Cova del Garrofer. Ontinyent. 1980
01-05-198005-05-1980Bernat Martí Oliver
La "Cova del Garrofer" se encuentra situada en la Sen-a d'Ontinyent, en el límite meridional de los valles de Albaida y Bocairent, en un estrecho barranco conocido con el nombre de Barranc dels Tarongers, uno de los últimos barrancos que abiertos hacia el norte comunican la Vall de Bocairent con el río Clariano, principal vía de acceso desde la Vall d' Albaida.
Los descubridores encontraron material arqueológico, que lo comunicó al SIP y éste encargó unas prospecciones, en las que vieron excavaciones clandestinas y se decidió finalmente por una excavación de urgencia.
La cueva, separada de la vertiente montañosa por un pequeño escalón rocoso, mide aproximadamente 14 metros de longitud por 2 de entrada, que se reducen casi inmediatamente a un estrecho pasillo de medio metro de ancho, con algunos tramos de hasta un metro y que llega hasta el final de la oquedad. Las catas clandestinas afectaban irregularmente a una zona comprendida entre los 10 y 12 metros de longitud (sectores I y J), con una profundidad variable pero nunca superior a los 80 cm. Aprovechando la configuración natural de la cueva dividimos su superficie en seis sectores de excavación, de longitud variable entre el metro y medio y los dos metros y medio, aproximadamente.
En los dos primeros sectores, a partir de la boca de la cueva, sectores G y G-H, la tierra no alcanzó en ningún momento 10 cm de profundidad, apareciendo inmediatamente la roca. Sectores estériles
A continuación, el sector H, de 1'5x1 m, presentaba una potencia estratigráfica de alrededor de los 60 cm, en la que se hallaron algunos restos de vasijas hechas a mano y a torno muy fragmentadas.
Entre el sector H y el I se interponía, a partir de los 20 cm de profundidad, un saliente rocoso que aislaba los sectores I y J de los anteriores, presentando aquéllos una evidente uniformidad en la estructura y una similitud en los materiales. Tanto el sector I como el J, con algo menos de 5 m de longitud total, presentaban restos de remociones modernas que alcanzaban hasta una profundidad de 70 a 75 cm, a partir de los cuales y hasta los 90 a 95 la excavación fue pobre en hallazgos.
Entre esta última cota y el 1'10 metros aproximadamente de profundidad, se halló lo que podría denominarse "nivel de inhumación" en estos sectores, hallándose dos vasos cerámicos, uno entero y el otro fragmentado, algunas puntas de flecha de sílex, un ídolo oculado de hueso, un pequeño fragmento de cobre y varias cuentas y colgantes, todo ello dispuesto sin orden aparente. Sumamente interesante resulta el hecho de que frente al buen estado de conservación de los materiales arqueológicos, los escasos restos humanos aparecen siempre en estado muy fragmentario, lo que podría ser indicativo del carácter de la inhumación.
Entre estos dos sectores y el K, situado al fondo de la cueva, vuelve a interponerse un escalón rocoso, que aparece a mayor altura que el nivel del suelo y que aisla totalmente este sector de los dos anteriores.
El sector K, de menor potencia estratigráfica (de 80 a 85 cm), presentaba el interés de ser la única zona de la cueva que no había sido removida por los excavadores clandestinos. A unos 50 cms de profundidad, apareció un nivel de inhumación, en el que se encontraron, junto a un cráneo con la calota situada hacia abajo, un fragmento de ídolo oculado de hueso, un largo cuchillo de sílex, ligeramente apuntado y con retoques simples recubriendo por completo su borde derecho, una punta de flecha, también de sílex, y varios fragmentos de huesos humanos dispersos por la mitad oriental del sector. A mayor profundidad salieron los restos de lo que podría considerarse como el primer nivel de inhumación del sector: junto a dos fragmentos de bóveda craneana y algunos huesos humanos dispersos aparecieron un par de bellas puntas de flecha de sílex y algunas cuentas de collar. Como en el nivel superior, los restos se localizaron mayoritariamente en la zona oriental del sector.
Finalmente, quedaba por explorar una pequeña extensión situada a la entrada de la cueva pero a unos 2 metros por encima del nivel de los sectores anteriores: el sector L. En él aparecieron, removidos, fragmentos de vasos cerámicos, hechos a mano unos y a torno otros.
El yacimiento de la Cova del Garrofer se encuadra dentro del mundo de las cuevas de enterramiento eneolíticas, y que, si bien pueden distinguirse al menos dos enterramientos distintos, los materiales no presentan fuertes discrepancias en su atribución cronológica, pudiendo incluirse de momento, perfectamente, en el Eneolítico pleno.
(La labor del Servicio de Investigación Prehistórica y su Museo en el pasado año 1980, pp. 90-92)
Los descubridores encontraron material arqueológico, que lo comunicó al SIP y éste encargó unas prospecciones, en las que vieron excavaciones clandestinas y se decidió finalmente por una excavación de urgencia.
La cueva, separada de la vertiente montañosa por un pequeño escalón rocoso, mide aproximadamente 14 metros de longitud por 2 de entrada, que se reducen casi inmediatamente a un estrecho pasillo de medio metro de ancho, con algunos tramos de hasta un metro y que llega hasta el final de la oquedad. Las catas clandestinas afectaban irregularmente a una zona comprendida entre los 10 y 12 metros de longitud (sectores I y J), con una profundidad variable pero nunca superior a los 80 cm. Aprovechando la configuración natural de la cueva dividimos su superficie en seis sectores de excavación, de longitud variable entre el metro y medio y los dos metros y medio, aproximadamente.
En los dos primeros sectores, a partir de la boca de la cueva, sectores G y G-H, la tierra no alcanzó en ningún momento 10 cm de profundidad, apareciendo inmediatamente la roca. Sectores estériles
A continuación, el sector H, de 1'5x1 m, presentaba una potencia estratigráfica de alrededor de los 60 cm, en la que se hallaron algunos restos de vasijas hechas a mano y a torno muy fragmentadas.
Entre el sector H y el I se interponía, a partir de los 20 cm de profundidad, un saliente rocoso que aislaba los sectores I y J de los anteriores, presentando aquéllos una evidente uniformidad en la estructura y una similitud en los materiales. Tanto el sector I como el J, con algo menos de 5 m de longitud total, presentaban restos de remociones modernas que alcanzaban hasta una profundidad de 70 a 75 cm, a partir de los cuales y hasta los 90 a 95 la excavación fue pobre en hallazgos.
Entre esta última cota y el 1'10 metros aproximadamente de profundidad, se halló lo que podría denominarse "nivel de inhumación" en estos sectores, hallándose dos vasos cerámicos, uno entero y el otro fragmentado, algunas puntas de flecha de sílex, un ídolo oculado de hueso, un pequeño fragmento de cobre y varias cuentas y colgantes, todo ello dispuesto sin orden aparente. Sumamente interesante resulta el hecho de que frente al buen estado de conservación de los materiales arqueológicos, los escasos restos humanos aparecen siempre en estado muy fragmentario, lo que podría ser indicativo del carácter de la inhumación.
Entre estos dos sectores y el K, situado al fondo de la cueva, vuelve a interponerse un escalón rocoso, que aparece a mayor altura que el nivel del suelo y que aisla totalmente este sector de los dos anteriores.
El sector K, de menor potencia estratigráfica (de 80 a 85 cm), presentaba el interés de ser la única zona de la cueva que no había sido removida por los excavadores clandestinos. A unos 50 cms de profundidad, apareció un nivel de inhumación, en el que se encontraron, junto a un cráneo con la calota situada hacia abajo, un fragmento de ídolo oculado de hueso, un largo cuchillo de sílex, ligeramente apuntado y con retoques simples recubriendo por completo su borde derecho, una punta de flecha, también de sílex, y varios fragmentos de huesos humanos dispersos por la mitad oriental del sector. A mayor profundidad salieron los restos de lo que podría considerarse como el primer nivel de inhumación del sector: junto a dos fragmentos de bóveda craneana y algunos huesos humanos dispersos aparecieron un par de bellas puntas de flecha de sílex y algunas cuentas de collar. Como en el nivel superior, los restos se localizaron mayoritariamente en la zona oriental del sector.
Finalmente, quedaba por explorar una pequeña extensión situada a la entrada de la cueva pero a unos 2 metros por encima del nivel de los sectores anteriores: el sector L. En él aparecieron, removidos, fragmentos de vasos cerámicos, hechos a mano unos y a torno otros.
El yacimiento de la Cova del Garrofer se encuadra dentro del mundo de las cuevas de enterramiento eneolíticas, y que, si bien pueden distinguirse al menos dos enterramientos distintos, los materiales no presentan fuertes discrepancias en su atribución cronológica, pudiendo incluirse de momento, perfectamente, en el Eneolítico pleno.
(La labor del Servicio de Investigación Prehistórica y su Museo en el pasado año 1980, pp. 90-92)