Cuentas ibéricas sobre vértebras de pescado
Ricard Marlasca Martín
Consuelo Mata Parreño
Lucia Soria Combadiera
Marta Blasco Martín
Eva Collado Mataix
2019
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CUENTAS IBÉRICAS SOBRE VÉRTEBRAS DE PESCADO
Ricard Marlasca Martín, Consuelo Mata Parreño, Lucía Soria Combadiera,
Marta Blasco Martín y Eva Collado Mataix
ABSTRACT
Within the framework of execution of the investigation project “Wood,
Bone, Ivory, Antler and Shell. Marginal or marginalized crafts?” (HAR201345770-ACOMP/2015/256) we reviewed a small set of modified fish vertebrae
from the Iberian period. The use of these objects was related as beads. They
were always recognized as vertebrae of ichthyofauna remains, but in almost
no case, the species to which they belonged had been identified, neither
had they been treated jointly. Our purpose here is to identify the species
and try to approach the explanation of their use and presence in Iberian
settlements, necropolis and votive deposits.
INTRODUCCIÓN
En este estudio presentamos las vértebras de pescado recuperadas en contextos ibéricos, que han sido modificadas perforando el canal medular y,
por lo tanto, usadas como cuentas. Su documentación no es muy abundante, al tratarse de un tipo de abalorio poco generalizado, probablemente
debido al uso de otros materiales más cotidianos y de más fácil acceso para
la confección de elementos de adorno personal, accesorios o decoración.
En el mundo ibérico, las cuentas más habituales son las realizadas sobre
diáfisis de huesos largos de macromamíferos, de formas discoidales y perforadas en la parte central. Este tipo de artefactos están documentados, entre
otros, en los oppida del Tossal de Sant Miquel (Llíria, València) (Bonet,
Recursos marins en el passat. IV Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2019): 221-237.
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
FIGURA 1. Cuenta de hueso del
Puig de Sant Andreu. MACUllastret nº inv. 1477.
1995: 240 y 256), La Bastida de les Alcusses (Moixent, València) (Fletcher
et al., 1969: 140), Mas Castellar (Pontós, Girona) (Pons, 2002: 408-409), el
Puig de Sant Andreu (Ullastret, Girona) (Oliva, 1957: 277-278, fig. 3.2) y en
necrópolis como El Cigarralejo (Mula, Murcia) (Cuadrado, 1987) o Coimbra
del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia) (García Cano et al., 2008) (figura 1).
METODOLOGÍA
Las piezas que centran nuestra atención son vértebras de peces que han sido
perforadas con un punzón, seguramente metálico, por la parte central del
canal medular. En los laterales conservan su morfología natural. Aunque
desconocemos si los pescados de los que provienen estas vértebras fueron o
no consumidos, sí parece seguro que se trata de piezas óseas seleccionadas,
modificadas y destinadas a formar parte de adornos como colgantes, collares, brazaletes o pulseras.
Se han analizado directamente las cuentas depositadas en diferentes
museos y se ha realizado una detallada revisión bibliográfica. Las
vértebras se han clasificado taxonómicamente mediante la comparación,
fundamentalmente, con la colección de referencia de uno de los autores de
este trabajo (RMM), que cuenta con un gran número de especies del Mar
Mediterráneo. Asimismo, también se ha consultado la colección de Joan Ribé
en el Cau del Tauró (l’Arboç, Baix Penedès). A diferencia de otras disciplinas,
no existen para el estudio o clasificación de este tipo de elementos, manuales
o publicaciones especializados de tipo genérico o de síntesis.
La identificación, debido al deterioro de algunas de las vértebras, y a la
similitud entre especies de la misma família, resulta difícil y, se hace por
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Cuentas ibéricas sobre vértebras de pescado
FIGURA 2. Yacimientos ibéricos con vértebras de peces o condrictios presentados en
el texto.
ello, a nivel de família, dejando la determinación específica abierta, aunque
se haga alguna propuesta.
LOS CONTEXTOS
En total, presentamos un conjunto de 14 vértebras, diez de ellas, un 71% del
total, provienen de El Cigarralejo. Por su parte, en los enclaves de la Moleta
del Remei (Alcanar, Tarragona), El Puig (Alcoi, Alicante), El Amarejo (Bonete, Albacete) y El Puig de la Misericòrdia (Vinaròs, Castellón) contamos
con un único ejemplar (figura 2, cuadro 1).
El Cigarralejo
El complejo arqueológico de El Cigarralejo se encuentra situado a 2 km al
sureste de la actual localidad de Mula (Murcia). Está integrado por el poblado ibérico, la necrópolis y el santuario. A pesar de conocerse su empla-
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
Yacimiento
Contexto
Cronología
Familia
Especie
NMI
Cigarralejo
Funerario
Tumba 200
s. IV a.C.
Lamnidae
Lamna nasus
4
Cigarralejo
Funerario
Tumba 267
s. IV a.C.
Lamnidae
Alopiidae
Lamna nasus
Alopias vulpinus
6
Doméstico
C-4
s. IV a.C.
Carcharhinidae
¿Carcharhinus
falciformes
C. plumbeus?
1
Doméstico
Habitación 5
s. II a.C.
Carcharhinidae
¿Carcharhinus
falciformes
C. plumbeus?
1
Puig de la D o m é s t i c o
Misericordia
Habitación 15
s. VII a.C.
Salmonidae
Salmo trutta L.
1
Amarejo
s. III a.C.
Squalidae
¿Squalus
acanthias?
1
El Puig
Moleta
Remei
del
Pozo votivo
CUADRO 1. Identificación y contexto de las vértebras analizadas.
zamiento al menos desde el siglo XVIII, no será hasta los años cuarenta
del siglo XX cuando E. Cuadrado impulse los trabajos arqueológicos. La
excavación se desarrolló durante más de cuarenta años, sobre todo en la necrópolis. En todo ese tiempo se recuperaron más de 500 tumbas de las que
382 han sido publicadas detalladamente (Cuadrado, 1987). En dos de ellas,
la 200 y la 267 se encontraron “varios trozos de vértebras de pescado” (Ibíd:
258) y “vértebras de pez” (Ibíd.: 459).
La revisión en directo de las mismas en el Museo de Arte Ibérico de
El Cigarralejo (Mula, Murcia), nos ha permitido detallar esta primera
identificación.
La tumba 200 (425 – 375 a.C.), posee un ajuar rico y abundante, en el que
destacan un kylix de figuras rojas, un juego de pesas de bronce, la manilla
de un escudo, restos de objetos de madera, esparto trenzado carbonizado,
alfileres y una placa perforada de hueso, varias fusayolas, siete pequeñas
perlas de forma esférica de pasta vítrea y 35 cuentas discoidales de hueso
(Ibíd.: 257-358). En esta tumba hay al menos cuatro vértebras de pez. Solo
una está entera (1,7 x 0,85 cm, con una perforación central de 0,7 x 0,55 cm)
y las otras tres están deterioradas y fragmentadas en diferente grado, ya que
se han separado por su parte central, debido al desgaste de las lamelas (dibujos formados por el hueso en forma de láminas, en la zona del corpus vertebral). Por los rasgos métricos y morfológicos que conservan las vértebras
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FIGURA 3. Vértebras de la tumba 200 de El Cigarralejo.
fracturadas, se puede deducir que todas pertenecen al mismo espécimen.
Por la amplitud de la obertura de estas lamelas y las dimensiones de las
vértebras, que son los únicos rasgos diagnósticos en este caso, se trataría de
vértebras de un gran tiburón de la familia Lamnidae, posiblemente un marrajo sardinero (Lamna nasus) (figura 3). Estas cuatro vértebras perforadas,
podrían pertenecer a un collar compuesto, junto a las 35 cuentas discoidales
de hueso, y las 7 pequeñas perlas de pasta vítrea recuperadas como parte
del ajuar.
Por su parte, la tumba 267 (400 – 275 a.C.), cuenta con un ajuar más reducido, en el que también se documenta la presencia de varios alfileres para el
cabello, una placa perforada y una fusayola bitroncocónica. Junto a la tumba,
en la parte superior, se encontró un fragmento de una escultura femenina
(Ibíd.: 459, fig. 194: 14 y 16). De esta tumba proceden otras cuatro vértebras
de pez perforadas completas y fragmentos de, al menos, otras dos. Por las
piezas enteras, parece que estamos ante vértebras de dos tiburones diferentes. Las dos piezas ligeramente más pequeñas (1,65 x 0,9 cm con perforación
circular de 1,8 cm de diámetro; 1,6 x 0,7 cm y perforación de 0,5 cm) con las
lamelas dibujando espacios más abiertos, se pueden relacionar con las vértebras de la tumba 200, ya que parecen de un ejemplar de la familia Lamnidae
(figura 4: 1-2). Las otras dos vértebras, de dimensiones similares entre sí (2,7
x 1,1 cm y 2,5 x 0,95 cm) y ambas con perforación central de 0,5 cm, presentan
un dibujo de las lamelas mucho más cerrado y son más bajas, por lo que nos
inclinamos a pensar que se trataría de vértebras de un ejemplar de la familia
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
FIGURA 4. Vértebras completas de la tumba 267 de El Cigarralejo.
Alopiidae, de los que el más común en el Mediterráneo es el tiburón zorro
(Alopias vulpinus) (figura 4: 3-4).
El Puig
El poblado fortificado de El Puig (Alcoi, Alicante) está situado en el extremo
noreste de La Canal d’Alcoi, ocupando un área de 1,5 hectáreas. Conocida
su existencia desde el siglo XIX, no será hasta inicios del XX cuando se realicen las primeras campañas de excavación por C. Visedo. Desde entonces,
los trabajos en este enclave contestano se han ido sucediendo, permitiendo
conocer mejor su funcionamiento (Grau y Segura, 2013).
La vértebra de pez perforada fue encontrada en el sondeo C-4, uno de
los 11 sondeos, realizados en la meseta superior de El Puig en la campaña de
excavación del año 1964 dirigida por M. Tarradell y V. Pascual (Ibíd.: 26).
No se conoce el contenido de la memoria de excavación de ese año, tan solo
algunos de los hallazgos más relevantes que fueron publicados con posterioridad, como un kylix de barniz negro en cuyo fondo exterior se encuentra
una inscripción ibérica (Fletcher, 1972: 123-124). Por ello, podríamos situarla cronológicamente en el siglo IV a.C. La revisión de la industria ósea de
este yacimiento en el Museu Arqueològic Municipal Camil Visedo Moltó
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Cuentas ibéricas sobre vértebras de pescado
FIGURA 5. 1. Vértebra de La Moleta del Remei. 2. Vértebra de El Puig.
(Alcoi) nos permitió documentar y analizar esta vértebra modificada. Está
completa (2,5 x 1,7 cm), con una perforación central en el canal medular de
forma circular (0,9 cm). Su estado de conservación, en general, es bueno,
aunque presenta abrasiones y desgaste, especialmente en uno de los laterales (figura 5: 2). La fisionomía general de la pieza, así como sus dimensiones
y el dibujo de los forámenes articulares para la inserción de los cartílagos
de los arcos hemal y neural, inducen a pensar que se trata de una vértebra
de otro tiburón de grandes dimensiones, en esta ocasión de la familia Carcharhinidae, quizás un tiburón jaquetón (Carcharhinus falciformes) o un
tiburón trozo (Carcharhinus plumbeus).
La Moleta del Remei
La Moleta del Remei (Alcanar, Tarragona) se localiza en un pequeño promontorio en la vertiente sur de la Serra de Montsià, controlando el territorio
circundante y la costa mediterránea. Comenzó a ser excavado en 1961 por el
Servei d’Excavacions de la Diputació de Barcelona y, posteriormente, por el
Grup de Recerca en Arqueologia Protohistòrica (GRAP) de la Universitat de
Barcelona. Se trata de un poblado fortificado, de disposición pseudo-circular,
con 66 departamentos excavados (Gracia Alonso et al., 2006). Este poblado
fue ocupado en diversas fases desde el siglo VII a.C. hasta mediados del II a.C.
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
La vértebra modificada está completa (2,5 x 1,2 cm), posee una perforación central, circular (0,4 cm) y se encuentra en buen estado de conservación salvo alguna pequeña perdida ósea cerca de una de las facies articulares. Fue recuperada en la habitación 5 en la campaña de 1986 (Gracia
Alonso et al., 1988: 155). Pudimos analizarla en directo, matizando su clasificación, en el Museu de les Terres de l’Ebre (Amposta, Tarragona) (figura
5: 1). Como sucede con la vértebra de El Puig, estamos ante una vértebra de
un gran tiburón, cuyos únicos orificios son los forámenes articulares de los
arcos hemal y neural. De nuevo, se trataría de una vértebra de un tiburón de
la familia Carcharhinidae, quizás un tiburón jaquetón (Carcharhinus falciformes), o un tiburón trozo (Carcharhinus plumbeus).
El Puig de la Misericòrdia
En la última campaña de excavación del Puig de la Misericòrdia (Vinaròs,
Castellón), llevada a cabo por el Servei d’Arqueologia de la Diputación de
Castellón1 en el verano de 2018, se recuperó una vértebra de pescado perforada en la habitación 15 (UE 15.010), de finales del siglo VII a.C. El Puig
de la Misericòrdia es un poblado de casi 3 Ha, emplazado en una colina
en la comarca del Baix Maestrat. Su primera fase de ocupación data de la
segunda mitad del sigo VII a.C. a la primera mitad del VI a.C.2, aportando
interesante información sobre el inicio de la cultura ibérica, por ello hemos
considerado interesante incluir esta pieza en nuestro estudio.
La vértebra está completa y en buen estado de conservación, aunque
presenta pérdida de materia ósea en algunas zonas, especialmente por
una de las caras articulares. Sus dimensiones son menores que las anteriormente expuestas (1,1 x 0,85 cm). Posee también una perforación central, circular, de 0,2 cm de diámetro. Al contrario que las vértebras analizadas hasta ahora, se trata de una cuenta realizada sobre una vértebra
caudal de un osteíctio o pez óseo. En concreto de una vértebra de trucha
común (Salmo trutta L.). Para la confección de la cuenta se eliminaron
los apéndices óseos que por los lados superior e inferior (canales neural y
hemal), habrían supuesto una incomodidad (figura 6). En esta campaña
y en la misma habitación se recuperó además una pequeña cuenta discoidal de marfil de tamaño similar a la vértebra modificada (1,2 x 0,6) y con
una perforación central también de 0,2 cm de diámetro. Ambas cuentas
pudieron formar parte del mismo collar.
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FIGURA 6. Vértebra del Puig de la Misericòrdia.
El Amarejo
El poblado de El Amarejo se emplaza en la cima y laderas de un cerro tronconónico, situado en el área de transición natural entre el sureste meseteño
y la costa oriental peninsular. P. Paris realizó a finales del siglo XIX dos
campañas de excavación, pero será S. Broncano quien en 1978 inicie excavaciones sistemáticas en el yacimiento (Broncano y Blánquez, 1985). En
los trabajos efectuados en 1985 fue excavado un pozo con ofrendas y una
destacada presencia de objetos de cuidada factura. Ha sido interpretado
por los investigadores como un pozo votivo reflejo de una ritualidad ibérica
ligada a una posible divinidad femenina, debido al cariz de la mayoría de los
objetos recuperados en el mismo: útiles relacionados con la actividad textil,
alfileres para el cabello, entre otros, y también, por la significativa ausencia
de armas y herramientas (Broncano, 1989: 33). Su cronología abarcaría de
mediados del siglo IV a.C. a finales del III a.C/inicios del s. II a.C.
En dicho depósito se recuperaron un fragmento de espina dorsal y una vértebra completa (Broncano, 1989: 76 y lám. LII) y de mielga (Squalus acanthias),
un pequeño tiburón que no suele superar el metro de longitud. Incluimos en
este trabajo esta vértebra de tiburón sin modificar, hallada en la capa 22 del
depósito votivo, debido al significativo contexto en el que fue hallada.
Consideramos que su presencia no es casual y habría que entenderla por
su valor simbólico y, posiblemente, exótico, dentro de las ofrendas realizadas en este lugar. Cabe señalar que, en nuestra revisión de la industria ósea
de El Amarejo, en el Museo de Albacete, no tuvimos ocasión de examinar
esta pieza.
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
ICTIOFAUNAS Y CONDRICTIOS EN EL MUNDO IBÉRICO
Los restos de ictiofauna no suelen ser los protagonistas en los estudios de
fauna de los yacimientos ibéricos, en parte, debido a su propia fragilidad. Su
tamaño reducido y su naturaleza quebradiza conlleva que, para una adecuada documentación de los mismos en la excavación de cualquier yacimiento,
deba realizarse una metodología sistemática de recogida de muestras de
sedimento que, posteriormente, sean correctamente tratadas (flotación,
separación del sedimento e identificación por un/una especialista). Solo
así, se puede obtener una visión proporcionada de la presencia y del peso en
la dieta, en cada asentamiento ibérico, de este tipo de recursos alimenticios.
Desde finales del siglo XX e inicios del XXI, se han ido recuperando restos de ictiofauna que revelan su consumo por las sociedades de la
Edad del Hierro en el territorio ibérico, especialmente en los enclaves limítrofes con las costas mediterráneas, como la Illa d’en Reixac (Ullastret,
Girona) (Juan Muns, 1999), La Font de la Canya (Avinyonet del Penedés,
Barcelona) (López, 2015: 186-187) o Mas Castellar (Pontós, Girona), en el
que destaca la conocida fosa 362, en la que se encontraron más de 800
restos de ictiofauna de especies marinas y de agua dulce (Juan-Muns y
Marlasca, 2008). La recopilación de los restos “reales” de huesos de pescado, así como de la representación “imaginaria” de estos animales en la
iconografía ibérica, queda ref lejada en el libro y en la web del proyecto
“Flora y Fauna Ibérica. De lo real a lo imaginario” (Mata et al., 2014: 91 –
107; www.f lorayfaunaiberica.org).
La captura de condrictios (peces cartilaginosos), especialmente rayas,
en la prehistoria peninsular está atestiguada desde el Mesolítico. Pero solo
tenemos constancia del uso de las vértebras de estos peces para la confección de cuentas a partir del Neolítico (ver Pascual y Marlasca en este volumen), como se ha documentado por ejemplo en la Cova de les Cendres
(Teulada-Moraira, Alicante), o la Cova de l’Or (Beniarrés, Alicante). Los
precedentes cronológicos conocidos más cercanos a los ejemplares ibéricos
corresponderían a ejemplares del Bronce antiguo y pleno.
Los condrictios suelen tener índices de presencia muy bajos en los yacimientos arqueológicos. El antecedente protohistórico más cercano lo encontramos en los yacimientos fenicios de la costa atlántica como Castro
Marim (Faro, Portugal) (Morales y Roselló, 2012) o Doña Blanca (el Puerto
de Santa María, Cádiz) (Roselló y Morales, 1994), y de hecho, si la aporta-
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ción del ámbito fenicio es crucial para entender la transformación del mundo indígena peninsular, también lo es su relación con el mar y el auge de
las actividades pesqueras (Marlasca en prensa). Contamos con muy pocos
restos de condrictios en los yacimientos ibéricos y la mayoría proviene del
yacimiento francés de Lattara (Lattes), en el Golfo de León, donde se han
encontrado restos de rayas, angelote (Squatina squatina) o alguna musola (Mustelus mustelus) (ver por ejemplo Sternberg, 1995: 77; Alonso et al.,
2010). La explicación a este hecho es sencilla: a excepción de las rayas, no se
trata de peces muy abundantes en las zonas de costa, donde se realizaban
la mayor parte de las actividades pesqueras. Se trata de especies pelágicas,
cuya pesca hubiera significado, salvo alguna excepción en que se acercaran
a la costa, su captura mar adentro. Ello comportaría un alto índice de peligrosidad, dadas las artes pesqueras con que contaban y las dimensiones
y fuerza de estos animales, ya que en muchos casos se trata de especies de
gran tamaño y agresividad, de difícil captura. Aunque no tenemos evidencias, cabe pensar que su captura, si ésta se realizaba en ámbito ibérico de
forma intencionada, debió llevarse a cabo usando arpones, aunque no se
han documentado en estos contextos. Tampoco se han documentado los
anzuelos encadenados (hami catenati), mencionados por Plinio en la Historia Natural (IX, 44), que se han relacionado con la pesca de estos grandes
peces y que se documentan de forma excepcional en ámbito romano (Bernal y Marlasca, 2017: 31)
Por último, los condrictios no tienen una carne especialmente apreciada. No tenemos constancia de su recuperación en contextos ibéricos mediterráneos, a excepción de dichas cuentas. En época romana, su aparición se
generaliza algo más, debido sin duda al progresivo aumento de la pesca y a
la utilización de artes de pesca más desarrollados (Bernal y Marlasca, 2017).
Pero a diferencia de lo que ocurre con su pesca y su carne, sus vértebras sí
tienen un atractivo particular. La elección de vértebras de condrictios para
confeccionar cuentas de collar debe obedecer, en primer lugar, a un hecho
derivado de sus características físicas. Se trata de piezas generalmente no
muy gruesas, con una forma natural circular y sin aristas, con diámetros
variables, y con aberturas en la pared del cuerpo de las vértebras diferentes
según la especie, que forman una serie de celdas con dibujos diversos más
o menos complejos en sus costados. Este tipo de vértebras son fáciles de
perforar y muy ligeras, características que presentan ya de por sí un fuerte
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
atractivo y un gran potencial para convertirlas en elementos de adorno personal. Así, las vértebras de peces cartilaginosos no necesitan abrasión para
regularizar los bordes, como sí ocurre con las vértebras de los peces óseos,
que presentan numerosas irregularidades, en especial las espinas neurales
y hemales, que hacen de estas piezas elementos muy espinosos y difíciles
de convertir en un abalorio. Al contrario, las vértebras de condrictios presentan un aspecto plano, regular y limpio, por lo que son ideales para la
confección de cuentas.
Las vértebras analizadas no muestran alteración de la forma anatómica natural, y el único tratamiento realizado es el aumento del orificio medular (canalis centralis), localizado en el centro de las facies vertebrales,
ampliándolo, para poder pasar el material de cuerda o cuero para su sujeción en el collar. Las perforaciones documentadas son antrópicas en todos
los casos, y requieren poco tiempo y esfuerzo. Además, al tratarse de un
cartílago parcialmente calcificado, la mitad de denso que el hueso, y con
los lados mayores deprimidos en forma de cono, estas vértebras facilitan
enormemente la perforación. Para ello, muy probablemente, se utilizaría
un punzón metálico.
En segundo lugar, un aspecto a considerar es la posibilidad de que en
su elección influyera un componente simbólico, relacionado con las especies de las que proceden estas vértebras, aspecto sumamente atractivo que
cabría tratar en otro trabajo.
Un caso aparte está representado por la única cuenta realizada en vértebra de pez óseo, una trucha común (Salmo trutta L.). Su presencia en
el yacimiento del Puig de la Misericòrdia podría indicar la pesca de estos
peces en el río Cèrvol, a tan solo 900 metros de distancia en dirección sur
del asentamiento, aunque en la actualidad ya no hay truchas en este río, de
caudal hoy estacional. Al tratarse de un pez anádromo, su pesca también
podría haberse realizado desde la cercana costa mediterránea (cuadro 2).
No obstante, tampoco tenemos noticias del hallazgo de restos de ictiofauna en el yacimiento hasta ahora. También podría provenir del intercambio
con poblados cercanos, como los situados en la costa o la cercana zona del
Ebro, donde podría haberse capturado. Las vértebras de salmónidos tienen
unas características físicas similares a los condrictios, en cuanto se trata
de elementos de sección cilíndrica muy limpia, especialmente por lo que
hace a las vértebras precaudales, que ni siquiera presentan los arcos hemal y
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Cuentas ibéricas sobre vértebras de pescado
caudal, y que por ello solo necesitarían de la obertura del orificio. Si bien las
vértebras caudales sí que presentan estos arcos, en este caso son apéndices
sumamente frágiles, y su eliminación para la confección de la cuenta resultaría muy fácil, y difícilmente se dañaría el resto de la pieza, como sucede en
el caso estudiado. Así que, de nuevo, estamos ante la selección de un tipo de
vértebras con unas características físicas que las convierten en candidatas
ideales para la confección de este tipo de adornos. De hecho, las cuentas
más antiguas documentadas hasta el momento en el ámbito mediterráneo
peninsular, están realizadas sobre vértebras de salmónidos, entre los que
podemos citar, por su cercanía, las seis cuentas del contexto Auriñaciense
del Abric Romaní (Capellades, Anoia), hechas sobre vértebras de trucha
común (Salmo trutta L.) (Juan-Muns, 1988: 77, fig. 2).
CONCLUSIONES
Hemos presentado un conjunto de 14 restos de ictiofauna modificados y/o
intencionadamente seleccionados (como en el caso del Amarejo). Todos
ellos, a excepción de la vértebra de trucha, son vértebras de diferentes escualos sin apenas alteración. Se trata de animales de gran tamaño que resultarían significativos y llamativos en época ibérica. La morfología de estas vértebras en su estado natural, como ya hemos señalado, pudo resultar
decorativamente atractiva y apenas implica una modificación del soporte
óseo, con una perforación en la parte central de la vértebra, para poder ser
utilizadas y colgadas.
Las vértebras de El Cigarralejo, al menos 10 ejemplares perforados en
dos tumbas, son el mayor conjunto documentado en el mundo ibérico. Debemos tener en cuenta que han sido excavadas más de 500 tumbas en esta
necrópolis, por lo que podemos afirmar que su presencia en dos de ellas es
igualmente singular y, en ningún caso, se trataría de un ajuar habitual, ni
en esta necrópolis, ni en el mundo ibérico. La distancia en línea recta desde
este yacimiento a la costa (actual) es de al menos 57 km, lo que supone un
recorrido considerable (cuadro 2). La presencia de estas vértebras de condrictios en la necrópolis puede deberse a intercambios o a desplazamientos
más o menos habituales de los habitantes del oppidum hasta la costa, ya que
no sería usual encontrar varios ejemplares de tiburones varados en una única visita a las playas mediterráneas. La distancia de El Amarejo a la costa es
aún mayor (93 km) lo que reforzaría el valor simbólico atribuido a estas pie-
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
Yacimiento
Distancia al mar
El Cigarralejo
57 km
Puig d'Alcoi
24 km
Moleta del Remei
3,8 km
Puig Misericòrdia
5,5 km
Amarejo
93 km
CUADRO 2. Distancia menor en línea recta de cada yacimiento
a la costa.
zas al introducir una en el pozo votivo, así como otros restos marinos (Sepia
sp.) (Broncano, 1989: 77). El poblado del Puig está a un mínimo de 24 km,
mientras que la Moleta del Remei y el Puig de la Misericòrdia se encuentran a una distancia menor, asumible incluso a diario, menos de 6 km en
línea recta (cuadro 2). En cualquier caso, la presencia de una única vértebra
perforada en cada uno de ellos podría responder tanto al intercambio como
al propio hallazgo casual de éstas por los habitantes de cada asentamiento.
Por otro lado, resulta interesante que, tanto en el depósito votivo de El
Amarejo, como en las dos tumbas de El Cigarralejo, las vértebras modificadas
se vinculan a una cultura material de carácter femenino (fusayolas, pesas de
telar, agujas y alfileres óseos). Quizás, y con muchas limitaciones (debemos
recordar que no contamos con la identificación antropológica de los restos
óseos de los enterramientos 200 y 267 de El Cigarralejo), podríamos relacionar este tipo de ornamentos con un uso femenino en collares o pulseras,
probablemente combinados con otro tipo de cuentas a modo de adorno o
prestigio. Algo similar a lo que podrían reflejar, en menor proporción, la
vértebra y la cuenta de marfil recuperadas en la habitación 15 de El Puig de
la Misericòrdia. No debemos descartar, además, que estos collares pudieran
estar también compuestos con cuentas o colgantes de materias primas orgánicas como madera, plumas, etcétera.
¿Qué implica la realización de abalorios realizados con vértebras de estos escualos de grandes dimensiones en ámbito ibérico? Parece razonable
pensar que estos restos óseos se podrían haber recuperado con más facilidad en las playas mediterráneas de la península ibérica, a partir de animales
varados, lo que implica que no tuvieron que ser capturados con vida. Sin
embargo, aunque no se pescaran directamente, los restos de sus cuerpos
en las playas ya darían una idea de la excepcionalidad de estos animales,
234
[page-n-15]
Cuentas ibéricas sobre vértebras de pescado
por sus dimensiones y sus dentaduras. Por todo ello, parece lógico que a
la idoneidad que presentan las vértebras de estos grandes tiburones para
la realización de cuentas por sus características físicas, podría añadirse un
componente simbólico, relacionado con las dimensiones, la ferocidad, o incluso la “monstruosidad” con que serían percibidos estos animales.
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de investigación “Madera,
hueso, marfil, asta y concha. ¿Artesanías marginales o marginadas?” financiado por
el Ministerio de Economía y Competitividad (HAR2013-45770-P) y la Generalitat
Valenciana (ACOMP/2015/256).
Queremos expresar nuestro agradecimiento a todo el personal que nos ha
atendido en nuestra revisión de los materiales en las diferentes instituciones:
Museu Arqueològic Camil Visedo Moltó (Alcoi, Alacant), Museo de Arte Ibérico
de El Cigarralejo (Mula, Murcia), Museu de les Terres de l’Ebre (Amposta, Tarragona), Museu de Belles Arts de Castelló (Castelló de la Plana) y al Museo de
Albacete (Albacete). Igualmente, a Joan Ribé del Museu Cau del Tauró (L’Arboç,
Tarragona). Por su amabilidad y disponibilidad que, sin duda, ha permitido llevar
a buen término este trabajo. Quisiéramos nombrar especialmente a Arturo Oliver
por permitirnos el acceso a los materiales, todavía inéditos, de la campaña de
2018 del Puig de la Misericòrdia. Gracias.
NOTAS
1 Bajo la dirección de Arturo Oliver, Gustau Aguilella y Ferran Falomir.
2
https://www.castellonarqueologico.es/yacimientos/el-baix-maestrat/puig-de-la-
misericordia/ (consultado 25/11/2018).
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9
CUENTAS IBÉRICAS SOBRE VÉRTEBRAS DE PESCADO
Ricard Marlasca Martín, Consuelo Mata Parreño, Lucía Soria Combadiera,
Marta Blasco Martín y Eva Collado Mataix
ABSTRACT
Within the framework of execution of the investigation project “Wood,
Bone, Ivory, Antler and Shell. Marginal or marginalized crafts?” (HAR201345770-ACOMP/2015/256) we reviewed a small set of modified fish vertebrae
from the Iberian period. The use of these objects was related as beads. They
were always recognized as vertebrae of ichthyofauna remains, but in almost
no case, the species to which they belonged had been identified, neither
had they been treated jointly. Our purpose here is to identify the species
and try to approach the explanation of their use and presence in Iberian
settlements, necropolis and votive deposits.
INTRODUCCIÓN
En este estudio presentamos las vértebras de pescado recuperadas en contextos ibéricos, que han sido modificadas perforando el canal medular y,
por lo tanto, usadas como cuentas. Su documentación no es muy abundante, al tratarse de un tipo de abalorio poco generalizado, probablemente
debido al uso de otros materiales más cotidianos y de más fácil acceso para
la confección de elementos de adorno personal, accesorios o decoración.
En el mundo ibérico, las cuentas más habituales son las realizadas sobre
diáfisis de huesos largos de macromamíferos, de formas discoidales y perforadas en la parte central. Este tipo de artefactos están documentados, entre
otros, en los oppida del Tossal de Sant Miquel (Llíria, València) (Bonet,
Recursos marins en el passat. IV Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2019): 221-237.
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
FIGURA 1. Cuenta de hueso del
Puig de Sant Andreu. MACUllastret nº inv. 1477.
1995: 240 y 256), La Bastida de les Alcusses (Moixent, València) (Fletcher
et al., 1969: 140), Mas Castellar (Pontós, Girona) (Pons, 2002: 408-409), el
Puig de Sant Andreu (Ullastret, Girona) (Oliva, 1957: 277-278, fig. 3.2) y en
necrópolis como El Cigarralejo (Mula, Murcia) (Cuadrado, 1987) o Coimbra
del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia) (García Cano et al., 2008) (figura 1).
METODOLOGÍA
Las piezas que centran nuestra atención son vértebras de peces que han sido
perforadas con un punzón, seguramente metálico, por la parte central del
canal medular. En los laterales conservan su morfología natural. Aunque
desconocemos si los pescados de los que provienen estas vértebras fueron o
no consumidos, sí parece seguro que se trata de piezas óseas seleccionadas,
modificadas y destinadas a formar parte de adornos como colgantes, collares, brazaletes o pulseras.
Se han analizado directamente las cuentas depositadas en diferentes
museos y se ha realizado una detallada revisión bibliográfica. Las
vértebras se han clasificado taxonómicamente mediante la comparación,
fundamentalmente, con la colección de referencia de uno de los autores de
este trabajo (RMM), que cuenta con un gran número de especies del Mar
Mediterráneo. Asimismo, también se ha consultado la colección de Joan Ribé
en el Cau del Tauró (l’Arboç, Baix Penedès). A diferencia de otras disciplinas,
no existen para el estudio o clasificación de este tipo de elementos, manuales
o publicaciones especializados de tipo genérico o de síntesis.
La identificación, debido al deterioro de algunas de las vértebras, y a la
similitud entre especies de la misma família, resulta difícil y, se hace por
222
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Cuentas ibéricas sobre vértebras de pescado
FIGURA 2. Yacimientos ibéricos con vértebras de peces o condrictios presentados en
el texto.
ello, a nivel de família, dejando la determinación específica abierta, aunque
se haga alguna propuesta.
LOS CONTEXTOS
En total, presentamos un conjunto de 14 vértebras, diez de ellas, un 71% del
total, provienen de El Cigarralejo. Por su parte, en los enclaves de la Moleta
del Remei (Alcanar, Tarragona), El Puig (Alcoi, Alicante), El Amarejo (Bonete, Albacete) y El Puig de la Misericòrdia (Vinaròs, Castellón) contamos
con un único ejemplar (figura 2, cuadro 1).
El Cigarralejo
El complejo arqueológico de El Cigarralejo se encuentra situado a 2 km al
sureste de la actual localidad de Mula (Murcia). Está integrado por el poblado ibérico, la necrópolis y el santuario. A pesar de conocerse su empla-
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
Yacimiento
Contexto
Cronología
Familia
Especie
NMI
Cigarralejo
Funerario
Tumba 200
s. IV a.C.
Lamnidae
Lamna nasus
4
Cigarralejo
Funerario
Tumba 267
s. IV a.C.
Lamnidae
Alopiidae
Lamna nasus
Alopias vulpinus
6
Doméstico
C-4
s. IV a.C.
Carcharhinidae
¿Carcharhinus
falciformes
C. plumbeus?
1
Doméstico
Habitación 5
s. II a.C.
Carcharhinidae
¿Carcharhinus
falciformes
C. plumbeus?
1
Puig de la D o m é s t i c o
Misericordia
Habitación 15
s. VII a.C.
Salmonidae
Salmo trutta L.
1
Amarejo
s. III a.C.
Squalidae
¿Squalus
acanthias?
1
El Puig
Moleta
Remei
del
Pozo votivo
CUADRO 1. Identificación y contexto de las vértebras analizadas.
zamiento al menos desde el siglo XVIII, no será hasta los años cuarenta
del siglo XX cuando E. Cuadrado impulse los trabajos arqueológicos. La
excavación se desarrolló durante más de cuarenta años, sobre todo en la necrópolis. En todo ese tiempo se recuperaron más de 500 tumbas de las que
382 han sido publicadas detalladamente (Cuadrado, 1987). En dos de ellas,
la 200 y la 267 se encontraron “varios trozos de vértebras de pescado” (Ibíd:
258) y “vértebras de pez” (Ibíd.: 459).
La revisión en directo de las mismas en el Museo de Arte Ibérico de
El Cigarralejo (Mula, Murcia), nos ha permitido detallar esta primera
identificación.
La tumba 200 (425 – 375 a.C.), posee un ajuar rico y abundante, en el que
destacan un kylix de figuras rojas, un juego de pesas de bronce, la manilla
de un escudo, restos de objetos de madera, esparto trenzado carbonizado,
alfileres y una placa perforada de hueso, varias fusayolas, siete pequeñas
perlas de forma esférica de pasta vítrea y 35 cuentas discoidales de hueso
(Ibíd.: 257-358). En esta tumba hay al menos cuatro vértebras de pez. Solo
una está entera (1,7 x 0,85 cm, con una perforación central de 0,7 x 0,55 cm)
y las otras tres están deterioradas y fragmentadas en diferente grado, ya que
se han separado por su parte central, debido al desgaste de las lamelas (dibujos formados por el hueso en forma de láminas, en la zona del corpus vertebral). Por los rasgos métricos y morfológicos que conservan las vértebras
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Cuentas ibéricas sobre vértebras de pescado
FIGURA 3. Vértebras de la tumba 200 de El Cigarralejo.
fracturadas, se puede deducir que todas pertenecen al mismo espécimen.
Por la amplitud de la obertura de estas lamelas y las dimensiones de las
vértebras, que son los únicos rasgos diagnósticos en este caso, se trataría de
vértebras de un gran tiburón de la familia Lamnidae, posiblemente un marrajo sardinero (Lamna nasus) (figura 3). Estas cuatro vértebras perforadas,
podrían pertenecer a un collar compuesto, junto a las 35 cuentas discoidales
de hueso, y las 7 pequeñas perlas de pasta vítrea recuperadas como parte
del ajuar.
Por su parte, la tumba 267 (400 – 275 a.C.), cuenta con un ajuar más reducido, en el que también se documenta la presencia de varios alfileres para el
cabello, una placa perforada y una fusayola bitroncocónica. Junto a la tumba,
en la parte superior, se encontró un fragmento de una escultura femenina
(Ibíd.: 459, fig. 194: 14 y 16). De esta tumba proceden otras cuatro vértebras
de pez perforadas completas y fragmentos de, al menos, otras dos. Por las
piezas enteras, parece que estamos ante vértebras de dos tiburones diferentes. Las dos piezas ligeramente más pequeñas (1,65 x 0,9 cm con perforación
circular de 1,8 cm de diámetro; 1,6 x 0,7 cm y perforación de 0,5 cm) con las
lamelas dibujando espacios más abiertos, se pueden relacionar con las vértebras de la tumba 200, ya que parecen de un ejemplar de la familia Lamnidae
(figura 4: 1-2). Las otras dos vértebras, de dimensiones similares entre sí (2,7
x 1,1 cm y 2,5 x 0,95 cm) y ambas con perforación central de 0,5 cm, presentan
un dibujo de las lamelas mucho más cerrado y son más bajas, por lo que nos
inclinamos a pensar que se trataría de vértebras de un ejemplar de la familia
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
FIGURA 4. Vértebras completas de la tumba 267 de El Cigarralejo.
Alopiidae, de los que el más común en el Mediterráneo es el tiburón zorro
(Alopias vulpinus) (figura 4: 3-4).
El Puig
El poblado fortificado de El Puig (Alcoi, Alicante) está situado en el extremo
noreste de La Canal d’Alcoi, ocupando un área de 1,5 hectáreas. Conocida
su existencia desde el siglo XIX, no será hasta inicios del XX cuando se realicen las primeras campañas de excavación por C. Visedo. Desde entonces,
los trabajos en este enclave contestano se han ido sucediendo, permitiendo
conocer mejor su funcionamiento (Grau y Segura, 2013).
La vértebra de pez perforada fue encontrada en el sondeo C-4, uno de
los 11 sondeos, realizados en la meseta superior de El Puig en la campaña de
excavación del año 1964 dirigida por M. Tarradell y V. Pascual (Ibíd.: 26).
No se conoce el contenido de la memoria de excavación de ese año, tan solo
algunos de los hallazgos más relevantes que fueron publicados con posterioridad, como un kylix de barniz negro en cuyo fondo exterior se encuentra
una inscripción ibérica (Fletcher, 1972: 123-124). Por ello, podríamos situarla cronológicamente en el siglo IV a.C. La revisión de la industria ósea de
este yacimiento en el Museu Arqueològic Municipal Camil Visedo Moltó
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Cuentas ibéricas sobre vértebras de pescado
FIGURA 5. 1. Vértebra de La Moleta del Remei. 2. Vértebra de El Puig.
(Alcoi) nos permitió documentar y analizar esta vértebra modificada. Está
completa (2,5 x 1,7 cm), con una perforación central en el canal medular de
forma circular (0,9 cm). Su estado de conservación, en general, es bueno,
aunque presenta abrasiones y desgaste, especialmente en uno de los laterales (figura 5: 2). La fisionomía general de la pieza, así como sus dimensiones
y el dibujo de los forámenes articulares para la inserción de los cartílagos
de los arcos hemal y neural, inducen a pensar que se trata de una vértebra
de otro tiburón de grandes dimensiones, en esta ocasión de la familia Carcharhinidae, quizás un tiburón jaquetón (Carcharhinus falciformes) o un
tiburón trozo (Carcharhinus plumbeus).
La Moleta del Remei
La Moleta del Remei (Alcanar, Tarragona) se localiza en un pequeño promontorio en la vertiente sur de la Serra de Montsià, controlando el territorio
circundante y la costa mediterránea. Comenzó a ser excavado en 1961 por el
Servei d’Excavacions de la Diputació de Barcelona y, posteriormente, por el
Grup de Recerca en Arqueologia Protohistòrica (GRAP) de la Universitat de
Barcelona. Se trata de un poblado fortificado, de disposición pseudo-circular,
con 66 departamentos excavados (Gracia Alonso et al., 2006). Este poblado
fue ocupado en diversas fases desde el siglo VII a.C. hasta mediados del II a.C.
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
La vértebra modificada está completa (2,5 x 1,2 cm), posee una perforación central, circular (0,4 cm) y se encuentra en buen estado de conservación salvo alguna pequeña perdida ósea cerca de una de las facies articulares. Fue recuperada en la habitación 5 en la campaña de 1986 (Gracia
Alonso et al., 1988: 155). Pudimos analizarla en directo, matizando su clasificación, en el Museu de les Terres de l’Ebre (Amposta, Tarragona) (figura
5: 1). Como sucede con la vértebra de El Puig, estamos ante una vértebra de
un gran tiburón, cuyos únicos orificios son los forámenes articulares de los
arcos hemal y neural. De nuevo, se trataría de una vértebra de un tiburón de
la familia Carcharhinidae, quizás un tiburón jaquetón (Carcharhinus falciformes), o un tiburón trozo (Carcharhinus plumbeus).
El Puig de la Misericòrdia
En la última campaña de excavación del Puig de la Misericòrdia (Vinaròs,
Castellón), llevada a cabo por el Servei d’Arqueologia de la Diputación de
Castellón1 en el verano de 2018, se recuperó una vértebra de pescado perforada en la habitación 15 (UE 15.010), de finales del siglo VII a.C. El Puig
de la Misericòrdia es un poblado de casi 3 Ha, emplazado en una colina
en la comarca del Baix Maestrat. Su primera fase de ocupación data de la
segunda mitad del sigo VII a.C. a la primera mitad del VI a.C.2, aportando
interesante información sobre el inicio de la cultura ibérica, por ello hemos
considerado interesante incluir esta pieza en nuestro estudio.
La vértebra está completa y en buen estado de conservación, aunque
presenta pérdida de materia ósea en algunas zonas, especialmente por
una de las caras articulares. Sus dimensiones son menores que las anteriormente expuestas (1,1 x 0,85 cm). Posee también una perforación central, circular, de 0,2 cm de diámetro. Al contrario que las vértebras analizadas hasta ahora, se trata de una cuenta realizada sobre una vértebra
caudal de un osteíctio o pez óseo. En concreto de una vértebra de trucha
común (Salmo trutta L.). Para la confección de la cuenta se eliminaron
los apéndices óseos que por los lados superior e inferior (canales neural y
hemal), habrían supuesto una incomodidad (figura 6). En esta campaña
y en la misma habitación se recuperó además una pequeña cuenta discoidal de marfil de tamaño similar a la vértebra modificada (1,2 x 0,6) y con
una perforación central también de 0,2 cm de diámetro. Ambas cuentas
pudieron formar parte del mismo collar.
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Cuentas ibéricas sobre vértebras de pescado
FIGURA 6. Vértebra del Puig de la Misericòrdia.
El Amarejo
El poblado de El Amarejo se emplaza en la cima y laderas de un cerro tronconónico, situado en el área de transición natural entre el sureste meseteño
y la costa oriental peninsular. P. Paris realizó a finales del siglo XIX dos
campañas de excavación, pero será S. Broncano quien en 1978 inicie excavaciones sistemáticas en el yacimiento (Broncano y Blánquez, 1985). En
los trabajos efectuados en 1985 fue excavado un pozo con ofrendas y una
destacada presencia de objetos de cuidada factura. Ha sido interpretado
por los investigadores como un pozo votivo reflejo de una ritualidad ibérica
ligada a una posible divinidad femenina, debido al cariz de la mayoría de los
objetos recuperados en el mismo: útiles relacionados con la actividad textil,
alfileres para el cabello, entre otros, y también, por la significativa ausencia
de armas y herramientas (Broncano, 1989: 33). Su cronología abarcaría de
mediados del siglo IV a.C. a finales del III a.C/inicios del s. II a.C.
En dicho depósito se recuperaron un fragmento de espina dorsal y una vértebra completa (Broncano, 1989: 76 y lám. LII) y de mielga (Squalus acanthias),
un pequeño tiburón que no suele superar el metro de longitud. Incluimos en
este trabajo esta vértebra de tiburón sin modificar, hallada en la capa 22 del
depósito votivo, debido al significativo contexto en el que fue hallada.
Consideramos que su presencia no es casual y habría que entenderla por
su valor simbólico y, posiblemente, exótico, dentro de las ofrendas realizadas en este lugar. Cabe señalar que, en nuestra revisión de la industria ósea
de El Amarejo, en el Museo de Albacete, no tuvimos ocasión de examinar
esta pieza.
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
ICTIOFAUNAS Y CONDRICTIOS EN EL MUNDO IBÉRICO
Los restos de ictiofauna no suelen ser los protagonistas en los estudios de
fauna de los yacimientos ibéricos, en parte, debido a su propia fragilidad. Su
tamaño reducido y su naturaleza quebradiza conlleva que, para una adecuada documentación de los mismos en la excavación de cualquier yacimiento,
deba realizarse una metodología sistemática de recogida de muestras de
sedimento que, posteriormente, sean correctamente tratadas (flotación,
separación del sedimento e identificación por un/una especialista). Solo
así, se puede obtener una visión proporcionada de la presencia y del peso en
la dieta, en cada asentamiento ibérico, de este tipo de recursos alimenticios.
Desde finales del siglo XX e inicios del XXI, se han ido recuperando restos de ictiofauna que revelan su consumo por las sociedades de la
Edad del Hierro en el territorio ibérico, especialmente en los enclaves limítrofes con las costas mediterráneas, como la Illa d’en Reixac (Ullastret,
Girona) (Juan Muns, 1999), La Font de la Canya (Avinyonet del Penedés,
Barcelona) (López, 2015: 186-187) o Mas Castellar (Pontós, Girona), en el
que destaca la conocida fosa 362, en la que se encontraron más de 800
restos de ictiofauna de especies marinas y de agua dulce (Juan-Muns y
Marlasca, 2008). La recopilación de los restos “reales” de huesos de pescado, así como de la representación “imaginaria” de estos animales en la
iconografía ibérica, queda ref lejada en el libro y en la web del proyecto
“Flora y Fauna Ibérica. De lo real a lo imaginario” (Mata et al., 2014: 91 –
107; www.f lorayfaunaiberica.org).
La captura de condrictios (peces cartilaginosos), especialmente rayas,
en la prehistoria peninsular está atestiguada desde el Mesolítico. Pero solo
tenemos constancia del uso de las vértebras de estos peces para la confección de cuentas a partir del Neolítico (ver Pascual y Marlasca en este volumen), como se ha documentado por ejemplo en la Cova de les Cendres
(Teulada-Moraira, Alicante), o la Cova de l’Or (Beniarrés, Alicante). Los
precedentes cronológicos conocidos más cercanos a los ejemplares ibéricos
corresponderían a ejemplares del Bronce antiguo y pleno.
Los condrictios suelen tener índices de presencia muy bajos en los yacimientos arqueológicos. El antecedente protohistórico más cercano lo encontramos en los yacimientos fenicios de la costa atlántica como Castro
Marim (Faro, Portugal) (Morales y Roselló, 2012) o Doña Blanca (el Puerto
de Santa María, Cádiz) (Roselló y Morales, 1994), y de hecho, si la aporta-
230
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Cuentas ibéricas sobre vértebras de pescado
ción del ámbito fenicio es crucial para entender la transformación del mundo indígena peninsular, también lo es su relación con el mar y el auge de
las actividades pesqueras (Marlasca en prensa). Contamos con muy pocos
restos de condrictios en los yacimientos ibéricos y la mayoría proviene del
yacimiento francés de Lattara (Lattes), en el Golfo de León, donde se han
encontrado restos de rayas, angelote (Squatina squatina) o alguna musola (Mustelus mustelus) (ver por ejemplo Sternberg, 1995: 77; Alonso et al.,
2010). La explicación a este hecho es sencilla: a excepción de las rayas, no se
trata de peces muy abundantes en las zonas de costa, donde se realizaban
la mayor parte de las actividades pesqueras. Se trata de especies pelágicas,
cuya pesca hubiera significado, salvo alguna excepción en que se acercaran
a la costa, su captura mar adentro. Ello comportaría un alto índice de peligrosidad, dadas las artes pesqueras con que contaban y las dimensiones
y fuerza de estos animales, ya que en muchos casos se trata de especies de
gran tamaño y agresividad, de difícil captura. Aunque no tenemos evidencias, cabe pensar que su captura, si ésta se realizaba en ámbito ibérico de
forma intencionada, debió llevarse a cabo usando arpones, aunque no se
han documentado en estos contextos. Tampoco se han documentado los
anzuelos encadenados (hami catenati), mencionados por Plinio en la Historia Natural (IX, 44), que se han relacionado con la pesca de estos grandes
peces y que se documentan de forma excepcional en ámbito romano (Bernal y Marlasca, 2017: 31)
Por último, los condrictios no tienen una carne especialmente apreciada. No tenemos constancia de su recuperación en contextos ibéricos mediterráneos, a excepción de dichas cuentas. En época romana, su aparición se
generaliza algo más, debido sin duda al progresivo aumento de la pesca y a
la utilización de artes de pesca más desarrollados (Bernal y Marlasca, 2017).
Pero a diferencia de lo que ocurre con su pesca y su carne, sus vértebras sí
tienen un atractivo particular. La elección de vértebras de condrictios para
confeccionar cuentas de collar debe obedecer, en primer lugar, a un hecho
derivado de sus características físicas. Se trata de piezas generalmente no
muy gruesas, con una forma natural circular y sin aristas, con diámetros
variables, y con aberturas en la pared del cuerpo de las vértebras diferentes
según la especie, que forman una serie de celdas con dibujos diversos más
o menos complejos en sus costados. Este tipo de vértebras son fáciles de
perforar y muy ligeras, características que presentan ya de por sí un fuerte
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
atractivo y un gran potencial para convertirlas en elementos de adorno personal. Así, las vértebras de peces cartilaginosos no necesitan abrasión para
regularizar los bordes, como sí ocurre con las vértebras de los peces óseos,
que presentan numerosas irregularidades, en especial las espinas neurales
y hemales, que hacen de estas piezas elementos muy espinosos y difíciles
de convertir en un abalorio. Al contrario, las vértebras de condrictios presentan un aspecto plano, regular y limpio, por lo que son ideales para la
confección de cuentas.
Las vértebras analizadas no muestran alteración de la forma anatómica natural, y el único tratamiento realizado es el aumento del orificio medular (canalis centralis), localizado en el centro de las facies vertebrales,
ampliándolo, para poder pasar el material de cuerda o cuero para su sujeción en el collar. Las perforaciones documentadas son antrópicas en todos
los casos, y requieren poco tiempo y esfuerzo. Además, al tratarse de un
cartílago parcialmente calcificado, la mitad de denso que el hueso, y con
los lados mayores deprimidos en forma de cono, estas vértebras facilitan
enormemente la perforación. Para ello, muy probablemente, se utilizaría
un punzón metálico.
En segundo lugar, un aspecto a considerar es la posibilidad de que en
su elección influyera un componente simbólico, relacionado con las especies de las que proceden estas vértebras, aspecto sumamente atractivo que
cabría tratar en otro trabajo.
Un caso aparte está representado por la única cuenta realizada en vértebra de pez óseo, una trucha común (Salmo trutta L.). Su presencia en
el yacimiento del Puig de la Misericòrdia podría indicar la pesca de estos
peces en el río Cèrvol, a tan solo 900 metros de distancia en dirección sur
del asentamiento, aunque en la actualidad ya no hay truchas en este río, de
caudal hoy estacional. Al tratarse de un pez anádromo, su pesca también
podría haberse realizado desde la cercana costa mediterránea (cuadro 2).
No obstante, tampoco tenemos noticias del hallazgo de restos de ictiofauna en el yacimiento hasta ahora. También podría provenir del intercambio
con poblados cercanos, como los situados en la costa o la cercana zona del
Ebro, donde podría haberse capturado. Las vértebras de salmónidos tienen
unas características físicas similares a los condrictios, en cuanto se trata
de elementos de sección cilíndrica muy limpia, especialmente por lo que
hace a las vértebras precaudales, que ni siquiera presentan los arcos hemal y
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Cuentas ibéricas sobre vértebras de pescado
caudal, y que por ello solo necesitarían de la obertura del orificio. Si bien las
vértebras caudales sí que presentan estos arcos, en este caso son apéndices
sumamente frágiles, y su eliminación para la confección de la cuenta resultaría muy fácil, y difícilmente se dañaría el resto de la pieza, como sucede en
el caso estudiado. Así que, de nuevo, estamos ante la selección de un tipo de
vértebras con unas características físicas que las convierten en candidatas
ideales para la confección de este tipo de adornos. De hecho, las cuentas
más antiguas documentadas hasta el momento en el ámbito mediterráneo
peninsular, están realizadas sobre vértebras de salmónidos, entre los que
podemos citar, por su cercanía, las seis cuentas del contexto Auriñaciense
del Abric Romaní (Capellades, Anoia), hechas sobre vértebras de trucha
común (Salmo trutta L.) (Juan-Muns, 1988: 77, fig. 2).
CONCLUSIONES
Hemos presentado un conjunto de 14 restos de ictiofauna modificados y/o
intencionadamente seleccionados (como en el caso del Amarejo). Todos
ellos, a excepción de la vértebra de trucha, son vértebras de diferentes escualos sin apenas alteración. Se trata de animales de gran tamaño que resultarían significativos y llamativos en época ibérica. La morfología de estas vértebras en su estado natural, como ya hemos señalado, pudo resultar
decorativamente atractiva y apenas implica una modificación del soporte
óseo, con una perforación en la parte central de la vértebra, para poder ser
utilizadas y colgadas.
Las vértebras de El Cigarralejo, al menos 10 ejemplares perforados en
dos tumbas, son el mayor conjunto documentado en el mundo ibérico. Debemos tener en cuenta que han sido excavadas más de 500 tumbas en esta
necrópolis, por lo que podemos afirmar que su presencia en dos de ellas es
igualmente singular y, en ningún caso, se trataría de un ajuar habitual, ni
en esta necrópolis, ni en el mundo ibérico. La distancia en línea recta desde
este yacimiento a la costa (actual) es de al menos 57 km, lo que supone un
recorrido considerable (cuadro 2). La presencia de estas vértebras de condrictios en la necrópolis puede deberse a intercambios o a desplazamientos
más o menos habituales de los habitantes del oppidum hasta la costa, ya que
no sería usual encontrar varios ejemplares de tiburones varados en una única visita a las playas mediterráneas. La distancia de El Amarejo a la costa es
aún mayor (93 km) lo que reforzaría el valor simbólico atribuido a estas pie-
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RICARD MARLASCA, CONSUELO MATA, LUCÍA SORIA ET AL.
Yacimiento
Distancia al mar
El Cigarralejo
57 km
Puig d'Alcoi
24 km
Moleta del Remei
3,8 km
Puig Misericòrdia
5,5 km
Amarejo
93 km
CUADRO 2. Distancia menor en línea recta de cada yacimiento
a la costa.
zas al introducir una en el pozo votivo, así como otros restos marinos (Sepia
sp.) (Broncano, 1989: 77). El poblado del Puig está a un mínimo de 24 km,
mientras que la Moleta del Remei y el Puig de la Misericòrdia se encuentran a una distancia menor, asumible incluso a diario, menos de 6 km en
línea recta (cuadro 2). En cualquier caso, la presencia de una única vértebra
perforada en cada uno de ellos podría responder tanto al intercambio como
al propio hallazgo casual de éstas por los habitantes de cada asentamiento.
Por otro lado, resulta interesante que, tanto en el depósito votivo de El
Amarejo, como en las dos tumbas de El Cigarralejo, las vértebras modificadas
se vinculan a una cultura material de carácter femenino (fusayolas, pesas de
telar, agujas y alfileres óseos). Quizás, y con muchas limitaciones (debemos
recordar que no contamos con la identificación antropológica de los restos
óseos de los enterramientos 200 y 267 de El Cigarralejo), podríamos relacionar este tipo de ornamentos con un uso femenino en collares o pulseras,
probablemente combinados con otro tipo de cuentas a modo de adorno o
prestigio. Algo similar a lo que podrían reflejar, en menor proporción, la
vértebra y la cuenta de marfil recuperadas en la habitación 15 de El Puig de
la Misericòrdia. No debemos descartar, además, que estos collares pudieran
estar también compuestos con cuentas o colgantes de materias primas orgánicas como madera, plumas, etcétera.
¿Qué implica la realización de abalorios realizados con vértebras de estos escualos de grandes dimensiones en ámbito ibérico? Parece razonable
pensar que estos restos óseos se podrían haber recuperado con más facilidad en las playas mediterráneas de la península ibérica, a partir de animales
varados, lo que implica que no tuvieron que ser capturados con vida. Sin
embargo, aunque no se pescaran directamente, los restos de sus cuerpos
en las playas ya darían una idea de la excepcionalidad de estos animales,
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Cuentas ibéricas sobre vértebras de pescado
por sus dimensiones y sus dentaduras. Por todo ello, parece lógico que a
la idoneidad que presentan las vértebras de estos grandes tiburones para
la realización de cuentas por sus características físicas, podría añadirse un
componente simbólico, relacionado con las dimensiones, la ferocidad, o incluso la “monstruosidad” con que serían percibidos estos animales.
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de investigación “Madera,
hueso, marfil, asta y concha. ¿Artesanías marginales o marginadas?” financiado por
el Ministerio de Economía y Competitividad (HAR2013-45770-P) y la Generalitat
Valenciana (ACOMP/2015/256).
Queremos expresar nuestro agradecimiento a todo el personal que nos ha
atendido en nuestra revisión de los materiales en las diferentes instituciones:
Museu Arqueològic Camil Visedo Moltó (Alcoi, Alacant), Museo de Arte Ibérico
de El Cigarralejo (Mula, Murcia), Museu de les Terres de l’Ebre (Amposta, Tarragona), Museu de Belles Arts de Castelló (Castelló de la Plana) y al Museo de
Albacete (Albacete). Igualmente, a Joan Ribé del Museu Cau del Tauró (L’Arboç,
Tarragona). Por su amabilidad y disponibilidad que, sin duda, ha permitido llevar
a buen término este trabajo. Quisiéramos nombrar especialmente a Arturo Oliver
por permitirnos el acceso a los materiales, todavía inéditos, de la campaña de
2018 del Puig de la Misericòrdia. Gracias.
NOTAS
1 Bajo la dirección de Arturo Oliver, Gustau Aguilella y Ferran Falomir.
2
https://www.castellonarqueologico.es/yacimientos/el-baix-maestrat/puig-de-la-
misericordia/ (consultado 25/11/2018).
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