Covacha del Barranc Blanc. Rotova. 1953
05-08-195319-08-1953Enrique Pla Ballester
Descubierta en 1951 y realizándose una corta campaña de excavaciones, se comienza una nueva campaña con dirección de Pericot y colaboración de Santiago Alcobé (UB) y Plá (SIP). Bajo los auspicios de la Wenner-Gren Foundation de New York.
En ella, se excavó toda la cámara de la cueva y se comenzó la parte exterior de la misma, donde continuaba el yacimiento, quedando esta para futuras campañas. En el estrato fértil, con un espesor medio de 1,50 m., distancia a la cual aparecían arcillas estériles (de las que se desconocía si se correspondían con el fondo de la cueva o con un estrato de separación entre niveles de ocupación), se pudieron establecer tres niveles de diferente coloración (del gris claro en la capa superior a un negro bastante intenso en la más honda): El primero, contenía piezas de sílex de dorso rebajado de técnica Epigravetiense, punzones Magdalenienses y piezas de dorso amplio que recuerdan a las ibero-mauritanas del Norte de África; así como numerosos huesos humanos muy fragmentados pertenecientes a varios individuos (al menos ocho mandíbulas).
Entre ellos destaca un cráneo cuya reconstrucción corrió a cargo del Laboratorio de Antropología de la Universidad de Barcelona. El segundo se define por la aparición de diversos ejemplares de puntas solutrenses, una de ellas de pedúnculo y aletas, confirmando los resultados de Pericot en los niveles de La Còva del Parpalló.
El tercero, de casi un metro de espesor, contenía materiales con características Gravetienses (algunas de tipo clásico de esta cultura), mientras que su parte más baja presentaba "claras reminiscencias musteroides".
(La Labor del SIP y su Museo en el pasado año 1953; pp. 37-39).
En ella, se excavó toda la cámara de la cueva y se comenzó la parte exterior de la misma, donde continuaba el yacimiento, quedando esta para futuras campañas. En el estrato fértil, con un espesor medio de 1,50 m., distancia a la cual aparecían arcillas estériles (de las que se desconocía si se correspondían con el fondo de la cueva o con un estrato de separación entre niveles de ocupación), se pudieron establecer tres niveles de diferente coloración (del gris claro en la capa superior a un negro bastante intenso en la más honda): El primero, contenía piezas de sílex de dorso rebajado de técnica Epigravetiense, punzones Magdalenienses y piezas de dorso amplio que recuerdan a las ibero-mauritanas del Norte de África; así como numerosos huesos humanos muy fragmentados pertenecientes a varios individuos (al menos ocho mandíbulas).
Entre ellos destaca un cráneo cuya reconstrucción corrió a cargo del Laboratorio de Antropología de la Universidad de Barcelona. El segundo se define por la aparición de diversos ejemplares de puntas solutrenses, una de ellas de pedúnculo y aletas, confirmando los resultados de Pericot en los niveles de La Còva del Parpalló.
El tercero, de casi un metro de espesor, contenía materiales con características Gravetienses (algunas de tipo clásico de esta cultura), mientras que su parte más baja presentaba "claras reminiscencias musteroides".
(La Labor del SIP y su Museo en el pasado año 1953; pp. 37-39).