Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del tardiglacial. En caso de Cova de les Cendres y Coves de Santa Maira
Juan Vicente Morales Pérez
Joan Emili Aura Tortosa
Valentín Villaverde Bonilla
2017
[page-n-1]
7
APROVECHAMIENTO DEL LINCE POR LOS GRUPOS
HUMANOS DEL TARDIGLACIAR. EL CASO DE COVA DE LES
CENDRES Y COVES DE SANTA MAIRA
Cristina Real, Juan V. Morales-Pérez, J. Emili Aura y Valentín Villaverde
ABSTRACT
In this paper we present the recovered lynx remains in the postglacial levels
of Cova de les Cendres and Coves de Santa Maira (Alicante, Spain). Although
the identified remains are scarce, the anatomical and taphonomic studies
show us a non-selective transport to the sites, as well as the integral use of the
lynx body. Marks related to skinning and extraction of meat packages have
been identified. Intentional fractures of the bones have been also noticed.
These evidences mean a new addition to the debate on interactions between
these predators and the hunter-gatherer human groups.
INTRODUCCIÓN
El lince ibérico (Lynx pardinus Temminck, 1827) es el segundo felino de
mayor tamaño que hoy en día pervive en Europa por detrás del lince boreal
(Lynx lynx Linnaeus, 1758). Las referencias más antiguas de la especie se datan entre 1,7-1,6 Ma, y su presencia se atestigua en la costa mediterránea hacia
el Pleistoceno inicial final (Boscaini et al., 2016; Johnson et al., 2004). Actualmente, en la zona valenciana los restos del género Lynx más antiguos se han
identificado en los yacimientos paleontológicos de Muntanyeta dels Sants
(Sueca), El Castell (Cullera) y Pla de Llomes (Serra) (Sarrión 1984, 2012). Ya
en el Pleistoceno medio se documentan en contextos paleontológicos, como
en Bassa de Sant Llorenç (Cullera) (Sarrión, 1984), y en asentamientos humanos, como en el caso de la Cova Bolomor (Blasco et al., 2010; Blasco y Fernández Peris, 2012b). Recientes estudios genéticos han confirmado que durante
Interaccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 161-187.
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CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
el Pleistoceno y el Holoceno inicial su rango de distribución alcanzaría al
menos hasta la costa del golfo de Génova (Rodríguez-Varela et al., 2015). Sin
embargo, en la actualidad su distribución se limita a poblaciones dispersas
en el sur de la península ibérica (Gil-Sánchez et al., 2010) que se han reducido
hasta extremos dramáticos debido principalmente a la caza furtiva y el trampeo, la destrucción de su hábitat y el descenso de las poblaciones de conejos
(Oryctolagus cuniculus), que suponen la base casi exclusiva de su alimentación (Delibes, 1980; Delibes et al., 2000; López-Parra et al., 2012; Lozano et
al., 2014; Rodríguez y Calzada, 2015).
El lince es, junto al zorro (Vulpes vulpes), uno de los carnívoros habituales
de las listas taxonómicas de los yacimientos mediterráneos de la península
ibérica, si bien sus restos son generalmente escasos (Allué et al., 2010; Aura et
al., 2002a, 2002b; Cacho et al., 1995; Estévez, 1988; Estrada et al., 2007; Ibáñez
y Saladié, 2004; Martínez Valle, 1996; Martínez e Iborra, 2010; Miret i Estruch
et al., 2006; Morales-Pérez, 2013; Nadal, 1994, 1998; Nadal et al., 1997; Nadal
y Estrada, 2007; Olària, 1999; Pérez Ripoll, 2006).
Los objetivos del presente trabajo son diversos. Por un lado, la exposición
detallada del estudio zooarqueológico de los restos de lince recuperados en los
niveles tardiglaciares de los yacimientos de les Coves de Santa Maira y la Cova
de Cendres. En segundo lugar, discutir el significado de las marcas antrópicas
identificadas en la muestra ósea en el contexto económico de estos yacimientos.
METODOLOGÍA
La identificación taxonómica de los restos de lince se ha llevado a cabo a partir
de la colección de referencia del Gabinet de Fauna Quaternaria del Museu de
Prehistòria de València. El estudio cuantitativo de las muestras se ha realizado
a partir del NRDt o NISP (Número de Restos Determinados), el NME (Número Mínimo de Elementos), NMI (Número Mínimo de Individuos) y el %IS (%
del Índice de Supervivencia) (Brain, 1981; Lyman, 1994, 2008).
Para el estudio de las marcas líticas sobre la cortical de los huesos se han
considerado cuatro variables que permiten su definición de forma simple
pero objetiva y concreta. La primera, el tipo (incisión o raspado); en segundo
lugar, su localización sobre la zona ósea y esquelética concreta; en tercer lugar, su orientación sobre el eje del hueso (longitudinal, oblicua, transversal);
y en último lugar, su intensidad (leve o intensa). A partir de la combinación
de dichas variables se puede realizar una aproximación a su función dentro
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Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
del procesado carnicero (Binford, 1981; Lyman, 2005; Noe-Nygaard, 1989; Pérez Ripoll, 1992; Shipman, 1981).
El tipo de fragmentación y fractura de los huesos se ha definido a partir
de diferentes trabajos, que han permitido establecer si el hueso ha sido fracturado (es decir, la rotura se ha producido con el hueso aún fresco) o se ha
fragmentado (es decir, la rotura se ha producido con el hueso ya seco). De especial interés para los objetivos del trabajo son las marcas de fractura directa
producidas durante el procesado de las presas. Estas roturas intencionadas
se evidencian en muescas, peeling o hundimientos (Lyman, 1994; Morales
Pérez et al., 2008; Outram, 2001; Pérez Ripoll, 1992; Sanchis et al., 2011; Villa
y Mahieu, 1991).
El último punto analizado es la termoalteración de los restos. Para ello, se
ha diseñado una gradación de colores desde: 0, ausencia de termoalteración;
1, color marrón; 2, marrón-negro; 3, carbonización; 4, color gris, y 5, color
blanco. Si bien de forma general se puede considerar que los grados 1-2 son
termoalteraciones leves y los 4-5 termoalteraciones intensas, los colores no
siempre responden al mismo tiempo de exposición o intensidad del fuego, ya
que además de estas variables también intervienen otras como la presencia
o ausencia de carne o si el hueso es fresco o seco (Buikstra y Swegle, 1989;
Costamagno et al., 1999; Théry-Parisot et al., 2004).
LOS YACIMIENTOS ESTUDIADOS
Cova de les Cendres
El yacimiento de Cova de les Cendres se emplaza en el término municipal de
Teulada-Moraira (La Marina Alta, Alicante), exactamente en la vertiente SE del
Puig de la Llorença, sierra que se extiende a lo largo de 5 km entre el Cabo de
la Nao y la Punta de Moraira (figura 1). En dicho tramo montañoso se suceden
continuos acantilados marinos pronunciados, entre los cuales se abre la cueva
a unos 60 m sobre el nivel del mar, coincidiendo con la misma línea de costa.
La cavidad kárstica, orientada hacia el SE, está constituida por un vestíbulo exterior, zona amplia y bien iluminada con presencia de testigos de los
desprendimientos de grandes bloques de la visera (Bernabeu et al., 2001), y
un espacio interior visible de 30 por 50 m de extensión, donde se han realizado las excavaciones arqueológicas.
163
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CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
FIGURA 1: Localización de la Cova de les Cendres (a) y les Coves de Santa Maira (b).
La secuencia paleolítica se compone de ocho niveles estratigráficos repartidos entre Gravetiense (XVI, XV, XIV), Solutrense (XIII) y Magdaleniense
(XII, XI, IX), siendo el Nivel X estéril. En cuanto a este último periodo, se
han obtenido numerosas dataciones que han permitido diferenciar tres fases:
Magdaleniense medio (entre 14.660 ± 40 BP y 13.690 ± 120 BP); Magdaleniense superior (entre 13.350 ± 50 BP y 13.120 ± 60 BP) y Magdaleniense superior
final (12.470 ± 100 BP) (Villaverde et al., 2010, 2012).
Durante el Magdaleniense las condiciones bioclimáticas debían ser algo
más frescas y húmedas que las actuales, con amplio desarrollo de las zonas
de bosque de pino salgareño (Pinus nigra) (Badal et al., 2012; Badal y Carrión,
2001). En este contexto se debe de tener en cuenta que la cavidad se encontraba
a unos 10 km de la costa, lo que posibilita la presencia de una llanura litoral y
de zonas lagunares o de río, y asimismo ofrece una gran diversidad de áreas de
caza y recolección. El estudio faunístico muestra una caza especializada en el
Cervus elaphus, sobre todo de individuos adultos y jóvenes. Este ungulado es
complementado con otras especies de talla media o grande como Capra pyrenaica, Capreolus capreolus, Sus scrofa, Equus ferus y Bos primigenius; así como
con algunos carnívoros (Lynx pardinus, Felis silvestris y Vulpes vulpes). No obstante la mayor cantidad de restos corresponde al aprovechamiento del conejo,
cuya presencia supera el 85% en los tres niveles y sigue una progresión en alza
hacia el Epipaleolítico (Real, 2012, 2013; Villaverde et al., 2010, 2012).
164
[page-n-5]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
Coves de Santa Maira
El yacimiento de Coves de Santa Maira se sitúa en el término municipal de Castell de Castells (La Marina Alta, Alicante), en el extremo septentrional de las
cordilleras béticas (figura 1). El entorno inmediato es abrupto, con alturas que
superan los 1000 msnm (sierra de Alfaro, 1166 msnm y la Serrella, 1413 msnm)
y encajonados barrancos que conforman la cabecera del río Gorgos. Está localizado a unos 640 msnm y a 32 km de la línea de costa actual. Se trata de un
conjunto de cavidades kársticas cuyo desarrollo está marcado por el encajonamiento del barranco de Famorca. Las principales cavidades del conjunto y
donde se han realizado trabajos arqueológicos, boca W y Corral del Gordo, se
abren a unos 15 m por encima del lecho del barranco (Aura et al., 2006).
Los materiales estudiados provienen de las intervenciones realizadas en
la boca W. Este acceso se abre en dirección N, entre las paredes rocosas que
la limitan por el NO y una colada estalagmítica que la limita por el S, de manera que configura una caída bastante vertical que actúa como una trampa
sedimentaria donde los diferentes niveles, especialmente los inferiores presentan un marcado buzamiento hacia el interior de la cavidad. En las primeras intervenciones de los años ochenta se identificaron 5 niveles, de los
que el III corresponde al Mesolítico de muescas y denticulados, y el IV y V a
un Epipaleolítico microlaminar genérico (Doménech, 1990). Hasta ahora se
han identificado 5 unidades sedimentarias correspondientes al Paleolítico
superior final (SM-5), Epipaleolítico (SM-4), Mesolítico (SM-3) y Neolítico
(SM-2). El paquete sedimentario superior (SM-1) está formado por un palimpsesto de materiales del Bronce, ibéricos, romanos y medievales (Aura
et al., 2006, 2008). Las dataciones radiocarbónicas de los niveles de los que
proviene el material estudiado se agrupan en tres fases cronológicas. Las
más recientes corresponden al Mesolítico de muescas y denticulados (MMD) y se sitúan en el X milenio cal AP (entre el 9130 y 10.134 cal BP), las
correspondientes al nivel SM-4.1, Epipaleolítico de tradición sauveterroide
(E-S), se agrupan en el XI milenio e inicios del XII cal BP (entre el 10.200 y el
11.270) y las del subnivel SM-4.2, Epipaleolítico / Epimagdaleniense (E-M),
se sitúan todas ellas en el XIV milenio (13.080 – 13.840 cal BP) (Aura Tortosa
et al., 2006, 2011; Salazar-García et al., 2014).
Los datos antracológicos indican una presencia importante de Juniperus sp. durante el Tardiglaciar, en el que se observa un proceso de reforestación y desarrollo de los bosques mediterráneos de Quercus tanto
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[page-n-6]
CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
perennifolios como caducos a partir del Holoceno (Badal y Carrión, 2001;
Carrión Marco, 2005). El estudio zooarqueológico de los niveles magdalenienses, epipaleolíticos y mesolíticos ha permitido observar un modelo de
caza centrado en la Capra pyrenaica, especie de talla media mayoritaria en
todos los niveles. Junto a este taxón, únicamente el Cervus elaphus adquiere cierta entidad en los niveles más recientes. Otros taxones identificados
de forma muy puntual son Sus scrofa, Rupicapra sp. Capreolus capreolus
y Bos primigenius. Los carnívoros están representados por cuatro taxones.
El más numeroso es Vulpes vulpes, presente de forma mayoritaria en los
niveles mesolíticos. El lince es el segundo taxón en importancia, y se identifica especialmente en el Epipaleolítico, aunque también está presente en
el Mesolítico. Por su parte, tanto el Canis lupus como Cuon alpinus tienen
una presencia testimonial (Pérez Ripoll et al., 2010). En cuanto a los lepóridos, especialmente Oryctolagus cuniculus, son dominantes en los niveles
magdalenienses y epipaleolíticos, donde representan entre el 70 y el 85%
de los restos identificados. En cambio, en el nivel mesolítico apenas superan el 30%. Junto a este fenómeno, en este mismo nivel se observa una evidente diversificación en el espectro faunístico, no tanto por la aparición de
nuevos taxones en las listas como por la mayor importancia que adquieren
estos taxones minoritarios (Morales-Pérez, 2015).
LAS MUESTRAS ESTUDIADAS
Cova de les Cendres
Representación anatómica
En el nivel XI se han identificado 84 restos de lince, que representan el
0,5% del total de restos óseos identificados. El NME es de 79, mientras que
el NMI es de 4. Se ha podido estimar al menos la presencia de un animal
joven, otro subadulto y dos adultos.
En cuanto a su representación anatómica, se han identificado restos óseos
de todos los segmentos esqueléticos. Se observa como a partir del %NRDt y el
NME destacan las costillas, falanges, sesamoideos y dientes aislados. En cambio el %Isu muestra una distribución anatómica diferente, en la que dominan
las hemimandíbulas y el radio con cantidades que superan el 30%. Después
166
[page-n-7]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
se sitúa un amplio grupo en torno al 25% de representación: neurocráneo, escápula, ulna, metacarpo V, fémur y tibia. Los elementos con porcentajes más
reducidos, o sin presencia alguna, son aquellos que pertenecen al esqueleto
axial y al basipodio (cuadro 1).
CRANEAL
Neurocráneo
Maxilar
Hemimandíbula
Diente aislado
AXIAL
V. torácica
V. lumbar
V. caudal
Costilla
M. ANTERIOR
Escápula
Húmero
Radio
Ulna
Metacarpo I
Metacarpo II
Metacarpo IV
Metacarpo V
Metacarpo ind
M. POSTERIOR
Fémur
Tibia
Metatarso II
Metatarso III
Metatarso IV
Metatarso
Patela
Tarso
EXTREMIDADES
Metapodio
Falange I
Falange II
Falange III
Sesamoideo
TOTAL
CENDRES
NRDt %NRDt NME
11
1
1
3
6
14
1
2
1
10
17
2
1
4
3
1
1
10,0
1,2
1,2
3,6
7,1
16,7
1,2
2,4
1,2
11,9
20,2
2,4
1,2
4,8
3,6
1,2
1,2
11
1
1
3
6
12
1
2
1
8
15
2
1
3
2
1
1
2
3
13
2
3
1
1
1
1
1
3
29
2
6
11
5
5
2,4
3,6
15,5
2,4
3,6
1,2
1,2
1,2
1,2
1,2
3,6
34,5
2,4
7,1
13,1
6.0
6.0
2
3
12
2
2
1
1
1
1
1
3
29
2
6
11
5
5
84
%Isu
25
12,5
37,5
5,8
1,9
7,1
1,8
7,7
25
12,5
37,5
25
12,5
12,5
25
25
25
12,5
12,5
12,5
12,5
15
8,3
15,3
6,9
8,9
79
SANTA MAIRA
NRDt %NRDt NME
%Isu
1
0,9
0
1
1
1,2
1,2
1
1
7
1
1
2
1
1,2
8,3
1,2
1,2
2,4
1,2
1
6
1
1
2
1
12,5
12,5
25.0
12,5
1
1,2
1
12,5
1
0
1,2
4
4,8
4
2
2,4
2
2,8
1
1
1,2
1,2
1
1
1,4
1,8
13
1.0
1.0
0
11
CUADRO 1. Representación anatómica de Cova de les Cendres (N XI) y Coves de
Santa Maira (Niveles III, IV, SM4.1), según NRDt, %NRDt, NME y %ISu.
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CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
Estudio tafonómico
a) Fragmentación
Se han identificado 12 huesos de lince con fracturas recientes que han
sido excluidos de los cálculos siguientes. De los 72 restos analizados se
observa un equilibrio entre completos (50,8%) y fragmentados (48,6%),
aunque con grandes diferencias, puesto que de los 37 restos completos 22
pertenecen al acropodio y otros cinco son dientes aislados. Los primeros
comprenden vértebras, huesos compactos (patela, sesamoideo), falanges y
dientes aislados. En cuanto a los fragmentos, todos muestran fracturas antiguas, entre las cuales predominan las realizadas en fresco (68,6%). También se han identificado fracturas secas (2,9%), mixtas (2,9%) e indeterminadas (25,7%). Entre los morfotipos de fractura en fresco de los huesos
largos (húmero, radio, ulna, fémur, tibia) destacan fragmentos de diáfisis
de circunferencia incompleta. Las escasas falanges I y II evidencian morfotipos en los que se conserva entre un 25-50% de la diáfisis junto con una
articulación completa. Por su parte los metapodios se presentan como cilindros de diáfisis o como fragmentos compuestos por una porción de una
epífisis y un 25% de diáfisis (cuadro 2).
b) Termoalteraciones
La alteración por la acción del fuego ha afectado al 25% de los restos de
lince. Destacan elementos como: metapodios, tarsos, falanges, alguna vértebra, costilla, una ulna y un fragmento de mandíbula. Estas termoalteraciones
afectan en su mayoría a la totalidad de la superficie ósea, y son sobre todo
de intensidad leve (el 76% presenta un grado 1); aunque se han identificado
algunas coloraciones de grado 2 y 3.
c) Marcas antrópicas
En los restos de lince de Cova de les Cendres se han contabilizado 32
marcas líticas: 24 incisiones (75%) sobre 19 huesos (22,6%) y ocho raspados
(25%) sobre siete huesos (8,3%). Según el número de restos con modificaciones destacan por orden: falange II, metatarso y costilla. Sin embargo, si el
cálculo se realiza teniendo en cuenta el NRDt de cada elemento, sobresalen:
mandíbula, vértebra torácica y metatarso. La mayoría de las incisiones son
cortas (79,2%) y suelen presentar trazos de intensidad variable, de dirección
transversal u oblicua y con repeticiones múltiples. Se localizan sobre todo
168
[page-n-9]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
en las diáfisis, aunque en huesos como escápula, radio, fémur y tibia se sitúan en zonas cercanas a las articulaciones. En cambio, las incisiones largas
(20,8%) se encuentran distribuidas longitudinalmente con una intensidad
menor. Entre todos los restos cabe señalar la relevancia de un fragmento de
mandíbula que presenta incisiones intensas y reincidentes en la parte interna y basal de la cavidad alveolar. Por último los raspados son bastante más
escasos y se muestran en su mayoría con morfologías largas, longitudinales y
de intensidad alta. Se han localizado sobre una costilla y varios huesos largos
(radio, fémur, metatarso) (cuadro 3, figura 2).
CENDRES
SANTA MAIRA
Fragmentación
Fragmentación
NRDt Completos
Fresco Seco/Indeter
Fresco Seco/Indeter
NRDt Completos
CRANEAL
Hemimandíbula
Diente aislado
AXIAL
V. torácica
V. lumbar
V. caudal
Costilla
M. ANTERIOR
Escápula
Húmero
Radio
Ulna
Metacarpo I
Metacarpo II
Metacarpo IV
Metacarpo V
Metacarpo ind
M. POSTERIOR
Fémur
Tíbia
Metatarso II
Metatarso III
Metatarso IV
Metatarso ind
Patela
Tarsal
EXTREMIDADES
Metapodio ind
Falange I
Falange II
Falange III
Sesamoideo
TOTAL
8
3
5
8
1
1
1
5
15
1
1
3
3
1
1
6
1
5
4
1
1
1
1
2
0
0
0
0
1
1
2
3
13
2
3
1
1
1
1
1
3
28
2
5
11
5
5
0
0
2
0
0
0
0
0
0
1
1
23
1
2
10
5
5
72
37
1
1
1
1
3
1
3
9
1
1
1
1
1
4
2
3
7
1
2
1
1
1
1
5
1
3
1
25
2
2
1
0
0
1
1
1
0
1
1
0
0
1
1
1
7
1
1
2
1
1
1
4
1
1
2
0
10
6
1
1
2
1
1
0
0
0
1
0
4
2
1
1
2
1
1
1
1
1
13
2
3
1
8
CUADRO 2. NRDt según completos y fragmentados en fresco y seco/indeterminado,
para Cendres (Nivel XI) y Santa Maira (Niveles III, IV y SM4.1).
169
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CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
HUESO
YACIMIENTO
CRANEAL
Hemimandíbula
Cendres
AXIAL
V. torácica
Cendres
Costilla
Cendres
Costilla
Cendres
Costilla
Cendres
Costilla
Santa Maira
TIPO
LOCALIZACIÓN
Incisión
Basal-Lingual
LONGITUD DIRECCIÓN
Corta
Transversal
INTENSIDAD CANTIDAD
Intensa
Múltiple
Incisión
Incisión
Incisión
raspado
Incisión
Raspado
Apófisis
Diaf.
Diaf.
Diaf.
Diaf lateral
Diaf lateral
Corta
Corta
Larga
Corta
Corta
Corta
Oblicua
Transv/Oblicua
Longitudinal
Oblicua
Transversal
Oblicua
Media
Intensa
Intensa
Media
Intensa
Intensa
Simple
Múltiple
Simple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
CINTURAS
Cendres
Santa Maira
Escápula
Escápula
Incisión
Incisión
Raspado
Cuello
Cuello
Cuello
Corta
Corta
Larga
Transversal
Transversal
Longitudinal
Media
Media
Leve
Múltiple
Múltiple
Simple
ESTILOPODIO
Cendres
Húmero
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Raspado
Incisión
Raspado
Diaf. dt dorsal
Diaf. dt dorsal
Diaf. dt dorsal
Diaf lateral
Diaf lateral
Diaf lateral
Diaf dorsal
Diaf dorsal
Corta
Corta
Larga
Corta
Larga
Larga
Larga
Larga
Transversal
Oblicua
Longitudinal
Oblicua
Longitudinal
Long/Obl
Oblicua
Oblicua
Intensa
Leve
Media
Media
Media
Media
Media
Media
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Simple
Simple
Incisión
Raspado
Raspado
Incisión
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Incisión
Incisión
Raspado
Incisión
Incisión
Diaf palmar
Borde
Diaf. plantar/medial
Diaf dorsal
Diaf dorsal
Diaf lateral
Diaf lateral
Diaf lateral
Diaf dorsal
Diaf dorsal
Diaf dorsal
Olecranon d
Diaf
Corta
Larga
Larga
Larga
Corta
Larga
Larga
Larga
Larga
Corta
Larga
Cortas
Larga
Oblicua
Longitudinal
Longitudinal
Oblicua
Transversal
Longitudinal
Longitudinal
Oblicua
Oblicua
Oblicua
Longitudinal
Transversal
Oblicua
Intensa
Intensa
Intensa
Intensa
Leve
Intensa
Intensa
Intensa
Intensa
Intensa
Intensa
Intensa
Media
Múltiple
Simple
Simple
Múltiple
Múltiple
Simple
Simple
Simple
Simple
Múltiple
Simple
Múltiple
Simple
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Raspado
Incisión
Raspado
Raspado
Raspado
Incisión
Raspado
Raspado
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Diaf.
Diaf dorsal
Diaf.
Epifisis dt
Diaf plantar
Diaf plantar
Diaf plantar
Diaf dorsal
Diaf dorsal
Diaf dorsal
Diaf lat/plantar
Diaf lat/plantar
Diaf lateral
Diaf dorsal
Diaf plantar
Diaf. px lateral
Diaf lateral
Diaf plantar
Diaf plantar
Diaf. px dorsal
Diaf. px plantar
Diaf. px lateral
Larga
Corta
Corta
Corta
Corta
Larga
Corta
Corta
Corta
Larga
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Larga
Longitudinal
Transversal
Transversal
Longitudinal
Oblicua
Longitudinal
Oblicua
Longitudinal
Oblicua
Longitudinal
Transversal
Transversal
Transversal
Transversal
Transversal
Oblicua
Transversal
Transversal
Transversal
Transversal
Transversal
Oblicua
Media
Intensa
Intensa
Intensa
Leve
Leve
Media
Leve
Media
Intensa
Intensa
Leve
Leve
Leve
Leve
Media
Leve
Media
Leve
Intensa
Intensa
Media
Simple
Múltiple
Múltiple
Simple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Simple
Cendres
Santa Maira
Fémur
Húmero
ZEUGOPODIO
Cendres
Cendres
Radio
Radio
Santa Maira
Santa Maira
Cendres
Radio
Radio
Ulna
Cendres
Ulna
Ulna
Santa Maira
Tibia
Cendres
AUTOPODIO
Metacarpo
Cendres
Metacarpo I
Cendres
Metacarpo V
Cendres
Metacarpo
Santa Maira
Metatarso II
Cendres
Cendres
Metatarso III
Cendres
Metatarso IV
Santa Maira
Falange I
Santa Maira
Cendres
Falange I
Falange II
Cendres
Cendres
Falange II
Falange II
Cendres
Falange II
Cendres
Falange II
CUADRO 3. Listado y descripción de las incisiones y raspados.
170
[page-n-11]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
FIGURA 2. Localización de las marcas líticas sobre lince de Cendres. Fotografías de las
marcas: A. Escápula, B. Hemimandíbula, C. Metapodio, D. Costilla, E. Falange segunda.
171
[page-n-12]
CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
No se han registrado fracturas directas. Tan solo en un caso se ha encontrado una posible marca dental sobre la parte dorsal de la diáfisis de una costilla, aunque no se puede asociar a una acción directa, porque el borde presenta una fractura reciente.
Coves de Santa Maira
Representación anatómica
Los restos de lince identificados son trece. En la fase epipaleolítica se ha
registrado en el nivel microlaminar IV del sondeo de 1983 (NR=3) y en el Epipaleolítico sauveterroide SM-4.1 (NR=7). En estos niveles representa respectivamente el 0,9% y del 0,1% del NISP. En el caso de los niveles mesolíticos
únicamente se han identificado tres restos en el nivel III del sondeo 1983,
y que representan el 1% del NRDt. Los restos son tan escasos que las estimaciones del NME y NMI se han realizado sobre la totalidad de la muestra
(cuadro 4). En cualquier caso los resultados no son significativos. Los restos
que han permitido calcular la edad de forma muy aproximada son seis: un
Craneal
Diente aislado
Axial
Costilla
Miembro anterior
Escápula
Húmero
Radio
Ulna
Metacarpo IV
Metacarpo ind
Extremidades
Falange I
Falange III
Sesamoideo
TOTAL
NISP
1
1
1
1
7
1
1
2
1
1
1
4
2
1
1
13
SANTA MAIRA
SM-4.1
III
0
0
1
1
2
0
3
1
1
IV
1
1
0
2
1
1
1
1
1
4
2
1
1
7
0
0
3
3
CUADRO 4. Representación anatómica por NRDt de Santa Maira (Niveles III, IV, SM2.1).
172
[page-n-13]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
fragmento de M1, un fragmento escapular, un fragmento proximal de ulna,
un metacarpo distal y las dos falanges I. Todos ellos podrían pertenecer a un
ejemplar de edad adulta, por lo que el NMI estimado es de uno.
Se han recuperado restos óseos tanto del esqueleto craneal (NR=1) como
del axial (NR=1), pero la mayor parte de los restos identificados pertenecen al
miembro anterior (NR=11). Están ausentes de la muestra las vértebras y todos
los huesos del miembro posterior, así como los carpos. Las falanges y el sesamoideo recuperados podrían pertenecer tanto al miembro anterior como al
posterior. El único resto craneal documentado, un fragmento aislado de M1,
se ha recuperado en el nivel IV del sondeo (cuadro 1).
Estudio tafonómico
a) Fragmentación
Del total de la muestra, únicamente se han recuperado enteros dos restos
del nivel SM-3: una falange I y una falange III. Los otros 11 restos presentan
fracturas en fresco (NR=4) o de origen indeterminado (NR=7). En el caso de
los huesos del nivel SM-4.1 predominan los restos con fracturas frescas. En
el nivel III del sondeo se ha identificado la fractura en fresco de un radio,
mientras que la fractura del cuerpo escapular por su propia morfología se ha
mantenido como indeterminada. En el nivel IV no se ha podido determinar
el origen de las fracturas de los tres elementos óseos (cuadro 2).
b) Termoalteraciones
El total de restos con evidencias de termoalteración es de seis, lo que supone casi la mitad (46%) de la muestra estudiada. En los restos de SM-4.1 se
han observado termoalteraciones de grado 2 y que afectan a toda la superficie
del hueso en el caso de las dos falanges I y el metacarpo indeterminado distal.
Por su parte, las termoalteraciones de la falange III son parciales y de grado 1,
mientras que el fragmento de sesamoideo se recupera totalmente carbonizado
(grado 3). En el nivel III del sondeo se han identificado termoalteraciones de
grado dos y tres respectivamente en el fragmento escapular y el metacarpo IV.
c) Marcas antrópicas
En los restos de SM-4.1, las marcas que evidencian actividades antrópicas
son muy abundantes. Se han registrado incisiones o raspados sobre cinco de
los siete restos; mientras que en dos casos se ha identificado con seguridad la
173
[page-n-14]
CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
fractura intencionada. Esto supone que el 71% de los restos muestran marcas
líticas y el 29%, fracturas antrópicas. Porcentajes muy similares se alcanzan
en los niveles III y IV del sondeo, donde en ambos casos, dos de los tres restos
identificados, presentan marcas líticas (67%).
FIGURA 3. Localización de las marcas líticas sobre lince de Santa Maira (Niveles III,
IV, SM4.1). Fotografías de las marcas: A. Escápula, B. Ulna, C. Húmero, D. Metacarpo,
E y F. Falange primera.
174
[page-n-15]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
Con respecto a las marcas líticas, en el esqueleto axial únicamente se han
identificado una serie de incisiones transversales y raspados oblicuos sobre la
cara lateral de una costilla del nivel SM-4.1. En el esqueleto apendicular las
marcas líticas sobre la cortical de los huesos son mucho más abundantes. Se ha
observado una serie de incisiones y raspados en disposición paralela o subparalela al eje del hueso situadas sobre el cuello de un fragmento escapular del nivel
III; en el caso del fragmento de diáfisis de húmero recuperado en el nivel IV,
se han documentado incisiones subparalelas al eje del hueso en la cara dorsallateral, y una serie de raspados transversales situados en la cara caudal-lateral.
En los restos de zeugopodio las incisiones son diversas. En un fragmento de
diáfisis radial del nivel III se han observado raspados leves en su cara dorsal,
e incisiones intensas y oblicuas sobre la cara dorsal de la diáfisis del radio del
nivel IV. En el fragmento de ulna del nivel SM-4.1 se ha identificado una serie
de incisiones intensas en la parte lateral-frontal del olécranon. En los huesos
del autopodio se han registrado marcas en tres casos: sobre la cara distal de
la articulación distal de un metacarpo indeterminado del nivel SM-4.1 se ha
observado una incisión intensa en dirección dorsal-palmar. Por último, se han
identificado incisiones y raspados sobre dos falanges I, una entera y un fragmento proximal del nivel SM-4.1 en disposición transversal (cuadro 3, figura 3).
Por su parte, la localización de las fracturas directas es la siguiente: en
el esqueleto axial se ha observado una fractura por flexión en la costilla del
nivel SM-4.1 que ha dejado un estigma de peeling. En el esqueleto apendicular se han identificado dos fracturas directas: una muesca producida por un
impacto sobre la zona dorsal de la diáfisis de un radio del nivel III, y otra en la
cara medial junto a la articulación proximal del fragmento de ulna del nivel
SM-4.1. En el caso del sesamoideo del nivel SM-4.1, si bien no se ha identificado una clara evidencia de fractura directa, el tipo de fractura transversal y
muy limpia sugiere que haya podido tener un origen antrópico, ya que por su
tamaño y densidad es una fractura que difícilmente puede ocasionarse en un
proceso postdeposicional.
DISCUSIÓN
El estudio de la representación anatómica realizado, así como el de las marcas, permiten establecer algunas premisas sobre el uso de los linces por
parte de los grupos humanos. En primer lugar, no parece observarse un
transporte selectivo de las presas, ya que en ambas colecciones se recuperan
175
[page-n-16]
CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
restos óseos de todos los segmentos esqueléticos. Cabe señalar que en Santa
Maira, si bien se identifican elementos del esqueleto craneal, axial y apendicular, en el caso de este último no se han registrado restos del miembro
posterior. En cualquier caso es evidente que no se constata una sobrerrepresentación o falta de determinados elementos que sugieran un transporte
selectivo. De la misma manera, a partir de la representación esquelética no
se puede inferir el procesado de los animales para el aprovechamiento de las
pieles, o bien el abandono de pieles ya procesadas en el yacimiento y que,
en teoría, podrían implicar una abundancia de elementos de los extremos
apendiculares y de vértebras caudales (Val y Mallye, 2011). Así pues, puede
interpretarse que los animales son transportados completos a los yacimientos donde serán procesados.
Las marcas identificadas en los restos óseos son, de esta manera, la única
forma de aproximarse al patrón de aprovechamiento del lince por estos grupos humanos. Precisamente, con el objetivo de realizar una interpretación
correcta de las marcas de procesado, se han realizado diferentes trabajos de
experimentación (Fairnell, 2008; Mallye, 2011; Strid, 2000) o el estudio de las
modificaciones producidas sobre huesos de carnívoros durante la extracción
de la piel en contextos actuales o subactuales (Pérez Ripoll y Morales Pérez,
2008; Val y Mallye, 2011). Este tipo de trabajos proporciona una relación de
marcas y su funcionalidad en un contexto controlado, por lo que son de gran
ayuda a la hora de interpretar las modificaciones antrópicas registradas en
Cendres y Santa Maira. De esta manera, las marcas se pueden agrupar según
su supuesta intencionalidad:
- Marcas producidas durante la extracción de la piel: se localizan en
el esqueleto craneal y mandibular, en los extremos apendiculares (autopodio) y en los huesos del zeugopodio. En general se trata de marcas
cortas, de intensidad variable y en disposición oblicua o transversal respecto al eje del hueso (Pérez Ripoll y Morales Pérez, 2008; Strid, 2000;
Val y Mallye, 2011).
- Marcas producidas durante la desarticulación: se concentran en las zonas articulares, especialmente en aquellas que requieren mayor esfuerzo para
la separación de los huesos (Lyman, 1994; Pérez Ripoll, 1992; Strid, 2000).
- Marcas producidas durante la extracción de los paquetes cárnicos
o de otros tejidos blandos: se trata sobre todo de raspados e incisiones
176
[page-n-17]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
de disposición variable, localizados en las zonas de diáfisis con mayor
cantidad de tejido blando (Lyman, 1994; Pérez Ripoll, 1992, 2001, 2004;
Strid, 2000).
En los yacimientos analizados se han documentado modificaciones antrópicas que se relacionan con todas las fases del aprovechamiento, desde
despellejamiento, evisceración y descuartizado, hasta la extracción de la carne y la fractura de los huesos para el consumo de la médula.
En la Cova de les Cendres (Nivel XI) se han identificado las fases de despellejamiento, evisceración, descuartizado y la extracción de los paquetes
cárnicos y limpieza de tejidos blandos. En cuanto a la extracción de la piel,
se han encontrado incisiones cortas sobre varias falanges II y metapodios
de dirección transversal/oblicua y de forma repetitiva en la zona basal de la
cavidad alveolar de una mandíbula. En segundo lugar se han contabilizado
varias incisiones cortas sobre una costilla y una vértebra torácica que se relacionan con la evisceración. Por último el descuartizado queda reflejado en
una incisión corta y transversal sobre la zona del cuello de una escápula. Por
otra parte, los raspados observados en algunos huesos largos se vinculan a la
extracción de la carne. Hay que señalar también que es posible que se hayan
identificado evidencias del uso de los dientes para el consumo de los huesos
de lince, en este caso sobre un fragmento de diáfisis de costilla.
En Santa Maira las marcas antrópicas identificadas sobre la cortical de los
huesos se pueden relacionar con los procesos de extracción de la piel, el desarticulado de los miembros y el descarnado. Las marcas identificadas en las
falanges I se relacionan con claridad con la primera fase del procesado carnicero. En el caso de las marcas identificadas en la diáfisis dorsal de un radio,
y por similitud con los trabajos de experimentación citados, se puede inferir
que también se hayan producido al extraer la piel. Las marcas de desarticulado
claras se limitan a las documentadas sobre el olécranon de una ulna, ya que la
incisión identificada sobre la articulación distal de un metacarpo puede haberse producido bien durante el desarticulado, bien durante la extracción de
la piel. Finalmente, las marcas relacionadas con el descarnado se identifican
en una costilla, sobre el cuello escapular y en la diáfisis de un húmero.
Una vez se ha consumado esta primera fase del procesado, la fractura intencionada de los huesos también se ha documentado. En el caso de Cendres,
si bien carecemos de fracturas directas concretas, se han documentado frac-
177
[page-n-18]
CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
turas realizadas en fresco en los huesos con mayor contenido medular, como
los huesos largos del estilopodio y zeugopodio y los metapodios largos. Sin
embargo, aquellos con menor contenido medular como son las falanges II y
III, huesos compactos, metacarpos pequeños (metacarpo I y II) y vértebras se
recuperan completos. En el caso de Santa Maira las fracturas directas se han
observado sobre una costilla, una ulna y un radio, además de una fractura
realizada en fresco sobre una falange I.
Así pues, en los yacimientos estudiados parece haber un aprovechamiento
integral de las presas. En primer lugar, algunas de las marcas líticas sobre los
huesos del lince demuestran la extracción de los paquetes cárnicos. Asimismo
las fracturas frescas y las directas identificadas en algunos de los elementos
sugieren el aprovechamiento de la médula, de la misma manera que se ha visto
en otros taxones de talla pequeña como el conejo (p. ej. Lloveras et al., 2009;
Pérez Ripoll, 2001, 2005-06). Estas pautas de procesado y consumo no solo se
han documentado sobre restos de lince, sino que en los dos conjuntos analizados se han identificado modificaciones similares tanto en zorro como en gato
montés. En Cendres se han observado fracturas frescas sobre los huesos largos
de ambas especies (húmero, fémur y tibia), lo que podría vincularse con ese
consumo de la médula; además de raspados longitudinales sobre fémur y ulna
del gato montés consecuencia de la extracción de la carne (Real, 2016). En el
caso de Santa Maira los restos de zorro muestran unos patrones de procesado
muy semejantes al conejo. En cuanto al gato montés, y pese a la escasez de
restos, estos también muestran fracturas intencionadas y raspados producidos
durante el descarnado (Aura et al. 2006; Morales-Pérez, 2015).
Más allá de estos yacimientos, en el área mediterránea de la península
ibérica se han identificado restos de lince con evidencias de procesado antrópico desde el Paleolítico medio, como en Abric Romaní (Gabucio et al., 2014),
pero principalmente a lo largo del Paleolítico superior y Epipaleolítico, en el
que podemos citar los ejemplos de Cova Beneito (Doménech, 2004; Iturbe
et al., 1993), Cova del Moro (Castaño et al., 2008), Cueva de los Murciélagos
(Sarrión et al., 2015) o Cova dels Blaus (Martínez Valle, 1996).
VALORACIONES FINALES
Pese a que la frecuencia de restos de este felino no es demasiado abundante en los yacimientos paleolíticos mediterráneos, su relación con los grupos
humanos se remonta al Paleolítico medio, tal como atestigua su aparición
178
[page-n-19]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
en los niveles correspondientes al MIS 5e de Bolomor (Blasco y Fernández
Peris, 2012a). Sin embargo, en el Paleolítico superior su presencia, que no la
cantidad de restos presentes, se generaliza en los yacimientos, y se identifica
en buena parte de las muestras zooarqueológicas, al mismo tiempo que los
estudios tafonómicos y tecnológicos evidencian su explotación.
Así pues, se hace necesario plantear cómo interactúan y se relacionan estos depredadores con los grupos humanos, tal y como se ha hecho con otros
carnívoros (p. e. Morales Pérez et al., 2012). Por un lado, el estudio realizado
evidencia que este animal es aprovechado por los humanos, y no solo por su
piel, sino que puede formar parte de su dieta. Las presas son transportadas
enteras a los yacimientos, y allí procesadas para maximizar su aprovechamiento. Ahora bien, ¿cuáles son las razones que impulsan a la caza de un
depredador tan esquivo? Sin duda uno de los elementos aprovechados sería
la piel. En este caso, y pese a que como algunos autores apuntan, la identificación de marcas de extracción de la piel sólo informa del proceso y no
necesariamente de su aprovechamiento (Mallye, 2011), difícilmente puede
pensarse que desaprovecharan una piel de alta calidad como es la del lince. Sin embargo desconocemos el objetivo concreto de la caza. ¿Se pretende
conseguir pieles y, en segundo lugar, se aprovecha su carne? ¿Tanto la piel
como los recursos consumibles figuran desde el principio en la mente de
los cazadores? Asimismo, se han aprovechado también los huesos del lince
y otros carnívoros para la fabricación de útiles óseos, y sus dientes para la
elaboración de ornamentos. Ejemplos concretos de este uso en el contexto
valenciano los encontramos en el Auriñaciense de Foradada (Casabó, 2001),
en el Auriñaciense y Solutrense de Beneito (Doménech, 2004; Iturbe et al.,
1993; Pascual-Benito, en este volumen), en el Magdaleniense de Cendres
(Borao, 2010) y Parpalló (Soler, 1990), en los niveles epipaleolíticos sauveterroides de Santa Maira (Aura, 2001), así como en los niveles neolíticos de
Cendres y Sarsa (Pascual Benito, 1998: 52).
Por otro lado, la relativa generalización de su presencia en los yacimientos
del Paleolítico superior del Mediterráneo peninsular coincide con el momento en el que el conejo se convierte en una presa constante y numéricamente
la más abundante en los yacimientos (Aura et al., 2002b). En esta coyuntura
económica, y teniendo en cuenta que el lince actualmente centra su dieta en
los conejos (Delibes, 1980), cabría preguntarse si ambos (linces y humanos)
no se convirtieron en competidores por una misma presa. En este sentido, es
179
[page-n-20]
CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
posible que la caza de linces por parte de los grupos humanos tenga no solo
un objetivo económico, sino también de control demográfico sobre un depredador con el cual debían competir por presas comunes.
Por ahora, en el caso concreto de los yacimientos estudiados, se ha demostrado no solo la extracción de su piel, sino también el aprovechamiento de
todos sus recursos alimentarios. Así pues, se puede señalar que los objetivos
que se encuentran detrás de la caza del lince son complejos, no responden a
una única motivación. Ofrece múltiples ventajas, que proporcionan así una
retribución energética elevada si se contemplan todas sus posibilidades económicas (Burger et al., 2005; Müller, 2004).
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo forma parte de los proyectos HAR2013-46861-R: LongTransMed; HAR201124878: Paleolítico medio final y Paleolítico superior inicial en la región central mediterránea ibérica (Valencia y Murcia); HAR2014-52671-P: Paleolítico medio y superior
en la vertiente mediterránea ibérica: Valencia y Murcia, y PROMETEOII/2013-016:
Más allá de la historia. Origen y consolidación del poblamiento paleolítico valenciano. Los autores quieren agradecer asimismo a la organización de las III Jornades de
Arqueozoologia del Museu de Prehistòria de València el trabajo realizado.
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APROVECHAMIENTO DEL LINCE POR LOS GRUPOS
HUMANOS DEL TARDIGLACIAR. EL CASO DE COVA DE LES
CENDRES Y COVES DE SANTA MAIRA
Cristina Real, Juan V. Morales-Pérez, J. Emili Aura y Valentín Villaverde
ABSTRACT
In this paper we present the recovered lynx remains in the postglacial levels
of Cova de les Cendres and Coves de Santa Maira (Alicante, Spain). Although
the identified remains are scarce, the anatomical and taphonomic studies
show us a non-selective transport to the sites, as well as the integral use of the
lynx body. Marks related to skinning and extraction of meat packages have
been identified. Intentional fractures of the bones have been also noticed.
These evidences mean a new addition to the debate on interactions between
these predators and the hunter-gatherer human groups.
INTRODUCCIÓN
El lince ibérico (Lynx pardinus Temminck, 1827) es el segundo felino de
mayor tamaño que hoy en día pervive en Europa por detrás del lince boreal
(Lynx lynx Linnaeus, 1758). Las referencias más antiguas de la especie se datan entre 1,7-1,6 Ma, y su presencia se atestigua en la costa mediterránea hacia
el Pleistoceno inicial final (Boscaini et al., 2016; Johnson et al., 2004). Actualmente, en la zona valenciana los restos del género Lynx más antiguos se han
identificado en los yacimientos paleontológicos de Muntanyeta dels Sants
(Sueca), El Castell (Cullera) y Pla de Llomes (Serra) (Sarrión 1984, 2012). Ya
en el Pleistoceno medio se documentan en contextos paleontológicos, como
en Bassa de Sant Llorenç (Cullera) (Sarrión, 1984), y en asentamientos humanos, como en el caso de la Cova Bolomor (Blasco et al., 2010; Blasco y Fernández Peris, 2012b). Recientes estudios genéticos han confirmado que durante
Interaccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 161-187.
[page-n-2]
CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
el Pleistoceno y el Holoceno inicial su rango de distribución alcanzaría al
menos hasta la costa del golfo de Génova (Rodríguez-Varela et al., 2015). Sin
embargo, en la actualidad su distribución se limita a poblaciones dispersas
en el sur de la península ibérica (Gil-Sánchez et al., 2010) que se han reducido
hasta extremos dramáticos debido principalmente a la caza furtiva y el trampeo, la destrucción de su hábitat y el descenso de las poblaciones de conejos
(Oryctolagus cuniculus), que suponen la base casi exclusiva de su alimentación (Delibes, 1980; Delibes et al., 2000; López-Parra et al., 2012; Lozano et
al., 2014; Rodríguez y Calzada, 2015).
El lince es, junto al zorro (Vulpes vulpes), uno de los carnívoros habituales
de las listas taxonómicas de los yacimientos mediterráneos de la península
ibérica, si bien sus restos son generalmente escasos (Allué et al., 2010; Aura et
al., 2002a, 2002b; Cacho et al., 1995; Estévez, 1988; Estrada et al., 2007; Ibáñez
y Saladié, 2004; Martínez Valle, 1996; Martínez e Iborra, 2010; Miret i Estruch
et al., 2006; Morales-Pérez, 2013; Nadal, 1994, 1998; Nadal et al., 1997; Nadal
y Estrada, 2007; Olària, 1999; Pérez Ripoll, 2006).
Los objetivos del presente trabajo son diversos. Por un lado, la exposición
detallada del estudio zooarqueológico de los restos de lince recuperados en los
niveles tardiglaciares de los yacimientos de les Coves de Santa Maira y la Cova
de Cendres. En segundo lugar, discutir el significado de las marcas antrópicas
identificadas en la muestra ósea en el contexto económico de estos yacimientos.
METODOLOGÍA
La identificación taxonómica de los restos de lince se ha llevado a cabo a partir
de la colección de referencia del Gabinet de Fauna Quaternaria del Museu de
Prehistòria de València. El estudio cuantitativo de las muestras se ha realizado
a partir del NRDt o NISP (Número de Restos Determinados), el NME (Número Mínimo de Elementos), NMI (Número Mínimo de Individuos) y el %IS (%
del Índice de Supervivencia) (Brain, 1981; Lyman, 1994, 2008).
Para el estudio de las marcas líticas sobre la cortical de los huesos se han
considerado cuatro variables que permiten su definición de forma simple
pero objetiva y concreta. La primera, el tipo (incisión o raspado); en segundo
lugar, su localización sobre la zona ósea y esquelética concreta; en tercer lugar, su orientación sobre el eje del hueso (longitudinal, oblicua, transversal);
y en último lugar, su intensidad (leve o intensa). A partir de la combinación
de dichas variables se puede realizar una aproximación a su función dentro
162
[page-n-3]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
del procesado carnicero (Binford, 1981; Lyman, 2005; Noe-Nygaard, 1989; Pérez Ripoll, 1992; Shipman, 1981).
El tipo de fragmentación y fractura de los huesos se ha definido a partir
de diferentes trabajos, que han permitido establecer si el hueso ha sido fracturado (es decir, la rotura se ha producido con el hueso aún fresco) o se ha
fragmentado (es decir, la rotura se ha producido con el hueso ya seco). De especial interés para los objetivos del trabajo son las marcas de fractura directa
producidas durante el procesado de las presas. Estas roturas intencionadas
se evidencian en muescas, peeling o hundimientos (Lyman, 1994; Morales
Pérez et al., 2008; Outram, 2001; Pérez Ripoll, 1992; Sanchis et al., 2011; Villa
y Mahieu, 1991).
El último punto analizado es la termoalteración de los restos. Para ello, se
ha diseñado una gradación de colores desde: 0, ausencia de termoalteración;
1, color marrón; 2, marrón-negro; 3, carbonización; 4, color gris, y 5, color
blanco. Si bien de forma general se puede considerar que los grados 1-2 son
termoalteraciones leves y los 4-5 termoalteraciones intensas, los colores no
siempre responden al mismo tiempo de exposición o intensidad del fuego, ya
que además de estas variables también intervienen otras como la presencia
o ausencia de carne o si el hueso es fresco o seco (Buikstra y Swegle, 1989;
Costamagno et al., 1999; Théry-Parisot et al., 2004).
LOS YACIMIENTOS ESTUDIADOS
Cova de les Cendres
El yacimiento de Cova de les Cendres se emplaza en el término municipal de
Teulada-Moraira (La Marina Alta, Alicante), exactamente en la vertiente SE del
Puig de la Llorença, sierra que se extiende a lo largo de 5 km entre el Cabo de
la Nao y la Punta de Moraira (figura 1). En dicho tramo montañoso se suceden
continuos acantilados marinos pronunciados, entre los cuales se abre la cueva
a unos 60 m sobre el nivel del mar, coincidiendo con la misma línea de costa.
La cavidad kárstica, orientada hacia el SE, está constituida por un vestíbulo exterior, zona amplia y bien iluminada con presencia de testigos de los
desprendimientos de grandes bloques de la visera (Bernabeu et al., 2001), y
un espacio interior visible de 30 por 50 m de extensión, donde se han realizado las excavaciones arqueológicas.
163
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CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
FIGURA 1: Localización de la Cova de les Cendres (a) y les Coves de Santa Maira (b).
La secuencia paleolítica se compone de ocho niveles estratigráficos repartidos entre Gravetiense (XVI, XV, XIV), Solutrense (XIII) y Magdaleniense
(XII, XI, IX), siendo el Nivel X estéril. En cuanto a este último periodo, se
han obtenido numerosas dataciones que han permitido diferenciar tres fases:
Magdaleniense medio (entre 14.660 ± 40 BP y 13.690 ± 120 BP); Magdaleniense superior (entre 13.350 ± 50 BP y 13.120 ± 60 BP) y Magdaleniense superior
final (12.470 ± 100 BP) (Villaverde et al., 2010, 2012).
Durante el Magdaleniense las condiciones bioclimáticas debían ser algo
más frescas y húmedas que las actuales, con amplio desarrollo de las zonas
de bosque de pino salgareño (Pinus nigra) (Badal et al., 2012; Badal y Carrión,
2001). En este contexto se debe de tener en cuenta que la cavidad se encontraba
a unos 10 km de la costa, lo que posibilita la presencia de una llanura litoral y
de zonas lagunares o de río, y asimismo ofrece una gran diversidad de áreas de
caza y recolección. El estudio faunístico muestra una caza especializada en el
Cervus elaphus, sobre todo de individuos adultos y jóvenes. Este ungulado es
complementado con otras especies de talla media o grande como Capra pyrenaica, Capreolus capreolus, Sus scrofa, Equus ferus y Bos primigenius; así como
con algunos carnívoros (Lynx pardinus, Felis silvestris y Vulpes vulpes). No obstante la mayor cantidad de restos corresponde al aprovechamiento del conejo,
cuya presencia supera el 85% en los tres niveles y sigue una progresión en alza
hacia el Epipaleolítico (Real, 2012, 2013; Villaverde et al., 2010, 2012).
164
[page-n-5]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
Coves de Santa Maira
El yacimiento de Coves de Santa Maira se sitúa en el término municipal de Castell de Castells (La Marina Alta, Alicante), en el extremo septentrional de las
cordilleras béticas (figura 1). El entorno inmediato es abrupto, con alturas que
superan los 1000 msnm (sierra de Alfaro, 1166 msnm y la Serrella, 1413 msnm)
y encajonados barrancos que conforman la cabecera del río Gorgos. Está localizado a unos 640 msnm y a 32 km de la línea de costa actual. Se trata de un
conjunto de cavidades kársticas cuyo desarrollo está marcado por el encajonamiento del barranco de Famorca. Las principales cavidades del conjunto y
donde se han realizado trabajos arqueológicos, boca W y Corral del Gordo, se
abren a unos 15 m por encima del lecho del barranco (Aura et al., 2006).
Los materiales estudiados provienen de las intervenciones realizadas en
la boca W. Este acceso se abre en dirección N, entre las paredes rocosas que
la limitan por el NO y una colada estalagmítica que la limita por el S, de manera que configura una caída bastante vertical que actúa como una trampa
sedimentaria donde los diferentes niveles, especialmente los inferiores presentan un marcado buzamiento hacia el interior de la cavidad. En las primeras intervenciones de los años ochenta se identificaron 5 niveles, de los
que el III corresponde al Mesolítico de muescas y denticulados, y el IV y V a
un Epipaleolítico microlaminar genérico (Doménech, 1990). Hasta ahora se
han identificado 5 unidades sedimentarias correspondientes al Paleolítico
superior final (SM-5), Epipaleolítico (SM-4), Mesolítico (SM-3) y Neolítico
(SM-2). El paquete sedimentario superior (SM-1) está formado por un palimpsesto de materiales del Bronce, ibéricos, romanos y medievales (Aura
et al., 2006, 2008). Las dataciones radiocarbónicas de los niveles de los que
proviene el material estudiado se agrupan en tres fases cronológicas. Las
más recientes corresponden al Mesolítico de muescas y denticulados (MMD) y se sitúan en el X milenio cal AP (entre el 9130 y 10.134 cal BP), las
correspondientes al nivel SM-4.1, Epipaleolítico de tradición sauveterroide
(E-S), se agrupan en el XI milenio e inicios del XII cal BP (entre el 10.200 y el
11.270) y las del subnivel SM-4.2, Epipaleolítico / Epimagdaleniense (E-M),
se sitúan todas ellas en el XIV milenio (13.080 – 13.840 cal BP) (Aura Tortosa
et al., 2006, 2011; Salazar-García et al., 2014).
Los datos antracológicos indican una presencia importante de Juniperus sp. durante el Tardiglaciar, en el que se observa un proceso de reforestación y desarrollo de los bosques mediterráneos de Quercus tanto
165
[page-n-6]
CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
perennifolios como caducos a partir del Holoceno (Badal y Carrión, 2001;
Carrión Marco, 2005). El estudio zooarqueológico de los niveles magdalenienses, epipaleolíticos y mesolíticos ha permitido observar un modelo de
caza centrado en la Capra pyrenaica, especie de talla media mayoritaria en
todos los niveles. Junto a este taxón, únicamente el Cervus elaphus adquiere cierta entidad en los niveles más recientes. Otros taxones identificados
de forma muy puntual son Sus scrofa, Rupicapra sp. Capreolus capreolus
y Bos primigenius. Los carnívoros están representados por cuatro taxones.
El más numeroso es Vulpes vulpes, presente de forma mayoritaria en los
niveles mesolíticos. El lince es el segundo taxón en importancia, y se identifica especialmente en el Epipaleolítico, aunque también está presente en
el Mesolítico. Por su parte, tanto el Canis lupus como Cuon alpinus tienen
una presencia testimonial (Pérez Ripoll et al., 2010). En cuanto a los lepóridos, especialmente Oryctolagus cuniculus, son dominantes en los niveles
magdalenienses y epipaleolíticos, donde representan entre el 70 y el 85%
de los restos identificados. En cambio, en el nivel mesolítico apenas superan el 30%. Junto a este fenómeno, en este mismo nivel se observa una evidente diversificación en el espectro faunístico, no tanto por la aparición de
nuevos taxones en las listas como por la mayor importancia que adquieren
estos taxones minoritarios (Morales-Pérez, 2015).
LAS MUESTRAS ESTUDIADAS
Cova de les Cendres
Representación anatómica
En el nivel XI se han identificado 84 restos de lince, que representan el
0,5% del total de restos óseos identificados. El NME es de 79, mientras que
el NMI es de 4. Se ha podido estimar al menos la presencia de un animal
joven, otro subadulto y dos adultos.
En cuanto a su representación anatómica, se han identificado restos óseos
de todos los segmentos esqueléticos. Se observa como a partir del %NRDt y el
NME destacan las costillas, falanges, sesamoideos y dientes aislados. En cambio el %Isu muestra una distribución anatómica diferente, en la que dominan
las hemimandíbulas y el radio con cantidades que superan el 30%. Después
166
[page-n-7]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
se sitúa un amplio grupo en torno al 25% de representación: neurocráneo, escápula, ulna, metacarpo V, fémur y tibia. Los elementos con porcentajes más
reducidos, o sin presencia alguna, son aquellos que pertenecen al esqueleto
axial y al basipodio (cuadro 1).
CRANEAL
Neurocráneo
Maxilar
Hemimandíbula
Diente aislado
AXIAL
V. torácica
V. lumbar
V. caudal
Costilla
M. ANTERIOR
Escápula
Húmero
Radio
Ulna
Metacarpo I
Metacarpo II
Metacarpo IV
Metacarpo V
Metacarpo ind
M. POSTERIOR
Fémur
Tibia
Metatarso II
Metatarso III
Metatarso IV
Metatarso
Patela
Tarso
EXTREMIDADES
Metapodio
Falange I
Falange II
Falange III
Sesamoideo
TOTAL
CENDRES
NRDt %NRDt NME
11
1
1
3
6
14
1
2
1
10
17
2
1
4
3
1
1
10,0
1,2
1,2
3,6
7,1
16,7
1,2
2,4
1,2
11,9
20,2
2,4
1,2
4,8
3,6
1,2
1,2
11
1
1
3
6
12
1
2
1
8
15
2
1
3
2
1
1
2
3
13
2
3
1
1
1
1
1
3
29
2
6
11
5
5
2,4
3,6
15,5
2,4
3,6
1,2
1,2
1,2
1,2
1,2
3,6
34,5
2,4
7,1
13,1
6.0
6.0
2
3
12
2
2
1
1
1
1
1
3
29
2
6
11
5
5
84
%Isu
25
12,5
37,5
5,8
1,9
7,1
1,8
7,7
25
12,5
37,5
25
12,5
12,5
25
25
25
12,5
12,5
12,5
12,5
15
8,3
15,3
6,9
8,9
79
SANTA MAIRA
NRDt %NRDt NME
%Isu
1
0,9
0
1
1
1,2
1,2
1
1
7
1
1
2
1
1,2
8,3
1,2
1,2
2,4
1,2
1
6
1
1
2
1
12,5
12,5
25.0
12,5
1
1,2
1
12,5
1
0
1,2
4
4,8
4
2
2,4
2
2,8
1
1
1,2
1,2
1
1
1,4
1,8
13
1.0
1.0
0
11
CUADRO 1. Representación anatómica de Cova de les Cendres (N XI) y Coves de
Santa Maira (Niveles III, IV, SM4.1), según NRDt, %NRDt, NME y %ISu.
167
[page-n-8]
CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
Estudio tafonómico
a) Fragmentación
Se han identificado 12 huesos de lince con fracturas recientes que han
sido excluidos de los cálculos siguientes. De los 72 restos analizados se
observa un equilibrio entre completos (50,8%) y fragmentados (48,6%),
aunque con grandes diferencias, puesto que de los 37 restos completos 22
pertenecen al acropodio y otros cinco son dientes aislados. Los primeros
comprenden vértebras, huesos compactos (patela, sesamoideo), falanges y
dientes aislados. En cuanto a los fragmentos, todos muestran fracturas antiguas, entre las cuales predominan las realizadas en fresco (68,6%). También se han identificado fracturas secas (2,9%), mixtas (2,9%) e indeterminadas (25,7%). Entre los morfotipos de fractura en fresco de los huesos
largos (húmero, radio, ulna, fémur, tibia) destacan fragmentos de diáfisis
de circunferencia incompleta. Las escasas falanges I y II evidencian morfotipos en los que se conserva entre un 25-50% de la diáfisis junto con una
articulación completa. Por su parte los metapodios se presentan como cilindros de diáfisis o como fragmentos compuestos por una porción de una
epífisis y un 25% de diáfisis (cuadro 2).
b) Termoalteraciones
La alteración por la acción del fuego ha afectado al 25% de los restos de
lince. Destacan elementos como: metapodios, tarsos, falanges, alguna vértebra, costilla, una ulna y un fragmento de mandíbula. Estas termoalteraciones
afectan en su mayoría a la totalidad de la superficie ósea, y son sobre todo
de intensidad leve (el 76% presenta un grado 1); aunque se han identificado
algunas coloraciones de grado 2 y 3.
c) Marcas antrópicas
En los restos de lince de Cova de les Cendres se han contabilizado 32
marcas líticas: 24 incisiones (75%) sobre 19 huesos (22,6%) y ocho raspados
(25%) sobre siete huesos (8,3%). Según el número de restos con modificaciones destacan por orden: falange II, metatarso y costilla. Sin embargo, si el
cálculo se realiza teniendo en cuenta el NRDt de cada elemento, sobresalen:
mandíbula, vértebra torácica y metatarso. La mayoría de las incisiones son
cortas (79,2%) y suelen presentar trazos de intensidad variable, de dirección
transversal u oblicua y con repeticiones múltiples. Se localizan sobre todo
168
[page-n-9]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
en las diáfisis, aunque en huesos como escápula, radio, fémur y tibia se sitúan en zonas cercanas a las articulaciones. En cambio, las incisiones largas
(20,8%) se encuentran distribuidas longitudinalmente con una intensidad
menor. Entre todos los restos cabe señalar la relevancia de un fragmento de
mandíbula que presenta incisiones intensas y reincidentes en la parte interna y basal de la cavidad alveolar. Por último los raspados son bastante más
escasos y se muestran en su mayoría con morfologías largas, longitudinales y
de intensidad alta. Se han localizado sobre una costilla y varios huesos largos
(radio, fémur, metatarso) (cuadro 3, figura 2).
CENDRES
SANTA MAIRA
Fragmentación
Fragmentación
NRDt Completos
Fresco Seco/Indeter
Fresco Seco/Indeter
NRDt Completos
CRANEAL
Hemimandíbula
Diente aislado
AXIAL
V. torácica
V. lumbar
V. caudal
Costilla
M. ANTERIOR
Escápula
Húmero
Radio
Ulna
Metacarpo I
Metacarpo II
Metacarpo IV
Metacarpo V
Metacarpo ind
M. POSTERIOR
Fémur
Tíbia
Metatarso II
Metatarso III
Metatarso IV
Metatarso ind
Patela
Tarsal
EXTREMIDADES
Metapodio ind
Falange I
Falange II
Falange III
Sesamoideo
TOTAL
8
3
5
8
1
1
1
5
15
1
1
3
3
1
1
6
1
5
4
1
1
1
1
2
0
0
0
0
1
1
2
3
13
2
3
1
1
1
1
1
3
28
2
5
11
5
5
0
0
2
0
0
0
0
0
0
1
1
23
1
2
10
5
5
72
37
1
1
1
1
3
1
3
9
1
1
1
1
1
4
2
3
7
1
2
1
1
1
1
5
1
3
1
25
2
2
1
0
0
1
1
1
0
1
1
0
0
1
1
1
7
1
1
2
1
1
1
4
1
1
2
0
10
6
1
1
2
1
1
0
0
0
1
0
4
2
1
1
2
1
1
1
1
1
13
2
3
1
8
CUADRO 2. NRDt según completos y fragmentados en fresco y seco/indeterminado,
para Cendres (Nivel XI) y Santa Maira (Niveles III, IV y SM4.1).
169
[page-n-10]
CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
HUESO
YACIMIENTO
CRANEAL
Hemimandíbula
Cendres
AXIAL
V. torácica
Cendres
Costilla
Cendres
Costilla
Cendres
Costilla
Cendres
Costilla
Santa Maira
TIPO
LOCALIZACIÓN
Incisión
Basal-Lingual
LONGITUD DIRECCIÓN
Corta
Transversal
INTENSIDAD CANTIDAD
Intensa
Múltiple
Incisión
Incisión
Incisión
raspado
Incisión
Raspado
Apófisis
Diaf.
Diaf.
Diaf.
Diaf lateral
Diaf lateral
Corta
Corta
Larga
Corta
Corta
Corta
Oblicua
Transv/Oblicua
Longitudinal
Oblicua
Transversal
Oblicua
Media
Intensa
Intensa
Media
Intensa
Intensa
Simple
Múltiple
Simple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
CINTURAS
Cendres
Santa Maira
Escápula
Escápula
Incisión
Incisión
Raspado
Cuello
Cuello
Cuello
Corta
Corta
Larga
Transversal
Transversal
Longitudinal
Media
Media
Leve
Múltiple
Múltiple
Simple
ESTILOPODIO
Cendres
Húmero
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Raspado
Incisión
Raspado
Diaf. dt dorsal
Diaf. dt dorsal
Diaf. dt dorsal
Diaf lateral
Diaf lateral
Diaf lateral
Diaf dorsal
Diaf dorsal
Corta
Corta
Larga
Corta
Larga
Larga
Larga
Larga
Transversal
Oblicua
Longitudinal
Oblicua
Longitudinal
Long/Obl
Oblicua
Oblicua
Intensa
Leve
Media
Media
Media
Media
Media
Media
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Simple
Simple
Incisión
Raspado
Raspado
Incisión
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Incisión
Incisión
Raspado
Incisión
Incisión
Diaf palmar
Borde
Diaf. plantar/medial
Diaf dorsal
Diaf dorsal
Diaf lateral
Diaf lateral
Diaf lateral
Diaf dorsal
Diaf dorsal
Diaf dorsal
Olecranon d
Diaf
Corta
Larga
Larga
Larga
Corta
Larga
Larga
Larga
Larga
Corta
Larga
Cortas
Larga
Oblicua
Longitudinal
Longitudinal
Oblicua
Transversal
Longitudinal
Longitudinal
Oblicua
Oblicua
Oblicua
Longitudinal
Transversal
Oblicua
Intensa
Intensa
Intensa
Intensa
Leve
Intensa
Intensa
Intensa
Intensa
Intensa
Intensa
Intensa
Media
Múltiple
Simple
Simple
Múltiple
Múltiple
Simple
Simple
Simple
Simple
Múltiple
Simple
Múltiple
Simple
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Raspado
Incisión
Raspado
Raspado
Raspado
Incisión
Raspado
Raspado
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Incisión
Diaf.
Diaf dorsal
Diaf.
Epifisis dt
Diaf plantar
Diaf plantar
Diaf plantar
Diaf dorsal
Diaf dorsal
Diaf dorsal
Diaf lat/plantar
Diaf lat/plantar
Diaf lateral
Diaf dorsal
Diaf plantar
Diaf. px lateral
Diaf lateral
Diaf plantar
Diaf plantar
Diaf. px dorsal
Diaf. px plantar
Diaf. px lateral
Larga
Corta
Corta
Corta
Corta
Larga
Corta
Corta
Corta
Larga
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Corta
Larga
Longitudinal
Transversal
Transversal
Longitudinal
Oblicua
Longitudinal
Oblicua
Longitudinal
Oblicua
Longitudinal
Transversal
Transversal
Transversal
Transversal
Transversal
Oblicua
Transversal
Transversal
Transversal
Transversal
Transversal
Oblicua
Media
Intensa
Intensa
Intensa
Leve
Leve
Media
Leve
Media
Intensa
Intensa
Leve
Leve
Leve
Leve
Media
Leve
Media
Leve
Intensa
Intensa
Media
Simple
Múltiple
Múltiple
Simple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Múltiple
Simple
Cendres
Santa Maira
Fémur
Húmero
ZEUGOPODIO
Cendres
Cendres
Radio
Radio
Santa Maira
Santa Maira
Cendres
Radio
Radio
Ulna
Cendres
Ulna
Ulna
Santa Maira
Tibia
Cendres
AUTOPODIO
Metacarpo
Cendres
Metacarpo I
Cendres
Metacarpo V
Cendres
Metacarpo
Santa Maira
Metatarso II
Cendres
Cendres
Metatarso III
Cendres
Metatarso IV
Santa Maira
Falange I
Santa Maira
Cendres
Falange I
Falange II
Cendres
Cendres
Falange II
Falange II
Cendres
Falange II
Cendres
Falange II
CUADRO 3. Listado y descripción de las incisiones y raspados.
170
[page-n-11]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
FIGURA 2. Localización de las marcas líticas sobre lince de Cendres. Fotografías de las
marcas: A. Escápula, B. Hemimandíbula, C. Metapodio, D. Costilla, E. Falange segunda.
171
[page-n-12]
CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
No se han registrado fracturas directas. Tan solo en un caso se ha encontrado una posible marca dental sobre la parte dorsal de la diáfisis de una costilla, aunque no se puede asociar a una acción directa, porque el borde presenta una fractura reciente.
Coves de Santa Maira
Representación anatómica
Los restos de lince identificados son trece. En la fase epipaleolítica se ha
registrado en el nivel microlaminar IV del sondeo de 1983 (NR=3) y en el Epipaleolítico sauveterroide SM-4.1 (NR=7). En estos niveles representa respectivamente el 0,9% y del 0,1% del NISP. En el caso de los niveles mesolíticos
únicamente se han identificado tres restos en el nivel III del sondeo 1983,
y que representan el 1% del NRDt. Los restos son tan escasos que las estimaciones del NME y NMI se han realizado sobre la totalidad de la muestra
(cuadro 4). En cualquier caso los resultados no son significativos. Los restos
que han permitido calcular la edad de forma muy aproximada son seis: un
Craneal
Diente aislado
Axial
Costilla
Miembro anterior
Escápula
Húmero
Radio
Ulna
Metacarpo IV
Metacarpo ind
Extremidades
Falange I
Falange III
Sesamoideo
TOTAL
NISP
1
1
1
1
7
1
1
2
1
1
1
4
2
1
1
13
SANTA MAIRA
SM-4.1
III
0
0
1
1
2
0
3
1
1
IV
1
1
0
2
1
1
1
1
1
4
2
1
1
7
0
0
3
3
CUADRO 4. Representación anatómica por NRDt de Santa Maira (Niveles III, IV, SM2.1).
172
[page-n-13]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
fragmento de M1, un fragmento escapular, un fragmento proximal de ulna,
un metacarpo distal y las dos falanges I. Todos ellos podrían pertenecer a un
ejemplar de edad adulta, por lo que el NMI estimado es de uno.
Se han recuperado restos óseos tanto del esqueleto craneal (NR=1) como
del axial (NR=1), pero la mayor parte de los restos identificados pertenecen al
miembro anterior (NR=11). Están ausentes de la muestra las vértebras y todos
los huesos del miembro posterior, así como los carpos. Las falanges y el sesamoideo recuperados podrían pertenecer tanto al miembro anterior como al
posterior. El único resto craneal documentado, un fragmento aislado de M1,
se ha recuperado en el nivel IV del sondeo (cuadro 1).
Estudio tafonómico
a) Fragmentación
Del total de la muestra, únicamente se han recuperado enteros dos restos
del nivel SM-3: una falange I y una falange III. Los otros 11 restos presentan
fracturas en fresco (NR=4) o de origen indeterminado (NR=7). En el caso de
los huesos del nivel SM-4.1 predominan los restos con fracturas frescas. En
el nivel III del sondeo se ha identificado la fractura en fresco de un radio,
mientras que la fractura del cuerpo escapular por su propia morfología se ha
mantenido como indeterminada. En el nivel IV no se ha podido determinar
el origen de las fracturas de los tres elementos óseos (cuadro 2).
b) Termoalteraciones
El total de restos con evidencias de termoalteración es de seis, lo que supone casi la mitad (46%) de la muestra estudiada. En los restos de SM-4.1 se
han observado termoalteraciones de grado 2 y que afectan a toda la superficie
del hueso en el caso de las dos falanges I y el metacarpo indeterminado distal.
Por su parte, las termoalteraciones de la falange III son parciales y de grado 1,
mientras que el fragmento de sesamoideo se recupera totalmente carbonizado
(grado 3). En el nivel III del sondeo se han identificado termoalteraciones de
grado dos y tres respectivamente en el fragmento escapular y el metacarpo IV.
c) Marcas antrópicas
En los restos de SM-4.1, las marcas que evidencian actividades antrópicas
son muy abundantes. Se han registrado incisiones o raspados sobre cinco de
los siete restos; mientras que en dos casos se ha identificado con seguridad la
173
[page-n-14]
CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
fractura intencionada. Esto supone que el 71% de los restos muestran marcas
líticas y el 29%, fracturas antrópicas. Porcentajes muy similares se alcanzan
en los niveles III y IV del sondeo, donde en ambos casos, dos de los tres restos
identificados, presentan marcas líticas (67%).
FIGURA 3. Localización de las marcas líticas sobre lince de Santa Maira (Niveles III,
IV, SM4.1). Fotografías de las marcas: A. Escápula, B. Ulna, C. Húmero, D. Metacarpo,
E y F. Falange primera.
174
[page-n-15]
Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
Con respecto a las marcas líticas, en el esqueleto axial únicamente se han
identificado una serie de incisiones transversales y raspados oblicuos sobre la
cara lateral de una costilla del nivel SM-4.1. En el esqueleto apendicular las
marcas líticas sobre la cortical de los huesos son mucho más abundantes. Se ha
observado una serie de incisiones y raspados en disposición paralela o subparalela al eje del hueso situadas sobre el cuello de un fragmento escapular del nivel
III; en el caso del fragmento de diáfisis de húmero recuperado en el nivel IV,
se han documentado incisiones subparalelas al eje del hueso en la cara dorsallateral, y una serie de raspados transversales situados en la cara caudal-lateral.
En los restos de zeugopodio las incisiones son diversas. En un fragmento de
diáfisis radial del nivel III se han observado raspados leves en su cara dorsal,
e incisiones intensas y oblicuas sobre la cara dorsal de la diáfisis del radio del
nivel IV. En el fragmento de ulna del nivel SM-4.1 se ha identificado una serie
de incisiones intensas en la parte lateral-frontal del olécranon. En los huesos
del autopodio se han registrado marcas en tres casos: sobre la cara distal de
la articulación distal de un metacarpo indeterminado del nivel SM-4.1 se ha
observado una incisión intensa en dirección dorsal-palmar. Por último, se han
identificado incisiones y raspados sobre dos falanges I, una entera y un fragmento proximal del nivel SM-4.1 en disposición transversal (cuadro 3, figura 3).
Por su parte, la localización de las fracturas directas es la siguiente: en
el esqueleto axial se ha observado una fractura por flexión en la costilla del
nivel SM-4.1 que ha dejado un estigma de peeling. En el esqueleto apendicular se han identificado dos fracturas directas: una muesca producida por un
impacto sobre la zona dorsal de la diáfisis de un radio del nivel III, y otra en la
cara medial junto a la articulación proximal del fragmento de ulna del nivel
SM-4.1. En el caso del sesamoideo del nivel SM-4.1, si bien no se ha identificado una clara evidencia de fractura directa, el tipo de fractura transversal y
muy limpia sugiere que haya podido tener un origen antrópico, ya que por su
tamaño y densidad es una fractura que difícilmente puede ocasionarse en un
proceso postdeposicional.
DISCUSIÓN
El estudio de la representación anatómica realizado, así como el de las marcas, permiten establecer algunas premisas sobre el uso de los linces por
parte de los grupos humanos. En primer lugar, no parece observarse un
transporte selectivo de las presas, ya que en ambas colecciones se recuperan
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restos óseos de todos los segmentos esqueléticos. Cabe señalar que en Santa
Maira, si bien se identifican elementos del esqueleto craneal, axial y apendicular, en el caso de este último no se han registrado restos del miembro
posterior. En cualquier caso es evidente que no se constata una sobrerrepresentación o falta de determinados elementos que sugieran un transporte
selectivo. De la misma manera, a partir de la representación esquelética no
se puede inferir el procesado de los animales para el aprovechamiento de las
pieles, o bien el abandono de pieles ya procesadas en el yacimiento y que,
en teoría, podrían implicar una abundancia de elementos de los extremos
apendiculares y de vértebras caudales (Val y Mallye, 2011). Así pues, puede
interpretarse que los animales son transportados completos a los yacimientos donde serán procesados.
Las marcas identificadas en los restos óseos son, de esta manera, la única
forma de aproximarse al patrón de aprovechamiento del lince por estos grupos humanos. Precisamente, con el objetivo de realizar una interpretación
correcta de las marcas de procesado, se han realizado diferentes trabajos de
experimentación (Fairnell, 2008; Mallye, 2011; Strid, 2000) o el estudio de las
modificaciones producidas sobre huesos de carnívoros durante la extracción
de la piel en contextos actuales o subactuales (Pérez Ripoll y Morales Pérez,
2008; Val y Mallye, 2011). Este tipo de trabajos proporciona una relación de
marcas y su funcionalidad en un contexto controlado, por lo que son de gran
ayuda a la hora de interpretar las modificaciones antrópicas registradas en
Cendres y Santa Maira. De esta manera, las marcas se pueden agrupar según
su supuesta intencionalidad:
- Marcas producidas durante la extracción de la piel: se localizan en
el esqueleto craneal y mandibular, en los extremos apendiculares (autopodio) y en los huesos del zeugopodio. En general se trata de marcas
cortas, de intensidad variable y en disposición oblicua o transversal respecto al eje del hueso (Pérez Ripoll y Morales Pérez, 2008; Strid, 2000;
Val y Mallye, 2011).
- Marcas producidas durante la desarticulación: se concentran en las zonas articulares, especialmente en aquellas que requieren mayor esfuerzo para
la separación de los huesos (Lyman, 1994; Pérez Ripoll, 1992; Strid, 2000).
- Marcas producidas durante la extracción de los paquetes cárnicos
o de otros tejidos blandos: se trata sobre todo de raspados e incisiones
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Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
de disposición variable, localizados en las zonas de diáfisis con mayor
cantidad de tejido blando (Lyman, 1994; Pérez Ripoll, 1992, 2001, 2004;
Strid, 2000).
En los yacimientos analizados se han documentado modificaciones antrópicas que se relacionan con todas las fases del aprovechamiento, desde
despellejamiento, evisceración y descuartizado, hasta la extracción de la carne y la fractura de los huesos para el consumo de la médula.
En la Cova de les Cendres (Nivel XI) se han identificado las fases de despellejamiento, evisceración, descuartizado y la extracción de los paquetes
cárnicos y limpieza de tejidos blandos. En cuanto a la extracción de la piel,
se han encontrado incisiones cortas sobre varias falanges II y metapodios
de dirección transversal/oblicua y de forma repetitiva en la zona basal de la
cavidad alveolar de una mandíbula. En segundo lugar se han contabilizado
varias incisiones cortas sobre una costilla y una vértebra torácica que se relacionan con la evisceración. Por último el descuartizado queda reflejado en
una incisión corta y transversal sobre la zona del cuello de una escápula. Por
otra parte, los raspados observados en algunos huesos largos se vinculan a la
extracción de la carne. Hay que señalar también que es posible que se hayan
identificado evidencias del uso de los dientes para el consumo de los huesos
de lince, en este caso sobre un fragmento de diáfisis de costilla.
En Santa Maira las marcas antrópicas identificadas sobre la cortical de los
huesos se pueden relacionar con los procesos de extracción de la piel, el desarticulado de los miembros y el descarnado. Las marcas identificadas en las
falanges I se relacionan con claridad con la primera fase del procesado carnicero. En el caso de las marcas identificadas en la diáfisis dorsal de un radio,
y por similitud con los trabajos de experimentación citados, se puede inferir
que también se hayan producido al extraer la piel. Las marcas de desarticulado
claras se limitan a las documentadas sobre el olécranon de una ulna, ya que la
incisión identificada sobre la articulación distal de un metacarpo puede haberse producido bien durante el desarticulado, bien durante la extracción de
la piel. Finalmente, las marcas relacionadas con el descarnado se identifican
en una costilla, sobre el cuello escapular y en la diáfisis de un húmero.
Una vez se ha consumado esta primera fase del procesado, la fractura intencionada de los huesos también se ha documentado. En el caso de Cendres,
si bien carecemos de fracturas directas concretas, se han documentado frac-
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CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
turas realizadas en fresco en los huesos con mayor contenido medular, como
los huesos largos del estilopodio y zeugopodio y los metapodios largos. Sin
embargo, aquellos con menor contenido medular como son las falanges II y
III, huesos compactos, metacarpos pequeños (metacarpo I y II) y vértebras se
recuperan completos. En el caso de Santa Maira las fracturas directas se han
observado sobre una costilla, una ulna y un radio, además de una fractura
realizada en fresco sobre una falange I.
Así pues, en los yacimientos estudiados parece haber un aprovechamiento
integral de las presas. En primer lugar, algunas de las marcas líticas sobre los
huesos del lince demuestran la extracción de los paquetes cárnicos. Asimismo
las fracturas frescas y las directas identificadas en algunos de los elementos
sugieren el aprovechamiento de la médula, de la misma manera que se ha visto
en otros taxones de talla pequeña como el conejo (p. ej. Lloveras et al., 2009;
Pérez Ripoll, 2001, 2005-06). Estas pautas de procesado y consumo no solo se
han documentado sobre restos de lince, sino que en los dos conjuntos analizados se han identificado modificaciones similares tanto en zorro como en gato
montés. En Cendres se han observado fracturas frescas sobre los huesos largos
de ambas especies (húmero, fémur y tibia), lo que podría vincularse con ese
consumo de la médula; además de raspados longitudinales sobre fémur y ulna
del gato montés consecuencia de la extracción de la carne (Real, 2016). En el
caso de Santa Maira los restos de zorro muestran unos patrones de procesado
muy semejantes al conejo. En cuanto al gato montés, y pese a la escasez de
restos, estos también muestran fracturas intencionadas y raspados producidos
durante el descarnado (Aura et al. 2006; Morales-Pérez, 2015).
Más allá de estos yacimientos, en el área mediterránea de la península
ibérica se han identificado restos de lince con evidencias de procesado antrópico desde el Paleolítico medio, como en Abric Romaní (Gabucio et al., 2014),
pero principalmente a lo largo del Paleolítico superior y Epipaleolítico, en el
que podemos citar los ejemplos de Cova Beneito (Doménech, 2004; Iturbe
et al., 1993), Cova del Moro (Castaño et al., 2008), Cueva de los Murciélagos
(Sarrión et al., 2015) o Cova dels Blaus (Martínez Valle, 1996).
VALORACIONES FINALES
Pese a que la frecuencia de restos de este felino no es demasiado abundante en los yacimientos paleolíticos mediterráneos, su relación con los grupos
humanos se remonta al Paleolítico medio, tal como atestigua su aparición
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Aprovechamiento del lince por los grupos humanos del Tardiglaciar
en los niveles correspondientes al MIS 5e de Bolomor (Blasco y Fernández
Peris, 2012a). Sin embargo, en el Paleolítico superior su presencia, que no la
cantidad de restos presentes, se generaliza en los yacimientos, y se identifica
en buena parte de las muestras zooarqueológicas, al mismo tiempo que los
estudios tafonómicos y tecnológicos evidencian su explotación.
Así pues, se hace necesario plantear cómo interactúan y se relacionan estos depredadores con los grupos humanos, tal y como se ha hecho con otros
carnívoros (p. e. Morales Pérez et al., 2012). Por un lado, el estudio realizado
evidencia que este animal es aprovechado por los humanos, y no solo por su
piel, sino que puede formar parte de su dieta. Las presas son transportadas
enteras a los yacimientos, y allí procesadas para maximizar su aprovechamiento. Ahora bien, ¿cuáles son las razones que impulsan a la caza de un
depredador tan esquivo? Sin duda uno de los elementos aprovechados sería
la piel. En este caso, y pese a que como algunos autores apuntan, la identificación de marcas de extracción de la piel sólo informa del proceso y no
necesariamente de su aprovechamiento (Mallye, 2011), difícilmente puede
pensarse que desaprovecharan una piel de alta calidad como es la del lince. Sin embargo desconocemos el objetivo concreto de la caza. ¿Se pretende
conseguir pieles y, en segundo lugar, se aprovecha su carne? ¿Tanto la piel
como los recursos consumibles figuran desde el principio en la mente de
los cazadores? Asimismo, se han aprovechado también los huesos del lince
y otros carnívoros para la fabricación de útiles óseos, y sus dientes para la
elaboración de ornamentos. Ejemplos concretos de este uso en el contexto
valenciano los encontramos en el Auriñaciense de Foradada (Casabó, 2001),
en el Auriñaciense y Solutrense de Beneito (Doménech, 2004; Iturbe et al.,
1993; Pascual-Benito, en este volumen), en el Magdaleniense de Cendres
(Borao, 2010) y Parpalló (Soler, 1990), en los niveles epipaleolíticos sauveterroides de Santa Maira (Aura, 2001), así como en los niveles neolíticos de
Cendres y Sarsa (Pascual Benito, 1998: 52).
Por otro lado, la relativa generalización de su presencia en los yacimientos
del Paleolítico superior del Mediterráneo peninsular coincide con el momento en el que el conejo se convierte en una presa constante y numéricamente
la más abundante en los yacimientos (Aura et al., 2002b). En esta coyuntura
económica, y teniendo en cuenta que el lince actualmente centra su dieta en
los conejos (Delibes, 1980), cabría preguntarse si ambos (linces y humanos)
no se convirtieron en competidores por una misma presa. En este sentido, es
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CRISTINA REAL, JUAN V. MORALES-PÉREZ, J. EMILI AURA Y VALENTÍN VILLAVERDE
posible que la caza de linces por parte de los grupos humanos tenga no solo
un objetivo económico, sino también de control demográfico sobre un depredador con el cual debían competir por presas comunes.
Por ahora, en el caso concreto de los yacimientos estudiados, se ha demostrado no solo la extracción de su piel, sino también el aprovechamiento de
todos sus recursos alimentarios. Así pues, se puede señalar que los objetivos
que se encuentran detrás de la caza del lince son complejos, no responden a
una única motivación. Ofrece múltiples ventajas, que proporcionan así una
retribución energética elevada si se contemplan todas sus posibilidades económicas (Burger et al., 2005; Müller, 2004).
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo forma parte de los proyectos HAR2013-46861-R: LongTransMed; HAR201124878: Paleolítico medio final y Paleolítico superior inicial en la región central mediterránea ibérica (Valencia y Murcia); HAR2014-52671-P: Paleolítico medio y superior
en la vertiente mediterránea ibérica: Valencia y Murcia, y PROMETEOII/2013-016:
Más allá de la historia. Origen y consolidación del poblamiento paleolítico valenciano. Los autores quieren agradecer asimismo a la organización de las III Jornades de
Arqueozoologia del Museu de Prehistòria de València el trabajo realizado.
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