lla ma la atención en estas escenas: la ordenada
disposición de los arqueros sometidos, co mo se aprecia, ::1. una disci plina. y su ac titud estática que elimina tooa posibilidad de inlerpretar la escena como una persecuci6n o lucha. Robustecen est:ls
observaciones la convicción de que se mlla de la culmi n ació n de
un prOceso pena l, lo cua l representa un avance ad mirable en el o ro
den jurídico.
L os arqueros elcv:m sus armas sobre 8 U S cabC'¿as en actitud de
acbmaci6n o grito de triu nfo o paso de danza sagrada. Es casi seguro que la justi<;:ia iría revestida del prestigio religioso Que !a acompañaba en todos los pueblos antiguOi (2).
(2) Sobre estas pinturas habla Obennaleren IIU "Alt.'ltehu:ell!eheJustlzp!le¡e"
Paldeuma, 1 5, pág. 193, Lel~g, 1939, publicación de la que tuvUnos notlell\
bastante t.Iempo después de haber expuesto nuestra opinión a este respecto en
"Or1genea del Proce6O Penal", en Revlllta de la Escuela de Estudios Penitenciarios, n , núm. 10, pág. 32, Madrkl, 1946. Sobre este tema ver ade.mAs nU06t.ro
articulo: "Origen prehlstortco de nuestra cultura jurki1ca". "Levante", Valencia, 29-XI- I949.
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Escena de asaeta.mlenw en una pJntum r upestre de cueva Remlgla (Ares del
Maes tre, Ca&te1l6n) (segU n Porear)
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