Más allá de la imitación. Vajillas ibéricas con formas áticas en La Bastida de les Alcusses (Moixent, Valencia)
Iván Amorós López
2022
Museu de Prehistòria de València
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXXIV, Valencia, 2022, p. 173-197
Permanent IRI: http://mupreva.org/pub/1591
Creative Commons BY-NC-SA 3.0 ES
ISSN: 0210-3230 / eISSN: 1989-0508
Iván AMORÓS LÓPEZ a
Más allá de la imitación.
Vajillas ibéricas con formas áticas
en La Bastida de les Alcusses (Moixent, Valencia)
RESUMEN: En este trabajo se presenta el repertorio de cerámicas ibéricas tradicionalmente consideradas
como imitaciones de tipos áticos procedentes del oppidum de La Bastida de les Alcusses (Moixent,
Valencia). Desde el punto de vista interpretativo, tratamos de ir más allá de esta conceptualización como
imitación o mera copia de un modelo griego para entenderlas como el resultado de una reinterpretación
por parte de los productores y consumidores locales como respuesta a diversas motivaciones sociales.
En este sentido, se aborda el estudio formal y cuantitativo de las distintas formas presentes en el
yacimiento, estableciendo una comparativa con los supuestos originales áticos, tratando de dilucidar
qué se “copia” y qué no, así como el análisis de su distribución espacial en el poblado. Finalmente, se
analiza su valor social teniendo en cuenta el papel que pudieron desempeñar como elemento diacrítico
o piezas de encargo en el marco de las prácticas de comensalidad y las estrategias de poder desplegadas
por los distintos grupos en la construcción de las relaciones sociales.
PALABRAS CLAVE: Cultura ibérica, Contestania, cerámica ática, imitaciones, poder.
Beyond imitation. Iberian tableware with Attic shapes
in La Bastida de les Alcusses (Moixent, Valencia)
ABSTRACT: This paper presents the repertoire of Iberian pottery traditionally considered as imitations
of Attic types from the oppidum of La Bastida de les Alcusses (Moixent, Valencia). We try to go beyond
the conceptualization as an imitation or mere copy of Greek model and to understand them as the result
of reinterpretations by local producers and consumers in response to different social motivations. In
this sense, the formal and quantitative study of the different forms present in the site is addressed,
establishing a comparison with the supposed Attic originals, trying to explain what is “copied” and
what is not, as well as the analysis of their spatial distribution in the settlement. Finally, social value
of these productions is analysed, considering the role they may have played as diacritical elements
or commissioned pieces within the framework of commensal practices and the strategies of power
deployed by the different groups in the construction of social relations.
KEYWORDS: Iberian culture, Contestania, Attic pottery, imitations, power.
a
Museu Arqueològic Municipal, Ajuntament de Moixent.
iamoros@moixent.es | https://orcid.org/0000-0003-4791-3248
Recibido: 08/02/2022. Aceptado: 20/04/2022.
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I. Amorós López
1. INTRODUCCIÓN
El fenómeno de lo que tradicionalmente se ha denominado imitaciones en el ámbito de la cerámica
se caracteriza por su ubicuidad, estando presente en la mayoría de las culturas y, más en concreto,
en el caso del Mediterráneo antiguo que nos ocupa (Stockhammer, 2013; Balco, 2018; Beck, 2020).
En el ámbito peninsular, este interés se remonta a los mismos albores de la investigación sobre la
cultura ibérica, con los vínculos, hoy en día totalmente descartados, con las cerámicas micénicas
propuestos por P. Paris (1903) o E. Albertini (1906-1907). También de estos primeros pasos de la
arqueología ibérica datan las propuestas que establecían una relación entre los motivos figurativos de
la cerámica pintada de estilo Oliva-Llíria y las decoraciones de figuras rojas y negras de la cerámica
griega (Carpenter, 1925; Ballester, 1945). Junto a este influjo griego en las decoraciones, hoy en día
poco tenido en cuenta por el décalage cronológico, también son tempranas las propuestas respecto a
una influencia de las formas en el Corpus Vasorum Antiquorum (Olmos, 1990: 40) o en las cerámicas
del poblado de La Gessera (Bosch, 1919).
Es a partir de los años 70 cuando se produce una aproximación tipológica al estudio de las cerámicas
ibéricas y cuando empiezan a estudiarse de forma más sistemática las relaciones formales entre algunas
piezas locales y los prototipos áticos. En el año 1979 se publica el estudio de las cerámicas de la
cámara funeraria de Toya, donde se llama la atención sobre las imitaciones de cratera de columnas y
de campana (Pereira, 1979), y el conjunto de cerámicas de imitación ática del Museo Arqueológico de
Ibiza (Fernández y Granados, 1979).
En los años 80 encontramos los primeros repertorios que recogen de forma específica este tipo
de piezas en distintas regiones, donde cabe destacar el trabajo de V. Page (1984) para el territorio de
Valencia, Alicante y Murcia. Se trata de un catálogo muy completo que recoge todas las evidencias
documentadas hasta ese momento, tanto en poblados como en necrópolis, y estructurado desde la
comparación con las formas griegas e itálicas. A pesar de ser un catálogo muy exhaustivo, la parte
interpretativa queda en un segundo plano y se inserta en la tradición preponderante y común a la
mayoría de los trabajos del momento, que las valora desde la óptica de la helenización y aculturación,
quedando las poblaciones locales en un segundo término. Otros trabajos contribuyeron a ampliar el
corpus de evidencias conocidas como los estudios de C. Aranegui y J. Pérez Ballester (1990), de J.
Pereira y C. Sánchez (1987) para el área andaluza o los de C. Mata y H. Bonet (1988), centrado en las
imitaciones de cerámica campaniense en el área edetana y contestana. También se incluyen como un
tipo específico en la propuesta tipológica para la cerámica ibérica de estas dos últimas autoras (Mata
y Bonet, 1992).
En este contexto encontramos también los trabajos de R. Olmos (1984; 1988-89; 1990) que, aún
desde una perspectiva ligada en cierto modo a los conceptos de aculturación y helenización, aporta
reflexiones que van más allá de la consideración de estos productos como meras imitaciones. En
este sentido, se llama la atención sobre la complejidad del fenómeno que presenta múltiples aristas
sociales, simbólicas o productivas y que deben ser entendidas y analizadas en su propio contexto social
y no como una mera copia de modelos foráneos. Algo más recientes, son dos trabajos que podríamos
considerar como estados de la cuestión sobre esta temática en el ámbito de la cerámica ibérica (Bonet
y Mata, 2008; Sala, 2009). Finalmente, cabe destacar los trabajos recogidos en el volumen El problema
de las “imitaciones” durante la Protohistoria en el Mediterráneo centro-occidental: entre el concepto
y el ejemplo (Graells et al., 2014) donde se aborda esta cuestión desde nuevas perspectivas y que
supone uno de los puntos de partida para el estudio que ahora presentamos.
Tras esta introducción historiográfica se exponen, en un primer apartado, las bases teóricas y
metodológicas sobre las que se asienta nuestro trabajo acerca de las producciones locales con formas
áticas en el oppidum ibérico de La Bastida de les Alcusses. A continuación, y como se ha propuesto
para el estudio de objetos similares en el contexto peninsular (Sardà, 2014: 137-138), se aborda
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el estudio formal del repertorio, valorando el conocimiento de los modelos áticos por parte de las
comunidades locales y analizando comparativamente las importaciones y las producciones ibéricas.
Parte del estudio plantea los motivos funcionales e ideológicos que llevaron a las poblaciones ibéricas
a seleccionar y adaptar determinados tipos y no otros, y si se copiaron de manera fiel o en cambio solo
se escogieron y reinterpretaron ciertos elementos. La distribución de este tipo de cerámicas entre los
distintos conjuntos y estancias de La Bastida de les Alcusses y su relación con las cerámicas importadas
es objeto del siguiente apartado, junto a la presencia de este tipo de vajillas en el contexto regional.
Finalmente, valoramos el uso y significado que estos objetos pudieron tener en la nueva realidad
social ibérica, reflexionando acerca del valor social de estas vajillas en el marco de las estrategias
de diferenciación social, prácticas de consumo o construcciones identitarias de los diferentes grupos
sociales que habitaron el oppidum.
2. ASPECTOS TEÓRICOS: ¿IMITACIÓN, HIBRIDACIÓN O ENTANGLEMENT?
Centrándonos ya en la perspectiva que adoptaremos en nuestro estudio, creemos que es esencial valorar
el papel concreto que juegan estas producciones en el contexto local, así como su valor social en las
comunidades ibéricas que las produjeron y consumieron. Estas imitaciones han sido tradicionalmente
interpretadas a la luz del paradigma aculturacionista, que parte de presupuestos evolucionistas y que
concibe la interacción entre dos culturas de forma desigual, con la adopción o imitación de rasgos de
un grupo social considerado como más desarrollado (griegos) por parte de otro menos evolucionado
(iberos). Estos productos tienen entidad en sí mismos y deben interpretarse en el contexto social en que
son producidos y consumidos, por lo que se trataría de una relación mucho más compleja y que iría
más allá de una mera irradiación cultural (Jiménez, 2014: 34-37), además de que presentan diferencias
en una serie de aspectos tecnológicos de la producción cerámica.
Uno de los modelos interpretativos más adecuados a la hora de entender estas situaciones de
contacto cultural y adopción de objetos ha sido el de middle ground social, un espacio abstracto de
negociación e intercambio entre los distintos agentes participantes que poseen sus propias agencias e
intereses y que van a dar lugar a distintas estrategias y respuestas por parte de las comunidades que
entran en contacto (White, 1991; Bhabha, 1994; Malkin, 2002;). Este concepto está muy ligado a la
perspectiva postcolonial y a la teoría de la hibridación cultural donde estos actores crean y reproducen
tanto sus prácticas sociales como su cultura material, construyendo formas nuevas, pero al mismo
tiempo familiares. Creemos que este es un buen marco teórico de partida, especialmente pertinente
para contextos coloniales donde existe un contacto mucho más directo y estrecho entre diferentes
comunidades, aunque debe ser matizado en nuestro caso de estudio.
En este contexto de contacto cultural, ya sea de objetos, ideas o personas, las prácticas culturales
y su reproducción, en ocasiones de forma repetitiva e inconsciente, juegan un papel esencial en los
procesos de cambio social y material, dando lugar a nuevas creaciones. En este sentido resulta muy
adecuado el modelo de P. Bourdieu y su concepto de habitus, un esquema o forma de entender el
mundo compartido por un grupo social y que en cierto modo guía la forma de actuar de sus miembros
(Bourdieu, 1977). Esta relación entre la estructura y la agencia está mediada por la práctica, la cual
está condicionada por la estructura pero al mismo tiempo la va reconfigurando en la medida en que la
reproduce (Dietler y Herbich, 1998: 245). De igual modo, los objetos son al mismo tiempo productos
y configuradores de la estructura, constituyendo algo más que una realidad física (Beck, 2020: 627).
Por tanto, es necesario entender estos objetos y su adopción no solo desde un punto de vista
meramente funcional, sino como entangled objects (Thomas, 1991) con múltiples significados y
valores y como resultado de una interacción intercultural definida por su contexto social (VivesFerrándiz, 2005: 46). P. Stockhammer propone incluso la utilización del término entanglement en lugar
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de hibridación para describir estos fenómenos que son el resultado de procesos creativos provocados
por encuentros interculturales (Stockhammer, 2013: 16). Este autor distingue entre dos estados o
grados de interacción tras este encuentro con un objeto externo como son el relational entanglement y
el material entanglement. El primero implica la apropiación e integración del objeto en las prácticas,
significados y habitus locales sin que se produzcan transformaciones en su materialidad. La segunda
fase, o material entanglement, implica la creación de un objeto nuevo que es algo más que la suma
de sus partes y no es el resultado de continuidades locales, combinando los elementos familiares y
reconocibles con los foráneos y novedosos, pero que se acomoda a las expectativas (Stockhammer,
2013: 16-17). Este modelo interpretativo es útil para explicar satisfactoriamente la presencia de las
cerámicas áticas (relational entanglement) y las producciones locales siguiendo formas áticas (material
entanglement) en el contexto social ibérico.
Esta mezcla cultural, que podría considerarse también como una incorporación de nueva cultura
material, puede ser valorada desde dos escalas de análisis interrelacionadas como son el propio objeto
y el conjunto del que pasa a formar parte, teniendo en cuenta tanto las prácticas de producción como de
consumo (Beck, 2020: 622). En nuestro caso y como veremos más adelante, la relación con el conjunto
de formas precedentes se produce mediante acumulación (Beck, 2020: 629), ya que las nuevas formas
no estarían reemplazando ni compitiendo con las ya existentes, sino que ocupan un vacío tipológico
que es especialmente evidente en el caso de las copas con asas o las crateras.
En este sentido, resulta muy útil entender a los alfareros locales que produjeron estas piezas como
comunidades de prácticas, definidas como una red de relaciones entre personas y objetos mediatizadas
por las acciones que llevan a cabo, que a su vez se relacionan con otras comunidades y se prolongan en
el tiempo (Lave y Wenger, 1991: 98). Estos alfareros comparten un habitus, una tradición tecnológica
y una forma particular de hacer las cosas, aprendidas en el seno de estos grupos y reproducida por sus
miembros en la medida en que van aplicando sus propias prácticas. La repetición de estas permite a la
comunidad de prácticas perpetuarse en el tiempo (Joyce, 2012: 150). Por otra parte, estos alfareros, en
la medida en que forman parte de redes sociales dinámicas y son miembros de numerosas comunidades
superpuestas, no necesariamente reproducen la cultura material de forma mecánica (Kohring, 2013:
115). Estos pueden innovar por diversas razones, como el contacto directo con otros productores,
el conocimiento de nuevos usos relacionados con estos objetos o la llegada de vajillas foráneas,
transformando las tradiciones estilísticas o los procesos de producción. Si estos nuevos tipos son
aceptados como adecuados y demandados por los consumidores, pueden llegar a extenderse por las
diversas comunidades de prácticas que además suelen compartir elementos identitarios. Sin embargo,
la definición de este tipo de comunidades de prácticas en el ámbito de la producción alfarera ibérica no
ha sido lo suficientemente abordada y supone una interesante línea de investigación futura.
Para la aproximación metodológica hacia este tipo de objetos, W. Balco propone la utilización del
término “estilo mixto” como alternativa a los de imitación u objeto híbrido. Según este autor, estos
dos últimos ignoran, por un lado, el papel de la agencia y las diferentes perspectivas del productor y
del consumidor y, por otro, no especifican qué se está imitando o hibridando, si se trata del uso, de las
características materiales u otra cosa. Por tanto, la definición de estilo mixto desliga la descripción
objetiva previa (técnicas de fabricación, forma y decoración) de la interpretación subjetiva, que en
todo caso es absolutamente necesaria más adelante (Balco, 2018: 181).
Por su parte, Dietler y Herbich establecen una clara distinción entre los objetos, entidades físicas
que ocupan un espacio, y las técnicas, las acciones humanas que dan lugar a la producción o utilización
de estos objetos (Dietler y Herbich, 1998: 235). Para el estudio de la cultura material y su dimensión
social se propone el análisis integrado de tres aspectos como son la tecnología, la función y el estilo,
entendiendo su producción como una serie temporal de elecciones operativas interrelacionadas, más
que como un acto instantáneo de creación (Dietler y Herbich, 1998: 238).
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3. TÉCNICAS DE PRODUCCIÓN, FORMAS Y DECORACIONES
A partir de estos postulados teóricos y metodológicos, creemos adecuada la aproximación a este tipo de
producciones mediante la deconstrucción de los elementos que las componen a nivel técnico y tipológico
(Dietler y Herbich, 1998) para poder establecer una comparativa con los supuestos originales áticos. De
este modo podremos diferenciar aspectos que interesaron a los productores y consumidores ibéricos en la
creación de estas formas.
3.1. Técnicas de producción
En primer lugar, hay que tener en cuenta cuáles fueron las técnicas y materiales utilizados en la producción
primaria de estos objetos, en nuestro caso las dos tradiciones alfareras implicadas. Se trata de dos tradiciones
diferentes pero hasta cierto punto análogas, lo que permite la transposición de ciertos esquemas culturales
y conceptuales de un contexto de fabricación a otro, dando lugar a objetos nuevos pero al mismo tiempo
reconocibles (Beck, 2020: 628).
Ambas producciones presentan una cadena operativa similar (Schreiber, 1999; Coll, 2000), al menos
en líneas generales, ya que existen detalles productivos específicos que deberán tratarse con mayor
detenimiento en el futuro. Esta incluye una selección y preparación cuidadosa de las arcillas, que da lugar
a unas pastas de gran calidad y con poco desgrasante. Posteriormente, se produce la conformación que
consiste en dar forma al objeto mediante el uso del torno rápido, añadiendo a continuación elementos
como las asas o los pies, así como el retoque mediante el uso de algunas herramientas. Tras ello, y con la
pieza en el punto de dureza de cuero, se produce el tratamiento de la superficie, donde empezamos a ver
ya diferencias más claras entre tradiciones, con el bruñido en el caso de las piezas áticas, mientras que las
ibéricas que nos ocupan fueron alisadas. Más tarde se aplica la decoración, que veremos específicamente
a continuación, y la cocción en hornos de doble cámara y tiro vertical. En este caso se aprecian, de nuevo,
diferencias muy claras ya que en el caso ibérico se trata de una monococción que puede alternar fases
reductoras y oxidantes, predominando estas últimas, mientras que las cerámicas áticas requieren de una
compleja cocción en tres fases, oxidante-reductora-reoxidante, que le da su característica apariencia con
zonas barnizadas en negro y otras en reserva.
La tradición alfarera local, que podríamos denominar como “ibérica”, se remonta al s. VI a.C. y en sus
inicios guarda una estrecha relación con el ámbito fenicio, en lo que respecta a las formas, decoraciones y
soluciones técnicas con el torno rápido o los hornos de doble cámara y tiro vertical (Mata y Bonet, 1992;
Coll, 2000).
3.2. Formas
La forma es el conjunto de atributos que definen un determinado tipo y que se relaciona de forma directa con
la función del objeto. Normalmente, este concepto hace referencia al aspecto más utilitario o instrumental de
los objetos, diseñados para funcionar como “herramientas” en prácticas concretas (Dietler y Herbich, 1998:
237). Las propiedades físicas, así como el proceso productivo de estas cerámicas, están condicionados por
la función definida por el alfarero durante su elaboración, que por otra parte no tiene por qué coincidir con
el uso final que le vaya a dar el consumidor.
En cuanto a las funciones existentes entre los repertorios que estamos analizando, existen diferencias
bastante claras entre los conjuntos importados y las producciones locales. En el caso de las cerámicas áticas
de La Bastida nos encontramos con una mayoría absoluta de elementos de vajilla de mesa (98 %) y dentro
de este grupo una presencia mayoritaria de recipientes relacionados con el consumo de productos sólidos y
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semisólidos (70 %) frente a los objetos vinculados al consumo de bebidas (30 %). Dentro del grupo de las
bebidas, la mayoría son copas para su consumo (88 %) frente a contenedores (3 %), preparación (7 %) y
servicio (2 %) (Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022: fig. 3). En el caso de las producciones locales con formas
áticas se invierten los porcentajes mayoritarios, pues las formas relacionadas con el consumo de bebida
constituyen un 66 % frente al 34 % de los cuencos y platos relacionados con el consumo de comida.
3.3. Decoraciones
La decoración, sinónimo en muchas ocasiones de estilo cerámico, se refiere normalmente a ese atributo
material que no tiene un papel claro que afecte a su rendimiento utilitario en el contexto de uso y para
cuya explicación se suele recurrir a causas sociales y culturales, entre ellas las identitarias (Dietler y
Herbich, 1998: 237). En este elemento en concreto existen claras diferencias comparativas entre las
cerámicas áticas y las locales.
La decoración de las cerámicas griegas que llegan al poblado es mayoritariamente de barniz negro, en
algunos casos con decoraciones estampilladas de palmetas, ruedecillas u ovas, y en menor medida de figuras
rojas. La característica superficie brillante de estas cerámicas se consigue mediante arcilla levigada y mezclada
con agua que da lugar a una barbotina que se aplica al vaso mediante el uso de un pincel en la fase de dureza
del cuero, dejando en reserva las imágenes en el caso de las figuras rojas. Esta barbotina sinteriza durante la
compleja cocción en tres fases hasta alcanzar el característico color negro brillante, mientras que las zonas en
reserva quedan con tonos claros como consecuencia de la última fase oxidante (Schreiber, 1999: 53-56).
Por otra parte, las cerámicas ibéricas que nos ocupan se decoran con la característica pintura de color
rojizo que se obtiene a partir de la disolución de los pigmentos en agua, basados normalmente en óxido de
hierro. La mezcla obtenida se aplica previamente a la cocción mediante el uso de diferentes tipos de pincel
que dan lugar a diversas formas geométricas, en ningún caso figuradas en estos momentos, como bandas,
filetes, sectores de círculo concéntricos o líneas onduladas verticales, bien con el vaso sobre una torneta de
pintor o sobre el regazo (Coll, 2000: 196-197). En ningún caso parece buscarse la copia exacta en cuanto a
apariencia o decoración, que podría haberse aproximado en mayor medida con la utilización de cocciones
reductoras que habrían dado como resultado una cerámica gris o el bruñido de las superficies para lograr un
aspecto más brillante, semejante al barniz negro de las producciones áticas. Así pues, se descartan de forma
intencionada tanto las decoraciones como el cromatismo de las cerámicas griegas.
Por tanto, nos encontramos ante reinterpretaciones, no imitaciones, que combinan técnicas de fabricación
y decoraciones locales con perfiles y atributos inspirados por producciones foráneas dando lugar a piezas
híbridas, en el sentido estrictamente formal del término. Sí parece existir una voluntad de reproducir la
funcionalidad de la pieza, con una preferencia mayoritaria por las vajillas para el consumo de líquidos. De
este modo se adaptan nuevas formas funcionales a las tradiciones locales, en un posible intento de hacerlas
más reconocibles y familiares, pero no completamente, ya que en este tipo de manifestaciones se intenta
mantener la percepción de la diferencia con lo “otro” (Jiménez, 2014: 33).
En este sentido, cobra especial importancia el concepto de apropiación como herramienta teórica. Se
refiere a la incorporación de nueva cultura material en un nuevo contexto social, en el que los objetos adquieren
nuevos significados y funciones (Hahn, 2004; Stockhammer, 2012; Van Dommelen y Rowlands, 2012). Según
Hahn (2004: 218-220) en este proceso intervienen cuatro aspectos interrelacionados que ocurren de forma
simultánea. El contacto con las importaciones áticas desencadenaría el proceso de apropiación, mediante el
cual pasarían de ser meras mercancías a bienes personales. De este modo el bien se objetiviza, enmarcándose
en una de las categorías ya existentes de objetos, se incorpora, ligándolo a determinadas prácticas y finalmente,
mediante la transformación, se le atribuyen nuevos significados. Tras esta primera fase, se produciría, como
hemos visto, lo que Stockhammer (2012: 50) denomina material entanglement que da lugar a la creación
activa de nuevos objetos, en nuestro caso, las producciones locales con formas áticas.
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4. EL CONJUNTO DE VAJILLA LOCAL
CON FORMAS ÁTICAS DE LA BASTIDA DE LES ALCUSSES
La elección de La Bastida de les Alcusses como caso de estudio concreto para nuestra reflexión acerca de
este fenómeno se basa en las características del registro arqueológico de este yacimiento, que favorecen
el estudio contextualizado de elementos diversos en un momento cronológico muy concreto (fig. 1). Se
trata de un oppidum ibérico con una ocupación relativamente limitada en el tiempo y centrada en el s.
IV a.C. (Bonet y Vives-Ferrándiz, 2011). Presenta una extensión de 4 ha delimitadas por una potente
muralla perimetral y cuatro puertas fortificadas lo que unido a la existencia de una ordenación regular de
las manzanas de viviendas, viales acondicionados para el tráfico rodado o edificios públicos para reuniones
o con funciones de almacén, han llevado a su interpretación como un espacio de poder y residencia de las
elites del territorio regional (Bonet et al., 2015). El espacio interno se organiza en conjuntos o bloques
constructivos compuestos por un número variable de departamentos que presentan una numeración
correlativa, asignada a medida que se fueron excavando.
Fig. 1. Localización de La Bastida de les Alcusses y de los principales yacimientos citados en el texto.
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El grueso de los materiales que analizamos en este trabajo, las cerámicas ibéricas con formas
áticas, corresponde a las campañas llevadas a cabo por el Servicio de Investigación Prehistórica de
la Diputación de Valencia entre 1928 y 1931, cuando se excavó un tercio del yacimiento. Se incluyen
tanto los publicados, correspondientes a los 100 primeros departamentos (Fletcher et al., 1965; 1969),
como los hallados en los 142 inéditos. En el recuento de individuos se incluyen también los ejemplares
recuperados en las excavaciones más recientes, desde 1992 a 2019, aunque son mucho menos frecuentes
por la extensión excavada y no se han tenido en cuenta en la distribución, centrada en el sector central.
Como en otros trabajos similares (Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022; Amorós et al., 2021; Amorós,
2020) y basándonos en metodologías establecidas para el tratamiento estadístico de los datos (Raux,
1998; Asensio y Sanmartí, 1998; Adroher, Sánchez y De la Torre, 2016; Sanmartí y Asensio, 2017
entre otros) hemos realizado el recuento mediante el establecimiento del número mínimo de individuos
a partir de elementos representativos de este tipo de piezas que permiten diferenciarlos claramente
de otras, como bordes, asas o volutas. Se ha tomado el departamento como unidad de referencia
para el establecimiento del NMI. Es importante señalar el problema de la representatividad de estos
materiales en el marco de las excavaciones antiguas. A diferencia de lo que sucede con las cerámicas
áticas donde se recogían todos los fragmentos, no parece que en el caso de las cerámicas ibéricas se
siga un procedimiento tan sistemático, por lo que podría darse una cierta infrarrepresentación. No
obstante, las excavaciones modernas tanto en la Puerta Oeste (Vives-Ferrándiz et al., 2015) como en
el sector oriental (Díes et al., 1997) indican que en todo caso las cerámicas ibéricas con formas áticas
no son abundantes.
En ocasiones, distinguir este tipo producciones de las formas de tradición local no resulta sencillo, sobre
todo en el caso de los cuencos, como veremos a continuación. En estos casos se han incluido solo aquellas
piezas que presentan atributos o perfiles propios de las formas áticas y que no están presentes en las formas
ibéricas precedentes del repertorio local. De este modo, hemos podido identificar e incluir en este grupo 65
individuos, 43 de ellos correspondientes a formas relacionadas con la preparación, servicio y consumo de
bebidas (66,2 %) y 22 con el consumo de alimentos sólidos o semisólidos (33,8 %) (fig. 2). Estamos, por
Fig. 2. Gráfica de las formas identificadas con indicación del porcentaje y el número mínimo de individuos.
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tanto, ante un producto muy minoritario si lo comparamos con los 2294 individuos áticos (Amorós y VivesFerrándiz, 2022), con una proporción de una pieza local de estos tipos por cada 35 griegas. Asimismo, es
un fenómeno que se da prácticamente de forma exclusiva en relación con las vajillas de mesa áticas, ya que
no hay “imitaciones” de otras producciones como las púnicas, por otra parte, muy minoritarias tanto en el
yacimiento como en el contexto regional.
Es lógico pensar que existiera un número mayor de objetos de este tipo cuya identificación resulta
difícil si no se han conservado los elementos que las diferencian claramente de las formas preexistentes,
ya que determinadas partes, como por ejemplo las bases, son indistinguibles de otras formas ibéricas. A
continuación, trataremos de analizar detalladamente estas formas para poder reflexionar acerca de qué
atributos se copian de los originales griegos (fig. 3) y cuáles pudieron ser los intereses de los alfareros y
consumidores locales en torno a estas producciones.
4.1. Servicio y consumo de bebidas
Crateras
El conjunto mayoritario está formado por vajilla relacionada con el consumo y servicio de bebidas, entre la
que encontramos una forma que ha sido tradicionalmente identificada como una imitación de cratera y que
supone el tipo más frecuente con 14 individuos (21,5 %) (fig. 4: 1, 3 y 6). Aunque existen reproducciones
más fieles de crateras de columnas y de campana, sobre todo en el área andaluza (Pereira y Sánchez, 1983),
los ejemplares de La Bastida se alejan bastante de esta forma, a pesar de que en la mayoría de los casos
se encuentran muy fragmentadas y solo se han podido identificar los individuos por algunos elementos
característicos como las columnas o las volutas.
En líneas generales, se trata de recipientes muy estilizados que no guardan las proporciones canónicas
de los ejemplares áticos. Presentan labio saliente, cuello cilíndrico, cuerpo de tendencia globular, que
recuerda vagamente al de las crateras de columnas, y sin peana. A este perfil se añaden las dos columnas
que conforman las asas, rematadas en algún caso por una banda de arcilla en la parte superior o, en muchos
casos, dos volutas. Los ejemplares documentados, se elaboran con pastas oxidantes y se pintan con motivos
geométricos típicamente ibéricos distribuidos por el cuerpo, el cuello y en ocasiones, las asas.
Desde el punto de vista cronológico también resultan muy interesantes, ya que a la escasez del
supuesto modelo ático se une el desfase cronológico entre ambos productos, puesto que en el caso
de La Bastida de les Alcusses se datarían en los tres primeros cuartos del s. IV a.C. mientras que las
crateras de columnas son más propias del s. V a.C. En cuanto a su funcionalidad, el diámetro de la
boca y su profundidad dificultan su uso como recipiente para mezclar líquidos e introducir luego la
jarra o la copa, por lo que su uso se aproximaría más al de contenedores como las pélices o las ánforas
de figuras rojas. Se trata de un formato más adecuado para el traslado de líquidos desde el lugar de
almacenamiento al de preparación o consumo.
Enócoes
Se trata de una forma utilizada para el vertido de líquidos y que presenta una cierta variedad dentro del
repertorio ibérico, especialmente en momentos posteriores, por lo que solo hemos considerado algunos
ejemplares que se asemejan más a las formas áticas. Hemos incluido solo 3 individuos (4,7 %), dos de
ellos casi completos (fig. 4: 2). El primero presenta, aparte de la característica boca trilobulada y asa simple
sobrelevada, un cuerpo globular que recuerda al tipo 2 de Beazley en figuras rojas, aunque con pie anular.
Por otra parte, existe otro ejemplar con cuerpo piriforme muy similar a la forma L.44 ática, documentada
también con un ejemplar en el mismo asentamiento (Fletcher et al., 1965: 184).
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Fig. 3. Comparativa formal entre las vajillas ibéricas y los tipos áticos. 1: Cratera de columnas; 2: Enócoe; 3. Cántaros;
4: Copa-escifo; 5: Copa de pie bajo; 6: L.22; 7: L.21; 8: L.23; 9: L.24; 10: L.21/25.
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Fig. 4. Selección de formas relacionadas con la preparación y el servicio de bebidas. 1, 3, y 6: Crateras de columnas;
2: Enócoe; 4: Sítula; 5: Posible ánfora (dibujos elaborados a partir de Fletcher et al., 1965; 1969 y 3 a partir de G.
Tortajada).
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Sítula
Se incluye únicamente un fragmento de pitorro vertedor con cabeza de animal que se ha interpretado como
parte de una sítula (fig. 4: 4), descartándose el resto de recipientes con asa horizontal cuya variedad de
perfiles y amplia cronología las excluiría del grupo de imitaciones (Mata y Bonet, 1992: 131). El supuesto
origen de esta forma se encontraría en objetos metálicos de origen suditálico (Page, 1984: 95-100).
Copas
Los vasos para el consumo de líquidos constituyen el grupo más numeroso y variado del repertorio. Resultan
claramente identificables y distinguibles de las formas ibéricas, ya que los tipos precedentes para beber no
presentan asas horizontales (Mata y Bonet, 1992). Al igual que en los casos anteriores, parece existir un
interés en copiar la forma, pero no el cromatismo ni las decoraciones, que son de carácter local.
Entre las formas más completas encontramos mayoritariamente un tipo que recuerda a las copas-escifo
(NMI 11) (fig. 5: 4-10), que no es una forma común entre los repertorios importados, ya que supone únicamente
un 1,9 % (Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022: fig. 2). Se trata de recipientes de cuerpo globular, borde exvasado,
pie anular y asas horizontales. Se decoran con motivos pintados de tipo geométrico en forma de bandas,
círculos y sectores de círculo. En varios casos también presentan decoración en su cara interna en forma de
banda o líneas. Otra forma documentada son las llamadas copas Cástulo (NMI 3) (fig. 5: 1 y 2), en un caso
con una forma muy similar a la ática, mientras que en otro diverge más del tipo griego. También se documenta
una copa con asas verticales que recuerda a un cántaros, aunque comparta algunas características con las
copas-escifo (fig. 5: 11). Finalmente, se han identificado 10 individuos de copas a partir de la presencia de asas
horizontales, que corresponderían a copas-escifo o copas de pie bajo (fig. 5: 3).
4.2. Consumo de sólidos y semisólidos
Dentro de esta categoría resulta más difícil identificar este tipo de producciones, ya que entre el
repertorio ibérico sí existe una cierta variedad de platos y cuencos que se remontan al periodo Ibérico
Antiguo (ss. VI-V a.C.), como pueden ser los platos de borde exvasado (A.III.8.1), las páteras de borde
entrante (A.III.8.2) o las escudillas (A.III.8.3) (Mata y Bonet, 1992: 134) con ejemplos bien datados en
poblados como El Puig (Grau y Segura, 2013: 100), El Oral (Sala, 1995) o Los Villares-Kelin (Vidal et
al., 1997). Entre las distintas páteras presentes en el repertorio de La Bastida, hemos tenido en cuenta
solo 8 individuos que creemos que podrían considerarse como reinterpretaciones locales de la forma
L.21 (12,3 %) (fig. 6: 6), basándonos en las características del perfil. Los ejemplares documentados
pertenecientes a esta forma no presentan ningún tipo de decoración. Otra forma imitada es el cuenco
L.22, un recipiente muy presente en el repertorio ático del asentamiento, del que se documentan 7
individuos (10,8 %), identificados por la presencia del característico borde engrosado al exterior (fig.
6: 1-5). Su consideración como una reproducción de los tipos áticos resulta algo más clara puesto que
se trata de una forma muy característica del s. IV a.C. que no se asimila de forma tan evidente en el
repertorio ibérico de momentos posteriores.
Otro tipo de platos inspirados en modelos áticos es el denominado de pescado o L.23 con un perfil muy
característico de borde pendiente, base anillada y cazoleta central. Se trata de un tipo muy poco presente
entre los repertorios importados del asentamiento, con 20 individuos que suponen un 0,9 % (Amorós y
Vives-Ferrándiz, 2022: fig. 2) y de los que encontramos 5 ejemplares de producción local (fig. 6: 9). Esta
forma tendrá un mayor protagonismo en otros asentamientos regionales durante el s. III a.C. tanto entre
los conjuntos de importaciones itálicas y púnicas como entre las vajillas locales, donde se convierte en un
tipo muy común y plenamente asimilado dentro de la tipología ibérica, perdiendo en muchas ocasiones la
característica cazoleta y decorándose incluso con motivos de peces como en La Covalta, Corral de Saus,
Tossal de la Cala, Los Villares o en el Tossal de Sant Miquel (Aranegui, 1996).
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Más allá de la imitación.Vajillas ibéricas con formas áticas en La Bastida de les Alcusses (Moixent, Valencia)
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Fig. 5. Selección de formas relacionadas con el consumo de bebidas. 1 y 2: Copas Cástulo; 3: Copa de pie bajo; 4-10:
Copas-escifo; 11: Cántaros (dibujos elaborados a partir de Fletcher et al., 1965; 1969 excepto la copa de pie bajo a partir
de G. Tortajada y las copas-escifo 6 y 7 a partir de Díes et al., 1997).
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Fig. 6. Selección de formas relacionadas con el consumo de sólidos y semisólidos. 1-5: L.22; 6. L.21; 7: L.24; 8:
L.21/25; 9: L.23 (dibujos elaborados a partir de Fletcher et al., 1965; 1969).
Finalmente, encontramos dos ejemplares de lo que podríamos considerar como imitaciones de pequeños
cuencos del tipo L.24 (fig. 6: 7) o L.21/25 (fig. 6: 8) con un único ejemplar de cada forma. El cuenco que
hemos considerado como una recreación de la forma L.21/25 es el único caso en el que sí parece existir una
cierta voluntad por recrear la decoración, aunque desde una reinterpretación local. Dicho cuenco presenta
una decoración pintada típicamente ibérica con filetes en su cara externa y círculos concéntricos en la
interna, pero en este caso incluye también una palmeta pintada que parece imitar los motivos impresos
áticos, aunque de gran tamaño y sin guardar ningún tipo de simetría.
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5. LA DISTRIBUCIÓN EN EL POBLADO
Una primera aproximación a la distribución de estos productos en el plano de La Bastida nos sugiere, como
en el caso de muchas otras producciones en los espacios de hábitat, un patrón descentralizado con una
dispersión bastante amplia (fig. 7). Aunque si lo analizamos con mayor detenimiento podremos observar
algunos matices a nivel interpretativo. Antes de proceder al análisis detallado de la distribución de estas
cerámicas ibéricas con formas áticas, es importante señalar que solo hemos incluido el sector central del
poblado ya que es el que concentra la práctica totalidad de este tipo de producciones, con una muestra lo
suficientemente amplia para nuestras interpretaciones. No obstante, también se han documentado algunas
piezas en las excavaciones más recientes junto a la Puerta Oeste que sí se han tenido en cuenta en los
recuentos totales, como un cuenco L.22, una copa Cástulo, y dos volutas correspondientes a sendas crateras,
o las dos copas-escifo y una copa de pie bajo de la llamada casa 11 en el sector oriental del poblado.
Al tratarse de una producción bastante excepcional en cuanto al número de individuos, no se observan
grandes concentraciones en ningún caso y el patrón de distribución es relativamente similar al que veíamos
para las importaciones áticas (Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022: figs. 9 y 10), salvo en alguna excepción
como veremos a continuación. El espacio que presenta un mayor número de producciones de este tipo,
igual que sucedía con las cerámicas áticas, es el Conjunto 11 con 13 ejemplares. Este hecho podría estar
indicando que la unidad social que habitaba esta manzana basaba una parte importante de sus estrategias en
este tipo de bienes relacionados con el consumo conspicuo, bien como organizadores y redistribuidores en
eventos y prácticas de tipo comensal, o bien con su intercambio. En la misma línea de coincidencia entre
estas prácticas, cabría citar el Dep. 163 (Conjunto 2) donde se da una acumulación relativamente numerosa
(NMI 4), si lo comparamos con los demás contextos, mientras que en resto del conjunto apenas habría
evidencia de estas prácticas, salvo algunas áticas y dos de los tres platos de pescado locales documentados.
Fig. 7. Distribución espacial en el sector central del asentamiento.
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En estos casos, la coincidencia entre la presencia de las vajillas importadas y las producciones locales
podría estar indicando que ambos repertorios son objeto de prácticas y usos similares relacionados con el
consumo de comida y bebida.
En el mismo sentido, que interpretamos como una consecuencia de las estrategias y prácticas
desplegadas por las distintas unidades sociales, las encontramos prácticamente ausentes en el Conjunto
3 (tan solo un par de copas), donde se da una concentración importante de elementos relacionados con
actividades metalúrgicas, y en una buena parte del Conjunto 4. Se trata, por tanto, de residencias destacadas
del poblado, donde se encontraron objetos como las figurillas de bronce del jinete en el Conjunto 4 o el toro
uncido del Conjunto 3 pero bastante ajenas a las prácticas sociales relacionadas con el consumo en vajillas
tanto áticas como locales de inspiración foránea.
Sin embargo, junto a estas coincidencias, también existen algunos patrones divergentes entre áticas
y producciones locales. En primer lugar, encontramos una ausencia tanto en los espacios abiertos como
en grandes concentraciones en estancias vinculadas al almacén (Conjunto 7), donde hay densidades de
cerámica ática que en algunos casos sobrepasan el centenar de individuos. Este hecho podría estar en
relación con su valoración como piezas singulares de encargo y no tanto como un producto estandarizado,
producido y almacenado en grandes cantidades, o al menos no comercializados con los mismos mecanismos
que las cerámicas áticas.
Otro caso bastante claro es el de la casa ubicada en el sector occidental del Conjunto 10, donde no
hay importaciones áticas, a pesar de tratarse de una vivienda muy destacada que debió controlar grandes
extensiones de tierra, ya que concentra una significativa acumulación de arados y un plomo escrito de
carácter económico (Bonet y Vives-Ferrándiz, 2011; Vives-Ferrándiz, 2013). Esta unidad social, que
formaría parte de lo que podríamos considerar elites del poblado y que rechazaba de forma consciente la
posesión de áticas, presenta en cambio la que sería la segunda acumulación más importante de producciones
locales que se inspiran en modelos foráneos con 6 individuos. Se trata además de un repertorio bastante
variado con una cratera, dos L.22, una copa Cástulo, una copa-escifo y el único fragmento de una sítula
con pitorro de cabeza zoomorfa. Volveremos más adelante sobre las posibles implicaciones sociales que
pudieron estar detrás de este comportamiento.
6. LAS PRODUCCIONES LOCALES CON TIPOS FORMALES ÁTICOS EN EL
CONTEXTO REGIONAL
El fenómeno de las cerámicas ibéricas inspiradas en formas áticas se extiende, con diversos matices
dependiendo de los distintos territorios, por prácticamente toda el área ibérica. No pretendemos ser
exhaustivos y no es nuestra pretensión recopilar en este trabajo todas las evidencias de este tipo de objetos
en yacimientos ibéricos, ya que a pesar de ser un conjunto de piezas no demasiado numerosas, sí que se
trata de un fenómeno muy extendido.
En el caso de la zona catalana se producen normalmente en cerámica gris y se documenta un repertorio
bastante amplio de vajilla de mesa que, en el caso mejor estudiado de Ullastret, incluye crateras, pélices,
ascos, luterios, enócoes, kylikes, cántaros, escifos, platos y cuencos, con un predominio de las copas para
beber (Codina et al., 2017). En el otro extremo, y antes de ir aproximándonos al área donde se encuentra
nuestro caso de estudio, en la Alta Andalucía se documentan también este tipo de producciones, aunque de
forma casi exclusiva en contextos funerarios y limitadas a las crateras, tanto de columnas como de campana
(Pereira y Sánchez, 1987).
Una tercera zona bien diferenciada es la franja central mediterránea y el sureste peninsular, donde
cabría enmarcar La Bastida de les Alcusses, y donde se constata tanto el mayor número de individuos de
estas producciones, como la mayor variedad de formas. Estas cubren todo un abanico de posibilidades
funcionales, con elementos de preparación y servicio (crateras, enócoes, ánforas y sítulas), consumo de
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sólidos y semisólidos (platos y cuencos), consumo de líquidos (cántaros, escifos, copas-escifo, kylikes de
pie bajo y bolsales), siendo este grupo el predominante, así como elementos relacionados con el tocador
(lécitos y píxides) (Page, 1984).
En esta zona contestana las encontramos presentes tanto en necrópolis como en poblados. En el caso
de los contextos funerarios se documentan crateras, como en El Cigarralejo (Page, 1985: 73-74), Coimbra
del Barranco Ancho (García Cano, 1997) o L’Albufereta, en este último caso empleadas claramente como
urnas funerarias (Verdú, 2015: 198-199). Aparte de las crateras, también están presentes las copas con asas,
debiendo sumar a las tres necrópolis citadas los casos de Cabezo Lucero (Aranegui et al., 1993: 105 y 255),
Llano de la Consolación (Valenciano, 2000: 224-225) o Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 220).
Aunque quizá se les haya prestado una menor atención, estas producciones también aparecen en
poblados. En los asentamientos edetanos se han hallado algunas cerámicas catalogadas como imitaciones
de kylikes, cántaros, cratera de columnas, los llamados “skyphoides” y platos de pescado, aunque estos dos
últimos tipos seguramente correspondan a perduraciones del s. III a.C. que aparecen junto a imitaciones de
formas campanienses y calenas (Bonet, 1995: 430-431; Bonet y Mata, 2002: 141). Este tipo de producciones
también han sido bien estudiadas en el asentamiento de Kelin-Los Villares y su territorio, donde se han
documentado kylikes, escifos, copas-escifo, cántaros o crateras con volutas (Mata y Quixal, 2014). Dentro
de este territorio encontramos también una copa-escifo y dos posibles L.22 en el contexto de una cuevasantuario, la de los Ángeles (Martínez Valle, 2016: 242; Machause, 2019: 129-143).
En el área contestana se encuentran también en poblados como La Escuera, Coimbra del Barranco
Ancho o La Covalta, aunque en este último caso se trata de un plato de pescado que podría corresponder
ya a inicios del s. III a.C. (Page, 1984). Más clara resulta la adscripción de una cratera de columnas hallada
en el poblado de El Puntal de Salinas que sigue de forma bastante fiel los modelos áticos en cuanto a
forma y proporciones y para la que se propone una procedencia foránea, posiblemente de la Alta Andalucía
(Hernández y Sala, 1996: 81).
Por último, sí quisiéramos detenernos un poco más en el caso de El Puig d’Alcoi, un oppidum que
guarda algunas similitudes con La Bastida de les Alcusses, permitiendo una aproximación comparativa
(Grau y Segura, 2013). Su repertorio está compuesto por 22 individuos, aunque resulta mucho más limitado
en cuanto al número de formas. Se documenta un pequeño fragmento de cratera de columnas (fig. 8: 1),
dos individuos que cabría adscribir a kylikes, aunque uno de ellos con un perfil que se asemeja a una copa
Cástulo (fig. 8: 2 y 3) y finalmente 19 ejemplares de cuencos con labio engrosado al exterior (fig. 8: 4). Esta
última es una forma característica del s. IV y parece estar inspirada en la forma L.22 ática (Grau y Segura,
2013: 162-163), aunque ya hemos visto que la consideración de los cuencos ibéricos como imitaciones
resulta algo más problemática que en el caso de las copas o las crateras, por ejemplo. Al igual que en el
resto de casos, se trata de formas inspiradas en el repertorio ático, pero tanto la técnica de elaboración como
la decoración son ibéricas.
Si distribuimos dichas cerámicas sobre un plano y las comparamos con las áticas, vemos como están
presentes en prácticamente todas las viviendas del poblado. Aunque dada la sobrerrepresentación de los
cuencos de borde engrosado, cabría preguntarse si tendrían el mismo valor diacrítico que atribuimos a
otras formas y si no formarían parte más bien de la vajilla de mesa de uso más cotidiano. En cambio, la
ubicación de las otras piezas viene a coincidir con las viviendas donde hay una mayor concentración de
cerámicas áticas. En el sector 11Fb (fig. 8: A) encontramos el fragmento de cratera de columnas en una
vivienda donde existe un variado repertorio ático de copas, escifos y cuencos de diversos tamaños, pero
ninguna cratera. En el caso de los kylikes ibéricos, encontramos uno de ellos en la vivienda donde se da
la mayor concentración de áticas de todo el poblado (fig. 8: B) y donde además se concentran todas las
crateras (4), una de ellas de columnas, junto a tres copas, un escifo, un bolsal y tres L.22. La otra copa
se documentó durante las excavaciones antiguas de Tarradell en la cata C-4, que se correspondería con
un espacio abierto no lejos de esta vivienda (Rubio, 1985: 120). En este caso, vemos como este tipo de
producciones se encuentran en los mismos contextos en los que se han documentado las cerámicas áticas
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Fig. 8. Formas documentadas y plano de distribución en El Puig d’Alcoi. 1: Cratera de columnas; 2-3: Copas de pie
bajo; 4: L.22 (dibujos elaborados a partir de Grau y Segura, 2013 y Rubio, 1985). A. Sector 11 Fb; B: Sector Corona
(datos para la distribución a partir de Grau y Segura, 2013).
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y en ocasiones incluso se podrían estar complementando, como hemos visto en el caso de la cratera
de columnas local. Por tanto, cabría pensar que pudieron tener usos similares a los de las cerámicas
importadas.
A falta de más estudios de caso concretos para el área ibérica, parece dibujarse un patrón similar
basado en la existencia de piezas con formas inspiradas en la cerámica ática pero elaboradas con técnicas
y decoraciones propiamente locales. El fenómeno de las “imitaciones” se extiende por diferentes culturas,
áreas geográficas y cronologías en la Edad del Hierro del Mediterráneo occidental por lo que un estudio
detallado de todos los casos excedería las posibilidades de este trabajo, aunque sí es relevante citar un par
de ejemplos que ponen de manifiesto la diversidad existente.
En el oeste de Sicilia encontramos un fenómeno similar al ibérico durante la Edad del Hierro, donde el
contacto de las poblaciones locales con grupos de origen griego y fenicio da lugar a la producción de piezas de
estilo mixto que combinan las formas, en muchos casos relacionadas con el consumo de bebida, y decoraciones
foráneas con técnicas de elaboración locales (Balco, 2018). Por otro lado, en Cerdeña se atestigua una copresencia física entre artesanos locales y fenicios durante la Edad del Hierro, como en Nuraghe Sirai (Perra,
2012) o S’Uraki (Roppa et al., 2013). Esta interacción más estrecha, fruto de una co-residencia entre grupos
artesanales diversos, da lugar a cambios visibles en la cadena operativa del proceso productivo. Mientras que la
producción local de nuevas formas, o reinterpretaciones de tipos foráneos no supone necesariamente cambios en
las prácticas artesanales, como sucede en los casos ibéricos analizados, la introducción de técnicas nuevas como
el modelado a torno o la aplicación de engobe implica un periodo de aprendizaje e intercambio de conocimientos
a partir de una experiencia artesanal compartida. Por tanto, en estos contextos sardos no solo se documentan
objetos formalmente híbridos, sino también prácticas híbridas como consecuencia de una interacción con un
mayor grado de intensidad (Roppa et al., 2013: 133-134; van Dommelen y Rowlands, 2012: 24 y 28).
7. REFLEXIONES EN TORNO AL VALOR SOCIAL
DE LA VAJILLA LOCAL CON FORMA ÁTICA
Dos cuestiones nos parecen esenciales a la hora de tratar el fenómeno de este tipo de producciones desde
una perspectiva social. En primer lugar, cabe preguntarse de qué son resultado estos objetos, teniendo en
cuenta cuáles son los mecanismos que entraron en contacto y las posibles motivaciones por parte tanto de
productores como de consumidores. Por otra parte, es necesario valorar el papel social que estas piezas
pudieron tener en una comunidad ibérica concreta como la que habitó el asentamiento de La Bastida de les
Alcusses en el s. IV a.C.
Partamos de la premisa de que existe un grupo de alfareros ibéricos, que comparten una tradición
tecnológica que se materializa en el uso del torno, las clases A (cerámica fina) y B (cerámica tosca), un
uso similar de los desgrasantes y las cocciones, que da lugar a pastas similares, una tipología relativamente
limitada, decoraciones compartidas… Esta tradición productiva, que podríamos denominar ibérica, se
encuentra ya bien definida en el s. VI a.C. y está constituida por una serie de decisiones tomadas por
grupos de alfareros durante cada paso del proceso productivo, y son transmitidas de una generación a la
siguiente en el marco de estas comunidades (Eckert et al., 2015: 2; Stark, 2006). Sin embargo, es muy
importante señalar que asumimos la existencia de una tradición alfarera “ibérica” cuando en realidad parece
existir un panorama mucho más heterogéneo, con diferencias entre distintas comunidades, así como una
enorme amplitud geográfica. A ello se añade que estas prácticas alfareras aún no han sido suficientemente
investigadas desde una perspectiva comparativa y definiendo de forma clara y detallada la existencia de
comunidades de prácticas en el ámbito ibérico.
Creemos que el contacto debió darse de forma mayoritaria con las piezas importadas, lo que resulta
totalmente lógico dada la llegada masiva de estos productos áticos en el s. IV a.C. En ocasiones, detrás de
este tipo de innovaciones y fenómenos de mímesis se encuentra una motivación comercial, utilizando este
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término con todas las cautelas en una sociedad tradicional, relacionada con una gran demanda de estos bienes
de prestigio foráneos que se cubre con las producciones locales. No parece que esta sea una explicación
plausible en nuestro caso, ya que si atendemos a la proporción entre individuos, nos encontramos con una
producción local por cada 35 áticas. El acceso a las importaciones no sería tan restringido como el acceso
a las inspiraciones ibéricas. Por tanto, habría que buscar una motivación eminentemente social detrás de
estas producciones.
Ya hemos señalado con anterioridad, que lo que interesa a los productores, y debemos pensar que
también a los consumidores, es la forma y su función, descartándose la decoración o el cromatismo de los
originales. Desde un punto de vista conceptual, los alfareros no imitan simplemente las piezas foráneas,
sino que combinan su forma, que además se reinterpreta en la mayoría de los casos, con las técnicas y
decoraciones que ya conocen, generando un producto nuevo, pero al mismo tiempo familiar (Balco, 2018:
193). En definitiva, tras el proceso de apropiación de las cerámicas áticas importadas y su integración en
los sistemas de clasificación y prácticas sociales locales con nuevos significados, se da lo que podríamos
denominar una maraña material (material entanglement) con la creación de nuevos elementos de cultura
material (Stockhammer, 2012: 50-51). Por tanto, no estaríamos ante un proceso de hibridación cultural en
el sentido de la mezcla de prácticas de diversos orígenes, sino de apropiación, ya que en este caso no hay
pruebas de una co-presencia física y directa entre alfareros ibéricos y griegos que dé como resultado unas
prácticas o técnicas artesanales híbridas, como hemos visto en que sucede en el caso sardo.
De esta forma, se copian en mayor medida recipientes relacionados con el consumo de bebidas (66,6
%), y más en concreto copas con asas (36,6 %) y crateras (23,33 %), dos tipos que no son mayoritarios entre
las piezas áticas de La Bastida (Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022). La importancia de las agencias locales
se evidencia en una inversión de los porcentajes mayoritarios en cuanto a los tipos funcionales (comida/
bebida) con una relación del 70/30 % en el caso de las áticas frente al 34/66 % en el caso de las producciones
ibéricas. También resulta llamativo que las dos formas más numerosas, las crateras y las copas-escifo, no
son ni mucho menos las mayoritarias entre las piezas áticas del poblado, que suponen apenas un 2 y un 1,9
% de los repertorios importados. Este hecho estaría indicando que los tipos preferidos para esta clase de
producciones no vienen determinados por el contacto con las piezas más abundantes.
En este sentido, se buscan formas que no tienen paralelos claros en el repertorio tradicional ibérico
donde no eran comunes los pequeños recipientes con asas o una forma que recordara a las crateras o ánforas
áticas para el servicio de bebidas y que además son escasas en los repertorios importados. Por otra parte,
existe una mayor variedad de platos en el repertorio local, cuyas formas son muy funcionales y con pocos
atributos distintivos. Esto los hace muy similares a los cuencos áticos, por lo que no tendría tanto sentido
distinguirse con ellos durante el consumo, además de que son la forma más abundante con diferencia de los
conjuntos importados.
Una de las formas más frecuentes del repertorio, la cratera de columnas, se inspira en un tipo propio del
s. V a.C., aunque algunos ejemplares podrían datarse a inicios del IV, y que llega solo de forma excepcional
a los asentamientos de esta zona. Es muy posible que estos alfareros no tuviesen ningún contacto directo con
las piezas originales, de ahí que sean creaciones que mantienen pocos elementos de las piezas originales sin
alterar (fig. 3). En este sentido, se toman algunos de los atributos más característicos, como las columnas,
aunque en ocasiones reinterpretadas con el añadido de volutas, mientras que la forma estilizada recuerda
a la de las ánforas o las pélices de boca estrecha. Quizá estas piezas traten de vincularse al pasado, cuando
estas crateras eran un verdadero bien de prestigio, dada su escasez en el s. V a.C. ya que en el norte de la
Contestania solo se documentan tres ejemplares en El Puig (Grau y Segura, 2013: 109 y 132) y uno en El
Pitxòcol (Amorós, 2015: 149, fig. 5.9).
La distribución de las vajillas locales con formas áticas en La Bastida apunta a un patrón interesante:
coinciden donde hay áticas (por ejemplo en el Conjunto 11) y son inexistentes en contextos sin áticas
(Conjuntos 3 y 4), lo que nos hace pensar en usos y prácticas de consumo similares, siendo los mismos
grupos los que demandan estas piezas. Ante la abundante llegada de cerámicas áticas, es posible que hayan
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perdido parte de su valor diacrítico (Dietler, 1999: 146), por lo que estos grupos sociales heterárquicos en
continua competencia, buscarían nuevas formas de distinción. Estas piezas de encargo permitirían participar
en estos banquetes, pero con un objeto que, aún teniendo la misma función, se encuentra personalizado,
es escaso y está más vinculado a la tradición local, lo que pudo constituir un peldaño más en la distinción.
No obstante, hay otros casos donde no se da esta conjunción de cerámicas áticas e ibéricas, como son los
espacios abiertos o las estancias vinculadas al almacén, donde ya se ha señalado que operarían otras lógicas.
Otro caso es el de la vivienda ubicada en la parte oeste del Conjunto 10. En otros trabajos ya se ha señalado la
ausencia de cerámicas importadas, igual que sucedía en otras casas destacadas (Conjuntos 3 y 4), donde apareció
el jinete de bronce o un toro uncido, consideradas por distintas razones como residencias del segmento de las
elites del poblado (Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022). En los dos últimos casos, la ausencia de producciones
locales de este tipo se mantiene, lo que podría estar relacionado con el escaso interés de sus habitantes por
las estrategias relacionadas con el consumo destacado. No sucede lo mismo con la casa del Conjunto 10,
donde aparece, como ya hemos señalado, una de las mayores concentraciones de este tipo de cerámicas
locales. Este hecho podría estar indicando que esta unidad social, que rechaza conscientemente la posesión
de cerámicas de importación, no renuncia en cambio a su función y a las prácticas de consumo asociadas a
ellas. Esta participación pudo haberse llevado a cabo mediante piezas de encargo, que aunque tienen formas
muy similares e inspiradas en las de las importaciones, se vinculan a los cromatismos y decoraciones propias
de la cerámica ibérica. Quizá nos encontramos ante un segmento de la elite especialmente conservador, muy
vinculado a la tierra como fuente de poder, como indicaría la presencia de una acumulación de arados y
herramientas agrícolas (Vives-Ferrándiz, 2013: fig. 3), que rechaza esta llegada masiva de productos foráneos
y prefiere cerámicas de tradición local con innovaciones formales.
El estudio del repertorio de estas producciones locales, tradicionalmente consideradas como imitaciones,
en el oppidum de La Bastida de les Alcusses nos ha servido como punto de partida para reflexionar sobre
un complejo fenómeno que presenta numerosas aristas en cuanto a su interpretación. En este trabajo hemos
tratado de ir más allá de su consideración como meras imitaciones o copias de menor calidad de un modelo
griego ideal, entendiendo estos productos como reinterpretaciones que deben ser valoradas en sus contextos
locales de uso.
El análisis matizado de los datos desde la escala de un oppidum nos permite definir las características
tanto de las elites ibéricas como de las distintas unidades sociales que habitaron el poblado y que reflejan un
paisaje urbano marcado por la heterogeneidad social con el despliegue de diferentes estrategias identitarias
y de poder (Vives-Ferrándiz, 2013; Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022).
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de investigación PROMETEO/2019/035, LIMOS. LItoral y
MOntañaS en transición: arqueología del cambio social en las comarcas meridionales de la Comunidad Valenciana,
financiado por la Generalitat Valenciana. Agradezco a los doctores Jaime Vives-Ferrándiz y Peter van Dommelen, así
como a otro/a revisor/a anónimo/a, su interés por esta investigación y sus siempre valiosos comentarios y sugerencias
de mejora, que han contribuido a mejorar sustancialmente el trabajo original.
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Vol. XXXIV, Valencia, 2022, p. 173-197
Permanent IRI: http://mupreva.org/pub/1591
Creative Commons BY-NC-SA 3.0 ES
ISSN: 0210-3230 / eISSN: 1989-0508
Iván AMORÓS LÓPEZ a
Más allá de la imitación.
Vajillas ibéricas con formas áticas
en La Bastida de les Alcusses (Moixent, Valencia)
RESUMEN: En este trabajo se presenta el repertorio de cerámicas ibéricas tradicionalmente consideradas
como imitaciones de tipos áticos procedentes del oppidum de La Bastida de les Alcusses (Moixent,
Valencia). Desde el punto de vista interpretativo, tratamos de ir más allá de esta conceptualización como
imitación o mera copia de un modelo griego para entenderlas como el resultado de una reinterpretación
por parte de los productores y consumidores locales como respuesta a diversas motivaciones sociales.
En este sentido, se aborda el estudio formal y cuantitativo de las distintas formas presentes en el
yacimiento, estableciendo una comparativa con los supuestos originales áticos, tratando de dilucidar
qué se “copia” y qué no, así como el análisis de su distribución espacial en el poblado. Finalmente, se
analiza su valor social teniendo en cuenta el papel que pudieron desempeñar como elemento diacrítico
o piezas de encargo en el marco de las prácticas de comensalidad y las estrategias de poder desplegadas
por los distintos grupos en la construcción de las relaciones sociales.
PALABRAS CLAVE: Cultura ibérica, Contestania, cerámica ática, imitaciones, poder.
Beyond imitation. Iberian tableware with Attic shapes
in La Bastida de les Alcusses (Moixent, Valencia)
ABSTRACT: This paper presents the repertoire of Iberian pottery traditionally considered as imitations
of Attic types from the oppidum of La Bastida de les Alcusses (Moixent, Valencia). We try to go beyond
the conceptualization as an imitation or mere copy of Greek model and to understand them as the result
of reinterpretations by local producers and consumers in response to different social motivations. In
this sense, the formal and quantitative study of the different forms present in the site is addressed,
establishing a comparison with the supposed Attic originals, trying to explain what is “copied” and
what is not, as well as the analysis of their spatial distribution in the settlement. Finally, social value
of these productions is analysed, considering the role they may have played as diacritical elements
or commissioned pieces within the framework of commensal practices and the strategies of power
deployed by the different groups in the construction of social relations.
KEYWORDS: Iberian culture, Contestania, Attic pottery, imitations, power.
a
Museu Arqueològic Municipal, Ajuntament de Moixent.
iamoros@moixent.es | https://orcid.org/0000-0003-4791-3248
Recibido: 08/02/2022. Aceptado: 20/04/2022.
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I. Amorós López
1. INTRODUCCIÓN
El fenómeno de lo que tradicionalmente se ha denominado imitaciones en el ámbito de la cerámica
se caracteriza por su ubicuidad, estando presente en la mayoría de las culturas y, más en concreto,
en el caso del Mediterráneo antiguo que nos ocupa (Stockhammer, 2013; Balco, 2018; Beck, 2020).
En el ámbito peninsular, este interés se remonta a los mismos albores de la investigación sobre la
cultura ibérica, con los vínculos, hoy en día totalmente descartados, con las cerámicas micénicas
propuestos por P. Paris (1903) o E. Albertini (1906-1907). También de estos primeros pasos de la
arqueología ibérica datan las propuestas que establecían una relación entre los motivos figurativos de
la cerámica pintada de estilo Oliva-Llíria y las decoraciones de figuras rojas y negras de la cerámica
griega (Carpenter, 1925; Ballester, 1945). Junto a este influjo griego en las decoraciones, hoy en día
poco tenido en cuenta por el décalage cronológico, también son tempranas las propuestas respecto a
una influencia de las formas en el Corpus Vasorum Antiquorum (Olmos, 1990: 40) o en las cerámicas
del poblado de La Gessera (Bosch, 1919).
Es a partir de los años 70 cuando se produce una aproximación tipológica al estudio de las cerámicas
ibéricas y cuando empiezan a estudiarse de forma más sistemática las relaciones formales entre algunas
piezas locales y los prototipos áticos. En el año 1979 se publica el estudio de las cerámicas de la
cámara funeraria de Toya, donde se llama la atención sobre las imitaciones de cratera de columnas y
de campana (Pereira, 1979), y el conjunto de cerámicas de imitación ática del Museo Arqueológico de
Ibiza (Fernández y Granados, 1979).
En los años 80 encontramos los primeros repertorios que recogen de forma específica este tipo
de piezas en distintas regiones, donde cabe destacar el trabajo de V. Page (1984) para el territorio de
Valencia, Alicante y Murcia. Se trata de un catálogo muy completo que recoge todas las evidencias
documentadas hasta ese momento, tanto en poblados como en necrópolis, y estructurado desde la
comparación con las formas griegas e itálicas. A pesar de ser un catálogo muy exhaustivo, la parte
interpretativa queda en un segundo plano y se inserta en la tradición preponderante y común a la
mayoría de los trabajos del momento, que las valora desde la óptica de la helenización y aculturación,
quedando las poblaciones locales en un segundo término. Otros trabajos contribuyeron a ampliar el
corpus de evidencias conocidas como los estudios de C. Aranegui y J. Pérez Ballester (1990), de J.
Pereira y C. Sánchez (1987) para el área andaluza o los de C. Mata y H. Bonet (1988), centrado en las
imitaciones de cerámica campaniense en el área edetana y contestana. También se incluyen como un
tipo específico en la propuesta tipológica para la cerámica ibérica de estas dos últimas autoras (Mata
y Bonet, 1992).
En este contexto encontramos también los trabajos de R. Olmos (1984; 1988-89; 1990) que, aún
desde una perspectiva ligada en cierto modo a los conceptos de aculturación y helenización, aporta
reflexiones que van más allá de la consideración de estos productos como meras imitaciones. En
este sentido, se llama la atención sobre la complejidad del fenómeno que presenta múltiples aristas
sociales, simbólicas o productivas y que deben ser entendidas y analizadas en su propio contexto social
y no como una mera copia de modelos foráneos. Algo más recientes, son dos trabajos que podríamos
considerar como estados de la cuestión sobre esta temática en el ámbito de la cerámica ibérica (Bonet
y Mata, 2008; Sala, 2009). Finalmente, cabe destacar los trabajos recogidos en el volumen El problema
de las “imitaciones” durante la Protohistoria en el Mediterráneo centro-occidental: entre el concepto
y el ejemplo (Graells et al., 2014) donde se aborda esta cuestión desde nuevas perspectivas y que
supone uno de los puntos de partida para el estudio que ahora presentamos.
Tras esta introducción historiográfica se exponen, en un primer apartado, las bases teóricas y
metodológicas sobre las que se asienta nuestro trabajo acerca de las producciones locales con formas
áticas en el oppidum ibérico de La Bastida de les Alcusses. A continuación, y como se ha propuesto
para el estudio de objetos similares en el contexto peninsular (Sardà, 2014: 137-138), se aborda
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Más allá de la imitación.Vajillas ibéricas con formas áticas en La Bastida de les Alcusses (Moixent, Valencia)
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el estudio formal del repertorio, valorando el conocimiento de los modelos áticos por parte de las
comunidades locales y analizando comparativamente las importaciones y las producciones ibéricas.
Parte del estudio plantea los motivos funcionales e ideológicos que llevaron a las poblaciones ibéricas
a seleccionar y adaptar determinados tipos y no otros, y si se copiaron de manera fiel o en cambio solo
se escogieron y reinterpretaron ciertos elementos. La distribución de este tipo de cerámicas entre los
distintos conjuntos y estancias de La Bastida de les Alcusses y su relación con las cerámicas importadas
es objeto del siguiente apartado, junto a la presencia de este tipo de vajillas en el contexto regional.
Finalmente, valoramos el uso y significado que estos objetos pudieron tener en la nueva realidad
social ibérica, reflexionando acerca del valor social de estas vajillas en el marco de las estrategias
de diferenciación social, prácticas de consumo o construcciones identitarias de los diferentes grupos
sociales que habitaron el oppidum.
2. ASPECTOS TEÓRICOS: ¿IMITACIÓN, HIBRIDACIÓN O ENTANGLEMENT?
Centrándonos ya en la perspectiva que adoptaremos en nuestro estudio, creemos que es esencial valorar
el papel concreto que juegan estas producciones en el contexto local, así como su valor social en las
comunidades ibéricas que las produjeron y consumieron. Estas imitaciones han sido tradicionalmente
interpretadas a la luz del paradigma aculturacionista, que parte de presupuestos evolucionistas y que
concibe la interacción entre dos culturas de forma desigual, con la adopción o imitación de rasgos de
un grupo social considerado como más desarrollado (griegos) por parte de otro menos evolucionado
(iberos). Estos productos tienen entidad en sí mismos y deben interpretarse en el contexto social en que
son producidos y consumidos, por lo que se trataría de una relación mucho más compleja y que iría
más allá de una mera irradiación cultural (Jiménez, 2014: 34-37), además de que presentan diferencias
en una serie de aspectos tecnológicos de la producción cerámica.
Uno de los modelos interpretativos más adecuados a la hora de entender estas situaciones de
contacto cultural y adopción de objetos ha sido el de middle ground social, un espacio abstracto de
negociación e intercambio entre los distintos agentes participantes que poseen sus propias agencias e
intereses y que van a dar lugar a distintas estrategias y respuestas por parte de las comunidades que
entran en contacto (White, 1991; Bhabha, 1994; Malkin, 2002;). Este concepto está muy ligado a la
perspectiva postcolonial y a la teoría de la hibridación cultural donde estos actores crean y reproducen
tanto sus prácticas sociales como su cultura material, construyendo formas nuevas, pero al mismo
tiempo familiares. Creemos que este es un buen marco teórico de partida, especialmente pertinente
para contextos coloniales donde existe un contacto mucho más directo y estrecho entre diferentes
comunidades, aunque debe ser matizado en nuestro caso de estudio.
En este contexto de contacto cultural, ya sea de objetos, ideas o personas, las prácticas culturales
y su reproducción, en ocasiones de forma repetitiva e inconsciente, juegan un papel esencial en los
procesos de cambio social y material, dando lugar a nuevas creaciones. En este sentido resulta muy
adecuado el modelo de P. Bourdieu y su concepto de habitus, un esquema o forma de entender el
mundo compartido por un grupo social y que en cierto modo guía la forma de actuar de sus miembros
(Bourdieu, 1977). Esta relación entre la estructura y la agencia está mediada por la práctica, la cual
está condicionada por la estructura pero al mismo tiempo la va reconfigurando en la medida en que la
reproduce (Dietler y Herbich, 1998: 245). De igual modo, los objetos son al mismo tiempo productos
y configuradores de la estructura, constituyendo algo más que una realidad física (Beck, 2020: 627).
Por tanto, es necesario entender estos objetos y su adopción no solo desde un punto de vista
meramente funcional, sino como entangled objects (Thomas, 1991) con múltiples significados y
valores y como resultado de una interacción intercultural definida por su contexto social (VivesFerrándiz, 2005: 46). P. Stockhammer propone incluso la utilización del término entanglement en lugar
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de hibridación para describir estos fenómenos que son el resultado de procesos creativos provocados
por encuentros interculturales (Stockhammer, 2013: 16). Este autor distingue entre dos estados o
grados de interacción tras este encuentro con un objeto externo como son el relational entanglement y
el material entanglement. El primero implica la apropiación e integración del objeto en las prácticas,
significados y habitus locales sin que se produzcan transformaciones en su materialidad. La segunda
fase, o material entanglement, implica la creación de un objeto nuevo que es algo más que la suma
de sus partes y no es el resultado de continuidades locales, combinando los elementos familiares y
reconocibles con los foráneos y novedosos, pero que se acomoda a las expectativas (Stockhammer,
2013: 16-17). Este modelo interpretativo es útil para explicar satisfactoriamente la presencia de las
cerámicas áticas (relational entanglement) y las producciones locales siguiendo formas áticas (material
entanglement) en el contexto social ibérico.
Esta mezcla cultural, que podría considerarse también como una incorporación de nueva cultura
material, puede ser valorada desde dos escalas de análisis interrelacionadas como son el propio objeto
y el conjunto del que pasa a formar parte, teniendo en cuenta tanto las prácticas de producción como de
consumo (Beck, 2020: 622). En nuestro caso y como veremos más adelante, la relación con el conjunto
de formas precedentes se produce mediante acumulación (Beck, 2020: 629), ya que las nuevas formas
no estarían reemplazando ni compitiendo con las ya existentes, sino que ocupan un vacío tipológico
que es especialmente evidente en el caso de las copas con asas o las crateras.
En este sentido, resulta muy útil entender a los alfareros locales que produjeron estas piezas como
comunidades de prácticas, definidas como una red de relaciones entre personas y objetos mediatizadas
por las acciones que llevan a cabo, que a su vez se relacionan con otras comunidades y se prolongan en
el tiempo (Lave y Wenger, 1991: 98). Estos alfareros comparten un habitus, una tradición tecnológica
y una forma particular de hacer las cosas, aprendidas en el seno de estos grupos y reproducida por sus
miembros en la medida en que van aplicando sus propias prácticas. La repetición de estas permite a la
comunidad de prácticas perpetuarse en el tiempo (Joyce, 2012: 150). Por otra parte, estos alfareros, en
la medida en que forman parte de redes sociales dinámicas y son miembros de numerosas comunidades
superpuestas, no necesariamente reproducen la cultura material de forma mecánica (Kohring, 2013:
115). Estos pueden innovar por diversas razones, como el contacto directo con otros productores,
el conocimiento de nuevos usos relacionados con estos objetos o la llegada de vajillas foráneas,
transformando las tradiciones estilísticas o los procesos de producción. Si estos nuevos tipos son
aceptados como adecuados y demandados por los consumidores, pueden llegar a extenderse por las
diversas comunidades de prácticas que además suelen compartir elementos identitarios. Sin embargo,
la definición de este tipo de comunidades de prácticas en el ámbito de la producción alfarera ibérica no
ha sido lo suficientemente abordada y supone una interesante línea de investigación futura.
Para la aproximación metodológica hacia este tipo de objetos, W. Balco propone la utilización del
término “estilo mixto” como alternativa a los de imitación u objeto híbrido. Según este autor, estos
dos últimos ignoran, por un lado, el papel de la agencia y las diferentes perspectivas del productor y
del consumidor y, por otro, no especifican qué se está imitando o hibridando, si se trata del uso, de las
características materiales u otra cosa. Por tanto, la definición de estilo mixto desliga la descripción
objetiva previa (técnicas de fabricación, forma y decoración) de la interpretación subjetiva, que en
todo caso es absolutamente necesaria más adelante (Balco, 2018: 181).
Por su parte, Dietler y Herbich establecen una clara distinción entre los objetos, entidades físicas
que ocupan un espacio, y las técnicas, las acciones humanas que dan lugar a la producción o utilización
de estos objetos (Dietler y Herbich, 1998: 235). Para el estudio de la cultura material y su dimensión
social se propone el análisis integrado de tres aspectos como son la tecnología, la función y el estilo,
entendiendo su producción como una serie temporal de elecciones operativas interrelacionadas, más
que como un acto instantáneo de creación (Dietler y Herbich, 1998: 238).
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3. TÉCNICAS DE PRODUCCIÓN, FORMAS Y DECORACIONES
A partir de estos postulados teóricos y metodológicos, creemos adecuada la aproximación a este tipo de
producciones mediante la deconstrucción de los elementos que las componen a nivel técnico y tipológico
(Dietler y Herbich, 1998) para poder establecer una comparativa con los supuestos originales áticos. De
este modo podremos diferenciar aspectos que interesaron a los productores y consumidores ibéricos en la
creación de estas formas.
3.1. Técnicas de producción
En primer lugar, hay que tener en cuenta cuáles fueron las técnicas y materiales utilizados en la producción
primaria de estos objetos, en nuestro caso las dos tradiciones alfareras implicadas. Se trata de dos tradiciones
diferentes pero hasta cierto punto análogas, lo que permite la transposición de ciertos esquemas culturales
y conceptuales de un contexto de fabricación a otro, dando lugar a objetos nuevos pero al mismo tiempo
reconocibles (Beck, 2020: 628).
Ambas producciones presentan una cadena operativa similar (Schreiber, 1999; Coll, 2000), al menos
en líneas generales, ya que existen detalles productivos específicos que deberán tratarse con mayor
detenimiento en el futuro. Esta incluye una selección y preparación cuidadosa de las arcillas, que da lugar
a unas pastas de gran calidad y con poco desgrasante. Posteriormente, se produce la conformación que
consiste en dar forma al objeto mediante el uso del torno rápido, añadiendo a continuación elementos
como las asas o los pies, así como el retoque mediante el uso de algunas herramientas. Tras ello, y con la
pieza en el punto de dureza de cuero, se produce el tratamiento de la superficie, donde empezamos a ver
ya diferencias más claras entre tradiciones, con el bruñido en el caso de las piezas áticas, mientras que las
ibéricas que nos ocupan fueron alisadas. Más tarde se aplica la decoración, que veremos específicamente
a continuación, y la cocción en hornos de doble cámara y tiro vertical. En este caso se aprecian, de nuevo,
diferencias muy claras ya que en el caso ibérico se trata de una monococción que puede alternar fases
reductoras y oxidantes, predominando estas últimas, mientras que las cerámicas áticas requieren de una
compleja cocción en tres fases, oxidante-reductora-reoxidante, que le da su característica apariencia con
zonas barnizadas en negro y otras en reserva.
La tradición alfarera local, que podríamos denominar como “ibérica”, se remonta al s. VI a.C. y en sus
inicios guarda una estrecha relación con el ámbito fenicio, en lo que respecta a las formas, decoraciones y
soluciones técnicas con el torno rápido o los hornos de doble cámara y tiro vertical (Mata y Bonet, 1992;
Coll, 2000).
3.2. Formas
La forma es el conjunto de atributos que definen un determinado tipo y que se relaciona de forma directa con
la función del objeto. Normalmente, este concepto hace referencia al aspecto más utilitario o instrumental de
los objetos, diseñados para funcionar como “herramientas” en prácticas concretas (Dietler y Herbich, 1998:
237). Las propiedades físicas, así como el proceso productivo de estas cerámicas, están condicionados por
la función definida por el alfarero durante su elaboración, que por otra parte no tiene por qué coincidir con
el uso final que le vaya a dar el consumidor.
En cuanto a las funciones existentes entre los repertorios que estamos analizando, existen diferencias
bastante claras entre los conjuntos importados y las producciones locales. En el caso de las cerámicas áticas
de La Bastida nos encontramos con una mayoría absoluta de elementos de vajilla de mesa (98 %) y dentro
de este grupo una presencia mayoritaria de recipientes relacionados con el consumo de productos sólidos y
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semisólidos (70 %) frente a los objetos vinculados al consumo de bebidas (30 %). Dentro del grupo de las
bebidas, la mayoría son copas para su consumo (88 %) frente a contenedores (3 %), preparación (7 %) y
servicio (2 %) (Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022: fig. 3). En el caso de las producciones locales con formas
áticas se invierten los porcentajes mayoritarios, pues las formas relacionadas con el consumo de bebida
constituyen un 66 % frente al 34 % de los cuencos y platos relacionados con el consumo de comida.
3.3. Decoraciones
La decoración, sinónimo en muchas ocasiones de estilo cerámico, se refiere normalmente a ese atributo
material que no tiene un papel claro que afecte a su rendimiento utilitario en el contexto de uso y para
cuya explicación se suele recurrir a causas sociales y culturales, entre ellas las identitarias (Dietler y
Herbich, 1998: 237). En este elemento en concreto existen claras diferencias comparativas entre las
cerámicas áticas y las locales.
La decoración de las cerámicas griegas que llegan al poblado es mayoritariamente de barniz negro, en
algunos casos con decoraciones estampilladas de palmetas, ruedecillas u ovas, y en menor medida de figuras
rojas. La característica superficie brillante de estas cerámicas se consigue mediante arcilla levigada y mezclada
con agua que da lugar a una barbotina que se aplica al vaso mediante el uso de un pincel en la fase de dureza
del cuero, dejando en reserva las imágenes en el caso de las figuras rojas. Esta barbotina sinteriza durante la
compleja cocción en tres fases hasta alcanzar el característico color negro brillante, mientras que las zonas en
reserva quedan con tonos claros como consecuencia de la última fase oxidante (Schreiber, 1999: 53-56).
Por otra parte, las cerámicas ibéricas que nos ocupan se decoran con la característica pintura de color
rojizo que se obtiene a partir de la disolución de los pigmentos en agua, basados normalmente en óxido de
hierro. La mezcla obtenida se aplica previamente a la cocción mediante el uso de diferentes tipos de pincel
que dan lugar a diversas formas geométricas, en ningún caso figuradas en estos momentos, como bandas,
filetes, sectores de círculo concéntricos o líneas onduladas verticales, bien con el vaso sobre una torneta de
pintor o sobre el regazo (Coll, 2000: 196-197). En ningún caso parece buscarse la copia exacta en cuanto a
apariencia o decoración, que podría haberse aproximado en mayor medida con la utilización de cocciones
reductoras que habrían dado como resultado una cerámica gris o el bruñido de las superficies para lograr un
aspecto más brillante, semejante al barniz negro de las producciones áticas. Así pues, se descartan de forma
intencionada tanto las decoraciones como el cromatismo de las cerámicas griegas.
Por tanto, nos encontramos ante reinterpretaciones, no imitaciones, que combinan técnicas de fabricación
y decoraciones locales con perfiles y atributos inspirados por producciones foráneas dando lugar a piezas
híbridas, en el sentido estrictamente formal del término. Sí parece existir una voluntad de reproducir la
funcionalidad de la pieza, con una preferencia mayoritaria por las vajillas para el consumo de líquidos. De
este modo se adaptan nuevas formas funcionales a las tradiciones locales, en un posible intento de hacerlas
más reconocibles y familiares, pero no completamente, ya que en este tipo de manifestaciones se intenta
mantener la percepción de la diferencia con lo “otro” (Jiménez, 2014: 33).
En este sentido, cobra especial importancia el concepto de apropiación como herramienta teórica. Se
refiere a la incorporación de nueva cultura material en un nuevo contexto social, en el que los objetos adquieren
nuevos significados y funciones (Hahn, 2004; Stockhammer, 2012; Van Dommelen y Rowlands, 2012). Según
Hahn (2004: 218-220) en este proceso intervienen cuatro aspectos interrelacionados que ocurren de forma
simultánea. El contacto con las importaciones áticas desencadenaría el proceso de apropiación, mediante el
cual pasarían de ser meras mercancías a bienes personales. De este modo el bien se objetiviza, enmarcándose
en una de las categorías ya existentes de objetos, se incorpora, ligándolo a determinadas prácticas y finalmente,
mediante la transformación, se le atribuyen nuevos significados. Tras esta primera fase, se produciría, como
hemos visto, lo que Stockhammer (2012: 50) denomina material entanglement que da lugar a la creación
activa de nuevos objetos, en nuestro caso, las producciones locales con formas áticas.
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4. EL CONJUNTO DE VAJILLA LOCAL
CON FORMAS ÁTICAS DE LA BASTIDA DE LES ALCUSSES
La elección de La Bastida de les Alcusses como caso de estudio concreto para nuestra reflexión acerca de
este fenómeno se basa en las características del registro arqueológico de este yacimiento, que favorecen
el estudio contextualizado de elementos diversos en un momento cronológico muy concreto (fig. 1). Se
trata de un oppidum ibérico con una ocupación relativamente limitada en el tiempo y centrada en el s.
IV a.C. (Bonet y Vives-Ferrándiz, 2011). Presenta una extensión de 4 ha delimitadas por una potente
muralla perimetral y cuatro puertas fortificadas lo que unido a la existencia de una ordenación regular de
las manzanas de viviendas, viales acondicionados para el tráfico rodado o edificios públicos para reuniones
o con funciones de almacén, han llevado a su interpretación como un espacio de poder y residencia de las
elites del territorio regional (Bonet et al., 2015). El espacio interno se organiza en conjuntos o bloques
constructivos compuestos por un número variable de departamentos que presentan una numeración
correlativa, asignada a medida que se fueron excavando.
Fig. 1. Localización de La Bastida de les Alcusses y de los principales yacimientos citados en el texto.
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El grueso de los materiales que analizamos en este trabajo, las cerámicas ibéricas con formas
áticas, corresponde a las campañas llevadas a cabo por el Servicio de Investigación Prehistórica de
la Diputación de Valencia entre 1928 y 1931, cuando se excavó un tercio del yacimiento. Se incluyen
tanto los publicados, correspondientes a los 100 primeros departamentos (Fletcher et al., 1965; 1969),
como los hallados en los 142 inéditos. En el recuento de individuos se incluyen también los ejemplares
recuperados en las excavaciones más recientes, desde 1992 a 2019, aunque son mucho menos frecuentes
por la extensión excavada y no se han tenido en cuenta en la distribución, centrada en el sector central.
Como en otros trabajos similares (Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022; Amorós et al., 2021; Amorós,
2020) y basándonos en metodologías establecidas para el tratamiento estadístico de los datos (Raux,
1998; Asensio y Sanmartí, 1998; Adroher, Sánchez y De la Torre, 2016; Sanmartí y Asensio, 2017
entre otros) hemos realizado el recuento mediante el establecimiento del número mínimo de individuos
a partir de elementos representativos de este tipo de piezas que permiten diferenciarlos claramente
de otras, como bordes, asas o volutas. Se ha tomado el departamento como unidad de referencia
para el establecimiento del NMI. Es importante señalar el problema de la representatividad de estos
materiales en el marco de las excavaciones antiguas. A diferencia de lo que sucede con las cerámicas
áticas donde se recogían todos los fragmentos, no parece que en el caso de las cerámicas ibéricas se
siga un procedimiento tan sistemático, por lo que podría darse una cierta infrarrepresentación. No
obstante, las excavaciones modernas tanto en la Puerta Oeste (Vives-Ferrándiz et al., 2015) como en
el sector oriental (Díes et al., 1997) indican que en todo caso las cerámicas ibéricas con formas áticas
no son abundantes.
En ocasiones, distinguir este tipo producciones de las formas de tradición local no resulta sencillo, sobre
todo en el caso de los cuencos, como veremos a continuación. En estos casos se han incluido solo aquellas
piezas que presentan atributos o perfiles propios de las formas áticas y que no están presentes en las formas
ibéricas precedentes del repertorio local. De este modo, hemos podido identificar e incluir en este grupo 65
individuos, 43 de ellos correspondientes a formas relacionadas con la preparación, servicio y consumo de
bebidas (66,2 %) y 22 con el consumo de alimentos sólidos o semisólidos (33,8 %) (fig. 2). Estamos, por
Fig. 2. Gráfica de las formas identificadas con indicación del porcentaje y el número mínimo de individuos.
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tanto, ante un producto muy minoritario si lo comparamos con los 2294 individuos áticos (Amorós y VivesFerrándiz, 2022), con una proporción de una pieza local de estos tipos por cada 35 griegas. Asimismo, es
un fenómeno que se da prácticamente de forma exclusiva en relación con las vajillas de mesa áticas, ya que
no hay “imitaciones” de otras producciones como las púnicas, por otra parte, muy minoritarias tanto en el
yacimiento como en el contexto regional.
Es lógico pensar que existiera un número mayor de objetos de este tipo cuya identificación resulta
difícil si no se han conservado los elementos que las diferencian claramente de las formas preexistentes,
ya que determinadas partes, como por ejemplo las bases, son indistinguibles de otras formas ibéricas. A
continuación, trataremos de analizar detalladamente estas formas para poder reflexionar acerca de qué
atributos se copian de los originales griegos (fig. 3) y cuáles pudieron ser los intereses de los alfareros y
consumidores locales en torno a estas producciones.
4.1. Servicio y consumo de bebidas
Crateras
El conjunto mayoritario está formado por vajilla relacionada con el consumo y servicio de bebidas, entre la
que encontramos una forma que ha sido tradicionalmente identificada como una imitación de cratera y que
supone el tipo más frecuente con 14 individuos (21,5 %) (fig. 4: 1, 3 y 6). Aunque existen reproducciones
más fieles de crateras de columnas y de campana, sobre todo en el área andaluza (Pereira y Sánchez, 1983),
los ejemplares de La Bastida se alejan bastante de esta forma, a pesar de que en la mayoría de los casos
se encuentran muy fragmentadas y solo se han podido identificar los individuos por algunos elementos
característicos como las columnas o las volutas.
En líneas generales, se trata de recipientes muy estilizados que no guardan las proporciones canónicas
de los ejemplares áticos. Presentan labio saliente, cuello cilíndrico, cuerpo de tendencia globular, que
recuerda vagamente al de las crateras de columnas, y sin peana. A este perfil se añaden las dos columnas
que conforman las asas, rematadas en algún caso por una banda de arcilla en la parte superior o, en muchos
casos, dos volutas. Los ejemplares documentados, se elaboran con pastas oxidantes y se pintan con motivos
geométricos típicamente ibéricos distribuidos por el cuerpo, el cuello y en ocasiones, las asas.
Desde el punto de vista cronológico también resultan muy interesantes, ya que a la escasez del
supuesto modelo ático se une el desfase cronológico entre ambos productos, puesto que en el caso
de La Bastida de les Alcusses se datarían en los tres primeros cuartos del s. IV a.C. mientras que las
crateras de columnas son más propias del s. V a.C. En cuanto a su funcionalidad, el diámetro de la
boca y su profundidad dificultan su uso como recipiente para mezclar líquidos e introducir luego la
jarra o la copa, por lo que su uso se aproximaría más al de contenedores como las pélices o las ánforas
de figuras rojas. Se trata de un formato más adecuado para el traslado de líquidos desde el lugar de
almacenamiento al de preparación o consumo.
Enócoes
Se trata de una forma utilizada para el vertido de líquidos y que presenta una cierta variedad dentro del
repertorio ibérico, especialmente en momentos posteriores, por lo que solo hemos considerado algunos
ejemplares que se asemejan más a las formas áticas. Hemos incluido solo 3 individuos (4,7 %), dos de
ellos casi completos (fig. 4: 2). El primero presenta, aparte de la característica boca trilobulada y asa simple
sobrelevada, un cuerpo globular que recuerda al tipo 2 de Beazley en figuras rojas, aunque con pie anular.
Por otra parte, existe otro ejemplar con cuerpo piriforme muy similar a la forma L.44 ática, documentada
también con un ejemplar en el mismo asentamiento (Fletcher et al., 1965: 184).
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Fig. 3. Comparativa formal entre las vajillas ibéricas y los tipos áticos. 1: Cratera de columnas; 2: Enócoe; 3. Cántaros;
4: Copa-escifo; 5: Copa de pie bajo; 6: L.22; 7: L.21; 8: L.23; 9: L.24; 10: L.21/25.
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Fig. 4. Selección de formas relacionadas con la preparación y el servicio de bebidas. 1, 3, y 6: Crateras de columnas;
2: Enócoe; 4: Sítula; 5: Posible ánfora (dibujos elaborados a partir de Fletcher et al., 1965; 1969 y 3 a partir de G.
Tortajada).
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Sítula
Se incluye únicamente un fragmento de pitorro vertedor con cabeza de animal que se ha interpretado como
parte de una sítula (fig. 4: 4), descartándose el resto de recipientes con asa horizontal cuya variedad de
perfiles y amplia cronología las excluiría del grupo de imitaciones (Mata y Bonet, 1992: 131). El supuesto
origen de esta forma se encontraría en objetos metálicos de origen suditálico (Page, 1984: 95-100).
Copas
Los vasos para el consumo de líquidos constituyen el grupo más numeroso y variado del repertorio. Resultan
claramente identificables y distinguibles de las formas ibéricas, ya que los tipos precedentes para beber no
presentan asas horizontales (Mata y Bonet, 1992). Al igual que en los casos anteriores, parece existir un
interés en copiar la forma, pero no el cromatismo ni las decoraciones, que son de carácter local.
Entre las formas más completas encontramos mayoritariamente un tipo que recuerda a las copas-escifo
(NMI 11) (fig. 5: 4-10), que no es una forma común entre los repertorios importados, ya que supone únicamente
un 1,9 % (Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022: fig. 2). Se trata de recipientes de cuerpo globular, borde exvasado,
pie anular y asas horizontales. Se decoran con motivos pintados de tipo geométrico en forma de bandas,
círculos y sectores de círculo. En varios casos también presentan decoración en su cara interna en forma de
banda o líneas. Otra forma documentada son las llamadas copas Cástulo (NMI 3) (fig. 5: 1 y 2), en un caso
con una forma muy similar a la ática, mientras que en otro diverge más del tipo griego. También se documenta
una copa con asas verticales que recuerda a un cántaros, aunque comparta algunas características con las
copas-escifo (fig. 5: 11). Finalmente, se han identificado 10 individuos de copas a partir de la presencia de asas
horizontales, que corresponderían a copas-escifo o copas de pie bajo (fig. 5: 3).
4.2. Consumo de sólidos y semisólidos
Dentro de esta categoría resulta más difícil identificar este tipo de producciones, ya que entre el
repertorio ibérico sí existe una cierta variedad de platos y cuencos que se remontan al periodo Ibérico
Antiguo (ss. VI-V a.C.), como pueden ser los platos de borde exvasado (A.III.8.1), las páteras de borde
entrante (A.III.8.2) o las escudillas (A.III.8.3) (Mata y Bonet, 1992: 134) con ejemplos bien datados en
poblados como El Puig (Grau y Segura, 2013: 100), El Oral (Sala, 1995) o Los Villares-Kelin (Vidal et
al., 1997). Entre las distintas páteras presentes en el repertorio de La Bastida, hemos tenido en cuenta
solo 8 individuos que creemos que podrían considerarse como reinterpretaciones locales de la forma
L.21 (12,3 %) (fig. 6: 6), basándonos en las características del perfil. Los ejemplares documentados
pertenecientes a esta forma no presentan ningún tipo de decoración. Otra forma imitada es el cuenco
L.22, un recipiente muy presente en el repertorio ático del asentamiento, del que se documentan 7
individuos (10,8 %), identificados por la presencia del característico borde engrosado al exterior (fig.
6: 1-5). Su consideración como una reproducción de los tipos áticos resulta algo más clara puesto que
se trata de una forma muy característica del s. IV a.C. que no se asimila de forma tan evidente en el
repertorio ibérico de momentos posteriores.
Otro tipo de platos inspirados en modelos áticos es el denominado de pescado o L.23 con un perfil muy
característico de borde pendiente, base anillada y cazoleta central. Se trata de un tipo muy poco presente
entre los repertorios importados del asentamiento, con 20 individuos que suponen un 0,9 % (Amorós y
Vives-Ferrándiz, 2022: fig. 2) y de los que encontramos 5 ejemplares de producción local (fig. 6: 9). Esta
forma tendrá un mayor protagonismo en otros asentamientos regionales durante el s. III a.C. tanto entre
los conjuntos de importaciones itálicas y púnicas como entre las vajillas locales, donde se convierte en un
tipo muy común y plenamente asimilado dentro de la tipología ibérica, perdiendo en muchas ocasiones la
característica cazoleta y decorándose incluso con motivos de peces como en La Covalta, Corral de Saus,
Tossal de la Cala, Los Villares o en el Tossal de Sant Miquel (Aranegui, 1996).
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Fig. 5. Selección de formas relacionadas con el consumo de bebidas. 1 y 2: Copas Cástulo; 3: Copa de pie bajo; 4-10:
Copas-escifo; 11: Cántaros (dibujos elaborados a partir de Fletcher et al., 1965; 1969 excepto la copa de pie bajo a partir
de G. Tortajada y las copas-escifo 6 y 7 a partir de Díes et al., 1997).
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Fig. 6. Selección de formas relacionadas con el consumo de sólidos y semisólidos. 1-5: L.22; 6. L.21; 7: L.24; 8:
L.21/25; 9: L.23 (dibujos elaborados a partir de Fletcher et al., 1965; 1969).
Finalmente, encontramos dos ejemplares de lo que podríamos considerar como imitaciones de pequeños
cuencos del tipo L.24 (fig. 6: 7) o L.21/25 (fig. 6: 8) con un único ejemplar de cada forma. El cuenco que
hemos considerado como una recreación de la forma L.21/25 es el único caso en el que sí parece existir una
cierta voluntad por recrear la decoración, aunque desde una reinterpretación local. Dicho cuenco presenta
una decoración pintada típicamente ibérica con filetes en su cara externa y círculos concéntricos en la
interna, pero en este caso incluye también una palmeta pintada que parece imitar los motivos impresos
áticos, aunque de gran tamaño y sin guardar ningún tipo de simetría.
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5. LA DISTRIBUCIÓN EN EL POBLADO
Una primera aproximación a la distribución de estos productos en el plano de La Bastida nos sugiere, como
en el caso de muchas otras producciones en los espacios de hábitat, un patrón descentralizado con una
dispersión bastante amplia (fig. 7). Aunque si lo analizamos con mayor detenimiento podremos observar
algunos matices a nivel interpretativo. Antes de proceder al análisis detallado de la distribución de estas
cerámicas ibéricas con formas áticas, es importante señalar que solo hemos incluido el sector central del
poblado ya que es el que concentra la práctica totalidad de este tipo de producciones, con una muestra lo
suficientemente amplia para nuestras interpretaciones. No obstante, también se han documentado algunas
piezas en las excavaciones más recientes junto a la Puerta Oeste que sí se han tenido en cuenta en los
recuentos totales, como un cuenco L.22, una copa Cástulo, y dos volutas correspondientes a sendas crateras,
o las dos copas-escifo y una copa de pie bajo de la llamada casa 11 en el sector oriental del poblado.
Al tratarse de una producción bastante excepcional en cuanto al número de individuos, no se observan
grandes concentraciones en ningún caso y el patrón de distribución es relativamente similar al que veíamos
para las importaciones áticas (Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022: figs. 9 y 10), salvo en alguna excepción
como veremos a continuación. El espacio que presenta un mayor número de producciones de este tipo,
igual que sucedía con las cerámicas áticas, es el Conjunto 11 con 13 ejemplares. Este hecho podría estar
indicando que la unidad social que habitaba esta manzana basaba una parte importante de sus estrategias en
este tipo de bienes relacionados con el consumo conspicuo, bien como organizadores y redistribuidores en
eventos y prácticas de tipo comensal, o bien con su intercambio. En la misma línea de coincidencia entre
estas prácticas, cabría citar el Dep. 163 (Conjunto 2) donde se da una acumulación relativamente numerosa
(NMI 4), si lo comparamos con los demás contextos, mientras que en resto del conjunto apenas habría
evidencia de estas prácticas, salvo algunas áticas y dos de los tres platos de pescado locales documentados.
Fig. 7. Distribución espacial en el sector central del asentamiento.
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En estos casos, la coincidencia entre la presencia de las vajillas importadas y las producciones locales
podría estar indicando que ambos repertorios son objeto de prácticas y usos similares relacionados con el
consumo de comida y bebida.
En el mismo sentido, que interpretamos como una consecuencia de las estrategias y prácticas
desplegadas por las distintas unidades sociales, las encontramos prácticamente ausentes en el Conjunto
3 (tan solo un par de copas), donde se da una concentración importante de elementos relacionados con
actividades metalúrgicas, y en una buena parte del Conjunto 4. Se trata, por tanto, de residencias destacadas
del poblado, donde se encontraron objetos como las figurillas de bronce del jinete en el Conjunto 4 o el toro
uncido del Conjunto 3 pero bastante ajenas a las prácticas sociales relacionadas con el consumo en vajillas
tanto áticas como locales de inspiración foránea.
Sin embargo, junto a estas coincidencias, también existen algunos patrones divergentes entre áticas
y producciones locales. En primer lugar, encontramos una ausencia tanto en los espacios abiertos como
en grandes concentraciones en estancias vinculadas al almacén (Conjunto 7), donde hay densidades de
cerámica ática que en algunos casos sobrepasan el centenar de individuos. Este hecho podría estar en
relación con su valoración como piezas singulares de encargo y no tanto como un producto estandarizado,
producido y almacenado en grandes cantidades, o al menos no comercializados con los mismos mecanismos
que las cerámicas áticas.
Otro caso bastante claro es el de la casa ubicada en el sector occidental del Conjunto 10, donde no
hay importaciones áticas, a pesar de tratarse de una vivienda muy destacada que debió controlar grandes
extensiones de tierra, ya que concentra una significativa acumulación de arados y un plomo escrito de
carácter económico (Bonet y Vives-Ferrándiz, 2011; Vives-Ferrándiz, 2013). Esta unidad social, que
formaría parte de lo que podríamos considerar elites del poblado y que rechazaba de forma consciente la
posesión de áticas, presenta en cambio la que sería la segunda acumulación más importante de producciones
locales que se inspiran en modelos foráneos con 6 individuos. Se trata además de un repertorio bastante
variado con una cratera, dos L.22, una copa Cástulo, una copa-escifo y el único fragmento de una sítula
con pitorro de cabeza zoomorfa. Volveremos más adelante sobre las posibles implicaciones sociales que
pudieron estar detrás de este comportamiento.
6. LAS PRODUCCIONES LOCALES CON TIPOS FORMALES ÁTICOS EN EL
CONTEXTO REGIONAL
El fenómeno de las cerámicas ibéricas inspiradas en formas áticas se extiende, con diversos matices
dependiendo de los distintos territorios, por prácticamente toda el área ibérica. No pretendemos ser
exhaustivos y no es nuestra pretensión recopilar en este trabajo todas las evidencias de este tipo de objetos
en yacimientos ibéricos, ya que a pesar de ser un conjunto de piezas no demasiado numerosas, sí que se
trata de un fenómeno muy extendido.
En el caso de la zona catalana se producen normalmente en cerámica gris y se documenta un repertorio
bastante amplio de vajilla de mesa que, en el caso mejor estudiado de Ullastret, incluye crateras, pélices,
ascos, luterios, enócoes, kylikes, cántaros, escifos, platos y cuencos, con un predominio de las copas para
beber (Codina et al., 2017). En el otro extremo, y antes de ir aproximándonos al área donde se encuentra
nuestro caso de estudio, en la Alta Andalucía se documentan también este tipo de producciones, aunque de
forma casi exclusiva en contextos funerarios y limitadas a las crateras, tanto de columnas como de campana
(Pereira y Sánchez, 1987).
Una tercera zona bien diferenciada es la franja central mediterránea y el sureste peninsular, donde
cabría enmarcar La Bastida de les Alcusses, y donde se constata tanto el mayor número de individuos de
estas producciones, como la mayor variedad de formas. Estas cubren todo un abanico de posibilidades
funcionales, con elementos de preparación y servicio (crateras, enócoes, ánforas y sítulas), consumo de
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sólidos y semisólidos (platos y cuencos), consumo de líquidos (cántaros, escifos, copas-escifo, kylikes de
pie bajo y bolsales), siendo este grupo el predominante, así como elementos relacionados con el tocador
(lécitos y píxides) (Page, 1984).
En esta zona contestana las encontramos presentes tanto en necrópolis como en poblados. En el caso
de los contextos funerarios se documentan crateras, como en El Cigarralejo (Page, 1985: 73-74), Coimbra
del Barranco Ancho (García Cano, 1997) o L’Albufereta, en este último caso empleadas claramente como
urnas funerarias (Verdú, 2015: 198-199). Aparte de las crateras, también están presentes las copas con asas,
debiendo sumar a las tres necrópolis citadas los casos de Cabezo Lucero (Aranegui et al., 1993: 105 y 255),
Llano de la Consolación (Valenciano, 2000: 224-225) o Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 220).
Aunque quizá se les haya prestado una menor atención, estas producciones también aparecen en
poblados. En los asentamientos edetanos se han hallado algunas cerámicas catalogadas como imitaciones
de kylikes, cántaros, cratera de columnas, los llamados “skyphoides” y platos de pescado, aunque estos dos
últimos tipos seguramente correspondan a perduraciones del s. III a.C. que aparecen junto a imitaciones de
formas campanienses y calenas (Bonet, 1995: 430-431; Bonet y Mata, 2002: 141). Este tipo de producciones
también han sido bien estudiadas en el asentamiento de Kelin-Los Villares y su territorio, donde se han
documentado kylikes, escifos, copas-escifo, cántaros o crateras con volutas (Mata y Quixal, 2014). Dentro
de este territorio encontramos también una copa-escifo y dos posibles L.22 en el contexto de una cuevasantuario, la de los Ángeles (Martínez Valle, 2016: 242; Machause, 2019: 129-143).
En el área contestana se encuentran también en poblados como La Escuera, Coimbra del Barranco
Ancho o La Covalta, aunque en este último caso se trata de un plato de pescado que podría corresponder
ya a inicios del s. III a.C. (Page, 1984). Más clara resulta la adscripción de una cratera de columnas hallada
en el poblado de El Puntal de Salinas que sigue de forma bastante fiel los modelos áticos en cuanto a
forma y proporciones y para la que se propone una procedencia foránea, posiblemente de la Alta Andalucía
(Hernández y Sala, 1996: 81).
Por último, sí quisiéramos detenernos un poco más en el caso de El Puig d’Alcoi, un oppidum que
guarda algunas similitudes con La Bastida de les Alcusses, permitiendo una aproximación comparativa
(Grau y Segura, 2013). Su repertorio está compuesto por 22 individuos, aunque resulta mucho más limitado
en cuanto al número de formas. Se documenta un pequeño fragmento de cratera de columnas (fig. 8: 1),
dos individuos que cabría adscribir a kylikes, aunque uno de ellos con un perfil que se asemeja a una copa
Cástulo (fig. 8: 2 y 3) y finalmente 19 ejemplares de cuencos con labio engrosado al exterior (fig. 8: 4). Esta
última es una forma característica del s. IV y parece estar inspirada en la forma L.22 ática (Grau y Segura,
2013: 162-163), aunque ya hemos visto que la consideración de los cuencos ibéricos como imitaciones
resulta algo más problemática que en el caso de las copas o las crateras, por ejemplo. Al igual que en el
resto de casos, se trata de formas inspiradas en el repertorio ático, pero tanto la técnica de elaboración como
la decoración son ibéricas.
Si distribuimos dichas cerámicas sobre un plano y las comparamos con las áticas, vemos como están
presentes en prácticamente todas las viviendas del poblado. Aunque dada la sobrerrepresentación de los
cuencos de borde engrosado, cabría preguntarse si tendrían el mismo valor diacrítico que atribuimos a
otras formas y si no formarían parte más bien de la vajilla de mesa de uso más cotidiano. En cambio, la
ubicación de las otras piezas viene a coincidir con las viviendas donde hay una mayor concentración de
cerámicas áticas. En el sector 11Fb (fig. 8: A) encontramos el fragmento de cratera de columnas en una
vivienda donde existe un variado repertorio ático de copas, escifos y cuencos de diversos tamaños, pero
ninguna cratera. En el caso de los kylikes ibéricos, encontramos uno de ellos en la vivienda donde se da
la mayor concentración de áticas de todo el poblado (fig. 8: B) y donde además se concentran todas las
crateras (4), una de ellas de columnas, junto a tres copas, un escifo, un bolsal y tres L.22. La otra copa
se documentó durante las excavaciones antiguas de Tarradell en la cata C-4, que se correspondería con
un espacio abierto no lejos de esta vivienda (Rubio, 1985: 120). En este caso, vemos como este tipo de
producciones se encuentran en los mismos contextos en los que se han documentado las cerámicas áticas
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Fig. 8. Formas documentadas y plano de distribución en El Puig d’Alcoi. 1: Cratera de columnas; 2-3: Copas de pie
bajo; 4: L.22 (dibujos elaborados a partir de Grau y Segura, 2013 y Rubio, 1985). A. Sector 11 Fb; B: Sector Corona
(datos para la distribución a partir de Grau y Segura, 2013).
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y en ocasiones incluso se podrían estar complementando, como hemos visto en el caso de la cratera
de columnas local. Por tanto, cabría pensar que pudieron tener usos similares a los de las cerámicas
importadas.
A falta de más estudios de caso concretos para el área ibérica, parece dibujarse un patrón similar
basado en la existencia de piezas con formas inspiradas en la cerámica ática pero elaboradas con técnicas
y decoraciones propiamente locales. El fenómeno de las “imitaciones” se extiende por diferentes culturas,
áreas geográficas y cronologías en la Edad del Hierro del Mediterráneo occidental por lo que un estudio
detallado de todos los casos excedería las posibilidades de este trabajo, aunque sí es relevante citar un par
de ejemplos que ponen de manifiesto la diversidad existente.
En el oeste de Sicilia encontramos un fenómeno similar al ibérico durante la Edad del Hierro, donde el
contacto de las poblaciones locales con grupos de origen griego y fenicio da lugar a la producción de piezas de
estilo mixto que combinan las formas, en muchos casos relacionadas con el consumo de bebida, y decoraciones
foráneas con técnicas de elaboración locales (Balco, 2018). Por otro lado, en Cerdeña se atestigua una copresencia física entre artesanos locales y fenicios durante la Edad del Hierro, como en Nuraghe Sirai (Perra,
2012) o S’Uraki (Roppa et al., 2013). Esta interacción más estrecha, fruto de una co-residencia entre grupos
artesanales diversos, da lugar a cambios visibles en la cadena operativa del proceso productivo. Mientras que la
producción local de nuevas formas, o reinterpretaciones de tipos foráneos no supone necesariamente cambios en
las prácticas artesanales, como sucede en los casos ibéricos analizados, la introducción de técnicas nuevas como
el modelado a torno o la aplicación de engobe implica un periodo de aprendizaje e intercambio de conocimientos
a partir de una experiencia artesanal compartida. Por tanto, en estos contextos sardos no solo se documentan
objetos formalmente híbridos, sino también prácticas híbridas como consecuencia de una interacción con un
mayor grado de intensidad (Roppa et al., 2013: 133-134; van Dommelen y Rowlands, 2012: 24 y 28).
7. REFLEXIONES EN TORNO AL VALOR SOCIAL
DE LA VAJILLA LOCAL CON FORMA ÁTICA
Dos cuestiones nos parecen esenciales a la hora de tratar el fenómeno de este tipo de producciones desde
una perspectiva social. En primer lugar, cabe preguntarse de qué son resultado estos objetos, teniendo en
cuenta cuáles son los mecanismos que entraron en contacto y las posibles motivaciones por parte tanto de
productores como de consumidores. Por otra parte, es necesario valorar el papel social que estas piezas
pudieron tener en una comunidad ibérica concreta como la que habitó el asentamiento de La Bastida de les
Alcusses en el s. IV a.C.
Partamos de la premisa de que existe un grupo de alfareros ibéricos, que comparten una tradición
tecnológica que se materializa en el uso del torno, las clases A (cerámica fina) y B (cerámica tosca), un
uso similar de los desgrasantes y las cocciones, que da lugar a pastas similares, una tipología relativamente
limitada, decoraciones compartidas… Esta tradición productiva, que podríamos denominar ibérica, se
encuentra ya bien definida en el s. VI a.C. y está constituida por una serie de decisiones tomadas por
grupos de alfareros durante cada paso del proceso productivo, y son transmitidas de una generación a la
siguiente en el marco de estas comunidades (Eckert et al., 2015: 2; Stark, 2006). Sin embargo, es muy
importante señalar que asumimos la existencia de una tradición alfarera “ibérica” cuando en realidad parece
existir un panorama mucho más heterogéneo, con diferencias entre distintas comunidades, así como una
enorme amplitud geográfica. A ello se añade que estas prácticas alfareras aún no han sido suficientemente
investigadas desde una perspectiva comparativa y definiendo de forma clara y detallada la existencia de
comunidades de prácticas en el ámbito ibérico.
Creemos que el contacto debió darse de forma mayoritaria con las piezas importadas, lo que resulta
totalmente lógico dada la llegada masiva de estos productos áticos en el s. IV a.C. En ocasiones, detrás de
este tipo de innovaciones y fenómenos de mímesis se encuentra una motivación comercial, utilizando este
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término con todas las cautelas en una sociedad tradicional, relacionada con una gran demanda de estos bienes
de prestigio foráneos que se cubre con las producciones locales. No parece que esta sea una explicación
plausible en nuestro caso, ya que si atendemos a la proporción entre individuos, nos encontramos con una
producción local por cada 35 áticas. El acceso a las importaciones no sería tan restringido como el acceso
a las inspiraciones ibéricas. Por tanto, habría que buscar una motivación eminentemente social detrás de
estas producciones.
Ya hemos señalado con anterioridad, que lo que interesa a los productores, y debemos pensar que
también a los consumidores, es la forma y su función, descartándose la decoración o el cromatismo de los
originales. Desde un punto de vista conceptual, los alfareros no imitan simplemente las piezas foráneas,
sino que combinan su forma, que además se reinterpreta en la mayoría de los casos, con las técnicas y
decoraciones que ya conocen, generando un producto nuevo, pero al mismo tiempo familiar (Balco, 2018:
193). En definitiva, tras el proceso de apropiación de las cerámicas áticas importadas y su integración en
los sistemas de clasificación y prácticas sociales locales con nuevos significados, se da lo que podríamos
denominar una maraña material (material entanglement) con la creación de nuevos elementos de cultura
material (Stockhammer, 2012: 50-51). Por tanto, no estaríamos ante un proceso de hibridación cultural en
el sentido de la mezcla de prácticas de diversos orígenes, sino de apropiación, ya que en este caso no hay
pruebas de una co-presencia física y directa entre alfareros ibéricos y griegos que dé como resultado unas
prácticas o técnicas artesanales híbridas, como hemos visto en que sucede en el caso sardo.
De esta forma, se copian en mayor medida recipientes relacionados con el consumo de bebidas (66,6
%), y más en concreto copas con asas (36,6 %) y crateras (23,33 %), dos tipos que no son mayoritarios entre
las piezas áticas de La Bastida (Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022). La importancia de las agencias locales
se evidencia en una inversión de los porcentajes mayoritarios en cuanto a los tipos funcionales (comida/
bebida) con una relación del 70/30 % en el caso de las áticas frente al 34/66 % en el caso de las producciones
ibéricas. También resulta llamativo que las dos formas más numerosas, las crateras y las copas-escifo, no
son ni mucho menos las mayoritarias entre las piezas áticas del poblado, que suponen apenas un 2 y un 1,9
% de los repertorios importados. Este hecho estaría indicando que los tipos preferidos para esta clase de
producciones no vienen determinados por el contacto con las piezas más abundantes.
En este sentido, se buscan formas que no tienen paralelos claros en el repertorio tradicional ibérico
donde no eran comunes los pequeños recipientes con asas o una forma que recordara a las crateras o ánforas
áticas para el servicio de bebidas y que además son escasas en los repertorios importados. Por otra parte,
existe una mayor variedad de platos en el repertorio local, cuyas formas son muy funcionales y con pocos
atributos distintivos. Esto los hace muy similares a los cuencos áticos, por lo que no tendría tanto sentido
distinguirse con ellos durante el consumo, además de que son la forma más abundante con diferencia de los
conjuntos importados.
Una de las formas más frecuentes del repertorio, la cratera de columnas, se inspira en un tipo propio del
s. V a.C., aunque algunos ejemplares podrían datarse a inicios del IV, y que llega solo de forma excepcional
a los asentamientos de esta zona. Es muy posible que estos alfareros no tuviesen ningún contacto directo con
las piezas originales, de ahí que sean creaciones que mantienen pocos elementos de las piezas originales sin
alterar (fig. 3). En este sentido, se toman algunos de los atributos más característicos, como las columnas,
aunque en ocasiones reinterpretadas con el añadido de volutas, mientras que la forma estilizada recuerda
a la de las ánforas o las pélices de boca estrecha. Quizá estas piezas traten de vincularse al pasado, cuando
estas crateras eran un verdadero bien de prestigio, dada su escasez en el s. V a.C. ya que en el norte de la
Contestania solo se documentan tres ejemplares en El Puig (Grau y Segura, 2013: 109 y 132) y uno en El
Pitxòcol (Amorós, 2015: 149, fig. 5.9).
La distribución de las vajillas locales con formas áticas en La Bastida apunta a un patrón interesante:
coinciden donde hay áticas (por ejemplo en el Conjunto 11) y son inexistentes en contextos sin áticas
(Conjuntos 3 y 4), lo que nos hace pensar en usos y prácticas de consumo similares, siendo los mismos
grupos los que demandan estas piezas. Ante la abundante llegada de cerámicas áticas, es posible que hayan
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perdido parte de su valor diacrítico (Dietler, 1999: 146), por lo que estos grupos sociales heterárquicos en
continua competencia, buscarían nuevas formas de distinción. Estas piezas de encargo permitirían participar
en estos banquetes, pero con un objeto que, aún teniendo la misma función, se encuentra personalizado,
es escaso y está más vinculado a la tradición local, lo que pudo constituir un peldaño más en la distinción.
No obstante, hay otros casos donde no se da esta conjunción de cerámicas áticas e ibéricas, como son los
espacios abiertos o las estancias vinculadas al almacén, donde ya se ha señalado que operarían otras lógicas.
Otro caso es el de la vivienda ubicada en la parte oeste del Conjunto 10. En otros trabajos ya se ha señalado la
ausencia de cerámicas importadas, igual que sucedía en otras casas destacadas (Conjuntos 3 y 4), donde apareció
el jinete de bronce o un toro uncido, consideradas por distintas razones como residencias del segmento de las
elites del poblado (Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022). En los dos últimos casos, la ausencia de producciones
locales de este tipo se mantiene, lo que podría estar relacionado con el escaso interés de sus habitantes por
las estrategias relacionadas con el consumo destacado. No sucede lo mismo con la casa del Conjunto 10,
donde aparece, como ya hemos señalado, una de las mayores concentraciones de este tipo de cerámicas
locales. Este hecho podría estar indicando que esta unidad social, que rechaza conscientemente la posesión
de cerámicas de importación, no renuncia en cambio a su función y a las prácticas de consumo asociadas a
ellas. Esta participación pudo haberse llevado a cabo mediante piezas de encargo, que aunque tienen formas
muy similares e inspiradas en las de las importaciones, se vinculan a los cromatismos y decoraciones propias
de la cerámica ibérica. Quizá nos encontramos ante un segmento de la elite especialmente conservador, muy
vinculado a la tierra como fuente de poder, como indicaría la presencia de una acumulación de arados y
herramientas agrícolas (Vives-Ferrándiz, 2013: fig. 3), que rechaza esta llegada masiva de productos foráneos
y prefiere cerámicas de tradición local con innovaciones formales.
El estudio del repertorio de estas producciones locales, tradicionalmente consideradas como imitaciones,
en el oppidum de La Bastida de les Alcusses nos ha servido como punto de partida para reflexionar sobre
un complejo fenómeno que presenta numerosas aristas en cuanto a su interpretación. En este trabajo hemos
tratado de ir más allá de su consideración como meras imitaciones o copias de menor calidad de un modelo
griego ideal, entendiendo estos productos como reinterpretaciones que deben ser valoradas en sus contextos
locales de uso.
El análisis matizado de los datos desde la escala de un oppidum nos permite definir las características
tanto de las elites ibéricas como de las distintas unidades sociales que habitaron el poblado y que reflejan un
paisaje urbano marcado por la heterogeneidad social con el despliegue de diferentes estrategias identitarias
y de poder (Vives-Ferrándiz, 2013; Amorós y Vives-Ferrándiz, 2022).
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de investigación PROMETEO/2019/035, LIMOS. LItoral y
MOntañaS en transición: arqueología del cambio social en las comarcas meridionales de la Comunidad Valenciana,
financiado por la Generalitat Valenciana. Agradezco a los doctores Jaime Vives-Ferrándiz y Peter van Dommelen, así
como a otro/a revisor/a anónimo/a, su interés por esta investigación y sus siempre valiosos comentarios y sugerencias
de mejora, que han contribuido a mejorar sustancialmente el trabajo original.
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