Restos de vida, restos de muerte
Begoña Soler Mayor
Ángela Pérez Fernández
2010
, ISBN 978-84-7795-558-0 , 244 p.
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RESTOS
DE VIDA
DE MUERTE
ÁNGELA PÉREZ FERNÁNDEZ
BEGOÑA SOLER MAYOR
Coord.
LA MUERTE EN LA PREHISTORIA
MUSEU DE PREHISTÒRIA DE VALÈNCIA
DEL 4 DE FEBRERO AL 30 DE MAYO DE 2010
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Este libro se editó con motivo de la exposición temporal “Restos de vida, Restos de muerte”, inaugurada el día 4 de febrero de 2010
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
MUSEU DE PREHISTÒRIA DE VALÈNCIA
Presidente
Alfonso Rus Terol
Directora
Helena Bonet Rosado
Diputado del Área de Cultura
Salvador Enguix Morant
Jefe de la Unidad de Difusión, Didáctica y Exposiciones
Santiago Grau Gadea
EXPOSICIÓN
PUBLICACIÓN
Proyecto expositivo
Museu de Prehistòria de València
Unidad de Difusión, Didáctica y Exposiciones
Edición
Museu de Prehistòria de València
Comisariado
Ángela Pérez Fernández
Begoña Soler Mayor
Diseño instalación y montaje
Francesc Chiner Vives
Colaboraciones
Nuño López-Silves Botello
Fondos arqueológicos
Museu de Prehistòria de València
Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi
Museu de Belles Arts de Castelló
Museu Arqueològic Municipal de la Vall d’Uixò
Museu d’Història de La Vilavella
Museu de La Valltorta
Fotografías
J. Emili Aura, Amparo Barrachina, Josep Casabó,
Giacomo Giacobini, Mª Paz de Miguel, Enric Flors,
Carme Olària, Josep Pascual, Consuelo Roca, Alejandro
Romero, Pablo Rosser, Alex Peña, Jorge Soler
Fotografías audiovisual “Enfrentarse a la muerte hoy”
Getty Images, Panòptic, Inés Domingo, Alex Peña, Jaime
Vives-Ferrándiz, Santiago Grau
Fotografías audiovisual ”Sant Joaquim de la Menarella”
David Vizcaíno. Ein Mediterráneo S.L.
Dibujos
Francesc Chiner y Libor Balák Antropark.
Audiovisuales e interactivo
Render Comunicación, S.L.
Restauración
Laboratorio de restauración del Museu de Prehistòria de
València
Replicas objetos
D’Arqueo S.L. y Marc Tiffagom
Réplica Cova del Blaus
Museu Arqueològic Municipal de la Vall d’Uixò
Gestión administrativa
Josep Marí i Mollà
Traducción al Valenciano
Unitat de Normalització Lingüística de la Diputació de
València
Producción y montaje
Museu de Prehistòria de València
Unitat de Difusió, Didàctica i Exposicions
Ayudantes montaje
Amadeo Moliner
José Tamarit
Empresas colaboradoras
Elaboración de estructuras e impresión gráfica: Símbols
Senyalització Integral
Diseño y maquetación gráfica: Vanesa Mora
Carpintería y pintura: Sebastián López
Iluminación: Jesús Martínez
Material impreso: Papallona Sociedad Cooperativa
Recreación y adaptación enterramiento Costamar y
Tabaià: Sfumato y Pedro Mas
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RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
Coordinación
Ángela Pérez
Begoña Soler
Autores de los artículos
J.Emili Aura, Universitat de València.
Amparo Barrachina, S.I.A.P. Diputació de Castelló.
Joan Bernabeu, Universitat de València.
Yolanda Carrión, Universitat de València.
Josep Casabó, Direcció General de Patrimoni,
Conselleria de Cultura, Generalitat Valenciana.
Mª Paz de Miguel, Universitat d’Alacant.
Mª Jesús de Pedro, Museu de Prehistòria de València.
Carles Ferrer, Museu de Prehistòria de València.
Enric Flors, Fundació Marina D’Or.
Elisa García, Grupo Paleolab.
Oreto García, Universitat de València.
Olga Gómez, Universitat de València.
Alfredo González, Universitat d’Alacant.
F. José Hernández, Ein Mediterráneo S.L.
Mauro S. Hernández, Universitat d’Alacant.
Carles Lalueza, Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF).
J. Antonio López, MARQ Diputació d’Alacant.
Assumpció Malgosa, GROB, Universitat Autònoma de
Barcelona.
Sarah B. McClure, Univerty of Oregon, USA.
Lluís Molina, Universitat de València.
J. Vicente Morales, Universitat de València.
Carmen Olària, Universitat Jaume I de Castelló.
Josep Pascual, Museu Arqueològic d’Ontinyent i la Vall
d’Albaida.
Àngela Pérez, Museu de Prehistòria de València.
Guillem Pérez, Universitat de València.
Manuel Polo, Grupo Paleolab.
Consuelo Roca, MARQ Diputació d’Alacant.
Alejandro Romero, Universitat d’Alacant.
Pablo Rosser, Servei d’Arqueologia de l’Ajuntament
d’Alacant.
Mª Luisa Rovira, Museu Arqueològic Municipal de la Vall
d’Uixó.
Jorge A. Soler, MARQ Diputació d’Alacant.
Anna Viciach,
Valentín Villaverde, Universitat de València.
David Vizcaíno. Ein Mediterráneo S.L.
Fotografías
-Las fotografías son propiedad intelectual de los autores
y de:
J. Zilhão y E. Trinkaus (fig. 2, pág. 34)
P. Arias (fig. 4, pág. 39)
H. Juan (fig. 4, pág. 53)
Arxiu SIP (fig. 2, pág. 129)
IVARCOR (fig. 1, pág. 142)
Museu Arqueològic i d’Història d’Elx “Alejandro Ramos
Folqués” (fig. 3, pág. 147)
Pau García Borja (fig. 4, pág. 149)
Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi (fig. 2, pág. 158)
Mª Dolores Asquerino (fig. 4, pág. 164)
Alex Peña (fig. 2, pág. 205)
Ángel Sánchez (fig. 2, pág. 62; fig.3, pág. 63)
Raquel Pérez (fig.1, pág. 240)
Global Alacant, S.L. e Inés Blay (fig. 2, pág. 241)
- Los dibujos son propiedad intelectual de los autores y de:
Gida Casella (Fig. 2, pág. 34)
Traducción al Valenciano
Unitat de Normalització Lingüística de la Diputació de
València
Diseño y maquetación
Pascual Lucas
Impresión
Agradecimientos
J. Emili Aura; Josep Casabó; Mª Paz de Miguel;
Departamento de Prehistoria de la Universidad de
Granada; Enric Flors; Oreto García; Giacomo Giacobini;
IVARCOR; Pedro Mas Guereca; Guillermo Morote,
Museu de la Valltorta; Museu Arqueològic i d’Història
d’Elx “Alejandro Ramos Folqués”; Museu de Bocairent;
Carmen Olària; Artur Oliver, Museu de Belles Arts de
Castelló; Mª Luisa Rovira, Museu Arqueològic Municipal
de la Vall d’Uixò; Josep Maria Segura, Museu
Arqueològic Municipal d’Alcoi; Andrey Sinitsyn; Bernard
Vandermeersch; Josep Vicent, Museu d’Història de La
Vilavella; David Vizcaíno Ein Mediterráneo S.L. y
Joaquim Juan, Bernat Martí, Josep Lluís Pascual, Mª
Jesús de Pedro, Ángel Sánchez y Alfred Sanchís del
Museu de Prehistòria de València
Exposición patrocinada por
Caja Mediterráneo
ISBN edición: 978-84-7795-558-0
D.L.: V-435-2010
@ de los textos: los autores
@ de las fotografías: los autores
@ de la edición: Museu de Prehistòria de València
Diputación de Valencia
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11
Y DESPUÉS DE LA VIDA...
HELENA BONET ROSADO
175 EL ASENTAMIENTO MESOLÍTICO FINAL
Y NEOLÍTICO ANTIGUO DEL CINGLE DEL MAS NOU
CARMEN OLÀRIA PUYOLES
LA MUERTE EN LA PREHISTORIA
17 LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
179 ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS EN COSTAMAR
ENRIC FLORS UREÑA
VALENTÍN VILLAVERDE BONILLA
31
UNO DE LOS NUESTROS.
NOTAS PARA UNA ARQUEOLOGÍA DE LAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE
LOS CAZADORES PREHISTÓRICOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
J. EMILI AURA TORTOSA
183 ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS Y CREENCIAS
EN EL TOSSAL DE LES BASSES: PRIMEROS DATOS
PABLO ROSSER LIMIÑANA
191 EL BARRANC DE BENITEIXIR
JOSEP PASCUAL BENEYTO
45
EL MUNDO FUNERARIO ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
JOAN BERNABEU AUBÁN
55
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS.
EVIDENCIAS FUNERARIAS DEL II MILENIO A. C. EN TIERRAS
VALENCIANAS. EN TORNO AL ARGAR Y EL BRONCE VALENCIANO.
M.ª JESÚS
DE
PEDRO MICHÓ
195 COVA D’EN PARDO.
PRECISIONES SOBRE LA CRONOLOGÍA DEL FENÓMENO
DE LA INHUMACIÓN MÚLTIPLE
JORGE A. SOLER DÍAZ
CONSUELO ROCA DE TOGORES MUÑOZ
CARLES FERRER GARCÍA
203 LA COVA DE LA PASTORA
EL ESTUDIO DE LOS RESTOS
73 DNA Y ARQUEOLOGÍA
CARLES LALUEZA FOX
81
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
ASSUMPCIÓ MALGOSA MORERA
95
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA.
HERRAMIENTAS PARA LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICA
MANUEL POLO CERDÁ
ELISA GARCÍA PRÓSPER
ALEJANDRO ROMERO RAMETA
117 TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA.
LOS CASOS DATADOS POR C14 DE LAS CUEVAS DE LA PASTORA
(ALCOI) Y EN PARDO (PLANES)
CONSUELO ROCA DE TOGORES MUÑOZ
JORGE A. SOLER DÍAZ
141 SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
ÁNGELA PÉREZ FERNÁNDEZ
155 LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS DESDE
EL NEOLÍTICO A LA EDAD DEL BRONCE EN TIERRAS VALENCIANAS
M.ª PAZ
DE
MIGUEL IBÁÑEZ
CATÁLOGO DE YACIMIENTOS
169 RESTOS HUMANOS CON MARCAS ANTRÓPICAS
DE LES COVES DE SANTA MAIRA
J. EMILI AURA TORTOSA
JUAN VICENTE MORALES PÉREZ
M.ª PAZ DE MIGUEL IBÁÑEZ
ORETO GARCÍA PUCHOL
SARAH B. MCCLURE
211 LA VITAL
JOAN BERNABEU AUBÁN
YOLANDA CARRIÓN MARCO
ORETO GARCÍA PUCHOL
OLGA GÓMEZ PÉREZ
LLUÍS MOLINA BALAGUER
GUILLEM PÉREZ JORDÀ
217 LAS INHUMACIONES PREHISTÓRICAS DE LA COVA DELS BLAUS
JOSEP CASABÓ BERNAD
M.ª LUISA ROVIRA GOMAR
221 LA MUERTE EN EL ARGAR ALICANTINO.
EL TABAIÀ COMO PARADIGMA
MAURO S. HERNÁNDEZ PÉREZ
JUAN ANTONIO LÓPEZ PADILLA
229 LA NECRÓPOLIS DE LES MORERES:
UN CEMENTERIO DE CREMACIÓN DEL FINAL DE LA PREHISTORIA
ALFREDO GONZÁLEZ PRATS
235 LA NECRÓPOLIS TUMULAR DEL SALEGAR DEL MESÓN DEL CARRO
AMPARO BARRACHINA IBÁÑEZ
239 LA NECRÓPOLIS TUMULAR DE SANT JOAQUIM DE LA MENARELLA
AMPARO BARRACHINA IBÁÑEZ
FRANCISCO JOSÉ HERNÁNDEZ GARCÍA
ANNA VICIACH I SAFONT
DAVID VIZCAÍNO LEÓN
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Todas las personas vivimos con la conciencia de la muer-
Maestre, los silos de la necrópolis de Costamar en Torre la
te, y por ello todas las culturas tanto presentes como
Sal, la Cova dels Blaus en la Vall d’Uixò, o la cista funera-
pasadas, han desarrollado sistemas para afrontarla. La
ria del Tabaià en Aspe, son algunos de los hitos arqueoló-
muerte, culturalmente, no significa un final absoluto para
gicos que permitirán al público valenciano comprender
la sociedad. A lo largo del tiempo, las sociedades han
como, a medida que las sociedades prehistóricas se fue-
ido formulando creencias de contenidos diversos sobre
ron transformando, también se fue haciendo más diverso
la relación entre la vida y la muerte. Sin embargo, todos
y complejo el mundo funerario que las caracterizó.
los pueblos saben bien que la muerte marca el final de la
existencia corporal.
En todas las épocas y culturas se ha mantenido una
vinculación con los muertos, convertidos en espíritus o
En esta ocasión, el Museu de Prehistòria de la
antepasados y cuya memoria ha perdurado en mayor o
Diputación de Valencia nos presenta la exposición
menor medida, según la importancia social que estos
«Restos de vida, restos de muerte», una visión novedosa
tuvieron en vida. Con gran acierto, el Museu de
y actualizada sobre las últimas interpretaciones de la
Prehistòria mediante la presente exposición recupera la
muerte en la Prehistoria. Desde la distancia que aporta el
memoria de nuestros antepasados depositada en estos
saber científico, nos acercaremos con respeto, pero con
restos humanos de la Prehistoria.
curiosidad, a los restos de las personas que en un pasa-
La Diputación de Valencia a través de su Museu de
do nos precedieron, cuyos testimonios materializados a
Prehistòria se encuentra comprometida con la recupera-
través de sus restos óseos y ajuares nos hablan tanto de
ción y difusión de nuestro patrimonio arqueológico. Es por
su muerte como de su vida.
ello que «Restos de vida, Restos de muerte» a través de su
La exposición nos ofrece un recorrido por los yacimien-
programa de itinerancia provincial también podrá ser visi-
tos con enterramientos más emblemáticos de nuestra
tada en los museos de otras localidades con el mismo éxito
comunidad. El abrigo del Cingle del Mas Nou de Ares del
que en esta su primera presentación en Valencia.
ALFONSO RUS TEROL
Presidente de la Diputación de Valencia
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La exposición Restos de vida, Restos de muerte presen-
10 enterramientos en el fondo de silos con una amplia
ta, de una manera sugerente y atractiva al tiempo que
cronología dentro del Neolítico.
científica, la relación que desde los albores de la huma-
Restos de vida, Restos de muerte, se enmarca dentro
nidad han establecido los seres humanos con la muerte.
de la programación de exposiciones itinerantes que,
La exposición está dividida en cuatro ámbitos,
desde hace más de diez años, el Museu de Prehistòria de
Enfrentarse a la muerte, La Arqueología Funeraria,
València viene ofreciendo, fundamentalmente, entre los
Morir en nuestras tierras y Nuevas técnicas para viejos
pueblos de nuestra provincia. En esta ocasión apuesta
huesos. Se propone un recorrido que muestra como las
por facilitar a los museos de nuestro ámbito territorial un
diferentes comunidades humanas que se han asentado
instrumento de divulgación que sirva para dar a conocer
en nuestras tierras han tratado el tema del tránsito de la
una nueva disciplina, la Arqueología de la Muerte, desde
vida a la muerte y la desaparición de los seres queridos.
una perspectiva científica al tiempo que respetuosa.
A la vez se muestra como, desde el presente, recupera-
Este libro, que cuenta con la colaboración de dife-
mos esa información a través de la arqueología funeraria.
rentes especialistas, completa la información que aborda
Sorprende ver como, en los últimos años, las excava-
la exposición. Es una obra de divulgación científica que
ciones arqueológicas están ofreciendo gran cantidad de
desarrolla los temas más innovadores que se están inves-
resultados relacionados con este mundo funerario que
tigando a día de hoy sobre la muerte desde tiempos
van a transformar de manera importante lo que hasta
neolíticos hasta la primera Edad del Hierro. Como dipu-
ahora se conocía. Un ejemplo claro lo encontramos en
tado del Área de Cultura, invito a todo el público a dis-
los yacimientos de Camí de Misena (Pobla del Duc),
frutar del novedoso montaje expositivo que sobre la vida
Arenal de la Costa (Ontinyent), Barranc de Beniteixir
y la muerte en la Prehistoria nos presenta el Museu de
(Piles) o La Vital (Gandia) que han proporcionado más de
Prehistòria de València.
SALVADOR ENGUIX MORANT
Diputado del Área de Cultura
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Tras la positiva experiencia de la exposición itinerante
dedicada a Las Mujeres en la Prehistoria, que desde su
inauguración en 2006 ha podido contemplarse en distintos municipios valencianos y del resto de España, el
Museu de Prehistòria centra su atención en otro tema de
permanente actualidad: las actitudes y los rituales en
torno a la muerte.
Como sucede en el presente, los modos en que las
sociedades humanas se enfrentan al fenómeno de la
Y DESPUÉS DE LA VIDA...
HELENA BONET ROSADO
muerte también ofrecen una gran diversidad en el pasa-
Directora del Museu de Prehistòria de
do. Este extenso repertorio, que comienza ya durante el
València i Servei d’Investigació
Prehistòrica
Paleolítico medio para convertirse en una característica
fundamental de las sociedades humanas, hace del fenómeno de la muerte un tema sugerente y atractivo como
hilo conductor de una exposición a través de la cual
podemos comprobar su gran potencial informativo sobre
la propia existencia de los grupos humanos. Así, los lugares de enterramiento, ya sea en la propia cueva en que
se vive, en el subsuelo de los poblados o en lugares destinados a necrópolis, son espacios esenciales para el
conocimiento de las sociedades del pasado, de su cultura y de su universo religioso. La cámara sepulcral de los
grandes dólmenes o la sala de las cuevas naturales, la
cista bajo el suelo de la casa o la urna cineraria enterrada y señalada en exterior por una estela de piedra nos
Y DESPUÉS DE LA VIDA...
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hablan de comportamientos sociales, de actitudes y ritos
metodología que rige la práctica arqueológica relaciona-
con los que las distintas sociedades humanas han trata-
da con el mundo funerario, con nuevos enfoques teóri-
do de explicar, tal vez de aceptar, el tránsito entre su
cos y metodológicos que se introducen en la arqueolo-
mundo y aquel otro del más allá para cuyo viaje han que-
gía peninsular en las décadas siguientes. La Arqueología
rido proveer a los difuntos con todos esos bienes que
de la Muerte, como especialidad dentro de la llamada
forman su ajuar.
Nueva Arqueología, consiguió una verdadera renovación
Hablar y mostrar la muerte en la Prehistoria es, pues,
de los estudios sobre los enterramientos, las necrópolis,
un reto que merece la pena afrontar. Del ritual y del
los rituales, etc., participando de la renovación disciplinar
mundo simbólico al estudio de los propios restos huma-
en otros campos como la arqueología espacial, la
nos, esta exposición participa del respeto con que se
arqueología del paisaje o la arqueología de género. Si
acomete su estudio. Actitud que subyace a la exhibi-
bien estos estudios nunca se abordaron como comparti-
ción de sus réplicas o al desvelamiento de sus secretos
mentos cerrados, ahora los interrogantes inherentes al
cuando mostramos las últimas líneas de investigación
mundo funerario quedaban explícitos y abarcaban desde
aplicadas a los restos humanos y los descubrimientos
la tumba y el propio espacio de las necrópolis hasta el
más recientes, que aquí se presentan de forma didácti-
asentamiento y el territorio de los vivos, tratando de
ca, recurriendo para ello a maquetas, ambientaciones y
entrelazar los unos y los otros, buscando aquella inter-
dibujos. Tal vez lo más novedoso y atractivo de la mues-
pretación social de los restos funerarios.
tra sea comprobar cómo «nos hablan los propios restos
En tal singladura también resultó esencial la mejora de
óseos», observar ese potencial informativo que com-
los sistemas de clasificación y el tratamiento estadístico
parten, si bien de manera especial, con el resto de la
de los datos, la colaboración interdisciplinar y la aplica-
documentación arqueológica. La exposición Restos de
ción de las nuevas tecnologías. Resultado de todo ello
vida, Restos de muerte aborda todos estos temas
fue un paso definitivo en los estudios sobre los restos
haciendo especial hincapié en los recientes trabajos de
humanos y el mundo ritual y simbólico de las prácticas
investigación sobre los propios restos humanos: la
funerarias, al que pronto se incorporó la etnoarqueología
paleo-patología, los estudios de paleodieta y de ADN
para ponernos de manifiesto como, sin duda, la vida y la
de los enterramientos nos revelan enfermedades, cau-
muerte en las sociedades tradicionales han estado mucho
sas de mortandad, violencia, edad y género, rituales e,
más interrelacionadas de lo que parecen estar en la actual
incluso, nos acercan al tipo de trabajos y actividades
sociedad occidental, donde parece haberse instalado una
que desarrollaron los hombres y las mujeres en las dis-
separación formal y racional entre ambos ámbitos.
tintas etapas del pasado.
La iniciativa de hacer una exposición sobre morir en
A partir de los años 60 del siglo XX toma cuerpo la
la Prehistoria también nos vino marcada por los propios
especialidad de la Arqueología de la Muerte como la
fondos del Museu de Prehistòria, así como por los pro-
12
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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yectos de investigación que se están llevando a cabo
de la Pedrera de Benicull, entre otros; o estudios como
sobre sus colecciones. La historia de la formación de
el de M. Fusté sobre las poblaciones neo-eneolíticas
estos fondos se remonta al año 1927, cuando recién cre-
valencianas y el de D. Campillo sobre las lesiones pato-
ado el SIP, el hallazgo de unos cráneos y restos humanos
lógicas en estos mismos restos. Hallazgos y estudios que
procedentes de la covacha sepulcral de Camí Real
jalonan la labor investigadora del SIP hasta alcanzar los
d´Alacant en Albaida decidió al entonces director del SIP,
más recientes descubrimientos de restos humanos del
Isidro Ballester, a iniciar la primera excavación de salva-
Paleolítico medio en la Cova del Bolomor de Tavernes
mento. Entre los hallazgos pioneros, será en 1933 cuan-
de la Valldigna, la necrópolis mesolítica del Collado de
do G. Viñes encuentre los primeros fragmentos óseos
Oliva o las inhumaciones documentadas en el interior de
del hombre de Neandertal: un parietal clasificado por J.
los poblados de la Edad del Bronce de la Lloma de Betxí
Royo como Homo y publicado posteriormente, en 1953,
de Paterna y la Muntanya Assolada de Alzira. La primera
por M. Fusté como perteneciente al tipo neandertal clá-
Edad del Hierro y la Cultura Ibérica cierran la Prehistoria
sico europeo. También en los años 30 del siglo pasado,
de nuestras tierras a la vez que nos introducen en un
L. Pericot encuentra los restos de Homo sapiens en la
nuevo mundo funerario: las cremaciones. También en
Cova del Parpalló de Gandia, publicados por S. Alcové
este apartado merecen especial atención los trabajos del
en 1942 como de la raza del Hombre de Cro-Magnon,
SIP en necrópolis de incineración, algunas de ellas con
los «europeos del Paleolítico superior».
tumbas monumentales como el Corral de Saus de
Desde entonces, las noticias de hallazgos de cuevas
Moixent, sin olvidar los enterramientos infantiles docu-
de enterramiento a lo largo de toda la geografía valen-
mentados en el subsuelo de numerosos poblados ibéri-
ciana se multiplicaron, siendo constantes las noticias,
cos valencianos como en el Castellet de Bernabé de
prospecciones y excavaciones que se adscribirán sobre
Llíria o en Los Villares de Caudete de las Fuentes.
todo al periodo comprendido entre el Calcolítico y la
Así, pues, el SIP custodia una importante colección
Edad del Bronce. Entre los yacimientos que ocupan un
de restos óseos humanos que abarca desde los restos
lugar destacado mencionaremos la Cova de la Sarsa de
fósiles neandertales hasta enterramientos procedentes
Bocairent, perteneciente al Neolítico, y la Cova de la
de necrópolis islámicas y cristinas, convirtiendo el Museu
Pastora d’Alcoi, con su elevado número de inhumados
de Prehistòria en un singular «laboratorio» donde se des-
pertenecientes al Calcolítico, algunos de ellos con trepa-
arrollan las últimas tendencias y líneas de investigación
naciones craneales, pronto estudiados en 1949 por A.
que se contemplan hoy en la antropología. Equipos
Rincón de Arellano y J. Fenollosa. Sin duda, la relación
interdisciplinares, nacionales e internacionales, investi-
podría ser mucho más extensa, como los enterramientos
gan constantemente sobre nuestras colecciones y, preci-
de la covacha de Rocafort, del Barranc del Castellet de
samente, algunos de los resultados más recientes se
Carrícola, de la Ladera del Castillo de Chiva, de la Sima
publican en este libro.
Y DESPUÉS DE LA VIDA...
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Sin duda, realizar esta exposición nos ha dado la
establecen los patrones medioambientales de los asen-
oportunidad de reflexionar sobre el estado actual de los
tamientos y de la alimentación de las sociedades del
problemas. Muestra de ello, de las principales líneas de
pasado. Hoy vemos como, a través de los estudios de los
trabajo, es la presente publicación que reúne las aporta-
elementos traza, de los isótopos estables o del patrón de
ciones de destacados especialistas, las últimas investiga-
estriación dentario, los restos humanos se han converti-
ciones y hallazgos realizados en nuestras tierras dentro
do en la clave para establecer las pautas alimentarias de
de este campo. El libro, estructurado en tres apartados,
una población y de su variabilidad individual o social. El
se inicia con los artículos que nos presentan una síntesis
tercer bloque del libro lo componen los estudios corres-
de los cuatro periodos que configuran nuestra prehisto-
pondientes a doce enterramientos prehistóricos que
ria, desde los primeros comportamientos relacionados
abarcan toda nuestra geografía, desde el Mesolítico
con el mundo funerario del Paleolítico hasta la diversidad
hasta la Edad del Hierro.
ritual de la Edad del Bronce. El segundo bloque, de
Los últimos hallazgos, muchos de ellos inéditos y
carácter más disciplinar, nos habla de la importancia de
resultado de las excavaciones de la arqueología preven-
la paleoantropología en la arqueología actual. Como, a
tiva, han renovado la visión tradicional que teníamos
través de esta disciplina podemos conocer el sexo y la
sobre el comportamiento, los hábitos y cultos de las
edad, incluso de aquellos restos que fueron incinerados,
sociedades prehistóricas. Con la exposición y esta publi-
mientras la paleopatología nos remite a las pandemias,
cación Restos de vida, Restos de muerte, el Museu de
plagas, enfermedades o a la violencia en la prehistoria.
Prehistòria pretende despertar en el visitante el interés
Los estudios de ADN han supuesto una revolución en
por aquellas sociedades que nos precedieron atendien-
nuestros conocimientos sobre el origen de la humani-
do justamente al mensaje que ellas mismas nos dejaron
dad, sobre el poblamiento de los distintos continentes y
a través del modo en que confiaron sus difuntos a la tie-
las migraciones. También los análisis de paleodieta, junto
rra, un mensaje al que siempre nos aproximamos con
con la palinología, carpología, zoología y la antracología,
admiración y respeto.
14
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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LA MUERTE EN LA PREHISTORIA
15
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[page-n-18]
Introducción
Pocos temas han suscitado tanta controversia como la
aparición de las primeras prácticas funerarias. La razón
hay que buscarla en los principios teóricos con los que
se aborda esta cuestión, ya que la existencia de rituales
funerarios implica un comportamiento que se aproxima,
o incluso resulta similar, al que consideramos propio de
nuestra humanidad. El debate sobre la existencia o no
de enterramientos en los homínidos anteriores a la apa-
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA
PREHISTORIA
VALENTÍN VILLAVERDE
rición de los primeros humanos modernos remite, en
Universitat de València
definitiva, a la consideración de si en esas poblaciones
existía una capacidad cognitiva lo suficientemente compleja como para poseer unas ideas sobre la individualidad personal y la muerte, así como un lenguaje capaz
de articular al grupo en esas prácticas funerarias y pensamientos (D’Errico et al., 2003). En definitiva, admitir la
existencia de prácticas funerarias es tanto como admitir
la humanidad de unos homínidos distintos de nosotros
mismos.
Prácticas funerarias en los neandertales (además de las
sepulturas)
La expresión «prácticas funerarias» con la que nos referimos aquí a la valoración de los datos disponibles para el
Paleolítico inferior y medio es poco precisa, puesto que
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
17
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abarca desde los ritos funerarios más complejos a los
Se consideran habitualmente como prácticas funera-
actos sencillos de enterramiento o deposición del cuer-
rias el conjunto de acciones que se realizan con el cuer-
po, vinculados al aislamiento del difunto del medio
po del difunto. En expresión de Giacobini (2006), se
externo, ya sea para protegerlo de la acción de los ani-
trata de los gestos funerarios «en paralelo a las sepultu-
males carroñeros, ya para evitar su descomposición al
ras», un conjunto de acciones que incluyen desde el
aire libre, en las inmediaciones del lugar de hábitat.
descarnado y la antropofagia ritual, al tratamiento del
Al referirnos a las etapas antiguas de la Prehistoria,
cuerpo para su inhumación en dos fases. Esta última
las limitaciones sobre el conocimiento del ritual y la
proposición, sugerida en algún yacimiento en relación
significación de los gestos funerarios son tantas que la
con los neandertales, como es el caso de los restos den-
prudencia obliga a desvincular los hechos objetivos,
tales y craneales encontrados en el nivel IV de la Grotte
que consisten en las señales de manipulación de los
du Loup de Arcy-sur-Cure, en una especie de fosa exca-
restos óseos recuperados, de la suposición de que
vada en la arcilla estéril del nivel subyacente (Leroi-
esas señales deben ser interpretadas a la luz de un
Gourhan, 1950), o para los restos de Kaprina (Russel,
cuerpo de creencias sobrenaturales, sobre todo cuan-
1987), resulta, sin embargo, muy difícil de evaluar a par-
do los datos provienen de excavaciones antiguas
tir de la información disponible (Garralda, 2008). El
(Duday et al., 1990). Son numerosos los investigadores
mismo problema genera el descarnado ritual, sugerido
que previenen sobre la dificultad de asociar las prime-
también para algunos fósiles con marcas de descarnado
ras prácticas funerarias a la religión o la creencia en
y fracturas, como los de Marillac y Combe Grenal
una vida de ultratumba (Vandermeersch, 2005). Y no
(Russel, 1987; Le Mort, 1988a y 1988b), pero que puede
podemos olvidar que el vacío social que genera la
igualmente estar indicando la existencia de una antro-
muerte de un miembro del grupo, la valoración de su
pofagia alimentaria.
personalidad o los lazos afectivos y de respeto son
El hecho de que la mayor parte del registro fósil de
suficientes para articular en torno al difunto un ritual de
los neandertales recuperado en los diversos yacimien-
enterramiento desvinculado de la religión o la idea de
tos arqueológicos esté constituido por unos cuantos
una vida después de la muerte. Es por eso preferible
restos óseos aislados, la mayor parte de las veces frac-
referirse a las prácticas funerarias y no a los ritos fune-
turados y en buen número de ocasiones correspon-
rarios. Pero más por la dificultad de precisar el carácter
dientes a la calota craneal o a la dentición, ya sea de
ritual de esas prácticas, apenas testimoniadas por los
uno o varios individuos, y que estos huesos estén inte-
restos encontrados en los yacimientos arqueológicos,
grados en los niveles de ocupación de los yacimientos,
que por una prevención sobre la capacidad cognitiva o
sin que su situación y características se diferencien de
de complejidad conductual de los neandertales y sus
las de los restos de los animales consumidos para ali-
ancestros más inmediatos.
mento, explica la dificultad de su valoración en rela-
18
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-20]
ción a si constituyen una prueba de la existencia de
Es obvio, por otra parte, que resulta extremadamen-
algún tipo de práctica funeraria de las que hemos des-
te difícil de establecer la existencia de prácticas de cani-
crito anteriormente.
balismo ritual cuando nos referirnos a las etapas más
La publicación en fecha tan temprana como 1910,
remotas del Paleolítico, y ello aunque estén bien atesti-
por Capitan y Peyrony, del hallazgo de los restos crane-
guadas en etapas más avanzadas de la Prehistoria o en
ales, aplastados, de un neandertal infantil en Pech-de-
periodos posteriores. Como se ha señalado con anterio-
l’Azé, da cuenta ya de las dudas que la interpretación de
ridad, la presencia de marcas de carnicería o de fractu-
estos restos generó en los dos arqueólogos. Su apari-
ras en los huesos puede estar implicando tanto una sim-
ción, mezclado con numerosos restos faunísticos frac-
ple antropofagia alimentaria, como un canibalismo
turados, integrado en el nivel musteriense, les llevó a
ritual, de corte funerario.
plantearse las siguientes alternativas: «¿se trata de un
Pero esta problemática no se limita a los restos de los
rito funerario consistente en el enterramiento bajo un
neandertales, también surge con la interpretación de los
hogar del cadáver del niño; o bien este cráneo infantil
restos de los humanos modernos del Paleolítico superior.
habría sido abandonado en este hogar por los muste-
Bastan como ejemplo, tomando para ello algunos casos
rienses, de igual manera que los restos óseos fractura-
publicados recientemente, las dudas que suscita la inter-
dos para extraer la médula de los animales que habían
pretación de las marcas que aparecen en la mandíbula
servido para su alimentación? ¿o, en fin, el cadáver
infantil encontrada en los niveles auriñacienses de la
habría sido devorado por las hienas y no quedaría del
Grotte de Les Rois, con incisiones que tanto pueden
mismo más que el cráneo fracturado?
estar indicando un tratamiento ritual como el simple con-
Estudios tafonómicos posteriores han venido a
sumo del individuo (Ramírez Rozzi et al., 2009). O las que
demostrar que la variedad de situaciones con respecto al
ha generado también el conjunto de restos óseos, for-
origen de los restos óseos de los neandertales es real-
mado por al menos cuatro individuos, del yacimiento
mente considerable, y que, en ausencia de un estudio
iraní de Eshkaft-e Gavi, situado en los Montes Zagros,
detenido de las superficies óseas y una valoración
donde a pesar de que las marcas de descarnado se unen
arqueológica completa del contexto, su interpretación
a evidencias de quemaduras, los investigadores se mues-
carece de sentido y presenta numerosos problemas: son
tran reticentes a la hora de decidir si se deben a una
numerosos los restos aportados por los carnívoros en la
manipulación funeraria o a un canibalismo alimentario
compleja dinámica de ocupación de las cavidades, tal y
(Scott y Marean, 2009).
como lo confirma el hallazgo muy reciente de un frag-
Son varios los restos óseos de homínidos que presen-
mento de maxilar de la Grotte du Bison, de Arcy-sur-
tan marcas de origen antrópico y remontan a etapas bas-
Cure, cuyas mordeduras indican claramente su origen no
tante remotas del proceso evolutivo humano. Las eviden-
antrópico (David et al., 2009).
cias que presentan los restos del nivel TD6 de la Gran
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
19
[page-n-21]
Dolina de Atapuerca resultan altamente convincentes del
Grenal (Garralda y Vandermeersch, 2000) y Macassar-
canibalismo, con unas pautas de manipulación y fractura
gues (Garralda, 2008) sólo se registran estrías. En su
que en nada se diferencian de las que caracterizan a los
conjunto, los restos incluyen tanto individuos inmaduros
restos alimentarios de los herbívoros del mismo nivel
como adultos. Mientras que en Croacia se documentan
(Fernández Jalvo et al., 1999).
en los yacimientos de Vindija (Malez y Ullrich, 1982) y
Los ejemplos referidos a los neandertales se han ido
Kaprina (Russel, 1987), este último especialmente
multiplicando en los últimos años, a la vez que las viejas
importante, por la controversia en torno a su interpreta-
ideas sobre el culto a los cráneos, construidas a partir del
ción y con existencia de un caso, el cráneo 3, con trein-
hallazgo del cráneo de Monte Circeo, han sido abando-
ta y cinco estrías subparalelas que sugieren un compor-
nadas tras el estudio tafonómico detenido del resto: lo
tamiento ritual (Frayer et al., 2006) que no se aleja
que en un primer momento se consideró un agranda-
mucho del que también ha sido señalado para la mandí-
miento artificial del orificio occipital, destinado a la
bula de adolescente de Combe Grenal 3, con más de 15
extracción del cerebro y considerado como una prueba
marcas en el borde anterior, muchas más de las necesa-
de su consumo ritual y su depósito en un círculo de pie-
rias para seccionar el músculo masetero (Garralda et al.,
dras, ahora se ha relacionado con la actividad de las hie-
2005; Garralda, 2008).
nas, con marcas visibles en torno a esta zona y en otros
La interpretación de la rica colección de restos nean-
puntos del cráneo, así como sobre el conjunto de la
dertales de Kaprina resulta especialmente significativa
fauna recuperada (Giacobini, 1990-91; Giacobini y
de la polémica en torno a la existencia o no de las prác-
Piperno, 1990; White y Toth, 1991; Stiner, 1991).
ticas de canibalismo, en parte debida al mal estado de
Sin embargo, son varios los restos de neandertales
conservación de los restos, pero también como conse-
que presentan huellas de manipulación antrópica, si
cuencia de los distintos puntos de vista teóricos con los
bien el área geográfica a la que remiten es limitada. En
que se ha ido abordando su estudio (Smith, 1976;
la Península Ibérica están los restos de distintos indivi-
Trinkaus, 1985; Patou-Mathis, 1997; Ullrich, 2006).
duos inmaduros y adultos del Boquete de Zafarraya
En otro orden de cosas, y refiriéndonos a los contem-
(Barroso y de Lumley, 2006) y de la Cueva del Sidrón
poráneos de los neandertales, en los primeros humanos
(Rosas et al., 2006; Fortea et al., 2007), en los dos casos
modernos del Sur de África se han señalado también
con estrías producidas con filos líticos cortantes y fractu-
marcas antrópicas sobre distintos restos de Klasies Rives
ras destinadas a la extracción de la médula. En Francia
Mouth (Deacon y Geleijnse, 1988). Es oportuno llamar la
se han señalado restos con marcas de este tipo en los
atención aquí sobre la diferencia de criterio seguido por
yacimientos de Les Pradélles-Marillac y el Abri Moula-
algunos investigadores a la hora de interpretar marcas
Guercy (Defleur, 1995; Garralda et al., 2005), los dos con
similares asociadas a restos de neandertales. Lo que en
estrías y fracturas, mientras que en la Chaise, Combe
el yacimiento sudafricano constituye una prueba inequí-
20
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-22]
voca del comportamiento moderno, asociado al ritual
Aunque la base documental del Pleistoceno inferior y
funerario, no pasa de ser una actividad funeraria despro-
medio ha ido aumentando en los últimos años, la inter-
vista de significación ritual en el caso de los neanderta-
pretación, al igual que para los neandertales, sigue sien-
les. Todo ello como consecuencia del punto de partida
do difícil en la mayoría de los casos. Y si bien la explica-
con el que se afronta el estudio de estos últimos.
ción más sencilla parece la de la antropofagia, no es
Al hacer un balance de lo expuesto hasta ahora del
conjunto de evidencias disponibles vinculadas a los
posible descartar que pudieran haberse dado prácticas
funerarias más complejas.
neandertales, y a la vista de las limitaciones existentes en
Es imposible omitir aquí, al referirnos a estas fechas
la documentación arqueológica, la falta en muchos res-
y a estas cuestiones, la interpretación misma del con-
tos de estudios tafonómicos adecuados y la dificultad, en
junto de restos óseos recuperados en la Sima de los
sí misma, de interpretación de las prácticas funerarias, tal
Huesos de Atapuerca. Considerados como el producto
y como Garralda (2008) ha señalado recientemente, bien
de una práctica funeraria consistente en arrojar los cuer-
puede decirse que la información disponible sólo permi-
pos a la cavidad (Carbonell et al., 2003; Carbonell y
te hablar de manipulaciones perimortem, sin que por el
Mosquera, 2006), la formación de este importante
momento sea posible descartar o afirmar ninguna de las
depósito de restos de Homo heidelbergensis constitu-
hipótesis formuladas con respecto a su origen (antropo-
ye uno de los temas de debate más habituales en los
fagia, canibalismo ritual, o tratamiento ritual o simbólico
recientes años y uno de los puntos angulares de su pro-
de los restos). En todo caso, el enterramiento en dos
pia interpretación (Bocquet-Appel y Arsuaga, 1999;
fases resulta más difícil de argumentar para este periodo
Aguirre, 2008).
(Le Mort, 2003).
Con anterioridad a los neandertales, además del caso
Los enterramientos neandertales
ya citado del nivel TD6 de la Gran Dolina de Atapuerca,
Un tema aparte lo constituyen los enterramientos de
fechado en 0.78 millones de años, se han señalado tam-
los neandertales. Desde el descubrimiento de los pri-
bién marcas de manipulación antrópica en un cráneo de
meros restos fósiles, la investigación ha estado acom-
Sterkfontein, el Stw 53, datado en 2,4 millones de años
pañada de un debate sobre la interpretación de si
(Pickering et al, 2000); en el cráneo de Bodo, fechado en
alguno de los esqueletos más completos encontrados
el Pleistoceno medio y en torno a 0.6 millones de años
podía ser interpretado como el resultado de enterra-
de antigüedad, que presenta marcas en diecisiete pun-
mientos o de la simple conservación casual de los hue-
tos distintos (White, 1986); y en Zhoukoudian, sobre el
sos en conexión anatómica. Los primeros hallazgos,
cráneo 5, confirmadas a partir de los restos encontrados
del siglo XIX a comienzos del siglo XX, con esqueletos
en las excavaciones posteriores a Weidenreich (Boaz y
relativamente completos como los de Feldhofer
Ciochon, 2004).
(Neanderthal), Spy o la Chapelle-aux-Saints rápida-
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
21
[page-n-23]
mente fueron desechados como enterramientos como
seguidamente veremos, la limitada extensión geográfica
consecuencia del rudimentario psiquismo que se atri-
de los enterramientos, pues lejos de documentarse a lo
buyó a estas poblaciones (Boule, 1911) o a la fuerte
largo del amplio territorio ocupado por los neandertales,
posición anticlerical de alguno de los prehistoriadores
estos se concentran fundamentalmente en dos zonas
más influyentes de la época, totalmente contrarios a la
bastante reducidas: en la región francesa de Aquitania y
idea de una incipiente religiosidad en el Paleolítico
en una pequeña franja de Oriente Próximo, entre el
(Mortillet, 1883).
Monte Carmelo y el Mar de Galilea. Por fuera de estas
En los últimos decenios el debate ha estado centrado
dos zonas se localizan otros yacimientos que han propor-
en las implicaciones cognitivas de las prácticas funerarias
cionado enterramientos, pero se trata de lugares relativa-
y la idea, defendida por un importante número de inves-
mente separados.
tigadores, de que la cognición moderna, capaz de la
El inventario es corto y en varias zonas ricas en yaci-
expresión simbólica, el lenguaje y la creación artística,
mientos y restos del Paleolítico medio no se ha descu-
surgió sólo con la aparición de la humanidad moderna
bierto hasta la fecha ningún enterramiento. Así, en
(Binford, 1989; Mellars, 1996). Esta corriente de investi-
Francia, con independencia de las reticencias mostradas
gación ha generado una posición muy crítica sobre la
por una parte de la investigación, se aceptan como evi-
existencia de enterramientos neandertales, admitiendo
dencias de enterramientos los individuos 1 al 6 y 8 del
tan sólo en algunos casos la existencia de enterramien-
Abri de la Ferrassie; Los individuos 1 y 2 del Abri de Le
tos desvinculados de rituales funerarios, esto es, indicati-
Moustier; el individuo, bien conocido, de La Chapelle-
vos de la existencia de relaciones afectivas, pero sin que
aux-Saints; un individuo de Le Regourdou y otro de Roc
impliquen un pensamiento simbólico: sin ajuares u ofren-
de Marsal. Una parte de la investigación considera tam-
das distintas de los objetos de uso cotidiano (Chase y
bién que el individuo de Saint-Cesaire, aunque incom-
Dibble, 1987).
pleto por causas de orden postdeposicional, y el indivi-
Con una posición incluso más radical, otros autores
duo H5 de la Quina podrían incluirse en esta relación.
han negado la existencia misma de enterramientos antes
En Alemania está el conocido hallazgo de Feldhofer,
de la aparición de la moderna humanidad, criticando los
que constituye el espécimen tipo de Neandertal; en
criterios esgrimidos para su identificación (Gargett, 1989
Bélgica los dos individuos hallados en la Grotte de La
y 1999).
Breche-at-Roche de Spy; en Ukrania los dos individuos
Favorece, en parte, esta posición el hecho de que la
de Kiik-Koba; en Rusia el individuo 1 de Mezmaiskaya;
mayor parte de los enterramientos neandertales fueran
en Siria los dos esqueletos infantiles de Dederiyeh; en
excavados en fechas tempranas, con métodos muy dis-
Israel los individuos 1 y 2 de Kebara, los individuos 1 y
tintos de los actuales y dieran lugar a una documenta-
7 de Amud y el individuo C1 de Mugharet et-Tabun; en
ción escasa. También propicia esta discusión, como
Irak los individuos 1, 3, 4, 6 y 7 del conocido yacimien-
22
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-24]
to de Shanidar; y en Uzbekistán, el individuo 1 de
Teshik-Tash (Maureille y Tillier, 2008).
Un breve repaso a las fechas de descubrimiento de
estos restos explica parte de las deficiencias de docu-
Como se indicaba con anterioridad, los vacíos geográficos con ausencia de enterramientos bien documentados resultan numerosos y llamativos con relación a la
amplia zona de expansión de los neandertales.
mentación que han acompañado a la polémica de su
identificación como enterramientos, sobre todo en lo
El registro fósil neandertal de la Península Ibérica
que se refiere a Europa. La mayor parte de los restos de
El caso de la Península Ibérica resulta significativo de lo
esta zona fueron descubiertos entre los años 1856 y
que se acaba de indicar. Del amplio inventario de yaci-
1926, habiéndose excavado ya en fechas más recientes
mientos que han proporcionado restos fósiles de nean-
los restos de Regourdou (1957), Roc-de Marsal (1961),
dertales, hoy día no puede establecerse con seguridad la
Saint-Cesaire (1979), la Ferrassie 8 (1973) y Mezmais-
existencia de ningún enterramiento. En conjunto, se dis-
kaya (1993).
pone de restos de neandertales de un total de 25 yaci-
En Asia el panorama es algo diferente. Aunque los
mientos, en varios de ellos con restos que remiten a más
primeros hallazgos remontan a la primera mitad del
de un individuo. Los casos más significativos, por el
siglo XX (la sepultura de Tabun en el año 1932 y la de
número mínimo de individuos y por la documentación de
Teshik-Tash en 1938), la mayoría se concentra en la
partes esqueléticas craneales y postcraneales, son la
segunda mitad del siglo XX, con la más temprana docu-
Cueva de El Sidrón en Asturias (Rosas et al., 2006) y la
mentación de los individuos de Shanidar (entre 1953 y
Sima de las Palomas en Murcia (Walker et al., 2009).
1960), Amud (1961) y Kebara 1 (1965), y la más recien-
En la Cueva de El Sidrón el número de hallazgos
te de Kebara 2 (1983), Amud 7 (1992) y Dederiyeh
sobrepasa los 1.400 restos, con una elevada fracturación
(1993 y 1998).
de los huesos, debida a razones de orden postdeposi-
Dos hechos destacan, además de la concentración de
cional y de orden antrópico. En este último caso, asocia-
hallazgos en dos zonas geográficas relativamente reduci-
das a marcas de carnicería que parecen indicar la exis-
das. En primer lugar, la concentración de enterramientos
tencia de prácticas de canibalismo. Los huesos parecen
en dos yacimientos (La Ferrassie y Shanidar), con siete y
corresponder a un mínimo de ocho individuos (un infan-
cinco individuos respectivamente; y en segundo término,
til, un juvenil, dos adolescentes y cuatro adultos jóve-
la buena representación de los individuos infantiles,
nes). El hecho de que se encuentren en posición secun-
algunos asociados a enterramientos bien conservados.
daria genera un conjunto en general escasamente arti-
Sin embargo, la mayor parte de los enterramientos
culado, muy distinto del que sería necesario para definir
conservan sólo parte del esqueleto, con pérdidas que
prácticas funerarias. No obstante, se individualizan algu-
parecen debidas a diversas razones de orden post-
nas partes esqueléticas en posición articulada que inci-
deposicional.
tan a pensar en un rápido cubrimiento de los cadáveres
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
23
[page-n-25]
por la sedimentación o por su enterramiento voluntario.
mínimo de 9 individuos (Barroso et al., 2006); la Cova
Esta circunstancia contrasta con las marcas encontradas
Negra de Valencia, con un número mínimo de 7 indivi-
en los huesos largos y craneales, lo que obliga a la pru-
duos (Arsuaga et al., 2006); y la Cueva de los Moros en
dencia a la hora de valorar el conjunto. La publicación
Huesca, con seis restos y, al menos tres individuos: un
detallada de las excavaciones en curso seguramente
primer premolar de un individuo juvenil, dos molares
permitirá precisar más estas cuestiones. La datación
adscritos a individuos adultos, probablemente de sexo
directa de algunos restos proporciona una edad media
distinto, una clavícula derecha atribuida a un adulto
de unos 43.000 años.
femenino, y una falange y un metatarso, ambos tam-
Las excavaciones en la Sima de la Paloma también se
encuentran en curso, por lo que los datos que vamos a
bién atribuidos a un adulto femenino (Lorenzo y
Montes, 2001).
manejar son provisionales, pero resultan significativos de
Con todo, resultan dominantes, al igual que en otras
la importancia del yacimiento para el conocimiento de
zonas de Europa, los yacimientos que han proporciona-
los neandertales ibéricos. Se han documentado restos
do uno o pocos restos óseos, en muchas ocasiones frag-
óseos de los neandertales en dos unidades sedimenta-
mentos craneales, mandibulares y piezas dentales. Entre
rias del área de excavación superior: el superior, con
estos últimos destacan, por la importancia de los hallaz-
numerosos huesos fragmentados y dientes, fechado en
gos, los cráneos incompletos de Devil’s Tower y Forbes’
torno a unos 34.500 años, y el inferior, con esqueletos
Quarry (Garralda, 2005/2006), de Gibraltar, el parietal de
articulados de, al menos, cuatro individuos, en este caso
Bolomor recientemente dado a conocer (Sarrión, 2006) y
fechados entre 50.000 y 60.000 años. A la espera de la
las mandíbulas de Banyoles (Maroto, 1993) y Valdegoba
continuación de los trabajos de campo y la conclusión de
(Quam et al., 2001).
la investigación, no es posible precisar las razones de la
Sólo los hallazgos de Gibraltar, Banyoles y el parie-
conservación articulada de los cuerpos, pero el conjunto
tal recuperado por Viñes en Cova Negra remontan a
resulta uno de los más numerosos de la Península Ibérica
finales del siglo XIX o al primer tercio del XX. El resto
y, por sus características, de especial interés en relación
de los yacimientos fueron excavados a partir de los
con el tema que nos ocupa.
años cincuenta del siglo pasado, y numerosos ejem-
Ya con un menor número de restos, deben citarse
plares han sido hallados en excavaciones en curso o
también la Cueva de la Carihuela en Granada, con dos
realizadas en los últimos decenios de esa centuria.
fragmentos de parietales de adulto (Carihuela 1 y 2), un
Por tanto, la ausencia de documentación sobre prácti-
frontal incompleto infantil (Carihuela 3) y la dentición
cas funerarias no puede atribuirse, en principio, a la
de un inmaduro de unos 7 años (Carihuela 7) (Garralda,
metodología de excavación, aunque es cierto que en
2005/2006); el Boquete de Zafarraya en Granada, con
muchos casos no se ha realizado un estudio tafonómi-
un conjunto de once huesos que remiten a un número
co detenido de los restos orientado al establecimien-
24
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-26]
to de si existen o no marcas capaces de informar
sobre el origen antrópico o animal de los restos, la
existencia de marcas de manipulación, o precisar las
características del proceso deposicional y postdeposicional.
Uno de los pocos ejemplos en los que la información
sobrepasa la mera descripción de la unidad sedimentaria
en la que los restos se localizaron la constituye el cráneo
de Devil’s Tower, y resulta significativo de una pauta
ampliamente documentada en numerosos yacimientos
europeos: los restos del cráneo infantil fueron hallados
en distintas zonas de la superficie, a distancias superiores
de los 5 metros (Garrod et al., 1928).
Algunas notas sobre los restos óseos neandertales de
las tierras valencianas
En el ámbito valenciano, en el que centraremos la
Figura 1. Cova Negra. Planta con indicación del número de restos de neandertales localizados en las campañas de los años cincuenta del s. xx.
atención para concluir, el número de yacimientos que
han proporcionado restos de neandertales es relativa-
la Cova Negra (Xàtiva, València) (un parietal derecho
mente elevado. De norte a sur contamos con los hallaz-
de un individuo adulto, bastante bien conservado, otro
gos del Tossal de la Font (Vilafames, Castelló) (un frag-
parietal derecho de un individuo inmaduro, un frag-
mento de coxal y un húmero) (Arsuaga y Bermúdez de
mento mandibular derecho infantil, que incluye un
Castro, 1984), la Cova del Bolomor (Tavernes de la
molar deciduo, un incisivo central superior derecho de
Valldigna, València) (un molar inferior izquierdo, un
un individuo adulto joven, varios fragmentos craneales
segundo molar deciduo superior derecho, un canino
de parietales y un occipital, todos de individuos infan-
inferior izquierdo, un canino superior izquierdo, un
tiles y un radio, dos metatarsos, dos fémures, uno frag-
fragmento de parietal, un parietal bastante completo y
mentado, un peroné y un fragmento de occipital, toda-
un fragmento de peroné) (Arsuaga et al., 2006;
vía inédito; también todos de individuos inmaduros)
Fernández, 2007; Sarrión, 2006), la Cova Foradada
(Arsuaga et al., 2006), y el Abric de El Salt (Alcoi,
(Oliva, València) (un fragmento de parietal infantil y
Alacant) (un fragmento de incisivo, un premolar supe-
otros restos craneales, incluyendo un fragmento de
rior derecho fracturado, un premolar superior derecho,
maxilar, de un individuo adulto) (Campillo et al., 2002),
y dos molares superiores derechos, primero y segundo,
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
25
[page-n-27]
del relleno, abarcando los estadios isotópicos 3, 4 y, tal
vez, 5a (Fig. 1 y 2). De las excavaciones realizadas por
G. Viñes en los años veinte proviene el parietal derecho de un adulto, mientras que de las de F. Jordá, en
los años cuarenta y cincuenta, provienen el fragmento
mandibular y el incisivo. Los restantes huesos fueron
localizados en los fondos del Museu de Prehistòria de
Valencia y en las excavaciones de los años ochenta.
Estos últimos, por desgracia, en las tierras revueltas
desprendidas de los cortes de los sectores excavados
en etapas anteriores.
Siendo abundantes en los yacimientos del Paleolítico
medio los restos de individuos infantiles, no siempre asociados a enterramientos, la presencia en Cova Negra de
varios restos craneales y post-craneales que podrían
corresponder a dos individuos infantiles (Fig. 3 y 4) genera una cierta duda sobre las condiciones de su situación
original en el yacimiento, teniendo en cuenta que ninguFigura 2. Propuesta de ordenación secuencial de los restos neandertales.
La falta de indicación estratigráficas obliga a una aproximación que tiene
en cuenta la profundidad y su comparación con la secuencia obtenida en
las excavaciones de los años ochenta del s. xx.
no de los restos encontrados en las excavaciones de los
años cuarenta fue identificado en el proceso de excavación.
En un yacimiento en el que las ocupaciones de los
todos posiblemente del mismo individuo, un adulto
neandertales alternan con las de numerosos carnívoros
joven) (Garralda, 2005-2006).
que utilizaron la cavidad como guarida o cubil de cría
Nos detendremos algo más en el comentario de la
(Villaverde et al., 1997), no resulta sencillo explicar la
Cova Negra de Xàtiva, por el elevado número mínimo de
conservación de restos infantiles de tan notable fragili-
individuos, la presencia de varios infantiles y el hecho de
dad de no haber estado protegidos por el sedimento. En
que una buena parte de los restos publicados en recien-
este orden de cosas, es bien sabido que uno de los argu-
tes trabajos pasaran desapercibidos en el proceso de
mentos más reiterados a la hora de resolver la polémica
excavación.
suscitada por la existencia o no de enterramientos nean-
La mayor parte de los restos se localizaron en el ter-
dertales ha sido considerar la dificultad de que un núme-
cio sur de la cavidad y corresponden a diversas fases
ro relativamente importante de esqueletos de individuos
26
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-28]
Figura 3. Cova Negra. Distintos restos craneales infantiles.
inmaduros o neonatos se hubiese podido conservar sin la
tal infantil izquierdo presenta dos depresiones en su
existencia de la protección de sus cuerpos, mediante su
cara externa que parecen producidas, considerando sus
sepultura, apartándolos así de la acción de los carnívoros
diámetros y la distancia de separación, por un carnívo-
y carroñeros.
ro de pequeño tamaño que bien puede tratarse de un
La conservación de los huesos de estas dos asociacio-
tejón. Las improntas de los caninos sólo se manifiestan
nes de individuos infantiles de Cova Negra resulta, por
en la cara externa y resultan coherentes con la idea de
tanto, altamente improbable de haber quedado los hue-
que el animal pudo acceder al hueso cuando éste esta-
sos simplemente depositados a la intemperie. Además,
ba enterrado.
ninguno de los pequeños huesos de las extremidades de
Estos datos indican que las circunstancias postdepo-
estas dos asociaciones a las que nos estamos refiriendo
sicionales pudieron ser muy complejas en un yacimiento
presenta marcas de carnívoros en sus superficies, ni mar-
como Cova Negra y que en determinadas zonas, si es
cas antrópicas de descarnado que pudieran sugerir cani-
que se practicaron enterramientos, estos pudieron verse
balismo alimentario o ritual.
alterados no sólo por la acción antrópica, caracterizada
Del amplio conjunto de restos craneales recupera-
por ocupaciones reiteradas que dieron lugar a verdade-
dos en las tierras revueltas, sólo un fragmento de parie-
ros palimpsestos arqueológicos, sino por la acción espo-
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
27
[page-n-29]
Figura 4. Cova Negra. Restos postcraneales infantiles: radio, fémur, peroné y metatarso.
rádica de algún carnívoro excavador. Desgraciadamente,
la falta de documentación de la situación de los restos
durante las excavaciones impide avanzar en la resolución
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[page-n-32]
De la práctica de enterrar a sus muertos ha sido común
deducir que las sociedades prehistóricas habían desarrollado creencias sobrenaturales. Por ello, los objetos asociados eran apreciados como las ‘ofrendas’ necesarias
para un tránsito diverso, en su duración y también en las
verificaciones a superar. Desde una perspectiva más analítica, cuando estas prácticas alcanzan una formalización
arqueológica se sitúan en una posición sustantiva en la
jerarquía de las capacidades que pueden ser utilizadas
UNO DE LOS NUESTROS.
NOTAS PARA UNA ARQUEOLOGÍA DE LAS PRÁCTICAS FUNERARIAS
DE LOS CAZADORES PREHISTÓRICOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
J. EMILI AURA TORTOSA
Universitat de València
para argumentar qué es lo que nos hace humanos: desde
la socialización técnica al lenguaje, para recorrer desde
aquí las complejas vías que desembocan en la construcción de la simbolización colectiva (Leroi-Gourhan, 1965).
La Arqueología paleolítica ha centrado su investigación en la expresión material de estas capacidades: por
un lado el Arte paleolítico y el adorno personal, por otro,
las prácticas funerarias. Sobre la primera agrupación existe una numerosa documentación en este extremo de
Europa que está permitiendo investigar la cartografía del
adorno (Álvarez, 2006), los sistemas compartidos de
representación, la historia de los intercambios entre grupos distantes (Sauvet et al., 2008), sin olvidar los lazos
técnicos entre la cadena de sociedades que los sustentaron (Tiffagom, 2006); sobre su significado, se puede
seguir discutiendo. En lo que se refiere a la segunda de
UNO DE LOS NUESTROS
31
[page-n-33]
las categorías, la escasez de enterramientos paleolíticos-
social británica valoró las prácticas funerarias como una
epipaleolíticos en la Península ibérica es tan significativa
expresión ritual que requería ser analizada desde la pers-
como su explosión final, asociada a los últimos cazadores
pectiva de su función social (Radcliffe-Brown, 1945). Un
prehistóricos (Arias y Álvarez, 2004).
planteamiento también orgánico había desarrollado la
Este planteamiento presenta los códigos gráficos, los
Arqueología soviética desde los años treinta del siglo XX,
sistemas de representación –incluyendo también los atri-
considerando que las costumbres funerarias reflejaban los
buidos a las identidades individuales y grupales– y las
rasgos básicos de la estructura social y prestando una
prácticas funerarias como partes solidarias de la simboliza-
especial atención a la identificación de la familia nuclear
ción social, aunque la valoración de cada uno de estos ele-
patriarcal como unidad social básica (Alekshin, 1983).
mentos ha sido muy desigual a lo largo del tiempo.
A pesar del optimismo de algunos arqueólogos a la
Cuando M. Sanz de Sautuola planteó que el yacimiento
hora de utilizar la analogía etnográfica en la interpreta-
arqueológico de Altamira debía ser relacionado con las
ción de las prácticas funerarias, lo cierto es que los ejem-
figuras pintadas y grabadas de sus paredes, ya habían sido
plos aportados por Ucko (1969) destacan la diversidad y
referenciados los restos humanos paleolíticos aparecidos
complejidad de los comportamientos rituales en relación
en La Madeleine o Le Placard. Sin embargo, la común
con su expresión material. Así, la multiplicidad de accio-
capacidad de simbolización implícita en estas acciones no
nes que la Etnografía documenta durante su ejecución,
fue relacionada y así Cartailhac (1886) incluye en Les Âges
los contextos y tiempos singulares en los que se llevan a
Préhistoriques de l’Espagne et du Portugal una figura de
cabo o la variabilidad simbólica atribuida –respecto al
un cementerio mesolítico pero silencia el Arte paleolítico
difunto, a los ancestros o entre los vivos– no permiten
de Altamira, posiblemente por otros motivos ya conocidos
una relación mecánica con un registro arqueológico que
tal y como le reprochó Vilanova (Fig. 1).
en la mayor parte de las ocasiones es estudiado a la bús-
A principios del siglo XX, el debate sobre el significa-
queda de desigualdades.
do de las prácticas funerarias en el pasado disponía de los
Un trabajo muy referenciado de Binford (1971) enlaza
datos suministrados por la Etnografía y la Historia. El aná-
con esta última afirmación, al plantear que la diversidad
lisis planteado por la escuela sociológica francesa, con
de prácticas funerarias que la Antropología documenta
Durkheim y Mauss a la cabeza, sobre el culto a los ante-
no deben ser entendidas en términos puramente con-
pasados, no tuvo gran trascendencia ni en la metodolo-
ductuales sino en relación con la variabilidad formal y
gía ni en la interpretación arqueológicas, pero su influen-
organizativa de los sistemas sociales. La forma y estruc-
cia sí puede rastrearse en la importancia atribuida a la
tura de estas prácticas están condicionadas por el grado
simbolización colectiva (cf Bartel, 1982; Delgado, 1996),
de complejidad y características de la sociedad misma,
con una clara repercusión en la historiografía post-breui-
planteando que existe una correlación estrecha entre la
liana del Arte paleolítico. Por su parte, la Antropología
complejidad subsistencial y social.
32
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-34]
Figura 1. Dispersión de restos humanos en el conchero de Cabeço da Arruda (Cartailhac,1886).
En los últimos años, se aprecia una perspectiva más
tical de los últimos cazadores, asumiendo que ritual y
etnosociológica que socioeconómica en el estudio de
ajuar funerarios reflejan tanto el estatus como la sociedad
estas cuestiones. En el fondo, lo que se está investigan-
(Clark y Neeley, 1987). Más recientemente, se han desta-
do a través de la desigual complejidad y riqueza que
cado los cambios en la consideración social de los indivi-
muestran las prácticas funerarias del Paleo-Epipaleolítico
duos infantiles y los grupos de edad (Vanhaeren y d’Errico,
y Mesolítico es la construcción de identidades mediante
2001; Zilhão, 2005), el sentido de los enterramientos múl-
la simbolización y su diversa expresión material en lo que
tiples, la identificación de individuos con graves patologí-
convenimos en llamar como culturas.
as (Formicola, 2007), la difícil evaluación de las lesiones
Algunas líneas abiertas pueden ejemplificar unos obje-
osteológicas como prueba de la violencia entre individuos
tivos que, en general, están condicionados por la escasa
y grupos (Jackes, 2004) o la paleodemografía de los últi-
información disponible sobre muchos de los ajuares fune-
mos cazadores (Jackes y Meiklejohn, 2008).
rarios, recuperados en excavaciones realizadas hace décadas. En primer lugar, los adornos han sido utilizados como
El hombre que surgió del frío
un índice de diferenciación étnica, como un marcador
A finales de 1998 se excavó un enterramiento infantil en la
grupal, al tratarse de objetos sin correlación directa con la
Extremadura portuguesa (Zilhão y Trinkaus, 2002). Las pre-
edad o el sexo de los difuntos (Newell et al., 1990; d’Errico
guntas abiertas a partir de su estudio siguen siendo nume-
y Vanhaeren, 2000); una orientación cercana al concepto
rosas, pero en este texto interesa destacar que el niño de
de territorios sociales de J.G. Clark (1975), aunque cons-
Lagar Velho es el enterramiento humano más antiguo des-
truida en este caso con elementos más tecnoeconómicos
crito hasta ahora en la Península Ibérica (25-24500 años
que simbólicos. Otros autores han profundizado en el aná-
BP), que haya sido excavado con una metodología moder-
lisis de las formas de diferenciación social horizontal y ver-
na. Esta circunstancia permite conocer que tanto la prepa-
UNO DE LOS NUESTROS
33
[page-n-35]
Figura 2. Enterramiento infantil de Lagar Velho.
ración del sitio, la colocación del cuerpo, la disposición de
En el inventario elaborado para este texto, se han
‘ofrendas’ (carbón en el fondo de la fosa y partes anatómi-
recogido algunos datos básicos de cada enterramiento
cas de ciervo y conejo), su posición extendida y cubierto
referidos a la fase arqueológica con la que se asocia, la
de piedras, con una nítida huella de polvo de ocre rojo
edad, el sexo, los elementos de preparación, cubrición y
coincidiendo con el perímetro del vestido y con unos sen-
disposición del cuerpo, así como las grandes categorías
cillos adornos (2 gasterópodos marinos y 4 caninos atrofia-
de las posibles ‘ofrendas’: presencia de carbón y hoga-
dos de ciervo, perforados), constituyen la expresión mate-
res, restos de fauna, artefactos líticos y óseos, ocre y
rial de unas prácticas funerarias no documentadas con
adornos; en el listado se incluye también, cuando ha sido
anterioridad en Iberia (Fig. 2). Al mismo tiempo, ritual y
posible, el año de su descubrimiento (Tablas 1-2). De los
ajuar permiten trazar vínculos con otros enterramientos del
3 sitios, sólo Lagar Velho aporta datos significativos, ya
Gravetiense europeo, aportando datos sobre las prácticas
que en Parpalló no se reconocieron (Pericot, 1942) y
funerarias de la primera mitad del Paleolítico superior
sobre Cova Fosca sólo se han publicado datos prelimina-
(Zilhão y Trinkaus, 2002; Zilhão, 2005).
res (Olària, 2002-03). En cuanto a los casos cuestionados,
De la lectura crítica de la documentación disponible en
o no han tenido una contrastación posterior o se han
la Península ibérica podría concluirse que su número es
planteado suficientes reservas como para incluirlos en
reducido en comparación con lo ocurrido en Francia, Italia
esta sección (González Morales, 1997, entre otros).
o Europa centro-oriental (Binant, 1991; Riel-Salvatore y
Como descartados se incluyen aquellos enterramientos
Clark, 2001; Mussi, 2001; Zilhão, 2005). Si descontamos
que han proporcionado resultados radiocarbónicos de la
los enterramientos cuestionados y descartados, el resulta-
Prehistoria reciente (Nerja-1 y cráneos de Urtiaga).
do es que en 3 yacimientos existen datos razonables
En general, la mayor parte de los restos ‘sueltos’
sobre otros tantos enterramientos, mientras que en más
inventariados como paleolíticos-epipaleolíticos pertene-
de 20 sitios se han descrito restos humanos ‘sueltos’,
cen al cráneo y mandíbula, mientras que los huesos lar-
tanto craneales como postcraneales; en definitiva, existe
gos están menos representados. En dos casos se ha des-
una documentación muy desigual.
crito algún tratamiento intencional en la disposición de
34
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-36]
Epipaleolítico
Año
UA1
Sexo2
Edad
Base
Los Azules
1976
Az
M
Adulto
Fosa
Nerja T-13
1982
EM
F
18-20
Fosa?
Cuestionados
La Paloma-2 1914
Az
Descartados
Roc del
1981-82 Mediev.
Migdia
Paleolítico
Superior
Parpalló-1
1930
S
Lagar Velho
1998
2005
P
H?
Asta,
cráneo,
Meles
Decúbito
lat. dcho.
Ind.
Ind.
Gasteró- Dientes
Macro5
Ocre
Otros
Lítica
Ósea
podos perfor.
·
C
·
·
·
Modiolus
·
F
F
17-18
P
H
5
G
Fosa
P
Extendido,
supino
C
P
MSFEM
1948
Cantos- Extendido,
Lajas
supino
Fauna
>10
G
Cova Fosca
Cubrición3 Posición Fuego4
Extendido,
supino
H
Depósito
2º
Pelvis
Cervus,
1 conejo
Capra
pyrenaica, astas
C
Vestido
2
4 Cervus
Littorinas
Cráneos
Malladetes
Cova Beneito
1980-90
1
S
Cova Beneito
1980-90
2
Infantil
Hornacina Bloque
S
·
L con ocre
Adulto-joven
Depósito
2º
·
Pe
·
1
bivalvo
L con ocre
F
Depósito
2º
·
Pe
·
1
bivalvo
Cuestionados
Abric Romaní 1909-11
A?
Reclau Viver 1940-49
G
Coveta
Nord
Desaparecido
Nassas, (Felinos
etc. + Cervus)
Desaparecido
Nerja V-2
1963
S?
F
Adulto
1963
S?
F?
Adulto
¿fosa?-VIII
Nerja V-4
1963
S?
Infantil
¿fosa?-VIII
Morín-I
1968-69
A
Extendido,
supino
Extendido,
supino
Fetal
¿fosa?-IX
Nerja V-3
Pseudomorfo
Morín-II
1968-69
A
Morín-III 1968-69
A
Morín-IV 1968-69
A
Descartados
Nerja V-1
1963 Neolít.
Urtiaga B1
1936 Bronce
Urtiaga A1
1936 Bronce
Urtiaga B2
1936 Bronce
·
Lat. izqdo,
flexionado
H
1 cervido
juvenil +
vert
·
Pseudomorfo
M
M
M
F
Adulto
Adulto
Viejo
Adulto
¿fosa?-VIII
P
·
C
Iberus sp
Tabla 1. Listado de los enterramientos del Paleolítico superior y Epipaleolítico de la Península ibérica. 1: Auriñaciense (= A), Gravetiense (= G), S (=
Solutrense), Magdaleniense (= M), Epipaleolítico (= EM) y Aziliense (= Az). 2: Masculino (= M), Femenino (= F). 3: Piedras (= P), Losa (= L). 4: Hogar (=H),
Carbon (= C). 5: Canto (= C), Percutor (= Pe).
los restos, tratándose en ambos de fragmentos cranea-
pared y una gran piedra encajada con restos de ocre,
les. En Malladetes se anotó en los diarios que el occipi-
asociados a dos núcleos, un percutor, una bola de ocre y
tal fue depositado en una hornacina de la pared del abri-
una concha de bivalvo perforada (Iturbe et al., 1993: 73,
go, debajo de un bloque con carbones y restos óseos
Fig. 40). Con la excepción de estas referencias, los datos
(Arsuaga et al., 2002: 300). En Cova Beneito se ha des-
sobre el contexto de la mayoría de los restos humanos
crito un enterramiento secundario de restos craneales
son genéricos, llegando a convertirse en una descripción
pertenecientes a dos individuos, dispuestos entre la
de lo evidente cuando no deriva en lo especulativo.
UNO DE LOS NUESTROS
35
[page-n-37]
Cantábrico
Año
UA1 Sexo2
Edad
Base3 Cubrición
Braña-Arintero-1
2006
M
Braña-Arintero-2
2006
Aizpea
J3
1991
2001
Posición
Fuego4
M
30-35
Suelo
Decúbito
lateral izqdo.
M
M
40
Agrupado
MG
M
F
M
30
30-40
El Truchiro
2000-02 As
F?
Los Canes I
1980-90 M
M
Vieja
Fosa
Los Canes II
1980-90 M
F
Joven
Fosa
M
Adulto
Ind.
Ind.
Malaco- Dientes
Macro5
Ocre
Lítica
Ósea
fauna6 perfor.
C
Suelo
C
Piedras
Fauna
Otros7
24
Cervus
·
Lat. flexion.
Lat. flexion.
Extendido
Lat. flexion.
Cerastoderma
Cepaea
3 Cervus
nemoralis
·
Cervus:
escápula
Capra pyrenaica: frontales
C
61 Trivia,
Callista
3
1 Cervus
chione
Littorina
·
Los Canes II (pie) 1980-90 M
Los Canes III-a
1980-90 M
Los Canes III-b
1980-90 M
Tio Bustillo XI
Colomba
Molino de Gasparín
Probables
Cuartamentero
Poza l’Egüa
Balmorí
Mazaculos
Mediterráneo
Niño
2001
2001
1926
M
As
As
+
_1970
2000
1916
1977
As
As
As
As
M
M
M
2002
MG
M
25-35
C. Mas Nou-2
C. Mas Nou-3
C. Mas Nou-4
C. Mas Nou-5
C. Mas Nou-6
El Collao-I
El Collao-II
El Collao-III
El Collao-IV
El Collao-V
2002
2002
2002
2002
2002
1987-89
1987-89
1987-89
1987-89
1987-89
MG
MG
MG
MG
MG
M
M
M
M
M
F
F
F
M
M
F
20-25
5a6
4a6
3a4
Perinatal
>18
>18
>18
>18
>18
Rupicapra,
Cervus, Sus
10
Adulto
C. Mas Nou-1
Tierra /
Flexionado
piedras
Tierra /
piedras
Suelo Ninguna Lat. flexion.
Fosa
M
Adulto
Fosa
Fosa
LosasMadera?
1987-89 M
M
>18
El Collao-VII
El Collao-VIII
1987-89 M
1987-89 M
F
M?
El Collao-IX
1987-89 M
M?
12 a 17
El Collao-X
1987-89 M
El Collao-XI
1987-89 M
M
>18
El Collao-XII
El Collao-XIII
El Collao-XIV
1987-89 M
1987-89 M
1987-89 M
M
M
M
41-60
18 a 22
41-45
El Collao-XV
1987-89 M
Fosa
EP
EP
EP
>18
15 a 18
2000
2000
2000
Perinatal
E-M
E-M
E-M
3 P As
60
El Collao-VI
Probables
Penya Comptador
Penya Comptador
Penya Comptador
Cervus: tibia
Túmulo
EP
Fosa
EP
EP
EP
EP
EP
Capra pyrenaica: astas
2º
2º
2º
2º
2º
Huesos agrup.
Flex. lat. izqdo.
Flex. lat. dcho.
Flexionado
Flex. lat. dcho.
Flex. lat. dcho.
Flex. lat. izqdo.
Restos=2º?
Restos craneales=2º?
12 a 17
Adulto
15
8a9
Losa
Extendido
·
·
·
?
?
?
?
?
·
Cervus elaphus: astas
·
1C
?
?
?
·
1C
?
Restos=21%
Vertical sobre
piedra
Flex. lat. dcho.
Flex. lat. izqdo.
Flex. lat. izqdo.
¿Cráneo
8770?
Agrupado
Restos
Restos
?
·
·
·
·
·
2C
·
?
·
·
Cardium
?
?
G.D.
G.D.
?
·
1 Col.
Tabla 2. Listado de los enterramientos del Mesolítico de las regiones cantábrica y mediterránea. 1: E-M (= Epipaleolítico - Mesolítico), Mesolítico (= M), MG
(= Mesolítico Geométrico) y As (= As). 2: Masculino (= M), Femenino (= F). 3: Entre Piedras (= EP). 4: Carbon (= C). 5: Canto (= C), Picos asturienses (= P As).
6: Columbella (= Col.). 7: Gast. dulceacuícolas (= G.D.).
36
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-38]
9 - 8500 BP
8.5 - 8000 BP
8 - 7500 BP
7.5 - 7000 BP
7 - 6500 BP
Atlántico
-
-
2 (1c)
9 (9c)
8 (8c)
1 (1c)
20
Cantábrico
1
2
-
3 (2cc)
5 (4cc)
3 (1cc)
14
cc
cc
cc
6.5 - 6000 BP
Mediterráneo
3 (1c - 1 )
1 (1c)
2 (2c)
1 (1 )
1 (1 )
-
8
Nº datas
4
3
4
13
14
4
42
Tabla 3. Ordenación por tramos de 500 años de las dataciones radiocarbónicas directas sobre restos humanos asociados a contextos mesolíticos. Entre
paréntesis se anota el número de datas obtenidas en cementerios al aire libre ( c), en cementerios en cueva ( cc) y sobre restos ‘sueltos’ (sin especificar).
Al final del Paleolítico superior, en torno a 11500 años
yacimientos se diagnostica la presencia de varios indivi-
BP, se atisba la combinación de viejos y nuevos rasgos
duos, incluyendo infantiles (Tabla 2). Es inviable especular
que más tarde serán característicos del Mesolítico. Esta
en términos generales si se trata de recogidas diacróni-
situación renueva argumentos sobre las raíces del
cas de restos para su agrupación –algún tipo de prácti-
Epipaleolítico que han sido descritas en diversos compo-
cas secundarias derivadas de amortizaciones–, o si tiene
nentes –desde los equipos materiales, al grafismo mobi-
una explicación de tipo catastrófico; lo cierto, es que
liar, el adorno o la economía (Fortea, 1973; Aura, 2001;
estos rasgos son más mesolíticos (Arias et al., 2009).
Aura et al., 2009)–. Entre los elementos de continuidad
se puede citar el hecho de que se trata también de ente-
Muerte entre las flores
rramientos en el interior de cuevas-abrigos, de carácter
Al breve pero riguroso enfriamiento que supuso el
individual y practicando una fosa que posteriormente es
Younger Dryas (ca. 11-10000 BP) le sucedió un más largo
recubierta con piedras o lajas, y tierra; sobre los ajuares
periodo templado y húmedo que permitió la expansión
se puede consultar lo resumido en las tablas. En este
de los bosques caducifolios y el rápido retranqueo de las
inventario se han considerado como epipaleolíticos los
marjales costeras por el ascenso del nivel de las aguas
enterramientos de Los Azules y Nerja-Torca, quedando
marinas. A medida que nos adentramos en el Holoceno,
como cuestionada la referencia de La Paloma-2 y como
los cazadores-recolectores-pescadores se convirtieron,
descartado el Roc del Migdia, al haber proporcionado
cada vez más, en los cazadores del bosque (Aura, 2001).
una medición radiométrica histórica (Tabla 1).
Años atrás, un inventario con perspectiva continental
Su menor número, en comparación con el Paleolítico
de los enterramientos del Mesolítico europeo situaba su
superior, es un dato relativo si tenemos en cuenta que la
número en algo más de 1600 (Grünberg, 2000). Los con-
duración temporal del Epipaleolítico se sitúa en algo más
cheros de Portugal –sitios al aire libre localizados en los
de 2000 años, respecto a los más de 20000 del Paleolítico
estuarios del Muge, Sado o Mira– concentran unos 400
superior; una ilustrativa cuantificación ya planteada a
individuos (Cunha et al., 2003) y en torno a 40 en el resto
escala europea por Clark y Neeley (1987). Otro rasgo que
de Iberia (cf. Arias et al., 2009 vs Tabla 2). Una compara-
establece diferencias con respecto al Paleolítico es el
ción del número de enterramientos paleolíticos y mesolí-
número de yacimientos que contienen restos humanos y
ticos indica que en unos pocos siglos se concentran diez
el número de individuos representados. La muestra es
veces más inhumaciones que las registradas durante mile-
reducida, pero indica algún cambio. Los restos post-cra-
nios; además, se reconocen ahora auténticos cemente-
neales están mejor representados y en dos de los tres
rios.
UNO DE LOS NUESTROS
37
[page-n-39]
criben enterramientos de un único individuo, excepto en
Los Canes (Arias y Pérez, 1999) y en el recientemente
publicado sitio de Braña-Arintero (Vidal et al., 2008) ya en
la vertiente sur de la cordillera. Esta situación es algo distinta en la región mediterránea, donde lo común es
encontrar pocos yacimientos pero con sucesivos enterramientos: El Collado (VV. AA., 2008), Cingle del Mas Nou
(Olària, 2002-03) y, con dudas, la Penya Comptador (Aura
et al., 2006). Restos ‘sueltos’ de varios individuos se han
Figura 3. El Collado, enterramiento VI. Según VV.AA., 2008.
recuperado en Tossal de la Roca (Cacho et al., 1995) y
Coves de Santa Maira (Aura et al., 2006).
La distribución temporal y regional de los enterramien-
El Collado d’Oliva es un cementerio al aire libre vin-
tos mesolíticos también permite un comentario. Hemos
culado a un conchero, muy similar a los descritos en
logrado componer, para toda Iberia, un listado de 57 data-
Portugal, en el que se recuperaron, al menos, 15 enterra-
ciones radiométricas obtenidas sobre muestras de restos
mientos con fechas directas sobre restos humanos entre
humanos paleo-epipaleolíticos (12 datas) y mesolíticos (45
8760 ± 100 y 7570 ± 120 años BP (VV. AA., 2008). Esta
datas); de éstas, 43 pueden ser consideradas como cohe-
duración del uso del cementerio es poco usual y también
rentes atendiendo a la muestra datada, su contexto, los
lo es su antigüedad, ya que lo común es encontrar sus
valores estadísticos y la evaluación de sus excavadores:
datas en los últimos 3 tramos de la tabla anterior, aunque
dos del Paleolítico final y el resto del Mesolítico. La mayo-
a estas fechas no se les ha realizado ningún tipo de
ría de estas fechas se agrupan a partir de 7500 años BP y
corrección, por el efecto reservorio, que cabe aplicar en
sus últimos siglos se solapan con la expansión de los pri-
el caso de dietas con un significativo aporte de origen
meros agricultores (Tabla 3). De hecho, los sitios portugue-
marino (Fig. 3). Sobre el Cingle del Mas Nou existe un
ses y cantábricos del tramo más reciente se pueden consi-
texto de su excavadora en este mismo volumen (cf.
derar contemporáneos del primer Neolítico peninsular
Olària) y sobre la Penya se está ultimando un trabajo; se
(Zilhão, 1993; Arias y Álvarez, 2004; Arias et al., 2009). En
trata de un sitio que conserva restos parciales de al
definitiva, una buena parte de las fechas de esta segunda
menos 3 individuos, según el estudio de M. Paz de
mitad está referida a enterramientos que forman parte de
Miguel (Aura et al., e.p.).
cementerios al aire libre, cuando el número de individuos
potencialmente datables se incrementa notablemente.
En ambas regiones la inhumación mayoritaria es
individual, sobre el suelo, en fosa o entre piedras
Dejando aparte lo sucedido en Portugal, es interesan-
(Tabla 2), aunque existe alguna doble (Los Canes,
te recalcar que en la mayoría de sitios cantábricos se des-
estructura III, (Fig. 4) y múltiple (Cingle del Mas Nou).
38
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-40]
Figura 4. Los Canes, enterramiento II.
También se han descrito posibles agrupaciones de res-
llevado a plantear la posibilidad de que pudo haber
tos y afecciones de antiguas tumbas por la práctica de
existido algún tipo de marcador que sirviera de referen-
nuevos enterramientos, caso de Los Canes, estructura
cia y memoria sobre la ubicación de la tumba. Al respec-
II (Arias y Pérez, 1999) o de algunas agrupaciones de
to se puede mencionar que el enterramiento Collado VI
pocos restos en El Collado –quizás los enterramientos
es el que conserva un mayor porcentaje de restos (75%)
I, VIII, IX y X–; la reapertura de la tumba en varios
y sobre las tierras y piedras que lo cubrían se ha descri-
momentos se ha argumentado para explicar el caso
to un lecho de astas de Cervus elaphus que recuerda lo
del Cingle del Mas Nou. También en las dos regiones
excavado en Téviec (Péquart et al., 1937) y lo referido en
se documentan enterramientos perinatales-infantiles
el Cingle, en este caso de Capra pyrenaica (Olària,
asociados a adultos, a diferencia de lo señalado para
2002-03).
Muge, donde estos individuos estaban segregados de
los adultos (Roche, 1988).
Algunas evidencias parecen sugerir algún tipo de
separación, temporal y espacial, entre áreas de hábitat y
Como acertadamente se ha señalado, contrasta la
enterramientos-cementerios aunque los datos son toda-
mejor conservación y articulación de los esqueletos ais-
vía escasos y variables. Otros contextos menos formali-
lados respecto de los sitios con múltiples inhumaciones,
zados abren la posibilidad de que existieran otras for-
donde frecuentemente aparecen individuos desarticula-
mas de tratamiento de los cadáveres (cf. Aura et al., este
dos e incompletos (Arias et al., 2009). Esta situación ha
volumen).
UNO DE LOS NUESTROS
39
[page-n-41]
Paleolítico superior - Epipaleolítico
ca. 34000 - 9000 años BP
Mesolítico
ca. 9000 - 6200 años BP
- PF individuales // pocos individuos
- PF individuales y múltiples // cuevas y cementerios
- pocos enterramientos // rituales definidos
- enterramientos asociados // rituales definidos y diversificados
- muchos restos 'sueltos' // no existe explicación tafonómica
- pocos restos 'sueltos' //
- enterramientos 'secundarios'
- agregación de difuntos, otros rituales
- visibilidad nula: cuevas
- mayor visibilidad: aire libre
¿'marcas' de referencia?
Nº enterramientos: 5
Nº enterramientos: ± 440
Tabla 4. Rasgos formales elementales de las prácticas funerarias (PF) de los cazadores prehistóricos de la Península ibérica.
Conclusiones tentativas sobre una Arqueología de los
posiciones sociales simbolizadas (Tainter, 1978); cabe
enterramientos
recordar que las reservas planteadas por Ucko (1969) sobre
«on aurait tort de penser que la dette, le don, le pouvoir et l'i-
la utilización arqueológica de datos etnográficos aún están
dentité, ou encore le voyage du mort vers l'au-delà sont les
vigentes (cf. Lemonnier, 2008). El segundo es su expresión
seules préocupations/actions collectives mises en gestes et
desigual a lo largo del tiempo, con grandes vacíos de
en matière lorsque survient un décès ou lorsqu'il s'agit de
información, junto a agrupaciones regionales destacadas:
composer avec les morts anciens. Au-delà des «rites de
los enterramientos del gravetiense oriental, del epigrave-
mort», ce ne sont alors ni le mort, ni les morts qui sont directement en jeu, mais la mort» (Lemonnier, 2008).
tiense italiano, del badeguliense-magdaleniense francés o
del mesolítico portugués. Esta fragmentación no impide
Plantear que las prácticas funerarias tienen una
dimensión social es razonable y existe una larga tradición
identificar elementos rituales y componentes materiales
comunes entre regiones distantes.
antropológica que considera que son reflejo de la estruc-
En la Península Ibérica, la escasez y discontinuidad de
tura de las sociedades en las que se produjeron, sean
las prácticas funerarias a lo largo del tiempo, así como las
extintas, históricas o prehistóricas. Dentro de esa tradi-
diferencias entre regiones son también aspectos ya seña-
ción, o al menos en una parte relevante de la misma, se
lados en los principales trabajos (Arias y Álvarez, 2004).
comparte el interés por ‘clasificar’ las sociedades en tipo-
Sin embargo, una simple comparación de rasgos ele-
logías sociales. El traslado de este procedimiento evolu-
mentales, a los que hemos unido anotaciones de carác-
cionista a las prácticas funerarias resulta una extensión
ter más bien intuitivo, permite apreciar pautas formales
lógica y la Arqueología ha usado la analogía etnográfica
propias para cada agrupación. La tabla 4 puede servir
como una hoja de ruta en la investigación de procesos
como una primera caracterización de lo conocido
sociales, las formas de expresión del estatus o la simbo-
arqueológicamente, aunque bien poco aporta al conoci-
lización colectiva.
miento de la estructura y de los principios de organiza-
En el caso de las prácticas funerarias de los cazadores
ción de los sistemas sociales prehistóricos (Tainter, 1978).
prehistóricos existen algunas cualidades de los datos que
Más allá de su desigual duración temporal y del creci-
casi merecen el rango de estructurales. El primero es que
miento demográfico que se asocia al Holoceno, la com-
su naturaleza arqueológica debería ser decisiva para elegir
paración sugiere cambios, posiblemente de diverso
aquellos datos más pertinentes para identificar las posibles
alcance:
40
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-42]
a) El binomio pocos enterramientos, siempre individuales, y un número importante de restos ‘sueltos’
caracteriza al Paleolítico superior-Epipaleolítico.
En ausencia de estudios tafonómicos, no se puede
asegurar que procedan de cadáveres simplemente abandonados o si han tenido algún tipo de tratamiento y
manipulación; sólo en el cráneo Beneito-1 se han descrito señales de cortes y raspados (Iturbe et al., 1993). Esto
convierte a las inhumaciones individuales, y el depósito
singular de algunos restos craneales, en las únicas prácticas funerarias conocidas entre ca. 34000 y 9000 años
BP. Estas prácticas tuvieron lugar en cuevas y abrigos,
ocupando posiciones protegidas: cerca de la pared
(Lagar Velho, Los Azules, Malladetes, Beneito) o de grandes losas (Parpalló). Elementos a destacar son que las
‘ofrendas’ vinculadas se componen de los mismos equipos técnicos, líticos y óseos que es usual encontrar en los
contextos funcionales de los mismos yacimientos. Otro
Figura 5. Caninos atrofiados de ciervo asociados al enterramiento Braña-2.
tanto ocurre con los objetos de adorno, mayoritariamente fabricados sobre malacofauna marina y dientes perfo-
permiten discutir si éstas reflejan rangos individuales o
rados, sin que se hayan descrito algunos de los objetos
simplemente habilidades, capacidades y posesiones de
en hueso y asta a los que se ha atribuido un mayor valor
unos pocos materiales que, como acabamos de relatar,
simbólico per se: piezas de arte mobiliar con relatos grá-
no forman parte de las categorías más simbólicas o exó-
ficos figurativos o no, bastones perforados, rodetes, bra-
ticas. Estos objetos tienen una distribución acotada regio-
maderas, así como objetos fabricados sobre materiales
nalmente y, por tanto, un valor más grupal que individual.
poco usuales –marfil, ámbar, azabache o dientes de
mamíferos marinos (Corchón, 2005; Álvarez, 2006).
b) El binomio enterramientos asociados, no siempre
Existe una extensa literatura sobre el carácter igualita-
individuales y con agregaciones, y un número redu-
rio de las sociedades de cazadores paleolíticos, en la que
cido de restos ‘sueltos’ caracteriza al Mesolítico (ca.
se argumenta que la edad y el género parecen ser casi los
9000-6200 BP).
únicos factores de diferenciación social. En Iberia, el
En las regiones mediterránea y atlántica la mayoría de
número de enterramientos y las escasas ‘ofrendas’ no
inhumaciones proceden de cementerios al aire libre,
UNO DE LOS NUESTROS
41
[page-n-43]
mientras que en la cantábrica se utilizaron abrigos y cue-
ocupado del sentido de los términos intensificación y
vas, con enterramientos múltiples en algún caso. Lo
diversificación aplicados a la economía de los cazadores
común es la inhumación en fosas, en posiciones frecuen-
mesolíticos de nuestro ámbito, apreciando algunos cam-
temente flexionadas, aunque no faltan ejemplos sobre el
bios que establecen cierta distancia respecto al
mismo suelo de cuevas y sin ninguna cubrición (Vidal et
Paleolítico-Epipaleolítico y, por supuesto, respecto al
al., 2008) o la posibilidad de cubiertas de madera para
Neolítico (Aura et al., 2009). Indicios de una cierta inten-
facilitar la incorporación de nuevas inhumaciones (Olària,
sificación económica y de una mayor estabilidad territo-
2002-03). La disposición insólita de los cadáveres, forza-
rial parecen acompañar la aparición de los primeros
da incluso, tiene también una amplia distribución: el indi-
cementerios mesolíticos y aunque los lazos entre estos
viduo ‘sentado’ nº 6 de Le Parc du Château (Verjux,
procesos parecen estrechos, su conexión no está sufi-
2003: fig 36.6), la sepultura M del conchero de Téviec
cientemente argumentada. Se constatan anteriores prác-
(Péquart et al., 1937: planche IV, 2) o el nº XI de El
ticas funerarias, como enterramientos individuales en
Collado, que reposa apoyado sobre un bloque, casi ver-
pequeños abrigos, junto a necrópolis de varios indivi-
tical (VV. AA., 2008). En definitiva, rituales más diversifi-
duos –decenas en el caso de Portugal.
cados y que convendrá valorar si son sólo una simple
consecuencia del incremento de su número.
No parece adecuado tratar estas diferencias como
simples variaciones y cabe pensar que durante el
En este caso las ‘ofrendas’ vinculadas también se com-
Mesolítico afloran transformaciones más profundas,
ponen de los mismos equipos que es usual encontrar en
materializándose en nuevos espacios para el enterra-
los contextos funcionales de los yacimientos; sólo el pun-
miento, rituales más diversificados y agregaciones de
zón de hueso y el bastón perforado de asta de la estructu-
individuos. Lo cierto es que tal y como recoge E. de
ra II de Los Canes (Fig. 4) (Arias y Pérez, 1999) puede mati-
Cartailhac al referirse a los comentarios del arqueólogo
zar esta valoración general, aunque resulta difícil argumen-
danés M. Worsaae sobre los concheros de la Florida y el
tar síntomas de asimetría social que permitan una conside-
Japón «a fait observer que, (…), l’anthropophagie étant
ración sobre formas de filiación estructuradas en linajes.
généralment en relation avec les ideés et les fêtes reli-
La observación de esta tabla revela una cualidad no
gieuses, on s’expliquerait mieux la formation des plus
comentada hasta ahora y que no se deduce de los datos
vastes kjoekenmoeddings (= concheros). Ils seraient les
sino de la contextualización de las nuevas prácticas fune-
restes des fêtes célébrées par les habitants du voisinage
rarias. La aparición de los cementerios ha sido interpre-
et les affrandes aux dieux» (1886: 51). Disquisiciones que
tada como resultado de la formación de grupos corpora-
más allá de su valor historiográfico destacan las diferen-
tivos locales, cuyos miembros legitiman así el acceso al
cias con respecto al Paleolítico: agrupación de enterra-
territorio económico grupal (Saxe, 1970 en Chapman,
mientos durante generaciones y cierta visibilidad de los
1981). Precisamente, en un trabajo reciente nos hemos
cementerios asociados a los concheros.
42
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-44]
Desde entonces, las formas de olvidar-separar, conjurar-convocar, despedir-revivir a uno de los nuestros han
sido diversas; seguramente, mucho más que lo descrito
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Agradecimientos
A Jesús F. Jordá Pardo le debo sugerentes comentarios sobre la cronología
ticulados de la Cuenca del Ebro y el Litoral Mediterráneo. Vitoria-
de los enterramientos y, además, la calibración del corpus de dataciones
Gasteiz: Memorias de Yacimientos Alaveses 1, p. 65- 120.
radiocarbónicas obtenidas sobre los restos humanos paleolíticos, epipaleo-
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44
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-46]
Desde mediados del VI milenio cal a.C. tiene lugar en el
País Valenciano un cambio trascendental: la aparición de
los primeros grupos que basan su subsistencia en la combinación de plantas y animales domésticos.
Aun cuando pueda parecer simple, se trata de un
cambio sustancial que afecta a distintas esferas, tanto
económicas como sociales. La sedentarización, el aumento demográfico, la extensión de las redes de intercambio,
y el desarrollo de las desigualdades sociales son aspectos
EL MUNDO FUNERARIO
ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
JOAN BERNABEU AUBÁN
que se irán desarrollando a medida que estos grupos
Universitat de València
agrícolas y ganaderos se extiendan por el territorio.
También la esfera del comportamiento ritual y simbólico se vio notablemente transformada. El extraordinario
desarrollo que, desde la segunda mitad del VI milenio
a.C. conocerán las manifestaciones de Arte rupestre en
sus distintos estilos se encuentran entre los elementos
más notables de esta transformación.
Y sin embargo, había que esperar al IV y III milenio
a.C. para poder ver reflejado en el mundo funerario
estas transformaciones. Parecía como si, hasta ese
momento, la extraordinaria inversión que, dirigida a la
esfera de lo simbólico y ritual, caracterizara a estas
sociedades, afectara mínimamente al comportamiento
funerario hasta el punto de convertirlo en un fenómeno
arqueológicamente opaco.
EL MUNDO FUNERARIO ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
45
[page-n-47]
Afortunadamente, esta tendencia parece romperse
producen algunos cambios notables que afectan, sobre
en la última década. La revisión de documentación refe-
todo, al uso de ciertas cavidades con fines exclusiva-
rida a los momentos más antiguos (Bernabeu et al.,
mente funerarios. A lo largo del tiempo, como veremos,
2001); las excavaciones en extensión de grandes pobla-
serán éstas últimas las únicas cavidades utilizadas para
dos con silos y fosos que cubren un extenso abanico cro-
tal fin.
nológico, al menos desde el V al III milenio a.C., y de los
que son excelentes ejemplos los publicados en este
Del VI al V milenio a.C.
catálogo; la excavación de conjuntos funerarios conoci-
Como señalábamos en una revisión reciente (Bernabeu
dos desde antiguo, como la Cova d’en Pardo (Soler et
et al., 2001), ciertos indicios parecían sugerir que la tra-
al., en este volumen) o la revisión de necrópolis colecti-
dición de las cuevas de enterramiento, características de
vas excavadas de antiguo, como la Cova de la Pastora
etapas más recientes, podría iniciar su ciclo en estas cro-
(McClure y García, en este volumen) están aportando ya
nologías. El caso de la Cova de Sant Martí (Agost) confir-
un volumen de información notable que abre nuevas e
maba este supuesto, al menos para el V milenio, dando
interesantes perspectivas.
sentido a hallazgos procedentes de covachas de enterra-
En líneas generales la imagen que emerge de estas
novedades es mucho más rica y diversa de lo que cabía
miento ubicadas en los alrededores de los clásicos sitios
de Cova de l’Or y Cova de la Sarsa.
imaginar hace tan sólo unos pocos años; aunque aún
Aunque nunca han sido datados, de este último yaci-
existen fuertes lagunas en el registro que, sin duda, irán
miento procede una colección de 7 cráneos indicativos
llenándose en el futuro, se abre ante nosotros una pers-
de que el sitio funcionó también como contenedor fune-
pectiva donde necrópolis en cuevas y en fosas-silos, den-
rario. De este yacimiento procede el único enterramien-
tro de los poblados, más que sucederse, parecen convi-
to atribuible con relativa seguridad a este período: Se
vir durante largo tiempo.
trata de un enterramiento doble realizado en una de las
Con todo, y a efectos puramente expositivos, con-
grietas interiores (Casanova, 1978).
vendrá tratar por separado ambas clases de manifesta-
También en Or se conocen algunos restos humanos
ciones. Asimismo, y a fin de aligerar el texto, deberá
que indican el uso funerario de la cavidad, si bien no
entenderse que todas las cronologías utilizadas en el
resulta posible precisar su cronología.
mismo son calibradas.
El uso funerario de ciertas cuevas no es un caso
especial del País Valenciano. Las cuevas d’Unang
1. Necrópolis segregadas: las cuevas
(Francia) y Caldeirão (Portugal), constituyen excelentes
La utilización de las cuevas como contenedores funera-
ejemplos de la extensión de este fenómeno. En los
rios hunde sus raíces en los tiempos anteriores al
casos conocidos, se trata siempre de enterramientos
Neolítico. Sin embargo, a partir de este momento, se
simples o dobles realizados en distintos lugares de la
46
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-48]
cueva, de manera que el número total de individuos
inhumados es bajo.
Un ejemplo de lo que pudieron ser estos enterramientos, aunque en un contexto distinto, lo encontramos
Sin embargo, Sarsa o, en su caso, Or, no son compa-
en el reciente hallazgo de Paternambidea (García
rables a las pequeñas covachas de enterramiento docu-
Gazólaz, 2007). Aquí, en el enterramiento 1 –una fosa
mentadas en sus alrededores. Su tamaño, por un lado, y
elíptica de sólo 1,65 m de diámetro máximo x 0,21 m de
la especificidad de su registro material, por otro, las
profundidad– fechado en los alrededores del 5000 a.C.,
hacen singulares. Esta circunstancia puede considerarse
se localizaron 5 individuos, entre ellos un niño. Con todo,
como la expresión de una dicotomía en el tratamiento
no puede desdeñarse la posibilidad de que se tratase
funerario que conviene explicitar.
tan sólo de enterramientos simples o dobles.
En el primer caso, nos encontramos ante cuevas
Sea como fuere, la existencia de un patrón funerario
espaciosas, bien orientadas y aptas para el hábitat, en
desde el Neolítico inicial evidencia un proceso de marca-
cuyo interior se practicaron inhumaciones (nunca excesi-
do enraizamiento de los grupos sociales a unos espacios
vas) de carácter primario, individuales o dobles.
geográficos. Su organización nos permite vislumbrar, por
Presentan un registro material a todas luces peculiar: se
primera vez, algo parecido a un área de necrópolis reser-
concentran aquí, por ejemplo, la totalidad de los braza-
vada y segregada, ubicada más allá del hábitat y clara-
letes de pizarra –realizados con litologías importadas del
mente organizada mostrando un patrón doble (Fig. 1):
sur peninsular–; gran cantidad de vasos con estilos simbólicos; objetos musicales; ocre en polvo y en barra
- cuevas de enterramiento cuyo ritual, simple o múlti-
almacenados y preparados para la fabricación del mate-
ple, es difícil de precisar. Los ajuares, en la medida en
rial colorante; grandes cantidades de cereal almacena-
que podemos acceder a ellos, son simples: cerámi-
do; y un consumo cárnico en el que los ovicápridos
cas, algún utillaje lítico y adornos personales elabora-
infantiles suponen una parte importante del total. Un
dos en hueso o concha.
registro, en suma, escasamente comparable al de otras
- Éstas se organizan alrededor de otras, mucho mas
grandes cuevas también utilizadas como hábitat, como
espaciosas, que, además de contener enterramien-
Cendres (Bernabeu, ed., e.p.).
tos, simples o dobles, funcionaran como lugares
En las covachas sepulcrales de los alrededores, de
para los vivos. La riqueza, variedad de su registro
dimensiones muy reducidas, es posible que los ente-
material, y las pautas de consumo peculiares que se
rramientos fueran múltiples, pero en cualquier caso,
registran en ellas, dejan suponer que funcionaron
el número de inhumados no sería notable; su ajuar
como lugares rituales, quizás relacionados con la
parece limitado a ciertos vasos cerámicos, algunos
necrópolis o los enterramientos de su interior, pero
objetos líticos y objetos de adorno personal en hueso
de significación social más amplia (Bernabeu et al.,
o concha.
2006).
EL MUNDO FUNERARIO ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
47
[page-n-49]
Figura 1. Ubicación de las cuevas de enterramiento de la segunda mitad del VI milenio a.C. en el entorno de los valles del Serpis.
El caso de la Cova de Sant Martí (Torregrosa y
men). La nueva serie de fechas que se está realizando
López, 2004), constituye hoy por hoy el mejor ejemplo
de La Pastora contribuirá a mejorar nuestra informa-
de la continuidad en el uso de las cuevas funerarias
ción en este aspecto.
colectivas durante el V milenio. Probablemente no
A pesar de que nos encontramos ante un conjunto
sería el único, como parecen indicar la fecha de princi-
muy numeroso de enterramientos en cuevas, simas y
pios del V milenio a.C. obtenido sobre un hueso huma-
grietas, son muy pocas las que han podido ser excavadas
no de la Cova d’en Pardo (ver Soler et al., este volu-
y analizadas con criterios modernos. Muchas de ellas,
men), pero lo cierto es que la información sobre el
además, se ubican en lugares distantes, de manera que
posible uso funerario de las cuevas, en cualquiera de
cualquier aproximación a aspectos como la demografía,
sus acepciones, decae considerablemente durante
la dieta, o las patologías no pueden ser más que genera-
este milenio.
les. Y aun éstos sólo pueden ser parciales, dada la ausencia de análisis antropológicos en buena parte de los con-
El IV y III milenio a.C.
juntos, o la sospecha de parcialidad en otros, dadas las
El conocido fenómeno de las cuevas de enterramien-
características de su excavación.
to múltiple valencianas debe situarse cronológicamen-
Quizás por idénticas razones, tampoco el análisis de
te a partir de mediados del IV milenio a.C., prolongán-
la variabilidad de los ajuares en relación con los inhuma-
dose al menos un milenio hasta la aparición de las
dos ha gozado de interés entre los investigadores. Como
cerámicas campaniformes, para decaer de nuevo
consecuencia no disponemos de estudios que traten el
durante la Edad del Bronce, de acuerdo con la amplia
documento funerario de manera que permita una apro-
serie de fechas de En Pardo (Soler et al., este volu-
ximación a la sociedad que lo produjo.
48
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-50]
Por esta razón, debe saludarse que distintos investigadores hayan retomado esta cuestión desde la excavación con criterios modernos, de antiguos yacimientos (En
Pardo), o la revisión de otros excavados por completo en
su día (Pastora); sin duda su publicación aportará una
muy valiosa información a este respecto.
De idéntico modo, el análisis de los restos humanos
desde nuevas perspectivas, como los isótopos estables
y la movilidad, o el ADN, permitirán acceder a una
información hasta ahora vedada. Con ellos podría
accederse a las relaciones de parentesco entre los
inhumados en un mismo lugar, o a su procedencia, lo
Figura 2. Cuevas de enterramiento múltiple (círculos en verde) del IV y III
milenio a.C. en el tramo medio del Serpis, en relación a los poblados (áreas
en rojo) de la misma época.
que permitiría extraer interesantes observaciones en el
plano social.
Tampoco la relación espacial entre cuevas de enterramiento y poblados se encuentra bien estudiada. Sin
Jovades. A diferencia de los momentos más antiguos, no
existe ahora un lugar singular, al estilo de Sarsa u Or, en
torno al cual se organice la necrópolis.
embargo sabemos que éstas se organizaban formando
Dadas las características de su excavación, descono-
necrópolis, en la cercanías de los poblados. El caso de
cemos todos los aspectos relativos al ritual funerario, el
los yacimientos del valle del Serpis y los enterramientos
numero total de inhumados y la representatividad real de
de la sierra del Alberri, resulta ilustrativo (Fig. 2).
los ajuares recuperados.
En el tramo medio de este valle, entre las poblacio-
Aunque en general se ha supuesto un ritual de inhu-
nes de Cocentaina y Muro, se conocen diversos pobla-
mación múltiple y secundario, llegándose a señalar en
dos de silos, como Les Jovades y Niuet. Cada uno de
ocasiones una selección de parte de los huesos que
ellos se encuentra separado del otro por el río princi-
finalmente se depositaban, lo cierto es que esta circuns-
pal y una serie de barrancos que bajan de la cercana
tancia bien pudo deberse a factores postdeposionales,
sierra del Alberri. Entre los que limitan el poblado de
naturales o antrópicos, incluyendo la violación de los
Les Jovades se conocen 10 cuevas de enterramiento,
sepulcros. Así, bien pudiera tratarse de inhumaciones
todas ellas, desafortunadamente, excavadas sin control
primarias sucesivas que, a lo largo del tiempo, simple-
alguno.
mente se apartan los restos más antiguos para dejar
Como en el caso del VI milenio, antes citado, resulta
espacio a los más recientes. El resultado final de esta
difícil no considerar este conjunto como una necrópolis,
conducta, con el añadido simple de las alteraciones
en este caso relacionada con el cercano poblado de Les
postdeposionales naturales, daría lugar al carácter de
EL MUNDO FUNERARIO ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
49
[page-n-51]
osario que presentan algunos conjuntos (En Pardo, por
etapa campaniforme, de enterramientos ubicados en
ejemplo); en otros, como la Cova Santa de Vallada
el interior del poblado, conviviendo con los enterra-
(Martí, 1981), todavía resulta posible distinguir la ubica-
mientos múltiples en lo que parecía ser la etapa final de
ción original de algunos de los inhumados.
su desarrollo.
En cuanto a los aspectos demográficos, tampoco
Las excavaciones realizadas en los últimos años, y de
estamos en mejores condiciones. De los restos final-
las que son excelentes ejemplos los presentados en este
mente recuperados en la necrópolis del Alberri, se ha
catálogo (Costamar, Camí de Misena, Barranc de
podido establecer la presencia de un mínimo de 95
Beniteixir, La Vital y Tossal de les Basses) señalan que
individuos, a partir del estudio de los dientes
este ritual de inhumación simple (o doble) está presente
(Bernabeu y Pascual Benito, 1995). Dada la duración
desde el V al III milenio a.C., conviviendo, por tanto, con
probable de la necrópolis (800-1000 años), resulta una
todo el período de desarrollo de las cuevas de enterra-
cifra muy baja. Sin embargo, dadas las fundadas sos-
miento múltiples.
pechas de parcialidad de la muestra, resulta conve-
No tenemos ejemplos que remonten al VI milenio
niente no profundizar en interpretaciones basadas en
a.C., pero los recientes hallazgos de los Cascajos en
esta estimación.
Navarra (García Gazólaz y Sesma Sesma, 2007), o el ya
Con todo, la imagen que ofrecen las cuevas de ente-
conocido de La Revilla, en Soria (Rojo et al., 2008) sugie-
rramiento, tanto las antiguas como las recientes, es
ren que esto podría deberse a una documentación par-
incompleta. El ritual funerario, al menos desde el V mile-
cial del registro, que la extensión de las intervenciones
nio, incluyó también las necrópolis y enterramientos ubi-
de campo se encargará de solucionar en el futuro.
cados en los poblados.
Lejos de suponer una peculiaridad del registro
valenciano, esta característica del doble ritual de ente-
2. Necrópolis integradas: los Poblados
rramiento esta presente, al menos desde el IV milenio
Una de las novedades más interesantes aportadas por la
a.C. en todo el centro-sur peninsular (Fig. 3) (Murillo
más reciente investigación de campo ha sido la docu-
González, 2007).
mentación de enterramientos en los poblados.
Volviendo a los ejemplos valencianos, en todos los
Hasta hace relativamente poco tiempo, se pensaba
casos conocidos hasta ahora se repite una estructura
que el mundo de las cuevas de enterramiento múltiple
similar: no se trata de necrópolis, es decir, de áreas
era el ritual exclusivo del IV y III milenios a.C. y que éste
específicamente reservadas para las deposiciones
sólo comenzaba a romperse durante la etapa campani-
funerarias que, aunque cerca o dentro de los pobla-
forme, cuando antiguas informaciones (Vil·la Filomena,
dos, se separen del área habitada. Más bien nos
Castellón) y nuevas evidencias (Arenal de la Costa,
encontramos con enterramientos ubicados en distintas
Valencia), parecían confirmar la presencia, durante la
partes del asentamiento cuya relación con las vivien-
50
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-52]
Figura 3. Distribución de enterramientos en silos, fosas y fosos dentro de los poblados del IV y III milenio en diversas zonas del sur peninsular.
das no resulta fácil de establecer con la información
disponible.
A tenor de lo que puedan aportar las nuevas dataciones, bien podría suceder que lo que ahora parece
La parte más antigua viene representada por los ente-
un comportamiento continuo en el tiempo resultara
rramientos epicardiales de Costamar (aún sin datar) y el
finalmente un aspecto cíclicamente recurrente, en cuyo
Camí de Misena, que podrían cubrir entre el final del VI y
caso se abrirían interesantes expectativas de interpre-
la primera mitad del V milenio a.C.; los 16 enterramientos
tación que hoy por hoy no resulta posible abordar.
del Tossal de les Basses cubren el siguiente milenio, si bien
Sea como fuere parece claro que suponen una parte
en 2 episodios diferenciados: c. 4550/4250 y 3950/3550;
del ritual funerario que necesariamente deberá tenerse
los siguientes hallazgos se ubican ya en el III milenio, a
en cuenta a la hora de abordar tanto los aspectos ritua-
partir de c. 2750 a.C. (Rosser Limiñana y Fuentes, 2008).
les del Neolítico, como los sociales.
EL MUNDO FUNERARIO ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
51
[page-n-53]
Aunque es aún pronto para evaluar estos aspectos,
dado que sólo aparecía el cráneo y algún hueso
las aportaciones que suponen los nuevos hallazgos per-
largo, asociado a un rico ajuar metálico. En otras,
miten señalar algunos aspectos:
resulta difícil considerar que se trate de enterramientos.
a) En primer lugar, y por lo que se refiere a la esfera
Finalmente, dentro de este mismo apartado, habría
ritual, interesa señalar una circunstancia común
que considerar la extraña ausencia de parte de los
entre el Tossal de les Basses y La Vital (Figura 4), la
esqueletos en inhumaciones primarias (La Vital, con-
presencia de deposiciones rituales –«enterramien-
junto 11; Barranc de Beniteixir). Tampoco en este
tos»– de animales domésticos. Es el caso de la
caso, parece que este aspecto pueda relacionarse
estructura 11776 del Tossal de les Basses y el del
con la presencia o ausencia de ajuares, como refle-
silo anejo al enterramiento ubicado en el Conjunto
ja el caso de La Vital.
10 (una mujer con un vaso campaniforme de estilo
Todo ello nos informa de la frecuente manipulación
marítimo; en este volumen).
de los cadáveres, formando parte de un ritual fune-
En ambos casos se trataba de la deposición de una
rario diverso y complejo, que no siempre estamos
vaca, junto con otros animales (cabra y perro), que
en condiciones de conocer.
no fueron consumidos y, por tanto, no pueden asi-
c) Finalmente, en lo que se refiere a los ajuares mis-
milarse a las estructuras con grandes cantidades de
mos, existe una gran diversidad, variando desde su
fauna consumida anejas a la necrópolis de los
ausencia, a la presencia de ajuares notables, nor-
Cascajos, o a las inhumaciones de Costamar.
malmente considerados «ricos».
b) Otra característica común, esta vez a distintos yacimientos, la constituye la aparición de restos huma-
atribuibles al V milenio a.C., no existen ajuares
nos en posición secundaria. Parece como si se trata-
especialmente ricos, si por tales entendemos
se del resultado de la manipulación frecuente de los
aquellos que incorporan objetos realizados con
cadáveres, con el traslado final de algunos de sus
materias primas foráneas. Lo habitual son las vasi-
restos a lugares diferentes de aquel en que se depo-
jas cerámicas, si bien conviene matizar que no
sitaron inicialmente.
todos los enterrados presentan ajuar, y que algu-
En ocasiones, como el enterramiento GE 000-096
nos contienen mayor cantidad de elementos
de Costamar, atribuido a su fase más reciente, o el
comunes que otros, dentro del mismo yacimiento
Conjunto 3 de La Vital, estos restos son enterra-
(Tossal de les Basses). Es de señalar que algunos
dos con un rico ajuar y en estructuras complejas.
de ellos se sellan con una capa de cantos, y pare-
En el caso de La Vital, por ejemplo, debería consi-
cen señalarse con un hito en forma de laja rectan-
derarse más una inhumación simple secundaria,
52
A juzgar por lo conocido, entre los enterramientos
gular (Costamar).
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-54]
Figura 4. Depósito ritual del poblado de La Vital, formado por el esqueleto completo de un ternero y restos de dos cabras.
Dentro ya del III milenio a.C., destacan los hallaz-
no contienen ajuar alguno (Bernabeu y Pascual
gos de La Vital. En este caso, por ejemplo, todos
Benito, 1998).
los enterramientos encontrados en el asentamien-
Además, debe tenerse en cuenta que esta variabili-
to podrían interpretarse como «ricos», si atende-
dad deberá relacionarse también con la presente en
mos a la presencia de objetos de cobre realizados
las cuevas de enterramiento múltiple coetáneas.
con una materia prima importada. El único caso
que no contiene metal en su ajuar es la mujer del
¿Cómo explicar esta diversidad de ritual? Si, como
conjunto 10. Sin embargo, lo elaborado del ritual
habitualmente se supone, los enterramientos colectivos
(ver descripción en este volumen) y la presencia
reflejan el predominio de las estructuras de parentesco
de un vaso campaniforme de estilo marítimo
en la organización social, cómo explicar que, a la vez,
hacen sospechar que más bien la ausencia de
algunos individuos, al parecer de distinto sexo y edad,
metal deba relacionarse con una diferenciación de
con ajuar o sin él, sean objeto de un tratamiento dife-
género.
renciado?
Por contraposición, los enterramientos conocidos
No disponemos, hoy por hoy, de las claves necesarias
de Arenal de la Costa (Ontinyent, Valencia), también
para intentar una aproximación a este problema que,
campaniformes, pero algo posteriores en el tiempo,
como hemos señalado, parece común a buena parte de
EL MUNDO FUNERARIO ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
53
[page-n-55]
las regiones del centro y del sur de la Península Ibérica,
al menos desde el IV milenio a.C.
Para empezar, desconocemos en buena medida si el
conjunto de estas manifestaciones son comparables
entre sí a lo largo del tiempo; si su desarrollo es continuo
o simplemente recurrente en el tiempo; desconocemos
las posibles relaciones de parentesco, tanto en las cuevas de enterramiento múltiple, como en los enterramientos de los poblados
Factores ambos decisivos para una valoración del
documento funerario en su dimensión social y simbólica, objetivo básico de esa parte de la disciplina arqueológica conocida como Arqueología de la Muerte
(Vicent, 1995).
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54
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-56]
A Juanmi
In memoriam1
Introducción
Los hallazgos funerarios han despertado desde siempre un
enorme interés, al tratarse generalmente de los espacios en
los que se concentran los mejores y más atractivos ajuares,
las piezas más ricas como joyas y armas, o los vasos que
contenían las ofrendas. El estudio de los contextos funerarios y de las prácticas funerarias se ha enriquecido notablemente con el desarrollo y aplicación de nuevas técnicas y
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS.
EVIDENCIAS FUNERARIAS DEL II MILENIO A. C. EN TIERRAS VALENCIANAS.
EN TORNO AL ARGAR Y EL BRONCE VALENCIANO
de una metodología de excavación más rigurosa, sobre
M.ª JESÚS
DE
PEDRO MICHÓ
Museu de Prehistòria de València
Servei d’Investigació Prehistòrica
todo a partir de la segunda mitad del siglo pasado.
Contextos que se han convertido en el objeto de estudio
de la llamada Arqueología de la Muerte que surgió como
campo de interés disciplinar diferenciado en el curso de las
transformaciones metodológicas y teóricas que conmovieron la práctica de la arqueología durante los años sesenta y
setenta. Sus formulaciones han influido en las investigaciones arqueológicas generales tratando de superar los limitados enfoques tradicionales, más descriptivos y especulativos. Así, la Nueva Arqueología se plantea de una forma sistemática la especificidad del registro funerario como fuen1.- Juan Miguel Pérez Gil, nuestro Juanmi, participó entre el 2000 y el 2006
en todas las campañas de excavación realizadas bajo mi dirección en
Muntanya Assolada, Altet de Palau y especialmente en la Lloma de Betxí.
En la primavera de 2007 nos dejó, de forma inesperada, huérfanos de su
amistad y de su presencia. Nos queda su recuerdo, ligado para siempre a
este último yacimiento, donde juntos pasamos tan buenos momentos.
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS
55
[page-n-57]
te de información privilegiada sobre la estructura social y la
tismos. Así, en opinión de A. Vila (2002), si queremos ver
cultura (Vicent, 1995), de manera que si entendemos que el
diferencias en las actividades realizadas, en la distribución
rito funerario trata de representar el orden social, su cono-
del producto, en el acceso a los recursos, o si había con-
cimiento nos llevará a conocer la estructura de la sociedad.
sumo diferencial, debemos recurrir a los cuerpos de
En general, en los enterramientos humanos se cumplen
los/las sujetos, a los enterramientos. O sea, recurrir a los
una serie de principios (O’Shea, 1984; Chapa, 1991) sus-
restos humanos para ver si hay diferencias en lo referente
ceptibles de ser estudiados en relación con la caracteriza-
al acceso a los bienes y condiciones de vida; constatar si
ción de los grupos sociales. A saber, todas las sociedades
se produjeron carencias físicas, enfermedades, traumatis-
emplean uno o varios sistemas para el enterramiento de los
mos; la presencia o no de ajuar; el trabajo invertido en la
muertos; una población funeraria mostrará características
preparación de la tumba, etc. (Vila, 2002: 339).
demográficas y fisiológicas que reflejarán las de la pobla-
Por último, los estudios genéticos tienen una impor-
ción viva; en un contexto funerario, cada enterramiento
tancia capital en la corroboración de las inferencias sobre
representa la aplicación sistemática de una serie de medi-
parentesco y movilidad. Sin olvidar la relación con la
das descriptivas y postcriptivas, relevantes para ese indivi-
arqueología de los asentamientos, la única capaz de
duo. Es decir, que la naturaleza de la sociedad modelará las
determinar las condiciones históricas (Lull y Picazo,
prácticas para la deposición de los difuntos. El tratamiento
1989). Y otras cuestiones planteadas por la arqueología
específico que se da a un individuo en el momento de su
postprocesual a partir de los años noventa, como la rei-
muerte será consistente con la posición social del individuo
vindicación del individuo, el papel crucial del simbolismo
en su vida. De lo que se desprende que los elementos
en la cultura material o la reclamación de la perspectiva
materiales y simbólicos que se combinan en un contexto
de género, que han proporcionado otra dimensión a los
funerario han formado parte de la sociedad de los vivos en
estudios funerarios (Ruiz Zapatero, 2007).
el momento de su enterramiento.
Desde la perspectiva de la Arqueología de la Muerte
La forma y estructura que caracterizan las prácticas
presentamos en este trabajo nueva documentación
funerarias en cualquier sociedad está en relación directa
sobre las evidencias funerarias en el área valenciana,
con la forma y complejidad de la organización de dicha
durante la Edad del Bronce.
sociedad. El análisis físico de los muertos ofrece importantes datos en relación con los efectos de la desigualdad
La Edad del Bronce en las tierras valencianas
social, a partir de la distinta incidencia de las enfermeda-
La investigación sobre la Edad del Bronce en tierras valen-
des causadas por un acceso diferencial a la riqueza, refle-
cianas se remonta a las excavaciones pioneras de Furgús
jada en la suficiencia y variedad de la dieta; o por la divi-
en los yacimientos alicantinos de San Antón de Orihuela y
sión del trabajo, abordable desde el estudio comparativo
Laderas del Castillo de Callosa del Segura; y a las efectua-
del desgaste de los huesos o de la incidencia de trauma-
das en poblados como Mas de Menente y Mola Alta de
56
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-58]
Serelles de Alcoi, o Muntanyeta de Cabrera de Torrent,
en cistas, fosas y urnas en el interior del espacio habita-
que permiten ir matizando la pertenencia de las tierras
do, y con enterramientos individuales en covachas y grie-
valencianas a la Cultura del Argar. En los años 60 Tarradell
tas el del Bronce Valenciano. Así, en relación con el
(1963) sistematiza las características del Bronce Valenciano
Bronce Valenciano, se ha señalado siempre la importan-
diferenciándolo del Argar y situando la frontera entre
cia del ritual funerario durante el Calcolítico, manifestado
ambos entre el Segura y el Vinalopó, y los límites septen-
en las cuevas sepulcrales múltiples o colectivas, y la con-
trionales entre las tierras castellonenses y el Ebro.
tinuidad en el uso de las cuevas y en los ajuares durante
En los últimos años se ha mantenido sobre todo el sig-
el HCT, a pesar de la existencia de enterramientos en
nificado de la Edad del Bronce como una época en la que
silos en el interior de los poblados. Por el contrario,
constatamos la plena ocupación del territorio, con claras
durante la Edad del Bronce eran numerosos los poblados
influencias argáricas en las comarcas meridionales y califica-
conocidos y muy escasas las evidencias sobre el tipo de
do como Bronce Valenciano el de las tierras al norte del río
enterramiento, generalmente inhumaciones individuales
Vinalopó; si bien aceptando la continuidad del poblamien-
o dobles en pequeñas covachas y abrigos junto a los
to y la permeabilidad e interrelación entre ambas zonas.
poblados y sin presencia de ajuar funerario, como en
La Edad del Bronce se extiende cronológicamente
Muntanyeta de Cabrera. Todo ello al margen de los yaci-
entre el Horizonte Campaniforme de Transición y la
mientos argáricos y de otras noticias como el túmulo del
Cultura Ibérica, situándose el Bronce Pleno entre el
Cercat de Gaianes o la construcción de piedra del
2200/2100 y el 1500 cal BC, momento a partir del cual
Castellet del Porquet de L’Olleria (Martí, 2001).
daría comienzo el Bronce Tardío alcanzando el cambio
El hallazgo de un enterramiento individual en la
de milenio y dando paso al Bronce Final que en su de-
Muntanya Assolada de Alzira, en fosa y sin ajuar, localiza-
sarrollo enlaza con los poblados ibéricos. La presencia de
do entre dos grandes construcciones de piedra, en un
poblados de altura, campaniformes, bien documentada
momento inicial de la ocupación del poblado, vino a
en las comarcas meridionales, y la coincidencia entre
confirmar otros hallazgos anteriores como los de La
estos poblados y la zona ocupada posteriormente por la
Atalayuela de Losa del Obispo, Altico de la Hoya de
cultura argárica, abogaría por una mayor antigüedad de
Navarrés y Peña la Dueña de Teresa (Martí, Enguix y de
la Edad del Bronce en Alicante (Hernández, 2001). El
Pedro, 1995). Por otra parte, la excavación de una cueva
Bronce Valenciano se desarrollaría de forma paralela al
sepulcral también en la Muntanya Assolada, con enterra-
Argar en las tierras más meridionales, mientras su crono-
miento múltiple y algunos elementos de ajuar, se puso
logía inicial sería ligeramente posterior en el norte.
en relación con otras noticias sobre la continuidad del
Uno de los rasgos que tradicionalmente han servido
uso de las cuevas como lugar de enterramiento, caso de
para diferenciar ambas culturas ha sido precisamente el
la Cova dels Gats de Alzira, la Coveta del Gat de
del ritual funerario, argárico en el sur con enterramientos
Corbera, la grieta con cuatro inhumaciones de Mas del
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS
57
[page-n-59]
Corral de Alcoi o la de Pic dels Corbs de Sagunt con
la continuidad en su utilización; de enterramientos en grie-
hasta diez individuos. Y la lista era aún mayor contando
ta y en covacha, de los que existen numerosas noticias, no
con otros enterramientos fuera del poblado, inhumacio-
todas bien contrastadas; y de enterramientos en la zona
nes individuales o dobles en cista, grieta o covacha pró-
de hábitat, en cistas, fosas y urnas. Cinco son los yacimien-
xima al poblado, como el ya citado de Muntanyeta de
tos en los que se practicó el enterramiento dentro de los
Cabrera, el de l’Aixebe de Sagunt o la Covacha de Llatas
más puros cánones argáricos: San Antón, Laderas del
de Andilla; la cista descrita por Monzó en les Raboses de
Castillo, Tabaià de Aspe (que se presenta en este mismo
Albalat dels Tarongers; los restos de la Cova de Bolumini
volumen), Puntal del Búho de Elx e Illeta dels Banyets de
de Benimeli-Beniarbeig, con un posible uso funerario de
El Campello. En el resto de la provincia el tipo de enterra-
la cueva durante la Edad del Bronce, y los de Bruixes en
miento más extendido es el realizado en grieta o covacha;
Rosell, Cova de la Seda de Castelló, Cueva del
aparte los enterramientos de Cabezo Redondo de Villena
Murciélago de Altura, o Cova de la Recambra de Gandia.
y Mas del Corral, considerados del Bronce Tardío.
Y los enterramientos múltiples de Mas d’Abad en Coves
Dado que en la cuenca del Vinalopó se registra el
de Vinromà, y Benissit en la Vall d’Ebo. La interpretación
hábitat en altura y un mundo funerario con enterramien-
dada a esta diversidad era la de que nos encontrábamos
tos múltiples o individuales en grieta o cueva, previa-
ante unos grupos humanos plenamente fijados al territo-
mente a la formación de la Edad del Bronce, los autores
rio pero sin evidencias de una clara jerarquización social,
plantean una expansión territorial argárica hacia tierras
como sí ocurría en el área argárica, sino más bien de unas
alicantinas en los primeros siglos del II milenio a.C.,
sociedades segmentarias. La escasez o ausencia de obje-
entrando en contacto con los grupos campaniformes,
tos de valor y la escasa o nula diferenciación de los ajua-
antes del surgimiento de las sociedades no argáricas de
res funerarios, pese a la mayor diversidad de los tipos de
la Edad del Bronce. La Illeta dels Banyets sería el punto
enterramiento, se traducía en la inexistencia de un verda-
más septentrional de la expansión. Aún así, las comuni-
dero ritual propio del Bronce Valenciano.
dades no argáricas conservaron sus códigos ideológicos,
Con la división de ambas culturas –Bronce Valenciano
evidenciados en el mantenimiento de los enterramientos
y Bronce Argárico- en el Vinalopó, quedó patente la exis-
en cueva o grieta; pero adoptando también formas aje-
tencia de dos tradiciones culturales distintas en suelo ali-
nas al modo de enterramiento tradicional; prueba de la
cantino durante el II milenio a. C. Respecto al área argári-
coexistencia entre dos sociedades con bases económi-
ca, la abundante información disponible ha sido tratada
cas e ideologías diferentes.
años atrás en diversos trabajos. Jover y López (1995) reali-
La información generada a través de las prácticas
zaron una revisión de las evidencias funerarias en la zona
funerarias es utilizada de nuevo para intentar establecer
de contacto entre el Argar y el Bronce Valenciano, consta-
los límites territoriales o frontera entre el área argárica y el
tando la presencia de enterramientos en cueva, prueba de
Bronce Valenciano (Jover y López, 1997). La valoración
58
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-60]
del coste y valor social de los continentes y contenidos
ticia. La investigación de la Edad del Bronce peninsular,
permite comprobar que el coste social, ni siquiera en el
sobre todo en el Argar, ha generado información precisa
caso de las cistas de lajas, supone un gran esfuerzo que
sobre la estructura social, el acceso diferencial a los bien-
deba ser contemplado como un balance diferencial signi-
es de prestigio, o la normalización de un ritual funerario; y
ficativo. Y tampoco se puede establecer una relación
también contamos ahora con nuevas dataciones absolu-
directa entre el tipo de continente funerario y el valor
tas. En el presente trabajo nos ocuparemos, pues, de las
social del ajuar que acompaña a los cadáveres. A un
evidencias funerarias en tierras valencianas y de las nove-
supuesto mayor coste social de la tumba no se correspon-
dades ofrecidas por nuestros yacimientos; e intentaremos
de un mayor valor social de los ajuares, como sí ocurre en
valorar dichos resultados en términos de identificación del
el ámbito argárico, donde la amplia disimetría existente
ritual funerario –ajuares, estructuras, ofrendas cárnicas,
entre el contenido de las tumbas ha servido como base
etc.- y de la caracterización de los grupos sociales, relacio-
para elaborar una propuesta de estructuración social.
nes de parentesco, actividad física realizada, etc.
La determinación de los límites o zonas de contacto
Al margen de los más recientes trabajos, algunos de
entre la sociedad argárica y la no argárica no ha sido resuel-
los cuales se incluyen en el presente volumen y cuya cro-
ta del todo. La conclusión es que el Corredor por el que
nología corresponde al Bronce Final o Primera Edad del
discurre el Segura, el Camp d’Elx y las zonas litorales del
Hierro, caso de la necrópolis de incineración de Les
Camp d’Alacant constituye el espacio geográfico ocupado
Moreres de Crevillent, o de las necrópolis tumulares de la
por poblaciones argáricas. En el resto del territorio, el
Menarella en Forcall y el Salegar en Cortes de Arenoso;
Prebético meridional valenciano, se desarrolla otro grupo
del Mesón del Carro, también en Cortes de Arenoso, y la
arqueológico, con rasgos culturales singulares, cuyo princi-
Vilavella (Barrachina, 2002), y de las sepulturas megalíti-
pal exponente es la realización de prácticas funerarias fuera
cas descritas en el caso de l’Argilagar de Morella (Mesado
de las zonas de hábitat. A partir del Bronce Tardío toda el
y Andrés, 1999), con los restos de dos personas inhuma-
área de estudio pasó a estar integrada en una realidad
das en posición lateral encogida y sin ajuar, están las
social diferente a las anteriores, cuyas evidencias funerarias
aportaciones derivadas, sobre todo, del campo de la
estarían representadas por el Cabezo Redondo.
osteoarqueología, caso de la Cova dels Blaus de Vall
En los últimos años se han producido nuevos hallazgos
d’Uixò (también en este volumen), o del enterramiento
en el área valenciana que en algunos casos vienen a con-
recuperado en las proximidades del Capurri de Oliva
firmar los enterramientos en el interior de los poblados, y
(Cuesta et al., 2002) de un individuo adulto, de sexo
en otros amplían la tipología; se han iniciado los estudios
femenino, y cráneo de aspecto grácil que presenta una
osteoarqueológicos con resultados muy interesantes
lesión en la bóveda craneana y patologías odontológicas,
sobre la determinación del sexo y edad de los inhumados,
como caries, que hacen pensar en una dieta relativamen-
sobre la actividad física realizada, o sobre la dieta alimen-
te blanda, rica en hidratos de carbono; destacando el
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS
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Figura 1. Inhumación secundaria en el Sector E de la Lloma de Betxí, y restos de un cánido asociados al enterramiento.
desgaste de los dientes anteriores, tanto superiores como
Carniceros de Villena, con el fin de determinar el comien-
inferiores, indicio de algún hábito parafuncional selectivo
zo de la práctica de la inhumación individual en la cuen-
de los dientes anteriores como uso instrumental, mordida
ca del Vinalopó (Jover y de Miguel, 2002).
de objetos sin finalidad alimentaria, etc.
En la Lloma de Betxí (de Pedro, 1998; 2005), en el
Sector E, zona de ampliación del poblado con grandes
Las evidencias funerarias: Argar y Bronce Valenciano
rellenos que configuran espacios de terraza, y junto a relle-
Entre los poblados pertenecientes al ámbito del Bronce
nos que parecen corresponder a un basurero, se localizó
Valenciano, nos ocuparemos del hallazgo de dos enterra-
en la campaña de 2002 un enterramiento humano en posi-
mientos individuales en la Lloma de Betxí de Paterna, y
ción secundaria de un individuo senil, junto al cual se
de la revisión de los enterramientos, individual y en
encontraba el esqueleto de un perro en posición primaria
cueva, de la Muntanya Assolada; nuevos datos que se
(Fig. 1). El estudio realizado por Mª Paz de Miguel deter-
suman a la noticia sobre una inhumación doble en Les
mina que se trata de un adulto maduro, de sexo masculi-
Raboses (Ripollés, 2005) y al enterramiento individual de
no. Su talla es de 176 cm y su índice craneal de 80, braqui-
Mola d’Agres (Martí Bonafé et alii, 1996), entre otros. Y
cráneo. Las patologías observadas incluyen desgaste den-
más hacia el sur, en el área argárica, destacar la revisión
tal acusado, sarro, edentación total de los dientes mandi-
de los enterramientos de la Illeta dels Banyets, las nove-
bulares con cicatrización total de todos los alvéolos; artro-
dades del Cabezo Redondo y del Cabezo Pardo, y la pre-
sis en la articulación temporo-mandibular y artrosis gene-
sentación en este mismo volumen de los hallazgos del
ralizada en clavículas, escápulas, costillas, vértebras,
Tabaià. Siempre contando con la nueva perspectiva que
húmero derecho y metacarpiano; periostitis en la tibia
nos ofrece el estudio osteoarqueológico de dichos con-
derecha y entesopatías en radio derecho y falanges de las
textos funerarios. Sin olvidar la revisión de otras coleccio-
manos. La datación absoluta proporciona una fecha de
nes antiguas, caso del Peñón de la Zorra y Puntal de los
3650±40 BP, calibrada a 2 σ entre 2140 y 1910 Cal BC.
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Interesa destacar la presencia de un cánido, estudiado
que nos habla de una tumba con una mujer de entre 25-
por Sanchis y Sarrión (2004), individuo parcialmente com-
35 años, un recién nacido y un hombre adulto de entre
pleto de unos dos años de edad que mantiene su posi-
60-70 años. El cuerpo de la mujer abrazaba a una perrita,
ción original y la conexión anatómica, con excepción de
por encima se depositó al individuo infantil y finalmente
algunos huesos ligeramente desplazados como conse-
al hombre, con ajuar cerámico, ofrendas de un bóvido y
cuencia del proceso de descomposición del cadáver y de
siete cabras, posiblemente un banquete funerario dedica-
alteraciones post-deposicionales. Presenta alteraciones
do al individuo de mayor edad, interpretado como un
de origen antrópico, marcas de carnicería sobre algunos
personaje objeto de una veneración particular.
huesos, en concreto sobre el cráneo, el atlas, la cuarta,
También en la Lloma de Betxí, en el Sector O, en la
quinta y sexta cervical, tres lumbares, el húmero derecho
base de un gran muro ataludado que cierra la edificación
e izquierdo, el radio izquierdo, el fémur derecho, la tibia
superior, se halló en 2003 otro enterramiento humano,
y pelvis derecha, ambos calcáneos, los dos astrágalos y
éste en posición primaria, orientado en sentido este-
diez costillas. El animal fue despellejado y posteriormen-
oeste, con piernas y brazos flexionados y la cabeza vuel-
te eviscerado: una vez obtenida la piel, las marcas sobre
ta hacia el norte, sin ajuar, en una pequeña fosa de plan-
la zona ventral de las costillas y de alguna vértebra indi-
ta aproximadamente circular delimitada por una serie de
can que el animal fue vaciado, accediendo con un instru-
piedras. Recostado sobre el lado izquierdo, en posición
mento cortante por el interior de su caja torácica, y que
decúbito lateral izquierdo, pero con el tronco muy incli-
fueron extraídos los órganos blandos superiores. No exis-
nado hacia la derecha, quizás por causas post-deposicio-
ten elementos que evidencien directamente el descarna-
nales (Fig. 2). De acuerdo con el estudio de Mª Paz de
do de los huesos, aunque es factible que las partes blan-
Miguel, se trata de un individuo adulto, de sexo mascu-
das obtenidas fueran consumidas en relación con algún
lino, con un índice craneal de 79’2, mesocráneo. Entre
acto social o ritual, vinculado al enterramiento humano.
las patologías observadas destaca el desgaste dental, la
La utilización del perro con fines alimenticios durante
presencia de caries en varias piezas, un absceso radicu-
la Edad del Bronce está atestiguada por diversos ejem-
lar, calcificación del ligamento amarillo y artrosis cervical.
plos, pero el tema que nos interesa ahora es el de su pre-
Como prueba de la actividad física realizada presenta
sencia en un contexto funerario, con paralelos cada vez
una marcada inserción del ligamento costo-clavicular,
más frecuentes en otros yacimientos peninsulares, caso
entesopatía en la tuberosidad radial de ambos radios y
de la Loma del Lomo de Cogolludo, Guadalajara, donde
entesopatía en falanges de las manos. La datación obte-
se depositó a un perro completo en una hoya próxima al
nida para este segundo enterramiento es de 3400±40
enterramiento núm. 9, interpretado como ofrenda vincu-
BP, calibrada a 2 σ entre 1760 y 1610 Cal BC.
lada al ajuar funerario de dicha inhumación (Blasco, 1997);
En cuanto a la Muntanya Assolada, los resultados
o el de Minferri de Juneda, Lleida (Equip Minferri, 1997)
obtenidos en la excavación de una pequeña cueva sepul-
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Figura 2. Enterramiento en fosa del Sector O de la Lloma de Betxí y reconstrucción.
cral y de un enterramiento individual han sido ya publica-
encuentran claramente representados infantiles y adul-
dos con anterioridad (Martí, Enguix y de Pedro, 1995).
tos. El estudio revela que el número mínimo de indivi-
Presentamos ahora la información aportada por Mª Paz
duos es, en efecto, de cuatro –aunque es posible que
de Miguel en la determinación de los restos óseos y las
haya más–, entre ellos dos infantiles, uno de 6-7 años y
dataciones de ambos contextos.
otro de 8-11 años. La determinación del sexo no ha sido
La excavación de la cueva sepulcral permitió recupe-
posible porque entre la muestra no hay partes represen-
rar diversos restos de ajuar –una punta de flecha de sílex
tativas que permitan su adscripción sexual. Los restos se
blanco, ciento veintiséis cuentas de collar discoidales,
corresponden con depósitos primarios y entre las patolo-
una cuenta de collar tubular, un colgante rectangular de
gías cabe destacar la presencia de sarro, caries, hipopla-
caliza, un fragmento de botón de hueso con perforación
sia del esmalte y ligera artrosis en una vértebra. Como
en V, quince pequeñas conchas perforadas y algunos
signos de actividad se menciona la entesopatía en un
pequeños fragmentos de cerámica sin decoración–; res-
húmero y en falanges de las manos. Las tallas se han
tos de fauna –Bos taurus, Canis familiaris, Capra hircus,
determinado a partir de los húmeros conservados entre
Ovicápridos, Vulpes vulpes, Oryctolagus cuniculus,
148-153 cm y 164-167 cm, dependiendo si se trata de
Eliomys quercinus, Apodemus sylvaticus, Peces y
hombres o mujeres. La datación obtenida sobre un frag-
Gasterópodos terrestres–; y, por último, el conjunto de
mento de húmero proporciona una fecha de 3760±40
los restos humanos, con un total de 169 restos que
BP, calibrada a 2 σ entre 2460 y 2190 BC.
corresponden a un número mínimo de cuatro individuos,
Por otra parte, en el interior del poblado se excavó
cuyo estudio preliminar fue realizado por I. Sarrión. La
una fosa de planta circular que contenía otro enterra-
revisión de Mª Paz de Miguel viene a confirmar que se
miento humano, bajo una sedimentación de más de dos
trata de restos de una inhumación múltiple, con una con-
metros de potencia. La persona inhumada se encontraba
servación muy parcial de los esqueletos entre los que se
en posición fetal, decúbito lateral derecho, con las pier-
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nas dobladas y los pies cruzados. El brazo derecho alargado por detrás de la espalda y la mano aplastada por
un bloque. El brazo izquierdo estaba flexionado por
delante del cuerpo y la mano estirada por debajo de la
cara, faltando la mayor parte del cráneo y maxilar superior (Fig. 3). Su datación absoluta ha proporcionado una
fecha de 3760±40 BP, calibrada a 2 σ entre 2210 y 2130
BC. Los restos, estudiados igualmente por Mª Paz de
Miguel, pertenecen a una mujer adulta que presentaba
dos bloques vertebrales a nivel cervical, uno afectaba a
axis-C3 y el otro a C6-C7. La ausencia de otros signos
patológicos permite pensar en una malformación congénita cervical, compatible con un síndrome de KlippelFeil, cuya identificación es poco frecuente en los contextos arqueológicos. La fusión de dos o más segmentos
vertebrales produce como consecuencia un acortamiento del cuello y malformaciones asociadas como la existencia de hemivértebras, costillas cervicales, elevación
uni o bilateral de la escápula, etc. El origen no está claro,
aunque pudiera tener en algunos casos un origen hereditario, si bien son más frecuentes los casos aislados.
Otras alteraciones patológicas identificadas son la pre-
Figura 3. Enterramiento en fosa, Muntanya Assolada.
sencia de hipoplasia del esmalte en el diente 35, y la
La información aportada por las dataciones absolutas
escasa cantidad de sarro; osteocondritis disecante en las
confirma la presencia en el yacimiento de prácticas fune-
primeras falanges de los pies; artrosis en la carilla articu-
rarias diversas, inhumación colectiva en pequeña cueva
lar para la apófisis odontoides en el atlas, y marcados sig-
al exterior del poblado e inhumación individual en el
nos de actividad en ambos húmeros y clavículas. A pesar
interior del mismo, con dataciones muy próximas en el
de que el esqueleto post-craneal está bien representado,
tiempo, por no decir coetáneas. Otro aspecto a destacar
las epífisis se encuentran casi totalmente destruidas, tan
es el de la presencia de restos humanos sin contexto en
solo un peroné conserva su longitud máxima, a partir del
el yacimiento, posibles enterramientos removidos y des-
cual se ha obtenido su talla aproximada entre 147-148
mantelados como consecuencia de las remodelaciones
cm / 150-151 cm (de Miguel et al., 2007).
de las estructuras de habitación, atendiendo a la amplia
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secuencia cronológica del yacimiento; o manipulación de
que tiene su origen en la anemia. Del ajuar destaca el
los restos si atendemos a que el cráneo de la fosa pudo
puñal cuya tipología, proporciones, enmangue y compo-
ser extraído de manera intencionada. Y con respecto a
sición remiten a la metalurgia argárica, entre el Bronce
los restos de fauna hallados en la cueva, señalar que
antiguo y medio. Es el único elemento que por su cali-
algunas especies pueden considerarse poblaciones natu-
dad y origen puede sugerir una interpretación social, de
rales. No así los restos de Bos Taurus, Canis familiaris,
prestigio, en relación con el individuo inhumado, máxime
Capra hircus, Ovicápridos y Peces, cuya presencia impli-
cuando se trata de una pieza que no ha sido utilizada con
ca un transporte, tal vez humano, que se podría relacio-
anterioridad y que es amortizada en el momento de la
nar con las propias prácticas funerarias.
deposición. Con anterioridad, en la Mola d’Agres se
En relación con las prácticas funerarias presentes en
conocía la noticia del hallazgo de un fragmento de crá-
otros yacimientos considerados como del Bronce
neo encontrado en una grieta de la terraza oeste. El
Valenciano, recordamos ahora el enterramiento indivi-
nuevo enterramiento amplía la tipología de los enterra-
dual localizado en la Mola d’Agres, aparecido sobre la
mientos asociados a este poblado, de forma similar a lo
estructura que refuerza el muro que delimita el poblado,
acontecido en la Muntanya Assolada.
es decir en la zona de hábitat. Se trata de una inhuma-
Y por último recordar la noticia sobre otro enterramien-
ción primaria en posición decúbito lateral izquierdo con
to aparecido en un poblado del ámbito del Bronce
el cráneo ladeado hacia el NO y extremidades flexiona-
Valenciano. En Les Raboses, junto a uno de los muros de
das. El ajuar estaba compuesto por un puñal de rema-
aterrazamiento del poblado se documentaron dos ente-
ches con enmangue en forma de omega y restos de la
rramientos que constituyen la primera evidencia clara de
vaina realizada en madera de fresno, un fragmento de
las prácticas funerarias del grupo que ocupó el yacimien-
piedra pulida, varios fragmentos cerámicos y cuatro las-
to. El mejor conservado estaba depositado en una cista
cas de sílex. Además de un incisivo de ovicaprino y un
construida con bloques inclinados y cubierta de piedras
molar de équido (Martí Bonafé et al., 1996).
medianas. El inhumado se encontraba en posición decúbi-
Los restos óseos corresponden a un sujeto masculino
to lateral izquierdo, y no presentaba restos de ajuar. De
con una edad comprendida entre los 17-22 años (adulto
acuerdo con la información facilitada por Eva Ripollés y Mª
joven) cuya estatura no se ha podido establecer, encua-
Paz de Miguel, se han identificado restos de dos indivi-
drado dentro del tipo braquimorfo curvo occipital. De
duos adultos pero las patologías observadas deben
nuevo, como parece ser habitual, se detectó entre las
corresponder al mejor conservado. Se trata de un indivi-
patologías la presencia de caries, asociada a dietas ricas
duo adulto maduro de sexo masculino, con una talla apro-
en carbohidratos, al consumo de cereales. Signos de
ximada de 160-161 cm y un índice craneal de 85’71.
artrosis y presencia de puntos cribóticos en el techo de
Presenta un traumatismo craneal, signos de artrosis, caries,
ambas órbitas, lo que se conoce como cribra orbitalia
pérdidas dentales, fístulas y desgaste acusado en incisi-
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vos. Fractura de costillas y calcificación del ligamento ama-
cinco individuos de sexo femenino y seis de sexo mascu-
rillo en algunas vértebras dorsales. Signos de actividad en
lino, adultos, además de un individuo infantil de sexo
clavículas, extremidades inferiores y falanges de la mano.
indeterminado y un adulto también de sexo imposible de
Su cronología se sitúa en fechas calibradas entre 1960 y
precisar. Cuatro hombres aparecen asociados a otras cua-
1750 ANE, similar a otras dataciones del yacimiento.
tro mujeres. Y sólo cinco sepulturas tienen ajuar: tres tum-
Desde las comarcas meridionales valencianas, vincula-
bas dobles y dos individuales. Las patologías observadas
das al área argárica, las novedades se refieren sobre todo
aumentan significativamente con la edad, hecho que
a la revisión de conjuntos excepcionales, caso de la Illeta
favorece la presencia de alteraciones degenerativas oste-
dels Banyets (López Padilla, Belmonte y de Miguel, 2006),
oarticulares, potenciadas por la sobrecarga de actividad
o del Tabaià cuya publicación detallada se presenta en
mantenida a lo largo del tiempo. Además de caries,
este volumen completando así el estudio de los restos
periodontitis, presencia de hipoplasia del esmalte dental,
óseos efectuado años atrás (de Miguel, 2001). Y de las
artrosis, etc. En algunos restos aparecen pequeñas super-
aportaciones de los últimos trabajos de excavación en
ficies tintadas de verde a causa del contacto con elemen-
Cabezo Redondo (Hernández, 1997; 2001) y en Cabezo
tos de bronce; otros están tintados de rojo. Los cadáve-
Pardo de San Isidro de Albatera (López Padilla, 2009).
res están en posición decúbito lateral flexionado. Los indi-
La revisión de los contextos funerarios argáricos de la
viduos masculinos sobre el lado izquierdo y la mujer de la
Illeta dels Banyets se plantea de nuevo desde las hipóte-
tumba IV en disposición opuesta, sobre su costado dere-
sis planteadas anteriormente sobre la frontera entre Argar
cho. La posición concuerda con los restos descritos de
y Bronce Valenciano y la delimitación de dos ámbitos
Mola d’Agres, Raboses o Lloma de Betxí y es posible que
diferenciados en cuanto a las prácticas funerarias. Los
se trate de una norma general en el mundo argárico.
resultados obtenidos muestran la existencia de enterra-
En los enterramientos dobles se encuentran deposi-
mientos argáricos, nueve tumbas –con un total de 13 indi-
tados un hombre y una mujer, o un adulto y un niño o
viduos– de las cuales ninguna se corresponde con espa-
niña. De acuerdo con las observaciones de los autores
cios de habitación vinculados a actividades de tipo
del trabajo, las deposiciones son diacrónicas, pasa cierto
doméstico aunque se encuentran en un área de ocupa-
tiempo entre uno y otro enterramiento. Al parecer la
ción habitacional y concentradas en un espacio relativa-
mujer es la que se entierra primero, lo que plantea rela-
mente reducido. Los contenedores funerarios son varia-
ciones de filiación necesariamente existentes entre la
dos, adaptándose a las materias primas y matriz geológi-
mujer y el hombre inhumados. Vínculos que otorgan a la
ca existente en el entorno de los poblados; y prevalece el
mujer un relevante papel en la expresión de la cadena
contenido sobre el continente en las prácticas funerarias
genealógica, muy acorde con los modelos de sociedad
documentadas. De las 9 tumbas, cuatro eran enterra-
que se rigen por la norma del matrilinaje, mientras que
mientos dobles y las otras cinco de un solo cadáver. Hay
en los casos inversos se relacionarían con una norma de
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avunculocalidad. Los ajuares se componen de objetos
caparazones de moluscos; y recipientes cerámicos, entre
metálicos y en menor medida cerámicos, además de ele-
ellos vasos geminados (Hernández, 2009). Prácticas fune-
mentos realizados sobre marfil, en notable sintonía con la
rarias diversas que prueban el desigual acceso no sólo al
norma argárica. Las dataciones, del Bronce Pleno, sitúan
tipo de contenedor funerario sino también a los produc-
los enterramientos en una franja cronológica bastante
tos que integran el ajuar.
más reciente de la que cabía esperar, mostrando la con-
En cuanto al Cabezo Pardo, los trabajos arqueológi-
tinuidad del poblamiento en la Illeta al menos hasta el
cos iniciados en 2006 han permitido documentar la exis-
final del denominado «Bronce Tardío».
tencia de un enterramiento doble en una fosa parcial-
Sobre el parentesco entre las inhumaciones dobles,
mente excavada en la roca y delimitada por algunas lajas
sólo el análisis de ADN de los restos óseos puede apor-
de piedra. Se trata de dos individuos adultos, posible-
tar datos al tipo de relación consanguínea entre los indi-
mente hombre y mujer, cuyas deposiciones son diacróni-
viduos inhumados en las sepulturas dobles.
cas datándose la primera de las inhumaciones en torno
Las excavaciones realizadas los últimos años en el
al 1800 a.C., en fechas calibradas.
Cabezo Redondo continúan aportando datos relevantes
Y, por último, la revisión de colecciones antiguas en la
en cuanto al surgimiento de nuevas prácticas funerarias
cuenca del Vinalopó, en relación con los poblados del
en el Valle del Vinalopó, apareciendo las primeras evi-
Peñón de la Zorra y del Puntal de los Carniceros de Villena
dencias claras de inhumaciones en el interior del área
y de los enterramientos asociados tradicionalmente a
habitada (Jover y López, 2005). Aunque la práctica del
estos poblados, en la frontera entre los dos ámbitos de la
enterramiento múltiple en covacha no se abandona, se
Edad del Bronce, cuestiona el comienzo de la práctica de
constata ahora la presencia de cistas de mampostería y
las inhumaciones individuales en cueva en esta zona
fosas en el interior de las unidades habitacionales, así
(Jover y de Miguel, 2002). El estudio de los restos huma-
como enterramientos infantiles en urnas. A partir de
nos de la Cueva occidental del Peñón de la Zorra confirma
1500 BC, el Cabezo Redondo se convierte en un enclave
que se trata de dos individuos, posiblemente hombre y
que parece mostrar una capacidad de centralización
mujer de los que se describen diferentes patologías; de la
incluso superior a la de los núcleos argáricos, como prue-
Cueva oriental del Peñón de la Zorra se determina que son
ba la gran cantidad de adornos de oro aparecidos allí.
seis los individuos inhumados, tres adultos y tres infantiles,
Los trabajos en curso han puesto de manifiesto la exis-
y del Puntal de los Carniceros se conservan restos de al
tencia tanto de enterramientos debajo del suelo de las
menos seis cráneos, cuatro adultos, un juvenil y un infantil.
casas, como en pequeñas covachas y grietas; de adultos
En todos los casos aparecen ajuares singulares de proce-
y de niños; en el interior de vasijas de barro, o en fosas y
dencia alóctona. El estudio confirma que los tres yacimien-
cistas de piedra. Algunas tumbas carecen de ajuar y en
tos son coetáneos, de finales del III milenio a.C.; que no se
otras se reduce a unos pocos adornos, de oro, plata o
practicó ninguna inhumación individual, y que en los tres
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RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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contextos se acompañó a alguno de los individuos con
siquiera merecieron enterramiento. Las tumbas más ricas
productos alóctonos obtenidos a través de redes de inter-
se concentran en las partes altas de los poblados, como
cambio. El ritual de inhumación en cuevas, covachas y
en Fuente Álamo de Cuevas de Almanzora, pero tam-
grietas durante la fase campaniforme es de carácter colec-
bién otras se distribuyen por cada uno de los barrios,
tivo, y dichas prácticas continúan siendo el ritual caracte-
como en la Cuesta del Negro de Purullena o en el
rístico durante buena parte de la Edad del Bronce en la
Castellón Alto de Galera. De este último, merece la pena
misma zona. La presencia de ajuares singulares como los
destacar el hallazgo de una sepultura con restos huma-
aretes de plata, puntas de Palmela, puñal de lengüeta, o
nos momificados en su interior. Esta sepultura de tipo
cuentas de piedra verde, no supone que se pueda validar
covacha, excepcionalmente conservada, había sido sella-
la existencia de claras diferencias sociales. El indicador
da por tablones de madera y un muro de mampostería.
funerario por sí solo no es suficiente para determinar dife-
En su interior aparecieron un individuo adulto y otro
rencias sociales debiéndose tomar en consideración tam-
infantil, de los que se conservan restos de pelo y piel,
bién los espacios de producción y consumo, de habita-
cuyo ajuar se compone de varias vasijas cerámicas, un
ción, los asentamientos, o el territorio.
puñal, una azuela con mango de madera y adornos en
metal, así como restos de lino y posiblemente lana
Algunas consideraciones en torno a la diversidad del ritual
(Molina et al., 2003).
El registro funerario es uno de los elementos que mejor
La estrecha vinculación de los enterramientos argári-
ha servido para el análisis de las posibles diferencias
cos con las unidades habitacionales de los poblados ha
sociales en la Edad del Bronce peninsular. Tal es el caso
sido interpretada como evidencia de la fragmentación
de la Cultura del Argar en cuyas sepulturas encontramos
de los linajes en el sudeste a partir del Argar, con la con-
extensos ajuares ricos en joyas de oro y plata, y armas;
siguiente aparición de disimetrías sociales expresadas en
vasos cerámicos expresamente fabricados para el fune-
las diferencias de los ajuares depositados en ellos. La
ral; y ofrendas alimentarias, porciones de bóvidos y ovi-
presencia de tumbas con fuertes disimetrías en cuanto a
cápridos fundamentalmente, que también se pueden
la composición y riqueza de sus ajuares, en niveles estra-
interpretar como parte del banquete funerario en rela-
tigráficos contemporáneos dentro de una misma unidad
ción con prácticas de comensalidad en las que participa-
habitacional, evidencian la existencia y el desarrollo de
ría de forma total o parcial el resto de la comunidad
aristocracias y de siervos asociados a ellas. Unas diferen-
(Aranda y Esquivel, 2007). Las clases basales presentan
cias que también han sido puestas de relieve por los
ajuares diferentes, armas de menores dimensiones,
estudios osteológicos a partir de las diferencias observa-
vasos domésticos reutilizados, raros adornos de cobre y
bles entre los propios restos óseos, pues los primeros
también instrumentos de hueso o piedra; otros indivi-
habrían desarrollado trabajos menos penosos que los
duos no van acompañados de ajuar y muchos otros ni
segundos (Contreras, 2004; Cámara, 2000; 2009).
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En otras áreas peninsulares la información aportada
cultural de nuestras tierras durante el II milenio a.C. Así,
por el registro funerario es menor, pero suficiente para
las prácticas funerarias observadas en las comarcas meri-
realizar propuestas sobre el modelo social existente, al
dionales, caso de San Antón, Tabaià o la Illeta, atestiguan
menos en algunos casos. Así, en la Mancha occidental,
su vinculación al territorio argárico. Y en el resto, en el
en relación con la necrópolis de la Motilla del Azuer de
área perteneciente al Bronce Valenciano, queda patente
Daimiel, se observan diferencias sociales a partir de la
la variedad de sus necrópolis y, al parecer, la ausencia de
lectura de los ajuares en los asentamientos tipo motilla y
un ritual funerario institucionalizado.
en los poblados en altura. El ritual funerario de las moti-
A excepción del puñal metálico depositado sobre el
llas, caracterizado por un bajo nivel de elementos de
individuo de Mola d’Agres, los otros enterramientos pre-
ajuar reflejaría una estructura social más homogénea que
sentados en este trabajo –Raboses, Lloma de Betxí y
la que parece estar representada en algunos poblados
Muntanya Assolada– proporcionan escasa información en
de altura como el Cerro de la Encantada de Granátula de
relación con la existencia de inhumaciones diferenciales,
Calatrava, donde se documentan mayores diferencias
tal y como se describen en otras áreas peninsulares, al
sociales, de acuerdo con individuos enterrados con ajua-
presentar ajuares casi inexistentes. Y ello a pesar de la
res más ricos. En los poblados de altura residirían las éli-
existencia de redes de intercambio, como prueban deter-
tes, mientras los asentamientos de llanura, bien fortifica-
minadas materias primas y elementos de prestigio como
dos, cumplirían una función dirigida a la explotación,
los objetos metálicos, cerámicas decoradas y botones de
almacenaje, gestión y control del agua, los cereales y la
marfil que sí han aparecido en los contextos de habita-
ganadería. Otros poblados de llanura sin fortificar llevarí-
ción. No obstante, algunos aspectos merecen ser tenidos
an a cabo los trabajos agrícolas (Nájera, 2009).
en consideración como prueba de las prácticas funerarias
El registro funerario de la Edad del Bronce en las tie-
realizadas. Aspectos como el de la deposición del cadá-
rras valencianas presenta una clara diversidad en cuanto
ver, confirmándose que los individuos masculinos descan-
al ritual, como ya se había puesto de manifiesto con
san sobre el lado izquierdo y los femeninos, caso de la
anterioridad, con enterramientos individuales en cova-
Muntanya Assolada, sobre el lado derecho; la coexisten-
cha próxima al yacimiento, enterramientos colectivos y
cia en el mismo yacimiento de diferentes tipos de ente-
enterramientos individuales en poblados. En relación
rramiento, caso de la Muntanya Assolada con un enterra-
con el periodo anterior, durante la Edad del Bronce se
miento individual en fosa y otro colectivo en cueva, y de
amplia el ritual funerario a las sepulturas individuales,
la Mola d’Agres; o la presencia de restos humanos disper-
como ocurre en el Argar, en las Motillas, o en otras áreas
sos en la Lloma de Betxí, localizados entre los restos de
peninsulares, pero ello no supone el final de la utilización
fauna, del mismo modo que ya se había observado en
como necrópolis de pequeñas cuevas o grietas. Existen,
Muntanya Assolada. Por último, el enterramiento de un
además, claras diferencias en relación con la diversidad
cánido junto a uno de los individuos de la Lloma de Betxí,
68
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-70]
nos habla de posibles ofrendas funerarias en clara similitud con otros yacimientos peninsulares.
En resumen, la diversidad que se manifiesta en el
Bronce Valenciano tal vez podría interpretarse como
Sin pretender presentar aquí un registro exhaustivo
muestra de un nuevo ritual frente al del anterior
de la documentación existente al respecto, destacamos
Horizonte campaniforme. Desde la complejidad y estan-
algunas de las referencias sobre la presencia de cánidos
darización del ritual del Argar, o la dualidad de las
en enterramientos de la Edad del Bronce. Por ejemplo,
Motillas y los poblados en altura de la Mancha, parecería
en la Loma del Lomo donde se conocen un total de 24
que la diversidad caracteriza a los restantes territorios.
inhumaciones individuales en el interior de subestructu-
Pequeñas cuevas con enterramientos individuales y
ras o fondos, en disposición primaria y secundaria, e
colectivos, inhumaciones en el interior de silos que se
introducidas en tinajas o cazuelas en algún caso. La fre-
reaprovechan o fosas ad hoc muestran que los pequeños
cuente presencia de individuos infantiles se encuentra
asentamientos diversifican sus prácticas funerarias con el
asociada a ofrendas de animales neonatos, entre los
transcurso del tiempo, quizás porque estamos en un
cuales un cánido (Valiente, 1992). En el yacimiento de
periodo cambiante que, paso a paso, nos llevará hacia
Cortecampo II, en Los Arcos, Navarra, una inhumación
un ritual plenamente institucionalizado, el de la incinera-
individual primaria depositada en hoyo de planta circu-
ción, a partir del Bronce Final.
lar estaba acompañada de un recipiente con decoración
Agradecimientos
de boquique, restos de ovicáprido y restos óseos de al
A Eva Ripollés, Mª Paz de Miguel y Juan A. López Padilla, por la información facilitada al respecto de los yacimientos de Les Raboses, Muntanya
menos cuatro perros. Dos de ellos depositados intencio-
Assolada y Lloma de Betxí, y Cabezo Pardo, respectivamente. A Ángel
nadamente pues sus restos aparecieron en conexión
Sánchez Molina, su colaboración en la elaboración de la parte gráfica.
anatómica, sin huellas de carnicería. El inhumado se
Bibliografía
encontraba al fondo del hoyo, con el cráneo desplazado
y alojado en una pequeña oquedad (Ramos Aguirre,
2007). En el yacimiento de Minferri, que ya ha sido citado, o en el más espectacular, aunque alejado en el tiempo, del Camino del Molino de Caravaca, el enterramiento con más número de inhumados de la prehistoria
peninsular, asociado al poblado del Molino de Papel.
Datado en el III milenio a.C., entre 2870 y 2460 cal BC,
en el yacimiento se han recuperado los restos de 1300
individuos cuyos ajuares, escasos, comprenden piezas
de sílex, cerámica, punzones de metal y 50 esqueletos
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EL ESTUDIO DE LOS RESTOS
[page-n-73]
[page-n-74]
Introducción
El desarrollo de las técnicas de la biología molecular a
finales de la década de los años ochenta del siglo XX
permitió recuperar material genético de restos del pasado, incluyendo poblaciones humanas prehistóricas y
especies extinguidas, de hasta varias decenas de miles
de años de antigüedad. Este campo científico ha sido
conocido como ADN antiguo, o más recientemente,
paleogenética o arqueogenética, y constituye uno de los
DNA Y ARQUEOLOGÍA
CARLES LALUEZA FOX
ejemplos más notables de multidisciplinariedad en el
Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF)
estudio del pasado.
La potencialidad de los datos genéticos hizo pensar
a los arqueólogos en la posibilidad de disponer de fuentes de información novedosas, independientes y objetivas que permitieran contrastar hipótesis detalladas sobre
procesos migratorios pasados, afinidades poblacionales,
sexo de especimenes e incluso relaciones de parentesco
entre individuos excavados en una determinada necrópolis. Al cabo de 25 años del inicio de estas técnicas, los
resultados han sido espectaculares en el campo de la
biología evolutiva (donde recientemente se han conseguido secuenciar genomas enteros de especies extinguidas, como los neandertales y los mamuts) y de la antropología forense (especialmente en trabajos que podríamos denominar de análisis forense histórico, donde se
DNA Y ARQUEOLOGÍA
73
[page-n-75]
ha trabajado con muestras de más antigüedad que las
dación del material genético. El hecho de poder recupe-
normalmente empleadas en ciencias forenses, como los
rar, en algunos casos especiales, ADN de hace unos cien
restos del zar Nicolas II de Rusia y su familia, asesinados
mil años o incluso más, lleva a la creencia de que se trata
en 1918). Sin embargo, en cierto modo los logros de
de una molécula muy estable y duradera. En realidad, se
estas técnicas han resultado menos satisfactorios para las
trata de una molécula química muy frágil que desde la
aspiraciones de la reconstrucción arqueológica del pasa-
muerte de un individuo vivo, experimenta rápidamente
do humano. Esto puede deberse tanto a factores intrín-
diversos procesos de degradación (Hofreiter et al.,
secos de la propia información genética y de su desco-
2001). Únicamente se conserva en casos excepcionales y
nocimiento por parte del colectivo de arqueólogos,
en condiciones ambientales favorables. Es decir, poder
como a problemáticas metodológicas propias e internas
recuperar material genético de un resto óseo es mucho
de este campo científico, algunas de las cuales son sin
menos probable que su degradación completa. En el
embargo abordables con aproximaciones técnicas muy
caso de los neandertales, por ejemplo, cuyo ADN mito-
cuidadosas que justo estamos empezando a desarrollar.
condrial es claramente distinto y por tanto distinguible
La falta de puentes de comunicación entre biólogos
del de los humanos modernos, se han analizado más de
moleculares y arqueólogos puede explicar en parte la
un centenar de especimenes datados entre hace unos
confusión existente sobre las posibilidades reales de las
38.000 y unos 100.000 años, y únicamente ha sido posi-
técnicas paleogenéticas, así como el hecho de que los
ble recuperar ADN de trece de ellos, lo que da una efi-
problemas que interesan a los arqueólogos no son,
ciencia de alrededor de un 10% (Lalueza-Fox et al., 2006;
muchas veces, los mismos que interesan a los biólogos
Krause et al., 2007a).
moleculares. Los primeros frecuentemente centran sus
El ADN es atacado en primer lugar por los propios
hipótesis a nivel individual, mientras que los segundos
enzimas del organismo, que son liberados de sus com-
trabajan siempre a nivel poblacional.
partimentos celulares, y posteriormente por todos los
La intención de este artículo es explicar tanto las
microorganismos implicados en la descomposición del
expectativas reales como las problemáticas actuales de
cuerpo. Asimismo, factores externos como el calor, la
los análisis de ADN sobre restos antiguos, a fin de clari-
acidez del suelo o la humedad contribuyen posterior-
ficar qué problemas científicos son realizables y cómo
mente a su degradación. El mensaje genético está cons-
deben de plantearse desde un punto de vista metodo-
tituido por un código basado en combinaciones de cua-
lógico.
tro nucleótidos, que son los eslabones químicos básicos
de la molécula de ADN. Estos nucleótidos, formados por
Degradación postmortem
un azúcar, un grupo fosfórico y una base nitrogenada,
Para entender la problemática de la paleogenética, es
son: adenina (abreviada A), guanina (G), citosina (C) y
necesario conocer previamente los procesos de degra-
timina (T). Los procesos de degradación conllevan la
74
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-76]
rotura del enlace fosfórico (lo que fragmenta la cadena
de las muestras antiguas es muy baja y podría ser que
de ADN), la pérdida de bases nitrogenadas que dejan un
no acertáramos a dar con la cadena buscada en aque-
hueco en la cadena de ADN (especialmente la guanina y
lla reacción en particular. Como es lógico, estos facto-
la adenina) y la pérdida del grupo amino de la citosina
res limitan la información que puede ser recuperada.
(esto conlleva su degradación a uracilo, un proceso que
Normalmente buscamos mutaciones concretas, que
en las reacciones de laboratorio puede llevar a la incor-
representan un cambio de un único nucleótido (los
poración de falsas timinas en lugar de algunas citosinas
denominados SNPs o single nucleotide polymor-
originales) (Hofreiter et al., 2001). Una degradación con-
phisms), o regiones cortas muy variables (como la
tinuada del ADN lleva a fragmentos cada vez más
región hipervariable del ADN mitocondrial), algunas de
pequeños y eventualmente a su desaparición total. Si
las cuales pueden recuperarse mediante una superposi-
una muestra no conserva ADN, no será posible obtener-
ción bastante laboriosa de muchos fragmentos más
lo en el futuro por ninguna mejora técnica. Dicho de otra
cortos. Están generalmente fuera de nuestro alcance las
forma, no sabemos hasta qué antigüedad será posible
zonas repetitivas altamente variables, como los micro-
recuperar exitosamente ADN, pero nunca llegaremos a
satélites o STRs, que son muy utilizados en antropolo-
millones de años, sencillamente porque en esta escala
gía forense para la identificación individual, pero muy
temporal no habrá nada que recuperar.
problemáticas en paleogenética.
La fragmentación del ADN significa que nos vemos
obligados a trabajar con fragmentos mucho más cortos
La contaminación
que cuando se analiza una muestra de ADN moderno.
El principal escollo de los estudios paleogenéticos en
Por ejemplo, la ultrasecuenciación masiva de muestras
humanos sigue siendo la contaminación de las muestras
óseas en el Proyecto Genoma neandertal, que ha obte-
con ADN humano moderno, un proceso complejo y toda-
nido en 2009 el primer borrador genómico de un nean-
vía poco estudiado. Como las técnicas empleadas en el
dertal, ha puesto de manifiesto que los fragmentos de
laboratorio son extremadamente sensibles (hasta el
ADN tienen una longitud promedio de únicamente
punto que pueden iniciarse a partir de una única cadena
unos 60 nucleótidos (algunos fragmentos llegan a cien
de ADN) y el ADN original, como hemos visto, puede
y unos pocos incluso a doscientos nucleótidos). En la
presentar degradaciones químicas que lo hagan menos
práctica, eso significa que si intentamos recuperar frag-
eficiente a dichas técnicas, el resultado puede ser la recu-
mentos mayores, los resultados serán lógicamente
peración de ADN contaminante en vez del endógeno
negativos. Incluso si intentamos recuperar en una reac-
que se pretendía analizar.
ción de laboratorio un fragmento corto, de solo 60
Esto es irrelevante cuando se trabaja por ejemplo
nucleótidos, los resultados pueden ser igualmente
con una especie extinguida, como el mamut. Es imposi-
negativos, sencillamente porque la cobertura genómica
ble que la muestra se haya contaminado con ADN
DNA Y ARQUEOLOGÍA
75
[page-n-77]
rio de genética (Fortea et al., 2008). En secuencias de
ADN mitocondrial de muestras de El Sidrón, se ha podido comprobar que el porcentaje de ADN contaminante
antes y después de la adopción del protocolo de anticontaminación, ha pasado de ser un 95% a ser menos
del 5% (Fortea et al., 2008), y en algunos casos menos
del 0,3% (Fig.1 y 2).
En un estudio llevado a cabo con restos neolíticos del
yacimiento del Camí de Can Grau, en Granollers
(Barcelona), decidimos llevar a cabo una aproximación
novedosa para controlar la contaminación. Como se trataba de una excavación antigua, realizada en 1994, no
Figura 1. Protocolo de extracción anticontaminación en el yacimiento
neandertal de El Sidrón (Asturias). Las muestras se extraen con trajes estériles de laboratorio, guantes, máscara facial y material de excavación
estéril. Son congeladas inmediatamente y trasladadas al laboratorio de
biología molecular.
podíamos adoptar las medidas anticontaminación que
aplicamos en El Sidrón. Pero sí sabíamos quien había
excavado, limpiado y estudiado los restos, que desde
entonces permanecían guardados en cajas en una
moderno de elefante antes de llegar al laboratorio e
dependencia del museo local. Analizamos 23 dientes de
incluso allí, si nunca se ha trabajado con proboscídeos.
otros tantos individuos, y obtuvimos 572 secuencias del
Sin embargo, cuando se trabaja con muestras humanas,
ADN mitocondrial, algunas replicadas en dos laborato-
el problema de la contaminación es grave, simplemente
rios de forma independiente (Sampietro et al., 2006).
porque no puede distinguirse a posteriori y porque es
Después, secuenciamos el ADN de todas las personas,
difícil saber si las medidas anticontaminación que se
arqueólogos, antropólogos y biólogos moleculares
toman a priori son realmente efectivas. Entre éstas des-
implicados en el estudio. De forma un tanto sorprenden-
taca el genotipado de las personas implicadas en la
te, todos tenían secuencias distintas en la región hiper-
excavación, así como la adopción de medidas preventi-
variable del ADN mitocondrial, lo que significa que pudi-
vas, como el uso de trajes de laboratorio, guantes esté-
mos distinguir exactamente a quién pertenecía cada
riles y mascarillas faciales, en la propia excavación. Estas
secuencia contaminante, y también distinguirlas de las
medidas son algunas de las que se han adoptado de
auténticas, que eran claramente mayoritarias y variaban
forma pionera en la excavación del yacimiento neander-
de una a otra muestra (Sampietro et al., 2007). En con-
tal de El Sidrón, en Asturias, donde las muestras no solo
junto, los arqueólogos, que lógicamente habían manipu-
se extraen con medidas anticontaminación, sino que
lado sin precauciones los restos y los habían limpiado
son inmediatamente congeladas y enviadas al laborato-
con agua, habían dejado sus secuencias en todas las
76
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-78]
muestras, llegando a representar un 33% del total. La
antropóloga, que probablemente había manipulado
mucho más los restos, pero cuando éstos se hallaban ya
secos (el agua contribuye a transportar al interior de los
huesos los contaminantes externos), había dejado su
ADN en menor proporción (un 7% del total). Los investigadores del laboratorio habían contaminado un poco
menos que los arqueólogos (alrededor de un 10% del
Figura 2. Trabajo de laboratorio.
total) (Sampietro et al., 2006). Hay que recordar que los
restos habían sido excavados hacía más de diez años; es
algunos dientes a menos veinte grados, es mucho menor
decir, que los procesos de contaminación provocan pro-
que la destrucción irreversible de un material conserva-
blemas de larga duración en las muestras antiguas. Otros
do a temperatura ambiente (Fig. 2).
estudios similares mostraron que los fragmentos contaminantes, cuando son recientes, forman secuencias de
Información genómica
ADN de mayor longitud que el ADN endógeno, el cual
Durante los primeros veinte años de existencia del ADN
se halla más fragmentado (Malmström et al., 2007).
antiguo, sus posibilidades quedaron restringidas a la
Obviamente, si se intenta recuperar fragmentos que
recuperación de pequeñas regiones genéticas, normal-
exceden la longitud del ADN endógeno, es probable
mente la región hipervariable del ADN mitocondrial
que únicamente se recupere el ADN contaminante.
(Hofreiter et al., 2001). Esto es debido a las limitaciones
Asimismo, también se ha demostrado que la conser-
técnicas existentes y al hecho de que el ADN mitocon-
vación de los restos a la temperatura ambiente de un
drial se halla representado entre 400 y mil veces más que
museo daña el ADN de forma irreparable en pocas déca-
el genoma nuclear en cualquier muestra antigua. Es
das. Ésto pudo demostrarse a partir del análisis de bóvi-
decir, existen muchas más posibilidades de que una
dos prehistóricos de un yacimiento francés, que había
muestra contenga ADN mitocondrial que no nuclear. El
sido parcialmente excavado hacía veinte años. Los hue-
genoma mitocondrial es un marcador genético muy utili-
sos de las nuevas campañas presentaban hasta diez
zado en filogenias y en estudios de diversidad intraespe-
veces más ADN que los que habían sido almacenados en
cífica, porque acumula variación más rápidamente que
las vitrinas de un museo durante ese período (Pruvost et
una región promedio del genoma nuclear y porque al
al., 2007). Por lo tanto quizás es una buena idea conge-
actuar como un marcador neutro dicha variación es bási-
lar algunas muestras que puedan ser interesantes para
camente una función del tiempo. Dicho de otra forma,
estudios paleogenéticos aunque no vayan a realizarse en
cuanto más diferentes sean dos secuencias de mitocon-
un futuro inmediato. El coste de conservar, por ejemplo,
drial, más tiempo hará que han divergido. El estudio del
DNA Y ARQUEOLOGÍA
77
[page-n-79]
ADN mitocondrial humano permitió, por ejemplo, esta-
duos de poblaciones europeas y miles de SNPs reparti-
blecer el origen reciente y africano de toda la humanidad
dos por todo el genoma, han demostrado que existe
actual, lo que se conoce como teoría de la «Eva mitocon-
suficiente estructura geográfica como para poder atri-
drial» o «Eva africana».
buir cada individuo a su país de origen con una elevada
Sin embargo, desde la finalización del proyecto
certeza (Novembre et al., 2008). A pesar de lo homogé-
genoma humano en 2001, se ha ido conociendo la fun-
neas que son las poblaciones europeas, el análisis en
ción de muchos genes en aspectos fisiológicos, inmuni-
profundidad del genoma permite reconstruir procesos
tarios, neurológicos, fenotípicos e incluso conductuales
migracionales mucho más sutiles de lo que se creía
de los seres humanos. La información presente en los
hasta ahora.
3.200 millones de nucleótidos que forman un genoma
En definitiva, si pudiéramos solventar los problemas
humano, por contraposición a los 16.500 de un genoma
metodológicos relacionados con la conservación del ADN
mitocondrial, es enorme. Conocemos incluso genes
y la contaminación de las muestras, todo un universo de
implicados en aspectos físicos externos que no encon-
información sobre el pasado se haría accesible (Fig. 3).
tramos nunca conservados, como el color del pelo, de la
piel o de los ojos, el grupo sanguíneo o capacidades
El futuro: las nuevas técnicas de ultrasecuenciación
cognitivas y podemos recuperarlos en especies extin-
El año 2005, apareció una nueva técnica, de las denomi-
guidas (Römpler et al., 2006; Lalueza-Fox et al., 2007;
nadas de ultrasecuenciación (producción masiva de
Krause et al., 2007b; Lalueza-Fox et al., 2008). No solo
secuencias de ADN), que había sido desarrollada por la
ésto: estudios recientes realizados sobre miles de indivi-
compañía tecnológica Life Sciences (Margulies et al.,
Aproximación específica: Reacción en cadena de la polimerasa (PCR)
Aproximación inespecífica: ultrasecuenciación metagenómica
Extracción hueso
PCR
Extracto
ADN
Trituración
hueso
Clonación productos de
PCR
Secuenciación en fragmentos solapados
Creación de una
librería genómica
Extracción
ADN
Identificación bioinformática
Anotación
y ensamblaje
Ultrasecuenciación
masiva
Bases de
datos
genéticos
Figura 3. Procedimiento técnico de recuperación específica de regiones de
ADN mediante la reacción en cadena de la polimerasa o PCR. Se diseñan
sondas para intentar recuperar el fragmento genético de interés; posteriormente el producto de la reacción se clona en bacterias y se obtienen las
secuencias. Si queremos obtener un fragmento largo, necesitamos trabajar
con fragmentos pequeños solapados.
78
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
Figura 4. Procedimiento técnico de las nuevas plataformas de ultrasecuenciación metagenómica. Se obtiene un extracto de ADN del hueso que se
quiere analizar, se generan millones de secuencias inespecíficas de dicho
extracto, y posteriormente se identifican informáticamente mediante comparación con las bases de datos actuales, seleccionando las que corresponden al organismo estudiado.
[page-n-80]
2005): la pirosecuenciación 454 (Fig. 4). Hasta ese
de un determinado extracto antiguo, sin seleccionarlas a
momento, la paleogenética se había basado en la llama-
priori. Algunas de ellas pueden obtener hasta millones de
da «reacción en cadena de la polimerasa» o PCR. La PCR
secuencias en pocas horas. En general, el proceso es
es una aproximación específica, en la cual nosotros pla-
extraordinariamente ineficiente, con porcentajes de recu-
nificamos qué región genética queremos estudiar y dise-
peración del 1 al 4% en muestras de latitudes templadas
ñamos unas sondas específicas (denominadas cebado-
y de hasta el 40-50% en muestras conservadas en suelo
res) destinadas a «pescar» las secuencias buscadas en un
helado como el de Siberia. Sin embargo, esta obtención
extracto de material antiguo donde hay billones de frag-
masiva de datos genéticos hace que terminen por apare-
mentos de ADN endógeno y ambiental. El éxito o fraca-
cer partes significativas de cualquier genoma.
so de este tipo de aproximación depende de la cantidad
El desarrollo de una técnica de enriquecimiento para
de ADN endógeno presente en el extracto y también del
regiones cromosómicas específicas o para el genoma
diseño de estas sondas, pero todo el proceso es muy
mitocondrial entero mediante la utilización de sondas
artesanal y por tanto, lento.
específicas previamente a la reacción de ultrasecuencia-
Los nuevos proyectos genómicos, entre ellos el geno-
ción 454, ha representado una posterior revolución tec-
ma neandertal (Green et al., 2006; Green et al., 2008), son
nológica que ha ayudado a superar las limitaciones ini-
de tipo inespecífico o metagenómico. Se entiende por
ciales. Básicamente, esta técnica combina la especifici-
metagenómica cuando se secuencia una muestra en la
dad de la PCR con la producción masiva de datos pro-
cual no ha sido posible aislar los diferentes organismos
pia de la ultrasecuenciación. En el futuro, cuando los
que la componen. Ésto requiere que cada secuencia obte-
precios sean más asequibles, será posible analizar mues-
nida sea posteriormente identificada mediante alinea-
tras arqueológicas más recientes con estas tecnologías y
mientos informáticos con las bases de datos genéticas dis-
generar de esta manera cantidades enormes de infor-
ponibles. Las muestras óseas antiguas, no solo contienen
mación genética. Dado que la contaminación tiene que
el ADN del individuo cuando estaba vivo, atrapado en
afectar de forma similar muestras distintas de un mismo
cristales de la matriz de hidroxiapatita del hueso, sino que
yacimiento, con estas aproximaciones genómicas debe-
también contienen grandes cantidades de ADN de bacte-
ría ser posible distinguir este patrón de contaminantes
rias del suelo, hongos, etc., que viven en el sedimento o
idénticos del de las secuencias endógenas, que tendrí-
han colonizado el hueso. Las nuevas técnicas de ultrase-
an patrones variables entre individuos y que deberían
cuenciación (hay disponibles varias plataformas tecnológi-
ser coherentes en un mismo individuo. Por lo tanto, pre-
cas que las llevan a cabo, no solo la pirosecuenciación 454
guntas que siempre han interesado a los arqueólogos,
de Life Sciences, sino también la plataforma de Solexa-
como las afinidades poblacionales, el parentesco o el
Illumina o la plataforma SOLID de Applied Biosystems)
sexo de algunos individuos, podrían quedar por fin a
simplemente generan cantidades masivas de secuencias
nuestro alcance, al menos en yacimientos que cumplie-
DNA Y ARQUEOLOGÍA
79
[page-n-81]
ran los requisitos expuestos anteriormente de buena
conservación y de excavación controlada. El futuro de
los estudios genéticos en restos antiguos depende pues
de una mayor colaboración entre biólogos moleculares
y arqueólogos, así como del establecimiento de laboratorios de calidad científica reconocida, de protocolos
consensuados de obtención de muestras (Hublin et al.,
2008) y de fuentes de financiación destinadas a proyectos multidisciplinares.
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80
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-82]
Introducción
La alimentación es un aspecto central en la ecología y
el comportamiento de las especies y condiciona la vida
de los organismos: la búsqueda del alimento a menudo
ocupa gran parte del día, la disponibilidad estacional
puede tener un fuerte impacto en cuestiones tales
como pautas de movilidad, tamaño de la población y
organización social, y finalmente la calidad y cantidad
de lo que se ingiera afectará al estado de salud de la
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
ASSUMPCIÓ MALGOSA
GROB. Unitat d’Antropologia biològica
Dept. Biologia Animal, Biologia Vegetal i
Ecologia
Universitat Autònoma de Barcelona
población. Además, en el caso humano, las preferencias y la transformación de los alimentos que constituyen el repertorio dietético dependerá no solo de los
gustos individuales, sino también de las tradiciones culturales. Es, pues, una realidad compleja en la que intervienen cuestiones ecológicas, fisiológicas y culturales,
todas entrelazadas y prácticamente inseparables
(Malgosa y Subirá, 1996).
La alimentación, además de ser una cuestión compleja, también es un concepto amplio. Por una parte, el término alimentación incluye lo que propiamente se ingiere,
verduras, carne, pescado, agua, etc., en definitiva las distintas substancias que constituyen lo que llamamos comida o dieta. Por otro lado, en la alimentación también se
incluye el provecho que el organismo obtendrá de esos
alimentos a través de la nutrición. Finalmente, hay que
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
81
[page-n-83]
tener en cuenta la estrategia a desarrollar para obtener
esos alimentos, ya sea a base de la recolección, la caza, el
cultivo, etc., lo que se denomina el patrón de subsistencia. Aunque a menudo estos conceptos –dieta, nutrición
y subsistencia– se consideran sinónimos, expresan aspectos muy diferentes en relación a la alimentación.
La dieta comprende un conjunto de actos voluntarios y conscientes que van dirigidos a la elección, pre-
Figura 1. Bases antropológicas de los estudios sobre la dieta.
paración e ingestión de los alimentos, fenómenos muy
relacionados con el medio sociocultural y económico y
que determinan, en gran parte, los hábitos dietéticos y
ción y subsistencia, están tan íntimamente entrelazados
estilos de vida. La nutrición hace referencia a los
que las informaciones procedentes de todos los campos
nutrientes que componen los alimentos y comprende
y metodologías tienen cabida y se sostienen o corrobo-
un conjunto de fenómenos involuntarios que suceden
ran unas con otras (Hublin y Richards, 2009).
tras la ingestión de los alimentos (digestión, absorción
Los métodos tradicionales para la determinación de
y asimilación de nutrientes). La nutrición es el proceso
paleodietas a menudo se basan en la interpretación
biológico en el que los organismos asimilan los alimen-
incompleta y a veces engañosa de los registros arqueo-
tos y los líquidos necesarios para el funcionamiento, el
lógicos, por ejemplo, restos de fauna y flora, artefactos
crecimiento y el mantenimiento de sus funciones vita-
u otras pruebas culturales. Esta documentación permi-
les. En cuanto al patrón de subsistencia, tiene una
te inferir cuestiones alimentarias, pero merece la pena
importante determinación cultural y viene definida por
contemplar todas las posibles opciones (ritual, estratifi-
los medios por los cuales un grupo humano extrae y uti-
cación social, etc.). Por el contrario, los estudios sobre
liza la energía de su entorno, pudiendo ser forrajeros,
el propio esqueleto permiten abordar el estudio de la
ganaderos, horticultores, agricultores, etc. Cada patrón
dieta de una forma más objetiva, analizando directa-
de subsistencia conlleva su propio nivel de estratifica-
mente las evidencias de la alimentación, así como las
ción social, patrones de asentamiento y grado de espe-
consecuencias de la presencia, abuso o defecto de
cialización de la mano de obra.
determinado alimento.
Este trabajo se centra básicamente en el estudio de
Los estudios sobre el esqueleto analizan tanto los res-
la determinación de la dieta de poblaciones antiguas,
tos óseos como los registros dentales de las poblaciones
por tanto en el primero de los conceptos citados, es
antiguas (Malgosa y Subirá, 1996) (Fig. 1). En ambos
decir en la caracterización de los alimentos que ingería
casos, el análisis puede realizarse desde un abordaje
una población. Sin embargo, los tres temas, dieta, nutri-
directo, analizando su composición o los restos micros-
82
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-84]
cópicos, o bien mediante el análisis indirecto que supo-
El hueso está formado por una matriz orgánica (30%
ne la respuesta nutricional a determinados alimentos y su
aprox.) impregnada de sales minerales (70% aprox.),
proporción en la dieta. Entre los primeros están los aná-
básicamente hidroxiapatita, un fosfato cálcico hidratado.
lisis químicos de las estructuras esqueléticas (Ambrose y
Esta estructura rígida es en realidad un tejido dinámico
Katzenberg, 2002) y la composición del cálculo dental
que después de la etapa de crecimiento continua remo-
(Lalueza Fox et al., 1996; Henry y Piperno, 2008). Entre
delándose a un ritmo aproximado de 7 a 10 años. De
los segundos, se encuentran el desgaste dental (Pérez-
esta manera la composición del hueso varía a lo largo de
Pérez et al., 1999; Romero y De Juan, 2005; Romero et
la vida de un organismo. La doble fracción del hueso,
al., 2005), las patologías óseas y dentales (Borgognini y
orgánica e inorgánica, permite realizar dos tipos de aná-
Repetto, 1985; Carrasco y Malgosa, 1990; Chimenos,
lisis, según se utilice una u otra: para el estudio de isóto-
1990; Chimenos y Martínez, 1993; Hillson, 1979; Lukacs,
pos estables se analiza principalmente la matriz orgánica
1989), el estado de crecimiento, y el desarrollo del
del hueso, mientras que los elementos traza se analizan
esqueleto (Cohen y Armelagos, 1984).
sobre la fracción inorgánica (Mays, 1998).
Análisis químicos
Análisis de isótopos estables
En las últimas décadas los estudios de la dieta se han
Los elementos químicos en estado natural no están for-
orientado principalmente hacia los análisis químicos
mados por átomos totalmente idénticos, sino por una
(Ambrose y Katzenberg, 2002). Actualmente se tiene un
mezcla de diversas formas que se diferencian entre sí por
conocimiento preciso acerca de los procesos que siguen
el número de neutrones de su núcleo y, por tanto, en su
los alimentos a fin de que puedan ser utilizados por el
masa atómica. Los isótopos estables son los que no se
organismo humano y así mantener un estado funcional
descomponen y se mantienen imperturbables a lo largo
óptimo, incluyendo la formación y el mantenimiento de
del tiempo, siendo los más abundantes en la naturaleza.
las estructuras óseas. Estos procesos incluyen la diges-
En cualquier reacción química o física hay una selección
tión de los alimentos y su posterior absorción y transpor-
a favor o en contra de uno o más de los isótopos, por lo
te a las distintas células, donde los nutrientes serán utili-
cual existen diferencias entre la proporción de las dife-
zados. Ello permite relacionar la dieta con la variabilidad
rentes formas según el medio en el que se encuentren
de la composición química del hueso ya que cualquiera
(Chisholm, 1989). En base a esta diferente proporción, se
de los elementos químicos que componen el esqueleto
utiliza el estudio de los isótopos, principalmente los de
tiene una única vía de entrada en el organismo, la ali-
carbono y de nitrógeno, para la reconstrucción de las
mentación. Es posible, pues, relacionar la cantidad de un
paleodietas. Actualmente es un campo en pleno
elemento presente en el hueso con la posible ingestión
desarrollo por lo que la bibliografía aquí citada es solo
mayoritaria de un tipo u otro de alimento.
una pequeña representación.
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
83
[page-n-85]
-26‰ (plantas terrestres)
-6‰ (CO2 atmosférico)
carbono en las plantas conduce a diferentes proporcio-23‰ (carbono
orgánico)
nes 13C/12C entre estos tipos de plantas, con un conte+1‰ (carbonos
_
inorgánicos)
sedimentos
nido de 13C más elevado en las plantas C4 que en las
C3. El 85% de las plantas superiores son del tipo C3
(casi todas las arbóreas) y tienen unos valores de δ 13C
muy bajos, entre –22‰ y –30‰. El otro 15% de las
plantas son del tipo C4, en su mayoría son plantas tro-
Figura 2. Distribución de los niveles de isótopos de Carbono.
picales (maíz, sorgo, caña de azúcar, mijo, soja, etc.) y
tienen unos valores de δ 13C más altos, entre –10‰ y
–14‰. Por lo tanto, el valor δ 13C de los huesos depen-
Carbono. Globalmente, se puede decir que existe una
de en gran parte del tipo de planta más abundante en
variabilidad isotópica espacial y temporal del CO2
la dieta.
atmosférico (Klinken et al., 2002). Casi el 99% del CO2
Otro motivo de diferenciación entre alimentos lo pro-
atmosférico contiene el carbono ligero 12C, una peque-
porciona la fuente de carbono: marina o atmosférica. En
ña parte, el 1,1% del CO2, es algo más pesado ya que
el primer caso, la proporción es mayor de 1:100, mien-
contiene 13C, y finalmente una muy pequeña proporción
tras que si el carbono procede de la atmosfera, la rela-
contiene 14C , que es radiactivo e inestable, y cuyas apli-
ción es aproximadamente 1:100; de esta forma el valor
caciones han sido fundamentalmente paleocronológi-
sería mayor si el alimento proviene de un ambiente mari-
cas. En el proceso de absorción fotosintética del CO2,
no (Fig. 2). Así pues, se pueden diferenciar tres grupos
la vegetación terrestre y el fitoplancton marino practi-
de plantas en relación al contenido de 13C: las marinas y
can una discriminación en contra de las moléculas pesa-
las terrestres, C3 y C4, por lo que la composición isotó-
das, absorbiendo una mayor cantidad de
C que de
pica de los huesos de un animal dependerá del tipo de
C. De esta forma el carbono atrapado en los vegeta-
alimentación basada en una mayor proporción del tipo
les contiene una menor proporción de 13C que el carbo-
de plantas que sean la base de la su cadena alimentaria.
no del CO2 atmosférico por lo que se observa una
Los mamíferos que comen estas plantas enriquecen sus
reducción de la relación inicial.
tejidos con isótopos pesados que resultan en valores de
13
12
Además, no todas las plantas realizan las dos mismas fases de la fotosíntesis y en función de ello se cla-
un 3-5‰ superiores al de la planta ingerida (Aufderheide,
1993).
sifican en tres tipos: plantas C3, C4 y CAM. En las plantas C3, el primer compuesto orgánico fabricado en la
Nitrógeno. El isótopo más frecuente del nitrógeno es el
fotosíntesis tiene 3 átomos de carbono, mientras que
14
en el tipo C4 tiene 4. Así, la distinta incorporación del
cercanos al 0‰ en la atmosfera y de 10‰ en los suelos
84
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
N (99,634%) frente al 15N. Este último presenta valores
[page-n-86]
(Katzenberg,1992). De la misma forma que los isótopos
les la disponibilidad de agua puede ser crítica; por
de carbono, la cuantificación de los isótopos de nitróge-
ejemplo, los animales adaptados a la sequía o los que
no refleja los niveles basales de la cadena alimentaria: las
habitan en los desiertos muestran valores δ 15N anóma-
plantas (Katzenberg, 2000). Las plantas obtienen el nitró-
lamente altos (Schoeninger et al., 1983), lo que también
geno a partir de los iones amonio y nitratos del suelo y
se observa en restos humanos procedentes de zonas ári-
del agua o del nitrógeno atmosférico, a partir de las bac-
das que a menudo muestran valores muy altos de δ 15N.
terias fijadoras del N2. Por tanto hay diferencias entre los
niveles presentes en la atmosfera y en el suelo, siendo el
Cuantificación. La desviación de la concentración isotó-
l5
N más abundante en el segundo; también existen dife-
pica de 13C (δ 13C) en cualquier muestra, viva o fósil se
rencias entre las plantas, ya que las leguminosas obtie-
mide respecto a un standard, que suele ser el carbono
nen nitrógeno a partir de las bacterias fijadoras del nitró-
contenido en el carbonato cálcico de la concha de un
geno que se encuentran en las raíces y, por tanto, tienen
determinado fósil marino denominado PDB (Pee Dee
niveles superiores de N.
Belemnite), o VPDB, perteneciente a una formación geo-
14
Otra fuente de nitrógeno es el agua dulce y marina,
lógica del Cretácico en Carolina del Norte, y cuyo valor
siendo fijado por bacterias y algas azules. En los organis-
ha sido establecido por la Agencia Internacional de la
mos marinos, el 15N es más abundante. Los valores de
Energía Atómica.
los organismos acuáticos son más positivos que los de
Tanto en el caso del carbono como en el del nitróge-
los terrestres debido a que los nitratos usados por el
no, los valores obtenidos se expresan en ‰ y se ven
fitoplancton están enriquecidos por la disolución de
reflejados en las siguientes fórmulas:
nitratos y amoníacos del agua marina. Además hay un
enriquecimiento de un 3-4‰ a medida que se asciende
de nivel trófico tanto en organismos marinos como
δ 13C = (13C/12C muestra - 13C/12C estándar )
C/12C estándar x 1.000
13
terrestres. Al ser la cadena trófica marina más larga que
la terrestre, los organismos marinos presentan valores
más altos. Por ejemplo los organismos terrestres tienen
δ 15N = (15N/14N muestra - 15N/14N estándar)
N/14N estándar x 1.000
15
un promedio de +5,7‰, mientras que los mamíferos
marinos es de +15,6‰. Así pues, se produce un incre-
En el caso del carbono los valores siempre son negati-
mento de δ 15N a lo largo de la cadena trófica. Otros fac-
vos, mientras que en el nitrógeno pueden serlo o no. Los
tores que afectan a los valores concretos de δ 15N de las
intervalos de variación de δ 13C y 15N pueden ser repre-
plantas incluyen la temperatura, la altitud, la pluviosi-
sentados en un eje de coordenadas (Fig. 3) en el que se
dad, la salinidad del suelo y la aplicación de fertilizantes
observan diferentes categorías asociadas a diversos
naturales como el guano (Ambrose, 1991). En los anima-
patrones alimentarios.
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
85
[page-n-87]
Isótopo radiactivo
Carbono 12
datación
Carbono 14
Carbono 13
Isótopo estable
Isótopo
normal
dieta
CARNÍVOROS MARINOS
CARNÍVOROS
Presas dieta C3
δ 15N‰ (AIRE)
No bosque
Presas dieta C4
HERBÍVOROS
RUMIANTES
PLANTAS C3
Bosque
PASTURES
PLANTAS C4
No bosque
HERBÍVOROS
FIJADORES N2 (C3)
Bosque
No bosque
Marinos no arrecifes
ARRECIFES MARINOS
TROPICALES
δ 13C‰ (PDB)
Figura 3. Distribución de los isótopos de C y N en distintos ecosistemas (modificado de Keegan, 1989).
Aplicaciones. Este tipo de estudios tiene diversas aplica-
mentos orgánicos también pueden aportar informacio-
ciones y contribuye al conocimiento sobre la homogenei-
nes significativas, por ejemplo el pelo (Macko et al.,
dad de la dieta en una población, las variaciones espa-
1999) o incluso la madera del sarcófago que contuvo al
ciales, ecológicas y temporales entre grupos humanos,
individuo (Filley et al., 2001).
así como a la valoración del status social individual
No hay que olvidar tampoco su aplicación a contex-
(Schwarcz, 1991). También ha sido muy empleado en
tos más antiguos, por ejemplo al estudio de homínidos,
América para determinar el papel del maíz en la dieta de
ya que ha sido posible obtener resultados significativos a
los diferentes grupos étnicos (Buikstra y Milner, 1991;
partir de material fósil. Así por ejemplo, se ha reafirmado
Larsen et al., 1992), mientras que en Europa se ha emple-
el estatus carnívoro y depredador del hombre de nean-
ado para conocer la contribución de alimento de diver-
dertal (Richards et al., 2000; Bocherens et al., 2005;
sos ecosistemas –marino vs. terrestre (García et al.,
Bocherens, 2009) o el oportunismo y adaptabilidad de
2004), agua dulce (Katzenberg et al., 2009), etc.– en dis-
Australopithecus africanus (Van der Merwe et al., 2003) o
tintas poblaciones, pero sobre todo para evaluar los
la estacionalidad de Paranthropus robustus (Sponheimer
cambios alimentarios durante la transición Mesolítico-
et al., 2006).
Neolítico (Lubell et al., 1994; García et al. 2006; Schulting
Por otro lado, los isótopos estables pueden aportar
et al., 2008). A pesar de que tanto el esmalte, como la
pruebas para conocer el momento del destete de los
dentina, y el hueso muestran un buen registro de la dieta
niños en la antigüedad. Diferencias en los valores de δ
y las prácticas alimentarias, la utilización de otros ele-
15
86
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
N pueden reflejar el cambio de nivel trófico que se pro-
[page-n-88]
duce cuando el niño recibe alimentos sólidos en lugar de
Medio hasta el Postclásico Tardío (700 BC a 1500 AD),
recibirlos a través de su madre (Fogel et al., 1997;
los valores encontrados para los premolares, por ejem-
Herring et al., 1998; Schurr, 1998). Un lactante se
plo, tenían de promedio un 0,5% más de δ 13C que los
encuentra en un nivel trófico superior en la cadena ali-
primeros molares del mismo esqueleto, mientras que
mentaria y, por lo tanto, tiene un valor de δ 15N superior
los terceros molares no estaban significativamente más
al de la madre o al de un niño no lactante. Estos resulta-
enriquecidos que los premolares (Wright y Schwarcz,
dos también se pueden comparar con isótopos de car-
1998). El cambio de los primeros molares y premolares
bono cuyos valores pueden reflejar la introducción de ali-
parece ser debido a la transición a los alimentos sólidos
mentos sólidos (como el maíz) en la dieta, y con los valo-
a partir de leche materna que es rica en lípidos.
res de isótopos de oxígeno, que indicarían si un bebé
Después de los 2 años, cuando comienza la mineraliza-
ingiere leche materna u otras fuentes de agua (Wright y
ción de los premolares, los niveles de δ 13C de la dieta
Schwarcz, 1998).
infantil no cambiaron sistemáticamente. En relación a
los isótopos de oxígeno, los primeros molares y premo-
Oxígeno, Hidrógeno, Estroncio y Plomo. Los análisis
lares tienen unos valores de δ 18O similares, aunque en
de isótopos estables se han convertido en los últimos
los terceros molares el promedio es un 0,7% inferior
años en una herramienta poderosa y no invasiva para
respecto de los primeros molares y 0,5% inferiores a los
estudiar la conducta animal y humana, habiendo
premolares. Tanto el primer molar como el premolar tie-
ampliado el espectro de elementos y materiales anali-
nen mayores valores de δ 18O, ya que la leche materna
zados. El conocimiento cada vez mayor de los ciclos
está más enriquecida en
geoquímicos de los isótopos y el aumento de cuestio-
Parece que existió un proceso asincrónico de los cam-
nes planteadas en relación a la dieta y su origen, tuvo
bios de δ 13C y δ 18O que demuestra que las madres
como consecuencia la utilización de isótopos tradicio-
Kaminaljuyú practicaban una alimentación complemen-
nalmente empleados en otras problemáticas, por ejem-
taria. La composición isotópica del esmalte de los
plo la paleoclimática, a la resolución de temas paleoan-
Kaminaljuyú indica que muchos niños continuaban
tropológicos. Los isótopos del oxígeno fueron rápida-
tomando leche –enriquecida en
mente integrados a esta temática para resolver cuestio-
años, cuando los premolares se mineralizan. Aunque los
nes como el destete. Se ha observado que los dientes
alimentos sólidos se introdujeron tempranamente,
que se desarrollan más tarde están más enriquecidos en
antes de que se iniciara la mineralización de los premo-
C, a la vez que están más empobrecidos en 18O que
lares, la leche materna parece haber proporcionado una
los dientes que se desarrollan a edades más tempranas.
importante proporción de los líquidos absorbidos por
En la población de Kaminaljuyú, un estado antiguo de
los Kaminaljuyú hasta los 5 o 6 años de edad (Wright y
Guatemala cuya datación abarca desde el Preclásico
Schwarcz, 1998).
13
18
O que el agua potable.
18
O– entre los 2 y 6
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
87
[page-n-89]
Figura 4. Mapa de distribución de los niveles de δ 2H y δ 18O en USA generados a través de GIS (de Ehleringher et al., 2009).
También los huesos recuperados de los sitios arqueo-
Ahora bien, el estroncio consumido es incorporado en el
lógicos pueden ser analizados para obtener información
esqueleto durante la formación de hueso, pero también
sobre otros aspectos de la vida como la migración. Los
durante su remodelación. Teniendo en cuenta que el
isótopos de carbono, oxígeno e hidrógeno que pueden
hueso está sometido a una continua renovación de su
ayudar a determinar el origen geográfico a través de sus
fase inorgánica, las mediciones de estroncio óseo refle-
proporciones en el agua que beben (Fig. 4) (Daux et al.,
jan los últimos años de la vida de la persona. El esmalte
2008; Thompson et al., 2008; Ehleringer et al., 2008).
de los dientes, por otra parte, se forma durante la infan-
Del mismo modo, los isótopos de estroncio y el plomo
cia y los cambios que pueda sufrir su composición son
en los dientes y los huesos puede ser utilizado para
relativamente pequeños y no comportan una verdadera
reconstruir la migración en las poblaciones humanas y su
remodelación como la del hueso. Por ello, las diferencias
afinidad cultural. Por ejemplo, la composición isotópica
de isótopos de estroncio entre el hueso y el esmalte de
del estroncio de los huesos y los dientes reflejan la com-
los dientes en una sola persona reflejan los cambios en la
posición de isótopos de estroncio de la geología local.
historia de la residencia de esa persona. Así pues la rela-
88
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-90]
ción de estos isótopos medidos en los dientes y en los
tradicionales no son resolutivos (Sharp et al., 2003;
huesos humanos pueden servir como marcadores de la
Smith, 2007). Actualmente también se dispone de datos
geología de las áreas en las que los individuos se criaron
diversos que demuestran que el pelo y los dientes con-
y en la que murieron, respectivamente (Price et al., 2002).
tienen un largo historial de los ritmos biológicos regis-
En cuanto al plomo, el distinto origen radiogénico de
trado en la ratio de isótopos; así pues, el análisis de la
tres de sus cuatro isótopos estables da lugar a una señal
distribución de isótopos en estos materiales proceden-
isotópica característica de cualquier depósito geológico.
tes de especímenes arqueológicos podría dar informa-
Siendo que el plomo no se fracciona en los sistemas bio-
ción sobre la fisiología de las personas y animales anti-
lógicos, incluido el metabolismo humano, la composi-
guos (Appenzeller et al., 2007).
ción isotópica de plomo del esqueleto refleja la fuente o
Estos estudios ofrecen una visión de la amplitud de
fuentes a la que las personas estuvieron expuestas. Se
posibilidades que pueden tener los análisis isotópicos
supone que los diferentes grupos culturales serán
aplicados a los restos antiguos. Sin embargo, para un
expuestos a diferentes fuentes de plomo a través de los
mejor resultado, el investigador debería poder determi-
procesos naturales y prácticas culturales (Carlson, 1996).
nar los niveles originales de los isótopos en el organismo
Un reciente desarrollo en la ciencia forense es el aná-
en el momento de su muerte y no siempre es exacta-
lisis isotópico de cabello, que podría ser aplicado a res-
mente así. A partir de la muerte de un organismo, se
tos capilares conservados. El cabello tiene una tasa de
desencadenan una serie de procesos y reacciones en el
crecimiento reconocible de unos 9-11 mm por mes o 15
propio cuerpo y en su ambiente inmediato. Los procesos
cm por año, siendo este crecimiento dependiente prin-
diagenéticos –físicos, químicos y biológicos– tenderán a
cipalmente de la dieta, incluyendo sobre todo el agua.
modificar los restos y su composición. Por ello, es impor-
La composición isotópica del agua potable está en fun-
tante entender los procesos de diagénesis que puedan
ción de la ubicación y la geología, por ello los isótopos
afectar a la señal original isotópica a fin de interpretar sus
de estroncio ( Sr, Sr) y de oxígeno ( O y O) varían en
niveles y obtener una imagen precisa de la paleodieta
todo el mundo. Estas diferencias en la relación isotópi-
(Bocherens, 2002). También es importante para el inves-
ca se ven reflejadas en nuestro cabello, cuando crece y,
tigador saber las variaciones de los isótopos en los indi-
por tanto, es posible identificar los últimos movimientos
viduos, entre individuos, y en el tiempo.
87
88
18
16
geográficos a través del análisis de cabello. Por ejemplo, sería posible determinar el lugar de residencia
Análisis de elementos traza
reciente de un sospechoso comparando la composición
Tal como su nombre indica, los elementos traza son
isotópica de distintas zonas del cabello. Este análisis del
aquellos elementos químicos que se encuentran en
cabello es un método no invasivo que se está volviendo
pequeñas cantidades, en este caso, en el hueso. Su estu-
muy popular en los casos en que el ADN u otros medios
dio sigue pautas parecidas al estudio de los isótopos
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
89
[page-n-91]
Sr 38 P
50 N
Fra
cci
on
am
ien
to
de
lE
str
on
cio
(Sr
)
Consumidores
terciarios
(grandes
carnívoros)
Consumidores
secundarios
(pequeños
carnívoros)
Consumidores
primarios
(herbívoros)
Productores
(plantas)
Energía que fluye a través del sistema
Pérdida del calor del sistema
Figura 5. Fraccionamiento del estroncio a lo largo de la cadena trófica.
estables porque se trata en ambos casos de metodologí-
plantas. Otros dos, el cobre y el zinc, se encuentran
as analíticas químicas y se basa en el fraccionamiento tró-
mayormente disponibles en los alimentos de origen ani-
fico de determinados elementos. Se trata de cuantificar
mal (Underwood, 1977).
la concentración de un determinado elemento traza en
El estroncio es el elemento más paradigmático de
los huesos de diferentes individuos de una población y
los análisis de paleodieta mediante los elementos traza.
contrastarla con estándares o patrones que permitan la
Se trata de un elemento alcalinotérreo que las plantas
clasificación según el tipo de dieta. En este caso los
absorben con facilidad del suelo junto con el calcio cuyo
patrones empleados son los restos de fauna de dieta
comportamiento químico es muy similar. Los animales
conocida del mismo yacimiento y estratigrafía.
herbívoros tienen, pues, un fácil acceso al estroncio y
La cantidad de un elemento traza a lo largo de una
por ello constituyen un importante reservorio de este
cadena trófica varía en función de razones fisiológicas de
elemento. Sin embargo la concentración en los tejidos
la alimentación del grupo. Se utilizan elementos quími-
animales no es la misma que en las plantas del lugar, ya
cos no esenciales para el organismo que no estén limi-
que el tracto intestinal de los animales discrimina el
tados por unos requerimientos concretos (Ezzo, 1994).
estroncio a favor del calcio. En las sucesivas etapas de la
Tres de estos elementos en particular (estroncio, bario y
cadena trófica (omnívoros y carnívoros) la proporción de
vanadio) están significativamente concentrados en las
estroncio se reducirá aún más (Fig. 5) por dos razones:
90
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-92]
Sr, Ba
una es la ya citada discriminación del sistema digestivo
y la otra, la mayor dificultad de acceso a los depósitos
de estroncio que en los animales son los huesos (Gilbert,
1985). Este proceso de empobrecimiento de un elemen-
Herbívoro – Omnívoro – Carnívoro
Zn, Cu
Figura 6. Variación de los elementos traza en función de la base alimentaria.
to en los diferentes estadios de alimentación, desde un
herbívoro hasta un carnívoro, se da también en otros
supuesto que esté relacionado con un cambio en la dieta
elementos traza. Así, algunos elementos ven reducidas
puede quedar reflejado en el hueso, tanto diferencias
las cantidades a lo largo de la cadena trófica (en gene-
entre grupos sociales, ya sea de edad, de sexo o de
ral los alcalinotérreos como el estroncio, el bario o el
estratificación social (Auferheide, 1989; Blakely, 1989;
magnesio abundantes en las tierras y en las plantas),
Hatch y Geidel, 1985), como diferencias entre cronologí-
mientras otros, como el cobre y el zinc, incrementan su
as dentro de un mismo yacimiento (Sillen, 1984). Por últi-
ratio al ser retenidos en los tejidos musculares
mo, este tipo de estudio puede reflejar posibles conta-
(Klepinger, 1984; Francalacci y Borgognini, 1988). Es
minaciones y envenenamientos asociados al alimento o a
interesante poder integrar los datos de los diferentes
su tratamiento, así como de otros asociados a las activi-
elementos traza por el diferente tipo de información que
dades laborales (Aufderheide et al., 1991; Runia, 1988).
aportan y por la interacción que hay entre ellos (Fig. 6).
En conjunto, el estudio multielemental nos puede dar
Limitaciones de los análisis químicos en restos antiguos.
una aproximación de la alimentación básica del grupo
Todo tipo de análisis sobre el hueso precisa de una
humano (Francalacci, 1987; Subirá y Malgosa, 1992).
buena conservación del material, máxime cuando este
análisis es químico. A pesar de la escasa cantidad de
Aplicaciones de los análisis de elementos traza. El análi-
hueso, 0,5 g que se necesita para el análisis de elemen-
sis de los isótopos y de los elementos traza facilita infor-
tos traza, el hueso debe permanecer lo más indemne
mación sobre las proporciones de algún tipo de alimen-
posible para poder considerar los datos aceptables
to en la dieta de un grupo. Se ha aplicado a distintos
(Subirá, 1993). En el caso de los isótopos estables es
contextos y épocas, incluso a restos fósiles (Safont et al.,
necesaria la extracción de colágeno de un gramo de
1998; Sponheimer et al., 2005, entre otros), e incluso
hueso, evitando utilizar aquella parte del hueso en que la
combinando con diversos modelos químicos (Sillen et al.,
matriz orgánica haya prácticamente desaparecido o estu-
1995). También nos permiten conocer el estado de salud
viera alterada por la presencia de microorganismos. En
de una población, en tanto que la deficiencia de algún
este sentido, algunos autores consideran que no se con-
elemento químico presente en un producto alimenticio
serva colágeno en restos de más de 10.000 años, y que
puede quedar reflejada en los niveles basales de los ele-
el error en la medición podría proceder del 13C del carbo-
mentos traza en el hueso. Por otra parte, cualquier
nato presente en la hidroxiapatita (Sillen, 1994).
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
91
[page-n-93]
Otras consideraciones a tener en cuenta son la posi-
miento) lo que proporciona un cuerpo de datos consis-
ble variabilidad geográfica y regional, y la interrelación
tente para explicar la alimentación de los grupos del
entre marcadores alimentarios, por ejemplo alimentación
pasado.
marina y plantas C3 y C4, y la complejidad en la interpretación de los resultados cuando se tienen en cuenta
influencias fisiológicas, como las diferencias de sexo en
metabolismo de Sr/Ca en las que las mujeres suelen
tener mayor Sr/Ca ratios que los hombres debido a las
demandas del embarazo y la lactancia (Eckhardt, 2004).
Pero quizás el principal toque de atención reside en
la imposibilidad de comparar los valores absolutos obtenidos en diferentes poblaciones, tanto por el uso de
diversas metodologías analíticas, como por los diversos
procesos diagenéticos ligados a las características propias de cada yacimiento y época. Por ello es extremadamente importante la comparación de los niveles quími-
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94
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-96]
La investigación bioantropológica y paleopatológica, y
la actividad arqueológica
Existe una discrepancia entre el gran volumen de necrópolis que se han excavado desde la década de 1980 en
la Comunidad Valenciana con la escasa realización de
estudios bioantropológicos y paleopatológicos efectuados, lo cual denota la precaria situación que las disciplinas tienen en esta área geográfica. Si a ésto le unimos
que tampoco existe una formación específica en Grado y
Postgrado en las universidades públicas y privadas de
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA.
HERRAMIENTAS PARA LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICA
MANUEL POLO CERDÁ
esta comunidad, con excepción de la desarrollada en la
Grupo Paleolab. Valencia
Universitat d´Alacant, es obvio que la investigación del
registro biológico humano procedente de las interven-
ELISA GARCÍA PRÓSPER
Grupo Paleolab. Valencia
ciones arqueológicas no es una fuente habitual de trabajo y mucho menos de interés institucional.
ALEJANDRO ROMERO
Dpto. Biotecnología
Facultad de Ciencias
Universitat d´Alacant
Esta situación es consentida y mantenida desde hace
años por una Administración Pública, que hasta hace relativamente poco tiempo no exigía la investigación del
registro osteoarqueológico. A día de hoy, esta exigencia
no consta en ningún reglamento de actividades arqueológicas, precisamente porque éste no existe. A día de hoy
esta situación, aunque ha mejorado sensiblemente, es
todavía anecdótica y lamentablemente caprichosa, pues
dependiendo del proyecto y del equipo arqueológico, los
técnicos que velan por el cumplimiento de nuestra Ley
4/1998 de 11 de junio del Patrimonio Cultural Valenciano,
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
95
[page-n-97]
exigen o no estudios complementarios como los de tipo
gración arqueológica y bioantropológica-paleopatológi-
bioantropológico o paleopatológico. Por otra parte,
ca. Nos referimos al cambio sustancial que desde 1999
desde las Administraciones Públicas no se regula quién
vive Portugal con la entrada en vigor del Regulamento
está capacitado para estas investigaciones, lo cual devie-
dos Trabalhos Arqueológicos (Decreto Ley 270/99 de 15
ne hacia estudios con diversos resultados, muchos de
de julio, DR 163/99, serie I-A, pp 4412 a 4417), que en su
escasa calidad y otros realizados por personal no especia-
artículo 8 estipula que la excavación de necrópolis o
lizado, y que contrastan con el alto nivel científico de dife-
intervenciones donde pueda haber restos antropológi-
rentes grupos de investigación a nivel nacional, que desde
cos sólo será autorizada en caso de que el equipo pro-
un prisma multidisciplinar, publican sus trabajos en los
motor tenga garantizada la presencia de especialistas en
congresos nacionales e internacionales de Antropología
Antropología Física. Por otra parte, las administraciones
Física, Paleopatología y Arqueología, manteniendo vivas
públicas certifican una cartera profesional de antropólo-
las investigaciones prehistóricas e históricas en estas áreas
gos y paleopatólogos a través de la correspondiente
de conocimiento.
acreditación. Desde entonces, todas las intervenciones
Es pues una realidad que las necrópolis excavadas en
arqueofunerarias tienen su correspondiente estudio
estas tierras se almacenan hasta su olvido en museos o
osteoarqueológico, que se ha traducido en un incremen-
servicios municipales de arqueología, sin ser conserva-
to cuantitativo de publicaciones.
das adecuadamente para su preservación y sin ser inves-
A pesar de la lamentable situación particular que
tigadas por equipos multidisciplinares de ninguna institu-
vive esta área del Levante, la realidad española está
ción que manifieste interés por estas disciplinas.
cuantificada a través de recientes estudios bibliométri-
Seguramente la inexorable destrucción o incluso la
cos como los de González, Blanco y Robles (2007) y
«excavación» dentro de los propios museos será la única
Etxeberria (2009) sobre el estado de la Paleopatología
posibilidad de investigar en las décadas futuras.
en España. Entre las cifras que se dan sobre la produc-
La obligada reglamentación de las actividades
ción científica destaca que el 82,5% de los investigado-
arqueológicas permitiría una solución a unos análisis, los
res están integrados en diferentes centros y universida-
osteoarqueológicos, donde ha imperado hasta el
des, frente a un 17,5% que trabajan desde el ámbito pri-
momento la buena voluntad en el mejor de los casos y la
vado. Por otra parte, el 24% de los trabajos publicados
desidia administrativa en la mayoría de ellos. No obstan-
procede de Madrid, el 21% de Cataluña y el 21% de la
te, esta situación es dispar en el resto de los territorios
Comunidad Valenciana (fundamentalmente por personal
debido a las diferentes leyes de patrimonio autonómicas
no vinculado a instituciones públicas). Solo el 40% de
y a sus diferentes reglamentaciones sobre actividades
los investigadores son médicos y un 39% de las obser-
arqueológicas. Ejemplos muy válidos y cercanos nos
vaciones patológicas no van acompañadas de un diag-
pueden dar la solución futura para una verdadera inte-
nóstico diferencial (ausencia que vendría dada porque la
96
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-98]
160
mayoría de los autores no médicos desconocen las fuentes de la patología). Finalmente, con respecto al perio-
Nº artículos
140
120
100
80
60
40
ciones prehistóricas, mientras que solo el 11% son estudios poblacionales.
Asimismo, en el trabajo de Vizcaino, Monroy y
González (2009) sobre análisis bibliométrico de las publicaciones de la Sociedad Española de Antropología Física
20
0
Lo
gr
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Lo ño
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8
Lo ño 8
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Sa
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00
el
la 5
20
07
do cronológico investigado, el 15% versa sobre colec-
Figura 1. Evolución de la producción científica en paleopatología a través
de los congresos de la Sociedad Española de Paleopatología (1988-2007).
(SEAF), lamentablemente ninguna universidad valenciana figura entre las que han publicado en el periodo
sobre trauma en poblaciones antiguas representan hasta
1978-2005, siendo Barcelona, Madrid y Granada las uni-
el 28% de la producción científica, seguidos del análisis
versidades que aglutinan el peso de la investigación
de enfermedades infecciosas (13%), degenerativas y arti-
española.
culares (12%), metabólicas y endocrinas (9%), neoplási-
Sobre la dimensión que la Paleopatología tiene a
cas (8%), congénitas (8%), dentales (7%), indicadores de
nivel internacional, es de obligada consulta el trabajo de
estrés (2%) y enfermedades vasculares (2%). En la revista
Stodder et al. (2006), donde a partir de un análisis
JAS para el mismo periodo, se incluye además hasta un
bibliométrico del periodo 1996-2005 sobre cuatro bases
8% de trabajos sobre DNA antiguo.
de datos donde están indexadas las revistas científicas
A pesar de disponer de fuentes y recursos suficien-
Paleopatología
tes, el análisis del impacto de la investigación en
(Medline, Anthropological Literature, ISI –Institute for
Bioantropología y Paleopatología está extremadamen-
Scientific Information– y AIO –Anthropological Index
te limitado a la gran dispersión de la bibliografía,
Online–), se analizan hasta 1013 artículos, de los cuales
donde un gran volumen de las aportaciones no se
el 15,6% se publican en el International Journal of
publican en ninguna de las tres revistas con mayor índi-
Osteoarchaeology (IJO), el 13,33% en el American
ce de impacto, incluso muchos de los trabajos aparecen
Journal of Physical Anthropology (AJPA), el 4,4% en
a nivel nacional en revistas, actas o monografías, como
Anthropologischer Anzeiger y el resto se distribuye
así se puede observar cuando se acude a consultar
entre 1 y 3% para un variado conjunto de revistas
algunos de los pocos repertorios bibliográficos existen-
(Journal of Archaeological Science (JAS), HOMO,
tes sobre Paleopatología como la «Paleopathology
Chungará, Paleopathology Newsletter, Anthropologie,
Bibliography of The San Diego Museum of Man» o la
Human Evolution, etc.).
«Bibliografía sobre Paleopatología en España» de la
que
publican
Bioantropología
y
Si analizamos el repertorio de la revista IJO entre
Sociedad Española de Paleopatología (SEP) recopilada
1996 y 2005 por entidades nosológicas, los estudios
por el Prof. F. Etxeberria (2007). No obstante, en
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
97
[page-n-99]
España se ha producido un incremento notable de las
En definitiva, el análisis de los restos humanos en
publicaciones sobre Paleopatología si atendemos al
contexto arqueológico debe encerrar siempre un doble
volumen de trabajos recogidos en los libros de actas de
papel. En primer lugar, la integración de la información
congresos de la SEP en sus veinte años de existencia
en un cuadro de conocimiento paleoambiental general (a
(Fig. 1). Se puede decir que en España esta ciencia
través de los patrones de paleonutrición, indicadores de
tiene un gran dinamismo y unas enormes expectativas
estrés adaptativo, impacto de las enfermedades o el
de futuro (Etxeberria, 2009).
análisis de economías de subsistencia), y en segundo
lugar, la investigación sobre el hombre y su comporta-
Arqueología funeraria y Paleopatología
miento ante la muerte en un contexto cronocultural
La Arqueología y la Bioantropología-Paleopatología tie-
específico, prehistórico o histórico. En definitiva, en la
nen su nexo de unión en la denominada «Arqueología de
lectura del registro osteoarqueológico, la Antropología
la muerte» o «Arqueología funeraria», que ha evoluciona-
Física se encarga de la variabilidad del individuo y de la
do hacia la integración paulatina de diferentes conceptos
población, la Paleopatología de la normalidad y de la
biológicos y biomédicos traspasando el clásico análisis
enfermedad del grupo humano, y la Arqueología funera-
estático poblacional sobre el registro funerario. Se ha
ria del aporte de los materiales de estudio en un contex-
pasado de implementar la aplicación de ciencias como la
to cronocultural determinado.
Antropología Física durante la excavación arqueológica a
El término Paleopatología fue utilizado por primera
través de la «Arqueoantropología de campo», hacia la
vez por Schufeldt (1892) como el «término bajo el cual
conceptualización de la excavación funeraria desde una
pueden ser descritas todas las enfermedades o condi-
perspectiva biológica integradora, y donde también las
ciones patológicas encontradas en los restos de anima-
ciencias médicas tienen su espacio.
les extinguidos o fosilizados» (Villalaín, 2007). A partir
En el siglo XXI, dentro del estudio multidimensional
de este concepto, se acepta que fue en 1913 cuando
de las sociedades del pasado, toda excavación
Sir Marc Armand Ruffer definió el concepto de
arqueofuneraria prehistórica o histórica debería ser
Paleopatología «como la ciencia que tiene por objeto
analizada desde una perspectiva amplia que obligato-
el estudio de las enfermedades capaces de dejar su
riamente incluiría a la Paleopatología. Hoy en día, los
huella en los tejidos orgánicos, sobretodo en los hue-
nuevos avances biológicos se incorporan a la
sos, más o menos antiguos». Posteriormente, los estu-
Arqueología de la muerte, y sirva como ejemplo recor-
dios de Moodie (1923) y Pales (1930) permitieron alcan-
dar
la
zar a la disciplina su propia madurez como especialidad
Paleomicrobiologia y la Paleogenética están realizando
médica con objetivos y metodología específica dentro
sobre el impacto de las enfermedades infecciosas en el
de los estudios de Paleoantropología (Etxeberria,
pasado (Malgosa et al., 2005).
2009). La Paleopatología, pues, ha de entenderse
98
las
aportaciones
que
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
disciplinas
como
[page-n-100]
como una especialidad histórico-médica (Campillo,
pasado de describir «un caso de…» al análisis epidemio-
1992, 1997).
lógico poblacional e interpoblacional. Se puede decir
Pero, como ya indicábamos anteriormente, durante
que todavía es una ciencia joven en España cuyo origen
muchos años, la Arqueología funeraria no ha enfocado su
podríamos ubicar hacia 1970, pues con anterioridad solo
mirada hacia aquello biológico, salvo pequeñas aporta-
esporádicas notas científicas, sobre todo realizadas por
ciones. El estudio del ritual funerario, el análisis tipológi-
extranjeros, habían aportado algunos ejemplos paleopa-
co del enterramiento y sobre todo la riqueza de elemen-
tológicos. Mención a parte tiene el desarrollo de esta
tos como adornos o el tipo de ajuar, concentraban la base
ciencia en Canarias, en gran medida impulsada por
del interés científico. En la década de 1980 la
Bosch Millares desde la década de 1960 y desconectada
«Arqueología de terreno o de campo», auspiciada desde
de la investigación peninsular hasta hace bien poco
diferentes grupos franceses se extiende por Europa
(Bosch Millares, 1975).
(Duday et al., 1990), y los antropólogos comienzan a prac-
En el ámbito geográfico mediterráneo peninsular se
ticar una «Arqueotanatología» donde resulta fundamental
ha pasado de la importancia de describir casos aislados
la presencia del antropólogo en la excavación arqueoló-
como los cráneos trepanados de la cueva de «La
gica, que participa directamente en las labores de docu-
Pastora» de Alcoy (Rincón de Arellano y Fenollosa, 1950),
mentación, registro de «gestos funerarios» y recuperación
donde había pequeñas anotaciones paleopatológicas
de los restos humanos (Mallegni y Rubini, 1994). Desde
(posiblemente las primeras en tierras valencianas), a
entonces surgen nuevos conceptos vinculados a la
estudios poblacionales amplios (Campillo, 1977; Puchalt,
Paleopatología como la «Osteoarqueología» y la
1990; Baxarías, 2002; entre otros), y finalmente a inferen-
«Bioarqueología», que comienzan a pincelar su entrada
cias interpoblacionales (Chimenos, 1990; Cloquell, 1994;
en los planes educativos universitarios. No podemos olvi-
Romero,
dar las nuevas publicaciones monográficas que vienen a
Paleopatología camina hacia una paleoepidemiología
introducir en nuestro país la disciplina a través de manua-
local, regional y global.
2005;
entre
otros).
El
futuro
de
la
les (Campillo, 1983; Aufderheide y Rodriguez-Martín,
1998; Campillo, 2001; Isidro y Malgosa, 2003; Campillo y
Estándares en Bioantropología y Paleopatología
Subirà, 2004) y que constituyen las principales fuentes de
En la sistemática del estudio osteoarqueológico existen
estudio para los nuevos estudiantes e investigadores.
múltiples protocolos y métodos. Para el estudio paleopa-
De acuerdo con la opinión de Pales (1930), la enfer-
tológico están consensuadas las recomendaciones de la
medad siempre ha existido y no se puede separar del
Paleopathology Association (1991). Éstas estructuran no
nacimiento de los seres vivos, y por ende desde la apari-
solo el análisis de patología en los restos óseos huma-
ción del hombre. Como cualquier disciplina científica, la
nos, si no que estandarizan aspectos como la demogra-
Paleopatología ha sufrido una evolución, y así se ha
fía, la antropometría, la paleodieta, etc.
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
99
[page-n-101]
Demografía
de la University of Tennessee (Moore-Jansen, Ousley y
Para el análisis básico del estudio esquelético se reco-
Jantz, 1994) o las medidas recogidas en el manual de
mienda el empleo de los Standards for Data Collection
Campillo y Subirà (2004). Para el cálculo de la estatura de
from Human Skeletal Remains de Buikstra y Ubelaker
la población siempre han de emplearse diversas tablas y
(1994). Para las estimaciones de edad y sexo, es reco-
ecuaciones como las de Trotter y Gleser (1958),
mendable usar las propuestas del Workshop of European
Manouvrier (1893) o De Mendonça (2000), especialmen-
Anthropologists (1980). En ocasiones, debido al estado
te para poblaciones de la Península Ibérica. En todo
de fragmentación de algunos esqueletos, se pueden uti-
caso, siempre hay que intentar usar estándares lo más
lizar con cierta cautela métodos bioantropológicos de
ajustados a la población de estudio y no olvidar las limi-
estimación de edad y sexo habitualmente empleados en
taciones y márgenes de error de cada método.
los análisis de cremaciones (Gejvall, 1980). Para el estudio de restos óseos infantiles y juveniles es de obligada
Paleodontología
referencia el manual de Fazekas y Kosa (1978), que reco-
El estudio paleodontológico y de salud bucodental
ge un estudio pormenorizado del crecimiento y desarro-
puede realizarse utilizando la ficha de registro propuesta
llo infantil.
por Chimenos y cols. (1999) que valora el estado alveo-
Realizada la distribución muestral de la población
lar, estado dentario, desgaste oclusal, caries, reabsorción
objeto de estudio hay que acudir al empleo de las tablas
alveolar, cálculo, abscesos y fístulas e hipoplasia. Para
de vida siempre y cuando se disponga de series osteoló-
estudios específicos como la hipoplasia del esmalte se
gicas representativas. Estas tablas muestran la historia de
puede acudir a métodos clásicos (Goodman y Jerome,
la mortalidad, desde el nacimiento hasta la muerte, de
1991) u otros revisados y más actuales (Hillson y Bond,
los diferentes grupos de edad. Con ellas se pretende
1997). Por último, el análisis odontométrico puede ser de
determinar la esperanza de vida a distintas edades de la
gran importancia para observar la variabilidad entre
población y para proceder a su obtención se han de
poblaciones o explorar diferencias entre sexos en una
resolver diferentes ecuaciones. La aplicación de funda-
población (Hillson, 1996). Los análisis establecen diferen-
mentos estadísticos ha permitido entre otros avances,
tes índices métricos basados en el diámetro mesiodistal
conocer la transición demográfica durante el Neolítico
(MD) y vestíbulo-lingual (VL) para obtener entre otros, el
(Bocquet-Appel, 2002).
índice de robustez, el módulo de la corona o su índice.
Osteometría
Marcadores de estrés ocupacional
Para el análisis antropométrico es recomendable el uso
Debido a la plasticidad ósea, las inserciones musculoliga-
de las 78 medidas propuestas en protocolos como el
mentosas pueden sufrir procesos inflamatorios locales.
Data collection procedures for forensic skeletal material
Las lesiones entesopáticas son atribuidas a una hiperac-
100
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-102]
tividad muscular y es fácil su observación en restos óseos
Paleodietas
arqueológicos, pudiendo establecerse una estrecha rela-
Caracterizar la dieta de una población humana antigua
ción con determinadas actividades laborales, por ello se
es importante para obtener una aproximación a sus
han conceptualizado como indicadores paleocupaciona-
modos de vida, directamente relacionados con la explo-
les o marcadores de estrés ocupacional, muy útiles para
tación
caracterizar la biomecánica repetida de las poblaciones
Bioantropología, junto a diversas patologías óseas o el
antiguas (Castellana y Malgosa, 1991; Galera y Garralda,
análisis del desgaste dentario y los datos, a menudo par-
1993; Rodríguez-Martín y Martín-Oval, 1997). En este
ciales, recogidos del yacimiento arqueológico (fauna,
sentido, es importante en todo estudio poblacional dife-
semillas, utillaje, etc.), las evidencias cuantitativas más
renciar los de origen entesopático, de otros que tienen
directas para obtener información acerca de los tipos de
un origen patológico y que se han relacionado clásica-
alimentos consumidos se basan en los análisis bioquími-
mente a actividades laborales, como son algunos tipos
cos de huesos y microscópicos de los dientes.
y
adaptación
a
un
medioambiente.
En
de artrosis, la miositis osificante traumática, etc. Para este
Desde finales de la década de los 70 el análisis bio-
tipo de estudios se recomienda el empleo de trabajos
químico del hueso introdujo la posibilidad de obtener
como los de Kennedy (1989) o el Atlas de Capasso,
información de los alimentos consumidos por un grupo
Kennedy y Wilczak (1999).
humano a partir de los niveles o concentración de elementos químicos presentes en hueso. El análisis de ele-
Variantes anatómicas epigenéticas
mentos traza como el estroncio (Sr) y su relación con el
El estudio de la prevalencia de variantes anatómicas de
calcio (Ca) en hueso (Sr/Ca) permite determinar la
carácter epigenético presentes en la población podría
importancia de la carne o productos de origen vegetal
valorar el grado de endogamia. Se denominan epigené-
en la dieta basada en una relación menor Sr/Ca cuanto
ticos porque hacen referencia a que la expresión de
mayor sea la proporción de carne en la dieta (Sillen y
éstos vendría dada por factores genéticos, a los que se
Kavanagh, 1982). Por otro lado, el análisis de isótopos
unen factores ambientales. Este análisis permite caracte-
estables del carbono (12C y 13C) y del nitrógeno (14N y 15N)
rizar a la población y poder cotejarla con otras de la
sobre el colágeno del hueso, de una forma más precisa,
misma cronología y ámbito geográfico. Para este tipo de
permite discriminar dietas de origen marino de otras
estudios se puede acudir a la relación propuesta por las
terrestres incluso una aproximación a tipos de plantas
Paleopathology
(C3 o C4) (Schoeninger, 1995). De este modo, por ejem-
Association (1991) o al manual de Pastor y cols. (2001)
plo, consumidores de productos cárnicos de origen
por lo que respecta a variantes craneales en poblaciones
terrestre presentan valores inferiores de δ13C y δ15N que
peninsulares.
aquellos con un alto componente de consumo de carne
propias
recomendaciones
de
la
de origen marino. Sin embargo, este tipo de análisis
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
101
[page-n-103]
requieren de una «calibración». En primer lugar, la
analizan en pequeñas áreas de esmalte (~0,5mm2) sobre
muestra ósea debe conservar suficiente materia orgáni-
la superficie vestibular de la dentición postcanina per-
ca para poder analizarse y es necesario de igual modo,
manente en su tercio medio y con preferencia a M1, con
controlar el efecto diagenético o contaminación por
un Microscopio Electrónico de Barrido (MEB). Sobre
otros elementos químicos presentes en el lugar de
estas superficies no existe un contacto entre dientes y la
deposición donde ha permanecido la muestra hasta su
presencia de abrasiones microscópicas se encuentran
análisis. Estos factores complican el análisis, ya que es
directamente asociadas al diferente grado de abrasivi-
necesario observar los niveles de los elementos quími-
dad, natural o artificial, de los tipos de alimentos masti-
cos en el suelo y en restos de fauna asociada a los mis-
cados. De este modo, la hipótesis de trabajo parte del
mos niveles estratigráficos. Para la Comunidad Valen-
principio que la variabilidad en los patrones de micro-
ciana, por el momento, existen pocos ejemplos que
desgaste se debe a la importancia del consumo de ali-
informen de la dieta de comunidades humanas antiguas
mentos naturales no abrasivos como la carne, de otros
a partir de análisis bioquímicos en hueso (García-Guixé,
con características abrasivas intrínsecas como los pro-
Richards y Subirà, 2006; Romero, Martínez-Ruiz y De
ductos de origen vegetal en la dieta, pero también con-
Juan, 2002), quizá por las dificultades intrínsecas del
siderando como factor de diferenciación los posibles
método o imposibilidad de contextualizar materiales de
modos técnicos de transformación de los alimentos. A
excavaciones antiguas.
partir del análisis de cazadores-recolectores del
Una línea de análisis novedosa que se está aplicando
Pleistoceno y Holoceno, así como poblaciones agrícolas
para la aproximación al conocimiento de los tipos de ali-
(Pérez-Pérez et al., 2003; Romero y De Juan, 2008), se
mentos consumidos en grupos humanos antiguos se
ha demostrado que la variabilidad en el patrón de
basa en el análisis de microdesgaste dental. Las caracte-
microdesgaste se muestra menor a nivel intragrupal que
rísticas físico-químicas de los alimentos, como su forma
intergrupal. Grupos cazadores-recolectores con un ele-
de preparación y conservación, son factores directamen-
vado componente cárnico en la dieta se caracterizan por
te relacionados con la pérdida de esmalte del diente.
una densidad menor de microestrías dentarias más lar-
Partículas de igual o superior dureza que el esmalte (4,5-
gas, un modelo que por el momento se muestra inver-
5 en la escala de Mohs) contenidas en los alimentos,
samente proporcional a otros grupos humanos con un
como los fitolitos de origen vegetal o la sílice cristaliza-
sistema económico de subsistencia basado en la pro-
da adherida durante la transformación del alimento para
ducción de alimentos.
su consumo (molienda del grano o secado de carne y
pescado), producen a nivel microscópico abrasiones en
Indicadores de estrés ambiental-nutricional
el esmalte del diente (Romero, 2005; Romero et al.,
Los indicadores de estrés ambiental constituyen marca-
2009). La densidad y longitud de estas microestrías se
dores osteológicos resultantes de la interacción entre el
102
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-104]
PRESIONES
AMBIENTALES
Motivos
económicos
individuo y el medio ambiente (por ejemplo, cribra
orbitalia, hiperostosis porótica, líneas de Harris o la
hipoplasia del esmalte). Sin lugar a dudas, de todos los
factores ambientales que pueden afectar al crecimiento
Recursos
existentes
(Disponibilidad
alimentaria)
Motivos
culturales
Recursos
limitantes
(Modo de vida,
características
individuales, etc.)
y desarrollo de una población, es la nutrición la más
FILTRO
CULTURAL
directamente implicada. Si consideramos el «estrés
ambiental» como la limitación de la disponibilidad de
culturales (situaciones bélicas, la propia «cultura gastronómica», el modo de vida, las características individuales, etc.) llegamos directamente a la conclusión de que
perfectamente es sustituible el vocablo «estrés» por el
de «nutricional».
Obviamente, los marcadores que analizamos en los
restos esqueléticos van a provenir directamente de la
escasez alimentaria o bien de la resistencia del individuo
Produce nuevas
presiones
Modifica presiones
RESISTENCIA
recursos alimentarios, ya sea por motivos económicos
(periodos de pobreza, escala social, epidemias, etc.) o
Factores
estresantes
(Enfermedades)
Edad
Sexo
Susceptibilidad
genética
CAMBIOS Y
TRASTORNOS
Indicadores de dieta
bioquímicos
(oligoelementos, isótopos)
Indicadores de dieta
morfológicos, radiológicos
y demográficos
Alteraciones de la talla, líneas de Harris,
periostitis, hipoplasia del esmalte,
patologías bucodentales, cribra orbitalia,
síndrome poroso, platicnemia, etc.
Figura 2. Estrés ambiental e indicadores paleonutricionales (modificado de
Goodman, 1984).
a una situación deficitaria alimenticia de origen
rápida mortalidad en individuos muy sensibles (infantoju-
medioambiental (Fig. 2). No obstante, los mismos datos
veniles) a agentes adversos no daría tiempo al desarrollo
pueden ser utilizados para apoyar hipótesis contradicto-
de marcadores esqueléticos visibles». Esta interacción
rias si no se analizan todos los indicadores bajo una pers-
«estrés ambiental» y patología, ha permitido reflexionar
pectiva más amplia. Esta reflexión, formulada por Wood
y reinterpretar la información paleoecológica surgida del
et al. (1992), es la base de la «paradoja osteológica», que
estudio de las poblaciones antiguas.
habla de la doble interpretación del análisis de indicado-
Para el estudio de estos indicadores se recomien-
res de estrés ambiental o paleonutricional: «Bajo condi-
da utilizar la propuesta de Pérez-Pérez (1996) y sobre
ciones ambientales estables, la alta presencia de indica-
algunos indicadores como los fenómenos porosos suge-
dores parecen indicar bajos niveles de adaptabilidad al
rimos la revisión de algunas de nuestras aportaciones
medio o elevada susceptibilidad o debilidad frente a
(Polo, 2000, 2001; Polo y Villalaín, 2003).
condiciones ambientales desfavorables. Sin embargo, la
mayor frecuencia de indicadores esqueléticos estaría
Paleopatología y entidades nosológicas
reflejando una mayor capacidad de sobrevivir a episo-
En Antropología Física y osteología se recomienda el
dios de enfermedad o estrés ambiental. Así mismo, una
empleo de la nomina anatomica, que puede ser perfec-
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
103
[page-n-105]
tamente aplicable a las poblaciones antiguas (Debu y
Mafart, 2002). En Paleopatología, por el contrario, estamos inmersos en diferentes discusiones semánticas que
a veces no aclaran nada, por lo que sería aconsejable
una correcta nomenclatura que iría desde el empleo de
conceptos básicos como las lesiones elementales óseas
propuestas por Thillaud y Charon (1994) al plano del
diagnóstico retrospectivo o de presunción de las diferentes entidades nosológicas. El uso de las citadas
lesiones elementales permite una estandarización de
las descripciones patológicas y vendrían a definir las
principales observaciones macroscópicas y radiológicas
en el hueso arqueológico (por ejemplo, erosión, cavidad, perforación, osteolisis, osteoblástico, osteoclástico, periostitis, porosidad, cribosidad, nódulo, espícula,
osteofito, exostosis, eburneación, osteopenia, deformación axial, deformación volumétrica, anquilosis,
pseudoartrosis, etc.).
El método diagnóstico paleopatológico se fundamenta en ubicar crono-culturalmente y demográficamente el
caso o casos de estudio, para posteriormente realizar una
primera descripción de la lesión elemental según la morfología macroscópica, ubicarla según la anatomía topográfica, cotejarla con la imagen médica, descartar la alteración tafonómica postmortem y tras un diagnóstico diferencial, inferir un diagnóstico médico de presunción. A
Figura 3. Paleopatología infecciosa. (a-b) Brucelosis (necrópolis villa romana de la Vall d´Uixó, ss I-II d.C.); (c) tuberculosis, mal de Pott (necrópolis
romana de la calle Quart, Valencia, ss. II a.C.); (d) pleuritis, tuberculosis pulmonar (necrópolis romana de la calle Quart, Valencia, ss. II a.C.); (e-f) tuberculosis coxofemoral, necrosis de cabeza femoral (Iglesia Fortaleza
Castielfabid, s. XVIII d.C.) y (g) tuberculosis dactilar o spina ventosa (Cova
dels Blaus, La Vall d´Uixó, Castellón, Edad del Bronce).
todo este proceso se le pueden aplicar técnicas complementarias como la anatomía patológica, la radiología, la
bioquímica, la biología molecular, etc. Con todo ello se
llega a establecer un síndrome osteoarqueológico similar
a la entidad nosológica en medicina clínica (Thillaud y
Charon, 1994).
104
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-106]
La Paleopatología ha permitido documentar en el
pasado la mayoría de las enfermedades osteológicas y
algunas de las sistémicas que hoy en día conocemos. A
pesar de todo, el porcentaje de identificación es bajo,
porque mayoritariamente solo alcanzamos a valorar
entre el 10 y el 20% de las enfermedades. Entre las entidades nosológicas frecuentemente documentadas destacan las siguientes, muchas de las cuales se han descrito en la literatura paleopatológica sobre estudios de
necrópolis valencianas:
· Inflamaciones-infecciones (Fig. 3): artritis, periostitis,
treponematosis, osteomielitis, tuberculosis ósea,
tuberculosis pulmonar, brucelosis, lepra, discitis, etc.
· Neoplasias o tumores (Fig. 4): osteomas, condromas,
carcinomas, osteoblastomas, metástasis, osteosarcomas, quistes óseos, etc.
· Traumatismos (Fig. 5): fracturas (simples, conminutas,
patológicas, etc.), fisuras, hematomas, lesiones (por
arma blanca, por arma de fuego, etc.).
· Vasculares: angiomas, aneurismas, necrosis, etc.
· Degenerativas y reumáticas (Fig. 6): artrosis, artritis, etc.
· Deficiencias nutricionales (Fig. 7): cribra orbitalia,
Figura 4. Paleopatología tumoral. (a) Encondroma protuberans (necrópolis
islámina de Huelva, ss. XI-XII d.C.); (b) osteoma osteoide en placa (caso
forense actual).
hiperostosis porótica, cribra femoral, cribra humeral,
alteraciones volumétricas costales y metafisarias, etc.
· Modificaciones culturales (Fig. 9): trepanaciones,
· Malformaciones y anomalías congénitas: craneales,
deformaciones craneales intencionales o mutilacio-
axiales, apendiculares, etc.
nes dentarias, etc.
· Patología y desgaste dentario (Fig. 8): abscesos,
enfermedad periodontal, caries y grados de exposi-
Paleopatología y DNA
ción de dentina que se relaciona con la génesis de
El desarrollo científico ha contribuido a la implementa-
diferentes patologías en función de su grado y edad
ción de nuevas metodologías biomédicas al desarrollo
del individuo, etc.
del estudio ecológico e impacto de las enfermedades
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
105
[page-n-107]
infecciosas. El avance en biología molecular, genética y
microbiología ha permitido su aplicación al análisis de
restos óseos antiguos, desarrollándose de forma autónoma una Paleogenética y una Paleomicrobiología
(Malgosa et al., 2005), que han permitido entre otros
logros, la recuperación de DNA de algunos de los principales microorganismos causantes de muchas de las
enfermedades infecciosas que han diezmado a las
poblaciones en la antigüedad (tuberculosis, lepra,
peste, sífilis, etc.). Estos trabajos vienen confirmando
diagnósticos de presunción sobre muestras osteológicas
encuadradas en ámbitos cronoculturales definidos, y
que hasta entonces solo habían podido ser diagnosticadas por las características macroscópicas o topográficas
de las lesiones. Entre los nuevos avances se ha conseguido recuperar DNA de microbacterias como el micro-
bacterium tuberculosis (Spigelman y Lemma, 1993), el
microbacterium leprae (Taylor et al., 2009), el treponema
Figura 5. Paleopatología traumática. (a) Fractura espiroidea femoral (necrópolis parroquial de Puçol, Valencia, s. XV d.C.); (b) fractura radial con defecto de consolidación o pseudoartrosis (necropolis del Hospital d´En Conill,
Valencia, s. XV d.C.); (c-d) hematoma subperióstico calcificado femoral
(necrópolis villa romana de la Vall d´Uixó, ss I-II d.C.) y (e) necrosis avascular postraumática de cabeza humeral (necrópolis islámica de Els Alters,
Énova-Valencia, ss. XI-XII d.C.).
pallidum (Mulligan, Norris y Lukehart, 2008) o yersinia
pestis (Wiechmann y Grupe, 2005). Con respecto a esta
última son significativos los trabajos de Drancourt et al.
(1998) sobre la evidencia osteoarqueológica y paleogenética de la peste en las víctimas de la epidemia de
Marsella de 1722.
Bases de datos y archivo
Finalmente, en todo análisis osteoarqueológico es recomendable que la información bioantropológica y paleopatológica sea introducida en una ficha de registro (Polo
Figura 6. Paleopatología degenerativa. (a) Espondiloartrosis cervical; (b)
uncartrosis cervical; (c) artrosis de cabeza humeral (los tres corresponden a
casos procedentes de la necrópolis parroquial de Ortells, Castellón, ss. XIIIXIV d.C.).
106
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
y García-Prósper, 2004) para su valoración, y posteriormente se pueden usar programas informáticos para el
análisis de datos como el SPSS o Excel. Recientemente
[page-n-108]
Figura 7. Paleopatología carencial. (a) Cribra orbitalia trabecular; (b) cribra
orbitalia proliferativa; (c) raquitismo; (d) hiperostosis parietal (los tres corresponden a casos procedentes de la necrópolis islámica del Portal de
Valencia, Burriana, Castellón, ss. XI-XIII d.C.).
van surgiendo programas informáticos que permiten
Figura 8. Patología y desgaste dentario. (a) Enfermedad periodontal y caries
(necrópolis parroquial de Hortells, Castellón, ss. XIII-XIV d.C.); (b-c) dos ejemplos de caries de mayor (Cueva del Molinico, Villena, Alicante, III Milenio a.C.)
y menor grado de afectación en el diente (Necróplis islámica de La Losilla,
Villena, Alicante, ss. X-XIII d.C.); (d) absceso apical mandibular (necrópolis de
Benizahat, La Vall d´Uixó, Castellón, ss. XII-XIII d.C.) y (e-f) variabilidad en el
grado de exposición dentina en dientes postcaninos de individuos adultos
(~30 años) relacionado con diferencias en el carácter abrasivo de la dieta.
establecer análisis intra- e interpoblacionales como el
FORDISC (de uso preferente forense) o el HERRIN´S
de Honor de la Arqueología Catalana (2003). Con ante-
PROJECT (http://proyectoherrerin.blogspot.com), que
rioridad, como precedentes, solo podemos citar las
permitirán nutrir un fondo poblacional peninsular.
notas publicadas por Rincón de Arellano y Fenollosa
(1950) y Riquet (1953) sobre la cueva de La Pastora. Sin
La investigación bioantropológica y paleopatológica en
embargo, desde un punto de vista bioantropológico el
tierras valencianas a través de algunos ejemplos
primer trabajo poblacional se puede atribuir a Fusté
Sin lugar a dudas se puede considerar al Prof.
(1957), sobre los pobladores neo-eneolíticos de la
Domènec Campillo el introductor de la Paleopatología
región valenciana.
en tierras valencianas, y el que sentó las bases del
En la Paleopatología valenciana también se ha evolu-
desarrollo de la misma. Sus trabajos sistemáticos
cionado desde la descripción singular de ciertas
desde 1976 han motivado un merecido premio Pátera
patologías procedentes de necrópolis prehistóricas e his-
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
107
[page-n-109]
han surgido interesantes proyectos interdisciplinares
como el estudio de los enterramientos neolíticos del P.A.I
Torre la Sal en Castellón. Otros proyectos, sin embargo,
surgen a iniciativa de museos, como el análisis de la
Cova dels Blaus también en Castellón, o incluso promovidos por entidades científicas privadas2, como el estudio
de la necrópolis romana más antigua documentada hasta
el momento en la ciudad de Valencia (García-Prósper,
2002; García-Prósper y Polo, 2003; García Prósper, Polo
y Guerin, 2007).
Proyecto Costamar (P.A.I Torre La Sal, Castellón)
(Neolítico)
El yacimiento de Costamar es uno de los mayores asentamientos neolíticos al aire libre excavados en extensión
Figura 9. Modificaciones culturales. (a) Trepanación incompleta (Cripta de
Santa Bárbara, Iglesia de San Juan del Hospital, Valencia, ss. XVI-XVIII d.C.);
(b) maxilar del individuo PZC159 (mujer-adulta) con evidencias de mutilación en dientes anteriores (I1, I2 y C) conservados in situ (Necrópolis islámica de Plaza del Castillo, Pamplona, s. VIII d.C.).
hasta el momento. Su excavación, promovida desde la
Fundació Marina d’Or de la C.V. y bajo la dirección
arqueológica de Enric Flors, se desarrolla a través de
diversos proyectos de intervención arqueológica de
tóricas hacia inferencias poblacionales1. No cabe duda
urgencia como medida previa a las obras de urbaniza-
que muchas de las investigaciones bioantropológicas y
ción del área urbana de Torre la Sal de más de 56.000 m2.
paleopatológicas desarrolladas en los últimos veinte
De las 694 estructuras arqueológicas excavadas, 478
años han estado y están condicionadas a cierta exigencia
corresponden a una cronología neolítica, entre las cuales
administrativa en el contexto de intervenciones arqueo-
destaca un conjunto funerario que ha sido objeto de
lógicas de urgencia o salvamento surgidas tras planes
estudio bioantropológico y paleopatológico.
urbanísticos, obras civiles o infraestructuras públicas o
Los restos humanos estudiados proceden de seis
privadas. ésta es una realidad muy diferente a la que
estructuras funerarias circulares (silos) que bien fueron
vivieron los primeros paleopatólogos, y en este contexto
reutilizados como estructuras de enterramiento, o bien
1.- Sirva de ejemplo el pionero trabajo de Campillo (1988) sobre la enfermedad en la prehistoria valenciana, donde se describen casos paleopatológicos
procedentes del Barranc d´en Llopis en Castelló de Rugat, de la Cova eneolítica del Palanqués, la Cova de La Pastora, la Coveta Emparetà de Bocairent
o la Cova de Les Llometes (Alcoy).
2.- El proyecto Bioantropología de los Primeros Pobladores de Valentia, que se acomete desde 1999 por Grupo Paleolab con financiación privada, comprende el estudio de la necrópolis de calle Quart y ha proporcionado entre otros resultados tendencias sobre la esperanza de vida e impacto de ciertas patologías infecciosas en la Valencia romana (Polo y García-Prósper, 2002a, 2002b, 2009; Polo et al., 2004).
108
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-110]
fueron construidos intencionalmente como tumbas de
(Valle del Vinalopó, Alicante). Todos estos datos odonto-
inhumación. Desde un punto de vista cronológico la data
métricos se asociarían al proceso de gracilización neolí-
iría entre finales del VI e inicios del V Milenio a.C.,
tica descrito por múltiples autores.
habiendo una fase cronológica posterior o segunda ocupación, datada en el IV Milenio a.C.
En relación a la patología oral resulta significativa la
ausencia de la observación de caries y la escasa inciden-
La demografía obtenida representa a siete indivi-
cia de sarro. Por el contrario, se ha observado la presen-
duos con edades desde la infancia hasta la edad adulta
cia de enfermedad periodontal, una sola pieza dental de
(cuatro probables varones entre 30-45 años, dos infanti-
la serie presenta hipoplasia del esmalte, y también se ha
les, uno entre 4 y 6 años y un juvenil entre 12 y 15 años).
observado un solo caso de enfermedad infecciosa bucal
A pesar de ser una serie pequeña, la esperanza de vida
en forma de absceso apical. El desgaste oclusal alcanza
al nacimiento (e0) está en torno a los 25 años, en con-
niveles medio-altos (4-5) para la serie adulta, incluso
cordancia con los resultados del estudio sobre demo-
presenta morfología biselada atribuible a actividad mas-
grafía durante la transición neolítica desarrollado por
ticatoria patológica (bruxismo). Desde la infancia, como
Bocquet-Appel (2002).
lo atestigua el esqueleto GE-257, ya se objetiva un des-
En general, los hallazgos paleopatológicos son esca-
gaste 3-4, indicativo de una dieta extremadamente
sos debido en parte al deficiente estado de conserva-
abrasiva y con abundantes elementos exógenos deriva-
ción de la serie (entre un 10 y un 30% de índice de con-
dos de un tratamiento alimentario poco elaborado de
servación esquelética). Solo se ha documentado un caso
una dieta mayoritariamente cerealista.
ligero de cribra orbitalia en la estructura GE-254, fenómeno poroso inespecífico y multifactorial asociado a
Proyecto Cova dels Blaus (Edad del Bronce)
anemia, malnutrición calórico-proteica o infección gas-
Otro proyecto de estudio multidisciplinar ha sido el aná-
trointestinal (Polo, 2000, 2001), y una ligera artrosis
lisis de la serie de Cova dels Blaus (CDB) (La Vall d´Uixó,
radio-carpiana en GE-310, indicativa probablemente de
Castellón), adscrita a la Edad del Bronce. Dicho proyec-
etiología ocupacional.
to, dirigido por Josep Casabó y María Luisa Rovira
El estudio paleodontológico se ha realizado sobre
desde el Museo de Arqueología de La Vall d´Uixó ha
una muestra total de 98 dientes. Los resultados odoto-
incluido el estudio bioantropológico, paleopatológico y
métricos indican que los diámetros mesiodistal (MD) y
paleonutricional (Polo y Casabó, 2004; Romero et al.,
vestíbulolingual (VL) así como el índice de robustez (área
2004; Polo et al., 2007). El enterramiento colectivo de la
oclusal), el índice de la corona y el módulo de la corona,
Cova dels Blaus está formado por nueve inhumaciones,
están dentro de los valores para poblaciones neolíticas
seis adultos y tres infantiles. La edad de muerte de los
que proponen Anfruns et al. (1996) para series de
adultos oscila entre los 20 y 30 años, y la mortalidad
Catalunya, o Cloquell (1994) para el Levante Peninsular
infantil se sitúa entre 1,5 y 3,5 años. Los marcadores de
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
109
[page-n-111]
actividades físicas documentados están relacionados
vada en otros conjuntos de la Edad del Bronce castello-
probablemente con la recolecta, preparación del ali-
nenses como la Cova dels Castellets (17,1%) en Artana
mento, caza y actividades artesanales. Existen ciertas
o del Valle del Vinalopó en Alicante (8,9%) (Cloquell y
variantes anatómicas epigenéticas que pueden suponer
Aguilar, 1996; Cloquell et al., 2001). Estos valores bajos
relaciones familiares entre los individuos.
de caries en CDB se asocian a una presencia de cálcu-
La aproximación a la paleodieta del grupo se realizó
lo dentario también menor con respecto a los conjuntos
a partir de la muestra de individuos adultos aplicando
prehistóricos de Castellón (Cova dels Castellets o la
diferentes métodos de análisis dentario (Romero, Polo y
Cova de la Masadeta), siendo este tipo de patologías
De Juan, 2004; Polo et al., 2007). En primer lugar, el
las que caracterizan un conjunto singular de dieta en
análisis de la patología dentaria comprendió el examen
tierras valencianas ya que el resto de patologías com-
a nivel intrapoblacional del cálculo dentario, la caries,
paradas, como la enfermedad periodontal o la hipopla-
hipoplasia del esmalte, enfermedad periodontal, pérdi-
sia, se encuentran con valores similares.
das antemortem y abscesos. Además se valoró el grado
Junto al análisis de patología dentaria el análisis de
de exposición de dentina y se realizaron análisis de
desgaste en dientes de poblaciones humanas se ha
microdesgaste dentario. Los datos obtenidos se presen-
relacionado con el tipo de dieta así como con las técni-
tan ahora en el marco de una variabilidad interpoblacio-
cas de preparación de los alimentos. Recientes análisis
nal a partir de resultados obtenidos para otras series
de revisión y correlación de estas entidades nosológi-
prehistóricas del Valle del Vinalopó (Alicante), Valencia y
cas en poblaciones prehistóricas e históricas del Valle
Castellón.
del Vinalopó (Gómez, Romero y De Juan, 2009) han
El problema de la caracterización alimentaria de un
mostrado que el grado de exposición de dentina pre-
grupo humano antiguo basada en el análisis de la pato-
senta una relación con la frecuencia, tipo y severidad de
logía buco-dental radica en la significación de los resul-
la caries. En CDB el desgaste de los dientes no es mar-
tados. Los restos humanos recuperados en tierras
cado, el 75,6% presentan valores inferiores a grado 5
valencianas (IV-II Milenio a.C.) se caracterizan en
basado en una escala de 1-10 (Smith, 1984) y similar a
muchos casos por conjuntos reducidos, que no permi-
otras poblaciones del Valle del Vinalopó (Gómez
ten establecer diferencias fiables entre rangos de edad
Romero y De Juan, 2008) caracterizadas por sistemas
y sexo. De igual modo, los valores de patologías varían
económicos de subsistencia basados en el cultivo de
en función de su presencia por individuo o si conside-
cereales y la cabaña ganadera. Sin embargo, diferen-
ramos el número de dientes en el grupo analizado. Por
cias en la patología y desgaste dentario entre poblacio-
tanto la interpretación de los resultados debe enfocar-
nes pueden estar vinculadas a los modos técnicos de
se a la variabilidad interpoblacional. La caries dental en
procesamiento y transformación de los alimentos. En
CDB (5,4%) es significativamente menor que la obser-
este sentido, la caracterización del análisis de microdes-
110
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-112]
gaste dentario en CDB y su variabilidad con respecto a
otras poblaciones del IV-II Milenio a.C. ha permitido
mostrar un modelo alimentario para la Prehistoria en la
Comunidad Valenciana y áreas limítrofes (Romero,
2005; Romero y De Juan, 2007, 2008; Romero,
Martínez-Ruiz y De Juan, 2004). Un amplio conjunto de
yacimientos han sido analizados desde 1999 (Fig. 10)
pertenecientes al Neolítico como El Tossal de les
Basses (Albufereta, Alicante) (TB) (Rosser y Fuentes,
2007) o La Cova de Sant Martí (Agost, Alicante) (csm)
(Torregrosa y López, 2004). Para el Calcolítico se han
incluido un conjunto de cuevas o covachas del valle alto
del Vinalopó (Villena, Alicante) como la Cueva del
Molinico (mol), Cueva del Lagrimal (LG), Cuevas del
Alto (CA), Cueva de las Delicias (D) o la Cueva de las
Lechuzas (L) (Soler, 1993) y restos adscritos al
Campaniforme (Jover y de Miguel, 2002) como el
Peñón de la Zorra (PZ) o el Puntal de los Carniceros (P).
Los conjuntos de la Edad del Bronce son más variados
en su localización y corresponden a la referida Cova
dels Blaus (cdb) (Polo et al., 2007) en Castellón, El
Cuchillo (Almansa, Albacete) (CU) (de Miguel, 2002), el
Tabaià (Aspe, Alicante) (TA) (de Miguel, 2001), Cabezo
Redondo (CR) (Soler, 1987, 1993) o el Cabezo de la
Escoba (ce) (Villena, Alicante) (Soler, 1993), Lloma de
Betxí (Paterna, València) (bx) o Les Raboses (Albalat dels
Tarongers, València) (R) (De Pedro, 2004). Finalmente,
como grupo control se presentan resultados de pobla-
Figura 10. Microdesgaste dentario. (a) Proceso de obtención de moldes
dentarios; micrografía obtenida por Microscopia Electrónica de Barrido
(MEB) a 30X de una réplica dentaria (M1 inferior-izquierdo humano adulto),
donde se muestra la superficie vestibular y se indica el área de análisis en
el tercio medio del diente bajo la cúspide protocónido; (b) micrografías a
100X (área de 0,56mm2) que muestran diferentes patrones de microdesgaste dentario. Nótese la mayor densidad de menor longitud media (μm)
de microestrías (izqda.) características de poblaciones neolíticas y aquellas
de menor densidad y mayor longitud (dcha.) que presentan poblaciones de
la Edad del Bronce. (c) Representación de las dos primeras Funciones
Discrminantes (76,1%) que muestran la variabilidad en el patrón de microdesgaste (F1=longitud y F2=densidad de microestrías por orientación 0º180º) y su relación con el tipo de dieta y sus modos técnicos de obtención
y transformación entre poblaciones del Neolítico (TB y csm), Calcolítico
(mol, L, D, CA, LG), Campaniforme (P y PZ), Edad del Bronce (CU, TA, CR,
cdb, ce, R y bx) y un grupo control (C) adulto in vivo.
ción actual (muestra in vivo) (C) (Romero, Martínez-Ruiz
y De Juan, 2006).
orientación 0º-180º) muestra como las variables que
El análisis de la variabilidad del patrón de microdes-
más discriminan entre grupos por cronología son las de
gaste dental (densidad y longitud media de estrías por
densidad y longitud media de estrías (μm), siendo esta
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
111
[page-n-113]
última variable la que mayor correlación ha presentado
mal estado, la mala higiene o el hacinamiento en el
(F1) seguida de la densidad de las mismas (F2) (Fig. 10).
poblado. Todos estos datos refuerzan la hipótesis de la
Estos resultados representan un gradiente que respon-
estrecha relación de convivencia o familiar entre los indi-
de claramente a la importancia de los tipos de alimen-
viduos, así como la existencia de muertes cercanas en el
tos y su carácter abrasivo entre las poblaciones analiza-
tiempo, lo que además explicaría ciertas características
das. De este modo, el grupo control in vivo representa
de rapidez del depósito funerario (Polo et al., 2005).
un tipo de dieta industrializada con un carácter abrasi-
Constituyen estos los casos más antiguos de tuberculosis
vo significativamente menor que poblaciones del
documentados hasta el momento en tierras valencianas.
Neolítico, Calcolítico y grupos humanos durante el
Campaniforme con un componente de cereales y cárni-
Interdisciplinariedad y Paleopatología
co en la dieta, procesados con modos técnicos que
Es obvio que ningún estudio del pasado puede analizar-
incorporarían gran cantidad de partículas abrasivas
se desde un prisma exclusivista, solo la interacción entre
extrínsecas, por ejemplo de molinos o molederas de
disciplinas permite tener una visión global de la pobla-
piedra, menos refinadas que durante la Edad del
ción, su evolución y su adaptación con el medio en su
Bronce. Sorprende a su vez la gran homogeneidad en
contexto cultural. La unión pluridisciplinar permitirá el
la distribución de estas poblaciones del IV-III Milenio
análisis integrador de cualquier fenómeno patológico
a.C. en contraposición de una mayor variabilidad para
con garantías suficientes. Tal y como ha manifestado el
los grupos de la Edad del Bronce (II Milenio a.C.),
Prof. Campillo (1989, 1997), el objetivo final es el de
donde el componente cárnico y el procesado de cere-
conservar lo que se ha conseguido hasta ahora en
ales para la obtención de productos secundarios debie-
Paleopatología, con el fin de que en el futuro gane en
ron ser más refinados o variados (introducción de culti-
importancia esta disciplina histórico-médica y no acabe-
vos de regadío) derivado de mejoras en los modos téc-
mos lamentándonos de su pérdida por desidia. Si cons-
nicos de obtención y transformación de los alimentos.
truimos ciencia y conseguimos traspasar la barrera divul-
Durante este periodo, las poblaciones analizadas pre-
gativa, haciendo ver el valor que estos estudios tienen
sentan una densidad de estrías más largas, similar a
para el conocimiento histórico, podremos combatir
modelos de cazadores-recolectores con un elevado
algunas tendencias surgidas del fanatismo y que limitan
consumo cárnico en su alimentación.
el progreso del conocimiento humano, como son la rein-
Por último, señalar la importancia que ciertas lesiones
humación de las series osteoarqueológicas depositadas
multifocales descritas evidencian la probable presencia
en los museos, el impedimento del análisis de las necró-
de tuberculosis en la Prehistoria reciente de la Península
polis procedentes de algunas colectividades religiosas o
Ibérica y concretamente en esta cueva. Las probables
la eliminación de la exposición de procesos patológicos
vías de contagio serían el consumo de leche bovina en
en museos o exposiciones. Es pues motivo de alegría
112
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-114]
que exposiciones arqueológicas como ésta, u otras
como la recientemente celebrada «Esquelets malalts.
Una visió de la malaltia a través del temps» (Museu
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permitido dar a conocer al público el impacto de la
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RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
samples». Current Anthropology, 33 (4), 343-358.
WORKSOP
OF
EUROPEAN ANTHROPOLOGISTS (1980): Recomendations for age and
sex determination. Journal of Human Evolution, 9, p. 517-549.
[page-n-118]
Floreal Palanca Vinué.
Antropólogo Cultural.
In Memoriam
1. Algunas consideraciones de índole general
Resulta siempre interesante abordar el tema de la trepanación en la Prehistoria, porque no deja de sorprender
que personas que vivieron hace varios milenios fueran
intervenidas perforándoles el cráneo, por lo general in
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA.
LOS CASOS DATADOS POR C14 DE LAS CUEVAS DE LA PASTORA
(ALCOY) Y EN PARDO (PLANES)
CONSUELO ROCA DE TOGORES MUÑOZ
vivo. Se hace difícil imaginar cómo aquellas gentes con
MARQ. Museo Arqueológico Provincial
de Alicante
rudimentarios medios técnicos e higiénicos, podían atre-
JORGE A. SOLER DÍAZ
MARQ. Museo Arqueológico Provincial
de Alicante
verse a realizar este tipo de prácticas, con éxito en la
mayoría de las que nos llegan evidencias. Y es que, al
contrario de lo que podemos pensar, contaban con unos
conocimientos anatómicos suficientes para evitar tocar
las menínges y los tejidos subyacentes (Thillaud, 1996:
152), respetando estructuras vitales, como los senos
venosos. Inevitablemente vienen a la mente una serie de
preguntas: ¿Qué es en realidad una trepanación?, ¿Para
qué se hacía?, ¿Cuándo se originó?, ¿Cómo la hacían?,
¿Se practicaba a hombres y a mujeres?, ¿A qué edad?,
¿Sobrevivían a ella?, ¿Tiene algo que ver su práctica con
patologías asociadas?, etc.
Desde que en 1867 el antropólogo Pierre Paul Broca
reconociera como válida la trepanación de un cráneo del
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
117
[page-n-119]
hallado en la necrópolis inca de Yucay (Perú), han
41). Tras el caso de Yucay, dentro del contexto europeo
sido muchos los investigadores que han abordado el
el primer cráneo donde se reconoce esta primitiva prác-
tema, destacando científicos como J. Lucas-Cham-
tica es en el del megalito de Crouzon (Finisterre)
pionnière, J. Le Baron, L. Manouvrier o P. Weiss, en
(Thillaud, 1996: 152), alcanzando pronto la investigación
Europa y América, y F. Barras de Aragón, M. Fusté, A.
en Francia éxitos notables, como la identificación a fina-
Rincón de Arellano, J. Fenollosa o D. Campillo, entre
les del XIX de rodajas óseas –rondelles– extraídas de crá-
otros, en España. En estas líneas se abordan esas cues-
neos, o la descripción de la técnica de la «T sincipital»
tiones que de modo general suscita la trepanación, para
propuesta en 1895 por Manouvrier, como el resultado de
después centrarse en las tierras valencianas y tratar con
una práctica de incisión y cauterización, luego no acep-
más detalle los casos de dos cavidades eneolíticas de
tada por todos (Campillo, 2007: 288 y 423).
s.
XV
inhumación múltiple, la Cova d’en Pardo (Planes) y la
Vía difusión, acaso en lo mundial desarrollada a partir
Cova de la Pastora (Alcoy), presentando las dataciones
de diferentes focos (Brothwell, 1994), el mapa de las tre-
absolutas que para tres individuos se han realizado den-
panaciones prehistóricas en el continente europeo se
tro de un programa de investigación sobre la vertiente
muestra amplio, desde las Islas Británicas (Roberts y
funeraria de cavidades de inhumación múltiple que
Manchester, 1983) o Dinamarca (Bennicke, 2003) a los
patrocina el MARQ.
países meridionales (Germaná y Fornaciari, 1992). Por su
Aunque las primeras evidencias sobre la trepanación
número destacan los casos identificados en Francia,
se remontan al Mesolítico, señalándose al respecto refe-
Alemania y España (Lisowski, 1967), señalándose una ele-
rencias en el Próximo Oriente, Este de Europa
vada incidencia de la práctica en el ámbito Mediterráneo
(Ferembach, 1970; Aufderheide y Rodríguez-Martín,
Occidental, observándose bien en islas como Malta,
1998: 31) y en ámbitos más próximos a nuestro entorno,
Sicilia, Cerdeña, Mallorca y Menorca (Campillo, 2007:
como el de la cueva Taforalt de Marruecos o el yacimien-
290). Tras su determinación en el Próximo Oriente, su
to de Muge en Portugal (Ferembach, 1962 y Crubézy et
desarrollo se vincula a las primeras culturas agrícolas
al., 2001), en su desarrollo se trata de un gesto vincula-
europeas, en el VI y V milenios a.C., determinándose su
do al Neolítico, resultando uno de los casos más anti-
mayor éxito avanzado el Neolítico (Guilaine y Zammit,
guos el que resulta de la perforación doble y póstuma
2002: 161).
del parietal derecho del cráneo de una joven localizado
En lo que se refiere a la Península Ibérica, en 1880
en Çatal Hüyüc (Angel, 1971). Desde ese periodo, la tre-
Nery Delgado aporta el primer dato sobre una trepana-
panación perdura en el tiempo con distintos grados de
ción realizada en vida identificada en el registro de la
intensidad y con diferentes técnicas y conocimientos, lle-
Gruta Furninha de Peniche (Silva, 2003: 117). Poco des-
gando incluso hasta nuestros días en culturas primitivas
pués, en 1884 en la alcoyana Cova de les Llometes, E.
africanas y polinésicas (Marguetts, 1967; Campillo, 1994:
Vilaplana localiza un fragmento de frontal en el nivel
118
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-120]
inferior de la cavidad, donde se identificaron los restos
cubró F. Barras de Aragón (1931: 15), alcanzarían la con-
de 18 individuos adscritos al Eneolítico (Soler, 2002:
sideración de sagrados, para una vez muertos disponer
316). Años después el mismo fragmento recogido en
fragmentos de sus cráneos a modo de talismanes. Como
los fondos de la Colección del Museo Nacional de
señala C. Rihuete (2003: 200) son dos las categorías para
Ciencias Naturales que lleva el nombre del eminente
considerar las razones que justificarían tan tremenda
científico Juan Vilanova y Piera (Fletcher, 1945) lo estu-
práctica: las de índole terapéutica y las que se vinculan
dió F. Barras de Aragón (1930: 89), indicando en el
con prácticas rituales o mágicas. Los defensores de las
hueso una perforación doble circular y realizada post-
primeras se basan en los argumentos que proporcionan
mortem1, a juicio de D. Campillo (2007: 246) mediante
los textos hipocráticos y consideran la operación como
la técnica del barrenado.
remedio, siempre desde el diagnóstico de probabilidad
A lo largo de la investigación se han considerado dis-
o hipotético, de traumatismos por hundimiento, enfer-
tintos motivos para justificar esta primitiva intervención
medades mentales e incluso sífilis. Sus aseveraciones tro-
quirúrgica. Investigadores y cirujanos del siglo XIX, atribu-
piezan con la problemática de que son muy pocos los
yendo un exceso de conocimiento a los practicantes, la
casos de trepanaciones que pudieran aconsejar su prác-
consideraron una práctica peligrosa que, guardando una
tica, frente a una mayoría donde la operación no encuen-
finalidad terapéutica, se aplicaría como tratamiento por
tra justificación médica alguna.
traumatismos, con la finalidad de extraer esquirlas de
Desde la neurocirugía, D. Campillo, acaso uno de los
hueso, una vez que eran varios los casos donde se obser-
investigadores con más conocimientos en el tema, recha-
vaba fracturas próximas al orificio de trepanación, roturas
za firmemente la validez de las razones terapéuticas
que, en buena parte y desde el conocimiento actual, son
(Campillo, 2007: 428). No considerando diagnósticos de
resultado de alteraciones de los cráneos en los yacimien-
certeza que justifiquen la intervención, pone en duda
tos arqueológicos, precisamente por resultar más frágil
que en la Prehistoria se alcanzaran conocimientos hipo-
ahí donde tiempo antes se practicara la trepanación
cráticos y se decanta por las causas mágico-rituales.
(Campillo, 2007: 427). Otros vincularon la práctica prehis-
Desde esa perspectiva, las trepanaciones podrían haber-
tórica con las recomendaciones hechas por cirujanos en
se realizado por distintos motivos, considerándose accio-
el medioevo, en cuanto a su idoneidad para extraer los
nes que propiciarían capacidades de brujos o chamanes,
malos espíritus que debían tener aquellos que sufrieran
someter a prueba a individuos dotados de autoridad, o
crisis epilépticas, individuos trepanados que, como elu-
tratar de hacer recuperar la consciencia ante su pérdida
1.- El hijo del descubridor, A. Villaplana, remite por carta de 25 de enero de 1915 información a M. Antón sobre la existencia de un cráneo trepanado. La
transcribe Barras de Aragón, quien apunta que en la etiqueta del frontal se indica la fecha del descubrimiento –1 de diciembre de 1884–. Lo describe:
«Avanzada fosilización. Presenta este frontal dos agujeros de trepanación, ambos circulares y hechos postmortem, pues no hay cicatrización en ningún
borde. El del lado derecho de 17 a 18 milímetros de diámetro. El lado izquierdo tiene, por la parte interior, unos 20 milímetros de diámetro, y por fuera
14 a 16, con borde fino e irregular, como si se hubiera dejado una película de hueso que se hubiera roto después (Barras de Aragón, 1930: 89).
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
119
[page-n-121]
(Rihuete, 2003: 200). Es sorprendente el número de tre-
sobre la cortical una punta dura de tal manera que se
panaciones que llega a producirse en distintos colecti-
produce un orificio cónico o troncocónico.
vos. Así en los departamentos franceses de Lozère y
· La técnica de la abrasión, legrado o rascado: resulta
Averyron se concentran 160 casos, esto es un 25% de los
de frotar el hueso con un útil rugoso o de superficie
aproximadamente 600 que se contabilizan en el
granujienta, desgastando la cortical del mismo hasta
Neolítico europeo, indicándose en el sepulcro colectivo
perforarlo. Su práctica provoca, un orificio elipsoidal
de la cueva de Les Baumes-Chaudes unos 60 casos, de
y de medianas o pequeñas dimensiones, alrededor
lo que se infiere una alta frecuencia, afectando a una de
del que se determina una amplia superficie de des-
cada cinco o seis personas (Guilaine y Zammit, 2002:
gaste.
160). Menos espectacular, aunque igualmente significati-
· La técnica de la incisión: radica en la aplicación de
vo es el número de trepanados que se recoge en el
cortes rectilíneos o circulares mediante un instrumen-
sepulcro megalítico burgalés de Las Arnillas, donde de
to afilado o apuntado.
35 cráneos se determinan 5 con esa afección (García
Todas esas técnicas encuentran su acomodo en la
Ruiz, 1996: 277). Las altas cifras de los departamentos
Prehistoria en contextos previos al desarrollo de los úti-
franceses han hecho proponer una vinculación entre
les metálicos. De este modo, en el instrumental de sílex
combatientes y trepanación, desde la perspectiva de
propio del Neolítico y Eneolítico, existen taladros como
que ésta fuera consecuencia médica de la violencia
puntas idóneas para barrenar, cuchillos para incidir o ras-
(Brenot y Riquet, 1977: 9), opción descartada entre otros
car la superficie ósea y, desde la cadena operativa que
motivos por la rareza de la coexistencia de traumatismos
conduce al útil pulimentado, un buen conocimiento de
y trepanaciones en los cráneos estudiados (Guilaine y
otras piedras granujientas que podrían alcanzar median-
Zammit, 2002: 161). Al respecto es interesante indicar
te piqueteado formas idóneas para la acción de la abra-
que en el yacimiento con muchas evidencias de violencia
sión. A partir de la Edad del Bronce no debe desestimar-
de San Juan Ante Portam Latinam, de 333 cráneos, sólo
se el empleo de instrumental metálico. Con la medicina
se determinan 4 casos con trepanación (Etxeberria y
hipocrática se produce una especialización del instru-
Herrasti, 2007: 168 y 267-272).
mental que resuelve la operación, resultando de ello el
Básicamente tres son los gestos técnicos que se han
trépano metálico con sus dos variantes macizo o terebra,
estimado para la trepanación (Thillaud, 1996; Campillo,
o hueco o con corona denominado modiolus (Campillo,
1977, 2007): barrenado, legrado o raspado e incisión,
2007: 352). No obstante el registro ofrece sorpresas,
documentándose en pocos casos una combinación de
como la identificación de una trepanación con la primiti-
los mismos (técnica compuesta):
va técnica de la abrasión lítica en el parietal izquierdo de
· La técnica del barrenado: es la más sencilla y la que
un cráneo de varón de 35-42 años con diagnóstico de
se reconoce con mayor frecuencia. Consiste en rotar
supervivencia, en los niveles bajomedievales de la
120
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-122]
Capilla del Convento de Santa Lucía de Elche (Roca de
se limitaba a la perforación del hueso, respetando
Togores y De Miguel, 1998).
necesariamente la membrana externa envolvente del
En lo que atiende a la práctica quirúrgica prehistó-
cerebro, la duramadre, cuya perforación podría causar
rica, el aserrín o residuo óseo y las diminutas esquirlas
la muerte. Concluida la trepanación, podría paliarse la
del desgaste de los filos del útil lítico irían conforman-
sepsis cerrando y suturando la herida acercando los
do un empaste que favorecería la hemostasia. Para su
bordes del cuero cabelludo. Dada la supervivencia,
limpieza se utilizaría agua, lo que reduciría la sepsia. La
cabe pensar en una operación basada en ciertos cono-
operación no sobrepasaría la hora, alcanzándose resul-
cimientos que pudieran tener los primitivos «cirujanos»,
tados más rápidos cuando se optara por el barrenado.
acaso transmitidos mediante difusión a lo largo del
Para paliar el dolor adormecían o drogaban al paciente,
tiempo y cimentados en una práctica tradicional. Sin
manteniéndole semiinconsciente, suministrándole bre-
duda, una buena organización aseguraría el éxito de la
bajes hechos con plantas narcóticas o alucinógenas,
intervención que en sí misma constituiría un rito que
como algunos tipos de hongos, o con plantas con efec-
necesitaría de contados participantes, una vez que
tos analgésicos, como la adormidera (Papaver somnife-
resultaría necesaria la adecuada sujeción del individuo
rum L.) de la que existen buenos testimonios sobre su
a trepanar, debiéndose mantener el cráneo en una posi-
consumo en el ámbito Mediterráneo (Becerra, 2006), y
ción fija. Además del «cirujano» debiera pensarse en
de manera concreta en el Neolítico de la Península
asistentes que pudieran suministrar agua, asegurar los
(Juan-Tresserras, 2000: 263; Guerra, 2005), resultando
torniquetes o ayudar en cualquiera de las tareas relacio-
sugestivo testimonio el encuentro de una cápsula de
nadas.
adormidera en el cálculo dental del cráneo con doble
Todo análisis sobre la trepanación parte de la dete-
perforación de la Mina 28 de Can Tintoré de Gavà
nida observación del hueso seco. Su morfología, de la
(Juan-Tresserras y Villalba, 1999: 397-403), cuya super-
que es circunstancia común una mayor amplitud del
vivencia podría sugerir su consumo con fines terapéuti-
orificio en la tabla externa que en la interna, ofrece en
cos postoperatorios. Con el paciente adormecido
primer término información sobre dos aspectos: la téc-
comenzaría la operación, tras rapar el pelo en la zona a
nica utilizada y la supervivencia o fallecimiento del
tratar, practicando incisiones en el cuero cabelludo y a
sujeto. Es posible reconstruir el proceso postoperato-
continuación separándolo y doblándolo hacia fuera, sin
rio, una vez que puede dejar huellas en el hueso. En
llegar a extraerlo. Aplicando un torniquete hecho con
principio la agresión provocada deviene en isquemia
cuerdas o pieles que abarcara circularmente el cráneo
que ocasiona necrosis ósea, produciéndose una osteo-
podría evitarse un excesivo sangrado del cuero cabellu-
lisis, que da lugar al aumento de las dimensiones de la
do, no descartando que se taponase la herida con teji-
perforación, volviéndose romo el borde externo del
dos de fibras vegetales o tiras de piel. La trepanación
agujero. Varios días después se iniciaría el proceso de
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
121
[page-n-123]
reconstrucción en la que una lámina de hueso compac-
meses. Son necesarios unos 6 meses para completar la
to recubre la superficie del diploe, quedando las celdi-
cicatrización, no pudiéndose establecer a partir de
llas ocultas y haciendo que exista una continuidad de
entonces el tiempo que media hasta el fallecimiento del
las tablas externa e interna. De todo ello puede resul-
sujeto. Cuando no hay signos de regeneración puede
tar la formación de un moderado anillo hiperostósico
suponerse que la trepanación causara el óbito, realizán-
alrededor del orificio dejando una señal como una
dose en un momento perimortem, o bien considerar su
cicatriz (Thillaud, 1996: 153). A pesar de poder guardar
carácter póstumo, postmortem, y por lo tanto desvincu-
un tamaño reducido, nunca se cierra completamente el
lado del final de la vida del sujeto. Las trepanaciones
orificio de la operación, provocándose de modo gene-
realizadas en cráneo en seco, esto es aquellas practica-
ral procesos inflamatorios que inciden en la cicatriza-
das, habiendo transcurrido bastante tiempo desde la
ción. Ello es susceptible de provocar irregularidades en
muerte vienen a diferenciarse de las anteriores por una
la tabla externa del área intervenida. Sin embargo,
morfología irregular (Campillo, 2007: 416), y aquí tam-
algunas patologías como traumatismos, infecciones,
bién caben problemas de identificación, una vez que el
neoplasias o incluso alteraciones postmortem pueden
agujero puede deberse a un deterioro del cráneo en el
causar huellas similares y ocasionar errores de interpre-
yacimiento.
tación, siendo del todo recomendable hacer valer técnicas como las propias de radiografías o tomografías
2. Panorama de la trepanación en la Península Ibérica y
computarizadas (TAC) que corroboren o descarten la
Baleares
trepanación.
En La trepanación prehistórica, excelente y reciente
Para establecer que una trepanación se practicó en
monografía, resultado de la enorme trayectoria científi-
vida se tienen que apreciar en alguna medida esos sig-
ca de D. Campillo (2007), se recoge un magnífico cor-
nos de cicatrización. No resulta fácil establecer el tiem-
pus documental de las trepanaciones en la vertiente
po de supervivencia del paciente tras la intervención, si
mediterránea peninsular y las Islas Baleares, además de
bien siempre puede considerarse una aproximación
otras áreas. Ahí puede observarse una mayoría de casos
desde el conocimiento de las distintas fases de cicatriza-
con el lateral izquierdo afectado por una sola trepana-
ción que se producen a lo largo del proceso postopera-
ción, trepanaciones dobles, muchas de ellas con super-
torio, nada evidentes en el hueso cumplidas dos sema-
vivencia, tan impresionantes como las realizadas por
nas desde la intervención (Campillo, 1994). De este
abrasión en el parietal izquierdo del cráneo citado de
modo, aunque no se haya cerrado por completo el agu-
Can Tintoré, y múltiples resultantes de la aplicación de
jero, observada la regeneración de celdas diploicas y el
una misma técnica y generalmente postmortem, como
carácter romo del borde de la tabla externa, se puede
las 7 conseguidas mediante barrenado en el frontal de
estimar una supervivencia entre varias semanas y dos
un niño (36-4) de la necrópolis mallorquina de Son Real.
122
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-124]
Se han constatado diferencias por zonas geográficas.
dos por diversas lesiones localizados en la necrópolis de
Entre el Neolítico final y el Bronce antiguo, la trepanación
Sant Pau del Camp (Barcelona), uno con una perforación
en la vertiente occidental de la Península sólo se ha deter-
troncocónica por barrenado y supervivencia (cráneo
minado en individuos masculinos, observándose una pre-
otro (cráneo XIX) con una póstuma por abrasión en el occi-
dominancia de la práctica en el parietal, una buena deter-
pital y un tercero (cráneo
minación de las técnicas de raspado o abrasión y de la de
signarse tres trepanaciones seguidas de supervivencia,
incisión, ésta aplicada en algún caso con resultado de
realizadas combinando la abrasión y el barrenado, al
supervivencia, siendo del todo extraña la técnica del
parecer en un corto lapso de tiempo; o los propios del
barrenado. Esos datos extraídos de una síntesis sobre la
Neolítico medio, como el de la perforación doble antes
trepanación en Portugal (Silva, 2003: 127) contrastan de
indicado de Can Tintoré, o el masculino afectado por
algún modo con la realidad documentada por D.
lesiones póstumas incisas localizado entre los restos que
Campillo para la vertiente mediterránea. De su relación
aporta el complejo de sepulcros de fosa de la Bòvila
(Campillo, 2007: 279-280) se extrae que en Cataluña, en
Madurell de Sant Quirze del Vallés.
XVIII)
VI),
del todo llamativo al con-
un marco cronológico en lo fundamental y salvo contadas
En lo que afecta a las tierras valencianas, el frag-
referencias del ámbito de la Cultura Ibérica, desde el
mento de parietal infantil trepanado de la Cova de la
Epicardial a la Edad del Bronce, predominan como técni-
Sarsa, Bocairent, podría ser el más antiguo del registro.
cas el barrenado y la abrasión, resultando la mayoría de
M. García Sánchez (1983: 194) propuso que se trataba
las trepanaciones practicadas sobre individuos masculi-
de una perforación por barrenado, considerando la
nos adultos o jóvenes-adultos con supervivencia y sim-
posibilidad de la muerte del sujeto en el transcurso de
ples, si bien hay un cierto número de dobles o triples, y
la intervención, diagnóstico del que discrepa D.
algunas múltiples, éstas últimas siempre póstumas.
Campillo quien se decanta por su carácter póstumo
Dentro de ese panorama donde quedan bien representa-
(Campillo, 2007: 246). Del hábitat de la Ereta del
das las inhumaciones colectivas (Turbón, 1981: 69-80),
Pedregal de Navarrés es el cráneo correspondiente a
puede ser interesante indicar una cierta variedad en los
un adulto maduro masculino con tres depresiones
casos más antiguos como los del Epicardial –el femenino
cónicas en la escama occipital suprainiana, con los con-
adulto joven con trepanación por abrasión del enterra-
tornos suavizados por la cicatrización, tras su acepción
miento en silo de la Timba del Barenys de Riudoms
como un caso de lesiones resultado de forunculosis o
(Vilardell, 1992) o el masculino con enorme orificio en la
lesiones quísticas (Campillo, 1976: 59) ha sido recien-
parte superior, póstumo por incisión del enterramiento
temente valorado como afectado por trepanaciones
múltiple del espacio III de la Cova del Pasteral de Girona
suprainianas (Campillo, 2007: 241). Vinculados a las
(Bosch y Tarrús, 1990: 121)–, el Poscardial (Gibaja, 1999:
cuevas de enterramiento múltiple se unen a la antigua
190), considerando los tres individuos masculinos afecta-
referencia del fragmento de la Cova de les Llometes,
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
123
[page-n-125]
los cráneos con trepanaciones localizados en En Pardo
ra previa (Jiménez, Botella y Alemán, 1996). En lo que res-
y Pastora en los que se centra este trabajo. El cráneo
pecta a la vertiente occidental andaluza las noticias se
de la Cova de les Bagasses de Banyeres se atribuye a
remiten al eminente trabajo de registro antropológico
la Edad del Bronce (Aparicio et al., 1981: 171), corres-
recogido en las Notas sobre restos humanos prehistóri-
pondiendo a un varón próximo a la edad madura con
cos, protohistóricos y antiguos de España que en varias
agujero de 22-27 mm de diámetro producido por
áreas de la Península realizara F. Barras de Aragón (1933:
barrenado en el frontal. Con dudas, se considera pós-
204), quien identifica un caso con doble perforación en el
tuma o de muy escasa supervivencia (Campillo, 1981:
frontal en el yacimiento de Alcolea, considerado neolíti-
250-253). Finalmente, también de la Edad del Bronce,
co por Hernández Pacheco (1924); otro en el sevillano de
sin que pueda refrendarse por pérdida, es de princi-
Los Alcores con trepanación parietal postmortem, y un
pios del siglo pasado la mención de un fragmento de
tercero en la onubense Cueva de Jabugo con «una perfo-
un cráneo trepanado en el yacimiento argárico de San
ración postmortem en forma de huevo con el borde en
Antón de Orihuela, indicando en 1903 J. Furgús que
bisel que alcanza el frontal y los dos parietales» (Barras de
uno de los fragmentos presentaba un orificio de 20
Aragón, 1942: 55), tremenda operación que sufriría un
mm de diámetro, para el investigador jesuita, claro
individuo masculino adulto joven documentado en ese
indicio de trepanación (Furgús, 1937: 26).
contexto de inhumación múltiple, donde quizá pudieron
En otras regiones peninsulares se anota un número
determinarse más trepanados (Pérez, Cruz y Rivero,
menor de trepanaciones prehistóricas. De Murcia se indi-
1990). El resto, conservado en el Museo Arqueológico de
ca el caso del cráneo con perforación en el frontal y
Sevilla, tiene una perforación oval en el vértex craneal,
supervivencia del enterramiento múltiple eneolítico de
que en la tabla externa sobrepasa los 102 mm en su eje
los Blanquizares de Lébor de Totana (Barras de Aragón,
longitudinal. En su diagnóstico hay discrepancia, recono-
1938) y de Andalucía Oriental, la referencia del hallazgo
ciéndose señales de unas dos semanas de supervivencia
por parte de L. Siret de un cráneo trepanado en uno de
tras la aplicación de una intensa abrasión (Guijo, Lacalle y
los dólmenes de La Sabina de Río de Gor, y la anotación
Romero, 1999), mientras que D. Campillo (2007: 261)
de contados casos con supervivencia en individuos mas-
aboga, como en el caso de El Pasteral, por su carácter
culinos adultos asimilados al Neolítico, realizados
póstumo y realización mediante incisión. Con el
mediante barrenado como los localizados en las cavida-
Calcolítico, si no con el Bronce final, se ha vinculado el
des granadinas de Las Majolicas y la Carigüela, y la cor-
cráneo conservado en el Museo de Cáceres de la Cueva
dobesa de Los Mármoles –ésta no aceptada por D.
del Maltravieso, con una trepanación oval más reducida,
Campillo (2007: 263)–; o por abrasión, en el caso de la
38 x 25 mm en sus ejes mayores, en el parietal izquierdo,
Cueva de los Molinos (Alhama de Granada), un ejemplo
operación que afectó a una mujer de una veintena de
de interpretación terapéutica al vincularse con una fractu-
años que sobrevivió a la misma (Mateos et al., 1996).
124
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-126]
Del centro peninsular resulta tremendamente intere-
yacimiento por él atribuido al Magdaleniense (Barras de
sante la recuperación de la información del yacimiento
Aragón, 1933 B: 91), que ahora encuentra su acomodo
excavado en 1894 y 1895 de Ciempozuelos, auténtico
como referencia del Neolítico o el Eneolítico (Delibes y
paradigma para el Campaniforme peninsular. Entre los
Santonja, 1986: 155-156).
restos óseos custodiados en la Real Academia de la
En lo que afecta a la mitad centro septentrional, tal y
Historia H. Deslaers identificó en 1917 una trepanación
como señala M.ª L. García Ruiz (1996) es posible que el
con supervivencia en el parietal izquierdo de un frag-
mapa de las trepanaciones esté alterado por la falta de
mento craneal de un individuo maduro masculino.
datos en aquellas áreas donde no se conservan restos
Conforme a una reciente revisión la intervención fue rea-
humanos, por el carácter ácido del suelo, condición que
lizada mediante incisión poligonal, acaso tras sufrir un
afecta bien al núcleo dolménico salmantino y zamorano.
traumatismo, no descartándose causa terapéutica. Pero a
Por ello, muy posiblemente la buena incidencia de la
efectos de valorar la vinculación de la práctica con indi-
trepanación en el sepulcro de Las Arnillas (Burgos)
viduos que gozaran de poder es interesante recordar la
donde se identifica en 5 individuos adultos y jóvenes de
posibilidad de que la calota fuera el medio cráneo halla-
sexo con certeza (3) o con probabilidad (2) masculino,
do en las postrimerías del s. XIX con un cuenco, cazuela y
realizada por abrasión, barrenado o incisión, con dife-
vaso, además de dos piezas de cobre (Sampedro y
rentes grados de supervivencia, es posible no fuera tan
Liesau, 1999), de forma que correspondiera a algún líder
excepcional. En un área relativamente próxima se docu-
o régulo local (Blasco, Baena y Liesau, 1999: 74). Otras
mentan los 4 casos de San Juan Ante Portam Latinam
referencias también son debidas a F. Barras de Aragón
(Álava), donde se observan también las tres técnicas. En
(1931), quien por la presencia de 9 casos con trepanacio-
uno de ellos, de un individuo joven, se perforó el frontal
nes atribuye al Neolítico la serie de cráneos procedentes
mediante abrasión, sobreviviendo a la operación
de una excavación irregular que en 1880 se realizará en
(Etxeberría y Herrasti, 2007: 267-272). En la misma pro-
Alcázar del Rey (Cuenca) a la que dedica un extenso tra-
vincia se localiza en el contexto funerario Neolítico en
bajo. Desde su lectura, D. Campillo (2007: 276-277) con-
cueva de Fuente Hoz, donde se constata una trepana-
sidera sólo dos casos evidentes de individuos masculinos
ción considerable, 25 cm2, mediante abrasión (cráneo
con una trepanación sobre el parietal, uno de ellos con
FH1) en el parietal derecho de un varón adulto que al
evidentes signos de supervivencia. También de excava-
menos sobrevivió 10 meses (Basabé y Bennassar, 1983;
ción antigua y por el mismo autor (Barras de Aragón,
Exeberria, 1986: 301). Queda en Vizcaya el fragmento
1933) alcanzamos el diagnóstico de L. Hoyos Sainz,
de frontal trepanado de subadulto de la Cueva de
quien en 1908 determina una trepanación en vida en el
Atxarte (Yurre) que, atribuido al Eneolítico o a la Edad
frontal izquierdo de un cráneo del enterramiento múlti-
de Bronce, no sobrevivió a la operación (Etxeberria,
ple localizado en una cavidad de Tisuco (Segovia), un
1986: 305-306).
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
125
[page-n-127]
Del todo particular es el fenómeno de la trepanación
bajos efectuados por V. Pascual, bajo la dirección de M.
en las Baleares, donde los casos más antiguos localizados
Tarradell. Su trepanación se ha referenciado en trabajos
en la menorquina Cova de Es Càrritx, no parecen resultar
previos donde se recoge su descripción osteológica
anteriores a los finales del II milenio a.C. Ahí se identifican
(Campillo, 1976, 1977, 2007; Soler y Roca de Togores
tres cráneos en posición secundaria de varones con seña-
1999)2. Corresponde a un varón adulto joven (20-25
les de supervivencia, tras sufrir la práctica mediante el
años) de tipología mediterránea grácil. En el parietal
barrenado, dos adultos, o mediante la combinación de la
izquierdo, próximo a la protuberancia del hueso, se
incisión y la abrasión, un joven (Rihuete, 2003: 201-202).
observa una trepanación realizada con la técnica del ras-
Vinculados a la primera Edad del Hierro resultan los docu-
pado o abrasión, siendo la superficie abrasionada muy
mentados en las necrópolis talayóticas mallorquinas de
amplia mientras que el orificio es muy pequeño (Fig. 1).
Son Real y S’Illot des Porros. El cementerio de Son Real,
Éste es de forma ovalada y parece que fue realizado en
con fechas de finales del s. IX al s. V a.C. (Guerrero, Calvo
sentido anteroposterior a juzgar por los diámetros máxi-
y Gornés, 2006: 99) ofrece 14 cráneos trepanados (un
mo y mínimo de dicho orificio (7’5 x 5 mm). Su centro
8,3% sobre el total de individuos) determinándose un
dista 45 mm de la sutura coronal y 48 mm de la sagital.
empleo paritario de la abrasión o el barrenado en una
Alrededor del mismo se documenta un gran hundimien-
mayoría de individuos masculinos adultos, como tónica
to, que se extiende entre los 25 y 40 mm rodeado de
en la que los cráneos infantiles con perforaciones múlti-
una hiperóstosis, que, junto con los signos de regenera-
ples constituyen toda una singularidad.
ción ósea, justifican una prolongada supervivencia. No
se aprecian alteraciones patológicas que justificasen una
3. Los casos de las cuevas de En Pardo y Pastora. A pro-
intervención quirúrgica.
pósito de su cronología
3.1. Descripción de los cráneos y lesiones
Cráneos trepanados de la Cova de la Pastora (Alcoi)
Cráneo trepanado de la Cova d’en Pardo (Planes)
Se determinan 4 cráneos depositados en el Museu de
Con sigla Emp 1 (F-28) (9.084) se encuentra depositado
Prehistòria de València con números 17, 53, 54 y 77. La
en el Museo Arqueológico de Alcoi. Se halló en 1965 en
cavidad fue excavada por V. Pascual y J. Alcácer
la sala de la izquierda de la cavidad (Sector F, capa 1:
(Ballester, 1949), conservándose en el S.I.P. documenta-
0,00-0,40 m desde el corte) en el transcurso de los tra-
ción manuscrita de sus intervenciones. En el documento
2.- Descripción morfológica del cráneo: se trata de un cráneo completo en buen estado de conservación, aunque muestra pequeñas pérdidas de sustancia ósea a nivel de los malares, huesos propios de la nariz, así como en la base del cráneo. Presenta unas inserciones musculares medianamente marcadas. Es un cráneo alto (hipsicráneo) de tendencia ovoide con un perfil curvilíneo y ligera depresión postbregmática. Posee una frente medianamente
ancha, malares (pómulos) poco marcados, órbitas subcuadrangulares muy bajas (cameconco) y una cara estrecha y alta (leptena). Su capacidad craneana es de 1.417 cm3. El maxilar conserva las piezas dentarias 17, 21, 23, 24, 25, 26 y 27, habiendo perdido antemortem la pieza 18. Se determina un acusado desgaste dental en todas las piezas conservadas así como un ligero acúmulo de sarro y leve periodontitis, indicativo de una mala higiene bucal.
Presenta artrosis de la articulación temporomandibular en ambas cavidades glenoideas.
126
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-128]
redactado por el primero solamente se contempla el
fragmento del hueso frontal (17), fragmento localizado
junto a dos puntas de flecha (Fig. 2). Los demás cráneos
con trepanaciones no se mencionan en la documentación manuscrita, lo que ha motivado que no se hayan
considerado en un trabajo reciente (Fregeiro, 2006:
226)3. En trabajos previos sí se han abordado (Rincón de
3.- No albergamos dudas en cuanto a la adscripción de los cráneos al registro por varias razones. En primer término el manuscrito de V. Pascual no es un
diario sino una recopilación de información a modo de informe que pudiera haberse escrito de seguido. Según escribe, inicia los trabajos en la finca
de su propiedad en 1940, debiendo realizar el grueso de los mismos en 1944, conforme a la indicación de I. Ballester (Ballester, 1945). Termina con la
frase: «Y los cráneos XLII, XLIII, XLIV y restantes?. Verlos». Todo parece sugerir que V. Pascual pospone la redacción de esa parte, para no escribirla nunca,
acaso porque informara directamente a I. Ballester, entonces Director del Servicio y redactor de la información publicada donde sí se recogen la totalidad de los cráneos y se razona brillantemente sobre su sentido ¿magico?, ¿religioso?, ¿médico?, se apunta sobre la posibilidad de que existiera algún
tipo de anestesia, se propone el uso de instrumentos de sílex considerando técnicas como el raspado o la rotación y se subraya los indicios de super-
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
127
[page-n-129]
Arellano y Fenollosa, 1949; Riquet, 1953; Fusté, 1957;
orificio muestra un pequeño halo de erosión ósea, de
Campillo, 1976, 1977, 2007), incluyendo más casos,
entre 4 y 8 mm. Presenta señales de regeneración ósea
ahora en discusión por diagnóstico4.
y por tanto de supervivencia. No muestra signos patológicos que justifiquen la intervención como terapéuti-
Cueva de La Pastora 175. Fragmento de cráneo que
ca (Fig. 3).
únicamente conserva el hueso frontal correspondiente
a un individuo joven, de alrededor de unos 20 años de
Cueva de La Pastora 536. Calota a la que le falta parte
edad, de sexo indeterminado. Muestra una trepana-
del parietal derecho próximo al temporal, pertenecien-
ción con la técnica del barrenado en el lado izquierdo
te a un varón de unos 20-25 años de edad. En el parie-
del frontal, de 24 x 17 mm, distando el centro de la
tal izquierdo muestra una trepanación realizada con la
misma 30 mm de la sutura coronal y 25 mm del borde
técnica de la abrasión o legrado, que dista 20 mm de
supraorbitario izquierdo. Alrededor de los bordes del
la sutura sagital y 61 mm de la sutura coronal. Las
vivencia en atención a las observaciones que realizan A. Rincón de Arellano y J. Fenollosa en un anexo (Ballester, 1949: 64-65). De ningún modo la existencia de problemas en el registro puede conducir a proponer que engrandeciera el yacimiento con datos –ídolos oculados y trepanaciones– que no
correspondieran a la excavación, con la intención de incrementar su importancia a nivel internacional (Fregeiro, 2006: 226), porque ello no se sustenta
en otra posible procedencia para las piezas prehistóricas del registro, y porque sencillamente no tiene sentido dentro del buen hacer que a lo largo de
su vida demostró I. Ballester Tormo. Teniendo en cuenta que V. Pascual y J. Alcácer solo enumeran bolsadas o paquetes de huesos con cráneos, se ha
considerado posible que en estudios antropológicos posteriores de R. Riquet (1953) y M. Fusté (1954) pudieran identificar y numerar más restos craneales (Soler, 2002: 324). En la reciente revisión se demuestra que todo es un problema de registro. La caja «76» contenía el cráneo «54»de Riquet y la
«77» el «55» del mismo. De este modo tras su estudio pudo producirse un error o un cambio de criterio en la sigla, signándose en el caso del «77» con
el número de la caja y no con el de la sigla considerada por R. Riquet. Además casi todos los cráneos muestran un número escrito a lápiz, con una grafía característica, que pensamos debió hacerse en la excavación. Esta numeración coincide con la realizada a tinta, hecha seguramente después, durante su clasificación o estudio, no encontrándose este tipo de grafía a lápiz en el resto de la colección de cráneos albergados en el S.I.P.
4.- Del registro de huesos del yacimiento sólo se consideran aquí estos 4 casos como trepanados. En trabajos previos se han descrito más casos que, estando en revisión, serán objeto de discusión en un próximo trabajo de C. Roca de Togores desarrollado dentro del programa de investigación que para la
cavidad dirigen S. Mc Clure y O. García. Se trata de la calota identificada como «B» (Rincón de Arellano y Fenollosa, 1949: 70) o como nº45 (Riquet,
1953: 112) donde se consideró en el parietal izquierdo una trepanación con signos de regeneración ósea; la de la calota craneal nº25 (Fusté, 1957: 12)
donde se describe una trepanación perimortem en una zona de alto riesgo, escama del temporal izquierdo, cuya identificación provoca dudas previas
(Fregeiro, 2006: 279); y de otra considerada recientemente (Campillo, 2007: 233): el fragmento craneal con referencia L.P. 253, donde se propone una
trepanación mediante abrasión, sin supervivencia y con un trabajo posterior del hueso.
5.- Identificado con la letra «A» para A. Rincón de Arellano y J. Fenollosa (1949: 69-70), con nº 17 para R. Riquet (1953: 5) M. Fusté (1957) lo consideró
masculino. Descripción morfológica del cráneo: El periostio se halla muy deteriorado, con pérdidas óseas en algunas zonas. Presenta unas inserciones
crotáfites muy marcadas, una frente medianamente ancha con unas protuberancias frontales poco prominentes y unos arcos superciliares medianamente marcados. Se determina cribra orbitalia A en las dos cuencas orbitarias. Asimismo presenta una oquedad más o menos circular con los bordes redondeados en el techo de la cuenca orbitaria izquierda que podría relacionarse con un tumor benigno (FREGEIRO, 2006, 265) si bien carente de diagnóstico
concluyente. Sus medidas son 5 x 6 mm y penetra unos 5 mm hacia el interior de la cuenca orbitaria.
6.-Identificado con la letra «E» para A. Rincón de Arellano y J. Fenollosa (1949: 72-73), con nº 53 para R. Riquet (1953: 6). Descripción morfológica del cráneo: Muestra unas inserciones marcadas y el grado de obliteración de las suturas es mínimo. De contorno elipsoide y perfil curvilíneo con depresión
prelambdática, muestra unas protuberancias medianamente marcadas y tendentes hacia la línea media y unas protuberancias parietales muy poco prominentes. La frente es ancha, la glabela y arcos superciliares medianamente marcados y el occipucio muy poco prominente. Presenta un hueso epactal
de tamaño medio.
128
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-130]
Figura 2. Dibujo del fragmento craneal nº17, y las dos puntas de flecha junto a las que se halló, de La Pastora. Extraído del manuscrito de las excavaciones.
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
129
[page-n-131]
Figura 3. Trepanación del cráneo nº17 de La Pastora y detalle.
dimensiones del orificio, de morfología ovalada irregu-
circular ligeramente irregular, y en sección muestra una
lar son 18 x 12 mm. Alrededor de la trepanación se
morfología troncocónica. Tiene unas dimensiones de
aprecia una amplia área de erosión de 90 x 37 mm
30 x 27 mm, y dista 77 mm del punto lambda, 59 mm
aproximadamente de morfología elipsoidea muy alar-
de la sutura sagital y 57 mm de la sutura coronal (Fig.
gada con estriaciones radiales debido a los procesos
5). Se observa una importante regeneración ósea, por
de cicatrización (Fig. 4). Existen evidentes signos de
tanto la supervivencia debió ser prolongada. No se
regeneración ósea y por tanto de supervivencia. No se
observan patologías que prueben una intervención
detectan otras alteraciones patológicas que argumen-
terapéutica.
ten una trepanación.
Cueva de La Pastora 778. Fragmento de calota.
Cueva de La Pastora 547. Calota a la que le faltan res-
Pertenece a un adulto entre 20 y 40 años de sexo inde-
tos del área próxima al parietal derecho, pertenecien-
terminado. Presenta una trepanación realizada con la
te a un individuo del sexo masculino con edad com-
técnica de barrenado en el parietal izquierdo, cuyas
prendida entre 40-50 años. En el parietal derecho
medidas son 23 x 21 mm y dista desde el centro de la
muestra una trepanación realizada con la técnica de
misma 26 mm de la sutura sagital y 90 mm de la sutura
barrenado, observándose a nivel externo una forma
lambdática (Fig. 6). No se aprecian signos de remodela-
7.- Identificado con la letra «C» para A. Rincón de Arellano y J. Fenollosa (1949: 71-72), con nº 54 para R. Riquet (1953: 7). Descripción morfológica del
cráneo: Presenta un contorno ovoide alargado con unas protuberancias medianamente marcadas y tendentes hacia la línea media y unas protuberancias parietales medianamente marcadas. La frente es estrecha. Visto en su norma lateral muestra un perfil curvilíneo con depresión prelambdática, crotáfites marcadas, glabela y arcos superciliares medianamente marcados, cresta supramastoidea marcada y occipucio muy poco prominente. En norma
posterior el contorno es domiforme y muestra unas líneas nucales poco marcadas.
8.- Identificado con la letra «D» para A. Rincón de Arellano y J. Fenollosa (1949: 73-74), con nº 55 para R. Riquet (1953: 8). Descripción morfológica del
cráneo: Conserva parte del parietal izquierdo desde la sutura sagital y lambdática hasta la mitad del mismo y la mitad izquierda del occipital hasta las
líneas nucales. Muestra un periostio muy deteriorado sobretodo en el occipital. Las protuberancias parietales son redondeadas y poco salientes y las
líneas nucales aparecen medianamente marcadas.
130
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-132]
Figura 4. Trepanación del cráneo nº53 de La Pastora.
Figura 5. Trepanación del cráneo nº54 de La Pastora y detalle.
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
131
[page-n-133]
Yacimiento /
Campaña
ENP
(1965)
Referencia /
material
Beta 231886
Cráneo Emp 1
PAST
(1944)
Beta 231884
Cráneo
Pastora 53
PAST
(1944)
Beta 231885
Cráneo
Pastora 77
Datación BP CAL BC 2 σ + CAL BC 2 σ -
CAL BC 2 σ
CAL BC 1 σ + CAL BC 1 σ (m)
CAL BC 1 σ
(m)
Intersección
CAL BC
4430±40
3330
3180
3130
3210
3150
2920
3270
3165
3025
3260
3100
3250
3020
3255
3060
3090
3050
3040
4860±40
3700
3560
3630
3540
3665
3550
3660
3640
3650
3650
4270±40
2920
2870
2895
2910
2880
2895
2890
Tabla 1. Dataciones de la Cova d’en Pardo y la Cova de la Pastora. (BP=antes del presente; BC=antes de Cristo; Cal=calibración con rango a 1 ó 2 σ; (m)
media de los rangos a 1 ó 2 σ; Intersección de la edad del radiocarbono con la curva de calibración.
ción ósea, por lo que podría haberse practicado en
cia izquierda, de 15 x 8 mm, ambas de morfología más
momentos perimortem.
o menos rectangular, aunque la primera más ovalada.
Las tres erosiones únicamente afectan a la tabla externa,
Cráneos de la Cova de la Pastora con erosiones inten-
sin que el diploe se vea alterado, todas muestran signos
cionales. Además de estos 4 casos de trepanación cabe
de regeneración ósea y por tanto de supervivencia del
considerar las erosiones craneales intencionales identifi-
sujeto, habiéndose considerado su posible carácter
cadas en otros dos cráneos, nº 7 y nº 169, el primero,
ritual (Fig. 7).
perteneciente a un individuo masculino de alrededor de
40 años que presenta una erosión de forma alargada en
3.2. Dataciones absolutas
el parietal derecho, muy próximo a la sutura sagital de
En 2007 se enviaron a datar tres muestras de tres cráne-
30 x 17 mm en sus dimensiones máximas, distando su
os, dos de la Cova de la Pastora (53 y 77) y uno de la
centro 47 mm de la sutura coronal y 20 mm de la sagi-
Cova d’en Pardo (Emp 1). De acuerdo con los criterios
tal. El segundo corresponde igualmente a un individuo
técnicos de los conservadores en la selección de los 2
masculino de unos 40 años de edad que muestra en el
cráneos de Pastora10 se consideró la diferente técnica de
frontal dos erosiones, una localizada en la protuberancia
la trepanación y diagnóstico de supervivencia11.
derecha de 16 x 8 mm y la otra próxima a la protuberan9.- Ya identificadas por D. Campillo (1977: 258; 1996: 58; 2007: 241).
10.- Agradecemos a la Directora del SIP, H. Bonet, así como a B. Martí y M.ª J. de Pedro toda la ayuda que nos brindaron al respecto. De igual modo queremos dar constancia de nuestro agradecimiento al Director del Museo de Alcoi, J. M.ª Segura.
11.- Del cráneo 53 se extrajo un fragmento de 33 x 16 mm con un peso de 2,005 g, del cráneo 77 un fragmento de 28 x 21 mm con un peso de 1,821 g,
y del cráneo emp 1 se extrajeron cuatro fragmentos con un peso total de 1,20 g. Las extracciones se hicieron de la zona basal del cráneo, o próxima a
ella, por ser ésta la menos afectada estéticamente. Las muestras se enviaron a datar al Laboratorio Beta de Miami (USA) –C14 AMS–, obteniéndose los
resultados que se muestran en la tabla 1.
132
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-134]
Figura 6. Trepanación del cráneo nº77 de La Pastora y detalle.
Figura 7. Erosiones intencionales de los cráneos nº 7 y nº 16 de La Pastora.
3.3. Consideraciones finales
fenómeno de la inhumación múltiple en ese ámbito terri-
Las dataciones presentadas (Tabla 1) revelan una amplia
torial, mientras que la del cráneo 77, expresada en los
temporalidad para la práctica de la trepanación dentro del
mismos términos –2910-2880 a.C.–, resulta próxima a la
ámbito propio del Neolítico final–Calcolítico en las comar-
fecha más reciente que, a efectos de ese uso se determi-
cas centromeridionales valencianas. Las muestras obteni-
na en En Pardo12, y 750-760 años posterior a la del cráneo
das de cráneos con esa intervención, hallados en necró-
53. En medio queda el intervalo de fechas que también
polis de inhumación múltiple, sugieren que esta práctica
expresadas a 1 σ ofrece el cráneo de En Pardo –3260-
debió alcanzar varios siglos. En su expresión a 1 σ la fecha
3250 y 3100-3020 a.C.– con una lesión similar a la del 53
del cráneo 53 de Pastora –3660-3640 a.C.– se revela
de Pastora, al coincidir en técnica –abrasión– y localiza-
como una datación antigua dentro del desarrollo del
ción –parietal izquierdo–. La técnica del barrenado es la
12.- Ver en este volumen el trabajo sobre la Cova d’en Pardo suscrito por J. Soler, C. Roca de Togores y C. Ferrer. La fecha más reciente se obtiene en En
Pardo a partir de la datación de un fémur de la capa superficial de un osario. Beta 95394: 4270 ± 50 BP. En su expresión a 1 σ: 2890-2860 / 2805-2750
/ 2720 -2700 CAL BC.
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
133
[page-n-135]
que afecta al parietal izquierdo del cráneo de fecha más
consideración que en el área septentrional de Alicante,
reciente (77), método que se empleó para horadar el
desde finales de la primera mitad del IV milenio a las cen-
parietal derecho del 54 y la parte izquierda del frontal del
turias iniciales del III milenio a.C. se practican trepanacio-
17, aquel que se vincula a dos puntas de flecha. La eva-
nes con técnicas reconocidas de modo coetáneo en con-
luación cronológica de las diferentes características de las
textos de inhumación múltiple de otras áreas peninsula-
lesiones de los cráneos 53 y 77, y de las similitudes obser-
res, y como segunda, una sólo aparente prevalencia tem-
vadas entre los cráneos 53 y Emp 1, podría interpretarse
poral de la abrasión, técnica con la que también deben
como una prioridad en lo temporal de la abrasión en el
relacionarse las lesiones de los cráneos 7 y 16 de Pastora.
marco cultural y geográfico que atienden estas muestras
Del resultado de la aplicación de esas técnicas se
tomadas de necrópolis de inhumación múltiple. Sin
puede considerar una cierta homogeneidad en la inten-
embargo, ello no es óbice para descartar la convivencia
ción de trepanar. Las perforaciones practicadas alcanzan
de ambas técnicas a lo largo del tiempo propio del desa-
un tamaño moderado. En lo que afecta a la abrasión, la
rrollo de esa realidad funeraria. Al respecto, puede recor-
perforación del cráneo de En Pardo, reducida por un buen
darse su coexistencia con la de la incisión en el contexto
proceso de cicatrización no sobrepasa los 7,5 mm, viéndo-
de cronología acorde de San Juan Ante Portam Latinam,
se precedida de una superficie de abrasión más amplia (40
donde desde la evaluación de una buena batería de
x 25 mm) y en Pastora 53 se muestra un orificio algo
fechas de C14 calibrado, se determina un estrecho marco
mayor, 18 x 12 mm, también resultante de la acción de
cronológico para la realización de más de trescientas inhu-
legrado de una buena superficie ósea. Por lo que respec-
maciones –3338 a 3095 CAL BC 2σ– (Armendáriz, 2007),
ta al barrenado, las perforaciones observadas en los tres
cronología por otro lado coherente a la que proporciona
cráneos de Pastora no sobrepasan los 30 mm. Otro rasgo
una muestra de huesos extraída de la cámara del sepulcro
de uniformidad es el que atiende a la localización, deter-
de corredor burgalés de Las Arnillas, destacado aquí por
minándose en 4 casos en el parietal y sólo en uno en el
la varianza y número de individuos trepanados –3377-
frontal. Esta moderación no guarda ninguna relación con
3325 CAL BC 1σ13–, si bien de modo obvio, y como ocu-
aquellas lesiones grandes observadas en Pasteral, Jabugo
rre en Pastora y En Pardo, la horquilla cronológica del uso
y Fuente Hoz, y sí encuentra su acomodo en registros de
funerario de ese dolmen de Moradillo de Sedano se
contextos de inhumación múltiple como, a título de ejem-
ampliaría de disponer de un número más alto de análisis
plo, el de la Cova d’Aïgues Vives (Solsonés) donde se
radiocarbónicos, al no determinarse ahí las excepcionales
identifican tres casos con supervivencia realizados median-
circunstancias de simultaneidad que, en lo que afecta al
te barrenado o abrasión en el frontal o el parietal, con agu-
depósito funerario, se defiende para el yacimiento alavés
jeros que no sobrepasan los 27 mm de diámetro (Turbón,
(Vegas, 2006). Con todo, podrá subrayarse como primera
1981: 71-73; Campillo, 2007: 167-179). Parece que las
13.- GrN 12.124: 4575 ± 40 (Delibes, Alonso y Rojo, 1987, 186-187). Calibración a 1 σ según P.V. Castro, V. Lull y R. Micó (1996).
134
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-136]
lesiones observadas en Alicante responden a un patrón de
diferencia de los contextos de Baleares, se determinan
intervención que denota un buen control de la técnica,
pocos casos seguros de trepanación en mujeres: el extre-
consignándose la supervivencia en todos los casos, salvo
meño de Maltravieso y los catalanes de diferente cronolo-
en el del cráneo 77 con trepanación por barrenado. Desde
gía de la Timba del Barenys de Ruidoms y el de la Balma
la cierta contemporaneidad que pudiera ofrecer el registro
de Xargantana (Oliola), éste con más dudas a partir de la
con el de Las Arnillas se subraya la homogeneidad del
reconstrucción de un frontal localizado en una inhumación
conjunto analizado, indicando algunas diferencias como la
colectiva atribuida al Calcolítico o la Edad del Bronce
ausencia aquí de la incisión y la realización allí de agujeros
(Marcet et al., 1982: 56). En lo que afecta a la edad pue-
algo más grandes, por encima de los 30 mm, con la
den considerarse 2 grupos, uno integrado por individuos
excepción del cráneo 50, con una lesión en el frontal, en
entre 20 y 25 años (Emp 1, Pastora 17 y 53), y otro con
su tamaño muy similar a la observada en el de En Pardo y
individuos que debieron rondar la cuarentena (Pastora 54,
el 53 de Pastora (García Ruiz, 1996). También en las
7, 16), no pudiendo deducir a cual de los dos debiera ads-
Arnillas se anotan dobles intervenciones aplicando técni-
cribirse Pastora 77, aquel que no muestra claras señales de
cas distintas, cuestión que en parámetros de supervivencia
supervivencia. A partir de ello podrían considerarse dos
no se observa en Alicante y que parece encontrar su refe-
posibilidades: que la trepanación pudiera realizarse a par-
rente más antiguo en el caso provocado mediante abra-
tir de la juventud sin resultar importante la edad, o que la
sión, localizado en el contexto de inhumación múltiple de
practica de la lesión se vinculara sobretodo a individuos
la Mina 28 de Can Tintoré, con dataciones que resultan
jóvenes, pauta que perfectamente podrían haber guarda-
acordes a las del cráneo 53 de Pastora , caso todavía pos-
do los del segundo grupo de edad si se considera que la
terior en el tiempo a aquel afectado por tres trepanacio-
cicatrización, especialmente evidente en Pastora 54, es
nes localizado en la necrópolis de Sant Pau conseguidas
buen factor para considerar que la intervención no afecta-
mediante barrenado y abrasión.
ría la esperanza de vida de los lesionados. En los 5 casos
14
Otros rasgos de homogeneidad configuran a la trepa-
abordados en la sepultura de Las Arnillas también se
nación como una práctica selectiva. Con un solo caso
determinan dos grupos de edad, uno con cráneos de
dudoso (cráneo 17) puede considerarse que todos los crá-
adultos con edades superiores a los 35 años –cráneos 30,
neos con lesiones de las cavidades de En Pardo y Pastora
50 53– y otro de individuos más jovenes, muy interesante
son de individuos masculinos, lo cual parece responder a
al respecto de lo que se comenta, una vez que integra
la pauta observada en todo el territorio peninsular, donde
aquellos que tras sufrir la intervención su vida no se pro-
siempre recurriendo al corpus de D. Campillo (2007), a
longó en exceso, caso del cráneo 49, de adulto joven y del
14.- Mina 28 Can Tintoré. Fechas extraídas del contexto de las inhumaciones y de las capas en contacto (Buxó, Catalá y Villalbenca, 1991: 66-67) /
Calibración 1 σ (Castro, Lull, y Micó): UBAR-47: 4610 ± 90 BP/ 3468-3209 CAL BC; UBAR-30: 4710 ± 130 BP / 3650-3360 CAL BC; I-13099: 4820 ± 100
BP / 3720-3490 CAL BC; UBAR-48: 4690±100 BP/ 3590-3370 CAL BC; y UBAR 49: 4740±90 BP 3648-3402 CAL BC.
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
135
[page-n-137]
cráneo 52 de subadulto, éste con dos trepanaciones. En el
ta varianza y acaso no todas las trepanaciones significaran
contexto más antiguo de Sant Pau, aquel que tiene tres
lo mismo. Tras la intervención y la recuperación, la cicatriz
lesiones (el cráneo 18), tiene escasos rasgos de supervi-
o el hundimiento es la marca de por vida, señal o símbo-
vencia (Campillo, 2007: 202) y una edad no superior a los
lo, que puede ser siempre evidente, que puede mostrarse
19 -20 años (Alfruns, Majó y Oms, 1991: 51).
o, retirando el cabello, identificarse. Cuando la lesión se
Si no se asumen razones terapéuticas convendría pro-
observa en el frontal el individuo se destaca por su cicatriz
fundizar en la significación social que podría atender la tre-
dándose casos que debieron resultar del todo impactan-
panación. Teniendo en cuenta la parquedad del ajuar y la
tes para sus contemporáneos como el de aquel joven de
localización se ha indicado la posibilidad de que fueran
San Juan Ante Portam Latinam con la lesión por abrasión
mineros los que estuvieran enterrados en la inhumación
en el centro de su frente (Extxebarria y Herrasti, 2007:
múltiple de Can Tintoré que acoge el cráneo doblemente
268), o en nuestras latitudes, el que fuera inhumado en la
trepanado del varón adulto que murió en la cuarta década
necrópolis de los Blanquizares de Lébor, el del individuo
de su vida (Villalba, Buxó y Catalá, 1991: 71). Como se ha
joven del que resta el cráneo 17 de Pastora, el que sufrie-
expuesto, de manera contraria se valora la presencia de la
ra las erosiones frontales atestiguadas en el cráneo 16 de
lesión identificada en el cráneo custodiado en los fondos
la misma cueva, o de haberse practicado en vida, el de la
del Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la
Cova de les Bagasses, cuyo cráneo se localizó aislado y sin
Historia, por cuanto que el sujeto, también maduro y varón
un contexto material que resuelva de un modo preciso su
podría ser líder o régulo si con él se asocian los buenos
cronología. Teniendo en cuenta la no regeneración del
materiales de Ciempozuelos. Dos interpretaciones contra-
cabello en las áreas craneales afectadas, las trepanaciones
puestas de gestos tremendos y acaso muy parecidos, si se
en el parietal, sobre todo aquellas realizadas mediante
atiende a la opinión de D. Campillo (2007: 275) en cuanto
abrasión, afectando una buena superficie ósea (Emp 1 y
a que el cráneo madrileño también pudiera estar doble-
Pastora 53), serían más evidentes que las practicadas en el
mente trepanado, que en principio sufren individuos de
occipital, como las que afectan al ejemplar de la Ereta, si
distinta época y condición, aunque quizá en el caso de
se acepta su segundo diagnóstico.
Gavà, aquel que en sus últimas horas consumía adormide-
En Pastora y en En Pardo hay buenos ajuares, y desde
ra, el rasgo de su prelación social pudiera ser más sutil y
la estimación del tiempo de aprovechamiento de las
sólo determinarse desde la condición de inaugurar con su
necrópolis y del inmenso cálculo de fallecidos que en lo
cadáver el ámbito de un enterramiento sucesivo.
secular determinara el grupo social que inhumara en las
La significación social del individuo afectado por la tre-
mismas, el escaso número de individuos determinado en
panación podría resultar del todo evidente con el signo o
las cavidades, unos 55 en Pastora y una treintena en En
la marca que determina la operación. Al respecto, el regis-
Pardo, es entre otros buen argumento para considerar que
tro de trepanaciones que recoge D. Campillo ofrece cier-
los ahí inhumados hubieran gozado en vida de ciertas pre-
136
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-138]
rrogativas, cierto reconocimiento social o cierto poder de
más poderosos a quienes lo sufrieran. Pocos casos y con-
decisión en el grupo. Del buen número de cavidades que
centrados sobre todo en un yacimiento, la Cova de la
de modo contemporáneo atiende el fenómeno de la inhu-
Pastora, un conjunto excepcional por sus ídolos, sus ele-
mación múltiple en las tierras centro meridionales valen-
mentos de atuendo y adorno, sus series de utillaje lítico, el
cianas solo se determinan los casos contemplados en En
alto número de recipientes cerámicos (Soler, 2002: 322-
Pardo, Pastora y quizá Llometes. Con ellos y por una pro-
358) e inhumaciones «selectivas» que acoge. Muy proba-
ximidad en el registro material también pudiera relacionar-
blemente Pastora todavía no se halla valorado en sus jus-
se el caso de Blanquizares de Lébor, no siendo descarta-
tos términos porque impera una visión que busca muchas
ble que Bagasses pudiera formar parte del conjunto a la
veces sin éxito una relación directa entre necrópolis y habi-
vista de la rareza de la práctica en la Edad del Bronce, aquí
tats próximos para explicar los enterramientos, sin todavía
solamente indicada por el indicio testimoniado por J.
pronunciarse por jerarquizaciones entre necrópolis próxi-
Furgús en un contexto argárico, auténtica rareza en esa
mas y con registros de diferente entidad.
época y cultura. En lo que afecta al caso de Navarrés es
Las operaciones póstumas, difíciles de distinguir de las
muy probable su vinculación con los hallados en necrópo-
perimortem, aquí D. Campillo las considera para los casos
lis de inhumación múltiple , resultando acaso su encuen-
de Bagasses, Llometes y Sarsa, cuestionando abiertamen-
tro un posible vestigio de inhumación en el hábitat, tal y
te en ésta el hecho de que fuera perimortem. De resultar
como acontece en otros poblados del Neolítico
operaciones postmortem, estas intervenciones entrarían
final–Eneolítico como en el que este volumen J.Ll. Pascual
en el universo de las prácticas rituales vinculadas a la muer-
presenta del Barranc de Beniteixir de Piles.
te, consideración recurrente desde los inicios de la investi-
15
Es evidente que son pocos los trepanados, lo que evi-
gación de las trepanaciones, si se anota la idea que reco-
dencia que no todos necesitan de un gesto cuya frecuen-
ge F. Barras de Aragón (1931: 14) del propio P. Broca,
cia, desde la perspectiva de las dataciones ahora presen-
quien estimaba que las póstumas guardaban la intención
tadas, distaría del todo de aquellos «centros quirúrgicos»
de obtener amuletos que no servían al individuo sometido
que se reconocen en los contextos franceses de Les
a la mutilación, sino a los que le sobrevivían y que espera-
Grands Causses o en el valle de Petit Morin (Guilaine y
ban, apropiándose de sus reliquias garantizarse contra los
Zammit, 2002: 161). Se revela entonces el signo de la tre-
malos espíritus. Como reliquia se ha visto la posibilidad de
panación entre individuos de por sí destacados, como un
interpretar el cráneo hallado de manera aislada en el con-
gesto acaso vinculado a un ritual de iniciación necesario
texto neolítico habitacional de la segoviana Cueva de la
para acceder a esos derechos por parte de aquel que de
Vaquera, yacimiento que también dispone de un ámbito
por sí no lo tuviera, o como un signo que todavía haría
funerario con indicios de remontar su primer uso al
15.- Teniendo en cuenta su encuentro en el tercer nivel de los 8 que se consideraban en las primeras campañas en la Ereta del Pedregal, a 1 m de profundidad, misma cota donde D. Fletcher reseñaba la identificación de fragmentos de ídolos oculados (Fletcher, 1961: 90) de tipo Pastora (Soler, 1985: 32-33).
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
137
[page-n-139]
Neolítico, del que no se descarta pudiera haberse extraído
ese cráneo (Delibes et al., 1999: 433). Con excepción de
los dos cráneos y otros restos hallados en una grieta de la
Cova de la Sarsa (Casanova, 1978), de los restos humanos
de ese yacimiento recientemente no se determina localización ni adscripción cronológica segura, si bien es muy pro-
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2008). De la ubicación del parietal infantil solo queda la
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cierta resistencia a la hora de considerarlos propios de
– (1933B): «Cráneos del yacimiento magdaleniense de Tisuco (Segovia)».
inhumaciones, una vez que al menos en En Pardo son muy
Española de Antropología, Etnográfica y Prehistoria, XII, 2/3, p. 200-205.
Actas y Memorias de la Sociedad Española de Antropología,
Etnográfica y Prehistoria, XII, p. 89-100.
pocos los huesos humanos que se identifican. De este
– (1938): «Cráneo eneolítico encontrado en una cueva de los Blanquizares
modo, la trepanación del infantil de Sarsa, de ser póstuma
de Lebor», Actas y Memorias de la Sociedad Española de
vendría a consignar la manipulación de un hueso humano,
– (1942): «Restos humanos de la Cueva de La Mora». Actas y Memorias de la
acaso una reliquia, no guardando relación con las trepanaciones que, avanzado el tiempo, se determinarán entre las
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Fallecida recientemente, en su último trabajo sobre las intervenciones en el yacimiento no se menciona este fragmento por otra parte no localizado (De
Miguel, 2008). Sí refiere que la intervención de aquel año la realizaron aficionados en el Vestíbulo (Asquerino, 1998).
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140
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-142]
Introducción
Lejos de intentar resolver el dilema sobre si el ser
humano es agresivo por naturaleza, o si la agresividad
es fruto de una evolución cultural, es indudable que
existen evidencias claras de comportamientos violentos en el registro arqueológico, en concreto en el
registro óseo, que nos revelan la existencia de una violencia activa en las sociedades pasadas y que continúa
en la actualidad.
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO
OSTEOARQUEOLÓGICO
ÁNGELA PÉREZ FERNÁNDEZ
Museu de Prehistòria de València
Servei d’Investigació Prehistòrica
Entendemos por violencia cualquier tipo de acto
intencional que genere alguna modalidad de lesión traumática al individuo, cuya morfología dependerá del tipo
de agresión, provocando, o no, la muerte del mismo.
Sintetizando la gran variabilidad del comportamiento humano, las principales evidencias arqueológicas
capaces de aproximarnos a la reconstrucción del conflicto y la violencia entre los grupos humanos prehistóricos, provienen de diversas fuentes de documentación:
por un lado de la identificación de señales traumáticas
en los restos óseos; por otro del contexto arqueológico
asociado a los restos; por la presencia de armas o
aspectos defensivos; y por último por las representaciones iconográficas.
Algunos autores (Vegas, 1999) simplifican la variedad
de estas manifestaciones en lo que denominan efectos,
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
141
[page-n-143]
ca. Las representaciones muestran la violencia física en
acción y se trata de una gran variedad de símbolos que
evocan acontecimientos relacionados con ambientes
hostiles, como por ejemplo las representaciones en el
Arte Rupestre Levantino, donde se encarnan escenas de
batallas y presuntas ejecuciones de individuos (Guillem,
2006) (Fig. 1 y 2).
En el presente trabajo nos centraremos en los efectos, es decir en las evidencias óseas, o estigmas de violencia, que son las que afectan al esqueleto y por tanto
las que se pueden encontrar en el registro óseo, concretadas fundamentalmente en la presencia de lesiones
traumáticas y de traumas perimortem.
La violencia, como otros comportamientos humanos,
deja trazas recuperables en el registro osteoarqueológico. Marcas que quedan registradas de manera indeleble
en el hueso y que permitien documentar los episodios
violentos de un individuo o población. Este tipo de lesiones también puede reflejar muchos factores referidos al
modo y estilo de vida de los individuos (Roberts y
Manchester, 1997); su cultura material, su economía y
Figura 1. Abrigo VII de les Coves de la Saltadora (El Maestrazgo). Hombre
tocado con un adorno que se precipita tras ser flechado por varios proyectiles a la altura del cuello y de las extremidades inferiores. Abajo, calco del
Abrigo VII (Obermaier y Wernet, 1919).
desarrollo, ocupación y grado de violencia. Y el estado
curativo de sus heridas puede indicar también su estatus
social, dieta, tratamientos curativos recibidos, entre otros
muchos aspectos.
medios y representaciones. Los efectos de la violencia
En este sentido, una de las disciplinas que más
vendrían a ser todo material que conserve los estigmas
aportes puede brindar al conocimiento de este tipo de
de una agresión, fundamentalmente el material óseo,
comportamiento es la Antropología Física. La
con la presencia de signos o lesiones traumáticas cura-
Osteología se presenta como herramienta básica para
das y/o letales. Los medios hacen referencia a los meca-
el estudio de las lesiones óseas, aportándonos las
nismos utilizados para provocar la agresión, permitiendo
bases metodológicas para el análisis de las lesiones
visualizar a los agentes que ejercieron una violencia físi-
traumáticas.
142
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-144]
Figura 2. Escena bélica de Les Dogues (Ares del Maestre). Enfrentamiento entre distintos grupos humanos con la presencia de personas flechadas. Calco de J.B. Porcar.
En esta línea, presentamos los restos arqueológicos
arqueológica. No obstante, ante la ausencia de elemen-
más representativos de casos de muerte violenta y sig-
tos reveladores de violencia, la mayoría de los restos se
nos de agresión, enmarcados fundamentalmente en la
traducen como casos de lesión accidental, de ahí su difi-
Prehistoria valenciana pero también en otras áreas penin-
cultad interpretativa.
sulares, desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce.
Para la evaluación de las fracturas y su posible relación con un ambiente hostil y de violencia hay que dis-
Los signos de violencia: los efectos
tinguir entre fracturas ante/peri/postmortem. Las fractu-
Las evidencias de fracturas y traumas son muy frecuentes
ras antemortem son aquellas producidas en vida, relacio-
en los restos osteoarqueológicos. Los traumas son consi-
nadas o no directa o indirectamente con el fallecimiento
derados como la segunda patología más común que
del individuo. Presentan señales de remodelación ósea,
afecta al esqueleto, siendo el cambio degenerativo la
generalmente en forma de un callo de hueso nuevo que
primera (White, 2000).
se genera alrededor de la fractura y que persiste duran-
El hallazgo de huesos fracturados y fragmentados
puede responder a procesos muy diferentes, por lo que
te mucho tiempo después de que se haya producido el
traumatismo.
es posible diferenciar lesiones en vida y lesiones post-
Las fracturas perimortem, producidas en el momento
mortem. Este problema muchas veces se resuelve con la
circundante a la muerte del individuo, con relación direc-
observación in situ de los restos, de ahí la necesidad de
ta, o sin ella, al resultado final, no presentan señales de
la participación del antropólogo en la propia excavación
remodelación ósea y se diferencian entre sí, básicamente
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
143
[page-n-145]
por la tipología del instrumento de agresión. Éstas han
la interpretación dependerá del comportamiento de
sido producidas sobre el hueso en estado fresco.
cada grupo social.
Por último las fracturas postmortem, producidas des-
En el ámbito de la Antropología Forense el análisis de
pués de la muerte del individuo sin relación alguna con
los traumas perimortem es crucial para determinar la
su fallecimiento, pueden ser el resultado de diferentes
causa de muerte del individuo. Este tipo de estudios y
causas: procesos tafonómicos, maniobras de recupera-
sus técnicas de análisis ayudarán a diagnosticar y evaluar
ción y extracción de los restos, condiciones improceden-
el resto óseo. En este sentido algunos trabajos como los
tes de embalaje y transporte, o a causa de manipulacio-
de Lovell (1997), Roberts y Manchester (1997), Zinanovic
nes inadecuadas en el propio laboratorio. Se trata de
(1982), Loe (2009), Subirana (2005), Botella (2003),
fracturas ocasionadas sobre el hueso en estado seco.
Botella et al. (1999), Walker y Long (1977), todos ellos de
Las fracturas antemortem y perimortem, éstas últimas
fundamentalmente, son las que deberán ser evaluadas
orientación forense, están al servicio de la Arqueología,
para obtener una visión más amplia de nuestro pasado.
para determinar el carácter etiológico de la lesión o la
Sin embargo, en este contexto surgen una serie de
circunstancia de la misma, distinguiendo entre lesiones
limitaciones que hemos de tener en cuenta: únicamente
patológicas, espontáneas, o por violencia directa e inten-
somos capaces de observar los casos donde la agresión
cional. Las señales de trauma antemortem pueden estar
ha dejado huella en el hueso, es decir, que solo es posi-
asociadas, o no, con las señales de trauma perimortem,
ble detectar aquellas lesiones que afectan directamente
y pueden ser indicios sobre el tipo de conflicto violento
al tejido óseo y no las que dañan a los tejidos blandos,
acaecido.
lesiones que sin duda alguna también pudieron provocar
El término perimortem ha sido calificado de impre-
la muerte violenta del individuo. La mala conservación
ciso y, en consecuencia, en ocasiones se ha considera-
del material y los efectos tafonómicos y postdeposicio-
do como falto de validez. Es obvio que resulta casi
nales también suponen una barrera o limitación, ya que
imposible establecer si una lesión se produjo inmedia-
en ocasiones pueden llegar a confundirnos.
tamente antes de la muerte del individuo, en el mismo
Por otra parte, la enorme variabilidad de manifesta-
momento de la muerte, o en un corto periodo después.
ciones traumáticas nos obliga a realizar una descripción
Sin embargo, si detectamos este tipo de lesiones peri-
detallada y exhaustiva de la lesión, con el fin de interpre-
mortem –en las que el hueso no ha tenido tiempo de
tar el carácter etiológico de la herida. Ciertas marcas en
reaccionar– aunque no podamos determinar el momen-
el hueso, dependiendo de su distribución y morfología,
to preciso o exacto de su producción, será muy útil para
pueden estar asociadas a determinados procesos de vio-
la interpretación individual y global del contexto
lencia directa, intencional e interpersonal, y en ocasiones
arqueológico en el que nos movamos. La variabilidad
asociadas a ciertas dinámicas sociales que forman parte
de las actividades humanas es muy amplia y por tanto
de un ambiente hostil.
144
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-146]
Esas marcas se concretan, por un lado, en la presen-
Paleolítico Inferior y Medio son muy escasos e incom-
cia de lesiones traumáticas como fracturas, el hueso
pletos, y cronológicamente abarcan un periodo muy
sufre una solución de continuidad; luxaciones, cuando
largo en el tiempo, por lo que no permiten sacar con-
dos huesos pierden su conexión articular; lesiones adya-
clusiones definitivas.
centes al área afectada, es decir, alteraciones postrau-
Entre los restos de neandertales se han encontrado
máticas como edemas, lesión del periostio, áreas de
algunas evidencias de muertes violentas, pero tampoco
necrosis, etc.; consolidaciones postraumáticas, como
son concluyentes de una agresión ya que su etiología es
callos de fractura, y posibles complicaciones postraumá-
de causalidad incierta. El caso de Kaprina (Russel, 1987),
ticas, cuando el proceso de reparación no es exitoso.
yacimiento musteriense en Croacia, fechado en 100.000
Por otro lado, en la presencia de traumas perimortem,
años de antigüedad, destaca por la presencia de una
clasificados en función del instrumento con el que se
serie de lesiones relacionadas con la antropofagia, la
realiza la lesión, distinguiendo tres grupos: impactos de
desarticulación de miembros y la descarnación final. La
proyectil, con una lesión variable; instrumentos cortan-
hipótesis del canibalismo entre el Homo sapiens nean-
tes, que producen lesiones afiladas; instrumentos
dertalensis es un tema controvertido que se va perfilan-
romos, generando una lesión contusa (Loe, 2009; Lovell,
do con la investigación de nuevos restos encontrados en
1997; Roberts y Manchester, 1997; Zinanovic, 1982;
los yacimientos arqueológicos.
Thillaud, 1994; Walter y Long, 1977; Subirana, 2005).
En la Península Ibérica los restos hallados en la
Por lo tanto, la presencia de fracturas y heridas sin
Cueva del Sidrón, Asturias (Fortea et al., 2007) no dejan
signos de regeneración ósea serán elementos objetivos
lugar a duda sobre la práctica de la antropofagia o la
de posibles muertes violentas (Etxeberria et al.,
manipulación ritual del cadáver
2005/2006), los cuales deberán ser valorados y evalua-
humanos. No obstante, sea para consumir o sea para
dos por el investigador.
ritualizar el cuerpo, estas lesiones no las relacionamos
entre estos grupos
con los signos de violencia o actos de hostilidad que
Signos de violencia en la Prehistoria
estamos tratando en el presente trabajo. Lejos de la
La presencia de lesiones traumáticas, heridas contusas
controversia generada sobre el significado de la antro-
fundamentalmente, en los primeros momentos de la
pofagia prehistórica, consideramos diferentes los sig-
aparición del género Homo es muy frecuente, sin
nos de violencia y los signos de canibalismo en el regis-
embargo no son concluyentes de una agresión y se
tro óseo, ya que las marcas encontradas en el hueso
pueden asociar también a lesiones póstumas. A. Leroi-
también son distintas (ver trabajo de Aura, Morales y de
Gourhan (1965: 236-237) estima la existencia de cho-
Miguel en este mismo volumen).
ques bélicos entre estos grupos humanos. No obstante,
Para el grupo de los primeros Homo sapiens sapiens
los restos humanos recuperados correspondientes al
las lesiones traumáticas son más frecuentes, sin embar-
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
145
[page-n-147]
go este hecho parece responder no tanto a una violen-
blema de defensa de esos bienes (Gallay, 1991;
cia lesiva interpersonal, como al tipo de vida de estos
Barandiarán et al. 2007).
individuos y a lesiones fortuitas o accidentales
Asimismo,
desde
el
punto
de
vista
de
la
(Campillo, 1984). Los restos óseos recuperados en El
Antropología y la Paleopatología, la violencia lesiva es
Collado (Oliva, Valencia) (Campillo, 2008) corroboran la
un fenómeno reciente, que parece gestarse en el
imagen de la dureza de las condiciones de vida de estas
Mesolítico y se desarrolla e intensifica en el Neolítico y
comunidades ya que abundan las lesiones contusas y
posteriormente en el Calcolítico y la Edad del Bronce
pequeños traumas asociados a caídas fortuitas o acci-
(Guilaine y Zammit, 2002; Campillo, 1984; Etxeberria,
dentales. En estos casos es muy difícil determinar la
2005/2006). Como hemos visto no hay argumentos que
etiología de la lesión.
demuestren un aumento de la violencia para los prime-
Hasta fechas muy avanzadas no aparecen restos
ros momentos del género Homo; sin embargo, a partir
óseos con signos evidentes de violencia, coincidiendo
del Neolítico se constata un fuerte aumento de casos de
con la aparición de los primeros agricultores. Sin descar-
muerte violenta que argumentan la idea de la agresivi-
tar que las sociedades prehistóricas no ejerciesen la vio-
dad y la violencia en las sociedades prehistóricas, des-
lencia como una actividad cotidiana, quizás la razón de
vinculándonos de aquella visión tradicional, estática y
esta ausencia de huellas de violencia sea la falta de
rousseauniana del «buen salvaje».
documentación arqueológica, de excavaciones con
En este sentido, es interesante resaltar la estrecha
metodología más avanzada y de la ausencia de estudios
relación que guardan las lesiones traumáticas con los
antropológicos. Parece evidente que es a partir del
avances culturales (Campillo, 1989). Así, en el Paleolítico
Neolítico cuando la violencia adopta un papel importan-
Inferior y Medio todas las lesiones son contusas, posible-
te a nivel social y progresivamente irá aumentando, hasta
mente porque las armas utilizadas eran contundentes y
llegar a la época actual (Campillo, 1995).
rara vez punzantes y, si lo eran, lesionaban con facilidad
Una de las argumentaciones sobre cuando aparece
las partes blandas pero sin llegar a perforar el tejido
la violencia entre los seres humanos estaría relaciona-
óseo. A partir del Paleolítico Superior se documentan las
da con el inicio de la jerarquización y complejidad
primeras puntas de flecha incrustadas en el esqueleto, es
social, que juegan un papel muy importante en las rela-
decir lesiones ya no contusas sino de tipo inciso-contun-
ciones de poder y dominio. Con el desarrollo de la
dentes. Con el descubrimiento de los metales se genera-
agricultura y la ganadería la sociedad comienza a estra-
lizan las lesiones incisas, atribuibles al empleo de hachas
tificarse, apareciendo las primeras desigualdades
y espadas.
sociales, que serán más claras con la introducción de la
Un ejemplo importante de la violencia en el Neolítico
metalurgia, cuando la acumulación de bienes materia-
fue el hallazgo del yacimiento de Talheim, en Baden
les dio paso al concepto de riqueza y pobreza y al pro-
Württenberg (Alemania) entre 1983-1984
146
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
(Wahl y
[page-n-148]
Köning, 1987) datado en el 5.000 a.C. Se trata de una
gran fosa común, donde se encontraron restos de 34
individuos, mezclados y sin un orden o cuidado claro,
todos con signos evidentes de violencia y agresión y un
alto número de traumas perimortem. Sin duda alguna
Talheim es un ejemplo excepcional, y casi único, donde
los restos nos hablan de una violencia activa entre los primeros agricultores europeos.
En la Península Ibérica, un yacimiento significativo
de cronología un poco más avanzada (entre el
Figura 3. Cráneo infantil de Caramoro I (Elche, Alicante). Detalle
de la lesión. Fractura en scalp con bordes semicicatrizados.
Neolítico y el Calcolítico, 3300-3000 a.C.), es la sepultura colectiva de San Juan Ante Portam Latinam
(Laguardia, Rioja Alavesa) (Vegas, 1992a; Vegas et al.,
1999, 2006). Se trata de un pequeño abrigo o covacha
y que conlleva el arrancamiento de parte del hueso
colectiva, con al menos 289 individuos inhumados,
frontal (Fig. 3). La morfología de la fractura y de sus bor-
entre los cuales destacan 9 por la presencia de proyec-
des identifican el instrumento del atacante con un arma
tiles incrustados en el esqueleto, 6 casos de fractura de
larga y afilada, posiblemente una espada. La supervi-
cúbito, producidas por el impacto de un fuerte golpe
vencia poco prolongada del individuo está reflejada en
en la cara dorsal del antebrazo, mientras el agredido lo
la presencia de algunos puntos de unión entre los dos
levanta para protegerse del golpe, y otros tantos por
bordes de fractura, y su muerte pudo haber sido provo-
diversas heridas por contusión.
cada por complicaciones secundarias a la herida
En tierras valencianas también disponemos de evi-
(Cloquell y Aguilar, 1996: 14).
dencias óseas que presentan los estigmas de una agre-
En la Tabla 1, se recogen los casos donde se ha
sión. Quizás el caso más llamativo sea el hallazgo de un
documentado signos de violencia en algún individuo,
individuo infantil, recuperado en el yacimiento de
enmarcados en conjuntos peninsulares
Caramoro I (Elche, Alicante) (Cloquell y Aguilar, 1996),
Prehistoria reciente. Restos que revelan los estigmas
datado en la mitad del segundo milenio a.C. (1700-
de un ambiente hostil y violento. No obstante, cabe
1500 a.C). Se trata de un esqueleto infantil, lactante de
remarcar que algunos de los casos incluidos se consi-
año y medio aproximadamente, hallado en el interior
deran dudosos o de causalidad incierta (fundamental-
de una vivienda con una lesión de tipo cortante en el
mente los casos de lesiones antemortem) pudiéndose
cráneo. Una fractura en scalp, de forma tangencial y
enmarcar tanto en un contexto accidental como en un
oblicua, que continúa hasta el arco supraciliar izquierdo
contexto violento. En esta tabla hemos valorado: el
de la
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
147
[page-n-149]
Yacimiento
Época
Nº
Sexo
Edad
Tipo de lesión
Localiz.
anatóm.
Cronología
de lesión
Referencia Bibliográfica
Bòbila Madurell (Sant
Quirze del Vallés,
Barcelona)
Neolítico (40003500 a.C.)
1
Varón
Adulto
Impacto punta flecha
Fractura por impacto
Vértebra
Vértebra
Perimortem
Perimortem
Campillo et al. (1993)
Camí de Can Grau (La
Roca del Vallés)
Neolítico Medio
1
Varón
Adulto
Impacto punta flecha
Vértebra
Antemortem
Martí et al. (1997)
Cova d'En Pardo (Planes,
Alicante)
Varón
Adulto
Neolítico
2
Cráneo
Cráneo
Cráneo
Antemortem
Antemortem
Antemortem
Rodes et al. (2006)
Mujer
Inciso-contundente
Inciso-contundente
Adulta Calcificación hematoma
Cova de la Sarsa
(Bocairent, Valencia)
Neolítico
1
Mujer
Adulta
Inciso-contundente
Cráneo
Antemortem
De Miguel (2006a y 2006b)
Cova de la Boixadera
dels Bancs (Barcelona)
Neolítico Final
1
Varón
Adulto
Lesión contusa
Cráneo
Antemortem
Guerrero y Muntané (2001: 17)
Dolmen de Aizibita
(Cirauqui, Navarra)
3500-3200 a.C.
1
Varón
Adulto
Incisa-cortante con
fractura por lascado
Cráneo
Antemortem
Beguiristain y Etxeberria (1994)
Les Llometes (Alcoi,
Alicante)
Calcolítico
1
Varón
Maduro
2 lesiones contusas
Cráneo
Antemortem Campillo (1976: 66-68; 1977: 325)
Cueva H de Arboli
(Tarragona)
Calcolítico
1
Varón
Adulto
Impacto punta flecha
Cráneo
Perimortem
Dolmen del Collet de Sú
(Lérida)
Calcolítico
1
Varón
Adulto
Impacto punta flecha
Cráneo
Antemortem Campillo (1977: 290-295; 1983: 57)
Las Cáscaras
(Cantabria)
Calcolítico
1
Varón
Adulto
Impacto punta flecha
Fémur
Perimortem
Cabré (1925)
Cova de la Pastora
(Alcoi, Alicante)
Calcolítico
1
Mujer
Juvenil
Lesión contusa
Cráneo
Antemortem
Campillo (1976: 57; 1977: 269)
Camí Reial d'Alacant
(Vall d'Albaida)
Calcolítico
1
Varón
Adulto
Lesión contusa
Cráneo
Antemortem
Campillo (1976: 55-59)
Megalit Clarà (Solsones,
Barcelona)
Calcolítico Final/
Bronce Inicial
1
Varón
Adulto
Lesión incisa
Cráneo
Antemortem
Campillo (1977: 316)
Cova d'Annes (Prullans,
Lleida)
Calcolítico Final/
Bronce Inicial
1
Mujer
Madura
Contusa-fractura con
hundimiento
Cráneo
Antemortem
Campillo (1977: 312)
Abric Can Bosc de
Monistrol de Rajadell
(Barges, Barcelona)
Calcolítico Final/
Bronce Inicial
1
Varón
Adulto
Lesión contusa
Cráneo
Antemortem
Guerrero y Ribas (1997)
El Tomillar (Ávila)
Calcolítico Final/
Bronce Inicial
1
Varón
Adulto
Lesión contusa
Cráneo
Antemortem
Etxeberria (1995: 53)
Caramoro I (Elche,
Alicante)
Bronce 1700-1500
a.C.
1
Indet.
Cráneo
Perimortem
Cloquell y Aguilar (1996)
Cova de l'Heura
(Ulldemolins, Tarragona)
Bronce
1
Varón
Adulto
Impacto punta flecha
Cráneo
Antemortem
Mercadall y Agustí (2006)
Roc d'Orenetes
(Tarragona)
Bronce
1
Varón
Adulto
Corte o fractura en
bisel
Cúbito
Antemortem
Campillo (1993)
Infantil Lesión incisa-cortante
lactante
Campillo (1977: 290-295)
Tabla 1. Casos con signos de violencia (individuos aislados). Conjuntos peninsulares de la Prehistoria reciente.
yacimiento, la época cronológica en la que se enmar-
el tipo de lesión detectada, su localización anatómica
ca, el número de individuos que presentan lesiones
y la cronología de la misma, además de la referencia
traumáticas, así como el sexo y la edad de los mismos,
bibliográfica del estudio.
148
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-150]
Figura 4. Cráneo femenino de la Cova de la Sarsa. Detalle de la lesión. Se trata de una erosión craneal, seguramente producida por un golpe tangencial
con arma cortante. Se observan signos de regeneración ósea.
De los datos obtenidos se desprende que la pobla-
En general se trata de una población adulta (gráfi-
ción masculina es mucho más propensa a sufrir los estig-
co 2). Tan sólo un caso de individuo juvenil (Cova de
mas de una agresión (gráfico 1) ya que el 75% de los
la Pastora) y otro infantil (Caramoro I). Estos datos
casos contemplados corresponden a individuos masculi-
reafirman la idea de que las agresiones interpersona-
nos y tan solo el 20% a femeninos. Destaca el traumatis-
les suelen estar vinculadas a la población masculina y
mo localizado en un cráneo femenino de la Cova de la
adulta.
Sarsa (De Miguel, 2006) (Fig. 4), por tratarse de una
Se observa un claro aumento de las lesiones cor-
lesión muy poco frecuente entre las mujeres procedentes
tantes en el periodo de la Edad del Bronce (gráfico 3),
de contextos arqueológicos.
corroborando la estrecha relación que guardan las
Indet.
Mujeres
Infantil
Juvenil
Hombres
Adulto
Mujeres
Maduro
Indet.
Hombres
Hombres
Gráfico 1. Distribución sexual de los individuos lesionados.
Mujeres
Indeterminado
Gráfico 2. Distribución de la edad de los individuos lesionados.
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
149
[page-n-151]
Proyectil
Contusa
Cortante
Antemortem
Perimortem
Neolítico
Calcolítico
Craneal
Bronce
Postcraneal
Gráfico 3. Distribución de los tipos de lesión según periodos cronológicos.
Gráfico 4. Distribución anatómica y cronológica de las lesiones detectadas.
lesiones traumáticas con los desarrollos tecnológicos.
estos valores no son del todo objetivos ya que muchos
Así en la Edad de los Metales se generalizan las lesio-
de los yacimientos valorados fueron excavados hace
nes inciso-cortantes, atribuibles al empleo de hachas
varias décadas, con una práctica selectiva de recogida
y espadas, en detrimento de las lesiones por impac-
del material óseo que se centraba en el cráneo, des-
tos de proyectil que disminuyen considerablemente.
echando el resto de huesos. Por lo que los resultados
Por otro lado, el alto índice de lesiones contusas,
obtenidos no posibilitan establecer conclusiones defi-
tanto en el Neolítico como en el Calcolítico y la Edad
nitivas.
del Bronce, puede estar en relación con el ámbito
En la Tabla 2, recogemos los casos donde se ha
accidental o fortuito, por lo tanto no son concluyen-
documentado signos de violencia en más de un indivi-
tes de una agresión.
duo. Casos relacionados con posibles conflictos grupa-
La distribución anatómica de las lesiones (gráfico 4)
les en los que al igual que en los casos observados en
destaca por su alta frecuencia en la zona craneal fren-
la Tabla 1, la distribución sexual de los individuos lesio-
te al resto del esqueleto postcraneal. Posiblemente
nados incide en el sexo masculino y fundamentalmen-
Yacimiento
Época
Nº
Sexo
San Juan Ante Portam Neolítico Final/
12 Varones
Latinam (Rioja alavesa)
Calcolítico
Hipogeo del Longar
(Navarra)
Neolítico Final/
Calcolítico
4
Varones
Cerro de la Cabeza
(Ávila)
Calcolítico
6
Varones
Edad
Tipo de lesión
Adultos
9 Impactos de proyectil
6 fracturas
3 punzante-penetrante
5 contusiones
3 Adultos
1 Maduro
4 Impactos de proyectil
Localización
anatómica
Cronología
de lesión
Postcraneal 5 Peri/ 4 ante.
Cúbito
Antemortem
Cráneo
Antemortem
Cráneo
Antemortem
Costilla
Cráneo
Vértebra
Húmero
Adultos 6 Impactos de punta de flecha Postcraneal
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Perimortem
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Perimortem
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Tabla 2. Casos con signos de violencia (varios individuos) relacionados con algún tipo de conflicto grupal, enmarcados en conjuntos peninsulares de la
Prehistoria reciente.
150
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-152]
Perimortem
Antemortem
Proyectil
Contusión
Punzante
Fracturas de paro
Gráfico 5. Tipos y porcentajes de las lesiones observadas.
te de edad adulta. Éste sector de la población sería el
más propenso a sufrir los estigmas de una agresión.
Craneal
Postcraneal
Gráfico 6. Distribución anatómica y cronológica de las lesiones observadas.
· El tipo de individuo que presenta la lesión: sexo,
edad y patologías preexistentes.
Las lesiones más frecuentes (gráfico 5) son las de
Teniendo en cuenta estos parámetros, podremos
impactos de proyectil (incrustación de puntas de fle-
obtener una visión global y multidisciplinar de las
cha), indicando posibles modelos o pautas de enfrenta-
situaciones de conflicto y violencia en contextos
miento bélico, que serían a larga distancia y en menor
arqueológicos. Sin caer en una mera descripción fac-
medida combates cuerpo a cuerpo. La distribución ana-
tual de los acontecimientos violentos, esta visión per-
tómica de estas lesiones (gráfico 6) se localizan funda-
mite abrir nuevas vías de investigación, que pasan por
mentalmente en el esqueleto postcraneal, en vértebras,
una dimensión social de la Paleopatología y plantear
costillas y huesos largos. Las lesiones localizadas en el
cuestiones como ¿Quién sufrió la violencia física?
cráneo son de tipo contuso, ya cicatrizadas y con una
¿Fue accidental o de carácter intencional? ¿Qué efec-
etiología dudosa, enmarcándose tanto en actos violen-
tos tuvo? ¿Con qué medios? ¿Con qué intensidad?
tos como en posibles actos accidentales o fortuitos.
¿Quién recibió cuidados después de una agresión? ¿Y
quienes no? etc.
Conclusión
Consideramos que antes de explicar por qué y para
Ciertas características traumáticas se pueden relacionar
qué se utilizó la violencia, es necesario tener claro qué es
directamente con determinadas dinámicas sociales, en
lo que se hizo y de qué manera (Botella, Alemán y
este caso de violencia, teniendo en cuenta una serie de
Jiménez, 1999). En esta línea, la Antropología Física y
elementos como son:
sobre todo la Paleopatología son las disciplinas más úti-
· El contexto donde el individuo fue hallado: lugar del
entierro, ajuar y posición del cuerpo.
les al servicio del arqueólogo, las cuales permiten visualizar de una manera más firme los episodios de conflicto y
· El patrón de la lesión detectada: localización anatómi-
violencia en contextos arqueológicos, y mostrar los efec-
ca, forma de la lesión, distribución y disposición de
tos y los medios de una violencia activa que todavía hoy
las lesiones.
se sigue practicando, aunque con fines muy diversos.
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
151
[page-n-153]
Nos enfrentamos a una gran variedad de comportamientos y estructuras sociales que, desde el Paleolítico
hasta nuestros días, el ser humano ha tenido que resolver de una forma u otra. Los datos arqueológicos, y más
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A Josefina Ibáñez Garrués
In Memoriam
Introducción
Cuando nos planteamos hacer una revisión sobre la presencia de restos humanos pertenecientes a individuos
infantiles en contextos prehistóricos de nuestro entorno,
lo primero que debemos preguntarnos es qué características definen a la infancia1. Desde el punto de vista de la
LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS
RESTOS HUMANOS DESDE EL NEOLÍTICO A LA EDAD
DEL BRONCE EN TIERRAS VALENCIANAS
Antropología Física hay diferentes parámetros óseos que
M.ª PAZ
DE
MIGUEL IBÁÑEZ
Universidad de Alicante
permiten hacer una asignación aproximada de la edad
de los restos humanos que hallamos en yacimientos
arqueológicos (Scheuer y Black, 2000). La simple observación de la dentición, al igual que de gran parte del
esqueleto, permite a cualquier persona hacer una primera diferenciación entre sujetos adultos e infantiles. No
obstante, y a pesar de que la maduración ósea y dental
son indicadores físicos de la edad, este dato no puede
ser traspolado de forma directa al mundo de lo social.
La consideración que la infancia tiene en nuestra cultura dista mucho de poder ser transferida a otros
momentos históricos y mucho menos a la Prehistoria. La
gran mortalidad infantil que se presupone en toda sociedad antigua, hace que el fallecimiento de las hijas e hijos
1.- Infancia: Periodo de la vida humana desde que se nace hasta la pubertad. Diccionario de la Real Academia Española.
LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS
155
[page-n-157]
en las primeras fases de la vida deba ser considerado
nas pertenecientes al Neolítico, Calcolítico, Campa-
como un acontecimiento, que si bien no sería deseado,
niforme y Edad del Bronce, e incluso de disponer de
estaría aceptado como un hecho posible e incluso pro-
enterramientos individuales en algunos momentos cultu-
bable durante la crianza. Reconocer el apego afectivo
rales, tanto la población adulta representada como la
que se tenía hacia la descendencia no es fácil desde
infantil dista mucho de ser el reflejo de las sociedades a
nuestro conocimiento, si bien es posible que a partir de
las que pertenecieron. En este punto son los aspectos
la presencia en contextos funerarios de individuos falle-
culturales los que se imbrican, saber quiénes tienen
cidos durante los primeros años de la vida podamos
derecho a ser tratados tras su muerte de una forma espe-
acceder a un registro difícil de interpretar, pero útil a la
cial que les ha permitido perdurar hasta nuestros días,
hora de reconocer su representación en contextos
qué características tienen, qué ajuar les acompaña, a qué
arqueológicos, funerarios o no.
sexo pertenecen, cuál es su edad, qué enfermedades
Se ha propuesto que la presencia de un número ele-
padecieron, etc., son preguntas a las que quisiéramos
vado de infantiles en espacios funerarios es un indicador
dar una respuesta. En definitiva nuestro objetivo es
demográfico que nos muestra una sociedad en creci-
conocer a las personas que fueron y en qué entorno se
miento. Desde el Neolítico, el asentamiento en un terri-
desarrolló su vida.
torio, la existencia de núcleos habitacionales estables, la
La osteoarqueología tan solo puede rescatar una
convivencia continua entre hombres y mujeres, y la exis-
parte de esa información, eso sí de forma directa a tra-
tencia de recursos alimenticios más abundantes, favore-
vés de los restos pertenecientes a quienes hicieron esa
cieron claramente la natalidad (Bocquet-Appel y de
parte de la historia, y entre ellos están los individuos
Miguel, 2002: 36-37). En este momento comienzan a
infantiles, cuya figura ha sido olvidada por la investiga-
aparecer de forma más evidente los espacios funerarios,
ción durante mucho tiempo. Es cierto que siempre ha
muchos de ellos colectivos, en los que se inhuma a una
habido excepciones y entre las últimas debemos desta-
parte de la población. Si en esos lugares aparecieran res-
car la obra colectiva recientemente publicada (Gusi,
tos infantiles en número elevado, sería el indicador espe-
Muriel y Olaria, 2008), en la que convergen diferentes
rado en una población que se expande según los mode-
estudios y disciplinas con el afán último de disponer de
los demográficos prevacunales. La realidad sin embargo
un exhaustivo registro tanto arqueológico, como osteo-
es otra. Son pocos los restos humanos procedentes de
arqueológico, que nos permita aproximarnos con más
espacios funerarios neolíticos conocidos en nuestro
recursos al conocimiento del mundo de la infancia.
entorno, y entre ellos la presencia de población infantil
En el trabajo que aquí presentamos haremos un repa-
está igualmente infrarrepresentada. Lo mismo ocurre con
so de algunos espacios funerarios en los que se han
otros momentos de la Prehistoria, a pesar de conocer
identificado restos de individuos infantiles, desde el
numerosas cuevas de enterramiento en tierras valencia-
Neolítico hasta la Edad del Bronce. En algunos casos los
156
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-158]
Figura 1. Restos claviculares de tres infantiles hallados en el mismo espacio sepulcral. Cabezo Redondo (Villena).
datos proceden de trabajos propios, algunos de ellos
documentar su posición, conservación, relación con los
inéditos, y en otros nos surtiremos de los realizados por
ajuares y con otros posibles ocupantes del espacio. La
diferentes equipos de investigación, en tierras valencia-
recogida de los materiales ha de ser exhaustiva, más en
nas. En realidad son pocos en términos absolutos, pero
el caso de los individuos infantiles dado que los huesos
de gran relevancia a la hora de recuperar un protagonis-
aún no han finalizado su desarrollo y se encuentran con
mo del que durante mucho tiempo se les ha privado.
las epífisis sin fusionar, a lo que se añade unos dientes en
formación, con tamaño reducido, y fácilmente alterables
Los datos osteoarqueológicos
por los procesos tafonómicos.
La osteoarqueología estudia los restos esqueléticos
El estudio se centrará en conocer cuál es su fase de
excavados en diferentes contextos arqueológicos. Estos
desarrollo, siendo en este punto de gran relevancia dis-
espacios pueden tener una funcionalidad diferente ya
poner de restos dentales ya que son los indicadores más
que la presencia de restos humanos no es exclusivamen-
fiables de la edad del individuo (Ubelaker, 2007: 84).
te en las necrópolis, entendiendo por éstas un espacio
Cuando éstos no se conservan disponemos de otros
para los muertos diferenciado del mundo de los vivos. Su
parámetros que nos permiten a partir del grado de
fundamento es obtener la mayor información posible
desarrollo de diferentes huesos, determinar una edad
sobre su estado de conservación, edad, sexo, signos de
aproximada (Scheuer y Black, 2000) (Fig. 1).
actividad, características físicas, enfermedades, etc.
La identificación del sexo en la población infantil es
La localización de restos humanos supone la realiza-
mucho más compleja que en la adulta, ya que las carac-
ción de un minucioso trabajo de campo que permita
terísticas sexuales se definen a partir de la pubertad, por
LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS
157
[page-n-159]
circunstancias que permiten justificar su temprana presencia en contextos funerarios. Estas variables han sido
analizadas recientemente por Buchet y Séguy (2008),
haciendo propuestas de periodización de edades muy
sugerentes a la hora de realizar una interpretación sociocultural.
Figura 2. Hiperostosis parietal (Coveta Emparetà, Bocairent, Valencia).
Las enfermedades que padecieron durante su vida y
las causas que les llevaron al fallecimiento quedan la
mayoría de las veces ocultas. Una infección se puede
lo que tan solo las determinaciones de ADN podrían
considerar una patología grave cuando no se disponen
ofrecernos esta información de modo fiable, si bien su
de recursos farmacológicos para combatirla, y esa es
complejidad hace que no sea un método fácilmente
muy probablemente la causa de muerte de la mayoría
accesible en la actualidad. Su relevancia no es poca ya
de las niñas y niños que tenemos documentados en
que permitiría reconocer si hay una diferenciación por
nuestros yacimientos. En ocasiones hay signos que
sexos entre los infantiles conservados, lo que nos llevaría
podemos asociar con algunas enfermedades, preferen-
a obtener una información sociocultural muy relevante a
temente infecciosas o carenciales, que han dejado su
la hora de interpretar su presencia en los diferentes yaci-
huella en los dientes y huesos, aunque en pocas ocasio-
mientos.
nes nos permiten relacionarlas directamente con su
Conocer cuál era su papel social pasa por reconocer
muerte (Fig. 2).
cuáles eran sus funciones dentro del grupo. Es sabido
Otro aspecto quizás controvertido desde nuestra
que la realización de diferentes labores relacionadas con
perspectiva actual, es el de la muerte relacionada con la
el mantenimiento de la familia y/o comunidad es muy
maternidad. Por una parte tenemos los testimonios de
temprana en las sociedades antiguas. Son precoces a la
restos fetales que por su tamaño debieron fallecer intraú-
hora de hacerse autosuficientes, y no es extraño que asu-
tero o al nacer prematuramente, y por otra parte esque-
man responsabilidades como el cuidado del ganado, la
letos que pertenecen a neonatos fallecidos en fechas muy
ayuda en las labores agrícolas, el acarreamiento del
próximas al parto. También hay que considerar que pro-
agua, etc., desde fases iniciales de la vida. No suele ser
bablemente la edad en la que se inicia la maternidad
fácil reconocer estas labores a través de los restos de
pudiera estar en relación con la primera regla, momento
individuos infantiles, y sin embargo son factores que
en el que se considera a la niña una mujer, y en la que se
potencian los riesgos de sufrir accidentes o de estar en
iniciarían las relaciones sexuales. Esta precocidad se vin-
contacto con diferentes enfermedades infecciosas y
cula con embarazos de riesgo que pondrían en peligro
parasitarias que pondrían en serio compromiso su vida,
tanto la vida del feto como la de la madre. Las altas tasas
158
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-160]
de mortalidad fetal y perinatal están fácilmente justifica-
cavidades naturales como lugares de enterramiento
das ante los numerosos factores de riesgo que durante el
supone en la mayoría de los casos que el depósito de los
embarazo y el parto pueden interferir en su desarrollo
cadáveres se realizaría sin una ubicación real bajo tierra,
normal, y como consecuencia provocar abortos, partos
más bien se depositarían, quizás envueltos y en forma de
pretérmino, distocias de parto, etc.
fardo sobre el suelo natural de la cueva. Ello comportaría que, pasado un tiempo, se pudiera producir la disper-
Los espacios funerarios
sión de los huesos, y las sucesivas reutilizaciones como
La relación de los espacios funerarios en los que se ha
espacio funerario condicionarían la variación de su posi-
determinado la presencia de restos infantiles se aleja
ción inicial, al igual que el vaciado parcial de la cavidad,
parcialmente del interés de este artículo, aunque quisié-
en ocasiones fácilmente justificable por disponer de una
ramos exponer algunos datos. En tierras valencianas hay
capacidad limitada.
varios cientos de yacimientos con materiales prehistóri-
En algunos yacimientos recientemente excavados se
cos entre los que se encuentran restos humanos. En
han documentado fosas de enterramiento individual,
muchos de ellos, las cronologías de los enterramientos
con cronologías correspondientes con el Neolítico
se ven eclipsadas ante la presencia de materiales que
medio como por ejemplo El Tossal de les Basses en
pertenecen a diferentes momentos cronoculturales, por
Alicante, o el yacimiento de Costamar en Oropesa
lo que es bastante complicado determinar con qué
(Castellón), de los que se disponen de algunos datos
momento de ocupación se han de identificar las inhuma-
antropológicos que serán presentados en esta publica-
ciones, e incluso se puede barajar la hipótesis de que
ción. No obstante, son minoritarios los espacios funera-
sean depósitos diacrónicos de individuos que en ocasio-
rios individuales en fosas respecto a los ya mencionados
nes su único nexo de unión sería el ocupar un mismo
en cuevas o covachas.
espacio funerario, sin otras connotaciones cronocultura-
La costumbre funeraria de inhumar o depositar el
les. A pesar de estas limitaciones, hay algunos datos que
cadáver en cueva o covachas está claramente documen-
sí deben ser tenidos en consideración e integrados en
tada durante las sucesivas fases de la Prehistoria llegando
los contextos a los que pertenecen.
incluso al Bronce Final como ha quedado patente tras las
Son diversas las referencias a enterramientos en
dataciones obtenidas en la Cova d’en Pardo (Planes,
espacios funerarios con niveles adscribibles a diferentes
Alicante) (Soler et al., 1999: 115). Será a partir de la Edad
fases del Neolítico. En general, su identificación se pro-
del Bronce, y de modo precoz en las áreas de influencia
duce en el interior de cuevas o grietas, bastante disper-
de El Argar, cuando se identifiquen las inhumaciones indi-
sas por nuestro territorio, con la dificultad ya menciona-
viduales en lugares de hábitat (Fig. 3). En algunos yaci-
da debido a que en muchos casos hay materiales de
mientos adscritos al Bronce Valenciano según la clasifica-
épocas posteriores. Hemos de reseñar que el uso de
ción clásica (De Pedro, 2004: 41-42) se documentan tanto
LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS
159
[page-n-161]
Figura 3. Restos infantiles de la Illeta dels Banyets (El Campello, Alicante).
160
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-162]
inhumaciones individuales como colectivas en cuevas o
datos procedentes de otros investigadores (García, 1983;
covachas próximas. En el Campaniforme, los enterra-
Campillo, 1996; Gómez Bellard, 2002; Polo y Casabó,
mientos se realizan en pequeñas covachas próximas a los
2004; Soler Díaz et al., 2008; Agustí, e.p.; Núñez et al.,
hábitats, con ajuares más relevantes, aunque perdurando
2009); a ellos hemos añadido estudios propios, algunos
la dificultad de ser asignados a uno de los individuos allí
publicados y otros inéditos (Tabla 1).
inhumados.
Debido a que queremos obtener datos que puedan
Durante el Bronce Final será cuando quede patente
ser interpretados desde una perspectiva cultural, tan sólo
un drástico cambio de ritual. De la inhumación a la cre-
hemos utilizado los procedentes de yacimientos en los
mación, con necrópolis ahora propiamente dichas, en
que se hizo una precisión clara de la edad de los infanti-
las que se documentan las sepulturas principalmente
les, si bien algunas veces hemos debido realizar una dis-
individuales, de diferentes tipologías, como en el caso
tribución aproximada a un determinado grupo de edad
de Les Moreres (Crevillent) (González, 2002). Tan sólo un
según los parámetros demográficos al uso (Bocquet-
yacimiento, La Escurrupenia (Cocentaina), sale de la
Appel, 2008: 76).
norma de inhumación durante el Calcolítico, con la pre-
Con los datos obtenidos, hemos elaborado una tabla
sencia de cremaciones (Pascual, 2002), en una etapa cla-
en la que se recogen los resultados absolutos por perio-
ramente inhumadora, que se ha convertido en un uni-
dos culturales (Tabla 2). En este caso no se han conside-
cum en nuestra geografía, más tras descartar que el con-
rado los datos pertenecientes al Bronce Final, ya que los
tacto con el fuego de algunos restos humanos hallados
espacios funerarios estudiados corresponden con necró-
en diferentes yacimientos prehistóricos se deba a un
polis en las que el número de individuos es significativa-
ritual intencional de destrucción, sino más bien a la
mente más elevado que los espacios funerarios de épo-
exposición accidental de los huesos, ya esqueletizados,
cas anteriores, y con una concepción del ritual funerario
a hogueras cuya finalidad pudo haber sido diversa.
muy diferente a las etapas previas.
Como se puede observar son numéricamente muy
Restos infantiles en nuestro entorno
escasos los restos infantiles referenciados con sus eda-
Para este trabajo hemos revisado numerosas publicacio-
des. Es en contextos calcolíticos y de la Edad del
nes en las que se hace referencia a la presencia de restos
Bronce donde se han identificado el mayor número de
humanos infantiles desde el Neolítico hasta el la Edad
infantiles de la muestra, el primer caso claramente jus-
del Bronce, aunque hemos de reconocer que a pesar de
tificado dado que los espacios sepulcrales estudiados
ser muy numerosas las citas, en pocas ocasiones se pre-
son significativamente más numerosos que en el
sentan datos precisos sobre la edad de los individuos.
Neolítico y el Campaniforme, aunque en este último la
Destacamos, entre otros, los trabajos realizados por B.
presencia de infantiles es bastante relevante. Durante la
Cloquell y M. Aguilar (1996 a, b, c), así como algunos
Edad del Bronce es mayor el número de restos infanti-
LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS
161
[page-n-163]
Yacimiento
Localización
Cultura
Coveta Emparetà
Bocairent (Valencia)
Neolítico
Feto Perinatal 0-1
1-4
5-9 10-14 Inf. I Inf. II Sin determ. Total
Cova de la Sarsa
Bocairent (Valencia)
Neolítico
Cova de l'Or
Beniarrés (Alicante)
Neolítico
Cova de Sant Martí
Agost (Alicante)
Neolítico
1
1
Tossal de les Basses
Alicante
Neolítico
1
1
Cova de Gerra
Bocairent (Valencia)
Calcolítico
1
1
1
3
Cova del Montgó
Jávea (Alicante)
Calcolítico
1
3
4
Coves 1
Alcalalí (Alicante)
Calcolítico
1
1
4
Coves 3
Alcalalí (Alicante)
Calcolítico
1
1
Gos Flac 2
Beniarbeig (Alicante)
Calcolítico
1
1
Penyó
Jalón (Alicante)
Calcolítico
Ocaide 2
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
Parra 1
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
Parra 3
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
Parra 4
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
Parra 5
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
1
Café 2
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
2
Randero
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
Covetes del Campell
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
Les Llometes
Alcoi (Alicante)
Calcolítico
El Fontanal
Onil (Alicante)
Calcolítico
Cova d' En Pardo
Planes (Alicante)
Calcolítico
1
1
1
1
2
2
1
2
1
3
2
1
2
2
1
1
1
2
2
3
1
1
2
2
4
1
2
2
1
5
1
1
1
1
1
3
1
2
Biar (Alicante)
Calcolítico
Villena (Alicante)
Calcolítico
Cova de la Barcella
Torre de les Maçanes (Alicante)
Denia (Alicante)
Campaniforme
5
Puntal de los Carniceros
Villena (Alicante)
Campaniforme
Villena (Alicante)
Campaniforme
1
Cova del Fum
Alicante
Cova del Cau de les Rabosses
2
1
7
2
1
Peñón de la Zorra Oriental
1
Calcolítico
Covacha Soler
1
3
Cova del Cantal
1
2
1
Cueva Occidental de Salvatierra
1
4
1
2
2
2
2
1
8
1
1
3
Campaniforme
2
2
4
Alcoi (Alicante)
Edad del Bronce
1
Cabeço del Navarro
Ontinyent (Valencia)
Edad del Bronce
1
Benissit
Vall d'Ebo (Alicante)
Edad del Bronce
3
Cova Sotarroni
Alcoi (Alicante)
Edad del Bronce
Mas del Corral Poblado
Alcoi (Alicante)
Edad del Bronce 1
1
1
1
Alcoi (Alicante)
Edad del Bronce 1
1
2
Alcoi (Alicante)
Edad del Bronce
La Horna
Aspe (Alicante)
Edad del Bronce
Tabaiá
Aspe (Alicante)
Edad del Bronce
Cabezo Redondo
Villena (Alicante)
1
2
15
1
Ull del Moro
9
1
1
Mas del Corral Cueva
1
1
2
4
5
1
1
1
2
3
1
Edad del Bronce 1
1
3
10
La Illeta
El Campello (Alicante)
Edad del Bronce
Crevillent (Alicante)
Edad del Bronce
Alzira (Valencia)
Edad del Bronce
Pic dels Corbs
Sagunto (Valencia)
Edad del Bronce
Cova dels Blaus
Vall d'Uixó (Castellón)
Edad del Bronce
Cova del Bolón 9
Elda (Alicante)
Edad del Bronce
Artana (Castelló)
Edad del Bronce
5
Peña Negra
Crevillent (Alicante)
Bronce Final
Crevillent (Alicante)
Bronce Final
11
2
31
1
Les Moreres
2
1
1
Cova de la Masadeta
4
1
Cova de la Muntanya Assolada
9
1
Caramoro I
1
3
1
15
2
1
1
2
6
2
3
1
4
9
1
26
10
51
Tabla 1. Conjunto de datos procedentes de yacimientos pertenecientes a la Prehistoria reciente valenciana.
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
1
1
3
162
1
56
33
5
1
43
29
11
4
212
[page-n-164]
Yacimiento
Nº Yacimiento
Neolítico
5
Calcolítico
20
Campaniforme
4
Edad del Bronce
17
Feto
Perinatal
0-1
1-4
3
1
12
19
20
5
4
29
8
3
7
3
10-14
3
2
5-9
28
Infantil I
8
Infantil II Sin determinar
Total
7
1
1
2
57
16
1
7
1
88
Tabla 2. Distribución de los infantiles por periodos cronoculturales.
les identificados, destacando los hallazgos de Cabezo
talidad entre los 0-4 años, disminuyendo significativa-
Redondo (Villena) y Benissit (Vall d’Ebo). Ahora es cuan-
mente en los periodos posteriores. Es posible que la
do encontramos individuos de corta edad, habiéndose
explicación de esta distorsión demográfica deba ser
exhumado fetos prematuros, tanto en Cabezo Redondo
interpretada a partir de datos socioculturales más que
(Villena) como en el Mas del Corral (Alcoi), a los que se
demográficos.
les realizó un entierro cuidadoso, en el que se les reco-
No queremos profundizar en los aspectos paleopato-
noce como individuos con derechos, al menos tras su
lógicos identificados en los restos infantiles, si bien hay
fallecimiento.
algunas referencias de gran relevancia. En los momentos
El gráfico 1 ilustra una mortalidad infrecuente ya que
iniciales, esto es durante el Neolítico Cardial, tenemos
en sociedades prevacunales se espera una mayor mor-
documentada la presencia de restos de un individuo
Neolítico
Feto
Perinatal
0-1
Calcolítico
1-4
Campaniforme
5-9
10 - 14
Edad del Bronce
Infantil I
Infantil II
Sin determ.
Total
Gráfico 1. Distribución de los restos infantiles por periodos culturales.
LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS
163
[page-n-165]
En ella es más frecuente la identificación de hipoplasias
del esmalte (líneas de adelgazamiento del esmalte causadas por la detención transitoria del crecimiento del
diente). La criba orbitalia (pequeñas perforaciones en la
órbita ocular del cráneo, variables en tamaño según la
gravedad), suele identificarse con frecuencia en cráneos bien conservados esta lesión se relaciona igualmente con anemias cuyas causas originarias pueden ser
muy variadas (infecciones, parasitosis, crisis alimenticias, etc.).
Aunque como ya hemos comentado las infecciones
debieron ser frecuentes, no lo son tanto sus huellas en
el esqueleto, ya que las más graves suelen causar la
muerte antes de alterar los huesos. Entre los casos documentados debemos destacar las lesiones presentes en
Figura 4. Parietal trepanado sin supervivencia, Cova de la Sarsa.
las inhumaciones de la Cova dels Blaus (Vall d’Uixò,
Castellón) de origen tuberculoso, presentes tanto en
esqueletos de adultos como en dos de los infantiles
infantil de alrededor de unos 3 años en la Cova de la
(Polo y Casabó, 2004).
Sarsa (Bocairent, Valencia) (García Sánchez, 1983). Su
Tan sólo se ha documentado un caso de violencia en
importancia queda patente dado que es uno de los
un infantil de unos 18 meses del yacimiento argárico de
pocos casos en los que se evidencia la realización de una
Caramoro I (Crevillent, Alicante). En su frontal se obser-
trepanación a edad tan temprana (Fig. 4).
van signos de una herida provocada por un arma de filo,
Tenemos constancia del hallazgo parcial de un infan-
que pudiera ser una espada o un puñal. Se ha barajado
til en la Coveta Emparetà (Bocairent, Valencia) cuya
la posibilidad de que la herida se produjera de forma
edad sería de unos 4-6 años en el que destaca la pre-
intencional, sugiriendo incluso la posibilidad de que la
sencia de hiperostosis porótica en un parietal (peque-
agresión tuviera como finalidad lesionar a la persona
ñas perforaciones claramente visibles en el cráneo, que
que llevara al niño en los brazos, y no en un intento de
a veces aparecen limitadas en una zona) (Fig. 2), que se
herir o matar al pequeño. De hecho se evidencian lige-
ha de relacionar con fases de malnutrición (Campillo,
ros signos de cicatrización, por lo que la muerte no fue
1996: 54). La presencia de patología dental como la
inmediata, fue cuidado durante un corto periodo de
caries o el sarro son poco habituales durante la infancia.
tiempo, falleciendo quizás como consecuencia de la
164
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-166]
herida y sus posibles complicaciones (Cloquell y Aguilar,
1996c). No obstante, son escasos los testimonios de violencia interpersonal durante la Edad del Bronce por lo
que no debemos descartar un accidente fortuito como
causa originaria de la lesión.
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A modo de reflexión
Ofrecidos estos datos, debemos reseñar la necesidad de
continuar con la investigación realizando excavaciones
minuciosas y estudios que permitan precisar la edad de
los individuos inhumados. Es necesario relacionar la coexistencia de individuos infantiles con adultos lo cual permitirá reconocer la importancia o marginalidad de su
presencia en espacios funerarios, y a partir de ello comprender el valor social de los individuos infantiles, infiriendo posibles derechos hereditarios incluso tras su
fallecimiento. Quizás en un futuro próximo podamos
documentar relaciones de parentesco genético entre
quienes ocupan una misma sepultura.
El reconocimiento preciso de la edad de muerte
puede convertirse en un indicador importante a la hora
de proponer posibles causas de muerte, en relación con
los factores de riesgo relacionados con las funciones de
mantenimiento del grupo propias de cada fase de la
infancia.
Son muchos los enigmas que aún quedan por resol-
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CATÁLOGO DE YACIMIENTOS
[page-n-169]
[page-n-170]
La identificación de marcas de manipulación antrópica
sobre restos humanos prehistóricos ha merecido una
extensa literatura que, en muchos casos, coincide en un
similar diagnóstico a pesar de referirse a situaciones
arqueológicas diversas (Boulestin, 1999; Villa, 1992;
White, 1992). Incisiones, fracturas, mordeduras y alteraciones térmicas son valoradas frecuentemente como
prueba de prácticas de antropofagia, tanto en sociedades cazadoras como agrícolas.
RESTOS HUMANOS CON MARCAS ANTRÓPICAS
DE LES COVES DE SANTA MAIRA
(CASTELL DE CASTELLS, LA MARINA ALTA, ALICANTE)
J. EMILI AURA TORTOSA
Universitat de València
JUAN VICENTE MORALES PÉREZ
Universitat de València
En este breve texto se presenta un avance del estudio de un conjunto de marcas de origen antrópico
sobre restos humanos procedentes de les Coves de
Santa Maira, datados en ca. 9-8000 años BP (Morales
et al., e.p.).
M.ª PAZ
DE
MIGUEL IBÁÑEZ
Universitat d’Alacant
Contexto arqueológico
Les Coves de Santa Maira se encuentran en la cabecera
del río Gorgos, a unos 35 km de la línea de costa actual
en un entorno de relieves contrastados y delimitado por
las sierras Alfaro (1166 m) y la Serrella (1351 m).
En la boca O se han determinado 5 unidades litoestratigráficas que contienen ocupaciones del Magdaleniense final, del Epipaleolítico, del Mesolítico y del Neolítico. Sobre este sector se han obtenido datos relevantes sobre la cronología, la evolución paleoambiental, la
RESTOS HUMANOS CON MARCAS ANTRÓPICAS DE LES COVES DE SANTA MAIRA
169
[page-n-171]
economía y los equipos industriales de los humanos que
ocuparon el sitio entre 12000 y 5000 años BP.
La UE-3 se formó a lo largo de unos mil años radiocarbónicos y presenta un espesor desigual, entre 30 y
180 cm y con una marcada pendiente hacia el interior
de la cavidad. Engloba episodios recurrentes de desocupación humana y es muy probable que los humanos
ocuparan el vestíbulo exterior y que los depósitos
arqueológicos se acumularan en su posición actual por
procesos gravitacionales. La dispersión horizontal y verFigura 1. Húmero distal izquierdo. Vista caudal. Presenta una serie de incisiones en la cara caudal medial que se disponen formando dos grupos,
entre la fosa olecraniana y el epicóndilo medial (detalle derecha arriba), y
entre la troclea y ese mismo epicóndilo (detalle derecha abajo).
Relacionadas con la desarticulación del codo. El resto está quemado.
Escala= 2cm.
tical de los restos humanos es coherente con esta pendiente y puede corresponder a uno o dos episodios de
deposición.
Hasta ahora se han identificado 26 restos humanos
(24 fragmentos óseos y 2 dentales) en la UE-3, a los que
se pueden sumar otros 4, recuperados en contextos
que plantean alguna incertidumbre, pero con elementos suficientes como para relacionarlos con la UE-3.
Uno de los restos ha sido datado en 8690±50 BP (Beta244010), aportando la primera datación de vida corta
del Mesolítico de muescas-denticulados en el ámbito
valenciano.
Los restos humanos
El estudio antropológico realizado ha determinado la
presencia de al menos dos individuos adultos, uno
robusto y otro más grácil. Su estudio tafonómico ha
permitido reconocer una serie de rasgos bastante
homogéneos: a) un estado de conservación excelente,
sin alteraciones originadas por meteorización, ni por
Figura 2. Fragmento de parietal quemado con raspados grandes e intensos.
Probablemente relacionados con la extracción del músculo temporal.
Escala= 2cm.
170
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
procesos postdeposicionales hídricos, químicos o biológicos; b) la termoalteración es común en la mayor
[page-n-172]
parte de restos; c) también las marcas de manipulación
antrópica; y d) la coloración de la cortical en estos huesos es homogénea, exceptuando obviamente aquellos
termoalterados (Morales et al., e.p.).
A partir de la metodología desarrollada para el estudio de las marcas sobre restos de fauna (Pérez Ripoll,
1992) y humanos (Botella et al., 2001), se ha analizado su
morfología y posible finalidad. Su descripción se ha
organizado en dos niveles, teniendo en cuenta el agente
causante: marcas líticas (cortes, raspados), percusiones y
marcas dentales (mordeduras, mordisqueo y flexión); así
como su objetivo: marcas de desollado, marcas de desarticulado, marcas de descarnado, marcas de limpieza y
fracturas para acceder a la médula.
Marcas líticas
No se han reconocido marcas de desollado, pero sí de
desarticulación sobre un fragmento distal de húmero
producidas al separar la articulación del codo (Fig. 1). En
otros seis fragmentos de hueso largo y uno de costilla se
han identificado incisiones relacionadas con la extracción de la carne, y en un fragmento de cráneo (Fig. 2) y
otro de pelvis aparecen raspados anchos y planos relacionados con la extracción de músculos o con la limpieza del hueso. En otros tres restos se han identificado raspados fuertes, planos y anchos asociados a puntos de
impacto que se producen sobre huesos ya descarnados
y quizás asociadas a un impacto fracasado para fracturar
el hueso. Otros dos fragmentos de diáfisis presentan
marcas que se asemejan a las tres últimas, pero su origen y objetivo son dudosos.
Figura 3. Dos fragmentos de diáfisis de fémur en vista externa (izquierda) e
interna (derecha). Presenta un impacto para fracturarlo (fragmento superior)
y una cremación parcial previa a la fractura relacionada con la preparación
de la médula para su consumo. Escala= 5 cm.
RESTOS HUMANOS CON MARCAS ANTRÓPICAS DE LES COVES DE SANTA MAIRA
171
[page-n-173]
La fractura de los huesos
cremación se ha producido con anterioridad a la fractu-
Se han identificado fracturas directas por percusión en
ra de los huesos para la extracción medular, probable-
tres fragmentos de diáfisis. En otro, la percusión no
mente para licuar la médula antes de su extracción y
llega a fracturarlo, pero extrae una lasca cortical (Fig.
consumo (Fig. 3).
3). Además de estos restos con percusión directa,
otros 12 presentan fracturas realizadas en fresco, con
¿Mesolíticos y caníbales?
lo que el número de restos fracturados con anteriori-
En el caso de la UE-3 de Santa Maira no existen diferen-
dad a su deposición asciende a 16 (Villa y Mahieu,
cias significativas entre las marcas sobre restos humanos
1991).
y las reconocidas sobre restos de cabra o ciervo: ni en su
frecuencia ni en su tipología. La fauna consumida en el
Mordeduras
yacimiento refleja una economía diversificada, en la que
La identificación de mordeduras antrópicas es comple-
se combina la explotación de los recursos de la costa y
ja, pero en este caso se pueden detectar algunas dife-
de la media montaña (Aura et al., 2006, 2009). Además,
rencias relacionadas con su menor intensidad y la
el conjunto de restos humanos cumple todos los criterios
ausencia de marcas de arrastre o punciones como las
propuestos para ser considerados como consumidos
producidas por carnívoros (Pérez Ripoll, 1992). Su iden-
(Boulestin, 1999).
tificación supone una prueba evidente de canibalismo
Una segunda cuestión es la causa y el significado del
(Botella et al., 2000; Boulestin, 1999; White, 1992). En
canibalismo, dada la diversidad de contextos cronológi-
el yacimiento de Santa Maira se han identificado sobre
cos y culturales en los que se documenta. Boulestin
dos costillas (Fig. 4).
(1999) recoge diferentes modalidades de antropofagia y
propone una sistematización en dos tipos básicos: a) la
Termoalteraciones
excepcional, motivada por una necesidad puntual; y b) la
Se pueden producir durante el procesado y consumo o
instituida socialmente, en cuyo origen se pueden encon-
bien de forma accidental. En 20 de los restos estudia-
trar motivaciones bélicas, funerarias o mágicas. Esta
dos se han determinado termoalteraciones y, con
variabilidad indica que para su correcta identificación
dudas, en otros 4. Los restos con termoalteraciones
debe intervenir, necesariamente, la tradición cultural en
confirmadas comprenden tanto huesos craneales
la que se integra. En nuestro territorio, se han reconoci-
(NR=1) como axiales (NR=4) y apendiculares (NR=15).
do marcas de instrumentos líticos que pueden o no estar
La cremación no es en ningún caso extremadamente
relacionadas con su consumo en el cráneo Beneito I,
intensa. Cuatro casos presentan alteraciones solo en la
recuperado en un contexto datado en ca. 17-16000 años
cara externa, y no en la interna o directamente en los
BP (Iturbe et al., 1993), pero no se han descrito en otros
bordes de fractura, lo que muestra claramente que la
restos
172
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
del
Paleolítico
superior,
Epipaleolítico
y
[page-n-174]
Figura 4. Costilla. La articulación vertebral está fracturada por una mordedura humana que deja dos muescas (A y B) y unas marcas dentales muy ligeras (B).
Además presenta ligeros arrastres concentrados en el borde (C) y una incisión lítica en la cara ventral (D).
Mesolítico. Por tanto, es una práctica documentada,
ciendo abierta la discusión sobre qué criterios diagnósti-
pero no existe un estudio sistemático que permita eva-
cos deben usarse para su más certera identificación.
luar su importancia, continuidad o finalidad, permane-
RESTOS HUMANOS CON MARCAS ANTRÓPICAS DE LES COVES DE SANTA MAIRA
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[page-n-176]
Situación
Se ubica en la comarca del Alt Maestrat, formando parte
de las estribaciones del extremo sur correspondientes a la
sierra d’En Seller. Se localiza en la hoja 570, correspondiente a «Albocàsser» del Instituto Geográfico Catastral, exactamente entre X+744615.9675 y Y+4478163.752 del meridiano de Madrid y en las coordenadas UTM.
El yacimiento se encuentra en la zona superior de un
escarpe o farallón rocoso, donde en su ladera meridional
EL ASENTAMIENTO MESOLÍTICO FINAL Y NEOLÍTICO
ANTIGUO DEL CINGLE DEL MAS NOU
(ARES DEL MAESTRE, ALT MAESTRAT, CASTELLÓN)
CARME OLÀRIA
se emplazan una serie de pequeños abrigos abiertos a una
Laboratori d’Arqueologia Prehistòrica
amplia explanada, cuya suave pendiente se encuentra
Universitat Jaume I de Castelló
atravesada por el camino de herradura que comunica la
masía del llamado Mas Nou, a unos 50 m del yacimiento,
con el manantial natural de la Font de la Castella, situada
a 200 metros de la mencionada masía, en dirección oeste.
Por el oeste y el sur limitan los barrancos de Els Cirerals y
El Molero, cuyos cursos quedan a escasa distancia del
asentamiento prehistórico. El yacimiento de Mas Nou se
encuentra en un entorno vegetal significado por un bosque residual de encina (Quercus ilex sp. rotundifolia) (Fig.
1), si bien el dominante vegetal de carrasca se mezcla con
quejigo e incluso algún enebro. La zona resguardada,
orientada al mediodía, reúne unas condiciones óptimas
para el asentamiento humano, tanto por la idoneidad de
su ubicación y la frondosidad de su vegetación, como tam-
EL ASENTAMIENTO MESOLÍTICO FINAL Y NEOLÍTICO ANTIGUO DEL CINGLE DEL MAS NOU
175
[page-n-177]
Figura 1. Vista general del yacimiento.
bién por la riqueza acuífera, hoy aún testimoniada por el
Excavaciones
manantial de la llamada «Font de la Castella» y por el
Se excavó por primera vez en junio de 1986, siendo publi-
manantial –pozo de Mas d’En Llorens–. Todo el conjunto
cados sus resultados en 1988. Desde 1999 hasta 2003
paisajístico nos presenta pues unas características que
fueron reiniciadas nuevas intervenciones en extensión, lo
reflejan un ecosistema privilegiado para la ocupación
cual nos permitió establecer su datación, secuencia estra-
humana. La altitud sobre el nivel del mar es de 900 metros.
tigráfica, naturaleza de las ocupaciones humanas, así
como el descubrimiento del enterramiento colectivo.
Geología
El marco geológico pertenece al Cretácico. La morfolo-
Fases y cronología
gía cárstica se reconoce por la existencia de dolinas per-
En el yacimiento se identificaron dos fases de ocupación:
manentes juntamente con una importante red hidrográfi-
FASE I, correspondiente al momento de ocupación de
ca desarrollada en el Cuaternario. El aplanamiento se
los niveles N-1 y N-2; y FASE II, perteneciente a los nive-
registra por encima de los 1100 metros sobre el nivel del
les N-3 y N-4.
mar, se encuentra traspasado por profundos valles de
red fluvial, con una típica morfología de escalonamientos
La FASE I perteneciente a un Neolítico antiguo y la
FASE II a un Mesolítico final de geométricos.
en V, en función o no de la existencia de tramos litológi-
La cronología de este asentamiento meso-neolítico al
cos más consistentes (calcáreos) intercalados en la serie
aire libre del Cingle del Mas Nou corresponde a una evo-
margosa predominante.
lución continua dentro del VII milenio, según los resulta-
176
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-178]
dos de la datación son: 6800±70 BP; 6900±70 BP y
6560±130 BP.
Enterramiento
En la fase II, correspondiente al momento mesolítico
final, se halló una tumba colectiva con dos tipos de enterramiento, uno primario para el adulto masculino situado
Figura 2. Tumba colectiva. Fase II.
en decúbito supino conservando toda la conexión anatómica, y sobre éste una inhumación secundaria de los restantes individuos (Fig. 2). El número mínimo de individuos es de 6 especímenes, si bien en un primer estudio
se indicaba la existencia de 9, la última revisión de todos
los restos ofrece con seguridad la existencia de un hombre de entre 25-35 años, una mujer de 20-25 años, un
indeterminado de 1 año, junto a otro indeterminado
entre 1 a 2 años de edad, un niño de 3-4 años, otro niño
de 4 a 6 años y un indeterminado de 5 a 6 años.
Por tanto fueron depositados en la misma tumba 6
individuos: dos adultos, un hombre y una mujer, además de 4 infantiles, de los cuales solo se ha podido
determinar el sexo masculino a dos de ellos. En un
estudio anterior (Gómez, 2007) se identificaron 9 indivi-
Figura 3. Lesión crónica. Fusión de la articulación sacra ilíaca con el coxal
izquierdo.
duos: 3 adultos, 1 juvenil, 4 infantiles y 1 perinatal. La
reducción del número de individuos se debe a la consi-
aguda e infecciosa que no produjo alteraciones a nivel
deración del llamado cráneo 44 como otro adulto mas-
óseo. Sin embargo, el hombre adulto presenta una frac-
culino dada la robustez que presenta, pero en realidad
tura consolidada en el tercio distal del cúbito izquierdo,
se trata del cráneo del individuo adulto femenino, y los
pero sin afectar al radio, que sin duda estaría asociada
restos asignados a la existencia del juvenil también se
a alguna caída o a frenadas de golpes con el brazo.
atribuyen a la misma mujer adulta. Ninguno de los sub-
Asimismo este individuo presenta una fusión de la arti-
adultos ni los restos de la mujer adulta presenta altera-
culación sacra ilíaca con el coxal izquierdo, y aunque
ciones morfológicas debidas a patologías, por tanto su
esta fusión es propia del sexo masculino, sin embargo
muerte debió estar asociada a alguna enfermedad
va acompañada de una depresión en el ala ilíaca de
EL ASENTAMIENTO MESOLÍTICO FINAL Y NEOLÍTICO ANTIGUO DEL CINGLE DEL MAS NOU
177
[page-n-179]
Cova Remigia, a 500 m de dicho yacimiento; Racó
Gasparo, Racó Molero, a escasos 60 m del Cingle del
Mas Nou, Mas Blanc, Mas del Cingle y Villarroches, este
último a la mayor distancia se encuentra aproximadamente a menos de dos mil metros.
Con unos niveles de cerámicas lisas e impresas carFigura 4. Bola de almagre en el globo ocular del adulto masculino.
diales, que se asientan sobre un nivel mesolítico de
industrias líticas geométricas caracterizado por la presen-
aproximadamente 7 cm de diámetro a nivel de la pala
cia de trapecios. Creemos que puede servir de pauta u
ilíaca izquierda, producida por una lesión crónica de
horizonte delimitador de algunas de las expresiones
compresión producida por un hipotético aneurisma aor-
artísticas manifestadas en los distintos abrigos rupestres
tilíaco o bien una ptosis renal izquierda que ejerciera
de su entorno territorial, con lo cual la prosecución de su
una compresión continuada (Fig. 3).
investigación puede aportar nuevas bases de interpreta-
Las inhumaciones de esta tumba permiten establecer
relaciones de parentesco dentro del conjunto funerario,
ción a la problemática cronológica del arte rupestre del
llamado estilo levantino.
al igual que establecer relaciones biológicas entre poblaciones como los marcadores que indican la flexión continuada de las piernas que han comportado variaciones a
nivel de la epífisis distal de la tibia y el tarso.
Finalmente destacaremos el ojo postizo, realizado
por una bola de almagre, que se introdujo en el globo
ocular del adulto masculino. El estudio realizado sobre su
órbita destaca que muy probablemente este ojo postizo
lo llevó en vida y no se debió a una introducción post-
mortem (Fig. 4).
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Territorio artístico
Otra de las características de sumo interés que presenta
el asentamiento del Cingle del Mas Nou es su misma ubicación dentro de un entorno significativamente rico en
yacimientos de arte rupestre, de los cuales cabe destacar
el importante conjunto del Barranc de la Gasulla, con
178
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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[page-n-180]
La investigación del yacimiento de Costamar desde la
Fundació Marina d’Or de la Comunidad Valenciana se
desarrolla a través de diversos proyectos como medida
previa a las obras de edificación del área urbana de
Torre la Sal (Cabanes), con un área excavada en extensión que ha superado ya los 57.000 m2. De las 694
estructuras documentadas 414 son neolíticas, fase que
se caracteriza por la presencia de estructuras excavadas
en las arcillas, en su mayoría circulares, muchas interpre-
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS EN COSTAMAR
(RIBERA DE CABANES, CABANES, CASTELLÓN)
ENRIC FLORS UREÑA
tadas como silos para el almacenaje de grano. La docu-
Fundació Marina d’Or
mentación de seis enterramientos en estructuras igual-
de la Comunitat Valenciana
mente circulares, manifiesta una intencionalidad ritual y
simbólica que evoca aspectos como la continuidad
(cabañas circulares, estructuras de almacenaje circulares
y tumbas circulares), el renacer (el grano conservado
que vuelve a germinar) y que refuerza el arraigo a un
lugar determinado «guardando a sus muertos junto a sí
como prueba de su permanencia en el lugar»
(Hernando, 1996: 195).
Por lo que se refiere al ritual de enterramiento, asociados a los fragmentos cerámicos inciso-impresos (entre
finales del VI e inicios del V milenio a.C.), tenemos cuatro enterramientos en posición primaria (GE 254-507, GE
257-510, GE 285-538 y GE 310-563). De un segundo
momento (IV milenio según cronología relativa), se han
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS EN COSTAMAR
179
[page-n-181]
posición inclinada apoyándose sobre un estrato de piedras que sellaba el enterramiento. En Los Cascajos
(Navarra) aparece una estructura singular en la que se
documentó una «gran acumulación de fauna consumida
de forma simultánea» (García y Sesma, 2007: 55) junto a
un cuenco con un hacha pulimentada en su interior y
Inhumación GE 310-563 durante el proceso de excavación; junto al finado
aparecen varios restos de bóvido.
otros restos materiales asociados; en una estructura aparecían además «los restos de una losa hincada vertical
muy troceada, a modo de hito, y varios molinos fragdocumentado restos humanos en posición secundaria en
mentados» (García y Sesma, 2007: 55). Espacialmente,
los GE 000-090 y 000-096.
tres de las cuatro inhumaciones de la fase antigua de
La inhumación GE 254-507 se encontraba alterada
Costamar parecen estar asociadas a estructuras colin-
por las fluctuaciones del nivel freático y el individuo
dantes con grandes cantidades de fauna y cultura mate-
identificado, un varón de entre 30 y 40 años (Polo y
rial coetánea al momento de los enterramientos. Por
García, 2009), aparece en posición hiperflexionada con
otra parte, al posible hito identificado en el GE 254-507,
una orientación NO-SE, con la cabeza mirando hacia el
se añade otro hito a 10 metros al sur, el GE 174-427, un
NE. La particularidad de este enterramiento está en la
gran bloque de piedra caliza, de planta aproximada-
presencia de un posible hito que podría haber estado
mente triangular, con una altura de 70 cm y una anchu-
señalizando la tumba. La piedra hincada fue hallada en
ra de 60 x 30 cm y que apareció aislado pero asociado
a fragmentos de cerámica a mano y una pequeña hoja
de sílex con el dorso rebajado.
La inhumación GE 257-510 corresponde a un individuo infantil de entre 4 y 6 años, en posición decúbito
lateral derecho, con las piernas flexionadas y el brazo
derecho flexionado sobre el tórax, con una orientación
NE-SO y la cabeza orientada al NO. Según el informe
bioantropológico, «se ha podido documentar una hiper-
flexión del antebrazo sobre el brazo bilateral, lo que
denota un gesto funerario claro de manipulación antrópica en el proceso de inhumación del cadáver para
depositarlo en hiperflexión y decúbito lateral» (Polo y
Vista de detalle en la que se aprecian los brazaletes y las cuentas de
collar junto al húmero y a la altura de las vértebras cervicales.
180
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
García, 2009). Asociado al enterramiento aparecen
[page-n-182]
diversos fragmentos cerámicos, destacando la parte
inferior de un cántaro (forma 12E, Sanfeliu y Flors, e.p.)
en cuyo interior apareció una moledera; además se
recuperó en el silo un colgante y una cuenta de collar
realizados sobre malacología, así como restos de fauna
en parte alterada por la acción del fuego.
Objetos de adorno personal pertenecientes a la inhumación GE 310-563
de Costamar.
La inhumación del GE 285-538 se encontraba en
posición fetal, piernas flexionadas y brazos flexionados
mentado; lo mismo ocurre con parte de las más de
sobre el tórax; se trata de un varón de entre 35 y 45
ochocientas cuentas de un collar, también sobre mala-
años y no presentaba ajuar, si bien aparecieron abun-
cología que conservaba alrededor del cuello, recupe-
dantes fragmentos cerámicos, líticos, de barro cocido,
rándose además abundantes fragmentos cerámicos
carbones, restos de fauna y malacología así como frag-
decorados, carbones, fauna, etc.
mentos de molinos dispersos, pero siempre sin mante-
Como contraste, el GE 000-090 y el GE 000-096
ner un orden aparente. A menos de un metro de esta
(segunda fase de ocupación de Costamar), presentan
estructura existe otra con abundante material y restos
un ritual de enterramiento diferenciado. Para el prime-
de una cornamenta de cérvido; otras dos estructuras
ro de ellos, sin ningún tipo de ajuar asociado, nos
situadas a unos cinco metros proporcionaron abundan-
encontramos con los restos en posición secundaria de
tes fragmentos cerámicos, líticos, etc., presentando una
un individuo juvenil, de entre 12 y 15 años (Polo y
de ellas un lecho de cenizas con varios bloques termo-
García, 2009). El GE 000-096, también en posición
alterados.
La inhumación del GE 310-563, también en posición
primaria, se encontraba alterada por procesos postdeposicionales derivados de la propia descomposición del
cuerpo y por las alternancias en la subida y bajada del
nivel freático. Se trata de un varón de entre 30 y 35 años
(Polo y García, 2009), en posición decúbito lateral, con
los brazos pegados al tórax y piernas flexionadas y arrinconado contra la pared nordeste. La estructura estaba
sellada por una capa de piedras y el inhumado conservaba varias pulseras o brazaletes realizados sobre malacología que presentan restos de ocre, posiblemente por
el propio contacto de los objetos sobre el cuerpo pig-
Collar de variscita perteneciente al individuo adulto del enterramiento
doble GE 000-096.
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS EN COSTAMAR
181
[page-n-183]
secundaria, es un enterramiento doble. La estructura
mismos sino que los restos de fauna (¿consumida
apenas presenta 35 cm de profundidad y presentaba
durante el ritual?), malacología, fragmentos cerámicos,
una hilada de bloques que la delimitaba parcialmente.
etc., son los mismos elementos que podemos encontrar
A cota -193 se recuperaron los restos de un individuo
en el resto de las estructuras coetáneas, sin diferencias
infantil de entre 1 y 6 años (Polo y García, 2009). A una
que impliquen una consideración especial salvo la del
cota inferior (-203) se documentaron restos de un
propio cuerpo allí depositado. No obstante, las pautas
segundo individuo, para el que se ha estimado una
observadas invitan a pensar en nuevos conceptos sim-
edad comprendida entre los 30 y 40 años (Polo y
bólicos y rituales derivados del nuevo modo de vida
García, 2009). Asociado a él, aparecen dos hachas puli-
agrícola, con estructuras que presentan las mismas
das, un cincel y un collar realizado con 36 cuentas talla-
características formales que las destinadas al almacena-
das sobre «piedra verde» (Pascual, 1998: 218), posible-
je y en un entorno que denota un nuevo modo de
mente variscita cuyo origen podría situarse en las minas
entender el espacio.
neolíticas de Can Tintorer (Gavà, Barcelona) (Noaín,
1999: 171), y que confirmaría unas relaciones de intercambio de bienes a larga distancia y con ello unos contactos con comunidades que frecuentarían el corredor
de la costa del Levante peninsular.
En definitiva, durante la primera fase, las inhumaciones aparecen en posición decúbito lateral, con las piernas y brazos flexionados consiguiendo una postura fetal
en ocasiones muy forzada, lo que parece indicar que los
cuerpos serían amortajados de algún modo. Esta postura es intencional ya que las estructuras son de dimensiones relativamente grandes y el cuerpo está dispuesto en un lateral de la misma, lo que indicaría que el proceso de deposición del finado se haría desde arriba y
desde dentro (Rojo et al., 2008: 85). En cuanto al GE
310-563, los restos de ocre sobre el cuerpo y los elementos de adorno personal podrían ser indicativos de
algún tipo de distinción social. En cuanto a la deposición intencional de objetos, no hay indicios que avalen
un ritual que implique la colocación ordenada de los
182
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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[page-n-184]
La zona del Tossal de les Basses (Albufereta, Alicante),
es un espacio llano, a los pies la Serra Grossa, y algo
levantado sobre una rambla y un humedal litoral, que
cuenta con recursos hídricos asociados al acuífero cárstico, y abundante tierra de labor. Se sitúa, además,
junto a la línea de costa. Se trata de un asentamiento
al aire libre que, en cada periodo estacional, suple las
carencias de ciertos productos por la abundancia de
otros (es el caso, por ejemplo, de la recolección de
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS Y CREENCIAS EN EL
TOSSAL DE LES BASSES: PRIMEROS DATOS
(ALICANTE, L’ALACANTÍ)
PABLO ROSSER LIMIÑANA
moluscos, actividad muy probablemente de tempora-
COPHIAM, Unidad de Conservación del
da). La extensión en la dispersión de los niveles y
Patrimonio Histórico y Artístico Municipal
Ayuntamiento de Alicante
estructuras documentadas, insistimos, puede deberse
a distintas ocupaciones del lugar en el tiempo, durante un período prolongado que hemos podido concretar gracias a las dataciones del C14: entre el 4950-4720
cal BC, y el 3650-3520 cal BC. Estamos, por lo tanto,
ante un asentamiento más o menos estable –o semi-
permanente– con unidades de hábitat endebles y de
planta circular, pero con una organización espacial que,
a diferencia quizá de sus estructuras de hábitat, sí
requieren de un esfuerzo grande de la colectividad
(construcción de fosos, zona de los encachados, enterramientos humanos y votivos, etc.) y, por lo tanto, tienen que formar parte de un asentamiento estable que
«amortice» el esfuerzo realizado.
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS Y CREENCIAS EN EL TOSSAL DE LES BASSES (ALACANT)
183
[page-n-185]
Figura 1. Planta y secciones de las diferentes estructuras.
184
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-186]
En cuanto al mundo de los muertos, en nuestro yacimiento se han localizado, hasta ahora, 16 enterramientos
humanos (Fig. 1). Las pautas funerarias que se han podido apreciar en la mayoría de ellos son las siguientes: presentan una localización más o menos dispersa, sin formar
un cementerio, pero fundamentalmente se realizan en
torno –o inmediatamente encima– de la zona de hábitat
hasta ahora documentada, así como –curiosamente–
amortizando el foso principal o de drenaje (foso 2/5). Las
deposiciones, normalmente, están realizadas excavando
en el paleosuelo una fosa no muy profunda, de tenden-
Figura 2. En amarillo las tumbas de la fase TBIII, en marrón claro las que
posiblemente se puedan adscribir a esta fase; en azul, las de la fase TBIV.
Las que aparecen en círculo blanco no tienen datación ni posible adscripción hipotética.
cia circular. En su interior se coloca el cadáver en decúbito lateral, normalmente izquierdo; o en decúbito supino
del V milenio, cuando empezamos a documentar ente-
lateralizado izquierdo. Quizá los enterramientos pudie-
rramientos, fase que podríamos paralelizar con el pleno
ron presentar una cubierta tumular de pequeñas y
horizonte postcardial, o de las cerámicas peinadas
medianas piedras. El depósito funerario está formado,
(NIC), momento en el que está en funcionamiento el lla-
en la mayoría de los casos, por vasijas cerámicas, aunque
mado por nosotros foso de irrigación y los fondos de
se han podido documentar cuentas de collar, malacofau-
cabaña ya existentes. Es, precisamente, en los alrede-
na y algo de fauna en algunas de las tumbas. Sobre la
dores de dichas cabañas donde se producen las prime-
cabeza del individuo enterrado, o al lado de ella, se colo-
ras deposiciones de enterramientos humanos (T2, T9 y
caba efectivamente una, dos o hasta tres vasijas, la
T13), que han dado las siguientes dataciones: 4590-
mayoría de las veces boca a bajo. Los enterramientos
4450 cal BC, 4590-4450 cal BC, y 4460-4330 cal BC,
son siempre individuales. Al menos hasta el momento
respectivamente. Fechas equiparables a las de Cova de
sólo se han encontrado dos enterramientos infantiles (de
les Cendres Va (4590-4350 cal BC) (Bernabeu y Orozco,
entre 2-3 y 7-9 años respectivamente).
1999), también del mismo horizonte postcardial (Fig. 2).
Respecto a su encuadre cronológico, gracias a la
En la Fase TBIV, esto es, a partir del último cuarto del V
obtención de dataciones más o menos precisas por C14
milenio, y primera mitad del IV, se producen nuevos
de algunos de los enterramientos1, podemos incluso
enterramientos. Nos hallamos ante una ocupación que
plantear una secuencia temporal para las deposiciones
continúa siendo intensiva del área del Tossal de les
de las inhumaciones, aunque no de todas. Así, es para
Basses, con estructuras asociadas a cerámicas peina-
la tercera fase –TBIII–, fechable entre mediados-finales
das, esgrafiadas y bruñidas (NIC/NIIA). Se localizan en
1.- Beta Analytic Radiocarbon Dating Laboratory.
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS Y CREENCIAS EN EL TOSSAL DE LES BASSES (ALACANT)
185
[page-n-187]
ter de registro intencional que tiene todo depósito funerario que es regulado por pautas sociales específicas
(Vicent, 1995).
Los enterramientos del Tossal de les Basses se apartan del mundo de los enterramientos múltiples fundamentalmente en cuevas, tan presentes en el Neolítico de
las comarcas centro-meridionales valencianas (Soler,
2002), difíciles de identificar para el Neolítico antiguo
(Fairén, 2006), pero que son más habituales a medida
que nos acercamos al Calcolítico y Horizonte Campaniforme. Algunos autores han insinuado la existencia de
enterramientos al aire libre junto a lugares de hábitat
(Fairén, 2006: 107), pero hasta la fecha nada se había
documentado en el País Valenciano. Además, se han
venido relacionando estos enterramientos sólo con la
amortización de estructuras excavadas (Fairén, 2006,
112) lo que, evidentemente, no es nuestro caso, ya que
las estructuras negativas con enterramiento en su interior
Figura 3. Vasijas pertenecientes al depósito funerario de la T14, excepto la
inferior derecha, que pertenece al T10.
se realizaron en el Tossal de les Basses para un único fin:
el funerario, y aquéllos eran primarios. Por lo tanto, la
la misma zona ocupada por los anteriores enterramien-
documentación de nuestros enterramientos enriquece el
tos, si bien con alguna variación, esto es, ya no están
panorama sobre la arqueología de la muerte en el
solo en los alrededores de la zona de las cabañas, sino
Neolítico de manera importante. Pero es que, por lo
fundamentalmente encima de ellas.
demás, desde un punto de vista cronológico sólo se
Solo uno de los enterramientos excavados, la T6,
documentaban hasta ahora enterramientos al aire libre
cuyo esqueleto pertenece al sexo masculino de entre
en yacimientos calcolíticos y campaniformes (Soler, 1995,
25-35 años de edad, se sale de los parámetros definidos
2002; Pascual Benito, 1989), aunque la mayoría en depo-
más arriba. Si bien no nos detendremos en su análisis
siciones secundarias que han sido amortizadas. En cual-
crono-estratigráfico por falta de espacio, planteamos
quier caso, la clara diferenciación a nivel de ritual de
como hipótesis de trabajo, que esta tumba pertenezca a
enterramiento entre el Tossal de les Basses y las comar-
un personaje destacado de la comunidad neolítica asen-
cas valencianas centro-meridionales, no se ve totalmente
tada en el Tossal de les Basses (Fig. 4) debido al carác-
corroborado en el territorio circundante al Camp
186
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-188]
Figura 4. Elementos que quizá pudieron formar parte de la ofrenda del enterramiento T6.
d’Alacant. Así, se documenta un enterramiento en cueva
minado «núcleo de Amposta», esto es, con el Neolítico
en La Cova de Sant Martí (Agost) (Torregrosa y López,
medio de los Sepulcros de Fosa y más concretamente
2004. Fig. 13,1 y Fig. 16,4). Esto se podría explicar de
con la facies Vallesiana (Martín et al.,1996), caracterizada
dos maneras. O se trata de un enterramiento puntual,
tanto por la documentación solamente de enterramien-
relacionado con la ocupación temporal y circunstancial
tos en fosa, como por la localización del asentamiento al
de la cavidad en las rutas entre el Vinalopó Medio y el
aire libre donde se desarrollan estos enterramientos en
Camp d’Alacant, o se tendría que plantear una coexis-
zonas bajas de la depresión pre-litoral y zona litoral, cer-
tencia entre ambos modos de enterramiento (Fairén,
canos a cursos de agua óptimas para el desarrollo de la
2006). Fuera del ámbito del País Valenciano, quizá donde
agricultura y la ganadería.
mayores similitudes encontremos con nuestro yacimien-
En cuanto a la situación espacial de los enterramien-
to sea en la zona catalana, más concretamente el deno-
tos empezaremos por decir que no podemos asegurar
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS Y CREENCIAS EN EL TOSSAL DE LES BASSES (ALACANT)
187
[page-n-189]
que estemos ante un terreno o espacio exclusivamente
probablemente se buscase la orientación hacia el ocaso.
destinado a uso funerario. Podríamos solo plantearlo en
La disposición de los individuos es mayoritariamente en
el caso de que las dos fases en las que se documentan
decúbito lateral izquierdo, aunque también se documen-
enterramientos fuesen inmediatamente posteriores a
ta la posición en decúbito supino lateralizado izquierdo.
fases de ocupación como lugar de hábitat, como ocurre
Sólo el enterramiento T6 está claramente enterrado en
en algunos ejemplos conocidos (Sesma y García, 1999;
decúbito supino2.
Rojo et al., 2002; Delibes de Castro y Zapatero, 1996),
Pocos elementos demográficos podemos adelantar,
pudiendo interpretarse desde una perspectiva simbólica
sin entrar a fondo en el estudio realizado por encargo
en el sentido de retrotraer derechos sobre el territorio.
nuestro3, que de los 16 individuos documentados solo se
Esto es, la reafirmación en la ocupación de un área, una
ha podido determinar el sexo para 5 de ellos, siendo tres
vez abandonados los poblados por los grupos anteriores
femeninos y 2 masculinos. Respecto a las edades de
(Rubio de Miguel, 2001-2002).
muerte, nos faltan los perinatales y los individuos seniles,
Sobre orientaciones de las tumbas no es mucho lo
siendo el de más edad de los documentados el existen-
que se ha podido concluir debido a que muchas tienen
te en la T15, entre 45-55 años, sin que se pueda deter-
un estado de conservación que no permite sacar ningu-
minar si fue ésta la esperanza de vida de la población. Si
na información al respecto. Por otro lado, no hemos
se confirmara este dato, podríamos pensar que la espe-
encontrado un patrón único para orientar a los individuos
ranza de vida era más bien corta. Son muy escasos (dos)
que sí hemos logrado identificar. Así, el que considera-
los enterramientos infantiles, aunque la mortandad entre
mos más antiguo, la T6, presenta una orientación
este segmento de población debió ser muy alta. La no
NE/SO, orientación que sigue la trayectoria solar desde
existencia de perinatales, por lo tanto, sorprende. Quizá
el amanecer hasta el ocaso. Entre los de la fase TBIII, por
este hecho podría estar hablándonos, como para otras
su parte, tenemos orientaciones S/N, con la cabeza
épocas –la ibérica, por ejemplo– de una clara distinción
mirando al O (T2), o SO/NE con la cabeza mirando al NO
en el tratamiento que se da a los individuos infantiles al
(T11). Para la fase siguiente, TBIV, la orientación varia
morir (Rubio de Miguel, 2001-2002: 63). Aunque en la
entre NO/SE y la cabeza al NE (T4), o SO/NE con la
cultura de los Sepulcros de Fosa si hay presencia de indi-
cabeza al N (T5 y T10). Por lo tanto, lo único que pode-
viduos infantiles, no la hay tampoco de individuos de
mos decir es que quizá la orientación más antigua busca-
corta edad (Martí i Rosell et al., 1997: 99-104). En tal sen-
ba la referencia solar, mientras que para los siguientes
tido, al igual que se ha planteado un posible carácter
enterramientos parece predominar la orientación contra-
selectivo a la hora de inhumar en cuevas o tumbas mega-
ria SO/NE, aunque no en exclusividad. En este caso muy
líticas colectivas (Delibes de Castro, 1995; Price, 2000;
2.- Ésta última posición es la mayoritaria en la cultura de los Sepulcros de Fosa, aunque también existe en menor medida el decúbito lateral plegado, pero
para los individuos infantiles en Can Grau. Martí et al. 1997: 99 y 103-104.
3.- FADRIQUE RUBIO, T.; GARCÍA SÍVOLI, C.; MALGOSA MORERA, A.
188
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
Y
NÚÑEZ, A.; LAGUILLO, O.
Y
JORDANA, X.
[page-n-190]
Soler, 2002) dicha selección puede ser en este caso
es también el más antiguo y se ha podido datar con C14,
ampliable según la edad del difunto. Las posibles creen-
en 5415-3370 cal BC, por lo que debido a su amplia data-
cias que esta diferenciación lleve implícita, lógicamente,
ción no habría problema en hacerla coincidir con la posi-
se nos escapa.
ble fecha de nuestro enterramiento. El tipo I.b, muy habi-
Quizá se podría hablar de algún tipo de agrupación o
tual en nuestra necrópolis, ha sido datado en el Camí de
conjunto en los enterramientos para los pertenecientes a
Can Grau en 4343-3957 cal BC, lo que también podría
la fase TBIV, más concretamente las tres tumbas más cer-
coincidir con nuestras dataciones, teniendo en cuenta
canas –o encima– de la zona de hábitat abandonada (T3,
que nosotros lo tenemos documentado con datas entre el
T4, T5). Si tenemos en cuenta que pertenecen al mismo
4590-4450 cal BC y el 3650-3520 cal BC. Por su parte el
momento cronológico, que al menos dos de ellas (T4,
Tipo II aparece al final de la fase TBIII (4450-4330 cal BC)
T5) presentan la misma orientación SO/NE y con la
con un solo caso. Aunque también lo tenemos en la fase
cabeza al N, así como que también presentan el mismo
TBIV (un ejemplar) no podemos siquiera pensar si se
tipo constructivo, esto es el subtipo I.b, todo parece
pudiera tratar de un tipo más común en ésta o en la ante-
indicar que, efectivamente, podríamos estar hablando
rior fase, toda vez que los otros ejemplares documenta-
de un conjunto unido, bien por lazos familiares, bien por
dos de este tipo (tres), por ahora, no los hemos podido
clanes, etc. En cuanto a los gestos funerarios, creemos
adscribir de una manera clara a ninguna de las anteriores
que –al menos en los esqueletos conservados– se guar-
fases por falta de elementos de datación concretos. No
da más o menos la posición anatómica en todos, lo que
aparecen en nuestra necrópolis enterramientos con
nos hace pensar que una vez depositados en las fosas, se
estructuras complejas que sí son comunes en los
cubrían al menos parcialmente de tierra y, quizá de una
Sepulcros de Fosa, datándose en Bóbila Madurell a partir
cubierta más o menos tumular de piedras. Sólo en un
del 3500-3300 cal BC y en Can Grau en 3500 cal BC
caso, el de la tumba infantil T4, se podría hablar de un
(Martí et al., 1997: 159), fecha que viene a coincidir con la
amortajamiento con un sudario o cuerdas, debido a la
fase de abandono de nuestro asentamiento.
posición excesivamente flexionada del esqueleto.
En cuanto al depósito funerario, aparece ya en las
Respecto a la morfología constructiva, las fosas de
tumbas más antiguas, primero malacofauna sola, luego
enterramiento del Tossal de les Basses, se sitúan entre los
vasijas y en la última fase, malacofauna, cerámica y una
tipos constructivos simples. En tal sentido, podrían incluir-
cuenta de collar, indistintamente (Fig. 3). Como ya hemos
se en los Tipos I y II establecidos para la necrópolis de
comentado, las vasijas suelen aparecer cerca de la cabe-
Bòbila Madurell (Bordas et al., 1994). En líneas generales,
za o, incluso, encima de ella y normalmente boca abajo.
los distintos tipos constructivos no tienen su correlativo
Aunque es pronto para poder sacar conclusiones en
cronológico evidente, salvo quizá el subtipo I.a, que
nuestro yacimiento sobre aspectos tan complejos como
podría ser más antiguo. En Bòbila Madurell este subtipo
la diferenciación social, quizá algo de ello pueda apuntar
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS Y CREENCIAS EN EL TOSSAL DE LES BASSES (ALACANT)
189
[page-n-191]
el enterramiento T6 como ya hemos comentado más arriba, tanto por su posible antigüedad, como por la posición en que se entierra al individuo, el tipo de fosa, su
depósito funerario y posible ofrenda cercana de pulseras. Como se ha llegado a afirmar recientemente, «algu-
nos individuos son objeto de un tratamiento diferencial»
(Fairén, 2006: 117).
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190
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
2443-9, p. 13-32.
[page-n-192]
Este yacimiento, ubicado junto al margen izquierdo del
barranco del mismo nombre, y apenas a 1,8 km de la actual
línea de costa, fue localizado de manera fortuita en el año
2002 por Joan Cardona Escrivà, arqueólogo del
Ayuntamiento de Gandia. Con motivo de unas obras de
desmonte en la denominada Unidad de Ejecución nº 3 de
Piles, se habían seccionado nueve estructuras excavadas en
niveles geológicos arcillosos, de las cuales al menos tres,
por los restos materiales presentados en sección, eran de
EL BARRANC DE BENITEIXIR
(PILES, LA SAFOR, VALENCIA)
JOSEP PASCUAL BENEYTO
clara adscripción cultural prehistórica. El resto de estructu-
MAOVA. Museu Arqueològic
ras mostraban asociados en sus rellenos elementos de
d’Ontinyent i la Vall d’Albaida
carácter ibérico e islámico por lo que, aunque su interpretación inicial parecía un poco más compleja, indicaban también un origen prehistórico. Con posterioridad, durante las
siguientes obras de urbanización del polígono, con la ejecución del proyecto de la rotonda de distribución del tráfico entre el municipio y la playa, aparecieron de nuevo restos de estructuras de tipo silo o fosa de cronología prehistórica, junto a materiales ibéricos e islámicos, indicando una
relación temporal y funcional entre las dos zonas que
habían ofrecido restos arqueológicos.
La comunicación de los hallazgos a la Unidad de
Inspección Territorial de València, de la Dirección General
de Patrimonio de la Conselleria de Cultura, así como las
reuniones informativas con los servicios técnicos y admi-
EL BARRANC DE BENITEIXIR
191
[page-n-193]
lar y/u ovalada, aunque existían otras de plantas irregulares (especie de fosos), fosas cuadradas, etc. Aunque los
trabajos de análisis y estudio de materiales arqueológicos
y de las estructuras todavía no han finalizado podemos
Enterramiento de la estructura 13.
afirmar por ahora que se trata de un yacimiento complejo,
nistrativos y las autoridades locales, permitieron delimitar
en el que encontramos en principio materiales y estructu-
la conveniente «área de protección arqueológica» para
ras de varios períodos cronoculturales. Es decir, la mayoría
esta zona de expansión urbanística del municipio de Piles.
de estructuras (silos y fosas) parecen pertenecer al IV-III
A partir de este momento, se han realizado diversas
milenio, es decir al Neolítico IIB o sea, lo que ahora cono-
actuaciones puntuales en varias parcelas anexas a la des-
cemos como finales del Neolítico, posiblemente previo al
cubierta inicialmente y, por la escasa información de que
fenómeno campaniforme. Por otra parte disponemos de
se dispone provisionalmente, se descubrieron una
algunas estructuras con materiales romanos, otras (esca-
importante cantidad de estructuras de diversa filiación
sas) islámicos y otras que sin duda parecen ser simples
cultural: prehistóricas e islámicas, acordes en general con
agujeros para plantar naranjos, e incluso un équido (posi-
lo conocido documentalmente para la zona.
blemente contemporáneo). Existen dos elementos que
Nuestra actuación, objeto de estas notas, se centró
hacen interesante para la investigación arqueológica en
en la parcela nº 7 del polígono industrial nº 3 de Piles,
tierras valencianas el yacimiento del Barranc de Beniteixir:
junto a la carretera de Piles a Gandia (CV-670) y la calle
1.- Por un lado, el descubrimiento de 5 estructuras
de Llevant. Presenta una extensión de 2.276 m2.
silos y fosas con enterramientos. Los enterramientos apa-
En la primavera de 2006 realizamos los trabajos de
recieron en las estructuras 8, 9, 13, 16 y 25. Los mejor con-
desmonte de la parcela, retirando solamente unos 40 cm
servados son los que se encuentran en los silos 13 y 16. Se
aproximadamente de tierra vegetal en la zona donde
trata de grandes silos en los que fueron depositados en su
anteriormente había habido un huerto de naranjos y
base sendos cadáveres. Debido a su singularidad, los
unos 45 cm en la zona en la que había una antigua nave.
enterramientos de las estructuras 13 y 16 recibieron trata-
La aparición inmediata de una gran cantidad de estruc-
miento de consolidación por parte de la conservadora
turas muy superficiales hizo que el desmonte fuera tan
Victòria Cardona Cruanyes, para realizar posteriormente
superficial. En un principio se localizaron 60 estructuras
un molde de cada uno de ellos gracias a una subvención
de plantas diversas (mayoritariamente circulares).
de la Dirección General de Patrimonio Cultural Valenciano.
Realizamos la excavación entre finales de la primavera de 2006 y parte del verano de este mismo año.
Posteriormente se procedió a su musealización en las salas
de exposición del Museu Arqueològic de Gandia (MAGa).
En total se excavaron 75 estructuras de diversos tama-
La estructura 13, morfológicamente es un silo de planta
ños y morfología. La mayoría silos y fosas de planta circu-
circular, base aplanada y forma troncocónica. Con 1,50 m
192
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-194]
de diámetro superior, 1,80 m de diámetro inferior y 1,06 m
de profundidad. De relleno complejo, se distinguieron
varias unidades estratigráficas. Los materiales recuperados
fueron abundantes, destacando por su número los restos
cerámicos, entre ellos un fragmento con decoración peina-
Enterramiento de la estructura 16.
da. Entre los restos líticos destacan los restos de talla
estructura. Su posición es decúbito supino lateral derecho
–importante en este yacimiento–, con nódulos y núcleos,
con las extremidades superiores flexionadas, descansando
fauna, una importante malacofauna marina, barro cocido y
la izquierda sobre la derecha al igual que los pies. El cráneo
carbones. Los restos humanos descansan sobre la base de
se encuentra hundido por el peso del sedimento, del cual
la estructura. Se trata de un individuo adulto de sexo feme-
se han desprendido una parte de los dientes. Como ajuar
nino de unos 30 años de edad al que le faltan los pies. Su
destacan dos fragmentos de parte pasiva de molino de
posición es decúbito supino con la extremidad superior
mano y una punta de flecha sin utilizar sobre el pecho.
derecha sobre el pecho, un poco flexionada hacia el lado
Realizamos dos análisis de C14, uno sobre fragmento
izquierdo del cuerpo, la extremidad superior izquierda des-
de hueso humano de la estructura 13 y el otro sobre
cansa directamente sobre la base del silo. Las dos extremi-
hueso de animal de la estructura 21. Los resultados de
dades inferiores están paralelas y un poco flexionadas
éstos: estructura 13: 2 σ CAL BC 2850 to 2810, 2740 to
hacia la izquierda. Destaca la presencia de ajuar funerario
2730, 2690 to 2480 y estructura 21: 2 σ CAL BC 2870 to
formado por un vaso globular sin decorar realizado a mano
2800, 2780 to 2560, 2520 to 2500.
y posiblemente un pecten sobre la cadera derecha, y un
pequeño canto rodado junto a la mano derecha.
2.- Por otro lado, el localizar y excavar dos grandes
estructuras presuntamente del Bronce final en un yacimien-
La estructura 16, silo de planta circular, base aplanada y
to que nos ha proporcionado mayoritariamente materiales y
forma troncocónica, con 1,31 m de diámetro superior, 2,09 m
estructuras del III milenio. El fenómeno del final de la Edad
de diámetro interior y 1,35 m de profundidad. De relleno
del Bronce (Bronce tardío-Bronce final) es todavía un perío-
complejo, se distinguieron varias unidades estratigráficas.
do no muy bien conocido. La falta de yacimientos hace que
Los materiales son variados destacando los restos cerámi-
el de Beniteixir adquiera relevante importancia si además
cos, entre ellos abundantes elementos de prensión: mame-
observamos su casi desconocimiento en la comarca de la
lones y lengüetas; tipológicamente destacan los vasos de
Safor. Además, hay que destacar el importante volumen de
clase A, es decir platos, fuentes y escudillas, entre éstas un
materiales recuperados en una de estas estructuras (33).
plato de ala plana, también los vasos de clase B, vasos
Beniteixir nos ha ofrecido una gran cantidad de
hemisféricos y globulares y ollas de la clase C. Dentro del
estructuras y una gran cantidad de materiales. Todo el
relleno abundan los restos de talla, la fauna y la malacofau-
conjunto caracteriza un típico yacimiento neolítico del IV-
na. Los restos humanos descansan sobre la base de la
III milenio, yacimientos bastante habituales en las comar-
193
[page-n-195]
bién en l’Arenal de la Costa y posiblemente en l’Atarcó,
Missena, l’Alqueria de Sant Andreu, son utilizadas como
lugar de enterramiento. Nos inclinamos a pensar que las
viviendas, cabañas, de las que apenas tenemos información, se encontraban entre y cerca de los silos, pero que
Vista parcial del yacimiento.
posiblemente al poseer una mínima parte excavada sobre
el subsuelo, hace que no nos quede constancia de su
cas centrales interiores pero hasta hace poco tiempo
desconocidos en la costa.
Este tipo de estructuras, según lo que sabemos en la
actualidad, poseen una o varias funciones primarias y
otras secundarias. En un primer momento la función que
se atribuye a la mayoría de estructuras, silos y fosas (se
trata en la mayoría de los casos de silos cortados), es de
recipientes de almacenamiento, o sea de graneros principalmente para cereales. Las estructuras una vez se erosionan se utilizan mayoritariamente como vertederos (por
esta razón el relleno es tan desigual), y pensamos que se
existencia; los procesos erosivos y las transformaciones
agrícolas han arrasado estas estructuras.
Más complicada interpretación presentan los fosos, y
otras estructuras de planta irregular. Se han barajado
como posibles funciones: el drenaje, espacio-estabulación
de ganado, como algibes para acumular agua, estructuras
defensivas, entre otros; se nos hace difícil inclinarnos por
una u otra posible funcionalidad por el momento.
De singular podemos calificar la estructura 33 (con
materiales del Bronce final). Tal vez se encuentre relacionada con procesos de combustión.
amortizan de manera rápida, con los desechos antrópicos, tal como nos muestra la sedimentación. Otras, las
Bibliografia
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menos, tal como vemos no solo en Beneteixir, sino tam-
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MARTÍ OLIVER, B. (1983): El naixement de l’agricultura en el País Valencià: del
Planta yacimiento.
194
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
Neolític a l’Edat del Bronze. Cultura Universitària Popular. València.
[page-n-196]
Entre 1993 y 2007, la cavidad de En Pardo se ha venido
excavando dentro del programa de actuaciones arqueológicas ordinarias que patrocina el MARQ. Alcanzar un
mayor conocimiento del uso de la cavidad como necrópolis de enterramiento en la Prehistoria reciente ha resultado uno de los objetivos principales de la investigación
de este yacimiento arqueológico abierto a unos 640
msnm en la vertiente meridional de la Sierra de la
Albureca. Este intenso ciclo de excavaciones, planteado
COVA D’EN PARDO.
PRECISIONES SOBRE LA CRONOLOGÍA DEL FENÓMENO DE LA
INHUMACIÓN MÚLTIPLE
(PLANES, EL COMTAT, ALICANTE)
JORGE A. SOLER DÍAZ
MARQ. Museo Arqueológico Provincial
de Alicante
guardando una perspectiva pluridisciplinar y centrado en
la sala de la derecha, de unos 14 x 8 m en sus dimensiones mayores, comienza a realizarse 32 años después de
CONSUELO ROCA DE TOGORES MUÑOZ
MARQ. Museo Arqueológico Provincial
de Alicante
CARLES FERRER GARCÍA
la excavación que en la cavidad se realizara bajo la dirección de Miquel Tarradell, con una activa participación en
los trabajos de campo del que fuera Director del Museo
de Alcoi, Vicente Pascual. Aunque en aquella interven-
Museu de Prehistòria de València
ción se realizó un sondeo en la sala de la derecha, sus
Servei d’Investigació Prehistòrica
trabajos se centraron del todo en la sala de la izquierda,
ésta algo más pequeña –11 x 6 m en sus ejes mayores–,
lobular en planta como la de la derecha, y bien comunicada con la misma, por el espacio inmediato a la entrada y previo a una gran estalactita central que diferencia
ambas salas.
De la intervención de 1965, recogida en el diario que
de la misma llevaron E. Llobregat, y sobre todo V.
COVA D’EN PARDO
195
[page-n-197]
Sala de la Derecha de la Cova d'En Pardo. Final de la campaña 1997.
Pascual, trascendió en primer término una valoración de
(Llobregat, 1973). Además de esas sucintas anotaciones,
la secuencia, considerando en lo que aquí afecta, un nivel
de los restos humanos y de los ajuares funerarios de En
de enterramiento colectivo y Eneolítico similar al que se
Pardo solo trascenderían contados rasgos, como la trepa-
reconocía en la Cova de la Pastora de Alcoi o la Cova de
nación de un cráneo (Campillo, 1976) o el registro de sin-
la Barcella de Torremanzanas, sucesivo a otro de habita-
gulares elementos de adorno (Bernabeu, 1979);
ción para el que se proponía la misma asignación cultural
planteándose en el ámbito científico la necesidad de pro-
(Tarradell, 1969: 164); secuencia luego matizada conside-
fundizar en los trabajos de investigación sobre la cueva,
rando la inserción del de habitación en un Neolítico final
menoscabados por permanecer inéditos los resultados
(Fortea, 1973: 221), quedando en lo Calcolítico solo defi-
de la excavación de M. Tarradell (Llobregat, 1975; Martí,
nido el suprayacente de enterramientos múltiples
1977: 35-36). Con una puesta al día de la información,
196
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-198]
los materiales de los ajuares funerarios se publicaron en
cados de intenso uso u ocupación, y que de manera
el Homenaje a Enrique Llobregat (Soler, 2000) y en el
veraz afecta a una clavícula humana localizada en la
Corpus de Cuevas de inhumación múltiple de la
excavación de ese nivel característico de las cerámicas
Comunidad Valenciana (Soler, 2002, I: 235-271), edición
esgrafiadas cuya datación –Beta 202432: 3.080±40 BP/
que en algunos datos se servía de los resultados que, del
1340 CAL BC 2 σ (m) (Soler et al., 2008: 84-85)– es pro-
nuevo ciclo de intervenciones se habían obtenido entre
pia de un momento avanzado de la Edad del Bronce
1993 y 1998 (Soler, 2002, II: 13-16), cuando se tenía un
(Soler, 2008: 45). Recordaremos que del Bronce hay
buen conocimiento de los tres primeros niveles, distingui-
fragmentos cerámicos y enterramientos claramente
dos en 1994 en lo sedimentológico por Mª Pilar Fumanal
identificados en el nivel II de la cavidad de Planes, con
en el perfil que restaba de la intervención de 1965, estra-
la característica de haber sido practicados en fosa tras
tigrafía que servía de guía para el desarrollo de la excava-
un complejo proceso de desarticulación. De éstos la
ción en extensión en la sala de la derecha (Soler et al.,
datación de un fémur de una mujer –Beta 124123:
1999).
2920±70 BP/ 1107 CAL BC 2 σ (m) (Soler et al., 1999)–
En ese estado de conocimiento, en los dos trabajos
arroja una fecha del todo avanzada dentro del II milenio
referenciados y también en comunicaciones al II
a.C., datación que de manera obvia enriquece el proce-
Congreso del Neolítico Peninsular se vinculaba el inicio
so de investigación del yacimiento pero que, en cual-
de las inhumaciones sucesivas en la cavidad con el nivel
quier caso sienta buen precedente a la hora de conside-
del Neolítico final (nivel IV), definido por las cerámicas
rar revisiones de registros materiales de excavación anti-
decoradas tras la cocción o esgrafiadas, considerando al
gua o irregular, advirtiendo sobre la circunstancia de
inicio de su excavación la existencia en el mismo de con-
que muchos de los restos humanos hallados en cuevas y
tadas puntas de flecha en sílex y algunos huesos huma-
conservados en museos y colecciones, acaso nada ten-
nos (Soler, 1999; Soler y Roca de Togores, 1999).
gan que ver con el fenómeno de la inhumación múltiple.
Terminado el proceso de excavación del nivel IV de En
La inhumación múltiple se determina bien en el nivel
Pardo ya no puede mantenerse esa hipótesis con todas
III de En Pardo, unidad de unos 35 – 40 cm de potencia
las garantías, una vez que esos elementos y otros como
que viene a definirse en lo sedimentológico por fraccio-
los fragmentos de varillas planas no se muestran con la
nes finas de color marrón muy pálido, casi amarillento
frecuencia suficiente como para participar de la defini-
(7/3 10 YR), conformando una estructura masiva en la que
ción del nivel, considerándose ahora la posibilidad de
se intercalan pequeños cantos, carbones, cenizas, hue-
que se adscriban a la base del nivel III (Soler, Roca de
sos, y diferentes a la vez que abundantes elementos
Togores y Rodes, 2008: 42) o que su presencia en IV
materiales, resultado del uso continuado de la cavidad
resulte producto de un trasvase de material en sentido
como necrópolis. Parece que una causa del color del nivel
vertical, circunstancia frecuente en yacimientos estratifi-
podría deberse a la rica presencia de cenizas removiliza-
COVA D’EN PARDO
197
[page-n-199]
das y sometidas a condiciones de hidromorfía, que acaso
ajuares de enterramientos múltiples se descubren desde
pudieran responder a formaciones de estabulación pre-
el suprayacente y más oscuro nivel II, consignándose
existentes, alteradas con posterioridad a su deposición
como IIb cuando presenta osamentas y objetos caracte-
(Soler et al., 2008: 81), si bien no debiera descartarse el
rísticos a salvo de alteraciones antrópicas posteriores.
hecho de que durante el uso exclusivo de la cavidad
Esta es una característica propia del sedimento en las
como cementerio pudiera resultar necesario un encendi-
paredes de la cavidad, donde abundan restos humanos
do de fuegos por razones profilácticas o de mera ilumina-
y objetos propios de los enterramientos múltiples, y se
ción para la manipulación de los huesos y correcta dispo-
localizan paquetes óseos de potente desarrollo, como el
sición de los cadáveres (Soler, 2000: 188).
del cuadro 7.5 cuya base se adentra del todo en el sedi-
Algunos de los conjuntos característicos del nivel III,
como osarios o elementos materiales propios de los
mento del nivel III.
Considerando los restos hallados en toda la superficie excavada de la sala derecha, unos 45 m2 (niveles III y
IIb), se han podido contabilizar una treintena de individuos susceptibles de vincularse con el fenómeno de la
inhumación múltiple, destacándose el hallazgo de 6 cráneos enteros. Esta cifra se incrementa con los restos
descubiertos en la sala de la izquierda donde se contabiliza un número mínimo de 12 individuos, considerando solamente los restos que se conservan en el Museo
de Alcoi, cómputo a todas luces insuficiente, tomando
en cuenta que en la excavación de 1965 solamente se
recogieron huesos de cierta entidad (Soler y Roca de
Togores, 1999). La acumulación de los restos es del todo
perceptible en las paredes, aunque análisis pormenorizados de huesos hallados hacia el centro de la sala también anuncian su pertenencia a distintos individuos. En
muy pocos casos se determinan conexiones anatómicas,
no habiéndose localizado en el yacimiento ningún
esqueleto que guarde la posición conexa. De la vertiente propia de la Antropología Física, ha resultado una
novedad la documentación de dos cráneos de diferente
Huesos humanos hallados en el nivel III al fondo de la cavidad.
198
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
sexo con traumatismos, resultando los del masculino
[page-n-200]
Nivel
IIb
Referencia /
material
Datación BP CAL BC 2 σ + CAL BC 2 σ -
Beta 95394
Fémur hum.
4270±50
2905
2630
III
Beta 231875
Calcáneo hum.
4550±40
3370
3250
3260
3100
III
Beta 203493
Cráneo hum.
4490±40
3350
III
Beta 152955
Sedimento
4960±40
III
Beta 156661
Sedimento
III
(1965)
Beta 231886
Cráneo 9084
1965
CAL BC 2 σ
(m)
CAL BC 1 σ + CAL BC 1 σ -
2767
CAL BC 1 σ
(m)
Intersección
CAL BC
2875
2890
2805
2720
2860
2750
2700
2875
2777
2710
3315
3175
3360
3210
3150
3330
3180
3130
3345
3195
3140
3350
3020
3185
3340
3090
3215
3310
3230
3110
3900
3800
3890
3660
3895
3730
3780
3680
3730
3710
4980±40
3940
3820
3850
3660
3895
3740
3790
3700
3745
3760
4430±40
3330
3180
3130
3210
3150
2920
3270
3165
3025
3260
3100
3250
3020
3255
3060
3090
3050
3040
Dataciones de la Cova de En Pardo referidas y vinculadas con el fenómeno de la inhumación múltiple. (BP=antes del presente; BC=antes de Cristo;
Cal=calibración con rango a 1 ó 2 σ; (m) media de los rangos a 1 ó 2 σ; Intersección de la edad del radiocarbono con la curva de calibración.
posiblemente originados en combate. Ambos presentan
tas de collar y colgantes de distinta naturaleza, así como
lesiones en el frontal con signos de supervivencia. En el
un amplio repertorio de varillas planas acompañadas de
varón coexisten dos lesiones en el frontal que por las
un número menor de punzones en hueso, éstos por lo
características de las mismas indican un origen de agre-
común conseguidos apuntando tibias de lagomorfo,
sión con un objeto inciso-contuso, mientras que en el
además de otros elementos especiales, también sobre
femenino la causa podría tratarse igualmente de una
soporte óseo, como alfileres de cabeza acanalada o ído-
agresión pero con un objeto romo. Estas lesiones se
los planos.
pueden vincular con los muchos ejemplos de causas vio-
Con los datos disponibles puede considerarse que el
lentas o combates documentados para esos periodos
uso funerario de la cavidad alcanza con seguridad medio
(Rodes et al., 2006: 19).
millar de años. Ello se deduce de las dataciones de C14
Acompañan a los restos humanos de En Pardo toda
sobre muestras de huesos humanos enviadas a datar al
una suerte de elementos comunes a otros registros fune-
laboratorio Beta (Miami, USA), recogidas de la parte
rarios como los antes mentados de Pastora y Barcella
superior e inferior del osario que en el sector 7.5 se loca-
(Soler, 2000). En lo que respecta a las nuevas intervencio-
lizó por debajo de una tinaja de la edad moderna. La
nes no se observan discrepancias en el registro material,
datación de la parte inferior, obtenida a partir de un cal-
añadiéndose a una serie de puntas de flecha, geométri-
cáneo ofrece una fecha en C14 convencional de
cos y láminas de diferente formato en sílex, escasos úti-
4550±40 BP (Beta 231875) y la de la parte superior,
les pulimentados, un buen número de fragmentos cerá-
resultante del análisis de un fémur de 4270±50 BP (Beta
micos lisos asimilables a formas simples, contadas cuen-
95394). En años reales, tomando en cuenta su expresión
COVA D’EN PARDO
199
[page-n-201]
calibrada a 2 σ (m), el calcáneo ofrece unas fechas de
Aunque esa es la horquilla temporal segura, no es en
3315 y 3175 a.C. (Soler, Roca de Togores y Rodes, 2008)
absoluto descartable considerar que fuera todavía mayor.
que resultan entre 408 y 548 años más antiguas que la
A ese respecto están las fechas que proporciona el sedi-
que, en los mismos términos proporciona el fémur: 2767
mento Beta 152955: 3890 y 3660 CAL BC 2 σ (m)/ Beta
a.C. (Soler et al., 1999). A la datación del cráneo localiza-
156661: 3850 y 3660 CAL BC 2 σ (m), claro que siempre
do en la base del sedimento del nivel III, aquel de varón
imprecisas y por ahora en exceso alejadas de los valores
afectado por traumatismos –Beta 203493– se une ahora
más altos de las dataciones obtenidas sobre muestras de
la realizada sobre el cráneo trepanado (F 28 9084) (Soler
vida corta. Pero en cualquier caso siempre referencia si no
y Roca de Togores, 1999: 370) hallado en la primera capa
de los posibles inicios del fenómeno de la inhumación
distinguida en el sector F de la excavación de 1965, capa
múltiple sí acaso del ocaso del nivel IV o lo que es lo
(0,00-0,40 m) que, por reconstrucción de cotas, es posi-
mismo del final de la habitación con fines de aprovecha-
ble considerar su asimilación a los niveles II-III de la
miento agropecuario del yacimiento. La sorprendente
estratigrafía de la sala de la derecha. En su expresión a 2
equivalencia de ambos análisis extraídos de muestras
σ (m) ambos cráneos quedan más cerca de la datación
obtenidas en diferentes cortes de subsectores contiguos
del calcáneo hallado en la base del osario del nivel 7.5,
–perfil izquierdo 4.3/C y perfil derecho del subsector
respondiendo a restos de individuos fallecidos en el últi-
5.3/C– en lo que se consigna como base del nivel III
mo tercio del IV milenio a.C.
podría alertar sobre la posible adscripción de las mues-
Disponer de una aproximación del tiempo de uso de
tras a una laminación superior de las manchas de cenizas
En Pardo como necrópolis y de un número mínimo de
resultantes de la estabulación de ganado que afectan al
individuos a partir de los restos localizados en la sala de
nivel IV y que, como bien se apunta en sus análisis,
la derecha introduce siempre la problemática de una
podrían haberse desmantelado en el transcurso de las
baja frecuencia de inhumaciones. Considerando un
alteraciones antrópicas del funerario nivel III.
número mínimo de individuos similar en la sala de la
El que existan restos en En Pardo que, vinculados a la
izquierda se establecería un computo especulativo de 60
inhumación múltiple, alcancen una cronología superior a
individuos inhumados en 400 o 550 años, lo que aporta
la propia del calcáneo no es absoluto descartable a la
cocientes mínimos de enterrados/año. En razón del cál-
vista de la fecha que, dentro de un programa de datacio-
culo deben considerarse respuestas que necesariamente
nes patrocinado por el MARQ, se consigue de uno de los
deberán resolverse desde la asunción de que existieran
cráneos trepanados de la Cova de la Pastora1. Su data-
criterios sociales de selección, o que se dieran circuns-
ción –Beta 231884: 3665 y 3550 Cal BC 2 σ (m)– arroja
tancias de movilidad en lo habitacional que provocaran
valores que se remontan al final de la primera mitad del
una práctica intermitente del rito.
IV milenio a.C., sin llegar a alcanzar la cronología de las
1.- Ver trabajo de C. Roca de Togores y J.A. Soler Díaz en este mismo volumen.
200
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-202]
dataciones de la base del sedimento del nivel III de En
Pardo que se sitúan en circa 3800 a.C.
Más coincidentes con esa fecha resultan las dataciones de las últimas inhumaciones vinculadas al horizonte
propio de las cerámicas esgrafiadas en el poblado al aire
libre del Tossal de les Basses –expresadas en 2 σ BC
tumba 4: Beta 225218: 3990-3960/ tumba 10: Beta
225224: 3980-3800 y tumba 3 Beta 225217: 3650-3520
(Rosser, 2007: 30)– dataciones que a día de hoy y con los
datos que disponemos determinan un horizonte previo al
que ofrecen los restos de las inhumaciones en cueva En
Pardo y aquel trepanado de Pastora. Quedarán como evidencias previas del uso funerario de En Pardo la localización de huesos humanos en niveles previos, disponiéndose de la datación –Beta 208464: 5740±40 BP/ 4590 CAL
BC 2 σ (m)– de un fragmento de cráneo humano vinculado con el horizonte propio de las cerámicas peinadas
(Soler, 2008: 44). Dichas evidencias de ningún modo deberán relacionarse con el posterior uso de la cavidad
como necrópolis de inhumación múltiple.
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COVA D’EN PARDO
201
[page-n-203]
[page-n-204]
La Cova de la Pastora como espacio funerario del
Neolítico final ocupa un lugar destacado en la investigación arqueológica valenciana. Diversos son los motivos
que podemos aducir, aunque subrayaremos dos de los
aspectos que han alcanzado una más amplia repercusión
bibliográfica: la detección y análisis de diversos cráneos
con orificios de trepanación y la riqueza cuantitativa y cualitativa de los objetos materiales encontrados. La información disponible sobre este interesante conjunto procede
LA COVA DE LA PASTORA
(ALCOI, L’ALCOIÀ, ALICANTE)
ORETO GARCÍA PUCHOL
del estudio de las evidencias arqueológicas recuperadas
UNED. Valencia
en los trabajos de excavación antiguos, retomado en
Investigadora contratada
Programa Torres Quevedo, Ministerio de
fechas recientes en el marco del proyecto1 «Pastora Cave
Ciencia e Innovación
Project and the Emergence of Social Hierarchies in
Mediterranean Spain»*. Los datos advierten de un uso
SARAH B. MCCLURE
Department of Anthropology
University of Oregon, USA
intensivo de la cavidad como receptáculo mortuorio
durante el Neolítico final (finales del VI al primer tercio del
IV milenio BP), repitiendo un esquema característico para
este tipo de ritualidad en buena parte de la geografía
valenciana: inhumaciones primarias en cuevas o grietas,
1.- Proyecto National Geographic Society Research Grant 2007: Pastora
Cave Project and the Emergente of Social Hierarchies in Mediterranean
Spain. Dirección: Sarah B. McClure y Oreto García. En el proyecto participan distintos organismos de investigación del ámbito nacional (SIP
Museu de Prehistòria –Diputació de València–, Universitat de València,
Museu Arqueològic Municipal Camil Vicedo i Moltó d’Alcoi, MARQ
–Diputación de Alicante–, UNED, CSIC) e internacional (University of
Oregon, University of Illinois, Universidade do Algarve).
* National Geographic Society, García Puchol y McClure (2008).
LA COVA DE LA PASTORA
203
[page-n-205]
El yacimiento está situado en el término municipal de
Alcoi (Alacant), abierto en lo alto de un pequeño cerro a
una altura aproximada de 860 msnm (Fig. 1). De dimensiones medias (13x5 m), cuando fueron efectuadas las
primeras exploraciones se encontraba en gran medida
colmatado. La información manejada refleja una amplia
cronología de uso inaugurada con los niveles funerarios
del Neolítico final. De los tres niveles distinguidos con
restos de inhumaciones, dos han sido considerados propios de esta temporalidad, mientras que para el final
diversos autores sugieren su atribución a la Edad del
Bronce. A techo fue descrito un nivel revuelto con materiales del Bronce final, pero también de época ibérica,
romana y posteriores.
El grueso de los trabajos de campo se remonta a la
década de los 40 del pasado siglo (Ballester 1945 y
1949), a los que hay que sumar la intervención llevada
a cabo en el área de la entrada en el año 2008. Don
Vicente Pascual, posterior director del Museu Arqueològic Camil Visedo de Alcoi, inició en el año 1940 la
excavación del yacimiento, situado en una finca de propiedad familiar. La Cova de la Pastora o dels francesos
ocultaba un conjunto arqueológico excepcional. La lectura de los diarios de campo exhibe un interesante conFigura 1. Situación de Cova de la Pastora y las cuevas de enterramiento
múltiple en el País Valencià.
junto de inhumación con un total de 46 cráneos asimilados a tres capas diferenciadas. Describe igualmente
los objetos materiales asociados: elementos de adorno,
que además sugieren desplazamientos posteriores posi-
cuchillos de piedra, puntas de flecha, vajilla cerámica e
blemente relacionados con sucesivas adecuaciones del
ídolos sobre hueso entre otros. El interés suscitado con-
espacio, acompañadas de una serie de materiales carac-
llevó la implicación del Servicio de Investigación
terísticos (ídolos sobre hueso, elementos de adorno,
Prehistórica de la Diputación de Valencia, que asumió el
herramientas de piedra y hueso, vajilla cerámica).
proyecto de excavación del depósito restante bajo la
204
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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Figura 2. Selección de objetos asociados a los enterramientos del Neolítico final/Eneolítico de Pastora: de izquierda a derecha y de arriba abajo, 1, gran
lámina cuchillo de sílex (medidas: 252*26*5,5 mm); 2, punzón de hueso; 3, alfiler de cabeza esferoidal móvil; 4, Ídolo oculado sobre hueso; 5, ídolo plano
sobre hueso; 6, cuenta de collar geminada con perforación bicónico; 7, cuenta de collar en oliva de forma pseudoval con perforación bicónica; 8, Ídolo
antropomorfo sobre piedra negra; 9, cuentas de collar de piedra verde; 10 y 11, puntas de flecha de forma romboidal; 12, 13 y 14, colgantes sobre caninos de cervus elaphus; 15, colgante recto sobre hueso; 16, colgante en “L” sobre hueso; 17, colgante acanalado; 18, colgante cilíndrico con apéndice no
perforado sobre ámbar; 19, cuentas de collar discoidales sobre lignito y caliza.
dirección de J. Alcácer en dos campañas efectuadas
Un breve repaso a la colección depositada en los
En realidad, el área
fondos arqueológicos del SIP resulta obligado, al tiem-
excavada por Pascual –mitad septentrional– resultó la
po que trataremos de contrastar dicha información con
más fértil, en tanto que la excavación de Alcácer en la
las indicaciones de los diarios de excavación de Pascual
zona meridional y de la entrada supuso la rápida detec-
y Alcácer. Para un detalle más exhaustivo remitiremos a
ción de una costra estalagmítica que ocupaba, con pro-
algunos trabajos de carácter monográfico sobre el
nunciada pendiente, buena parte de la mitad meridio-
mundo funerario Calcolítico en el ámbito valenciano
nal. El diario refiere un total de 6 cráneos que siguen la
(Soler Díaz, 2002), a propósito de la cultura material
numeración de los discriminados en su día por Pascual.
asociada (Ballester, 1945; Simón, 1998; Pascual Benito,
durante los años 1945 y 1950.
LA COVA DE LA PASTORA
205
[page-n-207]
1998; Orozco, 2000; García Puchol y Juan Cabanilles,
derar propios de actividades cotidianas (caso de las
e.p.), o sobre los restos craneales (Rincón y Fenollosa,
herramientas de piedra tallada –grandes láminas-cuchi-
1949; Riquet, 1953; Fusté, 1958; Campillo, 1976 y
llos, puntas de flecha-, piedra pulimentada, vajilla cerá-
1977; Fregeiro, 2006; Roca de Togores y Soler, en este
mica). Resulta obvio cómo cualquiera de estos elemen-
volumen).
tos puede alcanzar un significado especial, relacionado
Los fondos del museo custodian el conjunto de crá-
con el mundo de las creencias y los ritos asociados. Los
neos recuperados, convertidos desde la primera publica-
ídolos sobre hueso (oculados, planos), bien documenta-
ción en uno de los objetos principales de análisis.
dos en Pastora, advertirían de un modo más inmediato
Diversas han sido las cuestiones abordadas en relación
sobre este tipo de significado. Los escasos objetos
con las patologías observadas y las huellas de interven-
metálicos descritos no parecen en cambio estar relacio-
ciones quirúrgicas conocidas como trepanaciones
nados con los vestigios funerarios neolíticos.
(Rincón y Fenollosa, 1948; Campillo, 1976 y 1977). Del
Sin embargo, dado el carácter no sistemático de la
mismo modo se han llevado a cabo varias estimaciones
excavación, muchas de las cuestiones ligadas a su inter-
de edad y sexo de los individuos aunque no disponemos
pretación relacionadas con las modalidades de enterra-
hasta la fecha de un estudio que abarque la totalidad de
miento, ritualidad y diacronía resultan de difícil solución.
la muestra. Este hecho ha propiciado la publicación de
En este sentido, la intervención de campo del año 2008
diferentes aproximaciones sobre el número de indivi-
en el marco del proyecto NSG tenía como uno de sus
duos inhumados (entre 50 y 70), y también ha dado pie
objetivos recabar información sobre la formación del
a ciertas incongruencias relativas a la edad y género de
depósito y su lectura en términos crono-culturales. Para
los mismos. Con los datos disponibles poco podemos
ello se llevaron a cabo diversos sondeos: uno en el inte-
añadir sobre la existencia o no de relaciones genealógi-
rior de la cavidad con el fin de comprobar la naturaleza
cas, o incluso a propósito de la detección de tratamien-
del nivel de base actual, otro en el área de la entrada, ya
tos rituales particulares.
en el exterior de la cueva, y cuatro más que afectaron a
Respecto a las evidencias materiales depositadas
los amontonamientos de piedras y sedimento que pare-
conjuntamente con los cadáveres (Fig. 2), la muestra
cían corresponder a la tierra extraída durante las excava-
ofrece una relación característica que incorpora diversas
ciones antiguas. El proyecto contempla al mismo tiem-
piezas que podrían formar parte de la vestimenta (agu-
po la aplicación de técnicas arqueométricas (ADN, isóto-
jas y algunos punzones) y del ornamento personal
pos de estroncio, isótopos de carbono y nitrógeno, data-
(como colgantes o cuentas de collar elaboradas sobre
ciones radiocarbónicas, análisis metalográficos, de pro-
materias primas pétreas diversas -variscita, caliza, ligni-
cedencia entre otros) sobre una selección estudiada de
to…-, o incluso de origen animal -incisivos, conchas-).
muestras con el objetivo de avanzar en el conocimiento
También son comunes los objetos que podemos consi-
global de estas sociedades prehistóricas del Neolítico
206
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-208]
Figura 3. Excavación de la terrera en el área exterior del yacimiento.
final haciendo hincapié en los aspectos organizativos y
nadas con otros aspectos anatómicos o patológicos sobre
en el trasfondo ideológico y ritual.
los restos post-craneales y por extensión sobre el trata-
Tras finalizar los trabajos de campo, la investigación se
miento de los cuerpos y su deriva post-deposicional.
encuentra en fase de evaluación de datos. Disponemos ya
Tampoco disponíamos de información sobre el paradero
de los resultados de la fechación AMS de 10 muestras
de los restos de fauna mencionados en los diarios de
extraídas de fragmentos de mandíbulas humanas. Estas
campo. Los sondeos efectuados en la terrera exterior del
dataciones enmarcan el uso funerario de la cavidad duran-
yacimiento han puesto de manifiesto la selección de obje-
te el Neolítico final (desde finales del VI milenio cal BP), el
tos practicada (Fig. 3). En efecto, han sido hallados nume-
Horizonte Campaniforme (finales del V milenio cal BP), y el
rosos restos óseos post-craneales humanos, así como res-
Bronce medio (primer tercio del IV milenio cal BP).
tos de fauna, abandonados junto con el sedimento en el
También podemos avanzar algunas claves para su inter-
momento de la criba. Los fragmentos cerámicos también
pretación contextual y diacrónica. De entre ellas, señala-
suponen una cifra significativa, tanto a mano, como a
remos en primer lugar la referida al grado de selección de
torno. Lo mismo cabe decir de otros objetos de variado
los materiales depositados en el SIP. Sirva de ejemplo la
tamaño, como las cuentas de collar, y en menor número
presencia casi exclusiva de restos craneales en los fondos
algunas piezas sobre piedra tallada (básicamente puntas
del museo, factor que impedía hacer valoraciones relacio-
de flecha). La intención resulta obvia: sólo fueron traslada-
LA COVA DE LA PASTORA
207
[page-n-209]
Figura 4. Sondeo efectuado en la entrada de la cavidad.
dos aquellos restos que en su día se consideraron relevan-
mitad meridional de la cavidad. El estudio geomorfológi-
tes (caso de los cráneos más completos) u objetos mate-
co practicado2 ha revelado la anterioridad de la formación
riales significativos (adornos, objetos óseos, ídolos, una
en relación con los niveles de deposición funeraria calco-
selección de fragmentos cerámicos, piezas metálicas,
líticos, toda vez que la circulación hídrica parece haber
entre otros). Aún así, el muestreo efectuado ha propiciado
favorecido el apelmazamiento del sedimento inmediata-
un incremento notable en la cifra de objetos materiales,
mente en contacto con la misma. Por todo ello, la limpie-
sobre todo por lo que respecta a los pequeños adornos.
za efectuada ha propiciado la recuperación de diversos
Una segunda cuestión abordada hacía referencia al
objetos materiales y también restos humanos in situ.
grado de conservación del depósito en la actualidad. Si
De otro lado, además de comprobar la naturaleza
las indicaciones de los diarios llegaban a plantear ciertas
estéril del sedimento de base actual, decidimos realizar
contradicciones al respecto, los años transcurridos habían
un sondeo en la entrada de la cueva, único lugar donde
logrado enmascarar el nivel de base y cualquier otro tes-
podía entreverse la conservación de depósito arqueoló-
tigo de la antigua intervención. Un punto en particular fue
gico (Fig. 4). La estratigrafía exhumada ha revelado prin-
objeto de nuestro interés: indagar sobre la naturaleza de
cipalmente la existencia de niveles de cronología históri-
la costra estalagmítica que ocupaba gran parte de la
ca, desde época ibérica hasta la actualidad. No obstan-
2.- El estudio ha sido efectuado por Jesús Jordá (UNED, Madrid).
208
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-210]
te, ha sido detectado un nivel prehistórico con presencia
de vajilla cerámica a mano cuya adscripción al Neolítico
final o la Edad del Bronce estaría aún por determinar.
Muchas son todavía las cuestiones abiertas en torno a
este conjunto funerario. Responder a las mismas constituye el fin del proyecto en curso para tratar así de adentrarnos en el mundo ritual y organizativo de estas sociedades
del final de la Prehistoria. Pastora exhibe como hemos
visto varios puntos a favor. Su ubicación en un área donde
se han realizado los máximos esfuerzos en la valoración
del poblamiento prehistórico3 complementa la lectura
contextual para su interpretación en términos históricos.
Desandar el camino previo relatado por los primeros
investigadores del sitio nos ha servido también de guía
para el conocimiento de este interesante yacimiento. Sus
aciertos y lagunas podrán ser abordados al amparo de los
avances técnicos disponibles en la actualidad.
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Science Foundation bajo la dirección de C. Michael Barton
LA COVA DE LA PASTORA
209
[page-n-211]
[page-n-212]
La excavación de urgencia del asentamiento de la Vital
deparó, entre otros interesantes aspectos, la documentación de tres fosas de inhumación individual atribuidas
al Horizonte Campaniforme1. Su singularidad venía
dada por la escasez de datos conocidos sobre este tipo
de habitáculos funerarios localizados en las inmediaciones del espacio habitado. Los hallazgos de Villa
Filomena (Vila-Real, Castelló) constituyen uno de los
primeros ejemplos publicados en el ámbito valenciano,
LA VITAL
(GANDIA, LA SAFOR, VALENCIA)
JOAN BERNABEU
si bien en los últimos años han sido reconocidos en
YOLANDA CARRIÓN
contextos del Neolítico final (yacimiento de Beniteixir,
ORETO GARCÍA
cercano a la Vital) e incluso anteriores –ver en este
OLGA GÓMEZ
mismo volumen.
LLUÍS MOLINA
El yacimiento está ubicado sobre una terraza pleis-
GUILLEM PÉREZ
tocena a la derecha del río Serpis y en él se han
Universitat de València
detectado diferentes ocupaciones entre el Neolítico
antiguo y la época contemporánea. Se encuentra a
poco más de 2 km de la línea de costa, aunque el
estudio geomorfológico indica que, al menos durante
la ocupación neolítica estaría más cerca, alrededor de
1 km.
En la ocupación prehistórica se diferencian dos fases.
Una más antigua, que corresponde al epicardial, de la
1.- La intervención de urgencia en un solar colindante propició la documentación parcial de una fosa con evidencias funerarias similares (Pascual
Beneyto et al., 2008).
LA VITAL
211
[page-n-213]
que sólo hemos recuperado tres fosas y la otra, mejor
Conjunto 3
documentada, que se atribuye al Calcolítico.
Este conjunto funerario se organiza en el interior de un
La gran mayoría de las estructuras documentadas son
silo de tamaño medio. Podemos suponer que al dejar
excavadas, básicamente fosas y silos, además de 4 posi-
de funcionar como contenedor, en uno de los laterales
bles áreas de habitación. Estas últimas son unas grandes
–norte–, y desde la base, se excavó una cámara lateral
fosas que tienen entre 6 y 7 m de anchura, una longitud
donde tuvo lugar la deposición de un enterramiento
indeterminada y una profundidad de unos 50 cm. En su
secundario. El estudio antropológico identifica los res-
interior no hay restos de hogares o de agujeros de palo,
tos de un individuo masculino de edad comprendida
solo algunas concentraciones de piedras que podríamos
entre los 20 y 40 años. Los escasos huesos acomoda-
interpretar como apoyos. Tras diversas fases de uso se
dos aparecen de forma dispersa, apoyados directa-
rellenan, momento en que a su alrededor parecen definir-
mente sobre la base de la estructura. En una localiza-
se agrupaciones de silos y de fosas. Los únicos hogares
ción más o menos central se sitúa el cráneo, jalonado a
documentados están construidos en el momento en el
su izquierda por los restos mandibulares y un punzón
que estas áreas de habitación ya están anuladas.
biapuntado, y a su derecha por un hacha plana y una
Hacia el sur del asentamiento se ha localizado un
aguja de cobre. En el extremo O de esta cámara fueron
foso que hemos podido excavar en dos tramos sin
colocados los fragmentos de la tibia y del peroné.
poder conectarlos. En uno de los tramos tiene una sec-
Reforzando la teatralidad de la escena, el cráneo apa-
ción en U y unas dimensiones que no superan 1 m de
rece apoyado directamente sobre la base de la estruc-
profundidad y 1,5 m de anchura y por contra en el otro
tura y dispuesto frontalmente según el eje transversal
tramo alcanza casi los 7 m.
de la cámara (Fig. 1).
Vamos a centrar nuestra atención en las inhumacio-
Tras la deposición, la cámara parece sellarse median-
nes detectadas, cuyas características dan cuenta de un
te un murete de cantos y el silo colmatado con tierra y
transfondo ritual singular. Se trata de tres inhumaciones
cantos. Una datación efectuada sobre material óseo del
individuales en el interior de silos. No tenemos ningún
individuo inhumado sitúa su utilización hacia mediados
dato sobre la existencia de marcadores aéreos, toda vez
del III milenio cal BC (Beta-222444: 2620-2430).
que el grado de arrasamiento de los niveles arqueológicos habría afectado directamente a los mismos. Cada
Conjunto 10
uno observa unas pautas particulares tanto en lo que
El enterramiento está colocado en el interior de un gran
respecta a la morfología de las estructuras, como a la
silo en cuya colmatación se contemplan varios episodios.
forma de deposición del individuo, o incluso en la com-
El primero de éstos obedecería a la colocación sobre la
posición de los ajuares del modo que describimos a
base horizontal de la misma, y en uno de sus laterales
continuación:
(NO), de dos pequeños vasos dispuestos del revés y
212
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-214]
Figura 1. Conjunto 3.
rodeados de un murete de piedras que dibuja un peque-
Herringbone Variety), prácticamente entero (Fig. 2).
ño receptáculo entre él mismo y la pared. Del interior de
Tanto el cadáver y el vaso inmediato, como el vaso
este espacio procede un conjunto faunístico compuesto
campaniforme, quedaron recubiertos por una especie
por restos de conejo. El siguiente episodio detectado
de banquetas de sedimento arenoso. El relleno supe-
responde a un amontonamiento de piedras y tierra, sobre
rior difiere notablemente de lo descrito, correspon-
el cual aparece un paquete de arena y sobre ella, en el
diendo a un sedimento arcilloso de coloración marrón
lateral O, se lleva a cabo la deposición del cadáver de
oscuro con presencia de alguna piedra, y que a juzgar
una mujer joven (20-25 años), que se encuentra flexiona-
por los escasos materiales recuperados resultó prácti-
do y dispuesto decúbito lateral derecho.
camente inmediato a la deposición. Este hecho queda
corroborado por la documentación de fragmentos de
A un lado de la cabeza, y entre dos piedras hinca-
cerámica pertenecientes a tres vasos dispersos entre
das de tamaño medio, fue depositada una olla. Justo
los rellenos inferiores y superiores. Se advierte de este
en el lado opuesto de la estructura, y a una cota simi-
modo la intencionalidad inmediata de cubrir el enterra-
lar, se procedió a la colocación de un vaso campanifor-
miento una vez finalizado el episodio ceremonial, del
me de estilo marítimo internacional (MHV: Maritime
cual son testimonio la lectura contextual de las caracte-
LA VITAL
213
[page-n-215]
Figura 2. Conjunto 10.
rísticas de la deposición y las evidencias materiales. La
encontró un fragmento de puñal de cobre clasificado
datación Cal BC obtenida sobre una muestra ósea de la
como de lengüeta y un fragmento de colgante sobre
mujer inhumada es la siguiente: Beta-229791: 2560-
concha (Semicassis undulata). Los objetos líticos tallados
2520; 2500-2280; 2240.
se reparten entre diversos restos de talla además de una
punta de flecha de pedúnculo y aletas (Fig. 3). El conjun-
Conjunto 11
to mortuorio fue recubierto con un relleno de tierra arci-
Este enterramiento se encuentra en el interior de un silo
llosa y grandes cantos de base a techo. Contamos con
mediano en cuya base fue colocado un individuo mas-
una datación radiocarbónica AMS realizada sobre uno
culino de edad comprendida entre 20-40 años.
de los restos óseos del individuo que ha proporcionado
Flexionado y dispuesto en posición decúbito lateral
una fecha de la segunda mitad del III milenio cal BC
derecho, el cadaver apareció prácticamente completo,
(Beta-222443: 2450-2140).
con la excepción de parte del esqueleto craneal.
De otro lado, fueron documentados varios fragmen-
A su derecha, e inmediato a la pared de la estructu-
tos óseos humanos desprovistos de un contexto funera-
ra, fue depositado un vaso campaniforme de estilo marí-
rio. En un caso se trata de un resto de fémur pertenecien-
timo mixto (CZM: Corded Zoned Maritime). A su vez se
te a un individuo masculino (entre 20-40 años) encon-
214
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-216]
Figura 3. Conjunto 11.
trado en la base del foso 115. El segundo ejemplo
provistos de otro tipo de significado social. La transmi-
corresponde a un fragmento mandibular encontrado en
sión de la idea de lo masculino, a la cual se adhieren
el relleno de la estructura de habitación 141. Con un
normalmente las prácticas relacionadas con la caza, y
marcado deterioro, el resto óseo apareció disperso entre
también con la guerra, son algunas de las hipótesis de-
el sedimento del relleno inferior de esta gran estructura
sarrolladas en la bibliografía al uso.
doméstica.
Como hemos podido comprobar en este breve texto,
Todas las tumbas de la Vital tienen ajuares. En su
los depósitos funerarios de la Vital aportan toda una serie
composición, el único elemento que permite establecer
de datos relevantes a propósito de la ritualidad de estas
una diferenciación de género son los elementos metáli-
sociedades prehistóricas del III milenio cal a.C. en el
cos, presentes sólo en los enterramientos masculinos. La
ámbito valenciano. El diferente tratamiento dado a los
presencia notoria de elementos metálicos hay que rela-
individuos, los ajuares diferenciados, e incluso la inver-
cionarla posiblemente con la constatación de una meta-
sión de trabajo en cada una de las tumbas, parecen
lurgia local. Armamento, objetos de carácter utilitario
corroborar el carácter no generalizado de estas prácticas
diverso, son aupados a la categoría de piezas valoradas
y por tanto su vinculación a determinados individuos que
por su valor económico intrínseco, pero seguramente
ostentan un estatus particular en el seno del grupo.
LA VITAL
215
[page-n-217]
No obstante, persiste a la vez el uso de cavidades
como contenedores funerarios, utilizadas de forma
extendida por las sociedades del Neolítico final a lo
largo del IV e inicios del III milenio cal a.C. (Bernabeu,
1984; Bernabeu et al., 2001; Soler, 2002). Una explicación directa podría estar relacionada con la distancia de
estos habitáculos naturales a los lugares de hábitat, aunque no parece ser el único argumento plausible.
Esperemos que la creciente ampliación en la naturaleza
y número de contextos funerarios prehistóricos estudiados, al amparo de las urgencias arqueológicas y de proyectos de investigación multidisciplinares, se convierta
en una de las claves para su interpretación en términos
diacrónicos y también particulares.
216
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
Bibliografía
BERNABEU, J. (1984): El vaso campaniforme en el País Valenciano. Servicio
de Investigación Prehistórica, Trabajos Varios del S.I.P., 80, Diputación
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Provincial de Alicante, 2 vol., Madrid/Alicante.
[page-n-218]
Descubierta para la arqueología en 1986, la Cova dels
Blaus se localiza a 2 km al NE de la Vall d’Uixó en la ladera oriental del cerro de La Murta que constituye una de las
primeras estribaciones de la Serra d’Espadà. Situada a tan
solo 120 m sobre el nivel del mar, se encuentra muy próxima a la llanura litoral que se extiende ante ella, en un
paraje que recibe el adecuado apelativo de Miramar.
Desde la entrada se divisa un paisaje de llanura que
coincide con la práctica totalidad de la Plana de
LAS INHUMACIONES PREHISTÓRICAS DE LA COVA
DELS BLAUS
(LA VALL D’UIXÓ, PLANA BAIXA, CASTELLÓN)
JOSEP CASABÓ
Castelló cuyas fértiles tierras son excelentes para la
Direcció Territorial de Patrimoni
agricultura, mientras que a sus espaldas se extiende la
de Castelló
Conselleria de Cultura
sierra, con fuentes y pastizales por los que aún hoy
Generalitat Valenciana
merodea el ganado. Estas condiciones explican seguramente que en torno a Blaus se documenten cuatro
M.ª LUISA ROVIRA
Museu Arqueològic Municipal
Ajuntament de la Vall d’Uixó
poblados y otras tantas cuevas con inhumaciones de la
Prehistoria reciente.
La Cova dels Blaus comenzó a excavarse con el objetivo prioritario de conocer aspectos relevantes de las
ocupaciones humanas en la transición Paleolítico superior y Epipaleolítico, pero desde el inicio se venían documentando niveles pertenecientes a una fase de necrópolis prehistórica que creíamos recluida en una pequeña
covacha junto a la entrada, sin embargo durante el otoño
de 1995 al abrir en extensión el sector del pasillo se puso
de manifiesto la verdadera entidad de la necrópolis y
LAS INHUMACIONES PREHISTÒRICAS DE LA COVA DELS BLAUS
217
[page-n-219]
dos sobre el pecho y con las cabezas orientadas hacia la
entrada. De la pared superior de la cámara partían
alineaciones de lajas horizontales, a modo de rampa
escalonada que terminaban al pie de un gran bloque
que prácticamente cerraba la entrada, el hueco restante
Detalle del cierre de Blaus en el que se aprecia una laja apoyando sobre un
gran bloque.
se cubrió con lajas, de las que solo se conservó una.
Del análisis de la estratigrafía y de las relaciones entre
tomaron sentido estructuras que hasta el momento no
las diferentes unidades estratigráficas puede inferirse la
habíamos sido capaces de interpretar (Casabó, 2005).
siguiente secuencia de hechos:
En medio de la cueva apareció una cámara funeraria
Las ocupaciones de fines del Pleistoceno superior y
delimitada por dos grandes alineaciones de bloques de
Holoceno inicial terminan con un episodio mecanoclásti-
gran tamaño, perpendiculares al eje de la cavidad, en
co que produjo un progresivo desmantelamiento del
cuyo interior se exhumaron los restos de nueve esquele-
techo junto a la entrada que acabó por hacer inhabitable
tos en conexión anatómica colocados en posición decú-
la cavidad.
bito lateral, encogidos, con los brazos y piernas plega-
A fines del tercer milenio a.C. los seres humanos vuelven a utilizar Blaus, pero esta vez no como refugio, sino
como necrópolis. Para ello excavarán una cubeta y lanzarán los sedimentos al fondo de la cueva, después levantarán un muro de grandes bloques, transversal al eje de
la galería que se reforzará con otro más pequeño en uno
de sus lados y cerrarán la cámara funeraria por el interior
con bloques en la parte más estrecha de la galería, entre
ambos se extendía un suelo donde se practicaron las primeras inhumaciones (nivel IIID).
Con el paso del tiempo esta cámara hubo de ser
reparada o reutilizada, para lo cual la limpiaron, lanzando
más sedimentos al fondo de la cueva, se reparó el muro
de cierre interior y se construyó una rampa escalonada
hasta la misma boca de la cueva donde un gran bloque
la cerraba casi por completo. En ese proceso se alteró
considerablemente el nivel más reciente de las ocupacio-
Planta de los enterramientos del nivel III.
218
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
nes epipaleolíticas, el IVA.
[page-n-220]
Con posterioridad se practicaron nueve inhumaciones en el interior de la cámara (niveles IIIC y IIIB) que
tras un breve y puntual proceso erosivo, quedaron
cubiertas por un nivel con ajuares y algún resto humano (nivel IIIA) que fosiliza la cámara y se extiende desde
el muro interior al exterior de la cavidad que se encontraba cerrada con losas verticales. La erosión de la ladera acabó por sellar completamente la cueva con la formación del nivel II.
En 1938, en el transcurso de la Guerra Civil, los militares excavando una trinchera dieron de nuevo con la cueva
en la que provocaron algunas remociones de escasa importancia y generaron el último nivel excavado que corresponde al sedimento extraído al cavar la trinchera.
Los ajuares funerarios, depositados de manera
colectiva junto a la entrada, parecen apuntar también
Detalle de una de las inhumaciones.
en la dirección de que la cámara se utilizó durante un
ción geométrica formada por cordones con digitaciones,
largo periodo que probablemente se sitúa entre el
once puntas de flecha, un cuchillo sobre lámina de gran-
2300 y el 1700 a.C.
des dimensiones, otro en sílex tabular, cinco geométricos
Los momentos más antiguos correspondientes a la
construcción de la cámara y al nivel IVD se caracterizan
(tres segmentos, un trapecio y un triángulo) y más de un
centenar de cuentas de collar.
por cerámicas lisas, globulares o de casquete esférico
Sellando el depósito, el nivel II es sin duda el más
a las que se asocian cinco cuentas de collar, dos pun-
peculiar con vasijas de cuerpo bicónico, cuello recto y
tas de pedúnculo y aletas, un cuchillo sobre lámina de
borde ligeramente exvasado, profusamente decoradas
gran formato y un punzón metálico biapuntado de sec-
con motivos geométricos incisos que forman motivos en
ción cuadrada.
zigzag con series de cortas líneas paralelas oblicuas a los
Los niveles III A, B y C que contienen las inhumaciones y sellan la cámara y el pasillo, reúnen la mayor parte
mismos y espigas invertidas, a los que se asocian 24
cuentas de collar y dos puntas de flecha.
de los ajuares. Llama la atención que éstos están mayo-
Estas tres fases se evidencian también en los restos
ritariamente en la entrada, fuera de la estructura funera-
humanos. Del primer momento son diversos huesos sin
ria. Se trata de cerámicas lisas de formas globulares y de
conexión anatómica localizados en el nivel IIID o disper-
casquete esférico junto con una gran tinaja con decora-
sos por los niveles de acondicionamiento de la cámara
LAS INHUMACIONES PREHISTÒRICAS DE LA COVA DELS BLAUS
219
[page-n-221]
lo que ocurre en otras poblaciones de similar cronología,
también hubo un importante aporte de recursos cárnicos
(Polo et al., 2007).
A partir de la información de que disponemos en estos
momentos difícilmente pueden plantearse otras cuestiones, en un futuro breve podremos disponer de dataciones
absolutas que mejorarán el encuadre cronológico, pero la
falta de una adecuada financiación para llevar a cabo análisis de ADN no permite abordar cuestiones a nuestro juicio relevantes, como el parentesco o procedencia de las
gentes que se inhumaron en Blaus por lo que, de momenRestitución de las cerámicas incisas del nivel II.
to preguntas como si los enterramientos colectivos res-
funeraria, a la segunda fase pertenecen seguramente la
ponden o no a hipogeos familiares o si el estatus personal
mayoría de los restos humanos exhumados que se
se adquiere o se hereda quedan aún en el aire.
encontraban parcialmente articulados pero alterados de
su posición original y finalmente asociamos los restos
inconexos de la cueva pequeña con la tercera fase.
Los estudios antropológicos han demostrado que
en la cámara funeraria de Blaus se inhumaron seis adultos y tres niños. Entre los adultos hay cuatro mujeres,
un hombre y un individuo de sexo desconocido. La
edad de muerte se sitúa entre 20 y 35 años en los adultos, mientras que en los niños se produjo entre el primer y el cuarto año de vida. La causa de la muerte fue
mayoritariamente la tuberculosis (Polo et al., 2004),
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aunque en un caso estuvo causada por la fractura del
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húmero y varias costillas a consecuencia probablemen-
Spain): An approach to paleodietary reconstruction through dental
te de una caída.
El análisis de las patologías y estrías dentarias ha permitido concluir que los individuos de Blaus tuvieron una
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dieta rica en hidratos de carbono a causa del consumo
patrón de microestriación dentaria». Primeras Jornadas de La Edad del
de grandes cantidades de vegetales, pero al contrario de
Bronce en tierras valencianas y zonas limítrofes. Villena.
220
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-222]
Los trabajos del jesuita Julio Furgús en San Antón de
Orihuela y las Laderas del Castillo de Callosa del Segura
pusieron al descubierto, a principios del siglo XX, un elevado número de sepulturas que el propio Furgús llegó a
evaluar en cerca de un millar en el yacimiento oriolano
(Furgús, 1939). En su opinión se trataba de una necrópolis, descartando la existencia de un poblado a pesar de
las observaciones que E. Siret (1905) le hiciera respecto
a que se trataba del mismo pueblo que la civilización del
LA MUERTE EN EL ARGAR ALICANTINO.
EL TABAIÀ COMO PARADIGMA
(ASPE, VINALOPÓ MEDIO, ALICANTE)
MAURO S. HERNÁNDEZ PÉREZ
Argar, que enterraba a sus muertos en el suelo de las
Universidad de Alicante
viviendas.
JUAN ANTONIO LÓPEZ PADILLA
Serían estas tumbas en el interior del poblado, junto
MARQ. Museo Arqueológico Provincial
al número y tipología del utillaje metálico y las caracterís-
de Alicante
ticas morfotécnicas de las cerámicas, las que permitieron
identificar en el territorio valenciano hace ya más de
medio siglo dos culturas –Bronce Argárico y Bronce
Valenciano–, cuyas «fronteras» oscilaron entre las cuencas del Segura y Vinalopó, concretándose ahora en las
estribaciones del prebético meridional, incluyéndose en
el primero las tierras alicantinas de la Vega Baja del
Segura, Vega Baja del Vinalopó y parte de l’Alacantí.
En la actualidad el grueso de la información disponible sobre el Argar alicantino sigue procediendo,
pese al tiempo transcurrido, de las excavaciones realizadas hace más de un siglo por J. Furgus en Orihuela
LA MUERTE EN EL ARGAR ALICANTINO
221
[page-n-223]
2006, en el marco de un proyecto sobre la cultura argárica en el Bajo Segura alicantino.
Dejando aparte la incompleta y en ocasiones contradictoria información procedente de las excavaciones de
Furgús y de Colominas en los yacimientos de San Antón
y Laderas del Castillo, y de la conservada en la documentación de la Illeta dels Banyets (López, Belmonte y de
Miguel, 2006), la necrópolis del Tabaià, de la que en esta
Figura 1. Enterramiento en cista de mampostería con alabarda y vaso cerámico carenado.
exposición se reproduce una de sus tumbas (Fig.1), aporta una interesante y variada información acerca de las
y Callosa del Segura y años después por J. Colominas
prácticas funerarias argáricas en territorio alicantino, en
en este último yacimiento, al menos en lo concernien-
función del relativamente importante conjunto de sepul-
te a los ajuares depositados en las tumbas y, en el caso
turas exhumadas entre 1987 y 1991.
del yacimiento callosino, en sus tipos. Del resto de
El yacimiento del Tabaià se extiende por cima y lade-
asentamientos argáricos conocidos solo en otros cua-
ras del extremo de la sierra del mismo nombre recayen-
tro se han realizado excavaciones arqueológicas: Pic
te sobre el río Vinalopó, en el punto que su cauce se
de les Moreres (Crevillente), Caramoro I (Elche), Tabayá
estrecha y hace prácticamente imposible su acceso
(Aspe) e Illeta dels Banyets (El Campello). Prácti-
directo desde éste, si bien, no sin ciertas dificultades,
camente en todos ellos –con la única excepción de Pic
puede alcanzarse la zona ocupada, sobre el curso del río,
de les Moreres– se documentaron sepulturas de las
por las laderas laterales, donde se han constatado evi-
cuales se han avanzado en mayor o menor medida
dencias del Bronce final. También se puede acceder al
datos (González y Ruiz, 1995; Hernández, 1990 y
poblado desde el Portixol, en el otro extremo de la Sierra
1997a; de Miguel, 2001, 2003; López, Belmonte y de
que en dirección longitudinal separa las cuencas media y
Miguel, 2006; Simón, 1997) a las que cabría añadir
baja del Vinalopó.
algunas noticias, más o menos confusas, de una cista
Se ha propuesto una extensión de casi media Ha,
hallada en el yacimiento ilicitano del Puntal del Búho
que se extiende desde los 260 m hasta los 325 m sobre
de la que, al menos, se dispone de una fotografía y de
el nivel del mar, aunque en diversos puntos de la ladera
una reconstrucción en el Museo de La Alcudia de Elche
SE, que no es posible precisar por su pendiente e inten-
(Ramos Folqués, 1989; Jover y López, 1997) y un ente-
sa erosión, se recogió un interesante conjunto de cerá-
rramiento doble en el Cabezo Pardo, en San Isidro,
micas y objetos metálicos del Bronce, sobre el que las
localizado en las excavaciones que uno de nosotros
contradicciones de los informantes no ha permitido pre-
(J.A. López) viene realizando en el mismo desde el año
cisar su exacta ubicación e, incluso, si todos los objetos
222
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-224]
inventariados se encontraban próximos (Hernández y
se localizó otro del Bronce tardío que en algunos pun-
López, 1992).
tos se encontraba afectado por remociones agrícolas y
Por su estratégica posición, amplio dominio visual
actuaciones clandestinas, y de manera dispersa restos
de las tierras del Bajo y Medio Vinalopó y su larga ocu-
del Bronce final que aparecían mezclados con otros del
pación, el Tabaià es reiteradamente citado en todos los
Bronce tardío, en el Nivel I de varios de los cortes. Estas
estudios sobre el II milenio a.C. en las tierras valencia-
excavaciones, sobre las que se han publicado algunos
nas y el sudeste peninsular, desde el momento en que
avances, se plantearon para obtener una secuencia de
J. F. Navarro Mederos publicara en 1980 un importante
la Edad del Bronce que sirviera de apoyo a los diversos
conjunto de cerámicas y útiles metálicos, líticos y óseos,
estudios de carácter arqueográfico que en sus inicios se
repartido por varias colecciones privadas de Novelda y
realizaban en la Universidad de Alicante, bajo la direc-
en la actualidad depositado en el Museo Municipal de
ción de uno de nosotros.
Novelda, fruto de numerosas actuaciones clandestinas
Durante las campañas de excavación realizadas, entre
en el último tercio del pasado siglo. Alterado, asimis-
1987 y 1991, se documentó un total de once enterra-
mo, por actividades agrícolas que removieron los nive-
mientos, algunos de ellos de momentos finales de la
les del Bronce final y en algunos puntos también los del
ocupación del yacimiento, ya que se encontraban prácti-
Bronce tardío, las excavaciones realizadas entre 1987 y
camente en superficie y, al menos tres de ellos, habían
1991 permitieron constatar una ocupación ininterrumpi-
sido saqueados para extraerles los objetos que tuvieran
da, al menos en la plataforma inferior, en la que al
adheridos a su cuerpo. Otros por su situación estratigrá-
menos en uno de los cortes se alcanzó la roca con la
fica, tipo de tumba y, excepcionalmente, ajuar son
suficiente extensión para identificar un Bronce inicial
incuestionablemente argáricos.
con el que se asocia un banco o vasar con un silo o
Se trata mayoritariamente de cistas de mampostería
pequeño depósito relleno de fragmentos de fauna, car-
o fosas con las paredes parcial o completamente revesti-
bones y cerámicas, algunas con decoración incisa.
das de mampuesto (Fig. 2). Sin embargo, también se han
Sobre este nivel de ocupación inicial, que por sus mate-
encontrado varios enterramientos en fosas simples y un
riales es incuestionablemente de la Edad del Bronce, se
enterramiento en urna de un niño de unos 5 años, con
superpone otra que, a juzgar por las zonas excavadas,
criba orbitaria tipo A de Knip en el lado derecho e hipo-
se extiende con desigual potencia por toda la platafor-
plasia del esmalte (de Miguel, 2003: 265). Éste último
ma inferior, a la que se asocian varios suelos de ocupa-
resulta especialmente relevante por cuanto que al mar-
ción, gruesos muros de piedra que forman parte de uni-
gen del Tabaià –de donde se conocía ya la existencia de,
dades habitacionales parcialmente excavadas y varios
al menos, otro enterramiento de este tipo cuyo ajuar se
enterramientos. Se trata de un nivel que, sin duda algu-
exhibe actualmente en el Museo Arqueológico de
na, se corresponde con el Bronce Argárico. Sobre éste
Novelda y de las localizadas por Furgús y Colominas en
LA MUERTE EN EL ARGAR ALICANTINO
223
[page-n-225]
cuyo interior se disponía después una caja de mampostería que se adosaba al perímetro interno de aquella delimitando un espacio, por lo general reducido,
destinado a depositar el cadáver y, en su caso, los
objetos de ajuar que le acompañaban. Después la caja
se cubría mediante un entramado de ramas gruesas y
mampostería de tamaño mediano o pequeño, que con
el tiempo acabaría siempre desplomándose sobre el
enterramiento una vez que los travesaños de madera
se pudrían y desaparecían, todo lo cual confiere a estas
tumbas esa apariencia «tumular» con la que fueron
descritas por Furgús al excavarlas en San Antón (Jover
y López, 1997: 79) y que ya criticara acertadamente H.
Siret (1905: 377).
De acuerdo con los estudios paleoantropológicos
realizados por M. P. de Miguel (2003), todos los inhumados en las cistas de mampostería localizadas en el yacimiento eran varones o probablemente varones, y todos
adultos o adultos jóvenes. Tan solo tres de estas tumbas
Figura 2. Enterramiento en cista de mampostería. Individuo adulto de
sexo masculino.
contenían ajuar y solo una un objeto metálico. Esta últi-
San Antón y Laderas del Castillo– no se han documenta-
VI del Corte 11. La cista, de 1.30 m de largo y unos 0.45
do inhumaciones en urnas en los restantes yacimientos
m de ancho, estaba formada por piedras de mediano
argáricos de Alicante. El enterramiento infantil carecía de
tamaño. La cubrían otras similares que al hundirse habí-
ajuar, mientras que el depositado en Novelda contenía el
an producido una acusada fragmentación de los huesos.
cadáver de una mujer con un ajuar compuesto de un ani-
El esqueleto perteneció a un individuo masculino adulto
llo/arete de cobre, una tulipa con la línea de carena en el
joven de 167 cm de altura, con escaso desgaste dental,
tercio inferior y dos punzones de hueso (Jover y López,
sarro y ligera hipoplasia del esmalte (de Miguel, 2003:
1997: 56).
265). Se colocó en posición decúbito supino con las pier-
ma fue excavada durante la campaña de 1988 en la Capa
En función de los datos registrados en las cistas de
nas ligeramente flexionadas hacia la derecha, en una
este tipo en el yacimiento, parece claro que su cons-
posición que a nuestro juicio indica que en origen debie-
trucción se iniciaba con la excavación de una fosa, en
ron estar dobladas hacia arriba, al igual que se han regis-
224
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-226]
Figura 3. Enterramiento en cista.
trado en otras tumbas argáricas –tumba 3 del Cerro del
en contacto directo. La mayoría de los esqueletos se
Culantrillo (García Sánchez, 1963: 72), tumba 12 de
encontraban recostados sobre el costado izquierdo, al
Madres Mercedarias (Martínez, Ponce y Ayala, 1996: 44)
contrario que los hallados en las tumbas en fosa –tumbas
o la tumba 14 del Cerro de la Virgen (Schüle, 1980: f.
del Corte 10 de la campaña de 1988 y del Corte 7 de la
117.a) entre otras–. Su ajuar se componía de un peque-
campaña de 1991–. En la primera con un molino se pro-
ña vasija carenada, de 5.8 cm de altura y 7.9 cm de diá-
tegía la cabeza de un varón adulto, de 167 cm de altura,
metro de boca y carena, y una alabarda de 17 cm de
con sarro, enfermedad periodontal y artrosis en las arti-
largo con una marcada nervadura central con seis rema-
culaciones costal y vertebral con las costillas (de Miguel,
ches que conservaban restos de la madera del mango
2003: 265).
(Badal, 1980), que debía sostener con la mano derecha a
la altura del bajo vientre.
En el caso de la tumba del Corte 16, Capa III los cascotes que habían caído sobre el esqueleto y unas parti-
El resto de los enterramientos en las cistas de mam-
culares condiciones de conservación permitieron com-
postería del Tabaià (Fig. 3), dos de ellas localizadas en las
probar que el difunto –un hombre adulto de aproximada-
campañas de 1987 y 1991 en el Corte 7, y una tercera en
mente 1,68 m de talla, con pérdida postmortem de
la campaña de 1991 en el Corte 16, se depositaron en
varias piezas dentales, sarro, enfermedad periodontal,
posiciones encogidas, con las piernas y brazos flexiona-
artrosis en vértebras cervicales, dorsales y lumbares y
dos y las rodillas y los codos próximos entre sí, a veces
fractura de Colkes en el radio izquierdo con artrosis pos-
LA MUERTE EN EL ARGAR ALICANTINO
225
[page-n-227]
traumática (de Miguel, 2003: 256)– vestía un traje o suda-
establecer posibles vinculaciones entre el enterramiento
rio que al menos cubría su cuerpo hasta las rodillas, ya
y determinadas actividades productivas, como se ha
que en contacto directo sobre los huesos y bajo algunas
señalado recientemente para la tumba 3 de Los Cipreses
de las piedras de la tapa de la cista desplomadas sobre
(Delgado y Risch, 2006).
ellos, se localizaron unas finísimas láminas que corres-
En lo concerniente al resto de los ajuares en las
pondían a pequeños fragmentos de tejido –posiblemen-
otras tumbas, tan solo puede mencionarse un cuenco
te lino– que por circunstancias que se nos escapan habí-
de cerámica que acompañaba al adolescente inhumado
an sufrido un proceso de desecación que las había pre-
en la tumba del Corte 7 en la Campaña de 1991 (de
servado in situ. Lamentablemente, un desgraciado inci-
Miguel, 2003). Los demás elementos incluidos en las
dente hizo desaparecer estos restos junto con los demás
sepulturas corresponden a restos óseos de fauna perte-
elementos contenidos en la tumba, a excepción de los
necientes a las ofrendas cárnicas que, como se ha apun-
huesos del esqueleto y los de una pata de cabrito que se
tado (Aranda y Esquivel, 2006) debieron formar parte
hallaba depositada junto al cráneo. No obstante, duran-
de algún tipo de festín o banquete funerario incluido en
te la excavación se pudo comprobar que el individuo
el rito de enterramiento. En la mayor parte de los casos
lucía los restos de un brazalete de marfil en su brazo
documentados en el Tabaià, los restos corresponden a
derecho, por debajo del codo, y que junto a la ofrenda
extremidades anteriores de ovicaprinos y en un caso de
cárnica se encontraba también un canto rodado de
lagomorfo.
medianas dimensiones.
De acuerdo con los datos registrados durante la exca-
Este último objeto, aunque único en el registro fune-
vación, la orientación de las cistas de mampostería del
rario del yacimiento, no resulta en cambio excepcional ni
Tabayá era mayoritariamente este-oeste –solo la tumba 4
en el registro de otros yacimientos argáricos alicantinos
presentaba una orientación noreste-suroeste– mientras
ni tampoco en el del resto del territorio argárico penin-
que las tumbas en fosa presentaban mayoritariamente
sular. En efecto, los hermanos H. y L. Siret (1890: 250) ya
una orientación sur-norte.
mencionaban que muchas sepulturas de El Oficio conte-
Prácticamente en superficie y apenas cubiertos por
nían cantos redondos «del tamaño de un puño», que a su
tierra se localizaron los restos de un individuo adulto en
juicio debían ser percutores, semejantes a los que tam-
el interior de una fosa rodeada de algunas piedras, al
bién documentaron en algunas tumbas de El Argar (Siret
que en una actuación clandestina se le extrajo parte de
y Siret, 1890: 170), e igualmente conocida es la mención
la cabeza que debería llevar adherida algún objeto
de numerosos cantos rodados depositados en algunos
metálico a la altura de la oreja, y los restos de dos
enterramientos de San Antón (Furgús, 1937: 57). En cual-
niños, también alterados por actuaciones clandestinas
quier caso, su desaparición nos impide hoy evaluar su
y, al menos uno de ellos, por prácticas agrícolas. Todos
importancia en relación con el ajuar de esta tumba, y
estos enterramientos, al igual de otros dispersos por las
226
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-228]
BP
1σ
Med.
2σ
Med.
Beta-240409
3480+
_40
1878-1749
1814
1898-1691
1795
Corte 11–Tumba-hueso ovicaprino
Beta-240410
3340+
_40
1686-1537
1612
1737-1522
1630
Corte 11–Tumba–hueso humano
Kia-38217
3557+
_26
1944-1882
1913
2010-1777
1894
Corte 10–Tumba–hueso humano
Tabla 1. Dataciones radiocarbónicas.
laderas según informaciones que no se han podido
ovicaprino perteneciente al ajuar cárnico depositado
contrastar, carecen de ajuar, al menos en el momento
junto al cadáver– además de diferir considerablemente
de su excavación. Por su posición estratigráfica estos
en sus respectivos intervalos a 1σ y 2σ, resultan más
tres enterramientos deben relacionarse con el final del
recientes que la que ha proporcionado el esqueleto de
Bronce tardío o los inicios del Bronce final, ya que en su
la tumba del corte 10, estratigráficamente superpuesta
entorno se recogieron materiales dispersos de estos
a la anterior. A ello se une el que solo uno de los cua-
momentos, a menudo desplazados por el arado o acu-
tro intentos realizados para datar el esqueleto de la
mulados por los clandestinos.
tumba del Corte 11 resultara fructífero, dado que el
Para concluir, podemos hoy añadir que las datacio-
resto de las muestras no contenían, al parecer, coláge-
nes radiocarbónicas obtenidas de algunas de las sepul-
no suficiente. Todo ello nos hace pensar que muy pro-
turas del Tabaià, realizadas en el marco del proyecto
bablemente los restos óseos de esta tumba se encuen-
que sobre el grupo argárico del Bajo Segura se viene
tren afectados por ácidos húmicos que invalidan las
impulsando desde el MARQ de Alicante, permiten
dos fechas que han proporcionado, especialmente
corroborar la antigüedad de las prácticas funerarias
cuando la datación de la tumba del corte 10 fija un
argáricas en el asentamiento, fijándolas en torno al
horizonte ante quem que necesariamente la sitúa con
horizonte del 2000 cal BC, claramente en sintonía con
anterioridad a c. 1900 cal BC.
lo que ya se había avanzado en este sentido a partir de
los ajuares y materiales arqueológicos localizados
durante los trabajos de campo (Hernández Pérez, 1990;
1997) (ver Tabla 1).
En concreto, las tres dataciones realizadas proceden de las dos tumbas halladas en los cortes 10 y 11.
Al margen de dotar de cronología radiocarbónica a la
secuencia de ocupación en el yacimiento, la elección
de estas dos tumbas respondía también a la posibilidad que ofrecían de relacionarlas estratigráficamente.
Sin embargo, las fechas que han proporcionado han
resultado controvertidas, pues las dos dataciones que
se obtuvieron a partir de los restos óseos de la tumba
del corte 11 –una del esqueleto y otra de un hueso de
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[page-n-230]
La necrópolis de cremación de Les Moreres se inscribe
en el contexto de cementerios europeos y mediterráneos que adoptan el rito de la aplicación del fuego al cadáver para después, una vez troceados los restos y recogidos, ser depositado con su ajuar en el interior de una
urna cerámica.
Este comportamiento funerario se ha producido a lo
largo de la Prehistoria reciente en diversos lugares y
momentos (Neolítico griego, Bronce antiguo anatólico,
LA NECRÓPOLIS DE LES MORERES: UN CEMENTERIO DE
CREMACIÓN DEL FINAL DE LA PREHISTORIA
(CREVILLENT, BAIX VINALOPÓ, ALICANTE)
ALFREDO GONZÁLEZ PRATS
Universidad de Alicante
etc.), pero su generalización se produce a partir de
mediados del II milenio a.C. con diversos significados
dependiendo de las áreas culturales, sean europeas,
griegas o fenicias.
Tradicionalmente la cuestión de este tipo de rito se
intentaba adscribir a una exclusiva cultura y la denominación genérica CU (campos de urnas) se ha paseado por
áreas geográficas culturalmente diferentes.
Les Moreres representa con sus alrededor de 150
tumbas recuperadas la necrópolis más extensa hasta el
momento de la zona del Sudeste y de la Comunidad
Valenciana y su análisis ha venido a reorganizar y contextualizar los hallazgos de que disponíamos desde la época
de los Siret para Almería y Murcia (Siret-Siret, 1890; Ros,
1985) –incrementada y puesta al día por A. Lorrio (Lorrio,
2008)– y desde Colominas y Bosch Gimpera para
LA NECRÓPOLIS DE LES MORERES
229
[page-n-231]
Urna funeraria Tumba 19.
Castellón y Valencia (Colominas, 1915-20; Bosch
Gimpera, 1953; González, 1975; Mata, 1978; Barrachina,
2002-2003). Veamos cómo es el comportamiento de esta
necrópolis crevillentina.
Ajuar funerario Tumba 10.
Básicamente, los diferentes tipos de enterramiento
permiten ser agrupados en dos grandes categorías:
· simple deposición del paquete óseo, tal vez envuelto en algún tejido o materia perecedera.
Los restos humanos son recogidos tras la combus-
· alojamiento de los restos óseos en el interior de una
tión en la pira cuidadosamente separados, por regla
urna cerámica, cubierta o no por una tapadera de
general, de los carbones y generalmente troceados
cerámica o loseta de piedra.
para ser introducidos en la urna cerámica o en la fosa.
Las 152 tumbas recuperadas presentan 135 regis-
La ausencia de cenizas en el interior de las urnas o
tros con restos óseos y 17 registros sin restos humanos.
directamente en las fosas sugiere que los restos óseos
Del total de 135 tumbas con restos óseos, 36 son
fueron lavados antes de depositarse en la tumba corres-
paquetes óseos sin acompañamiento de urna cerámica
pondiente.
mientras las 99 cremaciones restantes han sido deposi-
Según el informe forense, casi las tres cuartas partes
tadas en urnas. Las proporciones apenas varían si con-
de los cadáveres sufrieron la acción de una temperatura
templamos la dualidad de tumbas con urnas: 111 y
elevada, asegurada por una importante provisión de
tumbas sin urnas: 41.
material combustible que sabemos existía por entonces
en la Sierra de Crevillente.
La deposición de los restos se efectúa siempre en una
Y atendiendo al número de individuos enterrados en
cada tumba, éstas pueden ser:
· sencillas: 107
fosa practicada en el suelo. En muchos casos ha produ-
· dobles: 10
cido una alteración del yacimiento Calcolítico preexisten-
· triples: 3
te, pero no faltan casos en que se ha recortado la propia
Los restos de los individuos, así dispuestos, son sus-
roca arenisca de base.
230
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
ceptibles de ser incluidos, cubiertos y/o señalizados por
[page-n-232]
diversas estructuras sólidas. Los elementos funerarios de
Las urnas cerámicas se agrupan en cuatro grandes
piedra incluidos en este apartado, en orden de menor a
categorías tipológicas: T1, T2, T3 y T4. Las urnas de
mayor complejidad y tamaño, son:
Tipo 1 corresponden a vasos y cuencos realizados a
· losas de cubierta (presentes en 34 tumbas).
mano de la más pura tradición del Bronce Final, bien
· superestructuras sencillas (coronas circulares forma-
tipificados en los estratos de la fase Peña Negra I del
das con piedras de pequeño tamaño y ofrecen un
poblado. Las urnas de Tipo 2 contemplan aquellas vasi-
diámetro comprendido entre 0,40 y 0,80 m. Se han
jas de cerámica a mano que presentan formas ovoides
registrado un total de 22 coronas de este tipo, la
con base plana, en algunas de las cuales se conservan
mitad de las superestructuras de piedra (43).
improntas de esterilla. Recogen los tipos A1-A2-A3 de
· superestructuras medias (encachados oblongos o
Peña Negra I (González Prats, 1983a). La calidad de
circulares de 0,70 a 0,90 m de diámetro). Significan
estas urnas no mejoran la de sus formas homólogas del
un 3,28% del conjunto de tumbas y el 11,62% de las
poblado: pastas con desgrasante grueso y muy nume-
tumbas con superestructura. Conllevan losa y urna.
roso y superficies sin tratamiento. Las urnas de Tipo 3
· superestructuras complejas (encachados cuadrangulares, ovalados y circulares de 0,70 a 2 m de diámetro). Son 14 estructuras que representan un 9,21%
del conjunto de tumbas y el 32,55% de las estructuras funerarias.
· túmulos (en realidad, tres encachados planos de 3,5
a 5 m de diámetro que han llegado a nosotros bastante deteriorados).
Tumbas de cremación bajo estructuras medias y complejas de la fase I y conjunto de encachados de la fase II.
LA NECRÓPOLIS DE LES MORERES
231
[page-n-233]
?
Edad
>50
representan a los vasos hechos a torno que se utilizan
35-50
como urnas y/o tapaderas. Se pueden establecer dos
20-35
grandes categorías. Por un lado, las formas cerradas y
>18
12-18
por otro, las abiertas o platos. Dentro de la primera
7-12
entrarían los vasos E11 (González Prats, 1983a) conoci-
6-7
dos como «urnas tipo Cruz del Negro», siendo los más
0-6
numerosos al ser una forma de reconocida vinculación
30
20
10
5
Pirámide de población de Les Moreres (sobre 136 individuos).
al mundo funerario en los ámbitos fenicios y orientalizantes del Mediterráneo central y occidental. Les segui-
Del total de 135 tumbas utilizables para el análisis,
ría la urna ovoide tipo Rachgoun-Frigiliana de la tumba
tan solo 55 de ellas se acompañan de ajuares, estando
37, la pequeña ánfora de saco de la tumba 84 y los
las 95 restantes desprovistas de cualquier tipo de ajuar
vasos con un asa tipo C10 de Penya Negra II (González
de materia perdurable. Es decir, solo algo menos de la
Prats, 1986: 288). Las formas abiertas están representa-
tercera parte de los casos válidos se presentan con ajua-
das por cuencos de borde entrante con engobe rojo
res, mientras las dos terceras partes de las tumbas de la
(tumba 6), platos de borde en ala corta con engobe rojo
necrópolis aparecen sin ajuar. Por tanto, el ajuar no cons-
(tumba 28), el cuenco carenado gris de la tumba 71, el
tituye un factor necesariamente vinculado al enterra-
cuenco con borde indicado internamente de la tumba
miento y su presencia o ausencia debe obedecer a algún
85, platos grises con el borde vuelto en ala (tumba 113)
tipo de norma cultural o sociológica, ya que afecta igual-
o con el borde entrante (tumba 128). En todos los
mente a todos los sexos y edades.
casos, estas formas abiertas hacen la función de tapaderas de las urnas correspondientes.
Las dos grandes fases de utilización de la necrópolis
de Les Moreres han podido ser establecidas, en primer
Fase
Tipos de urnas
Elementos comunes
Elementos distintivos
I
(900-750 a.C.)
T1A
(Tipo Parazuelos-Mojácar)
T1B
(Tipo B7 PNI)
T1C
(Tipo B8 PNI)
Cuentas de collar de piedra
Brazaletes ovales de bronce
Anillos de bronce
Cuentas de collar de cobre
Cuentas de collar de pasta vítrea azul
con entalles circulares
Brazaletes de marfil
II
(750-625 a.C.)
T2
(Tipo A2 PNI o Ceperos)
T3A
T3B
(Tipos Rachgoun-Frigiliana, Mozia y
Cruz del Negro)
Cuentas de collar de piedra
Brazaletes ovales de bronce
Anillos de bronce
Pinzas depilatorias
Brazaletes acorazonados
Anillas de bronce
Adornos de plata
Fíbula de doble resorte
Cuchillos de hierro
Cuadro de periodización de la necrópolis de Les Moreres.
232
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-234]
lugar, por la existencia de algunas superposiciones de
tumbas (cronología estratigráfica) y, en segundo lugar,
por la tipología de las urnas cerámicas y de los ajuares
que en ocasiones les acompañan (cronología tipológica).
Las pautas sociológicas del conjunto funerario de Les
Moreres (González, 2002) nos alertan sobre la posibilidad
de que ésta no sea la única necrópolis utilizada por los
habitantes de la ciudad protohistórica de Peña Negra,
tanto por el número de tumbas que podría albergar
como por la falta de correspondencia con la riqueza de
la cultura material hallada en el mundo de los vivos que
apenas se traspasa al mundo funerario. Aunque también
cabe la posibilidad de que, como ocurre en otros
momentos y culturas, el acceso a un espacio funerario no
fuera un derecho de todos y que el prestigio y el status
del difunto no viniera denotado solo por el ajuar sino por
el preciso lugar que ocupa en la necrópolis y por el tipo
de estructura funeraria. Un simbolismo que solo de lejos
refleja la dinámica sociocultural que entrevemos en los
registros domésticos de las gentes de Peña Negra. Al
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LA NECRÓPOLIS DE LES MORERES
233
[page-n-235]
[page-n-236]
El topónimo de «Salegar» es una denominación local
que señala el lugar donde se da sal a las ovejas. En el
Mesón del Carro el pastor utiliza una zona próxima a los
corrales donde se localizaron varios círculos de piedra
que apenas sobresalían de la superficie.
Estaban situados muy próximos formando un grupo
de cinco, aunque podrían haber sido más. Se distinguían
en el extremo norte de un campo totalmente cubierto de
piedras. Este campo a principios del siglo XX se utilizó
LA NECRÓPOLIS TUMULAR DEL SALEGAR
DEL MESÓN DEL CARRO
(CORTES DE ARENOSO, ALTO MIJARES, CASTELLÓN)
AMPARO BARRACHINA IBÁÑEZ
para amontonar troncos de árboles procedentes de los
Servei d’Investigacions Arqueològiques i
montes cercanos y destinados a los hornos de las gran-
Prehistòriques
Diputació de Castelló
des industrias cerámicas de la costa. El pastor nos indicó
que allí se acumulaban y se cargaban los troncos en los
carros, siendo arrastrados por tiros de caballos. Este trajín de maderas pudo desperdigar otras estructuras tumulares y crear este gran campo de piedras, dificultando en
la actualidad la localización de más túmulos.
De los cinco túmulos visibles excavamos cuatro. Sus
dimensiones no son similares, pero coinciden en el modo
de construirse y en el aprovechamiento de la roca caliza
de base para asentarlos (Fig.1).
Todas las estructuras están afectadas por procesos
erosivos relacionados con el agua y las bajas temperaturas. Este hecho ha provocado la fragmentación de las piedras más grandes que delimitan los círculos, por lo que en
LA NECRÓPOLIS TUMULAR DEL SALEGAR DEL MESÓN DEL CARRO
235
[page-n-237]
diámetro del anillo de piedra varía en cada uno de ellos,
así como la estructura interna. Solo dos presentan cámara interior (2000 y 3000), y solo uno de ellos al ser excavado nos ha permitido su documentación completa
(3000). En ambos casos la cámara se podría decir que es
excéntrica y que se construye desde la misma base del
túmulo, asentada directamente sobre la roca.
Posiblemente los túmulos tendrían un alzado algo
mayor del conservado, y su superficie visible estaría
cubierta por piedras y tierra. Solo en el caso del túmulo
Figura 1. Plano de la necrópolis del Salegar del Mesón del Carro.
2000, el de mayor tamaño, observamos la presencia
más o menos centrada de tres piedras de tamaño medio
algunos casos la delineación interna no ha sido sencilla. En
en posición vertical. No obstante dada la degradación
varias de ellas también hemos observado que están afec-
del túmulo no queremos pronunciarnos sobre su inter-
tadas por actuaciones incontroladas, posiblemente anti-
pretación.
guas, que pueden estar en relación con la falta de ajuares
asociados. Se detectaron en el punto donde corresponde-
Las características particulares que presentan cada
uno de ellos y que los diferencia son:
ría estar el acceso a la cámara o cista, observándose en
superficie el desplazamiento de las piedras exteriores del
TÚMULO 1000
anillo en dos de los casos (2000 y 3000). A estas cuestio-
Su diámetro es de 170 centímetros, y el alzado conserva-
nes señaladas hay que añadir la afección por acumulación
do de 20 centímetros. La estructura estaba afectada por
y conducción de maderas, y su situación en mitad de un
las raíces de una encina (Quercus ilex) joven que crecía
sendero que utilizan habitualmente las ovejas.
en su interior, llegando a deshacer literalmente algunas
Con todo, mediante la excavación pudimos realizar
de las piedras del círculo al introducirse por las grietas de
una valoración del conjunto tumular que por primera vez
la roca base. No tenemos constancia de su morfología
se documentaba en las comarcas interiores castellonen-
interna.
ses. En líneas generales para la construcción se utilizaron
piedras calcáreas locales de diferentes dimensiones y tie-
TÚMULO 2000
rra. El sistema constructivo del muro es de piedra en
Sus dimensiones son 240 por 250 centímetros de diáme-
seco, utilizando poca tierra para la unión de las piedras,
tro, conservando un alzado de 20 centímetros. Dentro
entre las que se incorporan otras de pequeño tamaño a
del anillo de piedras esta situada la cámara donde se
modo de cuñas. No se conservan más de dos hiladas. El
deposita el enterramiento. Ésta es de forma rectangular,
236
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-238]
aunque solo se pudo definir bien uno de los lados, manteniendo una posición excéntrica. Su orientación es sureste. Sus dimensiones aproximadas son 80 de ancho por
160 centímetros de largo.
TÚMULO 3000
Su diámetro es de 220 centímetros, y conserva un alzado
de 25 centímetros. En el interior se sitúa la cámara rectangular realizada en mampostería y en posición excéntrica.
Su orientación es sur-este. Sus dimensiones son 50/70
centímetros de ancha por 140 centímetros de larga.
TÚMULO 4000
Sus dimensiones son 220 por 240 centímetros. La morfología interna de este túmulo es diferente a las dos estructuras anteriores, no encontrando cámara. Construida igualmente sobre la roca, aquí se aprovechará la irregularidad
Figura 2. Grupo tumular de la necròpolis del Salegar del Mesón del
Carro.
del trazado rocoso (que presenta un escalón en la mitad
oeste), para colocar la urna en la parte más alta. Ésta esta-
mados, mezclados con tierra y sobre una fina capa de
ba situada a un lado del círculo y rodeada por piedras. No
color gris que interpretamos como ceniza. La irregular
se localizaron restos óseos pero sí una fina capa gris, que
dispersión de los fragmentos de huesos nos indicaba de
interpretamos como cenizas. Es el único túmulo donde se
nuevo una antigua acción incontrolada sobre el grupo de
ha documentado cerámica, aunque solo fragmentos rela-
túmulos. Si dichos huesos hubieran estado dentro de un
cionados con el cuerpo y sin ningún elemento significativo
contenedor cerámico u orgánico (tela, cuero,…), todos
que nos indique su morfología. De esta pieza se obtuvie-
estarían juntos o próximos. Su reducida presencia y gran
ron dos dataciones por termoluminiscencia con un resulta-
dispersión, además de la falta de ajuares, apuntan en
do similar: 2800 BP con un error del 10 por cien (+ 280).
esta dirección. Solo uno de los conjuntos óseos pudo ser
estudiado (2000). A excepción de estos restos no se
Los túmulos con cámara (2000 y 3000) mantienen
una orientación similar, se encuentran mirando al sur-
pudo recuperar ningún ajuar ni urna funeraria, salvo los
fragmentos cerámicos recuperados en el túmulo 4000.
este. En el interior de cada uno de ellos se localizó un
Su distribución espacial no presenta regularidad
modesto conjunto de huesos muy fragmentados y que-
(Fig. 2), estando tres de los túmulos muy próximos,
LA NECRÓPOLIS TUMULAR DEL SALEGAR DEL MESÓN DEL CARRO
237
[page-n-239]
mientras que el 2000 está ligeramente desplazado hacia
La experiencia directa que hemos tenido al estudiar
el noreste, y aun más el quinto círculo no excavado.
los conjuntos cerámicos de la necrópolis de Sant
Alrededor de los tres primeros hay un empedrado, con
Joaquim de la Menarella (ver en este mismo volumen) y
piedras de tamaño medio que se desgranaban en el
el modo de construcción/amortización de sus estructu-
proceso de excavación por los problemas señalados al
ras, nos lleva a reinterpretar lo que denominamos cista
inicio de estas líneas. Por ello no se pudo determinar si
como cámara. Este término nos parece más adecuado
estas piedras procedían de la amortización de los túmu-
para describir el espacio rectangular del interior del cír-
los, si habían sido colocadas con una función determina-
culo 3000. No obstante los túmulos del Salegar carecen
da, o estaban en relación a la litología del terreno.
de la base construida que caracteriza a las estructuras cir-
En cuanto al estudio antropológico (Agustí, 2003),
culares de Sant Joaquim, construyéndose las cámaras
ya se ha señalado que la muestra era muy reducida. Se
directamente sobre la roca y por lo tanto con una altura
recuperaron 454 fragmentos muy pequeños, con un
menor que aquellas. En cuanto a su escasa altura conser-
peso de 63,79 gramos, de los que solo se identificaron
vada, bien podría estar determinada por los problemas
42. No obstante algunos datos interesantes se pudieron
postdeposicionales que señalábamos al principio. Esta
obtener, como la temperatura del proceso de cremación
reconsideración de la tipología de los túmulos del
que se sitúa entre los 650 y 700 grados. Algunos secto-
Salegar del Mesón del Carro, también nos lleva a recon-
res anatómicos (extremidades inferiores o tórax) no esta-
siderar su cronología. Es muy probable que ésta se situa-
ban representados, por lo que pudo darse una selección
ra entre el final del siglo VIII y el inicio del siglo VII cal
intencionada en el receptáculo de la cremación (ustri-
A.N.E., es decir dentro de la Primera Edad del Hierro.
num) para efectuar un depósito funerario simbólico o
simplemente una combustión contundente con manipulación de los restos. Los datos obtenidos apuntaban a un
individuo adolescente o adulto, de sexo indeterminado y
morfología general grácil.
En cuanto a su cronología y tipología, aprovecharemos estas líneas para hacer algunas matizaciones. El
grupo tumular del Salegar del Mesón del Carro lo relacionamos inicialmente con los túmulos planos de la
necrópolis dels Castellets de Mequinenza (Barrachina,
2002-03: 143), basándonos para ello en el escaso alzado
conservado y a pesar de las diferencias que observábamos en las formas y dimensiones de las cistas.
238
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
Bibliografía
AGUSTÍ, B. (2003): Mesón del Carro (Cortes de Arenoso, Alt Millars,
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BARRACHINA, E. (2002-2003): «Dos noves necròpolis d’incineració a la conca del
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Prehistòria i Arqueologia de Castelló, 23, p.141-150.
[page-n-240]
La necrópolis de Sant Joaquim de la Menarella se sitúa en
la divisoria de la sierra de la Menarella, límite provincial
entre Castellón y Teruel (Fig. 1). Ocupa una plataforma
ligeramente sobreelevada de 720 m2 a 1063 m de altitud,
desde la que se domina un importante cruce de caminos.
Desde su posición ofrece un alto grado de visibilidad con
numerosos yacimientos de la misma cronología localizados en esta área, por lo que creemos que su visualización
tuvo carácter de icono destacado del paisaje.
LA NECRÓPOLIS TUMULAR
DE SANT JOAQUIM DE LA MENARELLA
(FORCALL, ELS PORTS, CASTELLÓN)
AMPARO BARRACHINA
Servei d’Investigacions Arqueològiques i
Prehistòriques.
Diputació de Castelló
En total se excavaron 28 estructuras funerarias, con un
nivel de conservación elevado. Desde un punto de vista
morfológico se pueden agrupar en dos tipos: circulares y
cuadradas, aunque encontramos algunas variaciones que
FRANCISCO J. HERNÁNDEZ
EIN Mediterráneo, S.L.
ANNA VICIACH
Arqueóloga
nos han llevado a dividirlas en tres tipos básicos (Fig. 2):
A) Estructuras circulares con cámara excéntrica de
mampostería y cista.
B) Estructuras circulares con cista de lajas superior.
C) Estructuras cuadrangulares con zócalo exterior.
DAVID VIZCAÍNO
EIN Mediterráneo, S.L.
En el primer caso (A) la base del túmulo es de planta circular y se construye en bloque, por lo que los
muros que lo delimitan solamente presentan la cara
exterior, hasta una altura de unos 25 cm, levantándose
el interior al mismo tiempo y rellenando este espacio
con losas, piedras y tierra. El sistema constructivo del
muro es de mampostería trabada con poca tierra para
LA NECRÓPOLIS TUMULAR DE SANT JOAQUIM DE LA MENARELLA
239
[page-n-241]
Figura 1. Ubicación geográfica de la necrópolis de Sant Joaquim de la Menarella (Forcall, Castelló).
la unión de las piedras entre las que se incorporan otras
El segundo tipo (B) presenta mayor variabilidad for-
de pequeño tamaño a modo de cuñas. A continuación
mal y aunque su sistema constructivo es similar al ante-
se construyen las paredes de la cámara funeraria y se
rior, se diferencia por la inexistencia de cámara y la pre-
continúa levantando el muro perimetral exterior relle-
sencia de una cista en la parte superior del túmulo. La
nando el espacio intermedio del mismo modo que en
cista está construida con losas colocadas verticalmente
la base. El suelo de la base se realiza mediante un enlo-
que se sitúan en una posición ligeramente excéntrica.
sado de piedras de pequeño y mediano tamaño, traba-
Destaca la estructura E4 por su zócalo exterior y su tama-
das con tierra. Desde la mitad hasta el fondo de la
ño (6,94 m de diámetro).
cámara, se colocan losas verticales apoyadas en las
Adosados a los túmulos, encontramos un número
paredes o sobre ellas mismas a modo de cista. En el
variable de loculi o depósitos funerarios: son pequeñas
interior de este espacio se sitúa la urna cineraria con los
estructuras negativas, con formas circulares o elípticas,
restos de la incineración y del ajuar (Fig. 3). Este espa-
excavadas en el nivel de uso de la necrópolis, siempre
cio podía ir cubierto con losas. Por último se cierra la
localizadas alrededor de los túmulos circulares, incluso
puerta de la cámara, continuando con la construcción
la mayoría de ellas se apoyan en la pared exterior de
del muro perimetral y rellenando el espacio intermedio.
éstos.
240
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-242]
Figura 2. Ortofoto de la necrópolis después del proceso de consolidación y puesta en valor.
Por último, las cámaras funerarias (C), son estructuras
muros estuvieron recubiertas de barro, puesto que apa-
de planta cuadrangular, construidas con muros de mam-
recen restos de este material constructivo, especialmen-
postería a doble cara, los cuales se levantan con blo-
te en E25, donde se ha conservado un fragmento de
ques y lajas de calcáreas locales de distinto tamaño tra-
este enlucido in situ, además de la abundante presencia
badas con tierra. El espesor de estos muros es de 40 cm
de restos de enlucido en los niveles inferiores de los
y delimitan un espacio interno de 85x90 cm de media,
derrumbes internos de todas las cámaras. La cubierta de
donde se deposita la urna con los restos incinerados y el
la cámara estaría formada por losas planas, utilizando
ajuar. El pavimento de la cámara se realiza con piedras
como elementos sustentantes viguetas de Juniperus
planas colocadas a modo de enlosado o con margas
(sabina o enebro), a tenor de los resultados obtenidos
compactadas. Creemos que las caras internas de los
en los estudios antracológicos. Las estructuras mejor
LA NECRÓPOLIS TUMULAR DE SANT JOAQUIM DE LA MENARELLA
241
[page-n-243]
Figura 3. Estructura circular con cámara excéntrica de mampostería y cista (E1).
conservadas presentan un vano de entrada a la cámara,
parte superior pero no se ha podido documentar el tipo
excepto E19 y E25 que no lo tienen. A la cara exterior
de estructura que lo contenía.
de la cámara se le adosa un zócalo de 35 cm de anchu-
Además de la documentación de las estructuras, se
ra hecho con los mismos materiales que el resto de la
recuperó un número importante de objetos, tanto cerá-
estructura.
micos como metálicos. Los más numerosos son los con-
La única que resulta diferente de este grupo es la
tenedores cerámicos relacionados tanto con las urnas
estructura E28. Su diferencia reside en la presencia de un
funerarias como los vasos de acompañamiento. Todos
zócalo exterior de planta circular, que envuelve otro
ellos se han agrupado en 19 tipos, donde se incluyen
zócalo cuadrangular. En el centro encontramos la estruc-
tanto los realizados a mano como a torno (Fig. 4).
tura de planta cuadrangular que se erige utilizando el sis-
Entre los realizados a mano encontramos sobre todo
tema de construcción de los túmulos circulares, no de las
vasos de cuello cilíndrico y de largo borde exvasado
cámaras cuadrangulares. El depósito se encontraba en la
con bases anilladas, junto a los perfiles en «S» con cor-
242
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-244]
Figura 4. Tabla tipológica de las urnas y vasos de acompañamiento de la necrópolis.
dón al cuello y base plana. Repitiéndose en los vasos
realmente muy escaso, limitándose a un objeto y siete
de ofrendas muchos de los perfiles de las urnas. Un
fragmentos indeterminados de hierro. En bronce se
porcentaje bastante amplio presenta una aplicación de
diferencian varios tipos de objetos, siendo los más
engobe rojo, ocre o marrón en la superficie. Solo en
numerosos los brazaletes y pulseras, seguidos de los
unos pocos ejemplares se ha podido documentar una
objetos circulares cerrados o abiertos, relacionados
aplicación de grafito. Los vasos a torno son pocos y
con cuentas, arandelas, anillos, etc., además de un col-
podrían dividirse en dos grandes conjuntos, por un lado
gante en forma de «8», un pendiente amorcillado con
los que parecen derivar de tipos fenicios y por otro los
tulipas y una fíbula de doble resorte con puente rec-
tipos más próximos a las tinajas ovoideas del mundo
tangular decorado con incisión en zigzag y graninis
ibérico.
(granos pequeños).
Entre los objetos metálicos, los más numerosos son
Finalmente, el estudio antropológico ha calculado,
los fabricados en bronce. Mientras que el hierro es
hasta el momento, un número mínimo de 90 individuos,
LA NECRÓPOLIS TUMULAR DE SANT JOAQUIM DE LA MENARELLA
243
[page-n-245]
entre los que se han identificado todas las clases de
ras circulares, y los practicados en un loculus junto a las
edad, incluido un lactante. La atribución sexual no se ha
estructuras circulares.
podido determinar en la mayoría de la muestra pero el
La tipología de las estructuras nos remite sin duda
dimorfismo observado permite pensar en individuos de
al área del Bajo Aragón, aun contando con sus peculia-
ambos sexos.
ridades. Cronológicamente se situaría en el segmento
Por otro lado, el ritual funerario consistió en la crema-
que ocupa el siglo VII y VI arq A.N.E. como hemos
ción en pira del cadáver –que debió de realizarse en un
visto al enumerar las características de sus materiales.
ustrinum– con una intervención o conducción del proce-
No obstante, todavía hay elementos en estudio que
so hasta conseguir la eliminación de tejidos blandos y un
podrían matizar su cronología, así como establecer una
aspecto homogéneo de los restos esqueléticos. La pos-
secuencia del desarrollo de este espacio para los
terior recogida de los restos humanos es minuciosa y sis-
muertos, donde todo parece estructurarse alrededor
temática, comprendiendo elementos minúsculos como
del túmulo circular con anillo externo y cista ligeramen-
pequeñas falanges o raíces dentarias, y sugiere un cuida-
te excéntrica, E4.
do especial por parte de algunos miembros de la comunidad de estas actividades concretas.
En la pira, el individuo no siempre está acompañado
de sus objetos personales, ya que solo en ocasiones
encontramos los elementos metálicos formando un amasijo a causa de la acción del fuego, siendo la norma su
recuperación fragmentada. Después, al realizar el depósito del cadáver, se añadirían estos objetos, documentándose su proximidad por las manchas dejadas en algunos huesos.
El depósito final de los restos humanos se formalizó dentro de contenedores cerámicos o directamente
en tierra, en un espacio acondicionado para ello, el
Bibliografía
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estudios previos del Plan Eólico Valenciano. Zona II, Refoies y
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realizados durante las actuaciones en la zona 2 del Plan Eólico
estructuras tumulares circulares y cámaras cuadradas,
arqueologia de Castelló, 25, p. 361-365.
los realizados en urnas colocadas junto a las estructu-
244
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
Valenciano en la comarca dels Ports». Quaderns de prehistòria i
[page-n-246]
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[page-n-4]
RESTOS
DE VIDA
DE MUERTE
ÁNGELA PÉREZ FERNÁNDEZ
BEGOÑA SOLER MAYOR
Coord.
LA MUERTE EN LA PREHISTORIA
MUSEU DE PREHISTÒRIA DE VALÈNCIA
DEL 4 DE FEBRERO AL 30 DE MAYO DE 2010
[page-n-5]
Este libro se editó con motivo de la exposición temporal “Restos de vida, Restos de muerte”, inaugurada el día 4 de febrero de 2010
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
MUSEU DE PREHISTÒRIA DE VALÈNCIA
Presidente
Alfonso Rus Terol
Directora
Helena Bonet Rosado
Diputado del Área de Cultura
Salvador Enguix Morant
Jefe de la Unidad de Difusión, Didáctica y Exposiciones
Santiago Grau Gadea
EXPOSICIÓN
PUBLICACIÓN
Proyecto expositivo
Museu de Prehistòria de València
Unidad de Difusión, Didáctica y Exposiciones
Edición
Museu de Prehistòria de València
Comisariado
Ángela Pérez Fernández
Begoña Soler Mayor
Diseño instalación y montaje
Francesc Chiner Vives
Colaboraciones
Nuño López-Silves Botello
Fondos arqueológicos
Museu de Prehistòria de València
Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi
Museu de Belles Arts de Castelló
Museu Arqueològic Municipal de la Vall d’Uixò
Museu d’Història de La Vilavella
Museu de La Valltorta
Fotografías
J. Emili Aura, Amparo Barrachina, Josep Casabó,
Giacomo Giacobini, Mª Paz de Miguel, Enric Flors,
Carme Olària, Josep Pascual, Consuelo Roca, Alejandro
Romero, Pablo Rosser, Alex Peña, Jorge Soler
Fotografías audiovisual “Enfrentarse a la muerte hoy”
Getty Images, Panòptic, Inés Domingo, Alex Peña, Jaime
Vives-Ferrándiz, Santiago Grau
Fotografías audiovisual ”Sant Joaquim de la Menarella”
David Vizcaíno. Ein Mediterráneo S.L.
Dibujos
Francesc Chiner y Libor Balák Antropark.
Audiovisuales e interactivo
Render Comunicación, S.L.
Restauración
Laboratorio de restauración del Museu de Prehistòria de
València
Replicas objetos
D’Arqueo S.L. y Marc Tiffagom
Réplica Cova del Blaus
Museu Arqueològic Municipal de la Vall d’Uixò
Gestión administrativa
Josep Marí i Mollà
Traducción al Valenciano
Unitat de Normalització Lingüística de la Diputació de
València
Producción y montaje
Museu de Prehistòria de València
Unitat de Difusió, Didàctica i Exposicions
Ayudantes montaje
Amadeo Moliner
José Tamarit
Empresas colaboradoras
Elaboración de estructuras e impresión gráfica: Símbols
Senyalització Integral
Diseño y maquetación gráfica: Vanesa Mora
Carpintería y pintura: Sebastián López
Iluminación: Jesús Martínez
Material impreso: Papallona Sociedad Cooperativa
Recreación y adaptación enterramiento Costamar y
Tabaià: Sfumato y Pedro Mas
4
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
Coordinación
Ángela Pérez
Begoña Soler
Autores de los artículos
J.Emili Aura, Universitat de València.
Amparo Barrachina, S.I.A.P. Diputació de Castelló.
Joan Bernabeu, Universitat de València.
Yolanda Carrión, Universitat de València.
Josep Casabó, Direcció General de Patrimoni,
Conselleria de Cultura, Generalitat Valenciana.
Mª Paz de Miguel, Universitat d’Alacant.
Mª Jesús de Pedro, Museu de Prehistòria de València.
Carles Ferrer, Museu de Prehistòria de València.
Enric Flors, Fundació Marina D’Or.
Elisa García, Grupo Paleolab.
Oreto García, Universitat de València.
Olga Gómez, Universitat de València.
Alfredo González, Universitat d’Alacant.
F. José Hernández, Ein Mediterráneo S.L.
Mauro S. Hernández, Universitat d’Alacant.
Carles Lalueza, Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF).
J. Antonio López, MARQ Diputació d’Alacant.
Assumpció Malgosa, GROB, Universitat Autònoma de
Barcelona.
Sarah B. McClure, Univerty of Oregon, USA.
Lluís Molina, Universitat de València.
J. Vicente Morales, Universitat de València.
Carmen Olària, Universitat Jaume I de Castelló.
Josep Pascual, Museu Arqueològic d’Ontinyent i la Vall
d’Albaida.
Àngela Pérez, Museu de Prehistòria de València.
Guillem Pérez, Universitat de València.
Manuel Polo, Grupo Paleolab.
Consuelo Roca, MARQ Diputació d’Alacant.
Alejandro Romero, Universitat d’Alacant.
Pablo Rosser, Servei d’Arqueologia de l’Ajuntament
d’Alacant.
Mª Luisa Rovira, Museu Arqueològic Municipal de la Vall
d’Uixó.
Jorge A. Soler, MARQ Diputació d’Alacant.
Anna Viciach,
Valentín Villaverde, Universitat de València.
David Vizcaíno. Ein Mediterráneo S.L.
Fotografías
-Las fotografías son propiedad intelectual de los autores
y de:
J. Zilhão y E. Trinkaus (fig. 2, pág. 34)
P. Arias (fig. 4, pág. 39)
H. Juan (fig. 4, pág. 53)
Arxiu SIP (fig. 2, pág. 129)
IVARCOR (fig. 1, pág. 142)
Museu Arqueològic i d’Història d’Elx “Alejandro Ramos
Folqués” (fig. 3, pág. 147)
Pau García Borja (fig. 4, pág. 149)
Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi (fig. 2, pág. 158)
Mª Dolores Asquerino (fig. 4, pág. 164)
Alex Peña (fig. 2, pág. 205)
Ángel Sánchez (fig. 2, pág. 62; fig.3, pág. 63)
Raquel Pérez (fig.1, pág. 240)
Global Alacant, S.L. e Inés Blay (fig. 2, pág. 241)
- Los dibujos son propiedad intelectual de los autores y de:
Gida Casella (Fig. 2, pág. 34)
Traducción al Valenciano
Unitat de Normalització Lingüística de la Diputació de
València
Diseño y maquetación
Pascual Lucas
Impresión
Agradecimientos
J. Emili Aura; Josep Casabó; Mª Paz de Miguel;
Departamento de Prehistoria de la Universidad de
Granada; Enric Flors; Oreto García; Giacomo Giacobini;
IVARCOR; Pedro Mas Guereca; Guillermo Morote,
Museu de la Valltorta; Museu Arqueològic i d’Història
d’Elx “Alejandro Ramos Folqués”; Museu de Bocairent;
Carmen Olària; Artur Oliver, Museu de Belles Arts de
Castelló; Mª Luisa Rovira, Museu Arqueològic Municipal
de la Vall d’Uixò; Josep Maria Segura, Museu
Arqueològic Municipal d’Alcoi; Andrey Sinitsyn; Bernard
Vandermeersch; Josep Vicent, Museu d’Història de La
Vilavella; David Vizcaíno Ein Mediterráneo S.L. y
Joaquim Juan, Bernat Martí, Josep Lluís Pascual, Mª
Jesús de Pedro, Ángel Sánchez y Alfred Sanchís del
Museu de Prehistòria de València
Exposición patrocinada por
Caja Mediterráneo
ISBN edición: 978-84-7795-558-0
D.L.: V-435-2010
@ de los textos: los autores
@ de las fotografías: los autores
@ de la edición: Museu de Prehistòria de València
Diputación de Valencia
[page-n-6]
11
Y DESPUÉS DE LA VIDA...
HELENA BONET ROSADO
175 EL ASENTAMIENTO MESOLÍTICO FINAL
Y NEOLÍTICO ANTIGUO DEL CINGLE DEL MAS NOU
CARMEN OLÀRIA PUYOLES
LA MUERTE EN LA PREHISTORIA
17 LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
179 ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS EN COSTAMAR
ENRIC FLORS UREÑA
VALENTÍN VILLAVERDE BONILLA
31
UNO DE LOS NUESTROS.
NOTAS PARA UNA ARQUEOLOGÍA DE LAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE
LOS CAZADORES PREHISTÓRICOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
J. EMILI AURA TORTOSA
183 ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS Y CREENCIAS
EN EL TOSSAL DE LES BASSES: PRIMEROS DATOS
PABLO ROSSER LIMIÑANA
191 EL BARRANC DE BENITEIXIR
JOSEP PASCUAL BENEYTO
45
EL MUNDO FUNERARIO ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
JOAN BERNABEU AUBÁN
55
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS.
EVIDENCIAS FUNERARIAS DEL II MILENIO A. C. EN TIERRAS
VALENCIANAS. EN TORNO AL ARGAR Y EL BRONCE VALENCIANO.
M.ª JESÚS
DE
PEDRO MICHÓ
195 COVA D’EN PARDO.
PRECISIONES SOBRE LA CRONOLOGÍA DEL FENÓMENO
DE LA INHUMACIÓN MÚLTIPLE
JORGE A. SOLER DÍAZ
CONSUELO ROCA DE TOGORES MUÑOZ
CARLES FERRER GARCÍA
203 LA COVA DE LA PASTORA
EL ESTUDIO DE LOS RESTOS
73 DNA Y ARQUEOLOGÍA
CARLES LALUEZA FOX
81
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
ASSUMPCIÓ MALGOSA MORERA
95
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA.
HERRAMIENTAS PARA LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICA
MANUEL POLO CERDÁ
ELISA GARCÍA PRÓSPER
ALEJANDRO ROMERO RAMETA
117 TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA.
LOS CASOS DATADOS POR C14 DE LAS CUEVAS DE LA PASTORA
(ALCOI) Y EN PARDO (PLANES)
CONSUELO ROCA DE TOGORES MUÑOZ
JORGE A. SOLER DÍAZ
141 SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
ÁNGELA PÉREZ FERNÁNDEZ
155 LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS DESDE
EL NEOLÍTICO A LA EDAD DEL BRONCE EN TIERRAS VALENCIANAS
M.ª PAZ
DE
MIGUEL IBÁÑEZ
CATÁLOGO DE YACIMIENTOS
169 RESTOS HUMANOS CON MARCAS ANTRÓPICAS
DE LES COVES DE SANTA MAIRA
J. EMILI AURA TORTOSA
JUAN VICENTE MORALES PÉREZ
M.ª PAZ DE MIGUEL IBÁÑEZ
ORETO GARCÍA PUCHOL
SARAH B. MCCLURE
211 LA VITAL
JOAN BERNABEU AUBÁN
YOLANDA CARRIÓN MARCO
ORETO GARCÍA PUCHOL
OLGA GÓMEZ PÉREZ
LLUÍS MOLINA BALAGUER
GUILLEM PÉREZ JORDÀ
217 LAS INHUMACIONES PREHISTÓRICAS DE LA COVA DELS BLAUS
JOSEP CASABÓ BERNAD
M.ª LUISA ROVIRA GOMAR
221 LA MUERTE EN EL ARGAR ALICANTINO.
EL TABAIÀ COMO PARADIGMA
MAURO S. HERNÁNDEZ PÉREZ
JUAN ANTONIO LÓPEZ PADILLA
229 LA NECRÓPOLIS DE LES MORERES:
UN CEMENTERIO DE CREMACIÓN DEL FINAL DE LA PREHISTORIA
ALFREDO GONZÁLEZ PRATS
235 LA NECRÓPOLIS TUMULAR DEL SALEGAR DEL MESÓN DEL CARRO
AMPARO BARRACHINA IBÁÑEZ
239 LA NECRÓPOLIS TUMULAR DE SANT JOAQUIM DE LA MENARELLA
AMPARO BARRACHINA IBÁÑEZ
FRANCISCO JOSÉ HERNÁNDEZ GARCÍA
ANNA VICIACH I SAFONT
DAVID VIZCAÍNO LEÓN
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Todas las personas vivimos con la conciencia de la muer-
Maestre, los silos de la necrópolis de Costamar en Torre la
te, y por ello todas las culturas tanto presentes como
Sal, la Cova dels Blaus en la Vall d’Uixò, o la cista funera-
pasadas, han desarrollado sistemas para afrontarla. La
ria del Tabaià en Aspe, son algunos de los hitos arqueoló-
muerte, culturalmente, no significa un final absoluto para
gicos que permitirán al público valenciano comprender
la sociedad. A lo largo del tiempo, las sociedades han
como, a medida que las sociedades prehistóricas se fue-
ido formulando creencias de contenidos diversos sobre
ron transformando, también se fue haciendo más diverso
la relación entre la vida y la muerte. Sin embargo, todos
y complejo el mundo funerario que las caracterizó.
los pueblos saben bien que la muerte marca el final de la
existencia corporal.
En todas las épocas y culturas se ha mantenido una
vinculación con los muertos, convertidos en espíritus o
En esta ocasión, el Museu de Prehistòria de la
antepasados y cuya memoria ha perdurado en mayor o
Diputación de Valencia nos presenta la exposición
menor medida, según la importancia social que estos
«Restos de vida, restos de muerte», una visión novedosa
tuvieron en vida. Con gran acierto, el Museu de
y actualizada sobre las últimas interpretaciones de la
Prehistòria mediante la presente exposición recupera la
muerte en la Prehistoria. Desde la distancia que aporta el
memoria de nuestros antepasados depositada en estos
saber científico, nos acercaremos con respeto, pero con
restos humanos de la Prehistoria.
curiosidad, a los restos de las personas que en un pasa-
La Diputación de Valencia a través de su Museu de
do nos precedieron, cuyos testimonios materializados a
Prehistòria se encuentra comprometida con la recupera-
través de sus restos óseos y ajuares nos hablan tanto de
ción y difusión de nuestro patrimonio arqueológico. Es por
su muerte como de su vida.
ello que «Restos de vida, Restos de muerte» a través de su
La exposición nos ofrece un recorrido por los yacimien-
programa de itinerancia provincial también podrá ser visi-
tos con enterramientos más emblemáticos de nuestra
tada en los museos de otras localidades con el mismo éxito
comunidad. El abrigo del Cingle del Mas Nou de Ares del
que en esta su primera presentación en Valencia.
ALFONSO RUS TEROL
Presidente de la Diputación de Valencia
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La exposición Restos de vida, Restos de muerte presen-
10 enterramientos en el fondo de silos con una amplia
ta, de una manera sugerente y atractiva al tiempo que
cronología dentro del Neolítico.
científica, la relación que desde los albores de la huma-
Restos de vida, Restos de muerte, se enmarca dentro
nidad han establecido los seres humanos con la muerte.
de la programación de exposiciones itinerantes que,
La exposición está dividida en cuatro ámbitos,
desde hace más de diez años, el Museu de Prehistòria de
Enfrentarse a la muerte, La Arqueología Funeraria,
València viene ofreciendo, fundamentalmente, entre los
Morir en nuestras tierras y Nuevas técnicas para viejos
pueblos de nuestra provincia. En esta ocasión apuesta
huesos. Se propone un recorrido que muestra como las
por facilitar a los museos de nuestro ámbito territorial un
diferentes comunidades humanas que se han asentado
instrumento de divulgación que sirva para dar a conocer
en nuestras tierras han tratado el tema del tránsito de la
una nueva disciplina, la Arqueología de la Muerte, desde
vida a la muerte y la desaparición de los seres queridos.
una perspectiva científica al tiempo que respetuosa.
A la vez se muestra como, desde el presente, recupera-
Este libro, que cuenta con la colaboración de dife-
mos esa información a través de la arqueología funeraria.
rentes especialistas, completa la información que aborda
Sorprende ver como, en los últimos años, las excava-
la exposición. Es una obra de divulgación científica que
ciones arqueológicas están ofreciendo gran cantidad de
desarrolla los temas más innovadores que se están inves-
resultados relacionados con este mundo funerario que
tigando a día de hoy sobre la muerte desde tiempos
van a transformar de manera importante lo que hasta
neolíticos hasta la primera Edad del Hierro. Como dipu-
ahora se conocía. Un ejemplo claro lo encontramos en
tado del Área de Cultura, invito a todo el público a dis-
los yacimientos de Camí de Misena (Pobla del Duc),
frutar del novedoso montaje expositivo que sobre la vida
Arenal de la Costa (Ontinyent), Barranc de Beniteixir
y la muerte en la Prehistoria nos presenta el Museu de
(Piles) o La Vital (Gandia) que han proporcionado más de
Prehistòria de València.
SALVADOR ENGUIX MORANT
Diputado del Área de Cultura
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Tras la positiva experiencia de la exposición itinerante
dedicada a Las Mujeres en la Prehistoria, que desde su
inauguración en 2006 ha podido contemplarse en distintos municipios valencianos y del resto de España, el
Museu de Prehistòria centra su atención en otro tema de
permanente actualidad: las actitudes y los rituales en
torno a la muerte.
Como sucede en el presente, los modos en que las
sociedades humanas se enfrentan al fenómeno de la
Y DESPUÉS DE LA VIDA...
HELENA BONET ROSADO
muerte también ofrecen una gran diversidad en el pasa-
Directora del Museu de Prehistòria de
do. Este extenso repertorio, que comienza ya durante el
València i Servei d’Investigació
Prehistòrica
Paleolítico medio para convertirse en una característica
fundamental de las sociedades humanas, hace del fenómeno de la muerte un tema sugerente y atractivo como
hilo conductor de una exposición a través de la cual
podemos comprobar su gran potencial informativo sobre
la propia existencia de los grupos humanos. Así, los lugares de enterramiento, ya sea en la propia cueva en que
se vive, en el subsuelo de los poblados o en lugares destinados a necrópolis, son espacios esenciales para el
conocimiento de las sociedades del pasado, de su cultura y de su universo religioso. La cámara sepulcral de los
grandes dólmenes o la sala de las cuevas naturales, la
cista bajo el suelo de la casa o la urna cineraria enterrada y señalada en exterior por una estela de piedra nos
Y DESPUÉS DE LA VIDA...
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hablan de comportamientos sociales, de actitudes y ritos
metodología que rige la práctica arqueológica relaciona-
con los que las distintas sociedades humanas han trata-
da con el mundo funerario, con nuevos enfoques teóri-
do de explicar, tal vez de aceptar, el tránsito entre su
cos y metodológicos que se introducen en la arqueolo-
mundo y aquel otro del más allá para cuyo viaje han que-
gía peninsular en las décadas siguientes. La Arqueología
rido proveer a los difuntos con todos esos bienes que
de la Muerte, como especialidad dentro de la llamada
forman su ajuar.
Nueva Arqueología, consiguió una verdadera renovación
Hablar y mostrar la muerte en la Prehistoria es, pues,
de los estudios sobre los enterramientos, las necrópolis,
un reto que merece la pena afrontar. Del ritual y del
los rituales, etc., participando de la renovación disciplinar
mundo simbólico al estudio de los propios restos huma-
en otros campos como la arqueología espacial, la
nos, esta exposición participa del respeto con que se
arqueología del paisaje o la arqueología de género. Si
acomete su estudio. Actitud que subyace a la exhibi-
bien estos estudios nunca se abordaron como comparti-
ción de sus réplicas o al desvelamiento de sus secretos
mentos cerrados, ahora los interrogantes inherentes al
cuando mostramos las últimas líneas de investigación
mundo funerario quedaban explícitos y abarcaban desde
aplicadas a los restos humanos y los descubrimientos
la tumba y el propio espacio de las necrópolis hasta el
más recientes, que aquí se presentan de forma didácti-
asentamiento y el territorio de los vivos, tratando de
ca, recurriendo para ello a maquetas, ambientaciones y
entrelazar los unos y los otros, buscando aquella inter-
dibujos. Tal vez lo más novedoso y atractivo de la mues-
pretación social de los restos funerarios.
tra sea comprobar cómo «nos hablan los propios restos
En tal singladura también resultó esencial la mejora de
óseos», observar ese potencial informativo que com-
los sistemas de clasificación y el tratamiento estadístico
parten, si bien de manera especial, con el resto de la
de los datos, la colaboración interdisciplinar y la aplica-
documentación arqueológica. La exposición Restos de
ción de las nuevas tecnologías. Resultado de todo ello
vida, Restos de muerte aborda todos estos temas
fue un paso definitivo en los estudios sobre los restos
haciendo especial hincapié en los recientes trabajos de
humanos y el mundo ritual y simbólico de las prácticas
investigación sobre los propios restos humanos: la
funerarias, al que pronto se incorporó la etnoarqueología
paleo-patología, los estudios de paleodieta y de ADN
para ponernos de manifiesto como, sin duda, la vida y la
de los enterramientos nos revelan enfermedades, cau-
muerte en las sociedades tradicionales han estado mucho
sas de mortandad, violencia, edad y género, rituales e,
más interrelacionadas de lo que parecen estar en la actual
incluso, nos acercan al tipo de trabajos y actividades
sociedad occidental, donde parece haberse instalado una
que desarrollaron los hombres y las mujeres en las dis-
separación formal y racional entre ambos ámbitos.
tintas etapas del pasado.
La iniciativa de hacer una exposición sobre morir en
A partir de los años 60 del siglo XX toma cuerpo la
la Prehistoria también nos vino marcada por los propios
especialidad de la Arqueología de la Muerte como la
fondos del Museu de Prehistòria, así como por los pro-
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RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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yectos de investigación que se están llevando a cabo
de la Pedrera de Benicull, entre otros; o estudios como
sobre sus colecciones. La historia de la formación de
el de M. Fusté sobre las poblaciones neo-eneolíticas
estos fondos se remonta al año 1927, cuando recién cre-
valencianas y el de D. Campillo sobre las lesiones pato-
ado el SIP, el hallazgo de unos cráneos y restos humanos
lógicas en estos mismos restos. Hallazgos y estudios que
procedentes de la covacha sepulcral de Camí Real
jalonan la labor investigadora del SIP hasta alcanzar los
d´Alacant en Albaida decidió al entonces director del SIP,
más recientes descubrimientos de restos humanos del
Isidro Ballester, a iniciar la primera excavación de salva-
Paleolítico medio en la Cova del Bolomor de Tavernes
mento. Entre los hallazgos pioneros, será en 1933 cuan-
de la Valldigna, la necrópolis mesolítica del Collado de
do G. Viñes encuentre los primeros fragmentos óseos
Oliva o las inhumaciones documentadas en el interior de
del hombre de Neandertal: un parietal clasificado por J.
los poblados de la Edad del Bronce de la Lloma de Betxí
Royo como Homo y publicado posteriormente, en 1953,
de Paterna y la Muntanya Assolada de Alzira. La primera
por M. Fusté como perteneciente al tipo neandertal clá-
Edad del Hierro y la Cultura Ibérica cierran la Prehistoria
sico europeo. También en los años 30 del siglo pasado,
de nuestras tierras a la vez que nos introducen en un
L. Pericot encuentra los restos de Homo sapiens en la
nuevo mundo funerario: las cremaciones. También en
Cova del Parpalló de Gandia, publicados por S. Alcové
este apartado merecen especial atención los trabajos del
en 1942 como de la raza del Hombre de Cro-Magnon,
SIP en necrópolis de incineración, algunas de ellas con
los «europeos del Paleolítico superior».
tumbas monumentales como el Corral de Saus de
Desde entonces, las noticias de hallazgos de cuevas
Moixent, sin olvidar los enterramientos infantiles docu-
de enterramiento a lo largo de toda la geografía valen-
mentados en el subsuelo de numerosos poblados ibéri-
ciana se multiplicaron, siendo constantes las noticias,
cos valencianos como en el Castellet de Bernabé de
prospecciones y excavaciones que se adscribirán sobre
Llíria o en Los Villares de Caudete de las Fuentes.
todo al periodo comprendido entre el Calcolítico y la
Así, pues, el SIP custodia una importante colección
Edad del Bronce. Entre los yacimientos que ocupan un
de restos óseos humanos que abarca desde los restos
lugar destacado mencionaremos la Cova de la Sarsa de
fósiles neandertales hasta enterramientos procedentes
Bocairent, perteneciente al Neolítico, y la Cova de la
de necrópolis islámicas y cristinas, convirtiendo el Museu
Pastora d’Alcoi, con su elevado número de inhumados
de Prehistòria en un singular «laboratorio» donde se des-
pertenecientes al Calcolítico, algunos de ellos con trepa-
arrollan las últimas tendencias y líneas de investigación
naciones craneales, pronto estudiados en 1949 por A.
que se contemplan hoy en la antropología. Equipos
Rincón de Arellano y J. Fenollosa. Sin duda, la relación
interdisciplinares, nacionales e internacionales, investi-
podría ser mucho más extensa, como los enterramientos
gan constantemente sobre nuestras colecciones y, preci-
de la covacha de Rocafort, del Barranc del Castellet de
samente, algunos de los resultados más recientes se
Carrícola, de la Ladera del Castillo de Chiva, de la Sima
publican en este libro.
Y DESPUÉS DE LA VIDA...
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Sin duda, realizar esta exposición nos ha dado la
establecen los patrones medioambientales de los asen-
oportunidad de reflexionar sobre el estado actual de los
tamientos y de la alimentación de las sociedades del
problemas. Muestra de ello, de las principales líneas de
pasado. Hoy vemos como, a través de los estudios de los
trabajo, es la presente publicación que reúne las aporta-
elementos traza, de los isótopos estables o del patrón de
ciones de destacados especialistas, las últimas investiga-
estriación dentario, los restos humanos se han converti-
ciones y hallazgos realizados en nuestras tierras dentro
do en la clave para establecer las pautas alimentarias de
de este campo. El libro, estructurado en tres apartados,
una población y de su variabilidad individual o social. El
se inicia con los artículos que nos presentan una síntesis
tercer bloque del libro lo componen los estudios corres-
de los cuatro periodos que configuran nuestra prehisto-
pondientes a doce enterramientos prehistóricos que
ria, desde los primeros comportamientos relacionados
abarcan toda nuestra geografía, desde el Mesolítico
con el mundo funerario del Paleolítico hasta la diversidad
hasta la Edad del Hierro.
ritual de la Edad del Bronce. El segundo bloque, de
Los últimos hallazgos, muchos de ellos inéditos y
carácter más disciplinar, nos habla de la importancia de
resultado de las excavaciones de la arqueología preven-
la paleoantropología en la arqueología actual. Como, a
tiva, han renovado la visión tradicional que teníamos
través de esta disciplina podemos conocer el sexo y la
sobre el comportamiento, los hábitos y cultos de las
edad, incluso de aquellos restos que fueron incinerados,
sociedades prehistóricas. Con la exposición y esta publi-
mientras la paleopatología nos remite a las pandemias,
cación Restos de vida, Restos de muerte, el Museu de
plagas, enfermedades o a la violencia en la prehistoria.
Prehistòria pretende despertar en el visitante el interés
Los estudios de ADN han supuesto una revolución en
por aquellas sociedades que nos precedieron atendien-
nuestros conocimientos sobre el origen de la humani-
do justamente al mensaje que ellas mismas nos dejaron
dad, sobre el poblamiento de los distintos continentes y
a través del modo en que confiaron sus difuntos a la tie-
las migraciones. También los análisis de paleodieta, junto
rra, un mensaje al que siempre nos aproximamos con
con la palinología, carpología, zoología y la antracología,
admiración y respeto.
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RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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LA MUERTE EN LA PREHISTORIA
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Introducción
Pocos temas han suscitado tanta controversia como la
aparición de las primeras prácticas funerarias. La razón
hay que buscarla en los principios teóricos con los que
se aborda esta cuestión, ya que la existencia de rituales
funerarios implica un comportamiento que se aproxima,
o incluso resulta similar, al que consideramos propio de
nuestra humanidad. El debate sobre la existencia o no
de enterramientos en los homínidos anteriores a la apa-
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA
PREHISTORIA
VALENTÍN VILLAVERDE
rición de los primeros humanos modernos remite, en
Universitat de València
definitiva, a la consideración de si en esas poblaciones
existía una capacidad cognitiva lo suficientemente compleja como para poseer unas ideas sobre la individualidad personal y la muerte, así como un lenguaje capaz
de articular al grupo en esas prácticas funerarias y pensamientos (D’Errico et al., 2003). En definitiva, admitir la
existencia de prácticas funerarias es tanto como admitir
la humanidad de unos homínidos distintos de nosotros
mismos.
Prácticas funerarias en los neandertales (además de las
sepulturas)
La expresión «prácticas funerarias» con la que nos referimos aquí a la valoración de los datos disponibles para el
Paleolítico inferior y medio es poco precisa, puesto que
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
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abarca desde los ritos funerarios más complejos a los
Se consideran habitualmente como prácticas funera-
actos sencillos de enterramiento o deposición del cuer-
rias el conjunto de acciones que se realizan con el cuer-
po, vinculados al aislamiento del difunto del medio
po del difunto. En expresión de Giacobini (2006), se
externo, ya sea para protegerlo de la acción de los ani-
trata de los gestos funerarios «en paralelo a las sepultu-
males carroñeros, ya para evitar su descomposición al
ras», un conjunto de acciones que incluyen desde el
aire libre, en las inmediaciones del lugar de hábitat.
descarnado y la antropofagia ritual, al tratamiento del
Al referirnos a las etapas antiguas de la Prehistoria,
cuerpo para su inhumación en dos fases. Esta última
las limitaciones sobre el conocimiento del ritual y la
proposición, sugerida en algún yacimiento en relación
significación de los gestos funerarios son tantas que la
con los neandertales, como es el caso de los restos den-
prudencia obliga a desvincular los hechos objetivos,
tales y craneales encontrados en el nivel IV de la Grotte
que consisten en las señales de manipulación de los
du Loup de Arcy-sur-Cure, en una especie de fosa exca-
restos óseos recuperados, de la suposición de que
vada en la arcilla estéril del nivel subyacente (Leroi-
esas señales deben ser interpretadas a la luz de un
Gourhan, 1950), o para los restos de Kaprina (Russel,
cuerpo de creencias sobrenaturales, sobre todo cuan-
1987), resulta, sin embargo, muy difícil de evaluar a par-
do los datos provienen de excavaciones antiguas
tir de la información disponible (Garralda, 2008). El
(Duday et al., 1990). Son numerosos los investigadores
mismo problema genera el descarnado ritual, sugerido
que previenen sobre la dificultad de asociar las prime-
también para algunos fósiles con marcas de descarnado
ras prácticas funerarias a la religión o la creencia en
y fracturas, como los de Marillac y Combe Grenal
una vida de ultratumba (Vandermeersch, 2005). Y no
(Russel, 1987; Le Mort, 1988a y 1988b), pero que puede
podemos olvidar que el vacío social que genera la
igualmente estar indicando la existencia de una antro-
muerte de un miembro del grupo, la valoración de su
pofagia alimentaria.
personalidad o los lazos afectivos y de respeto son
El hecho de que la mayor parte del registro fósil de
suficientes para articular en torno al difunto un ritual de
los neandertales recuperado en los diversos yacimien-
enterramiento desvinculado de la religión o la idea de
tos arqueológicos esté constituido por unos cuantos
una vida después de la muerte. Es por eso preferible
restos óseos aislados, la mayor parte de las veces frac-
referirse a las prácticas funerarias y no a los ritos fune-
turados y en buen número de ocasiones correspon-
rarios. Pero más por la dificultad de precisar el carácter
dientes a la calota craneal o a la dentición, ya sea de
ritual de esas prácticas, apenas testimoniadas por los
uno o varios individuos, y que estos huesos estén inte-
restos encontrados en los yacimientos arqueológicos,
grados en los niveles de ocupación de los yacimientos,
que por una prevención sobre la capacidad cognitiva o
sin que su situación y características se diferencien de
de complejidad conductual de los neandertales y sus
las de los restos de los animales consumidos para ali-
ancestros más inmediatos.
mento, explica la dificultad de su valoración en rela-
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RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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ción a si constituyen una prueba de la existencia de
Es obvio, por otra parte, que resulta extremadamen-
algún tipo de práctica funeraria de las que hemos des-
te difícil de establecer la existencia de prácticas de cani-
crito anteriormente.
balismo ritual cuando nos referirnos a las etapas más
La publicación en fecha tan temprana como 1910,
remotas del Paleolítico, y ello aunque estén bien atesti-
por Capitan y Peyrony, del hallazgo de los restos crane-
guadas en etapas más avanzadas de la Prehistoria o en
ales, aplastados, de un neandertal infantil en Pech-de-
periodos posteriores. Como se ha señalado con anterio-
l’Azé, da cuenta ya de las dudas que la interpretación de
ridad, la presencia de marcas de carnicería o de fractu-
estos restos generó en los dos arqueólogos. Su apari-
ras en los huesos puede estar implicando tanto una sim-
ción, mezclado con numerosos restos faunísticos frac-
ple antropofagia alimentaria, como un canibalismo
turados, integrado en el nivel musteriense, les llevó a
ritual, de corte funerario.
plantearse las siguientes alternativas: «¿se trata de un
Pero esta problemática no se limita a los restos de los
rito funerario consistente en el enterramiento bajo un
neandertales, también surge con la interpretación de los
hogar del cadáver del niño; o bien este cráneo infantil
restos de los humanos modernos del Paleolítico superior.
habría sido abandonado en este hogar por los muste-
Bastan como ejemplo, tomando para ello algunos casos
rienses, de igual manera que los restos óseos fractura-
publicados recientemente, las dudas que suscita la inter-
dos para extraer la médula de los animales que habían
pretación de las marcas que aparecen en la mandíbula
servido para su alimentación? ¿o, en fin, el cadáver
infantil encontrada en los niveles auriñacienses de la
habría sido devorado por las hienas y no quedaría del
Grotte de Les Rois, con incisiones que tanto pueden
mismo más que el cráneo fracturado?
estar indicando un tratamiento ritual como el simple con-
Estudios tafonómicos posteriores han venido a
sumo del individuo (Ramírez Rozzi et al., 2009). O las que
demostrar que la variedad de situaciones con respecto al
ha generado también el conjunto de restos óseos, for-
origen de los restos óseos de los neandertales es real-
mado por al menos cuatro individuos, del yacimiento
mente considerable, y que, en ausencia de un estudio
iraní de Eshkaft-e Gavi, situado en los Montes Zagros,
detenido de las superficies óseas y una valoración
donde a pesar de que las marcas de descarnado se unen
arqueológica completa del contexto, su interpretación
a evidencias de quemaduras, los investigadores se mues-
carece de sentido y presenta numerosos problemas: son
tran reticentes a la hora de decidir si se deben a una
numerosos los restos aportados por los carnívoros en la
manipulación funeraria o a un canibalismo alimentario
compleja dinámica de ocupación de las cavidades, tal y
(Scott y Marean, 2009).
como lo confirma el hallazgo muy reciente de un frag-
Son varios los restos óseos de homínidos que presen-
mento de maxilar de la Grotte du Bison, de Arcy-sur-
tan marcas de origen antrópico y remontan a etapas bas-
Cure, cuyas mordeduras indican claramente su origen no
tante remotas del proceso evolutivo humano. Las eviden-
antrópico (David et al., 2009).
cias que presentan los restos del nivel TD6 de la Gran
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
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Dolina de Atapuerca resultan altamente convincentes del
Grenal (Garralda y Vandermeersch, 2000) y Macassar-
canibalismo, con unas pautas de manipulación y fractura
gues (Garralda, 2008) sólo se registran estrías. En su
que en nada se diferencian de las que caracterizan a los
conjunto, los restos incluyen tanto individuos inmaduros
restos alimentarios de los herbívoros del mismo nivel
como adultos. Mientras que en Croacia se documentan
(Fernández Jalvo et al., 1999).
en los yacimientos de Vindija (Malez y Ullrich, 1982) y
Los ejemplos referidos a los neandertales se han ido
Kaprina (Russel, 1987), este último especialmente
multiplicando en los últimos años, a la vez que las viejas
importante, por la controversia en torno a su interpreta-
ideas sobre el culto a los cráneos, construidas a partir del
ción y con existencia de un caso, el cráneo 3, con trein-
hallazgo del cráneo de Monte Circeo, han sido abando-
ta y cinco estrías subparalelas que sugieren un compor-
nadas tras el estudio tafonómico detenido del resto: lo
tamiento ritual (Frayer et al., 2006) que no se aleja
que en un primer momento se consideró un agranda-
mucho del que también ha sido señalado para la mandí-
miento artificial del orificio occipital, destinado a la
bula de adolescente de Combe Grenal 3, con más de 15
extracción del cerebro y considerado como una prueba
marcas en el borde anterior, muchas más de las necesa-
de su consumo ritual y su depósito en un círculo de pie-
rias para seccionar el músculo masetero (Garralda et al.,
dras, ahora se ha relacionado con la actividad de las hie-
2005; Garralda, 2008).
nas, con marcas visibles en torno a esta zona y en otros
La interpretación de la rica colección de restos nean-
puntos del cráneo, así como sobre el conjunto de la
dertales de Kaprina resulta especialmente significativa
fauna recuperada (Giacobini, 1990-91; Giacobini y
de la polémica en torno a la existencia o no de las prác-
Piperno, 1990; White y Toth, 1991; Stiner, 1991).
ticas de canibalismo, en parte debida al mal estado de
Sin embargo, son varios los restos de neandertales
conservación de los restos, pero también como conse-
que presentan huellas de manipulación antrópica, si
cuencia de los distintos puntos de vista teóricos con los
bien el área geográfica a la que remiten es limitada. En
que se ha ido abordando su estudio (Smith, 1976;
la Península Ibérica están los restos de distintos indivi-
Trinkaus, 1985; Patou-Mathis, 1997; Ullrich, 2006).
duos inmaduros y adultos del Boquete de Zafarraya
En otro orden de cosas, y refiriéndonos a los contem-
(Barroso y de Lumley, 2006) y de la Cueva del Sidrón
poráneos de los neandertales, en los primeros humanos
(Rosas et al., 2006; Fortea et al., 2007), en los dos casos
modernos del Sur de África se han señalado también
con estrías producidas con filos líticos cortantes y fractu-
marcas antrópicas sobre distintos restos de Klasies Rives
ras destinadas a la extracción de la médula. En Francia
Mouth (Deacon y Geleijnse, 1988). Es oportuno llamar la
se han señalado restos con marcas de este tipo en los
atención aquí sobre la diferencia de criterio seguido por
yacimientos de Les Pradélles-Marillac y el Abri Moula-
algunos investigadores a la hora de interpretar marcas
Guercy (Defleur, 1995; Garralda et al., 2005), los dos con
similares asociadas a restos de neandertales. Lo que en
estrías y fracturas, mientras que en la Chaise, Combe
el yacimiento sudafricano constituye una prueba inequí-
20
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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voca del comportamiento moderno, asociado al ritual
Aunque la base documental del Pleistoceno inferior y
funerario, no pasa de ser una actividad funeraria despro-
medio ha ido aumentando en los últimos años, la inter-
vista de significación ritual en el caso de los neanderta-
pretación, al igual que para los neandertales, sigue sien-
les. Todo ello como consecuencia del punto de partida
do difícil en la mayoría de los casos. Y si bien la explica-
con el que se afronta el estudio de estos últimos.
ción más sencilla parece la de la antropofagia, no es
Al hacer un balance de lo expuesto hasta ahora del
conjunto de evidencias disponibles vinculadas a los
posible descartar que pudieran haberse dado prácticas
funerarias más complejas.
neandertales, y a la vista de las limitaciones existentes en
Es imposible omitir aquí, al referirnos a estas fechas
la documentación arqueológica, la falta en muchos res-
y a estas cuestiones, la interpretación misma del con-
tos de estudios tafonómicos adecuados y la dificultad, en
junto de restos óseos recuperados en la Sima de los
sí misma, de interpretación de las prácticas funerarias, tal
Huesos de Atapuerca. Considerados como el producto
y como Garralda (2008) ha señalado recientemente, bien
de una práctica funeraria consistente en arrojar los cuer-
puede decirse que la información disponible sólo permi-
pos a la cavidad (Carbonell et al., 2003; Carbonell y
te hablar de manipulaciones perimortem, sin que por el
Mosquera, 2006), la formación de este importante
momento sea posible descartar o afirmar ninguna de las
depósito de restos de Homo heidelbergensis constitu-
hipótesis formuladas con respecto a su origen (antropo-
ye uno de los temas de debate más habituales en los
fagia, canibalismo ritual, o tratamiento ritual o simbólico
recientes años y uno de los puntos angulares de su pro-
de los restos). En todo caso, el enterramiento en dos
pia interpretación (Bocquet-Appel y Arsuaga, 1999;
fases resulta más difícil de argumentar para este periodo
Aguirre, 2008).
(Le Mort, 2003).
Con anterioridad a los neandertales, además del caso
Los enterramientos neandertales
ya citado del nivel TD6 de la Gran Dolina de Atapuerca,
Un tema aparte lo constituyen los enterramientos de
fechado en 0.78 millones de años, se han señalado tam-
los neandertales. Desde el descubrimiento de los pri-
bién marcas de manipulación antrópica en un cráneo de
meros restos fósiles, la investigación ha estado acom-
Sterkfontein, el Stw 53, datado en 2,4 millones de años
pañada de un debate sobre la interpretación de si
(Pickering et al, 2000); en el cráneo de Bodo, fechado en
alguno de los esqueletos más completos encontrados
el Pleistoceno medio y en torno a 0.6 millones de años
podía ser interpretado como el resultado de enterra-
de antigüedad, que presenta marcas en diecisiete pun-
mientos o de la simple conservación casual de los hue-
tos distintos (White, 1986); y en Zhoukoudian, sobre el
sos en conexión anatómica. Los primeros hallazgos,
cráneo 5, confirmadas a partir de los restos encontrados
del siglo XIX a comienzos del siglo XX, con esqueletos
en las excavaciones posteriores a Weidenreich (Boaz y
relativamente completos como los de Feldhofer
Ciochon, 2004).
(Neanderthal), Spy o la Chapelle-aux-Saints rápida-
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
21
[page-n-23]
mente fueron desechados como enterramientos como
seguidamente veremos, la limitada extensión geográfica
consecuencia del rudimentario psiquismo que se atri-
de los enterramientos, pues lejos de documentarse a lo
buyó a estas poblaciones (Boule, 1911) o a la fuerte
largo del amplio territorio ocupado por los neandertales,
posición anticlerical de alguno de los prehistoriadores
estos se concentran fundamentalmente en dos zonas
más influyentes de la época, totalmente contrarios a la
bastante reducidas: en la región francesa de Aquitania y
idea de una incipiente religiosidad en el Paleolítico
en una pequeña franja de Oriente Próximo, entre el
(Mortillet, 1883).
Monte Carmelo y el Mar de Galilea. Por fuera de estas
En los últimos decenios el debate ha estado centrado
dos zonas se localizan otros yacimientos que han propor-
en las implicaciones cognitivas de las prácticas funerarias
cionado enterramientos, pero se trata de lugares relativa-
y la idea, defendida por un importante número de inves-
mente separados.
tigadores, de que la cognición moderna, capaz de la
El inventario es corto y en varias zonas ricas en yaci-
expresión simbólica, el lenguaje y la creación artística,
mientos y restos del Paleolítico medio no se ha descu-
surgió sólo con la aparición de la humanidad moderna
bierto hasta la fecha ningún enterramiento. Así, en
(Binford, 1989; Mellars, 1996). Esta corriente de investi-
Francia, con independencia de las reticencias mostradas
gación ha generado una posición muy crítica sobre la
por una parte de la investigación, se aceptan como evi-
existencia de enterramientos neandertales, admitiendo
dencias de enterramientos los individuos 1 al 6 y 8 del
tan sólo en algunos casos la existencia de enterramien-
Abri de la Ferrassie; Los individuos 1 y 2 del Abri de Le
tos desvinculados de rituales funerarios, esto es, indicati-
Moustier; el individuo, bien conocido, de La Chapelle-
vos de la existencia de relaciones afectivas, pero sin que
aux-Saints; un individuo de Le Regourdou y otro de Roc
impliquen un pensamiento simbólico: sin ajuares u ofren-
de Marsal. Una parte de la investigación considera tam-
das distintas de los objetos de uso cotidiano (Chase y
bién que el individuo de Saint-Cesaire, aunque incom-
Dibble, 1987).
pleto por causas de orden postdeposicional, y el indivi-
Con una posición incluso más radical, otros autores
duo H5 de la Quina podrían incluirse en esta relación.
han negado la existencia misma de enterramientos antes
En Alemania está el conocido hallazgo de Feldhofer,
de la aparición de la moderna humanidad, criticando los
que constituye el espécimen tipo de Neandertal; en
criterios esgrimidos para su identificación (Gargett, 1989
Bélgica los dos individuos hallados en la Grotte de La
y 1999).
Breche-at-Roche de Spy; en Ukrania los dos individuos
Favorece, en parte, esta posición el hecho de que la
de Kiik-Koba; en Rusia el individuo 1 de Mezmaiskaya;
mayor parte de los enterramientos neandertales fueran
en Siria los dos esqueletos infantiles de Dederiyeh; en
excavados en fechas tempranas, con métodos muy dis-
Israel los individuos 1 y 2 de Kebara, los individuos 1 y
tintos de los actuales y dieran lugar a una documenta-
7 de Amud y el individuo C1 de Mugharet et-Tabun; en
ción escasa. También propicia esta discusión, como
Irak los individuos 1, 3, 4, 6 y 7 del conocido yacimien-
22
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-24]
to de Shanidar; y en Uzbekistán, el individuo 1 de
Teshik-Tash (Maureille y Tillier, 2008).
Un breve repaso a las fechas de descubrimiento de
estos restos explica parte de las deficiencias de docu-
Como se indicaba con anterioridad, los vacíos geográficos con ausencia de enterramientos bien documentados resultan numerosos y llamativos con relación a la
amplia zona de expansión de los neandertales.
mentación que han acompañado a la polémica de su
identificación como enterramientos, sobre todo en lo
El registro fósil neandertal de la Península Ibérica
que se refiere a Europa. La mayor parte de los restos de
El caso de la Península Ibérica resulta significativo de lo
esta zona fueron descubiertos entre los años 1856 y
que se acaba de indicar. Del amplio inventario de yaci-
1926, habiéndose excavado ya en fechas más recientes
mientos que han proporcionado restos fósiles de nean-
los restos de Regourdou (1957), Roc-de Marsal (1961),
dertales, hoy día no puede establecerse con seguridad la
Saint-Cesaire (1979), la Ferrassie 8 (1973) y Mezmais-
existencia de ningún enterramiento. En conjunto, se dis-
kaya (1993).
pone de restos de neandertales de un total de 25 yaci-
En Asia el panorama es algo diferente. Aunque los
mientos, en varios de ellos con restos que remiten a más
primeros hallazgos remontan a la primera mitad del
de un individuo. Los casos más significativos, por el
siglo XX (la sepultura de Tabun en el año 1932 y la de
número mínimo de individuos y por la documentación de
Teshik-Tash en 1938), la mayoría se concentra en la
partes esqueléticas craneales y postcraneales, son la
segunda mitad del siglo XX, con la más temprana docu-
Cueva de El Sidrón en Asturias (Rosas et al., 2006) y la
mentación de los individuos de Shanidar (entre 1953 y
Sima de las Palomas en Murcia (Walker et al., 2009).
1960), Amud (1961) y Kebara 1 (1965), y la más recien-
En la Cueva de El Sidrón el número de hallazgos
te de Kebara 2 (1983), Amud 7 (1992) y Dederiyeh
sobrepasa los 1.400 restos, con una elevada fracturación
(1993 y 1998).
de los huesos, debida a razones de orden postdeposi-
Dos hechos destacan, además de la concentración de
cional y de orden antrópico. En este último caso, asocia-
hallazgos en dos zonas geográficas relativamente reduci-
das a marcas de carnicería que parecen indicar la exis-
das. En primer lugar, la concentración de enterramientos
tencia de prácticas de canibalismo. Los huesos parecen
en dos yacimientos (La Ferrassie y Shanidar), con siete y
corresponder a un mínimo de ocho individuos (un infan-
cinco individuos respectivamente; y en segundo término,
til, un juvenil, dos adolescentes y cuatro adultos jóve-
la buena representación de los individuos infantiles,
nes). El hecho de que se encuentren en posición secun-
algunos asociados a enterramientos bien conservados.
daria genera un conjunto en general escasamente arti-
Sin embargo, la mayor parte de los enterramientos
culado, muy distinto del que sería necesario para definir
conservan sólo parte del esqueleto, con pérdidas que
prácticas funerarias. No obstante, se individualizan algu-
parecen debidas a diversas razones de orden post-
nas partes esqueléticas en posición articulada que inci-
deposicional.
tan a pensar en un rápido cubrimiento de los cadáveres
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
23
[page-n-25]
por la sedimentación o por su enterramiento voluntario.
mínimo de 9 individuos (Barroso et al., 2006); la Cova
Esta circunstancia contrasta con las marcas encontradas
Negra de Valencia, con un número mínimo de 7 indivi-
en los huesos largos y craneales, lo que obliga a la pru-
duos (Arsuaga et al., 2006); y la Cueva de los Moros en
dencia a la hora de valorar el conjunto. La publicación
Huesca, con seis restos y, al menos tres individuos: un
detallada de las excavaciones en curso seguramente
primer premolar de un individuo juvenil, dos molares
permitirá precisar más estas cuestiones. La datación
adscritos a individuos adultos, probablemente de sexo
directa de algunos restos proporciona una edad media
distinto, una clavícula derecha atribuida a un adulto
de unos 43.000 años.
femenino, y una falange y un metatarso, ambos tam-
Las excavaciones en la Sima de la Paloma también se
encuentran en curso, por lo que los datos que vamos a
bién atribuidos a un adulto femenino (Lorenzo y
Montes, 2001).
manejar son provisionales, pero resultan significativos de
Con todo, resultan dominantes, al igual que en otras
la importancia del yacimiento para el conocimiento de
zonas de Europa, los yacimientos que han proporciona-
los neandertales ibéricos. Se han documentado restos
do uno o pocos restos óseos, en muchas ocasiones frag-
óseos de los neandertales en dos unidades sedimenta-
mentos craneales, mandibulares y piezas dentales. Entre
rias del área de excavación superior: el superior, con
estos últimos destacan, por la importancia de los hallaz-
numerosos huesos fragmentados y dientes, fechado en
gos, los cráneos incompletos de Devil’s Tower y Forbes’
torno a unos 34.500 años, y el inferior, con esqueletos
Quarry (Garralda, 2005/2006), de Gibraltar, el parietal de
articulados de, al menos, cuatro individuos, en este caso
Bolomor recientemente dado a conocer (Sarrión, 2006) y
fechados entre 50.000 y 60.000 años. A la espera de la
las mandíbulas de Banyoles (Maroto, 1993) y Valdegoba
continuación de los trabajos de campo y la conclusión de
(Quam et al., 2001).
la investigación, no es posible precisar las razones de la
Sólo los hallazgos de Gibraltar, Banyoles y el parie-
conservación articulada de los cuerpos, pero el conjunto
tal recuperado por Viñes en Cova Negra remontan a
resulta uno de los más numerosos de la Península Ibérica
finales del siglo XIX o al primer tercio del XX. El resto
y, por sus características, de especial interés en relación
de los yacimientos fueron excavados a partir de los
con el tema que nos ocupa.
años cincuenta del siglo pasado, y numerosos ejem-
Ya con un menor número de restos, deben citarse
plares han sido hallados en excavaciones en curso o
también la Cueva de la Carihuela en Granada, con dos
realizadas en los últimos decenios de esa centuria.
fragmentos de parietales de adulto (Carihuela 1 y 2), un
Por tanto, la ausencia de documentación sobre prácti-
frontal incompleto infantil (Carihuela 3) y la dentición
cas funerarias no puede atribuirse, en principio, a la
de un inmaduro de unos 7 años (Carihuela 7) (Garralda,
metodología de excavación, aunque es cierto que en
2005/2006); el Boquete de Zafarraya en Granada, con
muchos casos no se ha realizado un estudio tafonómi-
un conjunto de once huesos que remiten a un número
co detenido de los restos orientado al establecimien-
24
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-26]
to de si existen o no marcas capaces de informar
sobre el origen antrópico o animal de los restos, la
existencia de marcas de manipulación, o precisar las
características del proceso deposicional y postdeposicional.
Uno de los pocos ejemplos en los que la información
sobrepasa la mera descripción de la unidad sedimentaria
en la que los restos se localizaron la constituye el cráneo
de Devil’s Tower, y resulta significativo de una pauta
ampliamente documentada en numerosos yacimientos
europeos: los restos del cráneo infantil fueron hallados
en distintas zonas de la superficie, a distancias superiores
de los 5 metros (Garrod et al., 1928).
Algunas notas sobre los restos óseos neandertales de
las tierras valencianas
En el ámbito valenciano, en el que centraremos la
Figura 1. Cova Negra. Planta con indicación del número de restos de neandertales localizados en las campañas de los años cincuenta del s. xx.
atención para concluir, el número de yacimientos que
han proporcionado restos de neandertales es relativa-
la Cova Negra (Xàtiva, València) (un parietal derecho
mente elevado. De norte a sur contamos con los hallaz-
de un individuo adulto, bastante bien conservado, otro
gos del Tossal de la Font (Vilafames, Castelló) (un frag-
parietal derecho de un individuo inmaduro, un frag-
mento de coxal y un húmero) (Arsuaga y Bermúdez de
mento mandibular derecho infantil, que incluye un
Castro, 1984), la Cova del Bolomor (Tavernes de la
molar deciduo, un incisivo central superior derecho de
Valldigna, València) (un molar inferior izquierdo, un
un individuo adulto joven, varios fragmentos craneales
segundo molar deciduo superior derecho, un canino
de parietales y un occipital, todos de individuos infan-
inferior izquierdo, un canino superior izquierdo, un
tiles y un radio, dos metatarsos, dos fémures, uno frag-
fragmento de parietal, un parietal bastante completo y
mentado, un peroné y un fragmento de occipital, toda-
un fragmento de peroné) (Arsuaga et al., 2006;
vía inédito; también todos de individuos inmaduros)
Fernández, 2007; Sarrión, 2006), la Cova Foradada
(Arsuaga et al., 2006), y el Abric de El Salt (Alcoi,
(Oliva, València) (un fragmento de parietal infantil y
Alacant) (un fragmento de incisivo, un premolar supe-
otros restos craneales, incluyendo un fragmento de
rior derecho fracturado, un premolar superior derecho,
maxilar, de un individuo adulto) (Campillo et al., 2002),
y dos molares superiores derechos, primero y segundo,
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
25
[page-n-27]
del relleno, abarcando los estadios isotópicos 3, 4 y, tal
vez, 5a (Fig. 1 y 2). De las excavaciones realizadas por
G. Viñes en los años veinte proviene el parietal derecho de un adulto, mientras que de las de F. Jordá, en
los años cuarenta y cincuenta, provienen el fragmento
mandibular y el incisivo. Los restantes huesos fueron
localizados en los fondos del Museu de Prehistòria de
Valencia y en las excavaciones de los años ochenta.
Estos últimos, por desgracia, en las tierras revueltas
desprendidas de los cortes de los sectores excavados
en etapas anteriores.
Siendo abundantes en los yacimientos del Paleolítico
medio los restos de individuos infantiles, no siempre asociados a enterramientos, la presencia en Cova Negra de
varios restos craneales y post-craneales que podrían
corresponder a dos individuos infantiles (Fig. 3 y 4) genera una cierta duda sobre las condiciones de su situación
original en el yacimiento, teniendo en cuenta que ninguFigura 2. Propuesta de ordenación secuencial de los restos neandertales.
La falta de indicación estratigráficas obliga a una aproximación que tiene
en cuenta la profundidad y su comparación con la secuencia obtenida en
las excavaciones de los años ochenta del s. xx.
no de los restos encontrados en las excavaciones de los
años cuarenta fue identificado en el proceso de excavación.
En un yacimiento en el que las ocupaciones de los
todos posiblemente del mismo individuo, un adulto
neandertales alternan con las de numerosos carnívoros
joven) (Garralda, 2005-2006).
que utilizaron la cavidad como guarida o cubil de cría
Nos detendremos algo más en el comentario de la
(Villaverde et al., 1997), no resulta sencillo explicar la
Cova Negra de Xàtiva, por el elevado número mínimo de
conservación de restos infantiles de tan notable fragili-
individuos, la presencia de varios infantiles y el hecho de
dad de no haber estado protegidos por el sedimento. En
que una buena parte de los restos publicados en recien-
este orden de cosas, es bien sabido que uno de los argu-
tes trabajos pasaran desapercibidos en el proceso de
mentos más reiterados a la hora de resolver la polémica
excavación.
suscitada por la existencia o no de enterramientos nean-
La mayor parte de los restos se localizaron en el ter-
dertales ha sido considerar la dificultad de que un núme-
cio sur de la cavidad y corresponden a diversas fases
ro relativamente importante de esqueletos de individuos
26
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-28]
Figura 3. Cova Negra. Distintos restos craneales infantiles.
inmaduros o neonatos se hubiese podido conservar sin la
tal infantil izquierdo presenta dos depresiones en su
existencia de la protección de sus cuerpos, mediante su
cara externa que parecen producidas, considerando sus
sepultura, apartándolos así de la acción de los carnívoros
diámetros y la distancia de separación, por un carnívo-
y carroñeros.
ro de pequeño tamaño que bien puede tratarse de un
La conservación de los huesos de estas dos asociacio-
tejón. Las improntas de los caninos sólo se manifiestan
nes de individuos infantiles de Cova Negra resulta, por
en la cara externa y resultan coherentes con la idea de
tanto, altamente improbable de haber quedado los hue-
que el animal pudo acceder al hueso cuando éste esta-
sos simplemente depositados a la intemperie. Además,
ba enterrado.
ninguno de los pequeños huesos de las extremidades de
Estos datos indican que las circunstancias postdepo-
estas dos asociaciones a las que nos estamos refiriendo
sicionales pudieron ser muy complejas en un yacimiento
presenta marcas de carnívoros en sus superficies, ni mar-
como Cova Negra y que en determinadas zonas, si es
cas antrópicas de descarnado que pudieran sugerir cani-
que se practicaron enterramientos, estos pudieron verse
balismo alimentario o ritual.
alterados no sólo por la acción antrópica, caracterizada
Del amplio conjunto de restos craneales recupera-
por ocupaciones reiteradas que dieron lugar a verdade-
dos en las tierras revueltas, sólo un fragmento de parie-
ros palimpsestos arqueológicos, sino por la acción espo-
LAS PRIMERAS PRÁCTICAS FUNERARIAS DE LA PREHISTORIA
27
[page-n-29]
Figura 4. Cova Negra. Restos postcraneales infantiles: radio, fémur, peroné y metatarso.
rádica de algún carnívoro excavador. Desgraciadamente,
la falta de documentación de la situación de los restos
durante las excavaciones impide avanzar en la resolución
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RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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Guatari». Current Anthropology, 32. p. 118-138.
[page-n-32]
De la práctica de enterrar a sus muertos ha sido común
deducir que las sociedades prehistóricas habían desarrollado creencias sobrenaturales. Por ello, los objetos asociados eran apreciados como las ‘ofrendas’ necesarias
para un tránsito diverso, en su duración y también en las
verificaciones a superar. Desde una perspectiva más analítica, cuando estas prácticas alcanzan una formalización
arqueológica se sitúan en una posición sustantiva en la
jerarquía de las capacidades que pueden ser utilizadas
UNO DE LOS NUESTROS.
NOTAS PARA UNA ARQUEOLOGÍA DE LAS PRÁCTICAS FUNERARIAS
DE LOS CAZADORES PREHISTÓRICOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
J. EMILI AURA TORTOSA
Universitat de València
para argumentar qué es lo que nos hace humanos: desde
la socialización técnica al lenguaje, para recorrer desde
aquí las complejas vías que desembocan en la construcción de la simbolización colectiva (Leroi-Gourhan, 1965).
La Arqueología paleolítica ha centrado su investigación en la expresión material de estas capacidades: por
un lado el Arte paleolítico y el adorno personal, por otro,
las prácticas funerarias. Sobre la primera agrupación existe una numerosa documentación en este extremo de
Europa que está permitiendo investigar la cartografía del
adorno (Álvarez, 2006), los sistemas compartidos de
representación, la historia de los intercambios entre grupos distantes (Sauvet et al., 2008), sin olvidar los lazos
técnicos entre la cadena de sociedades que los sustentaron (Tiffagom, 2006); sobre su significado, se puede
seguir discutiendo. En lo que se refiere a la segunda de
UNO DE LOS NUESTROS
31
[page-n-33]
las categorías, la escasez de enterramientos paleolíticos-
social británica valoró las prácticas funerarias como una
epipaleolíticos en la Península ibérica es tan significativa
expresión ritual que requería ser analizada desde la pers-
como su explosión final, asociada a los últimos cazadores
pectiva de su función social (Radcliffe-Brown, 1945). Un
prehistóricos (Arias y Álvarez, 2004).
planteamiento también orgánico había desarrollado la
Este planteamiento presenta los códigos gráficos, los
Arqueología soviética desde los años treinta del siglo XX,
sistemas de representación –incluyendo también los atri-
considerando que las costumbres funerarias reflejaban los
buidos a las identidades individuales y grupales– y las
rasgos básicos de la estructura social y prestando una
prácticas funerarias como partes solidarias de la simboliza-
especial atención a la identificación de la familia nuclear
ción social, aunque la valoración de cada uno de estos ele-
patriarcal como unidad social básica (Alekshin, 1983).
mentos ha sido muy desigual a lo largo del tiempo.
A pesar del optimismo de algunos arqueólogos a la
Cuando M. Sanz de Sautuola planteó que el yacimiento
hora de utilizar la analogía etnográfica en la interpreta-
arqueológico de Altamira debía ser relacionado con las
ción de las prácticas funerarias, lo cierto es que los ejem-
figuras pintadas y grabadas de sus paredes, ya habían sido
plos aportados por Ucko (1969) destacan la diversidad y
referenciados los restos humanos paleolíticos aparecidos
complejidad de los comportamientos rituales en relación
en La Madeleine o Le Placard. Sin embargo, la común
con su expresión material. Así, la multiplicidad de accio-
capacidad de simbolización implícita en estas acciones no
nes que la Etnografía documenta durante su ejecución,
fue relacionada y así Cartailhac (1886) incluye en Les Âges
los contextos y tiempos singulares en los que se llevan a
Préhistoriques de l’Espagne et du Portugal una figura de
cabo o la variabilidad simbólica atribuida –respecto al
un cementerio mesolítico pero silencia el Arte paleolítico
difunto, a los ancestros o entre los vivos– no permiten
de Altamira, posiblemente por otros motivos ya conocidos
una relación mecánica con un registro arqueológico que
tal y como le reprochó Vilanova (Fig. 1).
en la mayor parte de las ocasiones es estudiado a la bús-
A principios del siglo XX, el debate sobre el significa-
queda de desigualdades.
do de las prácticas funerarias en el pasado disponía de los
Un trabajo muy referenciado de Binford (1971) enlaza
datos suministrados por la Etnografía y la Historia. El aná-
con esta última afirmación, al plantear que la diversidad
lisis planteado por la escuela sociológica francesa, con
de prácticas funerarias que la Antropología documenta
Durkheim y Mauss a la cabeza, sobre el culto a los ante-
no deben ser entendidas en términos puramente con-
pasados, no tuvo gran trascendencia ni en la metodolo-
ductuales sino en relación con la variabilidad formal y
gía ni en la interpretación arqueológicas, pero su influen-
organizativa de los sistemas sociales. La forma y estruc-
cia sí puede rastrearse en la importancia atribuida a la
tura de estas prácticas están condicionadas por el grado
simbolización colectiva (cf Bartel, 1982; Delgado, 1996),
de complejidad y características de la sociedad misma,
con una clara repercusión en la historiografía post-breui-
planteando que existe una correlación estrecha entre la
liana del Arte paleolítico. Por su parte, la Antropología
complejidad subsistencial y social.
32
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-34]
Figura 1. Dispersión de restos humanos en el conchero de Cabeço da Arruda (Cartailhac,1886).
En los últimos años, se aprecia una perspectiva más
tical de los últimos cazadores, asumiendo que ritual y
etnosociológica que socioeconómica en el estudio de
ajuar funerarios reflejan tanto el estatus como la sociedad
estas cuestiones. En el fondo, lo que se está investigan-
(Clark y Neeley, 1987). Más recientemente, se han desta-
do a través de la desigual complejidad y riqueza que
cado los cambios en la consideración social de los indivi-
muestran las prácticas funerarias del Paleo-Epipaleolítico
duos infantiles y los grupos de edad (Vanhaeren y d’Errico,
y Mesolítico es la construcción de identidades mediante
2001; Zilhão, 2005), el sentido de los enterramientos múl-
la simbolización y su diversa expresión material en lo que
tiples, la identificación de individuos con graves patologí-
convenimos en llamar como culturas.
as (Formicola, 2007), la difícil evaluación de las lesiones
Algunas líneas abiertas pueden ejemplificar unos obje-
osteológicas como prueba de la violencia entre individuos
tivos que, en general, están condicionados por la escasa
y grupos (Jackes, 2004) o la paleodemografía de los últi-
información disponible sobre muchos de los ajuares fune-
mos cazadores (Jackes y Meiklejohn, 2008).
rarios, recuperados en excavaciones realizadas hace décadas. En primer lugar, los adornos han sido utilizados como
El hombre que surgió del frío
un índice de diferenciación étnica, como un marcador
A finales de 1998 se excavó un enterramiento infantil en la
grupal, al tratarse de objetos sin correlación directa con la
Extremadura portuguesa (Zilhão y Trinkaus, 2002). Las pre-
edad o el sexo de los difuntos (Newell et al., 1990; d’Errico
guntas abiertas a partir de su estudio siguen siendo nume-
y Vanhaeren, 2000); una orientación cercana al concepto
rosas, pero en este texto interesa destacar que el niño de
de territorios sociales de J.G. Clark (1975), aunque cons-
Lagar Velho es el enterramiento humano más antiguo des-
truida en este caso con elementos más tecnoeconómicos
crito hasta ahora en la Península Ibérica (25-24500 años
que simbólicos. Otros autores han profundizado en el aná-
BP), que haya sido excavado con una metodología moder-
lisis de las formas de diferenciación social horizontal y ver-
na. Esta circunstancia permite conocer que tanto la prepa-
UNO DE LOS NUESTROS
33
[page-n-35]
Figura 2. Enterramiento infantil de Lagar Velho.
ración del sitio, la colocación del cuerpo, la disposición de
En el inventario elaborado para este texto, se han
‘ofrendas’ (carbón en el fondo de la fosa y partes anatómi-
recogido algunos datos básicos de cada enterramiento
cas de ciervo y conejo), su posición extendida y cubierto
referidos a la fase arqueológica con la que se asocia, la
de piedras, con una nítida huella de polvo de ocre rojo
edad, el sexo, los elementos de preparación, cubrición y
coincidiendo con el perímetro del vestido y con unos sen-
disposición del cuerpo, así como las grandes categorías
cillos adornos (2 gasterópodos marinos y 4 caninos atrofia-
de las posibles ‘ofrendas’: presencia de carbón y hoga-
dos de ciervo, perforados), constituyen la expresión mate-
res, restos de fauna, artefactos líticos y óseos, ocre y
rial de unas prácticas funerarias no documentadas con
adornos; en el listado se incluye también, cuando ha sido
anterioridad en Iberia (Fig. 2). Al mismo tiempo, ritual y
posible, el año de su descubrimiento (Tablas 1-2). De los
ajuar permiten trazar vínculos con otros enterramientos del
3 sitios, sólo Lagar Velho aporta datos significativos, ya
Gravetiense europeo, aportando datos sobre las prácticas
que en Parpalló no se reconocieron (Pericot, 1942) y
funerarias de la primera mitad del Paleolítico superior
sobre Cova Fosca sólo se han publicado datos prelimina-
(Zilhão y Trinkaus, 2002; Zilhão, 2005).
res (Olària, 2002-03). En cuanto a los casos cuestionados,
De la lectura crítica de la documentación disponible en
o no han tenido una contrastación posterior o se han
la Península ibérica podría concluirse que su número es
planteado suficientes reservas como para incluirlos en
reducido en comparación con lo ocurrido en Francia, Italia
esta sección (González Morales, 1997, entre otros).
o Europa centro-oriental (Binant, 1991; Riel-Salvatore y
Como descartados se incluyen aquellos enterramientos
Clark, 2001; Mussi, 2001; Zilhão, 2005). Si descontamos
que han proporcionado resultados radiocarbónicos de la
los enterramientos cuestionados y descartados, el resulta-
Prehistoria reciente (Nerja-1 y cráneos de Urtiaga).
do es que en 3 yacimientos existen datos razonables
En general, la mayor parte de los restos ‘sueltos’
sobre otros tantos enterramientos, mientras que en más
inventariados como paleolíticos-epipaleolíticos pertene-
de 20 sitios se han descrito restos humanos ‘sueltos’,
cen al cráneo y mandíbula, mientras que los huesos lar-
tanto craneales como postcraneales; en definitiva, existe
gos están menos representados. En dos casos se ha des-
una documentación muy desigual.
crito algún tratamiento intencional en la disposición de
34
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-36]
Epipaleolítico
Año
UA1
Sexo2
Edad
Base
Los Azules
1976
Az
M
Adulto
Fosa
Nerja T-13
1982
EM
F
18-20
Fosa?
Cuestionados
La Paloma-2 1914
Az
Descartados
Roc del
1981-82 Mediev.
Migdia
Paleolítico
Superior
Parpalló-1
1930
S
Lagar Velho
1998
2005
P
H?
Asta,
cráneo,
Meles
Decúbito
lat. dcho.
Ind.
Ind.
Gasteró- Dientes
Macro5
Ocre
Otros
Lítica
Ósea
podos perfor.
·
C
·
·
·
Modiolus
·
F
F
17-18
P
H
5
G
Fosa
P
Extendido,
supino
C
P
MSFEM
1948
Cantos- Extendido,
Lajas
supino
Fauna
>10
G
Cova Fosca
Cubrición3 Posición Fuego4
Extendido,
supino
H
Depósito
2º
Pelvis
Cervus,
1 conejo
Capra
pyrenaica, astas
C
Vestido
2
4 Cervus
Littorinas
Cráneos
Malladetes
Cova Beneito
1980-90
1
S
Cova Beneito
1980-90
2
Infantil
Hornacina Bloque
S
·
L con ocre
Adulto-joven
Depósito
2º
·
Pe
·
1
bivalvo
L con ocre
F
Depósito
2º
·
Pe
·
1
bivalvo
Cuestionados
Abric Romaní 1909-11
A?
Reclau Viver 1940-49
G
Coveta
Nord
Desaparecido
Nassas, (Felinos
etc. + Cervus)
Desaparecido
Nerja V-2
1963
S?
F
Adulto
1963
S?
F?
Adulto
¿fosa?-VIII
Nerja V-4
1963
S?
Infantil
¿fosa?-VIII
Morín-I
1968-69
A
Extendido,
supino
Extendido,
supino
Fetal
¿fosa?-IX
Nerja V-3
Pseudomorfo
Morín-II
1968-69
A
Morín-III 1968-69
A
Morín-IV 1968-69
A
Descartados
Nerja V-1
1963 Neolít.
Urtiaga B1
1936 Bronce
Urtiaga A1
1936 Bronce
Urtiaga B2
1936 Bronce
·
Lat. izqdo,
flexionado
H
1 cervido
juvenil +
vert
·
Pseudomorfo
M
M
M
F
Adulto
Adulto
Viejo
Adulto
¿fosa?-VIII
P
·
C
Iberus sp
Tabla 1. Listado de los enterramientos del Paleolítico superior y Epipaleolítico de la Península ibérica. 1: Auriñaciense (= A), Gravetiense (= G), S (=
Solutrense), Magdaleniense (= M), Epipaleolítico (= EM) y Aziliense (= Az). 2: Masculino (= M), Femenino (= F). 3: Piedras (= P), Losa (= L). 4: Hogar (=H),
Carbon (= C). 5: Canto (= C), Percutor (= Pe).
los restos, tratándose en ambos de fragmentos cranea-
pared y una gran piedra encajada con restos de ocre,
les. En Malladetes se anotó en los diarios que el occipi-
asociados a dos núcleos, un percutor, una bola de ocre y
tal fue depositado en una hornacina de la pared del abri-
una concha de bivalvo perforada (Iturbe et al., 1993: 73,
go, debajo de un bloque con carbones y restos óseos
Fig. 40). Con la excepción de estas referencias, los datos
(Arsuaga et al., 2002: 300). En Cova Beneito se ha des-
sobre el contexto de la mayoría de los restos humanos
crito un enterramiento secundario de restos craneales
son genéricos, llegando a convertirse en una descripción
pertenecientes a dos individuos, dispuestos entre la
de lo evidente cuando no deriva en lo especulativo.
UNO DE LOS NUESTROS
35
[page-n-37]
Cantábrico
Año
UA1 Sexo2
Edad
Base3 Cubrición
Braña-Arintero-1
2006
M
Braña-Arintero-2
2006
Aizpea
J3
1991
2001
Posición
Fuego4
M
30-35
Suelo
Decúbito
lateral izqdo.
M
M
40
Agrupado
MG
M
F
M
30
30-40
El Truchiro
2000-02 As
F?
Los Canes I
1980-90 M
M
Vieja
Fosa
Los Canes II
1980-90 M
F
Joven
Fosa
M
Adulto
Ind.
Ind.
Malaco- Dientes
Macro5
Ocre
Lítica
Ósea
fauna6 perfor.
C
Suelo
C
Piedras
Fauna
Otros7
24
Cervus
·
Lat. flexion.
Lat. flexion.
Extendido
Lat. flexion.
Cerastoderma
Cepaea
3 Cervus
nemoralis
·
Cervus:
escápula
Capra pyrenaica: frontales
C
61 Trivia,
Callista
3
1 Cervus
chione
Littorina
·
Los Canes II (pie) 1980-90 M
Los Canes III-a
1980-90 M
Los Canes III-b
1980-90 M
Tio Bustillo XI
Colomba
Molino de Gasparín
Probables
Cuartamentero
Poza l’Egüa
Balmorí
Mazaculos
Mediterráneo
Niño
2001
2001
1926
M
As
As
+
_1970
2000
1916
1977
As
As
As
As
M
M
M
2002
MG
M
25-35
C. Mas Nou-2
C. Mas Nou-3
C. Mas Nou-4
C. Mas Nou-5
C. Mas Nou-6
El Collao-I
El Collao-II
El Collao-III
El Collao-IV
El Collao-V
2002
2002
2002
2002
2002
1987-89
1987-89
1987-89
1987-89
1987-89
MG
MG
MG
MG
MG
M
M
M
M
M
F
F
F
M
M
F
20-25
5a6
4a6
3a4
Perinatal
>18
>18
>18
>18
>18
Rupicapra,
Cervus, Sus
10
Adulto
C. Mas Nou-1
Tierra /
Flexionado
piedras
Tierra /
piedras
Suelo Ninguna Lat. flexion.
Fosa
M
Adulto
Fosa
Fosa
LosasMadera?
1987-89 M
M
>18
El Collao-VII
El Collao-VIII
1987-89 M
1987-89 M
F
M?
El Collao-IX
1987-89 M
M?
12 a 17
El Collao-X
1987-89 M
El Collao-XI
1987-89 M
M
>18
El Collao-XII
El Collao-XIII
El Collao-XIV
1987-89 M
1987-89 M
1987-89 M
M
M
M
41-60
18 a 22
41-45
El Collao-XV
1987-89 M
Fosa
EP
EP
EP
>18
15 a 18
2000
2000
2000
Perinatal
E-M
E-M
E-M
3 P As
60
El Collao-VI
Probables
Penya Comptador
Penya Comptador
Penya Comptador
Cervus: tibia
Túmulo
EP
Fosa
EP
EP
EP
EP
EP
Capra pyrenaica: astas
2º
2º
2º
2º
2º
Huesos agrup.
Flex. lat. izqdo.
Flex. lat. dcho.
Flexionado
Flex. lat. dcho.
Flex. lat. dcho.
Flex. lat. izqdo.
Restos=2º?
Restos craneales=2º?
12 a 17
Adulto
15
8a9
Losa
Extendido
·
·
·
?
?
?
?
?
·
Cervus elaphus: astas
·
1C
?
?
?
·
1C
?
Restos=21%
Vertical sobre
piedra
Flex. lat. dcho.
Flex. lat. izqdo.
Flex. lat. izqdo.
¿Cráneo
8770?
Agrupado
Restos
Restos
?
·
·
·
·
·
2C
·
?
·
·
Cardium
?
?
G.D.
G.D.
?
·
1 Col.
Tabla 2. Listado de los enterramientos del Mesolítico de las regiones cantábrica y mediterránea. 1: E-M (= Epipaleolítico - Mesolítico), Mesolítico (= M), MG
(= Mesolítico Geométrico) y As (= As). 2: Masculino (= M), Femenino (= F). 3: Entre Piedras (= EP). 4: Carbon (= C). 5: Canto (= C), Picos asturienses (= P As).
6: Columbella (= Col.). 7: Gast. dulceacuícolas (= G.D.).
36
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-38]
9 - 8500 BP
8.5 - 8000 BP
8 - 7500 BP
7.5 - 7000 BP
7 - 6500 BP
Atlántico
-
-
2 (1c)
9 (9c)
8 (8c)
1 (1c)
20
Cantábrico
1
2
-
3 (2cc)
5 (4cc)
3 (1cc)
14
cc
cc
cc
6.5 - 6000 BP
Mediterráneo
3 (1c - 1 )
1 (1c)
2 (2c)
1 (1 )
1 (1 )
-
8
Nº datas
4
3
4
13
14
4
42
Tabla 3. Ordenación por tramos de 500 años de las dataciones radiocarbónicas directas sobre restos humanos asociados a contextos mesolíticos. Entre
paréntesis se anota el número de datas obtenidas en cementerios al aire libre ( c), en cementerios en cueva ( cc) y sobre restos ‘sueltos’ (sin especificar).
Al final del Paleolítico superior, en torno a 11500 años
yacimientos se diagnostica la presencia de varios indivi-
BP, se atisba la combinación de viejos y nuevos rasgos
duos, incluyendo infantiles (Tabla 2). Es inviable especular
que más tarde serán característicos del Mesolítico. Esta
en términos generales si se trata de recogidas diacróni-
situación renueva argumentos sobre las raíces del
cas de restos para su agrupación –algún tipo de prácti-
Epipaleolítico que han sido descritas en diversos compo-
cas secundarias derivadas de amortizaciones–, o si tiene
nentes –desde los equipos materiales, al grafismo mobi-
una explicación de tipo catastrófico; lo cierto, es que
liar, el adorno o la economía (Fortea, 1973; Aura, 2001;
estos rasgos son más mesolíticos (Arias et al., 2009).
Aura et al., 2009)–. Entre los elementos de continuidad
se puede citar el hecho de que se trata también de ente-
Muerte entre las flores
rramientos en el interior de cuevas-abrigos, de carácter
Al breve pero riguroso enfriamiento que supuso el
individual y practicando una fosa que posteriormente es
Younger Dryas (ca. 11-10000 BP) le sucedió un más largo
recubierta con piedras o lajas, y tierra; sobre los ajuares
periodo templado y húmedo que permitió la expansión
se puede consultar lo resumido en las tablas. En este
de los bosques caducifolios y el rápido retranqueo de las
inventario se han considerado como epipaleolíticos los
marjales costeras por el ascenso del nivel de las aguas
enterramientos de Los Azules y Nerja-Torca, quedando
marinas. A medida que nos adentramos en el Holoceno,
como cuestionada la referencia de La Paloma-2 y como
los cazadores-recolectores-pescadores se convirtieron,
descartado el Roc del Migdia, al haber proporcionado
cada vez más, en los cazadores del bosque (Aura, 2001).
una medición radiométrica histórica (Tabla 1).
Años atrás, un inventario con perspectiva continental
Su menor número, en comparación con el Paleolítico
de los enterramientos del Mesolítico europeo situaba su
superior, es un dato relativo si tenemos en cuenta que la
número en algo más de 1600 (Grünberg, 2000). Los con-
duración temporal del Epipaleolítico se sitúa en algo más
cheros de Portugal –sitios al aire libre localizados en los
de 2000 años, respecto a los más de 20000 del Paleolítico
estuarios del Muge, Sado o Mira– concentran unos 400
superior; una ilustrativa cuantificación ya planteada a
individuos (Cunha et al., 2003) y en torno a 40 en el resto
escala europea por Clark y Neeley (1987). Otro rasgo que
de Iberia (cf. Arias et al., 2009 vs Tabla 2). Una compara-
establece diferencias con respecto al Paleolítico es el
ción del número de enterramientos paleolíticos y mesolí-
número de yacimientos que contienen restos humanos y
ticos indica que en unos pocos siglos se concentran diez
el número de individuos representados. La muestra es
veces más inhumaciones que las registradas durante mile-
reducida, pero indica algún cambio. Los restos post-cra-
nios; además, se reconocen ahora auténticos cemente-
neales están mejor representados y en dos de los tres
rios.
UNO DE LOS NUESTROS
37
[page-n-39]
criben enterramientos de un único individuo, excepto en
Los Canes (Arias y Pérez, 1999) y en el recientemente
publicado sitio de Braña-Arintero (Vidal et al., 2008) ya en
la vertiente sur de la cordillera. Esta situación es algo distinta en la región mediterránea, donde lo común es
encontrar pocos yacimientos pero con sucesivos enterramientos: El Collado (VV. AA., 2008), Cingle del Mas Nou
(Olària, 2002-03) y, con dudas, la Penya Comptador (Aura
et al., 2006). Restos ‘sueltos’ de varios individuos se han
Figura 3. El Collado, enterramiento VI. Según VV.AA., 2008.
recuperado en Tossal de la Roca (Cacho et al., 1995) y
Coves de Santa Maira (Aura et al., 2006).
La distribución temporal y regional de los enterramien-
El Collado d’Oliva es un cementerio al aire libre vin-
tos mesolíticos también permite un comentario. Hemos
culado a un conchero, muy similar a los descritos en
logrado componer, para toda Iberia, un listado de 57 data-
Portugal, en el que se recuperaron, al menos, 15 enterra-
ciones radiométricas obtenidas sobre muestras de restos
mientos con fechas directas sobre restos humanos entre
humanos paleo-epipaleolíticos (12 datas) y mesolíticos (45
8760 ± 100 y 7570 ± 120 años BP (VV. AA., 2008). Esta
datas); de éstas, 43 pueden ser consideradas como cohe-
duración del uso del cementerio es poco usual y también
rentes atendiendo a la muestra datada, su contexto, los
lo es su antigüedad, ya que lo común es encontrar sus
valores estadísticos y la evaluación de sus excavadores:
datas en los últimos 3 tramos de la tabla anterior, aunque
dos del Paleolítico final y el resto del Mesolítico. La mayo-
a estas fechas no se les ha realizado ningún tipo de
ría de estas fechas se agrupan a partir de 7500 años BP y
corrección, por el efecto reservorio, que cabe aplicar en
sus últimos siglos se solapan con la expansión de los pri-
el caso de dietas con un significativo aporte de origen
meros agricultores (Tabla 3). De hecho, los sitios portugue-
marino (Fig. 3). Sobre el Cingle del Mas Nou existe un
ses y cantábricos del tramo más reciente se pueden consi-
texto de su excavadora en este mismo volumen (cf.
derar contemporáneos del primer Neolítico peninsular
Olària) y sobre la Penya se está ultimando un trabajo; se
(Zilhão, 1993; Arias y Álvarez, 2004; Arias et al., 2009). En
trata de un sitio que conserva restos parciales de al
definitiva, una buena parte de las fechas de esta segunda
menos 3 individuos, según el estudio de M. Paz de
mitad está referida a enterramientos que forman parte de
Miguel (Aura et al., e.p.).
cementerios al aire libre, cuando el número de individuos
potencialmente datables se incrementa notablemente.
En ambas regiones la inhumación mayoritaria es
individual, sobre el suelo, en fosa o entre piedras
Dejando aparte lo sucedido en Portugal, es interesan-
(Tabla 2), aunque existe alguna doble (Los Canes,
te recalcar que en la mayoría de sitios cantábricos se des-
estructura III, (Fig. 4) y múltiple (Cingle del Mas Nou).
38
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-40]
Figura 4. Los Canes, enterramiento II.
También se han descrito posibles agrupaciones de res-
llevado a plantear la posibilidad de que pudo haber
tos y afecciones de antiguas tumbas por la práctica de
existido algún tipo de marcador que sirviera de referen-
nuevos enterramientos, caso de Los Canes, estructura
cia y memoria sobre la ubicación de la tumba. Al respec-
II (Arias y Pérez, 1999) o de algunas agrupaciones de
to se puede mencionar que el enterramiento Collado VI
pocos restos en El Collado –quizás los enterramientos
es el que conserva un mayor porcentaje de restos (75%)
I, VIII, IX y X–; la reapertura de la tumba en varios
y sobre las tierras y piedras que lo cubrían se ha descri-
momentos se ha argumentado para explicar el caso
to un lecho de astas de Cervus elaphus que recuerda lo
del Cingle del Mas Nou. También en las dos regiones
excavado en Téviec (Péquart et al., 1937) y lo referido en
se documentan enterramientos perinatales-infantiles
el Cingle, en este caso de Capra pyrenaica (Olària,
asociados a adultos, a diferencia de lo señalado para
2002-03).
Muge, donde estos individuos estaban segregados de
los adultos (Roche, 1988).
Algunas evidencias parecen sugerir algún tipo de
separación, temporal y espacial, entre áreas de hábitat y
Como acertadamente se ha señalado, contrasta la
enterramientos-cementerios aunque los datos son toda-
mejor conservación y articulación de los esqueletos ais-
vía escasos y variables. Otros contextos menos formali-
lados respecto de los sitios con múltiples inhumaciones,
zados abren la posibilidad de que existieran otras for-
donde frecuentemente aparecen individuos desarticula-
mas de tratamiento de los cadáveres (cf. Aura et al., este
dos e incompletos (Arias et al., 2009). Esta situación ha
volumen).
UNO DE LOS NUESTROS
39
[page-n-41]
Paleolítico superior - Epipaleolítico
ca. 34000 - 9000 años BP
Mesolítico
ca. 9000 - 6200 años BP
- PF individuales // pocos individuos
- PF individuales y múltiples // cuevas y cementerios
- pocos enterramientos // rituales definidos
- enterramientos asociados // rituales definidos y diversificados
- muchos restos 'sueltos' // no existe explicación tafonómica
- pocos restos 'sueltos' //
- enterramientos 'secundarios'
- agregación de difuntos, otros rituales
- visibilidad nula: cuevas
- mayor visibilidad: aire libre
¿'marcas' de referencia?
Nº enterramientos: 5
Nº enterramientos: ± 440
Tabla 4. Rasgos formales elementales de las prácticas funerarias (PF) de los cazadores prehistóricos de la Península ibérica.
Conclusiones tentativas sobre una Arqueología de los
posiciones sociales simbolizadas (Tainter, 1978); cabe
enterramientos
recordar que las reservas planteadas por Ucko (1969) sobre
«on aurait tort de penser que la dette, le don, le pouvoir et l'i-
la utilización arqueológica de datos etnográficos aún están
dentité, ou encore le voyage du mort vers l'au-delà sont les
vigentes (cf. Lemonnier, 2008). El segundo es su expresión
seules préocupations/actions collectives mises en gestes et
desigual a lo largo del tiempo, con grandes vacíos de
en matière lorsque survient un décès ou lorsqu'il s'agit de
información, junto a agrupaciones regionales destacadas:
composer avec les morts anciens. Au-delà des «rites de
los enterramientos del gravetiense oriental, del epigrave-
mort», ce ne sont alors ni le mort, ni les morts qui sont directement en jeu, mais la mort» (Lemonnier, 2008).
tiense italiano, del badeguliense-magdaleniense francés o
del mesolítico portugués. Esta fragmentación no impide
Plantear que las prácticas funerarias tienen una
dimensión social es razonable y existe una larga tradición
identificar elementos rituales y componentes materiales
comunes entre regiones distantes.
antropológica que considera que son reflejo de la estruc-
En la Península Ibérica, la escasez y discontinuidad de
tura de las sociedades en las que se produjeron, sean
las prácticas funerarias a lo largo del tiempo, así como las
extintas, históricas o prehistóricas. Dentro de esa tradi-
diferencias entre regiones son también aspectos ya seña-
ción, o al menos en una parte relevante de la misma, se
lados en los principales trabajos (Arias y Álvarez, 2004).
comparte el interés por ‘clasificar’ las sociedades en tipo-
Sin embargo, una simple comparación de rasgos ele-
logías sociales. El traslado de este procedimiento evolu-
mentales, a los que hemos unido anotaciones de carác-
cionista a las prácticas funerarias resulta una extensión
ter más bien intuitivo, permite apreciar pautas formales
lógica y la Arqueología ha usado la analogía etnográfica
propias para cada agrupación. La tabla 4 puede servir
como una hoja de ruta en la investigación de procesos
como una primera caracterización de lo conocido
sociales, las formas de expresión del estatus o la simbo-
arqueológicamente, aunque bien poco aporta al conoci-
lización colectiva.
miento de la estructura y de los principios de organiza-
En el caso de las prácticas funerarias de los cazadores
ción de los sistemas sociales prehistóricos (Tainter, 1978).
prehistóricos existen algunas cualidades de los datos que
Más allá de su desigual duración temporal y del creci-
casi merecen el rango de estructurales. El primero es que
miento demográfico que se asocia al Holoceno, la com-
su naturaleza arqueológica debería ser decisiva para elegir
paración sugiere cambios, posiblemente de diverso
aquellos datos más pertinentes para identificar las posibles
alcance:
40
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-42]
a) El binomio pocos enterramientos, siempre individuales, y un número importante de restos ‘sueltos’
caracteriza al Paleolítico superior-Epipaleolítico.
En ausencia de estudios tafonómicos, no se puede
asegurar que procedan de cadáveres simplemente abandonados o si han tenido algún tipo de tratamiento y
manipulación; sólo en el cráneo Beneito-1 se han descrito señales de cortes y raspados (Iturbe et al., 1993). Esto
convierte a las inhumaciones individuales, y el depósito
singular de algunos restos craneales, en las únicas prácticas funerarias conocidas entre ca. 34000 y 9000 años
BP. Estas prácticas tuvieron lugar en cuevas y abrigos,
ocupando posiciones protegidas: cerca de la pared
(Lagar Velho, Los Azules, Malladetes, Beneito) o de grandes losas (Parpalló). Elementos a destacar son que las
‘ofrendas’ vinculadas se componen de los mismos equipos técnicos, líticos y óseos que es usual encontrar en los
contextos funcionales de los mismos yacimientos. Otro
Figura 5. Caninos atrofiados de ciervo asociados al enterramiento Braña-2.
tanto ocurre con los objetos de adorno, mayoritariamente fabricados sobre malacofauna marina y dientes perfo-
permiten discutir si éstas reflejan rangos individuales o
rados, sin que se hayan descrito algunos de los objetos
simplemente habilidades, capacidades y posesiones de
en hueso y asta a los que se ha atribuido un mayor valor
unos pocos materiales que, como acabamos de relatar,
simbólico per se: piezas de arte mobiliar con relatos grá-
no forman parte de las categorías más simbólicas o exó-
ficos figurativos o no, bastones perforados, rodetes, bra-
ticas. Estos objetos tienen una distribución acotada regio-
maderas, así como objetos fabricados sobre materiales
nalmente y, por tanto, un valor más grupal que individual.
poco usuales –marfil, ámbar, azabache o dientes de
mamíferos marinos (Corchón, 2005; Álvarez, 2006).
b) El binomio enterramientos asociados, no siempre
Existe una extensa literatura sobre el carácter igualita-
individuales y con agregaciones, y un número redu-
rio de las sociedades de cazadores paleolíticos, en la que
cido de restos ‘sueltos’ caracteriza al Mesolítico (ca.
se argumenta que la edad y el género parecen ser casi los
9000-6200 BP).
únicos factores de diferenciación social. En Iberia, el
En las regiones mediterránea y atlántica la mayoría de
número de enterramientos y las escasas ‘ofrendas’ no
inhumaciones proceden de cementerios al aire libre,
UNO DE LOS NUESTROS
41
[page-n-43]
mientras que en la cantábrica se utilizaron abrigos y cue-
ocupado del sentido de los términos intensificación y
vas, con enterramientos múltiples en algún caso. Lo
diversificación aplicados a la economía de los cazadores
común es la inhumación en fosas, en posiciones frecuen-
mesolíticos de nuestro ámbito, apreciando algunos cam-
temente flexionadas, aunque no faltan ejemplos sobre el
bios que establecen cierta distancia respecto al
mismo suelo de cuevas y sin ninguna cubrición (Vidal et
Paleolítico-Epipaleolítico y, por supuesto, respecto al
al., 2008) o la posibilidad de cubiertas de madera para
Neolítico (Aura et al., 2009). Indicios de una cierta inten-
facilitar la incorporación de nuevas inhumaciones (Olària,
sificación económica y de una mayor estabilidad territo-
2002-03). La disposición insólita de los cadáveres, forza-
rial parecen acompañar la aparición de los primeros
da incluso, tiene también una amplia distribución: el indi-
cementerios mesolíticos y aunque los lazos entre estos
viduo ‘sentado’ nº 6 de Le Parc du Château (Verjux,
procesos parecen estrechos, su conexión no está sufi-
2003: fig 36.6), la sepultura M del conchero de Téviec
cientemente argumentada. Se constatan anteriores prác-
(Péquart et al., 1937: planche IV, 2) o el nº XI de El
ticas funerarias, como enterramientos individuales en
Collado, que reposa apoyado sobre un bloque, casi ver-
pequeños abrigos, junto a necrópolis de varios indivi-
tical (VV. AA., 2008). En definitiva, rituales más diversifi-
duos –decenas en el caso de Portugal.
cados y que convendrá valorar si son sólo una simple
consecuencia del incremento de su número.
No parece adecuado tratar estas diferencias como
simples variaciones y cabe pensar que durante el
En este caso las ‘ofrendas’ vinculadas también se com-
Mesolítico afloran transformaciones más profundas,
ponen de los mismos equipos que es usual encontrar en
materializándose en nuevos espacios para el enterra-
los contextos funcionales de los yacimientos; sólo el pun-
miento, rituales más diversificados y agregaciones de
zón de hueso y el bastón perforado de asta de la estructu-
individuos. Lo cierto es que tal y como recoge E. de
ra II de Los Canes (Fig. 4) (Arias y Pérez, 1999) puede mati-
Cartailhac al referirse a los comentarios del arqueólogo
zar esta valoración general, aunque resulta difícil argumen-
danés M. Worsaae sobre los concheros de la Florida y el
tar síntomas de asimetría social que permitan una conside-
Japón «a fait observer que, (…), l’anthropophagie étant
ración sobre formas de filiación estructuradas en linajes.
généralment en relation avec les ideés et les fêtes reli-
La observación de esta tabla revela una cualidad no
gieuses, on s’expliquerait mieux la formation des plus
comentada hasta ahora y que no se deduce de los datos
vastes kjoekenmoeddings (= concheros). Ils seraient les
sino de la contextualización de las nuevas prácticas fune-
restes des fêtes célébrées par les habitants du voisinage
rarias. La aparición de los cementerios ha sido interpre-
et les affrandes aux dieux» (1886: 51). Disquisiciones que
tada como resultado de la formación de grupos corpora-
más allá de su valor historiográfico destacan las diferen-
tivos locales, cuyos miembros legitiman así el acceso al
cias con respecto al Paleolítico: agrupación de enterra-
territorio económico grupal (Saxe, 1970 en Chapman,
mientos durante generaciones y cierta visibilidad de los
1981). Precisamente, en un trabajo reciente nos hemos
cementerios asociados a los concheros.
42
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-44]
Desde entonces, las formas de olvidar-separar, conjurar-convocar, despedir-revivir a uno de los nuestros han
sido diversas; seguramente, mucho más que lo descrito
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A Jesús F. Jordá Pardo le debo sugerentes comentarios sobre la cronología
ticulados de la Cuenca del Ebro y el Litoral Mediterráneo. Vitoria-
de los enterramientos y, además, la calibración del corpus de dataciones
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44
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-46]
Desde mediados del VI milenio cal a.C. tiene lugar en el
País Valenciano un cambio trascendental: la aparición de
los primeros grupos que basan su subsistencia en la combinación de plantas y animales domésticos.
Aun cuando pueda parecer simple, se trata de un
cambio sustancial que afecta a distintas esferas, tanto
económicas como sociales. La sedentarización, el aumento demográfico, la extensión de las redes de intercambio,
y el desarrollo de las desigualdades sociales son aspectos
EL MUNDO FUNERARIO
ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
JOAN BERNABEU AUBÁN
que se irán desarrollando a medida que estos grupos
Universitat de València
agrícolas y ganaderos se extiendan por el territorio.
También la esfera del comportamiento ritual y simbólico se vio notablemente transformada. El extraordinario
desarrollo que, desde la segunda mitad del VI milenio
a.C. conocerán las manifestaciones de Arte rupestre en
sus distintos estilos se encuentran entre los elementos
más notables de esta transformación.
Y sin embargo, había que esperar al IV y III milenio
a.C. para poder ver reflejado en el mundo funerario
estas transformaciones. Parecía como si, hasta ese
momento, la extraordinaria inversión que, dirigida a la
esfera de lo simbólico y ritual, caracterizara a estas
sociedades, afectara mínimamente al comportamiento
funerario hasta el punto de convertirlo en un fenómeno
arqueológicamente opaco.
EL MUNDO FUNERARIO ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
45
[page-n-47]
Afortunadamente, esta tendencia parece romperse
producen algunos cambios notables que afectan, sobre
en la última década. La revisión de documentación refe-
todo, al uso de ciertas cavidades con fines exclusiva-
rida a los momentos más antiguos (Bernabeu et al.,
mente funerarios. A lo largo del tiempo, como veremos,
2001); las excavaciones en extensión de grandes pobla-
serán éstas últimas las únicas cavidades utilizadas para
dos con silos y fosos que cubren un extenso abanico cro-
tal fin.
nológico, al menos desde el V al III milenio a.C., y de los
que son excelentes ejemplos los publicados en este
Del VI al V milenio a.C.
catálogo; la excavación de conjuntos funerarios conoci-
Como señalábamos en una revisión reciente (Bernabeu
dos desde antiguo, como la Cova d’en Pardo (Soler et
et al., 2001), ciertos indicios parecían sugerir que la tra-
al., en este volumen) o la revisión de necrópolis colecti-
dición de las cuevas de enterramiento, características de
vas excavadas de antiguo, como la Cova de la Pastora
etapas más recientes, podría iniciar su ciclo en estas cro-
(McClure y García, en este volumen) están aportando ya
nologías. El caso de la Cova de Sant Martí (Agost) confir-
un volumen de información notable que abre nuevas e
maba este supuesto, al menos para el V milenio, dando
interesantes perspectivas.
sentido a hallazgos procedentes de covachas de enterra-
En líneas generales la imagen que emerge de estas
novedades es mucho más rica y diversa de lo que cabía
miento ubicadas en los alrededores de los clásicos sitios
de Cova de l’Or y Cova de la Sarsa.
imaginar hace tan sólo unos pocos años; aunque aún
Aunque nunca han sido datados, de este último yaci-
existen fuertes lagunas en el registro que, sin duda, irán
miento procede una colección de 7 cráneos indicativos
llenándose en el futuro, se abre ante nosotros una pers-
de que el sitio funcionó también como contenedor fune-
pectiva donde necrópolis en cuevas y en fosas-silos, den-
rario. De este yacimiento procede el único enterramien-
tro de los poblados, más que sucederse, parecen convi-
to atribuible con relativa seguridad a este período: Se
vir durante largo tiempo.
trata de un enterramiento doble realizado en una de las
Con todo, y a efectos puramente expositivos, con-
grietas interiores (Casanova, 1978).
vendrá tratar por separado ambas clases de manifesta-
También en Or se conocen algunos restos humanos
ciones. Asimismo, y a fin de aligerar el texto, deberá
que indican el uso funerario de la cavidad, si bien no
entenderse que todas las cronologías utilizadas en el
resulta posible precisar su cronología.
mismo son calibradas.
El uso funerario de ciertas cuevas no es un caso
especial del País Valenciano. Las cuevas d’Unang
1. Necrópolis segregadas: las cuevas
(Francia) y Caldeirão (Portugal), constituyen excelentes
La utilización de las cuevas como contenedores funera-
ejemplos de la extensión de este fenómeno. En los
rios hunde sus raíces en los tiempos anteriores al
casos conocidos, se trata siempre de enterramientos
Neolítico. Sin embargo, a partir de este momento, se
simples o dobles realizados en distintos lugares de la
46
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-48]
cueva, de manera que el número total de individuos
inhumados es bajo.
Un ejemplo de lo que pudieron ser estos enterramientos, aunque en un contexto distinto, lo encontramos
Sin embargo, Sarsa o, en su caso, Or, no son compa-
en el reciente hallazgo de Paternambidea (García
rables a las pequeñas covachas de enterramiento docu-
Gazólaz, 2007). Aquí, en el enterramiento 1 –una fosa
mentadas en sus alrededores. Su tamaño, por un lado, y
elíptica de sólo 1,65 m de diámetro máximo x 0,21 m de
la especificidad de su registro material, por otro, las
profundidad– fechado en los alrededores del 5000 a.C.,
hacen singulares. Esta circunstancia puede considerarse
se localizaron 5 individuos, entre ellos un niño. Con todo,
como la expresión de una dicotomía en el tratamiento
no puede desdeñarse la posibilidad de que se tratase
funerario que conviene explicitar.
tan sólo de enterramientos simples o dobles.
En el primer caso, nos encontramos ante cuevas
Sea como fuere, la existencia de un patrón funerario
espaciosas, bien orientadas y aptas para el hábitat, en
desde el Neolítico inicial evidencia un proceso de marca-
cuyo interior se practicaron inhumaciones (nunca excesi-
do enraizamiento de los grupos sociales a unos espacios
vas) de carácter primario, individuales o dobles.
geográficos. Su organización nos permite vislumbrar, por
Presentan un registro material a todas luces peculiar: se
primera vez, algo parecido a un área de necrópolis reser-
concentran aquí, por ejemplo, la totalidad de los braza-
vada y segregada, ubicada más allá del hábitat y clara-
letes de pizarra –realizados con litologías importadas del
mente organizada mostrando un patrón doble (Fig. 1):
sur peninsular–; gran cantidad de vasos con estilos simbólicos; objetos musicales; ocre en polvo y en barra
- cuevas de enterramiento cuyo ritual, simple o múlti-
almacenados y preparados para la fabricación del mate-
ple, es difícil de precisar. Los ajuares, en la medida en
rial colorante; grandes cantidades de cereal almacena-
que podemos acceder a ellos, son simples: cerámi-
do; y un consumo cárnico en el que los ovicápridos
cas, algún utillaje lítico y adornos personales elabora-
infantiles suponen una parte importante del total. Un
dos en hueso o concha.
registro, en suma, escasamente comparable al de otras
- Éstas se organizan alrededor de otras, mucho mas
grandes cuevas también utilizadas como hábitat, como
espaciosas, que, además de contener enterramien-
Cendres (Bernabeu, ed., e.p.).
tos, simples o dobles, funcionaran como lugares
En las covachas sepulcrales de los alrededores, de
para los vivos. La riqueza, variedad de su registro
dimensiones muy reducidas, es posible que los ente-
material, y las pautas de consumo peculiares que se
rramientos fueran múltiples, pero en cualquier caso,
registran en ellas, dejan suponer que funcionaron
el número de inhumados no sería notable; su ajuar
como lugares rituales, quizás relacionados con la
parece limitado a ciertos vasos cerámicos, algunos
necrópolis o los enterramientos de su interior, pero
objetos líticos y objetos de adorno personal en hueso
de significación social más amplia (Bernabeu et al.,
o concha.
2006).
EL MUNDO FUNERARIO ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
47
[page-n-49]
Figura 1. Ubicación de las cuevas de enterramiento de la segunda mitad del VI milenio a.C. en el entorno de los valles del Serpis.
El caso de la Cova de Sant Martí (Torregrosa y
men). La nueva serie de fechas que se está realizando
López, 2004), constituye hoy por hoy el mejor ejemplo
de La Pastora contribuirá a mejorar nuestra informa-
de la continuidad en el uso de las cuevas funerarias
ción en este aspecto.
colectivas durante el V milenio. Probablemente no
A pesar de que nos encontramos ante un conjunto
sería el único, como parecen indicar la fecha de princi-
muy numeroso de enterramientos en cuevas, simas y
pios del V milenio a.C. obtenido sobre un hueso huma-
grietas, son muy pocas las que han podido ser excavadas
no de la Cova d’en Pardo (ver Soler et al., este volu-
y analizadas con criterios modernos. Muchas de ellas,
men), pero lo cierto es que la información sobre el
además, se ubican en lugares distantes, de manera que
posible uso funerario de las cuevas, en cualquiera de
cualquier aproximación a aspectos como la demografía,
sus acepciones, decae considerablemente durante
la dieta, o las patologías no pueden ser más que genera-
este milenio.
les. Y aun éstos sólo pueden ser parciales, dada la ausencia de análisis antropológicos en buena parte de los con-
El IV y III milenio a.C.
juntos, o la sospecha de parcialidad en otros, dadas las
El conocido fenómeno de las cuevas de enterramien-
características de su excavación.
to múltiple valencianas debe situarse cronológicamen-
Quizás por idénticas razones, tampoco el análisis de
te a partir de mediados del IV milenio a.C., prolongán-
la variabilidad de los ajuares en relación con los inhuma-
dose al menos un milenio hasta la aparición de las
dos ha gozado de interés entre los investigadores. Como
cerámicas campaniformes, para decaer de nuevo
consecuencia no disponemos de estudios que traten el
durante la Edad del Bronce, de acuerdo con la amplia
documento funerario de manera que permita una apro-
serie de fechas de En Pardo (Soler et al., este volu-
ximación a la sociedad que lo produjo.
48
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-50]
Por esta razón, debe saludarse que distintos investigadores hayan retomado esta cuestión desde la excavación con criterios modernos, de antiguos yacimientos (En
Pardo), o la revisión de otros excavados por completo en
su día (Pastora); sin duda su publicación aportará una
muy valiosa información a este respecto.
De idéntico modo, el análisis de los restos humanos
desde nuevas perspectivas, como los isótopos estables
y la movilidad, o el ADN, permitirán acceder a una
información hasta ahora vedada. Con ellos podría
accederse a las relaciones de parentesco entre los
inhumados en un mismo lugar, o a su procedencia, lo
Figura 2. Cuevas de enterramiento múltiple (círculos en verde) del IV y III
milenio a.C. en el tramo medio del Serpis, en relación a los poblados (áreas
en rojo) de la misma época.
que permitiría extraer interesantes observaciones en el
plano social.
Tampoco la relación espacial entre cuevas de enterramiento y poblados se encuentra bien estudiada. Sin
Jovades. A diferencia de los momentos más antiguos, no
existe ahora un lugar singular, al estilo de Sarsa u Or, en
torno al cual se organice la necrópolis.
embargo sabemos que éstas se organizaban formando
Dadas las características de su excavación, descono-
necrópolis, en la cercanías de los poblados. El caso de
cemos todos los aspectos relativos al ritual funerario, el
los yacimientos del valle del Serpis y los enterramientos
numero total de inhumados y la representatividad real de
de la sierra del Alberri, resulta ilustrativo (Fig. 2).
los ajuares recuperados.
En el tramo medio de este valle, entre las poblacio-
Aunque en general se ha supuesto un ritual de inhu-
nes de Cocentaina y Muro, se conocen diversos pobla-
mación múltiple y secundario, llegándose a señalar en
dos de silos, como Les Jovades y Niuet. Cada uno de
ocasiones una selección de parte de los huesos que
ellos se encuentra separado del otro por el río princi-
finalmente se depositaban, lo cierto es que esta circuns-
pal y una serie de barrancos que bajan de la cercana
tancia bien pudo deberse a factores postdeposionales,
sierra del Alberri. Entre los que limitan el poblado de
naturales o antrópicos, incluyendo la violación de los
Les Jovades se conocen 10 cuevas de enterramiento,
sepulcros. Así, bien pudiera tratarse de inhumaciones
todas ellas, desafortunadamente, excavadas sin control
primarias sucesivas que, a lo largo del tiempo, simple-
alguno.
mente se apartan los restos más antiguos para dejar
Como en el caso del VI milenio, antes citado, resulta
espacio a los más recientes. El resultado final de esta
difícil no considerar este conjunto como una necrópolis,
conducta, con el añadido simple de las alteraciones
en este caso relacionada con el cercano poblado de Les
postdeposionales naturales, daría lugar al carácter de
EL MUNDO FUNERARIO ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
49
[page-n-51]
osario que presentan algunos conjuntos (En Pardo, por
etapa campaniforme, de enterramientos ubicados en
ejemplo); en otros, como la Cova Santa de Vallada
el interior del poblado, conviviendo con los enterra-
(Martí, 1981), todavía resulta posible distinguir la ubica-
mientos múltiples en lo que parecía ser la etapa final de
ción original de algunos de los inhumados.
su desarrollo.
En cuanto a los aspectos demográficos, tampoco
Las excavaciones realizadas en los últimos años, y de
estamos en mejores condiciones. De los restos final-
las que son excelentes ejemplos los presentados en este
mente recuperados en la necrópolis del Alberri, se ha
catálogo (Costamar, Camí de Misena, Barranc de
podido establecer la presencia de un mínimo de 95
Beniteixir, La Vital y Tossal de les Basses) señalan que
individuos, a partir del estudio de los dientes
este ritual de inhumación simple (o doble) está presente
(Bernabeu y Pascual Benito, 1995). Dada la duración
desde el V al III milenio a.C., conviviendo, por tanto, con
probable de la necrópolis (800-1000 años), resulta una
todo el período de desarrollo de las cuevas de enterra-
cifra muy baja. Sin embargo, dadas las fundadas sos-
miento múltiples.
pechas de parcialidad de la muestra, resulta conve-
No tenemos ejemplos que remonten al VI milenio
niente no profundizar en interpretaciones basadas en
a.C., pero los recientes hallazgos de los Cascajos en
esta estimación.
Navarra (García Gazólaz y Sesma Sesma, 2007), o el ya
Con todo, la imagen que ofrecen las cuevas de ente-
conocido de La Revilla, en Soria (Rojo et al., 2008) sugie-
rramiento, tanto las antiguas como las recientes, es
ren que esto podría deberse a una documentación par-
incompleta. El ritual funerario, al menos desde el V mile-
cial del registro, que la extensión de las intervenciones
nio, incluyó también las necrópolis y enterramientos ubi-
de campo se encargará de solucionar en el futuro.
cados en los poblados.
Lejos de suponer una peculiaridad del registro
valenciano, esta característica del doble ritual de ente-
2. Necrópolis integradas: los Poblados
rramiento esta presente, al menos desde el IV milenio
Una de las novedades más interesantes aportadas por la
a.C. en todo el centro-sur peninsular (Fig. 3) (Murillo
más reciente investigación de campo ha sido la docu-
González, 2007).
mentación de enterramientos en los poblados.
Volviendo a los ejemplos valencianos, en todos los
Hasta hace relativamente poco tiempo, se pensaba
casos conocidos hasta ahora se repite una estructura
que el mundo de las cuevas de enterramiento múltiple
similar: no se trata de necrópolis, es decir, de áreas
era el ritual exclusivo del IV y III milenios a.C. y que éste
específicamente reservadas para las deposiciones
sólo comenzaba a romperse durante la etapa campani-
funerarias que, aunque cerca o dentro de los pobla-
forme, cuando antiguas informaciones (Vil·la Filomena,
dos, se separen del área habitada. Más bien nos
Castellón) y nuevas evidencias (Arenal de la Costa,
encontramos con enterramientos ubicados en distintas
Valencia), parecían confirmar la presencia, durante la
partes del asentamiento cuya relación con las vivien-
50
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-52]
Figura 3. Distribución de enterramientos en silos, fosas y fosos dentro de los poblados del IV y III milenio en diversas zonas del sur peninsular.
das no resulta fácil de establecer con la información
disponible.
A tenor de lo que puedan aportar las nuevas dataciones, bien podría suceder que lo que ahora parece
La parte más antigua viene representada por los ente-
un comportamiento continuo en el tiempo resultara
rramientos epicardiales de Costamar (aún sin datar) y el
finalmente un aspecto cíclicamente recurrente, en cuyo
Camí de Misena, que podrían cubrir entre el final del VI y
caso se abrirían interesantes expectativas de interpre-
la primera mitad del V milenio a.C.; los 16 enterramientos
tación que hoy por hoy no resulta posible abordar.
del Tossal de les Basses cubren el siguiente milenio, si bien
Sea como fuere parece claro que suponen una parte
en 2 episodios diferenciados: c. 4550/4250 y 3950/3550;
del ritual funerario que necesariamente deberá tenerse
los siguientes hallazgos se ubican ya en el III milenio, a
en cuenta a la hora de abordar tanto los aspectos ritua-
partir de c. 2750 a.C. (Rosser Limiñana y Fuentes, 2008).
les del Neolítico, como los sociales.
EL MUNDO FUNERARIO ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
51
[page-n-53]
Aunque es aún pronto para evaluar estos aspectos,
dado que sólo aparecía el cráneo y algún hueso
las aportaciones que suponen los nuevos hallazgos per-
largo, asociado a un rico ajuar metálico. En otras,
miten señalar algunos aspectos:
resulta difícil considerar que se trate de enterramientos.
a) En primer lugar, y por lo que se refiere a la esfera
Finalmente, dentro de este mismo apartado, habría
ritual, interesa señalar una circunstancia común
que considerar la extraña ausencia de parte de los
entre el Tossal de les Basses y La Vital (Figura 4), la
esqueletos en inhumaciones primarias (La Vital, con-
presencia de deposiciones rituales –«enterramien-
junto 11; Barranc de Beniteixir). Tampoco en este
tos»– de animales domésticos. Es el caso de la
caso, parece que este aspecto pueda relacionarse
estructura 11776 del Tossal de les Basses y el del
con la presencia o ausencia de ajuares, como refle-
silo anejo al enterramiento ubicado en el Conjunto
ja el caso de La Vital.
10 (una mujer con un vaso campaniforme de estilo
Todo ello nos informa de la frecuente manipulación
marítimo; en este volumen).
de los cadáveres, formando parte de un ritual fune-
En ambos casos se trataba de la deposición de una
rario diverso y complejo, que no siempre estamos
vaca, junto con otros animales (cabra y perro), que
en condiciones de conocer.
no fueron consumidos y, por tanto, no pueden asi-
c) Finalmente, en lo que se refiere a los ajuares mis-
milarse a las estructuras con grandes cantidades de
mos, existe una gran diversidad, variando desde su
fauna consumida anejas a la necrópolis de los
ausencia, a la presencia de ajuares notables, nor-
Cascajos, o a las inhumaciones de Costamar.
malmente considerados «ricos».
b) Otra característica común, esta vez a distintos yacimientos, la constituye la aparición de restos huma-
atribuibles al V milenio a.C., no existen ajuares
nos en posición secundaria. Parece como si se trata-
especialmente ricos, si por tales entendemos
se del resultado de la manipulación frecuente de los
aquellos que incorporan objetos realizados con
cadáveres, con el traslado final de algunos de sus
materias primas foráneas. Lo habitual son las vasi-
restos a lugares diferentes de aquel en que se depo-
jas cerámicas, si bien conviene matizar que no
sitaron inicialmente.
todos los enterrados presentan ajuar, y que algu-
En ocasiones, como el enterramiento GE 000-096
nos contienen mayor cantidad de elementos
de Costamar, atribuido a su fase más reciente, o el
comunes que otros, dentro del mismo yacimiento
Conjunto 3 de La Vital, estos restos son enterra-
(Tossal de les Basses). Es de señalar que algunos
dos con un rico ajuar y en estructuras complejas.
de ellos se sellan con una capa de cantos, y pare-
En el caso de La Vital, por ejemplo, debería consi-
cen señalarse con un hito en forma de laja rectan-
derarse más una inhumación simple secundaria,
52
A juzgar por lo conocido, entre los enterramientos
gular (Costamar).
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-54]
Figura 4. Depósito ritual del poblado de La Vital, formado por el esqueleto completo de un ternero y restos de dos cabras.
Dentro ya del III milenio a.C., destacan los hallaz-
no contienen ajuar alguno (Bernabeu y Pascual
gos de La Vital. En este caso, por ejemplo, todos
Benito, 1998).
los enterramientos encontrados en el asentamien-
Además, debe tenerse en cuenta que esta variabili-
to podrían interpretarse como «ricos», si atende-
dad deberá relacionarse también con la presente en
mos a la presencia de objetos de cobre realizados
las cuevas de enterramiento múltiple coetáneas.
con una materia prima importada. El único caso
que no contiene metal en su ajuar es la mujer del
¿Cómo explicar esta diversidad de ritual? Si, como
conjunto 10. Sin embargo, lo elaborado del ritual
habitualmente se supone, los enterramientos colectivos
(ver descripción en este volumen) y la presencia
reflejan el predominio de las estructuras de parentesco
de un vaso campaniforme de estilo marítimo
en la organización social, cómo explicar que, a la vez,
hacen sospechar que más bien la ausencia de
algunos individuos, al parecer de distinto sexo y edad,
metal deba relacionarse con una diferenciación de
con ajuar o sin él, sean objeto de un tratamiento dife-
género.
renciado?
Por contraposición, los enterramientos conocidos
No disponemos, hoy por hoy, de las claves necesarias
de Arenal de la Costa (Ontinyent, Valencia), también
para intentar una aproximación a este problema que,
campaniformes, pero algo posteriores en el tiempo,
como hemos señalado, parece común a buena parte de
EL MUNDO FUNERARIO ENTRE EL VI Y EL II MILENIO A.C.
53
[page-n-55]
las regiones del centro y del sur de la Península Ibérica,
al menos desde el IV milenio a.C.
Para empezar, desconocemos en buena medida si el
conjunto de estas manifestaciones son comparables
entre sí a lo largo del tiempo; si su desarrollo es continuo
o simplemente recurrente en el tiempo; desconocemos
las posibles relaciones de parentesco, tanto en las cuevas de enterramiento múltiple, como en los enterramientos de los poblados
Factores ambos decisivos para una valoración del
documento funerario en su dimensión social y simbólica, objetivo básico de esa parte de la disciplina arqueológica conocida como Arqueología de la Muerte
(Vicent, 1995).
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54
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-56]
A Juanmi
In memoriam1
Introducción
Los hallazgos funerarios han despertado desde siempre un
enorme interés, al tratarse generalmente de los espacios en
los que se concentran los mejores y más atractivos ajuares,
las piezas más ricas como joyas y armas, o los vasos que
contenían las ofrendas. El estudio de los contextos funerarios y de las prácticas funerarias se ha enriquecido notablemente con el desarrollo y aplicación de nuevas técnicas y
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS.
EVIDENCIAS FUNERARIAS DEL II MILENIO A. C. EN TIERRAS VALENCIANAS.
EN TORNO AL ARGAR Y EL BRONCE VALENCIANO
de una metodología de excavación más rigurosa, sobre
M.ª JESÚS
DE
PEDRO MICHÓ
Museu de Prehistòria de València
Servei d’Investigació Prehistòrica
todo a partir de la segunda mitad del siglo pasado.
Contextos que se han convertido en el objeto de estudio
de la llamada Arqueología de la Muerte que surgió como
campo de interés disciplinar diferenciado en el curso de las
transformaciones metodológicas y teóricas que conmovieron la práctica de la arqueología durante los años sesenta y
setenta. Sus formulaciones han influido en las investigaciones arqueológicas generales tratando de superar los limitados enfoques tradicionales, más descriptivos y especulativos. Así, la Nueva Arqueología se plantea de una forma sistemática la especificidad del registro funerario como fuen1.- Juan Miguel Pérez Gil, nuestro Juanmi, participó entre el 2000 y el 2006
en todas las campañas de excavación realizadas bajo mi dirección en
Muntanya Assolada, Altet de Palau y especialmente en la Lloma de Betxí.
En la primavera de 2007 nos dejó, de forma inesperada, huérfanos de su
amistad y de su presencia. Nos queda su recuerdo, ligado para siempre a
este último yacimiento, donde juntos pasamos tan buenos momentos.
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS
55
[page-n-57]
te de información privilegiada sobre la estructura social y la
tismos. Así, en opinión de A. Vila (2002), si queremos ver
cultura (Vicent, 1995), de manera que si entendemos que el
diferencias en las actividades realizadas, en la distribución
rito funerario trata de representar el orden social, su cono-
del producto, en el acceso a los recursos, o si había con-
cimiento nos llevará a conocer la estructura de la sociedad.
sumo diferencial, debemos recurrir a los cuerpos de
En general, en los enterramientos humanos se cumplen
los/las sujetos, a los enterramientos. O sea, recurrir a los
una serie de principios (O’Shea, 1984; Chapa, 1991) sus-
restos humanos para ver si hay diferencias en lo referente
ceptibles de ser estudiados en relación con la caracteriza-
al acceso a los bienes y condiciones de vida; constatar si
ción de los grupos sociales. A saber, todas las sociedades
se produjeron carencias físicas, enfermedades, traumatis-
emplean uno o varios sistemas para el enterramiento de los
mos; la presencia o no de ajuar; el trabajo invertido en la
muertos; una población funeraria mostrará características
preparación de la tumba, etc. (Vila, 2002: 339).
demográficas y fisiológicas que reflejarán las de la pobla-
Por último, los estudios genéticos tienen una impor-
ción viva; en un contexto funerario, cada enterramiento
tancia capital en la corroboración de las inferencias sobre
representa la aplicación sistemática de una serie de medi-
parentesco y movilidad. Sin olvidar la relación con la
das descriptivas y postcriptivas, relevantes para ese indivi-
arqueología de los asentamientos, la única capaz de
duo. Es decir, que la naturaleza de la sociedad modelará las
determinar las condiciones históricas (Lull y Picazo,
prácticas para la deposición de los difuntos. El tratamiento
1989). Y otras cuestiones planteadas por la arqueología
específico que se da a un individuo en el momento de su
postprocesual a partir de los años noventa, como la rei-
muerte será consistente con la posición social del individuo
vindicación del individuo, el papel crucial del simbolismo
en su vida. De lo que se desprende que los elementos
en la cultura material o la reclamación de la perspectiva
materiales y simbólicos que se combinan en un contexto
de género, que han proporcionado otra dimensión a los
funerario han formado parte de la sociedad de los vivos en
estudios funerarios (Ruiz Zapatero, 2007).
el momento de su enterramiento.
Desde la perspectiva de la Arqueología de la Muerte
La forma y estructura que caracterizan las prácticas
presentamos en este trabajo nueva documentación
funerarias en cualquier sociedad está en relación directa
sobre las evidencias funerarias en el área valenciana,
con la forma y complejidad de la organización de dicha
durante la Edad del Bronce.
sociedad. El análisis físico de los muertos ofrece importantes datos en relación con los efectos de la desigualdad
La Edad del Bronce en las tierras valencianas
social, a partir de la distinta incidencia de las enfermeda-
La investigación sobre la Edad del Bronce en tierras valen-
des causadas por un acceso diferencial a la riqueza, refle-
cianas se remonta a las excavaciones pioneras de Furgús
jada en la suficiencia y variedad de la dieta; o por la divi-
en los yacimientos alicantinos de San Antón de Orihuela y
sión del trabajo, abordable desde el estudio comparativo
Laderas del Castillo de Callosa del Segura; y a las efectua-
del desgaste de los huesos o de la incidencia de trauma-
das en poblados como Mas de Menente y Mola Alta de
56
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-58]
Serelles de Alcoi, o Muntanyeta de Cabrera de Torrent,
en cistas, fosas y urnas en el interior del espacio habita-
que permiten ir matizando la pertenencia de las tierras
do, y con enterramientos individuales en covachas y grie-
valencianas a la Cultura del Argar. En los años 60 Tarradell
tas el del Bronce Valenciano. Así, en relación con el
(1963) sistematiza las características del Bronce Valenciano
Bronce Valenciano, se ha señalado siempre la importan-
diferenciándolo del Argar y situando la frontera entre
cia del ritual funerario durante el Calcolítico, manifestado
ambos entre el Segura y el Vinalopó, y los límites septen-
en las cuevas sepulcrales múltiples o colectivas, y la con-
trionales entre las tierras castellonenses y el Ebro.
tinuidad en el uso de las cuevas y en los ajuares durante
En los últimos años se ha mantenido sobre todo el sig-
el HCT, a pesar de la existencia de enterramientos en
nificado de la Edad del Bronce como una época en la que
silos en el interior de los poblados. Por el contrario,
constatamos la plena ocupación del territorio, con claras
durante la Edad del Bronce eran numerosos los poblados
influencias argáricas en las comarcas meridionales y califica-
conocidos y muy escasas las evidencias sobre el tipo de
do como Bronce Valenciano el de las tierras al norte del río
enterramiento, generalmente inhumaciones individuales
Vinalopó; si bien aceptando la continuidad del poblamien-
o dobles en pequeñas covachas y abrigos junto a los
to y la permeabilidad e interrelación entre ambas zonas.
poblados y sin presencia de ajuar funerario, como en
La Edad del Bronce se extiende cronológicamente
Muntanyeta de Cabrera. Todo ello al margen de los yaci-
entre el Horizonte Campaniforme de Transición y la
mientos argáricos y de otras noticias como el túmulo del
Cultura Ibérica, situándose el Bronce Pleno entre el
Cercat de Gaianes o la construcción de piedra del
2200/2100 y el 1500 cal BC, momento a partir del cual
Castellet del Porquet de L’Olleria (Martí, 2001).
daría comienzo el Bronce Tardío alcanzando el cambio
El hallazgo de un enterramiento individual en la
de milenio y dando paso al Bronce Final que en su de-
Muntanya Assolada de Alzira, en fosa y sin ajuar, localiza-
sarrollo enlaza con los poblados ibéricos. La presencia de
do entre dos grandes construcciones de piedra, en un
poblados de altura, campaniformes, bien documentada
momento inicial de la ocupación del poblado, vino a
en las comarcas meridionales, y la coincidencia entre
confirmar otros hallazgos anteriores como los de La
estos poblados y la zona ocupada posteriormente por la
Atalayuela de Losa del Obispo, Altico de la Hoya de
cultura argárica, abogaría por una mayor antigüedad de
Navarrés y Peña la Dueña de Teresa (Martí, Enguix y de
la Edad del Bronce en Alicante (Hernández, 2001). El
Pedro, 1995). Por otra parte, la excavación de una cueva
Bronce Valenciano se desarrollaría de forma paralela al
sepulcral también en la Muntanya Assolada, con enterra-
Argar en las tierras más meridionales, mientras su crono-
miento múltiple y algunos elementos de ajuar, se puso
logía inicial sería ligeramente posterior en el norte.
en relación con otras noticias sobre la continuidad del
Uno de los rasgos que tradicionalmente han servido
uso de las cuevas como lugar de enterramiento, caso de
para diferenciar ambas culturas ha sido precisamente el
la Cova dels Gats de Alzira, la Coveta del Gat de
del ritual funerario, argárico en el sur con enterramientos
Corbera, la grieta con cuatro inhumaciones de Mas del
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS
57
[page-n-59]
Corral de Alcoi o la de Pic dels Corbs de Sagunt con
la continuidad en su utilización; de enterramientos en grie-
hasta diez individuos. Y la lista era aún mayor contando
ta y en covacha, de los que existen numerosas noticias, no
con otros enterramientos fuera del poblado, inhumacio-
todas bien contrastadas; y de enterramientos en la zona
nes individuales o dobles en cista, grieta o covacha pró-
de hábitat, en cistas, fosas y urnas. Cinco son los yacimien-
xima al poblado, como el ya citado de Muntanyeta de
tos en los que se practicó el enterramiento dentro de los
Cabrera, el de l’Aixebe de Sagunt o la Covacha de Llatas
más puros cánones argáricos: San Antón, Laderas del
de Andilla; la cista descrita por Monzó en les Raboses de
Castillo, Tabaià de Aspe (que se presenta en este mismo
Albalat dels Tarongers; los restos de la Cova de Bolumini
volumen), Puntal del Búho de Elx e Illeta dels Banyets de
de Benimeli-Beniarbeig, con un posible uso funerario de
El Campello. En el resto de la provincia el tipo de enterra-
la cueva durante la Edad del Bronce, y los de Bruixes en
miento más extendido es el realizado en grieta o covacha;
Rosell, Cova de la Seda de Castelló, Cueva del
aparte los enterramientos de Cabezo Redondo de Villena
Murciélago de Altura, o Cova de la Recambra de Gandia.
y Mas del Corral, considerados del Bronce Tardío.
Y los enterramientos múltiples de Mas d’Abad en Coves
Dado que en la cuenca del Vinalopó se registra el
de Vinromà, y Benissit en la Vall d’Ebo. La interpretación
hábitat en altura y un mundo funerario con enterramien-
dada a esta diversidad era la de que nos encontrábamos
tos múltiples o individuales en grieta o cueva, previa-
ante unos grupos humanos plenamente fijados al territo-
mente a la formación de la Edad del Bronce, los autores
rio pero sin evidencias de una clara jerarquización social,
plantean una expansión territorial argárica hacia tierras
como sí ocurría en el área argárica, sino más bien de unas
alicantinas en los primeros siglos del II milenio a.C.,
sociedades segmentarias. La escasez o ausencia de obje-
entrando en contacto con los grupos campaniformes,
tos de valor y la escasa o nula diferenciación de los ajua-
antes del surgimiento de las sociedades no argáricas de
res funerarios, pese a la mayor diversidad de los tipos de
la Edad del Bronce. La Illeta dels Banyets sería el punto
enterramiento, se traducía en la inexistencia de un verda-
más septentrional de la expansión. Aún así, las comuni-
dero ritual propio del Bronce Valenciano.
dades no argáricas conservaron sus códigos ideológicos,
Con la división de ambas culturas –Bronce Valenciano
evidenciados en el mantenimiento de los enterramientos
y Bronce Argárico- en el Vinalopó, quedó patente la exis-
en cueva o grieta; pero adoptando también formas aje-
tencia de dos tradiciones culturales distintas en suelo ali-
nas al modo de enterramiento tradicional; prueba de la
cantino durante el II milenio a. C. Respecto al área argári-
coexistencia entre dos sociedades con bases económi-
ca, la abundante información disponible ha sido tratada
cas e ideologías diferentes.
años atrás en diversos trabajos. Jover y López (1995) reali-
La información generada a través de las prácticas
zaron una revisión de las evidencias funerarias en la zona
funerarias es utilizada de nuevo para intentar establecer
de contacto entre el Argar y el Bronce Valenciano, consta-
los límites territoriales o frontera entre el área argárica y el
tando la presencia de enterramientos en cueva, prueba de
Bronce Valenciano (Jover y López, 1997). La valoración
58
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-60]
del coste y valor social de los continentes y contenidos
ticia. La investigación de la Edad del Bronce peninsular,
permite comprobar que el coste social, ni siquiera en el
sobre todo en el Argar, ha generado información precisa
caso de las cistas de lajas, supone un gran esfuerzo que
sobre la estructura social, el acceso diferencial a los bien-
deba ser contemplado como un balance diferencial signi-
es de prestigio, o la normalización de un ritual funerario; y
ficativo. Y tampoco se puede establecer una relación
también contamos ahora con nuevas dataciones absolu-
directa entre el tipo de continente funerario y el valor
tas. En el presente trabajo nos ocuparemos, pues, de las
social del ajuar que acompaña a los cadáveres. A un
evidencias funerarias en tierras valencianas y de las nove-
supuesto mayor coste social de la tumba no se correspon-
dades ofrecidas por nuestros yacimientos; e intentaremos
de un mayor valor social de los ajuares, como sí ocurre en
valorar dichos resultados en términos de identificación del
el ámbito argárico, donde la amplia disimetría existente
ritual funerario –ajuares, estructuras, ofrendas cárnicas,
entre el contenido de las tumbas ha servido como base
etc.- y de la caracterización de los grupos sociales, relacio-
para elaborar una propuesta de estructuración social.
nes de parentesco, actividad física realizada, etc.
La determinación de los límites o zonas de contacto
Al margen de los más recientes trabajos, algunos de
entre la sociedad argárica y la no argárica no ha sido resuel-
los cuales se incluyen en el presente volumen y cuya cro-
ta del todo. La conclusión es que el Corredor por el que
nología corresponde al Bronce Final o Primera Edad del
discurre el Segura, el Camp d’Elx y las zonas litorales del
Hierro, caso de la necrópolis de incineración de Les
Camp d’Alacant constituye el espacio geográfico ocupado
Moreres de Crevillent, o de las necrópolis tumulares de la
por poblaciones argáricas. En el resto del territorio, el
Menarella en Forcall y el Salegar en Cortes de Arenoso;
Prebético meridional valenciano, se desarrolla otro grupo
del Mesón del Carro, también en Cortes de Arenoso, y la
arqueológico, con rasgos culturales singulares, cuyo princi-
Vilavella (Barrachina, 2002), y de las sepulturas megalíti-
pal exponente es la realización de prácticas funerarias fuera
cas descritas en el caso de l’Argilagar de Morella (Mesado
de las zonas de hábitat. A partir del Bronce Tardío toda el
y Andrés, 1999), con los restos de dos personas inhuma-
área de estudio pasó a estar integrada en una realidad
das en posición lateral encogida y sin ajuar, están las
social diferente a las anteriores, cuyas evidencias funerarias
aportaciones derivadas, sobre todo, del campo de la
estarían representadas por el Cabezo Redondo.
osteoarqueología, caso de la Cova dels Blaus de Vall
En los últimos años se han producido nuevos hallazgos
d’Uixò (también en este volumen), o del enterramiento
en el área valenciana que en algunos casos vienen a con-
recuperado en las proximidades del Capurri de Oliva
firmar los enterramientos en el interior de los poblados, y
(Cuesta et al., 2002) de un individuo adulto, de sexo
en otros amplían la tipología; se han iniciado los estudios
femenino, y cráneo de aspecto grácil que presenta una
osteoarqueológicos con resultados muy interesantes
lesión en la bóveda craneana y patologías odontológicas,
sobre la determinación del sexo y edad de los inhumados,
como caries, que hacen pensar en una dieta relativamen-
sobre la actividad física realizada, o sobre la dieta alimen-
te blanda, rica en hidratos de carbono; destacando el
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS
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[page-n-61]
Figura 1. Inhumación secundaria en el Sector E de la Lloma de Betxí, y restos de un cánido asociados al enterramiento.
desgaste de los dientes anteriores, tanto superiores como
Carniceros de Villena, con el fin de determinar el comien-
inferiores, indicio de algún hábito parafuncional selectivo
zo de la práctica de la inhumación individual en la cuen-
de los dientes anteriores como uso instrumental, mordida
ca del Vinalopó (Jover y de Miguel, 2002).
de objetos sin finalidad alimentaria, etc.
En la Lloma de Betxí (de Pedro, 1998; 2005), en el
Sector E, zona de ampliación del poblado con grandes
Las evidencias funerarias: Argar y Bronce Valenciano
rellenos que configuran espacios de terraza, y junto a relle-
Entre los poblados pertenecientes al ámbito del Bronce
nos que parecen corresponder a un basurero, se localizó
Valenciano, nos ocuparemos del hallazgo de dos enterra-
en la campaña de 2002 un enterramiento humano en posi-
mientos individuales en la Lloma de Betxí de Paterna, y
ción secundaria de un individuo senil, junto al cual se
de la revisión de los enterramientos, individual y en
encontraba el esqueleto de un perro en posición primaria
cueva, de la Muntanya Assolada; nuevos datos que se
(Fig. 1). El estudio realizado por Mª Paz de Miguel deter-
suman a la noticia sobre una inhumación doble en Les
mina que se trata de un adulto maduro, de sexo masculi-
Raboses (Ripollés, 2005) y al enterramiento individual de
no. Su talla es de 176 cm y su índice craneal de 80, braqui-
Mola d’Agres (Martí Bonafé et alii, 1996), entre otros. Y
cráneo. Las patologías observadas incluyen desgaste den-
más hacia el sur, en el área argárica, destacar la revisión
tal acusado, sarro, edentación total de los dientes mandi-
de los enterramientos de la Illeta dels Banyets, las nove-
bulares con cicatrización total de todos los alvéolos; artro-
dades del Cabezo Redondo y del Cabezo Pardo, y la pre-
sis en la articulación temporo-mandibular y artrosis gene-
sentación en este mismo volumen de los hallazgos del
ralizada en clavículas, escápulas, costillas, vértebras,
Tabaià. Siempre contando con la nueva perspectiva que
húmero derecho y metacarpiano; periostitis en la tibia
nos ofrece el estudio osteoarqueológico de dichos con-
derecha y entesopatías en radio derecho y falanges de las
textos funerarios. Sin olvidar la revisión de otras coleccio-
manos. La datación absoluta proporciona una fecha de
nes antiguas, caso del Peñón de la Zorra y Puntal de los
3650±40 BP, calibrada a 2 σ entre 2140 y 1910 Cal BC.
60
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-62]
Interesa destacar la presencia de un cánido, estudiado
que nos habla de una tumba con una mujer de entre 25-
por Sanchis y Sarrión (2004), individuo parcialmente com-
35 años, un recién nacido y un hombre adulto de entre
pleto de unos dos años de edad que mantiene su posi-
60-70 años. El cuerpo de la mujer abrazaba a una perrita,
ción original y la conexión anatómica, con excepción de
por encima se depositó al individuo infantil y finalmente
algunos huesos ligeramente desplazados como conse-
al hombre, con ajuar cerámico, ofrendas de un bóvido y
cuencia del proceso de descomposición del cadáver y de
siete cabras, posiblemente un banquete funerario dedica-
alteraciones post-deposicionales. Presenta alteraciones
do al individuo de mayor edad, interpretado como un
de origen antrópico, marcas de carnicería sobre algunos
personaje objeto de una veneración particular.
huesos, en concreto sobre el cráneo, el atlas, la cuarta,
También en la Lloma de Betxí, en el Sector O, en la
quinta y sexta cervical, tres lumbares, el húmero derecho
base de un gran muro ataludado que cierra la edificación
e izquierdo, el radio izquierdo, el fémur derecho, la tibia
superior, se halló en 2003 otro enterramiento humano,
y pelvis derecha, ambos calcáneos, los dos astrágalos y
éste en posición primaria, orientado en sentido este-
diez costillas. El animal fue despellejado y posteriormen-
oeste, con piernas y brazos flexionados y la cabeza vuel-
te eviscerado: una vez obtenida la piel, las marcas sobre
ta hacia el norte, sin ajuar, en una pequeña fosa de plan-
la zona ventral de las costillas y de alguna vértebra indi-
ta aproximadamente circular delimitada por una serie de
can que el animal fue vaciado, accediendo con un instru-
piedras. Recostado sobre el lado izquierdo, en posición
mento cortante por el interior de su caja torácica, y que
decúbito lateral izquierdo, pero con el tronco muy incli-
fueron extraídos los órganos blandos superiores. No exis-
nado hacia la derecha, quizás por causas post-deposicio-
ten elementos que evidencien directamente el descarna-
nales (Fig. 2). De acuerdo con el estudio de Mª Paz de
do de los huesos, aunque es factible que las partes blan-
Miguel, se trata de un individuo adulto, de sexo mascu-
das obtenidas fueran consumidas en relación con algún
lino, con un índice craneal de 79’2, mesocráneo. Entre
acto social o ritual, vinculado al enterramiento humano.
las patologías observadas destaca el desgaste dental, la
La utilización del perro con fines alimenticios durante
presencia de caries en varias piezas, un absceso radicu-
la Edad del Bronce está atestiguada por diversos ejem-
lar, calcificación del ligamento amarillo y artrosis cervical.
plos, pero el tema que nos interesa ahora es el de su pre-
Como prueba de la actividad física realizada presenta
sencia en un contexto funerario, con paralelos cada vez
una marcada inserción del ligamento costo-clavicular,
más frecuentes en otros yacimientos peninsulares, caso
entesopatía en la tuberosidad radial de ambos radios y
de la Loma del Lomo de Cogolludo, Guadalajara, donde
entesopatía en falanges de las manos. La datación obte-
se depositó a un perro completo en una hoya próxima al
nida para este segundo enterramiento es de 3400±40
enterramiento núm. 9, interpretado como ofrenda vincu-
BP, calibrada a 2 σ entre 1760 y 1610 Cal BC.
lada al ajuar funerario de dicha inhumación (Blasco, 1997);
En cuanto a la Muntanya Assolada, los resultados
o el de Minferri de Juneda, Lleida (Equip Minferri, 1997)
obtenidos en la excavación de una pequeña cueva sepul-
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS
61
[page-n-63]
Figura 2. Enterramiento en fosa del Sector O de la Lloma de Betxí y reconstrucción.
cral y de un enterramiento individual han sido ya publica-
encuentran claramente representados infantiles y adul-
dos con anterioridad (Martí, Enguix y de Pedro, 1995).
tos. El estudio revela que el número mínimo de indivi-
Presentamos ahora la información aportada por Mª Paz
duos es, en efecto, de cuatro –aunque es posible que
de Miguel en la determinación de los restos óseos y las
haya más–, entre ellos dos infantiles, uno de 6-7 años y
dataciones de ambos contextos.
otro de 8-11 años. La determinación del sexo no ha sido
La excavación de la cueva sepulcral permitió recupe-
posible porque entre la muestra no hay partes represen-
rar diversos restos de ajuar –una punta de flecha de sílex
tativas que permitan su adscripción sexual. Los restos se
blanco, ciento veintiséis cuentas de collar discoidales,
corresponden con depósitos primarios y entre las patolo-
una cuenta de collar tubular, un colgante rectangular de
gías cabe destacar la presencia de sarro, caries, hipopla-
caliza, un fragmento de botón de hueso con perforación
sia del esmalte y ligera artrosis en una vértebra. Como
en V, quince pequeñas conchas perforadas y algunos
signos de actividad se menciona la entesopatía en un
pequeños fragmentos de cerámica sin decoración–; res-
húmero y en falanges de las manos. Las tallas se han
tos de fauna –Bos taurus, Canis familiaris, Capra hircus,
determinado a partir de los húmeros conservados entre
Ovicápridos, Vulpes vulpes, Oryctolagus cuniculus,
148-153 cm y 164-167 cm, dependiendo si se trata de
Eliomys quercinus, Apodemus sylvaticus, Peces y
hombres o mujeres. La datación obtenida sobre un frag-
Gasterópodos terrestres–; y, por último, el conjunto de
mento de húmero proporciona una fecha de 3760±40
los restos humanos, con un total de 169 restos que
BP, calibrada a 2 σ entre 2460 y 2190 BC.
corresponden a un número mínimo de cuatro individuos,
Por otra parte, en el interior del poblado se excavó
cuyo estudio preliminar fue realizado por I. Sarrión. La
una fosa de planta circular que contenía otro enterra-
revisión de Mª Paz de Miguel viene a confirmar que se
miento humano, bajo una sedimentación de más de dos
trata de restos de una inhumación múltiple, con una con-
metros de potencia. La persona inhumada se encontraba
servación muy parcial de los esqueletos entre los que se
en posición fetal, decúbito lateral derecho, con las pier-
62
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-64]
nas dobladas y los pies cruzados. El brazo derecho alargado por detrás de la espalda y la mano aplastada por
un bloque. El brazo izquierdo estaba flexionado por
delante del cuerpo y la mano estirada por debajo de la
cara, faltando la mayor parte del cráneo y maxilar superior (Fig. 3). Su datación absoluta ha proporcionado una
fecha de 3760±40 BP, calibrada a 2 σ entre 2210 y 2130
BC. Los restos, estudiados igualmente por Mª Paz de
Miguel, pertenecen a una mujer adulta que presentaba
dos bloques vertebrales a nivel cervical, uno afectaba a
axis-C3 y el otro a C6-C7. La ausencia de otros signos
patológicos permite pensar en una malformación congénita cervical, compatible con un síndrome de KlippelFeil, cuya identificación es poco frecuente en los contextos arqueológicos. La fusión de dos o más segmentos
vertebrales produce como consecuencia un acortamiento del cuello y malformaciones asociadas como la existencia de hemivértebras, costillas cervicales, elevación
uni o bilateral de la escápula, etc. El origen no está claro,
aunque pudiera tener en algunos casos un origen hereditario, si bien son más frecuentes los casos aislados.
Otras alteraciones patológicas identificadas son la pre-
Figura 3. Enterramiento en fosa, Muntanya Assolada.
sencia de hipoplasia del esmalte en el diente 35, y la
La información aportada por las dataciones absolutas
escasa cantidad de sarro; osteocondritis disecante en las
confirma la presencia en el yacimiento de prácticas fune-
primeras falanges de los pies; artrosis en la carilla articu-
rarias diversas, inhumación colectiva en pequeña cueva
lar para la apófisis odontoides en el atlas, y marcados sig-
al exterior del poblado e inhumación individual en el
nos de actividad en ambos húmeros y clavículas. A pesar
interior del mismo, con dataciones muy próximas en el
de que el esqueleto post-craneal está bien representado,
tiempo, por no decir coetáneas. Otro aspecto a destacar
las epífisis se encuentran casi totalmente destruidas, tan
es el de la presencia de restos humanos sin contexto en
solo un peroné conserva su longitud máxima, a partir del
el yacimiento, posibles enterramientos removidos y des-
cual se ha obtenido su talla aproximada entre 147-148
mantelados como consecuencia de las remodelaciones
cm / 150-151 cm (de Miguel et al., 2007).
de las estructuras de habitación, atendiendo a la amplia
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS
63
[page-n-65]
secuencia cronológica del yacimiento; o manipulación de
que tiene su origen en la anemia. Del ajuar destaca el
los restos si atendemos a que el cráneo de la fosa pudo
puñal cuya tipología, proporciones, enmangue y compo-
ser extraído de manera intencionada. Y con respecto a
sición remiten a la metalurgia argárica, entre el Bronce
los restos de fauna hallados en la cueva, señalar que
antiguo y medio. Es el único elemento que por su cali-
algunas especies pueden considerarse poblaciones natu-
dad y origen puede sugerir una interpretación social, de
rales. No así los restos de Bos Taurus, Canis familiaris,
prestigio, en relación con el individuo inhumado, máxime
Capra hircus, Ovicápridos y Peces, cuya presencia impli-
cuando se trata de una pieza que no ha sido utilizada con
ca un transporte, tal vez humano, que se podría relacio-
anterioridad y que es amortizada en el momento de la
nar con las propias prácticas funerarias.
deposición. Con anterioridad, en la Mola d’Agres se
En relación con las prácticas funerarias presentes en
conocía la noticia del hallazgo de un fragmento de crá-
otros yacimientos considerados como del Bronce
neo encontrado en una grieta de la terraza oeste. El
Valenciano, recordamos ahora el enterramiento indivi-
nuevo enterramiento amplía la tipología de los enterra-
dual localizado en la Mola d’Agres, aparecido sobre la
mientos asociados a este poblado, de forma similar a lo
estructura que refuerza el muro que delimita el poblado,
acontecido en la Muntanya Assolada.
es decir en la zona de hábitat. Se trata de una inhuma-
Y por último recordar la noticia sobre otro enterramien-
ción primaria en posición decúbito lateral izquierdo con
to aparecido en un poblado del ámbito del Bronce
el cráneo ladeado hacia el NO y extremidades flexiona-
Valenciano. En Les Raboses, junto a uno de los muros de
das. El ajuar estaba compuesto por un puñal de rema-
aterrazamiento del poblado se documentaron dos ente-
ches con enmangue en forma de omega y restos de la
rramientos que constituyen la primera evidencia clara de
vaina realizada en madera de fresno, un fragmento de
las prácticas funerarias del grupo que ocupó el yacimien-
piedra pulida, varios fragmentos cerámicos y cuatro las-
to. El mejor conservado estaba depositado en una cista
cas de sílex. Además de un incisivo de ovicaprino y un
construida con bloques inclinados y cubierta de piedras
molar de équido (Martí Bonafé et al., 1996).
medianas. El inhumado se encontraba en posición decúbi-
Los restos óseos corresponden a un sujeto masculino
to lateral izquierdo, y no presentaba restos de ajuar. De
con una edad comprendida entre los 17-22 años (adulto
acuerdo con la información facilitada por Eva Ripollés y Mª
joven) cuya estatura no se ha podido establecer, encua-
Paz de Miguel, se han identificado restos de dos indivi-
drado dentro del tipo braquimorfo curvo occipital. De
duos adultos pero las patologías observadas deben
nuevo, como parece ser habitual, se detectó entre las
corresponder al mejor conservado. Se trata de un indivi-
patologías la presencia de caries, asociada a dietas ricas
duo adulto maduro de sexo masculino, con una talla apro-
en carbohidratos, al consumo de cereales. Signos de
ximada de 160-161 cm y un índice craneal de 85’71.
artrosis y presencia de puntos cribóticos en el techo de
Presenta un traumatismo craneal, signos de artrosis, caries,
ambas órbitas, lo que se conoce como cribra orbitalia
pérdidas dentales, fístulas y desgaste acusado en incisi-
64
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-66]
vos. Fractura de costillas y calcificación del ligamento ama-
cinco individuos de sexo femenino y seis de sexo mascu-
rillo en algunas vértebras dorsales. Signos de actividad en
lino, adultos, además de un individuo infantil de sexo
clavículas, extremidades inferiores y falanges de la mano.
indeterminado y un adulto también de sexo imposible de
Su cronología se sitúa en fechas calibradas entre 1960 y
precisar. Cuatro hombres aparecen asociados a otras cua-
1750 ANE, similar a otras dataciones del yacimiento.
tro mujeres. Y sólo cinco sepulturas tienen ajuar: tres tum-
Desde las comarcas meridionales valencianas, vincula-
bas dobles y dos individuales. Las patologías observadas
das al área argárica, las novedades se refieren sobre todo
aumentan significativamente con la edad, hecho que
a la revisión de conjuntos excepcionales, caso de la Illeta
favorece la presencia de alteraciones degenerativas oste-
dels Banyets (López Padilla, Belmonte y de Miguel, 2006),
oarticulares, potenciadas por la sobrecarga de actividad
o del Tabaià cuya publicación detallada se presenta en
mantenida a lo largo del tiempo. Además de caries,
este volumen completando así el estudio de los restos
periodontitis, presencia de hipoplasia del esmalte dental,
óseos efectuado años atrás (de Miguel, 2001). Y de las
artrosis, etc. En algunos restos aparecen pequeñas super-
aportaciones de los últimos trabajos de excavación en
ficies tintadas de verde a causa del contacto con elemen-
Cabezo Redondo (Hernández, 1997; 2001) y en Cabezo
tos de bronce; otros están tintados de rojo. Los cadáve-
Pardo de San Isidro de Albatera (López Padilla, 2009).
res están en posición decúbito lateral flexionado. Los indi-
La revisión de los contextos funerarios argáricos de la
viduos masculinos sobre el lado izquierdo y la mujer de la
Illeta dels Banyets se plantea de nuevo desde las hipóte-
tumba IV en disposición opuesta, sobre su costado dere-
sis planteadas anteriormente sobre la frontera entre Argar
cho. La posición concuerda con los restos descritos de
y Bronce Valenciano y la delimitación de dos ámbitos
Mola d’Agres, Raboses o Lloma de Betxí y es posible que
diferenciados en cuanto a las prácticas funerarias. Los
se trate de una norma general en el mundo argárico.
resultados obtenidos muestran la existencia de enterra-
En los enterramientos dobles se encuentran deposi-
mientos argáricos, nueve tumbas –con un total de 13 indi-
tados un hombre y una mujer, o un adulto y un niño o
viduos– de las cuales ninguna se corresponde con espa-
niña. De acuerdo con las observaciones de los autores
cios de habitación vinculados a actividades de tipo
del trabajo, las deposiciones son diacrónicas, pasa cierto
doméstico aunque se encuentran en un área de ocupa-
tiempo entre uno y otro enterramiento. Al parecer la
ción habitacional y concentradas en un espacio relativa-
mujer es la que se entierra primero, lo que plantea rela-
mente reducido. Los contenedores funerarios son varia-
ciones de filiación necesariamente existentes entre la
dos, adaptándose a las materias primas y matriz geológi-
mujer y el hombre inhumados. Vínculos que otorgan a la
ca existente en el entorno de los poblados; y prevalece el
mujer un relevante papel en la expresión de la cadena
contenido sobre el continente en las prácticas funerarias
genealógica, muy acorde con los modelos de sociedad
documentadas. De las 9 tumbas, cuatro eran enterra-
que se rigen por la norma del matrilinaje, mientras que
mientos dobles y las otras cinco de un solo cadáver. Hay
en los casos inversos se relacionarían con una norma de
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS
65
[page-n-67]
avunculocalidad. Los ajuares se componen de objetos
caparazones de moluscos; y recipientes cerámicos, entre
metálicos y en menor medida cerámicos, además de ele-
ellos vasos geminados (Hernández, 2009). Prácticas fune-
mentos realizados sobre marfil, en notable sintonía con la
rarias diversas que prueban el desigual acceso no sólo al
norma argárica. Las dataciones, del Bronce Pleno, sitúan
tipo de contenedor funerario sino también a los produc-
los enterramientos en una franja cronológica bastante
tos que integran el ajuar.
más reciente de la que cabía esperar, mostrando la con-
En cuanto al Cabezo Pardo, los trabajos arqueológi-
tinuidad del poblamiento en la Illeta al menos hasta el
cos iniciados en 2006 han permitido documentar la exis-
final del denominado «Bronce Tardío».
tencia de un enterramiento doble en una fosa parcial-
Sobre el parentesco entre las inhumaciones dobles,
mente excavada en la roca y delimitada por algunas lajas
sólo el análisis de ADN de los restos óseos puede apor-
de piedra. Se trata de dos individuos adultos, posible-
tar datos al tipo de relación consanguínea entre los indi-
mente hombre y mujer, cuyas deposiciones son diacróni-
viduos inhumados en las sepulturas dobles.
cas datándose la primera de las inhumaciones en torno
Las excavaciones realizadas los últimos años en el
al 1800 a.C., en fechas calibradas.
Cabezo Redondo continúan aportando datos relevantes
Y, por último, la revisión de colecciones antiguas en la
en cuanto al surgimiento de nuevas prácticas funerarias
cuenca del Vinalopó, en relación con los poblados del
en el Valle del Vinalopó, apareciendo las primeras evi-
Peñón de la Zorra y del Puntal de los Carniceros de Villena
dencias claras de inhumaciones en el interior del área
y de los enterramientos asociados tradicionalmente a
habitada (Jover y López, 2005). Aunque la práctica del
estos poblados, en la frontera entre los dos ámbitos de la
enterramiento múltiple en covacha no se abandona, se
Edad del Bronce, cuestiona el comienzo de la práctica de
constata ahora la presencia de cistas de mampostería y
las inhumaciones individuales en cueva en esta zona
fosas en el interior de las unidades habitacionales, así
(Jover y de Miguel, 2002). El estudio de los restos huma-
como enterramientos infantiles en urnas. A partir de
nos de la Cueva occidental del Peñón de la Zorra confirma
1500 BC, el Cabezo Redondo se convierte en un enclave
que se trata de dos individuos, posiblemente hombre y
que parece mostrar una capacidad de centralización
mujer de los que se describen diferentes patologías; de la
incluso superior a la de los núcleos argáricos, como prue-
Cueva oriental del Peñón de la Zorra se determina que son
ba la gran cantidad de adornos de oro aparecidos allí.
seis los individuos inhumados, tres adultos y tres infantiles,
Los trabajos en curso han puesto de manifiesto la exis-
y del Puntal de los Carniceros se conservan restos de al
tencia tanto de enterramientos debajo del suelo de las
menos seis cráneos, cuatro adultos, un juvenil y un infantil.
casas, como en pequeñas covachas y grietas; de adultos
En todos los casos aparecen ajuares singulares de proce-
y de niños; en el interior de vasijas de barro, o en fosas y
dencia alóctona. El estudio confirma que los tres yacimien-
cistas de piedra. Algunas tumbas carecen de ajuar y en
tos son coetáneos, de finales del III milenio a.C.; que no se
otras se reduce a unos pocos adornos, de oro, plata o
practicó ninguna inhumación individual, y que en los tres
66
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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contextos se acompañó a alguno de los individuos con
siquiera merecieron enterramiento. Las tumbas más ricas
productos alóctonos obtenidos a través de redes de inter-
se concentran en las partes altas de los poblados, como
cambio. El ritual de inhumación en cuevas, covachas y
en Fuente Álamo de Cuevas de Almanzora, pero tam-
grietas durante la fase campaniforme es de carácter colec-
bién otras se distribuyen por cada uno de los barrios,
tivo, y dichas prácticas continúan siendo el ritual caracte-
como en la Cuesta del Negro de Purullena o en el
rístico durante buena parte de la Edad del Bronce en la
Castellón Alto de Galera. De este último, merece la pena
misma zona. La presencia de ajuares singulares como los
destacar el hallazgo de una sepultura con restos huma-
aretes de plata, puntas de Palmela, puñal de lengüeta, o
nos momificados en su interior. Esta sepultura de tipo
cuentas de piedra verde, no supone que se pueda validar
covacha, excepcionalmente conservada, había sido sella-
la existencia de claras diferencias sociales. El indicador
da por tablones de madera y un muro de mampostería.
funerario por sí solo no es suficiente para determinar dife-
En su interior aparecieron un individuo adulto y otro
rencias sociales debiéndose tomar en consideración tam-
infantil, de los que se conservan restos de pelo y piel,
bién los espacios de producción y consumo, de habita-
cuyo ajuar se compone de varias vasijas cerámicas, un
ción, los asentamientos, o el territorio.
puñal, una azuela con mango de madera y adornos en
metal, así como restos de lino y posiblemente lana
Algunas consideraciones en torno a la diversidad del ritual
(Molina et al., 2003).
El registro funerario es uno de los elementos que mejor
La estrecha vinculación de los enterramientos argári-
ha servido para el análisis de las posibles diferencias
cos con las unidades habitacionales de los poblados ha
sociales en la Edad del Bronce peninsular. Tal es el caso
sido interpretada como evidencia de la fragmentación
de la Cultura del Argar en cuyas sepulturas encontramos
de los linajes en el sudeste a partir del Argar, con la con-
extensos ajuares ricos en joyas de oro y plata, y armas;
siguiente aparición de disimetrías sociales expresadas en
vasos cerámicos expresamente fabricados para el fune-
las diferencias de los ajuares depositados en ellos. La
ral; y ofrendas alimentarias, porciones de bóvidos y ovi-
presencia de tumbas con fuertes disimetrías en cuanto a
cápridos fundamentalmente, que también se pueden
la composición y riqueza de sus ajuares, en niveles estra-
interpretar como parte del banquete funerario en rela-
tigráficos contemporáneos dentro de una misma unidad
ción con prácticas de comensalidad en las que participa-
habitacional, evidencian la existencia y el desarrollo de
ría de forma total o parcial el resto de la comunidad
aristocracias y de siervos asociados a ellas. Unas diferen-
(Aranda y Esquivel, 2007). Las clases basales presentan
cias que también han sido puestas de relieve por los
ajuares diferentes, armas de menores dimensiones,
estudios osteológicos a partir de las diferencias observa-
vasos domésticos reutilizados, raros adornos de cobre y
bles entre los propios restos óseos, pues los primeros
también instrumentos de hueso o piedra; otros indivi-
habrían desarrollado trabajos menos penosos que los
duos no van acompañados de ajuar y muchos otros ni
segundos (Contreras, 2004; Cámara, 2000; 2009).
CUEVAS, FOSAS Y CISTAS
67
[page-n-69]
En otras áreas peninsulares la información aportada
cultural de nuestras tierras durante el II milenio a.C. Así,
por el registro funerario es menor, pero suficiente para
las prácticas funerarias observadas en las comarcas meri-
realizar propuestas sobre el modelo social existente, al
dionales, caso de San Antón, Tabaià o la Illeta, atestiguan
menos en algunos casos. Así, en la Mancha occidental,
su vinculación al territorio argárico. Y en el resto, en el
en relación con la necrópolis de la Motilla del Azuer de
área perteneciente al Bronce Valenciano, queda patente
Daimiel, se observan diferencias sociales a partir de la
la variedad de sus necrópolis y, al parecer, la ausencia de
lectura de los ajuares en los asentamientos tipo motilla y
un ritual funerario institucionalizado.
en los poblados en altura. El ritual funerario de las moti-
A excepción del puñal metálico depositado sobre el
llas, caracterizado por un bajo nivel de elementos de
individuo de Mola d’Agres, los otros enterramientos pre-
ajuar reflejaría una estructura social más homogénea que
sentados en este trabajo –Raboses, Lloma de Betxí y
la que parece estar representada en algunos poblados
Muntanya Assolada– proporcionan escasa información en
de altura como el Cerro de la Encantada de Granátula de
relación con la existencia de inhumaciones diferenciales,
Calatrava, donde se documentan mayores diferencias
tal y como se describen en otras áreas peninsulares, al
sociales, de acuerdo con individuos enterrados con ajua-
presentar ajuares casi inexistentes. Y ello a pesar de la
res más ricos. En los poblados de altura residirían las éli-
existencia de redes de intercambio, como prueban deter-
tes, mientras los asentamientos de llanura, bien fortifica-
minadas materias primas y elementos de prestigio como
dos, cumplirían una función dirigida a la explotación,
los objetos metálicos, cerámicas decoradas y botones de
almacenaje, gestión y control del agua, los cereales y la
marfil que sí han aparecido en los contextos de habita-
ganadería. Otros poblados de llanura sin fortificar llevarí-
ción. No obstante, algunos aspectos merecen ser tenidos
an a cabo los trabajos agrícolas (Nájera, 2009).
en consideración como prueba de las prácticas funerarias
El registro funerario de la Edad del Bronce en las tie-
realizadas. Aspectos como el de la deposición del cadá-
rras valencianas presenta una clara diversidad en cuanto
ver, confirmándose que los individuos masculinos descan-
al ritual, como ya se había puesto de manifiesto con
san sobre el lado izquierdo y los femeninos, caso de la
anterioridad, con enterramientos individuales en cova-
Muntanya Assolada, sobre el lado derecho; la coexisten-
cha próxima al yacimiento, enterramientos colectivos y
cia en el mismo yacimiento de diferentes tipos de ente-
enterramientos individuales en poblados. En relación
rramiento, caso de la Muntanya Assolada con un enterra-
con el periodo anterior, durante la Edad del Bronce se
miento individual en fosa y otro colectivo en cueva, y de
amplia el ritual funerario a las sepulturas individuales,
la Mola d’Agres; o la presencia de restos humanos disper-
como ocurre en el Argar, en las Motillas, o en otras áreas
sos en la Lloma de Betxí, localizados entre los restos de
peninsulares, pero ello no supone el final de la utilización
fauna, del mismo modo que ya se había observado en
como necrópolis de pequeñas cuevas o grietas. Existen,
Muntanya Assolada. Por último, el enterramiento de un
además, claras diferencias en relación con la diversidad
cánido junto a uno de los individuos de la Lloma de Betxí,
68
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-70]
nos habla de posibles ofrendas funerarias en clara similitud con otros yacimientos peninsulares.
En resumen, la diversidad que se manifiesta en el
Bronce Valenciano tal vez podría interpretarse como
Sin pretender presentar aquí un registro exhaustivo
muestra de un nuevo ritual frente al del anterior
de la documentación existente al respecto, destacamos
Horizonte campaniforme. Desde la complejidad y estan-
algunas de las referencias sobre la presencia de cánidos
darización del ritual del Argar, o la dualidad de las
en enterramientos de la Edad del Bronce. Por ejemplo,
Motillas y los poblados en altura de la Mancha, parecería
en la Loma del Lomo donde se conocen un total de 24
que la diversidad caracteriza a los restantes territorios.
inhumaciones individuales en el interior de subestructu-
Pequeñas cuevas con enterramientos individuales y
ras o fondos, en disposición primaria y secundaria, e
colectivos, inhumaciones en el interior de silos que se
introducidas en tinajas o cazuelas en algún caso. La fre-
reaprovechan o fosas ad hoc muestran que los pequeños
cuente presencia de individuos infantiles se encuentra
asentamientos diversifican sus prácticas funerarias con el
asociada a ofrendas de animales neonatos, entre los
transcurso del tiempo, quizás porque estamos en un
cuales un cánido (Valiente, 1992). En el yacimiento de
periodo cambiante que, paso a paso, nos llevará hacia
Cortecampo II, en Los Arcos, Navarra, una inhumación
un ritual plenamente institucionalizado, el de la incinera-
individual primaria depositada en hoyo de planta circu-
ción, a partir del Bronce Final.
lar estaba acompañada de un recipiente con decoración
Agradecimientos
de boquique, restos de ovicáprido y restos óseos de al
A Eva Ripollés, Mª Paz de Miguel y Juan A. López Padilla, por la información facilitada al respecto de los yacimientos de Les Raboses, Muntanya
menos cuatro perros. Dos de ellos depositados intencio-
Assolada y Lloma de Betxí, y Cabezo Pardo, respectivamente. A Ángel
nadamente pues sus restos aparecieron en conexión
Sánchez Molina, su colaboración en la elaboración de la parte gráfica.
anatómica, sin huellas de carnicería. El inhumado se
Bibliografía
encontraba al fondo del hoyo, con el cráneo desplazado
y alojado en una pequeña oquedad (Ramos Aguirre,
2007). En el yacimiento de Minferri, que ya ha sido citado, o en el más espectacular, aunque alejado en el tiempo, del Camino del Molino de Caravaca, el enterramiento con más número de inhumados de la prehistoria
peninsular, asociado al poblado del Molino de Papel.
Datado en el III milenio a.C., entre 2870 y 2460 cal BC,
en el yacimiento se han recuperado los restos de 1300
individuos cuyos ajuares, escasos, comprenden piezas
de sílex, cerámica, punzones de metal y 50 esqueletos
de perro (Lomba, 2009).
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EL ESTUDIO DE LOS RESTOS
[page-n-73]
[page-n-74]
Introducción
El desarrollo de las técnicas de la biología molecular a
finales de la década de los años ochenta del siglo XX
permitió recuperar material genético de restos del pasado, incluyendo poblaciones humanas prehistóricas y
especies extinguidas, de hasta varias decenas de miles
de años de antigüedad. Este campo científico ha sido
conocido como ADN antiguo, o más recientemente,
paleogenética o arqueogenética, y constituye uno de los
DNA Y ARQUEOLOGÍA
CARLES LALUEZA FOX
ejemplos más notables de multidisciplinariedad en el
Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF)
estudio del pasado.
La potencialidad de los datos genéticos hizo pensar
a los arqueólogos en la posibilidad de disponer de fuentes de información novedosas, independientes y objetivas que permitieran contrastar hipótesis detalladas sobre
procesos migratorios pasados, afinidades poblacionales,
sexo de especimenes e incluso relaciones de parentesco
entre individuos excavados en una determinada necrópolis. Al cabo de 25 años del inicio de estas técnicas, los
resultados han sido espectaculares en el campo de la
biología evolutiva (donde recientemente se han conseguido secuenciar genomas enteros de especies extinguidas, como los neandertales y los mamuts) y de la antropología forense (especialmente en trabajos que podríamos denominar de análisis forense histórico, donde se
DNA Y ARQUEOLOGÍA
73
[page-n-75]
ha trabajado con muestras de más antigüedad que las
dación del material genético. El hecho de poder recupe-
normalmente empleadas en ciencias forenses, como los
rar, en algunos casos especiales, ADN de hace unos cien
restos del zar Nicolas II de Rusia y su familia, asesinados
mil años o incluso más, lleva a la creencia de que se trata
en 1918). Sin embargo, en cierto modo los logros de
de una molécula muy estable y duradera. En realidad, se
estas técnicas han resultado menos satisfactorios para las
trata de una molécula química muy frágil que desde la
aspiraciones de la reconstrucción arqueológica del pasa-
muerte de un individuo vivo, experimenta rápidamente
do humano. Esto puede deberse tanto a factores intrín-
diversos procesos de degradación (Hofreiter et al.,
secos de la propia información genética y de su desco-
2001). Únicamente se conserva en casos excepcionales y
nocimiento por parte del colectivo de arqueólogos,
en condiciones ambientales favorables. Es decir, poder
como a problemáticas metodológicas propias e internas
recuperar material genético de un resto óseo es mucho
de este campo científico, algunas de las cuales son sin
menos probable que su degradación completa. En el
embargo abordables con aproximaciones técnicas muy
caso de los neandertales, por ejemplo, cuyo ADN mito-
cuidadosas que justo estamos empezando a desarrollar.
condrial es claramente distinto y por tanto distinguible
La falta de puentes de comunicación entre biólogos
del de los humanos modernos, se han analizado más de
moleculares y arqueólogos puede explicar en parte la
un centenar de especimenes datados entre hace unos
confusión existente sobre las posibilidades reales de las
38.000 y unos 100.000 años, y únicamente ha sido posi-
técnicas paleogenéticas, así como el hecho de que los
ble recuperar ADN de trece de ellos, lo que da una efi-
problemas que interesan a los arqueólogos no son,
ciencia de alrededor de un 10% (Lalueza-Fox et al., 2006;
muchas veces, los mismos que interesan a los biólogos
Krause et al., 2007a).
moleculares. Los primeros frecuentemente centran sus
El ADN es atacado en primer lugar por los propios
hipótesis a nivel individual, mientras que los segundos
enzimas del organismo, que son liberados de sus com-
trabajan siempre a nivel poblacional.
partimentos celulares, y posteriormente por todos los
La intención de este artículo es explicar tanto las
microorganismos implicados en la descomposición del
expectativas reales como las problemáticas actuales de
cuerpo. Asimismo, factores externos como el calor, la
los análisis de ADN sobre restos antiguos, a fin de clari-
acidez del suelo o la humedad contribuyen posterior-
ficar qué problemas científicos son realizables y cómo
mente a su degradación. El mensaje genético está cons-
deben de plantearse desde un punto de vista metodo-
tituido por un código basado en combinaciones de cua-
lógico.
tro nucleótidos, que son los eslabones químicos básicos
de la molécula de ADN. Estos nucleótidos, formados por
Degradación postmortem
un azúcar, un grupo fosfórico y una base nitrogenada,
Para entender la problemática de la paleogenética, es
son: adenina (abreviada A), guanina (G), citosina (C) y
necesario conocer previamente los procesos de degra-
timina (T). Los procesos de degradación conllevan la
74
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-76]
rotura del enlace fosfórico (lo que fragmenta la cadena
de las muestras antiguas es muy baja y podría ser que
de ADN), la pérdida de bases nitrogenadas que dejan un
no acertáramos a dar con la cadena buscada en aque-
hueco en la cadena de ADN (especialmente la guanina y
lla reacción en particular. Como es lógico, estos facto-
la adenina) y la pérdida del grupo amino de la citosina
res limitan la información que puede ser recuperada.
(esto conlleva su degradación a uracilo, un proceso que
Normalmente buscamos mutaciones concretas, que
en las reacciones de laboratorio puede llevar a la incor-
representan un cambio de un único nucleótido (los
poración de falsas timinas en lugar de algunas citosinas
denominados SNPs o single nucleotide polymor-
originales) (Hofreiter et al., 2001). Una degradación con-
phisms), o regiones cortas muy variables (como la
tinuada del ADN lleva a fragmentos cada vez más
región hipervariable del ADN mitocondrial), algunas de
pequeños y eventualmente a su desaparición total. Si
las cuales pueden recuperarse mediante una superposi-
una muestra no conserva ADN, no será posible obtener-
ción bastante laboriosa de muchos fragmentos más
lo en el futuro por ninguna mejora técnica. Dicho de otra
cortos. Están generalmente fuera de nuestro alcance las
forma, no sabemos hasta qué antigüedad será posible
zonas repetitivas altamente variables, como los micro-
recuperar exitosamente ADN, pero nunca llegaremos a
satélites o STRs, que son muy utilizados en antropolo-
millones de años, sencillamente porque en esta escala
gía forense para la identificación individual, pero muy
temporal no habrá nada que recuperar.
problemáticas en paleogenética.
La fragmentación del ADN significa que nos vemos
obligados a trabajar con fragmentos mucho más cortos
La contaminación
que cuando se analiza una muestra de ADN moderno.
El principal escollo de los estudios paleogenéticos en
Por ejemplo, la ultrasecuenciación masiva de muestras
humanos sigue siendo la contaminación de las muestras
óseas en el Proyecto Genoma neandertal, que ha obte-
con ADN humano moderno, un proceso complejo y toda-
nido en 2009 el primer borrador genómico de un nean-
vía poco estudiado. Como las técnicas empleadas en el
dertal, ha puesto de manifiesto que los fragmentos de
laboratorio son extremadamente sensibles (hasta el
ADN tienen una longitud promedio de únicamente
punto que pueden iniciarse a partir de una única cadena
unos 60 nucleótidos (algunos fragmentos llegan a cien
de ADN) y el ADN original, como hemos visto, puede
y unos pocos incluso a doscientos nucleótidos). En la
presentar degradaciones químicas que lo hagan menos
práctica, eso significa que si intentamos recuperar frag-
eficiente a dichas técnicas, el resultado puede ser la recu-
mentos mayores, los resultados serán lógicamente
peración de ADN contaminante en vez del endógeno
negativos. Incluso si intentamos recuperar en una reac-
que se pretendía analizar.
ción de laboratorio un fragmento corto, de solo 60
Esto es irrelevante cuando se trabaja por ejemplo
nucleótidos, los resultados pueden ser igualmente
con una especie extinguida, como el mamut. Es imposi-
negativos, sencillamente porque la cobertura genómica
ble que la muestra se haya contaminado con ADN
DNA Y ARQUEOLOGÍA
75
[page-n-77]
rio de genética (Fortea et al., 2008). En secuencias de
ADN mitocondrial de muestras de El Sidrón, se ha podido comprobar que el porcentaje de ADN contaminante
antes y después de la adopción del protocolo de anticontaminación, ha pasado de ser un 95% a ser menos
del 5% (Fortea et al., 2008), y en algunos casos menos
del 0,3% (Fig.1 y 2).
En un estudio llevado a cabo con restos neolíticos del
yacimiento del Camí de Can Grau, en Granollers
(Barcelona), decidimos llevar a cabo una aproximación
novedosa para controlar la contaminación. Como se trataba de una excavación antigua, realizada en 1994, no
Figura 1. Protocolo de extracción anticontaminación en el yacimiento
neandertal de El Sidrón (Asturias). Las muestras se extraen con trajes estériles de laboratorio, guantes, máscara facial y material de excavación
estéril. Son congeladas inmediatamente y trasladadas al laboratorio de
biología molecular.
podíamos adoptar las medidas anticontaminación que
aplicamos en El Sidrón. Pero sí sabíamos quien había
excavado, limpiado y estudiado los restos, que desde
entonces permanecían guardados en cajas en una
moderno de elefante antes de llegar al laboratorio e
dependencia del museo local. Analizamos 23 dientes de
incluso allí, si nunca se ha trabajado con proboscídeos.
otros tantos individuos, y obtuvimos 572 secuencias del
Sin embargo, cuando se trabaja con muestras humanas,
ADN mitocondrial, algunas replicadas en dos laborato-
el problema de la contaminación es grave, simplemente
rios de forma independiente (Sampietro et al., 2006).
porque no puede distinguirse a posteriori y porque es
Después, secuenciamos el ADN de todas las personas,
difícil saber si las medidas anticontaminación que se
arqueólogos, antropólogos y biólogos moleculares
toman a priori son realmente efectivas. Entre éstas des-
implicados en el estudio. De forma un tanto sorprenden-
taca el genotipado de las personas implicadas en la
te, todos tenían secuencias distintas en la región hiper-
excavación, así como la adopción de medidas preventi-
variable del ADN mitocondrial, lo que significa que pudi-
vas, como el uso de trajes de laboratorio, guantes esté-
mos distinguir exactamente a quién pertenecía cada
riles y mascarillas faciales, en la propia excavación. Estas
secuencia contaminante, y también distinguirlas de las
medidas son algunas de las que se han adoptado de
auténticas, que eran claramente mayoritarias y variaban
forma pionera en la excavación del yacimiento neander-
de una a otra muestra (Sampietro et al., 2007). En con-
tal de El Sidrón, en Asturias, donde las muestras no solo
junto, los arqueólogos, que lógicamente habían manipu-
se extraen con medidas anticontaminación, sino que
lado sin precauciones los restos y los habían limpiado
son inmediatamente congeladas y enviadas al laborato-
con agua, habían dejado sus secuencias en todas las
76
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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muestras, llegando a representar un 33% del total. La
antropóloga, que probablemente había manipulado
mucho más los restos, pero cuando éstos se hallaban ya
secos (el agua contribuye a transportar al interior de los
huesos los contaminantes externos), había dejado su
ADN en menor proporción (un 7% del total). Los investigadores del laboratorio habían contaminado un poco
menos que los arqueólogos (alrededor de un 10% del
Figura 2. Trabajo de laboratorio.
total) (Sampietro et al., 2006). Hay que recordar que los
restos habían sido excavados hacía más de diez años; es
algunos dientes a menos veinte grados, es mucho menor
decir, que los procesos de contaminación provocan pro-
que la destrucción irreversible de un material conserva-
blemas de larga duración en las muestras antiguas. Otros
do a temperatura ambiente (Fig. 2).
estudios similares mostraron que los fragmentos contaminantes, cuando son recientes, forman secuencias de
Información genómica
ADN de mayor longitud que el ADN endógeno, el cual
Durante los primeros veinte años de existencia del ADN
se halla más fragmentado (Malmström et al., 2007).
antiguo, sus posibilidades quedaron restringidas a la
Obviamente, si se intenta recuperar fragmentos que
recuperación de pequeñas regiones genéticas, normal-
exceden la longitud del ADN endógeno, es probable
mente la región hipervariable del ADN mitocondrial
que únicamente se recupere el ADN contaminante.
(Hofreiter et al., 2001). Esto es debido a las limitaciones
Asimismo, también se ha demostrado que la conser-
técnicas existentes y al hecho de que el ADN mitocon-
vación de los restos a la temperatura ambiente de un
drial se halla representado entre 400 y mil veces más que
museo daña el ADN de forma irreparable en pocas déca-
el genoma nuclear en cualquier muestra antigua. Es
das. Ésto pudo demostrarse a partir del análisis de bóvi-
decir, existen muchas más posibilidades de que una
dos prehistóricos de un yacimiento francés, que había
muestra contenga ADN mitocondrial que no nuclear. El
sido parcialmente excavado hacía veinte años. Los hue-
genoma mitocondrial es un marcador genético muy utili-
sos de las nuevas campañas presentaban hasta diez
zado en filogenias y en estudios de diversidad intraespe-
veces más ADN que los que habían sido almacenados en
cífica, porque acumula variación más rápidamente que
las vitrinas de un museo durante ese período (Pruvost et
una región promedio del genoma nuclear y porque al
al., 2007). Por lo tanto quizás es una buena idea conge-
actuar como un marcador neutro dicha variación es bási-
lar algunas muestras que puedan ser interesantes para
camente una función del tiempo. Dicho de otra forma,
estudios paleogenéticos aunque no vayan a realizarse en
cuanto más diferentes sean dos secuencias de mitocon-
un futuro inmediato. El coste de conservar, por ejemplo,
drial, más tiempo hará que han divergido. El estudio del
DNA Y ARQUEOLOGÍA
77
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ADN mitocondrial humano permitió, por ejemplo, esta-
duos de poblaciones europeas y miles de SNPs reparti-
blecer el origen reciente y africano de toda la humanidad
dos por todo el genoma, han demostrado que existe
actual, lo que se conoce como teoría de la «Eva mitocon-
suficiente estructura geográfica como para poder atri-
drial» o «Eva africana».
buir cada individuo a su país de origen con una elevada
Sin embargo, desde la finalización del proyecto
certeza (Novembre et al., 2008). A pesar de lo homogé-
genoma humano en 2001, se ha ido conociendo la fun-
neas que son las poblaciones europeas, el análisis en
ción de muchos genes en aspectos fisiológicos, inmuni-
profundidad del genoma permite reconstruir procesos
tarios, neurológicos, fenotípicos e incluso conductuales
migracionales mucho más sutiles de lo que se creía
de los seres humanos. La información presente en los
hasta ahora.
3.200 millones de nucleótidos que forman un genoma
En definitiva, si pudiéramos solventar los problemas
humano, por contraposición a los 16.500 de un genoma
metodológicos relacionados con la conservación del ADN
mitocondrial, es enorme. Conocemos incluso genes
y la contaminación de las muestras, todo un universo de
implicados en aspectos físicos externos que no encon-
información sobre el pasado se haría accesible (Fig. 3).
tramos nunca conservados, como el color del pelo, de la
piel o de los ojos, el grupo sanguíneo o capacidades
El futuro: las nuevas técnicas de ultrasecuenciación
cognitivas y podemos recuperarlos en especies extin-
El año 2005, apareció una nueva técnica, de las denomi-
guidas (Römpler et al., 2006; Lalueza-Fox et al., 2007;
nadas de ultrasecuenciación (producción masiva de
Krause et al., 2007b; Lalueza-Fox et al., 2008). No solo
secuencias de ADN), que había sido desarrollada por la
ésto: estudios recientes realizados sobre miles de indivi-
compañía tecnológica Life Sciences (Margulies et al.,
Aproximación específica: Reacción en cadena de la polimerasa (PCR)
Aproximación inespecífica: ultrasecuenciación metagenómica
Extracción hueso
PCR
Extracto
ADN
Trituración
hueso
Clonación productos de
PCR
Secuenciación en fragmentos solapados
Creación de una
librería genómica
Extracción
ADN
Identificación bioinformática
Anotación
y ensamblaje
Ultrasecuenciación
masiva
Bases de
datos
genéticos
Figura 3. Procedimiento técnico de recuperación específica de regiones de
ADN mediante la reacción en cadena de la polimerasa o PCR. Se diseñan
sondas para intentar recuperar el fragmento genético de interés; posteriormente el producto de la reacción se clona en bacterias y se obtienen las
secuencias. Si queremos obtener un fragmento largo, necesitamos trabajar
con fragmentos pequeños solapados.
78
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
Figura 4. Procedimiento técnico de las nuevas plataformas de ultrasecuenciación metagenómica. Se obtiene un extracto de ADN del hueso que se
quiere analizar, se generan millones de secuencias inespecíficas de dicho
extracto, y posteriormente se identifican informáticamente mediante comparación con las bases de datos actuales, seleccionando las que corresponden al organismo estudiado.
[page-n-80]
2005): la pirosecuenciación 454 (Fig. 4). Hasta ese
de un determinado extracto antiguo, sin seleccionarlas a
momento, la paleogenética se había basado en la llama-
priori. Algunas de ellas pueden obtener hasta millones de
da «reacción en cadena de la polimerasa» o PCR. La PCR
secuencias en pocas horas. En general, el proceso es
es una aproximación específica, en la cual nosotros pla-
extraordinariamente ineficiente, con porcentajes de recu-
nificamos qué región genética queremos estudiar y dise-
peración del 1 al 4% en muestras de latitudes templadas
ñamos unas sondas específicas (denominadas cebado-
y de hasta el 40-50% en muestras conservadas en suelo
res) destinadas a «pescar» las secuencias buscadas en un
helado como el de Siberia. Sin embargo, esta obtención
extracto de material antiguo donde hay billones de frag-
masiva de datos genéticos hace que terminen por apare-
mentos de ADN endógeno y ambiental. El éxito o fraca-
cer partes significativas de cualquier genoma.
so de este tipo de aproximación depende de la cantidad
El desarrollo de una técnica de enriquecimiento para
de ADN endógeno presente en el extracto y también del
regiones cromosómicas específicas o para el genoma
diseño de estas sondas, pero todo el proceso es muy
mitocondrial entero mediante la utilización de sondas
artesanal y por tanto, lento.
específicas previamente a la reacción de ultrasecuencia-
Los nuevos proyectos genómicos, entre ellos el geno-
ción 454, ha representado una posterior revolución tec-
ma neandertal (Green et al., 2006; Green et al., 2008), son
nológica que ha ayudado a superar las limitaciones ini-
de tipo inespecífico o metagenómico. Se entiende por
ciales. Básicamente, esta técnica combina la especifici-
metagenómica cuando se secuencia una muestra en la
dad de la PCR con la producción masiva de datos pro-
cual no ha sido posible aislar los diferentes organismos
pia de la ultrasecuenciación. En el futuro, cuando los
que la componen. Ésto requiere que cada secuencia obte-
precios sean más asequibles, será posible analizar mues-
nida sea posteriormente identificada mediante alinea-
tras arqueológicas más recientes con estas tecnologías y
mientos informáticos con las bases de datos genéticas dis-
generar de esta manera cantidades enormes de infor-
ponibles. Las muestras óseas antiguas, no solo contienen
mación genética. Dado que la contaminación tiene que
el ADN del individuo cuando estaba vivo, atrapado en
afectar de forma similar muestras distintas de un mismo
cristales de la matriz de hidroxiapatita del hueso, sino que
yacimiento, con estas aproximaciones genómicas debe-
también contienen grandes cantidades de ADN de bacte-
ría ser posible distinguir este patrón de contaminantes
rias del suelo, hongos, etc., que viven en el sedimento o
idénticos del de las secuencias endógenas, que tendrí-
han colonizado el hueso. Las nuevas técnicas de ultrase-
an patrones variables entre individuos y que deberían
cuenciación (hay disponibles varias plataformas tecnológi-
ser coherentes en un mismo individuo. Por lo tanto, pre-
cas que las llevan a cabo, no solo la pirosecuenciación 454
guntas que siempre han interesado a los arqueólogos,
de Life Sciences, sino también la plataforma de Solexa-
como las afinidades poblacionales, el parentesco o el
Illumina o la plataforma SOLID de Applied Biosystems)
sexo de algunos individuos, podrían quedar por fin a
simplemente generan cantidades masivas de secuencias
nuestro alcance, al menos en yacimientos que cumplie-
DNA Y ARQUEOLOGÍA
79
[page-n-81]
ran los requisitos expuestos anteriormente de buena
conservación y de excavación controlada. El futuro de
los estudios genéticos en restos antiguos depende pues
de una mayor colaboración entre biólogos moleculares
y arqueólogos, así como del establecimiento de laboratorios de calidad científica reconocida, de protocolos
consensuados de obtención de muestras (Hublin et al.,
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80
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-82]
Introducción
La alimentación es un aspecto central en la ecología y
el comportamiento de las especies y condiciona la vida
de los organismos: la búsqueda del alimento a menudo
ocupa gran parte del día, la disponibilidad estacional
puede tener un fuerte impacto en cuestiones tales
como pautas de movilidad, tamaño de la población y
organización social, y finalmente la calidad y cantidad
de lo que se ingiera afectará al estado de salud de la
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
ASSUMPCIÓ MALGOSA
GROB. Unitat d’Antropologia biològica
Dept. Biologia Animal, Biologia Vegetal i
Ecologia
Universitat Autònoma de Barcelona
población. Además, en el caso humano, las preferencias y la transformación de los alimentos que constituyen el repertorio dietético dependerá no solo de los
gustos individuales, sino también de las tradiciones culturales. Es, pues, una realidad compleja en la que intervienen cuestiones ecológicas, fisiológicas y culturales,
todas entrelazadas y prácticamente inseparables
(Malgosa y Subirá, 1996).
La alimentación, además de ser una cuestión compleja, también es un concepto amplio. Por una parte, el término alimentación incluye lo que propiamente se ingiere,
verduras, carne, pescado, agua, etc., en definitiva las distintas substancias que constituyen lo que llamamos comida o dieta. Por otro lado, en la alimentación también se
incluye el provecho que el organismo obtendrá de esos
alimentos a través de la nutrición. Finalmente, hay que
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
81
[page-n-83]
tener en cuenta la estrategia a desarrollar para obtener
esos alimentos, ya sea a base de la recolección, la caza, el
cultivo, etc., lo que se denomina el patrón de subsistencia. Aunque a menudo estos conceptos –dieta, nutrición
y subsistencia– se consideran sinónimos, expresan aspectos muy diferentes en relación a la alimentación.
La dieta comprende un conjunto de actos voluntarios y conscientes que van dirigidos a la elección, pre-
Figura 1. Bases antropológicas de los estudios sobre la dieta.
paración e ingestión de los alimentos, fenómenos muy
relacionados con el medio sociocultural y económico y
que determinan, en gran parte, los hábitos dietéticos y
ción y subsistencia, están tan íntimamente entrelazados
estilos de vida. La nutrición hace referencia a los
que las informaciones procedentes de todos los campos
nutrientes que componen los alimentos y comprende
y metodologías tienen cabida y se sostienen o corrobo-
un conjunto de fenómenos involuntarios que suceden
ran unas con otras (Hublin y Richards, 2009).
tras la ingestión de los alimentos (digestión, absorción
Los métodos tradicionales para la determinación de
y asimilación de nutrientes). La nutrición es el proceso
paleodietas a menudo se basan en la interpretación
biológico en el que los organismos asimilan los alimen-
incompleta y a veces engañosa de los registros arqueo-
tos y los líquidos necesarios para el funcionamiento, el
lógicos, por ejemplo, restos de fauna y flora, artefactos
crecimiento y el mantenimiento de sus funciones vita-
u otras pruebas culturales. Esta documentación permi-
les. En cuanto al patrón de subsistencia, tiene una
te inferir cuestiones alimentarias, pero merece la pena
importante determinación cultural y viene definida por
contemplar todas las posibles opciones (ritual, estratifi-
los medios por los cuales un grupo humano extrae y uti-
cación social, etc.). Por el contrario, los estudios sobre
liza la energía de su entorno, pudiendo ser forrajeros,
el propio esqueleto permiten abordar el estudio de la
ganaderos, horticultores, agricultores, etc. Cada patrón
dieta de una forma más objetiva, analizando directa-
de subsistencia conlleva su propio nivel de estratifica-
mente las evidencias de la alimentación, así como las
ción social, patrones de asentamiento y grado de espe-
consecuencias de la presencia, abuso o defecto de
cialización de la mano de obra.
determinado alimento.
Este trabajo se centra básicamente en el estudio de
Los estudios sobre el esqueleto analizan tanto los res-
la determinación de la dieta de poblaciones antiguas,
tos óseos como los registros dentales de las poblaciones
por tanto en el primero de los conceptos citados, es
antiguas (Malgosa y Subirá, 1996) (Fig. 1). En ambos
decir en la caracterización de los alimentos que ingería
casos, el análisis puede realizarse desde un abordaje
una población. Sin embargo, los tres temas, dieta, nutri-
directo, analizando su composición o los restos micros-
82
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-84]
cópicos, o bien mediante el análisis indirecto que supo-
El hueso está formado por una matriz orgánica (30%
ne la respuesta nutricional a determinados alimentos y su
aprox.) impregnada de sales minerales (70% aprox.),
proporción en la dieta. Entre los primeros están los aná-
básicamente hidroxiapatita, un fosfato cálcico hidratado.
lisis químicos de las estructuras esqueléticas (Ambrose y
Esta estructura rígida es en realidad un tejido dinámico
Katzenberg, 2002) y la composición del cálculo dental
que después de la etapa de crecimiento continua remo-
(Lalueza Fox et al., 1996; Henry y Piperno, 2008). Entre
delándose a un ritmo aproximado de 7 a 10 años. De
los segundos, se encuentran el desgaste dental (Pérez-
esta manera la composición del hueso varía a lo largo de
Pérez et al., 1999; Romero y De Juan, 2005; Romero et
la vida de un organismo. La doble fracción del hueso,
al., 2005), las patologías óseas y dentales (Borgognini y
orgánica e inorgánica, permite realizar dos tipos de aná-
Repetto, 1985; Carrasco y Malgosa, 1990; Chimenos,
lisis, según se utilice una u otra: para el estudio de isóto-
1990; Chimenos y Martínez, 1993; Hillson, 1979; Lukacs,
pos estables se analiza principalmente la matriz orgánica
1989), el estado de crecimiento, y el desarrollo del
del hueso, mientras que los elementos traza se analizan
esqueleto (Cohen y Armelagos, 1984).
sobre la fracción inorgánica (Mays, 1998).
Análisis químicos
Análisis de isótopos estables
En las últimas décadas los estudios de la dieta se han
Los elementos químicos en estado natural no están for-
orientado principalmente hacia los análisis químicos
mados por átomos totalmente idénticos, sino por una
(Ambrose y Katzenberg, 2002). Actualmente se tiene un
mezcla de diversas formas que se diferencian entre sí por
conocimiento preciso acerca de los procesos que siguen
el número de neutrones de su núcleo y, por tanto, en su
los alimentos a fin de que puedan ser utilizados por el
masa atómica. Los isótopos estables son los que no se
organismo humano y así mantener un estado funcional
descomponen y se mantienen imperturbables a lo largo
óptimo, incluyendo la formación y el mantenimiento de
del tiempo, siendo los más abundantes en la naturaleza.
las estructuras óseas. Estos procesos incluyen la diges-
En cualquier reacción química o física hay una selección
tión de los alimentos y su posterior absorción y transpor-
a favor o en contra de uno o más de los isótopos, por lo
te a las distintas células, donde los nutrientes serán utili-
cual existen diferencias entre la proporción de las dife-
zados. Ello permite relacionar la dieta con la variabilidad
rentes formas según el medio en el que se encuentren
de la composición química del hueso ya que cualquiera
(Chisholm, 1989). En base a esta diferente proporción, se
de los elementos químicos que componen el esqueleto
utiliza el estudio de los isótopos, principalmente los de
tiene una única vía de entrada en el organismo, la ali-
carbono y de nitrógeno, para la reconstrucción de las
mentación. Es posible, pues, relacionar la cantidad de un
paleodietas. Actualmente es un campo en pleno
elemento presente en el hueso con la posible ingestión
desarrollo por lo que la bibliografía aquí citada es solo
mayoritaria de un tipo u otro de alimento.
una pequeña representación.
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
83
[page-n-85]
-26‰ (plantas terrestres)
-6‰ (CO2 atmosférico)
carbono en las plantas conduce a diferentes proporcio-23‰ (carbono
orgánico)
nes 13C/12C entre estos tipos de plantas, con un conte+1‰ (carbonos
_
inorgánicos)
sedimentos
nido de 13C más elevado en las plantas C4 que en las
C3. El 85% de las plantas superiores son del tipo C3
(casi todas las arbóreas) y tienen unos valores de δ 13C
muy bajos, entre –22‰ y –30‰. El otro 15% de las
plantas son del tipo C4, en su mayoría son plantas tro-
Figura 2. Distribución de los niveles de isótopos de Carbono.
picales (maíz, sorgo, caña de azúcar, mijo, soja, etc.) y
tienen unos valores de δ 13C más altos, entre –10‰ y
–14‰. Por lo tanto, el valor δ 13C de los huesos depen-
Carbono. Globalmente, se puede decir que existe una
de en gran parte del tipo de planta más abundante en
variabilidad isotópica espacial y temporal del CO2
la dieta.
atmosférico (Klinken et al., 2002). Casi el 99% del CO2
Otro motivo de diferenciación entre alimentos lo pro-
atmosférico contiene el carbono ligero 12C, una peque-
porciona la fuente de carbono: marina o atmosférica. En
ña parte, el 1,1% del CO2, es algo más pesado ya que
el primer caso, la proporción es mayor de 1:100, mien-
contiene 13C, y finalmente una muy pequeña proporción
tras que si el carbono procede de la atmosfera, la rela-
contiene 14C , que es radiactivo e inestable, y cuyas apli-
ción es aproximadamente 1:100; de esta forma el valor
caciones han sido fundamentalmente paleocronológi-
sería mayor si el alimento proviene de un ambiente mari-
cas. En el proceso de absorción fotosintética del CO2,
no (Fig. 2). Así pues, se pueden diferenciar tres grupos
la vegetación terrestre y el fitoplancton marino practi-
de plantas en relación al contenido de 13C: las marinas y
can una discriminación en contra de las moléculas pesa-
las terrestres, C3 y C4, por lo que la composición isotó-
das, absorbiendo una mayor cantidad de
C que de
pica de los huesos de un animal dependerá del tipo de
C. De esta forma el carbono atrapado en los vegeta-
alimentación basada en una mayor proporción del tipo
les contiene una menor proporción de 13C que el carbo-
de plantas que sean la base de la su cadena alimentaria.
no del CO2 atmosférico por lo que se observa una
Los mamíferos que comen estas plantas enriquecen sus
reducción de la relación inicial.
tejidos con isótopos pesados que resultan en valores de
13
12
Además, no todas las plantas realizan las dos mismas fases de la fotosíntesis y en función de ello se cla-
un 3-5‰ superiores al de la planta ingerida (Aufderheide,
1993).
sifican en tres tipos: plantas C3, C4 y CAM. En las plantas C3, el primer compuesto orgánico fabricado en la
Nitrógeno. El isótopo más frecuente del nitrógeno es el
fotosíntesis tiene 3 átomos de carbono, mientras que
14
en el tipo C4 tiene 4. Así, la distinta incorporación del
cercanos al 0‰ en la atmosfera y de 10‰ en los suelos
84
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
N (99,634%) frente al 15N. Este último presenta valores
[page-n-86]
(Katzenberg,1992). De la misma forma que los isótopos
les la disponibilidad de agua puede ser crítica; por
de carbono, la cuantificación de los isótopos de nitróge-
ejemplo, los animales adaptados a la sequía o los que
no refleja los niveles basales de la cadena alimentaria: las
habitan en los desiertos muestran valores δ 15N anóma-
plantas (Katzenberg, 2000). Las plantas obtienen el nitró-
lamente altos (Schoeninger et al., 1983), lo que también
geno a partir de los iones amonio y nitratos del suelo y
se observa en restos humanos procedentes de zonas ári-
del agua o del nitrógeno atmosférico, a partir de las bac-
das que a menudo muestran valores muy altos de δ 15N.
terias fijadoras del N2. Por tanto hay diferencias entre los
niveles presentes en la atmosfera y en el suelo, siendo el
Cuantificación. La desviación de la concentración isotó-
l5
N más abundante en el segundo; también existen dife-
pica de 13C (δ 13C) en cualquier muestra, viva o fósil se
rencias entre las plantas, ya que las leguminosas obtie-
mide respecto a un standard, que suele ser el carbono
nen nitrógeno a partir de las bacterias fijadoras del nitró-
contenido en el carbonato cálcico de la concha de un
geno que se encuentran en las raíces y, por tanto, tienen
determinado fósil marino denominado PDB (Pee Dee
niveles superiores de N.
Belemnite), o VPDB, perteneciente a una formación geo-
14
Otra fuente de nitrógeno es el agua dulce y marina,
lógica del Cretácico en Carolina del Norte, y cuyo valor
siendo fijado por bacterias y algas azules. En los organis-
ha sido establecido por la Agencia Internacional de la
mos marinos, el 15N es más abundante. Los valores de
Energía Atómica.
los organismos acuáticos son más positivos que los de
Tanto en el caso del carbono como en el del nitróge-
los terrestres debido a que los nitratos usados por el
no, los valores obtenidos se expresan en ‰ y se ven
fitoplancton están enriquecidos por la disolución de
reflejados en las siguientes fórmulas:
nitratos y amoníacos del agua marina. Además hay un
enriquecimiento de un 3-4‰ a medida que se asciende
de nivel trófico tanto en organismos marinos como
δ 13C = (13C/12C muestra - 13C/12C estándar )
C/12C estándar x 1.000
13
terrestres. Al ser la cadena trófica marina más larga que
la terrestre, los organismos marinos presentan valores
más altos. Por ejemplo los organismos terrestres tienen
δ 15N = (15N/14N muestra - 15N/14N estándar)
N/14N estándar x 1.000
15
un promedio de +5,7‰, mientras que los mamíferos
marinos es de +15,6‰. Así pues, se produce un incre-
En el caso del carbono los valores siempre son negati-
mento de δ 15N a lo largo de la cadena trófica. Otros fac-
vos, mientras que en el nitrógeno pueden serlo o no. Los
tores que afectan a los valores concretos de δ 15N de las
intervalos de variación de δ 13C y 15N pueden ser repre-
plantas incluyen la temperatura, la altitud, la pluviosi-
sentados en un eje de coordenadas (Fig. 3) en el que se
dad, la salinidad del suelo y la aplicación de fertilizantes
observan diferentes categorías asociadas a diversos
naturales como el guano (Ambrose, 1991). En los anima-
patrones alimentarios.
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
85
[page-n-87]
Isótopo radiactivo
Carbono 12
datación
Carbono 14
Carbono 13
Isótopo estable
Isótopo
normal
dieta
CARNÍVOROS MARINOS
CARNÍVOROS
Presas dieta C3
δ 15N‰ (AIRE)
No bosque
Presas dieta C4
HERBÍVOROS
RUMIANTES
PLANTAS C3
Bosque
PASTURES
PLANTAS C4
No bosque
HERBÍVOROS
FIJADORES N2 (C3)
Bosque
No bosque
Marinos no arrecifes
ARRECIFES MARINOS
TROPICALES
δ 13C‰ (PDB)
Figura 3. Distribución de los isótopos de C y N en distintos ecosistemas (modificado de Keegan, 1989).
Aplicaciones. Este tipo de estudios tiene diversas aplica-
mentos orgánicos también pueden aportar informacio-
ciones y contribuye al conocimiento sobre la homogenei-
nes significativas, por ejemplo el pelo (Macko et al.,
dad de la dieta en una población, las variaciones espa-
1999) o incluso la madera del sarcófago que contuvo al
ciales, ecológicas y temporales entre grupos humanos,
individuo (Filley et al., 2001).
así como a la valoración del status social individual
No hay que olvidar tampoco su aplicación a contex-
(Schwarcz, 1991). También ha sido muy empleado en
tos más antiguos, por ejemplo al estudio de homínidos,
América para determinar el papel del maíz en la dieta de
ya que ha sido posible obtener resultados significativos a
los diferentes grupos étnicos (Buikstra y Milner, 1991;
partir de material fósil. Así por ejemplo, se ha reafirmado
Larsen et al., 1992), mientras que en Europa se ha emple-
el estatus carnívoro y depredador del hombre de nean-
ado para conocer la contribución de alimento de diver-
dertal (Richards et al., 2000; Bocherens et al., 2005;
sos ecosistemas –marino vs. terrestre (García et al.,
Bocherens, 2009) o el oportunismo y adaptabilidad de
2004), agua dulce (Katzenberg et al., 2009), etc.– en dis-
Australopithecus africanus (Van der Merwe et al., 2003) o
tintas poblaciones, pero sobre todo para evaluar los
la estacionalidad de Paranthropus robustus (Sponheimer
cambios alimentarios durante la transición Mesolítico-
et al., 2006).
Neolítico (Lubell et al., 1994; García et al. 2006; Schulting
Por otro lado, los isótopos estables pueden aportar
et al., 2008). A pesar de que tanto el esmalte, como la
pruebas para conocer el momento del destete de los
dentina, y el hueso muestran un buen registro de la dieta
niños en la antigüedad. Diferencias en los valores de δ
y las prácticas alimentarias, la utilización de otros ele-
15
86
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
N pueden reflejar el cambio de nivel trófico que se pro-
[page-n-88]
duce cuando el niño recibe alimentos sólidos en lugar de
Medio hasta el Postclásico Tardío (700 BC a 1500 AD),
recibirlos a través de su madre (Fogel et al., 1997;
los valores encontrados para los premolares, por ejem-
Herring et al., 1998; Schurr, 1998). Un lactante se
plo, tenían de promedio un 0,5% más de δ 13C que los
encuentra en un nivel trófico superior en la cadena ali-
primeros molares del mismo esqueleto, mientras que
mentaria y, por lo tanto, tiene un valor de δ 15N superior
los terceros molares no estaban significativamente más
al de la madre o al de un niño no lactante. Estos resulta-
enriquecidos que los premolares (Wright y Schwarcz,
dos también se pueden comparar con isótopos de car-
1998). El cambio de los primeros molares y premolares
bono cuyos valores pueden reflejar la introducción de ali-
parece ser debido a la transición a los alimentos sólidos
mentos sólidos (como el maíz) en la dieta, y con los valo-
a partir de leche materna que es rica en lípidos.
res de isótopos de oxígeno, que indicarían si un bebé
Después de los 2 años, cuando comienza la mineraliza-
ingiere leche materna u otras fuentes de agua (Wright y
ción de los premolares, los niveles de δ 13C de la dieta
Schwarcz, 1998).
infantil no cambiaron sistemáticamente. En relación a
los isótopos de oxígeno, los primeros molares y premo-
Oxígeno, Hidrógeno, Estroncio y Plomo. Los análisis
lares tienen unos valores de δ 18O similares, aunque en
de isótopos estables se han convertido en los últimos
los terceros molares el promedio es un 0,7% inferior
años en una herramienta poderosa y no invasiva para
respecto de los primeros molares y 0,5% inferiores a los
estudiar la conducta animal y humana, habiendo
premolares. Tanto el primer molar como el premolar tie-
ampliado el espectro de elementos y materiales anali-
nen mayores valores de δ 18O, ya que la leche materna
zados. El conocimiento cada vez mayor de los ciclos
está más enriquecida en
geoquímicos de los isótopos y el aumento de cuestio-
Parece que existió un proceso asincrónico de los cam-
nes planteadas en relación a la dieta y su origen, tuvo
bios de δ 13C y δ 18O que demuestra que las madres
como consecuencia la utilización de isótopos tradicio-
Kaminaljuyú practicaban una alimentación complemen-
nalmente empleados en otras problemáticas, por ejem-
taria. La composición isotópica del esmalte de los
plo la paleoclimática, a la resolución de temas paleoan-
Kaminaljuyú indica que muchos niños continuaban
tropológicos. Los isótopos del oxígeno fueron rápida-
tomando leche –enriquecida en
mente integrados a esta temática para resolver cuestio-
años, cuando los premolares se mineralizan. Aunque los
nes como el destete. Se ha observado que los dientes
alimentos sólidos se introdujeron tempranamente,
que se desarrollan más tarde están más enriquecidos en
antes de que se iniciara la mineralización de los premo-
C, a la vez que están más empobrecidos en 18O que
lares, la leche materna parece haber proporcionado una
los dientes que se desarrollan a edades más tempranas.
importante proporción de los líquidos absorbidos por
En la población de Kaminaljuyú, un estado antiguo de
los Kaminaljuyú hasta los 5 o 6 años de edad (Wright y
Guatemala cuya datación abarca desde el Preclásico
Schwarcz, 1998).
13
18
O que el agua potable.
18
O– entre los 2 y 6
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
87
[page-n-89]
Figura 4. Mapa de distribución de los niveles de δ 2H y δ 18O en USA generados a través de GIS (de Ehleringher et al., 2009).
También los huesos recuperados de los sitios arqueo-
Ahora bien, el estroncio consumido es incorporado en el
lógicos pueden ser analizados para obtener información
esqueleto durante la formación de hueso, pero también
sobre otros aspectos de la vida como la migración. Los
durante su remodelación. Teniendo en cuenta que el
isótopos de carbono, oxígeno e hidrógeno que pueden
hueso está sometido a una continua renovación de su
ayudar a determinar el origen geográfico a través de sus
fase inorgánica, las mediciones de estroncio óseo refle-
proporciones en el agua que beben (Fig. 4) (Daux et al.,
jan los últimos años de la vida de la persona. El esmalte
2008; Thompson et al., 2008; Ehleringer et al., 2008).
de los dientes, por otra parte, se forma durante la infan-
Del mismo modo, los isótopos de estroncio y el plomo
cia y los cambios que pueda sufrir su composición son
en los dientes y los huesos puede ser utilizado para
relativamente pequeños y no comportan una verdadera
reconstruir la migración en las poblaciones humanas y su
remodelación como la del hueso. Por ello, las diferencias
afinidad cultural. Por ejemplo, la composición isotópica
de isótopos de estroncio entre el hueso y el esmalte de
del estroncio de los huesos y los dientes reflejan la com-
los dientes en una sola persona reflejan los cambios en la
posición de isótopos de estroncio de la geología local.
historia de la residencia de esa persona. Así pues la rela-
88
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-90]
ción de estos isótopos medidos en los dientes y en los
tradicionales no son resolutivos (Sharp et al., 2003;
huesos humanos pueden servir como marcadores de la
Smith, 2007). Actualmente también se dispone de datos
geología de las áreas en las que los individuos se criaron
diversos que demuestran que el pelo y los dientes con-
y en la que murieron, respectivamente (Price et al., 2002).
tienen un largo historial de los ritmos biológicos regis-
En cuanto al plomo, el distinto origen radiogénico de
trado en la ratio de isótopos; así pues, el análisis de la
tres de sus cuatro isótopos estables da lugar a una señal
distribución de isótopos en estos materiales proceden-
isotópica característica de cualquier depósito geológico.
tes de especímenes arqueológicos podría dar informa-
Siendo que el plomo no se fracciona en los sistemas bio-
ción sobre la fisiología de las personas y animales anti-
lógicos, incluido el metabolismo humano, la composi-
guos (Appenzeller et al., 2007).
ción isotópica de plomo del esqueleto refleja la fuente o
Estos estudios ofrecen una visión de la amplitud de
fuentes a la que las personas estuvieron expuestas. Se
posibilidades que pueden tener los análisis isotópicos
supone que los diferentes grupos culturales serán
aplicados a los restos antiguos. Sin embargo, para un
expuestos a diferentes fuentes de plomo a través de los
mejor resultado, el investigador debería poder determi-
procesos naturales y prácticas culturales (Carlson, 1996).
nar los niveles originales de los isótopos en el organismo
Un reciente desarrollo en la ciencia forense es el aná-
en el momento de su muerte y no siempre es exacta-
lisis isotópico de cabello, que podría ser aplicado a res-
mente así. A partir de la muerte de un organismo, se
tos capilares conservados. El cabello tiene una tasa de
desencadenan una serie de procesos y reacciones en el
crecimiento reconocible de unos 9-11 mm por mes o 15
propio cuerpo y en su ambiente inmediato. Los procesos
cm por año, siendo este crecimiento dependiente prin-
diagenéticos –físicos, químicos y biológicos– tenderán a
cipalmente de la dieta, incluyendo sobre todo el agua.
modificar los restos y su composición. Por ello, es impor-
La composición isotópica del agua potable está en fun-
tante entender los procesos de diagénesis que puedan
ción de la ubicación y la geología, por ello los isótopos
afectar a la señal original isotópica a fin de interpretar sus
de estroncio ( Sr, Sr) y de oxígeno ( O y O) varían en
niveles y obtener una imagen precisa de la paleodieta
todo el mundo. Estas diferencias en la relación isotópi-
(Bocherens, 2002). También es importante para el inves-
ca se ven reflejadas en nuestro cabello, cuando crece y,
tigador saber las variaciones de los isótopos en los indi-
por tanto, es posible identificar los últimos movimientos
viduos, entre individuos, y en el tiempo.
87
88
18
16
geográficos a través del análisis de cabello. Por ejemplo, sería posible determinar el lugar de residencia
Análisis de elementos traza
reciente de un sospechoso comparando la composición
Tal como su nombre indica, los elementos traza son
isotópica de distintas zonas del cabello. Este análisis del
aquellos elementos químicos que se encuentran en
cabello es un método no invasivo que se está volviendo
pequeñas cantidades, en este caso, en el hueso. Su estu-
muy popular en los casos en que el ADN u otros medios
dio sigue pautas parecidas al estudio de los isótopos
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
89
[page-n-91]
Sr 38 P
50 N
Fra
cci
on
am
ien
to
de
lE
str
on
cio
(Sr
)
Consumidores
terciarios
(grandes
carnívoros)
Consumidores
secundarios
(pequeños
carnívoros)
Consumidores
primarios
(herbívoros)
Productores
(plantas)
Energía que fluye a través del sistema
Pérdida del calor del sistema
Figura 5. Fraccionamiento del estroncio a lo largo de la cadena trófica.
estables porque se trata en ambos casos de metodologí-
plantas. Otros dos, el cobre y el zinc, se encuentran
as analíticas químicas y se basa en el fraccionamiento tró-
mayormente disponibles en los alimentos de origen ani-
fico de determinados elementos. Se trata de cuantificar
mal (Underwood, 1977).
la concentración de un determinado elemento traza en
El estroncio es el elemento más paradigmático de
los huesos de diferentes individuos de una población y
los análisis de paleodieta mediante los elementos traza.
contrastarla con estándares o patrones que permitan la
Se trata de un elemento alcalinotérreo que las plantas
clasificación según el tipo de dieta. En este caso los
absorben con facilidad del suelo junto con el calcio cuyo
patrones empleados son los restos de fauna de dieta
comportamiento químico es muy similar. Los animales
conocida del mismo yacimiento y estratigrafía.
herbívoros tienen, pues, un fácil acceso al estroncio y
La cantidad de un elemento traza a lo largo de una
por ello constituyen un importante reservorio de este
cadena trófica varía en función de razones fisiológicas de
elemento. Sin embargo la concentración en los tejidos
la alimentación del grupo. Se utilizan elementos quími-
animales no es la misma que en las plantas del lugar, ya
cos no esenciales para el organismo que no estén limi-
que el tracto intestinal de los animales discrimina el
tados por unos requerimientos concretos (Ezzo, 1994).
estroncio a favor del calcio. En las sucesivas etapas de la
Tres de estos elementos en particular (estroncio, bario y
cadena trófica (omnívoros y carnívoros) la proporción de
vanadio) están significativamente concentrados en las
estroncio se reducirá aún más (Fig. 5) por dos razones:
90
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-92]
Sr, Ba
una es la ya citada discriminación del sistema digestivo
y la otra, la mayor dificultad de acceso a los depósitos
de estroncio que en los animales son los huesos (Gilbert,
1985). Este proceso de empobrecimiento de un elemen-
Herbívoro – Omnívoro – Carnívoro
Zn, Cu
Figura 6. Variación de los elementos traza en función de la base alimentaria.
to en los diferentes estadios de alimentación, desde un
herbívoro hasta un carnívoro, se da también en otros
supuesto que esté relacionado con un cambio en la dieta
elementos traza. Así, algunos elementos ven reducidas
puede quedar reflejado en el hueso, tanto diferencias
las cantidades a lo largo de la cadena trófica (en gene-
entre grupos sociales, ya sea de edad, de sexo o de
ral los alcalinotérreos como el estroncio, el bario o el
estratificación social (Auferheide, 1989; Blakely, 1989;
magnesio abundantes en las tierras y en las plantas),
Hatch y Geidel, 1985), como diferencias entre cronologí-
mientras otros, como el cobre y el zinc, incrementan su
as dentro de un mismo yacimiento (Sillen, 1984). Por últi-
ratio al ser retenidos en los tejidos musculares
mo, este tipo de estudio puede reflejar posibles conta-
(Klepinger, 1984; Francalacci y Borgognini, 1988). Es
minaciones y envenenamientos asociados al alimento o a
interesante poder integrar los datos de los diferentes
su tratamiento, así como de otros asociados a las activi-
elementos traza por el diferente tipo de información que
dades laborales (Aufderheide et al., 1991; Runia, 1988).
aportan y por la interacción que hay entre ellos (Fig. 6).
En conjunto, el estudio multielemental nos puede dar
Limitaciones de los análisis químicos en restos antiguos.
una aproximación de la alimentación básica del grupo
Todo tipo de análisis sobre el hueso precisa de una
humano (Francalacci, 1987; Subirá y Malgosa, 1992).
buena conservación del material, máxime cuando este
análisis es químico. A pesar de la escasa cantidad de
Aplicaciones de los análisis de elementos traza. El análi-
hueso, 0,5 g que se necesita para el análisis de elemen-
sis de los isótopos y de los elementos traza facilita infor-
tos traza, el hueso debe permanecer lo más indemne
mación sobre las proporciones de algún tipo de alimen-
posible para poder considerar los datos aceptables
to en la dieta de un grupo. Se ha aplicado a distintos
(Subirá, 1993). En el caso de los isótopos estables es
contextos y épocas, incluso a restos fósiles (Safont et al.,
necesaria la extracción de colágeno de un gramo de
1998; Sponheimer et al., 2005, entre otros), e incluso
hueso, evitando utilizar aquella parte del hueso en que la
combinando con diversos modelos químicos (Sillen et al.,
matriz orgánica haya prácticamente desaparecido o estu-
1995). También nos permiten conocer el estado de salud
viera alterada por la presencia de microorganismos. En
de una población, en tanto que la deficiencia de algún
este sentido, algunos autores consideran que no se con-
elemento químico presente en un producto alimenticio
serva colágeno en restos de más de 10.000 años, y que
puede quedar reflejada en los niveles basales de los ele-
el error en la medición podría proceder del 13C del carbo-
mentos traza en el hueso. Por otra parte, cualquier
nato presente en la hidroxiapatita (Sillen, 1994).
ANÁLISIS QUÍMICOS Y PALEODIETA
91
[page-n-93]
Otras consideraciones a tener en cuenta son la posi-
miento) lo que proporciona un cuerpo de datos consis-
ble variabilidad geográfica y regional, y la interrelación
tente para explicar la alimentación de los grupos del
entre marcadores alimentarios, por ejemplo alimentación
pasado.
marina y plantas C3 y C4, y la complejidad en la interpretación de los resultados cuando se tienen en cuenta
influencias fisiológicas, como las diferencias de sexo en
metabolismo de Sr/Ca en las que las mujeres suelen
tener mayor Sr/Ca ratios que los hombres debido a las
demandas del embarazo y la lactancia (Eckhardt, 2004).
Pero quizás el principal toque de atención reside en
la imposibilidad de comparar los valores absolutos obtenidos en diferentes poblaciones, tanto por el uso de
diversas metodologías analíticas, como por los diversos
procesos diagenéticos ligados a las características propias de cada yacimiento y época. Por ello es extremadamente importante la comparación de los niveles quími-
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94
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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La investigación bioantropológica y paleopatológica, y
la actividad arqueológica
Existe una discrepancia entre el gran volumen de necrópolis que se han excavado desde la década de 1980 en
la Comunidad Valenciana con la escasa realización de
estudios bioantropológicos y paleopatológicos efectuados, lo cual denota la precaria situación que las disciplinas tienen en esta área geográfica. Si a ésto le unimos
que tampoco existe una formación específica en Grado y
Postgrado en las universidades públicas y privadas de
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA.
HERRAMIENTAS PARA LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICA
MANUEL POLO CERDÁ
esta comunidad, con excepción de la desarrollada en la
Grupo Paleolab. Valencia
Universitat d´Alacant, es obvio que la investigación del
registro biológico humano procedente de las interven-
ELISA GARCÍA PRÓSPER
Grupo Paleolab. Valencia
ciones arqueológicas no es una fuente habitual de trabajo y mucho menos de interés institucional.
ALEJANDRO ROMERO
Dpto. Biotecnología
Facultad de Ciencias
Universitat d´Alacant
Esta situación es consentida y mantenida desde hace
años por una Administración Pública, que hasta hace relativamente poco tiempo no exigía la investigación del
registro osteoarqueológico. A día de hoy, esta exigencia
no consta en ningún reglamento de actividades arqueológicas, precisamente porque éste no existe. A día de hoy
esta situación, aunque ha mejorado sensiblemente, es
todavía anecdótica y lamentablemente caprichosa, pues
dependiendo del proyecto y del equipo arqueológico, los
técnicos que velan por el cumplimiento de nuestra Ley
4/1998 de 11 de junio del Patrimonio Cultural Valenciano,
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
95
[page-n-97]
exigen o no estudios complementarios como los de tipo
gración arqueológica y bioantropológica-paleopatológi-
bioantropológico o paleopatológico. Por otra parte,
ca. Nos referimos al cambio sustancial que desde 1999
desde las Administraciones Públicas no se regula quién
vive Portugal con la entrada en vigor del Regulamento
está capacitado para estas investigaciones, lo cual devie-
dos Trabalhos Arqueológicos (Decreto Ley 270/99 de 15
ne hacia estudios con diversos resultados, muchos de
de julio, DR 163/99, serie I-A, pp 4412 a 4417), que en su
escasa calidad y otros realizados por personal no especia-
artículo 8 estipula que la excavación de necrópolis o
lizado, y que contrastan con el alto nivel científico de dife-
intervenciones donde pueda haber restos antropológi-
rentes grupos de investigación a nivel nacional, que desde
cos sólo será autorizada en caso de que el equipo pro-
un prisma multidisciplinar, publican sus trabajos en los
motor tenga garantizada la presencia de especialistas en
congresos nacionales e internacionales de Antropología
Antropología Física. Por otra parte, las administraciones
Física, Paleopatología y Arqueología, manteniendo vivas
públicas certifican una cartera profesional de antropólo-
las investigaciones prehistóricas e históricas en estas áreas
gos y paleopatólogos a través de la correspondiente
de conocimiento.
acreditación. Desde entonces, todas las intervenciones
Es pues una realidad que las necrópolis excavadas en
arqueofunerarias tienen su correspondiente estudio
estas tierras se almacenan hasta su olvido en museos o
osteoarqueológico, que se ha traducido en un incremen-
servicios municipales de arqueología, sin ser conserva-
to cuantitativo de publicaciones.
das adecuadamente para su preservación y sin ser inves-
A pesar de la lamentable situación particular que
tigadas por equipos multidisciplinares de ninguna institu-
vive esta área del Levante, la realidad española está
ción que manifieste interés por estas disciplinas.
cuantificada a través de recientes estudios bibliométri-
Seguramente la inexorable destrucción o incluso la
cos como los de González, Blanco y Robles (2007) y
«excavación» dentro de los propios museos será la única
Etxeberria (2009) sobre el estado de la Paleopatología
posibilidad de investigar en las décadas futuras.
en España. Entre las cifras que se dan sobre la produc-
La obligada reglamentación de las actividades
ción científica destaca que el 82,5% de los investigado-
arqueológicas permitiría una solución a unos análisis, los
res están integrados en diferentes centros y universida-
osteoarqueológicos, donde ha imperado hasta el
des, frente a un 17,5% que trabajan desde el ámbito pri-
momento la buena voluntad en el mejor de los casos y la
vado. Por otra parte, el 24% de los trabajos publicados
desidia administrativa en la mayoría de ellos. No obstan-
procede de Madrid, el 21% de Cataluña y el 21% de la
te, esta situación es dispar en el resto de los territorios
Comunidad Valenciana (fundamentalmente por personal
debido a las diferentes leyes de patrimonio autonómicas
no vinculado a instituciones públicas). Solo el 40% de
y a sus diferentes reglamentaciones sobre actividades
los investigadores son médicos y un 39% de las obser-
arqueológicas. Ejemplos muy válidos y cercanos nos
vaciones patológicas no van acompañadas de un diag-
pueden dar la solución futura para una verdadera inte-
nóstico diferencial (ausencia que vendría dada porque la
96
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-98]
160
mayoría de los autores no médicos desconocen las fuentes de la patología). Finalmente, con respecto al perio-
Nº artículos
140
120
100
80
60
40
ciones prehistóricas, mientras que solo el 11% son estudios poblacionales.
Asimismo, en el trabajo de Vizcaino, Monroy y
González (2009) sobre análisis bibliométrico de las publicaciones de la Sociedad Española de Antropología Física
20
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el
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07
do cronológico investigado, el 15% versa sobre colec-
Figura 1. Evolución de la producción científica en paleopatología a través
de los congresos de la Sociedad Española de Paleopatología (1988-2007).
(SEAF), lamentablemente ninguna universidad valenciana figura entre las que han publicado en el periodo
sobre trauma en poblaciones antiguas representan hasta
1978-2005, siendo Barcelona, Madrid y Granada las uni-
el 28% de la producción científica, seguidos del análisis
versidades que aglutinan el peso de la investigación
de enfermedades infecciosas (13%), degenerativas y arti-
española.
culares (12%), metabólicas y endocrinas (9%), neoplási-
Sobre la dimensión que la Paleopatología tiene a
cas (8%), congénitas (8%), dentales (7%), indicadores de
nivel internacional, es de obligada consulta el trabajo de
estrés (2%) y enfermedades vasculares (2%). En la revista
Stodder et al. (2006), donde a partir de un análisis
JAS para el mismo periodo, se incluye además hasta un
bibliométrico del periodo 1996-2005 sobre cuatro bases
8% de trabajos sobre DNA antiguo.
de datos donde están indexadas las revistas científicas
A pesar de disponer de fuentes y recursos suficien-
Paleopatología
tes, el análisis del impacto de la investigación en
(Medline, Anthropological Literature, ISI –Institute for
Bioantropología y Paleopatología está extremadamen-
Scientific Information– y AIO –Anthropological Index
te limitado a la gran dispersión de la bibliografía,
Online–), se analizan hasta 1013 artículos, de los cuales
donde un gran volumen de las aportaciones no se
el 15,6% se publican en el International Journal of
publican en ninguna de las tres revistas con mayor índi-
Osteoarchaeology (IJO), el 13,33% en el American
ce de impacto, incluso muchos de los trabajos aparecen
Journal of Physical Anthropology (AJPA), el 4,4% en
a nivel nacional en revistas, actas o monografías, como
Anthropologischer Anzeiger y el resto se distribuye
así se puede observar cuando se acude a consultar
entre 1 y 3% para un variado conjunto de revistas
algunos de los pocos repertorios bibliográficos existen-
(Journal of Archaeological Science (JAS), HOMO,
tes sobre Paleopatología como la «Paleopathology
Chungará, Paleopathology Newsletter, Anthropologie,
Bibliography of The San Diego Museum of Man» o la
Human Evolution, etc.).
«Bibliografía sobre Paleopatología en España» de la
que
publican
Bioantropología
y
Si analizamos el repertorio de la revista IJO entre
Sociedad Española de Paleopatología (SEP) recopilada
1996 y 2005 por entidades nosológicas, los estudios
por el Prof. F. Etxeberria (2007). No obstante, en
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
97
[page-n-99]
España se ha producido un incremento notable de las
En definitiva, el análisis de los restos humanos en
publicaciones sobre Paleopatología si atendemos al
contexto arqueológico debe encerrar siempre un doble
volumen de trabajos recogidos en los libros de actas de
papel. En primer lugar, la integración de la información
congresos de la SEP en sus veinte años de existencia
en un cuadro de conocimiento paleoambiental general (a
(Fig. 1). Se puede decir que en España esta ciencia
través de los patrones de paleonutrición, indicadores de
tiene un gran dinamismo y unas enormes expectativas
estrés adaptativo, impacto de las enfermedades o el
de futuro (Etxeberria, 2009).
análisis de economías de subsistencia), y en segundo
lugar, la investigación sobre el hombre y su comporta-
Arqueología funeraria y Paleopatología
miento ante la muerte en un contexto cronocultural
La Arqueología y la Bioantropología-Paleopatología tie-
específico, prehistórico o histórico. En definitiva, en la
nen su nexo de unión en la denominada «Arqueología de
lectura del registro osteoarqueológico, la Antropología
la muerte» o «Arqueología funeraria», que ha evoluciona-
Física se encarga de la variabilidad del individuo y de la
do hacia la integración paulatina de diferentes conceptos
población, la Paleopatología de la normalidad y de la
biológicos y biomédicos traspasando el clásico análisis
enfermedad del grupo humano, y la Arqueología funera-
estático poblacional sobre el registro funerario. Se ha
ria del aporte de los materiales de estudio en un contex-
pasado de implementar la aplicación de ciencias como la
to cronocultural determinado.
Antropología Física durante la excavación arqueológica a
El término Paleopatología fue utilizado por primera
través de la «Arqueoantropología de campo», hacia la
vez por Schufeldt (1892) como el «término bajo el cual
conceptualización de la excavación funeraria desde una
pueden ser descritas todas las enfermedades o condi-
perspectiva biológica integradora, y donde también las
ciones patológicas encontradas en los restos de anima-
ciencias médicas tienen su espacio.
les extinguidos o fosilizados» (Villalaín, 2007). A partir
En el siglo XXI, dentro del estudio multidimensional
de este concepto, se acepta que fue en 1913 cuando
de las sociedades del pasado, toda excavación
Sir Marc Armand Ruffer definió el concepto de
arqueofuneraria prehistórica o histórica debería ser
Paleopatología «como la ciencia que tiene por objeto
analizada desde una perspectiva amplia que obligato-
el estudio de las enfermedades capaces de dejar su
riamente incluiría a la Paleopatología. Hoy en día, los
huella en los tejidos orgánicos, sobretodo en los hue-
nuevos avances biológicos se incorporan a la
sos, más o menos antiguos». Posteriormente, los estu-
Arqueología de la muerte, y sirva como ejemplo recor-
dios de Moodie (1923) y Pales (1930) permitieron alcan-
dar
la
zar a la disciplina su propia madurez como especialidad
Paleomicrobiologia y la Paleogenética están realizando
médica con objetivos y metodología específica dentro
sobre el impacto de las enfermedades infecciosas en el
de los estudios de Paleoantropología (Etxeberria,
pasado (Malgosa et al., 2005).
2009). La Paleopatología, pues, ha de entenderse
98
las
aportaciones
que
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
disciplinas
como
[page-n-100]
como una especialidad histórico-médica (Campillo,
pasado de describir «un caso de…» al análisis epidemio-
1992, 1997).
lógico poblacional e interpoblacional. Se puede decir
Pero, como ya indicábamos anteriormente, durante
que todavía es una ciencia joven en España cuyo origen
muchos años, la Arqueología funeraria no ha enfocado su
podríamos ubicar hacia 1970, pues con anterioridad solo
mirada hacia aquello biológico, salvo pequeñas aporta-
esporádicas notas científicas, sobre todo realizadas por
ciones. El estudio del ritual funerario, el análisis tipológi-
extranjeros, habían aportado algunos ejemplos paleopa-
co del enterramiento y sobre todo la riqueza de elemen-
tológicos. Mención a parte tiene el desarrollo de esta
tos como adornos o el tipo de ajuar, concentraban la base
ciencia en Canarias, en gran medida impulsada por
del interés científico. En la década de 1980 la
Bosch Millares desde la década de 1960 y desconectada
«Arqueología de terreno o de campo», auspiciada desde
de la investigación peninsular hasta hace bien poco
diferentes grupos franceses se extiende por Europa
(Bosch Millares, 1975).
(Duday et al., 1990), y los antropólogos comienzan a prac-
En el ámbito geográfico mediterráneo peninsular se
ticar una «Arqueotanatología» donde resulta fundamental
ha pasado de la importancia de describir casos aislados
la presencia del antropólogo en la excavación arqueoló-
como los cráneos trepanados de la cueva de «La
gica, que participa directamente en las labores de docu-
Pastora» de Alcoy (Rincón de Arellano y Fenollosa, 1950),
mentación, registro de «gestos funerarios» y recuperación
donde había pequeñas anotaciones paleopatológicas
de los restos humanos (Mallegni y Rubini, 1994). Desde
(posiblemente las primeras en tierras valencianas), a
entonces surgen nuevos conceptos vinculados a la
estudios poblacionales amplios (Campillo, 1977; Puchalt,
Paleopatología como la «Osteoarqueología» y la
1990; Baxarías, 2002; entre otros), y finalmente a inferen-
«Bioarqueología», que comienzan a pincelar su entrada
cias interpoblacionales (Chimenos, 1990; Cloquell, 1994;
en los planes educativos universitarios. No podemos olvi-
Romero,
dar las nuevas publicaciones monográficas que vienen a
Paleopatología camina hacia una paleoepidemiología
introducir en nuestro país la disciplina a través de manua-
local, regional y global.
2005;
entre
otros).
El
futuro
de
la
les (Campillo, 1983; Aufderheide y Rodriguez-Martín,
1998; Campillo, 2001; Isidro y Malgosa, 2003; Campillo y
Estándares en Bioantropología y Paleopatología
Subirà, 2004) y que constituyen las principales fuentes de
En la sistemática del estudio osteoarqueológico existen
estudio para los nuevos estudiantes e investigadores.
múltiples protocolos y métodos. Para el estudio paleopa-
De acuerdo con la opinión de Pales (1930), la enfer-
tológico están consensuadas las recomendaciones de la
medad siempre ha existido y no se puede separar del
Paleopathology Association (1991). Éstas estructuran no
nacimiento de los seres vivos, y por ende desde la apari-
solo el análisis de patología en los restos óseos huma-
ción del hombre. Como cualquier disciplina científica, la
nos, si no que estandarizan aspectos como la demogra-
Paleopatología ha sufrido una evolución, y así se ha
fía, la antropometría, la paleodieta, etc.
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
99
[page-n-101]
Demografía
de la University of Tennessee (Moore-Jansen, Ousley y
Para el análisis básico del estudio esquelético se reco-
Jantz, 1994) o las medidas recogidas en el manual de
mienda el empleo de los Standards for Data Collection
Campillo y Subirà (2004). Para el cálculo de la estatura de
from Human Skeletal Remains de Buikstra y Ubelaker
la población siempre han de emplearse diversas tablas y
(1994). Para las estimaciones de edad y sexo, es reco-
ecuaciones como las de Trotter y Gleser (1958),
mendable usar las propuestas del Workshop of European
Manouvrier (1893) o De Mendonça (2000), especialmen-
Anthropologists (1980). En ocasiones, debido al estado
te para poblaciones de la Península Ibérica. En todo
de fragmentación de algunos esqueletos, se pueden uti-
caso, siempre hay que intentar usar estándares lo más
lizar con cierta cautela métodos bioantropológicos de
ajustados a la población de estudio y no olvidar las limi-
estimación de edad y sexo habitualmente empleados en
taciones y márgenes de error de cada método.
los análisis de cremaciones (Gejvall, 1980). Para el estudio de restos óseos infantiles y juveniles es de obligada
Paleodontología
referencia el manual de Fazekas y Kosa (1978), que reco-
El estudio paleodontológico y de salud bucodental
ge un estudio pormenorizado del crecimiento y desarro-
puede realizarse utilizando la ficha de registro propuesta
llo infantil.
por Chimenos y cols. (1999) que valora el estado alveo-
Realizada la distribución muestral de la población
lar, estado dentario, desgaste oclusal, caries, reabsorción
objeto de estudio hay que acudir al empleo de las tablas
alveolar, cálculo, abscesos y fístulas e hipoplasia. Para
de vida siempre y cuando se disponga de series osteoló-
estudios específicos como la hipoplasia del esmalte se
gicas representativas. Estas tablas muestran la historia de
puede acudir a métodos clásicos (Goodman y Jerome,
la mortalidad, desde el nacimiento hasta la muerte, de
1991) u otros revisados y más actuales (Hillson y Bond,
los diferentes grupos de edad. Con ellas se pretende
1997). Por último, el análisis odontométrico puede ser de
determinar la esperanza de vida a distintas edades de la
gran importancia para observar la variabilidad entre
población y para proceder a su obtención se han de
poblaciones o explorar diferencias entre sexos en una
resolver diferentes ecuaciones. La aplicación de funda-
población (Hillson, 1996). Los análisis establecen diferen-
mentos estadísticos ha permitido entre otros avances,
tes índices métricos basados en el diámetro mesiodistal
conocer la transición demográfica durante el Neolítico
(MD) y vestíbulo-lingual (VL) para obtener entre otros, el
(Bocquet-Appel, 2002).
índice de robustez, el módulo de la corona o su índice.
Osteometría
Marcadores de estrés ocupacional
Para el análisis antropométrico es recomendable el uso
Debido a la plasticidad ósea, las inserciones musculoliga-
de las 78 medidas propuestas en protocolos como el
mentosas pueden sufrir procesos inflamatorios locales.
Data collection procedures for forensic skeletal material
Las lesiones entesopáticas son atribuidas a una hiperac-
100
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-102]
tividad muscular y es fácil su observación en restos óseos
Paleodietas
arqueológicos, pudiendo establecerse una estrecha rela-
Caracterizar la dieta de una población humana antigua
ción con determinadas actividades laborales, por ello se
es importante para obtener una aproximación a sus
han conceptualizado como indicadores paleocupaciona-
modos de vida, directamente relacionados con la explo-
les o marcadores de estrés ocupacional, muy útiles para
tación
caracterizar la biomecánica repetida de las poblaciones
Bioantropología, junto a diversas patologías óseas o el
antiguas (Castellana y Malgosa, 1991; Galera y Garralda,
análisis del desgaste dentario y los datos, a menudo par-
1993; Rodríguez-Martín y Martín-Oval, 1997). En este
ciales, recogidos del yacimiento arqueológico (fauna,
sentido, es importante en todo estudio poblacional dife-
semillas, utillaje, etc.), las evidencias cuantitativas más
renciar los de origen entesopático, de otros que tienen
directas para obtener información acerca de los tipos de
un origen patológico y que se han relacionado clásica-
alimentos consumidos se basan en los análisis bioquími-
mente a actividades laborales, como son algunos tipos
cos de huesos y microscópicos de los dientes.
y
adaptación
a
un
medioambiente.
En
de artrosis, la miositis osificante traumática, etc. Para este
Desde finales de la década de los 70 el análisis bio-
tipo de estudios se recomienda el empleo de trabajos
químico del hueso introdujo la posibilidad de obtener
como los de Kennedy (1989) o el Atlas de Capasso,
información de los alimentos consumidos por un grupo
Kennedy y Wilczak (1999).
humano a partir de los niveles o concentración de elementos químicos presentes en hueso. El análisis de ele-
Variantes anatómicas epigenéticas
mentos traza como el estroncio (Sr) y su relación con el
El estudio de la prevalencia de variantes anatómicas de
calcio (Ca) en hueso (Sr/Ca) permite determinar la
carácter epigenético presentes en la población podría
importancia de la carne o productos de origen vegetal
valorar el grado de endogamia. Se denominan epigené-
en la dieta basada en una relación menor Sr/Ca cuanto
ticos porque hacen referencia a que la expresión de
mayor sea la proporción de carne en la dieta (Sillen y
éstos vendría dada por factores genéticos, a los que se
Kavanagh, 1982). Por otro lado, el análisis de isótopos
unen factores ambientales. Este análisis permite caracte-
estables del carbono (12C y 13C) y del nitrógeno (14N y 15N)
rizar a la población y poder cotejarla con otras de la
sobre el colágeno del hueso, de una forma más precisa,
misma cronología y ámbito geográfico. Para este tipo de
permite discriminar dietas de origen marino de otras
estudios se puede acudir a la relación propuesta por las
terrestres incluso una aproximación a tipos de plantas
Paleopathology
(C3 o C4) (Schoeninger, 1995). De este modo, por ejem-
Association (1991) o al manual de Pastor y cols. (2001)
plo, consumidores de productos cárnicos de origen
por lo que respecta a variantes craneales en poblaciones
terrestre presentan valores inferiores de δ13C y δ15N que
peninsulares.
aquellos con un alto componente de consumo de carne
propias
recomendaciones
de
la
de origen marino. Sin embargo, este tipo de análisis
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
101
[page-n-103]
requieren de una «calibración». En primer lugar, la
analizan en pequeñas áreas de esmalte (~0,5mm2) sobre
muestra ósea debe conservar suficiente materia orgáni-
la superficie vestibular de la dentición postcanina per-
ca para poder analizarse y es necesario de igual modo,
manente en su tercio medio y con preferencia a M1, con
controlar el efecto diagenético o contaminación por
un Microscopio Electrónico de Barrido (MEB). Sobre
otros elementos químicos presentes en el lugar de
estas superficies no existe un contacto entre dientes y la
deposición donde ha permanecido la muestra hasta su
presencia de abrasiones microscópicas se encuentran
análisis. Estos factores complican el análisis, ya que es
directamente asociadas al diferente grado de abrasivi-
necesario observar los niveles de los elementos quími-
dad, natural o artificial, de los tipos de alimentos masti-
cos en el suelo y en restos de fauna asociada a los mis-
cados. De este modo, la hipótesis de trabajo parte del
mos niveles estratigráficos. Para la Comunidad Valen-
principio que la variabilidad en los patrones de micro-
ciana, por el momento, existen pocos ejemplos que
desgaste se debe a la importancia del consumo de ali-
informen de la dieta de comunidades humanas antiguas
mentos naturales no abrasivos como la carne, de otros
a partir de análisis bioquímicos en hueso (García-Guixé,
con características abrasivas intrínsecas como los pro-
Richards y Subirà, 2006; Romero, Martínez-Ruiz y De
ductos de origen vegetal en la dieta, pero también con-
Juan, 2002), quizá por las dificultades intrínsecas del
siderando como factor de diferenciación los posibles
método o imposibilidad de contextualizar materiales de
modos técnicos de transformación de los alimentos. A
excavaciones antiguas.
partir del análisis de cazadores-recolectores del
Una línea de análisis novedosa que se está aplicando
Pleistoceno y Holoceno, así como poblaciones agrícolas
para la aproximación al conocimiento de los tipos de ali-
(Pérez-Pérez et al., 2003; Romero y De Juan, 2008), se
mentos consumidos en grupos humanos antiguos se
ha demostrado que la variabilidad en el patrón de
basa en el análisis de microdesgaste dental. Las caracte-
microdesgaste se muestra menor a nivel intragrupal que
rísticas físico-químicas de los alimentos, como su forma
intergrupal. Grupos cazadores-recolectores con un ele-
de preparación y conservación, son factores directamen-
vado componente cárnico en la dieta se caracterizan por
te relacionados con la pérdida de esmalte del diente.
una densidad menor de microestrías dentarias más lar-
Partículas de igual o superior dureza que el esmalte (4,5-
gas, un modelo que por el momento se muestra inver-
5 en la escala de Mohs) contenidas en los alimentos,
samente proporcional a otros grupos humanos con un
como los fitolitos de origen vegetal o la sílice cristaliza-
sistema económico de subsistencia basado en la pro-
da adherida durante la transformación del alimento para
ducción de alimentos.
su consumo (molienda del grano o secado de carne y
pescado), producen a nivel microscópico abrasiones en
Indicadores de estrés ambiental-nutricional
el esmalte del diente (Romero, 2005; Romero et al.,
Los indicadores de estrés ambiental constituyen marca-
2009). La densidad y longitud de estas microestrías se
dores osteológicos resultantes de la interacción entre el
102
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-104]
PRESIONES
AMBIENTALES
Motivos
económicos
individuo y el medio ambiente (por ejemplo, cribra
orbitalia, hiperostosis porótica, líneas de Harris o la
hipoplasia del esmalte). Sin lugar a dudas, de todos los
factores ambientales que pueden afectar al crecimiento
Recursos
existentes
(Disponibilidad
alimentaria)
Motivos
culturales
Recursos
limitantes
(Modo de vida,
características
individuales, etc.)
y desarrollo de una población, es la nutrición la más
FILTRO
CULTURAL
directamente implicada. Si consideramos el «estrés
ambiental» como la limitación de la disponibilidad de
culturales (situaciones bélicas, la propia «cultura gastronómica», el modo de vida, las características individuales, etc.) llegamos directamente a la conclusión de que
perfectamente es sustituible el vocablo «estrés» por el
de «nutricional».
Obviamente, los marcadores que analizamos en los
restos esqueléticos van a provenir directamente de la
escasez alimentaria o bien de la resistencia del individuo
Produce nuevas
presiones
Modifica presiones
RESISTENCIA
recursos alimentarios, ya sea por motivos económicos
(periodos de pobreza, escala social, epidemias, etc.) o
Factores
estresantes
(Enfermedades)
Edad
Sexo
Susceptibilidad
genética
CAMBIOS Y
TRASTORNOS
Indicadores de dieta
bioquímicos
(oligoelementos, isótopos)
Indicadores de dieta
morfológicos, radiológicos
y demográficos
Alteraciones de la talla, líneas de Harris,
periostitis, hipoplasia del esmalte,
patologías bucodentales, cribra orbitalia,
síndrome poroso, platicnemia, etc.
Figura 2. Estrés ambiental e indicadores paleonutricionales (modificado de
Goodman, 1984).
a una situación deficitaria alimenticia de origen
rápida mortalidad en individuos muy sensibles (infantoju-
medioambiental (Fig. 2). No obstante, los mismos datos
veniles) a agentes adversos no daría tiempo al desarrollo
pueden ser utilizados para apoyar hipótesis contradicto-
de marcadores esqueléticos visibles». Esta interacción
rias si no se analizan todos los indicadores bajo una pers-
«estrés ambiental» y patología, ha permitido reflexionar
pectiva más amplia. Esta reflexión, formulada por Wood
y reinterpretar la información paleoecológica surgida del
et al. (1992), es la base de la «paradoja osteológica», que
estudio de las poblaciones antiguas.
habla de la doble interpretación del análisis de indicado-
Para el estudio de estos indicadores se recomien-
res de estrés ambiental o paleonutricional: «Bajo condi-
da utilizar la propuesta de Pérez-Pérez (1996) y sobre
ciones ambientales estables, la alta presencia de indica-
algunos indicadores como los fenómenos porosos suge-
dores parecen indicar bajos niveles de adaptabilidad al
rimos la revisión de algunas de nuestras aportaciones
medio o elevada susceptibilidad o debilidad frente a
(Polo, 2000, 2001; Polo y Villalaín, 2003).
condiciones ambientales desfavorables. Sin embargo, la
mayor frecuencia de indicadores esqueléticos estaría
Paleopatología y entidades nosológicas
reflejando una mayor capacidad de sobrevivir a episo-
En Antropología Física y osteología se recomienda el
dios de enfermedad o estrés ambiental. Así mismo, una
empleo de la nomina anatomica, que puede ser perfec-
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
103
[page-n-105]
tamente aplicable a las poblaciones antiguas (Debu y
Mafart, 2002). En Paleopatología, por el contrario, estamos inmersos en diferentes discusiones semánticas que
a veces no aclaran nada, por lo que sería aconsejable
una correcta nomenclatura que iría desde el empleo de
conceptos básicos como las lesiones elementales óseas
propuestas por Thillaud y Charon (1994) al plano del
diagnóstico retrospectivo o de presunción de las diferentes entidades nosológicas. El uso de las citadas
lesiones elementales permite una estandarización de
las descripciones patológicas y vendrían a definir las
principales observaciones macroscópicas y radiológicas
en el hueso arqueológico (por ejemplo, erosión, cavidad, perforación, osteolisis, osteoblástico, osteoclástico, periostitis, porosidad, cribosidad, nódulo, espícula,
osteofito, exostosis, eburneación, osteopenia, deformación axial, deformación volumétrica, anquilosis,
pseudoartrosis, etc.).
El método diagnóstico paleopatológico se fundamenta en ubicar crono-culturalmente y demográficamente el
caso o casos de estudio, para posteriormente realizar una
primera descripción de la lesión elemental según la morfología macroscópica, ubicarla según la anatomía topográfica, cotejarla con la imagen médica, descartar la alteración tafonómica postmortem y tras un diagnóstico diferencial, inferir un diagnóstico médico de presunción. A
Figura 3. Paleopatología infecciosa. (a-b) Brucelosis (necrópolis villa romana de la Vall d´Uixó, ss I-II d.C.); (c) tuberculosis, mal de Pott (necrópolis
romana de la calle Quart, Valencia, ss. II a.C.); (d) pleuritis, tuberculosis pulmonar (necrópolis romana de la calle Quart, Valencia, ss. II a.C.); (e-f) tuberculosis coxofemoral, necrosis de cabeza femoral (Iglesia Fortaleza
Castielfabid, s. XVIII d.C.) y (g) tuberculosis dactilar o spina ventosa (Cova
dels Blaus, La Vall d´Uixó, Castellón, Edad del Bronce).
todo este proceso se le pueden aplicar técnicas complementarias como la anatomía patológica, la radiología, la
bioquímica, la biología molecular, etc. Con todo ello se
llega a establecer un síndrome osteoarqueológico similar
a la entidad nosológica en medicina clínica (Thillaud y
Charon, 1994).
104
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-106]
La Paleopatología ha permitido documentar en el
pasado la mayoría de las enfermedades osteológicas y
algunas de las sistémicas que hoy en día conocemos. A
pesar de todo, el porcentaje de identificación es bajo,
porque mayoritariamente solo alcanzamos a valorar
entre el 10 y el 20% de las enfermedades. Entre las entidades nosológicas frecuentemente documentadas destacan las siguientes, muchas de las cuales se han descrito en la literatura paleopatológica sobre estudios de
necrópolis valencianas:
· Inflamaciones-infecciones (Fig. 3): artritis, periostitis,
treponematosis, osteomielitis, tuberculosis ósea,
tuberculosis pulmonar, brucelosis, lepra, discitis, etc.
· Neoplasias o tumores (Fig. 4): osteomas, condromas,
carcinomas, osteoblastomas, metástasis, osteosarcomas, quistes óseos, etc.
· Traumatismos (Fig. 5): fracturas (simples, conminutas,
patológicas, etc.), fisuras, hematomas, lesiones (por
arma blanca, por arma de fuego, etc.).
· Vasculares: angiomas, aneurismas, necrosis, etc.
· Degenerativas y reumáticas (Fig. 6): artrosis, artritis, etc.
· Deficiencias nutricionales (Fig. 7): cribra orbitalia,
Figura 4. Paleopatología tumoral. (a) Encondroma protuberans (necrópolis
islámina de Huelva, ss. XI-XII d.C.); (b) osteoma osteoide en placa (caso
forense actual).
hiperostosis porótica, cribra femoral, cribra humeral,
alteraciones volumétricas costales y metafisarias, etc.
· Modificaciones culturales (Fig. 9): trepanaciones,
· Malformaciones y anomalías congénitas: craneales,
deformaciones craneales intencionales o mutilacio-
axiales, apendiculares, etc.
nes dentarias, etc.
· Patología y desgaste dentario (Fig. 8): abscesos,
enfermedad periodontal, caries y grados de exposi-
Paleopatología y DNA
ción de dentina que se relaciona con la génesis de
El desarrollo científico ha contribuido a la implementa-
diferentes patologías en función de su grado y edad
ción de nuevas metodologías biomédicas al desarrollo
del individuo, etc.
del estudio ecológico e impacto de las enfermedades
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
105
[page-n-107]
infecciosas. El avance en biología molecular, genética y
microbiología ha permitido su aplicación al análisis de
restos óseos antiguos, desarrollándose de forma autónoma una Paleogenética y una Paleomicrobiología
(Malgosa et al., 2005), que han permitido entre otros
logros, la recuperación de DNA de algunos de los principales microorganismos causantes de muchas de las
enfermedades infecciosas que han diezmado a las
poblaciones en la antigüedad (tuberculosis, lepra,
peste, sífilis, etc.). Estos trabajos vienen confirmando
diagnósticos de presunción sobre muestras osteológicas
encuadradas en ámbitos cronoculturales definidos, y
que hasta entonces solo habían podido ser diagnosticadas por las características macroscópicas o topográficas
de las lesiones. Entre los nuevos avances se ha conseguido recuperar DNA de microbacterias como el micro-
bacterium tuberculosis (Spigelman y Lemma, 1993), el
microbacterium leprae (Taylor et al., 2009), el treponema
Figura 5. Paleopatología traumática. (a) Fractura espiroidea femoral (necrópolis parroquial de Puçol, Valencia, s. XV d.C.); (b) fractura radial con defecto de consolidación o pseudoartrosis (necropolis del Hospital d´En Conill,
Valencia, s. XV d.C.); (c-d) hematoma subperióstico calcificado femoral
(necrópolis villa romana de la Vall d´Uixó, ss I-II d.C.) y (e) necrosis avascular postraumática de cabeza humeral (necrópolis islámica de Els Alters,
Énova-Valencia, ss. XI-XII d.C.).
pallidum (Mulligan, Norris y Lukehart, 2008) o yersinia
pestis (Wiechmann y Grupe, 2005). Con respecto a esta
última son significativos los trabajos de Drancourt et al.
(1998) sobre la evidencia osteoarqueológica y paleogenética de la peste en las víctimas de la epidemia de
Marsella de 1722.
Bases de datos y archivo
Finalmente, en todo análisis osteoarqueológico es recomendable que la información bioantropológica y paleopatológica sea introducida en una ficha de registro (Polo
Figura 6. Paleopatología degenerativa. (a) Espondiloartrosis cervical; (b)
uncartrosis cervical; (c) artrosis de cabeza humeral (los tres corresponden a
casos procedentes de la necrópolis parroquial de Ortells, Castellón, ss. XIIIXIV d.C.).
106
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
y García-Prósper, 2004) para su valoración, y posteriormente se pueden usar programas informáticos para el
análisis de datos como el SPSS o Excel. Recientemente
[page-n-108]
Figura 7. Paleopatología carencial. (a) Cribra orbitalia trabecular; (b) cribra
orbitalia proliferativa; (c) raquitismo; (d) hiperostosis parietal (los tres corresponden a casos procedentes de la necrópolis islámica del Portal de
Valencia, Burriana, Castellón, ss. XI-XIII d.C.).
van surgiendo programas informáticos que permiten
Figura 8. Patología y desgaste dentario. (a) Enfermedad periodontal y caries
(necrópolis parroquial de Hortells, Castellón, ss. XIII-XIV d.C.); (b-c) dos ejemplos de caries de mayor (Cueva del Molinico, Villena, Alicante, III Milenio a.C.)
y menor grado de afectación en el diente (Necróplis islámica de La Losilla,
Villena, Alicante, ss. X-XIII d.C.); (d) absceso apical mandibular (necrópolis de
Benizahat, La Vall d´Uixó, Castellón, ss. XII-XIII d.C.) y (e-f) variabilidad en el
grado de exposición dentina en dientes postcaninos de individuos adultos
(~30 años) relacionado con diferencias en el carácter abrasivo de la dieta.
establecer análisis intra- e interpoblacionales como el
FORDISC (de uso preferente forense) o el HERRIN´S
de Honor de la Arqueología Catalana (2003). Con ante-
PROJECT (http://proyectoherrerin.blogspot.com), que
rioridad, como precedentes, solo podemos citar las
permitirán nutrir un fondo poblacional peninsular.
notas publicadas por Rincón de Arellano y Fenollosa
(1950) y Riquet (1953) sobre la cueva de La Pastora. Sin
La investigación bioantropológica y paleopatológica en
embargo, desde un punto de vista bioantropológico el
tierras valencianas a través de algunos ejemplos
primer trabajo poblacional se puede atribuir a Fusté
Sin lugar a dudas se puede considerar al Prof.
(1957), sobre los pobladores neo-eneolíticos de la
Domènec Campillo el introductor de la Paleopatología
región valenciana.
en tierras valencianas, y el que sentó las bases del
En la Paleopatología valenciana también se ha evolu-
desarrollo de la misma. Sus trabajos sistemáticos
cionado desde la descripción singular de ciertas
desde 1976 han motivado un merecido premio Pátera
patologías procedentes de necrópolis prehistóricas e his-
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
107
[page-n-109]
han surgido interesantes proyectos interdisciplinares
como el estudio de los enterramientos neolíticos del P.A.I
Torre la Sal en Castellón. Otros proyectos, sin embargo,
surgen a iniciativa de museos, como el análisis de la
Cova dels Blaus también en Castellón, o incluso promovidos por entidades científicas privadas2, como el estudio
de la necrópolis romana más antigua documentada hasta
el momento en la ciudad de Valencia (García-Prósper,
2002; García-Prósper y Polo, 2003; García Prósper, Polo
y Guerin, 2007).
Proyecto Costamar (P.A.I Torre La Sal, Castellón)
(Neolítico)
El yacimiento de Costamar es uno de los mayores asentamientos neolíticos al aire libre excavados en extensión
Figura 9. Modificaciones culturales. (a) Trepanación incompleta (Cripta de
Santa Bárbara, Iglesia de San Juan del Hospital, Valencia, ss. XVI-XVIII d.C.);
(b) maxilar del individuo PZC159 (mujer-adulta) con evidencias de mutilación en dientes anteriores (I1, I2 y C) conservados in situ (Necrópolis islámica de Plaza del Castillo, Pamplona, s. VIII d.C.).
hasta el momento. Su excavación, promovida desde la
Fundació Marina d’Or de la C.V. y bajo la dirección
arqueológica de Enric Flors, se desarrolla a través de
diversos proyectos de intervención arqueológica de
tóricas hacia inferencias poblacionales1. No cabe duda
urgencia como medida previa a las obras de urbaniza-
que muchas de las investigaciones bioantropológicas y
ción del área urbana de Torre la Sal de más de 56.000 m2.
paleopatológicas desarrolladas en los últimos veinte
De las 694 estructuras arqueológicas excavadas, 478
años han estado y están condicionadas a cierta exigencia
corresponden a una cronología neolítica, entre las cuales
administrativa en el contexto de intervenciones arqueo-
destaca un conjunto funerario que ha sido objeto de
lógicas de urgencia o salvamento surgidas tras planes
estudio bioantropológico y paleopatológico.
urbanísticos, obras civiles o infraestructuras públicas o
Los restos humanos estudiados proceden de seis
privadas. ésta es una realidad muy diferente a la que
estructuras funerarias circulares (silos) que bien fueron
vivieron los primeros paleopatólogos, y en este contexto
reutilizados como estructuras de enterramiento, o bien
1.- Sirva de ejemplo el pionero trabajo de Campillo (1988) sobre la enfermedad en la prehistoria valenciana, donde se describen casos paleopatológicos
procedentes del Barranc d´en Llopis en Castelló de Rugat, de la Cova eneolítica del Palanqués, la Cova de La Pastora, la Coveta Emparetà de Bocairent
o la Cova de Les Llometes (Alcoy).
2.- El proyecto Bioantropología de los Primeros Pobladores de Valentia, que se acomete desde 1999 por Grupo Paleolab con financiación privada, comprende el estudio de la necrópolis de calle Quart y ha proporcionado entre otros resultados tendencias sobre la esperanza de vida e impacto de ciertas patologías infecciosas en la Valencia romana (Polo y García-Prósper, 2002a, 2002b, 2009; Polo et al., 2004).
108
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-110]
fueron construidos intencionalmente como tumbas de
(Valle del Vinalopó, Alicante). Todos estos datos odonto-
inhumación. Desde un punto de vista cronológico la data
métricos se asociarían al proceso de gracilización neolí-
iría entre finales del VI e inicios del V Milenio a.C.,
tica descrito por múltiples autores.
habiendo una fase cronológica posterior o segunda ocupación, datada en el IV Milenio a.C.
En relación a la patología oral resulta significativa la
ausencia de la observación de caries y la escasa inciden-
La demografía obtenida representa a siete indivi-
cia de sarro. Por el contrario, se ha observado la presen-
duos con edades desde la infancia hasta la edad adulta
cia de enfermedad periodontal, una sola pieza dental de
(cuatro probables varones entre 30-45 años, dos infanti-
la serie presenta hipoplasia del esmalte, y también se ha
les, uno entre 4 y 6 años y un juvenil entre 12 y 15 años).
observado un solo caso de enfermedad infecciosa bucal
A pesar de ser una serie pequeña, la esperanza de vida
en forma de absceso apical. El desgaste oclusal alcanza
al nacimiento (e0) está en torno a los 25 años, en con-
niveles medio-altos (4-5) para la serie adulta, incluso
cordancia con los resultados del estudio sobre demo-
presenta morfología biselada atribuible a actividad mas-
grafía durante la transición neolítica desarrollado por
ticatoria patológica (bruxismo). Desde la infancia, como
Bocquet-Appel (2002).
lo atestigua el esqueleto GE-257, ya se objetiva un des-
En general, los hallazgos paleopatológicos son esca-
gaste 3-4, indicativo de una dieta extremadamente
sos debido en parte al deficiente estado de conserva-
abrasiva y con abundantes elementos exógenos deriva-
ción de la serie (entre un 10 y un 30% de índice de con-
dos de un tratamiento alimentario poco elaborado de
servación esquelética). Solo se ha documentado un caso
una dieta mayoritariamente cerealista.
ligero de cribra orbitalia en la estructura GE-254, fenómeno poroso inespecífico y multifactorial asociado a
Proyecto Cova dels Blaus (Edad del Bronce)
anemia, malnutrición calórico-proteica o infección gas-
Otro proyecto de estudio multidisciplinar ha sido el aná-
trointestinal (Polo, 2000, 2001), y una ligera artrosis
lisis de la serie de Cova dels Blaus (CDB) (La Vall d´Uixó,
radio-carpiana en GE-310, indicativa probablemente de
Castellón), adscrita a la Edad del Bronce. Dicho proyec-
etiología ocupacional.
to, dirigido por Josep Casabó y María Luisa Rovira
El estudio paleodontológico se ha realizado sobre
desde el Museo de Arqueología de La Vall d´Uixó ha
una muestra total de 98 dientes. Los resultados odoto-
incluido el estudio bioantropológico, paleopatológico y
métricos indican que los diámetros mesiodistal (MD) y
paleonutricional (Polo y Casabó, 2004; Romero et al.,
vestíbulolingual (VL) así como el índice de robustez (área
2004; Polo et al., 2007). El enterramiento colectivo de la
oclusal), el índice de la corona y el módulo de la corona,
Cova dels Blaus está formado por nueve inhumaciones,
están dentro de los valores para poblaciones neolíticas
seis adultos y tres infantiles. La edad de muerte de los
que proponen Anfruns et al. (1996) para series de
adultos oscila entre los 20 y 30 años, y la mortalidad
Catalunya, o Cloquell (1994) para el Levante Peninsular
infantil se sitúa entre 1,5 y 3,5 años. Los marcadores de
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
109
[page-n-111]
actividades físicas documentados están relacionados
vada en otros conjuntos de la Edad del Bronce castello-
probablemente con la recolecta, preparación del ali-
nenses como la Cova dels Castellets (17,1%) en Artana
mento, caza y actividades artesanales. Existen ciertas
o del Valle del Vinalopó en Alicante (8,9%) (Cloquell y
variantes anatómicas epigenéticas que pueden suponer
Aguilar, 1996; Cloquell et al., 2001). Estos valores bajos
relaciones familiares entre los individuos.
de caries en CDB se asocian a una presencia de cálcu-
La aproximación a la paleodieta del grupo se realizó
lo dentario también menor con respecto a los conjuntos
a partir de la muestra de individuos adultos aplicando
prehistóricos de Castellón (Cova dels Castellets o la
diferentes métodos de análisis dentario (Romero, Polo y
Cova de la Masadeta), siendo este tipo de patologías
De Juan, 2004; Polo et al., 2007). En primer lugar, el
las que caracterizan un conjunto singular de dieta en
análisis de la patología dentaria comprendió el examen
tierras valencianas ya que el resto de patologías com-
a nivel intrapoblacional del cálculo dentario, la caries,
paradas, como la enfermedad periodontal o la hipopla-
hipoplasia del esmalte, enfermedad periodontal, pérdi-
sia, se encuentran con valores similares.
das antemortem y abscesos. Además se valoró el grado
Junto al análisis de patología dentaria el análisis de
de exposición de dentina y se realizaron análisis de
desgaste en dientes de poblaciones humanas se ha
microdesgaste dentario. Los datos obtenidos se presen-
relacionado con el tipo de dieta así como con las técni-
tan ahora en el marco de una variabilidad interpoblacio-
cas de preparación de los alimentos. Recientes análisis
nal a partir de resultados obtenidos para otras series
de revisión y correlación de estas entidades nosológi-
prehistóricas del Valle del Vinalopó (Alicante), Valencia y
cas en poblaciones prehistóricas e históricas del Valle
Castellón.
del Vinalopó (Gómez, Romero y De Juan, 2009) han
El problema de la caracterización alimentaria de un
mostrado que el grado de exposición de dentina pre-
grupo humano antiguo basada en el análisis de la pato-
senta una relación con la frecuencia, tipo y severidad de
logía buco-dental radica en la significación de los resul-
la caries. En CDB el desgaste de los dientes no es mar-
tados. Los restos humanos recuperados en tierras
cado, el 75,6% presentan valores inferiores a grado 5
valencianas (IV-II Milenio a.C.) se caracterizan en
basado en una escala de 1-10 (Smith, 1984) y similar a
muchos casos por conjuntos reducidos, que no permi-
otras poblaciones del Valle del Vinalopó (Gómez
ten establecer diferencias fiables entre rangos de edad
Romero y De Juan, 2008) caracterizadas por sistemas
y sexo. De igual modo, los valores de patologías varían
económicos de subsistencia basados en el cultivo de
en función de su presencia por individuo o si conside-
cereales y la cabaña ganadera. Sin embargo, diferen-
ramos el número de dientes en el grupo analizado. Por
cias en la patología y desgaste dentario entre poblacio-
tanto la interpretación de los resultados debe enfocar-
nes pueden estar vinculadas a los modos técnicos de
se a la variabilidad interpoblacional. La caries dental en
procesamiento y transformación de los alimentos. En
CDB (5,4%) es significativamente menor que la obser-
este sentido, la caracterización del análisis de microdes-
110
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-112]
gaste dentario en CDB y su variabilidad con respecto a
otras poblaciones del IV-II Milenio a.C. ha permitido
mostrar un modelo alimentario para la Prehistoria en la
Comunidad Valenciana y áreas limítrofes (Romero,
2005; Romero y De Juan, 2007, 2008; Romero,
Martínez-Ruiz y De Juan, 2004). Un amplio conjunto de
yacimientos han sido analizados desde 1999 (Fig. 10)
pertenecientes al Neolítico como El Tossal de les
Basses (Albufereta, Alicante) (TB) (Rosser y Fuentes,
2007) o La Cova de Sant Martí (Agost, Alicante) (csm)
(Torregrosa y López, 2004). Para el Calcolítico se han
incluido un conjunto de cuevas o covachas del valle alto
del Vinalopó (Villena, Alicante) como la Cueva del
Molinico (mol), Cueva del Lagrimal (LG), Cuevas del
Alto (CA), Cueva de las Delicias (D) o la Cueva de las
Lechuzas (L) (Soler, 1993) y restos adscritos al
Campaniforme (Jover y de Miguel, 2002) como el
Peñón de la Zorra (PZ) o el Puntal de los Carniceros (P).
Los conjuntos de la Edad del Bronce son más variados
en su localización y corresponden a la referida Cova
dels Blaus (cdb) (Polo et al., 2007) en Castellón, El
Cuchillo (Almansa, Albacete) (CU) (de Miguel, 2002), el
Tabaià (Aspe, Alicante) (TA) (de Miguel, 2001), Cabezo
Redondo (CR) (Soler, 1987, 1993) o el Cabezo de la
Escoba (ce) (Villena, Alicante) (Soler, 1993), Lloma de
Betxí (Paterna, València) (bx) o Les Raboses (Albalat dels
Tarongers, València) (R) (De Pedro, 2004). Finalmente,
como grupo control se presentan resultados de pobla-
Figura 10. Microdesgaste dentario. (a) Proceso de obtención de moldes
dentarios; micrografía obtenida por Microscopia Electrónica de Barrido
(MEB) a 30X de una réplica dentaria (M1 inferior-izquierdo humano adulto),
donde se muestra la superficie vestibular y se indica el área de análisis en
el tercio medio del diente bajo la cúspide protocónido; (b) micrografías a
100X (área de 0,56mm2) que muestran diferentes patrones de microdesgaste dentario. Nótese la mayor densidad de menor longitud media (μm)
de microestrías (izqda.) características de poblaciones neolíticas y aquellas
de menor densidad y mayor longitud (dcha.) que presentan poblaciones de
la Edad del Bronce. (c) Representación de las dos primeras Funciones
Discrminantes (76,1%) que muestran la variabilidad en el patrón de microdesgaste (F1=longitud y F2=densidad de microestrías por orientación 0º180º) y su relación con el tipo de dieta y sus modos técnicos de obtención
y transformación entre poblaciones del Neolítico (TB y csm), Calcolítico
(mol, L, D, CA, LG), Campaniforme (P y PZ), Edad del Bronce (CU, TA, CR,
cdb, ce, R y bx) y un grupo control (C) adulto in vivo.
ción actual (muestra in vivo) (C) (Romero, Martínez-Ruiz
y De Juan, 2006).
orientación 0º-180º) muestra como las variables que
El análisis de la variabilidad del patrón de microdes-
más discriminan entre grupos por cronología son las de
gaste dental (densidad y longitud media de estrías por
densidad y longitud media de estrías (μm), siendo esta
BIOANTROPOLOGÍA Y PALEOPATOLOGÍA
111
[page-n-113]
última variable la que mayor correlación ha presentado
mal estado, la mala higiene o el hacinamiento en el
(F1) seguida de la densidad de las mismas (F2) (Fig. 10).
poblado. Todos estos datos refuerzan la hipótesis de la
Estos resultados representan un gradiente que respon-
estrecha relación de convivencia o familiar entre los indi-
de claramente a la importancia de los tipos de alimen-
viduos, así como la existencia de muertes cercanas en el
tos y su carácter abrasivo entre las poblaciones analiza-
tiempo, lo que además explicaría ciertas características
das. De este modo, el grupo control in vivo representa
de rapidez del depósito funerario (Polo et al., 2005).
un tipo de dieta industrializada con un carácter abrasi-
Constituyen estos los casos más antiguos de tuberculosis
vo significativamente menor que poblaciones del
documentados hasta el momento en tierras valencianas.
Neolítico, Calcolítico y grupos humanos durante el
Campaniforme con un componente de cereales y cárni-
Interdisciplinariedad y Paleopatología
co en la dieta, procesados con modos técnicos que
Es obvio que ningún estudio del pasado puede analizar-
incorporarían gran cantidad de partículas abrasivas
se desde un prisma exclusivista, solo la interacción entre
extrínsecas, por ejemplo de molinos o molederas de
disciplinas permite tener una visión global de la pobla-
piedra, menos refinadas que durante la Edad del
ción, su evolución y su adaptación con el medio en su
Bronce. Sorprende a su vez la gran homogeneidad en
contexto cultural. La unión pluridisciplinar permitirá el
la distribución de estas poblaciones del IV-III Milenio
análisis integrador de cualquier fenómeno patológico
a.C. en contraposición de una mayor variabilidad para
con garantías suficientes. Tal y como ha manifestado el
los grupos de la Edad del Bronce (II Milenio a.C.),
Prof. Campillo (1989, 1997), el objetivo final es el de
donde el componente cárnico y el procesado de cere-
conservar lo que se ha conseguido hasta ahora en
ales para la obtención de productos secundarios debie-
Paleopatología, con el fin de que en el futuro gane en
ron ser más refinados o variados (introducción de culti-
importancia esta disciplina histórico-médica y no acabe-
vos de regadío) derivado de mejoras en los modos téc-
mos lamentándonos de su pérdida por desidia. Si cons-
nicos de obtención y transformación de los alimentos.
truimos ciencia y conseguimos traspasar la barrera divul-
Durante este periodo, las poblaciones analizadas pre-
gativa, haciendo ver el valor que estos estudios tienen
sentan una densidad de estrías más largas, similar a
para el conocimiento histórico, podremos combatir
modelos de cazadores-recolectores con un elevado
algunas tendencias surgidas del fanatismo y que limitan
consumo cárnico en su alimentación.
el progreso del conocimiento humano, como son la rein-
Por último, señalar la importancia que ciertas lesiones
humación de las series osteoarqueológicas depositadas
multifocales descritas evidencian la probable presencia
en los museos, el impedimento del análisis de las necró-
de tuberculosis en la Prehistoria reciente de la Península
polis procedentes de algunas colectividades religiosas o
Ibérica y concretamente en esta cueva. Las probables
la eliminación de la exposición de procesos patológicos
vías de contagio serían el consumo de leche bovina en
en museos o exposiciones. Es pues motivo de alegría
112
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-114]
que exposiciones arqueológicas como ésta, u otras
como la recientemente celebrada «Esquelets malalts.
Una visió de la malaltia a través del temps» (Museu
Egipci de Barcelona, febrero-septiembre 2009), hayan
permitido dar a conocer al público el impacto de la
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Antropólogo Cultural.
In Memoriam
1. Algunas consideraciones de índole general
Resulta siempre interesante abordar el tema de la trepanación en la Prehistoria, porque no deja de sorprender
que personas que vivieron hace varios milenios fueran
intervenidas perforándoles el cráneo, por lo general in
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA.
LOS CASOS DATADOS POR C14 DE LAS CUEVAS DE LA PASTORA
(ALCOY) Y EN PARDO (PLANES)
CONSUELO ROCA DE TOGORES MUÑOZ
vivo. Se hace difícil imaginar cómo aquellas gentes con
MARQ. Museo Arqueológico Provincial
de Alicante
rudimentarios medios técnicos e higiénicos, podían atre-
JORGE A. SOLER DÍAZ
MARQ. Museo Arqueológico Provincial
de Alicante
verse a realizar este tipo de prácticas, con éxito en la
mayoría de las que nos llegan evidencias. Y es que, al
contrario de lo que podemos pensar, contaban con unos
conocimientos anatómicos suficientes para evitar tocar
las menínges y los tejidos subyacentes (Thillaud, 1996:
152), respetando estructuras vitales, como los senos
venosos. Inevitablemente vienen a la mente una serie de
preguntas: ¿Qué es en realidad una trepanación?, ¿Para
qué se hacía?, ¿Cuándo se originó?, ¿Cómo la hacían?,
¿Se practicaba a hombres y a mujeres?, ¿A qué edad?,
¿Sobrevivían a ella?, ¿Tiene algo que ver su práctica con
patologías asociadas?, etc.
Desde que en 1867 el antropólogo Pierre Paul Broca
reconociera como válida la trepanación de un cráneo del
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
117
[page-n-119]
hallado en la necrópolis inca de Yucay (Perú), han
41). Tras el caso de Yucay, dentro del contexto europeo
sido muchos los investigadores que han abordado el
el primer cráneo donde se reconoce esta primitiva prác-
tema, destacando científicos como J. Lucas-Cham-
tica es en el del megalito de Crouzon (Finisterre)
pionnière, J. Le Baron, L. Manouvrier o P. Weiss, en
(Thillaud, 1996: 152), alcanzando pronto la investigación
Europa y América, y F. Barras de Aragón, M. Fusté, A.
en Francia éxitos notables, como la identificación a fina-
Rincón de Arellano, J. Fenollosa o D. Campillo, entre
les del XIX de rodajas óseas –rondelles– extraídas de crá-
otros, en España. En estas líneas se abordan esas cues-
neos, o la descripción de la técnica de la «T sincipital»
tiones que de modo general suscita la trepanación, para
propuesta en 1895 por Manouvrier, como el resultado de
después centrarse en las tierras valencianas y tratar con
una práctica de incisión y cauterización, luego no acep-
más detalle los casos de dos cavidades eneolíticas de
tada por todos (Campillo, 2007: 288 y 423).
s.
XV
inhumación múltiple, la Cova d’en Pardo (Planes) y la
Vía difusión, acaso en lo mundial desarrollada a partir
Cova de la Pastora (Alcoy), presentando las dataciones
de diferentes focos (Brothwell, 1994), el mapa de las tre-
absolutas que para tres individuos se han realizado den-
panaciones prehistóricas en el continente europeo se
tro de un programa de investigación sobre la vertiente
muestra amplio, desde las Islas Británicas (Roberts y
funeraria de cavidades de inhumación múltiple que
Manchester, 1983) o Dinamarca (Bennicke, 2003) a los
patrocina el MARQ.
países meridionales (Germaná y Fornaciari, 1992). Por su
Aunque las primeras evidencias sobre la trepanación
número destacan los casos identificados en Francia,
se remontan al Mesolítico, señalándose al respecto refe-
Alemania y España (Lisowski, 1967), señalándose una ele-
rencias en el Próximo Oriente, Este de Europa
vada incidencia de la práctica en el ámbito Mediterráneo
(Ferembach, 1970; Aufderheide y Rodríguez-Martín,
Occidental, observándose bien en islas como Malta,
1998: 31) y en ámbitos más próximos a nuestro entorno,
Sicilia, Cerdeña, Mallorca y Menorca (Campillo, 2007:
como el de la cueva Taforalt de Marruecos o el yacimien-
290). Tras su determinación en el Próximo Oriente, su
to de Muge en Portugal (Ferembach, 1962 y Crubézy et
desarrollo se vincula a las primeras culturas agrícolas
al., 2001), en su desarrollo se trata de un gesto vincula-
europeas, en el VI y V milenios a.C., determinándose su
do al Neolítico, resultando uno de los casos más anti-
mayor éxito avanzado el Neolítico (Guilaine y Zammit,
guos el que resulta de la perforación doble y póstuma
2002: 161).
del parietal derecho del cráneo de una joven localizado
En lo que se refiere a la Península Ibérica, en 1880
en Çatal Hüyüc (Angel, 1971). Desde ese periodo, la tre-
Nery Delgado aporta el primer dato sobre una trepana-
panación perdura en el tiempo con distintos grados de
ción realizada en vida identificada en el registro de la
intensidad y con diferentes técnicas y conocimientos, lle-
Gruta Furninha de Peniche (Silva, 2003: 117). Poco des-
gando incluso hasta nuestros días en culturas primitivas
pués, en 1884 en la alcoyana Cova de les Llometes, E.
africanas y polinésicas (Marguetts, 1967; Campillo, 1994:
Vilaplana localiza un fragmento de frontal en el nivel
118
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-120]
inferior de la cavidad, donde se identificaron los restos
cubró F. Barras de Aragón (1931: 15), alcanzarían la con-
de 18 individuos adscritos al Eneolítico (Soler, 2002:
sideración de sagrados, para una vez muertos disponer
316). Años después el mismo fragmento recogido en
fragmentos de sus cráneos a modo de talismanes. Como
los fondos de la Colección del Museo Nacional de
señala C. Rihuete (2003: 200) son dos las categorías para
Ciencias Naturales que lleva el nombre del eminente
considerar las razones que justificarían tan tremenda
científico Juan Vilanova y Piera (Fletcher, 1945) lo estu-
práctica: las de índole terapéutica y las que se vinculan
dió F. Barras de Aragón (1930: 89), indicando en el
con prácticas rituales o mágicas. Los defensores de las
hueso una perforación doble circular y realizada post-
primeras se basan en los argumentos que proporcionan
mortem1, a juicio de D. Campillo (2007: 246) mediante
los textos hipocráticos y consideran la operación como
la técnica del barrenado.
remedio, siempre desde el diagnóstico de probabilidad
A lo largo de la investigación se han considerado dis-
o hipotético, de traumatismos por hundimiento, enfer-
tintos motivos para justificar esta primitiva intervención
medades mentales e incluso sífilis. Sus aseveraciones tro-
quirúrgica. Investigadores y cirujanos del siglo XIX, atribu-
piezan con la problemática de que son muy pocos los
yendo un exceso de conocimiento a los practicantes, la
casos de trepanaciones que pudieran aconsejar su prác-
consideraron una práctica peligrosa que, guardando una
tica, frente a una mayoría donde la operación no encuen-
finalidad terapéutica, se aplicaría como tratamiento por
tra justificación médica alguna.
traumatismos, con la finalidad de extraer esquirlas de
Desde la neurocirugía, D. Campillo, acaso uno de los
hueso, una vez que eran varios los casos donde se obser-
investigadores con más conocimientos en el tema, recha-
vaba fracturas próximas al orificio de trepanación, roturas
za firmemente la validez de las razones terapéuticas
que, en buena parte y desde el conocimiento actual, son
(Campillo, 2007: 428). No considerando diagnósticos de
resultado de alteraciones de los cráneos en los yacimien-
certeza que justifiquen la intervención, pone en duda
tos arqueológicos, precisamente por resultar más frágil
que en la Prehistoria se alcanzaran conocimientos hipo-
ahí donde tiempo antes se practicara la trepanación
cráticos y se decanta por las causas mágico-rituales.
(Campillo, 2007: 427). Otros vincularon la práctica prehis-
Desde esa perspectiva, las trepanaciones podrían haber-
tórica con las recomendaciones hechas por cirujanos en
se realizado por distintos motivos, considerándose accio-
el medioevo, en cuanto a su idoneidad para extraer los
nes que propiciarían capacidades de brujos o chamanes,
malos espíritus que debían tener aquellos que sufrieran
someter a prueba a individuos dotados de autoridad, o
crisis epilépticas, individuos trepanados que, como elu-
tratar de hacer recuperar la consciencia ante su pérdida
1.- El hijo del descubridor, A. Villaplana, remite por carta de 25 de enero de 1915 información a M. Antón sobre la existencia de un cráneo trepanado. La
transcribe Barras de Aragón, quien apunta que en la etiqueta del frontal se indica la fecha del descubrimiento –1 de diciembre de 1884–. Lo describe:
«Avanzada fosilización. Presenta este frontal dos agujeros de trepanación, ambos circulares y hechos postmortem, pues no hay cicatrización en ningún
borde. El del lado derecho de 17 a 18 milímetros de diámetro. El lado izquierdo tiene, por la parte interior, unos 20 milímetros de diámetro, y por fuera
14 a 16, con borde fino e irregular, como si se hubiera dejado una película de hueso que se hubiera roto después (Barras de Aragón, 1930: 89).
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
119
[page-n-121]
(Rihuete, 2003: 200). Es sorprendente el número de tre-
sobre la cortical una punta dura de tal manera que se
panaciones que llega a producirse en distintos colecti-
produce un orificio cónico o troncocónico.
vos. Así en los departamentos franceses de Lozère y
· La técnica de la abrasión, legrado o rascado: resulta
Averyron se concentran 160 casos, esto es un 25% de los
de frotar el hueso con un útil rugoso o de superficie
aproximadamente 600 que se contabilizan en el
granujienta, desgastando la cortical del mismo hasta
Neolítico europeo, indicándose en el sepulcro colectivo
perforarlo. Su práctica provoca, un orificio elipsoidal
de la cueva de Les Baumes-Chaudes unos 60 casos, de
y de medianas o pequeñas dimensiones, alrededor
lo que se infiere una alta frecuencia, afectando a una de
del que se determina una amplia superficie de des-
cada cinco o seis personas (Guilaine y Zammit, 2002:
gaste.
160). Menos espectacular, aunque igualmente significati-
· La técnica de la incisión: radica en la aplicación de
vo es el número de trepanados que se recoge en el
cortes rectilíneos o circulares mediante un instrumen-
sepulcro megalítico burgalés de Las Arnillas, donde de
to afilado o apuntado.
35 cráneos se determinan 5 con esa afección (García
Todas esas técnicas encuentran su acomodo en la
Ruiz, 1996: 277). Las altas cifras de los departamentos
Prehistoria en contextos previos al desarrollo de los úti-
franceses han hecho proponer una vinculación entre
les metálicos. De este modo, en el instrumental de sílex
combatientes y trepanación, desde la perspectiva de
propio del Neolítico y Eneolítico, existen taladros como
que ésta fuera consecuencia médica de la violencia
puntas idóneas para barrenar, cuchillos para incidir o ras-
(Brenot y Riquet, 1977: 9), opción descartada entre otros
car la superficie ósea y, desde la cadena operativa que
motivos por la rareza de la coexistencia de traumatismos
conduce al útil pulimentado, un buen conocimiento de
y trepanaciones en los cráneos estudiados (Guilaine y
otras piedras granujientas que podrían alcanzar median-
Zammit, 2002: 161). Al respecto es interesante indicar
te piqueteado formas idóneas para la acción de la abra-
que en el yacimiento con muchas evidencias de violencia
sión. A partir de la Edad del Bronce no debe desestimar-
de San Juan Ante Portam Latinam, de 333 cráneos, sólo
se el empleo de instrumental metálico. Con la medicina
se determinan 4 casos con trepanación (Etxeberria y
hipocrática se produce una especialización del instru-
Herrasti, 2007: 168 y 267-272).
mental que resuelve la operación, resultando de ello el
Básicamente tres son los gestos técnicos que se han
trépano metálico con sus dos variantes macizo o terebra,
estimado para la trepanación (Thillaud, 1996; Campillo,
o hueco o con corona denominado modiolus (Campillo,
1977, 2007): barrenado, legrado o raspado e incisión,
2007: 352). No obstante el registro ofrece sorpresas,
documentándose en pocos casos una combinación de
como la identificación de una trepanación con la primiti-
los mismos (técnica compuesta):
va técnica de la abrasión lítica en el parietal izquierdo de
· La técnica del barrenado: es la más sencilla y la que
un cráneo de varón de 35-42 años con diagnóstico de
se reconoce con mayor frecuencia. Consiste en rotar
supervivencia, en los niveles bajomedievales de la
120
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-122]
Capilla del Convento de Santa Lucía de Elche (Roca de
se limitaba a la perforación del hueso, respetando
Togores y De Miguel, 1998).
necesariamente la membrana externa envolvente del
En lo que atiende a la práctica quirúrgica prehistó-
cerebro, la duramadre, cuya perforación podría causar
rica, el aserrín o residuo óseo y las diminutas esquirlas
la muerte. Concluida la trepanación, podría paliarse la
del desgaste de los filos del útil lítico irían conforman-
sepsis cerrando y suturando la herida acercando los
do un empaste que favorecería la hemostasia. Para su
bordes del cuero cabelludo. Dada la supervivencia,
limpieza se utilizaría agua, lo que reduciría la sepsia. La
cabe pensar en una operación basada en ciertos cono-
operación no sobrepasaría la hora, alcanzándose resul-
cimientos que pudieran tener los primitivos «cirujanos»,
tados más rápidos cuando se optara por el barrenado.
acaso transmitidos mediante difusión a lo largo del
Para paliar el dolor adormecían o drogaban al paciente,
tiempo y cimentados en una práctica tradicional. Sin
manteniéndole semiinconsciente, suministrándole bre-
duda, una buena organización aseguraría el éxito de la
bajes hechos con plantas narcóticas o alucinógenas,
intervención que en sí misma constituiría un rito que
como algunos tipos de hongos, o con plantas con efec-
necesitaría de contados participantes, una vez que
tos analgésicos, como la adormidera (Papaver somnife-
resultaría necesaria la adecuada sujeción del individuo
rum L.) de la que existen buenos testimonios sobre su
a trepanar, debiéndose mantener el cráneo en una posi-
consumo en el ámbito Mediterráneo (Becerra, 2006), y
ción fija. Además del «cirujano» debiera pensarse en
de manera concreta en el Neolítico de la Península
asistentes que pudieran suministrar agua, asegurar los
(Juan-Tresserras, 2000: 263; Guerra, 2005), resultando
torniquetes o ayudar en cualquiera de las tareas relacio-
sugestivo testimonio el encuentro de una cápsula de
nadas.
adormidera en el cálculo dental del cráneo con doble
Todo análisis sobre la trepanación parte de la dete-
perforación de la Mina 28 de Can Tintoré de Gavà
nida observación del hueso seco. Su morfología, de la
(Juan-Tresserras y Villalba, 1999: 397-403), cuya super-
que es circunstancia común una mayor amplitud del
vivencia podría sugerir su consumo con fines terapéuti-
orificio en la tabla externa que en la interna, ofrece en
cos postoperatorios. Con el paciente adormecido
primer término información sobre dos aspectos: la téc-
comenzaría la operación, tras rapar el pelo en la zona a
nica utilizada y la supervivencia o fallecimiento del
tratar, practicando incisiones en el cuero cabelludo y a
sujeto. Es posible reconstruir el proceso postoperato-
continuación separándolo y doblándolo hacia fuera, sin
rio, una vez que puede dejar huellas en el hueso. En
llegar a extraerlo. Aplicando un torniquete hecho con
principio la agresión provocada deviene en isquemia
cuerdas o pieles que abarcara circularmente el cráneo
que ocasiona necrosis ósea, produciéndose una osteo-
podría evitarse un excesivo sangrado del cuero cabellu-
lisis, que da lugar al aumento de las dimensiones de la
do, no descartando que se taponase la herida con teji-
perforación, volviéndose romo el borde externo del
dos de fibras vegetales o tiras de piel. La trepanación
agujero. Varios días después se iniciaría el proceso de
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
121
[page-n-123]
reconstrucción en la que una lámina de hueso compac-
meses. Son necesarios unos 6 meses para completar la
to recubre la superficie del diploe, quedando las celdi-
cicatrización, no pudiéndose establecer a partir de
llas ocultas y haciendo que exista una continuidad de
entonces el tiempo que media hasta el fallecimiento del
las tablas externa e interna. De todo ello puede resul-
sujeto. Cuando no hay signos de regeneración puede
tar la formación de un moderado anillo hiperostósico
suponerse que la trepanación causara el óbito, realizán-
alrededor del orificio dejando una señal como una
dose en un momento perimortem, o bien considerar su
cicatriz (Thillaud, 1996: 153). A pesar de poder guardar
carácter póstumo, postmortem, y por lo tanto desvincu-
un tamaño reducido, nunca se cierra completamente el
lado del final de la vida del sujeto. Las trepanaciones
orificio de la operación, provocándose de modo gene-
realizadas en cráneo en seco, esto es aquellas practica-
ral procesos inflamatorios que inciden en la cicatriza-
das, habiendo transcurrido bastante tiempo desde la
ción. Ello es susceptible de provocar irregularidades en
muerte vienen a diferenciarse de las anteriores por una
la tabla externa del área intervenida. Sin embargo,
morfología irregular (Campillo, 2007: 416), y aquí tam-
algunas patologías como traumatismos, infecciones,
bién caben problemas de identificación, una vez que el
neoplasias o incluso alteraciones postmortem pueden
agujero puede deberse a un deterioro del cráneo en el
causar huellas similares y ocasionar errores de interpre-
yacimiento.
tación, siendo del todo recomendable hacer valer técnicas como las propias de radiografías o tomografías
2. Panorama de la trepanación en la Península Ibérica y
computarizadas (TAC) que corroboren o descarten la
Baleares
trepanación.
En La trepanación prehistórica, excelente y reciente
Para establecer que una trepanación se practicó en
monografía, resultado de la enorme trayectoria científi-
vida se tienen que apreciar en alguna medida esos sig-
ca de D. Campillo (2007), se recoge un magnífico cor-
nos de cicatrización. No resulta fácil establecer el tiem-
pus documental de las trepanaciones en la vertiente
po de supervivencia del paciente tras la intervención, si
mediterránea peninsular y las Islas Baleares, además de
bien siempre puede considerarse una aproximación
otras áreas. Ahí puede observarse una mayoría de casos
desde el conocimiento de las distintas fases de cicatriza-
con el lateral izquierdo afectado por una sola trepana-
ción que se producen a lo largo del proceso postopera-
ción, trepanaciones dobles, muchas de ellas con super-
torio, nada evidentes en el hueso cumplidas dos sema-
vivencia, tan impresionantes como las realizadas por
nas desde la intervención (Campillo, 1994). De este
abrasión en el parietal izquierdo del cráneo citado de
modo, aunque no se haya cerrado por completo el agu-
Can Tintoré, y múltiples resultantes de la aplicación de
jero, observada la regeneración de celdas diploicas y el
una misma técnica y generalmente postmortem, como
carácter romo del borde de la tabla externa, se puede
las 7 conseguidas mediante barrenado en el frontal de
estimar una supervivencia entre varias semanas y dos
un niño (36-4) de la necrópolis mallorquina de Son Real.
122
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-124]
Se han constatado diferencias por zonas geográficas.
dos por diversas lesiones localizados en la necrópolis de
Entre el Neolítico final y el Bronce antiguo, la trepanación
Sant Pau del Camp (Barcelona), uno con una perforación
en la vertiente occidental de la Península sólo se ha deter-
troncocónica por barrenado y supervivencia (cráneo
minado en individuos masculinos, observándose una pre-
otro (cráneo XIX) con una póstuma por abrasión en el occi-
dominancia de la práctica en el parietal, una buena deter-
pital y un tercero (cráneo
minación de las técnicas de raspado o abrasión y de la de
signarse tres trepanaciones seguidas de supervivencia,
incisión, ésta aplicada en algún caso con resultado de
realizadas combinando la abrasión y el barrenado, al
supervivencia, siendo del todo extraña la técnica del
parecer en un corto lapso de tiempo; o los propios del
barrenado. Esos datos extraídos de una síntesis sobre la
Neolítico medio, como el de la perforación doble antes
trepanación en Portugal (Silva, 2003: 127) contrastan de
indicado de Can Tintoré, o el masculino afectado por
algún modo con la realidad documentada por D.
lesiones póstumas incisas localizado entre los restos que
Campillo para la vertiente mediterránea. De su relación
aporta el complejo de sepulcros de fosa de la Bòvila
(Campillo, 2007: 279-280) se extrae que en Cataluña, en
Madurell de Sant Quirze del Vallés.
XVIII)
VI),
del todo llamativo al con-
un marco cronológico en lo fundamental y salvo contadas
En lo que afecta a las tierras valencianas, el frag-
referencias del ámbito de la Cultura Ibérica, desde el
mento de parietal infantil trepanado de la Cova de la
Epicardial a la Edad del Bronce, predominan como técni-
Sarsa, Bocairent, podría ser el más antiguo del registro.
cas el barrenado y la abrasión, resultando la mayoría de
M. García Sánchez (1983: 194) propuso que se trataba
las trepanaciones practicadas sobre individuos masculi-
de una perforación por barrenado, considerando la
nos adultos o jóvenes-adultos con supervivencia y sim-
posibilidad de la muerte del sujeto en el transcurso de
ples, si bien hay un cierto número de dobles o triples, y
la intervención, diagnóstico del que discrepa D.
algunas múltiples, éstas últimas siempre póstumas.
Campillo quien se decanta por su carácter póstumo
Dentro de ese panorama donde quedan bien representa-
(Campillo, 2007: 246). Del hábitat de la Ereta del
das las inhumaciones colectivas (Turbón, 1981: 69-80),
Pedregal de Navarrés es el cráneo correspondiente a
puede ser interesante indicar una cierta variedad en los
un adulto maduro masculino con tres depresiones
casos más antiguos como los del Epicardial –el femenino
cónicas en la escama occipital suprainiana, con los con-
adulto joven con trepanación por abrasión del enterra-
tornos suavizados por la cicatrización, tras su acepción
miento en silo de la Timba del Barenys de Riudoms
como un caso de lesiones resultado de forunculosis o
(Vilardell, 1992) o el masculino con enorme orificio en la
lesiones quísticas (Campillo, 1976: 59) ha sido recien-
parte superior, póstumo por incisión del enterramiento
temente valorado como afectado por trepanaciones
múltiple del espacio III de la Cova del Pasteral de Girona
suprainianas (Campillo, 2007: 241). Vinculados a las
(Bosch y Tarrús, 1990: 121)–, el Poscardial (Gibaja, 1999:
cuevas de enterramiento múltiple se unen a la antigua
190), considerando los tres individuos masculinos afecta-
referencia del fragmento de la Cova de les Llometes,
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
123
[page-n-125]
los cráneos con trepanaciones localizados en En Pardo
ra previa (Jiménez, Botella y Alemán, 1996). En lo que res-
y Pastora en los que se centra este trabajo. El cráneo
pecta a la vertiente occidental andaluza las noticias se
de la Cova de les Bagasses de Banyeres se atribuye a
remiten al eminente trabajo de registro antropológico
la Edad del Bronce (Aparicio et al., 1981: 171), corres-
recogido en las Notas sobre restos humanos prehistóri-
pondiendo a un varón próximo a la edad madura con
cos, protohistóricos y antiguos de España que en varias
agujero de 22-27 mm de diámetro producido por
áreas de la Península realizara F. Barras de Aragón (1933:
barrenado en el frontal. Con dudas, se considera pós-
204), quien identifica un caso con doble perforación en el
tuma o de muy escasa supervivencia (Campillo, 1981:
frontal en el yacimiento de Alcolea, considerado neolíti-
250-253). Finalmente, también de la Edad del Bronce,
co por Hernández Pacheco (1924); otro en el sevillano de
sin que pueda refrendarse por pérdida, es de princi-
Los Alcores con trepanación parietal postmortem, y un
pios del siglo pasado la mención de un fragmento de
tercero en la onubense Cueva de Jabugo con «una perfo-
un cráneo trepanado en el yacimiento argárico de San
ración postmortem en forma de huevo con el borde en
Antón de Orihuela, indicando en 1903 J. Furgús que
bisel que alcanza el frontal y los dos parietales» (Barras de
uno de los fragmentos presentaba un orificio de 20
Aragón, 1942: 55), tremenda operación que sufriría un
mm de diámetro, para el investigador jesuita, claro
individuo masculino adulto joven documentado en ese
indicio de trepanación (Furgús, 1937: 26).
contexto de inhumación múltiple, donde quizá pudieron
En otras regiones peninsulares se anota un número
determinarse más trepanados (Pérez, Cruz y Rivero,
menor de trepanaciones prehistóricas. De Murcia se indi-
1990). El resto, conservado en el Museo Arqueológico de
ca el caso del cráneo con perforación en el frontal y
Sevilla, tiene una perforación oval en el vértex craneal,
supervivencia del enterramiento múltiple eneolítico de
que en la tabla externa sobrepasa los 102 mm en su eje
los Blanquizares de Lébor de Totana (Barras de Aragón,
longitudinal. En su diagnóstico hay discrepancia, recono-
1938) y de Andalucía Oriental, la referencia del hallazgo
ciéndose señales de unas dos semanas de supervivencia
por parte de L. Siret de un cráneo trepanado en uno de
tras la aplicación de una intensa abrasión (Guijo, Lacalle y
los dólmenes de La Sabina de Río de Gor, y la anotación
Romero, 1999), mientras que D. Campillo (2007: 261)
de contados casos con supervivencia en individuos mas-
aboga, como en el caso de El Pasteral, por su carácter
culinos adultos asimilados al Neolítico, realizados
póstumo y realización mediante incisión. Con el
mediante barrenado como los localizados en las cavida-
Calcolítico, si no con el Bronce final, se ha vinculado el
des granadinas de Las Majolicas y la Carigüela, y la cor-
cráneo conservado en el Museo de Cáceres de la Cueva
dobesa de Los Mármoles –ésta no aceptada por D.
del Maltravieso, con una trepanación oval más reducida,
Campillo (2007: 263)–; o por abrasión, en el caso de la
38 x 25 mm en sus ejes mayores, en el parietal izquierdo,
Cueva de los Molinos (Alhama de Granada), un ejemplo
operación que afectó a una mujer de una veintena de
de interpretación terapéutica al vincularse con una fractu-
años que sobrevivió a la misma (Mateos et al., 1996).
124
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-126]
Del centro peninsular resulta tremendamente intere-
yacimiento por él atribuido al Magdaleniense (Barras de
sante la recuperación de la información del yacimiento
Aragón, 1933 B: 91), que ahora encuentra su acomodo
excavado en 1894 y 1895 de Ciempozuelos, auténtico
como referencia del Neolítico o el Eneolítico (Delibes y
paradigma para el Campaniforme peninsular. Entre los
Santonja, 1986: 155-156).
restos óseos custodiados en la Real Academia de la
En lo que afecta a la mitad centro septentrional, tal y
Historia H. Deslaers identificó en 1917 una trepanación
como señala M.ª L. García Ruiz (1996) es posible que el
con supervivencia en el parietal izquierdo de un frag-
mapa de las trepanaciones esté alterado por la falta de
mento craneal de un individuo maduro masculino.
datos en aquellas áreas donde no se conservan restos
Conforme a una reciente revisión la intervención fue rea-
humanos, por el carácter ácido del suelo, condición que
lizada mediante incisión poligonal, acaso tras sufrir un
afecta bien al núcleo dolménico salmantino y zamorano.
traumatismo, no descartándose causa terapéutica. Pero a
Por ello, muy posiblemente la buena incidencia de la
efectos de valorar la vinculación de la práctica con indi-
trepanación en el sepulcro de Las Arnillas (Burgos)
viduos que gozaran de poder es interesante recordar la
donde se identifica en 5 individuos adultos y jóvenes de
posibilidad de que la calota fuera el medio cráneo halla-
sexo con certeza (3) o con probabilidad (2) masculino,
do en las postrimerías del s. XIX con un cuenco, cazuela y
realizada por abrasión, barrenado o incisión, con dife-
vaso, además de dos piezas de cobre (Sampedro y
rentes grados de supervivencia, es posible no fuera tan
Liesau, 1999), de forma que correspondiera a algún líder
excepcional. En un área relativamente próxima se docu-
o régulo local (Blasco, Baena y Liesau, 1999: 74). Otras
mentan los 4 casos de San Juan Ante Portam Latinam
referencias también son debidas a F. Barras de Aragón
(Álava), donde se observan también las tres técnicas. En
(1931), quien por la presencia de 9 casos con trepanacio-
uno de ellos, de un individuo joven, se perforó el frontal
nes atribuye al Neolítico la serie de cráneos procedentes
mediante abrasión, sobreviviendo a la operación
de una excavación irregular que en 1880 se realizará en
(Etxeberría y Herrasti, 2007: 267-272). En la misma pro-
Alcázar del Rey (Cuenca) a la que dedica un extenso tra-
vincia se localiza en el contexto funerario Neolítico en
bajo. Desde su lectura, D. Campillo (2007: 276-277) con-
cueva de Fuente Hoz, donde se constata una trepana-
sidera sólo dos casos evidentes de individuos masculinos
ción considerable, 25 cm2, mediante abrasión (cráneo
con una trepanación sobre el parietal, uno de ellos con
FH1) en el parietal derecho de un varón adulto que al
evidentes signos de supervivencia. También de excava-
menos sobrevivió 10 meses (Basabé y Bennassar, 1983;
ción antigua y por el mismo autor (Barras de Aragón,
Exeberria, 1986: 301). Queda en Vizcaya el fragmento
1933) alcanzamos el diagnóstico de L. Hoyos Sainz,
de frontal trepanado de subadulto de la Cueva de
quien en 1908 determina una trepanación en vida en el
Atxarte (Yurre) que, atribuido al Eneolítico o a la Edad
frontal izquierdo de un cráneo del enterramiento múlti-
de Bronce, no sobrevivió a la operación (Etxeberria,
ple localizado en una cavidad de Tisuco (Segovia), un
1986: 305-306).
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
125
[page-n-127]
Del todo particular es el fenómeno de la trepanación
bajos efectuados por V. Pascual, bajo la dirección de M.
en las Baleares, donde los casos más antiguos localizados
Tarradell. Su trepanación se ha referenciado en trabajos
en la menorquina Cova de Es Càrritx, no parecen resultar
previos donde se recoge su descripción osteológica
anteriores a los finales del II milenio a.C. Ahí se identifican
(Campillo, 1976, 1977, 2007; Soler y Roca de Togores
tres cráneos en posición secundaria de varones con seña-
1999)2. Corresponde a un varón adulto joven (20-25
les de supervivencia, tras sufrir la práctica mediante el
años) de tipología mediterránea grácil. En el parietal
barrenado, dos adultos, o mediante la combinación de la
izquierdo, próximo a la protuberancia del hueso, se
incisión y la abrasión, un joven (Rihuete, 2003: 201-202).
observa una trepanación realizada con la técnica del ras-
Vinculados a la primera Edad del Hierro resultan los docu-
pado o abrasión, siendo la superficie abrasionada muy
mentados en las necrópolis talayóticas mallorquinas de
amplia mientras que el orificio es muy pequeño (Fig. 1).
Son Real y S’Illot des Porros. El cementerio de Son Real,
Éste es de forma ovalada y parece que fue realizado en
con fechas de finales del s. IX al s. V a.C. (Guerrero, Calvo
sentido anteroposterior a juzgar por los diámetros máxi-
y Gornés, 2006: 99) ofrece 14 cráneos trepanados (un
mo y mínimo de dicho orificio (7’5 x 5 mm). Su centro
8,3% sobre el total de individuos) determinándose un
dista 45 mm de la sutura coronal y 48 mm de la sagital.
empleo paritario de la abrasión o el barrenado en una
Alrededor del mismo se documenta un gran hundimien-
mayoría de individuos masculinos adultos, como tónica
to, que se extiende entre los 25 y 40 mm rodeado de
en la que los cráneos infantiles con perforaciones múlti-
una hiperóstosis, que, junto con los signos de regenera-
ples constituyen toda una singularidad.
ción ósea, justifican una prolongada supervivencia. No
se aprecian alteraciones patológicas que justificasen una
3. Los casos de las cuevas de En Pardo y Pastora. A pro-
intervención quirúrgica.
pósito de su cronología
3.1. Descripción de los cráneos y lesiones
Cráneos trepanados de la Cova de la Pastora (Alcoi)
Cráneo trepanado de la Cova d’en Pardo (Planes)
Se determinan 4 cráneos depositados en el Museu de
Con sigla Emp 1 (F-28) (9.084) se encuentra depositado
Prehistòria de València con números 17, 53, 54 y 77. La
en el Museo Arqueológico de Alcoi. Se halló en 1965 en
cavidad fue excavada por V. Pascual y J. Alcácer
la sala de la izquierda de la cavidad (Sector F, capa 1:
(Ballester, 1949), conservándose en el S.I.P. documenta-
0,00-0,40 m desde el corte) en el transcurso de los tra-
ción manuscrita de sus intervenciones. En el documento
2.- Descripción morfológica del cráneo: se trata de un cráneo completo en buen estado de conservación, aunque muestra pequeñas pérdidas de sustancia ósea a nivel de los malares, huesos propios de la nariz, así como en la base del cráneo. Presenta unas inserciones musculares medianamente marcadas. Es un cráneo alto (hipsicráneo) de tendencia ovoide con un perfil curvilíneo y ligera depresión postbregmática. Posee una frente medianamente
ancha, malares (pómulos) poco marcados, órbitas subcuadrangulares muy bajas (cameconco) y una cara estrecha y alta (leptena). Su capacidad craneana es de 1.417 cm3. El maxilar conserva las piezas dentarias 17, 21, 23, 24, 25, 26 y 27, habiendo perdido antemortem la pieza 18. Se determina un acusado desgaste dental en todas las piezas conservadas así como un ligero acúmulo de sarro y leve periodontitis, indicativo de una mala higiene bucal.
Presenta artrosis de la articulación temporomandibular en ambas cavidades glenoideas.
126
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-128]
redactado por el primero solamente se contempla el
fragmento del hueso frontal (17), fragmento localizado
junto a dos puntas de flecha (Fig. 2). Los demás cráneos
con trepanaciones no se mencionan en la documentación manuscrita, lo que ha motivado que no se hayan
considerado en un trabajo reciente (Fregeiro, 2006:
226)3. En trabajos previos sí se han abordado (Rincón de
3.- No albergamos dudas en cuanto a la adscripción de los cráneos al registro por varias razones. En primer término el manuscrito de V. Pascual no es un
diario sino una recopilación de información a modo de informe que pudiera haberse escrito de seguido. Según escribe, inicia los trabajos en la finca
de su propiedad en 1940, debiendo realizar el grueso de los mismos en 1944, conforme a la indicación de I. Ballester (Ballester, 1945). Termina con la
frase: «Y los cráneos XLII, XLIII, XLIV y restantes?. Verlos». Todo parece sugerir que V. Pascual pospone la redacción de esa parte, para no escribirla nunca,
acaso porque informara directamente a I. Ballester, entonces Director del Servicio y redactor de la información publicada donde sí se recogen la totalidad de los cráneos y se razona brillantemente sobre su sentido ¿magico?, ¿religioso?, ¿médico?, se apunta sobre la posibilidad de que existiera algún
tipo de anestesia, se propone el uso de instrumentos de sílex considerando técnicas como el raspado o la rotación y se subraya los indicios de super-
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
127
[page-n-129]
Arellano y Fenollosa, 1949; Riquet, 1953; Fusté, 1957;
orificio muestra un pequeño halo de erosión ósea, de
Campillo, 1976, 1977, 2007), incluyendo más casos,
entre 4 y 8 mm. Presenta señales de regeneración ósea
ahora en discusión por diagnóstico4.
y por tanto de supervivencia. No muestra signos patológicos que justifiquen la intervención como terapéuti-
Cueva de La Pastora 175. Fragmento de cráneo que
ca (Fig. 3).
únicamente conserva el hueso frontal correspondiente
a un individuo joven, de alrededor de unos 20 años de
Cueva de La Pastora 536. Calota a la que le falta parte
edad, de sexo indeterminado. Muestra una trepana-
del parietal derecho próximo al temporal, pertenecien-
ción con la técnica del barrenado en el lado izquierdo
te a un varón de unos 20-25 años de edad. En el parie-
del frontal, de 24 x 17 mm, distando el centro de la
tal izquierdo muestra una trepanación realizada con la
misma 30 mm de la sutura coronal y 25 mm del borde
técnica de la abrasión o legrado, que dista 20 mm de
supraorbitario izquierdo. Alrededor de los bordes del
la sutura sagital y 61 mm de la sutura coronal. Las
vivencia en atención a las observaciones que realizan A. Rincón de Arellano y J. Fenollosa en un anexo (Ballester, 1949: 64-65). De ningún modo la existencia de problemas en el registro puede conducir a proponer que engrandeciera el yacimiento con datos –ídolos oculados y trepanaciones– que no
correspondieran a la excavación, con la intención de incrementar su importancia a nivel internacional (Fregeiro, 2006: 226), porque ello no se sustenta
en otra posible procedencia para las piezas prehistóricas del registro, y porque sencillamente no tiene sentido dentro del buen hacer que a lo largo de
su vida demostró I. Ballester Tormo. Teniendo en cuenta que V. Pascual y J. Alcácer solo enumeran bolsadas o paquetes de huesos con cráneos, se ha
considerado posible que en estudios antropológicos posteriores de R. Riquet (1953) y M. Fusté (1954) pudieran identificar y numerar más restos craneales (Soler, 2002: 324). En la reciente revisión se demuestra que todo es un problema de registro. La caja «76» contenía el cráneo «54»de Riquet y la
«77» el «55» del mismo. De este modo tras su estudio pudo producirse un error o un cambio de criterio en la sigla, signándose en el caso del «77» con
el número de la caja y no con el de la sigla considerada por R. Riquet. Además casi todos los cráneos muestran un número escrito a lápiz, con una grafía característica, que pensamos debió hacerse en la excavación. Esta numeración coincide con la realizada a tinta, hecha seguramente después, durante su clasificación o estudio, no encontrándose este tipo de grafía a lápiz en el resto de la colección de cráneos albergados en el S.I.P.
4.- Del registro de huesos del yacimiento sólo se consideran aquí estos 4 casos como trepanados. En trabajos previos se han descrito más casos que, estando en revisión, serán objeto de discusión en un próximo trabajo de C. Roca de Togores desarrollado dentro del programa de investigación que para la
cavidad dirigen S. Mc Clure y O. García. Se trata de la calota identificada como «B» (Rincón de Arellano y Fenollosa, 1949: 70) o como nº45 (Riquet,
1953: 112) donde se consideró en el parietal izquierdo una trepanación con signos de regeneración ósea; la de la calota craneal nº25 (Fusté, 1957: 12)
donde se describe una trepanación perimortem en una zona de alto riesgo, escama del temporal izquierdo, cuya identificación provoca dudas previas
(Fregeiro, 2006: 279); y de otra considerada recientemente (Campillo, 2007: 233): el fragmento craneal con referencia L.P. 253, donde se propone una
trepanación mediante abrasión, sin supervivencia y con un trabajo posterior del hueso.
5.- Identificado con la letra «A» para A. Rincón de Arellano y J. Fenollosa (1949: 69-70), con nº 17 para R. Riquet (1953: 5) M. Fusté (1957) lo consideró
masculino. Descripción morfológica del cráneo: El periostio se halla muy deteriorado, con pérdidas óseas en algunas zonas. Presenta unas inserciones
crotáfites muy marcadas, una frente medianamente ancha con unas protuberancias frontales poco prominentes y unos arcos superciliares medianamente marcados. Se determina cribra orbitalia A en las dos cuencas orbitarias. Asimismo presenta una oquedad más o menos circular con los bordes redondeados en el techo de la cuenca orbitaria izquierda que podría relacionarse con un tumor benigno (FREGEIRO, 2006, 265) si bien carente de diagnóstico
concluyente. Sus medidas son 5 x 6 mm y penetra unos 5 mm hacia el interior de la cuenca orbitaria.
6.-Identificado con la letra «E» para A. Rincón de Arellano y J. Fenollosa (1949: 72-73), con nº 53 para R. Riquet (1953: 6). Descripción morfológica del cráneo: Muestra unas inserciones marcadas y el grado de obliteración de las suturas es mínimo. De contorno elipsoide y perfil curvilíneo con depresión
prelambdática, muestra unas protuberancias medianamente marcadas y tendentes hacia la línea media y unas protuberancias parietales muy poco prominentes. La frente es ancha, la glabela y arcos superciliares medianamente marcados y el occipucio muy poco prominente. Presenta un hueso epactal
de tamaño medio.
128
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-130]
Figura 2. Dibujo del fragmento craneal nº17, y las dos puntas de flecha junto a las que se halló, de La Pastora. Extraído del manuscrito de las excavaciones.
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
129
[page-n-131]
Figura 3. Trepanación del cráneo nº17 de La Pastora y detalle.
dimensiones del orificio, de morfología ovalada irregu-
circular ligeramente irregular, y en sección muestra una
lar son 18 x 12 mm. Alrededor de la trepanación se
morfología troncocónica. Tiene unas dimensiones de
aprecia una amplia área de erosión de 90 x 37 mm
30 x 27 mm, y dista 77 mm del punto lambda, 59 mm
aproximadamente de morfología elipsoidea muy alar-
de la sutura sagital y 57 mm de la sutura coronal (Fig.
gada con estriaciones radiales debido a los procesos
5). Se observa una importante regeneración ósea, por
de cicatrización (Fig. 4). Existen evidentes signos de
tanto la supervivencia debió ser prolongada. No se
regeneración ósea y por tanto de supervivencia. No se
observan patologías que prueben una intervención
detectan otras alteraciones patológicas que argumen-
terapéutica.
ten una trepanación.
Cueva de La Pastora 778. Fragmento de calota.
Cueva de La Pastora 547. Calota a la que le faltan res-
Pertenece a un adulto entre 20 y 40 años de sexo inde-
tos del área próxima al parietal derecho, pertenecien-
terminado. Presenta una trepanación realizada con la
te a un individuo del sexo masculino con edad com-
técnica de barrenado en el parietal izquierdo, cuyas
prendida entre 40-50 años. En el parietal derecho
medidas son 23 x 21 mm y dista desde el centro de la
muestra una trepanación realizada con la técnica de
misma 26 mm de la sutura sagital y 90 mm de la sutura
barrenado, observándose a nivel externo una forma
lambdática (Fig. 6). No se aprecian signos de remodela-
7.- Identificado con la letra «C» para A. Rincón de Arellano y J. Fenollosa (1949: 71-72), con nº 54 para R. Riquet (1953: 7). Descripción morfológica del
cráneo: Presenta un contorno ovoide alargado con unas protuberancias medianamente marcadas y tendentes hacia la línea media y unas protuberancias parietales medianamente marcadas. La frente es estrecha. Visto en su norma lateral muestra un perfil curvilíneo con depresión prelambdática, crotáfites marcadas, glabela y arcos superciliares medianamente marcados, cresta supramastoidea marcada y occipucio muy poco prominente. En norma
posterior el contorno es domiforme y muestra unas líneas nucales poco marcadas.
8.- Identificado con la letra «D» para A. Rincón de Arellano y J. Fenollosa (1949: 73-74), con nº 55 para R. Riquet (1953: 8). Descripción morfológica del
cráneo: Conserva parte del parietal izquierdo desde la sutura sagital y lambdática hasta la mitad del mismo y la mitad izquierda del occipital hasta las
líneas nucales. Muestra un periostio muy deteriorado sobretodo en el occipital. Las protuberancias parietales son redondeadas y poco salientes y las
líneas nucales aparecen medianamente marcadas.
130
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-132]
Figura 4. Trepanación del cráneo nº53 de La Pastora.
Figura 5. Trepanación del cráneo nº54 de La Pastora y detalle.
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
131
[page-n-133]
Yacimiento /
Campaña
ENP
(1965)
Referencia /
material
Beta 231886
Cráneo Emp 1
PAST
(1944)
Beta 231884
Cráneo
Pastora 53
PAST
(1944)
Beta 231885
Cráneo
Pastora 77
Datación BP CAL BC 2 σ + CAL BC 2 σ -
CAL BC 2 σ
CAL BC 1 σ + CAL BC 1 σ (m)
CAL BC 1 σ
(m)
Intersección
CAL BC
4430±40
3330
3180
3130
3210
3150
2920
3270
3165
3025
3260
3100
3250
3020
3255
3060
3090
3050
3040
4860±40
3700
3560
3630
3540
3665
3550
3660
3640
3650
3650
4270±40
2920
2870
2895
2910
2880
2895
2890
Tabla 1. Dataciones de la Cova d’en Pardo y la Cova de la Pastora. (BP=antes del presente; BC=antes de Cristo; Cal=calibración con rango a 1 ó 2 σ; (m)
media de los rangos a 1 ó 2 σ; Intersección de la edad del radiocarbono con la curva de calibración.
ción ósea, por lo que podría haberse practicado en
cia izquierda, de 15 x 8 mm, ambas de morfología más
momentos perimortem.
o menos rectangular, aunque la primera más ovalada.
Las tres erosiones únicamente afectan a la tabla externa,
Cráneos de la Cova de la Pastora con erosiones inten-
sin que el diploe se vea alterado, todas muestran signos
cionales. Además de estos 4 casos de trepanación cabe
de regeneración ósea y por tanto de supervivencia del
considerar las erosiones craneales intencionales identifi-
sujeto, habiéndose considerado su posible carácter
cadas en otros dos cráneos, nº 7 y nº 169, el primero,
ritual (Fig. 7).
perteneciente a un individuo masculino de alrededor de
40 años que presenta una erosión de forma alargada en
3.2. Dataciones absolutas
el parietal derecho, muy próximo a la sutura sagital de
En 2007 se enviaron a datar tres muestras de tres cráne-
30 x 17 mm en sus dimensiones máximas, distando su
os, dos de la Cova de la Pastora (53 y 77) y uno de la
centro 47 mm de la sutura coronal y 20 mm de la sagi-
Cova d’en Pardo (Emp 1). De acuerdo con los criterios
tal. El segundo corresponde igualmente a un individuo
técnicos de los conservadores en la selección de los 2
masculino de unos 40 años de edad que muestra en el
cráneos de Pastora10 se consideró la diferente técnica de
frontal dos erosiones, una localizada en la protuberancia
la trepanación y diagnóstico de supervivencia11.
derecha de 16 x 8 mm y la otra próxima a la protuberan9.- Ya identificadas por D. Campillo (1977: 258; 1996: 58; 2007: 241).
10.- Agradecemos a la Directora del SIP, H. Bonet, así como a B. Martí y M.ª J. de Pedro toda la ayuda que nos brindaron al respecto. De igual modo queremos dar constancia de nuestro agradecimiento al Director del Museo de Alcoi, J. M.ª Segura.
11.- Del cráneo 53 se extrajo un fragmento de 33 x 16 mm con un peso de 2,005 g, del cráneo 77 un fragmento de 28 x 21 mm con un peso de 1,821 g,
y del cráneo emp 1 se extrajeron cuatro fragmentos con un peso total de 1,20 g. Las extracciones se hicieron de la zona basal del cráneo, o próxima a
ella, por ser ésta la menos afectada estéticamente. Las muestras se enviaron a datar al Laboratorio Beta de Miami (USA) –C14 AMS–, obteniéndose los
resultados que se muestran en la tabla 1.
132
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-134]
Figura 6. Trepanación del cráneo nº77 de La Pastora y detalle.
Figura 7. Erosiones intencionales de los cráneos nº 7 y nº 16 de La Pastora.
3.3. Consideraciones finales
fenómeno de la inhumación múltiple en ese ámbito terri-
Las dataciones presentadas (Tabla 1) revelan una amplia
torial, mientras que la del cráneo 77, expresada en los
temporalidad para la práctica de la trepanación dentro del
mismos términos –2910-2880 a.C.–, resulta próxima a la
ámbito propio del Neolítico final–Calcolítico en las comar-
fecha más reciente que, a efectos de ese uso se determi-
cas centromeridionales valencianas. Las muestras obteni-
na en En Pardo12, y 750-760 años posterior a la del cráneo
das de cráneos con esa intervención, hallados en necró-
53. En medio queda el intervalo de fechas que también
polis de inhumación múltiple, sugieren que esta práctica
expresadas a 1 σ ofrece el cráneo de En Pardo –3260-
debió alcanzar varios siglos. En su expresión a 1 σ la fecha
3250 y 3100-3020 a.C.– con una lesión similar a la del 53
del cráneo 53 de Pastora –3660-3640 a.C.– se revela
de Pastora, al coincidir en técnica –abrasión– y localiza-
como una datación antigua dentro del desarrollo del
ción –parietal izquierdo–. La técnica del barrenado es la
12.- Ver en este volumen el trabajo sobre la Cova d’en Pardo suscrito por J. Soler, C. Roca de Togores y C. Ferrer. La fecha más reciente se obtiene en En
Pardo a partir de la datación de un fémur de la capa superficial de un osario. Beta 95394: 4270 ± 50 BP. En su expresión a 1 σ: 2890-2860 / 2805-2750
/ 2720 -2700 CAL BC.
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
133
[page-n-135]
que afecta al parietal izquierdo del cráneo de fecha más
consideración que en el área septentrional de Alicante,
reciente (77), método que se empleó para horadar el
desde finales de la primera mitad del IV milenio a las cen-
parietal derecho del 54 y la parte izquierda del frontal del
turias iniciales del III milenio a.C. se practican trepanacio-
17, aquel que se vincula a dos puntas de flecha. La eva-
nes con técnicas reconocidas de modo coetáneo en con-
luación cronológica de las diferentes características de las
textos de inhumación múltiple de otras áreas peninsula-
lesiones de los cráneos 53 y 77, y de las similitudes obser-
res, y como segunda, una sólo aparente prevalencia tem-
vadas entre los cráneos 53 y Emp 1, podría interpretarse
poral de la abrasión, técnica con la que también deben
como una prioridad en lo temporal de la abrasión en el
relacionarse las lesiones de los cráneos 7 y 16 de Pastora.
marco cultural y geográfico que atienden estas muestras
Del resultado de la aplicación de esas técnicas se
tomadas de necrópolis de inhumación múltiple. Sin
puede considerar una cierta homogeneidad en la inten-
embargo, ello no es óbice para descartar la convivencia
ción de trepanar. Las perforaciones practicadas alcanzan
de ambas técnicas a lo largo del tiempo propio del desa-
un tamaño moderado. En lo que afecta a la abrasión, la
rrollo de esa realidad funeraria. Al respecto, puede recor-
perforación del cráneo de En Pardo, reducida por un buen
darse su coexistencia con la de la incisión en el contexto
proceso de cicatrización no sobrepasa los 7,5 mm, viéndo-
de cronología acorde de San Juan Ante Portam Latinam,
se precedida de una superficie de abrasión más amplia (40
donde desde la evaluación de una buena batería de
x 25 mm) y en Pastora 53 se muestra un orificio algo
fechas de C14 calibrado, se determina un estrecho marco
mayor, 18 x 12 mm, también resultante de la acción de
cronológico para la realización de más de trescientas inhu-
legrado de una buena superficie ósea. Por lo que respec-
maciones –3338 a 3095 CAL BC 2σ– (Armendáriz, 2007),
ta al barrenado, las perforaciones observadas en los tres
cronología por otro lado coherente a la que proporciona
cráneos de Pastora no sobrepasan los 30 mm. Otro rasgo
una muestra de huesos extraída de la cámara del sepulcro
de uniformidad es el que atiende a la localización, deter-
de corredor burgalés de Las Arnillas, destacado aquí por
minándose en 4 casos en el parietal y sólo en uno en el
la varianza y número de individuos trepanados –3377-
frontal. Esta moderación no guarda ninguna relación con
3325 CAL BC 1σ13–, si bien de modo obvio, y como ocu-
aquellas lesiones grandes observadas en Pasteral, Jabugo
rre en Pastora y En Pardo, la horquilla cronológica del uso
y Fuente Hoz, y sí encuentra su acomodo en registros de
funerario de ese dolmen de Moradillo de Sedano se
contextos de inhumación múltiple como, a título de ejem-
ampliaría de disponer de un número más alto de análisis
plo, el de la Cova d’Aïgues Vives (Solsonés) donde se
radiocarbónicos, al no determinarse ahí las excepcionales
identifican tres casos con supervivencia realizados median-
circunstancias de simultaneidad que, en lo que afecta al
te barrenado o abrasión en el frontal o el parietal, con agu-
depósito funerario, se defiende para el yacimiento alavés
jeros que no sobrepasan los 27 mm de diámetro (Turbón,
(Vegas, 2006). Con todo, podrá subrayarse como primera
1981: 71-73; Campillo, 2007: 167-179). Parece que las
13.- GrN 12.124: 4575 ± 40 (Delibes, Alonso y Rojo, 1987, 186-187). Calibración a 1 σ según P.V. Castro, V. Lull y R. Micó (1996).
134
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-136]
lesiones observadas en Alicante responden a un patrón de
diferencia de los contextos de Baleares, se determinan
intervención que denota un buen control de la técnica,
pocos casos seguros de trepanación en mujeres: el extre-
consignándose la supervivencia en todos los casos, salvo
meño de Maltravieso y los catalanes de diferente cronolo-
en el del cráneo 77 con trepanación por barrenado. Desde
gía de la Timba del Barenys de Ruidoms y el de la Balma
la cierta contemporaneidad que pudiera ofrecer el registro
de Xargantana (Oliola), éste con más dudas a partir de la
con el de Las Arnillas se subraya la homogeneidad del
reconstrucción de un frontal localizado en una inhumación
conjunto analizado, indicando algunas diferencias como la
colectiva atribuida al Calcolítico o la Edad del Bronce
ausencia aquí de la incisión y la realización allí de agujeros
(Marcet et al., 1982: 56). En lo que afecta a la edad pue-
algo más grandes, por encima de los 30 mm, con la
den considerarse 2 grupos, uno integrado por individuos
excepción del cráneo 50, con una lesión en el frontal, en
entre 20 y 25 años (Emp 1, Pastora 17 y 53), y otro con
su tamaño muy similar a la observada en el de En Pardo y
individuos que debieron rondar la cuarentena (Pastora 54,
el 53 de Pastora (García Ruiz, 1996). También en las
7, 16), no pudiendo deducir a cual de los dos debiera ads-
Arnillas se anotan dobles intervenciones aplicando técni-
cribirse Pastora 77, aquel que no muestra claras señales de
cas distintas, cuestión que en parámetros de supervivencia
supervivencia. A partir de ello podrían considerarse dos
no se observa en Alicante y que parece encontrar su refe-
posibilidades: que la trepanación pudiera realizarse a par-
rente más antiguo en el caso provocado mediante abra-
tir de la juventud sin resultar importante la edad, o que la
sión, localizado en el contexto de inhumación múltiple de
practica de la lesión se vinculara sobretodo a individuos
la Mina 28 de Can Tintoré, con dataciones que resultan
jóvenes, pauta que perfectamente podrían haber guarda-
acordes a las del cráneo 53 de Pastora , caso todavía pos-
do los del segundo grupo de edad si se considera que la
terior en el tiempo a aquel afectado por tres trepanacio-
cicatrización, especialmente evidente en Pastora 54, es
nes localizado en la necrópolis de Sant Pau conseguidas
buen factor para considerar que la intervención no afecta-
mediante barrenado y abrasión.
ría la esperanza de vida de los lesionados. En los 5 casos
14
Otros rasgos de homogeneidad configuran a la trepa-
abordados en la sepultura de Las Arnillas también se
nación como una práctica selectiva. Con un solo caso
determinan dos grupos de edad, uno con cráneos de
dudoso (cráneo 17) puede considerarse que todos los crá-
adultos con edades superiores a los 35 años –cráneos 30,
neos con lesiones de las cavidades de En Pardo y Pastora
50 53– y otro de individuos más jovenes, muy interesante
son de individuos masculinos, lo cual parece responder a
al respecto de lo que se comenta, una vez que integra
la pauta observada en todo el territorio peninsular, donde
aquellos que tras sufrir la intervención su vida no se pro-
siempre recurriendo al corpus de D. Campillo (2007), a
longó en exceso, caso del cráneo 49, de adulto joven y del
14.- Mina 28 Can Tintoré. Fechas extraídas del contexto de las inhumaciones y de las capas en contacto (Buxó, Catalá y Villalbenca, 1991: 66-67) /
Calibración 1 σ (Castro, Lull, y Micó): UBAR-47: 4610 ± 90 BP/ 3468-3209 CAL BC; UBAR-30: 4710 ± 130 BP / 3650-3360 CAL BC; I-13099: 4820 ± 100
BP / 3720-3490 CAL BC; UBAR-48: 4690±100 BP/ 3590-3370 CAL BC; y UBAR 49: 4740±90 BP 3648-3402 CAL BC.
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
135
[page-n-137]
cráneo 52 de subadulto, éste con dos trepanaciones. En el
ta varianza y acaso no todas las trepanaciones significaran
contexto más antiguo de Sant Pau, aquel que tiene tres
lo mismo. Tras la intervención y la recuperación, la cicatriz
lesiones (el cráneo 18), tiene escasos rasgos de supervi-
o el hundimiento es la marca de por vida, señal o símbo-
vencia (Campillo, 2007: 202) y una edad no superior a los
lo, que puede ser siempre evidente, que puede mostrarse
19 -20 años (Alfruns, Majó y Oms, 1991: 51).
o, retirando el cabello, identificarse. Cuando la lesión se
Si no se asumen razones terapéuticas convendría pro-
observa en el frontal el individuo se destaca por su cicatriz
fundizar en la significación social que podría atender la tre-
dándose casos que debieron resultar del todo impactan-
panación. Teniendo en cuenta la parquedad del ajuar y la
tes para sus contemporáneos como el de aquel joven de
localización se ha indicado la posibilidad de que fueran
San Juan Ante Portam Latinam con la lesión por abrasión
mineros los que estuvieran enterrados en la inhumación
en el centro de su frente (Extxebarria y Herrasti, 2007:
múltiple de Can Tintoré que acoge el cráneo doblemente
268), o en nuestras latitudes, el que fuera inhumado en la
trepanado del varón adulto que murió en la cuarta década
necrópolis de los Blanquizares de Lébor, el del individuo
de su vida (Villalba, Buxó y Catalá, 1991: 71). Como se ha
joven del que resta el cráneo 17 de Pastora, el que sufrie-
expuesto, de manera contraria se valora la presencia de la
ra las erosiones frontales atestiguadas en el cráneo 16 de
lesión identificada en el cráneo custodiado en los fondos
la misma cueva, o de haberse practicado en vida, el de la
del Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la
Cova de les Bagasses, cuyo cráneo se localizó aislado y sin
Historia, por cuanto que el sujeto, también maduro y varón
un contexto material que resuelva de un modo preciso su
podría ser líder o régulo si con él se asocian los buenos
cronología. Teniendo en cuenta la no regeneración del
materiales de Ciempozuelos. Dos interpretaciones contra-
cabello en las áreas craneales afectadas, las trepanaciones
puestas de gestos tremendos y acaso muy parecidos, si se
en el parietal, sobre todo aquellas realizadas mediante
atiende a la opinión de D. Campillo (2007: 275) en cuanto
abrasión, afectando una buena superficie ósea (Emp 1 y
a que el cráneo madrileño también pudiera estar doble-
Pastora 53), serían más evidentes que las practicadas en el
mente trepanado, que en principio sufren individuos de
occipital, como las que afectan al ejemplar de la Ereta, si
distinta época y condición, aunque quizá en el caso de
se acepta su segundo diagnóstico.
Gavà, aquel que en sus últimas horas consumía adormide-
En Pastora y en En Pardo hay buenos ajuares, y desde
ra, el rasgo de su prelación social pudiera ser más sutil y
la estimación del tiempo de aprovechamiento de las
sólo determinarse desde la condición de inaugurar con su
necrópolis y del inmenso cálculo de fallecidos que en lo
cadáver el ámbito de un enterramiento sucesivo.
secular determinara el grupo social que inhumara en las
La significación social del individuo afectado por la tre-
mismas, el escaso número de individuos determinado en
panación podría resultar del todo evidente con el signo o
las cavidades, unos 55 en Pastora y una treintena en En
la marca que determina la operación. Al respecto, el regis-
Pardo, es entre otros buen argumento para considerar que
tro de trepanaciones que recoge D. Campillo ofrece cier-
los ahí inhumados hubieran gozado en vida de ciertas pre-
136
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-138]
rrogativas, cierto reconocimiento social o cierto poder de
más poderosos a quienes lo sufrieran. Pocos casos y con-
decisión en el grupo. Del buen número de cavidades que
centrados sobre todo en un yacimiento, la Cova de la
de modo contemporáneo atiende el fenómeno de la inhu-
Pastora, un conjunto excepcional por sus ídolos, sus ele-
mación múltiple en las tierras centro meridionales valen-
mentos de atuendo y adorno, sus series de utillaje lítico, el
cianas solo se determinan los casos contemplados en En
alto número de recipientes cerámicos (Soler, 2002: 322-
Pardo, Pastora y quizá Llometes. Con ellos y por una pro-
358) e inhumaciones «selectivas» que acoge. Muy proba-
ximidad en el registro material también pudiera relacionar-
blemente Pastora todavía no se halla valorado en sus jus-
se el caso de Blanquizares de Lébor, no siendo descarta-
tos términos porque impera una visión que busca muchas
ble que Bagasses pudiera formar parte del conjunto a la
veces sin éxito una relación directa entre necrópolis y habi-
vista de la rareza de la práctica en la Edad del Bronce, aquí
tats próximos para explicar los enterramientos, sin todavía
solamente indicada por el indicio testimoniado por J.
pronunciarse por jerarquizaciones entre necrópolis próxi-
Furgús en un contexto argárico, auténtica rareza en esa
mas y con registros de diferente entidad.
época y cultura. En lo que afecta al caso de Navarrés es
Las operaciones póstumas, difíciles de distinguir de las
muy probable su vinculación con los hallados en necrópo-
perimortem, aquí D. Campillo las considera para los casos
lis de inhumación múltiple , resultando acaso su encuen-
de Bagasses, Llometes y Sarsa, cuestionando abiertamen-
tro un posible vestigio de inhumación en el hábitat, tal y
te en ésta el hecho de que fuera perimortem. De resultar
como acontece en otros poblados del Neolítico
operaciones postmortem, estas intervenciones entrarían
final–Eneolítico como en el que este volumen J.Ll. Pascual
en el universo de las prácticas rituales vinculadas a la muer-
presenta del Barranc de Beniteixir de Piles.
te, consideración recurrente desde los inicios de la investi-
15
Es evidente que son pocos los trepanados, lo que evi-
gación de las trepanaciones, si se anota la idea que reco-
dencia que no todos necesitan de un gesto cuya frecuen-
ge F. Barras de Aragón (1931: 14) del propio P. Broca,
cia, desde la perspectiva de las dataciones ahora presen-
quien estimaba que las póstumas guardaban la intención
tadas, distaría del todo de aquellos «centros quirúrgicos»
de obtener amuletos que no servían al individuo sometido
que se reconocen en los contextos franceses de Les
a la mutilación, sino a los que le sobrevivían y que espera-
Grands Causses o en el valle de Petit Morin (Guilaine y
ban, apropiándose de sus reliquias garantizarse contra los
Zammit, 2002: 161). Se revela entonces el signo de la tre-
malos espíritus. Como reliquia se ha visto la posibilidad de
panación entre individuos de por sí destacados, como un
interpretar el cráneo hallado de manera aislada en el con-
gesto acaso vinculado a un ritual de iniciación necesario
texto neolítico habitacional de la segoviana Cueva de la
para acceder a esos derechos por parte de aquel que de
Vaquera, yacimiento que también dispone de un ámbito
por sí no lo tuviera, o como un signo que todavía haría
funerario con indicios de remontar su primer uso al
15.- Teniendo en cuenta su encuentro en el tercer nivel de los 8 que se consideraban en las primeras campañas en la Ereta del Pedregal, a 1 m de profundidad, misma cota donde D. Fletcher reseñaba la identificación de fragmentos de ídolos oculados (Fletcher, 1961: 90) de tipo Pastora (Soler, 1985: 32-33).
TREPANACIONES EN LA PREHISTORIA
137
[page-n-139]
Neolítico, del que no se descarta pudiera haberse extraído
ese cráneo (Delibes et al., 1999: 433). Con excepción de
los dos cráneos y otros restos hallados en una grieta de la
Cova de la Sarsa (Casanova, 1978), de los restos humanos
de ese yacimiento recientemente no se determina localización ni adscripción cronológica segura, si bien es muy pro-
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Fallecida recientemente, en su último trabajo sobre las intervenciones en el yacimiento no se menciona este fragmento por otra parte no localizado (De
Miguel, 2008). Sí refiere que la intervención de aquel año la realizaron aficionados en el Vestíbulo (Asquerino, 1998).
138
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140
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-142]
Introducción
Lejos de intentar resolver el dilema sobre si el ser
humano es agresivo por naturaleza, o si la agresividad
es fruto de una evolución cultural, es indudable que
existen evidencias claras de comportamientos violentos en el registro arqueológico, en concreto en el
registro óseo, que nos revelan la existencia de una violencia activa en las sociedades pasadas y que continúa
en la actualidad.
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO
OSTEOARQUEOLÓGICO
ÁNGELA PÉREZ FERNÁNDEZ
Museu de Prehistòria de València
Servei d’Investigació Prehistòrica
Entendemos por violencia cualquier tipo de acto
intencional que genere alguna modalidad de lesión traumática al individuo, cuya morfología dependerá del tipo
de agresión, provocando, o no, la muerte del mismo.
Sintetizando la gran variabilidad del comportamiento humano, las principales evidencias arqueológicas
capaces de aproximarnos a la reconstrucción del conflicto y la violencia entre los grupos humanos prehistóricos, provienen de diversas fuentes de documentación:
por un lado de la identificación de señales traumáticas
en los restos óseos; por otro del contexto arqueológico
asociado a los restos; por la presencia de armas o
aspectos defensivos; y por último por las representaciones iconográficas.
Algunos autores (Vegas, 1999) simplifican la variedad
de estas manifestaciones en lo que denominan efectos,
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
141
[page-n-143]
ca. Las representaciones muestran la violencia física en
acción y se trata de una gran variedad de símbolos que
evocan acontecimientos relacionados con ambientes
hostiles, como por ejemplo las representaciones en el
Arte Rupestre Levantino, donde se encarnan escenas de
batallas y presuntas ejecuciones de individuos (Guillem,
2006) (Fig. 1 y 2).
En el presente trabajo nos centraremos en los efectos, es decir en las evidencias óseas, o estigmas de violencia, que son las que afectan al esqueleto y por tanto
las que se pueden encontrar en el registro óseo, concretadas fundamentalmente en la presencia de lesiones
traumáticas y de traumas perimortem.
La violencia, como otros comportamientos humanos,
deja trazas recuperables en el registro osteoarqueológico. Marcas que quedan registradas de manera indeleble
en el hueso y que permitien documentar los episodios
violentos de un individuo o población. Este tipo de lesiones también puede reflejar muchos factores referidos al
modo y estilo de vida de los individuos (Roberts y
Manchester, 1997); su cultura material, su economía y
Figura 1. Abrigo VII de les Coves de la Saltadora (El Maestrazgo). Hombre
tocado con un adorno que se precipita tras ser flechado por varios proyectiles a la altura del cuello y de las extremidades inferiores. Abajo, calco del
Abrigo VII (Obermaier y Wernet, 1919).
desarrollo, ocupación y grado de violencia. Y el estado
curativo de sus heridas puede indicar también su estatus
social, dieta, tratamientos curativos recibidos, entre otros
muchos aspectos.
medios y representaciones. Los efectos de la violencia
En este sentido, una de las disciplinas que más
vendrían a ser todo material que conserve los estigmas
aportes puede brindar al conocimiento de este tipo de
de una agresión, fundamentalmente el material óseo,
comportamiento es la Antropología Física. La
con la presencia de signos o lesiones traumáticas cura-
Osteología se presenta como herramienta básica para
das y/o letales. Los medios hacen referencia a los meca-
el estudio de las lesiones óseas, aportándonos las
nismos utilizados para provocar la agresión, permitiendo
bases metodológicas para el análisis de las lesiones
visualizar a los agentes que ejercieron una violencia físi-
traumáticas.
142
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-144]
Figura 2. Escena bélica de Les Dogues (Ares del Maestre). Enfrentamiento entre distintos grupos humanos con la presencia de personas flechadas. Calco de J.B. Porcar.
En esta línea, presentamos los restos arqueológicos
arqueológica. No obstante, ante la ausencia de elemen-
más representativos de casos de muerte violenta y sig-
tos reveladores de violencia, la mayoría de los restos se
nos de agresión, enmarcados fundamentalmente en la
traducen como casos de lesión accidental, de ahí su difi-
Prehistoria valenciana pero también en otras áreas penin-
cultad interpretativa.
sulares, desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce.
Para la evaluación de las fracturas y su posible relación con un ambiente hostil y de violencia hay que dis-
Los signos de violencia: los efectos
tinguir entre fracturas ante/peri/postmortem. Las fractu-
Las evidencias de fracturas y traumas son muy frecuentes
ras antemortem son aquellas producidas en vida, relacio-
en los restos osteoarqueológicos. Los traumas son consi-
nadas o no directa o indirectamente con el fallecimiento
derados como la segunda patología más común que
del individuo. Presentan señales de remodelación ósea,
afecta al esqueleto, siendo el cambio degenerativo la
generalmente en forma de un callo de hueso nuevo que
primera (White, 2000).
se genera alrededor de la fractura y que persiste duran-
El hallazgo de huesos fracturados y fragmentados
puede responder a procesos muy diferentes, por lo que
te mucho tiempo después de que se haya producido el
traumatismo.
es posible diferenciar lesiones en vida y lesiones post-
Las fracturas perimortem, producidas en el momento
mortem. Este problema muchas veces se resuelve con la
circundante a la muerte del individuo, con relación direc-
observación in situ de los restos, de ahí la necesidad de
ta, o sin ella, al resultado final, no presentan señales de
la participación del antropólogo en la propia excavación
remodelación ósea y se diferencian entre sí, básicamente
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
143
[page-n-145]
por la tipología del instrumento de agresión. Éstas han
la interpretación dependerá del comportamiento de
sido producidas sobre el hueso en estado fresco.
cada grupo social.
Por último las fracturas postmortem, producidas des-
En el ámbito de la Antropología Forense el análisis de
pués de la muerte del individuo sin relación alguna con
los traumas perimortem es crucial para determinar la
su fallecimiento, pueden ser el resultado de diferentes
causa de muerte del individuo. Este tipo de estudios y
causas: procesos tafonómicos, maniobras de recupera-
sus técnicas de análisis ayudarán a diagnosticar y evaluar
ción y extracción de los restos, condiciones improceden-
el resto óseo. En este sentido algunos trabajos como los
tes de embalaje y transporte, o a causa de manipulacio-
de Lovell (1997), Roberts y Manchester (1997), Zinanovic
nes inadecuadas en el propio laboratorio. Se trata de
(1982), Loe (2009), Subirana (2005), Botella (2003),
fracturas ocasionadas sobre el hueso en estado seco.
Botella et al. (1999), Walker y Long (1977), todos ellos de
Las fracturas antemortem y perimortem, éstas últimas
fundamentalmente, son las que deberán ser evaluadas
orientación forense, están al servicio de la Arqueología,
para obtener una visión más amplia de nuestro pasado.
para determinar el carácter etiológico de la lesión o la
Sin embargo, en este contexto surgen una serie de
circunstancia de la misma, distinguiendo entre lesiones
limitaciones que hemos de tener en cuenta: únicamente
patológicas, espontáneas, o por violencia directa e inten-
somos capaces de observar los casos donde la agresión
cional. Las señales de trauma antemortem pueden estar
ha dejado huella en el hueso, es decir, que solo es posi-
asociadas, o no, con las señales de trauma perimortem,
ble detectar aquellas lesiones que afectan directamente
y pueden ser indicios sobre el tipo de conflicto violento
al tejido óseo y no las que dañan a los tejidos blandos,
acaecido.
lesiones que sin duda alguna también pudieron provocar
El término perimortem ha sido calificado de impre-
la muerte violenta del individuo. La mala conservación
ciso y, en consecuencia, en ocasiones se ha considera-
del material y los efectos tafonómicos y postdeposicio-
do como falto de validez. Es obvio que resulta casi
nales también suponen una barrera o limitación, ya que
imposible establecer si una lesión se produjo inmedia-
en ocasiones pueden llegar a confundirnos.
tamente antes de la muerte del individuo, en el mismo
Por otra parte, la enorme variabilidad de manifesta-
momento de la muerte, o en un corto periodo después.
ciones traumáticas nos obliga a realizar una descripción
Sin embargo, si detectamos este tipo de lesiones peri-
detallada y exhaustiva de la lesión, con el fin de interpre-
mortem –en las que el hueso no ha tenido tiempo de
tar el carácter etiológico de la herida. Ciertas marcas en
reaccionar– aunque no podamos determinar el momen-
el hueso, dependiendo de su distribución y morfología,
to preciso o exacto de su producción, será muy útil para
pueden estar asociadas a determinados procesos de vio-
la interpretación individual y global del contexto
lencia directa, intencional e interpersonal, y en ocasiones
arqueológico en el que nos movamos. La variabilidad
asociadas a ciertas dinámicas sociales que forman parte
de las actividades humanas es muy amplia y por tanto
de un ambiente hostil.
144
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-146]
Esas marcas se concretan, por un lado, en la presen-
Paleolítico Inferior y Medio son muy escasos e incom-
cia de lesiones traumáticas como fracturas, el hueso
pletos, y cronológicamente abarcan un periodo muy
sufre una solución de continuidad; luxaciones, cuando
largo en el tiempo, por lo que no permiten sacar con-
dos huesos pierden su conexión articular; lesiones adya-
clusiones definitivas.
centes al área afectada, es decir, alteraciones postrau-
Entre los restos de neandertales se han encontrado
máticas como edemas, lesión del periostio, áreas de
algunas evidencias de muertes violentas, pero tampoco
necrosis, etc.; consolidaciones postraumáticas, como
son concluyentes de una agresión ya que su etiología es
callos de fractura, y posibles complicaciones postraumá-
de causalidad incierta. El caso de Kaprina (Russel, 1987),
ticas, cuando el proceso de reparación no es exitoso.
yacimiento musteriense en Croacia, fechado en 100.000
Por otro lado, en la presencia de traumas perimortem,
años de antigüedad, destaca por la presencia de una
clasificados en función del instrumento con el que se
serie de lesiones relacionadas con la antropofagia, la
realiza la lesión, distinguiendo tres grupos: impactos de
desarticulación de miembros y la descarnación final. La
proyectil, con una lesión variable; instrumentos cortan-
hipótesis del canibalismo entre el Homo sapiens nean-
tes, que producen lesiones afiladas; instrumentos
dertalensis es un tema controvertido que se va perfilan-
romos, generando una lesión contusa (Loe, 2009; Lovell,
do con la investigación de nuevos restos encontrados en
1997; Roberts y Manchester, 1997; Zinanovic, 1982;
los yacimientos arqueológicos.
Thillaud, 1994; Walter y Long, 1977; Subirana, 2005).
En la Península Ibérica los restos hallados en la
Por lo tanto, la presencia de fracturas y heridas sin
Cueva del Sidrón, Asturias (Fortea et al., 2007) no dejan
signos de regeneración ósea serán elementos objetivos
lugar a duda sobre la práctica de la antropofagia o la
de posibles muertes violentas (Etxeberria et al.,
manipulación ritual del cadáver
2005/2006), los cuales deberán ser valorados y evalua-
humanos. No obstante, sea para consumir o sea para
dos por el investigador.
ritualizar el cuerpo, estas lesiones no las relacionamos
entre estos grupos
con los signos de violencia o actos de hostilidad que
Signos de violencia en la Prehistoria
estamos tratando en el presente trabajo. Lejos de la
La presencia de lesiones traumáticas, heridas contusas
controversia generada sobre el significado de la antro-
fundamentalmente, en los primeros momentos de la
pofagia prehistórica, consideramos diferentes los sig-
aparición del género Homo es muy frecuente, sin
nos de violencia y los signos de canibalismo en el regis-
embargo no son concluyentes de una agresión y se
tro óseo, ya que las marcas encontradas en el hueso
pueden asociar también a lesiones póstumas. A. Leroi-
también son distintas (ver trabajo de Aura, Morales y de
Gourhan (1965: 236-237) estima la existencia de cho-
Miguel en este mismo volumen).
ques bélicos entre estos grupos humanos. No obstante,
Para el grupo de los primeros Homo sapiens sapiens
los restos humanos recuperados correspondientes al
las lesiones traumáticas son más frecuentes, sin embar-
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
145
[page-n-147]
go este hecho parece responder no tanto a una violen-
blema de defensa de esos bienes (Gallay, 1991;
cia lesiva interpersonal, como al tipo de vida de estos
Barandiarán et al. 2007).
individuos y a lesiones fortuitas o accidentales
Asimismo,
desde
el
punto
de
vista
de
la
(Campillo, 1984). Los restos óseos recuperados en El
Antropología y la Paleopatología, la violencia lesiva es
Collado (Oliva, Valencia) (Campillo, 2008) corroboran la
un fenómeno reciente, que parece gestarse en el
imagen de la dureza de las condiciones de vida de estas
Mesolítico y se desarrolla e intensifica en el Neolítico y
comunidades ya que abundan las lesiones contusas y
posteriormente en el Calcolítico y la Edad del Bronce
pequeños traumas asociados a caídas fortuitas o acci-
(Guilaine y Zammit, 2002; Campillo, 1984; Etxeberria,
dentales. En estos casos es muy difícil determinar la
2005/2006). Como hemos visto no hay argumentos que
etiología de la lesión.
demuestren un aumento de la violencia para los prime-
Hasta fechas muy avanzadas no aparecen restos
ros momentos del género Homo; sin embargo, a partir
óseos con signos evidentes de violencia, coincidiendo
del Neolítico se constata un fuerte aumento de casos de
con la aparición de los primeros agricultores. Sin descar-
muerte violenta que argumentan la idea de la agresivi-
tar que las sociedades prehistóricas no ejerciesen la vio-
dad y la violencia en las sociedades prehistóricas, des-
lencia como una actividad cotidiana, quizás la razón de
vinculándonos de aquella visión tradicional, estática y
esta ausencia de huellas de violencia sea la falta de
rousseauniana del «buen salvaje».
documentación arqueológica, de excavaciones con
En este sentido, es interesante resaltar la estrecha
metodología más avanzada y de la ausencia de estudios
relación que guardan las lesiones traumáticas con los
antropológicos. Parece evidente que es a partir del
avances culturales (Campillo, 1989). Así, en el Paleolítico
Neolítico cuando la violencia adopta un papel importan-
Inferior y Medio todas las lesiones son contusas, posible-
te a nivel social y progresivamente irá aumentando, hasta
mente porque las armas utilizadas eran contundentes y
llegar a la época actual (Campillo, 1995).
rara vez punzantes y, si lo eran, lesionaban con facilidad
Una de las argumentaciones sobre cuando aparece
las partes blandas pero sin llegar a perforar el tejido
la violencia entre los seres humanos estaría relaciona-
óseo. A partir del Paleolítico Superior se documentan las
da con el inicio de la jerarquización y complejidad
primeras puntas de flecha incrustadas en el esqueleto, es
social, que juegan un papel muy importante en las rela-
decir lesiones ya no contusas sino de tipo inciso-contun-
ciones de poder y dominio. Con el desarrollo de la
dentes. Con el descubrimiento de los metales se genera-
agricultura y la ganadería la sociedad comienza a estra-
lizan las lesiones incisas, atribuibles al empleo de hachas
tificarse, apareciendo las primeras desigualdades
y espadas.
sociales, que serán más claras con la introducción de la
Un ejemplo importante de la violencia en el Neolítico
metalurgia, cuando la acumulación de bienes materia-
fue el hallazgo del yacimiento de Talheim, en Baden
les dio paso al concepto de riqueza y pobreza y al pro-
Württenberg (Alemania) entre 1983-1984
146
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
(Wahl y
[page-n-148]
Köning, 1987) datado en el 5.000 a.C. Se trata de una
gran fosa común, donde se encontraron restos de 34
individuos, mezclados y sin un orden o cuidado claro,
todos con signos evidentes de violencia y agresión y un
alto número de traumas perimortem. Sin duda alguna
Talheim es un ejemplo excepcional, y casi único, donde
los restos nos hablan de una violencia activa entre los primeros agricultores europeos.
En la Península Ibérica, un yacimiento significativo
de cronología un poco más avanzada (entre el
Figura 3. Cráneo infantil de Caramoro I (Elche, Alicante). Detalle
de la lesión. Fractura en scalp con bordes semicicatrizados.
Neolítico y el Calcolítico, 3300-3000 a.C.), es la sepultura colectiva de San Juan Ante Portam Latinam
(Laguardia, Rioja Alavesa) (Vegas, 1992a; Vegas et al.,
1999, 2006). Se trata de un pequeño abrigo o covacha
y que conlleva el arrancamiento de parte del hueso
colectiva, con al menos 289 individuos inhumados,
frontal (Fig. 3). La morfología de la fractura y de sus bor-
entre los cuales destacan 9 por la presencia de proyec-
des identifican el instrumento del atacante con un arma
tiles incrustados en el esqueleto, 6 casos de fractura de
larga y afilada, posiblemente una espada. La supervi-
cúbito, producidas por el impacto de un fuerte golpe
vencia poco prolongada del individuo está reflejada en
en la cara dorsal del antebrazo, mientras el agredido lo
la presencia de algunos puntos de unión entre los dos
levanta para protegerse del golpe, y otros tantos por
bordes de fractura, y su muerte pudo haber sido provo-
diversas heridas por contusión.
cada por complicaciones secundarias a la herida
En tierras valencianas también disponemos de evi-
(Cloquell y Aguilar, 1996: 14).
dencias óseas que presentan los estigmas de una agre-
En la Tabla 1, se recogen los casos donde se ha
sión. Quizás el caso más llamativo sea el hallazgo de un
documentado signos de violencia en algún individuo,
individuo infantil, recuperado en el yacimiento de
enmarcados en conjuntos peninsulares
Caramoro I (Elche, Alicante) (Cloquell y Aguilar, 1996),
Prehistoria reciente. Restos que revelan los estigmas
datado en la mitad del segundo milenio a.C. (1700-
de un ambiente hostil y violento. No obstante, cabe
1500 a.C). Se trata de un esqueleto infantil, lactante de
remarcar que algunos de los casos incluidos se consi-
año y medio aproximadamente, hallado en el interior
deran dudosos o de causalidad incierta (fundamental-
de una vivienda con una lesión de tipo cortante en el
mente los casos de lesiones antemortem) pudiéndose
cráneo. Una fractura en scalp, de forma tangencial y
enmarcar tanto en un contexto accidental como en un
oblicua, que continúa hasta el arco supraciliar izquierdo
contexto violento. En esta tabla hemos valorado: el
de la
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
147
[page-n-149]
Yacimiento
Época
Nº
Sexo
Edad
Tipo de lesión
Localiz.
anatóm.
Cronología
de lesión
Referencia Bibliográfica
Bòbila Madurell (Sant
Quirze del Vallés,
Barcelona)
Neolítico (40003500 a.C.)
1
Varón
Adulto
Impacto punta flecha
Fractura por impacto
Vértebra
Vértebra
Perimortem
Perimortem
Campillo et al. (1993)
Camí de Can Grau (La
Roca del Vallés)
Neolítico Medio
1
Varón
Adulto
Impacto punta flecha
Vértebra
Antemortem
Martí et al. (1997)
Cova d'En Pardo (Planes,
Alicante)
Varón
Adulto
Neolítico
2
Cráneo
Cráneo
Cráneo
Antemortem
Antemortem
Antemortem
Rodes et al. (2006)
Mujer
Inciso-contundente
Inciso-contundente
Adulta Calcificación hematoma
Cova de la Sarsa
(Bocairent, Valencia)
Neolítico
1
Mujer
Adulta
Inciso-contundente
Cráneo
Antemortem
De Miguel (2006a y 2006b)
Cova de la Boixadera
dels Bancs (Barcelona)
Neolítico Final
1
Varón
Adulto
Lesión contusa
Cráneo
Antemortem
Guerrero y Muntané (2001: 17)
Dolmen de Aizibita
(Cirauqui, Navarra)
3500-3200 a.C.
1
Varón
Adulto
Incisa-cortante con
fractura por lascado
Cráneo
Antemortem
Beguiristain y Etxeberria (1994)
Les Llometes (Alcoi,
Alicante)
Calcolítico
1
Varón
Maduro
2 lesiones contusas
Cráneo
Antemortem Campillo (1976: 66-68; 1977: 325)
Cueva H de Arboli
(Tarragona)
Calcolítico
1
Varón
Adulto
Impacto punta flecha
Cráneo
Perimortem
Dolmen del Collet de Sú
(Lérida)
Calcolítico
1
Varón
Adulto
Impacto punta flecha
Cráneo
Antemortem Campillo (1977: 290-295; 1983: 57)
Las Cáscaras
(Cantabria)
Calcolítico
1
Varón
Adulto
Impacto punta flecha
Fémur
Perimortem
Cabré (1925)
Cova de la Pastora
(Alcoi, Alicante)
Calcolítico
1
Mujer
Juvenil
Lesión contusa
Cráneo
Antemortem
Campillo (1976: 57; 1977: 269)
Camí Reial d'Alacant
(Vall d'Albaida)
Calcolítico
1
Varón
Adulto
Lesión contusa
Cráneo
Antemortem
Campillo (1976: 55-59)
Megalit Clarà (Solsones,
Barcelona)
Calcolítico Final/
Bronce Inicial
1
Varón
Adulto
Lesión incisa
Cráneo
Antemortem
Campillo (1977: 316)
Cova d'Annes (Prullans,
Lleida)
Calcolítico Final/
Bronce Inicial
1
Mujer
Madura
Contusa-fractura con
hundimiento
Cráneo
Antemortem
Campillo (1977: 312)
Abric Can Bosc de
Monistrol de Rajadell
(Barges, Barcelona)
Calcolítico Final/
Bronce Inicial
1
Varón
Adulto
Lesión contusa
Cráneo
Antemortem
Guerrero y Ribas (1997)
El Tomillar (Ávila)
Calcolítico Final/
Bronce Inicial
1
Varón
Adulto
Lesión contusa
Cráneo
Antemortem
Etxeberria (1995: 53)
Caramoro I (Elche,
Alicante)
Bronce 1700-1500
a.C.
1
Indet.
Cráneo
Perimortem
Cloquell y Aguilar (1996)
Cova de l'Heura
(Ulldemolins, Tarragona)
Bronce
1
Varón
Adulto
Impacto punta flecha
Cráneo
Antemortem
Mercadall y Agustí (2006)
Roc d'Orenetes
(Tarragona)
Bronce
1
Varón
Adulto
Corte o fractura en
bisel
Cúbito
Antemortem
Campillo (1993)
Infantil Lesión incisa-cortante
lactante
Campillo (1977: 290-295)
Tabla 1. Casos con signos de violencia (individuos aislados). Conjuntos peninsulares de la Prehistoria reciente.
yacimiento, la época cronológica en la que se enmar-
el tipo de lesión detectada, su localización anatómica
ca, el número de individuos que presentan lesiones
y la cronología de la misma, además de la referencia
traumáticas, así como el sexo y la edad de los mismos,
bibliográfica del estudio.
148
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-150]
Figura 4. Cráneo femenino de la Cova de la Sarsa. Detalle de la lesión. Se trata de una erosión craneal, seguramente producida por un golpe tangencial
con arma cortante. Se observan signos de regeneración ósea.
De los datos obtenidos se desprende que la pobla-
En general se trata de una población adulta (gráfi-
ción masculina es mucho más propensa a sufrir los estig-
co 2). Tan sólo un caso de individuo juvenil (Cova de
mas de una agresión (gráfico 1) ya que el 75% de los
la Pastora) y otro infantil (Caramoro I). Estos datos
casos contemplados corresponden a individuos masculi-
reafirman la idea de que las agresiones interpersona-
nos y tan solo el 20% a femeninos. Destaca el traumatis-
les suelen estar vinculadas a la población masculina y
mo localizado en un cráneo femenino de la Cova de la
adulta.
Sarsa (De Miguel, 2006) (Fig. 4), por tratarse de una
Se observa un claro aumento de las lesiones cor-
lesión muy poco frecuente entre las mujeres procedentes
tantes en el periodo de la Edad del Bronce (gráfico 3),
de contextos arqueológicos.
corroborando la estrecha relación que guardan las
Indet.
Mujeres
Infantil
Juvenil
Hombres
Adulto
Mujeres
Maduro
Indet.
Hombres
Hombres
Gráfico 1. Distribución sexual de los individuos lesionados.
Mujeres
Indeterminado
Gráfico 2. Distribución de la edad de los individuos lesionados.
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
149
[page-n-151]
Proyectil
Contusa
Cortante
Antemortem
Perimortem
Neolítico
Calcolítico
Craneal
Bronce
Postcraneal
Gráfico 3. Distribución de los tipos de lesión según periodos cronológicos.
Gráfico 4. Distribución anatómica y cronológica de las lesiones detectadas.
lesiones traumáticas con los desarrollos tecnológicos.
estos valores no son del todo objetivos ya que muchos
Así en la Edad de los Metales se generalizan las lesio-
de los yacimientos valorados fueron excavados hace
nes inciso-cortantes, atribuibles al empleo de hachas
varias décadas, con una práctica selectiva de recogida
y espadas, en detrimento de las lesiones por impac-
del material óseo que se centraba en el cráneo, des-
tos de proyectil que disminuyen considerablemente.
echando el resto de huesos. Por lo que los resultados
Por otro lado, el alto índice de lesiones contusas,
obtenidos no posibilitan establecer conclusiones defi-
tanto en el Neolítico como en el Calcolítico y la Edad
nitivas.
del Bronce, puede estar en relación con el ámbito
En la Tabla 2, recogemos los casos donde se ha
accidental o fortuito, por lo tanto no son concluyen-
documentado signos de violencia en más de un indivi-
tes de una agresión.
duo. Casos relacionados con posibles conflictos grupa-
La distribución anatómica de las lesiones (gráfico 4)
les en los que al igual que en los casos observados en
destaca por su alta frecuencia en la zona craneal fren-
la Tabla 1, la distribución sexual de los individuos lesio-
te al resto del esqueleto postcraneal. Posiblemente
nados incide en el sexo masculino y fundamentalmen-
Yacimiento
Época
Nº
Sexo
San Juan Ante Portam Neolítico Final/
12 Varones
Latinam (Rioja alavesa)
Calcolítico
Hipogeo del Longar
(Navarra)
Neolítico Final/
Calcolítico
4
Varones
Cerro de la Cabeza
(Ávila)
Calcolítico
6
Varones
Edad
Tipo de lesión
Adultos
9 Impactos de proyectil
6 fracturas
3 punzante-penetrante
5 contusiones
3 Adultos
1 Maduro
4 Impactos de proyectil
Localización
anatómica
Cronología
de lesión
Postcraneal 5 Peri/ 4 ante.
Cúbito
Antemortem
Cráneo
Antemortem
Cráneo
Antemortem
Costilla
Cráneo
Vértebra
Húmero
Adultos 6 Impactos de punta de flecha Postcraneal
Referencia Bibliográfica
Vegas (1992a)
Vegas et al. (1999 y 2006)
De la Rua (1995)
Antemortem
Perimortem
Perimortem
Perimortem
Armendáriz et al. (1994, 1995)
Perimortem
Trancho y Robledo (2003)
Tabla 2. Casos con signos de violencia (varios individuos) relacionados con algún tipo de conflicto grupal, enmarcados en conjuntos peninsulares de la
Prehistoria reciente.
150
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-152]
Perimortem
Antemortem
Proyectil
Contusión
Punzante
Fracturas de paro
Gráfico 5. Tipos y porcentajes de las lesiones observadas.
te de edad adulta. Éste sector de la población sería el
más propenso a sufrir los estigmas de una agresión.
Craneal
Postcraneal
Gráfico 6. Distribución anatómica y cronológica de las lesiones observadas.
· El tipo de individuo que presenta la lesión: sexo,
edad y patologías preexistentes.
Las lesiones más frecuentes (gráfico 5) son las de
Teniendo en cuenta estos parámetros, podremos
impactos de proyectil (incrustación de puntas de fle-
obtener una visión global y multidisciplinar de las
cha), indicando posibles modelos o pautas de enfrenta-
situaciones de conflicto y violencia en contextos
miento bélico, que serían a larga distancia y en menor
arqueológicos. Sin caer en una mera descripción fac-
medida combates cuerpo a cuerpo. La distribución ana-
tual de los acontecimientos violentos, esta visión per-
tómica de estas lesiones (gráfico 6) se localizan funda-
mite abrir nuevas vías de investigación, que pasan por
mentalmente en el esqueleto postcraneal, en vértebras,
una dimensión social de la Paleopatología y plantear
costillas y huesos largos. Las lesiones localizadas en el
cuestiones como ¿Quién sufrió la violencia física?
cráneo son de tipo contuso, ya cicatrizadas y con una
¿Fue accidental o de carácter intencional? ¿Qué efec-
etiología dudosa, enmarcándose tanto en actos violen-
tos tuvo? ¿Con qué medios? ¿Con qué intensidad?
tos como en posibles actos accidentales o fortuitos.
¿Quién recibió cuidados después de una agresión? ¿Y
quienes no? etc.
Conclusión
Consideramos que antes de explicar por qué y para
Ciertas características traumáticas se pueden relacionar
qué se utilizó la violencia, es necesario tener claro qué es
directamente con determinadas dinámicas sociales, en
lo que se hizo y de qué manera (Botella, Alemán y
este caso de violencia, teniendo en cuenta una serie de
Jiménez, 1999). En esta línea, la Antropología Física y
elementos como son:
sobre todo la Paleopatología son las disciplinas más úti-
· El contexto donde el individuo fue hallado: lugar del
entierro, ajuar y posición del cuerpo.
les al servicio del arqueólogo, las cuales permiten visualizar de una manera más firme los episodios de conflicto y
· El patrón de la lesión detectada: localización anatómi-
violencia en contextos arqueológicos, y mostrar los efec-
ca, forma de la lesión, distribución y disposición de
tos y los medios de una violencia activa que todavía hoy
las lesiones.
se sigue practicando, aunque con fines muy diversos.
SIGNOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO OSTEOARQUEOLÓGICO
151
[page-n-153]
Nos enfrentamos a una gran variedad de comportamientos y estructuras sociales que, desde el Paleolítico
hasta nuestros días, el ser humano ha tenido que resolver de una forma u otra. Los datos arqueológicos, y más
tarde los históricos y las fuentes escritas, fundamentalmente, corroboran la imagen del ser humano como un
individuo agresivo y hostil. Comportamiento que aún
forma parte de la vida diaria y con el que hemos aprendido a convivir.
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A Josefina Ibáñez Garrués
In Memoriam
Introducción
Cuando nos planteamos hacer una revisión sobre la presencia de restos humanos pertenecientes a individuos
infantiles en contextos prehistóricos de nuestro entorno,
lo primero que debemos preguntarnos es qué características definen a la infancia1. Desde el punto de vista de la
LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS
RESTOS HUMANOS DESDE EL NEOLÍTICO A LA EDAD
DEL BRONCE EN TIERRAS VALENCIANAS
Antropología Física hay diferentes parámetros óseos que
M.ª PAZ
DE
MIGUEL IBÁÑEZ
Universidad de Alicante
permiten hacer una asignación aproximada de la edad
de los restos humanos que hallamos en yacimientos
arqueológicos (Scheuer y Black, 2000). La simple observación de la dentición, al igual que de gran parte del
esqueleto, permite a cualquier persona hacer una primera diferenciación entre sujetos adultos e infantiles. No
obstante, y a pesar de que la maduración ósea y dental
son indicadores físicos de la edad, este dato no puede
ser traspolado de forma directa al mundo de lo social.
La consideración que la infancia tiene en nuestra cultura dista mucho de poder ser transferida a otros
momentos históricos y mucho menos a la Prehistoria. La
gran mortalidad infantil que se presupone en toda sociedad antigua, hace que el fallecimiento de las hijas e hijos
1.- Infancia: Periodo de la vida humana desde que se nace hasta la pubertad. Diccionario de la Real Academia Española.
LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS
155
[page-n-157]
en las primeras fases de la vida deba ser considerado
nas pertenecientes al Neolítico, Calcolítico, Campa-
como un acontecimiento, que si bien no sería deseado,
niforme y Edad del Bronce, e incluso de disponer de
estaría aceptado como un hecho posible e incluso pro-
enterramientos individuales en algunos momentos cultu-
bable durante la crianza. Reconocer el apego afectivo
rales, tanto la población adulta representada como la
que se tenía hacia la descendencia no es fácil desde
infantil dista mucho de ser el reflejo de las sociedades a
nuestro conocimiento, si bien es posible que a partir de
las que pertenecieron. En este punto son los aspectos
la presencia en contextos funerarios de individuos falle-
culturales los que se imbrican, saber quiénes tienen
cidos durante los primeros años de la vida podamos
derecho a ser tratados tras su muerte de una forma espe-
acceder a un registro difícil de interpretar, pero útil a la
cial que les ha permitido perdurar hasta nuestros días,
hora de reconocer su representación en contextos
qué características tienen, qué ajuar les acompaña, a qué
arqueológicos, funerarios o no.
sexo pertenecen, cuál es su edad, qué enfermedades
Se ha propuesto que la presencia de un número ele-
padecieron, etc., son preguntas a las que quisiéramos
vado de infantiles en espacios funerarios es un indicador
dar una respuesta. En definitiva nuestro objetivo es
demográfico que nos muestra una sociedad en creci-
conocer a las personas que fueron y en qué entorno se
miento. Desde el Neolítico, el asentamiento en un terri-
desarrolló su vida.
torio, la existencia de núcleos habitacionales estables, la
La osteoarqueología tan solo puede rescatar una
convivencia continua entre hombres y mujeres, y la exis-
parte de esa información, eso sí de forma directa a tra-
tencia de recursos alimenticios más abundantes, favore-
vés de los restos pertenecientes a quienes hicieron esa
cieron claramente la natalidad (Bocquet-Appel y de
parte de la historia, y entre ellos están los individuos
Miguel, 2002: 36-37). En este momento comienzan a
infantiles, cuya figura ha sido olvidada por la investiga-
aparecer de forma más evidente los espacios funerarios,
ción durante mucho tiempo. Es cierto que siempre ha
muchos de ellos colectivos, en los que se inhuma a una
habido excepciones y entre las últimas debemos desta-
parte de la población. Si en esos lugares aparecieran res-
car la obra colectiva recientemente publicada (Gusi,
tos infantiles en número elevado, sería el indicador espe-
Muriel y Olaria, 2008), en la que convergen diferentes
rado en una población que se expande según los mode-
estudios y disciplinas con el afán último de disponer de
los demográficos prevacunales. La realidad sin embargo
un exhaustivo registro tanto arqueológico, como osteo-
es otra. Son pocos los restos humanos procedentes de
arqueológico, que nos permita aproximarnos con más
espacios funerarios neolíticos conocidos en nuestro
recursos al conocimiento del mundo de la infancia.
entorno, y entre ellos la presencia de población infantil
En el trabajo que aquí presentamos haremos un repa-
está igualmente infrarrepresentada. Lo mismo ocurre con
so de algunos espacios funerarios en los que se han
otros momentos de la Prehistoria, a pesar de conocer
identificado restos de individuos infantiles, desde el
numerosas cuevas de enterramiento en tierras valencia-
Neolítico hasta la Edad del Bronce. En algunos casos los
156
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-158]
Figura 1. Restos claviculares de tres infantiles hallados en el mismo espacio sepulcral. Cabezo Redondo (Villena).
datos proceden de trabajos propios, algunos de ellos
documentar su posición, conservación, relación con los
inéditos, y en otros nos surtiremos de los realizados por
ajuares y con otros posibles ocupantes del espacio. La
diferentes equipos de investigación, en tierras valencia-
recogida de los materiales ha de ser exhaustiva, más en
nas. En realidad son pocos en términos absolutos, pero
el caso de los individuos infantiles dado que los huesos
de gran relevancia a la hora de recuperar un protagonis-
aún no han finalizado su desarrollo y se encuentran con
mo del que durante mucho tiempo se les ha privado.
las epífisis sin fusionar, a lo que se añade unos dientes en
formación, con tamaño reducido, y fácilmente alterables
Los datos osteoarqueológicos
por los procesos tafonómicos.
La osteoarqueología estudia los restos esqueléticos
El estudio se centrará en conocer cuál es su fase de
excavados en diferentes contextos arqueológicos. Estos
desarrollo, siendo en este punto de gran relevancia dis-
espacios pueden tener una funcionalidad diferente ya
poner de restos dentales ya que son los indicadores más
que la presencia de restos humanos no es exclusivamen-
fiables de la edad del individuo (Ubelaker, 2007: 84).
te en las necrópolis, entendiendo por éstas un espacio
Cuando éstos no se conservan disponemos de otros
para los muertos diferenciado del mundo de los vivos. Su
parámetros que nos permiten a partir del grado de
fundamento es obtener la mayor información posible
desarrollo de diferentes huesos, determinar una edad
sobre su estado de conservación, edad, sexo, signos de
aproximada (Scheuer y Black, 2000) (Fig. 1).
actividad, características físicas, enfermedades, etc.
La identificación del sexo en la población infantil es
La localización de restos humanos supone la realiza-
mucho más compleja que en la adulta, ya que las carac-
ción de un minucioso trabajo de campo que permita
terísticas sexuales se definen a partir de la pubertad, por
LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS
157
[page-n-159]
circunstancias que permiten justificar su temprana presencia en contextos funerarios. Estas variables han sido
analizadas recientemente por Buchet y Séguy (2008),
haciendo propuestas de periodización de edades muy
sugerentes a la hora de realizar una interpretación sociocultural.
Figura 2. Hiperostosis parietal (Coveta Emparetà, Bocairent, Valencia).
Las enfermedades que padecieron durante su vida y
las causas que les llevaron al fallecimiento quedan la
mayoría de las veces ocultas. Una infección se puede
lo que tan solo las determinaciones de ADN podrían
considerar una patología grave cuando no se disponen
ofrecernos esta información de modo fiable, si bien su
de recursos farmacológicos para combatirla, y esa es
complejidad hace que no sea un método fácilmente
muy probablemente la causa de muerte de la mayoría
accesible en la actualidad. Su relevancia no es poca ya
de las niñas y niños que tenemos documentados en
que permitiría reconocer si hay una diferenciación por
nuestros yacimientos. En ocasiones hay signos que
sexos entre los infantiles conservados, lo que nos llevaría
podemos asociar con algunas enfermedades, preferen-
a obtener una información sociocultural muy relevante a
temente infecciosas o carenciales, que han dejado su
la hora de interpretar su presencia en los diferentes yaci-
huella en los dientes y huesos, aunque en pocas ocasio-
mientos.
nes nos permiten relacionarlas directamente con su
Conocer cuál era su papel social pasa por reconocer
muerte (Fig. 2).
cuáles eran sus funciones dentro del grupo. Es sabido
Otro aspecto quizás controvertido desde nuestra
que la realización de diferentes labores relacionadas con
perspectiva actual, es el de la muerte relacionada con la
el mantenimiento de la familia y/o comunidad es muy
maternidad. Por una parte tenemos los testimonios de
temprana en las sociedades antiguas. Son precoces a la
restos fetales que por su tamaño debieron fallecer intraú-
hora de hacerse autosuficientes, y no es extraño que asu-
tero o al nacer prematuramente, y por otra parte esque-
man responsabilidades como el cuidado del ganado, la
letos que pertenecen a neonatos fallecidos en fechas muy
ayuda en las labores agrícolas, el acarreamiento del
próximas al parto. También hay que considerar que pro-
agua, etc., desde fases iniciales de la vida. No suele ser
bablemente la edad en la que se inicia la maternidad
fácil reconocer estas labores a través de los restos de
pudiera estar en relación con la primera regla, momento
individuos infantiles, y sin embargo son factores que
en el que se considera a la niña una mujer, y en la que se
potencian los riesgos de sufrir accidentes o de estar en
iniciarían las relaciones sexuales. Esta precocidad se vin-
contacto con diferentes enfermedades infecciosas y
cula con embarazos de riesgo que pondrían en peligro
parasitarias que pondrían en serio compromiso su vida,
tanto la vida del feto como la de la madre. Las altas tasas
158
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-160]
de mortalidad fetal y perinatal están fácilmente justifica-
cavidades naturales como lugares de enterramiento
das ante los numerosos factores de riesgo que durante el
supone en la mayoría de los casos que el depósito de los
embarazo y el parto pueden interferir en su desarrollo
cadáveres se realizaría sin una ubicación real bajo tierra,
normal, y como consecuencia provocar abortos, partos
más bien se depositarían, quizás envueltos y en forma de
pretérmino, distocias de parto, etc.
fardo sobre el suelo natural de la cueva. Ello comportaría que, pasado un tiempo, se pudiera producir la disper-
Los espacios funerarios
sión de los huesos, y las sucesivas reutilizaciones como
La relación de los espacios funerarios en los que se ha
espacio funerario condicionarían la variación de su posi-
determinado la presencia de restos infantiles se aleja
ción inicial, al igual que el vaciado parcial de la cavidad,
parcialmente del interés de este artículo, aunque quisié-
en ocasiones fácilmente justificable por disponer de una
ramos exponer algunos datos. En tierras valencianas hay
capacidad limitada.
varios cientos de yacimientos con materiales prehistóri-
En algunos yacimientos recientemente excavados se
cos entre los que se encuentran restos humanos. En
han documentado fosas de enterramiento individual,
muchos de ellos, las cronologías de los enterramientos
con cronologías correspondientes con el Neolítico
se ven eclipsadas ante la presencia de materiales que
medio como por ejemplo El Tossal de les Basses en
pertenecen a diferentes momentos cronoculturales, por
Alicante, o el yacimiento de Costamar en Oropesa
lo que es bastante complicado determinar con qué
(Castellón), de los que se disponen de algunos datos
momento de ocupación se han de identificar las inhuma-
antropológicos que serán presentados en esta publica-
ciones, e incluso se puede barajar la hipótesis de que
ción. No obstante, son minoritarios los espacios funera-
sean depósitos diacrónicos de individuos que en ocasio-
rios individuales en fosas respecto a los ya mencionados
nes su único nexo de unión sería el ocupar un mismo
en cuevas o covachas.
espacio funerario, sin otras connotaciones cronocultura-
La costumbre funeraria de inhumar o depositar el
les. A pesar de estas limitaciones, hay algunos datos que
cadáver en cueva o covachas está claramente documen-
sí deben ser tenidos en consideración e integrados en
tada durante las sucesivas fases de la Prehistoria llegando
los contextos a los que pertenecen.
incluso al Bronce Final como ha quedado patente tras las
Son diversas las referencias a enterramientos en
dataciones obtenidas en la Cova d’en Pardo (Planes,
espacios funerarios con niveles adscribibles a diferentes
Alicante) (Soler et al., 1999: 115). Será a partir de la Edad
fases del Neolítico. En general, su identificación se pro-
del Bronce, y de modo precoz en las áreas de influencia
duce en el interior de cuevas o grietas, bastante disper-
de El Argar, cuando se identifiquen las inhumaciones indi-
sas por nuestro territorio, con la dificultad ya menciona-
viduales en lugares de hábitat (Fig. 3). En algunos yaci-
da debido a que en muchos casos hay materiales de
mientos adscritos al Bronce Valenciano según la clasifica-
épocas posteriores. Hemos de reseñar que el uso de
ción clásica (De Pedro, 2004: 41-42) se documentan tanto
LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS
159
[page-n-161]
Figura 3. Restos infantiles de la Illeta dels Banyets (El Campello, Alicante).
160
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-162]
inhumaciones individuales como colectivas en cuevas o
datos procedentes de otros investigadores (García, 1983;
covachas próximas. En el Campaniforme, los enterra-
Campillo, 1996; Gómez Bellard, 2002; Polo y Casabó,
mientos se realizan en pequeñas covachas próximas a los
2004; Soler Díaz et al., 2008; Agustí, e.p.; Núñez et al.,
hábitats, con ajuares más relevantes, aunque perdurando
2009); a ellos hemos añadido estudios propios, algunos
la dificultad de ser asignados a uno de los individuos allí
publicados y otros inéditos (Tabla 1).
inhumados.
Debido a que queremos obtener datos que puedan
Durante el Bronce Final será cuando quede patente
ser interpretados desde una perspectiva cultural, tan sólo
un drástico cambio de ritual. De la inhumación a la cre-
hemos utilizado los procedentes de yacimientos en los
mación, con necrópolis ahora propiamente dichas, en
que se hizo una precisión clara de la edad de los infanti-
las que se documentan las sepulturas principalmente
les, si bien algunas veces hemos debido realizar una dis-
individuales, de diferentes tipologías, como en el caso
tribución aproximada a un determinado grupo de edad
de Les Moreres (Crevillent) (González, 2002). Tan sólo un
según los parámetros demográficos al uso (Bocquet-
yacimiento, La Escurrupenia (Cocentaina), sale de la
Appel, 2008: 76).
norma de inhumación durante el Calcolítico, con la pre-
Con los datos obtenidos, hemos elaborado una tabla
sencia de cremaciones (Pascual, 2002), en una etapa cla-
en la que se recogen los resultados absolutos por perio-
ramente inhumadora, que se ha convertido en un uni-
dos culturales (Tabla 2). En este caso no se han conside-
cum en nuestra geografía, más tras descartar que el con-
rado los datos pertenecientes al Bronce Final, ya que los
tacto con el fuego de algunos restos humanos hallados
espacios funerarios estudiados corresponden con necró-
en diferentes yacimientos prehistóricos se deba a un
polis en las que el número de individuos es significativa-
ritual intencional de destrucción, sino más bien a la
mente más elevado que los espacios funerarios de épo-
exposición accidental de los huesos, ya esqueletizados,
cas anteriores, y con una concepción del ritual funerario
a hogueras cuya finalidad pudo haber sido diversa.
muy diferente a las etapas previas.
Como se puede observar son numéricamente muy
Restos infantiles en nuestro entorno
escasos los restos infantiles referenciados con sus eda-
Para este trabajo hemos revisado numerosas publicacio-
des. Es en contextos calcolíticos y de la Edad del
nes en las que se hace referencia a la presencia de restos
Bronce donde se han identificado el mayor número de
humanos infantiles desde el Neolítico hasta el la Edad
infantiles de la muestra, el primer caso claramente jus-
del Bronce, aunque hemos de reconocer que a pesar de
tificado dado que los espacios sepulcrales estudiados
ser muy numerosas las citas, en pocas ocasiones se pre-
son significativamente más numerosos que en el
sentan datos precisos sobre la edad de los individuos.
Neolítico y el Campaniforme, aunque en este último la
Destacamos, entre otros, los trabajos realizados por B.
presencia de infantiles es bastante relevante. Durante la
Cloquell y M. Aguilar (1996 a, b, c), así como algunos
Edad del Bronce es mayor el número de restos infanti-
LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS
161
[page-n-163]
Yacimiento
Localización
Cultura
Coveta Emparetà
Bocairent (Valencia)
Neolítico
Feto Perinatal 0-1
1-4
5-9 10-14 Inf. I Inf. II Sin determ. Total
Cova de la Sarsa
Bocairent (Valencia)
Neolítico
Cova de l'Or
Beniarrés (Alicante)
Neolítico
Cova de Sant Martí
Agost (Alicante)
Neolítico
1
1
Tossal de les Basses
Alicante
Neolítico
1
1
Cova de Gerra
Bocairent (Valencia)
Calcolítico
1
1
1
3
Cova del Montgó
Jávea (Alicante)
Calcolítico
1
3
4
Coves 1
Alcalalí (Alicante)
Calcolítico
1
1
4
Coves 3
Alcalalí (Alicante)
Calcolítico
1
1
Gos Flac 2
Beniarbeig (Alicante)
Calcolítico
1
1
Penyó
Jalón (Alicante)
Calcolítico
Ocaide 2
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
Parra 1
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
Parra 3
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
Parra 4
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
Parra 5
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
1
Café 2
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
2
Randero
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
Covetes del Campell
Pedreguer (Alicante)
Calcolítico
Les Llometes
Alcoi (Alicante)
Calcolítico
El Fontanal
Onil (Alicante)
Calcolítico
Cova d' En Pardo
Planes (Alicante)
Calcolítico
1
1
1
1
2
2
1
2
1
3
2
1
2
2
1
1
1
2
2
3
1
1
2
2
4
1
2
2
1
5
1
1
1
1
1
3
1
2
Biar (Alicante)
Calcolítico
Villena (Alicante)
Calcolítico
Cova de la Barcella
Torre de les Maçanes (Alicante)
Denia (Alicante)
Campaniforme
5
Puntal de los Carniceros
Villena (Alicante)
Campaniforme
Villena (Alicante)
Campaniforme
1
Cova del Fum
Alicante
Cova del Cau de les Rabosses
2
1
7
2
1
Peñón de la Zorra Oriental
1
Calcolítico
Covacha Soler
1
3
Cova del Cantal
1
2
1
Cueva Occidental de Salvatierra
1
4
1
2
2
2
2
1
8
1
1
3
Campaniforme
2
2
4
Alcoi (Alicante)
Edad del Bronce
1
Cabeço del Navarro
Ontinyent (Valencia)
Edad del Bronce
1
Benissit
Vall d'Ebo (Alicante)
Edad del Bronce
3
Cova Sotarroni
Alcoi (Alicante)
Edad del Bronce
Mas del Corral Poblado
Alcoi (Alicante)
Edad del Bronce 1
1
1
1
Alcoi (Alicante)
Edad del Bronce 1
1
2
Alcoi (Alicante)
Edad del Bronce
La Horna
Aspe (Alicante)
Edad del Bronce
Tabaiá
Aspe (Alicante)
Edad del Bronce
Cabezo Redondo
Villena (Alicante)
1
2
15
1
Ull del Moro
9
1
1
Mas del Corral Cueva
1
1
2
4
5
1
1
1
2
3
1
Edad del Bronce 1
1
3
10
La Illeta
El Campello (Alicante)
Edad del Bronce
Crevillent (Alicante)
Edad del Bronce
Alzira (Valencia)
Edad del Bronce
Pic dels Corbs
Sagunto (Valencia)
Edad del Bronce
Cova dels Blaus
Vall d'Uixó (Castellón)
Edad del Bronce
Cova del Bolón 9
Elda (Alicante)
Edad del Bronce
Artana (Castelló)
Edad del Bronce
5
Peña Negra
Crevillent (Alicante)
Bronce Final
Crevillent (Alicante)
Bronce Final
11
2
31
1
Les Moreres
2
1
1
Cova de la Masadeta
4
1
Cova de la Muntanya Assolada
9
1
Caramoro I
1
3
1
15
2
1
1
2
6
2
3
1
4
9
1
26
10
51
Tabla 1. Conjunto de datos procedentes de yacimientos pertenecientes a la Prehistoria reciente valenciana.
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
1
1
3
162
1
56
33
5
1
43
29
11
4
212
[page-n-164]
Yacimiento
Nº Yacimiento
Neolítico
5
Calcolítico
20
Campaniforme
4
Edad del Bronce
17
Feto
Perinatal
0-1
1-4
3
1
12
19
20
5
4
29
8
3
7
3
10-14
3
2
5-9
28
Infantil I
8
Infantil II Sin determinar
Total
7
1
1
2
57
16
1
7
1
88
Tabla 2. Distribución de los infantiles por periodos cronoculturales.
les identificados, destacando los hallazgos de Cabezo
talidad entre los 0-4 años, disminuyendo significativa-
Redondo (Villena) y Benissit (Vall d’Ebo). Ahora es cuan-
mente en los periodos posteriores. Es posible que la
do encontramos individuos de corta edad, habiéndose
explicación de esta distorsión demográfica deba ser
exhumado fetos prematuros, tanto en Cabezo Redondo
interpretada a partir de datos socioculturales más que
(Villena) como en el Mas del Corral (Alcoi), a los que se
demográficos.
les realizó un entierro cuidadoso, en el que se les reco-
No queremos profundizar en los aspectos paleopato-
noce como individuos con derechos, al menos tras su
lógicos identificados en los restos infantiles, si bien hay
fallecimiento.
algunas referencias de gran relevancia. En los momentos
El gráfico 1 ilustra una mortalidad infrecuente ya que
iniciales, esto es durante el Neolítico Cardial, tenemos
en sociedades prevacunales se espera una mayor mor-
documentada la presencia de restos de un individuo
Neolítico
Feto
Perinatal
0-1
Calcolítico
1-4
Campaniforme
5-9
10 - 14
Edad del Bronce
Infantil I
Infantil II
Sin determ.
Total
Gráfico 1. Distribución de los restos infantiles por periodos culturales.
LA INFANCIA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS
163
[page-n-165]
En ella es más frecuente la identificación de hipoplasias
del esmalte (líneas de adelgazamiento del esmalte causadas por la detención transitoria del crecimiento del
diente). La criba orbitalia (pequeñas perforaciones en la
órbita ocular del cráneo, variables en tamaño según la
gravedad), suele identificarse con frecuencia en cráneos bien conservados esta lesión se relaciona igualmente con anemias cuyas causas originarias pueden ser
muy variadas (infecciones, parasitosis, crisis alimenticias, etc.).
Aunque como ya hemos comentado las infecciones
debieron ser frecuentes, no lo son tanto sus huellas en
el esqueleto, ya que las más graves suelen causar la
muerte antes de alterar los huesos. Entre los casos documentados debemos destacar las lesiones presentes en
Figura 4. Parietal trepanado sin supervivencia, Cova de la Sarsa.
las inhumaciones de la Cova dels Blaus (Vall d’Uixò,
Castellón) de origen tuberculoso, presentes tanto en
esqueletos de adultos como en dos de los infantiles
infantil de alrededor de unos 3 años en la Cova de la
(Polo y Casabó, 2004).
Sarsa (Bocairent, Valencia) (García Sánchez, 1983). Su
Tan sólo se ha documentado un caso de violencia en
importancia queda patente dado que es uno de los
un infantil de unos 18 meses del yacimiento argárico de
pocos casos en los que se evidencia la realización de una
Caramoro I (Crevillent, Alicante). En su frontal se obser-
trepanación a edad tan temprana (Fig. 4).
van signos de una herida provocada por un arma de filo,
Tenemos constancia del hallazgo parcial de un infan-
que pudiera ser una espada o un puñal. Se ha barajado
til en la Coveta Emparetà (Bocairent, Valencia) cuya
la posibilidad de que la herida se produjera de forma
edad sería de unos 4-6 años en el que destaca la pre-
intencional, sugiriendo incluso la posibilidad de que la
sencia de hiperostosis porótica en un parietal (peque-
agresión tuviera como finalidad lesionar a la persona
ñas perforaciones claramente visibles en el cráneo, que
que llevara al niño en los brazos, y no en un intento de
a veces aparecen limitadas en una zona) (Fig. 2), que se
herir o matar al pequeño. De hecho se evidencian lige-
ha de relacionar con fases de malnutrición (Campillo,
ros signos de cicatrización, por lo que la muerte no fue
1996: 54). La presencia de patología dental como la
inmediata, fue cuidado durante un corto periodo de
caries o el sarro son poco habituales durante la infancia.
tiempo, falleciendo quizás como consecuencia de la
164
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-166]
herida y sus posibles complicaciones (Cloquell y Aguilar,
1996c). No obstante, son escasos los testimonios de violencia interpersonal durante la Edad del Bronce por lo
que no debemos descartar un accidente fortuito como
causa originaria de la lesión.
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A modo de reflexión
Ofrecidos estos datos, debemos reseñar la necesidad de
continuar con la investigación realizando excavaciones
minuciosas y estudios que permitan precisar la edad de
los individuos inhumados. Es necesario relacionar la coexistencia de individuos infantiles con adultos lo cual permitirá reconocer la importancia o marginalidad de su
presencia en espacios funerarios, y a partir de ello comprender el valor social de los individuos infantiles, infiriendo posibles derechos hereditarios incluso tras su
fallecimiento. Quizás en un futuro próximo podamos
documentar relaciones de parentesco genético entre
quienes ocupan una misma sepultura.
El reconocimiento preciso de la edad de muerte
puede convertirse en un indicador importante a la hora
de proponer posibles causas de muerte, en relación con
los factores de riesgo relacionados con las funciones de
mantenimiento del grupo propias de cada fase de la
infancia.
Son muchos los enigmas que aún quedan por resol-
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CATÁLOGO DE YACIMIENTOS
[page-n-169]
[page-n-170]
La identificación de marcas de manipulación antrópica
sobre restos humanos prehistóricos ha merecido una
extensa literatura que, en muchos casos, coincide en un
similar diagnóstico a pesar de referirse a situaciones
arqueológicas diversas (Boulestin, 1999; Villa, 1992;
White, 1992). Incisiones, fracturas, mordeduras y alteraciones térmicas son valoradas frecuentemente como
prueba de prácticas de antropofagia, tanto en sociedades cazadoras como agrícolas.
RESTOS HUMANOS CON MARCAS ANTRÓPICAS
DE LES COVES DE SANTA MAIRA
(CASTELL DE CASTELLS, LA MARINA ALTA, ALICANTE)
J. EMILI AURA TORTOSA
Universitat de València
JUAN VICENTE MORALES PÉREZ
Universitat de València
En este breve texto se presenta un avance del estudio de un conjunto de marcas de origen antrópico
sobre restos humanos procedentes de les Coves de
Santa Maira, datados en ca. 9-8000 años BP (Morales
et al., e.p.).
M.ª PAZ
DE
MIGUEL IBÁÑEZ
Universitat d’Alacant
Contexto arqueológico
Les Coves de Santa Maira se encuentran en la cabecera
del río Gorgos, a unos 35 km de la línea de costa actual
en un entorno de relieves contrastados y delimitado por
las sierras Alfaro (1166 m) y la Serrella (1351 m).
En la boca O se han determinado 5 unidades litoestratigráficas que contienen ocupaciones del Magdaleniense final, del Epipaleolítico, del Mesolítico y del Neolítico. Sobre este sector se han obtenido datos relevantes sobre la cronología, la evolución paleoambiental, la
RESTOS HUMANOS CON MARCAS ANTRÓPICAS DE LES COVES DE SANTA MAIRA
169
[page-n-171]
economía y los equipos industriales de los humanos que
ocuparon el sitio entre 12000 y 5000 años BP.
La UE-3 se formó a lo largo de unos mil años radiocarbónicos y presenta un espesor desigual, entre 30 y
180 cm y con una marcada pendiente hacia el interior
de la cavidad. Engloba episodios recurrentes de desocupación humana y es muy probable que los humanos
ocuparan el vestíbulo exterior y que los depósitos
arqueológicos se acumularan en su posición actual por
procesos gravitacionales. La dispersión horizontal y verFigura 1. Húmero distal izquierdo. Vista caudal. Presenta una serie de incisiones en la cara caudal medial que se disponen formando dos grupos,
entre la fosa olecraniana y el epicóndilo medial (detalle derecha arriba), y
entre la troclea y ese mismo epicóndilo (detalle derecha abajo).
Relacionadas con la desarticulación del codo. El resto está quemado.
Escala= 2cm.
tical de los restos humanos es coherente con esta pendiente y puede corresponder a uno o dos episodios de
deposición.
Hasta ahora se han identificado 26 restos humanos
(24 fragmentos óseos y 2 dentales) en la UE-3, a los que
se pueden sumar otros 4, recuperados en contextos
que plantean alguna incertidumbre, pero con elementos suficientes como para relacionarlos con la UE-3.
Uno de los restos ha sido datado en 8690±50 BP (Beta244010), aportando la primera datación de vida corta
del Mesolítico de muescas-denticulados en el ámbito
valenciano.
Los restos humanos
El estudio antropológico realizado ha determinado la
presencia de al menos dos individuos adultos, uno
robusto y otro más grácil. Su estudio tafonómico ha
permitido reconocer una serie de rasgos bastante
homogéneos: a) un estado de conservación excelente,
sin alteraciones originadas por meteorización, ni por
Figura 2. Fragmento de parietal quemado con raspados grandes e intensos.
Probablemente relacionados con la extracción del músculo temporal.
Escala= 2cm.
170
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
procesos postdeposicionales hídricos, químicos o biológicos; b) la termoalteración es común en la mayor
[page-n-172]
parte de restos; c) también las marcas de manipulación
antrópica; y d) la coloración de la cortical en estos huesos es homogénea, exceptuando obviamente aquellos
termoalterados (Morales et al., e.p.).
A partir de la metodología desarrollada para el estudio de las marcas sobre restos de fauna (Pérez Ripoll,
1992) y humanos (Botella et al., 2001), se ha analizado su
morfología y posible finalidad. Su descripción se ha
organizado en dos niveles, teniendo en cuenta el agente
causante: marcas líticas (cortes, raspados), percusiones y
marcas dentales (mordeduras, mordisqueo y flexión); así
como su objetivo: marcas de desollado, marcas de desarticulado, marcas de descarnado, marcas de limpieza y
fracturas para acceder a la médula.
Marcas líticas
No se han reconocido marcas de desollado, pero sí de
desarticulación sobre un fragmento distal de húmero
producidas al separar la articulación del codo (Fig. 1). En
otros seis fragmentos de hueso largo y uno de costilla se
han identificado incisiones relacionadas con la extracción de la carne, y en un fragmento de cráneo (Fig. 2) y
otro de pelvis aparecen raspados anchos y planos relacionados con la extracción de músculos o con la limpieza del hueso. En otros tres restos se han identificado raspados fuertes, planos y anchos asociados a puntos de
impacto que se producen sobre huesos ya descarnados
y quizás asociadas a un impacto fracasado para fracturar
el hueso. Otros dos fragmentos de diáfisis presentan
marcas que se asemejan a las tres últimas, pero su origen y objetivo son dudosos.
Figura 3. Dos fragmentos de diáfisis de fémur en vista externa (izquierda) e
interna (derecha). Presenta un impacto para fracturarlo (fragmento superior)
y una cremación parcial previa a la fractura relacionada con la preparación
de la médula para su consumo. Escala= 5 cm.
RESTOS HUMANOS CON MARCAS ANTRÓPICAS DE LES COVES DE SANTA MAIRA
171
[page-n-173]
La fractura de los huesos
cremación se ha producido con anterioridad a la fractu-
Se han identificado fracturas directas por percusión en
ra de los huesos para la extracción medular, probable-
tres fragmentos de diáfisis. En otro, la percusión no
mente para licuar la médula antes de su extracción y
llega a fracturarlo, pero extrae una lasca cortical (Fig.
consumo (Fig. 3).
3). Además de estos restos con percusión directa,
otros 12 presentan fracturas realizadas en fresco, con
¿Mesolíticos y caníbales?
lo que el número de restos fracturados con anteriori-
En el caso de la UE-3 de Santa Maira no existen diferen-
dad a su deposición asciende a 16 (Villa y Mahieu,
cias significativas entre las marcas sobre restos humanos
1991).
y las reconocidas sobre restos de cabra o ciervo: ni en su
frecuencia ni en su tipología. La fauna consumida en el
Mordeduras
yacimiento refleja una economía diversificada, en la que
La identificación de mordeduras antrópicas es comple-
se combina la explotación de los recursos de la costa y
ja, pero en este caso se pueden detectar algunas dife-
de la media montaña (Aura et al., 2006, 2009). Además,
rencias relacionadas con su menor intensidad y la
el conjunto de restos humanos cumple todos los criterios
ausencia de marcas de arrastre o punciones como las
propuestos para ser considerados como consumidos
producidas por carnívoros (Pérez Ripoll, 1992). Su iden-
(Boulestin, 1999).
tificación supone una prueba evidente de canibalismo
Una segunda cuestión es la causa y el significado del
(Botella et al., 2000; Boulestin, 1999; White, 1992). En
canibalismo, dada la diversidad de contextos cronológi-
el yacimiento de Santa Maira se han identificado sobre
cos y culturales en los que se documenta. Boulestin
dos costillas (Fig. 4).
(1999) recoge diferentes modalidades de antropofagia y
propone una sistematización en dos tipos básicos: a) la
Termoalteraciones
excepcional, motivada por una necesidad puntual; y b) la
Se pueden producir durante el procesado y consumo o
instituida socialmente, en cuyo origen se pueden encon-
bien de forma accidental. En 20 de los restos estudia-
trar motivaciones bélicas, funerarias o mágicas. Esta
dos se han determinado termoalteraciones y, con
variabilidad indica que para su correcta identificación
dudas, en otros 4. Los restos con termoalteraciones
debe intervenir, necesariamente, la tradición cultural en
confirmadas comprenden tanto huesos craneales
la que se integra. En nuestro territorio, se han reconoci-
(NR=1) como axiales (NR=4) y apendiculares (NR=15).
do marcas de instrumentos líticos que pueden o no estar
La cremación no es en ningún caso extremadamente
relacionadas con su consumo en el cráneo Beneito I,
intensa. Cuatro casos presentan alteraciones solo en la
recuperado en un contexto datado en ca. 17-16000 años
cara externa, y no en la interna o directamente en los
BP (Iturbe et al., 1993), pero no se han descrito en otros
bordes de fractura, lo que muestra claramente que la
restos
172
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
del
Paleolítico
superior,
Epipaleolítico
y
[page-n-174]
Figura 4. Costilla. La articulación vertebral está fracturada por una mordedura humana que deja dos muescas (A y B) y unas marcas dentales muy ligeras (B).
Además presenta ligeros arrastres concentrados en el borde (C) y una incisión lítica en la cara ventral (D).
Mesolítico. Por tanto, es una práctica documentada,
ciendo abierta la discusión sobre qué criterios diagnósti-
pero no existe un estudio sistemático que permita eva-
cos deben usarse para su más certera identificación.
luar su importancia, continuidad o finalidad, permane-
RESTOS HUMANOS CON MARCAS ANTRÓPICAS DE LES COVES DE SANTA MAIRA
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[page-n-175]
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[page-n-176]
Situación
Se ubica en la comarca del Alt Maestrat, formando parte
de las estribaciones del extremo sur correspondientes a la
sierra d’En Seller. Se localiza en la hoja 570, correspondiente a «Albocàsser» del Instituto Geográfico Catastral, exactamente entre X+744615.9675 y Y+4478163.752 del meridiano de Madrid y en las coordenadas UTM.
El yacimiento se encuentra en la zona superior de un
escarpe o farallón rocoso, donde en su ladera meridional
EL ASENTAMIENTO MESOLÍTICO FINAL Y NEOLÍTICO
ANTIGUO DEL CINGLE DEL MAS NOU
(ARES DEL MAESTRE, ALT MAESTRAT, CASTELLÓN)
CARME OLÀRIA
se emplazan una serie de pequeños abrigos abiertos a una
Laboratori d’Arqueologia Prehistòrica
amplia explanada, cuya suave pendiente se encuentra
Universitat Jaume I de Castelló
atravesada por el camino de herradura que comunica la
masía del llamado Mas Nou, a unos 50 m del yacimiento,
con el manantial natural de la Font de la Castella, situada
a 200 metros de la mencionada masía, en dirección oeste.
Por el oeste y el sur limitan los barrancos de Els Cirerals y
El Molero, cuyos cursos quedan a escasa distancia del
asentamiento prehistórico. El yacimiento de Mas Nou se
encuentra en un entorno vegetal significado por un bosque residual de encina (Quercus ilex sp. rotundifolia) (Fig.
1), si bien el dominante vegetal de carrasca se mezcla con
quejigo e incluso algún enebro. La zona resguardada,
orientada al mediodía, reúne unas condiciones óptimas
para el asentamiento humano, tanto por la idoneidad de
su ubicación y la frondosidad de su vegetación, como tam-
EL ASENTAMIENTO MESOLÍTICO FINAL Y NEOLÍTICO ANTIGUO DEL CINGLE DEL MAS NOU
175
[page-n-177]
Figura 1. Vista general del yacimiento.
bién por la riqueza acuífera, hoy aún testimoniada por el
Excavaciones
manantial de la llamada «Font de la Castella» y por el
Se excavó por primera vez en junio de 1986, siendo publi-
manantial –pozo de Mas d’En Llorens–. Todo el conjunto
cados sus resultados en 1988. Desde 1999 hasta 2003
paisajístico nos presenta pues unas características que
fueron reiniciadas nuevas intervenciones en extensión, lo
reflejan un ecosistema privilegiado para la ocupación
cual nos permitió establecer su datación, secuencia estra-
humana. La altitud sobre el nivel del mar es de 900 metros.
tigráfica, naturaleza de las ocupaciones humanas, así
como el descubrimiento del enterramiento colectivo.
Geología
El marco geológico pertenece al Cretácico. La morfolo-
Fases y cronología
gía cárstica se reconoce por la existencia de dolinas per-
En el yacimiento se identificaron dos fases de ocupación:
manentes juntamente con una importante red hidrográfi-
FASE I, correspondiente al momento de ocupación de
ca desarrollada en el Cuaternario. El aplanamiento se
los niveles N-1 y N-2; y FASE II, perteneciente a los nive-
registra por encima de los 1100 metros sobre el nivel del
les N-3 y N-4.
mar, se encuentra traspasado por profundos valles de
red fluvial, con una típica morfología de escalonamientos
La FASE I perteneciente a un Neolítico antiguo y la
FASE II a un Mesolítico final de geométricos.
en V, en función o no de la existencia de tramos litológi-
La cronología de este asentamiento meso-neolítico al
cos más consistentes (calcáreos) intercalados en la serie
aire libre del Cingle del Mas Nou corresponde a una evo-
margosa predominante.
lución continua dentro del VII milenio, según los resulta-
176
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-178]
dos de la datación son: 6800±70 BP; 6900±70 BP y
6560±130 BP.
Enterramiento
En la fase II, correspondiente al momento mesolítico
final, se halló una tumba colectiva con dos tipos de enterramiento, uno primario para el adulto masculino situado
Figura 2. Tumba colectiva. Fase II.
en decúbito supino conservando toda la conexión anatómica, y sobre éste una inhumación secundaria de los restantes individuos (Fig. 2). El número mínimo de individuos es de 6 especímenes, si bien en un primer estudio
se indicaba la existencia de 9, la última revisión de todos
los restos ofrece con seguridad la existencia de un hombre de entre 25-35 años, una mujer de 20-25 años, un
indeterminado de 1 año, junto a otro indeterminado
entre 1 a 2 años de edad, un niño de 3-4 años, otro niño
de 4 a 6 años y un indeterminado de 5 a 6 años.
Por tanto fueron depositados en la misma tumba 6
individuos: dos adultos, un hombre y una mujer, además de 4 infantiles, de los cuales solo se ha podido
determinar el sexo masculino a dos de ellos. En un
estudio anterior (Gómez, 2007) se identificaron 9 indivi-
Figura 3. Lesión crónica. Fusión de la articulación sacra ilíaca con el coxal
izquierdo.
duos: 3 adultos, 1 juvenil, 4 infantiles y 1 perinatal. La
reducción del número de individuos se debe a la consi-
aguda e infecciosa que no produjo alteraciones a nivel
deración del llamado cráneo 44 como otro adulto mas-
óseo. Sin embargo, el hombre adulto presenta una frac-
culino dada la robustez que presenta, pero en realidad
tura consolidada en el tercio distal del cúbito izquierdo,
se trata del cráneo del individuo adulto femenino, y los
pero sin afectar al radio, que sin duda estaría asociada
restos asignados a la existencia del juvenil también se
a alguna caída o a frenadas de golpes con el brazo.
atribuyen a la misma mujer adulta. Ninguno de los sub-
Asimismo este individuo presenta una fusión de la arti-
adultos ni los restos de la mujer adulta presenta altera-
culación sacra ilíaca con el coxal izquierdo, y aunque
ciones morfológicas debidas a patologías, por tanto su
esta fusión es propia del sexo masculino, sin embargo
muerte debió estar asociada a alguna enfermedad
va acompañada de una depresión en el ala ilíaca de
EL ASENTAMIENTO MESOLÍTICO FINAL Y NEOLÍTICO ANTIGUO DEL CINGLE DEL MAS NOU
177
[page-n-179]
Cova Remigia, a 500 m de dicho yacimiento; Racó
Gasparo, Racó Molero, a escasos 60 m del Cingle del
Mas Nou, Mas Blanc, Mas del Cingle y Villarroches, este
último a la mayor distancia se encuentra aproximadamente a menos de dos mil metros.
Con unos niveles de cerámicas lisas e impresas carFigura 4. Bola de almagre en el globo ocular del adulto masculino.
diales, que se asientan sobre un nivel mesolítico de
industrias líticas geométricas caracterizado por la presen-
aproximadamente 7 cm de diámetro a nivel de la pala
cia de trapecios. Creemos que puede servir de pauta u
ilíaca izquierda, producida por una lesión crónica de
horizonte delimitador de algunas de las expresiones
compresión producida por un hipotético aneurisma aor-
artísticas manifestadas en los distintos abrigos rupestres
tilíaco o bien una ptosis renal izquierda que ejerciera
de su entorno territorial, con lo cual la prosecución de su
una compresión continuada (Fig. 3).
investigación puede aportar nuevas bases de interpreta-
Las inhumaciones de esta tumba permiten establecer
relaciones de parentesco dentro del conjunto funerario,
ción a la problemática cronológica del arte rupestre del
llamado estilo levantino.
al igual que establecer relaciones biológicas entre poblaciones como los marcadores que indican la flexión continuada de las piernas que han comportado variaciones a
nivel de la epífisis distal de la tibia y el tarso.
Finalmente destacaremos el ojo postizo, realizado
por una bola de almagre, que se introdujo en el globo
ocular del adulto masculino. El estudio realizado sobre su
órbita destaca que muy probablemente este ojo postizo
lo llevó en vida y no se debió a una introducción post-
mortem (Fig. 4).
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Territorio artístico
Otra de las características de sumo interés que presenta
el asentamiento del Cingle del Mas Nou es su misma ubicación dentro de un entorno significativamente rico en
yacimientos de arte rupestre, de los cuales cabe destacar
el importante conjunto del Barranc de la Gasulla, con
178
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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[page-n-180]
La investigación del yacimiento de Costamar desde la
Fundació Marina d’Or de la Comunidad Valenciana se
desarrolla a través de diversos proyectos como medida
previa a las obras de edificación del área urbana de
Torre la Sal (Cabanes), con un área excavada en extensión que ha superado ya los 57.000 m2. De las 694
estructuras documentadas 414 son neolíticas, fase que
se caracteriza por la presencia de estructuras excavadas
en las arcillas, en su mayoría circulares, muchas interpre-
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS EN COSTAMAR
(RIBERA DE CABANES, CABANES, CASTELLÓN)
ENRIC FLORS UREÑA
tadas como silos para el almacenaje de grano. La docu-
Fundació Marina d’Or
mentación de seis enterramientos en estructuras igual-
de la Comunitat Valenciana
mente circulares, manifiesta una intencionalidad ritual y
simbólica que evoca aspectos como la continuidad
(cabañas circulares, estructuras de almacenaje circulares
y tumbas circulares), el renacer (el grano conservado
que vuelve a germinar) y que refuerza el arraigo a un
lugar determinado «guardando a sus muertos junto a sí
como prueba de su permanencia en el lugar»
(Hernando, 1996: 195).
Por lo que se refiere al ritual de enterramiento, asociados a los fragmentos cerámicos inciso-impresos (entre
finales del VI e inicios del V milenio a.C.), tenemos cuatro enterramientos en posición primaria (GE 254-507, GE
257-510, GE 285-538 y GE 310-563). De un segundo
momento (IV milenio según cronología relativa), se han
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS EN COSTAMAR
179
[page-n-181]
posición inclinada apoyándose sobre un estrato de piedras que sellaba el enterramiento. En Los Cascajos
(Navarra) aparece una estructura singular en la que se
documentó una «gran acumulación de fauna consumida
de forma simultánea» (García y Sesma, 2007: 55) junto a
un cuenco con un hacha pulimentada en su interior y
Inhumación GE 310-563 durante el proceso de excavación; junto al finado
aparecen varios restos de bóvido.
otros restos materiales asociados; en una estructura aparecían además «los restos de una losa hincada vertical
muy troceada, a modo de hito, y varios molinos fragdocumentado restos humanos en posición secundaria en
mentados» (García y Sesma, 2007: 55). Espacialmente,
los GE 000-090 y 000-096.
tres de las cuatro inhumaciones de la fase antigua de
La inhumación GE 254-507 se encontraba alterada
Costamar parecen estar asociadas a estructuras colin-
por las fluctuaciones del nivel freático y el individuo
dantes con grandes cantidades de fauna y cultura mate-
identificado, un varón de entre 30 y 40 años (Polo y
rial coetánea al momento de los enterramientos. Por
García, 2009), aparece en posición hiperflexionada con
otra parte, al posible hito identificado en el GE 254-507,
una orientación NO-SE, con la cabeza mirando hacia el
se añade otro hito a 10 metros al sur, el GE 174-427, un
NE. La particularidad de este enterramiento está en la
gran bloque de piedra caliza, de planta aproximada-
presencia de un posible hito que podría haber estado
mente triangular, con una altura de 70 cm y una anchu-
señalizando la tumba. La piedra hincada fue hallada en
ra de 60 x 30 cm y que apareció aislado pero asociado
a fragmentos de cerámica a mano y una pequeña hoja
de sílex con el dorso rebajado.
La inhumación GE 257-510 corresponde a un individuo infantil de entre 4 y 6 años, en posición decúbito
lateral derecho, con las piernas flexionadas y el brazo
derecho flexionado sobre el tórax, con una orientación
NE-SO y la cabeza orientada al NO. Según el informe
bioantropológico, «se ha podido documentar una hiper-
flexión del antebrazo sobre el brazo bilateral, lo que
denota un gesto funerario claro de manipulación antrópica en el proceso de inhumación del cadáver para
depositarlo en hiperflexión y decúbito lateral» (Polo y
Vista de detalle en la que se aprecian los brazaletes y las cuentas de
collar junto al húmero y a la altura de las vértebras cervicales.
180
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
García, 2009). Asociado al enterramiento aparecen
[page-n-182]
diversos fragmentos cerámicos, destacando la parte
inferior de un cántaro (forma 12E, Sanfeliu y Flors, e.p.)
en cuyo interior apareció una moledera; además se
recuperó en el silo un colgante y una cuenta de collar
realizados sobre malacología, así como restos de fauna
en parte alterada por la acción del fuego.
Objetos de adorno personal pertenecientes a la inhumación GE 310-563
de Costamar.
La inhumación del GE 285-538 se encontraba en
posición fetal, piernas flexionadas y brazos flexionados
mentado; lo mismo ocurre con parte de las más de
sobre el tórax; se trata de un varón de entre 35 y 45
ochocientas cuentas de un collar, también sobre mala-
años y no presentaba ajuar, si bien aparecieron abun-
cología que conservaba alrededor del cuello, recupe-
dantes fragmentos cerámicos, líticos, de barro cocido,
rándose además abundantes fragmentos cerámicos
carbones, restos de fauna y malacología así como frag-
decorados, carbones, fauna, etc.
mentos de molinos dispersos, pero siempre sin mante-
Como contraste, el GE 000-090 y el GE 000-096
ner un orden aparente. A menos de un metro de esta
(segunda fase de ocupación de Costamar), presentan
estructura existe otra con abundante material y restos
un ritual de enterramiento diferenciado. Para el prime-
de una cornamenta de cérvido; otras dos estructuras
ro de ellos, sin ningún tipo de ajuar asociado, nos
situadas a unos cinco metros proporcionaron abundan-
encontramos con los restos en posición secundaria de
tes fragmentos cerámicos, líticos, etc., presentando una
un individuo juvenil, de entre 12 y 15 años (Polo y
de ellas un lecho de cenizas con varios bloques termo-
García, 2009). El GE 000-096, también en posición
alterados.
La inhumación del GE 310-563, también en posición
primaria, se encontraba alterada por procesos postdeposicionales derivados de la propia descomposición del
cuerpo y por las alternancias en la subida y bajada del
nivel freático. Se trata de un varón de entre 30 y 35 años
(Polo y García, 2009), en posición decúbito lateral, con
los brazos pegados al tórax y piernas flexionadas y arrinconado contra la pared nordeste. La estructura estaba
sellada por una capa de piedras y el inhumado conservaba varias pulseras o brazaletes realizados sobre malacología que presentan restos de ocre, posiblemente por
el propio contacto de los objetos sobre el cuerpo pig-
Collar de variscita perteneciente al individuo adulto del enterramiento
doble GE 000-096.
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS EN COSTAMAR
181
[page-n-183]
secundaria, es un enterramiento doble. La estructura
mismos sino que los restos de fauna (¿consumida
apenas presenta 35 cm de profundidad y presentaba
durante el ritual?), malacología, fragmentos cerámicos,
una hilada de bloques que la delimitaba parcialmente.
etc., son los mismos elementos que podemos encontrar
A cota -193 se recuperaron los restos de un individuo
en el resto de las estructuras coetáneas, sin diferencias
infantil de entre 1 y 6 años (Polo y García, 2009). A una
que impliquen una consideración especial salvo la del
cota inferior (-203) se documentaron restos de un
propio cuerpo allí depositado. No obstante, las pautas
segundo individuo, para el que se ha estimado una
observadas invitan a pensar en nuevos conceptos sim-
edad comprendida entre los 30 y 40 años (Polo y
bólicos y rituales derivados del nuevo modo de vida
García, 2009). Asociado a él, aparecen dos hachas puli-
agrícola, con estructuras que presentan las mismas
das, un cincel y un collar realizado con 36 cuentas talla-
características formales que las destinadas al almacena-
das sobre «piedra verde» (Pascual, 1998: 218), posible-
je y en un entorno que denota un nuevo modo de
mente variscita cuyo origen podría situarse en las minas
entender el espacio.
neolíticas de Can Tintorer (Gavà, Barcelona) (Noaín,
1999: 171), y que confirmaría unas relaciones de intercambio de bienes a larga distancia y con ello unos contactos con comunidades que frecuentarían el corredor
de la costa del Levante peninsular.
En definitiva, durante la primera fase, las inhumaciones aparecen en posición decúbito lateral, con las piernas y brazos flexionados consiguiendo una postura fetal
en ocasiones muy forzada, lo que parece indicar que los
cuerpos serían amortajados de algún modo. Esta postura es intencional ya que las estructuras son de dimensiones relativamente grandes y el cuerpo está dispuesto en un lateral de la misma, lo que indicaría que el proceso de deposición del finado se haría desde arriba y
desde dentro (Rojo et al., 2008: 85). En cuanto al GE
310-563, los restos de ocre sobre el cuerpo y los elementos de adorno personal podrían ser indicativos de
algún tipo de distinción social. En cuanto a la deposición intencional de objetos, no hay indicios que avalen
un ritual que implique la colocación ordenada de los
182
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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Castelló. Castelló de la Plana.
[page-n-184]
La zona del Tossal de les Basses (Albufereta, Alicante),
es un espacio llano, a los pies la Serra Grossa, y algo
levantado sobre una rambla y un humedal litoral, que
cuenta con recursos hídricos asociados al acuífero cárstico, y abundante tierra de labor. Se sitúa, además,
junto a la línea de costa. Se trata de un asentamiento
al aire libre que, en cada periodo estacional, suple las
carencias de ciertos productos por la abundancia de
otros (es el caso, por ejemplo, de la recolección de
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS Y CREENCIAS EN EL
TOSSAL DE LES BASSES: PRIMEROS DATOS
(ALICANTE, L’ALACANTÍ)
PABLO ROSSER LIMIÑANA
moluscos, actividad muy probablemente de tempora-
COPHIAM, Unidad de Conservación del
da). La extensión en la dispersión de los niveles y
Patrimonio Histórico y Artístico Municipal
Ayuntamiento de Alicante
estructuras documentadas, insistimos, puede deberse
a distintas ocupaciones del lugar en el tiempo, durante un período prolongado que hemos podido concretar gracias a las dataciones del C14: entre el 4950-4720
cal BC, y el 3650-3520 cal BC. Estamos, por lo tanto,
ante un asentamiento más o menos estable –o semi-
permanente– con unidades de hábitat endebles y de
planta circular, pero con una organización espacial que,
a diferencia quizá de sus estructuras de hábitat, sí
requieren de un esfuerzo grande de la colectividad
(construcción de fosos, zona de los encachados, enterramientos humanos y votivos, etc.) y, por lo tanto, tienen que formar parte de un asentamiento estable que
«amortice» el esfuerzo realizado.
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS Y CREENCIAS EN EL TOSSAL DE LES BASSES (ALACANT)
183
[page-n-185]
Figura 1. Planta y secciones de las diferentes estructuras.
184
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-186]
En cuanto al mundo de los muertos, en nuestro yacimiento se han localizado, hasta ahora, 16 enterramientos
humanos (Fig. 1). Las pautas funerarias que se han podido apreciar en la mayoría de ellos son las siguientes: presentan una localización más o menos dispersa, sin formar
un cementerio, pero fundamentalmente se realizan en
torno –o inmediatamente encima– de la zona de hábitat
hasta ahora documentada, así como –curiosamente–
amortizando el foso principal o de drenaje (foso 2/5). Las
deposiciones, normalmente, están realizadas excavando
en el paleosuelo una fosa no muy profunda, de tenden-
Figura 2. En amarillo las tumbas de la fase TBIII, en marrón claro las que
posiblemente se puedan adscribir a esta fase; en azul, las de la fase TBIV.
Las que aparecen en círculo blanco no tienen datación ni posible adscripción hipotética.
cia circular. En su interior se coloca el cadáver en decúbito lateral, normalmente izquierdo; o en decúbito supino
del V milenio, cuando empezamos a documentar ente-
lateralizado izquierdo. Quizá los enterramientos pudie-
rramientos, fase que podríamos paralelizar con el pleno
ron presentar una cubierta tumular de pequeñas y
horizonte postcardial, o de las cerámicas peinadas
medianas piedras. El depósito funerario está formado,
(NIC), momento en el que está en funcionamiento el lla-
en la mayoría de los casos, por vasijas cerámicas, aunque
mado por nosotros foso de irrigación y los fondos de
se han podido documentar cuentas de collar, malacofau-
cabaña ya existentes. Es, precisamente, en los alrede-
na y algo de fauna en algunas de las tumbas. Sobre la
dores de dichas cabañas donde se producen las prime-
cabeza del individuo enterrado, o al lado de ella, se colo-
ras deposiciones de enterramientos humanos (T2, T9 y
caba efectivamente una, dos o hasta tres vasijas, la
T13), que han dado las siguientes dataciones: 4590-
mayoría de las veces boca a bajo. Los enterramientos
4450 cal BC, 4590-4450 cal BC, y 4460-4330 cal BC,
son siempre individuales. Al menos hasta el momento
respectivamente. Fechas equiparables a las de Cova de
sólo se han encontrado dos enterramientos infantiles (de
les Cendres Va (4590-4350 cal BC) (Bernabeu y Orozco,
entre 2-3 y 7-9 años respectivamente).
1999), también del mismo horizonte postcardial (Fig. 2).
Respecto a su encuadre cronológico, gracias a la
En la Fase TBIV, esto es, a partir del último cuarto del V
obtención de dataciones más o menos precisas por C14
milenio, y primera mitad del IV, se producen nuevos
de algunos de los enterramientos1, podemos incluso
enterramientos. Nos hallamos ante una ocupación que
plantear una secuencia temporal para las deposiciones
continúa siendo intensiva del área del Tossal de les
de las inhumaciones, aunque no de todas. Así, es para
Basses, con estructuras asociadas a cerámicas peina-
la tercera fase –TBIII–, fechable entre mediados-finales
das, esgrafiadas y bruñidas (NIC/NIIA). Se localizan en
1.- Beta Analytic Radiocarbon Dating Laboratory.
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS Y CREENCIAS EN EL TOSSAL DE LES BASSES (ALACANT)
185
[page-n-187]
ter de registro intencional que tiene todo depósito funerario que es regulado por pautas sociales específicas
(Vicent, 1995).
Los enterramientos del Tossal de les Basses se apartan del mundo de los enterramientos múltiples fundamentalmente en cuevas, tan presentes en el Neolítico de
las comarcas centro-meridionales valencianas (Soler,
2002), difíciles de identificar para el Neolítico antiguo
(Fairén, 2006), pero que son más habituales a medida
que nos acercamos al Calcolítico y Horizonte Campaniforme. Algunos autores han insinuado la existencia de
enterramientos al aire libre junto a lugares de hábitat
(Fairén, 2006: 107), pero hasta la fecha nada se había
documentado en el País Valenciano. Además, se han
venido relacionando estos enterramientos sólo con la
amortización de estructuras excavadas (Fairén, 2006,
112) lo que, evidentemente, no es nuestro caso, ya que
las estructuras negativas con enterramiento en su interior
Figura 3. Vasijas pertenecientes al depósito funerario de la T14, excepto la
inferior derecha, que pertenece al T10.
se realizaron en el Tossal de les Basses para un único fin:
el funerario, y aquéllos eran primarios. Por lo tanto, la
la misma zona ocupada por los anteriores enterramien-
documentación de nuestros enterramientos enriquece el
tos, si bien con alguna variación, esto es, ya no están
panorama sobre la arqueología de la muerte en el
solo en los alrededores de la zona de las cabañas, sino
Neolítico de manera importante. Pero es que, por lo
fundamentalmente encima de ellas.
demás, desde un punto de vista cronológico sólo se
Solo uno de los enterramientos excavados, la T6,
documentaban hasta ahora enterramientos al aire libre
cuyo esqueleto pertenece al sexo masculino de entre
en yacimientos calcolíticos y campaniformes (Soler, 1995,
25-35 años de edad, se sale de los parámetros definidos
2002; Pascual Benito, 1989), aunque la mayoría en depo-
más arriba. Si bien no nos detendremos en su análisis
siciones secundarias que han sido amortizadas. En cual-
crono-estratigráfico por falta de espacio, planteamos
quier caso, la clara diferenciación a nivel de ritual de
como hipótesis de trabajo, que esta tumba pertenezca a
enterramiento entre el Tossal de les Basses y las comar-
un personaje destacado de la comunidad neolítica asen-
cas valencianas centro-meridionales, no se ve totalmente
tada en el Tossal de les Basses (Fig. 4) debido al carác-
corroborado en el territorio circundante al Camp
186
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-188]
Figura 4. Elementos que quizá pudieron formar parte de la ofrenda del enterramiento T6.
d’Alacant. Así, se documenta un enterramiento en cueva
minado «núcleo de Amposta», esto es, con el Neolítico
en La Cova de Sant Martí (Agost) (Torregrosa y López,
medio de los Sepulcros de Fosa y más concretamente
2004. Fig. 13,1 y Fig. 16,4). Esto se podría explicar de
con la facies Vallesiana (Martín et al.,1996), caracterizada
dos maneras. O se trata de un enterramiento puntual,
tanto por la documentación solamente de enterramien-
relacionado con la ocupación temporal y circunstancial
tos en fosa, como por la localización del asentamiento al
de la cavidad en las rutas entre el Vinalopó Medio y el
aire libre donde se desarrollan estos enterramientos en
Camp d’Alacant, o se tendría que plantear una coexis-
zonas bajas de la depresión pre-litoral y zona litoral, cer-
tencia entre ambos modos de enterramiento (Fairén,
canos a cursos de agua óptimas para el desarrollo de la
2006). Fuera del ámbito del País Valenciano, quizá donde
agricultura y la ganadería.
mayores similitudes encontremos con nuestro yacimien-
En cuanto a la situación espacial de los enterramien-
to sea en la zona catalana, más concretamente el deno-
tos empezaremos por decir que no podemos asegurar
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS Y CREENCIAS EN EL TOSSAL DE LES BASSES (ALACANT)
187
[page-n-189]
que estemos ante un terreno o espacio exclusivamente
probablemente se buscase la orientación hacia el ocaso.
destinado a uso funerario. Podríamos solo plantearlo en
La disposición de los individuos es mayoritariamente en
el caso de que las dos fases en las que se documentan
decúbito lateral izquierdo, aunque también se documen-
enterramientos fuesen inmediatamente posteriores a
ta la posición en decúbito supino lateralizado izquierdo.
fases de ocupación como lugar de hábitat, como ocurre
Sólo el enterramiento T6 está claramente enterrado en
en algunos ejemplos conocidos (Sesma y García, 1999;
decúbito supino2.
Rojo et al., 2002; Delibes de Castro y Zapatero, 1996),
Pocos elementos demográficos podemos adelantar,
pudiendo interpretarse desde una perspectiva simbólica
sin entrar a fondo en el estudio realizado por encargo
en el sentido de retrotraer derechos sobre el territorio.
nuestro3, que de los 16 individuos documentados solo se
Esto es, la reafirmación en la ocupación de un área, una
ha podido determinar el sexo para 5 de ellos, siendo tres
vez abandonados los poblados por los grupos anteriores
femeninos y 2 masculinos. Respecto a las edades de
(Rubio de Miguel, 2001-2002).
muerte, nos faltan los perinatales y los individuos seniles,
Sobre orientaciones de las tumbas no es mucho lo
siendo el de más edad de los documentados el existen-
que se ha podido concluir debido a que muchas tienen
te en la T15, entre 45-55 años, sin que se pueda deter-
un estado de conservación que no permite sacar ningu-
minar si fue ésta la esperanza de vida de la población. Si
na información al respecto. Por otro lado, no hemos
se confirmara este dato, podríamos pensar que la espe-
encontrado un patrón único para orientar a los individuos
ranza de vida era más bien corta. Son muy escasos (dos)
que sí hemos logrado identificar. Así, el que considera-
los enterramientos infantiles, aunque la mortandad entre
mos más antiguo, la T6, presenta una orientación
este segmento de población debió ser muy alta. La no
NE/SO, orientación que sigue la trayectoria solar desde
existencia de perinatales, por lo tanto, sorprende. Quizá
el amanecer hasta el ocaso. Entre los de la fase TBIII, por
este hecho podría estar hablándonos, como para otras
su parte, tenemos orientaciones S/N, con la cabeza
épocas –la ibérica, por ejemplo– de una clara distinción
mirando al O (T2), o SO/NE con la cabeza mirando al NO
en el tratamiento que se da a los individuos infantiles al
(T11). Para la fase siguiente, TBIV, la orientación varia
morir (Rubio de Miguel, 2001-2002: 63). Aunque en la
entre NO/SE y la cabeza al NE (T4), o SO/NE con la
cultura de los Sepulcros de Fosa si hay presencia de indi-
cabeza al N (T5 y T10). Por lo tanto, lo único que pode-
viduos infantiles, no la hay tampoco de individuos de
mos decir es que quizá la orientación más antigua busca-
corta edad (Martí i Rosell et al., 1997: 99-104). En tal sen-
ba la referencia solar, mientras que para los siguientes
tido, al igual que se ha planteado un posible carácter
enterramientos parece predominar la orientación contra-
selectivo a la hora de inhumar en cuevas o tumbas mega-
ria SO/NE, aunque no en exclusividad. En este caso muy
líticas colectivas (Delibes de Castro, 1995; Price, 2000;
2.- Ésta última posición es la mayoritaria en la cultura de los Sepulcros de Fosa, aunque también existe en menor medida el decúbito lateral plegado, pero
para los individuos infantiles en Can Grau. Martí et al. 1997: 99 y 103-104.
3.- FADRIQUE RUBIO, T.; GARCÍA SÍVOLI, C.; MALGOSA MORERA, A.
188
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
Y
NÚÑEZ, A.; LAGUILLO, O.
Y
JORDANA, X.
[page-n-190]
Soler, 2002) dicha selección puede ser en este caso
es también el más antiguo y se ha podido datar con C14,
ampliable según la edad del difunto. Las posibles creen-
en 5415-3370 cal BC, por lo que debido a su amplia data-
cias que esta diferenciación lleve implícita, lógicamente,
ción no habría problema en hacerla coincidir con la posi-
se nos escapa.
ble fecha de nuestro enterramiento. El tipo I.b, muy habi-
Quizá se podría hablar de algún tipo de agrupación o
tual en nuestra necrópolis, ha sido datado en el Camí de
conjunto en los enterramientos para los pertenecientes a
Can Grau en 4343-3957 cal BC, lo que también podría
la fase TBIV, más concretamente las tres tumbas más cer-
coincidir con nuestras dataciones, teniendo en cuenta
canas –o encima– de la zona de hábitat abandonada (T3,
que nosotros lo tenemos documentado con datas entre el
T4, T5). Si tenemos en cuenta que pertenecen al mismo
4590-4450 cal BC y el 3650-3520 cal BC. Por su parte el
momento cronológico, que al menos dos de ellas (T4,
Tipo II aparece al final de la fase TBIII (4450-4330 cal BC)
T5) presentan la misma orientación SO/NE y con la
con un solo caso. Aunque también lo tenemos en la fase
cabeza al N, así como que también presentan el mismo
TBIV (un ejemplar) no podemos siquiera pensar si se
tipo constructivo, esto es el subtipo I.b, todo parece
pudiera tratar de un tipo más común en ésta o en la ante-
indicar que, efectivamente, podríamos estar hablando
rior fase, toda vez que los otros ejemplares documenta-
de un conjunto unido, bien por lazos familiares, bien por
dos de este tipo (tres), por ahora, no los hemos podido
clanes, etc. En cuanto a los gestos funerarios, creemos
adscribir de una manera clara a ninguna de las anteriores
que –al menos en los esqueletos conservados– se guar-
fases por falta de elementos de datación concretos. No
da más o menos la posición anatómica en todos, lo que
aparecen en nuestra necrópolis enterramientos con
nos hace pensar que una vez depositados en las fosas, se
estructuras complejas que sí son comunes en los
cubrían al menos parcialmente de tierra y, quizá de una
Sepulcros de Fosa, datándose en Bóbila Madurell a partir
cubierta más o menos tumular de piedras. Sólo en un
del 3500-3300 cal BC y en Can Grau en 3500 cal BC
caso, el de la tumba infantil T4, se podría hablar de un
(Martí et al., 1997: 159), fecha que viene a coincidir con la
amortajamiento con un sudario o cuerdas, debido a la
fase de abandono de nuestro asentamiento.
posición excesivamente flexionada del esqueleto.
En cuanto al depósito funerario, aparece ya en las
Respecto a la morfología constructiva, las fosas de
tumbas más antiguas, primero malacofauna sola, luego
enterramiento del Tossal de les Basses, se sitúan entre los
vasijas y en la última fase, malacofauna, cerámica y una
tipos constructivos simples. En tal sentido, podrían incluir-
cuenta de collar, indistintamente (Fig. 3). Como ya hemos
se en los Tipos I y II establecidos para la necrópolis de
comentado, las vasijas suelen aparecer cerca de la cabe-
Bòbila Madurell (Bordas et al., 1994). En líneas generales,
za o, incluso, encima de ella y normalmente boca abajo.
los distintos tipos constructivos no tienen su correlativo
Aunque es pronto para poder sacar conclusiones en
cronológico evidente, salvo quizá el subtipo I.a, que
nuestro yacimiento sobre aspectos tan complejos como
podría ser más antiguo. En Bòbila Madurell este subtipo
la diferenciación social, quizá algo de ello pueda apuntar
ENTERRAMIENTOS NEOLÍTICOS Y CREENCIAS EN EL TOSSAL DE LES BASSES (ALACANT)
189
[page-n-191]
el enterramiento T6 como ya hemos comentado más arriba, tanto por su posible antigüedad, como por la posición en que se entierra al individuo, el tipo de fosa, su
depósito funerario y posible ofrenda cercana de pulseras. Como se ha llegado a afirmar recientemente, «algu-
nos individuos son objeto de un tratamiento diferencial»
(Fairén, 2006: 117).
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enterramientos, puede leerse de muchas maneras. Ya
hemos visto más arriba la simbología de apropiación del
territorio en algunos casos, y en otro lugar hemos hablado del enterramiento votivo de animales (Rosser y
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190
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
2443-9, p. 13-32.
[page-n-192]
Este yacimiento, ubicado junto al margen izquierdo del
barranco del mismo nombre, y apenas a 1,8 km de la actual
línea de costa, fue localizado de manera fortuita en el año
2002 por Joan Cardona Escrivà, arqueólogo del
Ayuntamiento de Gandia. Con motivo de unas obras de
desmonte en la denominada Unidad de Ejecución nº 3 de
Piles, se habían seccionado nueve estructuras excavadas en
niveles geológicos arcillosos, de las cuales al menos tres,
por los restos materiales presentados en sección, eran de
EL BARRANC DE BENITEIXIR
(PILES, LA SAFOR, VALENCIA)
JOSEP PASCUAL BENEYTO
clara adscripción cultural prehistórica. El resto de estructu-
MAOVA. Museu Arqueològic
ras mostraban asociados en sus rellenos elementos de
d’Ontinyent i la Vall d’Albaida
carácter ibérico e islámico por lo que, aunque su interpretación inicial parecía un poco más compleja, indicaban también un origen prehistórico. Con posterioridad, durante las
siguientes obras de urbanización del polígono, con la ejecución del proyecto de la rotonda de distribución del tráfico entre el municipio y la playa, aparecieron de nuevo restos de estructuras de tipo silo o fosa de cronología prehistórica, junto a materiales ibéricos e islámicos, indicando una
relación temporal y funcional entre las dos zonas que
habían ofrecido restos arqueológicos.
La comunicación de los hallazgos a la Unidad de
Inspección Territorial de València, de la Dirección General
de Patrimonio de la Conselleria de Cultura, así como las
reuniones informativas con los servicios técnicos y admi-
EL BARRANC DE BENITEIXIR
191
[page-n-193]
lar y/u ovalada, aunque existían otras de plantas irregulares (especie de fosos), fosas cuadradas, etc. Aunque los
trabajos de análisis y estudio de materiales arqueológicos
y de las estructuras todavía no han finalizado podemos
Enterramiento de la estructura 13.
afirmar por ahora que se trata de un yacimiento complejo,
nistrativos y las autoridades locales, permitieron delimitar
en el que encontramos en principio materiales y estructu-
la conveniente «área de protección arqueológica» para
ras de varios períodos cronoculturales. Es decir, la mayoría
esta zona de expansión urbanística del municipio de Piles.
de estructuras (silos y fosas) parecen pertenecer al IV-III
A partir de este momento, se han realizado diversas
milenio, es decir al Neolítico IIB o sea, lo que ahora cono-
actuaciones puntuales en varias parcelas anexas a la des-
cemos como finales del Neolítico, posiblemente previo al
cubierta inicialmente y, por la escasa información de que
fenómeno campaniforme. Por otra parte disponemos de
se dispone provisionalmente, se descubrieron una
algunas estructuras con materiales romanos, otras (esca-
importante cantidad de estructuras de diversa filiación
sas) islámicos y otras que sin duda parecen ser simples
cultural: prehistóricas e islámicas, acordes en general con
agujeros para plantar naranjos, e incluso un équido (posi-
lo conocido documentalmente para la zona.
blemente contemporáneo). Existen dos elementos que
Nuestra actuación, objeto de estas notas, se centró
hacen interesante para la investigación arqueológica en
en la parcela nº 7 del polígono industrial nº 3 de Piles,
tierras valencianas el yacimiento del Barranc de Beniteixir:
junto a la carretera de Piles a Gandia (CV-670) y la calle
1.- Por un lado, el descubrimiento de 5 estructuras
de Llevant. Presenta una extensión de 2.276 m2.
silos y fosas con enterramientos. Los enterramientos apa-
En la primavera de 2006 realizamos los trabajos de
recieron en las estructuras 8, 9, 13, 16 y 25. Los mejor con-
desmonte de la parcela, retirando solamente unos 40 cm
servados son los que se encuentran en los silos 13 y 16. Se
aproximadamente de tierra vegetal en la zona donde
trata de grandes silos en los que fueron depositados en su
anteriormente había habido un huerto de naranjos y
base sendos cadáveres. Debido a su singularidad, los
unos 45 cm en la zona en la que había una antigua nave.
enterramientos de las estructuras 13 y 16 recibieron trata-
La aparición inmediata de una gran cantidad de estruc-
miento de consolidación por parte de la conservadora
turas muy superficiales hizo que el desmonte fuera tan
Victòria Cardona Cruanyes, para realizar posteriormente
superficial. En un principio se localizaron 60 estructuras
un molde de cada uno de ellos gracias a una subvención
de plantas diversas (mayoritariamente circulares).
de la Dirección General de Patrimonio Cultural Valenciano.
Realizamos la excavación entre finales de la primavera de 2006 y parte del verano de este mismo año.
Posteriormente se procedió a su musealización en las salas
de exposición del Museu Arqueològic de Gandia (MAGa).
En total se excavaron 75 estructuras de diversos tama-
La estructura 13, morfológicamente es un silo de planta
ños y morfología. La mayoría silos y fosas de planta circu-
circular, base aplanada y forma troncocónica. Con 1,50 m
192
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-194]
de diámetro superior, 1,80 m de diámetro inferior y 1,06 m
de profundidad. De relleno complejo, se distinguieron
varias unidades estratigráficas. Los materiales recuperados
fueron abundantes, destacando por su número los restos
cerámicos, entre ellos un fragmento con decoración peina-
Enterramiento de la estructura 16.
da. Entre los restos líticos destacan los restos de talla
estructura. Su posición es decúbito supino lateral derecho
–importante en este yacimiento–, con nódulos y núcleos,
con las extremidades superiores flexionadas, descansando
fauna, una importante malacofauna marina, barro cocido y
la izquierda sobre la derecha al igual que los pies. El cráneo
carbones. Los restos humanos descansan sobre la base de
se encuentra hundido por el peso del sedimento, del cual
la estructura. Se trata de un individuo adulto de sexo feme-
se han desprendido una parte de los dientes. Como ajuar
nino de unos 30 años de edad al que le faltan los pies. Su
destacan dos fragmentos de parte pasiva de molino de
posición es decúbito supino con la extremidad superior
mano y una punta de flecha sin utilizar sobre el pecho.
derecha sobre el pecho, un poco flexionada hacia el lado
Realizamos dos análisis de C14, uno sobre fragmento
izquierdo del cuerpo, la extremidad superior izquierda des-
de hueso humano de la estructura 13 y el otro sobre
cansa directamente sobre la base del silo. Las dos extremi-
hueso de animal de la estructura 21. Los resultados de
dades inferiores están paralelas y un poco flexionadas
éstos: estructura 13: 2 σ CAL BC 2850 to 2810, 2740 to
hacia la izquierda. Destaca la presencia de ajuar funerario
2730, 2690 to 2480 y estructura 21: 2 σ CAL BC 2870 to
formado por un vaso globular sin decorar realizado a mano
2800, 2780 to 2560, 2520 to 2500.
y posiblemente un pecten sobre la cadera derecha, y un
pequeño canto rodado junto a la mano derecha.
2.- Por otro lado, el localizar y excavar dos grandes
estructuras presuntamente del Bronce final en un yacimien-
La estructura 16, silo de planta circular, base aplanada y
to que nos ha proporcionado mayoritariamente materiales y
forma troncocónica, con 1,31 m de diámetro superior, 2,09 m
estructuras del III milenio. El fenómeno del final de la Edad
de diámetro interior y 1,35 m de profundidad. De relleno
del Bronce (Bronce tardío-Bronce final) es todavía un perío-
complejo, se distinguieron varias unidades estratigráficas.
do no muy bien conocido. La falta de yacimientos hace que
Los materiales son variados destacando los restos cerámi-
el de Beniteixir adquiera relevante importancia si además
cos, entre ellos abundantes elementos de prensión: mame-
observamos su casi desconocimiento en la comarca de la
lones y lengüetas; tipológicamente destacan los vasos de
Safor. Además, hay que destacar el importante volumen de
clase A, es decir platos, fuentes y escudillas, entre éstas un
materiales recuperados en una de estas estructuras (33).
plato de ala plana, también los vasos de clase B, vasos
Beniteixir nos ha ofrecido una gran cantidad de
hemisféricos y globulares y ollas de la clase C. Dentro del
estructuras y una gran cantidad de materiales. Todo el
relleno abundan los restos de talla, la fauna y la malacofau-
conjunto caracteriza un típico yacimiento neolítico del IV-
na. Los restos humanos descansan sobre la base de la
III milenio, yacimientos bastante habituales en las comar-
193
[page-n-195]
bién en l’Arenal de la Costa y posiblemente en l’Atarcó,
Missena, l’Alqueria de Sant Andreu, son utilizadas como
lugar de enterramiento. Nos inclinamos a pensar que las
viviendas, cabañas, de las que apenas tenemos información, se encontraban entre y cerca de los silos, pero que
Vista parcial del yacimiento.
posiblemente al poseer una mínima parte excavada sobre
el subsuelo, hace que no nos quede constancia de su
cas centrales interiores pero hasta hace poco tiempo
desconocidos en la costa.
Este tipo de estructuras, según lo que sabemos en la
actualidad, poseen una o varias funciones primarias y
otras secundarias. En un primer momento la función que
se atribuye a la mayoría de estructuras, silos y fosas (se
trata en la mayoría de los casos de silos cortados), es de
recipientes de almacenamiento, o sea de graneros principalmente para cereales. Las estructuras una vez se erosionan se utilizan mayoritariamente como vertederos (por
esta razón el relleno es tan desigual), y pensamos que se
existencia; los procesos erosivos y las transformaciones
agrícolas han arrasado estas estructuras.
Más complicada interpretación presentan los fosos, y
otras estructuras de planta irregular. Se han barajado
como posibles funciones: el drenaje, espacio-estabulación
de ganado, como algibes para acumular agua, estructuras
defensivas, entre otros; se nos hace difícil inclinarnos por
una u otra posible funcionalidad por el momento.
De singular podemos calificar la estructura 33 (con
materiales del Bronce final). Tal vez se encuentre relacionada con procesos de combustión.
amortizan de manera rápida, con los desechos antrópicos, tal como nos muestra la sedimentación. Otras, las
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194
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
Neolític a l’Edat del Bronze. Cultura Universitària Popular. València.
[page-n-196]
Entre 1993 y 2007, la cavidad de En Pardo se ha venido
excavando dentro del programa de actuaciones arqueológicas ordinarias que patrocina el MARQ. Alcanzar un
mayor conocimiento del uso de la cavidad como necrópolis de enterramiento en la Prehistoria reciente ha resultado uno de los objetivos principales de la investigación
de este yacimiento arqueológico abierto a unos 640
msnm en la vertiente meridional de la Sierra de la
Albureca. Este intenso ciclo de excavaciones, planteado
COVA D’EN PARDO.
PRECISIONES SOBRE LA CRONOLOGÍA DEL FENÓMENO DE LA
INHUMACIÓN MÚLTIPLE
(PLANES, EL COMTAT, ALICANTE)
JORGE A. SOLER DÍAZ
MARQ. Museo Arqueológico Provincial
de Alicante
guardando una perspectiva pluridisciplinar y centrado en
la sala de la derecha, de unos 14 x 8 m en sus dimensiones mayores, comienza a realizarse 32 años después de
CONSUELO ROCA DE TOGORES MUÑOZ
MARQ. Museo Arqueológico Provincial
de Alicante
CARLES FERRER GARCÍA
la excavación que en la cavidad se realizara bajo la dirección de Miquel Tarradell, con una activa participación en
los trabajos de campo del que fuera Director del Museo
de Alcoi, Vicente Pascual. Aunque en aquella interven-
Museu de Prehistòria de València
ción se realizó un sondeo en la sala de la derecha, sus
Servei d’Investigació Prehistòrica
trabajos se centraron del todo en la sala de la izquierda,
ésta algo más pequeña –11 x 6 m en sus ejes mayores–,
lobular en planta como la de la derecha, y bien comunicada con la misma, por el espacio inmediato a la entrada y previo a una gran estalactita central que diferencia
ambas salas.
De la intervención de 1965, recogida en el diario que
de la misma llevaron E. Llobregat, y sobre todo V.
COVA D’EN PARDO
195
[page-n-197]
Sala de la Derecha de la Cova d'En Pardo. Final de la campaña 1997.
Pascual, trascendió en primer término una valoración de
(Llobregat, 1973). Además de esas sucintas anotaciones,
la secuencia, considerando en lo que aquí afecta, un nivel
de los restos humanos y de los ajuares funerarios de En
de enterramiento colectivo y Eneolítico similar al que se
Pardo solo trascenderían contados rasgos, como la trepa-
reconocía en la Cova de la Pastora de Alcoi o la Cova de
nación de un cráneo (Campillo, 1976) o el registro de sin-
la Barcella de Torremanzanas, sucesivo a otro de habita-
gulares elementos de adorno (Bernabeu, 1979);
ción para el que se proponía la misma asignación cultural
planteándose en el ámbito científico la necesidad de pro-
(Tarradell, 1969: 164); secuencia luego matizada conside-
fundizar en los trabajos de investigación sobre la cueva,
rando la inserción del de habitación en un Neolítico final
menoscabados por permanecer inéditos los resultados
(Fortea, 1973: 221), quedando en lo Calcolítico solo defi-
de la excavación de M. Tarradell (Llobregat, 1975; Martí,
nido el suprayacente de enterramientos múltiples
1977: 35-36). Con una puesta al día de la información,
196
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-198]
los materiales de los ajuares funerarios se publicaron en
cados de intenso uso u ocupación, y que de manera
el Homenaje a Enrique Llobregat (Soler, 2000) y en el
veraz afecta a una clavícula humana localizada en la
Corpus de Cuevas de inhumación múltiple de la
excavación de ese nivel característico de las cerámicas
Comunidad Valenciana (Soler, 2002, I: 235-271), edición
esgrafiadas cuya datación –Beta 202432: 3.080±40 BP/
que en algunos datos se servía de los resultados que, del
1340 CAL BC 2 σ (m) (Soler et al., 2008: 84-85)– es pro-
nuevo ciclo de intervenciones se habían obtenido entre
pia de un momento avanzado de la Edad del Bronce
1993 y 1998 (Soler, 2002, II: 13-16), cuando se tenía un
(Soler, 2008: 45). Recordaremos que del Bronce hay
buen conocimiento de los tres primeros niveles, distingui-
fragmentos cerámicos y enterramientos claramente
dos en 1994 en lo sedimentológico por Mª Pilar Fumanal
identificados en el nivel II de la cavidad de Planes, con
en el perfil que restaba de la intervención de 1965, estra-
la característica de haber sido practicados en fosa tras
tigrafía que servía de guía para el desarrollo de la excava-
un complejo proceso de desarticulación. De éstos la
ción en extensión en la sala de la derecha (Soler et al.,
datación de un fémur de una mujer –Beta 124123:
1999).
2920±70 BP/ 1107 CAL BC 2 σ (m) (Soler et al., 1999)–
En ese estado de conocimiento, en los dos trabajos
arroja una fecha del todo avanzada dentro del II milenio
referenciados y también en comunicaciones al II
a.C., datación que de manera obvia enriquece el proce-
Congreso del Neolítico Peninsular se vinculaba el inicio
so de investigación del yacimiento pero que, en cual-
de las inhumaciones sucesivas en la cavidad con el nivel
quier caso sienta buen precedente a la hora de conside-
del Neolítico final (nivel IV), definido por las cerámicas
rar revisiones de registros materiales de excavación anti-
decoradas tras la cocción o esgrafiadas, considerando al
gua o irregular, advirtiendo sobre la circunstancia de
inicio de su excavación la existencia en el mismo de con-
que muchos de los restos humanos hallados en cuevas y
tadas puntas de flecha en sílex y algunos huesos huma-
conservados en museos y colecciones, acaso nada ten-
nos (Soler, 1999; Soler y Roca de Togores, 1999).
gan que ver con el fenómeno de la inhumación múltiple.
Terminado el proceso de excavación del nivel IV de En
La inhumación múltiple se determina bien en el nivel
Pardo ya no puede mantenerse esa hipótesis con todas
III de En Pardo, unidad de unos 35 – 40 cm de potencia
las garantías, una vez que esos elementos y otros como
que viene a definirse en lo sedimentológico por fraccio-
los fragmentos de varillas planas no se muestran con la
nes finas de color marrón muy pálido, casi amarillento
frecuencia suficiente como para participar de la defini-
(7/3 10 YR), conformando una estructura masiva en la que
ción del nivel, considerándose ahora la posibilidad de
se intercalan pequeños cantos, carbones, cenizas, hue-
que se adscriban a la base del nivel III (Soler, Roca de
sos, y diferentes a la vez que abundantes elementos
Togores y Rodes, 2008: 42) o que su presencia en IV
materiales, resultado del uso continuado de la cavidad
resulte producto de un trasvase de material en sentido
como necrópolis. Parece que una causa del color del nivel
vertical, circunstancia frecuente en yacimientos estratifi-
podría deberse a la rica presencia de cenizas removiliza-
COVA D’EN PARDO
197
[page-n-199]
das y sometidas a condiciones de hidromorfía, que acaso
ajuares de enterramientos múltiples se descubren desde
pudieran responder a formaciones de estabulación pre-
el suprayacente y más oscuro nivel II, consignándose
existentes, alteradas con posterioridad a su deposición
como IIb cuando presenta osamentas y objetos caracte-
(Soler et al., 2008: 81), si bien no debiera descartarse el
rísticos a salvo de alteraciones antrópicas posteriores.
hecho de que durante el uso exclusivo de la cavidad
Esta es una característica propia del sedimento en las
como cementerio pudiera resultar necesario un encendi-
paredes de la cavidad, donde abundan restos humanos
do de fuegos por razones profilácticas o de mera ilumina-
y objetos propios de los enterramientos múltiples, y se
ción para la manipulación de los huesos y correcta dispo-
localizan paquetes óseos de potente desarrollo, como el
sición de los cadáveres (Soler, 2000: 188).
del cuadro 7.5 cuya base se adentra del todo en el sedi-
Algunos de los conjuntos característicos del nivel III,
como osarios o elementos materiales propios de los
mento del nivel III.
Considerando los restos hallados en toda la superficie excavada de la sala derecha, unos 45 m2 (niveles III y
IIb), se han podido contabilizar una treintena de individuos susceptibles de vincularse con el fenómeno de la
inhumación múltiple, destacándose el hallazgo de 6 cráneos enteros. Esta cifra se incrementa con los restos
descubiertos en la sala de la izquierda donde se contabiliza un número mínimo de 12 individuos, considerando solamente los restos que se conservan en el Museo
de Alcoi, cómputo a todas luces insuficiente, tomando
en cuenta que en la excavación de 1965 solamente se
recogieron huesos de cierta entidad (Soler y Roca de
Togores, 1999). La acumulación de los restos es del todo
perceptible en las paredes, aunque análisis pormenorizados de huesos hallados hacia el centro de la sala también anuncian su pertenencia a distintos individuos. En
muy pocos casos se determinan conexiones anatómicas,
no habiéndose localizado en el yacimiento ningún
esqueleto que guarde la posición conexa. De la vertiente propia de la Antropología Física, ha resultado una
novedad la documentación de dos cráneos de diferente
Huesos humanos hallados en el nivel III al fondo de la cavidad.
198
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
sexo con traumatismos, resultando los del masculino
[page-n-200]
Nivel
IIb
Referencia /
material
Datación BP CAL BC 2 σ + CAL BC 2 σ -
Beta 95394
Fémur hum.
4270±50
2905
2630
III
Beta 231875
Calcáneo hum.
4550±40
3370
3250
3260
3100
III
Beta 203493
Cráneo hum.
4490±40
3350
III
Beta 152955
Sedimento
4960±40
III
Beta 156661
Sedimento
III
(1965)
Beta 231886
Cráneo 9084
1965
CAL BC 2 σ
(m)
CAL BC 1 σ + CAL BC 1 σ -
2767
CAL BC 1 σ
(m)
Intersección
CAL BC
2875
2890
2805
2720
2860
2750
2700
2875
2777
2710
3315
3175
3360
3210
3150
3330
3180
3130
3345
3195
3140
3350
3020
3185
3340
3090
3215
3310
3230
3110
3900
3800
3890
3660
3895
3730
3780
3680
3730
3710
4980±40
3940
3820
3850
3660
3895
3740
3790
3700
3745
3760
4430±40
3330
3180
3130
3210
3150
2920
3270
3165
3025
3260
3100
3250
3020
3255
3060
3090
3050
3040
Dataciones de la Cova de En Pardo referidas y vinculadas con el fenómeno de la inhumación múltiple. (BP=antes del presente; BC=antes de Cristo;
Cal=calibración con rango a 1 ó 2 σ; (m) media de los rangos a 1 ó 2 σ; Intersección de la edad del radiocarbono con la curva de calibración.
posiblemente originados en combate. Ambos presentan
tas de collar y colgantes de distinta naturaleza, así como
lesiones en el frontal con signos de supervivencia. En el
un amplio repertorio de varillas planas acompañadas de
varón coexisten dos lesiones en el frontal que por las
un número menor de punzones en hueso, éstos por lo
características de las mismas indican un origen de agre-
común conseguidos apuntando tibias de lagomorfo,
sión con un objeto inciso-contuso, mientras que en el
además de otros elementos especiales, también sobre
femenino la causa podría tratarse igualmente de una
soporte óseo, como alfileres de cabeza acanalada o ído-
agresión pero con un objeto romo. Estas lesiones se
los planos.
pueden vincular con los muchos ejemplos de causas vio-
Con los datos disponibles puede considerarse que el
lentas o combates documentados para esos periodos
uso funerario de la cavidad alcanza con seguridad medio
(Rodes et al., 2006: 19).
millar de años. Ello se deduce de las dataciones de C14
Acompañan a los restos humanos de En Pardo toda
sobre muestras de huesos humanos enviadas a datar al
una suerte de elementos comunes a otros registros fune-
laboratorio Beta (Miami, USA), recogidas de la parte
rarios como los antes mentados de Pastora y Barcella
superior e inferior del osario que en el sector 7.5 se loca-
(Soler, 2000). En lo que respecta a las nuevas intervencio-
lizó por debajo de una tinaja de la edad moderna. La
nes no se observan discrepancias en el registro material,
datación de la parte inferior, obtenida a partir de un cal-
añadiéndose a una serie de puntas de flecha, geométri-
cáneo ofrece una fecha en C14 convencional de
cos y láminas de diferente formato en sílex, escasos úti-
4550±40 BP (Beta 231875) y la de la parte superior,
les pulimentados, un buen número de fragmentos cerá-
resultante del análisis de un fémur de 4270±50 BP (Beta
micos lisos asimilables a formas simples, contadas cuen-
95394). En años reales, tomando en cuenta su expresión
COVA D’EN PARDO
199
[page-n-201]
calibrada a 2 σ (m), el calcáneo ofrece unas fechas de
Aunque esa es la horquilla temporal segura, no es en
3315 y 3175 a.C. (Soler, Roca de Togores y Rodes, 2008)
absoluto descartable considerar que fuera todavía mayor.
que resultan entre 408 y 548 años más antiguas que la
A ese respecto están las fechas que proporciona el sedi-
que, en los mismos términos proporciona el fémur: 2767
mento Beta 152955: 3890 y 3660 CAL BC 2 σ (m)/ Beta
a.C. (Soler et al., 1999). A la datación del cráneo localiza-
156661: 3850 y 3660 CAL BC 2 σ (m), claro que siempre
do en la base del sedimento del nivel III, aquel de varón
imprecisas y por ahora en exceso alejadas de los valores
afectado por traumatismos –Beta 203493– se une ahora
más altos de las dataciones obtenidas sobre muestras de
la realizada sobre el cráneo trepanado (F 28 9084) (Soler
vida corta. Pero en cualquier caso siempre referencia si no
y Roca de Togores, 1999: 370) hallado en la primera capa
de los posibles inicios del fenómeno de la inhumación
distinguida en el sector F de la excavación de 1965, capa
múltiple sí acaso del ocaso del nivel IV o lo que es lo
(0,00-0,40 m) que, por reconstrucción de cotas, es posi-
mismo del final de la habitación con fines de aprovecha-
ble considerar su asimilación a los niveles II-III de la
miento agropecuario del yacimiento. La sorprendente
estratigrafía de la sala de la derecha. En su expresión a 2
equivalencia de ambos análisis extraídos de muestras
σ (m) ambos cráneos quedan más cerca de la datación
obtenidas en diferentes cortes de subsectores contiguos
del calcáneo hallado en la base del osario del nivel 7.5,
–perfil izquierdo 4.3/C y perfil derecho del subsector
respondiendo a restos de individuos fallecidos en el últi-
5.3/C– en lo que se consigna como base del nivel III
mo tercio del IV milenio a.C.
podría alertar sobre la posible adscripción de las mues-
Disponer de una aproximación del tiempo de uso de
tras a una laminación superior de las manchas de cenizas
En Pardo como necrópolis y de un número mínimo de
resultantes de la estabulación de ganado que afectan al
individuos a partir de los restos localizados en la sala de
nivel IV y que, como bien se apunta en sus análisis,
la derecha introduce siempre la problemática de una
podrían haberse desmantelado en el transcurso de las
baja frecuencia de inhumaciones. Considerando un
alteraciones antrópicas del funerario nivel III.
número mínimo de individuos similar en la sala de la
El que existan restos en En Pardo que, vinculados a la
izquierda se establecería un computo especulativo de 60
inhumación múltiple, alcancen una cronología superior a
individuos inhumados en 400 o 550 años, lo que aporta
la propia del calcáneo no es absoluto descartable a la
cocientes mínimos de enterrados/año. En razón del cál-
vista de la fecha que, dentro de un programa de datacio-
culo deben considerarse respuestas que necesariamente
nes patrocinado por el MARQ, se consigue de uno de los
deberán resolverse desde la asunción de que existieran
cráneos trepanados de la Cova de la Pastora1. Su data-
criterios sociales de selección, o que se dieran circuns-
ción –Beta 231884: 3665 y 3550 Cal BC 2 σ (m)– arroja
tancias de movilidad en lo habitacional que provocaran
valores que se remontan al final de la primera mitad del
una práctica intermitente del rito.
IV milenio a.C., sin llegar a alcanzar la cronología de las
1.- Ver trabajo de C. Roca de Togores y J.A. Soler Díaz en este mismo volumen.
200
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-202]
dataciones de la base del sedimento del nivel III de En
Pardo que se sitúan en circa 3800 a.C.
Más coincidentes con esa fecha resultan las dataciones de las últimas inhumaciones vinculadas al horizonte
propio de las cerámicas esgrafiadas en el poblado al aire
libre del Tossal de les Basses –expresadas en 2 σ BC
tumba 4: Beta 225218: 3990-3960/ tumba 10: Beta
225224: 3980-3800 y tumba 3 Beta 225217: 3650-3520
(Rosser, 2007: 30)– dataciones que a día de hoy y con los
datos que disponemos determinan un horizonte previo al
que ofrecen los restos de las inhumaciones en cueva En
Pardo y aquel trepanado de Pastora. Quedarán como evidencias previas del uso funerario de En Pardo la localización de huesos humanos en niveles previos, disponiéndose de la datación –Beta 208464: 5740±40 BP/ 4590 CAL
BC 2 σ (m)– de un fragmento de cráneo humano vinculado con el horizonte propio de las cerámicas peinadas
(Soler, 2008: 44). Dichas evidencias de ningún modo deberán relacionarse con el posterior uso de la cavidad
como necrópolis de inhumación múltiple.
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COVA D’EN PARDO
201
[page-n-203]
[page-n-204]
La Cova de la Pastora como espacio funerario del
Neolítico final ocupa un lugar destacado en la investigación arqueológica valenciana. Diversos son los motivos
que podemos aducir, aunque subrayaremos dos de los
aspectos que han alcanzado una más amplia repercusión
bibliográfica: la detección y análisis de diversos cráneos
con orificios de trepanación y la riqueza cuantitativa y cualitativa de los objetos materiales encontrados. La información disponible sobre este interesante conjunto procede
LA COVA DE LA PASTORA
(ALCOI, L’ALCOIÀ, ALICANTE)
ORETO GARCÍA PUCHOL
del estudio de las evidencias arqueológicas recuperadas
UNED. Valencia
en los trabajos de excavación antiguos, retomado en
Investigadora contratada
Programa Torres Quevedo, Ministerio de
fechas recientes en el marco del proyecto1 «Pastora Cave
Ciencia e Innovación
Project and the Emergence of Social Hierarchies in
Mediterranean Spain»*. Los datos advierten de un uso
SARAH B. MCCLURE
Department of Anthropology
University of Oregon, USA
intensivo de la cavidad como receptáculo mortuorio
durante el Neolítico final (finales del VI al primer tercio del
IV milenio BP), repitiendo un esquema característico para
este tipo de ritualidad en buena parte de la geografía
valenciana: inhumaciones primarias en cuevas o grietas,
1.- Proyecto National Geographic Society Research Grant 2007: Pastora
Cave Project and the Emergente of Social Hierarchies in Mediterranean
Spain. Dirección: Sarah B. McClure y Oreto García. En el proyecto participan distintos organismos de investigación del ámbito nacional (SIP
Museu de Prehistòria –Diputació de València–, Universitat de València,
Museu Arqueològic Municipal Camil Vicedo i Moltó d’Alcoi, MARQ
–Diputación de Alicante–, UNED, CSIC) e internacional (University of
Oregon, University of Illinois, Universidade do Algarve).
* National Geographic Society, García Puchol y McClure (2008).
LA COVA DE LA PASTORA
203
[page-n-205]
El yacimiento está situado en el término municipal de
Alcoi (Alacant), abierto en lo alto de un pequeño cerro a
una altura aproximada de 860 msnm (Fig. 1). De dimensiones medias (13x5 m), cuando fueron efectuadas las
primeras exploraciones se encontraba en gran medida
colmatado. La información manejada refleja una amplia
cronología de uso inaugurada con los niveles funerarios
del Neolítico final. De los tres niveles distinguidos con
restos de inhumaciones, dos han sido considerados propios de esta temporalidad, mientras que para el final
diversos autores sugieren su atribución a la Edad del
Bronce. A techo fue descrito un nivel revuelto con materiales del Bronce final, pero también de época ibérica,
romana y posteriores.
El grueso de los trabajos de campo se remonta a la
década de los 40 del pasado siglo (Ballester 1945 y
1949), a los que hay que sumar la intervención llevada
a cabo en el área de la entrada en el año 2008. Don
Vicente Pascual, posterior director del Museu Arqueològic Camil Visedo de Alcoi, inició en el año 1940 la
excavación del yacimiento, situado en una finca de propiedad familiar. La Cova de la Pastora o dels francesos
ocultaba un conjunto arqueológico excepcional. La lectura de los diarios de campo exhibe un interesante conFigura 1. Situación de Cova de la Pastora y las cuevas de enterramiento
múltiple en el País Valencià.
junto de inhumación con un total de 46 cráneos asimilados a tres capas diferenciadas. Describe igualmente
los objetos materiales asociados: elementos de adorno,
que además sugieren desplazamientos posteriores posi-
cuchillos de piedra, puntas de flecha, vajilla cerámica e
blemente relacionados con sucesivas adecuaciones del
ídolos sobre hueso entre otros. El interés suscitado con-
espacio, acompañadas de una serie de materiales carac-
llevó la implicación del Servicio de Investigación
terísticos (ídolos sobre hueso, elementos de adorno,
Prehistórica de la Diputación de Valencia, que asumió el
herramientas de piedra y hueso, vajilla cerámica).
proyecto de excavación del depósito restante bajo la
204
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-206]
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Figura 2. Selección de objetos asociados a los enterramientos del Neolítico final/Eneolítico de Pastora: de izquierda a derecha y de arriba abajo, 1, gran
lámina cuchillo de sílex (medidas: 252*26*5,5 mm); 2, punzón de hueso; 3, alfiler de cabeza esferoidal móvil; 4, Ídolo oculado sobre hueso; 5, ídolo plano
sobre hueso; 6, cuenta de collar geminada con perforación bicónico; 7, cuenta de collar en oliva de forma pseudoval con perforación bicónica; 8, Ídolo
antropomorfo sobre piedra negra; 9, cuentas de collar de piedra verde; 10 y 11, puntas de flecha de forma romboidal; 12, 13 y 14, colgantes sobre caninos de cervus elaphus; 15, colgante recto sobre hueso; 16, colgante en “L” sobre hueso; 17, colgante acanalado; 18, colgante cilíndrico con apéndice no
perforado sobre ámbar; 19, cuentas de collar discoidales sobre lignito y caliza.
dirección de J. Alcácer en dos campañas efectuadas
Un breve repaso a la colección depositada en los
En realidad, el área
fondos arqueológicos del SIP resulta obligado, al tiem-
excavada por Pascual –mitad septentrional– resultó la
po que trataremos de contrastar dicha información con
más fértil, en tanto que la excavación de Alcácer en la
las indicaciones de los diarios de excavación de Pascual
zona meridional y de la entrada supuso la rápida detec-
y Alcácer. Para un detalle más exhaustivo remitiremos a
ción de una costra estalagmítica que ocupaba, con pro-
algunos trabajos de carácter monográfico sobre el
nunciada pendiente, buena parte de la mitad meridio-
mundo funerario Calcolítico en el ámbito valenciano
nal. El diario refiere un total de 6 cráneos que siguen la
(Soler Díaz, 2002), a propósito de la cultura material
numeración de los discriminados en su día por Pascual.
asociada (Ballester, 1945; Simón, 1998; Pascual Benito,
durante los años 1945 y 1950.
LA COVA DE LA PASTORA
205
[page-n-207]
1998; Orozco, 2000; García Puchol y Juan Cabanilles,
derar propios de actividades cotidianas (caso de las
e.p.), o sobre los restos craneales (Rincón y Fenollosa,
herramientas de piedra tallada –grandes láminas-cuchi-
1949; Riquet, 1953; Fusté, 1958; Campillo, 1976 y
llos, puntas de flecha-, piedra pulimentada, vajilla cerá-
1977; Fregeiro, 2006; Roca de Togores y Soler, en este
mica). Resulta obvio cómo cualquiera de estos elemen-
volumen).
tos puede alcanzar un significado especial, relacionado
Los fondos del museo custodian el conjunto de crá-
con el mundo de las creencias y los ritos asociados. Los
neos recuperados, convertidos desde la primera publica-
ídolos sobre hueso (oculados, planos), bien documenta-
ción en uno de los objetos principales de análisis.
dos en Pastora, advertirían de un modo más inmediato
Diversas han sido las cuestiones abordadas en relación
sobre este tipo de significado. Los escasos objetos
con las patologías observadas y las huellas de interven-
metálicos descritos no parecen en cambio estar relacio-
ciones quirúrgicas conocidas como trepanaciones
nados con los vestigios funerarios neolíticos.
(Rincón y Fenollosa, 1948; Campillo, 1976 y 1977). Del
Sin embargo, dado el carácter no sistemático de la
mismo modo se han llevado a cabo varias estimaciones
excavación, muchas de las cuestiones ligadas a su inter-
de edad y sexo de los individuos aunque no disponemos
pretación relacionadas con las modalidades de enterra-
hasta la fecha de un estudio que abarque la totalidad de
miento, ritualidad y diacronía resultan de difícil solución.
la muestra. Este hecho ha propiciado la publicación de
En este sentido, la intervención de campo del año 2008
diferentes aproximaciones sobre el número de indivi-
en el marco del proyecto NSG tenía como uno de sus
duos inhumados (entre 50 y 70), y también ha dado pie
objetivos recabar información sobre la formación del
a ciertas incongruencias relativas a la edad y género de
depósito y su lectura en términos crono-culturales. Para
los mismos. Con los datos disponibles poco podemos
ello se llevaron a cabo diversos sondeos: uno en el inte-
añadir sobre la existencia o no de relaciones genealógi-
rior de la cavidad con el fin de comprobar la naturaleza
cas, o incluso a propósito de la detección de tratamien-
del nivel de base actual, otro en el área de la entrada, ya
tos rituales particulares.
en el exterior de la cueva, y cuatro más que afectaron a
Respecto a las evidencias materiales depositadas
los amontonamientos de piedras y sedimento que pare-
conjuntamente con los cadáveres (Fig. 2), la muestra
cían corresponder a la tierra extraída durante las excava-
ofrece una relación característica que incorpora diversas
ciones antiguas. El proyecto contempla al mismo tiem-
piezas que podrían formar parte de la vestimenta (agu-
po la aplicación de técnicas arqueométricas (ADN, isóto-
jas y algunos punzones) y del ornamento personal
pos de estroncio, isótopos de carbono y nitrógeno, data-
(como colgantes o cuentas de collar elaboradas sobre
ciones radiocarbónicas, análisis metalográficos, de pro-
materias primas pétreas diversas -variscita, caliza, ligni-
cedencia entre otros) sobre una selección estudiada de
to…-, o incluso de origen animal -incisivos, conchas-).
muestras con el objetivo de avanzar en el conocimiento
También son comunes los objetos que podemos consi-
global de estas sociedades prehistóricas del Neolítico
206
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-208]
Figura 3. Excavación de la terrera en el área exterior del yacimiento.
final haciendo hincapié en los aspectos organizativos y
nadas con otros aspectos anatómicos o patológicos sobre
en el trasfondo ideológico y ritual.
los restos post-craneales y por extensión sobre el trata-
Tras finalizar los trabajos de campo, la investigación se
miento de los cuerpos y su deriva post-deposicional.
encuentra en fase de evaluación de datos. Disponemos ya
Tampoco disponíamos de información sobre el paradero
de los resultados de la fechación AMS de 10 muestras
de los restos de fauna mencionados en los diarios de
extraídas de fragmentos de mandíbulas humanas. Estas
campo. Los sondeos efectuados en la terrera exterior del
dataciones enmarcan el uso funerario de la cavidad duran-
yacimiento han puesto de manifiesto la selección de obje-
te el Neolítico final (desde finales del VI milenio cal BP), el
tos practicada (Fig. 3). En efecto, han sido hallados nume-
Horizonte Campaniforme (finales del V milenio cal BP), y el
rosos restos óseos post-craneales humanos, así como res-
Bronce medio (primer tercio del IV milenio cal BP).
tos de fauna, abandonados junto con el sedimento en el
También podemos avanzar algunas claves para su inter-
momento de la criba. Los fragmentos cerámicos también
pretación contextual y diacrónica. De entre ellas, señala-
suponen una cifra significativa, tanto a mano, como a
remos en primer lugar la referida al grado de selección de
torno. Lo mismo cabe decir de otros objetos de variado
los materiales depositados en el SIP. Sirva de ejemplo la
tamaño, como las cuentas de collar, y en menor número
presencia casi exclusiva de restos craneales en los fondos
algunas piezas sobre piedra tallada (básicamente puntas
del museo, factor que impedía hacer valoraciones relacio-
de flecha). La intención resulta obvia: sólo fueron traslada-
LA COVA DE LA PASTORA
207
[page-n-209]
Figura 4. Sondeo efectuado en la entrada de la cavidad.
dos aquellos restos que en su día se consideraron relevan-
mitad meridional de la cavidad. El estudio geomorfológi-
tes (caso de los cráneos más completos) u objetos mate-
co practicado2 ha revelado la anterioridad de la formación
riales significativos (adornos, objetos óseos, ídolos, una
en relación con los niveles de deposición funeraria calco-
selección de fragmentos cerámicos, piezas metálicas,
líticos, toda vez que la circulación hídrica parece haber
entre otros). Aún así, el muestreo efectuado ha propiciado
favorecido el apelmazamiento del sedimento inmediata-
un incremento notable en la cifra de objetos materiales,
mente en contacto con la misma. Por todo ello, la limpie-
sobre todo por lo que respecta a los pequeños adornos.
za efectuada ha propiciado la recuperación de diversos
Una segunda cuestión abordada hacía referencia al
objetos materiales y también restos humanos in situ.
grado de conservación del depósito en la actualidad. Si
De otro lado, además de comprobar la naturaleza
las indicaciones de los diarios llegaban a plantear ciertas
estéril del sedimento de base actual, decidimos realizar
contradicciones al respecto, los años transcurridos habían
un sondeo en la entrada de la cueva, único lugar donde
logrado enmascarar el nivel de base y cualquier otro tes-
podía entreverse la conservación de depósito arqueoló-
tigo de la antigua intervención. Un punto en particular fue
gico (Fig. 4). La estratigrafía exhumada ha revelado prin-
objeto de nuestro interés: indagar sobre la naturaleza de
cipalmente la existencia de niveles de cronología históri-
la costra estalagmítica que ocupaba gran parte de la
ca, desde época ibérica hasta la actualidad. No obstan-
2.- El estudio ha sido efectuado por Jesús Jordá (UNED, Madrid).
208
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-210]
te, ha sido detectado un nivel prehistórico con presencia
de vajilla cerámica a mano cuya adscripción al Neolítico
final o la Edad del Bronce estaría aún por determinar.
Muchas son todavía las cuestiones abiertas en torno a
este conjunto funerario. Responder a las mismas constituye el fin del proyecto en curso para tratar así de adentrarnos en el mundo ritual y organizativo de estas sociedades
del final de la Prehistoria. Pastora exhibe como hemos
visto varios puntos a favor. Su ubicación en un área donde
se han realizado los máximos esfuerzos en la valoración
del poblamiento prehistórico3 complementa la lectura
contextual para su interpretación en términos históricos.
Desandar el camino previo relatado por los primeros
investigadores del sitio nos ha servido también de guía
para el conocimiento de este interesante yacimiento. Sus
aciertos y lagunas podrán ser abordados al amparo de los
avances técnicos disponibles en la actualidad.
FREGEIRO, Mª I. (2006): Investigaciones antropológicas sobre el Calcolítico
peninsular y estudio bioantropológico de «la Cova de la Pastora»
(Alcoy, Alicante) en Sanahuja (dir.) Contra la falsificación del pasado
prehistórico. Buscando la realidad de las mujeres y los hombres detrás
de los estereotipos (Abstract 2002-2005). Ministerio de Trabajo y
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en el ámbito valenciano. Estado de la cuestión». En Europa al final de
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3.- Proyectos «Epipaleolithic and Neolithic, economy and settlement in the western Mediterranean. A regional approach to understanding the transition to
domestication economies» 1991-1993, National Science Foundation dirigido por C. Michael Barton, Joan Bernabeu Aubán y Joan Emili Aura Tortosa y
«Holocene Land Use Dynamics in the Western Mediterranean: A regional approach to the Transition to Domestication Economies» 2000-2003, National
Science Foundation bajo la dirección de C. Michael Barton
LA COVA DE LA PASTORA
209
[page-n-211]
[page-n-212]
La excavación de urgencia del asentamiento de la Vital
deparó, entre otros interesantes aspectos, la documentación de tres fosas de inhumación individual atribuidas
al Horizonte Campaniforme1. Su singularidad venía
dada por la escasez de datos conocidos sobre este tipo
de habitáculos funerarios localizados en las inmediaciones del espacio habitado. Los hallazgos de Villa
Filomena (Vila-Real, Castelló) constituyen uno de los
primeros ejemplos publicados en el ámbito valenciano,
LA VITAL
(GANDIA, LA SAFOR, VALENCIA)
JOAN BERNABEU
si bien en los últimos años han sido reconocidos en
YOLANDA CARRIÓN
contextos del Neolítico final (yacimiento de Beniteixir,
ORETO GARCÍA
cercano a la Vital) e incluso anteriores –ver en este
OLGA GÓMEZ
mismo volumen.
LLUÍS MOLINA
El yacimiento está ubicado sobre una terraza pleis-
GUILLEM PÉREZ
tocena a la derecha del río Serpis y en él se han
Universitat de València
detectado diferentes ocupaciones entre el Neolítico
antiguo y la época contemporánea. Se encuentra a
poco más de 2 km de la línea de costa, aunque el
estudio geomorfológico indica que, al menos durante
la ocupación neolítica estaría más cerca, alrededor de
1 km.
En la ocupación prehistórica se diferencian dos fases.
Una más antigua, que corresponde al epicardial, de la
1.- La intervención de urgencia en un solar colindante propició la documentación parcial de una fosa con evidencias funerarias similares (Pascual
Beneyto et al., 2008).
LA VITAL
211
[page-n-213]
que sólo hemos recuperado tres fosas y la otra, mejor
Conjunto 3
documentada, que se atribuye al Calcolítico.
Este conjunto funerario se organiza en el interior de un
La gran mayoría de las estructuras documentadas son
silo de tamaño medio. Podemos suponer que al dejar
excavadas, básicamente fosas y silos, además de 4 posi-
de funcionar como contenedor, en uno de los laterales
bles áreas de habitación. Estas últimas son unas grandes
–norte–, y desde la base, se excavó una cámara lateral
fosas que tienen entre 6 y 7 m de anchura, una longitud
donde tuvo lugar la deposición de un enterramiento
indeterminada y una profundidad de unos 50 cm. En su
secundario. El estudio antropológico identifica los res-
interior no hay restos de hogares o de agujeros de palo,
tos de un individuo masculino de edad comprendida
solo algunas concentraciones de piedras que podríamos
entre los 20 y 40 años. Los escasos huesos acomoda-
interpretar como apoyos. Tras diversas fases de uso se
dos aparecen de forma dispersa, apoyados directa-
rellenan, momento en que a su alrededor parecen definir-
mente sobre la base de la estructura. En una localiza-
se agrupaciones de silos y de fosas. Los únicos hogares
ción más o menos central se sitúa el cráneo, jalonado a
documentados están construidos en el momento en el
su izquierda por los restos mandibulares y un punzón
que estas áreas de habitación ya están anuladas.
biapuntado, y a su derecha por un hacha plana y una
Hacia el sur del asentamiento se ha localizado un
aguja de cobre. En el extremo O de esta cámara fueron
foso que hemos podido excavar en dos tramos sin
colocados los fragmentos de la tibia y del peroné.
poder conectarlos. En uno de los tramos tiene una sec-
Reforzando la teatralidad de la escena, el cráneo apa-
ción en U y unas dimensiones que no superan 1 m de
rece apoyado directamente sobre la base de la estruc-
profundidad y 1,5 m de anchura y por contra en el otro
tura y dispuesto frontalmente según el eje transversal
tramo alcanza casi los 7 m.
de la cámara (Fig. 1).
Vamos a centrar nuestra atención en las inhumacio-
Tras la deposición, la cámara parece sellarse median-
nes detectadas, cuyas características dan cuenta de un
te un murete de cantos y el silo colmatado con tierra y
transfondo ritual singular. Se trata de tres inhumaciones
cantos. Una datación efectuada sobre material óseo del
individuales en el interior de silos. No tenemos ningún
individuo inhumado sitúa su utilización hacia mediados
dato sobre la existencia de marcadores aéreos, toda vez
del III milenio cal BC (Beta-222444: 2620-2430).
que el grado de arrasamiento de los niveles arqueológicos habría afectado directamente a los mismos. Cada
Conjunto 10
uno observa unas pautas particulares tanto en lo que
El enterramiento está colocado en el interior de un gran
respecta a la morfología de las estructuras, como a la
silo en cuya colmatación se contemplan varios episodios.
forma de deposición del individuo, o incluso en la com-
El primero de éstos obedecería a la colocación sobre la
posición de los ajuares del modo que describimos a
base horizontal de la misma, y en uno de sus laterales
continuación:
(NO), de dos pequeños vasos dispuestos del revés y
212
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-214]
Figura 1. Conjunto 3.
rodeados de un murete de piedras que dibuja un peque-
Herringbone Variety), prácticamente entero (Fig. 2).
ño receptáculo entre él mismo y la pared. Del interior de
Tanto el cadáver y el vaso inmediato, como el vaso
este espacio procede un conjunto faunístico compuesto
campaniforme, quedaron recubiertos por una especie
por restos de conejo. El siguiente episodio detectado
de banquetas de sedimento arenoso. El relleno supe-
responde a un amontonamiento de piedras y tierra, sobre
rior difiere notablemente de lo descrito, correspon-
el cual aparece un paquete de arena y sobre ella, en el
diendo a un sedimento arcilloso de coloración marrón
lateral O, se lleva a cabo la deposición del cadáver de
oscuro con presencia de alguna piedra, y que a juzgar
una mujer joven (20-25 años), que se encuentra flexiona-
por los escasos materiales recuperados resultó prácti-
do y dispuesto decúbito lateral derecho.
camente inmediato a la deposición. Este hecho queda
corroborado por la documentación de fragmentos de
A un lado de la cabeza, y entre dos piedras hinca-
cerámica pertenecientes a tres vasos dispersos entre
das de tamaño medio, fue depositada una olla. Justo
los rellenos inferiores y superiores. Se advierte de este
en el lado opuesto de la estructura, y a una cota simi-
modo la intencionalidad inmediata de cubrir el enterra-
lar, se procedió a la colocación de un vaso campanifor-
miento una vez finalizado el episodio ceremonial, del
me de estilo marítimo internacional (MHV: Maritime
cual son testimonio la lectura contextual de las caracte-
LA VITAL
213
[page-n-215]
Figura 2. Conjunto 10.
rísticas de la deposición y las evidencias materiales. La
encontró un fragmento de puñal de cobre clasificado
datación Cal BC obtenida sobre una muestra ósea de la
como de lengüeta y un fragmento de colgante sobre
mujer inhumada es la siguiente: Beta-229791: 2560-
concha (Semicassis undulata). Los objetos líticos tallados
2520; 2500-2280; 2240.
se reparten entre diversos restos de talla además de una
punta de flecha de pedúnculo y aletas (Fig. 3). El conjun-
Conjunto 11
to mortuorio fue recubierto con un relleno de tierra arci-
Este enterramiento se encuentra en el interior de un silo
llosa y grandes cantos de base a techo. Contamos con
mediano en cuya base fue colocado un individuo mas-
una datación radiocarbónica AMS realizada sobre uno
culino de edad comprendida entre 20-40 años.
de los restos óseos del individuo que ha proporcionado
Flexionado y dispuesto en posición decúbito lateral
una fecha de la segunda mitad del III milenio cal BC
derecho, el cadaver apareció prácticamente completo,
(Beta-222443: 2450-2140).
con la excepción de parte del esqueleto craneal.
De otro lado, fueron documentados varios fragmen-
A su derecha, e inmediato a la pared de la estructu-
tos óseos humanos desprovistos de un contexto funera-
ra, fue depositado un vaso campaniforme de estilo marí-
rio. En un caso se trata de un resto de fémur pertenecien-
timo mixto (CZM: Corded Zoned Maritime). A su vez se
te a un individuo masculino (entre 20-40 años) encon-
214
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-216]
Figura 3. Conjunto 11.
trado en la base del foso 115. El segundo ejemplo
provistos de otro tipo de significado social. La transmi-
corresponde a un fragmento mandibular encontrado en
sión de la idea de lo masculino, a la cual se adhieren
el relleno de la estructura de habitación 141. Con un
normalmente las prácticas relacionadas con la caza, y
marcado deterioro, el resto óseo apareció disperso entre
también con la guerra, son algunas de las hipótesis de-
el sedimento del relleno inferior de esta gran estructura
sarrolladas en la bibliografía al uso.
doméstica.
Como hemos podido comprobar en este breve texto,
Todas las tumbas de la Vital tienen ajuares. En su
los depósitos funerarios de la Vital aportan toda una serie
composición, el único elemento que permite establecer
de datos relevantes a propósito de la ritualidad de estas
una diferenciación de género son los elementos metáli-
sociedades prehistóricas del III milenio cal a.C. en el
cos, presentes sólo en los enterramientos masculinos. La
ámbito valenciano. El diferente tratamiento dado a los
presencia notoria de elementos metálicos hay que rela-
individuos, los ajuares diferenciados, e incluso la inver-
cionarla posiblemente con la constatación de una meta-
sión de trabajo en cada una de las tumbas, parecen
lurgia local. Armamento, objetos de carácter utilitario
corroborar el carácter no generalizado de estas prácticas
diverso, son aupados a la categoría de piezas valoradas
y por tanto su vinculación a determinados individuos que
por su valor económico intrínseco, pero seguramente
ostentan un estatus particular en el seno del grupo.
LA VITAL
215
[page-n-217]
No obstante, persiste a la vez el uso de cavidades
como contenedores funerarios, utilizadas de forma
extendida por las sociedades del Neolítico final a lo
largo del IV e inicios del III milenio cal a.C. (Bernabeu,
1984; Bernabeu et al., 2001; Soler, 2002). Una explicación directa podría estar relacionada con la distancia de
estos habitáculos naturales a los lugares de hábitat, aunque no parece ser el único argumento plausible.
Esperemos que la creciente ampliación en la naturaleza
y número de contextos funerarios prehistóricos estudiados, al amparo de las urgencias arqueológicas y de proyectos de investigación multidisciplinares, se convierta
en una de las claves para su interpretación en términos
diacrónicos y también particulares.
216
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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BERNABEU, J. (1984): El vaso campaniforme en el País Valenciano. Servicio
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SOLER, J. (2002): Cuevas de inhumación múltiple en la comunidad
Valenciana. Real Academia de la Historia y Museo Arqueológico
Provincial de Alicante, 2 vol., Madrid/Alicante.
[page-n-218]
Descubierta para la arqueología en 1986, la Cova dels
Blaus se localiza a 2 km al NE de la Vall d’Uixó en la ladera oriental del cerro de La Murta que constituye una de las
primeras estribaciones de la Serra d’Espadà. Situada a tan
solo 120 m sobre el nivel del mar, se encuentra muy próxima a la llanura litoral que se extiende ante ella, en un
paraje que recibe el adecuado apelativo de Miramar.
Desde la entrada se divisa un paisaje de llanura que
coincide con la práctica totalidad de la Plana de
LAS INHUMACIONES PREHISTÓRICAS DE LA COVA
DELS BLAUS
(LA VALL D’UIXÓ, PLANA BAIXA, CASTELLÓN)
JOSEP CASABÓ
Castelló cuyas fértiles tierras son excelentes para la
Direcció Territorial de Patrimoni
agricultura, mientras que a sus espaldas se extiende la
de Castelló
Conselleria de Cultura
sierra, con fuentes y pastizales por los que aún hoy
Generalitat Valenciana
merodea el ganado. Estas condiciones explican seguramente que en torno a Blaus se documenten cuatro
M.ª LUISA ROVIRA
Museu Arqueològic Municipal
Ajuntament de la Vall d’Uixó
poblados y otras tantas cuevas con inhumaciones de la
Prehistoria reciente.
La Cova dels Blaus comenzó a excavarse con el objetivo prioritario de conocer aspectos relevantes de las
ocupaciones humanas en la transición Paleolítico superior y Epipaleolítico, pero desde el inicio se venían documentando niveles pertenecientes a una fase de necrópolis prehistórica que creíamos recluida en una pequeña
covacha junto a la entrada, sin embargo durante el otoño
de 1995 al abrir en extensión el sector del pasillo se puso
de manifiesto la verdadera entidad de la necrópolis y
LAS INHUMACIONES PREHISTÒRICAS DE LA COVA DELS BLAUS
217
[page-n-219]
dos sobre el pecho y con las cabezas orientadas hacia la
entrada. De la pared superior de la cámara partían
alineaciones de lajas horizontales, a modo de rampa
escalonada que terminaban al pie de un gran bloque
que prácticamente cerraba la entrada, el hueco restante
Detalle del cierre de Blaus en el que se aprecia una laja apoyando sobre un
gran bloque.
se cubrió con lajas, de las que solo se conservó una.
Del análisis de la estratigrafía y de las relaciones entre
tomaron sentido estructuras que hasta el momento no
las diferentes unidades estratigráficas puede inferirse la
habíamos sido capaces de interpretar (Casabó, 2005).
siguiente secuencia de hechos:
En medio de la cueva apareció una cámara funeraria
Las ocupaciones de fines del Pleistoceno superior y
delimitada por dos grandes alineaciones de bloques de
Holoceno inicial terminan con un episodio mecanoclásti-
gran tamaño, perpendiculares al eje de la cavidad, en
co que produjo un progresivo desmantelamiento del
cuyo interior se exhumaron los restos de nueve esquele-
techo junto a la entrada que acabó por hacer inhabitable
tos en conexión anatómica colocados en posición decú-
la cavidad.
bito lateral, encogidos, con los brazos y piernas plega-
A fines del tercer milenio a.C. los seres humanos vuelven a utilizar Blaus, pero esta vez no como refugio, sino
como necrópolis. Para ello excavarán una cubeta y lanzarán los sedimentos al fondo de la cueva, después levantarán un muro de grandes bloques, transversal al eje de
la galería que se reforzará con otro más pequeño en uno
de sus lados y cerrarán la cámara funeraria por el interior
con bloques en la parte más estrecha de la galería, entre
ambos se extendía un suelo donde se practicaron las primeras inhumaciones (nivel IIID).
Con el paso del tiempo esta cámara hubo de ser
reparada o reutilizada, para lo cual la limpiaron, lanzando
más sedimentos al fondo de la cueva, se reparó el muro
de cierre interior y se construyó una rampa escalonada
hasta la misma boca de la cueva donde un gran bloque
la cerraba casi por completo. En ese proceso se alteró
considerablemente el nivel más reciente de las ocupacio-
Planta de los enterramientos del nivel III.
218
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
nes epipaleolíticas, el IVA.
[page-n-220]
Con posterioridad se practicaron nueve inhumaciones en el interior de la cámara (niveles IIIC y IIIB) que
tras un breve y puntual proceso erosivo, quedaron
cubiertas por un nivel con ajuares y algún resto humano (nivel IIIA) que fosiliza la cámara y se extiende desde
el muro interior al exterior de la cavidad que se encontraba cerrada con losas verticales. La erosión de la ladera acabó por sellar completamente la cueva con la formación del nivel II.
En 1938, en el transcurso de la Guerra Civil, los militares excavando una trinchera dieron de nuevo con la cueva
en la que provocaron algunas remociones de escasa importancia y generaron el último nivel excavado que corresponde al sedimento extraído al cavar la trinchera.
Los ajuares funerarios, depositados de manera
colectiva junto a la entrada, parecen apuntar también
Detalle de una de las inhumaciones.
en la dirección de que la cámara se utilizó durante un
ción geométrica formada por cordones con digitaciones,
largo periodo que probablemente se sitúa entre el
once puntas de flecha, un cuchillo sobre lámina de gran-
2300 y el 1700 a.C.
des dimensiones, otro en sílex tabular, cinco geométricos
Los momentos más antiguos correspondientes a la
construcción de la cámara y al nivel IVD se caracterizan
(tres segmentos, un trapecio y un triángulo) y más de un
centenar de cuentas de collar.
por cerámicas lisas, globulares o de casquete esférico
Sellando el depósito, el nivel II es sin duda el más
a las que se asocian cinco cuentas de collar, dos pun-
peculiar con vasijas de cuerpo bicónico, cuello recto y
tas de pedúnculo y aletas, un cuchillo sobre lámina de
borde ligeramente exvasado, profusamente decoradas
gran formato y un punzón metálico biapuntado de sec-
con motivos geométricos incisos que forman motivos en
ción cuadrada.
zigzag con series de cortas líneas paralelas oblicuas a los
Los niveles III A, B y C que contienen las inhumaciones y sellan la cámara y el pasillo, reúnen la mayor parte
mismos y espigas invertidas, a los que se asocian 24
cuentas de collar y dos puntas de flecha.
de los ajuares. Llama la atención que éstos están mayo-
Estas tres fases se evidencian también en los restos
ritariamente en la entrada, fuera de la estructura funera-
humanos. Del primer momento son diversos huesos sin
ria. Se trata de cerámicas lisas de formas globulares y de
conexión anatómica localizados en el nivel IIID o disper-
casquete esférico junto con una gran tinaja con decora-
sos por los niveles de acondicionamiento de la cámara
LAS INHUMACIONES PREHISTÒRICAS DE LA COVA DELS BLAUS
219
[page-n-221]
lo que ocurre en otras poblaciones de similar cronología,
también hubo un importante aporte de recursos cárnicos
(Polo et al., 2007).
A partir de la información de que disponemos en estos
momentos difícilmente pueden plantearse otras cuestiones, en un futuro breve podremos disponer de dataciones
absolutas que mejorarán el encuadre cronológico, pero la
falta de una adecuada financiación para llevar a cabo análisis de ADN no permite abordar cuestiones a nuestro juicio relevantes, como el parentesco o procedencia de las
gentes que se inhumaron en Blaus por lo que, de momenRestitución de las cerámicas incisas del nivel II.
to preguntas como si los enterramientos colectivos res-
funeraria, a la segunda fase pertenecen seguramente la
ponden o no a hipogeos familiares o si el estatus personal
mayoría de los restos humanos exhumados que se
se adquiere o se hereda quedan aún en el aire.
encontraban parcialmente articulados pero alterados de
su posición original y finalmente asociamos los restos
inconexos de la cueva pequeña con la tercera fase.
Los estudios antropológicos han demostrado que
en la cámara funeraria de Blaus se inhumaron seis adultos y tres niños. Entre los adultos hay cuatro mujeres,
un hombre y un individuo de sexo desconocido. La
edad de muerte se sitúa entre 20 y 35 años en los adultos, mientras que en los niños se produjo entre el primer y el cuarto año de vida. La causa de la muerte fue
mayoritariamente la tuberculosis (Polo et al., 2004),
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dieta rica en hidratos de carbono a causa del consumo
patrón de microestriación dentaria». Primeras Jornadas de La Edad del
de grandes cantidades de vegetales, pero al contrario de
Bronce en tierras valencianas y zonas limítrofes. Villena.
220
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-222]
Los trabajos del jesuita Julio Furgús en San Antón de
Orihuela y las Laderas del Castillo de Callosa del Segura
pusieron al descubierto, a principios del siglo XX, un elevado número de sepulturas que el propio Furgús llegó a
evaluar en cerca de un millar en el yacimiento oriolano
(Furgús, 1939). En su opinión se trataba de una necrópolis, descartando la existencia de un poblado a pesar de
las observaciones que E. Siret (1905) le hiciera respecto
a que se trataba del mismo pueblo que la civilización del
LA MUERTE EN EL ARGAR ALICANTINO.
EL TABAIÀ COMO PARADIGMA
(ASPE, VINALOPÓ MEDIO, ALICANTE)
MAURO S. HERNÁNDEZ PÉREZ
Argar, que enterraba a sus muertos en el suelo de las
Universidad de Alicante
viviendas.
JUAN ANTONIO LÓPEZ PADILLA
Serían estas tumbas en el interior del poblado, junto
MARQ. Museo Arqueológico Provincial
al número y tipología del utillaje metálico y las caracterís-
de Alicante
ticas morfotécnicas de las cerámicas, las que permitieron
identificar en el territorio valenciano hace ya más de
medio siglo dos culturas –Bronce Argárico y Bronce
Valenciano–, cuyas «fronteras» oscilaron entre las cuencas del Segura y Vinalopó, concretándose ahora en las
estribaciones del prebético meridional, incluyéndose en
el primero las tierras alicantinas de la Vega Baja del
Segura, Vega Baja del Vinalopó y parte de l’Alacantí.
En la actualidad el grueso de la información disponible sobre el Argar alicantino sigue procediendo,
pese al tiempo transcurrido, de las excavaciones realizadas hace más de un siglo por J. Furgus en Orihuela
LA MUERTE EN EL ARGAR ALICANTINO
221
[page-n-223]
2006, en el marco de un proyecto sobre la cultura argárica en el Bajo Segura alicantino.
Dejando aparte la incompleta y en ocasiones contradictoria información procedente de las excavaciones de
Furgús y de Colominas en los yacimientos de San Antón
y Laderas del Castillo, y de la conservada en la documentación de la Illeta dels Banyets (López, Belmonte y de
Miguel, 2006), la necrópolis del Tabaià, de la que en esta
Figura 1. Enterramiento en cista de mampostería con alabarda y vaso cerámico carenado.
exposición se reproduce una de sus tumbas (Fig.1), aporta una interesante y variada información acerca de las
y Callosa del Segura y años después por J. Colominas
prácticas funerarias argáricas en territorio alicantino, en
en este último yacimiento, al menos en lo concernien-
función del relativamente importante conjunto de sepul-
te a los ajuares depositados en las tumbas y, en el caso
turas exhumadas entre 1987 y 1991.
del yacimiento callosino, en sus tipos. Del resto de
El yacimiento del Tabaià se extiende por cima y lade-
asentamientos argáricos conocidos solo en otros cua-
ras del extremo de la sierra del mismo nombre recayen-
tro se han realizado excavaciones arqueológicas: Pic
te sobre el río Vinalopó, en el punto que su cauce se
de les Moreres (Crevillente), Caramoro I (Elche), Tabayá
estrecha y hace prácticamente imposible su acceso
(Aspe) e Illeta dels Banyets (El Campello). Prácti-
directo desde éste, si bien, no sin ciertas dificultades,
camente en todos ellos –con la única excepción de Pic
puede alcanzarse la zona ocupada, sobre el curso del río,
de les Moreres– se documentaron sepulturas de las
por las laderas laterales, donde se han constatado evi-
cuales se han avanzado en mayor o menor medida
dencias del Bronce final. También se puede acceder al
datos (González y Ruiz, 1995; Hernández, 1990 y
poblado desde el Portixol, en el otro extremo de la Sierra
1997a; de Miguel, 2001, 2003; López, Belmonte y de
que en dirección longitudinal separa las cuencas media y
Miguel, 2006; Simón, 1997) a las que cabría añadir
baja del Vinalopó.
algunas noticias, más o menos confusas, de una cista
Se ha propuesto una extensión de casi media Ha,
hallada en el yacimiento ilicitano del Puntal del Búho
que se extiende desde los 260 m hasta los 325 m sobre
de la que, al menos, se dispone de una fotografía y de
el nivel del mar, aunque en diversos puntos de la ladera
una reconstrucción en el Museo de La Alcudia de Elche
SE, que no es posible precisar por su pendiente e inten-
(Ramos Folqués, 1989; Jover y López, 1997) y un ente-
sa erosión, se recogió un interesante conjunto de cerá-
rramiento doble en el Cabezo Pardo, en San Isidro,
micas y objetos metálicos del Bronce, sobre el que las
localizado en las excavaciones que uno de nosotros
contradicciones de los informantes no ha permitido pre-
(J.A. López) viene realizando en el mismo desde el año
cisar su exacta ubicación e, incluso, si todos los objetos
222
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-224]
inventariados se encontraban próximos (Hernández y
se localizó otro del Bronce tardío que en algunos pun-
López, 1992).
tos se encontraba afectado por remociones agrícolas y
Por su estratégica posición, amplio dominio visual
actuaciones clandestinas, y de manera dispersa restos
de las tierras del Bajo y Medio Vinalopó y su larga ocu-
del Bronce final que aparecían mezclados con otros del
pación, el Tabaià es reiteradamente citado en todos los
Bronce tardío, en el Nivel I de varios de los cortes. Estas
estudios sobre el II milenio a.C. en las tierras valencia-
excavaciones, sobre las que se han publicado algunos
nas y el sudeste peninsular, desde el momento en que
avances, se plantearon para obtener una secuencia de
J. F. Navarro Mederos publicara en 1980 un importante
la Edad del Bronce que sirviera de apoyo a los diversos
conjunto de cerámicas y útiles metálicos, líticos y óseos,
estudios de carácter arqueográfico que en sus inicios se
repartido por varias colecciones privadas de Novelda y
realizaban en la Universidad de Alicante, bajo la direc-
en la actualidad depositado en el Museo Municipal de
ción de uno de nosotros.
Novelda, fruto de numerosas actuaciones clandestinas
Durante las campañas de excavación realizadas, entre
en el último tercio del pasado siglo. Alterado, asimis-
1987 y 1991, se documentó un total de once enterra-
mo, por actividades agrícolas que removieron los nive-
mientos, algunos de ellos de momentos finales de la
les del Bronce final y en algunos puntos también los del
ocupación del yacimiento, ya que se encontraban prácti-
Bronce tardío, las excavaciones realizadas entre 1987 y
camente en superficie y, al menos tres de ellos, habían
1991 permitieron constatar una ocupación ininterrumpi-
sido saqueados para extraerles los objetos que tuvieran
da, al menos en la plataforma inferior, en la que al
adheridos a su cuerpo. Otros por su situación estratigrá-
menos en uno de los cortes se alcanzó la roca con la
fica, tipo de tumba y, excepcionalmente, ajuar son
suficiente extensión para identificar un Bronce inicial
incuestionablemente argáricos.
con el que se asocia un banco o vasar con un silo o
Se trata mayoritariamente de cistas de mampostería
pequeño depósito relleno de fragmentos de fauna, car-
o fosas con las paredes parcial o completamente revesti-
bones y cerámicas, algunas con decoración incisa.
das de mampuesto (Fig. 2). Sin embargo, también se han
Sobre este nivel de ocupación inicial, que por sus mate-
encontrado varios enterramientos en fosas simples y un
riales es incuestionablemente de la Edad del Bronce, se
enterramiento en urna de un niño de unos 5 años, con
superpone otra que, a juzgar por las zonas excavadas,
criba orbitaria tipo A de Knip en el lado derecho e hipo-
se extiende con desigual potencia por toda la platafor-
plasia del esmalte (de Miguel, 2003: 265). Éste último
ma inferior, a la que se asocian varios suelos de ocupa-
resulta especialmente relevante por cuanto que al mar-
ción, gruesos muros de piedra que forman parte de uni-
gen del Tabaià –de donde se conocía ya la existencia de,
dades habitacionales parcialmente excavadas y varios
al menos, otro enterramiento de este tipo cuyo ajuar se
enterramientos. Se trata de un nivel que, sin duda algu-
exhibe actualmente en el Museo Arqueológico de
na, se corresponde con el Bronce Argárico. Sobre éste
Novelda y de las localizadas por Furgús y Colominas en
LA MUERTE EN EL ARGAR ALICANTINO
223
[page-n-225]
cuyo interior se disponía después una caja de mampostería que se adosaba al perímetro interno de aquella delimitando un espacio, por lo general reducido,
destinado a depositar el cadáver y, en su caso, los
objetos de ajuar que le acompañaban. Después la caja
se cubría mediante un entramado de ramas gruesas y
mampostería de tamaño mediano o pequeño, que con
el tiempo acabaría siempre desplomándose sobre el
enterramiento una vez que los travesaños de madera
se pudrían y desaparecían, todo lo cual confiere a estas
tumbas esa apariencia «tumular» con la que fueron
descritas por Furgús al excavarlas en San Antón (Jover
y López, 1997: 79) y que ya criticara acertadamente H.
Siret (1905: 377).
De acuerdo con los estudios paleoantropológicos
realizados por M. P. de Miguel (2003), todos los inhumados en las cistas de mampostería localizadas en el yacimiento eran varones o probablemente varones, y todos
adultos o adultos jóvenes. Tan solo tres de estas tumbas
Figura 2. Enterramiento en cista de mampostería. Individuo adulto de
sexo masculino.
contenían ajuar y solo una un objeto metálico. Esta últi-
San Antón y Laderas del Castillo– no se han documenta-
VI del Corte 11. La cista, de 1.30 m de largo y unos 0.45
do inhumaciones en urnas en los restantes yacimientos
m de ancho, estaba formada por piedras de mediano
argáricos de Alicante. El enterramiento infantil carecía de
tamaño. La cubrían otras similares que al hundirse habí-
ajuar, mientras que el depositado en Novelda contenía el
an producido una acusada fragmentación de los huesos.
cadáver de una mujer con un ajuar compuesto de un ani-
El esqueleto perteneció a un individuo masculino adulto
llo/arete de cobre, una tulipa con la línea de carena en el
joven de 167 cm de altura, con escaso desgaste dental,
tercio inferior y dos punzones de hueso (Jover y López,
sarro y ligera hipoplasia del esmalte (de Miguel, 2003:
1997: 56).
265). Se colocó en posición decúbito supino con las pier-
ma fue excavada durante la campaña de 1988 en la Capa
En función de los datos registrados en las cistas de
nas ligeramente flexionadas hacia la derecha, en una
este tipo en el yacimiento, parece claro que su cons-
posición que a nuestro juicio indica que en origen debie-
trucción se iniciaba con la excavación de una fosa, en
ron estar dobladas hacia arriba, al igual que se han regis-
224
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-226]
Figura 3. Enterramiento en cista.
trado en otras tumbas argáricas –tumba 3 del Cerro del
en contacto directo. La mayoría de los esqueletos se
Culantrillo (García Sánchez, 1963: 72), tumba 12 de
encontraban recostados sobre el costado izquierdo, al
Madres Mercedarias (Martínez, Ponce y Ayala, 1996: 44)
contrario que los hallados en las tumbas en fosa –tumbas
o la tumba 14 del Cerro de la Virgen (Schüle, 1980: f.
del Corte 10 de la campaña de 1988 y del Corte 7 de la
117.a) entre otras–. Su ajuar se componía de un peque-
campaña de 1991–. En la primera con un molino se pro-
ña vasija carenada, de 5.8 cm de altura y 7.9 cm de diá-
tegía la cabeza de un varón adulto, de 167 cm de altura,
metro de boca y carena, y una alabarda de 17 cm de
con sarro, enfermedad periodontal y artrosis en las arti-
largo con una marcada nervadura central con seis rema-
culaciones costal y vertebral con las costillas (de Miguel,
ches que conservaban restos de la madera del mango
2003: 265).
(Badal, 1980), que debía sostener con la mano derecha a
la altura del bajo vientre.
En el caso de la tumba del Corte 16, Capa III los cascotes que habían caído sobre el esqueleto y unas parti-
El resto de los enterramientos en las cistas de mam-
culares condiciones de conservación permitieron com-
postería del Tabaià (Fig. 3), dos de ellas localizadas en las
probar que el difunto –un hombre adulto de aproximada-
campañas de 1987 y 1991 en el Corte 7, y una tercera en
mente 1,68 m de talla, con pérdida postmortem de
la campaña de 1991 en el Corte 16, se depositaron en
varias piezas dentales, sarro, enfermedad periodontal,
posiciones encogidas, con las piernas y brazos flexiona-
artrosis en vértebras cervicales, dorsales y lumbares y
dos y las rodillas y los codos próximos entre sí, a veces
fractura de Colkes en el radio izquierdo con artrosis pos-
LA MUERTE EN EL ARGAR ALICANTINO
225
[page-n-227]
traumática (de Miguel, 2003: 256)– vestía un traje o suda-
establecer posibles vinculaciones entre el enterramiento
rio que al menos cubría su cuerpo hasta las rodillas, ya
y determinadas actividades productivas, como se ha
que en contacto directo sobre los huesos y bajo algunas
señalado recientemente para la tumba 3 de Los Cipreses
de las piedras de la tapa de la cista desplomadas sobre
(Delgado y Risch, 2006).
ellos, se localizaron unas finísimas láminas que corres-
En lo concerniente al resto de los ajuares en las
pondían a pequeños fragmentos de tejido –posiblemen-
otras tumbas, tan solo puede mencionarse un cuenco
te lino– que por circunstancias que se nos escapan habí-
de cerámica que acompañaba al adolescente inhumado
an sufrido un proceso de desecación que las había pre-
en la tumba del Corte 7 en la Campaña de 1991 (de
servado in situ. Lamentablemente, un desgraciado inci-
Miguel, 2003). Los demás elementos incluidos en las
dente hizo desaparecer estos restos junto con los demás
sepulturas corresponden a restos óseos de fauna perte-
elementos contenidos en la tumba, a excepción de los
necientes a las ofrendas cárnicas que, como se ha apun-
huesos del esqueleto y los de una pata de cabrito que se
tado (Aranda y Esquivel, 2006) debieron formar parte
hallaba depositada junto al cráneo. No obstante, duran-
de algún tipo de festín o banquete funerario incluido en
te la excavación se pudo comprobar que el individuo
el rito de enterramiento. En la mayor parte de los casos
lucía los restos de un brazalete de marfil en su brazo
documentados en el Tabaià, los restos corresponden a
derecho, por debajo del codo, y que junto a la ofrenda
extremidades anteriores de ovicaprinos y en un caso de
cárnica se encontraba también un canto rodado de
lagomorfo.
medianas dimensiones.
De acuerdo con los datos registrados durante la exca-
Este último objeto, aunque único en el registro fune-
vación, la orientación de las cistas de mampostería del
rario del yacimiento, no resulta en cambio excepcional ni
Tabayá era mayoritariamente este-oeste –solo la tumba 4
en el registro de otros yacimientos argáricos alicantinos
presentaba una orientación noreste-suroeste– mientras
ni tampoco en el del resto del territorio argárico penin-
que las tumbas en fosa presentaban mayoritariamente
sular. En efecto, los hermanos H. y L. Siret (1890: 250) ya
una orientación sur-norte.
mencionaban que muchas sepulturas de El Oficio conte-
Prácticamente en superficie y apenas cubiertos por
nían cantos redondos «del tamaño de un puño», que a su
tierra se localizaron los restos de un individuo adulto en
juicio debían ser percutores, semejantes a los que tam-
el interior de una fosa rodeada de algunas piedras, al
bién documentaron en algunas tumbas de El Argar (Siret
que en una actuación clandestina se le extrajo parte de
y Siret, 1890: 170), e igualmente conocida es la mención
la cabeza que debería llevar adherida algún objeto
de numerosos cantos rodados depositados en algunos
metálico a la altura de la oreja, y los restos de dos
enterramientos de San Antón (Furgús, 1937: 57). En cual-
niños, también alterados por actuaciones clandestinas
quier caso, su desaparición nos impide hoy evaluar su
y, al menos uno de ellos, por prácticas agrícolas. Todos
importancia en relación con el ajuar de esta tumba, y
estos enterramientos, al igual de otros dispersos por las
226
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-228]
BP
1σ
Med.
2σ
Med.
Beta-240409
3480+
_40
1878-1749
1814
1898-1691
1795
Corte 11–Tumba-hueso ovicaprino
Beta-240410
3340+
_40
1686-1537
1612
1737-1522
1630
Corte 11–Tumba–hueso humano
Kia-38217
3557+
_26
1944-1882
1913
2010-1777
1894
Corte 10–Tumba–hueso humano
Tabla 1. Dataciones radiocarbónicas.
laderas según informaciones que no se han podido
ovicaprino perteneciente al ajuar cárnico depositado
contrastar, carecen de ajuar, al menos en el momento
junto al cadáver– además de diferir considerablemente
de su excavación. Por su posición estratigráfica estos
en sus respectivos intervalos a 1σ y 2σ, resultan más
tres enterramientos deben relacionarse con el final del
recientes que la que ha proporcionado el esqueleto de
Bronce tardío o los inicios del Bronce final, ya que en su
la tumba del corte 10, estratigráficamente superpuesta
entorno se recogieron materiales dispersos de estos
a la anterior. A ello se une el que solo uno de los cua-
momentos, a menudo desplazados por el arado o acu-
tro intentos realizados para datar el esqueleto de la
mulados por los clandestinos.
tumba del Corte 11 resultara fructífero, dado que el
Para concluir, podemos hoy añadir que las datacio-
resto de las muestras no contenían, al parecer, coláge-
nes radiocarbónicas obtenidas de algunas de las sepul-
no suficiente. Todo ello nos hace pensar que muy pro-
turas del Tabaià, realizadas en el marco del proyecto
bablemente los restos óseos de esta tumba se encuen-
que sobre el grupo argárico del Bajo Segura se viene
tren afectados por ácidos húmicos que invalidan las
impulsando desde el MARQ de Alicante, permiten
dos fechas que han proporcionado, especialmente
corroborar la antigüedad de las prácticas funerarias
cuando la datación de la tumba del corte 10 fija un
argáricas en el asentamiento, fijándolas en torno al
horizonte ante quem que necesariamente la sitúa con
horizonte del 2000 cal BC, claramente en sintonía con
anterioridad a c. 1900 cal BC.
lo que ya se había avanzado en este sentido a partir de
los ajuares y materiales arqueológicos localizados
durante los trabajos de campo (Hernández Pérez, 1990;
1997) (ver Tabla 1).
En concreto, las tres dataciones realizadas proceden de las dos tumbas halladas en los cortes 10 y 11.
Al margen de dotar de cronología radiocarbónica a la
secuencia de ocupación en el yacimiento, la elección
de estas dos tumbas respondía también a la posibilidad que ofrecían de relacionarlas estratigráficamente.
Sin embargo, las fechas que han proporcionado han
resultado controvertidas, pues las dos dataciones que
se obtuvieron a partir de los restos óseos de la tumba
del corte 11 –una del esqueleto y otra de un hueso de
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[page-n-230]
La necrópolis de cremación de Les Moreres se inscribe
en el contexto de cementerios europeos y mediterráneos que adoptan el rito de la aplicación del fuego al cadáver para después, una vez troceados los restos y recogidos, ser depositado con su ajuar en el interior de una
urna cerámica.
Este comportamiento funerario se ha producido a lo
largo de la Prehistoria reciente en diversos lugares y
momentos (Neolítico griego, Bronce antiguo anatólico,
LA NECRÓPOLIS DE LES MORERES: UN CEMENTERIO DE
CREMACIÓN DEL FINAL DE LA PREHISTORIA
(CREVILLENT, BAIX VINALOPÓ, ALICANTE)
ALFREDO GONZÁLEZ PRATS
Universidad de Alicante
etc.), pero su generalización se produce a partir de
mediados del II milenio a.C. con diversos significados
dependiendo de las áreas culturales, sean europeas,
griegas o fenicias.
Tradicionalmente la cuestión de este tipo de rito se
intentaba adscribir a una exclusiva cultura y la denominación genérica CU (campos de urnas) se ha paseado por
áreas geográficas culturalmente diferentes.
Les Moreres representa con sus alrededor de 150
tumbas recuperadas la necrópolis más extensa hasta el
momento de la zona del Sudeste y de la Comunidad
Valenciana y su análisis ha venido a reorganizar y contextualizar los hallazgos de que disponíamos desde la época
de los Siret para Almería y Murcia (Siret-Siret, 1890; Ros,
1985) –incrementada y puesta al día por A. Lorrio (Lorrio,
2008)– y desde Colominas y Bosch Gimpera para
LA NECRÓPOLIS DE LES MORERES
229
[page-n-231]
Urna funeraria Tumba 19.
Castellón y Valencia (Colominas, 1915-20; Bosch
Gimpera, 1953; González, 1975; Mata, 1978; Barrachina,
2002-2003). Veamos cómo es el comportamiento de esta
necrópolis crevillentina.
Ajuar funerario Tumba 10.
Básicamente, los diferentes tipos de enterramiento
permiten ser agrupados en dos grandes categorías:
· simple deposición del paquete óseo, tal vez envuelto en algún tejido o materia perecedera.
Los restos humanos son recogidos tras la combus-
· alojamiento de los restos óseos en el interior de una
tión en la pira cuidadosamente separados, por regla
urna cerámica, cubierta o no por una tapadera de
general, de los carbones y generalmente troceados
cerámica o loseta de piedra.
para ser introducidos en la urna cerámica o en la fosa.
Las 152 tumbas recuperadas presentan 135 regis-
La ausencia de cenizas en el interior de las urnas o
tros con restos óseos y 17 registros sin restos humanos.
directamente en las fosas sugiere que los restos óseos
Del total de 135 tumbas con restos óseos, 36 son
fueron lavados antes de depositarse en la tumba corres-
paquetes óseos sin acompañamiento de urna cerámica
pondiente.
mientras las 99 cremaciones restantes han sido deposi-
Según el informe forense, casi las tres cuartas partes
tadas en urnas. Las proporciones apenas varían si con-
de los cadáveres sufrieron la acción de una temperatura
templamos la dualidad de tumbas con urnas: 111 y
elevada, asegurada por una importante provisión de
tumbas sin urnas: 41.
material combustible que sabemos existía por entonces
en la Sierra de Crevillente.
La deposición de los restos se efectúa siempre en una
Y atendiendo al número de individuos enterrados en
cada tumba, éstas pueden ser:
· sencillas: 107
fosa practicada en el suelo. En muchos casos ha produ-
· dobles: 10
cido una alteración del yacimiento Calcolítico preexisten-
· triples: 3
te, pero no faltan casos en que se ha recortado la propia
Los restos de los individuos, así dispuestos, son sus-
roca arenisca de base.
230
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
ceptibles de ser incluidos, cubiertos y/o señalizados por
[page-n-232]
diversas estructuras sólidas. Los elementos funerarios de
Las urnas cerámicas se agrupan en cuatro grandes
piedra incluidos en este apartado, en orden de menor a
categorías tipológicas: T1, T2, T3 y T4. Las urnas de
mayor complejidad y tamaño, son:
Tipo 1 corresponden a vasos y cuencos realizados a
· losas de cubierta (presentes en 34 tumbas).
mano de la más pura tradición del Bronce Final, bien
· superestructuras sencillas (coronas circulares forma-
tipificados en los estratos de la fase Peña Negra I del
das con piedras de pequeño tamaño y ofrecen un
poblado. Las urnas de Tipo 2 contemplan aquellas vasi-
diámetro comprendido entre 0,40 y 0,80 m. Se han
jas de cerámica a mano que presentan formas ovoides
registrado un total de 22 coronas de este tipo, la
con base plana, en algunas de las cuales se conservan
mitad de las superestructuras de piedra (43).
improntas de esterilla. Recogen los tipos A1-A2-A3 de
· superestructuras medias (encachados oblongos o
Peña Negra I (González Prats, 1983a). La calidad de
circulares de 0,70 a 0,90 m de diámetro). Significan
estas urnas no mejoran la de sus formas homólogas del
un 3,28% del conjunto de tumbas y el 11,62% de las
poblado: pastas con desgrasante grueso y muy nume-
tumbas con superestructura. Conllevan losa y urna.
roso y superficies sin tratamiento. Las urnas de Tipo 3
· superestructuras complejas (encachados cuadrangulares, ovalados y circulares de 0,70 a 2 m de diámetro). Son 14 estructuras que representan un 9,21%
del conjunto de tumbas y el 32,55% de las estructuras funerarias.
· túmulos (en realidad, tres encachados planos de 3,5
a 5 m de diámetro que han llegado a nosotros bastante deteriorados).
Tumbas de cremación bajo estructuras medias y complejas de la fase I y conjunto de encachados de la fase II.
LA NECRÓPOLIS DE LES MORERES
231
[page-n-233]
?
Edad
>50
representan a los vasos hechos a torno que se utilizan
35-50
como urnas y/o tapaderas. Se pueden establecer dos
20-35
grandes categorías. Por un lado, las formas cerradas y
>18
12-18
por otro, las abiertas o platos. Dentro de la primera
7-12
entrarían los vasos E11 (González Prats, 1983a) conoci-
6-7
dos como «urnas tipo Cruz del Negro», siendo los más
0-6
numerosos al ser una forma de reconocida vinculación
30
20
10
5
Pirámide de población de Les Moreres (sobre 136 individuos).
al mundo funerario en los ámbitos fenicios y orientalizantes del Mediterráneo central y occidental. Les segui-
Del total de 135 tumbas utilizables para el análisis,
ría la urna ovoide tipo Rachgoun-Frigiliana de la tumba
tan solo 55 de ellas se acompañan de ajuares, estando
37, la pequeña ánfora de saco de la tumba 84 y los
las 95 restantes desprovistas de cualquier tipo de ajuar
vasos con un asa tipo C10 de Penya Negra II (González
de materia perdurable. Es decir, solo algo menos de la
Prats, 1986: 288). Las formas abiertas están representa-
tercera parte de los casos válidos se presentan con ajua-
das por cuencos de borde entrante con engobe rojo
res, mientras las dos terceras partes de las tumbas de la
(tumba 6), platos de borde en ala corta con engobe rojo
necrópolis aparecen sin ajuar. Por tanto, el ajuar no cons-
(tumba 28), el cuenco carenado gris de la tumba 71, el
tituye un factor necesariamente vinculado al enterra-
cuenco con borde indicado internamente de la tumba
miento y su presencia o ausencia debe obedecer a algún
85, platos grises con el borde vuelto en ala (tumba 113)
tipo de norma cultural o sociológica, ya que afecta igual-
o con el borde entrante (tumba 128). En todos los
mente a todos los sexos y edades.
casos, estas formas abiertas hacen la función de tapaderas de las urnas correspondientes.
Las dos grandes fases de utilización de la necrópolis
de Les Moreres han podido ser establecidas, en primer
Fase
Tipos de urnas
Elementos comunes
Elementos distintivos
I
(900-750 a.C.)
T1A
(Tipo Parazuelos-Mojácar)
T1B
(Tipo B7 PNI)
T1C
(Tipo B8 PNI)
Cuentas de collar de piedra
Brazaletes ovales de bronce
Anillos de bronce
Cuentas de collar de cobre
Cuentas de collar de pasta vítrea azul
con entalles circulares
Brazaletes de marfil
II
(750-625 a.C.)
T2
(Tipo A2 PNI o Ceperos)
T3A
T3B
(Tipos Rachgoun-Frigiliana, Mozia y
Cruz del Negro)
Cuentas de collar de piedra
Brazaletes ovales de bronce
Anillos de bronce
Pinzas depilatorias
Brazaletes acorazonados
Anillas de bronce
Adornos de plata
Fíbula de doble resorte
Cuchillos de hierro
Cuadro de periodización de la necrópolis de Les Moreres.
232
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-234]
lugar, por la existencia de algunas superposiciones de
tumbas (cronología estratigráfica) y, en segundo lugar,
por la tipología de las urnas cerámicas y de los ajuares
que en ocasiones les acompañan (cronología tipológica).
Las pautas sociológicas del conjunto funerario de Les
Moreres (González, 2002) nos alertan sobre la posibilidad
de que ésta no sea la única necrópolis utilizada por los
habitantes de la ciudad protohistórica de Peña Negra,
tanto por el número de tumbas que podría albergar
como por la falta de correspondencia con la riqueza de
la cultura material hallada en el mundo de los vivos que
apenas se traspasa al mundo funerario. Aunque también
cabe la posibilidad de que, como ocurre en otros
momentos y culturas, el acceso a un espacio funerario no
fuera un derecho de todos y que el prestigio y el status
del difunto no viniera denotado solo por el ajuar sino por
el preciso lugar que ocupa en la necrópolis y por el tipo
de estructura funeraria. Un simbolismo que solo de lejos
refleja la dinámica sociocultural que entrevemos en los
registros domésticos de las gentes de Peña Negra. Al
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España. Barcelona.
menos, diversas estructuras y rasgos funerarios marcan
los antecedentes de las necrópolis ibéricas.
LA NECRÓPOLIS DE LES MORERES
233
[page-n-235]
[page-n-236]
El topónimo de «Salegar» es una denominación local
que señala el lugar donde se da sal a las ovejas. En el
Mesón del Carro el pastor utiliza una zona próxima a los
corrales donde se localizaron varios círculos de piedra
que apenas sobresalían de la superficie.
Estaban situados muy próximos formando un grupo
de cinco, aunque podrían haber sido más. Se distinguían
en el extremo norte de un campo totalmente cubierto de
piedras. Este campo a principios del siglo XX se utilizó
LA NECRÓPOLIS TUMULAR DEL SALEGAR
DEL MESÓN DEL CARRO
(CORTES DE ARENOSO, ALTO MIJARES, CASTELLÓN)
AMPARO BARRACHINA IBÁÑEZ
para amontonar troncos de árboles procedentes de los
Servei d’Investigacions Arqueològiques i
montes cercanos y destinados a los hornos de las gran-
Prehistòriques
Diputació de Castelló
des industrias cerámicas de la costa. El pastor nos indicó
que allí se acumulaban y se cargaban los troncos en los
carros, siendo arrastrados por tiros de caballos. Este trajín de maderas pudo desperdigar otras estructuras tumulares y crear este gran campo de piedras, dificultando en
la actualidad la localización de más túmulos.
De los cinco túmulos visibles excavamos cuatro. Sus
dimensiones no son similares, pero coinciden en el modo
de construirse y en el aprovechamiento de la roca caliza
de base para asentarlos (Fig.1).
Todas las estructuras están afectadas por procesos
erosivos relacionados con el agua y las bajas temperaturas. Este hecho ha provocado la fragmentación de las piedras más grandes que delimitan los círculos, por lo que en
LA NECRÓPOLIS TUMULAR DEL SALEGAR DEL MESÓN DEL CARRO
235
[page-n-237]
diámetro del anillo de piedra varía en cada uno de ellos,
así como la estructura interna. Solo dos presentan cámara interior (2000 y 3000), y solo uno de ellos al ser excavado nos ha permitido su documentación completa
(3000). En ambos casos la cámara se podría decir que es
excéntrica y que se construye desde la misma base del
túmulo, asentada directamente sobre la roca.
Posiblemente los túmulos tendrían un alzado algo
mayor del conservado, y su superficie visible estaría
cubierta por piedras y tierra. Solo en el caso del túmulo
Figura 1. Plano de la necrópolis del Salegar del Mesón del Carro.
2000, el de mayor tamaño, observamos la presencia
más o menos centrada de tres piedras de tamaño medio
algunos casos la delineación interna no ha sido sencilla. En
en posición vertical. No obstante dada la degradación
varias de ellas también hemos observado que están afec-
del túmulo no queremos pronunciarnos sobre su inter-
tadas por actuaciones incontroladas, posiblemente anti-
pretación.
guas, que pueden estar en relación con la falta de ajuares
asociados. Se detectaron en el punto donde corresponde-
Las características particulares que presentan cada
uno de ellos y que los diferencia son:
ría estar el acceso a la cámara o cista, observándose en
superficie el desplazamiento de las piedras exteriores del
TÚMULO 1000
anillo en dos de los casos (2000 y 3000). A estas cuestio-
Su diámetro es de 170 centímetros, y el alzado conserva-
nes señaladas hay que añadir la afección por acumulación
do de 20 centímetros. La estructura estaba afectada por
y conducción de maderas, y su situación en mitad de un
las raíces de una encina (Quercus ilex) joven que crecía
sendero que utilizan habitualmente las ovejas.
en su interior, llegando a deshacer literalmente algunas
Con todo, mediante la excavación pudimos realizar
de las piedras del círculo al introducirse por las grietas de
una valoración del conjunto tumular que por primera vez
la roca base. No tenemos constancia de su morfología
se documentaba en las comarcas interiores castellonen-
interna.
ses. En líneas generales para la construcción se utilizaron
piedras calcáreas locales de diferentes dimensiones y tie-
TÚMULO 2000
rra. El sistema constructivo del muro es de piedra en
Sus dimensiones son 240 por 250 centímetros de diáme-
seco, utilizando poca tierra para la unión de las piedras,
tro, conservando un alzado de 20 centímetros. Dentro
entre las que se incorporan otras de pequeño tamaño a
del anillo de piedras esta situada la cámara donde se
modo de cuñas. No se conservan más de dos hiladas. El
deposita el enterramiento. Ésta es de forma rectangular,
236
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-238]
aunque solo se pudo definir bien uno de los lados, manteniendo una posición excéntrica. Su orientación es sureste. Sus dimensiones aproximadas son 80 de ancho por
160 centímetros de largo.
TÚMULO 3000
Su diámetro es de 220 centímetros, y conserva un alzado
de 25 centímetros. En el interior se sitúa la cámara rectangular realizada en mampostería y en posición excéntrica.
Su orientación es sur-este. Sus dimensiones son 50/70
centímetros de ancha por 140 centímetros de larga.
TÚMULO 4000
Sus dimensiones son 220 por 240 centímetros. La morfología interna de este túmulo es diferente a las dos estructuras anteriores, no encontrando cámara. Construida igualmente sobre la roca, aquí se aprovechará la irregularidad
Figura 2. Grupo tumular de la necròpolis del Salegar del Mesón del
Carro.
del trazado rocoso (que presenta un escalón en la mitad
oeste), para colocar la urna en la parte más alta. Ésta esta-
mados, mezclados con tierra y sobre una fina capa de
ba situada a un lado del círculo y rodeada por piedras. No
color gris que interpretamos como ceniza. La irregular
se localizaron restos óseos pero sí una fina capa gris, que
dispersión de los fragmentos de huesos nos indicaba de
interpretamos como cenizas. Es el único túmulo donde se
nuevo una antigua acción incontrolada sobre el grupo de
ha documentado cerámica, aunque solo fragmentos rela-
túmulos. Si dichos huesos hubieran estado dentro de un
cionados con el cuerpo y sin ningún elemento significativo
contenedor cerámico u orgánico (tela, cuero,…), todos
que nos indique su morfología. De esta pieza se obtuvie-
estarían juntos o próximos. Su reducida presencia y gran
ron dos dataciones por termoluminiscencia con un resulta-
dispersión, además de la falta de ajuares, apuntan en
do similar: 2800 BP con un error del 10 por cien (+ 280).
esta dirección. Solo uno de los conjuntos óseos pudo ser
estudiado (2000). A excepción de estos restos no se
Los túmulos con cámara (2000 y 3000) mantienen
una orientación similar, se encuentran mirando al sur-
pudo recuperar ningún ajuar ni urna funeraria, salvo los
fragmentos cerámicos recuperados en el túmulo 4000.
este. En el interior de cada uno de ellos se localizó un
Su distribución espacial no presenta regularidad
modesto conjunto de huesos muy fragmentados y que-
(Fig. 2), estando tres de los túmulos muy próximos,
LA NECRÓPOLIS TUMULAR DEL SALEGAR DEL MESÓN DEL CARRO
237
[page-n-239]
mientras que el 2000 está ligeramente desplazado hacia
La experiencia directa que hemos tenido al estudiar
el noreste, y aun más el quinto círculo no excavado.
los conjuntos cerámicos de la necrópolis de Sant
Alrededor de los tres primeros hay un empedrado, con
Joaquim de la Menarella (ver en este mismo volumen) y
piedras de tamaño medio que se desgranaban en el
el modo de construcción/amortización de sus estructu-
proceso de excavación por los problemas señalados al
ras, nos lleva a reinterpretar lo que denominamos cista
inicio de estas líneas. Por ello no se pudo determinar si
como cámara. Este término nos parece más adecuado
estas piedras procedían de la amortización de los túmu-
para describir el espacio rectangular del interior del cír-
los, si habían sido colocadas con una función determina-
culo 3000. No obstante los túmulos del Salegar carecen
da, o estaban en relación a la litología del terreno.
de la base construida que caracteriza a las estructuras cir-
En cuanto al estudio antropológico (Agustí, 2003),
culares de Sant Joaquim, construyéndose las cámaras
ya se ha señalado que la muestra era muy reducida. Se
directamente sobre la roca y por lo tanto con una altura
recuperaron 454 fragmentos muy pequeños, con un
menor que aquellas. En cuanto a su escasa altura conser-
peso de 63,79 gramos, de los que solo se identificaron
vada, bien podría estar determinada por los problemas
42. No obstante algunos datos interesantes se pudieron
postdeposicionales que señalábamos al principio. Esta
obtener, como la temperatura del proceso de cremación
reconsideración de la tipología de los túmulos del
que se sitúa entre los 650 y 700 grados. Algunos secto-
Salegar del Mesón del Carro, también nos lleva a recon-
res anatómicos (extremidades inferiores o tórax) no esta-
siderar su cronología. Es muy probable que ésta se situa-
ban representados, por lo que pudo darse una selección
ra entre el final del siglo VIII y el inicio del siglo VII cal
intencionada en el receptáculo de la cremación (ustri-
A.N.E., es decir dentro de la Primera Edad del Hierro.
num) para efectuar un depósito funerario simbólico o
simplemente una combustión contundente con manipulación de los restos. Los datos obtenidos apuntaban a un
individuo adolescente o adulto, de sexo indeterminado y
morfología general grácil.
En cuanto a su cronología y tipología, aprovecharemos estas líneas para hacer algunas matizaciones. El
grupo tumular del Salegar del Mesón del Carro lo relacionamos inicialmente con los túmulos planos de la
necrópolis dels Castellets de Mequinenza (Barrachina,
2002-03: 143), basándonos para ello en el escaso alzado
conservado y a pesar de las diferencias que observábamos en las formas y dimensiones de las cistas.
238
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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[page-n-240]
La necrópolis de Sant Joaquim de la Menarella se sitúa en
la divisoria de la sierra de la Menarella, límite provincial
entre Castellón y Teruel (Fig. 1). Ocupa una plataforma
ligeramente sobreelevada de 720 m2 a 1063 m de altitud,
desde la que se domina un importante cruce de caminos.
Desde su posición ofrece un alto grado de visibilidad con
numerosos yacimientos de la misma cronología localizados en esta área, por lo que creemos que su visualización
tuvo carácter de icono destacado del paisaje.
LA NECRÓPOLIS TUMULAR
DE SANT JOAQUIM DE LA MENARELLA
(FORCALL, ELS PORTS, CASTELLÓN)
AMPARO BARRACHINA
Servei d’Investigacions Arqueològiques i
Prehistòriques.
Diputació de Castelló
En total se excavaron 28 estructuras funerarias, con un
nivel de conservación elevado. Desde un punto de vista
morfológico se pueden agrupar en dos tipos: circulares y
cuadradas, aunque encontramos algunas variaciones que
FRANCISCO J. HERNÁNDEZ
EIN Mediterráneo, S.L.
ANNA VICIACH
Arqueóloga
nos han llevado a dividirlas en tres tipos básicos (Fig. 2):
A) Estructuras circulares con cámara excéntrica de
mampostería y cista.
B) Estructuras circulares con cista de lajas superior.
C) Estructuras cuadrangulares con zócalo exterior.
DAVID VIZCAÍNO
EIN Mediterráneo, S.L.
En el primer caso (A) la base del túmulo es de planta circular y se construye en bloque, por lo que los
muros que lo delimitan solamente presentan la cara
exterior, hasta una altura de unos 25 cm, levantándose
el interior al mismo tiempo y rellenando este espacio
con losas, piedras y tierra. El sistema constructivo del
muro es de mampostería trabada con poca tierra para
LA NECRÓPOLIS TUMULAR DE SANT JOAQUIM DE LA MENARELLA
239
[page-n-241]
Figura 1. Ubicación geográfica de la necrópolis de Sant Joaquim de la Menarella (Forcall, Castelló).
la unión de las piedras entre las que se incorporan otras
El segundo tipo (B) presenta mayor variabilidad for-
de pequeño tamaño a modo de cuñas. A continuación
mal y aunque su sistema constructivo es similar al ante-
se construyen las paredes de la cámara funeraria y se
rior, se diferencia por la inexistencia de cámara y la pre-
continúa levantando el muro perimetral exterior relle-
sencia de una cista en la parte superior del túmulo. La
nando el espacio intermedio del mismo modo que en
cista está construida con losas colocadas verticalmente
la base. El suelo de la base se realiza mediante un enlo-
que se sitúan en una posición ligeramente excéntrica.
sado de piedras de pequeño y mediano tamaño, traba-
Destaca la estructura E4 por su zócalo exterior y su tama-
das con tierra. Desde la mitad hasta el fondo de la
ño (6,94 m de diámetro).
cámara, se colocan losas verticales apoyadas en las
Adosados a los túmulos, encontramos un número
paredes o sobre ellas mismas a modo de cista. En el
variable de loculi o depósitos funerarios: son pequeñas
interior de este espacio se sitúa la urna cineraria con los
estructuras negativas, con formas circulares o elípticas,
restos de la incineración y del ajuar (Fig. 3). Este espa-
excavadas en el nivel de uso de la necrópolis, siempre
cio podía ir cubierto con losas. Por último se cierra la
localizadas alrededor de los túmulos circulares, incluso
puerta de la cámara, continuando con la construcción
la mayoría de ellas se apoyan en la pared exterior de
del muro perimetral y rellenando el espacio intermedio.
éstos.
240
RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
[page-n-242]
Figura 2. Ortofoto de la necrópolis después del proceso de consolidación y puesta en valor.
Por último, las cámaras funerarias (C), son estructuras
muros estuvieron recubiertas de barro, puesto que apa-
de planta cuadrangular, construidas con muros de mam-
recen restos de este material constructivo, especialmen-
postería a doble cara, los cuales se levantan con blo-
te en E25, donde se ha conservado un fragmento de
ques y lajas de calcáreas locales de distinto tamaño tra-
este enlucido in situ, además de la abundante presencia
badas con tierra. El espesor de estos muros es de 40 cm
de restos de enlucido en los niveles inferiores de los
y delimitan un espacio interno de 85x90 cm de media,
derrumbes internos de todas las cámaras. La cubierta de
donde se deposita la urna con los restos incinerados y el
la cámara estaría formada por losas planas, utilizando
ajuar. El pavimento de la cámara se realiza con piedras
como elementos sustentantes viguetas de Juniperus
planas colocadas a modo de enlosado o con margas
(sabina o enebro), a tenor de los resultados obtenidos
compactadas. Creemos que las caras internas de los
en los estudios antracológicos. Las estructuras mejor
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Figura 3. Estructura circular con cámara excéntrica de mampostería y cista (E1).
conservadas presentan un vano de entrada a la cámara,
parte superior pero no se ha podido documentar el tipo
excepto E19 y E25 que no lo tienen. A la cara exterior
de estructura que lo contenía.
de la cámara se le adosa un zócalo de 35 cm de anchu-
Además de la documentación de las estructuras, se
ra hecho con los mismos materiales que el resto de la
recuperó un número importante de objetos, tanto cerá-
estructura.
micos como metálicos. Los más numerosos son los con-
La única que resulta diferente de este grupo es la
tenedores cerámicos relacionados tanto con las urnas
estructura E28. Su diferencia reside en la presencia de un
funerarias como los vasos de acompañamiento. Todos
zócalo exterior de planta circular, que envuelve otro
ellos se han agrupado en 19 tipos, donde se incluyen
zócalo cuadrangular. En el centro encontramos la estruc-
tanto los realizados a mano como a torno (Fig. 4).
tura de planta cuadrangular que se erige utilizando el sis-
Entre los realizados a mano encontramos sobre todo
tema de construcción de los túmulos circulares, no de las
vasos de cuello cilíndrico y de largo borde exvasado
cámaras cuadrangulares. El depósito se encontraba en la
con bases anilladas, junto a los perfiles en «S» con cor-
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RESTOS DE VIDA, RESTOS DE MUERTE
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Figura 4. Tabla tipológica de las urnas y vasos de acompañamiento de la necrópolis.
dón al cuello y base plana. Repitiéndose en los vasos
realmente muy escaso, limitándose a un objeto y siete
de ofrendas muchos de los perfiles de las urnas. Un
fragmentos indeterminados de hierro. En bronce se
porcentaje bastante amplio presenta una aplicación de
diferencian varios tipos de objetos, siendo los más
engobe rojo, ocre o marrón en la superficie. Solo en
numerosos los brazaletes y pulseras, seguidos de los
unos pocos ejemplares se ha podido documentar una
objetos circulares cerrados o abiertos, relacionados
aplicación de grafito. Los vasos a torno son pocos y
con cuentas, arandelas, anillos, etc., además de un col-
podrían dividirse en dos grandes conjuntos, por un lado
gante en forma de «8», un pendiente amorcillado con
los que parecen derivar de tipos fenicios y por otro los
tulipas y una fíbula de doble resorte con puente rec-
tipos más próximos a las tinajas ovoideas del mundo
tangular decorado con incisión en zigzag y graninis
ibérico.
(granos pequeños).
Entre los objetos metálicos, los más numerosos son
Finalmente, el estudio antropológico ha calculado,
los fabricados en bronce. Mientras que el hierro es
hasta el momento, un número mínimo de 90 individuos,
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entre los que se han identificado todas las clases de
ras circulares, y los practicados en un loculus junto a las
edad, incluido un lactante. La atribución sexual no se ha
estructuras circulares.
podido determinar en la mayoría de la muestra pero el
La tipología de las estructuras nos remite sin duda
dimorfismo observado permite pensar en individuos de
al área del Bajo Aragón, aun contando con sus peculia-
ambos sexos.
ridades. Cronológicamente se situaría en el segmento
Por otro lado, el ritual funerario consistió en la crema-
que ocupa el siglo VII y VI arq A.N.E. como hemos
ción en pira del cadáver –que debió de realizarse en un
visto al enumerar las características de sus materiales.
ustrinum– con una intervención o conducción del proce-
No obstante, todavía hay elementos en estudio que
so hasta conseguir la eliminación de tejidos blandos y un
podrían matizar su cronología, así como establecer una
aspecto homogéneo de los restos esqueléticos. La pos-
secuencia del desarrollo de este espacio para los
terior recogida de los restos humanos es minuciosa y sis-
muertos, donde todo parece estructurarse alrededor
temática, comprendiendo elementos minúsculos como
del túmulo circular con anillo externo y cista ligeramen-
pequeñas falanges o raíces dentarias, y sugiere un cuida-
te excéntrica, E4.
do especial por parte de algunos miembros de la comunidad de estas actividades concretas.
En la pira, el individuo no siempre está acompañado
de sus objetos personales, ya que solo en ocasiones
encontramos los elementos metálicos formando un amasijo a causa de la acción del fuego, siendo la norma su
recuperación fragmentada. Después, al realizar el depósito del cadáver, se añadirían estos objetos, documentándose su proximidad por las manchas dejadas en algunos huesos.
El depósito final de los restos humanos se formalizó dentro de contenedores cerámicos o directamente
en tierra, en un espacio acondicionado para ello, el
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