Secuencia bioestratigráfica del Alto de las Picarazas (Andilla-Chelva, Valencia) a partir de Arvicolidae
Pere Miquel Guillem Calatayud
Rafael Martínez Valle
2017
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SECUENCIA BIOESTRATIGRÁFICA DEL ALTO DE LAS
PICARAZAS (ANDILLA-CHELVA, VALENCIA) A PARTIR DE
ARVICOLIDAE
Pere M. Guillem Calatayud y Rafael Martínez Valle
RESUMEN
El Alto de la Picarazas (Andilla-Chelva) es un yacimiento arqueológico con
un amplio registro bioestratigráfico, correspondiente a un tramo final del
Pleistoceno inferior y a los inicios del Pleistoceno medio. La cronología absoluta inferida a partir del estudio de micromamífersos y macromamíferos
cubre una amplia horquilla cronológica de entre 0,78 Ma y 1,6 Ma. A lo largo
de toda esta amplia secuencia se han documentado episodios de presencia
humana, aspecto que no vamos a desarrollar en este trabajo.
INTRODUCCIÓN
El Alto de las Picarazas se localiza en una elevación de 1100 m de altitud,
en la divisoria de los términos municipales de Chelva y Andilla en la comarca de Los Serranos (Valencia, España). El entorno del yacimiento es
una zona montañosa de la cadena oriental del sistema ibérico compuesta
por lomas y cerros poco abruptos que forman parte de la cuenca de drenaje del río Turia.
El yacimiento incluye un conjunto de cavidades de origen tectónico colmatadas por rellenos detríticos de cronología pleistocena (figura 1) (Guillem
et al., 2013; Vicente et al., 2016). Las excavaciones arqueológicas se han centrado en la cavidad II: una cavidad subvertical que se encontraba casi completamente rellena por elementos coluviales brechosos y arcillosos. Aquí se
han realizado tres campañas de excavación que han definido dos cortes de
referencia: el Corte Norte y el Testigo Norte.
Interaccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 289-307.
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PERE M. GUILLEM CALATAYUD Y RAFAEL MARTÍNEZ VALLE
FIGURA 1 A, B y C. Localización del Alto de las Picarazas. D y E. Cavidad 1 del Alto de
las Picarazas.
El Testigo Norte se localiza en el tramo sur de la cavidad. De techo a base
se definen dos unidades estratigráficas. La Unidad superior (capas 1-7), de
componente arcilloso con abundantes clastos, que está sellado a techo por
una potente costra calcárea. El muestreo paleomagnético indica una polaridad positiva para la parte superior del depósito. En contacto continuo se sitúa
la Unidad 2 (capas 8 y 9) en la que se produce una reducción de la fracción
gruesa y una mayor proporción de carbonatos.
En el Corte Norte de techo a base se reconocen las siguientes unidades
estratigráficas (Ruiz Pérez, 2008):
- Estrato I. Suelo forestal.
- Estrato II. Horizonte rendzínico en contacto con la roca y rellenando
microfisuras. Holoceno.
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- Estrato III. Horizonte de materiales arcillosos anaranjados con
acumulación de carbonatos, formación de costras pulverulentas blanquecinas y desarrollo de calcisoles. A techo sellado por costra laminar
subhorizontal de superficie ondulada que supone una marcada discontinuidad con el horizonte anterior. Pleistoceno inferior final/Pleistoceno medio inicial.
- Estrato IV. Potente depósito de componente arcilloso y brechoide.
A techo incluye un nivel de brecha de clastos angulosos de dimensiones
decimétricas y matriz arcillosa rojiza (Nivel IVa) al que sigue un horizonte
argílico con abundante contenido osífero (Nivel IVb). Pleistoceno inferior. El muestreo de paleomagnetismo sitúa los Estratos III y IV en zona
de polaridad inversa (Vicente et al., 2016).
En los dos cortes (Testigo Norte y Corte Norte) se han identificado 24
especies de micromamíferos. En el grupo de los insectívoros: Talpa sp., Erinaceus sp., Crocidura sp., Sorex sp. y Neomys sp. Entre los roedores: Marmota sp., Sciurus sp., Eliomys quercinus, Eliomys sp., Allocricetus bursae,
Victoriamys chalinei, Allophaiomys lavocati, Allophaiomys aff. lavocati,
Allophaiomys aff. ruffoi, Allophaiomys sp., Allopahiomys nutiensis, Pliomys
episcopalis, Pliomys lenki, Microtus (Iberomys) brecciensis, Iberomys huescarensis, Apodemus sp. y Castillomys sp. Entre los quirópteros: Rhinolophus
ferrumequinum y Myotis sp. (Guillem et al., 2013).
El conjunto de restos de macromamiferos es igualmente abundante. Se
han identificado restos de Bovini (Bison sp. y cf Hemibos sp.), Bison schoetensacki, Equus altidens, Metacervocerus rhenanus, Stephanorhinus etruscus,
Capra alba, megacerino indet., Soergelia minor, Preovibos sp., Ursus etruscus, Lynx sp., Felis cf. lunensis y Mustela sp.
En el Testigo Norte, en la unidad superior (Capas 1-7) han quedado reflejados los momentos iniciales del Pleistoceno medio, donde hemos descrito la
presencia de Iberomys brecciensis. En la unidad infrayacente (Capas 8 y 9) la
documentación de Victoriamys chalinei y Iberomys huescarensis confirman
el desarrollo de los momentos finales del Pleistoceno inferior.
En el Corte Norte se han distinguido cuatro estratos: El I, II y III son estériles desde el punto de vista de los micromamíferos. En el nivel IVa hemos
caracterizado la presencia de Allophaiomys aff. lavocati y de Allophaoimys
nutiensis que nos sugieren una cronología relativa en torno a los 1,4 o 1,5
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Ma. Mientras que en el nivel IVb la asociación faunística de Allophaiomys
ruffoi y Soergelia minor nos permite hablar de una cronología de más de 1,5
Ma (Vicente et al., 2016).
Las especies de micromamíferos sobre las que centramos la discusión en
este artículo son las siguientes: Allophaiomys ruffoi, Allophaiomys nutiensis, Allophaiomys lavocati, Victoriamys chalinei, Iberomys huescarensis,
Pliomys episcopalis e Iberomys brecciensis.
MATERIAL Y MÉTODOS
Los restos de micromamíferos se han obtenido a partir del proceso de excavación. Todos los sedimentos de Picarazas han sido lavados y tamizados con
cedazos de 1 cm, 0,5 cm y 0,5 mm de luz. Posteriormente los restos óseos se
han separado del sedimento con la ayuda de una lupa de 20 aumentos.
La terminología utilizada para la descripción y la toma de las medidas de los
molares de micromamíferos es la utilizada por van der Meulen (1973).
Para obtener las medidas y los dibujos de los molares hemos utilizado el
programa Adobe Photoshop Cs 6. Los molares han sido fotografiados a 15 y 20
aumentos y las medidas se han correlacionado con un micrómetro de 1 mm.
Las medidas tienen un error de 0,003 mm.
Los restos óseos de macromamíferos proceden de la misma excavación
arqueológica. Muchos restos óseos han pasado por un proceso largo de restauración y conservación, antes de ser estudiados, ya que la mayoría de los
huesos formaban parte de bloques de sedimento muy brechificados.
DESCRIPCIÓN DE LAS ESPECIES
Familia Cricetidae (Fischer, 1817)
Subfamilia Arvicolinae (Gray, 1821)
Género Allophaiomys (Kormos, 1932)
Allophaiomys ruffoi
Material: 30 M1 inferiores del nivel IVb.
Medidas: ver figura 2A.
Descripción y discusión: los molares de Allophaiomys ruffoi recuperados
en el nivel IVb se caracterizan morfológicamente por tener un esmalte que
en unos casos es indiferenciado y en otros positivo. Los ángulos reentrantes
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cuentan con un cemento abundante. Se observa una ligera asimetría al tener
un mayor desarrollo los triángulos linguales que los labiales. Los triángulos
T4 y T5 suelen confluir claramente. El desarrollo de los ángulos reentrantes
BRA4 y KRA5 influyen con la mayor o menor estrechez del cuello y la cúspide
anterior presenta una morfología muy variada.
FIGURA 2 A. Medidas de M1 inferior de A. ruffoi. B. Vista oclusal de M1 inferior de A.
ruffoi de la A a la L. M vista oclusal de M 1 inferior de A. lavocati y N vista oclusal de
V. chalinei. C. Medidas de M1 inferior de V. Chalinei. D. Medidas de M1 inferior de A.
lavocati.
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Los caracteres morfológicos de M1 inferior de A. ruffoi de Picarazas
son semejantes a los descritos por Pasa (1947), Masini y Santini (1991)
para A. ruffoi de Cava Sud, Piedrafita y los de Pirro Nord 13 (López-García
et al., 2014). No obstante hay diferencias con la morfología del esmalte
y con el índice C/W. Desde el punto de vista morfológico Allophaiomys
de Picarazas se diferenciaría de A. pliocaenicus y se aproxima a A. ruffoi
al presentar un mayor estrangulamiento en el rombo pitymoideo que se
traduce en un C/W menor que el registrado en otras poblaciones de A.
pliocaenicus (Marcova y Kozharinov, 1998; van der Meulen, 1973; GarcíaAlix et al., 2009) y semejante a A. ruffoi de Piedrafita, Cava Sud o Pirro 13,
aspecto que se ha contrastado recientemente en un estudio (López-García
et al., 2015) (figura 2B: A a L)
Género Allophaiomys (Kormos, 1932)
Allophaiomys nutiensis (Chaline, 1972)
Material: seis M1 inferiores procedentes del nivel IVa.
Medidas: ver figura 3C.
Descripción y discusión: los M1 inferiores de A. nutiensis del nivel IVa se
caracterizan por no tener raíces. El esmalte es más grueso en la parte anterior
de los triángulos que en la posterior. Los ángulos reentrantes están rellenos
de abundante cemento. Se observa una clara asimetría al ser más grandes
los triángulos linguales que los labiales. Tienen un lóbulo posterior. Los tres
triángulos del complejo trigónido-talónido (T1, T2 y T3) están cerrados. En el
complejo anterocónido (CA) T4 y T5 suelen ser confluentes entre sí. La cúspide anterior (AC) es reducida y de morfología triangular con un cuello muy
estrecho que separa T6 y T7 de T4 y T5. Los ángulos entrantes BRA3 y LRA4
se enfrentan entre si y no se superponen (Figura 4: M a Q).
Estos molares se podrían confundir con los de Iberomys huescarensis
pero difieren de éstos principalmente por ser menos asimétricos, por tener un
ángulo reentrante LRA4 mucho menos profundo y enfrentado a BRA3. LRA5
también presenta un desarrollo más discreto. Morfológicamente son muy parecidos a la Sima del Elefante de Atapuerca (Melero, 2008; Cuenca-Bescós et
al., 2014, fig. 5C, página 32) o a los descritos por Laplana y Brunet-Lecomte en
Valerots (Laplana et al., 2000).
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Secuencia bioestratigráfica del Alto de las Picarazas
FIGURA 3. A. Relación entre A. nutiensis, y I. brecciensis del Alto de las Picarazas a
partir de los parámetros A/l, C/W y B/W. B. Medidas de M1 inferior de I. Brecciensis. C.
Medidas de M1 inferior de A. nutiensis y D. Medidas de M1 inferior de I. Huescarensis.
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FIGURA 4. De la A a la G vista oclusal de M1 inferior de I. breccciensis. De la H a la
LL vista oclusal de M1 inferior de I. huescarensis y de la M a la P vista oclusal de M1
inferior de A. nutiensis.
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FIGURA 5. En la parte superior medidas de M1 inferior de P. episcopalis. De la A a la H
visión oclusal a la izquierda y bucal a la derecha de M1 inferior de P. episcopalis.
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Género Allophaiomys (Kormos, 1932 )
Allophaiomys lavocati (Laplana y Cuenca-Bescós, 2000)
Material: un M1 inferior procedente de la capa 7 del Testigo Norte.
Medidas: ver figura 2D.
Descripción y discusión: el molar no tiene raíces, es arrizodonto. Tiene
un lóbulo posterior, los tres triángulos del complejo trigónido-talónido están
cerrados (T1, T2 y T3), y el complejo anterocónido (CA). El esmalte es más
grueso en zona mesial de los triángulos que en la distal. Los sinclinales están
rellenos de cemento. T4 y T5 son ampliamente confluentes y se conectan con
el AC por un cuello relativamente estrecho. La frontera bucal de CA es redondeada. El esmalte es muy reducido en la zona labial de la cúspide, aspecto que
impide la presencia de T6. Sin embargo, en el lado anterolingual se aprecia
con claridad T7, definido por una LRA4 muy profundo y un LRA5 apenas
desarrollado, pero claro (figura 2: B, M).
Las medidas del M1 inferior de Allophaiomys lavovati de la capa 7 del
testigo norte están dentro de los rangos de tamaño de los ejemplares de la
Sima del Elefante de Atapuerca (Laplana y Cuenca-Bescós, 2000), Cal Guardiola capa D3 (Minwer-Barakat et al., 2011) y los Chaparral (López-García et
al., 2012). Por otra parte, A. aff. lavocati ha sido citado en Barranco León D
(Agustí et al., 2010). Morfológicamente es muy parecido a Allophaiomys aff.
lavocati del nivel A IVa de Picarazas (Guillem et al., 2013).
Genero Victoriamys (Martin, 2012)
Victoriamys chalinei (Alcalde et al., 1981)
Material: un M1 inferior de la capa 9 del Testigo Norte.
Medidas: ver figura 2C.
Descripción y discusión: el molar es arrizodonto y está formado por un
lóbulo posterior, tres triángulos cerrados y el complejo anterocónido (CA).
T4 y T5 confluyen y se comunican con el CA a través de un cuello estrecho
resultado de la profunda penetración de BRA3 y LRA4. El CA es muy corto y
ancho. El esmalte es más grueso en la zona mesial de los triángulos que en la
distal. Este carácter morfológico no siempre es así, en otros yacimientos donde se ha documentado esta especie en la mayoría de los molares el esmalte es
indiferenciado. En este aspecto nuestro molar se aproxima más a los molares
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de Victoriamys de TD3 y TD4 en Gran Dolina de Atapuerca (Cuenca-Bescós
et al., 1995) (figura 2: B a N).
Desde el punto de vista biométrico los valores del M1 inferior de V. chalinei entran dentro de los rangos documentados en A. chalinei de Cueva
Victoria (Alcalde et al., 1981), en los niveles TD3, TD4 y TD4B de Atapuerca
(Cuenca-Bescós et al., 1995), Cal Guardiola (Minwer-Barakat et al., 2011), de
Huétor Tájar-1 (García-Alix et al., 2009a, b).
V. chalinei ha sido identificado en varios yacimientos del Pleistoceno inferior de la península ibérica, es el caso de Cueva Victoria (Alcalde et al., 1981),
Muntanyeta dels Sants y el Castell de Cullera (Sarrión, 1984), Almenara-Casablanca 3 (Agustí y Galobart, 1986), Huétor Tájar-1 y 8 y Tojaire-1 (GarcíaAlix et al., 2009), Chaparral (López-García et al., 2014). En Atapuerca, está
documentado en los niveles TD3-TD4 y TD4B (Cuenca-Bescós et al., 1995),
con una cronología que oscila entre 0,9 y 0,85 Ma.
Género Iberomys (Chaline, 1972)
Iberomys huescarensis (Ruiz Bustos, 1988)
Material: cuatro M1 inferior de la capa 8 y dos M1 inferiores izquierdos de
las capas 8 a 9 del Testigo Norte.
Medidas: ver figura 3D.
Descripción y discusión: los dientes se caracterizan por tener una asimetría bucolingual muy marcada; los triángulos labiales son mucho más pequeños que los linguales. El cemento es abundante en los triángulos reentrantes.
La diferenciación del esmalte es positiva, o lo que es lo mismo es más ancho
en la zona mesial que en la distal. En el TTC, T1, T2, y T3 suelen estar aislados,
aunque siempre no ocurre así (figura 5K). En el ACC, T4 y T5 son confluentes
en todos los molares. El AC es corto y triangular, separado de T4-T5 por un
cuello muy estrecho. En ocasiones LRA4 suele superponerse a BRA3. LRA5 y
T7 están bien desarrollados. BRA4 está ausente, por lo que T6 solo se adivina,
y de forma muy reducida, en algunos casos (figura 4: H, J a LL).
Los molares de I. huescarensis de Picarazas tienen una morfología muy
similar a la de los molares de Huéscar-1 (Ruiz-Bustos, 1988), TD3, TD4 y
TD4B de la Gran Dolina de Atapuerca o a los del Chaparral (López-García
et al., 2014). Además los escasos valores métricos de nuestro I. huescarensis son totalmente comparables a los de Huéscar-1 (Mazo et al., 1985), los
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niveles de TD3-TD4 y TD6 de Gran Dolina, Atapuerca (Cuenca-Bescós et
al., 1995, 1999), y Cal Guardiola capa D5 y Vallparadís nivel EVT7 (MinwerBarakat et al., 2011).
Genero Pliomys (Méhely, 1914)
Pliomys episcopalis (Méhely, 1914)
Material: 31 M1 inferiores.
Medidas: ver figura 5A.
Descripción y discusión: el M1 inferior es arrizodonto y carece de cemento.
Los ángulos reentrantes y los triángulos del complejo trigónido-talónido son
semicerrados. En el CA, T4-T5 están semiabiertos y confluyen. Se distingue
claramente el T6, pero el T7 es reducido o inexistente y confluye ampliamente con el CA. Esta morfología le concede al complejo anterocónido la visión
de estar inclinado hacia el lado labial reforzada a su vez por la alternancia de
los triángulos. Los ángulos entrantes son muy reducidos (figura 5: B).
Los M1 inferiores de Pliomys episcopalis de Picarazas tiene una morfología muy similar a la de Pliomys episcopalis de Atapuerca (Cuenca-Bescós et
al., 1995, 1999) o al P. episcopalis del Chaparral (López-García et al., 2014) y
se distinguen claramente de Pliomys lenki por la inclinación del complejo anterocónido y la reducción o inexistencia de T7, caracteres morfológicos propios de P. episcopalis. Los parámetros biométricos del M1 inferior de Pliomys
episcopalis de Picarazas son muy parecidos a los observados en la misma
especie en TD3 y TD4 de la Gran Dolina, Atapuerca y el Chaparral (CuencaBescós et al., 1995, 1999; López-García et al., 2014).
Genero Iberomys (Chaline, 1972)
Iberomys brecciensis (Chaline, 1972)
Material: siete M1 inferiores.
Medidas: ver figura 3B.
Descripción y discusión: los M1 inferiores de Picarazas se caracterizan por
tener una asimetría bucolingual muy marcada; los triángulos linguales son
mucho más grandes que los labiales. El cemento es abundante y cubre los
triángulos reentrantes. El esmalte es más ancho en la zona mesial que en la
distal. En el TTC, T1, T2, y T3 están aislados. En el ACC, T4 y T5 no son con-
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fluentes. El AC es corto y triangular, separado de T4-T5 por un cuello muy
estrecho. LRA4 siempre se superpone a BRA3. LRA5 y T7 están bien desarrollados. BRA4 está presente en algunos molares, por lo que T6 solo se adivina,
y de forma muy reducida, en algunos casos (figura 4: B, C, E, F).
Así pues los molares de I. brecciensis de Picarazas se diferencian de Iberomys huescarensis principalmente porque los triángulos T4 y T5 están cerrados y LRA4 siempre se superpone a BRA3. Estas diferencias morfológicas
se reflejan claramente en los aspectos biométricos; Los índices A/L, B/W y
C/W aíslan a I. brecciensis de I. huescarensis y A. nutiensis que están más
próximos entre ellos (figura 3: A).
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
La Bioestratigrafía se centra en el estudio de los restos óseos fósiles situados en
secuencias estratigráficas que contribuyen a la clasificación, correlación y a la datación relativa de las mismas. Este proceso es posible gracias a los cambios morfológicos patentes en el registro fósil, llamados también tendencias evolutivas.
La rápida evolución de los arvicólidos en el Cuaternario es una hipótesis
de trabajo que ha quedado ampliamente contrastada en multitud de estudios. El listado de trabajos a citar sería innumerable, por lo que lo reducimos
a los emblemáticos del doctor Chaline desarrollados en la década de los setenta del siglo pasado (Chaline, 1972), investigaciones que abrieron el camino
a numerosos investigadores actuales.
La evolución de los micromamíferos se detecta a partir de los cambios
morfológicos de los molares y es a partir de estas tendencias evolutivas con
las que definimos las morfoespecies que no son lo mismo que una bioespecie.
Entre otras cosas porque la estructura dental no es un reflejo de anatomía,
fisonomía, ecología, etología que caracterizan a una especie. Sin embargo, dicho esto, la descripción de morfoespecies, en el mismo sentido con el que fue
utilizado este término por Thaler (1983), nos permite ordenar las secuencias
bioestratigráficas de los yacimientos, en nuestro caso el Alto de las Picarazas,
y relacionarlas con otros yacimientos.
Las capas 1 a 7 del Testigo Norte definidas por la presencia de Iberomys brecciensis, nos hablan de los momentos iniciales del Pleistoceno medio como así
queda constatado desde el punto de vista del tamaño de sus molares (2,74), medidas comparables con las longitudes de Iberomys huescarensis de TD6 de Atapuerca (Cuenca-Bescós et al., 1995) o del Chaparral (López García et al., 2014).
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A partir de la capa 7 del Testigo Norte se documenta la presencia de
Pliomys episcopalis, especie propia del Pleistoceno inferior. Es ahora cuando
aparecen Victoriamys chalinei y Iberomys huescarensis, taxones que forman
parte de la Biozona Victoriamys chalinei (Cuenca-Bescós et al., 2010), a la que
se le presupone un intervalo cronológico que iría desde 0,78 a 0,9 Ma.
FIGURA 6. Figura tomada y modificada de López-Martínez et al., 2014. El triángulo
representa a A. lavocati del Alto de las Picarazas y el círculo a A. ruffoi de Picarazas.
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Secuencia bioestratigráfica del Alto de las Picarazas
En el Corte Norte los niveles I, II y III no han proporcionado micromamíferos. En el nivel IVa, más rico en micromamíferos, hemos caracterizado la
presencia de A. lavocati (Guillem et al., 2013). Esta especie morfológicamente
se aleja de A. lavocati de Atapuerca y se aproxima más a A. aff. lavocati de
Fuente Nueva 3 y Barranco León 5, ya que posee caracteres morfológicos que
lo aproximan a A. ruffoi de Venta Micena. En esta última población se observa ya un desarrollo del BSA4, pero no del LRA5 (Agustí et al., 2010). Mientras
que en Picarazas el T6 de A. lavocati del nivel IVa apenas sí está presente.
En el mismo nivel también hemos documentado la presencia de A.
nutiensis. Este momento lo correlacionamos con la biozona de A. lavocati
cuyo intervalo cronológico iría de 1,1 a 1,5 Ma (Cuenca-Bescós et al., 2010;
Agustí et al., 2001).
La cronología absoluta de esta unidad ha sido establecida en Barranco
León 5 en 1,4 ± 0,38 Ma (Toro-Moyano et al., 2013); en Fuente Nueva 3 con
fechas de 1,26 ± 0,13 Ma (Lozano-Fernández et al., 2014) y en la Sima del Elefante en torno a 1,22 ± 0,16 Ma (Carbonell et al., 2008) y más discusión puede
haber en el nivel IVB de Picarazas si tenemos en cuenta que es uno de los
niveles con presencia humana más antigua de Europa occidental y en este
sentido queremos contribuir en este debate. En el nivel IVb se confirma la
presencia a A. ruffoi, si bien en Picarazas esta especie posee ciertos caracteres
morfológicos y métricos que lo diferencian de Pirro 13, Cava Sud y Piedrafita.
Al yacimiento de Pirro 13 se le supone una cronología que oscila entre 1,3 y 1,6
Ma (López-García et al., 2014), similar a la documentada en otros yacimientos de Pirro Nord (De Giuli et al., 1987; Masini y Santini, 1991; Marcolini et
al., 2013), si tenemos en cuenta la asociación faunística de micromamíferos
que se concreta con la presencia de A. ruffoi, Soriculus gibberodon y Talpa
cf. minor. Este momento se correspondería con el final de la biozona A. pliocaenicus y el comienzo de la biozona A. lavocati (Cuenca-Bescós et al., 2010).
Pirro 13 y el nivel IVb de Picarazas tienen una cronología similar a Venta
Micena inferida a partir de la asociación faunística de macro y micromamíferos. La cronología de este último yacimiento ha abierto un debate todavía no
concluido, a Venta Micena se le supone una cronología que oscilaría entre 1,4
a 1,6 Ma (Agustí et al., 2001) o los 1,37 ± 0,24 Ma, con un rango entre 1,13 y 1,61
Ma (Duval et al., 2011). Una cronología similar a la defendida en Cava Sud a
partir de la asociación de micromamíferos y similar a la de las distintas fisuras
de Pirro Nord (Kotsakis et al., 2003) y a la que se le atribuye en términos ab-
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solutos una cronología de 1,25 Ma (Maul et al., 1998). Así pues el nivel IVb de
Picarazas podría tener una cronología que oscilaría entre los 1,4 y los 1,6 Ma
similar a la defendida en Pirro 13 (López-García et al., 2015).
Es cierto que A. ruffoi de Picarazas difiere morfológica y métricamente de
Pirro 13, Cava Sud y Piedrafita. Por lo tanto la caracterización de molares con
esmalte diferenciado podría sugerirnos que A. ruffoi de Picarazas es más evolucionado que Pirro 13. Sin embargo, este carácter morfológico ha sido discutido desde el punto de vista evolutivo por algunos investigadores (Muttoni
et al., 2015). Por otra parte los índices C/W y B/W son los que lo alejan de
Pirro 13, Cava Sud y Piedrafita, y lo acercan a A. pliocaenicus (figura 6). Sin
embargo, como ya hemos indicado anteriormente, presenta un mayor estrangulamiento en el rombo pitymoideo que se traduce en un C/W menor que el
registrado en otras poblaciones de A. pliocaenicus (Marcova y Kozharinov,
1998; van der Meulen, 1973, García-Alix et al., 2009) y semejante a A. ruffoi de
Piedrafita, Cava Sud o Pirro 13, aspecto que se ha discutido ampliamente en
un trabajo reciente (López-García et al., 2015).
BIBLIOGRAFÍA
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12
SECUENCIA BIOESTRATIGRÁFICA DEL ALTO DE LAS
PICARAZAS (ANDILLA-CHELVA, VALENCIA) A PARTIR DE
ARVICOLIDAE
Pere M. Guillem Calatayud y Rafael Martínez Valle
RESUMEN
El Alto de la Picarazas (Andilla-Chelva) es un yacimiento arqueológico con
un amplio registro bioestratigráfico, correspondiente a un tramo final del
Pleistoceno inferior y a los inicios del Pleistoceno medio. La cronología absoluta inferida a partir del estudio de micromamífersos y macromamíferos
cubre una amplia horquilla cronológica de entre 0,78 Ma y 1,6 Ma. A lo largo
de toda esta amplia secuencia se han documentado episodios de presencia
humana, aspecto que no vamos a desarrollar en este trabajo.
INTRODUCCIÓN
El Alto de las Picarazas se localiza en una elevación de 1100 m de altitud,
en la divisoria de los términos municipales de Chelva y Andilla en la comarca de Los Serranos (Valencia, España). El entorno del yacimiento es
una zona montañosa de la cadena oriental del sistema ibérico compuesta
por lomas y cerros poco abruptos que forman parte de la cuenca de drenaje del río Turia.
El yacimiento incluye un conjunto de cavidades de origen tectónico colmatadas por rellenos detríticos de cronología pleistocena (figura 1) (Guillem
et al., 2013; Vicente et al., 2016). Las excavaciones arqueológicas se han centrado en la cavidad II: una cavidad subvertical que se encontraba casi completamente rellena por elementos coluviales brechosos y arcillosos. Aquí se
han realizado tres campañas de excavación que han definido dos cortes de
referencia: el Corte Norte y el Testigo Norte.
Interaccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 289-307.
[page-n-2]
PERE M. GUILLEM CALATAYUD Y RAFAEL MARTÍNEZ VALLE
FIGURA 1 A, B y C. Localización del Alto de las Picarazas. D y E. Cavidad 1 del Alto de
las Picarazas.
El Testigo Norte se localiza en el tramo sur de la cavidad. De techo a base
se definen dos unidades estratigráficas. La Unidad superior (capas 1-7), de
componente arcilloso con abundantes clastos, que está sellado a techo por
una potente costra calcárea. El muestreo paleomagnético indica una polaridad positiva para la parte superior del depósito. En contacto continuo se sitúa
la Unidad 2 (capas 8 y 9) en la que se produce una reducción de la fracción
gruesa y una mayor proporción de carbonatos.
En el Corte Norte de techo a base se reconocen las siguientes unidades
estratigráficas (Ruiz Pérez, 2008):
- Estrato I. Suelo forestal.
- Estrato II. Horizonte rendzínico en contacto con la roca y rellenando
microfisuras. Holoceno.
290
[page-n-3]
Secuencia bioestratigráfica del Alto de las Picarazas
- Estrato III. Horizonte de materiales arcillosos anaranjados con
acumulación de carbonatos, formación de costras pulverulentas blanquecinas y desarrollo de calcisoles. A techo sellado por costra laminar
subhorizontal de superficie ondulada que supone una marcada discontinuidad con el horizonte anterior. Pleistoceno inferior final/Pleistoceno medio inicial.
- Estrato IV. Potente depósito de componente arcilloso y brechoide.
A techo incluye un nivel de brecha de clastos angulosos de dimensiones
decimétricas y matriz arcillosa rojiza (Nivel IVa) al que sigue un horizonte
argílico con abundante contenido osífero (Nivel IVb). Pleistoceno inferior. El muestreo de paleomagnetismo sitúa los Estratos III y IV en zona
de polaridad inversa (Vicente et al., 2016).
En los dos cortes (Testigo Norte y Corte Norte) se han identificado 24
especies de micromamíferos. En el grupo de los insectívoros: Talpa sp., Erinaceus sp., Crocidura sp., Sorex sp. y Neomys sp. Entre los roedores: Marmota sp., Sciurus sp., Eliomys quercinus, Eliomys sp., Allocricetus bursae,
Victoriamys chalinei, Allophaiomys lavocati, Allophaiomys aff. lavocati,
Allophaiomys aff. ruffoi, Allophaiomys sp., Allopahiomys nutiensis, Pliomys
episcopalis, Pliomys lenki, Microtus (Iberomys) brecciensis, Iberomys huescarensis, Apodemus sp. y Castillomys sp. Entre los quirópteros: Rhinolophus
ferrumequinum y Myotis sp. (Guillem et al., 2013).
El conjunto de restos de macromamiferos es igualmente abundante. Se
han identificado restos de Bovini (Bison sp. y cf Hemibos sp.), Bison schoetensacki, Equus altidens, Metacervocerus rhenanus, Stephanorhinus etruscus,
Capra alba, megacerino indet., Soergelia minor, Preovibos sp., Ursus etruscus, Lynx sp., Felis cf. lunensis y Mustela sp.
En el Testigo Norte, en la unidad superior (Capas 1-7) han quedado reflejados los momentos iniciales del Pleistoceno medio, donde hemos descrito la
presencia de Iberomys brecciensis. En la unidad infrayacente (Capas 8 y 9) la
documentación de Victoriamys chalinei y Iberomys huescarensis confirman
el desarrollo de los momentos finales del Pleistoceno inferior.
En el Corte Norte se han distinguido cuatro estratos: El I, II y III son estériles desde el punto de vista de los micromamíferos. En el nivel IVa hemos
caracterizado la presencia de Allophaiomys aff. lavocati y de Allophaoimys
nutiensis que nos sugieren una cronología relativa en torno a los 1,4 o 1,5
291
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PERE M. GUILLEM CALATAYUD Y RAFAEL MARTÍNEZ VALLE
Ma. Mientras que en el nivel IVb la asociación faunística de Allophaiomys
ruffoi y Soergelia minor nos permite hablar de una cronología de más de 1,5
Ma (Vicente et al., 2016).
Las especies de micromamíferos sobre las que centramos la discusión en
este artículo son las siguientes: Allophaiomys ruffoi, Allophaiomys nutiensis, Allophaiomys lavocati, Victoriamys chalinei, Iberomys huescarensis,
Pliomys episcopalis e Iberomys brecciensis.
MATERIAL Y MÉTODOS
Los restos de micromamíferos se han obtenido a partir del proceso de excavación. Todos los sedimentos de Picarazas han sido lavados y tamizados con
cedazos de 1 cm, 0,5 cm y 0,5 mm de luz. Posteriormente los restos óseos se
han separado del sedimento con la ayuda de una lupa de 20 aumentos.
La terminología utilizada para la descripción y la toma de las medidas de los
molares de micromamíferos es la utilizada por van der Meulen (1973).
Para obtener las medidas y los dibujos de los molares hemos utilizado el
programa Adobe Photoshop Cs 6. Los molares han sido fotografiados a 15 y 20
aumentos y las medidas se han correlacionado con un micrómetro de 1 mm.
Las medidas tienen un error de 0,003 mm.
Los restos óseos de macromamíferos proceden de la misma excavación
arqueológica. Muchos restos óseos han pasado por un proceso largo de restauración y conservación, antes de ser estudiados, ya que la mayoría de los
huesos formaban parte de bloques de sedimento muy brechificados.
DESCRIPCIÓN DE LAS ESPECIES
Familia Cricetidae (Fischer, 1817)
Subfamilia Arvicolinae (Gray, 1821)
Género Allophaiomys (Kormos, 1932)
Allophaiomys ruffoi
Material: 30 M1 inferiores del nivel IVb.
Medidas: ver figura 2A.
Descripción y discusión: los molares de Allophaiomys ruffoi recuperados
en el nivel IVb se caracterizan morfológicamente por tener un esmalte que
en unos casos es indiferenciado y en otros positivo. Los ángulos reentrantes
292
[page-n-5]
Secuencia bioestratigráfica del Alto de las Picarazas
cuentan con un cemento abundante. Se observa una ligera asimetría al tener
un mayor desarrollo los triángulos linguales que los labiales. Los triángulos
T4 y T5 suelen confluir claramente. El desarrollo de los ángulos reentrantes
BRA4 y KRA5 influyen con la mayor o menor estrechez del cuello y la cúspide
anterior presenta una morfología muy variada.
FIGURA 2 A. Medidas de M1 inferior de A. ruffoi. B. Vista oclusal de M1 inferior de A.
ruffoi de la A a la L. M vista oclusal de M 1 inferior de A. lavocati y N vista oclusal de
V. chalinei. C. Medidas de M1 inferior de V. Chalinei. D. Medidas de M1 inferior de A.
lavocati.
293
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PERE M. GUILLEM CALATAYUD Y RAFAEL MARTÍNEZ VALLE
Los caracteres morfológicos de M1 inferior de A. ruffoi de Picarazas
son semejantes a los descritos por Pasa (1947), Masini y Santini (1991)
para A. ruffoi de Cava Sud, Piedrafita y los de Pirro Nord 13 (López-García
et al., 2014). No obstante hay diferencias con la morfología del esmalte
y con el índice C/W. Desde el punto de vista morfológico Allophaiomys
de Picarazas se diferenciaría de A. pliocaenicus y se aproxima a A. ruffoi
al presentar un mayor estrangulamiento en el rombo pitymoideo que se
traduce en un C/W menor que el registrado en otras poblaciones de A.
pliocaenicus (Marcova y Kozharinov, 1998; van der Meulen, 1973; GarcíaAlix et al., 2009) y semejante a A. ruffoi de Piedrafita, Cava Sud o Pirro 13,
aspecto que se ha contrastado recientemente en un estudio (López-García
et al., 2015) (figura 2B: A a L)
Género Allophaiomys (Kormos, 1932)
Allophaiomys nutiensis (Chaline, 1972)
Material: seis M1 inferiores procedentes del nivel IVa.
Medidas: ver figura 3C.
Descripción y discusión: los M1 inferiores de A. nutiensis del nivel IVa se
caracterizan por no tener raíces. El esmalte es más grueso en la parte anterior
de los triángulos que en la posterior. Los ángulos reentrantes están rellenos
de abundante cemento. Se observa una clara asimetría al ser más grandes
los triángulos linguales que los labiales. Tienen un lóbulo posterior. Los tres
triángulos del complejo trigónido-talónido (T1, T2 y T3) están cerrados. En el
complejo anterocónido (CA) T4 y T5 suelen ser confluentes entre sí. La cúspide anterior (AC) es reducida y de morfología triangular con un cuello muy
estrecho que separa T6 y T7 de T4 y T5. Los ángulos entrantes BRA3 y LRA4
se enfrentan entre si y no se superponen (Figura 4: M a Q).
Estos molares se podrían confundir con los de Iberomys huescarensis
pero difieren de éstos principalmente por ser menos asimétricos, por tener un
ángulo reentrante LRA4 mucho menos profundo y enfrentado a BRA3. LRA5
también presenta un desarrollo más discreto. Morfológicamente son muy parecidos a la Sima del Elefante de Atapuerca (Melero, 2008; Cuenca-Bescós et
al., 2014, fig. 5C, página 32) o a los descritos por Laplana y Brunet-Lecomte en
Valerots (Laplana et al., 2000).
294
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Secuencia bioestratigráfica del Alto de las Picarazas
FIGURA 3. A. Relación entre A. nutiensis, y I. brecciensis del Alto de las Picarazas a
partir de los parámetros A/l, C/W y B/W. B. Medidas de M1 inferior de I. Brecciensis. C.
Medidas de M1 inferior de A. nutiensis y D. Medidas de M1 inferior de I. Huescarensis.
295
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PERE M. GUILLEM CALATAYUD Y RAFAEL MARTÍNEZ VALLE
FIGURA 4. De la A a la G vista oclusal de M1 inferior de I. breccciensis. De la H a la
LL vista oclusal de M1 inferior de I. huescarensis y de la M a la P vista oclusal de M1
inferior de A. nutiensis.
296
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Secuencia bioestratigráfica del Alto de las Picarazas
FIGURA 5. En la parte superior medidas de M1 inferior de P. episcopalis. De la A a la H
visión oclusal a la izquierda y bucal a la derecha de M1 inferior de P. episcopalis.
297
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PERE M. GUILLEM CALATAYUD Y RAFAEL MARTÍNEZ VALLE
Género Allophaiomys (Kormos, 1932 )
Allophaiomys lavocati (Laplana y Cuenca-Bescós, 2000)
Material: un M1 inferior procedente de la capa 7 del Testigo Norte.
Medidas: ver figura 2D.
Descripción y discusión: el molar no tiene raíces, es arrizodonto. Tiene
un lóbulo posterior, los tres triángulos del complejo trigónido-talónido están
cerrados (T1, T2 y T3), y el complejo anterocónido (CA). El esmalte es más
grueso en zona mesial de los triángulos que en la distal. Los sinclinales están
rellenos de cemento. T4 y T5 son ampliamente confluentes y se conectan con
el AC por un cuello relativamente estrecho. La frontera bucal de CA es redondeada. El esmalte es muy reducido en la zona labial de la cúspide, aspecto que
impide la presencia de T6. Sin embargo, en el lado anterolingual se aprecia
con claridad T7, definido por una LRA4 muy profundo y un LRA5 apenas
desarrollado, pero claro (figura 2: B, M).
Las medidas del M1 inferior de Allophaiomys lavovati de la capa 7 del
testigo norte están dentro de los rangos de tamaño de los ejemplares de la
Sima del Elefante de Atapuerca (Laplana y Cuenca-Bescós, 2000), Cal Guardiola capa D3 (Minwer-Barakat et al., 2011) y los Chaparral (López-García et
al., 2012). Por otra parte, A. aff. lavocati ha sido citado en Barranco León D
(Agustí et al., 2010). Morfológicamente es muy parecido a Allophaiomys aff.
lavocati del nivel A IVa de Picarazas (Guillem et al., 2013).
Genero Victoriamys (Martin, 2012)
Victoriamys chalinei (Alcalde et al., 1981)
Material: un M1 inferior de la capa 9 del Testigo Norte.
Medidas: ver figura 2C.
Descripción y discusión: el molar es arrizodonto y está formado por un
lóbulo posterior, tres triángulos cerrados y el complejo anterocónido (CA).
T4 y T5 confluyen y se comunican con el CA a través de un cuello estrecho
resultado de la profunda penetración de BRA3 y LRA4. El CA es muy corto y
ancho. El esmalte es más grueso en la zona mesial de los triángulos que en la
distal. Este carácter morfológico no siempre es así, en otros yacimientos donde se ha documentado esta especie en la mayoría de los molares el esmalte es
indiferenciado. En este aspecto nuestro molar se aproxima más a los molares
298
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Secuencia bioestratigráfica del Alto de las Picarazas
de Victoriamys de TD3 y TD4 en Gran Dolina de Atapuerca (Cuenca-Bescós
et al., 1995) (figura 2: B a N).
Desde el punto de vista biométrico los valores del M1 inferior de V. chalinei entran dentro de los rangos documentados en A. chalinei de Cueva
Victoria (Alcalde et al., 1981), en los niveles TD3, TD4 y TD4B de Atapuerca
(Cuenca-Bescós et al., 1995), Cal Guardiola (Minwer-Barakat et al., 2011), de
Huétor Tájar-1 (García-Alix et al., 2009a, b).
V. chalinei ha sido identificado en varios yacimientos del Pleistoceno inferior de la península ibérica, es el caso de Cueva Victoria (Alcalde et al., 1981),
Muntanyeta dels Sants y el Castell de Cullera (Sarrión, 1984), Almenara-Casablanca 3 (Agustí y Galobart, 1986), Huétor Tájar-1 y 8 y Tojaire-1 (GarcíaAlix et al., 2009), Chaparral (López-García et al., 2014). En Atapuerca, está
documentado en los niveles TD3-TD4 y TD4B (Cuenca-Bescós et al., 1995),
con una cronología que oscila entre 0,9 y 0,85 Ma.
Género Iberomys (Chaline, 1972)
Iberomys huescarensis (Ruiz Bustos, 1988)
Material: cuatro M1 inferior de la capa 8 y dos M1 inferiores izquierdos de
las capas 8 a 9 del Testigo Norte.
Medidas: ver figura 3D.
Descripción y discusión: los dientes se caracterizan por tener una asimetría bucolingual muy marcada; los triángulos labiales son mucho más pequeños que los linguales. El cemento es abundante en los triángulos reentrantes.
La diferenciación del esmalte es positiva, o lo que es lo mismo es más ancho
en la zona mesial que en la distal. En el TTC, T1, T2, y T3 suelen estar aislados,
aunque siempre no ocurre así (figura 5K). En el ACC, T4 y T5 son confluentes
en todos los molares. El AC es corto y triangular, separado de T4-T5 por un
cuello muy estrecho. En ocasiones LRA4 suele superponerse a BRA3. LRA5 y
T7 están bien desarrollados. BRA4 está ausente, por lo que T6 solo se adivina,
y de forma muy reducida, en algunos casos (figura 4: H, J a LL).
Los molares de I. huescarensis de Picarazas tienen una morfología muy
similar a la de los molares de Huéscar-1 (Ruiz-Bustos, 1988), TD3, TD4 y
TD4B de la Gran Dolina de Atapuerca o a los del Chaparral (López-García
et al., 2014). Además los escasos valores métricos de nuestro I. huescarensis son totalmente comparables a los de Huéscar-1 (Mazo et al., 1985), los
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niveles de TD3-TD4 y TD6 de Gran Dolina, Atapuerca (Cuenca-Bescós et
al., 1995, 1999), y Cal Guardiola capa D5 y Vallparadís nivel EVT7 (MinwerBarakat et al., 2011).
Genero Pliomys (Méhely, 1914)
Pliomys episcopalis (Méhely, 1914)
Material: 31 M1 inferiores.
Medidas: ver figura 5A.
Descripción y discusión: el M1 inferior es arrizodonto y carece de cemento.
Los ángulos reentrantes y los triángulos del complejo trigónido-talónido son
semicerrados. En el CA, T4-T5 están semiabiertos y confluyen. Se distingue
claramente el T6, pero el T7 es reducido o inexistente y confluye ampliamente con el CA. Esta morfología le concede al complejo anterocónido la visión
de estar inclinado hacia el lado labial reforzada a su vez por la alternancia de
los triángulos. Los ángulos entrantes son muy reducidos (figura 5: B).
Los M1 inferiores de Pliomys episcopalis de Picarazas tiene una morfología muy similar a la de Pliomys episcopalis de Atapuerca (Cuenca-Bescós et
al., 1995, 1999) o al P. episcopalis del Chaparral (López-García et al., 2014) y
se distinguen claramente de Pliomys lenki por la inclinación del complejo anterocónido y la reducción o inexistencia de T7, caracteres morfológicos propios de P. episcopalis. Los parámetros biométricos del M1 inferior de Pliomys
episcopalis de Picarazas son muy parecidos a los observados en la misma
especie en TD3 y TD4 de la Gran Dolina, Atapuerca y el Chaparral (CuencaBescós et al., 1995, 1999; López-García et al., 2014).
Genero Iberomys (Chaline, 1972)
Iberomys brecciensis (Chaline, 1972)
Material: siete M1 inferiores.
Medidas: ver figura 3B.
Descripción y discusión: los M1 inferiores de Picarazas se caracterizan por
tener una asimetría bucolingual muy marcada; los triángulos linguales son
mucho más grandes que los labiales. El cemento es abundante y cubre los
triángulos reentrantes. El esmalte es más ancho en la zona mesial que en la
distal. En el TTC, T1, T2, y T3 están aislados. En el ACC, T4 y T5 no son con-
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fluentes. El AC es corto y triangular, separado de T4-T5 por un cuello muy
estrecho. LRA4 siempre se superpone a BRA3. LRA5 y T7 están bien desarrollados. BRA4 está presente en algunos molares, por lo que T6 solo se adivina,
y de forma muy reducida, en algunos casos (figura 4: B, C, E, F).
Así pues los molares de I. brecciensis de Picarazas se diferencian de Iberomys huescarensis principalmente porque los triángulos T4 y T5 están cerrados y LRA4 siempre se superpone a BRA3. Estas diferencias morfológicas
se reflejan claramente en los aspectos biométricos; Los índices A/L, B/W y
C/W aíslan a I. brecciensis de I. huescarensis y A. nutiensis que están más
próximos entre ellos (figura 3: A).
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
La Bioestratigrafía se centra en el estudio de los restos óseos fósiles situados en
secuencias estratigráficas que contribuyen a la clasificación, correlación y a la datación relativa de las mismas. Este proceso es posible gracias a los cambios morfológicos patentes en el registro fósil, llamados también tendencias evolutivas.
La rápida evolución de los arvicólidos en el Cuaternario es una hipótesis
de trabajo que ha quedado ampliamente contrastada en multitud de estudios. El listado de trabajos a citar sería innumerable, por lo que lo reducimos
a los emblemáticos del doctor Chaline desarrollados en la década de los setenta del siglo pasado (Chaline, 1972), investigaciones que abrieron el camino
a numerosos investigadores actuales.
La evolución de los micromamíferos se detecta a partir de los cambios
morfológicos de los molares y es a partir de estas tendencias evolutivas con
las que definimos las morfoespecies que no son lo mismo que una bioespecie.
Entre otras cosas porque la estructura dental no es un reflejo de anatomía,
fisonomía, ecología, etología que caracterizan a una especie. Sin embargo, dicho esto, la descripción de morfoespecies, en el mismo sentido con el que fue
utilizado este término por Thaler (1983), nos permite ordenar las secuencias
bioestratigráficas de los yacimientos, en nuestro caso el Alto de las Picarazas,
y relacionarlas con otros yacimientos.
Las capas 1 a 7 del Testigo Norte definidas por la presencia de Iberomys brecciensis, nos hablan de los momentos iniciales del Pleistoceno medio como así
queda constatado desde el punto de vista del tamaño de sus molares (2,74), medidas comparables con las longitudes de Iberomys huescarensis de TD6 de Atapuerca (Cuenca-Bescós et al., 1995) o del Chaparral (López García et al., 2014).
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A partir de la capa 7 del Testigo Norte se documenta la presencia de
Pliomys episcopalis, especie propia del Pleistoceno inferior. Es ahora cuando
aparecen Victoriamys chalinei y Iberomys huescarensis, taxones que forman
parte de la Biozona Victoriamys chalinei (Cuenca-Bescós et al., 2010), a la que
se le presupone un intervalo cronológico que iría desde 0,78 a 0,9 Ma.
FIGURA 6. Figura tomada y modificada de López-Martínez et al., 2014. El triángulo
representa a A. lavocati del Alto de las Picarazas y el círculo a A. ruffoi de Picarazas.
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Secuencia bioestratigráfica del Alto de las Picarazas
En el Corte Norte los niveles I, II y III no han proporcionado micromamíferos. En el nivel IVa, más rico en micromamíferos, hemos caracterizado la
presencia de A. lavocati (Guillem et al., 2013). Esta especie morfológicamente
se aleja de A. lavocati de Atapuerca y se aproxima más a A. aff. lavocati de
Fuente Nueva 3 y Barranco León 5, ya que posee caracteres morfológicos que
lo aproximan a A. ruffoi de Venta Micena. En esta última población se observa ya un desarrollo del BSA4, pero no del LRA5 (Agustí et al., 2010). Mientras
que en Picarazas el T6 de A. lavocati del nivel IVa apenas sí está presente.
En el mismo nivel también hemos documentado la presencia de A.
nutiensis. Este momento lo correlacionamos con la biozona de A. lavocati
cuyo intervalo cronológico iría de 1,1 a 1,5 Ma (Cuenca-Bescós et al., 2010;
Agustí et al., 2001).
La cronología absoluta de esta unidad ha sido establecida en Barranco
León 5 en 1,4 ± 0,38 Ma (Toro-Moyano et al., 2013); en Fuente Nueva 3 con
fechas de 1,26 ± 0,13 Ma (Lozano-Fernández et al., 2014) y en la Sima del Elefante en torno a 1,22 ± 0,16 Ma (Carbonell et al., 2008) y más discusión puede
haber en el nivel IVB de Picarazas si tenemos en cuenta que es uno de los
niveles con presencia humana más antigua de Europa occidental y en este
sentido queremos contribuir en este debate. En el nivel IVb se confirma la
presencia a A. ruffoi, si bien en Picarazas esta especie posee ciertos caracteres
morfológicos y métricos que lo diferencian de Pirro 13, Cava Sud y Piedrafita.
Al yacimiento de Pirro 13 se le supone una cronología que oscila entre 1,3 y 1,6
Ma (López-García et al., 2014), similar a la documentada en otros yacimientos de Pirro Nord (De Giuli et al., 1987; Masini y Santini, 1991; Marcolini et
al., 2013), si tenemos en cuenta la asociación faunística de micromamíferos
que se concreta con la presencia de A. ruffoi, Soriculus gibberodon y Talpa
cf. minor. Este momento se correspondería con el final de la biozona A. pliocaenicus y el comienzo de la biozona A. lavocati (Cuenca-Bescós et al., 2010).
Pirro 13 y el nivel IVb de Picarazas tienen una cronología similar a Venta
Micena inferida a partir de la asociación faunística de macro y micromamíferos. La cronología de este último yacimiento ha abierto un debate todavía no
concluido, a Venta Micena se le supone una cronología que oscilaría entre 1,4
a 1,6 Ma (Agustí et al., 2001) o los 1,37 ± 0,24 Ma, con un rango entre 1,13 y 1,61
Ma (Duval et al., 2011). Una cronología similar a la defendida en Cava Sud a
partir de la asociación de micromamíferos y similar a la de las distintas fisuras
de Pirro Nord (Kotsakis et al., 2003) y a la que se le atribuye en términos ab-
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solutos una cronología de 1,25 Ma (Maul et al., 1998). Así pues el nivel IVb de
Picarazas podría tener una cronología que oscilaría entre los 1,4 y los 1,6 Ma
similar a la defendida en Pirro 13 (López-García et al., 2015).
Es cierto que A. ruffoi de Picarazas difiere morfológica y métricamente de
Pirro 13, Cava Sud y Piedrafita. Por lo tanto la caracterización de molares con
esmalte diferenciado podría sugerirnos que A. ruffoi de Picarazas es más evolucionado que Pirro 13. Sin embargo, este carácter morfológico ha sido discutido desde el punto de vista evolutivo por algunos investigadores (Muttoni
et al., 2015). Por otra parte los índices C/W y B/W son los que lo alejan de
Pirro 13, Cava Sud y Piedrafita, y lo acercan a A. pliocaenicus (figura 6). Sin
embargo, como ya hemos indicado anteriormente, presenta un mayor estrangulamiento en el rombo pitymoideo que se traduce en un C/W menor que el
registrado en otras poblaciones de A. pliocaenicus (Marcova y Kozharinov,
1998; van der Meulen, 1973, García-Alix et al., 2009) y semejante a A. ruffoi de
Piedrafita, Cava Sud o Pirro 13, aspecto que se ha discutido ampliamente en
un trabajo reciente (López-García et al., 2015).
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