Toledo: la ciudad del rey
Jorge Morín de Pablos
Isabel M. Sánchez Ramos
2019
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Toledo:
la ciudad del Rey
Jorge Morín de Pablos, Departamento de Arqueologia de AUDEMA
Isabel M. Sánchez Ramos, UCL Institute of Archaeology
La ciudad de Toledo y su territorio atesoran una serie de
restos materiales de valor excepcional que son la consecuencia más visible de un rico pasado. Su presencia sirve
para recordar que estamos ante una de las poblaciones
más importantes y complejas de la península ibérica, tras
haberse convertido en capital simbólica de inmensos
imperios, de grandes y diferentes reinos o de otras muchas demarcaciones de carácter civil, religioso o militar,
que crearon sus propios programas arquitectónicos, en
ocasiones sobre los mismos inmuebles, y han dejado su
correspondiente huella.
Esa importancia, mantenida a lo largo de los tiempos, tiene como gran referencia la capitalidad visigoda, la
ciudad del Rey. Fue entonces, en los años centrales del
◁ [El Ordo celebrando concilio]. Miniatura: pincel y pluma,
230 x 260 mm, en Manuscrito Reyes visigodos del Código
Vigilano o Albeldense (fol. 344), 976.
Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
© Patrimonio Nacional. RBME d-I-2, f. 344.
siglo VI, cuando Toledo empezó a destacar en el conjunto
de las ciudades de la península ibérica, aunque todavía
tardara cerca de un siglo en consolidarse para dar lugar a
la urbs regia visigoda que describen las fuentes.
Fue en ese momento cuando coincide con la formación del primer reino auténticamente hispano de la
historia, cuando Toledo dejó de ser una ciudad más, para
convertirse en el centro simbólico de una entidad política
destacada y excepcional en la Europa de su tiempo. La
principal consecuencia de esa promoción fue la construcción de grandes complejos arquitectónicos que, en muchas ocasiones, tomaron como ejemplo las construcciones imperiales y provocaron un importante cambio en el
aspecto de la población.
La consecución de este rango privilegiado implicó
la completa reorganización interna de la ciudad, que
adquirió un nuevo aspecto del que solo conocemos aspectos muy parciales. De hecho, los pocos restos que
se conocen muestran que Toledo se trasformó en una
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miembros civiles y eclesiásticos con ella relacionados,
incluyendo en este caso a los primeros obispos primados de Hispania.
Junto a ellos crecieron grupos de pequeños funcionarios y monjes que fueron los responsables de la formación y desarrollo de un foco cultural que se convirtió en
el soporte ideológico del reino y demostró su capacidad
para hacer llegar sus planteamientos e ideas al resto del
continente. En él participaron figuras destacadas como
Julián, Eugenio o Ildefonso de Toledo, que se convirtieron
en una referencia indispensable en la cultura europea de
la Alta Edad Media.
Esta escasez de restos inmuebles en la ciudad contrasta con la importancia de los que conocemos en su
territorio más inmediato —Santa María de Melque, Los
Manuscrito Reyes visigodos del Código Vigilano o Albeldense
(fol. 145r). Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo
de El Escorial. © Patrimonio Nacional.
Hitos, San Pedro de la Mata, Guarrazar, etc.—, que se convirtió en un espacio privilegiado, tan mítico y específico
como lo fue la propia capital. En él se conservan algunos
espacios que permiten realizar una buena aproximación
auténtica capital y, como tal, en el centro político, admi-
a la imagen que presentaron algunos de los monumentos
nistrativo y religioso del Estado visigodo. Una formación
más destacados de la ciudad en los siglos vi y vii.
política bien estructurada, que se convirtió en uno de
Aunque los precedentes pueden hallarse ya en épo-
los pocos reinos que se consolidaron en el panorama
ca de Teudis y Atanagildo, fue indudablemente durante el
político europeo tras la caída del Imperio romano. A su
reinado de Leovigildo (568-586), cuando Toledo se con-
cabeza se encontraba un monarca que basaba su poder
virtió en el asiento permanente de la corte visigoda. Gran
en la existencia de una organización estatal plenamente
parte del éxito de la elección de Toledo como sedes regia
desarrollada y, también, en el dominio de la capital y de
tuvo que ver con su privilegiada situación geográfica en
sus instituciones, que eran las que legitimaban su poder.
el centro peninsular y en el punto de vado del Tajo, una
Un hecho que explica la necesidad de construir grandes
situación excepcional que hacía de la ciudad un impor-
edificios administrativos en los que instalar el Aula regia
tante nudo de comunicaciones. Toledo contaba también
y diferentes palacios en los que albergar a sus principales
a su favor el que no se hubiera visto afectado por los des-
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órdenes del siglo V que habían llevado la ruina a otras
ciudades del interior de la Península, y que mantuviera
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en pie todavía buena parte de las infraestructuras urbanas de época romana, así como una buena organización
municipal y episcopal. Su centralidad y alejamiento de
otros poderes le otorgaban ventaja sobre otras sedes
como Narbona o Barcino, al tiempo que su oscuro pasado como simple municipio romano no le suponía una
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rémora, como sucedió, por ejemplo, con Emerita, antigua
capital de la Diocesis Hispaniarum. Un último aspecto que
no debe minusvalorarse para comprender la elección de
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la ciudad del Tajo como sedes regia visigoda viene dado
por el asentamiento de los contingentes poblacionales visigodos en la zona central de la Península, tal como pone
de manifiesto el mapa de distribución de necrópolis con
elementos de ajuar de estilo danubiano.
La ciudad: el núcleo palatino y el conjunto episcopal
Los estudios arqueológicos realizados en los últimos
años han dado a conocer una serie de complejos arquitectónicos y destacadas piezas suntuarias de los siglos IV
y V que demuestran la importancia de la ciudad en el panorama peninsular. Durante esta etapa, y como resultado
Planta de Toletum en época visigoda (ss. vi-vii).
© Proyecto Sedes Regia Toletana.
1. Propuesta ubicación de la ecclesia de Santa Maria (grupo episcopal);
2. Escultura y mobiliario litúrgico asociado al grupo episcopal de
época visigoda (callejón de San Ginés y convento de San Pedro Mártir);
3. Propuesta situación de la Ecclesia praetoriense (¿iglesia de Santa
María del Alficén?); 4. Propuesta de localización del palatium visigodo
(alcázar-hospital de Santa Cruz-convento Santa Fe); 5. Construcciones
residenciales zona noroccidental extramuros (Vega Baja); 6. Posible
ubicación de la basílica de Santa Leocadia y necrópolis tardoantigua.
del proceso de transformación producido en el paisaje
urbano, se abandonaron muchos de los antiguos espacios públicos al tiempo que surgieron nuevos conjuntos,
generalmente —pero no exclusivamente— eclesiásticos,
que reflejan de forma ostensible el carácter urbano de las
poblaciones de mayor rango. Este es el caso, por ejemplo,
de las murallas y de los inmuebles destinados a la administración del Estado, así como también el de las nuevas
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
iglesias y catedrales, símbolos del creciente poder adquirido por la Iglesia a lo largo de estas centurias.
La estructura urbana de Toledo durante el periodo visigodo refleja efectivamente esa dualidad, con un núcleo
pretoriense centrado en el conjunto palatium-basílica de los
Santos Apóstoles Pedro y Pablo y otro eclesial vinculado al
grupo episcopal dedicado a Santa María. Precisamente la
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ciudadela o praetorium se dispondría en la parte alta de la
tras la basílica constantiniana de los Santos Apóstoles
ciudad, en relación con el control del puente sobre el Tajo, en
estaba dedicada al colegio apostólico con el propio em-
una disposición urbana que es la que perduraría posterior-
perador como isapostolos, la basílica toledana estaba
mente en época islámica. La iglesia de los Santos Apóstoles
tan sólo bajo la advocación de los Santos Pedro y Pablo,
Pedro y Pablo aparece en las fuentes literarias íntimamente
patronos de la sede del Imperio occidental y de las gen-
vinculada al pretorio y a la monarquía. Como tal, la basílica
tes (entre las cuales se contaba la gens gothorum), lo que
de los Santos Apóstoles era escenario de la ceremonia de
sólo puede entenderse como una manifestación de inde-
bendición del ejército antes de una campaña militar y de la
pendencia política del reino godo ante Constantinopla.
ordinatio principis de los reyes visigodos, dos actos que ve-
En cuanto a los elementos de escultura monumental,
nían a poner de manifiesto el carácter consagrado de la insti-
destaca la concentración en el área de la puerta/puente
tución monárquica goda. Esta basílica fue, además, sede de
de Alcántara-alcázar una serie de relieves decorados con
un breve obispado palatino creado por Wamba (672-680). Es
discos o medallones que encierran un motivo gallonado.
importante subrayar la sorprendente decisión del monarca
Este tipo de decoración habría que ponerla en relación
de crear un nuevo obispado en la ciudad (medida que va en
con el emplazamiento en la zona de un magno conjunto
contra de las disposiciones eclesiásticas y que como tal sería
civil que sólo cabría identificar con el antiguo palatium
derogada en el XII Concilio, celebrado en 681), porque certi-
godo. Estos motivos gallonados son extraños dentro del
fica la situación de duplicidad —con una sede catedralicia y
arte hispanogodo, aunque de algún modo recuerda al
otra palatina— que vive la urbe por esta época.
tema de las veneras tan caras a la iconografía del mo-
Hay dos aspectos más de esta iglesia pretoriense que
mento, en edificaciones de prestigio como el palacio de
son interesantes señalar. Teniendo en cuenta el ascen-
Pla de Nadal (Riba-roja de Túria, Valencia). En el mismo
diente que Constantinopla siempre tuvo sobre la corte
sentido hablaría el descubrimiento de importantes ejem-
visigoda, resulta significativo que esta iglesia no actuara
plares de escultura decorativa en la zona, como los frisos
como panteón regio a imitación de la basílica constanti-
con cruces inscritas en estrellas de rombos alternados
nopolitana de los Santos Apóstoles. El ejemplo de la ba-
con discos gallonados. De esta zona también procede un
sílica fundada por Constantino fue seguido después por
magnífico tenante de altar decorado con cruz gemada
algún rey bárbaro como el franco Clodoveo en París, pero
y en el Hospital de Santa Cruz se descubrió una impos-
no hay constancia expresa de que esto fuera así en el caso
ta que presenta idéntica decoración de tipo áulico que
toledano. Por el contrario, se sabe que la basílica de Santa
hemos señalado en las piezas del entorno de la puerta
Leocadia, que actuó como panteón episcopal, sirvió tam-
de Alcántara (cruces inscritas en estrellas y gallones), así
bién, según fuentes tardías, como mausoleo de los reyes
como un fragmento de placa-nicho con forma de concha
godos. Asimismo, hay que subrayar también que, mien-
de extraordinaria factura, pieza que sin duda presidía la
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decoración de un importante templo, muy posiblemente
en manos de los bizantinos. En el año 610, este rango me-
el mismo al que pertenecería el altar antes mencionado.
tropolitano se vio sancionado por un sínodo de obispos
Otros hallazgos dispersos sugieren asimismo la loca-
reunidos a tal efecto, cuyas conclusiones serían reafirma-
lización en esta zona de una importante construcción reli-
das poco después en un Decretum de ecclesia Toletana por
giosa: un cancel con la imagen simbólica de san Lucas ha-
el propio rey Gundemaro. A partir del reinado de Ervigio,
llado en el paseo del Miradero —que evidentemente forma-
siendo obispo san Julián (680-690), Toledo alcanzó el título
ba parte de una serie de cuatro canceles del Tetramorfos—,
de sede primada, imponiendo su dignidad sobre el resto
un grupo de fragmentos de canceles con arcos imbricados
de los obispados hispanos y logrando incluso arrancar al
y trifolias de clara inspiración emeritense, otra placa-nicho
poder real la prerrogativa de intervención en el nombra-
de estilo clasicista decorada con la imagen de un temple-
miento de nuevos obispos.
te, etc. A este numeroso grupo hay que añadir además un
Prácticamente nada se ha conservado del antiguo
conjunto de ocho capiteles visigodos reutilizados en el pa-
complejo catedralicio de época visigoda. Sin embargo,
tio del Hospital de Santa Cruz. Todas ellas son piezas de
se sabe con cierta seguridad que, como otras muchas
indiscutible calidad y permiten intuir su procedencia de un
de su tiempo, la iglesia catedral estaba dedicada a Santa
conjunto arquitectónico de prestigio y que, en nuestra opi-
María Virgen. Como se ha dicho, no se conserva nada de
nión, sólo cabe identificar con el antiguo pretorio visigodo
la fábrica original, si bien todo hace pensar que la antigua
y su templo palatino anexo.
sede de época visigoda estaba emplazada bajo la actual
Como complemento y contrapeso del pretorio o pa-
catedral gótica y antigua mezquita aljama árabe, no sólo
lacio civil se hallaba el núcleo catedralicio, sede de la auto-
por la tradicional superposición de espacios sagrados
ridad eclesiástica y principal centro de culto de la ciudad.
dentro de la ciudad, sino porque hay constancia literaria
A lo largo de la séptima centuria el obispado de Toledo al-
de que en el año 871 todavía existía una iglesia contigua
canzó de facto el rango de sede primada de España. Este
a dicha mezquita. Unas prospecciones efectuadas en la
título, sin embargo, no fue conseguido sino después de un
década de los ochenta en la catedral parecen confirmar la
largo proceso en el que el obispo de la ciudad regia hubo
existencia de una construcción de planta de cruz griega,
de imponerse a otras sedes que, como Cartagena, Mérida o
con la cabecera situada en el tramo inmediato al llamado
incluso la misma Tarraco, orgullosa de su fundación apos-
«pilar de la Descensión», que hace referencia al lugar en
tólica paulina, poseían a priori mayores méritos y antigüe-
el que la Virgen posó sus pies con motivo del milagro de
dad. Desde el siglo VI, al menos, el obispo de Toledo había
la imposición de una casulla a san Ildefonso. Este mila-
obtenido ya el reconocimiento expreso como metropolita-
gro, que reflejaba el apoyo divino a la sede regia visigoda
no de las sedes del interior de la provincia Carthaginensis,
y convertía a la Virgen María en la principal patrona de la
desbancando a la mismísima capital provincial entonces
ciudad, ha sido utilizado desde entonces para la defensa
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
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de la primacía toledana. Su representación figura en todos y cada uno de los espacios religiosos vinculados a la
iglesia toledana hasta nuestros días.
Por otro lado, un epígrafe conservado en una de las
columnas de la catedral gótica informa de la reconsagración in catolico de la basílica de Santa María durante el reinado de Recaredo, en el año 587, esto es, el mismo año de
la conversión del monarca. Esta inscripción solemniza la
devolución de la iglesia catedral hecha por los arrianos al
culto ortodoxo después de superada la crisis de la guerra
civil que enfrentó a Leovigildo y su hijo Hermenegildo. La
inscripción, que fue trasladada en el siglo xvi a uno de los
patios de la catedral, reza así: «+ In nomine D[omi]ni consecra/ta ecclesia S[an]cte Marie/ in catolico die primo/ idus
aprilis anno feli/citer primo regni d[omi]ni/ nostri gloriosissimi Fl[auii] Reccaredi regis era / dcxxv». La reconsagración del templo al rito católico sería una de las medidas
adoptadas por Recaredo antes de su conversión oficial
en el año 589. Se trataría, pues, de una medida de hondo significado simbólico que venía a clausurar el sínodo
de obispos arrianos y católicos en el que se sentaron las
bases que culminarían posteriormente en la reunión dos
años más tarde del III Concilio toledano, el sínodo de la
conversión oficial de los godos a la ortodoxia nicena.
También las piezas de escultura decorativa empotradas en el cercano callejón de San Ginés se podrían
relacionar con construcciones vinculadas a este núcleo
△ Inscripción de la reconsagración de la catedral de Santa María.
Catedral de Toledo. © Proyecto Sedes Regia Toletana.
◁ Credo epigráfico. Museo de los Concilios.
© Proyecto Sedes Regia Toletana.
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catedralicio. La decoración a base de veneras, abundan-
de taller romano o bien formar parte de un ciclo homi-
te en este grupo, parece corresponderse con un conjun-
lético hoy por hoy no aclarado, que aparecía en algún
to de este tipo, pues es característica de los edificios de
ejemplar manuscrito ilustrado. En cualquier caso, no
prestigio del momento y, como tal, se encuentra en nu-
hay duda que su carácter narrativo recuerda al arte pa-
merosas piezas de la villa de Pla de Nadal (Riba-roja de
leocristiano, si bien con una factura algo más tosca. Las
Túria, Valencia).
representaciones encarnan cuatro escenas relacionadas
El grupo episcopal incluiría, aparte de la iglesia
con diversos episodios de la vida de Cristo: tres de ellas
catedral, el palacio episcopal y algunas otras depen-
de tipo taumatúrgico (curación del ciego de nacimiento,
dencias anexas al mismo, entre las cuales se incluiría
resurrección de Lázaro y la curación de la hemorroisa) y
un edificio destinado al rito bautismal, probablemente
otra más de tipo bautismal (diálogo con la samaritana).
dedicado a san Juan Bautista, según era corriente en la
En esta misma iglesia, convertida en mezquita en época
época, y al que pertenecería la placa-nicho con letras
islámica, se conserva un importante conjunto de piezas
apocalípticas invertidas (tema de carácter bautismal)
decorativas de época visigoda en la que destacan nueve
y algunos materiales constructivos más hallados en el
pilastras, capiteles y un buen número de frisos con mo-
transcurso de las excavaciones del vecino convento de
tivos decorativos muy concretos, que permiten suponer
San Pedro Mártir.
la existencia de un templo parecido al de San Juan de
Dentro de la ciudad existieron además otras mu-
Baños en Palencia: un templo que la mayor parte de los
chas iglesias de las que apenas nada se sabe o se con-
investigadores vinculan con la arquitectura toledana del
serva, de suerte que es posible hablar de una paulatina
siglo vii. Estas piezas se encuentran dispersas por dife-
cristianización de la topografía urbana a medida que
rentes lienzos de la construcción y tienen especial pro-
la influencia y el poder de la Iglesia se acrecentaba.
tagonismo en la torre del templo, un antiguo alminar,
Ejemplares como las pilastras de la iglesia de Santa Justa
en el que se agrupan numerosos relieves decorados con
y del Salvador dan buena cuenta de ese interés everge-
series de círculos que forman tetrafolias.
ta de la Iglesia toledana. La pieza del Salvador, con su
Un origen parecido tiene el conjunto de piezas de-
repertorio de escenas neotestamentarias, es además un
coradas que se conocen en el entorno de la iglesia de
magnífico ejemplo de un fenómeno que debió ser muy
Santa Eulalia, en el que destacan los capiteles y piezas
frecuente en la época, pero, que por desgracia, apenas
reaprovechadas en la construcción de esta parroquia en
se ha conservado: la decoración figurada. La pilastra
el siglo xii, así como los frisos que se conservan forman-
muestra en una de sus caras, dividida en varios registros,
do el dintel de una portada en la plaza de la Cruz, que
diversas escenas de la vida de Jesús que pudieron inspi-
recuerdan a los que acabamos de describir en la torre
rarse en la decoración de algún sarcófago paleocristiano
de El Salvador.
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
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Reconstrucción de
Toledo en la séptima
centuria. Ilustración
de Albert Álvarez
Marsal, bajo la
dirección científica de
I.M. Sánchez Ramos y
Jorge Morín de Pablos.
(© Urban landscape
of power in the Iberian
Peninsula from Late
Antiquity to the Early
Middle Ages’).
Los suburbios. La basílica de Santa Leocadia
y los palacios suburbanos
En la zona noroeste del suburbio, en la denominada
Vega Baja, se emplazaba una importante área funeraria
que parece desarrollarse a partir de finales del siglo iv o
principios del v. En ella destaca el conjunto de tumbas hallado en el actual paseo de la Basílica, que reaprovechan
para su construcción varios elementos funerarios procedentes de alguna necrópolis imperial. Toda esta zona, situada al oeste del antiguo circo romano, se vio afectada
por una amplia remodelación urbanística, consecuencia
de la revalorización de un pequeño culto local destinado
a perpetuar la memoria de la virgen y confessor Leocadia.
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La tradición ha venido identificando esta basílica con el
lugar que hoy ocupa la ermita del Cristo de la Vega, aunque es posible que en realidad el martyrium se encontrara
junto al circo, donde antiguas excavaciones de Pedro de
Palol pudieron constatar la existencia de un gran edificio
con contrafuertes, de modo que la ermita sería en realidad el monasterio asociado a la basílica martirial. De este
espacio proceden la placa nicho con crismón y varios
fragmentos con el Credo epigráfico.
Durante esta época la Vega Baja alcanzó un cierto
desarrollo urbano organizado en torno a determinados
ejes viarios, en donde se documenta una ocupación
más o menos intensa para diferentes usos domésticos y
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productivos. Se ha querido ver en ello una relación entre
la consolidación del reino visigodo a lo largo de la séptima centuria y la transformación constatada en el suburbio noroccidental, definida por una implantación urbanística monumental y jerarquizada que integrara espacios
de carácter residencial, comercial y artesanal.
Los monasterios toledanos
Como testigos del creciente poder de la Iglesia y a la
vez actuando como defensa simbólica de la urbs, Toledo se
encontraba rodeado de numerosas fundaciones monásticas. Sin duda, el más famoso de los monasterios toledanos
es el de San Cosme y San Damián o Agaliense, donde se
formaron buena parte de los obispos toledanos (Cixil. Vita
Ildephonsi, I 11). Allí se educaron figuras tan insignes de la
Iglesia visigoda como los santos obispos Eladio, Eugenio
o Ildefonso. La ubicación de este célebre monasterio es
desconocida en día de hoy aunque a partir de la etimología del topónimo se ha especulado verosímilmente con su
situación junto a la calzada que conducía a las Galias (ad
galiense iter). En los últimos años se ha sugerido su emplazamiento en un lugar próximo a la Peraleda a partir de
algunas referencias de época medieval. Desde el punto de
vista arqueológico, se han realizado varias propuestas de
localización, entre las que destaca aquella que lo sitúa en
las inmediaciones de los llamados Palacios de Galiana. De
esta forma, la almunia Al-Mansura o Huerta del Rey, ordenada construir entre 1043 y 1075 por Al-Mamum, no sería
sino la heredera histórica del antiguo cenobio visigodo. La
propuesta nos parece muy probable, por su situación jun-
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
to a la calzada de las Galias y por la propia riqueza agraria
del lugar, así como porque es coherente con algunas menciones literarias. El conjunto taifa presenta además una
estructura arquitectónica basada en una planta de tipo bizantino que podría estar inspirada en un conjunto anterior.
El segundo de los monasterios citados en las actas del
XI Concilio era el de Santa Leocadia. Parece lógico suponer
que, al igual que sucedía en Mérida con el monasterio de
Santa Eulalia, se encontrara situado junto a la iglesia martirial del mismo nombre. Su abad firma en segundo lugar,
probablemente por tratarse de un monasterio vinculado a
una iglesia de carácter palatino como era Santa Leocadia.
Teniendo en cuenta que el edificio excavado junto al circo
pudo ser la propia basílica martirial, este monasterio pudo
emplazarse bajo la actual ermita del Cristo de la Vega, dando
razón en parte a la tradición generada en torno a este lugar.
El resto del catálogo de monasterios toledanos de
época visigoda es conocido únicamente por las signaturas de sus abades en el XI Concilio. Así, se sabe que había
en Toledo un monasterio urbano dedicado a la Santa Cruz
que era escenario de la traslación de una reliquia del lignum crucis a la catedral durante la celebración de Pascua.
Otro de los monasterios toledanos citados en las actas
del XI Concilio era el de San Miguel, cuyo abad aparece
en las actas sinodales encabezando el ordo abbatum. Es
posible, dada la condición del arcángel San Miguel como
protector de la hueste celestial, que este cenobio se hallara cerca del recinto pretoriense, quizá como complemento monástico de la basílica de los Santos Apóstoles. Por
último, las actas citan el monasterio de Santa Eulalia.
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Jorge Morín de Pablos, Departamento de Arqueologia de AUDEMA
Isabel M. Sánchez Ramos, UCL Institute of Archaeology
La ciudad de Toledo y su territorio atesoran una serie de
restos materiales de valor excepcional que son la consecuencia más visible de un rico pasado. Su presencia sirve
para recordar que estamos ante una de las poblaciones
más importantes y complejas de la península ibérica, tras
haberse convertido en capital simbólica de inmensos
imperios, de grandes y diferentes reinos o de otras muchas demarcaciones de carácter civil, religioso o militar,
que crearon sus propios programas arquitectónicos, en
ocasiones sobre los mismos inmuebles, y han dejado su
correspondiente huella.
Esa importancia, mantenida a lo largo de los tiempos, tiene como gran referencia la capitalidad visigoda, la
ciudad del Rey. Fue entonces, en los años centrales del
◁ [El Ordo celebrando concilio]. Miniatura: pincel y pluma,
230 x 260 mm, en Manuscrito Reyes visigodos del Código
Vigilano o Albeldense (fol. 344), 976.
Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
© Patrimonio Nacional. RBME d-I-2, f. 344.
siglo VI, cuando Toledo empezó a destacar en el conjunto
de las ciudades de la península ibérica, aunque todavía
tardara cerca de un siglo en consolidarse para dar lugar a
la urbs regia visigoda que describen las fuentes.
Fue en ese momento cuando coincide con la formación del primer reino auténticamente hispano de la
historia, cuando Toledo dejó de ser una ciudad más, para
convertirse en el centro simbólico de una entidad política
destacada y excepcional en la Europa de su tiempo. La
principal consecuencia de esa promoción fue la construcción de grandes complejos arquitectónicos que, en muchas ocasiones, tomaron como ejemplo las construcciones imperiales y provocaron un importante cambio en el
aspecto de la población.
La consecución de este rango privilegiado implicó
la completa reorganización interna de la ciudad, que
adquirió un nuevo aspecto del que solo conocemos aspectos muy parciales. De hecho, los pocos restos que
se conocen muestran que Toledo se trasformó en una
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miembros civiles y eclesiásticos con ella relacionados,
incluyendo en este caso a los primeros obispos primados de Hispania.
Junto a ellos crecieron grupos de pequeños funcionarios y monjes que fueron los responsables de la formación y desarrollo de un foco cultural que se convirtió en
el soporte ideológico del reino y demostró su capacidad
para hacer llegar sus planteamientos e ideas al resto del
continente. En él participaron figuras destacadas como
Julián, Eugenio o Ildefonso de Toledo, que se convirtieron
en una referencia indispensable en la cultura europea de
la Alta Edad Media.
Esta escasez de restos inmuebles en la ciudad contrasta con la importancia de los que conocemos en su
territorio más inmediato —Santa María de Melque, Los
Manuscrito Reyes visigodos del Código Vigilano o Albeldense
(fol. 145r). Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo
de El Escorial. © Patrimonio Nacional.
Hitos, San Pedro de la Mata, Guarrazar, etc.—, que se convirtió en un espacio privilegiado, tan mítico y específico
como lo fue la propia capital. En él se conservan algunos
espacios que permiten realizar una buena aproximación
auténtica capital y, como tal, en el centro político, admi-
a la imagen que presentaron algunos de los monumentos
nistrativo y religioso del Estado visigodo. Una formación
más destacados de la ciudad en los siglos vi y vii.
política bien estructurada, que se convirtió en uno de
Aunque los precedentes pueden hallarse ya en épo-
los pocos reinos que se consolidaron en el panorama
ca de Teudis y Atanagildo, fue indudablemente durante el
político europeo tras la caída del Imperio romano. A su
reinado de Leovigildo (568-586), cuando Toledo se con-
cabeza se encontraba un monarca que basaba su poder
virtió en el asiento permanente de la corte visigoda. Gran
en la existencia de una organización estatal plenamente
parte del éxito de la elección de Toledo como sedes regia
desarrollada y, también, en el dominio de la capital y de
tuvo que ver con su privilegiada situación geográfica en
sus instituciones, que eran las que legitimaban su poder.
el centro peninsular y en el punto de vado del Tajo, una
Un hecho que explica la necesidad de construir grandes
situación excepcional que hacía de la ciudad un impor-
edificios administrativos en los que instalar el Aula regia
tante nudo de comunicaciones. Toledo contaba también
y diferentes palacios en los que albergar a sus principales
a su favor el que no se hubiera visto afectado por los des-
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órdenes del siglo V que habían llevado la ruina a otras
ciudades del interior de la Península, y que mantuviera
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en pie todavía buena parte de las infraestructuras urbanas de época romana, así como una buena organización
municipal y episcopal. Su centralidad y alejamiento de
otros poderes le otorgaban ventaja sobre otras sedes
como Narbona o Barcino, al tiempo que su oscuro pasado como simple municipio romano no le suponía una
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rémora, como sucedió, por ejemplo, con Emerita, antigua
capital de la Diocesis Hispaniarum. Un último aspecto que
no debe minusvalorarse para comprender la elección de
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la ciudad del Tajo como sedes regia visigoda viene dado
por el asentamiento de los contingentes poblacionales visigodos en la zona central de la Península, tal como pone
de manifiesto el mapa de distribución de necrópolis con
elementos de ajuar de estilo danubiano.
La ciudad: el núcleo palatino y el conjunto episcopal
Los estudios arqueológicos realizados en los últimos
años han dado a conocer una serie de complejos arquitectónicos y destacadas piezas suntuarias de los siglos IV
y V que demuestran la importancia de la ciudad en el panorama peninsular. Durante esta etapa, y como resultado
Planta de Toletum en época visigoda (ss. vi-vii).
© Proyecto Sedes Regia Toletana.
1. Propuesta ubicación de la ecclesia de Santa Maria (grupo episcopal);
2. Escultura y mobiliario litúrgico asociado al grupo episcopal de
época visigoda (callejón de San Ginés y convento de San Pedro Mártir);
3. Propuesta situación de la Ecclesia praetoriense (¿iglesia de Santa
María del Alficén?); 4. Propuesta de localización del palatium visigodo
(alcázar-hospital de Santa Cruz-convento Santa Fe); 5. Construcciones
residenciales zona noroccidental extramuros (Vega Baja); 6. Posible
ubicación de la basílica de Santa Leocadia y necrópolis tardoantigua.
del proceso de transformación producido en el paisaje
urbano, se abandonaron muchos de los antiguos espacios públicos al tiempo que surgieron nuevos conjuntos,
generalmente —pero no exclusivamente— eclesiásticos,
que reflejan de forma ostensible el carácter urbano de las
poblaciones de mayor rango. Este es el caso, por ejemplo,
de las murallas y de los inmuebles destinados a la administración del Estado, así como también el de las nuevas
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
iglesias y catedrales, símbolos del creciente poder adquirido por la Iglesia a lo largo de estas centurias.
La estructura urbana de Toledo durante el periodo visigodo refleja efectivamente esa dualidad, con un núcleo
pretoriense centrado en el conjunto palatium-basílica de los
Santos Apóstoles Pedro y Pablo y otro eclesial vinculado al
grupo episcopal dedicado a Santa María. Precisamente la
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ciudadela o praetorium se dispondría en la parte alta de la
tras la basílica constantiniana de los Santos Apóstoles
ciudad, en relación con el control del puente sobre el Tajo, en
estaba dedicada al colegio apostólico con el propio em-
una disposición urbana que es la que perduraría posterior-
perador como isapostolos, la basílica toledana estaba
mente en época islámica. La iglesia de los Santos Apóstoles
tan sólo bajo la advocación de los Santos Pedro y Pablo,
Pedro y Pablo aparece en las fuentes literarias íntimamente
patronos de la sede del Imperio occidental y de las gen-
vinculada al pretorio y a la monarquía. Como tal, la basílica
tes (entre las cuales se contaba la gens gothorum), lo que
de los Santos Apóstoles era escenario de la ceremonia de
sólo puede entenderse como una manifestación de inde-
bendición del ejército antes de una campaña militar y de la
pendencia política del reino godo ante Constantinopla.
ordinatio principis de los reyes visigodos, dos actos que ve-
En cuanto a los elementos de escultura monumental,
nían a poner de manifiesto el carácter consagrado de la insti-
destaca la concentración en el área de la puerta/puente
tución monárquica goda. Esta basílica fue, además, sede de
de Alcántara-alcázar una serie de relieves decorados con
un breve obispado palatino creado por Wamba (672-680). Es
discos o medallones que encierran un motivo gallonado.
importante subrayar la sorprendente decisión del monarca
Este tipo de decoración habría que ponerla en relación
de crear un nuevo obispado en la ciudad (medida que va en
con el emplazamiento en la zona de un magno conjunto
contra de las disposiciones eclesiásticas y que como tal sería
civil que sólo cabría identificar con el antiguo palatium
derogada en el XII Concilio, celebrado en 681), porque certi-
godo. Estos motivos gallonados son extraños dentro del
fica la situación de duplicidad —con una sede catedralicia y
arte hispanogodo, aunque de algún modo recuerda al
otra palatina— que vive la urbe por esta época.
tema de las veneras tan caras a la iconografía del mo-
Hay dos aspectos más de esta iglesia pretoriense que
mento, en edificaciones de prestigio como el palacio de
son interesantes señalar. Teniendo en cuenta el ascen-
Pla de Nadal (Riba-roja de Túria, Valencia). En el mismo
diente que Constantinopla siempre tuvo sobre la corte
sentido hablaría el descubrimiento de importantes ejem-
visigoda, resulta significativo que esta iglesia no actuara
plares de escultura decorativa en la zona, como los frisos
como panteón regio a imitación de la basílica constanti-
con cruces inscritas en estrellas de rombos alternados
nopolitana de los Santos Apóstoles. El ejemplo de la ba-
con discos gallonados. De esta zona también procede un
sílica fundada por Constantino fue seguido después por
magnífico tenante de altar decorado con cruz gemada
algún rey bárbaro como el franco Clodoveo en París, pero
y en el Hospital de Santa Cruz se descubrió una impos-
no hay constancia expresa de que esto fuera así en el caso
ta que presenta idéntica decoración de tipo áulico que
toledano. Por el contrario, se sabe que la basílica de Santa
hemos señalado en las piezas del entorno de la puerta
Leocadia, que actuó como panteón episcopal, sirvió tam-
de Alcántara (cruces inscritas en estrellas y gallones), así
bién, según fuentes tardías, como mausoleo de los reyes
como un fragmento de placa-nicho con forma de concha
godos. Asimismo, hay que subrayar también que, mien-
de extraordinaria factura, pieza que sin duda presidía la
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decoración de un importante templo, muy posiblemente
en manos de los bizantinos. En el año 610, este rango me-
el mismo al que pertenecería el altar antes mencionado.
tropolitano se vio sancionado por un sínodo de obispos
Otros hallazgos dispersos sugieren asimismo la loca-
reunidos a tal efecto, cuyas conclusiones serían reafirma-
lización en esta zona de una importante construcción reli-
das poco después en un Decretum de ecclesia Toletana por
giosa: un cancel con la imagen simbólica de san Lucas ha-
el propio rey Gundemaro. A partir del reinado de Ervigio,
llado en el paseo del Miradero —que evidentemente forma-
siendo obispo san Julián (680-690), Toledo alcanzó el título
ba parte de una serie de cuatro canceles del Tetramorfos—,
de sede primada, imponiendo su dignidad sobre el resto
un grupo de fragmentos de canceles con arcos imbricados
de los obispados hispanos y logrando incluso arrancar al
y trifolias de clara inspiración emeritense, otra placa-nicho
poder real la prerrogativa de intervención en el nombra-
de estilo clasicista decorada con la imagen de un temple-
miento de nuevos obispos.
te, etc. A este numeroso grupo hay que añadir además un
Prácticamente nada se ha conservado del antiguo
conjunto de ocho capiteles visigodos reutilizados en el pa-
complejo catedralicio de época visigoda. Sin embargo,
tio del Hospital de Santa Cruz. Todas ellas son piezas de
se sabe con cierta seguridad que, como otras muchas
indiscutible calidad y permiten intuir su procedencia de un
de su tiempo, la iglesia catedral estaba dedicada a Santa
conjunto arquitectónico de prestigio y que, en nuestra opi-
María Virgen. Como se ha dicho, no se conserva nada de
nión, sólo cabe identificar con el antiguo pretorio visigodo
la fábrica original, si bien todo hace pensar que la antigua
y su templo palatino anexo.
sede de época visigoda estaba emplazada bajo la actual
Como complemento y contrapeso del pretorio o pa-
catedral gótica y antigua mezquita aljama árabe, no sólo
lacio civil se hallaba el núcleo catedralicio, sede de la auto-
por la tradicional superposición de espacios sagrados
ridad eclesiástica y principal centro de culto de la ciudad.
dentro de la ciudad, sino porque hay constancia literaria
A lo largo de la séptima centuria el obispado de Toledo al-
de que en el año 871 todavía existía una iglesia contigua
canzó de facto el rango de sede primada de España. Este
a dicha mezquita. Unas prospecciones efectuadas en la
título, sin embargo, no fue conseguido sino después de un
década de los ochenta en la catedral parecen confirmar la
largo proceso en el que el obispo de la ciudad regia hubo
existencia de una construcción de planta de cruz griega,
de imponerse a otras sedes que, como Cartagena, Mérida o
con la cabecera situada en el tramo inmediato al llamado
incluso la misma Tarraco, orgullosa de su fundación apos-
«pilar de la Descensión», que hace referencia al lugar en
tólica paulina, poseían a priori mayores méritos y antigüe-
el que la Virgen posó sus pies con motivo del milagro de
dad. Desde el siglo VI, al menos, el obispo de Toledo había
la imposición de una casulla a san Ildefonso. Este mila-
obtenido ya el reconocimiento expreso como metropolita-
gro, que reflejaba el apoyo divino a la sede regia visigoda
no de las sedes del interior de la provincia Carthaginensis,
y convertía a la Virgen María en la principal patrona de la
desbancando a la mismísima capital provincial entonces
ciudad, ha sido utilizado desde entonces para la defensa
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
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de la primacía toledana. Su representación figura en todos y cada uno de los espacios religiosos vinculados a la
iglesia toledana hasta nuestros días.
Por otro lado, un epígrafe conservado en una de las
columnas de la catedral gótica informa de la reconsagración in catolico de la basílica de Santa María durante el reinado de Recaredo, en el año 587, esto es, el mismo año de
la conversión del monarca. Esta inscripción solemniza la
devolución de la iglesia catedral hecha por los arrianos al
culto ortodoxo después de superada la crisis de la guerra
civil que enfrentó a Leovigildo y su hijo Hermenegildo. La
inscripción, que fue trasladada en el siglo xvi a uno de los
patios de la catedral, reza así: «+ In nomine D[omi]ni consecra/ta ecclesia S[an]cte Marie/ in catolico die primo/ idus
aprilis anno feli/citer primo regni d[omi]ni/ nostri gloriosissimi Fl[auii] Reccaredi regis era / dcxxv». La reconsagración del templo al rito católico sería una de las medidas
adoptadas por Recaredo antes de su conversión oficial
en el año 589. Se trataría, pues, de una medida de hondo significado simbólico que venía a clausurar el sínodo
de obispos arrianos y católicos en el que se sentaron las
bases que culminarían posteriormente en la reunión dos
años más tarde del III Concilio toledano, el sínodo de la
conversión oficial de los godos a la ortodoxia nicena.
También las piezas de escultura decorativa empotradas en el cercano callejón de San Ginés se podrían
relacionar con construcciones vinculadas a este núcleo
△ Inscripción de la reconsagración de la catedral de Santa María.
Catedral de Toledo. © Proyecto Sedes Regia Toletana.
◁ Credo epigráfico. Museo de los Concilios.
© Proyecto Sedes Regia Toletana.
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catedralicio. La decoración a base de veneras, abundan-
de taller romano o bien formar parte de un ciclo homi-
te en este grupo, parece corresponderse con un conjun-
lético hoy por hoy no aclarado, que aparecía en algún
to de este tipo, pues es característica de los edificios de
ejemplar manuscrito ilustrado. En cualquier caso, no
prestigio del momento y, como tal, se encuentra en nu-
hay duda que su carácter narrativo recuerda al arte pa-
merosas piezas de la villa de Pla de Nadal (Riba-roja de
leocristiano, si bien con una factura algo más tosca. Las
Túria, Valencia).
representaciones encarnan cuatro escenas relacionadas
El grupo episcopal incluiría, aparte de la iglesia
con diversos episodios de la vida de Cristo: tres de ellas
catedral, el palacio episcopal y algunas otras depen-
de tipo taumatúrgico (curación del ciego de nacimiento,
dencias anexas al mismo, entre las cuales se incluiría
resurrección de Lázaro y la curación de la hemorroisa) y
un edificio destinado al rito bautismal, probablemente
otra más de tipo bautismal (diálogo con la samaritana).
dedicado a san Juan Bautista, según era corriente en la
En esta misma iglesia, convertida en mezquita en época
época, y al que pertenecería la placa-nicho con letras
islámica, se conserva un importante conjunto de piezas
apocalípticas invertidas (tema de carácter bautismal)
decorativas de época visigoda en la que destacan nueve
y algunos materiales constructivos más hallados en el
pilastras, capiteles y un buen número de frisos con mo-
transcurso de las excavaciones del vecino convento de
tivos decorativos muy concretos, que permiten suponer
San Pedro Mártir.
la existencia de un templo parecido al de San Juan de
Dentro de la ciudad existieron además otras mu-
Baños en Palencia: un templo que la mayor parte de los
chas iglesias de las que apenas nada se sabe o se con-
investigadores vinculan con la arquitectura toledana del
serva, de suerte que es posible hablar de una paulatina
siglo vii. Estas piezas se encuentran dispersas por dife-
cristianización de la topografía urbana a medida que
rentes lienzos de la construcción y tienen especial pro-
la influencia y el poder de la Iglesia se acrecentaba.
tagonismo en la torre del templo, un antiguo alminar,
Ejemplares como las pilastras de la iglesia de Santa Justa
en el que se agrupan numerosos relieves decorados con
y del Salvador dan buena cuenta de ese interés everge-
series de círculos que forman tetrafolias.
ta de la Iglesia toledana. La pieza del Salvador, con su
Un origen parecido tiene el conjunto de piezas de-
repertorio de escenas neotestamentarias, es además un
coradas que se conocen en el entorno de la iglesia de
magnífico ejemplo de un fenómeno que debió ser muy
Santa Eulalia, en el que destacan los capiteles y piezas
frecuente en la época, pero, que por desgracia, apenas
reaprovechadas en la construcción de esta parroquia en
se ha conservado: la decoración figurada. La pilastra
el siglo xii, así como los frisos que se conservan forman-
muestra en una de sus caras, dividida en varios registros,
do el dintel de una portada en la plaza de la Cruz, que
diversas escenas de la vida de Jesús que pudieron inspi-
recuerdan a los que acabamos de describir en la torre
rarse en la decoración de algún sarcófago paleocristiano
de El Salvador.
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
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Reconstrucción de
Toledo en la séptima
centuria. Ilustración
de Albert Álvarez
Marsal, bajo la
dirección científica de
I.M. Sánchez Ramos y
Jorge Morín de Pablos.
(© Urban landscape
of power in the Iberian
Peninsula from Late
Antiquity to the Early
Middle Ages’).
Los suburbios. La basílica de Santa Leocadia
y los palacios suburbanos
En la zona noroeste del suburbio, en la denominada
Vega Baja, se emplazaba una importante área funeraria
que parece desarrollarse a partir de finales del siglo iv o
principios del v. En ella destaca el conjunto de tumbas hallado en el actual paseo de la Basílica, que reaprovechan
para su construcción varios elementos funerarios procedentes de alguna necrópolis imperial. Toda esta zona, situada al oeste del antiguo circo romano, se vio afectada
por una amplia remodelación urbanística, consecuencia
de la revalorización de un pequeño culto local destinado
a perpetuar la memoria de la virgen y confessor Leocadia.
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La tradición ha venido identificando esta basílica con el
lugar que hoy ocupa la ermita del Cristo de la Vega, aunque es posible que en realidad el martyrium se encontrara
junto al circo, donde antiguas excavaciones de Pedro de
Palol pudieron constatar la existencia de un gran edificio
con contrafuertes, de modo que la ermita sería en realidad el monasterio asociado a la basílica martirial. De este
espacio proceden la placa nicho con crismón y varios
fragmentos con el Credo epigráfico.
Durante esta época la Vega Baja alcanzó un cierto
desarrollo urbano organizado en torno a determinados
ejes viarios, en donde se documenta una ocupación
más o menos intensa para diferentes usos domésticos y
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productivos. Se ha querido ver en ello una relación entre
la consolidación del reino visigodo a lo largo de la séptima centuria y la transformación constatada en el suburbio noroccidental, definida por una implantación urbanística monumental y jerarquizada que integrara espacios
de carácter residencial, comercial y artesanal.
Los monasterios toledanos
Como testigos del creciente poder de la Iglesia y a la
vez actuando como defensa simbólica de la urbs, Toledo se
encontraba rodeado de numerosas fundaciones monásticas. Sin duda, el más famoso de los monasterios toledanos
es el de San Cosme y San Damián o Agaliense, donde se
formaron buena parte de los obispos toledanos (Cixil. Vita
Ildephonsi, I 11). Allí se educaron figuras tan insignes de la
Iglesia visigoda como los santos obispos Eladio, Eugenio
o Ildefonso. La ubicación de este célebre monasterio es
desconocida en día de hoy aunque a partir de la etimología del topónimo se ha especulado verosímilmente con su
situación junto a la calzada que conducía a las Galias (ad
galiense iter). En los últimos años se ha sugerido su emplazamiento en un lugar próximo a la Peraleda a partir de
algunas referencias de época medieval. Desde el punto de
vista arqueológico, se han realizado varias propuestas de
localización, entre las que destaca aquella que lo sitúa en
las inmediaciones de los llamados Palacios de Galiana. De
esta forma, la almunia Al-Mansura o Huerta del Rey, ordenada construir entre 1043 y 1075 por Al-Mamum, no sería
sino la heredera histórica del antiguo cenobio visigodo. La
propuesta nos parece muy probable, por su situación jun-
Toledo: la ciudad del Rey. Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos
to a la calzada de las Galias y por la propia riqueza agraria
del lugar, así como porque es coherente con algunas menciones literarias. El conjunto taifa presenta además una
estructura arquitectónica basada en una planta de tipo bizantino que podría estar inspirada en un conjunto anterior.
El segundo de los monasterios citados en las actas del
XI Concilio era el de Santa Leocadia. Parece lógico suponer
que, al igual que sucedía en Mérida con el monasterio de
Santa Eulalia, se encontrara situado junto a la iglesia martirial del mismo nombre. Su abad firma en segundo lugar,
probablemente por tratarse de un monasterio vinculado a
una iglesia de carácter palatino como era Santa Leocadia.
Teniendo en cuenta que el edificio excavado junto al circo
pudo ser la propia basílica martirial, este monasterio pudo
emplazarse bajo la actual ermita del Cristo de la Vega, dando
razón en parte a la tradición generada en torno a este lugar.
El resto del catálogo de monasterios toledanos de
época visigoda es conocido únicamente por las signaturas de sus abades en el XI Concilio. Así, se sabe que había
en Toledo un monasterio urbano dedicado a la Santa Cruz
que era escenario de la traslación de una reliquia del lignum crucis a la catedral durante la celebración de Pascua.
Otro de los monasterios toledanos citados en las actas
del XI Concilio era el de San Miguel, cuyo abad aparece
en las actas sinodales encabezando el ordo abbatum. Es
posible, dada la condición del arcángel San Miguel como
protector de la hueste celestial, que este cenobio se hallara cerca del recinto pretoriense, quizá como complemento monástico de la basílica de los Santos Apóstoles. Por
último, las actas citan el monasterio de Santa Eulalia.
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