Publicacions diverses
El poblado ibérico de la Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia): nota informativa con motivo del Cincuenta Aniversario de la fundación del Servicio de Investigación Prehistórica
Enrique Pla Ballester
1977
, ISBN 84-500-2030-1
978-84-500-2030-4 , 10 p.
[page-n-1]
ENHIQUE PLA BALLESTER
EL POBLADO IBEBICO
Ul.
LA
I~ASTIOA
DE LES ALCUSES
(l\1 OGE !TE, \' ALENCI )
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MOTIVO DEL
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SERVICIO DE 11'1\'ESTIGACION
Plli~HISTORICA
OLPUTACION PROV I NCIAL
VALENCIA
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ENRIQUE PLA BALLESTER
EL POBLADO IBEHICO
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NOTA I NFORMATIVA
CON MOTIVO DEL
CINCUI': NTA AXIVERSAiliO
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DIPUTACION PROVINC:JAL
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1977
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El poblado de "La Bastida de les Aleases" se halla en término
de Mogente, a unos ochenta kilómetros de Valencia, y es, quizá,
uno de los yacimientos más importantes de todo el mundo ibérico,
ya que después de su abandono a fines del siglo IV o comienzos
del UI a. de C. no se le superpuso ningún asentamiento humano,
dándonos sus ruinas y los materiales que en ellas aparecen una
visión pura de la cultura indígena anterior a la llegada de los
romanos a la Península.
Los restos del poblado se encuentran en la cumbre de un elevado cerro alargado y aislado, del sistema montañoso de Serra Grossa,
a 741 metros sobre el nivel del mar en su punto más alto, y ocupan alredidor de ciento cincuenta metros de anchura por seiscientos cincueata de longitud. El cerro está rodeado de profundos barrancos que lo separan, por el sur, de la Vall dels Alforins y, por
el norte, del Pla de les Alcuses, siendo sus laderas de rápida pen·
diente excepto por su extremo occidental, de fácil acceso y por
donde, siguiendo la cresta del cerro, se rastrea un sinuoso camino,
en algunos tramos tallado en la roca, que termina ante una h ermosa puerta de las que tuvo el poblado. Su situación estratégica
es, todavía hoy, de gran importancia, pues domina los p asos naturales que desde las llanuras manchegas penetran, a través del
puerto de Almansa, en las actuales tierras valencianas que con·
ducen a la costa.
Las ruinas fueron descubiertas en 1909 por don Luis Tortosa,
quien hizo que ese mismo año las visitara don I sidro Ballester
Tormo. Este quedó tan impresionado que, al fundar a fines de
3
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D27 el Servicio de Investigación Prehistórica, del que ahora se
cumple el pr~mer Cincuentenario, decidió iniciar las tareas de
excaación del recién creado organismo en " La Bastida de les AJ.
cuses". Desde 1928 hasta 1931 se realizaron cuatro campañas, po·
n:.~ndose al descubierto una pequeña área del poblado que viene
a representar, poco más o menos, una cuarta parte de su extensión.
Luego, ante la cantidad y calidad de los objetos recogidos, se in·
terruutpieron los trabajos con el propósito de estudiar y publicar
los resultados obtenidos. Ello no ha sido óbice para que en varias
ocasiones se hayan efectuado algunas catas comprobatorias, como
las que llevó a cabo el profesor Nino Lamboglia, con el Director
del S. l. P. señor Fletch er, en 1952. Ultimamente, entre los meses
de junio y agosto de 1975 , aprovechando la construcción de un
camino de acceso al poblado por el Timo. Ayuntamiento de Mo·
ger.te e !CONA, con la colaboración y asesoramiento del Servicio,
se iniciaron los trabajos, en parte subvencionados por la Dirección
General del Patrin10nio Artístico y Cultural, para instalar una
cerca metál:ca que rodee el perímetro del yacimiento; para esto,
y como tarea previa, se limpió parte de la muralla y del camino
e ronda e -terior o de circunvalación que ha de quedar entre
le
aquélla y la cerca. Al frente de estos trabajos estuvo la Dirección
tlel Servicio con el Ayudante T écnico don José Aparicio Pérez,
q~:e además se preocuparon de vigilar los trabajos que se estaban
llevando a cabo y de recoger las cerámicas y otros objetos que
excavadores clandestinos, cada día más numerosos, habían dejado
junto a los hoyos que efectuaran.
Las excavaciones realizadas durante los años 1928 a 1931 pu·
sieron al descubierto 245 habitaciones y fueron dirigidas por el
entonces D:tector del S. I . P. don I sidro Ballester Tormo y el
actual Director Honorario Dr. Luis Pericot García, colaborando
en ellas, además, don Mariano Jornet Perales, don Gonzalo Vi·
ñes Masip, don Emilio Gómez Nadal y don Domingo Fletcher
Valls, hoy D:.rector del Servicio. En 1928 se excavaron 59 depar·
tame:::ttos o hab"tac:ones, en 1929, 42, en 1930, 45, y en 1931 los
.
n restantes. Las excavaciones mostraron un gran desorden en los
ajuares, prueba de que el poblado no fue abandonado pacífica·
4
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mente, sino que debió ser arrasado tras sufrir un ataque enemigo
que no dió tiempo a su s habitantes a llevar consigo sus joyas,
armas, útiles de trabajo, etc. E l hallazgo de restos de escudo, puntas de lanza, jabalinas y otras armas en las calles del poblado hact'
pensar en una lucha en su interior.
La profundidad del estrato es variable, no superando en ningún
caso el metro de altura las paredes que se conservan ; se distinguen
tres niveles : uno superficial, de humus reciente, otro intermedio
formado por las tierras depositadas con posterioridad al abandono
y restos de las techumbres y paredes caídas y, el inferior, correspondiente al nivel de habitabilidad, en el que se encuentran en
su mayor parte los objetos arqueológicos.
El poblado estaba defendido por murallas que ceñían la cumbre de la loma siguiendo poco más o menos la cota 725 y de las
que quedan algunos tramos en bastante buen estado de conservación, pudiéndose seguir sin dificultad el trazado del resto. El interior estaba dividido en dos recintos por una muralla transversal,
norte-sur, ligeramente curvada hacia poniente; el primer recinto,
que comprende una tercera parte del área total amurallada a su
oeste, no presenta edificaciones, por lo que bien pudiera corresponder a una albacara ; el segundo recinto, que viene a ocupaT
las dos terceras partes de levante, eTa la zona habitada del po·
hlado y en el que se encuentran los restos de las viviendas. El
acceso a esta zona se debía hacer por varios puntos, aunque hasta
ahora sólo se distinga bien una puerta a poniente y una especie
de portillo al norte, así como quedan rastros para sospechar la
existencia de otra entrada por el este, opuesta a la primera.
Las casas están todas, como se ha dicho, en el recinto mayor,
o sea en la parte este de la cumbre, ocupando los dos tercios de
la zona amurallada. Las paredes, de 0'45 a 0'70 de espesor, estahan hechas en su parte inferior, hasta un metro o poco más de
altura, de piedras de mediano y pequeño tamaño, ligeramente
desbastadas o simplemente careadas y recibidas con barro, completándose hacia arriba mediante muro de adobes. Las habita·
ciones eran en .su mayoría de planta rectangular, oscilando ous
medidas entre los dos metros y medio y los diez, y estarían cu·
S
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biertas con un entramado de ramas y cañas revestido exterioY·
mente, como se ha venido haciendo hasta ahora en las barracas
valencianas, con un enlucido de barro. El suelo era de tierra apisonada o estaba enlosado o empedrado y, en algunos departamentos, se id~ntificaron unos poyos o bancos corridos adosados
a las caras interiores de una o de varias paredes. Hasta el mo·
1
mento se han'' descubierto pocos huecos o vanos que comuniquen
unas habitaciqnes con otras, lo que hace difícil o imposible esta·
blecer l os reci,ntos que componían una sola casa. Se han estudiado
y publicado cien departamentos, es decir, menos de la mitad de
los excavados, estando en preparación la edición de otros cin·
cuenta.
Una de las características que contribu yen a que "La Bastida
de les Alcuses" sea un excepcional yacimiento prerromano la constituye la riqueza de los materiales arqueológicos recogidos durante
las excavaciones y, más aúu, la de los objetos de metal que con·
trastan con l os que se encuentran en otros poblados por su relativamente buena conservación. Hay armas de hierro, tanto ofen·
sivas como defensivas (falcatas, puntas de lanza y de jabalina,
regatones, agarraderas de escudo, etc.), bocados y otras partes
de frenos de caballerías, espuelas, placas protectoras de la cabeza
de barras de carro, utensilios de uso caser'~ e instrumentos de
trabajo (cuchillos corrientes y afalcatados, alfileres y agujas, partes de cazuelas, cadenas de llar, trébedes, hoc:es y hocinos, hachas,
legones, alcotanas, azuelas, escardillos, picos, cu charas de sem·
brador, arrejadas, zapatas de reja de arado, punzones, taladros,
escoplos, formones, barrenas, sierras, martillos, cinceles, paletas
de albañil, compases, chiflas, cuchillas de zapatero, agujas esparteras, etc.), abundantes clavos de diversos tipos, aros y anillas,
varillas, planchas de varios tipos, armazones y otras piezas de
difícil identificación. Son muy numerosas las fíbulas de bronce,
en su mayoría anulares, de diferentes tipos; los ponderales de
bronce y plomo, generalmente troncocónicos, y los anillos y sor·
tijas, algunos con chatón decorado, en hierro, bronce y plata. En
bronce h ay que destacar, en primer lugar, la estatuilla represen·
tando un jinete -el ya famoso "guerrero de la Bastida" o "guerrer
6
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de Moixent"- y la que figura un toro con parte del yugo que
debía unirlo a otro semejante formando una yunta, varias chapas
de cinturón, alguna con nielado de plata, una buena serie de
pinzas de depilar y varias campanillas o cencerros, de las que
un par todavía suenan. Mención destacada merece la lámina rectangular de plomo, de 18 cms. de largo por 5 de ancho, escrita
en caracteres ibéricos del sudeste incisos por ambas caras, con un
total de doscientos cuarenta y cinco signos. Y por último hay que
mencionar dos pares de pendientes de tipo amorcillado en oro y
una excepcional cadena del mismo metal precioso formada por un
cordón trenzado en espiga de ocho hilos con los extremos terminados en planchuela formando un ojal uno y una larga aguja
el otro.
La cerámica es muy abundante, estando todos los vasos hechos
a tomo. Predomina la ibérica de buena calidad, sin decorar o con
decoración geométrica y vegetal muy simple pintada en rojo vinoso, y de muy variadas formas y tamaños: ánforas, tinajas, urnas, orzas, cazuelas, caliciformes, ovoideas, platos, tapaderas, sostenes, etc. También son abundantes las orzas, ollas y tapaderas
de pasta grosera, más o menos gris oscura y con granos de desgrasante en la masa destacables a simple vista ; igualmente hay
un buen porcentaje de vasijas con decoración bicroma, algunas de
las llamadas grises ampuritanas o de imitación de tal clase y son
muy numerosos los vasos importados, principalmente los áticos de
barniz negro que presentan gran variedad de formas y de decoraciones impresas en los fondos internos, no faltando los áticos de figuras rojas, entre los que hay algunas muestras de gran interés.
Por último, son numerosísimas las fusayolas y pesas de telar
de cerámica, los punzones de hueso, lisos unos y con la cabeza
decorada otros y las cuent~s de collar de pasta vítrea, por lo general azules y con el cuerpo agallonado.
De momento, y a resultas de la terminación del estudio de los
materiales aparecidos en las habitaciones o departamentos todavía
inéditos y de lo que puedan dar futuras excavaciones, puede afirmarse que en la Lloma de la Bastida de les Alcuses hubo un importante poblado ib érico, cuyo nombre no ha sido posible identi7
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ficar sin duda por haber ya desaparecido cuando llegaron a la
Península los primeros geógrafos e historiadores clásicos, que iniciaría su vida en la segunda mitad del siglo V a. de C., desarrollándose durante el siglo siguiente y que, cuando había alcanzado
su más alto grado de progreso, hacia fines del siglo IV o principios del lll, fue violentamente destruído, cayendo en el más
absoluto olvido hasta que, a comienzos del siglo actual, fueran
sus ruinas descubiertas.
Por su transcendencia para los estudios arquológicos, el cerro
de "La Bastida de les Alcuses", de Mogente, fue, el día 3 de junio
de 1931, declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional.
8
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BIBLIOGRAFIA
1 Isidro BaJlester Tormo y Luis Peric~t García : "La Bastida de les AJ.
cuses (Mogente)", en Archivo de Prehistoria Levantina, I, 1928, Valen·
cia, 1929, págs. 179 a 213.
2 Domingo Fletcher Valls, Enrique Pla Ballester y José Alcácer Gran: "La
Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia)", 1, número 24 de la Seri<'
de Trabajos Varios del S. l. P., Valencia, 1965.
3 Domingo Fletcher Valls, Enrique Pla Ballester y José Alcácer Grau: "La
Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia)", II, número 25 de la Serif'
de Trabajos Varios del S. l. P., Valencia, 1969.
4 Josep de Calasanz Serra Riúols: "Noves inscripcions iberiqueo¡.. lnscripció
de La Bastida", en Anuari de l'lnstitut d 'Estudis Catalans, volumen
VID, años 1972-1931, Barcelona, 1934, págs. 333 a 339.
5 Nino Lamboglia : "La ceramica precampana dclla Bastida~, en Archivo
de Prehistoria Levantina, V, Valencia, 1954, págs. 105 a 139.
6 J. H. C. Kern: "Notice sur une oenochoé attique a glac;ure noire au
Musée de Préhistoire de Valencia (Espagne)", en Archivo de Prehistorill
Levantina, V, Valencia, 1954, págs. 141 a 145.
7 E. Kukahn : "Estatuilla de bronce de un guerrero a caballo del poblado
ibérico de La Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia)", en Archivo
de Prehistoria Levantina, V,
Va~encia,
1954, págs. 147 a 158.
9
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8 Pío Beltrán Villagrasa: "El plomo escrito de La Bastida", número 16
de la Serie de Trabajos Varios del S. l. P., Valencia, 1954.
9 Maria Angeles Vall Ojeda: "La cadenilla de oro de La Bastida de leo
Alcuses (Mogente, Valencia)", en Crónica del V Congreso Nacional de
Arqueología (Zaragoza, 1951), Zaragoza, 1959, págs. 239 a 243.
10 Pío Beltrán Villagrasa : "El plomo escrito de La Bastida de les Alcuses
(Mogente), (Addenda et Corrigenda)", número 23 de la Serie de Trabajos Varios del S. l. P., Valencia, 1962.
10
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Poblado ibérico de
LA BASTIDA
DE
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(Mogente- Valencia)
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Según MARIANO JORNET -1931
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Situación de La Bastida e indicación de loe principales poblados
de la Contestania. Según N. Lamhoglia
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excava da e n 1929
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al pobla do en s u extrem o de p onien te
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De¡>no·tamenl o 99. prin cip ios (ld s. IV. '\'íonoh. 3 a 5. Dcp:u·tnuo cnt o 68, se·
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IMPRENT A PROVINCIAL DE VALENC IA
Depósilo legal : V. 1.591.- 1977
ISBN : 8-l·S00·2030·1
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El poblado de "La Bastida de les Aleases" se halla en término
de Mogente, a unos ochenta kilómetros de Valencia, y es, quizá,
uno de los yacimientos más importantes de todo el mundo ibérico,
ya que después de su abandono a fines del siglo IV o comienzos
del UI a. de C. no se le superpuso ningún asentamiento humano,
dándonos sus ruinas y los materiales que en ellas aparecen una
visión pura de la cultura indígena anterior a la llegada de los
romanos a la Península.
Los restos del poblado se encuentran en la cumbre de un elevado cerro alargado y aislado, del sistema montañoso de Serra Grossa,
a 741 metros sobre el nivel del mar en su punto más alto, y ocupan alredidor de ciento cincuenta metros de anchura por seiscientos cincueata de longitud. El cerro está rodeado de profundos barrancos que lo separan, por el sur, de la Vall dels Alforins y, por
el norte, del Pla de les Alcuses, siendo sus laderas de rápida pen·
diente excepto por su extremo occidental, de fácil acceso y por
donde, siguiendo la cresta del cerro, se rastrea un sinuoso camino,
en algunos tramos tallado en la roca, que termina ante una h ermosa puerta de las que tuvo el poblado. Su situación estratégica
es, todavía hoy, de gran importancia, pues domina los p asos naturales que desde las llanuras manchegas penetran, a través del
puerto de Almansa, en las actuales tierras valencianas que con·
ducen a la costa.
Las ruinas fueron descubiertas en 1909 por don Luis Tortosa,
quien hizo que ese mismo año las visitara don I sidro Ballester
Tormo. Este quedó tan impresionado que, al fundar a fines de
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D27 el Servicio de Investigación Prehistórica, del que ahora se
cumple el pr~mer Cincuentenario, decidió iniciar las tareas de
excaación del recién creado organismo en " La Bastida de les AJ.
cuses". Desde 1928 hasta 1931 se realizaron cuatro campañas, po·
n:.~ndose al descubierto una pequeña área del poblado que viene
a representar, poco más o menos, una cuarta parte de su extensión.
Luego, ante la cantidad y calidad de los objetos recogidos, se in·
terruutpieron los trabajos con el propósito de estudiar y publicar
los resultados obtenidos. Ello no ha sido óbice para que en varias
ocasiones se hayan efectuado algunas catas comprobatorias, como
las que llevó a cabo el profesor Nino Lamboglia, con el Director
del S. l. P. señor Fletch er, en 1952. Ultimamente, entre los meses
de junio y agosto de 1975 , aprovechando la construcción de un
camino de acceso al poblado por el Timo. Ayuntamiento de Mo·
ger.te e !CONA, con la colaboración y asesoramiento del Servicio,
se iniciaron los trabajos, en parte subvencionados por la Dirección
General del Patrin10nio Artístico y Cultural, para instalar una
cerca metál:ca que rodee el perímetro del yacimiento; para esto,
y como tarea previa, se limpió parte de la muralla y del camino
e ronda e -terior o de circunvalación que ha de quedar entre
le
aquélla y la cerca. Al frente de estos trabajos estuvo la Dirección
tlel Servicio con el Ayudante T écnico don José Aparicio Pérez,
q~:e además se preocuparon de vigilar los trabajos que se estaban
llevando a cabo y de recoger las cerámicas y otros objetos que
excavadores clandestinos, cada día más numerosos, habían dejado
junto a los hoyos que efectuaran.
Las excavaciones realizadas durante los años 1928 a 1931 pu·
sieron al descubierto 245 habitaciones y fueron dirigidas por el
entonces D:tector del S. I . P. don I sidro Ballester Tormo y el
actual Director Honorario Dr. Luis Pericot García, colaborando
en ellas, además, don Mariano Jornet Perales, don Gonzalo Vi·
ñes Masip, don Emilio Gómez Nadal y don Domingo Fletcher
Valls, hoy D:.rector del Servicio. En 1928 se excavaron 59 depar·
tame:::ttos o hab"tac:ones, en 1929, 42, en 1930, 45, y en 1931 los
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n restantes. Las excavaciones mostraron un gran desorden en los
ajuares, prueba de que el poblado no fue abandonado pacífica·
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mente, sino que debió ser arrasado tras sufrir un ataque enemigo
que no dió tiempo a su s habitantes a llevar consigo sus joyas,
armas, útiles de trabajo, etc. E l hallazgo de restos de escudo, puntas de lanza, jabalinas y otras armas en las calles del poblado hact'
pensar en una lucha en su interior.
La profundidad del estrato es variable, no superando en ningún
caso el metro de altura las paredes que se conservan ; se distinguen
tres niveles : uno superficial, de humus reciente, otro intermedio
formado por las tierras depositadas con posterioridad al abandono
y restos de las techumbres y paredes caídas y, el inferior, correspondiente al nivel de habitabilidad, en el que se encuentran en
su mayor parte los objetos arqueológicos.
El poblado estaba defendido por murallas que ceñían la cumbre de la loma siguiendo poco más o menos la cota 725 y de las
que quedan algunos tramos en bastante buen estado de conservación, pudiéndose seguir sin dificultad el trazado del resto. El interior estaba dividido en dos recintos por una muralla transversal,
norte-sur, ligeramente curvada hacia poniente; el primer recinto,
que comprende una tercera parte del área total amurallada a su
oeste, no presenta edificaciones, por lo que bien pudiera corresponder a una albacara ; el segundo recinto, que viene a ocupaT
las dos terceras partes de levante, eTa la zona habitada del po·
hlado y en el que se encuentran los restos de las viviendas. El
acceso a esta zona se debía hacer por varios puntos, aunque hasta
ahora sólo se distinga bien una puerta a poniente y una especie
de portillo al norte, así como quedan rastros para sospechar la
existencia de otra entrada por el este, opuesta a la primera.
Las casas están todas, como se ha dicho, en el recinto mayor,
o sea en la parte este de la cumbre, ocupando los dos tercios de
la zona amurallada. Las paredes, de 0'45 a 0'70 de espesor, estahan hechas en su parte inferior, hasta un metro o poco más de
altura, de piedras de mediano y pequeño tamaño, ligeramente
desbastadas o simplemente careadas y recibidas con barro, completándose hacia arriba mediante muro de adobes. Las habita·
ciones eran en .su mayoría de planta rectangular, oscilando ous
medidas entre los dos metros y medio y los diez, y estarían cu·
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biertas con un entramado de ramas y cañas revestido exterioY·
mente, como se ha venido haciendo hasta ahora en las barracas
valencianas, con un enlucido de barro. El suelo era de tierra apisonada o estaba enlosado o empedrado y, en algunos departamentos, se id~ntificaron unos poyos o bancos corridos adosados
a las caras interiores de una o de varias paredes. Hasta el mo·
1
mento se han'' descubierto pocos huecos o vanos que comuniquen
unas habitaciqnes con otras, lo que hace difícil o imposible esta·
blecer l os reci,ntos que componían una sola casa. Se han estudiado
y publicado cien departamentos, es decir, menos de la mitad de
los excavados, estando en preparación la edición de otros cin·
cuenta.
Una de las características que contribu yen a que "La Bastida
de les Alcuses" sea un excepcional yacimiento prerromano la constituye la riqueza de los materiales arqueológicos recogidos durante
las excavaciones y, más aúu, la de los objetos de metal que con·
trastan con l os que se encuentran en otros poblados por su relativamente buena conservación. Hay armas de hierro, tanto ofen·
sivas como defensivas (falcatas, puntas de lanza y de jabalina,
regatones, agarraderas de escudo, etc.), bocados y otras partes
de frenos de caballerías, espuelas, placas protectoras de la cabeza
de barras de carro, utensilios de uso caser'~ e instrumentos de
trabajo (cuchillos corrientes y afalcatados, alfileres y agujas, partes de cazuelas, cadenas de llar, trébedes, hoc:es y hocinos, hachas,
legones, alcotanas, azuelas, escardillos, picos, cu charas de sem·
brador, arrejadas, zapatas de reja de arado, punzones, taladros,
escoplos, formones, barrenas, sierras, martillos, cinceles, paletas
de albañil, compases, chiflas, cuchillas de zapatero, agujas esparteras, etc.), abundantes clavos de diversos tipos, aros y anillas,
varillas, planchas de varios tipos, armazones y otras piezas de
difícil identificación. Son muy numerosas las fíbulas de bronce,
en su mayoría anulares, de diferentes tipos; los ponderales de
bronce y plomo, generalmente troncocónicos, y los anillos y sor·
tijas, algunos con chatón decorado, en hierro, bronce y plata. En
bronce h ay que destacar, en primer lugar, la estatuilla represen·
tando un jinete -el ya famoso "guerrero de la Bastida" o "guerrer
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de Moixent"- y la que figura un toro con parte del yugo que
debía unirlo a otro semejante formando una yunta, varias chapas
de cinturón, alguna con nielado de plata, una buena serie de
pinzas de depilar y varias campanillas o cencerros, de las que
un par todavía suenan. Mención destacada merece la lámina rectangular de plomo, de 18 cms. de largo por 5 de ancho, escrita
en caracteres ibéricos del sudeste incisos por ambas caras, con un
total de doscientos cuarenta y cinco signos. Y por último hay que
mencionar dos pares de pendientes de tipo amorcillado en oro y
una excepcional cadena del mismo metal precioso formada por un
cordón trenzado en espiga de ocho hilos con los extremos terminados en planchuela formando un ojal uno y una larga aguja
el otro.
La cerámica es muy abundante, estando todos los vasos hechos
a tomo. Predomina la ibérica de buena calidad, sin decorar o con
decoración geométrica y vegetal muy simple pintada en rojo vinoso, y de muy variadas formas y tamaños: ánforas, tinajas, urnas, orzas, cazuelas, caliciformes, ovoideas, platos, tapaderas, sostenes, etc. También son abundantes las orzas, ollas y tapaderas
de pasta grosera, más o menos gris oscura y con granos de desgrasante en la masa destacables a simple vista ; igualmente hay
un buen porcentaje de vasijas con decoración bicroma, algunas de
las llamadas grises ampuritanas o de imitación de tal clase y son
muy numerosos los vasos importados, principalmente los áticos de
barniz negro que presentan gran variedad de formas y de decoraciones impresas en los fondos internos, no faltando los áticos de figuras rojas, entre los que hay algunas muestras de gran interés.
Por último, son numerosísimas las fusayolas y pesas de telar
de cerámica, los punzones de hueso, lisos unos y con la cabeza
decorada otros y las cuent~s de collar de pasta vítrea, por lo general azules y con el cuerpo agallonado.
De momento, y a resultas de la terminación del estudio de los
materiales aparecidos en las habitaciones o departamentos todavía
inéditos y de lo que puedan dar futuras excavaciones, puede afirmarse que en la Lloma de la Bastida de les Alcuses hubo un importante poblado ib érico, cuyo nombre no ha sido posible identi7
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ficar sin duda por haber ya desaparecido cuando llegaron a la
Península los primeros geógrafos e historiadores clásicos, que iniciaría su vida en la segunda mitad del siglo V a. de C., desarrollándose durante el siglo siguiente y que, cuando había alcanzado
su más alto grado de progreso, hacia fines del siglo IV o principios del lll, fue violentamente destruído, cayendo en el más
absoluto olvido hasta que, a comienzos del siglo actual, fueran
sus ruinas descubiertas.
Por su transcendencia para los estudios arquológicos, el cerro
de "La Bastida de les Alcuses", de Mogente, fue, el día 3 de junio
de 1931, declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional.
8
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BIBLIOGRAFIA
1 Isidro BaJlester Tormo y Luis Peric~t García : "La Bastida de les AJ.
cuses (Mogente)", en Archivo de Prehistoria Levantina, I, 1928, Valen·
cia, 1929, págs. 179 a 213.
2 Domingo Fletcher Valls, Enrique Pla Ballester y José Alcácer Gran: "La
Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia)", 1, número 24 de la Seri<'
de Trabajos Varios del S. l. P., Valencia, 1965.
3 Domingo Fletcher Valls, Enrique Pla Ballester y José Alcácer Grau: "La
Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia)", II, número 25 de la Serif'
de Trabajos Varios del S. l. P., Valencia, 1969.
4 Josep de Calasanz Serra Riúols: "Noves inscripcions iberiqueo¡.. lnscripció
de La Bastida", en Anuari de l'lnstitut d 'Estudis Catalans, volumen
VID, años 1972-1931, Barcelona, 1934, págs. 333 a 339.
5 Nino Lamboglia : "La ceramica precampana dclla Bastida~, en Archivo
de Prehistoria Levantina, V, Valencia, 1954, págs. 105 a 139.
6 J. H. C. Kern: "Notice sur une oenochoé attique a glac;ure noire au
Musée de Préhistoire de Valencia (Espagne)", en Archivo de Prehistorill
Levantina, V, Valencia, 1954, págs. 141 a 145.
7 E. Kukahn : "Estatuilla de bronce de un guerrero a caballo del poblado
ibérico de La Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia)", en Archivo
de Prehistoria Levantina, V,
Va~encia,
1954, págs. 147 a 158.
9
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8 Pío Beltrán Villagrasa: "El plomo escrito de La Bastida", número 16
de la Serie de Trabajos Varios del S. l. P., Valencia, 1954.
9 Maria Angeles Vall Ojeda: "La cadenilla de oro de La Bastida de leo
Alcuses (Mogente, Valencia)", en Crónica del V Congreso Nacional de
Arqueología (Zaragoza, 1951), Zaragoza, 1959, págs. 239 a 243.
10 Pío Beltrán Villagrasa : "El plomo escrito de La Bastida de les Alcuses
(Mogente), (Addenda et Corrigenda)", número 23 de la Serie de Trabajos Varios del S. l. P., Valencia, 1962.
10
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Poblado ibérico de
LA BASTIDA
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(Mogente- Valencia)
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PLANO DE LA ZONA EXCAVADA
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Situación de La Bastida e indicación de loe principales poblados
de la Contestania. Según N. Lamhoglia
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IMPRENT A PROVINCIAL DE VALENC IA
Depósilo legal : V. 1.591.- 1977
ISBN : 8-l·S00·2030·1
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